1

Agradecimientos Traductoras Caty

Steffanie

Saku

Sky

Lizeth

Isabella_cullen88

Rania

MonicaH

Laurita

Correctoras Abrilnya

Curitiba

Akanet

Judithld

Recopilación Akanet

Diseño Paovalera

2

Vannia

3

Indice Sinopsis

Capítulo 16

Capítulo 1

Capítulo 17

Capítulo 2

Capítulo 18

Capítulo 3

Capítulo 19

Capítulo 4

Capítulo 20

Capítulo 5

Capítulo 21

Capítulo 6

Capítulo 22

Capítulo 7

Capítulo 23

Capítulo 8

Capítulo 24

Capítulo 9

Capítulo 25

Capítulo 10

Capítulo 26

Capítulo 11

Capítulo 27

Capítulo 12

Capítulo 28

Capítulo 13

Siguiente libro

Capítulo 14

Sobre la autora

Capítulo 15

4

Sinopsis Rose Hattaway sabe que enamorarse de otro guardián está prohibido. Su mejor amiga, la última princesa Dragomir, siempre debe ser su prioridad. Desafortunadamente, cuando se trata del irresistible Dimitri Belikov, algunas reglas están ahí para ser rotas. Pero desde que asesinó por primera vez a un Strigoi, Rose ha dejado de sentirse bien. Algo oscuro ha comenzado a crecer en su mente y sombras fantasmales advierten que una terrible maldad está cada vez más cerca de las barreras de hierro de la Academia. Y ahora que el peor enemigo de Rose y Lissa, Víctor Dashkov podría quedar en libertad, la tensión crece sin control en el mundo Moroi. Mentirle a Lissa sobre Dimitri es una cosa, pero esta vez hay más que una simple amistad en riesgo. Los vampiros inmortales están cada vez más cerca, y buscan venganza por las vidas que Rose ha tomado. En una batalla que le destruirá el corazón, enfrentándose a sus peores pesadillas, Rose tendrá que escoger entre la vida, el amor y las dos personas que más le importan... pero ¿significará esa elección que sólo uno de ellos podrá sobrevivir?

5

Capítulo 1 Traducido por Caty y Sky Corregido por Abrilnya

L

as puntas de sus dedos recorrieron mi espalda, casi sin aplicar ninguna presión, y aún así enviando ondas eléctricas por toda mi piel. Lenta, muy lentamente, sus manos se movieron recorriendo mi piel, bajando por mí estomago para descansar finalmente en las curvas de mis caderas. Justo debajo de mi oído, sentí sus labios presionarse contra mi cuello, seguido de otro beso justo debajo de este, y otro, y otro... Sus labios se movieron desde mi cuello hasta mi mejilla y finalmente encontraron mi boca. Nos besamos, envolviéndonos cada vez más juntos. Mi sangre hervía dentro de mí, y me sentí más viva de lo que alguna vez había estado en ese momento. Lo amaba, amaba tanto a Christian que… —¿Christian? Oh no. Alguna parte coherente de mi inmediatamente se dio cuenta de lo que estaba pasando, y chico, estaba enojada. El resto de mi, sin embargo, en realidad aún estaba viviendo este encuentro, experimentándolo como si fuera yo la que estaba siendo besada y tocada. Esa parte de mi no podía escaparse. Me había unido demasiado con Lissa, y en efecto, esto me estaba pasando a mí. No, me dije fuertemente.Esto no es real, no para ti. Sal de ahí.

6

Pero ¿cómo podía responder a alguna lógica cuando cada nervio de mi cuerpo estaba siendo encendido? No eres ella. Esta no es tu cabeza. Sal de ahí. Sus labios. En este momento no había nada más en el mundo que sus labios. No es él. Sal de ahí. Los besos eran los mismos, exactamente como los recordaba con él... No, no es Dimitri. ¡Sal de ahí! El nombre de Dimitri fue como agua fría golpeándome en la cara. Salí de ahí. Me senté en mi cama, sintiéndome de repente sofocada. Trate de patear las frazadas, pero en su mayor parte termineenredando mis piernas aún más. Mi corazón latía fuerte en mi pecho, y trate de respirar profundamente para calmarme y volver a mi propia realidad. Los tiempos de verdad habían cambiado. Hace mucho, las pesadillas de Lissa solían despertarme de mi sueño. Ahora lo hacía su vida sexual. Decir que las dos situaciones eran un poco diferentes sería quedarse corto. De hecho había logrado bloquear sus encuentros románticos, por lo menos mientras estaba despierta. Esta vez Lissa y Christian me habían, sin intención, superado. Mientras dormía, mis defensas estaban bajas, permitiendo que las emociones fuertes pasaran por el lazo psíquico que me conectaba con mi mejor amiga. Esto no hubiera sido un problema si ellos dos hubieran estado en la cama como la gente normal, y por estar en la ―cama‖ me refiero a ―dormidos‖. —Dios—balbucee, sentándome y balanceando mis piernas sobre un lado de la cama. Mi voz amortiguada por un bostezo.¿Christian y Lissa no podían en realidad quedarse tranquilos hasta una hora normal? Peor que estar despierta, sin embargo, era la forma en la que todavía me sentía. Seguro, nada de lo que había acabado de ver me había pasado a mí. No habías sido mi piel siendo tocada, ni mis labios siendo besados. Aún así, mi cuerpo sentía la pérdida a pesar de todo. Había pasado mucho tiempo desde que había estado en ese tipo de situación. Me dolía, y aún

7

así todo mi cuerpo se sentía cálido. Era estúpido, pero de repente, desesperadamente, quería que alguien me tocara, incluso si sólo me abrazara. Pero definitivamente no Christian. El recuerdo de esos labios en los míos apareció de nuevo en mi mente, la forma en que se habían sentido y como mientras dormía, había estado tan segura de que era Dimitri besándome. Me pare con las piernas temblorosas, sintiéndome muy cansada y... bueno, triste. Triste y vacía. Necesitando despejarme de mi extraño humor, me puse una bata y unas pantuflas y fui hacia los baños en la parte de abajo del pasillo. Rocié agua fría en mi rostro y me mire en el espejo. El reflejo que me miraba tenía el cabello enredado y los ojos rojos. Me veía cansada y desvelada, pero no quería volver a mi cama. No quería arriesgarme a dormirme aún. Necesitaba algo que me despertara y se alejara de lo que acababa de ver. Deje el baño y gire hacia la escalera, tratando de no hacer ruido mientras las bajaba. El primer piso de mi dormitorio estaba vacío y silencioso. Era casi medio día,la mitad de la noche para los vampiros, ya que ellos funcionaban en un horario nocturno. Acercándome a una de las puertas, examine el vestíbulo. Estaba vacío, excepto por el adormecido hombre Moroi sentado en el mostrador principal. Miraba desmotivadamente una revista, manteniéndose apenas despierto. Llego al final de la revista y bostezó de nuevo. Volteando su silla giratoria, dejo la revista en la mesa detrás de él y busco lo que debe haber sido algo más para leer. Mientras estaba de espaldas, pase velozmente más allá de él hacía las puertas dobles que conducían afuera. Rogando para que las puertas no sonaran, cuidadosamente las abrí una un poco, sólo lo suficiente para deslizarme a través de ellas. Una vez estuve afuera, cerré la puerta, lo más suave que pude. Sin ruido. A lo sumo, el tipo sentiría una corriente de aire. Sintiéndome como un ninja, salí a la luz del día. El viento frío se sentía en mi cara, pero era exactamente lo que necesitaba. Ramas de árboles sin hojas se movían en ese viento, acercándose a las paredes de piedra de los dormitorios como dedos. Sentía el sol llegar hasta mi, pasando entre las coloridas nubes, adicionalmente recordándome que debería estar en mi cama y durmiendo. Disfrutando de la luz, apreté mi bata y me pasee por un lado del edificio, hacía un punto entre él y el

8

gimnasio que no estaba tan expuesto a los elementos. El agua de la acera se filtro en la tela de mis pantuflas, pero no me importó. Si, era un típicamente miserable día de invierno en Montana, pero ese era el punto. El aire helado logró despertarme y espanto lo que quedaba de la escena de amor virtual.Además, eso me mantenía firmemente en mi propia cabeza.Enfocarme en el frio de mi cuerpo era mejor que recordar cómo se sentía tener las manos de Christian en mí. Parada ahí, mirando un grupo de árboles sin realmente verlos, me sorprendió sentir un poco de rabia con Lissa y Christian. Debió ser bueno, pensé amargamente, hacer cualquier cosa que se te ocurriera hacer. Lissa comentaba a menudo, cuanto le gustaría sentir mi mente y experimentarla de la misma manera en que lo hacía con la suya. La verdad era, que ella no tenía idea de lo afortunada que era. No sabía que se sentía como era tener los pensamientos de alguien más invadiendo los tuyos, las experiencias de alguien más anulando las tuyas. Nosabía cómo se sentía convivir con la perfecta vida amorosa de alguien más, cuando la tuya era inexistente. No comprendía cómo era estar lleno de un amor tan fuerte que hacía doler tu pecho, un amor que sólo podías sentir, pero no expresar. He aprendido que mantener un amor enterrado se parece mucho a mantener contenida la ira. Simplemente te consume por dentro hasta que quieres gritar o de patear algo. No, Lissa no entendía nada de eso. No tenia por que hacerlo. Podía continuar con sus propios asuntos románticos, sin tener en cuenta lo que me estaba haciendo. Me di cuenta entonces que mi respiración se agito de nuevo, esta vez con rabia.El sentimiento repulsivo que despertó el encuentro nocturno de Lissa y Christian, desapareció. Había sido reemplazado con rabia y celos, sentimientos nacidos de lo que no podía tener y lo que le llego tan fácilmente a ella. Hice mi mejor esfuerzo para tragarme todas esas emociones; no quería sentirme así acerca de mi mejor amiga. — ¿Estás sonámbula?—preguntó una voz detrás de mí. Mire alrededor, asombrada. Dimitri estaba ahí, mirándome, luciendo al mismo tiempo asombrado y curioso. Parece que mientras me trastornaban los problemas de mi injusta vida amorosa, la fuente de esos problemas se las ingenió para encontrarme. No lo había escuchado acercarse en absoluto. Demasiado para mis habilidades ninja. Y honestamente, ¿me

9

habría matado peinarme un poco antes de salir? Cuidadosamente me pase la mano por mi largo cabello, sabiendo que ya era demasiado tarde. Probablemente me veía como si un animal hubiera muerto sobre mi cabeza. —Estaba probando la seguridad de los dormitorios—dije—. Apesta. Una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios. El frio realmente estaba comenzando a penetrarme ahora, y no pude evitar pensar lo cálido que se veía su largo abrigo de cuero. No me hubiera importado envolverme en él. Como si estuviera leyendo mi mente, dijo—: Debes estar congelándote. ¿Quieres mi abrigo? Sacudí mi cabeza, decidiendo no mencionar que no podía sentir mis pies. —Estoy bien. ¿Qué estás haciendo aquí afuera? ¿También estás probando la seguridad? —Yo soy la seguridad, Este es mi turno.—Patrullas de guardianes de la escuela siempre cuidaban el terreno mientras los demás dormían. Los Strigois, los vampiros muertos que acosaban los vampiros Morois vivos como Lissa, no salían a la luz del día, pero los estudiantes rompiendo las reglas, algo así, como, salir furtivamente de sus dormitorios,eran un problema noche y día. —Bueno, buen trabajo—dije—. Me alegra haberte ayudado a probar tus increíbles habilidades. Debería irme ahora. —Rose… —La mano de Dimitri tomó mi brazo, y a pesar de todo el viento, frío y agua nieve, una oleada de calor se abrió paso hacia mí. Me soltó de repente, como si también se hubiera estado quemando—. ¿Qué estás haciendo realmente aquí? Estaba usando su tono de déjate de tonterías, así que le di la respuesta más sincera que pude.—Tuve una pesadilla. Necesitaba un poco de aire —Y entonces simplemente decidiste escaparte. Romper las reglas ni si quiera cruzo por tu mente, y tampoco lo hizo ponerte un abrigo. —Si—dije—. Eso básicamente lo resume todo.

10

—Rose, Rose—esta vez su voz era exasperada—. Nunca cambias, siempre zambulléndote sin pensar. —Eso no es cierto—protesté—. He cambiado mucho. La diversión en su rostro desapareció de repente, su expresión cada vez era más perturbada. Me estudio durante varios minutos. A veces sentía como si aquellos ojos pudiesen ver dentro de mi alma.—Tienes razón, has cambiado. No parecía muy feliz al admitirlo. Probablemente estaba pensando sobre lo que ocurrió hace casi tres semanas atrás, cuando algunos amigos y yo fuimos secuestrados por Strogois. Fue apenas un golpe de suerte el que lográramos escapar, y no todos nosotros llegamos a hacerlo. Mason, un buen amigo y el chico que había estado loco por mí, había sido asesinado, y una parte de mí nunca me perdonaría por ello, aún cuando había matado a sus asesinos. Esto me había dado una perspectiva más oscura de la vida. Bueno, esto le había dado a todos aquí en la Academia San Vladimir una perspectiva más oscura, pero sobre todo a mí. Los demás habían comenzado a notar la diferencia en mí. No me gustaba ver a Dimitri preocupado, sin embargo, entonces hice una broma contra su observación. —Bien, no te preocupes. Mi cumpleaños está llegando. Tan pronto como tenga dieciocho años, seré un adulto, ¿cierto? Estoy segura de que despertaré esa mañana y seré bastante madura y todo lo demás. Como yo había esperado, su ceño se suavizo en una pequeña sonrisa.—Sí, estoy seguro. ¿Cuándo es, alrededor de un mes? —Treinta y un días—anuncie remilgadamente. —No es que los estés contando. Me encogí de hombros y él se rio. —Supongo que también has hecho una lista de regalos de cumpleaños. ¿Diez páginas? ¿A un espacio?, ¿clasificado por orden de prioridad?—La sonrisa todavía estaba sobre su rostro.Esta era una de esas relajadas, y genuinamente divertidas que era tan raro de ver en él.

11

Empecé a hacer otra broma, pero la imagen de Lissa y Christian entro en mi mente de nuevo. Aquel sentimiento triste y vacio en mi estomago volvió. Cualquier cosa que hubiera querido, ropa nueva, un iPod, cualquier cosa, de repente me pareció trivial. ¿Qué significaban las cosas materiales como esas comparadas con la cosa que más quería? Dios, realmente he cambiado. —No—dije en una pequeña voz—. Ninguna lista. Inclinó su cabeza para mirarme mejor, haciendo un poco de su cabello largo hasta los hombros caer en su rostro. Su cabello era marón, como el mío, pero no tan oscuro. El mío de vez en cuando parecía negro.Él movió los mechones rebeldes hacia atrás, sólo para tenerlos inmediatamente de nuevo sobre su cara.—No puedo creer que no quieras nada. Va a ser un cumpleaños aburrido. Libertad,pensé.Ese era el único regalo que esperaba. Libertad de tomar mis propias decisiones.Libertad para amar a quien quisiese. —No importa—dije a cambio. —Que…—Sedetuvo, él entendió. Siempre lo hacía. Esto era parte de porque nos conectábamos como lo hacíamos, a pesar de la diferencia de siete años entre nuestras edades, nos habíamos enamorado el uno del otro el otoño pasado cuando había sido mi instructor de combate. Cuando las cosas se calentaron entre nosotros, habíamos descubierto que teníamos más cosas de que preocuparnos además de la edad.Los dos estaríamos protegiendo a Lissa cuando ella se graduara y no podíamos dejar que nuestros sentimientos del uno por el otro nos distrajeran cuando ella era nuestra prioridad. Por supuesto, era más fácil decirlo que hacerlo, porque no pensaba que nuestros sentimientos por el otro algún día fuesen realmente a desaparecer. Ambos habíamos tenido momentos de debilidad, momentos que conducían a besos robados o a decir cosas que realmente no deberíamos decir. Después de que me escape de los Strigois, Dimitri me había dicho que me amaba y prácticamente había admitido que nunca podría estar con alguien más debido a esto. Sin embargo, también había quedado claro que aún así no podríamos estar juntos tampoco,yambos nos habíamos escondido tras nuestros viejos roles de mantenernos lejos el uno del otro y fingir que nuestra relación era estrictamente profesional.

12

En un no-tan-evidente intento de cambiar de tema, él dice—: Puedes negarlo todo lo que quieras, pero sé que te estás congelando.Vamos adentro. Voy a llevarte adentro por la parte de atrás. No pude evitar sentirme un poco sorprendida. Dimitri raramente evitaba problemas incómodos. De hecho, era conocido pormeterme en conversaciones sobre temas con los que no quería tratar. ¿Pero hablar sobre nuestra disfuncional y desgraciada relación? Ese era un lugar al que aparentemente no quería ir hoy. Si. Las cosas definitivamente estaban cambiando. —Pienso que eres tu quien tiene frio—bromee, mientras caminábamos por el lado de los dormitorios donde los guardianes novatos dormían—. ¿No deberías ser más resistente y todo eso, ya que eres de Siberia? —No creo que Siberia sea exactamente como que te imaginas. —Me imagino que es como un desierto de hielo—le dije sinceramente. —Entonces definitivamente no es como te lo imaginas. —¿Lo extrañas?—pregunte, mirando atrás hacia donde él caminaba tras de mí. Era algo que nunca había considerado antes. En mi mente, todos querían vivir en Estados Unidos o, bien, al menos no querrían vivir en Siberia. —Todo el tiempo—dijo, su voz un poco melancólica—. A veces deseo… —¡Belikov! Una voz fue llevada por el viento tras nosotros. Dimitri murmuro algo, y luego me empujó más lejos alrededor de la esquina por la que acababa de dar la vuelta.—Permanece fuera de vista. Me agaché súbitamente detrás de un banco de arboles de acebo que flanqueaban el edificio. No tenían ningunasbayas, pero los racimos espesos de hojas puntiagudas y afiladas rasguñaban donde mi piel estaba expuesta. Considerando la temperatura congelante y la posibilidad de que descubrieran mi paseo nocturno, algunos rasguños eran el menor de mis problemas ahora. —No estás de guardia—oí decir a Dimitri varios minutos después.

13

—No, pero necesitaba hablar contigo—Reconocí la voz. Pertenecía a Alberta, la capitana de los guardianes de la Academia—. Esto sólo tomará un minuto. Tenemos que cambiar algunos de los turnos mientras estás en el juicio. —Me lo imagine—dijo. Había una graciosa, casi incomoda nota en su tono de voz—. Va a poner cierta presión en todos los demás, mal momento. —Sí, bueno, la reina funciona con su propio horario—Alberta sonaba un poco frustrada y trate de averiguar lo que estaba pasando—. Celeste tendrá tus turnos, y Emil y ella se dividirán tus horas de entrenamiento. ¿Horas de entrenamiento? Dimitri no dirigiría ningún entrenamiento la próxima semana porque… Ah. Era eso, comprendí. La experiencia de campo. Mañana empezaran las seis semanas de participación activa en práctica de nosotros los novatos. No tendríamos clases y tendríamos que proteger Morois de noche y de día mientras los adultos nos evaluaban. ―Los horarios de entrenamiento‖ deben ser cuando Dimitri participe en ello. Pero ¿cuál era este juicio que ella había mencionado? ¿Se referían a algo como los exámenes que teníamos que sufrir al final del año escolar? —Ellos dicen que no les preocupa el trabajo extra—continúo Alberta—, pero me preguntaba ¿si incluso puedes tomar algunos de sus cambios antes de marcharte? —Absolutamente—dice él, con palabras cortas y rígidas. —Gracias, creo que eso ayudará —Suspira—.Desearía saber cuánto durara esté juicio. No quiero estar lejos mucho tiempo. Uno pensaría que sería un caso cerrado con Dashkov, pero ahora escucho que la reina está nerviosa sobre poner en prisión a alguien importante de la realeza. Me puse rígida. El escalofrió que me recorría ahora no tenía nada que ver con el día de invierno. ¿Dashkov? —Estoy seguro de que harán lo correcto—dice Dimitri. Comprendí en ese momento porque no diría mucho. Eso no era algo que yo debería saber. —Eso espero. Y espero que esto solo tome unos días, como ellos afirman. Mira, aquí afuera es lamentable. ¿Te importaría entrar a la oficina un momento para mirar la programación?

14

—Claro—dice él—. Déjame comprobar algo primero. —De acuerdo. Te veo pronto. El silencio cayo, y tuve que asumir que Alberta se alejaba. Bastante seguro, Dimitri dio la vuelta a la esquina y se quedo de pie delante del arbusto. Me levante del lugar en donde estaba escondida. La mirada en su rostro me dijo que ya sabía lo que estaba por venir. —Rose… —¿Dashkov?—exclamé, tratando de mantener mi voz baja para que Alberta no me escuchara—. ¿Cómo Víctor Dashkov? No se molesto en negarlo. —Sí. Víctor Dashkov —Y ustedes estaban hablando sobre… Quieres decir…—Estaba tan alarmada, tan sorprendida, que apenas podía reunir mis pensamientos. Esto era increíble—. ¡Pensaba que él estaba encerrado! ¿Estás diciendo que aún no ha sido enjuiciado? Si. Esto era definitivamente increíble. Víctor Dashkov. El tipo que había acosado a Lissa y torturado su mente y cuerpo para controlar sus poderes. Cada Moroi puede utilizar magia en uno de los cuatro elementos: Tierra, aire, fuego, viento. Lissa, sin embargo, utilizaba un casi desconocido quinto elemento llamado espíritu. Puede sanar cualquier cosa, incluidos los muertos. Esa era la razón por la cual ahora estaba ligada a psíquicamente a ella, ―shadow-kissed‖, algunos lo llaman. Ella me trajo de vuelta a la vida de un accidente de coche que había matado a sus padres y hermano, vinculándonos de manera tal que me permitió sentir sus pensamientos y experiencias. Víctorhabía aprendido antes que cualquiera de nosotros que ella podía curar, y había querido encerrarla lejos y utilizarla como su propia fuente personal de juventud. Además no había vacilado en matar a cualquiera que estuviese en su camino, o, en el caso a Dimitri y yo, usar formas más creativas para detener a sus oponentes. Había hecho muchos enemigos en diecisiete años, pero estaba bastante segura de que no había nadie a quien odiara tanto como a Víctor Dashkov, al menos entre los vivos. Dimitri tenía una mirada en su rostro que yo conocía bien. Era la que tenía cuando pensaba que yo podría golpear a alguien. —Él ha sido

15

encerrado, pero no, no ha sido enjuiciado aun. Los procedimientos legales a veces tardan algún tiempo. —¿Pero va a ser enjuiciado ahora?, ¿Y tú vas a ir?—hable entre dientes, tratando de estar tranquila. Sospeche que aun tenía la mirada de voy a golpear a alguien en mi rostro. —La semana que viene. Me necesitan y a algunos de los otros guardianes para declarar acerca de lo que paso con Lissa y tú aquella noche—Su expresión cambio con la mención de lo que había ocurrido hace cuatro meses, y una vez más, reconocí la mirada. Esta era salvaje y protectora que adquiría cuando aquellos que le importaban estaban en peligro. —Llámame loca por preguntar esto, pero, ¿um, Lissa y yo iremos contigo?—Ya había adivinado la respuesta, y no me gustaba. —No. —¿No? —No Puse mis manos sobre mis caderas. —Mira, no parece razonable que si vas a hablar sobre lo que nos paso a nosotras, ¿entonces nos deberías tener allí? Dimitri, totalmente en el modo instructor estricto, negó con la cabeza.—La reina y algunos de los otros guardianes pensaron que sería mejor si ustedes no iban. Hay suficientes pruebas con el resto de nosotros, y además, criminal o no,él es, o era, uno de los más poderosos de la realeza en el mundo. Aquellos que saben acerca de este juicio quieren mantenerlo en silencio. —¿Entonces, que, te parece que si nos llevas, le diremos a todos?— exclame—. Vamos, camarada. ¿De verdad crees que haríamos eso? Lo único que queremos es ver a Víctor encerrado. Para siempre. Tal vez más. Y si hay oportunidad de que pueda ser liberado, tienes que dejarnos ir. Después de que Víctor había sido capturado, había sido llevado a prisión, y había pensado que todo había terminado. Había calculado que lo habían encerrado hasta que se pudriera. Nunca se me había ocurrido, a pesar de que debe haber, que necesitaría un juicio primero. Por el momento, sus

16

crímenes habían parecido muy obvios. Pero, aunque el gobierno Moroi fuera secreto y separado del humano, esto funcionaba de manera muy parecida. Procesos legales y todo eso. —No soy quien toma esa decisión—dijo Dimitri. —Pero tienes influencia, puedes hablar por nosotras, especialmente si…— algo de mi rabia disminuyo sólo un poco, y fue sustituida por un miedo repentino y alarmante. Casi no podía decir las siguientes palabras—. Especialmente si de verdad hay una oportunidad de que pueda salir. ¿La hay? ¿Realmente hay una posibilidad de que la reina lo deje salir? —No lo sé.No puedo decirte lo que ella u otro de la realeza harán a veces— De repente lucía cansado. Metió la mano en su bolsillo y me arrojo un juego de llaves—. Mira, se que tu estas enojada, pero no podemos hablar de ello ahora. Tengo que ir a encontrarme con Alberta, y tú necesitas entrar. La llave cuadrada te dejara entrar por la puerta lateral más lejana. Sabes cuál es. Lo sabía. —Sí. Gracias. Estaba de mal humor y odiaba estar de ese modo, especialmente ya que me estaba salvando de estar en problemas, pero no podía evitarlo. Víctor Dashkov era un criminal, un villano, incluso. Estaba hambriento de poder y codicia, y no le importaba quien tuviera que pisotear para logar lo que quería. Si estuviese libre de nuevo…bueno, no sabría decir que podría pasar con Lissa o con cualquier otro Moroi. Me irritaba pensar que podía hacer algo para ayudar a recluirlo, pero que nadie me dejaría hacerlo. Había avanzado uno pocos pasos cuando Dimitri me llamo desde atrás. — ¿Rose?—di un vistazo hacia atrás—. Lo siento—dijo. Hizo una pausa, y su expresión de pesar se torno cautelosa—. Y será mejor que me devuelvas las llaves mañana. Me di la vuelta y continúe caminando. Era probablemente injusto, pero una parte infantil de mi cree que Dimitri puede hacer algo. Si realmente quisiera llevarnos a Lissa y a mí al juicio, estaba segura que podría hacerlo. Cuando estaba casi en la puerta lateral, percibí un movimiento con mi vista periférica. Mi humor cayó en picado. Genial. Dimitri me había dado

17

sus llaves para escabullirme hacia adentro y ahora alguien más me había descubierto. Eso era típico de mi suerte. Medio esperando que un profesor exigiese saber que estaba haciendo, di la vuelta y prepare una excusa. Pero no era un profesor. —No—dije suavemente. Este tenía que ser un truco—. No. Durante medio instante,me pregunte si realmente alguna vez me había despertado. Tal vez en realidad todavía estaba en la cama, dormida y soñando. Porque ciertamente, sin duda algunaesa era la única explicación para o que ahora estaba viendo delante de mí, sobre el césped de la Academia, acechando a la sombra de un roble antiguo y enmarañado. Era Mason.

18

Capítulo 2 Traducido por Caty Corregido por Abrilnya

O

, bien, se parecía a Mason.

Él, o eso o lo que sea, era difícil de ver. Tuve que seguir esforzándome y parpadeando para poder enfocarlo. Su forma era insustancial, casi transparente, y continuaba apareciendo y desapareciendo de mi campo de visión. Pero si, por lo que podía ver, definitivamente se parecía a Mason. Sus rasgos estaban borrosos, haciendo que su bella piel luzca aún más blanca de lo que recordaba. Su cabello rojizo ahora se veía de un débil, y aguado naranja. Apenas podía siquiera ver sus pecas. Estaba usando exactamente lo mismo que la última vez que lo había visto: pantalones vaqueros y una chaqueta amarilla de lana. El borde de un suéter verde se veía debajo del ribete del abrigo. Esos colores, también, estaban suavizados. Se veía como una fotografía que alguien había dejado afuera en el sol, haciendo que se destiñera. Un brillo muy, muy suave parecía bordear sus rasgos. La parte que más me impresiono, además del hecho de que se suponía que estaba muerto, fue la mirada en su rostro. Era triste, muy, muy triste. Mirando dentro de sus ojos, sentí mi corazón romperse. Todos los recuerdos de lo que había pasado tan solo un par de semanas atrás volvieron de repente a mi cabeza. Lo vi todo de nuevo: Su cuerpo cayendo, la mirada cruel en el rostro de los Strigois... un nudo se formó en mi garganta. Me quede ahí congelada, asombrada e incapaz de moverme. Él también me estudio, su expresión nunca fluctuante. Triste. Sombrío. Serio. Abrió su boca, como si pudiera hablar, y entonces la cerró. Pasaron otros pesados segundos entre nosotros, y entonces levantó su mano y la

19

extendió hacia mí. Algo en ese movimiento me saco de mi asombro. No, esto no podía estar pasando. No estaba viendo esto.Mason estaba muerto. Lo había visto morir. Había sostenido su cuerpo. Sus dedos se movieron despacio, como si estuviera llamándome por señas y me invadió el pánico.Retrocediendo algunos pasos, puse distancia entre nosotros y espere para ver qué pasaría. No siguió. Simplemente se quedo ahí, su mano aún en el aire. Mi corazón se aceleró, y me voltee y corrí. Cuando casi había alcanzado la puerta, paré y miré hacia atrás, dejando que mi agitada respiración se calmara. El claro en el que había estadoestaba completamente vacío. Logré llegar a mi habitación y cerré de un golpe la puerta detrás de mí, mis manos temblaban. Me metí en mi cama y recordé lo que había acabado de pasar. ¿Qué demonios? Eso nohabía sido real. De ninguna manera. Imposible. Mason estaba muerto, y todos saben que los muertos no regresan. Bueno, sí, yo había regresado... pero eso fue una situación diferente. Claramente, me había imaginado esto. Eso era. Tenía que ser. Estaba demasiado cansada y aún no me había recuperado de lo de Lissa y Christian, eso sin mencionar las noticias sobre Víctor Dashkov. Probablemente el frío también había congelado una parte de mi cerebro. Si, entre más pensaba en eso, más decidía que debía haber cientos de explicaciones para lo que acababa de pasar. Aún así, sin importar que tan seguido me dijera eso a mí misma, no podía volverme a dormir. Me quede en mi cama, con las cobijas hasta mi mentón mientras trataba de borrar esa imagen que me perseguía en mi cabeza. No podía. Todo lo que podía ver eran esos ojos bastante tristes, esos ojos que parecían decir, Rose, ¿por qué dejaste que me pasara esto? Cerré mis ojos fuertemente, tratando de no pensar en él. Desde el funeral de Mason, había estado trabajando mucho para continuar y actuar como si fuera fuerte. Pero la verdad era, que no estaba para nada cerca de superar su muerte. Me torturaba a mi misma todos los días preguntando en lo que hubiera podido hacer. ¿Qué hubiera pasado si hubiera sido más rápida y fuerte durante el ataque Strigoi? ¿Qué hubiera pasado si no le hubiera dicho donde estaban los Strigois en primer lugar? ¿Y que si tan solo yo hubiera sido capaz de quererlo como él me quería? Cualquiera de

20

las anteriores podría haberlo mantenido vivo, pero ninguna de ellas había pasado. Y todo era mi culpa. —Me lo imagine—susurré en voz alta en la oscuridad de mi habitación. Tenía que haberlo imaginado. Mason ya me perseguía en mis sueños. No necesitaba verlo también cuando estaba despierta—. No era él. No podía haber sido él, porque la única forma en la que podía ser verdad era... Bueno, eso era algo en lo que no quería pensar. Porque mientras que creía en vampiros, magia y poderes psíquicos, ciertamente no creía en fantasmas. Aparentemente tampoco creía en dormir, porque no logre hacerlo mucho esa noche.Me movía y me volteaba, incapaz de tranquilizar mi acelerada mente. Eventualmente me dormí, pero era como si mi alarma se hubiera activado muy pronto después de que pudiera dormir más que unos cuantos minutos. Entre los humanos, la luz del día tiende a espantar las pesadillas y el miedo. Yo no tenía esa luz, me desperté en la creciente oscuridad. Pero simplemente estar afuera con gente viva y real tenía casi el mismo efecto, y mientras iba a desayunar y a mi práctica de la mañana, me di cuenta de que lo que había visto la noche anterior, o lo que pensaba que había visto la noche anterior, estaba desapareciendo más y más en mi memoria. La rareza de ese encuentro estaba además siendo reemplazado por algo más: entusiasmo. Este era. El gran día. El comienzo de nuestra experiencia de campo. Durante las siguientes seis semanas, no tendría ninguna clase. Tendría que pasar mis días junto a Lissa, y lo único que tendría que hacer era escribir un reporte de campo diario de tan solo de media página. Fácil.Y, sí, claro que estaría en guardia, pero no estaba preocupada. Esa era mi segunda naturaleza. Ella y yo habíamos vivido entre humanos por dos años, y la había protegido todo el tiempo. Antes de eso, en mi primer año, había visto el tipo de pruebas que los guardianes adultos planeaban para los novatos durante esta fase. Las trampas eran complicadas, absolutamente. Un novato tenía que estar en guardia y no descuidarse,y estar listo para defender y atacar si era necesario. Nada de eso me preocupaba, sin embargo. Lissa y yo habíamos estado lejos de la escuela durante el segundo y tercer año, y me había atrasado. Pero gracias a mis

21

prácticas extras con Dimitri, rápidamente me puse al día y ahora era una de las mejores de mi clase. —Hola Rose. Eddie Castile se acerco a mí mientras caminaba dentro del gimnasio, donde la orientación para nuestra experiencia de campo comenzaría. Por un breve momento, mirando a Eddie, mi corazón se hundió. De repente, era como si estuviera afuera en el claro de nuevo con Mason, mirando su triste cara. Eddie, junto con el novio de Lissa, Christian, y una moroi llamada Mia, habían estado con nuestro grupo cuando fuimos capturados por un los Strigois. Eddie no había muerto, obviamente, pero había estado muy cerca de ello. Los Strigois que nos habían capturado lo habían usado cómo comida, alimentándose de él durante nuestro cautiverio en un esfuerzo para provocar a los Morois y asustar a los dhampirs. Había funcionado; Había estado aterrorizada. El pobre Eddie había estado inconsciente durante la mayor parte del tiempo, gracias a la pérdida de sangre y a las endorfinas que provienen de la mordida de un vampiro. Había sido el mejor amigo de Mason y casi tan gracioso y ligero de corazón como él. Pero desde que escapamos, Eddie había cambiado, tanto como yo. Aún era rápido para sonreír y reír, pero ahora había algo sombrío en él, una mirada oscura y seria en sus ojos que siempre temía que pasara lo peor. Eso era comprensible, por supuesto. Prácticamente había visto lo peor pasar. Justo como con la muerte de Mason, me sentía responsable por esta transformación en Eddie y por lo que había sufrido en las manos de los Strigois. Puede que eso no fuera justo para mí, pero no podía evitarlo. Me sentía en deuda con él ahora, como si necesitara protegerlo, o hacer algo bueno por él de alguna manera. Y eso era medio gracioso, porque creo que Eddie estaba tratando de protegerme.No es como si me estuviera acosando ó algo así, pero me había dado cuenta de que se preocupaba por mí. Creo que después de lo que había pasado, sentía que le debía a Mason el cuidar de su novia. Nunca me preocupe por decirle a Eddie que no había sido la novia de Mason, no en el sentido real de la palabra, así como nunca me queje con Eddie por su comportamiento de hermano mayor. Ciertamente podía cuidar de mi misma. Pero cada vez que lo escuchaba alejando a otros chicos de mí,

22

indicándoles que aún no estaba lista para salir con nadie, no le veía punto a interferir. Era toda la verdad. No estaba lista para salir. Eddie me dio una sonrisa de lado que le añadió una ternura de niño pequeño a su cara larga.—¿Estás emocionada? —Sí, claro—dije. Nuestros compañeros de clase estaban llenando las gradas de un lado del gimnasio, y encontramos un punto vacio cerca del medio—. Va a ser como vacaciones. Lissa y yo juntas por seis semanas—. Tan frustrante como nuestro vinculo podía ser a veces, no obstante me hacia su guardiana ideal. Siempre sabia donde estaba y lo que le estaba pasando. Una vez que nos graduemos y estemos afuera en el mundo, seré asignada a ella oficialmente. Él se torno pensativo. —Sí, supongo que no tendrás que preocuparte mucho. Sabes a quien te van a asignar cuando te gradúes. El resto de nosotros no somos tan afortunados. —¿Tienes tus ojos puestos en algún miembro de la realeza? —pregunte jugando. —Bueno, eso no importa. La mayoría de los guardianes somos asignados a la realeza después de cualquier forma. Eso era verdad. Los Dhampirs, mitad vampiro como yo, éramos menos cada vez, y la realeza usualmente escogía primero sus guardianes. Hubo una época en el pasado cuando más Morois, de la realeza y plebeyos, tenían guardianes, y los novatos como nosotros tendríamos que competir fuertemente para ser asignados a alguien importante.Ahora era casi seguro que cada guardián trabajaría para una familia real. No habían suficientes de nosotros para alcanzar para todos, y las familias reales menos influyentes tenían que arreglárselas solos. —Aún así —dije—. Supongo que es cuestión de a que miembro de la realeza te asignen, ¿verdad? Quiero decir, algunos son totalmente presuntuosos, pero muchos son geniales. Consigue a alguien realmente rico y poderoso, y podrás estar viviendo en la corte real y viajando a lugares exóticos. —Esa última parte me gustaba mucho, y a menudo tenia fantasías sobre Lissa y yo viajando alrededor del mundo.

23

—Sip—Eddie estuvo de acuerdo. Asintió con la cabeza hacia algunos chicos en la fila de adelante—. No creerías la forma en que esos tres han estado detrás de algunos Ivaskovs y Szelskys. Eso no afectará sus asignaciones aquí, por supuesto, pero puedes darte cuenta que ya están tratando de arreglar las cosas para después de la graduación. —Bueno, la experiencia de campo puede afectar eso. Las calificaciones que obtengamos aquí van a ir a nuestros registros. Eddie asintió de nuevo y comenzó a decir algo cuando una fuerte y clara voz femenina corto el murmullo de nuestra conversación. Ambos miramos hacia arriba. Mientras estuvimos hablando, nuestros instructores se habían reunido en frente de las gradas y ahora estaban de pie en frente de nosotros en una línea impresionante. Dimitri estaba entre ellos, oscuro, imponente e irresistible. Alberta estaba tratando de llamar nuestra atención. La multitud se quedo en silencio. —Bueno—empezó ella. Alberta estaba en sus cincuentas, sombría y dura. Verla me recordaba la conversación que Dimitri y ella tuvieron anoche, pero guarde eso para después. Víctor Dashkov no iba a arruinar este momento—. Todos ustedes saben porque están aquí—Nos habíamos quedado tan callados, tan tensos y emocionados, que su voz resonó por todo el gimnasio. —Este es el día más importante de su educación antes de que tomen sus pruebas finales. Hoy sabrán con que Moroi han sido ubicados. La semana pasada, les fue entregado un folleto con todos los detalles sobre cómo se desarrollaran las siguientes seis semanas. Confió en que todos ustedes ya lo hayan leído. —De hecho, lo había hice.Probablemente nunca había leído algo con tanta atención en mi vida. —Solo para recapitular, el guardián Alto les dirá las reglas principales de este ejercicio. Le entrego un portapapeles al guardián Stan Alto. Él era uno los instructores que menos me gustaba pero después de la muerte de Mason, la tensión entre nosotros se alivio un poco. Nos comprendíamos mejor el uno al otro ahora. —Aquí vamos—dijo Stan impacientemente—. Estarán de servicio seis días a la semana. De hecho esto es algo bueno para ustedes. En el mundo real, normalmente estarán trabajando todos los días. Acompañarán a su Moroi a todas partes,a clase, a sus dormitorios, sus alimentaciones. Todo.

24

Depende de ustedes encontrar la manera de encajar en sus vidas. Algunos Morois interactúan con sus guardianes como amigos, algunos Morois prefieren que sean más como un fantasma invisible que no les habla—. ¿Tenía que usar la palabra fantasma? —Cada situación es diferente, y los dos tendrán que encontrar la forma de hacerlo funcionar para asegurar su seguridad. Los ataques pueden llegar en cualquier momento, en cualquier lugar, y estaremos vestidos totalmente de negro cuando suceda. Deben estar siempre en guardia. Recuerden, incluso cuando obviamente saben que somos nosotros realizando los ataques y no Strigois reales, deben responder como si sus vidas estuvieran en un peligro terrible e inmediato. No tengan miedo de herirnos. Algunos de ustedes, estoy seguro, no tendrán problemas para vengarse de nuestras pasadas agresiones. — Algunos estudiantes en la multitud se rieron de esto. —Pero algunos de ustedes pueden sentir que deben contenerse, por miedo de meterse en problemas. No lo hagan. Se meterán en más problemas si se contienen. No se preocupen. Podemos aguantarlo. Pasó a la siguiente página de su portapapeles. —Estarán de servicio 24 horas al día en sus ciclos de seis días, pero podrán dormir durante el día cuando su Moroi lo haga. Sólo estén conscientes de que aunque los ataques Strigois son raros en la luz del día, no son imposibles bajo techo, y no estarán necesariamente ―seguros‖ durante este tiempo. Stan leyó algunos tecnicismos más, y me encontré cortándolas. Sabía estas cosas. Todos las sabíamos. Mirando alrededor, podía ser que no estaba sola en mi impaciencia.Entusiasmo y aprensión rondaban en la multitud. Las manos estaban apretadas.Los ojos estaban bien abiertos. Todos queríamos nuestras asignaciones. Todos queríamos que esto comenzara. Cuando Stan terminó, le entrego el portapapeles a Alberta. —Está bien — dijo ella—. Voy a decir sus nombres uno por uno y a anunciar con quien les corresponde. En ese momento, acérquense al frente, y el guardián Chase les dará un paquete que contiene información acerca del itinerario y el pasado de su Moroi, entre otras cosas. Todos nos erguimos mientras buscaba entre sus papeles. Los estudiantes susurraban. Junto a mí, Eddie suspiró fuertemente. —Oh Dios. Espero que me den a alguien bueno—susurró—. No quiero sentirme miserable por las siguientes seis semanas.

25

Apreté su brazo para reconfortarlo. —Lo tendrás—susurre en respuesta—. Eh, a alguien bueno, quiero decir. No vas a sentirte miserable. —Ryan Aylesworth—Alberta anuncio claramente. Eddie reaccionó, e instantáneamente supe porque. Antes, Mason Ashford siempre había sido el primero en ser llamado en cualquier lista de clase. Eso nunca volvería a pasar—. Estas asignado a Camille Conta. —Maldición—murmuró alguien detrás de nosotros, quien aparentemente estaba esperando que le asignaran a Camille. Ryan era uno de los vendidos de la fila de adelante, y sonrió ampliamente mientras caminaba para recibir su paquete. Los Contas eran una de las familias reales más importante. Se rumoraba que uno de sus miembros era candidato para cuando la reina moroi finalmente nombrara su heredero. Además, Camille era muy bonita. Seguirla no sería muy difícil para cualquier chico. Ryan, caminando con orgullo, parecía muy complacido con él mismo. —Dean Barnes—dijo después—. Tienes a Jesse Zeklos. —Asco —Eddie y yo dijimos al mismo tiempo. Si hubiera sido asignadaa Jesse, él habría necesitado una persona extra para protegerlo. De mí. Alberta continuo leyendo nombres, y me di cuenta de que Eddie estaba sudando. —Por favor, por favor, que me den a alguien bueno—susurró. —Te lo darán—dije—. Te lo darán. —Edison Castile—Alberta anuncio. Él trago saliva—. Vasilisa Dragomir. Eddie y yo nos congelamos por un segundo, y entonces el deber lo hizo pararse y dirigirse al suelo. Mientras bajaba por las gradas, me dio una rápida mirada llena de pánico sobre su hombro. Su expresión parecía decir, ¡No sé qué pasa!¡No lo sé! Eso nos hacía dos. El mundo a mí alrededor se convirtió en algo borroso. Alberta siguió diciendo nombres, pero no escuché ninguno de ellos. ¿Qué estaba pasando?Claramente, alguien se había equivocado. Lissa era miasignación. Tenía que serlo. Iba a ser su guardiana cuando nos graduáramos. Esto no tenía sentido. Con el corazón acelerado, mire a Eddie caminar hacia el guardián Chase y recibir su paquete y su estaca de

26

práctica. Revisó los papeles inmediatamente, y sospecho que estaba volviendo a revisar el nombre, seguro de que había un error. La expresión en su rostro cuando levanto la mirada me dijo que el nombre que había encontrado era el de Lissa. Tome una respiración profunda. Está bien. No hay necesidad de asustarse justo ahora. Alguien debe haber cometido un error al copiar aquí, uno que podía ser arreglado. De hecho, tendrían que arreglarlo pronto. Cuando lleguen a mí y lean el nombre de Lissa de nuevo, van a darse cuenta de que asignaron dos veces a uno de los Moroi. Lo arreglarán y le asignaran alguien más a Eddie. Después de todo, había muchos moroi para escoger. Ellos superaban en cantidad a los Dhampirs en la escuela. —Rosemarie Hathaway—me tense—. Christian Ozera. Simplemente me quede mirando a Alberta, incapaz de moverme o responder. Noacababa de decir lo que pienso. Algunas personas, notando mi falta de movimiento, me miraron. Pero yo estaba muda. Esto no estaba pasando. Mi alucinación de anoche con Mason parecía más real que esto. Unos momentos después, Alberta también se dio cuenta de que no me estaba moviendo. Levantó la mirada de su portapapeles con disgusto, buscándome entre la multitud. —¿Rose Hathaway? Alguien me codeo, como si no pudiera reconocer mi propio nombre. Tragando, me pare y baje los escalones como un robot. Había un error. Tenía que haber un error. Me dirigí hacia el guardián Chase, sintiéndome como una marioneta que alguien más estaba controlando. Me entregó mi paquete y una estaca de práctica hecha para ―matar‖ a los guardianes adultos, entonces me quite del camino de la siguiente persona. Incrédula, leí las palabras en la cubierta del paquete tres veces. Christian Ozera.Abriéndolo, vi su vida escrita para mí. Una foto actual. Su horario de clases. Su árbol familiar. Su biografía.Hasta tenia detalles sobre la trágica historia de sus padres, como habían escogido convertirse en Strigois y asesinaron varias personas antes de ser finalmente cazados y asesinados. Nuestras órdenes en este punto habían sido leer nuestros informes, empacar una maleta, y entonces encontrarnos con nuestros Morois en el

27

almuerzo. Mientras más nombres eran dichos, muchos de mis compañeros de clase permanecían en el gimnasio, hablando con sus amigos y mostrándoles sus paquetes. Me quede cerca de un grupo, discretamente esperando por una oportunidad para hablar con Alberta y Dimitri. Era una señal de mi recientemente desarrollada paciencia, el hecho de que no hubiera caminado directamente hacia ellos en este momento y exigido respuestas. Créanme, lo quería hacer. En lugar de eso, los deje terminar su lista, pero se sintió como una eternidad. Honestamente, ¿Cuánto tiempo podía tomarles leer un montón de nombres? Cuando al último novato le fue asignado su Moroi, Stan nos gritó que nos moviéramos hacia la siguiente etapa de nuestra asignación y trató de dirigir hacia afuera a mis compañeros de clase. Camine entre la multitud y me acerque a Dimitri y Alberta, quienes milagrosamente estaban juntos en ese momento. Estaban hablando sobre algo administrativo y no me notaron de inmediato. Cuando me miraron, levanté mi paquete y lo señalé. —¿Qué es esto? La cara de Alberta lucía vacía y confundida. Algo en la de Dimitri me decía que había estado esperando esto. —Es su asignación, Señorita Hathaway—dijo Alberta. —No—dije entre mis dientes apretados—. No lo es.Esta es la asignación de alguien más —Las asignaciones en su experiencia de campo no son opcionales —me dijo serenamente—. Al igual que no lo serán en el mundo real. No puede escoger a quien proteger basado en el cariño y la amistad, no aquí y ciertamente no después de la graduación. —¡Pero después de la graduación, voy a ser la guardiana de Lissa!— exclamé—. Todos lo saben. Se supone que la tendría para esta experiencia. —Sé que es una idea aceptada que estarán juntas después de la graduación, pero no recuerdo ninguna regla obligatoria que diga que ―se supone‖ que le corresponda ella o alguien más aquíen la escuela. Debe tomar la persona que le fue asignada —¿Christian?—Tire mi paquete al piso—. Está loca si cree que voy a ser su guardiana.

28

—¡Rose!—dijo bruscamente Dimitri, uniéndose por fin a la conversación. Su voz fue tan fuerte y tan cortante, que me sobresalte y por un segundo olvide estaba diciendo—. Estas fuera de lugar. Nopuedes hablarle así a uno de tus instructores. Odiaba ser regañada por cualquiera. Odiaba especialmente ser regañada por él. Y especialmenteodiaba ser regañada por él cuando tenía la razón. Pero no podía evitarlo. Estaba demasiado enojada, y la falta de sueño estaba saliendo a relucir. Mis nervios estaban agitados, y de repente, hasta las pequeñas cosas eran difíciles de tolerar. ¿Y las cosas grandes como esta? Imposibles de tolerar. —Lo siento—dije con bastante recelo—. Pero esto es estúpido. Casi tan estúpido como no llevarnos al juicio de Víctor Dashkov. Alberta parpadeo sorprendida. —¿Cómo te sabías... olvídalo. Hablaremos de eso después. Por ahora, esta es tu asignación y tienes que cumplirla. Eddie de repente hablo detrás de mí, su voz llena de comprensión. Lo había perdido de vista antes. —Miren... a mí no me importa... podemos cambiar... Alberta dirigió su mirada de hielo desde mí hacia él. —No, ciertamente no puede. Vasilisa Dragomir es su asignación. —Me miro de nuevo—. Y Christian Ozera es la suya. Fin de la discusión. —¡Esto es estúpido!—repetí—. ¿Porqué debería desperdiciar mi tiempo con Christian? Lissa es la persona con la que voy a estar cuando me gradúe. Me parece que si quiere que sea capaz de hacer un buen trabajo, debería dejarme practicar con ella. —Harás un buen trabajo con ella—dijo Dimitri—. Porque la conoces. Y tienen su vínculo. Pero, en algún lugar, algún día, podrías terminar con otro Moroi. Necesitas aprender cómo cuidar a alguien con quien no tengas ninguna experiencia. —Tengo experiencia con Christian—dije—. Ese es el problema. Lo odio. — Está bien, esaera una exageración enorme. Christian me molestaba, es verdad, pero en realidad no lo odiaba. Como dije, trabajar juntos en contra del Strigois había cambiado muchas cosas. De nuevo, sentí que mi falta de

29

sueño y mi irritabilidad permanente estaban exagerando la magnitud de todas las cosas. —Mucho mejor—dijo Alberta—. No todos los que protejas serán tus amigos. No todos los que protejan serán alguien que te guste. Necesitas aprender esto. —Necesito aprender a luchar contra los Strigois —dije—. He aprendido eso en clase. —Fije en ellos mi mirada cortante, lista para jugar mi carta ganadora- —Y lo he hecho en persona. —Hay más en este trabajo que aspectos técnicos. Señorita Hathaway. Hay todo un aspecto personal, un asunto aparte, si quiere, que no tomamos mucho en cuenta durante las clases. Le enseñamos como ocuparse de los Strigois. Necesita aprender a manejar a los Morois por sí misma. Y usted en particular necesita aprender a trabajar con alguien que no haya sido su mejor amigo durante años. —También necesitas aprender cómo es trabajar con alguien cuando no puedes sentir instantáneamente que están en peligro—añadió Dimitri. —Exacto—dijo Alberta—. Esa es una desventaja. Si quiere ser una buena guardiana, si quiere ser una excelente guardiana, entonces necesitas hacer lo que nosotros decimos. Abrí mi boca para contradecirla, para decir que tener a alguien de quien era cercana me entrenaría más rápido y me haría una mejor guardiana para cualquier otro Moroi. Dimitri me detuvo. —Trabajar con otro Moroi también ayudará a que Lissa se mantenga viva—dijo él. Eso me venció. Esa era por mucho la única cosa que podía haberlo hecho, y maldición, él lo sabía. —¿Qué quieres decir?—le pregunte. —Lissa tiene una desventaja también, tú. Si ella nunca tiene la posibilidad de aprender cómo es ser cuidada por alguien sin una conexión psíquica, podría estar en un riesgo más grande si es atacada. Cuidar a alguien es realmente una relación de dos personas. Esta asignación para tu experiencia de campo, es tan importante para ella como para ti.

30

Me quede callada mientras procesaba sus palabras. Casi tenían sentido. —Y—añadió Alberta—, es la única asignación que vas a obtener. Si no la tomas, te quedarás fuera de la experiencia de campo ¿Quedarme afuera? ¿Estaba loca? No es como si fuera una clase de la que podía ausentarme por un día. Si no realizaba mi experiencia de campo, no me podía graduar.Quería explotar sobre su injusticia, pero Dimitri me detuvo sin decir una sola palabra.La constante y calmada mirada en sus oscuros ojos me contuvo, dándome fuerzas para aceptar esto con gracia, o tan cerca a eso como pudiera llegar. A regañadientes recogí el paquete. —Está bien—dije fríamente—. Haré esto. Pero quiero que quede claro que lo hago en contra de mi voluntad. —Creo que ya nos dimos cuenta de eso, señorita Hathaway—remarcó secamente Alberta. —Como sea. Aún pienso que es una horrible idea, y eventualmente ustedes también lo harán. Me voltee y camine furiosa por el gimnasio antes de que cualquiera de ellos pudiera responder.Mientras lo hacía, me di cuenta completamente de que había sonado como una pequeña perra malcriada. Pero si ellos hubieran acabado de soportar la vida sexual de su mejor amiga, visto un fantasma, y no prácticamente no hubieran dormido nada anoche, probablemente hubieran reaccionado igual. Además, estaba a punto de pasar seis semanas con Christian Ozera. Él era sarcástico, difícil y hacia bromas por todo. De hecho, se parecía mucho a mí. Iban a ser seis semanas muy largas.

31

Capítulo 3 Traducido por Sky Corregido por Abrilnya

—¿P

orque tan malhumorada pequeña dhampir?—Me dirigía de un lado al otro del patio, hacia el área común., cuando percibí el olor a cigarrillos de clavo. Suspire—. Adrian, eres la última persona que quiero ver en este momento. Adrián Ivashkov se apresuro para estar a mi lado, haciendo volar una nube de humo en el aire que por supuesto se dirigía directamente hacia mí. La disperse y comencé a toser exageradamente. Adrian es un Moroi real que habíamos ―adquirido‖ en nuestro reciente viaje a esquiar. Era unos pocos años más viejo que yo y había vuelto a San Vladimir para trabajar en el aprendizaje del espíritu junto a Lissa, Hasta ahora, era el único otro usuario del espíritu del que sabíamos. Era arrogante y mimado, y pasaba la mayor parte del tiempo complaciéndose con cigarrillo, alcohol y mujeres. También estaba enamorado de mí, o al menos quería llevarme a la cama. —Aparentemente—dijo—. Apenas te he visto desde que regresamos, Si no te conociera mejor, diría que me estas evitando. —Te estoy evitando. El exhalo ruidosamente y paso una mano por su cabello marrón oscuro que siempre mantenía de forma desordenada. —Mira, Rose.No tienes que seguir con lo de hacerte-la-difícil, ya me tienes. Adrian sabía perfectamente bien que yo no jugaba a hacerme-la-difícil, pero siempre tenía un gusto particular en burlarse de mí. —Realmente no estoy de humor para tu supuesto encanto el día de hoy.

32

—¿Qué pasó, entonces?—Tu estas pisoteando cada charco que encuentras y parece que vas a golpear a la primera persona que veas. —¿Por qué estás rondándome, entonces? ¿No estás preocupado por qué te golpee? —Ah, tu nunca me hacías daño. Mi cara es demasiado bonita. —No es lo suficientemente bonita para compensar el grotesco y cancerígeno humo que soplas en mi cara. ¿Cómo puedes hacer esto? Fumar no está permitido en el campus, Abby Badica consiguió una detención de dos semanas cuando fue sorprendida. —Estoy encima de las reglas, Rose. No soy ni estudiante ni del personal, soy simplemente un espíritu libre que deambula por tu honrada escuela como quiere. —Tal vez ahora deberías irte a deambular un poco. —Quieres deshacerte de mí, entonces dime que está pasando. No había forma de evitar esto. Además, lo sabría pronto. Todos lo sabrían —Fui asignada a Christian para mi experiencia de campo. Hubo una pausa, y entonces Adrian rompió en risas. —¡Vaya! Ahora entiendo. Teniendo en cuenta eso, en realidad pareces notablemente tranquila. —Supuse que sería Lissa—gruñí—. No puedo creer que me hicieran esto. —¿Por qué lo hicieron? ¿Existe alguna posibilidad que no te quedes con ella cuando te gradúes? —No. Todos ellos parecen pensar que esto va a ayudarme a entrenarme mejor ahora. Dimitri y yo aún seremos sus verdaderos guardianes más adelante. Adrian me dio una mirada de soslayo. —Oh, estoy seguro que será bastante incomodo para ti.

33

Tenía que ser una de las cosas más extrañas del universo que Lissa no sospechara nada acerca de mis sentimientos por Dimitri pero que Adrian lo haya notado. —Como he dicho, hoy tus comentarios no son apreciados. Él aparentemente no estaba de acuerdo. Tenía el sentimiento de sospecha de que ya había estado bebiendo, y eso que apenas era la hora del almuerzo, —¿Cuál es el problema? Christian estará con Lissa todo el tiempo de cualquier forma. Adrian tenía un punto. No es que lo fuese a admitir. Entonces,por uno de sus breves-intervalos-de-atención, cambio de tema justo cuando nos acercábamos al edificio. —¿Te he mencionado tu aura?—pregunto de repente. Había una nota extraña en su voz. Vacilante. Curiosa. Eso era muy inusual. Todo lo que usualmente decía eran burlas. —No sé. Si, una vez. Dijiste que era oscura o algo así. ¿Por qué?—Las auras son campos de energía que rodean a cada persona. Sus colores y brillo están supuestamente ligados a la personalidad y energía de cada persona. Solo los usuarios del espíritu pueden verlas.Adrian lo había estado haciéndolo durante tanto tiempo como podía recordar, pero Lissa todavía estaba aprendiendo. —Es difícil de explicar. Tal vez no sea nada—Se detuvo cerca de la puerta e inhalo profundamente de su cigarro. Se tomo la molestia de soplar una nube de humo lejos de mí, pero el viento lo trajo de vuelta. —Las auras son extrañas, disminuyen, fluyen y cambian de color y brillo. Unas son brillantes y otras son pálidas. De vez en cuando, las de algunos se ajustan y se encienden como un color tan puro que puedes…—Inclino su cabeza hacia atrás, mirando el cielo. Reconocí los signos de aquel extraño estado de ―aturdimiento‖ en el que a veces caía. —Puedes entender al instante lo que quiere decir. Es como ver dentro de su alma. Sonreí. —Pero no descifrado, ¿uh? ¿o lo que cualquiera que estos colores signifique? Se encogió de hombros. —Estoy en eso. Hablas con suficientes personas, tienes una apreciaciónpor como son y entonces comienzas a ver que son

34

los mismos tipos de personas con las mismas tipos de colores…después de un tiempo, los colores empiezan a significar algo. —¿Qué aspecto tiene la mía ahora? Me dio un vistazo. —Eh, no puedo determinar eso hoy. —Lo sabía. Has estado bebiendo. —Sustancias como el alcohol o ciertos medicamentos entorpecen los efectos del espíritu. —Justo lo suficiente para alejar el frio. Puedo adivinar cómo es tu aura, sin embargo. Normalmente es como las otras, del tipo de colores que se arremolinan, simplemente está más o menos rodeada por oscuridad. Como si siempre tuvieses una sombra siguiéndote. Algo en su voz me hizo estremecer. Aunque había oído hablar Lissa y a él mucho acerca de las auras, realmente nunca había pensado en ellas como algo por lo que tuviera que preocuparme.Estas eran más bien como alguna clase de estados falsos, una cosa grandiosa con una pequeña sustancia. —Esto es tan divertido —dije—. ¿Alguna vez piensas en charlas motivacionales? Su mirada desanimada desapareció y su alegría normal regreso. —No te preocupes, pequeña dhampir. Podrás estar rodeada por nubes, pero siempre serás como la luz del sol para mí. —Puse los ojos en blanco. Él dejo caer su cigarrillo en la acera y lo apago con el pie. —Me tengo que ir. Nos vemos luego. —Me dedico una galante reverencia y comenzó a alejarse hacia el alojamiento de visitantes. —¡Acabas de tirar una basura!—grite. —Sobre las reglas, Rose—respondió—. Sobre las reglas. Negando con la cabeza, recogí la colilla del cigarrilloahora fria y la deposite en un cubo de basura que estaba afuera del edificio. Cuando entre, el calor dentro era un cambio bienvenidomientras sacudía el barro de mis botas. Abajo en la cafetería, encontré envuelto el almuerzo para la tarde. Aquí, los dhampirs se sentaban lado a lado con los Morois, proporcionando un estudio de contrastes. Dhampirs con nuestra sangre medio-humana, éramos más grandes, aunque no más altos, y más sólidamente construidos. Las chicas novatas teníamos mas curvas que las ultra-

35

delgadas chicas Morois, los chicos novatos eran mucho más musculosos que algunos de sus colegas vampiros. La apariencia de los Moroi era pálida y delicada, como porcelana, mientras que la de nosotros era bronceada por estar mucho tiempo afuera en el sol. Lissa se sentó en una mesa sola, luciendo serena y angelical en un suéter blanco. Su cabello rubio pálido caía sobre sus hombros. Levanto la vista cuando me aproximaba, y sus sentimientos de bienvenida fluían hacia mi atreves de nuestra conexión. Sonrió abiertamente. —Oh, mira tu rostro. Es cierto, ¿no? Realmente fuiste asignada a Christian. —La fulmine con la mirada. —¿Te mataría ser un poco menos miserable?—Me dio una censurada pero divertida mirada cuando lamía lo último de su yogurt de fresa de su cuchara—. Quiero decir, es mi novio, después de todo. Salgo con él todo el tiempo, no es tan malo. —Tienes la paciencia de un santo—Me queje, sentándome en una silla—. Y además de eso, no estás con él 24/7. —Tú tampoco lo harás. Solo será 24/6. —Es lo mismo. Igual podría ser 24/10—Ella frunció el ceño—.Eso no tiene ningún sentido. —Descarte mi observación idiota y mire inexpresivamente alrededor del comedor. El cuarto zumbaba con noticias de la inminente prueba de campo, que comenzaría en cuanto el almuerzo terminara. La mejor amiga de Camille había sido asignada al mejor amigo de Ryan, y ellos cuatro se reunían alegremente, pareciendo como si estuviesen a punto de emprender una cita doble de seis semanas. Por lo menos alguien disfrutaría todo esto. Suspire. Christian, mi más-reciente-y-futura carga, se encontraba afuera con los alimentadores, humanos que donaban su sangre voluntariamente a los Morois. Através de nuestra conexión, sentí que Lissa deseaba decirme algo. Estaba posponiéndolo porque estaba preocupada por mi mal humor y quería asegurarse que estuviera mejor. Sonreí. —Deja de preocuparte por mí. ¿Qué sucede? Ella sonrió en respuesta, sus labios rosa brillante ocultaban sus colmillos.—He conseguido el permiso.

36

—¿Permiso para…?—La respuesta revoloteo por su mente más rápido de lo que pudo expresarlo—. ¿Qué? —exclamé—. Vas a detener la medicación. El espíritu era un poder asombroso, uno del cual apenas comenzábamos a entender sus increíbles habilidades. Sin embargo, tenía un efecto secundario muy desagradable, podía conducir a la depresión o la locura. Parte de la razón por la que Adrian bebía tanto, aparte de su naturaleza fiestera, era para entorpecerse contra estos efectos secundarios. Lissa tenía un modo mucho más saludable de hacerlo. Tomaba antidepresivos, lo que totalmente cortaba la magia por completo. Odiaba no poder trabajar más con el espíritu, pero era una compensación más que aceptable para no volverse loca. Bueno, yo pensaba que lo era.Al parecer ella no estaba de acuerdo si estaba considerarlo este loco experimento. Sabía que ella estaba esperando comenzar con la magia de nuevo, pero realmente no había pensado que lo hiciera, o que alguien se lo permitiera. —Tengo que presentarme con la Sra. Carmack cada día y regularmente hablar con un consejero—. Lissa hizo gestos en esta última parte, pero por lo general sus pensamientos seguían siendo bastantes optimistas.—No puedo esperar para ver qué puedo hacer con Adrian. —Adrian es una mala influencia. —Él no me hizo hacer esto, Rose. Yo lo decidí—. Cuando no respondí, ella toco ligeramente mi brazo. —Oye, escucha. No te preocupes, he estado mucho mejor, y hay muchas personas que van a cuidar de mi. —Todos excepto yo—le dije melancólicamente. Al otro lado de la habitación, Christian entraba por un juego de puertas dobles y se aproximaba hacia nosotras. El reloj mostraba cinco minutos para el fin del almuerzo—. Oh hombre. Ya casi es la hora de empezar. Christian sacó una silla en nuestra mesa y la giró, dejando que su mentón descansara en el respaldo de la silla. Apartó su cabello negro de sus ojos azules y nos dio una sonrisa de satisfacción. Sentí el corazón de Lissa iluminarse ante su presencia. —No puedo esperar para que comience el espectáculo —dijo—. Tú y yo nos vamos a divertir mucho, Rose. Eligiendo cortinas, peinándonos el uno del otro, contándonos historias de fantasmas.

37

La referencia a ―historias de fantasma‖ parecía un poco más próxima a la realidad de lo que me gustaría. No es que elegir cortinas o peinar a Christian fuese mucho más atrayente. Sacudí mi cabeza con exasperación y me puse de pie. —Voy a dejarlos a los dos solos durante sus últimos minutos privados—. Ellos rieron. Camine a lo largo de la fila del almuerzo, esperando encontrar algunas rosquillas que hubieran quedado del desayuno. Hasta ahora, podía ver croissants, pasteles y escalfado de peras. Debe haber sido el día culto de la cafetería. ¿Era realmente mucho pedir que tuviesen rosquillas? Eddie estaba de pie frente mí. Su rostro se torno arrepentido en cuanto me vio. —Rose, realmente lo siento... Alce una mano para detenerlo. —No te preocupes. Esto no es tu culpa. Sólo prométeme que harás un buen trabajo protegiéndola. Era un sentimiento realmente tonto, ya que ella no estaba en verdadero peligro, pero nunca podría realmente dejar de preocuparme por ella, particularmente en vista de este nuevo acontecimiento con sus medicamentos. Eddie se quedo serio, aparentemente no pensaba que mi petición fuera tonta en absoluto. Él era uno de los pocos que sabía sobre las habilidades de Lissa, y sus inconvenientes, que eran probablemente por lo que había sido seleccionado para protegerla. —No dejare que nada le suceda. En serio. No pude evitar una sonrisa, a pesar de mi mal humor. Su experiencia con los Strigois hizo que se tomara todo esto más seriamente que casi cualquier otro novato. Aparte de mí, él era probablemente la mejor opción para protegerla. —Rose, ¿es cierto qué le diste un puñetazo a la guardiana Petrov? Di la vuelta y examiné los rostros de dos Morois, Jesse Zecklos y Ralf Sarcozy. Acababan de formarse en la fila atrás de Eddie y yo, y parecían más egocéntricos e irritantes de lo normal. Jesse era toda una belleza bronceada y de pensamientos rápidos. Ralf era su compañero ligeramente menos atractivo e inteligente. Eran muy probablemente las dos personas

38

que más odiaba en toda la escuela, principalmente debido a algunos rumores desagradables que habían difundido acerca de que ellos y yo estábamos haciendo algunas cosas muy explicitas. Fueron intimidados por Manson que los había forzado a decir la verdad a toda la escuela, y no creo que alguna vez me hubieran perdonado por eso. —¿Golpear a Alberta? Difícilmente—Empecé a girar, pero Ralf siguió hablando. —Escuchamos que tuviste un ataque infantil de rabia en el gimnasio cuando averiguaste con quien estarías. —¿Ataque infantil? ¿Cuántos años tienes, sesenta? Todo lo que hice fue… —hice una pausa y con cuidado escogí mis palabras—dar mi opinión. —Bueno—dijo Jesse—. Supongo que si alguien puede vigilar a ese prospecto de Strigoi, bien podrías ser tú. Eres de las más odiadas por aquí. El tono de su voz lo hizo sonar como si estuviese haciéndome un cumplido. Yo no lo veía así de ninguna manera. Antes de que el pudiese pronunciar otra palabra, estaba parada directamente frente a él, con apenas un pequeño espacio entre nosotros. En lo que considere un verdadero signo de disciplina, no puse mi mano alrededor de su garganta. Sus ojos se ampliaron por la sorpresa. —Christian no tiene nada que ver con ningún Strigoi—dije en voz baja. —Sus padres… —Son sus padres. Y él es Christian. No los confundas—Jesse había estado en el lado equivocado de mi furia antes. Claramente recordaba eso, y su miedo luchaba con su deseo de hablar mal de Christian frente a mí. Sorprendentemente, el último gano. —Antes actuabas como si estar con él fuera el fin del mundo, y ahora ¿estás defendiéndolo? Tú sabes cómo es, rompe las reglas todo el tiempo. ¿Realmente estás diciendo que no crees que exista ninguna posibilidad de que se transforme en un Strigoi como sus padres? —Ninguna—dije—. Absolutamente ninguna. Christian está más dispuesto a ir en contra los Strigois que probablemente cualquier otro Moroi aquí.— Los ojos de Jesse voltearon con curiosidad hacia Ralf antes de que

39

volvieran hacia mí. —Incluso me ayudo a luchar contra aquellos Strigois en Spokane. No existe ninguna posibilidad, ningunade que se transforme en Strigoi. —Exprimími cerebro, trataba de recordar quien había sido asignado a Jesse para la experiencia de campo. —Y si escucho que sigues hablando de esta basura por ahí, Dean no va a ser capaz de salvarte de mí. —O de mi—añadió Eddie. Que había llegado a ponerse de pie a mi lado. Jesse tragósaliva y dio un paso hacia atrás. —Realmente eres una mentirosa. No puedes poner tus manos sobre mí. Si eres suspendida ahora, nunca te graduaras. Estaba en lo cierto, por supuesto, pero de cualquier manera sonreí. — Podría valer la pena, tendremos que ver, ¿uh? Fue en ese momento que Jesse y Ralf decidieron que no querían nada en la fila del almuerzo después de todo. Se fueron, y oí algo que se escuchaba sospechosamente como ―perra loca‖. —Idiotas—murmuré. oye.Rosquillas.

Entonces

me

puse

de

buen

humor.

—Oh,

Page por una con chocolate glaseado, y entonces Eddie y yo nos dirigimos de prisa para encontrar a nuestros Morois e ir a clases. Él me sonrió abiertamente. —Si no te conociera mejor, diría que acabas de defender el honor de Christian. ¿Qué acaso no es un dolor de culo? —Si—dije lamiendo el azúcar de mis dedos—. Lo es. Pero durante las próximas seis semanas, es mi dolor en el culo.

40

Capítulo 4 Traducido por Caty Corregido por Abrilnya

C

omenzó.

Al principio, las cosas no eran muy diferentes de cualquier otro día. Dhampirs y Morois asistimos a clases separadas durante la primera mitad del día, entonces nos reuníamos después del almuerzo. Christian tenía casi las mismas clases de la tarde que había tenido el semestre pasado, así que era casi como seguir mi propio horario de nuevo. La diferencia era que ya no era una estudiante en estas clases. No me sentaba en un escritorio ni tenía que hacer ningún trabajo.Además me sentía mucho más incómoda ahora que tenía que pararme en la parte de atrás del salón durante todo el tiempo, acompañada por los demás novatos que estaban de guardia con sus Morois. Fuera de la escuela, así era como se hacía usualmente. Los Moroi eran la prioridad. Los guardianes éramos sombras. Estaba la fuerte tentación de hablarle a mis compañeros novatos, particularmente mientras los Morois estaban haciendo sus propias cosas y hablando entre ellos. Aún así, ninguno de nosotros lo hizo. La presión y la adrenalina del primer día nos tenían a todos comportándonos bien. Después de biología, Eddie y yo empezamos a utilizar una técnica de guardaespaldas llamada guardia en pares. Yo era el guardia cercano y caminaba junto a Lissa y Christian para su defensa inmediata. Eddie, siendo el guardia lejano, caminaba a distancia y escaneaba el gran área en busca de posibles amenazas.

41

Seguimos este patrón durante el resto del día, hasta que la última clase llegó. Lissa le dio a Christian un rápido beso en la mejilla, y me di cuenta de que estaban despidiéndose. —¿Ustedes no tienen el mismo horario esta vez?—pregunte con desgano, haciéndome a un lado en el corredor para no interferir en el tráfico de estudiantes. Eddie ya había deducido que nos separábamos y había suspendido sus deberes de guardia lejano para venir a hablar con nosotros. La verdad es que no tenía ni idea de cómo estaban organizados los horarios de Lissa y Christian durante este semestre. Lissa se dio cuenta de la decepción en mi mirada y me dio una sonrisa amable. —Lo siento. Vamos a estudiar juntos después de la escuela, pero ahora mismo, tengo que ir a escritura creativa. —Y yo—dijo Christian altivamente—, tengo que ir a ciencias culinarias. —¿Ciencias culinarias?—me queje—. ¿Elegiste Ciencias culinarias? Esa es la clase más estúpida de la historia. —No lo es—respondió él—. E incluso si lo fuera... bueno, oye, es mi último semestre, ¿cierto?—gruñí. —Vamos, Rose—Lissa se rió—. Es solo un periodo de clase. No será tan… Fue interrumpida cuando una conmoción comenzó delante de nosotros en el corredor. Nosotros y todos los que estaban cerca paramos y miramos. Uno de mis instructores, Emil, había aparecido prácticamente de la nada y, actuando como Strigoi, capturó a una chica Moroi. La apartó, presionándola contra su pecho y exponiendo su cuello como si fuera a morderla. No pude ver quién era, sólo unos mechones de pelo castaño, pero su protector asignado era Shane Reyes. El ataque lo había tomado por sorpresa, era el primero del día, pero sólo se tardo un momento en patear a Emil en un costado y quitar a la chica de su camino. Los dos chicos quedaron enfrentados, y todos los mirábamos con atención. Algunos incluso silbaron y gritaron, animando a Shane. Uno de los que gritaba era Ryan Aylesworth. Estaba tan concentrado en la pelea, la cual Shane, sosteniendo su estaca de práctica, justo acababa ganar, que no notó los otros dos guardianes adultos que se acercaban a él

42

y a Camille. Eddie y yo nos dimos cuenta al mismo tiempo y nos erguimos, nuestros instintos preparándonos para lo que viniera. —Quédate con ellos—Eddie me dijo. Se dirigió hacia Ryan y Camille, quien apenas había descubierto la trampa que les habían tendido. Ryan no reacciono tan bien como lo hizo Shane, particularmente porque tenía dos atacantes. Uno de los guardianes distrajo a Ryan, mientras el otro, Dimitri, ahora lo sabía, atrapó a Camille. Ella gritó, sin fingir su miedo.Aparentemente no le gustaba tanto como a mi estar en los brazos de Dimitri. Eddie se dirigió hacia ellos, acercándose desde atrás y lanzo un golpe en un lado de la cabeza de Dimitri. Apenas e hirió a Dimitri, pero aún así estaba sorprendida. Apenas y había podido darle un golpe en todos nuestros entrenamientos. El ataque de Eddie obligo a Dimitri a soltar a Camille y a enfrentarse a él. Él giró, con la gracia de un bailarín, y avanzó hacia Eddie. Mientras tanto, Shane había ―estacado‖ su Strigoi, y se acerco para ayudar a Eddie, acercándose a Dimitri por el otro lado. Los observé, con los puños apretados por la emoción, intrigada con la pelea en general, y viendo a Dimitri en particular. Me asombro que alguien tan letal pudiera ser tan hermoso. Desee ser parte de la pelea, pero sabía que tenía que cuidar el área a mi alrededor, en caso de que algún ―Strigoi‖ atacara aquí. Pero no lo hicieron. Shane y Eddie ―asesinaron‖ exitosamente a Dimitri. Una parte de mi estaba triste por eso. Quería que Dimitri fuera bueno en todo. Como fuera, Ryan había tratado de ayudar y había fallado. Dimitri técnicamente lo había ―matado‖, así que sentí una inapropiada tranquilidad pensando que de todas formas Dimitri había sido un Strigoi de los malos. Él y Emil felicitaron a Shane por ser tan rápido y a Eddie por darse cuenta que tenía que ocuparse de este ataque en grupo, en lugar de un combate uno a uno.Yo obtuve un asentimiento por cuidar la espalda de Eddie y Ryan fue regañado por no prestarle atención a su Moroi. Eddie y yo nos felicitamos mutuamente, felices de haber obtenido altas calificaciones en nuestra primera prueba. No me hubiera importado haber tenido un rol más importante, pero esta no era una mala forma de comenzar nuestra experiencia de campo. Nosotros chocamos nuestras manos y vi a Dimitri negar con la cabeza hacia nosotros mientras se iba.

43

Con todo el drama terminado, nuestro grupo se dividió. Lissa me dio una última sonrisa sobre su hombro y me hablo a través del vínculo, ¡Diviértete en Ciencias culinarias!Puse los ojos en blanco, pero ella y Eddie ya habían desaparecido en la esquina. ―Ciencias Culinarias‖ sonaba bastante impresionante, pero realmente, era sólo un término elegante para lo que era esencialmente una clase de cocina. A pesar de mis bromas hacia Christian acerca de lo estúpido que era, le guardaba cierto respeto. Después de todo, apenas y podía hervir agua. Aún así, era muy diferente de una materia electiva como escritura creativa o debate, y no tenía dudas de que Christian la había tomado porque era una clase fácil y no porque quisiera ser un chef algún día. Por lo menos podría obtener algún tipo de satisfacción viéndolo mezclar un pastel o algo. A lo mejor y hasta tendría que usar un delantal. Había otros tres novatos en la clase que estaban vigilando a sus Morois. Como el salón de ciencias culinarias era grande y abierto, con muchas ventanas, nosotros cuatro nos reunimos y creamos un plan para unir esfuerzos y asegurar toda la habitación. Cuando había visto a los novatos en sus experiencias de campo durante los años anteriores, sólo había prestado atención a las pelea. Nunca me había fijado en el trabajo de equipo y las estrategias que debían estar desarrollándose. Teóricamente, nosotros cuatro estábamos aquí solo para proteger a nuestros Morois asignados, pero habíamos pasado a un rol donde estábamos protegiendo a la clase entera. Mi lugar estaba cerca a una puerta de incendios que dirigía a la salida de la escuela.Coincidencialmente, estaba justo al lado del puesto de cocina donde Christian estaba trabajando. La clase normalmente cocinaba en parejas, pero este grupo era impar. En lugar de trabajar en un grupo de tres, Christian se había ofrecido a trabajar solo. A nadie pareció importarle. Muchos aún lo recordaban a él y a su familia con los mismos prejuicios que Jesse. Para mi desgracia, Christian no estaba cocinando un pastel. —¿Qué es eso?—pregunté, observándolo tomar un recipiente con algún tipo de carne cruda y procesada del refrigerador. —Carne—dijo, poniéndola sobre una tabla de picar. —Ya me di cuenta de eso, idiota. ¿De qué tipo?

44

—Bife de lomo—Saco otro contenedor y entonces otro—. Y esto es ternera. Y esto es cerdo. —¿Piensas alimentar a un tiranosaurio con eso? —Sólo si tú quieres un poco. Esto es para hacer pastel de carne. Me quedé mirándolo. —¿Con tres tipos de carne? —¿Porque comer algo llamado pastel de carne si en realidad no vas a encontrar carne en ello? Negué con la cabeza. —No puedo creer que este sea apenas el primer día contigo. El miró hacia abajo, concentrándose en su creación de tres carnes.—De verdad estás haciendo de esto algo muy grande. ¿De verdad me odias tanto? Escuche que estabas gritando con todas tus fuerzas en el gimnasio. —No, no lo estaba haciendo. Y... tampoco te odio—admití. —Tan solo te estás desquitando conmigo porque no te asignaron a Lissa. No respondí. No estaba tan lejos de la verdad. —Sabes—continuó—, de hecho podría ser bueno para ti practicar con alguien diferente. —Lo sé, Dimitri dice lo mismo. Christian puso su carne en un recipiente y comenzó a añadirle algunos otros ingredientes. —¿Entonces porque cuestionarlo? Belikov sabe lo que está haciendo. Confiaría en todo lo que él dice. Apesta que la escuela vaya a perderlo después de que nos graduemos, pero prefiero verlo con Lissa. —Yo también. Se detuvo y me miro a los ojos. Ambos sonreímos, casi sin creer lo impresionados que estábamos de estar de acuerdo en algo. Un momento después, él continuó con su trabajo. —Tú también eres buena—dijo él, no tan gruñón—. La forma en que te desenvuelves...

45

No termino su pensamiento, pero sabía de qué estaba hablando. Spokane. Christian no había estado a mi lado cuando maté al Strigoi, pero fue de importancia vital al ayudarnos durante el escape. Él y yo trabajamos en equipo, usando su magia de fuego para ayudarme a derrotar a nuestros captores. Habíamos trabajado muy bien juntos, dejando a un lado todas nuestras peleas. —Supongo que tú y yo tenemos mejores cosas que hacer que pelear todo el tiempo—reflexione. Como preocuparnos acerca del juicio de Víctor Dashkov, me percate. Por un momento consideré contarle a Christian de lo que me había enterado. Él había estado cerca la noche en que pasó lo de Víctor el otoño pasado, pero decidí no mencionar las noticias justo ahora. Lissa necesitaba enterarse primero. —Sip—dijo Christian, sin saber mis pensamientos—. Agárrate bien, pero tú y yo no somos tan diferentes. Quiero decir, soy más listo y mucho más gracioso, pero al final del día, ambos queremos mantenerla segura.—Él dudo—. Sabes… no voy a alejarla de ti. No puedo.Nadie puede, no mientras ustedes dos tengan su conexión. Me sorprendió que hablara de eso. Honestamente sospechaba que había dos razones por la que nosotros discutíamos tanto. Lo primero era que ambos teníamos personalidades según las cuales nos gustaba discutir. La otra razón, la realmente importante, era que ambos sentíamos envidia de la relación del otro con Lissa. Pero, como él había dicho, en realidad teníamos los mismos motivos. Nos preocupamos por ella. —Y no crees que la conexión los separe a ustedes—dije. Sabía que la conexión le molestaba.¿Cómo podrías llegar a acercarte románticamente a alguien, cuando esa persona tiene ese tipo de conexión con otra persona, incluso si esa persona es tan solo una amiga? —Le importas...— no fui capaz de decir que ―te ama‖—. Ella tiene un lugar totalmente separado para ti en su corazón. Christian puso su platillo en el horno. —No puedo creer que acabas de decir eso. Tengo el presentimiento de que estamos al borde de abrazarnos y ponernos lindos sobrenombres el uno al otro—.Él estaba tratando de sonar asqueado por lo que dije, pero se notaba lo mucho que le gustaba que le dijera lo importante que era para Lissa.

46

—Ya te tengo un sobrenombre para ti,pero me metería en problemas si lo digo en clase. —Ah—dijo alegremente—. Esa es la Rose que conozco. Él se fue a hablar con otro amigo, mientras su pastel de carne se cocinaba, lo cual probablemente era lo mejor. Mi puerta era una posición vulnerable, y no debería estar alejada hablando, incluso cuando el resto de la clase lo estaba haciendo. Al otro lado del salón, vi a Jesse y a Ralf trabajando juntos. Como Christian, también habían escogido una clase fácil. No ocurrió ningún ataque, pero un guardián llamado Dustin entró al salón para tomar notas sobre nosotros mientras manteníamos nuestras posiciones. Él estaba cerca a mí cuando Jesse decidió acercarse. Al principio, pensé que era una coincidencia, hasta que Jesse habló. —Me arrepiento de lo que dije antes, Rose. Ya me di cuenta. No estás enojada por Lissa o Christian. Estás enojada porque las reglas dicen que debes cuidar a un estudiante, y Adrian Ivashkov es demasiado viejo. Por lo que escuche, ustedes dos ya han tenido mucha práctica vigilando sus cuerpos el uno al otro. La broma hubiese podido ser mucho más graciosa, pero he aprendido a no esperar mucho de Jesse. Sabía de sobra que no le importábamos ni Adrian ni yo. También sospechaba que ni siquiera creía que hubiera algo entre nosotros. Pero Jesse aún estaba enojado por la forma en que lo traté en la mañana, y esta era su oportunidad de vengarse de mí. Dustin, lo suficientemente cerca para escucharlo todo, no estaba interesado en la charla estúpida de Jesse. Dustin probablemente estaría interesado, sin embargo, si golpeaba la cara la cabeza de Jesse contra la pared. Eso no quería decir que me iba a quedar callada. Los guardianes hablan con los Morois todo el tiempo,simplemente tienden a ser respetuosos y a seguir vigilando alrededor mientras lo hacen. Así que le di a Jesse una pequeña sonrisa y simplemente dije—: Su ingenio es siempre un encanto, Señor Zeklos. Apenas y puedo contenerme cuando lo escucho—Entonces me voltee y observé el resto del salón. Cuando Jesse se dio cuenta que no iba a hacer nada más, se rió y se alejó, aparentemente pensando que había ganado una gran victoria. Dustin se fue poco después.

47

—Imbécil—murmuró Christian, regresando a su puesto. A la clase le quedaban más o menos cinco minutos. Mis ojos siguieron a Jesse a través del salón. —¿Sabes algo, Christian? Me siento bastante feliz de ser tu guardiana. —Si me estás comparando con Zeklos, realmente no pienso tomar eso como un halago. Pero ven, prueba esto. Entonces de verdad te vas a alegrar de estar conmigo. Su obra maestra estaba terminada, y me dio una rebanada. No me había dado cuenta, pero justo antes de meter al horno el pastel de carne, lo había envuelto en tocino. —Santo dios—dije—. Este es el estereotipo más grande de comida de vampiro en la historia. —Sólo si estuviera cruda. ¿Qué piensas? —Está bueno—dije de mala gana. ¿Quién pensaría que el tocino podía hacer toda la diferencia? —Realmente bueno. Creo que tienes un futuro promisorio como ama de casa mientras Lissa trabaja y gana millones de dólares. —Que gracioso, ese es exactamente mi sueño. Dejamos la clase mucho más animados. Las cosas estaban mejorando entre nosotros, y decidí que podía aguantar las próximas seis semanas protegiéndolo. Él y Lissa se iban a encontrar en la biblioteca para estudiar, o pretender que lo hacían, pero él tenía que ir a su cuarto primero. Así que lo seguí a través del patio, de nuevo en el viento de invierno que se había puesto aún más frio desde el anochecer hace siete horas. La nieve en los caminos, que se había derretido un poco en el sol, se había congelado de nuevo y hacía difícil caminar. Durante el camino, se nos unió Brandon Lazar, un Moroi que vivía en el corredor de Christian. Brandon apenas podía contenerse, contándonos sobre una pelea que presencio en su clase de matemáticas. Escuchamos su historia, riéndonos al imaginarnos a Alberta metiéndose por la ventana.

48

—Oye, ella podrá ser vieja, pero puede vencer casi a cualquiera de nosotros—les dije. Le di a Brandon una mirada confundida. Tenía moretones y marcar rojas en su cara. Además tenía unas extrañas marcas rojas cerca a su oreja—. ¿Qué te pasoi? ¿También has estado peleando con los guardianes? Su sonrisa desapareció de repente, y miro hacia otra parte. —No, sólo me caí. —Vamos—dije. Puede que los Morois no entrenen para pelear como los dhampirs, pero tenían peleas entre ellos, tanto como todos los demás. Trate de pensar en algún Moroi con el que pudiera tener un problema. La mayoría del tiempo, Brandon era bastante agradable—. Esa es la más patética y poco original excusa del mundo. —Es verdad—dijo, aún evitando mis ojos. —Si alguien te está molestando, puedo darte algunos consejos. Se volteo hacia mí, cerrando sus ojos. —Sólo déjalo así—No fue grosero ni nada por el estilo, pero había una nota firme en el tono de su voz.Era casi como si creyera que tan sólo con decir las palabras pudiera obligarme a obedecerlo. Me reí. —¿Qué estás tratando de hacer? ¿Influenciarme…? De repente, note un movimiento a mi izquierda. Una sombra ligera mezclándose con las oscuras formas de un montón de pinos llenos de nieve, pero moviéndose lo suficiente para captar mi atención. La cara de Stan emergió de la oscuridad y corrió hacia nosotros. Finalmente, mi primera prueba. La adrenalina se disparo en mí tan fuertemente como si se tratara de un Strigoi real acercándose.Reaccione inmediatamente, estirándome para agarrar a Brandon y a Christian. Este era siempre el primer movimiento, poner mi vida antes que las de ellos. Empuje a los dos chicos a un lado y me voltee hacia mi atacante, buscando mi estaca para defender a los Moroi… Y ahí fue cuando apareció.

49

Mason. Estaba de pie algunos metros frente a mí, a la derecha de Stan, viéndose igual que anoche.Transparente. Brillante. Triste. El cabello de la parte de atrás de mi cuello se paro. Me congele, incapaz de moverme y terminar de alcanzar mi estaca. Olvide lo que estaba haciendo y perdí completamente la pista de las personas y la conmoción a mi alrededor. El mundo desaceleró, todo desvaneciéndose a mí alrededor. Sólo quedó Mason, ese fantasmal, y resplandeciente Mason que brillaba en la oscuridad y que parecía que quería decirme algo desesperadamente. Lo que había experimentado en Sponake regresó a mí. No había sido capaz de ayudarlo entonces. No podía ayudarlo ahora. Mi estómago se puso frio y vacio. No podía hacer nada más que quedarme allí, preguntándome que estaba tratando de decirme.

Él levanto una de sus manos traslucidas y apuntaba hacía el otro lado del campus, pero no sabía que quería decir. Había mucho en ese lugar, y no estaba claro a que le estaba apuntado. Negué con la cabeza, sin comprender pero deseando desesperadamente poder hacerlo. La tristeza en su rostro parecía crecer. De repente, algo me golpeó en el hombro, y me moví torpemente hacia adelante. De repente el mundo se puso en marcha de nuevo, sacándome del estado de adormecimiento en el que había acabado de estar. Apenas y pude poner mis manos adelante para evitar golpearme contra el suelo. Mire hacia arriba y vi a Stan sobresaliendo por encima de mí. — ¡Hathaway!—gritó—. ¿Qué está haciendo?—Parpadee, aún tratando de sacudirme la rareza de ver a Mason de nuevo. Me sentía cansada y mareada.Miré la cara iracunda de Stan y entonces mire hacia donde Mason había estado. Se había ido. Retorné mi atención hacia Stan y me di cuenta de lo que había pasado. En mi distracción, permití completamente que realizara su ataque. Ahora tenía un brazo alrededor del cuello deChristian y el otro alrededor del de Brandon. No los estaba lastimando, pero su punto estaba claro. —Si hubiera sido un Strigoi—gritó—, estos dos estarían muertos.

50

Capítulo 5 Traducido por Caty Corregido por Abrilnya

L

a mayoría de los asuntos disciplinarios en la Academia iban a la Directora Kivora.Ella supervisaba a Morois y Dhampirs por igual y era conocida por su creativo y amplio repertorio de castigos.No era cruel, exactamente, pero tampoco era suave. Simplemente se tomaba el comportamiento del estudiante enserio y lo manejaba como consideraba oportuno. Había algunos asuntos, sin embargo, que estaban fuera de su jurisdicción. Los guardianes de la Academia convocando un comité disciplinariono era insólito, pero era muy, muy raro. Tenías que hacer algo realmente grave como para irritarlos y tener este tipo de respuesta. Como, digamos, poner a un Moroi en peligro voluntariamente. O hipotéticamentedejar a un Moroi en peligro voluntariamente. —Por última vez—gruñí—, no lo hice a propósito. Me senté en una de las salas de reunión de los guardianes, encarando a mi comité: Alberta, Emil, y una de las otras inusuales guardianas femeninas en el campus, Celeste. Se sentaron en una mesa larga, luciendo imponentes, mientras que yo estaba sentada en una simple silla y me sentía muy vulnerable. Muchos otros guardianes estaban sentados y observando, pero por suerte, ninguno de mis compañeros estaba ahí para ver esta humillación.Dimitri se encontraba entre la audiencia. No estaba en el comité y me pregunte si lo mantuvieron fuera debido a su potencialmente influenciado papel como mi mentor.

51

—Señorita Hathaway—dijo Alberta, completamente en modo capitana estricta—, debes saber porque tenemos dificultades en cree eso. Celeste asintió. —El guardián Alto te vio. Te negaste a proteger a dos Moroi, incluido el que le fue asignado para que protegiera. —¡No me negué! —exclame—. Yo…perdí el objetivo. —No fue un error de objetivo—dice Stan a la audiencia. Le dio un vistazo a Alberta para tener permiso de hablar—. ¿Puedo?—Ella asintió, y él se giro hacia mí. —Si me hubiera bloqueado o atacado y hubiera fallado, ese sería un error de objetivo. Pero no bloqueo. No ataco. Ni siquiera lo intento. Simplemente estaba ahí como una estatua y no hizo nada. Comprensiblemente, estaba indignada. El pensamiento de que abandonara a propósito a Christian y a Brandon para ser ―asesinados‖ por un Strigoi era ridículo. Pero ¿qué podía hacer? No podía confesar que fracase completamente o haber visto un fantasma. Ninguna opción era llamativa, pero tenía que escoger una que no fuera tan mala. Una que me hiciera lucir incompetente. La otra me hacía parecer una loca. No quería estar asociada a ninguna de ellas. Prefería mucho más mi usual descripción de ―imprudente‖ e ―inquietante‖. —¿Porque estoy teniendo problemas por haber fallado?—pregunte firmemente—.Quiero decir vi a Ryan fallar antes. Y no tuvo ningún problema. ¿Acaso no es ese el punto de todo este ejercicio? ¿La practica? Si fuéramos perfectos, ¡ya nos habrían dejado salir al mundo! —¿No estabas escuchando?—dijo Stan. Juró que pude ver una vena palpitando en su frente.Creo que era el único aquí que estaba tan molesto como yo. Al menos, era el único, aparte de mí, que mostraba sus emociones. Los otros llevaban cara de póquer, pero entonces, ninguno de ellos había sido testigo de lo que había sucedido. Si hubiera estado en el lugar de Stan, también podría haber pensado lo peor de mí—. No fallaste, porque ―fallar‖ implica que en realidad hubierashecho algo. —Está bien, entonces, me congele—Lo mire desafiantemente—. ¿Eso cuenta como haber fallado? No aguante la presión y me paralice. Resulta que no estaba preparada. El momento llegó y entre en pánico. Esto le pasa a todos los novatos.

52

—¿A un novato que ya ha matado a un Strigoi?—Emil pregunto. Él era de Rumania, su acento era un poco más fuerte que el Ruso de Dimitri. No fue ni de cerca agradable, sin embargo—. Parece poco probable. Les di una mirada furiosa a todos en la sala. —Oh, ya veo. Después de un incidente, ¿ahora esperan que sea un asesino experto de Strigoi? ¿No puedo entrar en pánico, tener miedo o algo así? Tiene sentido. Gracias, chicos. Es Justo. Realmente justo—Me hundí de nuevo en mi asiento, con los brazos cruzados sobre mi pecho. No había necesidad de fingir un reto rencoroso. Ya tenía bastante para dar. Alberta suspiro y se inclino hacia delante. —No estamos discutiendo semántica. Los detalles técnicos no son el punto aquí. Lo que es importante es que esta mañana, dejo muy claro que no quería proteger a Christian Ozera. De hecho…creo que incluso dijo que quería que estuviéramos seguros de saber que hacia esto en contra de su voluntad y que pronto veríamos que esto había sido una terrible idea.—Vaya.Yo había dicho eso. Honestamente ¿en que había estado pensando? —Y luego, cuando su primera prueba tuvo lugar, la encontramos completa y totalmente indiferente. Casi me caigo de mi silla. —¿Es de eso de lo que esto se trata? ¿Piensan que no lo protegí debido a algún tipo de extraña venganza? Ellos tres me miraban expectantes. —No eres precisamente conocida por aceptar las cosas con calma y gracia cuando no te gustan—respondió ella irónicamente. Esta vez, me puse de pie, señalándola con mi dedo en forma acusatoria. — No es cierto. He seguido cada norma que Kivora me impuso desde que regrese aquí. He ido a cada práctica y he obedecido cada toque de queda— Bueno he burlado algunos toques de queda pero no intencionalmente. Siempre era por un bien mayor—.¡No hay ninguna razón para que hiciera esto como un tipo de venganza! ¿Qué bien haría eso? Sta… el guardián Alto realmente no iba a lastimar Christian, entonces no es como si fuera a verlo hecho polvo o algo así. La única cosa que podría lograr es ser arrastrada en medio de algo como esto y posiblemente ser excluida de la experiencia de campo.

53

—Estás a punto de ser excluida de la experiencia de campo—contesto Celeste sin rodeos. —Oh—me senté, de repente no sintiéndome tan valiente. El silencio cayó en la sala por varios minutos, y entonces escuche la voz de Dimitri hablar desde detrás de mí. —Ella tiene un punto—dijo él. Mi corazón golpeaba fuertemente en mi pecho. Dimitri sabía que me vengaría de esa forma. Él no pensaba que yo era mezquina—. Si fuera a protestar y a vengarse, lo haría de un modo diferente—. Bien, no demasiado mezquina, al menos. Celeste frunció el ceño. —Sí, pero después de la escena que hizo esta mañana… Dimitri dio unos cuantos pasos al frente y se paro al lado de mi silla. El tener su solida presencia cerca me reconfortaba. Tuve un instante de déjá vu, de regreso a cuando Lissa y yo habíamos vuelto a la Academia el otoño pasado. La directora Kivora casi me había expulsado, y Dimitri me había defendido también en ese momento. —Todo esto es circunstancial—dijo—. Independientemente de lo sospechoso que crean que esto parece, no hay pruebas. Excluirla de la experiencia de campo, y esencialmente arruinar su graduación, es un poco extremo sin ninguna evidencia. El comité parecía pensativo, y concentre mi atención en Alberta. Ella era la que tenía más poder aquí. Siempre me había gustado y en nuestro tiempo juntas, había sido estricta, pero siempre escrupulosamente justa. Esperaba que eso todavía fueracierto. Ella llamo por señas a Celeste y Emil para que se le acercaran y los dos guardianes se inclinaron más cerca. Tuvieron una conferencia en susurros. Alberta dio un asintió en forma resignada y los otros regresaron a sus posiciones. —Señorita Hathaway, ¿le gustaría decirnos algo antes de que digamos nuestras conclusiones? —¿Qué si me gustaría decir algo?—Claro que sí. Había toneladas de cosas. Quería decir que no era incompetente. Quería decirles que era uno de los mejores novatos aquí. Quería decir que había visto llegando a Stan yhabía estado a punto de reaccionar.Sobre todo quería decirles que no quería

54

tener esta marca en mis registros.Incluso si me quedaba en la práctica de campo, esencialmente tendría una ―F‖ como nota por mi primera prueba. Eso afectaría todas mis calificaciones y posteriormente podría afectar mi futuro. Pero de nuevo,¿qué opción tenía? ¿Decirles que había visto un fantasma? El fantasma de un chico que había estado muy enamorado de mí y ¿que probablemente había muerto debido a ese enamoramiento? Aún no sabía que estaba pasando con estas visiones. Una vez podría haberse producido por agotamiento, pero lo había visto a él, o a eso, ahora dos veces.¿Era real? Mi lógica decía que no, pero honestamente, eso no importaba en este momento. Si fuera real y les contara, pensarían que estaba loca. Si no fuera real y les contara, pensarían que estaba loca, y estarían en lo cierto. No había forma de ganar aquí. —No, guardián Petrov—dije, esperando sonar de forma humilde—. Nada más que agregar. —Muy bien—dijo cansadamente—. Esto es lo que hemos decidido. Tienes suerte que el guardián Belikov haya intercedido por ti, o esta decisión podría haber sido diferente. Te estamos dando el beneficio de la duda. Seguirá en la experiencia de campo y seguirá protegiendo al Señor Ozera. Simplemente estará en un periodo de prueba. —Está bien—dije. Había estado en período de prueba la mayor parte de mi vida académica—. Gracias. —Y—ella añadió. Uh-oh—. Debido a que las sospechas aún no han sido totalmente retiradas, deberá pasar su día libre de esta semana haciendo servicio comunitario. Salte de mi silla de nuevo. —¿Qué? La mano de Dimitri se envolvió en mi muñeca, sus dedos cálidos y controladores.—Siéntate—murmuró en mi oído, moviéndome hacia la silla—. Toma lo que puedas conseguir. —Si esto es un problema, podemos hacerlo la próxima semana también— advirtió Celeste—. Y las siguientes cinco semanas después de eso. Me senté y negué con la cabeza. —Lo lamento. Gracias.

55

La audiencia se dispersó, y fui dejada sintiéndome cansada y derrotada. ¿Había pasado apenas sólo un día? Seguramente el entusiasmo y la felicidad que había sentido antes de la experiencia de campo había sido semanas atrás y no esta mañana. Alberta me dijo que fuera a encontrar a Christian, pero Dimitri pregunto si podía tener un tiempo a solas conmigo. Ella estuvo de acuerdo, sin duda esperando que me diera un buen sermón y me pusiera de nuevo sobre el buen camino. La sala quedo vacía, y pensé que se sentaría y se me hablaría en ese momento, pero en cambio se dirigió a una pequeña mesa donde se encontraba un dispensador de agua, café y otras bebidas. —¿Quieres un poco de chocolate caliente?—preguntó. No había esperado eso. —Claro. Añadió cuatro paquetes de chocolate instantáneo en dos tazas desechables y luego agrego agua caliente. —Colocar dos paquetes es el secreto—dijo cuando las tazas estaban llenas. Me dio el mío, junto con un agitador de madera, y luego se dirigió hacia una puerta lateral.Suponiendo que debía seguirlo, me apresure a alcanzarlo intentando no derramar mi chocolate. —A donde… Oh. Di un paso hacia la puerta y me encontré con un pequeño pórtico hecho de cristal lleno de pequeñas mesas. No tenía ni idea que ese pórtico se encontraba a un lado de la sala de reuniones, pero entonces, este era el lugar desde donde los guardianes conducían todos los asuntos del campus. Era raro que les permitieran a los novatos entrar. Tampoco me había dado cuenta que el edificio fue construido en torno a un pequeño patio, que era a lo que este pequeño pórtico se asomaba. En el verano, me imaginaba que se podría abrir las ventanas y estar rodeado de la vegetación y el aire caliente. Ahora, se encontraba cubierto de hielo y vidrio, y sentía como si estuviera en una especie de palacio de hielo. Dimitri pasa su mano por una silla, removiendo el polvo. Hice lo mismo y me senté frente a él. Aparentemente este lugar no era muy utilizado durante el invierno. Debido a que el cuarto había permanecido cerrado, se

56

encontraba un poco más caliente que adentro, pero no demasiado. El aire se sentía frio y calenté mis manos sobre mi taza. El silencio cayo entre Dimitri y yo. El único ruido provenía de mí soplando sobre mi taza de chocolate caliente. Éllo bebió de inmediato. Había estado matando Strigois por años. ¿Que era un poco de agua caliente de vez en cuando? En cuanto nos sentamos y el silencio creció, lo estudie por encima de mi taza. No me estaba mirando, pero sabía que él sabía que lo estaba observando. Como cualquier otra vez que lo miraba, siempre era golpeada por su belleza primero. El cabello oscuro y suave que frecuentemente colocaba tras sus orejas sin darse cuenta, cabello que realmentenunca se quedaba detrás de su cuello. Sus ojos también eran marrones, de alguna manera eran gentiles y feroces al mismo tiempo. Sus labios tenían esa misma cualidad contradictoria, comprendí. Cuando estaba luchando o tratando con algo severo, aquellos labios se tornaban planos y serios. Pero en momentos alegres…cuando reía o besaba…bien, entonces se volvían suaves y maravillosos. Hoy, más que su exterior me golpeaba. Me sentía cálida y segura sólo con estar junto a él. Me trajoalivio después de mi terrible día. Tan a menudo con otras personas, sentía la necesidad de ser el centro de atención, ser graciosa y siempre tener algo inteligente que decir. Era un habito que tenía que perder para ser una guardiana, para este trabajo el silencio era más que requerido. Pero con Dimitri, nunca sentí que tenía que ser alguien más de lo que ya era. No tenía que entretenerlo o pensar en bromas o incluso coquetearle. Era suficiente el simplemente estar juntos, para estar completamente confortable el uno en la compañía del otro, aparte de la tensión sexual, en la cual perdíamos todo sentido de autoconciencia. Exhale y bebí mi chocolate. —¿Qué paso ahí?—pregunto finalmente, buscando mis ojos—. No perdiste debido a la presión. Su voz era curiosa, no acusatoria. Comprendí que no me estaba tratando como un estudiante en este momento. Me consideraba como un igual. Simplemente quería saber que estaba pasando conmigo. No había disciplina ni sermones aquí. Y esto justamente lo hizo todo peor cuando tuve que mentirle.

57

—Por supuesto que lo hice —dije, mirando hacia abajo a mí taza—. A menos que creas que realmente permití que Stan "atacara" a Christian. —No—dijo—. No creo eso. Nunca lo hice. Sabía que serias infeliz cuando descubrieras lo de las asignaciones, pero nunca puse en duda que harías lo necesario para protegerlo. Sabía que no dejarías a tus sentimientos personales interferir en el camino de tu deber. Levante la mirada y me encontré con sus ojos, tan llenos de fe y absoluta confianza en mí. —No lo hice. Estaba enojada…todavía lo estoy un poco. Pero en cuanto dije que lo haría, lo dije en serio. Y después de pasar algún tiempo con él…bueno, no lo odio. Creo que realmente es bueno para Lissa, y se preocupa por ella, entonces no puedo estar molesta por eso. Él y yo no nos llevamos bien a veces, eso es todo…pero juntos hicimos un trabajo realmente bueno contra los Strigois. Lo recordé cuando estuve con el hoy, y discutir contra esta asignación simplemente parecía estúpido. Entonces decidí hacer el mejor trabajo posible—No pretendía hablar tanto, pero fue bueno dejar salir lo que guardaba dentro de mí y la mirada en la cara de Dimitri me habría hecho decir cualquier cosa.Casi cualquier cosa. —¿Qué paso entonces?—pregunto—. ¿Con Stan?—Aparte mis ojos y jugué con mi taza de nuevo. Odiaba mantenerle secretos, pero no podía decirle nada acerca de esto. En el mundo humano, los vampiros y dhampir eran criaturas de mitos y leyendas, historias a la hora de acostarse para asustar a los niños. Los humanos no sabían que eramos reales y que andábamos sobre la tierra. Pero sólo porque éramos reales no quería decir que todas las historias de criaturas paranormales también lo fueran. Sabíamos eso y teníamos nuestros propios mitos e historias a la hora de dormir sobre cosas en las que no creíamos. Hombres Lobos. El coco. Fantasmas. Los fantasmas no tenían un papel real en nuestra cultura, excepto para ser adornos en las noches de campamento y en travesuras. Los fantasmas inevitablemente aparecían en Halloween, y en algunas leyendas durante años, ¿Pero en la vida real? Nada de fantasmas. Si vuelves después de la muerte, era porque te convertiste en un Strigoi. Al menos, esto es lo que siempre me enseñaron, honestamente ahora no sabía lo suficiente para decir lo que estaba pasando. El haberme imaginado a Mason era más probable que el que fuera un verdadero

58

fantasma., pero hombre, eso quería decir que seriamente estaba dirigiéndome al territorio de locos. Todo este tiempo me había preocupada por que Lissa se perdiese así. ¿Quién diría que podría ser yo? Dimitri todavía estaba observándome, a la espera de una respuesta. —No sé lo que ocurrió allí. Mis intenciones eran buenas… sólo… sólo me confundí. —Rose. Eres terrible para decir mentiras. Levante la mirada. —No, no lo soy. He dicho muchas buenas mentiras en mi vida. Y las personas las han creído. El rió ligeramente. —Estoy seguro. Pero eso no funciona conmigo. En primer lugar, no me mirarás a los ojos. En cuanto a lo otro…. No lo sé. Simplemente puedo percibirlo. Demonios. Podía percibirlo. Me conocía así de bien. Me levante y fui directo a la puerta, manteniéndome de espaldas hacia él. Normalmente, apreciaba cada minuto con él, pero hoy no podría hacerlo. Odiaba mentir, pero tampoco quería decir la verdad.Tenía que marcharme. —Mira, aprecio que estés preocupado por mí… perode verdad, está bien. Sólo me confundí. Estoy avergonzada por eso, y siento haber puesto en vergüenza el increíble entrenamiento que me diste, pero me recuperare. La próxima vez, el trasero de Stan será mío. Ni siquiera lo había oído levantarse, pero de repente, Dimitri estaba justo atrás de mí. Colocó una mano en mi hombro, y me congele frente a la puerta que conducía hacia afuera. No me tocó en ninguna otra parte. No trato de acercarme más hacia él. Pero, oh, aquella simple mano en mi hombro tenía todo el poder del mundo. —Rose—dijo, y sabía que ya no estaba sonriendo—. No sé porque tus estas mintiendo, pero sé que no lo harías sin una buena razón. Y si hay algo mal, algo que tienes miedo de decirle a los demás… Me gire rápidamente, de algún modo logrando que su mano no se moviese hacia mi otro hombro.

59

—No tengo miedo—le grite—. Tengo mis razones, y créeme, lo que paso con Stan no ha sido nada. De verdad. Todo esto no es más que algo estúpido que se salió de control. No sientas lastima por mí o pienses que tienes que hacer algo. Lo que sucedió apesta, pero simplemente pasare por ello y lo tomare la mala nota. Cuidare de todo. Cuidar de mi misma. —Fue necesaria toda mi fuerza simplemente para no temblar. ¿Cómo había llegado este día a ser tan extraño y estar fuera de control? Dimitri no dijo nada. Solamente me observaba, y la expresión en su cara era una que nunca antes había visto. No la pude interpretar. ¿Estaba enojado? ¿Desaprobación? Simplemente no podía descifrarla.Los dedos sobre mi hombro apretaron ligeramente y luego se relajaron. —No tienes que hacer esto sola—dijo finalmente. Sonaba casi ansioso, lo cual no tenía sentido. Era él quien me había estado diciéndome durante mucho tiempo que tenía que ser fuerte. Quería lanzarme en sus brazos en ese mismo momento, pero sabía que no podía hacerlo. No podía evitar sonreír. —Dices eso…pero dime la verdad. ¿Vas corriendo hacia otros buscando ayuda cuando tienes problemas? —No es lo mismo… —Responde a la pregunta,camarada. —No me llames así. —Y tampoco evites la pregunta. —No—dijo—. Trato de resolver mis problemas por mi cuenta. Me zafé de su mano. —¿Ves? —Pero tú tienes a muchas personas en tu vida en la cual puedes confiar, personas que se preocupan por ti. Eso cambia las cosas. Le mire sorprendida. —¿No tienes personas que se preocupan por ti? Frunció el ceño, obviamente reconsiderando sus palabras. —Bueno, siempre he tenido personas buenas en mi vida…y ha habido personas que se preocupaban por mí. Pero eso no significa necesariamente que pueda confiar en ellos o decirles todo.

60

Frecuentemente estaban tan distraída conla rareza de nuestra relación que rara vez pensaba en Dimitri como alguien que poseía una vida aparte de mi. Era respetado por todos en el campus. Profesores y estudiantes por igual lo conocían como uno de los más mortíferos guardianes aquí. Siempre que nos encontrábamos con guardianes fuera de la escuela, siempre parecían conocerlo y respetarlo también. Pero no recuerdo haberlo visto en alguna vez en algún tipo de evento social. No parecía tener algún amigo cercano entre los otros guardianes, sólo compañeros que le agradaban. Lo más amigable que lo había visto alguna vez estar con alguien había sido cuando con la tía de Christian, Tasha Ozera, estuvo de visita. Ellos se habían conocido hace mucho tiempo, pero aún así no había sido suficiente como para conseguir que Dimitri la siguiera después que terminó su visita. Dimitri estaba sólo la mayoría del tiempo, me di cuenta, contento al esconderse en sus novelas de vaqueros cuando no estaba trabajando. Me sentía sola muchas veces, pero la verdad era, que estaba casi siempre rodeada por gente. Con él siendo mi profesor, tendía a ver las cosas como unilaterales: él era el que siempre me daba algo, ya sea consejos o instrucciones. Pero yo también le daba algo, algo difícil de definir, una conexión con otro persona. —¿Confías en mi?—le pregunte. Su indecisión fue breve. —Sí. —Entonces confía en mí ahora, y no te preocupes por mí esta vez. Me aparté, fuera del alcance de su brazo, y él no dijo nada más y tampoco trato de detenerme. Atravesando la sala en la que había tenido la audiencia, me dirigí hacia la salida principal del edificio, tirando los restos de mi chocolate caliente a un cubo de basura mientras salía.

61

Capítulo 6 Traducido por Caty Corregido por Ablilnya

S

olo había otros tres testigos de lo que había pasado afuera en el patio. Aún así, de manera poco sorprendente, todos en la escuela parecían saberlo cuando regrese a las áreas comunes más tarde. Las clases habían acabado, pero muchos estudiantes estaban en los corredores, estudiando o repasando para sus exámenes o lo que fuera. Trataban de esconder sus miradas y murmuraciones, pero no hacían un buen trabajo. Los que se atrevían a hacer contacto visual conmigo o me daban una sonrisa con los labios apretados o inmediatamente miraban a otro lado.Fantástico. Sin ningún lazo psíquico con Christian, no tenía ni idea de dónde encontrarlo. Podía sentir que Lissa estaba en la biblioteca, y me imagine que ese sería un buen lugar para empezar a buscar. Mientras caminaba hacia allá, escuche la voz de un chico grita detrás de mí. —Llevaste las cosas un poco lejos, ¿no crees? Me voltee y vi a Ryan y a Camille caminando varios pasos atrás. Si hubiera sido un chico, la respuesta apropiada hubiera sido, ―¿Te refieres a lo que hice con tu mamá?‖ Pero como no soy un chico, sin embargo, y porque después de todo tengo modales, sólo dije, —No sé de qué estás hablando. Ryan se apuro a alcanzarme. —Tú sabes exactamente de que estoy hablando. De Christian. Escuche que cuando Stan atacó, simplemente te portaste como ―si, mátalo‖ y te fuiste de ahí.

62

—Oh mi dios—gruñí. Ya era lo suficientemente malo que la gente hablara de mi, pero ¿por qué las historias siempre terminan cambiando? —Eso no es lo que paso. —Oh, ¿sí? —preguntó—. Entonces ¿por qué te mandaron llamar para vera a Alberta? —Mira—dije, de repente olvidándome de los modales—, sólo lo hice todo mal durante el ataque... sabes, ¿igual que tu esta mañana cuando no estabas poniendo atención en el pasillo? —Oye—dijo, sonrojándose un poco—. Al final ayudé un poco, hice lo que tenía que hacer. —¿Es así como le dicen ahora a que te asesinen? —Por lo menos no soy la perra llorona que se negó a pelear. Apenas estaba comenzando a calmarme después de hablar con Dimitri, pero mi mal humor ya estaba empeorando de nuevo. Era como un termómetro listo para estallar.—Sabes, tal vez en lugar de estar criticando a los demás, deberías prestarle más atención a tus propios deberes de guardián—Asentí con la cabeza hacia Camille. Había estado callada todo el tiempo, pero su cara me mostraba que estaba asustada. Ryan se encogió de hombros. —Puedo hacer las dos cosas. Shane está detrás de nosotros y el área de adelante está limpia. No hay puertas. Fácil—Acarició el hombro de Camille—. Está segura. —Es un lugar fácil de asegurar. No estarías tan bien en el mundo real con Strigois reales. Su sonrisa se desvaneció. La ira brilló en sus ojos. —Claro. Por lo que escuche, tampoco hiciste un gran trabajo allí, por lo menos no en lo relacionado a Mason. Tratar de hacerme daño con lo que paso con Stan y Christian era una cosa. ¿Pero implicar que era la culpable de la muerte de Mason? Inaceptable. Fui la que mantuvo a Lissa a salvo por dos años en el mundo humano. Fui la que mató a dos Strigois en Spokane. Era la única novata de la escuela con marcas molnija, los pequeños tatuajes que les daban a los guardianes para representar los asesinatos de Strigois. Sabía que había

63

algunos chismes sobre lo que le paso a Mason, pero nadie me había dicho alguna vez nada directamente a mí. El hecho de que Ryan o alguien más pensara que tenía la culpa por la muerte de Mason era demasiado. Me culpaba a mi misma lo suficiente sin necesidad de más ayuda. El termómetro explotó. En un sólo movimiento, lo alcance y lo pasé, agarré a Camille, y la empuje hacia la pared. No la empuje lo suficientemente fuerte para lastimarla, pero estaba visiblemente asustada. Sus ojos se abrieron por la sorpresa, y use mi codo para inmovilizarla, presionándolo contra su garganta. —¿Que estás haciendo?—exclamó Ryan, mirando una y otra vez de su cara a la mía. Cambie cuidadosamente mi postura, aun manteniendo la presión sobre Camille. —Adelantando tu educación—le dije complacida—. Algunos lugares no son tan fáciles de asegurar como crees. —¡Estás loca! No puedes lastimar a un Moroi. Si los guardianes se dan cuenta… —No estoy loca—interrumpí. La mire a ella—. ¿Te estoy lastimando? ¿Sientes dolor extremo? Dudó, entonces negó con la cabeza tanto como pudo. —¿Estás incomoda? Un pequeño asentimiento. —¿Ves?—le dije a Ryan—. Incomodidad no es lo mismo que dolor. —Estás loca, déjala ir. —No he terminado Ry. Pon atención porque aquí está el punto: El peligro puede venir de cualquier parte. No solo Strigois, o guardianes vestidos como Strigois. Sigue actuando como un imbécil arrogante que cree que lo sabe todo. —Presione mi brazo un poco más fuerte, aún sin ejercer tanta fuerza para afectar su respiración o hacerla sentir dolor real—, y aún no sabes muchas cosas. Y esas cosas pueden matar a tu Moroi.

64

—Está bien, está bien. Como sea. Por favor detente—dijo. Su voz temblaba. No le quedaba más actitud—. La estás asustando. —Yo también estaría asustada, si mi vida estuviera en tus manos. El olor a clavos me avisó de la presencia de Adrian. También sabía que Shane y algunos otros se habían acercado a observar. Los otros novatos se veían confundidos, como si quisieran entrometerse pero tuvieran miedo de lastimar a Camille. Sabía que debería soltarla, pero Ryan simplemente me había hecho enojar demasiado. Necesitaba probarle algo. Necesitaba vengarme. Y en realidad, ni si quiera me sentía mal por Camille ya que estaba segura de que también tenía su parte en todos los chismes que había sobre mí. —Esto es fascinante—dijo Adrian, su voz tan calmada como siempre— .Pero creo que has dejado claro tu punto. —No lo sé—dije. El tono de mi voz de alguna forma se oyó dulce y amenazador al mismo tiempo—. Todavía no creo que Ryan lo haya comprendido. —¡Por el amor de dios, Rose! Lo entiendo—grito Ryan. —Sólo déjala ir. Adrian se movió a mí alrededor, quedando al lado de Camille. Ella y yo estábamos bastante juntas, pero se las arreglo para meterse en medio, logrando que su cara estuviera a la altura de mis ojos, casi al lado de la de ella. Mostraba esa tonta sonrisa que normalmente tenía, pero había algo serio en sus oscuros ojos verdes. —Sí, pequeña dhampir. Déjala ir. Ya terminaste aquí. Quería decirle a Adrian que se quitara de mi camino, que era la única que podía decidir cuándo se había terminado esto. Pero de alguna manera, no pude decir las palabras. Una parte de mi estaba iracunda por su intervención. La otra parte pensaba que él sonaba... razonable. —Déjala ir—repitió. Mis ojos estaban sobre Adrian ahora, no con Camille. De repente,todo en mí decidió que sonaba razonable. Completamente razonable. Necesitaba soltarla. Quité mi brazo y me aparte. Con un salto, Camille se puso detrás

65

de Ryan, usándolo como un escudo. Entonces me di cuenta que estaba al borde de las lágrimas. Ryan simplemente se veía sorprendido. Adrian se incorporó y le dio a Ryan una mirada enojada. —Es mejor que te vayas, antes de que de verdad enojes a Rose. Ryan, Camille y los otros se alejaron lentamente de nosotros. Adrian me rodeo con su brazo y me guió rápidamente hacia la biblioteca. Me sentía extraña, como cuando me estoy despertando, pero entonces, con cada paso, las cosas se ponían más y más claras. Empuje su brazo y lo aleje. —¡Acabas de usar la compulsión conmigo!—grite—. Me hiciste soltarla. —Alguien tenía que hacerlo. Lucias como si estuvieras a pocos segundos de estrangularla. —No lo estaba. Y no lo habría hecho—Abrí la puerta de la biblioteca—. No tenías derecho a hacerme eso. Ningún derecho.—La compulsión, obligar a la gente a hacer lo que quieres, es una habilidad que todos los vampiros tienen en un pequeño nivel. Usarla es considerado inmoral, y la mayoría no puede controlarla lo suficientemente bien para hacer algún daño real. El espíritu refuerza esta habilidad, sin embargo, haciendo tanto a Adrian como a Lissa muy peligrosos. —Y tú no tenías derecho a atacar a una pobre niña en el pasillo solo para aliviar tu ego herido. —Ryan no tenía derecho a decir esas cosas. —Ni siquiera sé cuáles son ―esas cosas‖, pero a menos de que haya calculado mal tu edad, estás muy grande para hacer un berrinche por un chisme. —Hacer un… Deje de hablar en cuanto alcanzamos a Lissa trabajando en una de las mesas. Su cara y sus sentimientos me advirtieron que estaba en problemas. Eddie estaba a unos pocos metros de ella, apoyándose en una pared y observando el salón. Sus ojos se abrieron cuando me vio, pero no dijo nada cuando me acerque. Me deslice a la silla al frente de Lissa.

66

—Hola. Ella levantó la mirada y suspiró, entonces devolvió su atención al libro que tenía entre sus manos. —Me preguntaba cuando ibas a aparecer—dijo ella—. ¿Te suspendieron? Sus palabras sonaron calmadas y educadas, pero podía leer sus verdaderos sentimientos. Molesta. Incluso un poco enojada. —No esta vez—dije. —Sólo tengo que hacer servicio comunitario. No dijo nada, pero el humor furioso que sentía a través del vínculo seguía igual. Ahora yo suspire. —Está bien, háblame Liss. Sé que estás enojada. Adrian me miro, entonces la miro, y de nuevo a mí. —Siento que me estoy perdiendo de algo aquí. —Oh, fantástico—dije—. Fuiste y detuviste mi pelea y ni siquiera sabias de que se trataba todo. —¿Pelea?—preguntó Lissa, ahora confundida y enojada. —¿Qué pasó?—repitió Adrian. Asentí hacia Lissa. —Vamos, cuéntale. —Rose fue evaluada más temprano y se negó a proteger a Christian —Ella negó con la cabeza, exasperada y me dio una mirada acusatoria—. No puedo creer que de verdad sigas tan enojada como para hacerle algo así a él. Es infantil. Lissa había sacado las mismas conclusiones que los guardianes. Suspiré. —¡No lo hice a propósito! Acabo de pasar por una audiencia por esta mierda y les dije lo mismo. —¿Entonces qué paso?—demandó ella—. ¿Por qué lo hiciste? Dudé, insegura acerca de qué decir. Mi renuencia a hablar ni siquiera tenía que ver con Adrian y Eddie escuchando, aunque de verdad no quería que lo hicieran. El problema era más complejo.

67

Dimitri había estado en lo cierto,había personas en las que podía confiar, y en dos de ellas confiaba incondicionalmente: él y Lissa. Ya había decidido no decirle la verdad a él. ¿Debería, podría, hacer lo mismo con ella? Aunque estaba enojada, sabía que sin lugar a dudas Lissa siempre me apoyaría y estaría ahí cuando la necesitara.Pero al igual que con Dimitri, me rehusaba a contarle mi historia de vampiros. ¿Como con Dimitri, la idea me dejo con las mismas opciones: loca o incompetente? A través de nuestro vínculo, sentía su mente, pura y clara. No había preocupaciones, ni oscuridad, ni signos de locura, y aun así, algo se movía en el fondo. Una pequeña agitación.Los antidepresivos tardan un tiempo en entrar y salir completamente del sistema de alguien, pero su magia ya se estaba despertando después de un sólo día. Recordé mis encuentros fantasmales, cayendo en el recuerdo de ese triste, translúcido Mason. ¿Cómo podría incluso empezar a explicarle eso?¿Cómo podía contarle algo tan raro y fantástico como eso cuando estaba tratando tanto de lograr un poco de normalidad en su vida y se enfrentaba al reto de mantener su magia bajo control? No, me di cuenta. No podía contarle. No aún, especialmente cuando de repente se me ocurrió que había algo más importante sobre lo que teníamos que le tenía que contar. —Me congelé—dije finalmente—. Es estúpido. He estado tan convencida de que puedo vencer a cualquiera, y entonces Stan...—Me encogí de hombros—. No lo sé. Simplemente no pude reaccionar. Es... es muy vergonzoso. Y con él de todas las personas. Lissa me estudio detenidamente, buscando alguna señal de deshonestidad. Me dolía que no hubiera confiado en mí, excepto que... bueno, en realidad le estaba mintiendo. Como le dije a Dimitri, sin embargo, podía ser una buena mentirosa cuando me lo proponía. Lissa no se dio cuenta. —Ojala pudiera leer tu mente—dijo ella. —Vamos—dije—. Me conoces. ¿Realmente piensas que haría eso? ¿Abandonar a Christian y quedar como una estúpida a propósito sólo para vengarme de mis profesores?

68

—No—dijo finalmente—. Probablemente lo harías de una forma en la que no te atrapen. —Dimitri dijo lo mismo—gruñí—. Me alegra que todos tengan tanta fe en mí. —La tenemos—dijo—. Es por eso que todo esto es tan extraño. —Hasta yo cometo errores—Puse mi cara temeraria y muy confiada—. Sé que es difícil de creer, hasta a mi me sorprendió, pero creo que tiene que pasar. Probablemente es algún balance kármico del universo. De otra forma, no sería justo que existiera una persona tan grandiosa como yo. Adrian, convenientemente callado por una vez en la vida, nos estaba mirando hablar, como si se tratara de un partido de tenis. Sus ojos medio cerrados, y sospechaba que estaba estudiando nuestras auras. Lissa puso los ojos en blanco, pero afortunadamente, la rabia que sentí, y oí en ella disminuyo. Me creía. Su mirada se aparto de mi cara hacia alguien detrás de mí. Sentí las felices, y doradas emociones que indicaban la presencia de Christian. —Mi leal guardaespaldas regresa—declaro, acercando una silla. Miró a Lissa—. ¿Aún no has terminado? —¿Terminado con qué?—preguntó ella. Inclinó su cabeza hacia mí. —De regañarla por la forma en que me entrego a las garras mortales de Alto. Lissa se sonrojó. Ya se sentía un poco mal por hacerlo, ahora que me había defendido lo suficiente.Christian estaba divertido, sabiendo que su observación la había hecho sentir más tonta. —Justo estábamos hablando sobre eso, es todo. Adrian bostezó y se acomodó de nuevo en su silla. —De hecho, creo que lo he entendido todo. Esto fue un embuste, ¿verdad? Un engaño para asustarme porque siempre estoy hablando de acerca de queseas mi guardiana. Pensaste que al pretender ser una mala guardiana, no te querría. Bueno, eso no va a funcionar, así que no vale la pena que arriesgues la vida de nadie más.

69

Estaba agradecida con él por no mencionar el incidente del pasillo.Ryan se había pasado completamente de la raya, pero mientras más tiempo pasaba, más me costaba creer que hubiera explotado de esa forma. Se sentía como algo que le había pasado a alguien más, algo que simplemente había estado observando. Por supuesto, parecía estar explotando por todo últimamente. Había estado furiosa por ser asignada a Christian, furiosa por las acusaciones de los guardianes, furiosa por… Oh, bien. Probablemente era hora de soltar la bomba. —Así que, um... hay algo que deberían saber. Cuatro pares de ojos, los de Eddie incluidos, giraron hacia mí. —¿Qué pasa?—preguntó Lissa. No había una forma fácil de decirles, así que sólo lo hice. —Bueno, resulta que Víctor Dashkov nunca fue declarado culpable por lo que nos hizo. Simplemente ha estado encerrado. Pero finalmente van a hacerle un juicio oficial, la otra semana o algo así. La reacción de Lissa al oír ese nombre fue similar a la mía. Sentí su sorpresa a través del vínculo, seguida inmediatamente por miedo. Una serie de imágenes recorrió su mente. La forma en que el juego enfermizo de Víctor la había hecho dudar su salud mental. La tortura a la que sus secuaces la habían sometido. El estado sangriento en el que encontró a Christian después de ser atacado por los perros de Víctor. Apretó sus puños sobre la mesa, sus nudillos poniéndose blancos. Christian no podía ver su reacción de la misma forma que yo, pero no lo necesitaba. Puso su mano sobre las de ella. Ella apenas lo noto. —Pero... pero...—Tomo una profunda y reconfortante respiración, luchando por mantenerse calmada—. ¿Cómo puede ser que no lo hayan declarado culpable todavía? Todos saben... Todos lo vieron... —Es la ley. Supuestamente deben darle la oportunidad de defenderse. La confusión la estaba consumiendo, y lentamente, llego a la misma conclusión a la que llegue anoche con Dimitri.—Así que... espera... ¿quieres decir que hay una posibilidad de que no lo declaren culpable?

70

La mire a sus ojos bien abiertos, y asustados y no fui capaz de decirle nada. Aparentemente, mi cara lo dijo todo. Christian le dio un puño a la mesa. —Esto es una mierda—Las personas alrededor de nuestra mesa miraron su ataque de ira. —Así es la política—dijo Adrian—.La gente con poder nunca juega bajo las mismas reglas. —¡Pero casi mata a Rose y a Christian! —gritó Lissa—. ¡Y me secuestro! ¿Cómo puede haber alguna duda? Las emociones de Lissa estaban fuera de control. Miedo.Tristeza. Rabia. Indignación. Confusión. Desamparo. No la quería ver soportando esos oscuros sentimientos y desee desesperadamente que se calmara de nuevo. Lentamente, firmemente, lo hizo, pero entonces comencé a sentir la ira de nuevo. Me sentí como con Ryan de nuevo. —Es sólo una formalidad, estoy seguro—dijo Adrian—. Cuando tengan toda la evidencia, difícilmente va a haber algún debate. —Ese es el problema—dije amargamente—. No van a tener toda la evidencia. No estamos autorizados a ir. —¿Qué?—exclamó Christian—. ¿Entonces quienes serán los testigos? —Los otros guardianes que estuvieron allí. Aparentemente no confían en que podamos mantener todo tranquilo. La reina no quiere que el mundo se entere de que uno de sus preciosos miembros de la realeza pudo haber hecho algo malo. Lissa no parecía estar ofendida conmigo por hablar mal de la realeza.— Pero somos la razón por la que va a ser juzgado. Christian se paró, mirando alrededor como si Víctor pudiera estar en la biblioteca. —Voy a encargarme de esto ahora mismo. —Seguro—dijo Adrian—. Apuesto a que ir por ahí derribando puertas va a hacerlos cambiar de opinión. Llévate a Rose contigo, y dejarán realmente una buena impresión.

71

—¿Si?—pregunto Christian, agarrando el espaldar de su silla y dándole a Adrian una mirada furiosa—. ¿Tienes una mejor idea? La calma de Lissa comenzó a agitarse de nuevo. —Si Víctor estuviera libre,¿Vendría tras nosotros de nuevo? —Si queda libre de nuevo, no permanecerá así por mucho tiempo—dije—. Me aseguraré de eso. —Cuidado con eso—dijo Adrian. Parecía encontrar algo gracioso en todo esto—. Ni siquiera tú podrías salirte con la tuya con un asesinato real. Comencé a decirle que podría empezar a practicar con él, pero entonces la voz aguda de Eddie interrumpió mis pensamientos. —Rose. El instinto nacido de años de entrenamiento inmediatamente tomo su lugar. Levante la mirada e inmediatamente vi lo que había notado. Emil había acabado de entrar a la biblioteca y estaba supervisando a los novatos, tomando notas.Me pare de mi silla, tomando mi posición no muy lejos de Eddie, lo que me daba una buena visión de Christian y casi toda la biblioteca. Maldición. Tenía que dominar mis impulsos o iba a terminar probando lo que Ryan dijo.Entre mi pelea en el pasillo, y ahora lo de Víctor, estaba descuidando totalmente mis deberes de guardiana. Ni siquiera iba a necesitar a Mason para fallar en esto. Emil no me vio sentada y socializando. Pasó cerca, nos observó, y tomo algunas notas antes de irse a explorar el resto de la biblioteca. Aliviada por evitarme otro problema, trate de calmarme de nuevo. Era difícil. Ese estado de ánimo oscuro me había envuelto de nuevo, y escuchar la ira de Lisa y Christian por el juicio de Víctor no estaba ayudándome a relajarme. Quería volver a la mesa y unírmeles. Pero ese era un lujo que no tenía como guardiana. Mi primer deber era proteger a los Morois y no entregarme a mis propios impulsos. Una y otra vez, repetí el mantra de los guardianes: Ellos son lo más importante. Esas palabras de verdad estaban comenzando a molestarme.

72

Capítulo 7 Traducido por Caty Corregido por Curitiba

C

uando la primera advertencia para el toque de queda llego, los Morois empacaron sus cosas. Adrian se fue inmediatamente, pero Lissa y Christian se tomaron su tiempo para regresar a la habitación. Se tomaron de las manos y mantuvieron muy cerca sus cabezas, susurrando acerca de algo que hubiera podido ―pescar‖ si me hubiera metido en la cabeza de Lissa. Aún estaban indignados por las noticias de Victor. Les di su privacidad y mantuve mi distancia, explorando mientras Eddie caminaba a su lado. Como había más Morois que dhampirs en la escuela, los Morois tenían dos alas de dormitorios. Lissa y Christian vivían en alas diferentes. Los dos pararon cuando llegaron a un punto afuera de los edificios donde el camino del patio se dividía. Se dieron un beso de despedida y di lo mejor de mí para hacer lo de ver sin ver de verdad como hacían los guardianes. Lissa se despidió de mí y entonces se dirigió hacia su habitación con Eddie. Seguí a Christian a la suya. De estar cuidando a Adrian o a alguien como él, probablemente hubiera tenido que hacer bromas sexuales acerca de dormir a su lado durante las próximas seis semanas. Pero Christian me trataba en la forma casual y brusca en la que se podría tratar a una hermana. Limpió un lugar en el piso para mi, y para cuando el regresó de lavarse sus dientes, me había hecho una cómoda cama con cobijas. Él apagó las luces y se subió a su propia cama. Después de un rato, pregunté, —¿Christian? —Este es el momento en el que dormimos, Rose.

73

Bostecé. —Créeme, también quiero hacerlo. Pero tengo una pregunta. —¿Es sobre Victor? Porque de verdad necesito dormir, y eso solo va a hacerme enojar de nuevo. —No, es sobre algo más. —Está bien. Dispara. —¿Por qué no te burlaste de mi sobre lo que pasó con Stan? Todos los demás están decidiendo si me equivoqué o simplemente lo hice a propósito. Lissa también lo hizo difícil para mí. Adrian un poco. Y los guardianes... bueno, olvídate de ellos. Pero tú no dijiste nada. Esperaba que fueras el primero en hacer un comentario ácido. Más silencio siguió, y esperaba que estuviera pensando una respuesta y no quedándose dormido. —No habían razones para hacerte sentir mal por eso—dijo al fin—. Sé que no fue tu culpa. —¿Por qué no? Es decir, no es que te esté contradiciendo, porque no lo hice a propósito, pero ¿por qué estás tan seguro? —Por nuestra conversación en Ciencia Culinaria. Y por tu forma de ser. Te vi en Spokane. Alguien que hizo eso para salvarnos... bueno, no harías algo tan infantil como eso. —Vaya, gracias. Yo... bueno, eso significa mucho para mí. —Christian me creía cuando nadie más lo hacía—. Eres la primera persona que cree que me equivoque sin razones escondidas. —Bueno —dijo él—, tampoco creo eso. —¿Creer qué? ¿Qué me equivoque? ¿Por qué no? —¿No estabas escuchando? Te vi en Spokane. Alguien como tú no se equivoca ni se congela. —Comencé a darle la misma retahíla que le di a los guardianes, que matar Strigois no me hacia invencible, pero me interrumpió—. Además vi tu cara allá afuera. —Afuera... ¿en el patio?

74

—Sí. —Pasaron varios minutos más en silencio—. No sé qué paso, pero te veías como si...no era la cara de alguien tratando de vengarse de una persona. No era la cara de alguien que no había visto el ataque de Alto. Era algo diferente... no sé. Pero estabas completamente consumida por algo más, ¿y honestamente? ¿Tu expresión? Daba miedo. —Aún así... tampoco me estás haciendo sentir mal por eso. —No me concierne. Si fue lo suficientemente importante para distraerte de esa forma, entonces debe ser serio. Pero si las cosas llegaran a ponerse peligrosas, me siento seguro contigo, Rose. Sé que me protegerías si realmente hubiera un Strigoi tras de mí. —Bostezó—. Está bien. Ahora que he revelado mi alma, ¿podemos por favor dormir? A lo mejor tú no necesites un sueño embellecedor, pero algunos de nosotros no tenemos tanta suerte. Lo dejé dormirse y pronto yo también lo hice. Había tenido un largo día y aún estaba corta de descanso del día anterior. Una vez estuve profundamente dormida, comencé a soñar. Cuando lo hice, sentí los signos inconfundibles de uno de los sueños ingeniados por Adrian. —Oh no, —gruñí. Estaba en un jardín en medio del verano. El aire estaba pesado y húmedo, y el sol caía sobre mí en ondas doradas. Flores de todos los colores nacían a mí alrededor, y el aire estaba cargado con la esencia de lilas y rosas. Abejas y mariposas bailaban de flor en flor. Yo usaba jeans y un top de lino. Mi nazar, un pequeño ojo azul hecho de vidrio que supuestamente alejaba el mal, colgaba de mi cuello. También usaba un brazalete tejido con una cruz, llamado chotki, en mi muñeca. Era una herencia Dragomir que Lissa me había regalado. Difícilmente usaba joyas en mis deberes diarios, pero siempre aparecía con ellas en estos sueños. —¿Dónde estás? —grité—. Sé que estás aquí. Adrian apareció detrás de un árbol de manzana que estaba lleno de flores blancas y rosadas. Él usaba jeans, algo en lo que nunca lo había visto antes. Se veía bien con ellos y eran sin duda de diseñador. Una camiseta verde oscura de algodón, también muy simple, cubría la parte superior de su cuerpo, y la luz del sol hacia que su cabello brillara con tonos dorados.

75

—Te dije que te mantuvieras fuera de mis sueños—dije, poniendo mis manos en mi cintura. Él me dio su sonrisa torcida. —Pero ¿de qué otra manera se supone que hablemos? No estabas muy amigable más temprano. —Tal vez si no usaras la compulsión en la gente, tendrías más amigos. —Tenía que salvarte de ti misma. Tu aura era como una nube de tormenta. —Está bien, por una vez, ¿podemos, por favor dejar de hablar de auras y de mi condena inminente? La mirada en sus ojos me dio a entender que realmente estaba interesado en eso, pero lo dejó a un lado.—Está bien, podemos hablar de otras cosas. —¡Pero yo no quiero hablar sobre nada! Quiero dormir. —Estás durmiendo. —Adrian sonrió y caminó hacia adelante observando una planta floreciente que rodeaba un poste. Tenía flores naranjas y amarillas con forma de trompeta. Cuidadosamente recorrió el borde de una de las flores con sus dedos—. Este era el jardín de mi abuela. —Fantástico—dije, poniéndome cómoda recostándome en un árbol de manzanas. Parecía que íbamos a estar aquí por un buen tiempo—. Ahora tengo que oír la historia de tu familia. —Oye, ella era una señora genial. —Estoy segura de que así era. ¿Ya me puedo ir? Sus ojos estaban aún en las flores. —No deberías burlarte de los árboles familiares de los Morois. Tú no sabes nada sobre tu padre. Por lo que sabes, podríamos ser familiares. —¿Eso bastaría para que me dejaras en paz? Girándose hacia mí, cambio de tema como si no hubiera habido ninguna interrupción.—Nah, no te preocupes. Creo que venimos de diferentes familias. ¿No es tu papá un turco de todas formas? —Sí, eso dice mi…Oye, ¿por qué te quedas mirando mis pechos?

76

Él me estaba observando detenidamente, pero sus ojos ya no estaban en mi cara. Crucé mis brazos sobre mi pecho y lo miré furiosa. —Estoy mirando tu camisa —dijo él—. El color no es el adecuado. Estirándose, tocó una de las tiras. Como tinta regándose por un papel, la tela marfil se tiñó del mismo tono rico azul de las flores. Entrecerró sus ojos como un experto artista estudiando su trabajo. —¿Cómo hiciste eso? —exclamé. —Es mi sueño. Hmm. Tú no eres una persona melancólica. Bueno, por lo menos no en el sentido de los colores. Tratemos con otro. —El azul se iluminó convirtiéndose en un brillante carmesí—. Sí, eso es. Rojo como una rosa. Como la dulce, dulce Rose. —Oh, no, —dije—. No sabía que también podías entrar en tu modo loco en los sueños. —Él nunca se deprime ni se deja consumir por la oscuridad como Lissa el año pasado, pero el espíritu definitivamente lo hace actuar como un extraño a veces. Retrocedió y estiró sus brazos hacia arriba. —Siempre me pongo como un loco cuando estoy cerca de ti, Rose. Mira, voy a escribir un poema improvisado para ti. —Miro hacia arriba y gritó hacia el cielo: —Rose está de rojo, Pero nunca de azul1 Aguda como un trueno Pelea como uno. Adrian bajo sus brazos y me miró expectante. —¿Cómo puede pelear un trueno? —pregunté. Negó con la cabeza. —El arte no tiene por qué tener sentido, pequeña dhampir. Además, se supone que estoy loco, ¿cierto? —No eres el más loco que he visto. 1Blue

en inglés también se usa para referirse a triste o melancólico.

77

—Bien, —dijo, pasando a observar unas hortensias—. Trabajaré en eso. Comencé a preguntarle de nuevocuando podría ―regresar‖ a dormir, pero nuestro intercambio hizo que se me ocurriera algo. —Adrian... ¿cómo sabes si estás loco o no? Él dejó de mirar las flores, con una sonrisa en su cara. Podía adivinar que estaba planeando decir algo gracioso, pero entonces me miró más de cerca. Su sonrisa se desvaneció, y se puso inusualmente serio. —¿Crees que estás loca? —preguntó. —No lo sé—dije, mirando hacia el suelo. Estaba descalza, y pequeñas hojas del pasto me hicieron cosquillas en los pies—. He estado... viendo cosas. —La gente que está loca raramente se cuestiona si están locos —dijo sabiamente. Suspiré y lo volví a mirarlo. —Eso realmente no me ayuda. Caminó de nuevo hacia mí y puso una mano en mi hombro. —No creo que estés loca, Rose. Sin embargo, creo que has pasado por cosas muy difíciles. Fruncí el ceño. —¿Qué quiere decir con eso? —Quiere decir que no creo que estés loca. —Gracias. Eso lo aclara todo. Sabes, estos sueños realmente empiezan a molestarme. —A Lissa no le importan—dijo él. —¿Visitas también sus sueños? ¿Realmente no tienes límites? —Nah, los suyos son educativos. Ella quiere aprender a hacer esto. —Fantástico. Así que soy la afortunada que tiene que soportar tu acoso sexual.

78

Él realmente se veía herido. —De verdad desearía que dejaras de actuar como si fuera el mal encarnado. —Lo siento. Es sólo que no me has dado muchas razones para pensar que puedes hacer algo útil. —Claro. No soy como el roba-cunas de tu mentor. Realmente no he notado que hayas progresado mucho con él. Retrocedí un paso y entrecerré mis ojos. —Deja a Dimitri fuera de esto. —Lo haré cuando dejes de actuar como si él fuera perfecto. Corrígeme si me equivoco, pero es una de las personas que te escondió lo del juicio, ¿cierto? Miré hacia otra parte. —Eso no importa en este momento. Además, él tenía sus razones. —Sí, razones que aparentemente no incluían ser abierto contigo, o pelear para que puedas estar ahí. Mientras que yo... —Se encogió de hombros—. podría llevarte al juicio. —¿Tú? —pregunté con una risa burlona—. ¿Cómo se supone que vas a hacer eso? ¿Vas salir a fumar con el jurado? ¿Vas a usar la compulsión con la reina y la mitad de la realeza en la corte? —No deberías ser tan rápida en rechazar a las personas que pueden ayudarte. Sólo espera. —Me dio un ligero beso en mi frente que traté de esquivar—. Pero por ahora, ve y descansa un poco. El jardín se desvaneció, y caí de nuevo en la oscuridad normal del sueño.

79

Capítulo 8 Traducido por Caty Corregido por Curitiba

D

urante los días siguientes, seguí a Christian sin ningún incidente. Y mientras lo hacía, me sentía más y más impaciente.

Por un lado, estaba descubriendo que gran parte de ser guardián era esperar alrededor. Siempre lo había sabido, pero la realidad era más dura de lo que me había imaginado. Los guardianes éramos absolutamente esenciales cuando los Strigois decidían atacar. Pero ¿esos ataques de Strigois? Eran generalmente raros. El tiempo podía pasar,años podían pasar, sin que un guardián tuviera que verse envuelto en ningún tipo de conflicto. Aunque mis instructores no iban a dejarnos esperando mucho durante este ejercicio, también querían enseñarnos a ser pacientes y lo importante que era no relajarnos tan solo porque no habíamos estado en peligro durante un tiempo. Además estábamos viviendo en las condiciones más estrictas en las que un guardián podía estar: Siempre de pie y siempre siendo formales. Lo más común era, que los guardianes que vivían con familias Morois se comportaran casualmente en sus casas e hicieran cosas ordinarias como ver televisión o leer, mientras seguían perfectamente conscientes de su deber. Nosotros no podíamos esperar siempre eso, sin embargo, así que teníamos que practicar la forma difícil mientras estábamos en la escuela. Mi nivel de paciencia no lo estaba haciendo tan bien en esta espera, pero mi frustración tenía que ver más que con mis ansias de acción. Estaba desesperada por probarme a mí misma, por arreglar las cosas por no haber reaccionado cuando Stan nos atacó. No había tenido más visiones de Mason y había decidido que lo que había visto realmente era inducido

80

por la fatiga y el estrés. Esto me hacia feliz porque esas eran razones mucho más aceptables que la locura o la ineptitud. Pero ciertas cosas no me estaban haciendo feliz. Cuando Christian y yo nos reunimos con Lissa después de clase un día, podía sentir preocupación y rabia irradiando de ella. Era sólo el vínculo que me daba información, sin embargo. Aparentemente estaba bien. Eddie y Christian, que estaban hablando sobre algo entre ellos, y no notaron nada. Me acerque a ella y la abracé mientras caminábamos. —Está bien. Todo va a estar bien. —Yo sabía lo que la tenía tan molesta: Víctor. Habíamos decidido que Christian, a pesar de su decisión de ―hacerse cargo de las cosas‖, probablemente no era la mejor elección para que lográramos entrar al juicio de Víctor. Así que Lissa había actuado como diplomática un día y muy educadamente habló con Alberta sobre la posibilidad de que asistiéramos como testigos. Alberta le había dicho, igualmente educada, que eso estaba fuera de discusión. —Creo que si pudiéramos explicar las cosas, por qué es tan importante, nos dejarían ir —ella me murmuró—. Rose, no puedo dormir... simplemente sigo pensando en eso. ¿Qué pasará si queda libre? ¿Qué pasará si realmente lo dejan libre? Su voz tembló y había en ella una antigua vulnerabilidad que no había visto hace mucho tiempo. Ese tipo de cosas usualmente hacían sonar mis campanas, pero esta vez, me trajo una rara colección de recuerdos, del pasado, de cuando Lissa dependía tanto de mí. Estaba feliz de ver lo fuerte que se había vuelto y quería estar segura de que continuara así. Apreté mi brazo, difícil de hacer mientras seguíamos caminando. —No quedará libre—dije ferozmente—. Iremos a la corte. Me aseguraré de eso. Sabes que nunca permitiría que te pasara nada. Ella apoyó su cabeza en mi hombro, una pequeña sonrisa en su cara. — Eso es lo que amo de ti. No tienes idea de cómo vas a lograr que vayamos a la corte, pero estás dispuesta a hacerlo todo para hacerme sentir mejor. —¿Está funcionando? —Sí.

81

La preocupación seguía en ella, pero su distracción disminuyó un poco sus efectos. Además, a pesar de que se rió de mi osada promesa, mis palabras realmente la habían reconfortado. Desafortunadamente, pronto nos dimos cuenta de que Lissa tenía otras razones para sentirse frustrada. Estaba esperando que sus medicinas salieran de su sistema y le permitieran acceder libremente a su magia. Estaba allí, las dos podíamos sentirlo, pero no podía tocarla. Pasaron tres días y nada había cambiado para ella. Lo sentía por ella, pero mi preocupación más grande era su estado mental, que hasta ahora estaba bien. —No sé qué pasa—se quejó. Casi habíamos llegado al área común. Lissa y Christian tenían planes para ver una película. Yo medio me preguntaba qué tan difícil sería para mí ver la película y seguir alerta. —Parece que debería ser capaz de hacer algo, pero aún no puedo. Estoy atascada. —Puede que no sea tan malo—dije, alejándome de Lissa para observar el camino. Ella me dio una mirada lamentándose.—Eres tan paranoica. Creí que ese era mi trabajo. —Oye, mi trabajo es cuidarte. —De hecho, es mi trabajo—dijo Eddie, en una rara demostración de buen humor. —Ninguno de los dos debería preocuparse—dijo ella—. No por esto. Christian deslizó su mano alrededor de su cintura. —Eres más impaciente que Rose. Todo lo que tienes que hacer es… Fue un déjà vu. Stan salió de un bosquecillo de pinos y atrapó a Lissa, envolviendo su torso con el brazo y acercándola a él. Mi cuerpo respondió inmediatamente, sin dudar nunca mientras me apuraba a ―salvarla‖. El único problema fue que Eddie reaccionó inmediatamente también, y estaba más cerca, lo que lo puso adelante de mí. Yo circulé alrededor, tratando de entrar en acción, pero la forma en que estaban peleando, hizo que no lograra ser parte efectiva de la batalla.

82

Eddie se acercó a Stan por un lado, furioso y eficiente, quitando su brazo de Lissa con una fuerza lo suficientemente poderosa para arrancárselo. La apariencia delgada de Eddie a menudo ocultaba lo musculoso que realmente era. La mano de Stan alcanzó un lado de la cara de Eddie, clavándole las uñas, pero fue suficiente para que Lissa pudiera quedar libre y correr para unirse a Christian detrás de mí. Con ella fuera del camino, me moví hacia un lado, esperando ayudar a Eddie, pero no hubo necesidad. Sin fallar un poco, alcanzó a Stan y lo tiró al suelo. Medio segundo después, la estaca de práctica de Eddie estaba sobre el corazón de Stan. Stan se rió, genuinamente complacido. —Buen trabajo, Castile. Eddie retiró su estaca y ayudó al instructor a pararse. Cuando pasó la acción, pude ver que tan golpeada y morada estaba la cara de Stan. Los ataques para los novatos podían tener un par de días de distancia, pero para nuestros guardianes eran peleas diarias durante este ejercicio. Todos ellos estaban soportando muchos abusos, pero lo soportaban con gracia y buen humor. —Gracias señor —dijo Eddie. Se veía complacido pero no condescendiente. —Sería más fuerte y rápido si fuera un Strigoi, por supuesto, pero lo juro, podrías haber alcanzado a uno de ellos con tu velocidad. Stan miró a Lissa. —¿Estás bien? —Bien—dijo ella, con un brillo en su cara. Podía sentir que de verdad había disfrutado la emoción. Su adrenalina estaba al máximo. La sonrisa de Stan se desvaneció cuando me miró. —Y tú… ¿qué estaba haciendo? Lo miré, atónita con su fuerte tono. Fue lo mismo que dijo la última vez. —¿Que quiere decir? —exclamé—. ¡No me congelé ni nada esta vez! Estaba lista para apoyarlo, buscando una oportunidad para unirme a él. —Sí —estuvo de acuerdo—. Ese es exactamente el problema. Estabas tan ansiosa por hacer parte de la pelea que olvidastea los dos Morois que estaban detrás de ti. Podrían haber dejado de existir en lo que a ti te concierne. Estabas en campo abierto y tenías que estar con ellos.

83

Di un paso adelante y lo miré, olvidándome de lo que era apropiado. —Eso no es justo. De haber estado en el mundo real bajo el ataque de un Strigoi, no puede decirme que otro guardián no se hubiera apresurado a hacer todo lo que pudiera para eliminar al Strigoi tan rápido como fuera posible. —Probablemente tengas la razón—dijo Stan—. Pero no estabas pensando en eliminarlo eficientemente. No consideraste dejar expuesto a tu Moroi. Estabas pensando en hacer algo rápido para redimirte. —¿Qu-Que? ¿No le parece que está haciendo muchas suposiciones? Me está calificando por lo que piensa que fue mi motivación. ¿Cómo puede estar seguro de lo que estoy pensando? —Ni yo misma lo sabía la mitad del tiempo. —Instinto —respondió él misteriosamente. Tomó un pequeño cuaderno y escribió algunas notas en el. Entrecerré mis ojos, deseando ver a través del cuaderno y descifrar lo que estaba escribiendo sobre mí. Cuando terminó, deslizó el cuaderno de nuevo en su abrigo y asintió hacia todos nosotros—. Nos vemos después. Lo vimos alejarse por el campo nevado hacia el gimnasio donde entrenamos los dhampirs. Mi boca aún estaba abierta y no pude decir una sola palabra al principio. ¿Cuándo iba a terminar con estas personas? Estaba siendo reprobada una y otra vez por estúpidos aspectos técnicos que no tenían nada que ver con mi desempeño en el mundo real. ―Eso ni siquiera fue justo. ¿Cómo puede juzgarme por lo que cree que estaba pensando? Eddie se encogió de hombros mientras continuamos nuestro viaje hacia los dormitorios. —Él puede pensar lo que quiera. Es nuestro instructor. —Sí, ¡pero va a darme otra mala nota! La experiencia de campo no tiene sentido si no puedes mostrarles de verdad como pelearíamos contra los Strigois. No puedo creer esto. Soy buena, realmente buena. ¿Cómo diablos puedo estar reprobando esto? Nadie tenía una respuesta real para eso, pero Lissa dijo incomoda, — Bueno... sin importar si fue justo o injusto, tenía razón sobre algo: Estuviste fantástico, Eddie.

84

Miré a Eddie y me sentí mal por hacer que mi propio drama le robara atención a su triunfo. Estaba enojada, realmente enojada, pero la equivocación de Stan era sólo mi problema. La actuación de Eddie fue brillante, y todos lo felicitaron tanto en el camino de vuelta que podía ver como se sonrojaban sus mejillas. O tal vez era sólo el frio. Como fuera, me sentía feliz por él. Nos sentamos en la sala de estar, complacidos de que nadie más la había ocupado, y de que estaba cálido y acogedor. Cada uno de los dormitorios tenia uno de estas enormes salar de estar, y estaban llenas con películas y juegos y montones de cómodos sillones y sofás. Estaban disponibles para los estudiantes solo durante algunos periodos de tiempo. Los fines de semana, estaban abiertos todo el tiempo, pero durante la semana, tenían horarios limitados, supuestamente para animarnos a hacer nuestras tareas. Eddie y yo revisamos la habitación e hicimos un plan, entonces tomamos nuestras posiciones. Parada contra la pared, observaba el sofá en el que Lissa y Christian estaban acostados con una envidia considerable. Pensé que la película me iba a distraer de mi estado obligado de alerta, pero de hecho, fueron mis propios sentimientos agitados los que mantuvieron mi mente girando. No podía creer que Stan hubiera dicho lo que dijo. Incluso había admitido que en el calor de la batalla, cualquier guardián hubiera tratado de meterse en la pelea. Su argumento sobre mis motivos ulteriores, y búsqueda de la gloria era absurdo. Me pregunté si de verdad estaba a punto de fallar en esta experiencia de campo. Seguramente, mientras aprobara, ¿ellos no me alejarían de Lissa después de la graduación? Alberta y Dimitri habían hablado de esto como si fuera tan solo un experimento para darnos a Lissa y a mí un nuevo entrenamiento, pero de repente, una ansiosa y paranoica parte de mi comenzó a dudar. Eddie estaba haciendo un gran trabajo al protegerla. Tal vez ellos querían ver que tan bien podía desenvolverse ella con otros guardianes. Tal vez ellos estaban preocupados de que fuera buena protegiéndola sólo a ella y no a otros Morois, había dejado morir a Mason después de todo, ¿verdad? Tal vez la prueba real aquí era si tenía que ser reemplazada. Después de todo, ¿quién era yo, realmente? Una novata cualquiera. Ella era la princesa Dragomir. Siempre tendría protección, y no tenía por qué venir de mí. El vínculo era irrelevante si al final probaba ser incompetente.

85

La entrada de Adrian puso mi paranoia en espera. Se deslizó en la habitación oscura, guiñando un ojo mientras se sentaba en un sillón cerca a mí. Ya había anticipado que era cuestión de tiempo antes de que apareciera. Creo que nosotros éramos su único entretenimiento en la escuela. O tal vez no, a juzgar por el fuerte olor a alcohol que lo rodeaba. —¿Estás sobrio? —pregunté cuando la película terminó. —Lo suficientemente sobrio. ¿Qué han estado haciendo ustedes? Adrian no había visitado mis sueños desde la noche del jardín. También había detenido en cierto modo su coqueteo descarado conmigo. La mayoría de sus visitas eran ahora para trabajar con Lissa o para escapar de su aburrimiento. Le contamos de nuestro encuentro con Stan, reviviendo la valentía de Eddie y dejando a un lado mi baja calificación. —Buen trabajo—dijo Adrian—. Parece que te ganaste una herida de guerra también. —Señalo un lado de la cara de Eddie donde tres marcas rojas brillaban hacia nosotros. Recordé las uñas de Stan golpeando a Eddie durante la lucha para liberar a Lissa. Eddie toco con cuidado su mejilla. —Apenas lo siento. Lissa se inclinó protegiéndome.

hacia

adelante

estudiándolo.

—Te

hiciste

eso

—Me hice eso tratando de aprobar mi experiencia de campo —bromeó—. No te preocupes por eso. Y ahí fue cuando pasó. Lo vi alcanzarla. Esa compasión y la urgencia innegable de ayudar a otros que tan a menudo la invadían. Ella no soportaba ver dolor, no podía soportar verlo cuando sabía que podía hacer algo. Sentí el poder creciendo en ella, un glorioso sentimiento que hacíaa los dedos de mis píes temblar. Estaba experimentándolo de la misma forma que ella. Era fuego y dicha. Embriagador. Ella se estiró y tocó la cara de Eddie... Y las marcas desaparecieron. Dejó caer su mano, y la euforia del espíritu se desvaneció de las dos.

86

—Hijo de puta —dijo Adrian—. No estabas mintiendo acerca de eso. —Miró la mejilla de Eddie—. No quedó una maldita marca de su herida. Lissa se había parado y ahora se hundió de nuevo en el sofá. Apoyó su cabeza y cerró sus ojos. —Lo hice. Aún puedo hacerlo. —Claro que puedes —dijo Adrian despectivamente—. Ahora tienes que enseñarme a hacerlo. Ella abrió sus ojos. —No es tan fácil. —Oh, ya veo —dijo él en un tono exagerado—. Me persigues como loca para que te enseñe a ver auras y a caminar en sueños, pero ahora no revelas tus propios secretos. —No es un no lo haré—respondió—. Es un no puedo. —Bueno, prima, trata. —De repente se rastrilló sus propias uñas por su mano y le señaló su propia sangre. —¡Jesucristo! —grité—. ¿Estás demente? —¿A quiénquería engañar?Por supuesto que lo estaba. Lissa se acercó y sostuvo su mano, y justo como antes, sanó su piel. El júbilo la llenó, pero mi estado de ánimo de repente cambió sin ninguna causa real. Ellos dos comenzaron una discusión que no entendía, usando términos mágicos estándar al mismo tiempo que otros términos que estaba bastante segura de que habían inventado ellos mismos. A juzgar por la cara de Christian, él tampoco entendía mucho, y pronto quedó claro que Adrian y Lissa nos habían olvidado, ocupados en resolver el misterio del espíritu. Christian finalmente se paró, viéndose aburrido. —Vamos Rose, si quisiera escuchar esto, estaría en clase. Tengo hambre. Lissa lo miró. —La cena es en una hora y media. —Alimentador —dijo él—.No he tomado sangre hoy. Le dio un beso a Lissa en la mejilla y se fue. Yo lo seguí. Había comenzado a nevar de nuevo, y me quedé mirando fijamente los copos caer a nuestro

87

alrededor. Cuando comenzó a nevar a principios de diciembre, me había emocionado. Ahora, esta cosa blanca se estaba poniendo aburrida y vieja. A pesar de todo, como había pasado unas noches atrás, estar afuera en ese clima mejoró mi mal humor un poco, el aire frio medio me sacaba de él. Con cada paso cerca a los alimentadores, podía sentir como me calmaba. Un ―alimentador‖ era como llamábamos a los humanos que accedían voluntariamente a ser fuentes regulares de sangre para los Morois. Diferentes a los Strigoi, quienes asesinan a las víctimas de las que toman la sangre, los Morois sólo toman pequeñas cantidades cada día y nunca matan a sus donantes. Estos humanos viven por la sensación de estar drogados que obtienen de las mordidas de vampiros y parecen perfectamente felices de pasar sus vidas separados de la sociedad humana normal. Era raro pero necesario para los Morois. La escuela usualmente tenía un alimentador o dos en los dormitorios Morois para las horas de la noche, pero la mayor parte del día, los estudiantes tienen que ir a las áreas comunes para alimentarse. Mientras continuaba caminando, observando árboles blancos, cercas blancas y caminos blancos, otra cosa blanca en el paisaje captó mi atención. Bueno, no era exactamente blanco. Era algo… pálido, algo descolorido. Me detuve abruptamente y sentí mis ojos abrirse totalmente. Mason estaba al otro lado del patio, casi mezclándose con un árbol y un poste. No, pensé. Me había convencido de que esto había acabado, mirándome con esa triste, y fantasmal cara. Él señaló hacia la parte de atrás del campus. Miré hacia esa dirección, pero no tenía ni idea de que debía buscar.Girando de nuevo hacia él, solo pude mirarlo, el miedo retorciéndome por dentro. Una mano helada tocó el borde de mi cuello, y giré asustada. Era Christian. —¿Qué pasa? —preguntó. Miré nuevamenteal lugar donde había visto a Mason. Se había marchado, por supuesto. Apreté mis ojos por un momento y respiré. Entonces, mirando de nuevo a Christian, seguí caminando y dije—: Nada.

88

Christian normalmente tenía alguna retahíla de comentarios cuando estábamos juntos, pero se quedó en silencio mientras terminamos nuestro recorrido. Yo estaba consumida en mis propios pensamientos y preocupaciones sobre Mason, así que tampoco tenía mucho que decir. Esta visión apenas había durado unos cuantos segundos. Considerando lo difícil que era ver algo allí afuera, parecía más que probable que hubiera sido un truco de mis ojos, ¿verdad? Traté de convencerme de esto durante el resto del camino. Cuando entramos a la sala común yescapamos del frio, finalmente me di cuenta de que algo andaba mal con Christian. —¿Qué pasa? —pregunté, tratando de no pensar en Mason—. ¿Estás bien? —Sí —contestó. —La forma en que lo dijiste solo prueba que no estás bien. Él me ignorómientras entrábamos a la habitación de los alimentadores. Estaba más lleno de lo que esperaba y todos los pequeños cubículos en los que se sentaban los alimentadores estaban colmados con Morois. Brandon Lazar estaba en uno de ellos. Mientras se alimentaba, le eché un vistazo al moretón casi curado en su mejilla y recordé que nunca había descubierto quien lo había golpeado. Christian se anotó en la lista con el Moroi de la entrada y entonces se quedo en el área de espera mientras era llamado. Revolví mi cerebro, tratando de encontrar la verdadera razón del mal humor de Christian. —¿Cual es el problema? ¿No te gustó la película? No respondió. ―¿Asqueado por la automutilación de Adrian? —Hacerle la vida imposible a Christian era un placer culposo. Podría hacer esto toda la noche. Ninguna respuesta. —Estás… Oh. Entonces me di cuenta. Estaba sorprendida por no haberlo notado antes. —¿Te molesta que Lissa quiera hablar de su magia con Adrian? Se encogió de hombros, lo cual me dijo todo lo que necesitaba saber.

89

—Vamos, a ella no le gusta la magia más de lo que le gustas tú. Es sólo esta cosa con ella, ¿sabes? Pasó todos estos años pensando que no podía hacer magia real, y entonces se dio cuenta de que podía, excepto que era este tipo de magia loca y totalmente impredecible. Está tratando de comprenderlo. —Lo sé—dijo herméticamente, mirando el gran salón sin enfocar realmente nada—. Ese no es el problema. —Entonces porque... —Dejé que las palabras se desvanecieran mientras otra revelación me llegó—. Estás celoso de Adrian. Christian enfocó sus ojos azul hielo en mí, y me di cuenta de que había adivinado. —No estoy celoso, sólo estoy… —…Sintiéndote inseguro por el hecho de que tu novia está pasando mucho tiempo con un chico millonario y razonablemente apuesto a quien ella le podría gustar. O, como nos gusta llamarlo, estás celoso. Él desvió su mirada, claramente disgustado. —La luna de miel se ha terminado para nosotros, Rose. Maldición, ¿por qué se está tardando tanto esta gente? —Mira—le dije, cambiando mi posición. Me dolían los pies después de estar de pie tanto tiempo—. ¿No escuchaste mi discurso romántico del otro día acerca de estar en el corazón de Lissa? Ella está loca por ti. Eres el único al que quiere, y créeme, puedo decirlo con un cien por ciento de seguridad. Si hubiera alguien más, lo sabría. Una sonrisa se dibujo en sus labios. —Eres su mejor amiga. Podrías estar ocultándolo por ella. Tosí. —No si estuviera con Adrian. Te lo aseguro, ella no tiene ningún interés en él, al menos no romántico, gracias a Dios. —Sin embargo, él puede ser persuasivo. Sabe manejar su compulsión… —Él no está usándola en ella, sin embargo. Ni siquiera sé si puede, creo que se cancelan entre ellos. Además, ¿no has estado prestando atención? Soy el desafortunado objeto de la atención de Adrian.

90

—¿De verdad? —preguntó Christian, claramente sorprendido. Los chicos siempre son tandescuidados en este tipo de cosas—. Sé que él coquetea… —Y se presenta sin ser invitado en mis sueños. Y como no puedo escaparme, esto le da la perfecta oportunidad de torturarme con su supuesto encanto y su intento de ser romántico. Él se tornó sospechoso. —Se presenta en los sueños de Lissa también. Mierda. No debería haber mencionado los sueños. ¿Qué había dicho Adrian? —Esas son visitas educativas. No creo que tengas de que preocuparte. —La gente no se asombraría si ella llegara a una fiesta con Adrian. —Ah —dije—. Así que de eso se trata realmente. ¿Piensas que la vas a hacer quedar mal? —No soy tan bueno... en ese tipo de cosas sociales—admitió en una extraña demostración de vulnerabilidad—. Y creo que Adrian tiene una mejor reputación que yo. —¿Estás bromeando? —Vamos Rose. Beber y fumar ni siquiera puede competir con el hecho de que la gente piense que te vas a convertir en Strigoi. Vi la forma en que todos actuaban cuando me llevaba a las cenas y demás en el club de sky. Soy una carga. Es la única representante de su familia. Va a pasar el resto de su vida involucrada en la política, tratando de quedar bien con la gente. Adrian podría hacer mucho más por ella de lo que yo puedo. Me resistí a la urgencia de sacudir literalmente su cabeza. —Puedo ver a lo que te refieres, pero hay una falla en tu lógica hermética. Nada está pasando entre ella y Adrian. Él miró hacia otra parte y no dijo nada más. Sospechaba que sus sentimientos iban más allá del hecho de que ella estuviera con otro chico. Como él mismo había admitido, tenía todo un enredo de inseguridades sobre Lissa. Estar con ella había hecho maravillas con su actitud y su vida social, pero al final del día, aún tenía problemas por venir de una familia ―manchada‖. Aún se preocupaba de no ser lo suficientemente bueno para ella.

91

—Rose tiene razón —dijo una voz no invitada detrás de nosotros. Preparando mi mejor mirada, me volteé para encarar a Jesse. Naturalmente, Ralf estaba cerca. El novato asignado a Jesse, Dean, se quedó cerca vigilando la puerta. Ellos aparentemente tenían una relación más de guardaespaldas más formal. Jesse y Ralf no habían estado en la fila cuando nosotros llegamos, pero aparentemente vagaron por ahí lo suficiente para escuchar nuestra conversación—. Aún perteneces a la realeza. Tienes todo el derecho de estar con ella. —Vaya, hablando de cambiar de parecer—dije—. ¿No eran ustedes los que estaban hablando el otro día de como Christian se iba a convertir en Strigoi en cualquier momento? Yo cuidaría mi cuello, si fuera ustedes. Él parece peligroso. Jesse se encogió de hombros. —Oye, dijiste que estaba limpio, y si alguien sabe de Strigois eres tú. Además, estamos comenzando a pensar que la naturaleza rebelde de Ozera es algo bueno. Le di una mirada sospechosa, asumiendo que había algún truco ahí. Aún así, él se veía sincero, como si de verdad estuviera convencido de que Christian era seguro. —Gracias—dijo Christian, una ligera burla curveando sus labios—. Ahora que me han perdonado a mí y a mi familia, finalmente puedo seguir con mi vida. Es lo único que me había estado deteniendo. —Estoy hablando en serio —dijo Jesse—. Los Ozeras han estado callados últimamente, pero solían ser una de las familias más fuertes. Podrían serlo de nuevo, especialmente tú. A ti no te da miedo hacer cosas que supuestamente no deberías. Nos gusta eso. Si superas toda tu mierda antisocial, podrías hacer los amigos correctos y llegar muy lejos. Tal vez así dejarías de preocuparte tanto por Lissa. Christian y yo intercambiamos miradas. —¿En que se están metiendo? — preguntó el. Jesse sonrió y nos miró a ambos con recelo. —Algunos de nosotros hemos estado reuniéndonos. Hemos formado una especie de grupo, una mejor manera de que nosotros, los de las mejores familias, nos mantengamos unidos, ¿sabes? Las cosas han estado un poco locas, con esos ataques de Strigois el mes pasado y la gente no sabe qué hacer al respecto. Además

92

hay rumores de que quieren hacernos pelear y encontrar nuevas formas de ayudarles a los guardianes—. Lo dijo con una mueca, y me enfurecí al escucharlo hablar de los guardianes como objetos. —Demasiados plebeyos están tratando de hacerse cargo. —¿Por qué es eso un problema si sus ideas son buenas? —demandé. —Sus ideas no son buenas. Ellos no saben cuál es su lugar. Algunos de nosotros hemos comenzado a pensar en formas de protegernos entre nosotros y a cuidar de los demás. Creo que te gustaría lo que hemos aprendido a hacer. Después de todo, somos los que necesitamos continuar tomando las decisiones, no los dhampirs ni ningún otro Moroi. Somos la élite. Los mejores. Únete a nosotros, hay muchas cosas que podríamos hacer para ayudarte con Lissa. No lo pude evitar. Me reí. Christian simplemente lo miró asqueado. —Retiro lo que dije antes —les dijo—. Esto es lo que he estado esperando toda mi vida. Una invitación para unirme a su club de la casita del árbol. Ralf, grande y amenazador, dio un paso adelante. —No te burles de nosotros, esto es serio. Christian suspiró. —Entonces no se burlen de mí. Si realmente creen que quiero pasar mi tiempo con ustedes y tratar de hacer las cosas aún mejores para los Morois que ya son lo suficientemente mimados y egoístas, entonces son más estúpidos de lo que pensé que eran. Y eso era bastante estúpido. Rabia y vergüenza llenaron las caras de Jesse y de Ralf, pero afortunadamente, en ese momento llamaron a Christian. Él se veía considerablemente más animado cuando caminamos a través de la habitación. Nada como un enfrentamiento con dos imbéciles para hacerte sentir mejor a cerca de tu vida amorosa. La alimentadora asignada para Christian esta noche era una mujer llamada Alice, quien era la más vieja del campus. La mayoría de los Morois preferían donantes jóvenes, pero Christian, siendo la persona retorcida que era, la prefería a ella porque estaba casi senil. No estaba tan vieja, aún no estaba en sus sesentas, pero demasiadas endorfinas de mordidas de vampiro en su vida la habían afectado permanentemente.

93

—Rose —dijo ella, centrando sus embelesados ojos azules en mí—. Usualmente no estás con Christian. ¿Has peleado con Vasilisia? —No —dije—. Sólo me gané un cambio de escenario. —Escenario —murmuró ella, mirando hacia una ventana cercana. Los Morois mantenían las ventanas oscuras para bloquear la luz, y dudaba mucho que un humano pudiera ver algo—. El escenario está siempre cambiando. ¿Te has dado cuenta de eso? —No el nuestro —dijo Christian, sentándose a su lado—. Esa nieve no se va a ir a ninguna parte. No por unos cuantos meses. Ella suspiró y le dio una mirada impaciente. —No estaba hablando del paisaje. Christian me dio una sonrisa satisfecha, entonces se dobló y hundió sus dientes en su cuello. Su expresión se desvaneció, junto a su charla del escenario o lo que fuera que quisiera decir mientras él bebía de ella. He vivido tanto tiempo entre vampiros que ni si quiera pienso en sus colmillos la mitad del tiempo. La mayoría de los Morois eran muy buenos escondiéndolos. Era solo en momentos como este que recordaba el verdadero poder que tenía un vampiro. Usualmente, cuando veía a un vampiro alimentarse, recordaba cuando Lissa y yo huimos de la Academia, y la dejé alimentarse de mí. Nunca llegué a alcanzar el loco nivel de adicción de un alimentador, pero había disfrutado de la breve sensación de estar drogada. Solía desearlo de una forma que nunca podría admitirle a nadie. En nuestro mundo, sólo los humanos ofrecen su sangre. Los dhampirs que lo hacían eran considerados bajos y humillados. Ahora, cuando veía un vampiro alimentarse, no pensaba en lo bien que se sentía. En lugar de eso volvía a esa habitación en Spokane donde Isaiah, nuestro captor Strigoi, se había alimentado de Eddie. Los sentimientos que se agitaban en mí eran cualquier cosa menos buenos. Eddie había sufrido terriblemente, y no pude hacer nada más que permanecer ahí y observar. Asqueada, deje de mirar a Christian y a Alice.

94

Cuando dejamos la habitación de los alimentadores, Christian lucía más brillante y animado. —El fin de semana está aquí Rose. No más clases, y tú tienes tu día libre. —No—dije, casi lo había olvidado. Maldición. ¿Por qué tenía que habérmelo recordado? Casi estaba comenzando a sentirme mejor después del incidente con Stan. Suspiré. —Tengo servicio comunitario.

95

Capítulo 9 Traducido por Sky Corregido por Curitiba

C

on tantos Morois procedentes de Europa Oriental, el Cristianismo Ortodoxo era la religión predominante en la Academia. Otras religiones también eran representadas, y yo diría que en general, solo aproximadamente la mitad del cuerpo estudiantil asistían a algún servicio con regularidad. Lissa era una de estos estudiantes. Ella asistía a la iglesia cada domingo porque creía. Christian también asistía. Él lo hacía por ella y porque esto lo hacía parecer bien y menos probable en convertirse en Strigoi. Desde que los Strigoisno podían estar en suelo sagrado, la ceremonia regular de la iglesia le proporcionaba un poco de respeto a él. Cuando no estaba durmiendo, me presentaba en la iglesia con aspecto social, Lissa y mis amigos por lo general suelen salir y hacer algo divertido después, entonces la iglesia servía como un buen punto de encuentro. Si a Dios le importaba que usara su capilla como mi mejor medio para seguir con mi vida social, aún no me lo había hecho saber. Era eso, o estaba esperando su tiempo para después castigarme. Cuando el servicio terminó ese domingo, sin embargo, tuve que quedarme en la capilla porque allí era donde iba a hacer mi servicio comunitario.Cuando el lugar quedó vacío me sorprendí de ver que otra persona se había quedado conmigo: Dimitri. —¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté. —Pensé que podrías necesitar algo de ayuda. He oído que el padre quiere hacer una limpieza general.

96

—Sí, pero tú no eres el que está siendo castigado aquí. Y este es tu día de descanso también. Nosotros, bueno, todos los demás, pasan toda la semana luchando, pero ustedes fueron los que comenzaron las luchas todo el tiempo. —De hecho, ahora que lo notaba Dimitri también tenía un par de contusiones, aunque no tantas como las de Stan. Esta había sido una semana larga para todos, y era apenas la primera de seis. —¿Qué otra cosa podría hacer hoy? —Yo podría pensar en un montón de cosas, —le dije secamente—. Probablemente exista una película de John Wayne en algún lugar, que no hayas visto. Negó con la cabeza. —No, no la hay. Las he visto todas. Mira, el Padre nos está esperando. Me di la vuelta. Sin lugar a dudas. El Padre Andrew estaba frente a nosotros, observándonos expectantemente. Se había despojado de la rica túnica que vestía durante el servicio y ahora llevaba unos simples pantalones y una camisa de botones. Parecía que estaba listo para trabajar, y me preguntaba lo que hacia los domingos, siendo un día de descanso. Cuando Dimitri y yo nos aproximamos para hacer frente a nuestras asignaciones, consideré lo que en realidad podría haber hecho que Dimitri permaneciera aquí en primer lugar. Seguramente no quería realmentetrabajar en su día libre como guardián. No estaba acostumbrada a no entenderlo. Sus intenciones por lo general eran directas y tuve que asumir que existía una simple explicación ahora pero que aún no estaba completamente clara. —Gracias a ambos por ofrecerse voluntariamente a ayudarme. —El Padre Andrew nos dio una sonrisa. Traté de no burlarme en referencia a lo de ―voluntariamente‖. Él era un Moroi a finales de sus cuarenta años, con un poco de cabello grisáceo. Aun no teniendo mucha fe en la religión, todavía me gustaba y lo respetaba. —No vamos a hacer nada particularmente complejo hoy, —continuó—. Será un poco aburrido realmente, vamos a hacer la limpieza regular, por supuesto, y después me gustaría ordenar las cajas con materiales antiguos que se encuentran en el ático.

97

—Estamos encantados de poder ayudarle en lo que necesite—dijo Dimitri solemnemente. Yo reprimí un suspiro y traté de no pesar en todas las otras cosas que podría estar haciendo. Nos pusimos en ello. Me adjudiqué el trabajo de barrer y Dimitri se hizo cargo del polvo y de pulir los bancos de madera de la iglesia. Él parecía pensativo y atento mientras limpiaba, pareciendo en realidad como si estuviera orgulloso del trabajo que hacía. Yo todavía estaba tratando de entender el porqué estaba aquí. No me entiendan mal, estaba feliz de tenerlo aquí. Su presencia me hacía sentir mejor, y desde luego siempre me gustaba mirarlo. Pensé que quizás estaba aquí para obtener más información de mi parte, acerca de lo que había sucedió ese día con Stan, Christian y Brandon. O quizá me quería castigar por lo que había ocurrido después con Stan, donde había sido acusada de saltar en la batalla por razones propias y egoístas. Estas parecían las explicaciones más probables, aun cuando él no me había dicho ni una palabra. Incluso cuando el Padre salió del santuario para ir a su oficina, Dimitri siguió trabajando en silencio. Pensé que si tuviera algo que decir, lo habría hecho en ese momento. Cuando termínanos de hacer la limpieza, el Padre Andrew nos hizo transportar las cajas del ático a la despensa que se encontraba detrás de la capilla. Lissa y Christian utilizaban con frecuencia aquel ático como un escondite secreto, y me pregunté si teniéndolo limpio y vacio seria un pro o un contra para sus encuentros secretos. Tal vez lo abandonarían y así podría conseguir dormir un poco más. Con todas las cosas en el piso de abajo, los tres nos sentamos en el suelo y empezamos a organizar todo. El Padre Andrew nos dio instrucciones de lo que podíamos guardar y lo que debíamos tirar, era un alivio no estar de pie y un cambio después de tener una semana pesada. Él conversó un poco mientras trabajábamos, me preguntó sobre las clases y otras cosas. Eso no fue tan malo. Y mientras trabajábamos, un pensamiento vino a mi mente. Yo había hecho un buen trabajo convenciéndome de que Mason era una ilusión causada por mi falta de sueño, pero si me aseguraba de que alguien con autoridad me dijera que los fantasmas no existían sería un buen modo de hacerme sentir mejor.

98

—Oiga, —le dije al Padre Andrew—. ¿Usted cree en fantasmas? ¿Quiero decir, existe alguna mención de ellos, —apunté a nuestro alrededor—, ¿en estas cosas? Esa pregunta claramente lo sorprendió, pero no parecía estar ofendido por llamar a su vocación y el trabajo de su vida ―estas cosas‖. O el hecho de que yo era, evidentemente, ignorante acerca de todo, a pesar de tener diecisiete años de asistir a la misa. Una expresión confusa cruzó por su rostro, y detuvo su trabajo. —Bueno…eso depende de cómo definas a los ―fantasmas‖, supongo. Di un toque con mi dedo a un libro de teología. —El punto de todo esto es que cuando mueres, vas al cielo o al infierno. Eso hace de los fantasmas solamente historia, ¿verdad? No están en la Biblia o algo así. —De nuevo, —él dijo—, eso depende de tu definición. Nuestra fe siempre sostiene que después demorir,el espíritu se separa del cuerpo y puede llegar a quedarse en este mundo. —¿Qué? —Un tazón polvoriento que tenía en mi mano resbaló. Por suerte, este era de madera y no se rompió. Rápidamente lo recogí. Esa no era la respuesta que estaba esperando. —¿Por cuánto tiempo? ¿Para siempre? —No, no, por supuesto que no. Esto va en contra de la resurrección y la salvación, lo que forman la base de toda nuestra creencia. Pero se cree que el alma puede quedarse en la tierra de tres a cuarenta días después de muerto. Eventualmente recibe un juicio ―provisional‖ que lo manda de este mundo ya sea al cielo o al infierno, aunque nadie realmente experimenta esto hasta el verdadero día del juicio, cuando el alma y el cuerpo se unan para vivir por siempre como uno solo. El tema de la salvación estaba perdido para mí. Los ―tres a cuarenta días‖ fue lo que llamó mi atención. Me olvidé por completo de lo que estaba haciendo. —Sí, ¿pero es cierto o no? ¿Los espíritus realmente pueden caminar sobre la tierra por cuarenta días después de morir? —Ah. Rose. Aquellos que se preguntan si la fe es verdadera están abriendo una discusión que podrían no estar dispuestos a tener.

99

Tuve el presentimiento de que estaba en lo cierto, suspiré y giré la caja frente a mí. —Pero, —él dijo amablemente—, si esto te ayuda, algunas de esas ideas sobre fantasmas se comparancon la creencia de los pueblos del Este de Europa que existían antes de la expansión del cristianismo. Esas tradiciones por mucho tiempo han mantenido la idea de que los espíritus se quedan alrededor por un tiempo después de morir, particularmente si la persona ha muere joven o violentamente. Me congelé. Cualquier progreso que había hecho para convencerme de que Mason había sido creado por el estrés inmediatamente desapareció. Joven o violentamente. —¿Por qué? —le pregunté con voz baja—. ¿Por qué se quedarían ellos? ¿Es…es por venganza? —Estoy seguro que hay algunos que lo creen, al igual que hay otros que creen que el alma tiene problemas en encontrar la paz después de algo tan perturbador. —¿Y usted que cree? —le pregunté Él sonrió. —Creo que el alma se separa del cuerpo, justo como nuestros padres nos enseñan, pero dudo que el tiempo en que el alma está en la tierra sea algo que cualquier persona viva pueda percibir. No es como en las películas, con fantasmas que frecuentan edificios o visitan a aquellos que conocían. Creo que estos espíritus son más como una energía que existe alrededor de nosotros, algo que está más allá de nuestra percepción mientras esperan para seguir adelante y encontrar por fin la paz. En última instancia, lo que importa es lo que sucede mas allá de esta tierra cuando llegamos a la vida eterna que nuestro salvador nos dio con un gran sacrificio. Eso es lo importante. Me pregunté si el Padre Andrew sería tan rápido en decir eso si hubiese visto como lo que yo había visto. Joven y violentamente. Ambos se aplicaban a Mason y había muerto hace menos de cuarenta días. Aquella triste, triste cara volvía a mí, y me preguntaba que había significado. ¿Venganza? ¿O realmente no podía encontrar la paz?

100

Y ¿cómo la teología del Padre Andrew sobre el cielo y el infierno se ajustaba a alguien como yo, que había muerto y vuelto a la vida? Víctor Dashkov había dicho que fui al mundo de los muertos y regresé cuando Lissa me había curado. ¿Cual mundo de los muertos? ¿Fui al cielo o al infierno? ¿O es otra forma de referirse al estado en la tierra del cual Padre Andrew hablaba? No dije nada después de eso, porque la idea de Mason buscando venganza era realmente alarmante. El Padre Andrew sintió mi cambio, pero obviamente no sabía que lo había provocado. Él trato de distraerme. —Hace poco conseguí libros nuevos de un amigo de otra parroquia. Historiasinteresantes acerca de St. Vladimir. —Él inclinó la cabeza—. ¿Todavía sigues interesada en él? ¿Y Anna? Teóricamente, lo estaba. Hasta que encontramos a Adrian, sólo habíamos conocido a dos usuarios del espíritu. Uno de ellos era nuestra antigua profesora la Señora Karp, quién había se había vuelto completamente loca por causa del espíritu y se transformó en un Strigoi para detener la locura. La otra persona fue St. Vladimir de quien provenía el nombre de la Academia. Él había vivido siglos atrás y había regresado a su guardiana, Anna, de entre los muertos, tal y como Lissa lo había hecho conmigo. Eso había hecho de Anna una shadow-kiss y creado una conexión entre ellos dos también. Normalmente, Lissa y yo tratábamos de conseguir todo lo que podíamos sobre Anna y Vlad, para aprender más sobre nosotras mismas. Pero, tan increíble como era para mí el admitirlo, ahora tenía problemas más grandes que la siempre-presente y siempre-confusa conexión psíquica entre Lissa y yo. Acababa de haber sido derrotada por un fantasma que podría posiblemente estar irritado conmigo por mi papel en su imprevista muerte. —Sí —le dije evasivamente, tratando de no hacer contacto visual—. Estoy interesada… pero pienso que no podré ponerme en ello por un tiempo. Estoy ocupada con todo esto…sabe, las cosas de la experiencia de campo. Me quedé de nuevo en silencio. Él tomo la indirecta y me dejo trabajar sin más interrupciones. Dimitri nunca dijo una palabra durante todo esto. Cuando finalmente terminamos de organizar, el Padre Andrew nos dijo que

101

nosotros teníamos una tarea más antes de poder retirarnos. Él indicó unas cajas que habíamos organizado y re-empacado. —Necesito que lleven esas cajas hacia el campus de la escuela primaria— dijo—. Déjenlas allí en el dormitorio Moroi.La Sr. Davis ha estado enseñando en la escuela dominical a algunos niños del jardín de infancia y podría usar alguno de estos libros. Llevaría por lo menos dos viajes entre Dimitri y yo, y al campusde la escuela primaria estaba a una distancia considerable. Sin embargo, esto me ponía un paso más cerca de la libertad. —¿Por qué estas interesada en los fantasmas? —preguntó Dimitri tras nuestro primer viaje. —Solo estaba conversando —dije. —No puedo ver tu rostro ahora, pero tengo la sensación de que estas mintiendo de nuevo. —Dios, todo el mundo está pensando lo peor de mi últimamente. Stan me acusó de procurar mi gloria. —Me enteré de eso —dijo Dimitri, cuando dimos vuelta en una esquina. Los edificios del campus de la escuela primaria aparecieron frente a nosotros—. Eso debe haber sido un poco injusto por parte de él. —Un poco, ¿eh? —el oírlo admitir eso me emocionó, pero esto no cambió mi rabia hacia Stan. Ese oscuro sentimiento que me había molestado últimamente regresó a la vida. —Bueno, gracias, pero estoy empezando a perder la fe en esta experiencia de campo. A veces en toda la Academia. —No quisiste decir eso. —No lo sé. La Academia parece estar envuelta en reglas y políticas que no tienen nada que ver con la vida real. Vi lo que hay afuera, Camarada. Fui directo a la guarida de los monstruos. De algún modo… no sé si esto realmente nos prepara.

102

Esperé que él comenzara a discutir, pero para mi sorpresa dijo. —A veces estoy de acuerdo. Casi tropecé cuando dimos un paso dentro de uno de los dormitorios Morois sobre el campus de la escuela primaria. La sala de estar se parecía mucho a la del campus de secundaria. —¿En serio? —pregunté. —En serio—dijo con una pequeña sonrisa en su rostro—. Quiero decir, no estoy de acuerdo en que los novatos deben ser puestos en el mundo cuando tienen diez años o algo así, pero a veces he pensado que la experiencia de campo en realidad debería ser en un verdadero campo. Probablemente aprendí más en mi primer año como guardián que en todos mis años de entrenamiento. Bueno…tal vez no todo. Pero esta es una situación diferente, absolutamente. Intercambiamos miradas, felices por estar de acuerdo. Algo caliente se movió en mí, colocándose por encima de mi reciente rabia. Dimitri entendió mi frustración con el sistema, aun más, Dimitri me entendía. Él hecho un vistazo a alrededor, pero no había nadie en el mostrador. Unos pocos estudiantes adolecentes estaban trabajando y conversando en la sala. —Oh —dije cambiando el peso de la caja que sostenía—. Estamos en el dormitorio de la escuela media. Los niños más jóvenes están a un lado. Sí, pero la Sra. Davis vive en este edificio. Déjame tratar de encontrarla y ver donde quiere que coloquemos esto. —Él colocó su caja cuidadosamente en el suelo—. Enseguida vuelvo. Lo observé alejarse y coloqué mi propia caja con cuidado en el suelo. Apoyándome contra la pared, eché un vistazo alrededor y casi salté cuando vi a una chica Moroi apenas a algunos pasos frente a mí. Ella había estado tan perfectamente inmóvil, que no la había notado. Parecía como si estuviese en la pre-adolescencia, trece o catorce años, pero era alta, mucho más alta que yo. La delgadez de su cuerpo Moroi la hacía parecer aun más alta. Su cabello era una nube de rizos color marrón, y tenía pecas, raro entre la piel normalmente pálida de los Morois, a través de su cara. Sus ojos se ensancharon cuando me vio observándola. —Oh. Mi. Dios. ¿Eres Rose Hathaway, no es así?

103

—Sí —dije con sorpresa—. ¿Me conoces? —Todo el mundo te conoce. Quiero decir, todos han oído hablar sobre ti. Tú eres quién se escapó.Y entonces regresó y mató a los Strigois. Eso es tan genial. ¿Recibiste marcas molnija? —Sus palabras salieron de una sola vez. Apenas si podía respirar. —Sí. Tengo dos. —Pensar en los pequeños tatuajes en la parte de atrás de mi cuello hizo que me picara la piel. Sus ojos verde pálidos, si es posible, se ampliaron mucho más. —Oh. Mi Dios. Vaya. Por lo general me irritaba cuando las personas actuaban como si las marcas molnijas fueran una gran cosa. Después de todo, las circunstancias no habían sido tan geniales. Pero esta chica era joven y había algo interesante en ella. —¿Cuál es tu nombre? —pregunté. —Jillian…Jill. Quiero decir, sólo Jill. No ambos. Jillian es mi nombre, pero todo el mundo me llama Jill. —De acuerdo —dije, ocultando una sonrisa—.Lo he entendido. —Escuché que un Moroi usó magia cuando estuvieron luchando. ¿Es verdad?Me encantaría hacerlo. Deseo que alguien me enseñe. Yo puedo usar el aire. ¿Crees que podría luchar contra un Strigoi con eso? Todos dicen que estoy loca. —Por siglos, la utilización de magia por parte de los Morois había sido vista como un pecado. Todos pensaban que ese poder debía ser usado pacíficamente. Recientemente, unos habían empezado a cuestionar eso, particularmente después de que Christian había demostrado que era útil cuando nos escapamos de Spokane. —No sé—dije—. Deberías hablar con Christian Ozera. Ella se quedó boquiabierta. —¿Crees que él quiera hablar conmigo? —Si le expones el tema de la lucha, sí, seguro que hablará contigo. —Está bien, genial. ¿Era ese el guardián Belikov? —preguntó, cambiando repentinamente de tema.

104

—Sí. Juro que pensé que ella iba a desmayarse en ese instante. —¿En serio? Es aún más lindo de lo que había escuchado. Él es tu profesor, ¿cierto? ¿Cómo tu propio profesor personal? —Sí —Me pregunté donde estaba. Hablar con Jill me agotaba. —Vaya. Sabes, ustedes ni siquiera actúan como profesor y estudiante. Parecen amigos. ¿Ustedes salen cuando no están entrenando? —Er, bueno, algo así. A veces—recordé mis pensamientos de hace unos momentos, sobre como yo era una de las pocas personas con quién Dimitri era sociable fuera de sus deberes de guardián. —¡Lo sabia! Ni siquiera puedo imaginar eso, estaría completamente fuera de control estando todo el tiempo alrededor de él. Nunca conseguiría hacer nada, pero tú eres tan genial en eso, algo así como ―Si, estoy con este chico totalmente caliente, pero como sea, esto no me importa.‖ Me reí de mi misma. —Creo que me estás dando más crédito del que merezco. —De ninguna manera. Y no creo ninguna de esas historias, tú sabes. —Um, ¿historias? —Sí, sobre que golpeaste a Christian Ozera. —Gracias—le dije. Ahora los rumores de mi humillación se estaban esparciendo por todo el campus.Si yo anduviese por los dormitorios de primaria, alguna niña de seis años de edad probablemente me diría que escucho que mate a Christian. La expresión de Jill se tornó momentáneamente incierta. —Pero yo no sé acerca las otras historias. —¿Qué otras historias? —Sobre como tú y Adrian Ivashlov son… —No —la interrumpí, no queriendo escuchar el resto—. Lo que sea que has escuchado, no es cierto.

105

—Pero eso era realmente romántico. —Entonces definitivamente no es verdad. Su rosto se redujo y luego ella se recuperó unos momentos después. — Oye, ¿uedes enseñarme a golpear a alguien? —Esper… ¿qué? ¿Para qué quieres aprender a hacer eso? —Bueno, creo que si voy a luchar con magia algún día, debería aprender a luchar de forma normal también. —Yo probablemente no sea la persona adecuada para enseñarte—dije—. Tal vez tú, um, deberías preguntarle a tu profesor de educación física. —¡Lo hice!—Su rostro parecía angustiado—. Y él dijo que no. No pude evitar reír. —Yo estaba bromeando sobre que le preguntarás. —Vamos, podría ayudarte a luchar contra un Strigoi algún día. Mi risa se secó. —No, eso realmente, no. Ella mordió uno de sus labios, parecía desesperada en convencerme. — Bueno, pero al menos podrías ayudarme contra algún psicópata. —¿Qué? ¿cuál psicópata? —Las personas siguen recibiendo palizas por aquí. La semana pasada fue Dane Zeklos,y justo el otro día fue Brett. —Dane…—hice mi reconocimiento de la genealogía Moroi. Existía un inmenso número de estudiantes Zeklos por aquí—. ¿Ese es el hermano menor de Jesse, si? Jill asintió. —Sí. Uno de nuestros profesores estaba muy furioso, también, pero Dane no dirá ninguna palabra, tampoco Brett. —¿Qué Brett? —Ozera. Miré dos veces. —¿Ozera?

106

Tuve el pensamiento de que ella estaba realmente excitada en decirme cosas que no sabía. —Él es el novio de mi amiga Aimee. Tenía muchas contusiones ayer,tenía algunas cosas extrañas que parecían como golpes, también. Tal vez ¿quemaduras? Pero él no estaba tan mal como Dane. Y cuando la Sr. Callahan le preguntó sobre eso, Brett la convenció de que no era nada, y lo dejo irse, lo que fue extraño. Él también estaba de un humor realmente bueno,lo que fue muy extraño también,ya que pensarías que recibir este tipo de paliza te pondría mal. En algún lugar en el fondo de mi mente, sus palabras cosquilleaban en mi memoria.Había alguna conexión que yo debería estar haciendo, pero no conseguía comprenderlo totalmente. Entre Víctor, fantasmas, y la experiencia de campo, seria honestamente increíble que entendiera alguna otra cosa más. —¿Así que tú me puedes enseñar para que no reciba una paliza? —me preguntó Jill, claramente esperando que esto me hubiese convencido, ella cierra los puños y los levanta—. Debo hacer algo así, ¿cierto? Con los pulgares sobre mis dedos y girarlo. —Uh, bueno, es un poco más complicado que eso. Necesitas pararte de cierto modo, o te lastimaras más a ti misma que a la otra persona. Hay muchas cosas que necesitas hacer con tus codos y caderas. —Muéstrame, ¿por favor? —implora—. Apuesto que eres realmente buena. Era realmente buena, pero la corrupción de menores era un delito que no tenía aún en mi registro, y prefería mantenerlo de esa manera. Afortunadamente, Dimitri regresó justo entonces con la señora Davis. —Oye—le dije—. Tengo a alguien que realmente desea conocerte. Dimitri esta es Jill. Jill este es Dimitri. Él parecía sorprendido, pero sonrió y estrechó su mano con la de ella. Ella se puso de un color rojo brillante y por primera vez sin palabras. Tan pronto como el soltó su mano, tartamudeó un adiós y salió huyendo. Nosotros finalmente terminamos de entregar nuestra primera carga a la Sra. Davis y nos dirigimos hacia la capilla para la segunda carga. —Jill sabía quién era yo —le dije a Dimitri mientras caminábamos—. Ella pensaba que estaba trabajando como algún tipo de héroe.

107

—¿Eso te sorprende? —dijo—. ¿Qué los estudiantes más jóvenes te admiren? —No lo sé. Nunca he pensado en eso. Creo que no soy un buen modelo a seguir. —Estoy en desacuerdo. Tú te esfuerzas, dedicas, y sobresales en todo lo que haces. Te has ganado más respeto del que piensas. Le di una mirada de lado. —Y sin embargo, eso no es suficiente para asistir al juicio de Víctor. —No eso de nuevo. —¡Si, esto de nuevo! ¿Por qué no entiendes que esto es realmente importante? Víctor es una enorme amenaza. —Sé que él lo es. —Y sé que si queda libre, él comenzara a hacer planes locos, de nuevo. —Es realmente improbable que quede en libertad, lo sabes. La mayoría de los rumores sobre que la reina lo libere son solo eso, rumores. Tú, de todas las personas deberías saber que no debes creer en todo que escuchas. Lo miré fija y fríamente, negándome a reconocer que él tenía un punto. — Tú todavía podrías dejarnos ir. O —suspiro— al menos solo a Lissa. Fue más difícil para mí decir esas palabras de loque había pensado, pero era algo en lo que había estado pensando. No estaba pensando en buscar mi gloria como lo había dicho Stan, pero había una parte de mí que siempre quería estar en medo de una lucha. Quería estar siempre al frente, hacer lo correcto y ayudar a los demás.Pero también quería estar en el juicio de Víctor. Verlo a los ojos y asegurarme que recibiera su castigo. Transcurrieron unos minutos en silencio, y esto lo hacía parecer menos probable. El que realmente quizá no nos dejarían ir. Tal vez, sin embargo, ellos dejasen ir solo a una de nosotras, y sin lugar a dudas, esa debería ser Lissa. Ella había sido objeto del plan de Víctor, y el pensar que solo ella fuera, me ponía nerviosa, tal vez ella no necesitara de mi presencia para protegerla, debía de tomar esa posibilidad y así poder verlo encerrado.

108

Dimitri comprendía mi necesidad de estar dentro y así poder tomar medidas, parecía sorprendido por mi inusual comportamiento. —Tienes razón, ella debería de estar ahí, pero de nuevo, no puedo hacer nada acerca de eso. Tú continúas pensando que puedo controlar esto, pero en realidad no puedo. —Pero ¿has hecho todo lo que puedes? —Recordé lo que Adrian me había dicho en mis sueños acerca de que Dimitri podía hacer mucho más—. Tienes mucha influencia, debe haber algo. Cualquier cosa. —No tanta influencia como piensas, tengo una alta posición aquí en la Academia, pero en el resto del mundo guardián todavía soy muy joven. Y sí, en realidad, hablé por ti. —Tal vez deberías haber hablado más alto. Podía sentir que él trataba de cerrar este tema. Él podría discutir muchas cosas razonablemente pero no me alentaría si me comportaba como una perra. Así que, traté de ser más razonable. —Víctor sabe sobre nosotros—dije—. Podría decir algo. —Víctor tiene cosas más grandes de que preocuparse en este juicio que de nosotros. —Sí, pero lo conoces. Él no actúa exactamente como una persona normal. Si le parece que ha perdido todas las esperanzas de poder salir libre, podría hablar sobre lo nuestro por venganza. Nunca había sido capaz de confesar mi relación con Dimitri a Lissa, aun cuando nuestro peor enemigo lo sabía. Era más extraño aún el saber que Adrian también conocía esto. Víctor lo percibió cuando nos miraba y también mediante la recolección de datos. Supongo que cuando eres un villano inteligente, puedes hacer este tipo de cosas. Él no lo había hecho público aunque en cambio lo utilizó contra nosotros haciendo un hechizo de lujuria con magia de la tierra. Un hechizo así no funcionaria si no existiera atracción en ese momento. El hechizo solo trajo cosas al descubierto. Dimitri y yo habíamos estado juntos y casi habíamos estado a punto de tener relaciones sexuales. Fue una bonita e inteligente manera por parte de Víctor de distraernos sin recurrir a la violencia. Si alguien nos hubiese atacado, esa podría haber sido una excelente pelea. ¿Pero estando

109

el uno con el otro cerca de hacer algo? En eso sí tuvimos problemas para luchar. Dimitri estuvo en silencio durante unos segundos. Sabía que él sabía que tenía un punto. —Entonces tendremos que tratar con esto de la mejor manera posible—dijo por fin—.Pero si Víctor tiene previsto decirlo lo hará tanto si declaras como si no lo haces. Me negué a decir algo hasta que llegáramos a la iglesia. Cuando lo hicimos, el Padre Andrew nos dijo que después de revisar unas cosas más, había decidido que en realidad solo se necesitaba llevar una caja más a la Sra. Davis. —Yo lo haré—dije a Dimitri secamente, una vez que el Padre se encontraba fuera de alcance para oírlo—. No tienes que venir. —Rose, por favor no tienes que hacer un gran problema de esto. —¡Es un gran problema!—le dije entre dientes—. Tú no pareces entender eso. —Lo entiendo. ¿Crees realmente que quiero ver a Víctor fuera? ¿Crees que quiero ver a todos de nuevo en peligro? —Era la primera vez en mucho tiempo que había visto que su control estaba por romperse—. Pero te lo dije, he hecho todo lo que puedo hacer. No soy como tú, no puedo hacer una escena cuando las cosas no resultan como quiero. —Yo no hago eso. —Lo estás haciendo ahora mismo. Él estaba en lo cierto. Una parte de mi sabía que había cruzado la línea… pero con todas las cosas que había pasado últimamente,no podía dejar de hablar. —¿Por qué siquiera me has ayudado hoy? —exigí—. ¿Porque estás aquí? —¿Eso es tan extraño? —preguntó. Casi parecía herido. —Sí, quiero decir, ¿estás tratando de espiarme? Entender ¿por qué mehe comportado extraña? ¿Asegurarte que no tengo ningún problema?

110

Él me estudio, retirando su cabello de sus ojos. —¿Por qué tiene que existir un motivo oculto en esto? Quería decir un montón de cosas diferentes. Como, si no existiese un motivo, entonces estaba queriendo decir que quería pasar un tiempo conmigo. Y esto no tenía sentido, porque los dos sabíamos que solo podíamos tener una relación profesor-alumno. Él de todas las personas debía de saber esto. Él fue quién me lo había dejado claro. —Porque todos tienen un motivo. —Sí. Pero no siempre son los motivos que piensas. —Abrió la puerta—. Te veo luego. Lo miré retirarse, mis sentimientos enredados con confusión e ira. Si la situación no hubiera sido tan extraña, casi habría dicho que era como si acabáramos de tener una cita.

111

Capítulo 10 Traducido por Rania Corregido por Curitiba

A

l día siguiente, se reanudaron mis obligaciones como guardián con Christian. Una vez más, encuentro mi propia vida en espera por alguien más.

—¿Cómo estuvo tu penitencia? —preguntó, mientras caminábamos a través del campus desde su dormitorio. Di un bostezo ahogado. No fui capaz de dormir bien anoche, por mis sentimientos por Dimitri y por lo que el Padre Andrew me había dicho. No obstante, mantengo un ojo alerta. Esta era la ubicación donde Stand nos atacó dos veces anteriormente, y además, los guardianes estaban enfermos y suficientemente mareados para venir tras de mí en un día en que yo me encontraba muy cansada. —Estuvo bien. El sacerdote dejo que nosotros nos fuéramos temprano. —¿Nosotros? —Dimitri vino y me ayudó. Creo que él se sintió mal por mi cuando me quedé atrapada con ese trabajo. —O eso o no tiene nada más que hacer, ahora que no está haciendo sus sesiones extras. —Tal vez, pero lo dudo. En conjunto, creo que no fue un día tan malo—A menos que consideres malo aprender sobre fantasmas rencorosos. —Yo tuve un magnifico día —dijo Christian, con la mínima satisfacción en su voz.

112

Reprimí el impulso de poner los ojos en blanco. —Sí, lo sé. Él y Lissa habían aprovechado su día sin guardianes para estar juntos. Supuse que debería estar alegre de que se contuvieron hasta que Eddie y yo no estuviéramos cerca,pero en muchas maneras diferentes, no importó.Cierto, cuando estaba despierta, podía bloquear todos los detalles, pero todavía sabía que estaba sucediendo. Sentí un poco de los celos y enojo de la última vez que habían estado juntos regresó. Era el mismo problema una vez más: Lissa haciendo todas las cosas que yo no podía hacer. Moría por ir a desayunar. Podía olerlas tostadas francesas y el jarabe de arce caliente. Carbohidratos envueltos en más carbohidratos. Delicioso. Pero Cristian quería sangre antes de que comiéramos algo solido, y sus necesidades sabotearon las mías. Ellos son primero. Al parecer él había saltado ayer su dosis de sangre diaria, probablemente para tener más tiempo romántico. El cuarto de alimentación no estaba lleno pero aún así tuvimos que esperar. —Oye—dije—.¿Conoces a Brett Ozera? ¿Son parientes, cierto? —Después de mi encuentro con Jill, finalmente pude unir algunas piezas, Brett Ozera y Dane Zeklos me recordaron como lucía Brandon el día del primer ataque de Stan. El desastre de aquel día me había hecho olvidar completamente a Brandon, pero las coincidencias repentinamente removieron mi curiosidad. Los tres habían recibido una paliza, los tres habían estado en negación. Christian asintió con la cabeza. —Sí, de cierto modo estamos relacionados de todas las maneras. No lo conozco tan bien, él es como un primero tercero o cuarto o algo así. Su ramaje familiar no ha tenido mucho que ver con el mío desde… bien, tú sabes. —Escuché algo raro sobre él —Entonces le relaté lo que Jill me había dicho sobre Dane y Brett. —Eso es raro —acordó Cristian—. Pero las personas se meten en peleas. —Sí, pero aquí hay unas conexiones raras. Y la realeza casi nunca termina del lado perdedor de la pelea, y todos ellos lo estaban.

113

—Bueno, tal vez eso es. Sabes cómo ha sido. Muchos de la realeza se molestan con aquellos que no son de sangre real que quieren cambiar la forma en que los guardianes son asignados y aprender a luchar. Ese es el punto del pequeño club estúpido de Jesse y Ralf.Quieren asegurarse de que la realeza este en la cima. Los súbditos probablemente se están molestando y poniendo resistencia. —Así que, qué, ¿alguna clase de vigilante está allá fuera haciendo pagar a la realeza? —Sería la cosa más rara que ha pasado por aquí —señaló. —Eso es ciertamente seguro —refunfuñé. El nombre de Christian fue pronunciado, y él miró detenidamente hacia adelante. —Mira eso —dijo felizmente—. Alice de nuevo. —No entiendo tu fascinación con ella ―observé mientras nos acercábamos a la vieja alimentadora—. Lissa siempre está emocionada por verla también, pero Alice está loca. —Lo sé —dijo—. Eso es lo que es tan grandioso. Alice nos saludó cuando Christian se sentó al lado de ella.Me apoyé contra la pared, con los brazos cruzados sobre mi pecho. Sintiéndome cansada dije—: Alice el escenario no ha cambiado. Es exactamente el mismo que la vez pasada. Ella giró sus aturdidos ojos hacia mí. —Paciencia, Rose. Tienes que ser paciente y prepararte. ¿Estás preparada? Al sonar el timbre de cambio de clase me dio un pequeño susto. Era como hablar con Jill, pero menos sano. —Hum, ¿preparada cómo? ¿Para el escenario? En lo que tuvo que ser un momento principal de ironía, ella me miró como si pensara que yo era la que estaba loca. —Armada. ¿Estás armada? ¿Vas a protegernos, verdad? Busqué adentro de mi abrigo y saqué la estaca de práctica que me dieron para la experiencia de campo. —Lo tengo cubierto —dije.

114

Ella me vio inmensamente aliviada y aparentemente no pudo distinguir la diferencia entre una estaca real y una falsa. —Bien —dijo—. Ahora estaremos a salvo. —Eso es correcto —dijo Christian—. Con Rose armada, no tenemos nada de qué preocuparnos. El mundo de los Morois puede descansar tranquilamente. Alice estaba siendo indiferente a su sarcasmo. —Sí. Bueno, ningún lugar es siempre seguro. Guardé la estaca de nuevo. —Estamos a salvo. Tenemos los mejores guardianes del mundo protegiéndonos. Los Strigois nunca entraran aquí. No agregué lo que aprendí recientemente, que los Strigois utilizan a los humanos para romper las salas. Las salas eran líneas invisibles de poder que estaban compuestas por los cuatro elementos. Eran creadas cuando cuatro Morois, cada uno fuerte con uno de los diferentes elementos, caminaran alrededor de un área, y dejaban la magia en un círculo alrededor de la tierra, creando una frontera protectora. La magia de los Morois estaba impregnada de vida y un fuerte campo de ella no dejaba pasar a los Strogois, ya que ellos estaban desprovistos de vida, entonces las salas con frecuencia son puestas alrededor de las viviendas Morois. Toneladas de ellas fueron puestas alrededor de esta escuela. Ya que las estacas también fueron impregnadas de los cuatro elementos, conducir una estaca por la línea de una sala en la tierra perforaba la sala y cancelaba el efecto protector. Eso nunca había sido una preocupación verdadera por que los Strigois no podían tocarlas. Sin embargo, en algunos ataques recientes, humanos, que pueden tocar las estacas, han servido a los Strigois y rompieron algunas salas. Creíamos que los Srigois que yo había matado habían sido los cabecillas en aquel grupo, pero aún no estábamos seguros de ello. Alice me estudió de cerca con sus ojos nublados casi como si supiera lo que estaba pensando. —En ningún lugar estarán a salvo. Las salas fallarán. Los guardianes morirán. Eché un vistazo a Christian, quién se encogió de hombros como diciendo ¿que podrías esperar de Alice?.

115

—¿Si ya terminaron con su charla de chicas, puedo comer ahora? — preguntó. Alice estaba más que feliz de obedecer, ya que él era la primera mordida del día. Ella olvidó todo rápidamente incluyendo las salas y simplemente se perdió en el placer de la mordida. Olvidé también lo de las salas. Yo también tenía algo en mente, en realidad: todavía deseaba saber si Mason había sido real o no. Aparte de la explicación espantosa del sacerdote, tuve que admitir que las apariciones de Mason no habían sido amenazadoras,solo me asustaba un poco. Una vez más me detuve en la teoría del estrés y la fatiga. —Ahora es tiempo de que yo coma —dije cuando Christian terminó. Estaba casi segura de oler el tocino ahora, probablemente eso haría feliz a Christian.Él podría envolverlo alrededor de sus tostadas francesas. Nosotros apenas habíamos dado un paso fuera de la habitación cuando Lissa llegó corriendo hacia nosotros, Eddie se arrastraba detrás. El entusiasmo alumbró su cara, aunque los sentimientos en el vínculo no eran exactamente felices. —¿Te enteraste? —ella preguntó, un poco sin aliento. —¿Enterarme de qué? —pregunté. —Tienes que darte prisa, ve y toma tus cosas. Vamos al juicio de Víctor. Ahora mismo. No había sido advertida en absoluto sobre cuando seria el juicio de Víctor, sin hablar de que alguien al parecer había decidido que nosotros podríamos ir. Christian y yo intercambiamos miradas asustadas y luego nos alejamos rápidamente a su cuarto para juntar nuestras cosas. El equipaje era liviano. Mi bolso ya estaba listo para partir, y a Christian sólo le tomó un minuto para juntar las suyas. En menos que media hora, estábamos afuera sobre la pista de aterrizaje de la Academia.Dos jets privados en la pista, uno de los cuales estaba encendido y esperando para partir. Una pareja de Morois apresurados estaban haciendo cosas de última hora con el avión y la pista de aterrizaje.

116

Nadie parecía saber qué pasaba. Simplemente le habían dicho a Lissa que ella, Christian, y yo íbamos a declarar y que Eddie podría venir para seguir con su experiencia de campo. Sin recibir ninguna explicación en cuanto a por qué las cosas habían cambiado, y una mezcla extraña de impaciencia y aprensión crujió a nuestro alrededor. Todos queríamos ver a Víctor encerrado lejos para bien, pero ahora que realmente fuimos afrontados con la realidad del juicio y de verlo, bueno, era un poco tenebroso. Unos guardines no tardaron en acercar sus pasos al avión. Los reconocí, eran los que habían ayudado a capturar a Víctor. Probablemente iban a tener un doble deber, servir como testigos y como nuestra protección. Dimitri se coló cerca de las afueras, y me apresuré hacia él. —Lo siento ―tragué—. Lo siento tanto. Él dio la vuelta hacia mí, su cara mostraba aquella imagen perfecta de neutralidad que le salía tan bien. —¿Lo sientes, por qué? —Por todas las cosas horribles que dije ayer. Lo hiciste, realmente lo hiciste. Conseguiste que nos dejaran ir. A pesar de mi nerviosismo sobre ver a Víctor, estaba llena de alegría. Dimitri había tenido éxito. Había sabido todo este tiempo que él realmente se preocupaba por mí, esto solamente lo probó. Si no hubieran estado tantas personas alrededor, lo hubiera abrazado. La cara de Dimitri no cambió. —No fui yo, Rose. No tuve nada que ver con ello. Alberta señaló que nosotros podíamos abordar, y él se dio la vuelta para unirse a los demás. Estuve de pie congelada durante un momento, mirándolo y tratando de entender que había pasado. ¿Si él no había intervenido, entonces por qué íbamos nosotros? Los esfuerzos diplomáticos de Lissa habían sido derribados hace un tiempo. ¿Por qué el cambio? Mis amigos ya estaban a bordo, entonces me apresuré para alcanzarlos. En cuanto di un paso en la cabina, una voz me llamó. —¡Pequeña dhampir! Ya era tiempo de que llegarás. Miré y vi a Adrián saludando, con una bebida en su mano. Genial. Nosotros habíamos tenido que pedir y suplicar para poder ir, aún así

117

Adrián de algún modo acababa de colarse también. Lissa y Christian se sentaban juntos, entonces me reuní con Eddie con la esperanza de estar lejos de Adrián. Eddie me cedió el asiento de la ventana. Adrián se movió al asiento delante de nosotros, aunque también podría haberse sentado en nuestra fila, tan pronto como se sentó se giró para dirigirse a mí. Su charla y coquetería vergonzosa indicada que había estado bebiendo cócteles a sorbos, mucho antes de que el resto de nosotros hubiera llegado a bordo. Yo en cierto modo hubiera deseado tener unos cuantos para mí una vez que estuvimos a bordo. Un terrible dolor de cabeza me vino inmediatamente después del despegue, y me entretuve con una fantasía del vodka para adormecer el dolor. —Vamos a la Corte—dijo Adrián—. ¿No estás entusiasmada con ello? Cerré mis ojos y froté mis sienes. —¿Con qué?¿Con la corte real o la legal? —La corte real. ¿Trajiste un vestido? —Nadie me dijo que lo hiciera. —Así que… eso es un "no". —Sí. —¿Sí? Pensé que quisiste decir no. Abrí un ojo y lo fulminé con la mirada. —Significa que no y tú lo sabes. No, no traje un vestido. —Te conseguiremos uno —dijo él con altivez. —¿Vas a llevarme de compras? Voy a salir por mi cuenta y supongo que no te considerarán un chaperón confiable. —¿De compras? ¡Si, como no! Hay sastres que viven allí. Te conseguiremos algo hecho a la medida. —No nos quedaremos tanto tiempo. ¿Y realmente necesito un vestido para lo que vamos hacer allí? —No, solamente me gustaría verte con uno.

118

Suspiré y apoyé mi cabeza contra la ventana. El dolor en mi cráneo aún era punzante. Era como si el aire estuviera oprimiéndose sobre mí. Algo destello en mi visión periférica, me di la vuelta sorprendida, pero no había nada más que las estrellas fuera de la ventana. —Algo negro —él siguió—. De satén, pienso… tal vez con encaje. ¿Te gusta el encaje? Algunas mujeres piensan que pica. —Adrián —Era como un martillo, un martillo dentro y fuera de mi cabeza. —Podrías conseguir un terciopelo agradable también, sin embargo. Ese no picaría. —Adrián —Incluso las órbitas de mis ojos parecían doler. —Y luego una abertura en un lado para lucir tus grandiosas piernas Esta podría ir casi a la altura de la cadera y tener este pequeño lindo y lindo moño... —¡Adrián!—Algo dentro de mí explotó—. ¿Quieres cerrar tu maldita boca por cinco segundos? —Grité tan alto que el piloto probablemente me había escuchado. Adrián tenía aquella mirada rara de asombro sobre su cara. Alberta,sentada al otro lado del pasillo de donde estaba Adrián, se levantó de su asiento. —Rose —ella exclamó—. ¿Qué sucede? Yo rechiné mis dientes y me frotéla frente. —Tengo el peormaldito dolor de cabeza en el mundo, y él no iba a callar—Ni siquiera me había cuenta de que había maldecido delante de un instructor hasta unos segundos más tarde. Al lado de mi campo visual, pensé que vi algo más, una sombra que se lanzó a través del avión, recordándome unas alas negras. Como las de un murciélago o un cuervo. Cubrí mis ojos. No había nada volando por el avión—. ¿Dios, por qué esto no se va? Esperé que Alberta me castigara por el arrebato, pero en cambio, Christian habló—: Ella no ha comido hoy. Y realmente tenía hambre antes. Destapé mis ojos. La cara de Alberta estaba llena de preocupación y ahora Dimitri rondaba detrás de ella. Más formas como de sombra revolotearon a través de mi visión. La mayoría no se distinguían, pero podría haber jurado que vi algo parecido a un cráneo mezclado con la oscuridad. Parpadeé rápidamente, y todo desapareció. Alberta dio vuelta y se dirigió a

119

uno de los asistentes de vuelo. —¿Puede conseguirle algo para comer? ¿Y algún analgésico? —¿En dónde está? —me preguntó Dimitri—. ¿El dolor?—Con toda esta atención, mi explosión de repente parecía excesiva. —Es un dolor de cabeza… estoy segura que va a desaparecer… ―Viendo su mirada severa, señalé el centro de mi frente—. Es como algo empujando dentro de mi cráneo. Y un tipo de dolor detrás de mis ojos. Sigo sintiendo como…bueno, es como si tuviera algo en mi ojo. Pienso que veo una sombra o algo así. Entonces parpadeo y esto desaparece. —Ah —dijo Alberta—. Eso es un síntoma de migraña, tener problemas de visión. Es llamado un aura. La gente a veces lo tiene antes de que venga el dolor de cabeza. —¿Un aura? —pregunté, asustada. Le eché un vistazo a Adrián. Él me miraba por encima de su asiento, sus largos brazos colgaban sobre la parte trasera de la silla. —No de ese tipo —él dijo con una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios—. Es el mismo nombre. Como Corte2 y corte3. Auras de migraña son imágenes y luz que se ven cuando una migraña viene. No tienen nada que ver con las auras que yo veo alrededor de la gente. Pero te digo… el aura que puedo ver… alrededor tuyo... Vaya. —¿Negra? —Y aún más. Es obvio aún después de todas las bebidas que yo que he tenido. Nunca había visto algo como esto. No sabía exactamente qué hacer, pero entonces el auxiliar de vuelo regresó con una banana, una barra de granola, y un ibuprofeno. Había una gran diferencia entre las tostadas francesas, pero le sentó muy bien a mi estómago vacío. Lo consumí todo y luego apoyé una almohada contra la ventana. Cerrando mis ojos, descansé mi cabeza y esperé poder dormir para que desapareciera el dolor antes de que aterrizáramos. Afortunadamente, todos los demás se quedaron callados.

Corte: Se refiere a la Corte Real. Corte: Serefiere a las cortes de justicia o tribunales.

2 3

120

Yo había quedado un poco a la deriva cuando sentí un ligero toque en mi brazo. —¿Rose? Abriendo mis ojos, miré detenidamente a Lissa mientras se sentaba en el asiento de Eddie. Aquellas formas aladas como murciélagos revolotearon detrás de ella, y mi cabeza todavía dolía. Las sombras se arremolinaban, y nuevamente vi que se parecían a una cara, esta vez con una amplia boca y ojos como el fuego. Me estremecí. —¿Todavía tienes dolor? —preguntó Lissa, mirándome detenidamente. Parpadeé, y la cara había desapareció. —Sí, yo… oh, no—Comprendí lo que ella iba a hacer—. No lo hagas. No gastes tus poderes en mí. —Es fácil—dijo ella—. Esto apenas me desconcierta. —Sí, pero entre más los utilizas… más daño te hace a la larga. Incluso aunque sea fácil ahora. —Me preocuparé de esto más tarde. Ella tomó mi mano entre las suyas y cerró sus ojos. A través de nuestro vinculo, sentí el fluir de la magia y como ella dibujó el poder de curación del espíritu. En ella, la magia se sentía cálida y dorada. Yo había sido curada antes, y esto siempre me llegaba como temperaturas que cambian: caliente, entonces frío, entonces caliente, etc. Pero esta vez, cuando ella liberó la magia y la envió hacia mí, no sentí nada excepto un hormigueo muy débil. Sus párpados revolotearon abiertos. —¿Qu… que pasó? —preguntó. —Nada —le dije—. El dolor de cabeza todavía esta fuerte. —Pero yo… —la confusión y la conmoción en su cara reflejó lo que sentía a través ella—. La tenía. Sentí la magia. Esto trabajó. —No sé, Liss. Está bien, de verdad. Tú no has dejado hace mucho los medicamentos, sabes.

121

—Sí, pero curé a Eddie el otro día sin ningún problema. Y Adrián—ella añadió secamente. Él estaba colgando sobre su asiento otra vez y mirándonos atentamente. —Aquellos eran raspones —dije—. Esto es una migraña de cinco alarmas de la que estamos hablando. Tal vez tú tienes que empezar de nuevo. Lissa mordió su labio inferior. —Tú no piensas que las píldoras han hecho un daño permanente a mi magia, ¿verdad? —Nah—dijo Adrián, inclinando su cabeza a un lado—. Tú te encendiste como una supernova cuando la convocabas. Tenías magia. Simplemente creo que no tuvo algún efecto sobre ella. —¿Por qué no? —exigió. —Tal vez ella tiene algo que tú no puede curar. —¿Un dolor de cabeza? —pregunté con incredulidad. Él se encogió de hombros. —¿Qué parezco, un doctor? No lo sé, simplemente te digo lo que vi. Suspiré y coloqué una mano sobre mi frente. —Bien, aprecio la ayuda, Liss, y aprecio el comentario molesto de Adrián. Pero pienso que dormir podría ser lo mejor por ahora. Quizás esto sea estrés o algo así —Claro ¿por qué no? El estrés era la respuesta a todo lo que pasaba últimamente. Fantasmas, dolores de cabeza incurables. Caras extrañas que flotan en el aire—. Probablemente no puedes curar esto. —Tal vez, —dijo ella, pareciendo como si lo tomara como algo personal contra mí por tener algo que no podía curar. Lo sentí dentro de su mente, aunque sus acusaciones fueron hacia ella misma y no hacia mí. Se preocupó por qué no era lo suficientemente buena. —Está bien —dije con dulzura—. Apenas te estás recuperando. Una vez que estés llena del poder, iré y me romperé una costilla o algo así para que podemos comprobarlo. Ella gimió. —La parte más horrible es que no pienso que estés bromeando. —Después de un apretón rápido en mi mano, se levantó—. Duerme bien.

122

Ella se marchó, y pronto me di cuenta que Eddie novolvía. Él había tomado un nuevo asiento de modo que yo tuviera más espacio. Apreciando el gesto, coloqué de nuevo la almohada estirando mis piernas lo mejor que pude a través de los asientos. Y una nube de fantasmas bailaba nuevamente a través de mi visión, y luego cerré mis ojos para dormir. Me desperté más tarde cuando el avión aterrizó, los sonidos de sus motores apagándose me despertó de un sueño profundo. Para mi alivio, el dolor de cabeza se había ido. Así también esas formas extrañas que flotandoa mí alrededor. —¿Mejor? —preguntó Lissa cuando me levanté y bostecé. Asentí con la cabeza. —Mucho. Mejor si puedo conseguir algún alimento verdadero. —Bien —ella se rió—, de algún modo dudo que haya cualquier tipo de alimento por aquí. Ella tenía razón. Echando un vistazo por las ventanas, traté de mirar por primera vez a nuestro entorno. Lo habíamos logrado. Estábamos en la Corte Real Moroi.

123

Capítulo 11 Traducido por Caty Corregido por Curitiba

N

osotros salimos del avión e inmediatamente fuimos golpeados por el clima húmedo y estruendoso. La aguanieve nos bañaba, mucho peor que la cosa blanca que caía en Montana. Estábamos en la Costa Este ahora, o bueno, cerca a ella. La corte de la reina estaba en Pennsylvania, cerca a las montañas Pocono, un lugar del que yo apenas tenía una vaga idea. Sabía que no estábamos cerca a ninguna gran ciudad, como Philadelphia o Pittsburgh, que eran las únicas que conocía en ese estado. La pista en que aterrizamos era parte de la propiedad de la corte, así que ya estábamos detrás de sus protecciones. Era casi como la pequeña pista de aterrizaje de la Academia. De hecho, de muchas formas, la Corte Real era exactamente como nuestra escuela. Eso era lo que ellos les decían a los humanos que era un recinto cerrado, en realidad. La Corte era una colección de edificios, hermosos y adornados, dispuestos alrededor del terreno entre arboles y flores. Por lo menos la tierra se vería hermosa cuando llegara la primavera. Justo como en Montana, la vegetación estaba muerta y sin hojas. Fuimos recibidos por un grupo de cinco guardianes, todos vestidos con pantalones negros y abrigos a juego, con camisas blancas por debajo. No eran exactamente uniformes, pero la costumbre dictaba que en ocasiones formales, los guardianes usaran algún tipo de ropa elegante. En comparación, en nuestros pantalones vaqueros y camisetas, nuestro grupo parecía las malas relaciones de alguien. Aún así, no pude evitar pensar que lo que llevaba era mucho más cómodo en caso de tener una pelea con un Strigoi.

124

Los guardianes conocían a Alberta y a Dimitri, honestamente esos dos conocían a todos, y después de algunas formalidades, todos nos relajamos y fuimos amigables. Estábamos ansiosos por salir del frio, y nuestros acompañantes nos guiaron hacia los edificios. Sabía lo suficiente sobre la Corte para decir que el edificio más grande y elaborado era el lugar donde se llevaban a cabo todos los asuntos Morois. Parecía algún tipo de palacio gótico desde afuera, pero por dentro, sospechaba que probablemente se veía como cualquier oficina de gobierno de las que puedes encontrar en el mundo humano. No nos llevaron allí, en cualquier caso. Nos dirigieron hacia un edificio adyacente, igual de exquisito desde afuera, pero de la mitad de su tamaño. Uno de los guardianes explicó que este era el lugar donde todos los invitados y dignatarios se quedaban cuando visitaban la Corte por largos periodos. Para mi sorpresa, cada uno obtuvo su propia habitación. Eddie comenzó a protestar por esto, argumentando que él necesitaba estar cerca de Lissa. Dimitri sonrió y le dijo que no era necesario. En un lugar como este, los guardianes no necesitaban estar tan cerca de sus Morois. De hecho, a menudo se separaban para encargarse de sus propios asuntos. La Corte estaba tan bien resguardada como la Academia. Y en realidad, los visitantes Moroisen la Academia raramente eran vigilados tan de cerca por sus propios guardianes. Era solo por obtener lo mejor de nuestra experiencia de campo que estábamos pasando la noche con nuestros Morois. Eddie estuvo de acuerdo con cierto desagrado, y de nuevo, quedé sorprendida con su dedicación. Alberta habló brevemente y entonces se dirigió al resto de nosotros. — Descansen un rato del vuelo y estén listos para cenar en cuatro horas. Lissa, la reina quiere verte en una hora. Una sacudida de sorpresa recorrió a Lissa, y ella y yo intercambiamos una breve y confundida mirada. La última vez que Lissa había visto a la reina, Tatiana la había humillado y avergonzado en frente de toda la escuela por haber escapado conmigo. Las dos nos preguntábamos para que querría ver a Lissa ahora. —Seguro —dijo Lissa—. Rose y yo estaremos listas. Alberta negó con la cabeza. —Rose específicamente preguntó por ti. Sola.

125

no

está

invitada.

La

reina

Claro que lo había hecho. ¿Qué interés podría tener la reina en la sombra de Vasilisa Dragomir? Una sucia voz susurró en mi cabeza, sustituible, sustituible... El sentimiento oscuro me sacudió, pero lo hice a un lado. Fui hacia mi habitación, aliviada por ver que tenía un televisor. La idea de no hacer nada por las próximas cuatro horas sonaba fantástica. El resto de la habitación era bastante elegante, lucía muy moderno, con mesas negras y mobiliario de cuero blanco. Estaba casi asustada de sentarme en ellas. Irónicamente, a pesar de lo bonito que era, el lugar no estaba tan bien como el resort de esquí en el que nos quedamos durante las vacaciones. Me imagino que cuando vienes a la Corte real, vienes por negocios, no a descansar. Apenas me había acomodado en el sillón de cuero y encendido la televisión cuando sentí a Lissa en mi mente. Ven a hablar, dijo. Me senté, sorprendida por el mensaje y su contenido. Usualmente nuestro vínculo era sobre sentimientos y emociones. Requerimientos específicos como este eran muy raros. Me paré y dejé la habitación, dirigiéndome a la habitación de al lado. Lissa abrió la puerta. —¿Qué, no podías buscarme? —pregunté. —Lo siento—dijo, viéndose como si de verdad lo sintiera. Era difícil ser duro con alguien tan delicado—. Simplemente no tenía tiempo. Estoy tratando de decidir que ponerme. Su maleta ya estaba abierta sobre la cama, con cosas colgadas en el armario.Diferente de mi, ella había venido preparada para cada ocasión, tanto casual como formal. Me acosté en el sofá. El de ella era de terciopelo, no de cuero. —Usa la camisa estampada con los pantalones negros —dije—. No un vestido. —¿Por qué no un vestido? —Porque no quieres verte como si estuvieras arrastrándote. —Esta es la reina, Rose. Vestirse bien es mostrar respeto, no arrastrarse.

126

—Si tú lo dices. Pero Lissa usó el atuendo que le sugerí. Ella me hablaba mientras terminaba de alistarse, y la miré con envidia mientras se maquillaba. No me había dado cuenta cuanto extrañaba los cosméticos. Cuando ella y yo habíamos vivido entre humanos, había sido muy diligente para arreglarme todos los días. Ahora nunca parecía haber suficiente tiempo, ni razones, para hacerlo. Siempre estaba en algún tipo de actividad que hacia al maquillaje no tener sentido o arruinado de cualquier forma. Lo mejor que podía hacer era darme un masaje con crema humectante. Parecía excesivo en las mañanas, como si estuviera usando una máscara, pero para la hora en que me enfrentaba al clima helado entre otras duras condiciones, siempre quedaba sorprendida al notar que mi piel había absorbido todo la crema. Un pequeño dolor punzó mi cuerpo cuando me di cuenta de que raramente tendría la oportunidad de hacer esto durante el resto de mi vida. Lissa pasaría la mayoría de sus días vistiéndose elegante, preparándose para funciones reales. Nadie me notaria a mi nunca. Era raro, considerando que hasta el año pasado yo siempre había sido la que obtenía toda la atención. —¿Por qué crees que ella quiere verme? —preguntó Lissa. —Tal vez para explicarnos porque estamos aquí. —Tal vez. La incomodidad llenó a Lissa, a pesar de su calma exterior. Ella aún no se había recuperado completamente de la humillación brutal de la reina el otoño pasado. Mi propio ataque de celos parecía ahora estúpido comparado con lo que ella tenía que pasar. Me abofeteé mentalmente, recordándome que no era tan solo su guardián invisible. También era su mejor amiga, y nosotras no habíamos hablado mucho últimamente. —No tienes nada por que asustarte, Liss. No has hecho nada malo. Y realmente, has estado haciéndolo todo bien. Tus calificaciones son perfectas. Tu comportamiento es perfecto. ¿Recuerdas todas esas personas que impresionaste durante el viaje de esquí? Esa perra no tiene nada con que atacarte.

127

—No deberías decir eso —dijo Lissa automáticamente. Ella se aplicó rímel en sus pestañas, las examinó, y entonces se aplicó otra capa. —Sólo lo digo como lo veo. Si ella te hace sentir mal por algo, entonces definitivamente ella es la que te tiene miedo. Lissa se rió. —¿Por qué me tendría miedo? —Porque la gente se siente atraída hacia ti, y las personas como ella no soportan que otro les robe la atención. —Estaba un poco sorprendida por como sabía que había sonado—. Además, eres la última Dragomir. ¿Quién es ella? Sólo otra Ivashkov. Hay como una tonelada de ellos. Probablemente porque todos los chicos son como Adrian y tienen toda clase de hijos ilegítimos. —Adrian no tiene ningún hijo. —Del que sepamos —dije misteriosamente. Ella se paró y se alejó del espejo, satisfecha con su cara. —¿Por qué siempre eres tan mala con Adrian? Le di una mirada de fingido asombro. —¿Ahora estás defendiendo a Adrian? ¿Qué pasó con tus advertencias para que me mantuviera alejada de él? Tú prácticamente me arrancaste la cabeza la primera vez que me viste con él, y esa ni siquiera fue decisión mía. Ella tomó una delgada cadena de oro de su maleta e intentó abrocharla alrededor de su cuello. —Bien, si... realmente no lo conocía entonces. Él no es tan malo. Y es verdad, quiero decir, él no es un grandioso modelo a seguir o algo así, pero también pienso que algunas de las historias que cuentan sobre él con otras chicas son exageradas. —Yo no lo creo —dije, levantándome de un salto. Ella aún no había podido abrocharse la cadena, así que la tomé y puse las piezas juntas por ella. —Gracias —dijo, pasando sus manos por la gargantilla—. Creo que de verdad le gustas a Adrian. Le gustas, de la forma quiero-ser-serio-contigo. Negué con la cabeza y retrocedí. —No. Yo le gusto de la forma quítale-todala-ropa-como-sea-a-la-linda-chica-dhampir.

128

—No creo eso. —Eso es porque tú crees lo mejor de todas las personas. Ella se veía escéptica mientras comenzaba a cepillar su cabello sobre sus hombros. —No sé qué pensar de eso tampoco. Pero creó que él no es tan malo como tú crees. Sé que no ha pasado mucho tiempo desde Mason, pero deberías pensar en salir con alguien más... —Recoge tu cabello. —Le alcancé una pinza desu maleta—. Mason y yo nunca salimos de verdad. Sabes eso. —Sí. Bien, supongo que es otra razón para comenzar a considerar a alguien más para salir. La secundaria no se ha acabado todavía. Parece que deberías estar haciendo algo divertido. Divertido. Era irónico. Meses atrás, había discutido con Dimitri sobre lo injusto que era que, como un guardián en entrenamiento, tenía que cuidar mi reputación y no hacer demasiadas locuras. Él estuvo de acuerdo en que no era justo que no pudiera hacer las cosas que las otras chicas de mi edad podían, pero que ese era el precio que tenía que pagar por mi futuro. Yo había estado enojada, pero después del problema con Víctor, comencé a ver el punto de Dimitri, a tal nivel que él mismo me había dicho que no debía limitarme tanto. Ahora, después de Spokane, me sentía una chica totalmente diferente de la que habló con Dimitri el otoño pasado acerca de la diversión. Estaba a un par de meses de la graduación. Las cosas de la secundaria... bailes... novios... ¿qué importaba todo eso en la gran escala de las cosas? Todo en la Academia parecía tan trivial, excepto lo que me podía convertir en una mejor guardiana. —Realmente no creo que necesite un novio para completar mi experiencia de la secundaria —le dije. —Yo tampoco lo creo ―dijo ella, enderezando su cola de caballo—. Pero tú solías tener citas y coquetear. Siento que sería bueno para ti hacer esas cosas de nuevo. No es como si tuvieras que tener algo serio con Adrian. —Bien, no escucharás quejas de él sobre eso. Pienso que lo último que él quiere es algo serio, ese es el problema.

129

—Bueno,de acuerdo con algunas de las historias, él es muy serio. El otro día escuché que ustedes estaban comprometidos. Alguien más dijo que había sido desheredado porque le dijo a su papá que nunca amaría a nadie más. —Ahhhhh—De verdad no había ninguna otra respuesta adecuada para esos rumores—. Lo espantoso es que esas historias llegaron también hasta el campus de la primaria. —Miré hacia el techo—. ¿Por qué me siguen pasando esas cosas a mí? Ella caminó hacia el sofá y me miró. —Porque tú eres grandiosa, y todos te aman. —Nah, tú eres a la que todos aman. —Bien, entonces, supongo que las dos somos increíbles y adorables. Y uno de estos días…—Una chispa traviesa brilló en sus ojos—. Encontraremos un chico al que tú también ames. —No contengas tu respiración. Nada de eso importa. No ahora. Tú eres la única persona por la que me debo preocupar. Vamos a graduarnos, comenzarás la universidad, y será grandioso. No más reglas, solo nosotras dos. —Es un poco atemorizante—murmuró ella—. Pensar en estar por mi propia cuenta. Pero estarás conmigo. Y Dimitri también. —Suspiró—. No puedo imaginarme la vida sin ti. Ni siquiera recuerdo el tiempo cuando tú no estabas conmigo. Yo me paré y le di un pequeño golpe en su brazo. —Oye, ten cuidado. Vas a poner celoso a Christian. Oh mierda. Supongo que él va a estar cerca también, ¿huh? ¿Sin importar a donde vayamos? —Probablemente. Tú, yo, él, Dimitri, y los guardianes que le asignen a Christian. Una gran familia feliz. Bostecé. Pero dentro de mí, un cálido y suave sentimiento crecía. Las cosas estaban locas en nuestro mundo ahora mismo, pero tenía todas estas personas grandiosas en mi vida. Siempre que nosotros estuviéramos juntos, todo estaría bien.

130

Ella miró su reloj, y el miedo regresó. —Tengo que irme ahora. ¿Podrías... podrías ir conmigo? —Sabes que no puedo. —Lo sé... no en cuerpo... pero como, ¿podrías hacer esa cosa? ¿Cuando tú estás mirando desde mi cabeza? Me ayudaría sentir que no estoy sola. Era la primera vez que Lissa me pedía hacer eso a propósito. Normalmente, odiaba el hecho de que yo pudiera ver a través de sus ojos. Era una señal de cuan nerviosa estaba realmente. —Seguro —dije—. Es probablemente mejor que cualquier programa de televisión en todo caso. Regresé a mi habitación, tomando una posición idéntica en el sofá. Despejando mis pensamientos, me abrí a la mente de Lissa, yendo más allá de sus sentimientos. Era algo que el vínculo shadow-kissed me permitía hacer y era la parte más intensa de nuestra conexión. No era sólo sentir sus pensamientos, era estar de verdad dentro de ella, viendo a través de sus ojos y compartiendo sus experiencias. Había aprendido a controlarlo sólo recientemente. Solía deslizarme en ella sin querer hacerlo, y muchas veces no podía mantener sus sentimientos alejados. Podía controlar mi experiencia extra corporal ahora e incluso convocar el evento a voluntad, como estaba a punto de hacer. Lissa apenas había entrado al salón en que la reina la estaba esperando. Los Morois podían usar términos como ―realeza‖ e incluso se arrodillaban a veces, pero no había tronos ni nada de eso aquí. Tatiana se sentó en una silla ordinaria, vestida con una chaqueta y un blazer azul naval, viéndose más como una mujer ejecutiva que como cualquier tipo de monarca. Ella no estaba sola, tampoco. Una alta y elegante Moroi, cuyo cabello rubio comenzaba a mostrar algunas canas plateadas se sentó cerca a ella. La reconocí: Priscilla Voda, la amiga y consejera de la reina. Nosotros la conocimos en el viaje de esquí, y ella quedó impresionada con Lissa. Tomé su presencia como una buena señal. Guardianes silenciosos, vestidos de blanco y negro, se ubicaron por toda la pared. Para mi sorpresa, Adrian también estaba allí. Él se apoyó en una pequeña silla, pareciendo completamente indiferente al hecho de que estaba junto a la más importante líder Moroi. El guardián con Lissa la anunció.

131

—Princesa Vasilisa Dragomir. Tatiana asintió con la cabeza en reconocimiento. —Bienvenida Vasilisa. Por favor siéntate. Lissa se sentó cerca a Adrian, su miedo creciendo a cada segundo. Un sirviente Moroi entró y le ofreció té o café, pero Lissa los rechazó. Tatiana mientras tanto bebió de una taza de té y observó a Lissa de pies a cabeza. Priscilla Voda rompió el silencio incomodo. —¿Recuerdas lo que dije sobre ella? —preguntó Priscilla animadamente—. Estuvo impresionante en nuestra cena de estado en Idaho. Calmó una fuerte discusión acerca de los Morois peleando con los guardianes. Logró calmar hasta al padre de Adrian. Una sonrisa helada cruzó el rostro de Tatiana. —Eso es impresionante. La mitad del tiempo, siento que Nathan aún tiene doce años. —Yo también —dijo Adrian, bebiendo una copa de vino. Tatiana lo ignoró y se concentró de nuevo en Lissa. —Todos parecen estar impresionados contigo, en realidad. No escucho más que cosas buenas de ti, a pesar de tus pasadas transgresiones... las que estoy empezando a entender, no estaban completamente fuera de tu buen juicio. —La mirada atónita de Lissa logró hacer a la reina reír. No había mucho calor o humor en la risa, sin embargo—. Sí, sí... sé todo sobre tus poderes, y por supuesto también sé lo que paso con Víctor. Adrian ha estado contándome sobre el uso del espíritu también. Es tan extraño. Dime... tu puedes... — Ella miró una mesa cercana. Un florero estaba en él, con puntos verdes oscureciendo las flores. Era algún tipo de planta que alguien había plantado. Como sus compañeras del patio, estaba esperando la primavera para florecer. Lissa dudó. Usar sus poderes en frente de otros era algo extraño para ella. Pero, Tatiana la miraba expectante. Después de unos momentos, se inclinó y tocó las hojas. Los capullos salieron de la tierra, creciendo casi un pie de alto. Ramas gigantes se formaron alrededor, floreciendo hasta revelar hermosas flores blancas. Lilas de pascua. Lissa separó su mano. Tatiana se veía maravillada, y dijo algo en un lenguaje que no pude comprender. Ella no había nacido en los Estados Unidos pero había

132

elegido mantener su Corte aquí. Hablaba sin acento, pero, como con Dimitri, los momentos de sorpresa aparentemente la hacían hablar en su lengua nativa. Después de unos segundos, se puso su máscara de indiferencia de nuevo. —Hmm. Interesante—dijo. Hablando de minimizar algo grande. —Podría ser muy útil—dijo Priscila—. Vasilisa y Adrian no pueden ser los únicos que lo tienen. Si pudiéramos encontrar otros usuarios del espíritu, podríamos aprender mucho. La sanación por sí misma es un regalo, eso sin hablar de todo lo demás que pueden conjurar. Sólo imaginen lo que podemos hacer con eso. Lissa se sintió optimista. Por un momento, ella se esforzó como nadie para encontrar a otros de su tipo. Adrian había sido el único que descubrió, y eso había sido simplemente suerte. Si la reina y el concejo Morois ponían sus recursos en ello, ni se imaginaba lo que podían encontrar. Aún así, algo acerca de las palabras de Priscilla molestó a Lissa. —Discúlpeme, princesa Voda... no estoy segura de que debiéramos estar tan entusiastas por usar mis poderes sanadores, o los de otros, tanto como a usted le gustaría. —¿Por qué no? —preguntó Tatiana—. Por lo que entiendo, puedes sanar casi cualquier cosa. —Puedo... —dijo Lissa lentamente—. Y quiero hacerlo. Desearía ayudar a todo el mundo, pero no puedo. Quiero decir, no me malinterpreten, definitivamente ayudaría a algunas personas. Pero también me he encontrado con otras personas como Víctor, que quería abusar de mis poderes. Después de un tiempo... quiero decir, ¿cómo podrían escoger? ¿Quién tiene derecho a vivir? Eso hace parte de la vida... bien, algunas personas tienen que morir. Mis poderes no son una receta médica que puede ser renovada según la necesidad, y honestamente, me asusta pensar que sólo sería usado para, uh, cierto tipo de personas. Tal y como lo hacen con los guardianes. Una ligera tensión creció en la habitación. Lo que Lissa había insinuado era raramente mencionado en público.

133

—¿De qué están hablando? —preguntó Tatiana entrecerrando sus ojos. Por su cara se notaba que ya lo sabía. Lissa estaba asustada por decir sus próximas palabras, pero lo hizo de todas formas. —Todos saben que hay un cierto, um, método para distribuir los guardianes. Sólo la élite los consigue. La realeza. La gente rica. Personas con poder. Un frío recorrió la habitación. La boca de Tatiana se convirtió en una línea recta. Ella se quedó en silencio durante un momento, y tenía el presentimiento de que los demás estaban conteniendo su respiración. Yo ciertamente lo estaba haciendo. —¿No crees que la realeza necesita protección especial? —preguntó ella finalmente—. ¿No crees que tú lo necesites, la última de los Dragomir? —Sigo pensando que mantener seguros a nuestros líderes es importante, claro. Pero también creo que necesitamos detenernos y analizar lo que estamos haciendo. Podría ser hora de reconsiderar la forma en la que siempre hemos hecho las cosas. Lissa sonó tan sabia y tan segura de sí misma. Estaba orgullosa de ella. Viendo a Priscilla Voda, se podría decir que ella también lo estaba. A ella le había gustado Lissa desde el comienzo. Pero también se notaba que Priscilla estaba nerviosa. Ella le respondía a la reina y supo que Lissa estaba navegando en aguas peligrosas. Tatiana sorbió su té. Creo que era una excusa para organizar sus pensamientos. —Tengo entendido—dijo ella—, ¿qué también estás a favor de que los Morois luchen con los guardianes contra los Strigois? Otro tema peligroso, uno en el que Lissa estaba muy interesada.—Creo que si hay Morois que lo quieren hacer, no deberíamos negarles la oportunidad.—De repente recordé a Jill. —La vida de los Morois es preciosa—dijo la reina—. No deberían arriesgarse. —Las vidas de los Dhampirs son igual de valiosas—respondió Lissa—. Si ellos pelean junto a los Morois, podrían salvarnos a todos. Y de nuevo, si los Moroi están dispuestos a hacerlo, ¿por qué negárselos? Ellos merecen

134

aprender a defenderse. Y personas como Tasha Ozera han desarrollado métodos para pelear con magia. La mención de la tía de Christian hizo que apareciera una arruga en la frente de la reina. Tasha había sido atacada por un Strigoi cuando era más joven y había dedicado el resto de su vida aprendiendo a defenderse. — Tasha Ozera... ella sólo trae problemas. Está empezando a reunir un buen número de personas problemáticas. —Ella está tratando de introducir nuevas ideas.—Entonces noté que Lissa ya no estaba asustada. Estaba confiada en sus creencias y necesitaba expresarlas—. A través de la historia, la gente con ideas nuevas, quienes piensan diferente y tratan de cambiar las cosas, siempre han sido tachados de problemáticos. ¿Pero en serio? ¿Quiere la verdad? Una mirada curiosa lleno la cara de Tatiana, casi una sonrisa.—Siempre. —Necesitamos ese cambio. Quiero decir, nuestras tradiciones son importantes. No deberíamos alejarnos de ellas. Pero algunas veces, pienso que estamos equivocados. —¿Equivocados? —Mientras el tiempo avanza, nosotros nos acostumbramos a los cambios. Evolucionamos. Computadoras, electricidad, la tecnología en general. Todos estamos de acuerdo en que esas cosas hacen que nuestra vida sea mejor. ¿Por qué no puede ser de la misma forma respecto a nuestro comportamiento? ¿Por qué seguimos aferrándonos al pasado cuando hay mejores formas de hacer las cosas? Lissa estaba sin aliento, nerviosa y emocionada. Sus mejillas se sentían cálidas, y su corazón acelerado. Todos nosotros estábamos mirando aTatiana, buscando alguna pista en esa cara de piedra. —Es muy interesante hablar contigo—dijo, finalmente. Hizo que interesante sonara como una mala palabra—. Pero tengo cosas urgentes que hacer ahora. —Ella se paró, y todos la siguieron apresurados, incluso Adrian—. No me uniré a ustedes durante la cena, pero tú y tus acompañantes tendrán todo lo que necesiten. Te veré mañana en el juicio. Sin importar lo radicalmente ingenuas e idealistas que resulten tus ideas,

135

me alegra que estés presente para completar la sentencia. encarcelamiento, por lo menos, es algo en lo que estamos de acuerdo.

Su

Tatiana salió, sus guardianes inmediatamente la siguieron. Priscilla la siguió también, dejando solos a Lissa y a Adrian. —Bien hecho, prima. No hay muchas personas que puedan dejar a la señora fuera de balance como lo hiciste. —Ella no parecía fuera de balance. —Oh, lo estaba. Créeme. La mayoría de las personas con las que habla a diario no se atreven a hacerlo de la forma en que tú lo hiciste, ni hablar de alguien de tu edad. —Él se puso de pie y extendió una mano hacia Lissa—. Vamos. Te mostraré el lugar. Te ayudará a despejar tu mente. —He estado aquí antes—dijo ella—. Cuando era más pequeña. —Sí, bien, las cosas que llegamos a ver cuando somos niños son diferentes a las que podemos ver cuando somos adultos. ¿Sabías que aquí hay un bar abierto las veinticuatro horas? Tenemos que conseguirte un trago. —No quiero tomar nada. —Lo querrás antes de que termine este viaje. Dejé la cabeza de Lissa y regresé a mi habitación. La reunión con la reina había terminado y Lissa no necesitaba mi apoyo invisible. Además, de verdad no quería estar con Adrian justo ahora. Sentándome, descubrí que me sentía sorpresivamente alerta. Estar en su cabeza había sido casi como tomar una siesta. Decidí explorar un poco por mi propia cuenta. Nunca había estado en la Corte Real. De verdad era como un mini pueblo, y me preguntaba qué otras cosas habrían para ver, además del bar en el que Adrian probablemente vivía, durante sus visitas. Me dirigí hacia abajo, adivinando que tendría que salir. Hasta donde sabía, este edificio sólo tenía habitaciones. Era casi como el hotel del Palacio. Cuando llegué a la entrada, sin embargo, vi a Christian y a Eddie caminando y hablando con alguien a quien no lograba ver. Eddie, siempre vigilante, me vio y me llamó.

136

—Hey, Rose. Mira a quién encontramos. Mientras me acercaba, Christian se hizo a un lado, revelando a la persona misteriosa. La miré sorprendida y ella me saludó. —Hola, Rose. Un momento después, sentí una sonrisa dibujándose en mi cara.—Hola, Mia.

137

Capítulo 12 Traducido por Rania Corregido por Curitiba

S

i me hubieran preguntado hace seis meses, yo habría dicho que no había ningún modo de estar feliz de salir corriendo hacia Mia Rinaldi en la Corte Real. Ella era un año más joven que yo y había guardado un rencor tan grande en contra de Lissa desde el primer año que había ido a grandes extremos para hacernos la vida miserable a nosotras dos. Había hecho un buen trabajo. Jesse y Ralf hacían correr rumores sobre mí y sus esfuerzos habían dado resultado. Pero entonces Mia había ido con nosotros a Spokane y había sido capturada por los Strigois. Y, al igual que para Christian y Eddie, eso había cambiado todo. Ella había visto los mismos horrores que el resto de nosotros. De hecho, era la única de mis amigos que habían sido testigo de la muerte de Mason y cuando asesiné al Strigoi. Había incluso salvado mi vida cuando uso su poder de la magia de agua para ahogar a uno de los Strigois. En el argumento sobre si realmente los Morois deberían aprender a luchar junto a los guardianes, ella estaba firmemente sobre el lado bélico. No había visto a Mia casi en un mes, justo desde el funeral de Mason. Estudiándola, sentí como si hubiera sido un año. Yo siempre había pensado que Mia parecía una muñeca. Ella era muy baja en comparación a la mayor parte de los Morois y tenía rasgos jóvenes y redondeados. El hecho de que siempre lucia su pelo con rizos perfectos había de algún modo fortalecido esa imagen. Pero hoy, ella no había tenido tantos problemas con sus rizos. Su pelo rubio de oro estaba atado en una cola de caballo, sus únicos rizosprovenían de una leve y natural ondulación. No llevaba ningún maquillaje, y su rostro mostraba los signos de haber estado mucho tiempo expuesta al aire libre. Su piel se veía agrietada por el viento,

138

y tenía un bronceado muy, muy débil, algo que casi no se veía en un Moroi, por la aversión que sentían a la luz del sol. Por primera vez, ella en realidad lucia de su edad. Se rió de mi conmoción. —Vamos, no ha sido tanto tiempo. Tú pareces que ni siquiera me reconocieras. —Por poco no lo hago. —Nos abrazamos, y otra vez, era difícil de creer que ella una vez intentó arruinar mi vida. O que había roto su nariz—. ¿Qué haces aquí? Ella nos llamó hacia fuera de la puerta. —Estábamos a punto de irnos. Te lo explicaré todo. Fuimos a un edificio vecino. No se parecía a un centro comercial o algo así, pero tenía algunos negocios que los Morois que trabajaban y visitaban este lugar necesitaban, un puñado de restaurantes, algunas pequeñas tiendas, y oficinas que ofrecían todo el tipo de servicios. Había también una cafetería, y fue a donde Mia nos condujo. Una cafetería parecía una cosa normal, pero raras veces podíamos visitarlas. Sentarse en público, o semipúblico, con amigos, sin preocuparnos de la escuela… era genial. Esto me recordó cuando Lissa y yo habíamos estado por nuestra cuenta, cuando nuestras vidas enteras no estaban incluidas dentro de una escuela y sus reglas. —Mi papá trabaja aquí ahora —ella nos dijo—. Y además ahora vivo aquí. Los niños Morois raras veces vivían con sus padres. Eran enviados a sitios como San Vladimir, donde podrían crecer seguramente. —¿Y en cuanto a escuela? —pregunté. —No hay muchos niños aquí. La mayor parte de ellos son ricos y tienen tutores personales. Mi papá movió algunas influencias y arregló que pudiera ir con ellos para estudiar diferentes materias. Entonces todavía estudio las mismas cosas, solamente de un modo diferente. Está en realidad bastante bien. Menos tiempo con profesores, pero más tarea. —Has estado haciendo más que eso —dijo Eddie—. A no ser que tus clases sean afuera. ―Él había notado las mismas cosas que yo, y tenía que haber visto sus manos cuando sostuvieron su café, ahora podía ver callos.

139

Ella meneó sus dedos. —Hice amistad con algunos guardianes de aquí. Me han estado mostrando algunas cosas. —Eso es arriesgado—dijo Christian, aunque él sonaba como si lo aprobara—.Ya que hay todavía un debate sobre los Morois peleando. —Hablas delos Morois que luchan con magia —corrigió ella—. Eso es controversial. Nadie realmente habló sobre la lucha de Morois mano a mano. —Bueno, lo están—dije—. Solamente que ha sido ensombrecido por la controversia de la mágica. —No es ilegal—dijo indignada—. Y hasta que no lo sea, voy a seguir haciéndolo. ¿Piensas que con todos los acontecimientos y las reuniones que suceden por aquí alguien siquiera se fijé en lo que alguien como yo hace? —La familia de Mia, además de ser no real, era también de una clase muy inferior, pero ella tuvo que sentir los efectos de esto por aquí. De todos modos, encontré toda su situación alentadora. Mia parecía más feliz y más desenvuelta que en todo el tiempo que la había conocido. Ella parecía… libre. Christian dijo lo que yo pensaba antes de que yo pudiera hacerlo. —Has cambiado—dijo él. —Todos hemos cambiado —corrigió ella—. Sobre todo tú, Rose. No puedo realmente explicarlo. —Pienso que no hay forma de que nosotros cinco no hubiéramos cambiado —advirtió Christian. Poco después se corrigió—. Nosotros cuatro. Todos guardamos silencio, los pensamientos sobre Mason pesaban. Estar con Christian, Eddie, y Mia removió aquella pena que siempre trataba de ocultar, y podría ver en sus caras que ellos continuamente luchando la misma batalla. La conversación tarde o temprano giró hacia todos nosotros poniéndonos al corriente sobre lo que había pasado aquí y en la Academia. Aún así seguí pensando en cómo Mia había dicho que yo había cambiado más que los demás. Todo en lo que yo podría pensar era como me había sentido fuera de control últimamente, como la mitad del tiempo mis acciones y

140

sentimientos no parecía míos. Sentados allí, casi parecía que Mia era controlada por todos sus rasgos positivos ahora, y yo era controlada por mis rasgos negativos. Las conversaciones con Adrián pasaron de nuevo por mi cabeza, recordándome como supuestamente tenía una oscura, oscura aura. Tal vez pensar en él lo convocó, ya que él y Lissa eventualmente se nos unieron. Su bar probablemente estaba en el mismo edificio, me di cuenta. Yo había estado bloqueándola y no le prestaba mucha atención. Adrián no estaba completamente borracho, agradecía eso, pero ella había accedido a tomarse dos bebidas. Podía sentir un zumbido leve por la conexión y con cuidado tuve que mandarlo hacia fuera. Ella estaba sorprendida como nosotros lo habíamos estado al ver a Mia, pero le dio una bienvenida cálida y quería ponernos al corriente. Yo había escuchado ya la mayor parte, entonces simplemente escuche y bebí mi chai4. Sin café para mí. La mayor parte de los guardianes lo bebían del modo que los Morois bebían sangre, pero yo no tocaría esa cosa. —¿Cómo va tu asunto con la reina? —preguntó Christian a Lissa. —No tan mal—dijo ella—. Quiero decir, no fue grandioso tampoco. Pero no me gritó o me humilló, entonces esto es un principio. —Deja de ser modesta,—dijo Adrián, poniendo su brazo alrededor de ella— . La princesa Dragomir se mantuvo totalmente firme. Deberían haberla visto. —Lissa se rió. —Supongo que ella no mencionó ¿por qué decidió dejarnos venir al juicio? —preguntó Christian rígidamente. Él no parecía muy feliz sobre el vínculo que se estaba formando aquí,ó sobre el brazo de Adrián. La risa de Lissa disminuyó, pero todavía reía. —Adrián lo hizo. —¿Qué? —preguntamos Christian y yo juntos. Adrián, luciendo muy contento, se quedó tranquilo para variar y dejóque Lissa hiciera la explicación. —Él la convenció de que necesitábamos estar aquí. Al parecer la acosó hasta que aceptó. 4Chai:

Es una bebida típica del sur de la India, consistente en una mezcla de té con especias y hierbas aromáticas.

141

—Se llama ―persuasión‖, no ―acoso‖ —dijo Adrián. Lissa se rió otra vez. Mis propias palabras sobre la reina volvieron para atormentarme. ¿Quién es ella? Solamente otra Ivashkov. Hay un montón de ellos.Los había de hecho. Miré a Adrián. —¿Cuán estrechamente relacionados están? —La respuesta llegó a mi cabeza desde la de Lissa. —Es su tía. —Tía abuela. Y soy su sobrino-nieto favorito. Bien, soy su único sobrinonieto, pero eso no es importante. Yo todavía sería su favorito —dijo él. —Increíble—dijo Christian. —Yo secundo eso—dije. —Ninguno de ustedes me aprecia. ¿Por qué es tan difícil de creer que podría hacer una verdadera contribución en estos oscuros tiempos? — Adrián se levantó. Estaba tratandode sonar ofendido, pero la sonrisa satisfecha en su cara indicaba que todavía encontraba esto bastante gracioso—. Mis cigarrillos y yo vamos afuera. Al menos ellos me muestran respeto. Tan pronto como se fue, Christian le preguntó a Lissa—: ¿Dónde te embriagarte con él? —No estoy borracha. Sólo tome dos bebidas —dijo ella—. ¿Desde cuándo te has vuelto tan conservador? —Desde que Adrian llegó con su mala influencia. —¡Vamos! Él nos ayudó a venir aquí. Nadie más pudo hacerlo. No tenía que hacerlo, pero lo hizo. Y tú y Rose están sentados allí, todavía actuando como si fuera la persona más malvada del planeta. —Eso no era completamente cierto. Estaba principalmente sentada allí como si me hubieran golpeado en la cabeza, todavía demasiado mareada para reaccionar. —Sí, y estoy seguro que lo hizo con toda la amabilidad de su corazón — murmuró Christian. —¿Por qué más lo haría?

142

—Oh, Dios, me lo imagino. Lissa agrandó los ojos. —¿Tú piensas que lo hizo por mi? ¿Piensas que hay algo entre nosotros? —Ustedes beben juntos, practican magia juntos, y van a los eventos de la realeza juntos. ¿Qué pensarías tú? Mia y Eddie lucían como si quisieran estar en alguna otra parte. Comenzaba a compartir esa sensación. La cólera empezó a crecer dentro de Lissa, golpeándome como una onda de calor. Estaba completamente indignada. Su furia tenía muy poco que ver con Adrian, en realidad. Estaba más enojada por la idea de que Christian no confiaba en ella. Y en cuanto a él, no necesité ninguna energía psíquica para entender cómo se sentía. No estaba simplemente celoso porque ella pasaba tiempo con Adrian. Christian estaba más celoso por saber que Adrian tenía la clase de influencia para apartarlo de ella. Era justo como lo qué Jesse y Ralf habían descrito, sobre cómo las conexiones correctas podrían abrir las puertas, conexiones que Christian no tenía. Pateé la pierna de Christian, esperando que entendiera la indirecta y dejara de hablar antes de que las cosas se pusieran peor. La rabia de Lissa se estaba intensificando, mezclándose con la vergüenza mientras que comenzaba a dudar de si misma y a preguntarse si había estado acercándose demasiado a Adrian. Todo el asunto era ridículo. —Christian, por el amor de Dios. Si Adrian hizo esto por alguien, fue por mí y por su loca obsesión. Él se había jactado ante mí acerca de que podría hacerlo, y yo no le creí. —Me giré hacia Lissa. Necesitaba conseguir que ella se calmara y dispersar esas sensaciones oscuras que le podían causar tantos problemas cuando se salían de control—. Liss, puede que no todo se haya perdido exactamente, pero necesitascalmarte por una hora antes que tengas esta conversación. Puede que en estos momentos digas algo estúpido a Christian y yo tenga que arreglar sus enredos, como siempre. Me había emocionado y esperaba que alguien me dijera lo malintencionada que sonaba. En su lugar, Lissa se relajó y le ofreció a Christian una sonrisa. —Sí, definitivamente debemos hablar de esto más tarde. Muchas cosas han sucedido hoy.

143

Él vaciló, después asintió con la cabeza. ―Sí. Perdóname, he saltado sobre ti—Le devolvió la sonrisa, indicando que la pelea ya había terminado. —Entonces —preguntó Mía a Lissa—, ¿a quién has encontrado aquí? Los miré fijamente con asombro, pero nadie parecía notarlo. Yo había arreglado su pelea, y no me habían dado ningún reconocimiento. Ni siquiera un ―gracias Rose, por indicarnos lo idiotas que estábamos siendo”. Era bastante malo el tener que aguantar su romance día tras día, sin la consideración de parte de ellos por cómo me sentía. Ahora estaba salvando su relación, y ni siquiera se daban cuenta. —Ya regreso—les dije, interrumpiendo la descripción de Mia sobre algunos de los otros adolescentes que habían en este lugar. Tenía miedo de que si me quedaba allí, iba a decir algo inapropiado que lamentaría óquizás romper una silla. ¿De dónde había salido esta rabia? Fui afuera, esperando que un trago de aire frío me calmara. En su lugar, conseguí tener en mi cara una nube completa de humo. —No empieces con eso del fumar —me advirtió Adrian. Él se encontraba recostado sobre la pared de ladrillo del edificio—. No tenías que venir afuera. Sabías que estaba aquí. —Realmente por eso estoy aquí. Bueno, por eso, y porque sentía como si me fuera a volver loca si permanecía adentro otro minuto. Él inclinó su cabeza para mirar mi cara. Y levantando una ceja. —¿No estás bromeando, verdad? ¿Qué sucedió? Estabas bien hace algunos minutos. Avance a través de la tierra y me puse frente a él. —No sé, estaba bien. Entonces Christian y Lissa comenzaron a tener una estúpida discusión sobre ti. Fue extraño. Ellos eran que estaban enojados, y entonces yo terminé con toda esta rabia encima. —Espera. ¿Estaban discutiendo sobre mí? —Sí. Eso es lo que acabo de decir. ¿No estabas prestando atención? —Oye, no la tomes contra mí. Yo no te he hecho nada.

144

Crucé mis brazos sobre mi pecho. —Christian está celoso porque estás alrededor de Lissa mucho tiempo. —Nosotros estamos estudiando el espíritu bienvenido a unírsenos cuando quiera.

—dijo

Adrian—.

Él

es

—Sí, bueno, nadie ha dicho que el amor sea razonable. El verlos regresar juntos de alguna manera lo altera. Y entonces se enojó realmente porque hiciste que Lissa pudiera venir a ver a la Reina. —Yo no hice esto por ella, lo hice por todos ustedes, pero, bueno especialmente por ti. Me paré en frente de él y le dije—: No te creí. Que podías hacerlo. Él hizo una mueca. —Supongo que deberías haber escuchado mis antecedentes familiares en ese sueño después de todo. —Supongo. Simplemente pensé… No pude terminar. Había pensado que Dimitri sería la persona que intercediera por mí, la persona que, a pesar de lo que él dijo, podía hacer que casi cualquier cosa sucediera. Pero no lo había hecho. —¿Pensado qué? —preguntó Adrian. —Nada —Con mucho esfuerzo, me las arreglé para pronunciar las siguientes palabras—. Gracias por ayudarnos. —Oh mi Dios —dijo él—. Una palabra buena de parte de Rose Hathaway. Puedo morir siendo un hombre feliz. —¿Qué está diciendo? ¿Qué normalmente soy una perra desagradecida? Él solamente me miró. —¡Oye! Eso no es agradable. —Tal vez podrías redimirte con un abrazo. Me asombré. —¿Uno pequeño? —pidió él.

145

Con un suspiro, caminé hacia él y puse un brazo alrededor de Adrian, inclinando mi cabeza ligeramente contra su brazo. —Gracias, Adrian. Estuvimos así por un breve momento. No sentía ninguna electricidad loca o conexión como con Dimitri, pero tuve que admitir que Lissa estaba en lo correcto sobre algo. Adrian en ocasiones era molesto y arrogante, pero en realidad no era el bastardo que frecuentemente pensaba que era. Las puertas se abrieron, y Lissa y los demás salieron. Comprensiblemente parecían sorprendidos, pero no me importó en aquel preciso momento. Además, probablemente todos ellos pensaban que estaba embarazada de los amados hijos de Adrian, ¿así que qué importaba? Me moví para zafarme. —¿Nos vamos? —pregunté. —Sí, Mia tiene cosas más importantes que hacer pasar el rato con nosotros—dijo Christian bromeado. —Oye, acabo de decirle a mi papá que me encontraría con él. Los volveré a ver antes de que se vayan. —Ella comenzó a irse, y de repente se dio media vuelta—. Dios, casi me olvido de esto. —Buscó en el bolsillo de su capa y me dio un trozo de papel doblado—. Ésta es parte de la razón por la que los encontré. Uno de los vendedores de la Corte quería que te diera esto. —Gracias —dije, desconcertada. Ella se fue para ver a su papá mientras que el resto de nosotros dimos un paseo de regreso a nuestras habitaciones. Retardé mis pasos y abrí la nota, preguntándome quién en este mundo querría contactarse conmigo.

Rose, Me place tanto oír hablar de tú llegada. Estoy seguro que eso hará del procedimiento de mañana algo mucho más entretenido. He estado curioso por algún tiempo por saber cómo le está yendo a Vasilisa, y tus escapadas románticas son siempre una maravillosa diversión. No puedo esperarlas para compartirlas en la sala de tribunal mañana.

146

Lo mejor, V.D.

—¿De quién es? —pregunto Eddie, colocándosea mi lado. La doblé precipitadamente y la guardé en mi bolsillo. —De nadie —contesté. Nadie de hecho. V.D. Víctor Dashkov.

147

Capítulo 13 Traducido por Steffanie Corregido por Akanet

C

uando regresamos a nuestrashabitaciones, le di a Lissa la excusa de que tenía queatender un asunto de guardianes. Ella estaba ansiosa por arreglar la pelea que habíatenido anteriormente con Christian, probablemente en la forma de remoción de ropa, y no me hizo ninguna pregunta. Había un teléfono en mi habitación, y luego dellamar a una operadora, pude averiguar en qué cuarto se encontraba Dimitri. Él estaba sorprendido de verme en su puerta, y un poco desconfiado. La última vez que estohabía sucedido, había estado bajo la influencia del hechizo de lujuria de Víctor y me había comportado... agresivamente. —Tengo que hablar contigo—dije. Me dejo entrar, einmediatamente le entregue la nota —V. D… — "Si, lo sé—dijo Dimitri. Me regreso lanota—. Victor Dashkov. —¿Qué vamos a hacer? Quiero decir, hablamos respecto a esto, pero ahora él realmente está diciendo que nos venderá. Dimitri no respondió, y pude darme cuenta de que estaba evaluando cada uno de los ángulos de esto, tal y como lo haría en una pelea.Finalmente, sacó su celular, lo cual era mucho más genial que tener que usar el teléfonode la habitación. —Dame un minuto.

148

Comencé a sentarme en su cama, pero decidí que esoera peligroso, y en su lugar me senté en el sofá. No sabía a quién estaba llamando, perola conversación fue en ruso. —¿Que está pasando?—le pregunte cuando termino. —Te lo dirépronto. Por ahora, tenemos que esperar. —Grandioso. Lo que más me gustaba hacer. Él arrastro una silla y se sentó al lado opuesto amí. Parecía ser algo muy pequeño paraalguien tal alto como él, pero, como siempre, logro que funcionara y al mismo tiempose vio elegante. A mi lado estaba una de las novelas del Oeste que siempre llevaba con él. La recogí,nuevamente pensando en lo solo que estaba. Aún ahora, en la Corte, habíaescogido quedarse en su cuarto. —¿Por que lees estos? —Algunas personas leen libros pordiversión—me dijo. —Oye, cuida el sarcasmo. Y yo sí leo libros. Los leo para resolverlos misterios que amenazaban la vida y cordura de mi mejor amiga. No creo que elleer estas cosas de vaqueros este realmente salvando al mundo como yo lo hago. Él lo tomó de mis manos y lo abrió, el rostro pensativo y no tan intenso como siempre.—Como cualquier libro, es un escape. Y hay algo… mmm. No lo sé. Algo atractivoacerca del viejo Oeste. Sin reglas. Todos vivían sus vidas guiados por su propio código.No tenias que estar atado por las ideas de otros sobre lo que es bueno o malo para poderhacer justicia. —Espera—reí—. Pensé que yo era la que quería romper las reglas. —Nodije que quisiera romper las reglas. Sólo que puedo ver el atractivo. —No puedesengañarme, Camarada. Te quieres poner un sombrero de vaquero y mantener a losladrones de bancos en el camino correcto. —No tengo tiempo. Tengo suficientes problemasmanteniéndote a ti en el camino correcto.

149

Sonreí, y repentinamente, todo era como cuandolimpiamos la iglesia, antes de la pelea, al menos. Sencillo. Cómodo. De hecho, era casi como en los viejos tiempos cuando recién empezamos a entrenar juntos, mucho antes de quetodo se volviera tan complicado. Bueno, de acuerdo…las cosas siempre habían sidocomplicadas, pero por un tiempo, habían sido menos complicadas. Eso me puso triste.Desearía que pudiésemos revivir esos días. Ahí no había ningún Víctor Dashkov, nisangre en mis manos. —Lo siento—dijo Dimitri repentinamente. —¿Por qué? ¿Por leer malasnovelas? —Por no ser capaz de traerte aquí. Siento que te decepcione—Logré veruna sombra de preocupación en su rostro, como si estuviera preocupado por laposibilidad de haber causado un daño irreparable. La disculpa me tomo por completodesprevenida. Por un momento, me pregunte si estaba celoso de la influencia quetenia Adrian de la misma forma en que Christian lo había estado. Entonces comprendíque era totalmente diferente. Le había estado dando a Dimitri un tiempo difícil porqueestaba convencida que él podía hacer algo. En algún lugar, en lo profundo, él sentía lo mismo, al menos en lo concerniente a mí. Él no quería negarme nada. Mianterior mal humor se había desvanecido hace rato, y repentinamente me sentí exhausta. Y estúpida. —No lo hiciste—le dije—. Yo me comporte como una completamalcriada. Nunca antes me habías decepcionado. No me decepcionaste con esto. La mirada agradecida que me dio me hizo sentir como si tuviera alas. Si otrominuto hubiera pasado, sospecho que habría dicho algo tan dulce que hubieravolado lejos. En su lugar, su teléfono sonó. Tuvo otra conversación en ruso, y luego sepuso de pie. —De acuerdo, vámonos. —¿A dónde? —A ver a Víctor Dashkov.

150

Al parecerDimitri tenía un amigo que tenía un amigo, y de alguna forma, a pesar de la mejorseguridad en el mundo Moroi, logramos entrar a las instalaciones de la prisión de la Corte. —¿Por qué estamos haciendo esto?—susurre mientras caminábamos por elpasillo hacia la celda de Víctor. En verdad, en verdad esperaba muros de piedra y antorchas, pero el lugar lucía bastante moderno y eficiente, con pisos de mármol yparedes completamente blancas. Al menos no había ventanas—. ¿Crees que podamosconvencerlo? Dimitri negó con la cabeza. —Si Víctor quisiera vengarse de nosotros, simplemente loharía sin ningún aviso. Él no hace las cosas sin una razón. El hecho que te dijeraprimero significa que quiere algo, y ahora vamos a averiguar que es. Llegamos a lacelda de Víctor. Él era el único prisionero encerrado en este momento. Como el resto de lasinstalaciones, su cuarto me recordó algo que uno encontraría en un Hospital. Todoestaba limpio, con mucha luz, y estéril, y sin nada. Era un lugar sin ninguna clase deestímulos o algún tipo de distracción, lo que me hubiese vuelto loca en una hora. Lacelda tenía barras plateadas que lucían difíciles de romper, lo que era la parte másimportante. Víctorestaba sentado en una silla, elegantemente examinando sus uñas.Habían pasado tres meses desde nuestro último encuentro, y verlo nuevamente hizo quemi piel se erizara. Sentimientos que no sabía que estaban enterrados dentro de mírepentinamente salieron a flote. Una de las cosas más difíciles de todo esto fue verlo lucir tansaludable y joven. Él había conseguido esa salud torturando a Lissa, y lo odie por ello.Si su enfermedad hubiera seguido su curso normal, podría estar muerto para ahora. Eltenía entradas y cabello negro, con solo el más ligero toque de gris. Estaba en suscuarentas y tenía un rostro regio, casi atractivo. Levantó la vista cuando nos acercamos.Ojos del mismo pálido jade que los de Lissa se encontraron con los míos. La familia Dragomiry Dashkov tenían mucha historia entrelazada, y era horripilante ver el mismo color deojos en alguien más. Una sonrisa ilumino su rostro

151

—Oh vaya. Esto es un gusto. Laadorable Rosemarie es prácticamente una adulta ahora—Sus ojos se desviaron haciaDimitri—. Por supuesto, alguien te ha estado tratando así desde hace tiempo. Presione mirostro contra los barrotes. —Deja de estar molestándonos, tú hijo de perra.¿Qué quieres? Dimitri puso su mano gentilmente sobre mi hombro y me jaló hacia atrás. —Cálmate Rose Respire profundo y lentamente retrocedí. Víctor se colocó derecho en la silla y rió. —Después de todo este tiempo, tu cachorra aúnno ha aprendido a controlarse. Pero entonces, quizás nunca quisiste realmente que aprendiera. —Noestamos aquí para bromas—dijo Dimitri calmadamente—. Querías atraer a Rose, yahora necesitamos saber porque. —¿Tiene que existir una razón siniestra? Solamentequería saber cómo le estaba yendo, y algo me dice que no vamos a tener laoportunidad de hablar amigablemente mañana.—Esa molesta sonrisa se mantenía en su rostro, y entonces decidí que él era afortunado por estar detrás de los barrotes y fuera de mi alcance. —No vamos a tener una charlaamigable ahora—gruñí. —Crees que estoy bromeando, pero no. Realmente quiero sabercómo te estáyendo. Siempre has sido algo fascinante para mí. Rosemarie, la únicapersona shadow-kissed de la que sabemos. Te lo dije antes, ese no es el tipo decosa de la que puedes escapar ilesa. No hay forma en la que puedas tranquilamentehundirte en el régimen de la rutina de la vida académica. La gente como tú no estádestina a encajar. —No soy algún tipo de experimento científico. Él actúo como si no hubiese dicho nada. —¿Cómo ha sido? ¿Qué has notado? —No haytiempo para esto.Si no llegas al punto—le advirtió Dimitri—, nos iremos.

152

No podía entendercomo Dimitri podía sonar tan calmado. Me incline y le di a Víctor la más fría de missonrisas. —No hay forma de que te dejen libre mañana. Espero que disfrutes la prisión.Apuesto que será grandiosa cuando te enfermes de nuevo, y lo harás,lo sabes. Víctor me observó inquisitivamente, aún con esa mirada de entretenimiento que me hacia querer ahorcarlo.—Todas las cosas mueren, Rose. Bueno, excepto tu, supongo. O quizás estas muerta.No lo sé. Esos que visitan el mundo de los muertos probablemente nunca puedanquitarse su conexión con ello. Había una ruda replica en mis labios, pero algo me contuvo. Esos que visitan el mundo de losmuertos. ¿Quépasaba si mis visiones de Mason no eran porque estaba loca o porque él estababuscando venganza? ¿Qué pasaba si había algo en mí, algo que me había pasado cuando morí yregrese, que ahora esta conectándome con Mason? Fue Víctor el que primero habíaexplicado que era lo que significaba ser una shadow-kissed. Me preguntaba ahorasi él tenía alguna de las respuestas que he estado buscando. Mi rostro debió haber revelado algo, porque Víctor especulativamente. —¿Si? ¿Hay algoque quieras decir?

me

miro

Odiaba preguntarle cualquier cosa.Eso hacía que mi estomago se revolviera.Tragándome mi orgullo pregunte—: ¿Qué es el mundo de los muertos? ¿es el cielo o elinfierno? —Ninguno de ellos —dijo. —¿Qué vive allí?—exclame—. ¿Fantasmas? ¿Voy a volver?¿Salen cosas de allí? Víctor estaba disfrutando que tuviera que recurrir a él porinformación, tal y como había temido que lo haría. Vi esa maldita sonrisa intensificarse. —Bueno, claramente algunas encuentrasenfrente denosotros.

cosas salen

de

él,

porque

aquí

te

—Estáponiéndote una trampa —dijo Dimitri—. Déjalo ir. Víctor le dio a Dimitri una breve mirada feroz. —La estoy ayudando—Giró de nuevo hacia mí—. ¿Honestamente? No sé mucho al respecto.Tú eres la

153

que ha estado allí, Rose. No yo. No aún. Algún día, tú probablemente serás la que me enseñe a mí.Estoy seguro que entre más trates con la muerte, más cerca te encontraras de ella. —Suficiente—dijo Dimitri, con voz dura—. Nos vamos. —Espera, espera—dijo Víctor convoz amable—-Aún no me has hablado sobre Vasilisa. Me acerque de nuevo. —Mantentealejado de ella. Ella no tiene nada que ver con esto. Víctor me miro secamente. —Dado que como estoy encerrado aquí, no tengo más opción que quedarme apartado deella, querida. Y túestás equivocada, Vasilisa tiene todo que ver con todo. —Eso es—dije, entendiéndolo de repente—. Es por eso que enviaste la nota. Me querías aquí porquequerías saber de ella, y sabias que no había forma que viniera a hablar contigopersonalmente. No tenias nada con que chantajearla. —Chantaje es una fea palabra. —No hay manera de que puedas verla, al menos fuera del tribunal. Nunca va a sanarte.Te lo dije: te vas enfermar otra vez, y vas a morir. Vas a ser el que mande postalesdesde el otro lado. —¿Crees que de eso se trata esto? ¿Consideras mis necesidades tanmezquinas?—el tono burlón se había ido, reemplazado por una ferviente y casi fanáticamirada en sus ojos verdes. La apretada forma de su boca alargó la piel de su rostro unpoco, y note que había perdido peso desde nuestro último encuentro. Tal vez la prisiónhabía si más dura con el de lo que había pensado—. Lo has olvidado todo, porque hice loque hice. Has estado tan atrapada en tu propia forma de ver las cosas que has perdido devista la gran pintura a la que yo estaba mirando. Busque en mi cerebro,pensando en aquel tiempo el otoño pasado. El tenía razón. Mi enfoque había estado en los agravios que había cometido contra Lissa y contra mí personalmente. Habíaolvidado las otras conversaciones, sus locas explicaciones acerca de su gran plan.

154

—Querías preparar una revolución, aún quieres. Es una locura. No sucederá—dije. —Ya está sucediendo. ¿Crees que no sé lo que está sucediendo allá afuera en el mundo? Aúntengo contactos. Las personas pueden ser compradas, ¿cómo crees que fui capaz de enviarte ese mensaje? Sé sobre la inquietud, sé sobre los movimientos de NatashaOzera para hacer que los Morois peleen con los guardianes. Tú te pones a su lado y me calumnias, Rosemarie, pero yo trate de hacer la misma cosa el otoño pasado. Aun así, de alguna manera, no pareces tomarla de la misma forma que a mí. —Tasha Ozera está trabajandoen su causa un poco diferente de lo que tú lo hiciste—advirtió Dimitri. —Y es por ello queno está llegando a ningún lado—replicóVíctor—. Tatiana y su concejo están siendoretrasados por siglos de tradiciones arcaicas. Mientras ese tipo de poder nos rija, nada cambiará. Nunca aprenderemos a pelear. Los Morois que no sean de la realeza nuncatendrán voz. Los dhampirs como tú serán continuamente enviados a la batalla. —Es a loque dedicamos nuestras vidas—dijo Dimitri. Pude sentir la tensión creciendo en él. Él podrá mostrar mejor autocontrol que yo, pero sabía que se estaba poniendo igual defrustrado aquí. —Y es por lo que pierden sus vidas. Ustedes son sólo esclavos y ni siquieralo comprenden. ¿Y para qué? ¿Por qué nos protegen? —Porque… los necesitamos—dudé—. Para que nuestra raza sobreviva. —No necesitan arrojarse a las batallas para eso. Hacerniños realmente no es tan difícil. Ignoré su sarcasmo. —Y por que los Morois… losMorois y su magia son importantes. Pueden hacer cosas increíbles. Víctor levandosus manos en exasperación. —Nosotros solíamos hacer cosas increíbles. Los Humanossolían venerarnos como dioses, pero con el tiempo, nos hicimos perezosos. El avance dela tecnología hizo a nuestra magia cada vez más y más obsoleta. Ahora, todo lo que podemos hacer son trucos de salón.

155

—Si tienes tantas ideas—dijo Dimitri, con un peligroso resplandor en sus ojos oscuros—,entonces has algo útil en prisión y escribe un manifiesto. —¿Ypor qué tiene que ver todo esto con Lissa, de todos modos?—pregunte. —Porque Vasilisa es un vehículopara el cambio. Lo mire con incredulidad. —¿Crees que ella va a liderar tu revolución? —Bueno, preferiría liderarla yo mismo, algún día. Pero, aun así, creo que será partede ello. También he oído sobre ella. Es una estrella elevándose, aún joven,ciertamente, pero la gente la está notando. Toda la realeza no es creada igual, sabes. Elsímbolo de los Dragomir es un dragón, el rey de las bestias. Igualmente, la sangreDragomir siempre ha sido poderosa, por eso es que los Strigois les han apuntado tanconstantemente. El que un Dragomir regrese al poder no es algo pequeño, particularmente alguien como ella. Mi impresión por los reportes es que ella debe haberaprendido a controlar su magia. Si es así, con su talento, no es posible decir quees lo que podría hacer. La gente es atraída hacia ella con casi ningún esfuerzo de su parte. Y cuando en verdad trata de influenciarlos… bueno, ellos harán lo que ellaquiera.—Sus ojos estaban muy abiertos mientras hablaba, maravilla y felicidad en surostro al imaginar a Lissa experimentando sus sueños. —Increíble—dije—. Primero queríasesconderla para que te mantuviera vivo. Ahora en verdad la quieres en el mundo parausar su compulsión para tus propios planes psicóticos. —Te lo dije, ella es una fuerzapara el cambio. Y como tu siendo una shadow-kisser, es la única de su tipoque conocemos. Eso la vuelve peligrosa, y muy valiosa. Bueno, eso era algo. Víctorno era omnisciente después de todo. Él no sabía acerca del uso del espíritu de Adrian. —Lissa nunca lo hará —dije—. No va a abusar de sus poderes. —YVíctor no va a decir nadasobre nosotros—dijo Dimitri, jalando mí brazo—. Él ha alcanzado su meta. Te trajo aquíporque quería saber de Lissa. —No descubrió mucho—dije.

156

—Te sorprenderías—dijoVíctor. Le sonrió a Dimitri—. ¿Yqué te hace estar tan seguro que no ilustraré al mundoacerca de tus indiscreciones románticas? —Porque no te salvará de la prisión. Y siarruinas a Rose, destruirás cualquier pequeña oportunidad que tenias de que Lissa teayudara con tu torcida fantasía.—Víctor saltó sólo un poco, Dimitri teníarazón.Dimitri dio un paso hacia delante, acercándose a los barrotes como yo habíahecho antes. Había pensado que tenía una voz que daba miedo, pero cuando él dijo sussiguientes palabras, comprendí que no estaba ni cerca—. Y no tendría sentido de cualquierforma, porque no estarías vivo lo suficiente en prisión para preparar tus grandes planes. No eres el único con contactos. Me quede un poco sin aliento. Dimitri había traído tantas cosas a mi vida: amor,comodidad, e instrucción. Me acostumbraba tanto a él a veces que olvidaba loque podía ser. Mientras estaba de pie allí, alto y amenazante mientras miraba conodio a Víctor, sentí un escalofrió bajar por mi espalda. Recordé como cuando inicialmente había llegado a la Academia, la gente había dicho que Dimitri era un dios. Eneste momento, lucía como uno. Si Víctor estaba asustado por la amenaza de Dimitri, no lo mostró. Sus ojos verde jade miraron entre nosotros dos. —Ustedes dos son unapareja hecha en el cielo. O en algún lado. —Te veo en la corte—dije. Dimitri y yo nosfuimos. En nuestro camino de regreso, le dijo algunas palabras en ruso al oficial deguardia. Por sus modales, sospecho que Dimitri le estaba dando las gracias. Nosaventuramos hacia afuera, caminando a través de un grande, y hermoso espacio tipo parquepara regresar a nuestros cuartos. La nevada se había detenido, y había dejado todo, edificios y arboles por igual, cubiertos de hielo. Era como si el mundo estuviera hechode vidrio. Mirando a Dimitri, lo vi mirar fijamente al frente. Era difícil de decir mientrascaminábamos, pero podía jurar que estaba temblando. —¿Estás bien?—pregunte. —Sí.

157

—¿Seguro? —Tan bien como puedo estarlo. —¿Crees que le dirá a todos sobre nosotros? —No. Caminamos en silencio por un momento. Finalmente pregunte lo que me habíaestado muriendo por saber. —Lo dijiste en serio… que si Víctor en verdad lo decía…quetu…—No pude terminar. No me pude obligar a decir las palabras harías que lo mataran. —No tengo mucha influencia en los niveles superiores de la realeza Moroi, pero tengo lasuficiente entre los guardianes que se encargan del trabajo sucio en nuestro mundo. —Norespondiste la pregunta. Si realmente lo harías. —Haría muchas cosas para protegerte,Roza. —Mi corazón latió fuerte. Él solo usaba "Roza" cuando se sentía particularmente afectivohacia mí. —Eso no sería exactamente protegerme. De hecho sería algo, a sangre fría. Tuno haces ese tipo de cosas—le dije—. La venganza es mas como algo mío. Tendría quematarlo. Lo dije como una broma, pero él no pensó que fuera gracioso. —No hables así. Y decualquier manera, no importa. Víctor no dirá nada. Él me dejo ir a su habitación cuando entramos. Mientras estaba abriendo la puerta de la mía, Lissa rodeo la esquina delpasillo. —Aquí estas. ¿Quésucedió? Te perdiste la cena. Lo había olvidado por completo.—Lo siento… me deje llevar por cosas de guardianes. Es una larga historia. Ella se habíacambiado para la cena. Su cabello aún estaba recogido hacia arriba, y ahora estaba usando unvestido ajustado a su cuerpo hecho de seda plateada. Lucía hermosa. Lucía como de la realeza. Pensé en las

158

palabras de Víctor y me pregunte si ella podría ser la fuente de cambio que él pensaba que era. Viendo como lucía ahora, tan glamorosa y compuesta, pudeimaginarme a la gente siguiéndola a todas partes. Ciertamente yo lo haría, pero entonces, era parcial. —¿Por qué me miras así?—pregunto con una pequeña sonrisa. No podía decirle queacababa de ver al hombre que mas la atemorizaba. No podía decirle que mientras ellahabía estado divirtiéndose, yo había estado cuidando su espalda en las sombras, comosiempre hago. En su lugar, le devolví la sonrisa. —Me gusta el vestido.

Capítulo 14 Traducido por Rania Corregido por Akanet

M

edia hora antes de la hora en que mi alarma estaba programada para levantarme, escuche unpuñetazo en mi puerta. Esperaba que fuera Lissa, pero una comprobación soñolienta por nuestraconexión me mostró que todavía estaba dormida. Perpleja, me tambaleé fuera de la cama yabrí la puerta. Una chica Moroi que no reconocí me dio alguna ropa doblada con unanota adherida. Me pregunté si debería darle propina o algo, pero se marchó tan rápidamente que no alcance a reaccionar. Me senté de nuevo en mi cama y extendí la ropa. Pantalones negros, blusa blanca, yuna chaqueta negra. Era el mismo conjunto que los otros guardianes usaban por aquí, yeran justo de mi talla. ¡Vaya!. Estaba a punto de convertirme en parte del equipo. Una sonrisa sefue extendiendo

159

lentamente sobre mi cara, y abrí la nota. La escritura era de Dimitri— :Recógete el cabello hacia arriba. La sonrisa se quedó en mi cara. Muchos guardianes femeninos cortaban su cabello para lucirsus marcas molnija. Yo lo había considerado de mala gana una vez, y Dimitri me habíadicho no lo hiciera. Él amaba mi cabello y me había dicho que lo llevarlo recogido haciaarriba. La forma en que me lo había me había provocado escalofríos, igual que ahora. Una hora después, estaba de camino hacia el juicio con Lissa,Christian, y Eddie. Alguien había preparado con prisa un traje en blanco y negro también para Eddie, y pienso que nos sentíamos como niños jugando con la ropa de suspadres. Mi chaqueta cortada y la blusa elástica eran en realidad bastante lindas, y mepreguntaba si podría quedármelas. La sala de tribunal era el edificio grande y decorado que habíamos pasado cuando llegamos. Andando por sus pasillos, vi unamezcla de lo viejo y lo nuevo. Afuera, todas las ventanas eran arqueadas y rodeadas de piedras. Por dentro, era un centro de actividad moderna.La gentetrabajaba en oficinas con monitores de pantalla plana. Los elevadores conducían a las plantas superiores. Aún, a pesar de esto, todavía podían ser encontrados algunos toques antiguos. Esculturas sobre pedestales. Candelabros en los pasillos. La sala de tribunal en sí misma tenía unos murales hermosos que se estiraban del piso altecho, y al frente de la habitación, los sellos de todas las familias reales colgaban sobre lasparedes. Lissa se detuvo mientas entrabamos, sus ojos se posaron sobre el dragónDragomir. El rey de las bestias.Un mar de emociones encontradas se arremolinó dentro de ella mientras miraba fijamente el sello y sentía el peso completo de ser la única que quedaba para continuar con la familia. Orgullo por ser parte de aquella familia. Temor de que no estuviera a laaltura para cumplir con la familia. Dándole un codazo suave, la animé para quesiguiéramos hacia nuestros asientos. Los asientos estaban separados por un pasillo en medio de la sala. Nos sentamosadelante en la parte derecha. Aún quedaban varios minutos antes de que el juicio empezara, pero la habitación aún no estaba muy llena. Sospechaba que no cambiaría mucho, debido al secretismorodeando lo que había pasado con Víctor. Un juezse sentó al frente, pero no había

160

ningún jurado. Un asiento elevado sobre un lado dela sala marcaba donde la reina se sentaría cuando llegara. Ella sería la que tomaría la decisión final. Así era como funcionaban los casos con criminales de la realeza. Se lo indiqué a Lissa. —Esperemosque ella esté contra él. Parece que será la única que tome la decisión—Lissafrunció el ceño—.El no tener un jurado se siente un poco extraño. —Es porque pasamos mucho tiempo en el mundo humano—Ella sonrió—. Tal vez. Nosé. Solamente parece que hay mucho espacio para la corrupción. —Bien, sí. Peroestamos hablando de Víctor—Momentos después, el Príncipe Víctor Dashkov entró enla sala de tribunal. O, más bien simplemente Víctor Dashkov lo hizo. Él había sido despojado desu título cuando había sido encarcelado. Este se lo concedieron a la siguiente persona más viejaen la familia Dashkov. El miedo se disparo a través de Lissa, y el poco color que estaba en sus mejillasdesapareció completamente. Mezclado con aquel miedo había una emoción que nohabía esperado: pena. Antes de que la hubiera secuestrado, Víctorhabía sido como un tío para ella, incluso era como ella se había referido a él. Ella lo había querido, y élla había traicionado. Puse mi mano sobre la suya. —Tranquila —murmuré—. Todo va a salir bien. Sus ojos, entrecerrados y con astucia, miraron alrededor la sala de tribunal como si fuerauna fiesta. Él tenía aquella misma mirada indiferente que había tenido mientras hablabacon Dimitri y yo. Sentí que mis de labios se curvaban en una sonrisa sarcástica. Unaneblina roja tiño mi visión, y trabajé mucho por mantenerme serena como los otrosguardianes en la sala. Finalmente se enfocó en Lissa, y ella se estremeció al ver el mismo color deojos que ella y los otros de su familia tenían.Cuando él asintió con la cabeza en una especie de saludo hacia ella, sentí que perdía el control. Antes de que en realidad pudiera hacer algo, sentí unas nuevas palabras en mi mente, de Lissa.Respira, Rose. Simplemente respira. Parecía que íbamos a tener que confiar la una en la otra parapasar por esto. Un instante después, Víctor caminaba nuevamente hacia suasiento en el lado izquierdo de la sala. —Gracias—le dije, una vez que él se había ido—. Es como si pudiera leer mi mente.

161

—No—dijo con cuidado—. Simplemente podía sentir tu mano. Miré hacia abajo a dondehabía puesto mi mano sobre la suya. Lo había hecho para consolarla y habíaterminado por apretar sus dedos en mi propia agitación. —Oh—dije, apartándola yesperando que no hubiera roto sus huesos—. Lo siento. La entrada de la reina Tatiana siguió la de él, lo cual me distrajo y ayudó a tranquilizar mis sentimientos oscuros. Nos pusimos pie cuando ellaapareció y luego nos arrodillamos. Esto era bastante arcaico, pero era una costumbre quelos Morois habían mantenido durante años. No nos levantamos hasta que ella se sentó, y luego el resto de nosotros nos sentamos también. El juicio comenzó. Uno por uno, aquellos que habían sido testigos de losacontecimientos con Víctor dieron su testimonio de lo que habían visto.En gran parte, esto implicó a los guardianes que habían perseguido a Lissa cuandoVíctor se la había llevado y quienes posteriormente habían sido la parte del asalto a la guarida de Víctor. Dimitri fue elúltimo de los guardianes en hablar y su testimonio no fue muy diferente.Todos ellos habían sido parte delescuadrón de rescate, pero su parte en la historiahabía comenzado un poco antes. —Yo estaba con mi estudiante, Rose Hathaway—dijo él—. Ella comparte una conexióncon la princesa y fue la primera en sentir lo que había pasado. El abogado de Víctor, aún no podía imaginarme como habían conseguido alguien para representarlo, miró algunos papeles y levanto la mirada de nuevo hacia Dimitri.—Basándonos en los hechos que escuchamos, parece que se produjo un retraso entre elmomento en que ella descubrió lo que pasaba y cuando alertaron a los demás. Dimitri asintió, su máscara de compostura nunca se perdió.—Ella no podía actuar sobreello porque el Sr. Dashkov la había hechizado, uno que hizo que ella meatacara—dijo las palabras tan planamente, que me sorprendió. Ni siquiera el abogadopareció notar algo. Sólo yo lo podía ver, ó tal vez era solamente porque lo conocía, cuánto le dolía a Dimitri tener que mentir. Oh, él quería protegernos, quería protegerme a mí en particular, que era por lo que estaba haciendo esto. Pero el pararse allí, bajo

162

juramento, y mentir, mató una parte de él. Dimitri no era perfecto, sin importar cuánto yo pensara que lo era algunos días, pero siempre trataba de ser sincero. Hoy no lo podía ser. —El Sr. Dashkov trabaja con magia de la tierra, y algunos que usan ese poder sonfuertes en la coacción pueden influir en nuestros instintos básicos —siguió Dimitri—.Eneste caso, él afectó su cólera y violencia a través de un objeto. A mi izquierda, oí un sonido, parecido al sonido de alguien ahogándose en su propia risa. El juez, una mujer Moroi anciana peroferoz, fulminaba con la mirada. —Sr. Dashkov, por favor respete el decoro de esta sala de tribunal. Víctor, todavíasonriendo, agitó sus manos en forma de disculpa. —Lo siento muchísimo, su Señoría y SuMajestad. Algo en el testimonio del Guardián Belikov acaba de causar uncosquilleó en mi imaginación, eso es todo. No pasará otra vez. Contuve mi aliento y espere a sacarlo nuevamente. No lo hizo. Dimitri terminó sudeclaración, y luego llamaron a Christian.Su parte era corta. Él había estado con Lissa cuando había sido secuestrada y había sido dejado inconsciente. Su contribución había permitido identificar a algunos de los guardianes de Víctor como secuestradores. Una vez queChristian se sentó, era mi turno. Me acerqué, esperando lucir tranquila frente a todos aquellos ojos, y delante deVíctor. De hecho, seguí mi camino sin mirarlo en absoluto. Mientras dije mi nombre y dimi juramento para decir la verdad, de repente sentí todo el peso que Dimitri debía haberexperimentado. Estaba de pie frente a todas estas personas, jurando que seríahonesta, pero mentiría en un instante si surgía algo sobre el hechizo de lujuria Mi versión fue bastante franca. Yo tenía detalles que ofrecer de antes de la noche del secuestro, como cuando Víctor había puesto sus trampas enfermas para probar el poder de Lissa. Aparte de eso, mi historia se parecía a la de Dimitri y los otros guardianes. Yo había dicho antes que podría mentir muy bien, y pase por la parte del hechizo de ―ataque‖ con tal facilidad que nadie prestó atención alguna.

163

Excepto Víctor.A pesar de que me negaba a mirarlo, sin querer eché un vistazo en su dirección cuandomencioné el hechizo. Sus ojos aburridos en mí, y una pequeña sonrisa de satisfacción sedibujaba sobre sus labios.Su satisfacción, me di cuenta, era más que por el hecho de que sabía que estaba mintiendo. Era también porque en realidad sabía lo que paso exactamente, y la mirada que me dio me dijo que tenía aquel poder sobre Dimitri y yo, el poder de arruinar todo delante de toda esta gente,sin importar la amenaza de Dimitri. Todo el tiempo, mantuve mi cara bastante tranquila parahacer que Dimitri se sintiera orgulloso de mí, pero dentro de mi pecho, mi corazón latíamuy fuertemente. Pareció como una eternidad, pero sabía que estuve en el estrado sólo por unos minutos. Terminé, hundiéndome con alivio ya que Víctor no me había llamado, y entonces erael turno de Lissa. Como la víctima, ofreció la primera nueva perspectiva hastaahora, y cada uno de los presentes se puso al corriente en su historia. Era convincente, nadie alguna vez había oído nada parecido. También comprendí que, sin siquiera tratar, que Lissa estaba usando su carisma inducido por el espíritu. Pienso esto venía del mismo lugar que venía la coacción.La gente estaba embelesada y conmovida. Cuando Lissa describió la tortura a través de la que Víctor lahabía hecho pasar para forzarla a curarlo, vi caras ponerse pálidas por la sorpresa. Incluso la máscarasevera de Tatiana vaciló un poco, aunque si sentía compasión o simplementesorpresa, no sabría decirlo. La cosa más sorprendente, sin embargo, fue cuan calmadamente Lissa se las arreglo para compartir la historia. En el exterior, estaba calmada y bella. Pero cuando habló, describiendo exactamente como el cómplice de Víctor la habíatorturado, volvió a vivir el dolor y el terror de aquella noche. El tipo había sido unusuario del aire, y había jugado con aquel elemento, algunas veces lanzándolo hacia ella para que nolograra respirar y otras sofocándola con ello. Había sido horrible, y yo lohabía experimentado sin interrupciones junto con ella. De hecho, lo experimenté con ella de nuevo ahora mientras hablaba sobre los acontecimientos desde el estrado. Cada detalle doloroso aún estaba grabado muy fuerte en su mente, el dolor haciendo eco entre nosotrasdos. Ambas estuvimos aliviadas cuando su testimonio terminó. Finalmente, era el turno de Víctor. Por la mirada en su rostro, jamás habrías adivinado que era el enjuiciado. No estaba enfadado u ofendido. No estabaarrepentido. No suplicó. Parecía como si estuviéramos pasando

164

el rato en algún otro sitio, como si notuviera nada en el mundo de que preocuparse. De algún modo, esto hizo que meenfureciera mucho más. Incluso al contestar, habló como si lo que había hecho tuviera perfecto sentido. Cuando elabogado de procesamiento le preguntó por qué lo había hecho, la miró como si ellaestuviera loca. —Por qué, no tenía ninguna opción—dijo él en tono agradable—. Me estaba muriendo.Nadie iba a perdonarme haber experimentado abiertamente con los poderes de la princesa.¿Qué habría hecho en mi lugar? El abogado no hizo caso de esto. Ella estaba teniendo un momento difícil al tratar de apartar la indignación de su cara. —¿Y también encontró necesario engañar a su propia hija para que se convirtiera en Strigoi? Todos en la sala de tribunal comenzaban a sentirse incómodos. Una de las cosas máshorribles sobre los Strigois era que fueron hechos, no nacidos. Un Strigoi podría forzar aun humano, un dhampir, o un Moroi a convertirse en Strigoi si el Strigoi bebierala sangre de la víctima y luego alimentara con sangre Strigoi a la víctima. No importaba si la víctima lo quería o no, y una vez que se convertíaen Strigoi, perdía todo el sentido de su parte anterior y moral. Aceptaba hacerse un monstruo ymatar a otros para sobrevivir. Los Strigois transformaban a otros si encontraban a alguien que pensaban reforzaría sus filas. A veces lo hacían sólo por crueldad. La otra forma en que un Strigoi podía hacerse era si un Moroi voluntariamente decidiera matar aotra persona durante la alimentación, destruyendo toda la magia y vida dentro de ellos.Los padres de Christian lo habían hecho porque habían querido ser inmortales, sin importar el costo. La hija de Víctor, Natalie lo había hecho porque él la había convencido de eso. La fuerza suplementaria y la velocidad que había obtenido al ser un Strigoi la había ayudado aliberarlo, y él había sentido que sus objetivos valieron el sacrificio. Nuevamente, Víctor no mostró ningún remordimiento. Su respuesta fue simple.—Natalie tomo esa decisión.

165

—¿Puedes decir que por encima de todos solía satisfacer tus objetivos? El guardián Belikov y la señorita Hathaway no tuvieron elección en lo que los hizo hacer. Víctor rió en silencio. —Bien, esa es una cuestión de opinión.Francamente no pienso que les importara. Pero si tiene tiempo después deeste caso, Su Señoría, podría considerar un caso de intento de violación. Me congelé. Lo había hecho. Realmente lo había hecho. Esperaba que todos en la habitación dieran la vuelta y nos señalaran a Dimitri y a mí. Nadie miró siquiera en nuestradirección, sin embargo. La mayoría de las personas le estaban dando a Víctor miradas horrorizadas. Comprendí que eso eraexactamente lo que Víctor sabía que pasaría. Simplemente quería burlarse de nosotros, en realidad no esperaba que nadie lo tomara en serio. Los sentimientos de Lissa pornuestra conexión me confirmaban como se sentía. Ella sentía que Víctor trataba de apartar la atención de él al inventar historias sobre Dimitri y yo. Estaba horrorizadaal ver queVíctorhabía caído tan bajo. La juez también lo estaba, y llamo la atención a Víctor por cambiar de tema. En este punto, la mayor partedel interrogatorio ya había pasado. Los abogados concluyeron, y era tiempo de que dictara su veredicto. Contuve mi aliento otra vez,preguntándome que haría. Él no había negado ninguna de las acusaciones. Las pruebas eran aplastantes, gracias alos testimonios de mis amigos, pero como incluso Víctor nos había advertido, había muchacorrupción entre la Familia Real. La reina muy bien podría decidir que no quería elescándalo implicado por el encarcelamiento de alguien tan conocido.Incluso si nadie conocía los detalles, su encarcelamiento comenzaría como un rumor.Tal vez ella no quería tratar con esto. Tal vez Víctortambién la había sobornado. Pero al final, encontró a Víctor culpable y lo condenó a toda una vida en la prisión, una prisión diferente, no la de la Corte. Yo había oído historias sobre las prisiones de los Morois, y eran lugares terribles.Sospeché que su nueva casa sería muy diferente de la celda en la que lohabíamos encontrado. Víctor permaneció tranquilo y divertido con todo aquello, tal y como lo había hecho ayer. No me gustó eso. La conversación que había tenido con él mehizo pensar que no iba a aceptar esto tan serenamente como lo pretendía. Esperaba quelo vigilaran detenidamente.

166

Con un gesto de la reina terminaron las formalidades. El resto de nosotros se levantó ycomenzamos a hablar mientras ella inspeccionó el espacio con un ojo agudo,probablemente tomando apuntes. La escolta de Víctor comenzó a conducirlo hacia afuera. Pasó por delante de nosotros otra vez. Esta vez, se detuvo y habló. —Vasilisa, espero que hayas estado bien. Ella no contestó. Todavía lo odiaba y letemía, pero con este veredicto, finalmente pensaba que jamás podría hacerle daño. Parecíael final de un capítulo en el que había estado atascada durante meses. Finalmente podría seguir adelante y con un poco de suerte dejar que aquellas memorias se desvanecieran. —Lamento que no tengamos la oportunidad de hablar, pero estoy seguro que lo haremos lapróxima vez —añadió. —Vamos—dijo uno de los guardianes que estaban con él. Ellos se lo llevaron. —Está loco—murmuró Lissa una vez que él se había ido—. No puedo creer que dijera esas cosas sobre Dimitri y tú. Dimitri estaba de pie detrás de ella. Levante la mirada y me encontré con sus ojos mientras nos pasaba. Su alivio reflejó delmío.Habíamos bailado con el peligro hoy, y habíamos ganado. Christian se acercó a ella y la abrazó, sosteniéndola durante mucho tiempo. Los mirécon cariño, sorprendida por mis propios sentimientos hacia ellos. Cuando una manotocó mi brazo, salté. Era Adrián. —¿Estás bien, pequeña dhampir? —preguntó suavemente—. Dashkov dijo alguna… uh… cosas sugestivas. Di un paso más cerca, manteniendo mi voz baja también. —Nadie le creyó. Creo que está bien. Gracias por preguntar, sin embargo. Él se rió y me dio un golpecito en la nariz.—Dosgracias en tantos días. ¿Y supongo que no conseguiré ningún, uh, agradecimiento especial? Me burle. —No. Simplemente tendrás que imaginártelo.

167

Él me dio un medio abrazo yme soltó. —Bastante justo. Pero tengo muy buena imaginación. Comenzamos a salir, y entonces Priscilla Voda se apresuro hacia Lissa. — A la reina le gustaría hablar contigo enantes que te marches. En privado. Eché un vistazo a la silla elevada donde la reina se sentaba. Su mirada fija en nosotros,y me pregunté sobre qué podría ser. —Seguro—dijo Lissa, tan confundida como yo. Para mí, ella envío a través de la conexión:¿Escucharás otra vez? Le di un rápido asentimiento antes de que Priscilla se la llevara. Volví a mi habitación, conectándome aLissa mientras recogía mis cosas. Esto tomó un tiempo porque Tatiana tuvo queterminar con unas formalidades en la sala del tribunal, pero finalmente llegó ala misma habitación de ayer. Lissa y Priscilla hicieron una reverencia cuando ella entró yesperaron a que la reina se sentara. Tatiana se puso cómoda. —Vasilisa, tienes que volar pronto, así que voy a hacer esto breve. Me gustaría hacerte una oferta. —¿Qué tipo de oferta, Su Majestad? —Tendrás que ir a la universidad pronto —Ella habló como fuera un hecho. Y sí, Lissarealmente pensaba ir a la universidad, pero no me gustó su presunción—. Entiendo que no estás satisfecha con tus opciones. —Bueno… no es que no esté satisfecha, exactamente. Es solo que, todos los sitios a donde se supone que van los Morois son pequeños, entiendo que es por la seguridad, pero no sé. Me gustaría ir a algún sitio más grande. Algún sitio prestigioso—Los guardianes monitoreaban un puñado de universidades selectas en el país de manera que un Moroi pudiera asistir a ellos en forma segura. Sin embargo, como Lissa había señalado, tendían a ser escuelas pequeñas. Tatiana asintió impacientemente, como si ya supiera eso. —Te voy a daruna oportunidad que nunca se le ha dado a nadie más, según miconocimiento. Después de la graduación, me gustaría que vengas a vivir aquí, en la Corte Real. No tienes ningún familiar, y pienso que te beneficiarías al aprender de política directamente en el corazón de nuestro

168

gobierno. Junto con esto, haríamospreparativos para que puedas asistir a la Universidad de Lehigh. Es a menos deuna hora de aquí. ¿Has oído hablar de ella? Lissa asintió con la cabeza. Yo nunca me había oído hablar de ella, pero ella era lo suficientemente intelectual para haber investigado cada colegio en los Estados Unidos- —Es una buena escuela, Su Majestad. Pero… aún es pequeña. —Esmás grande que a las que suelen asistir los Morois —indicó ella. —Es verdad. —En su mente, Lissa trataba de entender que estaba pasando aquí. ¿Por qué estaba Tatiana haciendo esta oferta?Sobre todo considerando como había parecido discrepar con Lissa antes. Había algoextraño pasando aquí, y decidió ver hasta dónde podía llegar—. La Universidad de Pensilvania tampoco está tan lejos, Su Majestad. —Esa escuela seguridadallí.

es

enorme,

Vasilisa.

No

podríamos

garantizar

tu

Lissa se encogió de hombros. —Bien, entonces probablemente no importa si voy a Lehigh alguna de las otras. —La reina parecía sorprendida. Al igual que Priscilla. Nopodían creer que Lissa pareciera tan indiferente con la oferta. A decir verdad, a Lissano le era indiferente. Lehigh estaba a un paso por encima de lo que había esperado,y quería ir. Pero también quería ver tanto quería la reina fuera. Tatiana frunció el ceño y parecía estarconsiderando el asunto.— Dependiendo de tus notas y experiencias en Lehigh, posiblemente podríamos arreglar que seas transferida en un par de años. De nuevo, la logística de seguridadsería muy difícil. Vaya. La reina en verdad la quería alrededor. ¿Pero por qué? Lissadecidió simplemente preguntar. —Me siento muy halagada, Su Majestad. Y agradecida. ¿Pero por qué me está ofreciendo esto? —Como la última Dragomir, eres una materia preciosa. Me gustaría asegurarme que tu futuro sea seguro. Y realmente odio ver mentes desperdiciadas.Además… —Hizo una pausa, vacilante en pronunciar sus

169

siguientes palabras—. Tenía razón hasta cierto punto. Los Morois realmente tienen problemas con el cambio.Podría ser útil tener una voz discrepante por aquí. Lissa no contestó enseguida. Todavía analizaba esta oferta por cada ángulo posible. Deseaba que yo estuviera allí para aconsejarla, pero no estaba segura de que tendría mucho que opinar. Repartir mis deberes de guardián entre la Corte y una Universidad genial podría ser muy fantástico. Por otro lado, tendríamos más libertad en cualquier otra parte. Al final, Lissa decidió a favor de la educación superior. —Está bien —dijo finalmente—. Acepto. Gracias, Su Majestad. —Excelente —dijo Tatiana—. Veremos que los arreglos sean hechos. Ya te puedes ir. La reina no hizo ningún signo de movimiento, entonces Lissa hizo otra reverencia y se apresuró hacia la puerta, aún tambaleándose con estas noticias. Tatiana derepente le llamó. —¿Vasilisa? ¿Enviará a su amiga aquí para hablar conmigo?¿La chica Hathaway? —¿Rose? —preguntó con asombro—. ¿Por qué…? Sí, desde luego. La buscaré. Lissa se apresuró hacia el alojamiento de invitados, perola encontré a mitad del camino.—¿Qué está pasando? —pregunté. —No tengo ni idea—dijo Lissa—. ¿Escuchaste lo que dijo? —Sip. Tal vez quieredecirme que tengo que ser sumamente cuidadosa contigo al ir a aquella escuela. —Talvez. No lo sé—Lissa me dio un abrazo rápido—. Buena suerte. Te veré pronto. Fui a la misma habitación y encontré a Tatiana de pie con sus manos apretadas, con una postura rígida e impaciente. Estaba vestida como una empresaria ejecutiva otra vez,con una chaqueta lisa de color marrón y una falda a juego. Aquel color no habría sido mi primeraopción para

170

acompañar sus canas grises oscuras, pero eso era problema de su asesor de estilo, no mío. Hice una referencia justo como Lissa lo había echó y mire di un vistazo alrededor de la habitación.Priscilla se había ido, sólo quedaban un par de guardianes. Esperé a que Tatianame dijera que tomara asiento, pero en cambio, ella se levantó y camino directamentehacia mí. Su rostro no parecía feliz. —Señorita Hathaway—ella dijo bruscamente—, voy hacer breve. Va a detener este asunto tan horroroso que está teniendo con mi sobrino-nieto. Inmediatamente.

171

Capítulo 15 Traducido por Caty Corregido por Akanet

—¿Y

o... qué?

—Me escuchó. No séqué tan lejos han llegado las cosas, y honestamente, realmente no quierosaber los detalles. Ese no es el punto. El punto es que eso no va a continuar. La reina me estaba mirando, con las manos en sus caderas, claramente esperando que le jurara que iba a hacer lo que fuera que quisiera. Excepto que de cierta forma no podía. Echeun vistazo a la habitación, segura de que esto era algún tipo de broma. Mire a los dosguardias al otro lado de la habitación, medio esperando que ellos explicaran queestaba sucediendo, pero estaban en eso de ver-sin-ver-de-verdad. Sin contactovisual. Mire de nuevo a la reina. —Um, Su Majestad... ha habido algún tipo de error. No pasa nada entre Adrian yyo. —¿Crees que soy idiota?—pregunto. Vaya. Ese era un comienzo. —No, Su Majestad. —Bueno, ese es un comienzo. No tiene sentido mentirme. La gente los ha vistojuntos, aquí y en su escuela. Yo misma los vi en el tribunal. — Maldición. ¿Por qué Adrianhabía escogido ese momento para ser caballeroso y darme un abrazo? —He escuchadotodos los detalles ilícitos acerca de lo que ha estado pasando, y va a parar aquí mismo,ahora

172

mismo. Adrian Ivashkov no va a huir con cualquier chica dhampir barata, así quepuede deshacerse de su ilusión ahora mismo. —Nunca pensé que él fuera a hacerlo, dado que nada está pasando entre nosotros—dije—.Quiero decir, somos amigos, eso es todo. Yo le gusto. Él coquetea. Y siquiere hablar de cosas ilícitas, entonces... sí, estoy bastante segura de que él tiene todauna lista de cosas ilícitas que desearía hacerme. Muchas cosas ilícitas. Pero no lasestamos haciendo. Su Majestad. Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, me sentí como una idiota.Por la mirada en su cara, sin embargo, no parecía que las cosas de verdad pudieranponerse peores para mí. —Sé todo sobre ti—dijo ella—. Ahora todos hablan de tus recientes logros y hazañas,pero no he olvidado que fuiste tú la que se llevó a Vasilisa. También se acerca de los problemas en que sueles meterte, se sobre el alcohol, sobre los hombres. Si de mídependiera, empacaría tus cosas y te enviaría a alguna comunidad de putas de sangre.Probablemente encajarías perfectamente allí. ¿Alcohol y hombres? Me hizo sonar como una prostituta alcohólica, cuando,honestamente nunca había bebido más que otros adolescentes en las fiestas de sus secundarias. Decirle esto no tenía sentido, sin embargo. Decirle que aún era virgen probablemente tampoco haríamucha diferencia. —Pero—ella continuo—, tus recientes... logros hacen que sea imposible enviarte lejos.Todos creen que tienes un futuro glorioso por delante. Talvez lo tengas. Aún así, si nopuedo impedir que te conviertas en un guardián, puedo interferir en la persona que te sea asignada. Me tensé. —¿Que está diciendo? ¿Me está amenazando?—dije las palabrascuidadosamente, no como un reto. Ella no podía estar hablando en serio. Alejarme deLissa durante la experiencia de campo era una cosa, pero estábamos hablando de untema totalmente diferente ahora. —Sólo estoy diciendo que tengo un gran interés en el futuro de Vasilisa, eso es todo. Y si tengo que protegerla de influencia corruptas. Podemos encontrarle otro guardián. Podemos encontrarte otro Moroi. —¡No puede hacer eso!—exclamé. Podía decir por la mirada en su cara que estaba feliz de obtener finalmente una reacción real de mí. Yo estaba tanto

173

enojada como asustada, y luche fuertemente contra misnormalmente explosivosinstintos. Diplomacia y honestidad era lo que realmente necesitaba ahora—. No estoyhaciendo nada con Adrian. De verdad. No puede castigarme por algo que noestoy haciendo.—Rápidamente recordé agregar—: Su majestad. —No deseo castigarte para nada, Rose. Sólo quiero asegurarme de que nos entendamos. Loshombres Morois no se casan con chicas dhampir. Juegan con ellas. Cada chicapiensa que va a ser diferente con ella, incluso tu madre lo hizo con Ibrahim, pero también ellaestaba equivocada. —¿Con quién?—pregunté, el nombre golpeándome como una cachetada en la cara. ¿Ibrahim? Nunca habíasiquiera escuchado ese nombre, y ni hablar de alguien llamado así. Quería preguntarle quien era él y cuál era su conexión con mi madre, pero Tatiana tansólo continuo hablando. —Siempre están equivocadas. Y puedes tratar todo lo que quieras de cambiar eso,pero es una pérdida de tiempo—Negó con la cabeza, como si sintiera pena por esaschicas dhampir, pero su aire presumido contradecía cualquier empatía verdadera—. Puedes usar tu cara bonita y tu cuerpo fácil tanto como quieras, pero al final, serás laúnica que se sentirá usada. Él puede decirte ahora que te ama, pero al final, se cansaráde ti. Ahórrate el sufrimiento. Te estoy haciendo un favor. —Pero él nunca ha dicho que me ama…—No tenía sentido. Lo irónico aquí era que bastante segura de que Adrian tan sólo quería usarme para tener sexo. Notenía ninguna falsa ilusión acerca de eso. Pero en vista de que no estaba en realidad acostándome con él,no había ningún problema, excepto, bueno, que Tatiana parecía pensar en todo esto como un problema. Suspire, sospechando que ningún argumento iba a hacerla creer que noestaba interesada en Adrian—. Mire, si está tan segura de que no podemos tener un futurojuntos, entonces ¿por qué me está diciendo todo esto? De acuerdo a lo que dice, él me va a dejar aun lado de cualquier forma. Su Majestad. Ella dudó tan sólo por un segundo, y casi me rio.A pesar de todo lo malo que dijo acerca de mi, mi mamá y los demás dhampirs, unaparte de ella estaba realmente preocupada de que pudiera ser de lo suficientementebonita y encantadora para seducir a Adrian a un matrimonio deshonroso. Rápidamente ocultó su inseguridad.

174

—Me gusta encargarme de las cosas antes de que se vuelvan un desastre, eso es todo.Además, las cosas van a ser más fáciles para él y Vasilisa sin cargar con ningún pasado que te incluya. Espera, espera. Mi breve momento de satisfacción desapareció,y se convirtió en confusión.Estaba tan perdida ahora como cuando empezó a acusarme de estar involucrada conAdrian. —¿Él y... Vasilisa? ¿Lissa? ¿De qué está hablando? —Me olvide del Su Majestad, pero a estas alturas no creo que le importara. —Ellos dos hacen una excelente pareja—dijo ella, sonando como si ya estuviera lista paracomprarles algunas obras de arte—.A pesar de tu mala influencia, Vasilisa se ha convertido en una joven muyprometedora. Tiene una naturaleza muy seria, muy dedicada que va a contrarrestar algo de la imprudencia de él. Y estar juntos les permitiría continuar examinando su... inusualsituación mágica. Hace cinco minutos, la idea de casarme con Adrian había sido la cosa más loca quehabía escuchado alguna vez. Eso acababa de ser destronado, sin embargo, por la idea de Lissacasándose con Adrian. —Lissa y Adrian. Juntos. No puede estar hablando en serio. Su Majestad. —Si ellos dos están aquí juntos, creo que llegaran a estarlo. Ya tienen cierto carismacuando están juntos. Además, ambas abuelas de Adrian vienen de ramas de la familiaDragomir. Él tiene más que suficiente sangre para ayudarla a continuar el apellidoDragomir. —Christian Ozera también—En uno de sus más asquerosamente lindos momentos, Lissay Christian habían revisado su árbol familiar para ver si él tenía los suficientes genes Dragomir para poder pasarle el nombre a sus hijos. Cuando se dieron cuenta de queeran suficientes, entonces habían empezado a nombrar a sus hijos. Había sido horrible. Me marchédespués de que Lissa me dijo que nombraría a su tercera hija en mi honor. —¿Christian Ozera?—Esa condescendiente sonrisa de ella se apretó—.No hay ninguna posibilidad de que Vasilisa Dragomir se case con él. —Bueno, sí. Por lo menos no muy pronto. Quiero decir, ellos van a ir a la universidad y…

175

—Ni ahora. Ni nunca—interrumpió Tatiana—. Los Dragomir son un antiguo e importante linaje real. Su última descendiente no se va a unir a alguien como él. —Él es de la realeza—dije en una voz tan baja que estaba a punto de convertirse en mi vozespantosa. Por alguna razón, el hecho de que insultara a Christian me dolió más quecuando me insultó a mí—. El linaje Ozera es tan importante como el Dragomir o el Ivashkov. Él es de la realeza, al igual que Lissa, al igual que Adrian y al igual que usted. Ella resopló. —Él no es como nosotros. Si, los Ozeras son una de las casas reales, y si,tiene algunos primos lejanos respetables. Pero no estamos hablando de ellos. Estamoshablando del hijo de alguien que se convirtió a propósito en Strigoi. ¿Sabes cuantas vecesha pasado eso durante mi vida? Nueve. Nueve veces en cincuenta años. Y sus padres fueron dos de ellas. —Sí, sus padres—dije—. No él. —Eso no importa. La princesa Dragomir no se puede relacionar con alguien como él. Esa posición es simplemente demasiado prestigiosa. —Pero su sobrino Majestad.

es la elección

perfecta—dije amargamente—.Su

—Si eres una chica tan inteligente, entonces dime, en San Vladimir, ¿Cómo los tratan? ¿Cómo miran tus compañeros a Christian? ¿Cómo ven a Christian y Vasilisajuntos—Sus ojos brillaron a sabiendas. —Bien—dije—. Ellos tienen muchos amigos. —¿Y Christian es aceptado totalmente? Inmediatamente,pensé en Jesse y Ralf molestándome por Christian. Y si, había muchaspersonas que aún evitaban a Christian como si ya se hubiera convertido en Strigoi. Erala razón por la que no tenía un compañero en Ciencia Culinaria. Trate de escondermis pensamientos, pero mi demora me había delatado. —¿Ves?—exclamó—. Y ese es sólo un microcosmos de la sociedad. Imagínatelo en unamayor escala. Imagina como será cuando ella sea un miembro activo del gobierno ytrate de convencer a otros para que la

176

apoyen. Él será una carga. Ella tendrá enemigos sólo por estar con él. ¿De verdad quieres que le pase eso? Eso era exactamente lo que Christian temía, y lo negaba ahora tanto como se lo habíanegado a él. —Eso no pasará. Está equivocada. —Y usted es muy joven, señorita Hathaway. Además está retrasando su vuelo—Ellase movió hacia la puerta. Los guardas al otro lado de la habitación, estuvieron a su lado enun parpadeo—. No tengo nada más para decir y espero que esta sea la última vez que tengamos una discusión de este tipo—O cualquier discusión, pensé. Ella se fue, y tan pronto como la etiqueta decía que me podía ir, corrí para alcanzar miavión. Mi cabeza giraba mientras lo hacía. ¿Qué tan loca estaba esa señora? No soloestaba convencida de que estaba muerta por Adrian, también creía que podía conspirarpara lograr algún tipo de matrimonio arreglado entre él y Lissa. Era casi imposible sabercual parte de la conversación había sido más ridícula. Difícilmentepodía esperar para decirles a los otros lo que había pasado y reírnos unbuen rato de eso. Pero, mientras regresaba a mi habitación a recoger mi maleta, loreconsideré. Ya había muchos chismes sobre mi relación con Adrian, no creo que fuerabuena idea alimentar el fuego. Tampoco pensaba que Christian debería escuchar acerca de esto. Élya se sentía inseguro acerca de su posición con Lissa. ¿Cómo se sentiría si se dieracuenta que la reina ya estaba haciendo planes para deshacerse de él? Así que decidí mantenerlo en secreto por un tiempo, lo cual eradifícil dadoque Lissa estaba prácticamenteesperándomeafuera de mi puerta cuando volví. —Hola —dije—. Pensé que estarías en el avión. —No. El vuelo fue retrasado unas horas. —Oh—Irnos a casa de repente sonaba como la mejor idea de la historia. —¿Que quería la reina?—preguntó Lissa. —Felicitarme—dije tímidamente—. Sobre los Strigois que maté. No esperaba eso de parte de ella, fue medio raro.

177

—No tan raro—dijo ella—. Lo que hiciste fue increíble. Estoy segura de que sóloquería hacerte un reconocimiento por lo que hiciste. —Sí, supongo. ¿Así que qué pasa? ¿Qué vamos a hacer con este tiempo extra?—Había emoción tantoen sus ojos como en sus sentimientos, y yo agradecía el cambio de tema. —Bien... estaba pensando. Ya que estamos en la Corte Real... ¿no quieres conocerla? Tiene quehaber más aquí que un café y un bar. Parece que deberíamos saber este tipo de cosas sivamos a vivir aquí. Además, tenemos mucho que celebrar. La verdadera importancia de la situación me golpeó. Había estado tan distraída por Víctorqueni siquiera habíarealmente asimilado la situación, estábamos en la Corte Real, el centro delliderazgo Moroi. Era casi tan grande como la Academia, y tenía que haber más que ellado de negocios que habíamos visto hasta ahora. Además, ella tenía razón. Teníamos mucho quecelebrar. Víctorhabía sido sentenciado. Ella obtuvo un gran arreglo para la universidad. Sólo mi supuesto romance con Adrian había sido malo, pero estabadispuesta a hacerlo a un lado mientras me dejaba contagiar del entusiasmo de Lissa. —¿Donde está Christian?—pregunte. —Haciendo sus propias cosas—dijo ella—. ¿Crees que lo necesitamos cerca? —Bueno, él usualmente estácerca últimamente. —Si—admitió—. Pero en cierto modo me gustaría que estuviéramos solas por un rato—Sentí lospensamientos detrás de esa decisión. Nuestra corta conversación justo antes de que sefuera para donde la reina la había puesto nostálgica al recordarle los viejos tiempos, cuandohabíamos sido sólo nosotras dos nuestra cuenta. —No me quejaré por eso—dije—. ¿Qué tanto podemos recorrer en tres horas? Una mirada traviesa se asomo en su cara. —Lo esencial—Podía sentir que ella teníaalgo especial en mente, pero estaba tratando de mantenerlo oculto. Ella no podíaobstruirme el vínculo, pero había aprendido que sino

178

pensaba demasiado en ciertas cosas, entonces yo no podía verlas tan fácilmente. A ella legustaba poder sorprenderme de vez en cuando. Tratar de esconderme cosas importantes o problemas nunca funcionaba, sin embargo. Salimos de nuevo al clima helado, con Lissa guiándome. Nos alejo de los edificiosadministrativos, dirigiéndonos hacia algunos otros más cerca del límite de los terrenos de la Corte. —La reina vive en el primer edificio—explicó Lissa—.No es exactamente un palacio, pero es lo más cercano que tenemos. Antes, cuando la Corte estaba en Europa, la realeza Moroi solía vivir en castillos. Hice una mueca. —Haces que eso suene como algo bueno. —¿Paredes de piedra? ¿Torres? Incluso tú tienes que admitir que suena genial. —Sí, pero apuesto a que su acceso a internet era una mierda. Lissa negó con la cabeza hacia mí, sonriendo, y no dignifico mi comentario con una respuesta.Pasamos por algunos otros edificios que tenían el mismo decorado de piedras que los otros, pero eran altos y estabandistribuidos de forma que me recordaban un complejo de apartamentos. Ella lo confirmo. —Esas son las casas del pueblo. Donde la gente que se queda aquí todo el año vive. Las observé,preguntándome como serian por dentro, y un pensamiento feliz me llego.—¿Crees que ahí es donde vamos a vivir? El pensamiento la tomo fuera de guardia, pero rápidamente se emociono tanto como yo.Ella,también, adoraba la idea de que tuviéramos nuestro propio lugar, libres de decorarloy de ir y venir como quisiéramos. Prefería la idea de que Dimitri viviera también connosotras, pero aquí en la Corte, no tendría que estar con ella 24/7. En cuanto a eso, en realidad yo no necesitaría estar con ella 24/7 tampoco. ¿Me dejarían vivir con ella? ¿O esta sería otra oportunidad para mostrarme que no era necesaria? —Espero que sí—dijo ella, desconociendo mis preocupaciones—. Un piso alto con unalinda vista.

179

Sonreí. —Y una piscina. —¿Cómo puedes pensar en una piscina con este clima? —Oye, si estamos fantaseando aquí, podemos hacerlo de la mejor manera. Te apuesto que Tatianatiene una. Apuesto que usa un bikini y tiene chicos guapos aplicándole bronceador. Esperaba otra mirada desaprobadora, pero Lissa sólo se rio mientras me conducía a unedificio cerca de las casas del pueblo. —Es gracioso que mencionaras eso. —¿Qué?—exclamé. Ella estaba casi lista para revelar su secreto. Yo estaba muy cercade sacarlo de su mente. Lo hubiera hecho, si no estuviera tan sorprendida por lo que nosrodeaba. Era una sobrecarga sensorial, música delicada, fuentes, plantas, gente conbatas blancas, todo brillante y plateado... Era un spa, uno completamente lleno de lujos escondido en un viejo edificio de piedraaquí en la Corte. ¿Quién lo hubiera pensado? Una gran recepción de granito protegía la entrada, así que tan sólo teníamos una vista parcial, pero lo que podía ver erabastante interesante.Las mujeres se sentaban a lo largo de una pared recibiendo manicuras y pedicuras. Hombres ymujeres Morois estaban recibiendo cortes de pelo y tinturas. Lo que parecía un grancorredor se veía al fondo del edificio, con un directorio de flechas señalando otrassecciones como masaje, sauna, faciales, etc. Lissa me miro. —¿Qué piensas? —Creo que Adrian teníarazónacerca de que la Corte tiene toda clase de secretos—Le di una miradasorprendida—. Y odio admitir que él tiene la razón. —Has estado tan triste por la experiencia de campo y... otras cosas—No tenia quemencionar la muerte de Mason y la pelea con los Strigois. Lo leí de su mente—. Meimagine que podíasdisfrutar de un descanso. Chequeé sus horarios mientras estabas con lareina, y estuvieron dispuestos a abrirnos un lugar. Lissa camino hacia la recepcionista y le dijo quienes éramos. La mujer inmediatamentereconoció nuestros nombres pero parecía sorprendida por

180

dejar entrar a una dhampir. No me importo, sin embargo. Estaba demasiado deslumbrada por la vista y los sonidos que merodeaban. Comparado con el estilo de vida duro y practico que llevaba usualmente, esta clase delujo estaba casi fuera de mi alcance. Después de registrarnos, Lissa me miro, estaba radiante y emocionada. — Nos reservemasajes con esos... —Uñas—la interrumpí. —¿Qué? —Quiero arreglarme las uñas. ¿Puedo hacerme una manicura? Era la cosa más exótica,y completamente inútil que podíaimaginar. Bueno, no era inútil paralas mujeres normales. ¿Pero para mí? ¿Con la forma en la que usaba mis manos y las sometía a raspones, moretones, polvo y viento? Si. Inútil. No me había pintado lasuñas en siglos. No había razones para hacerlo. La mitad del esmalte probablemente secaeríadespués de una sesión de práctica. Una novata como yo no podía darse ese tipode lujo. Y esa era la razón por la que quería tan, tan desesperadamente una.Ver a Lissa usando maquillaje había despertado esa parte de mí que se moría por unpoco de embellecimiento. Aceptaba que eso nunca sería una parte regular de mi vida,pero si estaba en un lugar como este hoy, entonces por Dios, quería hacerme unamanicura. Lissa dudo un poco. Aparentemente había tenido grandes planes para eso del masaje. Pero, nofue capaz de negarse a mi petición y hablo de nuevo con la recepcionista. Sonaba comosi la recepcionista tuviera que hacer un poco de malabares con su agenda, pero dijoque lo podía hacerlo funcionar. —Claro, princesa—Ella sonrió felizmente, encantada por el carisma natural de Lissa. Lamitad del tiempo, Lissa ni siquiera necesitaba del espíritu para que la gente laayudara. —No quisiera ser un inconveniente—dijo Lissa. —No, no. ¡Definitivamente no! Pronto nos encontrábamos sentadas en unas mesas adyacentes mientras unas mujeres Moroisintroducían nuestras manos en agua caliente y comenzaban a masajearlas con unarara combinación de azúcar y hierbas.

181

—¿Por qué la manicura?—Lissa quería saber. Le explique mi razonamiento, acerca decomo difícilmente me quedaba tiempo para maquillarme ahora, y como el abuso al quesometía mis manos habíahecho que cualquier tipo de cuidado se volviera poco práctico.Su cara se torno pensativa—. No había pensado en eso antes. Simplemente me imagineque ya no te gustaba hacerlo. O, bueno, que no lo necesitabas. No con la forma en quete ves. —Como sea—dije—. Túeres a la que los chicos adoran. —Sólo por mi nombre. Tú eres a la que los chicos, especialmente a uno queconocemos, en realidad quieren por otras razones. Dios, Me preguntaba a quien se refería. —Sí, pero esas otras razones no son muy nobles. Se encogió de hombros. —El punto es el mismo. No necesitas maquillaje para hacerlos babearsepor ti. Entonces sentí la cosa más rara a través del vínculo. Me vi a mi misma a través de susojos. Era como verse en un espejo, excepto que ella sólo tenía una vista de perfil mía.Pero cuando me miraba, de verdad pensaba que era hermosa. Con mi bronceadoy mi pelo castaño oscuro, le parecía exótica. Ella se sentía pálida y desteñida comparadaconmigo, flaca al lado de mis curvas. Era surrealista, considerando que tan a menudome sentía vulgar al lado de su belleza luminosa.Su envidia no era maliciosa, eso no estaba en su naturaleza. Era más como un deseo, una admiración por una imagen que ella nunca podría tener. Quería hacerla sentir bien,pero tenía el presentimiento de que ella no quería que me enterara de susinseguridades. Además, mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la mujer dándome que me hacia la manicura me pregunto de qué color las quería. Escogí un color que parecía oro centelleante. Escandaloso, tal vez, pero de verdad pensaba que se veíaen cierto modo genial, y no eracomo si fuera a durar mucho en cualquier caso. Lissa escogió un rosa pálido, un colortan refinado y elegante como ella. Las suyas fueron pintadas mucho más rápido que lasmías, porque mi manicurista tuvo que pasar mucho tiempo suavizando mis manos ypuliendo mis uñas. Lissa terminó mucho antes que yo.

182

Cuando las dos tuvimos manos glamurosas, las levantamosorgullosamente una al lado de la otra. —Te ves hermosa, querida—declaró ella,añadiéndole un aire sofisticado a su voz. Riéndonos, nos dirigimos al área de masaje. Lissa tenía planeado originalmente para nosotras unos masajes extensivos, pero la manicura había tomado mucho tiempo. Así que cambiamos elmasaje de cuerpo entero por uno de pies, que era perfecto porque no nos teníamos queponer batas ni cambiarnos de ropa con nuestras uñas aún frescas.Todo lo que teníamosque hacer era quitarnos los zapatos y doblar nuestros pantalones. Me senté en una sillamientras mis pies se remojaban en una cálida y burbujeante agua. Alguien puso algo enla tina que olía como violetas, pero no le preste mucha atención.Estaba demasiado concentrada en mis manos. Eran perfectas. La manicurista las habíamasajeado y suavizado hasta que quedaron como seda, y mis uñas habían sidotransformadas en brillantes óvalos dorados. —Rose—Escuché decir a Lissa. —¿Hmm?—La manicurista también les había puesto una capa de esmalte transparentesobre el dorado. Me preguntaba si les daría un poco más de durabilidad a mis uñas. —Rose. Sintiendo que Lissa quería toda mi atención, finalmente aparte la vista de mis increíblesmanos. Ella estaba sonriendo de oreja a oreja.Podía sentir que esas noticias emocionantes la quemabande nuevo, el secreto que tenido mientras caminábamos hacia acá. —¿Qué pasa?—pregunte. Inclino la cabeza hacia abajo.—Rose, este es Ambrose. Mire hacia abajo distraídamente hacia el masajista a mis pies.—Hola, Ambrose, como es...—Deje de hablar antes de que las palabras santo cielo o vaya salieran de mi boca. El chico que masajeaba mis pies no podíahaber sido mucho mayor que yo. Tenía un cabellorizado negro y músculos por todas partes. Lo sabía a ciencia cierta porque no tenia camisa y nos ofrecía a las dos una generosa

183

vista de sus bien esculpidos bíceps y pectorales. Su piel dorada sólo podíaser el resultado de un exceso de tiempo en el sol, lo que indicaba que era humano. Lasmarcas de mordida en su cuello lo confirmaban. Un muy apuesto chico alimentador.Muy apuesto. Su atractivo era casi irreal, sin embargo. Dimitri era hermoso, pero tenía pequeñasimperfecciones que lo hacían mucho más hermoso. Ambrose era demasiado perfecto,como una pieza de arte. No quería tirarme en sus brazos ni nada, pero era de verdadalgo bueno para ver. Lissa, aún preocupada por mi vida amorosa, al parecer había pensado que esto eraexactamente lo que necesitaba. Su masajista era una mujer. —Encantado de conocerte, Rose—dijo Ambrose. Tenía una voz musical. —Encantada deconocerte también—dije. De repente muy consciente de su tacto mientras sacaba mipie del agua y lo secaba con una toalla. Estaba especialmente consciente de la apariencia de mispies. No eran desagradables ni nada, dado que no estaban tan expuestos a loselementos como mis manos. Sólo que en cierto modo deseaba que estuvieran tan lindos como mis manos,ya que este modelo masculino iba a tocarlos tanto. Lissa, lo suficientemente astuta para sentir mi fascinación, apenas podía contener su risa. Oí sus pensamientos en mi cabeza—: Lindo, ¿verdad?— Le di una mirada, negándomea decir mis pensamientos en voz alta—. Es el masajista personal de Tatiana. Eso prácticamente te hace de la realeza. — Suspire fuertemente para dejarla saber que no eratan graciosa como creía. —Y cuando digo personal, quiero decir personal. Salte por la sorpresa, accidentalmente pateando con uno de mis pies. Las habilidosasmanos de Ambrose lo atraparon antes de que lo pudiera golpear en su linda cara, menosmal. Tal vez no podía comunicarme telepáticamente, pero estaba bastante segura de queLissa entendió que la mirada en mi cara decía, no puedes estar hablando en serio, porque si es así estás engraves problemas. Sus ojos se agrandaron. —Pensé que te gustaría eso. Ser mimada por el amante secreto dela reina. Mimadano fue exactamente la palabra que se cruzó por mi mente.Mirando los rasgos hermosos y jóvenes de Ambrose, simplemente no podía

184

imaginármelo en la camacon esa vieja. Por supuesto, esa negación podría ser la forma de mi cerebro deprotegerme del hecho de que la misma persona que la tocaba a ella estaba ahoratocándome a mí. Asco. Las manos de Ambrose estaban recorriendo mis tobillos y mispies, y me hizo un comentario sobre lo elegantes que eran mis piernas. Sudeslumbrante y blanca sonrisa nunca abandonaba su cara, pero la mayoría de misrespuestas eran secas. Todavía no podía superar la imagen de él y Tatiana juntos. Silenciosamente, Lissa gruño. —¡Él está coqueteando contigo, Rose!—pensó ella para mí—.¿Qué estás haciendo? Puedes hacerlo mejor que eso. Pase por todos estos problemas paraconseguirte el chico más caliente del lugar, ¡y esto es lo que consigo! Este monólogo se estaba convirtiendo en un dolor en el trasero. Quería decirle quenunca le pedí que alquilara este chico para mí. De hecho, de repente vinieron imágenesa mi cabeza de la reina llamándome a otra reunión para gritarme por tener otro romanceinexistente con Ambrose. ¿No sería eso perfecto? Ambrose continúo sonriendo mientras masajeaba la planta de uno de mis pies con suspulgares. Dolía, pero de una buena manera. No me había dado cuenta de lo sensible queera ese lugar. —Ellos se preocupan tanto porque uses las correctas ropas blancas ynegras, pero nadie siquiera piensa en tus pies—dijo él—.¿Cómo se supone que te la pases depie todo el día y aún así te las arregles para dar patadas altas y posiciones felinas en zapatos inapropiados? Estaba a punto de decirle que no necesitaba preocuparse tanto por mis pies, pero derepente una idea extraña me golpeó. ―Patadas altas‖ y ―posición felina‖ no eran términossúper secretos de los guardianes.Cualquiera podíabuscar en google ―Artes marciales‖ y encontrar ese tipo de cosas. Aún así, noera la clase de tema que esperaría que trajera a colación un Moroi, mucho menos unalimentador. Estudie más de cerca a Ambrose, notando la forma en que sus ojos oscuros muy cuidadosamente se desplazaban alrededor y observaban todo. Recordé sus rápidos reflejos cuando casi lo pateo. Sentími mandíbulaabriéndose, y la cerré antes de verme como una idiota.

185

—Eres un dhampir—susurré.

186

Capítulo 16 Traducido por Lizeth Corregido por Akanet

—E

so eres tú—él se burlo. —Sí, pero solo pensaba… —¿Que

era

humano?

¿Por

las

marcas

de

las

mordeduras? —Si—admití. No había porque mentir. —Todos tenemos que sobrevivir—dijo—. Y los dhampirs somos buenos para descubrir maneras de hacerlo. —Sí, pero la mayoría de nosotros se vuelven guardianes—señale—. Especialmente los hombres. —Todavía no podía creer que fuera un dhampir, o que nolo hubiera descubierto de inmediato. Hace mucho tiempo, los dhampirs habían nacido de las relaciones de humanos yMorois. Éramos medio-vampiro, medio–humano. Con el tiempo, los Morois empezaron a mantenerse alejados de los humanos. Los humanos crecieron y semultiplicaron tan ligeramente que ya no se necesitaban a los Morois por la magia. Los Morois ahora temían que pudieran convertirse en experimentos humanos si alguna vez erandescubiertos. Así que los dhampirs ya no eran hechos de esa manera, y en un extrañogiro genético, dhampirs juntándose con dhampirs no podrían hacer másdhampirs. La única manera en que mi raza siguiera reproduciéndose era através de la mezcla de los Morois con los dhampirs. La lógica normal haría que que pienses que un dhampir y unMoroi harían niños que fueran ¾ Moroi.

187

No.Salimos con perfectos genes dhampirs,mitad y mitad, mezclándose alguno de los mejores rasgos de ambas razas. La mayoríade los dhampirs vienen de mujeres dhampir y hombres Morois. Por siglos, estasmujeres habían enviado a sus hijos fuera para ser criados en alguna otra parte, así quelas madres podrían regresar a ser guardianes. Eso es lo que la mía había hecho. Con el tiempo, sin embargo, algunas mujeres dhampirs habían decidido que queríancriar a sus hijos ellas mismas. Se negaron a ser guardianes y en cambio se unieron en comunidades. Eso es lo que la madre de Dimitri había hecho. Muchos rumores feosrodeaban a estas mujeres porque los hombres Morois a menudo las visitaban con laesperanza de conseguir sexo barato. Dimitri me había dicho que muchas de esashistorias eran exageradas y que la mayoría de las mujeres dhampirs no eran tan fáciles. Losrumores vinieron del hecho de que estas mujeres fueran casi siempre madressolteras que no tenían ningún contacto con los padres de sus hijos, y porquealgunas dhampirs permitían que los Morois bebieran sangre durante el sexo. Era una cosarara, y sucia en nuestra cultura y era donde había venido el apodo de estas dhampirs no guardianas: prostitutas de sangre. Pero nunca siquiera había pensado en un hombre como prostituta de sangre. Mi mente estaba enrollándose. —La mayoría de los chicos que no quieren serguardianes simplemente se escapan —le dije. Era raro. Pero sucedía. Chicosretenidos en la escuela de guardianes y que desaparecían para esconderse afuera entrehumanos. Era otra cosa vergonzosa. —Yo no quise escaparme—dijo Ambrose, pareciendo muy alegre sobre todo esto—. Perono quería luchar con Strigois tampoco. Así que hice esto. A mi lado, Lissa estaba sorprendida. Las prostitutas de sangre permanecían al margen denuestro mundo. El tener uno justo en frente de ella, un chico, nada menos, eraincreíble. —¿Esto es mejor que ser un guardián?—pregunte con incredulidad —Bueno, veamos. Los guardianes gastan todo su tiempo vigilando a otros, arriesgandosus vidas, y llevando horrible zapatos. ¿Yo? Tengo unos

188

estupendos zapatos, actualmenteestoy masajeando a una linda chica, y duermo en una asombrosa cama. Hice una mueca. —No vamos a hablar sobre el lugar donde duermes, ¿de acuerdo? —Y dar sangre no es tan malo como piensas.No doy tanta como un alimentador, pero el estar como drogado es bastante fantástico. —Tampoco hablaremos sobre eso —le dije. De ninguna manera iba a admitir que sabía que las mordeduras Morois eran de hecho ―bastantes fantásticas. —Bien. Pero di lo que quieras, mi vida es buena—Me dio una sonrisa desequilibrada —Pero no son personas, como…bueno, ¿no son malos contigo? Deben decircosas… —Oh, sí—estuvo de acuerdo—. Cosas horribles. Me llaman con muchos nombres horribles. ¿Pero sabes de donde consigo la mayoría del sufrimiento? De otros dhampirs.Los Morois tienden a dejarme solo. —Eso es porque no entienden lo que significa ser un guardián, cuán importante es. —Se me ocurrió, con algo de malestar, que sonaba exactamente como mi madre—. Es lo que los dhampirs están destinados a hacer Ambrose se levanto. Desenredado sus piernas y enfrentándome a un pecho totalmente musculoso. —¿Segura? ¿Cómo te gustaría averiguar lo que realmente estas destinada a hacer? Conozco a alguien que podría ser capaz de decirte. —Ambrose, no lo hagas—gimió la manicurista de Lissa—. Esa mujer está loca. —Ella es psíquica, Eva. —No es psíquica, y túno puedes tomar a la princesa Dragomir para ir a verla. —La Reina misma va a ella por consejo—argumento en respuesta.

189

—Ese también es un error—murmuró Eva. Lissa y yo intercambiamos miradas. Ella se emociono con la palabra psíquica. Los psíquicos y adivinos eran generalmente considerados con el mismo escepticismo que los fantasmas, excepto que Lissa y yo habíamos recientemente aprendido que esashabilidades psíquicas que habíamos creído previamente que eran una fantasía realmente eran parte del espíritu. Esperar que pudiera haber tropezado con otrousuario de espíritu se disparo através de Lissa. —Nos encantaría ver a un psíquico. ¿Podemos ir? ¿Por favor?—Lissa echo un vistazo a unreloj cercano—. ¿Y pronto? Tenemos un vuelo que tomar. Claramente Eva pensaba que esto era una pérdida de tiempo, pero Ambrose prácticamente no podíaesperar para mostrarnos. Nos volvimos a poner nuestros zapatos y fuimos conducidosfuera de la zona de masajes. Los cuartos de spa habían estado en un laberinto devestíbulos detrás del salón delantero, y pronto nos encontramos a nosotros mismos enotro laberinto que estaba más lejos todavía. —¿No hay ningún directorio aquí?—dije mientras caminamos mas allá de las puertascerradas—. ¿Para qué son estos cuartos? —Todo y cualquier cosa por la que la gente pague dinero—dijo. —¿Como qué? —Ah, Rose, eres tan inocente. Finalmente alcanzamos una puerta al final del pasillo. Caminamos dentro yencontramos una pequeñahabitación que solo tenía una mesa. Una puerta cerrada seencontraba más allá de ella. Una Moroi en el escritorio levanto la mirada,obviamente reconociendo a Ambrose.Él se acercó a ella, y ellos dos empezaron en un argumento tranquilo mientras trataba de hacer que nos dejara entrar. Lissa se dirigió a mí, manteniendo su voz suave. —¿Qué crees? Mis ojos estaban sobre Ambrose. —Que todo ese músculo se va a desperdiciar.

190

—Olvida ya lo de la prostituta de sangre. Quiero saber sobre esta psíquica.¿Crees que hemos encontrada a otro usuario de espíritu?— preguntó ansiosamente. —Si un chico fiestero como Adrian puede ser un usuario de espíritu, entonces una mujerque adivina el futuro probablemente puede serlo también. Ambrose volvió hacia nosotras, sonriendo. —Suzanne estabafeliz de acomodarte en el horario antes de tu vuelo. Será solo un minuto mientras Rhonda termina con su actualcliente. Suzanne no parecía muy feliz por dejarnos entrar, pero no tuve tiempo parareflexionar aquello, porque la puerta interna se abrió, y un hombre Moroi viejo salió,encantado. Le dio a Suzanne algo de dinero en efectivo, asintió resto de nosotros, yse marcho. Ambrose se pusó de pie e hizo un amplio movimiento de barrido hacia la puerta. —Su turno. Lissa y yo caminamos al interior de la otra habitación. Ambrose nos siguió y cerró la puertadetrás de nosotras. Era como caminar dentro del corazón de alguien. Todo era rojo. La alfombra roja lujosa, un sofá rojo de terciopelo, papel tapiz brocado de terciopelo y cojines de satín rojo en el piso. Sentada en los cojines estaba una Moroi en sus cuarentas, con el cabello negro rizado y los ojos igualmente oscuros. Había un muy tenue toque de color oliva en su piel, pero su aspecto en general era pálido, como el de todoslos Morois.Su ropa negra destacaba en el marcado contraste de la roja habitación, y las joyas delcolor de mis uñas brillaron en su cuello y manos. Esperaba que hablara con unaescalofriante y misteriosa voz, una con un acento exótico, pero sus palabras sonabanclaramente americanas. —Por favor, siéntense—Señalo algunos cojines al otro lado de los de ella. Ambrose se sentó en elsofá—. ¿Aquién has traído?—le pregunto cuando Lissa y yo tomamos asiento. —La princesa Vasilisa Dragomir, y la que será su guardiana, Rose. Necesitan una lectura rápida de la fortuna. —¿Porqué siempre quieres apresurar estas cosas—Rhonda pregunto.

191

—Oye, no soy yo. Ellas tienen que tomar un avión. —Sería lo mismo si no tuvieran que hacerlo. Siempre tienes prisa. Sacudí mi temor lejos del cuarto lo suficiente para prestar atención a sus bromas fáciles y cabello similar. —¿Ustedes tienen algún parentesco? —Esta es mi tía—dijo Ambrose tiernamente—. Ella me adora—Rhonda puso los ojos en blanco. Esa era una sorpresa. Los dhampirs raramente tenían contacto con su extensa familiaMoroi, pero entonces, Ambrose era difícilmente normal. Lissa también estaba intrigada por todo esto, pero su interés era diferente del mío. Ella estaba estudiando intensamente aRhonda, tratando de encontrar cualquier indicio de que la mujer podría ser un usuario del espíritu. —¿Eres una gitana?—le pregunte. Rhonda hizo una mueca y empezó a barajar algunas cartas. —Soy de Roma—dijo—. Muchaspersonas nos llaman gitanos, aunque el término no es precisamente correcto. Y en realidad, primero soy Moroi. —Barajo un poco más las cartas, y luego se lasentrego a Lissa.—Corta, por favor. Lissa todavía estaba mirando fijamente, medio esperando poder ver un aura. Adrianpodía sentir a otros usuarios del espíritu, pero ella no tenía aún esa habilidad. Cortó lascartas y las devolvió. Rhonda puso la baraja junta de nuevo y repartió tres cartas para Lissa. Me incline hacia adelante. —Genial. —Eran cartas de tarot. No sabía mucho sobre ellas, sólo que supuestamente tenían poderes místicos y podían decirnos el futuro.No creía mucho en esas cosas más de lo que alguna vez había creído en la religión, pero entonces, hasta recientemente, nunca había creído realmente en fantasmas, tampoco. Las tres cartas eran la Luna, la Emperatriz y el As de Copas. Ambrose se inclino sobre mihombro para echar un vistazo a las cartas. —Oh—dijo—. Muy interesante. Rhonda le dio un vistazo. —¡Silencio!. No sabes de lo que estás hablando. —Volvió a las cartas y dio un golpecito al As de Copas—. Estas al borde de un nuevocomienzo, un renacimiento de gran poder y emoción. Tu vida va a

192

cambiar, pero será uncambio que te llevara en una dirección que, si bien es difícil, finalmente iluminara almundo. —¡Vaya! —dije. Rhonda luego señaló a la Emperatriz. —El poder y liderazgo yacen frente a ti, y te encargaras de ello con gracia e inteligencia. Las semillas ya están en su lugar, aunquehay un borde de incertidumbre, un enigmático conjunto de influencias que cuelgan a tu alrededor como neblina—Su atención estaba en la Luna mientras decía aquellaspalabras—. Pero mi total impresión es que esos factores desconocidos no detendrántu destino. Los ojos de Lissa se abrieron. —¿Puedes decir eso sólo por las cartas? Rhonda se encogió de hombros. —Está en las cartas, sí, pero también tengo un don queme permite ver fuerzas más allá de lo que la gente común puede percibir. Barajo las cartas de nuevo y entonces me las dio para cortarlas. Lo hice, y ella volteó tres cartas más. El Nueve de Espadas, el Sol, y el As de Espadas. La carta del Sol estabaal revés. Ahora, no sabía nada sobre estas cosas, pero inmediatamente tuve la sensación de queestaba a punto de recibir un trato injusto en comparación con Lissa. La carta de la Emperatriz había mostrado a una mujer en un vestido largo, con estrellas sobre sucabeza. La Luna había mostrado a una luna llena con dos perros debajo de ella, y el Asde Copas había mostrado un lujoso cáliz lleno de flores. Entretanto, mi Nueve de Espadas mostraba a una mujer sollozando delante de un muro deespadas, y el As de Espadas era una aburrida mano sosteniendo una simple espada dehierro. El Sol parecía por lo menos alegre. Tenía lo que parecía como un ángelmontando en un caballo blanco, con un resplandeciente sol brillando por encima. —¿No podría darle vuelta a esa al derecho?—pregunte —No—dijo ella. Con los ojos en las cartas. Después de varios minutos de un pesadosilencio, dijo—. Vas a destruir eso que es un no muerto. Espere cerca de treinta segundos para que continuara, pero no lo hizo. — Espera, ¿eso es todo?

193

Ella asintió. —Eso es lo que me dicen las cartas. Las señalé. —Parece que ellas tiene un poco más que decir que eso. ¡Le dio a Lissa unaenciclopedia entera de información valiosa! Y ya sé que voy a matar a los no muertos.Ese es mi trabajo—Bastante malo era que hubiera recibido una minuciosa fortuna. Además era totalmente poco original. Rhonda se encogió de hombros, como si esa fuera alguna clase de explicación. Empecé a decir que era mejor que ni siquiera pensara en cobrarme por esa porquería de lectura cuando hubo un golpe suave en la puerta. Esta se abrió, y para mi sorpresa, Dimitri asomó su cabeza dentro. Sus ojos cayeron sobre Lissa y yo. —Ah, dijeron queestarías aquí—él camino hacia adentro y se fijo en Rhonda. Para mi mayor sorpresa, le dio una pequeña inclinación de cabeza como de respeto y dijo muy educadamente—. Sientointerrumpir, pero necesito llevar a estas dos a su vuelo. Rhonda lo examino, pero no de la forma en que se hace cuando se le echa un vistazo a alguien. Era máscomo que si él fuera un misterio que ella quería averiguar. —No hay nada por quedisculparse. ¿Pero quizás tengas un poco de tiempo para una lectura? Con nuestros puntos similares de vista sobre la religión, esperaba que Dimitri le dijeraque no tenía tiempo para su artística estafa al leer la fortuna. Todavía lamirada en su rostro permanecía seria, y finalmente asintió, sentándose junto a mí,permitiéndome oler el aroma dulce de cuero y loción para después de afeitar. —Gracias—Suspalabras todavía eran perfectamente educadas. —Seré breve—Rhonda ya estaba barajando mis inútiles cartas. En tiempo record, las habíapreparado para cortarlas y tenía repartidas tres cartas en frente de Dimitri. El Caballerode Varas, la Rueda de la Fortuna, y el Cinco de Copas. No podía conseguir una percepciónpara estas. El caballero de Varas era como lo que sonaba, un hombre sobre el lomo deun caballo con una larga lanza de madera. La Rueda de la Fortuna era un círculo consímbolos extraños que flotabas en las nubes. El Cinco de Copas mostraba cinco copas derribadas derramando algún tipo de líquido mientras un hombre de pie estaba de espaldas aellas.

194

Sus ojos recorrieron las cartas, miró a Dimitri, luego miro de nuevo las cartas.Su expresión estaba pálida. —Perderás eso que más valoras, así que asegúrate devalorarlo mientras puedas —Apunto a la carta de la Rueda de la Fortuna—. La rueda está girando, siempre está girando. La lectura no fue tan buena como la de Lissa, pero él había conseguido algo muchísimo mejor que yo. Lissa me dio un codazo silencioso advirtiéndome que permaneciera tranquila, lo cual me sobresaltó al principio. Incluso sin comprenderlo, había abierto miboca para protestar. La cerré y mire ceñuda. La cara de Dimitri era oscura y pensativa mientras miraba las cartas. No sabía si él sabía algo sobre estas cosas, pero estaba mirandolas imágenes como si realmente tuvieran todos los secretos del mundo. Finalmente, le dio a Rhonda otra respetuosa inclinación de cabeza. —Gracias. Ella asintió en respuesta, y entonces nosotros tres nos levantamos para tomar nuestro vuelo. Ambrose nos contóque las lecturas las pagaba él y que los arreglaría con Suzanne después. —Valió lapena—me dijo—. Valió la pena verlas pensar dos veces sobre su destino. Me Burlé. —Sin ofender. Pero esas cartas no me hacen pensar mucho acerca de nada. —Como todo lo demás, esto simplemente le causo gracia. Estábamos a punto de dejar la pequeña sala de espera de Suzanne, cuando Lissa golpeóde repente la puerta abierta de Rhonda. Yo la seguí. —Um, disculpe—dijo Lissa. Rhonda levanto su vista de las cartas que barajaba una vez más, su cara preocupada.—¿Sí? —Esto va a sonar extraño, pero…. um, ¿podría decirme en que elemento seespecializó? Podía sentir a Lissa conteniendo su respiración. Ella quería muchísimo que Rhonda dijera que no se había especializado, que era a menudo señal de tener el espíritu. Aún había mucho que aprender y Lissa amaba la idea de alguien que pudiera enseñarle, y especialmente amaba la idea de alguien enseñándole a predecir el futuro.

195

—Aire—dijo Rhonda. Una suave brisa susurro a través de nuestro cabello para demostrar supunto—. ¿Por qué? Lissa dejo salir su respiración, derramando desilusión sobre mí a través de su enlace. —Por nada. Gracias de nuevo.

196

Capítulo 17 Traducido por Steffanie Corregido por Akanet

A

fuera en la pista, Christian estaba cerca de la entrada al avión, junto aunos pocos de los otros guardias. Lissa corrió a hablar con él, dejándonos a Dimitri y a mísolos. Él no había dicho una palabra durante todo el viaje de regreso desde el spa.Fuerte y silencioso eran típicos comportamientos para él, pero algo sobre sucomportamiento me pareció inusual esta vez. —¿Aún estas pensando en lo que Rhondadijo? Esa mujer es una completa estafa. —¿Por qué lo dices?—pregunto, deteniéndoseno lejos de donde estaban los otros. Un viento fuerte nos golpeo a todos en el rostro, yesperaba que pudiéramos abordar pronto. —¡Porque no nos dijo nada! Deberías haber oído mifuturo. Era, como, una oración señalando lo obvio. Lissa tuvo una mejor fortuna—admití—, pero realmente no era algo tan profundo. Rhonda dijo que seríauna gran líder. Quiero decir, en serio, ¿cuán difícil es descifrar eso? Dimitri me sonrió. —¿Sería una creyente si te hubiese dado una lectura más interesante? —Tal vez si fuera buena.—Cuando él solo rió, pregunte—: Pero tú lo estas tomando seriamente. ¿Por qué? ¿Realmentecrees en ese tipo de cosas? —No es tanto que crea… o que no crea.—Estaba usando una capucha negra sobre su cabeza hoy y la jaló hacia abajo parapoder cubrir mejor sus oídos—. Simplemente respeto a la gente como ella. Tienen acceso alconocimiento que otras personas.

197

—No es una usuaria del espíritu, sin embargo, así queno estoy realmente segura de donde está obteniendo ella ese conocimiento. Aún creo que es unaactriz. —En realidad es una vrăjitoare. —Una…—nisiquiera iba a tocar esa—. ¿Unaqué? ¿Es eso ruso? —Rumano. Significa…bueno, realmente no existe una palabra que lotraduzca. 'Bruja' se acerca, pero no es lo correcto. Sus ideas de una bruja no son lasmismas que las de los americanos. Nuncahabía esperado tener una conversación como estácon él. Simplemente no pensaba que Dimitri fuera del tipo supersticioso. Por medio momento,pensé que si él podía creer en algo como las brujas y los que decían la fortuna, quizás podía soportar el que yo viera fantasmas. Considere decirle algo pero pronto decidí locontrario. No hubiera tenido oportunidad de decir algo de cualquier forma porqueDimitri seguía hablando. —Mi abuela era como Rhonda—explicó—. Es decir, que practicaba el mismo tipo de arte. De personalidad sabia, eran muy diferentes. —¿Tu abuelaera… v, lo que sea? —Se les llama de otra forma en ruso, pero sí, es el mismo significado. Ella solía leer lascartas y dar consejos también. Era como se ganaba la vida. Me mordí la lengua sobre cualquier comentario de fraude. —¿Tenía razón? ¿Con suspredicciones? —Algunas veces. No me mires así. —¿Así como? —Tienes esa mirada en tucara que dice que crees que deliro, pero eres demasiado amable para decirlo. —Delirio es algo duro. Sólo estoy sorprendida, es todo. Nunca espere que creyeras en estas cosas.

198

—Bueno, crecí con ello, así que no me parece tan extraño. Y como dije, no es comosi lo creyera un cien por ciento. Adrian se había unido al grupo cerca del avión yestaba protestando en voz alta porque que aún no pudiéramos abordar. —Tampocopensé en ti como alguien con una abuela—le dije a Dimitri—. Quiero decir, obviamente, tuvisteque tenerla. Pero aun así… es extraño pensar que creciste con una.—El contacto con mipropia madre era lo suficientemente extraño, y nunca siquiera había conocido a algún otro miembrode mi familia. —¿Era raro tener a una abuela bruja? ¿Daba miedo? ¿Estaba siempre, algo así como,amenazando con hechizarte si te portabas mal? —La mayoría del tiempo sóloamenazaba con enviarme a mi cuarto. —Eso no me suena muy atemorizante. —Eso esporque no la has conocido. Me di cuenta de las palabras. —¿Aún vive? Asintió. —Sí. Senecesitara más que la edad avanzada para matarla. Ella es ruda. En realidad fue unguardián por un tiempo. —¿En serio?—Muy parecido a lo que pasó con Ambrose, mis ideas sobredhampirs, guardianes, and putas de sangre se estaban volviendo pantanosas—. ¿Así quelo dejo para volverse una, uh, para quedarse con sus hijos? —Ella tiene ideas muyfuertes acerca de la familia, ideas que probablemente suenan un poco sexistas para ti. Cree que todos los dhampirs deben entrenar y trabajar un tiempo como guardianes,pero que las mujeres eventualmente deberían regresar a casa a criar a sus hijos juntos. —¿Pero no los hombres? —No—dijo irónicamente—. Ella piensa que los hombres necesitanquedarse afuera y matar Strigois.

199

—Vaya —Recuerdo a Dimitri diciéndome un poco sobre su familia. Su padre se aparecíade vez en cuando, pero eso era todolo que teníaque ver con hombres en su vida.Todas sus hermanas eran mujeres. Y honestamente, la idea no sonaba tan sexista. Yotenía las mismas ideas de que los hombres debían salir a pelear, lo cual era la razón porla que conocer a Ambrose había sido tan extraño—. Tú fuiste el que tenía que irse. Las mujeres en tu familia te echaron. —Difícilmente—rió—. Mi madre me aceptaría en un segundo si quisiera volver a casa.—Él estaba sonriendo como si fuera un chiste,pero vi algo en sus ojos que lucía bastante como nostalgia. Aunque, despareció en unsegundo, mientras Dimitri volteaba cuando Adrian dijo felizmente que finalmente podíamosabordar. Cuando nos habíamos acomodado en el avión, Lissa difícilmente podía esperarpara decirles a nuestros amigos acerca de las noticias. Comenzó diciéndoles como yo había sido llamada para ver a la Reina. Ese no era un tema que hubiera querido discutir, pero ella siguió, excitada por que la Reina había querido ―felicitarme‖. Todosparecían impresionados menos Adrian. La mirada en su rostro me decía que estabaseguro que ella definitivamente no me había llamado para eso.Aun así, había suficiente perplejidad en sus ojos para hacerme creer que no tenía ni idea sobre la verdadera razón. Ya era hora que yo supiera algo que él no. Tenía elpresentimiento de que estaría tan sorprendido por la idea de el juntándose con Lissa comoyo lo había estado. Lissa entonces les dijo acerca de la oferta de vivir en la Corte e ir a la Universidad en Lehigh. —Aún no puedo creerlo —recalcó—. Suena demasiado bien paraser verdad. Adrian bebió de un vaso de lo que parecía whisky. ¿Cómo había obtenido esotan rápido? —¿Viniendo de mi tía-abuela? Es demasiado bueno para ser verdad. —¿Qué Tatiana tiene a volvería

quieres decir?—pregunte. Después de haber sido acusada por de estar comprometida en un romance ficticio y enterarme de que un dhampir comonovio/alimentador, nada acerca de ella me a sorprender—. ¿Se encuentra Lissa enproblemas?

—¿Qué, físicamente? No. Es solo que, mi tía-abuela no hace las cosas por labondad de su corazón. Bueno, —Adrian corrigió—, algunas veces lo

200

hace. No es unacompleta perra. Y creo que de verdad se preocupa por los Dragomirs. He oídoque a le agradaban tus padres. Pero el por quéestá haciendo esto… no lo sé. Has tenido ideas radicales. Quizás en verdad quiere escuchar diferentes opiniones. Oquizás quiere mantenerte vigilada, evitar que causes problemas.—O quizás quiere que Lissa se case contigo, añadí silenciosamente. A Christian no le gustaba nadade esto. —Él tiene razón. Podrían estar tratando de refrenarte. Deberías irte a vivircon la tía Tasha. No tienes que ir a una escuela Moroi. —Pero estará más segurasi lo hace—admití. Yo estaba a favor de luchar contra el sistema, y mantener a Lissalejos de los planes de la Realeza, pero si iba a una Universidad que noestaba protegido por los Morois, se encontraría en peligro, y yo ciertamente noquería eso tampoco. Comencé a añadir más, pero justo entonces, el avión despegó. Tanpronto estuvo en el aire, mi dolor de cabeza de ayer regreso. Era como si todo el aire a nuestro alrededor estuviera presionando mi cráneo. —Hijo de perra—gruñí, poniendo mimano en mi frente. —¿Estas enferma de nuevo?—preguntó Lissa, preocupada. Asentí. —¿Siempre has tenido problemas volando?—preguntó Adrian, haciendo gestos para quealguien llenarade nuevo su vaso. —Nunca—dije—. Demonios. No quiero pasar por esto otra vez. Apreté mis dientes y trate de ignorar el dolor, al igual que esas formas negras de nuevo. Me tomó algo de esfuerzo, pero si me concentraba lo suficientemente fuerte, podíahacer que todo disminuyera un poco. Extraño. Aun así, no quise hablar muchodespués de eso, y todos me dejaron sola. La conversación sobre la Universidad cesó. Lashoras pasaron. Era casi el momento de arribar a la Academia. Uno de los asistentes devuelo Morois camino por el pasillo hacia nuestro grupo, un ceño en su rostro. Albertainstantáneamente se puso atenta. ¿Qué sucede?

201

—Una tormenta de nieve acaba de pasarpor toda el área—dijo el asistente de vuelo—. No podemos aterrizar en San Vladimir porque la pista de aterrizaje no se encuentra accesible por el hielo y los vientos. Sinembargo, necesitamos combustible, así que vamos a aterrizar en la regional deMartinville. Es un aeropuerto pequeño a unas pocas horas en auto, pero no estuvieron tan afectados. Nuestro plan es aterrizar ahí, llenar el tanque, y volar a la Academia una vezque hayan limpiado la pista. Esta a menos de una hora volando. —Eran noticias molestas,pero no sonaba tan mal. Además, ¿qué podíamos hacer? A lo mínimo, yo tendría unrespiro pronto. Si mi dolor de cabeza se comportaba como antes, se iría una vez nosencontráramos en tierra. Regresamos a nuestros asientos y nos pusimos los cinturones,alistándonos para el aterrizaje. Afuera el clima lucia miserable, pero el piloto era buenoy aterrizo sin dificultades. Y fue entonces cuando sucedió. Tan pronto como tocamos el suelo, mi mundo explotó. El dolor de cabeza no se fue, se puso peor. Mucho peor, y no había creído que eso no era posible. Sentía como si todo mi cráneo estuviera siendo abierto. Pero eso sólo fue el comienzo. Porque repentinamente, todo a mi alrededor, eran rostros.Fantasmales, rostros y cuerpos translucientes, iguales al de Mason. Y oh Dios, estaban entodos lados. Ni siquiera podía ver los asientos o a mis amigos. Sólo esos rostros, y susmanos. Manos pálidas, y brillantes tratando de tocarme. Bocas abiertas como si fueran ahablar, y todos esos rostros lucían como si quisieran algo de mí. Y mientras más de ellos venían hacia mí, a más empecé a reconocer.Vi a los guardianes de Víctor, los que habían sido asesinados cuando rescatamos aLissa. Sus ojos estaban abiertos y aterrorizados. ¿Debido a qué? ¿Estaban reviviendo sus muertes? Mezclados con ellos había niños que no reconocí de inmediato. Entonces, lo supe. Eran los que Dimitri y yo encontramos muertos después de una la masacre Strigoi.Estos niños tenían la misma expresión que Mason, pero sus cuellos estaban cubiertos desangre, al igual que lo habían estado en la casa. Su color escarlata profundo resaltaba encontraste con los sombríos, luminiscentes cuerpos. Cada vez había más y más rostros. Mientras ninguno de ellos hablaba en realidad, parecía que había un zumbido en mis oídos que aumentaba

202

mientras aparecían más ymás de ellos.Tres nuevas figuras se unieron a la multitud. Deberían haberse mezclado con elresto, pero resaltaban casi tanto como la sangre en los cuellos de los niños lo habíahecho. Era la familia de Lissa. Su madre, su padre, y su hermano Andre. Lucíanexactamente como la última vez que los había visto, justo antes del accidenteautomovilístico. Rubios. Hermosos. Reales. Como Mason, ellos no tenían marcas de sus muertes, aún cuando yo sabía que el accidente les había hecho cosas horribles. Y comoMason, sólo me miraban fijamente con ojos tristes, sin hablar pero claramente queriendo decir algo. Sólo, que a diferencia de lo que pasaba con Mason, entendí el mensaje. Había unalarga mancha de oscuridad detrás de Andre que estaba asiéndose lentamente másgrande. Me apuntó, y luego apunto hacia eso. Lo supe, sin saber cómo lo sabía, que esaera la entrada al mundo de los muertos, el mundo del que yo había regresado. Andre, quien había sido de mi misma edad cuando murió, señalo nuevamente. Sus padres sele unieron. Ellos no tenían que hablar para que entendiera lo que estaban diciendo: Nodebiste haber vivido. Debes volver con nosotros… Comencé a gritar. Y gritar. Penséque alguien del avión me estaba hablando, pero no podía estar segura, no cuando todo loque podía ver eran esos rostros, esas manos, y la oscuridad detrás de Andre. De vez encuando, el rostro de Masonse materializaba cerca, solemne y triste. Le pedí ayuda. —¡Haz que se vayan!—grite—. ¡Haz que se vayan! Pero no había nada que fuera, o pudiera, hacer. Frenéticamente, desaté el cinturón del asiento y trate de ponerme de pie. Losfantasmas no me tocaron, pero estaban demasiado cerca, aún apuntando conesqueléticas manos. Agité mis manos para alejarlos, gritando para que alguien meayudara e hiciera que todo esto se detuviera. Sin embargo, no había ayuda para mí. Nohabía ayuda para todas esas manos y vacios ojos o el dolor que me consumía. Se volviótan malo que brillantes puntos negros comenzaron a bailar en mi campo visual. Tenía elpresentimiento que iba a desmayarme, y le di la bienvenida. Eso haría

203

que el dolor sefuera y me salvaría de los rostros. Los puntos se volvían más y más grandes, y pronto ya nopude ver nada. Los rostros desaparecieron, y también el dolor mientras las dulces aguas oscuras me jalaron hacia dentro.

204

Capítulo 18 Traducido por MonicaH Corregido por Judithld

T

odo se volvió borroso después de eso. Tenía la vaga impresión de que me movía dentro y fuera de la consciencia, de la gente diciendo mi nombre y de estar nuevamente en el aire. Finalmente, desperté en la enfermería de la escuela y encontré a la Dra. Olendzki mirándome. —Hola Rose —dijo ella. Ella era una Moroi de mediana edad y bromeaba a menudo diciendo que yo era su paciente número uno—. ¿Cómo te sientes? Los detalles de lo que había sucedido volvieron a mí. Las caras. Mason. Los otros fantasmas. El dolor intenso en mi cabeza. Todo eso se había ido. —Bien —le dije, medio sorprendida de poder decir esas palabras. Por un momento, me pregunté si tal vez todo esto había sido un sueño. Entonces mi´re detrás de ella y vi a Dimitri y Alberta que se asomaban cerca. Sus miradas me indicaron que los acontecimientos ocurridos en el avión habían sido reales. Alberta se aclaró la garganta, y la Dra. Olendzki le echó un vistazo. — ¿Podemos hablar? —preguntó Alberta. La doctora asintió y las dos se alejaron de mí. Dimitri, como siempre, era como un bálsamo para mí. Sin importar que pasara, siempre me sentía segura en su presencia. Aunque él no había podido parar lo que paso en el aeropuerto. Cuando me miraba como lo estaba haciendo en este momento, con dulzura y preocupación accionaba en mí sentimientos contradictorios. Parte de mí amaba lo mucho que él se preocupaba. La otra parte quería ser fuerte para él y no hacer que se preocupara.

205

—Rose… —comenzó a decir inciertamente Alberta. Podía decir que no tenía ni idea sobre cómo abordar el tema. Lo que había pasado estaba más allá de su experiencia. Dimitri asumió el control. —¿Rose, qué fue lo que pasó allí? —Antes de que pudiera decir una palabra, me cortó—. Y no me digas esta vez que no fue nada. Bueno, si no podía utilizar esa respuesta, entonces no sabía que decir. La Dra. Olendzki se subió las gafas al puente de su nariz. —Sólo queremos ayudarte. —No necesito ninguna ayuda —dije—. Estoy bien. —Sonaba como Brandon y Brett. Probablemente estaba a sólo un paso de decir, ―Me caí‖. Alberta finalmente se recuperó. —Estabas bien cuando estábamos en el aire. Pero cuando aterrizamos, definitivamente no estabas bien. —Estoy bien ahora —repetí gélidamente, esquivando su mirada. —¿Qué pasó entonces? —pregunto ella—. ¿Por qué los gritos? ¿Qué querías decir cuando dijiste necesitamos hacer que ―ellos‖ se vayan? Estaba considerando brevemente la otra respuesta que había dado antes, sobre el estrés. Pero ahora sonaba totalmente estúpido. Así que, otra vez, no dije nada. Para mi sorpresa, sentía que las lágrimas se acumulaban en los ojos. —Rose —murmuró Dimitri, con esa voz tan suave como la seda contra mi piel—. Por favor. Algo en mí interior se agrietó. Me resultaba tan difícil mantenerme firme contra él. Giré la cabeza y miré fijamente el techo. —Fantasmas —susurré—. Vi fantasmas. Ninguno de ellos se esperaba eso, pero honestamente, ¿cómo podrían esperarlo? Se formo un pesado silencio. Finalmente, la Dra. Olendzki habló con voz vacilante. —¿Q…qué quieres decir?

206

Tragué. —Él me ha estado siguiendo las dos últimas semanas. Mason. Por el campus. Sé que parece una locura, pero es él. O su fantasma.Eso fue lo qué sucedió con Stan. Me bloquee porque Mason estaba allí, y no supe qué hacer. En el avión… creo que estaba allí también… y otros. Pero no pude verlos claramente cuando estábamos en el aire. Sólo destellos… y el dolor de cabeza. Pero cuando aterrizamos en Martinville, él estaba en su forma completa. Y, y no estaba solo. Había otros con él. Otros fantasmas. —Una lágrima se escapó de mi ojo, y la limpié rápidamente, esperando que ningunos de ellos la hubiera visto. Entonces esperé, sin saber qué esperar. ¿Tal vez alguien riéndose? ¿Llamándome loca? ¿Acusándome de mentirosa y exigiéndome que les contara lo que realmente había pasado? —¿Los conocías? —Dimitri finalmente preguntó. Me volví y entonces me encontré con sus ojos. Estaban serios y preocupados, sin burlas. —Sí… vi a algunos de los guardianes de Víctor y gente de la masacre. Lissa… la familia de Lissa estaba ahí también. Nadie dijo nada después eso. Solamente intercambiaban miradas, esperando quizás que uno de ellos viera la luz de todo esto. La Dra. Olendzki suspiró. —¿Podría hablar con los dos en privado? Los tres salieron del cuarto de examen, cerrando la puerta detrás de ellos. Sólo no lo hicieron completamente. Saliendo de la cama, crucé la habitación y me coloque detrás de la puerta. La grieta minúscula que había era suficiente para que mi oído dhampir escuchara la conversación. Me sentí mal por espiar, pero hablaban de mí, y no me podía deshacer de la sensación de que mi futuro se decidiría aquí. —…obviamente lo que está pasando —siseó La Dra. Olendzki. Era la primera vez la oía hablar de forma tan furiosa. Con los pacientes, daba una imagen de serenidad. Era difícil imaginársela enfadada, pero ahora estaba claramente enojada—. Esa pobre chica. Experimenta un desorden de estrés post-traumático, y no hay dudas después de todo lo que le ha pasado.

207

—¿Estás segura? —preguntó Alberta—. Quizá puede ser algo más… —Pero sus palabras se apagaron, y podía decir que no se le ocurría nada más que pudiera explicar esto. —Mire los hechos: una adolescente que fue testigo de cómo mataban a uno de sus amigos y entonces tuvo que matar a sus asesinos. ¿No cree que todo esto pudo ser traumático? ¿No cree que esto pudo haber tenido el más mínimo efecto sobre ella? —La tragedia es algo con lo que todos los guardianes tienen que tratar — dijo Alberta. —Quizás todo esto no sea mucho para los guardianes, pero Rose sigue siendo una estudiante. Hay recursos que pueden ayudarle. —¿Como qué? —preguntó Dimitri. Sonaba curioso y preocupado, no como si la estuviera desafiando. —Asesoramiento. Hablar con alguien sobre lo que sucedió puede hacer un mucho bien. Deberían haberlo hecho tan pronto como ella volvió. Deberían hacerlo también con los otros que estaban con ella mientras están en eso. ¿Por qué nadie pensó en estas cosas? —Es una buena idea —dijo Dimitri. Reconocí el tono en su voz, su mente estaba dando vueltas—. Podría hacerlo en su día libre. —¿Día libre? Más bien a diario. Deberían retirarla por completo de la experiencia de campo. Los ataques falsos de Strigois no son la manera de recuperarse de un ataque real. —¡No! —Había empujado la puerta abriéndola antes de que me diera cuenta. Todos me miraron fijamente, y me sentí inmediatamente estúpida. Acaba de delatar que los espiaba. —Rose —dijo la Dra. Olendzki, volviendo al modo preocupado, pero que regañaba ligeramente, de doctora—. Deberías estar acostada. —Estoy bien y no puede hacer que me retiren de la experiencia de campo. Si lo hace no podre graduarme.

208

—No estás bien, Rose, y no hay nada de qué avergonzarse después de todo lo que te ha pasado. Pensar que has visto fantasmas o personas que han muerto no es tan malo cuando se consideran todas las circunstancias. Comencé a corregirla por la parte de pensar que has visto, pero me mordí la lengua. Argumentar que realmente había visto un fantasma no creo que me favoreciera en este momento. Decidí, incluso si comenzaba a creer que era exactamente lo que veía. Frenéticamente, intenté pensar en una razón convincente que me permitiera permanecer en la experiencia de campo. Era generalmente bastante buena a la hora de buscar argumentos que me permitieran salir de las malas situaciones. —A menos que vaya a ponerme con el asesor 24/7, sólo lo va a hacer pero para mí. Necesito algo que hacer. La mayor parte de mis clases están suspendidas en este momento. ¿Qué haría? ¿Sentarme por ahí? ¿Pensar cada vez más en lo qué sucedió? Me volvería loca, de verdad.No quiero quedarme en el pasado por siempre. Necesito seguir adelante. Esto los lanzó en una discusión sobre qué hacer conmigo. Escuché, mordiéndome la lengua, sabiendo que era necesario permanecer fuera de la misma. Finalmente, con algunas quejas de la doctora, decidieron que iría medio tiempo a la experiencia de campo. Ese probó ser el compromiso ideal para todos, bueno, excepto para mí. Yo quería que la vida siguiera exactamente como tenía que ser. No obstante, sabía que esto era probablemente el mejor trato que podría conseguir. Ellos decidieron que haría 3 días a la semana de la experiencia de campo, sin turno de noche. Durante los otros días, tenía que hacer cierto entrenamiento y cualquier trabajo con los libros que me asignaran. También tendría que ir al consejero, algo que no me emocionaba. No es que tenga algo contra los consejeros. Lissa había estado viendo uno, y había sido realmente útil para ella. El hablar sobre las cosas ayudaba. Era sólo que… bueno, esto es algo de lo que no quisiera hablar. Pero si me libraba de esto o de ser echada de la experiencia de campo, estaría más que feliz de hacerlo. Alberta indicó que todavía podrían justificar mi ausencia durante la media jornada. A ella también le gusto la idea de que tuviera asesoramiento al mismo tiempo que lidiaba con los ataques falsos de Strigois, sólo en caso de que realmente estuvieran traumatizándome.

209

Después de unos cuantos exámenes más, la Dra. Olendzki me dio el alta y me dijo que podía volver a mi dormitorio. Alberta se fue después de esto, pero Dimitri se quedo para acompañarme. —Gracias por pensar lo del medio tiempo —le dije. Las aceras hoy estaban mojadas porque el tiempo había mejorado después de la tormenta. No es que estuviera como para ponerse un bañador o algo así, pero la mayor parte del hielo y la nieve se estaban derritiendo. Goteaba agua constantemente de los arboles, por lo que tuvimos que esquivar charcos. Dimitri paró abruptamente y giro de modo que quedo frente a mí, bloqueándome el paso. Patiné al tratar de parar, a punto de chocarme con él. Estiro la mano y me agarro el brazo, poniéndome más cerca de él de lo que habría esperado que hiciera en público. Sus dedos me agarraban fuertemente, pero no me lastimaban. —Rose —dijo él, el dolor en su voz hizo que se me parara el corazón—. ¡Esta no debería ser la primera vez que escuchara sobre esto! ¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Sabes cómo me siento? ¿Sabes lo que fue para mí verte de esa manera y no saber qué es lo que pasaba? ¿Sabes cuan atemorizante fue? Estaba pasmada, tanto por su arrebato como por nuestra proximidad. Trague, incapaz de hablar al principio. Había tanto en su cara, tantas emociones. No podía recordar la última vez que había visto esta demostración por parte de él. Era maravilloso y aterrador al mismo tiempo. Entonces dije la cosa más estúpida posible. —Nunca te asustas por nada. —Me asustan muchas cosas. Me asusté por ti. —Me liberó, y di un paso atrás. Todavía tenía pasión y preocupación escrita por todas partes—. No soy perfecto. No soy invulnerable. —Lo sé, es solo… —No sabía qué decir. Él tenía razón. Siempre veía a Dimitri como más grande que la vida. Omnisciente. Invencible. Era difícil para mí creer que podía preocuparse tanto por mí. —Y esto ha estado pasando durante mucho tiempo también —añadió—. ¡Esto es lo que pasaba con Stan, cuándo hablabas con el Padre Andrew

210

sobre fantasmas, has estado tratando con ello durante todo este tiempo! ¿Por qué no se lo dijiste nadie? ¿Por qué no se lo dijiste a Lissa… o… a mí? Miré fijamente aquellos ojos oscuros, esos ojos que amo. —¿Me habrías creído? Él frunció el ceño. —¿Creído qué? —Que estoy viendo fantasmas. —Bueno…. no son fantasmas, Rose. Sólo crees que lo son porque… —Ese es el por qué —le interrumpí—. Es por eso por lo que no te lo conté a ti o a nadie. Nadie me creería, no sin pensar que estoy loca. —No creo que estés loca —dijo—. Pero creo que has pasado por muchas cosas. —Adrian casi había dicho exactamente lo mismo cuando le pregunté cómo podría saber si estaba loca o no. —Es más que eso —dije. Comencé a caminar otra vez. Antes de que pudiera dar un paso, extendió el brazo y me agarró una vez más. Tiró de mí hacia atrás, de modo que estuvimos incluso más cerca que antes. Eché un vistazo inquieta alrededor otra vez, preguntándome si alguien podía vernos, pero el campus estaba desolado. Era temprano, no estaba cerca la puesta del sol, tan temprano que la mayoría de la gente probablemente no se había levantado para el día escolar. No veríamos actividad por aquí en al menos una hora más. No obstante, estaba sorprendida por la forma en que Dimitri se arriesgaba. —Dime entonces —dijo—. Dime si hay algo más que esto. —No me vas a creer —le dije—. ¿No lo entiendes? Nadie lo hará. Incluso tú… entre todas las personas. —Algo sobre ese pensamiento hizo que mi voz se apagara. Dimitri entendía muchas cosas sobre mí. Yo quería, necesitaba, que entendiera esto también. —Yo… lo intentaré. Pero creo realmente que no entiendes lo que te está pasando. —Lo hago —dije firmemente—. Nadie se da cuenta de eso. Mira, tienes que decidirte de una vez por todas si confías en mí de verdad. Si piensas que

211

soy una niña, demasiado ingenua como para darse cuenta de lo que pasa con su frágil mente, entonces solamente debería seguir andando. Pero si confías en mí lo suficiente como para recordar que he visto cosas y sé cosas de la clase que sobrepasaría a la mayoría de personas de mi edad… bien, entonces también deberías comprender que posiblemente sepa un poco sobre lo que estoy hablando. Una tibia brisa, húmeda con el olor de la nieve derretida, revoloteaba a nuestro alrededor. —Creo en ti, Roza. Pero… no creo en fantasmas. La sinceridad estaba allí. Él quería llegar a mí, entender... pero aunque lo hiciera, luchaba contra las creencias que aún no estaba listo para cambiar. Era irónico, considerando que aceptaba todo lo que las cartas del tarot le decían. —¿Lo intentarás? —pregunté—. ¿O intentarás no pensar que se trata de algún tipo de psicosis? —Sí. Eso puedo hacerlo. Entonces le conté sobre mi primer encuentro con Mason y como tenía miedo de explicar el incidente de Stan a cualquiera. Le hablé de las formas que vi en el avión y le describí con mayor detalle lo que vi en tierra. —¿No parecen un poco, um, específicos para una reacción aleatoria por estrés? —pregunté cuando acabé. —No sé si puedes esperar que una ―reacción por estrés‖ sea al azar o específica. Son impredecibles por naturaleza. —Él tenía esa expresión pensativa que tan bien conocía, la que me indicaba que tenía muchas cosas dándole vueltas en la cabeza. También podía decir que todavía no creía que esto fuera una verdadera historia de fantasmas, pero que intentaba fuertemente mantener una mente abierta. Lo confirmó poco después—: ¿Por qué estás tan segura de que no son cosas que imaginas? —Bueno, al principio creí que me lo estaba imaginando todo. Pero ahora… no sé. Hay algo acerca de esto que se siente real… aunque sé que no es una prueba de que sea real. Pero oíste lo que dijo el Padre Andrew, sobre que los fantasmas se quedan por aquí después de una muerte de que mueren jóvenes o de forma violenta.

212

Dimitri incluso se mordió el labio. Había estado a punto de decirme que no me tomara al sacerdote de forma literal. En su lugar preguntó—: ¿Entonces crees que Mason regresó por venganza? —Eso es lo que pensé al principio, pero ahora no estoy tan segura. Nunca ha intentado herirme. Sólo parece como si quisiera algo. Y entonces… todos esos fantasmas me miran como si quisieran algo también, incluso los que no conozco. ¿Por qué? Dimitri me dio una mirada sabia. —Tienes una teoría. La tengo. Estaba pensando en lo que Víctor dijo. Él mencionó que es porque soy una shadow-kissed, porque morí, tengo una conexión con el mundo de los muertos. Que nunca lo dejaré completamente tras de mí. Su expresión endureció. —No me fiaría mucho de lo que Víctor Dashkov te dice. —¡Pero él sabe cosas! Lo sabes, sin importar lo imbécil que sea. —Está bien, suponiendo que sea verdad, que ser shadow-kissed te permite ver fantasmas, ¿por qué te está pasando ahora? ¿Por qué te no pasó después del accidente de automóvil? —Pensé en eso —dije con impaciencia—. Hay algo más que Víctor dijo — que ahora que heasesinado, estaba mucho más cerca al otro lado. ¿Qué pasa si al causar la muerte de alguien más he estrechado mi conexión y ahora se ha hecho posible? Acabo de tener mi primer asesinato verdadero. Asesinatos, mejor dicho. —¿Por qué es tan casual? —Dimitri preguntó—. ¿Por qué ocurre cuando lo hace? ¿Por qué en el avión? ¿Por qué no en la Corte? Mi entusiasmo disminuyó un poco. —¿Qué eres, un abogado? —dije bruscamente—. Cuestionas todo lo que digo. Creía que ibas a tener la mente abierta. —La tengo. Pero tú también necesitas tenerla. Piensa en eso. ¿Por qué este patrón de visitas? —No sé —admití. Cedí en derrota—. Sigues pensando que estoy loca.

213

Él extendió la mano y ahuecó mi barbilla, inclinando mi cara hacia arriba para que lo mirara. —No. Nunca. Ninguna de estas teorías me hace pensar que estés loca. Pero siempre he creído que la explicación más simple tiene sentido. La Doctora Olendzki lo hace. Lo del fantasmas tiene agujeros. Pero, si puedes averiguar más… entonces podríamos tener algo con lo que trabajar. —¿Nosotros? —le pregunté. —Por supuesto. No te dejaré sola en esto, no importa lo que pase. Tienes que saber que nunca te abandonaré. Había algo realmente dulce y noble en sus palabras y sentí la necesidad de devolvérselas, aunque al final suenen un poco idiotas. —Y tú sabes que yo tampoco te abandonaría nunca. En serio … no es que estas cosas te sucedan a ti alguna vez, por supuesto, pero si empezaras a ver fantasmas o cualquier cosa, te ayudaría con eso. Me dio una suave y pequeña sonrisa. —Gracias. Nuestras manos se encontraron y entrelazamos los dedos. Estuvimos así casi por uno minuto, ninguno de los dos dijo nada. El único lugar en el que nos tocábamos era en nuestras manos. La brisa se arremolinó otra vez, y aunque la temperatura estuviera probablemente sobre los cinco grados, a mí me parecía como si fuera primavera. Esperaba que las flores florecieran a nuestro alrededor. Como si compartiéramos el mismo pensamiento, soltamos nuestras manos al mismo tiempo. Alcanzamos mi dormitorio poco después, y Dimitri preguntó si estaba bien que entrara sola. Le dije que estaría bien y que él debería ir a hacer sus propias cosas. Él se fue, pero justo cuando estaba por pasar a través de la puerta del vestíbulo, recordé que mi bolso de noche se había quedado en la enfermería. Murmurando algunas cosas por las que probablemente me pondrían en detención, di media vuelta y me apresuré en la dirección por la que acababa de venir. La recepcionista de la Dra. Olendzski me hizo señas hacia las habitaciones de examen cuando le dije por qué estaba allí. Recuperé la bolsa de mi ahoravacía habitación y me dirigí al pasillo para marcharme. De repente, en la habitación frente a la mía, vi a alguien acostado en la cama. No había

214

ningún signo de alguien del personal de la clínica, y mi curiosidad, siempre más fuerte que yo, me hizo mirar a hurtadillas hacia adentro. Era Abby Badica, una Moroi del último año. Guapa y alegre eran los adjetivos que por lo general me venían a la cabeza cuando describía a Abby, pero esta vez, no era nada de eso. Estaba amoratada y rasguñada, y cuando giró la cara para mirarme, me puse roja de ira. —Déjame adivinar —le dije—. Te caíste. —¿Q-qué? —Te caíste. Oí que esa es la respuesta común: Brandon, Brett, y Dane. Pero te diré la verdad, necesitan inventarse algo nuevo. Creo que a la doctora le parecerá sospechoso. Ella abrió los ojos de par en par asombrada. —¿Lo sabes? Fue ahí cuando cometí mi error con Brandon. Había ido a él pidiendo respuestas, lo que le había hecho renuente a que compartiera cualquier cosa. Los que le habían preguntado a Brett y Dane habían tenido respuestas similares. Con Abby,me di cuenta que tenía que actuar como si ya supiera las respuestas, y entonces me daría la información que deseaba. —Por supuesto. Ellos me han contado todo. —¿Qué? —chilló—. Juraron que no lo harían. Es parte de las reglas. ¿Reglas? ¿De qué estaba hablando? El grupo de vigilantes golpeadores de la realeza que había estado imaginando no parecía del tipo que tuviera reglas. Había algo más sucediendo aquí. —Bueno, no tenían muchas opciones. No sé por qué, pero seguía encontrándomelos después. Tuve que ayudar a cubrirlos. Ya te dije, no creo que pase mucho tiempo sin que alguien empiece a hacer más preguntas. —Hablé como si simpatizara con ellos, queriendo ayudarles en lo que pudiera. —Debí haber sido más fuerte. Lo intenté, pero no fue suficiente —Parecía cansada, y con dolor—. Sólo permanece cayada hasta que todo se calme, ¿vale? ¿Por favor?

215

—Claro —dije, muriéndome de ganas por saber qué era lo que había "intentado"—. No voy a meter a nadie más en esto. ¿Cómo siquiera terminaste aquí? Se supone que debes evitar llamar la atención. —O, por lo menos, eso asumí. Estaba improvisando todo esto por completo. Ella hizo una mueca. — La enfermera del dormitorio lo notó y me hizo entrar. Si el resto del Mână se entera, voy a estar en problemas. —Ojalá que la doctora te dé de alta antes de que cualquiera se entere. Ella estaba bastante ocupada. Tienes las mismas marcas que Brett y Brandon, y ninguna de las suyaseran tan serias. —Entonces esperé—. Las… uh, heridas de quemaduras eran un poco más serias, pero no han tenido ningún problema. Lo estaba apostando todo con esto. No sólo no tenía ni idea sobre las heridas específicas de Brett, sino que tampoco sabía si las marcas que Jill había descrito eran de quemaduras. Si no lo fueron, acababa de arruinar mi actuación. Pero, ella no me corrigió, y sus dedos tocaron distraídamente uno de los verdugones. —Sí, ellos dijeron que lo último que querían era lastimarme. Sólo tendré que inventarme algo que decirle a Olendzki. —Un pequeño parpadeo de esperanza brilló en sus ojos—. Dijeron que no lo harían, pero quizás… quizás me dejen intentarlo otra vez. En ese momento la buena doctora volvió. Estaba sorprendida de verme todavía allí y me dijo, que necesitaba volver a casa y descansar. Dije adiós a ambas e hice mi largo y difícil camino de vuelta a través del frío. Apenas noté el clima mientras andaba, sin embargo. Finalmente, finalmente, tenía una pista en este rompecabezas. Mână.

216

Capítulo 19 Traducido por Saku Corregido por Judithld

L

issa ha sido mi mejor amiga siempre desde la escuela primaria, por lo que ocultarle tantos secretos últimamente había dolido mucho. Ella siempre estaba abierta a mí, siempre dispuesta a compartir lo que estaba en su mente, pero entonces, tal vez era porque no tenía más opción. Solía ser así con ella, pero en algún momento, comencé a guardarme secretos, incapaz de decirle sobre Dimitri o sobre la verdadera razón por la que había arruinado todo con Stan. Odiaba tener que hacerlo. La culpa me carcomía por dentro cuando estaba a su alrededor. Hoy, sin embargo, no hay absolutamente ninguna manera de que pudiera explicarle lo que había pasado en el aeropuerto. Incluso si me inventaba algo, el hecho de que me encontrara a media jornada con Christian sería una enorme indicación de que algo pasaba. No había excusas esta vez. Así que, por mucho que me doliera, les di a ella y a Christian, así como también a Eddie y Adrian, que se encontraban allí, la versión corta de lo que había sucedido. —¿Crees que has visto fantasmas? —Christian exclamó—. ¿En serio? —La mirada de su cara me dijo que ya estaba construyendo una lista de comentarios viles para hacer. —Mira —le espeté—.Te dije lo que estaba pasando, pero no quiero extenderme en ello. Esta siendo resuelto, por lo que simplemente lo déjaloasí.

217

—Rose... —comenzó Lissa inquietamente. Sentí de golpe un huracán de emociones que provenían de ella. Miedo. Preocupación. Conmoción. Su compasión me hizo sentir mucho peor. Negué con la cabeza. —No, Liss. Por favor. Pueden pensar lo que quieran sobre mí o hacer sus propias teorías, pero no vamos a hablar de ello. No ahora. Sólo déjame en paz en cuanto a esto. Esperaba que Lissa me fastidiara con su habitual persistencia. Esperaba que Adrian y Christian hicieran gala de su naturaleza irritante. Pero aún cuando mis palabras habían sido simples, comprendí que lo había dicho con dureza tanto en la voz como en la manera en que lo dije. Lo que me alertó fue la reacción de sorpresa mental de Lissa, y luego sólo tuve que mirar las caras de los chicos para comprender que debo haber sonado como una gran zorra. —Lo siento —mascullé—. Aprecio la preocupación, pero no estoy de humor. Lissa me miró. Más tarde, dijo en mi mente. Le di un breve guiño, secretamente preguntándome cómo podría evitar la conversación. Ella y Adrian se habían reunido para practicar magia de nuevo. Aún quería poder estar cerca de ella, pero sólo podía hacerlo porque Christian también estaba cerca. Y honestamente, no podía entender por qué se quedó. Creo que todavía estaba un poco celoso, a pesar de todo lo que había sucedido. Por supuesto, si hubiera sabido acerca del sistema de emparejamiento de la reina, podría tener una buena razón. Sin embargo, estaba claro estas lecciones de magia le empezaban a aburrir. Estábamos en la clase de la Sra. Meissner hoy, y él juntó dos escritorios y se estiro sobre ellos, poniendo un brazo sobre sus ojos. —Despiértenme cuando se vuelva interesante —dijo. Eddie y yo estábamos en una posición central para poder ver la puerta y ventanas estando a la vez cerca de los Morois. —¿Realmente viste a Mason? —Eddie me susurró. Se giró avergonzado—. Lo siento... dijiste que no querías hablar sobre eso...

218

Comencé a decir que sí, que era exactamente lo que había dicho…pero entonces vi la mirada de Eddie. Él no me preguntaba esto por curiosidad perversa. Lo hacía por Mason, debido a su cercanía, y porque Eddie no había superado la muerte de su mejor amigo más de lo que yo lo había hecho. Creo que encontró la idea de Mason comunicándose desde el más alláreconfortante, pero entonces, no había sido el que en realidad ve el fantasma de Mason. —Creo que era él —murmuré en respuesta—. No sé. Todo el mundo piensa que lo imaginé. —¿Cómo se ve? ¿Estaba molesto? —Él parecía... triste. Realmente triste. —Si de verdad era él... quiero decir. No sé. —Eddie miró el suelo, olvidando momentáneamente mirar la habitación—.Siempre me he preguntado si estaba molesto por no haberlo salvado. —No había nada que pudiéramos haber hecho —le dije, reiterando exactamente lo que todo el mundo me había dicho—. Pero me lo pregunto también, porque el Padre Andrew ha mencionado que los fantasmas a veces vuelven por venganza. Pero Mason no luce de esa manera. Sólo parecía como si quisiera decirme algo. Eddie volvió a levantar la mirada de repente, dándose cuenta de que todavía estaba de guardia. No dijo nada más después de eso, pero sabía dónde estaban sus pensamientos. Mientras tanto, Adrián y Lissa están haciendo progresos. O más bien, Adrian lo estaba. Ellos dos habían desenterrado un montón de esqueléticas plantas que había muerto o que quedaron en suspenso durante el invierno y las pusieron en pequeñas macetas. Las macetas ahora estaban alineadas en una fila en una larga mesa. Lissa tocó una, y sentí la euforia de la magia quemando en ella. Un momento después, la pequeña planta esquelética se volvió verde y le brotaron hojas. Adrian la miró fijamente, como si viera allí todos los secretos del universo, y luego exhalo profundamente. —Muy bien. Aquí va la nada.

219

Colocó ligeramente los dedos sobre una planta. Aquí va la nada podría haber sido una declaración exacta, porque en realidad nada pasó. Pero, momentos después, la planta se estremeció un poco. Un toque de verde comenzó a crecer en ella y luego se detuvo. —Lo hiciste —dijo Lissa, impresionada. También podía sentir que estaba un poco celosa. Adrián había aprendido uno de sus trucos, pero ella todavía no había aprendido ninguno de los suyos. —A duras penas —dijo, mirando la planta. Estaba completamente sobrio, sin que ninguno de sus vicios para que lo dulcificara. El espíritu no tenía nada para impedir que se sintiera irritable. Con nuestros humores, en realidad teníamos algo en común esta noche—. ¡Maldición! —¿Estas bromeando? —ella preguntó—. Fue genial. Hiciste que a una planta crecer, con tu mente. Eso es fantástico. —Aunque no tan bien como tú, sin embargo —dijo, todavía sonando como si tuviera diez años. No pude evitar molestarlo. —Entonces déjate de tonterías e inténtalo otra vez. Me echó un vistazo, con una sonrisa temblando en sus labios. —Oye, sin consejos, chica fantasma. Los guardianes deben ser vistos y no escuchados. —Me sobresalte por el comentario de ―chica fantasma‖, pero él no lo notó porque Lissa le estaba hablando de nuevo. —Ella tiene razón. Inténtalo otra vez. —Si lo haces otra vez —dijo—. Quiero observarte... puedo en cierto modo sentir lo que haces para hacerlo. Ella hizo su truco sobre otra planta. Otra vez sentí la llamarada mágica, así como la alegría que venía con ello, y entonces ella vaciló. Un destello de miedo e inestabilidad tiñó la magia, golpeándome un poco de cuando su estado mental se había deteriorado tanto. No, no, pedí silenciosamente. Está pasando. Sabía que pasaría si sigue usando la magia. Por favor no dejes que pase otra vez. Y así, el punto oscuro dentro de su magia se marchó. Todos sus pensamientos y sentimientos volvieron a la normalidad. Noté entonces que

220

además había hecho la planta crecer. No me había percatado porque me había distraído por su lapsus. Adrián también se había perdido la magia porque sus ojos estaban fijos en mí. Su expresión era preocupada y muy, muy confusa. —Está bien —dijo Lissa felizmente. No se había dado cuenta que él no había prestado atención—. Inténtalo otra vez. Adrián se concentró de nuevo en su trabajo. Suspirando, se movió a una nueva planta, pero ella gesticulópara que volviera. —No, sigue trabajando con la que empezaste. Tal vez sólo puedas hacerlo en pequeñas explosiones. Asintiendo, devolvió su atención a la planta original. Durante unos minutos, sólo la miro fijamente. El silencio reinó en la habitación. Nunca lo había visto tan concentrado en algo, y una capa de sudor comenzó a formarse en su frente. Finalmente, después de un rato, la planta se levantó de nuevo. Creció aún más verde, y minúsculos brotes aparecieron en ella. Mirándolo, vi como estrechaba los ojos y apretaba los dientes, sin duda, toda su concentración valió la pena. Los brotes se abrieron. Hojas y diminutas flores blancas aparecieron. Lissa hizo lo que sólo podría ser llamado como un grito de alegría. —¡Lo hiciste! —Lo abrazó, y sentimientos de placer se deslizaron de ella hacia mí. Era sinceramente feliz porque había sido capaz de hacerlo. Y aunque todavía estaba decepcionada por su falta de progreso, le dio esperanzas el ver que él había reproducido sus capacidades. Esto quería decir que realmente podrían aprender el uno del otro. —No puedo esperar hasta hacer algo nuevo —dijo, todavía un poco celosa. Adrian tecleó en el computador. —Bueno, hay muchos otros trucos en el mundo del espíritu. Tienes que ser capaz de aprender al menos uno de ellos. —¿Qué es eso? —le pregunté. —¿Recuerdas la investigación que hice sobre las personas que habían mostrado comportamientos extraños? —preguntó—. Hicimos una lista de las diferentes cosas que se presentaron. —Si lo recordaba. En su búsqueda para encontrar otros usuarios del espíritu, había descubierto

221

afirmaciones acerca de Morois demostrando habilidades que nadie había visto nunca. Pocas personas creen que los informes sean ciertos, pero Lissa estaba convencida de que eran usuarios del espíritu. —Junto con la curación, auras, caminar en sueños, parece que también podemos tener una súper compulsión. —Ya sabías esto —dije. —No, esto es aún más fuerte. No sólo le dice a la gente que hacer. También les hace ver y sentir cosas que ni siquiera están allí. —¿Qué, como alucinaciones? —pregunté. —Algo así —él dijo—. Hay historias de personas que utilizan la compulsión contra otras para hacerles revivir sus peores pesadillas, haciéndoles creer que los están atacando o algo así. Temblé. —Eso es un poco atemorizante. —Y asombroso —dijo Adrián. Lissa estuvo de acuerdo conmigo. —No sé. La compulsión común es una cosa, pero esto parece incorrecto. Christian bostezó. —Ahora que la victoria ha sido alcanzada, ¿podemos llamarlauna noche con la magia? Mirando detrás de mí, vi que Christian estaba sentado y alerta. Sus ojos miraban a Lissa y Adrian, y no parecía feliz por el abrazo de la victoria. Lissa y Adrian se separaron, aunque no porque hubieran advertido su reacción. Ambos estaban demasiado distraídos por su propio entusiasmo como para notar que los miraba fijamente. —¿Puedes hacerlo otra vez? —Lissa preguntó con impaciencia—. ¿Hacerlo crecer? Adrián negó con la cabeza. —No ahora mismo. Esto me ha dejado sin fuerzas. Creo que necesito un cigarrillo. —Señaló en dirección a Christian—. Ve a hacer algo con tu chico. Ha sido terriblemente paciente con todo esto.

222

Lissa se acercó a Christian, con la cara resplandeciendo de alegría. Se veía preciosa y radiante, y supe que era difícil para él permanecer muy enfadado con ella. La dura expresión en su rostro se suavizó, y vi la rara dulzura que sólo ella puede sacarle a relucir. —Volvamos al dormitorio — dijo, agarrando su mano. Nos fuimos. Eddie caminaba alerta cerca de Lissa y Christian, dejándome a mí la retaguardia. Eso también me dejaba con Adrian, quien había decidió quedarse atrás y hablar conmigo. Estaba fumando, por lo que era la única que tenía que hacer frente a la nube tóxica que generaba. Honestamente, no podía entender cómo ninguno de los encargados lo ha descubierto haciéndolo. Arrugue la nariz por el olor. —Sabes, siempre podrías ser el guardián que va muy, muy atrás y quedarte con esa cosa —le dije. —Mm, he tenido suficiente. —Tiró el cigarrillo y lo pisó, olvidándolo. Odié eso casi tanto como que estuviera fumando en primer lugar. —¿Qué opinas, pequeña dhampir? —preguntó—. ¿Fui bastante rudo con esa planta, cierto? Por supuesto, habría sido más rudo si hubiera, no sé, ayudado a alguien amputado a recuperar su miembro perdido. O tal vez separar gemelos siameses. Pero eso vendrá con más práctica. —Si quieres un consejo, que estoy segura que no, deberían despedirse de la magia chicos. Christian todavía piensa que intentas algo con Lissa. —¿Qué? —preguntó con fingido asombro—. ¿No sabe él que mi corazón te pertenece? —No lo hace. Y no, todavía está preocupado por eso, a pesar de lo que le he dicho. —Sabes, apuesto a que si empezáramos a besarnos ahora, eso lo haría sentirse mejor. —Si me tocas —dije en tono agradable—,te daré la oportunidad de ver si puedes curarte a ti mismo. Entonces veríamos cuán rudo eres en realidad. —Le pediría a Lissa que me curara —dijo con aire de suficiencia—. Eso debería ser fácil para ella. Aunque… —La sonrisa de sardónica satisfacción se esfumo—. Algo extraño pasó cuando usaba la magia.

223

—Sí —dije—. Lo sé. ¿También lo sentiste? —No. Pero lo vi —Frunció el ceño—. Rose… ¿recuerdas cuándo me preguntaste si te estabas volviendo loca y dije que no? —Sí… —Es posible que me haya equivocado. Creo que estás loca. Casi dejé de andar. —¿Qué diablos significa eso? —Bueno… verás, el asunto es, que cuando Lissa sanó la segunda planta… su aura se oscureció un poco. —Esto acompañaría lo que sentí —dije—. Fue en cierto modo algo como si ella... no sé, se volvió mentalmente frágil por un momento, algo como le que le solía suceder. Pero eso desapareció. Él asintió. —Sí, esa es la cosa... la oscuridad de su aura se fue y entró a la tuya. Al igual que, he notado antes que tienen unas auras muy diferentes, pero esta vez, vi como pasaba. Fue como si esa mancha oscura saltara de ella a ti. Algo sobre eso me hizo temblar. —¿Qué significa eso? —Bueno, por eso es que creo que estás loca. ¿Lissa ya no tiene ninguno de los efectos secundarios de la magia, cierto? Y tú, bueno... has estado en cierto modo de muy mal genio últimamente y, bueno, has visto fantasmas. —Lo dijo de forma casual, como si ver fantasmas fuera algo que pasara de vez en cuando—. Creo que cualquier cosa dañinaque hay en el espíritu y que arruina la mente esta filtrándose de ella a ti. Esto hace que ella siga estable, y tú, bueno...como dije, ves fantasmas. Fue como una bofetada en la cara. Una nueva teoría. Sin traumas. Sin fantasmas reales. Me he ―contagiado‖ de la locura de Lissa. Recuerdo cómo había sido en su peor momento, deprimida y autodestructiva. Recordé a nuestra antigua profesora, la Sra. Karp, quien también había sido una usuaria del espíritu, y estaba completamente loca, lo suficiente para convertirse en Strigoi. —No —dije en tono crispado—. Eso no es lo que me pasa.

224

—¿Qué pasa con el vínculo? Tienes esa conexión. Sus pensamientos y sentimientos se arrastran a ti... ¿por qué no también la locura? —La actitud de Adrian era típicamente ligera y curiosa. No entendía lo loca que me estaba volviendo esto. —Porque esto no hace ninguna… Y entonces, me golpeó. La respuesta que habíamos estado buscando todo este tiempo. San Vladimir había luchado durante toda su vida contra los efectos secundarios del espíritu. Había tenido sueños y delirios, experiencias a las que llamó "demonios". Pero no se había vuelto completamente loco o intentó suicidarse. Lissa y yo estábamos seguras de que fue porque tenía una guardiana shadow-kissed, Anna, y que compartir aquella conexión con ella le había ayudado. Nosotras habíamos asumido que se refería simplemente a tener un amigo íntimo cerca, alguien que podría apoyarlo y que hablara con él en los malos momentos ya que no existían entonces los antidepresivos o drogas anti-ansiedad. Pero y si... Qué pasa si... No podía respirar. No podía estar ni un momento más sin saber la respuesta. ¿Qué hora era de todos modos? ¿Una hora o algo así antes del toque de queda? Tenía que averiguarlo. Me detuve bruscamente, casi resbalándome sobre un parche de tierra. —¡Christian! El grupo frente a nosotros se detuvo y miraron atrás hacia Adrian y yo. — ¿Si? —preguntó Christian —Tengo que desviarme, o más bien, tenemos que hacerlo ya que no puedo ir a ningún sitio sin ti. Tenemos que ir a la iglesia. Levantó sus cejas sorprendido. —¿Qué, necesitas confesar algo? —No hagas preguntas. Por favor. Sólo tardaremos unos minutos. La preocupación cruzó la cara de Lissa. —Bueno, podemos ir todos…

225

—No, seremos rápidos. —No la quería allí. No quería que oyera la respuesta y estaba segura de que la tendría—. Vayan al dormitorio. Los alcanzaremos. ¿Por favor, Christian? Él me estudió, con una expresión que oscilaba entre el deseo de burlarse de mí y el deseo de ayudar. No era un completo idiota, después de todo. La última emoción ganó. —Vale, pero si intentas que rece contigo, me voy. Él y yo nos dirigimos hacia la capilla. Me moví tan rápido que tuvo que correr para alcanzarme. —¿Debo suponer que no vas a decirme de que se trata todo esto? — preguntó. —No. Agradezco tu cooperación, sin embargo. —Siempre encantado de ayudarte —dijo. Estaba segura que puso los ojos en blanco, pero estaba más concentrada en el camino por delante. Llegamos a la capilla, y la puerta estaba cerrada, no me sorprendí. Llamé a la puerta, mirando alrededor con ansiedad para ver si alguna luz brillaba a través de las ventanas. No vi nada. —Sabes, me he colado aquí antes —dijo Christian—. Si necesitas entrar… —No, es más que eso. Tengo que ver al sacerdote. Maldita sea, no está aquí. —Probablemente está en la cama. —Maldita sea —repetí, sintiéndome sólo un poco mal por maldecir en el umbral de la iglesia. Si el sacerdote estaba acostado, estaría en el alojamiento del personal Moroi y era inaccesible—. Necesito… La puerta se abrió, y el Padre Andrew se asomó frente a nosotros. Parecía sorprendido pero no molesto. —¿Rose? ¿Christian? ¿Hay algo mal? —Tengo que hacerle una pregunta —le dije—. No tardaré mucho. Su sorpresa aumentó, pero se apartó para que pudiéramos entrar. Nos detuvimos y estuvimos de pie en el vestíbulo de la capilla, justo fuera del santuario principal.

226

—Estaba a punto de irme a casa por esta noche —el Padre Andrew nos dijo—. Estaba cerrando todo…. —Usted me dijo que San Vladimir vivió una vida larga y murió de vejez. ¿Es cierto? —Sí —dijo él despacio—. Según mi conocimiento. Todos los libros que he leído, incluyendo estos últimos, dicen eso. —¿Pero qué hay sobre a Anna? —exigí. Soné como estuviera al borde de la histeria. Que era más o menos como estaba. —¿Qué pasa con ella? —¿Qué le pasó? ¿Cómo murió? Todo este tiempo. Todo este tiempo, Lissa y yo nos habíamos preocupado del destino de Vlad. Nunca habíamos considerado el de Anna. —Ah, bien. —El padre Andrew suspiró—. Su final no fue tan bueno, me temo. Pasó toda su vida protegiéndolo, aunque hay insinuaciones de que en su vejez, comenzó a volverse un poco inestable también. Y luego… —¿Y luego? —pregunté. Christian nos miraba al sacerdote y mí, completamente perdido. —Y luego, bueno, un par de meses después de que San Vladimir muriera, se suicidó. Cerré los ojos fuertemente durante medio segundo y luego los abrí. Esto era lo que me había temido. —Lo siento —dijo el Padre Andrew—. Sé que has estado siguiendo su historia muy de cerca. Ni siquiera había sabido sobre ella hasta que lo leí recientemente. Acabar con tu propia vida es un pecado, por supuesto… pero, bueno, considerando lo unidos que estaban, no es difícil imaginarse como debió haberse sentido cuando él se fue. —Y usted también dijo que se estaba volviendo un poco loca.

227

Él asintió y extendió las manos. —Es difícil decir lo que la pobre mujer pensaba. Muchos factores probablemente estuvieron implicados. ¿Por qué es tan urgente esto? Negué con la cabeza. —Eso es una larga historia. Gracias por ayudarme. Christian y yo estábamos a mitad de camino hacia los dormitorios cuando finalmente preguntó. —¿De qué se trataba todo esto? Recuerdo cuando estaban investigando esto. Vladimir y Anna son como Lissa y tú, ¿verdad? —Sí —dije con tristeza—. Mira, no quiero meterme entre ustedes, pero por favor no le digas nada a Lissa sobre esto. No hasta que tenga más información. Sólo dile... no sé. Voy a decirle que de repente me entró el pánico porque pensé que tenía más trabajo comunitario previsto. —Ambos mintiéndole, ¿eh? —Odio hacerlo, créeme. Pero es lo mejor para ella por el momento. Porque si Lissa supiera que podría volverme potencialmente loca… sí, se lo tomara a pecho. Querría dejar de trabajar con su magia. Desde luego, era lo que yo quería… y sin embargo, había sentido como se llenaba de alegría cuando usaba la magia. ¿Podría quitarle eso? ¿Podría sacrificarme? No había ninguna respuesta fácil, y no podía comenzar a llegar a ninguna conclusión. No antes de saber más. Christian estuvo de acuerdo con mantenerlo en secreto, y para cuando nos unimos a los demás, era casi la hora del toque de queda de todos modos. Sólo estuvimos como media hora juntos, y luego nos separamos para ir a la cama, incluyéndome, ya que el acuerdo de experiencia de campo a media jornada decía que no podía hacer la guardia de noche. El riesgo de Strigois era bajo en general de todos modos, y mis instructores estaban más preocupados sobre si podía dormir una noche entera. Así que cuando llegó el toque de queda, volví a los dormitorios de los dhampirs sola. Y entonces, cuando casi estaba allí, apareció de nuevo. Mason. Me detuve abruptamente y miré a mí alrededor, deseando que alguien más estuviera allí para presenciar esto y resolver lo de loca-o-no de una vez por todas. Su forma nacarada se paro allí, con las manos en los bolsillos de su

228

abrigo de una forma casi casual que de algún modo hizo la experiencia mucho más extraña. —Bueno —dije, sintiéndome sorprendente tranquila, a pesar del dolor que me atravesó cuando lo vi—. Me alegra ver que estas solo otra vez. En realidad no me gustaron los extras en el avión. Él me miraba fijamente, con expresión en blanco y los ojos tristes. Me hizo sentir peor, la culpa retorciendo mi estómago en nudos. Me vine abajo. —¿Qué eres? —Lloré—. ¿Eres real? ¿Me estoy volviendo loca? Para mi sorpresa, él asintió. —¿Qué? —pregunté—. ¿Sí, eres real? Él asintió. —¿Sí, estoy loca? Negó con la cabeza. —Bueno —dije, forzando una broma a través del huracán de mis emociones—. Eso es un alivio, pero honestamente, ¿qué otra cosa dirías si fueras una alucinación? Mason sólo me miraba. Miré de nuevo a mí alrededor, deseando que alguien viniera. —¿Por qué estás aquí? ¿Estás enojado con nosotros y buscando venganza? Negó con la cabeza, y algo en mí se relajó. Hasta ese momento, no me había dado cuenta de lo preocupada que había estado por esto. La culpa y el dolor me habían marcado profundamente. Él culpándome, al igual que Ryan lo hacía, había parecido inevitable. —¿Estás... estás teniendo problemas para encontrar la paz? Mason asintió y parecía más triste. Pensé de nuevo en sus últimos momentos y me atraganté con las lágrimas de nuevo. Yo probablemente también tendría un mal momento encontrando la paz, si me arrebataran la vida antes de que comenzara.

229

—¿Hay más que eso, verdad? ¿Otra razón por la que vienes a mí? Asintió. —¿Qué? —pregunté. Había demasiadas preguntas Necesitaba respuestas—. ¿Qué es? ¿Qué debo hacer?

últimamente.

Pero cualquier cosa aparte de un sí o un no como respuesta estaba fuera de cuestión, al parecer. Abrió la boca como si quisiera decirme algo. Parecía como si lo estuviera intentando duramente, como Adrian lo había hecho con la planta. Pero ningún sonido salió. —Lo siento —susurré—. Lo siento, no entiendo... y... lo siento por todo lo demás. Mason, me dio una última mirada nostálgica y entonces desapareció.

230

Capítulo 20 Traducido por Rania Corregido por Judithld

—H

ablemos sobre tu madre. Suspiré. —¿Qué pasa con ella?

Era mi primer día de orientación, y hasta ahora, no estaba impresionada. La visita de Mason anoche, era algo de lo que probablemente debería hablar enseguida. Pero no quería que los funcionarios de la escuela tuvieran ninguna otra razón para pensar que estaba perdiendo la cabeza, incluso aunque lo hiciera. Y honestamente, no sabía si estaba segura. El análisis de Adrián sobre mi aura y la historia de Anna me daban puntos para estar dirección a Villa Locura. Sin embargo, no me siento loca. ¿Los locos saben si realmente lo están? Adrian había dicho que no. Locopor sí mismo era un término extraño. Había aprendido bastante sobre psicología para saber que esto era también una muy amplia clasificación. La mayoría de las formas de enfermedad mental están actualmente muy especificadas y tienen listas de síntomas: ansiedad, depresión, cambios bruscos de humor, etc. No sabía dónde me situaba en esa escala, o si lo tengo todo. —¿Cómo te sientes sobre ella? —Siguió la consejera—. ¿Sobre tu madre? —Ella es una gran guardiana y una madre más o menos. La consejera, cuyo nombre era Deirdre, escribió algo en su cuaderno. Era una rubia y delgada Moroi, llevaba un vestido tipo suéter de cachemira. En realidad no parecía mucho más mayor que yo, pero los certificados sobre su escritorio juraban que tenía varios tipos de títulos en psicoterapia. Su oficina estaba en el edificio administrativo, en el mismo lugar donde estaba

231

la oficina de la directora y donde se llevan a cabo todos los otros tipos de negocios de la Academia. Yo había en cierto modo esperado un sillón para acostarse sobre él, como el que los terapeutas siempre tenían en la televisión, pero lo mejor que tuve fue una silla. Era una cómoda silla, al menos. Las paredes estaban cubiertas de fotografías de la naturaleza, cosas como mariposas y narcisos. Creo que se supone que sean relajantes. —¿Quieres explicar el ―más o menos‖? —Deirdre preguntó. —Esto es una mejoría. Hace un mes habría dicho ―horrible‖. ¿Qué tiene que ver esto con Mason? —¿Quieres hablar de Mason? Noté que ella tenía el hábito de contestar mis preguntas con preguntas. —No sé —admití—. Creo que eso es por lo qué estoy aquí. —¿Cómo te sientes sobre él? ¿Sobre su muerte? —Triste. ¿Cómo debería sentirme? —¿Enfadada? Pensé en los Strigois, sus caras lascivas y actitudes inclinadas hacia el asesinato.—Sí, un poco. —¿Culpable? —Claro, desde luego. —¿Por qué desde luego? —Porque es culpa mía que estuviera allí. Lo había alterado… y él tenía cosas que probar. Le dije donde estaban los Strigois, y se supone que no debía. Si él no hubiera sabido sobre ellos, no lo habría hecho. Todavía estaría vivo. —¿No crees que él era responsable de sus propias acciones? ¿Que fue quien eligió hacerlo? —Bueno... sí. Supongo que lo hizo. No lo obligue hacerlo.

232

—¿Alguna otra razón por la que podrías sentirte culpable? Aparté la mirada y me centré en la fotografía de una mariquita.—Yo le gustaba… de un modo romántico. En cierto modo salimos, pero no quise empezar nada, eso le dolió. —¿Por qué no quisiste empezar nada? —No sé —dije. La imagen de su cuerpo, tendido en el suelo, destelló en mi mente y la mandé lejos. De ninguna manera lloraría delante de Deirdre—. Ese es el tema. Debería haberlo hecho. Él era bueno. Era divertido. Nos llevábamos muy bien... pero simplemente no se sentía correcto. Incluso besarlo o cualquier cosa así... a la larga simplemente no podía hacerlo. —¿Te sientes como si tuvieras algún problema con el contacto íntimo? —¿Qué quiere…? Oh. ¡No! Por supuesto que no. —¿Alguna vez has tenido relaciones sexuales con alguien? —No. ¿Está diciendo que debería tenerlas? —¿Crees que deberías? Maldición. Pensé que ya la tenía. Había pensado que seguramente no tendría ninguna pregunta para algo así. —Mason no era la persona indicada. —¿Hay alguien más? ¿Alguien que podrías pensar que es la persona adecuada? Dudé. Había perdido la pista de cómo podría estar relacionado esto con mis visiones de fantasmas. Según algunos documentos que había firmado, todo lo que dijéramos aquí era confidencial. Ella no podría contarle a nadie a menos que fuera peligroso para mí misma o fuera algo ilegal. No estaba muy segura de cómo habíamos llegado a hablar de una relación con un hombre mayor. —Sí... pero no puedo decirle quién es. —¿Cuánto tiempo hace que lo conoces? —Casi seis meses.

233

—¿Es cercano? —Sí, claro. Pero no estamos... —¿Cómo hago exactamente para describir esto? —No estamos actualmente muy involucrados. Él es del tipo... imposible. —Ella podría pensar lo que quisiera sobre esto, como que tal vez estoy interesada en alguien con novia. —¿Es él la razón por la que no podías acercarte a Mason? —Sí. —¿Y él está haciendo que evites salir con alguien más? —Bueno... no está haciendo nada a propósito. —Pero mientras sigas preocupándote por él, ¿no estás interesada en nadie más? —Cierto. Pero no importa. Probablemente no debería salir con nadie. —¿Por qué no? —Porque no hay tiempo. Estoy entrenando para ser una guardiana. Tengo que prestarle toda mi atención a Lissa. —¿Y no piensas que puedes hacer eso y estar implicada románticamente con alguien? Negué con la cabeza. —No. Tengo que estar dispuesta a dar mi vida por la suya. No me puedo distraer por alguien más. Tenemos un refrán entre los guardianes: ―Ellos van primero‖. Ustedes, los Morois. —¿Y entonces crees que siempre tienes que anteponer las necesidades de Lissa a las tuyas? —Por supuesto. —Fruncí el ceño—. ¿Qué otra cosa podría hacer? Voy a ser su guardiana. —¿Cómo te hace sentir eso? ¿Renunciar a lo que deseas por ella? —Es mi mejor amiga. Y es la última de su familia. —Eso no es lo que pregunté.

234

—Sí, pero… —Me detuve. —¡Oiga!, no hizo una pregunta. —¿Crees que siempre hago preguntas? —No importa. Mire, quiero a Lissa. Soy feliz dando mi vida protegiéndola. Fin de la historia. Además, ¿va usted, una Moroi, a decirme, a una dhampir, que no debería estar poniendo a un Moroi primero? Sabe cómo trabaja el sistema. —Lo hago —dijo—. Pero no estoy aquí para analizarlo. Estoy aquí para ayudarte a que te mejores. —Parece que no podrías ser capaz de hacer uno sin lo otro. Los labios de Deirdre esbozaron una sonrisa, y luego sus ojos ojearon el reloj. —Se nos acabó el tiempo por hoy. Tendremos que discutir esto la próxima vez. Crucé los brazos sobre mi pecho. —Pensé que me daría alguna especie de consejo grandioso o me diría que hacer. Pero solamente seguía haciéndome hablar. Se rió suavemente. —La terapia no es tanto sobre lo que yo piense sino como tú piensas. —¿Entonces por qué lo hacen? —Porque no siempre sabemos lo que pensamos o sentimos. Cuando tienes una guía, es más fácil descifrar las cosas. A menudo descubrirás que ya sabes que hacer. Puedo ayudarte haciéndote preguntas e ir a sitios sobre los que no podrías ir por ti misma. —Bien, eres buena en la parte de las preguntas —dije secamente. —Aunque no tengo ningún ―maravilloso consejo‖, tengo algunas cosas en las que quiero que pienses cuando volvamos a hablar. —Miró hacia abajo a su bloc de notas y lo golpeó suavemente con el lápiz, mientras pensaba. — En primer lugar, quiero que pienses de nuevo en lo que te pregunté sobre Lissa… lo que realmente sientes acerca de dedicar tu vida a ella. —Ya se lo dije.

235

—Lo sé. Sólo piensa en ello un poco más. Si tu respuesta es la misma, está bien. Entonces, quiero que consideres algo más. Quiero que pienses sobre si tal vez el motivo por el que te sientes atraída por ese chico es porque no está disponible. —Eso es una locura. No tiene ningún sentido. —¿Lo es? Acabas de decirme nunca podrás estar involucrada con alguien. ¿Crees que es posible que el deseo por alguien que no puedes tener sea la manera en que tu mente subconscientemente se adapte? Si es imposible para ti tenerlo, entonces nunca tendrás que enfrentarte a unos sentimientos conflictivos sobre Lissa. Nunca tendrás que escoger. —Esto es confuso —me quejé. —Se supone que tiene que ser así. Por eso estoy aquí. —¿Qué tiene que ver esto con Mason? —Tiene que ver contigo, Rose. Eso es lo importante. Salí de terapia con la sensación de que mi cerebro se había derretido. También sentí como si hubiera estado a prueba. Si Deirdre hubiera estado allí para condenar a Víctor, probablemente habría terminado en la mitad del tiempo. También pensé que Deirdre había estado yendo en una dirección totalmente incorrecta. Por supuesto que no tengo resentimientos hacia Lissa. Y el pensamiento de que me había enamorado de Dimitri porque no podía tenerlo era ridículo. Nunca siquiera pensé en el conflicto de ser guardianes hasta que ella lo había mencionado. Me había enamorado de él porque... bueno, porque era Dimitri. Porque era dulce, fuerte, divertido, feroz, y guapísimo. Porque me entiende. Y sin embargo, mientras volvía a las aéreas comunes, me encontré con que sus preguntas me rondaban por la cabeza. No podría haber estado pensando en una relación que nos distrae de nuestros deberes de guardianes, pero seguramente sabía desde el principio que su edad y trabajo eran enormes barreras. ¿Podría esto realmente haber jugado una parte? ¿Había una parte de mí sabía que nunca podríamos tener algo, de

236

esa manera permitiendo que me quedara para siempre dedicando mi vida a Lissa? No, decidí firmemente. Era ridículo. Deirdre podría ser buena haciendo preguntas, pero claramente preguntaba lo incorrecto. —¡Rose! Miré a mi derecha y vi a Adrian cruzando el césped hacia mí, ajeno al efecto de aguanieve sobre sus zapatos de diseñador. —¿Acabas de llamarme ―Rose‖? —pregunté—. ¿Y no ―pequeña dhampir‖? Creo que eso nunca había pasado. —Sucede todo el tiempo —contestó, alcanzándome. Entramos en el interior de la sala común. La escuela estaba en horario de clase, por lo que los pasillos estaban vacíos. —¿Dónde está tu media naranja? —preguntó. —¿Christian? —No, Lissa. Puedes decirme dónde está, ¿verdad? —Sí, puedo decirte que está en el último período, y está en la clase como todos los demás. Sigues olvidando que para el resto de nosotros, esto es una escuela. Parecía decepcionado. —Encontré más archivos de los que quería hablar con ella. Más material de súper-compulsión. —¡Vaya!, ¿has estado haciendo algo productivo? Estoy impresionada. —Mira quién habla —dijo—. Sobre todo teniendo en cuenta que tu completa existencia gira en torno a aporrear a la gente. Ustedes los dhampirs son incivilizados, pero entonces, es por eso que los queremos. —En realidad —reflexioné—, no somos los únicos dando palizas últimamente. —Casi me había olvidado de mi misterio del club real de lucha. Ha habido tantas cosas de las que preocuparme últimamente. Era como intentar sostener agua con las manos. Era una apuesta arriesgada, pero tenía que preguntarle. —¿Significa algo para ti la palabra Mână?

237

Él se inclinó contra la pared y llegó a sus cigarrillos.—Claro. —Estás dentro de la escuela —le advertí. —Que… oh, claro. —Con un suspiro, regresó el paquete a su abrigo—. ¿No se supone que la mitad de ustedes estudian rumano? Significa ―mano‖. —Yo estudio inglés. —Mano. Eso no tiene ningún sentido. —¿Por qué el interés en la traducción? —No sé. Creo que me equivoqué. Pensé que había alguna conexión con esta cosa que ha estado pasando con la realeza. Hubo un destello de reconocimiento en sus ojos. —Oh Señor. Eso no. ¿De verdad lo están haciendo aquí también? —¿Haciendo qué? —El Mână. La Mano. Es esa estúpida sociedad secreta que aparece en las escuelas. Teníamos una de estas en Alder. Es sobre un montón de Familias Reales teniendo reuniones secretas para hablar sobre quien es mejor que los demás. —Eso es entonces —dije. Las piezas encajaban—. Ese pequeño grupo de Jesse y de Ralf, al que intentaron que Christian se uniera. Esto es lo que es este Mână. —¿Él? —Adrián se rió—. Deben estar desesperados, y no digo eso como un golpe contra Christian. Él no es realmente del tipo que entra en esa clase de cosas. —Sí, bueno, él los rechazo con bastante fuerza. ¿Cuál es el punto de esta sociedad secreta exactamente? Se encogió de hombros. —El mismo que el de cualquier sociedad secreta. Es una forma de hacer que la gente se sienta mejor sobre ellos mismos. Todos quieren sentirse especiales. Ser parte de un grupo de elite es una forma de hacerlo. —¿Pero tú no eras parte de ello? —No lo necesito. Ya sé que soy especial.

238

—Jesse y Ralf lo hicieron sonar como que la realeza tiene que mantenerse unida debido a toda la polémica que hay, sobre la lucha y los guardianes y todo eso. Lo hicieron sonar como si pudieran hacer algo sobre ello. —No a esta edad —dijo Adrián—. Todo lo que pueden hacer es hablar. Cuando son adultos, los miembros del Mână a veces hacen tratos entre ellos y siguen teniendo reuniones secretas. —¿Eso es todo entonces? ¿Salen y hablan de sí mismos? Se volvió contemplativo. —Bueno, sí, desde luego hacen mucho de eso. Pero lo que quiero decir, es que donde sea que se forman estos pequeños grupos, hay por lo general algo específico que quieren hacer en secreto. Cada grupo es un poco diferente, por lo que éste probablemente tiene algún plan o esquema o lo que sea. —Un plan o esquema. No me gustó como sonaba eso. Sobre todo con Jesse y Ralf. —Sabes mucho para alguien que no pertenece a ellos. —Mi padre lo estaba. Nunca habla mucho de esto, de ahí lo de secreta, pero encontré algunas cosas, y luego me enteré sobre ello mientras estaba en la escuela. Me apoyé contra la pared. El reloj que estaba en el pasillo me dijo que las clases casi habían terminado. —¿Has oído algo acerca de que golpean a la gente? Hay al menos cuatro Moroisde los que sé, que fueron atacados. Y no quisieron hablar de ello. —¿Quién? ¿Los no reales? —No. Otros de la realeza. —Eso no tiene sentido. El punto de todo esto es que los de la elite de la realeza estén juntos para protegerse del cambio. A no ser que, quizás, persigan a los de la realeza que los rechazan o apoyan a los no reales. —Tal vez. Pero uno de ellos era el hermano de Jesse, y Jesse parece ser un socio fundador. Parece que él tendría que haberlo evitado. Y no hicieron nada cuando Christian se negó. Adrián extendió ampliamente las manos. —Incluso yo no lo sé todo, y como dije, probablemente este tiene su propia agenda la cual mantienen

239

oculta. —Suspiré por la frustración, y él me dio una mirada curiosa—. ¿Por qué te preocupa tanto? —Porque no está bien. La gente que vi estaba muy mal. Si algún grupo va por ahí golpeando a la gente, hay que detenerlos. Adrián se rió y jugó con un mechón de mi cabello. —No puedes salvar a todo el mundo, aunque Dios sabe que lo intentas. —Sólo quiero hacer lo correcto. —Recordé los comentarios de Dimitri sobre el viejo Oeste y no pude evitar una pequeña sonrisa—. Tengo que hacer justicia donde es necesario. —La locura, pequeña dhampir, es que lo crees. Puedo decirlo por tu aura. —¿Qué, estás diciendo que ya no es negra? —No… aún es oscura, definitivamente. Pero tiene un poco de luz, con rayas doradas. Como la luz del sol. —Tal vez tu teoría sobre que Lissa me lo contagia está equivocada entonces. —Había estado intentando enérgicamente no pensar en eso anoche, cuando supe lo de Anna. Mencionarlo ahora sacó a flote todos aquellos miedos de una vez más. Locura. Suicidio. —Depende —dijo—. ¿Cuándo fue la última vez que la viste? Le di un suave puñetazo. —¿No tienes ninguna pista, verdad? Se te van ocurriendo todas estas cosas sobre la marcha. Agarró mi muñeca y me jaló más cerca de él. —¿No es la forma en la que tú funcionas normalmente? A mi pesar sonreí abiertamente. Estando tan cerca de él podía apreciar lo encantadores que era el verde de sus ojos. De hecho, a pesar de estar continuamente burlándome de él, no podía negar que el resto de él fuera bastante apuesto también. Sus dedos eran cálidos sobre mi muñeca, y había algo atractivo en la manera en que la sostuvo. Recordando las palabras de Deirdre, traté de evaluar cómo me hacía sentir todo esto. Advertencias de la reina aparte, Adrian era un chico técnicamente disponible. ¿Me siento atraída por él? ¿Conseguí alguna emoción de esto?

240

La respuesta: no. No de la misma forma que con Dimitri. Adrián era atractivo a su manera, pero no me condujo al camino salvaje como Dimitri. ¿Era porque Adrián estaba tan fácilmente disponible? ¿Estaba Deirdre en lo correcto con lo de que busco relaciones que son imposibles? —Sabes —dijo, interrumpiendo mis pensamientos—, en cualquier otra circunstancia, esto sería excitante. En cambio, me miras como si fuera una especie de proyecto de la feria de ciencias. Era exactamente como lo estaba tratando, en realidad. —¿Por qué nunca usas la compulsión sobre mí? —pregunté—. Y no quiero decir sólo impedir que me meta en peleas. —Porque la mitad de la diversión contigo es que eres muy difícil. Una nueva idea se me ocurrió. —¡Hazlo! —¿Hacer qué? —Emplea la compulsión sobre mí. —¿Qué? —Este era uno de aquellos raros momentos en que Adrián se sobresaltaba. —Usa la compulsión para hacer que quiera besarte, excepto que tienes que prometer que en realidad no me besaras. —Esto es bastante extraño, y cuando digo que algo es extraño, sabes que es serio. —Por favor. Él suspiró y luego concentró sus ojos directamente en mí. Parecía que me ahogaba, me ahogaba en un mar verde. No había nada en el mundo excepto por aquellos ojos. —Quiero besarte, Rose —dijo suavemente—. Y quiero que tú lo desees también. Cada aspecto de su cuerpo, sus labios, sus manos, su olor, de repente me dominó. Me sentí caliente por todas partes. Quise que me besara con cada gramo de mí ser. No había nada en la vida que quisiera más que aquel

241

beso. Incliné mi cabeza hacia arriba, y él se inclinó abajo. Prácticamente podía saborear sus labios. —¿Quieres? —preguntó, ¿Quieresbesarme?

todavía

con

voz

aterciopelada—.

Lo hice alguna vez. Todo alrededor de mí había se había difuminado. Sólo me centraba en sus labios. —Sí —dije. Su cara se acercó, su boca a sólo un aliento de distancia. Estábamos tan, tan cerca, y luego… Se detuvo. —Hemos terminado —dijo, alejándose. Me desprendí de ello al instante. La neblina de ensueño se había ido, al igual que el anhelo en mi cuerpo. Pero había descubierto algo. Bajo compulsión, definitivamente había querido que me besara. Pero aún así, no había sentido esa electrizante y abrumadora sensación que tenía cuando estaba junto a Dimitri, esa sensación de que éramos prácticamente la misma persona y estábamos atados por fuerzas más grandes que nosotros. Con Adrián, simplemente había sido mecánico. Deirdre se había equivocado. Si mi atracción hacia Dimitri fuera solamente alguna reacción subconsciente, entonces debería haber sido tan superficial como aquella atracción forzada hacia Adrian. Sin embargo, era completamente diferente. Con Dimitri, era el amor, no sólo algún truco mental. —Hmm —dije. —¿Hmm? —preguntó Adrian, mirándome con expresión divertida. —Hmm El tercer ―hmm‖ no había venido de ninguno de nosotros. Miré hacia el otro lado del pasillo y vi a Christian mirándonos. Me separé de Adrian, justo cuando sonó el timbre. El ruido de los estudiantes saliendo en masa de las clases retumbó por el vestíbulo. —Ahora puedo ver a Lissa —dijo Adrian felizmente.

242

—Rose, ¿podrías venir conmigo a los alimentadores? —preguntó Christian. Habló en un tono monótono, y su expresión era ilegible. —No soy tu guardián hoy. —Sí, bueno, echo de menos tu encantadora compañía. Dije adiós a Adrian y atravesé la cafetería con Christian. —¿Qué pasa? — pregunté. —Dímelo tú —dijo—. Eres tú quien está preparada para empezar a salir con Adrian. —Era un experimento —dije—. Eso era parte de mi terapia. —¿En qué maldito tipo de terapia estás? Llegamos al cuarto de los alimentadores. De algún modo, a pesar de que él había salido de clase temprano, había unas cuantas personas delante de nosotros en la cola. —¿Por qué te preocupas? —le pregunté—. Deberías alegrarte. Esto quiere decir que él no quiere nada con Lissa. —Podría intentarlo con las dos. —¿Qué, ahora eres mi hermano mayor? —Molesto —dijo—. Eso es lo que soy. Miré más allá de él y vi a Jesse y Ralf entrar. —Bien, guárdatelo para ti mismo, o nuestros buenos amigos lo oirán. Jesse, sin embargo, estaba demasiado ocupado para enterarse, porque estaba discutiendo con la coordinadora de los alimentadores. —No tengo tiempo para esperar —le dijo—. Tengo que ir a otro sitio. Ella nos señaló a nosotros y a los demás en la fila. —Esta gente está delante de usted. Jesse la miró a los ojos y sonrió. —Puede hacer una excepción por esta vez.

243

—Sí, tiene prisa —añadió Ralf con una voz que nunca lo había escuchado usar antes. Era suave y menos irritante de lo normal—. Sólo anote su nombre en lo alto de la lista. La coordinadora parecía que iba a regañarlos, pero entonces una divertida, distraída mirada apareció en su cara. Le echó un vistazo a su portapapeles y escribió algo. Unos segundos después de que tuviera la mirada ausente, sacudió la cabeza, volvió su mirada severa. Frunció el ceño. —¿Qué estaba haciendo? —Me estaba inscribiendo —dijo Jesse. Señaló la tabla—. ¿Ve? Ella miró hacia abajo, sorprendida. —¿Por qué su nombre es el primero? ¿No acaba de llegar? —Estuvimos aquí antes y nos inscribimos. Nos dijo estaba bien. Miró hacia abajo otra vez, claramente perpleja. Ella no recordaba que hubieran venido antes, porque no lo habían hecho, pero al parecer no podía entender por qué el nombre de Jesse estaba de primero en la lista ahora. Poco después, se encogió de hombros y decidió que no valía la pena pensar demasiado en esto. —Colóquese con los demás, y le llamaré enseguida. En cuanto Jesse y Ralf estuvieron cerca de nosotros, me volví hacia ellos. —Acabas de usar la compulsión con ella —siseé. Jesse entró en pánico por una fracción de segundo; entonces asumió una pose normal. —Lo que sea. Sólo la convencí, eso es todo. ¿Qué, vas a tratar de contárselo a alguien o algo así? —No hay nada que contar —se mofó Christian—. Esa ha sido la peor compulsión que he visto jamás. —Como si hubieras visto una compulsión —dijo Ralf. —Muchas —dijo Christian—. De gente más guapa que tu. Claro que, tal vez es por eso por lo que la tuya no es tan buena. Ralf pareció sumamente ofendido al no considerarlo guapo, pero Jesse le dio un codazo y empezó a alejarse.—Olvídalo. Él tuvo su oportunidad.

244

—Su oportunidad de… —Recordé como Brandon había intentado usar la compulsión para intentar convencerme que sus moratones no eran nada. Jill había dicho que Brett Ozera en realidad había convencido a un profesor de que no era nada. El profesor había dejado el tema, para sorpresa de Jill. Brett debió usar la compulsión. Bombillas se apagaron en distintas partes de mi cerebro. Las conexiones estaban a mí alrededor. El problema era, que no podía desenredar los cables aún. —De esto es de lo que se trata, ¿no? Su estúpido Mână y su necesidad de dar palizas a la gente. Tiene algo que ver con la compulsión… No entendía cómo encajaban entre sí, pero la cara de sorpresa de Jesse me dijo que estaba cerca, aún cuando dijo—: No sabes de lo que estás hablando. Me adelanté, con la esperanza de que con algunos golpes a ciegas se enfadara y dijera algo que no debiera. —¿Cuál es el punto? ¿Se creen mejores por hacer estos pequeños trucos? Eso es todo lo que son, saben. En serio no saben lo principal sobre la compulsión. He visto compulsiones que harían que te pararas sobre las manos y te arrojaras por la ventana. —Estamos aprendiendo más de lo que te puedas imaginar —dijo Jesse—.Y cuando me entere de quién te dijo… No tuvo ocasión de terminar su amenaza porque fue llamado para pasar a los alimentadores en ese momento. Él y Ralf miraron a lo lejos, y Christian inmediatamente giró hacia mí. —¿Qué pasa? ¿Qué es un Mână? Le di un rápido resumen de la explicación de Adrián. —Esto era a lo que querían que te unieras. Deben estar practicando la compulsión en secreto. Adrián dijo que estos grupos son siempre de los de la realeza que tienen algún plan de cambiar y controlar las cosas en tiempos peligrosos. Deben pensar que la compulsión es la respuesta, es lo que querían decir cuando te dijeron que tenían modos de ayudarte a conseguir lo que querías. Si supieran la porquería de compulsión que hacen, probablemente no habrían preguntado. Él frunció el ceño, sin gustarle que le hiciera recordar la única vez que había intentado, y fallado, en compeler a alguien en el alojamiento de

245

esquí. —¿Entonces cuándo viene lo de la parte de dar-una-paliza-a-lagente? —¿Ese es el misterio? —dije. Christian fue llamado a alimentarse en ese momento, y puse mis teorías en suspenso hasta que pudiera conseguir más información y tomar medidas. Me di cuenta de a qué alimentador nos estaban llevando. —¿Es esa Alice otra vez? ¿Cómo la consigues siempre? ¿La solicitas? —No, pero creo que algunas personas expresamente la descartan. Alice estaba feliz vernos, como siempre. —Rose. ¿Nos sigues manteniendo seguros? —Lo haría si me dejarán —le dije. —No seas demasiado impaciente —advirtió ella—. Conserva tus fuerzas.Si estás demasiado impaciente por luchar con los no muertos, puedes encontrarte uniéndote a ellos. Entonces no nos volverías a ver, y estaríamos muy tristes. —Sí —dijo Christian—. Lloraría en mi almohada cada noche. Resistí el impulso de darle una patada. —Bueno, no podría visitarlos si fuera Strigoi, sí, pero esperanzadoramente simplemente moriría de una muerte normal. Entonces podría venir a verte como un fantasma. Qué triste, pensé, ahora hacía bromas sobre lo que más me ha estado molestando recientemente. Alice no lo encontró gracioso en absoluto. Negó con la cabeza. —No, no podrías. Las salas te mantendrían fuera. —Las salas no dejan pasar a los Strigois —le recordé con cuidado. Una mirada desafiante sustituyó a la ausente. —Las salas mantienen fuera a lo que no está vivo. Muerto o no muerto. —Ahora lo has hecho —dijo Christian. —Las salas no mantienen a los fantasmas afuera —dije—. Los he visto.

246

Considerando la propia inestabilidad de Alice, no me importó hablar de la mía con ella. De hecho, era refrescante hablar de este asunto con alguien que no me juzgaría.De hecho, lo trató como si fuera una conversación perfectamente normal. —Si has visto fantasmas, entonces ya no estamos seguros. —Te lo dije la última vez, la seguridad es muy buena. —Tal vez alguien ha cometido un error —discutió, sonando notablemente coherente—. Tal vez alguien olvidó algo. Las salas se hacen con magia. La magia está viva. Los fantasmas no pueden cruzarlas por la misma razón que los Strigois. No están vivos. Si ves un fantasma, las salas han fallado. —Hizo una pausa—. O estás loca. Christian se rió a carcajadas. —Aquí lo tienes, Rose. Directamente de la fuente. —Lo fulminé con la mirada. Le sonrió a Alice—. En defensa de Rose, sin embargo, creo que está en lo correcto acerca de las salas. La escuela las comprueba todo el tiempo. El único lugar mejor protegido que aquí es la Corte Real, y ambos sitios están a rebosar de guardianes. Deja de ser tan paranoica. —Él se alimentó, y miré a lo lejos. Debería haber sabido mejor que no era bueno escuchar a Alice. Ella era difícilmente una fuente fiable de información, incluso si había estado por aquí hace tiempo. E incluso… su extraña lógica tenía sentido. ¿Si las salas mantenían afuera a los Strigois, por qué no a los fantasmas? Cierto, los Strigois eran los no muertos que habían vuelto para andar sobre la tierra, pero su punto era sólido,todos ellos están muertos. Pero Christian y yo también teníamos razón, las salas alrededor de la escuela eran sólidas. Tomó una gran cantidad de poder establecerlas. No todas las casas Morois podían tenerlas, pero los sitios como la Academia y la Corte Real las mantenían con diligencia. La Corte Real… No había tenido ningún encuentro fantasmal en absoluto mientras estábamos allí, aunque hubiera sido increíblemente estresante. Si mis avistamientos eran inducidos por el estrés, ¿no proporcionaron la Corte y los encuentros con Víctor y la reina grandes oportunidades para que ocurrieran? El hecho que no los había visto descartaba la teoría del TEP5. No había visto fantasmas hasta que aterrizamos en el aeropuerto de Martinville.

5

Trastorno de estrés postraumático.

247

Que por cierto no tenía salas. Casi jadeé. La Corte tenía fuertes salas. No vi ningún fantasma. El aeropuerto, que era parte del mundo humano, no tenía barreras. Había sido bombardeado por los fantasmas allí. También había visto los destellos de ellos sobre el avión, el cual estaba desprotegido cuando estábamos en el aire. Miré a Alice y Christian. Casi habían terminado. ¿Podría ella tener razón? ¿Las salas impedían que entraran los fantasmas? ¿Y si es así, qué pasaba con la escuela? Si las salas estaban intactas, no debería ver nada, justo como en la Corte. Si las salas estuvieran rotas, deberían invadirme, justo como en el aeropuerto. En cambio, la Academia estaba en algún lugar en la mitad. Tenía apariciones sólo ocasionales. Esto no tenía sentido. La única cosa de la que estaba segura era que algo estaba mal con las salas de la escuela, entonces yo no era la única en peligro.

248

Capítulo 21 Traducido por Steffanie Corregido por Judithld

D

ifícilmente podía esperar a que mi día terminara. Le había prometido a Lissa que iba a salir con ella y con los otros después de la escuela. Debería haber sido divertido, pero los minutos pasaban lentamente. Estaba demasiada agitada. Cuando el toque de queda llegó, me separé de ellos y volví corriendo a mi dormitorio. Le pregunté a la mujer del escritorio en la entrada si podía llamar al cuarto de Dimitri, fuera del límite para los estudiantes, porque tenía una pregunta ―urgente‖ para él. Acababa de descolgar el teléfono cuando Celeste pasó por ahí. —No está —me dijo. Tenía gran cardenal en un lado de la cara. Algún principiante lo hizo mejor que ella, algún principiante que no era yo—. Creo que iba a la capilla. Tendrás que verlo mañana. No puedes ir allí y regresar antes del toque de queda. Asentí dócilmente y actúe como si me dirigiera al ala de estudiantes. Por el contrario, en cuanto estuve fuera de vista, me dirigí de nuevo hacia afuera y corrí a la capilla. Ella tenía razón. No iba a lograrlo antes del toque de queda, pero esperaba que Dimitri pudiera asegurarse de que regresara sin meterme en problemas. Las puertas de la capilla estaban abiertas cuando llegué. Entré y vi todas las velas encendidas, haciendo brillar todos los ornamentos de oro en el cuarto. El sacerdote aún debía estar trabajando. Pero, cuando di un paso dentro del santuario, no estaba allí. Dimitri estaba, sin embargo. Estaba sentado en el último banco de la iglesia. No rezaba o se arrodillaba o algo. Solamente se sentaba allí, completamente relajado. Aunque no era

249

un miembro practicante de la iglesia. Me había dicho que a menudo encontraba la paz allí. Le daba la posibilidad de pensar en su vida y sus acciones. Siempre pensé que se veía bien, pero en este momento, algo en él casi me hizo quedarme ahí parada. Tal vez era debido al ambiente, todos esos iconos pulidos de madera y los coloridos iconos de santos. Tal vez era solamente la manera en que la luz de la vela brillaba sobre su cabello oscuro. Tal vez era solamente porque parecía indefenso, casi vulnerable. Normalmente era tan seguro, tan peligroso… pero aún así necesitaba un ocasional descanso igual que los demás. Parecía brillar en mis ojos, parecido a la forma en que Lissa siempre lo hacía. Su tensión habitual volvió cuando me oyó entrar. —¿Rose está todo bien? Comenzó a ponerse en pie, y le hice señas hacia abajo mientras me deslizaba a su lado. El débil olor de incienso se expandió en el aire. —Sí… bueno, algo así. Ningún ataque, si eso era lo que te preocupaba. Solamente tenía una pregunta. O, bueno, una teoría. Le explique la conversación con Alice y lo que había deducido en ello. Escuchó pacientemente, con expresión pensativa. —Conozco a Alice. No sé si creer en ella —dijo cuando terminé. Era parecido a lo que había dicho sobre Víctor. —Lo sé. Pensé lo mismo. Pero mucho de ello tenía sentido. —No exactamente. Como has indicado, ¿por qué tus visiones son tan irregulares aquí? Esto no encaja con la teoría de las salas. Deberías sentirlo como en el avión. —¿Qué pasa si las protecciones simplemente son débiles? —pregunté. Negó con la cabeza. —Eso es imposible. Las salas tardan meses en gastarse. Nuevas son puestas en su lugar cada dos semanas aquí. —¿Tan a menudo? —pregunté, incapaz de ocultar mi decepción. Sabía que el mantenimiento era frecuente pero no tan frecuente. La teoría de Alice casi me había proporcionado una explicación, una que no implicaba estar loca.

250

—Tal vez han sido estacadas —sugerí—. Por humanos o algo así, tal como vimos antes. —Los guardianes recorren los terrenos un par de veces al día, si hubiera una estaca en los límites del campus lo hubiéramos notado. Suspiré. Dimitri movió su mano sobre la mía y me estremecí. No la quitó, sin embargo, y como hacía frecuentemente, adivinó mis pensamientos. — Pensaste que si ella tuviera razón, eso lo explicaría todo. Asentí. —No quiero estar loca. —No estás loca. —Pero no crees que de verdad esté viendo fantasmas. Apartó la mirada, sus ojos mirando fijamente la luz de las velas en el altar. —No lo sé. Sigo intentando mantener mi mente abierta. Y el estar estresada no es lo mismo que estar loca. —Lo sé —admití, muy consciente de cuan cálidas eran sus manos. No debería pensar en ese tipo de cosas en una iglesia—. Pero… bueno… hay algo más… Le dije entonces sobre la posibilidad de que Anna se hubiera ―contagiado‖ con la locura de Vladimir. También le expliqué sobre las observaciones del aura de Adrián. Él volvió a mirarme, su expresión especulativa —¿Le has dicho esto a alguien más? ¿Lissa? ¿Tu consejera? —No —dije en voz baja, incapaz mirarle a los ojos—. Tenía miedo de lo que iban a pensar. Apretó mi mano. —Tienes que detener esto. No temes lanzarte en el camino del peligro, pero te aterroriza dejar a alguien entrar. —No… no sé… —dije, mirándolo—.Eso creo. —¿Entonces porque me lo dirías? Sonreí. —Porque me dijiste que debía confiar en la gente, confío en ti.

251

—¿No confías en Lissa? Mi sonrisa dudó. —Confío en ella, completamente. Pero no quiero contarle cosas que hagan que se preocupe. Creo que es una forma de protegerla, al igual que mantener a los Strigois lejos. —Ella es más fuerte de lo que piensas —dijo—. Y haría lo que fuera para ayudarte. —¿Entonces qué? ¿Quieres que confíe en ella y no en ti? —No, quiero que confíes en los dos. Creo que sería bueno para ti. ¿Lo que le pasó a Anna te molestó? —No. —Miré a lo lejos otra vez—. Me asusta. Creo que la admisión nos sorprendió a ambos. Ciertamente yo no esperaba decirlo. Ambos nos congelamos por un momento, y entonces Dimitri colocó sus brazos a mí alrededor y me empujó hacia su pecho.Un lloriqueo surgió de mí al descansar mi mejilla contra el cuero de su chaqueta y escuché el estable latido de su corazón. —No quiero estar así —le dije—. Quiero ser como todos los demás. Quiero que mi mente sea… normal. Normal para los estándares de Rose, me refiero. No quiero perder el control. No quiero ser como Anna y suicidarme. Me gusta estar viva. Moriría por salvar a mis amigos, pero espero que no suceda. Espero que todos vivamos largas y felices vidas. Como dijo Lissa, una gran familia feliz. Hay tantas cosas que quiero hacer, pero tengo tanto miedo… Miedo de ser como ella… de que no seré capaz de detenerlo. Me abrazó más fuerte. —No sucederá —murmuró—. Eres salvaje e impulsiva, pero al final del día, eres una de las personas más fuertes que conozco. Incluso si eres como Anna, y no creo que lo seas, no compartirán el mismo final. Era gracioso. Continuamente le decía a Lissa lo mismo sobre ella y Vladimir, a ella siempre le costaba creerlo, y ahora lo entiendo. Dar consejos era más difícil que seguirlos. —También te estás olvidando de algo —continuó deslizando su mano sobre mi cabello—. Si estás en peligro por la magia de Lissa, entonces al menos

252

entenderías por qué. Ella puede dejar de usar su magia, y ahí terminaría todo. Me alejé un poco para poder verlo. Rápidamente, pasé las manos sobre mis ojos en caso que algunas lágrimas se hubieran escapado. —¿Pero puedo pedirle eso? —dije—. Siento cómo la hace sentir. No sé si le puedo quitar eso. Me miró sorprendido. —¿Aún a pesar de tu propia vida? —Vladimir hizo grandes cosas, ella también podría. Además ellos van primero, ¿verdad? —No siempre. Me quedé atónita, Me enseñaron que ellos van primero desde que era una niña. Era lo que todos los guardianes creían. Solo los dhampirs que huían de sus deberes no creían en ello. Lo que él decía era casi traición. —A veces, Rose, tienes que saber cuándo ponerte tu primero. Negué con la cabeza. —No con Lissa. —Bien podría estar con Deirdre o Ambrose otra vez. ¿Por qué repentinamente todos estaban poniendo en duda algo que yo considerado una verdad absoluta toda mi vida? —Ella es tu amiga. Lo entenderá. —Para probar su punto, estiró la mano y tiró del chotki que sobresalía bajo mi manga, las yemas de sus dedos rozaron mi muñeca. —Es más que eso —dije. Señalé la cruz—. Por lo menos, esto lo prueba. Estoy atada a ella, debo proteger a los Dragomir, a cualquier precio. —Lo sé, pero… —No terminó, y honestamente ¿qué podría haber dicho? Esto se estaba volviendo un viejo argumento, sin solución. —Necesito volver —dije abruptamente—. Se ha pasado el toque de queda. Una sonrisa irónica paso por el rostro de Dimitri. —Y me necesitas para regresar o te meterás en problemas. —Bueno, sí, en cierto modo tenía la esperanza…

253

Escuchamos sonidos cerca de la puerta del santuario, y el Padre Andrew entró, cosa que definitivamente terminó nuestra sesión. Se estaba preparando para cerrar la capilla. Dimitri le agradeció y luego los dos regresamos a los dormitorios de los dhampir. Ninguno hablo durante el viaje de regreso, pero era un silencio cómodo.Era extraño pero desde la explosión fuera de la clínica, sentía como si algo se hubiera intensificado entre nosotros, tan imposible como eso pareciese. Dimitri logró que pasara a la mujer que se encontraba en el escritorio, y justo cuando me dirigía a mi ala, un guardián llamado Yuri pasó. Dimitri lo llamó. —Has estado trabajando con seguridad, ¿verdad? ¿Cuándo fue la última vez que pusieron nuevas protecciones? Yuri consideró la pregunta. —Hace un par de días. ¿Por qué? Dimitri me dio una mirada significativa. —Sólo por curiosidad. Asentí a Dimitri para mostrarle que entendí su punto, y luego me fui a la cama. Después de eso, la siguiente semana siguió un patrón repetitivo. Seguí a Cristian durante tres días por semana, tenía mis sesiones de asesoramiento y entrenaba con Dimitri. Durante aquellos momentos, podía ver la preocupación en la cara de Dimitri. Siempre preguntaba cómo estaba pero nunca me empujaba a hablar de algo que no quería. Sobre todo, se trataba de entrenamiento físico, cosa que me gustó, ya que no requiere rumiar demasiado. Lo mejor de todo es que no vi a Mason durante este tiempo. Tampoco presencié ningún ataque, del tipo Mână o del tipo guardián. Estábamos en completa agonía por la experiencia de campo, y cada uno de los novatos en mi clase estaba teniendo peleas regulares. Los exámenes se volvían más intrincados y difíciles, y todos tenían que estar alerta. Eddie tenía que defender a Lissa cada día de algún guardián imitando a un Strigoi, pero eso nunca sucedía cuando yo estaba cerca. De hecho, nadie sufría ataques cuando yo estaba cerca. Después de un tiempo, entendí la

254

idea. Me lo estaban poniendo fácil. Estaban preocupados de que no pudiera soportarlo. —Para esto hubiera sido mejor que me retiraran de la experiencia de campo después de todo —me quejé con Christian una tarde—. No estoy haciendo nada. —Sí, pero sí de todas formas pasas, ¿por qué te preocupas? digo, ¿realmente quieres tener una pela cada día? —Puso los ojos en blanco—. No importa. Por supuesto que querrías. —No lo entiendes —le dije—. Este no es un trabajo en el que se puede tomar el camino fácil. Quiero probar lo que puedo hacer, a ellos y a mí misma. Nunca se puede tener suficiente práctica. Quiero decir, la vida de Lissa está en juego. —Y también mi posible futuro con ella. Ya antes me había preocupadode que me reemplazaran, y eso era antes de que pensaran que estaba loca. Ya casi era hora del toque de queda, y lo estaba dejando por esta noche. El negó con la cabeza. —Rose, no sé si estás loca o no, pero estoy comenzando a pensar que eres la mejor guardiana, o próxima-a-ser guardiana— que hay por aquí. —¿Acabas de hacerme un cumplido serio? —pregunté. Me dio la espalda y entró a su dormitorio. —Buenas noches. Mi vida aún era un caos, pero no pude evitar una pequeña sonrisa al dirigirme a mi dormitorio. La caminata siempre me ponía nerviosa ya que vivía en un perpetuo temor de ver a Mason. Había otras personas regresando antes del toque de queda, sin embargo, y él más que nada tendía a aparecer cuando estaba sola, ya fuera porque prefería la privacidad o porque en realidad era un producto de mi imaginación. El hablar sobre Lissa me recordó que casi no la había visto hoy. Cómoda y contenta, dejé que mi mente se deslizara a la suya mientras mi cuerpo continuaba la caminata. Estaba en la biblioteca, apresuradamente tratando de terminar algunas notas. Eddie se paró cerca de ella, mirando alrededor. —Mejor te das prisa —dijo burlonamente—. Ella está haciendo otra ronda.

255

—Casi termino —Lissa dijo, escribiendo unas palabras más. Cerró el libro justo cuando la bibliotecaria se acercó y les dijo que se tenían que ir ya. Con un suspiro de alivio, Lissa guardó sus papeles en la mochila y siguió a Eddie afuera. Él recogió la mochila y la llevó mientras andaban. —No tienes que hacer eso —dijo ella—. No eres mi sirviente. —Puedes llevarla tan pronto arregles eso. —Señaló hacia donde ella estaba enredada en su abrigo. Se lo había puesto mientras trataban de salir de la biblioteca a tiempo. Ella se rió de su propio desorden y arregló la manga que estaba del revés. —Gracias —dijo ella cuando se la devolvió. —No hay problema. A Lissa le gustaba Eddie, aunque no de manera romántica. Sólo pensaba que era amable. Hacía ese tipo de cosas todo el tiempo, ayudándola a salir y aun así haciendo un excelente trabajo con sus obligaciones. Sus motivos no eran románticos tampoco. Sólo era uno de esos raros chicos que podían ser las ambas cosas un caballero y un cabrón. Ella tenía planes para él. —¿Alguna vez has pensado en invitar a salir a Rose? —¿Qué? —preguntó. ¿Qué? pensé. —Tienen mucho en común —dijo ella, intentando sonar casual. Por dentro, estaba excitada. Pensaba que esta era la mejor idea del mundo. Para mí, era uno de esos momentos en los que estar en su mente era estar demasiado cerca de ella. Hubiera preferido estar a su lado para poder meterle algo de sentido común. —Ella es solo mi amiga —Él rió, su rostro adoptando una dulce timidez—. Y no creo que en realidad seamos tan compatibles. Además…—Su rostro se apagó—. Nunca podría salir con la novia de Mason. Lissa comenzó a decir lo que siempre le decía, que yo en realidad nunca he sido la novia de Mason. Sabiamente, decidió dejar que Eddie siguiera

256

creyendo lo mejor. —Todos tienen que continuar con sus vidas en algún momento. —No ha paso tanto tiempo, no realmente. Poco más de un mes. Y en realidad no es algo de lo que te sobrepones rápidamente. —Sus ojos tenían una triste, lejana mirada que nos hirió a ambas, a Lissa y a mí. —Lo siento —dijo ella—. No quise que sonara como algo sin importancia. Lo que viste… sé que fue horrible. —¿Sabes que es extraño? En realidad no recuerdo mucho de lo que pasó. Y eso es lo que es horrible. Estaba tan drogado que no sabía lo que estaba pasando. Odio eso… no tienes ni idea. Estar así de indefenso… es lo peor del mundo. Me sentía igual. Creo que es algo que tienen los guardianes. Aunque Eddie y yo nunca hemos hablado al respecto. Ni siquiera hemos hablado mucho sobre Spokane. —No fue culpa tuya —Lissa le dijo—. Las endorfinas Strigois son fuertes. No podías haber peleado contra ellas. —Debí intentarlo con más fuerza —contestó, sosteniendo la puerta del dormitorio de ella abierta—. Si al menos hubiera estado un poco más consciente… no lo sé. Mason podría aun estar vivo. Eddie y yo, comprendí, deberíamos haber estado en terapia tan pronto como volvimos de las vacaciones de invierno. Finalmente entendí por qué todos decían que el culparme de la muerte de Mason era irracional. Eddie y yo nos considerábamos responsables por cosas que habían estado fuera de nuestro control. Estábamos torturándonos por una culpa que no merecíamos. —Oye, Lissa. Ven aquí. El tema serio fue puesto a un lado cuando Jesse y Ralf la llamaron del otro lado del vestíbulo. Mis defensas inmediatamente se levantaron. Al igual que las suyas. A ella no le gustaban más que a mí. —¿Qué quieren? —preguntó Eddie desconfiadamente.

257

—No lo sé —murmuró ella, dirigiéndose hacia ellos—. Espero que sea rápido. Jesse le dio una magnifica sonrisa, una que antes había encontrado ardiente. Ahora lo vi como el pedazo de mierda falsa que era. —¿Cómo vas? —preguntó él. —Cansada —replicó ella—. Necesito irme a la cama. ¿Qué pasa? Jesse miro a Eddie. ¿Nos puedes dar algo de privacidad? —Eddie miró a Lissa. Ella asintió, y Eddie se retiró lo suficiente como para no escuchar pero aún vigilarla. Cuando se hubo ido, Jesse dijo—: Tenemos una invitación para ti. —¿Para qué, una fiesta? —Algo así. Es un grupo… —Ralf no era bueno con las palabras, y Jesse tomó el control de nuevo. —Más que un grupo. Es sólo para los de la élite. —Señaló alrededor—. Ralf, tú y yo… no somos como la mayoría de los otros Morois. Ni siquiera somos como la mayoría de la realeza. Tenemos preocupaciones y problemas de los que debemos encargarnos. —Pensé que era gracioso que incluyera a Ralf. La sangre real de Ralf venía de su madre, una Voda, así que él ni siquiera llevaba alguno de los apellidos Reales, aún cuando técnicamente tenía su sangre. —Suena algo… petulante —dijo ella—. Sin ofender. Aunque gracias por la oferta.—Esa era Lissa. Siempre educada, aún con asquerosos como estos. —No lo entiendes. No sólo nos reunimos. Estamos trabajando para que las cosas se hagan. Estamos… —dudó y luego hablo suavemente—, trabajando en formas que nos permitan tener voz ahí afuera, hacer que la gente vea las cosas como nosotros sin importar qué. Lissa se rió incómodamente. —Suena como una compulsión. —¿Y? No pude verle la cara, pero pude sentir cuánto lo costó el mantenerla tan serena como era posible. —¿Estás loco? Las compulsiones están prohibidas. Está mal.

258

—Sólo para algunas personas. Y aparentemente no para ti ya que eres tan buena en eso. Ella se congeló. —¿Por qué pensarías eso? —Porque alguien, en realidad, un par de personas, lo insinuó. — ¿Personas? Intenté recordar lo que Christian y yo habíamos dicho en la sala de alimentación. Nunca la llamamos por su nombre, aunque los dos nos jactamos de haber visto a alguien usar la compulsión. Y aparentemente, Jesse había notado otras cosas sobre ella—. Además, es algo obvio. La gente te quiere. Te has escapado de tantos problemas, y finalmente entendí por qué. Has estado trabajando en la gente todo este tiempo. Te estaba observando en clases el otro día cuando convenciste al Sr. Hill de dejar a Christian trabajar contigo en el proyecto. Nunca se lo hubiera permitido alguien más. Había estado con ellos en clase ese día. Lissa realmente había usado la compulsión con el profesor para ayudar a Christian. Había estado tan metida en sus súplicas que había usado su poder en el Sr. Hill sin ni siquiera saber lo que estaba haciendo. Comparado con otras cosas que le he visto hacer, eso había sido una leve muestra de compulsión. Nadie lo había notado. Bueno casi nadie. —Mira —dijo Lissa incómodamente—, no tengo idea de lo que estás hablando. Tengo que irme a la cama. La cara de Jesse se volvió excitada. —No, está bien. Creemos que es genial. Queremos ayudarte, o en realidad, queremos que nos ayudes. No me puedo creer que no lo haya notado antes. Eres realmente buena, queremos que nos enseñes. Además, ninguno de las otras delegaciones Mână tiene un Dragomir. Seriamos los primeros en tener un representante de cada familia Real. Ella suspiró. —Si pudiera usar la compulsión, haría que se fueran. Te lo dije, no estoy interesada. —¡Pero te necesitamos! —exclamó Ralf. Jesse le dio una mirada cortante y luego le dio a Lissa nuevamente su sonrisa. Tuve ese extraño el presentimiento de que él estaba intentado compelerla, pero no tenía absolutamente ningún efecto en ella, o en mi, ya que estaba viendo a través de sus ojos.

259

—No es sólo que nos ayudes. Hay grupos de Mână en cada escuela —dijo Jesse. Se le estaba acercando, y repentinamente, ya no parecía tan amigable—. Sus miembros están en todo el mundo. Se parte de ello, y tendrás conexiones para hacer lo que quieras con tu vida. Y si todos podemos aprender a usar la compulsión, podemos evitar, que el gobierno Moroi haga cosas estúpidas, podemos asegurarnos de que la reina y todos los demás tomen decisiones correctas. ¡Todo esto es por tu bien! —Lo estoy haciendo bien por mi cuenta, gracias —dijo ella, retrocediendo—. Y no estoy muy segura de que tú sepas que es lo mejor para los Morois. —¿Bien? ¿Con tu novio Strigoi y la zorra que quiere ser guardiana? — exclamó Ralf. Habló lo suficientemente fuerte para atraer la atención de Eddie, y Eddie no parecía muy contento. —Cállate —Jesse le dijo enojado. Giró hacia Lissa—. El no debería haber dicho eso… pero tiene algo de razón. Toda la reputación de tu familia recae en ti, y por cómo vas, nadie te está tomando en serio. La reina ya está tratando de mantenerte a raya y lejos de Ozera. Te vas a estrellar y quemar. Lissa se estaba poniendo más y más enfadada. —No tienes ni idea de lo que estás hablando. Y… —Frunció el ceño—. ¿Qué quieres decir con que ella está intentando alejarme de Christian? —Ella quiere casar… —Ralf empezó a hablar, pero Jesse inmediatamente lo corto. —Eso es exactamente de lo que estoy hablando —dijo Jesse. Sabemos todo tipo de cosas que podrían afectarte y ayudarte, a ti y a Christian. Tenía la sensación de que Ralf había estado a punto de mencionar los planes de la reina para casar a Lissa con Adrián. No sabía cómo pudo haberse enterado hasta que recordé que Ralf estaba relacionado con los Vodas. Priscilla Voda era la consejera de la reina y su mejor amiga. Sabía todos los planes de la reina y probablemente se los dijo a Ralf. Su relación con ella debe ser más cercana de lo que había creído.

260

—Dime —demandó Lissa. La idea de usar la compulsión se le pasó por la cabeza, pero lo desechó. Ella no se rebajaría a eso—. ¿Qué sabes sobre Christian? —No doy información gratuita —dijo Jesse—. Ven a una reunión y te lo diremos todo. —Como sea. No estoy interesada en sus conexiones elitistas y no sé nada sobre compulsión. —A pesar de sus palabras se moría de curiosidad sobre lo que él sabía. Empezó a alejarse, pero Jesse la agarró del brazo. —¡Maldita sea! Tienes que... —Lissa se va a la cama ahora —dijo Eddie. Tan pronto como Jesse la tocó. —Quita tu mano o lo haré por ti. Jesse miró ferozmente a Eddie. Como la mayoría de las parejas Moroidhampir, Jesse tenía la altura y Eddie tenía el músculo. Por supuesto Jesse también tenía el apoyo de Ralf, pero eso no importaba. Todos allí sabían quién sería el ganador si Eddie peleara contra ellos. Lo bonito de esto era que Eddie no se metería en problemas si decía que lo había hecho para salvar a Lissa del acoso. Jesse y Ralf lentamente retrocedieron. —Te necesitamos —dijo Jesse—. Eres la única. Piénsalo. Cuando se fueron, Eddie preguntó—: ¿Estás bien? —Sí… gracias Dios, eso ha sido tan extraño. —Fueron hacia las escaleras. —¿De qué se trataba? —Están obsesionados con una sociedad Real o algo y quieren que me una para poder tener a cada una de las familias reales en ella. Eran algo fanáticos con eso. —Eddie sabía sobre el espíritu, pero ella no se sentía cómoda recordándole lo buena que era con la compulsión. Él abrió la puerta para ella. —Bueno, pueden molestarte todo lo que quieran, pero no pueden hacer que te unas a algo que no quieres.

261

—Sí, supongo. —Parte de ella aún se preguntaba qué sabían sobre Christian o si había sido mentira—. Sólo espero que no se vuelvan demasiado molestos. —No te preocupes —le dijo, con voz dura—. Me aseguraré de que no lo hagan. Regresé a mi cuerpo y abrí la puerta de mi propio dormitorio. A mitad de camino hacia arriba por las escaleras. Descubrí que estaba sonriendo. Ciertamente no quería que Jesse y Ralf molestaran a Lissa, ¿pero y si llega al punto en que Eddie necesite encargarse de ellos? Sí. No me importaría ver cómo les da un poquito de lo que se merecen por lo que les habían hecho a los otros.

262

Capítulo 22 Traducido por Steffanie Corregido por Judithld

D

eirdre la consejera no debe tener una gran vida social, porque programó nuestra siguiente cita para el domingo. No estaba emocionada al respecto, en vista de que no sólo era mi día libre, sino que también era el día que tenían libre de mis amigos. Órdenes eran órdenes, sin embargo, así que de mala gana me presenté. —Estás equivocada —le dije tan pronto como me senté. Aún no habíamos discutido realmente las preguntas de mi primera sesión. Habíamos pasado el último par de horas hablando sobre mi madre y sobre lo que yo pensaba sobre la experiencia de campo. —¿Sobre qué? —preguntó. Llevaba un vestido de flores sin mangas que parecía demasiado fresco para un día como hoy. También tenía un extraño parecido a las fotografías de la naturaleza que colgaban por toda la oficina. —Sobre el chico. No me gusta sólo porque no puedo tenerlo. Me gusta porque… bueno, porque es él. Me lo he probado a mí misma. —¿Probártelo, cómo? —Es una larga historia —dije evasivamente. Realmente no quería entrar en detalles sobre mi experimento de compulsión con Adrian—. Simplemente tendrás que confiar en mí. —¿Qué hay sobre las otras cosas de las que hablamos? —preguntó—. ¿Qué me dices sobre tus sentimientos hacia Lissa? —Esa idea también estaba equivocada.

263

—¿Te lo probaste a ti misma? —No, pero no es algo que podía probar de la misma manera. —¿Entonces cómo puedes estar segura? —preguntó ella. —Porque lo estoy. —Esa era la mejor respuesta que iba a conseguir. —¿Cómo han estado las cosas con ella recientemente? —¿Cuán recientemente? —¿Han pasado bastante tiempo juntas? ¿Has estado pendiente de lo que ha estado haciendo? —Claro, algo por el estilo. Ya no la veo tanto. Aun así está haciendo lo mismo de siempre. Saliendo con Christian. Sacando ―A‖ en todos los exámenes. Oh, y prácticamente tiene la web de Lehigh memorizada. —¿Lehigh? Le expliqué la oferta de la Reina a Deirdre. —Ella ni siquiera estará ahí hasta otoño, pero Lissa ya está comprobando todas sus clases e intentando averiguar en qué se quiere especializar. —¿Qué hay de ti? —¿Qué pasa conmigo? —¿Qué harás mientras ella está en clase? —Iré con ella. Eso es lo que normalmente pasa si un Moroi tiene un guardián con casi la misma edad. Probablemente también me admitirán. —¿Tomarás las mismas clases que ella? —Sip. —¿Hay clases que te gustaría tomar en lugar de las de ella? —¿Cómo lo sabría? Ella ni siquiera a elegido las que quiere, así que no sé si quiero tomarlas o no. Pero no importa. Tengo que ir con ella. —-¿Y no tienes ningún problema con eso?

264

Mi temperamento estaba empezando a picar. Esto era exactamente de lo que no quería hablar. —No —dije entre dientes. Sabía que Deirdre quería que me extendiera, pero me rehusé. Nos sostuvimos la mirada por unos momentos, casi como si estuviéramos retando a la otra a apartarla. O quizás yo le estaba dando demasiada importancia. Ella apartó la mirada hacia la misteriosa libreta que siempre sostenía y pasó varias páginas. Noté que tenía las uñas perfectamente cortadas y pintadas de rojo. El esmalte en las mías estaba empezando a descascararse. —¿Preferirías no hablar sobre Lissa hoy? —preguntó finalmente. —Podemos hablar sobre lo que creas que sería útil. —¿Qué crees tú que sería útil? Maldita sea. Otra vez estaba haciendo eso de las preguntas. Me pregunté si alguno de los certificados en las paredes le daba alguna acreditación especial para hacer eso. —Creo que sería útil si dejaras de hablarme como si fuera una Moroi. Actúas como si tuviera opciones, como si tuviera el derecho de molestarme o de elegir las clases que quiero tomar. Quiero decir, imaginemos que pudiere elegir. ¿Qué bien haría? ¿Qué voy a hacer con esas clases? ¿Ser una abogada o una bióloga marina? No tiene sentido que tenga mi propio horario. Ya está todo decidido para mí. —Y tú estás de acuerdo con eso. —Pudo haber sido una pregunta, pero ella lo dijo como un hecho. Me encogí de hombros. —Estoy de acuerdo con mantenerla a salvo, y eso es lo que sigues omitiendo. Todos los trabajos tienen partes malas. ¿Quiero sentarme en su clase de cálculo? No. Pero tengo que hacerlo porque la otra parte es importante. ¿Quieres escuchar adolecentes enojados tratando de bloquear tus esfuerzos? No. Pero tienes que hacerlo porque el resto de tu trabajo es más importante. —En realidad —dijo ella inesperadamente—, esa es mi parte favorita del trabajo.

265

No pude decir si bromeaba o no, pero decidí dejarlo así, particularmente ya que ella no había contestado con una pregunta. Suspiré. —Es que odio que todos se comporten como si estuviera siendo forzada a ser un guardián. —¿Quiénes son ―todos‖? —Bueno, tú y este tipo que conocí en la Corte… este dhampir llamado Ambrose. Él es…bueno, el es una puta de sangre. Un hombre puta de sangre. —Como si eso no fuera obvio. Esperé a ver si ella reaccionaba al término, pero no lo hizo—. Hizo que sonara como si estuviera atrapada en esta vida y todo eso. Pero no es así. Esto es lo quiero. Soy buena en esto. Sé cómo pelear, y se cómo defender a otros. ¿Alguna vez has visto un Strigoi? Negó con la cabeza. —Pues, yo sí. Y cuando digo que quiero pasar mi vida protegiendo a los Morois y matando Strigois, lo digo en serio. Los Strigois son malvados y deben ser eliminados. Estoy feliz de hacerlo y si al mismo tiempo puedo estar con mi mejor amiga, eso es aún mejor. —Entiendo eso, ¿pero qué pasa si quieres otras cosas, cosas que no puedes tener al escoger este tipo de vida? Crucé los brazos. —La misma respuesta de antes. Todo tiene lados buenos y malos. Nosotros sólo tenemos que equilibrarlos lo mejor que podamos. Quiero decir, ¿vas a intentar decirme que la vida no es así? ¿Que si no puedo tenerlo todo perfecto, entonces algo está mal en mí? —No, claro que no —dijo ella, recostándose en la silla—. Quiero que tengas una vida maravillosa, pero no puedo esperar que sea perfecta. Nadie puede. Pero lo que encuentro interesante es cómo respondes y cooperas cuando tienes que reconciliar esas partes contradictorias de tu vida, cuando el tener una cosa significa que no podrás tener otra. —Todos pasan por eso. —Sentí como si estuviera repitiéndome. —Sí, pero no todos ven fantasmas como resultado de ello.

266

Fueron necesarios varios segundos para que pudiera comprender a dónde se dirigía. —Espera. ¿Estás diciendo que la razón por la que veo a Mason es porque en secreto culpo a Lissa por las cosas que no puedo tener en mi vida? ¿Qué ha pasado con todo lo del trauma por el que he pasado? ¿No era esa la razón por la que veía a Mason? —Creo que hay muchas razones por las que ves a Mason —dijo—. Y eso es lo que estamos explorando. —Y aun así —dije—, nunca hablamos sobre Mason. Deirdre sonrió serenamente. —¿No lo hacemos? Nuestra sesión terminó. —¿Siempre contesta tus preguntas con preguntas? —le pregunté a Lissa después. Estaba caminando con ella a través del patio, dirigiéndonos a las salas comunes para la cena. Después, nos encontraríamos con los demás para ir a ver una película. Había pasado algún tiempo desde la última vez que ella y yo paseábamos solas, y comprendí cuanto lo echaba de menos. —No vemos a la misma consejera —ella rió—. Sería un conflicto de intereses. —Bueno, ¿entonces él tuyo lo hace? —No es que en realidad lo haya notado. ¿Debo suponer que el tuyo lo hace? —Sí… en realidad es algo increíble de ver. —¿Quién hubiera dicho que llegaría el día en que íbamos a estar comparando notas sobre terapias? Ambas nos reímos de eso. Pasaron varios momentos, y entonces ella comenzó a decir algo. Quería decirme sobre lo que había pasado con Jesse y Ralf, sin entender que ya lo sabía. Pero antes de que pudiera decir algo, sin embargo, alguien se nos unió. Dean Barnes. —Hola, Rose. Unos cuantos estamos intentando averiguar por qué estas a medio tiempo.

267

Genial. Sabía que alguien iba a preguntar tarde o temprano. Y honestamente, estaba sorprendida de que no hubiera pasado todavía.Todos habían estado tan ocupados con su experiencia de campo que no lo habían pensado mucho hasta ahora. Ya tenía una excusa lista. —He estado enferma. La Dra. Olendzki no me quería a tiempo completo. —¿En serio? —preguntó, tambaleándose un poco—. Creía que siempre decían que en el mundo real, uno no tiene días de descanso por enfermedad. O algo así. —Bueno, este no es el mundo real, y la palabra de la Dra. Olendzki es definitiva. —Escuché que eras una amenaza para Christian. —No, créeme, no es por eso. —El olor a alcohol que irradiaba de él me dio la excusa perfecta para cambiar de tema—. ¿Has estado bebiendo? —Sí, Shane consiguió algo e invitó a algunos de nosotros a su cuarto. Oye. —¿Oye qué? —pregunté. —No me mires así. —¿Así cómo? —Como si lo desaprobaras. —No es así —repliqué. Lissa se rió. —En realidad, lo haces Dean puso cara de ofendido. —Hoy es mi día libre e incluso es domingo, eso no significa que no pueda… Algo se movió a nuestro lado. Ni siquiera dudé. Era demasiado rápido, demasiado sigiloso para que fuese amigable. E iba todo cubierto de negro. Me interpuse entre eso y Lissa y fui contra mi atacante. En el frenesí de actividad, vagamente reconocí a un guardián que usualmente enseñaba a los principiantes. Su nombre era Jean o Joan o algo así. Jean, eso era. Ella era más alta que yo, pero mi

268

puño hizo contacto con su cara de todos modos. Ella tropezó hacia atrás, luego noté otra figura colocándose a su lado Yuri. Salté para que ella estuviese entre él y yo. La pateé en el estómago. Ella cayó hacia él, y los dos tropezaron. En ese breve momento, saqué mi estaca de práctica y apunté hacia su corazón. Golpeé la marca y ella prácticamente se hizo a un lado ya que técnicamente estaba ―muerta‖. Entonces Yuri y yo nos enfrentamos. Más allá escuché un sonido ahogado del que sospeche que era Dean peleando con su propio atacante o atacantes. Todavía no tenía tiempo de comprobarlo. Necesitaba terminar con Yuri, lo que era más difícil ya que era más fuerte que Jean. Él y yo nos estuvimos rodeando, los dos forcejeamos y golpeamos. Finalmente, hizo su gran movimiento, pero yo era más rápida y me solté de su agarre. Me quede fuera de su alcance el tiempo suficiente para estacarlo también. Tan pronto como se retiró derrotado, me volví hacia Dean. Lissa estaba a su lado, mirando como Dean luchaba contra su atacante. Era patético, como mínimo. Se lo había puesto difícil a Ryan, pero sus errores no eran nada comparados con esto. La estaca de práctica de Dean estaba en el suelo, sus movimientos eran nerviosos y temblorosos. Entonces decidí que él era más que una debilidad si se quedaba en una pelea. Me lancé hacia delante y lo aparté de en medio, lanzándolo hacia Lissa. Creo que lo empujé lo suficientemente fuerte como para hacerlo caer, pero no me importaba. Lo necesitaba fuera del camino. Enfrentando a mi oponente, lo vi: Dimitri. Era inesperado. Una vocecita en la parte trasera de mi mente me dijo que no podía pelear con Dimitri. El resto de mí le recordó a dicha voz, que lo había estado haciendo durante los últimos seis meses, y además no era Dimitri en estos momentos. Era mi enemigo. Corrí hacia él con la estaca, esperando pillarlo por sorpresa. Pero Dimitri era difícil de sorprender. Y era rápido. Oh, tan rápido. Era como si supiera lo que iba a hacer antes que lo hiciera. Detuvo mi ataque con un golpe a un lateral de mi cabeza. Sabía que dolería más tarde, pero la adrenalina corría tan fuerte que no le presté atención. Distantemente, comprendí que otras personas habían venido a observarnos. Dimitri y yo éramos celebridades por diferentes razones, y

269

nuestra relación de mentor/aprendiz solo le añadía drama. Este era un espectáculo de primera. Mis ojos sólo estaban en Dimitri. Mientras nos probábamos mutuamente, atacando y bloqueando, intenté recordar todo lo que me había enseñado. También intenté recordar todo lo que sabía sobre él. Había practicado con él durante meses. Lo conocía, conocía sus movimientos, al igual que él conocía los míos. Podía anticiparme a él de la misma forma. Una vez que empecé a utilizar ese conocimiento, la pelea se volvió turbulenta. Estábamos demasiados igualados, los dos demasiados rápidos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho y el sudor cubría mi piel. Finalmente Dimitri tuvo su oportunidad, se movió para atacar, viniendo hacia mí con toda la fuerza de su cuerpo. Bloqueé lo peor de ello, pero era tan fuerte que fui la única que tambaleó por el impacto. No perdió la oportunidad y me tiró al suelo, intentando sujetarme. Ser atrapada así por un Strigoi posiblemente habría resultado con mi cuello siendo mordido o roto. No podía dejar que eso pasara. Así que, aunque él sostenía la mayor parte de mí en el suelo, logré mover mi codo hacia arriba y golpearlo en la cara. Se estremeció, y eso fue todo lo que necesitaba. Rodé con él y me puse encima. Me empujó tratando de quitarme y lo empujé contra el suelo para así maniobrar mi estaca. Sin embargo. Era muy fuerte, sin embargo. Ciertamente no lo iba a contener. Entonces, justo como pensé que perdía mi agarre sobre él y logré posicionarbien la estaca. Y de esta manera, la estaca bajó hasta su corazón. Estaba hecho. Detrás de mí, la gente aplaudía, pero todo lo que notaba era a Dimitri. Nuestras miradas quedaron atrapadas. Seguía sobre su cintura, mis manos presionadas contra su pecho. Ambos estábamos sudados y respirando fuertemente. Sus ojos me miraban con orgullo, y mucho más que eso. Estaba muy cerca, y todo mi cuerpo lo ansiaba, nuevamente pensando que él era una parte de mí que necesitaba para estar completa. El aire entre nosotros parecía cálido y pesado, y hubiera dado cualquier cosa en ese momento para yacer con él y tener sus brazos rodeándome. Su expresión me dijo que él estaba pensando lo mismo. La lucha había terminado, pero los restos de adrenalina y la intensidad animal permanecieron.

270

Entonces una mano me alcanzó y Jean me ayudó a levantarme. Ella y Yuri estaban radiantes, como los espectadores que había allí. Incluso Lissa parecía impresionada. Dean, naturalmente, parecía miserable. Esperaba que la noticia de mi impactante victoria se extendiera por el campus tan rápido como las cosas malas que se decían sobre mí últimamente. Probablemente no. —Bien hecho —dijo Yuri—. Nos has perfectamente hecho como en un manual.

tumbado

a

los

tres.

Esta

Dimitri estaba de pie de nuevo. Miré deliberadamente a los otros dos guardianes porque estaba bastante segura de que si le miraba a él, mi expresión lo revelaría todo. Mi respiración seguía siendo rápida. — Espero... espero que no os haya hecho daño a ninguno de vosotros —dije. Esto hizo que todos ellos se rieran. —Es nuestro trabajo —dijo Jean—. No te preocupes por nosotros. Somos resistentes. —Ella echó un vistazo a Dimitri—. Lo hizo bastante bien con el codo. Dimitri se frotó la cara cerca del ojo, y esperé no haberle causado demasiado daño. —La estudiante supera al profesor —bromeó—. O lo estaca, más bien. Yuri miró duramente a Dean. —El alcohol no está permitido en el campus. —¡Es domingo! —exclamó él—. Se supone que no estamos de servicio. —No hay reglas en el mundo real —dijo Jean con un tono muy de profesora—. Considera esto un examen sorpresa. Y tú lo has pasado, Rose. Muy buen trabajo. —Gracias. Desearía poder decir lo mismo de mi ropa. —Estaba mojada y llena de barro—.Voy a tener que ir a cambiarme, Liss. Te veré en la cena. —Está bien. —Su cara estaba iluminada. Estaba tan orgullosa de mí, que apenas podía contenerlo. También pude sentir que estaba guardando algún secreto y me pregunté si tendría una sorpresa de felicitación para cuando la viera más tarde. No busqué demasiado profundo, no fuera que lo arruinara. —Y tú —dijo Yuri tirando de la manga de Dean—, vas a dar un paseo con nosotros.

271

Me encontré con los ojos de Dimitri. Deseaba que pudiera quedarse y hablar. Mi adrenalina estaba subiendo y quería celebrarlo. Lo había hecho. Después de toda la vergüenza sobre mi irreflexiva y presunta incompetencia, finalmente había probado lo que era capaz de hacer. Quería ponerme a bailar. Dimitri tenía que irse con los demás, sin embargo, y sólo con un leve movimiento con la cabeza me indicó que lamentaba que no fuera de otra manera. Suspiré y lo vi marcharse, y luego caminé de regreso a mi habitación sola. Una vez en mi habitación, descubrí que la situación era mucho peor de lo que creía. Una vez me había quitado la ropa llena de barro, comprendí que necesitaría una ducha y unos buenos restregones antes de estar presentable. Para cuando terminé de hacerlo todo, había pasado casi una hora. Me había perdido la mayor parte de la cena. Volví corriendo a la sala común, preguntándome por qué Lissa no me había enviado ningún pensamiento fastidioso o algo así. Ella tenía la tendencia a hacerlo cuando llegaba tarde. Probablemente había decidido que necesitaba un descanso después de mi triunfo. Pensando de nuevo en ello, apareció una gran sonrisa en mi cara, la cual se me quitó cuando entré en el vestíbulo que conducía a la cafetería. Un gran grupo de gente se había juntado alrededor de algo, ese era el signo internacional de que allí había una pelea. Considerando cómo les gustaba llevar sus peleas en secreto al grupo de Jesse, me imaginé que no tendría nada que ver con ellos. Aplastándome entre la gente, me empujé hacia delante y eché un vistazo por encima de algunas cabezas, curioseando para ver qué podría haber causado esta muchedumbre. Eran Adrian y Cristian. Y Eddie. Pero Eddie estaba allí, claramente en un papel de árbitro. Estaba de pie entre ellos, intentando mantenerlos lejos el uno del otro. Sin importar los modales, empujé a unas cuantas personas que tenía delante y me apresuré al lado de Eddie. —¿Qué demonios está pasando aquí? —exigí. Él lucía aliviado cuando llegué. Podía ser capaz de parar a los instructores en un combate, pero esta situación claramente le confundía.

272

—Ni idea. Miré a los dos combatientes. Por suerte, parecía que nadie se había golpeado... aún. También vi que era Christian el que había tomado la ofensiva. —¿Cuánto tiempo crees que puedes salirte con la tuya? —exclamó. Sus ojos ardían como un fuego azul—. ¿De verdad creíste que todos seguirían haciendo caso omiso de tus actos? Adrian lo miró irónicamente como siempre, pero podía ver una nota de ansiedad bajo su sonrisa perezosa. Él no quería estar en esta situación, y, como Eddie, no estaba seguro de cómo había pasado. —Honestamente —dijo Adrian con voz cansada—, no tengo ni idea de lo que estás hablando. ¿Podemos simplemente sentarnos y hablar de esto razonablemente? —Claro. Desde luego que querrías esto. Tienes miedo de que haga esto. — Christian levantó la mano, y una bola de fuego bailaba sobre su palma. Incluso bajo las luces fluorescentes, tenía un brillo naranja, con un corazón azul profundo. Hubieron jadeos entre la muchedumbre. Ya me había acostumbrado a la idea de un Moroi luchando con magia — Christian en particular— pero para el resto, era todavía un tema tabú. Cristian sonrió satisfecho—. ¿Con qué vas a luchar tú? ¿Plantas? —Si vas a empezar una pelea sin ninguna razón, deberías hacerlo de la forma tradicional, golpeando —dijo Adrian. Su voz sonaba ligera, pero todavía estaba incómodo. Calculé que le iría mejor en una lucha cuerpo a cuerpo, que en una lucha espíritu a fuego. —No —dijo Eddie—. Nadie va a prender fuego a nadie. Ni nadie va a golpear a nadie. Ha habido algún error. —¿Qué es esto? —exigí—. ¿Qué ha pasado? —Tu amigo aquí cree que planeó casarme con Lissa y que pienso llevármela a la puesta de sol —dijo Adrian. Él me habló a mí, pero no perdió de vista a Cristian. —No actúes como si no fuera verdad —gruñó Christian—. Sé que lo es. Es parte de tu plan, tuyo y de la reina. Ella ha estado apoyándole todo este

273

tiempo. Regresar aquí… toda esa cosa de estudiar… era una farsa para conseguir a Lissa y apartarla de mí y atarla a tu familia en su lugar. —¿Tienes idea de lo paranoico que suenas? —preguntó Adrian—. ¡Mi tía abuela tiene que gobernar el mundo Moroi entero! ¿Crees que tiene tiempo para preocuparse por quién está saliendo con quien en el colegio, especialmente con como están las cosas últimamente? Mira, siento mucho haber pasado tanto tiempo tu novia... entiendo que te hayas imaginado eso. De verdad que no intentaba ponerla contra ti. No hay ninguna conspiración en marcha. —Sí, la hay —dijo Christian. Me miró con el ceño fruncido—. ¿Verdad? Rose lo sabe. Rose sabe de esto. Ella habló con la reina de esto. —Esto es ridículo —dijo Adrian, me sorprendió bastante que me echara un vistazo rápido—. ¿Verdad? —Bien… —empecé, comprendiendo que esto se estaba poniendo muy feo muy rápidamente—. Sí y no. —¿Ves? —preguntó Christian triunfalmente. La llama voló desde su mano, pero Eddie y yo nos pusimos en movimiento al mismo tiempo. La gente gritó. Eddie agarró a Christian, forzando al fuego a volar alto. Mientras tanto, agarré a Adrian y lo tiré al suelo de golpe. Fue una división de trabajo muy afortunada. No quería pensar qué hubiera pasado si Eddie y yo hubiéramos ido hacia la misma persona. —Me alegra que te preocupes —murmuró Adrian, estremeciéndome mientras levantaba la cabeza del suelo. —Compélelo —murmure mientras le ayudaba a levantarse—. Tenemos que resolver esto sin que nadie se queme espontáneamente. Eddie estaba tratando de refrenar a Christian para que no le saltara encima. Agarre un brazo para ayudarle. Adrian no parecía muy emocionado con el hecho de acercarse, pero me obedeció sin embargo. Christian intentaba liberarse, pero no podía luchar contra Eddie y yo. Inquietantemente, probablemente con miedo de que su pelo se quemara, Adrian se inclinó hacia Christian e hizo contacto ocular. —Christian, para esto. Vamos a hablar.

274

Christian luchó un poco más con Eddie, pero lentamente, su cara se fue relajando y sus ojos se volvieron vidriosos. —Vayamos a hablar de esto —repitió Adrian. —Está bien —dijo Cristian. Hubo un suspiro colectivo de decepción entre la muchedumbre. Adrian había usado la compulsión suavemente para que nadie sospechara.Había parecido como si Christian simplemente hubiera entrado en razón. Cuando la muchedumbre se dispersó, Eddie y yo llevamos a Christian a una esquina donde podríamos hablar en privado. En cuanto Adrian rompió su mirada fija, la cara de Christian se llenó de furia e intentó saltar encima de Adrian. Eddie y yo lo agarrábamos. Él no se movió. —¿Qué has hecho? —exclamó Christian. Varias personas del pasillo echaron un vistazo atrás, sin duda esperando que hubiera pelea después de todo. Yo le mandé callar fuertemente al oído. Él se estremeció—. ¡Au! —Cállate. Hay algo que está mal con esto, y necesitamos averiguarlo antes de hacer algo estúpido. —Lo que está mal —Christian dijo, mirando airadamente a Adrian—, es que intenten separarnos a Lissa y a mí, y tú lo sabías, Rose. Adrian me echó un vistazo. —¿De verdad lo sabías? —Sí, una larga historia. —Me giré hacia Christian—. Mira, Adrian no tuvo nada que ver con esto. No intencionalmente. Esto fue idea de Tatiana, y ella en realidad aún no ha hecho nada. Sólo es su plan a largo plazo,sólo de, no de él. —¿Entonces cómo lo sabías tu? —exigió Christian. —Porque me lo dijo, ella tenía miedo de que yo me interesara en Adrian. —¿De verdad? ¿Defendiste nuestro amor?—preguntó Adrian. —Tranquilízate —dije—. Lo que quiero saber, Christian, es ¿quién te lo dijo? —Ralf —dijo él. Pareciendo confundido por primera vez.

275

—Deberías pensarlo mejor, antes de escucharle —comentó Eddie, oscureciéndosele la cara por la mención del nombre. —Excepto que, por una vez, Ralf en realidad decía la verdad, exceptuando que Adrian no lo sabía. Ralf está relacionado con la mejor amiga de la reina —expliqué. —Genial —dijo Cristian. Parecía bastante tranquilo, entonces Eddie y yo lo liberamos—. Han jugado con nosotros Mire alrededor, asombrándome de repente por algo. —¿Dónde está Lissa? ¿Por qué no detuvo ella todo esto? Adrian levantó una ceja mirándome. Dínoslo tú. ¿Dónde está? No ha venido a cenar. —No puedo.... —Fruncí el ceño. Me había vuelto muy buena en protegerme a mí misma durante períodos largos de tiempo cuando necesité no sentir nada de ella. Esta vez, no sentí nada porque no venía nada desde ella—. No puedo sentirla. Tres pares de ojos me miraron fijamente. —¿Está durmiendo? —preguntó Eddie. —Puedo sentirla cuando duerme… esto es algo diferente. — Poco a poco, fui sintiendo dónde estaba. Me había estado bloqueando a propósito, intentando ocultarse de mí, pero la había encontrado como siempre hacia—. Allí está, ella está… ¡Oh Dios! Mi grito resonó en el pasillo, haciendo eco del de Lissa con el mío propio, a lo lejos, sintiendo el dolor que la atravesó de golpe.

276

Capítulo 23 Traducido por Rania Corregido por Judithld

O

tros en el pasillo se detuvieron y me miraron fijamente. Sentí como si acabaran de golpearme en la cara. Sólo que no había sido mi cara. Había sido la de Lissa. Había entrado en su mente e instantáneamente me di cuenta de su entorno y todo lo que estaba sucediéndole, lo siguiente fueron las levantándose de la tierra y estrellándose contra sus mejillas. Fueron lanzadas por un estudiante de primer año de quien no sabía nada, solamente que era un Drozov. Las rocas nos dolieron a ambas, pero esta vez retuve el grito y rechiné los dientes mientras regresaba al pasillo con mis amigos. —En la parte noroeste del campus, entre el extraño estanque y la valla — les dije. Con eso, me separé de ellos y me dirigí hacia la puerta, corriendo lo más rápido que podía hasta la parte del campus donde tenían retenida a Lissa. No pude ver a todos los reunidos allí a través de los ojos de Lissa, pero reconocí a algunos. Jesse y Ralf estaban allí. Brandon. Brett. El chico Drozov. Algunos otros. Las rocas todavía estaban golpeándola, y cortándole la cara. Ella no gritaba ni lloraba, aunque continuaba diciéndoles una y otra vez que pararan mientras otros dos chicos la mantenían entre ellos. Mientras tanto, Jesse, seguía diciéndole que hiciera que se detuvieran. Yo sólo podía medio escucharlo a través de su mente. Las razones no importaban, y ya las había descubierto. La iban a seguir torturando hasta

277

que accediera a unirse a su grupo. Debieron haber forzado a Brandon y a los demás de la misma manera. De pronto un sentimiento sofocador me abrumó, y tropecé, incapaz de respirar, como si el agua me asfixiara. Luchando fuerte, me separé de Lissa. Eso le estaba sucediéndole a ella, no a mí. Ahora alguien estaba torturándola con agua, usándola para cortarle la respiración. Quien sea se tomó su tiempo, alternando entre meterle la cabeza en el agua, sacándola, y entonces lo repetían. Ella jadeaba y balbuceaba, todavía pidiéndoles cuando podía que pararan. Jesse continuaba mirando con ojos calculadores. —No se lo pidas. Oblígalos. Intenté correr más rápido aún. Estaban en una de las partes más alejadas de los límites del campus. Había mucha distancia que cubrir, y con cada paso agonizante, sentía más el dolor de Lissa y me ponía enojaba más y más. ¿Qué clase de guardián seré para ella si ni siquiera puedo mantenerla a salvo aquí en el campus? Un usuario del aire vino después, y de repente, fue como si estuviera siendo torturada por un secuaz de Víctor otra vez. La dejaban sin aire alternativamente, dejándola jadeando, y luego se introducía en ella de golpe, aplastándole la cara. Era una agonía y eso atrajo los recuerdos de su captura, todo el terror y el horror que había estado tratando de olvidar. El usuario de aire paró, pero ya era demasiado tarde. Algo se había quebrado dentro de ella. Cuando Ralf se preparaba para usar el fuego, yo estaba tan cerca que en realidad vi la llama encendiéndose en su mano. Pero él no me vio a mí. Ninguno de ellos estaba prestando atención a su alrededor, y estaban haciendo demasiado ruido con su espectáculo como para oírme, golpeé a Ralf antes de que el fuego dejara su mano, tirándolo al suelo y golpeándole la cara en una maniobra muy habilidosa. Algunos de los otros, incluyendo a Jesse, corrieron a ayudarlo tratando de alejarme. Al menos, lo intentaron hasta que se dieron cuenta de quién era. Aquellos que vieron mi cara inmediatamente retrocedieron, aquellos que no rápidamente lo aprendieron de la manera difícil cuando fui tras ellos. Me había deshecho de tres de los más entrenados guardianes antes. Un

278

grupo de malcriados de la realeza Moroi difícilmente me tomaría un esfuerzo. Era irónico, demasiado, y una señal de cuan reacios algunos de los Moroi estaban a levantar una mano en su defensa, mientras este grupo había estado tan impaciente en usar la magia para torturar a Lissa, ninguno de ellos en realidad había pensado en usarla contra mí. La mayor parte de ellos se habían dispersado antes de que pudiera poner una mano sobre ellos, y no me molesté lo suficiente como para perseguirlos. Solamente los quería lejos de Lissa. Conscientemente, le di a Ralf unos golpes extras aún después de que se hubiera calmado, ya que lo hacía enteramente responsable de este lío. Finalmente lo dejé solo, tendido en el suelo y gimiendo, mientras me levante y busqué a Jesse, el otro culpable. Rápidamente lo encontré. Era el único que quedaba. Corrí hacia él y luego patiné parándome, confundida. Él estaba simplemente de pie allí, tenía la mirada perdida, con la boca abierta. Lo miré, miré hacia donde miraba fijamente, y luego miró de nuevo hacia él. —Arañas —Lissa dijo. Su voz me hizo saltar. Ella se mantuvo a un lado con el pelo mojado, con moratones y cortes, pero aparte de eso estaba bien. A luz de la luna, sus rasgos pálidos hicieron su mirada casi tan fantasmal como la de Mason. Sus ojos nunca dejaron a Jesse cuando dijo—: Cree que ve arañas. Y que están avanzando lentamente sobre él. ¿Qué piensas tú? ¿Debería haberlo hecho con serpientes? Miré de nuevo a Jesse. La expresión en su rostro enviaba escalofríos por mi columna. Era como si estuviera encerrado en su propia pesadilla personal. Más temible fue lo que sentí a través de la conexión. Por lo general, cuando Lissa usaba la magia, se sentía dorada, cálida y maravillosa. Esta vez, era diferente. Era negra y fangosa y espesa. —Creo que deberías parar —dije. En la distancia, oí a la gente que corría hacia nosotros—. Se acabo. —Se trataba de un ritual de iniciación —dijo ella—. Bueno, algo así. Me pidieron que me uniera hace un par de días, y me negué. Pero me fastidiaron hoy otra vez y no paraban de decir que sabían algo importante sobre Christian y Adrian. Empezó a afectarme, así que… finalmente les dije que iría a una de sus sesiones, pero que no sabía nada sobre la compulsión. Esto era una actuación. Solamente para ver lo que sabían. — Inclinó apenas la cabeza, pero algo debe haber pasado con Jesse. Sus ojos

279

se ensancharon más, él siguió gritando silenciosamente—. Incluso aunque técnicamente no hubiera estado de acuerdo aún, me incluyeron en su ritual de iniciación. Querían saber lo realmente podía hacer. Es una manera de comprobar lo fuerte que es la gente con la compulsión. Torturarlos hasta que no puedan seguir en pie, y luego, en el calor de todo, la gente reparte golpes a diestra y siniestra e intentan obligar a los atacantes a que paren. Si la víctima maneja cualquier tipo de la compulsión, esa persona está en el grupo. —Contempló a Jesse con cuidadosamente. Parecía que estaba en su propio mundo, y era muy, muy malo—. ¿Adivino que esto me hace su presidenta, no? —Detenlo —dije. La sensación de esta magia retorcida me hacía sentir nauseabunda. Ella y Adrián habían mencionado algo como esto antes, esta idea de hacer que la gente pueda ver cosas que no estaban allí. En broma lo habían llamado la súper compulsión, y era horrible—. No es así como se supone que el espíritu debe usarse. Esta no eres tú. Esto está mal. Ella respiraba con dificultad, el sudor estallaba a lo largo de su frente. — No puedo dejarlo —dijo ella. —Tú puedes —le dije. Le toqué el brazo—. Dámelo a mí. Apartobrevemente la mirada de Jesse y me miró, asombrada, antes volver a fijar la mirada sobre él. —¿Qué? Tú no puedes usar la magia. Me concentré fuerte en la conexión, en su mente. No podía quitarle la magia exactamente, pero podía tomar la oscuridad que atrajo. Era lo que había estado haciendo hasta ahora, me di cuenta. Cada vez que me había preocupado y había deseado que se calmara y luchara contra los sentimientos oscuros que tenía,lo había hecho, porque yo lo tomaba todo de ella. Lo absorbía, tal como Anna había hecho con San Vladimir. Era lo que Adrián había visto cuando la oscuridad había saltado de su aura a la mía. Y este… este abuso del espíritu, usándolo maliciosamente para herir a otro y no en defensa propia, traía los peores efectos secundarios de todos. Era corrupto y estaba mal, y no podía dejar que ella lo tuviera. Todos los pensamientos de mi propia locura o rabia eran completamente irrelevantes en este momento.

280

—No —concordé—. No puedo. Pero puedes usarme para dejarle ir. Enfócame. Libéralo todo. Está mal. No lo quieres. Me miró fijamente otra vez, sus ojos abiertos y desesperados. Incluso sin el contacto directo de los ojos, aún era capaz de torturar a Jesse. Vi y sentí la lucha que emprendía. Él la había hecho mucho daño, quería hacerlo pagar. Y sin embargo, al mismo tiempo, sabía que yo tenía razón. Pero era difícil. Muy difícil para ella dejarlo ir… De repente, la quemadura de aquella magia negra desapareció de la conexión, junto con aquella sensación enfermiza. Algo me golpeó como una ráfaga de viento en la cara, y me tambaleé hacia atrás. Me estremecí con una sensación extraña que me retorcía el estómago. Parecían chispas, como una espiral eléctrica quemándose dentro de mí. Entonces también se fue. Jesse cayó de rodillas, libre de la pesadilla. Lissa se hundió con visible alivio. Estaba todavía asustada y herida por lo que había pasado, pero no se consumió más con aquella rabia terrible y destructiva que la había llevado a castigar a Jesse. Aquel impulso dentro de ella había desaparecido. El único problema era, que estaba en mí ahora. Me enfoque en Jesse, y parecía que no existiera nada más en el universo excepto él. Había intentado arruinarme en el pasado. Había torturado a Lissa e hirió a otros tantos otros. Era inaceptable. Me lancé a por él. Sus ojos tuvieron sólo un momento para abrirse con terror antes de que mi puño conectara en su cara. Su cabeza se sacudió, y la sangre explotó de su nariz. Oí a Lissa gritándome que parara, pero no podía. Él tenía que pagar por lo que le había hecho. Lo agarré por los hombros y lo lancé con fuerza contra el suelo. Ahora también gritaba, suplicando, que me detuviera. Se calló cuando lo golpeé otra vez. Sentí las manos de Lissa agarrándome, tratando de apartarme, pero no era lo bastante fuerte. Seguí golpeándolo. No había ningún signo de la estratégica y precisa lucha que había usado antes con él y sus amigos, o incluso contra Dimitri. Esto era desordenado y primitivo. Esta era yo siendo controlada por la locura que había tomado de Lissa. Entonces otro par de manos me lanzó lejos. Estas manos eran más fuertes, manos de dhampir, con el respaldo de unos músculos ganados a

281

lo largo de años de entrenamiento. Era Eddie. Luché contra su asimiento. Estábamos muy igualados, pero él me superaba en peso. —¡Déjame ir! —grité. Para mi completo y total horror, Lissa estaba arrodillaba al lado de Jesse, estudiándolo con preocupación. Eso no tenía sentido. ¿Cómo podía hacer eso? ¿Después lo que le había hecho? Vi la compasión en su cara, y poco después, el calor de su magia curativa se encendió por nuestra conexión mientras ella se llevó lo peor de sus heridas. —¡No! —grité, tirando contra el asimiento de Eddie—. ¡No puedes! Fue entonces cuando otros guardianes aparecieron, Dimitri y Celeste los encabezaban. Christian y Adrián no estaban a la vista por ninguna parte; probablemente no podían haber seguido a los demás. El caos organizado continúo. Aquellos de la sociedad que permanecieron fueron capturados y reunidos en un grupo para el interrogatorio. También se llevaron a Lissa para tratar sus heridas. Una parte de mí que había sido enterrada por la sed de sangre quiso perseguirla, pero algo más había llamado mi atención: También se llevaban Jesse para brindarle ayuda médica. Eddie todavía me sujetaba, su apretón nunca que vaciló a pesar de mis luchas y súplicas. La mayor parte de los adultos estaban demasiado ocupados para notarme, pero se fijaron cuando comencé a gritar otra vez. —¡No puedes dejarle ir! ¡No puedes dejarle ir! —Rose, cálmate —dijo Alberta, con su voz suave. ¿Cómo podía no darse cuenta de lo estaba pasando?— Ha terminado. —¡Esto no ha terminado! ¡No antes de que pueda ponerle las manos en el cuello y arrancarle la vida! Alberta y algunos de los demás parecieron comprender ahora que algo serio pasaba, pero aparentemente creyeron que esto no tenía nada que ver con Jesse. Todos me estaban dando la mirada de Rose-se-volvió-loca que había llegado a conocer tan bien en estos días.

282

—Llévensela de aquí —dijo Alberta—. Consigan que se limpie y que se calme. — No dio más instrucciones que esas, pero de algún modo, estuvo claro que Dimitri sería el que se encargaría de mí. Él vino y me separó de Eddie. En el breve cambio de captores, traté de separarme, pero Dimitri era demasiado rápido y demasiado fuerte. Me agarró del brazo y comenzó a separarme de la escena. —Podemos hacer esto fácil o difícil —dijo Dimitri mientras caminábamos a través del bosque—. No hay ningún modo que te deje ir hacia Jesse. Además, está en la clínica médica, así que nunca pondrías acercarte a él. Si puedes aceptarlo, te liberaré. Si te largas, sabes que te retendré otra vez. Pensé en mis opciones. La necesidad de hacer sufrir a Jesse todavía palpitaba en mi sangre, pero Dimitri tenía razón. Por ahora. —Está bien —dije. Él vaciló un momento, quizás preguntándose si decía la verdad, y luego me soltó el brazo. Cuando no me escapé, lo sentí relajarse muy, muy lentamente. —Alberta te dijo que me limpiaras —dije sin alterarme—. ¿Entonces vamos a la clínica? Dimitri se burló. —Buen intento. No te Conseguiremos primeros auxilios en otra parte.

dejare

acercarte

a

él.

Me condujo en ángulo desdeel lugar del ataque, hacia un área ubicada al borde del campus. Rápidamente comprendí hacia donde iba. Era una cabaña. Cuando había más guardianes en el campus, algunos de ellos en realidad se habían quedado en estos pequeños puestos avanzados, proporcionando protección regular para las fronteras de la escuela. Había pasado mucho tiempo desde que los abandonaron, pero éste lo habían limpiado cuando la tía de Christian había venido de visita. Había preferido quedarse aquí que en el alojamiento de invitados de la escuela donde otros Morois la consideraban como una potencial Strigoi. Él abrió la puerta. Estaba oscuro, pero podía ver bastante bien como para verlo buscar unas cerillas y encender una linterna de keroseno. No proporcionó una enorme cantidad de luz, pero estaba bien para nuestros ojos. Echando un vistazo alrededor, vi que Tasha realmente había hecho

283

un buen trabajo con el lugar. Estaba limpio y casi acogedor, la cama tendida con un edredón suave y un par de sillas junto a la chimenea. Incluso había algo de comida, enlatada y empaquetada, en la cocina a un lado de la habitación. —Siéntate —dijo Dimitri, señalando hacia la cama. Lo hice, y en aproximadamente un minuto, él tenía un fuego que calentaba el lugar. Una vez que ardió por completo, agarró un botiquín y una botella del agua del mostrador y camino hacia la cama, arrastrando una silla para poder sentarse frente a mí. —Tienes que dejarme ir —le supliqué—. ¿No lo ves? ¿No lo ves, Jesse tiene que pagar? ¡Él la torturó! Le hizo cosas horribles. Dimitri humedeció una gasa y la aplicó a un lado de mi frente. Escoció, al parecer tenía un corte allí. —Será castigado créeme. Ytambién los otros. —¿Con qué? —pregunté amargamente—. ¿Detención? Fue tan malo como Víctor Dashkov. ¡Nadie hace nada por aquí! La gente comete crímenes y se escapa de ellos. Necesita que lolastimen. Todos ellos lo necesitan. Dimitri hizo una pausa con la limpieza, me lanzo una mirada preocupada. —Rose, sé que estas alterada, pero sabes que no castigamos así a la gente. Es… salvaje. —¿Sí? ¿Qué hay de malo con eso? Apostaría a que eso impediría que lo hicieran otra vez. —Apenas podía quedarme sentada. Cada parte de mi cuerpo temblaba con la furia—. ¡Tienen que sufrir por lo que hicieron! ¡Y quiero ser quien lo haga! Quiero hacerles daño. Quiero matarlos a todos. — Comencé a levantarme, de repente pareciendo que iba a explotar. Sus manos estuvieron sobre mis hombros en un instante, empujándome hacia atrás. Los primeros auxilios fueron olvidados. Su expresión era una mezcla tanto de preocupación como de fiereza pero me dominó. Luché contra él, y sus dedos me apretaban. —¡Rose! ¡Supéralo! —Ahora él también gritaba—.No quieres decir nada de esto ti. Has estado bajo mucha presión —esto hace que el terrible acontecimiento sea mucho peor. —¡Basta ya! —le grité—. Tú lo estás haciendo, como siempre lo haces. Eres siempre tan razonable, no importa como sean de horribles las cosas. ¿Qué

284

te pasó cuando querías matar a Víctor en la prisión, eh? ¿Por qué eso estaba bien, pero esto no? —Porque eso fue una exageración. Tú sabes que lo era. Pero esto… esto es diferente. Algo está mal en ti ahora mismo. —No, hay algo que está bien en mí. —Lo evaluaba, esperando que mis palabras lo distrajeran. Si fuera bastante rápida, tal vez, solamente tal vez, pudiera pasarlo—. Soy la única que quiere hacer algo por aquí, y si esto está mal, lo siento. ¡Tú sigues queriendo que sea algo imposible, buena persona, pero no lo soy! No soy un santo como tú. —Ninguno de nosotros es un santo —dijo él secamente—. Créeme, yo no… Hice mi movimiento, salte hacia fuera y empujándolo lejos. Lo aparte de mi, pero no llegué. Apenas me había alejado un metro de la cama cuando me agarró otra vez y me sujetó, esta vez usando todo el peso de su cuerpo para mantenerme inmovilizada. De algún modo, supe que debería haber comprendido que era un plan de fuga imposible, pero no podía pensar con claridad. —¡Déjame ir! —grité por centésima vez en esta noche, intentando liberar mis manos. —No —dijo, con voz fuerte y casi desesperada—. No antes de que te deshagas de esto. ¡Esta no eres tú! Habíalágrimas calientes en mis ojos. —¡Lo soy!¡Déjame ir! —No. ¡No eres tú! No eres tú. Había agonía en su voz. —¡Te equivocas! Es… Mis palabras de pronto fueron desechadas. No eres tú. Era lo mismo que le había le dicho a Lissa cuando la miré, aterrorizada, mientras usaba su magia para torturar a Jesse. Había estado allí de pie, incapaz de creerme lo que hacía. Ella no había comprendido que había perdido el control y estuvo a punto de convertirse en un monstruo. Y ahora, mirando a los ojos de Dimitri, viendo su pánico y amor, comprendí que eso me estaba pasaba a mí. Era igual a como ella había estado, tan absorta, tan cegada por las emociones irracionales que ni siquiera reconocí mis propias acciones. Era como si estuviera siendo controlada por algo más.

285

Intenté luchar contra ello, quitarme los sentimientos que se quemándome por dentro. Eran demasiado fuertes. No podía hacerlo. No podía dejarlos ir. Me consumían completamente, tal como habían hecho con Anna y la Sra. Karp. —Rose —dijo Dimitri. Era sólo mi nombre, pero estaba tan lleno de poder. Dimitri tenía una fe absoluta mí, la fe en mi propia fortaleza y bondad. Y también tenía fortaleza, una fortaleza en la que podía ver que no tenía miedo de prestarse si lo necesitaba. Deirdre pudo haber sentido algo sobre mí resintiéndome con Lissa, pero estaba completamente equivocada sobre Dimitri. Lo que teníamos era amor. Somos como dos mitades de un todo, siempre listos para apoyar al otro. Ninguno de nosotros era perfecto, pero esto no importa. Junto a él, podía vencer esta rabia que me llenaba. Creía que yo era más fuerte que eso. Y lo era. Muy, muy lentamente, sentí que la oscuridad se desvanecía. Dejé de luchar con él. Mi cuerpo tembló, pero ya no era por la furia. Era el miedo. Dimitri inmediatamente reconoció el cambio y me liberó de su apresamiento. —Oh Dios mío —le dije, con la voz temblorosa. Su mano tocó un lado de mi cara, sus dedos levemente sobre mi mejilla. — Rose —respiró—. ¿Estás bien? Me tragué más lágrimas. —Yo… yo creo sí. Por ahora. —Ha terminado —dijo él. Todavía tocándome, esta vez apartando el pelo de mi cara—. Ha terminado. Todo está bien. Negué con la cabeza. —No. No lo está. Tú…Tú no lo entiendes. Es verdad, todo por lo que estuve preocupada. ¿Sobre Anna? ¿Sobre mí llevándomela locura del espíritu? Esto pasa, Dimitri. Lissa perdió el control con Jesse. Ella estaba fuera del control, pero la detuve porque mande lejos su cólera y la puse en mí. Y es… es horrible. Es como si fuera, no sé, una marioneta. No puedo controlarme. —Tu es fuerte —dijo él—. No pasará otra vez. —No —dije. Podía oír mi voz quebrándose cuando luché para sentarme—. Pasará otra vez. Voy a parecerme a Anna. Voy a ir de mal en peor. Esta vez

286

era la sed de sangre y el odio. Quise destruirlos. Tenía que destruirlos. ¿La próxima vez? No lo sé. Tal vez será solamente locura, como la Sra. Karp. Tal vez ya estoy loca, y es por eso que veo a Mason. Tal vez será una depresión como Lissa solía tenerlas. Seguiré cayendo y cayendo en aquel hoyo, y luego me pareceré a Anna y me sui… —No —Dimitri me interrumpió cuidadosamente. Movió la cara hacia la mía, nuestras frentes casi tocándose—. No te pasará. Eres demasiado fuerte. Lucharás, justo igual a como lo hiciste esta vez. —Sólo lo conseguí porque tú estabas aquí. —Él me envolvió en sus brazos, y enterré mi cara en su pecho—. No puedo hacerlo sola —susurré. —Tú puedes —dijo. Había una nota temblorosa en su voz—. Eres fuerte… eres tan, tan fuerte. Es por eso por lo que te amo. Cerré los ojos fuertemente. —No deberías. Voy a convertirme en algo terrible. Ya podría ser algo terrible. —Recordé mis comportamientos pasados, el modo en que había estado contestándole bruscamente a todos. La forma en que había intentado asustar a Ryan y a Camille. Dimitri se separo de manera que pudiera mirarme a los ojos. Tomo mi cara entre sus manos. —No lo eres. No lo serás —dijo—. No te dejaré. Cueste lo que cueste, no te dejaré. La emoción llenó mi cuerpo otra vez, pero ahora no era odio o rabia o algo así. Era caliente y maravilloso e hizo que me doliera el corazón, de un buen modo. Puse los brazos alrededor de su cuello, y nuestros labios se encontraron. El beso era puro amor, dulce y maravilloso, sin desesperación u oscuridad. Poco a poco, sin embargo, la intensidad de nuestro beso aumentó. Estaba todavía lleno del amor, pero se convirtió en mucho más, algo hambriento y poderoso. La electricidad que había crujido entre nosotros cuando había luchado y lo había dominado antes había vuelto, envolviéndonos. Recordé la noche en que habíamos estado bajo el hechizo de lujuria deVíctor, ambos conducidos por fuerzas interiores que no podíamos controlar. Era como si pasáramos hambre o estuviéramos ahogándonos, y sólo la otra persona podía salvarnos. Me adherí a él, un brazo alrededor de su cuello mientras mi otra mano agarraba su espalda tan fuerte que mis uñas prácticamente se enterraron. Me recostó sobre la cama. Sus manos

287

envolvieron mi cintura, y luego una de ellas se deslizó hacia abajo por la parte de atrás de mi muslo y tiró de él hasta que casi se envolvía alrededor de él. Al mismo tiempo, nos retiramos brevemente, todavía oh tan cerca. Todo en el mundo descansado sobre aquel momento. —No podemos… —me dijo. —Lo sé —estuve de acuerdo. Entonces su boca estaba sobre la mía otra vez, y esta vez, sabía que no habría vuelta atrás. No había ninguna barrera esta vez. Nuestros cuerpos envueltos juntos mientras él intentaba quitarme el abrigo, luego su camiseta, luego la mía… realmente se parecía mucho a como cuando habíamos luchado antes en el patio, esa misma pasión y calor. Pienso que al final del día, los instintos que impulsan la lucha y el sexo no son tan diferentes. Todos ellos vienen de nuestro lado animal. No obstante, mientras más y más ropa desaparecía, esto iba más allá que simple pasión animal. Era dulce y maravilloso al mismo tiempo. Cuando examiné sus ojospude ver sin lugar a dudas que me amaba más que a nadie el mundo, que yo era su salvación, del mismo modo que él era la mía. Nunca había esperado que mi primera vez fuera en una cabaña en los bosques, pero comprendí que el lugar no importaba. La persona sí. Con alguien a quien amas, podrías estar en cualquier lugar, y sería increíble. Si estuvieras en la cama más lujosa del mundo no importaría si estabas con alguien que no amas. Y oh, lo amaba. Lo amaba tanto que dolía. Toda nuestra ropa finalmente terminó en un montón en el suelo, pero el contacto de su piel sobre la mía era más que suficiente para mantenerme caliente. No podía decir dónde terminaba mi cuerpo y comenzaba el suyo, y decidí entonces que era como siempre quise que fuera. No quería que alguna vez estuviéramos separados. Desearía tener palabras para describir el sexo, pero nada de lo que diga podría realmente describir lo asombroso que era. Me sentí nerviosa, emocionada, y muchas otras cosas. Dimitri parecía tan prudente, hábil, experto e infinitamente paciente, justo como en los entrenamientos de combate. Seguir sus indicaciones parecía algo muy natural, pero él estaba

288

más que dispuesto de dejarme tomar el mando también. Éramos iguales por fin, y cada toque tenía poder, aún el roce más leve de la yema de sus dedos. Cuando todo terminó, me recosté de nuevo contra él. Mi cuerpo dolía… pero al mismo tiempo, se sentía asombroso, pleno y maravilloso. Lamentaba no haber hecho esto hace mucho tiempo, pero también sabía que no habría sido correcto hasta este momento. Descansé la cabeza sobre el pecho de Dimitri, acomodándome con su calor. Él besó mi frente y pasó los dedos por mi pelo. —Te amo, Roza. —Me besó otra vez—. Siempre estaré aquí para ti. No voy a dejar que nada te pase. Las palabras eran maravillosas y peligrosas. No debería haberme dicho nada así. No debería haber prometido que me protegería, no cuando él, se suponía, dedicaba su vida a la protección de Morois como Lissa. Yo no podía ser lo primero en su corazón, justo como él no podía ser lo primero en el mío. Era por eso por lo que no debería haber dicho lo que dije después, pero lo hice de todos modos. —Y yo no dejaré que nada te pase —prometí—. Te amo. —Él me besó otra vez, haciéndome tragar cualquier otra palabra que podría haber añadido. Nos quedamos juntos un rato más después de eso, abrigados en los brazos del otro, sin decir mucho. Podría haberme quedado así para siempre, pero finalmente, sabíamos que teníamos que marcharnos. Los demás tarde o temprano vendrían a buscarnos para conseguir mi informe, y si nos encontraran así, las cosas casi seguramente se pondrían feas. Así que nos vestimos, no fue fácil ya que no podíamos dejar de besarnos. Finalmente, de mala gana abandonamos la cabaña. Sostuvimos nuestras manos, sabiendo que sólo podríamos estar así durante unos breves momentos. Una vez que estuviéramos más cerca del corazón de campus, tendríamos que volver al trabajo como siempre. Pero por ahora, todo en el mundo era dorado y maravilloso. Cada paso que daba estuvo lleno de alegría, y el aire a nuestro alrededor parecía tararear. Las preguntas todavía giraban en mi mente, desde luego. ¿Qué acababa de pasar? ¿Adónde se había marchado nuestro supuesto control? Por ahora,

289

no podía preocuparme. Mi cuerpo todavía estaba caliente y lo deseándolo, y de repente me detuve. Otro sentimiento, uno muy poco bienvenido, se arrastraba lentamente sobre mí. Era extraño, como débiles ondas fugaces de náuseas mezclada con picazón en mi piel. Dimitri se detuvo inmediatamente y me dio una mirada perpleja. Una pálida, ligeramente luminiscente forma se materializó delante de nosotros. Mason. ¿Lucía igual que siempre, o como lo había hecho? La tristeza habitual estaba ahí, pero pude ver algo más, algo más que no estaba segura de lo que era. ¿Pánico? ¿Frustración? ¿Casi podría haber jurado que era miedo, pero francamente, de qué tendría miedo un fantasma? —¿Qué se está mal? —Dimitri preguntó. —¿Lo ves? —susurré. Dimitri siguió mi mirada. —¿Ver a quién? —Mason. La expresión preocupada de Mason se volvió más oscura. No era capaz identificarlo, pero sabía que no era nada bueno. El sentimiento nauseabundo dentro de mí se intensificó, pero de algún modo, sabía que esto no tenía nada que ver con él. —Rose… deberíamos volver… —dijo Dimitri con cuidado. Él todavía no estaba a bordo conmigo viendo fantasmas. Pero no me moví. La cara del Mason me decía algo más, o intentaba hacerlo. Había algo más aquí, algo importante que tenía que saber. Pero él no podía comunicarlo. —¿Qué? —pregunté—. ¿Qué es? Una mirada de frustración cruzó su cara. Señaló de detrás de mí, luego dejó caer su mano. —Dímelo —le dije, mi frustración reflejaba la suya. Dimitri miraba hacia atrás y hacia delante entre Mason y yo aunque Mason fuera probablemente sólo un espacio vacío para él.

290

Estaba demasiado concentrada en Mason como para preocuparme en lo que pensaría Dimitri de mí. Había algo aquí. Algo grande. Mason abrió la boca, queriendo hablar como otras veces, pero todavía era incapaz de decir las palabras. Excepto, que esta vez, después de varios atormentados segundos, lo logró. Las palabras eran casi inaudibles. —Ellos están… llegando….

291

Capítulo 24 Traducido por Rania Corregido por Vannia

E

l mundo entero todavía estaba en silencio. A esta hora de la noche, no había pájaros o cualquier otra cosa, pero parecía más tranquilo que de costumbre. Incluso el viento se había silenciado. Mason me miró de una manera suplicante. La náusea y la picazón se incrementaban. Entonces, lo supe. —Dimitri —dije urgentemente—, hay Strig… Demasiado tarde. Dimitri y yo lo vimos al mismo tiempo, pero Dimitri estaba más cerca. Cara pálida. Ojos rojos. El Strigoi se abalanzó hacia nosotros, y casi podía imaginar que estaba volando, justo como decían las leyendas de vampiros. Pero Dimitri era casi tan rápido como fuerte. Tenía su estaca, una verdadera, no una de práctica, en sus manos e interceptó el ataque del Strigoi. Creo que el Strigoi había estado esperando el elemento sorpresa. Lucharon cuerpo a cuerpo, y por un momento parecieron suspendidos en el tiempo, ninguno ganaba terreno sobre el otro. Luego la mano de Dimitri serpenteó hacia fuera, sumergiendo la estaca en el corazón del Strigoi. Los ojos rojos se ensancharon por la sorpresa, y el cuerpo del Strigoi cayó al suelo. Dimitri se giró hacia mí para asegurarse de que estuviera bien, y mil mensajes silenciosos pasaron entre nosotros. Dio media vuelta y escaneó los bosques, mirando detenidamente en la oscuridad. Mis náuseas habían aumentado. No entendía por qué, pero de algún modo podía sentir a los Strigois alrededor de nosotros. Eso era lo que me hacía sentir enferma. Dimitri se giró hacia mí, y había una mirada que nunca había visto en sus ojos.

292

—Rose. Escúchame. Corre. Corre con todas tus fuerzas hacia tu dormitorio. Avísales a los guardianes. Asentí con la cabeza. No había cuestionamientos aquí. Extendiendo la mano, él agarró mi brazo, me miró fijamente para asegurarse de que comprendiera sus siguientes palabras. —No te detengas —dijo él—. Cueste lo que cueste, no importa lo que escuches o veas, no te detengas. No antes de que les adviertas a los demás. No pares a no ser que seas enfrentada directamente. ¿Entiendes? Asentí nuevamente. Él liberó mi brazo. —Diles buria. Asentí otra vez. —Corre. Corrí. No miré hacia atrás. No pregunté lo que él iba a hacer porque ya lo sabía. Iba a detener a tantos Strigois como le fuera posible de modo que yo pudiera conseguir ayuda. Y poco después escuché gruñidos y golpes, lo que me indicó que había encontrado a otro. Por un instante, comencé a preocuparme por él. Si él moría, estaba segura de que yo también lo haría. Pero luego alejé el pensamiento. No podía pensar solamente en una persona, no cuando cientos de vidas dependían de mí. Había Strigois en nuestra escuela. Era imposible. No podía estar pasando. Mis pies golpeaban la tierra pesadamente, salpicando aguanieve y fango. A mí alrededor, pensé que podía oír voces y ver formas; no a los fantasmas del aeropuerto, pero sí a los monstruos a los que había estado temiendo por tanto tiempo. Pero nada me detuvo. Cuando Dimitri y yo habíamos comenzado a entrenar juntos, él me había hecho correr cada día. Yo me había quejado, pero él me había dicho una y otra vez que era necesario. Eso me haría más fuerte, me había dicho. Y, había añadido, llegaría un día en el que no iba a poder luchar y tendría que escapar. Eso estaba haciendo ahora. El edificio de dormitorios dhampir apareció frente a mí, con cerca de la mitad de sus ventanas iluminadas. El toque de queda estaba cerca, las personas estaban yendo a la cama. Atravesé bruscamente las puertas,

293

parecía que mi corazón iba explotar por el esfuerzo. La primera persona a la que vi fue a Stan, y casi lo atropellé. Él me tomó de las muñecas para estabilizarme. —Rose, qu…. —Strigois —dije entrecortadamente—. Hay Strigois en el campus. Él me miró fijamente, y vi por primera vez, su boca dejándose caer. Entonces, se recuperó, e inmediatamente pude ver lo que estaba pensando. Más historias de fantasmas.—¡Rose, no sé lo que estás pensando… —¡No estoy loca! —grité. Todo mundo en el vestíbulo del edificio tenía fija la mirada sobre nosotros—. ¡Ellos están ahí afuera! Están ahí, y Dimitri está luchando solo contra ellos. Tienes que ayudarlo. —¿Qué me había dicho Dimitri? ¿Cuál era la palabra?—. Buria. Él dijo que les dijera buria. Y con eso, Stan se fue. Nunca había visto ningún ejercicio de simulacro contra ataques Strigois, pero los guardianes debieron haberlos llevado a cabo. Las cosas se movieron demasiado rápido como para que no lo hubieran hecho. Cada guardián en los dormitorios, hubiera estado despierto o no, estuvo en el vestíbulo en cuestión de minutos. Los llamados fueron hechos. Me quedé en un semicírculo junto con otros principiantes, quienes miraban a nuestros mayores organizarse con una eficacia sorprendente. Echando un vistazo alrededor, me di cuenta de algo. No había otros estudiantes de último curso conmigo. Dado que era la noche del domingo, todos ellos habían vuelto a la experiencia de campo para proteger sus Morois. Eso era extrañamente un alivio. Los dormitorios Moroi tendrían una fila extra de defensa. Por lo menos, el de los Morois adolescentes la tenía. El campus de los más jóvenes no. Tenía su guardia de protección normal, así como varias de las mismas defensas que nuestros dormitorios tenían, como enrejado en todas las ventanas del primer nivel. Cosas que no podían mantener a los Strigois en el exterior, pero que sí podían retardar su entrada. Nadie había hecho nada más que eso. No había sido necesario, no con las salas.

294

Alberta se había unido al grupo partes del campus. Algunos fueron a buscar y cazar específicamente había en los alrededores. Mientras adelante.

y estaba enviando cuadrillas a todas enviados a asegurar los edificios. Otros Strigois, y tratar de calcular cuántos los guardianes disminuían, di un paso

—¿Qué deberíamos hacer nosotros? —pregunté. Alberta se dio la vuelta hacia a mí. Sus ojos pasaron sobre mí y sobre los demás que estaban a mis espaldas, con edades que iban desde los catorce a sólo uno poco más jóvenes que yo. Algo destellaba en su cara. Tristeza, pensé. —Ustedes se quedan aquí en los dormitorios —dijo—. Nadie puede salir… El campus entero está bloqueado por seguridad. Suban a sus habitaciones. Hay guardianes allí que los organizarán en grupos. Los Strigois tienen menos probabilidades de llegar allá arriba. Si consiguen entrar a este piso… —Escaneó a nuestro alrededor, a la puerta y ventanas siendo supervisadas. Negó con la cabeza—. Bueno, nos haremos cargo de eso. —Puedo ayudar —le dije—. Sabe que puedo hacerlo. Podría decir que ella estuvo a punto negarse, pero luego cambió de opinión. Para mi sorpresa, asintió con la cabeza. —Llévalos arriba. Vigílalos. Comencé a protestar por ser una niñera, pero luego ella hizo algo realmente asombroso. Metió la mano en su abrigo y me dio una estaca de plata. Una verdadera. —Adelante —dijo ella—. Los necesitamos fuera de aquí. Comencé a alejarme pero luego hice una pausa.—¿Qué significa buria? —Tormenta —dijo suavemente—. En ruso significa tormenta. Conduje a los otros principiantes por las escaleras, llevándolos a sus respectivos pisos. La mayoría estaban aterrorizados, lo cual era absolutamente comprensible. Algunos de ellos, los más grandes en particular, parecían sentirse igual que yo. Querían hacer algo, cualquier

295

cosa para ayudar. Y sabía que aún cuando estuvieran a un año de la graduación, aún así eran letales a su modo. Aparté a un par de ellos a un lado. —Manténganlos fuera de pánico —dije de voz baja—. Y permanezcan en guardia. Si algo les pasa a los guardianes más antiguos, esto dependerá de ustedes. Sus caras estaban serias, y asintieron hacia mí. Entendieron perfectamente. Había algunos principiantes, como Dean, que no siempre comprendían la seriedad de nuestras vidas. Pero la mayoría lo hacía. Maduramos rápido. Fui al segundo piso porque imaginé que era donde resultaría ser más útil. Si algún Strigoi conseguía pasar del primer piso, este sería lógicamente el siguiente objetivo. Mostré mi estaca a los guardianes de turno y les dije lo que Alberta había dicho. Ellos respetaron sus deseos, pero me di cuenta de que no querían que estuviera muy involucrada. Me dirigieron hasta un extremo del edificio con una pequeña ventana. Solamente alguien de mi tamaño o alguien más pequeño podría entrar por ahí, y sabía que a esa sección en particular del edificio era casi imposible subir, debido al diseño del exterior. Sin embargo, lo patrullé de todos modos, desesperada por saber lo que estaba pasando. ¿Cuántos Strigois había? ¿Dónde estaban? Luego me di cuenta de que tenía una buena manera para averiguarlo. Todavía vigilando mi ventana como mejor podía, aclaré mi mente y me deslicé en la mente de Lissa. Lissa también estaba con un grupo de Morois en uno de los pisos superiores de su dormitorio. Los procedimientos de aislamiento eran indudablemente los mismos en todo el campus. Había un poco más de tensión en este grupo que en el mío, probablemente debido al hecho de que aún cuando eran inexpertos, los principiantes que estaban conmigo tenían alguna idea de cómo luchar contra los Strigois. Los Morois no tenían ninguna experiencia, aún a pesar de que los grupos políticos Morois deseaban instigar algún tipo de sesiones de entrenamiento. La logística todavía estaba siendo resuelta. Eddie estaba cerca de Lissa. Lucía tan feroz y tan fuerte, como si pudiera luchar contra cada Strigoi en el campus sin necesidad de ayuda. Estaba

296

muy contenta de que él hubiera sido asignado a ella de entre mis compañeros de clase. Desde que estuve completamente dentro de la mente de ella, conseguí de lleno la fuerza de sus sentimientos. La sesión de tortura de Jesse parecía insignificante ahora comparada con un ataque Strigoi. Como era de esperar, ella estaba aterrorizada. Pero la mayor parte de su miedo no era por ella misma. Era por mí y Christian. —Rose está bien —dijo una voz cercana. Lissa echó un vistazo a Adrián. Él, al parecer, había estado más en los dormitorios que en el alojamiento para invitados. Tenía su habitual gesto perezoso en la cara, pero también se podía ver el miedo enmascarado detrás de sus ojos verdes—. Ella puede contra cualquier Strigoi. Además, Christian te dijo que estaba con Belikov. Probablemente ella está más segura que nosotros. Lissa asintió, queriendo desesperadamente creer en eso.—Pero Christian… Adrián, a pesar de su valentía, miró a lo lejos repentinamente. Él no iba a mirarla a los ojos ni ofrecería ninguna palabra conciliadora. No necesitaba oír una explicación porque lo leí en la mente de Lissa. Ella y Christian habían querido encontrarse a solas para conversar sobre lo que le había pasado en los bosques. Planeaban salir a escondidas y encontrarse en su "guarida" en el ático de la capilla. Ella no fue lo suficientemente rápida y había sido atrapada por el toque de queda justo antes del ataque, lo que significaba que permaneció en el dormitorio mientras que Christian todavía estaba afuera. Fue Eddie quien ofreció unas palabras de consuelo.—Si él está en la capilla, está bien. En realidad está más seguro que todos nosotros. —Los Strigois no podían entrar en suelo sagrado. —A no ser que ellos la incendien —dijo Lissa—. Solían hacer eso. —Hace cuatrocientos años —dijo Adrián—. Creo que tienen presas más fáciles por aquí sin tener que recurrir a lo medieval. Lissa se estremeció con las palabras presas más fáciles. Ella sabía que Eddie tenía razón acerca de la capilla, pero no podía sacudirse el pensamiento de que Christian podría haber estado de camino hacia los dormitorios y haber sido capturado en el trayecto. La preocupación la

297

carcomía por completo, y se sintió impotente por no tener una forma de hacer o averiguar algo. Regresé a mi propio cuerpo, estaba en el pasillo del segundo piso. Finalmente, comprendí del todo lo que Dimitri había dicho sobre la importancia de cuidar a alguien que psíquicamente no estaba vinculado a mí. No me mal interpreten, todavía estaba preocupada por Lissa. Me preocupaba más por ella que por cualquier otro Moroi en el campus. La única manera de que no hubiera estado preocupada, habría sido si ella estuviera a kilómetros de distancia, rodeada de un círculo de escoltas y guardianes. Pero al menos sabía que ella estaba tan segura como podría estarlo justo ahora. Eso ya era algo. Pero Christian... no sabía nada de él. No tenía un vínculo para que me dijera su paradero o incluso que me hiciera saber si estaba vivo. Esto era lo que Dimitri había querido decir. Era un juego completamente diferente cuando no se tenía un vínculo, y era uno aterrador. Me quedé viendo por la ventana sin ver. Christian estaba afuera. Él era mi responsabilidad. E incluso si la experiencia de campo era hipotética… bueno, eso no cambiaba las cosas. Él era un Moroi. Podría estar en peligro. Yo era la que se suponía lo protegía. Ellos eran primero. Tomé una profunda respiración y me debatí con la decisión ante mí. Me habían dado órdenes, y los guardianes seguían las órdenes. Con el peligro a nuestro alrededor, seguir órdenes era lo que nos mantenía organizados y eficientes. Comportarse de forma rebelde a veces podría hacer que alguien muriera. Mason lo había demostrado al perseguir a los Strigois en Spokane. Pero no era como si yo fuera la única que enfrentaba el peligro aquí. Todos estaban en peligro. No había ninguna seguridad, no hasta de que todos los Strigois estuvieran fuera del campus, y no tenía ninguna idea de cuántos había. La protección de esta ventana era un trabajo para mantenerme ocupada, diseñado para mantenerme fuera del camino. Era cierto que alguien podía invadir el segundo piso, y para entonces yo resultaría ser útil. Y era cierto que un Strigoi podría tratar de entrar por esta ventana, pero era improbable. Era demasiado difícil, y, como Adrián había señalado, ellos tenían medios más fáciles de conseguir a su presa. Pero yo podía ir a través de la ventana.

298

Sabía que esto estaba mal, incluso mientras abría la ventana. Me estaba exponiendo a mí misma, pero tenía mis instintos en conflicto. Obedecer órdenes. Proteger a los Morois. Tenía que ir para asegurarme de que Christian estaba bien. El aire frío de la noche entró por la ventana. Ningún sonido del exterior revelaba lo que estaba pasando. Había salido por la ventana de mi habitación varias veces y tenía algo de experiencia en ello. El problema aquí era que la piedra bajo la ventana era absolutamente lisa. No había de donde sostenerme. Había una pequeña cornisa inferior cerca del primer piso, pero la distancia a ella era mayor a mi altura, así que no podía simplemente deslizarme hacia abajo. Sin embargo, si lograba alcanzar esa cornisa, podría caminar hacia la esquina del edificio donde algún borde escalonado me dejaría bajar fácilmente. Miré fijamente la cornisa de abajo. Iba a tener que deslizarme hacia ella. Si me caía, probablemente me rompería el cuello. Sería una presa fácil para algún Strigoi, como diría Adrián. Con una rápida oración para quien quiera que la escuchara, salí por la ventana, sosteniéndome del umbral con ambas manos y dejando que mi cuerpo colgara tan cerca de la cornisa inferior como pudiera. Todavía tenía medio metro de distancia entre ella y yo. Conté hasta tres y me solté, arrastrando mis manos a lo largo de la pared mientras me deslizaba por ella. Mis pies tocaron la cornisa y comencé a tambalearme, pero mis reflejos de dhampir reaccionaron. Recuperé el equilibrio y me quedé allí de pie, sosteniéndome de la pared. Lo había hecho. Desde este punto, me moví fácilmente hacia la esquina y bajé. Llegué al suelo, apenas notando los raspones de mis manos. El patio a mí alrededor estaba silencioso, aunque creí escuchar algunos gritos a la distancia. Si yo fuera un Strigoi, no perdería el tiempo con estos dormitorios. Ellos conseguirían una lucha aquí, y mientras que la mayor parte de Strigois probablemente podría vencer a un grupo de principiantes en un instante, había caminos más sencillos. Los Morois tenían menor probabilidad de dar una verdadera batalla, y de todos modos, los Strigois preferían su sangre a la nuestra. Aún así, me moví con cautela mientras me dirigía a la capilla. Tenía a la oscuridad cubriéndome, sin embargo los Strigois podían ver a través de

299

ella mejor aún de lo que yo podía. Usé los árboles para cubrirme, viendo en todas las direcciones, deseando tener ojos en la espalda. Nada, excepto más gritos a lo lejos. Luego me di cuenta de que ya no tenía aquella sensación de nauseas. De alguna forma, esa sensación me indicaba cuando un Strigoi se acercaba. No era como si confiara en eso lo suficiente como para caminar a ciegas, pero era reconfortante saber que tenía algún tipo de sistema de alarma temprana. A mitad de camino hacia la capilla, vi a alguien salir de detrás de un árbol. Me di la vuelta, con mi estaca en mano, y casi se la clavé a Christian en el corazón. —Dios, ¿qué estás haciendo? —susurré. —Tratando de regresar a los dormitorios —dijo él—. ¿Qué está pasando? Se oyen gritos. —Hay Strigois en el campus —dije. —¿Qué? ¿Cómo? —No lo sé. Tienes que regresar a la capilla. Es seguro allí. —Podía verla. Podíamos llegar hasta ahí fácilmente. Christian era tan arriesgado como yo a veces, y casi estaba esperando una pelea. Él no me dio ninguna. —Está bien. ¿Vas a ir conmigo? Empecé a decir que lo haría, pero luego sentí las náuseas regresar.—¡Al suelo! —grité. Él se tiró al suelo sin dudarlo. Dos Strigois nos seguían. Ambos se acercaron a mí, sabiendo que sería un blanco fácil con sus fuerzas combinadas, y así ellos podrían ir tras Christian. Uno de ellos me golpeó contra un árbol. Mi visión se tornó borrosa por medio segundo, pero me recuperé pronto. Me hice hacia atrás y tuve la satisfacción de ver a la Strigoi tambalearse. El otro Strigoi, un hombre, trato de alcanzarme, y lo esquivé, quitándome de su alcance. Ellos dos me recordaron a Elena e Isaiah, los Strigois de Spokane, pero me rehusé a desconcentrarme pensando en esos viejos recuerdos. Los dos eran más altos que yo, pero la mujer estaba más cercana a mi estatura.

300

Hice un amago hacia él, y luego me desvié golpeando lo más rápido que pude hacia ella. Mi estaca se hundió en su corazón. Eso nos sorprendió a las dos. Mi primera muerte Strigoi con una estaca. Apenas había sacado mi estaca de su pecho, cuando el otro Strigoi me pegó con el dorso de la mano, gruñendo. Me tambaleé pero mantuve el equilibrio mientras lo evaluaba. Era más alto. Más fuerte. Justo como cuando había peleado contra Dimitri. Probablemente más rápido también. Nos movimos en un círculo y luego me adelanté y lo pateé. Él apenas si se balanceó. Se acercó a mí, y de nuevo me las arreglé para esquivarlo mientras buscaba alguna oportunidad de clavarle mi estaca. Mi pobre escape no lo detuvo, al contrario, inmediatamente me atacó de nuevo. Me derribó al suelo, sujetando mis brazos. Traté de empujarlo, pero él no se movía. La saliva caía de sus colmillos mientras acercaba su cara a la mía. Este Strigoi no era como Isaiah, desperdiciando tiempo con estúpidos discursos. Éste estaba concentrado solamente en asesinarme, en drenarme toda la sangre y seguir con la de Christian. Sentí sus colmillos contra mi cuello y entonces supe que estaba a punto de morir. Era horrible. Quería seguir con vida, tan desesperadamente... pero todo estaba a punto de terminar. Con mis últimos momentos, comencé a gritarle a Christian que corriera, pero en ese momento el Strigoi sobre mí se encendió como una antorcha. Se alejó, y yo giré por debajo de él. Densas flamas cubrían su cuerpo, ocultando completamente sus rasgos. No era más que una bola de fuego con forma de hombre. Escuché unos cuantos gritos ahogados antes de que él se quedara en silencio. Cayó al suelo, retorciéndose y girando antes de quedarse totalmente inmóvil. El vapor se levantó del lugar donde el fuego tocó la nieve, y las llamas se extinguieron rápidamente, dejando tan solo algunas cenizas. Miré sorprendida los restos carbonizados. Sólo unos momentos atrás, creía que estaba a punto de morir. Ahora mi atacante estaba muerto. Casi estaba hiperventilando por lo cerca que estuve de morir. La vida y la muerte eran muy impredecibles. Demasiado cerca la una de la otra. Vivimos momento a momento, sin saber nunca quien será el próximo en dejar este mundo. Yo aún estaba ahí, por poco, y mientras alejaba la vista de las cenizas, todo a mí alrededor pareció muy agradable y hermoso. Los árboles. Las estrellas. La luna. Estaba viva, y me sentía feliz de estarlo. Me giré hacia Christian, que estaba de cuclillas en el suelo.

301

—Vaya —dije, ayudándolo a levantarse. Obviamente él había sido quien me salvó. —Ni que lo digas —dijo él—. Ni yo sabía que tenía tanto poder —Miró a su alrededor, con el cuerpo rígido y tenso—. ¿Hay más? —No —dije. —Pareces bastante segura. —Bueno... esto va a sonarte raro, pero puedo sentirlos de algún modo. No preguntes cómo —dije, al verlo con la boca abierta—. Sólo acostúmbrate a ello. Creo que es como lo de los fantasmas, un efecto secundario de ser una shadow-kissed. Como sea. Regresemos a la capilla. Él no se movió. Una extraña y especulativa mirada estaba en su rostro.— ¿Rose... de verdad quieres ir a esconderte en la capilla? —¿Qué quieres decir? —Acabamos de matar a dos Strigois —dijo, señalando la estaca y a los cuerpos carbonizados. Lo miré a los ojos, la comprensión de lo que estaba diciendo me golpeó. Podía sentir a los Strigois. Él podía usar su fuego contra ellos. Yo podía clavarles la estaca. Siempre y cuando no nos topáramos con un grupo de diez o algo así, podríamos hacer mucho daño. Luego la realidad me golpeó. —No puedo —le dije lentamente—. No puedo arriesgar tu vida... —Rose. Tú sabes de lo que soy capaz. Puedo verlo en tu cara. Vale la pena arriesgar la vida de un Moroi, y, bueno, la tuya, para matar a un montón de Strigois. Poner a un Moroi en peligro. Llevarlo a pelear contra los Strigois. Eso iba muy en contra de todo lo que me habían enseñado. Entonces, de repente, recordé ese breve momento de claridad que acababa de tener, la maravillosa felicidad de estar viva. Podíamos salvar a muchos otros. Teníamos que salvarlos. Pelearía tanto como me fuera posible.

302

—No uses todo tu poder en ellos —dije finalmente—. No necesitas incinerarlos tan rápidamente. Sólo préndeles fuego lo suficiente como para distraerlos, y luego yo termino con ellos. Puedes ahorrar tu poder. Una sonrisa iluminó su cara.—¿Vamos a cazar? Oh Dios. Estaba a punto de meterme en serios problemas. Pero la idea era demasiado atractiva y emocionante. Quería pelear. Quería proteger a las personas que amo. Lo que más quería era ir al dormitorio de Lissa y protegerla. Esa no era la idea más eficiente, sin embargo. Lissa tenía cerca a mis compañeros de clase. Había otros que no eran tan afortunados. Pensé en todos esos estudiantes, estudiantes como Jill. —Vamos al campus de primaria —dije. Corrimos calmadamente, tomando una ruta que esperábamos estuviera libre de Strigois. Aún no tenía idea de a cuantos estábamos enfrentándonos, y eso me estaba enloqueciendo. Cuando casi estábamos en el otro campus, sentí de nuevo esas extrañas náuseas. Le hice una advertencia a Christian, justo cuando un Strigoi lo atrapaba. Pero Christian fue rápido. Llamas envolvieron la cabeza del Strigoi. Él gritó y soltó a Christian, tratando frenéticamente de apagar el fuego que lo envolvía. El Strigoi nunca me vio acercarme con la estaca. Todo el asunto nos tomó menos de un minuto. Christian y yo intercambiamos miradas. Si, de verdad éramos chicos malos. El campus de primaria resultó ser un centro de actividad. Los Strigois y los guardianes estaban luchando activamente en torno a la entrada de uno de los edificios. Por un momento, me quedé paralizada. Había casi veinte Strigois y la mitad de guardianes. Demasiados Strigois juntos... Hasta hace poco, nunca se había escuchado que pudieran unirse en grupos tan numerosos. Pensábamos que habíamos desmantelado un gran clan cuando matamos a Isaiah, pero aparentemente, estábamos equivocados. Estuve sólo un momento más en estado de sorpresa, y luego entré a la pelea. Emil estaba cerca de una entrada lateral, defendiéndose de tres Strigois. Estaba golpeado y amoratado, y el cuerpo de un cuarto Strigoi yacía a sus pies. Me abalancé sobre una de los tres. Ella no me vio venir, y conseguí clavarle la estaca casi sin resistencia. Tuve suerte. Mientras tanto,

303

Christian prendió fuego a los otros. La cara de Emil reflejaba sorpresa, pero eso no lo detuvo de clavarle la estaca a otro Strigoi. Yo fui por el otro. —No deberías haberlo traído aquí —dijo Emil mientras nos movíamos para ayudar a otro guardián—. No se supone que los Morois se involucren en esto. —Los Morois debimos estar involucrados en esto desde hace mucho tiempo —dijo Christian con los dientes apretados. Después de eso fue muy poco lo que hablamos. El resto fue borroso. Christian y yo nos movimos de pelea en pelea, combinando su magia y mi estaca. No todas nuestras peleas fueron rápidas y fáciles como las primeras. Algunas peleas fueron largas y agotadoras. Emil se quedó con nosotros y, honestamente, perdí la cuenta del número de Strigois que matamos. —Te conozco. Esas palabras me sobresaltaron. Con todo este derramamiento de sangre, ninguno de nosotros, amigo o enemigo, tuvo tiempo para hablar. Las palabras provenían de un Strigoi que parecía tener mi edad pero que probablemente era diez veces mayor. Tenía cabello rubio hasta los hombros y unos ojos cuyo color no podía identificar. Estaban rodeados de rojo, lo cual era todo lo que importaba. Mi única respuesta fue abalanzarme con mi estaca, pero él la esquivó. Christian estaba encendiendo fuego a otros dos Strigois, así que estaba con éste por mí cuenta. —Hay algo extraño en ti ahora, pero todavía te recuerdo. Te vi años atrás, antes de que yo fuera despertado. —Ok, no tenía diez veces mi edad, no si me había visto cuando todavía era Moroi. Esperaba que esta conversación lo distrajera. De hecho, él era bastante rápido para ser un Strigoi joven—. Siempre estabas con esa chica Dragomir, la rubia. —Lo pateé, y alejé mi pie antes de que él pudiera atraparlo. Él apenas si se movió—. Sus padres querían que tú fueras su guardiana, ¿verdad? ¿Antes de que ellos fueran asesinados? —Soy su guardiana —gruñí. Mi estaca se balanceó peligrosamente cerca de él.

304

—Ella aún está viva, entonces... Había rumores de que había muerto el año pasado... —Había una sensación de asombro en su voz, que se mezclaba extrañamente con malicia—. No tienes idea de la recompensa que voy a obtener por matar a la última Drag… ¡Ahh! Él logró esquivar mi estaca de nuevo, pero esta vez me las arreglé para levantar la estaca y rasgarle la cara con la punta. Un golpe ahí no lo mataría, pero el contacto de una estaca, tan llena de vida, se sentiría como ácido para un no muerto. Él gritó, pero eso no disminuyó sus defensas. —Volveré por ti después de terminar con ella —gruñó él. —Nunca podrás acercarte a ella —grité en respuesta. Algo me empujó desde un costado, un Strigoi que estaba peleando contra Yuri. Me tambaleé, pero logré dirigir mi estaca al corazón del Strigoi de Yuri antes de que él pudiera recuperar el equilibrio. Yuri suspiró y me dio las gracias, y luego ambos nos dirigimos a diferentes zonas de la batalla. Sólo que el Strigoi rubio se había ido. No podía encontrarlo por ninguna parte. Otro tomó su lugar, y me moví hacia ése, las llamas lo rodearon, haciéndolo un blanco fácil para mí estaca. Christian había regresado. —Christian, ese Strigoi… —Lo escuché —respondió él, jadeando. —¡Tenemos que ir a donde está ella! —Él estaba jugando contigo. Ella está al otro lado del campus, rodeada por los principiantes y los guardianes. Estará bien. —Pero… —Nos necesitan aquí. Sabía que él tenía razón, y sabía lo difícil que era para él decir eso. Al igual que yo, él quería correr hacia Lissa. A pesar de todo el buen trabajo que é estaba haciendo aquí, sospeché que preferiría usar su magia para protegerla a ella, mantenerla segura dentro de un perímetro rodeado de fuego que ningún Strigoi pudiera cruzar. No tenía tiempo para investigar a profundidad con nuestro vínculo, pero podía sentir las cosas importantes: Ella estaba viva, y no estaba sufriendo ningún dolor.

305

Así que me quedé, peleando junto a Christian y Yuri. Lissa estaba presente en el fondo de mi mente, el vínculo me decía que ella se encontraba bien. Aparte de eso, dejé que la furia de la batalla me consumiera. Tenía un solo objetivo: Matar Strigois. No podía dejarlos que entraran a los dormitorios, tampoco podía dejar que salieran de esta zona para así tener la posibilidad de ir hacia el dormitorio de Lissa. Perdí la noción del tiempo. Sólo el Strigoi con el que estuviera peleando en el momento importaba. Y tan pronto como uno caía muerto, me preparaba para el siguiente. Hasta que ya no hubo un siguiente. Estaba adolorida y exhausta, la adrenalina recorría mi cuerpo. Christian se paró a mi lado, agotado. Él no se había involucrado en ningún combate físico como yo, pero usó demasiada magia esta noche, y eso le había tomado toda su fuerza física. Miré alrededor. —Tenemos que encontrar a otro —dije. —Ya no hay otros —dijo una voz familiar. Me giré y vi la cara de Dimitri. Estaba vivo. Todo el miedo por él que tenía contenido me invadió. Quería arrojarme a sus brazos y abrazarlo tan cerca de mí como fuera posible. Él estaba vivo, lastimado y ensangrentado, sí, pero vivo. Su mirada sostuvo la mía sólo por un momento, recordándome lo que había pasado en la cabaña. Se sentía como si hubiera pasado hace cien años, pero en esa breve mirada, vi amor y preocupación, y alivio. Él también había estado preocupado por mí. Luego Dimitri se volteó y señaló al cielo del este. Seguí el movimiento. El horizonte se veía rosa y púrpura. Casi era el amanecer. —Están muertos o escapando —me dijo. Nos miro a Christian y a mí—. Lo que ustedes dos hicieron… —¿Fue estúpido? —sugerí. Él negó con la cabeza.—Fue una de las cosas más sorprendentes que he visto en mi vida. La mitad de esos son suyos. Miré de nuevo hacia los dormitorios, sorprendida por el número de cuerpos que yacían alrededor. Habíamos matado Strigois. Habíamos

306

matado muchos Strigois. La muerte y el asesinato eran cosas horribles... pero me había gustado hacer lo que acababa de hacer. Había vencido a los monstruos que venían a matarme a mí y a las personas que quiero. Luego me di cuenta de algo. Mi estomago se retorció, pero no era como la sensación que tenía cuando se acercaba un Strigoi. Esto era producido por algo totalmente diferente. Miré de nuevo a Dimitri. —Hay algo más que sólo cuerpos de Strigois ahí —dije en voz muy baja. —Lo sé —dijo él—. Perdimos mucha gente, en todos los sentidos de la palabra. Christian frunció el ceño.—¿A qué te refieres? La cara de Dimitri se tornó severa y triste al mismo tiempo.—Los Strigois mataron a algunos Morois y dhampirs. Y algunos... algunos fueron capturados.

307

Capítulo 25 Traducido por Laurita Corregido por Vannia

M

uertos o capturados.

No era suficiente con que los Strigois vinieran y nos atacaran, con que mataran a Morois y a dhampirs sin distinción. También se habían llevado a algunos para después. Era algo por lo que los Strigois eran conocidos. Incluso tenían límites sobre la cantidad de sangre Moroi que podían beber de una sola vez. Por eso tomaban prisioneros para que les sirvieran como reserva o bocadillos para después. O también solían hacerlo para que los Strigois más poderosos no se tuvieran que ensuciar las manos, ellos mandaban a sus seguidores para que les consiguieran la comida. De vez en cuando, tomaban incluso prisioneros Morois con el propósito de convertirlos en Strigois. Cualquiera que fuera el motivo, significaba que algunos de los nuestros todavía podían seguir vivos. Los estudiantes, Morois y dhampirs, estábamos reunidos en uno de los edificios que se habían declarado libres de Strigois. Los Morois adultos también estaban con nosotros, dejando que los guardianes evaluaran los daños. Quería estar con ellos, ayudando y haciendo mi parte, pero dejaron muy claro que mi parte ya estaba hecha. No había nada que pudiera hacer en ese momento, sólo esperar y preocuparme con el resto. Todo esto aún me parecía irreal. Strigois atacando nuestra escuela. ¿Cómo pudo haber pasado? Se suponía que la Academia era segura. Era lo que siempre nos habían enseñado. Tenía que ser segura. Era por eso que los ciclos escolares eran tan largos y la razón de que las familias Morois aceptaran estar separadas la mayor parte del año. Valía la pena para que sus hijos tuvieran un lugar seguro al que ir.

308

Pero esto ya no era verdad. Tomó sólo un par de horas hacer el recuento del número de víctimas, pero mientras esperábamos por esos reportes, parecía que pasaban días. Y las cifras… las cifras fueron duras. Quince Morois habían sido asesinados. Doce guardianes fueron asesinados. Un grupo de treinta, Morois y dhampirs, habían sido capturados. Los guardianes estimaban que nos habían atacado cerca de cincuenta Strigois, lo que era bastante alucinante. Se encontraron veintiocho cuerpos de Strigois. El resto había escapado, llevando consigo varias víctimas. Para tantos Strigois, nuestra cuota de muertes pudo haber sido más alta. Pero no lo fue gracias a una serie de cosas. Una de ellas fue la rápida alarma. Los Strigois apenas habían penetrado en los terrenos de la escuela cuando le avisé a Stan. La escuela había entrado bajo resguardo rápidamente, y el hecho de que casi ya todos estaban en el interior debido al toque de queda, ayudó. La mayoría de las víctimas Morois, muertos o capturados, fueron los que habían estado en el exterior cuando los Strigois llegaron. Los Strigois no habían entrado en los dormitorios de primaria, como dijo Dimitri, en gran parte fue gracias a mí y a Christian. Pero lograron entrar a uno de los dormitorios Moroi, sin embargo, al de Lissa. Mi estómago se redujo cuando me enteré de eso. Y a pesar de que pude sentir que ella estaba bien gracias al vínculo, todo lo que podía ver era a ese Strigoi rubio con una sonrisa burlona, diciéndome que iba a terminar con la última Dragomir. No supe lo que sucedió con él; el ataque del grupo Strigoi no había llegado muy lejos dentro del dormitorio de Lissa, gracias a Dios, pero aún así hubo víctimas. Uno de ellos fue Eddie. —¿Qué? —exclamé cuando Adrian me lo dijo. Estábamos comiendo en la cafetería. No estaba segura de qué comida del día era dado que el campus se había cambiado a un horario diurno que hacía que mi sentido del tiempo estuviera apagado. La cafetería estaba casi en silencio, todas las conversaciones se realizaban en susurros. Las comidas eran el único motivo por el que los estudiantes podían dejar sus dormitorios. Iba a haber una reunión de guardianes más tarde en la que

309

de hecho estaba invitada, pero por ahora, estaba confinada con el resto de mis amigos. —Pero él estaba con ustedes —dije. Miré a Lissa, casi acusadoramente—. Lo vi contigo. A través de tus ojos. Ella levantó la vista de su bandeja de comida hacia a mí, su rostro estaba pálido y lleno de pesar.—Cuando los Strigois llegaron al primer piso, él y otros novatos fueron a tratar de ayudar. —No encontraron su cuerpo —dijo Adrian. No había ninguna sonrisa en su rostro, ni humor—. Él es uno de los que se llevaron. Christian suspiró y se reclinó en su silla.—Entonces es como si estuviera muerto. La cafetería desapareció. Ya no podía ver a nadie. Todo lo que podía ver era aquella habitación en Spokane, en la que habíamos estado encerrados. Habían torturado y casi matado a Eddie allí. La experiencia lo cambió para siempre, afectando la forma en que ahora él se comportaba como guardián. Se había vuelto extremadamente dedicado como resultado, pero eso le había costado un poco de su luz y la sonrisa que solía tener. Y ahora estaba sucediendo otra vez. Eddie capturado. Había trabajado muy duro para proteger a Lissa y a los otros, arriesgando su propia vida en el ataque. Yo había estado lejos de los dormitorios Moroi cuando eso sucedió, pero aún así me sentía culpable, como si debiera haberlo protegido. Sin duda se lo debía a Mason. Mason. Mason quien murió bajo mi vigilancia y cuyo fantasma no había visto desde que me hizo la advertencia antes. No había sido capaz de salvarlo, y ahora él también había perdido a su mejor amigo. Me levanté y empujé mi bandeja a lo lejos. Esa sombría furia contra la que había estado luchando se encendió dentro de mí. Si los Strigois hubieran estado aquí, podría haberlos quemado con ella, sin la necesidad de la magia de Christian. —¿Qué pasa? —preguntó Lissa.

310

La miré con incredulidad.—¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿De verdad necesitas preguntarlo? —En el silencio de la cafetería, mi voz sonó demasiado fuerte. Las personas me miraron. —Rose, sabes lo que ella quiso decir —dijo Adrian, con una voz inusualmente tranquila—. Todos estamos trastornados. Siéntate. Todo va a estar bien. Por un momento, casi lo escuché. Pero después, sacudí la cabeza. Él estaba tratando de utilizar la coacción para tranquilizarme. Lo fulminé con la mirada. —No va a estar bien, no a menos que hagamos algo al respecto. —No hay nada que podamos hacer —dijo Christian. Al lado de él, Lissa estaba en silencio, todavía dolida de cuando le grité. —Ya lo veremos —dije. —Rose, espera —gritó ella. Estaba preocupada por mí, y también asustada. Era egoísta, aunque sólo un poco, pero quería que me quedara con ella. Estaba acostumbrada a que yo estuviera ahí para ella. La hacía sentir segura. Pero no podía quedarme, no ahora. Salí furiosa de los comedores y entré a la brillante luz del exterior. La reunión de los guardianes no era sino hasta dentro de otro par de horas, pero no me importaba. Necesitaba hablar con alguien ahora. Corrí hacia el edificio de los guardianes. Otra persona estaba entrando al mismo tiempo que yo, y tropecé con ella debido a mi prisa. —¿Rose? Mi furia se convirtió en sorpresa.—¿Mamá? Mi famosa madre guardiana, Janine Hathaway, estaba ahí en la puerta. Se veía igual que cuando la había visto en Año Nuevo, su cabello rizado y rojizo todavía estaba corto y su rostro estaba bronceado por el sol. Sus ojos castaños parecían más sombríos que la última vez, a pesar de eso, reflejaban algo. —¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté.

311

Como le había dicho a Deirdre, mi madre y yo habíamos tenido una relación conflictiva la mayor parte de mi vida, en gran parte debido a la distancia que inevitablemente venía al tener una madre que era guardiana. Había estado resentida con ella por años y todavía no éramos muy cercanas, pero ella había estado allí para mí después de la muerte de Mason, y creo que ambas esperábamos tentativamente que las cosas mejoraran en los próximos años. Ella se había ido después de Año Nuevo, y lo último que escuché era que había regresado a Europa con el Szelsky que protegía. Abrió la puerta, y la seguí a través de ella. Sus modales eran bruscos y prácticos, como siempre.—Reponiendo los números. Necesitaban refuerzos para la escuela. Reponiendo los números. Reemplazando a los guardianes que habían muerto. Todos los cuerpos habían sido apartados, los de Strigois, Morois, y dhampirs por igual— pero el abismo que habían dejado atrás era evidente para todos. Todavía podía verlos cuando cerraba los ojos. Pero con ella aquí, me di cuenta de que tenía una oportunidad. La agarré del brazo, sobresaltándola. —Tenemos que ir tras ellos —dije—. Para rescatar a los que fueron capturados. Ella me miró con atención, un ligero ceño fruncido era la única señal de sus sentimientos.—Nosotros no hacemos ese tipo de cosas. Lo sabes. Tenemos que proteger a los que están aquí. —¿Qué hay con aquellos que sólo tienen trece años? ¿No deberíamos protegerlos? Y tú ya fuiste a una misión de rescate una vez. Ella negó con la cabeza.—Eso fue diferente. Teníamos un rastro que seguir. No sabríamos donde encontrar a este grupo aunque quisiéramos. Sabía que ella tenía razón. Los Strigois no habrían dejado un rastro fácil de seguir. Y aún así… repentinamente, tuve una idea. —Ya reforzaron la protección, ¿cierto? —pregunté. —Sí, casi inmediatamente. Todavía no estamos seguros de cómo pudieron romperla. No había estacas que la perforaran.

312

Iba a empezar a decirle mi teoría respecto a eso, pero recordé que ella no estaba enterada de mis artimañas fantasmales.—¿Sabes dónde está Dimitri? Ella señaló hacia el grupo de guardianes corriendo apresurados por todos lados.—Estoy segura de que está ocupado por aquí en alguna parte. Todo el mundo lo está. Y ahora tengo que ir a presentarme. Sé que fuiste invitada a la reunión, pero se llevará a cabo en un rato, deberías permanecer fuera del camino. —Lo haré… pero necesito hablar con Dimitri primero. Es importante, podría desempeñar un papel en lo que pase en la reunión. —¿Qué es? —preguntó ella suspicazmente. —No puedo explicarlo ahora es… complicado. Tomaría demasiado tiempo. Ayúdame a encontrarlo y te lo contaremos más tarde. Mi madre no parecía muy contenta con eso. Después de todo, Janine Hathaway no era alguien a la que las personas le dijeran que no. Pero ella, no obstante, me ayudó a encontrar a Dimitri. Después de los acontecimientos durante las vacaciones de invierno, creo que ella había llegado a considerarme más que una desafortunada adolescente.Encontramos a Dimitri con otros guardianes, estudiando un mapa del campus y planeando cómo distribuir a los guardianes recién llegados. Había suficientes personas en torno al mapa para que él pudiera escapar. —¿Qué ocurre? —preguntó él mientras nos quedábamos a un lado de la habitación. Incluso en medio de la crisis, en medio de la preocupación por los demás, podía decir que había una parte de él que sólo se preocupaba por mí—. ¿Estás bien? —Creo que deberíamos iniciar una misión de rescate —dije. —Sabes que... —...normalmente no hacemos eso. Sí, sí. Y sé que no sabemos dónde buscarlos… excepto que yo podría hacerlo. Él frunció el ceño.—¿Cómo?

313

Le dije cómo es que había sido Mason el que me había advertido la noche anterior. Dimitri y yo no habíamos tenido tiempo para hablar a solas desde entonces, así que en realidad no nos habíamos preguntado sobre los acontecimientos del ataque. Además no habíamos tenido oportunidad de hablar sobre lo que pasó en la cabaña. Me hacía sentir rara porque, de hecho, eso era todo en lo que quería pensar, pero no podía. No con todo esto en juego. Así que seguí tratando de alejar los recuerdos sobre el sexo, únicamente para tenerlos apareciendo nuevamente y enredando mis emociones aún más. Esperando parecer impasible y competente, continué explicando mis ideas.—Mason está bloqueado ahora porque las protecciones están de vuelta, pero de algún modo… creo que él sabe dónde están los Strigois. Creo que nos podría mostrar el lugar en donde están. —El rostro de Dimitri me dijo que tenía dudas acerca de esto—. ¡Vamos! Tienes que creerme después de lo que pasó. —Todavía estoy teniendo dificultades con eso —admitió—. Pero está bien. Supongamos que es verdad. ¿Crees que él simplemente nos llevará? ¿Qué puedes preguntárselo y él lo hará? —Sí —dije—. Creo que puedo. He estado luchando contra él todo este tiempo, pero creo que si realmente trato de trabajar con él, ayudará. Creo que eso es lo que siempre quiso. Sabía que las salas estaban débiles y que los Strigois estaban al acecho. Los Strigois no pueden estar demasiado lejos de nosotros… tienen que haberse detenido y ocultado en algún lugar. Podríamos llegar hasta ellos antes de que los prisioneros mueran. Y una vez que estemos lo suficientemente cerca, yo puedo encontrarlos. —Luego le expliqué la sensación de náuseas que había tenido cuando los Strigois estaban cerca. Dimitri no desafió eso. Creo que estaban pasado demasiadas cosas extrañas como para que él lo cuestionara. —Pero Mason no está aquí. Dijiste que él no puede atravesar las salas. ¿Cómo conseguirás que nos ayude? —preguntó. Había estado pensando en eso.—Llévame a las puertas principales. Después de unas rápidas palabras con Alberta sobre ―investigar algo‖, Dimitri me llevó al exterior, y caminamos por el largo camino hacia la entrada de la escuela. Ninguno de los dos dijo nada mientras caminábamos. Incluso en medio de todo esto, todavía estaba pensando en

314

la cabaña, en estar en sus brazos. De alguna manera, eso fue parte de lo que me ayudó a hacer frente a todo este horror. Tuve la sensación de que eso también estaba en su mente. La entrada de la escuela consistía en una larga cerca de acero que estaba justo encima de las salas. Un camino venía desde la carretera principal a veinte kilómetros de distancia hasta las puertas, las cuales casi siempre estaban cerradas. Los guardianes tenían una pequeña cabina aquí, y la zona estaba monitoreada en todo momento del día. Se sorprendieron por nuestra petición, pero Dimitri insistió en que sólo sería por un momento. Las pesadas puertas se deslizaron, dejando libre un espacio por el que sólo podía pasar una persona. Dimitri y yo salimos. Un dolor de cabeza me inundó inmediatamente, y comencé a ver caras y formas. Era exactamente como en el aeropuerto. Cuando estuve fuera de las protecciones, pude ver todo tipo de espíritus. Pero ahora lo entendía y ya no me daba miedo. Necesitaba controlarlo. —Váyanse —dije a las grises, y amenazantes formas a mí alrededor—. No tengo tiempo para ustedes. Váyanse. —Puse tanta firmeza en mi voz y en mi voluntad como me fue posible, y para mi sorpresa, los fantasmas se desvanecieron. Un débil zumbido permaneció conmigo, recordándome que ellos todavía estaban ahí, y sabía que si bajaba la guardia sólo un momento, regresarían de golpe nuevamente. Dimitri estaba observando con preocupación. —¿Estás bien? Asentí con la cabeza y miré a mí alrededor. Había un fantasma al que quería ver. —Mason —dije—. Te necesito. —Nada. Lo convoqué de nuevo con el dominio que había utilizado con los otros fantasmas hace sólo un momento—. Mason. Por favor. Ven aquí. No vi nada excepto el camino delante de nosotros serpenteando en las colinas arrasadas por el invierno. Dimitri me estaba dirigiendo una mirada como la de anoche, esa que decía que estaba profundamente preocupado por mi salud mental. Y en realidad, yo también estaba preocupada en ese momento. La advertencia de la noche anterior había sido la prueba definitiva de que Mason era real. Pero ahora…

315

Un minuto después, su figura se materializó delante de mí, pareciendo más pálido que antes. Por primera vez, desde que esto había comenzado, estaba feliz de verlo. Él, por supuesto, parecía triste. Lo mismo de siempre. —Al fin. Me estabas haciendo quedar mal. —Él simplemente me miró fijamente, e inmediatamente me sentí mal por la broma—. Lo siento. Necesito tu ayuda de nuevo. Tenemos que encontrarlos. Tenemos que salvar a Eddie. Él asintió. —¿Puedes mostrarme dóndes están? Asintió de nuevo y dio la vuelta, señalando en una dirección que estaba casi directamente detrás de mí. —¿Entraron por la parte trasera del campus? Volvió a asentir, y de esa forma, supe lo que había sucedido. Sabía cómo es que los Strigois habían entrado, pero no había tiempo para hacer hincapié en eso justo ahora. Mi giré hacia Dimitri.—Necesitamos un mapa —dije. Él caminó de regreso a las puertas y habló con los guardianes de turno. Un momento después, regresó con un mapa y lo desenrolló. Mostraba la distribución del campus, así como los caminos y terrenos adyacentes. Lo tomé y lo sostuve frente a Mason, tratando de mantenerlo en posición horizontal en medio del viento. El único camino que salía de la escuela estaba justo delante de nosotros. El resto del campus estaba rodeado por bosques y acantilados. Señalé un punto en la parte posterior de los terrenos de la escuela.—Por aquí es por donde entraron, ¿no? ¿Dónde las salas se rompieron primero? Mason asintió. Estiró la mano y sin tocar el mapa, trazó una ruta a través de los bosques que flanqueaban el borde de una pequeña montaña. Siguiéndola eventualmente se llega a un pequeño camino de tierra que se unía a la interestatal a muchos kilómetros de distancia. Seguí el camino que él señalaba y de pronto tuve mis dudas sobre usarlo como guía. —No, eso no es correcto —dije—. No puede ser. Este tramo del bosque en la montaña no tiene caminos. Tendrían que haber ido a pie, y les habría

316

tomado demasiado tiempo caminar desde la escuela hasta ese camino. No habrían tenido tiempo suficiente. Quedarían atrapados a la luz del día. Mason negó con la cabeza, en desacuerdo conmigo, aparentemente, y volvió a trazar la ruta de ida y vuelta. En particular, él seguía señalando un lugar no muy lejos de los terrenos de la Academia. Al menos, no estaba muy lejos en el mapa. El mapa no estaba particularmente detallado, y supuse que el lugar probablemente estaría a unos cuantos kilómetros de distancia. Él llevó su dedo hasta ahí, mirándome, y luego miró hacia abajo. —Ellos no pueden estar ahí ahora —argumenté—. Está al aire libre. Podrían haber venido de la parte posterior, pero tuvieron que haber atravesado hacia el frente, conseguido algún tipo de vehículo e irse. Mason negó con la cabeza. Levanté la vista hacia Dimitri, frustrada. Sentía como el reloj estaba corriendo sobre nosotros, y la rara afirmación de Mason de que los Strigois estuvieran a tan pocos kilómetros, al aire libre en el día, me hacía sentir irritable. Sinceramente dudaba que ellos hubieran conseguido tiendas de campaña. —¿Hay algún edificio o algo ahí? —pregunté, señalando el lugar que Mason indicaba—. Él dice que fueron hacia ese camino. Pero no pudieron haber llegado caminando ahí antes de que saliera el sol, y el afirma que están ahí. Los ojos de Dimitri se entrecerraron pensativamente.—No que yo sepa. — Tomó el mapa y lo llevó con los otros guardianes para que lo revisaran. Mientras ellos hablaban, le eché una mirada a Mason. —Será mejor que tengas razón en esto —le advertí. Él asintió. —¿Los has… los has visto? ¿A los Strigois y a sus prisioneros? Asintió. —¿Eddie todavía sigue con vida? Asintió, y Dimitri regresó.

317

—Rose… —Había un sonido extraño en la voz de Dimitri mientras traía el mapa de nuevo, como si no pudiera creer completamente en lo que estaba diciendo—. Stephen dice que hay unas cuevas justo en la base de la montaña aquí. Miré a Dimitri a los ojos, sin duda con el mismo aspecto asombrado que él tenía.—Son lo suficientemente grandes… —¿Lo suficientemente grandes como para que los Strigois se escondan hasta la noche? —Dimitri asintió—. Lo son. Y sólo están a cinco kilómetros.

318

Capítulo 26 Traducido por Lizeth Corregido por Vannia

E

ra casi imposible de creer. Los Strigois estaban prácticamente al lado de nosotros, esperando el anochecer para que así pudieran finalizar con su escape. Al parecer, con todo el caos del ataque, algunos de los Strigois habían borrado sus huellas mientras que otros habían hecho parecer como si hubieran salido desde cualquier dirección del campus. Ocupados con nuestros propios problemas, nadie se había percatado de ello. Las salas habían sido restauradas. En lo que a nosotros respectaba, los Strigois se habían ido, y eso era lo que importaba. Ahora teníamos una situación insólita ante nosotros. Bajo circunstancias normales, no es que un ataque masivo de Strigois fuera normal, nunca los habríamos seguido. Aquellos que eran capturados por Strigois generalmente eran dados por muertos, y, como mi madre había señalado, los guardianes raramente sabían en dónde buscar a los Strigois. Esta vez, sin embargo, sí sabíamos. Los Strigois básicamente estaban atrapados. Lo cual presentaba un interesante dilema. Bueno, no era un dilema para mí. Honestamente, no podía imaginar por qué no estábamos en las cuevas justo ahora, eliminando a los Strigois y buscando a los sobrevivientes. Dimitri y yo nos dimos prisa al volver, ansiosos por dar a conocer nuestras noticias, pero tuvimos que esperar hasta que todos los guardianes se reunieran. —No los vamos a interrumpir —me dijo Dimitri cuando estábamos a punto de entrar a la reunión que decidiría nuestro próximo paso. Nos quedamos cerca de la puerta, hablando en voz baja—. Sé cómo te sientes. Sé lo que quieres hacer. Pero con gritarles órdenes no vas a conseguir que te escuchen.

319

—¿Gritarles órdenes? —exclamé, olvidándome de hablar en voz baja. —Lo veo —dijo—. Ese fuego otra vez en ti, quieres desgarrar a alguien en pedazos. Eso es lo que te hace tan letal en la pelea. Pero no estamos peleando ahora mismo. Los guardianes tienen toda la información. Ellos tomarán la decisión correcta. Sólo tienes que ser paciente. Parte de lo decía era verdad. En los preparativos de la reunión, habíamos revelado toda nuestra información y luego hicimos algunas búsquedas más. La investigación había revelado que varios años atrás, uno de los maestros Moroi había enseñado geología y había hecho un mapa de las cuevas, lo que nos proporcionó todo lo que necesitábamos saber sobre ellas. La entrada estaba a ocho kilómetros desde los límites de la Academia. La cámara más larga de las cuevas era casi de un kilometro de largo, el extremo más alejado quedaba a cerca de treinta kilómetros desde un camino de tierra en el mapa. Ahora, nos dimos cuenta, salir de ellas no resultaría muy difícil con la fuerza Strigoi. Pero no estaba segura de confiar en lo que Dimitri había dicho sobre que los guardianes tomarían una decisión correcta. Minutos antes de empezar la reunión, llamé a mi madre. —Por favor —le dije—. Tenemos que hacer esto. Ella me examinó.—Si hay un rescate. No va a haber un ―nosotros‖. Tú no vas a ir. —¿Por qué? ¿Porque nuestros números eran tan grandiosos la primera vez que ningún guardián murió? —Ella se estremeció—. Sabes que puedo ayudar. Sabes lo que hice. Estoy a una semana de mi cumpleaños y sólo a unos pocos meses de la graduación. ¿Crees que algo mágico va a pasar hasta entonces? Tengo un par de cosas más que aprender, sí, pero no creo que eso sea lo suficientemente grande como para que no pueda ayudar. Ustedes necesitan tanta ayuda como puedan conseguir, y hay muchos otros novatos que también están listos. Traigan a Christian y seremos imparables. —No —dijo rápidamente—. Él no. Nunca debiste haber involucrado a un Moroi, y mucho menos a uno tan joven como él. —Pero viste lo que él pudo hacer.

320

Ella no discutió eso. Vi la vacilación en su rostro. Echó un vistazo a la hora y suspiró.—Déjame verificar algo. No supe a dónde se fue, pero llegó quince minutos tarde a la reunión. Para entonces, Alberta ya había puesto al tanto a los guardianes sobre lo que habíamos averiguado. Por suerte, se saltó los detalles sobre cómo habíamos conseguido nuestra información, así que no tuvimos que perder tiempo explicando la parte del fantasma. El diseño de las cuevas se examinó a detalle. Las personas hicieron algunas preguntas. Luego llegó el momento de tomar la decisión. Me preparé a mí misma. Luchar contra los Strigois siempre significaba confiar en una estrategia de defensa. Sólo atacábamos cuando nos atacaban. Los argumentos previos sobre una actitud ofensiva siempre habían fracasado. Esperaba lo mismo ahora. Sólo que no sucedió. Uno por uno, los guardianes se pusieron de pie y manifestaron su compromiso de seguir con la misión de rescate. Mientras lo hacían, vi ese fuego del que Dimitri había hablado. Todos estaban listos para la batalla. Lo querían. Los Strigois habían ido demasiado lejos. En nuestro mundo, sólo había un par de lugares que eran seguros: la Corte Real y nuestras academias. Los niños eran enviados a lugares como St. Vladimir con la certeza de que iban a estar protegidos. Esa certeza había sido destrozada, y no podíamos permitirlo, especialmente si todavía podíamos salvar vidas. Una sensación impaciente y victoriosa ardía en mi pecho. —Bien, entonces —dijo Alberta, echando un vistazo a su alrededor. Creo que estaba tan sorprendida como yo, aunque ella también había estado a favor del rescate—. Planearemos la estrategia y la llevaremos a cabo. Todavía tenemos aproximadamente nueve horas de luz para ir tras ellos antes de que huyan. —Esperen —dijo mi madre, poniéndose de pie. Todos los ojos se giraron hacia ella, pero no movió ni una pestaña bajo ese escrutinio. Se veía fuerte y capaz, y yo estaba muy orgullosa de ella—. Creo que hay otra cosa que debemos considerar. Pienso que debemos permitir que algunos de los novatos de último curso puedan ir.

321

Esto dio inicio a una pequeña protesta, pero solamente venía de una minoría. Mi madre dio un argumento similar al que yo le había dado. También sostuvo que los novatos no estarían en primera línea sino que serviríamos más como apoyo en caso de que cualquier Strigoi lograra pasar. Los guardianes casi habían aprobado esta idea cuando ella dejó caer otra bomba. —Creo que deberíamos llevar algunos Morois con nosotros. Celeste se paró de golpe. Tenía un enorme corte a un lado de la cara. Hacía que el moretón que había visto en ella el otro día pareciera una picadura de mosquito.—¿Qué? ¿Estás loca? Mi madre se fijó en ella con una mirada tranquila.—No. Todos sabemos lo que Rose y Christian Ozera hicieron. Uno de nuestros mayores problemas con los Strigois es sobrepasar su fuerza y velocidad a la hora de matarlos. Si llevamos a Morois que usen el fuego, tendríamos una distracción que nos daría ventaja. Podríamos reducirlos. Un debate se desató. Me tomó cada gota de autocontrol que tenía para no intervenir. Recordé las palabras de Dimitri sobre no interrumpir. Sin embargo, mientras escuchaba, no podía evitar mi frustración. Cada minuto que pasaba era otro minuto en el que no íbamos tras Eddie y los demás. Era otro minuto en el que alguien podía morir. Giré hacia donde Dimitri estaba sentado a mi lado.—Están siendo unos idiotas —susurré. Sus ojos estaban sobre Alberta, mientras ella discutía con un guardián que usualmente trabajaba en el campus de primaria.—No —murmuró Dimitri—. Mira. El cambio está pasando ante sus ojos. La gente va a recordar este día como un momento crucial. Y él tenía razón. Una vez más, los guardianes lentamente aceptaron la idea. Creo que era parte de esa misma iniciativa que les hizo querer luchar en primer lugar. Teníamos que ir por los Strigois. Era más que sólo nuestra lucha, también era la de los Morois. Cuando mi madre dijo que había conseguido algunos maestros voluntarios, ellos de ninguna manera permitirían que los estudiantes se involucraran en esto, la decisión fue tomada. Los guardianes irían tras los Strigois y los novatos y Morois irían con ellos.

322

Me sentía triunfante y eufórica. Dimitri tenía razón. Este era el momento en que nuestro mundo cambiaría. Pero no hasta dentro de cuatro horas. —Más guardianes están viniendo —me dijo Dimitri cuando, una vez más, expresé mi indignación. —¡En cuatro horas, los Strigois podrían haber decidido tomar un aperitivo! —Necesitamos una muestra aplastante de fuerza —dijo—. Necesitamos toda la ventaja que podamos conseguir. Sí, los Strigois podrían matar a un par más antes de que lleguemos ahí. No quiero eso, créeme. Pero si no vamos preparados, podríamos perder incluso más vidas que esas. Mi sangre hervía. Sabía que tenía razón, y no había nada que pudiera hacer al respecto. Odiaba eso, odiaba ser inútil. —Vamos —dijo, gesticulando hacia la salida—. Tomemos un paseo. —¿Adónde? —Eso no importa. Sólo necesitamos conseguir que te calmes, o no estarás en forma para luchar. —¿Sí? ¿Tienes miedo de que mi loco lado oscuro salga posiblemente a la luz? —No, tengo miedo de que tu lado normal de Rose Hathaway salga, ese que no tiene miedo de saltar sin pensar cuando cree que algo es correcto. Le di una mirada cortante.—¿Hay alguna diferencia? —Sí. El segundo me intimida. Resistí el impulso de darle un codazo. Por un instante, deseé poder cerrar mis ojos y olvidarme de todo el daño y el derramamiento de sangre que nos rodeaba. Quería descansar en la cama con él, riendo y bromeando, sin ninguno de nosotros preocupándose por algo excepto del uno por el otro. Sin embargo, eso no era real. Esto lo era. —¿No te necesitaran aquí? —pregunté.

323

—No. La mayoría de lo que están haciendo ahora es esperar a los demás, y tienen gente más que suficiente por ahora para que les ayuden a planear el ataque. Tu madre es la que lidera eso. Seguí su mirada hacia donde estaba mi madre, en el centro de un grupo de guardianes, señalando con movimientos agudos y contundentes hacia lo que parecían ser mapas. Todavía no sabía muy bien qué pensar de ella, pero observándola ahora, no pude dejar de admirar su dedicación. No había ninguna de esas molestias disfuncionales que usualmente experimentaba alrededor de ella. —De acuerdo —dije—. Vamos. Él me llevó a dar una vuelta alrededor del campus, e inspeccionamos algunos de los desastres. La mayoría de los daños no estaban en el campus en sí, por supuesto. Estaban en nuestra gente. Aún así, podíamos ver algunas señales del ataque: daños a los edificios, manchas de sangre en lugares inesperados, etcétera. Lo más notable de todo era el estado de ánimo. Incluso a plena luz del día, había una oscuridad a nuestro alrededor, un fuerte dolor que casi podías sentir si estirabas la mano. Lo vi en las caras de cada uno de los que pasábamos. Medio esperaba que Dimitri me llevara por donde estaban algunos de los heridos. Se mantuvo alejado de eso, sin embargo, y podía adivinar el porqué. Lissa estaba ayudando allí, usando sus poderes en pequeñas dosis para sanar a los heridos. También estaba Adrian, aunque él no podía hacer tanto como ella. Finalmente habían decidido que valía la pena correr el riesgo de que todo mundo se enterara del espíritu. La tragedia aquí era demasiado grande. Además, había salido tanto sobre el espíritu durante el juicio que probablemente sólo habría sido cuestión de tiempo para que se enteraran de todos modos. Encontré interesante el hecho de que Dimitri no quisiera que estuviera cerca de Lissa mientras ella utilizaba su magia. Él todavía no sabía si yo realmente estaba ―absorbiendo‖ su locura, pero al parecer no quería correr ningún riesgo. —Me dijiste que tienes una teoría de por qué se rompieron las salas —dijo. Habíamos ampliado nuestro rodeo por el campo no muy lejos de donde la sociedad de Jesse se había reunido anoche.

324

Casi lo había olvidado. Una vez que junté las piezas, la razón había sido perfectamente obvia. En realidad, nadie había hecho ninguna pregunta al respecto todavía. Las preocupaciones inmediatas habían sido conseguir nuevas protecciones y atender a nuestra propia gente. La investigación ocurriría más tarde. —El grupo de Jesse estaba realizando su iniciación justo al lado de las salas. ¿Sabes cómo es que las estacas pueden anular las salas porque los elementos van en contra el uno del otro? Creo que es la misma cosa. Para su iniciación estaban utilizando todos los elementos y pienso que ellos anularon las salas de la misma manera. —La magia se utiliza todo el tiempo en el campus, sin embargo —señaló Dimitri—. ¿Por qué esto nunca había sucedido antes? —Porque la magia nunca es usada justo encima de las salas. Las salas están en los límites, por lo que ambas cosas no están en conflicto. Además, pienso que lo que hace la diferencia es cómo están siendo utilizados los elementos. La magia es vida, es por eso que destruye a los Strigois y la razón de que ellos no la puedan atravesar. La magia en las estacadas es utilizada como arma. Así fue la magia utilizada en la sesión de tortura. Cuando es usada de esa forma negativa, creo que anula la magia buena. —Me estremecí, recordando esa sensación repugnante que sentí cuando Lissa había utilizado el espíritu para atormentar a Jesse. Eso no había sido natural. Dimitri se quedó mirando una valla rota que marcaba uno de los límites de la Academia.—Increíble. Nunca hubiera pensado que eso era posible, pero tiene sentido. El principio es realmente el mismo que el de las estacas. — Me sonrió—. Has estado pensando mucho en esto. —No lo sé. Sólo junté todo en mi cabeza. —Fruncí el ceño, pensando en el estúpido grupo de Jesse. Bastante malo era ya lo que le habían hecho a Lissa. Eso era suficiente para que me dieran ganas de ir a patearles el trasero, aunque ya no quería matarlos, había aprendido ciertas moderaciones desde la noche anterior. ¿Pero esto? ¿Dejar que los Strigois entraran a la escuela? ¿Cómo pudo algo tan estúpido y mezquino de su parte haber dado lugar a este tipo de desastre? Casi hubiera sido mejor si hubieran tratado de hacer que esto sucediera, pero no. Había ocurrido debido a su supuesto juego en busca de gloria—. Idiotas —murmuré.

325

El viento sopló. Me estremecí, y esta vez fue por la fría temperatura, no por mi propia inquietud. La primavera estaba por venir, pero todavía no había llegado. —Volvamos adentro —dijo Dimitri. Dimos media vuelta, y mientras caminamos hacia el corazón del campus de la preparatoria, la vi. La cabaña. Ninguno de nosotros disminuyó el paso o se quedó mirándola de forma obvia, pero sabía que él estaba plenamente consciente de ella al igual que yo. Lo demostró cuando habló un momento después. —Rose, sobre lo que sucedió… Gemí.—Lo sabía. Sabía que esto iba a pasar. Él echó un vistazo hacia mí, sobresaltado.—¿Qué es lo que iba pasar? —Esto. La parte donde tú me das el gran sermón sobre cómo lo que hicimos estuvo mal y que no debimos haberlo hecho y que nunca más va a suceder de nuevo. —Hasta que las palabras salieron de mi boca, no me di cuenta de lo mucho que había temido que él dijera eso. Él todavía parecía conmocionado.—¿Por qué piensas eso? —Porque así es como eres —le dije. Creo que sonaba un poco histérica—. Siempre quieres hacer lo correcto. Y cuando haces lo incorrecto, después tienes esa idea fija de arreglarlo y hacer las cosas bien. Y sé que vas a decir que lo que hicimos no debió haber pasado y que quieres… El resto de lo que pudiera haber dicho fue sofocado cuando Dimitri envolvió su brazo alrededor de mi cintura y tiró de mí hacia él a la sombra de un árbol. Nuestros labios se encontraron, y mientras nos besábamos, olvidé todas mis preocupaciones y temores sobre que él diría que lo que habíamos hecho era un error. Incluso, aunque pareciera imposible, me olvidé de la muerte y destrucción causada por los Strigois. Sólo por un momento. Cuando finalmente nos separamos, todavía me mantuvo cerca de él.—No pienso que lo que hicimos estuvo mal —dijo suavemente—. Me alegro de que lo hayamos hecho. Si pudiéramos volver el tiempo atrás, lo haría de nuevo.

326

Una sensación de remolino ardía dentro de mi pecho.—¿En serio? ¿Qué te hizo cambiar de idea? —Que eres difícil de resistir —dijo, claramente divertido por mi sorpresa—. Y… ¿recuerdas lo que dijo Rhonda? Tuve otro momento de sorpresa, al escuchar de ella. Pero luego recordé el rostro de él cuando la había escuchado y lo que había dicho sobre su abuela. Traté de recordar las palabras exactas de Rhonda. —Algo sobre cómo tú ibas a perder algo… —Aparentemente no recordaba muy bien. —―Perderás lo que más valoras, así que atesóralo mientras puedas‖. Naturalmente, él lo sabía palabra por palabra. No había prestado atención a las palabras en ese momento, pero ahora intenté descifrarlas. Al principio, sentí una oleada de alegría: Yo era lo que más valoraba. Luego le di una mirada asustada.—Espera. ¿Crees que voy a morir? ¿Por eso te acostaste conmigo? —No, no, por supuesto que no. Hice lo que hice porque… créeme, no fue por eso. Independientemente de los detalles, o incluso si esto es cierto, ella tenía razón sobre como las cosas pueden cambiar fácilmente. Intentamos hacer lo correcto, o mejor dicho, lo que otros dicen que es lo correcto. Pero a veces, cuando eso va en contra de lo que somos… tienes que elegir. Incluso antes del ataque Strigoi, mientras observaba todos los problemas con los que estabas luchando, comprendí cuánto significas para mí. Eso cambió todo. Estaba preocupado por ti, tan, tan preocupado. No tienes ni idea. Y llegó a ser inútil el intentar actuar como si pudiera poner la vida de cualquier Moroi antes que la tuya. Eso no va a suceder, no importa que los demás digan que está mal. Y entonces decidí que tenía que lidiar con ello. Una vez que tomé la decisión… no había nada que nos detuviera. — Titubeó, pareciendo repetir sus palabras mientras hacía a un lado el cabello que tenía sobre de mi cara—. Bueno, que medetuviera. Estoy hablando por mí. No quiero decir que actué como si supiera exactamente la razón por la que lo hiciste tú. —Yo lo hice porque te amo —dije, como si fuera la cosa más obvia del mundo. Y realmente lo era.

327

Él rió.—Puedes resumir en una frase lo que a mí me toma un discurso entero decir. —Porque es así simple. Te amo, y no quiero seguir pretendiendo que no lo hago. —Yo tampoco. —Su mano se deslizó desde mi rostro y se encontró con mi mano. Nuestros dedos se entrelazaron, y comenzamos a caminar de nuevo—. No quiero más mentiras. —¿Entonces qué pasará ahora? Con nosotros, quiero decir. Una vez que todos esto pase… con los Strigois… —Bueno, tanto como odio fortificar tus temores, estabas en lo correcto sobre una cosa. No podemos estar juntos de nuevo, por el resto del año escolar, es decir. Vamos a tener que guardar distancia. Me sentí un poco decepcionada por esto, pero sabía con certeza que él tenía razón. Puede ser que finalmente hayamos alcanzado el punto en el que ya no íbamos a negar nuestra relación, pero no podíamos hacer alarde de ello mientras que yo siguiera siendo su alumna. Nuestros pies salpicaron en el agua nieve. Algunos pájaros dispersos cantaban sobre los árboles, indudablemente sorprendidos por ver tanta actividad a la luz del día por aquí. Dimitri miró fijamente al cielo, con el rostro pensativo.—Después de que te gradúes y salgas con Lissa… —No terminó. Me tomó un momento el comprender lo que estaba a punto de decir. Mi corazón casi se detuvo. —Vas a pedir que te reasignen, ¿verdad? No serás su guardián. —Es la única forma en la que podemos estar juntos. —Pero en realidad no vamos a estar juntos —señalé. —Si nos quedamos con ella vamos a tener el mismo problema, estaría más preocupado por ti que por ella. Ella necesita a dos guardianes absolutamente dedicados a ella. Si puedo conseguir ser asignado en alguna parte de la Corte, podríamos estar cerca el uno del otro todo el tiempo. Y en un lugar seguro como ese, hay más flexibilidad con los horarios de los guardianes.

328

Un parte quejumbrosa y egoísta de mí quiso saltar inmediatamente por lo mucho que esto apestaba, pero en realidad, no lo hizo. No había otra opción, esto era lo ideal. Cada cosa viene con decisiones difíciles. Sabía que era duro para él dejar de ser guardián de Lissa. Él cuidaba de ella y quería mantenerla a salvo con una determinación que rivalizaba con la mía. Pero se preocupaba más por mí y tenía que hacer ese sacrificio para hacer honor a su sentido del deber. —Bueno —dije, dándome cuenta de algo—, en realidad podríamos vernos más el uno al otro si cuidamos de personas diferentes. Podemos conseguir tiempo libre para estar juntos. Si estuviéramos ambos con Lissa, estaríamos intercambiando turnos y estaríamos siempre separados. Los árboles empezaban a quedarse atrás de nosotros, lo cual era realmente molesto, porque no quería dejar de sostener su mano. Aún así, una oleada de esperanza y alegría comenzaba a florecer en mi pecho. Sentía que era incorrecto después de la tragedia que acabábamos de pasar, pero no podía evitarlo. Después de todo este tiempo, después de toda la angustia, Dimitri y yo íbamos hacer que esto funcionara. Siempre había la posibilidad de que él quedara asignado lejos de la Corte, pero incluso así, todavía podríamos manejar la situación y conseguir un tiempo para estar juntos de vez en cuando. El tiempo separados sería una agonía, pero haríamos que funcionara. Y sería mejor que continuar viviendo en una mentira. Sí, esto iba realmente a suceder. Todas las preocupaciones que Deirdre acerca de mí haciendo frente a las piezas conflictivas de mi vida ya no estarían para nada. Iba a tenerlo todo. A Lissa y a Dimitri. El pensar que podría estar con los dos me haría fuerte. Me ayudaría a atravesar todo esto del ataque Strigoi. Lo escondería en el fondo de mi mente, como un amuleto de la buena suerte. Dimitri y yo no dijimos nada durante algún tiempo. Como siempre, no necesitábamos hacerlo. Sabía que él sentía la misma alegría que yo, a pesar de ese estoico exterior. Casi estábamos fuera del bosque, de nuevo a la vista de los demás, cuando él habló de nuevo. —Pronto vas a tener dieciocho, pero aún así… —Suspiró—. Cuando esto salga a la luz, mucha gente no va estar feliz.

329

—Sí, bueno, tendrán que superarlo. —Podía manejar los rumores y los chismes. —También tengo la sensación de que tu madre va a tener una fea conversación conmigo. —¿Estás a punto de enfrentarte a los Strigois, y es a mi madre a quién le tienes miedo? Pude ver una sonrisa dibujándose en sus labios.—Ella tiene una fuerza que debe tomarse en cuenta. ¿De dónde crees que la sacaste tú? Me eché a reír.—Es sorprendente que te tomes la molestia conmigo entonces. —Vales la pena, créeme. Me besó otra vez, usando la última sombra de los árboles para cubrirnos. En un mundo normal, esto habría sido una caminata feliz y romántica la mañana siguiente después de haber hecho el amor. No nos estaríamos preparando para la batalla y preocupándonos por nuestros seres amados. Estaríamos riendo y bromeando entre sí mientras planeábamos nuestra próxima salida romántica. No vivíamos en un mundo normal, por supuesto, pero en este beso, era fácil imaginar que lo hacíamos. Nos separamos a regañadientes y dejamos el bosque que nos protegía, dirigiéndonos de nuevo hacia el edificio de los guardianes. Los tiempos oscuros estaban delante de nosotros, pero con su beso que todavía quemaba en mis labios, sentía como si pudiera hacer cualquier cosa. Incluso hacer frente a un grupo de Strigois.

330

Capítulo 27 Traducido por Lizeth Corregido por Vannia

N

inguno de los otros parecía haber notado nuestra ausencia. Más guardianes, según lo prometido, se habían presentado y ahora teníamos casi cincuenta. Era un verdadero ejército, y al igual que con los Strigois, los números no tenían precedentes, aparte de las viejas leyendas europeas de las grandes batallas épicas entre nuestras razas. Teníamos más guardianes en el campus, pero algunos tenían que quedarse para proteger la escuela. Muchos de mis compañeros de clase habían sido reclutados para ese deber, a excepción de diez, más o menos, incluyéndome, que acompañarían a los demás a la cueva. Una hora antes de partir, nos reunimos nuevamente para revisar el plan. Había una gran cámara cerca del lado más alejado de la cueva, y era la que tenía más sentido para que los Strigois estuvieran allí así podrían escapar de inmediato una vez que llegara la noche. Íbamos a atacar desde ambos extremos. Quince guardianes estarían en cada lado, acompañados por tres Morois cada grupo. Diez guardianes permanecerían en cada entrada para detener a cualquier Strigoi que lograra escapar. Yo estaba asignada para vigilar la entrada del lado más lejano. Dimitri y mi madre formaban parte de los grupos que realmente entrarían. Quería desesperadamente poder haber estado con ellos, pero sabía que era afortunada de estar junto a los demás. Y en una misión como ésta, cada puesto era importante. Nuestro pequeño ejército partió, moviéndose a un paso acelerado para cubrir los cinco kilómetros. Pensamos que nos tomaría poco más de una hora, y todavía habría suficiente luz para la batalla y el viaje de regreso. Ningún Strigoi estaría haciendo guardia en el exterior, por lo que podríamos llegar a las cuevas sin ser detectados. Una vez que nuestra

331

gente estuviera dentro, sin embargo, era casi un hecho que el sobresaliente sentido auditivo de los Strigois los alertaría de inmediato del ataque. Hubo pocas conversaciones mientras nos acercábamos. Nadie se sentía con ganas de conversar, y la mayoría de las charlas era de un carácter logístico. Yo caminé junto con los novatos, pero de vez en cuando, echaba un vistazo más allá y me encontraba con la mirada de Dimitri. Sentía como si hubiera un vínculo invisible entre nosotros ahora, tan íntimo e intenso que era una maravilla que nadie más lo pudiera ver. Su rostro estaba serio por la batalla, pero vi la sonrisa en sus ojos. Nuestro grupo se separó cuando llegamos a la entrada más cercana de la cueva. Dimitri y mi madre iban a entrar por ahí, y cuando les di una última mirada, mis sentimientos poco tenían que ver con mi anterior interludio romántico. Todo lo que sentía era preocupación, preocupación por nunca volver a verlos de nuevo. Tuve que recordarme a mí misma que ellos eran fuertes, dos de los mejores guardianes que había. Si alguien podía salir de esto, eran ellos. Yo era la que necesitaba ser cuidadosa, y mientras caminábamos el medio kilómetro alrededor de la base de la montaña, puse cuidadosamente mis emociones en un pequeño compartimiento en el fondo de mi mente. Tendrían que permanecer ahí hasta que esto hubiera terminado. Ahora estaba en un modo de batalla y no podía permitir que mis sentimientos me distrajeran. Cuando ya casi estábamos en nuestra entrada, vi un destello plateado por el rabillo del ojo. Había estado manteniendo alejadas las diversas imágenes fantasmales que vivían afuera de las salas, pero ésta era la única que quería ver. Echando una ojeada, vi a Mason. Estaba allí parado, sin decir nada, con su expresión permanentemente triste. Todavía se veía extrañamente pálido para mí. Cuando nuestro grupo pasó junto a él, él levantó una mano, como si fuera una especie de despedida o una bendición, no lo sabía. En la entrada de la cueva, nuestro grupo se dividió. Alberta y Stan lideraban el grupo que iba a entrar. Estaban de pie en la entrada, esperando el momento exacto que habían acordado junto con el otro grupo. La señora Carmack, mi maestra de magia, estaba entre los Morois que entrarían con ellos. Se veía nerviosa pero decidida.

332

El momento llegó, y los adultos desaparecieron. El resto de nosotros nos quedamos allí, alineados en un círculo alrededor de la cueva. Nubes grises decoraban el cielo. El sol había comenzado a descender, pero todavía teníamos tiempo. —Esto va a ser fácil —murmuró Meredith, una de las otras tres chicas de último curso. Habló con incertidumbre, más para sí misma que para mí, creo—. Es pan comido. Eliminarán a los Strigois antes de que alguno de ellos se dé cuenta. Nosotros no tendremos que hacer nada. Esperaba que tuviera razón. Estaba lista para luchar, pero si no tenía que hacer nada, significaría que todo había ido según lo planeado. Esperamos. No había nada que hacer. Cada minuto se sentía como una eternidad. Luego lo escuchamos: los sonidos de la batalla. Bramidos ahogados y gruñidos. Algunos gritos. Todos nos pusimos tensos, con los cuerpos tan rígidos que casi nos pudimos haber quebrado. Emil era nuestro líder, y era el más cercano a la entrada, estaca en mano y sudor formándose en su frente mientras miraba atentamente hacia la oscuridad, listo para cualquier señal de Strigois. A los pocos minutos, escuchamos el sonido de pasos corriendo hacia nosotros. Nuestras estacas estaban listas. Emil y otro guardián se acercaron a la entrada, listos para saltar y matar al Strigoi que estaba huyendo. Pero no fue un Strigoi el que salió. Era Abby Badica. Tenía raspones y estaba sucia, pero por lo demás, estaba viva. Su rostro estaba desesperado y surcado de lágrimas. Al principio, gritó cuando nos vio a todos nosotros. Luego se dio cuenta de quiénes éramos y se derrumbó en los brazos de la primera persona a la que pudo llegar; Meredith. Meredith parecía sorprendida. Pero le dio un abrazo tranquilizador a Abby.—Está bien —dijo Meredith—. Todo está bien. Estás en el sol. Suavemente, Meredith soltó a Abby y la condujo a un árbol cercano. Abby se sentó en la base, escondiendo su rostro entre sus manos. Meredith regresó a su posición. Yo quería consolar a Abby. Creo que todos querían, pero eso tendría que esperar.

333

Un minuto después, otro Moroi salió. Era el señor Ellsworth, el maestro que había tenido en quinto grado. También parecía agotado, y su cuello mostraba marcas de mordeduras. Los Strigois lo habían usado para alimentarse pero aún no lo habían matado. Sin embargo, a pesar de los horrores que debió haber enfrentado, el señor Ellsworth estaba calmado, sus ojos en alerta y vigilando. Reconoció la situación e inmediatamente salió de nuestro círculo. —¿Qué está pasando allí? —preguntó Emil, sus ojos fijos en la cueva. Algunos de los guardianes tenían auriculares, pero imaginé que en medio de la batalla, era difícil dar un informe. —Es un desastre —dijo el señor Ellsworth—. Pero estamos escapando, en ambas direcciones. Es difícil decir quién está luchando contra quien, pero los Strigois están distraídos. Y alguien… —Frunció el ceño—. Vi a alguien usando fuego contra los Strigois. Ninguno de nosotros respondió. Era demasiado complejo para explicarlo en ese momento. Él pareció darse cuenta de eso y se retiró a sentarse cerca de Abby que todavía estaba sollozando. Dos Morois más y un dhampir a los que no conocía, pronto se unieron a Abby y al señor Ellsworth. Cada vez que alguien salía, rogué porque pudiera ser Eddie. Teníamos cinco víctimas hasta ahora, y tenía que asumir que otros estaban escapando por la entrada más cercana a la escuela. Varios minutos pasaron, aunque nadie más salió. Mi camiseta estaba mojada, empapada de sudor. Tenía que cambiar mi estaca de posición de vez en cuando. Mi agarre era tan firme que mis dedos estaban cerrados como una llave. De repente, vi a Emil estremecerse. Comprendí que estaba recibiendo un mensaje a través de su auricular. Su rostro mostraba una profunda consternación, y luego murmuró algo en respuesta. Mirando hacia nosotros, señaló a tres novatos. —Ustedes, llévenlos de regreso a la escuela. —Hizo un gesto hacia los refugiados, y luego se giró hacia tres de los guardianes adultos—. Entren. La mayoría de los prisioneros han sido liberados, pero nuestra gente está atrapada. Hay un punto muerto. —Los guardianes se adentraron sin vacilar, y unos momentos después, los novatos y sus encargos se fueron.

334

Eso dejó a cuatro de nosotros, dos adultos, Emil y Stephen, y dos novatos, Shane y yo. La tensión que nos rodeaba era tan densa que apenas podíamos respirar. Nadie más salía. Ningún otro informe fue recibido. Emil echó un vistazo hacia arriba y pareció alarmado. Seguí su mirada. Había pasado más tiempo de lo que pensaba. El sol estaba significativamente más bajo. Emil, de pronto, se estremeció nuevamente cuando otro mensaje le llegó. Nos miró a todos con el rostro consternado.—Necesitamos más allí adentro, para cubrir el escape en el otro extremo. No suena como si hubiéramos perdido a muchos. Sólo están teniendo problemas con la retirada. Muchos, había dicho. No ninguno. Eso significaba que habíamos perdido por lo menos a una persona. Sentí frio por todas partes. —Stephen, entra tú —dijo Emil. Pero vaciló, y podía leer su dilema como si se tratase de un libro. Él también quería entrar, pero como el líder de este grupo, se suponía que debía permanecer aquí hasta el último momento posible. Estaba a punto de desobedecer esas órdenes, me di cuenta. Estaba considerando entrar junto con Stephan y dejarnos a Shane y a mí aquí afuera. Sin embargo, al mismo tiempo, no se atrevía a dejar aquí a dos novatos solos, en caso de que pasara algo inesperado. Emil exhaló y nos miró—. Rose, ve con él. No perdí ni un momento. Seguí a Stephen, me adentré en la cueva, e inmediatamente, esa sensación de náuseas vagó a través de mí. Había estado haciendo frío afuera, pero se ponía aún más frio a medida que avanzamos en las profundidades. También estaba más oscuro. Nuestros ojos podían adaptarse a una buena cantidad de oscuridad, pero pronto fue demasiada. Él encendió una pequeña linterna atada a su chaqueta. —Me gustaría poder decirte qué hacer, pero no sé qué es lo que encontraremos —me dijo—. Estate preparada para cualquier cosa. La oscuridad frente a nosotros comenzó a desaparecer. Los sonidos se hicieron más fuertes. Nos dirigimos hacia el lugar de donde provenían, mirando en todas direcciones. Repentinamente, nos encontramos en la gran cámara que se mostraba en el mapa. Un fuego ardía en un rincón, uno de los Strigoi lo había prendido, no era algo mágico, estaba

335

proporcionando luz. Mirando a mí alrededor, inmediatamente vi lo que había pasado. Parte de la pared se había derrumbado, creando una pila de piedras. Nadie había sido aplastado debajo de éstas, pero había bloqueado casi completamente el paso al otro lado de la cueva. No sabía si la magia lo había causado, o si había sido a causa de la batalla. Quizás había sido una coincidencia. Cualquiera que fuera la razón, siete guardianes, incluidos Dimitri y Alberta, ahora estaban atrapados por diez Strigois.Ningún Moroi usuario de fuego había sido atrapado en este lado, pero los destellos de luz que venían a través de la apertura en el derrumbe, me indicó que seguían luchando en el otro lado. Vi cuerpos tendidos sobre el suelo. Dos eran Strigois, pero no podía distinguir a los otros. El problema era obvio. Lograr pasar a través de la apertura requería que alguien prácticamente se arrastrara. Pondría a la persona en una posición vulnerable. Lo que significaba que esos Strigois necesitaban ser eliminados antes de que los guardianes pudieran hacer su escape. Stephen y yo íbamos a ayudar a que se igualaran los números. Se nos ocurrió ir por detrás de los Strigois, pero tres de ellos nos detectaron de alguna manera y se dieron vuelta hacia nosotros. Dos saltaron sobre Stephen y el otro vino hacia a mí. Instantáneamente, lancé patadas enfocándome en la pelea. Toda la rabia y la frustración salieron a través de mí. La cueva hacía que los combatientes no se pudieran alejar uno del otro, pero yo todavía era capaz de evadir al Strigoi. De hecho, el espacio cerrado era una ventaja para mí porque el Strigoi, con su gran tamaño, tenía problemas para agacharse y esquivar. En su mayoría, permanecía fuera de su alcance, aunque él hizo un agarre que me sostuvo el tiempo suficiente para estamparme de golpe contra la pared. Ni siquiera lo sentí. Simplemente me mantuve en movimiento, a la ofensiva. Eludí su siguiente ataque, conseguí darle algunos golpes, y, con mi pequeño tamaño, logré deslizarme hacia abajo y clavarle la estaca antes de que él diera su próximo golpe. Saqué la hoja con un movimiento suave y fui a ayudar a Stephen. Él había derribado a uno de sus atacantes, y entre los dos, terminamos con el último. Aquello dejó a siete Strigoi ahora. No, seis. Los guardianes atrapados, que estaban teniendo dificultades con su actual posición, habían matado a otro. Stephen y yo jalamos al Strigoi más cercano a nosotros fuera del

336

círculo. Era uno fuerte, muy viejo, muy poderoso, e incluso a nosotros dos se nos hizo difícil derribarlo. Al fin, lo logramos. Con el número reducido de Strigois, los otros guardianes tenían una momento más fácil para llegar al resto. Comenzaron a liberarse de su posición atrapada, y sus números por sí solos eran una ayuda ahora. Cuando la cuenta de Strigois se había reducido a dos, Alberta nos gritó que comenzáramos el escape. Nuestra alineación en la habitación había cambiado. Ahora éramos nosotros los que estábamos rodeados por los últimos dos Strigoi. Esto dejó el camino libre para que pudieran escapar tres de los guardianes a través del camino por el que yo había entrado. Stephen, por su parte, se arrastró a través el agujero hacia el otro lado. Dimitri estacó a uno de los dos Strigois. Quedaba uno. Stephen asomó su cabeza de nuevo y le gritó algo a Alberta que no pude entender. Ella gritó algo en respuesta sin mirarlo. Ella, Dimitri, y otros dos estaban rodeando al último Strigoi. —Rose —gritó Stephen, haciéndome señas para que me acercara. Seguí las órdenes. Eso era lo que nosotros hacíamos. Dejé la pelea, arrastrándome a través del agujero con más facilidad de lo que él lo había hecho, gracias a mi poca altura. Otro guardián me siguió inmediatamente. Nadie estaba en este lado del derrumbe. La lucha se había terminado o se había trasladado a otro lugar. No obstante, los cuerpos mostraban que las cosas se habían puesto intensas. Vi más Strigois, así como también una cara familiar: Yuri. Rápidamente desvié la mirada hacia Stephen, quien estaba ayudando a otro guardián a pasar. Alberta vino después. —Están muertos —dijo ella—. Parece como si hubieran algunos más bloqueando la retirada por aquí. Terminemos esto antes de que el sol se ponga. Dimitri fue el último en atravesar el hueco. Él y yo intercambiamos miradas de alivio brevemente, y luego seguimos en movimiento. Esta era la parte más larga del túnel, y avanzamos rápidamente a través de ella, ansiosos por sacar a las personas restantes. Al principio, no encontramos nada, y luego los destellos de luz nos indicaron que había una batalla adelante. La señora Carmack y mi madre estaban luchando contra tres Strigois. Mi grupo los rodeo, y en segundos, los Strigois fueron derrotados.

337

—Eso es todo por este lado —exclamó mi madre. Estaba agradecida de verla con vida también—. Pero creo que aquí hay más de los que habíamos pensado. Creo que dejaron a algunos aquí cuando fueron a atacar la escuela. El resto de nuestra gente, los que sobrevivieron, ya había salido. —Hay otros sectores en la cueva —dijo Alberta—. Los Strigois podrían estar escondiéndose allí. Mi madre estuvo de acuerdo.—Podría ser. Algunos saben que están atrapados y sólo van a esperar a que salgamos para luego escapar. Otros podrían venir tras nosotros. —¿Qué hacemos? retinarnos?

—preguntó

Stephen—.

¿Acabar

con

ellos?

¿O

Nos giramos hacia Alberta. Ella tomó una decisión rápida.—Nos retiramos. Tomamos a tantos como pudimos, y el sol está descendiendo. Tenemos que volver tras las salas. Abandonábamos, muy cerca de la victoria, impulsados por la luz desapareciendo. Dimitri estaba a mi lado mientras avanzábamos.—¿Eddie consiguió salir? —No había visto su cuerpo. Pero tampoco había estado prestando mucha atención. —Sí —dijo Dimitri con la respiración entrecortada. Sólo Dios sabía con cuántos Strigois había luchado hoy—. Prácticamente tuvimos que obligarlo a salir. Quería quedarse a luchar. —Eso sonaba como a Eddie. —Recuerdo esta curva —dijo mi madre cuando rodeamos una esquina—. No queda muy lejos. Deberíamos ver la luz pronto. —Hasta el momento, sólo estábamos guiándonos por las linternas de las chaquetas. Sentí las náuseas sólo una fracción de segundo antes de que ellos atacaran. En una intercesión en forma de T, siete Strigois saltaron hacia nosotros. Habían escuchado la celebración de escape de mi madre, pero habían estado acechando a la espera por nosotros, tres de un lado y cuatro en el otro. Un guardián, Alan, nunca lo vio venir. Un Strigoi lo agarró y rompió el cuello de Alan tan rápidamente que pareció hacerlo sin esfuerzo. Probablemente fue así. Fue tan parecido a lo que le había pasado a Mason que casi estuve a punto de paralizarme. En cambio, estuve alerta, lista para entrar en la riña.

338

Pero estábamos en la parte estrecha del túnel, y no todos nosotros podíamos alcanzar a los Strigois. Yo estaba atrapada en la parte de atrás. La señora Carmack estaba a mi lado, y tuvo suficiente visibilidad para prenderle fuego a un par de Strigois, haciéndoles más fácil a los guardianes estacarlos. Alberta consiguió echarme un vistazo a mí y a otro par de guardianes.— ¡Comiencen la retirada! —gritó ella. Ninguno de nosotros quería salir, pero no había mucho que pudiéramos hacer. Vi a un guardián caer, y mi corazón se sacudió. No lo había conocido, pero eso no importaba. En cuestión de segundos mi madre estaba sobre el atacante Strigoi, conduciendo su estaca hacia su corazón. Luego perdí de vista la pelea cuando di vuelta en otra esquina con los tres guardianes que iban conmigo. Más allá en el corredor, vi la tenue luz purpura. La salida. Los rostros de otros guardianes se asomaban hacia nosotros. Lo habíamos logrado. ¿Pero dónde estaban los otros? Corrimos a la salida, saliendo al aire. Mi grupo se amontonó en la entrada, ansiosos por ver lo que había pasado. El sol, me desanimé al ver, casi había desaparecido. Las náuseas no me dejaban, lo que significaba que los Strigois todavía estaban vivos. Momentos después, el grupo de mi madre avanzó por el pasillo. Por los números, uno más había caído. Pero ellos estaban muy cerca. Todos a mí alrededor se pusieron tensos. Muy cerca. Muy, muy cerca. Pero no lo suficientemente cerca. Tres Strigois estaban a la espera en una de las alcobas. Nosotros los habíamos pasados, pero ellos nos habían dejado salir. Todo pasó tan rápido que nadie podría haber reaccionado a tiempo. Uno de los Strigois agarró a Celeste, su boca y colmillos se dirigieron a su mejilla. Oí un grito ahogado y vi sangre por todas partes. Uno de los Strigoi fue por la señora Carmack, pero mi madre la apartó y la empujó al frente hacia nosotros. El tercer Strigoi agarró a Dimitri. En todo el tiempo que llevaba de conocerlo, nunca había visto vacilar a Dimitri. Siempre era más rápido, siempre más fuerte que todos los demás. Esta vez no. El Strigoi lo había atrapado por sorpresa, y esa pequeña ventaja fue todo lo que necesitó.

339

Me quedé mirándolos. Era el Strigoi rubio. El que había hablado conmigo en la batalla. Agarró a Dimitri y lo tiró al suelo. Enfrentándose, fuerza contra fuerza, y luego vi los colmillos hundiéndose en el cuello de Dimitri. Los ojos rojos parpadearon hacia arriba e hicieron contacto con los míos. Escuché otro grito, esta vez, era el mío. Mi madre volvió sobre sus pasos hacia los caídos, pero en ese momento cinco Strigois más aparecieron. Era un caos. Ya no podía ver a Dimitri, no podía ver lo que le había sucedido. La indecisión parpadeó a través de los rasgos de mi madre, mientras trataba de decidir si escapar o luchar, y luego, con el pesar atravesando su rostro, siguió corriendo hacia nosotros y hacia la salida. Mientras tanto, yo estaba tratando de correr de regreso hacia adentro, pero alguien me lo impedía. Era Stan. —¿Qué estás haciendo, Rose? Están viniendo más. ¿Él no lo entendía? Dimitri estaba ahí. Tenía que llegar a Dimitri. Mi madre y Alberta salieron bruscamente, arrastrando a la señora Carmack. Un grupo de Strigois vino tras de ellas, deteniéndose justo en el borde de la luz menguante. Yo todavía estaba luchando contra Stan. Él no necesitaba ayuda, pero mi madre me agarró y me arrastró alejándome de la entrada. —¡Rose, tenemos que salir de aquí! —¡Él está ahí! —grité, exclamando tan fuerte como pude. ¿Cómo era posible que había matado a los Strigois pero no podía liberarme de estos dos?—. ¡Dimitri está ahí! ¡Tenemos que regresar por él! ¡No podemos dejarlo! Estaba pasmada, histérica, gritándoles a todos que teníamos que ir a rescatar a Dimitri. Mi madre me sacudió fuertemente y se acercó a mí por lo que sólo había un par de centímetros entre nosotras. —¡Él está muerto, Rose! No podemos volver allí. El sol se ocultará en quince minutos, y ellos están esperando por nosotros. Nos quedaremos en la oscuridad antes de que podamos volver a las salas. Necesitamos aprovechar cada segundo, aún así podría no ser suficiente.

340

Podía ver a los Strigois reuniéndose en la entrada, sus ojos rojos brillaban con anticipación. Llenaron completamente la entrada, unos diez, me pareció. Quizás más. Mi madre tenía razón. Con su velocidad, incluso nuestros quince minutos de ventaja podrían no ser suficientes. Y aún así, seguía sin poder dar un paso. No podía dejar de mirar a la cueva, adonde estaba Dimitri, adonde estaba la mitad de mi alma. Él no podía estar muerto. Si lo estuviera, entonces seguramente yo también estaría muerta. Mi madre me dio una bofetada, el dolor me sacó de mi aturdimiento. —¡Corre! —me gritó—. ¡Está muerto! ¡No vas a ir a reunirte con él! Vi el pánico en su rostro, pánico de que yo, su hija, perdiera la vida. Recordé a Dimitri diciendo que había preferido morir antes de verme muerta. Y si me quedaba allí parada estúpidamente, dejaría que los Strigois me atraparan, y nos mataran a ambos. —¡Corre! —gritó ella de nuevo. Las lágrimas bajaban por mi rostro, corrí.

341

Capítulo 28 Traducido por Lizeth Corregido por Vannia

L

as siguientes doce horas fueron las más largas de mi vida.

Nuestro grupo logró regresar al campus a salvo, aunque principalmente se hizo a la carrera, lo cual fue difícil con tantos heridos. Todo el tiempo sentí náuseas, probablemente porque los Strigois estaban cerca. Si así fue, nunca nos alcanzaron, y es posible que yo simplemente estuviera enferma por todo lo que había pasado en las cuevas. Una vez de regreso tras las salas, los otros novatos y yo quedamos olvidados. Estábamos a salvo, y los adultos ya tenían un montón de otras cosas por las que preocuparse. Todos los cautivos habían sido rescatados, todos los que estaban vivos. Como me había temido, los Strigois habían decidido saborear algunos antes de que llegáramos allí. Eso significaba que habíamos rescatado a doce. Seis guardianes, incluyendo a Dimitri, se habían perdido. No eran malas cifras considerando el número de Strigois a los que nos habíamos enfrentado, pero cuando se hacían las cuentas, significaba que en realidad sólo habíamos salvado seis vidas. ¿Perder la vida de aquellos guardianes había valido la pena? —No puedes verlo de esa manera —me dijo Eddie mientras caminábamos hacia la clínica. A todos, prisioneros y atacantes, se les había ordenado hacerse una revisión—. No simplemente salvaron esas vidas. También mataron casi a treinta Strigois, además de los del campus. Piensa en todas la personas que ellos pudieron haber matado. Básicamente también protegieron las vidas de todas esas personas.

342

Una parte racional de mí sabía que él tenía razón. ¿Pero que tenía que ver la racionalidad cuando Dimitri podría estar muerto? Era mezquino y egoísta, pero en ese momento, quería intercambiar todas esas vidas por la suya. Él no hubiera querido eso, sin embargo. Lo conocía. Y por medio de la oportunidad más diminuta, más pequeña, era posible que él no estuviera muerto. A pesar de que la mordedura pareció bastante seria, esos Strigois pudieron haberlo incapacitado y luego huir. Él podía estar tirado en las cuevas justo ahora, muriendo y necesitando atención medica. Eso me volvía loca, el pensar que él se encontraba en esa situación y que no fuéramos capaces de ayudarle. Sin embargo, no había ninguna manera de que pudiéramos regresar. No hasta que fuera de día. Otro grupo iría entonces para recuperar a nuestros muertos, y así poder enterrarlos. Hasta entonces, tenía que esperar. La doctora Olendzki me dio un chaqueo rápido, decidió que no tenía ninguna contusión, y luego me envió a que me vendara yo misma mis propias raspaduras. Ella tenía muchos otros por los que preocuparse justo ahora, quienes estaban en peores condiciones. Sabía que lo más inteligente era ir a mi dormitorio o al de Lissa. Podía tratar de descansar, y a través de la conexión, sentí que ella me estaba llamando. Ella estaba preocupada. Estaba asustada. Sin embargo, sabía que pronto se enteraría de las noticas. No me necesitaba, y no quise ir a verla. No quería ver a nadie. Así que en lugar de ir a mi dormitorio, fui a la capilla. Necesitaba hacer algo hasta que las cuevas pudieran ser inspeccionadas. Orar era tan buena opción como cualquiera otra. La capilla estaba generalmente vacía a medio día, pero esta vez no. No debería haberme sorprendido. Considerando las muertes y tragedias de las últimas veinticuatro horas, era simplemente natural que la gente buscara consuelo. Algunos estaban solos, algunos en grupos. Llorando. Arrodillándose. Orando. Algunos simplemente miraban hacia el vacío, claramente incapaces de creer lo que había pasado. El padre Andrew se movía alrededor del santuario, hablando con muchos de ellos. Encontré una banca vacía muy atrás en un rincón y me senté allí. Envolví mis brazos alrededor de mis rodillas atrayéndolas hacia a mí, y apoyé mi cabeza. En las paredes, los iconos de santos y ángeles nos vigilaban a todos.

343

Dimitri no podía estar muerto. No había ninguna manera de que pudiera estarlo. Seguramente, si lo estuviera, yo lo sabría. Nadie podía llevarse una vida como la de él de este mundo. Nadie que me hubiera abrazado en la cama como él lo había hecho ayer podía realmente haberse ido. Habíamos estado demasiado efusivos, demasiado vivos. La muerte no podía seguirle a algo como eso. El chotki de Lissa estaba alrededor de mi muñeca, y pasé mis dedos sobre la cruz y las cuentas. Traté desesperadamente de poner mis pensamientos en forma de oraciones pero no supe cómo. Si Dios era real, imaginé que era lo suficientemente poderoso como para saber lo que quería sin necesidad de decir realmente las palabras adecuadas. Pasaron las horas. La gente venía y se iba. Me cansé de estar sentada y finalmente me estiré a lo largo de la banca. Desde el techo pintado de dorado, más santos y ángeles me miraban fijamente. Tanta ayuda divina, pensé, ¿pero qué bien estaban haciendo ellos en realidad? Ni siquiera me di cuenta de que me había quedado dormida hasta que Lissa me despertó. Parecía un ángel en sí misma, con el largo cabello claro suelto alrededor de su rostro. Sus ojos eran tan gentiles y compasivos como los de los santos. —Rose —dijo—. Hemos estado buscándote por todas partes. ¿Has estado aquí todo el tiempo? Me senté, sintiendo mis ojos cansados y nebulosos. Considerando que no había dormido la noche anterior y luego había ido a una redada masiva, mi fatiga era comprensible. —Casi todo el tiempo —le dije. Ella negó con la cabeza.—Ha sido desde hace horas. Deberías comer algo. —No tengo hambre. —Hace horas. Me aferré a su brazo—. ¿Qué hora es? ¿Ya salió el sol? —No. Saldrá en, eh, cinco horas más o menos. Cinco horas. ¿Cómo podría esperar tanto tiempo?

344

Lissa tocó mi cara. Sentí la magia fluyendo a través de nuestro vínculo, y luego un cálido y frío hormigueo recorriendo mi piel. Las contusiones y los cortes desaparecieron. —No deberías hacer eso —dije. Una débil sonrisa se dibujó en sus labios.—Lo he estado haciendo todo el día. Le he estado ayudando a la doctora Olendzki. —Eso escuché, pero vaya, es sólo que se siente muy extraño. Siempre lo hemos mantenido oculto, ¿sabes? —No importa si todo el mundo lo sabe ahora —dijo ella con un encogimiento de hombros—. Después de todo lo que pasó, tenía que ayudar. Hay muchas personas heridas, y si eso significa que mi secreto salga a la luz… bueno, tenía que pasar tarde que temprano. Adrian también ha estado ayudando, aunque no puede hacer mucho. Y luego, me di cuenta. Me enderecé. —Oh Dios mío, Liss. Tú puedes salvarlo. Puedes ayudar a Dimitri. Una profunda tristeza atravesó su cara y el vínculo.—Rose —dijo silenciosamente—. Ellos dicen que Dimitri está muerto. —No —dije—. No lo está. No lo entiendes… creo que sólo está herido. Probablemente mal. Pero si tú estás allí cuando lo traigan de vuelta, puedes curarlo. —Luego, el más loco pensamiento de todos vino a mí—. Y si… si él está muerto… —Las palabras dolieron al salir. —¡Podrías traerlo de vuelta! Así como a mí. Él puede ser un shadow-kissed también. Su cara pareció aún más triste. Pena, ahora por mí, irradiaba de ella.—No puedo hacer eso. Traer a las personas de entre los muertos requiere una enorme cantidad de poder… y además, no creo que pudiera hacerlo en alguien que ha estado muerto por, uhm, mucho tiempo. Creo que necesitaría ser reciente. Pude oír la desesperación en mi propia voz.—Pero puedes intentarlo. —No puedo… —Tragó saliva—. Tú oíste lo que le dije a la reina. Lo decía en serio. No puedo ir por ahí trayendo a cada persona muerta de vuelta a

345

la vida. Eso me llevaría a la clase de abuso que quería Víctor. Es por eso que guardamos este secreto. —¿Lo dejarías morir? ¿No harías esto? ¿No harías esto por mí? —No estaba gritando, pero mi voz sonaba demasiado alta para una iglesia. La mayoría de la gente se había ido ahora, y con el grado de dolor por aquí, dudaba de que alguien reparara demasiado en mi estallido—. Yo haría cualquier cosa por ti. Lo sabes. ¿Y tú no harías esto por mí? —Estaba a punto de llorar. Lissa me estudió, un millón de pensamientos se arremolinaron en su mente. Evaluó mis palabras, mi rostro, mi voz. Y con eso, finalmente lo comprendió. Finalmente comprendió lo que yo sentía por Dimitri, que era más que una unión de profesor–alumna. Sentí la luz del reconocimiento en su mente. De prono un sin número de conexiones cobraron sentido para ella: comentarios que yo había hecho, la forma en que Dimitri y yo actuábamos alrededor del otro… todo tuvo sentido para ella ahora, las cosas para las que había estado demasiado ciega como para notar. Inmediatamente también surgieron preguntas, pero ella no preguntó ninguna, ni siquiera mencionó lo que acababa de comprender. En vez de eso, simplemente tomó mi mano entre las suyas y me atrajo hacia ella. —Lo siento mucho, Rose. De verdad lo siento mucho. No puedo. Después de eso dejé que me llevara a rastras, probablemente para conseguir comida. Pero cuando me senté en la mesa de la cafetería me quedé mirando la bandeja frente a mí, el pensamiento de comer algo me hizo sentir más enferma que si hubiera estado cerca de un Strigoi. Ella se dio por vencida después de eso, dándose cuenta de que yo no iba a hacer nada hasta que supiera lo que había sido de Dimitri. Fuimos a su cuarto, y me acosté sobre la cama. Ella se sentó cerca de mí, pero yo no quería hablar, y pronto me quedé dormida de nuevo. La siguiente vez que desperté, era mi madre la que estaba a mi lado. —Rose, vamos ir a inspeccionar las cuevas. Tú no puedes entrar a ellas, pero puedes venir a los límites de la escuela con nosotros si quieres. Era lo mejor que podía conseguir. Si eso significaba que podría averiguar lo que le había pasado a Dimitri un momento antes de si me quedaba aquí, iría. Lissa vino conmigo, y fuimos detrás del grupo de guardianes. Todavía

346

estaba dolida por su negativa de sanar a Dimitri, pero una parte de mí pensó en secreto que ella no sería capaz de regresarlo una vez que lo viera. Los guardianes se habían reunido en un gran grupo para verificar las cuevas, sólo por si acaso. No obstante, estábamos bastante seguros de que los Strigois se habían ido. Habían perdido su ventaja y tenían que saber que nosotros regresaríamos por los muertos, y lo haríamos con nuevos refuerzos. Cualquiera de ellos que hubiera sobrevivido ya se habría ido. Los guardianes cruzaron las salas, y el resto de nosotros, los que los habíamos seguido esperamos en los límites. Casi nadie hablaba. Probablemente pasarían tres horas antes de que ellos regresaran, contando el tiempo de ida. Me senté en el suelo tratando de ignorar el sentimiento oscuro dentro de mí y descansé mi cabeza sobre el hombro de Lissa, deseando que los minutos pasaran volando. Un usuario de fuego Moroi creó una hoguera, y todos nos calentamos con ella. Los minutos no volaban, pero eventualmente pasaron. Alguien gritó que los guardianes estaban regresando. Me levanté y corrí a mirar. Lo que vi me dejó estupefacta. Camillas. Camillas que llevaban los cuerpos de aquellos que habían sido asesinados. Guardianes muertos, sus rostros estaban pálidos y tenían la mirada perdida. Uno de los Morois que estaba observando se alejó y vomitó en un arbusto. Lissa empezó a sollozar. Uno por uno, los muertos desfilaron ante nosotros. Me quedé mirando, sintiéndome fría y vacía, preguntándome si vería a sus fantasmas la próxima vez que estuviera fuera de las protecciones. Finalmente, el grupo entero pasó junto a nosotros. Cinco cuerpos, pero se había sentido como si hubieran sido quinientos. Y había un cuerpo que todavía no había visto. El que había estado temiendo ver. Corrí hacia mi madre. Ella estaba ayudando a llevar una camilla. No me miró pero indudablemente sabía lo que había ido a preguntar. —¿Dónde está Dimitri? —exigí—. Él está… —Era demasiado para tener las esperanza, demasiado para preguntar—. ¿Está vivo? —Oh Dios. ¿Qué tal si mis oraciones habían sido contestadas? ¿Qué tal si estaba allí herido, esperando a que le enviaran un médico? Mi madre no contestó enseguida. Apenas si reconocí su voz cuando lo hizo.

347

—Él no estaba ahí, Rose. Tropecé con el terreno irregular, y tuve que apresurarme para alcanzarla de nuevo.—Espera, ¿qué significa eso? Tal vez está lesionado y salió a conseguir ayuda… Ella todavía no me miraba.—Molly tampoco estaba allí. Molly era una Moroi que había servido de bocadillo. Era de mi edad, alta y hermosa. Había visto su cuerpo en la cueva, drenado de sangre. Ella había estado definitivamente muerta. No había manera de que sólo hubiera estado herida ni de que lograra salir arrastrándose de allí. Molly y Dimitri. Ambos cuerpos habían desaparecido. —No —jadeé—. No creerás que… Una lágrima escapó de los ojos de mi madre. Nunca había visto algo así en ella.—No sé qué pensar, Rose. Si él sobrevivió, es posible… es posible que se lo llevaran para después. El pensamiento de Dimitri siendo un ―bocadillo‖ era demasiado horrible como para pronunciarlo, pero no era tan horrible como la alternativa. Ambas lo sabíamos. —Pero ellos no se habrían llevado a Molly para después. Había estado muerta por un largo rato. Mi madre asintió.—Lo siento, Rose. No podemos estar seguros. Lo más probable es que ambos ya estén muertos, y los Strigois hayan sacado sus cuerpos. Ella estaba mintiendo. Esta era la primera vez en toda mi vida que mi madre decía una mentira para protegerme. No era la clase de persona que daba consuelo, no de la clase que inventaría lindas historias para hacerte sentir mejor. Siempre decía la cruda verdad. Esta vez no. Dejé de caminar, y el grupo continuó pasando junto a mí. Lissa me alcanzó, preocupada y desconcertada. —¿Qué pasa? —preguntó.

348

No respondí. En cambio, di media vuelta y corrí de nuevo hacia las salas, más allá de ellas. Ella corrió tras de mí, gritando mí nombre. Nadie más se dio cuenta de lo que hicimos porque, honestamente, ¿quién en el mundo era lo suficientemente estúpido para cruzar las salas después de todo lo que había ocurrido? Yo lo era, aunque a la luz del día, no tenía nada que temer. Corrí más allá del lugar donde el grupo de Jesse la había atacado, atravesando las líneas invisibles que marcaban los límites de los terrenos de la Academia. Lissa vaciló un momento y luego me siguió. Estaba sin aliento después de correr tras de mí. —Rose, qué estás… —¡Mason! —grité—. Mason, te necesito. Le tomó poco tiempo materializarse. Esta vez, no sólo se veía ultra pálido, también parecía estar titilando, como una luz que está a punto de apagarse. Se quedó allí, mirándome, y aunque su expresión era la misma de siempre, tenía la extraña sensación de que él sabía lo que le iba a preguntar. Lissa, a mi lado, continuaba mirando de un lado a otro, entre el lugar al que yo estaba hablando y yo. —Mason, ¿Dimitri está muerto? Mason negó con la cabeza. —¿Está vivo? Mason negó con la cabeza de nuevo. Ni vivo ni muerto. El mundo giró vertiginosamente a mí alrededor, destellos de colores danzaban ante mis ojos. La falta de alimentos había hecho que me mareara, y estaba a punto de desmayarme. Tenía que lograr mantener el control. Tenía que hacer la siguiente pregunta. De todas las víctimas… de todas las víctimas de las que pudieron haber elegido, seguramente no lo habrían elegido a él. Las siguientes palabras se atoraron en mi garganta, y caí sobre mis rodillas mientras las decía. —¿Él es… Dimitri es un Strigoi?

349

Mason titubeó sólo un momento, como si tuviera miedo de responderme, y luego, asintió. Mi corazón estaba destrozado. Mi mundo estaba destrozado. Perderás lo que más valoras… No era a mí Yo no era a quien Rhonda se estaba refiriendo. Ni siquiera era la vida de Dimitri. Lo que más valoras. Se había referido a su alma.

Capítulo 29 Traducido por Caty Corregido por Akanet

Casi una semana después, estaba parada en la puerta de Adrian. No habíamos tenido clases desde el ataque, pero nuestro toque de quedanormal estaba todavía en vigencia, y era casi hora de dormir.La cara de Adrian registro totalmente su sorpresa cuando me vio. Era la primera vez queyo lo había buscado, y al contrario. —Pequeña damphir—dijo él, moviéndose a un lado—. Entra. Lo hice, y estaba casi abrumada con el olor a alcohol cuando pase a su lado. La casade invitados de la academia estaba bien, pero él claramente no había hecho mucho paramantener su habitación limpia. Tenía el presentimiento de que probablemente había estado bebiendo sinparar desde el ataque. La televisión estaba encendida, y una pequeña mesa al lado delsofá tenia sobre ella una botella medio vacía de vodka. La levante y leí la etiqueta.Estaba en Ruso. —¿Mal momento?—pregunté, poniéndola de nuevo en su lugar. —Nunca es un mal momento para ti—me dijo galantemente. Su cara se veíasombría. Estaba tan apuesto como siempre, pero tenía unos círculos

350

oscuros debajo de sus ojos,como si no hubiera estado durmiendo bien. Me señaló una silla con brazos y se sentó en elsofá—.No te he visto mucho últimamente. Me senté. —No he querido que me vean—admití. Difícilmente le había hablado a alguien desde el ataque. Había pasado mucho tiempo por mi cuenta o con Lissa. Me reconfortaba estar cerca a ella, pero no hablábamos mucho.Ella comprendía que yo necesitaba procesar las cosas y que sólo necesitaba que ellaestuviera ahí para mí, sin forzarme a decir cosas de las que no quería hablar, aunque huviera docenas de cosa cosas que me quería preguntar. Las muertes en la Academia habían sido honradas con un velorio grupal, apesar de quelas familias habían hecho arreglos para el funeral de cada persona respectivamente. Yoestuve en la ceremonia más grande. La capilla había estado completamente llena, sólo con espacio paraestar de pie. El padre Andrew leyó los nombres de los muertos, incluyendo a Molly y aDimitri. Nadie hablaba a cerca de lo que realmente les había pasado. Había demasiadapena de cualquier forma. Nos estábamos ahogando en ella. Nadie teníani idea de cómo iban a lograr que la Academia recogiera los pedazos y volviera a funcionar de nuevo. —Te ves peor que yo—le dije a Adrian—. Y yo no creía que eso fuera posible. Él acerco la botella a sus labios y tomo un largo trago.—No, tú siempre te ves bien. Mientras que yo... bueno, es difícil de explicar. Las aurasme sobrecargan. Hay demasiada tristeza alrededor. Ni siquiera podrías comprenderlo.Se siente en todos en un nivel espiritual. Es demasiado. Hace que tu aura oscura parezca animada. —¿Es por eso que estas bebiendo? —Sí. Eso bloquea mi visión de las auras, afortunadamente, así que no puedodarte el reporte de hoy. —Me ofreció la botella y negué con la cabeza. Se encogió de hombros y tomó otro trago—. ¿Entonces, que puedo hacer por ti, Rose? Tengo el presentimiento deque no estás aquí para ver como estoy.

351

Él tenía razón, y sólo me sentí un poco mal por lo que había venido a hacerrealmente. He estado pensando mucho esta semana. Superar mi duelo con Mason había sido difícil.De hecho, ni siquiera lo había resuelto realmente cuando empezó el asunto del fantasma. Ahora tenía que empezarcon todo esto de nuevo. Después de todo, no sólo perdí a Dimitri.Murieron profesores, guardianes y Morois. Ninguno de mis amigos cercanos habíamuerto, pero si personas que conocía de las clases. Habían sido estudiantes de la Academia tanto tiempo como yo, y era extrañopensar que nunca los iba a volver a ver. Esa era una gran pérdida para procesar, unagran cantidad de gente para despedir. Pero... Dimitri. Él era un caso diferente. Después de todo, ¿cómo se supone que tedespidas de alguien que en realidad no se ha ido? Ese era el problema. —Necesito dinero—le dije a Adrian, dejando a un lado cualquier pretensión. Él levanto una ceja. —Inesperado. De tu parte, por lo menos. Escucho ese pedido de muchaspersonas. Ahora dime, ¿qué estaría patrocinando? Aparte mi mirada de él, enfocándome en el televisor. Estaban pasando un comercial dealgún tipo de desodorante. —Voy a dejar la Academia—dije finalmente. —Inesperado también. Sólo te faltan unos pocos meses para graduarte. Lo mire a los ojos.—Eso no importa. Tengo cosas que hacer ahora. —Nunca me hubiera imaginado que serías una de los guardianes que abandonaran la Academia. ¿Vas a unirte a las putas de sangre? —No.—dije—. Por supuesto que no. —No te ofendas. Esa no es una posibilidad poco razonable. Si no vas a convertirte enguardiana, ¿qué más vas a hacer? —Te lo dije. Tengo que hacerme cargo de algo. Levantó una ceja. —¿Cosas que te van a meter en problemas?

352

Suspire. Él se rio. —Pregunta estúpida, ¿huh? Todo lo que haces te mete en problemas —Él poso su codo en el brazo del sofá y descanso su mentón en su mano— .¿Por quévendrías a mí para conseguir dinero? —Porque tú tienes. Eso también lo hizo reír. —¿Y por qué crees que te lo daré? No dije nada. Sólo lo mire, forzándome a tener tanto encanto femenino como pudiera enmi expresión. Su sonrisa se desvaneció, y sus ojos verdes se achicaron con frustración. Apartó su mirada de mí. —Maldición Rose. No hagas eso. No ahora. Estas jugando con lo que siento por ti. Eso no esjusto—Entonces tomo más vodka. El tenía razón. Había acudido a él porque pensé que podía usar el hecho de que legustaba para conseguir lo que quería. Era bajo, pero no tenía otra opción. Parándome,me moví y me senté a su lado. Lo tome de la mano. —Por favor Adrian—dije—. Por favor ayúdame. Eres el único al que puedo perdérselo. —Eso no es justo—repitió, disminuyendo el volumen de su voz—.Estas usando esa mirada coqueta conmigo, pero no es a mí a quien quieres. Nunca hasido a mí. Siempre ha sido Belikov, y sólo Dios sabe que vas a hacer ahora que se haido. Él tenía razón acerca de eso también. —¿Me ayudarás?—pregunte, aún tratando de usarmi carisma—. Eres el único con el que puedo hablar... el único que realmente mecomprende... —¿Vas a regresar?—pregunto. —Eventualmente. Apoyando su cabeza hacia atrás, soltó un pesado suspiro. Su cabello, que siemprepensé que parecía desordenado pero con estilo, hoy simplemente lucía desordenado.—Tal vez lo mejor sea que te vayas. Tal vez lo superarás más rápido si te vas por un tiempo. Tampoco te haría daño estar lejos del aura de Lissa por un tiempo. Esopuede hacer que la tuya deje de

353

oscurecerse, detener esa rabia con la que parecesvivir. Necesitas ser más feliz. Y dejar de ver fantasmas. Mi seducción paro por un momento. —Lissa no es la razón por la que veo fantasmas.Bueno, sí, pero no de la forma que piensas. Veo fantasmas porque soy una shadow-kissed.Estoy atada al mundo de los muertos, y mientras más mate, más fuerte va a hacerse esaconexión. Es la razón por la que veo muertos y puedo sentirme extraña cuando un Strigoi está cerca. Puedo sentirlos ahora. Ellos también están atados a ese mundo. Frunció el ceño. —¿Estás diciendo que las auras no significan nada? ¿Qué no estásabsorbiendo las consecuencias de que Lissa use el espíritu? —No. Eso también está pasando. Es la razón por la que todo ha sido tan confuso. Penséque solo me estaba pasando una cosa. pero habían sido dos. Veo fantasmas porque soy una shadow-kissed. Me estoy... enojando y enfadando… siendo mala, incluso... porque estoyabsorbiendo el lado oscuro de Lissa. Esa es la razón por la que mi aura se estáoscureciendo, es la razón por la que estoy tan enojada últimamente. Ahora mismo, sóloparece que tengo mal temperamento...—Fruncí el ceño, pensando en la noche queDimitri me detuvo cuando quería atacar a Jesse—. Pero no se en que me voy a convertir después. Adrian suspiro. —¿Por quétodo tiene que ser tan complicado contigo? —¿Vas a ayudarme? ¿Por favor Adrian?—Pasé mis dedos por su brazo—. Por favor,ayúdame. Bajo, bajo. Esto era muy bajo para mí, pero no importaba. Sólo Dimitri importaba. Finalmente Adrian me miró. Por primera vez, se veía vulnerable. — ¿Cuando regreses, medarás una oportunidad de verdad? Escondí mi sorpresa. —¿A qué te refieres? —Es como dije. Nunca me has querido, ni siquiera me consideraste. Las flores, elcoqueteo... todo eso simplemente te resbalaba. Estabas tan enamorada de él, y nadielo notaba. Si vas y haces tus cosas, ¿me tomaras en serio? ¿Me darás una oportunidad cuando regreses?

354

Lo miré. Definitivamente no había esperado esto. Mi instinto inicial fue decir no, quenunca podría amar a nadie más, que mi corazón había sido destrozado junto con esapieza de mi alma que le pertenecía a Dimitri. Pero Adrian me miraba tan tiernamente, yno quedaba nada de su naturaleza sarcástica. Él de verdad sentía lo que estaba diciendo,y me di cuenta que todo el afecto hacia mí, con el que había bromeado tantas veces, no era ninguna broma. Lissa tenía razón a cerca de sus sentimientos. —¿Lo harás?—repitió. Sólo Dios sabe lo que harás ahora que él se ha ido. —Por supuesto—No era una respuesta honesta, pero era una necesaria. Adrian apartó la mirada y tomó más vodka. No quedaba mucho. — ¿Cuando te vas? —Mañana. Poniendo la botella en la mesa, se puso de pie y camino hacia su habitación. Regresó conuna gran cantidad de efectivo. Me pregunte si lo mantenía debajo de su cama o algo así. Me lo entregó sin decir nada, y entonces levantó el teléfono e hizo algunas llamadas. Élsol estaba arriba, y el mundo humano, el cual manejaba la mayor parte del dineroMoroi, también estaban levantado y despierto. Traté de ver televisión mientras él hablaba, pero no me podía concentrar. Seguíaqueriendo rascarme la parte de atrás de mi cuello. Ya que no había forma de saber exactamente cuántos Strigoishabíamos matado, a todosnos habían dado un tipo diferente de marcas en lugar del set usual de marcas molnija.Había olvidado su nombre, pero era un tatuaje que parecía una pequeña estrella.Significaba que el portador había estado en una batalla y había matado muchos Strigois. Cuando finalmente terminó con sus llamadas, Adrian me entregó un papel. Tenía el nombre y ladirección de un banco en Missoula. —Ve allí—dijo—. Supongo que tienes que ir primero a Missoula de cualquier forma, side verdad te diriges a algún lugar civilizado. Hay una cuenta abierta a tu nombre con...mucho dinero en ella. Habla con ellos y terminarán el papeleo contigo.

355

Me pare y metí los billetes en mi chaqueta. —Gracias—dije. Sin dudarlo, me acerque y lo abrace.El aroma a vodka era demasiado fuerte, pero sentía que se lo debía.Estaba aprovechándome de sus sentimientos por mí para lograr lo que quería. Él pusosus brazos a mí alrededor y me sostuvo por algunos segundos antes de dejarme ir. Pasemis labios por su mejilla mientras nos separábamos, y pensé que él iba a dejar derespirar. —No me voy a olvidar de esto—murmure en su oído. —No creo que quieras decirme a dónde vas—dijo él. —No—dije—. Lo siento. —Sólo mantén tu promesa y regresa. —En realidad no use la palabra promesa—indiqué. El sonrió y me dio un beso en la frente.—Tienes razón. Voy a extrañarte pequeña dhampir. Se cuidadosa. Si alguna vez necesitas algo, házmelo saber. Estaré esperando por ti. Le agradecí de nuevo y me fui, sin preocuparme por decirle que iba a estar esperandomucho tiempo. Había una gran posibilidad de que en realidad no regresara. El día siguiente, me levante temprano, mucho antes que el resto del campus lohiciera. Difícilmentehabía dormido. Puse una pequeña maleta sobre mi hombro y camine haciala oficina principal del edificio administrativo.La oficina tampoco estaba abierta aún, así que me senté en el corredor de afuera. Estudiandomis manos mientras esperaba, noté dos pequeñas hebras de dorado en mi dedo pulgar.Eran los únicos vestigios de mi manicura. Casi veinte minutos después, la secretariallego con las llaves y me dejo entrar. —¿Qué puedo hacer por ti?—me preguntó, una vez que se sentó en su escritorio. Le entregué los papeles que estaba sosteniendo. —Estoy retirándome.

356

Sus ojos se ampliaron hasta un tamaño imposible. —Pero... que... no puedes... Le acerque los papeles. —Puedo. Todo está diligenciado. Aún asombrada, dijo algo acerca de que la esperara, y entonces dejo la habitación. Unospocos minutos después, regresó con la directora Kirova. Kirova aparentementehabía sido informada y me daba una mirada de desaprobación desde arriba de su grannariz. —Señorita Hathaway, ¿cuáles el significado de esto? —Me voy—dije—. Renunció.Abandono la escuela. Lo que sea. —No puedes hacer eso—dijo. —Bien, obviamente puedo hacerlo, ya que ustedes tienen los papeles de retiro en labiblioteca. Todo está lleno de la forma en que se supone que este. Su cara cambio a algo más triste y ansioso. —Sé que han pasado muchas cosas últimamente, todos tenemos problemas adaptándonos, pero no hay razón para tomar unadecisión apresurada.Sobretodo, porque la necesitamos ahora más que nunca.—Estaba casi rogándome. Difícilde creer que había querido expulsarme hace seis meses. —Estono es apresurado—dije—. Pensé mucho en esto. —Déjeme por lo menos llamar a su madre para que podamos hablar de esto. —Ella se fue a Europa hace tres días. Y de todas formas tampoco importa—Señalé lalínea en la parte de arriba del formulario en la que decía mi fecha de nacimiento—. Hoy cumplo dieciocho años. Ella ya no puede hacer nada. Esta es mi decisión. Ahora, ¿puede aceptarel formulario, o de verdad va a obligarme a quedarme? Estoy muy segura de que lepuedo ganar en una pelea, Kirova. Ella aceptó mis formularios, no de muy buena gana. La secretaria saco una copia delpapel que declaraba oficialmente que ya no era una estudiante en la Academia St. Vladimir. Lo necesitaba para salir por la puerta principal.

357

Era una larga caminata hasta el frente de la escuela, y el cielo por el oeste estaba rojomientras el sol se escondía en el horizonte. El clima era más cálido, incluso en la noche.La primavera por fin había llegado. Era un buen clima para caminar, sobretodo porquetenía que llegar a la autopista. Desde ahí, iba a pedir aventón hasta Missoula. Pediraventón no era seguro, pero la estaca de plata en el bolsillo de mi abrigo me hacía sentirbastante segura ante cualquier cosa.Nadie me la había quitado después de la pelea, y me iba a servir tanto con humanos espeluznantes como lo hacía con los Strigois. Casi había llegado a las puertas cuando la sentí. Lissa. Deje de caminar y mire haciaun montón de árboles cubiertos de lodo. Estaba allí parada. Perfectamente quieta, y se las había arreglado para esconder suspensamientos tan bien que ni siquiera había notado que estaba prácticamente a mi lado.Su cabello y sus ojos brillaban en el atardecer, y ella se veía demasiado hermosa yetérea para ser parte de este sucio paisaje. —Hola —dije. —Hola —Ella envolvió sus brazos a su alrededor, con frio, a pesar de su abrigo. Los Morois no tienen la misma resistencia a los cambios de temperatura que tenemos los dhampirs.Lo que a mí me parecía primaveral, era helado para ella—. Lo sabía—dijo ella—. Lo sabíadesde ese día en que dijeron que su cuerpo había desaparecido. Algo me dijo que ibas ahacer esto. Sólo estaba esperando. —¿Ahora puedes leer mi mente?—pregunte rudamente. —No. Pero puedo leerte a ti. Finalmente. No puedo creer lo ciega que estaba. No puedo creer quenunca me di cuenta. El comentario de Víctor... el tenia la razón—Ella observo el atardecer, entonces me miro de nuevo. Un destello de rabia, tanto en sus ojos como en sus sentimientos, me golpeó—. ¿Por qué no me dijiste?—gritó—. ¿Por qué no me dijiste que estabas enamorada de Dimitri? La mire. No podía recordar la última vez que Lissa le había gritado a alguien. Tal vez elpasado otoño, cuando paso toda la locura de Víctor. Los ataques de rabia ruidosos eranmi problema, no el de ella. Incluso mientras torturaba a Jesse, su voz había sidomortalmente silenciosa.

358

—No le podía decir a nadie—dije. —Soy tu mejor amiga, RoseHemos pasado por todo juntas. ¿De verdad crees que lehubiera dicho a alguien? Yo hubiera guardado tu secreto. Miré al suelo. —Se que lo hubieras hecho. Simplemente... no sé. No podía hablar sobre eso.No puedo explicarlo. —Como...—contuvo la pregunta que ya se había formado en su cabeza—. ¿Qué tanserio era? ¿Eras solo tu o…? —Éramos los dos—le dije—. Él sentía lo mismo. Pero sabíamos que no podíamosestar juntos, no con nuestra edad... y, bueno, no cuando se supone que íbamos aprotegerte. Lissa me miro. —¿A qué te refieres? —Dimitri siempre dijo que si nos involucrábamos, estaríamos más preocupados enprotegernos el uno al otro que a ti. Nosotros no podíamos hacer eso. La culpa se extendió a través de ella mientras pensaba que era la culpable demantenernos alejados. —No es tu culpa—dije rápidamente. —Seguramente... habríamos encontrado la manera... eso no hubiera sido un problema... Me encogí de hombros, incapaz de recordar o mencionar nuestro último beso en el bosque,cuando Dimitri y yo pensamos que habíamos encontrado la solución a todos nuestrosproblemas. —No lo sé—dije—. Nosotros sólo intentamos mantenernos separados. Aveces funcionaba. A veces no. Su mente era un nudo de emociones. Sentía pena por mí, pero al mismo tiempoestaba enojada. —Deberíashabérmelo dicho—repitió—. Siento como si no confiarasen mí. —Claro que confió en ti. —¿Es por eso que te estás escapando?

359

—Eso no tiene nada que ver con la confianza—admití—. Soy yo... bueno, no queríadecírtelo. No podía soportar decirte que me iba o explicarte por qué. —Ya lo sé—dijo—. Yo me di cuenta. —¿Cómo?—pregunte. Lissa estaba llena de sorpresas hoy. —Yo estaba allí. El otoño pasado cuando viajamos en la van a Missoula. ¿El viaje decompras? Tu y Dimitri estaban hablando sobre los Strigois, acerca de cómo ser uno te haría algo retorcido y malvado... como eso destruiría la persona que solías ser yte haría hacer cosas horribles. Y yo escuche...—A ella le costaba decirlo. A mí me costaba escucharlo, y mis ojos se pusieron húmedos.El recuerdo era demasiado duro, pensar en estar allí sentada con el ese día, recordar losprimeros días cuando nos estábamos enamorando. Lissa trago y continúo—. Losescuché a los dos diciendo que preferirían morir que convertirse en un monstruo comoese. Las dos nos quedamos en silencio. Una ráfaga de viento llego y alboroto nuestroscabellos, oscuro y claro. —Tengo que hacer esto Liss. Tengo que hacerlo por él. —No—dijo ella firmemente—. No tienes que hacerlo. No le prometiste nada. —No en palabras, no. Pero tú... tú no comprendes. —Comprendo que estas tratando de hacerle frente a esto, y esa es tan buena formacomo cualquier. Necesitas encontrar la forma de dejarlo ir. Negué con la cabeza. —Tengo que hacer esto. —¿Aún cuando significa dejarme? La forma en que lo dijo, la forma en que me miro.... Oh Dios.Un flujo de memorias se coló por mi mente. Nosotras habíamos estado juntas desdeque éramos niñas. Inseparables. Unidas. Aún así...Dimitri y yo estábamos conectadostambién. Maldición. Nunca quise tener que escoger entre ellos dos. —Tengo que hacer esto—dije de nuevo—. Lo siento.

360

—Se supone que vas a ser mi guardiana e ir conmigo a la universidad— respondió ella—. Eres mi shadow-kissed. Se supone que debemos estar juntas. Si me dejas... El feo velo de oscuridad estaba comenzando a levantarse en su cabeza y en mi pecho.Mi voz fue dura cuando hable. —Si yo te dejo, ellos conseguirán otro guardián para ti.Dos de ellos. Eres la última Dragomir. Ellos te mantendrán segura. —Pero ellos no serán tú, Rose—dijo ella. Esos luminosos ojos verdes miraron los míos, yla rabia dentro de mí se calmo. Ella era tan hermosa, tan dulce... y parecía tanrazonable. Tenía la razón. Se lo debía. Necesitaba… —¡Detente!—grité, apartando mi mirada. Ella había estado usando su magia—.No uses la compulsión en mí. Eres mi amiga. Los amigos no usan sus poderes el uno en el otro. —Los amigos no se abandonan—respondió ella—. Si fueras mi amiga no lo harías. Me gire hacia ella, cuidándome de no mirarla muy de cerca a los ojos, en caso de quetratara de usar la compulsión de nuevo. La rabia en mi exploto. —No se trata de ti, ¿está bien? Esta vez, es sobre mí. No sobre ti. Toda mi vida, Lissa… todami vida, ha sido lo mismo. Ellos vienen primero.He vivido mi vida por ti. Heentrenado para ser tu sombra, ¿pero sabes qué? Quiero ser lo primero. Necesitoocuparme de mi misma por una vez. Estoy cansada de cuidar a todos los demás y deponer a un lado lo que quiero. Dimitri y yo hicimos eso y mira lo que paso. Él se ha ido. Nunca voy a poder abrazarlo de nuevo. Ahora le debo esto. Tengo que hacerlo por él. Lo siento si te hiero, ¡pero es mi elección! Solté las palabras, sin siquiera parar para respirar, y espere que mi voz no llamara laatención de los guardianes en la puerta. Lissa me estaba mirando, impactada y herida. Lágrimas recorriendo sus mejillas, y una parte de mi se retorcía por herir a la personaque había jurado proteger. —Lo amas más que amí—dijo ella en una pequeña voz, sonando muy joven.

361

—Él me necesita ahora. —Yo tenecesito. Él se ha ido, Rose. —No—dije—. Pero lo va a hacer pronto—.Doble la manga de mi abrigo y tome el chotki que ella me había dado para navidad. Selo ofrecí a ella. Ella dudo y entonces lo tomo. —¿Por qué haces esto?—pregunto ella. —No puedo usarlo. Es para un guardián de los Dragomir. Lo tomare de nuevo cuando...—Casi había dicho sí, no cuando. Creo que ella se dio cuenta—. Cuando regrese. Sus manos se cerraron alrededor de las piedras. —Por favor, Rose. Por favor no medejes. —Lo siento—dije. No tenía más que decirle—. Lo siento. La deje allí llorando mientras caminaba hacia la puerta. Una pieza de mi alma habíamuerto cuando Dimitri cayó. Dándole la espalda a ella ahora, sentí que otra pieza murió.Pronto no habría ninguna alma dentro de mí. Los guardianes en la puerta estaban tan sorprendidos como la secretaria y Kirova, perono había nada que ellos pudieran hacer.Feliz cumpleaños a mí, pensé amargamente. Dieciocho por fin.No era nada de lo que había esperado. Ellos abrieron las puertas y salí, lejos de los campos de la escuela y delas salas. Las líneas eran invisibles, pero me sentí extrañamentevulnerable y expuesta, como si hubiera saltado un gran abismo. Y aun así, al mismotiempo, me sentí libre y en control. Comencé a caminar por el estrecho camino. El solestaba casi perdido,así que tendría que depender de la luz de la luna pronto. Cuando estaba fuera del alcance del oído de los guardianes, me detuve y hable.—Mason. Tuve que esperar un largo rato. Cuando apareció, apenas podía verlo. Él estaba casicompletamente transparente. —Es hora, ¿cierto? Tu vas a... finalmente vas a cruzar...

362

Bien, no tenía idea de a dónde iba a cruzar. No sabía que había más allá, si era elcielo en el que el padre Andrew creía o algo completamente diferente que yo había visitado. Aún así, Mason comprendió y asintió. —Han sido más de cuarenta días—dije—.Así que supongo que te excediste. Me alegra...quiero decir, espero que encuentres paz. A pesar de que medio esperaba que meayudaras a encontrarlo. Mason Negó con la cabeza, y no necesitó decir nada para que comprendiera lo que quería decirme. Ahora estas sola en esto, Rose. —Está bien. Te mereces tu descanso. Además, creo que sédónde empezar a buscar—Había pensado en esto constantemente la semana pasada. Si Dimitri estaba donde yo creía queestaba, tenía mucho trabajo por hacer. La ayuda de Mason hubiera sido genial, pero noquería seguir molestándolo. Parecía que ya tenía suficiente a lo que enfrentarse. —Adiós—le dije—. Gracias por tu ayuda. Yo… yo voy a extrañarte. Su forma se hizo más y más suave, justo antes de que desapareciera, vi una pequeñasonrisa, esa sonrisa traviesa que yo había amado tanto. Por primera vez desde su muerte,pensar en Mason no me devastaba. Estaba triste y de verdad iba a extrañarlo, pero sabía que él había avanzado hacia algo bueno, algo realmente bueno. Ya no me sentía culpable. Voltee, y mire el largo camino que se formaba frente a mí. Suspire. Este viaje podíatardarse mucho. —Entonces comienza a caminar, Rose—me dije a mi misma. Entonces partí, a asesinar al hombre que amo.

Fin. Vampire Academy 4

363

Blood Promise La vida de Rose Hathaway nunca será la misma. El reciente ataque a St Vladimir devastó el mundo Moroi por completo. Muchos están muertos. Y, para las pocas victimas que se llevaron los Strigoi, sus destinos son aun peores. Un tattoo extraño adorna el cuello de Rose, una señal que dice que ella ha matado a demasiados Strigoi para contarse. Pero solo una victima le preocupaba... Dimitri Belikov. Rose ahora debe escoger uno de dos caminos muy diferentes: honrar la promesa de proteger la vida de Lissa —su mejor amiga y la última superviviente de la casa Dragomir— o dejar la Academia para emprender el camino sola y perseguir al hombre que ama. Ella deberá ir a los confines de la tierra para encontrar a Dimitri y mantener la promesa que le hizo a el. Pero la pregunta es, ¿cuándo llegue el momento, querrá ser salvado? Ahora, con solo una estaca —y lejos del mundo de St. Vladimir, ¿podrá Rose encontrar la fuerza necesaria para destruir a Dimitri? ¿O se sacrificara a ella misma ante la elección de un amor eterno?

Sobre la autora

364

Richelle Mead Escritora americana, Richelle Mead es una conocida autora de fantasía urbana, con libros publicados para adultos pero también en una vertiente mucho más juvenil. Licenciada en arte, religiones comparadas y enseñanza, Mead se dedica actualmente a escribir de manera exclusiva. Sus libros más conocidos en España corresponden a los creados para jóvenes adultos, entre los que destaca la serie de Vampire Academy.

365

I ♥ Purple Rose www.purplerose1.activoforo.com

366

3.Shadow Kiss.pdf

Page 2 of 366. 2. Agradecimientos. Traductoras. Caty. Sky. Rania. Steffanie. Lizeth. MonicaH. Saku. Isabella_cullen88. Laurita. Correctoras. Abrilnya. Akanet.

3MB Sizes 2 Downloads 213 Views

Recommend Documents

No documents