ADOZ Boletín del Centro de Documentación en Ocio Aisiazko Dokumentazio Zentruaren Boletina Núm. 24 2002 24. zk. 2002

Número Monográfico “Ocio y personas mayores”

Bilbao Universidad de Deusto 2002

10 años de Estudios de Ocio

Editorial El ocio se hace mayor Nuestra sociedad envejece. En realidad, nuestra ciudadanía alarga su umbral de esperanza de vida, reduce su tasa de natalidad y eleva su edad media a la vez que encumbra los valores de la juven tud eterna. El fenómeno del ocio, hijo de su tiempo y de su espacio, vive una incombustible juventud plena de vitalidad, aceleración y expansión. Es lógico pensar que ambas realidades, una sociedad conformada por personas mayores que renuncian a ser la tercera edad tradicional y un fenómeno del ocio joven y vital, se encuentren en el camino. Este punto de encuentro ha sido abordado y analizado no sólo por la Academia sino también por las administraciones públicas, la empresa privada y el tejido asociativo. A continuación, paso a reflejar brevemente algunas de las cuestiones que el binomio ocio-personas mayores sugieren en la actualidad. Todo el tiempo del Mundo El colectivo que extiende su ciclo vital desde los sesenta y cinco, con una importante incorporación de personas prejubiladas de cincuenta y tantos hasta más allá de la centuria dispone de un importante Boletín ADOZ

capital para encarar el ocio: el tiempo. Sin embargo, es una bolsa con agujeros importantes. En principio, su patrimonio temporal, libre de obligaciones laborales, es susceptible de ser orientado a un pleno disfrute del ocio en todas sus manifestaciones. No obstante, las constricciones personales, familiares y sociales a las que se ve sometido son importantes. Por un lado, el propio cuidado y mantenimiento personal, desde el punto de vista de la salud, se lleva un pellizco importante. Por otro, las nuevas obligaciones familiares, sobre todo en la primera franja de edad, en torno al cuidado de los nietos o de otros familiares, restan otra importante parcela de disponibilidad horaria. A todo ello, hay que sumar el mantenimiento de la actividad en torno a las labores domésticas básicas. Así todo, podríamos decir que cuentan con todo el tiempo del Mundo para abordar el fenómeno del ocio con extensión y profundidad suficiente. Pero, otra sombra se cierne sobre su vivencia del tiempo disponible: la percepción de vivirlo como una cuenta atrás, provocando la necesidad de exprimirlo a tope o suscitando un dejarse llevar por su finitud incontestable. Si el ocio es tiempo, las personas mayores disponen de él en cantidad suficiente para poder alcanzar una experiencia humana rica, pero su vivencia positiva está amenazada por importantes obstáculos que habrán de sortear. La educación

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del ocio juega una baza importante en el aprendizaje de un uso pleno del tiempo disponible, en la conversión del tiempo libre en tiempo de ocio. Las calles del ocio La escena de personas mayores, preferentemente varones, deambulando por calles y jardines, actuando a modo de espontáneos inge nieros del ocio o improvisados educadores infantiles, es práctica común en nuestras ciudades. Dicho colectivo posiblemente sea el que utiliza con mayor asiduidad nuestras ensortijadas tramas urbanas, en las que encuentran sus plazas, calles, parques, bulevares y avenidas. En ellas buscan el espa cio donde huir de la desgarradora soledad o de la perniciosa inactividad. Pero, a veces no encuentran plaza o parque que les acoja. En el mejor de los casos, fraguados en el yunque de las limitaciones, hacen de la necesidad virtud, pero la ciudad que les espera no ha pensado en su movilidad, en sus necesidades básicas, en sus rincones para la socialización, etc. Su vivencia del espacio sufre también los temores ante un espacio tantas veces agresivo e inseguro. Las calles, las plazas y los parques, son los verdaderos espacios de ocio de nuestros mayores. Por lo tanto, una importante infraestructura de ocio está ya creada y a su disposición, el problema es las condiciones en que se presenta. El

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espacio público es imprescindible en el desarrollo de su vida personal y social, pero aquél debe estar concebido también desde sus necesidades y demandas. La política y la gestión deben tener en cuenta la implicación espacial de toda oferta de ocio, configurando ciudades más inclusivas, más sensibles a las necesidades de movilidad, transporte, localización y emplazamiento de cada colectivo o grupo social. El reto del ocio digital Nuestras generaciones más mayo res vivieron el pulso histórico entre la alfabetización y el analfabetismo en su infancia, juventud e, incluso, en su madurez. Algunos salieron triunfantes, otros salvaron la papeleta y algunos quedaron marcados por su estigma. Pero, para cuando han solventado viejas deudas históricas, una nueva brecha amenaza su plena incorporación a la vivencia del día a día: la brecha digital. En la sociedad que les ha tocado vivir no basta ya con moverse entre letras y números, ahora, además, hay que hacerlo en términos binarios. Una parte importante del tiempo y del espacio que les ha tocado vivir tiene su traslación al entorno virtual. Una parte significativa del fenómeno del ocio se vive dentro la esfera virtual. El ocio digital de los medios de comunicación, de la red, de los grandes espectáculos, etc. está lejos del alcance de aquellos ciuBoletín ADOZ

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dadanos no alfabetizados digitalmente. Los gobiernos conscientes de todo ello se han puesto manos a la obra, intentando acercar el mundo digital y la sociedad de la información a los ciudadanos. Por otro lado, existe una preocupación cada vez más extendida sobre los contenidos digitalizados, su calidad y su cualidad. En este contexto, la alfabetización digital con contenido de la población, en general, y de las personas mayores, en particular, se convierte en un importante reto en la remoción de barreras que impiden o dificultan el disfrute del derecho a un ocio como experiencia humana integral y factor de desarrollo personal, comunitario y social. Las asociaciones y los clubes de jubilados Dentro de los agentes que interactúan con el mundo de las personas mayores destacan las asociaciones y los clubes de jubilados. Durante décadas han sido eje fundamental en la vida de las personas mayores como organizaciones y equipamientos de referencia. Aportando espacio para la socialización y lugar para el encuentro y el ocio, junto al apoyo y la cobertura en la reivindicación o, simplemente, interlocución con las administraciones y las empresas. Sin embargo, el asociacionismo está cambiando en su naturaleza, significado y composición, de la misma manera que los clubes de Boletín ADOZ

jubilados van adquiriendo otro papel en la sociedad actual. Una de las razones debemos buscarla en el distinto y plural perfil que las personas mayores están adquiriendo en las últimas décadas. La tercera edad, identificable con los jubilados de la actividad productiva industrial y agrícola y las amas de casa mayores, va transformándose en un colectivo heterogéneo de personas, que aún lo va a ser más. Consecuentemente, las asociaciones que deseen captar su interés se enfrentan a un grupo muy diverso, con realidades muy distintas y con futuros que pretenden también personalizados. Lógicamente, los centros que los acojan, tanto clubes como centros de día o residencias, se enfrenta rán a una amplia tipología de realidades concretas. El tejido asociativo deberá adecuarse a los nuevos tiempos, para establecer unos códigos de comunicación que sean comprensibles, que sean motivadores, que sean seductores para un número más amplio entre los perfiles emergentes de personas mayores. Los clu bes, independientemente de su titularidad, deberán asumir las nuevas realidades, posicionándose en relación a los nuevos tipos de personas mayores. Ambos tendrán que reflexionar sobre el creciente número de ciudadanos, en general, y mayores, en particular, no asociados, y el modo en que interactuarán con ellos en el futuro.

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De la prestación de servicios a la generación de procesos Con el desarrollo del Estado del bienestar, las diferentes administraciones han ido asumiendo un creciente número de servicios dirigidos a dar respuesta a las necesidades y demandas de los ciudadanos, entre los que la tercera edad ha ocupado un espacio estratégico. La crisis del modelo en sí mismo, las dudas sobre la viabilidad del proyecto en una sociedad envejecida, la presión de ideologías de corte neoliberal, etc. han suscitado su obligado replanteamiento. De igual manera, el crecimiento del volumen y calidad de los servicios prestados ha generado, por un lado, unos individuos más conscientes de sus derechos ciudadanos y, por otro lado, unos ciudadanos más acomodados y menos activos. Probablemente, el Estado de bienestar deba seguir avanzando hacia la Sociedad del bienestar para integrar mejor lo público y lo privado, con o sin ánimo de lucro. Pero, posiblemente también deba redimensionarse ante la imposibilidad de dar respuesta cabal a las necesidades básicas y salida a aquéllas que no lo son tanto. La prestación de servicios, al menos desde la esfera de lo público, tiene la importante limitación de los recursos disponibles. Pero, junto a la reorientación de la prestación de servicios para personas mayores, las administraciones deberán encarar un reto mucho

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más público como es la generación de procesos de comunicación y participación de dichas personas como ciudadanos. Las instituciones deberían estar tan preocupadas por el desarrollo de un pleno concepto de ciudadanía activa como por la adecuada prestación de servicios de calidad. En esa tarea, resulta básico el trabajo en torno a las herramientas de la información, comunicación y conocimiento, por un lado, y los mecanismos de participación en la creación, diseño y desarrollo de las acciones que se ejecuten. Las industrias del ocio y los nuevos consumidores emergentes, bajo la responsabilidad social Las empresas de bienes de consumo y servicios, entre las que destacan las industrias del ocio (turísticas, deportivas, culturales o recreativas) han tomado buena nota de la capacidad que los nuevos perfiles de personas mayores van adquiriendo como consumidores. La edad más temprana, la esperanza de vida aumentada, la elevación del nivel de renta, la mejora de las condiciones de vida, etc. son factores que elevan el papel económico activo de este colectivo. Pero, incluso, en aquellos perfiles marginados o excluidos, por motivos económicos, sociales, culturales o de salud, la iniciativa privada está teniendo un papel creciente en corresponsabilidad con lo público Boletín ADOZ

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o, incluso sustituyéndolo. En todo caso, debiéramos pedir un creciente desarrollo de la actividad empresarial orientada a este nicho de mercado, a este público objetivo mayor, con una importante dosis de responsabilidad social. No es contrario al legítimo objetivo de búsqueda del beneficio empresarial la toma en consideración de las implicaciones personales y sociales de la actividad desarrollada. El que las personas mayores, en general, y su ocio, en particular, sea un sector de actividad económica con un futuro prometedor no nos exime de la responsabilidad con la calidad del producto o servicio ofertado y del respeto escrupuloso de la persona y sus derechos humanos fundamentales. Las personas mayores como ciudadanos del ocio activo Finalmente, quisiera referirme brevemente a las propias personas mayores como ciudadanos del ocio activo. Con el amanecer de estos nuevos perfiles mayores, soportados sobre un cada vez más rico y variado menú de estilos de vida, en general, y de modo de vivir el ocio (ociotipos), el papel del ciudadano aumenta. Cada persona mayor debe hacer frente a su realidad objetiva y subjetiva con un mayor grado de autonomía y de nivel de emancipación, con criterios y valores que le permitan crear, participar o consumir aquellas manifestaciones de ocio que Boletín ADOZ

más le convengan en cada caso. Si el camino a su plena inclusión en la sociedad del ocio está limitada por barreras de tipo físico, social, comunitario, etc. será obligación de la administración pública, responsabilidad de la iniciativa privada y razón de ser del tejido asociativo su remoción y eliminación. Las personas mayores tienen muchas posibilidades de alcanzar una experiencia de ocio significativa y positiva, pero carecen, en términos generales, de destrezas y habilidades para el ocio. Su educación y su formación, basada en la ética del trabajo (productividad y utilidad), no les ha permitido consolidar recursos personales para abordar con éxito la tarea. Es tarea de todos el aportar un tiempo, espacio y recursos para que lo logren, en beneficio suyo y de la sociedad en su conjunto. Roberto San Salvador del Valle Director

Hablemos de… Ocio y desarrollo personal en la vejez La aceptación, ya generalizada, del dinamismo inherente al ser humano y su tendencia natural al desarrollo a lo largo de la vida (García Fernández-Abascal, 1995), han ido

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dando paso a una nueva concepción sobre la vejez como momento para la maduración y el aprendizaje. Aprendizaje que, necesariamente, está relacionado con las diferentes dimensiones que componen la realidad de la persona, y entre las que se halla el ocio. El ocio ha sido definido en las últimas décadas como tiempo, actividad, estado mental o como una dimensión de la vida (Kelly & Freysinger, 2000). Neulinger (1981), al proponer la libertad percibida y la motivación intrínseca como los determinantes principales del ocio, sienta las bases para empezar a hablar de experiencias de ocio o lo que es lo mismo, del ocio como vivencia personal y subjetiva. La singularidad de las posibles experiencias de ocio ante el hecho innegable de la diversidad humana nos sitúa en un marco de significaciones amplio y variado. La vivencia del ocio parece revestir una especial significación en la vejez (Vega & Bueno, 1995) ya que, cuando la actividad inherente al trabajo y/o la familia se reducen, queda mucho más tiempo libre y las actividades con las que éste se llena son las encargadas de proporcionar al sujeto nuevas referencias y significaciones. Según diversos estudios, el ocio es vivido como cambio, separación, desconexión. Cambio que, si la persona es capaz de desvincularse de presiones y responsabilidades, va asociado a experiencias de relax, diversión, encuentro con uno mismo (momento en el que pue-

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den aflorar los propios deseos, inquietudes y forma de ser) y encuentro con los demás en el ámbito de la amistad y la familia. Pero además de su significación, el ocio reporta a las personas mayores beneficios relacionados con la salud, la percepción de felicidad, el ajuste óptimo a circunstancias vitales, una mayor alerta desde un punto de vista intelectual, una mayor implicación social y con su entorno. Además, se ha comprobado que el ocio puede paliar los efectos negativos de determinadas circunstancias en otras esferas de la vida y, por supuesto, puede contribuir al desarrollo personal. Aunque desde luego, según las características de la experiencia de ocio y su potencialidad para suscitar percepciones, sentimientos, conocimientos y reflexiones en la persona, éstas tendrán un mayor o menor peso en favorecer dicho desarrollo. Merece una mención especial el papel del ocio en el proceso de ajuste óptimo a los cambios que se producen en la vejez y la prevención de trastornos asociados al proceso de envejecimiento, aunque no por ello, como puntualiza McPherson (1991), el ocio deja de proporcionar las ventajas que reporta a cualquier persona adulta. Son estas ventajas del ocio, unido a su significación, las que, en nuestra opinión, justifican la necesidad de que exista una oferta formativa abierta a las personas mayores, capaz de propiciar y acompañar los aprendizajes de Boletín ADOZ

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ocio necesarios a lo largo de la vida para ir configurando un estilo de ocio rico y gratificante. Ello nos conduce a profundizar sobre cuáles deberían ser el lugar y los objetivos de una educación centrada en el ocio del sujeto. Hay que partir de señalar que Ocio y Educación no resultan ser en absoluto realidades contrapuestas. Autores de la talla de Houle (1996) y Jarvis (1989) hallan claras relaciones entre el ocio y la formación en la edad adulta y la vejez, tal vez la más evidente es que participar en una iniciativa de formación puede ser percibida como experiencia de ocio por el sujeto. Pero además, en el marco de una nueva concepción sobre la formación, fundamentalmente preocupada por el desa rrollo continuo de la persona en todas sus dimensiones, el ocio, como una de estas dimensiones, tiene su lugar en un doble sentido: como objetivo de aprendizaje y como recurso para dicho aprendizaje. La revisión de las propuestas sobr e los objetivos de la Educación del ocio, hechas por organizaciones de referencia como la Asociación Mundial del Ocio y la Recreación y por los principales teóricos de la educación del ocio, nos ha permitido extraer ocho propósitos fundamentales que, a nuestro entender, deberían formar parte, en mayor o menor medida, de las acciones de formación para el ocio diseñadas para las personas mayores y que son los siguientes: – Ampliar y diversificar el reperto Boletín ADOZ

rio de ocio. El repertorio de ocio de las personas cambia a lo largo de la vida y en ciertas ocasiones puede no ser tan rico y variado como seria deseable. El esfuerzo por que la persona llegue a tener un repertorio amplio y equilibrado es especialmente importante en la vejez porque la sustitución de una actividad por otra en la segunda mitad de la vida es menos frecuente tal y como han revelado diversas investigaciones desarrolladas por Iso Ahola y Jackson y Dunn (1994). El acercamiento a nuevas actividades, desde una actitud de curiosidad y apertura a nuevas prácticas, o a dimensiones o perspectivas de las que ya se practican será la clave para la configuración de un estilo de ocio variado y enriquecedor. – Conocer las oportunidades y recursos para el ocio disponibles en la comunidad. En estrecha relación con el hecho de disponer de un abanico de prácticas de ocio significativas mínimamente variado y rico se encuentra la capacidad para hacer uso de los recursos que existen a su alcance. Son varias las investigaciones que ponen en evidencia la falta de información que tiene la persona en relación con los recursos disponibles en su comunidad (Faché, 1995). Es importante considerar la potencialidad y el valor de las ofertas formativas que la comunidad pone a disposición de sus ciudadanos que, aunque no tengan como

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prioridad la educación para el ocio, son un medio para el conocimiento de recursos y la familiarización con procesos de búsqueda de información, el acercamiento a infraestructuras culturales, etc. – Promover el contacto social como medio para el aprendizaje y la integración en nuevas redes sociales y de amistad. La importancia de este objetivo se hace evidente ante los hallazgos obtenidos en investigaciones sobre las preferencias de ocio de las personas mayores que indican que sus actividades de ocio predilectas incluyen el encuentro con personas amigas (Horna, 1994) y otros estudios que revelan que este encuentro es valorado como un elemento fundamental en la percepción de satisfacción vital (Sneegas, 1986). Pero además, se ha comprobado (Pankowski, 1984) que las relaciones positivas, que cualquier programa de educación en la edad adulta y la vejez debe favorecer, tienen la capacidad de impulsar nuevos procesos de aprendizaje personal y grupal. – Desarrollar la creatividad. El pensamiento creativo constituye una habilidad universal que puede ayudar a la persona a organizar su vida de manera satisfactoria y según Csikszentmihalyi (1998) es una fuente de placer al situar al sujeto ante la promesa de nuevos descubrimientos. El desarrollo de una actividad de formación a la que la persona accede

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libremente y que proyecta a ésta hacia la cultura, la actualidad, el pensamiento, el arte,... ya es en sí misma una oportunidad para la creatividad en cuanto que implica re-creación y reelaboración de contenidos y significaciones. – Favorecer la autonomía personal en relación con el ocio y la parti cipación. Es necesario favorecer que la persona llegue a ser autónoma para acceder a experiencias de ocio satisfactorias, saber juzgar por sí misma lo que desea y le conviene, relativizar influencias externas, y buscar los recursos necesarios para disfrutar de su ocio. Esta autonomía requiere, no sólo una sensibilidad suficiente sobre la importancia del ocio sino también confianza en uno mismo, capacidad de iniciativa y decisión. – Promover el aprendizaje autodiri gido. La capacidad de aprender de manera autodirigida reviste un interés especial para una educación que incide en formar a la persona para el disfrute del ocio porque aprender, que es algo que puede ser vivido por la persona como una experiencia de ocio en sí misma, es una actividad con gran potencialidad para estimular el surgimiento de nue vos intereses y perspectivas que enriquezcan el ocio del sujeto. – Desarrollar actitudes positivas hacia el ocio y motivaciones que impulsen su disfrute. La creación de actitudes positivas hacia el ocio es uno de los objetivos Boletín ADOZ

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prioritarios de un programa que persigue educar a la persona para el ocio, ya que sin una actitud adecuada no se dará valoración o consideración del mismo, ni implicación personal en la configuración de un ocio equilibrado y satisfactorio. Dado que la propia experimentación del ocio es el recurso fundamental para el cambio actitudinal (Fishbein & Azjen, 1975), será importante que los programas de formación puedan llegar a ser disfrutados como una experiencia de ocio en sí misma que permita inferencias sobre el ocio en general y, ¿por qué no? sobre la formación como posible actividad de ocio, en particular. Para ello, los diferentes programas deberán modificar algunos de los rasgos que tradicionalmente los han caracterizado, evitando la rigidez y cuidando la adecuación a la singularidad del sujeto, incluyendo la dimensión expe riencial y favoreciendo la creación de climas distendidos y lúdicos. Junto a la creación de actitudes positivas hacia el ocio en general o hacia ciertas prácticas en particular, la existencia de una motivación suficiente para la participación e implicación en experiencias de ocio constituye otro objetivo fundamental de todo programa de educación para el ocio. La motivación hacia el ocio, vinculada a experiencias positivas y no tanto a recompensas externas, se produce cuando la persona halla en la misma Boletín ADOZ

actividad el placer de la participación. Las percepciones positivas que obtiene refuerzan la práctica de la actividad de ocio y ésta, por el disfrute que el sujeto experimenta y su vinculación a la actividad, adquiere la potencialidad de proyectarle hacia nuevas áreas de interés al predisponerle o despertar en él la motivación hacia nuevas prácticas o variantes de la actividad. Esto es positivo al contribuir a que el sujeto tenga siempre posibles prácticas que conforman su repertorio de ocio, lo cual también contribuye al desarrollo de una vida de ocio satisfactoria y adecuada a sus necesidades y proceso personal de desarrollo. La potencialidad de las actividades formativas por lo que se refiere al descubrimiento de nuevos motivos o razones para el ocio parece mayor que la de otras actividades al poner al sujeto en contacto con nuevas realidades e informaciones. No obstante, la clave de esta potencialidad en suscitar nuevas razones o motivos para el ocio, estriba en que, efectivamente, la formación llegue a ser disfrutada como una experiencia de ocio, interesante en sí misma y que reporta un feed-back de competencia al sujeto. En resumen, tras observar las razones que motivan a las personas mayores al desarrollo de prácticas de ocio y el lugar fundamental de la experiencia en la creación de actitudes hacia el ocio, parece elemental concluir sobre la necesidad de que la educación para el ocio

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se sirva metodológicamente de la experiencia del ocio. Este educar a través del ocio, a través del disfrute de la actividad de formación requiere de ésta las siguientes pautas metodológicas generales: • capacidad para proporcionar a los destinatarios desafíos adecuados que les inciten a progresar y adentrarse en la actividad; • la creación de climas propicios y confortables en los que la persona pueda desarrollar relaciones interpersonales positivas, intercambio y construcción de experiencias que refuercen la propia aceptación; • la vivencia de experiencias que permitan a la persona relacio nar su propio ser con las estructuras y procesos sociales, culturales, políticos, etc. en los que se halla inmerso y, • la utilización de estrategias como la animación sociocultural que conducen a la persona a procesos de acción autónoma, a la participación social, a la creatividad y la mejora personal y social. Bibliografía CSIKSZENTMIHALYI, M., Creatividad: el fluir y la psicolo gía del descubrimiento y la invención, Paidós, Barcelona, 1998. FACHÉ, W., “Leisure education in community systems”, en RUSKIN, H. & SIVAN, A. (eds.)

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ocio. La sugerencia realizada por Henderson (1996) de que “no todo sirve para todo el mundo” se ha aplicado a los estudios llevados a cabo con mujeres jóvenes y adultas con estilos de vida diferentes y abarcando todas las edades. Sin embargo, para entender bien el significado del ocio en edad más avanzada ha de examinarse el efecto que tiene el género tanto en hombres como en mujeres. Este tipo de información obtenida en torno al género proporciona la base para entender mejor el modo en el que se pueden desarrollar hábitos de ocio así como la forma en la que las oportunidades y restricciones del ocio se transforman durante el curso de la vida (Henderson, Hodges, & Kivel, 2002).

Silvia Martínez Instituto de Estudios de Ocio

La interpretación del género supone que tanto las experiencias de los hombres como las de mujeres sean examinadas dentro de un contexto cultural más amplio. Cuando se determina el sexo biológico al nacer, de manera inmediata se asocia al recién nacido con una serie de expectativas culturales (Henderson, Bialeschki, Shaw, & Freysinger, 1996). El género hace referencia al modo en el que la sociedad establece las expectativas en lo que se refiere a la masculinidad y femineidad así como a las funciones que corresponden a hombres y a mujeres. El sexo biológico lleva a una existencia de rela-

Cuadernillo central

La vivencia del ocio durante la tercera edad desde la perspectiva del género Durante los últimos veinte años han sido cada vez más frecuentes los debates en torno al género y el Boletín ADOZ

Antecedentes

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ciones y expectativas basadas en la forma en la que una sociedad define el género. Éste se construye o se resiste, se produce o reproduce a través de las acciones de las personas (Henderson, 1994). Los individuos desarrollan su identidad de género y las relaciones de género se establecen como un conjunto de relaciones de poder estructuradas (Henderson et al., 1996). La interpretación del ocio requiere abordar la complejidad de expectativas, roles, y comportamiento para hombres y mujeres. Generalmente, la edad cronológica se emplea para asignar la responsabilidad y las funciones sociales, así como los derechos y privilegios (Freysinger, 1999). Se considera que la edad cronológica constituye un indicador de las habilidades y capacidades cognitivas individuales, afectivas sociales y físicas. Asimismo, la edad es un indicador del momento histórico así como de la situación cultural en la que nace una persona. Este concepto de cohorte de nacimiento es un reconocimiento del grado en el que el contexto de la vida de una persona influye las interpretaciones que le pueden deparar la edad. Además, la edad cronológica interactúa con otras dimensiones de la identidad personal como son el género, la procedencia étnica y la clase a la hora de experimentar vivencias. Por este motivo, cuando se estudia el ocio en adultos de edad avanzada, se ha de tener en cuenta no sólo las cuestiones de edad sino también las dimensiones

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culturales y de otro tipo de identidad personal y social. La interacción de la cultura, la edad, el género y la participación en el ocio deriva en una serie de vivencias. La relación existente entre ocio y edad se ha estudiado en lo que se refiere al cambio y a la continuidad en la participación en actividades y motivaciones. Por lo general, la continuidad, más que el cambio, suele ser una constante en la selección de actividades en las que participa una persona a lo largo del ciclo vital (Freysinger, 1999). A medida que se envejece, las personas están más dispuestas a participar en alguna ctividad si ya han disfrutado de ella cuando eran más jóvenes. En este sentido, la mejor forma de predecir la participación actual en una actividad es si hubo participación en el pasado. Por ejemplo, la limitada participación actual de mujeres de edad avanzada en algunas actividades puede deberse a una cohorte de diferencias en el pasado, y no a la edad en sí misma (Freysinger, 1990a). Del mismo modo, los investigadores proponen un “núcleo” y un “equilibrio” de actividades a lo largo de la vida (IsoAhola, 1980). Aunque es evidente que algunas actividades permanecen estables durante la vida, hay otras que se van incorporando o se acaban abandonando. Diferencias de género El estudio del ocio durante el curso Boletín ADOZ

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de la vida permite comprender algunas de las cuestiones que surgen cuando la gente envejece. El estudio llevado a cabo por Gilligan (1982) examinó las pautas del desarrollo de hombres y mujeres. Para la mayoría de los hombres, la identidad (el establecimiento de un sentido autónomo de sí mismo) precede a la intimidad y a la generatividad (la capacidad de guiar a las generaciones posteriores), mientras que para las mujeres estas funciones se ven con frecuencia fusionadas. Asimismo, algunas de las limitaciones con las que se encuentran las mujeres en el ocio como son la ética del cuidado, un sentido de ausencia de derecho, la preocupación por la seguridad personal y una necesidad de apoyo social, podrían impedir la participación en el ocio. Los investigadores han descubierto que si estas barreras se experimentan de manera más temprana, por ejemplo, en la madurez, las muje res se muestran más receptivas y presentan un menor sentido de culpabilidad por algunos de sus impulsos (Rodeheaver & Datan, 1988) y también una mayor expresividad respecto a aspectos de sí mismas (Rodeheaver & Datan, 1988). La responsabilidad que tienen muchas mujeres jóvenes hacia la atención y cuidado de otros constituye una responsabilidad que exige la supresión de su lado agresivo, competitivo e independiente (Henderson et al., 1996). En cambio, la investigación realizada en torno a mujeres de edad más Boletín ADOZ

avanzada revela que el ocio adquiere una mayor importancia a medida que las mujeres van envejeciendo y se ven menos constreñidas por el cumplimiento de sus roles (Anderton, Fitzgerald & Laidler, 1995; Bialeschki & Michener, 1994; Parry & Shaw, 1999; Siegenthaler & Vaughn, 1998). Para la mayoría de los hombres, permanece constante un sentido de derecho al ocio durante sus vidas. Sin embargo, para las mujeres el modo en el que estas vivencias se manifiestan difiere en gran medida. Por ejemplo, Bialeschki y Michener (1994) sugieren que es más probable que las mujeres vuelvan a desempeñar actividades de ocio personal a medida que éstas van envejeciendo y renunciando a algunos de los roles de la maternidad. Durante el curso de su vida, las mujeres y los hombres hacen frente a cambios diferentes y similares con diferentes recursos (Freysinger, 1990b). Por ejemplo, el tiempo libre de las generaciones actuales de mujeres de edad avanzada puede determinarse por cuestiones como el cuidado de padres ancia nos, de suegros, cónyuge, nietos y viudedad en mayor medida que para los hombres de edad avanzada. Sin embargo, el convertirse en abuelos, la disminución de ingresos, el deterioro físico, la falta de compañía, el traslado y fallecimiento de amistades así como la búsqueda del sentido de la vida son cambios que comparten tanto los hombres como las mujeres de

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edad avanzada. Hombres y mujeres se enfrentan de modo similar a las limitaciones de ocio que varían con la edad como son las limitaciones de tiempo autoimpuestas, factores externos como son el dinero o el transporte, o restricciones como la salud y las actitudes (McGuire, 1985). Sin embargo, el efecto de los factores externos en el ocio puede ser mayor para las mujeres que para los hombres porque es más probable que las mujeres de edad avanzada vivan en estado precario, solas, tengan menos tiempo libre o discrecional, y tengan más responsabilidades a su cargo que los hombres. Debido a que los hábitos de participación de las muejres en determinadas actividades de ocio a lo largo de la vida pueden ser menores, es posible que muchas mujeres, a diferencia de los hombres, no comiencen nuevas actividades a medida que van envejeciendo. Por otra parte, se ha constatado que el apoyo social constituye un impulso sumamente positivo para la participación en el ocio de todos los grupos de mujeres (Henderson et al., 1996). Asimismo, la capacidad de las mujeres para crear relaciones sociales y mantener la integración social también se considera una ventaja durante su vejez. Esta ventaja puede deberse a que al establecer estas relaciones, las mujeres son capaces de ser y de considerarse más interdependientes que dependientes. La interdependencia les permite tener un sentido de la reprocidad e intercambio que

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incluye tanto la capacidad y disposición de dar y tomar (Fry, 1990). Además, es también probable que las actividades que son convenientes, accesibles y seguras continúen siendo importantes tanto para hombres como para mujeres. Otras cuestiones de género No todas las personas adultas de edad avanzada son iguales ni en sus composiciones de género ni en su relación con el ocio. De modo similar, la situación económica y cultural puede influir en el ocio de hombres y mujeres. Por ejemplo, las personas mayores en situación más acomodada cuentan generalmente con una mejor salud que aquellos individuos con menores ingresos (Cauley, Donfield, Laporte & Warhaftig, 1991). Los estudios sobre la participación de las muje res en actividades realizados en Estados Unidos indican que ésta se encuentra con frecuencia mediada por el estatus socioeconómico y el nivel de educación (King et al., 1992). Los individuos de clase media tienden a participar en un mayor número de iniciativas de ocio que aquellos pertenecientes a la clase baja o trabajadora (Kelly & Freysinger, 2000). Teniendo en cuenta las restricciones y limitaciones que acarrea la vejez, puede ser que los hombres y mujeres de condición más acomodada cuenten con una variedad más amplia de opciones de ocio familiar con las que adaptarse. Boletín ADOZ

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Asimismo, debe tenerse en cuenta la cultura. Lo que se considere inevitable y natural para cualquier persona de edad avanzada, puede variar según la cultura y cambiar a través de la historia. Al mismo tiempo, la investigación entre culturas revela que existen similitudes entre culturas respecto a los aspec tos que influyen en el estatus de las personas adultas de edad avanzada y la estima en la que se les tiene. Entre algunas de estas similitudes se encuentran la continuidad en los cambios de rol, la responsabilidad y la participación continua da en actividades valoradas, así como la presencia de familias extensas (Fry, 1990). Por otra parte, es más probable que se produzca una falta de respeto hacia las personas de edad avazada cuando existe una pérdida familiar, un cambio de apariencia, y/o una pérdida de fuerza. Por lo general, en todas las culturas las mujeres reciben una menor deferencia que los hombres (Fry, 1990). En particular, en los países en los que se fomenta la práctica de una dieta, el ejercicio y hábitos saludables y en los que se dispone de tratamientos médicos para prácticamente todo indicio de deterioro físico y/o mental, hacerse “viejo” es signo de sospecha de fragilidad moral. Tanto los hombres como las mujeres se enfrentan a una serie de limitaciones o restricciones durante la vejez pero que afrontan con diferentes contextos y recursos. Boletín ADOZ

Conclusiones En los próximos estudios, los investigadores habrán de examinar los factores culturales y sociales que crean algunas de las diferencias entre las mujeres y hombres de edad avanzada así como entre los diversos grupos de mujeres y de hombres con distintos grados de poder y privilegios. Con vistas a proseguir con el pensamiento teórico, es necesario centrar la atención en las mujeres con relación a los hombres en un análisis explícito de la complejidad de las relaciones de género. Además, puede añadirse una interpretación más amplia de los adultos de edad avanzada y del ocio en el transcurso de la vida con la incorporación de estudios relacionados con la hombría y la masculinidad respecto al ocio (Henderson et al., 2002). Por ello, uno de los retos principales para los investigadores que estudien el género y el ocio en el futuro reside en el desarrollo de investigaciones teóricas y empíricas que vayan más allá de la constatación de diferencias y busquen una mejor explicación de las complejidades del ocio como contexto para el desarrollo humano y comunitario (Henderson et al., 2002). En el futuro, la esperanza de vida de un gran número de personas adultas de edad avanzada será mayor y podrán disponer de más alternativas de ocio. Las investigaciones posteriores y la consecución de una programación de recreación válida dependerá de la disposición para plantear nuevos

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interrogantes, llevar a cabo análisis críticos y edificar sobre el pasado para conformar respuestas que conlleven un impacto en la calidad de vida de generaciones futuras. Karla A. Henderson Universidad de North Carolina-Chapel Hill, USA

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Leisure, gender, and later life Discussions of gender and leisure have become more commonplace in the past 20 years. The suggestion by Henderson (1996) that “one size doesn’t fit all” has been applied in studies related to girls and women in various life situations and of all ages. To understand fully the meanings of leisure in later life, however, the impact of gender for men as well as women should be examined. This emerging body of information about gender provides a basis for understanding more about how leisure patterns may be developed and how leisure opportunities and constraints change over the lifespan (Henderson, Hodges, & Kivel, 2002). Background An understanding of gender means that the experiences of both women and men are exami ned within the broader context of culture. When biological sex is determined at birth, a number of cultural expectations are immediately associated with a child (Henderson, Bialeschki, Shaw, & Freysinger, 1996). Gender refers to how society determines expectations regarding masculinity and femininity and the roles that are appropriate for men and women. Biological sex leads to a lifetime of relationships and expectations

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based on how a society defines gender. Gender is constructed or resisted and produced or reproduced through people’s actions (Henderson, 1994). Individuals develop their gender identity, and gender relations are established as a set of structured power relations (Henderson et al., 1996). Understanding gender requires addressing the complexities of expectations, roles, and behavior for women and men. Chronological age is generally used to assign responsibility and social roles, as well as rights and privileges (Freysinger, 1999). Chronological age is presumed to be an indicator of individual cognitive, social emotional, or physical abilities and capacities. Age is also an indicator of the historical moment and cultural situation into which someone is born. This concept of birth cohort is an acknowledgement of how one’s life situation influences the meanings that age might hold. In addition, chronological age interacts with other dimensions of personal identity such as gender, ethnicity, and class in shaping experiences. Therefore, when the leisure of older adults is examined, we have to consider not only age issues, but also cultural and other dimensions of personal and social identity. The interaction of culture, age, gender, and leisure involvement results in a variety of experiences. The relationship of leisure and age has been examined related to change and continuity in activity

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participation and motivations. Generally, more continuity than change is likely in the types of activities people participate in across the lifespan (Freysinger, 1999). People are more likely to do something as they age if they also were involved when they were younger. One of the best predictors of current involvement in any activity is past involvement. The limited participation today of older women in some activities, for example, may be related to cohort differences in the past, and not age itself (Freysinger, 1990a). Researchers also suggest a “core” and “balance” in activities across the life span (Iso-Ahola, 1980). Although some activities remain stable across the lifespan, others are added or dropped. Gender differences Examining leisure across the lifespan provides insight into some of the issues that arise when people get older. Gilligan’s work (1982) examined developmental patterns for women and men. For most men, identity (establishing an autonomous sense of self) precedes intimacy and generativity (the capacity to guide succeeding generations), while for women these tasks are often fused. Some of the constraints women encounter in leisure such as the ethic of care, a sense of a lack of entitlement, concern for personal safety, and need for social support might also Boletín ADOZ

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impede leisure involvement. Researchers have found that beginning in middle age, women become more responsive and less guilty about some of their impulses (Rodeheaver & Datan, 1988) and they become more expressive of all aspects of themselves. The responsibility that many younger women have for the care and nurturing of others is a responsibility that requires the suppression of the aggressive, competitive, independent self (Henderson et al., 1996). Research on older women is showing, however, how leisure becomes more important as women got older and became less role bound (Anderton, Fitzgerald, & Laidler, 1995; Bialeschki & Michener, 1994; Parry & Shaw, 1999; Siegenthaler & Vaughn, 1998). For most men, a sense of entitlement to leisure remains consistent throughout their lives Women, however, vary greatly in how these experiences occur. For example, Bialeschki and Michener (1994) suggested that as women got older and relinquished some of the roles of motherhood, they were more likely to return to doing personal leisure activities. Across the course of life women and men face different as well as similar adjustments with different resources (Freysinger, 1990b). For example, the free time of current generations of older women may be shaped by issues of caretaking of elderly parents, parents-in-law, spouse, or grandchildren and widowhood more than for older Boletín ADOZ

men. Yet, grandparenting, reduced income, physical decline, lack of companionship, relocation and death of friends, and constructing meaningfulness in life are changes shared by both older women and men. Men and women similarly face constraints to leisure that shift with age such as self-imposed time-related constraints, external factors such as money or transportation, or restrictions such as health and attitudes (McGuire, 1985). The impact of external factors on leisure, however, may be greater for women than men because older women are more likely than older men to be poor, live alone, have less free or discretionary time, and have caretaking responsibilities. Because levels of involvement in some leisure activities may be lower across the lifespan, many women may not be as likely as men to begin new activities as they age. On the other hand, social support has been found to be an overwhelmingly positive determinant of leisure involvement for all groups of women (Henderson et al., 1996). Women’s ability to form social networks and maintain social integration also is seen as advantaging them in old age. This advantage may occur because by having such relationships women are able to both be, and see themselves as, interdependent rather than dependent. Interdependence allows for a sense of reciprocity and exchange including both the ability and willing-

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ness to give and take (Fry, 1990). Further, activities that are convenient, accessible, and safe are also likely to continue to be important for both women and men. Other gender issues Not all older adults are alike in their constructions of gender nor in their involvement with leisure. Income and cultural situations may also influence leisure for both women and men. For example, affluent older people are generally in better health than low income individuals (Cauley, Donfield, Laporte & Warhaftig, 1991). Studies of the activity involvement of women in the United States indicate that it is often mediated by socioeconomic status and level of education (King et al., 1992). Middle class individuals tend to participate in a greater variety of leisure pursuits than working or lower class individuals (Kelly & Freysinger, 2000). Subsequently, to the extent that old age brings restrictions and constraints, it may be that affluent men and women possess a wider range of familiar leisure options with which to adapt. Culture must also be considered. What is seen as inevitable and natural for any older individual, however, is likely to vary by culture and to change across history. At the same time, cross-cultural research indicates that there are similarities across cultures in what

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influences the status of older adults and the esteem with which they are held. Some of these similarities include continuity in role shifts, responsibility and continued involvement in valued activities, and the presence of extended families (Fry, 1990). On the other side, disrespect toward older people may be more likely when there is a loss of family, a change in appearance, and/or loss of strength. Across cultures women generally receive less deference than men do (Fry, 1990). Particularly in countries where diet, exercise, and healthy behaviors are promoted and medical treatments are available for almost every indication of physical and/or mental decline, to become “old” brings one under suspicion of moral weakness. Both women and men face diminution in old age but they come to this with different histories and resources. Concluding thoughts In future studies, researchers need to examine the cultural-social factors that create some of the differences between older women and men as well as among various groups of women and of men with dissimilar degrees of power and privilege. A focus on women in relation to men with an explicit analysis of the complexity of gender relationships is needed to move theoretical thinking forward. Further, a broader understanding Boletín ADOZ

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of older adults and leisure across the lifespan may be enhanced with the incorporation of studies related to maleness and masculinity related to leisure (Henderson et al., 2002). Therefore, a major challenge for researchers examining gender and leisure in the future lies in developing theoretical and empirical investigations that move beyond verifying differences toward a better explanation of the complexities of leisure as a context for human and community development (Henderson et al, 2002). Many more older adults will live longer and have more leisure in the future. Further research and successful recreation programming will depend on the willingness to ask new questions, make critical analyses, and build on the past to shape answers to the quality of life issues of the future. Karla A. Henderson University of North CarolinaChapel Hill, USA

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El deporte como ocio en la edad avanzada: Posibilidades y limitaciones Con el “envejecimiento” de la población mundial, la filosofía de “añadir años a la vida” ha sido sustituída por la de “añadir vida” a los años que proporcionan los avances médicos y tecnológicos así como el desarrollo económico y social. Es cierto que en todos los países del mundo continúa habiendo diferencias significativas en lo que se refiere al promedio de esperanza de vida (Longman, 1999), y aún es necesario realizar esfuerzos para mejorar las condi ciones y oportunidades de aquéllos que están desprovistos de alimenBoletín ADOZ

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tación, ropa, vivienda, seguridad y condiciones sanitarias adecuadas. Sin embargo, puesto que el número total de personas adultas de edad avanzada y su proporción con respecto a la población total ha aumentado, también lo ha hecho el interés por la calidad de vida en la tercera edad. Por ejemplo, Sousa (2000) en su predicción del ocio en la tercera edad, indicó que una sociedad más humana podía medirse por el grado en el que (a) se dispone de ocio para toda la población, (b) la vida en la tercera edad se caracteriza menos por el ocio social basado principalmente en la estimulación y más por el ocio basado en la autoestima y en la realización personal, y (c) el ocio contribuye a la comunicación y no a la exclusión social por motivos de edad, clase social, etc. (pág. 136). Aunque la visión de Sousa es humanista, no todo el mundo está interesado en poblaciones de tercera edad por razones humanistas. Por ejemplo, el impacto de una población envejecida en la sociedad en general, y lo que podría hacerse para aliviar cual1

quier tipo de impacto negativo (ej., aumento de costes en asistencia sanitaria), son preocupaciones crecientes de los líderes gubernamentales así como de los contribuyentes1. Sea cual sea su génesis, a la hora de optimizar la calidad y el desarrollo humano continuado, en la tercera edad se dan cita las cuestiones de interés, ocio y recreación como temas de debate. En este artículo, el deporte se enmarca como una práctica de ocio que presenta, al mismo tiempo, posibilidades y limitaciones para el desarrollo humano y el bienestar en la tercera edad. Estas posibilidades y limitaciones, tal y como se presentan en este artículo, están basadas en conceptualizaciones específicas del ocio y de la vejez. Por ello, se presentan en primer lugar dichas conceptualizaciones, claves, por otra parte, para entender lo que se explica posteriormente sobre deporte en la vejez. El ocio como proceso Aunque el ocio se conceptualiza a menudo como un tipo o experien-

Aunque existen claramente ramificaciones económicas de un cambio de distribución de edades entre la población mundial, uno no puede evitar preguntarse si una atención preponderante por estas cuestiones no hace sino enmascarar con frecuencia el sexismo, racismo y el clasismo; después de todo, una gran parte de la población adulta de la tercera edad es mayoritariamente femenina. Además, los índices de natalidad no están disminuyendo en todos los países (ej., en los países musulmanes del Norte de Africa y en Oriente Medio) (Longman, 1999) o entre todos los grupos dentro de un país dado (e.g. en los Estados Unidos, los índices de natalidad varían según la raza y la clase social) y los hombres podrían ciertamente tener un papel más activo en la educación de los hijos para equilibrar el aumento del número de mujeres que trabaja fuera del hogar en un gran número de países. Por añadidura, es poco probable que en estos debates haya un reconocimiento de la responsabilidad global de los cambios de población que se están produciendo.

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cia concreta de tiempo, actividad, y/o espacio, particularmente en Norteamérica, Burden (2000) propone que el ocio también puede conceptualizarse como un proceso. La autora afirma: “Construimos nuestro ocio en un proceso de negociación entre la expresión de uno mismo, o mediante ella, y las dimensiones que definen o constriñen la estructura social expresada en términos de tiempo, espacio y actividad de ocio. Las teorizaciones del ocio que ponen de relieve la libertad y la elección individuales no tienen en suficiente consideración la estructuración social del ocio. Los individuos tienen una relación específica con su entorno social dependiendo de las intersecciones de atributos personales entre los que se incluyen el género, la edad, la clase, la procedencia étnica y la habilidad” (pág. 161). Concebir el ocio de esta manera nos permite examinar el posicionamiento sociocultural del ocio así como las diferentes interpretaciones que ha tenido el ocio a través del tiempo (tiempo histórico y tiempo de vida). Al centrarnos en la dialéctica de uno mismo y del otro, en el medio y la estructura que caracterizan al ocio (Freysinger, 1995), podemos llegar a comprender el complejo modo en el que el ocio como proceso se asocia con el desar rollo personal y comunitario – y por lo tanto, humano- (Burden, 2000). Ésta es una forma especialmente útil y perspicaz de pensar en el ocio a la hora de explorar las posibilidades y

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limitaciones del deporte como ocio en la tercera edad. La vejez como constructo social La edad constituye también un proceso dialéctico. Esto es, las interpretaciones y vivencias de la edad cronológica se construyen durante la interacción del desarrollo biológico y psicológico y de las fuerzas e instituciones socioculturales que cambian a través del tiempo o de la historia. Las interpretaciones de la edad cronológica se producen en las relaciones sociales que se sitúan cultural e históricamente. Debido a que la mayoría de las culturas diferencian a las personas según la edad, existe una tendencia a que la edad constituya un principio de diferenciación de roles. Por ello, la estratificación de edades o clasificación según la edad se considera natural e inevitable. Sin embargo, ¿se comportan las personas de edad avanzada – o las pertenecientes a cualquier otro grupo de edad- de manera diferente únicamente porque son ancianos, adolescentes o de mediana edad (Fry, 1990)? La edad cronológica se considera un indicativo de las capacidades y habilidades individuales (físicas, mentales, afectivas y/o sociales) y por este motivo, se espera que debido a su edad, los individuos sean capaces de asumir determinados roles y responsabilidades, derechos y privilegios, y de que desarrollen determinadas aficiones Boletín ADOZ

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y actividades. Sin embargo, si hiciéramos una lista de las características asociadas a la vejez y a continuación reflexionásemos sobre cuál de dichas características se deben realmente a la edad cronológica, concluiríamos probablemente que hay muy poco que sea dependiente o exclusivo de la edad. Las investigaciones realizadas muestran que la experiencia de la edad y del envejecimiento es tremendamente plástica, que existe una gran heterogeneidad entre los individuos a medida que avanzan en el curso de la vida de acuerdo a su género, raza y clase social (Maddox, 1987), que se produce una continuidad y transformación en los individuos a medida que estos envejecen (Atchley, 1993), y de que los individuos tienden a tener un sentido “intemporal” de sí mismos (Kaufman, 1986). Sin embargo, las instituciones sociales y las normas sociales tienden a no ir al mismo paso de los cambios que experimentan los individuos en lo que al paso de la edad se refiere, dando lugar a lo que Matilda Riley y sus colegas (1994) han denominado “lapso estructural y cultural”. Por lo que se refiere al envejecimiento individual y a las vivencias de la edad construidas en el curso del tiempo en relaciones con individuos de diferente edad, sexo, raza y clase sugiere también posibilidades y limitaciones para el deporte como ocio en la tercera edad. Boletín ADOZ

Posibilidades Como forma de actividad física, el deporte como ocio en la tercera edad ofrece posibilidades para mejorar, mantener y/o intensificar la salud y funcionamiento físico, esto es, para una mejor calidad de vida. Según Harahousou y Kabitsis (2002), “en 1998 el Consejo Europeo aprobó la recomendación importante de que los gobiernos adopten ‘las medidas necesarias para fomentar y apoyar los esfuerzos realizados para promocionar una mayor participación por parte de la tercera edad en deportes adecuados para ellos así como en otras actividades físicas’” (págs. 34). En los Estados Unidos, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades y el American College of Sports Medicine (Colegio Americano de la Medicina del Deporte) han recomendado que todas las personas deberían practicar como mínimo 30 minutos de actividad física de intensidad moderada la mayor parte de los días de las semana, si no todos (Pate et al., 1995). Aunque, por lo general, se considera que la participación en el deporte y en otro tipo de actividad física disminuye con la edad, los resultados obtenidos en la investigación realizada en este área deben considerarse con mirada crítica. Se ha constatado, por ejemplo, que en algunas partes del mundo las personas de edad avanzada presentan una mayor participación en la actividad física que los

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de menor edad (Sivan, 2002). Además, se ha producido un aumento general y considerable en las oportunidades que se ofrecen para la participación a unas edades más tempranas (Harahousou & Cristos, 2002), en concreto para las mujeres en determinados países (e.j., con la discusión de una legislación sobre igualdad de oportunidades –Título IX- en los Estados Unidos) – pero no necesariamente en edades más avanzadas (Cho, Jun & Cho, 2002). Asimismo, los estudios longitudinales sugieren una mayor continuidad que cambio en la participación en actividades durante el curso de la vida, lo que demuestra que el menor nivel de práctica de deportes y de actividad física entre las generaciones actuales de adultos de la tercera edad puede deberse tanto a una cohorte como a la edad (Freysinger, 1999; McPherson, 1998). A pesar de ello, la práctica de un deporte como ocio ofrece importantes posibilidades para los individuos durante su vejez. En primer lugar, la práctica regular de alguna actividad física constituye un elemento disuasorio de la obesidad y disminuye el riesgo de enfermedad y muerte prematura a causa de una enfermedad cardiovascular. Durante la edad avanzada, la práctica regular de una actividad física también contribuye a mantener y mejorar la fuerza muscular, el equilibrio y la capacidad aeróbica, permitiendo así que los individuos puedan llevar a cabo las actividades cotidianas y de esta

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manera, puedan mantener su independencia (Shephard, 1995). Aunque la práctica de deporte y de alguna otra actividad física no signifique necesariamente que se vaya a vivir más años, sí que contribuye a que los individuos vivan mejor y con menor incapacidad durante su vejez. Existe un alto número de enfermedades crónicas durante la vejez que precisamente se ha demostrado que tienen un efecto debilitador en la salud física de los individuos. Por este motivo, la práctica de una actividad física cuenta con el potencial de tener un efecto positivo sobre la “esperanza de vida ajustada a la calidad” (Shephard, 1995, pág. 301). La práctica regular de actividad física también tiene consecuencias positivas para la salud mental. Las investigaciones realizadas han demostrado que la participación en actividades físicas reduce el grado de ansiedad y depresión y potencia los estados emocionales (Shephard, 1995). Además, el deporte, como forma de “ocio serio” ofrece oportunidades para el desarrollo de (a) habilidades y de un sentido de la competencia y la maestría, (b) “pequeños mundos” o comunidades, (c) un sentido de participación significativa, (d) identidades valoradas (Stebbins, 1992). Hasta el punto de que la práctica de un deporte previene contra los problemas de salud, también puede impedir que los individuos se vean a sí mismos y sean considerados por los demás como “viejos” (en un sentido peyorativo). Boletín ADOZ

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Las investigaciones realizadas en torno al significado de la salud en la vejez han revelado que los problemas de salud desligan a menudo a los individuos de sus roles habituales, actividades y relaciones sociales y de esta manera, cambian su percepción del tiempo (Eisenhandler, 1989). Cuando tienen problemas de salud, las personas adultas de edad avanzada perciben el paso del tiempo como una carga que han de sobrellevar y cuyo paso es lento. En este tipo de circunstancias, afirman que se sienten “viejas”. Asimismo, su atención pasa de tener un presente significativo y una sensación de futuro a los tiempos pasados en los que “las cosas iban mejor”. Esta percepción del pasado se asocia característicamente con un deterioro de la salud mental (e.j. trastornos de ansiedad, depresión) (Eisenhandler, 1989). El deporte como ocio en la tercera edad no sólo ofrece posibilidades para la persona en lo que respecta a salud y bienestar, sino también para la comunidad o sociedad. La práctica de un deporte en la tercera edad cuestiona los estereotipos negativos de la vejez considerada como una etapa de incompetencia y fragilidad física. Se opone a la noción de que los ancianos no son competitivos, de que las personas mayores tienen o no la capacidad de desarrollar las habilidades físicas, mentales y afectivas que requiere la práctica de un deporte y de que el interés en un compromiso intenso de carácter afectivo, Boletín ADOZ

físico y social entra sólo dentro del ámbito de la juventud. Dicho sea de otro modo, la práctica de un deporte como ocio durante la tercera edad requiere que la sociedad reconstruya o modifique lo que supone tener 65 o 75 años, así como tener 10 o 20. Ello exige un cambio social y nuevas oportunidades para que exista una mayor participación de este colectivo de edad avanzada en todas las dimensiones de la vida. Limitaciones La concepción del ocio como un proceso dialéctico de uno mismo/mediador y de comunidad/estructura (Burden, 2000; Freysinger, 1995) indica que el ocio no sólo se determina por sus posibilidades sino también por sus limitaciones. El ocio en la tercera edad ofrece una perspectiva concreta de esta dialéctica. Por ejemplo, aunque la edad no sea esencial para el sentido que tienen los individuos de sí mismos (Kauffman, 1986), al menos hasta que no se presentan problemas de salud (Eisenhandler, 1989), en las sociedades estratificadas por edades, la edad cronológica real y percibida constituye una base para la distribución de poder (o recursos, derechos, oportunidades, respeto e influencia) (Featherstone & Wernick, 1995). Por esta razón, la edad resulta esencial para las vivencias que tienen los individuos durante el curso de su vida. De especial importancia

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es el envejecimiento del cuerpo. Una de las razones es que tarde o temprano el cuerpo cambia con la edad y éste constituye una forma de capital físico (Bordieu, 1986 ; Shilling, 1993). La mayoría de las sociedades asignan un valor a determinados tipos de formas físicas, actividades y funciones. Asimismo, lo que se valora no es lo estático sino los cambios a través del tiempo. Sin embargo, a medida que las personas envejecen resulta más difícil transformar sus cuerpos y capacidades en formas nuevas y valoradas aunque algunos cuentan con más ventajas para hacerlo (ej., aquellos que pueden permitirse la cirugía plástica/estética, que cuentan con preparadores personales, etc.). Sin embargo, el envejecimiento del cuerpo siempre acaba siendo problemático porque existen límites hasta los que los individuos pueden modificar y reconstruir sus cuerpos (Shilling, 1993). Por ello, un cuerpo envejecido tiene con frecuencia pocas oportunidades para la práctica de un deporte. No obstante, el deporte es una práctica física valorada en muchas culturas por una serie de razones entre las que se incluye (a) es una construcción dualista de género y una masculinidad hegemónica en la que el empleo del cuerpo para intimidar, coaccionar o dominar a otros constituye una prerrogativa masculina (Metheny, 1973) y de forma específica, los de edad no avanzada, (b) legitima la competencia como medio de obtener los “valores emergentes”

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(estatus, prestigio, riqueza, influencia) (Edwards, 1981), (c) elige determinados tipos de cuerpos y resultados físicos como dignos de “ser contemplados” o adulados, (d) racializa nociones de cuerpos deportivos “naturales” y (e) reproduce nociones de trabajo en equipo, imparcialidad, y meritocracia sobre las que se fundamentan las economías capitalistas. Obviamente, las limitaciones para reivindicar el deporte como ocio en la tercera edad no están únicamente determinadas por la edad dado que su intersección con el género, raza/procedencia étnica, condición física y clase social en contextos históricos y socioculturales concretos vuelve a formular las posibilidades y las limitaciones. Asimismo, el deporte como ocio en la tercera edad puede imponer sus propias limitaciones por el hecho de haber envejecido. Esto es, el deporte como fuente legítima de placer para las personas adultas de edad avanzada y las imágenes de la vejez como una etapa de actividad física, competencia y atletismo pueden dar lugar a una nueva hegemonía en la que una falta de interés o competencia en la práctica de un deporte se considera un signo de algún defecto de personalidad o de decrepitud moral. Como ha observado O’Beirne (1999), “Parece ser que las actitudes hacia el envejecimiento en la sociedad occidental evidencian una era de cierta ‘esquizofrenia’ inducida culturalmente –negación y temor por Boletín ADOZ

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una parte y envejecimiento positivo por otra” (pp. 16). Indudablemente, la vejez no tiene connotaciones positivas en muchas culturas. Por esta razón, la promoción del deporte como forma de ocio en la vejez y de las personas de tercera edad como físicamente activos, con capacidades y carácter competitivo, podrían constituir una forma eficaz de transformar las imágenes negativas. Sin embargo, si las nuevas imágenes del envejecimiento “positivo” desestiman el cambio y la diversidad en los propios individuos de edad avanzada y entre ellos mismos, o valoran la práctica de deporte en adultos de edad avanzada principalmente como consumidores, o si se construyen sin considerar quién se ve favorecido o desfavorecido por ellas, entonces los individuos de la tercera edad tendrán que seguir llevando una “máscara del envejecimiento”. Dicha máscara constituye una estrategia que éstos utilizan para ocultar o enmascarar sus sentimientos, motivaciones, actitudes o creencias más profundas (Featherstone, 1993) en un mundo que les niega el derecho a ser mayores. Se trata de una estrategia que les permite mantener cierto control sobre sus propias vidas y determinado poder sobre otras (O’Beirne, 1999). Conclusión El deporte como ocio en la tercera edad presenta al mismo tiempo Boletín ADOZ

posibilidades y limitaciones para el desarrollo individual y comunitario. La conceptualización del ocio como un proceso dialéctico y la vejez como un constructo relacional proporciona un marco para reflexionar sobre dichas posibilidades y limitaciones. El deporte como forma de ocio ofrece posibilidades para la salud física y mental en la tercera edad así como para cuestionar y transformar las imágenes limitadas y negativas de lo que significa ser viejo. Al mismo tiempo, las nociones predominantes de la vejez y del deporte constriñen a los adultos de la tercera edad a la hora de reivindicar esta forma de ocio. Asimismo, la práctica de deporte de los adultos de la tercera edad podría imponer nuevas limitaciones sobre los individuos durante su vejez al promocionar nociones de “envejecimiento positivo” que pasan por alto la heterogeneidad del envejecimiento y ocultan el grado en el que el género, la raza y la clase social determinan el envejecimiento y el ocio. Aunque puede haber una tendencia a reflexionar sobre el deporte como forma de ocio en la tercera edad, bien sea como posibilidad o como limitación, los estudiosos y profesionales del ocio deberían más bien considerarlo como un proceso dialéctico de posibilidad y limitación. Valeria J. Freysinger, Ph. D., Profesor Asociado Universidad de Miami Ohio, USA.

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El BOLETÍN ADOZ es una publicación cuatrimestral del Instituto de Estudios de Ocio de la Universidad de Deusto que pretende ser un foro de encuentro entre profesionales, estudiosos y personas interesadas en el fenómeno del ocio (cultura, turismo, deporte y recreación). Su objetivo es difundir información, recursos y conocimiento en torno al tema dando a conocer las últimas tendencias y avances en investigación, documentación y formación. A partir del número 23, el Boletín ADOZ se distribuirá previo pago de una suscripción, cuyo precio es: España: 12 Euros, Resto de Europa y América: 30 Euros. Si desea acceder a números anteriores del Boletín (del 1 al 21), puede consultar nuestra página Web (www.deusto.es/ocio.html) o adquirirlos a 5 Euros/833 pts./ejemplar. Remita esta solicitud de Suscripción debidamente cumplimentada a: ADOZ. Centro de Documentación en Ocio. Instituto de Estudios de Ocio. Universidad de Deusto. Avda. de las Universidades, 24. 48007 Bilbao ✄ SOLICITUD DE SUSCRIPCIÓN AL BOLETÍN ADOZ Nombre y apellidos: Institución-Departamento: Cargo: Dirección: C.P.: Ciudad: Tel.: Fax: NIF:

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Sport as leisure in later life: possibilities and constraints With the “graying” of the population worldwide, attention has turned from “adding years to life” to “adding life” to the years that medical and technological advancements and economic and social development have provided. Certainly countries around the globe continue to differ significantly in average life expectancy (Longman, 1999), and efforts to improve the conditions and oppor tunities of those deprived of adequate food, clothing, shelter, safety, and health are still needed. However, as the sheer number of older adults and their proportion of the total population have climbed, so too has interest in the quality of later life. For example, Sousa (2000) in his forecast for leisure in later life, noted that a more humane society could be measured by the extent to which (a) leisure is available to the total population, (b) later life is less characterized by social leisure mainly based on stimulation and more by leisure based on self esteem and self realization, and (c) leisure contributes to communication and not to social exclusion by age, social class, etc. (p. 136). While Sousa’s vision is a humanistic one, not everyone is interested in aging populations for humanistic reasons. For example, the impact of Boletín ADOZ

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an aging population on society in general, and what might be done to alleviate any negative impact (e.g., increased health care costs), are growing concerns of gover nmental leaders and the taxpaying public2. Whatever its genesis, when optimizing the quality of, and continued human development in, later life are the issues of interest, leisure and recreation are topics of discussion. In this article, sport is framed as a leisure practice that holds both possibilities and constraints for human development and wellbeing in later life. Those possibilities and constraints, as presented in this article, are informed by specific conceptualizations of leisure and old age. Hence, these conceptualizations are first presented. What these conceptualizations suggest in regard to sport as leisure in later life is then explicated. Leisure as process While leisure is often conceptualized as a particular type or experience of time, activity, and/or space, particularly in North

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America, Burden (2000) has proposed that leisure can also be conceptualized as a process. She states: “We construct our leisure in a process of negotiation between the expression of self, or agency, and the defining or constraining dimensions of social structure expressed in terms of time, space, and leisure activity. Theorisations of leisure that emphasize individual freedom and choice do not take sufficient account of the social structuring of leisure. Individual people have a particular relationship to their social environment depending on the intersections of personal attributes including gender, age, class, ethnicity, and ability” (p. 161). Conceiving of leisure in this way allows us to examine the socio-cultural “situatedness” of leisure as well as the changing meanings of leisure across time (historical time and life time). By focusing on the dialectic of self and other, agency and structure that characterizes leisure (Freysinger, 1995), we can gain insight into the complex ways that leisure as a process is associated with both personal and community

While there certainly are economic ramifications of a shifting age distribution among the world population, one cannot help but wonder if a preponderant focus on such concerns often masks sexism, racism, and classism; after all, a larger older adult population is largely female. Further, fertility rates are not declining in all countries (e.g., in the Muslim countries of North Africa and the Middle East) (Longman, 1999) or among all groups within any given country (e.g., in the United States fertility rates vary by race and social class) and men could certainly be more active in the raising of children to balance the increased numbers of women working outside the home in many countries. Further, one is unlikely to hear in these discussions any recognition of global responsibility for the population shifts that are occurring.

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– and thus human – development (Burden, 2000). This is a particularly useful and insightful way to think about leisure when exploring the possibilities and constraints of sport as leisure in later life. Old age as a social construct Age is also a dialectical process. That is, the meanings and experiences of chronological age are constructed in the interaction of biological and psychological development and socio-cultural forces and institutions that change across time or history. The meanings of chronological age are produced in social relations that are culturally and historically situated. Because most cultures differentiate people by age there is a tendency for age to become a principle of role differentiation. Hence, age stratification or ranking by age is seen as natural and inevitable. But, do old people – or any age group – behave differently just because they are old or adolescent or middle aged (Fry, 1990)? We see chronological age as indicative of individual capacities and abilities (physical, mental, emotional, and/or social) and therefore expect individuals because of their age to be able to assume certain roles and responsibilities, rights and privileges, and to have certain interests and involvements. However, if we were to generate a list of characteristics associated with old age and then think about which of these charac-

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teristics is actually due to being chronologically old, we would likely see very little that is agedependent or exclusive. Research indicates the experience of age and aging is tremendously plastic, that there is tremendous heterogeneity among individuals as they move across the course of life on the basis of gender, race, and social class (Maddox, 1987), that there is both continuity and change within individuals as they age (Atchley, 1993), and that individuals tend to have an “ageless” sense of self (Kaufman, 1986). Yet, social institutions and cultural norms tend not to keep pace with changes in individuals’ experiences of aging, leading to what Matilda Riley and colleagues (1994) refer to as “structural and cultural lag”. Thinking of individual aging and experiences of age as constructed in relations with differently aged and sexed and raced and classed others across time also suggests possibilities and constraints for sport as leisure in later life. Possibilities As a form of physical activity, sport as leisure in later life offers possibilities for the improvement, maintenance, and/or enhancement of physical health and functioning – that is, for improved quality of life. According to Harahousou and Kabitsis (2002), “in 1988 the Council of Europe adopted the important recommendation that Boletín ADOZ

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the governments take ‘the necessary steps to encourage and support efforts made to promote greater participation by older persons in appropriate sports and other physical activities’” (pp. 3-4). In the United States, the Centers for Disease Control and Prevention and the American College of Sports Medicine have recommended that all individuals should accumulate at least 30 minutes of moderate intensity physical activity on most, if not all, day s of the week (Pate et al., 1995). While in general, participation in sport and other physical activity is believed to decrease with age, results of the research in this area must be viewed with a critical eye. In some parts of the world, for example, older people have been found to have higher engagement in physical activity than younger (Sivan, 2002). Further, there has been a general and significant increase in opportunities for such involvement in the younger years (Harahousou & Christos, 2002), particularly for females in some countries (e.g., with passage of equal opportunity legislation – Title IX – in the United States) – but not necessarily in the later years (Cho, Jun, & Cho, 2002). In addition, longitudinal studies suggest more continuity than change in activity involvement across the lifespan suggesting that lower levels of sport and physical activity participation among current generations of older adults may be due to cohort as much as age (Freysinger, 1999; Boletín ADOZ

McPherson, 1998). Regardless, participation in sport as leisure holds important possibilities for individuals in later life. First, regular involvement in physical activity is a deterrent to obesity and reduces risk of illness and premature death from cardiovascular disease. In later life regular physical activity also helps preserve and improve muscular strength, balance, and aerobic capacity allowing individuals the ability to undertake the activities of daily living and thus to maintain independence (Shephard, 1995). While involvement in sport and other physical activity may not necessarily mean living longer, it will help individuals live better with less disability in old age. There is an increased incidence of chronic diseases in old age and such diseases have been found to have a debilitating effect on individuals’ physical health. Therefore, physical activity involvement has the potential to positively impact “quality adjusted life expectancy” (Shephard, 1995, p. 301). Regular involvement in physical activity also has positive consequences for mental health. Research has found that physical activity participation reduces anxiety and depression and enhances mood states (Shephard, 1995). In addition, sport, as a form of “serious leisure” offers opportunities for the development of (a) skills and a sense of competence and mastery, (b) “small worlds” or communities, (c) a sense of mea-

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ningful involvement, and (d) valued identities (Stebbins, 1992). To the extent that sport participation wards off health problems it may also prevent individuals from seeing themselves, and from being seen by others, as “old” (in a pejorative sense). Research on the meaning of health in later life has found that health problems often remove individuals from familiar roles, activities, and social interactions and in so doing, change their perceptions of time (Eisenhandler, 1989). When in poor health, older adults experience time as a burden, as weighing heavy on them, as passing slowly. In such circumstances individuals in later life report that they see themselves as “old.” Further, their attention shifts from sustaining a meaningful present and sense of the future to times in the past when “things were better.” Such a focus on the past is typically associated with poor mental health (e.g., anxiety disorders, depression) (Eisenhandler, 1989). Sport as leisure in later life not only holds possibilities for the individual (in terms of health and wellbeing) but also for the community or society. Sport participation in later life challenges negative stereotypes of old age as being a time of physical incompetence and frailty. It resists the notion that older people are not competitive, that older people do not have, or have the capacity to develop, the physical, mental, and emotional skills that sport participation

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requires, and that interest in intense emotional, physical, and social engagement is the purview of only the young. In other words, participation in sport as leisure in later life requires society to reconstruct or revision what it means to be 65 or 75, as well as 10 or 20. It demands social change and new opportunities for the engagement of older adults in all dimensions of life. Constraints Thinking about leisure as a dialectical process of self/agency and community/structure (Burden, 2000; Freysinger, 1995) suggests that leisure is not only shaped by possibilities but also constraints. Leisure in later life provides particular insight into this dialectic. For example, while age may not be central to individuals’ sense of themselves (Kauffman, 1986), at least not until there are health problems (Eisenhandler, 1989), in age stratified societies, actual and perceived chronological age is a basis for the distribution of power (or resources, rights, opportunities, respect, and influence) (Featherstone & Wernick, 1995). Therefore, age is very central to individuals’ experiences across the course of life. Aging bodies are particularly central. One reason for this is that the body sooner or later changes with age and the body is a form of physical capital (Bordieu, 1986); Shilling, 1993). Boletín ADOZ

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Most societies place value on certain types of physical forms, activity, and performance. Further, what is valued is not static but changes across time. Yet, as people age converting their bodies and its capacities into new and valued forms becomes more difficult, though some are more advantaged in doing so than others (e.g., those who can afford plastic/cosmetic surgery, personal trainers, etc.). However, all aging bodies are ultimately problematic because there are limits to how much individuals can modify and reconstruct their bodies (Shilling, 1993). Therefore, aging bodies often have few opportunities for participation in sport. Yet, sport is a valued physical practice in many cultures for a number of reasons including that (a) it a dualistic construction of gender and a hegemonic masculinity in which using the body to physically overpower, coerce, or dominate others is a prerogative of males (Metheny, 1973) and specifically, non-old males, (b) it legitimizes competition as a means of obtaining the “emergent valuables” (status, prestige, wealth, influence) (Edwards, 1981), (c) it centers certain types of bodies and bodily performance as worthy of the “gaze” or adulation, (d) it racializes notions of “natural” sporting bodies, and (e) it reproduces notions of teamwork, fairness, and meritocracy upon which capitalistic economies rest. Clearly, constraints to pursuing sport as leiBoletín ADOZ

sure in later life are not only shaped by age as its intersection with gender, race/ethnicity, able-bodiedness, and social class in particular historical and socio-cultural contexts re-frames possibilities and constraints. Further, sport as leisure in later life may itself impose constraints on being old. That is, sport as a legitimate source of pleasure for older adults and images of old age as a time of physical activity, competence, and athleticism may create a new hegemony, one in which a lack of interest or competence in sport participation is seen as an indication of some character flaw or moral decrepitude. As noted by O’Beirne (1999), “It would appear that attitudes toward aging in Western society are indicative of an era of culturally induced ‘schizophrenia’ – denial and dread on the one hand and positive aging on the other” (p. 16). Certainly old age does not have positive connotations in many cultures. Therefore, the promotion of sport as leisure in later life and older adults as physically active, skilled, and competitive would seem to be an effective way to transform negative images. However, if new images of “positive” aging disallow change and diversity within and among older individuals or value older adults’ sport parti cipation mainly as consumers or are constructed without considering who is advantaged and who disadvantaged by them then older individuals will continue to have to

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put on a “mask of aging,” a strategy they use to conceal or mask their inner feelings, motivations, attitudes, or beliefs (Featherstone, 1993) in a world that denies them the right to be old, a strategy that allows them to maintain some control over their own lives and power over others (O’Beirne, 1999). Conclusion Sport as leisure in later life holds both possibilities and constraints for individual and community development. Conceptualizing lei sure as a dialectical process and old age as a relational construct provides a framework for thinking about such possibilities and constraints. Sport as leisure provides possibilities for physical and mental health in later life and for challenging and transforming limited and negative images of what it means to be old. At the same time, dominant notions of old age and sport constrain older adults from pursuing this form of leisure. In addition, the sport participation of older adults could impose new constraints on individuals in later life by promoting notions of “positive aging” that ignore the heterogeneity of aging and make invisible the extent to which gender, race, and class shape aging and leisure. While there may be a tendency to think about sport as leisure in later life as either possibility or constraint, leisure scholars and

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practitioners should instead think about it as a dialectical process of possibility and constraint. Valeria J. Freysinger, Ph.D. Associate Professor Miami University Ohio, USA

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Turismo social: el acceso al ocio turístico en la tercera edad La integración del acceso al ocio en el Estado de Bienestar El acceso al ocio turístico está fuertemente condicionado por la disponibilidad de tiempo libre y de una capacidad económica suficien te para hacer frente a los gastos del viaje. Entre los colectivos que gozan de tiempo libre destaca especialmente la tercera edad 3, que ha sido eje fundamental de las políticas sociales públicas y de numerosas empresas y organizaciones. En el plano institucional han sido numerosas las manifestaciones que han expresado su apoyo al ocio

turístico de la tercera edad. La importancia de este colectivo motivó que en 1993 la Organización Mundial del Turismo celebrase en Gran Canaria el Primer Forum Internacional de Turismo para la Tercera Edad. Tres años más tarde se aprobó la Carta de Recife sobre las personas mayores, que estableció una serie de recomendaciones para garantizar la calidad de atención y de servicios hacia este colectivo (OMT, 1996). Igualmente, en el plano supranacional destacan las orientaciones y reflexiones que en esta época realizó el Bureau International du Tourisme Social (BITS, 1996) a través de la Declaración de Montreal, si bien el mensaje tiene un carácter mucho más genérico, es decir, no está orientado específicamente hacia la tercera edad, sino hacia el turismo social en general. Del mismo modo, avanzada la década de los noventa se ponen en marcha iniciativas importantes en las instancias Europeas. En este sentido, el Consejo de Europa aprobó el “Plan de acciones comunitarias en favor del turismo4 (1993-95)”, que contemplaba una medida específica de turismo social, cuyo objetivo era facilitar el

El concepto de tercera edad suscita frecuentemente numerosas críticas, que en la mayoría de los casos aportan muy poco al esclarecimiento de los términos lingüísticos más correctos. En este sentido, resulta bastante recomendable la aproximación teórica que Pérez (1997: 19-23) realiza para clarificar el ingente número de dudas sobre su significado. 4 Véase la Decisión 92/421/CEE del Consejo, DOCE L núm. 231 del 13/8/1992. Las convocatorias de las acciones de dicho Plan están recogidas en los siguientes diarios: DOCE C 253/06 del 17/9/1993, DOCE C 122/07 del 4/5/1994 y DOCE 106/09 del 27/4/1995. 3

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acceso turístico a grupos de personas a las que por diversas razones, relacionadas en particular con su condición social o su salud, les resultaba difícil ir de vacaciones. A las puertas del nuevo milenio, Naciones Unidas proclama 1999 como “Año Internacional de las Personas Mayores” y entre los principios que se afirman, resulta de especial interés el referente a la autorrealización, que apuesta por el acceso a los recursos educativos, culturales, espirituales y recreativos de la sociedad. Todas estas iniciativas constituyen referentes internacionales importantes sobre la relevancia institucional que ha ido adquiriendo el turismo social, en general, y específicamente, el dirigido al colectivo de mayor edad. No obstante, los avances más transcendentales proceden de ciertos Estados intervencionistas: Francia, Grecia, Italia, Portugal y España, los cuales forman el grupo de naciones europeas que más han avanzado en la consolidación del derecho al ocio en el colectivo de tercera edad (Muñiz, 2001: 81-151): En Francia, los pensionistas y jubilados se benefician de las instalaciones y equipamientos que poseen las Caisses de Retraite (5.000 camas), donde tienen mayor peso los gremios de construcción e industria eléctrica y mecánica. En Grecia, los agentes que operan son netamente públicos y las ayu5

das al turismo social son gestionadas a través de unas secciones específicas que se crearon en 1974 dentro de la Oficina Nacional Helénica de Turismo (ONHT). Entre otros colectivos, los jubilados se pueden beneficiar de sus programas siempre y cuando no superen unos niveles de renta máxima. En Italia, el turismo social va dirigido fundamentalmente hacia el colectivo obrero; a pesar de ello, existen múltiples organizaciones como Turismo Terza Etta, Consorzio Cooperativo Vacanze y Quarto Spazio, que prestan servicios turísticos dirigidos al colectivo de mayor edad. Finalmente, hay que destacar que siguiendo los modelos español y brasileño, el Estado portugués puso en marcha a mediados de los noventa los programas “Turismo Sénior” y “Saúde e Termalismo Sénior”, gestionados por el Instituto Nacional para Aproveitamento dos Tempos Livres dos Trabalhadores (INATEL), de los que se beneficiarán en torno a 50.000 personas. La intervención española en el turismo de la tercera edad En España, la política de turismo social no tendría apenas representatividad de no haberse creado en 1978 el Instituto Nacional de Servicios Sociales5 (INSERSO), cuyo objetivo principal será gestionar los

Véase el Real Decreto 36/1978, del 16 de noviembre (B.O.E. 18/11/1978).

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servicios complementarios de las prestaciones de la Seguridad Social. Entre los años 1983 y 1985, las Direcciones Provinciales del INSERSO empiezan a organizar turnos de convivencia navideña dirigidos a las personas mayores que viven solas. Estas experiencias recogían la filosofía marcada por la Constitución española6, que insta a los poderes públicos a promover el bienestar de la tercera edad, con un sistema de servicios sociales que atienda sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio. Además, ciertos estudios realizados en la década de los ochenta7, evidenciaban la necesidad de ocio turístico que tenía el colectivo de mayor edad. En este sentido, se había puesto de manifiesto que tan sólo en torno al 39 por ciento de la población de tercera edad realizaba vacaciones, siendo los escasos recursos económicos la causa principal de la inaccesibilidad (el 45 y el 35,8 por ciento de la población consultada así lo manifestaba, respectivamente, en 1981 y 1988). En 1985, el INSERSO integra el conjunto de acciones en un programa global que se denominará “Programa de vacaciones para la tercera edad”, que, inicialmente, con carácter experimental, se convertirá en una de las intervencio-

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nes sociales públicas más populares de España. El programa estatal desarrollado trataba de cubrir dos objetivos prioritarios: en primer lugar, mejorar la calidad de vida de las personas mayores, mediante la participación en viajes y la realización de actividades turísticas, conectando con otros ambientes y accediendo a bienes culturales; y en segundo lugar, favorecer la creación o mantenimiento del empleo en el sector turístico, con especial incidencia en el hotelero, durante la denomina da temporada baja, contribuyendo con ello, a paliar la estacionalidad. El éxito de esta iniciativa llevada a cabo motivó una diversificación de la política de turismo social dirigida a la tercera edad, permitiendo la creación de otros programas, tales como el “Termalismo social” (1989) y “Programa de circuitos culturales” (1993). En 1996, el INSERSO pasa a denominarse IMSERSO (Instituto de Migraciones y Servicios Sociales), asumiendo también las responsabilidades sociales de migración. A partir de la temporada 1999/2000, los programas “Circuitos culturales” y “Vacaciones para la tercera edad” se fusionan, pasándose a denominar “Programa de vacaciones para mayores y para mantenimiento del empleo en zonas turísticas”. Este programa, junto al de

Véase artículo 50 de la Constitución española. Véase el estudio sociológico del Instituto IDES (1987: 31-38).

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“Termalismo social”, permite que más de medio millón de personas de la tercera edad accedan al ocio turístico8 en España. Las políticas de turismo para la tercera edad se han reorientado recientemente más hacia el turismo social, ganado en equidad social, este hecho se debe a que en 1999 se incorporó un baremo socioeconómico que facilitaba la discriminación positiva. La puesta en marcha de esta baremación fortalece la asignación social de plazas, ya que discrimina a las personas de tercera edad que más recursos tienen y que, por tanto, pueden costearse el mismo paquete turístico en el sector comercial. Por otro lado, hay que remarcar que el desarrollo del Estado de las Autonomías ha implicado el ejercicio de transferencias de competencias, así como la creación normativas y de organismos regionales capaces de hacer frente a las nuevas responsabilidades sociales y turísticas. El interés que defienden las Comunidades Autónomas (CC.AA.) para ejercitar las políticas de turismo social y de la tercera edad encuentra su razón en la mejora de las prestaciones sociales de sus ciudadanos y en los efectos desestacionalizadores que provoca la articulación de este tipo de políticas (Muñiz, 2001). Entre las CC.AA. que podrían calificarse de más intervencionistas

destacan Castilla-La Mancha y Cataluña. La primera ha actuado fundamentalmente sobre la demanda turística a través del “Programa de turismo social”, en tanto que Cataluña ha apoyado también la creación de infraestructura y oferta específica para el turismo social -si bien, en último caso la intervención se orienta más hacia colectivo de trabajadores, en detrimento de la tercera edad-. Junto a las anteriores regiones, también hay que valorar muy positivamente el reconocimiento normativo que se ha hecho en País Vasco (Ley 6/1994), Extremadura (Ley 2/1997) y Galicia (Ley 9/1997), ya que han reconocido explícitamente que el turismo social se encuentra entre los fines principales que aborda su legislación turística. Ello significa que se asumen las competencias sobre esta tipología, por lo tanto, se abre un horizonte de expectativas bastante amplio. Además, en otras CC.AA. como Andalucía y Baleares, las políticas de turismo social se pueden concebir dentro de sus normativas como instrumentos de desestacionalización de la demanda turística. Finalmente, hay que remarcar que, en España, son muy numerosos los ayuntamientos y diputaciones que han ejercitado programas propios y colaborado con otras Administraciones en la puesta en

Hay que tener en cuenta que los programas no están destinados exclusivamente a la tercera edad, ya que puede acceder cualquier pensionista del Sistema de la Seguridad Social que cumpla los requisitos establecidos en las convocatorias. 8

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marcha de los programas de turismo social para la tercera edad. Daniel Muñiz Aguilar Colaborador Honorario de la Universidad de Málaga [email protected]

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Ocio, personas mayores y voluntariado En las ocasiones en las que me he aproximado a la cuestión del ocio, me ha ayudado el enfoque de quienes proponen comprenderlo, a la vez, como una cantidad de tiempo, como un tipo de actividad y como una vivencia subjetiva. Entiendo que, en primer lugar, ha de haber una cantidad de tiempo que le queda a la persona después de hacer frente a sus obligaciones o a la satisfacción de necesidades básicas. Por otra parte, en ese tiempo, han de desarrollarse actividades (en sentido amplio) de unas determinadas características, tales que las ubiquen fuera, por ejemplo, del ámbito del trabajo (remunerado): actividades, en principio, relacionadas con el mundo del juego o la recreación. En tercer lugar es fundamental atender a la vivencia subjetiva del individuo, a su experiencia, a sus sentimientos, a su satisfacción, a su desarrollo como persona libre y autónoma. Sé que esta forma de definir el ocio no delimita un territorio con unas fronteras nítidas pero creo que eso acostumbra a pasar cuando intentamos acotar fenómenos humanos importantes. Por otra parte, en cada contexto social y en cada momento histórico, el ocio adquiere perfiles diferentes. Así, si tuviéramos que seleccionar algunos de los fenómenos que, hoy en día, pueden estar afectando en Boletín ADOZ

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mayor medida a la realidad del ocio en nuestras sociedades satis fechas hablaríamos, por ejemplo, de los siguientes: • Nos encontramos inmersos en un proceso de cambio en la organización y, probablemente, en la naturaleza del trabajo, de modo que éste tiende a fragmentarse espacial y temporalmente y se tornan más frágiles los compromisos relacionados con él. • Asistimos a un momento de pujanza de la economía de mercado y de la sociedad de consumo a escala global en un proceso en gran parte catalizado y conformado por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. • Se acentúa el debilitamiento de algunos de los controles sociales (familiares, comunitarios, religiosos) propios de las sociedades tradicionales. • Junto a la promesa, en parte cumplida, de una extensión de la democracia y de un avance de los derechos humanos, aparecen nuevos mecanismos que parecen perpetuar la exclusión social de muchas ciudadanas y ciudadanos. Éstos y otros fenómenos nos afectan a todas las personas y también a las personas mayores. Sabemos que cada vez es mayor la esperanza de vida y no es infrecuente que se salga del mundo del trabajo antes de la edad señalada para la jubilación. Mejoran las condiciones de salud de la población mayor y Boletín ADOZ

aumenta el número de personas mayores con dependencia. Nos encontramos con una generación mayor con un poder adquisitivo y un poder de condicionar las políticas mayores que en épocas históricas anteriores. Y también con una cultura que parece querer ocultar fenómenos tan humanos como el envejecimiento, la dependencia y la finitud. Nos encontramos, por tanto, en nuestro entorno cercano, con más y más personas mayores, en una cada vez mayor variedad de condiciones y situaciones, que reclaman o necesitan ofertas y alternativas para utilizar sus recursos y capacidades, para dedicar su tiempo y su ilusión. Y no cabe duda de que una de esas ofertas es la del voluntariado. Según el artículo 2 de la Ley del Voluntariado de la Comunidad Autónoma del País Vasco “se entiende por voluntariado el conjunto de actividades de interés general desarrolladas por personas físicas, siempre que se realicen en las siguientes condiciones: • De manera desinteresada y con carácter solidario. • Voluntaria y libremente, sin traer causa de una relación laboral, funcionarial o mercantil, o de una obligación personal o deber jurídico. • A través de organizaciones sin ánimo de lucro, y con arreglo a programas o proyectos concretos. • Sin retribución económica.

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• Sin sustituir, en ningún caso, servicios profesionales remunerados”. Si atendemos a esta definición no podemos decir que ni el voluntariado ni, específicamente, el voluntariado de las personas mayores sean fenómenos nuevos. Sin embargo, no cabe duda de que nos encontramos en un momento de institucionalización del voluntariado en España; un momento en el que tradiciones y realidades diversas, algunas de ellas centenarias, se reconfiguran y encuentran un nuevo acomodo legal y también conceptual. Por situar este fenómeno en el contexto vasco, baste decir que la mencionada ley del voluntariado es de 1998 y que en este momento, nos encontramos inmersos en el proceso de elaboración del primer Plan Vasco del Voluntariado (proceso al que, por cierto, están invitadas todas las personas y entidades interesadas). El hecho de que este proceso de institucionalización del voluntariado sea incipiente en nuestro país contribuye a que con frecuencia sean confusos los datos que se manejan acerca del fenómeno. Podría decirse que muchas personas (y muchas personas mayores) son voluntarias sin saberlo. Así, por ejemplo, muchos de quienes participan activamente en los movimientos asociativos de las personas mayores podrían ser considerados, en principio, como voluntarios y voluntarias. Sin embargo, es improbable que tengan conciencia de tales y que se ubi-

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quen formal e institucionalmente en el marco normativo que hoy se ofrece al voluntariado. La autoconciencia de las personas mayores como voluntarias y su incorporación a los referidos mar cos normativos está siendo, sin duda, mayor en el caso de personas que colaboran en actividades de voluntariado al servicio de terceras personas, sea en organizaciones que cuentan con voluntarias y voluntarios de diferentes edades o sea en organizaciones en las que las voluntarias y voluntarios son, exclusiva o preferentemente, personas mayores. Sea como fuere, parece existir un consenso bastante extendido entre las personas expertas y estudiosas del voluntariado en los países de nuestro entorno acerca de que se trata de un fenómeno en auge o crecimiento desde el punto de vista cuantitativo. Es frecuente la utilización, para nuestro caso, de cifras en el entorno del 10% para referirse al número de voluntarias y voluntarios. También se asume entre las personas que estudian el fenómeno que resulta creciente el voluntariado de las personas mayores. No me cabe ninguna duda de que las actividades de voluntariado resultan provechosas desde muchos puntos de vista, tanto para las personas que participan en ellas como para la sociedad en general. No debemos olvidar, sin embargo, que hay voluntariados y voluntariados. Así, me permito recoger del borrador de Plan Vasco Boletín ADOZ

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de Voluntariado que se está sometiendo a consideración de la ciudadanía, la apuesta por un voluntariado: • “Expresión de la solidaridad gratuita y el altruismo societario practicados en libertad. • Gratificante, satisfactorio y saludable para las voluntarias y voluntarios. • Cauce de participación ciudadana en el espacio público. • Sensible y próximo, capaz de adelantarse en la respuesta a necesidades sociales. • Inclusivo y acogedor de personas diversas en muchos aspectos. • Que no está en un juego de suma cero sino en una relación sinérgica con esferas como la del empleo remunerado, el desarrollo económico, las redes sociales informales o el compromiso de las Administraciones públicas en la respuesta a las necesidades sociales. • Creativo e innovador. • Que es manifestación y escuela de compromiso cívico. • Que es autónomo en sus estructuras y propuestas cooperativas y críticas respecto de los poderes públicos, el sector lucrativo u otras instancias o agentes sociales. • Constructor y transformador del tejido social (creando capital social, capital relacional, valores compartidos). • Que expresa y practica su preferencia por las personas y entornos más vulnerables en los Boletín ADOZ

que se fragua o se produce la exclusión social. • Articulado, estructurado, activo y participativo en organizaciones y redes creativas, sostenibles y con capacidad de interlocución”. Entiendo pues que las personas mayores están llamadas, junto con el resto de ciudadanas y ciudadanos, a la práctica cotidiana y a la construcción crítica de un voluntariado: • Que muestre y reivindique la dignidad del trabajo, de todo trabajo: del trabajo remunerado, del trabajo voluntario, del trabajo doméstico o del trabajo comunitario. Estimo que no podemos aceptar, por ejemplo, un trabajo voluntario que sea sucedáneo barato del trabajo remunerado. • Que respete y potencie la dignidad de las personas, de todas las personas, sea cual sea su edad y sean cuáles sean sus necesidades y capacidades. Valga recordar aquí como botón de muestra que la legislación sobre voluntariado exige el aseguramiento de las voluntarias y voluntarios pero cuando las organizaciones van a asegu rar a personas mayores voluntarias encuentran dificultades en muchas compañías de seguros. • Que se estructure y desar rolle tanto en organizaciones reivindicativas como en organizaciones de servicio; tanto en organizaciones de personas mayores como en organizaciones en las

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que se mezclen voluntarias y voluntarios de diferentes edades. Que se conecte en redes y se involucre en procesos de participación y de inclusión que contribuyan a transformar el rostro, el corazón y las entrañas de nuestras sociedades. Creo, en definitiva, que es posible para las personas mayores (y para las que no lo son) un ocio que no es residuo sino oportunidad para vivir y demostrar que no hay oposición, como algunas culturas dominantes pretenden hacernos creer, entre trabajo y placer, entre envejecimiento y utilidad, entre satis facción y compasión o entre felicidad y solidaridad. Fernando Fantova [email protected]

El Instituto de Estudios de Ocio y las personas mayores Desde un inicio, las personas mayores, como individuos y como colectivo, han estado muy presentes en la actividad del Instituto de Estudios de Ocio. Tanto en el ámbito de la formación como en los de la educación, la investigación, el conocimiento y la comunicación el Instituto ha dado pasos en la búsqueda de respuestas a los problemas que el ocio suscita en dicho colectivo social. En el marco de la formación regla-

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da y continúa de los profesionales que trabajan en el ámbito del ocio de las personas mayores, desde el comienzo de Estudios de Ocio se consideró la oportunidad de ofrecer una especialidad dentro del Master de Educación del Ocio. De igual manera, dentro del programa de formación continua denominado Tiempos de Ocio, la presencia de cursos y foros dirigidos a los técnicos y profesionales que trabajan con este colectivo ha sido constante. En el campo de la educación permanente, desde que el programa Ocio Cultural Universitario hasta el título propio Graduado Universitario en Cultura y Solidaridad, que se presentarán con más detalle a continuación. En el marco de su actividad investigadora y consultora de estos quince años, Estudios de Ocio ha mantenido una constante preocupación por el colectivo de mayores. Ha desarrollado proyectos de investigación básica y aplicada en torno a los clubes de jubilados, la educación del ocio de las personas mayores, las políticas de ocio, etc., en colaboración con instituciones públicas y entidades privadas. En cuanto a la generación y gestión del conocimiento, ADOZ Centro de Documentación en Ocio ha dedicado parte de su labor al ocio de los mayores, tanto en la captación de información como en el desarrollo de las bases de datos bibliográficas, de revistas especializadas y documentos, así como en la publicación de libros y material multimedia. Boletín ADOZ

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Las acciones de comunicación, tales como congresos, jornadas, etc. han tenido presente al colectivo en todos y cada uno de los foros. Valga como ejemplo representativo, el desarrollo de un área temática específica en torno a la cuestión en el Congreso Mundial de Ocio, celebrado en julio de 2000. Pero, si todo lo anterior es importante, fundamental en el entendimiento de lo que Estudios de Ocio ha sido, la reciente creación de la Cátedra IMSERSO Ocio y Desarrollo Social, mediante la firma del Convenio Marco el pasado 9 de mayo, da carta de naturaleza a esta línea básica dentro de nuestra labor cotidiana. El proyecto de Cátedra IMSERSO recoge para los próximos tres años acciones en las áreas formativa, educativa, de investigación, de conocimiento y de comunicación. El Instituto, con este importante apoyo institucional, desea asentar la labor desarrollada y aportarle un nuevo impulso.

Programas de Formación Permanente en el Instituto Los programas de formación para personas mayores del Instituto de Estudios de Ocio se caracterizan por dos aspectos fundamentales: 1. Una filosofía integradora que rechaza la creación de grupos Boletín ADOZ

de edad, dentro del colectivo adulto, y defiende el carácter intergeneracional del deseo de aprender por el mero placer sentirse mejor con uno mismo. 2. La preocupación por contribuir a ampliar la actual oferta educativa impulsada desde otros centros de formación de adultos (centrados, en muchos casos, en la obtención de certificados o titulaciones básicas, formación específica para el empleo o iniciativas cuyo objetivo es el desarrollo de comunidades y la promoción de sentimiento de identidad grupal). La oferta del Instituto de Estudios de Ocio se presenta como una oferta académica, humanista, cultural y de actualidad, que trata de acercar el saber de la universidad a un colectivo adulto que anteriormente no había podido beneficiarse de ella. Ocio Cultural Universitario (OCU) Con este espíritu nacen, en 1993, los cursos de Ocio Cultural Universitario, programa pionero en la Universidad de Deusto que surge con el objetivo de favorecer el acceso, a todos los ciudadanos y ciudadanas, a un proyecto de ocio formativo que promoviese el crecimiento y el desarrollo personal, la inserción social, la mejora de la calidad de vida y la participación activa en la comunidad, a partir de: • la adquisición de nuevos conocimientos,

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la adquisición de nuevas destrezas o mejoras de las ya existentes,. • la reflexión en torno a las grandes cuestiones de nuestro tiem po. En la actualidad, el programa está experimentando un proceso de expansión en diferentes municipios del entorno, con el fin de poder acercar este modelo de formación a aquellas personas interesadas con dificultades para desplazarse. Graduado Universitario en Cultura y Solidaridad La progresiva evolución de esta iniciativa (OCU), en cuanto al alumnado, matrículas y cursos, que se produjo en los años siguientes, favoreció la implantación durante el curso 1999-00 del primer Título Propio Extensión Universitaria de la Universidad de Deusto: El Graduado Universitario en Cultura y Solidaridad. Dicho programa, de tres años de duración, conserva la filosofía del Ocio Cultural y trata de dar respuesta al amplio colectivo de personas que demanda una oferta formativa más estable, continuada y global que tenga como resultado la obtención de una titulación universitaria. Con objeto de favorecer la continuidad de los estudios de aquellas personas que, una vez finalizado el Graduado Universitario, mantenían un interés por cursar una carrera oficial, la Universidad de Deusto

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reconoció, el pasado curso, dicho título como equivalente a la superación de la prueba de acceso para mayores de 25 años, para aquellas titulaciones, de carácter humanista, cursadas en la propia Universidad. Curso de Formación Permanente Por último, durante el curso 200203, se ha puesto en marcha un nuevo programa de formación, de un año de duración, que tiene por objeto acercar el conocimiento de distintas materias relacionadas con un área del conocimiento de una manera experiencial y global. En concreto, y para el presente curso, se ha ofertado un Curso de Formación Permanente en Ciencias del Comportamiento y Relaciones Humanas, organizado en colaboración con el Departamento de Psicología de la Universidad de Deusto. Con la impartición de dicho programa pretendemos que el alumnado se familiarice con este área del saber, en orden a mejorar el conocimiento que tiene de sí mismo, sus relaciones con los demás y su potencialidad de desarrollo. De esta manera, manteniendo los principios de accesibilidad, flexibilidad y participación, Estudios de Ocio, trata de diversificar su oferta de manera que el carácter perma nente no se refiera sólo a la formación sino también a la posibilidad de acceder a diferentes oporBoletín ADOZ

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tunidades y ofertas educativas a lo largo de la vida. Ofertas, en las que la intergeneracionalidad se viva con exitosa y cotidiana naturalidad, la autodirección sea parte esencial del proceso de aprendizaje y la implicación del alumnado en el proyecto supere todas nuestras expectativas. Programas que han favorecido que personas adultas, de todas las edades, hayan canalizado su deseo permanente de aprender hacia diferentes experiencias de “Ocio Formativo”, mediante las cuales han podido descubrir nuevos intereses y temáticas, profundizar en otras ya conocidas y enriquecer su círculo de relaciones con compañeros y compañeras de gustos afines.

Reseñas GIBSON, H.J., “Busy travelers: leisure travel patterns and meanings in later life” en World Leisure, vol. 44, núm. 2, 2002, pp. 11-20. Cada vez más autores identifican la tercera edad como etapa de oportunidades. La jubilación y el abandono en el desempeño de diferentes roles generan el potencial de tiempo y libertad necesarios para poder disfrutar con la participación en actividades que, en muchos casos, se han ido posponiendo durante etapas anteriores de la vida. Una de estas prácticas es, tal y como se ha comprobado entre las personas mayores de las clases medias-altas americanas, el Boletín ADOZ

viaje entendido como práctica de ocio. Existen estudios que afirman que este colectivo en Estados Unidos, no sólo viaja más, sino que también lo hacen más lejos y con estancias más prolongadas. Se trata de un colectivo de creciente importancia por el progresivo envejecimiento de la población mundial, pero también porque constituyen un sector que goza cada vez de mejor salud y de una situación económica más desahogada que actúa como soporte de innumerables inquietudes culturales, turísticas y deportivas. Lo que verdaderamente resulta novedoso en este artículo es abordar el estudio de los patrones de ocio y turismo de las personas mayores desde puntos de vista diferentes a los marketinistas, que entienden este colectivo como segmento de mercado de especial interés para la industria del ocio. Por el contrario, el autor de este artículo, se acerca al tema de las prácticas turísticas en la tercera edad con la intención de descubrir los modelos y significados que los viajes poseen para este colectivo en Estados Unidos. Para ello, desarrolló una investigación que tuvo lugar en dos fases, complementarias; en la primera de ellas, se utilizó un cuestionario de respuesta múltiple que medía las preferencias de los y las 331 participantes como turistas, sus necesidades psicosociológicas, sus barreras para viajar y sus características demográficas. En la segunda fase, se combinaron los métodos anteriores con técni-

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cas cualitativas, concretamente, se realizaron entrevistas semiestructuradas con 30 personas seleccionadas de la muestra original. Durante dichos encuentros se preguntaba a estas personas por sus últimos viajes, sus sentimientos de satisfacción y los significados atribuidos a cada uno de los viajes, la importancia de estas experiencias en los diferentes momentos de su vida y los principales obstáculos que tuvieron que salvar para disfrutar de ellas. Algunos de los resultados más destacables obtenidos en el estudio resaltan la importancia de interpretar el valor y significados de estas experiencias en el marco de la historia de vida de cada persona. Es decir, el enfoque de ciclo vital parece el más idóneo para profundizar en estas temáticas. En relación con las temáticas de los viajes, parece que las visitas a familiares y amigos constituyen motivos cen trales para la realización de viajes en estas edades. También es especialmente valorado el componente educativo que puede acompañar la preparación y la propia viviencia del viaje. Conocer y aprender de culturas distintas, disfrutando de la realidad local, no solamente de los escenarios estrictamente turísticos se interpreta como un valor añadido de la actividad turística. La curiosidad intelectual y espiritual son también motivos a tener en cuenta como promotores de los viajes entre las personas mayores. Conviene recordar que los resultados obtenidos de este estudio son,

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obviamente parciales y no pueden extrapolarse a otros colectivos de tercera edad. El buen estado de salud, el nivel educativo y económico medio-alto de las personas que componían la muestra así como el contexto geográfico y cultural resultan determinantes a la hora de interpretar los resultados. Son necesarias nuevas investigaciones que contrasten el impacto de éstas y otras variables y que corroboren, tal y como se sugiere en ésta y en investigaciones anteriores, que las prácticas turísticas pueden ser “un recurso de enri quecimiento personal de especial significación para las personas mayores”. LIMÓN, M.R. & CRESPO, J., Grupos de debate para mayores. Guía práctica para animadores, Narcea, Barcelona, 2001, 220 pp. Se hace patente en nuestros días la relevancia social de las personas mayores, un colectivo denominado de mil maneras, tercera edad, viejos, mayores de edad, en cualquier caso, personas adultas que se hallan en una etapa avanzada del ciclo vital. El progresivo envejecimiento de la población mundial nos obliga a prever determinadas circunstancias y problemáticas que, con certeza, sufrirá la sociedad en las próximas décadas.

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Problemáticas cuyos impactos alcanzarán todos los órdenes de la vida, social, económico, político, educativo… No es de extrañar, por tanto, que buena parte de las disciplinas científicas ya existentes, la Psicología, la Pedagogía, Medicina… se hayan interesado y avanzado en el estudio y comprensión del fenómeno del envejecimiento humano. Concretamente, la Pedagogía Gerontológica es la nueva rama de la Pedagogía Social que pretende aportar a la Gerontología (ciencia que estudia el envejecimiento y la vejez) la dimensión educativa en esta etapa vital. Algunos de los objetivos que con ella se pretenden alcanzar son el desarrollo, la estimulación, la prevención, la terapia y el apoyo encaminados a elevar la calidad de vida de las personas mayores. El día a día pone de manifiesto cada vez más iniciativas educativas de diferente índole dirigidas a este grupo de edad: cursos de preparación para la jubilación, centros de mayores, centros de día, residencias, centros sanitarios especializados, equipamientos de proximidad con oferta específicas, escuelas de adultos, aulas de tercera edad, universidades de mayores, programas turísticos y de vacaciones desarrollados a partir de metodologías propias de la animación sociocultural, programas de ocio-salud (balnearios), programas de voluntariado con sus iniciativas formativas correspondientes, programas de radio, televisión, proyectos de Boletín ADOZ

familiarización y formación de las tecnologías de la información y de la comunicación (TICS), etc. Con esta Guía práctica, dirigida a profesionales de la animación, los autores pretenden contribuir en la consecución de un proceso de envejecimiento creativo, adaptativo y por ende, más feliz que supere en buena medida la concepción de envejecer como mero proceso de deterioro y enfermedad. La idea que subyace a lo largo de toda la obra es que la vida humana es una unidad continua y no se puede presentar la existencia de una persona como un devenir fraccionado. Muy al contrario, cada etapa va modulando, con rasgos específicos, la personalidad y roles desempeñados; cada etapa ofrece dinámicas diferentes y ajustadas en cada momento, pero ninguna ha de ser mejor o peor que las otras, si se las dota del contenido oportuno. La tercera edad supone ruptura, transformaciones y cambios, pero también oportunidades, compensaciones y logros. Este libro busca proporcionar estrategias y técnicas oportunas para enseñar a las personas mayores a afrontar esta etapa con un talante innovador. A lo largo del texto se encontrarán reflexiones que ayudarán a entender mejor qué es la jubilación, qué cambios promueve y qué se puede hacer para vivir esta etapa de la manera más satisfactoria posible. La Guía se estructura en tres partes: en la primera, se aborda el fenómeno social del envejecimien-

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to a través de datos demográficos, se valoran factores que inciden en la longevidad y se subraya la necesidad de intervenciones educativas para envejecer mejor. Esta parte concluye con la revisión de acciones concretas llevadas a cabo por Naciones Unidas y la UE en materia de personas mayores (del Plan de Viena a la II Asamblea Mundial del Envejecimiento). En la segunda parte se profundiza en los Grupos de Debate para mayores, su estructura y dinámica, como medio para el desarrollo de la educación social y la animación sociocultural. Se presentan con detalle diversas técnicas y tipos de grupos de debate en función de las características y diversidad del grupo de mayores. La tercera y última parte ofrece un material de carácter práctico elaborado para impartir varios cursos programados dentro de los grupos de debate de mayores con carácter recreativo, educativo y social: Estabilidad psíquica y madurez per sonal; Desarrollo y plenitud de las personas mayores y Envejecer dia logando para disfrutar la vida. Tomando la filosofía de la educación permanente como marco conceptual, la Pedagogía Gerontológica abre, a través de los Grupos de Debate entendidos como herramienta de animación (centrados en el diálogo, la reflexión cívica, la comunicación, la interactividad…), nuevas posibilidades para potenciar un envejecimiento cada vez más humano.

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LIMÓN, M.R. & CRESPO, J., Grupos de debate para mayores. Guía práctica para animadores, Narcea, Bartzelona, 2001, 220 orrialde Gaur egun gero eta ageriago dago pertsona nagusiek gizarte mailan garrantzi handiagoa dutela. Talde honi izen asko eman izan zaio: hirugarren adinekoak, zaharrak, adinez nagusiak... Edonola ere pertsona helduak dira, euren bizitza zikloan aurreratutako pertsonak. Munduko biztanleria pixkanaka zahartzeak gizarteak datozen hamarkadetan jasango dituen zenbait egoera eta arazo aurreikustera behartzen gaitu. Izan ere, arazo horien eraginak bizitzako arlo guztietan igarriko ditugu: gizartean, ekonomian, politikan, hezkuntzan, e.a. Ez da harritzekoa, beraz, diziplina zientifikorik gehienek, Psikologiak, Pedagogiak, Medikuntzak... interesa erakutsi eta giza zahartzearen fenomenoa aztertu eta ulertzen aurrerakuntzak egin izana. Esaterako, Pedagogia Gerontologikoa Gizarte Pedagogiaren adar berria da Gerontologiari (zahartzea eta zahartzaroa ikertzen dituen zientziari) bizitzaren aldi horretan hezkuntza arloko ekarpena egiten diona. Beronen bidez iritsi nahi diren helburuetako batzuk hauek

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dira: adineko pertsonen bizi kalitatea hobetzera bideratutako garapena, estimulazioa, prebentzioa, terapia eta laguntza. Eguneroko lanak adin talde honi zuzendutako gero eta hezkuntza ekimen gehiago burutzen direla erakusten ditu: jubilatzeko prestakuntza ikastaroak, nagusien zentroak, eguneko zentroak, egoitzak, osasun zentro espezializatuak, eskaintza bereziak dituzten hurbileko ekipamenduak, helduen eskolak, hirugarren adinekoen gelak, nagusientzako unibertsitateak, programa turistikoak eta oporretakoak gizarte eta kultur sustapeneko metodologietatik abiatuta, aisia eta osasuneko programak (bainuetxeak), boluntariotzako programak eta horretarako prestakuntza, irrati eta telebistako programak, informazioaren eta komunikazioaren teknologietara hurbiltzeko eta euretan prestatzeko proiektuak, e.a. Animazioko profesionalentzako gida praktiko honekin, sortzeko eta egokitzeko gauza den zahartze prozesua eta ondorioz zoriontsuagoa izango dena lortzeko ahalegina egin nahi da, neurri handi batean zahartzaroa narriadura eta gaixotze prozesua delako ustea gainditzeko balioko duena. Lan honen azpian zera ageri da: giza bizitza etengabeko unitate bat da eta ezin da pertsona baten bizitza bilakabide zatitutzat hartu. Alderantziz, aldi bakoitzak nortasuna eta izandako rolak modulatu egiten ditu ezaugarri bereziekin; aro bakoitzak dinamika desberdiBoletín ADOZ

nak eta uneari egokituak izaten ditu, baina batek ez du besteak baino hobea edo txarragoa zertan izan, eduki egokiaz hornituz gero. Hirugarren adinak apurketak, eraldaketak eta aldaketak dakartza, baina baita aukerak, konpentsazioak eta lorpenak ere. Liburu honek estrategia eta teknika egokiak eskaini nahi ditu pertsona nagusiek aro horri aldarte berritzailez aurre egiten ikas dezaten. Testuan zehar erretiroa zer den hobeto ulertzen lagunduko duten hausnarketak aurkituko dira, nolako aldaketak eragiten dituen eta zer egin daitekeen aro honetan erarik egokienean bizitzeko. Gidak hiru atal ditu: lehenengoan zahartzearen gizarte fenomenoa aztertzen da datu demografikoak abiapuntu harturik, bizitza-luzeran eragiten duten faktoreak baloratzen dira eta hobeto zahartzeko hezkuntzako ekintzen beharrizana azpimarratzen da. Atal honen amaieran Nazio Batuek eta EBk pertsona zaharren arloan burututako ekintza zehatzak aztertzen dira (Vienako Planetik hasi eta Zahartzeari buruzko Munduko II. Biltzarrera). Bigarren zatiak nagusien Eztabaida Taldeen inguruan sakontzen du, zein egitura eta dinamika duten, gizarte hezkuntza eta gizarte eta kultur sustapenaren garapenerako. Hainbat teknika eta eztabaida talde mota aurkezten dira zehaztasun guztiz, nagusien taldearen ezaugarri eta aniztasunaren arabera. Hirugarren eta azken zatiak mate-

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rial praktikoa eskaintzen du ikastaro bi emateko, nagusien eztabaida taldeen barruko aisia, hezkuntza eta gizarte arloetan: Estabilidad psíquica y madurez personal; Desarrollo y plenitud de las perso nas mayores eta Envejecer dialo gando para disfrutar la vida. Azken batean, etengabeko hezkuntzaren filosofia kontzeptuan oinarri hartuta, Pedagogia Gerontologikoak, sustapen tresna gisa eta Eztabaida Taldeen bidez (elkarrizketan, hausnarketa zibikoan, komunikazioan, elkarreraginean... ardaztuta), aukera berriak zabaltzen ditu zahartze prozesua gero eta humanoagoa izan dadin. ELLIOT, J.A. & ELLIOT, J. E., Recreation for older adults. Individual and group activities, Venture, State College, 1999, 142 pp. El sentido práctico de este manual es uno de los principales elementos de valor que en él se puede encontrar. Se trata de una guía de actividades y programas de ocio dirigida al colectivo de profesionales de la recreación y del ocio que trabajan con personas adultas de edad avanzada. Uno de los objetivos que persiguen sus autores es proporcionar a los/las responsables de este tipo de programas de ocio criterios y sugeren-

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cias oportunas para incorporar nuevas ideas y nuevas formas de hacer al repertorio de actividades de ocio que ofrecen a las personas mayores. Es necesario revisar de forma periódica la totalidad de las actividades con el fin de conocer exactamente el grado de eficacia de cada una y ajustar exactamente aquéllas que parezcan menos interesantes desde el punto de vista de la consecución de objetivos. Por supuesto, es necesario contemplar otros criterios como son la reducción de costes, la calidad de las actividades y la adaptación, casi personalización, de los programas atendiendo a las posibilidades y limitaciones de cada persona. En este sentido, los autores presentan un sistema de clasificación en cinco categorías de funcionamien to que permite identificar el nivel en que cada persona puede participar en actividades de grupo de una manera autónoma o requiere de atenciones individuales a la hora de participar en actividades de ocio. Las categorías consideradas son: Nivel 1: incapaz de atender o participar en actividades de grupo debido a su condición médica (como por ejemplo en los casos de demencia progresiva); Nivel 2: capaz de atender y participar pero, de manera interrumpida (debido por ejemplo a la presencia de conductas repetitivas incompatibles con la actividad); Nivel 3: capaz de atender pero se niega a hacerlo (por falta de motivación hacia la actividades o programas de natuBoletín ADOZ

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raleza colectiva); Nivel 4: capaz y selectivo a la hora de participar sólo en actividades de su interés (atención limitada); Nivel 5: motivado y dispuesto a atender a las diferentes actividades. Para los autores, la motivación, que es la variable que se controla fundamentalmente en el nivel 3 y 4 frente a la propia capacidad, resulta ser una de las claves para la participación. Quienes trabajan con el colectivo de personas adultas de edad avanzada suelen considerar que se trata de personas que han vivido plenamente la cultura del trabajo y en muchos casos, han tenido poco tiempo libre a su disposición, razón por la cual, suelen presentar una escasa inclinación y una actitud bastante distante con respecto al disfrute del ocio. Conocer en qué nivel se encuentra cada una de las personas con las que se trabaja, a través de técnicas de observación y otras herramientas de medida, resulta de gran ayuda para identificar el tipo de actividades, individuales o grupales, y las características de actividades y programas que integren el servicio, así como para gestionar correctamente el perfil de las/los profesionales y el tiempo que éstos debe dedicar a cada persona en cada actividad, las estrategias de animación a emplear en cada caso, etc. El libro constituye una auténtica guía de actividades de muy diversa naturaleza que se clasifican e identifican en función de los niveles de funcionamiento para los que resulBoletín ADOZ

tan adecuadas. Así cada actividad, muchas de ellas adaptadas a partir de juegos dirigidos a la edad infantil, se acompaña de un identificador que la considera aconsejable, por ejemplo, para grupos de entre 3 y 10 personas de nivel 4, etc. En determinados foros, el hecho de adaptar juegos y actividades infantiles para personas mayores ha generado importantes polémicas. Aunque los/las autoras no abordan el carácter más o menos lícito de esta cuestión, subrayan la eficacia de este tipo de actividades para la consecución de los objetivos planteados en estos casos, especialmente con personas de bajo nivel de funcionamiento. Cada equipo de trabajo ha de discutir, consensuar e implantar su propia filosofía, aunque atendiendo a los principios de cualquier servicio de ocio, cada una de las acciones o programas de ocio llevadas a cabo deben perseguir y tener claramente delimitados los objetivos que se desean alcanzar y los indicadores que permitirán evaluar el grado de consecución de los mismos. Proporcionar entretenimiento y diversión a las personas mayores a través de la participación en ocio resulta ser una meta absolutamente lícita y deseable. Sin embargo, el mero objetivo de completar la amplia franja de tiempo libre del que suele disponer este colectivo, no constituye, por sí sólo, un fin que justifique el interés individual y social que posee el fenómeno del ocio. El valor real de cualquier programa de ocio, en sus diferentes

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niveles de complejidad, reside en la búsqueda coherente y sistemática, de una serie de beneficios para su público destinatario. ELLIOT, J.A. & ELLIOT, J. E., Recreation for older adults. Individual and group activities, Venture, State College, 1999, 142 orr. Eskuliburu honen zentzu praktikoa da bertan aurki daitekeen baliorik nagusiena. Adinez nagusi diren pertsona helduekin lan egiten duten jolas eta aisiako profesionalei zuzendutako jarduera eta programen gida bat da. Egileen helburuetariko bat honelako aisia programetako arduradunei irizpide eta iradokizunak ematea da nagusiei eskaintzen dizkieten aisiazko jardueren artean ideia eta egiteko era berriak sartzeko. Aldian behin jarduera guztiak berraztertu beharra dago bakoitzaren eraginkortasun mailaren berri zehatza izateko eta helburuak lortzeko desegokien diruditenak zehazki doitzeko. Jakina, beste irizpide batzuk ere kontuan izan behar dira: programen kostuak gutxitzea, jardueren kalitatea eta egokitzapena, pertsona bakoitzaren aukera eta mugei begira. Ildo horri jarraituz, idazleek funtziona menduko bost mailatan sailkatutako sistema aurkezten dute, pertso-

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na bakoitzak taldeko jardueretan parte hartzeko maila identifikatzen duena, aisiazko jardueretan era autonomoan parte har dezakeen ala beste batzuen laguntza behar duen jakiteko. Hauexek dira kontuan hartzen diren kategoriak: 1. maila: taldeko jardueretan parte hartzeko edo arreta jartzeko ez da gai osasun egoerarengatik (adibidez, dementzia progresiboko kasuetan); 2. maila: parte hartzeko eta arreta jartzeko gai da baina tarteka (adibidez, jarduerarekin batera ezinak diren jokabide errepikakorrak dituelako); 3. maila: arreta jartzeko gai da baina ez du egin nahi (jarduerak edo taldeko programak motibagarriak gertatzen ez zaizkiolako); 4. maila: parte hartzeko gai da eta aukeratu egiten ditu baina interesgarriak iruditzen zaizkion jarduerak bakarrik (arreta mugatua); 5. maila: motibatuta eta jarduera desberdinetan parte hartzeko gogotsu dago. Egileen ustez, motibazioa, gaitasunarekin kontrajarrita 3. eta 4. mailan batez ere kontrolatzen den aldagarria, giltzarria da parte hartzeko orduan. Adinez nagusi diren pertsona helduekin lan egiten dutenek lanaren kultura bete-betean bizi izan duten eta sarritan eurentzako asti askorik izan ez duten pertsonekin dihardutela kontuan izaten dute. Ondorioz, aisiaz gozatzeko joera eskasa eta jarrera urruna erakusten dute pertsona horiek. Hori dela-eta, behaketa eta beste tresna batzuen bidez pertsona bakoitza zein maiBoletín ADOZ

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latan dagoen jakitea oso lagungarria izaten da bakarkako edo taldeko jarduerak identifikatzeko eta zerbitzua osatzen duten jarduera eta programen ezaugarrien berri jakiteko, baita profesionalen profila egoki kudeatzeko eta pertsona bakoitzari jarduera bakoitzean eskaini behar dioten denbora, kasu bakoitzean sustapenean erabili beharreko teknikak zeintzuk diren zehazteko eta abarretarako ere. Liburua era askotako jardueren benetako gida da, egokiak diren funtzionamendu mailaren arabera sailkatuak eta identifikatuak. Horrela, jarduera bakoitzak (asko eta asko haurren jokoetatik jaso eta egokituak) identifikadore bat du, 4. mailan 3 eta 10 pertsona bitarteko taldeetarako egokia dela dioena, adibidez. Zenbait forotan, haurren joko eta jarduerak nagusientzat egokitzeak eztabaida sakonak sortarazi ditu. Gai honen zilegitasuna aztertzen ez badute ere, lan honen idazleek jarduera hauek halako kasuetan planteatutako helburuak lortzeko eraginkorrak direla azpimarratzen dute, batez ere funtzionamendu maila baxuko pertsonen kasuan. Lantalde bakoitzak bere filosofia eztabaidatu, adostu eta ezarri egin behar du, aisiazko edozein zerbitzuren oinarriak kontuan hartuz, burutzen diren aisiazko jarduera edo programek lortu nahi dituzten helburuak eta helburu horiek zein neurritan lortu diren ebaluatzeko adierazleak oso argi mugatuta eduki behar badituzte ere. Pertsona nagusiei aisian parte harBoletín ADOZ

tzearen bidez entretenimendua eta dibertsioa eskaintzea bidezko xedea da eta guztiz desiragarria gainera. Hala ere, pertsona talde honek duen astialdi zabala osatzeko helburu hutsa ez da, beranez aisiaren fenomenoak duen interes indibiduala eta gizarte mailakoa justifikatzen duen xedea. Aisialdiko edozein programaren benetako balioa, konplexutasun maila desberdinetan, erabiliko duen jendearengan onura koherente eta sistematikoak sortzean datza.

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Experiencias de ocio OFECUM. De mayores, cultura y solidaridad OFECUM es el acrónimo de "Oferta Cultural de Universitarios Mayores". Designa, a la vez, un proyecto y una asociación. El proyecto nació hace ya cinco años. Entonces terminaba sus estudios la primera promoción de alumnos del Aula Permanente de Formación Abierta, centro de la Universidad de Granada dedicado a la organización de programas educativos para personas mayores de 50 años. Algunos de esos alumnos, después de haber realizado un ciclo de estudios de tres años, se preguntaban: "Bueno, y ahora ¿qué?" Las posibles respuestas eran varias: continuar en la universidad y poner en marcha un nuevo ciclo de estudios, buscar otro lugar en el que seguir su experiencia educativa, sustituir el estudio por otras actividades,… La cuestión era no regresar al estado en el que se habían acercado a la universidad; ahora se sentían más satisfechos, más activos, más felices. En esta búsqueda de alternativas, se presentó la posibilidad de tomar otro rumbo: aprovechar lo aprendido en las aulas para aplicarlo a la mejora de la vida de otras personas mayores de la ciudad. La idea era similar a la de constituir una

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empresa –sin fin lucrativo-- cuyo objetivo sería contagiar a otros mayores el deseo de llevar una vida activa, utilizando como materia prima para ello el acicate de la cultura. Al fin y al cabo –pensaban estos mayores empresarios--, si lo que a ellos les había hecho despertar y mejorar había sido su aprendizaje, su acceso al conocimiento y a la cultura en las clases universitarias, ¿por qué otros mayores no podrían experimentar ese mismo cambio aprovechando la intensa vida cultural de Granada? Esta intuición necesitaba ser sometida a examen para evitar malentendidos. Y eso fue lo que hicimos. Durante varios meses, ese grupo de personas mayores se preparó para llevar a cabo una investigación de campo en la que ellos mismos coordinarían la realización de grupos de discusión integrados por personas mayores de Granada. Pensamos entonces –y seguimos creyendo ahora-- que el hecho de que los propios mayores actuasen de investigadores ayudó a conseguir una mayor horizontalidad en nuestra indagación y, por ende, la información obtenida fue de mejor calidad. ¿Por qué no participan más algunas personas mayores? Una vez realizado y analizado este trabajo nos encontramos con unos interesantes resultados. ¿Existían en Granada obstáculos para la participación de las personas mayores

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en la vida cultural de la ciudad? ¿Y facilidades? ¿Cuál era la participación real de estas personas en la oferta de actividades culturales? ¿Por qué? ¿Qué necesidades tenían las personas mayores de Granada que pudiesen ser satisfechas mediante su implicación en la cultura? Preguntas como éstas fue ron realizadas y, tras el diálogo, llegaron las respuestas. Aparecieron dos razones fundamentales que explicaban la baja participación de las personas mayores. La primera, la falta de información clara sobre qué hacer y cuándo --"¿Dónde puedo ir yo?"--. La segunda, la falta de una red social adecuada para posibilitar esa participación –"¿Y con quién voy a ir yo?"--. Con estas claves, el proyecto OFECUM tomó forma. La idea era crear un espacio de encuentro para las personas mayores –y para cualesquiera otras-- en el que, por un lado, se pudiesen trabar las relaciones de amistad necesarias para evitar el aislamiento y la exclusión. Por otro lado, sería un espacio en el que se ofreciese la información acerca de la oferta cultural disponible, y se promoviese la puesta en marcha de iniciativas para enriquecerla. Y todo esto en forma de una asociación: OFECUM. La asociación OFECUM, fundada en 1998, es hoy en día una realidad. Cuenta con unos seiscientos socios, la mayoría de ellos personas mayores de cincuenta años, pero con las puertas abiertas al encuentro intergeneracional. OFEBoletín ADOZ

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CUM no quiere ser una asociación de mayores para mayores, sino de personas que creen que la partici pación en y el fomento de la cultura merece la pena como vía para la mejora de la vida personal y social. Pero, eso sí, en este caso, las personas mayores son las que han dado el primer paso para que ese encuentro sea posible. ¿Qué se hace en OFECUM? Con el fin de paliar el problema de la falta de información adecuada, OFECUM edita un boletín mensual, gratuito, en el que se recogen, a modo de calendario, todas las actividades culturales programadas. Se pone el acento en los actos que no cobran entrada porque pensamos que la falta de recursos económicos no puede ser óbice para la participación cultural. Así, a comienzos de cada mes, cientos de personas mayores pasan a recoger su boletín por la sede de OFECUM, situada en un céntrico local de la ciudad, o nos llaman para hacernos consultas sobre el mismo. Otras personas lo reciben en su domicilio o acceden a él en lugares estratégicos de sus barrios. Con esto estamos consiguiendo que menos personas mayores puedan seguir diciendo: "Es que, como no sé lo que hay, no puedo ir a ningún sitio". Sin embargo, esto no es suficiente. La otra vertiente del problema residía en la falta de contactos, de amistades, de personas cercanas Boletín ADOZ

con las que acudir a participar. Y de esto también nos estamos ocupando. ¿Cómo? En primer lugar con nuestras dos tertulias semanales. En la de los lunes se informa de todas las actividades culturales de la semana, intentando orientar a los asistentes en torno al contenido de las mismas. La de los miércoles se dedica a abordar un tema monográfico que permita dialogar y, en último caso, que las personas mayores se vayan conociendo más y mejor. Pero esto no es todo. Además, OFECUM mantiene durante todo el año actividades propias (pintura, teatro, cine, música, paseos, visitas culturales, gimnasia, baile, relajación,…) en las que también se dan cita decenas de personas mayores. Esta interacción hace posible que el encuentro vaya más allá de los límites de la asociación y pase al terreno de la amistad entre perso nas, en grupo. Podemos decir que ya hay menos personas mayores en Granada que puedan decir: "Es que, como no tengo con quién ir, pues no salgo". Y el cambio se nota. Cada semana OFECUM organiza, con precios ventajosos, la asistencia de muchas personas mayores de Granada que acuden, en grupo, a conciertos de música, exposiciones de pintura, representaciones de teatro, conferencias, presentaciones de libros,… Y muchas de estas personas reconocen que, gracias a OFECUM, han encontrado lo que necesitaban: un ambiente adecuado para atreverse a salir de sus casas y participar en la vida de la ciudad.

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Nuestro campo de acción se ha ido ampliando y también ha entrado en el de la formación. Convencidos de que había que hacer partícipes a otras personas de esta experiencia, OFECUM ha organizado cursos de gestión sociocultural, voluntariado social, informática y animación sociocul tural para el liderazgo. El resultado de estos cursos se está viendo en la aparición de personas que ya no sólo quieren sumarse a las actividades sino organizarlas y responsabilizarse de ellas. Poco a poco vamos consiguiendo que los mayores de OFECUM se convenzan de su situación privilegiada y adquieran el compromiso de implicarse en el trabajo de llegar a más personas, eso sí, con la misma estrategia: invitarlas a participar en la cultura como forma de transformación, a mejor, de su situación en la comunidad, de sus vidas. De la posición de beneficiarios están pasando a la de agentes, de la de educandos a la de educadores, de la de receptores a la de contribuidores. El último paso es el énfasis intergeneracional que se quiere dar al proyecto y a la asociación. Estamos preparando un primer programa intergeneracional en virtud del cual mayores y niños se darán cita para compartir tiempo y saberes –de nuevo, la cultura--. Ni el proyecto de OFECUM ni la constitución de este proyecto en asociación de voluntariado cultural están siendo tareas fáciles. No obstante, y por ahora, nadie nos ha

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negado la mayor: aprovechemos la capacidad permanente del ser humano para aprender y conocer, es decir, acerquemos la cultura a las personas, y lograremos un cambio, a mejor, de su autopercepción y de sus hábitos de participación. No es que se trate de una fórmula mágica, simplemente, es lo que ocurre cuando el apoyo social y la solidaridad bien entendida se saben poner en práctica. Y eso es lo que tratamos de hacer. Mariano Sánchez Martínez Miembro de la Junta Directiva de OFECUM [email protected] Tel.: 958221736

De canciones y de vida. Coro de Laringectomizados de León Existe una rama de Estudios de Ocio conocida como Ocio terapéutico que cobra desde los años 60 especial fuerza en Estados Unidos. El principal objetivo del Ocio terapéutico es mejorar, a través de la participación y disfrute del ocio, la calidad de vida de personas que padecen algún problema de cual quier naturaleza (física, psicológica y/o social). En el Estado español, apenas existen experiencias de este tipo, al menos reconocidas explícitamente como tales. Tampoco existe una conciencia académica ni social del valor del ocio como Boletín ADOZ

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recurso terapéutico. Sin embargo, en la práctica, el panorama se distorsiona. Cada vez son más numerosas las acciones, programas y experiencias que, de manera implícita, utilizan el ocio como elemento de mejora dirigido a diferentes sectores de la población. Así, nos encontramos con diferentes técnicas de zooterapia, como la delfinoterapia, utilizada especialmente con personas con discapacidades intelectuales cuyo propósito es conseguir alguna mejora en la vida de estos colectivos. Otra de las actividades desarrolladas en este sentido son las experiencias formativas de educación de adultos, aulas de la experiencia cuando son vividas como prácticas de ocio. También son buen ejemplo, las prácticas deportivas entendidas como elemento restaurador de la salud, en su sentido más amplio. Cierto es que para ser consideradas como Ocio terapéutico, las anteriores alternativas de ocio deberían cumplir, entre otros requisitos, que los y las destinatarias de la actividad o programa padezcan efectivamente algún tipo de desajuste, sea físico o psicológico y que la actividad o programa se desarrolle, partiendo de unos objetivos, de manera sistemática, estructurada y correctamente planificada. Aún al margen de este carácter estructurado, el ocio posee la virtud de convertirse en fuente de beneficios personales y sociales de muy diversa índole, desde la mejora de la autoestima hasta el increBoletín ADOZ

mento de la relaciones sociales pasando por la superación de estados depresivos o el incremento de la participación en la comunidad. No obstante, una de las claves para que estos beneficios afloren como resultado de la práctica de ocio reside en el interior de cada individuo, en la actitud y motivación hacia el ocio, en la ilusión y en la energía invertida en cada proyecto. De la misma manera, en circunstancias vitales adversas por ejemplo, de enfermedad, es el apego a la vida y el constante afán humano de superación el que nos lleva a buscar nuevos caminos que ayudan a afrontar las dificultades. El primer Coro de Laringectomizados de la Asociación de Laringectomizados de León es buena prueba de ambas afirmaciones. El deseo y firme objetivo de convertir una práctica de ocio en su reto vital inmediato tras sufrir una enfermedad y una intervención quirúrgica que anula para siempre capacidades humanas como el olfato, el gusto y que reorienta el proceso respiratorio habitual, ha sido, en este caso, responsable del resurgir de personas inmersas en procesos depresivos y ahogadas en la angustia de su propio silencio. En el año 2000, el aún hoy presidente de la Asociación de Laringectomizados de León, Gumersindo Rodríguez, después de sufrir en sus propias carnes este problema, decidió apostar por un imposible: volver a cantar. Al haberles sido extirpadas la laringe

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y las cuerdas vocales, los laringectomizados se ven obligados a respirar a través de un traqueostoma, orificio practicado en la parte baja del cuello. Este nuevo mecanismo respiratorio, que envía el aire directamente a los pulmones, no permite articular sonido alguno, con la consiguiente dificultad que entra ña el acto de hablar. Para conseguirlo, es necesario aprender a tomar el aire con la boca, empujarlo con la lengua hasta el esófago y expulsarlo de nuevo. Se comienza balbuceando las sílabas más sencillas para concluir, no sin gran esfuerzo, emitiendo roncas palabras que, conforman unidas, frases ausentes de graves y agudos. Si emitir sonidos supone en estos casos un acto heroico, se puede fácilmente imaginar el esfuerzo titánico que entraña dotar de melodía las palabras. Volver a cantar él mismo y enseñar a hacerlo a otros laringectomizados era el reto que de nuevo daba sentido a la vida de Gumersindo y a la de las 22 personas restantes que consti tuyeron el Coro que se formó más tarde. Cuando el presidente de la Asociación de Laringectomizados, expuso sus intenciones a su médico foniatra, éste no pudo menos que contener su incredulidad. Aún sin el beneplácito médico, el proyecto siguió su curso: se seleccionó un director para dirigir el Coro, se realizó un proceso de selección entre los 48 candidatos, considerando variables como el número de palabras pronunciadas en una recogida de aire, el tiempo de emi-

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sión de una vocal sostenida, se superaron los fracasos de los primeros ensayos y…finalmente, tras varios meses de intenso trabajo, el Coro pasaba de ser utopía a realidad. La selección de un repertorio adecuado, con versos cortos, de pocas sílabas y adaptadas al nuevo ritmo respiratorio constituye un aliado indispensable para una puesta en escena mucho más que digna. Sus actuaciones han sido hasta el día de hoy numerosas, han grabado un CD y continúan acumulando la ilusión, la energía y el buen humor que habían quedado soterrados tras el cáncer. El 90% de los laringectomizados piensa en el suicidio y muchos de ellos llegan a intentarlo. Las secuelas psicológicas son severas y les hacen especialmente vulnerables a los cambios emocionales. Los 22 hombres que conforman el Coro de Laringectomizados de León, el más joven de 42 años y el mayor de 75, han encontrado en esta actividad, vetada para ellos, la razón de su existencia. Cantar, como práctica de ocio, constituye para estas personas un desafío alcanzado, un cauce hacia la superación personal, una muestra de la fuerza del ser humano ante situaciones extremas. El esfuerzo, la ilusión, la perseverancia y la confianza en las potencialidades humanas ponen de manifiesto el valor del ocio como fuente de satisfacción y de equilibrio vital, como elemento restaurador, enriquecedor y promotor del desarrollo personal que llena de sentiBoletín ADOZ

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do buena parte de nuestras acciones. Mª Jesús Monteagudo

Red de Mayores La Asociación "Edad Dorada" de "Mensajeros de la Paz" viene trabajando desde hace más de una década para que los mayores, especialmente los que cuentan con pocos recursos, mantengan una condición social activa y participativa, requisito indispensable para que mantengan una excelente calidad de vida. Esto es lo que persiguen las más de 200 residencias de mayores extendidas por España y el mundo entero, las 10 sedes comunitarias e internacionales del Teléfono Dorado, el programa de Tráfico y Mayores, el programa que durante tres años preparó a los mayores a utilizar el euro, ... Para conseguir esta meta, los mayores necesitan, entre otras cosas, que se les ayude a superar las barreras que presenta el uso de las nuevas tecnologías. El ordenador, Internet, los nuevos sistemas que utilizan la telefonía, o que manipulan el sonido y la imagen, o que nos ayudan a gobernar y controlar los enseres domésticos, pueden convertir a los mayores que no se ponen al día en auténticos analfabetos funcionales dentro de una sociedad altamente tecnificada. Mensajeros de la Paz se puso manos a la obra hace 4 años creando grupos de mayores Boletín ADOZ

Internautas en los Centros de Mayores del Ayuntamiento de Madrid y en los Centros de día de Caja Madrid, a los cuales se les fue preparando para ser capaces de utilizar el ordenador, enviar y recibir correo electrónico y navegar por Internet. Pero el objetivo era mucho más ambicioso que la simple enseñanza de nuevas tecnologías. Se trataba también de que los mayores que se fueran entrenando y capacitando, se interesaran por la suerte de otros mayores de su entorno o de asociaciones e instituciones del mundo entero, realizaran actividades solidarias con ellos y se comprometieran a ser formadores de los mayores que todavía no habían entrado en este "movimiento". El resultado de los 4 últimos años ha sido que varios miles de mayores han aprendido a utilizar el ordenador para utilizar Internet de forma diaria y práctica; que unos 150 de ellos se han convertido en formadores de nuevos grupos de mayores; que han participado en campañas de solidaridad tales como el Día Mundial por la Paz, el Abrazo Mundial en pro del envejecimiento activo, las campañas a favor de los pueblos de Guatemala y Argentina, las campañas del regalo de Reyes para los mayores, el Día del Libro, ... Ahora los mayores cuentan con un Centro de Nuevas Tecnologías, en la Calle Ribera de Curtidores, 2, en el que participan de varios programas como beneficiarios o como protagonistas.

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En primer lugar tienen el Aula de Nuevas Tecnologías donde, utilizando muchos ordenadores conectados a la WWW, se perfeccionan con cursos básicos y especializados que van desde el uso del ratón hasta la creación y mantenimiento de páginas web. Esta Aula funciona también como Sala de Prácticas Informáticas y como Cibercafé de Mayores. En segundo lugar, tienen el Programa del Correo Dorado a través del cual un grupo de voluntarios expertos dan asesoramiento, abarcando casi cualquier área de actividad humana, a quienes dirigen sus demandas (preguntas, dudas, propuestas, etc.) a [email protected] En tercer lugar, tienen la página web www.redmayores.net como sitio de encuentro y referencia en Internet. Colaboran en su mantenimiento elaborando contenidos originales o buscando otros que sean útiles para los mayores. Dentro de poco esta página aparecerá en la Red convertida en un portal, en el cual los mayores podrán encontrar y dirigir, además de contenidos renovados, servicios tales como chats, foros, buscadores, tiendas, cursos, ... En cuarto lugar, cuentan con el Cable Dorado, que es un servicio de información a través de la televisión por cable, sostenido por voluntarios que cuentan con una base de datos para poder encontrar las respuestas más adecuadas a las demandas que presenten los mayores.

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En quinto lugar, tienen un taller que prepara a los mayores para ser capaces de entender, reparar y reciclar ordenadores usados. Una vez recuperados, los ordenadores son donados a ONG’s de bajo presupuesto o a mayores de escasos recursos. Actualmente, el Centro de Nuevas Tecnologías está trabajando en la organización un Aula Virtual con el fin de ofrecer cursos "on-line" para los mayores de toda España, especialmente para aquellos que habitan las zonas rurales. Mensajeros de la Paz continúa expandiendo sus servicios relacionados con las nuevas tecnologías y creará otros nuevos con tal de ver a los mayores actualizados, participando de una vida social normalizada y aportando su experiencia y creatividad a todos, pero especialmente a sus coetáneos con menos habilidades y medios. Carmen Méndez-Vigo y Teresa Aguilar

Calendario de actividades 2003 24-25 Enero. Conferencia Gestión integral del litoral en zonas turísticas del Mediterráneo Lugar: Calviá, Mallorca Información: Ajuntament de Calvià. Departamento de Boletín ADOZ

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Desarrollo Estratégico C/ Can Vic, 29 07184 Calvià Tel.: 971 139100 (ext. 322) Fax: 971 139161 email: [email protected] http://www.calvia.com/iczm 27 Febrero-1 Marzo. Congreso internacional Congreso internacional sobre mujer y discapacidad Lugar: Valencia Consellería de Bienestar Social de la Generalitat Valenciana y Ministerio de Trabajo y Asuntos sociales http://www.micongreso.gva.es/presentacion_c.htm 20-22 Marzo. Jornadas V Jornadas científicas de investiga ción sobre personas con discapaci dad Lugar: Salamanca Más información: INICO. Instituto Universitario de Integración en la Comunidad [email protected] 3-5 Abril. Congreso internacional Dinamia. Congreso internacional de ocio juvenil Lugar: Ayuntamiento de Elche e INJUVE www.espaielx.com/dinamia Abril. Feria Internacional FITUR 2003. Feria internacional de turismo

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Lugar: Parque ferial Juan Carlos I 28042 Madrid Tel.: 91 722 5000 / 5180 Fax: 91 722 5787 / 5801 [email protected] www.fitur.ifema.es 9-11 Abril. Congreso VI Congreso de turismo Universidad y Empresa Lugar: Castellón, Valencia Más información: Fundación Universitat Jaume I - Empresa A/A Blanca Vicente Campus Carretera de Barriol, edf. B-2 12080 Castellón, Valencia Tel.: 964 72 91 61 [email protected] 10-14 Septiembre. Feria internacional MAC21. Feria internacional de arte contemporáneo Lugar: Marbella, España Más información: MAC 21. Aptdo. 742 50080 Zaragoza Tel.: 976 291 436 Fax: 976 360 772 Email: [email protected] www.mac21.com 28-30 Noviembre. Jornadas Jornadas de educación ambiental de Euskadi Lugar: Palacio Miramar DonostiaSan Sebastian, Gipuzkoa www.euskadi.net/vima_education/ jornadas_c.htm

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COLECCIÓN DE DOCUMENTOS DE ESTUDIOS DE OCIO D.1. Cátedra de Ocio y Minusvalías (1995), El Ocio en la vida de las personas con discapacidad D.2. Maiztegui, C.; Martínez, S. y Monteagudo, Mª J. (1996), Thesaurus de Ocio (agotado) D.3. VV.AA. (1996), Los desafíos del Ocio. D.4. Gorbeña, S.; González, V.J. y Lázaro, Y. (1997), El derecho al Ocio de las personas con discapacidad: análisis de la normativa internacional, estatal y autonómica del País Vasco. D.5. Cuenca Cabeza, M. (coord.), (1997), Legislación y política social sobre el Ocio de las personas con discapacidad. D.6. Cuenca Cabeza, M. (1999), Ocio y equiparación de oportunidades D.7. Cuenca Cabeza, M. (1999), Ocio y formación. Hacia la equiparación de oportunidades mediante la Educación del Ocio D.8. Cuenca Cabeza, M. y Madariaga Ortuzar, A. (2000), Práctica deportiva escolar con niños ciegos y de baja visión. D.9. Setién Santamaría, M.L. (coord.). (2000), Ocio, calidad de vida y discapacidad. Actas de las Cuartas Jornadas de la Cátedra de Ocio y Minusvalías D.10. Setién Santamaría, M.L. y López Marugán, A. (2000), El ocio de la sociedad apresurada: el caso vasco. D.11. Gorbeña Etxebarria, S. (ed.). (2000), Modelos de intervención en ocio terapéutico. D.12. Maiztegui, C. y Pereda, V. (coords.) (2000), Ocio y deporte escolar. D.13. Amigo Fernández de Arroyabe, M.L. (2000), El arte como viven cia de ocio D.14. Gorbeña Etxebarria, S. (ed.). (2000), Ocio y salud mental D.15. Cuenca Cabeza, M. (2000), Ideas prácticas para la educación del ocio: fiestas y clubes. D.16. Cuenca Cabeza, M. (2000), Ocio humanista D.17. San Salvador del Valle Doistua, R. (2000), Políticas de Ocio D. 18 Csikszentmihalyi, M.; Cuenca, M.; Buarque, C.; Trigo, V. y otros (2001), Ocio y desarrollo. Potencialidades del ocio para el desarrollo humano D. 19 Setién, M. L. & López Marugan, A. (ed.) (2002), Mujeres y ocio. Nuevas redes de espacios y tiempos. D. 20 Cava Mesa, M.J. (ed.) (2002), Propuestas alternativas de Investigación sobre Ocio. D. 21 Caride Gómez, J. A. & López Paz, J. F. (ed.) (2002), Ocio y voluntariado social. Búsquedas para un equilibrio integrador. Otros Documentos - VIII Congreso ELRA. Ocio y Nueva Ciudadanía - Cuenca Cabeza, M. (ed.), (2000), Ocio y desarrollo humano. Propuestas para el 6º Congreso Mundial de Ocio

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encumbra los valores de la juven- tud eterna. El fenómeno del ocio,. hijo de su tiempo y de su espacio,. vive una incombustible juventud. plena de vitalidad ...

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Zentruaren Boletina. Núm. 25 2003. 25. zk. 2003. Bilbao. Universidad de Deusto. 2003. Número Monográfico. “Ocio y medios de comunicación”. Page 1 of 78 ...

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