Staff Moderadoras Rominita2503 & Mery St. Clair

Traductoras Max Escritora Solitaria

Juli_Arg

Vanessa Villegas

Madeleyn

Elle87

Amy

AariS

Eugene14

Chachi--

Munieca

Jo

Lunnanotte

MarMar

Carii

Luisa

Mery St. Clair

Demoiselle

Pau_07

Correctoras Verito Juli_Arg Lalu ♥ Vericity Elle87 Ladypandora Mrs.Styles♥

Violet~ Pau_07 JessiRedondo Zafiro Verito Melii

Recopilación

Lectura Final

Mery St. Clair

Melii & Mel. Cipriano

Diseño francatemartu

Índice Sinopsis

Capítulo 11

Capítulo 1

Capítulo 12

Capítulo 2

Capítulo 13

Capítulo 3

Capítulo 14

Capítulo 4

Capítulo 15

Capítulo 5

Capítulo 16

Capítulo 6

Capítulo 17

Capítulo 7

Capítulo 18

Capítulo 8

Capítulo 19

Capítulo 9

Epílogo

Capítulo 10

4

Sinopsis J

aden Sinclair sabe que nunca valdrá nada… así que ¿por qué se merece una chica como Priscilla Mendoza?

Desde el verano anterior, las cosas se han jodido entre Jaden y Pris. Él sabe que es su culpa, pero eso no le impide querer tomar unas cuantas rondas con su nuevo novio. También sabe que es el perdedor que su padre dice, pero eso no le impide quererla. Después de que una enorme bomba cae sobre él, Jaden ataca y termina en la cárcel. Todo en su caótica vida es puesto patas arriba y para empeorar las cosas, su mamá lo echa con el pretexto de ponerse del lado de su padre. Síp, es un buen partido para una chica como Pris. El grupo tiene una última oportunidad para La Aventura Épica que han estado buscando: un viaje por carretera a Nueva York, donde los amigos de Jaden asistirán a la universidad. Por desgracia, entre más tiempo pasa Jaden con Pris, más difícil es mantener las paredes cuidadosamente construidas entre ellos para que ella no se entere del desastre que en verdad él es. Cuando el viaje termina, Jaden tiene que decidir si está listo para decir adiós a sus amigos y a la chica que ama. Él sabe lo que necesita, pero ¿será lo suficientemente hombre para ir a por ello? What a Boy Wants, #2

5

1 Traducido por Max Escritora Solitaria & munieca Corregido por Verito

M

e pongo rígido. Calor rasga a través de mi cuerpo como si alguien lo hubiera inyectado en mis venas. Se inicia en mi pecho, agrietando y cristalizando mi interior mientras se propaga. Hay una parte de mí, la parte inteligente, que sabe que estoy siendo un idiota. Me estoy volviendo loco cuando incluso no tengo derecho a hacerlo. Pero hay otra, la que se esconde muy dentro de mí, tanto que puedo fingir que no existe, que sabe que yo debería estar sentado con Priscilla en estos momentos. Mi mano en su pelo. Mis labios en su cuello. Debería estar robando la comida en su plato de almuerzo y diciendo algo estúpido porque es tan nuestro como para que ella se enoje conmigo. He estado volviéndola loca desde ese momento en el kínder cuando ella me gritó por el culo cojo de Sebastián tirando la cola de caballo de Aspen. Aspen comenzó a perseguir a Bastian como se suponía que debía, ya que él fue quien lo hizo, pero Pris estrechó sus ojos oscuros hacia mí como si fuera mi culpa, antes de acusarme. Dejé que me atrapara. Me gusta cuando ella me atrapa. Pero el verano pasado, ella dejó de perseguirme. Es una mierda. Lo mismo sucede con mi monólogo interno cada vez que la veo. Está empezando a cabrearme. Me he vuelto blando y lo odio, pero me parece que no puedo hacer nada al respecto, tampoco. En lugar de eso sonrío, hablo mierda a Bastian, molesto a Aspen, y pretendo que no me rompo cada vez que la miro. Que no sé qué es mi maldita culpa, y que no hay nada que pueda hacer para cambiarlo. Es lo mejor. En caso de que no se hayan enterado, ha sido un largo año escolar. La cosa de Pris saliendo con Craig es nueva, pero no se siente así. Quiero que mi puño se encuentre con su nariz. Varias veces. ¿No soy simplemente estupendo?

6

Me he convertido en un terrible aguafiestas. Priscilla, Sebastián, Aspen, y yo hemos sido unidos desde siempre. Siempre hemos sido nosotros cuatro, pero el verano pasado Sebastián se enamoró de Aspen. Era sólo cuestión de tiempo, y de todos modos está bien. Me alegro por ellos y todo eso, pero esto ha hecho las cosas difíciles para Priscilla y para mí, porque quiero estar con ella, también. La quiero mucho más de lo que debería, pero también me doy cuenta que eso no va a suceder. Ella se merece algo mucho mejor. Por su bien, odio que le tomara tanto tiempo darse cuenta de ello. Alguien golpea en mi espalda, haciéndome tropezar. Me balanceo alrededor y me muevo hacia Sebastián, que lo esquiva, saltando sobre las puntas de sus pies para tratar de verse como si fuera algún tipo de boxeador de peso pesado. —No me hagas sacarte, Doc —bromeo. Todo el asunto con él y Aspen comenzó porque Sebastián tenía un negocio anónimo en línea, un poco estúpido, en el que se hacía llamar el doctor Cupido. Aspen contactó con él para intentar llegar a ese idiota que solía trabajar en la pizzería con ellos, sólo que él no sabía que era ella y ella no sabía que era él. Él comenzó a enamorarse de ella y todo estaba listo para una película interminable de felices para siempre, hasta que él hizo un movimiento de Estúpido-Sebastián. Todo salió bien al final porque si no él no hubiera estado tan ciego, habrían sabido que ambos se querían el uno al otro, probablemente desde ese día en el kínder. Priscilla y yo fuimos los únicos que fracasaron en conectar. Golpeo la puerta a esos pensamientos. —Por favor, podría tomarte con los ojos cerrados… mierda, Ouch. — Sebastián cojea después de pisar accidentalmente el pie de Aspen. —¿Hola? Tú me pisaste. ¡Yo debería ser quien diga ouch! —Ella empuja un mechón de su cabello castaño claro detrás de su oreja. Sebastián entierra el rostro en su cuello, de la misma manera que Craig acaba de hacerlo con Pris. La mano de Aspen se cuela por su pelo negro. —Lo siento, bebé. —Bastian se inclina hacia adelante—. Dame un beso. Mis labios tienen poder de curación. Aspen se desmaya y yo casi vomito en mi boca. —¿Poder curativo? ¿Mencioné que me caí de culo esta mañana? Me duele aquí. —Me doy vuelta y apunto a mi nalga izquierda. Sebastián intenta patearme, pero me tiro fuera de su camino, riendo. —Ja, ja. —Sonríe. Él sabe que fue una buena broma. Simplemente no quiere admitirlo.

7

—Sólo estás celoso de que pensara en ello. Caemos en línea juntos mientras los tres nos dirigimos hacia Priscilla en nuestra mesa. Pris está sentada con su novio, en la mesa que perteneció a nosotros cuatro desde nuestro primer año. En serio, es como si no pudiera parar que esos pequeños comentarios de cuerpos golpeados hicieran su camino en mi cerebro. Esta no se supone que es la forma en que funciona. No estoy seguro de cómo se supone que funciona desde que siempre he sabido que no podía ir allí. No con ella, a pesar de que hace que mi pulso se levante a martilleos. Pero antes, podía ignorarlo. Después que toda la mierda se hundió con Aspen y Sebastián el verano pasado, después que me enterara de que ella trató de encontrar la forma de hacerme verla de una manera ligeramente diferente, las cosas fueron un infierno entero mucho más difícil de ignorar. Siempre la he visto. Siempre. He estado tratando de no hacerlo. —¿Qué pasa? —Me quedo en el banco frente a ellos. Le doy una leve inclinación de cabeza, pero no presto atención al cretino. ¿En serio? ¿Craig? Él siempre ha sido un payaso. No sé lo que ella ve en él. Después de girar la parte superior de mi Pepsi de cereza, tomo un trago. —Hola, Jay —responde Pris, pero cambia su atención a Aspen—. ¿Has terminado tu tarea de matemáticas? —Pris, te das cuenta de que nos graduamos en dos semanas, ¿verdad? —interrumpe Sebastián—. Estoy bastante seguro de que hay una fría regla que dice que no debes hacer más la tarea. Es lo que se espera y toda esa mierda. Aspen le da un codazo. —Yo hice mi tarea. —Supongo que Jay y yo somos los únicos geniales, entonces. Chocamos los puños. —No es realmente una noticia de última hora, B. —Los dos reímos mientras las chicas ruedan los ojos como siempre lo hacen. Craig está en el teléfono jugando cualquiera de sus juegos de la semana. Siempre está en su teléfono cuando está a nuestro alrededor. Puede o no puede ser porque Sebastián y yo no le prestamos ninguna atención. Probablemente no es una cosa muy divertida de hacer, pero en serio, no puedo soportar ver al chico, y Bastian sólo estaba de acuerdo con eso. Él es mi chico y está en nuestro código cubrir siempre las espaldas del otro. Estoy seguro de que está bien con Craig cuando yo no estoy al rededor, pero al igual que nunca me hubiera estado de acuerdo con

8

Mattie, el tipo con el que Aspen salió por un tiempo el año pasado, Bastian no podía abandonarme, tampoco. Además, estoy bastante seguro de que a Craig no le gustamos tanto como él no nos gusta a nosotros. Algo me llama la atención y miro por encima para ver a Craig sacar un paquete de chicles y empujar un pedazo de menta en su boca. —¿Quieres uno, Priscilla? —Sostiene el paquete hacia ella. Oírle llamarla Priscilla me dan ganas de volverme loco. Cretino. Por la forma en que Sebastián sonríe y vuelve la cabeza para mirarme, me doy cuenta de que debí haber dicho eso en voz alta. Oops. No. —¡Jaden! —La voz de Priscilla es firme. Es diferente cuando ella está enojada conmigo ahora. Antes era sólo entre nosotros, nunca era verdadero enojo y ahora es... el infierno, no lo sé. Es simplemente diferente. Se vuelve a Craig y toma la pieza de goma que le ofreció. No puedo creer que realmente la ponga en su boca, sólo para fastidiarme. Sip. Esa es mi pista para salir de aquí. Empujo mis pies. —Nos vemos después de la escuela, Bastian. —Me dirijo a Craig—: Desde que se emborrachó con licor de menta del año pasado, Spearmint la hace sentir como que va a vomitar. Meto mis manos en los bolsillos. Sin decir una palabra, me voy. *** —¿Qué estaba pasando en el almuerzo hoy? —pregunta Sebastián mientras me apoyo en el respaldo del asiento de su camioneta. Después de todo lo que fue el verano pasado, su madre le hizo mantener el trabajo en la pizzería. Él había estado ahorrando para un auto, pero un par de meses atrás, su madre y su nuevo marido Roger compraron este para él. Ellos querían que ahorre su dinero para Nueva York este verano. Él está yendo a la escuela por la música, y las chicas irán a la Universidad de Nueva York. Durante años hemos planeado ir allí todos juntos después de la escuela secundaria. Mis tripas se aprietan al pensar en ello, pero lo hago a un lado y me centro en el hecho de que es genial que Bastian transporte mi culo ahora, en lugar de al revés.

9

¿Qué es lo que me preguntó? Oh, sí. Almuerzo. —Umm, ¿lo comí? Eso es lo que ocurre normalmente en el almuerzo. De hecho, me han dicho que es todo el concepto. —Sonrío mientras juego con el aro en mi labio inferior. Tengo uno en mi ceja también, un hecho que el imbécil de... papá odia. Odio incluso utilizar el nombre de "Papá" para él, ya que no es como él actúa. Es parte del motivo por el que me gustan los piercings. —Sabes de lo que estoy hablando, Capitán-Evita-Respuesta. Toda la cosa de llamar al novio de Pris un cretino y luego irte. Lo miro. —Él es un idiota. —Lo es, pero tienes que escoger el momento y lugar para decírselo. Todo lo que estás haciendo es molestar a Pris. Quiero golpear mi cabeza contra el cristal. No debería ser así. No se supone que Sebastián sea el racional, en realidad suena como que él sabe de lo que está hablando. Pero sé que tiene razón. Es como que no puedo evitarlo sin embargo. ¿Por qué demonios todo tiene que ir hacia abajo como lo hizo el verano pasado? Bastian se dio cuenta de que amaba Aspen. Averigüe que Priscilla quería intentar salir conmigo. Y eso no cambió nada. —Lo sé. Sebastián dobla a la derecha, en dirección a mi casa. —Amigo... te gusta. No quieres admitirlo, pero yo sé que sí. Hablando en serio, ¿por qué tan sólo no… —No vayas allí. —Sus ojos están en mí y me hace sentir como un cobarde—. Lo siento, no todos queremos una bola y una cadena a los dieciocho años. Hay demasiadas chicas por ahí para… —¿Cuándo fue la última vez que ligaste? —¿Eh? —Su pregunta me sorprende. No es por lo general con quien hablo acerca de ligues. —Ya me has oído, Ricitos de Oro. ¿Cuándo fue la última vez que besaste a una chica? ¿Ligaste en una fiesta? ¿Saliste? Dejo caer mi cabeza contra el reposacabezas y cierro los ojos. Maldito sea por enamorarse de Aspen y de repente tener ganas de hablar de cosas importantes. El hecho es que yo no estoy realmente sintiéndolo

10

más. Quiero decir, era genial cuando éramos nosotros dos, cuando yo no sabía a quién lastimaba, pero ya no se siente igual. No voy a mentir, sí conocí a una chica en una fiesta justo después que Priscilla llegara con Craig, pero no se sentía como antes. A partir de esa fiesta de cumpleaños el pasado verano, nada se ha sentido igual. Finjo que sí. Hago un trabajo bastante bueno en ello, la mayoría de las veces. —Tal vez no te lo cuento desde que tú estás felizmente casado y todo eso. Sebastián se ríe. —Estoy siendo real, Jay. ¿Qué pasa? Por suerte, paramos en mi calle justo cuando me pregunta eso. — Nada pasa. Tal vez voy a tener que rectificar mi falta de ligues esta noche. —Salgo del coche y cierro la puerta de un golpe detrás de mí. Cada paso que doy hacia mi casa hace que mi estómago se revuelva más. Odio este lugar y no puedo esperar a estar fuera de aquí. Una vez más, eso me hace pensar en Nueva York, en que se supone que debemos tomar este gran viaje por carretera en un par de semanas. Solía ser de todo lo que hablábamos, pero creo que todo el mundo sabe que va a ser diferente ahora. Siempre he estado un poco más apartado con mis amigos. Quiero decir, en realidad no, pero Sebastián tiene esta mamá fantástica. Los padres de Aspen son un poco locos, pero son geniales. Los padres de Priscilla no están tan presentes como los otros, pero le dan todo lo que ella quiere. Cosas que probablemente no quiere, también. ¿Yo? Digamos que cuando el grupo iba a acampar era siempre con los padres de Aspen. Cuando obteníamos algo genial, era porque los padres de Priscilla lo consiguieron para ella. Cuando necesitábamos un lugar para quedarnos o incluso algo tan pequeño como una comida cocinada, íbamos con la mamá de Sebastian. Mis padres nunca han estado en la ecuación. Ahora Bastian y Aspen están juntos. Priscilla tiene al idiota. Y luego estoy yo. Empujo, abro la puerta principal y la cierro sin hacer ruido detrás de mí. Mamá está en la cocina lavando los platos. No estoy seguro donde está mi papá. —Hola. ¿Cómo estuvo tu día? —pregunta. —Todo bien. —No me molesto en decirle que voy a salir esta noche, porque sé que no importa. De todos modos estoy seguro de que las cosas son más fáciles para ella cuando no estoy cerca.

11

—Dejaste tu ropa en la secadora esta mañana. Asegúrate de no olvidarlas nunca más, ¿de acuerdo? Tu padre tuvo que sacarla por ti. Oh no. No quiere que él tenga que mover un dedo cuando se trata de mí. —Estoy seguro de que fue una dificultad real para él. Ya sabes, moviendo la ropa para su hijo, y todo eso. —Jaden. —Ella no tiene oportunidad de terminar de hablar, porque la puerta se cierra de golpe. Genial. Él está en casa. Esperaba no tener que verlo hoy. Se pavonea hacia ella y la agarra por las caderas. Creo que pisa fuerte a propósito, como si lo hiciera sonar fuerte o algo así. —¿Cómo está mi mujer hoy? —pregunta antes de besarla. —De maravilla. ¿Tuviste un buen día en el trabajo? —Está realmente sonriéndole. Él no me escatima una mirada mientras habla con ella. No dice discúlpame cuando me empuja, golpeando su hombro con el mío. A propósito. Y ella no le llama la atención. No es que importaría si lo hiciera. Y no es como que no quisiera que él finja que no estoy aquí de todos modos. Ninguno de ellos nota o le importa cuando salgo de la habitación.

12

2 Traducido por Max Escritora Solitaria Corregido por Juli_Arg

M

e paro frente a mi espejo. Es estúpido, pero todavía se siente raro ver mi cabello castaño claro. Dejé de blanquearlo este año. Sin pensarlo, saco el aro de mi ceja. No sé por qué lo hago, pero me puse el que Priscilla me regaló para mi cumpleaños el año pasado. Es una barra de plata con clavos en cada extremo. No es nada especial, pero es el que había mencionado que me gustaba, meses antes. Ella podría no haberme dado nada, pero me dio un clavo de diez dólares que recordó que me gustó, porque sabía que esto era yo más que otra cosa. Lo cual no debería ser un gran problema, pero lo es. Juro que me he convertido en un bobo sentimental del que me habría burlado hace dos años. —Aww, no eres bonito vistiendo todas las joyas. ¿Estás seguro de que no quieres usar un vestido, también? —La voz de papá es baja y estable. Todo mi cuerpo se pone rígido cuando trato de ignorarlo. —¿Demasiado bueno para contestarme como si fueras demasiado bueno para doblar tu propia ropa? Ni siquiera puedo decir que su voz se arrastra porque ha estado bebiendo ni nada de eso. El hecho es, que me odia. Siempre lo ha hecho. Lástima que no sé por qué. —En realidad no es gran cosa. Fue un accidente. No va a suceder de nuevo. Se ríe. Miro detrás de mí para ver sus brazos musculosos cruzados sobre el pecho mientras se apoya en mi puerta. Mis puños se aprietan. ¿Cómo sería darle un puñetazo? ¿Para físicamente pagarle por todas las palabras que están atascadas en mi cráneo durante todos estos años? —¡Así es! Crees que vas a Nueva York con tus amigos pronto, ¿no? ¿Cómo vas a hacer eso? ¿Lo conseguirás gratis de ellos? Sé que no tienes dinero y seguro como el infierno que ya no estás recibiendo del mío. Dieciocho años es suficiente. Muy pronto se cansarán de recoger tu holgazanería, chico. No tardarán mucho en darse cuenta de lo que siempre he sabido. No te lo mereces. No vales nada.

13

Sus palabras dieron en el blanco a todo lo que ya sé. Me llenan, resuenan en mi cabeza hasta que no quiero nada más que romper algo. Lo que sea. Todo. —No van a tener que pagar mi viaje. Puedo conseguir un trabajo, y para la escuela lo llaman becas. ¿Tal vez has oído hablar de ellas? —Yo nunca solía responderle. Nunca. El año pasado, cuando las cosas empezaron a empeorar sin embargo, me di cuenta que no tenía importancia. Nada de lo que haga lo cambiaría. Nunca sería suficiente a pesar de todo, ¿por qué callarme? —Cuida tu boca, muchacho. Esta vez, lo ignoro. Lo pone más loco que cuando le respondo. Pero la parte de mierda es que tiene razón. No voy a entrar en esta situación de la misma manera que mis amigos. El batidor había muerto lo que significa que no tenía ni siquiera una cosa que Bastian solía necesitar. Mis padres no guardan dinero para mí como los de Aspen y Sebastián. Los míos no tienen más dinero que Dios, como los de Priscilla, y aunque lo hicieran, no lo compartirían conmigo. ¿Cuánto durará el par de mil dólares que guardé por última vez? Lucho para sacudir esos pensamientos de mi cabeza. No es como si me dijera algo que no he conocido siempre. Es curioso cómo te puedes engañar a ti mismo. Solía pensar que todo saldría bien. Todos nosotros podríamos hacer el viaje y las cosas cambiarían para mí. Yo sería más que el Jaden que soy ahora. Cuanto más viejo me hago, más sé que no va a suceder. ¿Cuánto tiempo me tomará conseguir un trabajo? Las becas que solicité, no las obtuve. No soy como el resto de ellos... Ni siquiera estoy seguro de lo que quiero hacer todavía. Entra en la habitación. Nunca puso sus manos sobre mí. A veces pienso que sería más fácil de tratar que sus palabras que todavía se pudren dentro de mí mucho después de que las heridas físicas se curan. —Crees que tienes todas las respuestas, ¿verdad, listillo? Uno de estos días te vas a despertar y te darás cuenta de que no eres nada. Crees que eres un hombre, pero los verdaderos hombres no ponen agujeros en sus rostros y visten como vagabundos. No eres más que el producto de… —Mike. ¿Quieres venir a ver una película conmigo? Hice un poco de palomitas para ti. —La voz de mamá lo interrumpe. No es: “No hables con mi hijo de esa manera”. No es: “A la mierda, fuera de mi casa”. Es: “Te hice palomitas de maíz. Ven pasar el rato conmigo”. Me aparto de ellos. Mis uñas muerden mis manos porque mi puño está tan apretado. No puedo jodidamente esperar para salir de aquí. ***

14

De vez en cuando nuestro cuarteto se convierte en un trío. Siempre solíamos ir a fiestear juntos, pero ahora Pris va con Craig y me quedo bloqueado con el doctor del amor y Aspen. Totalmente no es mi idea de un buen momento. Especialmente cuando se puede decir que están tratando de ser más amables conmigo como si temieran que voy a romperme a llorar. Y se preguntan por qué no he hablado con ellos acerca de lo que pasa en mi vida. No es que no crea que lo conseguirían en un cierto nivel, pero ya estoy harto de las miradas de “pobre Jaden”. Añade a eso que estoy bastante seguro de que ambos saben que la cosa de Pris me da ganas de ir todo Increíble Hulk y desgarrar cosas, y sí... no voy a hablar de las cosas. —He oído que va a haber un montón de gente aquí esta noche — dice Aspen—. Debería ser un buen momento. —Sin duda con ganas de tener un poco de diversión y conocer a una chica o dos. No necesito una luz en el coche para saber que me está dando una mirada triste. Lo que sea. Por una vez estoy siendo totalmente honesto. Ya he terminado con la rutina de monje que he estado jugando los últimos meses. Ya he terminado con todo. No me ha hecho ningún bien de todos modos. Vuelvo mi gorra hacia atrás alrededor. Las chicas siempre están hablando acerca de mis ojos. Podría también mostrarlos. Llegamos a la casa unos cinco minutos más tarde. Sebastián hace su cosa de aparcar a una manzana, porque siempre es más fácil para escapar de esa manera si la policía disuelve la fiesta, y empezamos a caminar a la casa. —¿Te das cuenta que es probablemente una de las últimos fiestas que tendremos aquí? Estamos a punto de graduarnos. Después de eso, vamos a Nueva York. Definitivamente necesitamos salir con una explosión. —Bastian me da un codazo. —Eres un idiota —bromeo. Él siempre ha sido todo épico, enorme. Nos ha metido en problemas más veces de las que puedo contar y aunque estoy totalmente abajo con lo que está diciendo, también tengo que darle una mierda sobre ello también. Bueno, estoy de acuerdo con la parte de ve-afuera-con-unaexplosión. El concierto en New York que tanto temo y no puedo esperar. Un encuentro de paliza de boxeo de pronto estalla entre nosotros antes de que Aspen salte en el centro para hacernos detenernos. Sebastián tira de ella hacia él y le da un beso, y me quedo ahí como el

15

cretino sólo llamándolo. Esto solía ser donde, en vez de besar, ellos comenzarían un argumento tonto. Y entonces Pris comenzaría sobre mí. Ahora estoy sentado aquí como un idiota que está totalmente enojado con sus propios pensamientos. ¿Por qué todo siempre vuelve a ella? —¿Me vas a dejar entrar en eso? —Pretendo tratar de sacar a Aspen lejos de él—. Soy un besador mucho mejor que él. Ella me aplasta. —Y cómo lo sabes, ¿eh? ¿Hay algo que necesito saber? —Sebastián no podía manejarme. —La puse en una llave de cabeza y estropeo su pelo. —¡Jaden! —Ella se desliza fácilmente de mí—. ¡Acabas de liarte con mi pelo! —Ese era el plan. —Tanto Sebastián como yo reímos y luego nos dirigimos a la casa de nuevo. —Pris acaba de mandarme un mensaje. Quiere que la encontremos en la puerta de atrás por el PPF. —Aspen desliza su teléfono en el bolsillo. Comenzamos el “Plan Pre-Fiesta” hace unos años. Siempre teníamos un plan para quien conduciría, a qué hora nos reuniríamos, etc. Podemos dar a cada uno mucha mierda, pero siempre teníamos las espaldas de los otros. Incluso cuando era una fiesta con Craig, nos aseguramos de tener el PPF. Sólo esta noche... esta noche, no sé por qué, pero no puedo lidiar con eso. No puede hacer frente a verla. Las palabras de mi papá caen como plomo sobre mí: "No eres nada..." Si ni siquiera soy lo suficientemente bueno para ese imbécil, no hay manera de que sea lo suficientemente bueno para una chica como ella. Siempre he sabido eso, de alguna manera, pero las palabras se sienten más reales esta noche. —Estoy bien. Voy a textearles si los necesito. —Empiezo a alejarme, pero Sebastián me agarra del brazo. —Umm... estás jodiendo con nuestro mojo aquí. Siempre hacemos esto. Me encojo de hombros y tiro de mi brazo. —En realidad no lo necesitamos más. Aspen, tienes que cuidar de ella, y Pris tiene a Craig. Bases cubiertas. —No miro hacia atrás para ver su reacción. Empujando a través de la puerta, empiezo a asumir mi camino a través de la multitud. Está lleno. Tan repleto de gente, que es difícil incluso caminar por el lugar. Justo lo que necesitaba. Me dirijo directamente a la cocina, busco el barril y entrego mi honoraria taza controlando el barril. Le

16

doy suficiente para dos tazas, la cual señala que todo el mundo sabe que la he comprado, llenándolos y entregándolo sobre ellos. Puedo beber dos tazas antes de conseguir dos más. Soy bueno y no me alboroto mucho después de llegar aquí. Por un instante me dejo preguntarme si cumplieron con Pris y consiguieron el PPF en camino. No importa lo que dije, definitivamente no quiero dejarla en manos de Craig. Y, en ese sentido, es el momento de seguir adelante. Me dirijo hacia la sala de estar, donde se reproduce la música. La gente está bailando en sofás, mesas, el suelo. Tropiezo un poco cuando alguien corre hacia mí. Me vuelvo a decirle a quien quiera que sea que tenga cuidado, pero grandes ojos verdes me miran, y un par de labios delgados se extienden en una sonrisa. Lotería. —¿Cómo conseguí tanta suerte para tenerte llegando a mí? —Sí, lo sé. Estoy fanfarroneando y en realidad es ridículo, pero su sonrisa se ensancha. —Hola. —Sus mejillas se encienden de un claro color rosa. —Soy Jaden. ¿Cuál es tu nombre? —Samantha. —¿Estás aquí con alguien? —Sólo mis amigos. —¿Quieres bailar? —Por supuesto. —Empieza a perder parte de su timidez cuando la tiro a mis brazos y empiezo a bailar con ella. ¿Es una canción lenta? No, pero ¿cuál es el punto en el baile si no estás cerca cuando lo haces? Samantha y yo nos movemos juntos en la música. Sus brazos se envuelven alrededor de mi cuello y quedan bajo la visera de mi gorra. Su cintura es pequeña y delgada, y por un segundo Pris me viene a la cabeza. Son tan diferentes, ellas dos. Ella tiene esa piel suave y oscura donde esta chica es más clara. Ella es más curvilínea. La recuerdo discutiendo con Aspen sobre ello una vez. Pris hacía esa cosa de chicas pensando que estaba gorda. Yo quería decirle que lo jodiera. Las curvas eran calientes. Pero sí... por supuesto, no lo hice. —¿Vas a la escuela? —pregunto a Samantha en su oído—. No recuerdo haberte visto. —No... estoy en un pueblo.

17

Seguimos bailando hasta que la canción termina y nos mantuvimos en movimiento en la siguiente. Una vez que se ha acabado, la tomo de la mano y la llevó al rincón más tranquilo que podamos encontrar. Se siente mal, pero estoy tratando de seguir adelante, así que me inclino hacia delante, ahuecando su mejilla con mi mano. Pero entonces... me da esa dulce sonrisa. La que dice que está buscando un novio y no estoy totalmente en busca de una novia. Sebastián y yo hemos conocido a un montón de chicas en los últimos años, pero ninguno de nosotros ha estado abajo con la cosa-de-ellasactuando. No es como me muevo. —Tengo muchas ganas de besarte ahora mismo, pero tengo que decirte, sólo estoy tratando de divertirme. No estoy buscando nada más. Los labios que sólo quería besar bajaron a su vez y sé que la estoy perdiendo. —No estoy conectando casualmente. Saco mi mano, extrañamente bien con ello. —Gracias por ser honesto, sin embargo. La mayoría de los hombres no lo harían. Le doy mi mejor sonrisa y un guiño. —No soy la mayoría de los hombres. Ella se ríe dándome una “A” por mi esfuerzo falso. Saco mi gorra y me rasco la cabeza, tratando de averiguar qué decir. La empujo de nuevo en mi cabeza y sigo adelante con la cosa de honestidad. —Me tengo que ir, ¿de acuerdo? Te veré por ahí, en algún momento. —No estoy tratando de ser un idiota, pero como sabrás. Lo soy. Samantha baja la mirada al suelo. —Nos vemos por ahí. —Gracias por el baile. Y así, ella se aleja. Mientras la veo, mis ojos captan un pelo negro familiar. Es largo, recto, y está moviéndose demasiado rápido mientras Pris empuja su camino hacia la puerta. Mi corazón empieza a martillear frenéticamente cuando me abro paso hacia ella. Se dirige a la cocina, luego a la puerta trasera. —¡Pris! —No hay manera de que me pueda oír sobre la música y la gente. Todavía no puedo dejar de intentarlo—. ¡Pris, espera! Está fuera de la puerta cuando veo a Aspen y Sebastián correr tras ella. No sé ni de dónde venían. Casi no puedo respirar mientras corro por la puerta y en el patio trasero. Veo a Pris y Aspen fuera hacia el fondo del patio, en un rincón junto a unos árboles, y me dirijo directamente a ellas. —¿Qué pasó?

18

Los ojos de Pris encuentran los míos y son de color rojo. Empiezo a ver rojo, también. —¿Qué te hizo? ¿Ese idiota te lastimó? Mis palabras parecen perturbarla aún más. —No puedo... No puedo hacer esto contigo, Jaden. No con él aquí. —Y luego se da la vuelta, enterrando su rostro en el hombro de Aspen. Mi estómago se cae. Mis manos se aprietan en puños más feroces que los que estaban en mi casa temprano. Sebastián echa una mano sobre mi hombro. —Vamos, hermano. Creo que necesitan tiempo de chicas, o lo que sea. Mi cuerpo está demasiado tenso. Mis músculos se congelan, haciéndome incapaz de moverme. —¿Qué pasó? —No lo sé... Por lo que he oído suena como si estuvieron en la habitación. Comenzó a ser un poco demasiado sensiblero y ella le dijo que redujera la velocidad y él sólo la botó o algo así. —Bastian, ven aquí. Necesito tu ayuda —le llama Aspen. Sus ojos parpadean rápidamente hacia ella y tomo ventaja, arrancando de su control y corriendo. No tomo el tiempo para ver si él me está siguiendo. Esta vez, estoy empujando a la gente fuera de mi camino. No me importa quién sea, sólo tengo que encontrarlo. La gente está gritándome y me empujan hacia atrás, pero sigo adelante, mis ojos escaneando la multitud, en busca de Craig. Por fin, por fin tengo una razón para golpearlo. Me cabrea que lo llevó a lastimar a Pris para que suceda. Se da la vuelta en la esquina derecha cuando me acerco al pasillo. Sin darme tiempo para pensar, arremeto, empujando a Craig en la pared. —¡Qué demonios, Sinclair! —Justo en ese momento, la gente empieza a intervenir a nuestro alrededor, todos deseosos de la lucha que está a punto suceder—. Creo que deberías estar feliz. Ahora que la abandone, tendrás una oportunidad. —Y luego el imbécil me guiña el ojo. Balanceo mi brazo y conecto mi puño con su mandíbula. Se siente bien. Hay tantas cosas en mi vida sobre las que no tengo control, ¿pero esto? ¿Protegerla? Esto es todo mío. Craig tropieza, intenta pegarme pero se pierde antes de que lo atrape de nuevo. Mi mano duele en la conexión, pero no importa. Tan pronto como voy por un tercero, alguien me agarra por detrás. Sé que es Sebastian sin tener que verlo. —Voy a sacarte la mierda —le grito. Entonces, alguien más está aferrándose a mí y me están arrastrando fuera de la casa. Algunas

19

personas están alrededor de Craig, mirando su rostro mientras yo lucho para vengarme de él. Me echan fuera, quienquiera que sea el otro que ayudó, regresa a la casa y nos deja a Sebastian y a mí en el porche. —¡Mierda! —No recuerdo nunca estar tan cabreado antes—. ¿Por qué hiciste eso? ¡Deberías haberme ayudado! —¿Ayudarte a qué? ¿Conseguir que llamen a los policías por nosotros? ¿Alterar a Pris aún más? Maldición, Jay. ¿Crees que no quiero patearle el culo tan mal como tú lo haces? —Ugh —gimo, alcanzando la gorra antes de darme cuenta de que debo haberla perdido. Estoy perdiendo algo más que eso. Yo no la tomaría de nuevo, sin embargo. —Si esa hubiera sido Aspen, tú no me habrías estado tirando de él. — Me doy vuelta y tomo las escaleras del porche de dos en dos. Estoy en la calle antes de escuchar los pasos de Sebastian detrás de mí. —Golpe bajo, hombre. Tiene razón, pero sigo caminando y él sigue siguiéndome. —Jay, lo entiendo. Simplemente relájate. No te largues. Voy a buscar a las chicas y podemos llevarlas a casa y luego regresar a mi casa o algo así. Sí, como si pudiera hacerlo. Ella no me quería allí antes, así que dudo que lo haga ahora. Mi corazón sigue latiendo. Mi respiración aún muy rápida. —En serio. ¿Qué pasa contigo últimamente? Necesitas hablar conmigo o lo que sea porque en este momento luces como si estuvieras a punto de explotar. —Cruza los brazos. No tengo tiempo de contestar, porque su móvil se enciende. Todavía estoy caminando lejos y todavía me sigue mientras habla. Unos segundos más tarde, dice—: Tenemos que volver. Las chicas están esperando en el frente por nosotros. Pris viajo con Craig por lo que ella no tiene su coche. Finalmente, dejo de caminar. —Ve por ellas. Bastian mira por la calle, y luego a mí, y hacia abajo, hacia la casa de nuevo. —Ven conmigo. Está totalmente haciéndome de niñera en este momento y no me gusta. No puedo hacer esto contigo, Jaden. No con él aquí. —No puedo volver o no voy a ser capaz de pararme de buscarlo — digo.

20

—Entonces espera. Voy a buscarlas y vuelvo. Le digo que está bien, aunque no vaya a hacerlo. —En serio, Jay. No te fugues. —Entonces date prisa —le digo, tratando de sonar ligero. Tan pronto como empieza a correr de nuevo a las chicas, salgo en la otra dirección.

21

3 Traducido por Vane-1095 Corregido por Juli_Arg

Y

o no voy a casa porque: 1.) No me gusta el lugar. No quiero volver a estar ahí, pero sobre todo cuando me siento así.

2.) Sé que el determinado culo de Sebastian está, probablemente, sentado en su auto afuera esperándome. No estoy de humor para verlo, o a cualquier otra persona, así que camino toda la noche. Toda. La. Noche. No es mi idea de un buen momento, sobre todo desde que mi mano me está matando, pero no puedo pensar en nada más que hacer. El sol está empezando a surgir cuando entro por la puerta principal de mi casa. Al segundo que entro, oigo los pasos pesados de papá golpeando contra el suelo de madera. Fuerte. Él debe tener que trabajar hoy. Me vuelvo nuevamente hacia afuera cuando él camina en el pasillo. —¿Apenas estás entrando, muchacho? ¿Quién te crees que eres, que llegas a mi casa a estas horas de la mañana? Su casa, no la mía, y no puedo evitar preguntarme si él alguna vez le importaba si estoy aquí o no. O cuando entro, para el caso. —No volverá a suceder —murmuro porque no estoy de humor para tratar con él. Por desgracia, parece estar de humor para meterse conmigo y por no jugar su juego, yo probablemente sólo aumenté esa necesidad. Cuando trato de caminar alrededor de él, me agarra del brazo. —Así que maldito irrespetuoso. No importa lo que haga, nunca aprendes modales. Mi cerebro archiva esas palabras a la carpeta llena de todo lo que he hecho mal. —Dije que no volverá a suceder. ¿Por qué no me dejas ir? — Trato de apartarme, pero me tira más cerca. —¿Huelo alcohol en ti, pequeño imbécil? —Su voz es áspera. ¿Por qué me odia tanto?

22

No me dio tiempo a contestar antes de que él arranque su mano de encima. —Eres un perdedor. Nunca llegarás a nada. Aprovechándote de mí y tus amigos, quedándote fuera toda la noche y llegando borracho a casa. Voy a explotar. Como si fuera una lata de refresco cada vez agitada, caída, golpeada, y finalmente no puedo dejar de explotar. Después de nuestro último encuentro, y luego Pris, caminando toda la noche... no puedo manejar nada de eso más y tengo que luchar. —¡Jesús, eres como un disco rayado! ¿No puedes venir con algo nuevo? Sé que soy un perdedor, que me odias, que nunca seré nada. Si no tienes nada nuevo para lanzar en el anillo, me gustaría ir a mi habitación. —Me las arreglo para dar unos pasos lejos de él. Su gran cara se pone roja. Veo apretar su mandíbula. Nunca, nunca le hablé de esa manera. Quiero hacerlo de nuevo. —Eres una pequeña basura. —Por primera vez en mi vida, levanta su mano hacia mí. Me preparo para el golpe, más o menos contento de que finalmente llegue a esto. Mamá da vuelta a la esquina. —Mike... No, ¿de acuerdo? Vamos a ir a la habitación para que te calmes. —Su voz está temblando y me pregunto si esta será la única cosa por la que finalmente lo enfrente. Por fin preocupándose por mí. —¿Has oído la forma en que me habló? Por supuesto que sí. Siempre te pones de su lado. Es tu pequeño premio, ¿verdad? Desde cuando pensabas que habías encontrado algo mejor, pero resultó que soy el único que te tocaría. Mamá se estremece al oír sus palabras, su mano a su cara. No tengo ni idea de lo que está hablando, pero de ninguna manera voy a dejar que hable con ella de esa manera. —Déjala fuera de esto. Esto es entre tú y yo. —Caliente indignación quema a través de mí, amenazando con convertirme en cenizas, pero me mantengo firme en mi terreno—. ¿Tienes algo que decirme? Dilo. De repente se ríe. Es una risa cabreada que hace que mis puños rueguen por golpearlo. —¿Eres un hombre grande ahora? ¿A punto de graduarte de la secundaria y piensas que eres un hombre? —Mike, no…

23

Él la interrumpe. —¿Eres lo suficientemente hombre para saber que tu madre es una puta? ¿Cómo se enredó con otro hombre y se quedó atascada contigo? ¿Que he estado criando a su pequeño bastardo durante dieciocho años, porque su verdadero padre no te quiere, tampoco? No puedo respirar. Cada una de sus palabras es un puño, golpeando en mí. Un pie pateándome. Mamá empieza a llorar, escondiendo la cara entre las manos. ¿Papá? No, Mike está sonriendo. No puedo sentir nada. ¿No es mi padre? —Así es, chico. Tu madre se comportaba como una puta y entonces… Sus palabras se cortaron cuando mi puño se estrella contra su cara. Siento sus huesos agrietarse, pero no puedo detenerme. Me columpio en él de nuevo. Esta vez, él está listo para ello. Toma mi mano y me empuja contra la pared. Mi mano se cierra de golpe en su contra. Brotes de dolor a través de mi cabeza, mis nudillos, pero no es nada comparado con la manera como se ha cortado mi corazón. Mamá salta entre nosotros, gritando, antes de que pueda golpearme de nuevo. Su maquillaje negro se arrastra hacia abajo de su cara con sus lágrimas. —¡Por favor, paren! No peleen. Mike mira de ella a mí. Él tiene un labio partido, pero sonríe a pesar de todo. —Estás acabado, niño. Mamá trata de detenerlo mientras saca su celular y marca. No trato de correr. Probablemente no podía moverme ni aunque quisiera hacerlo. Me deslizo hacia abajo al suelo. Ni siquiera es mi papá. Y ella todavía deja que me trate de esta manera. *** La policía me pregunta un millón de veces más sobre lo sucedido. Cada vez admito tomar el primer golpe. ¿Qué sentido tiene luchar contra eso? Me llevan al hospital primero. Mi mano está rota. Obviamente dar puñetazos a dos personas en una sola noche no estaba bien conmigo.

24

Mamá llega al hospital, pero les digo que no la quiero en la habitación y ya que tengo dieciocho años, no pueden hacer nada al respecto. La vigilancia de la policía ya es suficiente de una decepción. Ella dejó que alguien que no comparte mi sangre hiciera mi vida un infierno. No puedo superar eso. A continuación me traslado a la estación de policía. Más supervisión, como si fuera una especie de criminal. Estoy aquí por un par de horas, diciéndoles lo mismo una y otra vez. Sí, le pegué primero. Sí, él se defendió. Un poco más tarde, me dicen que él no presentará cargos. Soy su hijo, después de todo. Sí, claro. De todos modos, sigo siendo enviado a la oficina del Fiscal de Distrito para revisión. Al parecer, lo que pasa no sólo depende de él. Estoy sentado en la silla de la sala de espera cuando mamá entra corriendo, tirando de mí en un abrazo. No la abrazo de regreso. —¡Jaden! ¿Por qué en el mundo le hablas así? Ya sabes cómo se pone —susurra mientras se sienta a mi lado. —¿Es verdad? Su silencio me dice que lo es. Un millón de preguntas pesan sobre mí. ¿Cómo? ¿Quién? ¿Por qué? Pero no le pregunte ninguna de ellas. —Llamé a Courtney. No le dije todo lo que está pasando, pero me dijo que eres bienvenido a quedarte con Sebastian hasta que ustedes se vayan. Esto hace que mi cabeza gire bruscamente para mirarla. —¿Me estás echando? —No es como si quisiera ir a casa de todos modos, pero ¿cómo puede hacer esto? Después de todo, ¿cómo puede escogerlo a él? ¿Cómo puede permanecer con un hombre que la trata a ella, y a su hijo, como si fueran basura? Su voz es más suave cuando vuelve a hablar. —No creo que sea una buena idea tenerlos en la misma casa de nuevo. Te vas en un par de semanas de todos modos... Y luego, no tengo ni idea de dónde vienen las palabras. Estoy enojado y herido, pero tampoco quiero estar solo. No quiero dejarla con él. —Ven conmigo. No tengo que ir a Nueva York. Podemos ir a cualquier parte.

25

Ella ladea la cabeza, lágrimas acumulándose en sus ojos, y sé muy bien que prefiere estar allí con él que en cualquier lugar conmigo. La lista de las personas que se sienten de esa manera se está acumulando. —Jaden... lo amo. Eres adulto. Tienes tu vida, y él es mío. Sé que no tiene sentido, pero me ama también. Las cosas que dijo anoche fueron habladas sólo por la ira. Las cosas van a ser más fáciles ahora... tanto para ti y para mí. Quiero eso para ti. Se refiere a las cosas serán más fáciles para ella. Quiere eso para ella. Su vida con él, será mejor cuando yo no esté. —¿Y si te hiere? —Mi voz se quiebra y realmente me cabrea. —No lo hará. ¿Debido a que el recuerdo de la única vez que no tuvo control sobre ella se habrá ido? —No sé lo que soy sin él, Jaden. Esto está tan lejos de ser divertido, pero no puedo dejar de reír. —Tal vez es el momento de averiguarlo. Mis palabras me golpean. No soy quien pensaba que era, tampoco. No soy el hijo de Mike Sinclair, sólo soy el chico bastardo que odia. No he sido el mejor amigo de Pris desde el verano pasado. Sebastian y Aspen no me necesitan siguiéndolos alrededor nunca más. ¿Qué sé yo de mí mismo? Soy el aprovechado, el perdedor, el hombre que rompió el corazón de Pris, el que no quiere estar ahí para ella. Sí, totalmente no el ganador de premio. No como lo que siempre pensé que era. —Necesito que hagas algo por mí, mamá. Una cosa y me voy. *** Le miento a mamá y le digo que Sebastian está de camino a buscarme en la estación, que en realidad podría ser cierto si ella llamó Courtney. Me abraza, llora, jugando la rutina de mamá bastante bien. No puede ser cierto, sin embargo. Si a ella le importara, definitivamente no elegiría a ese imbécil sobre mí. Caigo sobre la silla fea y marrón. No tengo ni idea de lo que voy a hacer. Juro que no pasan más de treinta segundos después de que ella sale antes de que mis ojos se muevan hacia la puerta de la sala de espera.

26

Pris está de pie a unos tres metros de distancia de mí. Lleva un par de pantalones de pijama y una sudadera con capucha, aunque es demasiado caliente para que la lleve. Su cabello está recogido en una cola de caballo desordenada. Courtney debe haberle dicho a Sebastian lo que pasó. Él probablemente llamó a Pris y ella corrió directo de la cama para venir aquí. Voy a matarlo. Sin ninguna otra opción, me empujo para ponerme de pie y camino hacia ella. —Hola... —La incomodidad entre nosotros está tan jodida. No se supone que sea así con mis amigos. Es lo que siempre he podido contar. —Hola... Tengo tu gorra. Se te cayó cuando... Sí... Cuando. Todavía no puedo pensar en Craig sin querer perderlo. —Gracias. —La tomo de ella. —Bastian me llamó para decirme que te encontrabas aquí. Todos íbamos a venir por ti, pero le dije que quería hacerlo sola. —Hay una pregunta en su voz, preguntándose si está bien que ella estuviera aquí. Y lo está. No me di cuenta hasta este segundo, pero me alegro de que sea ella. —Genial. Gracias. Sus ojos viajan de la mano enyesada, a mi cara, y sí, sé que estoy jodido. Miro a mí alrededor, sabiendo como todos los demás en este lugar me ven: ropa arrugada de usarla durante dos días, piercings, nueve en total. Probablemente se estarán preguntando qué demonios está haciendo la hija del Fiscal de Distrito aquí conmigo. Mierda. Y va a ver el caso, también. ¿Qué tan mal apesta? —Te puedo dar un aventón a donde Sebastian. Sí... sí, definitivamente necesito salir de aquí. La quiero fuera de aquí. Segundos atrás me alegré de que fuera ella y ahora me siento culpable. ¿Recogerme en la estación de policía? Con clase, ¿no? —Priscilla. ¿Puedes venir un momento? Ambos ojos se ajustan a la cara para ver a su padre de pie con el traje puesto, como siempre lo está. Él mira a mi cara magullada y a la mano rota totalmente diferente a la que Pris acaba de ver. Sí, quiero decirle. Sé que soy un desastre y ella se merece algo mejor. Esa es la razón porque las cosas están tan jodidas entre nosotros. Él le dice algo en español y ella me da una sonrisa triste antes de decir que estará de regreso.

27

—Voy a esperar afuera. —No los miro mientras salgo así que no puedo ver la decepción en el rostro de él. —No deberías haber venido —le digo a ella cinco minutos después, cuando estamos sentados en su coche. Sé de inmediato por la manera en que se tensa que he dicho lo que no debía. Casi estoy agradecido por ello, ya que somos nosotros. Dije algo estúpido y ella me grita. Es nuestra forma de funcionar y me gusta, pero en vez de hacer lo que se supone debe, su voz es suave cuando dice—: Me preocupe por ti. Anoche, sé que fuiste detrás de Craig por mí y no sé lo que pasó en casa, pero... no lo sé. Sólo quería estar segura de que estás bien. Ahora soy yo quien se tensa. —Estoy bien. —Eres terco —contrarresta. Su voz es cada vez un poco más fuerte y puedo decir que está frustrada. Quiero retener este momento porque casi se siente como antes. No me quiero centrar en lo que sucedió esta mañana o anoche o el verano pasado. Sólo quiero este momento. —Y atractivo... divertido... Ah, y no olvidemos que soy un buen besador. Los lados de sus rellenos labios se curvan un poco. Pris niega con la cabeza y murmura—: Estúpido1. Es entonces cuando me doy cuenta de que estoy sonriendo también. Estamos tranquilos el resto del trayecto a la casa de Sebastian. Pris no apaga el motor. —Gracias por venir a buscarme o lo que sea. Finalmente se vuelve para mirarme. Sus ojos son de color oscuro, como un color marrón oscuro en el que apenas se puede ver a sus pupilas. —Siempre. Ya lo sabes, Jay. Y lo hago. No importa qué, sé que ella estará allí. —¿Estás bien? —Anoche se abre paso en mi cabeza—. Debido a... Craig. Extiende la mano como si me fuera a tocar, pero luego tira de ella. La he tocado un millón de veces. Abrazado, tenido mi brazo alrededor de ella, peleado con ella, pero por alguna razón, no puedo recordar la última vez que sucedió.

1

En español en el original.

28

—No tenías que pelear con él, Jay. No fue la gran cosa. Sólo me lastimó y avergonzó. No es como si realmente me gustase mucho de todos modos. ¿Entonces por qué estabas con él? ¿Por qué perder el tiempo con él? —Es un perdedor. Estás mejor sin él. Te mereces a alguien mejor que… sí, yo sólo... —Sólo no tengo ni idea de lo que estoy diciendo—. De todos modos, Sebastian está probablemente asomado por las persianas como una anciana en estos momentos. Será mejor ir allí. Abro la puerta, pero sus palabras me detienen de salir. —Si no quieres hablar conmigo, habla con él, ¿de acuerdo? No tienes que ser tan fuerte todo el tiempo, Jaden. ¿Fuerte? No, en absoluto. Le guiño a ella. —Las chicas buscan chicos fuertes. Salgo del coche y cierro la puerta tras de mí, no lo suficientemente hombre como para mirar hacia atrás, hacia ella. En el segundo que llego a las escaleras del porche, Sebastian está de pie en la puerta. —¿He oído que se supone que debo estar contigo para mantenerte bajo control durante un tiempo? Al parecer, soy tu último recurso. —Le extiendo mi puño, deseando sólo chocarlo con él. Para jugar mi juego y no responder cualquier pregunta que no quiera contestar en estos momentos. Pero no lo hace. Sebastián envuelve un brazo alrededor de mi cuello y me empuja adentro. —Bienvenido a casa, amigo.

29

4 Traducido por Elle87 Corregido por Lalu♥

L

as últimas semanas antes de que las clases terminen van lentas, estoy considerando la idea de que alguien aprendió a manipular el tiempo sólo para fastidiarme.

Sebastian sigue intentando que le hable sobre lo que pasó en casa anoche, pero yo no soy de los que hablan. No entiendo cómo se supone que ayude. No va a cambiar nada. Mike todavía será el idiota que me odia porque mamá metió la pata, y yo seguiré siendo el hijo que ella nunca quiso y a quien deja que cargue con lo que sea que pase entre ellos. No importa cuántas veces lo diga, esos son hechos. ¿Por qué sacarlo a la luz? ¿Para darles otra razón para que sientan pena por mí? Esa es una cosa en la que no soporto pensar, no cuando se trata de Sebastian, Pris y Aspen. Finalmente el día de la graduación llegó y Sebastian está impaciente moviendo la pierna mientras el director da un discurso larguísimo cuando lo que todos deseamos es lanzar el birrete al aire y terminar con todo. De hecho, no es verdad. Sebastian y yo estamos nerviosos porque, bueno… no es como que podamos graduarnos sin una salida de estilo ¿verdad? Siempre hemos sabido que queríamos hacer algo grande, sólo que no sabíamos lo que era hasta hace poco. En la escuela, eliges con quien caminar o las ordenes que se den para el ensayo, eres parte de la ceremonia. Estoy en el límite de la emoción mientras más cerca están de llamarnos. Por suerte tenemos amigos en lugares altos (está bien, tal vez me refiero a gente que está dispuesta a ser sobornada) que accedieron a ayudarnos. Por fin es hora de pararse de nuestra fila y caminar hacia el escenario. Le sonrío a Sebastian mientras esperamos por nuestros nombres. —Sebastian Hawkins —llama el director—. Jaden Sinclair.

30

Tan pronto como mi nombre deja sus labios, la canción “I’m sexy and I know it”2 suena a través de los altavoces. La enorme pantalla sobre el escenario destella con las palabras “Sebastian y Jaden son los mejores”. Los profesores se abren paso para averiguar lo que está pasando, pero eso no es nada comparado con la multitud que empieza a rugir con risas mientras bailamos a través del escenario nuestra canción. El Director South viene hacia nosotros, pero bailamos fuera de su alcance. Ambos hacemos el movimiento de la pelvis como en el video y las risas crecen. Sebastian tiene una enorme sonrisa en su cara. Sólo dura veinte segundos, pero el momento es épico. Por primera vez, en no me acuerdo qué tanto tiempo, soy feliz. *** —¡Jaden! —llama mamá mientras me alejo de ella. Ni siquiera mencionó nada de nuestra broma de graduación. Me abrazó, me dijo que me quería (sí, claro) y que todo estaba listo para lo que le había pedido que hiciera por mí. —¿Sí? —me giro y la enfrento. Es tan extraño mirarla ahora. Toda mi vida se siente como una mentira, como que no sé quién soy. ¿Alguna vez lo supe? No estoy seguro. Ella sostiene un papel. —El verano pasado, cuando las cosas comenzaron a empeorar con tu padre… —Él no es nada para mí —agarro el papel de sus manos. —Tienes razón… por supuesto, pero cuando las cosas comenzaron a empeorar, es porque descubrió que tenía eso —señala al papel en mi mano—. Pensé que lo querrías algún día. Sus ojos marrones miran hacia abajo. Debería haberlo sabido. ¿Cómo podía no saberlo? Ni Mike ni ella tienen los ojos azules como yo. Por alguna razón no puedo obligarme a mirar lo que está en el papel. No puedo darle las gracias porque no estoy seguro de lo que tengo que agradecerle.

2“Soy

sexy y lo sé”, Canción de LMFAO.

31

—Adiós mamá —es todo lo que digo antes de alejarme. Odio hacerlo, pero ella lo hizo primero ¿verdad? Aun así, me hace sentir como una mierda. Me abro paso hasta Sebastian, Aspen y sus padres. Automáticamente mis ojos buscan a Pris, pero ella no anda cerca. —¡Primero que todo! —la mamá de Sebastián, Courtney, me agarra y me da un fuerte abrazo—. Buen trabajo y estoy orgullosa de ti. —Gracias —murmuro entre su cabello, devolviéndole el abrazo. Ella se separa. —Segundo, te digo lo mismo que le dije a él, ¿qué demonios estaban pensando? Sebastián salta: —¡Que somos sexis y los sabemos! Comenzamos a bailar. Aspen lo agarra mientras Courtney y su esposo Roger se ríen. Entre risitas ella dice: —Yo… no…. apoyo… Oh rayos, fue gracioso. ¡Deberían haber visto la cara del director South! Toma un minuto entero para que dejemos de reír. Una vez que lo hacemos, Courtney y Roger se despiden de nosotros y se dirigen al aparcamiento. —¿Dónde está Pris? —pregunto—. ¿Se supone que nos encontremos con ella en la fiesta o algo? Sus padres están preparando una gran fiesta por su graduación, de hecho, ofrecieron enviarla a ella y a Aspen a algún sitio, pero Pris no quiso ir. Aspen mira a Sebastian, quien responde: —Nah, no vamos. Creo que querían algo como de la familia o lo que sea. Nos reuniremos con ella luego. El suelo de pronto se convierte en objeto de atención de ambos. Estoy a punto de preguntar qué sucede cuando me doy cuenta. —No me querían ahí. —Ni siquiera es una pregunta porque lo sé. Estoy seguro de que sería embarazoso para el Asistente del Fiscal tener en su casa a un chico que tuvo problemas con la policía. Mientras me alejo, digo sobre mi hombro: —Ustedes vayan, yo estoy bien.

32

No es como que los padres de Pris se parecieran a los de Sebastian o Aspen, pero estoy bastante seguro de que nunca le hubieran dicho a Pris que no me querían en su casa antes de “el incidente”. —Jay, espera. Son unos idiotas, siempre han sido demasiado buenos para nosotros —Sebastian viene tras de mí. —No —volteo a mirarlo—. No para nosotros. Para mí. Ustedes pueden ir ¿recuerdan? Yo soy el único al que no quieren cerca de Pris. —Lo cual estoy seguro que no es nada nuevo. Quiero decir, sí, han sido civilizados conmigo, pero estoy seguro que si Pris y yo hubiésemos estado juntos, habrían explotado. ¿Qué hay de malo conmigo? ¿Por qué demonios todo el mundo tiene algo en mi contra? —Así que vayan, diviértanse. Saldremos después o algo. Cuando comienzo a caminar nuevamente, Sebastian atrapa mi brazo. —Jay… detente. No sé qué tiene la manera en que lo dice, pero escucho. Dejo escapar un profundo suspiro. —No vamos a ningún sitio sin ti. Eres mi MAPS3 —dice, burlón, y no puedo evitar seguirle la broma. El verano pasado lo molestaba con eso de que Aspen era su MAPS y ahora lo usa todo el tiempo. Aunque no me siento con ganas, intento devolverle el gesto. —Lo que sea. Sólo no esperes que pinte tus uñas. —Chicos, son tan raros —dijo Aspen con voz de pito, entonces apoya su cabeza sobre mi hombro—. Te queremos. Esto definitivamente está convirtiéndose en algo denso. —Shh, se supone que Sebastian no sabe acerca de nosotros ¿recuerdas? —Pero todo en lo que puedo pensar es en que ellos irán a algún sitio sin mí, sólo que no lo saben todavía. *** Cuando llegamos a casa de Sebastian, Pris está sentada en su auto. Definitivamente no debería estar aquí ahora. Sale del coche cuando bajo del Explorer. 3

MAPS (BFF): Mejor Amigo Para Siempre (Best Friend Forever)

33

—¿Qué estás haciendo aquí? —Lo presiento, lo sé. Pris se encoge de hombros. —La fiesta realmente no era lo mío. Hice aparición y me fui. Gimo. Apesta que mis mejores amigos sientan que deben cuidar de mí. —Pris… Ella alza una mano. —No quería estar ahí ¿está bien? Fin de la historia. No quiero pelear contigo sobre eso, Jaden. —Como sea. Nos dirigimos a la casa. Courtney y Roger están fuera, así que calentamos algunas pizzas en el horno. Una vez listas, subimos a la habitación de Sebastian. Está de más decir que ninguno de nosotros está de humor para salir esta noche, graduación o no. Todo el tiempo que comemos, mi maldito instinto me molesta porque siento que, por primera vez, debo decir algo, como que se lo debo a ellos. Todo este asunto se me vino encima de pronto y ahora estoy a punto de hacer una declaración. Es como cosas que no quiero decir porque echan a perder una relación, pero ahora más que nunca tengo que hablar. —En serio que no puedo esperar a que nos vayamos la próxima semana. Estoy tan listo para irme de este pueblo. Este viaje por carretera será épico —Sebastian da una mordida a su pizza. —¿Qué pasa contigo y con la palabra “épico”? El verano pasado se supone que también fue épico. —Aspen lo empuja, pero él la atrapa y tira de ella hacia su regazo. —El verano pasado fue épico. Te enamoraste de mí. Retengo una arcada. Como reflejo, miro a Pris. Ella voltea con rapidez y el dolor en mi estómago se multiplica. ¿Por qué todo tiene que ser siempre tan difícil? —Hablando de Nueva York, chicos necesito decirles algo. Tres pares de ojos se posan en mí y deseo retirar mis palabras. Me muerdo el labio, tirando suavemente del anillo que llevo ahí. —No me digas que vas a decir lo que creo que vas a decir. Sebastian se endereza y Aspen se mueve de su regazo. Debería saber que él sabría. Probablemente todos.

34

—No tengo mis cosas definidas como ustedes, chicos. No me enrolé en la escuela. No sé lo que quiero hacer. No es como si pudiera pegarme a ustedes y andar vagando todo el día. —Bueno, no fastidies. Conseguirías un trabajo, como el resto de nosotros. —La voz de Sebastian está tensa. —Sí… no eres del tipo que se queda holgazaneando. Todos lo sabemos, Jay, nunca andas aprovechándote de la gente. Además, te gusta la electrónica, siempre metiéndote con las cosas… —Aspen lanza su opinión. Es gracioso como me siento con respecto a lo que siento… a lo que papá —quiero decir, Mike— piensa. Pris no habla, y honestamente puede que me convierta en un idiota, pero no tengo el coraje para mirarla. —Es sólo… —No sé quién soy… a dónde pertenezco… —. No está bien ¿saben? Todo está jodido ahora… —¡Más razón para salir de aquí! —Los ojos de Sebastian se abren como platos, apretando la mandíbula. —No me voy a quedar aquí. Me voy a Texas. El hermano de mi mamá vive ahí, siempre ha sido genial conmigo. Pris se levanta y corre hacia la puerta, dejándonos completamente sorprendidos. Inmediatamente me siento como una mierda. Voy detrás de ella. Corre por la escalera, probablemente más rápido de lo que la he visto moverse antes. Después de tirar de ella, la puerta golpea la pared. —¡Pris! Me ignora y continúa. No la atrapo hasta que intenta abrir la puerta de su auto. No sabiendo que más hacer, la encierro, un brazo a cada uno de sus lados, mis manos sobre el coche. —Lo siento. —No tengo idea de por qué me estoy disculpando, pero necesito decirlo. De hecho, sí lo sé ahora. Lo siento por todo: el verano pasado, cada mes desde entonces y de no ser quien ella se merece. No se voltea a mirarme, pero sus hombros comienzan a estremecerse y sé que está llorando. —Lo siento… —le digo de nuevo, deseando ser lo suficientemente hombre para decirle por qué. Es entonces cuando se voltea repentinamente. Sus ojos están hinchados y rojos y tengo que disculparme nuevamente cuando pone ambas manos sobre mi pecho y empuja. Me tambaleo hacia atrás y ella va a miles de kilómetros por hora, hablando en español aún cuando no

35

tengo idea de lo que dice. Siempre habla en español cuando está enojada o insultando a alguien. Ahora mismo, sé que son las dos cosas. —¿Por qué lo sientes Jaden, eh? ¿Por qué no me lo dices? —Sus ojos están encendidos. No sé de nadie que arda con tal intensidad. —Lo siento. —Me encojo de hombros. Dilo Jay. Abre la boca y habla con ella. —Eso es lo que pensé, Jaden. Como sea. Déjanos. Vete a Texas. Haz lo que te dé la gana. No quiero ir a Texas, quiero ir con ellos, mantener el plan, salir juntos, ir a la escuela. Estar con ella. Dilo. —Es lo mejor. —Deberías habérmelo dicho. —Acabo de hacerlo. Rueda los ojos. —Tienes razón. No sé lo que estaba pensando. ¿Por qué para ti sería diferente del resto? Los ojos de Pris se aguan de nuevo y retrocedo a la fiesta de su cumpleaños el verano anterior. Yo coqueteaba con una chica —ni siquiera recuerdo su nombre— y comenzamos a besarnos. Pris había estado hablando con los idiotas que habían conocido en el salón de billar, lo cual tenía sentido. Ella debería haber estado con ellos y no conmigo, pero por alguna razón me retiré. Pris ya no estaba con esos chicos y me fui a buscarla. Estaba sentada en la parte trasera, sus hombros temblando, y de algún modo supe que lloraba por mi culpa. Un hombre de verdad hubiera ido hacia ella, le hubiera secado las lágrimas, pero yo había estado demasiado asustado porque sabía que no podía ser lo que ella necesitaba. Al segundo de dar media vuelta, supe que me había visto, así que reuní toda mi hombría y me dirigí hacia ella. —¿Qué pasa Pris? ¿Alguien se metió contigo? Sip… yo. Secó sus ojos rápidamente. Cerca… seguía acercándome… más cerca. No sé si fue el alcohol o qué, pero ese fue el momento en que todo comenzó a joderse. Seguimos la corriente por un tiempo después de eso, pero sabía que todo se fastidiaría. Y la dejé ahí fuera. Entré y me fui a la cama, ignorando la fiesta en el piso de abajo.

36

Odiaba a Craig por lastimarla. Odiaba a cualquiera por lastimarla, por lo que es otra razón para odiarme a mí mismo. —Quiero ir con ustedes. Ella se mantiene quieta, entonces dice: —No me hagas ningún favor. Muevo la cabeza. —No lo hago. Quiero ir. Necesito ir. —Es cierto, necesito este viaje con ellos. Esta última vez para ser nosotros. El modo en que fuimos antes enredó todo—. ¿Sabes qué? Olvida Texas, hemos planeado este viaje desde siempre. Solo hagámoslo. Vamos, divirtámonos, y como el idiota de Sebastian dice, será épico. —¿Y entonces? —Sus ojos son suaves y vulnerables, no sé por qué pregunta cuando sé que sabe la respuesta. Las palabras quieren quedarse pegadas en mi boca, pero encuentro el modo de expulsarlas fuera. —Entonces tú irás a NYU4 y serás la mejor, justo como en todo lo que haces —inspiré profundamente—. Y yo estaré en Texas.

NYU: Universidad de Nueva York. Institución universitaria estadounidense, fundada en 1831. 4

37

5 Traducido por AariS Corregido por Vericity

E

l siguiente par de semanas… bueno, prácticamente apestan. Pris no está mucho alrededor. Sebastian sigue diciendo que es porque sus padres quieren hacer todas esas cosas con ella antes de que vaya a Nueva York, pero no soy tan tonto. Eso podría ser parte de ello, pero sé que está evitándome. No que pueda culparla. No he hablado con mamá desde la graduación. Honestamente, no estoy seguro de cómo me siento acerca de eso, pero lo que sea. No es como si pudiera cambiar nada. Aparentemente la DA no está siguiendo adelante con cargos, tampoco. Como si importara realmente. Por fin es el día después del decimoctavo cumpleaños de Pris. El día que nos vamos. El debilucho de Sebastian ha estado enloqueciendo como si hubiese estado puesto de cafeína durante dos días seguidos. Anoche, Courtney y Roger nos llevaron fuera para una fiesta de despedida. Aspen ha estado con sus padres y Pris con los suyos. Y como he dicho, ¿para mí? Nada. Son las cinco de la mañana y Sebastian y yo estamos sentados en su habitación. Se supone que las chicas estarán aquí pronto. No puedo dejar de preguntarme si los padres de Pris saben que voy con ellos. Saben que Sebastián lo hace, por supuesto. Se aseguraron definitivamente de que Aspen y Pris sólo estuvieran quedándose en el apartamento que han alquilado. Oh, otra cosa por la que sentirme como una mierda. ¿Cómo se supone que Bastian se costee un lugar sin mí? —¿Puedes creer que por fin estemos haciendo esto? —pregunta, sentándose en el borde de su cama. Su pierna está rebotando y realmente parece un poco nervioso. —No me digas que te estás arrepintiendo ahora. Se trata de Nueva York. Vas a estar ahí con tu chica y todo eso. —Esta es siempre la forma en la que hemos funcionado. Sé que de cualquier persona en el mundo, Sebastian sería el primero en respaldarme, pero no hacemos esa cosa

38

emocional realmente a menudo. Uno de nosotros siempre se reduce a aligerar el humor. —Demonios, no. Sabes que no es eso. Es sólo… estamos, como, crecidos ahora. Es decir, nuestros padres están ayudando con los apartamentos, pero vamos a conducir a través del país por nosotros mismos. Ir a la universidad. Tenemos que encontrar trabajo. Es simplemente… loco. Sus palabras me golpean en el estómago porque yo no estaré ahí. Siempre se suponía que estaría ahí. —Se resolverá. Les va a encantar. —Me pongo de pie, palpando los bolsillos de mis holgados pantalones cortos para asegurarme de que tengo la cartera y el teléfono móvil que Courtney me ayudó a conseguir. No quería su ayuda, pero dijo que no había forma de que nos dejara conducir a través del país a menos que cada uno de sus chicos tuviera un teléfono. Me hace sentirme culpable. —No será lo mismo sin ti. —Sebastian me mira. No hay bromas en su cara. Me hace querer salir de esta habitación. —No te pongas todo suave conmigo, Bastian. Al menos no tendrás que preocuparte de tener a un tío que es más guapo que tú alrededor. —Primero de todo, estás loco. Soy mucho más caliente que tú. Y segundo, estoy siendo serio, hombre. Somos como, Batman y Robin. Scooby y Shaggy. En realidad, ninguno de esos dúos tiene nada que hacer con nosotros. Somos Sebastián y Jaden. ¿A quién voy a conseguir para que me ayude a ver a las chicas? Quiero decir, ¿quién más podría lograr ese baile de “I‟m Sexy and I Know it”, sino nosotros? No me pedirá que vaya. Lo sé, pero esto es casi igual de malo. Se siente como la mierda, lo cual es exactamente la razón por la que normalmente no hacemos esta cosa sensiblera. —Lo resolverás. Nadie oprime a Sebastian Hawkins. La mirada en su cara me dice que eso no es lo que quería que dijera. —Bueno, obviamente. No es lo mismo, sin embargo. Jay… ¿qué está pasando con tus padres? No dejes que su mierda te deprima. Mi cabeza cae hacia atrás y gimo. —Todo esto es mío, B, ¿vale? Es simplemente algo que tengo que hacer. Sacude la cabeza, pero luego se pone de pie. —Lo que sea. Entonces hagamos un pacto, aquí mismo. Deja ir toda esa otra mierda en este viaje. Tus padres, tú y Pris, y hagamos este el mejor viaje por carretera

39

patea traseros de la historia. Justo como en la graduación, no vamos a salir de aquí sin hacerlo con estilo. Extiendo mi puño y lo golpea con el suyo. —Vamos a ser dueños de este viaje. *** Estoy apoyado contra el Explorer de Sebastian mientras le dice adiós a su madre. Courtney está sollozando por todo el lugar justo como los padres de Aspen están haciendo con ella. —¿Tienes el itinerario? —le pregunta Courtney a Sebastian. —Sí, ma. —Y sabes dónde vas a quedarte cada noche, ¿verdad? —Sí, ma. —Y sabes que se supone que debes llamar al menos dos veces al día, recuerda. Una vez por la mañana y una vez por la noche. Sebastian no responde, pero la empuja en un abrazo. Están así durante una eternidad antes de que él retroceda y mire a Roger. —Cuida de ella, hombre. Recuerda, estoy a sólo una llamada. Si le haces daño, yo... —Eres un buen hijo, Sebastian. Lo prometo, seré bueno con ella —le dice Roger antes de estrecharse las manos. Lo siguiente que sé, es que Courtney está de pie delante de mí. —No puedo creer que me estén dejando, chicos. —Trato de sonreírle, pero no estoy seguro de si lo logro—. Te he conocido desde que tenías cinco años, Jaden. Quiero que sepas, que siempre serás un hijo para mí. No puedo evitar comparar sus palabras con las de mi madre cuando me pidió que me fuera. Miro hacia el suelo, a punto de intentar decir algo tonto, pero me agarra la cara, así que estoy mirándola. —Lo digo en serio. Siempre, ¿de acuerdo? Si alguna vez necesitas algo, toma ese teléfono y llámame. No hay nada que no haría por ti. Su apretado abrazo casi me saca el aire. Me apoyo en él porque, puede que suene como una chica, pero se siente bien. —Te quiero, muchachito —susurra en mi oído. Me trago la bola de golf en mi garganta. —Sí… yo también te quiero.

40

*** El coche está en silencio mientras nos alejamos. Aspen verá a sus padres en unas semanas cuando vayan, pero no estoy seguro sobre el resto de ellos. Los padres de Pris siempre están yendo a algún lugar, así que estoy seguro de que los verá un montón también, pero puedes decir que todavía es una gran cosa. Sebastian está conduciendo y Aspen está delante con él. Priscilla está rígida, sentada tan lejos de mí como puede. Tiene puestos un par de pantalones cortos. Sus piernas son matadoras. Siempre lo han sido. Todas curvilíneas y de un moreno cremoso. Me remuevo en mi asiento. Sí, este va a ser definitivamente un largo viaje. —¿Estás bien? —le pregunto. Su única respuesta es un asentimiento. El silencio va a hacer las cosas incluso peor. Después de unos cuarenta y cinco minutos en nuestro viaje al sur de Oregón, Sebastian empieza a hablar. —Está bien, este viaje es demasiado discreto. Somos libres. ¿Se dan cuenta lo genial que es eso, chicos? —Estoy segura de que tú nos informarás —dice Aspen y eso es todo lo que se necesita para que los dos se pongan en marcha. Miro a Priscilla para hacer comentarios acerca de ellos, pero es como si estuviera en el otro lado del continente o algo. Sí, es mi culpa y lo entiendo, pero lo odio también. Quiero decirle algo, encontrar un modo de empujarla hacia mí así podemos estar como siempre hemos estado, los cuatro, pero ¿es una cosa estúpida que hacer ya que las cosas no son del modo en que solían ser? No lo sé. —Hagamos algo. ¿Quién quiere jugar a Yo Espío? —pregunta Sebastian. Le golpeo en la parte trasera de la cabeza. —¿Tienes cinco años? —No te veo haciendo ninguna otra sugerencia así que deja de intentar arruinar mi diversión. —Bien entonces, ¿qué hay del hecho de que una vez que ves algo, lo hemos pasado ya? ¿Cómo se supone que el resto de nosotros va a adivinar? —Tiene un punto ahí, Bastian —dice Aspen. Aquí es donde Pris tendría normalmente algo que decir, también. Es buena en estos comentarios inteligentes, pero aún no ha dicho ni una palabra. —¡Ey, se supone que estés de mi lado! —le dice Bastian.

41

Aspen se ríe. —Sólo cuando tienes razón. Empujo la pierna de Pris. —¿Qué crees que deberíamos hacer? —No lo sé. —Pris saca su iPod y pone los auriculares en sus orejas. Deacuerdo. Supongo que realmente no quiere hablar conmigo. Escucha música mientras Sebastian, Aspen y yo seguimos hablando. Pasamos a través de algunos CDs, esto y aquello, y ella sigue estando toda callada y juro que me hace sentir como si fuera a explotar. No puedo dejar de jugar con el trozo de papel en mi bolsillo. Lo he tenido conmigo desde que mamá me lo dio en la graduación. Lo he mirado un millón de veces, pero no he hecho nada al respecto. Qué sorpresa, ¿eh? Paramos para comer. Después, Bastian y yo decidimos cambiar así yo puedo conducir un poco. Pris y Aspen están en el restaurante y puedo decir que Pris está molesta. Lo que sea que está pasando está a punto de volarle los sesos, y finalmente pisa fuerte de nuevo hacia la SUV, salta en el asiento delantero y cierra la puerta de golpe. —Mierda —gruño, y Sebastián se encoge de hombros como diciendo que no sabe cuál es su problema. Yo lo sé. Soy yo. Sí, ni siquiera tengo que decir que no se siente bien. Después de quince minutos en los cuales conduzco yo, Sebastian y Aspen se quedan inconscientes en el asiento trasero. Están acurrucados juntos y ahí es cuando normalmente dejo escapar algo estúpido para burlarme de él. Como que quiero hacerlo, pero ya no se siente correcto, porque donde él está sentado es definitivamente mejor que donde lo estoy yo. —¿Quieres escuchar algo específico? —pregunto, hojeando a través del estuche de CDs mientras conduzco. El GPS en el tablero me está diciendo dónde ir. —No. Mis ojos se mueven a los suyos, lo cual me hace salirme de la carretera un poco. Nada importante. —¡Jaden! ¡Mira por dónde vas! —Me pone los ojos en blanco. Respira profundamente. Relájate. Estoy intentando recordarme a mí mismo que normalmente no es así. Que aún está molesta conmigo por demasiadas cosas para contarlas, pero esto no es lo que yo quería. Esta no es la forma en que este viaje se supone que vaya. En lugar de decir nada, simplemente sigo conduciendo. Al final se duerme y todo el mundo en el silencioso coche está fuera de combate excepto yo.

42

Desafortunadamente, ni siquiera hay nada interesante que ver. La idea del viaje en carretera es genial y todo, pero no hay mucho que ver a lo largo de esta ruta que elegimos. Tenemos algunas cosas planeadas para Salt Lake y Chicago, pero eso es todo. Un suave ronquido sale de Pris y no puedo dejar de reírme. Definitivamente tendré que darle la mierda acerca de esa. Pero luego recuerdo que no puedo. Los antiguos Pris y Jaden podrían haber hecho eso. ¿Cómo se pusieron las cosas tan jodidas? Oh sí. Yo. De algún modo siento el peso del papel en mi bolsillo. No puedo dejar de preguntarme si alguna vez lo usaré cuando sé que no lo haré. Después de conducir durante unas horas, realmente tengo que ir al baño así que entro en una gasolinera, deteniéndome en los surtidores. —Despierta, chico guapo. —Lanzo una bolsa vacía de patatas fritas hecha una bola a Bastian—. Tengo que hacer pis. Pagaré para llenarlo mientras estamos aquí. Alcanza su cartera, todavía pareciendo medio dormido. —No tienes que pagar. Lo tengo. En vez de contestar, sacudo la cabeza y salgo del coche. ¿Ahora ni siquiera puedo pagar la gasolina? —¿Quieres algo, Priscilla? —Estoy parado en la puerta de al lado del conductor, mirándola. Me lleva un minuto darme cuenta lo que la he llamado. Nadie la llama así nunca, pero sí… le queda. Diferente y algo así exótico como ella. Lo dejaba caer de vez en cuando, pero eso es todo. Es por eso que me molestó mucho cuando Craig usó el nombre. Sacude la cabeza y luego se apresura hacia fuera del lado del pasajero. Para entonces Aspen está saliendo y hacen la típica cosa del baño de las chicas donde van juntas y hacen quién sabe qué allí. —¿Cuál es el problema? Bastian me mira como si acabara de hacer la pregunta más tonta del mundo. —En serio. Ella es la que quería que yo viniera y ni siquiera me va a decir una palabra. Luego sacude la cabeza como si estuviera decepcionado conmigo, lo cual realmente me molesta porque no hice nada. Sólo estoy tratando de vivir mi vida y hacer lo que tengo que hacer. Sigue mintiéndote así, Jaden. —Vamos, repostemos.

43

He entrado, hecho mis asuntos, pagado por la gasolina, y comprado una Pepsi de cereza para mí para cuando todo el mundo se acumule de nuevo en el coche. De repente, estoy deseando haber conseguido un aperitivo. A mi lado, Pris está comiendo Cheetos, los cuales sabe que me encantan, y está lamiendo el queso de sus dedos, lo cual también me encanta. En serio. Puede no sonar caliente, pero lo es. Puede ser porque es ella. No lo sé, pero es difícil no ofrecerle mi ayuda. ¿Cómo es que las chicas pueden hacer sexys las cosas más pequeñas y ni siquiera saberlo? Sus uñas están pintadas de este rojo brillante que probablemente parece más brillante por su piel oscura. Su lengua se escapa de su boca y... ¡Hooooonk! —¡Hostias! —Doy una sacudida al volante mientras el Explorer gira al siguiente carril y casi encima de otro coche. —¡Jaden! —grita Pris. —¡Amigo! ¡Mira mi coche! —chilla Sebastián desde el asiento trasero. —¿Qué fue eso? —pregunta Aspen. Estoy empujando mi pelo fuera de mis ojos como si ese fuera el problema cuando en realidad fue Pris y su lengua. —Nada. No hay problema. —¡Esta es la segunda vez que casi nos matas! —Pris está usando esa voz cabreada con la que está hablando más o menos las 24 horas, los 7 días de la semana ahora. —Relájate. Fue un accidente. No pasó nada. —Lo que sea. —Cruza los brazos, poniendo fin al espectáculo que casi me hizo descarrilar. Aspen extiende la mano y masajea de alguna forma su hombro como si Pris necesitara apoyo o algo. Miro en el espejo retrovisor y veo a Bastian sacudir la cabeza como si se sintiera frustrado. Eso lo hace dos de nosotros, hermano. No puedo dejar de preguntarme si no debería haber venido en absoluto. ***

44

Como una hora y media más tarde, Aspen y Sebastián están compartiendo un iPod, uno de los auriculares en la oreja de ella y el otro en la de él. Estuvieron jugando con el reproductor de DVD portátil antes, pero algo pasa con él, así que supongo que recurrieron a esto. Pris no me ha dicho una palabra desde su “lo que sea” de antes, pero no tengo ni idea de que hacer sobre eso. ¿Por qué tienen que ser las chicas tan confusas? Es decir, si fuera Bastian abriría su boca y me diría lo que pasa, lo discutiríamos a fondo y terminaríamos con ello. Normalmente ese es el modo en que Pris sería también, pero todo es tan diferente ahora. Quiero que las cosas vuelvan al modo en que eran antes. Pre Jaden huyendo y pre Pris pensando que me gustaba. Sin pensar, extiendo la mano y la planto en la bolsa de Cheetos en su regazo y agarro un puñado. Pris murmura algo entre dientes. Casi la ignoro, pero estoy cansado de jugar a este juego. No hay punto en que estemos aquí si vamos a pelear todo el tiempo. —¿Qué? —Nada. —No, estoy bastante seguro de que dijiste algo. A menos que esté escuchando cosas. No creo que esté escuchando cosas. Sacude la cabeza hacia la izquierda para mirarme. —Dije sírvete tú mismo. —¡Chica! Relájate. Eres como Godzilla con hormonas últimamente. —¡Dios! El español comienza a salir de su lengua y sé que está cabreada, pero y qué. Dios es una de las únicas palabras que sé lo que significa, “Dios”. Definitivamente no lo está diciendo en forma de oración. Estoy cabreado también, sin embargo. Abro la boca para decir algo, pero Sebastian me supera. —Eso es todo. Détente, demonios. —¿Qué? —pregunto. —Sal de la autopista. Hay una rampa de salida. —Mientras más paremos, más largo va a ser llegar a Salt Lake. —Son doce horas desde casa, pero ahí es hasta donde hemos querido que sea el primer día y luego pasar algún tiempo allí. —Amigo, sal. Hablo en serio. No vamos a ir a Salt Lake. Gruño, pero alcanzo la rampa para salir de la autopista.

45

—Hay un Best Western por allí. Entra, hemos terminado. En serio, me están dando dolor de cabeza. A diferencia de mí, Pris tiene el apoyo de Aspen ya que se está inclinando hacia Pris, con la mano en su hombro. Me detengo delante del hotel, casi listo para alejarme de todos ellos. —Woodstock, ¿puedes conseguirnos una habitación? —le pregunta Bastian todo dulce y adulador. Pris ya está saltando del coche y cerrando de golpe la puerta. ¿En serio? —Claro. ¿Dónde van, chicos? —le pregunta. —Volveremos en un rato. Jay y yo vamos a dar un pequeño paseo.

46

6 Traducido por Chachii-Corregido por Elle87

M

uévete —me dice Sebastian, y yo me subo al asiento del pasajero.

—¡Señor, sí señor! —lo saludo, pero me ignora y se lanza detrás del volante antes de de arrancar. Estaba en uno de esos enojados estados de ánimo Bastian así que sé que estamos por meternos en ello. No dice nada mientras maneja. Veo una señal que dice que estamos en Elko, donde quiera que eso sea. Todo lo que sé es que no es Salt Lake y ahí es donde se supone que debemos pasar nuestra primera noche. Finalmente, después de que él se mantiene conduciendo, obviamente sin darme a conocer hacia dónde lo hacíamos, dejo escapar: —Sólo dilo. Lo juro, a veces eres una reina del drama peor que una chica de seis años. Esto consigue su atención rápidamente. —¿Soy una reina del drama? ¿Cómo llamas a lo que sea que esté pasando ente tú y Pris? En serio. Ustedes chicos están fastidiando mi humor. Siento como si necesitase llamar a Papá Paz por algunas lecciones de meditación o esa mierda. —Siempre puedo noquearte si eso lo vuelve más fácil. Sé que lo sería para mí. Me mira y sacude la cabeza. —¡Oh! La Sala de juegos —Bastian hace un giro rápido y aparca. —¿Nos detuvimos cuatro horas más temprano y dejamos a las chicas, sólo para jugar videojuegos? —Obviamente. —Sebastian salta fuera del auto y lo sigo. No sé si él piensa que soy un idiota o qué, pero al menos voy a ganar en algunos juegos.

47

Nos metimos dentro de todas las luces intermitentes y sonidos fuertes. Después de conseguir monedas5, jugamos unos pocos juegos antes de tomar unas bebidas y sentarnos en una de las cabinas. Me recuerda al lugar en casa que usábamos para pasar el rato, sólo que este es realmente más grande. Mi bebida está por la mitad cuando me canso de estar jugando su juego. —Entonces ¿qué pasa? Decidiste jugar al consejero hoy ¿o qué? — me encorvo contra el asiento. Mi pelo se deja caer en mi rostro y lo quito antes de morder el aro en mi labio inferior. Sebastian se ve más serio de lo que necesito que se vea ahora mismo. Lo que quiero es qué haga algún comentario inteligentesabelotodo para poder replicárselo con algo más. Después de lo que se siente como… no lo sé, un largo tiempo, él dice: —Las cosas están cambiando. Sep, nada de pendejadas. —Las cosas siempre cambian. —Me encojo de hombros. —No para nosotros cuatro. No se suponía que cambiáramos. Dejo que mi mano roce contra la parte trasera de la cabina y cierro mis ojos. No me siento totalmente como que estoy haciendo esto ahora. Muchas personas piensan que Bastian es pura charla, que él no se toma las cosas en serio o que realmente no piensa en nadie además de sí mismo. Esa gente no sabe nada. Él ha visto mucho, tuvo mucha gente entrando y saliendo de su vida, y una de las cosas que siempre se toma en serio es aferrarse a aquellas personas que no quiere perder. Me siento como una mierda al estar sacando al Sebastian serio. No abro mis ojos cuando digo: —Mi cabeza está toda jodida ahora mismo. —Dime por qué. —No puedo. —Entonces encuentra la manera de recobrar la compostura. Eso hace que abra mis ojos. Sé que él está en lo correcto, pero no es como si pudiese chasquear los dedos y olvidar cada palabra que ha estado enterrada en mi cerebro. No puedo olvidar que estoy jodido. Cosa que a mamá no podría importarle menos y… ¡Sorpresa! Incluso no tengo

5

Quarters: Monedas de 25 centavos USD.

48

idea de quién es mi padre real. Es vergonzoso, y no quiero a todo el mundo sintiendo pena por mí. —No es así de fácil. Sebastian gime. —Entonces habla con alguien o lo que sea. No sé. Si no vas a decírmelo, habla con Pris, o Aspen, o alguien, pero… —Pff. Lo has dicho tú mismo, Pris siempre ha deseado que yo tuviese una muerte violenta, y estoy bastante seguro de que las cosas son el doble de peor ahora. —Nah… Solía pensar que lo eran, pero es más que eso, y tú y yo lo sabemos, hombre. No le respondo, no muy seguro de cómo realmente me siento acerca de lo que está diciendo. Es fácil pretender que las cosas no existen hasta que hablas de ellas y las conviertes en algo real. —Lo que sea que esté pasando, necesitas encontrar una manera de aplastarlo, porque no podemos seguir cómo lo estamos haciendo. El último verano, me sentí como la mierda cuando todo se vino abajo y ninguno de ustedes, chicos, me hablaba. Ahora tú, idiota, te vas de camino hasta Texas. ¿Realmente quieres estar fuera de aquí sabiendo que dejaste las cosas de esta forma? Está en lo correcto. Lo sé y siento como que estamos yendo una y otra vez sobre la misma cosa. ¿Mi culpa? Sep, y yo definitivamente no pienso que pueda seguirlas de la forma en la que están yendo en este momento. No es justo para Pris. Para ninguno de ellos, en realidad. Por una vez, sólo quiero que nos dejemos ser. Simple. Sin complicaciones. Quiero divertirme y todo lo que sea sensacional, antes de que las cosas cambien de la forma que Bastian dice. Empiezo a reír. Sebastian me mira como si yo hubiese perdido la razón y tal vez esté en lo correcto. —¿Qué? —¡Ahora sí tienes sentido! Después de siempre estar pensando sobre qué estás hablando, ahora realmente lo tienes. Asusta como el infierno. Sebastian me enseña su dedo medio. —Lo que sea. Siempre he conocido mi mierda. Al menos uno de nosotros lo sabe. ***

49

Salimos de la sala de juegos poco antes de regresar al hotel. Bastian le manda un mensaje a Aspen para averiguar el número de nuestra habitación. Cuando llegamos ahí, las chicas están sentadas en la mitad de una de las camas, pintándose las uñas de los pies. Mi primer pensamiento es “Estoy seguro de que ellas no esperan que comparta la cama con Sebastian”. Él es mi chico y eso, pero no hay manera que planee quedarme en la misma cama que él toda la noche. Lo que es la cosa más estúpida que se me podría haber ocurrido. Como si él no quisiese dormir con Aspen. Pero eso me deja a mí con… Sep. Totalmente voy a morir en este viaje. —Les tomó demasiado tiempo, chicos. Morimos de hambre. —Aspen nos da una mirada que decía que Bastian estaba en grandes problemas. Miro a Pris, el idiota en mí se está preguntando si veré la misma mirada, pero ella está enfocada en sus pies. —¿Quieres ir a tomar algo, bebé? —Bastian le pregunta. —Si. —Ella comienza a caminar hacia él de forma divertida. Supongo que es porque la pintura de uñas está fresca—. Y estoy pensando que merezco un helado también. Vamos Pris. Pris levanta la mirada por primera vez desde que llegamos. Sus oscuros ojos patinan sobre los míos rápidamente antes de caer en los de Aspen y Bastian. —Estoy bien, en realidad. Algo cansada. Creo que me quedaré. Siento un tirón hacia el frente mientras algo me golpea en la espalda. Después de recobrar el balance, me vuelvo hacia Sebastian y le doy una mirada sucia. Sí, como si yo necesitase un codazo de pista sobre que debo quedarme también. —Ummm… Sí. Yo también. Parte de mí espera que Pris de pronto tenga realmente mucha hambre, pero ella no la tiene. Ha comenzado a pintarse las uñas otra vez. —Vamos a traerles algo por si acaso. —Ellos ya están caminando hacia la puerta. Antes de salir, Sebastian agrega—: No hagan nada que yo haría. —Luego, riendo, cierra la puerta detrás de ellos. Idiota. —¿Qué estás haciendo? —le pregunto. Sus cejas se levantan. Sip, pregunta tonta. Lo entiendo. En realidad soy una especie de loco; no sé qué decirle. No me gusta eso, no sólo

50

porque debería saber qué decirle a una chica, sino porque debería saber qué decirle a esta chica. —¿Quieres ir a caminar o algo? Me echa un vistazo y es como si estuviera tratando de decirme algo con la mirada, y no tengo idea de qué es eso. Estoy seguro de que ella va a decir que no, cuando se encoge de hombros y murmura: —Seguro. Lentamente se levanta y desliza sus pies dentro de un par de chancletas. Toma la tarjeta magnética y la desliza en el bolsillo trasero de su pantalón y, otra vez, me tiene deseando ser algo que nunca antes he querido ser. En este momento, esa tarjeta es la cosa con más suerte en el mundo. La calle frente al hotel está llena de comercios y negocios. Autos pasan cada pocos minutos. Definitivamente no es el mejor lugar para hablar. Nos quedamos ahí por unos segundos y entonces me doy cuenta de que esta era una idea estúpida. Debían de ser pasadas las siete ahora, pero también estamos en Nevada y hace calor. Mirando alrededor, recuerdo la piscina que está a la vuelta y nos dirigimos hacia allí. Estamos pasando la esquina y por una vez, me siento afortunado porque no haya nadie más. —Vamos. —Asiento con mi cabeza hacia la piscina y ella me sigue. Abro la puerta y camina dentro. Priscilla se dirige hacia la esquina más alejada y la sigo. —Hace calor. Podemos volver a la habitación si eso quieres. —Estoy bien, si tú estás bien. —Todavía no hago contacto visual con ella. —Estoy bien, también. Podemos poner nuestros pies dentro. —Pero luego recuerdo sus uñas—. Aunque eso podría estropear tus uñas o lo que sea. Podríamos volver a la habitación —digo de nuevo—. Deberíamos habernos quedado ahí. Pris se quita sus zapatos, se sienta, y pone sus pies en el agua. —Vamos, niño bonito. ¿No me digas que le tienes miedo de arruinar tus uñas? —por primera vez en siglos, ella me da una especie de sonrisa. Y sí, debe sonar estúpido, pero lo extrañé. —Si, claro. Sebastian es el único por el que te debes preocupar con una cosa como esa. —Abandono mis Vans, quito mis calcetines y me siento junto a ella. Enrollo mis pantalones bombachos hacia arriba,

51

entonces estos quedan por encima de mis rodillas y miro cómo el pie de Pris hace círculos en el agua. Después de quién sabe cuántos círculos, tengo las agallas para decir: —Así que… Las cosas han sido algo raras por un tiempo. Priscilla en realidad ríe. —¿Extrañas? Si, puedes decir eso. Pienso que tiene que ver con el hecho de que yo estaba enamorada de ti, pensé que tu sentías lo mismo, casi te beso, consigo romperme el corazón, pienso que te he superado, sólo para quedar rota otra vez cuando descubro que te estás yendo. Oh, maldita sea. Empiezo a ahogarme. En qué, no lo sé, pero estoy tosiendo y tratando de recuperar el aliento como un idiota cuando no debería de estar sorprendido. Esta es Pris y ella no se contiene. Pero aún así, nunca hemos hablado cerca del casi-beso en la casa de playa. Ella nunca me ha dicho nada como esto antes y maldición si no es caliente. No es eso lo que debería pensar, pero lo hago. Empieza a golpear mi espalda. —Vamos, niño bonito. Respira. No pretendas que no lo sabías. Una vez que soy capaz de parar de actuar como un psicópata, la miro. Asimilando su redondo rostro, labios gruesos, y por primera vez en lo que se siente como una eternidad, siento como si ella realmente me estuviera viendo a mí también. —Pensé que ahora me odiabas. No hay una parte de mí que no quiera sacar la miseria en mis palabras. ¿Pensé que ahora me odiabas? ¿Cómo de necesitado podría sonar? Pero hay otra parte de mí que necesita saber. Quién podría ser tan necesitado como suena. No estoy orgulloso de esa parte. En realidad quiero bloquearlo, enterrarlo profundo y olvidar que está ahí, algo así como cuando mi papá suele olvidarse de mí. ¿Él incluso sabe acerca de mí? Oh, eso es. Mike dijo que no me quería. Priscilla suspira. Es loco porque ella siempre es tan feroz. Tan fuerte que me hace sentir como una mierda el hecho de que pueda haber abollado su armadura. —Pienso que lo hice… lo hago… no. Lo hice, un poco. No voy a pretender que no estoy enojada o herida. Pero estoy cansada de eso, también. Bastian está en lo correcto. No debería ser así. No quiero pelear más contigo, Jaden. —Somos buenos peleando —le guiño.

52

—Oh, lo sé. Sigo pensando que eres un idiota6, pero estoy cansada de estar enojada contigo. Cansada de ser lastimada. —Mierda —gimo, frotando una mano sobre mi rostro—. Eres la última persona a la que quiero herir, Priscilla… —Sé eso. Más círculos con su pie. Estos se ven temblorosos a través del agua. No puedo detenerme a mí mismo de pensar acerca de cuán fuerte es ella. Su pierna parece inestable debajo del agua, como si estuviese hecha de gelatina o algo así, pero esta es una parte de Priscilla que quiere decir que ella es resistente… inquebrantable. ¿Cómo de genial es esta chica? Probablemente es la persona más fuerte que conozco. —Sin embargo eso no lo hace menos real —dice—. No pienso que haya sido todo tu culpa tampoco. No puedes cambiar cómo te sientes. O cómo no lo haces, para el caso. Lo siento. No debería, pero lo hago. —No —niego con la cabeza—. Es mi culpa. Después de que casi nos besamos el último verano, como que… no lo sé, enloquecí o algo. Sé que fue el alcohol o lo que sea, pero podría haberlo manejado mejor… Debí de haberlo hecho mejor. Había sido una locura, parado ahí de pie detrás de esa casa con ella. Encontraría una manera de limpiar sus lágrimas. Ninguno de nosotros habló y luego sólo estábamos uno en frente del otro. Como unos jodidos faros o algo, fuimos jalados juntos. Estaba tan cerca. Olí su aliento y sentí el calor en mis labios… y luego todo había terminado. Me di cuenta de qué estaba sucediendo y me aparté. Y por supuesto, al día siguiente le echábamos la culpa a la bebida. Y el resto del viaje nos llevamos bien tal y como lo hemos estado haciendo siempre, pero sí, las cosas cambiaron cuando llegamos a casa. Me di cuenta como de cerca había estado de arruinarlo y la siguiente cosa que sé, es que continuaba alejándome, y alejándome cada vez más. —Eso realmente no importa, Jay. El hecho es que sé cuándo dejar ir las cosas, y tengo que hacerlo. Estoy superándolo. Yo sólo quiero… Por un minuto no estaba seguro de si ella cayó frita o si yo sólo pare de oír. Si de alguna manera mi capacidad de audio desapareció cuando ella dijo que estaba pasando de mí. Quiero decirle que no puede. Que es mía. Que de alguna manera siempre nos hemos pertenecido. Desde ese 6

En Español en el original.

53

incidente en el jardín de niños, cuando le tire el pelo, nuestras vidas han estado muy entrelazadas: Priscilla, Bastian, Aspen, y yo. Pero ahora ella sigue adelante. Y ellos siguen adelante. Es como si todos estuvieran siguiendo, yendo hacia algo, mientras yo continúo de pie quedándome muy lejos por detrás. —No quiero perderlos —dejo escapar. —Nunca nos perderás, Jay. ¿Qué es eso que ustedes los chicos siempre dicen? ¿Somos un paquete con todo incluido o lo que sea? Sólo quiero que regresemos a lo que éramos. Quiero ser genial ¿sabes? No quiero tener que gritarte por comerte mis papas fritas, o bien ignorarte. Por alguna razón, lucho por encontrar mi voz. Es como si estuviese sellada en esa parte de mí que quería ocultar antes. Todo se siente mal, pero no puedo decir por qué. En cambio, cuando abro mi boca, las palabras—: Son Cheetos. No papás fritas —salen. Priscilla niega con la cabeza. —Stúpido7. ¿Es algo estúpido que haya extrañado que me llame de esa manera? —Reina del Drama. No responde por lo que nos sentamos ahí en silencio, su pie bailando en el agua. Ahora el sol está comenzando a bajar. Como una roja bola de fuego que ha sido extinguida por el desierto. Finalmente, la empujo con mi codo. —Entonces, una tregua, ¿huh? —Sep. Una tregua. —Y luego—: Voy a extrañarte cuando te vayas a Texas. Realmente quiero que los siguientes días sean perfectos. Me giro para mirarla; algunos de sus oscuros cabellos están volando por la ligera brisa, moviéndose alrededor como sus piernas en el agua. Y hombre, quiero besarla, y tocarla. Memorizarla con mis manos. —Voy a extrañarte, también. No pude detenerme a mí mismo de decirlo, incluso si los siguientes días no eran perfectos, éste lo era. —Así que, ¿con quién te estás quedando en Texas? —Mi tío. Él es… —Él te ayudó a conseguir el Beater móvil, ¿verdad? 7

En el original. Califica como un intento de Pris por decirlo en español.

54

—Sep. —Sonrío. Maldición, me estoy ablandando. Incluso no sé porqué estoy sonriendo en este momento—. Es dueño de un depósito de chatarra. —Niego con la cabeza, porque… bueno, ese tipo de palabras suenan a gueto8. ¿Estoy hablando con esta hermosa chica rica, que tiene como padre a un Fiscal de Distrito9, acerca de ir a vivir en un depósito de chatarra? No sé que me hizo hacerlo… quizá es por cambiar de tema, o quizá porque es algo que he estado haciendo antes, sin un pensamiento, o quizá sólo quiero una excusa para tocarla, pero algo me hizo tomarla. Mis brazos se deslizaron en torno a ella, empujé sobre el concreto y nos arrojé a ambos directo al agua. Sorprendida, Pris cae fácilmente cuando nos empujo hacia abajo. Es sólo un segundo antes de que ella esté retorciéndose, dando vueltas y, como debe ser, fuera de mi alcance. Cuando salgo a la superficie, sacudo mi cabeza, rociando el agua por todas partes. Al principio sus ojos se estrecharon y sé que estoy en problemas, pero luego una ola de agua vuela y me golpea en la cara. —Eso es todo. Vas a caer, Mendoza. —Empujo más agua hacia ella. Era una ida y vuelta, riendo de la forma en que solíamos hacer antes de que todo se arruinara. Es genial porque ella está feliz y sonriendo, y maldición que se siente bien ser quien la hace sentir de esa manera. Quiero que eso se mantenga así. Más tarde, aún seguimos riendo mientras tropezamos en la habitación del hotel, totalmente empapados. Aspen y Bastian están recostados en una de las camas. —¿Qué diablos pasó con ustedes, chicos? —pregunta él. Nuestras ropas están obviamente empapadas y estamos goteando la alfombra. Tienen el aire acondicionado encendido y está tan frío como el infierno, pero a ninguno de nosotros nos importa. Miro a Pris y ella me está mirando a mí, y sé que estamos pensando en lo mismo. Ambos saltamos sobre Bastian y Aspen. Mientras ellos intentan alejarnos, gritando, Pris y yo los mojamos, y empiezo a sentir como mi familia vuelve a estar junta otra vez.

En la estructura urbana actual, se ha procedido a aplicar el término „gueto‟, a los barrios dispersos separados del resto de la ciudad y poblados por cualquier concentración minórica determinada de origen étnico, cultural o religioso. En las ciudades norteamericanas se encuentra en la zona más antigua de la ciudad 9 Este puesto es usado en algunas jurisdicciones de USA por una persona que puede ser electa o nombrada, la cual tiene como trabajo representar al gobierno en la represión de infracciones legales. 8

55

7 Traducido por Jo Corregido por Lalu♥

T

emprano a la mañana siguiente, estoy sentado en el auto esperando a que los otros tres bajen. Mis ojos están un poco ásperos porque no dormí muy bien. Antes que todo, ¿cómo se supone que iba a dormir realmente con Priscilla en la misma cama? Quiero decir, vamos. Soy un chico y ella es una chica y estaba ahí y mi cuerpo definitivamente lo sabía. Ella hace estos pequeños sonidos al pasar la noche y, cada uno de ellos me golpeó como pequeños pinchazos en mi cuerpo. Luego se giraba; su pierna se extendía o su brazo se acercaba a mí. Sí, no voy a dejarles saber por completo cómo cada una de esas cosas me afectó. Luego cuando finalmente me había quedado dormido… ella había roncado. No es tan malo como Aspen lo hacía sonar y sé que no se supone que eso me excitara o algo, pero sí, lo hacía, bien. Es genial que se sienta lo suficientemente cómoda alrededor de mí como para dormir y no preocuparse por eso. Aún así, hoy estoy cansado como el infierno y agradecido de que no vayamos a manejar demasiado. Decidimos seguir con el plan original de quedarse en Salt Lake a pesar de que llegaríamos un día más tarde. Eso nos dará más tiempo para salir y divertirnos. No fue muy fácil para los otros explicarles a sus padres por qué no fuimos allí la noche pasada, pero todo salió bien. Bastian y yo, ya tenemos cargado el auto con las cosas, él corre a ver qué le está tomando tanto a las chicas. Inclino mi cabeza hacia atrás, jugando con las llaves mientras espero a que bajen. Unos minutos después, Bastian salta a la parte trasera junto a mí. Aspen está tomando el primer turno para manejar hoy. —Están en camino —me dice. Hay unos minutos de silencio, lo que cuando se trata de Bastian, sé que no puede ser algo bueno. Cuando habla de nuevo, lo confirma—. Así que… sobre ti y Pris.

56

No puedo evitarlo, comienzo a reír. —¿Qué es tan gracioso? —Hace el mohín por el que es famoso. —Tú. ¿No eres el que siempre dice que no hay que preguntar sobre otras chicas? Solía darme mierda cuando le preguntaba sobre alguna chica con la que se estaba enrollando o lo que sea. No es que yo y Priscilla estuviéramos haciendo eso, pero aún así. Tengo que atacarlo donde pueda. —Eso es diferente. Esta es una de nuestras chicas. Sus palabras hacen que mi estómago duela. No deberían porque ella es tanto su chica como es mía. Son buenos amigos justo como nosotros lo somos, pero me hace sentir como vomitar. —No hay nada que contar, Gossip Girl10. Hablamos. Estamos bien y eso es todo. Por suerte, veo a las chicas viniendo a salvarme de Sebastian y más preguntas que no quiero responder. Se dirigen a la parte trasera del Explorer y se me ocurre una idea. Codeo a Bastian que me mira graciosamente, pero espera a ver lo que voy a hacer. Seguimos mirando al frente. Una vez que terminan de sacar lo que sea que necesitaban, escucho la puerta cerrarse, apretó el botón para hacer que se abra. Una de las chicas la agarra y la cierra de nuevo. En el segundo que se asegura, apretó el botón de nuevo. —¿Qué diablos? —escucho a Aspen decir. Puedo ver a Bastian mordiéndose la mejilla para no reír. —Hazlo con fuerza. ¿Tal vez tienes que golpearla? —le responde Priscilla. Esta vez la golpean tan fuerte que, prácticamente hace vibrar el Explorer y mi dedo aprieta el botón para abrirlo de nuevo. —¡Jaden! —chilla Priscilla—. ¡Tú, idiota! A estas alturas Bastian y yo estamos rodando en el asiento trasero riendo tan fuerte. No tengo idea como ella supo que fui yo y no él, pero es gracioso como el infierno. —¡Hazlo con fuerza! —le lanzo de vuelta lo que hace que Bastian comience a reír aún más fuerte. Priscila me da una mirada sucia cuando se sube al asiento del pasajero, pero veo una sonrisa intentando colarse. —Necesitas ayuda seria.

10

Programa estadunidense, se refiere a chicas chismosas.

57

—¿Estás bromeando? Eso fue clásico. —Ustedes chicos tendrán que escuchar nuestra música por eso. —¡Y cerrar la maleta! —agrega Aspen. Todavía riendo, salgo y cierro la puerta trasera antes de lanzarle las llaves a Aspen. Unos minutos después, salimos a la calle y una armónica sale por el parlante antes de que algún tipo comience a cantar, su voz es como fuerte, pero de alguna manera suave al mismo tiempo. —Umm, ¿qué infiernos es esto? —Nuestra música. Es Bobby Long. —Priscila ni siquiera mira hacia atrás cuando responde. —¿Bobby qué? —Me escuchaste. —Argh. Tenemos largas horas por delante, hombre —dice Bastian a mi lado. —Palabra. Para el momento en que Aspen entra a la autopista, comienza otra canción sobre alguna chica usando verde, rosado, y todos esos colores. No entiendo completamente de lo que está hablando el tipo, pero aún a pesar de que no lo admitiré, puede que no sea tan malo. Mientras el chico sigue cantando, dejo mis ojos cerrarse para dormir algo, pensando en la sonrisa de suficiencia de Priscilla, y en como sé que pensó que mi chiste fue gracioso también. *** —Jay, despierta. ¿Tienes hambre? Las nubes están intentando separarse en mi cabeza con el sonido de la voz de Priscilla. Hombre, debo haber perdido la consciencia. Mis ojos se abren y ella está de pie en mi puerta abierta, Bastian y Aspen no están en ningún lugar a la vista. —Nos detuvimos para comer. ¿Quieres algo? —Sí. Estoy muerto de hambre. —No desayunamos antes de irnos esta mañana y mi estómago está gruñendo. Pararon en alguna cafetería agujero-en-la-pared que luce como si hubiera salido de una película o algo, estoy asumiendo porque estamos en el medio de la nada y no hay otro lugar al que ir.

58

Priscilla se aleja y yo me bajo del auto y me estiro, antes de caminar con ella. Una vez que entramos me doy cuenta de que realmente necesito ir al baño. Mi boca está toda seca y algodonosa también. Priscilla comienza a dirigirse donde Bastian y Aspen, quienes están sentados en una cabina en la esquina, cuando la detengo. —Voy al baño. Si piden algo para beber antes de que vuelva, ¿me pedirás una soda? —Supongo. —Me guiña un ojo y yo me congelo, porque maldición que es caliente cuando una chica guiña. Hago mis negocios, luego me lavo las maños y lanzo agua en mi rostro, esperando que me ayude a despertar. Cuando termino, estoy caminando a la mesa justo para ver a Priscilla a medio camino de nuestra mesa, con la mesera. Luce como si hubiera tenido que correr para alcanzarla o algo. —Umm, discúlpeme. Estaba en el teléfono y mi amiga accidentalmente ordenó una Pepsi para mi otro amigo, pero a él le gusta la Pepsi de cereza. ¿Es muy tarde para cambiar eso? Comienzo a caminar alrededor de la esquina para decirle que no es gran cosa. Me gusta más la Pepsi de cereza, pero puedo beber lo que sea. Pero es como una gran cosa. Lo que, sí, lo sé. Es patético. A quién le importa que tipo de soda sea, pero ese no es el punto. Lo que importa es que ella sabe lo que prefiero. Que ella dejó la mesa para hablar con la mesera para que yo tuviera el tipo de maldita soda que quiero. No porque ella tuviera que hacerlo o porque pedí algún tipo específico o cualquiera de las otras billones de razones por las que alguien pudiera hacer algo que se les obligó a hacer. Ella sólo lo hizo… por mí. Sólo porque ella quería que tuviera lo que me gusta. Sí. Para mí, eso es una gran cosa. Así que me quedé alrededor de la esquina y la dejé terminar de hablar con la mesera y luego la veo dirigirse de vuelta a la mesa para sentarse, antes de ir en esa dirección también. Dejándome caer a su lado en la banca, miro alrededor de la mesa y digo—: Por favor díganme que uno de ustedes fue lo suficientemente inteligente para pedirme una Pepsi de cereza. —Umm, sí. Yo lo fui. —Priscilla casi se ve avergonzada. ¿Yo? Me siento bien, porque a pesar de que no llegué y lo dije, encontré una manera de agradecerle por pensar en mí. A veces es más fácil decir las cosas cuando realmente no tienes que decirlas por completo. ***

59

¿Honestamente? No tenemos realmente una tonelada de cosas planeadas en Salt Lake. Hay dos cosas que realmente queremos hacer. Sebastian está determinado en ir a hacer rafting por el Río Provo. Él cree que puede concederle algunos puntos masculinos o algo—no que los rápidos sean demasiado grandes o algo, pero hemos escuchado que se pasa bien. La otra cosa es que se supone que vamos a hacer es comer en un lugar llamado Café Rio. Priscilla y su familia comen allí cuando se quedan en el lugar que tienen aquí, cada vez que vienen a hacer ski en el invierno. Sí, ella tiene un lugar en Salt Lake. Lo que, en combinación de todas las cosas, no es gran cosa, pero también, tiene una segunda casa en Salt Lake. Y nos estamos quedando allí. Debería ser un buen rato, ¿cierto? De vuelta en el Café. Según Pris, ellos hacen sus propias tortillas en una piedra o algo. Suena extraño para mí, pero ella dice que es el mejor lugar para comer comida mexicana mientras estás aquí. Una vez que llegamos al pueblo nos dirigimos a la casa primero. Es seriamente enorme. Probablemente tres veces que mi casa. Nunca me ha molestado realmente porque ella no es una de esas chicas que lo presumen. A Priscila honestamente podría importarle una mierda el dinero de sus padres, pero ya que he estado en una racha de pobre últimamente, como que apesta. Sigo pensando en cómo su papá me miró en la estación de policías todo golpeado y lastimado, y luego en el hecho de que ellos obviamente no me querían en su fiesta de graduación. De pronto las palabras de Mike comienzan a entrar en mi cabeza de nuevo. Dentro de nuestro viaje, cuando no quiero a ese bastardo en ningún lugar cerca de nosotros. No que yo no sea un bastardo también. El codo que está sujetando mi cabeza es empujado de debajo de mí, alejándome de eso. Me giro y Priscilla está sentada a mi lado. Comienza a murmurar cosas en español. —¿Por qué haces eso cuando sabes que no tengo idea de lo que estás diciendo? —Sueno tan enojado a pesar de que sé que no debería. Ella y yo estamos en la cocina y no estoy seguro a dónde se han escabullido los otros. Estoy bastante seguro de que están encerrados en una habitación y nosotros no vamos a querer molestarles. —Lo hago porque no quiero que sepas lo que estoy diciendo. O cuando me haces enojar. —Se encoge de hombros—. O como típicamente resulta, ambos al mismo tiempo.

60

Ella está usando esta pequeña cosa de camiseta que muestra un montón de piel. No estoy seguro de si quiero agradecerle a Dios o arrancarme los ojos porque apesta ser capaz de ver y no tocar. —¿Qué hice? —Dios. —Suena frustrada ahora. Priscilla se inclina sobre el mostrador que nos separa. Su cabeza en sus manos, sus codos en el mostrador de la manera en que estaba. —Porque estás poniéndote triste, o pensando en algo que no te gusta. O algo que te molesta, que pretenderás que no es gran cosa y nunca nos dirás, porque ¿para qué Jaden necesitaría a sus amigos? Por un segundo, estoy sorprendido. Quiero decirle que no soy así, pero ambos sabemos que lo soy. Luego quiero saber si es una maldita psíquica, porque ¿cómo más sabría lo que estaba pensando? Y, tercero, volvamos a la parte sorprendida porque Priscilla nunca ha sido la que se guarda las cosas, ¿pero su primera admisión la noche anterior y ahora esto? Ella usualmente no es tan abierta. No estoy seguro de qué pensar sobre eso. —Los necesito a ustedes chicos —Es lo que sale de mi boca. ¿Los necesito a ustedes chicos? ¿Puedo sonar más como un imbécil? —Bien. —Ella se encoje de hombros y luego toma un vaso del armario, antes de llenarlo con agua. Déjalo, Jay. Te está dejando tranquilo. En su lugar, mi verborrea continua cuando pregunto: —¿A qué te refieres con bien? Eso quiere decir que no me crees. —Santa mierda, sueno como una chica justo ahora. ¿Qué está mal conmigo? Ella suspira y quiero hacer lo mismo. Ya no tengo idea de cómo llegamos a este camino y definitivamente no estoy seguro de si quiero seguir viajando en esto o salir como el infierno. —¿En qué estabas pensando, Jaden? En cómo mi papá no es mi papá. Como él me ha dicho toda mi vida que soy un pedazo de mierda. Oh, y que tú eres el opuesto de eso. — Nada. Ella sacude su cabeza. —Punto probado. Uno para mí, cero para ti. Sé que nos necesitas, pero también sé que nunca me dejarás estar allí para ti. Nunca me admitirás nada a mí… quiero decir, a nosotros. Estoy cansada de pretender otra cosa. Gimo, realmente no tengo ánimo para hacer esto. —¿Podemos dejarlo ir? Nunca me mostraste en qué habitación me estoy quedando. Otra sacudida de cabeza. Y, sí, otro punto para ella.

61

*** Estoy recostado en la cama de Pris. Solo. Lo que apesta completamente, pero lo que sea. Ella se está quedando en la habitación de sus padres mientras los recién casados toman la habitación sobrante. Estoy seguro de que están disfrutando el tiempo solos. Juego con mi celular, dejándolo rodar alrededor en mi mano. ¿Llamar o no llamar? Bien, eso fue patético y, sí, por supuesto que voy a llamar porque obviamente me encanta el sufrimiento. Quiero decir, mamá básicamente puso claro que no le importaba cuando me echó, pero la cabeza y el corazón no siempre usan la misma frecuencia. Creo que los míos tienen particularmente una mala conexión. Hay una parte de mí que no quiere hablar con ella, o quiere pensar que no quiero. No estoy seguro de cual, pero ella me dijo que me fuera y me fui, listo para alejarme, pero, sí, totalmente no tan fácil como creí. Unos pocos minutos pasan y espero a que suene. No sé por qué. No lo hará. No a menos que sea Sebastian desde la otra habitación siendo perezoso o su mamá chequeando. Pero por alguna estúpida, patética, molesta razón lo hago sonar. Sólo esta vez, queriendo que ella piense en mí de la manera en que Pris lo hizo con la Pepsi de cereza. No ocurre así que decido dejar de deprimirme y marcar el maldito teléfono. Mamá responde luego del cuarto tono. —¿Hola? Mi primer pensamiento es que ella suena igual, lo que es un estúpido maldito pensamiento porque ¿por qué sonaría diferente? No es como si me hubiera ido por años o algo. —Hola, mamá. Soy yo, Jaden. Y el ganador de los dichos más idiotas va para Jaden Sinclair. Por supuesto que yo soy Jaden. ¿Quién más sería? —Jaden. Hola. ¿Cómo estás? —Estoy bien. —Cruzo mis piernas—. Sólo pensaba, tú sabes, podrías querer que avisara o algo. Pensé que tal vez te preguntarías cuán lejos llegamos o querías asegurarte de que todos estábamos bien. Lo estamos, si estás interesada. —El calor hierve dentro de mí. ¿Por qué siquiera la llamé? Debería haber sabido que todo lo que haría sería hacerme enojar. Cuando ella habla, tiene el valor de sonar ofendida. —Por supuesto que me interesa. Eres mi hijo. Pero no de Mike.

62

¿Por qué infiernos me importa siquiera? Quiero decir, no es como si de verdad lo hiciera, pero al menos entonces sabría. ¿Ahora? No sé nada. —Estamos en Salt Lake. —Cambio el tema. —Bien. Eso está bien. ¿Has hablado con tu tío? —Su voz es suave. —Sí. Se supone que lo llame cuando sepa cuando voy a volar. Depende de cuando lleguemos a Nueva York. Él me recogerá en el aeropuerto y eso. El calor rodea mi cuerpo y no quiero decirle nada. No quiero que ella sepa quién me recogerá o lo que estoy haciendo porque en mi cabeza, ella no merece saberlo. No después de todo. Pero entonces, escondido dentro de mí, hay un tipo que de alguna manera encontró un traje resistente al fuego que es suave y siente la necesidad de decirle. —Bien… eso está bien. Serás feliz allí. ¿Lo seré? No lo sé. Pude haber sido feliz en Nueva York. Y tal vez puedo ser feliz en Texas. O tal vez me estoy engañando en pensar que seré completamente feliz en cualquier lugar. Sacudo mi cabeza. Jesús, odio todos estos pensamientos. Me siento como un quejica. —Bien. Supongo que mejor me voy. —Bien. Adiós. Gracias por llamar —devuelve la voz de mamá. Abro mi boca para decir adiós, pero en su lugar algo más sale—: ¿Estás… estás bien? —No que no debería estarlo. De hecho, las cosas probablemente están mejor para ella ahora. Estoy seguro de que todo lo que Mike ha querido ha sido que yo me fuera de todas formas. Mamá suena animada cuando dice—: Por supuesto que lo estoy. ¿Por qué no lo estaría? Exactamente. ¿Por qué no lo estaría? Cuelgo el teléfono y, mi mente vuelve al estúpido pedazo de papel en mi bolsillo, preguntándome cómo es la persona que vive en la dirección. Preguntándome, sólo tal vez, si las cosas serían diferentes, si ellos serían el tipo del que me llamarían.

63

8 Traducido por MarMar Corregido por LadyPandora

N

os levantamos al día siguiente y nos preparamos para nuestro viaje en rafting11. Estoy, al mismo tiempo, totalmente ansioso ante la espera y no. Va a ser divertido, sí, lo sé, pero hay otro pequeño hecho que se mantiene saltando dentro de mi cabeza. Priscilla en bikini. El verano pasado se puso uno y casi muero. Es decir, sexy, ¿verdad? Estoy totalmente emocionado por ver de nuevo otro porque… sí, los chicos son criaturas visuales, ¿recuerdan? Pero esto también va a ser duro, ver lo que no puedo tener. Duro ni siquiera es la palabra correcta. Brutal. Asesino. Totalmente voy a querer tocar. Lo cual no puedo hacer, y apesta, así que sí, son sentimientos encontrados con esto del viaje en balsa. Nos dirigimos al edificio dónde alquilaríamos nuestra balsa. Decidimos alquilar una en la que todos podamos subir. El viaje es solamente de una hora y media aproximadamente. Bastian está brincando alrededor sobre sus pies como si fuera a saltar al ring con Mike Tyson en su época de morder orejas, y no puedo evitar dejar que me contagie. La adrenalina comienza a correr a través de mí mientras pienso en estar en el agua. —¿Crees que puedas manejarlo allí afuera, Doc? —Le proporciono un empujón juguetón—. No es como si no pudiera hacer el trabajo por ti, pero… —Por favor, amigo. El día que tengas que hacer el trabajo por mí, será el día en que el infierno se congele. Ninja, ¿recuerdas? Me río, porque es tan idiota con su cosa ninja. Abro mi boca para decir algo, pero Priscilla me gana, colocándose sigilosamente detrás de él y poniendo un pie hacia el frente para enganchar el suyo. Bastian tropieza, mientras ella dice—: Sí, mira todo ese sigilo.

Rafting: En español también se le llama “descenso de ríos”: es una actividad deportiva y recreativa que consiste en recorrer el cauce de ríos en la dirección de la corriente (río abajo), por lo general sobre algún tipo de embarcación o balsa. 11

64

Ahora me estoy riendo incluso más fuerte. —Pris acaba de ponerse ninja en tu culo —digo mientras él intenta salvar las apariencias pretendiendo que lo hizo a propósito. —Lo que sea. Sabía que estaba ahí. Ella nos sorprende a ambos volviendo a poner su pie hacia adelante. —¡Diablos! —grita, con una media sonrisa en su rostro. Casi me caigo, riendo tan fuerte. Aspen también, pero está intentando ocultarlo. —Auuu, ¿estás bien, envolverlo con sus brazos.

hombretón?

—Bromea

ella,

intentando

Comienza a murmurar algo sobre ella besándolo y hacerlo sentir mejor, y no sé de dónde viene, pero le tiendo mi mano para que choque los cinco y le digo—: Esa es mi chica. Priscilla tropieza un poco y de verdad me siento avergonzado. ¿Qué demonios? He coqueteado con tantas chicas. Conocí tantas chicas en fiestas y lancé montones de frases, pero es diferente decir cosas a una chica que de verdad significa algo para ti. Cuando es real, y estás ahí, todo vulnerable y preguntándote qué demonios pensará ella, o si sonaste como un idiota. Aunque Priscilla no me deja tirado. Levanta su mano y golpea la mía de la misma forma que Bastian y yo haríamos, pero realmente mi corazón está latiendo estruendosamente. No recuerdo que mi corazón haya latido jamás de esta forma con una chica, a menos que estuviéramos tocando mucho más que esto, y estoy seguro que enloqueció por una razón completamente diferente. Antes de que sea obvio que estoy a punto de tener un colapso nervioso o algo parecido, la sostengo, poniendo mi brazo alrededor de ella y la acerco, como hubiera hecho el año pasado. No hace falta que nadie sepa que prácticamente estoy escupiendo poesía de mi cerebro. —Ella es la mejor. Me la quedo en mi esquina. —Lo ignoro, pero me siento como si estuviera delante de una clase desnudo o algo así, porque ambos, Bastian y Aspen, están mirándonos con enormes sonrisas en sus rostros. Ni siquiera necesito mirar para saber que Priscilla también está sonriendo. ¿Qué es lo que se dice? Si no puedes vencerlos, únete a ellos. Me permito a mí mismo sonreír también, mientras vamos a alquilar nuestra balsa.

65

*** Con el riesgo de parecer como una tarjeta de Hallmark12, realmente se está bastante bien aquí fuera. Estamos a mitad de nuestro viaje y a pesar de que Aspen lleva una camiseta sobre su bikini, Priscilla no. Creo que lo está haciendo para volverme loco. No puedo dejar de mirar la curva de sus caderas, sus piernas, y toda esa morena y suave piel. Es de locos cuantos lugares hay en una chica para explorar. ¿Sabe lo increíble que se ve? Toda normal y feliz, hablando con Aspen, o conmigo y Bastian. Como si no se diera cuenta de lo grandiosa que es. Lo que algo tan simple como lamerse los labios o golpear mi pierna puede hacerle a un chico. Me pregunto si las chicas lo saben, el efecto que pueden tener. O tal vez es sólo Pris la que tiene tanto poder. No lo sé. Priscilla se inclina, las tiras rosas de su bikini se deslizan por su espalda. Quiero tocarlas. Hacerle cosquillas con ellas. Hacer algo para ver si puedo hacerle sentir un diez por ciento de lo que yo estoy sintiendo ahora mismo. Aspen y ella comienzan a hablar sobre algo, como si estuviéramos en Normalville y yo no estuviera muriéndome por dentro. —Amigo, estás babeando. —Bastian me da un codazo. —No. —Intento limpiar mi boca sin ser descubierto, para estar seguro. Sacude la cabeza. —Estaba dónde tú estás el año pasado, ¿recuerdas? Sé de lo que hablo. La quieres, Jay. Siempre la has querido, y te estás volviendo loco ahora mismo. De verdad, como un chiflado. He estado ahí. Podrías darte por vencido ahora. Mis ojos saltan a las chicas que aún siguen en su pequeño mundo sin darse cuenta de que Bastian está diciéndome. Estamos en una parte calmada del agua, así que me inclino hacia atrás y me relajo. —No me voy a dar por vencido por nada. Somos amigos. Eso es todo. Se supone que las chicas de Texas son ardientes. Bastian ni siquiera sonríe. —¿Tan estúpido crees que soy? Soy tu amigo… o se supone que lo soy, al menos. Te conté cuando comenzó a gustarme Aspen.

12

Hallmark: Empresa especializada en artículos de expresión social como tarjetas, empaque, peluches, agendas, álbumes.

66

No sé qué es lo que quiere que le diga, porque no es lo mismo. No es como si de repente comenzara a gustarme. Lo he sabido durante mucho tiempo. Y no es como si pudiéramos estar juntos, ya que ni siquiera puedo resolver las cosas en mi cabeza, así que, ¿cómo podría hacer que las cosas funcionaran con alguien más? Incluso cuando intento hacer lo correcto, resulta malo, y no voy a arrastrarla a eso. —No lo sé. Es diferente o lo que sea. —No lo miro mientras hablo, pero me aseguro de mantener la voz baja—. Es sólo que… sé que no funcionaría. Sus padres me odian, de todas formas. —Me encojo de hombros odiando que esa sea la verdad. ¿Por qué parece que todo el mundo me odia? —Nadie va a ser suficiente para ella. Quieren que todo sea perfecto cuando se trata de Pris, pero, diablos, ni siquiera le prestan atención la mitad del tiempo. Entre tú y ellos, ella te elegiría siempre a ti. ¿Lo haría? Quería preguntarlo, pero luego me di cuenta de lo necesitado que parecería. —No debería. Bastian se queja. —Sé honesto conmigo por un minuto, hombre. Estamos comenzando un nuevo capítulo o lo que sea. Creo que es parte de crecer… sólo sé honesto. ¿Te gusta? No hay ni un indicio de broma en su voz. No hay risa en su rostro, lo cual para Bastian es como un maldito milagro. Y por una vez, siento que necesito admitirlo. Decirlo, escuchar las palabras saliendo. —Sí… sí, me gusta. Mis ojos se encuentran con el agua, los árboles, las rocas a nuestro alrededor. Cualquier cosa menos él… o ella. —Eso era todo lo que necesitaba escuchar, hombre. —Sebastian se mueve hacia el otro lado del raft—. Cuidado, Pris. Quiero a mi chica de vuelta. Ve allí y protege a Jay de los rápidos que se aproximan. Lo miro y el idiota de verdad me guiña un ojo. Sé que estoy metiendo la pata porque obviamente tiene algo bajo la manga. Pero cuando ella se acerca para sentarse a mi lado, no puedo hacer que me importe. ***

67

Tomamos un rápido. El agua es blanca mientras golpea con las rocas y da la vuelta en el borde de la balsa, salpicándonos. A pesar de que hace calor, el agua está fría. Priscilla grita, y entierra su rostro en mi brazo cuando golpeamos otro, con más agua volando hacia nosotros. La parte de delante de la balsa se sumerge y vuela hacia arriba mientras nosotros lo golpeamos siguiendo su ritmo. Uso el remo para alejarnos de una roca, pero tampoco intento alejarme mucho de Priscilla. Sebastian sostiene el otro remo. Mi cuerpo está emocionado mientras rugimos por el agua. Veo tambalearse a Bastian y casi caerse, y no puedo evitar reírme de él. Golpeamos otro grande y también nos sacudimos fuerte. —¡Oh, por Dios! Mi zapato voló —grita Priscilla, su sandalia rosa se aleja flotando. Para entonces, los rápidos han terminado y el agua está calmada de nuevo. —¡Amigo! Eso fue increíble. Lo mejor. —Bastian levanta su puño y lo golpeo. —No jodas. —Estoy empapado. Mucho más de lo que me imaginé que estaría. Ahora estamos en el final del viaje, así que Sebastian y yo dirigimos la balsa hacia tierra. Nos bajamos y ayudamos a las chicas a bajar. Hay alguien que trabaja allí que la toma, y nos entrega una combinación para entregar una vez hayamos vuelto. El camino en el vehículo regular toma mucho menos tiempo que el viaje, y después de comprar algunas bebidas, caminamos al auto. —Eso fue muy divertido —les digo mientras miro hacia Pris. Está saltando mientras camina y me doy cuenta de que el pavimento debe estar ardiendo. Bastian y Aspen caminan un poco por delante de nosotros cogidos de las manos. Deteniéndome, la tomo del brazo. —Salta. Me mira como si estuviera loco y quiero decirle que sí, que me va la marcha, ofreciéndole subirse a mi espalda y envolver sus piernas alrededor de mí. La mirada se va tan rápido como vino y colocando sus brazos alrededor de mi cuello, salta. Sus piernas se envuelven en mi cadera y la sostengo, intentando no pensar en cómo se siente su sedosa piel en mis manos.

68

Esto es lo que me encanta de ella. Tantas chicas se hubieran hecho las tontas, fingiendo estar avergonzadas, como si no hubieran planeado subirse a mi espalda cuando sabían que lo harían. O podrían de verdad estar demasiado avergonzadas y nos habríamos quedado discutiendo allí sobre eso por siempre. Sin embargo, ella no. Ella no deja que nada la desilusione. Sube porque sabe que sus pies se están quemando y quiere una cura para la situación. Sí. Se siente bien ser su solución. Llegamos al auto muy pronto y la dejo bajar. Paramos en la sombra para que no esté muy caliente para ella. —Sequémonos un poco antes de subir —dice Bastian. —Oh, por Dios. Eres una nenaza —bromea Aspen. —No quiero que mi auto se moje. ¿Qué hay de malo en eso? Todos nos reímos y entonces Bastian abre la puerta de atrás para que podamos tomar nuestras toallas. Sacamos las nuestras mientras Pris todavía está buscando. —Qué diablos. No puedo encontrar la mía. Todos estamos envueltos en toallas menos ella. En realidad, está algo fresco en la sombra, pero el suelo negro sería muy caliente para sus pies si se mueve hacia el sol. —Toma. Puedes usar la mía —le digo, pero ella sacude la cabeza. —Sólo déjame entrar. —Acaricia mis brazos cerrados con su nariz hasta que los abro y se coloca dentro. Automáticamente la envuelvo con ellos y mi cabeza descansa en la suya. Su cuerpo está un poco tenso, pero después tiembla y se relaja, contra mi cuerpo. Lógicamente, soy consciente que es para mantener el calor. Es decir, ella ya me dijo que me ha superado y así se supone que sea, pero eso no me detiene de tener que mover la mitad de mi cuerpo hacia abajo a un lado. Tío, ¿recuerdan? Ella es hermosa y está medio desnuda, y totalmente frotándose contra mí inocentemente, así que sí… mi cuerpo está reaccionando. Echándole un vistazo a Aspen, la veo haciendo sonrisitas como si acabara de ganar la lotería o algo. Bastian me lanza otro guiño, como si supiera algo que no sabe. Lo que sea. Sé lo que es. Ella ha seguido adelante, y en unos pocos días estaremos a miles de kilómetros uno lejos del otro. Somos amigos, y la he tocado millones de veces. No hay nada de diferente con este abrazo.

69

La sostengo un poco más fuerte y vuelve a temblar, antes de que sus brazos encuentren su camino alrededor de mí. Todo lo que sé, en este momento, es que en realidad estoy feliz y las cosas parecen normales, no, mejor que normales, y quiero disfrutarlo un poco más, así que me aferro a ello.

70

9 Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Mrs.Styles♥

R

egresamos a la casa por un poco de tiempo para estar listos para la cena. Las chicas se preparan juntas porque... bueno, no lo sé. Son chicas y hacen cosas por el estilo. A Sebastian y a mí nos toma prepararnos, la mitad del tiempo que les toma a ellas, por lo que estamos relajándonos abajo mientras hacen lo que sea que las chicas hagan. Llevo un par de pantalones cortos negros, con la cintura suelta y baja, como me gustan. Tengo una camiseta azul manga corta y mis Adidas negras. Tengo el pelo aún mojado de la ducha y se está haciendo tan largo que cuelga de mis ojos ahora. —¿Qué están haciendo ahí arriba? —pregunto mientras me caigo de nuevo en el sofá. —¿Quién sabe, amigo? Trato de mantenerme lo más lejos de ellas como me sea posible cuando llegan así. Por una vez, creo que podría saber de lo que está hablando. Estoy seriamente cansado y sólo quiero ir a cenar y volver a relajarme. Cuando escucho el ruido en la escalera, abro los ojos, ni siquiera me di cuenta que se habían cerrado. Mierda. Mi cuerpo se tambalea en la posición de sentado y de repente no estoy cansado ya. Ella está seriamente tratando de matarme aquí. Mis ojos comienzan a partir de las sandalias en los pies y viaja hacia arriba a la falda que lleva puesta. Hasta más allá de la camisa de color púrpura. Que cuelga de su hombro y una correa que muestra su camisa. Está vestida así. Siempre ha sido más femenina que Aspen, ¿pero este conjunto? Creo que va a quedar impreso en mi cerebro. —Ya era hora —murmura Sebastian antes de levantarse del sillón como si estuviera de alguna manera no viendo lo mismo que yo. Lo sigo, porque no quiero ser el único que pierde aquí. Siempre me fijaba en ella, siempre la veía, pero juro que usaba esto para mí. O tal vez es una ilusión porque admitió haberme superado.

71

—Sí. Nos estamos muriendo de hambre aquí —le lanzo en lo que no es obvio que podría tragarme la lengua. Vamos fuera y saltamos en el Explorer. Priscilla lee la dirección y Sebastian la pone en el GPS. Unos segundos después, nos está conduciendo por la carretera, y estoy esperando que mi cuerpo no comience a reaccionar a las piernas de Priscilla y a cómo una de ellas está justo en contra mío. Nada dice patético como un pequeño levantamiento sorpresa por algo que no debería hacer que te entusiasmes. El paseo no es demasiado largo y me las arreglo para mantenerme a raya. Unos minutos más tarde, estamos agrupándonos fuera del coche. Hay un poco de fila, pero sabíamos que iba a ser así, por lo que nos relajamos en la cola por unos veinte minutos antes de que nos dejen entrar. Me derrumbo en una silla cuando me doy cuenta de Sebastian tirando de una silla para Aspen. Si están juntos, y Priscilla y yo no lo estamos, pero de repente me siento como un imbécil por no pensar en ello. —Todo un caballero. —Ella me da una mirada. Estoy a punto de salir con alguna excusa para defenderme, pero luego dice—: Pero si eso te hace como Bastian... no estoy segura. —¡Oye! ¿Qué quieres decir? Soy la mierda —responde Bastian y todo el mundo en la mesa rueda los ojos, ya que, la mitad del tiempo, eso es todo lo que puedes hacer cuando se trata de él. Por supuesto, estoy a menudo involucrado, pero lo que sea. —Por favor, no me llegas ni a los talones. —Hago como si limpiara polvo de mi hombro a pesar de que es viejo como el infierno—. Uno de estos días lo entenderás, hombre. No te preocupes demasiado. Sebastián no tiene tiempo de responder, porque la camarera se acerca a preguntar si queremos algo de beber. El lugar está lleno y ruidoso como Priscilla nos dijo que estaría. Pido mi Pepsi de cereza, Priscilla obtiene agua. No entiendo cómo puede beber tanto de ella. Quiero decir, es agua. No es que su sabor sea bueno, pero es lo que siempre pide. Después de unos minutos, vuelven a tomar nuestra orden. Priscilla y yo estamos en un lado de la mesa y Sebastian y Aspen en el otro. Bastian ordena, a continuación, Aspen, y cuando llegan a nuestro lado le digo a Pris que ordene primero. Es una cosa tan pequeña. La mitad de la razón por la que lo hice fue sólo para opacar a Sebastian, pero la sonrisa que me ofrece le da al gesto un nuevo significado. Es estúpido, pero me pregunto si Bastian se siente así cuando Aspen le sonríe. Si otros chicos se sienten casi... no lo sé... drogados cuando hacen a una chica feliz. ¿Los hace sentir invencible? ¿Como si pudieran vencer al

72

maldito mundo o algo así? ¿Hace que su sangre corra caliente y su cuerpo se tense en todas partes? —Presumido —dice Sebastian, estornudando al mismo tiempo. Sostengo una mano mientras con la otra le muestro mi dedo medio. —Tal vez deberías tomar algunas lecciones —le dice Aspen. Los ojos de Sebastian se amplían. —¿Qué? Sostuve tu silla. Esa es la manera más dulce. Por cierto, la camarera nos mira, puedo decir que está enojada. Lo que sea, sin embargo. Este es nuestro viaje épico y voy a tomar cada risa donde la pueda conseguir. *** Estamos caminando hacia la casa cuando Aspen mira sobre su hombro y le dice: —Oye, Jaden. El reproductor portátil de DVD no funciona. ¿Quieres verlo por nosotros? Me encojo de hombros porque ya no es problema. Me gusta desarmar cosas y volver a ponerlas juntas de nuevo. Cualquier tipo de electrónica. —Claro. No puedo prometer nada, pero voy a echarle un vistazo. La cadera de Priscilla golpea la mía y me pregunto si está tratando de matarme. —Lo que sea. Lo arreglarás. Siempre lo haces. Está bien, está bien. Tengo el impulso extraño de golear con fuerza mi pecho y decirle que está malditamente correcto. Soy el hombre y puedo hacerlo todo. De verdad, temo que tenga esa clase de fe en mí. Lo que me hace sentir como un perdedor. Quiero decir, es un reproductor barato, probablemente cualquiera puede arreglarlo... o nadie. No lo sé todavía, pero me gusta que ella piense que puedo hacerlo. Pero el chico en mi gana. No estoy seguro si es porque realmente gana o porque es más fácil dejarlo salir. —Bueno, sí. Quiero decir, sé que soy bueno, pero… Esta vez ella me golpea. —Tienes una cabeza grande.

73

—Eso me han dicho —le dije, reprimiendo mi risa. Cuando ella se balancea hacia mí de nuevo, esta vez estoy preparado. Agarro su muñeca, y, maldita sea, su suave piel. ¿Cómo hacen las chicas para tener la piel tan suave? Estamos en una especie de lucha, ella tratando de tirar de su mano libre y yo sosteniéndola cuando olvido que hay un escalón detrás de nosotros. Viajo, descendiendo rápidamente y llevándola adelante. Priscilla cae sobre mí mientras golpeó el piso de madera. Casi trato de atraparla, una de mis manos termina en su cintura y de alguna manera un poco bajo su camisa. Hablando de blando. Mierda. Me quejo porque, sí, ella se siente bien. —Te lo mereces si soy demasiado pesada. Ella trata de alejarse de nuevo, pero no se lo permito. Puedo utilizar la excusa de que estamos luchando y quiero ganar y me siento como un idiota por caer, pero en realidad, es la forma en que se pone a través de mí. El aroma de vainilla y la piel suave. —¡Déjame ir! —dice ella, pero en serio, no me lucha tan fuertemente. O tal vez sólo quiero que eso sea cierto. Agrúpate, Sinclair, me sigo diciendo a mí mismo. —¿Por qué? Pensé que eras fuerte. Trataste de serlo hace unos minutos. —Es difícil mantener la risa de mi voz. Si hay una cosa que no le gusta es que alguien obtenga lo mejor de ella. Así de fuerte es. —¡Puedo patearte el culo! —Está realmente tratando, ahora. Me estoy riendo mientras rodamos por el suelo. Es demasiado duro, pero no me importa. Se está alejando de mí y yo la estoy sosteniendo con fuerza y no sé, ni me importa, en dónde están Sebastian y Aspen. De alguna manera nos deslizamos por lo que mi trasero esta sobre el escalón y cuando me caigo, ella también lo hace, y su rodilla llega con fuerza a mi entrepierna. —¡Oh, mierda! —La dejo ir ahora. Mis manos se necesitan en otra parte. Me duele y es el lugar en el que menos quiero hacerme ningún daño serio. Estoy de mi lado, lejos de ella. —¡Santo cielo! ¡Lo siento! —Me da la vuelta, así que estoy frente a ella. Mira hacia abajo donde mis manos están sosteniéndome y después sus ojos se disparan de regreso a los míos—. Umm... ¿estás...?

74

—¿Herido por la vida? Creo que sí. —Sí, podría estar jugando un poco. Por supuesto que duele, pero también es bueno tener su preocupación por mí—. Es posible que hayas matado mis posibilidades de hacer pequeños Jadens. Mis ojos se encuentran con los de ella, listo para comenzar a lucharlo de nuevo, para sumar algunos puntos de simpatía, pero esa mirada cariñosa esta fuera de su cara. Priscilla niega con la cabeza, español volando de su boca a un millón de millas por hora. A pesar del dolor, me río un poco porque debería haber sabido que no podía sacar un excedente en ella. Nadie puede. —No me hagas reír. ¡Me duele! Esta vez, ella me empuja antes de levantarse. —¡Ay! En serio. Estoy diciendo la verdad. Me mutilaron. —Estoy medio sonriendo, medio haciendo muecas. —¡Bien! —Cruza los brazos de esa manera descarada que es tan caliente, una pequeña sonrisa curvando sus labios. —Eso es frío, Pris. En serio. —Guau... Y yo que pensaba que eras este hombre grande y fuerte. ¿El pobre Jaden necesita ayuda para levantarse? —Ella está usando su falsa voz dulce. Bueno, es hora del re-plan. Definitivamente no quiero quedar como un blando. —Soy un hombre grande y fuerte. Es por eso que duele tanto. —Le doy un guiño. Claro, estoy tirado en el piso, lo que probablemente mata el efecto, pero lo que sea. Priscilla abre la boca, la cierra de nuevo y, después, comienza a alejarse pisando fuertemente. —Espera —la llamo, luchando por ponerme de pie. Sebastian y Aspen no están a la vista. Deben de haber subido a su habitación y no quiero a Pris encerrándose en la de ella también—. Estoy bromeando. Pues... no acerca de la parte grande, pero… —Dejé que mis palabras se cortaran por la daga afilada de sus ojos—. Sólo estoy diciendo —agrego. Ella totalmente se ve como si estuviera tratando de no reírse, pero nunca cedería de esa manera. No me deja ver que piensa que soy gracioso. —Estoy pensando que me debes un favor. Quiero decir, estoy gravemente herido aquí. Eso significa que por lo menos me merezco una película —las palabras saltan de mi boca antes de que tenga tiempo de

75

pensar en ellas. Me alegro. En este momento, no quiero pensar. Sólo quiero reaccionar. Por la forma en que está mordiendo su labio inferior, sus ojos completamente anchos, puedo decir que está sorprendida. La culpa intenta abrirse camino de nuevo. No debería estar sorprendida porque quiero ver una película con ella. —Umm, sí. Sí. Eso sería genial. —Priscilla retuerce las manos juntas como si estuviera nerviosa. Es tan raro este cambio entre nosotros. No quiero que esté allí. Quiero besarla, lo que es completamente tonto. —Genial —le digo, incapaz de pensar en nada más que decir. Al parecer, soy realmente bueno con las palabras en estos momentos. —Voy a cambiarme. Ella se gira y sube corriendo las escaleras, como si fuera a llegar tarde a algo. Un poco confundido, me dirijo a la cocina y agarro un trago para nosotros, antes de caer sobre el sofá de la sala de estar y poner mis pies sobre la mesa de café. Unos minutos más tarde, ella vuelve a bajar. Lleva un par de pantalones cortos y otra cosa de camiseta sin mangas. Hombre, es difícil no mirarla. —Te tengo una copa —asiento con la cabeza hacia la mesa, así tengo una excusa para mirar a otro sitio. —Gracias13. De repente, no estoy de humor para una película tanto como antes. —¿Quieres jugar un juego o algo primero? Tengo una especie de sensación como de patear tu trasero en algo. Toma uno de los cojines del sofá y me golpea en la cabeza con él. —Eres peor que Bastian a veces. Estoy bastante segura de que te vencería, ¿y no estabas tratando de ser un caballero antes? Me sacudo ante el comentario de Sebastian. —Soy un caballero. Son honestos, ¿no? Esto hace que me gane unos ojos en blanco. —Creo que tenemos cartas aquí. Eso es probablemente todo. Gimo. Sí, quiero jugar a algo, pero cartas no suena tan emocionante.

13

En español en el original.

76

—Eh. Supongo. Entonces, electrocutado.

Priscilla

salta,

como

si

mis

palabras

la

hubiesen

—Tengo una idea —Sus pies descalzos la llevan a la cocina y yo la sigo detrás. Priscilla toma un taburete alto y busca en uno de los armarios. He visto este tipo de escenas en una película antes. Por lo general son como de una chica preparando la cena que busca algo en un lugar realmente alto y el tipo se muere de lujuria. Solía sacudir mi cabeza y reírme, pero en este momento, totalmente podría morir a causa de los deseos tirando a través de mí. Su camisa se levanta un poco, y me da una idea de lo que está cubriendo. Todo es de color marrón oscuro y canela y estoy totalmente antojado de algo picante. A diferencia de las chicas en el cine, Priscilla se baja con una botella de vodka. —¿A que estamos jugando? Ella se baja del taburete antes de contestar. —A pescar14. —¿Qué? —Ya se dirige a la sala de nuevo y estoy ahí con ella. —Más o menos irónico, ¿no te parece? —¿Que estemos jugando un juego de niños con alcohol? Por supuesto. Ella se sienta en el suelo a la mesa y me quedo junto a ella. Está tan sobre la Tierra. Eso es lo que me gusta de ella. La chica podría tener todo lo que quisiera, pero está sentada en el suelo con una botella de vodka, tazas, y a punto de jugar “A pescar” con un tipo con cara perforada que acaba de sacarse uno por irse de puñetazos con personas. Me gustaría poder decirle. —¿Hay que llamar a Sebastian y Aspen? —le pregunto. —No. Estoy segura de que disfrutarán de lo que se que están haciendo mucho más que esto. Si. Ella probablemente tiene toda la razón en eso. —¿Cuáles son las reglas aquí, carta tiburón? —La última vez que jugamos, le dio una patada en el culo a todos en poker. Espero tener mejor suerte en A pescar. 14

Juego de cartas.

77

—Pides una carta y si la otra persona no la tiene, robas una carta y tomas una copa —Sonríe antes de que empiece a barajar los naipes. —Creo que me está gustando este juego —me froto las manos—. Puede que no me guste cuando estemos en un coche todo el día siguiente, pero por ahora, es una bomba. Una vez que tenemos las cartas repartidas le digo que vaya primero. ¿Ven? Puedo ser un caballero. —¿Tienes algún seis? —pregunta. Pongo mis cartas boca abajo para que no estén bloqueando mi cara, le lanzo un guiño y digo: —A pescar. *** Hemos jugado cuatro partidas y definitivamente estoy sintiendo mi zumbido. Priscilla está sonriéndole a sus cartas como si fueran sus mejores amigas o algo así, lo que me dice que definitivamente tiene la sensación también. —¿Tienes algún Rey? —pregunta. —Claro que sí. Yo soy un Rey —Los dos nos rompemos de risa. Hay una pequeña parte de mi cerebro que sabe que acababa de decir la cosa más estúpida del mundo, pero esa es la cosa acerca de la bebida, a veces hace de las cosas más estúpidas las más divertidas. Priscilla deja caer su cabeza hacia atrás de modo que está tumbada en el sofá, y suelta una carcajada enorme. Está sosteniendo su estómago de tan fuerte que se está riendo y de repente deseo tener todos los chistes estúpidos del mundo. Cuando la risa se apaga finalmente, ella estira la mano hacia la botella y se la paso. Nuestras manos se tocan. La suya es fría pero de alguna manera se siente increíble. Un poco de frío que pasa entre nosotros. O tal vez sea sólo yo, pero luego sacude la botella de nuevo y estoy totalmente pensando que ella también lo sintió. Priscilla lleva la botella a sus labios y toma un trago enorme. Le extiendo mi mano y pido de nuevo haciendo lo mismo. —No tienes. A pescar —murmura. ¿Me hace un perdedor querer sólo mi boca en donde ella la tuvo? —No.

78

Ella me mira por un momento, sus ojos repentinamente claros a pesar del zumbido. Simplemente nos sentamos allí, una mesa entre nosotros que se siente como si fuera un océano, pero nada de nada al mismo tiempo. —Llevas el aro en la ceja que te regalé... lo has estado usando por un tiempo. —Sus palabras salen de la nada. Llego arriba y toco el piercing. —Es genial —le digo. Otra persona probablemente habría dicho algo mejor, pero no puedo decirlo de ninguna manera excepto la mía. Priscilla tira las cartas sobre la mesa. —Ya he terminado. —Se sube en el sofá, tirando de sus piernas cerca de ella. Ya que es más fácil, en realidad me arrastro sobre mí mismo y me tiro a su lado. Ella niega con la cabeza al intentar entregarle la botella, así que la pongo de nuevo sobre la mesa. Sin mirarme, dice—: Estoy cansada. Yo también, pero no quiero ir arriba. —Puedes ir a la cama, si lo deseas. —Estoy bien. —Acuéstate aquí, entonces. —Trato de levantarme, pero ella pone una mano en mi hombro para detenerme. Incluso si yo quisiera (que no lo hago), no hay manera de que pueda moverme en estos momentos. Su toque me ha congelado. Poseído. Y no hay ninguna manera de que vaya a ser yo quien rompa el contacto. Me instalo de nuevo en el sofá y luego, sin mirarme, ella se acuesta sobre su lado y pone su cabeza en mi regazo. Se siente como una eternidad desde que me miró, a pesar de que sólo han pasado unos minutos. Está mirando la televisión y yo estoy mirándola a ella. La forma en que su cabello cae, la forma en que sus labios se giran, y a su vez la forma en que su pecho sube y baja mientras descansa. Mis manos se están volviendo locas pidiéndome que la toque. Que le dé un beso, pero sigo sin poder hacer nada que me permita moverme. —¿Tus padres notarán que el vodka se ha ido? —Es lo único que se me ocurre decir. Mi cabeza se inclina hacia atrás, así que estoy mirando el techo. No puedo seguir mirándola o voy a hacer algo realmente estúpido. Ella está tranquila durante unos minutos y me pregunto si se quedó dormida. Finalmente la oigo. —No. Ellos no se darán cuenta.

79

—Bien. Si lo hacen, cúlpame. Diles que no sabías que lo tomé o algo. —Lo último que quiero es que se meta en problemas. —No lo van a notar, Jay. Ellos no se dan cuenta de casi nada. Hay una tristeza en su voz que yo no entiendo. Una tristeza que me hace abrir la boca y decir—: Mi papá me odia malditamente. Pues... supongo que ni siquiera es realmente mi papá. —Puede que sea algo malo que decir, pero ella me dio un pedazo de sí, así que quiero darle un poco de mí. Siento como su cabeza da la vuelta en mi regazo y sé que ella me está mirando. Sé que ella quiere que le hable, pero no puedo, así que dejo que el perdedor que soy sólo mueva la cabeza sin dejar de mirar al techo. Hay más de una pausa... Casi puedo sentir los segundos hormigueando mientras me pregunto si ella va a preguntar. Mientras me pregunto qué me hizo incluso decir eso. —Él es un idiota —dice finalmente—. Cualquier persona tendría que ser estúpida para odiarte. —Y luego se da la vuelta otra vez, casi como si estuviera tratando de enterrarse en mí. Como si ella quisiera ser una parte de mí, y yo totalmente quiero eso. Ni siquiera trato de abrir la boca, porque sé que no puedo decir nada. Mi garganta está cerrada, así que en su lugar, coloco la mano en el costado de su cabeza. Automáticamente, mis dedos se enredan en su cabello. —Me alegro de que hayas venido, Jaden. —Me alegro de haber venido, también. Y entonces mi mundo se vuelve negro.

80

10 Traducido por Demoiselle Corregido por Violet~

A

lgo golpeó mi mejilla. —Despierta, ricitos de oro. —Alguien dice en mi oído. La voz de Sebastian no es algo que quisiera para despertarme el día de hoy.

Mis ojos se esfuerzan por abrirse. Sé que es temprano. Habíamos planeado salir a una hora decente, pero el papel de lija detrás de mis ojos tiene algo que ver con la botella de Vodka puesta sobre la mesa de café. —Abre tus ojos antes de que te tire agua. Abro mis ojos bruscamente. No me pondría frente a él para que lo hiciera. Sorprendentemente, me las arreglo para no despertar a Priscilla. Su cabeza sigue en mi regazo, pero ella está frente a mi estómago ahora, sus brazos debajo de ella y contra mí. Me siento mal sobre que ella durmiera en el sofá toda la noche. Debería haberme despertado y haberla llevado escaleras arriba. —Psst. ¿Me estás prestando atención, Romeo? —susurra Sebastian, supongo que para no despertarla. —¿Romeo? —Hablo con voz rasposa. Ugh. Tengo la boca totalmente seca. ¿Por qué pensamos que era una buena idea jugar A pescar con Vodka? Sus ojos se disparan a Priscilla y luego vuelven a mí. Tiene esa mirada arrogante que dice que no sólo llega a conclusiones precipitadas, sino que está tramando algo, también. Niego con la cabeza. —No es lo que piensas, Cupido. —Si él iba a jugar juegos de nombres conmigo, definitivamente tenía algo guardado para él—. ¿Dónde está tu arco y tu flecha?

81

—Estoy a punto de disparar a tu culo con él. Justo en ese momento, Priscilla comienza a agitarse en mi regazo. —Cállate antes de despertarla. No va a sentir mucho calor hoy y necesita dormir un poco más. —Mis dedos pican para empujar el pelo de su cara, pero me mantengo a raya. —Aww, ¿No eres dulce? Apuesto que no estaban pensando en Woodstock y en mí cuando drenaron esa botella. —Se pone de pie y cruza sus brazos. No me molesto en contestar a eso. —¿Qué hora es? —Las cinco. Lo que significa que nos debíamos ir en una hora. Sé que tenemos que limpiar este lugar antes de irnos. Mi cabeza pesaba por la idea de todo lo que había que hacer hoy: limpieza, sentarse en un coche, o incluso estar de pie. Lentamente, pongo mi mano bajo su cabeza y la deslizo debajo de ella. Una vez que soy capaz de ponerme de pie, suavemente acomodo su cabeza en el sofá. Sebastian me sigue a la cocina. —¿Dónde está tu chica? —Arriba, preparándose. Te preguntaría donde está la tuya, pero ya lo sé. —Ja, ja. —Paso una mano por mi pelo—. Voy a limpiar un poco y luego voy a despertarla como en media hora. De manera que ella sólo tenga que darse una ducha rápida antes de irnos. Sebastian me mira con esa gran sonrisa de come-mierda en su cara. —Bienvenido al club, amigo. Bienvenido al club. —Extiende su puño hacia mí y lo golpeo, tratando de entender de qué está hablando. *** Conducir doce horas no está bien. Sebastian y Aspen pusieron la música un poco más fuerte de lo normal y estoy bastante seguro de que es porque saben que la cabeza de Priscilla y la mía nos está matando. Me preguntaba si las cosas serían incómodas entre nosotros, pero está actuando normal, y si ella puede hacerlo, sé que definitivamente necesitaba hacerme hombre y sólo seguir la corriente. Es lo que decidí sobre este viaje.

82

Todos esos pensamientos se amontonan en mi cerebro, quiero empujarlos en una esquina, guardarlos bajo llave, ser como el resto de ellos. Como Priscilla, Sebastian y Aspen. La forma en que siempre he pensado que era hasta hace poco. El ser recogido de la cárcel y con una mano rota era un poco difícil de ocultar. Alrededor de las siete llegamos a un hotel en Grand Island, Nebraska. Mañana sólo tendríamos alrededor de diez horas más y estaríamos en Chicago. No puedo malditamente esperar. Sebastian apaga el motor y se voltea para mirarnos a Priscilla y a mí. —Vamos a conseguir nuestra habitación. ¿Bien? Miro a Priscilla y ella se encoge de hombros, le digo que está bien. Unos minutos más tarde, estamos en nuestra habitación mientras los otros están al lado. Es una de esas habitaciones comunicadas por una puerta y la habitación tiene dos camas. Si esto hubiera sido una película, el hotel habría estado lleno por lo que hubiésemos tenido que compartir una cama. ¿Por qué esas cosas no pasan en la vida real? Priscilla va al baño a tomar una ducha, así que yo empiezo a joder con el reproductor de DVD. Es fácil para mí hacerlo pedazos y perder tiempo con todas las partes y piezas en su interior. Es cerca de una hora más tarde, cuando ella por fin sale oliendo a limpio con los dedos arrugados. Tengo ganas de besarlos, lo que es realmente extraño. Nunca quise besar los dedos de una chica en mi vida. —¿Te sientes mejor? —pregunto. Ella viene detrás de la silla en la que me estoy sentando. —Si, ¿y tú? Asiento con la cabeza mientras muevo alrededor algunas pequeñas piezas para encontrar lo que estoy buscando. —Desarmaste todo eso, Jay. —Lo sé. —Miro hacia ella y le guiño—. Confía en mí. Puedo ponerlo junto otra vez. —Sé que puedes. Sus palabras hacen algo divertido en mi pecho. Una especie de apretón o algo, que me hace sentir como un idiota así que lo ignoro. —¿Quieres tomar una ducha? Incapaz de contestar, le sonreí. —¿Me lo estás ofreciendo? Ella rueda sus ojos, pero juro que tiene una sonrisa oculta en ellos.

83

—Pervertido. Ahora soy yo el que sonríe porque definitivamente hay algún tipo de felicidad en su voz. Sé que no significa nada porque incluso si ella no me hubiera superado, no me quedaría alrededor, pero no puedo evitar deleitarme con la forma en que se siente. Quiero aferrarme a lo bueno porque usualmente sólo sucede con las tres personas que están en este viaje conmigo. —Te gusta. No pretendas que no lo hace. —Esquivo su puño y salto a la silla. —Eres un niño. Estúpido —agrega, y yo río. Sólo para seguir dándole mierda, hago guiño, antes de agarrar mi mochila e ir de cabeza al baño. Tomo una ducha rápida, lavo mis dientes, y luego estoy de vuelta en la habitación unos minutos más tarde. Tengo muchas ganas de quitarme la camisa porque hay una especie de calor y no duermo usualmente con una, pero no estoy seguro de sí debería. —Voy a llamar a mis padres para comprobar. ¿Has llamado a tu mamá? —No me mira a los ojos, lo que es un hueco total en mi orgullo. ¿Siente lástima por mí? ¿Está pensando lo que le dije anoche? Eso es exactamente lo que quería evitar, la razón por la que no hablaba sobre el hecho de que el hombre con el que viví toda mi vida me llamó pedazo de mierda y mi mamá no hizo nada al respecto. —Estoy bien. Voy a traernos una bebida y algo de hielo. —Esta vez, soy yo evitando el contacto visual con ella cuando me dirijo a la puerta de comunicación y la golpeo. Sebastian abre la puerta de un tirón. —¿Qué demonios, Jay? Estás matando el ambiente aquí. Estaba tratando de ser romántico con mi chica. —¡No lo escuches, Jaden! —me grita Aspen—. ¡Estoy leyendo y él estaba inconsciente! —Lo que sea. —Bastian se rasca la cabeza—. Estaba descansando un poco antes de empezar con la acción. Me reí de él. —Vamos, Romeo. —Le lanzo su palabra de antes de regreso—. Ven por un refresco y algo de hielo conmigo. —Aww, ¡lo siguiente que sabemos que van a hacer es ir al baño juntos, también! —grita Priscilla. Aspen comienza a agrietarse. —¡Ustedes son tan buenas amigas!

84

—Gracias, hombre. Nos convertiste en chicas. —A pesar de sus palabras, Sebastian tira su camisa sobre su cabeza y me sigue. —Ma quiere que la llames —dice Sebastian cuando llegamos al pasillo—. Ella dice que trató de llamar a tu celular, pero estaba apagado. Me olvidé que lo había hecho. Lo puse en mi bolsillo. Hay una llamada perdida de Courtney, pero de nadie más. —Lo haré. —Ella dijo que te dijera que mantengas esa mierda. Quiere ser capaz de estar en contacto contigo. —¿Ella lo llamó mierda? —Ja, ja. Llegamos a la máquina de refrescos y me compro una Pepsi de cereza para mí y agua para Priscilla. —¿Quieres algo? —Lo tengo. No sé porque, pero sus palabras me molestaron. —Puedo comprarles un refresco, idiota. —Amigo, totalmente acabo de perderme algo. Nunca dije que no podías, pero también me creo bastante capaz de poner un dólar en la maquina. Así que podría haber tenido una reacción exagerada. Lo que sea. —Realmente me gustaría que termines todo eso de “soy una isla” y hables con nosotros sobre lo que sea que infiernos te este pasando, Jay. En serio. Sebastian se apoya contra la pared, abre su soda, y toma un trago. Sus palabras no sólo me sorprendieron, pero estoy con una especie de agradecimiento a ellas al mismo tiempo. No estoy seguro de en qué emoción centrarme. —El amor te convirtió en un idiota. ¿Desde cuándo quieres hablarme sobre lo que hay en tu corazón o lo que sea? —Desde que comencé a crecer. Deberías considerar hacerlo en algún momento. Hace las cosas más fáciles, Jay. La última persona de la que necesito una conferencia sobre el crecimiento es de Sebastian. —¿Estamos viviendo en el mismo planeta? Nunca te tomas nada en serio. Toma otro trago antes de responder. —Me tomo a Aspen en serio. Mi mamá. Pris. Y tu tonto trasero. Seriamente, hombre. Nos hemos divertido los últimos días. ¿Realmente vas a abandonarnos? Se supone que esto es para los cuatro. No finjas que no estás teniendo un buen rato con Pris.

85

—Tú eres el único que dice que tengo que crecer. Tal vez es así como yo lo estoy haciendo. No se supone que estés con tu mejor amigo siempre. No es la manera en la que funciona el mundo real, Sebastian. La vida puede que sea fácil para ti, pero no lo es para el resto de nosotros. — Pero quiero que lo sea. Quiero estar con ustedes chicos. Quiero ser alguien. No eres más que un desperdicio de espacio. Un perdedor. Uno de estos días todos van a despertar y verlo, tu pedazo de mierda. ¿Es tan malo el querer alejarse antes de que lo hagan? ¿Antes de que los padres de Priscilla decidan que no me quieren alrededor de su hija por algo más que una estúpida fiesta de graduación? Sebastian niega con la cabeza. —Tienes razón, hombre. Yo puedo no saber lo que es tener un tiempo difícil. No hay manera en que yo pueda estar allí para ti o alguna mierda. Será mejor mantener todo encerrado. Es mejor de esa manera. Mi cuerpo está tenso. La ira barre a través de mí. Pero también se entrelaza con el estúpido sentimiento de abrir mi boca y hablar con él. Para decirle que no me siento bien. Que no me siento tan bien como ellos, y que no puedo callar la voz de Mike en mi cabeza. Que no puedo dejar de preguntarme si mi verdadero papá me tiró lejos también. Que yo no quiero que ellos hagan lo mismo. —Mierda. —Sebastian empujó su pelo de sus ojos—. Me siento como una maldita niña aquí. Estamos peleando como locos. Es sólo… —Se encoge de hombros—. No importa. Vamos. Volvamos a las habitaciones. Quiero a mi chica y estoy bastante seguro de que ella me extraña. Estoy seguro de que quieres volver con Pris, también. —Sebastian me guiña. Niego con la cabeza. Por supuesto que él tiene que darme el último pinchazo. No me molesto en corregirlo, pero tampoco puedo dejar de preguntarme qué iba a decir. *** Sigo enojado cuando abro la puerta de nuestra habitación. Todo se olvida cuando veo a Priscilla de pie, de espaldas a mí, y escucho su pelea por teléfono. —Es mi elección. Lo prometiste. Ya es demasiado tarde. Puede que sea una cosa bastante mala para hacer, pero estoy en la puerta, escuchando. No es como si estuviera espiando. Ella puede darse

86

vuelta y verme en cualquier momento, no es como si me moviera sigilosamente. Durante unos segundos ella sostiene el teléfono, escuchando a quien sea que esté en el otro extremo. —No te preocupes. Lo entiendo. Sé que no es lo que papá quería. No tienes que recordármelo. Esta vez su voz tiene una tristeza añadida que no me gusta. Me hace abrir la boca y decir—: ¿Estás bien, Priscilla? Se gira hacia mí, pero no habla, obviamente escuchando en el teléfono de nuevo. —Es Jaden —dice ella, dándome una pequeña sonrisa. Cierro la puerta detrás de mí y ahí es cuando inicia. Su voz se eleva y ella está hablando en español, lo que significa que no quiere que sepa lo que está hablando. Nunca la oí hablar tan rápido. Su mano libre está volando por el aire, lo que significa que está realmente loca. Cuando ella trata de sonreírme sé que lo que sea que está pasando, tiene que ver conmigo. ¿Cuán estúpido soy? Nunca debí haber abierto la boca y decir algo sin saber con quién estaba hablando. Ella se encierra en el baño por unos minutos, haciendo que me pregunte qué está pasando. ¿Están dándole un mal rato por pasar tiempo conmigo? ¿Por decirle todas las cosas que Mike dijo que soy? No hay manera en que la deje meterse en problemas por mí. Me iré antes de que eso suceda. Cuando por fin sale, estoy sentado al borde de mi cama, con mis piernas saltando arriba y abajo como si estuviera en algo. Mi corazón está haciendo la misma cosa, golpeando alrededor porque no me gusta verla molesta. Priscilla se pasea en la habitación de un lado al otro como nunca la vi hacer. Es controlada y uniforme. Se supone que lo tiene todo junto y me mata verla insegura. Quiero hacerlo mejor. —¡Dios!15 ¡Esto me pone tan enojada! —dice ella, aún paseándose. —¿Quieres hablar sobre ello? —Esas palabras suenan extrañas saliendo de mi boca porque nunca quise hablar de cualquier cosa, pero no quiero que ella sea como yo. No quiero que toda esa mierda la atrape hasta que quiera explotar. Como si mi mismo tren de pensamiento pasara por su cabeza, ella me mira con una expresión divertida en su rostro. Sus ojos son tan grandes y 15

Originalmente en español.

87

marrones como nunca jamás he visto. Es difícil leer su rostro. Ira, ¿tal vez? ¿Confusión? Y luego dolor. Ahí es cuando sucede. Como un truco del ojo, alguien encaja sus dedos y lágrimas empiezan a verterse en su rostro. No pienso, ni siquiera hago una pausa antes de empujar mis pies, caminar hacia ella y tirarla en mis brazos. Priscilla entierra su cara en mi camiseta antes de dejarse ir; grandes sollozos vibran a través de mí. Humedad se filtra a través de mi camiseta, pero no me importa. Todo lo que quiero ahora mismo es hacer lo mejor. Cuidar de ella. Eso es lo que haces ¿verdad? Cuando alguien es importante para ti, tú cuidas de ellos. Tratas de tirar el dolor lejos, tirarlo hacia ti si puedes, porque es más fácil pelear con sus demonios que correr el riesgo de que ella quede con alguna cicatriz. Me gustaría pelear con todos si pudiera. Nada más importa en este momento, así que la callo y froto su espalda y dejo que mis manos vayan por su pelo. Haría cualquier cosa para hacerla sentir mejor. Cortarme a mí mismo y dejarla ver todos los secretos dentro. Lo que sea que haga falta. Lo que sea que ella necesite. Pero ella sigue llorando y me pregunto si estoy haciendo algo mal. No decir las cosas correctas. Cuando sus piernas se debilitan y se afloja contra mí, la levanto, sujetándola contra mí mientras nos acomodo en la cama. Me acuesto con ella y la tiro hacia mí como si tuviera derecho a ella, o algo así. Como si fuese mía cuando ambos sabemos que no lo es y nunca lo será. Mis labios tienen un jodido hormigueo, queriendo tocar su frente, la línea de su cabello, bajando hasta encontrar sus labios. Lo que ella totalmente no necesita en este momento, y me hace sentir como un imbécil por siquiera pensarlo. —¿Por qué no soy lo suficientemente buena para ellos? —pregunta sobre mi camiseta. Trato de alejarme para poder mirarla, pero ella no me deja. Su mano se anuda en la parte posterior de mi camiseta y se siente increíble que me mantenga así de apretado. —No hay ni una sola persona para quien no seas lo suficientemente buena, Priscilla. Eso solo la hace llorar más fuerte y me pregunto cómo he jodido esto.

88

—Mierda… Lo siento. Quería decir… Tienes que estar equivocada. ¿Sabes? Harían cualquier cosa por ti. Eres buena en todo. No hay manera en la que no seas lo suficientemente buena para ellos. ¿Tal vez soy yo? ¿Es porque estoy aquí? Eso la hace alejarse lo suficiente para mirarme. —No me importa lo que piensen de ti. Y ellos tal vez estén dispuestos a darme todo, pero no es lo mismo que hacer algo por mí, Jaden. Siempre vienen con condiciones. ¿Sabes que la única razón por la que vine a Nueva York es porque estuve de acuerdo en hacer un año lo que quiero hacer, y luego ir a pre-derecho? —Parte de esa fiereza está volviendo a su voz, pero todo está envuelto en dolor. —No quieres ser una abogada. —No lo hace. Solía pensar que lo hacía por su padre y porque era tan buena en las discusiones, pero esa no es ella. —Eso no importa. Es lo que se espera. Todo siempre es por espectáculo y no porque importe una mierda. ¿Mi fiesta de graduación? No era para mí. Era para ellos. Para verse bien. Estuve allí por veinte minutos y nadie se dio cuenta cuando me fui. Todo lo que quería era estar con ustedes y ellos trataron de quitarme eso por… Por mí. Sus palabras no dichas cuelgan en el aire. Porque yo soy el que no es lo suficientemente bueno. —Mí. Está bien. Puedes decirlo. —Seguía tocando su pelo y su espalda porque ahora que había empezado, no estaba seguro de poder parar—. Estoy acostumbrado a eso, Priscilla. Si a mis propios padres no les importa una mierda sobre mí, ¿qué puedo esperar de los tuyos? — Inmediatamente quise las palabras vuelven a mí y ni siquiera porque lamentara decírselas. De algún modo, me alegré de decirlas, pero esto es sobre ella y no quiero meter mis cosas en esto. Nuestras respiraciones se mezclan juntas. Siento el calor de su cuerpo mientras está metida contra mí. Su mano se aprieta más fuerte y aunque muerde la piel de mi espalda, quiero sentir más. —Te lo dije, no me importa lo que piensen de ti. No te conocen. Quiero decirle que a mí sí me importa. No por mí, sino por ella. No quiero ser un ataque en su contra. No quiero retenerla, pero la siento a ella y a su olor, y todo es demasiado. Necesito más. Al igual que el verano pasado, me empuja, me guía, me conduce como un faro y no puedo parar cuando dejo caer mi boca sobre la suya.

89

11 Traducido por Juli_Arg Corregido por pau_07

D

esciendo demasiado duro y demasiado rápido y nuestros dientes chocan. Me siento como un idiota. He besado a un montón de chicas y nunca he hecho eso, y de inmediato quiero apartarme, pero ella no me deja. La mano de Priscilla se desliza por mi pelo y sus labios se mueven contra los míos y en lo único que puedo pensar es más. Más de todo. Busco en mi cerebro por un interruptor para apagar mis pensamientos. No quiero nada conmigo, sólo a ella, ahora mismo, mientras deslizo mi lengua en su boca. Pruebo la menta de la pasta dental y la sal de sus lágrimas y todavía pienso, más, más, más. Su mano tira en mi pelo y hace este pequeño ruido en su garganta que no oigo, pero siento. La siento acostada a mi lado, besándome mientras nos ponemos sobre nuestros lados en la cama. La beso más profundo, dejando a mi lengua intimar con cada parte de su boca. Y ella hace lo mismo, saboreándome y luego dejándome saborearla. En todo lo que puedo pensar es en que esto es besar. Esto. Lo cual es estúpido, porque, como he dicho, he besado chicas, muchas chicas, pero ninguna estuvo ni siquiera cerca de hacerme sentir así. El instinto se hace cargo y nos hago rodar, Priscilla sobre su espalda y yo estoy encima de ella. Se estremece un poco cuando me instalo, y estoy seguro de que es porque se da cuenta de lo que pasa debajo del cinturón. Me retiro, incluso cuando sea la última cosa que quiero, pero entonces susurra—: No. —Y se inclina hacia arriba para encontrar mis labios.

90

Esta vez, soy yo quien quiere explorarla. Beso sus labios, detrás de sus orejas, su cuello. Lamo su piel y toco su cabello y ella me está haciendo todo eso a mí también. Mis manos se mueven entre nosotros y toco la suavidad de su estómago. Exploro y siento todas esas pendientes y valles y curvas que son Priscilla. Y luego, cuando sé que voy a explotar si no me detengo, dejo una pulgada entre nuestros labios cuando digo—: Lo siento. No debería haber… —Yo no —me interrumpe. —Bueno, yo realmente tampoco. —Y no lo hago y ambos reímos y esta vez, cuando ruedo, la acomodo de manera que quede en medio de mí. Una pierna se arroja sobre mí y un brazo por encima de mi pecho. Ella está en el hueco de mi brazo y toco su pelo, pensando en lo mucho que me gusta lacio, pero dándome cuenta que me gusta incluso más cuando está rizado. Después de quien sabe cuánto tiempo, dice—: Sólo quiero que me amen por como soy... sólo quiero ser lo suficientemente buena. —Eres lo suficientemente buena, Priscilla. Si no pueden ver eso, es culpa de ellos. —Pero lo que realmente quiero decirle es que yo la amaría por cómo es. Demonios, tal vez ya lo hago. No puedo, sin embargo. No puedo darles una razón más para tratarla como si no estuviera a la altura. No cuando sé que no lo hago. Creo que comienza a llorar de nuevo, así que simplemente la abrazo con fuerza. Lo suficientemente fuerte para que sepa que siempre estaré ahí. Con la esperanza de que pueda sentir lo mucho que me importa por la forma en que mis brazos se envuelven a su alrededor. Pienso en el papel... la dirección y creo que tal vez, sólo tal vez, puedo hablarle de eso, también. *** Dormimos toda la noche con la luz encendida. Pensé en levantarme para apagarla, pero no quería dejarla y no parecía molestarle así que me quedé. Se quedó dormida antes que yo y me llevó una eternidad hacer lo mismo, pero al final lo hice. Demasiado pronto, oigo un ruido en la puerta y sé que son Sebastian y Aspen para despertarnos. Saco mi teléfono del bolsillo y trato de enviarle un mensaje con una sola mano para que se calme y que estamos despiertos, pero Priscilla comienza a moverse y sé que no es necesario.

91

—¡Cállate, Bastian! —grita antes de retroceder lejos de mí. Gracias, hombre. Su cabello está todo desordenado y se estira, tirando de su camisa un poco, Me preocupo por lo mucho que me gusta la vista, por lo que me siento. —Hola —le digo, lo que es completamente estúpido. —Hola. —¿Cómo te sientes? —Levanto la mano para tocarle el pelo, pero me detengo. Es algo bastante tonto y tengo que recordar eso. —Mejor. No sé por qué enloquecí anoche. Pensarías que estaría acostumbrada a ello a esta altura. —No deberías tener que acostumbrarte a ello. Me pongo de pie, sintiéndome como un perdedor sin saber qué hacer ni qué decir. Como siempre, Priscilla me salva, se para y pone sus brazos alrededor mío. Tiro de ella en un abrazo, como hicimos con la toalla en Utah, mi barbilla descansa sobre la cima de su cabeza. —Gracias... por lo de anoche y todo. —En cualquier momento, Priscilla. Ya lo sabes. Me mira raro. —Me gusta cuando me llamas Priscilla. Me gusta, también. A veces me gustaría poder decir las cosas que pienso en mi cabeza. O que ella pudiera leer mi mente, ya que haría las cosas mucho más fáciles. —Está bien. —Me alejo de ella—. Probablemente debería estar listo antes de que Sebastian tenga un aneurisma. —Sólo si me haces un favor. —Por supuesto. Me abraza otra vez, con la mejilla apoyada en mi pecho. —Sólo tenemos unos cuantos días más, ¿no? Ya lo sé. Pero no pienses demasiado, ¿de acuerdo? Sólo... déjalo ser. Pase lo que pase, ¿sabes? Soy una chica grande. Me siento como una niña a la que tienen que decirle algo como eso. ¿Qué está mal conmigo? Tiene razón, sin embargo. No voy a enloquecer. No voy a pensar en nada. El interruptor sigue apagado, así que por ahora estoy bien. Inclinándome hacia adelante, dejo que mis labios cubran los suyos. Nuestras lenguas se enredan durante un minuto antes de que yo me aleje. —Vamos, Priscilla. Vamos a prepararnos.

92

*** —Voy a mandarlo a volar. —Sebastian se gira en su asiento. Gimo al mismo tiempo que Aspen dice—: ¡Bastian! No lo hagas. —Sí, Sebastian. No lo hagas, a menos que quieras que me quede ciego y destroce tu coche. Priscilla se ríe desde el asiento del pasajero. Hemos estado compitiendo sobre quién puede llegar a tocarle la bocina a los camioneros o personas en otros vehículos para reírnos. Sí, nos hace sonar como si tuviéramos cinco, ¿pero a quién le importa? Es divertido y este es un viaje largo y aburrido por el resto de Nebraska y Lowa. —¿Estoy ganando aquí, y ustedes creen que no mostraría la artillería pesada para cerrar el trato? —dice Sebastian, todavía moviéndose en el asiento trasero. —Es verdad. Estoy segura que tu culo luce gracioso como el infierno —añade Pris—. Estoy segura de que me haría partirme de la risa. —Claro que sí. Esa es mi chica —digo y luego me doy cuenta de lo que acaba de salir de mi boca. Acabo de llamarla mi chica delante de todos. Sí, nos besamos anoche. Nos besamos un poco esta mañana, pero hemos estado normales desde entonces. Lo que menos necesito es que a Sebastian se le meta una idea estúpida en la cabeza y empiece a parlotear como suele hacer. Todo el coche está en silencio durante unos segundos. Uso la conducción como una excusa para no mirar hacia atrás a Bastian y Aspen, pero no puedo evitar que mis ojos se lancen a Priscilla. Se encoge de hombros como si nada y me da una pequeña sonrisa antes de decir—: ¿No hicimos una regla de no desnudez al principio de todo esto? Si no es así, deberíamos hacerla. No quiero ver el trasero blanco de Sebastian. —¡Eh! ¡Tengo un buen culo! ¿Cierto, nena? —se queja Sebastian. Aspen rueda los ojos. —Amigo, eres el único hombre que conozco que diría eso. —Eso es porque no me importa lo que la gente piensa. —Palabra —digo, porque no lo hace, y tampoco yo. ¿Lo hago? No estoy seguro. Nunca pensé que yo era de los que le importa una mierda, pero estoy dudando de eso ahora. No sé qué cosa de él diciendo eso en este momento me golpeó, pero lo hizo. Me importa totalmente lo que la gente piensa. Eso me hace enojar.

93

—¿Por qué luces tan tenso? —Priscilla me da palmaditas en la pierna. ¿Cómo lo hace? Es una locura como me puede leer. Me pregunto si eso es una cosa de chicas o una cosa de ella. —Estoy bien. —En realidad, no lo estoy. De repente estoy con ánimos de demostrar que no me importa una mierda lo que piensen los demás de mí. Un poco más tarde, hacemos una parada por gasolina. Sebastian llena el Explorer mientras que las chicas van al baño. Después de que compro algunos dulces y refrescos para Priscilla y para mí, me dirijo hacia el lado del edificio. Es estúpido que decida llamarla ahora mismo, pero por alguna razón, lo necesito. Dejo el bolso en el suelo y llamo a casa. Tres toques más tarde, sé que he cometido un error. —Pero si es el bastardo. ¿Qué quieres ahora de nosotros? —La voz de Mike hierve a través del teléfono. Estoy a punto de colgar. Es obvio que quiere hablarme mierda, o no habría contestado el teléfono, pero... no lo sé. Quiero tratar de probarle que se equivoca. Mostrarle que no los necesito. Que nunca lo hice. Y también sólo quiero hablar con mi mamá. Odio esa parte de mí, que yo todavía la puedo necesitar cuando nunca he sido una prioridad en su vida. Tres padres, y no puedo conseguir que uno se preocupe una mierda. ¿Qué dice eso? —¿Tú? Yo no necesito tu mierda. Quiero hablar con mi mamá. Está callado por un segundo y me pregunto si está sorprendido. Si realmente pensaba que iba a estar arrastrándome hacia ellos. Estoy seguro de que perdió su saco de boxeo verbal, pero luego abre la boca y dice—: Creo que es una lástima que ella no quiera hablar contigo. Podrías pensar que soy yo, tú pedazo de mierda, pero no es así. ¿Alguna vez pensaste que ella contaba los días hasta que pudo deshacerse de ti? ¿Que lamentaba todo acerca de ti? No es como si alguna vez le has dado algo para que esté orgullosa. ¿Qué has hecho, muchacho? ¿Qué has hecho que importa, además de hacer de nuestras vidas un infierno? Mi bebida cae de mi mano, pero me las arreglo para sostener la de Priscilla. No sé por qué esas palabras me golpean tan duro, por qué resulta que gritan por encima de todos los otros insultos impresos en mi cerebro. ¿Estaba realmente ansiosa de que me vaya? ¿Arruiné su vida? ¿Es que realmente no importo? —¡Mike! ¡Estoy lista! —Oigo a mamá en el fondo.

94

Pregúntale con quién está hablando. Pregúntale si soy yo. Dile que quieres hablar conmigo. —Finalmente lo entendiste, ¿no chico? —dice Mike, y luego cuelga. Mi mano me ruega que exprima y aplaste el teléfono. No me importa. No me importa. No me importa. Dios, me siento como una niña. No puedo respirar. Mi pecho se siente apretado y la emoción me enoja más. El impulso de gritar trepa por mi garganta. Quiero golpear algo, la pared, el suelo, cualquier cosa. Quiero algún otro tipo de dolor, así no sentiría esto en mi interior. Vuelvo a caer contra la pared, sus palabras siguen chocando contra mí. —¿Jay? ¿Estás aquí? —Priscilla camina alrededor de la esquina y mis labios se estiran automáticamente en una sonrisa. No una real. —Oye, yo sólo… —¿Qué ocurre? —me interrumpe, dando un paso hacia mí. Su pelo está atado en una cola de caballo y me acuerdo de lo que se siente el tener mi boca en la piel de su cuello. —Nada. Estoy bien. Te tengo algo. —Sostengo su bebida como un idiota. Priscilla niega con la cabeza, murmurando en español. En serio. ¿Una chica que habla español? Caliente. Miro a mi alrededor para asegurarme de que no veo a Bastian o Aspen. Sólo tengo que ser normal. Actuar normal para que podamos dejar esto y ponernos en marcha, pero no estoy seguro de qué hacer. Quiero llegar a ella, atraerla hacia mí, porque eso está bien, ¿verdad? Después de anoche, yo debería ser capaz de sostenerla. ¿O simplemente abrazarla? La he abrazado un millón de veces antes. En su lugar arrastro mis pies, sin saber qué hacer. —Oye, por lo general, sólo hablas español cuando te cabreo. ¿Qué he hecho esta vez? —Le guiño un ojo, tratando de demostrar que estoy siendo juguetón y la necesito para hacer lo mismo, pero ella no se ríe. No sonríe. Sólo se ve... triste. —Oye, ¿qué pasa? —No dudo en este momento cuando la acerco a mí. Envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y yo descanso mi barbilla en la parte superior de su cabeza—. ¿Has hablado con tus padres? ¿Hicieron algo? —No quiero sonar como una cobarde —dice contra mi pecho y no puedo ayudar, pero pienso en lo bien que se siente allí. Hay algo acerca

95

de tener una chica apoyada en ti—que confía en ti—que te hace sentir invencible. —Pfft. Sí correcto. Como si tú alguna vez fueras a sonar como una cobarde. Eres fuerte. —Y lo es. Totalmente fuerte. A pesar de cómo está con sus padres. Es impresionante. Estamos allí por unos pocos segundos, sin hablar y sólo... ¿estando? No lo sé, pero no se aparta, así que voy a sostenerla todo el tiempo que pueda. Pronto voy a estar demasiado lejos de ella incluso para verla. Finalmente, después de que deja escapar un largo suspiro, rompe el silencio. —Sólo quiero que confíes en mí, Jay. Eso es todo. Deseo... incluso si no soy yo... que dejes a alguien entrar. Trata de caminar lejos, pero alcanzo su mano y la atraigo hacia mí. —Oye. Confío en ti. —Y lo hago. Creo. No, sé que lo hago, pero también sé que no es necesario que escuchen todas mis mierdas, tampoco. Sus ojos se estrechan y sé que está a punto de dármelo. Va a quejarse y voy a hablarle en mi manera dulce para salirme de esta y vamos a estar bien. Pero no lo hace. Se ve triste otra vez. —No tengo que ser yo —añade de nuevo. ¿Eh? ¿Quién más podría ser? No hay nadie más. —Te dije que confío en ti. No hay nada malo. —Estoy empezando a molestarme ahora. ¿Por qué todo el mundo siempre me molesta para hablar? ¿Qué va a hacer? No va a cambiar a Mike ni a nadie. Se encoge de hombros. —Bien. —¿Qué quieres decir con "bien"? ¿No se supone que me des mierda? Priscilla libera sus manos y se cruza de brazos. —Oye. —Trato de acercarla de nuevo a mí, aunque sé que no debería. Sé que no es mi chica y nunca lo será—. Pensé que no estábamos peleando. Me gustó mucho más anoche. —Le doy una media sonrisa, pero no la devuelve como se supone. Se descruza de brazos y empuja las manos en los bolsillos. —No estamos peleando, Jay. Y me gustó anoche, también. No me dice nada más. Priscilla se da la vuelta y regresa al Explorer. Tal vez no estábamos peleando, pero por alguna razón se siente peor. ¿Qué pasa con las chicas?

96

*** Sebastián conduce el último par de horas antes de llegar a Chicago. Aspen está adelante con él, dejándonos a Priscilla y a mí en la parte posterior. —¿Aquí está tu bebida? —Le entrego el agua que tengo. Ella me la quita y sonríe. Es una sonrisa normal, pero algo se siente mal al respecto. Algo se siente mal acerca de ese pensamiento, también. ¿Qué hay de malo en mí? ¿Algo está mal con su sonrisa? Sebastian pone un CD. Rapeamos y cantamos. Hace bromas tontas, le digo que es un tonto y él hace lo mismo conmigo. Se ríen y nos dan mierda y todo es normal en cierto modo. Como siempre, ellos son mi parachoques. Calman la voz de Mike en mi cabeza y me hacen sentir bien, pero por alguna razón aún no es correcto. No puedo dejar de pensar en cómo ella me miró y la caída de sus hombros, y el modo en que sigue mirándome, pero apartándose cuando le devuelvo la mirada. Como ella dijo, no estamos peleando. Estamos bien, pero no al mismo tiempo. Cuando llegamos al hotel, Sebastian y Aspen desaparecen en su propia habitación, y Priscilla y yo conseguimos una de dos camas, pero en lo único en que puedo pensar es compartirla con ella. Hablarle o besarla hasta que las cosas se arreglen. Es una locura cómo nunca la había besado hasta anoche. Quiero decir, obviamente pensé en ello. Es una chica hermosa y soy un hombre, y es Priscilla, pero ahora que lo he hecho, no puedo dejar de pensar en ella. Sigo pensando en maneras para poder conseguir que lo hagamos de nuevo. Pris holgazanea sobre la cama en su pijama, mirando la TV, y yo trabajo sobre el lector de DVD. He intentado prácticamente recomponer toda la cosa, he estado tan en la zona. Hemos hablado un poco y me pidió que le alcanzara su hielo así que no tengo motivos para estar asustado como lo estoy ahora mismo. Me toma otros cuarenta y cinco minutos y el reproductor de DVD está arreglado. —¿Quieres ver si funciona? —pregunto. —Por supuesto.

97

Priscilla se corre a un lado y yo me siento en el borde de la cama antes de inclinarme para conectarlo. Está a mi lado, tan cerca que nos estamos tocando. Sus piernas están metidas debajo de ella y pertenece allí, acurrucada junto a mí, como si fuéramos una pareja como Sebastian y Aspen, y yo estuviera libre para tocarla cuando quisiera. Y lo quiero. Tocarla, quiero decir. Estoy rezando para que esta estupidez funcione. Es estúpido, porque honestamente, ¿a quién le importa una mierda? No es como si fuera importante o significara que de repente soy digno de algo, pero quiero ser capaz de hacer algo. —¿Va a funcionar? —pregunto sólo porque tengo que hablar. —Por supuesto. Deja de buscar elogios. Aquí. —Empuja mi mano con la suya fuera del camino—. Yo lo haré. Antes de que pulse el botón, me río. —¿Qué? —Estamos actuando como si esto fuera una gran cosa o algo así. Como si realmente importara. Priscilla me mira… dentro de mí, algo. —Es una gran cosa. Además, ¿no se supone que deberías estar todo engreído o algo así? Yo soy el hombre. Puedo arreglar cualquier cosa y, ¿luego empezar a gruñir o lo que sea? Empujo mi cabello fuera del camino para que no bloquee mi vista. —Bueno, ¿en serio? Todos sabemos que soy el hombre, pero no gruño. No estoy de acuerdo con eso. Sonríe y es una de verdad. —Para de detenerme y déjame presionar play. Retengo mis manos y ella se aprovecha, presionando play. Un par de segundos después, la cosa viene a la vida. —¡Funciona! —dice. —Podría no seguir funcionando. Me da un codazo. —Funciona, y eso es algo, Jay. Nunca he querido besarla tan mal como en estos momentos. Mis labios queman. Mi cuerpo duele. Pero no sé si debo hacer algo o no. ¿Qué se supone que debo hacer? —Estoy cansada. Mañana tenemos que levantarnos temprano. Deberíamos ir a la cama —dice.

98

Vamos a estar en Chicago por unos días, pero ella tiene razón. Las chicas quieren levantarse temprano todos los días por cualquiera que sea la razón. —Está bien. —Me levanto, apago el reproductor de DVD, y lo guardó. Priscilla sube a la cama y una vez que está allí, con la manta estirada hasta la cara, apago la luz. Antes de meterme en mi cama, me saco mi camisa. Juro que treinta segundos después la oigo salir de la cama y luego mi cama se hunde. —Hazte a un lado. —Priscilla se abre paso en mi cama. Tengo que admitir, que no es como si ella tuviera que empujar duro. Antes de darme cuenta, está bajo la manta, con la cabeza sobre mi pecho desnudo. Se siente increíble. Y estoy totalmente confundido en cuanto a por qué sólo se metió en la cama conmigo. —Estabas enojada conmigo antes —digo finalmente. Cuando suspira, siento su aliento rozar contra mi pecho. —No estaba enfadada contigo, Jay. Yo... Sólo deseo que me dejes entrar. Sólo quiero que me dejes entrar. Sus palabras traen un dolor en mi pecho. Me duele y me siento como un pedazo de mierda. ¿Por qué no puedo dejarla entrar? —¿Así que no estás enojada? —Me las arreglo para decir, odiando la debilidad en mi voz. —No estoy enojada. Estoy... Y ni siquiera tiene que decirlo porque lo sé. Está decepcionada, y por lo que a mí respecta, la decepción es mucho peor.

99

12 Traducido por Madeleyn Corregido por Juli_Arg

¿

Por qué cada vez que entramos a un jodido lugar, ustedes nos arrastran a comprar? —Sebastian hace pucheros mientras caminamos, subiendo un tranviero. Divertido, la última vez que compramos en la playa, él había estado tan ocupado tratando de succionarla que no se había quejado ni una vez. —Porque somos chicas y nos gusta comprar, y ustedes chicos nos aman así que tienen que tratar con eso —le replica Aspen. —Absolutamente. Y tú me amas por lo que deberías tratar con mis quejas, también —añade él y entonces comenzaron a mirar a la luna o lo que sea que hacen. Es como una caricatura con pequeños corazones flotando alrededor de sus cabezas. Es ridículo. —Dejen sus cosas para cualquier otro lugar, ¿de acuerdo? Ya me siento un poco mareada —dijo Priscila. —Palabra —añado, porque quiero que sepa que estamos en la misma pagina. Lo cual es probablemente tan malo como lo de Sebastian y Aspen, pero al menos está en mi cabeza. —Sólo estás celoso porque somos la mierda —lanza Bastian y sé que sólo es un chiste, pero estoy de alguna manera celoso. Lo que sólo hace que me sienta como un idiota. —Lo que sea. Llegamos al tranviero para ver y explorar cualquier cosa que queramos. La primera parada es, por supuesto, ir de comprar porque dejamos que las chicas siempre se salgan con la suya. Cuando nos detenemos frente al tranviero rojo. Sebastian y Aspen saltan y doy un paso lejos de manera que Priscilla pueda pasar primero. Es decir, desperté con ella toda curvada contra mí, imagino que al menos debería ser un caballero. A pesar de que era la última noche, tampoco quería que lo fuera.

100

Cuando entramos, Priscilla y yo nos sentamos uno frente al otro. —¡Esto es genial! —dice Aspen—. Creo que me gusta más Chicago que Nueva York. —De ninguna manera. Nueva York es increíble. Recuerdo los apartamentos… Bloqueo a Priscilla hablando con ella. Los padres de Aspen, Courtney y Phil, sacaron a Sebastian y a Aspen unos meses hasta que las cosas se solucionaran. Los padres de Priscilla la dejaron ir con Aspen, por supuesto, incluso cuando tienen corredores de bienes raíces encargados de eso. Y probablemente los tienen. Nunca me preocupé en preguntar. Sebastian y Courtney trataron que fuera con ellos, ya que esa sería mi casa también, pero yo no tenía dinero. No es como si mis padres hubieran ayudado. Es sólo que no quería dejar que Phil y Courtney pagaran mi boleto como ellos querían. Así que sí, yo era el único que no había hecho ese viaje a Nueva York. Fui el único que no hizo ese viaje con ellos. Me sentía cansado de ser ese chico. —¿Entonces qué? ¿Saltamos de esta cosa cuando estemos listos, o que? —comenta Sebastian trayéndome de vuelta a la conversación. —¿De que demonios estás hablando, hombre? —Lo miro. —Este es el Hop Off tour16. ¿Sólo saltamos de esta cosa o qué? Miro a Priscilla. Ambos miramos a Aspen, entonces seis ojos miraron a Sebastian antes de romper en carcajadas. Mi estómago empezaba a doler por reírme tanto. Realmente quería detenerme para decirle lo idiota que había sonado, pero no podía dejar de reírme. —¿Qué es tan divertido? —Sebastian nos mira. Esto nos hace reír más y luego otro pensamiento me viene a la cabeza. Estos son mis momentos favoritos. Sí, sé que supone no debo pensar así o quizás no se supone que lo diga. O infiernos, o tal vez no es lo que pasa, o lo que hacemos, no importa. Lo que importa es que nunca soy tan feliz como cuando estoy con ellos. Nunca me siento como que puedo ser yo, incluso cuando no estoy seguro de quien soy, pero, sí, esto no apesta sólo por ellos. Para reír de Sebastian, o tener a Aspen para que haga algo bueno por mí, o tener a Priscilla para que me mantenga en línea cuando lo necesito. Este es mi equipo. Mi gente. Y odio tener que irme.

16

Hop off Tour: Son una especie de Tranvío que se encarga de transportar a los turistas los lugares históricos, atracciones e intereses de una ciudad.

101

Odio que no crea que pueda quedarme por mí mismo. —¿De verdad crees que las personas sólo saltan en estos tranvieros y sólo se mueven a donde sea que quieras? Quiero decir, ¿Qué si son niños o personas mayores? —Finalmente logro soltar entre risas—. Es decir, no estoy diciendo que las personas no lo han hecho, pero en serio pensaste lo que eso significa. —¿Qué en el infierno es un hop off ticket17? Aspen toca sus piernas. —Eres tan lindo cuando eres un tonto —dice ella, lo que nos hace reír de nuevo más fuerte. Finalmente cuando logramos tranquilizarnos, Priscilla le explica lo que quiere decir Hop off ticket. ¿Yo? Sólo estaba siendo feliz. *** Fuimos al Magnificent Mile primero, lo que es en realidad la avenida de Chicago. Un bulevar. Algo como eso. Las chicas definitivamente creen que es magnifico. Estoy seguro de que no podría comprarme un perrito caliente aquí. Vamos a las tiendas de ropa, zapatos e incluso a una mueblería mientras caminamos por los ocho bloques despilfarrando dinero. Sebastian y yo nos quedamos atrás muchas veces, dejando que ellas hagan lo suyo. Le damos mierda a cada una, también intentamos probar la ropa y hasta nos echaron de algunas tiendas. Otras veces, nos sentamos y sólo las observamos. Probablemente no sea algo de chicos hablar de esto a menudo, pero sólo nos gusta sentarnos y ver a las chicas. Son tan diferentes a nosotros, todas suaves y brillantes y no sé, chicas. Sí, sé que suena estúpido, pero verla me hace recordar como se siente tocarla. Totalmente quiero hacerlo de nuevo. Cuando es la hora del almuerzo las chicas quieren italiano. Encontramos un pequeño lugar para comer que está fuera del camino. Me ofrezco a pagar el almuerzo de Priscilla y me deja sin dudarlo. Me preocupa que sepa que necesito esto, o si es una coincidencia. Tengo la sensación de que es la primera. Es loco como puede darse cuenta de cosas que nunca sería capaz de decirle. Después del almuerzo paramos otro tranviero y vamos a un barrio antiguo con una arquitectura realmente genial.

17

Hop off ticket: Es un ticket que les permite a los turistas trasladarse en los tranvieros.

102

—Espera, espera. Miren esto. —Los hago detener por millonésima vez. Sebastian me codea. —No entiendo. Me parece igual al resto. —Sí, supongo. Todavía así, es fantástico. —Definitivamente no soy un experto en el tema, pero sé que ha sido interesante ver como las cosas se ponen juntas. No puedo dejar de preguntarme que hay detrás de las paredes, como fueron planeadas y construidas. —Es hermoso. —Priscilla mira al edificio. No sé si es por mí o si ella está realmente interesada, pero estoy agradecido con ello y celoso al mismo tiempo. Quiero que me mire de esa forma, que es probablemente una de las cosas más estúpidas que he pensado. —Es lo máximo. Me gusta como las cubiertas se reúnen. —Me acerco a ella como si entendiera de qué estoy hablando. Da un paso más cerca también. Tan cerca que puedo sentir su calor a medida que me acerco. —¿Ustedes chicos nos van a esperar afuera? —interrumpe Sebastian—. ¡Ay! —suelta tambaleándose hacia atrás cuando Aspen lo golpea. —¡Bastian! —¿Qué? Sólo decía. —Me hace un guiño. Honestamente no sé lo que pensó cuando me guiñó el ojo. Obviamente, no nos íbamos a besar y si hubiera sido así, él totalmente arruinó el momento. Está parado por un segundo y me estremezco cuando en realidad abre su boca de nuevo. Nunca se sabe que mierda puede salir de la gran boca de Sebastian. —En realidad, esa es una buena idea. Ustedes chicos lo quieren. Besarse, enamorarse, venir a Nueva York con nosotros. Felices para siempre. Fin. —Estúpido —dice Priscilla. —¿Alguien alguna vez te ha dicho que tienes una boca muy grande? —añade Aspen. —Es un chiste. Él no va a darle un beso. Creo que ha perdido su toque. Sonríe grande como si estuviera orgulloso de sí mismo y tengo el impulso de hacerlo. Está bien, tal vez sea una excusa para tocarla, pero me giro hacia Priscilla, se sorprende cuando la tiro contra mí. Ella está tocando mi rostro cuando sus labios impactan contra los míos. Es casi como nuestro primer beso, todo desordenado e inepto, pero encontramos

103

nuestro ritmo rápidamente. Comenzamos a movernos juntos, como siempre, se va directo a mi cabeza. Demasiado pronto se aleja. Mira a Sebastian y le enseña su dedo medio. Creo que necesitamos enseñarle otra lección en caso de que la olvide en primer lugar, pero en su lugar le guiño un ojo. —Por favor, hombre. Tus habilidades no son tan buenas como las mías. Podría enseñarte una o dos lecciones. Por primera vez, Sebastian se queda sin habla. Mira de ida y vuelta entre Priscilla y yo, finalmente grita—: ¡Diablos, sí! —Y luego el idiota me ataca. Trata de saltar sobre mí, pero lo esquivo. Sus brazos rodean mi cuello y está montado en mi espalda. Es cuando me doy cuenta que estoy riendo y él se ríe y las chicas ríen, también. Asombroso. Comenzamos a caminar por la calle de nuevo, Sebastian sigue dándome mierda y tratando de darme una paliza. Cuando las chicas no están prestando atención lo miro y digo—: Eso no significa que me quedaré en Nueva York. Me da otra gran sonrisa. —Lo que digas, hombre. Lo que digas. *** Nuestra próxima parada es el Museo de la historia de Chicago. No es que sea el tipo de chico que va a un museo, pero es otra de esas cosas que un chico hace por una chica. Priscilla ama la historia y sé que realmente quiere ir. Esto probablemente me hará sonar como un idiota, pero no tenía idea de que un museo podía ser así de grande. O quizás no todos ellos lo son, pero juro que es como del tamaño de mi ciudad natal. Hay diferentes salas para diferentes tipos de exhibiciones y por supuesto ella quiere ir a todas. Entonces lo hacemos. Y yo como que lo disfruto también. Aspen y Sebastian se van por su cuenta. Supongo que es porque Aspen sabe que puede controlarlo mejor cuando sólo están ellos dos solos. O tal vez porque han tratado de dejarnos mucho tiempo solos en este viaje. Cualquiera que sea la razón, están aquí y vamos a encontrarnos con ellos en cualquier lugar en poco tiempo.

104

Estamos allí por unas pocas horas y hay una especie de magia en este lugar. Magos caminan por los pasillos, haciendo trucos de magia. Han parado a Priscilla un par de veces. Es divertido mirarla. Es como observar a un niño. Tiene esta pequeña sonrisa en su rostro como si estuviera planeando algo malo. Otras veces es enorme, extendiéndose por su rostro. Es genial observar como disfruta tanto de algo. ¿Es esto lo que quiere hacer? Me pregunto. No puedo creer que nunca se lo haya preguntado. Todos siempre hemos sabido que no quiere estudiar leyes, pero nunca le he preguntado lo que quiere hacer. Miramos un poco más y finalmente nos encontramos con Sebastian y Aspen en una de las salas donde se está haciendo un espectáculo de magia. Es todo acerca de la historia de Chicago. Nunca pensé que me gustaría algo así, pero es divertido. Sebastian y Aspen están parados a nuestro lado. Ella está frente a él, recostada en su pecho. Los brazos de Sebastian envuelven su cintura, manteniéndola cerca. Miro a Priscilla parada entre nosotros. No estoy sosteniendo su mano. No hago ninguna de las cosas que Sebastian hace con su chica. Ella los mira y me pregunto porque no puedo ser lo suficientemente hombre para hacer lo que él está haciendo. Me pregunto porque no podemos estar parados juntos y ser felices de la forma en que ellos lo son. Simplemente me recuerda una vez más que no soy el tipo que ella se merece.

105

13 Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Jessi Redondo

S

ebastián amenazó con tratar de saltar del carro mientras nos dirigíamos al hotel. Lo amenacé con empujarlo. No sucedió ninguna de esas cosas.

—Hace calor. Deberíamos ir a nadar o algo así —dice Priscila cuando estamos en el pasillo del hotel. —Me parece bien. —Abro la puerta de nuestra habitación. Una vez que todo el mundo se ha cambiado, nos encontramos en la piscina. Las chicas estaban en su mayoría en las sillas mientras que Sebastian y yo nadamos, lo cual es bastante confuso ya que pensé que vinimos aquí a causa del calor. Se meten unos treinta minutos antes de que hayamos terminado. —¡Vamos a jugar polo! —Sebastian pone una gran sonrisa en su rostro. ¿Priscilla sobre mis hombros mientras puedo llegar a sostener sus muslos? Estoy totalmente dentro. Su espíritu se hace cargo y ganamos dos juegos a uno. Estoy bastante seguro de que Sebastian lanzó la última sólo para tener una excusa para remojar a Aspen. No es que a ella pareciera importarle. Personalmente, estaba bien con la cosa de montar-sobre-mishombros. Salimos de la piscina y caminamos alrededor del edificio para volver a la habitación. Aspen camina más cerca de la pared y cuando estamos alrededor de una esquina, ella dice: —¡Ay! —y deja caer todo de su mano. Cuando se agacha, se escurre hacia abajo un corte rojo en su pierna. Las cosas están fuera de la mano de Sebastian en un segundo y está de rodillas en el suelo junto a ella.

106

—¿Qué pasó, cariño? —Algo me cortó. Lo que sea que sobresale del lado del edificio. —Déjame verlo. —Él está de rodillas en el duro suelo, pero no pareció importarle nada más que ella. Aleja su mano y hay una herida en la pierna. Sebastian agarra lo más cercano a él, su camisa y se pone a limpiarla. —¿Es malo? —su voz suena temblorosa. —No mires, ¿de acuerdo? Estamos bien. Aspen no lo lleva bien con la sangre y todos lo sabemos. Priscilla y yo estamos allí observándolos. Aspen mira hacia arriba para no ver la sangre. Mientras Sebastian alterna su mirada entre asegurarse de que ella no esté mirando y envolviendo su pierna en la camisa. Es una locura verlos juntos. Nunca he visto algo así, la forma en que se hace cargo de ella. La forma en que se hace cargo de él, también. —Ven aquí. —Se pone de pie y levanta a Aspen en sus brazos, los de ella van alrededor de su cuello. —Creo que es posible que necesites puntos de sutura, Woodstock. —Voy a buscar las llaves. —Voy contigo, Jay, y tomaré algo de ropa para nosotros. —Priscilla y yo corremos a las habitaciones. Consigo las llaves del Explorer y agarro algo de ropa para Sebastian y para mí, mientras ella hace lo mismo para ella y Aspen. Estamos de vuelta en la camioneta unos minutos más tarde. Puedo conducir con Priscilla en el asiento del copiloto y Sebastian sosteniendo a Aspen en la parte posterior. Es la sala de emergencias lo que significa que el lugar está repleto de gente. Priscila y yo nos vestimos en el baño, pero Sebastián no quiere dejar a Aspen. Ella tiene una camisa sobre su traje de baño ahora, sin embargo. Él la sostiene mientras le susurra y la acaricia y lo único que puedo hacer es preguntarme cómo se siente eso. Una hora y media más tarde, todavía estamos en la sala de espera. Tanto Sebastian como yo hemos ido a ver cuánto tiempo más va a ser, pero nadie tiene una respuesta para nosotros. Finalmente ellos llaman, pero el hecho es que todavía no sabemos cuánto tiempo vamos a estar esperando. —¿Por qué no se van? Les enviare un texto cuando hayamos terminado. Pueden ir a tomar algo de comer. —Luego, Sebastian le da su atención a Aspen mientras la lleva a través de la puerta corredera.

107

—¿Qué quieres hacer? —pregunto a Priscila a medida que subimos en el coche. El sol se está poniendo. Debe de estar hambrienta ahora. No hemos comido desde el almuerzo—. ¿Tienes hambre? Podemos tomar algo de comer. —Estoy bien. ¿Tal vez podamos caminar por un rato? —Baja el volumen de la radio. Los barrios de por aquí son un poco extraños. Cada uno de ellos tiene su propio nombre, pero no tardamos mucho en encontrar una concurrida zona que se ve decente. Después de un parque, salimos y comenzamos a mezclarnos con la multitud. Unos minutos más tarde, dice—: Apesta lo de Aspen. Es una locura ver a Sebastian con ella, ¿no? Quiero decir, ha pasado casi un año, pero todavía me sorprende a veces. Su mano accidentalmente roza la mía mientras caminamos. O, por lo menos creo que es un accidente. Es tan extraño pensar demasiado en cosas como esta. —Lo sé. Estaba pensando lo mismo. Está bien, pero diferente. Estamos en silencio durante unos minutos más y no puedo dejar de tratar de averiguar lo que está pensando. ¿Está deseando que pudiese tener coraje como Sebastian? ¿Está cansada de pensar en mí de esa manera y a lo que se ha reducido este viaje es sólo por diversión? Sea lo que sea, puedo decir que es grave por la forma en que ella se muerde el labio. Lo hace cuando está pensando. —Así que... ¿has hablado con tu madre desde que salimos? —Su voz suena insegura. ¿Qué tan patético es que ella se ponga nerviosa por preguntarme si he hablado con mi madre? —Un poco. —¿Cómo le va? —Está bien. —Feliz. Mejores condiciones de vida. No se preocupa por mí. —¿Está planeando un viaje a Texas pronto? Estoy tratando de averiguar cómo hemos llegado al tema de mi familia. Y por qué todavía estamos en ello. La última cosa en la que quiero pasar mi tiempo con ella es hablando de casa. Pero también sé que no debería ser así. Se trata de Priscilla, una de mis mejores amigas en el mundo, y la única mujer que alguna vez realmente ha significado algo para mí. Debería ser capaz de abrir la boca y hablar con ella.

108

Priscilla comienza de nuevo—: Lo he hecho, en caso de que te lo preguntes. Hablé con mamá otra vez hoy. Le dije que podría cambiar de opinión... que no puedo prometer ser una abogada. Mis pies se plantan en el suelo. —Guau. Eso es enorme, Priscilla. —No me sorprende sin embargo. No cuando se trata de ella. Siempre se pone de pie por sí misma—. ¿Qué te dijo? Empezamos a caminar. Es lo suficientemente tarde como para que la multitud se reduzca. Hay una especie de música saliendo de delante de nosotros. —Que estoy siendo ridícula. Que es todo lo que siempre he querido. Lo que quiere decir es que es lo que papá quiere. Nunca preguntaron lo que yo quiero. Asumieron y luego lo empujaron en mi garganta. —Su cabeza se mantiene en alto y su voz tiembla ligeramente. ¿Cómo será para ella? ¿Sentirá cualquiera de las mismas cosas que yo siento? —Lo siento. —Está bien. —Se encoge de hombros. —No. —Deteniéndome, agarro su mano—. No lo está. Puedes hacer cualquier cosa. No dejes que nadie te diga lo contrario. —Sueno como un idiota—. Lo digo en serio. —Lo sé. —Esta vez es ella quien deja de caminar. Sigue haciendo lo de morderse el labio que me vuelve loco. Su pelo está desordenado y está en una vieja camiseta y pantalones cortos, pero no veo nada de eso. Sólo la veo a ella. —Tú también puedes, Jaden. Ya lo sabes, ¿verdad? ¿Cómo supe que esta conversación llegaría aquí? Ella va de verse sexy a sentir lástima por mí, y no me gusta esa mirada. Es la última persona que quiero que me mire de esa manera. Con mi mejor sonrisa y un guiño, le digo—: Malditamente correcto, puedo hacerlo. Su cabeza no está alta de nuevo y lo odio. ¿Por qué no puedo ser real con ella? —Lo siento. Me gustaría... —Pero no puedo decir nada más. Hay personas que nos rodean y obviamente estoy atrofiado emocionalmente. La música es más fuerte, hay una banda de jazz tocando en esta pequeña plaza. La gente se reúne a su alrededor, algunos de ellos bailando y esas cosas. Me inclino hacia ella, porque no puedo mantenerme lejos. Mi frente toca la de ella y ella salta un poco como si estuviera sorprendida.

109

—¿Bailas conmigo? —Le pregunto. Ella asiente con la cabeza contra mi cabeza. Cerramos nuestras manos y caminamos en el interior de la puerta pequeña. La tiro cerca, lo más cerca que puedo y sus manos se ajustan detrás de mi cuello. —Es muy difícil... A pesar de que ella no responde, me sostiene apretadamente y sé que lo entiende. Ella sabe lo que estoy tratando de decir. Yo también sé que no es lo suficientemente bueno. *** Priscilla sale del baño después de cepillarse los dientes. Su cabello se ve como si hubiese hecho algo con él. No es un estilo o lo que sea, pero no se ve tan desordenado como se veía después de nadar. Hemos estado en silencio la mayor parte de la noche. Aspen tiene diez puntos de sutura en su pierna y Sebastian ha sido espástico sobre cuidarla. —¿Estás lista para la cama? —pregunto. Priscilla asiente. Se sube a una de las camas. Golpeo la luz para apagarla y luego quedarme hecho un idiota. ¿En qué cama puedo meterme? No quiero asumir nada. Hemos dormido juntos las últimas noches, pero eso era porque ella estaba llorando y luego porque se metió conmigo. Ahora, es mi elección. Y sé donde quiero estar. —¿Puedo dormir contigo? —Maldita sea, sueno como un idiota. Debí solo haberme metido en ella o en mi propia cama. ¿Por qué hacer eso? —Sí. Dejé escapar el aliento que no sabía que estaba conteniendo. Empujando a un lado las mantas, subo. Ella se acurruca contra mi costado como si fuera su casa, donde pertenece. Mi brazo pasa a su alrededor y su cabeza se encaja perfectamente en esa pequeña curva. Huele a Priscilla. Al igual que la chica que he conocido siempre. No sé lo que tengo que hacer aquí. Si debía abrazarla o besarla. Estamos en este lugar extraño y no estoy seguro de que ninguno de nosotros sepa dónde está. Pero sé que voy a odiar salir de ella. —¿Qué quieres hacer? —susurro en su cabello, luego dejo que mis dedos corran a través de él. —Umm, ¿qué quieres decir?

110

—En la vida. Nunca he preguntado. No sé por qué no te lo pregunté. Ya sé que no quieres ser una abogada, pero ¿qué quieres ser? —Por un segundo, me pregunto si es tonto, pero cuando somos amigos como nosotros, ese tipo de cosas no deberían ser tontas. —Quiero ser feliz —dice. Su voz se quiebra un poco cuando lo hace y me aprieta con más fuerza—. Mis padres... ellos no están cerca uno del otro. Se van de vacaciones, me compran las cosas correctas y esperan cosas correctas de mí, pero no sé si están contentos y felices. Como el uno con el otro, o conmigo. No quiero ser de esas cosas. Quiero estar con la gente que me importa y quiero preocuparme por las cosas que son realmente importantes, no por lo que otras personas piensan que debería. Sus palabras son como cuchillos, apuñalándome, examinando y pinchando y burlándose de mí. Quiero eso, también, pero no sé cómo conseguirlo. Tal vez ahí es donde entra en juego la burla de que no soy lo suficientemente fuerte como para conseguirlo. Para hacer lo que necesito, si ni siquiera sé qué es eso. Es difícil imaginarme de esa manera. Pero también son malditamente increíbles. Las cosas que ella quiere. Son increíbles al igual que ella lo es. —Dios... Eso suena estúpido, ¿verdad? —Trata de sentarse un poco, pero cuando mi mano empieza a peinar su pelo otra vez, se relaja. —No. —Te refieres a un trabajo, sin embargo. No estoy muy segura. Me gusta la historia. Me gusta trabajar con la gente. Sólo quiero sentir que tengo tiempo para averiguarlo. Lógicamente sé que lo tengo, pero hay tanta presión en casa. Su respuesta me sorprende. Pensé que lo sabía todo. Que ella lo tenía todo planeado. —¿Qué hay de ti, Jay? ¿Qué es lo que quieres? —Su mano se aprieta mientras agarra mi lado. Es casi como si tuviera miedo de que fuera a desaparecer. Yo... —No estoy seguro tampoco. Probablemente vaya a terminar trabajando con mi tío o algo así. La conversación termina después de eso. Sigo acariciando y ella sigue apretando. Pronto su respiración se equilibra y estoy seguro de que está cerca de dormir. —¿Priscilla? —mi voz sale casi ronca. —¿Sí? —Oigo la somnolencia en su voz.

111

—Sólo quiero ser feliz. *** Estamos pasando todo el día en el muelle de la Marina. Sebastian y yo estábamos atiborrados. El río, los paseos, la comida. No hay nada mejor que eso. El lugar está repleto de gente y es enorme. No me esperaba que fuera tan grande. Hay cosas por todas partes, gente en todas partes y sé que no hay forma de que vayamos a ser capaces de hacerlo todo en un día. Decidimos tratar de hacer todo lo que pudiésemos. Las chicas decidieron que querían ver el circo. No voy a mentir. No estaba realmente emocionado con la idea, pero una vez que empezó, fue bastante genial. Es el Cirque Shanghai y pueden hacer algunas cosas bastante salvajes en una motocicleta. Priscilla se encontraba muy cerca de mí y una vez cuando se emocionó y se inclinó hacia adelante, puso su mano en mi muslo. —Uhm —murmure cuando Sebastian me codeo en las costillas. Lo miro y tenía esa mirada presumida de te-lo-dije por toda su cara, sus ojos como dardos de ida y vuelta entre la mano de Priscilla y yo. Él es un maldito idiota. Sacudiendo la cabeza, lo ignoro. Después de que el circo terminó y salimos, Priscilla agarra mi mano y me arrastra a un edificio. Parece una especie de teatro o algo así y hay un patio, también. —¡Oh, Dios mío! ¡Están interpretando la Bella y la Bestia! ¡Ese es mi favorito! —Aspen es atacada por Sebastian. No porque quiera estarlo, tampoco. Sé que su pierna le está molestando. Gimo. —Ustedes escogieron el circo. ¡Por favor, no me digas que vas a arrastrarnos a ver La Bella y la Bestia, también! Nos vamos a Nueva York. ¡Podemos ir al teatro allí! —No es hasta que todo el mundo me mira todo gracioso que me doy cuenta de lo que dije. Un resbalón de la lengua, me digo. Eso es todo. Trato de agitarlo lejos mirando a Sebastian para que me respalde. Al principio, él está mirando hacia mí, con la cabeza más alta mientras escucha lo que estoy diciendo y está de acuerdo. Cruzo los brazos y espero a que dijera algo así como "Infiernos, no a toda la cosa de La Bella y La Bestia”, pero luego Aspen tira de su brazo.

112

—Vamos, Bastian. Es mi favorito y no puedo estar en mi pierna todo el día de todos modos. —No puedo creer que hayas jugado la carta de la pierna. —La empujo suavemente. Definitivamente no quiero ver esta obra, pero no quiero que este adolorida tampoco. Sebastian se enojará y que algo me proteja si eso sucede. Sebastián se encoge de hombros. —Estoy dentro pero no le digas a nadie lo que sabemos. Tengo una reputación que mantener. Aspen llena a Bastian con alegría, y Priscilla y yo simplemente nos sentamos y lo vemos todo riendo. Tomamos los boletos antes de dirigirnos al patio a ver una película de Disney. Bueno, una obra de teatro, pero aún así. No comenzará por un rato y ya que estamos fuera, decidimos tomar algo de comer mientras vemos. Las chicas se sientan y Sebastian y yo nos dirigimos a buscar comida. —¿Cambiaste de opinión ya? —pregunta Sebastian cuando estamos sólo nosotros dos. —¿Cambiar de opinión sobre qué? —Nueva York. Pris. Abandonarnos. Elije. Me vuelvo hacia él. Si fuera cualquier otra persona, estaría cabreado, pero así es como somos con los demás. —Hombre, me recuerdas a las señoras mayores en el salón de chismes todo el tiempo. ¿Qué pasa con toda la charla últimamente? —¿Qué quieres decir? Tú no hablas. Sólo estoy tratando de hacer cualquier cosa para mantener a mi chico con nosotros. Es entonces cuando me doy cuenta de que estoy como abandonándolos. En muchos sentidos, no importa, pero hemos sido cercanos desde siempre. Hemos hecho juntos nuestros movimientos sobre las chicas, fuimos suspendidos y nos colamos juntos. Nos emborrachamos por primera vez juntos. Casi fuimos asesinados por el papá de una chica al mismo tiempo. Se suponía que íbamos a hacer Nueva York juntos, también. Gimo y empujo mi cabello fuera de la cara. —No es fácil hombre. Y no es que nunca vaya a salir y patearlo. Sólo... —¿No sé cómo estar cerca de Priscila y no quererla? ¿Sentirme como un extraño con la gente que no debo? ¿No poder mantener mi marca a lo largo? Obviamente soy un marica.

113

—Estas arruinando mi registro, hombre. El otro enganche que alguna vez ha significado algo para mi es el mismo que ha fallado y que estás arruinando. Me tomo un poco entenderlo. Lo empuje. —Idiota. —De repente tuvo sentido para mí el por qué han ido dejándonos a Priscilla y a mi tanto tiempo solos. Sebastian está todavía tratando de jugar—. No es un juego, hombre. Niega con la cabeza. —¿Crees que no lo sé? No soy un idiota. Lo cual es la razón por la que estoy haciendo lo que estoy haciendo. Nunca discuto con él, así que lo dejo en paz. Entonces otro pensamiento salta en mi cabeza. Mi corazón comienza a golpear y no sé si es de una buena manera o no. —Priscilla no lo sabe, ¿verdad? Quiero decir, ella no está en esto o lo que sea. —¿Ella me beso para tratar de conseguir que me quede? No...no ella. Ella no es así. Sebastián se ríe. —Tú la conoces, ¿verdad? —Niega con la cabeza y luego agrega—: La llamas Priscilla todo el tiempo. No solías hacerlo. ¿Qué pasa con eso? Esta vez soy yo el que sacude la cabeza. No voy a entrar en esto con él en estos momentos. O nunca. No lo entendería. ¿Lo haría? —¿Es su nombre? No lo sé. Nunca querías hablar mucho antes de que llegara Aspen. Te estás volviendo blando para mí. —Esperemos que esto aclarare las cosas. Le doy el infierno y luego me dará el infierno, y luego vamos a olvidar que quiere hablar de cosas que yo no quiero. Tan fácil como eso. —Tal vez debería haberlo hecho, ¿sabes? Tal vez las cosas habrían terminado muy diferentes si alguno de nosotros hubiera permitido dejar salir toda esa mierda que llevas por dentro durante tanto tiempo. Tal vez las cosas habrían sido de la forma en que se supone que deberían. Dejo de caminar, pero Sebastian sigue adelante. No llega demasiado lejos cuando trato de alcanzarlo, preguntándome cuándo llego tan lejos. Y orgulloso de él por ello, también.

114

14 Traducido por Amy Corregido por Jessi Redondo

N

o entiendo a las chicas. Podría haber hablado mierda con Sebastian como siempre, pero realmente no quería. Estamos aquí sentados mirando la obra y Priscilla está llorando. No un llanto, llanto, pero sus ojos están vidriosos y de vez en cuando una pequeña gota se libera y se desliza en su piel oscura. Es una chica y una bestia y de verdad no lo entiendo. Estoy seguro de que hay algo más aquí, pero sea lo que sea, está más allá de mí. Sin embargo todavía no me gusta verla llorar. Me siento y pongo mi brazo sobre el respaldo de su silla. Ella se echa hacia atrás, así que es más fácil para mis dedos acariciar su hombro. Amo totalmente cuando ella usa sus tops cortos. Me inclino y le susurro—: Estás goteando. Una pequeña sonrisa aparece en sus labios. —Eres un idiota. Quizás soy un idiota, pero ella ya no tiene lágrimas en sus ojos. No muevo mi brazo. *** —Estoy listo para los paseos ahora. ¿Alguien más? —Salimos al patio hacia los paseos. No hay toneladas, pero sigue siendo más genial que La Bella y la Bestia. —Estoy dentro —dice Priscilla a mi lado. —No estoy segura de hacerlo —añadió Aspen. —¿Por qué? Tienes que caminar algo. —No estoy listo aún para volver al hotel. Un chico empuja a Priscilla y ella tropieza un poco. La tiro a mi lado. —Mira por donde caminas, hombre.

115

Él nos da una mirada sucia y sigue caminando. Priscilla no se separa de mi lado. —¿Estás segura de que no quieres probar un paseo o dos, Aspen? Aspen niega con la cabeza. —No. Realmente no me siento muy bien. Sebastian envuelve los brazos alrededor de su cintura y la atrae hacia él. —Volveré a la habitación contigo. —Tiene la boca en su cuello mientras le habla. Lo miro, tratando de averiguar si es parte de su plan. Si él sigue tratando de jugar al Doctor Cupido conmigo y Priscilla, pero le da toda su atención a Aspen. —Lo siento chicos. Los veo dentro de un rato, ¿bien? Les mandaré un mensaje si comienzo a sentirme mejor. —Aspen abraza a Priscilla y a mí antes de marcharse. El problema es que Priscilla se comienza a alejar de mí. —Por lo menos no me acobardé —le dije. Podía ver lo feliz que ella está—. ¿Qué quieres hacer primero? —¿Mi elección? —Ella pone una falsa voz dulce. —Absolutamente. —Eso es lo que pensé —Priscilla me guiña un ojo y luego recorre su brazo con el mío mientras comenzamos a caminar—. Quiero jugar golf en miniatura. —¿Qué? Eres una tramposa. Pensé que íbamos a caminar. —No es como si hubiera mucho para hacer aquí. Me encojo de hombros. —Cierto. Un rato más tarde llegamos al campo de golf. Después de pagar comienza el juego. En nuestro primer hoyo tengo tres pares en cuatro disparos. Priscilla hace dos. En el segundo hoyo es otro par tres y ella de alguna manera tiene un hoyo en uno mientras me lleva tres. También me gana en el tercero. — Amiga, ¿Quién eres? ¿Una profesional de golf encubierto o qué? ¿Me estás timando, Mendoza? —Timar sería insinuar que soy mala, cosa que no soy. Si hubieras preguntado, te habría dicho que pensaba ser asombrosa en mini-golf. Tú, Jay, asumiste que ibas a ganar. —¿Qué? —Instintivamente agarro muñeca mientras ella me señala. Mis dedos haciendo un anillo a su alrededor—. No asumí nada y aún no

116

has ganado. Apenas estoy agarrándole el ritmo a las cosas. —La acerco a mí—. ¿Lo tienes? ¿Agarrarle el ritmo a las cosas? Priscilla rueda los ojos, riendo. —¿Te das cuenta de lo cursi que eres? —Te hice reír, ¿no? —Me río un poco y se siente bien. Correcto. —Sí. —Me da un golpe con su cadera—. Me encanta cuando te pones así. Hay un segundo en el que quiero preguntarle qué quiere decir, pero luego lo entiendo. Sé que quiere decir y me gusta, también. —¿Quién no lo haría? Soy una muy buena compañía. Ella se ríe otra vez cuando una familia da pasos detrás de nosotros. — ¿Perdón? ¿Van a jugar? Los dejamos pasar. Cualquier persona que nos alcanza, la dejamos pasar también. No estamos apurados. Disparé una bola al agua, perdí una, y tuve que robar otra. Priscilla se ríe tan fuerte que se tropieza en una piedra falsa. Todo el tiempo nos reímos. Y cuando ella me gana, no se siente como si hubiera perdido en absoluto. *** Del golf nos dirigimos al laberinto loco. Priscilla se aferra a mí todo el tiempo a través de giros, vueltas, espejos y todo ese tipo de cosas. No me toma mucho tiempo para sacarnos de allí. Considero los golpes en mi pecho, pero pienso que puede ser un poco exagerado ya que está hecho probablemente para niños. Comemos unos enormes sándwiches de queso que son una bomba para la cena. En serio quiero comer en Chicago por el resto de mi vida. Está oscureciendo afuera, incluso hay más gente que antes cubriendo el lugar mientras nos dirigimos de nuevo a Pier Park para subirnos a la Rueda de la Fortuna. Ella se inclina en mí mientras esperamos en la cola y no puedo dejar de abrazarla. No puedo dejar de pensar en el hecho de que pronto estaremos en Nueva York y se supone que tengo que irme. Jesús, ¿qué si le duele más ahora? ¿Y si piensa que esto significa más de lo que es? No, no me refiero en ese sentido, porque ella significa más que cualquier cosa, pero no sé si significa que puedo quedarme.

117

“Muy pronto estarán cansados de mantener tu flojera, chico. No les llevará mucho tiempo darse cuenta de lo que siempre he sabido. No te lo mereces. No te mereces nada” “Tu verdadero padre tampoco te quiere” Sacudo mi cabeza. No quiero pensar en ellos cansándose de mí, en ellos alejándose. Dándose cuenta que no los merezco. No. No puedo quedarme. —¿Boletos? —El hombre que trabaja en la línea tiende la mano y se los entrego. Priscilla y yo subimos, y ella se acurruca en mi lado derecho, sonriendo. Demonios, esta chica es fuerte, feroz. No tiene miedo de nada y la amo por eso. El viaje comienza y junto nuestras manos. Miramos el parque mientras avanzamos más y más alto, las luces, el agua y las personas. —Es hermoso aquí arriba. —Ella deja caer su cabeza en mi hombro. —Por supuesto. —Suena estúpido, pero es como si fuéramos invencibles acá arriba. Nadie puede tocarnos y nadie puede hacernos algo. Los problemas están lejos. La voz de Mike es sólo un débil susurro en mi cabeza porque actualmente soy lo suficientemente fuerte como para bloquearlo. Aquí arriba, puedo ser algo. Hay edificios en la distancia, así que hay mucho que ver. Damos vueltas y veo todo. Veo todo y no me importa que mis pensamientos sean bastantes femeninos en estos momentos. Muy pronto el viaje se termina y estamos caminando en la multitud de nuevo. —Hoy ha sido perfecto —me dice sin mirarme. —Lo fue. —Y entonces me doy cuenta que necesito aligerar el ambiente. Ha sido perfecto y no quiero arruinarlo como siempre pareciera que lo hago, con demasiados malos pensamientos en mi cabeza—. Quiero decir, ¿cómo un día conmigo no sería perfecto? Cuando piensas eso, es prácticamente imposible. Priscilla trata de pegarme, pero la esquivo. —No puedes atraparme —bromeo. Nos estamos acercando a la salida. Estoy feliz de que nuestro hotel esté a poca distancia. —Estúpido —dice con esa voz alegre que amo Me detengo y ella se lanza sobre mí, sólo para alejarme otra vez. —No saques lo mejor de mí, Priscilla. Soy perfecto.

tanto.

118

Cuando intento pasarla, ella agarra mi camisa. Maldita sea. Ella es buena. Tratando de alejarme, tropiezo un poco. Priscilla avanza después de mí y me caigo contra un edificio. —El Señor Perfecto no es muy bueno estando de pie. —Da un paso más cerca. Tengo mi espalda contra la pared, y ella está de pie justo en frente de mí. Y ella es hermosa. Ojos oscuros y tormentosos. Labios sexies. —Me quedé de pie. Si no te diste cuenta, te atrapé. Sacudiendo su cabeza, ella dice—: No, la pared te atrapó. Nunca estuve en peligro de caer. No puedo detener la sonrisa que se propaga en mi cara. Mi piel se siente caliente, casi hermética. Siento sus ojos como si de alguna manera quemaran mi piel. —Lo que sea que necesites decirte. —Sin ser capaz de detenerme, la tiro hacia mí. Ella viene fácilmente. Tengo tantas ganas de besarla. Sentir sus labios en los míos con la fuerza de la necesidad surgiendo dentro de mí. Con todo lo que tengo, cierro la puerta a los otros pensamientos que me acosan. Mi mano se desliza hacia la parte de atrás de su cuello y se entierra profundamente en su cabello. Luego, mis labios encuentran los de ella. Tiene un sabor picante. Parece perfecto como nuestras lenguas juegan. Sus manos exprimen mis costados. Su aroma me rodea. No hay gente, no hay nada, excepto ella. Retrocediendo un poco, besa un lado de mi boca, luego otro. Tomo sus labios otra vez en pequeños cortos besos con la boca cerrada cuando mi cuerpo está para mucho más. —¿Ves? Perfecto —susurran mis palabras contra su boca. Priscilla se ríe y sacude su cabeza. Mis brazos están en sus hombros, cerrados detrás de su cuello. No sé que hace que ella lo haga, pero se deposita debajo de mi cuerpo y pone sus manos en mis bolsillos. El papel se arruga cuando ella lo toca. Una sonrisa se inclina en sus labios y dice—: ¿Qué es esto? ¿Tienes números de algunas chicas en tu bolsillo, Jay? No me hagas herir a alguien. Jesús, es estúpido. Ni siquiera sé por qué, pero todo mi cuero se congela. La puerta en mi cabeza se abre y las palabras de Mike vienen rápidamente. ¿Cómo puedo decirle que soy un perdedor lo suficientemente grande como para llevar la dirección de mi padre que no quiere tener nada que ver conmigo?

119

—¿Qué está mal? —Su voz está preocupada ahora. Usualmente me hace sentir como alguien que ella puede leer muy bien. En este momento, lo odio. —Nada —sale de mi boca mientras mi cerebro está gritando: ¡Deja de ser tan débil! Abre tu boca y cuéntale. Le puedes contar cualquier cosa. ¿No habías pensando en decírselo días atrás? Es mucho más fácil pensar en algo que en realidad hacerlo. Cuando trato de alejarme, ella agarra mis bolsillos y no me deja. Se siente como una eternidad antes de que la escucho susurrar—: ¿Por qué? Antes de tener la oportunidad de responder sus manos están fuera de mis bolsillos y me empuja. —¿Por qué? —Esta vez con más furia—. ¿Por qué nunca confías en mí? Tardo tres latidos de corazón en responder. De hecho los cuento porque no puedo responder. Odio el dolor en su voz. El dolor en sus ojos. Y luego ella se da vuelta y se aleja.

120

15 Traducido por Eugene_14 Corregido por Violet~

U

n segundo más tarde estoy empujándome fuera de la pared y yendo directamente detrás de ella.

—¡Pris, Priscilla! ¡Espera! —Corro tras ella. No entiendo por qué esta cosa que hice la enfureció. O quizás es todo. Tal vez lo que dijo Mike sea cierto y ella finalmente tuvo suficiente. Finalmente entendió que no valgo la pena, o que soy mucho trabajo para alguien o… Ni siquiera lo sé. Lo único que sé es que tengo que detenerla. Tratar de convencerla, porque es Priscilla y no puedo soportar la idea de que me odie. —¡Espera! —la llamo pero ya la había atrapado. Ella se agita y grita—: ¡No! —Y luego, la tormenta se aleja. La gente nos mira. Como si nosotros nos empujáramos por todo el resto del parque. No me importa ninguno de los mirones. Lo único que me importa es poder arreglar esto. Dejamos el parque y estamos en la calle, dirigiéndonos hacia el hotel. Sus pies se mueven tan rápido que casi me cuesta seguir su ritmo. Ella se está empujando a sí misma, que puedo decir, así que me empujo más fácil. La puerta del hotel golpea contra el muro cuando la empuja tan fuerte para abrirla. Todos en el vestíbulo se detienen a mirar, probablemente preguntándose si le había hecho daño. Odio que tengan razón. —¿Por qué actúas así? —Su voz se rompe cuando me abro paso en el ascensor con ella. —Lo siento. —Las palabras me hacen sentir débil. Suenan débiles. Todo lo que hago es pedir perdón y nunca soluciono nada. ¿Por qué no puedo arreglarlo?—. Es por eso que no creía que fuera una buena idea perdernos sólo nosotros dos por un rato. No quería seducirte. Por la forma en que sus ojos se abren y empiezan a brillar, se que he dicho la peor cosa que podría hacer dicho.

121

—Seducirme, ¿Seducirme? —Sus manos encuentran mi pecho y empuja con fuerza, haciendo que me golpeé con la parte trasera del elevador—. ¡Jódete, Jaden! ¡Ding! Las puertas del elevador se abren y ella sale. Sé que tengo que atraparla o cerrará con seguro la habitación, dejándome afuera. Priscilla tiembla cuando abre la puerta antes de tratar de cerrarla en mi cara. Tal vez un mejor hombre se lo permitiría, pero sé que yo no le permitiría dejarme afuera. Necesito hacerla entender. Lo necesito más que nada. —¡Ugh! —Quita sus manos lejos de la puerta y se adentra a la habitación. Cierro la puerta detrás de nosotros, buscando las palabras en mi cabeza. Tratando de no concentrarme en los locos latidos de mi corazón o del dolor que se difunde a través de mi pecho. —No quise decir eso, es sólo que... No era realmente el número de una chica, Priscilla. —¿Por qué dije eso? Eso no es lo que quería decir. —¿De verdad crees que no lo sé, Jaden? Te conozco mejor de lo que aparento. Ese no es el punto. ¿Cuál es? Quería preguntarle. Dime qué decir o cómo solucionarlo y lo haré. —Sabes que yo no pensaba en eso tampoco. Es sólo que para ti es más fácil concentrarte en eso y yo no puedo... —Niega con la cabeza y se lleva las manos a la frente—. No puedo hacerlo. Es tan difícil. ¿Por qué es tan difícil? Ella está llorando ahora. Priscilla. La chica que puede tomar cualquier cosa está llorando por mí. ¿Cuántas veces la voy a lastimar? ¿Cuántas veces la haré llorar? —Soy yo. No tú. —Me apoyo en la mesa tratando de no verla—. Es por eso que yo no… no es eso… sabía que iba a meter la pata. Sabía que no soy lo suficiente bueno para ti. ¿Cómo puedes creerte plenamente mis palabras y al mismo tiempo odiarlas? Mi orgullo me da de puñetazos y me lleva hacia abajo porque yo quiero ser lo suficientemente bueno. ¿Cómo pude decir esas palabras en frente de ella? ¿Probarle todo lo que ella siempre ha sabido? Es más fácil pretender que creo que soy más de lo que soy. —Huh. —Cruza sus brazos—. No creo que seas tú, Jaden. Es obvio que soy yo. Tú no quisiste besarme en la fiesta del verano pasado. Estábamos tan cerca, pero lo detuviste. ¿Cómo puede creer eso? ¿Cómo no la voy a querer?

122

—¿Qué…? Ella me interrumpe. —Sin embargo, esto no termina ahí. Cualquier cosa que haga no es suficiente para que confíes en mi o sientas lo mismo que yo siento por ti. Mi cuerpo es como un espejo agrietado, líneas como telas de araña corren desde el punto central. Mi pecho, mi cabeza y el resto de mi cuerpo hacen lo mismo. ¿Cómo puede pensar que no es lo suficiente para mí? Priscilla abre la puerta corrediza de cristal y camina hacia el balcón. Es una linda habitación. Más agradable de lo que podía permitirme sin ellos. Mi cerebro está gritando y gritando; y me maldice para que le hable. Para que deje de ser tan marica y le diga lo que siento. ¿Qué es lo que le pasa a mi cabeza? Tal vez ella pueda bloquear la voz de Mike. Diablos, lo puedo bloquear yo. Dejo de apoyarme en la mesa y la sigo. Mis manos están sudando y estoy respirando con dificultad, pero cuando trato de hablar mi voz a duras penas sale. —¿Cómo puedes pensar eso? —¿Cómo puedes saber que no eres suficiente? Tú eres todo. —¿Cómo no puedo? —Ella no se molesta en verme. Está mirando afuera por el balcón. Viento se desliza sobre ella y le golpea el cabello—. No importa lo que haga, nada está bien. Nunca es la llave correcta para entrar a ti. De repente me siento enojado. Estoy enojado. Apretó mis puños. Mi corazón late con más fuerza. Mi cabeza duele. Estoy enojado con Mike. Con mamá. Con quién demonios sea mi padre. Estoy enojado conmigo. Y cuando mi boca se abre, no lo puedo detener. No sé si quiero detener todas las palabras que están por salir. —¿Qué es lo que quieres que te diga, Priscilla? ¿Qué mi padre es un idiota que me odia? ¿Qué gasté mi vida entera oyendo cuán mierda soy? ¿Qué nunca lograré nada? ¿Qué no valgo nada? ¿Qué él siempre me llamó como cada nombre en el libro? Su cuerpo se congela pero yo sigo adelante. —Mi mamá nunca hizo nada para detenerlo. Mi estúpida madre, que se supone que me ama y me cuida, lo prefirió a él. ¿Quieres saber cuántas veces he escuchado su voz en mi cabeza? Siempre. Asegurándose de hacerme saber que mis mejores amigos son mejores que yo, que él es mejor que yo. ¡Que el maldito mundo entero es mejor que yo! No importa lo que haga, no puedo pararlo.

123

Siento que voy a estallar. Mi cuerpo está en llamas. Estoy quemándome por dentro pero sólo sigo adelante. —Rompí mi mano en su cara cuando me dijo que no era mi padre. ¿Puedes creerlo? ¡Mi mamá permitió que un extraño me torturara toda mi vida! Y que mi padre biológico tampoco diera una mierda por mí, pero aún cargo su jodida dirección en mi cartera a donde quiera que vaya. ¿Qué clase de hombre hace eso? A esto se gira. Sus ojos están rojos, hinchados, lágrimas caen por su rostro. Quiero besarla y a la vez enojarme con ella. —No hagas eso. No me mires como sintieras lástima por mí. Tu no, Priscilla. ¡Eso es exactamente lo que no quiero! Trato de alejarme, pero ella agarra mi brazo con tanta fuerza que sus uñas se clavan en mi brazo. —Él se equivoca. No me importa lo que dijo, él está equivocado con respecto a ti, Jaden. ¿Cómo no puedes ver lo increíble que eres? Sus palabras me hacen tomar un respiro. Quiero creer que son verdad. Quiero usarlas para luchar contra las de Mike, para descomponerlas y apuñalarlas hasta que sólo queden las de ella, pero él tiene un golpe más duro. Grita más fuerte. —¿Acaso no ves lo mucho que Sebastian te quiere? Es tu mejor amigo. Y se está matando con la idea de ti dejándolo. ¿Y Aspen? Estás conectado con ella desde que Bastian la lastimó. Estuviste junto a ella. ¿Cuántos hombres pueden hacer eso, Jay? ¿Cuántos apoyarían a la ex de su mejor amigo, incluso si ella tenía razón? Niego con la cabeza. —¡Cualquiera podría! Él la lastimó y yo sabía que él se preocupaba por ella. Eso no es nada. Da un paso hacia a mí. Sigue llorando pero puedo ver que trata de ser fuerte. —Eso fue algo. ¿Y Courtney? Ella te ama como un hijo. Roger también. —No tus padres. Otro paso más cerca. —Ese es su problema. No tuyo. Jaden, tienes un corazón enorme. Tú… —Ellos no me quieren —sale a través de mi garganta. Las palabras son rotas y dolorosas, y las odio. Pero es la verdad.

124

—Yo te quiero. Te necesito, quiero que sepas esto. Esas personas, ellos no te conocen. O no ven lo que yo veo en ti. Yo te veo. Para mí, tú eres todo. ¿Todo? ¿Algo? ¿Cualquier cosa? Todas esas palabras me hacen sentir increíble. Me dan esperanzas, si ella tiene razón. ¿Y me ve? ¿Cuántas veces he pensado en ella? —¿Por qué? ¿Por qué yo? No pude explicar mi pregunta porque ella lo entendió. Me entendió. —Porque eres tú. Porque prefieres lastimarte a ti mismo antes de lastimar a alguien más. Porque tú eres un amigo asombroso y un increíble hijo. Tú peleaste por mí, y te preocupaste por mí. —Te lastimé. —Tú te has hecho más daño. Me las arreglo para levantar mi mano, para acariciar sus mejillas y quitar algunas lágrimas de ahí. No hay nada como eso. Como ser el único que está para limpiar sus lagrimas. Me hace sentir como algo. Priscilla cubre su mano con las mías. El calor nos fusiona. —Nada es lo mismo sin ti, Jay. El último año no fue lo mismo. Este viaje no hubiera sido el mismo. Nueva York no será lo mismo. Es increíble… el pensamiento de que puedo hacer la diferencia o de que las personas se preocupan lo suficiente por mí. No sé si puedo creerlo pero sé que lo quiero. Lo quiero más que cualquier cosa. Doy un salto cuando escucho una fuerte explosión que llena el cielo de rojo y azul. Los fuegos artificiales del muelle de la Marina se encienden sobre el agua y en el cielo, de la misma manera en que sus palabras se encienden dentro de mí. Priscilla se da vuelta y se inclina hacía mí, su cabeza se apoya en mi pecho. Mis brazos se envuelven alrededor de ella, abrazándola tan fuerte como puedo. Y observamos. Aún sigo confundido. Perdido. La voz de Mike sigue ahí, y los padres de Priscilla siguen ahí, incluso el papel de mi billetera aún me persigue, pero de alguna forma, no me siento vacío por dentro. No me siento tan solo en él. Mis palabras se conectan con nosotros y me da una fuerza que no sabía que podían dar. ¿Es así para todos? ¿Confiar en alguien y hacerle ver los monstruos que habitan dentro de ti? No lo sé. Todo lo que sé es que estoy con ella.

125

—Se siente como si estuvieran sólo para nosotros —dice ella y más fuegos artificiales empiezan a tronar y agrietarse en el color de la noche. No sé como me sentiré mañana, o en una hora, o en quince minutos. No sé si la voz de Mike aparecerá de nuevo o si enloqueceré de nuevo, pero ahora, en este segundo, se siente que los fuegos artificiales son para nosotros. Se siente como que está todo. Cuando se acaban, ella se gira en mis brazos, mirándome. Sin saber lo que debo de hacer, trato de dar un paso hacia atrás. —No —dice. Entonces no lo hago. Sigo abrazándola y nos quedamos ahí—. Te amo, Jade. Tal vez es lo peor que he dicho, pero siempre lo he hecho. Te dije que deberías confiar en mi, así que yo estoy confiando en ti y te lo estoy diciendo. Te amo. Antes de enamorarse de Aspen, Sebastian no creía en el amor. Siempre lo he querido, sólo no sabía si yo era digno de amar. Pero, ¿cuándo lo dijo? ¿Ésta chica quien puede hacer cualquier cosa? Se siente como la ley. Si ella puede amarme, debo ser digno de algo, ¿cierto? Tal vez no sea lo correcto, pero le contesto poniendo mi boca en la suya. La beso tan suavemente, tratando de mostrarle exactamente lo que yo no consigo decir. Su boca se abre y meto mi lengua en su interior. Después ella hace exactamente lo mismo. Mis manos se entierran en su cabello y las suyas hacen nudos en mi camisa y ella gime como si necesitase más de mí. Aquel beso viaja a lo largo de mi cuerpo. Mi cuerpo esta ardiendo de una forma diferente. Una forma más que necesitada. Priscilla enciende el fuego mientras su boca se mueve por mi cuello, besándome ahí. Hago lo mismo con ella, dar y recibir, ella y luego yo. Ella luego yo. Un paso hacia atrás, me tropiezo en la habitación. Todavía estamos unidos y todavía estamos besándonos. En este momento, todo está en silencio. Sólo ella y yo aquí. Esto es diferente a cualquier momento en que la he besado. Diferente a cualquier cosa que he hecho con otra chica. Cuando muevo su blusa a un lado para poner mis labios contra su hombro, ella se aleja. —Lo siento. —La ultima cosa que quiero hacer es empujarla. Soy feliz haciendo esto. Pero ella sólo me sonríe, engancha su mano en la parte inferior de la blusa y la tira por la cabeza. No voy a mentir, probablemente mis ojos se salen de mi cabeza. Mis pantalones se sienten de una manera muy estrecha detrás de la cremallera. Nunca pensé que la vería de esta forma. Parada ahí, sólo con unos pantalones cortos y un sostén púrpura contra su piel. Ella quiere que yo —jodido Jaden Sinclair— la vea de esta manera.

126

Estoy congelado. Es vergonzoso admitir que apenas puedo moverme cuando quita mi camisa. De hecho jadeo cuando su mano roza mi piel, y luego tira mi camisa por encima de mi cabeza y al suelo. Abre tu boca, Sinclair. Dile que esto es una mala idea. Piensa con la cabeza fría. Pero es difícil porque ella es tan hermosa y es la chica que siempre he querido. La chica que nunca pensé que realmente, realmente podría amarme. — Priscilla, no sé si... —Quiero decir las palabras y guardármelas al mismo tiempo. Me apuñalo a mí mismo por asumir que ella tal vez esté de acuerdo, pero me siento orgulloso de mi mismo también. —Yo sí. —Entonces ella pone sus manos detrás de su sostén para quitárselo. Mi cerebro deja de funcionar. Mi cuerpo se enciende a la vida. Una maldita corriente eléctrica cobra vida en mi cuerpo. —Yo… Me interrumpe. —Ya no soy una niña, Jaden. Ahora soy una adulta. Sé lo que quiero. —Su voz tiembla un poco pero en sus ojos puedo ver que lo dice en serio. Cierro los ojos. Bien o mal, no hay forma de que pueda salir de esto. Voy hacia ella. Mis manos encuentran sus brazos y suavemente le quito el sujetador. Puedo decir que está apunto de discutir conmigo, pero se detiene cuando llego a alrededor suyo y cierro la puerta corrediza. Doy un paso detrás de ella, le quito el pelo de alguna forma, y beso su hombro. Pequeñas temblores emergen sobre su piel. La beso mientras mis manos empiezan a trabajar con el broche de su sujetador. Cuando lo abro, deslizo las correas sobre sus brazos. No puedo creer que esto esté pasando. Que yo esté con ella aquí de esta forma. Tengo miedo de morir, no sé si seré capaz de hacer que esto dure. Cuando lo tiro al suelo, camino a su alrededor otra vez. La miro porque no hay absolutamente ninguna otra parte en la que mis ojos quieran estar. —Dios —Es la primera palabra que sale de mi boca, lo cual es absolutamente ridículo. Ella es la única que habla español, no yo, pero es todo lo que puedo decir—. Eres hermosa —le digo. Y luego la llevo a la cama. ***

127

La mano de Priscilla esta sobre mi pecho desnudo, su cabeza apoyada sobre mi hombro. Estamos aquí sentados tranquilamente por lo que se siente como diez años. Quiero preguntarle si está bien. Si ella se arrepiente, si lo lamenta, pero estoy muy asustado por lo que ella vaya a responder, así que sólo la abrazo y la acaricio, tratando de no concentrarme en verla, y lo que hemos hecho, una y otra vez en mi cabeza. —¿Jaden? —dice finalmente después de quién sabe cuanto tiempo. —¿Si? —Yo... Yo quiero pedirte perdón. Por todas esas veces que te dije esos nombres. Cuando te decía estúpido o idiota. Eso no era lo que quería decir. Realmente no. Sólo… —Oye. No te preocupes. Está bien. Me gusta cuando te hago toda una luchadora. Ella no ríe como quería que lo hiciera. —No está bien. No debí haberte dicho ninguno de esos nombres porque tú no eres ninguno de esos. Estuvo mal y lo siento. Las cosas que esta chica me hace. Estoy ardiendo aquí. De hecho creo que quiero llorar. No recuerdo la última vez que lo hice, y no me permitiré hacerlo ahora, pero ella es tan jodidamente increíble. —También lo siento. Por casi besarte en la fiesta, mejor dicho, por no besarte en la fiesta. Por ser tan débil este año. Debí de haber confiado en ti. Lo hago, quiero decir. Es sólo que… —Está bien. Sólo no me dejes fuera. No importa qué, somos amigos, Jay. Siempre. Más tiempo pasa y nosotros seguimos aquí tumbados. Pienso sobre su ropa en el suelo y su cuerpo desnudo bajo la manta. Más que eso pienso en todas las risas y diversión que hemos tenido. Todos estos años en los que nos hemos conocido y todas esas buenas cosas que hemos pasado. La forma en que haría cualquier cosa por ella y el hecho de que creo que ella haría cualquier cosa por mí. —¿Puedo contarte algo? —Es más fácil no mirarla cuando hablo. —Puedes decirme lo que quieras. Lo sé. —Quiero ir a Nueva York. No quiero ir a Texas. Quiero decir... ¿Quién será la voz de la razón si yo los dejo, chicos? —¿Cómo te podré dejar?

128

—No trates de bromear, Jay. No ahora. Y si tú quieres ir a Nueva York, ven con nosotros. Mereces todo lo que quieres. Haremos que esto funcione si es realmente lo que quieres. Lo quiero. Pero, ¿puedo tenerlo? Ella toma unas cuantas respiraciones y sé que está pensando en algo. Priscilla rueda sobre su estomago y me mira. —Sabes... si tú quieres ir a ver a tu verdadero padre, yo podría ir contigo. Podría ayudar. Para que hables con él. Niego con la cabeza. —No lo haré. —Lo que realmente quiero decir es que no puedo. No puedo tomar el riesgo de verlo por primera vez y que él tampoco me quiera.

129

16 Traducido por munieca Corregido por Mrs.Styles♥

A

ún estoy en estado de shock por varias razones cuando me despierto a la mañana siguiente.

Le conté a Priscilla sobre mi familia. No he hablado con nadie sobre ello, nunca. Con ninguno de mis mejores amigos. ¿Por qué no? El mundo no explotó. Yo no lo hice. De hecho, podía sentirme mejor. Y Priscilla. Mierda. ¿Ella me ama? ¿A mí? Y nosotros... Estúpidamente, me congelo como si estuviera haciendo algo mal cuando ella despierta a mi lado. Ella roncó anoche, pero no importaba. Ella sigue siendo la más sexy chica que he visto nunca. Dejé que mi mano se moviera arriba y abajo en su espalda, mirando cómo se le pone la piel de gallina. Viendo su piel oscura sonrojarse. Yo también la quiero. Siempre lo he sabido. Incluso cuando no quería admitirlo. “Tú no eres nada”, las palabras de Mike regresan, pero eso no puede ser verdad. No puedo ser nada si ella me ama. Cuando suena un golpe en la puerta, salto de la cama. Una envoltura de condón cruje debajo de mis pies. Priscilla no se mueve. Sabiendo que es Sebastian, me aseguro de que esté cubierta antes de ponerme mis pantalones cortos. Abro la puerta sólo unos cinco centímetros, quitando la posibilidad de que pueda ver el interior. —¿Qué pasa? —me rasco la cabeza y por alguna razón él está mudo. Sebastian me mira todo ojos abiertos y sorprendidos. —¡Mierda! ¿Mierda? Me empujo por la puerta y la cierro detrás de mí. No tengo ni idea de lo que sabe, pero lo hace.

130

—¡Mierda! —dice de nuevo. —Amigo, ¡cállate! Niega con la cabeza. —Me voy, me voy… es que... ¡Mierda! Estoy alucinando aquí. ¡Tienes un chupetón en el cuello! Lo cubro como si eso lo hiciera olvidarse o algo así. —En serio, Sebastian. Te daré un puñetazo en la boca si no la cierras. Mejor que no digas nada. No quiero que ella se sienta avergonzada. —No lo haré. No soy un idiota. —Cruza los brazos y me doy cuenta de que ya está vestido. Me olvidé de que se supone que debemos dejar Chicago hoy, lo que significa que es temprano, y Priscilla y yo estamos retrasados. De repente, la mirada de asombro en su cara comienza a transformarse en algo diferente. Él está serio cuando me mira y dice—: Si te vas ahora, le vas a romper el corazón, Jay. Te quiero, hombre, y eres como mi hermano, pero voy a patearte el culo si la lastimas. Ruedo los ojos. —Lo que sea. —No estoy jugando aquí. Quisiste hacerme lo mismo cuando se trataba de Aspen el año pasado. Cometí un error, no hagas lo mismo. Será aún peor. Él tiene razón. Me apoyo contra la pared y me deslizo hacia abajo. Él se sienta a mi lado en el piso. Mis pies están en el suelo, mis rodillas arriba con los brazos descansando sobre ellas y él está igual. —No voy a hacerle daño. Voy —me encojo de hombros—, voy a hacer la cosa de Nueva York. Tienes un compañero de habitación de nuevo —le pegué. —Ah... —¿Ah? ¿Qué quieres decir con ah? —Yo sólo... iba a quedarme con ellas. Pris y Aspen pensaron que me podía esconder en su lugar. No es como que los padres Pris estarán mucho por ahí. Estoy seguro de que podría conseguir que mamá lo supere. O demonios, yo podría decirle. Ella no es estúpida y no tendría que saber que los padres de Pris enloquecerían. Ellos son los que están afrontando la mayor parte del dinero para su apartamento. Los padres de Aspen estaban ayudando, pero estoy

131

bastante seguro de que es, en su mayoría, de Priscilla y estoy bastante seguro de que es demasiado caro. —No te preocupes, sin embargo. No le he dicho a mamá aún, así que todavía puede conseguir nuestro lugar. En el otro lado de Nueva York. —Yo no quiero arruinar las cosas si quieres quedarte con ellas — Como si él no quisiera vivir con su novia. —Cierra la boca. —Sebastian extiende su puño—. No hubiera sido lo mismo sin ti. Por primera vez en mucho tiempo, lo choco. *** Sostengo la mano de Pris mientras estamos sentados en la parte trasera de la Explorer. Aspen nos mira cerca de un millón de veces las primeras horas y puedo ver las preguntas por todo su rostro. Espero que haya respuestas a ellas. Sé que la amo, pero no le he dicho. Sé que anoche significó mucho para mí, lo cual le dije. Sé que quiero estar con ella, pero todavía no sé si la merezco. Sé que quiero Nueva York, pero aún no sé si puedo hacer que funcione. No es como que he sido realmente cuidadoso con mi dinero en este viaje. Ya no estaba planeando necesitarlo para Nueva York. ¿Voy a ser capaz de ayudar a Bastian con el alquiler? ¿Encontrar un trabajo? Tengo miedo de no ser capaz de encontrar uno, y también estoy asustado de si lo hago. No quiero ser el perdedor que no está en la escuela cuando el resto de ellos lo estén este otoño, pero ¿cómo voy a balancear eso con tan poca antelación, también? Y cuando ella esté allí... con todos esos chicos que están mucho mejor que yo y realmente haciendo algo de sí mismos, se dará cuenta aún más que no soy nada. Priscilla me aprieta la mano y deja caer su cabeza sobre mi hombro. —Deja de pensar tanto. Escucho las ruedas girando por ahí. Me río porque ¿qué otra cosa puedo hacer? Esta chica me conoce mejor que nadie.

132

Aspen mira sobre su hombro otra vez. Mira nuestras manos y a Priscilla inclinada sobre mí, y veo a todas las preguntas en sus ojos. Tengo la sensación de que está en necesidad desesperada de un momento de chicas. Lo cual, sinceramente, me asusta como el infierno. Todos los chicos están probablemente nerviosos acerca de lo que se dice acerca de ellos durante una charla de chicas. Pero luego miro hacia abajo, veo a Priscilla sonreírle, y me pregunto si ella lo necesita, también. —Sebastian, detente en la próxima estación de servicio, ¿sí? Unos quince minutos después se sale de la autopista y se detiene en una gasolinera. Las chicas salen del coche y se dirigen directamente al baño juntas. Sebastian me da un codazo. —Sabes que están ahí hablando de ti, ¿verdad? —Sí, hombre. Gracias por recordármelo. —¿Tienes algo de qué preocuparte? —Se mueve fuera del camino cuando me giro hacia él. —Cállate. —Mientras las respuestas salen, podría tomar un poco de trabajo, pero en este momento es todo lo que tengo—. ¿Te importa si me siento en la delantera contigo? Dejémosle hacer lo suyo si lo necesitan. —No, está bien. Él se adelanta y llena el tanque mientras corro y agarro algunos bocadillos. Las chicas están con él cuando salgo. —¿Quieres sentarte en la parte posterior con Aspen? —me inclino y le susurro al oído. Ella me da una gran sonrisa y me besa. —Sí, gracias. No puedo evitar preguntarme qué hice para merecerlo. *** —¡Chicas! —Sebastian canta la letra de una de sus canciones favoritas—. Amigo, ¿Qué es White Castle? —Rompe nuestro rapeo y deja que Beastie Boys continúe. —¿Creo que es un lugar de hamburguesas? No lo sé.

133

—¡Oh, Dios mío! ¿Ustedes escuchan otra cosa que los Beastie Boys? —Aspen grita desde el asiento trasero. Al mismo tiempo respondemos cantando sobre chicas otra vez. Priscilla me golpea en la cabeza. Aspen pone una rodilla en la parte posterior del asiento de Sebastian, y lo único que podemos hacer es reír. —Son demasiado jóvenes para que les gusten tanto —Priscilla rueda los ojos. —Voy a fingir que no dijiste eso. Sebastian se inclina hacia delante y presiona un botón en el reproductor de CD para volver a reproducir. Mi risa se hace cargo, mientras Priscilla dice desde el asiento de atrás—: No se les permite sentarse juntos al frente nunca más. La parte buena es que suena tan feliz como yo. *** No sé lo que me hace hacerlo, pero trato de llamar a mamá cuando estamos casi en Nueva York. Nadie contesta. Lo cual no debería ser un gran problema, pero por alguna razón, mi estómago se hunde. *** Nunca he visto nada como Nueva York. Nada. He estado en las grandes ciudades. Acabamos de dejar Chicago, pero todos nos inclinamos hacia delante en nuestros asientos cuando entramos en la ciudad. Luces, edificios, personas. —No puedo esperar para caminar alrededor de Greenwich Village. Quiero escuchar poesía y tomar un café. —Aspen suena impresionada. —Quiero ver una obra de teatro de Broadway —agrega Priscilla. A ella le gustan las obras de teatro, me doy cuenta. La de Chicago, aquí, y hasta nos arrastró a un par en nuestra escuela secundaria. —Yo quiero visitar Times Square —dice Sebastian.

134

Yo no estoy realmente seguro de lo que quiero ver o hacer. A pesar de que siempre había planeado venir aquí con ellos, me pregunto si alguna vez creyeron que realmente iba a suceder. Si alguna vez pensé que iba a tener la oportunidad de ver algo de eso. —¿Qué hay de ti, Jay? ¿Qué quieres hacer? —me dice Priscilla al oído. —Creo que quiero hacerlo todo. *** En nuestra primera noche en Nueva York nos dirigimos a un hotel. Se supone que Priscilla llamará a la inmobiliaria mañana para que puedan reunirse y conseguir las llaves de su apartamento. Todos estamos cansados, pero estamos en la maldita ciudad de Nueva York así que no hay manera que nos vayamos a quedar esta noche. Y puesto que es un fin de semana en Nueva York, ¿qué mejor lugar para visitar que Times Square? Priscilla se encuentra en la ducha y yo acabo de salir hace unos minutos. Tengo un par de pantalones vaqueros azules, mi cinturón negro tachonado y camiseta blanca. Mientras estoy poniéndome la camisa de manga corta, listo para terminar, oigo el secador de pelo en el baño. Saco mi móvil, marco a casa. Suena un millón de veces y nadie responde. Luego, intento con su celular, pero consigo el correo de voz y dejo un mensaje. Náuseas comen mi interior, pero trato de ignorarlo. No hay ninguna razón para que me preocupe. Probablemente están fuera haciendo lo que sea que hacen. Divertirse. Ser felices. No es como si ella alguna vez se preocupó por cómo algo me afectaba antes, así que ¿por qué debería insistir sobre ella? El secador se apaga y Priscilla sale del baño. Mi boca se seca inmediatamente mientras la miro. No es nada diferente de lo que normalmente usaría. Un par de jeans ajustados. Una camisa que cae hacia abajo en la parte delantera y tiene algún lazo debajo de sus pechos, pero de alguna manera es diferente. Tal vez sólo porque somos diferentes. —¿Sin palabras? —me guiña un ojo. —Absolutamente —le respondo y luego doy un paso hacia ella. La tiro a mis brazos y la beso en su cabeza—. Estás hermosa.

135

—Tú no te aseaste tan mal. Cuando nos alejamos, meto de vuelta mi celular en el bolsillo. —¿Qué estabas haciendo? —pregunta. Estoy a punto de decirle nada. Las palabras casi salen de mi boca sin siquiera pensar en ello, pero no se siente bien. Sí, estoy totalmente dando vuelta a una nueva página o algo así. —Traté de llamar a mi mamá. Ella no respondió. No respondió antes tampoco. —¿Estás preocupado? —me abraza. Respondo de forma tan veraz como puedo. —No lo sé. —La beso de nuevo. —Estoy seguro de que todo está bien. Quiero decir... él nunca ha hecho nada, ¿verdad? Quiero decir… Me tenso. —Sé lo que quieres decir. No. Yo no me hubiera ido si alguna vez la hubiera golpeado, o insultado, o algo. —Aunque eso no es cierto, ¿verdad? Él comenzó a darle nombres al final. La había llamado un montón de nombres cuando me dijo que no era mi papá. No. Estoy alucinando. Exagerando. —Estoy seguro de que todo está bien. —Sus palabras salen de mi boca esta vez. —Vamos a seguir intentando. Voy a llamar también. —Gracias. —Me inclino hacia delante y tomo su boca porque es lo único que se me ocurre hacer. Cuando tomamos aire, ella se muerde el labio. Sus ojos buscan cualquier parte excepto a mí. —Escucha... Sé que no querías hablar de ello anoche, pero creo que deberíamos. O deberías pensar en ir a ver a tu padre. Probablemente puedes conseguir un gran cierre definitivo si… —No —niego con la cabeza. La idea de verlo me provoca un nudo en mi garganta. Hago un puño exprimiendo el aliento de mí—. No puedo. Sé que es estúpido, pero no puedo. Priscilla me agarra cuando trato de alejarme. —No es estúpido, Jaden. Es una gran cosa. Lo entiendo.

136

Hombre, esta chica es impresionante. Todavía no lo entiendo. Por qué ella me eligió a mí. Por qué me quiere, pero estoy feliz de que ella lo haga. —Gracias. —Dejo su pelo deslizarse entre mis dedos. —¿Por qué? —pregunta, confusión en su voz. —Por ti. —Estoy seguro de que suena estúpido, pero es la verdad. El brillo en sus ojos me hace pensar que tal vez, sólo tal vez, no era estúpido. Que, por una vez, podría haber sido perfecto. —Vamos. —Mis dedos se entrelazan con los de ella—. Vamos a ser los que llamen a su puerta esta vez. Con eso, nos dirigimos a nuestros amigos. *** Times Square es malditamente increíble. Nunca he visto nada igual. Incluso Sebastian se queda sin palabras, lo que dice mucho porque tiene una boca grande y siempre tiene algo que decir. Ni siquiera sé lo que hay en este lugar. Quiero decir, no hay tiendas allí, pero hay tiendas en todos lados. Pubs y bares en los que todos nosotros haríamos lo que fuera para entrar. Museos y teatros sobre los que Priscilla no puede quitar sus ojos. Yo no puedo apartar mis ojos de ella. La mano de Sebastian enganchada con la de Aspen y la mía con la de Priscilla mientras giramos prácticamente en un círculo tratando de asimilar todo. Esto va a sonar totalmente patético, pero de repente me siento pequeño. No en el mal sentido, pero de una manera normal. Como que soy sólo esta persona como cualquier otra persona y mis problemas se sienten mucho más pequeños. Por primera vez, me pregunto si realmente podría ser capaz de perder todos mis problemas aquí. Si puedo hacer que se pierdan en el mar de gente, luces y actividad. Si Priscilla me puede ayudar a hacer que desaparezcan. Como dije... patético, ¿verdad? —Esto es tan de puta madre —Sebastian finalmente encuentra su voz. —Por supuesto —agrego.

137

Entramos en una tienda de música y avergonzamos a las chicas cantando para ellas. La piel morena de Priscilla destaca en rosa y es en serio caliente. Sebastian irrumpe en un baile que es demasiado incluso para mí. —Ahora te estás avergonzando a ti mismo. No puedes bailar una mierda. —Estás celoso de mis locas habilidades. Las palabras están difícilmente fuera de su boca antes de que lo tire en una llave de cabeza. —¡Ustedes son tan vergonzosos! —Aspen dice antes de zambullirse en otra fila. Priscilla se encuentra justo detrás de ella. —¡Aspen! ¡Priscilla! ¡Espérennos! —bromeo con fuerza. Algunas personas nos están mirando y están tratando de escapar. En el momento en que tropezamos hacia la puerta, estamos consiguiendo miradas sucias de la gente y decidimos hacer nuestro camino de salida. Los cuatro nos estamos riendo como locos mientras nos desbordamos hacia la calle. A continuación, compramos helado. Priscilla tarda una eternidad en elegir y finalmente deslizo mis brazos alrededor de si cintura por la espalda y le digo—: ¿Por qué tardas tanto? Sabemos que vas a pedir fresa como siempre lo haces. Su acento español es pesado cuando dice—: Y tú sólo vas a pedir de chocolate, ¿verdad? Le sonrío a pesar de que es lo más bobo en el mundo por lo que estar feliz, pero luego me doy cuenta de que no le importa. Demonios, a ella probablemente le va a gustar demasiado, así que me inclino hacia delante, con la boca junto a su oído. —Échanos un vistazo. Somos una de esas parejas que puede pedir el helado del otro y terminar cada frase del otro. Somos la mierda. —Soy recompensado por mi dulzura asesina, por ella girándose lo suficiente para presionar sus labios con los míos. —Está bien, basta de eso, ustedes dos. Hay niños presentes. — Sebastian intenta separarnos. —Deja de meterte con mi juego —lo presiono. —¿Recuerdas cuando empecé con Aspen el año pasado y ustedes nos dieron tanta mierda? —Mira hacia atrás y hacia adelante entre los dos—. Bueno, la revancha es una mierda. Lo ignoramos. Presiono un beso en el cuello Pris sólo para molestarlo.

138

Comemos nuestro helado y caminamos un poco más. Realmente, es genial estar aquí. Genial estar aquí con ellos. Un par de horas más tarde ya estamos llamando a un taxi para ir a nuestra habitación, me di cuenta que es el único lugar en el que debería estar. En realidad, ni siquiera tiene que ser Nueva York. Puedo estar en cualquier lugar. Sólo necesito las personas que están aquí conmigo ahora. Todo es perfecto y estoy empezando a creer que realmente puede seguir así.

139

17 Traducido por Chachi— Corregido por Zafiro

A

la mañana siguiente estamos desayunando, cuando mi teléfono suena. Todo dentro de mí se convierte en hielo. No sé por qué. Es sólo mi celular. Podría ser cualquiera, número equivocado o lo que sea, pero, por alguna razón, tengo la repentina urgencia de vomitar. Mis manos toman torpemente el teléfono y veo “Mamá” brillando en la pantalla. Tengo que tragar la bilis en mi garganta mientras me levanto de la silla y pongo el teléfono en mi oreja. —¿Qué está mal? —pregunto. Las palabras me hacen sentir como la mierda porque no debería haber algo mal sólo porque me está llamando. Ella es mi mamá y se supone que quiere hablar conmigo. Lástima que esa no es la manera en que es. Un sollozo perfora mi oído a través del auricular. Si pensé que me sentía frío antes, no es nada comparado con la forma en que me siento ahora mismo. —Ja…den —llora—. Mike... —¿Qué pasa, mamá? ¿Qué ocurrió? —Intento descifrarlo cuando ella me lo dice, mientras me dirijo a través del vestíbulo para que pueda volver a nuestra habitación. Una mano toca mi hombro, y no tengo que darme la vuelta para saber quién es. Tal vez debería girarme sin embargo. Decirle, o al menos reconocerla, pero no lo hago. Mamá está llorando. A cada segundo, el temor se estrella contra mí, cada vez más duro. Soy un clavo y eso es un martillo golpeando en mi cabeza una y otra vez. —¿Te lastimó? —¿Qué voy a hacer si la lastimó? Sería mi culpa por haberla abandonado. Por no haber tomado el peso de sus asaltos verbales. Ella está llorando tan fuerte que difícilmente le entiendo.

140

Priscilla y yo estamos en el elevador ahora. Mis pies se rehúsan a permanecer quietos mientras me paseo por el pequeño espacio de acá para allá. No dejes que la lastime. No dejes que la lastime. ¿Ella rogó por lo mismo cuando él se fue sobre mí? La sensación de malestar se multiplica en mi estómago. No debería estar pensando en mí mismo. No ahora. —¡Se fue! —Finalmente sus palabras son lo suficientemente claras para que las entienda—. Me dejó. Me dejó, me dejó —sigue murmurando una y otra vez. Exhalo un suspiro de alivio. Es un bastardo. Quizás ahora, las cosas serán diferentes para nosotros. Quizá ella cuidará de mí cuando él no esté alrededor. Mamá llora de nuevo y es ahí cuando llega la culpabilidad por mis pensamientos. Lo ama. Lo necesita a él, no a mí. —¿Estás bien? — pregunto. —¡No! —grita—. ¡Me dejo, Jaden! Él… tú… Sus palabras son un látigo, azotándome con más fuerza que cualquiera de las cosas que él pudo haber hecho. No dejo de oír el “tú”. Es mi culpa, es mi culpa, es mi culpa. ¿Por qué todo es mi culpa? —¿Cómo se supone que lo voy a hacer sin él? ¿Qué se supone que hago ahora? ¡Estoy pérdida sin él! ¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste? —Entonces, ella empieza a gemir y llorar nuevamente. Me estremezco. Mis ojos se sienten húmedos. ¿Qué hice? No lo sé. Pero tengo que arreglarlo. —Mamá... lo siento. Me balanceo entre la culpa y la ira. ¿Qué pude haber hecho? Estoy aquí y ella está allá. ¿Por qué siempre tengo que ser yo? Pero ¿qué si de alguna manera es mi culpa? Algo que hice, o porque la deje ahí. ¿Por qué la dejé con él? —Voy para allá ¿está bien? —Me muevo por la habitación, y comienzo a arrojar las cosas a mi maleta—. Lo arreglaré, ¿de acuerdo? Lo prometo. Quédate ahí y yo encontraré una manera de solucionarlo. Llora tan fuerte que no contesta. No sé si es la cosa correcta para hacer, pero cuelgo el teléfono. Recorriendo la habitación, continúo tirando cosas hacia la maleta. Priscilla está hablando en su teléfono. No puedo escuchar nada de lo que está diciendo sobre el pulso en mis oídos, y una parte de mí quiere

141

preguntarle que está haciendo, pero la otra sabe que no me debería importar. No cuando mi mamá me necesita. Casi me da miedo hablar, miedo de que si lo hago, voy a llorar, y el pensamiento de llorar delante de ella me hacer sentir enfermo. A continuación me muevo hacia el baño, arrojando mi cepillo de dientes, desodorante, y todo lo demás en mi bolso. Cuando salgo, Priscilla ya dejó el teléfono y se encuentra haciendo lo mismo que yo, reuniendo todas sus cosas y metiéndolas en su maleta. Usualmente es tan cuidadosa doblando todas sus cosas, pero esta vez luce tan desorganizada como la mía. —¿Qué estás haciendo? —Me vuelve loco cuando hago preguntas estúpidas. Es obvio qué está haciendo. —Empacar. —¿Por qué? Mira hacia mí, sus ojos se arrugan en las esquinas. —Tenemos que irnos a casa, ¿verdad? Tu mamá, quiero decir, sonó como que… Inmediatamente me congelo. Éste es mi problema. Priscilla no debería tener que ir a casa debido a eso. No quiero que vea que me estoy yendo a casa. No quiero que se dé cuenta de que no valgo la pena. —Deberías quedarte aquí —me encojo como si no fuese la gran cosa—. Quiero decir, ustedes se están divirtiendo, o lo que sea. No tienes que irte por mí. Estoy seguro de que todo está bien. —No lo está, pienso. O tal vez soy sólo yo quién no está bien. —Suena como un gran problema para mí. —El fuego brilla en sus palabras. —Eso no quiere decir que debas venir. Quédate, diviértete. Se supone que hoy obtienes las llaves de tu apartamento, ¿verdad? —Tomo mi bolso, esperando que las palabras regresen, pero no teniendo las bolas para decirlo. —Dios. Dime que no hablas en serio. —¿Por qué no lo haría? El dolor destella en sus ojos marrones. —¿No quieres que vaya? Sacudo la cabeza, imaginando a Priscilla viniendo a casa conmigo, escuchando todas las cosas que ellos tienen para decir. No eres nada. Es tu culpa. ¿Vas a sacar pedacitos de tus amigos por siempre? —No. No es que no quiera que vengas, es sólo que… No necesito que lo hagas. —Tan pronto cómo las palabras salen de mi boca, sé que son la peor cosa que pude decir. La forma en que se estremece, es casi como si la hubiese

142

abofeteado—. ¡Eso no es lo que quiero decir! No es que no te necesito, es que… tú no deberías tener que ir. No deberías de tener que pagar por un billete de avión, y todo eso sin ninguna razón. Estaré de regreso pronto. — Las palabras eran como ácido porque, aunque yo las quiero, no creo en ellas. ¿Cómo puedo regresar si mi mamá me necesita allí? ¿Qué clase de persona sería? —No es sin razón. —Priscilla cruza sus brazos—. Es por ti. Por mí. ¿Hay alguien más que piense en mí en la forma en que ella lo hace? —Me tengo que ir. No es gran cosa. —Inclinándome hacia adelante, intento besarla, pero ella se aleja. Sus ojos empiezan a aguarse, pero puedo verla luchar con eso. Veo su mandíbula tensarse, haciendo que la culpa me arrastre. Ya estoy metiendo la pata con ella. —Jaden, no hagas esto. No me excluyas. —¡No lo estoy haciendo! —Sí, ¡lo haces! ¿No crees que yo puedo decir que tu mamá se estaba volviendo loca? ¿No crees que sé cuán difícil es para ti? ¿Por qué no me dejas estar ahí para ti? ¿No confías en mí? Puedo conseguir que Sebastian… —¡No! No es así. Te dije todas esas cosas. —Pero, cuando importa, ¡continuas cerrándote a mí! Que me importes, significa estar ahí en las buenas y en las malas, Jaden. Para ambos. Tú quieres dejarme estar sólo en las buenas. —¡Eso es porque no deberías tener que lidiar con lo malo! Mi mierda no debería ser tu problema. —Cuando amas a alguien, sus problemas siempre son tuyos. No se trata de dar una fiesta de graduación porque suena bien, sino porque quieres pasar tiempo con ellos. O enviando a alguien lejos, se trata de estar ahí. Paso una mano sobre mi cabello, no entendiendo lo que ella está diciendo. Y no tengo tiempo para esto. No ahora. Mamá me necesita. Y yo necesito a Priscilla. —No te reprimas. Déjame estar ahí por ti, Jaden. —El dolor en su voz, pulveriza mis entrañas ya trituradas. Y yo la quiero allí. La quiero allí tanto que hace que mi estómago duela. Más que eso, quiero lo que está diciendo. No estoy seguro de si eso me hace fuerte o débil, pero ahora mismo no importa. Sólo quiero a alguien que cuide mi espalda. Alguien que siempre esté ahí, no sólo en las

143

buenas como ella dijo, o cuando me necesitan. Porque a pesar de que corra por esto… Sé que mamá no haría lo mismo por mí. Y eso me mata. ¿Pero Priscilla? Ella lo haría. Quiere hacerlo. —No puedo seguir haciendo esto. No puedo seguir siendo lastimada por estar ahí cuando no me quieres. Lo hice con mis padres y no puedo hacerlo contigo también. Se aleja de mí y sé que si yo estuviese caminando hacia la puerta ahora misma, ella me dejaría. Y debería. No quiero retenerla. No quiero hacer esto solo. Tal vez eso me haga egoísta o quizá me haga el más grande y jodido cobarde en el mundo, pero la quiero allí. —Ven conmigo —dejo escapar. Es curioso cómo ni siquiera intento ser suave con ella. Todo lo que puedo ser es real—. Va a apestar y odio que tengas que ver eso, u oír la forma en que lo arruino esta vez, pero… Lentamente, ella se gira y me mira. Preguntas, para las que no tengo respuestas, resuenan en mi cerebro. Ni siquiera quiero pensar en este momento. No en cómo me voy a arrepentir, o de lo que ella verá u oirá, sólo…

144

—Ven conmigo. Por favor. *** Priscilla llama a Sebastian y Aspen mientras esperamos por un taxi. Aparentemente ellos intentaron darnos algo de espacio, lo cual en realidad quiere decir “nosotros-sabemos-que-Jaden-enloqueció-y-seavergonzará-si-estamos-ahí”. Me hace sentir cálido y confuso, tengo que decirlo. Incluso mis amigos saben que no puedo manejar nada. Luego subimos al avión con los billetes que Priscilla compró mientras yo enloquecía. Le hice prometer que me dejaría pagar por su boleto de regreso. Mis ojos continúan saltando hacia ella. Mi mente tirando todo tipo de escenarios para cuando estemos en casa. Preguntándome qué pensará de mí cuando mamá le explique cómo de alguna manera jodí las cosas para ella. ¿No se suponía que haría las cosas mejor? Dejándola se suponía que ella sería completamente feliz y ahora todo se ha ido a la mierda y sigue siendo mi culpa. —¿Estás bien? —Priscilla toma mi mano. —Sí. —Obviamente —murmura.

—Perdón. No lo dije queriendo ser un idiota. Nuestro vuelo sólo tiene una breve escala. Cuanto más nos acercamos a casa, más nervioso me pongo. Siento como que estoy en algo, todo nervioso y agitado. Tenemos que tomar un taxi a mi casa. Mi mente oscila, de acá para allá, entre Priscilla y mamá, como quien pasa una pelota de baloncesto. ¿Qué es lo que voy a encontrar cuando llegue a casa? ¿Qué es lo que Priscilla va a pensar? ¿Mamá me odia ahora? ¿Quiero que Priscilla vea lo que sea que encontremos ahí? La respuesta a eso es: Obviamente no. —Estaba pensando… quizá deberías ir a casa. Te llamaría más tarde para dejarte saber cómo están yendo las cosas. Estoy seguro de que no quieres lidiar con esta mierda. Su cabeza cae hacia atrás, contra el respaldo del asiento. —¿No me quieres ahí, o estas avergonzado? ¿O piensas que yo no quiero estar allí? —¿Importa? —Me rasco la cabeza. —¿Todos los chicos son así de densos? Solté una pequeña risa. —No lo sé, Priscilla. Estoy tratando aquí. —Lo sé. —Su cabeza cae sobre mi hombro. Amo que sea así conmigo ahora. —Creo que necesito hacer esto solo. No porque no confíe en ti, pero… Sólo pienso que es lo mejor. —Eso está bien, Jay. Lo entiendo. Sólo no me dejes afuera. Es todo lo que quiero. —No lo haré. Das miedo cuando te enojas. Se eleva de repente y golpea mi pierna. —¡Estoy bromeando! Quise decirte caliente. Eres demasiado caliente para hacerte enojar. Ambos empezamos a reír. Justo cuando nos detenemos en mi calle, ella se apoya en mi hombro otra vez. —Lo digo en serio. —Lo sé. Te llamaré mañana. Lo prometo.

145

18 Traducido por Lunnanotte & pau_07 Corregido por Verito

S

eriamente creo que hay algo mal en mí. Parece que siempre estoy teniendo estos extraños sentimientos o pensando en cosas mucho más de lo que acostumbraba, y no me gusta. Noto más cosas ahora, ¿o quizás me estoy dando cuenta de que lo noto? Eso no tiene sentido, pero al segundo que estoy en casa, siento como que no pertenezco aquí. Aquí nunca fui realmente feliz. Nunca sentí que fuera mío, pero casi se siente como si estuviera tratando de entrar en un país extranjero sin mi pasaporte. Lo hice a través de la frontera, pero estoy preparado para recibir una patada en cualquier momento. Y para estas vacaciones particulares, que eran tan forzadas, realmente estoy un poco esperando conseguir las botas. —¡Mike! —La voz de mamá grita mientras cierro la puerta—. Mike, ¿Eres tú? —Suena frenética, sus pies golpeando contra el piso de madera mientras corre alrededor de la esquina. Se desliza hasta detenerse cuando me ve. —¡Sorpresa! —Voy por una sonrisa—. Pero entonces, supongo que realmente no es una sorpresa, desde que te dije que estaba en camino. —Jaden. —Sus brazos se envuelven a mí alrededor y descubro que yo lo quería. Tal vez necesitaba un pequeño trozo. No estoy seguro qué dice sobre mí, y ahora mismo no quiero tomarme el tiempo para pensar sobre ello. O el hecho de que estoy sorprendido. Ella me gritó en el teléfono, ¿pero está abrazándome? —Oye, Mamá. ¿Estás bien? Sus ojos son de color rosa. Como si tal vez ellos hubieran estado rojos, pero lloró tanto que el color se desangró. Niega con su cabeza, y entonces su cara se entierra en mi cuello mientras ella llora. Mientras más dura, más estresado me estoy poniendo. Más furioso estoy por él, descontrolado porque él le hizo daño. Toda clase

146

de pensamientos siguen apareciendo en mi cabeza y trato de procesarlos todos. —Vamos. Vamos a sentarnos. —Nos dirigimos hacia la sala de estar y nos sentamos. ¿Cómo puede sentirse tan extraño estar aquí después de tan corto periodo de tiempo?—. ¿Qué pasó, mamá? Me vuelve loco mirarla. Se ve frágil y enferma. ¿Esto es por él? ¿El hombre que me trató como mierda toda mi vida? No lo entiendo. —Él sólo se ha ido, Jaden. No sé a dónde fue. Ha sido muy difícil desde qué... —Sus palabras se van apagando y mira su regazo. —¿Desde que qué? —Mi cuerpo se tensa, porque tengo la sensación de saber lo que ella va a decir. —Desde que te fuiste ha estado más furioso. Sigo arruinándolo. Necesito mantenerlos juntos para que pueda hacerlo feliz otra vez. Nunca ha habido un momento en el que odiara a Mike como lo hago ahora mismo. Lo odio por hacerla sentir así. Tomo su mano. —Estoy bastante seguro de que nunca es feliz a menos de que esté atormentando a alguien, Mamá. No es por ti. No es tu culpa. Empieza a temblar. No lo entiendo. No entiendo cómo puede tener este tipo de efecto en ella. —Sí, lo es. Siempre ha sido mi culpa. ¡Si pudiera darle lo que necesita, no estaría tan enojado conmigo! No lo forzaría a decir cosas tan horribles sobre mí. Bilis se eleva en mi garganta y siento que mi pecho se quiebra. —¡A la mierda eso! Tú no le haces hacer nada. Es su problema, no el tuyo. No lo necesitas en tu vida. —Necesítame. Necesita a tu hijo. Tira de su mano y frota su cara. —¡Él ha estado en mi vida desde que tenía dieciséis años de edad! Él se encargó de mí y me cuidó. Tú nunca has necesitado a nadie, Jaden. Lo necesito. Sus palabras me hacen perder el aliento. ¿Yo nunca he necesitado a nadie? Siento como si necesitara a todos, todo. No puedo hacer nada por mi cuenta. Y habría sido agradable tenerla... —No soy nada sin él. —Niega con la cabeza—. Nada. Mi ira me ayuda a encontrar mi lengua. —¡Él es nada! Él es un matón. ¡Él perdió su saco de boxeo verbal y se desquitó en ti! —Me empuje en mis pies—. Lo siento por eso, Mamá. Nunca quise que él te hiciera daño. Pensé que sería mejor para ti, pero no puedo soportar escucharte hablar de él como si fuera un rey o algo cuando me ha tratado como una mierda toda mi vida.

147

—¡Tu no lo entiendes! —¡No, no lo hago! —Es como si ella estuviera programada o algo. Ella dependía de él. Él siempre ha sido lo más importante para ella, mucho más importante que yo, pero no puedo manejar verla así. Oyéndola hablar sobre lo mucho que necesita al hombre que la llamó puta y empujó lo inútil que soy. Siento ganas de gritar. La amenaza seriamente se arrastra por mi garganta. Mi cuerpo está a punto de explotar. ¿Ella lo necesita? ¿A él? — ¡Dejaste que él me trate como una mierda! ¡Dejaste que él me odiara y nunca me defendiste! —Jaden. —Niega su cabeza una vez más antes de pararse. Extiende la mano para mí, pero me alejo—. No es así. Hice todo lo posible, por ti. Te amaba, pero tienes que pensar sobre cómo eso lo hacía sentir. Fuiste mi error y tuvo que vivir con ello todos los días. Tuve que vivir con eso todos los días. Me encojo de dolor. De alguna manera hace a sus palabras registrarse. —No quise decir eso. No en la forma en que sonó. —No pasa nada. —Doy un par de pasos atrás. No está bien del todo, pero no puedo hacerme decir eso. Yo fui su error. Yo siempre le recordé como echó todo a perder. Yo arruiné su vida. —Se suponía que las cosas serían mejores ahora. —Su voz se quiebra—. Se suponía que serias feliz ahí y se suponía que nosotros íbamos a ser felices aquí. ¿Por qué empezaste con él por teléfono? Así que de una manera u otra esto es mi culpa. Ahora mismo, no puedo sentir, sólo reaccionar. —¡Yo no lo hice! Fue él. —Todo tiene sentido. Necesitaba a alguien para recibir su ira y yo no estaba aquí, así que se desquito con ella—. Lo siento, Mamá. Eso debe ser lo que no debía decir porque ella empieza a llorar de nuevo. Me acerco a ella y pongo mi mano sobre su hombro. —No puedo estar sola, Jaden. No puedo hacerlo. No sé cómo estar sola. —No tienes que estar sola, Mamá. Estoy aquí. —¿Te quedaras conmigo? ¿No me dejaras sola? —pregunta entre sollozos. Quiero decir no. El pensamiento hace que todo dentro de mí se congele, me hace sentir solo de repente. Se supone que no debería

148

quedarme aquí con ella en esta casa que odio. Se supone que debo estar en Nueva York con mis amigos. Con Priscilla. ¿Cómo puedo dejarla? —Sí, Mamá... me quedaré. Mientras me necesites, me quedare. *** Mi estómago esta al revés mientras conduzco el coche de mamá hasta lo de Priscilla. Mis palmas están sudorosas. ¿Cómo se supone que voy a hacer esto? Quiero decir, ¿cómo puedo dejarla, después de todo? Parte de ello se debe a que no puedo dejarla de nuevo. Sé que eso es exactamente lo que estoy haciendo. ¿Nunca habrá un tiempo que no esté decepcionándola? ¿O decepcionando a alguien? Más que eso, sé que soy yo, también. Amo a esta chica. Ella es enloquecedoramente increíble. Todo en ella lo es. Todo sobre ella lo es y ¿yo soy el imbécil decidiendo alejarse de ella? ¿Dejándola? Pero es por mamá. Mamá, quien me echó. Mamá, quien dijo que fui un error. Todavía no puedo poner mi cabeza y corazón en la misma frecuencia. Después de todo lo que he pasado, ellos siguen sin armonizar y me pregunto si alguna vez lo estarán. Si alguna vez lo estaré. Mi cerebro dice que me vaya, pero es esa otra parte que está consiguiendo desgarrarme. Se quiere ir, pero se siente obligado a quedarse. Sí, estoy totalmente jodido en la cabeza. —Hola —le digo mientras ella entra en el coche. Girando hacia un lado, empujo un mechón de cabello fuera de su cara y detrás de su oreja. Su lengua se escapa y lame su labio inferior. Sus pestañas son tan largas y oscuras, delineando sus ojos—. Eres tan caliente. Priscilla devuelve mi sonrisa. —Yo también te extrañe. Una vez que el coche está en primera velocidad, me alejo. Palabras burbujean en mi garganta y no puedo detenerlas, no es que yo quiera. — Lo hago, lo sabes. Te extraño. —Lo sé.

149

Nos dirigimos hasta el parque porque vivimos en un pueblo escaso, y en realidad no hay ningún otro sitio para ir. Sin embargo, hay un pequeño arroyo y nos sentamos en el solo pasando el rato. Dile, dile, dile. Las palabras se repiten en mi cerebro, pero es otra conexión rota, y no puedo conseguir que salgan de mi boca. En su lugar, sigo temiendo y me recuesto en el suelo, mis manos entrelazadas detrás de mi cabeza. Priscilla se apoya en mi brazo. —Estas callado. ¿Todo está bien? —Me lee como siempre. —Sólo las cosas con mi mamá. Entramos en ello. Realmente está enloqueciendo por lo de mi pa… Mike. Es jodidamente loco que sigo olvidándolo y llamándolo papá. No es que alguna vez actuara como tal. —Es mucho para tomar, Jaden. Has pasado por un montón de mierda en un periodo muy corto de tiempo. Date un descanso, o tendré que patearte el trasero. —No puedes patear nada. Tienes raras habilidades. —¡Dios! —gime—. Suenas igual que Sebastián. —¿Qué? Soy más genial que él. Además, él diría algo estúpido como ninja. Priscilla se ríe. —Porque “raras habilidades” es mucho mejor que ser un ninja. —Lo es. —Doy la vuelta y toco mis labios con los de ella. En serio. Siempre me ha gustado besar, pero besar otras chicas no se compara con besarla. Cuando nos separamos, bajo la mirada a ella. —Me llamó un error. —No sé por qué siento la necesidad de contarle. Me siento como un tonto, pero también tengo que dejarlo salir. Necesito contarle. —No te merece. —La mano de Priscilla sube, retira mi cabello. Cae en mi cara debido a la manera en que me inclino—. Ninguno de ellos lo hace. No eres un error, Jaden Sinclair. —Gracias. —Y entonces, porque me siento como una total chica en este momento y no sé qué más hacer conmigo, la beso de nuevo. Todavía no lo suficientemente hombre como para que mi boca le diga que tengo que quedarme. ***

150

—¿Qué demonios? —El auto a duras penas se detiene en el camino de entrada de mamá, al lado de un auto muy familiar, antes de que empuje la puerta y corra a la casa. —¡Jaden! —dice Priscilla, justo detrás de mí. Me detengo. Mi aliento sale corriendo, el pulso de mi corazón golpea contra mis oídos. Mike está aquí y lo voy a matar si le hace daño, pero no quiero que Priscilla tenga que lidiar con esto. —Aquí. —Puse las llaves de mamá en su mano—. Toma su auto, ¿de acuerdo? No quiero que tengas que escuchar esta mierda. Te llamaré pronto, nena. Sin esperar su respuesta, me dirijo a la casa. Se siente como si estuviera teniendo un ataque al corazón. No puedo hacer más lenta mi respiración y siento el corazón en la garganta, pero no puedo dejar de recordarla ayer: las lágrimas y el dolor en su voz y me está haciendo quebrarme y romperme por dentro. —¡Mamá! —Voy corriendo a la cocina y tropiezo, estoy muy sorprendido por lo que veo. Lo cual es nada. Me refiero, es normal. Y es un día regular. Como si no estuviera llorando porque la dejó, porque la hizo sentirse indigna. Como si no planeara que la ayudara. Que me quedara con ella. Si pensaba que lo estaba perdiendo antes, estoy literalmente volviéndome loco. ¿Cómo puede pasar el rato con él en la cocina como si no hubiera pasado nada? —El hijo pródigo regresa. ¿Un niño pequeño como tú no es lo suficientemente hombre para el gran mundo malo? —Mike baja su cuchara. Está sentado en la mesa de la cocina, comiendo lo que sea que ella le haya cocinado, ¿después de todo lo que pasó? Odió quedarme mudo. No puedo abrir la boca y hablar. Mis ojos se mueven a mamá mientras se para en la cocina, mirándome. ¿Está asustada? ¿Preocupada? Tal vez ambas. No pudo decirlo, pero me está mirando sin decir nada. ¿Por qué estoy sorprendido? Pero entonces… siento algo a mi lado. La mano de Pris en mi brazo y me saca del trance. —De hecho, lo estaba haciendo bastante bien por mí mismo antes de que tuviera que venir a casa y limpiar tu desastre. ¿No podías soportar no meterte con alguien así que tuviste que sacarlo con ella cuando me fui? Su cara palidece. Odio ilumina sus ojos. Sí, obviamente no le gusta ser descubierto frente a Priscilla. Bueno, a mí tampoco. Su mandíbula se tensa. Puedo verlo en sus ojos, verlo tratar de calmarse así no reaccionaría frente a ella.

151

—Mamá, vámonos. —No estoy seguro a dónde planeo llevarla, pero voy a sacarla de aquí. Cada segundo se arrastra como un maldito año o algo así, pero aún no responde. —Mamá. La mano de Priscilla aprieta mi brazo. Me recuerda que no estoy ahí parado solo. Hombre, no me di cuenta de lo mucho que necesito eso. —Jaden… yo… —Mira a Mike, como si necesitara su permiso para hablar. —¡¿Tú qué?! ¡Vámonos! Él te dejó. No lo necesitas. —Tú pequeño pedazo de mierda. —Mike se empuja fuera de su silla tan fuerte que cae al piso. Al mismo tiempo, voy por él. Priscilla se aferra a mí, sus uñas clavándose en mí a la vez que mamá alcanza a Mike. —Jaden, sólo vámonos, ¿sí? Anda. Vamos a sacar nuestras cosas y regresaremos a Nueva York. —No le dejes hacer esto, mamá. No lo dejes continuar rompiéndote de esta manera. —Tengo la garganta rasposa. —Ella no va a ningún lugar, punk. Es mía. ¡Me pertenece! ¡Ahora puedes cerrar la boca y salir de mi casa! —Ella —empiezo, pero mamá me corta. —Jaden, está bien. Quiero estar aquí. Todo está bien ahora. Estoy bien. Puedes irte. Con eso dejé de pelear contra el agarre de Priscilla. Deje de moverme. Puede que incluso haya dejado de respirar. Mike se mete. —No le expliques nada. No merece saber. Viene a mi casa y me insulta. Estaba dispuesto a quedarme por ella. Volé todo el camino de regreso por ella. Y aun así no es lo suficientemente bueno. Sin una palabra, doy la vuelta y me voy. Priscilla está conmigo. Sin importar qué, mamá siempre amará a Mike más que a mí. Salgo y me doy cuenta de que no tengo un auto. Hice que nos quedáramos atrapados aquí en medio de un día de intenso calor sin un auto. —Jaden, yo… —empieza Pris.

152

Niego con la cabeza. —No puedo. Ahora no. —Pero entonces sujeto su mano a la vez que la puerta de tela metálica se cierra de golpe detrás de nosotros. Es mamá. Con mis cosas. —Jaden, lo siento tanto. Vino a casa y se disculpó. Todo estará bien ahora. Ni siquiera quiero responder más. No sirve de nada. No tiene un punto. No hará diferencia alguna. —Lo amo, Jaden. Y ahí está la diferencia. Lo ama. No a mí. Al menos no lo suficiente. Me entrega la maleta y lo tomo. —Vamos a tomar el auto. No voy a dejar que Priscilla camine. Puedes ir a recogerlo a su casa. —Está bien. Te llamaré pronto. Una vez las cosas se calmen, te llamaré. Traducción: No me llames. Y me doy cuenta, no lo haré. No más. No puedo arreglar esto. Nunca pude. Volé todo el camino a casa para cuidarla, y aun así no es suficiente. —No, mamá. No llames. Hiciste tu elección. Aprieto la mano de mi chica. Haciendo caso omiso de la roca que se posó en mi pecho, nos alejamos.

153

19 Traducido por carii Corregido por Melii

¿

Estás bien? —pregunta Priscilla mientras nos alejamos. Mis manos se aprietan con fuerza alrededor del volante. Me duelen los ojos, y mi corazón anhela. No, no estoy bien del todo. Tengo ganas de ir salvaje, loco, haciendo cualquier cosa para dejar salir toda la rabia y el dolor atrapado dentro de mí. —No. —Esa fue una pregunta estúpida. Siento haber preguntado. —Ella se acerca y pone su mano en la parte posterior de mi cuello. —Puedo dejarte en casa, o lo que sea. Voy a dejar el coche allí y tal vez ir de Courtney. Podemos imaginar volver a estar en Nueva York. Pienso en lo que dijo mamá… Lo que dije. Había estado dispuesto a permanecer por ella y ni siquiera le dije a Priscilla. Eso tiene que hacerle daño. Es lo más importante para mí, y me las arregle para hacerle daño otra vez. Lo odio. —No te vas a librar de mi, Jaden. Vamos de Courtney o vamos a mi casa. —¿Cómo es que va a funcionar cuando tus padres me odian? — ¿Cuántas personas hay en esa lista ahora? La gente que me odia. Debe aspirar a ser la que tiene el novio que no puede llevar a casa. Priscilla suspira. —Ellos no están en casa, Jay. Ni siquiera saben que estoy aquí. Mamá me llamó y me dijo que iban a salir de la ciudad durante una semana. —Pensé… —Tuvieron que quedarse en casa por un tiempo. Me detengo cuando me doy cuenta de lo que estoy a punto de decir. Movimiento suave, Sinclair. Déjame a mí hablar de casi cualquier otra cosa que le haría daño. —Pensaste bien. Sé que ellos dijeron que no podían hacer cualquier viaje por los próximos dos meses, por eso es que no están saliendo con los padres de Aspen.

154

Incluso más ira pulsa dentro de mí. ¿Cómo pueden no darse cuenta de lo malditamente increíble que ella es? —Somos un buen par, ¿eh? — Estaciono delante de su casa. Inclinado sobre la consola central, la tiro hacia mí—. Tú vales más que eso Priscilla. Eres digna de todo y estás loca de no saber lo especial que eres. Lagrimas brillan en sus ojos y se las enjuago. —Te amo —le digo. Más lágrimas empiezan a derramar de sus ojos—. Lo siento. ¿No es ahora el momento de decir eso? ¿Debo volver a sólo decirte lo caliente que eres? Ella sonríe como esperaba que lo que hiciera, pero todavía llora cuando dice—: Ahora es el momento perfecto. Te amo, también. Salimos del coche y nos dirigimos hacia su casa. Es enorme. Al igual que cinco veces más que la mía… mi vieja casa, quiero decir. Hay una araña de cristal que cuelga en la puerta de entrada, y eso es sólo el comienzo. He visto su casa antes, por supuesto, pero ahora es diferente. —Es tan falso aquí. Como todo lo demás, esto es un show. Como siempre, ella dice la cosa perfecta. —¿Quieres hablar de tu mamá? —Pasamos la sala de estar formal y nos sentamos en los sillones blancos en el espacio de familia. —No. No quiero ni pensar en eso ahora mismo. Solamente no puedo. —Tal vez debería. Tal vez eso me hace débil, pero no puedo evitarlo. Es mucho más fácil de procesar las cosas por dentro que por fuera. Mi cerebro funciona mejor que mi boca cuando se trata de cosas por el estilo. —Bien. Voy a tomar una ducha entonces. ¿Quieres ver la T.V? ¿Entonces podemos hacer planes para ir a Nueva York? —¿Puedo unirme, en cambio? Eso suena mucho más divertido. —La tiro hacia mí. Mis manos descansan sobre sus caderas y sus brazos suben alrededor de mi cuello. Sus labios encuentran los míos a la mitad del camino, y la beso. Sé como sus labios se mueven ahora, como le gusta explorar mi boca de la misma manera que me gusta hacerlo con la suya. Cuando me alejo, pienso que hay una buena oportunidad de que ella esté a punto de decir no, pero cuando la sigo, ella me pone una mano en el pecho. —Ni siquiera pienses en ello, grandulón. Gimo mientras ella se aleja, moviendo las caderas más de lo que normalmente lo hace. —¡Oye! —La llamo cuando llega a las escaleras. Priscilla para y me mira—. Gracias.

155

Ella podía haber rechazado la idea de la ducha, pero sé que ella sólo sube allí para darme tiempo para pensar. Porque ella sabe que yo soy mucho mejor en ese entonces para hablar de ello. —En cualquier momento. Ella no está arriba cinco minutos cuando oigo el traqueteo de la puerta. El sonido hace lo mismo para mis adentros. Son sus padres y ellos van a volverse totalmente locos cuando me vean. Lo sé. Antes, ellos podían haberme tolerado, pero después de lo de la cárcel, sé que las cosas son diferentes. Mi primer instinto es huir, pero me detengo. ¿Qué clase de hombre seria yo si corriera fuera? ¿Y si ni siquiera puedo ser un hombre para su papá? La puerta cruje abierta, luego golpea. —No puedo esperar para conseguir esa ropa fuera de ti —dice la voz de una mujer, toda seductora. Ahora, estoy muy asustado porque lo último que quiero es ver a sus padres ir en ello. —No puedo esperar a que los hagas bien, seniorita. Las voces son cada vez más cercanas y me pongo a buscar un lugar para esconderme, esperanzado de que ello terminara arriba. Sé que estoy jodido cuando su papa se tropieza en la esquina, y luego con una mujer. Quien sin duda no es la mamá de Priscilla. Mierda. —Oh, mierda. —Empuja fuera de mi boca antes de que pueda pararlo. Que bastardo. ¿Cómo puede hacerle esto a la mamá de Pris? ¿A Priscilla? —¿Qué demonios estás haciendo en mi casa? —Él tira lejos de la mujer, como si yo no supiera que habría pasado si yo no estuviera aquí. Este idiota, el que nunca tiene tiempo para su hija, pero espera que sea perfecta. Quien solo tiene tiempo para ella cuando ella se ve bien para él en público. Él que ni siquiera quería que yo viniera a su fiesta de graduación sin embargo ¿Está a punto de ponerse activo con otra mujer en su casa? Me olvide sobre mamá. Sobre Mike. Sobre cualquier cosa excepto lo que es mejor para ella. —Estoy aquí con su hija, con mi novia, a quién está a punto de destruir.

156

Su cara se pone pálida. Amigo, juro que puedo ver las ruedas dar vueltas por su cabeza, verlo pensar y planear cómo conseguir su culo viscoso fuera de esto. Ni siquiera soy lo suficientemente bueno para ser su amigo, y sin embargo ¿Lo hace? Sus ojos se mueven hacia las escaleras. Ella no está allí todavía. La mujer junto a él esta sonriendo y puedo decir que está probablemente amando el hecho de que quedó atrapado y pensando que realmente va a ser de ella ahora. Empuja su mano en el bolsillo y saca su billetera. —¿Cuánto? Es tonto, pero sus palabras no se registran al principio. —¿Eh? —Ya me has oído. ¿Cuánto? ¿Qué va a guardar tu boca cerrada sobre esto? La ira estalla dentro de mí. Ira por Priscilla. Por su mamá. Por este malparido que está delante de mí. El que todos en el pueblo tratan como a un rey, y el que hace que su hija se sienta como la mierda. El que piensa que puede sobornarme cuando sólo le iba a decir que Priscilla era mi chica. —¿Piensa que guardaré su secreto para usted por dinero? Infiernos no. Ella es mucho más importante para mí que cualquier cantidad de dinero. El idiota tiene el descaro de reírse. —¿Crees que no sé quién eres? Sinclair, tú has sido el sanguijuela de mi hija por cuatro años. Te mantuvo fuera de problemas cuando asaltaste a tu padre. ¿Por qué no tomas el dinero y corres ahora? Sus palabras me hacen estremecer. Ellos escabullen su camino en mí de la misma manera que él me acusa hacer con Priscilla. Están tan cerca de lo que oído toda mi vida. Lo veo porque todo el mundo obviamente sigue caminando lejos de mí. —Ella nunca sabrá. Puedes tomar el dinero. Necesitas ayuda con la universidad ¿no? Yo puedo hacer eso. ¿Tú quieres desaparecer por un tiempo? Te puedo ayudar con eso, también. Diablos, sigue saliendo con ella si quieres, porque no durará, pero hazte un favor, niño, y mantén la boca cerrada. Ella te acabará odiando por decirle, por romper su corazón y echar a perder su familia. ¿Quieres eso? ¿Quieres hacer que te odie? Pero entonces, algunos otros pensamientos empiezan a empujar demasiado. No tengo dudas de que pudiera hacer todas esas cosas realidad, pero no lo quiero. —No hay nada, nada que yo no haría por Priscilla. Me importa una mierda el dinero. Yo no lo quiero. No lo necesito. Lo único que me importa es asegurarme de que está bien, algo que obviamente a usted no le importa nada.

157

Y eso me hace alguien. Esto me hace más que lo que su papá ve cuando él me mira. Me hace más que él. Más de lo que mucha gente seria. Me hace un buen amigo. Un buen novio. Una buena persona. —No quiero tu dinero. Ella significa para mi más que eso y merece saber la verdad. Jesús, ¿Sabe en qué tipo de presión usted la pone? Como usted le hace pensar que ella tiene que ser perfecta. Y todo lo que eres es un mentiroso y un falso. —Quien tiene un infierno de muchos más amigos y poder que tu, niño. Pero eso no importa. ¿Pienso que la gente creería sobre mí? Sep. ¿Pienso que él podría causarme problemas? Absolutamente. ¿Es más importante que ella? Diablos no. ¿Cuántas veces me ha dicho Priscilla que no importa lo que piensen los demás? Que los problemas de Mike, o los problemas de mamá, son suyos y no sólo míos. El hombre que estaba delante de mi es lo que todo el mundo piensa que quiere ser, es el tipo de hombre que hubiera pensado que me gustaría ser, pero en este momento, prefiero ser más como yo que como él. Las vistas son tan malditamente sesgadas, la forma de verse entre sí y la forma en que se ven. Cualquier cosa puede cambiarlas o alterarlas. Lo que se ve en el exterior por lo general no es lo que hay en el interior, y eso es lo que importa. Acciones. Lo que se pone es el universo, o lo que sea. En este momento me siento más hombre que nunca. —No me importa lo que me haces. Cuanto me amenazas. —Ahora, soy yo caminando cerca de él. No lo dejaré empujarme—. La muchacha arriba es todo lo que me importa. Y seguro como el infierno que no tomaré su dinero y no mantendré mi boca cerrada para que pueda hacer lo que quiera. Mike me odia, y ¿por qué? A causa de que yo no tenía ningún control. Nada de lo que yo alguna vez habría hecho sería bastante para él, y ¿por qué? Debido a que su ego no podía soportar el hecho de que una vez, incluso por una noche o una hora, mamá no estaba bajo su pulgar. Esa no es mi culpa. No dice nada de mí. Yo sé que mamá no me odia, pero creo que ella puede ser quien se odie. ¿Eso duele? Sí, pero no puedo controlarlo. No puedo pararla. Ella ha hecho sus elecciones. Nunca fueron mías y no puedo pararlas o hacerla cambiar de opinión.

158

No es mi culpa. El hombre que estaba frente a mí, es un mentiroso egoísta. Él no me quiere cerca de su hija debido a su visión sesgada de lo que jodidamente es importante. No es mi culpa. Y yo no quiero ser como él. Como ellos me ven no es mi culpa. ¿Cómo podía no haberme dado cuenta antes? Yo haría cualquier cosa por Priscilla, Sebastián, Aspen. Por Courtney, o incluso por mamá. Me habría incluso alejado de Priscilla. Estoy muy orgulloso de esa persona. Y nadie hará que me aleje de Pris otra vez. —No me importa lo que piense de mi o lo que me ofrece. Me preocupo por Priscilla y por cómo voy a subir a su habitación y a romper su corazón por su culpa. —Tú no tienes que hacer nada. Lo he oído todo. —Pris baja de las escaleras, con la cabeza bien alta. —Priscilla. Nosotros necesitamos hablar. —Su papá pasa hacia ella. Pero mi chica levanta la mano. Toda valiente y fuerte de una manera que nunca solía ser. —No necesitamos hacer nada. —Se detiene justo en frente de él —. ¿Por cuánto tiempo? Mis pies me llevan hacia ella. Estoy detrás de ella, porque sé que puede hacer esto por su cuenta y porque quiero que sepa que estoy allí si me necesita. Siempre tendré su espalda. —Ahora no es el momento, Priscilla. —Su postura ha cambiado por completo. Está nervioso y rígido. —¡Ahora es el único momento! —grita y luego mira a la mujer que ya no se ve tan presumida—. ¿Cuánto tiempo? —Un año y medio. Priscilla se estremece, pero sigue hacia delante. —¿Era la única? —No demandes respuestas de mi, señorita. —¿Era. Ella. Sólo. La. Única? Un ligero movimiento de la cabeza es la única respuesta que necesita.

159

—¿Sabías que nunca me hiciste sentir que yo era lo suficientemente buena? ¿Qué eso nunca seria al menos que no fuera como tú? Yo no quiero ser cualquier cosa como tú. Nada. Y Jaden es más hombre de lo que tú nunca serás. Hay un ligero movimiento en su voz, y puedo decir que no va a ser capaz de sostenerlo junto mucho más tiempo. Doy un paso hacia adelanto y agarro su mano. —¿Estas lista para ir? Ella mira a su padre por última vez. —Sí… Si estoy lista. Con eso caminamos afuera, directamente pasado el coche de mamá. Yo no lo necesito. No lo quiero. Caminamos en silencio hasta llegar hasta Courtney. Tan pronto como salimos al porche, Pris lo pierde. Pongo mis brazos alrededor de ella y la sostengo. —Lo siento. Tan jodidamente lo siento, Priscilla —Las palabras siguen saliendo una y otra vez—. Te amo. Cuando las lágrimas finalmente aflojan, se seca los ojos, antes de la reducción a cero dentro de mí. —¿Sabes lo increíbles que eres, Jaden Sinclair? ¿Cuán raro eres tú? ¿Qué tan buena persona eres? La miro y sonrió, —Si. Estoy aprendiendo eso. Realmente lo soy. —Y lo hago. En serio. Veo lo que soy, y aunque no soy perfecto, me gusta lo que veo. *** Al segundo que llegamos a la recogida de equipajes en Nueva York, Sebastian viene directamente por nosotros. —¡Ya era hora de que ustedes regresaran! Estábamos preocupados. Me río de él. —Amigo, te pareces a tu madre. —¡Sebastian! ¡Vuelve aquí! Dales un poco de tiempo o espacio, o algo. —Aspen grita desde detrás de él. —¡Siempre hay tiempo para mí! —Tira hacia ella antes de detenerse y mirarnos fijamente. Puedo decir que nos quiere hacer un millón de preguntas, que se está preguntando lo que paso, pero no hace nada más que quedarse allí. Para la boca grande de Sebastian, eso es enorme. —¿Qué están haciendo aquí? Podríamos haber tomado un taxi de vuelta por nosotros mismos. —pregunta Priscilla, pero yo sólo muevo la cabeza. No me sorprende en absoluto. Sé que no es verdad, tampoco.

160

—¡Amigo! Nosotros no sabemos lo que pasó. Ustedes se fueron a casa. —Se encoje de hombros—. Teníamos que asegurarnos que las cosas estaban bien, o lo que sea. No menciono que ya estamos de vuelta, todo está bien, obviamente. Es genial que le importe. Es un chiflado. Desagradable. Ruidoso. Pero es mi mejor amigo. Un amigo de patear culos, el que me siento honrado de tener y que probablemente piensa lo mismo de mí. Especialmente la parte de desagradable. —Simplemente no quisiste perderte ninguna emoción. —No me digas. Eso es un hecho. Aspen golpea su brazo. —¡Bastian! Eres tan malo. —Eso no es lo que dijiste la última… ¡Ouch! —dice mientras ella lo golpea de nuevo—. Perdón, bebé. Tienes razón. Soy malo y eres increíble. Eso sí, no me golpees de nuevo. Entonces estamos todos tranquilos y sé que ellos saben que algo grande se redujo. Hay cientos de personas que nos rodean en el aeropuerto. La gente corre hacia nosotros, pero eso no importa. Me alegro que ellos estén aquí. Todos. Ofrezco mi puño y Sebastian lo golpea. —Dios. Basta con las cosas de chicos estúpidos. —Priscilla pone un brazo alrededor de mi y otro alrededor de Aspen. Aspen devuelve el agarre de Priscilla y luego pone su otro brazo sobre Sebastian. Sin decir una palabra él y yo completamos el círculo. Un círculo cerrado, irrompible. Probablemente parecemos idiotas, pero no me preocupo y estoy seguro que ellos no lo hacen tampoco. ¿Cómo no iba yo a saber que tengo todo lo que necesito aquí? ¿Qué estas personas no serian mis amigos si yo no fuera tan increíble como ellos? Soy impresionante. ¿Suena arrogante? Sip, pero es la verdad. Soy impresionante gracias a ellos, y puede que ellos sólo sean de la manera que son gracias a mí. Tengo una chica que amo. Tengo a mis amigos, que amo también. A Courtney y Roger, y tal vez incluso a la persona que vive en la dirección en mi bolsillo. Un día, yo podría ir allí. O no. No creo que realmente importe. Yo sé quién soy. Esa gente sabe lo que soy. Tengo todo lo que necesito aquí.

161

—Espero que esto no signifique que nosotros pensemos abrazarnos todo el tiempo, Jay. Quiero decir eres mi chico, pero… —Eres tan estúpido. —Niego con la cabeza—. Tú eres mi chico también, pero definitivamente no eres suficientemente bonito para mantener abrazos. Pero ninguno de nosotros se aleja. Recuerdo algo que Sebastian dijo antes. Algo que hizo rodar mis ojos en el momento. —Un trato general. —Todos para uno, o lo que sea —añade.

162

Epílogo Traducido por Mery St. Clair Corregido por Melii

N

ueva York es jodidamente frío en invierno. —Soplo el café en mi mano. Mi mano enguantada. Priscilla está sentada a mi lado en la cabina de cuero marrón.

—No hace tanto frío. Eres un bebé. —Tu bebé. —Me inclino para acariciar su cuello. Ni siquiera me importa que las palabras sean cursis. Me burle de Sebastian cuando las dijo unos meses atrás. Probablemente me volvería a burlar si las dijera de nuevo, sólo por bromear. Sin embargo, es diferente cuando yo las digo. —No sé si poner los ojos en blanco o derretirme. Me encanta que mi chica diga lo que piensa y que sea dura como una roca. Es tan sexy. —¿Qué te parece si pones los ojos en blanco ahora porque te ves sexy cuando estás frustrada y te derrites cuando estemos solos? Eso realmente la haría rodar los ojos, e incluso corría el riesgo de recibir un manotazo en el brazo. Priscilla, Sebastian y Aspen estaban de vacaciones de inverno en la escuela. Fuimos a casa por unos días, pero regresamos porque la escuela comenzaría de nuevo pronto. Este sería mi primer semestre y sólo voy a tomar unas cuantas clases, pero estoy bien con ello. Voy a deber un montón de préstamos cuando haya terminado, pero no importa. Se siente bien comenzar desde cero, y hacer esto por mi cuenta, así que el resto no tiene importancia. Estoy pensando en ingeniería. —¿A qué hora trabajas mañana? —Beso su cuello. Trabaja en una cafetería. Le encanta. Su padre no está muy feliz con la idea, pero a ella no le importa si a él le gusta o no. Ella es quién es, y él puede tomarlo o dejarlo. Sin embargo, su mamá parece muy orgullosa. Y viene a visitarla a menudo, también. Su divorcio será definitivo en las próximas semanas, creo.

163

—A las nueve. Escucha, ¿estás seguro de que me quieres aquí, Jay? Entiendo si quieres hacer esto solo. Es decir, es la primera vez que te encontrarás con tu papá. No quiero estar de entrometida. Hundo mi cara en su cuello y la miro—: Tú nunca serías una entrometida. —Aparto su cabello del rostro, colocó un mechón detrás de su oreja—. Te necesito aquí. Ladea su cabeza. —Tú no me necesitas, Jay. —De acuerdo, entonces, te quiero aquí. Sé que puedo hacerlo yo solo, pero no quiero hacerlo así. —¿Estás nervioso? —No. Sí. Más o menos. Quiero decir, es algo importante, ¿Lo sabes? —Lo llamé por teléfono por primera vez en septiembre. Fue muy difícil, tengo que decirlo. Pero él no sabía de mí. Nunca lo supo. Sabía que él y mi mamá eran jóvenes y ni siquiera supe como ella pudo localizarlo para darme la información, pero lo que importaba era que él nunca me había amado… ni siquiera supo que yo existía. Hemos hablado por más de tres meses. Cada jodida semana. Me llama mucho. Es arquitecto. Ama los edificios antiguos y su esposa dijo que él intenta arregla la mayoría de cosas en su casa todo el tiempo. Al parecer, no es tan bueno como yo para arreglar las cosas. Yo soy el hombre, ¿qué puedo decir? —Esto es muy importante. Lo entiendo totalmente. Todo saldrá bien, y va a amarte. Pienso en todas nuestras llamadas telefónicas. Todas las cosas que me dijo. Que quería reunirse conmigo desde el primer día que lo llamé, pero esperó hasta que yo estuviera listo. Me ofrecí a ir a verlo, pero no ocurrió así. Él quiso venir a mí. Nadie en mi vida, además de mis mejores amigos y la mamá de Sebastian, se ha preocupado por mí de esa manera. Se sentía increíble. —Ya me ama, Priscilla. Creo que ya me ama. —Y si las cosas no funcionan, yo estaría bien. No necesito a nadie para probarme quien soy yo. Se inclina y me besa. —¿Qué fue eso? —Fue por ti… y porque eres sexy. Le guiño un ojo. —Bueno, eso ya lo sabemos.

164

—Te amo. —Te amo, también. —¿Jaden? —dice una voz detrás de la cabina. Miro a mi papá. Mi verdadero papá. Su cabello es castaño claro como el mío. Y está sonriendo. —Umm… sí. Hola. Soy yo. Me pongo de pie y mi papá me jala para un abrazo y llora. La tensión escapa de mi cuerpo. Es en este momento cuando descubro que Priscilla y yo tenemos exactamente lo que queríamos. Con o sin él, nosotros somos lo que queríamos… ser felices. Tener un papá es un extra muy genial, sin embargo. No puedo esperar a descubrir cuan genial puede llegar a ser.

165

Fin

Sobre la Autora Nyrae Dawn es una lectora compulsiva y una escritora que ama el Young Adult. Ama escribir sobre los jóvenes adultos. Encuentra algo fresco y divertido al respecto. Pueden encontrarla casi siempre con un libro en la mano o un documento delante de ella. Vive en el Sur de California con su esposo y dos hijos.

166

Traducido, Corregido y Diseñado por:

167

http://www.librosdelcielo.net

2. What a Boy Needs - Nyrae Dawn [Final].pdf

Melii & Mel. Cipriano. Diseño. francatemartu. Page 3 of 167. 2. What a Boy Needs - Nyrae Dawn [Final].pdf. 2. What a Boy Needs - Nyrae Dawn [Final].pdf. Open.

2MB Sizes 7 Downloads 119 Views

Recommend Documents

796672711 - Measuring up nyrae dawn pdf descargar
796672711 - Measuring up nyrae dawn pdf descargar. 796672711 - Measuring up nyrae dawn pdf descargar. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu.

Charade - Nyrae Dawn.pdf
Page 3 of 213. 3 3. Staff. Moderadora. Anna Banana. Traductoras. Demoiselle. Liz Holland. Monikgv. Macasolci. MarMar. Madeleyn. Max Escritora Solitaria.

it's a boy! it's a boy!
boy! it's a boy! it's a boy! it's a boy! it's a boy! it's a boy! it's a boy! it's a boy! it's a boy! ... boy! © 2009. A udrey B artlett | [email protected] | A ll R igh ts R.

LESSON 2: WHAT IS A WATERSHED?
2. Present the PowerPoint Lesson. Have students define vocabulary words while watching. ... http://www.watershedactivities.com/projects/spring/scleanup.html.