El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos Al Staff Excomulgado: Nelly Vanessa por la Traducción; Marijf22 por la Corrección de la Traducción; Alatariel por la Corrección y Laavic por la Diagramación y Lectura Final de este Libro para El Club De Las Excomulgadas…

nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan siempre. A Todas…. ¡¡¡Gracias!!!

Bianca D’Arc - La Búsqueda del Lobo - Serie Hermandad de Sangre VII

A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que

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El Club de las Excomulgadas Aviso Excomulgado El Club de Las Excomulgadas ha realizado este proyecto de fan traducción Sin Ánimo De Lucro Alguno. Está hecho por Fans para Fans, Siendo su

No ha tenido en ningún momento el objetivo de quebrantar la propiedad intelectual del autor o reemplazar el original. Su Único fin es incentivar y entretener con la lectura en nuestro idioma. Así mismo las Incentivamos a Comprar Las Obras de Nuestras Autoras Favoritas, ya sea en el idioma original o cuando estén disponibles en español, para seguir disfrutando de estas grandes novelas.

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Distribución Complemente Gratuita.

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El Club de las Excomulgadas

Argumento El amor y las mentiras mágicas están en el centro de esta tormenta... así como un montón de peligro.

Siendo veterinaria de animales exóticos, Maria Garibaldi nunca había confiado en la magia que reclamaban su tía y su abuela como derecho de nacimiento. Siempre había sabido sobre los Otros, pero no tenía ni idea de que era también parte de su mundo. Cuando Maria sale con Jesse para encontrar a los padres de un joven cambiaformas grizzly a quien encontró y cuidó, aprende el significado de la tentación en la forma de un ex soldado de las Fuerzas Especiales. Mientras, las llamaradas de pasión se disparan por un sendero que conduce hacia el ojo de una enorme tormenta... donde un mal indecible espera el momento adecuado para destruir el bien del mundo mágico. Advertencia: Las cosas se ponen explícitas cuando un hombre lobo desea a su compañera y no le importa dónde se encuentren. Al aire libre, en interiores, donde sea y cuando sea… nunca te interpongas entre un lobo y su mujer.

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Cuando el Mayor Jesse Moore, hermano del Alfa de la Manada de Wyoming, es enviado a Iowa para ver a la prima de su cuñada, llegar cortésmente no es una opción. Sonidos de lucha lo envían a irrumpir en la cocina… donde encuentra cualquier cosa menos a una damisela en apuros. La diminuta mujer humana sabía cómo manejarse a sí misma en una pelea, y todos los sentidos de Jesse gritaron que era su compañera.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Uno — ¿Oíste eso, Jess? —dijo Arlo a través de las radios tácticas que su pequeño equipo empleaba. Sonidos de cristales rotos y muebles destrozados provenían desde el interior de la casa. —Lo escucho. Creo que el acercamiento sutil acaba de irse por la ventana. Vamos. —Jesse se movió hacia la puerta trasera incluso mientras daba la orden. Sabía que su equipo estaba haciendo lo mismo desde otras ubicaciones. Asaltarían la casa y neutralizarían cualquier amenaza que hubiera dentro, probablemente asustando a la chica a la que habían sido enviados a verificar, pero ahora no podían

Algo estaba pasando allí. Algún tipo de pelea. Todo ese ruido indicaba que al menos había una pelea en progreso. Jesse pateó la puerta y encontró lo que había esperado, aunque no exactamente el escenario que había previsto. Había una pelea en curso, pero los dos hombres que atacaban a la encantadora joven en camisón estaban definitivamente a la defensiva. Uno ya estaba fuera de combate, desplomado contra la pared del fondo, mientras que el otro estaba boca abajo en el suelo de la cocina, con el brazo retorcido detrás de él en lo que debía ser una posición insoportable. La mujer acuclillada sobre su espalda tenía una expresión feroz en su hermoso rostro y su cabello oscuro voló hacia un lado casi a cámara lenta cuando giró la cabeza para mirar a Jesse. — ¿Qué quieres? —Ella no podría haber gruñido mejor si hubiera sido una mujer hombre lobo a mitad de su cambio, en una forma de batalla. El pensamiento hizo que Jesse sonriera mientras apuntaba su arma hacia el suelo, lejos de ella.

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evitarlo.

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El Club de las Excomulgadas —Pensamos que podrías necesitar un poco de ayuda, pero veo que has tomado cartas en el asunto aquí. — ¿Nosotros? —preguntó ella, arqueando una ceja mientras estiraba el brazo del hombre en una posición un poco más tensa. El hombre gruñó de dolor, pero ella no cedió. Jesse dio la señal por su radio táctica y el resto del equipo apareció en el pasillo que conducía a la cocina. La mujer podría verlos cuando levantara la vista, pero el tipo en el suelo con su mejilla presionada en el linóleo no. Jesse hizo un gesto hacia la sala con la mirada, esperando que ella recibiera el mensaje. Maravilla de maravillas, lo hizo. Esta chica era perspicaz. Por supuesto, no debería haber esperado nada menos de la prima de Sally. La nueva esposa de su Alfa. Y Jesse era definitivamente Alfa. Y masculino. Y un hombre lobo. Todos sus sentidos estaban alerta ante la presencia de la hermosa mujer. Un mero indicio de su aroma flotó hacia él y sus hormonas hicieron erupción. Whoa. Abajo muchacho. —Señora... —Jesse se obligó a volver a los negocios—. Hemos estado persiguiendo a estos muchachos. Son requeridos en relación con un secuestro en Wyoming. Siento haber tenido que irrumpir en su casa, pero pensé que podría necesitar ayuda. Como líder del equipo, asumo toda la responsabilidad, y le prometo que vamos a reparar cualquier daño que nuestra entrada pudiera haber causado. —Miró significativamente la puerta de la cocina. Estaba bastante astillada y todavía se balanceaba ligeramente sobre sus goznes. Ella no se levantó de encima del hombre en el suelo.

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hermano ya había demostrado estar más que a la altura de un hombre lobo macho

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El Club de las Excomulgadas —Mira, amigo, no te conozco. Por lo que sé podrías estar trabajando para estos chicos, simplemente esperando a que deje ir a éste. —Aunque aplaudo tu prudencia, en este caso, está fuera de lugar. ¿Me permites? —Él no esperó una respuesta antes de sacar una pistola de dardos de la funda en su muslo e inyectar al hombre que luchaba con poción del sueño. Ella ni siquiera tuvo tiempo de parpadear, lo cual fue algo bueno. Jesse seguro como el infierno que no deseaba errar y darle el tranquilizante a ella por equivocación. Oh, no. La quería despierta y contestándole. Quería la oportunidad de tratarla con consideración. De cortejarla. ¿De cortejarla? ¿De dónde demonios había salido eso? Maldita sea. Ella era tan atractiva como su prima y dos veces más seductora para los sentidos de Jesse. a Sally, pero la leve envidia que había sentido era nada comparada con la veta francamente posesiva que se había agitado en él al ver a Maria Garibaldi en camisón. El tipo bajo ella quedó inerte cuando el medicamento de acción rápida hizo efecto. — ¿Qué acabas de hacer? —Lo acusó, su voz sedosa resonando con indignación. Maldita sea. Podría escucharla durante horas y nunca cansarse. ¿Ese pensamiento venía de un hombre que encontraba a la mayoría de las mujeres intensamente molestas cuando comenzaban a hablar? Estaba en problemas. En grandes problemas. —Se despertará en un par de horas. Pensé que no te importaría ya que noqueaste al otro dejándolo fuera de combate. —Él echó un vistazo al otro hombre, que aún se encontraba desplomado contra la pared. Haciendo señas a sus hombres para que entraran en la cocina, él se acercó a Maria—. Vamos a alejar a estos chicos de su presencia, señora.

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Había pensado que su hermano era un hombre con suerte cuando había encontrado

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El Club de las Excomulgadas Maria se puso de pie más rápido de lo que le habría atribuido cuando él dio un paso adelante. Era muy rápida para ser humana. Tal vez su supuesta ascendencia mágica le daba algunas ventajas físicas. —Puedes quedarte con ellos, pero yo no iré a ninguna parte. Y piénsalo mejor si esperas que esté de acuerdo con cualquier cosa que puedas tener en mente. Él enfundó la pistola de dardos y sostuvo las manos en alto, con las palmas hacia arriba en un gesto intergaláctico de “vengo en paz”. —No tenemos la intención de lastimarte, Maria. —Su barbilla se alzó desafiante cuando usó su nombre de pila—. Está bien. Realmente hemos estado siguiendo a estos chicos durante un par de semanas. Dos de sus amigos secuestraron a un chico joven en Wyoming. Tenemos a esos dos, pero estos chicos

Arlo y Len habían asegurado las muñecas y pies del hombre inconsciente con bandas de sujeción. También le habían desarmado mientras Jesse había estado hablando. Maria había estado dividiendo su atención entre ellos y Jesse durante la última hora o algo más. Ella era como un animal enjaulado, estaba listo para atacar e insegura de lo que sucedería a continuación. Tenía que calmarla, pero no estaba seguro de cómo hacerlo. — ¿Por qué aquí? —susurró ella—. ¿Por qué yo? Ahora, esa era una pregunta. Jesse hizo una pausa. No estaba seguro de cuánto sabía ella sobre el mundo mágico a su alrededor. Podría ser como su prima Sally, quien había sido completamente inconsciente de los weres, chupasangres y otros tipos de seres mágicos que vivían junto con la población humana. O podría saber mucho más que Sally. Él había notado un par de protecciones de bajo nivel en el patio trasero de Maria. Nada que pudiera detener a un hombre lobo, por supuesto, pero suficiente como para permitir que un usuario de la magia supiera que alguien estaba invadiendo sus tierras. — ¿Sabes lo que soy? —Jesse probó las aguas.

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nos han estado conduciendo a través del país.

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El Club de las Excomulgadas Para su sorpresa, ella olfateó en su dirección. Eso no es algo que un humano haría. Miró al hombre en el suelo antes de hablar, como para asegurarse de que éste estaba completamente dormido. — ¿Were? —Ella no parecía muy segura de su respuesta. Jesse sonrió, permitiéndole ver los dientes ligeramente más afilados de depredador. —Lobo —confirmó—. Nos enviaron para asegurarnos de que estabas bien. Tú específicamente, Maria. Una vez que nos dimos cuenta de que tu casa estaba en el recorrido que estos cretinos estaban tomando, temimos que pudieran estar considerándote un blanco.

Jesse se detuvo junto al hombre inconsciente, para alejar de una patada sus armas restantes. Una vez estuvo seguro que él se encontraba inconsciente, Jesse se arrodilló y levantó la mano del hombre, exponiendo la muñeca de éste para que Maria la inspeccionara. — ¿Ves algo aquí? ¿Un tatuaje, tal vez? —Bueno, sí. Por supuesto. ¿Tú no? —Ella sonó perpleja. Jesse volteó la mano del hombre y le dio un buen vistazo antes de dejarla caer al suelo. —No. Tu prima Sally puede verlos también. Parece que la sangre mágica dice la verdad. Ambas podéis ver la marca de los Venifucus. — ¿Venifucus? —El tono de Maria se volvió curioso cuando repitió esa palabra desconocida. Mientras que ella podría reconocer el olor de los were cuando la situación lo requería, estaba bastante claro que no sabía mucho acerca de su mayor enemigo—. ¿Y crees que tengo una prima llamada Sally? Lo siento, pero no lo creo.

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— ¿Pero por qué? No soy una amenaza para nadie.

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El Club de las Excomulgadas —La tienes. Sólo que no lo sabes. Ella no sabía nada de ti tampoco hasta hace unas tres semanas. Ha estado buscándote desde entonces. Encontró un registro de tu domicilio hoy y me pasó la información. Sintió que podrías estar en peligro. —Miró a su alrededor de la demolida cocina—. Parece que tenía razón. Puedes considerarnos a los chicos y a mí como tu caballería personal. —Se encogió de hombros—. A pesar de que parecía que tenías las cosas bajo control cuando llegamos aquí. Así que sólo haremos la limpieza, ¿de acuerdo? — ¿Qué vais a hacer con ellos? —Ella sacudió la barbilla hacia el hombre drogado que estaba siendo atado por Arlo mientras hablaban. —Esa decisión es del Alfa. — ¿Tú no eres el Alfa? —Su tono decía que estaba realmente sorprendida. responsabilidad en lugar de dejársela a su hermano menor, Jason. Pero había cosas en su pasado que le impedían comprometerse plenamente con la vida de la Manada. Había visto demasiado. Hecho demasiado en guerras muy lejanas. Necesitaba tiempo para sanar. Era un lobo Alfa. Siempre lo había sido. Siempre lo sería. Sólo que no era el Alfa a cargo de la Manada. Vivía a las afueras de donde estaba la Manada y le dejaba el control de ésta a Jason, quien no había pasado por el infierno que Jesse había atravesado. Jason era más estable. Era mejor para la Manada. Jesse sabía que podía servirle mejor a la Manada si le dejaba la dirección de la misma a Jason. —Soy un Alfa. El Alfa es mi hermano. —No entró en detalles con ella. Todavía no. Tal vez nunca. Era demasiado personal—. La única Manada que estoy en condiciones de liderar es a este pequeño grupo de aquí. Somos pocos, unos pocos felices, somos un grupo de hermanos. —Convirtió la pequeña revelación en una broma. Arlo y Len se rieron mientras acarreaban a los dos cazadores amarrados por la puerta de la cocina, colgando sobre sus hombros.

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Jesse se encogió un poco ante la pregunta. Por derecho, él debería haber tomado la

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El Club de las Excomulgadas —Imagínate. Un hombre lobo que cita a Enrique V. Estoy impresionada. — Ella se apoyó contra la encimera de la cocina, más a gusto ahora que sólo ellos dos estaban en la casa. — ¿Conociste a muchos hombres lobo en tu vida? —A ninguno, en realidad. Tú eres el primero. —La sonrisa traviesa que ella le dio hizo que partes de él se elevaran y prestaran atención a cuán ligera de ropa estaba realmente. Podía ver las duras puntas de sus pezones presionando contra las copas de satén del camisón que usaba. Sólo le llegaba hasta la mitad del muslo, y tuvo que admirar esas piernas bien formadas y extensas que eran agradablemente exhibidas con el ribeteado encaje en la parte inferior del dobladillo.

—Es el olor de tu magia. Es muy característico. La magia were huele como a verde, salvaje y dorado. — ¿Hueles en color? —Jesse apoyó una cadera contra la mesa de la cocina, verdaderamente interesado en todo lo que esta atractiva mujer tenía que decir. Ella se echó a reír ante su pregunta. —Nunca lo pensé de esa manera. Es sólo que la magia were huele como a pino. Es débil, pero es como el olor del bosque. —Tienes que haber conocido al menos a un were para conocer la esencia de nuestra magia. ¿De qué especie era? —Fui amiga de una were puma por un tiempo. Mira…—Se movió como si estuviera repentinamente incómoda con lo mucho que le había revelado—, ¿quién eres exactamente? —Mayor Jesse Moore, del Ejército de Estados Unidos, retirado. Hermano del Alfa de una gran Manada de lobos con sede en Wyoming. Ah, y probablemente

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—Entonces, ¿cómo sabes sobre nosotros? ¿Cómo supiste lo que soy?

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El Club de las Excomulgadas debería mencionar que mi hermano acaba de casarse con tu prima, así que supongo que eso nos hace familiares de alguna manera. —Todavía no entiendo quién es esta supuesta prima perdida hace mucho tiempo. No te sientas insultado si no tomo todo lo que me digas en serio. Quiero decir, irrumpiste en mi casa, después de todo. —Enarcó una ceja desafiándolo. A él le gustaba su espíritu. —Sí. Lo siento por eso. —Echó otro vistazo a la puerta trasera rota—. ¿Por qué no te llevo a que pases la noche en un hotel junto a la carretera? Sería más seguro que aquí, ahora que sabemos que ellos saben dónde te encuentras. —Te dije que no iré a ninguna parte. Contigo. Con esos tipos. Con nadie.

— ¿Los animales? —Diablos. Realmente deseaba haber tenido más datos sobre esta situación. La información que Sally había podido excavar de su prima era incompleta en el mejor de los casos. Sólo un nombre y una dirección. Nada acerca de su ocupación o pasado. —Soy veterinaria. — ¿En serio? —Eso era algo que no había esperado. —Me especializo en animales exóticos. Grandes felinos en su mayoría, de hecho. — ¿Desde el encuentro con tu amiga, la were puma? Ella tenía la cabeza inclinada. —Algo así. Ella me dijo que tenía una habilidad especial con los felinos. — ¿En serio? Sally es al menos parte lobo, lo que significa que tú también podrías serlo. Los gatos y los perros por lo general no se llevan bien.

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Mi trabajo está aquí. Los animales me necesitan.

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El Club de las Excomulgadas —La were puma que conocí dijo que yo olía a magia, pero no pudo decirme de qué tipo. —Ahora, Maria lucía interesada. No había manera de que pudiera ocultarlo, aunque era obvio lo mucho que intentaba sonar casual. —Todo esto está ligado a la razón por la que tu prima estaba tratando de encontrarte, pero te puedo decir algo de ello. Sally se enteró recientemente de que es descendiente de una dríade llamada Leonora, quien vive en tierras de la Manada. Sally es capaz de armar un árbol genealógico mágico de alguna clase que muestra que ella es descendiente de la hija de Leonora, Marisol, y de un famoso y viejo hombre lobo. No sé exactamente dónde encajas en el árbol familiar, pero eres prima de alguna manera. Ya sea que provengas de la línea lobuna o no, definitivamente tienes magia dríade en tí por parte de Leonora. —Si lo que dices es cierto, eso explicaría algunas cosas. —Ella parecía

— ¿Viene o se queda? —La voz de Arlo irrumpió en el oído de Jesse, a través de la radio táctica. Jesse casi saltó. Casi había olvidado que estaban en medio de una misión. Maldita sea. Esta mujer era una asesina para su concentración. —Pasaré el aviso. Espera —respondió, tocando su oreja para dejarle saber a Maria que no estaba hablando con ella—. Los chicos quieren saber si te quedarás o vas a irte. —Me quedaré —dijo ella con firmeza. — ¿Segura que no puedo convencerte para que te vayas? Sería más seguro. Y más fácil para mí mantenerte de esa manera. —No lo creo. Además, no hice arreglos para que alguien más cuide de los animales. No puedo dejarlos en la estacada. Los animales en mis graneros están muy enfermos. Tomo los casos complicados, los que requieren cirugía o tratamiento médico extenso y rehabilitación hasta el punto en que otro centro pueda tomarlos.

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pensativa.

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El Club de las Excomulgadas No habían tenido tiempo para explorar los establos y potreros. Habían venido a la casa directamente, esperando tener tiempo para elaborar su salida desde allí, una vez que hubieran establecido que Maria estaba a salvo, preferentemente durmiendo tranquilamente. Sólo que no había resultado de esa manera. Habían llegado, oído el estruendo desde la cocina e irrumpido directamente. No era la mejor situación, pero había tratado con otras peores en otros tiempos. —Muy bien. —Él miró por la ventana y se dio cuenta del leve color rosáceo del horizonte hacia el este—. Es casi el amanecer. Voy a enviar a los chicos de vuelta con los presos para que mi hermano lidie con ellos. Si lo permites, me quedaré aquí y repararé el daño causado por nuestra entrada a tu casa. También me gustaría hacer arreglos para que hables con tu prima. Tal vez ella pueda explicártelo con más detalle y convencerte de ayudar.

Jesse suspiró. Realmente era un tema demasiado complejo para bombardear a la mujer con todo a la vez. —Leonora. Está en una especie de animación suspendida dentro de un árbol de sauce. La cosa más maldita que haya visto, y eso es decir algo. ¿Los dos hombres que te atacaron esta noche? Uno de sus amigos le disparó a Leonora con una bala de plata venenosa durante la pelea en Wyoming tres semanas atrás. Antes de entrar en el sauce, hizo a Sally prometer que encontraría a su largamente perdida familia y que los reuniría para ayudarla. Ella dijo que sólo juntos podrían salvar su vida. — ¿Así que ahora me estás contando que la vida de alguien está en peligro y que sólo yo, y algunos presuntos miembros familiares de los que nunca he oído hablar, la pueden salvar? —Sé que es mucho para asimilar. —No me digas. —La blasfemia que ella murmuró le hizo sonreír. Maldita sea, le gustaba esta mujer.

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— ¿Ayudar? ¿Quién, exactamente, necesita mi ayuda?

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El Club de las Excomulgadas — ¿Qué tal si tomamos esto un paso a la vez? —Él trató de parecer menos amenazante, más cálido y agradable. No era tan fácil cuando tenías un arma de asalto atada alrededor de tu pecho, pero él haría su mejor esfuerzo—. Vamos a asegurar el perímetro y luego diré a los chicos que continúen su camino. Puedo arreglar tu puerta y cualquier otro tipo de daños que se hayan hecho hoy. Incluso te puedo ayudar en la granja. Considérame como tu esclavo personal por el día. Es lo menos que puedo hacer para compensar haber irrumpido aquí. Entonces, tal vez esta tarde, puedas hablar con Sally y averiguar más acerca de lo que está pasando allá en casa. ¿Qué dices? Ella lo miró fijamente durante un largo momento, entrecerrando los ojos e inclinando la cabeza de la manera más adorable mientras lo consideraba. No estaba seguro de si ella elegiría el plan B. Habría sido mucho más fácil si ella sólo hubiera Plan C era confuso en el mejor de los casos. El plan C cubría qué hacer si ella rechazaba el Plan B, y no era lo ideal. No, en absoluto. Vamos, nena. Acepta el Plan B. —Está bien. Jessie trató de no dejar que su suspiro de alivio saliera demasiado alto. —A ti…—Ella lo señaló—, te quiero fuera con tus hombres. Voy a subir a vestirme. Bien podría empezar el día. Tendría que levantarme en media hora de todos modos. Asegura tu perímetro, lo que sea que signifique eso, pero aléjate del granero blanco. Si los gatos huelen a un hombre lobo, podrían molestarse. Es difícil predecir cómo reaccionarán, y no quiero tratar con media docena de felinos frenéticos. —Podrías sorprenderte. Me dicen que tengo un talento especial con las… gatitas.1—Él no pudo evitarlo. La mujer suplicaba ser provocada por la forma en

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Pussycat además de ser gatito, en este caso hace un juego de palabras donde hace referencia a las mujeres que son consideradas sensuales, traviesas, y rudas, que pueden ser un poco promiscuas pero no una ramera.

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accedido al Plan A, saliendo de allí en silencio. Ahora tenía que improvisar, y su

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El Club de las Excomulgadas que su fino camisón de satén se burlaba de él. Estaba duro de sólo mirar sus largas piernas bajo el satén de encaje. —Compórtate, hombre lobo —espetó ella por encima de su hombro mientras se dirigía fuera de la cocina—. Me reuniré contigo junto a la puerta de atrás en quince minutos. Jesse encontró a sus hombres en el porche trasero y repartió órdenes mientras marchaban hacia uno de los vehículos que habían escondido en el camino fuera de la vista. La parte trasera de la camioneta estaría bien para transportar a los prisioneros. Lo que pasaría con los dos hombres después de que regresaran a Wyoming dependía de Jason. Él era el Alfa, después de todo. Jesse tenía que recordarse a sí mismo eso de vez en cuando, pero en su mayor parte, el arreglo funcionaba. Jason le daba a Jesse completa autonomía sobre el pequeño pero con la tarea de mantener a la Manada segura cuando no estaban trabajando fuera. Jesse había construido una clientela de élite entre las diversas Tribus de cambiaformas, Manadas y Clanes. Cuando se necesitaba realizar algo que fuera de carácter paramilitar, él y su selecto grupo eran los llamados a hacerlo. No habían estado en el negocio durante mucho tiempo, pero se habían ganado rápidamente una reputación al cumplir con las tareas. Asegurando a los prisioneros en la caja de la camioneta, Arlo y Jesse se separaron para explorar el perímetro. Len se quedó para vigilar a los prisioneros y actuar como base de operaciones, en caso de tener problemas. No era probable, pero era mejor estar preparado para todas las posibilidades. Arlo y Jesse fueron cada uno en una dirección diferente. Se encontraron a la mitad al otro lado de la casa. Sus recorridos los habían hecho pasar junto a los tres graneros, y dentro de pastizales abiertos. Jesse olfateó a los grandes felinos, junto con algunas otras variedades de animales. Sería interesante ver cómo interactuaba Maria con algunas de las criaturas que tenía en su propiedad.

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creciente contingente de la Manada de ex soldados profesionales, ahora encargados

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El Club de las Excomulgadas Teniendo en cuenta el hecho de que se negaba a irse, Jesse imaginó que tendría la oportunidad de hacer precisamente eso más tarde ese día. Pero primero tenía que poner a sus hombres en camino. Le hizo una señal a Arlo a medida que se pasaban el uno al otro y continuaban el circuito, moviéndose un poco hacia el interior del sector que ya habían registrado. En el momento en que cerraron el círculo al regresar a la camioneta, el perímetro había sido explorado. No hubo grandes sorpresas. Los dos cazadores se habían acercado en una dirección bastante recta. Jesse lo había olido casi de inmediato una vez que llegó cerca del camino de entrada. Los cazadores no eran muy astutos cuando se trataba de ocultar su presencia. Habían tomado precauciones mínimas, lo que hablaba de su falta de habilidad y de simple dejadez. Jesse no estaba sorprendido.

Len—. Se acercaron por el lado del camino de entrada. Su vehículo está escondido en esos arbustos junto a la carretera, exactamente al lado de la entrada a la tierra de Maria. Lleváoslo con vosotros cuando os vayáis. — ¿No vienes? —preguntó Arlo, uniéndose a ellos cuando terminó su circuito del perímetro. —Ella se niega a irse. Es una veterinaria con una gran cantidad de animales enfermos de los que sólo ella puede hacerse cargo, supuestamente. Me quedaré y la convenceré de lo contrario. La ayudaré a encontrar a alguien que alimente a las bestias. —Pensé que había olido a león, pero me imaginé que tenía que estar equivocado. —Arlo negó con la cabeza. —No. Tu nariz está en lo correcto. Leones, tigres y osos, probablemente también, para el caso. Nuestra pequeña Maria es una chica valiente. —No me gusta dejarte aquí solo, Jess. —Arlo era uno de los amigos más cercanos y más antiguos de Jesse. Su expresión era turbia.

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—Estos chicos tienen que ser el equipo B —observó cuando llegó donde

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El Club de las Excomulgadas —Sí, yo también lo presiento. —Los dos tenían un sexto sentido para el inminente peligro—. Es por eso que me quedo. Ella se niega a irse, y si estos chicos la encontraron, sabes que sus jefes tendrán que estar en camino. —Si este era el equipo B, el Equipo A puede estar justo detrás de ellos — observó Len en su manera tranquila. Len era por lo general un hombre de pocas palabras. Que eligiera hablar en ese momento indicaba que sentía el mismo peligro en el aire. No era bueno. Pero, ¿qué podía hacer Jesse? —Y no podemos correr el riesgo de mantener a estos chicos aquí. Quiero que Jason tenga la oportunidad de interrogarlos. Tal vez enviarlos a los Señores, si es necesario, para que las sacerdotisas puedan sonsacarles algo. De cualquier manera, estos dos podrían tener información, y quiero darle a mi hermano cada oportunidad que exista de extraerla. Los chicos de bajo nivel como estos no tendrán probable que no sepan tanto, pero lo que sí sepan será más fácil de conseguir. Arlo y Len asintieron con un gesto de la cabeza. Sabían muy bien lo que estaba en juego. La seguridad de su Manada y tal vez la de todos los cambiaformas que peleaban del lado de la Luz. —Llevádselos a Jason lo más rápido que podáis. Me mantendré en contacto por teléfono. Planearemos sobre la marcha si la situación aquí se va al diablo. —No me gusta, pero supongo que es lo que hay —dijo Arlo entre dientes. —Te escucho, hermano.

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las mismas protecciones para derramar sus secretos como los de alto nivel. Es

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Dos Había sido una jodida mañana. Maria maldijo en voz baja mientras se ponía rápidamente su ropa interior y vaqueros. Luego se colocó una vieja camiseta con movimientos furiosos. Primero, el ruido de un intruso la había despertado y luego dos tipos la habían atacado cuando fue a investigar. Nunca cerraba con llave la puerta de atrás. El patán que había irrumpido después de que ya hubiera sometido a los intrusos podría haberse ahorrado la molestia de haber intentado usar el picaporte. Como había hecho el primer grupo de ladrones. Parte de la razón por la que no echaba el cerrojo era que la gente a veces le traía animales heridos a todas horas del día y de la noche. Simplificaba las y la tasa de criminalidad era increíblemente baja. Nunca había tenido un problema antes. Todo eso cambió cuando no uno, sino dos tarados decidieron moverse haciendo ruido por su cocina en las horas oscuras antes del amanecer. Ella realmente no sabía qué creer, pero quería darle al hombre que se había quedado atrás la oportunidad de probarse a sí mismo. Se había llevado al primer par de idiotas y enviado a sus hombres lejos también. Eso tenía que contar para algo. O tal vez sólo estaba jugando con ella. Tratando de calmarla con una sensación de seguridad antes de intentar lo que el primer par de idiotas había hecho: secuestrarla. De ninguna manera se iría a ninguna parte con nadie. No ahora. Posiblemente nunca. Habría llamado a la policía si hubiera creído que realmente harían algo. Pero su santuario no era popular, y ya era una persona non grata para el sheriff local. A sus vecinos más próximos no les gustaba la idea de tener animales salvajes tan cerca y habían enviado al sheriff a que la rezongara más de una vez. No le gustaba el hombre, y estaba claro que el sentimiento era mutuo. Después de sus enfrentamientos anteriores, sabía que él no escupiría sobre ella aunque estuviera en llamas.

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cosas si podían entrar fácilmente. La mayoría de la gente por esos lares era honesta

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El Club de las Excomulgadas Ella lucharía cualquier batalla que pudiera acechar su propia tierra, y en sus propios términos. Había luchado durante mucho tiempo y con mucha dificultad para crear este pequeño oasis de calma en un mundo que, de otra forma, era turbulento. Necesitaba la paz que encontraba aquí, en su santuario, lejos de otras personas y rodeada de sus amigos animales. Este lugar era un bálsamo para su alma y no se daría por vencida fácilmente. Pero había algo especial en el chico apuesto que había roto la puerta de la cocina como si hubiera estado hecha de papel. Su fuerza la impresionaba, pero también había algo en sus ojos. Era una cautela herida que a menudo veía en los ojos de los animales que se acercaban a ella para ser curados. Y observarlo no era algo difícil de hacer tampoco. De hecho, era la cosa más deliciosa que se había cruzado en su camino en demasiados días como para ser contados. Años, incluso.

había tenido una doble ración. Y tampoco se comportaba como si lo supiera, o le importara. Eso también le gustaba de él. No sabía nada acerca de él, pero algo dentro de ella se alzó y prestó atención cuando su voz áspera influenció sus sentidos. Sí, le gustaba la forma en que sus palabras más sencillas acariciaban sus terminaciones nerviosas e incluso la forma en que su mirada había vagado por encima de su cuerpo en obvia apreciación. Le daría una oportunidad de probarse a sí mismo de cualquier manera. Los animales servirían para ello. Ellos le darían una pista acerca del carácter interno de él. Eran los jueces más objetivos de caracter que había conocido y confiaba en ellos como en nadie. —Es hora de enfrentar la música —se dijo a sí misma mientras abría la puerta de su dormitorio y bajaba las escaleras para encontrarse con él. Ya era hora de alimentar la casa de fieras. Maria lo encontró en la puerta de la cocina, con sus armas cuidadosamente colocadas junto a él mientras examinaba el daño que había hecho al marco y al picaporte. Ya había quitado algo del herraje que colgaba y las astillas más grandes.

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Sí, señor, cuando el buen Dios había estado repartiendo la belleza, ese chico

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El Club de las Excomulgadas Por lo menos parecía estar haciendo honor a su promesa de arreglar su puerta. Él la había roto, después de todo. —Voy a tener que reemplazar un poco del reborde y esta madera de aquí. — Señaló una sección que había sido demolida en su mayoría por su entrada—. ¿Supongo que no tienes nada como esto a mano?—Su mirada se encontró con la de ella con una inclinación escéptica de su cabeza. Ella no había hecho mucho ruido al entrar en la cocina, pero él había sabido que estaba allí. Definitivamente tenía sentidos más agudos que las personas promedio. Sería interesante conocer el alcance de sus habilidades de hombre lobo. —Podría haber algo en el granero rojo. Los dueños anteriores tenían un montón de trozos de madera que yo mantuve. A veces utilizo fragmentos de ellos y fue hacia la puerta, agarrando su chaqueta del gancho en la pared mientras pasaba junto a éste—. Hablando de eso, tengo que ir a comprobarlos a todos y entregarles la comida de la mañana. Él ni siquiera necesitó que se lo preguntara. Se puso de pie, lanzando su rifle de asalto casualmente sobre un hombro. La correa que lo sujetaba se veía bastante raída, y cargaba esa arma gigante como si perteneciera allí. Como si siempre anduviera fuertemente armado. Como un soldado que había visto más que su parte justa de acción en lugares peligrosos. —Entonces, ¿cómo te llamo? ¿Mayor? ¿Mayor Moore? ¿Jesse? —preguntó cuando salían de la cocina a través de la puerta rota. Él se tomó un momento para asegurarla lo mejor que pudo. —Jesse está bien. —Al parecer era un hombre de pocas palabras. —Soy la Doctora Maria Garibaldi, como sin duda ya sabes. —Caminaron rápidamente a través del fresco aire mañanero.

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para improvisar con cosas que necesito para los animales. —Entró en la habitación

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El Club de las Excomulgadas El sol estaba en lo alto y el día empezaba a calentarse, pero todavía había gotas brillantes de rocío en la hierba y en las hojas. Era un momento mágico de la mañana que Maria solía disfrutar en soledad, escuchando la canción susurrante de las hojas y la hierba. —Doctora Garibaldi —pronunció su nombre en tono respetuoso, haciendo hincapié en su título—. Nuestros datos no incluían ese pequeño detalle. Estábamos trabajando con muy poca información, pero me alegro de que hubiéramos llegado cuando lo hicimos. Ella decidió darle un poco de crédito. —Yo también. No es que no estuviera controlando la situación en ese momento, pero prefiero no involucrar al sheriff local en cualquier cosa si no es

— ¿Por qué? — Él la miró con fijeza, y ella inmediatamente se arrepintió de sus palabras. Probablemente no debería haberle mencionado sus problemas con la policía local a este tipo al que apenas conocía. Ahora era demasiado tarde. —Digamos que algunas personas no estuvieron muy contentas cuando establecí mi negocio aquí. Uno o dos de los terratenientes locales se opusieron fuertemente a la idea de un santuario de vida silvestre en su medio, y el sheriff local... bien... Puede ser que sea exagerado decir que trató de hacerme huir, pero seguro que se sintió de esa manera por un tiempo. Preferiría que no se enterara que tuve problemas aquí. Sólo sería añadir más leña al fuego para aquellos que quieren que me vaya. —Lo siento —respondió Jessie. Como si tuviera algún tipo de control sobre los prejuicios locales—. Nosotros, los cambiaformas, tendemos a manejar las cosas por nosotros mismos y a mantener la fuerza policial humana fuera de nuestros asuntos tanto como nos es posible, por lo que estás a salvo en lo que a mí respecta. Si sigues teniendo problemas con el sheriff, estaría dispuesto a intercambiar unas

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necesario.

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El Club de las Excomulgadas palabras con él, si quieres. No estoy seguro de qué podría conseguir, pero estaría dispuesto a intentarlo. —Aunque aprecio la oferta, he aprendido que es mejor no tener ningún trato con el hombre que no sea estrictamente necesario. Es un verdadero imbécil. —Lamento escuchar eso. —Una vez más, su preocupación parecía ser real—. Sally es una ex detective de la policía. Solía vivir y trabajar en San Francisco antes de conocer a mi hermano pequeño y mudarse a Wyoming. Ella podría meter un poco de presión. Por lo que he visto, se lleva bien con otros policías. —Esa es mi supuesta prima perdida de hace mucho tiempo de la que estás hablando, ¿verdad? ¿Ella es un hombre lobo?

ella no tenía conocimiento de la existencia de los Otros. Aunque, muy atrás en su ascendencia, y la tuya también, hay una poderosa dríade. Sally tiene un poco de sangre lobo, pero no puede cambiar. Sin embargo, puede hacer cosas con las plantas y los árboles que te sorprenderían. —Tal vez no tanto como piensas —murmuró ella mientras se acercaban a la primera dependencia—. ¿Todavía estás dispuesto a ayudar con la alimentación? — Se volvió hacia él mientras abría la gran puerta. Él le sonrió y el corazón le dio un vuelco, literalmente. Maldita sea. Realmente era demasiado guapo para su propio bien. —Estoy feliz de ayudar. —Bien. —Ella se aclaró la garganta, tratando de recuperar algo de su equilibrio normal—. Saca la bolsa de plástico llena de carne roja de la nevera y ponla sobre la mesa. —Asintió hacia la isla de trabajo en el centro de la zona de la cocina.

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—No —se apresuró Jesse a aclarar—. De hecho, antes de visitar Wyoming,

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El Club de las Excomulgadas Había un par de congeladores y una nevera grande tamaño industrial en el perímetro de la zona. También había una amplia encimera y algunos cuchillos muy grandes en un bloque de madera en la encimera junto al fregadero. Los armarios estaban llenos de las herramientas de su oficio: medicamentos y suministros para ayudarla a tratar a sus peludos pacientes. Maria abrió el botiquín y sacó lo que necesitaba. Usaba una mezcla de su propia energía de sanación y drogas artificiales para ayudar a sus pacientes. Eran demasiados para que los sanara por sí misma. Si lo intentaba, como había hecho cuando era una jovencita, quedaría inconsciente debido al esfuerzo. Había aprendido por ensayo y una gran cantidad de errores que entregaba su propia energía cuando sanaba y una curación compleja o prolongada podría empujarla a niveles peligrosamente bajos.

escuela veterinaria y conseguido todos los conocimientos y credenciales que necesitaba. Eso, combinado con sus innatas habilidades, la habían hecho una veterinaria mucho más exitosa que la mayoría. Jesse olfateó mientras ella se acercaba, sosteniendo algunas de las píldoras que tenía intención de incorporar dentro de algunas carnes de sus pacientes. — ¿Antibióticos orales? — ¿Puedes oler eso? —Ella dejó el vaso de papel que contenía las pastillas sobre la mesa cerca de la bolsa de carne que él había recuperado. —Sí. Mi nariz es muy sensible. —Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa que fue a la vez, demasiado encantadora. Tendría que andar de puntillas con este tipo. Podría engañarla con demasiada facilidad para que le cayera bien. —Interesante. —Fue su único comentario. Francamente, no sabía qué decir a eso.

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Así que había decidido hace tiempo hacer un compromiso. Había ido a la

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El Club de las Excomulgadas La idea de que él pudiera cambiar de forma a un lobo gigante hacía que sus rodillas se debilitaran. Había conocido a un solo cambiaformas, y ese había sido una mujer y joven. La mujer were puma no había sido intimidante en absoluto cuando estaba en su forma felina, y cuando era humana era frágil como un sauce. Este tipo era el hombre más imponente que había visto de cerca. Su tamaño era enorme y sus músculos tenían músculos. Si alguna vez se convertía en lobo en su presencia, ella probablemente mojaría sus pantalones. Maria hizo su trabajo en silencio, insertando las píldoras en cortes que hizo en la carne. No era la forma más eficiente de entregar los medicamentos, pero tendría que funcionar por ahora. No quería arriesgarse demasiado con su nuevo invitado, un oso joven con una herida de bala gravemente infectada. Había estado anestesiado cuando entró, cortesía de un amistoso oficial de control de animales, y inconsciente. También había podido administrarle antibióticos y otros medicamentos por inyección mientras estaba segura de que seguía inconsciente. Ahora, sin embargo, estaba en pie. Incluso con dolor, él no estaba realmente feliz por estar enjaulado. Atacaba los barrotes y se paseaba cada vez que ella entraba en el granero, mirándola con una expresión de enojo. Ella trató de no tomarlo como algo personal, pero todavía estaba un poco sorprendida por su violenta reacción. Realmente era un salvaje y se negaba a dejar que ella se acercara. Ella no quería sedarlo más de lo necesario. Maria puso la carne pinchada en la bandeja y fue a buscar unos cuantos kilos de pollo que había tenido descongelándose en el refrigerador. Utilizaba este edificio como su sala de cirugía y preparación. Los graneros era donde guardaba a sus pacientes más grandes mientras se recuperaban. Era más fácil y más seguro, también era más tranquilo para los animales permanecer más alejados de la casa y del camino de entrada. Preparó el pollo y un poco más de carne para los gatos, agregando porciones a otra bandeja. Cuando terminó, cargó a Jesse con la bandeja más grande y ella

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ella había sido capaz de desenterrar la bala y suturarlo mientras él todavía estaba

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El Club de las Excomulgadas tomó la más pequeña. Bien podría aprovecharse de tenerlo a su alrededor mientras estuviera aquí. Caminaron hacia el primer granero, que estaba lleno de gatos. Podía oír el alboroto a medida que se acercaban. —Ellos me huelen. —Jesse se detuvo cerca de la puerta—. Tal vez será mejor que espere afuera o nunca se calmarán. Maria escuchó el inusual alboroto dentro y enseguida estuvo de acuerdo. —Ya vuelvo. Tomó la bandeja más grande de él y lo dejó con la más pequeña, apresurándose al interior del granero y haciendo sus rondas con rapidez. Los pacientes estaban sanando bien, si es que se agitaban por el olor del hombre lobo en Volviéndose a reunir con él fuera de la puerta, ella sonrió con vacilación y señaló la bandeja que aún sostenía. —Esto es para el oso nuevo. Está en la construcción de al lado. —Ella guió el camino, charlando un poco para cubrir su sorpresa por las reacciones de los gatos—. Es un juvenil y no está contento de estar aquí. Esperemos que se tome las píldoras de esta manera. Si no lo hace, tendré que intentar alguna otra cosa. — ¿Qué le sucede? —Le dispararon hace unos días. Control de animales lo tranquilizó y lo trajo a mí cuando se acercó demasiado a la casa de alguien. Saqué la bala y lo cosí. Estuvo inconsciente la mayor parte del primer día. Ayer, estaba de regreso en su yo malhumorado. Casi arrancó mi mano cuando me desvié demasiado cerca de su jaula, pero necesita más antibióticos. La herida ya estaba infectada cuando lo trajeron a mí. — ¿Qué clase de oso es?

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el exterior, se calmaron cuando obtuvieron su comida y Jesse no se acercó más.

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El Club de las Excomulgadas —Pardo —respondió ella mientras abría la puerta del granero. Ella se dio cuenta cuando la cabeza de Jesse se elevó repentinamente, sus ojos mirando fijamente la oscuridad más allá de la puerta. —Es más que eso. —Jesse dejó la bandeja sobre la mesa junto a la puerta y entró delante de ella—. Permanece atrás, Doc. Déjame hablar con él. —Oh, Señor. ¿Quieres decir que tengo a otro cambiaformas en una jaula? ¡Rayos! —Ella estaba molesta. Más que molesta, para ser honesta. Sabía de los cambiaformas ahora. Eran personas, no sólo animales. No necesitaban ni merecían, ser enjaulados—. Con razón no está contento conmigo. Ella trató de imponerse por delante de Jesse, pero él no se movió. Él se acercó a la jaula y se quedó mirando al pequeño oso en el interior. Jesse maldijo sido un animal verdaderamente salvaje. —Hola, chico —saludó él al jovencito—. Ahora estás a salvo. Puedes cambiar. La doctora no sabía que eras un were, pero sabe acerca de nosotros y ella no es peligrosa. ¿Estás lo suficientemente bien como para quitarte la piel y hablar conmigo? Dime dónde están tus padres y los traeré. Deben estar muy preocupados. El oso solo gruñó, evidentemente dolorido mientras yacía jadeante sobre el suelo. Fulminó a Maria con la mirada por encima del hombro de Jesse. —Lo siento mucho —intentó ella—. No sabía que eras un cambiaformas. Sólo conocí a uno antes. Si lo hubiera sabido, habría hecho esto de manera diferente. Realmente, realmente lo siento. El oso inhaló en su dirección, después centró su nariz y su mirada en el hombre lobo delante de ella. —Ella es de confianza. —Jesse miró la cerradura que sujetaba la jaula cerrada—. ¿Los encierras dentro, Doc? —Su tono estaba lleno de condena, y ella se sintió horrible, pero tenía sus razones.

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entre dientes y se puso en cuclillas, demasiado cerca de las barras si éste hubiera

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El Club de las Excomulgadas —Es para protegerlos. Tuve problemas una vez anteriormente con alguien que trató de robar a los animales en medio de la noche. Algunos de mis pacientes valen un montón de dinero en el mercado negro de animales exóticos. —Ella buscó en su bolsillo y sacó la llave, entregándosela a Jesse. —Si utilizas cerraduras simples, podemos cambiar de forma y soltarnos si somos atrapados en nuestro pelaje por error. Por supuesto, un cambiaformas de oso pardo completamente crecido probablemente podría romper este pequeño candado, sin problema, pero ¿un joven herido? No es de extrañar que esté enojado contigo. —Lo siento mucho —repitió ella, pero no podía evitarlo. Se sentía como una villana. Menos que el parásito de una charca. Inhaló y notó el tenue aroma a pino de la magia de los cambiaformas alrededor del oso, pero estaba tan opacado

Jesse abrió el pequeño sujetador de metal y abrió la jaula. —Hazte a un lado, Doc, por si acaso no está plenamente con nosotros. El dolor y la fiebre tienden a sacar nuestro lado salvaje. —Aceptando su consejo, Maria retrocedió unos pasos. El joven oso se puso de pie y gruñó. Jesse extendió la mano directamente hacia el interior de la jaula y la sostuvo hacia el oso, arriesgándose inmensamente, en opinión de Maria. —Vamos, chico. No soy el enemigo. Tu gente y la mía han sido aliadas durante siglos. Te ayudaré, si puedo. —El oso lamió el dorso de la mano de Jesse con su lengua. Maria se quedó sin aliento cuando vio su boca abierta y luego suspiró cuando se dio cuenta de que estaba probando a Jesse, no mordiéndolo—. ¿Quién te disparó, hijo? —La voz de Jesse canturreó, hablando para calmar al joven oso—. Soy el Mayor Jesse Moore. Mi hermano, Jason, es el Alfa de la Manada de lobos de Wyoming. Estuve en las Fuerzas Especiales y vinimos aquí rastreando a los agentes Venifucus que secuestraron a un niño lobo la semana pasada. Ya lo tenemos de vuelta. Nos ocupamos de él… un chico tal vez sólo un poco más joven que tú. Lo secuestraron y le ataron una bomba en el pecho, pero lo rescatamos y está bien ahora, de vuelta con sus padres. Yo y mis hombres, eso es lo que

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por los demás olores que no se sorprendió demasiado por no haberlo detectado.

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El Club de las Excomulgadas hacemos. Protegemos a la Manada y a otros cambiaformas. A cualquier persona del lado de la Luz que nos necesite. Y te ayudaremos a ti también, joven oso del Clan de los Osos Pardos. Te doy mi palabra de ello. El oso se quedó inmóvil, pareciendo sopesar las palabras de Jesse. Maria no se dio cuenta de que estaba conteniendo el aliento hasta que el oso asintió ligeramente, moviéndose hacia adelante, fuera de la jaula. — ¿Cómo quieres hacer esto, chico? —Jesse continuaba hablando con el oso, que se había movido a su lado—. Si fuera yo, me gustaría un lugar suave para aterrizar cuando regresara a mi piel. ¿Qué tal si te encontramos una cama donde puedas recuperarte de una forma más civilizada? —La sonrisa juguetona de Jesse pareció captar la atención del oso. Él movió la cabeza de arriba abajo, como si asintiera. Jesse se volvió hacia ella—. ¿Qué hay de tu habitación para invitados? una cama o cerca de ella. Por un lado, Maria se sentía muy culpable de haber encerrado a un cambiaformas. Por supuesto, sólo tenía las palabras de este hombre y las acciones del joven oso para convencerla de que el oso pardo en realidad podría tomar forma humana. Toda la evidencia apuntaba hacia el hecho de que el oso era uno de esos raros seres mágicos que podían cambiar de forma, y Maria sería más que negligente si hacía que el joven permaneciera en el granero si él realmente era lo que ahora creía que era. Tomada la decisión, lideró el camino hacia la puerta, incluso aunque se sentía un poco incómoda ante la idea de un oso entrando en su casa. Sería humano muy pronto, o al menos eso creía. Esperaba tener razón en esto. De lo contrario, si se trataba de algún tipo de broma de mal gusto, Jesse Moore estaría tan muerto, que no sabría lo que lo había golpeado, Fuerzas Especiales o no. Al pasar junto a la bandeja junto a la puerta, ella se detuvo. —Um... ¿qué pasa con la carne?

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Cuando él cambie, estará desnudo y débil. Sería más fácil permitirle cambiar en

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El Club de las Excomulgadas Jesse estaba a unos tres metros detrás de ella con el oso que se movía lentamente. El joven osos pardo parecía estar saltando sobre dos patas traseras y sólo una pata delantera, sosteniendo la otra pata contra su pecho, evidentemente dolorido. Jesse se encogió de hombros, se adelantó y agarró la bandeja. Luego se volvió de nuevo hacia el oso. — ¿Quieres algo de esto?— Le preguntó al oso sin rodeos. El juvenil olfateó la bandeja y luego sacudió la cabeza. En ese momento, Maria supo con seguridad que no era un oso ordinario. —No lo creo. —Jesse se acercó a ella y le entregó la bandeja—. Tal vez puedas guardar algo de esto para tus otros pacientes. Los antibióticos le dan a la carne un olor raro. Puedo ver por qué no iba a confiar en ti lo suficiente en este tratan con humanos normales. —Lo siento mucho —dijo ella nuevamente, sintiéndolo hasta sus huesos. No podía imaginar qué cosas horribles les habían hecho a los cambiaformas la gente normal que pensaba que eran sólo animales. Encerrarlos. Cazarlos. Sedarlos. Así como el oso pardo había estado cuando llegó a su puerta. Ella se volvió y fue apresuradamente hacia la casa, llevando la bandeja. Miró por encima del hombro sólo una vez, dándose cuenta de por qué Jesse quería ambas manos libres. Su arma estaba cruzada sobre su cuerpo, la correa haciendo una línea diagonal a través de su impresionante pecho mientras el metal negro del arma de fuego quedaba recargado en su espalda. Estaba agachado al lado del oso, ofreciéndole apoyo y ayudándolo a cruzar la distancia entre el granero y la casa. Ella no podía oír las palabras que le decía al joven, pero vio moverse sus labios y sintió que le daba ánimos y quizá un poco de consuelo a la criatura. Ella se volvió de nuevo a la casa, sabiendo que el joven varón estaba en buenas manos. Abrió la puerta trasera rota que daba a la cocina y depositó la carne en la encimera en su camino hacia el cuarto de huéspedes en el primer piso. Había

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momento para comer. Los cambiaformas aprendieron a ser muy cautelosos cuando

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El Club de las Excomulgadas convertido la pequeña habitación de un dormitorio cuando su abuela había ido a quedarse por un tiempo. Había sido más fácil dejar que la vieja mujer durmiera en el primer piso que someter a la pobre al ascenso de las escaleras. Ahora, Maria se alegraba de ello mientras quitaba la colcha floreada del colchón doble. Tenía sábanas blancas y limpias y buenas almohadas. Aparte del floreado empapelado femenino del lugar, y los muebles, el joven en el cual esperaba que se convirtiera el oso, estaría cómodo. Incluso tendría su propio pequeño cuarto de baño justo al lado de la cocina y un fácil acceso al refrigerador una vez que estuviera en pie y moviéndose. Oyó el inconfundible chasquido de garras en el linóleo de la cocina. Tomando una respiración profunda para darse valor, se mantuvo firme, de pie al lado de la cama, esperando a que Jesse y su amigo oso entraran en la pequeña

El oso entró primero, mirando a su alrededor y luego fijando su mirada en ella. Ella tragó saliva, incapaz de ocultar un pequeño temblor por la condena que leía en sus ojos oscuros. En lugar de pedirle disculpas de nuevo, se apartó de la cama, colocándose en el centro de la habitación. El oso fue cojeando dolorosamente hacia el otro lado de la cama y se detuvo, volviéndose de espaldas a ella. — ¿Quieres que me vaya? —Le preguntó a Jesse cuando él llenó el umbral. —Los cambiaformas no suelen ser tímidos. —Sus labios se curvaron en una sonrisa que la puso caliente sólo de pensar en qué no sería tímido él—. Todo depende de él, pero sería bueno tenerte aquí en caso de que empezara a sangrar cuando se vuelva humano. Estos cuerpos son más frágiles en muchos aspectos que nuestras contrapartes peludas. Pero a veces, la magia de cambiar en sí ayuda a sanar las cosas que de otra manera toMarian mucho más tiempo, y los osos pardos se dice que son uno de los más mágicos de nuestra especie. Así que es hora del espectáculo, chico —Jesse se dirigió al joven oso—. Muéstranos lo que tienes.

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habitación.

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El Club de las Excomulgadas Maria sintió un cosquilleo en su piel, casi como una carga estática en todo su cuerpo. Magia, pensó. Había sentido esa sensación sólo unas pocas veces antes en su vida, cuando su abuela hacía su magia. La respiración de Maria se atoró cuando el cuerpo del oso comenzó a alargarse en una reluciente neblina marrón dorada. Un momento después, el oso se había ido y un joven estaba de pie en su lugar. Un joven muy desnudo y maltratado. Y estaba sangrando. —Oh, mierda —dijo el chico mientras se deslizaba hacia la cama, cayendo en la inconsciencia. Jesse estuvo allí para atraparlo incluso mientras Maria saltaba hacia adelante. Tumbó al chico suavemente en la cama y lo cubrió con la sábana. —Maldita sea —dijo Jesse en voz baja—. Este tipo ha pasado a través del Los cambiaformas no manejan muy bien los medicamentos para el dolor. Las dosis normales de los humanos no son lo suficientemente fuertes, así que para obtener algún tipo de efecto adormecedor, necesitan dosis peligrosamente altas. El alcohol es la anestesia habitual de elección, pero este es un poco demasiado joven y está en demasiado mal estado para arriesgarnos a emborracharlo. —Estoy de acuerdo. —Maria entró en acción, yendo al armario del pasillo cerca para conseguir suministros—. ¿Podrías conseguir un poco de agua caliente? Hay una palangana en el estante de allí. Mientras ella estaba en el pasillo, oyó correr el agua del lavabo del baño, aunque no había oído a Jesse moverse junto a ella para entrar en el pequeño cuarto de baño. El hombre se movía como un espectro. Cuando volvió a entrar en la habitación un momento después, Jesse ya estaba allí, limpiando el área alrededor de la herida del pecho del joven con una toalla mojada. Estaba claro que sabía qué hacer. — ¿Ves un montón de heridas de bala en tu línea de trabajo? —Le preguntó, medio en broma.

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escurridor. Probablemente deberíamos reparar la herida mientras está inconsciente.

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El Club de las Excomulgadas —Demasiadas —respondió él en un tono que hizo que su sonrisa desapareciera. Él no estaba bromeando. Había sido insensible de su parte dar poca importancia a un tema tan serio. Parecía que estaba jodiendo las cosas a diestra y siniestra con esta gente. —Lo siento —murmuró, concentrándose en su trabajo. Cuando el chico había estado en forma de oso, ella estaba en su elemento. Había sacado la bala, lo cosió y no lo pensó dos veces. Pero cuando se enfrentaba a un

paciente

humano,

se

sentía

mucho

menos

segura

de



misma.

Afortunadamente, la cirugía ya estaba hecha. — ¿Las cosas están en el mismo lugar, más o menos de una forma a otra? — Tenía que preguntar. Las ramificaciones de su cirugía se le estaban ocurriendo en

—En su mayoría. Estoy más familiarizado con los lobos, como entenderás —contestó Jesse mientras seguía trabajando, muy eficiente en sus movimientos para no lastimar al paciente—. ¿Qué le diagnosticaste cuando era un oso? —La bala estuvo muy cerca de su pulmón, pero afortunadamente no lo penetró. Creo que rebotó en una costilla y eso causó que se detuviera de causar una lesión más grave. No es que esto no sea grave. —Ella examinó de cerca la herida. Lo que vio le llamó la atención—. Está mucho más curado de lo que debería estar. —El cambio de forma a veces puede acelerar las cosas un poco —informó Jesse con indiferencia. Maria quedó impresionada. La herida casi estaba sellada. Todavía era de un color rojo furioso, pero las suturas que le había puesto ya no eran realmente necesarias. Él sangraba por una nueva rotura cerca de la línea de sutura, hecha probablemente mientras caminaba hacia aquí. Incluso mientras lo miraba, el sangrado fue reduciéndose hasta finalmente detenerse. —Suelo disolver las suturas, pero creo que debería quitarle estas. —Bañó bien la herida, limpiando la sangre vieja y revelando la muy mejorada herida.

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ese momento.

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El Club de las Excomulgadas —Haz eso ahora, mientras está todavía inconsciente. Ya no necesita más los puntos. Sólo están interfiriendo en el camino de su curación natural. —Buen punto. —Maria consiguió los suministros que necesitaría para sacar los puntos de sutura. — ¿Qué pasa con su brazo? Esto parece bastante profundo. —Jesse había seguido trabajando, revisando todas las heridas obvias. —Puse algunas vendas de mariposa sobre esa. Supongo que deben haberse salido cuando él cambió. —Ella metió la mano en el botiquín de primeros auxilios que había traído del armario del pasillo—. Está bien. Tengo más. Trabajaron juntos. Jesse bañó la herida en el brazo del joven, limpiando con como un corte de cuchillo. Ella observó trabajar a Jesse mientras cortaba y retiraba los puntos de sutura. —No puedo entender por qué el agujero de bala mejoró cuando cambió de forma, pero la lesión en su brazo no lo hizo. Era la menos grave de las dos heridas —observó ella. El rostro de Jesse era sombrío cuando ella levantó la mirada hacia él. —Creo que sé por qué. —Jesse no le dio más detalles, pero puso gel con antibiótico en el corte que encontró en su botiquín de emergencia, luego utilizó hábilmente las mariposas para cerrarlo de nuevo—. ¿Tienes un manguito de presión arterial? —Espera. —Ella hurgó en la mesita de noche. Su abuela tenía uno de esos dispositivos de muñeca que su médico le había sugerido nunca utilizar. Maria lo había visto por aquí la última vez que había limpiado la habitación. Abrió la caja de plástico protectora y comprobó las baterías antes de colocar el pequeño dispositivo en la muñeca del joven. Mientras esperaban a que la máquina hiciera su registro, trató de pensar en lo que había hecho por ayudar al oso cuando llegó.

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suavidad y desinfectando el profundo corte vertical enrojecido. Para Maria, parecía

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El Club de las Excomulgadas —Había perdido mucha sangre cuando llegó aquí —le dijo a Jesse—. Le di una unidad de solución salina y se estabilizó. —Nuestras formas humanas a menudo pueden ser más delicadas que nuestros animales. El manguito emitió un pitido y Maria se inclinó para mirar los resultados. —No es bueno. —Necesita un goteo. Maria se sorprendió por el conocimiento de Jesse. —Nunca he trabajado en un humano antes. —Ella se detuvo junto a la lo que necesitaba lo más rápido posible. —Está bien. Yo sí. Hacemos toda clase de primeros auxilios avanzados en el servicio. En las Fuerzas Especiales se aprende más que en la mayoría. Su confianza le hizo sentir mucho mejor mientras buscaba los suministros. Por suerte, tenía lo que necesitaban aquí en la casa y no tenía que correr a ninguna de las dependencias. Estuvo de vuelta en menos de un minuto, alegrándose de ver que Jesse ya había hecho los preparativos. Él tomó el kit de intravenosa de ella y lo abrió, dejándola sin dudas en cuanto a su familiaridad con el equipo. Colocó la aguja expertamente mientras ella preparaba el goteo. En cuestión de segundos, el líquido vital fluyó en las venas de su paciente, ayudando a su agotado cuerpo a estabilizarse. Maria siguió monitoreando su presión arterial y otros signos vitales, satisfecha cuando éstos empezaron a mejorar. —Creo que está fuera de peligro —comentó Maria suavemente, alegrándose porque un poco de estrés se desvaneció al saber que el joven no moriría a causa de ella por el momento.

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puerta, pensando donde estaban sus suministros más cercanos y cómo obtener todo

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El Club de las Excomulgadas Unos minutos más tarde, el chico empezó a regresar. Jesse lo animó a que hablara con él y lo tranquilizó. Con todo lo ocurrido, Jesse la impresionaba enormemente. Él podía ser amable cuando quería serlo y no le importaba que se le notara, lo que decía algo muy importante para ella acerca de su carácter. Oh, sí. A ella podría gustarle con demasiada facilidad. En realidad, tenía

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miedo de que ya le gustara. Maldita sea.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Tres —Vamos, chico. ¿Me puedes decir tu nombre? —preguntó Jesse una vez más. —Zach. —Fue la débil respuesta. El chico se estaba fortaleciendo pero aún no se encontraba con ellos por completo. —Zach. Eso es bueno. ¿Cuál es tu apellido? —Le animó Jesse. Los ojos de color marrón oscuro se abrieron de golpe, de forma desafiante. —Smith —enunció, mostrando un indicio de carácter.

real. Al menos no con su apellido, que les ayudaría a tratar de localizar a su familia. Chico inteligente. Había caído por un tiro y, si Jesse no erraba, le habían atacado con plata venenosa, lo que significaba que quien sea que hubiera ido tras él sabía lo que era. Al chico le habían disparado, envenenado y capturado, pero aún así hizo lo que pudo para proteger a su familia. —Está bien, Zach. Haré lo que pueda para asegurarte que somos los chicos buenos. Incluso si la doctora no supo lo que eras en un principio. —Él vio a la mujer encogerse por el rabillo del ojo. Había estado disculpándose mucho, y no tenía intención de hacerla sentir peor, pero el chico tenía que estar convencido de eso primero, después podrían trabajar en el resto de esta situación. La presencia del were oso y la naturaleza de sus lesiones le hacía preguntarse si esos dos cretinos de anoche habían estado tras la doctora... o tras el oso. Cualquiera de las dos era posible. Sólo una cosa sabía a ciencia cierta: esta situación acababa de volverse mucho más complicada. Aún más complicada que cuando había conseguido su primera buena bocanada del seductor aroma de ella. Había sabido desde ese momento que esta misión lo pondría a prueba en formas que nunca había sido probado antes.

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Jesse rió. El chico tenía espíritu. No confiaba en ellos para darles su nombre

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El Club de las Excomulgadas Había querido envolver sus brazos alrededor de ella y besarla hasta hacerle perder el sentido. Había querido seducirla e inclinarla sobre la mesa de la cocina, levantarle ese camisón ceñido y follarla de forma alucinante. Y después hacerlo todo de nuevo. Pero se había abstenido. Había mantenido su mente en la misión incluso si la rigidez en sus pantalones hacía que fuera difícil caminar. Había sido un modelo de restricción, casi convenciéndose de que una vez que la llevara de regreso a Wyoming tendría su oportunidad de cortejarla y finalmente reclamarla de la forma en que su lobo interior aullaba por hacer. Había estado preparado para hacer su mejor esfuerzo y convencerla sobre cómo su prima y su ancestro la necesitaban, mientras la ayudaba con los animales salvajes por los que se preocupaba. Entonces había descubierto un problema aún mayor bajo su techo.

incluir al oso cambiaformas casi indefenso que no confiaba en él en absoluto. No es que Jesse culpara al chico. Había pasado por un infierno. No había duda al respecto. Era sabio al ser cauteloso con los extraños, incluso si uno de ellos era un compañero cambiaformas. Antes, los cambiaformas se habían vuelto malos y traicionado a los de su propia especie. No muy a menudo, pero había sucedido. —Muy bien, chico. —Jesse palmeó el brazo ileso del chico—. Haré algunas llamadas. Mi hermano podrá darles un mensaje de alta prioridad a los Señores y yo podré arreglar algún tipo de llamada de Internet o algo así donde puedas ver por ti mismo de qué lado estoy. ¿Me darás la oportunidad de hacer eso? No me gustaría tener que seguir tu trasero por la ventana y rastrearte hasta dónde hayas caído por tus lesiones. En caso de que no te hayas dado cuenta, fuiste envenenado. Eso no desaparecerá fácil ni rápidamente. El joven echó un vistazo a su brazo y Jesse supo que entendía. Zach había sido cortado con una hoja de plata. Envenenado y herido. Todos sabían que los cambiaformas conocían el peligro de la plata. —Me quedaré por un tiempo. No puedo prometer más que eso. —Buen chico —Jesse asintió con aprobación.

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Su misión ya no se trataba solamente de Maria Garibaldi. Ahora tenía que

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El Club de las Excomulgadas —Pero a ella no la quiero aquí, o juro que la morderé. —El chico fulminó a Maria con la mirada y ella se quedó sin aliento, las lágrimas llenaron sus ojos cuando huyó de la habitación. Maldita sea. La ira llenó a Jesse mientras veía la linda coleta de Maria escurrirse por la puerta. Entendía la culpabilidad que sentía. La ira del chico no facilitaba las cosas. —Mantén un vocabulario civilizado en tu cabeza cuando se trate de la doc, Zach. Ella no sabía que eras un cambiaformas. Aun así, te salvó la vida. Realizó una cirugía en ti para quitar la bala y te cosió la mejor que pudo. Sin ella, probablemente estarías muerto para ahora, así que agradece tu suerte a las estrellas que fue a ella a quien los de control de animales te trajeron. Si hubieras caído en

Eso pareció aplacar al chico por el momento, pero todavía parecía rebeldemente sospechoso mientras yacía en la cama de la abuela y lo fulminaba con la mirada. Jesse suspiró profundamente. — ¿Hay alguien a quien pueda llamar para ti? Te daré mi teléfono para que realices la llamada si eso ayuda. — ¿Y entonces tendrás sus números y vendrán bajo fuego? No, gracias. Jesse negó con la cabeza. —Entiendo y aplaudo tu cautela, pero estás condenadamente equivocado aquí. Dame una hora y te lo demostraré. La barbilla terca asintió. —Una hora. Entonces seré historia. Jesse sabía que no era una amenaza vana. Los cambiaformas pardos eran de los más mágicos. Si Zach realmente quería tratar de evadirlo, probablemente lo

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manos de tus atacantes, estarías en una forma mucho peor ahora.

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El Club de las Excomulgadas haría. Los osos cambiaformas podían ocultar su rastro por medios mágicos así ni siquiera los otros cambiaformas pudieran seguirlos. Jesse salió de la habitación y fue en busca de Maria. La encontró no muy lejos, sentada en el sofá de la sala de estar. Tenía los ojos secos, pero no se veía feliz. Aún así, estaba lidiando con el estrés mejor de lo que esperaba. —Tengo que hacer algunas llamadas. ¿Supongo que no tienes algún servicio de videoconferencias? —preguntó, arriesgándose con la suposición. —Tengo un ordenador portátil con cámara. Puedes chatear en video en ella,

—Eso es mejor que nada. —Jesse ya estaba marcando a medida que hablaba. Maria rebotó levantándose del sofá y salió de la habitación. —Jason, tenemos una complicación —dijo Jesse a su hermano en cuanto contestó el teléfono. — ¿Qué está pasando? Tuve una actualización de Arlo hace unos veinte minutos. Los prisioneros están seguros y en su camino hacia aquí. Dijo que estabas teniendo problemas para convencer a la mujer de que dejara su granja. —Jesse se tomó una fracción de segundo para admirar nuevamente cuán bien se adecuaba la posición de Alfa a su hermano pequeño. Había abrazado la responsabilidad que se le había impuesto durante el caos después de la muerte de sus padres. Jesse, por derecho, debería haber luchado por la posición, pero después de las guerras en las que había estado, su corazón y su mente ya no estaban plenamente con la Manada. Jason fue quien dio un paso adelante y luchó por sus derechos de nacimiento. Peleó contra todos los interesados, vengando las muertes de sus padres y restaurando el orden de la Manada. Lo había hecho bien, y Jesse no podría estar más orgulloso de él.

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creo.

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El Club de las Excomulgadas —Es más que eso. La señorita es veterinaria. Tiene una serie de animales salvajes grandes y exóticos en su lugar. Es un santuario. —Sí, Arlo me contó un poco sobre eso. ¿Ella no puede conseguir a alguien para que vele por las criaturas por un tiempo? —No es eso. Ella tenía un oso aquí con una herida de bala. Jesse, es un cambiaformas. Un oso pardo. Herido de bala en el pecho y apuñalado con una hoja de plata a lo largo de un brazo. No confía en mí una mierda ahora mismo y tengo una hora para convencerlo de que soy uno de los chicos buenos. — ¿Qué quieres que haga? —Jason pasó de un cuestionamiento casual a mortalmente serio de un latido al siguiente. Maldita sea.

pequeño, tanto o incluso más que con cualquier miembro de su equipo de élite. Lideraba al pequeño grupo de cambiaformas de las ex-Fuerzas Especiales y habría apostado su vida a su lealtad una y otra vez. Estaba aprendiendo que Jason era tan fiable como ellos e incluso tenía más recursos en algunos aspectos debido a su posición como Alfa de una de las Manadas más influyentes del país. —Llama a los Señores. A ver si hacen un vídeochat con el chico. Necesito que sepa que soy sincero, y necesito que me diga dónde están sus padres. Tengo un mal presentimiento sobre el hecho de que estuviera allí por su propia cuenta, con un disparo y dañado lo suficiente como para ser objeto de caza y capturado por los oficiales de control de animales humanos. Tuvo un respiro cuando lo sedaron y se lo trajeron a Maria. Ella realizó una cirugía en su pecho y lo cosió, pero lo enjauló, sin saber que era un cambiaformas, y está comprensiblemente enfadado. —Jesse tomó aire, necesitando darle la explicación a su hermano—. En este momento, ni siquiera estoy seguro de si el ataque a la casa de Maria anoche se debió a su presencia o a la del chico pardo. Podría ser que los cazadores fueran enviados a buscarlo a él y ella fue sólo un extra. —Maldijo entre dientes—. O podría ser al revés. Hasta que el chico comience a hablar, no lo sé.

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A Jesse realmente le gustaba el hecho de que podía contar con su hermano

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El Club de las Excomulgadas —Muy bien. Ve a un ordenador y mantente ahí. Accede a tu cuenta y haré el enlace. Probablemente podremos unir a los Señores de esa manera, si están cerca. Enviaré una llamada de alta prioridad tan pronto como cuelgues. —Entonces me voy. El reloj está corriendo. —Jesse desconectó la llamada y se volvió para encontrar a Maria de pie detrás de él con un ordenador portátil en sus manos. — ¿Así que pensaste que esos dos idiotas de esta mañana venían por mí, pero ahora no estás tan seguro? ¿Podría ser que hubieran estado tras Zach? —Le temblaban las manos, pero su columna estaba firme con la fuerza interior que había demostrado hasta ese momento. —Siento que me hayas oído hablar de eso, pero sí. Esa es más o menos la agarre después de una ligera vacilación y él miró fijamente en sus expresivos ojos, capturando por la preocupación en su mirada. —No puedo simplemente permitir que se vaya contigo y quedarme atrás, ¿verdad? Realmente regresarán. O si no lo hacen esos dos, más como ellos. ¿Correcto? —Sí, Maria. Lo siento. Al aceptar a Zach, comprometiste tu propia seguridad. O al revés. No lo sabré hasta que sepamos exactamente detrás de quién venían. Pero ahora que los dos han sido capturados y están desaparecidos, enviarán a más. Podría tomarles uno o dos días antes de que se den cuenta de lo que pasó aquí, pero lo descubrirán y luego enviarán un equipo más profesional para manejarte. Ella respiró hondo para calmarse y desvió la mirada, pensando intensamente. Cuando se volvió hacia él, parecía haber tomado una decisión. —Muy bien. Llamaré a algunos refuerzos para vigilar a los animales. Tengo un plan de contingencia para los momentos ocasionales en que estoy enferma o necesito ir a algún lugar. Hay una pareja que puede venir un par de veces al día a

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situación. —Dio un paso hacia ella y le tendió la mano. Ella colocó el portátil en su

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El Club de las Excomulgadas alimentar y a revisar a los animales. Ellos deberían estar bien ya que suena como si los malos probablemente se vayan una vez que se den cuenta de que nos fuimos. Iré contigo y con Zach a Wyoming hasta que todo esto esté resuelto. Jesse sintió alivio en su corazón como nunca antes había sentido. Había estado completamente estresado sobre cómo conseguir su cooperación, y ahora de repente la tenía. Debería estar feliz. En su lugar, sentía una urgencia de tomarla en sus brazos y sacarla de allí tan pronto como fuera posible. Había aprendido a no ignorar ese tipo de sentimientos. —Haz los arreglos y luego empaca una bolsa. Saldremos a la carretera en cuanto pueda convencer a Zach. —Jesse abrió el ordenador portátil y comenzó a teclear.

inferior, probablemente preocupada por su paciente. Esa acción inconsciente hizo que Jesse tuviera algunos pensamientos muy inapropiados sobre besarla hasta alejar sus preocupaciones y hundir sus dientes en su carne... de una manera placentera. No para lastimarla. Sólo para tentarla. Se aclaró la garganta y trató de concentrarse en sus palabras, y no en esas partes suaves de color rosa que le pedían ser besadas. Había querido sentir sus regordetes labios femeninos bajo los de él casi desde el primer momento en que había visto su rudo trasero en su cocina. En el ceñido y revelador camisón asesino que protagonizaría sus sueños en los próximos años, estaba seguro. —Tendrá que estar listo. —Jesse trató de poner sus pensamientos de nuevo en marcha—. Necesitamos salir de aquí. Los tres no seremos rivales para el siguiente grupo de asesinos. — ¿Crees que quieren matarlo? —Ella parecía muy molesta por la idea. —A él. A ti. A mí. Los Venifucus probablemente nos quieren muertos a todos nosotros. Ellos o alguien, ya intentaron matar a Zach una vez. Los chicos en la

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—Él no está realmente en condiciones de viajar. —Ella se mordió el labio

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El Club de las Excomulgadas cocina anoche tenían tatuajes Venifucus. Tú los viste. Estaban allí, ya sea por ti o por el chico. Tal vez por ambos. Puede ser que hayan jugado contigo por un tiempo, pero puedes estar segura de que morirías al final. Eso es lo que hacen. Juraron matar a todos los Otros del lado de la Luz y traer de regreso a su malvada líder, Elspeth, La Destructora de los Mundos. Jesse estaba golpeando las teclas del ordenador portátil mientras hablaba, accediendo a Internet y a una de sus cuentas con las que su hermano podría conectarse con él. Habían utilizado ese mismo sistema para mantenerse en contacto muchas veces mientras Jesse estaba al otro lado del mundo, luchando en algún infierno olvidado de Dios. Siempre había podido contar con su hermanito para mantenerse en contacto y que lo llevara de vuelta a sus raíces, a su hogar. Para Jason, lo más importante era la Manada. Era un buena Alfa que se preocupaba por

—Supongo que alguien no llega a ser llamada la Destructora de los Mundos sin razón en absoluto, ¿eh?—Maria parecía tanto abatida como determinada. —Lamento decirlo, pero tienes razón en eso. —Se abrió una ventana en el ordenador portátil y apareció Jason, su hermano menor. Jesse utilizó el accesorio del micrófono en el ordenador portátil para probar la conexión—. ¿Puedes oírme, Jay? —Alto y claro, Jess. —Su voz fue emitida un poco aguda en los altavoces incorporados. No era grandioso, pero serviría—. Los Señores detuvieron a alguien que podría convencer a tu oso cambiaformas. Alguien de su gente piensa que conoce al joven con el que estás lidiando. —Excelente. ¿Tienes un tiempo aproximado? —Ellos dijeron que en unos diez minutos. —Bien.

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su pueblo y su familia.

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El Club de las Excomulgadas —Mientras tanto, Sally se pregunta si la Doctora Garibaldi estaría disponible. —Espera un segundo. Lo comprobaré. —Jesse silenció el sonido y se alejó de la cámara. No quería poner a Maria en el foco. Si no estaba preparada para ver y hablar con su prima, él no iba a forzarla—. Sally quiere hablar contigo, pero no tienes que hacerlo si aún no estás lista. La veremos pronto cuando lleguemos a Wyoming. —No, está bien. Me gustaría ver qué aspecto tiene. Aunque no estoy totalmente convencida de que realmente estemos relacionadas. —Maria vino a sentarse delante de la mesa de café donde él había instalado el ordenador portátil. Jesse la configuró para recibir audio de nuevo y alineó nuevamente la cámara

—Jason, esta es Maria. Maria, mi hermano, Jason. —Jesse pensó en mantener el asunto con sus primeros nombres para que fuera más fácil. Maria probablemente no sabía mucho sobre del mundo de los cambiaformas o cómo abordar correctamente a un Alfa. Era mejor que lo tratara como hacían los humanos regulares, con las costumbres del mundo humano. Él había puesto a todos en igualdad de condiciones. Maria se sorprendió por lo diferente que eran los hermanos. Claro, tenían facciones muy similares, y el hombre de la pantalla parecía algo más joven que el hombre en la sala de estar de su casa, pero no eran tanto los años como la experiencia. Los ojos de Jesse estaban... atormentados, esa fue la mejor palabra que pudo encontrar. Había visto cosas que le habían dejado su alma marcada. Sensible como era con las cosas heridas, lo sentía y veía cada vez que lo miraba. Sin embargo, había un núcleo de fuerza en Jesse que se negaba a renunciar o a ceder. —Encantada de conocerte —dijo Maria suavemente, tratando de mantener sus pensamientos alejados de su tono.

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colocándose junto a Maria.

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El Club de las Excomulgadas —Lo mismo digo. Mi esposa ha estado a la espera de hablar contigo. Le daré la silla. —Maria observó cuando el hombre se puso de pie, su entrepierna cubierta con los pantalones vaqueros llenó la pantalla por un momento.Casi se rió pero pensó que Jesse no apreciaría su sentido del humor. Un segundo más tarde, Jason se había ido y una mujer de cabello oscuro estaba tomando su lugar en la silla frente a su ordenador. Se puso los auriculares que Jason, quien ahora estaba fuera de cámara, le entregó. Y luego sonrió. Maria no pudo evitar responder a esa sonrisa con una de las suyas. La cara de la mujer era más angular que la suya, pero Maria vio algo en sus ojos, la curva de sus cejas... algo familiar. — ¿Así que se supone que eres mi prima? —Maria se encontró diciendo sus

—Lo soy. Mi nombre es Sally, y me pidieron que te encontrara nuestro mutuo antepasado, una mujer llamada Leonora. Es una dríade. —Eso me dijeron —dijo Maria con ironía, disparándole a Jesse un vistazo. Parecía muy interesado en su primera conversación con esta otra mujer—. Simplemente no entiendo cómo podría ser. Mi familia es sólo un poco mágica. Algunos de los parientes de mi padre creen en la magia, pero mi padre murió cuando era una niña. Hasta el momento, mi único don ha sido con los animales salvajes. —Espera un minuto —dijo Jesse, atrayendo su atención—. ¿Algunos de tus familiares son usuarios de la magia? ¿Qué don tienes?— La mirada de él la condenó por no decir la verdad anteriormente, y ella se enfadó. —Mi nona y tía son brujas, creo que así las llamáis vosotros. Hacen hechizos, bailan bajo la luna llena y cosas por el estilo. Mi madre siempre pensó que estaban locas, pero cuando era pequeña, me di cuenta de que en ocasiones podía sentir la energía del bosque y de sus criaturas. Mi nona dijo que tenía el talento de la curación y me ayudó a establecer el camino hacia la escuela

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pensamientos en voz alta.

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El Club de las Excomulgadas veterinaria. Ella lo sentía tan fuerte que incluso pagó por mi educación. Mamá y mi padrastro no querían tener nada que ver con eso. Querían que fuera abogada. Mi padrastro es un abogado muy exitoso. Mamá es una esposa de sociedad con un problema con la bebida, si soy brutalmente honesta. Creo que comenzó a beber cuando mi padre murió. Siempre sentí que se casó con Frank mientras se recuperaba, tratando de olvidar a mi verdadero padre. —Lo siento. —La voz comprensiva de Sally fluyó por los pequeños altavoces—. Nunca conocí a mis padres. Fui criada por familias de acogida y en realidad nunca pensé que tuviera alguna familia por ahí hasta que conocí a Leonora hace unas semanas. Ella me mostró que la afinidad que siempre había tenido con las cosas que crecían venía de su influencia en mi ascendencia. Parece que nosotras, las dríades parciales, somos capaces de hacer visible nuestro árbol genealógico que tengo una hermana que nunca conocí. Mi línea desciende de la hija de Leonora, Marisol, que se casó con un hombre lobo varios siglos atrás, así que tengo un poco de hombre lobo en mí. No suficiente para cambiar ni nada, siento decirlo. En mí, la magia dríade es mucho más fuerte que cualquier otra cosa. Puedo hacer que las plantas crezcan y escuchar el canto de los bosques. Los árboles me hablan. Maria se removió en su asiento, incómoda con la descripción. Parte de lo que oía era muy familiar para ella y algo que había negado durante mucho tiempo a causa de la desaprobación de su madre. Maria conscientemente se había limitado a sí misma a la curación de animales. Hablar con los árboles había estado estrictamente prohibido por su madre clasista desde el momento en que fue lo suficientemente mayor como para gatear. —Soy veterinaria. Curo animales, y por lo general sólo en la forma convencional. De vez en cuando, creo que la magia entra en eso. —Tratas en su mayoría con las criaturas del bosque, ¿verdad? ¿Lobos, pumas, osos? Jason dijo que diriges un santuario para animales salvajes —señaló Sally.

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usando nuestra magia para llamarlo. Así es como sé que eres una de mis primas y

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El Club de las Excomulgadas Maria se encontró asintiendo. —Esas son las criaturas por las que me siento más atraída a ayudar. —Tiene sentido. —Sally se encogió de hombros—. Son parte del bosque también. Son parte de lo que hemos nacido para proteger y nutrir. —Todavía no sé si creo todo esto. Quiero decir, sé acerca de los cambiaformas. Los traté una vez antes, y hace apenas unos minutos vi a un oso convertirse en un adolescente en mi habitación de invitados. Sé que son reales. Y sé que la magia es real. Pero no sé si creo que soy en parte dríade, o que estoy emparentada contigo. Creo que Nona o mi tía me lo habrían dicho si tuviéramos otros parientes por ahí. Lo más importante para ellas es la familia. Especialmente

—Me encantaría conocerlas. —La voz de Sally estaba llena de una especie de anhelo ansioso y de un poco de dolor. Maria recordó entonces que esta mujer; una mujer policía fuerte y capaz según su información, nunca había tenido realmente una familia propia. El corazón de Maria se solidarizó con ella. —Estoy segura de que les encantaría conocerte también, Sally. Una vez que esta crisis termine, ¿por qué no nos reunimos todos y averiguamos de dónde vienes y cómo encaja mi familia en eso? Una sonrisa se dibujó en el rostro de la mujer en la pantalla. —Me encantaría eso. Gracias. —De nada. Francamente, estoy muy intrigada por todo esto y dispuesta a escuchar más ahora que cuando tu cuñado rompió mi puerta de la cocina en medio de la noche. —Se rió entre dientes, lanzando una mirada burlona hacia Jesse. —Hablando de eso, Maria, tienes que tener mucho cuidado. Los chicos que trataron de secuestrarte no pierden el tiempo. Esos hombres eran parte de un grupo que le disparó a una adolescente de la Manada, tratando de secuestrarla. Al fallar

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para Nona. Ella lleva un registro de todo el mundo y mantiene unida a la familia.

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El Club de las Excomulgadas en eso, agarraron a un muchacho joven y le pusieron una trampa muy explosiva para cualquier persona que tratara de rescatarlo. Esas no son personas agradables. Son terroristas con una agenda mágica. —Quieren a su Destructora de Mundos de regreso, ¿verdad? Jesse me estuvo contando al respecto. —Jason y Jesse saben más de eso que yo. Soy bastante nueva en todo esto. Recién me enteré sobre los Otros hace un mes. Antes de eso, vivía en San Francisco y realmente no entendía mucho sobre el mundo mágico. Sólo que podía hacer crecer las cosas. Pero viviendo en la ciudad, estaba limitada a los jardines urbanos y a las plantas en maceta. —No puedo imaginar la vida en la ciudad. Crecí en una finca con un gran ciudad donde se quedaba si estaba en un caso. De lo contrario, iba sólo un par de días a la semana. —Vaya, vaya. No estoy segura de que seamos socialmente aceptables en la multitud del club de campo —bromeó Jesse, interrumpiendo. Ella le hizo una mueca y Sally se rió por el otro extremo de la conexión, después de haber escuchado las palabras de Jesse a través del altavoz del ordenador portátil. —En caso de que no lo hayas notado, renuncié a todo eso para vivir aquí con los animales. Llamo a este lugar santuario por una razón. —Maria puso los ojos en blanco ante Jesse y luego bufó—. Pensé que estaría segura aquí en medio de la nada, pero esta mañana demostró que me equivoqué a lo grande. Sally pareció sombría cuando Maria se volvió a centrar en la pantalla. —Los cazadores le dispararon a Leonora con una bala de plata. Sabes que la plata es un veneno para la gente mágica, ¿no? El bosque la mantiene viva por ahora, pero es la razón principal por la que estoy tan ansiosa por encontrar a todos mis parientes rápidamente. Dijo que tenemos que juntar nuestras energías para sanarla. Cuanto antes podamos hacer eso, mejor.

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jardín cuidado y un montón de animales. Mi padrastro tenía un apartamento en la

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El Club de las Excomulgadas Maria estaba segura que Sally tenía sentimientos muy fuertes por la dríade. El tierno corazón de Maria se conmovió por la callada súplica en la voz de Sally. Maria pensaría largo y tendido acerca de esto mientras llegaba a conocer mejor a esta gente. Era cautelosa por naturaleza, pero si sus instintos eran correctos y estaban en el mismo nivel, haría todo lo posible para ayudar a Sally y a Leonora. Sólo tenía que atravesar la crisis actual primero. En ese momento, la mano de Jason apareció en el hombro de Sally en la pantalla. La otra mujer alzó la vista por un momento y luego se volvió hacia la pantalla. —Jason dijo que los Señores están dispuestos a hablar con tu huésped. Me

—Me gustaría eso. Un placer hablar contigo, Sally. —Para mí también, Maria. Adiós. —Maria observó a Sally retirarse el auricular y entregárselo de regreso a Jason. Maria fue premiada con otra imagen de su entrepierna mientras cambiaban de lugar delante de la cámara y tuvo que reprimir una risita. —Es hora del espectáculo —dijo Jesse, alcanzando el ordenador portátil. Ya lo había desenchufado. Funcionaría con batería durante una hora más o menos. Probablemente mucho más de lo que necesitarían. Maria siguió a Jesse hacia el pasillo y se detuvo cuando golpeó en el marco de la puerta de la habitación de invitados. Zach aún estaba en la cama con los ojos cerrados, pero los abrió en el momento en que Jesse llamó. Estaba alerta, pero evidentemente también estaba exhausto y un poco dolorido. —Tengo a mi hermano y a los Señores en el chat de video. Quieren hablar contigo, Zach. —Jesse entró en la habitación y puso el ordenador portátil en la mesita de noche, mientras ayudaba al adolescente a sentarse. Luego movió el

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iré por ahora, pero espero que podamos hablar pronto de nuevo.

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El Club de las Excomulgadas ordenador portátil al regazo del chico—. Sólo habla, te escucharán a través del micrófono del ordenador portátil. Maria se quedó junto a la puerta, sin querer molestar a Zach. —Hola —dijo el chico, con la voz llena de dudas e incertidumbre. —Soy Jason Moore, Alfa de la Manada de lobos de Wyoming. —La voz de Jason sonó con una autoridad que no había usado al hablar con Maria. —No quiero ser irrespetuoso, Alfa, pero no te conozco, y las personas que dijeron ser amigos resultaron ser enemigos últimamente. Maria oyó el audible suspiro de Jason.

Voy a conectarlos por el video. Esperemos que puedan convencerte. —Hubo un momento de pausa y luego Maria vio los hombros del adolescente tensarse. No podía ver la pantalla, pero asumía que los llamados Señores habían reemplazado la imagen de Jason Moore. —Eres Zach, ¿verdad? —Una nueva voz preguntó a través de los altavoces del ordenador—. Soy Tim y este es mi hermano, Rafe. Tenemos a alguien aquí que piensa que te conoce. Hubo otra pausa y luego Maria vio claramente formarse lágrimas en los ojos del adolescente. — ¿Tío Rocky? —La voz del joven estaba llena de emoción. De esperanza, miedo, alegría, dolor, y sobre todo, alivio. —Zach, hijo mío, ¿qué te pasó? —Una voz ronca, profunda salió a través de los altavoces, llena de urgencia y teñida de rabia por lo que le habían hecho al chico al otro lado de la conexión—. ¿Dónde están tus padres?

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—Lo entiendo, hijo. Es por eso que llamamos a los Señores en tu nombre.

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El Club de las Excomulgadas —Fueron capturados tratando de darme una oportunidad de escapar. —El chico se rompió en ese punto, las lágrimas cayeron de sus ojos, pero su determinación le ayudó a permanecer fuerte y capaz de hablar a través de su angustia—. Corrí, pero ya había sido cortado por la plata. Estaba débil y mi magia fue bloqueada por el veneno y es algo que nunca he sentido antes. Magia realmente mala, siniestra. Y entonces me dispararon. Me las arreglé para seguir corriendo siempre y cuando pudiera, pero terminé en el patio trasero de alguien y los humanos me atraparon. Pensé que era mejor en ese momento. Me drogaron y me desperté en una jaula. —Coloridas maldiciones provinieron del otro extremo de la conexión de la computadora. —La doctora olía a magia, pero me trataba como a un animal. Dice que no sabía que era un cambiaformas, pero no estoy seguro. Y entonces el lobo se palabras hicieron que el joven sonara más como el adolescente asustado que realmente era. —He sido informado acerca de dónde te encuentras, Zach. La doctora dirige un santuario para animales salvajes. Según todos los informes, realmente no sabe mucho acerca de nosotros, a pesar de que fue anfitriona de una mujer del Clan Puma una vez. Probablemente no se dio cuenta de que eras una cambiaformas. Yo le daría el beneficio de la duda, porque en el momento en que Jesse le dijo lo que eras, te sacó de la jaula, ¿verdad? —Sí, tío Rocky. —El chico sonó tanto contrito como obediente. Realmente debía respetar su tío. —Ahora, sobre el lobo. Conozco a su hermano, Jason, el Alfa, y también lo conozco a él, hijo. Es un buen hombre. Uno que va a protegerte con su vida. Lo sé por experiencia personal. He luchado a su lado y lo conozco por ser un hombre honorable. Está de nuestro lado en esto, Zach. Puedes confiar en él. —Maria se sorprendió al escuchar ese tipo de apoyo personal, pero no estaba sorprendida de que Jesse fuera bien respetado por sus compañeros. Había demostrado, aún en estas pocas horas, ser un líder capaz y un hombre de honor.

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presentó y me sacó de la jaula y me llevó a su casa, donde estoy ahora. —Las

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El Club de las Excomulgadas Ella se iría con él a una especie de odisea para descubrir su verdadero lugar en el mundo mágico. Bien, eso y para evitar ser atacada en su propia casa de nuevo por los mismos hijos de puta que le habían disparado al joven oso y capturado a sus padres. El pensamiento de sus padres sufriendo en algún lugar a manos de esas personas crueles le hacía hervir la sangre. Si iba a dejar su santuario, necesitaba hacer arreglos. Maria dejó el pasillo y se dirigió a su oficina. Tenía que hacer una serie de llamadas telefónicas para asegurarse de que sus huéspedes animales serían bien atendidos durante su

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ausencia.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Cuatro —Ella se fue —observó Jesse cuando la conversación en el ordenador hizo una pausa—. Podemos hablar libremente Él había inclinado el portátil así ambos, él y Zach, se encontrarían en la pantalla mientras consultaban con los Señores y el were oso, Rocky, sobre la mejor manera de proceder. Sabía que Maria estaba en el pasillo, pero no había protestado. Aún así, había algunas cosas que preferiría que ella no escuchara. Habían estado interrogando a Zach acerca de lo que recordaba de antes de que le dispararan. Al parecer, los secuestradores estaban en Nebraska. Zach y su familia habían vivido en Aurora, justo al oeste de Lincoln. Recordó haber sido conducido por allí cerca de una hora y entonces, fueron retenidos en una granja. Había habido una gran casa y lastimaban sus oídos. —Tan pronto como terminemos esta llamada, me pondré de camino a Nebraska, pero me tomará tiempo llegar allí. Eres el operativo más cercano y capaz que tenemos en la zona, Jesse. Sé que tendrás a la doc siguiéndote, pero podría ser útil también si alguien es lastimado. Y ella tiene magia. Tal vez sea inexperta, pero dijo que vio los tatuajes Venifucus, por lo que tiene algo de poder y una habilidad que tú no. Aunque sea, ella podría ayudar a detectarlos. De alguna manera, creo que podría ser de utilidad en esta misión —Rocky intentó convencerlo. —No quiero ponerla en un peligro aún mayor, Rock. Vine aquí a protegerla, no a hacerla parte de un equipo de asalto, con muy pocas posibilidades de éxito. —Por lo menos haz el reconocimiento. Cuando llegue allí, entraré con armas de fuego. Ayudaría si supiera en lo que estoy metiéndome. —La voz de Rocky era firme, exigente. Jesse lo pensó por un momento. Tenía a Zach, el único testigo ocular de lo que les había sucedido a sus padres. Y Zach ya se había ofrecido a regresar y mostrarle a Jesse donde había sucedido todo. Al menos podría seguir el rastro tanto

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un establo lleno de caballos bastante nerviosos cuyos relinchos, debido a su miedo,

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El Club de las Excomulgadas como estuviera a salvo, pero no conocía el este de Nebraska en absoluto. En eso, la doc sería muy útil. Había crecido por aquí y vivido en su santuario fuera de Davenport por los últimos años, pero la dirección original en la que Sally la había encontrado había estado en las afueras de Lincoln, Nebraska, donde sus padres aún vivían. Probablemente conocía la ruta desde aquí hasta allí y de regreso, razonablemente bien. —Muy bien. Está en nuestro camino de regreso a Wyoming —suspiró, sin gustarle las opciones pero sin poder ver otra forma de hacerlo—. Exploraré para vosotros. Pero es mejor que te rompas el trasero para llegar allí, Rock. No me gusta ponerlos a ninguno de ellos en más peligro. —Espera. —Rocky agitó unos papeles en el otro extremo de la conexión—. El clima jugará un papel aquí. Todos los vuelos están parados aquí, así que tendré va en tu dirección. Advertencia de tormentas severas y tornados se han levantado por todo el lugar. Es mejor que mantengas un ojo en el cielo, Jess. —Él había notado que se había puesto más nublado y su nariz le había dicho que el barómetro definitivamente había caído, pero no se había dado cuenta de la gravedad de lo que estaban pronosticando—. No te espero mañana, entonces. —Si el clima jugara limpio. ¡Maldita sea! —Gruñó Rocky por los altavoces—. De todas las veces que hubo tormentas severas, esta se lleva el premio. Lo siento, Zach. Llegaré a ti tan rápido como pueda. Pondremos a tus padres fuera de peligro y desgarraremos a los hijos de puta que te dispararon. Te lo prometo. —Lo sé, tío Rocky. Gracias —dijo Zach con una voz sorprendentemente firme. Estaba ganando fuerza incluso mientras Jesse le observaba. Había relajado su postura cautelosa. Ver a su tío le había hecho eso. Permitirle relajarse así su magia podía fluir y curarlo. Gracias a la Señora por la tecnología moderna que permitió al chico ver el rostro de su tío en el chat de video. —Rocky, hay otra cosa que debes saber. —Jesse se había dado cuenta de algo tan pronto como el chico había identificado a Rocky como su tío.

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que ir en transporte terrestre. Eso agregará tiempo a mi llegada. Además, el clima

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El Club de las Excomulgadas — ¿Sí? —El apellido de la doctora es Garibaldi. —No me digas. —La voz de Rocky se volvió meditabunda. —Toda una coincidencia, ¿no? — ¿Quiénes son su gente? —Rocky se apresuró a preguntar. —Puedes conseguir los pocos detalles que tenemos de la nueva compañera de mi hermano. Sé que su padrastro y madre viven fuera de Lincoln. Ella está relacionada a través de la línea de sangre de su padre con la dríade Leonora quien vive en nuestros bosques, y describe tanto a su abuela como a su tía como brujas.

regresó un momento después—. Bueno, es algo para investigar. Por ahora, tenemos que proteger a Zach y a la mujer, y ayudar a mi hermana y a su compañero, si es que todavía es posible. Creo que sabría si estuviera muerta. No lo está. ¿Correcto, Zach? —Definitivamente. —Zach estuvo de acuerdo—. Todavía están vivos. Puedo sentirlo. —Bien. Aférrate a eso. Y si es posible, usa tu conexión con ellos para ayudar a Jesse a averiguar dónde están. Iré y llevaré refuerzos. Llegaremos a tus padres y los llevaremos a un lugar seguro. Te lo juro. —Gracias, tío Rocky. —El chico se ahogó, sin poder decir más, y Jesse palmeó su hombro. Dio la vuelta al ordenador portátil y comenzó a hacer planes con los Señores. Rocky se había ido, ya en pos de reunir los suministros y un poco de ayuda antes de emprender el viaje. Permanecería en contacto telefónico y los Señores se encargarían de organizar todo lo que necesitara una coordinación de mayor escala. Le dieron a Jesse el número de teléfono móvil directo de Rocky y él lo programó en su teléfono, enviándole a Rocky un mensaje de texto que tenía toda

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—Así que desciende de la gente mágica. —Rocky se calló, pensando, pero

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El Club de las Excomulgadas su información de contacto. Podrían comunicarse directamente ahora, siempre y cuando ambos estuvieran en la cobertura de una antena de telefonía móvil y las tormentas no interfirieran demasiado. Jesse pasó unos minutos más hablando con los Señores antes de que colgaran y Jason estuvo de vuelta en su pantalla. Hablaron de la mano de obra y cuáles de los ex-soldados del grupo de las Fuerzas Especiales de Jesse podrían enviar a ayudar. En menos de cinco minutos, habían terminado el chat de video y Jesse apagó el ordenador portátil. —Tendremos que actuar con rapidez, Zach. ¿Estás preparado para ello? Zach asintió, todavía abrumado por la emoción que le había inspirado ver a su tío, y el conocimiento de que estaba en la presencia de amigos en lugar de días. —Muy bien. Descansa aquí por ahora. Iré por algo de ropa para ti y ayudaré a la doc a empacar. Saldremos a la carretera en breve, pero quiero que descanses tanto como te sea posible antes de hacerlo. ¿Entiendes? —Sonrió para suavizar sus órdenes y el chico respondió con una sonrisa temblorosa por su cuenta mientras Jesse salía por la puerta. Habían tenido suerte de alguna manera. Rocky había podido convencer a Zach de que estaba entre amigos con mucha más facilidad de lo que cualquier otra persona hubiera podido. Y ahora era posible que la doc, Rocky y también Zach, estuvieran relacionados de alguna manera. Tanto el apellido de la doc como el de Rocky era Garibaldi. Algo para reflexionar más tarde, como Rocky había dicho, pero era algo que le aseguraba a Jesse que la Señora estaba trabajando sus caminos misteriosos para reunir a todos los diferentes actores juntos. Jesse encontró a Maria en su oficina, simplemente colgando el teléfono mientras se abría paso para recoger unos papeles y un talonario de cheques, que lanzó en su gran bolso. La bolsa era abultada, por lo que debía haber estado recogiendo las cosas de la oficina desde que él y Zach habían estado hablando en el ordenador.

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enemigos. Jesse lo entendía. El chico había pasado por muchas cosas en los últimos

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El Club de las Excomulgadas — ¿Tienes un maletín para esto? —Le preguntó Jesse, levantando el ordenador portátil que aún sostenía en una mano. —En la esquina de allí. —Ella hizo un gesto con la barbilla ya que sus manos estaban todavía llenas. Jesse buscó y encontró un maletín de ordenador estilo mochila de nylon y acolchado, que sería tanto muy seguro como fácil de llevar. El ordenador se deslizaba en uno de los compartimientos y había otras secciones que eran para el cargador, para el módem inalámbrico, para el ratón y para diversos cables que podrían necesitarse para conectarse a una impresora, proyector o una conexión a internet de alta velocidad. Ella tenía casi todas las contingencias cubiertas y todavía había espacio en la mochila para otras cosas.

repuesto en mi bolsa… — ¿Tienes una bolsa? —Ella lo interrumpió, volviendo la mirada de sorpresa hacia él. —Escondida en un viejo roble al borde de tu propiedad. —Se encogió de hombros—. El problema es que Zach no ha crecido del todo aún. Encajaría mejor en un par de tus sudaderas, creo. Si tienes alguna. Destacaría mucho menos si alguien lo ve. Ella puso los ojos en blanco, pero se tragó lo que sea que hubiera estado a punto de decir cuando sonó el teléfono. Ella colocó su mano sobre el receptor y respondió. —Encontraré algo para él. —Entonces tomó el teléfono y contestó—. Santuario. —Colocó el teléfono entre su oreja y su hombro mientras continuaba rebuscando en la oficina. Él había sido despachado. Jesse tuvo que sonreír mientras salía de la sala de estar, recogiendo el cargador del ordenador portátil y guardándolo en la mochila. Asaltó sus armarios en busca de aperitivos que se conservaran sin refrigeración y arrojó algo de eso en el frente de la mochila, junto

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—Tendrás que llevar ropa y Zach necesita algo para usar. Tengo un juego de

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El Club de las Excomulgadas con algunos elementos que podrían ser utilizados como herramientas de supervivencia: fósforos a prueba de agua, una navaja suiza y algunas otras cosas que encontró, hasta que la bolsa estuvo llena. El resto de los aperitivos los puso en una bolsa de plástico. Luego fue a la nevera e hizo un montón de sándwiches, poniéndolos en un envase que había encontrado escondido en uno de los armarios. Bebidas frías siguieron, junto con cualquier otra cosa que se viera buena y fácil de comer mientras estuvieran en movimiento. Una bolsa de utensilios de picnic de plástico y agua mineral entraron así como vasos de papel y una botella de zumo. Zach era un chico en crecimiento. Estaría hambriento mientras estuviera sanando. Jesse engulló dos sándwiches gigantes mientras trabajaba, al no haber comido en mucho tiempo. Él también necesitaba combustible.

también, y se aseguraría de que tuviera al menos un sándwich antes de que se fueran. —Mis amigos están viniendo para encargarse de los animales. ¿Quieres hacer un rápido repaso para asegurarte de que no tengo a ningún otro cambiaformas enjaulado? —Ella hizo una mueca y él pudo ver otra vez cuán mal se sentía por Zach. —Haremos todo eso en el camino de salida. No quiero que tú ni Zach os quedéis solos en caso de que envíen al Equipo A esta vez. Los chicos de anoche eran sin duda el Equipo B. Ya habíamos tratado con sus amigos en Wyoming. Los Venifucus definitivamente no enviaron a sus fuerzas de élite cuando mandaron a esos tipos. —Jesse le entregó el sándwich que le había hecho después de que ella pusiera la bolsa sobre la mesa de la cocina junto a la mochila del ordenador portátil y el envase que había abastecido. —Está bien, pero mi coche está en el frente. Tendremos que volver sobre nuestros pasos.

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Puso a un lado un sándwich más pequeño para Maria. Ella tenía que comer

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El Club de las Excomulgadas —No nos llevaremos tu coche. Es demasiado lento y demasiado fácil de rastrear. Alquilé un cuatro por cuatro que nos espera en el bosque. Podemos comprobar a tus huéspedes mientras nos abrimos camino a la SUV. —Parecía que quería discutir, pero él empujó el sándwich hacia ella—. Come. Necesitarás el combustible. Ella esbozó una sonrisa y tomó el sándwich. Parecía enorme en sus delicadas manos. —Ahora suenas como mi nona. Siempre me decía que era demasiado flaca. Se niega a creer que realmente necesito perder unos trece kilos. —Jesse hizo una pausa y dejó que su mirada la recorriera. Sabía que su lengua estaba prácticamente colgando de su boca, pero no pudo evitarlo.

de su garganta e hizo ascender su mirada por su voluptuoso cuerpo hasta encontrar sus ojos. Ella parecía no sólo sorprendida sino ¿excitada...? Él olió el aire cuando se acercó a ella. Oh, sí. Ella sin duda estaba excitada. Mierda. Olía tan condenadamente bien. Al instante, él estuvo duro y preparado. La deseaba tanto. Su lobo quería hundir sus dientes y su pene en ella y follarla hasta dejarla sin sentido. Quería oírla gritar su nombre mientras se corría en torno a él, llevándolo con ella hasta la luna. Él colocó sus brazos alrededor de ella y la atrajo cerca de su cuerpo. Tuvo suficiente entereza para tomar el sándwich de sus manos y dejarlo sobre la mesa detrás de ella. Entonces, la bestia tuvo el control. La apretó contra él con un solo tirón que la sobresaltó. Ella jadeó cuando su cuerpo suave se reunió con su dureza. Sus ojos se abrieron como platos cuando lo miró a los ojos. Atrapada. Era suya. La cabeza de Jesse bajó y capturó sus labios con los suyos. El beso comenzó salvaje y luego... se transformó. Cambió a algo mucho más serio que la lujuria ciega que le había montado hasta este punto. No había querido tocarla, pero había sido incapaz de evitarlo. El aroma de su excitación fue más de lo que pudo soportar. Tenía que saborearla, probar su dulzura, reclamarla para sí mismo, aunque sólo fuera por este momento robado.

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—En lo que a mí respecta, eres perfecta, Doc. —Oyó el gruñido escapando

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El Club de las Excomulgadas Ella enredó sus manos en su pelo corto en la base de su cuello. Su cuerpo se tensó contra él mientras respondía. Ella no era solamente una destinataria de su beso, sino una completa participante en la lujuria que se había encendido con el beso y convertido en un incendio que ninguno de los dos podía negar o controlar. Jesse la hizo retroceder contra la mesa, y la levantó hasta que estuvo sentada en el borde. La instó a abrir las piernas con sus caderas, tomando su lugar entre ellas mientras sus bocas se seguían consumiendo entre sí, alimentando con más intensidad el fuego que se había encendido entre ellos. Jesse arrastró sus labios lejos de los de ella y comenzó a mordisquear su garganta mientras descendía, deteniéndose en ese lugar delicadamente perfumado en el hueco de su cuello, husmeando en su suave cabello castaño. Ella olía tan

Él siguió moviéndose hacia abajo, delineando sus costillas una por una con los dedos, y luego moviéndose más arriba, acunando sus generosos pechos. Ella estaba construida como una mujer con M mayúscula. Justo de la forma en que le gustaban sus mujeres. No escuálidas o demasiado musculosas, sino esbeltas y proporcionadas con caderas generosas y un trasero donde podría hincar el diente. Malditamente sexy. No lo detuvo cuando su nariz encontró su camino más allá de la V de su blusa y movió sus manos sobre su sujetador para ahuecarla y moldearla. La satisfacción gruñó a través de él cuando sus pezones florecieron contra las palmas de sus manos. Los pellizcó suavemente y memorizó su forma. Y era una elegante forma, en efecto. No podía esperar. La bestia quería saborear su piel. Tiró del algodón de su camisa, arrancándola con un solo tirón. Los botones rebotaron contra su pecho, pequeños proyectiles haciendo suaves chasquidos al conectar con su camiseta. No los sintió.

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condenadamente bien. Como la ambrosía. Como el vino más elegante. Delicioso.

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El Club de las Excomulgadas La única cosa que realmente registró fue el blanco encaje de su sujetador. Sus enhiestos pezones empujaban hacia afuera, siendo su color más oscuro contra el claro encaje transparente. Quería aullar en señal de aprobación. Abajo, muchacho. Sus manos todavía seguían enredadas en su cabello, alentándolo en silencio para que fuera más lejos. Él no iba a objetar. Bajó las copas de encaje hasta que sus deliciosos senos aparecieron libres con un rebote feliz. Casi sonrió, pero el deseo de lamerla ganó. Jesse se inclinó más cerca y pasó la lengua por el pliegue entre sus senos, y luego sobre el derecho, haciendo movimientos circulares sobre la suave piel de ella, acercándose cada vez más al centro puntiagudo que parecía sobresalir buscando su boca y lo provocó con su lengua. Le gustaba la forma en que se estremecía en sus brazos. Era tan sensible que sabía que amaba lo que le estaba haciendo. Chupando y moviendo la cabeza hacia atrás, dejó ir el pezón con un pequeño sonido húmedo, admirando la forma en que sobresalía desde el montículo increíblemente suave y flexible de su generoso seno. Su piel era pálida, como si el sol nunca la tocara, y la punta afilada se había vuelto aún más rosada debido a sus atenciones. Le gustaba el aspecto que tenía y decidió que era tiempo de igualar el conjunto. Sin preámbulo alguno esta vez, se zambulló y encontró el otro pezón, puntiagudo y ansioso por él. Fue un poco más brusco con éste, tanteando hasta dónde podía empujarla. Ella lo aguantó todo, retorciéndose contra él mientras deslizaba sus manos debajo de su camisa y alrededor de su espalda, acercándolo más. La forma en que lo tocaba casi lo enloqueció. Le mordisqueó suavemente su capullo, gruñendo bajo en su garganta cuando ella arañó ligeramente su espalda y alrededor de su abdomen. Ella no lo marcó, pero él sintió las puntas romas de sus uñas cortas con cada fibra de su ser. Parecía que era su turno de temblar de placer. Jesse deslizó una mano debajo de la cinturilla de sus pantalones y bragas de encaje. Había sólo suficiente espacio para

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atención. El sabor de su piel era absolutamente adictivo. Chupó el pezón con su

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El Club de las Excomulgadas que ahuecara su vagina e insertara un dedo entre sus pliegues resbaladizos. Ella se humedeció cuando frotó su clítoris, bañando su mano en su esencia. Quería probarlo, pero algo más lo conducía más allá de su propio placer. Quería observarla cuando se corriera. Desesperadamente. Había conocido a esta mujer durante tan sólo unas horas y no podía seguir ni un minuto más sin saber cómo sería cuando se corriera por él. Era una necesidad básica. Un deseo casi animal. El lobo dentro de él quería marcarla y reclamarla, posicionarla en cuatro patas y follarla por detrás, dominarla. El hombre quería ver sus ojos dilatarse con pasión, quería sostener su mirada cuando se corriera por su orden. Sólo entonces estaría satisfecho. Bueno... no estaría completamente satisfecho hasta que consiguiera meter su polla en su interior y bañara su vientre con su semilla. Pero él no tenía tiempo para funcionaba de su mente sabía que tenían que irse. Cada momento que se retrasaban era uno que significaba un posible peligro para esta mujer y el chico. Todos los instintos de protección dentro de él querían mantenerla a salvo. Mantenerla en sus brazos. Sostenerla. Punto. Whoa. Eso sonaba serio, pero en ese momento, realmente no podía concentrarse lo suficiente como para que le importara. Movió su dedo más arriba por su hendidura, buscando la entrada. Liberó el pezón de su boca con una última larga lamida persistente, luego encontró su mirada cuando empujó su dedo dentro de su apretado canal. Oh, sí. Su cuerpo empezó a aletear de excitación, su coño apretaba su dedo de la manera en que él quería que exprimiera su polla. Maldita sea. Ella era estrecha de una manera que le decía que no había tenido sexo en mucho tiempo. Su boca se hizo agua ante la idea de meter su polla en esa calidez ardiente que ordeñaba su dedo mientras su cuerpo comenzaba a moverse casi involuntariamente. Ella deseaba más. Estaba rogando por ello.

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eso ahora. A pesar de que perdía el control por el placer, la pequeña parte que aun

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El Club de las Excomulgadas Los pantalones limitaban su capacidad para mover su mano, pero ella estaba tratando de montarlo de todos modos. Y entonces, los dedos de ella encontraron sus pezones bajo su camiseta. Fue como si una descarga eléctrica le atravesara con su caricia. —Al diablo con esto —murmuró él, usando su mano libre para desabrochar y bajarle el cierre a sus pantalones. Ella se levantó ansiosamente para que él se los bajara más allá de su culo redondeado. Éstos se ciñeron en torno a sus rodillas, pero ella fue capaz de abrir las piernas un poco más amplias y la mano de él estuvo libre de moverse, comenzando a penetrar dentro y fuera de su apretada vagina.

Un pequeño gruñido retumbó en su pecho y ella apoyó sus palmas sobre sus pectorales, sumergiéndose al parecer, en el sonido que hacía que su pecho vibrara. Su mirada sostuvo la suya con una súplica silenciosa. —Te deseo tanto que duele, Maria. ¿Me dejarás tenerte? —Ella nunca sabría cuánto le costó preguntarle y no simplemente reclamarla como el lobo en su interior tenía tantas ganas de hacer. —Estoy dolorida por ti. Su simple respuesta fue todo lo que necesitó. Eso y la forma en que se movía sobre su mano, follando su dedo, con su cuerpo casi fuera de control, necesitando mucho más que eso. Él leyó la necesidad en su mirada. Ella no se estaba conteniendo. Lo deseaba. Lo deseaba muchísimo. Casi tanto como él la deseaba a ella. Extrajo su dedo de su húmeda vagina, complacido cuando ella se quejó por la pérdida.

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Él quería gruñir. Quería morder. Quería follarla con más que sólo su mano.

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El Club de las Excomulgadas —Aguanta, nena —susurró, permaneciendo cerca de ella mientras le quitaba los pantalones por completo. Ella se quitó los zapatos de una patada para ayudar, y sus movimientos impacientes le incitaron. Sus pequeñas manos tironearon de su camiseta subiéndosela hasta las axilas y él entendió que ella quería quitársela. Ningún problema. Un tirón rápido por encima de su cabeza y estuvo perdida en el suelo detrás de él. Sus manos fueron inmediatamente a sus hombros, acercándolo más. La miró a los sus ojos, vislumbrando lo que tenía la esperanza de ver. Sus iris verdes estaban dilatados por la necesidad. Necesidad por él. Oh, sí, eso es lo que había

Jesse perdió poco tiempo desabrochando su bragueta y empujando sus pantalones hacia abajo lo suficiente para liberar su pene dolorido. Se acercó más, atrayendo su culo desnudo hasta el borde de la mesa, a una altura suficiente para que esto pudiera funcionar. Se inclinaría sobre ella y se empujaría a casa, utilizando la mesa para equilibrarse. Podía verlo todo en su mente. Pero Maria tenía otras ideas. Alcanzó su polla, y esas manos hábiles suyas aprendieron su longitud y anchura, frotándolo y acariciándolo de una manera que casi hizo volar su cabeza. Trató de doblarse y llevarlo a su boca, pero él no se lo permitió. La primera vez quería estar dentro de ella cuando se corriera. Él era un hombre suficientemente primitivo para necesitar reclamarla a la manera antigua. Con la polla en la vagina, y el hombre encima. Y era el hombre quien controlaba esa situación. Si el lobo hubiera tenido más control sobre él, la estaría inclinando y reclamándola por detrás. Al estilo perrito. Oh, él quería hacer eso con ella con el tiempo, pero no en ese momento. Con esta mágica mujer humana, tenía que ser más hombre que bestia, aunque fuera un poco más áspero alrededor de los bordes que cualquier otro hombre que ella hubiera tenido antes.

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estado deseando ver.

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El Club de las Excomulgadas Él haría que olvidara a cualquiera que hubiera tenido antes. Sería todo lo que ella necesitara. Siempre. Una vez más, los pensamientos posesivos que deberían haber hecho saltar las alarmas simplemente se deslizaron a través de su cerebro. Él no estaba alarmado. Estaba caliente como el infierno y necesitado de una intensa follada. Una intensa follada con esta mujer y sólo con esta mujer. Ninguna otra serviría en este momento. Es probable que ninguna otra mujer volviera a servirle. Jamás. Que así sea. Si esta era la compañera que la Diosa había elegido para él,

Se acercó a ella, descendiendo lo suficiente para facilitarle las cosas a ella. —Mételo, nena. Alinéalo y acéptame. —Envió una silenciosa plegaria a la Señora para que Maria no despertara y le rechazara ahora. De repente, fue importante para él que ella diera este paso final y participara activamente en la reclamación. Esa no era la forma en que se hacía generalmente entre los lobos, pero Maria no era un lobo. Era algo mucho más atractivo. Algo nuevo en su experiencia. Algo que deseaba con todo su corazón. El lobo le impulsaba a tomarla, pero su mitad humana sabía que ella tenía que hacer más que aceptarlo dócilmente. Tenía que elegir. Ella encontró su mirada, sus ojos examinando los suyos mientras sus dedos le movían posicionándolo. —Ven dentro de mí ahora, Jesse. Te deseo tanto. —Sus palabras fueron un mero susurro, pero él las escuchó y guardó en su corazón, en su mente, mientras

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¿quién era él para discutir?

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El Club de las Excomulgadas empujaba hacia adelante, esos dedos delicados guiándole mientras se tomaba su tiempo, yendo lento porque sabía que ella estaba muy apretada. Era el cielo y era el infierno, todo envuelto en uno. El infierno era tener que ir tan lento por temor a herirla. El cielo era la forma en que su cuerpo ceñido se envolvía en torno a él como un puño, apretándolo y ordeñándolo, persuadiéndolo a ir más profundo, a medida que le recubría con su acogedora humedad para facilitar su camino. Finalmente, estuvo en su interior. Hasta la empuñadura. En casa. Era la perfección. Los ojos de uno estaban sobre el otro, la mirada de ella se volvió vidriosa nuevamente cuando él comenzó a moverse la más mínima fracción

Le encantaba la forma en que su cuerpo le acogía, floreciendo bajo su asalto, dándole cada vez más de sí misma. Jesse comenzó a moverse con fervor, sabiendo que el primer clímax sería fuerte y rápido. A juzgar por su respuesta a él, a ella no le importaría. Estaban en sincronía. Incluso podía sentir sus corazones empezando a latir en sintonía. Algo que nunca había sentido antes con cualquier mujer que hubiera follado, ya fuera una hembra lobo o humana. Nunca había tenido a una maga, sin embargo. Al menos no que supiera. Tal vez como Maria tenía algún tipo indeterminado de magia tenía ese efecto. Esta ya había sido la conquista más importante que jamás había hecho desde la forma en que necesitaba estar donde se encontraba ahora, hasta la forma en que había anhelado que ella tomara parte activa en la reclamación. Nunca había sentido algo como eso anteriormente y ciertamente no ese nivel de pasión extrema que estaba comenzando a hacer que fuera imposible tener cualquier tipo de pensamiento coherente. Dejó que el instinto se hiciera cargo, ya que lo había guiado tan bien hasta alcanzar este momento. La tumbó sobre la mesa, extendida ante él mientras se

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de un centímetro.

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El Club de las Excomulgadas inclinaba sobre ella, usando sus manos a cada lado de su cabeza para soportar su peso. Ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, sus pequeños talones clavándose en su culo en la manera más deliciosa mientras le alentaba a seguir. Ella casi intentó dirigir la forma en que la follaba. Ninguna mujer había tratado de controlarlo antes. No estaba completamente seguro si le gustaba la connotación de su deseo de tener más control, pero su cuerpo ciertamente disfrutaba de sus esfuerzos y entusiasmo. Por la forma en que hundía sus talones en su culo, estaba seguro que ella lo quería más fuerte y con mayor rapidez. Justo lo que el médico recetó, porque eso es lo que él deseaba más que nada en el mundo en ese momento. Jesse se puso a trabajar, follando como un potro salvaje, bombeando en su interior justo de la forma en que ambos querían. Observó su rostro mientras que ella mantenía todo el poder real. Si ella decía que no en cualquier punto, él tendría que salirse, incluso si eso lo mataba. Sus deseos eran así de importantes para él. Pero ella no estaba diciendo que no. De hecho, ella estaba jadeando, susurrando Sí, sí, sí a tiempo con sus embestidas. Mientras se movía más rápido, sintiendo la crisis acercándose para ambos, añadió un poco de movimiento con las caderas al final de cada embestida. Fue justo lo suficiente para enviarla sobre el borde. Ella fue ligeramente entusiasta mientras se corría, y él contempló su hermoso rostro cuando el éxtasis la inundó. Nunca olvidaría la imagen, incluso mientras su propia pasión aumentaba. Ella no había descendido del todo de ese primer pico cuando otro más fuerte la golpeó. Él arremetió a través de ese, observando sus reacciones y estimando su anhelo. Entonces otro clímax estalló, viéndose y sintiéndose aún más intenso a medida que su canal ordeñaba su polla dura.

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reclamaba su cuerpo que se retorcía una y otra vez, dominándola al mismo tiempo

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El Club de las Excomulgadas Se acercaba a su límite cuando ella gritó por última vez y le clavó las uñas en los hombros, casi lo suficientemente profundo para extraerle sangre. No le importó. Es como si estuviera esperando por esa señal final para embestir con fuerza en su interior y permitir que cada músculo de su cuerpo se tensara mientras sus bolas se vaciaban con una eyaculación caliente de semen que revistió las profundidades de ella y facilitó aún más su penetración. El exquisito rigor duró un rato mientras ella le sostenía la mirada y ambos temblaban con el placer más increíble que jamás hubieran experimentado. Su respiración era tan irregular como la de ella cuando ese éxtasis casi milagroso comenzó a desvanecerse. El silencio reinó mientras el aliento de ambos poco a poco comenzaba a normalizarse y sus corazones, ahora sin duda latiendo al

—Espero que no pienses que hago esto todo el tiempo. —Ella todavía estaba sin aliento, cosa que le dio ganas de sonreír sin motivo aparente, salvo que se las había arreglado para agotarla con una serie de orgasmos alucinantes. —Sé que no lo haces. —Él sonrió y bajó la cabeza para besarla con un indicio del hambre que aún sentía por ella, a pesar de que había disminuido en su mayoría por el momento después de esa gran culminación. Sus cejas se juntaron en confusión. — ¿Cómo lo sabes? —Porque estabas más apretada que la toca2 de una monja, cariño. Sé que soy el primer hombre en follarte en un largo tiempo. —Y eso le hacía sentir tan orgulloso que podía reventar sus botones si tuviera alguno que no estuviera actualmente reventado. — ¿El qué de una monja? —Ella se veía tan adorablemente confundida que tuvo que besarla de nuevo. 2

Es una tela usada sobre la cabeza y alrededor del cuello y la barbilla por las mujeres en tiempos pasados y por algunas monjas hoy en día.

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mismo tiempo, iban desacelerándose.

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El Club de las Excomulgadas Cuando le permitió tomar aire mucho tiempo después, ambos habían más o menos olvidado la pregunta. Sus piernas aflojaron su agarre sobre su cintura mientras su cuerpo se relajaba y él se apartó, sabiendo que ella tenía que estar un poco incómoda con la dura mesa de la cocina contra su espalda. Su camiseta estaba en ruinas, su sujetador todavía empujaba sus senos hacia arriba y los juntaba, una visión que le hizo agua la boca, incluso después de haber vaciado sus bolas. —Maldita sea, eres hermosa. Ella sonrió y sus mejillas se sonrojaron con el rosado más bonito que no había visto más allá de sus magníficos pezones. Enlazó sus brazos debajo de su espalda y la ayudó a sostenerse mientras se sentaba. Ellos todavía estaban unidos.

—Me alegro que lo pienses. —Parecía tímida ahora, después de todo lo sucedido, incluso con su polla aún en su interior. —No quiero irme—admitió él, manteniendo sus miradas fijas. Ella se rió y el sonido le encantó. —Sería un poco difícil terminar cualquier cosa si andamos alrededor unidos por la cadera, por así decirlo. Él tuvo que unirse a su diversión. —Sí, pero piensa en las recompensas. Podríamos follar todo el tiempo y el placer...—él ni siquiera podía describirlo con palabras. —Sí —accedió ella en voz baja—. Nunca había sentido algo así. —La admisión le conmovió profundamente. Se inclinó hacia adelante y apoyó su frente contra la de ella.

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Era extrañamente reacio a retirarse de su cuerpo cálido y acogedor.

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El Club de las Excomulgadas —Todavía no me quiero ir, pero sé que tengo que hacerlo. Mientras más permanezcamos aquí, más probable es que vayamos a ser atrapados con los pantalones abajo. —O sin ellos —añadió ella con una sonrisa pícara. Él le hizo un guiño. —La próxima vez que hagamos el amor, te quiero completamente desnuda. Y quiero pasar toda la noche o el día o el tiempo que tengamos aprendiendo cada una de tus curvas, cada estremecimiento, cada uno de tus deseos. Maldita sea, él se estaba excitando de nuevo mientras pensaba en ello.

creo que será mejor que me dé una ducha rápida antes de que salgamos. Él sabía que ella tenía razón, pero no tenía por qué gustarle. Se deslizó de su cuerpo lentamente, sabiendo que ella tenía que estar sensible y sin querer causarle ninguna molestia. Ya odiaba estar separado de ella. —Está bien. Seré bueno. Ve a tomar una ducha, pero que sea rápida. Realmente tenemos que ponernos en camino lo más pronto posible. —Se inclinó y le dio un beso en los labios. Él amaba su sabor y ya era adicto a ella. Se alejó, permitiéndole algo de espacio para ponerse de pie mientras se enderezaba las copas del sujetador y trataba de juntar su camisa sin botones de nuevo, de alguna manera. Él se inclinó y recuperó sus pantalones del suelo. Todavía llevaba los calcetines, pero encontró el trozo de encaje de sus bragas mezclado dentro de sus pantalones. Le entregó los pantalones de nuevo, pero mantuvo las bragas.

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—Yo también quiero eso —admitió en voz baja—. Pero en este momento,

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El Club de las Excomulgadas Se aseguró de que ella observaba cuando se subió los pantalones militares y se metió las bragas blancas de encaje en el bolsillo. De esta manera, tendría su aroma con él en todo momento. Que era algo que quería. Algo que estaba empezando a necesitar. No lo entendía todo por completo aún, pero algo trascendental acababa de ocurrir. Pensó que tal vez acababa la follar a su compañera por primera vez. Las bragas serían su trofeo por ahora. Con el tiempo, él tendría su promesa y un anillo en su dedo de la mano según las tradiciones de su mundo, reclamándola ante la vista de todos, uniendo juntas sus vidas para siempre. Sólo tal vez.

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Si vivían los próximos días.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Cinco Maria huyó de la cocina con su camisa apretado contra su pecho mientras subía volando por las escaleras hasta su dormitorio y el baño principal adjunto. ¿Qué acababa de ocurrir? ¿Cómo había terminado desnuda de la cintura para abajo, teniendo sexo en la mesa de la cocina con un hombre al que acababa de conocer? ¿Qué tipo de extraña atracción sexual tenía el hombre lobo sobre ella? Y lo más importante, ¿por qué quería hacerlo todo de nuevo? Y otra vez. Y una vez más. Oh, Señor, estaba enamorada. Maria se detuvo en su dormitorio y se desnudó, arrojando su ropa en el cesto y tomando un conjunto de pantalones cortos que era uno de sus favoritos. Era

Quería verse tan bien como fuera posible, ya que sabía que estaría viajando con Jesse por un tiempo. La vanidad femenina mostraba su lado oscuro. algo a lo que no había sido propensa en demasiados años como para llevar la cuenta. Maldita sea. El tonto peludo de abajo la tenía acicalándose y arreglándose. Por supuesto, le había dado el mejor orgasmo que jamás hubiera experimentado. Mejor dicho, orgasmos múltiples. Nunca había hecho eso antes. Tan sólo recordar la forma en que había persuadido a su cuerpo para responderle le daba ganas de frotar sus muslos juntos y retorcerse. Mmm. Él era realmente así de bueno. Maria se dio una ducha. Afortunadamente, siempre había sido rápida preparándose para la mañana. Diez minutos y estaba seca, vestida y lista para irse. Hizo una pausa en su dormitorio, buscando ropa que quería llevarse con ella. Tenía una pequeña bolsa de lona con una larga correa que era fácil de llevar sobre el hombro. La usaba cuando visitaba a su familia y se quedaba a pasar la noche. Encontró unos cuantos pares de sudaderas amplias que parecían como si le fueran a valer a Zach. Era un adolescente, de rápido crecimiento, pero era sólo

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cómodo y de lindo aspecto.

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El Club de las Excomulgadas unos centímetros más alto que ella. Sus hombros ya eran mucho más amplios. Sería un gran hombre cuando terminara de crecer, pero por ahora las prendas ajustadas de algodón forradas que tenía en abundancia podrían valerle. Maria usaba un montón de camisetas, sudaderas y pantalones deportivos en el invierno cuando tenía que salir al exterior en la nieve para ver a sus huéspedes animales. Su línea de trabajo significaba que se ensuciaba con frecuencia y, a veces tenía que pasar por varios cambios de ropa al día. Su armario tenía más que suficiente tanto para ella como para el adolescente. Podría darle un nuevo par de calcetines también. Había comprado calcetines deportivos de hombre por error la última vez que había estado en el gran supermercado junto a la interestatal y no había tenido la oportunidad de devolverlos todavía. Algo le decía que tal vez el error que había cometido en ese decía que la Señora trabajaba de manera misteriosa. Un escalofrío corrió por su columna vertebral. Tal vez en algún lugar profundo donde su abuela juraba que la incipiente magia de Maria vivía, había sabido prepararse para lo que venía. Había tenido destellos de clarividencia antes. Nada explícito en verdad, pero siempre sabía cuándo se estaban metiendo en problemas los animales y cuándo salir al redil y ayudarlos. Nona lo llamaba su sexto sentido, pero nunca la había llevado sin querer a comprar calcetines de hombre antes. Bueno, cosas más extrañas habían sucedido en su vida. Incluyendo tener sexo con alguien a quien acababa de conocer en la mesa de su cocina. Una ola de calor enrojeció sus mejillas mientras recordaba la forma en que él había dominado su cuerpo con tanta facilidad. Maldita sea, el hombre era bueno. Ella estaba toda caliente y mojada sólo recordando cómo había empujado su cuerpo al borde del éxtasis y más allá. Tan más allá. A un lugar que nunca había ido antes.

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último viaje de compras no había sido un error después de todo. Su nona siempre

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El Club de las Excomulgadas Ah, sí. El hombre sabía cómo complacer a una mujer. Más importante aún, Jesse sabía cómo complacerla a ella. Como ningún otro que hubiera tenido antes. No es que hubieran sido muchos. Él había tenido razón sobre eso. Maria no había tenido sexo en un par de años. Y antes de eso, no había habido exactamente una cola de espera por su atención. No, Maria era generalmente mucho más selectiva sobre a quién invitaba a su cama. Demasiado selectiva, solía decir su tía. Pero en realidad, ellos nunca lograron llegar a una cama, recordó con una sonrisa. Entonces, se le cortó la respiración al pensar qué podría llegar a hacer él si de verdad hubiera tenido el estaba segura de poder vivir con ese tipo de placer y no salir cambiada para siempre, por otro lado. Ahora que lo pensaba, no estaba segura de no haber sido ya alterada a un nivel fundamental. ¿Podría un solo encuentro con el lobo haberla arruinado para todos los demás hombres? La asustaba un poco pensar que eso pudiera ser posible. Apartando esos perturbadores pensamientos de su mente con deliberada intención, se centró en la tarea en cuestión. Tenía suficiente ropa para Zach. Empacó la mayor parte de ella, dejando el último juego para que lo usara ahora. Entonces, comenzó a meter sus trajes, empacando lo que pudo mientras avanzaba. Frustrada por su incapacidad para encontrar una blusa especial de punto que buscaba, bajó las escaleras hacia el pequeño lavadero de la cocina. Allí estaba. Encima de una cesta de ropa limpia que no había tenido tiempo de ordenar, doblar y llevar al piso de arriba. Estaba inclinada sobre la cesta cuando de repente sintió a Jesse a su espalda. No le dio ninguna advertencia antes de que sus grandes manos se posaran en sus caderas, atrayéndola en su contra.

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tiempo y el espacio para poner en funcionamiento su encanto. Oh, muchacho. No

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El Club de las Excomulgadas Al instante, ella estuvo lista para más. ¿Qué tipo de atracción narcótica tenía este hombre sobre su placer? Nunca había sido así de lujuriosa antes en su vida. Nunca. — ¿Tenemos tiempo para esto? —preguntó ella, intentando ser graciosa en vez de mostrar la verdadera y codiciosa, necesidad que sentía. — ¿Para uno rapidito? —Su tono la desafiaba—. Siempre hay tiempo para un polvo rápido. Es por eso que lo llaman así. —Se rió y la inmovilizó cuando ella intentó girarse en su agarre—. Quédate justo ahí, hermosa. —Ella quedó completamente inmóvil, sin aliento, a la espera de lo que él haría a continuación. La anticipación la hizo humedecerse. O tal vez era sólo la forma en que él le daba órdenes. No las habría aceptado de ningún otro hombre, excepto de Jesse. Eso debería decirle algo, pero estaba demasiado asustada para pensar en ello.

Jesse deslizó sus dedos bajo el elástico en la cinturilla de sus pantalones cortos. Sin siquiera pedirle permiso, se los bajó por sus piernas junto con sus bragas. Sus rodillas comenzaron a temblar cuando sus grandes y callosas palmas delinearon su trasero. Deslizó una de sus manos entre sus muslos, mientras subía la otra a su hombro, girándola levemente y presionándola hacia abajo. —Apóyate en la secadora. —Sus palabras fueron casi un gruñido que la excitó aún más. Ella obedeció, sabiendo que estaba completamente mojada, su vagina goteando por él, deseando lo que sólo había tenido una vez anteriormente. Todavía estaba dolorida de esa primera posesión, pero ya quería más. No tuvo que esperar mucho. Él se acercó a su espalda, y sin decir otra palabra, se deslizó dentro ella desde atrás. Fue una follada salvaje desde el principio hasta el glorioso e impresionante final. Él embestía con tanta fuerza, que ella era elevada contra el frío metal de la secadora, pero se sentía tan bien. El contraste entre su cuerpo caliente y duro, y la

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Demasiado excitada.

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El Club de las Excomulgadas superficie de metal fría le provocaba algo que nunca antes había experimentado. Empezó a correrse y siguió haciéndolo hasta que finalmente él se unió a ella, unos largos momentos electrizantes, y agonizantes después. Estaban respirando con agitación nuevamente cuando él terminó. —Maldita sea. —Fue todo lo que ella pudo decir al principio, y lo decía verdaderamente como el más profundo de los elogios—. Creo que necesito otra ducha. Él se retiró y maldijo por lo bajo. —No tenemos tiempo. Permíteme.

pequeña la llevó al fregadero que estaba al lado de la lavadora, la mojó bastante y luego la escurrió. Luego regresó a su lado, y se puso en cuclillas detrás de ella. Ella no había encontrado la energía para moverse todavía y él se aprovechó, limpiando sus pliegues a fondo con el paño suave, frío, relajante. Ella gritó cuando él metió un dedo dentro de ella sin previo aviso, con el pretexto de buscar cualquier resto de su semen. La mayor parte se había filtrado por sus piernas y él las limpió con las esquinas del paño hasta que ella estuvo húmeda, pero debido al agua no de su semilla. Él tiró la toalla mojada en el fregadero y tomó la seca, acariciando su piel hasta que estuvo completamente limpia y seca. Se puso de pie y le levantó sus pantalones cortos y las bragas, mientras volvía a vestirla en tiempo récord. —Ahí. Como nueva. —En realidad, mejor —dijo ella con una sonrisa mientras se giraba para mirarlo. Él le guiñó un ojo juguetonamente y le devolvió la sonrisa.

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Él metió la mano en el cesto de ropa limpia y tomó dos toallas. A la más

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El Club de las Excomulgadas —Mi objetivo es complacerte. —Sí, y sabes hacerlo, ¿verdad? Él se agachó cuando algo en la cesta limpia le llamó la atención. —Empaca esto —dijo simplemente, entregándole la falda suelta de gasa que a veces vestía. Ella no entendía realmente, pero no vio nada de malo en llevársela con ella. No necesitaba ser planchada y era cómoda para viajar. La había usado en los viajes por carretera antes. —Está bien. —Ella tomó la falda de sus dedos y la sostuvo en su cintura, sin realmente podía decirlo en voz alta sin sonar como una completa boba. Él le sostuvo la mirada durante un largo rato antes de que el sonido de su teléfono los sacara a ambos de su aturdimiento. Era tan imponente, que la hacía olvidarse de sí misma. Se alegró de ver que tenía parte del mismo efecto sobre él, incluso si era un poco inconveniente dado el peligro de su situación actual. Él miró el teléfono y tomó la llamada, caminando hacia el pasillo mientras atendía. Esa era su señal para continuar lo que había estado haciendo antes de que la interrumpiera tan deliciosamente con ese rapidito. Ahora, ¿qué era lo que había estado haciendo? Finalmente consiguieron ponerse en camino después de comprobar a los animales. No hubo más cambiaformas callejeros, gracias a la diosa. Zach había aprovechado el tiempo que habían pasado empacando en la casa para descansar y pudo caminar con ellos hacia el bosque que rodeaba su propiedad. Se detuvieron un momento para que Jesse recuperara una bolsa de camuflaje gigante del árbol, y luego continuaron un corto camino hasta una gran SUV oscura que había aparcado cerca en una carretera secundaria.

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saber qué más decir. Había tanto dando vueltas en su mente, pero tan poco

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El Club de las Excomulgadas Zach se metió en el asiento de atrás y rápidamente se acostó, usando la almohada y la manta que Maria había traído de la casa para él. Estuvo dormido en minutos mientras Maria y Jesse trabajaban en silencio para cargar y ordenar el equipo que habían traído con ellos. Cuando él puso el recipiente con comida en el suelo del lado del pasajero en la parte delantera, ella lo miró con sorpresa. ¿Dónde se sentaría ella si él cargaba cosas en su lado del coche? —Asientos de banco, hermosa. Tú irás a horcajadas en el centro, justo a mi lado. Quiero mantenerte cerca de mí. Cuando lo decía de esa manera, con ese profundo gruñido en su voz, ella no

La SUV era gigante y había un montón de espacio en la parte delantera, donde quería que ella se sentara. No vio nada mal en ello. Partieron por una calle secundaria que no tenía conexión con la casa de ella en absoluto. Jesse había venido desde detrás la noche anterior, escondiendo su vehículo en el bosque. Había ido a pie todo el camino a través de los bosques de los alrededores de su propiedad, procediendo de una dirección que nunca habría esperado. Por otro lado, ella había oído a esos dos idiotas que habían intentado secuestrarla por el crujido de la grava en su camino de entrada. Recordó que Jesse los había llamado el Equipo B, y pensó que entendía un poco más sobre eso ahora, viendo cómo él se había colado en su casa completamente invisible e inaudible. Él era parte del Equipo A. Indudablemente. Gracias a Dios que estaba de su lado. No quería encontrarse nunca con alguien de su destreza y habilidad si apuntaban contra ella. Maria sabía que no tendría ninguna oportunidad. Condujeron toda la mañana, manteniéndose en los caminos secundarios que corrían más o menos paralelos a la carretera interestatal, en dirección al oeste.

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podía negarse.

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El Club de las Excomulgadas Mientras conducían, las nubes iban incrementándose. Maria supervisaba el informe del tiempo de vez en cuando en la radio. Alertas meteorológicas serias fueron surgiendo por todo el lugar adonde se dirigían, pero no eran de utilidad. Tenían que conducir hacia el ojo de la tormenta. —Me pregunto... —Maria se sentó derecha y extendió la mano hasta su bolso. — ¿Qué pasa? —preguntó Jesse, alertado al instante por su movimiento. —Hay algo extraño acerca de este fenómeno climático. ¿Puedo llamar a mi nona? Probablemente sepa si una bruja del clima está trabajando aquí o si es sólo la

— ¿Brujas del clima? —Jesse parecía escéptico. —Así es como Nona las llama. Por supuesto, ella nunca tuvo mucho entrenamiento formal. Ella y mi tía son, básicamente, brujas autodidactas. Ellas lo hacen a su manera. La pregunta es, —continuó—, ¿es seguro llamarla? No hay manera de que puedan rastrear mi llamada para llegar a ella, ¿verdad? —No lo creo. Pero sólo para estar seguros, ¿quieres usar mi teléfono? —Eso te daría el número de ella. —Lo miró con recelo cómico. —Vamos, nena. ¿No confías en mí? —La sonrisa diabólica que le dirigió la hizo querer confiar en él con todo tipo de cosas, pero era más precavida cuando se trataba de la seguridad de nona. Nona era vieja. Era fuerte en muchos aspectos, pero Maria no quería ser responsable de llevar una manada de lobos a su puerta. O a los Venifucus. Maldita sea. De las dos opciones, ella confiaba al menos que los lobos estuvieran en el lado correcto de ese conflicto. Jesse no había tratado de matarla o secuestrarla. La había follado hasta dejarla sin sentido.

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naturaleza siendo irritable.

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El Club de las Excomulgadas Dos veces. Y la había protegido de los payasos que habían irrumpido en su cocina. Ella había hablado con su hermano y su cuñada, quien decía ser su pariente. A menos que esto fuera una especie de despertar increíblemente extraño, con todo, ella pensó que podía confiar en él. —Toma, mejillas dulces. —Ella cedió haciendo rodar sus ojos mientras él colocaba el teléfono como-una-obra-de-arte en su mano con una sonrisa. La pantalla se iluminó y ella marcó el número de su nona, queriendo desesperada y repentinamente escuchar la tranquilizadora voz de su abuela en el

—Ella no responde. —La preocupación hizo que sus cejas se levantaran cuando la llamada fue a su correo de voz. Era la voz de Nona, pero era una grabación hueca, no el profundo sonido que Maria necesitaba oír con ahínco. Dejó un mensaje para que Nona la llamara tan pronto como fuera posible y colgó. — ¿Tal vez no respondió porque no reconoce mi número? —propuso Jesse. —No. Ella siempre responde si puede. Y siempre sabe cuándo yo llamo, aunque esté usando un número que no reconozca. Es parte de su magia. Siempre sabe quién está en el otro extremo. —Maria pensó en las posibilidades—. Nunca deja su teléfono en casa cuando sale. Llamé a su número de teléfono móvil. Debería tenerlo con ella. La única razón por la que no contestaría es si estuviera fuera del alcance de una torre o algo peor... El miedo se apoderó de su corazón por un impactante momento, pero luego se disipó. —Pero sabría si algo estuviera realmente mal con ella. También mi tía. Las dos supimos cuando se cayó y se rompió la cadera. Las dos llamamos al 911 y conseguimos una ambulancia en un plazo de quince minutos. Si algo estuviera

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otro extremo. Sonó. Y sonó. Y sonó.

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El Club de las Excomulgadas realmente mal, al menos una de nosotras lo habría captado. ¿Te importa si llamo a mi tía? —Hazlo —invitó. Maria marcó el número de su tía y se sintió aliviada cuando su llamada fue respondida al primer timbre. Su tía tenía el mismo radar de teléfono. —Maria, ¿dónde estás? —La preocupada voz de su tía fue un bálsamo para sus sentidos. —Es una larga historia. ¿Estás bien? ¿Por qué Nona no contestó el teléfono? —Está en dirección a las colinas, niña —respondió su tía con un pequeño

—Subió a su Jeep y comenzó a dirigirse hacia las colinas, tan pronto como el clima cambió. Iba a ir con ella, pero dijo que tenía que quedarme lo suficiente para hablar contigo antes de que saliera del campo de recepción. He estado esperando tu llamada. Tan pronto como cuelgue contigo, saldré de aquí. Me uniré a Mamá en la cabaña y capearemos la tormenta allí arriba. —Guau. ¿En la cabaña? ¿Es tan grave? —Mamá cree que sí, y me inclino a estar de acuerdo. Alguien poderoso está jugando con el clima. Con el clima y mucho más, si mi sexto sentido sigue siendo confiable con todos los rayos volando alrededor. Mamá dice que tenemos que ir a nuestro lugar de poder. Esa es la cabaña para nosotras. Para ti...—Su tía pareció vacilar—. Mamá dijo que te dijera que tu centro de poder cambió. No es más un lugar. Es una persona. Un hombre. —Estás bromeando. —La respiración de Maria se ralentizó cuando la conversación se puso muy seria, muy rápidamente—. ¿Cómo lo supo?

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rastro de humor.

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El Club de las Excomulgadas — ¿Cómo es que sabe todo siempre? —Un rastro de su habitual carisma coloreó la voz de su tía—. Dejé de cuestionar el poder de mi madre cuando tenía trece años. Entonces, ¿tenía razón? ¿Ya lo conociste? —Estoy usando su teléfono. Al menos creo que es él. —Maria trató de ser lo suficientemente vaga para que Jesse no pudiera seguir su discusión. —Sabes que los weres tienen un oído agudo, ¿no? Puedo escuchar cada palabra que tu tía está diciendo, cariño. —Una sonrisa de lobo se extendió en sus labios mientras atraía su atención con una caricia sobre su muslo—. Me gusta lo que dice. A mi lobo le gusta incluso más. Eso significa que es mejor que te acostumbres a mí. No voy a dejarte ir a corto plazo. Su estómago se sintió como si una manada de mariposas estuviera casi le hizo olvidar que había estado en el teléfono hasta que la voz de su tía la trajo de regreso. — ¿Ese es él? Suena delicioso. Con una profunda, bonita y poderosa voz. Creo que ya me gusta. ¡Hola, novio de Maria! —gritó en el teléfono, sabiendo que Jesse podía oírla. —Hola, señora —él alzó la voz sólo un poco para hacerse oír más claramente—. Mi nombre es Jesse Moore. — ¿Oí bien? ¿Dijo que era un hombre lobo?—Su tía sonaba más divertida que alarmada, lo que ayudó a calmar los repentinos nervios de Maria. —Sí, es un lobo. Mira, tenemos un pequeño problema. Dos hombres a los que Jesse está siguiendo irrumpieron en mi casa ayer por la noche y trataron de secuestrarme. Jesse llegó allí a tiempo para ayudar y su gente se llevó a los chicos malos en custodia. Están siendo transportados en estos momentos, la Manada de Jesse está en Wyoming. Su hermano es el Alfa. —Un silbido fue el único comentario de su tía—. Jesse se quedó atrás porque me negué a dejar a mis animales. Resulta que había un joven oso cambiaformas a mi cuidado. Su nombre

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repentinamente teniendo un concurso de aleteos. La mirada ardiente de sus ojos

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El Club de las Excomulgadas es Zach y le dispararon hace unos días. Estamos conduciendo hacia el oeste en este momento, dirigiéndonos en definitiva a Wyoming y donde la Manada de Jesse, pero nos detendremos un poco en la frontera para ver si podemos seguir el rastro de los padres de Zach. Fueron capturados al mismo tiempo que le dispararon. ¿Qué me puedes decir? —Todo empieza a tener más sentido ahora, siento decirlo. La magia del clima ha estado creciendo durante un par de días. Probablemente coincide con tus osos siendo atacados. ¿Qué tipo de osos son? —Pardos —respondió Maria, preguntándose que tenía eso que ver con cualquier cosa. —Esto es malo, cariño. Muy malo. Los Osos pardos se encuentran entre los suficientemente fuertes como para atrapar a dos de ellos, no tendremos mucha oportunidad contra ellos. Puedo ver por qué Mamá corrió hacia la cabaña. — ¿Cómo sabes sobre los weres? Nunca me dijiste nada de eso. Tuve que averiguarlo de la manera difícil. —Se quejó un poco, tratando de no dejar que las palabras de su tía la asustaran. —Salí con un puma, una vez —respondió su tía con ligereza—. Esos were son amantes talentosos. Espero que tu lobo sea la mitad de bueno que fue mi gato—. El tono de la excéntrica voz de la tía implicaba cosas que Maria no quería pensar. — ¿Y volviendo al clima? —preguntó Maria con impaciencia. —No eres divertida —bromeó su tía, pero se las arregló para centrarse de nuevo en el asunto a mano—. Mamá pensó que ellos estaban desarrollando algo. Es por eso que el patrón del clima está creciendo y no se mueve. Está localizado sobre el área donde se están preparando para hacer... bueno... algo horrible. Una especie de ritual oscuro. Detén el ritual y el tiempo se disipará naturalmente.

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más mágicos de los weres en esta parte del mundo. Si estos enemigos son lo

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El Club de las Excomulgadas Permite que esto continúe y podríamos estar viendo un sistema de huracán tamaño tormenta cubriendo todo el centro del continente. —Maldita sea. —La idea misma la impactó—. ¿Qué podemos hacer? —Encuentra a los osos pardos. Parece que todo comenzó cuando fueron secuestrados. —Esa es nuestra misión de todos modos. Vamos a encontrar su rastro. La ayuda está en camino, pero somos los más cercanos y Zach es el único testigo. Está herido, pero está sanando rápido y nos puede decir cómo fue que todo sucedió. —Bien. Pero mantén a ese chico a salvo. La última cosa que queremos es

— ¿Pueden hacer eso? —Según lo que Mamá me dijo, sí. Pero sólo el más poderoso de los magos puede drenar energía mágica de los demás seres. Sólo los más malos lo harían de la gente que secuestraron. Esto no es bueno, Maria. Tendrás que ser muy cuidadosa. El más mínimo toque de magia será notado por esas personas. Tendrás que rastrearlos a la forma antigua. Espero que la nariz del hombre lobo sea buena. Jesse ahogó una risa rápida ante las palabras de su tía. —Creo que está a la altura. Él es un ex soldado de las Fuerzas Especiales. Apuesto a que le enseñaron todo tipo de trucos no mágicos en el servicio. —Estás en buenas manos entonces. —La voz de su tía sostenía una nota de alivio—. Dile que te mantenga a salvo y que cuando todo esto termine, Mamá y yo no podremos esperar a conocerlo. —No hay problema. En realidad, le puedes decir a Nona que la nueva cuñada de Jesse es quién lo envió para que me ayude. Ella cree que está relacionada con nosotras a través de una antepasado común llamada Leonora quien, escucha

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que el enemigo consiga aún más magia bajo su control.

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El Club de las Excomulgadas esto, es una dríade. ¿Alguna vez oíste semejante cosa? Quiero decir, ¿es posible que pudiéramos descender de magia dríade? Su tía no respondió de inmediato, y la curiosidad de Maria se despertó. —Cosas extrañas han sucedido, Maria. Lo mejor será mantener una mente abierta. Esperaré la reunión con esta supuesta pariente y con tu nuevo novio, una vez que pase la tormenta. Ten cuidado, cariño, y cuida bien de ti. Esto se pondrá feo. —Cuida de Nona y de ti misma también. Llámame si me necesitas. —Yo diría lo mismo, pero no hay recepción allí en la cabaña. Sin embargo, si tienes una necesidad desesperada, ya sabes qué hacer—. El tono de su tía se

—Lo recuerdo. Te quiero. Dale a Nona mi amor también. —Una lágrima se formó en su ojo, pero luchó por contenerla. Tenía que ser fuerte. —Nosotras también te queremos, cariño. Cuida tu espalda y confía en el hombre que sostiene tu corazón, Maria. Este es tu momento. Tu momento de decidir lo que será el resto de tu vida. Acéptala y haz lo correcto para ti y para todos los que valoran la Luz. La llamada terminó luego de esa mención, con Maria conteniendo las lágrimas y tomándose sólo un momento para preocuparse de lo que vendría después. Jesse puso su brazo alrededor de sus hombros y de repente las cosas ya no parecieron tan graves. Estaban juntos. Él era fuerte. Ella podía ser fuerte con su ayuda. Juntos, podían hacer lo que tenía que hacerse.

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volvió serio.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Seis Condujeron por las carreteras secundarias la mayoría del día, parando para cargar gasolina una vez y utilizando los parques públicos ubicados fuera-del-camino para tener un almuerzo tipo picnic y cenar. Cuando la completa oscuridad descendió, Jesse se salió de la carretera hacia un pequeño motel que parecía limpio, aunque bastante deteriorado. Parecía como algo que había sido olvidado desde el año 1950, pero serviría. —Sé que no es el Ritz —dijo él en voz baja mientras apagaba la ignición. Se había dirigido a la oficina y conseguido una habitación en el extremo más alejado del largo edificio de un solo piso. Luego, había aparcado su vehículo a un la mirilla en ésta, ni obstruía su vista desde la ventana frontal. —Está bien. Mientras sea limpio y seguro, estaremos bien. —Es lo mejor que pudimos conseguir esta noche. Quería darle más tiempo a Zach para sanar antes de hacer el reconocimiento del perímetro. Se las arregló para viajar bastante lejos antes de que los humanos lo capturaran y lo llevaran aún más lejos de la escena del crimen, a tu casa. —Dirijo uno de los pocos santuarios que proporcionan atención quirúrgica gratuita a la mayoría de especies de animales salvajes. —Ella se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, pero Jesse estaba impresionado con su dedicación a su trabajo y la atención que tan claramente les daba a todos sus pacientes. —Tenía la intención de decirte antes cuánto me gusta tu lugar. Tienes organizado un buen establecimiento. Seguridad decente para los animales, aunque las cerraduras de las jaulas son un poco problemáticas si consiguieras a otro cambiaformas por error. Podría instalar un sistema de seguridad mejor para ti cuando esto se acabe.

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espacio de distancia de la puerta. Aún podía verlo, pero no bloqueaba la puerta ni

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El Club de las Excomulgadas — ¿En serio?— Ella parecía tan sorprendida, que tuvo que inclinarse y besarla. —Es lo menos que puedo hacer. Haría cualquier cosa por ti, cariño. — ¿Dónde estamos?—Dijo una voz quejumbrosa desde el asiento trasero. Zach estaba despierto de nuevo. Había dormido a ratos durante todo el día. Cada vez que se despertaba, parecía estar físicamente, en una mejor forma física. —Estamos en un motel a casi media hora del norte de Lincoln, Nebraska— contestó Jesse con un suspiro. El chico tenía una mala elección del momento oportuno, pero no es algo que pudiera evitarse. Habían pasado muchas cosas en tan poco tiempo. Él había descubierto a la el momento en que captó su primera buena bocanada de su increíblemente atractivo aroma. Jesse no estaba seguro ya que nunca le había sucedido antes y Maria no era lobo, pero sospechaba de verdad que finalmente había conocido a su compañera. Ahora bien, si tan sólo pudiera convencerla de ese pequeño detalle. Pero ella había vivido en el mundo humano durante toda su vida. Aunque algunos de sus parientes sabían acerca de la magia, estaba claro que Maria no conocía casi nada acerca de los cambiaformas. Dudaba que comprendiera plenamente lo que significaba unirse a uno. Sería su tarea enseñarle. En realidad, sería más como un honor. Y un placer. Jesse no había pensado que alguna vez fuera a encontrar una mujer que pudiera reclamar tanto su corazón como su alma de una forma tan completa, pero en las pocas horas que había conocido a Maria, ya se encontraba real, plena y felizmente perdido en ella. El lobo quería frotarse contra ella en cada oportunidad y protegerla con todo lo que tenía. El hombre quería lo mismo, aunque de diferente manera.

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mujer más sorprendente que jamás había conocido, y su lobo había enloquecido en

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El Club de las Excomulgadas Jesse había sido testigo de la forma en que podía cuidar de sí misma cuando él había irrumpido a través de su puerta y descubierto que ella ya había incapacitado a dos hombres jóvenes y atléticos. Era una mujer muy capaz y le gustaba eso de ella. También era delicada y femenina en una forma que muchas mujeres lobo no eran. Podría tener problemas en la Manada debido a eso, pero Jesse le daría una paliza a cualquiera que molestara a su compañera. No quería renunciar a ella. Dejaría la Manada si tenía que hacerlo. Iría a cualquier parte para estar con Maria. Si eso significaba renunciar a la Manada con la que había crecido, entonces que así fuera. — ¿Podemos conseguir comida rápida? —preguntó una voz lastimosa desde la parte posterior del vehículo. Jesse salió bruscamente de sus inquietantes pensamientos y puso su mente motel. Al parecer, el chico en el asiento trasero se sentía mejor. Había vislumbrado los familiares arcos brillantes dorados al otro lado de la calle y Jesse oía como retumbaba el estómago de Zach. —Vamos a instalarnos primero. Si todo es seguro, iremos a buscar rápidamente unas hamburguesas con queso, ¿de acuerdo? —Está bien. —Zach sonó resignado, y Jesse lo tomó como una buena señal de que estaba en vías de recuperación. —Muy bien. Así es como vamos a hacer esto. Vosotros dos os quedareis en el vehículo. Maria, quiero que te deslices hacia aquí y estés lista para conducir si algo sale mal. Iré a revisar la habitación y tanto de la zona como pueda mientras te mantengo en mi rango de visión. Cierra las puertas cuando me vaya y permaneced atentos. Vuelvo en cinco minutos. Si no vuelvo en exactamente cinco minutos, arrancar. Conducid y seguid adelante. Mientras hablaba, Jesse hizo un gesto a Maria para que le diera su teléfono móvil. Ella se lo entregó con una ceja levantada, pero no hizo ningún comentario.

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de nuevo en la situación actual. Se encontraban en el estacionamiento frente al

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El Club de las Excomulgadas Él añadió algunos números a su lista de contactos, configurando algunas opciones de marcación rápida y luego se lo devolvió. —Mi hermano está en el número uno de marcación rápida. El jefe de mi equipo en el número dos. Úsalos si los necesitas, ¿de acuerdo? —Jesse supuso que Maria era lo suficientemente inteligente para saber que cuándo la mierda golpeara el ventilador ella necesitaría ayuda. No le defraudó, asintiendo con facilidad, a pesar de que su expresión fue de turbación. Ella siguió sus instrucciones, arrastrándose bajo el volante cuando él abrió la puerta del lado del conductor y salió. Ella le tocó el brazo, atrayendo su atención, cosa que no le gustó dada la vulnerabilidad actual que vivían todos, pero no pudo negarse.

Por un momento, sólo un instante, no pudo respirar. La preocupación en su rostro le quitó el aliento. Él se inclinó y le dio un beso rápido, sólo porque tenía que hacerlo. Sus pies se negaron a moverse antes de que le demostrara lo mucho que apreciaba su cuidado y preocupación acerca de su bienestar. No sabía qué decir para aliviar su ansiedad, así que se retiró y cerró la puerta, sosteniendo su mirada. Tenía la esperanza de que ella comprendiera la tranquilidad que no sabía cómo poner en palabras. Esperó hasta a que ella cerró las puertas y luego se fundió en las sombras. Tenía un trabajo que hacer. Afortunadamente, Jesse no encontró ninguna amenaza, ya sea fuera o dentro de la habitación del motel. Volvió al vehículo en cuatro minutos y cuarenta y cinco segundos después para encontrar a Maria agarrando el volante nerviosamente, con los ojos muy abiertos mientras escaneaba la zona. Estaba en guardia, lo que era bueno. Pero aun así odiaba la razón de su cautela. El peligro era real, y era el deber de Jesse y su más anhelado deseo acabar con él, de una vez por todas.

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—Ten cuidado, Jesse—susurró.

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El Club de las Excomulgadas —El terreno está despejado por el momento —informó cuando Maria abría la puerta. Ella se desplomó fuera del alto vehículo mientras Jesse descargaba un par de cosas que necesitarían esa noche, manteniendo un ojo vigilante sobre su entorno. Había un montón de árboles a cada lado del estacionamiento que proporcionaban cierta cobertura, pero el césped que conducía a la carretera los dejaba muy visibles. Por la misma razón, él sería capaz de correr hacia el lugar de comida rápida mientras mantenía el motel a la vista. Era un riesgo, pero lo toMaria, por esta vez. Su sentido arácnido, esa cosa indefinible en su constitución que siempre parecía advertirle cuando el peligro era inminente, estaba callado por ahora. Pensó que sería lo suficientemente seguro para conseguirle al chico un poco de comida de consuelo. Zach había pasado por muchas cosas.

en vías de sanación del were oso le vendrían bien todas las calorías que pudiera conseguir. La curación quemaba combustible en todos los weres. Jesse comprendía eso más que la mayoría. El chico necesitaría una gran cantidad de comida en los próximos días para ayudarle a estar de nuevo en pleno rendimiento. Se instalaron en el motel y Jesse pudo conseguir una docena de hamburguesas y otros artículos variados para que todos pudieran compartir en la cena. Compró pollo frito, ensaladas, las omnipresentes patatas fritas y bebidas, trayendo todo de vuelta desde el otro lado de la calle en un par de bolsas de compras. Esa noche estarían cubiertos entre eso y las cosas que todavía tenían de la casa de Maria. Jesse había reclamado la cama más cercana a la puerta, tomando la posición más externa por si alguien trataba de entrar por la puerta o la única ventana de la habitación, que estaba en el frente. El baño estaba en la parte trasera y no tenía ventana, sólo una pequeña abertura elevada que daba al exterior cerca de la lámpara. Zach consiguió la otra cama doble, la más cercana al baño. No había duda en la mente de Jesse que Maria dormiría con él, y se alegró cuando ella tampoco preguntó al respecto. Las dos

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Lo menos que podía hacer Jesse era darle una comida caliente. Y al cuerpo

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El Club de las Excomulgadas camas dobles en la pequeña habitación hacinaban el alojamiento, pero era lo mejor que podían obtener por ahora. Con otra noche completa de reposo en cama, Zach probablemente estaría mucho mejor por la mañana mientras el veneno lentamente era expulsado fuera de su sistema. Ya había sido capaz de caminar bien por sí mismo, habiendo dormido la mayor parte del día mientras ellos conducían. Jesse había interrogado al chico un par de veces, tan suavemente como había podido, sobre a dónde se dirigían consiguiendo pequeños detalles sobre el secuestro y la ubicación de Zach en su loca huida del enemigo. Zach estaba demostrando ser más fuerte de lo que Jesse hubiera adivinado basado en su edad. —Me gustaría limpiarme si es lo suficientemente seguro para darse una

—Claro, adelante. Ella había comido una ensalada y un poco de pollo en la cena, pero tanto Zach como Jesse seguían masticando las últimas hamburguesas con queso y unas patatas fritas. Ella parecía cansada y estresada, pero Jesse pensó que se mantenía bien, sintiéndose orgulloso de la forma en que había estado lidiando con todos los inesperados giros que la habían golpeado en el último par de horas. Era fuerte. Resistente como un sauce doblado por el viento. Realmente le gustaba eso de ella. Se metió en el pequeño cuarto de baño y él escuchó que la ducha se encendía. Zach comió de manera constante, al igual que Jesse. Ambos sabían que la comida era importante para mantener la fuerza de un cambiaformas y su resistencia. Tenían un alto metabolismo natural, necesario para impulsar sus habilidades especiales. — ¿Estás pensando en unirte a ella? —preguntó Zach, sonando más como un crítico adulto que como el adolescente que todavía era—. Es sólo una humana. No es un buen partido, dirían mis padres.

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ducha—dijo Maria, irrumpiendo sus pensamientos.

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El Club de las Excomulgadas —Tus padres; y tú, estáis equivocados, Zach. —Jesse tuvo que hacerle frente al comentario burlón del niño. El chico tenía que saber quién era el Alfa aquí. Claro, el oso podría ser más mágico, y con el tiempo, Zach podría crecer para convertirse en un Alfa rival, pero por ahora todavía era sólo un niño herido, oso o no. El lobo estaba a cargo de esta pequeña misión y era el momento de que el chico entendiera eso de una vez por todas. Zach se erizó, pero Jesse continuó—. La doc desciende de una magia aún más potente que la tuya o la mía. Es la nieta de la dríade Leonora. Me enviaron para llevarla de vuelta a Wyoming, a conocer a su abuela—. Zach no necesitaba saber los detalles de la lesión de Leonora o su necesidad de reunir a todos sus familiares para poder librarse del árbol que mantenía su cuerpo fuerte y curado—. De hecho, mi hermano acaba de unirse a otra de las nietas de Leonora, una ex detective de la policía llamada a Sally. Resulta que ella, también desciende de Rothgar el Grande y de Neveril el Poderoso. Has

Zach asintió a regañadientes. —Pero su leyenda es antigua. Oí que la compañera de tu hermano ni siquiera puede cambiar. —Tal vez no, pero el bosque le habla. Es una verdadera hija de las dríades, con un poco de la famosa sangre lobo y un valor a juego. La he visto en acción, Zach. Es Alfa hasta la médula. La Manada ya la quiere, y creo que probablemente sabes lo suficiente acerca de los lobos para darte cuenta de que muchas veces no aceptamos a los forasteros fácilmente. Especialmente como pareja del Alfa. Zach

pareció

desconfiado,

pero

pensativo

mientras

engullía

otra

hamburguesa con queso, pero se mordió la lengua. Bien. Estaba aprendiendo. Pensando. Ya no fanfarroneaba. Era un paso en la dirección correcta. —Hay algo más que deberías saber —dijo Jesse en voz baja. Estaba a punto de decirle algo al joven que no era del conocimiento general, excepto entre ciertos Alfas y los Señores de todos los Were—. ¿Oíste algo sobre un grupo de

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oído hablar de ellos, ¿no?

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El Club de las Excomulgadas cambiaformas exmilitares congregándose juntos y contratados para realizar trabajos especiales para otras Tribus, Manadas y Clanes weres? — ¿Los Fantasmas, quieres decir? —Los ojos de Zach se iluminaron. Jesse tuvo que sonreír. — ¿Es así como nos llaman? — ¿Quieres decir que tú...? —La desconfianza y la comprensión se apoderaron de la expresión de Zach. —Yo fui un Boina Verde, hijo. Durante la última guerra, después de que mis homólogos humanos perdieran el rastro en las montañas de Afganistán, finalmente la mezcla. Encontramos el rastro de nuevo. —Jesse no tuvo que decir nada más. Todo el mundo sabía cómo había resultado eso. Pero sólo unos pocos en la comunidad cambiaformas sabían que algunos de su gente habían participado. Los cambiaformas normalmente no se mezclaban en la sociedad humana de una manera tan visible, pero Jesse siempre había sido temerario. Había sido un juego ocultar sus habilidades superiores de sus compañeros humanos. También había sido su honor ayudar a los hombres de su unidad de normales humanos a quienes había llegado a respetar y admirar y llamar amigos, cuando era necesario. Trabajar con ellos le había enseñado a Jesse a no subestimar a la humanidad. Podrían ser tan nobles, dedicados, valientes y fuertes como un cambiaformas cuando los presionabas. Había aprendido a respetar sus corazones fuertes y la sencilla capacidad de luchar contra el mal sin tener todas las ventajas de una herencia de cambiaforma. Los hombres con los que había servido habían luchado en el bando de la Luz en esa guerra extranjera, y nunca olvidaría a sus compañeros de armas. Cada uno de los compañeros actuales en el grupo de Jesse de cambiaformas ex-militares sentían lo mismo. Habían aprendido lecciones importantes que todos los

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enviaron a mi unidad. Había unos pocos de nosotros que éramos cambiaformas en

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El Club de las Excomulgadas cambiaformas deberían saber acerca de la humanidad en esos años que habían caminado entre los humanos. — ¿Eres uno de los Fantasmas? —preguntó Zach en voz baja. —Yo los dirijo, Zach. Soy el Alfa del pequeño grupo de ex-soldados de Operaciones Especiales que encontraron un hogar en la Manada de mi hermano, aunque ligeramente separados de ella. Todavía estamos adaptándonos a estar fuera de servicio y algunos de nosotros hemos tenido más dificultades con eso que otros. —Demonios. No había querido revelar tanto, pero por alguna razón, la escabrosa adaptación a la vida en la Manada había estado en su mente muy a menudo últimamente—. Te cuento esto, porque tienes que saber que definitivamente vamos a encontrar a tus padres, y puedo y te mantendré a salvo. Y si la situación llegara a empeorar, tendrás que seguir mis órdenes sin dudar. He entrenado durante toda mi mis órdenes ni mi autoridad. Zach se recostó y dejó de comer por un momento mientras pensaba. Jesse se alegró de que estuviera considerando el asunto tan en serio. Esto podría significar la vida o la muerte si se encontraban en una mala situación. —El tío Rocky confía en ti —Zach se detuvo deliberadamente—. Te creo. — Esa fue una concesión viniendo de un chico que había pasado por un infierno—. ¿Los Fantasmas nos ayudarán? —Una pequeña esperanza llena de entusiasmo iluminó los ojos de Zach. —Por supuesto que lo harán. —Jesse había hablado con su hermano y algunos de sus chicos en el correr del día mientras viajaban—. Ya vienen, pero están al otro lado de esta tormenta—. Jesse asintió hacia el televisor que habían encendido y sintonizado en la estación del clima pero que estaba en silencio. La imagen en la pantalla en ese momento era de un enorme sistema circular de tormenta arremolinándose en el radar justo al oeste de ellos.

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vida para situaciones como ésta. Necesitas aprender a no cuestionar mis decisiones,

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El Club de las Excomulgadas La tormenta parecía centrada sobre el este de Nebraska, con las mayores rachas expandiéndose hacia donde estaban ahora. De hecho, mientras comían, la lluvia había comenzado a caer en el exterior. Jesse sospechaba que sólo empeoraría desde aquí. —El tío Rocky también vendrá—. Zach parecía necesitar tranquilizarse. —Lo hará. Está en camino, pero tiene que ir por tierra. Lo mismo ocurre con mis hombres. Aviones y helicópteros estarán en tierra en los alrededores de la tormenta debido a los altos e impredecibles vientos. Zach, te das cuenta que no hay nada natural en esa tormenta, ¿no? —Sí, lo sé. No se siente bien. —Zach se estremeció.

el sistema de tormentas no debería estar expandiéndose como lo hace. Y no se está moviendo. El viento debería llevarla por todo el país. Esta tormenta es estacionaria. Creemos que está siendo generada por magia oscura. —Jesse y Maria habían hablado un poco sobre eso mientras Zach dormía en la parte de atrás de la camioneta. Cada llamada telefónica que Jesse hacía o recibía ese día sólo parecía confirmar sus sospechas. — ¿Tiene algo que ver con mis padres? —La expresión de Zach fue sombría por un momento antes de que su máscara de madurez volviera a entrar en juego. —Creemos que sí. Los Señores y su pareja están trabajando en ello desde su ubicación. Ella es una sacerdotisa de la Señora y sus compañeros la protegen mientras trata de penetrar la tormenta con magia. Hasta ahora, no he oído ningún resultado positivo de ese trío. Sólo quería ponerte al día para que no estés a ciegas cuando hagamos el chat de vídeo con todos en una hora, si es que aún es posible con toda la interferencia eléctrica que la tormenta está produciendo. Fijamos una conferencia para las ocho. Quiero que seas parte de ella. Jessie decidió que sería mucho mejor, hacer sentir al adolescente como si fuera una parte integral del equipo que trabajaba en encontrar y liberar a sus padres.

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—Los meteorólogos están bloqueados. Sin una gran fuente de agua abierta,

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El Club de las Excomulgadas No sería bueno hacerlo sentir como un extraño de algo que le afectaba profundamente. Era un oso pardo cambiaformas con toda la fuerza bruta y magia que eso implicaba, incluso si todavía era un chico. Si no lo incluían en la planificación, Jesse estaba bastante seguro de que el chico se iría por su cuenta y eso podría suceder justo en el momento equivocado. Era mejor tenerlo en el plan desde el principio, trabajando con el resto del equipo. Zach asintió una vez con la cabeza, y su barbilla tembló un poco cuando volvió a comer sus patatas fritas. Jesse fingió no darse cuenta. Zach estaba tratando de ser fuerte por su familia. Eso es todo lo que importaba. Estaba madurando mucho más allá de sus años, y Jesse no quería hacer nada por impedir ese proceso en este momento. Zach

Era duro, pero así eran las cosas en el mundo de los cambiaformas. En el mundo de los humanos también, cuando los mezquinos dictadores y la guerra arruinaban las vidas de las personas. Jesse lo había visto de primera mano. Lo mismo ocurría entre la gente mágica. Era el momento de darle al chico una lección de historia. —Has oído hablar de los Venifucus, ¿verdad? —preguntó Jesse. Justo en ese momento, la puerta del baño se abrió, liberando un torrente de vapor con-olor-a-mujer que hizo que el lobo de Jesse se pusiera alerta y gruñera con apreciación. Abajo muchacho. —Ese es el grupo que envió a aquellos tipos a mi casa —comentó Maria mientras salía del cuarto de baño—. Los que tienen los tatuajes.

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podía volver a ser un niño cuando ellos tuvieran a sus padres a salvo. No antes.

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El Club de las Excomulgadas Maldita sea. Ella se veía bien con ropa limpia, unos pantalones cortos que hicieron agua la boca de Jesse. Pero tenía que mantener su mente en los negocios por ahora. El juego podría venir después. Aunque esta noche no, se recordó. No con el chico en la habitación sólo a unos metros de distancia. Jesse tendría que contentarse con sólo sostenerla en sus brazos. No podría hacerle el amor esta noche. Pronto, sin embargo, le prometió a su lobo. Tan pronto como pudiera conseguir un poco de privacidad. No tenía que ser demasiada privacidad. Sólo un poco. La mínima indispensable. Eso pareció aplacar al lobo que retrocedió y dejó que el hombre pensara con

— ¿Tatuajes? —preguntó Zach mientras Maria se unía a ellos en la habitación, guardando algunas cosas en su bolso antes de sentarse en la única silla del lugar. Jesse y Zach se habían apostado cada uno en sus camas, con envoltorios de comida rápida vacíos esparcidos a su alrededor. Jesse levantó la muñeca y señaló. —Por lo general aquí. Al parecer, los Venifucus marcan a algunos de sus secuaces con una marca mágica que sólo unas pocas personas pueden ver. La compañera de mi hermano puede verlos. Al igual que su prima también, al parecer. —Jesse asintió en dirección a Maria—. Me dijeron que se parece a una estilizada V en un círculo con glifos o runas escritas en el borde formadas por estrechos círculos concéntricos. Maria asintió. —Eso es lo que vi.

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su cerebro una vez más.

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El Club de las Excomulgadas —Sally también lo hizo. Dibujó un boceto de él, y nuestro aliado, el Amo Vampiro de la región, confirmó que había visto eso antes en los viejos tiempos, cuando ocurrió la última pelea contra los Venifucus. —Mis padres me dijeron un poco sobre las leyendas —agregó Zach voluntariamente—. Pero realmente no sé mucho. —Esto es importante, Zach. Me temo que todos vamos a saber mucho más acerca de historia antigua antes de todo esto esté dicho y hecho. —Jesse tomó un sorbo de su refresco antes de continuar—. Hay dos grupos por los que tenemos que preocuparnos. Los Venifucus y los Altor Custodis. Los Venifucus apoyaron activamente a Elspeth, la Destructora de Mundos, cuando hizo su última puja por el poder y fue desterrada a los reinos más remotos por las fuerzas de la Luz. Eso fue chupasangres, sobre todo. Nuestros pueblos se aliaron en ese entonces y trabajaron juntos para derrotarla a ella y a sus secuaces. —Mis padres dicen que no se puede confiar en los chupasangres. Sólo se cuidan entre ellos—dijo Zach, con un toque de beligerancia común en su juventud, y ridiculez. Jesse lo dejó pasar, aunque nunca habría tolerado tal insolencia de nadie bajo su comando. El chico había pasado por muchas cosas y Jesse no quería traumatizarlo aún más. —Siento decirlo, pero tus padres se equivocan. Hay unos pocos que son así, por supuesto. Hay manzanas podridas en cada barril. Pero el Consejo de Amos siempre ha estado comprometido con la Luz. Es su trabajo mantener a su gente a raya. La Manada de mi hermano se alió con Dmitri Belakov, un Amo que recuerda cómo era todo en los viejos tiempos. Dmitri encontró recientemente a su compañera, una mujer a la que esperó durante siglos y el negocio que tiene ella de equipos de software emplea a una buena parte de los jóvenes de nuestra Manada. Estamos aliados en muchos niveles, pero ninguno tan importante como en la lucha contra los que tratan de traer a Elspeth de su destierro.

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hace siglos, pero hay algunos por ahí que todavía recuerdan esa batalla. Los

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El Club de las Excomulgadas — ¿Están tratando de traer a la Destructora de vuelta? —Zach finalmente estaba captando la seriedad de este problema—. Eso requeriría una magia increíblemente fuerte. —Jesse casi podía ver los engranajes girando en la mente de Zach—. Los osos pardos son los más mágicos de las Tribus were. ¿Crees que es por eso que secuestraron a mis padres y trataron de atraparme? —Lo siento, Zach, pero sí, eso es lo que pienso. —Jesse intentó entregar las malas noticias lo más suavemente posible. —Ya veo. —Zach tragó saliva y asintió, su fuerza regresaba mientras la tranquilidad descendía—. ¿E intentaron secuestrarla a ella también? —Zach había estado ignorando mayormente a Maria durante todo el día, sólo hablando con Jesse. Señaló con la barbilla a Maria, como si ella no fuera parte de la conversación. Era insultante, pero Jesse entendía el enojo residual del niño por

—No estamos seguros de qué tiene eso que ver todavía. Seguí a esos dos hombres desde Wyoming donde habían estado involucrados en el tiroteo de una joven loba y en el secuestro de un niño lobo que más tarde fue encontrado atado a una silla en un sótano con un chaleco explosivo. La idea era matar a tantos de nosotros como pudieran cuando fuéramos a rescatar al niño. —Jesse no endulzó la información para Zach—. Esos dos hombres iban o bien tras la doc porque también desciende de magia poderosa o, menos probable, porque sabían que ella te tenía encerrado. — ¿Por qué dices que eso sea menos probable?—Preguntó Maria, saltando ante su declaración. Él no había compartido sus pensamientos con ella todavía, pero había tenido tiempo para reflexionar sobre la situación a medida que conducían ese día. —En primer lugar, si sólo querían a Zach, hubiera sido fácil sacarlo de la jaula sin que tú lo supieras, a pesar del candado que tenías en el pestillo. Ese granero estaba demasiado lejos de tu casa para que te hubieras dado cuenta que él ya no estaba hasta que salieras a alimentar a los animales a la mañana siguiente.

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haber sido encerrado.

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El Club de las Excomulgadas Así que tenía que haber una razón para ir por ti primero. Diablos, puede ser que ni siquiera hubieran sabido que Zach estaba en tu propiedad. Si simplemente te hubieran querido fuera del camino para andar alrededor de tus terrenos sin que los oyeras, podrían haberte disparado a través de la ventana. En su lugar, entraron en tu casa y lidiaron contigo. Querían someterte. O esa era su propia enferma diversión...— Jesse no tuvo que explicar el hecho de que podrían haber querido violarla. Una ceja levantada lo decía todo—. O querían secuestrarte. Me estoy inclinando hacia el secuestro. No se encontró ninguna de las huellas de los hombres cerca de la granja donde Zach estaba encerrado. Llegaron a tu propiedad y fueron directamente a tu casa con sólo un intento superficial de reconocimiento en todo el perímetro. Ahora creo que estaban tras de ti, Maria. Ella tragó saliva visiblemente y una pizca de miedo se mostró en sus ojos.

tono que implicaba que sabía cómo la endeble humana tuvo que ser salvada por el grande y fuerte cambiaformas. Maldita sea. ¿Había sido Jesse tan arrogante y seguro de su propia magnificencia cuando tenía la edad de Zach? Esperaba que no. —En realidad, ella se salvó a sí misma. Cuando entré por su puerta trasera, Maria tenía a un tipo inconsciente en el suelo de su cocina y al otro en un agarre del que no podía salir. Sin duda se salvó a sí misma. —Jesse sostuvo la mirada de Maria al relatar sus proezas, compartiendo con ella una sonrisa privada de admiración y puro aprecio. Se quedó prendado del rubor que ella mostró en sus mejillas mientras alababa su habilidad para manejarse—. Buen trabajo, Doc. Maria no dijo nada cuando bajó los ojos. La recatada mirada estaba provocando cosas a la libido de Jesse. Cosas que no podía hacer con el chico en la habitación. —Pero ella es humana —objetó Zach, rompiendo el estado de ánimo con un chasquido.

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—Pero tú la salvaste —interrumpió Zach, con una cierta superioridad en su

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El Club de las Excomulgadas —Nunca subestimes a los humanos —dijo Jesse con severidad—. Peleé junto a soldados humanos que dejarían a algunos de nuestros mejores combatientes en vergüenza. Son más de lo que pensamos en nuestra arrogancia. Pero, como suele suceder, la doc es poco más que una simple humana. Tiene sangre mágica y manos curativas. Tiene el toque, Zach, y no lo olvides nunca. —Y un cinturón negro en aikido —comentó Maria desde un lado, sorprendiendo a Jesse. Había supuesto que tenía entrenamiento, pero no habría adivinado a qué nivel o estilo. — ¿Aikido? ¿En serio? —Jesse quedó impresionado—. Conocí a un maestro de aikido en servicio. Es un estilo de lucha fascinante. —Todo es cuestión de dirigir el flujo de energía —respondió ella con una

—No me extraña que fueras tan buena en eso. Los sanadores perciben la energía fluyendo más que otros, por lo que he oído. —Jesse sonrió, increíblemente orgulloso de sus habilidades y talentos. Zach se comió otra hamburguesa con queso en tres bocados silenciosos. Se mantenía tranquilo sobre el tema de los humanos en general, y de Maria en particular, que era algo bueno en lo que a Jesse concernía. El chico estaba pensando en lo que había visto y oído, haciendo juicios más razonados que las reacciones de base que había tenido en su forma de oso. Maria miró la televisión en silencio y sus ojos se abrieron como platos. — ¿Es esa la tormenta? Santa Madre... Agarró el control remoto que estaba sobre la cómoda al lado de ella y aumentó el sonido. Los meteorólogos estaban haciendo su mejor esfuerzo en explicar algo con ciencia que estaba totalmente fuera de su experiencia, y no estaban haciendo un gran trabajo. Ella desactivó el sonido de nuevo después de un minuto.

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inclinación de cabeza.

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El Club de las Excomulgadas —Vamos justo hacia el ojo de la tormenta. —Su atribulada mirada buscó la de Jesse. —En más de un sentido —confirmó—. Por eso…—se volvió a Zach—, tienes que estar tan curado como podamos lograr que estés. ¿Dejarás que Maria eche un vistazo a tus lesiones? No tuvo que preguntarle a Maria si ayudaría al joven. Sabía sin lugar a dudas que su corazón estaba en el lugar correcto. Ella había querido ayudar a Zach desde el comienzo cuando pensaba que era simplemente un joven oso. Zach pareció considerarlo por un momento, luego asintió.

Una aceptación a regañadientes es todo lo que el chico fue capaz de manejar en ese momento, que era mejor que gruñir su rechazo, por lo que Jesse lo aceptó. Zach se enderezaría con el tiempo. Algunas cosas no podían ser apresuradas. La confianza y el respeto tenían que ganarse. Maria entendió su señal y se puso de pie, juntando la bolsa con los suministros médicos antes de ir a sentarse al lado de Zach. El adolescente le permitió eliminar las vendas restantes e inspeccionar sus heridas. Cuando ella puso sus manos sobre él, Jesse sintió el aumento de su poder curativo. Ella fue purgando la herida del veneno restante de una manera que le fascinaba. Ninguna sanadora que conociera podía hacer eso cuando la plata bloqueaba su magia, pero entonces, no conocía ninguna sanadora humana-dríade. Ella quitó sus manos del brazo de Zach un momento más tarde, observando su obra. —Estás en mucha mejor forma de lo que esperaba —le comentó a Zach—. Probablemente podrías tomar una ducha si te sientes a la altura. Esta costra probablemente debería ser cubierta después de que te laves, pero a juzgar por la velocidad a la que te estás recuperando, probablemente estarás bien mañana por la mañana.

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—Puede ayudar si lo desea.

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El Club de las Excomulgadas Zach se animó ante la mención de la ducha. —Me gustaría limpiarme —dijo en una voz tan suave que Jesse hasta ahora no había oído de él. Maria le sonrió a Zach. —Bien. Metí algunas sudaderas más para ti. O podrías probarte la camiseta que recogí en la gasolinera. También empaqué un viejo par de vaqueros que podrían quedarte. —Sudadera para esta noche —dijo Zach con decisión—. Todavía estoy un poco rígido. Pero estaría más feliz en los pantalones vaqueros mañana, si me

—Está bien. —Maria le dio unas palmaditas en la rodilla a Zach mientras se levantaba, sonriendo. Ella buscó entre sus bolsos y encontró el cambio de ropa para Zach, espantándolo al cuarto de baño mientras reorganizaba sus suministros. Pasó unos minutos clasificando y re-empaquetando sus bolsos, separando la ropa sucia de la limpia de una manera que divirtió a Jesse. Él sólo lanzaba todo a una bolsa y era feliz. Maria ponía mucho más esfuerzo al empacar. Era algo adorable. —Ven aquí, Doc —gruñó Jesse cuando ella se puso de pie, mirando sus bolsos con las manos en sus caderas. Le echó un vistazo por encima del hombro y sonrió. —Abajo, tigre. No tenemos tiempo para lo que tienes en mente. —De todos modos, caminó hacia él, sus caderas balanceándose de una manera que le hacía la boca agua. — ¿Cómo sabes lo que tengo en mente? —Sus manos fueron a sus caderas cuando ella se paró frente a donde él estaba sentado en el borde de la cama.

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quedan.

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El Club de las Excomulgadas —Creo que tengo una idea bastante buena porque…—Hizo una pausa, lamiéndose los labios—, estoy pensando en ello también. Él gimió, levantando una mano por su espalda, debajo de su camisa de jersey. Metió su otra mano bajo el dobladillo de sus pantalones cortos, hurgando con sus dedos debajo, hasta alcanzar la corta distancia al borde elástico de sus bragas. Unos centímetros más y podría sentir su calor suave y húmedo. Ya la fragancia de su excitación lo estaba volviendo loco. —Jesse... —Se inclinó hacia delante, su pelo suelto, todavía húmedo, formó un pequeño recinto entre sus caras donde sólo ellos existían. Jesse silenció sus palabras con sus labios, haciendo caso omiso de cualquier objeción que pudiera haber expresado mientras deslizaba su dedo bajo el elástico y permiso. Su respiración se aceleró y él movió su otra mano para ahuecar su seno, bajando la copa sedosa bajo su camiseta para revelar una piel más sedosa aun para su caricia clandestina. La sintió temblar cuando estiró más la mano en la posición inferior debajo de sus pantalones cortos. Deslizó sus dedos en su resbaladiza suavidad hasta que encontró el vacío y lo llenó. Dos de sus dedos entraron en esa vaina acogedora que él había reclamado demasiadas horas atrás. El lobo quería reclamarla de nuevo. Romper su ropa e inclinarla sobre la cama, la mesa, sobre cualquier lugar donde pudiera montarla duro y rápido. Pero el hombre sabía que había otra persona presente. Un adolescente tomando una ducha en el cuarto de baño a sólo unos metros de distancia. El torrente de agua enmascararía cualquier sonido que hicieran ahora, pero tenían poco tiempo para jugar esta noche. El deber era lo primero. El deber hacia el adolescente, hacia los padres de Zach, a la Manada y a todos los weres. Debía mantenerlos a todos a salvo, especialmente a la increíble mujer en sus brazos. El lobo no sería feliz hasta que ella estuviera completamente fuera de peligro.

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encontraba su camino entre sus pliegues. Ella separó sus piernas y supo que tenía su

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Sólo entonces el lobo estaría satisfecho.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Siete Dulce Madre, ¿qué estaba haciéndole él? Durante la noche, al parecer, Maria se volvía una lujuriosa, ansiando el contacto de este hombre en todo momento. Él sondeó sus profundidades con los dedos, mientras reclamaba su boca y apretaba su pezón con la otra mano hasta que ella chilló. Se sentía tan bien. Demasiado bien. Casi adictivo. Ella perdió la noción del tiempo y del espacio. Nada importaba, excepto Jesse y lo que le estaba haciendo. Aun así, se sorprendió cuando sus rodillas casi colapsaron bajo ella cuando un clímax intenso y rápido la golpeó como una ola. Todo su cuerpo tembló y ella gimió. Jesse soltó su pezón y sostuvo su cuerpo de ella con la otra mano, conduciéndola más alto. Oh, hombre. Nadie había hecho nunca que se corriera tan rápido. Se meció contra su mano, amando la forma en que lograba dominar su cuerpo. Ella levantó la boca de la suya y apoyó su frente contra la suya a medida que él pulsaba el final de la melodía más gloriosa contra su clítoris con sus talentosos dedos. Era íntimo, contemplarlo desde dentro de la cueva húmeda formada por su pelo. Juró que casi podía sentir el vapor levantándose de su piel. Él retiró la mano de sus pantalones cortos mientras sus ojos se encontraban y sostenían. —Me vuelves salvaje, hombre lobo —susurró ella, sintiéndose atrevida y sexy por primera vez en mucho, mucho tiempo. Él le había dado eso a ella. Ella se lo debía. Ella trató de colocarse sobre sus rodillas para devolverle un poco, pero su mano en su espalda la detuvo. —No podemos —le advirtió cuando ella frunció el ceño—. ¿Por qué no? —Es probable que Zach esté terminando su ducha. No hay tiempo.

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tembloroso, prestándole su fuerza, incluso mientras continuaba bombeando dentro

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El Club de las Excomulgadas Maria se irguió. Había olvidado todo sobre el adolescente que estaba en la ducha sólo a unos pocos metros y una puerta cerrada de distancia. El calor inundó sus mejillas y supo que probablemente se había ruborizado intensamente de vergüenza. —Oh dios mío —susurró, alejándose de su mano de apoyo y tratando de acomodar su ropa al mismo tiempo. Jesse rió. El hijo de puta se echó a reír. Ella lo miró con consternación. — ¿Qué es tan gracioso? —Tú, cariño. —Tuvo las pelotas para responder. Ella frunció el ceño, pero él no pareció afectado por su mirada fulminante—. Me encanta haberte puesto tan caliente y alterada que te olvidaste del chico. —Su voz se transformó en ese sensual clítoris. Maldita sea. Incluso su voz la hacía desear más de él. —Me gustaría poder olvidarme del chico —murmuró ella, pasándose una mano por el pelo. Maldita sea. ¿Dónde estaba su cepillo para el cabello? ¿Y por qué el maldito secador de pelo estaba en el baño donde no podía conseguirlo? Estaba hecha una ruina. No oyó a Jesse moverse, pero no se sorprendió cuando sus brazos fueron alrededor de ella por la espalda, atrayéndola contra su pecho caliente. Sintió que le besaba la corona de su cabeza. Era una sensación muy agradable, estar con un hombre que era tan alto y fuerte. Nunca había estado con alguien como Jesse. Cuando se separaran, sospechaba que probablemente ella quedaría hecha un desastre. Pero ese era un problema para otro momento. —Eres linda cuando estás nerviosa, Doc. —Él se meció hacia atrás y adelante con ella en su abrazo, consolándola. —No sé cómo puedes ser tan agradable —murmuró ella contra su brazo—. Obtuve mi galleta, pero tú te quedaste en la estacada. Quería compensártelo, pero dijiste que no teníamos tiempo —le recordó.

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ronroneo sordo que enviaba emociones por su columna vertebral directamente a su

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El Club de las Excomulgadas —Y no tenemos tiempo. No para lo que quiero hacer contigo, nena. — Apretó la parte trasera de ella contra el borde duro de su pene, frotándola suavemente—. Te deseo, Maria. —Oh, Jesse...—Ella trató de girar en sus brazos, pero él no se lo permitió. Resignada, se quedó dónde estaba. —Está bien, cariño. Sobreviviré. No es precisamente cómodo, pero he tratado con peores cosas en mi vida. —La pequeña vacilación en su voz la llevó a creer que probablemente había sido objeto de cosas mucho peores. Sus palabras calmantes y su toque tranquilizador la hacían sentirse un poco mejor y no tan consciente de sí misma. —Lo siento, Jesse. —Ella le acarició el antebrazo, que descansaba a su en comparación. Pequeña y protegida. Se quedaron allí, frente a la televisión, en posición de cuchara hasta que la puerta del baño se abrió. Con algo de suerte, la nube de vapor con olor a jabón que salió de la pequeña habitación podría enmascarar cualquier rastro de su intimidad a narices were. Maria se había vuelto muy consciente del hecho de que ninguno de sus compañeros era humano. Ambos tenían sentidos y habilidades que iban mucho más allá del alcance de la experiencia de una simple humana. Jesse la liberó y Maria se trasladó para ayudar a Zach. Sólo una de sus lesiones necesitaba un nuevo vendaje para la noche. Había formado costra, pero sería mejor si estaba protegida mientras dormía. Cuando eso estuvo hecho, limpiaron los restos de su comida y prepararon el ordenador portátil para su videochat programado. Jesse había puesto todos sus teléfonos a cargar mientras comían, así que todo lo que tuviera una batería estaría completamente cargado cuando estuvieran listos para irse a la mañana siguiente. Maria se quedó en un segundo plano durante el intercambio de visual, escuchando con sombría atención todo lo que habían averiguado y donde estaban todos los jugadores. La tormenta estaba interfiriendo mucho, tanto en términos mundanos, como mágicos.

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alrededor a la altura de su cintura. Él era tan grande que la hacía sentirse pequeña

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El Club de las Excomulgadas Maria podía ver dos cuadros de videochat abiertos en la pantalla del ordenador portátil. Uno contenía a Jason y a Sally. El otro a dos hombres idénticos y a una hermosa mujer rubia. Debían ser los Señores a los que Jesse seguía refiriéndose. La mujer era al parecer su esposa, Allie. Maria hizo una nota mental para preguntar acerca de esa relación, si alguna vez conseguía reunir el valor. Allie era también una especie de sacerdotisa. La mujer afirmaba que la tormenta estaba interfiriendo con sus intentos de adivinación. Maria asumió que eso era una especie de hechizo mágico de localización. Nadie en el otro extremo del chat estaba más cerca de localizar exactamente donde estaban detenidos los padres de Zach, a excepción del área general del ojo de la tormenta tan poco natural. Se hizo evidente para Maria que Sally estaba usando sus habilidades de detective para tratar de localizar a los padres haciendo algún progreso real, pero ambas todavía se comprometieron a seguir trabajando en el problema. Una cosa quedó clara para Maria mientras observaba a los hombres discutir sus opciones. En primer lugar, los hombres en la pantalla amaban y respetaban a las mujeres con ellos. Que no era exactamente lo que Maria esperaba. Desde que había descubierto que existían los weres, se imaginó que los hombres gobernarían a las mujeres con puño de hierro. Ese distorsionado punto de vista probablemente venía de su primer encuentro con un cambiaformas, una mujer puma que había sido abusada por el hombre con el que estaba. Maria simplemente había asumido que el hombre había sido otro cambiaformas, pero al ver cómo estos hombres escuchaban a las mujeres con ellos de igual a igual, no estaba tan segura. En el momento en que terminaron el videochat cerca de una hora más tarde, Maria no pudo evitar bostezar. No es que la discusión hubiera sido aburrida. Por el contrario, había aprendido todo tipo de cosas interesantes con sólo escuchar la conversación. Aún así, había sido un día muy largo y eso la había alcanzado. Cuando la conferencia terminó, Maria se metió bajo las sábanas y se rindió a su agotamiento. Zach se instaló en la otra cama también. Sólo Jesse se quedó

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de Zach de manera mundana mientras Allie usaba la magia. Ninguna estaba

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El Club de las Excomulgadas despierto, trabajando en el ordenador y de vez en cuando miraba la pantalla de televisión que mostraba la expansión de la circunferencia de la tormenta. Jesse llamó al tío de Zach, Rocky, y habló con él durante un tiempo antes de entregarle el teléfono a Zach. En ese momento, Maria apenas podía mantener los ojos abiertos. La escueta conversación que había tenido lugar entre Rocky y Jesse sobre los hechos y datos, se convirtió en una tranquilizadora y de suaves palabras cuando el tío habló con su sobrino. Todavía estaban en el teléfono cuando Maria se durmió. Despertó por un momento algún tiempo más tarde, cuando el fuerte cuerpo de Jesse se colocó en posición de cuchara desde atrás. Tener a alguien en la cama con ella no era algo que le ocurría comúnmente, pero se sentía perfectamente natural y muy reconfortante. Ella volvió a quedarse dormida con sus brazos a su alrededor y no amanecer del día siguiente. Le tomó un momento recordar dónde se encontraba y todo lo que había ocurrido el día anterior. Oyó la lluvia cayendo afuera, y cuando abrió los ojos, encontró a Jesse sentado en el único escritorio en el que había acomodado el ordenador la noche anterior. Tenía lo que parecía un registro de propiedades en la pantalla, seguido por un mapa. Zach estaba en el baño, a juzgar por la cama vacía y la puerta cerrada. Maria se estiró y bostezó, despertando lentamente. Había dormido muy bien para estar en un lugar extraño, en una cama extraña y con un muy extraño, en el buen sentido, hombre en sus brazos toda la noche. Se sentía cálida y aletargada sólo de pensar en eso. Nunca en su vida se había sentido tan segura y algo así como... apreciada, pensó que esa era una buena palabra para describirlo. Jesse la hacía sentir realmente especial. Tan pocos hombres le habían provocado eso. Realmente, él era único de muchas maneras diferentes. Se preguntó ociosamente si sería algo común en los hombres cambiaformas o si era algo particular de Jesse. —Tu prima es un genio —dijo él de la nada. Ella había pensado que estaba siendo muy silenciosa, pero él debió darse cuenta de que había estado despierta durante los últimos minutos. Y sabía condenadamente bien que había estado

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supo nada más hasta la mañana.Maria despertó en algún momento alrededor del

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El Club de las Excomulgadas mirando su espalda musculosa, tan bien definida en una camiseta ceñida de color verde oliva. Sus palabras le llamaron la atención y se arrastró hacia el final de la cama para poder mirar por encima de su hombro y tratar de ver más de lo que él estaba viendo en la pantalla. Definitivamente registros de propiedades. Había una serie de fotos de una impresionante casa. — ¿Qué encontró? —El epicentro. La casa donde los padres de Zach están siendo probablemente retenidos. — ¿Estás seguro? ¿Cómo llegó a deducirlo? ¿Cómo puede estar segura de que no es otra? —Luchó por liberarse de las mantas y se sentó en el borde de la

—Ella usó el ojo de la tormenta para comenzar su búsqueda, luego puso a sus fanáticos de la informática a que entraran en los registros de propiedades en esa zona. Los Señores, el Amo Vampiro y sus recursos trabajaron con Sally, combinando su información, y ella dedujo esa finca. Resulta, que uno de los chupasangres ha estado observando este lugar desde hace algún tiempo. Tienen grandes recuerdos, algunos de esos tipos son francamente antiguos y han mantenido una vigilancia en los Venifucus a lo largo de los años, mucho más que cualquiera de los nuestros. — ¿Chupasangres? Te refieres a los vampiros, ¿no?— Se sintió estúpida al decirlo, pero quería estar segura de que entendía el léxico en este extraño nuevo mundo que acababa de encontrar. —Vampiros, sí. —Jesse le sonrió por encima del hombro—. Dientes afilados, beben sangre, se queman en el sol. Como en las películas. Bueno, no en todas las películas. Hay una gran cantidad de imprecisiones en la literatura humana y el cine cuando se trata de la mayoría de los Otros, pero tienes la idea básica.

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cama, completamente despierta ahora, mirando las imágenes en la pantalla.

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El Club de las Excomulgadas — ¿Así que un vampiro ha estado observando esa casa? —Hizo un gesto hacia la imagen de la pantalla que mostraba una sala de estar muy atractiva que parecía haber sido montada para un anuncio inmobiliario. —Más que una casa. Esta foto es de la cochera. Hay una mansión, varios graneros, jardines con un laberinto y un pabellón al aire libre, piscina y casa de la piscina, pistas de tenis, helipuerto, pista de aterrizaje para un avión pequeño... captas la idea. Este lugar es enorme. Con muchos lugares donde esconder a alguien y mucha seguridad. Pero sí, el chupasangre ha estado hurgando en esta finca de vez en cuando con el correr de los años. Él será nuestra mejor fuente de información cuando lleguemos allí. Aunque, está la cuestión de si se puede o no confiar en él. — ¿Por qué no confiarías en él? Nos está ayudando, ¿no? —Maria realmente no comprendía todos los entresijos de estas criaturas mágicas. Estaba descubriendo reglas. —La mayoría de las Otras razas no suelen trabajar juntas en estos días. Realmente no lo hemos hecho desde la última vez que Elspeth amenazó este reino. Después de que fuera derrotada, todas las razas fuimos por caminos separados. Los chupasangres son personajes extraños en los mejores momentos. Viven tanto tiempo. Y si no encuentran a su compañera, su cordura puede ser cuestionable. Dependiendo de la edad que tengan, pueden pegarse a reglas anticuadas de comportamiento y costumbres. Algunos de ellos son simplemente muy raros, pero afortunadamente, en su mayoría permanecen con los suyos. También les gustan las ciudades porque los humanos son sus presas naturales. Los weres, generalmente, con ciertas notables excepciones, se mantienen en el campo. Necesitamos espacio abierto para correr y cazar. Las ciudades son problemáticas para la mayoría de los de nuestra especie, aunque algunos lo hacen bien allí, según he oído. Él se encogió de hombros. —Los diferentes tipos de weres trabajan juntos entre ellos, más que con otros tipos de seres. Hay excepciones a la regla, por supuesto. Al igual que la dríade,

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que tenían una sociedad secreta entera con todo tipo de relaciones peculiares y

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El Club de las Excomulgadas Leonora, quien es amiga y aliada de la Manada de mi hermano y vive en nuestras tierras. Aunque, probablemente lo vea como que somos nosotros los que vivimos en su bosque, pero captas la idea. Contamos con un par de familias de osos negros y marrones, y algún puma ocasional, pero sobre todo, los lobos se quedan con los lobos, los gatos con los gatos, los osos con los osos, y por supuesto, los vampiros con los vampiros y los usuarios de magia con los usuarios de magia. Maria negó con la cabeza. —Eso suena complicado. Y estúpido. Si esta mujer Destructora está intentando volver y apoderarse del mundo, realmente necesitáis empezar a trabajar juntos. La humanidad no tendrá ni una oportunidad si no lo hacéis.

—Ahora suenas como mi hermano. Él es más progresista que la mayor parte de los viejos Alfas. Volvió a reavivar la alianza entre el Amo que vive cerca de nuestra Manada y con muchos Otros más. Los Señores cuentan con Jason desde que emitieron el edicto de que tenemos que formar alianzas con cualquier persona del lado de la Luz. Lo usan para alentar a las demás Manadas y lo envían a hablar con otros clanes y tribus cuando es necesario. Se ha convertido en un buen corredor de alianzas. Maria escuchó el orgullo en su voz cuando habló de las habilidades de su hermano. Estaba claro que amaba a su hermano menor, pero más que eso, era feliz cuando Jason tenía éxito. —Eso es bueno —Maria se puso de pie, necesitando algo que hacer. Se ocupó de clasificar la ropa que usaría para el día. Si los Otros, como los llamaba Jesse, no protegían al mundo de esta Destructora de Mundos, toda la gente sufriría. Los humanos no estaban equipados para manejar el tipo de magia que había visto hasta el momento, y sabía que no había visto mucha. La humanidad estaría totalmente a ciegas. La mayoría de la gente ni siquiera sabía que la magia era real.

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Jesse rió.

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El Club de las Excomulgadas Lo relegaban al tema de películas y libros. No a la vida real. No sabrían lo que les golpeó cuando la mierda realmente comenzara a golpear el ventilador. Mira qué mal equipados estaban para enfrentar la rareza de la tormenta que ahora cubría la mayor parte del centro del país. La gente del clima estaba cada vez más obstaculizada cuando ella veía la televisión. Nadie sabía qué pensar ni cómo describir lo que estaba sucediendo. No encajaba científicamente, a pesar de que seguían tratando de explicarlo de esa manera. Ni siquiera se les ocurría darse cuenta que podría ser magia. O lo que podría implicar. Peligro. No sólo de la tormenta, sino de lo que estaba creando la tormenta y lo que podría pasar si la gente mala que llamaba a ese clima tan violento tenía éxito sobre todo lo que estaban construyendo hasta ahora. Incluso Maria podía decir que sería una cosa realmente mala.

Jesse a detenerlos. Había un sentido de urgencia que era cada vez más intenso a medida que pasaba el tiempo. Había sido una especie de murmullo molesto ayer, pero había escalado a un zumbido esta mañana. Había sentido esto unas cuantas veces antes, pero nunca con tanta fuerza. —Tenemos que irnos —espetó ella de repente. Jesse la miró fijamente. Sus ojos se encontraron y sostuvieron. Ella se sentía sin aliento. Tenían que irse pronto. Algo venía en camino. Jesse olfateó y ladeó la cabeza como si escuchara. — ¿Qué es? —preguntó finalmente. —No sé, pero tenemos que irnos. Pronto. Como en los próximos veinte minutos. —Ella sintió que su columna vertebral comenzaba a vibrar y sabía que había elegido el momento adecuado—. He sentido esto antes, pero nunca con tanta intensidad. Por favor, Jesse. Tienes que creerme.

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Es por eso que estaba corriendo a través de las llanuras, tratando de ayudar a

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El Club de las Excomulgadas —Lo hago, nena. —Él se volvió hacia el ordenador y comenzó a cerrar y apagar las cosas, para su alivio. La puerta del baño se abrió y Zach salió luciendo casi tan bien como nuevo. Llevaba los pantalones vaqueros que ella había escogido para él y una camiseta. Tenía el aspecto de cualquier adolescente americano regular, sólo un poco más grande que el promedio. Estaba construido de forma grande y tenía más masa muscular que la mayoría de los chicos, pero no de forma monstruosa. Encajaría en una multitud. Sólo se veía muy atlético y alto. —Empaca, muchacho —le dijo Jesse mientras se movía eficientemente alrededor del pequeño cuarto, recogiendo sus cosas—. Saldremos en quince

Sin decirle una palabra a Maria, Zach empezó a empacar las pocas cosas que tenía. Cuando terminó con esa tarea, se acercó y comenzó a ayudarla sin comentarios. Maria se sorprendió un poco porque el chico se hubiera enderezado lo suficiente como para ayudarla. Tenía muchas más cosas que los hombres porque tenía un botiquín de primeros auxilios gigante y más ropa que los chicos. Entre los tres, estuvieron listos para irse en diez minutos. Jesse exploró afuera antes de subir al SUV, diciéndoles a Maria y a Zach que permanecieran en la habitación hasta que el vehículo estuviera listo para irse. Cuando todo estuvo organizado a su satisfacción, acompañó a Maria y a Zach rápidamente al exterior, con muy pocas protestas. Dejaron la habitación tan limpia como pudieron, o sea, que dejaron tan poco rastro de sí mismos y de su identidad en el espacio como era humanamente posible. Maria supuso que diversas clases de Otros podrían ser capaces de decir quién habría estado en la habitación además de humanos regulares. Los weres podían saber cosas por el olor y probablemente serían capaces de saber que había habido dos hombres y una mujer en la habitación. Los usuarios de magia podrían hacer algún tipo de hechizo que les mostrara quiénes habían estado allí, aunque podría ser sólo su imaginación.

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minutos.

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El Club de las Excomulgadas Pero había una buena probabilidad de que las personas en su camino fueran sólo humanas. En ese caso, no podrían averiguar mucho de la pequeña Maria y de los chicos que habían dejado atrás la habitación. Sólo un montón de envoltorios de comida rápida y una montaña de toallas sucias. Jesse se puso al volante y salió del estacionamiento en un tiempo razonablemente rápido, aunque no tan rápido como para atraer la atención. Cuando esperó que él se dirigiera directamente hacia la carretera, él la sorprendió girando al carril del autoservicio en el restaurante de comida rápida de enfrente. — ¿Qué quieres para desayunar? Es posible que no tengamos tiempo para detenernos mucho hoy, por lo que sería bueno comer ahora —le explicó Jesse. Ella revisó el menú, sorprendida de que Jesse no se dirigiera fuera del área antes de parar por comida. Le dijo su selección y esperó con impaciencia a que Zach le diera que manejaba la ventanilla del auto-servicio. Él condujo el SUV alrededor de la esquina del restaurante lentamente. De repente, ella lo entendió. — ¿Quieres ver quién está en nuestra retaguardia? —Lo acusó en voz baja— . ¿No es un poco temerario quedarse aquí hasta que lleguen? —Estamos ocultos a plena vista, nena. Eso es siempre lo mejor. No somos los androides que están buscando. Somos sólo una pareja que salió a desayunar temprano por la mañana. Nada que ver aquí. Y siguen moviéndose. —Entonó como el guardia de asalto en esa famosa escena de película. Ella tuvo que reírse a pesar de la sensación ansiosa que zumbaba hacia arriba y abajo por su columna. Lo que sea que fuera, quien sea que fuera, que estuviera en camino estaba realmente cerca. Ella se estremeció y se frotó los brazos. —Supongo que sé lo que quieres decir, pero ¿qué tal si nos ven? Siento que vienen, Jesse. Casi están aquí. —Sus dientes castañetearon mientras los escalofríos

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una orden mucho más grande y Jesse la retransmitió por el micrófono a la chica

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El Club de las Excomulgadas se apoderaban de ella. Nunca había sido tan fuerte antes y su reacción la sorprendió. —Si nos ven, trataremos con ellos. Zach está lo suficientemente en forma ahora para pelear por su escape si tiene que hacerlo, y ya sé que eres buena en una pelea. En cierta forma, sería bueno para despejar nuestro camino. Por supuesto, si no nos ven, ganaremos posiblemente una valiosa información sobre exactamente quién está tras nuestro rastro. De cualquier manera, ganamos. Jesse se detuvo en la ventanilla, pagó la cuenta y comenzó a aceptar las bolsas de comida a través de la ventana. Tan pronto como el olor del tocino golpeó su nariz, el estómago de Maria gruñó. Tenía más hambre de lo que había pensado. Jesse le guiñó un ojo mientras le entregaba las bolsas con esa pequeña sonrisa

De repente, su cabeza se volvió como atraída de nuevo hacia el motel. —Ya están aquí—. El miedo llenó la boca de su estómago. La sonrisa de Jesse se ensanchó. Ella tuvo que preguntarse por su reacción. Casi parecía como si estuviera disfrutando de esto, y en cierto modo, supuso que lo hacía. Había cambiado los roles de los cazadores y había comenzado a cazarlos a ellos. Maria asumió que un depredador como Jesse no querría quedarse en la posición de la presa por largo tiempo. —Justo a tiempo —murmuró él, agarrando las últimas bolsas de comida y pasándoselas a ella lentamente—. Ahora vamos a ver a quién tenemos aquí y lo buenos que son. —Echó un vistazo a la zona, mientras ella se centraba en el único coche que atraía su atención. Era elegante y negro. Un coche deportivo construido para la velocidad. —Mala elección de vehículo —murmuró Jesse. —Pero es rápido —señaló Zach desde el asiento trasero donde permanecía agachado, apenas mirando por encima de los asientos.

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diabólica que la hacía temblar por dentro.

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El Club de las Excomulgadas —Rápido pero no muy fácil de maniobrar. Si tuvieran que seguirme fuera de la carretera no tendrían ni una oportunidad. Robar ese vehículo fue un juego de pura vanidad. Tonto —se burló Jesse. — ¿Robar? —repitió Maria—. ¿Crees que robaron ese coche? —Es probable que no lo puedas ver, pero hay pequeños arañazos en la puerta donde hicieron estallar la cerradura. Descuidados. —Jesse negó mientras movía la SUV fuera del carril de auto-servicio. Aparcó detrás de un árbol, como si estuviera deteniéndose simplemente para ordenar sus bolsas. Una tarea bastante común. Incluso ocupó sus manos con algunos de los bocadillos por si alguien miraba en su dirección. Se sentaron a observar como dos hombres salían del brillante deportivo hacia el otro. Los hombres fueron infaliblemente a la habitación en la que Maria y compañía habían estado la noche anterior. Uno enfrentó el exterior, observando los alrededores, mientras el otro irrumpía en el cuarto. —Esos dos son una broma —dijo Jesse en tono de disgusto—. Tiene que ser algo más—. Empezó a explorar la zona de nuevo, mientras los dos hombres desaparecían en la habitación del motel. Maria sintió escalofríos arrastrarse por su columna vertebral y volvió su atención a los bosques a cada lado del motel. Extendió sus sentidos, con la esperanza de que lo que sea que fuera que le permitía saber cosas de vez en cuando apareciera y le permitiera ayudar de alguna pequeña manera. Ella abrió la ventana una grieta, siguiendo sus instintos y necesitando un poco de aire fresco. La información comenzó a fluir en la brisa y ella extendió la mano ciegamente para tomar el brazo de Jesse. —Hay hombres en el bosque. Muchos —susurró.

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negro. Uno entró en la oficina y salió un momento después, haciéndole un gesto

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El Club de las Excomulgadas — ¿Cómo puede saber eso? —Se quejó Zach en voz baja desde el asiento trasero. —Es parte dríade, hijo. —Jesse no miró atrás cuando respondió, sin dejar de explorar el bosque—. Los árboles hablan con ella. ¿Notas como abrió la ventana? —No es por eso —objetó Maria, sin entender por qué estaba discutiendo el punto—. Sólo quería un poco de aire fresco. —Lo que digas, cariño —accedió Jesse en un tono que le hizo desear poner los ojos en blanco. Él estaba complaciéndola—. ¿Qué más me puedes decir acerca de los hombres en los bosques?—El tono de Jesse se puso serio de nuevo y ella lo dejó pasar, centrándose en cambio en el asunto que los ocupaba.

hombres visten prendas negras. El sabor metálico de las armas. —Ella cerró los ojos para concentrarse mejor en las impresiones que recibía, de dónde exactamente, no lo sabía—. Oh, dulce Madre. —Se sacudió cuando encontró algo en el bosque que le puso la piel de gallina. Sus ojos se abrieron de golpe mientras se desconectaba de lo que fuera que había estado a punto de atrapar su fisgoneo. — ¿Qué? —Jesse se volvió hacia ella, preocupado, su mano cubriendo la suya en su brazo. Ella le apretó con tanta fuerza que sintió la tensión en su brazo debajo de su mano. Ella lo soltó, por temor a haberle hecho daño con sus uñas, pero él no la dejó ir. Tomó su mano entre las suyas. —Hay... eh... alguien mágico en el bosque con esos hombres. Alguien... malvado. —Trató de no pensar en lo ridículo que sonaba—. No les gusta. — ¿A quién no les gusta? ¿A sus hombres?—preguntó Jesse.

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—Todos están al otro lado de la carretera hasta el momento. Sombras. Los

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El Club de las Excomulgadas —A ellos tampoco —concordó ella—. A lo que sea que me esté diciendo esas cosas. No le gusta él. —El bosque entonces —dijo Jesse con confianza—. Tiene que ser muy malo para que a los árboles no les guste. Ella cerró los ojos y se concentró de nuevo, escuchando la información que estaba allí cuando se permitía escucharla. Dio un paso más cuidadoso esta vez, cuidándose de la presencia malévola en el bosque. Casi podía ver... —Él permanece más atrás, pero tiene autoridad sobre el resto de los hombres. Ellos le reportan a él. Tienen... miedo de él —susurró al recibir las impresiones—. Lleva traje y zapatos de lujo. Todos los otros usan uniforme negro y

— ¿Dónde está? —preguntó Jesse—. ¿Puedes decirlo? —Está en el lado izquierdo de la carretera, cerca de la parte posterior. Los hombres en botas negras rodean el motel, pero están a la espera de algo. —Ella abrió los ojos, mirando al lugar donde sabía que el hombre en cuestión estaba escondido, pero no podía ver nada fuera de lugar en los bosques en torno al motel desde tan lejos. —Probablemente están a la espera de un informe de los hijos de puta que entraron en la habitación —suministró Zach desde el asiento trasero. — ¿Ves algo?— Le preguntó Maria a Jesse en voz baja. —Sombras moviéndose. Hombres con uniformes negros, como dijiste — respondió, concentrándose en sus observaciones. Maria se sintió tranquilizada. No estaba imaginando cosas—. Son buenos, pero no lo suficientemente buenos como para que no los vea cuando se mueven de sus posiciones. —Mientras miraba, los hombres que habían ido dentro de la habitación del motel salieron, sosteniendo una funda de almohada que sobresalía. Habían tomado algo de la habitación, pero no podía imaginar qué. Sólo habían dejado basura detrás. Uno de los hombres estaba

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botas. Él no está armado, pero es aún más peligroso que los combatientes.

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El Club de las Excomulgadas en su teléfono móvil. Maria cerró los ojos otra vez concentrándose en la información que estaba allí si ella realmente la escuchaba. —El hombre del traje en el bosque está en el teléfono. Está hablando con el hombre frente al motel. Él le grita y maldice —informó ella. De donde estaba obteniendo esa información, no tenía idea. Esperaba que no lo estuviera inventando, pero no creía que lo hiciera. —Eso tiene sentido —susurró Zach con un rastro de humor en su voz—. El tipo en el teléfono está haciendo muecas y luce visiblemente pálido. —El hombre del traje no está feliz. Acaba de lanzar su teléfono contra un árbol. Se estrelló. Está alejándose a grandes zancadas, furioso. Se dirige lejos del motel. Va a un camino lateral detrás del motel. Dejó su coche al lado de la ojos, sorprendida por lo detallista que era la información que fue capaz de recoger. Nunca había hecho algo parecido. —Imagínate —dijo Jesse con un dejo de humor—. Malditos felinos. Zach se rió desde el asiento trasero. —Lo dice el canino. —El equipo se está retirando —informó Jesse, explorando los bosques. Maria vio que los dos hombres que habían irrumpido en el cuarto de motel volvían a su coche. La funda de la almohada fue introducida en el asiento trasero de su coche deportivo negro robado. Jesse mordió uno de los sándwiches de desayuno, viéndose para todo el mundo como un tipo que sólo se había detenido para tomar un aperitivo. Le dio uno a Maria de forma casual. —Come—dijo con una sonrisa amistosa—. Sólo en caso de que alguien esté mirando. Tampoco podría doler alimentar a la bestia. —Le sonrió mientras su estómago gruñía de nuevo.

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carretera. Es brillante. Plateado. Pulcro. Es un gato. Un Jaguar. —Maria abrió los

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El Club de las Excomulgadas Ella se inclinó hacia delante de forma juguetona y tomó un gran bocado del sándwich en su mano, sosteniendo su mirada. Se humedeció los labios y las cosas se pusieron de lúdicas a pecaminosas en un latido. Ella masticó, cautivada por su mirada, anhelando su toque. —Por Dios, tíos. Conseguid una habitación ya. —Se quejó Zach detrás de ellos, sobresaltando a Maria del estado de ensueño en el que había entrado. El adolescente metió la mano en el asiento, justo entre Maria y Jesse para agarrar otra de las bolsas que contenían comida. La arrojó en el asiento trasero y comenzó a comer lo que tenía a mano. Maria se sorprendió de lo rápido que el chico podía engullir la comida. Incluso más que otros adolescentes que había conocido. Maria volvió a su estudio del motel. El auto deportivo negro se había ido. Cerrando los ojos, supo que el Jaguar plateado se había ido también. El equipo de árbol y dejó caer algo blanco en el suelo, que luego pateó a toda prisa antes de correr para ponerse al día con su grupo. También habían dejado grandes camionetas negras estacionadas en la carretera secundaria. Todos se amontonaron en los vehículos y siguieron al Jaguar a un ritmo menos rápido. —Uno de los soldados dejó algo —informó Maria, abriendo los ojos—. Bajo el roble más grande en el lado izquierdo de la carretera. Raspó una marca en la corteza y pateó una nota o algo debajo de las hojas en su base. Jesse no dijo nada de inmediato, aunque una de sus cejas se levantó con su comunicado. Se veía... intrigado.

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soldados casi se había ido. Uno hizo una pausa, el último, para raspar algo en un

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Ocho —Podría ser una trampa, por supuesto —ella declaró lo obvio. —Infiernos, ya estaba pensando en tratar de recuperar ese teléfono móvil roto. —Él frotó una mano por su pelo en un gesto ausente—. Podríamos ser capaces de averiguar algo de él, aunque sea un teléfono quemado. — ¿Un qué? —Ella nunca había escuchado ese término antes. —Un teléfono de prepago desechable, que se activa con un alias, probablemente hoy, y es destinado a usarlo a corto plazo —agregó Zach entre bocados de su tercer sándwich de desayuno. Sus palabras le valieron una mirada de impresionado. — ¿Crees que vale la pena el riesgo? —Maria hizo un gesto con los ojos hacia el asiento trasero. Por su parte, estaba dispuesta a asumir el riesgo, pero ¿se atreverían a poner a Zach en más peligro? — ¿Hasta dónde puedes realizar un seguimiento de los vehículos en que esos chicos se fueron? —Le preguntó Jesse, provocando que ella inclinara la cabeza y pensara en ello. Ella ni siquiera lo había considerado... —Dame un segundo. —Ella cerró los ojos y envió sus pensamientos hacia el exterior a donde la información esperaba. Oyó los sonidos que pintaban imágenes en su mente de los tres grandes coches negros SUV siguiendo un Jaguar plateado por un camino arbolado. Transcurrieron muchos kilómetros por ese camino detrás del motel antes de que ella los alcanzara. —Las tres grandes SUV todavía están siguiendo al Jaguar. No hubo paradas. Nadie salió. Simplemente conducen a alta velocidad. Están llegando a un

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asombro de Maria y una expresión en el rostro de Jesse que lucía como si estuviera

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El Club de las Excomulgadas cruce de caminos. —Sintió que el auto en que ella viajaba se encendía y comenzaba a moverse, pero mantuvo los ojos cerrados, concentrándose en los SUV y en el Jaguar—. Han girado a la derecha, en dirección a la autopista. Apenas puedo verlos ahora. —Arrugó la cara, tratando de seguirlos, pero por alguna razón, perdió su rastro unos minutos más tarde—. No los puedo ver. Están muy lejos, sin embargo. Si hacemos esto rápido, nunca podrán regresar aquí a tiempo para atraparnos. Abrió los ojos para darse cuenta de que el vehículo en el que estaba se había detenido en un camino que reconocía sólo de sus visiones interiores. Era el camino donde los chicos malos se habían estacionado. —Cierra los ojos, cariño —gruñó Jesse en esa voz baja y sexy—. Dime lo que nos espera en este bosque.

le pidió. Cerró sus ojos una vez más, expandiendo sus sentidos. Descubrió que la información llegaba rápido y más fácilmente cada vez que lo hacía. Era una habilidad que nunca había tratado de utilizar realmente mucho anteriormente. Maria trató de ver lo que estaba pasando en el bosque en los alrededores inmediatos y tan lejos como pudo estirar sus sentidos. —No veo a nadie. Sólo las poblaciones corrientes del arbolado. Ardillas, pájaros, a una mofeta por el borde de la carretera. Los hombres que estaban aquí antes asustaron a todos aquellos más grandes. Los ciervos probablemente no volverán por un tiempo. La magia de ese hombre era nauseabunda y fue como una especie de miasma gris a su paso. —Eso no suena bien —dijo Zach en un hilo de voz—. ¿Podría haber dejado algún tipo de trampa mágica? —No creo que tuviera el tiempo —respondió Jesse con calma. Maria oyó la confianza en su voz, pero se preguntó si no estaría proyectándola por causa de ella. —Probablemente, yo podría sentirlo mejor que tú si él lo hizo —observó Zach con valentía en su voz—. Probablemente debería ir contigo. —Los ojos de

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Estaba sorprendida por la expresión de su solicitud, sin embargo, hizo lo que

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El Club de las Excomulgadas Jesse se estrecharon ante la idea, antes de girar la cabeza para mirar a Zach. Lo miró durante un momento y luego pareció llegar a algún tipo de decisión. —Sí, creo que todos debemos ir. Vosotros dos juntos probablemente tenéis más habilidades mágicas de percepción que cualquier Manada de lobos, pero tenemos que hacerlo rápido. —Jesse comenzó a quitarse la ropa—. Me volveré peludo. Puedo hacer un mejor seguimiento de esa manera. Zach, probablemente no deberías cambiar todavía. Maria, ¿serías tan amable de cargar mi ropa? Maria se sorprendió de que la quisiera con él, pero seguro que no quería quedarse sola, esperando en la camioneta. Pensó que era algo astuto involucrar a Zach en esto, hacerle sentir como si estuviera participando con más detalle en el rescate de sus padres. El bosque estaba despejado. Lo sabía a ciencia cierta. Y tenía una especie de sistema de alerta temprana que siempre parecía avisarle si los preferiría estar con los chicos para decírselo enseguida y así todos podrían irse de forma segura. Jesse se puso detrás de la puerta de la SUV, bien escondido por el bosque y el vehículo en sí. Estuvo allí un momento, y luego una ráfaga de magia recorrió la piel de Maria como una caricia y Jesse desapareció. El lobo que saltó de detrás de la puerta de la SUV era enorme, marrón, peludo... y realmente feroz. El ritmo cardíaco de Maria se aceleró. Él tenía una pequeña bolsa de mano entre los dientes cuando se acercó a ella. Ella notó que estaba llena con su ropa. Una camiseta y pantalones, así podría cambiar de nuevo a su forma humana mientras aún estaba bajo la cubierta del bosque. Maria la tomó de él y supo que estaba mirándolo fijamente. Nunca había visto un lobo así de grande antes. Había trabajado con algunos lobos durante su carrera de veterinaria, pero nunca uno como este. Era precioso, y cuando se acercó y acarició con su hocico la mano de ella, invitándola a que le tocara, ella sintió el cosquilleo de la magia. Era increíble.

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problemas estaban en camino. Si algo cambiaba en su condición de seguridad,

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El Club de las Excomulgadas Con un ladrido, él se alejó saltando, haciéndole señas claras a Zach y a ella para que lo siguieran. El SUV estaba aparcado a la sombra de un pequeño bosque de árboles, bien escondido de la carretera. Estaría lo suficientemente seguro allí, pensó Maria. Cuando entraron en el bosque, Jesse fue primero, con la nariz al suelo. Zach y Maria lo siguieron, con sus sentidos bien abiertos a los sonidos, vistas y olores de los bosques. Estaba en silencio, pero regresando lentamente a la normalidad después de la conmoción de la maligna energía de aquel hombre. Era interesante ver a las criaturas del bosque y sus reacciones al lobo mágico y al oso cambiaformas. Las ardillas definitivamente notaban cuando Jesse y Zach pasaban, pero no entraron en pánico. Era más un respeto silencioso mientras cada cabecita se volviendo a forrajear. Eso no es lo que habría esperado, pero en cierto modo tenía sentido. Los cambiaformas, aunque probablemente olían diferente a los animales del bosque, no estaban cazando ardillas. Uno estaba rastreando y el otro caminaba sobre dos pies, buscando el rastro de otros depredadores bípedos. Jesse se detuvo de repente y Zach paró en seco de inmediato. El lobo asintió hacia Zach y arrancaron de nuevo a un ritmo más lento, con Zach andando con cuidado. Jesse parecía saber exactamente a dónde iba, seguía lo que Maria ahora reconocía como el rastro gris nebuloso de sensación mágica dejada por el hombre con traje. No era una magia activa, simplemente era una especie de residuo aceitoso dejado por la presencia del hombre. No le haría daño a nada ni a nadie, pero no era precisamente agradable tampoco. Lo cual era probablemente la razón por la que las criaturas del bosque esperaban a que se disipara más antes de regresar a sus hogares del bosque. Una vez más, Jesse detuvo a Zach y se adelantó esta vez para reunirse con él. Maria hizo una pausa un poco detrás de ellos, mirando a su alrededor. No detectó ningún problema, pero cuando miró con más atención, reconoció el árbol. En el que el teléfono se había estrellado. Podía ver donde la corteza había sido alterada por el impacto. Con aire ausente, se estiró para tocar el árbol y sintió

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levantaba, observando el progreso de los cambiaformas por un momento y luego

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El Club de las Excomulgadas una acogida inmediata hacia ella como nada que alguna vez hubiera experimentado antes. Jadeó, pero nadie pareció darse cuenta. Zach estaba ocupado recogiendo partes del teléfono móvil que Jesse descubría para él. Metiendo los pequeños trozos de plástico y metal en una bolsa de plástico que había traído con él. Bien pensado. Cuando la pequeña bolsa de Zach estuvo llena y la nariz de Jesse, sin duda, le decía que había encontrado hasta el último trozo del teléfono, se pusieron en marcha de nuevo, siguiendo al lobo. Él hizo otra pausa unos minutos más tarde y el cosquilleo de magia fue todo lo que le advirtió a Maria que estaba a punto de cambiar de nuevo a su forma humana. Ella observó, asombrada ante la visión. El increíble lobo brilló y cambió, pasando a una forma media que parecía algo salido de una película de horror, sólo que peor, y luego a su forma humana conocida de Jesse. Humano y completamente desnudo. Sonrió con esa sonrisa diabólica que la cautivaba tan fácilmente mientras caminaba hacia adelante, Estaba congelada en su lugar por el hombre y su magia. Estuvo más que un poco decepcionada cuando lo único que él hizo fue tomar la bolsa de sus manos. Ella quería mucho más. Entonces se acordó de dónde estaban y la razón por la que estaban de pie en medio de un bosque. Y el adolescente que estaba presente: esperando por ellos. Horrorizada, miró a Zach, pero el chico no le prestó ninguna atención. Estaba estudiando una marca en el tronco de un árbol que parecía muy familiar. Era el viejo roble que contenía el mensaje. Jesse, vestido ahora, se colocó delante de Zach y tocó los sutiles arañazos en la corteza. Luego volvió su mirada hacia abajo y le dio una patada a algunas de las hojas muertas cerca de la base del árbol de roble, descubriendo el cuadrado blanco, ahora manchado de tierra. En lugar de recogerlo de inmediato, Jesse se detuvo para olfatear el aire alrededor del árbol y una especie de sombría sonrisa apareció en su rostro. Se inclinó y recogió el cuadrado de papel, guardándoselo tan rápidamente, que ella apenas lo vio.

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tendiendo una mano hacia ella. Todo lo que Maria pudo hacer fue quedarse allí.

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El Club de las Excomulgadas Él no examinó la nota o habló de nuevo, simplemente los guió de vuelta al SUV. Habían cumplido su misión con el mínimo esfuerzo y estuvieron de vuelta en la carretera antes de que alguien hablara. Jesse se mantuvo en las carreteras secundarias. Maria estaba bastante segura de que el hombre en el Jaguar y sus seguidores se habían dirigido a la interestatal. No podía estar segura al cien por ciento, por supuesto, pero sabía que al menos se dirigían en esa dirección por algún camino antes de que les hubiera perdido la pista. Podrían haber vuelto sobre sus pasos, pero confiaba en que las habilidades de Jesse los mantuvieran lo más seguros posible. No había garantías. Sus vidas estaban en juego. Pero sabía que Jesse haría todo lo posible para cuidar de ellos. — ¿Qué tipo de cambiaformas es el que te dejó la nota? —Le preguntó Zach a Jesse después de un tiempo. Cuando Maria le devolvió la mirada, él parecía

—Nunca has olido a un chacal antes, ¿verdad? —La sombra de una sonrisa cruzó la boca de Jesse—. No son tan comunes aquí en Estados Unidos — continuó—. Conocí a este tipo particular en el extranjero. Su Manada de origen estaba en algún lugar en Turquía, creo, pero es un solitario. Un vagabundo. Había oído que lo habían contratado como mercenario, y esa es probablemente la forma en que terminó trabajando con los Venifucus. Es un soldado. Uno de los mejores en operaciones encubiertas. Sabía que sus lealtades eran cuestionables, pero nunca pensé que se iría hacia el lado oscuro. Dejó su Manada para evitar ese tipo de cosas, por lo que entiendo. —Los chacales dorados son muy similares a los lobos —recordó Maria—. Están por todos lados de Europa y Asia, creo. Luego hay otros dos tipos de chacales que se mantienen sobre todo en África y no son tan similares a los lobos como los dorados. ¿Correcto? —Miró a Jesse por confirmación. —Supongo que sí. No hice demasiadas preguntas, porque no estamos realmente aliados con ninguna de esas Manadas. Pero el tipo que conocí parecía muy lobuno cuando cambiaba. En forma humana, se veía como un debilucho.

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realmente perplejo.

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El Club de las Excomulgadas Podía encajar en un montón de diferentes culturas allí, y hacía un trabajo excelente en mezclarse en cualquier grupo que asumiera. Habla una gran cantidad de idiomas también. — ¿Qué dice su nota? —preguntó Zach. Jesse sacó el papel manchado de uno de sus bolsillos y se lo dio por encima del asiento. Zach lo desplegó y frunció el ceño durante un minuto antes de devolverlo. — ¿Qué idioma es ese? —preguntó el adolescente finalmente—. No son runas o algo mágico, pero no lo reconozco en absoluto.

—Está en código, chico. Es una dirección y un mensaje. —Jesse le entregó el papel a Maria cuando se dio cuenta de la forma en que se inclinaba para poder leerlo—. Tendré que hacer una doble verificación para estar seguro, pero creo que es el mismo lugar que Sally y mi hermano descubrieron, así que llaMaria a esto una confirmación. Maria miró los garabatos, pero al igual que Zach, no tenía ni pies ni cabeza para ella. Ella dobló el papel y se lo devolvió a Jesse. Él se lo metió en el bolsillo y no hizo comentarios. — ¿Confías en él? —Le preguntó Maria. Jesse se encogió de hombros. —Lo hice una vez. No estoy seguro de que pueda ahora, sólo que nunca nos traicionó ni a mí ni a mis hombres. Tiene su propio código de honor, y eso ha dado lugar a dificultades con su Manada que finalmente le hicieron irse como un lobo solitario. En esta situación, si confío en mis instintos, tendría que decir que probablemente se mezcló en algo que no esperaba entrar y que ahora se ha quedado atrapado. Creo que podemos tomar su información al pie de la letra, pero mantener

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Jesse miró la página y después de un momento, sonrió.

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El Club de las Excomulgadas la confianza completa con ciertas reservas, si eso es posible. No creo que nos conduzca a una trampa deliberadamente, pero podría no estar en control total de la situación. De hecho, puedo garantizarte que no lo está. No es más que un mercenario contratado. Está a merced de aquellos que mantienen su contrato y que controlan la mayor cantidad de magia. —Pero todavía está tratando de ayudarnos. Eso tiene que decir algo a su favor. —Maria se encontró a sí misma defendiendo al chacal. —Es cierto, pero créelo a medias. No sabemos lo que está pasando detrás de esas paredes. —Jesse hizo una mueca y pareció reafirmar su determinación—. Pero lo sabremos. Antes de que esto termine, sabremos todo acerca de lo que está sucediendo en ese estado. Y lo terminaremos. De una vez por todas.

Maria lo estaba volviendo loco. Todo en ella era atractivo y hacía que su lobo quisiera abalanzarse sobre ella. Ella se había manejado tan bien por la mañana, aprovechando su magia con poco esfuerzo, sin darse cuenta de lo increíble que era. La ayudaría a entender, de alguna manera. Le enseñaría de un millón de maneras lo verdaderamente impresionante que pensaba que era ella. Pero tenían que ponerse a salvo primero. Y resolver el pequeño problema de los Venifucus y de dos cambiaformas osos altamente mágicos perdidos. Y de su cachorro perdido, Zach. La Madre de Todo tenía que estar riéndose de él en estos momentos. Lo había conducido hasta su compañera y luego arrojado algunas complicaciones en su camino, sólo para mantener las cosas interesantes. Jesse se alegró de poder proporcionar diversión a esa complicada deidad que reinaba sobre su vida y su pueblo. Le había servido a Ella toda su vida, pero había descubierto que a menudo, Ella se deleitaba haciéndole probar su valía una y otra vez. No estaba amargado, pero en esta situación, hubiera preferido no tener preocupaciones, una playa privada y unos meses a solas para saborear la experiencia de estar con la mujer que estaba destinada para él. Jesse había pensado

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El Club de las Excomulgadas honestamente que nunca la conocería. Que no habría nadie por ahí para él. Gracias a la Señora, le habían demostrado su equivocación. Su perfecta compañera estaba sentada justo a su lado, tratando de leer un mapa mientras aceleraban por los caminos secundarios campestres. Cálida y femenina a su lado. Maldita sea, le gustaba la sensación de tener que protegerla y hacerle el amor. Hablando de eso... Ella había usado la falda que él le había pedido que se pusiera, y cada pequeño roce de esa tela suave le hacía desear darle la vuelta y tomarla en ese mismo momento allí. Sólo la presencia de Zach y la gravedad de su situación le habían impedido arrastrarla contra un árbol y follarla de forma alucinante cuando habían estado en el bosque antes. Aún así, la idea de hacer exactamente eso seguía corriendo por su mente hasta que pensó que se volvería loco. Mejor sería encontrar algún tipo de alivio compañera. —Estamos corriendo en paralelo a la carretera interestatal, pero se angostará en este canal que hay en el mapa —informó Maria, llamando su atención. Señalaba un grupo de garabatos en el mapa que él no podía leer debido a la forma en que ella movía la cosa—. Si nos atenemos a las carreteras secundarias, tendremos que desviarnos una hora de nuestro camino. Podríamos intentar probar con la interestatal. —Si están vigilando las carreteras, tendrán vigilados ambos caminos. Tendríamos una mejor oportunidad de deslizarnos inadvertidos si pasamos la interestatal, porque hay mucha más gente —razonó Zach, impresionando a Jesse con sus astutos procesos de pensamiento—. Si están esperando que pasemos por ese cruce de caminos de aquella carretera, seríamos presas fáciles. —La interestatal será. —Jesse estuvo de acuerdo, encaminando la camioneta en dirección de la vía de acceso—. Entraremos en ella ahora, así seremos parte del flujo regular de tráfico. Eso es mejor que sólo aparecer de repente en la salida antes del cruce.

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pronto, o no podría controlar al lobo que arañaba sus entrañas para llegar a su

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El Club de las Excomulgadas Se dirigieron a través de tierras de cultivo, pero Jesse sabía que llegarían al bosque con el tiempo. Él estaría en la búsqueda de un gran grupo de árboles. Tan pronto como viera eso se detendría y dejaría que la magia de Maria explorara por delante. Ella podía no creer que estaba relacionado con la presencia de los árboles, pero él sabía cómo trabajaba la magia de su nueva cuñada, y la de Maria tenía que ser similar. Sally hablaba con los árboles, al igual que Leonora. Puede que no fuera exactamente lo mismo para Maria, pero Jesse estaba dispuesto a apostar que los árboles eran el ingrediente secreto del sexto sentido de Maria. Jesse encontró lo que estaba buscando unos veinte minutos más tarde. Había una parada de descanso justo al lado de la carretera en una ubicación densa del bosque. El pequeño edificio tenía instalaciones de inodoro, máquinas de aperitivos, pasear a su perro, si tuviera uno. También había una serie de mesas de picnic afuera a un lado del pequeño edificio y un montón de lugar para aparcamiento. Los bosques detrás del edificio le atraían. Los árboles se alineaban en una colina inclinada, yendo hacia arriba. Estaba claro que era un espacio salvaje donde la gente rara vez se aventuraba. —Es hora de una parada técnica —dijo Jesse cuando detuvo la camioneta y desabrochaba el cinturón del asiento—. Esperad aquí un momento mientras exploro alrededor. Ve si puedes sentir algo, cariño —dijo en una voz más suave, deseando animar a Maria a confiar más en sus habilidades. Ella bajó la ventanilla y cerró los ojos. Jesse se bajó del vehículo y le lanzó un gesto a Zach instruyéndole a vigilar a Maria mientras Jesse hacía el reconocimiento. El chico era un oso cambiaformas. Tenía habilidades mágicas que la mayoría de los lobos no podían igualar. Y aunque todavía estaba creciendo, ya era más fuerte que la mayoría de los humanos. Zach podría manejarse si había problemas, y Jesse no estaría muy lejos. De hecho, no permitiría que la SUV saliera de su línea de visión ni por un solo momento. Había aparcado en una posición que le permitía observar el vehículo desde todos los puntos de vista. Jesse hizo un vagabundeo rápido alrededor,

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folletos turísticos y una pequeña franja de césped a lo largo de la carretera para

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El Club de las Excomulgadas inhalando discretamente para absorber todos los aromas con información que pudiera reunir. Ningún cambiaformas había ido a través de ese camino en un largo tiempo. Sólo humanos en su mayoría. Y nada abiertamente mágico. También evaluó a los pocos viajeros presentes en la parada de descanso, a la manera tradicional. Los observó con una mirada evaluadora que memorizaba sus apariencias, sus comportamientos y otras cosas sutiles que podrían ser sospechosas. Nadie parecía demasiado interesado en el SUV o en Jesse. Hasta ahora, todo bien. Jesse le dio la discreta señal que les decía a Maria y a Zach que estaba despejado por el momento. Ellos se bajaron del SUV, estirando sus entumecidos descanso antes de modificar ligeramente el rumbo para encontrarse con Jesse que caminaba por la boscosa colina detrás del edificio. — ¿Cómo vas? —Le preguntó Jesse al adolescente en tono tranquilo. Zach se encogió de hombros. —Mejor desde que apareciste, Alfa. Guau. Eso fue todo. Ahí mismo. La única palabra que significaba que el adolescente formalmente reconocía el liderazgo y la autoridad de Jesse. Era un gran paso. Y no uno que debía tomarse la ligera. Los osos eran la ley para sí mismos. Particularmente los Pardos. Más grandes y más malos que la mayoría de los cambiaformas, se guardaban todo para sí mismos. Cuando daban su amistad y lealtad, era algo especial. Jesse asintió, casi ahogándose un poco, pero sin permitir que se evidenciara. —Me alegro —dijo, y los dos sabían que quería decir mucho más que esas simples palabras.

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miembros mientras lo hacían. Zach se demoró, escoltando a Maria a la sala de

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El Club de las Excomulgadas —La doctora dijo que se sentía a salvo aquí. Quería que te lo dijera. —Zach cambió el tema, metiendo las manos en los bolsillos y mirando a su alrededor a los bosques cercanos—. Seguro que aMaria tener una carrera. —Yo también —respondió Jesse con un profundo suspiro—. Pero no sería prudente. Algunos usuarios de magia pueden sentir la magia cambiaformas, y apuesto a que tú generas más magia que la mayoría. Si estuvieran en la búsqueda de ella, nos verían. —No me jodas. ¿En serio? —Zach parecía impresionado por la idea. Jesse sabía de dónde venía. Hasta hace poco tiempo, Jesse nunca habría imaginado que alguien podría realizar un seguimiento de un cambiaformas de tal manera. —Así es, los Señores han mandado las advertencias. Han estado haciendo vida de su compañera. —Jesse hizo una mueca, entendiendo un poco mejor ahora lo que habían atravesado los Señores no hacía mucho tiempo—. Tenemos que mantener un perfil bajo, incluso si es relativamente seguro aquí. Olfateé alrededor del bosque. No hay olores recientes que pueda notar. Los humanos no se aventuran allí más allá de los pocos árboles iniciales. —Miró los densos bosques y Zach siguió su mirada. —Nada más que olores humanos aquí en las inmediaciones de los baños — informó Zach, confirmando la evaluación inicial de Jesse—. Sin ningún tipo de residuos de magia. Al menos nada que yo pudiera sentir. La doctora tampoco. Como sea que funcionen sus sentidos. —Los árboles le dicen cosas —le recordó Jesse—. Incluso si no termina de darse cuenta de ello todavía, por sí misma. Su prima recientemente se unió a mi hermano y ella habla de escuchar el canto de los árboles y el susurro de sus hojas. Es bastante genial, en realidad.

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un montón de investigación sobre nuestros enemigos desde el atentado contra la

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El Club de las Excomulgadas — ¿Y tú no estás... molesto porque tu hermano se uniera con una mujer que no puede cambiar? —Zach parecía buscar palabras que no fueran tan ofensivas como las primeras que probablemente saltaron a su mente. —Lejos de ello. Sally es algo especial, y la Manada la adora. Ella es un infierno de mujer y hará más fuerte a la Manada. Todos vimos eso casi de inmediato. Zach todavía parecía escéptico. — ¿Me harías un favor? —Jesse decidió dejar ese tema de discusión por ahora. Tenía mejores cosas en la cabeza. Quería un momento a solas con Maria y esta era probablemente la única oportunidad que tendrían durante algún tiempo.

— ¿De qué se trata, Alfa? —preguntó Zach con cierto recelo. A Jesse le gustaba que Zach le diera el respeto del título aunque todavía no estuviera de acuerdo en seguirlo ciegamente. El chico era sagaz. Y cauteloso. Tal vez más cauteloso de lo que había sido antes de que su mundo hubiera terminado al revés. Pero Jesse haría las cosas de forma correcta o moriría en el intento. Por el momento, sin embargo, necesitaba un poco de tiempo a solas con Maria. —Quiero que te dirijas a la camioneta. Mantén un ojo en las cosas y mantén un perfil bajo. Voy a dar un corto paseo con Maria. — ¿Con la doc? ¿Por qué? —La desconfianza entrelazó su tono. —Probablemente tienes la edad suficiente para entender eso, Zach — respondió Jesse con sequedad—. Acabo de conocerla, ayer, y hemos estado en el camino desde entonces, pero sé que es mi compañera. — ¿Ella lo sabe? —Zach parecía preocupado.

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No era lo ideal, pero estaban tan a salvo como podrían.

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El Club de las Excomulgadas —Todavía no, pero es sin duda la elegida. El lobo sigue royendo dentro de mí desde mi interior, si sabes lo que quiero decir. —Papá me contó al respecto —dijo Zach, en voz baja, viéndose un poco incómodo. —Entonces probablemente te dijo que los compañeros necesitan una gran cantidad de tiempo a solas al principio, cuando se descubren el uno al otro. He podido mantenerme a raya con ello, debido al peligro de nuestra situación y al hecho de que ella no es were, y probablemente no lo sienta tan agudamente como una de nuestras mujeres haría. Pero el problema persiste. Tengo que calmar al lobo. —No hay problema, Alfa. Vigilaré el fuerte.

vista en todo momento. Sólo vamos a dar un paseo por el bosque. No hay duda de que su lado dríade necesita un poco de comunión con la naturaleza también, después de todo este tiempo que hemos estado encerrados en el coche. Lamento que tengas que mantenerte oculto, pero cuantas menos personas te vean ahora, será mejor. —Entiendo. —Ambos vieron a Maria caminar hacia ellos, al mismo momento—. Iré hasta el coche y la mandaré en esta dirección. —Gracias, chico. Recordaré esto. —Jesse lo palmeó a Zach en la espalda cuando él se volvió para irse. Maria vio a Jesse en la colina detrás del pequeño edificio que albergaba algunas máquinas de aperitivos y los baños. No era una gran parada de descanso, pero era lo suficientemente buena como para un pequeño descanso entre toda la conducción que habían estado haciendo. Sus piernas eran pequeñas y subir la colina se sintió bien para sus músculos infrautilizados. Había estado sentada demasiado tiempo. Necesitaba un poco de estiramiento para disolver las contracturas. Un paseo era ideal.

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—Quédate con el SUV. No camines por allá. Mantendré el vehículo en mi

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El Club de las Excomulgadas Zach pasó junto a ella al bajar, y le dio una sonrisa verdadera mientras le decía que se dirigía de nuevo al coche. Maravilla de maravillas. El chico estaba realmente empezando a relajarse con respecto a ella. Maria no entendía exactamente por qué, pero se alegraba de ello. Odiaba haberlo mantenido en una jaula y no podía disculparse lo suficiente. Quería su perdón con muchas ganas, pero sabía que tendría que ganárselo. Siguió subiendo la colina hasta que se encontró con Jesse quien estaba esperándola, allí de pie viéndose tan guapo que podría saltar sobre sus huesos en ese mismo momento. La sonrisa que le dirigió fue francamente pecaminosa mientras extendía una mano en silenciosa invitación. Sabiendo que podría conducir a problemas de la mejor clase, ella la tomó y lo siguió a donde la guiara. Caminó adentrándose más en el denso bosque, navegando por un sendero arbustos. Era un lugar hermoso, inundado del ruido sordo del bosque. Le hablaba. No con palabras, sino con impresiones. Parecía feliz de verla y ella definitivamente estaba contenta de sentir la impoluta presencia de los árboles viejos cuidando a los más pequeños y a las pequeñas criaturas que revoloteaban entre las ramas y se escurrían por el suelo de hojas. Miró hacia atrás una vez para darse cuenta de que tenían a la vista la mayor parte del área de descanso, incluyendo un buen punto de observación desde el cual observar el vehículo. Podrían ver de inmediato si Zach necesitaba ayuda. Ella, por su parte, se alegró de tener un tiempo a solas en el silencio de los bosques. Maria no estaba acostumbrada a tener gente alrededor a cada minuto del día. Estaba más cómoda con los animales en el exterior de su propiedad, en el santuario que había construido para sí misma. Era muy probable que Zach estuviera contento de conseguir un descanso de ella también. El adolescente se había vuelto ligeramente más amable con ella durante el transcurso de ese último día, pero tenía miedo de que su error siempre fuera a interponerse entre ellos. Esperaba que no, pero realmente tenía miedo de que así sucediera. Ni siquiera podía deducir cómo compensárselo.

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que sólo él podía ver a través de los grandes y pequeños troncos de árboles y

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El Club de las Excomulgadas —Está lo suficientemente a salvo por ahora —dijo Jesse cerca de su oído. Su cálido aliento sobre su piel envió un estremecimiento incontrolable por su columna vertebral. Ella se volvió para encontrarlo mucho más cerca de lo que había esperado. La estaba mirando, pero desvió la mirada hacia el SUV por un momento, sin duda al haber notado la dirección de su mirada—. Lo mantendré a la vista en todo momento, Maria. Te lo prometo. —Sostuvo su mano mientras la llevaba unos pasos más lejos hacia el interior del denso bosque—. Sólo pensé que deberíamos tener solo un poco de tiempo a solas en este lugar especial. Ella miró a su alrededor, observando la forma en que el bosque parecía darles la bienvenida. —Es especial, ¿verdad? —Levantó la mirada hacia el pequeño círculo de

Estaban entre dos de los troncos más grandes, rodeados de árboles viejos por igual que formaban un círculo alrededor de una piedra natural amplia ubicada en el centro. Parecía una formación extraña, pero a medida que escuchaba, el poder en su entorno llegó hasta ella. —Un lugar natural de poder —le confirmó Jesse—. En la antigüedad, incluso los humanos adoraban a la Señora en círculos como este en todo el mundo. En los tiempos modernos, la mayoría de los humanos se han olvidado de ella, pero nosotros no lo hemos hecho. Servimos a la Señora y estamos aliados con todas las fuerzas de la Luz. —Sé sobre la Señora. Mi abuela me enseñó sus formas, sólo que la llamamos Madre Tierra la mayor parte del tiempo. — ¿En serio? —Él pareció sorprendido y complacido—. Eso es bueno. Es realmente bueno. —Una sonrisa apareció en su rostro—. Así que seguimos la misma religión. Ella se echó a reír.

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árboles al que la había traído.

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El Club de las Excomulgadas —Supongo que sí. Nunca he pensado en ello. ¿Sería un problema? —No para mí, pero vi algunos de mis hombres involucrarse con mujeres que estaban muy ligadas a su fe. Uno de ellos tuvo un pequeño problema con su compañera acerca de ello y le impidió celebrar los aquelarres con nosotros. Le echamos de menos, y sé que le molesta, pero haría cualquier cosa por su compañera. Es la forma en que estamos unidos. — ¿Compañera? Te refieres a su esposa, ¿no? Esa es la misma cosa entre los cambiaformas, ¿no? —Maria había tenido curiosidad por la distinción desde que había hablado con la mujer puma que había conocido sobre el hombre que había abusado tanto de ella. Ella había proclamado que la había tomado para unirse contra su voluntad, por lo que no era realmente su pareja, pero cuando la presionó,

—Una compañera es mucho más que una esposa, Maria, como llegarás a entender. —Él se acercó más, ahuecando su cuello en una palma grande mientras bajaba su cabeza. — ¿Lo haré? —Le resultaba difícil hablar si no era en susurros. Los bosques se habían silenciado como si toda la naturaleza estuviera conteniendo la respiración junto con ella. —Sí, Maria. Porque tú eres mi compañera. Mi única elegida. —Sus labios cubrieron los de ella y estuvo inmersa en el momento. Algo encajó al colocarse en el interior de su alma y no necesitó cuestionar su afirmación. Era cierta. Ella también lo sentía. Le pertenecía a él tanto como él le pertenecía a ella. Era un alivio que él le dijera eso a la intemperie. Era emocionante saber que él se sentía de la misma manera. Había estado luchando contra su atracción por Jesse desde el momento en que se conocieron. Peleando contra la intimidad que quería florecer entre ellos, que iba convirtiéndose en una cercanía que ella nunca había experimentado con nadie más. Se sentía conectada a él, y sabía que si él la abandonaba mañana, una parte de su alma se iría con él. Ellos estaban unidos ahora, y ella sería herida de gravedad, tal vez irreparablemente, si él la dejaba.

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no quiso decirle nada más al respecto que eso.

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El Club de las Excomulgadas Pero él había dicho que eran compañeros. Eso significaba algo entre los cambiaformas. Algo permanente. Una unión. Tal vez no estaban destinados a separarse. Tal vez este asombroso hombre podría ser suyo. Para siempre. Maria luchó por acercarse a él mientras su boca devoraba la suya. Sus manos estaban sobre ella, moviéndola, posicionándola de la forma en que deseaba. Él dio un paso adelante, empujándola hacia atrás, y ella sintió un árbol detrás de ella, sosteniéndola. Acogiéndola. Jesse arrancó sus labios de los de ella mientras sus manos iban hacia el urgencia les montaba. — ¿Oíste lo que dije, Maria? —Las palabras de Jesse salieron a bocanadas calientes de aire contra su garganta mientras ella se esforzaba por acercarse en su contra—. Tú eres mi compañera. —Gruñó. Gruñó de verdad, desde lo profundo de su pecho, y el sonido fue directamente a su clítoris. Oh, sí. —Lo oí —accedió ella. — ¿No tienes ninguna objeción? —Él no detuvo sus movimientos. Sus manos habían levantado su falda fuera del camino y trabajaban ahora en mover sus bragas hacia abajo, más allá de su cadera, con su plena cooperación. —No. —Ella lamió la piel salada de su cuello y lo sintió estremecerse. Maldita sea. Le gustaba la forma en que respondía a ella, justo en el límite del control. Quería ver ahora cuánto lo podría empujar antes de que lo perdiera. Lo conocía lo suficientemente bien como para confiar en que nunca le haría daño. Ni siquiera en un frenesí permitiría que cualquier tipo de daño la alcanzara. Confiaba en eso tanto como confiaba en él, con todo lo que era y siempre sería. No

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dobladillo de su falda. Ambos estaban respirando con dificultad mientras la

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El Club de las Excomulgadas era lógico, pero por otra parte, se dijo que el amor no siempre era lógico. Ella se detuvo, dándose cuenta de la simple verdad. Lo amaba. — ¿Jesse? —Sus bragas estaban abajo, sus pantalones estaban abiertos y lo necesitaba. ¿Por qué estaba esperando él? Ella estiró el cuello para levantar la mirada, tratando de averiguar qué estaba impidiendo que él la tomara en ese mismo momento. Ella siguió su mirada y se dio cuenta de que estaba comprobando a Zach. Incluso en medio de su mutua necesidad, Jesse recordaba su deber y comprobaba la seguridad de su encargo antes de encargarse de su placer. Ella no podía ver porque estaba de espaldas al árbol y éste probablemente los escondiera a ambos de la vista casual. Algunas personas podían ver a Jesse, pero no intemperie pero escondidos. Se sentía supremamente traviesa por ser follada en el exterior, con el sol en lo alto del cielo y la gente a una corta distancia. —Estoy aquí, mi corazón —respondió Jesse a su pregunta, bajando la mirada para encontrar la suya—. ¿Aceptas que eres mi compañera y que estarás a mi lado a través de todo lo que pueda venir? —El momento se sentía importante, y la magia se agitó suavemente sobre su piel expuesta. —Soy tu compañera, Jesse. —Sentía la necesidad de ser formal, aquí, en este espacio sagrado—. Como tú eres el mío. —Sus ojos ardían mientras sostenía su mirada. Él se impulsó en su interior con una fuerte e imponente embestida, uniéndolos. —Soy tuyo, ahora y para siempre, Maria. —Las palabras se convirtieron en imposibles e innecesarias, mientras él comenzaba a deslizarse rápida e intensamente en su cuerpo dispuesto. Sin aliento por el deseo, necesitando alcanzar el clímax con cada embestida, ella supo que esto tenía que ser rápido. Por un lado, no podían dejar a Zach solo por demasiado tiempo. Por otra parte, no habían estado juntos en mucho tiempo. Sólo habían pasado unas pocas horas, pero se

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mucho de él y ciertamente no lo que estaba haciendo. Estaban completamente a la

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El Club de las Excomulgadas sentía como si fueran siglos desde que ella había sentido su posesión. Lo necesitaba como necesitaba su próximo aliento. Necesitaba pertenecerle y que él fuera solo suyo por este escueto momento fuera del tiempo. Era una necesidad física que nunca había experimentado anteriormente, pero no la cuestionó. Él era suyo. Ella era de él. Se necesitaban el uno al otro ahora. Fin de la historia. Por qué ese pensamiento la tranquilizaba y emocionaba al mismo tiempo, no lo entendía todavía, pero pensó que probablemente tenía algo que ver con la misteriosa manera en que los weres elegían a sus compañeras. Averiguaría toda la historia en ese aspecto por Jesse de una forma u otra, pero tenía asuntos más urgentes que atender primero. Maria se aferró a los hombros de Jesse mientras su ritmo se incrementaba. Él bombeó en ella, pero el árbol contra su espalda era tan cómodo como una cama, dándole apoyo e incluso... ¿estímulo? ¿Desde cuándo los

Ella apartó el extraño pensamiento a medida que Jesse la levantaba hasta que sus pies dejaron el suelo. La instó a que envolviera sus piernas alrededor de su cintura y ella lo obedeció felizmente. El ángulo y la profundidad de su penetración casi la enviaron a la luna en ese mismo momento, pero él fue más lento, acomodándola a él, haciéndole saborear el momento mientras la preparaba para algo... ¿incluso mejor? No sabía de dónde había venido el pensamiento. Ese consejo intuitivo provenía de todas partes a su alrededor. De algún lugar fuera de sí misma que vigilaba y sabía y... bendecía su unión. Ella estaba siendo sostenida entre el árbol y Jesse. La cabeza de él se instaló en la curva de su cuello mientras fijaba un ritmo con sus caderas, su pene deslizándose en su interior con fuerza y rapidez mientras los arrastraba hacia la luz que les aguardaba. La increíble explosión de sentimiento y pasión los bañó en felicidad. Cuando se produjo el clímax, ella sintió los dientes afilados de Jesse rozar su cuello y luego su mordida en el músculo que unía su hombro y cuello. El dolor momentáneo añadió algo increíble al cegador placer del momento. Ella sintió que

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árboles hacían algo por el estilo?

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El Club de las Excomulgadas su cuerpo se tensaba mientras empezaba a tener espasmos en torno a él en el más atroz, emocionante y estimulante éxtasis que hubiera conocido jamás. Algo acerca de este hombre, de este lugar, de esta unión, era especial a un nivel muy profundo. El placer la envolvió, la quemó, la borró y volvió a rehacer en ese corto espacio de tiempo. Ya no estaba sola en su alma. Un pedazo de Jesse estaba allí, en el espacio donde un pedazo de su alma se había ido a reunir con la suya. Eran uno de una manera que nunca habría imaginado, que nunca habría esperado. Ni siquiera soñado. —Guau. —Jesse rió entre dientes cuando susurró su sincero asombro. Así de fácil, ella fue traída de regreso a la Tierra. Al pequeño círculo de árboles muy viejos y al hombre que la había llevado a lugares en los que nunca había estado

—Siento si te hice daño. No era mi intención morderte. —Él lamió las palabras contra su hombro, bañando con su lengua la pequeña herida que le había producido mientras su pene aún palpitaba suavemente dentro de ella, recordándole su cercanía. —Lo sentí, pero sinceramente, no me importó en ese momento —respondió ella, sin aliento y sintiéndose saciada hasta los huesos después de ese increíble clímax. — ¿Importa ahora?— Él se retiró un poco para encontrar su mirada. —Oh, no, Jesse. Eso no es lo que quise decir. Seguramente puedes sentir...—Ella no sabía cómo ponerlo en palabras—. Estamos unidos. Nada de lo que podrías hacerme es malo. Nunca te permitirías hacerme daño, al igual que yo no podría hacerte daño a ti. La mordida fue buena. Realmente buena. —Sabía que sus mejillas se habían calentado con un ligero rubor debido a la intimidad de hablar con él mientras todavía estaba dentro de ella. La había hecho más descarada desde que se habían convertido en amantes, pero seguía siendo algo nuevo para ella ese nivel de intimidad. Ningún hombre con

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antes.

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El Club de las Excomulgadas el que había estado antes había alentado conversaciones de almohada y pocos se quedaban el tiempo suficiente para desarrollar una relación cercana. Ella casi se había resignado a ser una anciana con sólo sus animales como compañía cuando empezó el santuario. Desde entonces, no había tenido muchas relaciones amorosas. Ninguna, de hecho. Jesse era el primer hombre con el que había estado en años. Y sería el último hombre en su cama. El único hombre de ahora en adelante. Sabía eso ahora. Eran algo mucho más que un matrimonio. Su vínculo era aún más profundo que la unión jurídica del matrimonio humano. Estaban unidos en la forma de su pueblo. Unidos, de alma a alma, de magia a magia.

maravilló, recordando aquellas palabras que habían intercambiado por teléfono acerca del lugar dónde su magia estaba centrada ahora. — ¿Ella te advirtió sobre el gran lobo feroz? —Se rió junto a su oído mientras la levantaba quitándola de su pene, permitiéndole enderezar sus piernas, pero manteniéndola cerca. Ella golpeó su brazo de forma juguetona. —No. Sólo me dijo que el centro de poder de mi magia había cambiado. Le dije que pensaba que estaba en ti, teniendo en cuenta que nos habíamos vuelto tan cercanos tan rápidamente. Ahora creo que con sus palabras, se refería a algo más permanente. Nuestra magia se unió un poco hace un momento, y me imagino que esa unión sólo se hará más fuerte con el tiempo. — ¿En serio? —Él parecía realmente interesado en sus palabras, a pesar de que estaba nuevamente vigilando por encima de su hombro, asegurándose de que Zach y el SUV todavía estuvieran bien—. ¿Puedes notar ese tipo de cosas? —A veces —confirmó ella mientras él retrocedía lentamente, como si fuera difícil para él ponerle fin a esos momentos robados que pasaban juntos—. No soy la mejor bruja del mundo. Mis habilidades son pequeñas y en su mayoría sin

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—Creo que ahora entiendo de lo que mi tía estaba hablando. —Ella se

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El Club de las Excomulgadas entrenamiento a pesar de los esfuerzos de mi nona. Hasta que te conocí, he estado sobre todo en la negación de ese otro mundo. Estaba feliz viviendo en la ignorancia voluntaria en mi santuario. —Lo siento, cariño. —Él hizo una pausa, acariciando su mejilla con la yema de sus dedos—. Te ahorraría todo este peligro e intriga, si pudiera, pero jamás lamentaría el haberte conocido o esta unión. Este círculo sagrado fue testigo de nuestra unión, y por las tradiciones de mi pueblo, estamos unidos de por vida ahora. Nunca te dejaré. Y si todavía quieres vivir en Iowa, haré que funcione. Renunciaría a mi Manada por ti. Renunciaría a cualquier cosa, aunque sólo fuera para tenerte en mi vida. Estoy hablando en serio con respecto a esto. Y con respecto a ti. —Se inclinó para besarla en la frente, y ella sintió el impacto de sus palabras en los confines de su corazón. Lo decía en serio, y eso significaba el mundo para ella.

amigos, porque estemos juntos. —La duda se inmiscuyó—. A menos que pienses que no me aceptarán y estés hablando de dejar tu Manada por eso. Él la abrazó para tranquilizarla. —No, cariño. Ellos te querrán. Algunas de las perras podrían causarte malos momentos al principio, pero es de esperar hasta que demuestres dónde encajas en la jerarquía. Tan mágica como eres, y con esas habilidades de artes marciales, no creo que vaya a tomar mucho tiempo antes de que les dejes en claro dónde encajas. Y es un plus que tu prima sea la nueva Alfa hembra de la Manada, a pesar del hecho de que no es were. —Él la soltó y dio un paso más atrás, ayudándola a acomodarse la falda. —Además, no vivo realmente con la Manada principal. Soy el Alfa de mi propio grupo de ex-soldados. Vivimos en nuestra propia pequeña montaña en los dominios de mi hermano. —Veo que tendré que aprender mucho sobre la política de los cambiaformas —dijo Maria, moviendo su falda a su lugar. Tenía que limpiarse, pero no quería

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—No te pediría eso, Jesse. No espero que cortes los lazos con tu familia y

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El Club de las Excomulgadas romper el hechizo de este momento tan especial. Este era, para todos los intentos y propósitos, su boda. Quería saborearla, aunque fuera tan precipitada. —Está bien. Yo seré tu guía. Al igual que espero que tú me guiarás cuando llegue el momento de conocer a tu familia. —Él le sonrió y ella no pudo evitar devolverle la sonrisa. Sabía que al menos dos de sus familiares ya habían intuido mucho sobre su nuevo galán. Le habían dado su bendición preliminar durante aquella llamada apresurada. —Atractivo como eres, Jesse, no tendrás ningún problema en cautivar a dos mujeres mayores. —Ella extendió la mano y le acarició la mejilla sin afeitar con su palma, amando el deleite perceptible de sus rasgos masculinos.

—Vamos, Jesse. Sabes que lo eres. Un hombre no puede llegar a tu edad, luciendo tan bien como tú y no notar a todas las mujeres que jadean tras él. Cosa que ya no sucederá, ¿verdad? Los lobos se supone que deben ser leales, ¿no es así? —Sus dudas se hicieron presentes, aunque trató de hacer que sus palabras sonaran aligeradas. —Lealtad hasta el extremo —accedió él con solemnidad—. Estar unido a ti, Maria, significa que soy físicamente incapaz de involucrarme con otra mujer. No sé cómo es para ti ya que no eres were, pero mataré a cualquier hombre que te toque. —Ella leyó la seria intención en sus ojos, lo que hizo que se estremeciera. —Te creo. Pero no tienes que preocuparte. No quiero a nadie más que a ti, Jesse. —Bien. —Sus palabras parecieron calmar a la bestia que había subido al frente con tanta facilidad—. Eso es más seguro para todos los interesados. Ella quiso decir algo más sobre el tema, pero el sonido del bosque cambió y supo que su tiempo en este idílico lugar había llegado a un final abrupto.

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— ¿Crees que soy guapo?— Sus ojos bailaban con humor.

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El Club de las Excomulgadas —Tenemos que irnos —dijo ella con urgencia en su voz, reflejando el nuevo comportamiento de los árboles—. Algo está sucediendo. Creo que la tormenta se acerca. —Las nubes se habían ido extendiendo durante todo el día, oscureciendo y volviéndose más densas. La lluvia temprana de la mañana se había detenido y desvanecido en un cielo nublado que no había producido más lluvia. Pero ella

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sentía que eso estaba a punto de cambiar.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Nueve Maria tenía razón con respecto a la tormenta. Un momento después de llegar a la camioneta, los cielos se abrieron y la lluvia brotó. Afortunadamente, ella había tenido tiempo para detenerse en el baño y limpiarse un poco en el camino. Estaba bastante segura de que Zach tenía alguna noción de lo que habían estado haciendo en el bosque, pero prefería no anunciarlo. Sólo podía adivinar cómo de sensible sería la nariz de un oso were y esperaba que hubiera podido lavarse lo suficiente para amortiguar los olores de lo que habían hecho. Jesse la había olido cuando salió del baño de chicas y asintió, por lo que supuso que había estado lo suficientemente bien para pasar la revisión de la nariz de un hombre lobo.

—No me gusta este clima —dijo Jesse, mirando las nubes mientras dejaban la parada de descanso y volvían a la carretera. —A mí tampoco, pero ¿no estamos acercándonos ahora terriblemente a eso? —preguntó ella—. Cuanto antes encontremos el origen de esta tormenta, más pronto podremos detenerla. —Sí, estamos cerca. Mientras estabas en el baño, lo comprobé con mi hermano. Tienen la confirmación del chupasangre local y Dmitri avala al hombre. Esa es la información más certera que podremos conseguir. —La cara de Jesse era sombría cuando condujo el SUV a través de las condiciones cada vez más difíciles—. Zach, tus padres aún están vivos. Sabemos dónde están y vamos a rescatarlos. Mis hombres están acercándose desde la otra dirección y deberían llegar unos pocos minutos después que nosotros, pero cada segundo cuenta. — ¿Están bien?— Zach sonó comprensiblemente ansioso. —Hasta donde el vampiro puede decir, su magia está siendo utilizada para alimentar esta tormenta en contra de su voluntad. No es bueno para ellos en este

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Eso tendría que ser suficientemente aceptable.

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El Club de las Excomulgadas momento, pero todavía están peleando. Aún están con vida, y donde hay vida, hay esperanza. —Bueno, algo bueno es que sabemos a dónde nos dirigimos ahora y no tenemos que adivinarlo. ¿El vampiro ayudará o estará allí estrictamente como un observador? —preguntó Maria, queriendo saber más. Toda esta situación era muy diferente de todo lo que alguna vez había tratado antes, pero todavía parecía natural ir a enfrentar la batalla al lado de Jesse. No es que ella esperara que él le permitiera pegarse a sus talones. Probablemente le diría que se quedara con Zach en el coche o algo así. Iba a tratar de seguir esa orden, pero sabía en el fondo que estaría demasiado preocupada por él para permanecer de brazos cruzados cuando él entrara en el corazón de la tormenta. Zach no se quedaría quieto tampoco mientras sus padres estuvieran en

Y algo acerca de esta situación la llamaba. A un nivel mágico, entendía el poder de la tormenta y lo sentía queriendo alcanzarla. La tormenta en sí no era buena o mala. Simplemente era. Pero era susceptible al control de la magia poderosa, y en estos momentos era controlada de manera malévola. Algo en su interior le decía que podía cambiar todo eso. No sabía muy bien de qué forma, pero cuando llegara el momento, estaría lista. Una gran parte de su magia era intuitiva. Había aprendido a no cuestionar sus instintos. Por el momento, hasta el último de ellos le gritaba que buscara el corazón de la tormenta con su compañero. Con su compañero. Sólo pensar en esas palabras causaba que un cálido resplandor se extendiera a través de su cuerpo y llevara una pequeña insinuación de sonrisa a su cara. La Madre Tierra realmente la había bendecido con el hombre que había enviado en Su infinita sabiduría.

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peligro.

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El Club de las Excomulgadas Claro, habían tenido un comienzo difícil cuando él rompió su puerta en mitad de la noche, pero él había estado compensándole eso desde entonces. Compensándoselo en las maneras más deliciosas, exquisitas, deliciosas... —El vampiro es una entidad desconocida para mí. He oído hablar de él, pero nunca trabajé directamente con él. Dmitri dice que es un poco solitario, incluso entre su propia especie. Es muy viejo. Antiguo, de hecho. Su nombre es Marco y especulamos que se remonta a la época del Imperio Romano. — ¿En serio? —Maria estaba impresionada—. Eso es bastante genial. —Ser un Antiguo significa que es muy bueno en lo que hace. Para el momento en que un chupasangre tiene un par de siglos en él, por lo general, ha ganado niveles de control sobre sus habilidades que los más jóvenes no tienen. Si son mayores de eso son por lo general ya sea, Amos o ermitaños. Éste es uno de los últimos, al menos en la historia reciente. Dmitri luchó junto a este chico la última vez que los Venifucus amenazaron nuestro reino, lo cual dice mucho de la clase de hombre que era en aquel entonces. ¿Lo que es ahora? Realmente no puedo decirlo hasta que lleguemos a conocernos mejor. Los ojos de Jesse se movían constantemente mientras conducía por el aguacero. Ella asumía que estaba hablando más por el beneficio de ella y de Zach que porque de repente se hubiera convertido en un charlatán. Y estaba funcionando. Su narrativa definitivamente estaba ayudando a alejar su mente de la tormenta y de las peligrosas condiciones a través de la que conducía. El cielo era de color verde oscuro en algunos lugares y las nubes eran tan densas y grises que Maria no podía decir si era de día o de noche. Se preguntó si el vampiro se vería limitado por la posición del sol a pesar de las condiciones climáticas. En verdad, ella sabía muy poco acerca de ese mundo. Habría un montón de cosas que aprender... si sobrevivían a esta pequeña aventura. *****

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llega a la marca de quinientos años, tiene tanto habilidad como control. Los que

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El Club de las Excomulgadas La finca donde estaban detenidos los padres de Zach era grande, lo que podría trabajar a su ventaja, pensó Jesse mientras conducía a través de la creciente tormenta. Entrar sería relativamente fácil, pero atravesar el terreno para llegar a los osos pardos en cautividad sería una cosa completamente diferente. La caballería estaba en camino, pero los osos no tenían demasiado tiempo, a juzgar por la intensidad acuciante de la tormenta. Estaba creciendo rápidamente, como si los osos hubieran resistido tanto tiempo como pudieran. Jesse tenía que actuar ahora, pero ¿cómo podía hacerlo con Maria y Zach a su cuidado? Dudaba que alguno de ellos se quedara atrás si les decía que lo hicieran. Y siendo realista, tenía que admitir que los admiraba por ello. Zach tenía el derecho de ayudar a defender a su familia. Incluso siendo un adolescente, el chico tenía un importante poder propio que no debía ser su nueva compañera, Jesse había visto un poco de lo que Maria podría hacer contra los oponentes humanos. Cuanto más estaba a su alrededor, más parecían arder sus sentidos mágicos. Ella era más fuerte de lo que creía. Salió de la carretera poco antes del camino que lo llevaría a la finca. La nota de su amigo chacal había dicho que las rutas directas que estaban siendo vigiladas. Las carreteras secundarias funcionarían igual de bien y eso le permitiría hacerse con el as que tenían en la manga. El chupasangre. Antiguo como era, Marco podría operar en las horas previas al atardecer mientras el sol fuera arrasado por las pesadas nubes. Jesse miró a través del parabrisas. Las nubes no se volvían mucho más pesadas de lo que estaban ahora. Jesse siguió las instrucciones que Jason le había dado a las afueras de la enorme propiedad. Probablemente debería ser llamado rancho, pero no había ningún animal en la tierra y a las tierras de cultivo se le había permitido convertirse en bosques durante el último siglo o dos. Lo que podría contar a su favor teniendo en cuenta la herencia dríade de Maria.

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despreciado. Y aunque él no conocía todo lo que había que saber todavía acerca de

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El Club de las Excomulgadas Estacionó el SUV en un bosquecillo de árboles, quedando protegidos en cierta medida del azote del viento y la lluvia por su frondosa enramada. El dosel de hojas se balanceaba salvajemente a la luz pálida verdosa de lo que quedaba del día, pero debajo de la densa cubierta de hojas y ramas, estaba un poco más tranquilo. Jesse abrió la ventana una grieta, e inmediatamente Maria se tapó los oídos con sus manos. — ¿Qué? —preguntó, rodando hacia arriba nuevamente la ventana—. ¿Qué sucede? —Lo siento. Están gritando. Asustados —balbuceó ella, verdaderamente sorprendida por lo que acababa de experimentar. — ¿Mis padres? —preguntó Zach, lleno de preocupación, desde detrás de

—No. Los árboles. El bosque. No les gusta lo que está pasando. Es... malvado, supongo que esa sería la mejor palabra. Están enfadados y los más jóvenes tienen miedo. Maria miró por la ventana y saltó hacia atrás unos quince centímetros, directamente a los brazos de Jesse. Él miró más allá de ella para ver lo que la había asustado y encontró la cara de un extraño mirando por la ventana del lado del pasajero. A pesar de la vorágine que los rodeaba, su apariencia estaba intacta del viento o la lluvia. Tenía que ser el vampiro. — ¿Marco? —preguntó Jesse, sabiendo que la audición del chupasangre era tan buena como la de él. El hombre asintió. —Y tú eres Jesse Moore. Me dijeron que te dijera que Rocky ya casi está aquí. Su tiempo aproximado está a unos veinte minutos. Y tu hermano te envía saludos. Bravo kilo rayos X.

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ellos.

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El Club de las Excomulgadas Allí estaba, el código que Jason había establecido. Este era, de hecho, Marco. Jesse pensó ferozmente acerca de su siguiente movimiento. Estos tipos tenían que ser invitados, o así lo decía la historia. ¿Se atrevería a exponer a Zach y a Maria al vampiro a corta distancia? No veía que tuviera alguna otra opción. — ¿Quieres entrar? Marco inclinó la cabeza hacia un lado en un movimiento muy de viejo mundo, lo que indicaba que lo haría. —Zach, muévete detrás de mí. —Jesse instruyó al adolescente con precaución. Los siguientes momentos probarían si Jesse había cometido un error o no. Jesse levantó las cerraduras el tiempo suficiente para que Marco se subiera al asiento trasero. La lluvia no entró con él. El chupasangre parecía tener su propia pequeña burbuja de protección que no permitía que la lluvia o el viento lo tocaran. Era un buen truco y un evidente uso de magia que Jesse nunca había visto antes. antiguos como Marco. Marco empezó a hablar casi tan pronto como cerró la puerta. —No hay mucho tiempo que perder. Los osos pardos están dando una lucha valiente, pero no nos atrevemos a esperar durante mucho más tiempo. — ¿Cuál es la situación?— Jesse era todo negocios, alegrándose de que Marco fuera directo. A veces, los chupasangres no sentían el mismo sentido de urgencia sobre las cosas como la gente que no era inmortal. —Están siendo mantenidos en el edificio anexo al centro de la tormenta. Fui capaz de verlos hasta que el ojo se expandió. No me atrevo a ir allí ahora, ya que está tranquilo y soleado en el centro de la perturbación. —Él se estremeció, pero continuó—. El edificio es algún tipo de pabellón con pozos de fuego en su centro bajo una abertura circular en el techo. Ahí es donde el mago que drena a los osos pardos y refuerza la tormenta se ha establecido. Ella ha estado de pie en el centro de la hoguera, con los brazos levantados hacia el cielo mientras canaliza las energías de los cambiaformas fuera de ellos y hacia arriba, hacia la tormenta. He

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Por otra parte, no conocía a demasiados vampiros con la reputación de ser tan

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El Club de las Excomulgadas visto ese tipo de magia antes. Sólo una vez. Hace mucho tiempo. —La expresión de Marco se ensombreció—. El propietario de esta finca está con ella. Lo he estado observando desde hace algún tiempo. Cuando estemos dentro, él será mío para matarlo. Maria tragó saliva, pero Jesse entendía todo sobre la venganza y este antiguo vampiro parecía tener una cuenta pendiente con el dueño de la finca. —Es tuyo. ¿Usa trajes de mil dólares, conduce un Jaguar plateado y usa colonia cara? —preguntó Jesse ante la posibilidad de que fuera el mismo hombre que había estado acechando el motel. —Suena como él —concordó el vampiro.

contratados por él. Uno de ellos fue un amigo mío una vez —admitió Jesse. —Curioso —fue la respuesta más bien seca de Marco—. Hay un grupo de ese tipo en el interior del terreno. Los cambiaformas son de muchos tipos diferentes. Nunca he tenido claro sus lealtades. —Ni yo, aunque mi amigo nos envió una advertencia —admitió Jesse, pero como el tiempo apremiaba, siguió adelante—. ¿Sabes de qué se trata toda esta tormenta? Jesse comprobó sus armas, impaciente por lanzarse a la acción. Iría en forma humana para proteger mejor a su compañera y al adolescente. Zach podía volverse peludo. Probablemente sería más fuerte en su forma de oso de todos modos. —La tormenta, si es lo suficientemente mágica y lo suficientemente fuerte, podría causar una ruptura entre reinos. De este modo, esperan traer de vuelta a la maldita Elspeth, Asesina de Inocentes.

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—Creo que ha estado tras nuestro rastro. Tiene a un grupo de mercenarios

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El Club de las Excomulgadas Jesse tuvo la impresión de que Marco habría escupido si hubiera estado al aire libre. Jesse nunca había oído a Elspeth ser referida por ese título, pero no tenía tiempo para preguntárselo en ese momento. Se quedó con la fugaz impresión de que Marco podría tener alguna razón personal de su odio por Elspeth y sus seguidores, lo cual a Jesse le venía muy bien. Significaba que Marco estaría firmemente del lado de Jesse en la batalla que se avecinaba. — ¿Es por eso que el bosque está gritando? —Le preguntó Maria, todavía afectada. Marco la miró fijamente, olfateando ruidosamente. — ¿Eres de los bosques?

poco acerca de su magia—respondió Jesse por ella, sin gustarle la forma en que los ojos del chupasangre se centraban en su compañera. El lobo quería gruñir, pero Jesse se contuvo lo mejor que pudo—. Ella es mi compañera —agregó por si acaso, incapaz de no evidenciar su reclamación. —Entendido —respondió Marco en voz baja, compartiendo un asentimiento con Jesse que hablaba por sí solo. En su mirada oscura, Jesse vio arrepentimiento y lo que podría haber sido tristeza en los ojos del vampiro, pero se fue tan rápido, que Jesse no pudo estar absolutamente seguro—. Vamos. Tenemos mucho que hacer. Marco abrió la puerta y salió. Jesse observó la reacción de Maria al renovado ruido del exterior, pero estaba manejándose mejor esta vez. Todos saltaron fuera de la camioneta, y Jesse señaló a Zach para que se quitara las capas externas de su ropa y las tirara de nuevo en la camioneta. Estaría más libre de cambiar a su forma de oso cuando fuera necesario si no estaba entorpecido con tres capas de tela. En un minuto, estaban en movimiento. El chupasangre había extendido de una forma llena de gracia su escudo mágico para cubrirlos a todos, así como su protección contra el viento y la lluvia, lo que fue apreciado gratamente. Jesse le agradeció al vampiro con un gesto de respeto, que Marco aceptó

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—No está entrenada, pero desciende de la dríade Leonora. Sabe sólo un

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El Club de las Excomulgadas cortésmente. Hasta ahora, estaba resultando ser un tipo decente de compañero, pero el tiempo lo confirMaria. —Puedo proteger vuestras presencias —dijo Marco suavemente cuando empezaron a moverse a través del bosque—. Pero sólo hasta el borde del ojo. Dónde el sol brilla, mi poder es insignificante. —Lo entiendo. —Francamente, era más de lo que Jesse podía haber esperado. Podrían llegar limpiamente muy cerca del objetivo. Con dos novicios en sigilo de acompañantes, cualquier cosa valía. —Trataron de sembrar el bosque con su magia maligna, pero los árboles no lo soportaron. Hace muchos años, extendí robles jóvenes y serbales a través de este bosque, y han hecho bien su trabajo. Ningún mal crecerá donde el roble esté de resguardar, yo me encargué de ello. Patrullo este bosque cada pocas semanas como parte de mi territorio. Conozco a los usuarios de magia que han tenido su hogar aquí durante algún tiempo, y los he cuidado y a sus antepasados por más de un siglo. — ¿Por qué? —susurró Maria mientras se movían tan rápido como podían a través de los densos árboles. —El fundador de su línea mágica fue una escoria. Sirvió a Elspeth y lo maté por eso hace mucho tiempo. Pero sus hijos nacieron inocentes. Se convirtieron al mal más tarde, a pesar de que nunca tuvieron la capacidad de hacer mucho hasta esta generación. Los observé, sabiendo que tarde o temprano uno de ellos intentaría algo. Eso sonaba ominoso para Jesse, y comenzó a sospechar que el vampiro sabía cómo guardar rencor durante siglos si era necesario. Definitivamente no era un hombre al que querías hacer enfadar. Menos mal que estaba de su lado.

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guardia y el serbal trae su bendición. Cualquier cosa que los árboles no llegaron a

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El Club de las Excomulgadas —Estoy agradecido de que estés aquí ahora para ayudarnos a liberar a los padres de Zach —dijo Jesse solemnemente a medida que avanzaban con paso firme bajo el escudo protector del vampiro. Marco miró fijamente a Zach. —Me di cuenta de que eras un oso, por supuesto, pero no hice la conexión. El sol se pondrá pronto. Si podéis mantener a raya a la tormenta el tiempo suficiente, haré todo lo que esté a mi alcance para ayudar a tus padres. Zach pareció sopesar las palabras del vampiro por un momento y luego asintió. —Gracias. Nuestro Clan aceptará toda la ayuda que puedas prestarnos esta noche y no lo olvidaremos, Marco de los vampiros.

Zach decía las palabras formales reconociendo una deuda potencial con el vampiro por los servicios prestados. El chico era más inteligente de lo que Jesse le había dado el crédito. Los vampiros amaban la formalidad. Aún más los más viejos que habían nacido y crecido en tiempos mucho más formales que estos y todavía conservaban esas costumbres. Zach había hecho exactamente lo correcto, y Jesse en silencio aplaudió la inteligencia del adolescente. Marco pareció impresionado también. —Gracias —respondió con una reverencia formal de su cabeza mientras se movían—. Haré lo que pueda aquí al amparo de la tormenta hasta la puesta del sol. Puedo guiar a vuestros respaldos hacia vosotros cuando lleguen, incluyendo a Rocky y a los demás que me dijeron que estarían justo detrás vuestra. —Mis hombres estarán en los talones de Rocky —confirmó Jesse—. Vienen desde el oeste. Rocky viene desde el norte. En su mayoría son lobos, pero hay unos cuantos gatos y Otros, mezclados. Llegarán preparados y listos para entrar en acción.

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Hmm. Ahora, ¿no era eso interesante? Jesse se maravilló en silencio mientras

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El Club de las Excomulgadas —Ah, sí, los infames Fantasmas. Estoy contento de conocer finalmente a su líder. Cuando esto acabe, puede que tenga trabajo para ti y tus hombres. Jesse se sorprendió por el conocimiento del chupasangre, pero no se permitió mostrarlo. Estaban llegando al ojo de la tormenta. Jesse podía ver una luz al frente a través de los densos bosques. — ¿Cómo de lejos? —preguntó él, haciendo un gesto hacia la luz. —Ahora, no muy lejos —respondió Marco—. Os dejaré en el borde del bosque. Verás el pabellón en el claro. Es una estructura enorme. Que la Señora bendiga tu camino desde los árboles al edificio. No sé lo que te espera allí. Vine desde arriba cuando la tormenta se encontraba todavía en sus comienzos y ocultando el sol—. Frenó sus pasos mientras los árboles se afinaban y la luz se sobresaltándola con el extraño apodo—. Dejaré caer el escudo entorno a vostros cuando me vaya. Podría ser irritante. —Gracias por la advertencia. Y por la escolta —respondió Maria, recordando sus modales. —Prepárate ahora —le advirtió Marco—. Voy a dejar caer el escudo alrededor de ti, señora, en pequeños grados, ya que no estás acostumbrada a tu magia. Una vez más, ella agradeció al vampiro por su consideración. A Jesse no le gustó el pequeño retraso ni la forma en que la sanguijuela estaba mirando a su compañera, pero tampoco quería que Maria sufriera por los sonidos que sólo ella podía oír desde el bosque. La observó atentamente mientras el vampiro dejaba caer su protección, prestando atención a la forma en que sus ojos se arrugaban y sus manos hacían un movimiento abortado hacia sus orejas. —Contrólalo, señora —le aconsejó Marco—. Haz disminuir el volumen a un menor nivel más manejable. Imagina un control en tu mente y dale la vuelta — la entrenó.

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hacía más brillante—. Ten cuidado ahora, hija de la dríade. —Él se dirigió a Maria,

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El Club de las Excomulgadas Jesse se alegró al ver el alivio cruzar sus facciones mientras ella seguía las instrucciones del chupasangre. El vampiro se marchó sin decir otra palabra y desapareció tan silenciosamente como había venido. Incluso Jesse se quedó impresionado con el sigilo del hombre. —Esto es horrible— Jesse escuchó murmurar a Maria. Tenía una mano en su frente, presionándola con fuerza mientras sus ojos se arrugaban en concentración. Los vientos eran más apagados en lo profundo del bosque y más cerca del ojo de la tormenta. — ¿Qué sucede? —preguntó Jesse.

que ha estado sucediendo en el pabellón. Puedo ver los jardines alrededor y sé dónde están las trampas. —Sus ojos se abrieron de golpe—. Nos está advirtiendo. Sabe por qué estamos aquí y nos ayudará lo mejor que pueda. —Eso es bueno, Maria. Realmente bueno —él le tocó la mejilla, deseando quitar algo de la tensión que leía en sus ojos, pero sin saber cómo hacerlo—. ¿Qué es lo que los árboles te dicen? —En primer lugar, están muy, muy enfadados. Pero bajo la ira hay información. Una conciencia tranquila, más calmada. Me están mostrando un camino desde el borde de los bosques a un pequeño laberinto de arbustos. Hay depredadores en los arbustos. De cuatro patas. De dos piernas. Creo que los árboles están diciendo que son cambiaformas. — ¿Gatos o perros? —preguntó Jesse, esperando que la información que el chacal le había dado fuera correcta. —Un canino lidera el grupo, pero no es un lobo. Es similar a un lobo. Los otros son una mezcla. Varios grandes felinos. Unos perros mixtos. —Sus ojos se cerraron de nuevo mientras se concentraba.

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—Estoy viendo cosas. Consiguiendo impresiones del bosque, supongo, de lo

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El Club de las Excomulgadas — ¿Cuántos? —Urgió Jesse. —Ocho. No más. El laberinto es la única manera en que no podremos ser vistos claramente desde el pabellón. Ellos los resguardan —informó ella. —Muy bien, entonces. —Jesse se irguió y avanzó—. Iremos al laberinto. — ¿Qué? —Tanto Maria como Zach preguntaron al mismo tiempo. Ambas caras reflejaban su asombro, pero Jesse sabía algo que ninguno de los dos sabía—. ¿Recordáis el mensaje de mi viejo amigo? Está en el laberinto. Si es confiable, él y sus hombres nos dejarán pasar. Son mercenarios, no fanáticos. — ¿Estás seguro? —La suave mano de Maria aterrizó en su antebrazo.

derribar al chacal, y entre Zach y yo, el resto de ellos no deberían ser difíciles de manejar. ¿Verdad, Zach? —Jesse deliberadamente trató de impulsar la confianza del chico. Si la suposición era errada, sería mucho más difícil someter a ocho cambiaformas completamente desarrollados con sólo un oso pardo adolescente y una mujer humana entrenada a su lado, no importa que ella fuera cinturón negro en aikido. Lo único que le daba consuelo era el hecho de que sus hombres y Rocky no estaban muy lejos. Los fanáticos Venifucus probablemente preferirían añadir la magia de Maria y de Zach a su tormenta. Aunque Jesse fuera asesinado, no tendrían demasiado tiempo para perjudicar a los que estaban a su cargo antes de que la caballería llegara. Hicieron su camino alrededor del perímetro del bosque hasta el lugar donde el laberinto ornamental se acercaba al borde de los árboles. Podían ver solamente la pendiente del techo del pabellón por encima de los cuidados arbustos altos y de las estatuas. El sol todavía estaba brillando a través del ojo de la enorme tormenta, aunque descendía por el cielo. El aire estaba extrañamente calmo cuanto más se acercaban al pabellón y ni un solo pájaro cantaba ni ningún insecto zumbaba. Era una calma de muerte.

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—En un noventa por ciento, pero iré primero. Si hay problemas, puedo

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El Club de las Excomulgadas —El chacal espera justo detrás de esa pequeña abertura en los arbustos — dijo Maria en voz baja cerca de su oído. Cuando él le lanzó una mirada de sorpresa, le explicó—. Los árboles lo ven desde arriba. Sé dónde están la mayoría de los hombres y puedo ver la red del laberinto. No es muy difícil, y hay varios puntos de entrada y salida. No es un laberinto complicado, es más para demostración que para perderse en él. Y algunas de las estatuas están... No lo sé exactamente, pero a los árboles no les gustan. —Hechizadas —añadió Zach suavemente a sus espaldas—. Puedo olerlo si conseguimos estar lo suficientemente cerca de una trampa. —Muy bien. Así es como vamos a proceder. Maria, me darás tu mejor información en el diseño a medida que avancemos. Zach, mantén un ojo en busca de trampas mágicas. Maria, es posible que puedas ayudar con eso también. Yo iré discusión, incluso si estaba susurrando tan bajo que los cambiaformas detrás de los arbustos no pudieran oírlo. Maria y Zach asintieron, aunque Zach lucía como si quisiera discutir. Aún así, siguió al reconocido Alfa como un buen cachorro y Jesse pensó que estaría bien hasta que viera a sus padres. En ese momento, Jesse no podría contener al chico si realmente quería seguir sus impulsos. Y Jesse no lo culparía. Ni un poco. Jesse estudió el área antes de salir al pequeño espacio abierto entre el bosque y los arbustos. Había dejado a Maria y al chico detrás de un gran roble, fuera de la vista. Les daría la señal después de que hablara con el chacal. Efectivamente, el cambiaformas le estaba esperando detrás de la abertura en los setos, con una sonrisa en su rostro. —Captaste mi mensaje —dijo. —Lo hice —accedió Jesse, sosteniendo su arma casualmente contra su pecho—. Me gustaría poder decir que es bueno verte, Seth.

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primero y seré quien interceda con los mercenarios. —Su tono no admitía

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El Club de las Excomulgadas —Lo mismo digo, Jesse. —Estaban perdiendo un tiempo precioso, pero Jesse tenía que calibrar la posición de Seth antes de comprometerse más. — ¿Cómo te metiste con los Venifucus?—Preguntó Jesse de forma inexpresiva. La expresión de Seth casi le traicionó, entrecerrando los ojos y volviéndose frío antes de que pudiera evitarlo. A Jesse, eso le dijo más que sus palabras. A Seth seguían sin gustarle los Venifucus. El hombre que Jesse había conocido en Oriente Medio no había cambiado demasiado. —Fue una comisión. No fue hasta que estuvimos bien metidos en esto que supimos exactamente quién nos había contratado. No estuvimos felices por ello. Especialmente en los últimos días. No matamos mujeres y niños. —Seth escupió

—En ese caso, ¿nos darás paso seguro? —A nosotros, ¿quiénes? —Seth miró a su alrededor de una manera obvia. —A una mujer. A un chico. A mí —dijo Jesse casualmente—. Mis hombres están en mis talones, pero no podemos esperar. La tormenta ya es demasiado intensa, y eso me dice que los osos no tienen mucho tiempo. —Tres entonces. Paso seguro a través del laberinto y un guardia en la espalda aquí hasta que tu equipo llegue. Cuando los Fantasmas aparezcan, desapareceremos. —De acuerdo—. Jesse le tendió la mano y Seth se la estrechó. Tenían un trato. —Sabes —Jesse sintió la necesidad de decir una cosa más—. Si alguna vez te cansas de ser mercenario por tu cuenta, puedes encontrarme a mí y a mis hombres a través de la Manada de lobos de Wyoming. Por lo que hiciste el día de hoy, serás bienvenido entre nosotros.

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hacia un lado, marcando sus palabras y su territorio.

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El Club de las Excomulgadas Seth pareció tragar saliva antes de que pudiera responder, y Jesse se alegró de haberle ofrecido la rama de olivo. —Gracias, Alfa. Tendré la oferta en mente. Jesse le dio la señal a Zach y a Maria, contento de ver a Zach tomar la iniciativa para acompañar a Maria los casi diez metros más o menos de espacio abierto entre el bosque y el laberinto. Ella lo alcanzó, con el alivio escrito claramente en su expresión mientras se deslizaba en la cubierta del camino cerrado de arbustos. El chacal se había escabullido, pero Jesse sabía que aún estaba en alguna parte de los alrededores. El laberinto era ornamental en su naturaleza, por lo que no era difícil de navegar. Muchos caminos conducían al centro al igual que muchos los

No habían caminado veinte metros, sin embargo, cuando la mano de Zach agarró el hombro de Jesse. Él se congeló inmediatamente. Maria estaba un poco por detrás, pero comprendió lo suficientemente rápido y se detuvo en su lugar al lado de Jesse. Zach descendió, usando señales de mano que la mayoría de los cambiaformas había aprendido cuando de niños jugaban en el bosque. Él pudo afirmar su punto. Peligro por delante. Magia. Zach iba a reconocer el terreno. Jesse quería discutir, pero ni siquiera sentía un cosquilleo. Fuera lo que fuese, era más mágico de lo que un lobo Alfa podía sentir. Él se volvió hacia Maria. — ¿Sientes algo? —Su voz fue un mínimo susurro que no fluyó más allá de ellos dos. Maria cerró los ojos. Después de un momento, extendió sus dedos para acariciar las hojas del seto cercano. Era una especie de seto de boj. El olor que invadía su nariz era normal para esta variedad de arbusto. Incluso los humanos podían oler el boj.

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guiaban hacia la salida. El camino no era la parte difícil. Las trampas mágicas sí.

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El Club de las Excomulgadas Lo único anormal en estos arbustos que Jesse podía ver era su tamaño. Eran muy viejos, muy altos y recortados a intervalos regulares para capacitarlos en la forma de la trayectoria que los jardineros querían mantener. —Perturbaciones. Sutiles. Mal presentimiento. Algo nauseabundo —susurró ella, con los ojos todavía cerrados—. Piedra Malvada. Artificial. No natural. Blasfemia. Las cejas de Jesse se elevaron ante sus palabras. Sonaba como si estuviera canalizando a los arbustos o algo, y se preguntó si se daba cuenta de lo que estaba haciendo. Ella parpadeó, volviendo en sí y lo miró. —Parece que hay estatuas de hormigón colocadas a intervalos a lo largo del laberinto. Son mágicas. De alguna manera, sangre y... otras cosas, fueron pueden animarse. Un grito a la vuelta de la esquina hizo que Jesse se moviera rápidamente. Rodeó la esquina para encontrar a Zach inmovilizado por una gárgola de piedra del doble de su tamaño. Maldita sea. El muchacho estaba cambiando de forma incluso cuando Jesse empezó a avanzar. Jaló a la piedra gigante fuera del chico que ahora era mucho más grande y más potente en su forma de oso. Las balas no harían ningún bien contra el hormigón, por lo que Jesse intentó aporrear a la enorme cosa. Si pudiera romper una junta con sus propias manos, al menos podría hacer un hueco en el cemento. Efectivamente, una fractura se mostró en la articulación del brazo y éste se derrumbó, cayendo al suelo. Al ver su éxito, Zach se levantó, golpeando a la criatura hasta que no fue nada más que polvo y unas pequeñas barras de acero a sus pies. Tomó sólo unos minutos, pero Jesse sabía que estaría dolorido al día siguiente. Golpear cemento no era un trabajo fácil. Lo que necesitaba era algún tipo de herramienta. La barra de acero le llamó la atención y tomó unas pocas piezas, dejando que el oso las oliera primero en caso

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mezcladas en el hormigón, después se vertió en forma de gárgolas. Creo que

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El Club de las Excomulgadas de que hubiera algún tipo de residuo de magia. Zach sacudió la cabeza en negación y Jesse le entregó a Maria dos piezas de metal del largo de un brazo, armándose él con dos más. El chico permanecería en forma de oso desde ahora. Estaría mejor con sus garras si tenían que lidiar con más luchas. Y lo harían. Jesse estaba bastante seguro de eso. Balanceando las barras, se abrieron paso a través de dos criaturas más, iguales a la primera. Jesse olfateó a un gato grande a lo largo de su camino, pero fieles a la palabra de Seth, sus hombres no impidieron su progreso. No ayudaron tampoco, pero no interfirieron, que era suficiente para Jesse por el momento. Estaban cerca del centro del laberinto y ahora dos de las criaturas esperaban por ellos en la siguiente curva. Jesse comenzó a atacarlos, pero una de las cosas tenía alas. Volaría y daría la alarma, pero de repente fue atrapada por... vides. De rápido a intervalos mientras él observaba. Jesse lanzó una mirada a Maria, viéndola en cuclillas en el suelo, con las manos en la tierra, con los ojos fijos en la cosa alada que ahora estaba firmemente atrapada en una red de lianas gruesas. Parecía que la parte dríade de ella estaba empezando a exhibirse. Estaba siguiendo sus instintos cuando el peligro venía sobre ellos y no podría estar más orgulloso de ella. —Las flores son un buen toque —bromeó él mientras la otra criatura caía como polvo a sus pies con un golpe final. La había golpeado tan fuerte, que la barra se había doblado. Crudo pero efectivo, podía despachar las cosas mucho más rápidamente utilizando las barras de acero como un bate de béisbol o una espada, arrancando las cabezas de cemento de las horribles criaturas con un solo golpe, y luego acabando con ellas con unos cuantos golpes más certeros. Tenían establecido un ritmo a medida que avanzaban. Zach olfateaba a las criaturas, Jesse las aplastaba y Maria y Zach golpeaban todo lo que Jesse fallaba. Pequeños trozos de cemento seguían retorciéndose hasta que quedaban

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crecimiento, las gruesas vides verdes con grandes flores de color blanco florecieron

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El Club de las Excomulgadas completamente destrozados y ellos ayudaban a conseguir esos pequeños pedazos,

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para que nada de esa magia maligna escapara.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Diez —Con todo el ruido que estamos haciendo, ¿no crees que sepan que estamos aquí? —preguntó Maria en voz alta. Habían aplastado todo en su camino hacia el centro del laberinto y comenzaban a hacerlo hasta el otro lado y a su objetivo: el pabellón. —Probablemente saben que algo está pasando, pero están contando con sus mercenarios contratados y esas... desagradables estatuas para manejarlo —dijo Jesse en voz baja, aún en movimiento. Se detuvo lo suficiente en su descripción para hacerle creer que tenía la intención de utilizar una palabra muy diferente para describir a las estatuas, pero se había censurado a sí mismo en el último minuto. enloqueciéndola, aunque no se atrevía a mencionarlo delante de los hombres. Estaba muy impresionada por Jesse y Zach. Estaban trabajando como un equipo, como si hubieran hecho esto cientos de veces anteriormente. Se preguntó ociosamente si todos los cambiaformas nacerían con las mismas habilidades y el conocimiento de cómo trabajar juntos. Ella también había seguido su instinto y encontrado algunas inesperadas habilidades por su cuenta. Hacer las vides florecer y crecer había sido un golpe de suerte al principio. Era algo que nunca había hecho antes, pero ahora que sabía que podía convencer a las plantas para que cumplieran sus órdenes, se aseguraría de mantener el arma a mano. Había un montón de cosas que crecían en el laberinto que no les gustaban que la gente los recortara, podara y cortara todo el tiempo. Respondían bien a su pensar. Parecían darle la bienvenida a su influencia. Los setos eran viejos. Suficientemente antiguos para haber acumulado un resentimiento hirviente por la forma en que eran constantemente recortados y se les permitía sólo crecer en la dirección que los humanos querían. A los setos tampoco les gustaban las estatuas malvadas. Podría usar eso para su beneficio.

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Ella no lo culpaba por lo que estaba pensando. Estas estatuas estaban

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El Club de las Excomulgadas Los hombres se movieron en silencio delante de ella, dejando el centro del laberinto y dirigiéndose hacia el lado más cercano al pabellón. Esperaba que las cosas se pusieran más difíciles desde allí. Como si los monstruos de cemento animado no fueran suficiente problema ya. Otra gárgola alada estaba a punto de volar cuando ella rodeó la esquina de arbustos detrás de Jesse y Zach. Agachándose, tocó el suelo, extendiendo la mano hacia las vides, pero no había ninguna lo suficientemente cerca de la gárgola. Presa del pánico, ella redobló sus esfuerzos, pidiéndole al seto detrás del pedestal de la criatura que la ayudara. Lo que recibió fue más de lo que nunca esperó. La cobertura en torno a toda la agrupación de las tres estatuas explotó hacia el exterior en un estallido de crecimiento. Zach y Jesse acababan de comenzar a pelear con las dos gárgolas de para dar la alarma. Los zarcillos de boj se envolvieron alrededor de los brazos levantados de las gárgolas combatientes antes de que pudieran atacar a Jesse o a Zach. Y las extremidades y las alas de la alada se vieron atrapadas en un bucle de ramas que se volvían más gruesas y más poderosas a cada segundo. A los bojs realmente no les gustaban esas estatuas. En treinta segundos, todas las tres gárgolas malvadas habían sido pulverizadas por la compresión asfixiante de las ramas. Ambos, Zach y Jesse, se volvieron para mirarla con diversos grados de orgullo y asombro en sus expresiones. —Bien hecho —susurró Jesse mientras ella se enderezaba y se unía a ellos. Ella divisó movimiento justo más allá del hombro de él y se quedó sin aliento. Por primera vez, vio a uno de los cambiaformas mercenarios. Jesse siguió la dirección de su mirada y pareció evaluar la situación antes de asentir una vez, con cautela, hacia el hombre que estaba de pie a cerca de quince metros de distancia, con un rifle negro que relucía y casualmente colgaba a través de su cuerpo. Lo usaba de una forma bastante parecida a Jesse. Como si se tratara de un viejo amigo. De un compañero de quien rara vez se alejaba.

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tierra, mientras la del medio en el pedestal probablemente se preparaba para volar,

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El Club de las Excomulgadas Zach, en forma de oso, se dirigió primero hacia el hombre que estaba a un lado del camino. Cuando el hombre no hizo ningún movimiento para detenerlo, Zach pasó junto a él y se detuvo, esperando que Jesse y Maria se unieran a él. Zach estaba jugando el papel de hombre líder y ella notó que lo hacía bastante bien. Jesse la escoltó al pasar junto al mercenario cuyo cabello dorado brillaba bajo los rayos del sol poniente. El ojo de la tormenta estaba extrañamente tranquilo con poco sonido aparte de sus respiraciones y del roce ocasional de los bojes. — ¿Mayor Moore? —El mercenario habló muy suavemente mientras Jesse se ponía a la par con el hombre. Jesse se mantuvo entre Maria y el mercenario en todo momento. — ¿Y tú eres? —Jesse respondió en el mismo tono bajo. Nadie podría oír

—Paxton. Clan Jaguar de Arizona. SEAL de la Naval de Estados Unidos, Jubilado. —Maria casi esperó a que le diera su número de serie a continuación—. Los informes son que lo que sea que acaba de hacer su dama, destruyó a todas las estatuas restantes. Sólo el pedestal ocasional permanecerá así como un montón de escombros y arbustos crecidos en demasía. —El hombre esbozó una sonrisa y miró alrededor de Jesse para encontrarse con los ojos de ella—. Bien hecho, señora. —Se echó hacia atrás con la misma rapidez para hablar con Jesse de nuevo—. El chacal dice que lamenta lo de las estatuas. No lo sabía. Ninguno de nosotros lo sabía. Jesse asintió. —Entendido. Dile que gracias. El hombre asintió, y cuando ella se inclinó para mirarlo, Maria pudo distinguir el diminuto transmisor en su oreja y un pequeño micrófono a lo largo de su mandíbula. Sin duda, todos los mercenarios estaban conectados, vigilando lo que sucedía en su territorio. Realmente esperaba que los mercenarios no fueran a traicionar a Jesse y los delatara a la gente que les que había pagado para que vigilaran ese laberinto. Sería tan fácil hacerlo con esas pequeñas radios. Una

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más allá de medio metro de distancia.

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El Club de las Excomulgadas transmisión que se desviara y podría haber un batallón blindado esperando por ellos al final de este viaje a través de los arbustos. —Lo haré. Y, ¿señor? —El hombre tenía una mirada seria en sus cansados ojos. Jesse permaneció atento, así que el soldado continuó—. El chacal nos dijo acerca de su oferta. Me gustaría examinar eso con usted después de que esta operación haya terminado, si le parece bien. Es el momento para mí de encontrar un hogar. —Si conseguimos sobrevivir a esto, búscame en Wyoming. Si no lo logro, habla con mi hermano, Jason. Él te pondrá en contacto con mis hombres. Dependerá de ellos, pero no rechazamos a muchos. Jason le tendió la mano y el hombre se la estrechó, con una expresión de visto, oído y experimentado demasiado. El corazón de Maria se conmovió por él, como sucedía a menudo con sus pacientes heridos. Las heridas de los animales estaban en el exterior donde ella podía verlas y tratarlas. Este hombre parecía llevar sus heridas en el interior. Esas eran probablemente mucho más difíciles de sanar, pero igual de importantes. Una vez más, Maria se sintió orgullosa del hombre del que se había enamorado tan increíblemente rápido. Pero, ¿quién no aMaria a Jesse Moore? Era un buen hombre. Un hombre fuerte que lideraba a hombres fuertes. Se había ganado su respeto a través de sus acciones y hechos. Era un hombre de honor, y esa sola faceta de su personalidad se reflejaba en cada parte de su vida. El honor era algo que ella valoraba también. A un nivel muy básico, estaban bien emparejados. La Señora realmente sabía lo que estaba haciendo cuando los juntó. Dejaron a Paxton de pie a un lado de los setos y siguieron adelante. Cuando ella miró hacia atrás, un momento después, el jaguar se había ido. Estos cambiaformas eran increíblemente sigilosos.

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alivio en su hermoso rostro, ligeramente marcado. El suyo era un rostro que había

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El Club de las Excomulgadas Doblaron otra vez en el laberinto y, según lo anunciado, sólo quedaba un pedestal vacío. La estatua que había estado en él ya se había convertido en polvo debajo de una porción del seto con mucha vegetación. Los pequeños zarcillos en los extremos de las ramas se extendieron hacia Maria a su paso. Jesse tiró de ella fuera de la zona verde mientras ella jadeaba ante el contacto, pero no estaba en peligro. —Lo siento. Los arbustos están... um... agradecidos, creo. Realmente no les gustaban las estatuas. —Eso fue un eufemismo a juzgar por las impresiones silenciosas que el boj le había dado—. Los arbustos están confirmando que el camino por delante está despejado y me dan las gracias por darles el poder de hacer lo que habían querido hacer todo el tiempo. —Se maravilló ante la idea de

—De verdad tiendes a impactar cuando estás motivada. —Jesse rió entre dientes mientras iba a través de los restos de lo que había sido una estatua y luego levantaba la vista hacia ella con admiración en su mirada. —Sólo estaba siguiendo mis instintos. Me dijiste que hiciera eso —respondió ella casi a la defensiva—. Honestamente, no sabía que podía hacer nada de esto. — Él la miró, su expresión llena de confianza. —Tus instintos probablemente acaban de ahorrarnos un montón de tiempo y molestias. Sigamos adelante. —Miró al joven oso todavía ligeramente por delante de ellos—. Zach, sigue llevando la delantera, por si acaso hay algo más aquí que aún no hayamos encontrado. Maria pudo ver claramente la pendiente del techo blanco del pabellón, parecido a una carpa, por encima de las copas de los altos setos. Estaban muy cerca. Se movieron a través del resto del laberinto sin más incidentes. Todas las estatuas que pasaron habían sido reducidas a montones de escombros y Maria sintió de nuevo la satisfacción de las viejas ramas de boj mientras pasaba cada una

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comunicarse con un arbusto. Nunca había sabido que tal cosa era posible.

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El Club de las Excomulgadas de ellas. Algunos de los arbustos más poderosos, más audaces, estiraban sus tallos con hojas hacia ella al pasar y su comunicación en silencio no la asustaba ahora que sabía qué esperar. Jesse seguía diciéndoles a todos que ella era descendiente de una especie de dríade del bosque. Después de lo que había estado haciendo los últimos días y sobre todo aquí en el laberinto, tenía que creerlo ahora. Siempre había pensado que su afinidad por los que vivían en el bosque se debía a las criaturas que vivían allí. Tendría que reconsiderar eso. Tal vez su comodidad realmente provenía de los árboles y zonas verdes, en lugar de la gente peluda. Pero esos pensamientos esperarían para otro momento cuando llegaran al borde del laberinto. Jesse siguió adelante, diciéndoles a ella y a Zach con una sola mirada que se quedaran detrás del último de los setos gigantes. Maria se apretó contra la madera del exuberante boj en crecimiento, sosteniendo sus manos detrás levemente ante su contacto. Le hizo un gesto a Jesse antes de que asomara la nariz por el borde de los arbustos. Él se acercó lo suficiente para que ella le susurrara al oído. —Hay guardias de frente al laberinto en cada pilar a lo largo del borde del pabellón —dijo ella con urgencia—. Hay uno justo al otro lado de esta cobertura. Tiene una pistola metida en la cintura de su pantalón. Jesse miró hacia arriba, donde probablemente sólo podía ver las cabezas de las columnas sobre las copas de los setos. Por suerte, estaban razonablemente espaciados de forma distante y en una clara curva convexa. Mientras que los guardias probablemente podrían verse unos a otros si se inclinaban hacia el exterior desde sus posiciones, aún podría ser posible derribar a uno sin que los otros se dieran cuenta. O al menos eso es lo que los bojes la llevaban a creer. —Es probable que pueda convencer a una pequeña planta a que crezca para ocultar la vista de los chicos a ambos lados —ofreció ella.

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de ella a los costados, con las palmas conectando con las hojas que se agitaban

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El Club de las Excomulgadas Jesse la miró con agudeza, considerando claramente su oferta. Finalmente, pareció tomar una decisión. —Nada demasiado obvio o vendrán a revisar. No me atrevo a usar magia de cualquier especie alrededor de este lugar, pero no parecen estar preparados para tu marca particular de magia. Hazlo. Y si puedes hacer tropezar al hombre que tengo que derribar, tanto mejor. Ella le sonrió. —Noquéalo tú. Yo voy a atarlo. Hay un amistoso clematis3 entrenado para crecer al lado de cada pilar. Puedo hacer que lo aferre al interior del pilar donde nadie lo verá a menos que vengan a buscarlo.

de moverse hacia el borde de los arbustos, una vez más. Se movió lentamente al principio. Ella lo vio acechar a su presa, acercándose lo más que pudo de la posición de su objetivo, mientras que ella instaba al boj, a la hierba y a las flores, a crecer un poco, obstaculizando la visión de los dos hombres en los pilares a cada lado. Ella hizo todo lo posible para que se viera natural, sin pedirle a ninguna planta que creciera demasiado. Esperaba. Cuando Jesse atacó fue casi demasiado rápido para que lo viera. En un minuto estaba allí de este lado de los setos con ella y el joven oso. Al siguiente, se había ido, saltando en un instante para abalanzarse sobre su presa. La conexión de Maria con el boj le contó lo que estaba pasando justo al otro lado de la amplia cobertura. Jesse le dio una paliza al guardia, dejándolo inconsciente con un golpe rápido en la sien. Fue ordenado, eficiente y apenas hizo un sonido. Jesse apoyó al hombre inconsciente contra el interior de la columna y Maria supo qué hacer.

3

Clematis, llamado comúnmente clemátide, es un género que sobrepasa las 200 especies silvestres y más de 400 cultivares, de la familia Ranunculaceae, compuesto en su mayor parte por plantas trepadoras y lianas resistentes, con atractivas flores. Algunas especies son arbustos, y otras herbáceas perennes.

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—Perfecto. —Él se inclinó para colocar un intenso beso en sus labios antes

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El Club de las Excomulgadas Envió una pequeña sugerencia a través de la tierra donde todas las cosas estaban conectadas por sus raíces, a la vid de clematis que luchaba por sobrevivir en un lugar con muy poca luz solar. Su posicionamiento no le importaba a Maria. Ella la infundió con la energía de la tierra y de su propio poder interior recién descubierto. La vid saltó a la vida, entrelazándose alrededor del hombre inconsciente con viciosa fuerza. Múltiples brotes de la parte inferior de la planta formaron nuevas viñas que, aunque delgadas, sostenían una fuerza mágica antinatural. Como último toque final, dejó que las flores florecieran mientras Jesse daba un paso atrás. El hombre en traje gris se desvaneció en la oscuridad cercana, amarrado por el florecimiento de hojas verdes contra un pilar gris, su cuerpo inmóvil adornado con vistosas flores blancas. Maria sonrió mientras extraía su llamada. Ese tipo de cosas estaban empezando a sentirse naturales en ella. ¿Quién habría pensado que tendría una comunión tan fácil con las plantas, incluso hace apenas dos días atrás? Jesse regresó unos minutos más tarde, con una voluminosa pelota de tela en los brazos. Puso la tela a un lado y Maria pudo ver que eran tres túnicas oscuras. Largas, negras, con profundas capuchas. Pequeñas, medianas y grandes, a juzgar por la longitud de cada una. Jesse se quedó con la más larga y empujó la mediana hacia Zach, todavía en forma de oso, y la corta para ella. —Hay una multitud dentro. Todos están usando estas. Zach, cambia y póntela. Necesitamos llegar al centro del pabellón y esta es la mejor manera que puedo ver para hacerlo. —Jesse se estaba colocando la túnica mientras hablaba. Su principal arma había sido trasladada de estar colgada alrededor de su espalda a reposar cómodamente justo frente a él. Las túnicas estaban abiertas por la parte delantera, por lo que tendría fácil acceso al rifle de asalto en caso de necesitarlo. Levantó la vista hacia el cielo, pareciendo buscar algo. Todavía estaba inquietantemente silencioso en el ojo de la tormenta, pero había conseguido ponerse apreciablemente más oscuro.

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poder de nuevo, dándole las gracias a la planta y a la tierra por responder a su

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El Club de las Excomulgadas —El sol está bajando rápido ahora. Menores probabilidades de ser vistos. La única luz que hay alrededor de los bordes del pabellón donde se reúne la multitud es por las antorchas. Guardar los reflectores hacia el centro. —Jesse parecía sombrío mientras lo decía. No había duda de que había visto lo que esos bastardos estaban haciendo en el centro del edificio. — ¿Mis padres? —preguntó Zach, ahora en forma humana y cubierto de pies a cabeza por la túnica. —Están allí. Vivos por lo que pude ver. —Jesse asintió con sombría expresión en su rostro. Zach empezó a avanzar, pero Jesse agarró sus hombros—. Necesitamos hacer esto con calma. Con un plan. No dejes que el animal tome el control. Vamos a salvarlos. Ya casi llegamos.

la influencia de Jesse. Finalmente, después de unos momentos de mucha tensión, se encontró con la mirada de Jesse. —Yo te sigo, Alfa. —Se sintió como un voto ritual de lealtad, que impresionó como el infierno a Maria. Estaba contenta de que Zach no fuera a ir a la carga y consiguiera que lo mataran o capturaran a él también. Al menos por ahora. ¿Quién sabía cómo reaccionaría el chico cuando viera a sus padres? Con algo de suerte, para entonces, ella y Jesse estarían en condiciones de hacer algo con respecto a esas personas malvadas en el pabellón. Pero tenían que llegar allí primero. —Muy bien. —Jesse los revisó para ver cómo se veían en las túnicas encapuchadas—. Vamos. Seguid mi ejemplo. Caminaron junto al guardia inconsciente atado al pilar por las viñas, y nadie pareció darse cuenta. El pabellón circular estaba lleno de gente, todos con esas espeluznantes túnicas negras con las capuchas sobre sus cabezas. Estaban cantando y moviendo sus pies al unísono, mientras permanecían de pie en el lugar, hilera tras hilera de pie de ellos parados en bancos que tenían una mirada permanente sobre

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Zach se tragó las lágrimas y tragó saliva un par de veces, pero se calmó bajo

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El Club de las Excomulgadas ellos. Como si utilizaran este pabellón para eventos teatrales o religiosos. Estaban cerca de un pasillo que conducía al centro. Había seis pasillos que iban desde el frente hasta la parte de atrás, y otros tantos que conducían sólo hasta la mitad de los asientos de madera. Probablemente para que fuera más fácil llegar a los asientos en medio a medida que las filas se alargaban. Pero nadie estaba sentado. Todos estaban de pie, cantando palabras que ella no podía entender en un tono bajo y amenazador, sus pies arrastrándose mientras sus cuerpos se balanceaban ligeramente en su lugar, al unísono. La piel de Maria se erizó. El factor horripilante estaba por las nubes. Caminaron a ritmo con el canto, probablemente para evitar llamar la atención sobre sí mismos por el mayor tiempo posible. Jesse llevaba la delantera. Maria estaba detrás de él con Zach en la retaguardia. Su progreso fue muy lento, pudieran hacerlo. El área en el centro del pabellón estaba iluminada brillantemente. Cuando se acercaron, ella pudo distinguir dos figuras caídas encima de sillas cerca del centro de lo que parecía un pozo enorme con fuego. Había fuego en el mismo, pero sólo uno pequeño a un lado. En el centro había una mujer con una túnica roja. La capucha de la túnica caía por su espalda y sus pómulos aristocráticos y figura pequeña estaban rodeados por una energía crepitante. Tenía una mano extendida a un lado, apuntando directamente a las dos figuras caídas. Su otra mano estaba extendida hacia el cielo, hacia al gran agujero redondo en el centro del techo. Parecía que era la que usaba la magia de los osos para alimentar la tormenta. La mujer de pelo rubio brillaba en los focos fijados en ella mientras la noche descendía más plenamente. Estaba casi completamente oscuro ahora, sin embargo el centro de la tormenta seguía siendo inquietantemente tranquilo e iluminado con el rojo resplandor de los últimos rescoldos de un sol moribundo. La forma en que habían iluminado la escena hacía que la mujer asumiera un aspecto sobrenatural. Su cuerpo se desdibujaba en un blanco estroboscópico debido a los focos… o en realidad, podría ser por la magia. Cuanto más se acercaban al centro, más podía

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pero tenía sentido ser cuidadosos y permanecer en las sombras, siempre y cuando

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El Club de las Excomulgadas distinguirse ella. Era difícil ver más allá de los anchos hombros de Jesse, pero se las arregló para conseguir una ojeada de vez en cuando. Esperaba que Zach no se diera cuenta de que sus padres estaban casi inconscientes y atados a las sillas con cadenas brillantes de plata. A ella no le gustaba la plata. Un chico con el que estaba saliendo le había regalado una pulsera de plata para Navidad una vez e hizo que su piel se volviera de color negro. Desde entonces, nunca se acercaba a esa cosa, aunque no tenía ningún problema con el oro, por extraño que pareciera. Siempre y cuando tuviera catorce quilates o más. Su familia siempre le daba oro si le daban joyas. Ahora se preguntaba si sus padres serían conscientes de que la plata era veneno para las criaturas mágicas como los weres y las dríades. No parecía afectar a los humanos en el centro del rompieran las ridículamente finas cadenas y se alejaran de allí. De repente, alguien entró directamente en la trayectoria de Jesse, desafiándolo. Jesse ni siquiera trató de fingir que pertenecían allí. El hombre estaba de pie tan cerca que Jesse sólo pudo usar sus puños para derribar al tipo. Por supuesto, tan silencioso y eficiente como fue Jesse, la conmoción aún llamó la atención. En unos momentos, estuvieron rodeados. Oyó un gruñido detrás de ella y se dio cuenta de que Zach había cambiado de forma de nuevo y estaba peleando a través de la multitud en el pasillo, golpeando todo a su paso. Él estaba intentando llegar al centro del pabellón, ya estaba a sólo unos metros de distancia. Había visto a sus padres e iba a por ellos. Maria se colocó de espaldas a Jesse, luchando lo mejor que podía. La túnica tenía que irse. Ella se encogió para quitársela, incluso mientras alguien la agarraba por la manga. Dejó que la tomara, girando fuera de la túnica y noqueando a su agresor sobre su trasero en una maraña de tela a sus pies. Eso mantuvo al resto de ellos alejados de ella por unos preciosos momentos.

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círculo, pero ciertamente parecía capaz de evitar que dos osos pardos adultos

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El Club de las Excomulgadas Tiempo suficiente para un sólo disparo. Jesse tenía una pistola en la mano izquierda y le disparó a la mujer en el centro del pabellón, rompiendo su concentración. La sangre fluyó por su brazo mientras se agarraba el hombro. El canto cesó y el pandemónium estalló por todo el pabellón mientras algunas personas comenzaban a correr hacia las salidas. Otros corrían para interceptar al joven oso que estaba quitando las cadenas de plata, trabajando para liberar a sus padres. La única razón por la que más personas no trataron de llegar a donde Jesse y Maria estaban peleando espalda-contra-espalda fue la estrechez del pasillo en que se encontraban. Podrían aguantar allí por algún tiempo, pero no los acercaría más al centro de la acción y la familia oso necesitaba su ayuda. En el mismo momento que el pensamiento cruzó por la mente de Maria, un techo y se arremolinó alrededor demasiado rápido para que el ojo lo siguiera. Maria sintió el cambio en el aire mientras un frío helado se abalanzaba desde arriba, sofocando las llamas abiertas en el pabellón. Todas las antorchas de todo el perímetro se apagaron con un silbido. El pequeño caldero a un lado de la enorme pira de fuego se extinguió también. Un momento después, cuerpos comenzaron a volar desde el centro del pabellón hacia la multitud. Más caos estalló cuando varios de los acólitos perdieron los nervios y se volvieron para huir. Jesse se impulsó adelante, a lo largo del pasillo, lentamente, abriéndose camino a través de los que se mantenían bloqueándolo. Maria peleaba a su espalda, aunque enfrentaba muchos menos problemas en el lado más lejano de la acción real de los que Jesse enfrentaba. Él no usó su arma de nuevo, aunque ella pensaba que habría sido un bien justificado matar a cualquiera que hubiera sumado su voz a ese canto enfermizo. Sin embargo, él estaba mostrando moderación y eso la impresionó en el nivel más tranquilo de su conciencia.

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estremecimiento recorrió el pabellón y una niebla gris entró a través del agujero del

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El Club de las Excomulgadas Finalmente, irrumpieron a través de la parte inferior del pasillo y dentro del centro de la acción. Quedaban muchas menos personas a su paso. La mayoría estaban huyendo debido a la combinación de garras de oso y lo que fuera que estuviera lanzando cuerpos ensangrentados hacia los asientos en todas direcciones. Maria finalmente consiguió una buena mirada y se dio cuenta de que el vampiro había llegado. Marco estaba arrojando cuerpos a diestro y siniestro con imprudente abandono y fuerza sobrehumana. Parecía estar vadeando a través de la sección VIP de asientos a un lado dentro del pozo de fuego, tratando de llegar a alguien en particular. Al hombre del traje del bosque detrás del motel. Ella vio su cara en el caos antes de que alguien se metiera en su camino. Ese era a quien Marco estaba persiguiendo. Una rápida mirada le dijo que Zach estaba de pie delante de sus padres, terminaba con surcos sangrientos en su piel. Todo era muy confuso desde el punto de vista de Maria, y se puso aún más cuando un nuevo rugido resonó en el pabellón, rebotando en los pilares de cemento y en las duras superficies del techo curvo. Ella buscó la fuente y no se sorprendió demasiado de ver un enorme oso pardo en plena madurez vadeando a través del pasillo que ella y Jesse acababan de abandonar. Todavía estaba lleno de gente tratando de salir quienes eran fácilmente golpeados a un lado mientras el oso forjaba un camino sangriento por sí mismo. Sin duda, ese era el tío de Zach, Rocky. Él ni siquiera se detuvo cuando llegó a Jesse y a Maria, sino que directamente marchó hasta dónde se encontraba Zach de pie tratando de defender a sus débiles padres. Rocky se hizo cargo de cualquiera que todavía estuviera dispuesto a ir contra un oso pardo juvenil con golpes asesinos de garras y dientes. Rocky no estaba jugando limpio. Cuando utilizaba esas enormes garras suyas, lo hacía de verdad. Jesse tomó su mano durante una pausa y se dirigió al centro del pabellón. La mujer rubia seguía allí, sollozando y gritando órdenes, pero algunos de sus seguidores todavía estaban escuchándola. Cuando Jesse, Marco e incluso Rocky

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protegiéndolos con igual fervor. Cualquier persona que estuviera al alcance

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El Club de las Excomulgadas trataron de acercarse a ella, una especie de fuerza mágica los mantuvo lejos. Ella tenía un escudo, a falta de una palabra mejor, que no podrían penetrar. Maria tuvo una idea y se puso en cuclillas, tocando el suelo de cemento de la antigua estructura. Este cemento era sólo arena y roca. Ninguna falsa magia se había incluido en su fabricación, y era viejo con muchas grietas que dejaban a su alcance la tierra debajo. Se preguntó... Sí. Allí estaba. Justo lo que necesitaba. Maria dejó que el poder fluyera hacia abajo a través de las grietas y hacia la tierra, persuadiendo a una raíz profunda que encontró justo donde más la necesitaba. El pabellón comenzó a retumbar bajo sus pies mientras la raíz se movía a través de una grieta en los cimientos desde el centro del pozo de fuego. Se elevó y estalló justo detrás de la mujer rubia con la túnica roja, brotando zarcillos del nuevo árbol que acababa de venir a la existencia. Un no tenía aparente defensa contra ese tipo de magia. Maria sintió un momento de triunfo mientras concentraba todo su esfuerzo en el encarcelamiento de la bruja que había causado tanta miseria. La mujer gritó obscenidades y luego duras palabras ininteligibles de oscura magia que lastimaron los oídos de Maria. Con un destello de pensamiento, ella le pidió a una rama cercana que amordazara a la bruja, y obedeciendo, felizmente siguió la orden de Maria. Las duras palabras terminaron abruptamente, sus ecos ahogados por el ominoso estruendo de la rotura del hormigón mientras el árbol florecía más alto y el tronco tomaba forma y se ampliaba en algo bastante impresionante. El roble estaba reclamando este lugar, asumiendo la tarea de limpiarlo. Purificándolo. Aunque se necesitaría una gran cantidad de tiempo. Maria escuchó toda esa información de una manera no verbal que no podía realmente explicar o describir adecuadamente, pero sabía que era la verdad. El roble haría lo que había sido creado para hacer. Permanecería firme como un centinela mientras los lugares oscuros eran limpiados del mal acumulado durante las generaciones del hombre.

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poderoso roble creció desde el arbolito, sus ramas encarcelaron a la mujer rubia que

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El Club de las Excomulgadas Cuando Maria quedó satisfecha de que la mujer estaba bien y verdaderamente atrapada y el árbol era tan grande como podía en el momento, ella dejó ir el poder y volvió en sí. No se sorprendió al encontrar a Jesse de pie junto a ella. Lo que sí la sorprendió fue el anillo de hombres armados que la rodeaban, protegiéndola. Tenían que ser algunos de los hombres de Jesse. Había más alrededor del pabellón, limpiando la caótica escena. Los prisioneros estaban siendo asegurados. Los heridos estaban siendo segregados para atención médica posterior. Lo que le recordó... — ¿Cómo están los padres de Zach? —Ella se puso de pie, dirigiéndose a Jesse con voz áspera, cansada. Él la agarró del brazo cuando ella se tambaleó sobre sus pies, despachando a sus hombres encomiándoles otros deberes ahora que Maria estaba fuera de peligro. vigilantes sobre el hombre y la mujer todavía encadenados a las sillas. —La plata es veneno para muchas razas mágicas. Marco no puede ayudar e incluso nosotros no podemos manejarla por largos períodos de tiempo. Estamos tomando turnos para tratando de romper las uniones. —Espera. —Maria tuvo una idea. Envió una solicitud mental al árbol cercano, pidiéndole un favor y él obedeció. Dos ramas se balancearon lo suficientemente cerca para trabajar su camino dentro de los enlaces. Maria se movió para tocar las ramitas y para darles su poder. Rápidamente se agrandaron lo suficiente para hacer estallar las uniones desde el interior. Ella usó un trozo de tela rasgada que encontró en el piso para proteger su mano mientras desenvolvía las cadenas que sostenían a la pareja osa adulta en su lugar. Ellos tenían quemaduras horribles en la piel donde las cadenas los habían aprisionado y Maria sintió algo más que plata en las restricciones. Las cadenas habían sido hechizadas, pero con la bruja presa el hechizo se había debilitado lo suficiente como para romperse con el toque de magia de Maria.

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Jesse la abrazó rápidamente y luego la atrajo hacia donde estaban los osos

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El Club de las Excomulgadas Ella dio un paso atrás cuando la pareja fue liberada. Algunos de los hombres de Jesse tenían suministros de primeros auxilios y parecían tener entrenamiento médico adecuado para medicina de urgencias. Maria era veterinaria. No trataba adecuadamente a pacientes humanos, pero habría intentado ayudar si no hubiera nadie más equipado para hacerlo. —Buen trabajo, cariño. —Jesse la felicitó mientras se movía hacia atrás. Haber usado tanta magia la había drenado, pero el resultado valió la pena todo el esfuerzo. Habían liberado a los padres de Zach y habían capturado a algunas personas seriamente malas para empezar. — ¿Qué harás con ella? —Maria señaló a la bruja que era sostenida de manera eficiente por el árbol.

quedado bien lejos de la plata. Tenía sangre por todo su cuerpo y algunos cadáveres cubrían el área en la que había estado peleando en la sección VIP—. Marco, ¿cuáles son tus planes con respecto a la limpieza? Eres la máxima autoridad en estas partes. Mis hombres están dispuestos a ayudar y pueden transportar a los presos de nuevo a Wyoming o dónde los Señores, si lo prefieres. —No —dijo Marco, moviéndose

más adelante con

movimientos

extrañamente fluidos—. Tengo planeado esto desde hace muchos años. La participación de los osos te atrajo a ello y adelantó mi calendario, pero yo hubiera tomado medidas contra este grupo independientemente de esto. El propietario de esta finca hoy está muerto por mis manos. Haré mi jugada y la compraré a la primera oportunidad, y luego la destrozaré, sanando esta área de su malvada huella. Maria tragó saliva, al darse cuenta exactamente de donde había venido algo de esa sangre en sus manos y ropa. Se preguntó si habría mordido a alguien, pero su boca parecía limpia. Si se había comido a alguna de sus víctimas, era un devorador prolijo.

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—Buena pregunta. —Jesse se volvió hacia el vampiro quien se había

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El Club de las Excomulgadas —Tengo una mazmorra preparada y los Amos ya se están reuniendo. Tenemos la intención de interrogar a la bruja y a sus secuaces hasta que hayamos averiguado todo lo que podamos de ellos —continuó—. La amenaza Venifucus es real, y esto va a demostrarles de una vez por todas a algunos de mis hermanos que todavía dudan—. Sus ojos brillaron con ira por un momento antes de que sofocara la muestra de emoción—. Me gustaría, sin embargo, darle la bienvenida a la ayuda en el transporte de los presos a mi calabozo. No está lejos. Lo construí especialmente con estas personas en mente. También le doy la bienvenida a tus Señores o a una selección de Alfas para observar el interrogatorio, si quieres transmitir el mensaje. Soy de la opinión de que todos los aspirantes a Guardianes de la Luz deben trabajar juntos si queremos frustrar a Elspeth como lo hicimos una vez antes.

llevarán a los prisioneros a tus instalaciones a tu conveniencia. Dejaré a mi teniente a cargo aquí mientras acompaño a los osos a la seguridad. Espero que lo entiendas. Con eso, el vampiro esbozó una sonrisa. Fue una triste sonrisa, pero una sonrisa de todos modos. —Entiendo la necesidad de llevarlos lejos de este maldito lugar para que puedan sanar. Ve con mi bendición. Voy a trabajar con tu subalterno y esperaré con ganas el día en que nuestros caminos se crucen de nuevo. —Le tendió la mano y Jesse se la estrechó con calidez. Si no estaba equivocada, Maria pensó que tal vez una nueva amistad había nacido. Por lo menos, habían conseguido un nuevo aliado. Y si la gente mala de verdad quería traer a esta Elspeth de regreso, Jesse y sus compañeros necesitarían todos los aliados que pudieran obtener. Entonces, el vampiro volvió su plena atención sobre ella. Maria trató de no tragar saliva. —Señora, tú has comenzado el trabajo que siempre tuve la intención de hacer, al sacar a la luz al roble guardián para disipar el mal de este lugar. Gracias por compartir tu don con tanta libertad. Eres, de hecho, una verdadera hija del

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—Comparto tu opinión —dijo Jesse en tono sombrío—. Mis hombres

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El Club de las Excomulgadas bosque. —Tomó su mano y la llevó a sus labios, haciéndole sentir un hormigueo en la piel, en una especie de aterradora manera, aunque realmente no tenía miedo de él—. Una vez conocí a alguien con tus talentos, hace muchos siglos atrás. Está claro que estás unida al lobo. —La expresión de Marco se volvió traviesa y su sonrisa fue decididamente seductora—. Pero si alguna vez te cansas de él, tendré la esperanza de que me busques. ¿Hablaba en serio? Maria no sabía cómo tomar su broma. Nunca había bromeado con un vampiro antes. Demonios, ni siquiera había conocido a un vampiro antes. —Lo siento, Amo Marco. —Ni siquiera estaba segura si estaba usando correctamente su título, pero no se atrevía a llamarlo solamente por su nombre. Él parecía demasiado presuntuoso al ser tan antiguo—. Soy mujer de un solo hombre, clara. Por lo menos, no quería a Jesse gruñéndole al tipo. No después de que acabaran de formar una alianza. Maria no iba a interpretar el papel de Helena de Troya aquí. Afortunadamente, Marco se echó a reír. —Es bueno saberlo. Francamente, siempre he disfrutado de provocar a los hombres lobo. Es tan fácil hacer que reaccionen, pero tu Alfa es más fuerte que los demás. Él ni siquiera me gruñó… demasiado. —El vampiro se rió de nuevo y se alejó. Jesse se aferró a la mano de Maria mientras daba órdenes a sus hombres. Marco mismo tomó posesión de la bruja cuando la bajó del árbol. No correría ningún riesgo con ella en particular, y la sujetó con paños plagados de runas, que había mantenido en sus bolsillos. Hechizados, sin duda, así ella no podía usar su magia para escapar o causarle más daño a nadie. Los hombres de Jesse se encargaron de los presos con suficiente rapidez. Ya no quedaban tantos para cuando la situación empeoró. Muchos de los hombres observadores habían huido al principio de la acción. Los únicos que se habían quedado alrededor hasta el final eran los fanáticos. Maria se dio cuenta de que casi

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pero gracias por el cumplido. —Sonrió para suavizar su rechazo, pero quería ser

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El Club de las Excomulgadas todos tenían tatuajes en sus muñecas y en otros lugares. Algunos incluso tenían tatuajes en sus frentes. —Puedes ver esas marcas, ¿cierto? —Le preguntó ella a Jesse, recordando su afirmación anterior acerca de cómo los tatuajes no eran visibles para todos. — ¿Qué marcas? —Ese tipo de allí con la cabeza calva, por ejemplo. ¿Ves la banda de runas que están tatuadas en todo el perímetro de su cabeza? —Ella señaló al hombre y saltó un poco cuando él se quedó mirando directamente hacia ella. Sabía que ella estaba hablando sobre él. Él había estado de pie con los otros presos, pero se movió rápidamente uno de sus hombres lidiara con él. Antes de que Maria supiera lo que estaba pasando, el hombre con el círculo de runas en su cabeza había formado una bola de fuego amarilla malévola en sus manos y la lanzó hacia la espalda de Jesse. Maria no pensó, simplemente actuó. Alzó las manos, con sus palmas hacia afuera y se arrojó delante de la espalda de Jesse, protegiéndolo, a pesar de que nunca había hecho tal cosa antes. La bola de fuego golpeó sus palmas y reflejó de vuelta, amplificada, reaccionando a cualquier a cosa, a cualquier persona, que fuera mágica y aun permaneciera en la habitación. Varios de los prisioneros cayeron donde estaban, incluyendo al tipo de las runas en la cabeza. Maria miró a su alrededor y se dio cuenta de que todo el que había caído inconsciente tenía una marca en la frente de un tipo o de otro. Trató de decírselo a Jesse mientras él la abrazaba en reacción. Él había estado bastante bien durante toda la noche acerca de dejar que ella hiciera lo suyo, pero se había girado en el último momento para ver la bola de fuego venir hacia ellos, y a juzgar por su reacción, le había preocupado. —Te llevaste diez años de mi vida en ese momento, Maria. No vuelvas a hacer eso. —La sacudió una vez, pero no con fuerza, y luego la abrazó de nuevo—.

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cuando Jesse le echó un vistazo meticuloso y luego se volvió para conseguir que

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El Club de las Excomulgadas Los lobos son resistentes. Puedo recibir un golpe de magia y la mayoría de ellos rebotan. La mayor parte del tiempo —añadió de mala gana—. ¿Cómo reflejaste tanto poder? —No lo sé. Todavía me estoy guiando por mi instinto aquí — le recordó ella, apartándose de él, necesitando un poco de espacio para respirar—. Pero me alegro de haberlo hecho ahora, teniendo en cuenta los resultados. Todos los que cayeron estaban tatuados en sus cabezas. Y ¿te diste cuenta de que ninguno de nuestra gente se vio afectado? Sólo los chicos malos. Ella le sonrió radiantemente, tratando de hacerle ver las cosas buenas de lo que había hecho en vez del peligro que le tenía tan nervioso. Él hizo rodar sus hombros una vez, como si tratara de deshacerse de la tensión muscular, y comenzó a dar órdenes a sus hombres. Dos soldados fuertemente armados corrieron hacia

—Esta es Maria —explicó él sucintamente—. Es mi compañera. Su vida es más importante para mí que cualquier otra. —Maria hizo todo lo posible por no sonrojarse ante su declaración o la forma en que sus hombres la miraban, pero estaba segura de haber fallado—. Ella ve las marcas Venifucus. Quiero que vayáis con ella a examinar a cada uno de los prisioneros caídos. Uno de vosotros que anote sus observaciones y especifique detalles sobre cada prisionero que tenga las marcas, mientras el otro permanece de guardia. Ningún daño deberá llegar a ella, o eso significará vuestra vida. ¿Entendéis? Maria pensó que la última parte había sido un poco brusca, pero no se atrevió a interferir con la forma en que Jesse dirigía a su grupo. Él era el Alfa aquí, no ella. Jesse la abrazó nuevamente y le dio algunas instrucciones también. Realmente parecía gustarle dar órdenes, y eso estaba bien con ella en esta situación, pero probablemente chocarían un poco cuando la situación no fuera tan grave. Ella lo esperaba con ansia. —Ve con ellos, pero mantente alerta —le aconsejó él—. Todavía podría haber peligro por aquí. Diles lo que ves con tanto detalle como puedas. Haz

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allí.

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El Club de las Excomulgadas dibujos, si puedes. Cada pequeño trozo de información que podamos obtener de estas personas podría ayudar a nuestra causa. —Entiendo—respondió ella con la misma seriedad. Si realmente era la única que podía ver las marcas, las registraría lo más fielmente posible para aquellos que no podían. —Trabaja rápido. Ayudaré a los osos y organizaré el transporte. Quiero

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regresar a Wyoming tan pronto como sea posible.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Once Al final, no tardó demasiado en catalogar todas las marcas que adornaban a cada uno de los prisioneros. Jesse organizó vehículos de escolta para el viaje de regreso al territorio de la Manada. Rocky insistió en conducir a Zach y a sus padres en su gran SUV de lujo. Jesse y Maria irían frente a ellos, con vehículos de escolta cargados con sus hombres, por delante y detrás. Un pequeño convoy de cuatro vehículos para acompañarlos durante la noche y que los llevaría de vuelta al lugar más seguro que él conocía. Se pusieron en marcha a altas horas de la noche e hicieron buen tiempo viajando constantemente hacia el oeste. La tormenta empezaba a disiparse y se

Algunas de las ciudades a lo largo de la costa este recibirían una paliza por la lluvia, pero al final la tormenta mágicamente inducida se disiparía por sí misma de forma natural. Gracias a Dios. Salieron de la peor parte de la lluvia residual al amanecer y comenzaron a desplazarse en mejor tiempo. Los vientos continuaban en ráfagas de alta velocidad, por lo que volar todavía no era una opción. Para el momento en que las condiciones de la tormenta disminuyeron al punto en que fueron capaces de viajar de nuevo de forma normal, casi habían llegado a su destino, por lo que la decisión fue continuar por tierra. Maria estaba agotada por la terrible experiencia de haber utilizado tanta magia en formas que nunca había hecho antes. Tampoco había dormido en un buen tiempo, así que cuando comenzó a bostezar, Jesse reclinó el asiento un poco más hacia atrás y la animó a que se tumbara allí, y a que le usara a él como almohada si quería. Jesse reflexionó sobre el resultado de los acontecimientos. Lo habían hecho bien durante el rescate de los osos, aunque ambos padres de Zach parecían traumatizados por su terrible experiencia. Necesitarían mucho tiempo para sanar, pero Zach era un buen chico y los protegería al igual que Rocky y los Señores. Ellos

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movía hacia el este.

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El Club de las Excomulgadas pasarían un poco de tiempo como invitados de Jason y su Manada, pero después irían al norte y al territorio de Rocky tan pronto como fuera práctico. Por un lado, las sacerdotisas estaban allí y podrían hacer algo para curarlos de sus heridas mágicas y espirituales. Y los Señores tenían que saber todo lo que ellos pudieran decirles acerca de sus secuestradores y lo que les habían hecho. Ese proceso sería emocionalmente doloroso para ellos, Jesse no tenía ninguna duda. Por un lado, se alegró de no tener qué ser parte de eso. Era mejor que los osos hablaran con Rocky y los Señores, el ex miembro de su familia y la más alta de las autoridades sobre todos los cambiaformas en esta tierra. Amaban a Rocky y respetaban los Señores. Ambos los ayudarían a superar el trauma de una manera que otros simplemente no podrían. Luego estaba la cuestión de los prisioneros que Marco oportunidades valiosas de información al vampiro, pero la situación tenía connotaciones políticas con las que prefería no enredarse. Era mejor dejarle esas cosas a su hermano. Jay era más adecuado para ese tipo de cosas. Jesse era mejor en la pelea y en dirigir a los soldados. Jason era el negociador. Haría lo que fuera mejor para la Manada en cualquier situación política. Lo dejaría lidiar con el vampiro en el tema de los prisioneros. Todo lo que Jesse quería para las próximas semanas era a su pareja y su cama. Se detuvieron un par de veces por gasolina, comida y para usar los baños, pero Jesse y Rocky querían llegar a las tierras de la Manada lo más rápido posible. La familia de osos permaneció en el SUV en su mayor parte, sólo salieron para estirarse y usar las instalaciones. Las miradas que Jesse recibía de los padres de Zach le decían que estaban débiles, pero en recuperación. Ambos podían caminar y atender sus propias funciones corporales, lo cual era bueno. Rocky le dijo durante uno de los descansos que habían estado durmiendo durante la mayor parte del viaje. Ambos estaban exhaustos. Zach se sentaba vigilante desde el asiento delantero, mientras sus padres dormían en la parte de atrás. Rocky incluso había bajado los asientos en una de las paradas para crear un

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mantenía. Jesse no estaba totalmente cómodo con la idea de entregar esas

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El Club de las Excomulgadas área de cama mucho más grande, al combinar los asientos traseros con el compartimento de carga extra-grande. Él tenía una bolsa de dormir y un par de almohadas con él, que utilizaron como ropa de cama. A partir de ese momento en adelante, la pareja de oso durmió aún más cómodamente el resto del camino a Wyoming. Cuando Jesse se lo mencionó a Maria, se sintió aliviado al oír su opinión de que dormir era probablemente lo mejor para la pareja después de la terrible experiencia que habían pasado. Dormir, ella le aseguró, era la forma de curar de la naturaleza y ayudaría a restaurar la energía que la bruja había robado de ellos. Condujeron todo el día, compartiendo las tareas conducción de vez en cuando. Rocky permitió que uno de los hombres de Jesse condujera su camioneta mientras él dormía un poco en el asiento del pasajero. Zach optó por ir con Jesse y parte del camino. Era una comitiva nerviosa, tratando de cubrir terreno lo más rápido posible y manteniendo una extrema vigilancia por si sus enemigos intentaban algo. Los osos pardos serían vulnerables mientras su energía estuviera tan baja. Estaban siendo custodiados lo más de cerca posible, pero no estarían realmente seguros hasta que estuvieran detrás de las protecciones de las tierras de la Manada. Al menos, no en la mente de Jesse. Había tratado de explicárselo a Maria, pero no estaba seguro de que ella realmente entendiera sus presentimientos sobre el tema. Jesse había peleado en una media docena de países extranjeros, y esas experiencias le habían dado una nueva apreciación de la cima de la montaña y sus alrededores a los que llamaba hogar. En todos sus viajes, nunca había encontrado un lugar en que se sintiera más seguro o más a salvo. No era sólo el lugar. Era la gente también. Su familia, sus amigos, sus hombres. Todo combinado, se deletreaba hogar y era el lugar más seguro que conocía. Esa protección se extendería a sus invitados. A Rocky y su familia se les haría sentir tanto bienvenidos como protegidos. Una vez que la Manada extendía

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Maria durante esas horas, manteniendo el coche detrás de ellos a la vista la mayor

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El Club de las Excomulgadas su hospitalidad, lucharían hasta con su último lobo, dientes y garras, para proteger a sus invitados. Se detuvieron de nuevo para cenar, y Zach regresó al SUV de Rocky. Pidieron comida para llevar y comieron en el camino, sin querer detenerse por demasiado tiempo. Era más seguro estar en movimiento si alguien estaba detrás de ellos. Y tras el escándalo que habían causado en ese pabellón, Jesse estaba bastante seguro de que alguien iría tras ellos buscando retribución. Si se movían lo suficientemente rápido, los perseguidores nunca los alcanzarían. Cuando Maria comenzó a bostezar de nuevo poco después de la cena, Jesse deslizó hacia atrás el asiento de nuevo y le ofreció que durmiera. Ella comenzó apoyando la cabeza en su hombro, pero en algún momento durante el largo viaje recargó su cabeza en su regazo. distancia, cuando Maria despertó y pareció darse cuenta de donde estaba descansando su mejilla. Y lo que su presencia en su regazo le había provocado a él durante la última media hora más o menos. Jesse estaba duro como una roca. Maria no tenía idea de cómo había terminado con su mejilla pegada a una cresta de carne dura cubierta por sólo un par de finas capas de tela. Lo último que recordaba, era que había estado apoyada en el hombro de Jesse... Aunque había algún vago recuerdo de caer a una posición más estirada en algún momento. Maldita sea. Se había dormido justo debajo del volante, el cual él debió haber ajustado más elevado de alguna manera, y en su regazo. Con todo, no era un mal lugar para estar. Estaba tan cómoda como podría al estar durmiendo en un espacio tan estrecho, y le gustaba el olor de él. El leve rastro de aceite para armas y de pólvora solo añadía peligro a su atractivo. Estaba muy enamorada. No había duda alguna. Lo había echado de menos durante el transcurso de las horas, desde que habían hecho el amor por última vez. Si así le llamabas a ser follada contra un árbol. No lo habría creído apenas unos días atrás, pero algo sagrado y especial había ocurrido al detenerse en ese descanso en el círculo de árboles frondosos.

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Estaban mucho más cerca de las tierras de la Manada, tal vez a una hora de

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El Club de las Excomulgadas Su alma se había unido a la suya, para nunca separarse. Y parte de esa unión era la necesidad compartida que tenían el uno por el otro. El suyo era evidente, se presionaba contra su mejilla, buscando su toque. El de ella estaba siempre presente y siempre listo. Ella lo deseaba, sin importar cuáles fueran las circunstancias. Mientras que ella apostaba a que él probablemente sería el compañero dominante en esa relación cuando se trataba de asuntos sexuales, sabía que en esta situación sin duda tenía las de ganar. ¿No sería divertido, pensó con un impulso sumamente travieso, darle un paseo que siempre recordaría? No habían podido follar a lo loco durante horas y horas mientras ayudaban a Zach y a su familia. Estaban solos ahora y en su camino a alguna parte, dónde lo más probable es que tuvieran que responder a muchas preguntas antes de que pudieran escaparse y estar solos. Jesse probablemente lo necesitaba tanto como ella, carretera. Ella lo pensó por un instante y luego se dio cuenta de que confiaba en él para mantenerlos seguros incluso mientras ella hacía estallar su mente... y otras partes de su cuerpo. Con una sonrisa maliciosa, volvió la cabeza y levantó una mano hacia su bragueta. — ¿Qué estás haciendo, nena? —Jesse sonó un poco nervioso y su sonrisa se ensanchó. — ¿Quieres decir que no lo sabes? —Ella no pudo resistir la tentación de burlarse de él. —Eh... —Él se aclaró la garganta cuando ella sacó su pene de los confines de sus pantalones. El pobre bebé probablemente había estado duro por un tiempo, a juzgar por su estado mientras se tensaba contra sus dedos. —Tú sólo mantén la vista en la carretera y las manos en el volante. Déjame encargarme del resto. —Incluso a sus propios oídos, su voz sonó con un tono

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y podía darle este pequeño regalo tan fácilmente. Mientras él no se saliera de la

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El Club de las Excomulgadas sensual. Estaba asombrada por la forma en que Jesse la afectaba. Ni siquiera había sabido que tenía un lado de gatita sexual antes. Lo tomó en su boca después de unas caricias preliminares con la mano. Estaba tan duro que no quería prolongar su agonía... demasiado. Lamiéndolo como a un helado, paladeó su sabor y textura, memorizándolo como había querido hacer casi desde el primer momento en que se conocieron. Ciertamente, desde la primera vez que hicieron el amor. Quería saber todo sobre él. Qué le hacía sentir deseo. Qué le hacía alcanzar el clímax. Qué caricias prefería. Todo lo que había que saber sobre él sexualmente. Maria ya tenía un buen concepto de su carácter y llegaría a conocer más de sus pensamientos cuánto más tiempo pasaran juntos, pero el conocimiento prohibido de sus apetitos sexuales estaba en su mente ahora. Quería volverlo mujeres que tenía que haber conocido y se centrara solamente en ella. No sabía mucho acerca de los apareamientos were excepto lo que ya había oído de Jesse y lo que la mujer puma le había contado. Era un panorama desigual en el mejor de los casos. Lo que quería era tener la completa atención sexual de Jesse si iban a continuar con esa relación. Ya se había comprometido con él, pero sabía que requería trabajo hacer prosperar las relaciones. Estaba dispuesta a esforzarse en ese trabajo... especialmente en la forma tan placentera en la que estaba inmersa ahora. Sintió su excitación ascender cuando bajó sobre él. Tenía el volante agarrado con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos, y se preguntó si podría romper la cosa si la apretaba demasiado. Sonriendo, volvió a su trabajo, deslizándose sobre él hacia abajo y hacia arriba en repetidas ocasiones, usando las manos y la boca para crear un ritmo que parecía volverlo salvaje. Jesse estaba gruñendo profundo en su pecho y el sonido realmente la excitó. Aflojó su agarre de muerte sobre el volante y deslizó una mano bajando por su espalda, sobre la curva de sus nalgas y luego la hizo subir por debajo del dobladillo de sus pantalones cortos. Ella estaba arrodillada a lo largo del asiento, con el trasero en el aire. Se mantenía baja para no ser visible a través del parabrisas.

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salvaje y hacer que se corriera tan intensamente que se olvidara de todas las otras

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El Club de las Excomulgadas Los dedos talentosos de Jesse encontraron su centro, y de repente los roles de su pequeño juego cambiaron drásticamente. Él deslizó dos dedos gruesos por su canal mientras su pene se hundía en su garganta. Ella gimió y lo sintió estremecerse a medida que su cuerpo respondía al ritmo duro que él había establecido en su canal. En ese momento se volvió una especie de carrera ver quién podía conseguir que el otro se corriera primero. Ambos ganaron, corriéndose juntos mientras el coche se balanceaba y rodaba por la carretera. La conducción de Jesse fue un poco dudosa por un momento cuando lo golpeó su clímax, pero como ella había sabido que sucedería, los mantuvo a salvo en el camino.

en su interior, regocijándose en el resplandor del más intenso y rápido orgasmo hasta el momento. Si él era así de bueno en un rapidito, se preguntó cómo sobreviviría cuando finalmente tuvieran la libertad de pasar toda la noche juntos en la cama sin ningún sitio en el que debieran estar al día siguiente. Maria no podía esperar para averiguarlo. Cuando por fin se detuvieron algún momento más tarde frente a una bella casa gigante situada en el bosque, Maria se sintió aliviada. Todo su cuerpo vibraba con el ritmo de las ruedas y pensó que podría tomarle algo de tiempo antes de que dejara de sentir como si estuviera todavía moviéndose por la autopista a velocidades ilegales en lugar de permanecer quieta en tierra firme. Un hombre que se parecía mucho a Jesse salió a su encuentro. En una inspección más cercana, él era una versión más joven de su hombre. Más joven tanto en años como en kilometraje, a juzgar por su expresión abierta y ojos tranquilos. Una mujer alta le siguió por los escalones de la casa. Sally. Maria los había visto antes a los dos, por supuesto, en el enlace de vídeo, pero parecían ligeramente diferentes en persona. Por un lado, más grandes. Jason era tan ancho de hombros como Jesse, y tan alto como él. Su esposa era alta para

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Ella tragó su semen salado mientras sus dedos seguían pulsando con lentitud

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El Club de las Excomulgadas ser mujer, aunque parecía francamente pequeña de pie al lado de los grandes hombres. Sally fue directamente hacia Maria y sonrió brillantemente, ofreciéndole un abrazo vacilante. Fue un poco incómodo, pero Maria se alegró de conocer a su supuesta prima. Cuanto más utilizaba la magia en los últimos días, más creía que había algo de verdad en toda la historia de la dríade. — ¿Puedes oírlo? —Le preguntó Sally mientras caminaban juntas lentamente hacia la gran casa—. Los árboles están cantando. Dándote la bienvenida. —Um...— Maria extendió sus sentidos recién afilados y sintió la bienvenida, pero no oyó nada—. Creo que tal vez percibo las cosas un poco diferente a como tú

Sally la miró, sorprendida. —Sí. Oigo el canto de las hojas y de las ramas. ¿Tú no? —En realidad no. —Maria se sintió un poco defectuosa, y a la defensiva. Su magia no estaba entrenada. Todo era instinto de su parte. La expresión de Sally decayó y Maria se sintió mal—. Siento la bienvenida sin embargo. Los bosques están felices. Sally se iluminó y Maria se alegró de haber hecho el esfuerzo. La gente se iba acumulando al salir de los SUVs y entrar a la casa, cada grupo ayudando al otro mientras el SUV de Rocky era movido más cerca de las escaleras que conducían a la casa. Jesse estaba con su hermano, hablando con Rocky y ayudando a la familia de Zach. Por el momento, Maria estaba con Sally por su cuenta. — ¿Qué es este lugar? —preguntó Maria, deteniéndose por un momento para disfrutar de la majestuosa casa que encajaba tan bien con su entorno.

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lo haces. ¿Realmente escuchas una canción?

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El Club de las Excomulgadas —Es la Casa de la Manada —le explicó Sally, parándose junto a ella—. Es una construcción colectiva en la que cualquier miembro de la Manada puede buscar refugio en tiempos de necesidad, y hay una sala gigante en la parte posterior de la misma, donde se sirven comidas enormes tres veces al día. Los hombres lobo comen mucho. —Maria se rió con Sally, mientras reanudaban su lento caminar hacia la puerta principal—. Jason mantiene su oficina aquí, así que cuando nos vamos a la casa estamos realmente en casa. La Manada sabe que no debe molestarnos allí a menos que sea una emergencia real. —Ella siguió hablando, mientras subían las amplias escaleras—. Hubo una gran cantidad de pruebas de límites cuando llegamos juntos por primera vez. Todos los soldados me reconocieron como su Alfa de inmediato, pero con algunos otros en la Manada es necesario ser un poco más convincente. Por supuesto, con Jason y los chicos de Jesse respaldándome, no hubo duda real de mi posición. Si te quedas el tiempo Manada. Especialmente las mujeres. —Sally puso los ojos en blanco mientras acompañaba a Maria a través de una gran puerta de entrada y luego dentro de una especie de salón o sala de estar. —Supongo que puedo entender eso. Y supongo que verás mucho más de mí ya que, eh... Jesse y yo estamos, eh, juntos. —Maria se sentó en un amplio sofá, exhausta hasta sus huesos después de la carrera loca a través del campo. Sally se detuvo en seco. — ¿En serio? —Sally pareció sorprendida al principio, y luego una gran sonrisa se dibujó sobre sus facciones—. ¿Es algo serio? ¿De verdad es tan rudo como parece? Amo a Jason, pero honestamente, Jesse me asusta un poco. Es muy intenso. Maria tuvo que reír cuando ella se sentó en un sillón esquinero. —Oh sí, él es intenso, pero de una buena manera. —Un pequeño rubor le calentó las mejillas, lo sabía, pero se sentía bien hablar de la relación de ella y Jesse abiertamente. No había habido nadie a quien contarle sobre eso hasta ahora, con su

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suficiente, aprenderás que los lobos están realmente inmersos en la jerarquía de la

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El Club de las Excomulgadas tía y su abuela encerradas en la cabaña de la familia, en régimen de incomunicación. Como si hablar de eso lo hubiera conjurado, Jesse entró y se dejó caer en el sofá junto a Maria, lanzando un brazo detrás de ella sobre la parte posterior del sofá. Parecía cansado ahora que habían llegado con seguridad a su destino. — ¿Supongo que te lo ha dicho? —Las palabras de Jesse fueron para Sally mientras dejaba caer su brazo en los hombros de Maria y la atraía estrechamente contra su cálido costado. — ¿Si me dijo qué, exactamente? —Los ojos de Sally se estrecharon aunque una sonrisa se cernió sobre sus labios. —Que acabo de agregar a otra dríade a nuestra Manada. —Él se rió Ya lo sellamos en el interior de un círculo sagrado. Es un trato asegurado. Sally gritó y saltó de su asiento, inclinándose para abrazar a Maria primero y luego a Jesse, después a Maria y a Jesse juntos. Jason entró en la habitación y Sally se enderezó y lo abrazó también. — ¿Sabías que Jesse y mi nueva prima están unidos? —Lo acusó juguetonamente. —Lo sospeché, en base a las evasivas de Jesse cada vez que mencionaba a la buena doctora, pero no estaba seguro. —Jason sonrió ampliamente mientras se acercaba al sofá. Jesse se paró y aceptó el abrazo de su hermano, junto con una palmada sobre su espalda—. Felicidades, Jes —dijo Jason soltando a su hermano mayor. Se volvió hacia Maria y le tomó la mano, ayudándola a levantarse del sofá para ponerla frente a él—. Sé que no estás bien versada en cómo funcionan las cosas por aquí, pero Sally y yo te ayudaremos en todo lo que podamos. Bienvenida a la Manada, Maria. —La abrazó y Maria sintió el verdadero sentimiento detrás de sus palabras. Se sintió conmovida por la sincera calidez del hermano menor de Jesse y un poquito abrumada.

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mientras lo decía y la apretó con fuerza contra él—. Maria es mi compañera, Sal.

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El Club de las Excomulgadas —Está bien, está bien. Ya basta de eso. —Jesse la apartó de su hermano en tono burlón, y envolvió un brazo alrededor de su cintura, atrayéndola más cerca—. Tú tienes a tu propia mujer, Jay. Esta es mía. Todos se rieron del aguijoneo fraternal, y aunque a Maria le hubiera encantado hablar más con su supuesta prima para tratar de averiguar dónde encajaba, un bostezo a mandíbula abierta no pasó desapercibido. Jason se movió hacia atrás y Sally pareció comprensiva. —Estuvisteis en la carretera durante todo el día —dijo Jason, dirigiéndose hacia la puerta—. Probablemente estés cansada. ¿Iréis a tu casa o queréis dormir aquí esta noche?

—Por mucho que me encantaría mi cama ahora mismo, creo que será mejor que estemos en posición horizontal tan pronto como sea posible. Ambos estamos bastante cansados. Supongo que utilizaremos una de las habitaciones de aquí, y podré mostrarle a Maria nuestra casa de la montaña a la luz del día para que pueda tener el efecto completo. —Bien—dijo Jason con decisión—. Ya hice que una de las mujeres arreglara la suite en la esquina suroeste para ti. —Se frotó las manos mientras lideraba la salida del salón—. No te preocupes por tu vehículo. Tengo a alguien encargándose de todos los cabos sueltos. Las bolsas de lona ya deben estar en vuestras habitaciones y estarán justo al final del pasillo de los osos, por si te lo estabas preguntando. Tengo seguridad extra en la casa de la Manada para esta noche y será así hasta que los osos se vayan, pero podemos discutir los detalles para su protección mañana, Jesse. Voy a necesitar tu ayuda con eso. —Por supuesto. —Los dos hombres avanzaron juntos de nuevo rumbo a la entrada principal, discutiendo los planes para la mañana, dejando a las mujeres para que les siguieran. Sally tomó la mano de Maria y atrajo su atención.

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Jesse se volvió para mirar a Maria y la captó bostezando de nuevo.

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El Club de las Excomulgadas —Estoy muy contenta de que estés aquí, Maria. Tal vez podamos encontrar un poco de tiempo mañana para hablar. —Espero eso con ansia, de verdad —dijo Maria educadamente, queriendo decir cada palabra. Ahora que estaba aquí y había conocido a esta gente en persona, quería aprender más sobre ellos. Si realmente iban a ser parte de su familia, tenía mucho que descubrir y mucho que decirles también. Por un lado, apostaría su último centavo a que su tía y abuela ya estaban en camino, queriendo saber todo sobre el nuevo galán de Maria. Ellas ya lo habían previsto, pero ahora que la tormenta había terminado, querrían conocerlo a él y a su pueblo. Y no esperarían una invitación. Ella tenía pocas dudas acerca de eso. La pareja Alfa los dejó en la gran escalera y Jesse la hizo gritar cuando la tomó en sus brazos y la llevó por las escaleras como una escena exhausta hasta los huesos que no había tenido nada de ganas de subir todas esas escaleras con sus propios pies. Jesse parecía saber exactamente a dónde se dirigían en la gran casa, por lo que ella cerró los ojos y recostó su cabeza en su hombro, dispuesta a permitir que la llevara a donde quisiera. Aunque abrió los ojos un par de veces sólo para conseguir una visión de lo que la rodeaba. Jesse la condujo a través de un par de pasillos y por un corredor marcado por puertas cerradas a intervalos más o menos regulares. Algo así como un hotel, pero no exactamente. No era tan estéril en su decoración para empezar. Y los espacios entre las habitaciones eran muchos más grandes. Todo aquí estaba construido a gran escala. Él abrió una puerta, con unos pocos empujones, pero se negó a dejarla en el suelo. Jesse la cargó a través del umbral y cerró la puerta detrás de ellos. Ella miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaban en una sala de estar. Puertas francesas estaban abiertas hacia un dormitorio acogedor a sólo unos pocos metros de distancia, y al acercarse a la sala pintada de un color melocotón pálido, notó otra puerta abierta a un lujoso cuarto de baño donde el vapor se elevaba de una bañera llena de agua, con un aroma ligero a melocotón.

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salida de “Lo que el viento se llevó”. Estaba secretamente encantada. Estaba tan

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El Club de las Excomulgadas —Oh, hombre, eso se ve bien. ¿Ese baño es para mí? Jesse entró en el baño y la dejó en el suelo, finalmente, sobre sus pies, delante de la bañera. —Sí, señora. Un baño relajante para ti. Una ducha rápida para mí para enjuagarme los kilómetros hechos y ayudarnos a ambos un poco para que podamos descansar bien esta noche. —Se sacó su camiseta por la cabeza—. Salta en ella, esposa. —Como juego, hizo chasquear su camiseta hacia ella antes de tirarla a un cesto en la esquina. Su cerebro cansado se fijó en el cesto. — ¿Tienen servicio de lavandería aquí? —Más o menos. Sólo nos quedaremos una noche, pero las señoras en el servicio de lavandería se asegurarán de que nuestra ropa encuentre su camino de regreso a mi casa después de que sea de las mujeres mayores parece gustarles hacer tareas domésticas. Algunos de los caballeros de edad avanzada evitan que las puertas mosquiteras chirríen y arreglan los electrodomésticos, ese tipo de cosas. Todo el mundo interviene, haciendo lo que están mejor dispuestos a hacer. —Suena como a una pequeña comunidad —observó ella, quitándose su ropa de viaje. Se sentía decididamente sucia después de tantas horas en la carretera. Jesse se rió con su comentario mientras se desnudaba cerca de la ducha de baldosas oscuras en la esquina del gran cuarto. —Tendemos a depender de nosotros mismos más que del resto del mundo exterior, aunque Jason hizo algunos cambios que nos permiten mezclarnos un poco más libremente con los humanos que antes. La mayoría de nuestros chicos asisten a la universidad ahora. Hace una generación, eso estaba prohibido. Rara vez nos relacionábamos con los humanos y los matrimonios mixtos eran desanimados hasta el punto del destierro. —Guau. Eso es duro. —Ella se quitó su ropa interior y colocó toda su ropa en el cesto antes de sumergirse a sí misma en el agua perfumada de la bañera.

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lavada. Todos nos ayudamos entre nosotros en la Manada. Yo protejo. A algunas

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El Club de las Excomulgadas —Hemos estado reexaminando la historia desde que esta cosa con los Venifucus estalló de nuevo. Parece ser que durante la última gran batalla contra Elspeth, todas las demás razas se unieron y trabajaron al unísono para lograr su derrota. Después de eso, ellas se fueron por caminos separados. A través de los siglos, las alianzas se rompieron y la desconfianza y el miedo tomaron el control. Tiendo a pensar que los Venifucus; quienes en realidad nunca se fueron, cosa de la que ahora nos damos cuenta, estaban detrás de una gran parte de la discordia. Creo que fomentaron la ira y la desconfianza entre nuestras razas e incluso entre los humanos. —Eso es... diabólico. —Pero Maria podía ver la certeza en sus ideas. Alguien había convertido a los hombres lobo y a los vampiros en súper villanos, incluso dentro de la sociedad humana. Al crecer, ella nunca había oído una cosa decisión de Jason de permitirles a los miembros de la Manada tener más interacción con la sociedad humana estaba teniendo cierta influencia. —Sí, lo es. Pero estamos trabajando para cambiar todo eso. Estamos formando alianzas con los Otros. Con cambiaformas de todo tipo, con usuarios de magia que están en el lado correcto de las cosas, incluso con los chupasangres, como pudiste atestiguar. —Jesse encendió y ajustó el agua de la ducha antes de sumergirse dentro. En su lado del cuarto de baño, el agua caliente estaba teniendo un efecto relajante sobre Maria. Ella comenzó a ir a la deriva cuando un Jesse muy desnudo se metió en la ducha, fuera de su vista. Maldición, él era precioso. Ella volvió a preguntarse ¿qué era lo que un hombre macizo como ese había visto realmente en ella? No iba a cuestionarlo muy de cerca porque no quería arruinar las cosas, pero se sentía afortunada de tenerlo. No sólo era un hombre de honor, que era uno de los atributos más importantes en cualquier persona, en su opinión, sino que estaba construido como un dios griego. Con esteroides. ¿El agua de la bañera se había puesto de repente más caliente? Maria se sintió sonrojar y supo la causa. Él estaba de pie bajo un rociador de agua caliente a

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buena acerca de ninguna raza, aunque eso estaba empezando a cambiar. Tal vez, la

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El Club de las Excomulgadas sólo unos pocos metros de ella. Estaban ambos desnudos, pero separados. Ella realmente tenía que hacer algo al respecto. Maria se lavó, utilizando una nueva esponja que todavía tenía la etiqueta en ella. Estas suites estaban muy bien abastecidas, si ese cuarto de baño era alguna indicación. Se enjuagó el pelo usando el rociador de mano y se deleitó con el celestial aroma a melocotón mientras Jesse se daba una ducha tan caliente que el vapor se elevaba dentro de la habitación. O tal vez, pensó con una risita, el agua sólo crepitaba en vapor cuando lo tocaba a él. Era sin duda lo suficientemente caliente por sí sólo. — ¿Qué es tan gracioso? —La voz de Jesse retumbó cerca de su oído, haciéndola saltar. Sus ojos se abrieron de golpe y se dio cuenta de que había estado tan inmersa en el calor hipnótico del agua combinada con sus propios pensamientos que ni siquiera había oído la ducha cerrarse.

alrededor de sus caderas. Su boca se secó. Maldita sea. Realmente era tan hermoso como un hombre podía ser. El silencio se prolongó hasta que su mirada pasó de divertida a ardiente. Él metió la mano y sacó el tapón del desagüe. —Vamos. Vamos a sacarte ahí. Tengo una sorpresa para ti. —Ella no dijo una palabra mientras él extendía una toalla para que ella la utilizara. La envolvió a su alrededor, tomándose un momento para darle un abrazo desde detrás y morder su oreja. Se le puso la piel de gallina en sus brazos, y él se rió entre dientes, notando su efecto en ella. La condujo fuera del cuarto del baño gigante, a través de la habitación y dentro de la sala de estar. Una bandeja de carrito con una gran cantidad de platos cubiertos estaba a un lado de una pequeña mesa junto a la ventana que estaba arreglada con dos lugares. Copas de cristal de agua y bella porcelana china adornaban la mesa, al igual que una sola rosa roja en un florero de cristal y una vela lista para ser encendida. Maria se quedó sin aliento, absorbiendo todo durante un momento.

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Jesse estaba sentado en el borde de la bañera, con una toalla envuelta baja

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El Club de las Excomulgadas —Pensé que tendrías hambre. —Jesse, a su espalda, sonó un poco inseguro. Ella se volvió y lo miró. —Esta es la cosa más romántica que alguien ha hecho por mí alguna vez— dijo seria, sonriendo para no llorar ante su consideración—. Gracias. —Su expresión fue de nerviosa a segura mientras se inclinaba para darle un casto beso en sus labios. Ella quería más, pero él no iba a permitirle ahondar en su beso. Un poco molesta, pero dispuesta a seguirle la corriente, por ahora, ella dio un paso atrás y se movió hacia la mesa. Jesse sirvió lo que tenía que ser la comida más deliciosa, exótica, y romántica de su vida. Encendió la vela, y aunque no había alcohol servido, el agua estaba aún mejor. Extraída de montaña, fresca como la primavera, y llena de un brillo mágico que decía mucho acerca de la fuente y de las tierras de donde había toda la montaña de la que obtenían su agua, y cumplían con su deber como custodios de este bosque, de mantener la tierra pura, de la forma en que la naturaleza intentaba. Ella estaba segura. El agua de manantial era vigorizante de una manera que la mayoría de las otras aguas en el mundo de los humanos no lo era. Maria no se dio cuenta de lo hambrienta que estaba hasta que los aromas la golpearon cuando Jesse levantó las cubiertas de los platos de comida. Él comió fácilmente tres veces la cantidad que ella normalmente tenía, lo que estaba bien con ella porque las raciones eran generosas. Había incluso postre, aunque no era tan abundante como habían sido las porciones de carne, lo cual tenía sentido. Los lobos eran carnívoros, después de todo. Le gustó la tarta de cereza, y se comió hasta la última miga. Después de los últimos días de viaje, con el miedo, la pelea y la preocupación, pensaba que se merecía un poco de derroche. Mientras lamía los últimos restos de crema del tenedor, se dio cuenta de que Jesse tenía la mirada fija en ella. Lo miró, pasando de distraída a estar muy en sintonía con él en un instante. El movimiento de su lengua sobre el tenedor se detuvo y luego comenzó de nuevo con nuevo propósito. Ella fue más lenta,

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salido. De las tierras de la Manada, le contó Jesse. Había manantiales naturales por

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El Club de las Excomulgadas burlándose de él, mostrándole su lengua con la esperanza de que le recordara lo que podía hacerle con ella. A juzgar por el bulto en su toalla, estaban en la misma página. Ella siguió lamiendo hasta que el último pedacito de pastel de queso desapareció. Jesse observó todos sus movimientos, su boca se había abierto un poco hasta que ella puso el tenedor en su plato. Se sentó allí por un momento antes de que sus ojos se estrecharan y un rugido profundo, sexy retumbara a través de su pecho. Él se puso de pie y la tomó en sus brazos, rápido como un rayo, llevándola al dormitorio y pateando las puertas para cerrarlas detrás de él antes de tirarla sobre la exuberante cama. Ella rebotó un poco, riéndose ante su impaciencia. Se sentía exactamente igual. Había esperado demasiado tiempo para tenerlo para ella sola, en una cama en la que no tuvieran prisa. ella, y se abalanzó sobre ella en el momento que estuvo tumbada sobre su vientre. Colocó cada una de sus manos a cada lado de su cara y ella pudo sentir sus rodillas rozando la parte exterior de sus muslos. Hizo descender la parte superior de su cuerpo, frotando su pecho ligeramente peludo contra su espalda y gruñendo. Ella sintió el rugido pasar a través de su pecho y dentro de su cuerpo. La sensación de ello, de él, le hizo contener el aliento. Maldita sea. Eso era sexy. Ella tenía la cabeza girada hacia un lado y él acercó su rostro junto al de ella, mordisqueando la sensible piel de su cuello y lamiendo alrededor de las espirales de su oído. Mordió el lóbulo de su oreja, haciéndola temblar. —He estado soñando con esto, mi amor. —Ella se quedó sin aliento de nuevo con sus dulces palabras, pronunciadas en un susurro brusco. —Yo también —admitió ella en un gemido que pareció excitarlo aún más. Podía sentir el grueso eje de su pene ahora, enclavado contra las suaves curvas de su trasero.

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Jesse arrojó la toalla al suelo y tomó la de ella. La hizo rodar para hacerla salir de

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El Club de las Excomulgadas Quería más. Estar con Jesse siempre le provocaba deseo con muy poco esfuerzo. Estaba tan hambrienta de él que apenas necesitaba cualquier juego previo en absoluto. Ella trató de empujarse hacia atrás en su contra, pero aparentemente él tenía otros planes. Jesse presionó sus hombros hacia abajo a medida que se elevaba sobre ella, levantando sus caderas al mismo tiempo con una mano fuerte ubicada en su vientre. La colocó sobre sus rodillas y luego se movió más abajo para separar sus piernas así su trasero estaría en el aire y su vagina expuesta a él de manera descaradamente sexual. Las dudas se deslizaron cuando él permaneció en silencio. Maria no había sido tomada al estilo perrito en mucho tiempo, pero teniendo en cuenta que acababa de sellar su vida a un hombre que era parte lobo, suponía que era mejor que se acostumbrara a eso. El pensamiento la hizo sonreír.

húmeda aterrizó de repente sobre ella desde atrás. Jesse delineó su trasero con las manos, extendiéndola ampliamente mientras su lengua saqueaba sus resbaladizos pliegues. Ella gritó. No pudo evitarlo. Ningún hombre le había hecho lo que Jesse le hacía. Francamente, no estaba segura de cuánto de ese increíble tratamiento podría soportar. Su vientre ya estaba temblando con descargas de placer, sus caderas ondulaban a medida que él le proporcionaba clímax tras clímax, conduciéndola más alto con cada barrido de su lengua. —Jesse—gritó mientras él la conducía a otro clímax rápido e intenso. Ella se estremeció en su agarre, meciéndose con fuerza ahora. Él finalmente cedió, riendo mientras se apartaba de su vagina. Ella lo sintió erguirse sobre ella otra vez, aunque la mantuvo en sus rodillas, con el trasero elevado. Ella creyó saber lo que podría venir a continuación y apenas podía esperar. A pesar de los pequeños temblores de satisfacción que ya le había dado, quería más. Quería todo de él. Ahora y para siempre.

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Su sonrisa se convirtió en un grito de sorpresa cuando una lengua larga y

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El Club de las Excomulgadas —Me gusta la forma en que dices mi nombre, Maria, mi amor —gruñó él seductoramente cerca de su oreja. Él la mordió de nuevo mientras guiaba la cabeza de su pene hacia sus pliegues y lo deslizaba en círculos sobre la humedad allí, provocándola, atormentándola, manteniendo lo que más deseaba ella fuera de su alcance. Ella trató de empujarse contra él, pero él no le permitió moverse. —Por favor, Jesse. Te necesito —suplicó. No estaba por encima de suplicar por lo que quería, y a él pareció gustarle. Lo sintió pulsar contra ella y su pene se deslizó en su interior, sólo la punta, antes de que se detuviera. —Dime lo que sientes por mí, Maria. Tengo que escucharlo. — ¿Ahora? ¿Se estaba negando a ella y quería que se lo dijera ahora? Si pudiera gruñir como él, lo dispuesta a decirle lo que pensaba cuando vio la expresión de su cara. Él se veía... necesitado. Abierto. Inseguro. Y absolutamente adorable. Había dejado caer sus barreras y quería que lo tranquilizara de una sorprendente manera que la hizo respetarlo mucho más debido a eso. Su corazón se derritió y no pudo negarle su necesidad. —Te amo, Jesse —dijo ella simplemente, con la voz llena del amor que habitaba en su corazón por el hombre que había hecho realidad todos los sueños que tenía sobre su amante ideal. Sus ojos mostraron su alivio mientras sus labios sonreían con un placer del tipo emotivo. —Yo también te amo, mi compañera. Nunca dudes eso. —Se impulsó totalmente dentro de ella, uniéndolos en la forma de las parejas vinculadas. Sus embestidas fueron largas y lánguidas al principio, escalando con el tiempo hasta convertirse en penetraciones fuertes y rápidas que casi levantaron sus rodillas de la cama. Él movió su cuerpo alrededor como si ella no pesara nada,

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habría hecho. Así como estaban las cosas, ella giró la cabeza para mirar hacia él,

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El Club de las Excomulgadas ajustando su agarre sobre sus caderas y su posición dentro de su vagina para que se adaptara a su antojo y para proporcionarle a ella el placer más increíble que jamás había conocido. Ella se corrió una y otra vez por él, gritando su nombre varias veces antes de que él finalmente se uniera a ella en una felicidad palpitante que era

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solamente de ellos en este vasto y hermoso universo.

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El Club de las Excomulgadas Capitulo Doce Jesse la despertó temprano para más actividades amorosas. Habían pasado toda la noche debatiéndose entre el intenso placer y una buena noche de sueño. Ella se despertó para una nueva ronda de éxtasis y luego se unió a él en la ducha para un jugueteo que incluía una completa demostración de todos los usos creativos para una esponja. Maria se sentía decididamente traviesa cuando salieron de su habitación y bajaron para el desayuno. Jesse la llevó a la gran sala en la parte trasera de la casa donde las comidas se servían. Estaba llena con largas mesas, sillas y un bufet casi desbordante que había sido establecido a lo largo de un extremo de la habitación. orden aparente, y el ruido era bajo, ya que todavía era relativamente temprano en el día. —La mayoría de nosotros se levantan un poco tarde en comparación con los humanos —explicó Jesse, mientras tomaban platos y comenzaban a caminar por el bufet, tomando porciones de lo que les gustaba—. El momento más seguro para salir a correr es por la noche, cuando los humanos están en la cama y está lo suficientemente oscuro para que cualquier persona que esté fuera de casa en realidad no pueda vernos. —Eso tiene sentido —comentó Maria al notar la amplia selección de diferentes tipos de embutidos. Había incluso un puesto donde un lobo joven estaba haciendo tortillas a la orden. No era terriblemente formal. El chico universitario no tenía ningún tipo de uniforme y estaba sentado en una mesa cercana leyendo lo que parecía un libro de química hasta que alguien deseaba una tortilla. Todo el mundo parecía conocer a todos los demás y el ambiente era amistoso. A Maria le gustó enseguida el ambiente. Cuando se acercaron al joven que estudiaba química entre hacer lo que se parecía increíblemente a unas suaves tortillas gigantes, Jesse lo saludó con una palmadita en la espalda. Él dijo algunas palabras al oído del joven y

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La gente estaba sentada en grupos pequeños o en parejas en varias mesas sin un

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El Club de las Excomulgadas éste inmediatamente se levantó para hacer lo que sea que Jesse le hubiera solicitado. Maria ya tenía un plato lleno con un par de rebanadas de tocino crujiente y pan francés goteando de mantequilla y azúcar impalpable. Eso era suficiente para ella, pero el plato de Jesse ya estaba colmado de carne cuando la llevó a una mesa cerca del centro de la habitación. Se acomodaron, usando la jarra térmica llena de café ya en la mesa para servir dos tazas. El joven trajo su creación completa en otro plato unos pocos minutos más tarde. Por lo que Maria podía ver, era una tortilla de cuatro huevos con todo tipo de verduras y queso rezumando de los lados. —Entonces, ¿qué te parece?— Jesse parecía ansioso por su aprobación y ella sonrió mientras picoteaba su tostada francesa.

poco tiempo. —Se rió, y él también lo hizo, pero en el fondo de su mente se dio cuenta de que tendría que moderar su propia alimentación por aquí. No era un hombre lobo. No tenía ese metabolismo súper rápido que les permitía a todos comer tan increíblemente buena comida. —Eres perfecta, Maria. Siempre serás perfecta para mí. —Su tono era conmovedoramente sincero, igual que la expresión de sus ojos cuando ella le devolvió la mirada. —Te amo Jesse —susurró ella, estirándose para tocar su mano, compartiendo ese momento especial con él. Esas simples palabras le dijeron todo lo que había en su corazón. Todos los complicados sentimientos podían resumirse en esa simple frase, que alteraba la vida. No estaba segura de cuánto tiempo se sentaron allí, mirándose tontamente a los ojos, cuando una garganta se aclaró bastante alto justo detrás de ellos. Ella saltó hacia atrás un par de centímetros, girando la cabeza para mirar hacia arriba, y se encontró al tío de Zach, Rocky, de pie detrás de ellos con dos platos de comida en sus manos.

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—Creo que si coméis así todos los días, podría ponerme muy gorda aquí en

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El Club de las Excomulgadas —He estado buscando un momento para hablar con vosotros en privado — dijo con voz ronca—. Este parece un momento oportuno... ¿a menos que queráis estar solos? —Sonrió con complicidad hacia ellos y Jesse rió, dándole la bienvenida al oso pardo cambiaformas para que se sentara con ellos. —Sí, creo que ya es hora de que conozcas a la Doctora Garibaldi —dijo Jason como si supiera algo que ella no. —Garibaldi—. Rocky repitió su apellido con significado mientras se sentaba frente a ellos y colocaba sus platos en la mesa. Maria le tendió la mano cortésmente y Rocky la tomó entre las suyas. Cuando sus pieles se unieron, ella sintió un extraño cosquilleo de magia. Algo

—Maria, no conoces formalmente al tío de Zach, Rocco Garibaldi. —Ella podía sentir a Jesse estudiar su reacción y el agarre de Rocky se apretó una fracción, enviando ese pequeño zumbido de conocida magia por su brazo. Maria estaba confundida. —Pero el apellido de Zach no es ese, ¿verdad? —No podía recordar si alguna vez ellos habían hablado sobre su apellido o el de Zach. Parecía un poco de demasiada coincidencia que todos debieran tener el mismo apellido. —Zach es el cachorro de mi hermana. Se casó con un Collins. Él tomó el apellido de su padre, igual que mi hermana, pero ella nació como una Garibaldi. — Finalmente soltó su mano y ella sintió el hormigueo residual—. La pregunta es ¿estamos emparentados de alguna manera? Parece extraño que te mezclaras con Zach y sus problemas si no estabas de alguna manera ya unida a nosotros por la sangre y la magia. ¿Hay sangre cambiaformas en tu familia? —Honestamente no lo sé. Mi verdadero padre murió cuando yo era joven. Mi madre se volvió a casar y mi padrastro cree que mi tía y mi abuela son viejas hippies locas. Ellas son las únicas que trataron de enseñarme acerca de la magia, pero nunca mencionaron a los cambiaformas. La primera vez que oí hablar de tal

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familiar, pero no podía ubicarlo. Ahora estaba intrigada.

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El Club de las Excomulgadas cosa fue cuando atendí a una puma traída a mí por una organización de rescate. Pensaban que había sido atropellada por un coche. Le realicé una cirugía para reparar sus brazos y con el tiempo, mientras ella sanaba y comenzaba a confiar en mí, se arriesgó y cambió delante de mí. Me quedé muy sorprendida. Nunca pensé que algo así fuera posible. Ella me tranquilizó y nos hicimos amigas. Con el tiempo se curó y dejó mi santuario. No quería permanecer demasiado tiempo en un mismo lugar en caso de que su marido la atrapara. Él fue el coche. —Vio la confusión en las caras de Jesse y Rocky y supo que tenía que explicarse—. Lo siento. —Ella negó con la cabeza—. Lo que habían pensado que fue un daño causado por la colisión con un coche era realmente el resultado de una paliza. Su esposo era abusivo y casi la mata. Hice una lista de las heridas de la puma por las que podría haber muerto en un papeleo oficial y fue libre de comenzar su vida de nuevo. Se pone en contacto conmigo de vez en cuando. Hasta ahora, no la ha encontrado y está viviendo una

—Esa fue una buena obra la que hiciste, doctora —dijo Rocky con su voz ronca. Maria se sintió cómoda con su cumplido, así que siguió con su explicación—. No me di cuenta de que Zach era un cambiaformas cuando vino a mí. Le habían disparado y yo quité la bala y lo cuidé como lo haría con cualquiera de los animales llevados a mí. Todavía me siento tan mal por haberlo encerrarlo en la jaula. Tuve problemas con gente tratando de robar algunos de los animales exóticos, así que comencé a usar cerraduras. No tenía ni idea acerca de Zach hasta que Jesse se fijó en él. Lo siento mucho. Tenía miedo de la reacción del oso pardo mayor, así que se disculpó directamente en cuanto tuvo la oportunidad. No quería que esto se interpusiera entre ellos. Si iba a tener un problema con ella, la mejor manera de sacarlo a la luz era tratar con él de inmediato. Pero no tuvo por qué preocuparse. Rocky hizo caso omiso de sus palabras y se mantuvo calmado. —Es uno de los peligros de usar nuestro pelaje. Hiciste lo que pudiste por él y realmente dependía de él decirte que no era un oso habitual como hizo tu amiga

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vida mucho mejor.

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El Club de las Excomulgadas puma. Zach debería haber sentido la magia en ti y darse cuenta de que podría confiar en ti debido a tus acciones. —Él estuvo bastante ido la mayor parte del tiempo. —Ella se encontró defendiendo a Zach—. Sus heridas eran extensas. —Gracias por remendarlo y cuidar de él. Y por todo lo que vino después. Hiciste un trabajo increíble ayudando a liberar a mi hermana, a su pareja y a capturar a los responsables. Nuestro equipo ganó una victoria decisiva en esta ocasión, y es debido principalmente a tus acciones, Maria. Estoy seguro de que los Señores querrán darte las gracias también. —Maria sintió sus mejillas calentarse con un rubor mientras sonreía.

—Y más que nadie más, mi amor. —Jesse la tomó de la mano, sosteniéndosela sobre la mesa donde todo el mundo pudiera verla. — ¿Así que es cierto, entonces? —preguntó Rocky con una sonrisa cada vez mayor—. Domaste al lobo salvaje por fin. —Su mirada invitó a Maria a unirse a su evidente alegría—. Felicidades a los dos. —Gracias. —Maria respondió en voz baja, mientras Jesse se limitaba a sonreír. Iba a decir algo más cuando Jason y Sally se acercaron y se unieron a su mesa, saludando a todo el mundo. Fue unos minutos antes de que todos se instalaran de nuevo y Rocky llevara la conversación hacia el punto que había estado haciendo antes. — ¿Cuánto tiempo atrás puedes rastrear el nombre de Garibaldi en tu ascendencia, Maria? —preguntó Rocky casualmente mientras comían. —No estoy segura, pero Nona, la madre de mi padre, tiene abundancia de esos registros. Ella realiza el seguimiento de la familia.

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—De nada —respondió en voz baja—. Era lo menos que podía hacer.

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El Club de las Excomulgadas —Hay una manera más fácil. —Sally elevó la voz desde su extremo de la mesa—. Leonora me enseñó a ver mi árbol genealógico. Apuesto a que tú podrías hacerlo también, Maria. —No podía imaginar de qué estaba hablando Sally, pero sin duda estaba interesada. Jesse había mencionado algo sobre eso al principio, cuando se conocieron, y la idea se había arraigado en su mente. —Estoy dispuesta a intentarlo. Si funciona podría responder a muchas preguntas. Sally sonrió. —Está bien. Después de que terminemos de comer iremos afuera. Nuestro tipo de magia es el más adecuado para el bosque, por lo que será más fácil si

—Eso tiene sentido—accedió Maria y la conversación giró en torno a otras cosas. Jason habló de su conversación de la mañana con el vampiro Marco, y de cómo los Señores enviarían representantes para observar y participar en el interrogatorio. Rocky les dijo que Zach y sus padres estaban recibiendo el desayuno en su suite. Estaban recuperando su fuerza lentamente y planeaban quedarse unos días en la casa de la Manada antes de mudarse con Rocky a su territorio de origen. —Su casa fue completamente comprometida —añadió Rocky con el ceño fruncido—. Por no mencionar destruida por los hijos de puta que los secuestraron. Aparentemente, rompieron el lugar en pedazos en busca de algo mágico o de cualquier información que pudiera conducir a más miembros de su Clan, amigos, y familiares. Todos somos cuidadosos en no dejar ese tipo de información por ahí, así que no creo que consiguieran mucho, pero es mejor estar en guardia. He alertado al resto de la familia y del Clan. No hay muchos de nosotros, así que es fácil de hacer. —Y los malos fueron capturados en su mayoría —pensó Maria en voz alta. Jason frunció el ceño.

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estamos en él.

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El Club de las Excomulgadas —Lamento decir que no hay garantía de seguridad. Los Venifucus tienen una operación mundial, con tentáculos por todas partes. Cualquiera que sea la información que el grupo en Nebraska robó de la casa Collins está sin duda ya en las bases de datos y siendo estudiada por otros miembros de su organización. Eso no sonaba bien. —Y aún hay más, Maria. —Sally interrumpió con expresión preocupada. Maria había visto a Sally comprobar algo en su teléfono inteligente—. Acabo de escuchar que las personas a las que les pediste que cuidaran a tus animales reportaron un robo en la madrugada de hoy, cuando se acercaron a tu casa para la comida de la mañana. Los policías locales fueron a comprobar las cosas. Parece que los delincuentes saquearon tu casa, pero dejaron a los animales en paz en su

Su estómago se hundió ante la noticia y Maria puso su tenedor abajo. No podía comer otra cosa. Su apetito se había ido. —Disculpadme un minuto. —Se apartó de la mesa y salió de la habitación. Oyó a Jesse siguiéndola a unos pasos atrás y se alegró de su presencia y del hecho de que le estuviera dando un poco de espacio, pero que no la dejara sola en este terrible momento. Maria fue por las amplias puertas que daban a una terraza y al patio trasero rodeado de un denso bosque. Sacó su teléfono móvil del bolsillo. Lo había mantenido desconectado y lo había utilizado sólo una vez al día anterior durante el largo viaje para hablar con los amigos que habían prometido cuidar de su santuario. Todo había ido bien hasta ese momento. Maria apretó la marcación rápida y esperó impaciente a que la llamada se conectara. Permaneció de pie en la terraza a la luz del sol moteada y su corazón quería apreciar la belleza a su alrededor, pero su mente estaba atrapada en lo que podría estar pasando en casa. Aunque... cuando se detuvo a pensar en ello, esa ya no era realmente su casa.

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mayor parte.

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El Club de las Excomulgadas Su casa estaba de pie a unos pocos metros detrás de ella. Se volvió para mirarlo mientras la llamada se conectaba. Mientras hablaba con su amiga, se dio cuenta de algo de gran importancia. El santuario que había construido en realidad no era más su santuario. Su hogar, su lugar seguro, su seguridad, estaban enlazados a Jesse ahora. De alguna manera, saber eso la calmó y pudo enfrentar las vicisitudes de lo que pasaba allá en Iowa. Su amiga la puso al día de la secuencia de eventos como los conocía y Maria reconstruyó el resto. Le aseguró a su amiga que todo estaría bien antes de terminar la llamada y desconectarla. Su amiga continuaría al cuidado de los animales y Maria había prometido, ya sea enviar a alguien o volver ella misma tan pronto como fuera posible.

a Jesse. —Oíste todo eso, ¿verdad? —preguntó ella, cada vez más segura de sí misma mientras los segundos pasaban. Jesse asintió y caminó en silencio, acercándose. —Ahora que la tormenta terminó, puedo enviar a algunos de mis chicos allí en un par de horas. ¿A menos que quieras ir tú misma? —A ella le gustaba que él le estuviera dando la opción. —Supongo que tendré que ir en algún momento, pero si tus hombres por lo menos pueden asegurar la casa, por ahora, podremos ir más adelante y ver lo que ocurrió allí. — ¿Tienes que llamar a tu familia? Lo más probable es que estén recibiendo visitas de los agentes Venifucus si saben acerca de ti. Si son algo mágicos, podrían estar en problemas.

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Guardó su teléfono y apoyó la cadera en la barandilla de la terraza, mirando

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El Club de las Excomulgadas —Mamá no tiene magia. Mi padrastro no la tiene tampoco, pero es rico y tiene seguridad privada, por lo que están muy bien protegidos. Mi tía y mi abuela probablemente están todavía en la cabaña, si no están ya de camino a Wyoming, pero ya no mantengo su información en mi casa. Todo está aquí. —Golpeó su sien con un dedo—. Desde que me hice amiga de una were puma y vi lo que tuvo que pasar, me dejó una impresión sobre la necesidad de mantener el secreto cuando se trata de ciertas cosas. Me alegro de haber seguido su consejo y destruido cualquier registro escrito de direcciones o números de teléfono. Aunque mantengo algunos números en mi teléfono inteligente. La were puma probablemente no lo aprobaría. Jesse sacudió la cabeza con una expresión de alivio. —Esa es una buena noticia. Sólo para estar seguros, sin embargo, puedo enviar a algunos hombres a mantener un ojo en tu madre y padrastro. Y a escoltar a puede ser necesaria para ayudar a sanar a Leonora. Podrás mantener tu teléfono encendido. Los chicos malos saben por ahora que estás con nosotros, y saben dónde vivimos. No ganarán nada al tratar de localizar tu número, si es que lo tienen. Jesse se acercó, rodeando con sus grandes manos su cintura y reclinándose más atrás para mirarla mientras hablaba. Sintió el amor en cada movimiento que realizaba hacia ella y supo que había tenido razón. Su hogar estaba aquí ahora, donde estaba Jesse. —Puedo tratar de llamar a mamá y a Nona —ofreció ella. —Buena idea. —Él se inclinó y la besó suavemente. No sabía cuánto tiempo duró el beso antes de que la puerta se abriera desde dentro, haciendo que se separaran. Ella miró alrededor de los anchos hombros de Jesse para ver a Sally caminar hacia ellos.

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tu tía y a tu abuela aquí, si quieres. Sé que a Sally le gustaría conocerlas y su magia

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El Club de las Excomulgadas —Espero no estar interrumpiendo —dijo con un guiño y una sonrisa—. Hay unos osos pardos impacientes allí que quieren saber si eres una prima perdida de hace mucho tiempo para ambos. Maria soltó a Jesse mientras él quitaba sus manos de su cintura y daba un paso atrás. Notó que él sacaba su teléfono móvil del bolsillo del pantalón y comenzaba a hacer llamadas mientras Sally tomaba su lugar junto a Maria. Lo que siguió a continuación fue una lección de veinte minutos sobre la forma de dar a luz al más que impresionante árbol mágico brillante que brotó de la tierra elevándose, como un árbol real, pero hecho exclusivamente de energía. Podía ser convocado y despedido al antojo, ahora que Maria era consciente de ello, y el primer examen de sus muchas ramas mostró que sí, en efecto, Maria estaba relacionada tanto con Sally, a través de Leonora, como con los osos pardos were de

Maria estaba inmersa en el estudio de su árbol genealógico personal cuando se dio cuenta de que una pequeña multitud se había congregado alrededor de ella y de Sally. Jason tenía su brazo alrededor de la cintura de su esposa y Rocky estaba de pie a un lado con Jesse, luciendo impresionado por lo que estaba viendo si su expresión era algo por lo que guiarse. Cuando Maria se fijó en él, levantó la mirada y sonrió. —Parece que también soy una prima perdida tuya de hace mucho tiempo, Rocco. —Mi esposa se sentirá aliviada al oírlo. Ha estado sintiéndose un poco superada en número por todos los cambiaformas allí en el norte donde vivimos. Una vez que las cosas se calmen, tendrás que hacerle una visita. — ¿Así que tu esposa no es were? —Maria estaba intrigada. Rocky negó con la cabeza, pero sonrió.

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nombre Garibaldi través de la línea de su padre.

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El Club de las Excomulgadas —No, es humana. Pero nuestros dos hijos comenzaron a cambiar casi desde el primer momento. Fue difícil para ella acostumbrarse al principio. Especialmente con los dos corriendo por ahí. Los gemelos no son fáciles de tratar. Tuvimos que poner una valla en el patio trasero de inmediato o los hubiéramos perdido en el bosque unas pocas cientos de veces. No duró mucho tiempo, sin embargo. Tan pronto como aprendieron a treparla, estuvimos en serios problemas. —Se rió y los otros hombres se le unieron. —No puedo ni siquiera imaginarlo. —Maria dejó que el árbol mágico familiar se disipara. —Es una pena que tu línea no parezca ser capaz de cambiar. Hay tan pocos de nosotros, los pardos —dijo Rocky pensativo un momento después.

par de días. —Maria le dio una sonrisa triste. —No es tu culpa, sólo es una observación. No crees que tu tía pueda cambiar y nunca te lo mencionara, ¿verdad? —Rocky parecía esperanzado. —No estoy segura. —Maria pensó en todas las veces que su tía había querido decirle más acerca de la magia y Maria la había rechazado—. Francamente, tendré que disculparme con ella y con Nona. Fui un poco grosera con ellas acerca de la magia todos estos años. Jesse sonrió y puso su brazo alrededor de sus hombros. —Ellas te perdonarán. Creo que, a juzgar por lo que me dijiste acerca de ellas, disfrutarán de ser parte de nuestra Manada extendida, ¿no es así? —Sí, creo que realmente les gustará el ser capaces de ser abiertas acerca de sus habilidades en un lugar donde la gente realmente cree en la magia. —Maria ni siquiera tuvo que pensar en esa respuesta. Durante mucho tiempo, sus parientes femeninas habían estado recluidas de la sociedad humana, prefiriendo mantenerse

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—Lo siento. Realmente ni siquiera creí en mi propia magia hasta hace un

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El Club de las Excomulgadas consigo mismas o pasar los largos veranos en la cabaña donde ellas podrían ser quienes eran, sin tener que ocultar sus diferencias. El grupo hablaba sobre las familias y la adaptación a la vida en la Manada durante un tiempo justo antes de que el teléfono de Jesse sonara, alejándolo del grupo. Regresó un momento después con una sonrisa. —Tenías razón acerca de que tu tía y tu abuela no esperarían una invitación. Se acaban de presentar en la ciudad, preguntando dónde encontrarme. —Oh, no. ¿A quién le preguntaron? —Maria temía la idea de que sus parientes estuvieran siendo indiscretas. —Está bien. Al parecer, siguieron la magia a un restaurante dirigido y que las traiga a la montaña. —Jesse parecía muy informal con todo el asunto, pero ella supuso que no era algo cotidiano que extraños fueron invitados al corazón del territorio de la Manada. —Lo lamento. —Se sintió mortificada a un nivel, y emocionada de ver a sus familiares en otro. —No lo hagas. —Jason reforzó la actitud despreocupada de su hermano—. Sally quiere conocerlas y habrían sido invitadas de todos modos. Además, es algo refrescante tener una tía excéntrica en la familia. —Jason se rió y Sally dio un manotazo en su brazo. —En serio, todo está bien, Maria. No le prestes atención. —Sally le disparó a su marido una mirada sucia y burlona—. Las Manadas were tienen su parte de excéntricas. Es todo eso de la magia y de aullar a la luna. —Espero que lo entiendas, pero por razones de seguridad estoy arreglando esta primera reunión en nuestra casa, Jay. —Jesse declaró con voz firme—. No quiero exponer a la Manada todavía, por si acaso sus parientes se oponen a nuestra unión.

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frecuentado por weres. El propietario acaba de llamarme. Enviaré a alguien para

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El Club de las Excomulgadas —No lo harán —protestó Maria, pero en su corazón, no estaba cien por ciento segura. La seguridad de la Manada tenía que ser primero. Maria entendía eso—. Aún así —continuó—, probablemente sea mejor que hable con ellas primero antes de que las conozcáis. Mucho ha cambiado en un par de días. El grupo se dispersó con buenos deseos para la reunión de la familia de Maria. Jesse la escoltó a un Jeep y la acomodó con un beso antes de moverse al lado del conductor. Los condujo de forma rápida y hábil por caminos secundarios a través de algunos de los bosques más hermosos que Maria hubiera visto jamás. Dónde vivía en Iowa, las cosas eran un poco planas, pero aquí había crestas, colinas y montañas. Mucho terreno interesante y encantador, árboles gigantes en un bosque antiguo. La magia del lugar se filtró en sus sentidos recién despiertos y se sintió bienvenida una vez más, por las plantas y los árboles. Era realmente una

Cuando estacionó el Jeep en una curva cerca de la cima de una montaña que habían estado subiendo constantemente, Maria fue impactada por la belleza natural de la casa acomodada en los bosques como si perteneciera allí. Estaba hecha de madera, por supuesto, con un techo inclinado cuya curva hacía eco de las ramas por encima de su cabeza. Se ajustaba. Era parte del bosque en el que vivía. —Esta es mi casa. Nuestra casa ahora, si quieres vivir aquí. —Jesse la miró nervioso cuando ella apartó la mirada de la casa para mirarlo a la cara. Ella se inclinó sobre la consola central para ahuecar su cara sin afeitar en una palma. —Es magnífica, Jesse. Y estaré contenta en cualquier lugar, siempre y cuando estemos juntos. El alivio pareció inundar su expresión. Se inclinó para darle un beso largo y profundo antes de salir del Jeep y correr alrededor para ayudarla a bajar del alto vehículo. Le sostuvo la mano mientras caminaban lentamente hacia la estructura. —Diseñé este lugar y algunos de los chicos me ayudaron a construirlo un par de años atrás. Cuenta con todo tipo de ventajas con respecto a la seguridad que

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increíble sensación de volver a casa, a un lugar en el que nunca había estado antes.

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El Club de las Excomulgadas realmente no puedes ver, pero estarás a salvo aquí, Maria. Nadie pasará más allá de mis chicos y de mí. —Creo eso —dijo ella en voz baja, sabiendo que él estaba haciendo todo lo posible para que se sintiera segura. Realmente apreciaba eso después de lo que había pasado en los últimos días. —Mis hombres viven en los alrededores, un poco por debajo de este punto. Simplemente resultó de esa manera. Yo fui el único dispuesto a enfrentarse a los vientos aquí en la cima, pero me comprometí y la construí justo debajo de la cresta. La parte superior real de la montaña está todavía a unos cuantos metros por encima de nosotros, detrás de la casa. De esta manera, sólo recibimos el viento de frente y de los lados, pero los árboles realmente se han acumulado para ayudar como cortavientos. —Pareció pensar en eso por un momento—. ¿Tal vez sabían que ibas momento. Los bosques no eran tan densos cuando empecé la construcción de aquí. Maria extendió sus sentidos y sintió un pequeño resplandor de magia residual. —Alguien hizo algo aquí. Los árboles fueron alentados y todavía tienen un poco de la magia que se utilizó. Fue hecho con amor. Eso te lo puedo asegurar. Hay un gran sentimiento de amor y de protección en cada árbol y en cada arbusto joven. —Increíble. Creo que tal vez Leonora sabía más sobre el futuro de lo que dejó saber. ¿Hay alguna vidente en tu familia? —Mi tía ve cosas a veces —respondió Maria a la vez—. Esa es probablemente la forma en que supo a dónde venir. Nunca le dije específicamente a dónde íbamos. —Podría ser la influencia de los osos pardos. Muchos de ellos son chamanes. Pero apostaría por el lado dríade esta vez. —Él sonrió mientras subían los escalones hacia la puerta principal. Abrió la puerta y luego la sorprendió

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a venir? O tal vez Leonora me hizo un favor del que no fui consciente hasta este

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El Club de las Excomulgadas cargándola en sus brazos. La llevó al otro lado de la puerta, luego se detuvo para besarla hasta dejarla sin aliento justo dentro de la casa. Cuando finalmente la dejó libre para tomar aire, la cabeza le daba vueltas. Él siempre parecía tener ese tipo de efecto en ella. —Bienvenida a casa, Maria. Mi compañera. Mi amor. —Su voz era profunda y sincera, zumbando a través de ella con una emoción tan fuerte, que le suscitó una lágrima en uno de sus ojos. — ¿No es apuesto? —Una voz familiar sonó desde el exterior en la parte inferior de las escaleras. Jesse dejó a Maria sobre sus pies y saltó a un estado de alerta, mientras ella asimilaba el hecho de que su tía ya estaba aquí, de pie junto a su abuela, respaldada negra. Creyó recordarlo de su cocina y que su nombre era Arlo. Él inclinó su gorra imaginaria en dirección a ella mientras sonreía. —Traje a tus visitantes, Alfa —dijo Arlo innecesariamente—. Toqué la bocina, pero creo que tú y tu señora estabais ocupados. —Pareció reírse entre dientes, pero sabiamente, no permitió que su alegría fuera escuchada en alto. Jesse negó con la cabeza y dio un paso atrás mientras Maria se precipitaba por las escaleras para darle la bienvenida a su familia. Ellas las envolvieron en ese abrazo con aroma a hierbas que le era tan familiares y tan apreciado, que las lágrimas que habían amenazado con caer, realmente lo hicieron esta vez. Las tres mujeres estaban sonriendo y llorando después de una ronda de abrazos feroces. Cuando Maria miró a su alrededor después del llanto y que los abrazos hubieran llegado a su final natural, Jesse y el hombre habían desaparecido. La puerta principal se mantenía abierta, por lo que Maria subió los escalones, ayudando a Nona a ir a un asiento en el amplio porche delantero. Había sillas de mimbre y una pequeña mesa de mosaico con tapa de cristal que era muy atractiva. Maria respondió las preguntas de la familia por unos buenos veinte minutos antes de que Jesse reapareciera con una bandeja gigante de té llena de bocadillos y bebidas.

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por un hombre que lucía muy divertido y usaba pantalones militares y una camiseta

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El Club de las Excomulgadas Se hicieron las presentaciones mientras Jesse se unía a ellas. Él tomó bien las burlas de su tía, pero su nona parecía más difícil de impresionar. Finalmente, habló, sorprendiendo a Maria con sus palabras. —Soy una maga humana, joven. No tengo sangre cambiaformas. Ni sangre dríade —dijo Nona con gran dignidad. Maria les había explicado sobre el árbol familiar con el mayor detalle que pudo a su público muy interesado—. Me sentí atraída por mi marido por su magia, y es bueno saber que se trató de magia pura, a pesar de que en realidad nunca lo reconoció. Él trabajó duro toda su vida y murió en un extraño accidente que he considerado sospechoso durante mucho tiempo. — Maria no sabía eso, pero las preguntas tendrían que esperar hasta que Nona hubiera terminado con lo que sea que quería decir—. Enseñé a mis hijos y nietos lo que sabía, pero siempre sentí que no era suficiente para ellos. Su magia es bastante la Madre Tierra y que no toleraré algo diferente para mi nieta. Quiero saber cuál es tu postura sobre el asunto, joven lobo, y cuáles son tus intenciones. Jesse asintió con seriedad, tratando a su excéntrica abuela con todo el respeto de un estadista. Su gesto conmovió a Maria más de lo que podía decir. —Señora, estoy en el lado de la Luz. Sirvo a la Señora en todas sus formas, al igual que todos aquí en mi territorio, en mi Manada. A diferencia de la mayoría, juré combatir a sus enemigos dondequiera que los encontrara. No voy a mentir. Es un trabajo peligroso, pero es mi vocación y he entrenado toda mi vida para ser el mejor en ello. No voy mal preparado a esa pelea y puedo proteger a mi compañera, yo, mis hombres y mi Manada. Es mi deber sagrado, destinado por la Misma diosa. Guau. Maria se dio cuenta de la forma en que él la puso en primer lugar. Al igual que su abuela, a juzgar por la sonrisa que acababa de empezar a levantarse en las comisuras de su boca. —Tenemos un acuerdo entonces. Te la doy a tu cuidado con el corazón contento, aunque ojalá fueses un contable en lugar de un soldado. Aún así, la Madre Tierra sabe lo que está haciendo. Nuestra Maria siempre fue más aventurera

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diferente de la mía, aunque servimos a la misma Ama. Quiero que sepas que sirvo a

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El Club de las Excomulgadas que el resto de su generación. Ella será una buena compañera en tu viaje por la vida. Maria sintió la magia de la bendición de su nona, y a juzgar por el brillo en sus ojos cuando la miró, Jesse también lo sintió. Eso era todo entonces. Tenían las bendiciones de ambas familias, de los bosques, del Alfa de la Manada y de un montón de otros cambiaformas que había conocido en el transcurso de los últimos días. La vida no siempre sería perfecta, estaban los Venifucus a considerar, por supuesto, pero su nueva vida con Jesse estaba en marcha, y no podía esperar a ver

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hacia dónde podría llevarlos juntos su viaje.

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El Club de las Excomulgadas Epílogo Esa noche, después de la presentación de sus familiares a Jason, Sally y Rocky, y de pasar una comida muy interesante discutiendo las historias familiares y las líneas de sangre, Jesse y Maria pasaron su primera noche juntos en su nueva casa. Era todo lo que Maria siempre había esperado y más. Había algo especial en estar en el lugar en el que pasarían una buena parte de sus vidas. Una casa que convertirían en un hogar. Juntos. Al día siguiente, Sally pasó temprano a recoger a Maria. Ella ya tenía a Nona y a su tía en el vehículo y las cuatro mujeres fueron juntas a un lugar llamado Yellowtail Ridge a pie. Sally interpretó lo que los árboles le dijeron en esa canción que sólo ella podía oír. Maria sintió la bienvenida que provenía de la mismísima tierra y de las raíces de los grandes árboles y arbustos de

Su tía permaneció en silencio acerca de lo que podía estar sintiendo, probablemente en deferencia a Nona, que era su madre, después de todo. Nona se quedó atrás cuando se acercaron a un sauce que brillaba ante la visión de Maria, aunque ninguna de las otras decían que veían algo diferente en él. —Aquí es donde Leonora está descansando de sus heridas —les dijo Sally. La noche anterior les había descrito en detalle la batalla que terminó con la dríade siendo envenenada y cerca de su muerte. Sally había utilizado el poder del bosque para encerrar a Leonora en el tronco de este sauce y había prometido mantenerla a salvo hasta que pudieran reunir a suficientes de las descendientes de la dríade para trabajar en una gran empresa de magia para liberarla y sanarla de sus graves heridas. Maria sintió el tirón en su corazón cuando pensó en la dríade encarcelada en el árbol. Si concentraba su visión con fuerza, casi podía ver la silueta de un cuerpo femenino sostenido en el seno del sauce. —Leonora siente tu presencia, pero dice que no puedes oírla —le informó Sally, pareciendo estar escuchando algo que sólo ella podía oír.

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todos los alrededores.

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El Club de las Excomulgadas — ¿Puedes hablar con ella? —preguntó Nona bruscamente. —Un poco. Es difícil para ella con su energía tan baja, pero de vez en cuando aun me habla —respondió Sally—. Está contenta de que estés aquí. Tú también, Margarita. Nona se quedó sin aliento. — ¿Cómo sabe mi nombre? —Leonora es mucho más antigua que el árbol más antiguo de este bosque —respondió Sally con una suave sonrisa—. Fue capaz de realizar un seguimiento de algunas de su progenie y ver con quien se casaron. Dice que fue feliz cuando Antonio unió su línea a la tuya. Tu sangre es de un orgulloso linaje y sus ancestros

—Así siempre lo decía mi abuelo —respondió Nona con una lágrima en su ojo—. Gran parte de la historia de mi familia se perdió cuando él falleció. Yo hice lo mejor que pude con lo poco que pudo enseñarme antes de partir hacia el siguiente reino. —Y Leonora dice que lo hiciste muy bien. Que hiciste a Guiseppe sentirse orgulloso. —La lágrima de Nona cayó entonces, corriendo por su rostro en un pequeño río feliz por el mensaje desde el más allá. —Debemos reunir a todas las mujeres que podamos de nuestra línea. — Sally se puso seria una vez más—. Tomará una gran cantidad de magia de todos los diferentes sabores para liberar a Leonora de forma segura. Y ella dice que es hora de reunir a las hijas de la dríade. Nuestra magia de los bosques será necesaria en los tiempos venideros, al igual que la tuya, Margarita. Toda la magia que sea usada para el bien será bienvenida al círculo. Nona sonrió como una niña y Maria se sintió conmovida por las palabras de Leonora habladas a través de los labios de Sally.

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pelearon al lado de aquellos que se opusieron al gran mal en los antiguos días.

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El Club de las Excomulgadas —Dale las gracias por mí, Sally, por favor. Sería para mí un honor ayudar aunque sea de la forma más pequeña que pueda. —Bien. —Sally sonrió—. Podrás comenzar llamando a todos tus nietos e invitándolos a una reunión familiar. —Hecho. —Nona se rió y el resto de las mujeres siguieron su ejemplo. —Una cosa es segura —dijo Maria con una risita—. Esta va a ser un infierno de fiesta. —Será más como un campo de entrenamiento mágico —añadió Sally, dando algo que pensar—, si todo sale como Leonora quiere. Quiere que entrenemos con nuestra magia para que el bosque no se vea afectado mientras está Venifucus. —Ya he visto algo de lo que pueden hacer. Creo que es una muy buena idea prepararnos. Tuve suerte esta vez —respondió Maria—. La próxima vez quiero estar preparada, y tener la misma suerte. Más tarde esa noche, después de hacer el amor con su pareja, Maria le contó a Jesse sobre la fiesta de chicas en el bosque. Él estuvo de acuerdo con su deseo de practicar con su magia y añadió otra faceta a sus planes. —No he podido darte el recorrido completo todavía, pero hay un dojo en pleno funcionamiento a una caminata corta desde aquí, donde todos mis hombres entrenan. Creo que las mujeres deberían hacer uso de él también. Sabes tan bien como yo que cuando, y si vienen, a los Venifucus, no les importará si eres hombre, mujer o incluso niño. Podremos añadir un poco de clases de aikido a la diversión y esperar entrenar a una gran cantidad de esposas y niños mientras los preparamos para el peor de los escenarios.

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indispuesta. Y así estaremos listas cuando y si llega el momento de pelear contra los

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El Club de las Excomulgadas —Me encantaría ser parte de eso —Maria se entusiasmó—. Pero en algún momento tendremos que ir de vuelta a Iowa para que yo pueda limpiar, empacar el resto de mis cosas y entregarle el santuario a alguien más. —También puedes establecer un consultorio veterinario aquí. Incluso un santuario de alguna clase, si realmente quieres. A menudo tratamos de ayudar a algunos de los animales salvajes que viven en nuestro territorio si se meten en problemas. Podrías ser de gran ayuda con eso. Ella se incorporó y se apoyó en su pecho desnudo, sintiéndose emocionada por las posibilidades de su nueva vida. Había pensado que no podría continuar con su consultorio veterinario, pero debería haberse dado cuenta de que Jesse encontraría una manera de que pudiera satisfacer todo su potencial.

respuesta—. No sería tan grande como el que tenía en Iowa, pero un pequeño consultorio sería realmente maravilloso. —Mientras estoy en ello, ¿hay algo más que pueda hacer para reparar el daño que le hice a tu pacífica vida? —Él se rió—. Tengo el dojo para que puedas continuar con tu aikido. Podría construir un hospital para animales con mis propias manos, si tengo que hacerlo. Te di mi casa, mi bosque, mi Manada, y lo mejor de todo... mi corazón. —Si tengo tu corazón…— ella se inclinó para darle un beso—, realmente no necesito nada más en absoluto.

Fin

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— ¿Puedo? ¿En serio? —Ella le acarició el pecho, deseando escuchar su

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El Club de las Excomulgadas Serie Hermandad de Sangre 01 - La Única Elegida El vampiro Ejecutor Atticus Maxwell se encuentra al borde de su propio olvido, hasta que el desesperado y débil latido del corazón de una mujer herida mortalmente lo llama. El terrible accidente que casi se llevó la vida de ambos le ha traído una mujer encantadora, fascinante que podría darle una razón para vivir de nuevo.

Ninguna barrera, ni siquiera la noticia dada a los amigos de Lissa, parece demasiado grande para contener su amor floreciendo. Hasta que averiguan que el accidente que los unió no fue un accidente, sino un intento de asesinato por parte de un enemigo desconocido. Atticus salvó a Lissa una vez. ¿Podrá mantener su forma para encarar a una nueva amenaza?

02 - Extraña Cosecha Como la nueva ayudante de la bodega de Atticus Maxwell, Kelly está muy agradecida por el trabajo que tanto necesita, y encantada de estar trabajando con su mejor amiga Lissa. Lo que no necesita es la exasperación provocada por el constante coqueteo de Marc LaTour. Sin embargo, no puede negar que siente atracción por el misterioso e inquietante Maestro vampiro. Después de seiscientos años de búsqueda, Marc se ha resignado al hecho de que nunca encontrará a su Única. Kelly se encuentra bajo la protección de Atticus y Lissa, y por lo tanto fuera de sus límites. Sin embargo, el deseo de poseerla es demasiado fuerte para resistirlo. La curiosidad lleva a la lujuria... y al sorprendente descubrimiento de que en efecto podrían estar destinados a ser compañeros. Sin embargo, una nube oscura se cierne pesadamente sobre ellos. Un vampiro rival ha desafiado a Marc por el liderazgo... un desafío que implica una lucha a muerte. El costo de la supervivencia podría envenenar para siempre cualquier esperanza de un futuro juntos, pero si los dos pueden pasar la prueba final, podrán encontrar el amor que durará toda la eternidad.

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Lissa se dirigía a una conferencia en un centro turístico en un último intento desesperado por encontrar trabajo. En cambio, en una carretera de montaña resbalosa por la lluvia que casi la mata, encuentra al amor de su vida. Un amor con el más codiciado dueño solitario de un viñedo en Napa Valley... que no es del todo humano.

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El Club de las Excomulgadas

Esta vez, la criatura bajo el sótano es real. Y un muerto muy sexy. La experta en ordenadores Carly está cansada, agotada y dispuesta a volver su agitado estilo de vida algo más simple. Su solución es levantar el campamento y trasladarse a una casa antigua en una granja en el centro de Wyoming. Su nueva casa está llena de encanto de los viejos tiempos, y viene con una sorpresa inesperada. Dmitri Belakov. Dmitri, un maestro vampiro, tenía un acuerdo con los antiguos dueños de la casa para que le permitieran vivir en paz debajo, en su guarida oculta. Ahora hay una nueva propietaria, y tendrá que arriesgarse a revelar su presencia para negociar un nuevo contrato. Se mueve con cautela porque si ella no acepta, tendrá que matarla una vez que conozca su secreto. La mente de Carly es extraordinariamente difícil de influenciar, pero él hace incursiones cuando ella está dormida. Sus sueños compartidos son más eróticos de lo que nunca esperó, disparando un hambre dentro de él por sentirla y saborear su carne. Pero eso sería arriesgarse demasiado. Aunque Carly no puede negar el arco de atracción entre ellos, amarlo la obligará a tomar una decisión. Una eternidad en la oscuridad con él, o la vida en el sol sin él.

04 - Más Dulce Que El Vino Una mujer maltratada tiene el poder de unir a un were, un fey y a un vampiro contra un mal que los quiere a todos muertos... si puede aprender a amar de nuevo. Christy se encuentra cerca de la muerte después de una paliza brutal de su marido. Sus amigos sobrenaturales llegan a una conclusión desesperada: la única manera de salvarla es convertirla. Sebastian da un paso adelante para asumir la carga de ser su Creador. Para él no es ninguna carga en absoluto. Ella lo llama como ninguna otra mujer lo ha hecho durante siglos. Con la ayuda de un amigo werepuma, Sebastian le enseña a Christy sobre su nueva vida y habilidades, asegurándose de que ella es tan fuerte como él pueda volverla. Sólo así podrá enfrentarse a su abusivo ex-marido y pondrá su vieja vida atrás. Pero el ex-marido de Christy está involucrado en algo más peligroso que lo que cualquiera de ellos hubiera imaginado. Un vampiro, un were, e incluso un caballero fey deben trabajar juntos para ponerle fin a la maldad mortal. Para superar su pasado, ellos deberán ayudar a mantener a raya a la oscuridad, y para luchar por una nueva vida con Sebastian, Christy debe recurrir a toda su recién adquirida fuerza. ¿Será suficiente?

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03 - Deseos Fantasmas

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El Club de las Excomulgadas 05 - Por Siempre Valentín

06 - Las Colinas Del Lobo

El peligro anda a dos patas. El viaje de la detective Sally Decker a Wyoming para visitar a su amiga recién casada, Carly, se convierte en una peligrosa aventura con lo desconocido cuando se entera de que el marido de Carly es un maestro vampiro, y hay una manada de hombres lobo viviendo justo en la carretera. Por si eso no fuera lo suficientemente alarmante, el sexy lobo alfa tiene un interés especial hacia ella. Jason Moore es un Alfa con la misión de hacer a Sally suya. Su muy pública seducción no le sienta bien a las mujeres disponibles en la manada, pero el instinto le dice que Sally puede manejar cualquier cosa, incluyendo a cualquier perra lobo tan tonta como para desafiarla. El romance da paso a una llamada a las armas cuando los niños de la manada se encuentran bajo ataque. Su misión de rescate se convierte en una danza de apareamiento y la caza comienza en más de un sentido. Su atracción calienta la mente de él, aunque sorprendentes revelaciones acerca de la magia y el origen de ella podrían abrir una brecha entre ellos para siempre. ¿Podrá el amor ayudar a cerrar la brecha entre sus dos mundos? Advertencia: Este libro contiene bombas, balas, nudillos desnudos, desnudos lujuriosos, y algunos traseros serán pateados. Por favor, no alimente a los juguetones peludos, a menos que esté dispuesto a arriesgarse a quedarse sin un pedazo de piel.

Bianca D’Arc - La Búsqueda del Lobo - Serie Hermandad de Sangre VII

Una cita de San Valentín deja marcas equivocadas al comienzo de un amor que durará por siempre. Jena sabe sobre los vampiros, en particular sobre el que la observa a cada paso, como si fuera a revelar su conocimiento al mundo mortal. Ian Sinclair sería su verdugo si ella incluso tratara de compartir sus conocimientos, pero no le teme. No, Ian le molesta a un nivel aún más elemental. Es demasiado sexy para su propio bien y el de ella. Ian se siente atraído por la doctora toda-demasiadomortal, aunque lo sabe mejor. Ha sido asignado a su cuidado, no para seducirla, pero la seducción parece ser lo único que se le ocurre cuando mira a la mujer hermosa que trabaja demasiado duro y tiene unos ojos tan tristes. Él siente cosas que no ha sentido en siglos cuando ella está cerca, incluyendo un celo excesivo cuando la sigue en su cita de San Valentín con uno de sus colegas. Después de esa desastrosa cita, ¿Ambos pondrán resistir la tentación cuando Jena invite al vampiro?

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El Club de las Excomulgadas 07 - La Búsqueda del Lobo

El amor y la mentira de la magia están en el centro de esta tormenta... así como un montón de peligro. Cuando el mayor Jesse Moore, hermano del Alfa de la Manada de Wyoming, es enviado a Iowa para ver a la prima de su cuñada, llegar cortésmente no es una opción. Los sonidos de una lucha lo envían a irrumpir en la cocina - donde encuentra cualquier cosa menos que a una damisela en apuros. La diminuta mujer humana sabía cómo manejarse a sí misma en una pelea, y todos los sentidos de Jesse gritan que era su compañera.

Mientras las llamaradas de pasión se disparan, por el sendero que conduce hacia el ojo de una enorme tormenta... donde un mal indecible espera el momento adecuado para destruir el bien del mundo mágico. Advertencia: Las cosas se ponen explícitas cuando un hombre lobo desea a su compañera y no le importa dónde se encuentren. Al aire libre, en interiores, donde sea y cuando sea - nunca te interpongas entre un lobo y su mujer.

Bianca D’Arc - La Búsqueda del Lobo - Serie Hermandad de Sangre VII

Veterinaria de animales exóticos, Maria Garibaldi nunca había confiado en la magia que reclamaban su tía y abuela como su derecho de nacimiento. Siempre había sabido sobre los Otros, pero no tenía ni idea de que era también parte de su mundo. Cuando Maria sale con Jesse para encontrar a los padres de un joven cambia formas grizzly a quien encontró y trató, aprende el significado de la tentación en la forma de un ex soldado de las Fuerzas Especiales.

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