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L a : Angela Castaño Mariha Fajardo Carlos H. Ramírez Rafael Gómez Jaime Forero John Danna César Núñez Astrid Carvajal

C orporación U niversitaria de Ibagué - CEDIP- No. 4 - A brii de 1997

Oué es C C € l€ S ÍÍa ? En ocasiones, asum im os términos sin saber muy bien qué significan realmente. La ciencia se ha encargado de delimitar los objetos de estu­ dio, d e fin ie n d o de modo preciso las palabras. Es asi como la ecología, para la c ie n cia b io ló g ica , es el estudio de las relaciones entre los elementos bióticos y a b ió tic o s de nuestro planeta. Cabria preguntarse si esta definición tiene peso a la hora de hablar de la conservación de la especie humana. El discurso eco­ lógico tiende a convertirse en discurso apocalíptico y, real­ mente lo es, ya que demues­ tra que el hombre, en sus condiciones actuales, no podrá sobrevivir. Para su conservación, el ser humano tendría que ca m b ia r sus actitudes frente a lo que has­ ta el momento es su medio. La ecología, en el ámbito escolar, más que una dis­ cip lin a c ie n tífica , es una actitud eminentemente polí­ tica, pues su esencia es lo colectivo: lo de todos y lo del todo. El oikos griego del que deviene la palabra es la casa que habitamos, la que nos acoge, rodea y reúne y, como tal, es una sola. El logos, por su parte, es el estudio, pero también es el espíritu, el sentido; en otras palabras, la esencia humana necesaria para ordenar y conservar el hogar. A

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D l* * ñ o: C pnúo c(* R v tfjfs a x Educativa*

u t o p ia e c o ló g ic a

levamos tantos años educando seres humanos. Hemos organizado, en todas las culturas de la tierra, sistemas educativos, que pretenden irabajar con conocimientos que, supuestamente, hacen más humano al hombre. La educación es común a todas las culturas. La institución educativa es menos común, pero es el ente en quien los organismos mundiales cifran todas sus esperanzas. A los problemas sobre derechos humanos, minorías, discriminaciones, injusticias, intolerancias, la Unesco, la OEA, la FAO, o cualquier otra organización responde siempre con nuevos planes educativos, que pretenden cambiar actitudes y solucionar el problema desde la base, es decir, desde la actitud de los hombres y mujeres ante estos actos La fe en la educación revierte en una confianza ciega en el papel del maestro. Él es el encargado de transformar las conciencias, posibilitar y potenciar actitudes, generar cambios, modificar estructuras L.a sociedad inscribe a los educadores en un compromiso transformador muy importante y siempre vital. El problema ecológico no es ajeno a este imaginario de la educación como panacea. La convención de Río del 92 generó una serie de propuestas a nivel educativo. La más concreta fue la de hacer de la cátedra ambiental una obligación para todos los estudiantes del planeta. Se partió entonces, de la idea de que una sola asignatura podria lograr la conciencia necesaria para salvar la Tierra. Sin embargo, el postulado de Río, no es tan exacto. Si bien, en la educación está la oportunidad de transformación necesaria para oblener un nuevo terrícola, ésta es imposible si antes no se trabaja con las verdaderas bases: el maestro y el currículo El maestro, porque aún nos falta mucho para entrar en la logice de trabajo, necesaria para el cambio radical y porque la formación ecoli )gica no es el fuerte de la mayoría de docentes. El currículo, porque a i n no se ha logrado hablar de una estructura que supere la división del cc nocimiento y la necesidad de planteara éste como un conslnieto con objelix ■os sociales concretos, que permita hablar de un ideal y, tal vez, de una utopia general. Tanto el maestro como el currículo carecen de horizontes. _os ideales están dispersos y su dispersión impide la acumulación Me fuerzas necesarias para la salvación de la especie humana. Tenembs el saber necesario para lograr una vida más grata, pero aún no tenemos la posibilidad del encuentro, de la concertación. Crear una verdadera actitud política, en el sentido de colectivo y unión, podria ser una mota de todos los maestros. Antes que dividir el conocimiento y poneile limites, deberíamos preguntarnos qué tan posible y real es esa división y que tan efectiva, a la hora de formar a un sujeto que tiene la misión concreta de encargarse del futuro de la especie. El problema ecológico no es abstracto o ajeno a cada uno de nosotros: por el contrario, es la oportunidad de unirnos alrededor de una causa

común. Es el espacio que permite la integración entre cada uno de nuestros saberes . No existe más ^ que un planeta, como no existe más que un conocimiento, dividido para efectos m etodológicos y pedagógicos, pero siem pre referido a la vida. A Ü $

P íldoras de pedagogía *

V e n ta n a scbre

la utopia Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, í Ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine nunca la alcanzaré. Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.

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E d u a rd o G a le a n o .Ú s e lo y tíre lo . P la n e ta 1994. P p 184. Colom bia.

Acción y p a la b r a Nadie más privilegiado que el m aestro, pues él tiene la posibilidad de hablar y actuar. Habla para el presente, pero actúa para el futuro. Si un maestro no sueña con el día de mañana, no puede ense­ ñar nada. El maestro guarda en su cabeza el ay|er y el hoy pero, sobre todo, líos días por venir. Su función extraor­ dinaria es la de conservar la memoria y forjar la posibilidad y el cambio. Tal v|ez por eso el maestro, como di río griego, no puede enseñar! dos veces lo mismo, pues su trabajo se transmuta s ie m p ré .^

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Con frecuencia, los seres humanos privilegiamos el trato con los animales y las plantas y nos olvidamos de cuidar a nuestros semejantes. A veces, una lección de ecología puede ser una reflexión sobre el trato que nuestros estudiantes utilizan entre ellos. La brusquedad y la grosería son desconocimientos graves del otro, en tanto igual; en este sentido, no podemos pasarlas por alto en el auia. A pesar de muchas polémicas, el maestro a veces enseña más con su actitud que con su trabajo académico. No podemos seguir pensando que el conocimiento es nuestra única labor y meta Asumirla ecología como discurso nos lleva irremediablemente a dos cosas: proyectar y agrupamos, fenómenos poco conocidos en nuestra cultura. El trabajo didáctico en el aula debe encaminarse a fomentar estas dos actitudes en los estudiantes. Saber que las diversas áreas del conocimiento están relacionadas, ayuda al estudiante a ver el mundo de modo más complejo y global. A veces es conveniente invitar a profesores de otras asignaturas a nuestra clase para que compartan sus saberes sobre los temas que tratamos. Continuamente, los maestros desconocemos el entorno en nuestra clase: Trabajamos sobre fotografías y láminas cuando, con un pequeño desplazamiento, podríamos encontrar el objeto que estudiamos. Acercar al estudiante al contexto es una forma de enseñarle que el conocimiento no es una abstracción simplemente, sino una posibilidad de entender el mundo y conocerlo. La formación ecológica no es responsabilidad exclusiva del maestro de biología, ni constituye solamente la recolección de basuras. Ante todo, es una toma de conciencia sobre lo que implica cada una de nuestras acciones y cómo ellas afectan al medio y al futuro. A

T oómo lograrlo? A estas alturas del problema ambiental, ya todos los maestros sabemos cuáies son los principales impedimentos para el éxito de una labor conjunta en pro del planeta: La falta de unión alrededor de proyectos, la desconexión con las realidades externas a la escuela, la división del conocimiento en áreas insalvables, la reducción del tema a la cátedra de ecología, el inmediatismo en las soluciones, la falta de costumbre en cuanto al trabajo interdisciplinario y la falta de formación de los maestros con respecto a la ecología. Un primer paso para lograr resultados significativos, en cuanto a la formación ecológica, tiene que ver directamente cón todos los maestros, no solo con los de biología o química, sino con los de física, español, matemáticas, etc. Es buena época para que comencemos a aprender y a descubrir que la ecología tiene relación directa con todo lo que enseñamos y que, además, es la ciencia precisa para integrar los saberes humanos y permitimos establecer nuevos ideales y metas. Educar es, ante todo, proyectar No se educa si no se cree en el futuro pero, para que el futuro exista, es necesario que comencemos a hablar y estudiar en colectivo. Démosle a la ecología la oportunidad de enseñarnos cómo podemos lograr que la educación realmente impacte nuestra sociedad e impida el deterioro de las condiciones necesarias para la vida de nuestra especie. A

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