Colaboran en este número:

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Corporación Universitaria de Ibagué CEDIP. No.4X octubre-noviembre de 2002. 800 ejemplares

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Luceli Patino Martha Fajardo Luz Angela Castaño Diseño: Centro de Recursos Educativos

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El estudiante: Del receptor al emisor Por: Martha Fajardo Valbuena* Por siglos, el papel del estudiante ha pretendido ser el de receptor de un conocimiento, bien porque, desde sus inicios, la educación aspira a ser el modo en el que las sociedades se mantienen y se perpetúan o porque el conocimiento, entendido como poder, ha estado siempre en manos de los adultos de los centros dominantes.

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Algunos proyectos educativos emancipadores han demostrado que el estudiante puede ser gestor de su proceso de conocimiento y tiene la capacidad, por sí mismo, de decidir sobre aspectos que antes parecían exclusivos del maestro o el programador. Quizas, el aspecto más atractivo de la mezcla de educación y nuevas tecnologías radique en que éstas requieren de un estudiante independiente, gestor de su tiempo y de su espacio y dispuesto a tomar decisiones sobre su proceso educativo. Todos los modelos educativos, por mas tradicionales que sean, tienen como fin que el estudiante, algún día, se libere, tanto de la escuela como del maestro y continúe su proceso por sí mismo. Sin embargo, algunos modelos lo logran mejor que otros. Aquel, centrado en los contenidos o la propuesta que hace énfasis en el profesor, e incluso a veces, el modelo concentrado en el estudiante y sus gustos e inclinaciones, generan estudiantes pasivos, desorientados, erráticos, inconstantes. Uno de los reclamos más frecuentes a las generaciones de jóvenes es su pasividad, su

situación de receptor inconsciente y alienado. Con las nuevas tecnologías, y con los medios masivos de información, se ha generado una nueva categoría, que se une a las anteriores y es la del espectador: Al respecto, Carlos Fuentes (1997:7) afirma que ... “basta visitar cualquier hogar donde la antena de televisión se ha convertido en la cruz de la parroquia, para confirmar el fenómeno uni­ versal del couchpotato: el espectador, en efecto, como una papa yacente," violado casi por la sucesión de imágenes aceptadas de manera supina, sin respuesta crítica, todo lo contrario de lo que nos exige un buen libro, un buen cuadro o una buena película.” El espectador, generado y educado por los me­ dios masivos, aprende una forma de ver y rela­ cionarse con el mundo y con el conocimiento. La poca interactividad con dichos medios genera una actitud de recepción inconsciente y la ima­ gen, como centro de la comunicación, se consti­ tuye en un elemento sin discusión: La verdad es aquello que se puede ver. Lo real es lo que se muestra por medio de las cámaras. Esta cons­ trucción medial de la realidad incide en los pro­ cesos de aprendizaje de los jóvenes y en su vi­ sión de mundo. "El aparente mundo real que ha invadido las ten­ dencias mediáticas de los últimos años, como el talk show, el reality TV, el docu-drama, el infotainmenty los big brother shows generan una confusión entre información, documentación, entretenimiento y ficción, a tal punto que si alguien desea copiar un formato, por ejemplo el de docu-

mental, o elaborar una historia falsa, el joven acos_tum brado a la pasividad frente a este tipo de informa­ ciones visuales puede llegar a creer que. lo dicho por — el supuesto documental es cierto." (Paulat:2000:5). Aún se puede recordar la confusión que generó entre los jóvenes colombianos el formato de la película La — Bruja de Blair, en la que muchos espectadores ado­ lescentes salieron de las salas de cine convencidos — de que habían asistido a un documental. Esta fe en las pantallas, sumada a la gran cantidad de — información que circula a través de las nuevas tecno­ logías de la información, genera un llamado de alerta en cuanto a la necesidad de alfabetizar a los jovenes ___y a los mismos profesores, para estar en capacidad de leer y analizar los planteamientos de estas ten~ dencias. Básicamente, es necesario entender que los medios producen la ficción de lo inmediato, entendido “ como lo real, y la de la información, entendida ésta como transparencia. En el primer caso, los espectadores asumen que las transmisiones en directo son reales. Esta idea de lo real tiene el peligro de que puede llegar a pensarse __ que lo que no se ve no existe o que, para que algo tenga el carácter de real debe contar con una presen— cia mediática. En otras palabras, los medios masivos trabajan con lo concreto como eje de su lógica. Ya sabemos que el pensamiento concreto no permite los __ análisis ni las profundizaciones. Un joven expuesto a miles de horas frente a las pantallas puede generar pensamiento concreto como un modo de acercamien­ to a la lógica planteada por los medios masivos y esta actitud puede producir una resistencia a los plantea— mientos y requerimientos de pensamiento abstracto que demanda el sistema escolar. Éste es un argumentó a favor de quienes exigen que "hay que ense­ ñarle al espectador a hacerse cargo críticamente de la imagen que recibe" (Fuentes. 1997:9), en aras de una emancipación intelectual. En cuanto a la información, entendida como transparencia, es cierto que la cantidad disponible a través de las nuevas tecnologías de la información ha gene— rado una supuesta mayor democratización. La infor­ mación está ahí, en grandes volúmenes. Sin embar­ go, ésta, por sí sola, no genera conocimiento. El mito de la transparencia no es posible si no existe una ca­ pacidad de toma de decisiones, de análisis y de dis­

cernimiento. En esto, la formación en la lectoescritura es fundamental, para no generar ignorantes bien in­ formados y masas sin sentido político. El estudiante couchpotato es peligroso para una so­ ciedad del Tercer Mundo. Si la escuela no entrena las mentes para ir más allá de lo presentado por las pan-__ tallas y para entender su carácter de sujeto frente a los medios, puede generarse un daño irremediable en toda una generación de inteligencias. Si partimos del hecho de que el conocimiento es un bien público y el Estado tiene el compromiso de velar porque las intefc— gencias del país estén al servicio de las mayorías. En este sentido, animar las posiciones pasivas de los jó­ venes, por medio de una educación acrítica, es per­ der una riqueza importante a la hora de hablar de de­ sarrollo con sentido social. -— El estudiante, como paciente, receptor o simple ser influenciable no tiene cabida en un espacio en el que, cada día, se exige aprender a aprender y ser cons­ ciente del proceso personal de aprendizaje. La reconversión profesional y el avance de la tecnología requieren de personas que sean autónomas para qué“ ^ continúen su perfeccionamientolntelectual a lo largo de su vida. Necesitan, también, de ciudadanos que disciernan entre toda la información con la que son bombardeados día a día y que tomen decisiones para su bienestar y el de la especie. La escuela como ex“ " presión de un proyecto social, político y cultural tiene que transformar al espectador en actor.

Bibliografía. FUENTES, Carlos. De Gutembera a la alobalidad. En Rev Libros de México.Número 49. Octubre-diciembre México 1097:5-11 PAULAT.Maren . “Nunca estás solo. Sobre la presencia de los medios en la esfera privada y la presencia de lo privado en los medios”. En: Rev: Humbolt, Año 42. Número 130, Berlín, 2000.

* Martha Fajardo Valbuena. Licenciada en Español princi­ pal de la Universidad Pedagógica de Colombia. Estudios en Crítica literaria de la Universidad Nacional de Colombia. Es­ pecialista en Enseñanza de la literatura del convento Coruniversitaria Universidad del Quindío. Profesora Adscrita al Centro de Humanidades y al Cedp de Coruniversitaria [email protected]

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