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los diecisiete años, Ellie comienza a ver Reapers —monstruosas criaturas que devoran seres humanos y envían sus almas al Infierno— y se verá al frente de una guerra sobrenatural entre arcángeles y caídos ante la posible destrucción de su alma. Un misterioso chico llamado Will le revela que es la reencarnación de una antigua guerrera, la única capaz de blandir espadas de Angelfire para combatir a los Reapers, y él es un inmortal que hizo el juramento de protegerla en la batalla. Ahora que los poderes de Ellie han despertado, un poderoso Reaper llamado Bastian ha venido a desafiarla. Él ha contratado a un feroz asesino para eliminarla, uno que ya la ha matado una vez. Mientras que equilibra su cada vez más escasa vida social y a los Reapers, cazando impuestos, ella y Will descubrirán que Bastian está en la búsqueda de una criatura dormida conocida por ser una verdadera Alma Reaper. Bastian planea utilizar esta arma para iniciar el Fin de los Días y destruir el alma de Ellie, poniéndole fin a su ciclo de renacimiento para siempre. Ahora, ella deberá enfrentarse a un ejército de Reapers más aterradores que Bastian, prevenir que el Alma Reaper consuma su alma y descubrir los secretos de sus vidas pasadas, incluyendo las verdades que pueden ser demasiado aterradoras para recordar.

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Capítulo 1

Capítulo 14

Capítulo 27

Capítulo 2

Capítulo 15

Capítulo 28

Capítulo 3

Capítulo 16

Capítulo 29

Capítulo 4

Capítulo 17

Capítulo 30

Capítulo 5

Capítulo 18

Capítulo 31

Capítulo 6

Capítulo 19

Capítulo 32

Capítulo 7

Capítulo 20

Capítulo 33

Capítulo 8

Capítulo 21

Capítulo 34

Capítulo 9

Capítulo 22

Capítulo 35

Capítulo 10

Capítulo 23

Próximo Libro

Capítulo 11

Capítulo 24

Sobre la Autora

Capítulo 12

Capítulo 25

Capítulo 13

Capítulo 26

Traducido por Azula y Liseth Johanna (SOS) Corregido por Deyanira

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iré hacia la ventana del aula y anhelé la libertad, esperando estar en cualquier otro lugar en vez de estar escuchando con la boca abierta a mi maestro de economía como el resto de mis compañeros. La última vez que lo había escuchado, el Sr. Meyer había estado leyendo sobre política fiscal y ahí era donde me había perdido. Mis ojos giraron hacia mi mejor amiga, Kate Green, quien había estado dibujando intrincados diseños de flores sobre su cuaderno y parecía como si apenas se estuviera entreteniendo. Mientras tanto me vi obligada a mirar al hirsuto cabello gris saliendo del cuello de la camiseta tipo polo del Sr. Meyer, como alguna especie de lana sobre-desarrollada, y a preguntarme si había considerado alguna vez depilarse con cera. Finalmente, después de otros tediosos veinte minutos, sonó la campana a las 2:30 y me levanté instantáneamente energizada. Kate ordenó sus papeles en su cuaderno y me acompañó a través del pasillo entre los otros pupitres. Los otros de último año y los demás estudiantes salieron volando, como si sólo tuvieran cinco segundos para salir o nunca lograrían salir de allí con vida. —¿Señorita Monroe? —me llamó el señor Meyer justo después de que dejé el aula. Me volví hacia Kate. —¿Tu casillero en cinco? Ella asintió y dejó el salón con el resto de los estudiantes hasta que quedé a solas con nuestro profesor. El Sr. Meyer sonrió desde sus gruesos anteojos y me hizo una seña para que me acercara a su escritorio. Respiré profundo, teniendo una idea acerca de lo que se iba a tratar esto. —¿Sí? Su sonrisa era cálida y amistosa, su gruesa barba gris alrededor de sus delgados labios. Presionó sus gafas hacia su nariz.

—Así que, no nos fue muy bien en la prueba de la semana pasada, ¿o sí? Me preparé. —No, señor. Levantó la cabeza hacia mí. —El año pasado en mi clase de cívica te estaba yendo muy bien, pero los últimos meses de clase tus calificaciones han empezado a flaquear. Desde que empezó la escuela este año están empeorando. Quiero que te vaya bien, Ellie. —Lo sé, Sr. Meyer —dije. La excusas surgiendo en mi cabeza.

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En realidad, estaba distraída. Distraída por las pruebas para la universidad. Distraída por las peleas constantes de mis padres. Distraída por las pesadillas que tenía cada noche. Por supuesto, no iba a hablar sobre mis problemas con mi maestro de economía. No eran de su incumbencia. Así que en su lugar, le di una respuesta vaga: —Lo lamento. He estado tan distraída. Ha pasado demasiado durante el año anterior. Se inclinó hacia adelante, apoyando sus codos contra el escritorio. —Comprendo los padecimientos del último año. La universidad, los amigos, el Baile de Bienvenida, los chicos… Hay muchas cosas demandando tu atención desde diferentes ángulos. Debes concentrarte en lo que es verdaderamente importante. —Lo sé —dije, con tristeza—. Gracias. —Y no me refiero sólo a la escuela —continuó—. La vida va a retarte de nuevas maneras. No dejes que tu futuro cambie la buena persona que eres o que te obligue a olvidar quién eres. Eres una buena chica, Ellie. He disfrutado tenerte en mis clases. —Gracias, Sr. Meyer —dije con una sincera sonrisa. Se sentó de nuevo en su silla. —Esta clase no es tan difícil. Sé que si te aplicas un poco más, lo lograrás. Mi clase no se compara en nada a lo que hay afuera, en el mundo real. Sé que puedes lograrlo.

Asentí, asumiendo que le había dado este discurso a cualquier alumno que hubiera sacado 6 en una prueba de veinte preguntas, pero hablaba con tanta sinceridad que yo quería creer que no era así. —Gracias por creer en mí. —No le digo esto a todos los que empiezan a decaer en las notas —dijo, como si hubiera estado leyendo mi mente—. Lo digo en serio. Creo en ti. Sólo no olvides creer en ti misma, ¿está claro? Sonreí ampliamente. —Gracias. ¿Nos vemos mañana? —Estaré aquí —dijo, levantándose lentamente—. Tu cumpleaños se acerca, ¿no es verdad? Le dirigí una mirada confundida.

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—Sí, ¿cómo lo supo? ¿Quiere que traiga pastelillos para pasar o algo? Se rió. —No, no. A no ser que de verdad quieras hacerlo, adelante. Sólo, feliz cumpleaños, señorita Monroe. —Gracias, señor. —Sonreí y me despedí con la mano antes de encaminarme a la puerta. Mientras dejaba el salón, no pude evitar pensar que ese discurso era demasiado para un maestro de economía a punto de retirarse a Arizona. Encontré a Kate en su casillero. Frunció el ceño mientras me acercaba. —¿Qué quería Meyer? Me encogí de hombros. —Quiere que me aplique más en la escuela. Sonrió. —Bueno, creo que eres perfecta. —Gracias —dije riendo—. ¿Vas a venir directo para estudiar para el examen de matemáticas del jueves?

Sacudió la cabeza y tiró su cabellera rubia sobre un hombro mientras sacaba su mochila del casillero. —Iré a broncearme primero —dijo. —¿Por qué? Es septiembre y aún parece que vas a la playa todo el día. Empujé su hombro con el mío juguetonamente y sonreí. Su piel era de un glorioso tono dorado, pero insistí en que terminaría como una muñeca Barbie naranja como las demás de la escuela si seguía haciendo esto. —Estoy determinada a no terminar este año paliducha como tú. Kate era bastante bonita, e incluso cuando hacía una mueca, se veía glamorosa. Era aproximadamente una cabeza más alta que yo, pero eso no era gran cosa. Yo era un poco menos alta que el promedio.

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—No soy paliducha. —Miré hacia mi brazo disimuladamente para que no se percatara. No era tan pálida. —Ésta piel deslumbrante no es fácil de conseguir, ¿sabes? —Acarició su clavícula dramáticamente y rió. Le saqué la lengua antes de que llegáramos a mi casillero. Aventé mi libro de Biología y metí los materiales necesarios en mi mochila. Mi papel en Hamlet era la semana que venía, así que necesitaba practicar. Un ruido sordo proveniente del casillero contiguo al mío me hizo levantar la mirada. Landon Brooks recargó su hombro contra el casillero y pasó una mano a través de su cabello con profesionales reflejos color caramelo. Era uno de esos chicos que creían en el cabello estilo surf, incluso aquí en Michigan, donde no había ni un lugar para surfear. De hecho, así se sentía la mayoría del equipo de soccer. Landon era la estrella de la escuela, así que si él creía que algo era genial, los demás lo creían también. —Así que, ¿esta fiesta del sábado aún va a hacerse? Mi cumpleaños número diecisiete era el jueves, el veintiuno de este mes, y yo planeé dar una fiesta el sábado por la noche. Por alguna extraña razón, la escuela entera se había enterado y el consenso general dictaba que iba ser genial. Yo no era especialmente popular o conocida por dar fiestas impresionantes, pero usualmente cualquier fiesta en mi escuela armaba un gran alboroto. Eso era lo que pasaba en una secundaria de un suburbio de Detroit como Bloomfield Hills, supongo.

—Sí —dije cansinamente—. Sólo necesitamos bajar el número de invitados. Mis padres me van a matar si cien personas asisten. —Demasiado tarde —intervino Kate—. Es la primera fiesta de nuestro último año, así que claro que todo el mundo va a estar emocionado. Y el Baile de Bienvenida es la semana que viene, así que necesitamos una buena fiesta para empezar el semestre. Las masas se están agitando. No es como si fueras “la chica leprosa” o lo que sea. A la gente le gustas en realidad. —Aparte, invitaste a Josie, ¿recuerdas? —Landon me dio un codazo.

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Ah, por supuesto. Josie Newport. Nuestras madres habían sido cercanas en la preparatoria y aún se reunían algunas veces. Josie y yo habíamos jugado varias veces siendo pequeñas, pero las cosas cambiaban. Ella era muy popular en la escuela, pero fuera de lo de nuestras madres, raramente hablábamos o salíamos. La había invitado a mi fiesta cuando habíamos coincidido en el aula unas semanas atrás. Nunca entendí el estereotipo sobre que las chicas populares fueran unas completas perras. Josie era una linda chica. Tal vez era un poco despistada, pero nunca había sido cruel con alguien a propósito. Aunque tenía que admitir que no podría decir lo mismo de algunas de sus amigas. —Y Josie tiene que llevar su pelotón con ella a donde quiera que vaya, ¿cierto? — añadió Kate—. Eso incluye a la mitad de la escuela, Ellie. Hice otra cara y cerré mi casillero. —Ya se me ocurrirá algo. Claro que en realidad no iba a hacer nada. No iba a caminar hacia Josie Newport y decirle: “Ah, por cierto, cuando te invité me refería a ti y tal vez un amigo o dos. No a todos y sus conocidos de vista”. —Tal vez creyó que te estaba haciendo un favor —dijo Landon—. Impulsando tu popularidad o algo. Mientras que eso sonaba genial, no sospeché que fuera probable. Josie no me iba a hacer ningún favor. Es más, si la fiesta era un asco, Josie probablemente iba a sacar a su sequito de ahí. Sería como una fiesta sin una fiesta. Si mi fiesta apestaba, Josie solamente haría una nueva. Ella ya tenía la gente suficiente para hacerla. —Está bien, me voy —dije, feliz de terminar la conversación y salir de la escuela hacia mi casa, incluso si sólo era para llegar a estudiar. —De acuerdo, te veo en una hora —dijo Kate.

—Adiós, señoritas —dijo Landon, haciendo burla de un saludo—. ¿Por qué no estudian por mí, así, no tendré que hacerlo? Kate le dedicó una sarcástica seña de pulgar antes de voltearse y encaminarse hacia el estacionamiento para estudiantes. Ella tenía licencia y auto desde los dieciséis, como la mayoría de los chicos que yo conocía. Yo tenía licencia también, pero un auto aún no. El papá de Kate le compró un BMW para su cumpleaños. Creo que es un absoluto milagro de Dios que Kate no haya terminado embarrada aún por ahí; manejaba como una persona ciega que estaba teniendo un shock diabético. Le dije adiós con la mano a Landon, recogí mi largo cabello rojo oscuro y lo saqué por encima de la mochila y salí hacia las puertas frontales de la escuela para encontrarme con mi madre.

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Mientras cruzaba el patio delantero, localicé a un chico que jamás había visto antes holgazaneando contra un árbol. Usaba una camisa marrón y jeans, y su cabello, que revoloteaba alrededor de su cara por la brisa, lucía negro, hasta que el sol captó el brillo de nuez. De hecho, se veía un poco demasiado mayor para estar en la secundaria, quizá de veinte o veintiún años. Mientras lo miraba, sentí un cierto cariño profundo en mi corazón, pero me sacudí la sensación. No sabía quién era él. ¿Tal vez se había graduado hacía uno o dos años y lo había visto en los pasillos en algún momento? Mi escuela era bastante grande. No había forma de que conociera a todos los que iban allí. Lo observé por varios minutos más, hasta que noté que estaba mirándome también. Me sonrojé fieramente y aparté la mirada, viendo a la rotonda en donde los autos de los padres estaban parando. Era rara la forma en que él sólo estaba ahí, pero tuve que asumir que estaba esperando a algún hermano menor. El Mercedes de mi mamá era casi irreconocible de los demás Mercedes plateados que se alineaban en la rotonda. Miré a través de los parabrisas hasta que localicé a mi mamá. Ella y mi papá no lucían para nada como yo. El cabello de mi mamá era más de un castaño claro, que mi rico rojo chocolate. La gente me preguntaba todo el tiempo si me teñía el cabello así, como si fuera rosa o de algún tono antinatural. No, mi cabello simplemente era así. También, ella no tenía pecas. No es cierto. Yo solo tengo seis en el puente de mi nariz. Puedes mirarme a la cara y contarlas. Hay seis. Me subí e intercambié nuestra típica conversación después-de-la-escuela. —¿Cómo estuvo tu día, Ellie Bean? —preguntó mi mamá, como lo hacía siempre. —No morí —respondí, como de costumbre.

—Bueno, esas son buenas noticias. —Era siempre su respuesta. Miré por la ventana del pasajero, al árbol en el que había visto al chico, pero se había ido. Mis ojos escanearon el patio, pero no pude verlo en ninguna parte. —¿Qué estás mirando? —preguntó mamá mientras salíamos. —Nada —respondí distantemente. Mi mamá gritó una obscenidad al conductor frente a ella, que estaba tardándose mucho en dar vuelta al cambiar el semáforo. Apartando su expresión de rabia al siguiente momento, me sonrió: —Estoy tan feliz de que esta es la última semana que tendré que recoger tu trasero de la escuela. —Bien por ti.

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Mamá era una diseñadora de páginas web que trabajaba en casa, así que siempre había podido llevarme y traerme de la escuela, afortunadamente evitándome tener que asistir a la guardería. Mi papá, por otro lado, rara vez estaba en casa. Trabajaba en una investigación médica y había muchas noches en que yo me iba a la cama sin verlo. A veces no lo veía por una semana. Últimamente, eso era bueno. —Entonces, nunca me dijiste qué quieres para tu cumpleaños —dijo mamá. —Un Lambo. Se rió. —Sí, seguro, nada más vendamos la casa y te conseguimos un Lamborghini para tu cumpleaños. Finalmente salimos del camino de la escuela hacia la carretera principal y nos dirigimos a casa. —Entonces, ¿qué es lo que quieres? Sé que hablamos de un auto, y tu papá dice que sí. —En realidad no lo sé. —No me hagas elegir —advirtió mi mamá—. Voy a conseguirte una motocicleta para conducir a la escuela. —Eso apuesto. —Puse los ojos en blanco—. No lo sé… sólo consígueme algo tierno, seguro y que tenga un adaptador MP3. Estaré bien de por vida con eso.

Desperté con la música retumbando en mi audífono izquierdo. Forcejé con mi teléfono celular y golpeé en el botón de rechazar sin abrir los ojos. Unos cuantos segundos después sonó de nuevo. Abrí un solo ojo para revisar el reloj. Faltaba un cuarto para las seis de la mañana. Espetando una maldición medio susurrada, arrastré el teléfono de mi mesa de noche y miré el ID del llamante. Era Kate. Froté mi mano contra mi frente, forzándome a salir de mi somnolienta neblina post-pesadilla. En los últimos meses, había estado teniendo unos sueños muy raros que iban como películas de terror, como la película de Drácula con Gary Oldman. Cosas espeluznantes. Me habían evitado dormir bien las primeras semanas, pero ahora que había empezado a acostumbrarme a ellos, no me molestaban tanto. Hasta hacía un mes había despertado gritando cada noche. Demasiado perezosa para presionar el teléfono contra mi oreja, lo puse en altavoz y de vuelta a mi mesa de noche.

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—¿Cuál es tu daño? Mi alarma no ha sonado, todavía. —Jesús, Ellie, prende tu TV. —La voz de Kate era baja y frenética—. Es el Sr. Meyer. En el Canal Cuatro. Me extendí por mi control, encendí la televisión y fui al canal cuatro como me instruyó. Me levanté de un salto. —Está muerto, Ellie —susurró Kate—. Lo encontraron detrás de ese bar, el Lane’s. Mis ojos estaban pegados al caos que veía en pantalla. —….la falta de sangre le indica a los investigadores que Frank Meyer podría haber sido asesinado en otra localización y dejado aquí, detrás del Lane’s Pub junto con una posible arma de asesinato: un cuchillo de caza muy largo con un gancho para tripa. La razón para ello sólo puede ser un asunto de especulación hasta el momento, tanto que las autoridades revelaron muy poco sobre este horripilante descubrimiento. En caso de que usted apenas esté encendiendo la pantalla, esta es Debra Michaels reportando desde Commerce Township, Frank Meyer del Oeste de Bloomfield, fue encontrado temprano esta mañana… Me sentí con ganas de vomitar. Vi la localización detrás de la reportera, a rebosar con la policía, el departamento de bomberos y las ambulancias. ¿El Sr. Meyer? Él era uno de los profesores más agradables que había tenido jamás. Lo había visto hacía menos de veinte cuatro horas. ¿Cómo podía estar muerto? ¿Fue asesinado? ¿Y severamente mutilado? —¿Crees que está cancelado el día de escuela? —preguntó Kate.

Me había olvidado que ella estaba al teléfono. —Voy a hablar con mi mamá. Ven a mi casa. —Colgué. Una hora después, estaba sentada en un taburete en la barra de la cocina, mirando a mi plato de panqueques sin tocar. Mamá sólo hacía panqueques cuando yo estaba enferma o había tenido un día horrible, o cuando era un día especial, como Navidad. Supuse que este era uno de esos días cuando los panqueques estaban justificados pero yo no podía obligarme a comer un poco. El olor demasiado rico me daba náuseas. Mamá caminó detrás de mí y envolvió un brazo alrededor de mi hombro. —Necesitas comer, cariño. ¿Por favor? Dale algo a tu estómago y te sentirás mejor. —Sólo lo vomitaré —murmuré sombríamente.

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—Una probada —ordenó—. Luego no me sentiré tan mal por tener que botar este desayuno sin comer. Fruncí el ceño y cedí de mala gana antes de dar una probada con mi tenedor, pero se cayó y chapoteó en mi regazo. Gruñí y golpeé mi cabeza contra la encimera. Mamá frunció el ceño. —Tienes que ser más inteligente que los panqueques, Ellie. La miré seriamente. ¿No se suponía que los adolescentes fueran los sabelotodo y no sus padres? Ella ignoró mi mirada llena de reproche y me pasó una toalla de papel para limpiar los pantalones de mi pijama. —Bueno, finalmente pude conseguir a alguien de la escuela. Han estado intentando lidiar con esta tragedia toda la mañana, así que sus líneas han estado ocupadas. Estoy segura que cada padre en el distrito los ha estado llamando. De cualquier manera, la escuela está cerrada hoy, pero sospecho que reabrirá mañana. Sé que de verdad te caía bien el Sr. Meyer, y la asistente del director me dijo que los consejeros están siendo asignados, así que si necesitas hablar con alguien… —Estoy bien, mamá —dije—. No estoy entrando en pánico ni nada. No me siento bien, eso es todo. —Ella siempre tenía todo cubierto. Tenía un plan para todo. Me miró con cariño.

—Eres mi milagrito. Quiero que estés bien. Puse los ojos en blanco. —Siempre dices eso. —Me preocupan tus pesadillas —dijo tristemente. —Apenas las tengo ahora —mentí. Pensé que sería mejor para ella, que se preocupara menos por mí de lo que lo hacía. Yo todavía tenía pesadillas casi cada noche, pero estaba aprendiendo a lidiar con ellas, dado que la medicación que usaba era inútil. —¿Qué si esta tragedia las empieza de nuevo? Puedo conseguirte una cita con el Dr. Niles la próxima semana.

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—Adiós, mamá —dije, restándole importancia. Odiaba cuando traía a colación al psiquiatra al que mi papá me había enviado por tres meses. Todo lo que ese tipo hizo fue decirme un montón de basura que ya sabía y darme drogas que no funcionaron. Por supuesto, todos pensaban que me habían arreglado. Lo que no sabían no podía herirlos. —No quise hacerte enojar, Ellie Bean. Exhalé, dejando que la tensión liberara mi cara, y la miré de vuelta. —Lo sé. Sólo tienes que confiar en mí cuando digo que voy a estar bien. Hizo una pausa un momento antes de decir nada. —Le diré a tu padre que se despida de ti antes de que se vaya. —Mamá desapareció de la cocina. Agarré mi móvil y le envié un texto a Kate, preguntándole dónde estaba. Unos cuantos momentos después, recibí una respuesta:

Estaré allí pronto, tal vez.

Inmediatamente lamenté enviarle un texto a Kate mientras conducía, por obvias razones.

Picoteé mi desayuno unas cuantas veces más. Mi papá entró a la cocina, ajustando el frente de la chaqueta de su traje. Lo miré brevemente y le di una pequeña sonrisa. Él palmeó la cima de mi cabeza incómodamente mientras pasaba. —Lamento lo de tu profesor —dijo. Las líneas de su cara me decían que estaba triste, pero sus ojos no encajaban. Estaban calmos e inafectados, su mente en otra parte. Estaba segura que él lo decía en serio, pero nunca sabía en verdad cómo mostrarlo. Asumí que había aprendido a confortar a otros imitando a alguien más, como si lo hubiera visto en la TV o algo. Jamás se sentía natural, jamás se sentía como si de verdad le importara. —Gracias, papá —dije sinceramente—. Kate está en camino aquí. —Oh —dijo.

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—No creo que hagamos mucho —dije. —De acuerdo entonces. Hasta luego. —Hasta luego. —Probablemente él debió haber dicho algo como que esperaba que todo estuviera bien y que me quería, pero me sorprendería de muerte si escuchaba esas palabras salir de él en estos días. Observé a mi papá dirigirse al garaje y lo escuché conducir. Cuando Kate llegó, entró por la puerta delantera ella sola. Se sentó calmadamente en un taburete a mi lado, recogió mi tenedor y comió una probada de panqueques. —No puedo creer que el Sr. Meyer esté muerto —dijo Kate a través de una boca llena. Pensar que jamás vería su amable y sonriente cara en clase de nuevo me puso realmente triste. —Tampoco puedo creer que esté muerto. ¿Las noticias dijeron algo más al respecto? —Sólo dijeron que fue “severamente mutilado”. No tengo idea a qué se refieren con eso, sin embargo. Podría ser cualquier cosa. Probablemente fue algún psicópata. Detroit está como a cinco minutos de distancia. Comí un mordisco de mi desayuno. Inmediatamente me sentí enferma.

—Creo que tal vez pueda dormir un poco más. ¿Vienes? —Es la mejor idea que he escuchado desde que Landon y Chris decidieron que robarían una cebra del zoológico y la liberarían durante la ceremonia de graduación, como nuestra travesura de graduandos —dijo ella. —¿Crees que realmente lo van a hacer? —Lo dudo.

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Traducido por Liseth Johanna. Corregido por Mlle_Janusa.

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staba rozando mi mano sobre las amplias marcas de garras que recorrían la longitud de la puerta de metal, cuando escuché los rugidos de algún lugar profundamente dentro de la cavernosa planta textil. Los enojados gemidos sacudieron el empolvado piso bajo mis zapatos en desolados ecos, anunciando la presencia del reaper abajo. Conjuré mis dos espadas en el aire y caminé silenciosamente a través de la puerta y hacia el oscurecido pasillo. El aire olía como humo y azufre, el hedor inconfundible dejado por lo demoníaco, y la única cosa que unía el mundo mortal con el Grim. El piso estaba lleno de papel amarillento y no quedaba nada de las pequeñas ventanas industriales que salpicaban las paredes, sino vidrio roto y despedazado. Una enfermiza y pálida luz de los faroles que se alienaban en las oscurecidas calles afuera se filtró por las ventanas destrozadas. La basura estaba apilada contra las paredes, que estaban envueltas con tiras de pintura pelada y en descomposición. Caminé alrededor de todo, sin hacer ruido alguno, pero sabía que el reaper podía sentirme. Mi silencio no podía enmascarar la energía que se desprendía de mí. Nada podía, y el reaper tenía hambre de mí. Caminé en el Grim, pasando a través del nuboso velo y hacia el mundo que la mayoría de humanos no podían ver. Aquí moraban los reapers. Los remanentes del plano mortal se acumularon en mis brazos y ropa como fieros zarcillos. Un auto de la policía que pasaba iluminó el piso de la fábrica como juegos artificiales rojo sangre, el rugido de su sirena dejándome sorda por un momento. Tomé una profunda respiración para recuperar mi compostura y caminé a zancadas hacia la escalera de emergencia más cercana. Pateé la puerta para abrirla y el pesado golpetear del acero delató mi posición. Sostuve con fuerza los mangos de mis espadas Khopesh plateadas con forma de hoz mientras echaba un vistazo por el borde del metal, recorriendo desde el eje hasta el nivel del sótano. Una oscura y enorme forma destelló a través del piso de abajo. El reaper rugió de nuevo, haciendo estremecer la escalera. Descendí rápidamente, moviendo mi cuerpo alrededor de la escalera de acero en espiral con cada giro, determinada a no dejarlo escapar. Mis pisadas eran ligeras, apenas rozando el piso debajo de mí. Con un piso más, salté sobre enrejado y aterricé seguramente con nada más que un inclinar de mis rodillas y un eco de mis zapatos. Abrí la puerta de la escalera con una

patada y me congelé al ver cuidadosamente en la oscuridad. Garras no vistas rastrillaban el concreto. Quería que yo supiera que estaba aquí. Detrás de mí, un bajo y ronco rugido sonó. Di la vuelta y atrapé un vistazo del reaper, pero desapareció más profundo en la oscuridad. Apreté los dientes amargamente, y el Angelfire explotó de mis espadas, alistándose para la batalla. Las llamas eran la única cosa que de verdad podían matar a un reaper, yo era la única que podía blandirlas. Ellas iluminaron el sótano cavernoso con una blanca luz, pero el reaper evadió el brillo y se quedó en las sombras. Estaba jugando conmigo, atrayéndome. Sostuve las espadas listas y lo seguí, de todas formas.

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El poder del reaper estaba a todo mí alrededor ahora, inundándome como una comida rápida de humo de una llama extinguida, pesado, impenetrable, sin piedad y sin advertencia. Di la vuelta y corté con ambas espadas. La luz del fuego iluminó la colosal forma de oso del reaper mientras él iba a la retaguardia, sus patas delanteras extendidas, las palmas ondeando del tamaño de platos de cena. Sus ojos eran negros y vacíos como los de un tiburón, y su mandíbula de Goliat cayó para liberar un rugido como el de un tren que va llegando, directo a mi cara. Me agaché mientras el reaper atacaba con sus largas garras sobre mi cabeza. Salté sobre mis pies y me balanceé atrás. El reaper caminó hacia mí y le tomó sólo media zancada para alcanzarme. Extendió su boca de nuevo, revelando un conjunto de enormes dientes que podrían haber pertenecido a un gato dientes de sable, cada colmillo fácilmente tan largo como mi antebrazo. Rugió sobre mí y su rugido tronó una vez más a través de la fábrica. Caí sobre mis rodillas y corté el pecho del reaper, a través de sus patas traseras. Colapsó en un rocío de sangre pero se enderezó rápidamente y saltó en el aire, aterrizando a nueve metros de distancia de mí. Su carne chisporroteó en donde las hojas de plata habían cortado y el fuego había quemado. Se giró y se recargó. Retrocedí sobre mi talón derecho y me preparé para el impacto. En su lugar, el reaper se deslizó a mi izquierda justo antes de que hubiera colisionado conmigo, y desapareció por un momento. Garras cortaron mi espalda, despedazando mi cuerpo como carne de hamburguesa. Pegué un grito y caí. Me estremecí y dejé caer mis espadas. El dolor que esperaba jamás llegó; no sentí nada en absoluto. El reaper estuvo distraído por un momento por la sangre que ya formaba un charco, mientras yo yacía inmóvil. Hizo una pausa para saborearla y gruñó, con un sonido gutural de aprobación de su boca inhumana, antes de descender sobre mí para finalizar el trabajo. No pude terminar mi último respiro antes de morir. Me senté con una enorme bocanada de aire, sintiendo como si la vida me hubiese

sido quitada. Toqué mi espalda y sentí la suave piel intacta ahí y dejé salir un suspiro de alivio. Mis pesadillas estaban volviéndose cada vez más reales, y empezaba a preocuparme que realmente necesitara regresar a terapia. A mi lado, Kate se removió. Se sentó conmigo y frunció el ceño. —¿Estás bien? ¿Un mal sueño? Subí mis rodillas hasta mi pecho y descansé mi mejilla contra ellas. —Sí. Tocó mi cabello, tranquilizadoramente. —¿Quieres ver una película?

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Asentí. Kate nunca me juzgaba por mis pesadillas, jamás me trababa como una psicótica, y entendía mejor que nadie que las medicinas y la terapia no ayudaban. Era la única que me escuchaba en lugar de intentar constantemente diagnosticarme. Me doblé y acurruqué en una bola mientras Kate hurgaba en la carpeta de los DVD que había en el piso frente a mi TV. Vimos tres películas divertidas, incluyendo una de mis favoritas, Sixteen Candles, para recordarme que mi cumpleaños era al siguiente día. Esa película siempre me hacía sentir mejor, pero intentar hacer que hoy pareciera un día menos malo era inútil. Las maratones de películas felices —y panqueques— habían sido nuestras curas para un mal día desde que usábamos colitas y me imaginé que el ritual nos seguiría a la universidad el próximo otoño. —¿Cuál sigue? —preguntó Kate, arrastrando la carpeta a mi cama—. ¿Clueless? Sacudí la cabeza. Eran más de las cuatro ahora, y estaba empezando a sentirme cansada. —No me siento con ganas de ver otra película. ¿Quieres ir a hacer algo? —¿Cómo qué? ¿El centro comercial? Deberíamos investigar antes de que las cosas de otoño en Gucci se agoten. Me estrujé la cara. —No, no quiero tener que arreglarme el cabello y lucir decente. Podríamos sólo ir por helado. Kate brilló un poco. —Suena bien. Me apunto.

Me puse unos jeans y una sudadera ligera con cierre sobre mi top. —¿Deberíamos llamar a Landon para que nos encuentre ahí? Kate asintió rápidamente y lo llamó. Le dijimos a mamá a dónde íbamos, dirigiéndonos afuera al BMW de Kate, y condujimos a Cold Stone. Landon estaba esperándonos en el estacionamiento, hablando con unas cuantas personas de nuestro círculo de amigos: Chris, Evan y Rachel. Chris estaba en el equipo de fútbol con Landon y habían sido mejores amigos por tanto tiempo como podía recordar. Todos dejaron de hablar cuando Kate y yo bajamos del auto. —Hoy ha sido un día tan loco —dijo Landon—. ¿Cómo están, chicas? —Bien, sólo pasando el rato —dijo Kate, tomando mi mano y guiando más allá de él.

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Ordenamos y nos sentamos en las mesas de metal afuera. Landon y los otros tres se nos unieron. Jugueteé con mi taza de Cookie Doughn’t You Want Some1 antes de dar una pequeña probada. Considerando lo poco que había comido ese día, estaba muy hambrienta. El asesinato del Sr. Meyer me molestaba más de lo que había esperado. Nunca antes había conocido a alguien que hubiera muerto, además de mi abuelo. Él había muerto pacíficamente. Algo muy malo le había sucedido a mi profesor. Los otros estaban divagando sobre el Sr. Meyer. —Escuché que fue un ataque de oso —dijo Evan con la boca llena—. Y Meyer se intentó defender con un cuchillo. —No hay osos en este lado del estado —dijo Rachel. —Quizá fue el puma mascota de alguien —ofreció Landon—. Conozco a un tipo con un ocelote. —No es así —bufó Chris. —Sí, sí lo conozco. Rachel rascó la cima de la cabeza de Evan con sus uñas. —¿Qué es un ocelote?

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Cookie Doughn’t You Want Some: un tipo de helado de la cadena “Cold Stone”.

—¿Fue horrible? —preguntó Kate. Chris asintió. —Un amigo mío está haciendo servicio comunitario en la morgue por una multa por conducir embriagado, y escuchó que era todo un desastre. Como si estuviera en pedacitos, hombre. No creo que una pelea de bar hubiera llegado tan lejos a menos que la chica por la que era fuera condenadamente caliente. Destrozaría al tipo si se metiera entre Angelina Jolie y yo.

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No me gustó la manera que estaban hablando del Sr. Meyer, así que intenté bloquearlos y bloquear también las imágenes mentales. Cold Stone estaba lleno; dado que eran más de las cuatro, la escuela primaria en las cercanías ya había salido y ahora el lugar estaba empezando a llenarse de niños gritones e inquietos. Intenté ignorarlos, puesto que los chicos de quinto grado tendían a coquetear con chicas de secundaria Mis ojos escanearon el área, distantemente observando sus rostros, hasta que vi a un raro chico que había visto fuera de la escuela el día anterior. Hoy, usaba una camiseta de manga larga negra y jeans oscuros. Estaba sentado solo en una mesa a cerca de seis metros de distancia y miraba a la nada. Lo conocía. Tenía que conocerlo de alguna parte. Cuando lo miré, breves imágenes de su cara, sus ojos y su sonrisa destellaron en mi mente. Una cálida esencia me golpeó y sabía que era la suya, pero no estaba lo suficientemente cerca para atraparla. La ternura que tomó control de mi corazón me asustó y me dio paz al mismo tiempo. Cuando notó que lo estaba mirando fijamente, devolvió la mirada y no la apartó. Intenté bloquearlo, también, pero me di cuenta no podía ignorar a todos. Me volví hacia mis amigos. —La escuela debería estar abierta mañana —dijo Rachel. Kate lamió una bola de helado derretido. —Eso apesta. —¿Creen que todavía tendremos que terminar el ensayo de economía para esta semana? —preguntó Landon. Chris se encogió de hombros. —¿Por qué tendríamos que hacerlo? Vamos a tener un sustituto hasta que encuentren un reemplazo de tiempo completo.

Terminé mi helado rápidamente, sin unirme a la conversación, y luego me levanté para caminar hacia el cesto de la basura junto al edificio y botar mi taza. Cuando me di vuelta, casi colisioné con una alta forma y salté, sorprendida. Levantando la mirada, me encontré de pie cara a cara con el chico que había visto el día anterior. Era alto, quizá de un metro ochenta, con hombros altos y estaba parado muy, muy cerca. Su presencia se envolvió a mí alrededor, no sofocándome como hubiera esperado, sino dándome paz. No me aparté de él. Me miró con brillantes ojos verdes y no dijo nada. Alrededor del cuello de su camisa había unas extrañas marcas negras como tatuajes. Su cabello oscuro estaba despeinado, sólo un poco, por la brisa de septiembre. —Uhm, hola —dije, arrastrando mi inquietud—. ¿Necesitas… el cesto de basura? —Me sentí como una idiota tan pronto como lo dije.

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—Hola —dijo y me dio una calmada sonrisa, una que amplificó los gentiles contornos de su cara, la curva de sus labios, la línea junto a su ojo derecho que apareció cuando sonrió, una sonrisa que sentí haber visto un millón de veces antes—. No, no necesito el cesto de basura. —De acuerdo… —empecé a caminar a su alrededor para regresar con mis amigos. —¿Me recuerdas? —preguntó. Además de tener la distintiva sensación de déjà vu, estaba muy segura que no lo conocía. —Creo que tal vez te vi ayer en la escuela. —¿Eso es todo? —Su expresión mostró que se sentía herido. Sí, era realmente raro. —Estoy bastante segura. ¿Estás buscando a alguien? —No —musitó—. Eres Elisabeth Monroe, ¿verdad? —Ellie, sí. ¿Vas a mi escuela? —No, lo lamento. Vas a tener una fiesta el sábado, ¿verdad? Dios santo, ¿todo el mundo lo sabía? —Sí. ¿Cómo lo escuchaste si no vas a mi escuela? —Un amigo —sonrió.

—¿Estás bien, Ellie? —Landon se nos habia unido. Lucía enojado, casi hostil—. ¿Quién es el tipo? —miró al chico de arriba a abajo. La sonrisa del extraño desapareció. —Sólo llámame Will. Sus palabras desencadenaron algo en la parte trasera de mi mente, justo como su sonrisa se sentía familiar para mí. Sentí como si lo hubiera escuchado decir eso antes. —No hables con ella, hombre —dijo Landon, dando un paso hacia Will. Puse una gentil mano en el pecho de Landon. —Landon, tranquilízate, no me está molestando. Yo simplemente estaba botando mi taza. Vámonos. Un placer conocerte, Will.

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Asentí a Will y aparté a Landon. —¿Cuál es tu problema? —le pregunté una vez que estuvimos fuera del rango de audición. —Nada. No te preocupes por eso. Él no debería estar hablando contigo. —Pensé que ibas a golpear a ese chico. —Si te tocaba, lo habría hecho. Parpadeé con sorpresa. —Bueno, no lo hizo. Resopló. —Bien. Intenté no reírme. Landon había sido mi amigo desde el sexto grado, pero era un chico, y los chicos no tenían sentido para mí… Mi papá de hecho logró llegar a casa para la cena, para mi sorpresa, pero tan pronto como nos sentamos en la mesa, quise que se fuera. Las cenas recientemente habían pasado con mis padres intentando que yo hablara. No necesitaba hablar del Sr. Meyer. No tenía diez años y no estaba traumatizada. Sólo estaba triste. Eso era natural y de esperarse. No necesitaba ser tratada como una niña por eso.

Le tenía pavor a la escuela la mañana siguiente. Iba a ser un día muy largo. Por no mencionar que todavía tenía ese examen de matemáticas en mi horario. Qué forma de pasar mi cumpleaños. El primer golpe de mi papá en la mesa me apartó brutalmente de mis pensamientos. Me senté como una bala. —Ese no es el punto. —Su voz fue frígida y severa, como si estuviera reteniendo un grito de rabia. —¿No lo es? —preguntó mamá—. Esta es la primera vez que has estado en casa en toda la semana. No me sorprendería encontrar que sus pesadillas son resultado de su falta de figura paterna. —Eso es ridículo. No me des ese blablá psicológico, Diane.

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—Sólo estoy intentando encontrar una solución —dijo mamá cansadamente—. Su profesor fue asesinado. Si algo, eso comenzará las pesadillas de nuevo. Deberíamos llevarla de vuelta con el Dr. Niles. Era como si ella hubiera olvidado totalmente lo que le había dicho esa mañana. Quería aventar mi espagueti en sus caras y gritar: “¡Hola! ¡Estoy justo aquí!”. Era casi más cómico que enojarme cuando discutían sobre mí, conmigo sentada justo a su lado. Cuando olvidaban por completo mi presencia en la sala, se hacía obvio que se interesaban más por pelear el uno con el otro que por mi salud mental. Mi papá resopló. —Si sientes que eso es necesario. —Hay muchas cosas que siento necesarias. —¿Qué se supone que significa eso? Lo miró fijamente. —Sabes exactamente lo que significa. —No juegues juegos mentales conmigo. Eran noches como ésta las que me hacían desear tener un perro. Necesitaba una excusa para salir de mi casa y caminar un rato. Cualquier cosa por salir de allí. —Jamás estás en casa, y cuando lo estás, todo lo que haces es gritar —lo acusó mamá—. Temo cuándo, y si, vendrás a casa en la noche. También Elisabeth. No

me sorprendería que sus pesadillas sean un resultado de todos estos años de tus gritos hacia ella por cada cosa. No es sobre ti y sobre mí, Rick... es sobre la forma que tratas a tu hija. Eso fue todo lo que mi estómago pudo soportar. Me levanté de la mesa y llevé mi plato a la cocina, mentalmente bloqueando la respuesta enojada de mi papá. Los padres de todos discuten —eso pasa en cualquier relación—, pero los padres no deberían pelear frente a sus hijos. Mi mamá y papá estaban concentrados en culpar el uno al otro por mis pesadillas, cuando ambos probablemente eran la causa.

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Fui a mi habitación y me senté en la cama, mirando al espejo sobre mi tocador. La caja musical rosada que me había dado mi papá cuando tenía siete estaba entre un par de velas con aroma y una tarjeta de cumpleaños que me había enviado la abuela esa semana. Me levanté, caminé al tocador y levanté la tapa de la caja musical. La pequeña bailarina de plástico se desdobló dentro. Levanté la caja y di vuelta a la llave en el fondo. La delicada música empezó a sonar, y la bailarina dio vueltas lentamente. La observé bailar por unos cuantos momentos, preguntándome cómo mi vida se había vuelto así, cómo mi padre se había convertido en una persona tan llena de odio. Amaba mi caja musical, ahora en su mayor parte porque me recordaba al maravilloso padre que el hombre allá abajo solía ser. Habría dado cualquier cosa por devolver los últimos diez años de mi vida… y eso no era algo que alguien de mi edad debiera sentir.

Traducido por maggiih Corregido por Monicab

egándome a dejar que mi depresión me hundiera más, busqué una película. Encontré Si Tuviera 30, desde que era la edad que mis padres me hacían sentir. Por lo menos en los momentos felices y divertidos podría ser capaz de restaurar mi alegría. Dentro y fuera podía escuchar el alarido. Cuando mi reloj se movió hacia la medianoche, mis padres comenzaron a discutir otra vez.

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—Feliz cumpleaños para mí —dije tristemente. Dentro de lo siguientes minutos, recibí ocho mensajes de texto conteniendo variaciones de “feliz cumpleaños” involucrando excesivamente la puntuación y dos textos incluyendo “te amo, perra”. Me decidí a pasar mis primeros minutos como una chica de diecisiete años colándome por la puerta principal para sentarme en la terraza. Me incliné contra una de las columnas y tomé una respiración profunda. La noche se estaba asentando y el aire estaba un poco frío, pero estaba cómoda en mi sudadera. Después de un rato de estar sentada en la terraza y comer mis uñas, me paré y comencé a bajar la entrada de mi casa. Una vez alrededor de la cuadra podría ser suficiente, decidí. Realmente necesitaba un perro. Lo consideré por un momento: un auto o un perro para mi cumpleaños… sí, un auto. No creí que lo tuviera exactamente al siguiente día, era más probable que el fin de semana. Sabía de un montón de chicos que no recibieron autos por sus cumpleaños, o incluso no recibieron autos en absoluto, por no hablar de la posibilidad de ir a buscar uno, por lo que no hay que quejarse. Pero, de nuevo, un montón de chicos tenían padres que no se gritan uno al otro. Todo el mundo hacía sus sacrificios. Oí un ruido al frente de mí y dejé de caminar. No era un sonido mecánico como un motor de auto, y definitivamente no vi ningún faro adelante tampoco. Esforcé mis ojos para mirar en la oscuridad. El farol encima de mí zumbó y se apagó. Más allá de la esquina de la acera y más profundo que el jardín de mi vecino, no pude ver

nada. Por un instante pensé en el asesino del Sr. Meyer. ¿Quizás no era una buena idea ir caminado por ahí después de la media noche? —¿Qué estás mirando? Se me escapó un pequeño grito y me di la vuelta mientras mi corazón daba un salto hasta mi garganta. Era como si Will hubiera aparecido de la nada. Lució preocupado y determinado pero obviamente tratando de esconder esos sentimientos. —¿Qué estás haciendo aquí? —susurré con dureza. —¿Qué estás haciendo tú aquí? —contestó. Levanté mi mano. —¡Yo vivo aquí!

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De repente, tuve un terrible pensamiento. Había visto por primera vez a Will el día antes de la muerte del Sr. Meyer. No, no, no. Esto era ridículo. Will sólo era algún raro y ardiente tipo que resultaba estar viendo en cualquier lugar al que yo iba. Eso no lo hacía un asesino. ¿No me había dado mi mamá un espray de pimienta para Navidad? ¿Qué había hecho con eso? —Entonces, ¿por qué estas afuera dando un paseo tan tarde en la noche? — preguntó, distrayéndome de mis pensamientos—. Incluso si vives aquí, es demasiado tarde para estar vagando alrededor en la noche. —Bueno, tú estás aquí también. Me gusta estar al aire libre en la noche. Es relajante. Esa sonrisa se ensanchó. Era como si él pensara que esto era divertido. —La mayoría de la gente estaría nerviosa. Mis manos se apoyaron en mis caderas. —¿Por qué? ¿Debería estarlo? —¿Qué? —Nerviosa. —Probablemente.

—No parece como si estuvieras nervioso. —Puedo cuidar de mí mismo. —Su sonrisa se volvió oscura, conocedora. —Eres el chico más raro que he conocido y créeme, todos y cada uno de ellos son raros, por lo que es mucho decir. Una vez que me di cuenta de lo que dije, quise golpear mi cara en una pared de ladrillo. A mi boca seguro le gustaba correr cuando los que deberían estar corriendo eran mis pies. Él sonrió. —Por lo menos eres honesta sobre tus sentimientos.

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—Dijeron que era una virtud. —Me di la vuelta para regresar a mi casa. Ya era hora de irse—. Hazme un favor y déjame sola. Sé que vas a ponerte todo Ted Bundy2 tras mi trasero en cualquier segundo. —Miré a mí alrededor, esperando que uno de los vecinos pudiera rápidamente prender las luces de la terraza sosteniendo una escopeta. Me sentía bastante segura de que no tenía tanta suerte. —¿Me tienes miedo? —preguntó Will, trotando para alcanzarme. —¿Estás pasivo-agresivamente tratando de decirme que debería tener miedo de ti, también? ¿No sólo “nervios”? —Estaba a solo cuatro cuadras de mi casa ahora. —No, ¿pero alguna vez has oído el dicho: “el valiente no puede vivir por siempre, pero el cauteloso no vive en absoluto”? —No, no he escuchado eso, pero voy a tenerlo en cuenta. Gracias por tu intuición proverbial, mi amigo acosador. Lanzó un brazo sobre mi pecho para pararme y miró hacia adelante, mirando con frialdad hacia la oscuridad. Su cuerpo se tensó, pero algo en mi instinto me dijo que no era a causa del frío. Di la vuelta a mi cabeza para seguir su mirada, pero no vi nada en la calle por delante. Una brisa esparció un puñado de hojas caídas. Olí algo extraño, como huevos y humo negro. Ted Bundy: Theodore "Ted" Robert Cowell Bundy (24 de noviembre de 1946 en Burlington, Vermont- 24 de enero de 1989 en Florida) fue un asesino en serie. Los analistas estiman que el número de sus víctimas podría rondar las cien mujeres, muy lejos de los números oficiales de alrededor de treinta y seis. 2

—¿Hueles eso? ¿Qué está mal? Él se acercó, colocándose entre mí y cualquier cosa que estuviera mirando. —No puedes ver el Grim todavía. —¿Ver qué? ¿El grim qué? —Me asomé por encima de su hombro. Pensé que había visto una sombra cruzar mi camino, pero cuando parpadeé, nada estaba allí. Estaba demasiado oscuro. Su mirada estaba fija en algo en la oscuridad. —¡No es la hora! Retírate. No me importa si es después de la media noche, ella no puede ser tocada, a menos que estés preparado para las consecuencias.

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Él claramente no me estaba hablando a mí. De repente me sentí muy consciente de que aunque sabía su nombre, no tenía idea de quién era. Podría haber sido un adicto a las drogas. Nunca vi a alguien en nada que no fuera marihuana o alcohol, ni siquiera hongos mágicos, por no hablar de algo peor, así que no tenía idea de qué esperar. Mi cuerpo se tensó con miedo. —¿Qué droga estás tomando? He tenido suficiente. Me voy ahora. Empecé a volver a mi casa. —No, espera —dijo Will. Oí el ruido de nuevo, solo que esta vez era más fuerte. Eso no era un motor de auto. ¿Era un gruñido? ¿Había un perro, un gran perro, afuera en la oscuridad? Mi mente corrió con pensamientos de un ataque de perro rabioso. Si el perro estaba lo suficientemente cerca para que lo oyera, entonces podría haber sido capaz de verlo. Otro gruñido vino, y entonces pasos muy fuertes, como el Tiranosaurio Rex pisando fuerte al estilo Jurassic Park. —¿Qué es eso? —pregunté, temblando, mis ojos buscando en la oscuridad. Sentí como si hubiera caído derecho a la versión vida-real de una de mis pesadillas. Mi cabeza giró aturdida, y el miedo hizo que se me revolviera el estómago. Aire caliente, humeante, como un animal atropellado, explotó en mi cara desde una fuente invisible, y me di la vuelta, con arcadas. —¡Oh, mi Dios! —gemí, cubriendo mi boca.

—Ven aquí —dijo Will lentamente, yendo por mí sin dar un paso. La mirada de preocupación en su rostro me avisó antes de ahondar. Ahora él miraba con miedo, y eso me asustó mil veces más. —¡De ninguna manera! —grité, tambaleándome lejos de él. Su miedo se tornó en frustración mientras me alejaba. —No grites. Vas a hacer que te ataque. El pánico entró. —¡Fuera! —grité y traté de correr, pero Will me agarró del brazo. Giré y empujé, pero su agarre era increíblemente fuerte. Era como tratar de arrastrar un dieciocho ruedas3, no podía tener un centímetro. ¿Cómo alguien podía ser tan fuerte? Empecé a hacer palanca en sus dedos, pero estaban como roca sólida.

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—Es hora de acabar con este juego —dijo, enviando puñaladas de hielo bajo mi espina. Él me dio un tirón en el pecho sin esfuerzo y apretó su palma en mi frente. Una luz blanca brilló, cegándome. Cada centímetro de mi cráneo se sentía como si fuera a explotar por la presión. El suelo se sentía como si estuviera balanceándose y rodando en mis pies, y un cruel viento —que ni siquiera supe de dónde vino— me empujó violentamente, golpeándome desde todas direcciones. Mis rodillas comenzaron a tambalearse, incapaces de mantener mi peso, pero Will me sostuvo para que no cayera. La luz desapareció tan abruptamente como había aparecido mientras él retiraba sus manos y se alejaba. Me tambaleé hacia atrás y caí en mi coxis, mi visión borrosa, pero a través de la neblina podría haber jurado ver sombras de alas elevándose encima de mí, alas extendiéndose. Parpadeé y vi sólo la forma borrosa de Will desde donde pensé que las alas habían estado. Cada músculo en mi cuerpo dolía como si hubiera corrido dos kilómetros, pero estaba activa. Había una sensación de prisa en el aire, a través de la tierra, y cada centímetro de mi cuerpo se estremecía con diminutas espinas de electricidad, como si me estuviera moviendo a ciento sesenta kilómetros por hora, a pesar de que no me había movido un centímetro. El aire alrededor de mi estaba húmedo por un momento, húmedo y lleno de humo, y apreté mis ojos cerrados y los abrí otra vez para limpiar mi visión. Después de un latido de corazón, la turbidez se desvaneció. Me quede viendo confusa el pavimento, frotándome la frente. —¡Ellie! 3

Dieciocho ruedas: un tipo de camión.

Mis ojos de repente se enfocaron y vi a Will otra vez. Mi visión estaba fresca y el mundo se había iluminado. Miré al lado de Will, maravillada por la facilidad con la que podía ver a través de la oscuridad, distinguiendo cada hoja de los arbustos de mis vecinos, todas las ranuras de teja de sus techos. Y entonces vi el monstruo: algo que vagamente se asemejaba a un enorme perro cubierto de gruesa piel negra se alzaba sobre nosotros, parado fácilmente era de un metro y medio hasta el hombro. Avanzó pesadamente sobre sus cuatro patas, con dientes que parecían salvajes en la mandíbula de una cabeza pesada y demasiado grande. Sus patas eran del tamaño de las de un elefante, terminando en garras que parecían como si pudieran partir a un hombre por la mitad.

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Pero yo no tenía miedo. Una calma se apoderó de mí, y mi mente analizó a la velocidad del rayo. Extraños recuerdos y pensamientos que no tenía comenzaron a inundar mi mente: rostros y violencia, que había visto hacía mucho tiempo en diferentes momentos. Miré hacia arriba a Will, cuyo rostro desató el más claro y tierno recuerdo. Sabía que tenía que luchar ahora, pero necesitaba mis armas. La bestia saltó hacia mí, con las garras extendidas, pero Will apareció entre nosotros. Él agarró a la bestia de las patas delanteras y la pateó de lleno con fuerza en el pecho, enviándola a volar hacia atrás, aplastando el buzón de mi vecino en un sin número de pequeños trozos de madera y ladrillo. Sucedió tan rápido que sabía que no debería haber sido capaz de verlo, pero lo hice. Di un paso hacia adelante, mirando a la criatura subir a sus pies mientras liberaba un lento y peligroso gruñido. Mantuve mis brazos hacia fuera y deseé tener mis armas en mis manos abiertas. Las dobles espadas Khopesh aparecieron de la nada en un destello brillante. La plata curva de las hojas brillaba intensamente. Le eché un vistazo a Will. Ahora podía ver sus intrincados tatuajes negros retorciéndose debajo de la camisa, todo el camino bajo su brazo derecho hacia sus nudillos. Recordé los hermosos símbolos tejidos en diseños en espiral, porque los había visto antes con otros ojos, en otro tiempo. Mis pensamientos eran tranquilos y desconcertantemente claros. Las espadas estallaron en llamas a mi orden. Una luz deslumbrante devoró la plata, y el poder se deslizó por mí. Mis dedos apretaron los mangos helados mientras los aromas de plata y sangre vieja inundaban mis sentidos intensificados. Las espadas se sentían bien en mis manos, como abrazar a un viejo amigo.

El monstruo empezó a rodearme, gruñendo bajo y liberando un sonido sobrenatural, sus ojos eran pozos sin fondos en su deformado y terrible cráneo. Me quedé viendo de nuevo a sus ojos, sin miedo ni vacilación. Me moví con la criatura para que nunca fuera a mi espalda, y una voz que no parecía la mía desafió a la bestia. —Ven por mí.

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El monstruo, como un lobo, cargó con patas y garras extendidas, la enorme mandíbula abierta. Salí fuera del camino justo mientras sus dientes se cerraban en la capucha de mi sudadera en lugar de mi garganta. La bestia tiró de la solapa de algodón, jalándome alrededor torpemente, girando, gruñendo. Sus patas con garras en mi cuerpo me tiraron más cerca hacia su boca para que pudiera tomar un bocado de mi cara. Choqué mi codo en su nariz, y se dejó caer de nuevo a sus cuatro patas con un gemido. Entonces mi codo colgó en la parte superior de su cráneo y algo crujió, pero el monstruo sólo mordió más fuerte mi sudadera, tirando la tela. Abruptamente, me tiraron al suelo y miré hacia arriba. Will lo tenía por el cuello, sus brazos enterrados profundamente hasta el codo en su gruesa piel, forzando a la bestia a retroceder. —¡Ahora! —rugió él. Se agitó como un pit bull gigante y se liberó. Mis ojos se clavaron en mi objetivo y mi mente se aclaró para aprovechar la oportunidad. Más rápido de lo que mi corazón pudiera latir, estaba en mis pies y empujando mi espada de fuego en la suave garganta y directamente a través de la parte superior de su cráneo. Las piernas de la criatura se doblaron mientras su piel brillaba extrañamente antes de explotar en llamas. El fuego devoró al reaper, tragando la luz blanca, dejando nada más que un espacio vacío y cenizas cayendo donde el monstruo había estado. Entonces la oscuridad se cerró alrededor de mí.

Traducido por Nats5, Vettina y Dai Corregido por Majo

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la mañana siguiente, mi cabeza y cada músculo de mi cuerpo dolían como si hubiera corrido un maratón a través de la nieve en tacones de aguja. Pedazos de fragmentos de la pesadilla que había tenido anoche rondaban en mi cabeza. Por mucho que me molestara haber soñado con Will, estaba mucho más agitada porque había sido de una manera más aterradora y vívida que mis pesadillas habituales. ¿Por qué estaba todavía en camiseta y jeans? Mi sudadera, sin embargo, estaba ausente sin mi permiso. Excavé entre la cesta de ropa sucia y las mantas sobre mi cama, pero no estaba en ninguna que pudiera encontrarla. ¿Cómo había simplemente desaparecido? ¿Qué si lo que pasó anoche no era un sueño? Hubo un golpe en mi puerta. ―¿Está la cumpleañera despierta del todo? ―Era mi madre―. ¡Vamos, Ellie! ¡Levántate! Me dirigí al baño para ducharme, arreglando las molestas ondas de mi cabello con la plancha, y me puse unos jeans limpios y una camiseta. Bajé las escaleras para encontrarme con mamá en la cocina. ―Te hice panqueques, ya que es tu cumpleaños ―dijo mamá alegremente y, sonriendo brillantemente, presentó un plato rebosante―. Sé que no te comiste los que hice ayer, así que espero que te sientas lo suficientemente bien para apreciarlos más esta mañana. ―Gracias, mamá ―dije, sentándome en el mostrador para comer. ―Feliz cumpleaños, cariño. ―Besó la parte superior de mi cabeza―. Te quiero. ―Yo también te quiero. ¿Dónde está papá? ―Su sonrisa se desvaneció. ―Tuvo que salir temprano. Tiene una reunión en Lansing. Me dijo que te dijera feliz cumpleaños y que te quiere.

Forcé una sonrisa, bastante segura de que ella había añadido la última parte. Lo más probable es que se marchase a su reunión sin decir nada. La cara de mamá se iluminó. ―Así que pensé que podríamos ir a buscar tu regalo después de la escuela. Sé que hoy va a ser muy difícil con todo lo que pasó ayer, pero espero que esto lo haga un poco menos horrible. ¿Suena bien? Mi corazón se levantó. ―Sí. ―Bien, entonces. Voy a terminar de trabajar en algo antes de ir a la escuela. —Se dio la vuelta para regresar a su oficina―. Asegúrate de comer. Iremos al concesionario después y veremos lo que tienen. Increíble.

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―Eh, ¿mamá? Se dio la vuelta. ―¿Sí, cariño? ―¿Escuchaste algo anoche? ―No estaba segura de qué esperar que respondiera. Frunció el ceño. ―Oh, cariño, siento tanto que tu padre y yo estuviéramos discutiendo. Siento mucho que hayas oído eso. ―Quiero decir como gruñidos, como un enorme perro o un oso. Mamá me dio una mirada extraña, calibrando lo que acababa de decir. El calor se precipitó a mis mejillas mientras me daba cuenta de cuán estúpida acababa de sonar. ―¿No fue una pesadilla? ―No, estaba despierta. Suspiró y apretó los labios. ―¿Tal vez fueron un par de perros luchando fuera? No oí nada. No escucharías ruidos extraños si cerrases la ventana por la noche.

―Supongo que tienes razón. ―El consenso era oficial: fue un sueño y estaba lunática. Tan pronto como llegué a mi casillero, fui recibida por Landon, quién llevaba un jarrón de rosas. Mi mandíbula cayó hasta el suelo. ―¿Hablas en serio? ―pregunté, mi mirada extendiéndose sobre el exuberante ramo. ―Feliz cumpleaños, Ellie. ―Besó mi mejilla. En cualquier momento estallaría de dulzura. Me entregó el jarrón y lo sostuve. ―No quiero que tu cumpleaños apeste, a pesar de que es un día triste y eso. Espero que esto lo haga mejor.

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Envolví mi brazo libre alrededor de sus hombros y lo abracé. ―¡Muchas gracias, Landon! Eres demasiado bueno para mí. Esto definitivamente hará que el día sea de maravilla. Su sonrisa se ensanchó. ―Tengo que correr a clase, pero estoy muy contento de que estés feliz. ¡Te veo luego! ―¡Adiós! ―Tuve que sacar un montón de papeles viejos que tenía en la parte baja del casillero para hacerle sitio al jarrón. Había conocido a Landon durante mucho tiempo, pero nunca me había dado flores. Qué lindura. Estaba prácticamente bailando de camino al aula. Las clases fueron tal y como había predicho que irían. Durante los anuncios de la mañana el director dio un largo discurso sobre el Sr. Meyer por los altavoces, y luego mi tutora, la Sra. Wright, dio otro. Las cuatro primeras clases del día fueron muy parecidas. Los maestros dijeron su parte, dieron una pequeña conferencia, y no mandaron tarea. El examen de Mate se había pospuesto al lunes siguiente, lo que me pareció genial ya que no tenía ganas de hacer un examen en mi cumpleaños. Durante la clase de taller a la tercera hora, la cual juro que estaba tomando sólo para aumentar mi promedio, no hicimos nada más que sentarnos en las mesas y discutir los proyectos de lija para la semana siguiente. Supuse que conseguir algo pastoso sería demasiado para que el pobre Sr. Gray manejara. Cuando la hora del almuerzo llegó, me reuní con mis amigos. Todos hicimos un

esfuerzo por tener un almuerzo decentemente normal. Incluso un idiota podría ver cómo de amado fue el Sr. Meyer. Kate, Landon y yo nos sentamos en nuestro lugar habitual en la esquina derecha junto a la ventana, de cara al exterior. Evan, Rachel y Chris se unieron a nosotros, y para mi sorpresa y alegría, todo el mundo evitaba el tema del asesinato del Sr. Meyer. Cuando terminé mi almuerzo, me dirigí al baño para un breve descanso. Mientras me lavaba las manos en el lavabo, algo me hizo parar y echar un segundo vistazo en el espejo. Mi garganta se apretó con miedo mientras miraba fijamente el lado derecho de mi cara. Cosas negras ―telarañas, líneas filamentosas― se arrastraban desde mi cuero cabelludo y alrededor de mi ojo derecho, entrelazándose. El miedo se tornó en repulsión mientras frotaba mi mejilla duramente, tratando de quitar la oscuridad. Las líneas seguían apareciendo, cada vez más largas y cubriendo más y más de mi cara. Me froté, pero no las podía sentir en mi piel. ¿Estaban en mi piel?

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Mitad llorando, mitad asustada hasta la médula, agarré un puñado de toallas de papel y las humedecí con agua. Me froté la cara enérgicamente con ellas, pero cuando las bajé, las líneas seguían estando ahí y mis ojos se habían vuelto de un blanco sólido como pelotas de golf. Dejé caer las toallas y me aparté del espejo hasta que mi espalda golpeó el marco sólido de los retretes. Me cubrí la cara con ambas manos, pasando mis dedos por el cabello, tirando de él con desesperación. Cuando miré de nuevo, no vi nada en mi cara excepto las vetas de lágrimas. Sin cosas negras. Sin oscuridad. Se habían ido. Mis ojos eran normales otra vez. Me lavé la cara con agua fría para aliviar el enrojecimiento y tomé varias largas y lentas respiraciones para calmar los nervios. Cuando me sentí lo suficientemente segura para regresar a la cafetería, salí por la puerta, decidida a olvidar lo que me acababa de pasar. Mientras giraba en la esquina, me choqué contra Will. ―¡Oh, Dios! ―grité, luchando contra el impulso de golpearle―. ¡Me has asustado hasta la mierda! ¿Qué estás haciendo en mi escuela? Pensé que no venías aquí. ―Nerviosamente tiré del bolso en mi hombro y respiré hondo. Fue entonces cuando me di cuenta de que los negros tatuajes en espiral que cubrían el brazo eran claramente visibles, los mismos tatuajes que tenía en mi sueño. Me quedé mirando los extraños símbolos, y la sinuosa oscuridad me recordó a la que hacía unos momentos tenía en mi cara. Pero estos eran diferentes. Sus tatuajes eran hermosos, tan terribles, y sobrenaturales. Se enrollaban y bailaban a través de su piel como si estuvieran orgullosos y desafiantes. No pude apartar la mirada de ellos.

Hizo caso omiso a mi pregunta. ―¿Estás bien? ¿Me había escuchado llorar? ¿Cómo lo sabía? Arrancando la mirada de sus tatuajes, desestimé mis pensamientos y asentí. ―Estoy bien. ―Necesito hablar contigo. ―No sonreía. De hecho, no se veía alegre para nada, y su mirada cuestionadora cayó sobre mi enrojecida mejilla. Medianamente consciente la cubrí con mi mano. ―¿Sobre qué? Tengo que volver a almuerzo. ―Comencé a rodearle, pero se colocó delante, bloqueando mi camino. Después de lo que había sucedido en el baño, no estaba de humor para hacer frente a más locuras. ―Tenemos que hablar de lo de anoche.

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Mi estómago se encogió, y el miedo que había sentido momentos antes regresó furiosamente a mi cuerpo. ―No sé de lo que estás hablando. Estaba en casa anoche. No hay nada que tengamos que… ―¿No te acuerdas? ―Se inclinó hacia mí, sus verdes ojos ampliados devorando a los míos de color avellana. Estaba tan cerca que era todo lo que podía sentir, ver y oler. Mis sentidos se estaban ahogando en él. ―¿De qué? ―Fue sólo un sueño, tenía que serlo. Lo que pasó no podría haber sido real. Me lo había imaginado, al igual que había imaginado las telarañas negras en mi cara. Me tomó del brazo y me empujó suavemente contra los casilleros cuando un par de estudiantes pasaban por allí. ―¿El Reaper? ¿Al que mataste? ―preguntó en un susurro ronco. ―¿El qué? ¿De qué demonios hablas, Will? ―Traté de retirarme, pero me sujetó más fuertemente―. Mira, no me gustan estas cosas, lo que sea que sea, así que… ―Suficiente de esto ―gruñó, acercándose a mí―. Tienes que aceptar lo que pasó anoche y lo que eres, no importa lo mucho que no lo desees. Pretender que sólo fue un sueño o que estoy loco no te va a ayudar. Sólo va a empeorar las cosas.

―¡No sé de qué estás hablando! ―gruñí con los dientes apretados. Estaba desesperada por controlar que la ira causara más lágrimas. Will respiró hondo y habló lentamente. ―Mira, me siento fatal y no quiero asustarte… ―¡Bueno, estás haciendo un jodidamente buen trabajo! ―Sólo escúchame un minuto y me iré. ¿De acuerdo? Estudié su rostro. Iba realmente serio con esto. Bien podría seguirle la corriente. ―Bien. Volvió a respirar hondo. Habló con lentitud, pero con una intensidad que me asustó aún más.

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―Lo que viste, contra lo que luchaste anoche, era un Reaper. Olvídate de esqueletos armados con guadañas en largas túnicas. Esto es real. La mayoría no necesitan guadañas, porque tienen dientes y garras como armas. Te comen. Comen tu carne y tu sangre, y luego arrastran tu alma al Infierno. Tu profesor, Frank Meyer, fue asesinado y comido por el mismo que mataste anoche. Eres el Preliator, el único mortal en el mundo con el poder de luchar contra ellos. Y yo soy tu Guardián, tu guardaespaldas, juré protegerte y defenderte. Y estás haciendo mi trabajo terriblemente difícil. Lo miré fijamente por unos momentos, incapaz de decidir cómo responder. Me conformé con lo más fácil. ―Estás completamente loco. ―¡Maldita sea! ―Will lanzó las manos en alto―. Esto es ridículo. No entiendo por qué no lo recuerdas. Activé tu poder anoche. Te despertaste y entraste en el Grim por tu cuenta y mataste al Reaper. ¿Por qué no te acuerdas ahora? ―Se apartó de mí y apretó su mano contra la cabeza. Su voz era rápida y preocupada―. Tal vez porque ha pasado mucho tiempo. Antes, siempre fueron solamente dieciocho años entre ciclos. Tu alma ha estado dormida durante mucho tiempo. Me alejé, mi mano arrastrándose por la pared, incapaz de dar sentido a todo lo que había dicho. Entonces me di cuenta de la cadena de metal alrededor de su cuello, metida bajo la camisa. Una imagen cruzó mi mente de algo brillando, colgando; un signo más. Fue como un déjà vú, una imagen que no recuerdo haber tenido, si es que eso tenía algún sentido.

―Y si te estás preguntando dónde está tu sudadera, revisa en el cesto de basura. Lo siento, está destrozada. ―¿Destrozada? ―¿Hay algún problema, señorita Monroe? Me di la vuelta para ver a uno de los subdirectores, el Sr. Abbot, de pie detrás de mí, mirando de Will a mí. ―¿Quién es este joven? ―preguntó el Sr. Abbot, viendo claramente que Will no era un estudiante de secundaria. Su mirada acusadora se detuvo en los tatuajes que cubrían el brazo de Will. Para él, los tatuajes debían haber sido un signo seguro de delincuencia. ―Un amigo ―dijo Will―. Pasé para traer algunos deberes que Ellie había olvidado en mi casa.

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El Sr. Abbot me miró interrogativamente. ―¿Es eso cierto? Asentí con la cabeza. ―Sí, señor. Está bien. ―No sé por qué le estaba cubriendo. Tal vez su locura se me había contagiado como con un resfriado, o algo peor. Se volvió hacia Will. —Joven, voy a tener que pedirle que salga de la escuela. Ha hecho un buen servicio al traerle su tarea a Ellie. Sin embargo, como usted no es un estudiante y no ha firmado para un pase de visitante, tendría que estar de nuevo en su camino. Will asintió. —Está bien. Me despediré y entonces me iré. Se quedó mirando fijamente al Sr. Abbot, rehusándose a ceder. Extrañamente, mi asistente de director hizo una mueca extraña antes de girar e irse. —Ellie, ¿hablarías conmigo después de la escuela? —me preguntó Will. —De ninguna manera —dije, dándole la espalda. Caminó alrededor de mí para así estar cara a cara.

—Si no lo haces, entonces no sabrás como llamas a tus espadas y no podrás defenderte. Sentí un escalofrió subir por mi espalda cuando sus ojos se clavaron en los míos, atrapando nuestras miradas, su voz baja y totalmente invasiva. —¿Fue esa una amenaza? —pregunté cuidadosamente. Su expresión no revelaba nada. —Ellos vendrán por ti. Ese escalofrío se convirtió en una puñalada de miedo directo a mis entrañas. Mi pulso se aceleró y presioné mis labios juntos cuando sentí el calor subir a mi cara. —Ahora que he despertado tus poderes, eres juego justo para los reapers. Estás en tu punto más vulnerable, y es cuando ellos atacarán.

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Tomé un profundo respiro. —Si no me dejas sola, voy a gritar a seguridad y ellos van a llamar a los policías. Me miró por unos momentos. Su mandíbula estaba apretada fuertemente y chupaba su labio superior en frustración. —Toma un tiempo para que tu memoria regrese algunas veces, pero nunca ha sido así de malo antes. Sé que estas teniendo las pesadillas. Siempre las tenías cuando estabas lista para afrontar quién eres. Por supuesto, la última vez que te vi, a la tú real, bueno, eso fue hace más de cuarenta años. Has estado ausente por veintiocho años. Mi garganta se cerró. Me dedicó esa increíble sonrisa, solo que esta vez tenía algo diferente, algo reservado. —Feliz cumpleaños, por cierto. Siento no haber dicho eso anoche, pero tengo un regalo para ti. Te desmayaste antes de que pudiera dártelo. Will sacó algo de su bolsillo y extendió su mano. En su palma yacía un colgante con forma de un par de alas blancas colgando de una cadena de oro. El collar era hermoso, etéreo, las alas de un blanco brillante que resplandecían y parecían brillar en la luz. Cuando parpadeé, el brillo se había ido. —¿Qué es esto? —pregunté, maravillada por el colgante alado.

—Siempre ha sido tuyo —dijo, levantando mi mano y colocando el collar en la palma de mi mano—. Desde antes que te conociera. Nunca pierde su brillo o su color. Siempre el mismo. Siempre permanente incluso cuando el destino se lleva tanto. —Suavemente cerró mis dedos alrededor del colgante, sus cálidas manos quedándose por mucho tiempo—. Hablamos pronto. Will giró y se fue. Abrí mi mano para mirar el hermoso collar. Cepillando mis dedos a través de las alas, no pude decidir de qué estaban hechas. La superficie del colgante era suave y luminosa, como si estuviera hecha de nácar, pero era algo más precioso que eso. Su belleza me calmaba, y me deslicé en un extraño y nostálgico trance; y el susurro de recuerdos que no podrían pertenecerme surgió en mi mente. Imágenes distantes de la cara de Will, de reapers acechando en la oscuridad, de mí corriendo a través de callejones y bosques, del collar en mis manos. Cosas que no debería haber recordado pero lo hice. Agité mi cabeza y metí el collar en mi bolsa.

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¿Más de cuarenta años? Me recliné contra los casilleros cansadamente y froté mi cara con las manos. ¿Por qué Will no me dejaba en paz? El parecía creer firmemente que era alguna clase de superhéroe y esa tenía que ser la cosa más loca que hubiera escuchado. Como si no fuera suficiente, él dijo que hablaría conmigo pronto. Aunque sabía poco sobre Will, sabía que con certeza era una promesa. Volví a almorzar con mis amigos y traté de olvidarme de él, pero no podía. El cuarto período vino y se fue sin incidente además de Kate distrayéndome de la discusión de la asignación de la semana. Algo sobre planes para comprar vestidos para los atuendos para la fiesta del sábado. Por suerte, esa era la única otra clase que compartía con Kate, así que pude concentrarme un poco más durante mis otras clases. En el quinto período, historia Europea fue ligeramente más interesante porque en realidad me gustaba historia. Era algo que se me daba fácilmente, a diferencia de economía. Mientras me sentaba en mi mesa, ignorando a mi compañero que picaba su cara, me encontré pensando acerca de la noche anterior. Traté de recordar la horrible criatura que Will llamó un reaper. El gruñido, el monstruo de los ojos muertos mirándome desde mis recuerdos, sus enormes garras cavando en la tierra, listo para saltar. ¿Por qué soñaría con cosas tan espantosas? Froté mis brazos, recordando la sensación de su pelaje rozando contra mi piel. Nunca había tenido una pesadilla que se sintiera tan real en mi mente, en mi piel, y en mi corazón.

Decidí por un momento imaginar que Will había estado diciendo la verdad. Si fuera efectivamente lo que él decía, la Preliator, entonces esos monstruos, los reapers, eran reales. ¿Qué quiso decir cuando dijo que había estado ausente por veintiocho años? Estaba tan confundida. Sólo tratando de darle sentido a lo que Will decía, me estaba volviendo loca. No podía superar la sorpresa de Will de que yo no recordara nada. Por supuesto, nada había sucedido, era todo solo un mal sueño, y Will estaba loco. ¿Pero cómo podía saber tantos detalles de mi pesadilla? Había incluso mencionado el “Grim” de nuevo, lo que sea que eso fuera. Y sus tatuajes… no había visto esos cuando lo conocí la tarde anterior. La primera vez que los vi fue en mi sueño.

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Will me había tocado en mi sueño la otra noche y yo de repente me había convertido en alguien diferente, alguien poderosa, alguien muy aterrador. Eso me asustaba, pero la idea me atraía aún. Tiré del collar alado fuera de mi bolsa y estudié los delicados bordes y los intrincados grabados. Recuerda. Pensé fuerte, cerrando mis ojos fuertemente y cerrando mis dedos alrededor de mi colgante. Recuerda, recuerda. ¿Qué se suponía que tenía que recordar? Me quedé mirando a mis notas de historia. Si tan sólo mi historia estuviera escrita en esas páginas en vez de la de Carlomagno. Los acontecimientos de la noche anterior se repetían una y otra vez en mi mente como una película de terror: el reaper acechando en la oscuridad, acusándome mientras yo balanceaba esas extrañas y flameantes espadas en forma de hoz. Tanta sangre... Y luego mis ojos se salieron de foco. Los apreté fuerte, cerrándolos, y los abrí de nuevo, girando mi cara lejos de la fuerte luz del salón de clases para mirar al suelo. La temperatura cayó en picada y yo temblé y me froté los brazos. El piso se volvió borroso y el escritorio y todas las caras a mi alrededor desaparecieron, dejándome sola en la oscuridad y de rodillas en un suelo cubierto de nueve. Me paré y miré a mí alrededor y vi el denso bosque ensombrecido cerrándose sobre mí y el viento helado e implacable en mi cara. Mis ojos se posaron en el rastro de sangre que salpicaba la nieve delante de mí mientras me movía a través del Grim. Sabía que el reaper no podía estar lejos. Ya había tomado casi cien vidas en la pobre región de Le Gévaudan en el sur de Francia. Los dragones enviados por el rey de Francia no encontraron nada y dejaron un camino sin fin de cadáveres de lobos inocentes a su paso. El reaper lupino era más inteligente y estaba más hambriento que

cualquiera de ellos y eso lo hacía mucho más peligroso. No podían cazar algo que no podían ver y que era más inteligente que ellos. De repente pude sentirlo... el cosquilleo del poder oscuro arrastrándose por mi carne, rodando por la tierra debajo de la nieve. Algo oscuro brilló a mi derecha. Luego brilló a mi izquierda. Estaba rodeándome. Odiaba cuando me cazaban. Mantuve mis espadas cerca. Las llamas no derretían la nieve a mí alrededor. El Angelfire sólo quemaba al mal y dejaba todo lo demás intacto. Pasos crujieron en la nieve delante de mí. El reaper finalmente había decidido mostrarse. Se acercó más, permitiéndome tener una mejor visión de él. Rechinó sus dientes con una promesa de muerte, y su pelaje negro brilló con un líquido oscuro y espeluznante. Sangre. No sabía a qué, o a quién, pertenecía.

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—Eres una idiota por cazarme, Preliator —gruñó a través de la mandíbula de lobo, mandíbulas que nunca deberían haber sido capaces de hablar palabras humanas—. Este es mi territorio. Las almas en esta tierra serán mías. Encontrarás tu final en este bosque. Me burlé y apreté mi agarre en ambos mangos. —Podría, pero antes de morir, me aseguraré de que tú tampoco dejes este bosque vivo. Ese es el precio que pagarás por tomar tanta sangre. El reaper inclinó su cabeza, sus ojos negros mirándome curiosamente. —¿Y qué precio pagas tú? ¿Por toda la sangre que has derramado? —Este es mi deber. Él me ignoró. —La soledad, supongo. —Su voz era tan profunda que lastimó a mis oídos tratar de escucharlo. —Deja de intentar entrar en mi mente y pelea conmigo, Holger. Él bajó su cabeza y su hocico formó una extraña sonrisa lobuna. Sus ojos eran casi invisibles contra su pelaje negro, revelados nada más por el Angelfire a través de sus superficies brillantes. —Sabes mi nombre. —Sé mucho más que eso de ti.

—¿Ese conocimiento hace que me tengas miedo? —preguntó, tremendamente esperanzado. Él era viejo... más viejo y más poderoso que la mayoría de los reapers con los que había luchado en los últimos años. Trecientos años era sin duda algo de que jactarse. —Eso te haría feliz ¿no? —Sí, sí lo haría —dijo Holger, las palabras rodando sobre su lengua gigante—. ¿Dónde está tu Guardián, Preliator? —No muy lejos. —No importaba. Tenía que destruir al reaper por mi cuenta o enviaría más almas inocentes al Infierno. —Bueno, eso es muy afortunado para mí.

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Se puso en marcha, sus mandíbulas y sus garras extendidas. Yo salí disparada y él cayó a mi lado, deslizándose a través de la nieve y rociando polvo blanco y brillante. Saltó hacia mí de nuevo y me lancé detrás de un árbol. Chocó con él, sacudiendo y dejando a la mitad del árbol sin nieve y causando un gran agujero en la corteza con su cuerpo. Rugió con furia y cada árbol cerca de él se sacudió con la fuerza de su energía. Su poder explotó y golpeó al árbol con su pata, sus garras rasgando al tronco a la mitad. El árbol crujió y yo levanté la mirada mientras se venía abajo; pero retrocedí antes de que me inmovilizara contra el piso. Aunque no me alcanzó, el tronco había atrapado una de mis espadas bajo él y las llamas se desvanecieron. Agarré el mango y tiré, pero la hoja no se liberó. Hogger subió al tronco y luego su hocico gruñendo estaba a centímetros de mi cara. Hizo un ruido seco con sus mandíbulas, dio un coletazo con ira y se abalanzó sobre mí pero un fuerte golpe en su cráneo lo hizo caer del árbol. Mi corazón dio un vuelco cuando vi a Will. Golpeó la cabeza del reaper de nuevo, aplastando a Holger contra el suelo. Will se giró para enfrentarme y gritó: —¡Tu espada! Asentí con la cabeza y le di a la Khopesh otro tirón, estancando la bota en el tronco para hacer palanca y finalmente la espada se liberó. Angelfire brotó de ella. Giré mi cabeza justo a tiempo para ver a Holger cargando hacia donde yo estaba. Sus mandíbulas se cerraron en mí, pero me moví lejos, y sus dientes se cerraron sobre la tierra y la nieve en lugar de mi carne. Con un grito desesperado, golpeé la espada tan fuerte como pude. La hoja cortó profundamente su cuello y su cuerpo ardió en llamas. La cabeza de Holger cayó de su cuerpo en mi cara.

Grité y mi silla se deslizó alejándose de debajo de mí. El ruido hizo eco en el salón de clases cuando mi trasero golpeó las baldosas del suelo y la silla se estrelló. Todos a mí alrededor estaban en silencio, demasiado sorprendidos para reír, pero no me atreví a mirar hacia arriba. Todo mi cuerpo se enrojeció con calor. Oh, Dios, oh, Dios... Mis dos manos cubrieron mi cara cuando me senté en el piso, absolutamente mortificada. —Mierda, Ellie ¿estás bien? —preguntó mi compañero de pupitre. Miré hacia arriba para ver su cara mirando hacia abajo a mí. —La silla... se deslizó.

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Traducido por Lorenaa Corregido por Majo

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l resto del día pasó sin más incidentes. Sin más ensoñaciones, me dije firmemente. Mis pesadillas eran bastante aterradoras y no tenía ningún deseo de tenerlas mientras estaba despierta. El recuerdo de lo que había experimentado durante historia estaba fresco en mi mente, y pinchaba como un papel cortado; el episodio fluctuaba alrededor de la escuela, así que para el último período ya era conocida como la chica que se cayó sobre su culo durante la clase. Tendría que mudarme lejos. A Alaska, probablemente. Al final, la escuela terminó y me apresuré a mi casillero. Mi interludio allí con Kate y Landon fue breve, tenía otras cosas en mi mente. Como llegar a mi auto. Y mis pesadillas viniendo a la vida. A medias acordé reunirme con Kate en el centro comercial el sábado para comprar nuestra ropa para la fiesta, como habíamos discutido en matemáticas antes. Después de despedirme precipitadamente y de darle las gracias a Landon otra vez por las rosas, me dirigí hacia fuera con el jarrón en las manos para encontrarme con mi madre. Ella parecía tan emocionada como lo estaba yo. —Cariño, ¿de quién son esas flores? —Landon —dije, sonriendo hacia las flores otra vez. —Bueno, eso es muy dulce de su parte —ofreció, dándole una mirada al florero. —Supongo que está compensando todas las bolas de nieve que me ha tirado a la cara y las veces que ha empujado mi camiseta durante estos años. —Ella asintió lentamente y su ceño se arrugó. —Si tú lo dices. —Nos dirigimos al concesionario a unos cuantos kilómetros de la escuela e inspeccionamos de cerca cada auto de allí. Me encontraba sobre un sedán, así que decidimos probar un par de autos diferentes, con la vendedora pechugona

marcándolo todo alegremente. Me enamoré de un Audi pequeño con el interior negro. Era más deportivo que los otros y se sentía perfecto para mí. Después de que mi madre hubiera organizado la compra y estuviéramos listas para irnos a casa, salté al asiento del conductor de mi regalo de cumpleaños. El interior estaba forrado en cuero, suave, y me dejé caer sobre él. Mi mamá inclinó la cabeza para sonreírme a través de la ventana del conductor. —Voy a llamarlo Malvavisco —anuncié. Mi madre elevó una ceja. —¿Malvavisco? —Sí, y lo ama. —Recorrí tiernamente mis dedos sobre la cubierta de cuero del volante.

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—Entonces, ¿qué piensas sobre conducir tu auto nuevo hasta casa? —¡Sí! —Casi grité. —Asegúrate de darle las gracias a tu padre cuando llegues a casa. Asentí, sonriendo ampliamente. Estaba suficientemente extasiada para casi olvidar mi aterrador sueño de antes. Casi. Seguí a mi madre hacia casa. El Audi se deslizaba por las carreteras empinadas como un sueño. Arriba y abajo, izquierda y derecha. El vehículo lo manejó sin problemas y me sentía con el completo control, era de otro mundo. No sabía que tenía sobre mí, si era la emoción de tener mi primer auto o la fiesta que se aproximaba, pero me sentía enérgica. Diferente. Me sentía bien. Nada del dolor con el que me había despertado esta mañana permanecía. Cuando entré en el camino de entrada detrás de mi mamá, se me ocurrió mirar hacia el buzón de mi vecino, el que estaba en una pila de astillas. Mi vecino, el Sr. Ashton, estaba recogiendo los fragmentos de madera y los trozos de ladrillo sobre el césped. Un recuerdo muy claro de aquella noche se deslizó en mi cabeza, y la sangre se drenó de mi rostro. Una ráfaga de aire frío me inundó cuando salí de mi auto, me mareé tanto que tuve que inclinarme sobre la puerta para apoyarme. Noté un cráter irregular en la calle no muy lejos. —Eso pasó anoche —dijo mi madre con el ceño fruncido—. Parece un agujero que pudo haber causado algún conductor al golpear el bordillo y luego el buzón del Sr.

Asthon. La asociación de vecinos tiene a alguien para que venga a rellenar el agujero mañana. Es extraño, ya que estas cosas no suelen pasar hasta primavera. Me incliné sobre el auto para apoyarme, mis respiraciones eran largas, pero vertiginosamente profundas. —¿Quizás fue lo que tu oíste anoche? —ofreció mamá—. ¿El ruido fuerte que mencionaste? Miré al Señor Asthon volcar los restos de su buzón a una carretilla y llevarlos al patio trasero. —A lo mejor.

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Corrí hacia mi habitación y volqué el contenido de mi papelera sobre la alfombra. Tenía que estar equivocada. Mi sudadera desaparecida no podía estar ahí. Pero justo en frente de mí, entre los papeles arrugados de mi libreta, trozos de tela y un envoltorio de caramelo, estaba mi sudadera. La levanté, tomándola con cuidado, extendiendo la capucha con dos dedos. El algodón estaba destrozado, rígido por algo húmedo y pegajoso que se había secado por todas partes, y salpicando por todas las mangas y el pecho había gotas oscuras secas. Toda la cosa tenía un olor a saliva de perro mezclado con un aroma débil a sangre vieja. Luchando por entrar al baño, vomité en el lavado. Kate me llamó esa tarde a las siete para reunirme con ella en el Starbucks. Cualquier razón era suficientemente buena para salir de casa y conducir. Cuando salí, tomé una bocanada de las rosas que había en mi cómoda e intenté no pensar en el descubrimiento destrozado de mi papelera. Le dije a mi mamá a dónde iba y ella me dio su permiso sin mucha resistencia. Cuando llegué, Kate estaba parada en el estacionamiento junto a su auto con Landon y Chris. Ella dejó salir un chillido agudo cuando vio mi auto nuevo. —¡Ah! —gritó—. ¡Es tan lindo! Lo apruebo. —¡Gracias! —dije, sonriendo—. Lo llamé Malvavisco. ¿No es perfecto? —¡Oh, Dios mío! Sí. —Mirando hacia la ventana del conductor—. Ruby quiere que sea su novio. —Ella se refería al nombre de su BMV rojo. —Ustedes, chicas ricas, y sus estúpidos nombres para los autos —dijo Chris suspirando mientras revisaba—. A4, bonito. Demos una carrera con mi 370z. Me reí.

—De ninguna manera. No voy a matarme a mí misma, gracias, y además, ¿para qué molestarse? Estoy bastante segura que me destrozarías con esa cosa, de todas maneras. —Bien —dijo, y se giró hacia Kate—. Déjame tomar el E90. Ella lo miró sonriendo. —Sigue soñando. —Señoritas, están desperdiciando sus autos —dijo Landon examinando mis neumáticos. —Realmente, va a ser un asco cuando estemos el primer año en la Estatal de Michigan y tengamos que dejar nuestros autos en casa —dijo Kate, haciendo una mueca. —¿Enviaste tu solicitud? —pregunté.

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Ella asintió. —Sí, ¿tú no? Hice una mueca. Mis notas no habían sido asombrosas exactamente. Aún estaba avanzando en el agua. —Todavía no. —Bueno, hazlo rápido —dijo—. Los sitios se llenan rápido. Me hice una nota mental para empezar mi aplicación la semana que viene. Ninguno de nosotros quería ir a otro lugar. Bueno, por supuesto quería ir a Harvard cuando tenía seis años, pero mis metas se habían vuelto más realistas desde entonces. Después de que los chicos inspeccionaran el Audi, desde las rejillas hasta el tubo de escape, entramos al Starbucks para pedir. Kate me compró un cappuccino por mi cumpleaños, y me lo tomé mientas hablábamos y reíamos. Estaba feliz de no preocuparme sobre los extraños eventos del último par de días. Por el momento, de lo único que me tenía que preocupar era de no echarme el cappuccino sobre mí misma y no dejar que Landon se acercara demasiado. Él parecía cambiarse cada vez más y más cerca cada vez que lo miraba de reojo. No era claustrofóbica ni nada de eso, pero pronto lo sería si él se acercaba más.

—Entonces, ¿qué veremos mañana? —preguntó Chris, lamiendo la crema batida de su taza. Los viernes por la noche eran Noche de Películas para nuestro grupo de amigos. Era un evento casi religioso para nosotros. Me encogí de hombros. —No lo sé, ¿qué hay? —Está esa película de fantasmas que estrenaron la semana pasada Kate.

—ofreció

—Eh —dije, había tenido suficientes situaciones de miedo en las últimas veinticuatro horas. —¿Una película de acción, entonces? —preguntó Landon.

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Acordamos ver una película sobre un asesino a sueldo existencial. La Noche de Películas no se trataba de ver películas Oscarizadas. Era sobre pasar una buena noche fuera. Los tópicos estaban condenados. De repente, me acordé de mi trabajo de literatura. Gruñí hacia el piso. —De verdad, necesito empezar con mi ensayo. Kate frunció el ceño. —¿Ya? —En realidad, Ell —dijo Landon, enseñando una estúpida sonrisa—. ¿Cuál es el punto de beber café por la noche si te vas a dormir? Golpeé su hombro juguetonamente. —Mientras que tu lógica es perfecta, no me ayudará a terminar mi trabajo. Este cappuccino, por otra parte, sí. —Bien, bien —dijo Kate, ondeando su mano en un movimiento para ahuyentarme—. Apestas. Vete. —No deberías decirme que apesto en mi cumpleaños —dije con una sonrisa. —¡Feliz Cumpleaños! —Sonrió. —Gracias, cariño. —Agarré mi bolso y mi taza. Me despedí y me dirigí de vuelta a mi auto. Cuando llegué a casa, fui a mi habitación e inmediatamente me di cuenta

que había dejado mi libro de literatura y mis notas en mi casillero esta tarde. Juré en voz alta y me dejé caer fuertemente sobre la cama. —Maldita sea, ¿qué voy a hacer? —dije en voz alta para nadie. Miré hacia mi mochila, enfadada con ella por no contener lo que necesitaba. Si no empezaba mi trabajo esta noche, nunca lo terminaría. Iba a estar demasiado ocupada con mi fiesta. Tenía que volver a la escuela a buscarlo. Miré mi reloj. Eran casi las nueve, pero la escuela seguiría abierta definitivamente para las clases nocturnas de adultos. Y si no estaba abierta, al menos, tenía una razón bastaste buena para volver a conducir. Podía ser optimista cuando lo necesitaba.

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Agarré mi mochila, mi bolso, mi cappuccino y mi celular y fui de vuelta a la escuela para recuperar mi tarea olvidada. Estaba poco iluminada, y sólo encontré dos autos aparcados en el estacionamiento de estudiantes detrás del edificio. La única iluminación era proporcionada por las manchas anaranjadas de debajo de las luces de las plazas de estacionamiento, así que estacioné debajo de una de ellas en vez de en los lugares oscuros. Pensé que sería menos probable que me asaltaran ahí. Encontré que las puertas por las que normalmente entraba cada mañana estaban cerradas, así que rodeé el edificio hasta que encontré una puerta desbloqueada. Dentro asentí hacia el conserje que reconocía, quien me sonrió amablemente mientras barría el suelo, escuchando el MP3 conectado en sus oídos. El pasillo estaba débilmente iluminado, y mis pasos resonaban con solemnidad. Era sorprendente cuán espeluznante era la escuela por la noche. Corrí hacia mi casillero, agarrando lo que necesitaba, y poniéndolo en mi mochila antes de trotar hacia fuera del edificio. Por alguna razón, el exterior me parecía ahora más oscuro. La luz del poste junto a mi auto parpadeaba y zumbaba. Algo tiró de mi cuerpo, y un velo borroso cubrió mi visión. Tenía problemas para seguir hacia delante, y miré hacia a mis manos para ver qué era lo que me retenía. El mundo, no solo el aire, sino todo lo sólido, se estiró y se desvaneció como si se moviera a través de una pared gelatinosa. Un paso más, y de repente estaba libre cuando una ráfaga de humo negro había rodeado mis piernas y se aclaraba, dejando el mundo normal otra vez. A mitad de camino del estacionamiento, oí un claro —y también muy familiar— ruido. —Oh, Dios —susurré, frenándome asustada. Después de dos segundos terriblemente largos escuché otro rugido a través de la oscuridad.

Salí corriendo, cavando con manos frenéticamente en mis bolsillos en busca de mis llaves. Algo pesado golpeaba el pavimento detrás de mí, pero tenía demasiado miedo para mirar hacia atrás. Apreté el desbloqueo cincuenta veces antes de estrellarme contra la puerta de mi auto. Una gigantesca forma oscura brilló en la esquina de mi visión, y grité y me agaché justo cuando una enorme garra arañaba el frente del parachoques delantero de mi auto nuevo. Golpeé el suelo, derramando mi café y mis bolsas, y mirando hacia arriba al rostro de mi atacante: un reaper, tan grande como mi Audi, se inclinaba sobre mí con una garra sobre el capó de mi auto. Miró hacia abajo, hacia mí, cubriéndome completamente con su sombra, bloqueando toda la luz de la calle, su pecho subiendo y bajando pesadamente con cada respiración. Su pelaje era oscuro y brillaba con un color carbón feo en la luz amarilla. El reaper era un hombre-lobo, igual que los de mi pesadilla y mi alucinación de la noche anterior.

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—Te he encontrado, Preliator —dijo el reaper, con una voz profunda, ronca, pero extrañamente femenina—. Y ahora eres mía. —Se rió con una boca llena de colmillos y me acechó. Grité y tiré mis brazos sobre mi cabeza. El Reaper se rió, con su aliento caliente asfixiándome. Una sombra apareció detrás del reaper y de repente ella estaba volando sobre el Audi. Aterrizó y se deslizó sobre el pavimento, cavando sus garras y dejando marcas blancas detrás. Bajé mis brazos y miré hacia arriba para encontrar a Will sobre mí. Su piel debajo de sus tatuajes de su brazo derecho brillaba intensamente por la luz de la calle. —¿Estas herida? —preguntó, ofreciéndome su mano libre. La tomé, mirándolo aturdida, y me ayudó a levantarme. —El cappuccino…. Debe ser la cafeína…. Will agarró mi hombro de repente, tirándome contra el auto, y me miró ferozmente a la cara. —¡Espabílate, Ellie! ¡Negarlo no va a hacer que el reaper se vaya! —¡No puedo! Yo… —¡Para de decir que no puedes! Tú puedes. ¡Debes luchar!

Me di la vuelta, chocando con Will, mientras buscaba al reaper, que había desaparecido. Agarré la camiseta de Will con miedo, estremeciéndome cerca de él, mi cabeza giraba salvajemente, desesperada por encontrar al reaper. —¡Libérala, Guardián! —Su voz sonó desde algún lugar invisible. Dejando escapar un grito ronco, llevé mi mirada hacia arriba para ver al reaper agachado sobre el techo del Audi. Saliva espesa goteaba de su mandíbula, golpeando el techo y deslizándose por la ventana del lado del conductor. —Oh, pobre niña. —La cosa medio arrulló, medio gruñó—. Está temblando. ¿Cuál es el problema, chica? Se suponía que serías una pesadilla, pero todo lo que veo es un corderito lloriqueando un poco. Ni siquiera necesitamos al Enshi. Te voy a matar yo misma. Aterrorizada, gateé lejos, pero Will tomó mi brazo.

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—¡Otra vez! —gritó, golpeándome con la palma de la mano en la frente por segunda vez en pocos días. La explosión me golpeó más fuerte esta vez, y la luz blanca me cegó, una vez más. El mundo se estremeció y rodó, me sentí como si estuviera atrapada en el centro de un tornado otra vez. Una ráfaga de viento misteriosa rodeándome, empujando mi cabello y mi cuerpo hacia el cielo. Estreché mis ojos, cerrándolos, soportándome a mí misma. Will me liberó y me caí hacia atrás, pero su brazo rodeándome la cintura me empujó hacia su pecho. Después del aturdido momento, tuve la fuerza para aguantarme a mí misma, y me soltó. Cuando abrí mis ojos, llamé a mis espadas y aparecieron en mis manos, creciendo mágicamente desde la empuñadura al final de cada una hasta la punta de las hojas. Un simple tirón en mi pecho envió llamas que brotaban de mis espadas, como si vinieran bajo mi propia voluntad. El poder se apoderó de mí, y la espeluznante energía arácnida del reaper calentó mi rostro como un fuego crepitante. Podía sentir... y ver el poder de Will de pie a mi lado. Él se veía oscuro y hermoso. —Estoy preparada —dije. El reaper gruñó y salió del auto, aterrizando con un ruido trascendental. No esperé a que me atacara. Me agaché sobre el pavimento, apretando mi agarre sobre las espadas, y dejé salir un grito terrible. Mi poder estalló, ensordeciéndome momentáneamente, brotando de mi cuerpo como una explosión de tinta, con un humo tenue blanco, sacudió fuertemente el pavimento como un terremoto. La presión golpeó contra el reaper y mi auto con fuerza suficiente para empujarlos unos cuantos pies a un lado. Mis oídos sonaron cuando vi al reaper sujetándose a sí

misma y manteniéndose en el suelo. Sus ojos vacíos miraron de vuelta hacia mí como trozos torcidos de un cristal volcánico. Apunté hacia el reaper, con las espadas altas sobre mi cabeza, convoqué mi poder y salté, corriendo a través del aire y atravesé mi pie contra la mandíbula del reaper. Cuando bajé, atravesé mis hojas flameantes a través de su cuerpo, cortando ambos hombros. Ella bajó su cabeza y luchó contra mí cuando aterricé, sus colmillos mellaron mi brazo y cortaron mi piel. Volteó su cuello y su cabeza me golpeó, mandándome hasta el poste de la luz. La luz se oscureció cuando los cristales cayeron, rompiéndose a mí alrededor.

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Me quedé allí, con los ojos empañados por un momento, y miré hacia mi brazo. Había cortes sobre mi piel, de los cristales rotos y los colmillos del reaper. Limpié la sangre y vi mi piel sanar justo enfrente de mis ojos. La carne rota entraba y salía como si estuviera siendo cosida por una aguja e hilo invisible hasta que mi piel estuvo suave y perfecta excepto por los restos de sangre. Volví la mirada hacia atrás para ver al reaper correr hacia mí. Su mandíbula se acoplaba y contorsionaba grotescamente cuando los huesos que le había golpeado con mi pie se sanaban en su lugar. —Sabes bien, Preliator —gruñó, dándole un tirón a su mandíbula—. Creo que tomaré otro bocado. Agarré una de mis espadas y cargué. El reaper me vio venir y tiró con una de sus garras hacia mi rostro, golpeando mi cabeza hacia un lado. Apreté mis dientes amargamente, tambaleé mi brazo hacia atrás, y golpeé su mandíbula con mi puño tan fuerte como pude. En vez de simplemente rompérsela otra vez, su mandíbula se salió de su cabeza y se deslizó por el pavimento en un chorro de sangre. Otro reaper salió de la nada, salió de las sombras a mi izquierda, con sus colmillos blancos brillando en la oscuridad, pero Will arrastró su propia espada en el aire entre nosotros, deteniendo mi respiración. Su espada gigante se deslizó por el cuello del reaper, enviando su cabeza en espiral por encima de mí como una piedra dura. La cabeza y el cuerpo golpearon el pavimento y se rompieron en mil pedazos. Giré otra vez alrededor cuando la primera reaper se levantaba en sus piernas traseras, moviendo su cabeza con rabia, y golpeé mi espada contra su caja torácica. Cuando la flameante hoja golpeó su corazón, cayó a cuatro patas. Ella jadeó y se amordazó justo antes de que su tembloroso cuerpo estallara en flamas y se había ido para siempre.

Traducido por alexiacullen y Elenp Corregido por Deyanira

omé la hoja hacia arriba y la limpié en mis jeans. Will me miró con ojos cuidadosos y oscuros. Gracias dije. ¿Vas a desmayarte sobre mí otra vez? me preguntó, alzando su espada sobre sus hombros como si no pesara nada.

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Ahora tenía una mejor visión de ella. La hoja era amplia y casi tan grande como todo mi cuerpo, y la empuñadura era increíblemente hermosa, con sus elegantes curvas moldeadas en oro y plata en lo que parecían alas. No, estoy bien le dije. Más o menos. Así que ¿me desmayé anoche? Sí. Golpeaste contra el suelo muy fuerte. El calor se deslizó en mis mejillas. Gracias por traerme de vuelta a mi habitación. No iba a dejarte allí dijo. Por lo tanto, ¿estás recordando, entonces? Me encogí de hombros. Parte de la lucha ha vuelto a mí y mis espadas aparecieron cuando las llamé. Me sentí como si supiera lo que estaba haciendo. Lo que me asustó más que nada fue que realmente no era necesario pensar mientras luchaba. Mi cuerpo sólo sabía un poco de lo que estaba haciendo, y estuve sola a lo largo del recorrido. Has tenido un montón de práctica. Pero todo lo demás dije distraídamente, mirando hacia abajo a las furiosas espadas en mis manos. Está tan difuso, todavía. Es extraño, porque sé que está todo allí, pero sólo que no puedo desenterrarlo. No sé lo que soy.

Eres la Preliator declaró Will con un filo de autoridad en su voz. Sé quién soy dije. Puedo recordar eso, pero no sé qué soy. Y no sé quién eres tú. El dolor aplastó su determinante resolución, sorprendiéndome. Soy tu Guardián, tu sirviente. Estoy aquí para protegerte y guiarte. Ese es mi deber y eso es todo lo que soy. ¿Cuántos años tienes? pregunté, estudiando su cara. Seiscientos. Mi mente se volvió brumosa. ¿Cuántos años tengo?

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No lo sé exactamente. Unos cuantos miles de años, quizás. Tenemos registros tuyos anteriores a la Antigua Roma. Me caí al suelo cerca de mi auto. Levanté la vista hacia los enormes rasguños en la abolladura del parachoques del Audi. Mis padres me iban a matar. Todo esto es real, ¿lo es? Sí. Will se puso de cuclillas delante de mí. Limpió mi mejilla. El toque fue suave, amable, familiar. Su mirada era suave pero firme. Tienes sangre en tu rostro. Asentí hacia mis armas. Estas espadas tienen una apariencia tan extraña. ¿Por qué soy capaz de hacerlas aparecer de la nada? ¿Por qué se encienden en fuego? ¿Cómo? Son khopesh, una antigua arma explicó. Reconocí el nombre de mis pesadillas. Son hojas excepcionales, destinadas a recortar, no a punzar, pero consiguen realizar el trabajo. Ambos podemos llamar a nuestras espadas a través de nuestro poder con magia angelical, pero una vez que aparecen, están aquí. No podemos convocar otras nuevas, así que mejor no pierdas ninguna de ellas. Podemos llevarlas lejos también, mientras las mantengamos en nuestras manos, o cuando morimos. Desaparecen hasta que las llamamos de nuevo.

Mantuve su espada recta, y se esfumó justo ante mis ojos, con esa misma luz brillante. Abrió su mano y conjuró a la espada una vez más para mostrarme lo simple que era y luego la dispuso lejos una vez más. El fuego que está alrededor de tu espada es un Angelfire, lo único lo bastante eficaz y catastrófico para destruir a reapers además de la decapitación. O destruir su corazón, eso es por qué esos ganchos están en la parte posterior. Examiné mis espadas. Efectivamente, la punta roma de cada hoja se curvaba de nuevo en el gancho que imaginé podía hacer un daño extremo si se interponía en la suave carne. Tragué saliva, imaginando lo que había sucedido con el primer corazón del reaper cuando el gancho le hubo agarrado.

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Si un reaper muere por medios distintos del Angelfire continuó Will, su cuerpo se convierte en piedra en lugar de quemarse. La plata casi quema, por lo que nuestras hojas están hechas de eso, pero no tiene los efectos permanentes del Angelfire. Asentí con la cabeza. Eso es lo que le sucedió al segundo reaper. ¿Puedes hacer aparecer el Angelfire? No. Sólo tú puedes, porque eres la Preliator. Sujeté ambas espadas y me pregunté como las hice encenderse antes. Lo habían hecho sólo porque yo lo quise. ¿Podría hacerlo de nuevo, fuera de la batalla? Miré las hojas. Era como un interruptor de encendido y apagado. Dejé que una palabra cruzara mi mente y me concentré. Encendido. Las llamas estallaron alrededor de las hojas, dejando la empuñadura y mis manos sin quemar. No se sentían calientes y no quemaban nada. Toqué con las espadas de fuego las piernas del pantalón y no sentía el calor. Toqué con el lado plano de una hoja en el brazo de Will. Me miró de una manera extraña pero por contrario no reaccionó. Apagado. Las llamas se desvanecieron. Genial. Examiné una de las hojas de cerca. Grabado en plata, justo por encima del mango, era una serie de extrañas marcas multicolores y hermosas. ¿Qué significa esto? Alcé la mirada hacia él, y su mirada se encontró con la mía.

Es Enochiano explicó, su atención parpadeando sobre la espada. El lenguaje de la magia divina y angélica. Me dijiste una vez que era una oración de poder, pero no puedo leerlo yo mismo. Podemos intentar volver a crear los escritos sobre otras armas con el fin de hacerlas más poderosas que tus espadas Khopesh, pero hasta el momento son las únicas armas capaces de encenderse con Angelfire. Eso está demasiado bien dije. ¿Quién grabó la oración sobre mis espadas? Se sentó en el suelo junto a mí, su espalda contra mi auto. Tú lo hiciste. Parpadeé sorprendida. Mis dedos rozaron las palabras extrañas, los bordes de las marcas raspando mi piel suavemente. Sentí una sensación de nostalgia, de que era distante, como el recuerdo de un sueño maravilloso. Cuanto más las admiraba, más las recordaba.

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Al igual que el tatuaje en tu brazo. Las puse ahí hace mucho tiempo. Sí. Seguí los símbolos en espiral del tatuaje con mi dedo. Su brazo se tensó bajo mi tacto y su respiración se hizo más lenta y estable. Es tan extraño, le dije. No puedo creer que eso que estoy diciendo en voz alta no es algo que inventé. Me acuerdo de este tatuaje en tu brazo. Lo destiné para que te protegiera. Es un hechizo Enochiano, como el de tus espadas. Me di cuenta de que estaba mirando mis dedos sobre su piel y saqué mi timidez. Bueno, todavía estás aquí, así que debe funcionar. ¿Por qué no tengo uno? El hechizo es inefectivo en la piel humana. Qué inconveniente. ¿Cómo me encontraste? ¿Siempre sabes dónde estoy? Sí. Puedo sentirte sobre los demás. Siempre sé donde estás, e intento no estar nunca muy lejos. Te encontré de nuevo hace unos años, y los repears te encontraron más recientemente. ¿Están dándome caza ahora?

La mayoría no lo hacen. Tienen demasiado miedo, pero sí, algunos te cazarán. Alégrate de que sólo sean unos pocos. La mayor parte de ellos intentarán mantenerse por debajo del radar y los más débiles ni siquiera te reconocerán, hasta que vean esas espadas de luz alzadas. Will, estoy tan confundida empecé, ¿cómo puedo ser tan vieja, cuando sé exactamente dónde y cuándo he nacido? Tengo fotografías. Solamente tengo diecisiete años. Cuando mueres, eres reencarnada explicó. Tu cuerpo y alma renacen una y otra vez en la misma forma humana. Te encuentro de nuevo, normalmente cuando eres una niña pequeña y te protejo a medida que creces. Cuando tienes diecisiete años y estás lista para enfrentarte a la verdad, te levanto. Cuando me encuentras como una niña pequeña, ¿Cómo sabes que soy yo? Capté el más mínimo atisbo de una sonrisa.

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Te he conocido durante mucho tiempo. Siempre puedo decir cuando eres tú. Dejé caer mi cabeza sobre el auto. Entonces no soy inmortal. No en la forma en que yo lo soy. ¿Quieres decir que no puedes morir? Nunca he muerto, pero no soy invencible. Simplemente no envejezco. Eres tan fuerte observé. Golpeaste tan fuerte al reaper, y lo alzaste por su cuello. Era tan grande como mi auto. ¿Cómo puede ser alguien tan fuerte? La expresión de Will se volvió seria. Eres más fuerte de lo que yo soy, Ellie. Agité la cabeza con un gesto cansado. No entiendo cómo es posible, cualquier cosa de esto es posible. ¿Qué son? ¿Los reapers? Son monstruos en este mundo dijo con un filo en su voz que forzó escalofríos a través de mi cuerpo. Cazan humanos por su carne y almas, las cuales recolectan con el fin de restaurar los ejércitos del Infierno, para la Segunda Guerra

entre Lucifer y Dios; el Apocalipsis. Los reapers son inmortales y vienen en muchas formas; son las máquinas de matar más eficaces. —No entiendo cómo puede haber criaturas tan grandes y nadie sabe acerca de ellos. ¿Cómo es que nunca he visto ninguno de ellos hasta ayer por la noche?

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—A los reapers no les gusta ser vistos —explicó—. Ellos pasan la mayor parte de su tiempo en el Grim, en el que se esconden de la vista humana. Psíquicos poderosos, sin embargo, pueden sentir al igual que el suelo retumbando cuando un tren pasa y pueden entrar el Grim a su antojo. Seres en el Grim pueden ver e incluso interactuar con los objetos y personas en el mundo de los mortales, pero no pueden ser vistos o escuchados a través del velo. Los reapers han tenido muchos miles de años para perfeccionar su caza. Ellos han sido visto un par de veces por los seres humanos ordinarios, pero éstos avistamientos son raros y suelen ocurrir sólo porque el reaper estaba siendo descuidado. Es aún más raro para los Readers, intencionalmente permitir que un ser humano los vea y que no lo matasen, pero a algunos les gusta hacer eso por deporte. Hay leyendas acerca de ellos en prácticamente todas las religiones, con todas las leyendas que los identifique como heraldos de la muerte. Pero en lugar de guiar a la gente al más allá, los reapers se los comen, sus almas consiguen un boleto de un solo sentido al infierno. —¿Así que no hay estudios sobre ellos, a pesar de que ha habido avistamientos? —pregunté—. ¿Nunca? La gente cree en Pie Grande y el monstruo del Lago Ness, y veo los documentales sobre expediciones para encontrarlos en el History Channel todo el tiempo. No es que yo veo ese canal mucho o nada. No hay ninguna prueba de que cualquiera de ellos existe. Sin embargo, ¿los reapers dejan los cuerpos detrás, como el del señor Meyer y nadie se detiene a pensar? —Los ataques de reapers suelen ser atribuidos a animales o seres humanos psicóticos. Pie grande y el Monstruo del Lago Ness no son reales. —¡Son los reapers, obviamente! ¿Por qué no ha habido una historia sobre avistamientos? Will tomó un respiro y habló despacio. —Ha habido muchos reportes de avistamiento de reapers. Los más famosos son los que se asemejan a los seres humanos, de ahí la leyenda de la Parca. —Mis ojos se abrieron de ancho. —¿Hay reapers humanos? Él asintió con la cabeza, mirando al suelo.

—Sí, hay reapers en forma de humanos, que se llaman vir, y ellos son los más poderosos. También están los cockiest y los más propensos a mostrar su rostro a los seres humanos. Las otras formas, como el úrsido, el lupino, el nycterid, y otros, se han confundido con otros monstruos, porque los seres humanos no saben lo que están viendo. Al igual que Pie Grande, los dragones, o incluso hombres lobo. El reaper con el que acabas de luchar era lupino. Me acordé de mi fantasía sobre el bosque cubierto de nieve en Francia. Me acordé de que yo había estado en la región de Le Gévaudan, un lugar donde los habitantes del pueblo fueron destruidos por un monstruo que lucía como un lobo. Los historiadores culparon a la histeria de pan mohoso, pero yo lo sabía mejor. Me sentí como si hubiera estado realmente allí. —Sigues hablando acerca del Grim —le dije—. ¿Qué es?

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—El Grim es una dimensión paralela al plano mortal —explicó—. Las criaturas sobrenaturales viven allí sin ser vistos por los mortales y son capaces de cruzar a esta dimensión. La mayoría de los seres humanos no pueden entrar en el Grim a menos que sean verdaderos psíquicos o criaturas como tú y yo. Ayer por la noche, entraste en el Grim sin saberlo, por lo que pudiste ver al Reaper cazándote, pero lo hiciste por puro instinto. —¿Cómo fui creada? —No sabemos lo que realmente eres. Tu cuerpo y alma son humanos, pero tu poder… es algo muy diferente. Hay un montón de cosas acerca de ti que todavía no entendemos. —Por nosotros, ¿quieres decir tú y yo? ¿Alguien más sabe de mí? ¿Hay alguna otra Preliator? —No, tú eres la única. —¿Tú eres mi único protector solamente? —Sí, pero antes de mí, había otros que te protegían. —¿Por qué no tengo ningún otro? —Ahora es sólo mi deber. —¿Cuánto tiempo has sido mi Guardián? —Quinientos años. —Me ruboricé y aparté la mirada de él.

—¿Has estado siguiéndome alrededor de quinientos años? —Soy tu soldado, tu protector. Y no te sigo todo el tiempo. —Así que no soy humana, ¿lo soy? —No del todo. —¿Soy una psíquica, como los que pueden ver a los reapers? —No. —Entonces, ¿cómo puedo verlos? —Yo no lo sé. Tú eres la Preliator. —Me acordé de mi brazo roto. —¿Cómo fui capaz de sanar tan rápido? —Tu poder regenera tu cuerpo cuando está lesionado —explicó.

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—Entonces, ¿cómo muero, si mi cuerpo se repara de inmediato? —Algunas lesiones son demasiado traumáticas para que el cuerpo las sane. Yo soy de la misma manera y así fueron tus guardianes anteriores. —¿Eres humano?¿ O un psíquico? —Hizo una pausa antes de responder. —No. —Entonces, ¿qué eres tú? —Tu Guardián. Eso no es una respuesta directa —le dije, frunciendo el ceño—. ¿Es Will tu verdadero nombre? —Por supuesto. —Así que, ¿qué eres? —Tu Guardián. Fruncí el ceño. Yo tenía un millón de preguntas más, y tenía la sensación de que había esquivado tantas de las buenas, como le fue posible. Todo llegará a su tiempo, ¿verdad? Hubo destellos de imágenes, de cosas terribles, batallas y sangre, esparcidos a través de mi memoria en fragmentos distorsionados. Miré la sangre del reaper en mis manos y me sentí muy triste. ¿Cómo podría adaptarme a esto? No

estaba soñando más. Mi piel se sentía en carne viva de cuando me había chocado contra el suelo. Mi brazo me dolía donde fue cortado. Los sueños nunca te hacen daño. Esto era real. Mis pesadillas se habían convertido en reales. Yo estaba asustada, y no quería tener que lidiar con esto. ¿No era suficiente preocuparse por entrar a la universidad? —¿Por qué no puedo recordar? —pregunté—. Esto no es normal, ¿verdad? Will sacudió la cabeza. —No, esto nunca había sucedido antes, pero ha pasado mucho tiempo desde que estuviste viva por última vez. Por lo general, tu reencarnación es casi inmediata y vuelves a nacer en algún lugar del mundo, pero esta vez te tomó cuatro décadas para convertirte en la nueva Preliator. No sé por qué. —Mi memoria debe regresar con el tiempo, ¿verdad?

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—Lo hará. —Cuando me tocaste la cara, todo se volvió tan claro. Mi fuerza, mi propósito… ¿Cómo hiciste eso? Se inclinó hacia delante, apoyando los brazos sobre las rodillas. —Porque soy tu Guardián, tengo la capacidad de despertar tu poder. Tú eras una chica normal hasta el momento en que cumpliste los diecisiete, y es mí deber restaurar tu poder, los recuerdos y defenderte en la batalla desde ese momento. De repente me acordé de mi papel iluminado y me puse de pie, mirando alrededor por mi cartera. Vi que yacía junto a mi mochila, justo donde yo la había dejado caer. Mi auto había sido movido dos plazas de estacionamiento lejos de donde lo había dejado. Hice una pausa, al darme cuenta de la imposibilidad de lo que había hecho. —Yo hice eso, ¿no es cierto? —Puedes hacer mucho más que eso con tu poder. —¿Es la telequinesis? —No. Tu poder sólo puede mover las cosas, no tirar de ellas. Es como una ráfaga de viento inmensamente fuerte hecha de energía pura, de la fuerza de la vida.

—Eso es una locura —murmuré, recuperando mis objetos perdidos. Saqué mi celular fuera y miré la hora, y luego metí el teléfono en mi cartera. Eran más de las diez. Fantástico. Yo nunca sería capaz de conseguir cualquier cosa escrita en mi trabajo y despertar con un cerebro funcional en la mañana. Curiosamente, mi tarea parecía bastante insignificante. —Tengo que llegar a casa. Mis padres van a enloquecer cuando vean lo que esa cosa hizo a mi auto. ¿Qué les digo? —Acaricié las profundas marcas de garras en el parachoques del Audi. Tendría que ser repintado, probablemente reemplazado. ¿Cómo se los explico, sin embargo? —Diles que alguien golpeó tu auto y se marchó. Tu seguro debe cubrir los daños y perjuicios. —Nunca van a comprar eso.

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—No tienes otra opción. —Hice un ruido horrible y fruncí el ceño. Mi papá iba a masacrarme no importa lo que sea. Distrayendo mis pensamientos de mi probable destino, me acordé de algo que la primera reaper había dicho—. ¿Has oído al reaper decir algo acerca de un Enshi? Se me quedó mirando. —¿Enshi? ¿Qué fue exactamente lo que dijo? —Ella dijo: “No necesitamos el Enshi, porque acaba de matarme ella misma”. ¿Sabes lo que significa esa palabra? ¿Y quiénes son ‘nosotros’? —Es sumerio —dijo pensativo—. El Señor de… algo. Voy a tener que ver exactamente lo que significa -shi . —Tú hablas sumerio? ¿Quién habla eso? En serio. —¿Puedes reunirte conmigo en la biblioteca de la escuela? Debemos investigarlo. —Tengo demasiada tarea —le dije— ¿Qué hay de la tarde del sábado? Tres de la tarde? —Eso funcionará. Mañana por la noche tenemos que entrenar. Tus habilidades tienen que regresar a ti de nuevo más rápido que ellos. —Pero es viernes por la noche. Esa es nuestra noche de película. —De lo contrario, no vas a durar.

—Quieres decir que moriré. —No era una pregunta. —Sí. Me encogí de hombros. —Bueno, no queremos eso, pero mis amigos y yo siempre vamos al cine la noche del viernes, por lo que tendrá que ser más tarde. —Puedo esperar. La noche es larga. —Te voy a llamar cuando hayamos terminado. ¿Cuál es tu número? Comencé a conseguir mi teléfono de nuevo para meter su información. —Yo no tengo un teléfono. No será necesario que me llames. —Me quedé mirándolo con curiosidad.

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—Nadie puede sobrevivir sin un móvil. ¿Vas a acecharme en el cine, también? Él no pareció afectado. —He sido tu compañero durante quinientos años como tu tutor, tu guardaespaldas. Durante el día, mientras estás en la escuela, estás a salvo, así que estoy por lo general en casa hasta el anochecer. Tengo que descansar también. No te estoy siguiendo alrededor constantemente, pero puedo sentir si estás angustiada o asustada. Si eres atacada, lo sabré. Es parte de la unión que compartimos. Me pregunté si había sentido mi miedo durante mi alucinación en el cuarto de baño anteriormente en la escuela, y si eso era el por qué había venido a buscarme. —Así que mientras estoy en la escuela, ¿cómo te mantienes ocupado? ¿Tienes algún pasatiempo? —Sonrió. —Estás disfrutando de todas estas preguntas, ¿no? —Sólo estoy tratando de averiguar sobre ti. Sus ojos se encontraron con los míos desafiantes, pero yo estaba demasiado cansada para mantenerme interrogándolo. Suspiré—. Realmente necesito llegar a casa. Estoy muy agotada. Él asintió con la cabeza. —Te veré mañana después de la película.

—Sí —dije, no particularmente extasiada con eso. Comprendí lo que estaba sucediendo en mi vida, pero yo no estaba del todo segura de querer aceptarlo. En este punto, no puede haber duda de que mi vida nunca volvería a ser normal de nuevo.

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Traducido SOS por Zeth y LizC Corregido por Lizzie

a escuela se pasó como una brisa, los viernes solían pasar de esa manera.

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Todo el mundo, incluyendo a profesores y trabajadores, simplemente deseaban salir de aquí y disfrutar del fin de semana. La noche anterior, me había dormido casi al instante de haber tocado la almohada, y obviamente no había hecho nada de mi trabajo. Afortunadamente, ninguno de mis padres me había observado de cerca para notar las grandes marcas de garras en mi dibujo. Sabía que sería sólo cuestión de tiempo y mala suerte antes de que lo hicieran, sin embargo. Kate, por otro lado, las había notado de inmediato. Le conté la historia de Will y le expliqué que alguien había golpeado mi auto en el estacionamiento, pero no estaba segura de que Kate estuviese convencida. Aún necesitaba averiguar cómo arreglarlo de la manera más económica posible y sin que mis padres se enterasen. Conduje a casa justo después de la escuela para excluir tres de las cinco páginas que necesitaba para mi brillante trabajo. Esa noche usé el collar con alas que Will me había dado. Se sentía bien usarlo, como volver a poner una quinta extremidad que estuvo perdida. El sentimiento era aliviador, y el collar era hermoso. Lo amaba. Me encontré con Kate y Landon en el cine, y pronto se nos unieron Rachel y Chris. Tan pronto como llegué, Kate notó mi collar. —¿Dónde lo conseguiste? —preguntó, mirando con la boca abierta al pendiente y examinándolo de cerca—. Luce antiguo. Muy hermoso. —Sí, es muy viejo. —No quería decirle que Will me lo había dado, o que me pertenecía, para empezar. —Voy a robarlo —dijo Kate y se alejó. Sonreí y la seguí al interior. Estaba helado afuera, así que estaba agradecida de estar usando una sudadera con capucha sobre mi blusa de tirantes. No tendríamos más días de veintiún grados en septiembre.

La película estuvo bien, algunos buenos efectos especiales, pero no pude concentrarme lo suficiente para disfrutarla tanto como mis amigos parecían haberlo hecho. Ya había olvidado la mayoría de la trama para cuando salimos del cine, con mis amigos hablando de cuán dulcemente un hombre al azar había obtenido un cuchillo en su cabeza y como el héroe había escapado de un tren en llamas. Los chicos estaban muy pegados a recordar cuán candente era la protagonista. Todo en lo que podía pensar era en encontrarme con Will después y sólo Dios sabía los horrores de lo que había sido testigo. Me encontré a mi misma mirando a los lugares oscuros a mi alrededor, temerosa de lo que pudiese saltar desde las sombras. Me pregunté si podría pasar al lado de alguien en la acera que podría ser asesinado por un Reaper esa misma noche y que perdería su alma en el infierno, sin importar que clase de buena vida hubiese tenido.

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Si iba a ser alguna clase de heroína, ¿Cuánta gente sería capaz de salvar? No puedo siquiera comer papas fritas sin derramar cátsup sobre mí. ¿Cómo podría ser responsable por la vida de otro, si no podía ser responsable siquiera por mi propia blusa? —¿Estás bien, Ell? —preguntó Kate, bajando su cabeza para susurrar en mi oído—: Te vez muy distante y callada. Asentí. —Estoy bien. Sólo tengo que irme. —¿Ah? —preguntó Kate sorprendida—. ¿Nos abandonarás temprano de nuevo? Landon escuchó y corrió a mi lado, poniendo un brazo sobre mi hombro. —Es mejor que no pienses en irte. Son sólo las diez y tu fiesta es mañana. Quédate hasta más tarde. Tu trabajo puede esperar. Yo no siquiera he empezado el mío. —No es por el trabajo. —No quería mentir, pero tampoco podía explicar la verdad. Una verdad a medias sería suficiente—. Me encontraré con Will en un rato. —El brazo de Landon se movió de mi hombro. Los ojos de Kate muy abiertos. —¿Te refieres a ese extraño chico de Cold Stone? ¿Tienes una cita con él? Levanté mis brazos en forma defensiva, no quería que se hicieran una idea equivocada.

—No, no, no. No es una cita, nos vamos a ver. —Cariño, es viernes en la noche, y cuando sólo van a estar tú y él, eso es una cita. Es candente como el infierno, así que diviértete, ¿De acuerdo? —Kate guiñó el ojo. Rachel asintió. —Sí lo es. ¡Me haces saber si no te gusta! Felizmente te lo quitaré de las manos. — Rió y juguetonamente me pellizco en el costado. Me retorcí incomoda. La expresión de Landon se volvió sombría y quitó su brazo. —¿Es en serio? ¿Vas a algún lado con ese tipo? ¡Ni siquiera lo conoces! —Sí, ¿crees que es una buena idea? —preguntó Chris—. Tiene que tener como veinte.

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—Está bien —dije, frunciendo el ceño—, es un poco extraño, pero en realidad es muy agradable. ¿Y qué si es más viejo que yo? —Pensándolo de nuevo, ninguno de los dos sabía cuán vieja era en realidad. Kate se encogió de hombros. —De acuerdo, entonces me dejas saber cómo sale. —¡No puedo creerlo! —dijo Landon, el volumen de su voz haciendo que las cabezas giraran y lo miraran. Pisó con fuerza y se fue hacia el estacionamiento. Deslicé una mano por mi cabello. —¡En serio! ¿Qué le pasa? Kate rió. —Ellie, ¿en serio eres así de ciega? Le gustas. La miré boquiabierta. —¿Perdón? —Sí —dijo Chris, la mirada en su rostro diciéndome que encontraba esto muy divertido—. Pensamos que lo sabías. Justo lo que necesitaba. Había pensado que su nuevo extremo interés en mi bienestar era algo más benigno. Debí de estar equivocada. Recordé las rosas en mi

cumpleaños y el beso en la mejilla. ¿Era así de estúpida? Landon era lindo y un buen chico después de todo, pero este era Landon. Sólo que… de ninguna manera. Puse una mano en mi frente. —Tengo que irme. Ahora. —Nos vemos luego —dijo Rachel. —Cuídate —dijo Kate—, sólo llámame si quieres que te rescate. Asentí con la cabeza. —¿Nos vemos muy temprano? ¿En el Somerset a las once? ¿Tal vez una comida mientras estamos allí? —¡Suena muy bien! —Sonrió ella, y luego su expresión palideció. —Ellie —dijo la voz de Will detrás de mí.

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Me di la vuelta y me sorprendí al verlo. —¡Will! ¿Qué estás haciendo aquí? Sus ojos se posaron en el collar alrededor del cuello y una cálida sonrisa se formó en sus labios. —Nos íbamos a encontrar, ¿recuerdas? —Cierto —dije, mirando de vuelta a mis amigos. Me despedí con la mano y me dirigí a donde había estacionado—. No sabía que me ibas a sorprender justo afuera del cine. —Bueno, dijiste que podríamos encontrarnos inmediatamente después, así que aquí estoy. —¿Dónde está tu auto? —le pregunté, mientras subíamos y me ajustaba el cinturón de seguridad. —No conduje. Un taxi, supuse. —¿A dónde vamos? —He encontrado una buena ubicación en Pontiac —dijo.

—¿Pontiac? ¿Hasta allí? ¿Por qué? —Esa no era exactamente la zona más segura por aquí para pasar el rato en la noche. Me asusté un poco por dentro. —¿Quieres que conduzca yo? —No, es mi auto —le dije posesivamente. —Entonces no te quejes de hacia dónde vamos. Tomó más de lo habitual recorrer los cincuenta y seis kilómetros a Pontiac a causa del tráfico pesado. Will no dijo mucho durante el viaje, y el incómodo silencio empezaba a hacer mella en mi psique. —Entonces, ¿dónde vives? —le pregunté, tratando de mantener una conversación durante el viaje. —Estás tensa —observó Will, mirando por el parabrisas.

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—Tengo a un ninja sentado de copiloto. Por supuesto, estoy tensa. La más pequeña sonrisa surgió en la comisura de sus labios. —No te preocupes por eso. Esperé a que continuara, pero no lo hizo. —¿No tienes un apartamento o algo así? ¿Cómo lo puedes costear? ¿Tienes un trabajo? —No te preocupes por eso. —¿Por qué todos los secretos? —No has formulado las preguntas correctas. —Me miró y sonrió. Resoplé, molesta. —Tienes un lugar para vivir, ¿verdad? —Sí, pero sólo estoy allí para lo esencial. —¿Qué se supone que significa eso? —Necesito dormir, ducharme y comer, por supuesto. No soy un robot. Me senté allí hirviendo por un momento. Es obvio que no me iba a dar una respuesta directa, así que cambié mi pregunta.

—¿Por qué eres mi Guardián? —Soy muy competente en la lucha. Hacemos un buen equipo. Eché un vistazo a él. —¿Todavía lo somos? —Espero que sí. Haces demasiadas preguntas. Yo no soy lo que es importante en estos momentos. Tenemos que centrarnos en tu despertar y volver a recobrar fuerzas. —Bueno, sería bueno si pudiera recordarlo todo, ya que se supone que debo saber esto. —Todo sonaba tan encubierto. Estaba teniendo un momento difícil creyendo que pudiera ser parte de algo mucho más grande que yo. Miré por el parabrisas a los autos pasando zumbando por el lado opuesto de la carretera. —¿Te importa? —preguntó Will.

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—¿Qué? —Parpadeé hacia él. Tenía su mano en el pomo de la música. —Aún falta un poco por conducir —dijo—. No me gusta estar en silencio. —Sí, supongo. Él encendió la radio y se volcó a la estación de rock clásico. Satisfecho, se recostó contra el asiento. —¿Pink Floyd? —probé, incapaz de evitar que la sonrisa se arrastrase a las comisuras de mis labios. —He tenido un montón de tiempo para mí, esperando tu renacimiento —confesó—. Te fuiste por tanto tiempo. Tenía que pensar en algo que hacer, y encontré la música rock. —Sonrió—. Me he vuelto bastante bueno en la guitarra. Voy a tocar algunas pistas de los Rolling Stones para ti algún día, si tienes suerte. Me eché a reír. —Si tengo suerte, ¿eh? Su sonrisa se amplió brillantemente. —Oh, sí. Sólo si tienes suerte. Cuando por fin llegamos a Pontiac, Will me dio instrucciones específicas y nos dirigimos a una zona que parecía bastante ruda.

Dimos la vuelta a una calle muy oscura y sin alumbrado público, y los únicos edificios que podía ver eran una gasolinera cerrada con tablones y un almacén que parecía como si no hubiera estado en uso desde hace veinte años. —¿En serio vamos a estacionar mi auto aquí? —le pregunté con nerviosismo, con los ojos revoloteando por todas partes. —No hay nadie alrededor —dijo—. Gira hacia el callejón. Es aislado. Si alguien viene, los voy a escuchar. No te preocupes. Encontré este edificio la semana pasada, así que debe ser un gran lugar para entrenar. —Lo que tú digas, jefe. —Conduje en el callejón que había señalado, apenas apretujando mi pequeño sedán regordete a través de él. Los neumáticos rodaron sobre rocas, basura, y masivas malezas que estaban empezando a parecerse a árboles. Llegué al final y apagué el motor.

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—¿Y ahora qué? Él sonrió. —Vamos adentro. —Me va a dar tétanos allí adentro —me quejé. —No ruedes en los montones de los sucios clavos oxidados y todo irá bien. —Eres un idiota. Me senté allí hirviendo por un momento. Es obvio que no me iba a dar una respuesta directa, así que cambié mi pregunta. —¿Por qué eres mi Guardián? —Soy muy competente en la lucha. Hacemos un buen equipo. Eché un vistazo a él. —¿Todavía lo somos? —Espero que sí. Haces demasiadas preguntas. Yo no soy lo que es importante en estos momentos. Tenemos que centrarnos en tu despertar y volver a recobrar fuerzas. —Bueno, sería bueno si pudiera recordarlo todo, ya que se supone que debo saber esto. —Todo sonaba tan encubierto. Estaba teniendo un momento difícil creyendo

que pudiera ser parte de algo mucho más grande que yo. Miré por el parabrisas a los autos pasando zumbando por el lado opuesto de la carretera. —¿Te importa? —preguntó Will. —¿Qué? —Parpadeé hacia él. Tenía su mano en el pomo de la música. —Aún falta un poco por conducir —dijo—. No me gusta estar en silencio. —Sí, supongo. Él encendió la radio y se volcó a la estación de rock clásico. Satisfecho, se recostó contra el asiento. —¿Pink Floyd? —probé, incapaz de evitar que la sonrisa se arrastrase a las comisuras de mis labios.

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—He tenido un montón de tiempo para mí, esperando tu renacimiento —confesó—. Te fuiste por tanto tiempo. Tenía que pensar en algo que hacer, y encontré la música rock. —Sonrió—. Me he vuelto bastante bueno en la guitarra. Voy a tocar algunas pistas de los Rolling Stones para ti algún día, si tienes suerte. Me eché a reír. —Si tengo suerte, ¿eh? Su sonrisa se amplió brillantemente. —Oh, sí. Sólo si tienes suerte. Cuando por fin llegamos a Pontiac, Will me dio instrucciones específicas y nos dirigimos a una zona que parecía bastante ruda. Dimos la vuelta a una calle muy oscura y sin alumbrado público, y los únicos edificios que podía ver eran una gasolinera cerrada con tablones y un almacén que parecía como si no hubiera estado en uso desde hace veinte años. —¿En serio vamos a estacionar mi auto aquí? —le pregunté con nerviosismo, con los ojos revoloteando por todas partes. —No hay nadie alrededor —dijo—. Gira hacia el callejón. Es aislado. Si alguien viene, los voy a escuchar. No te preocupes. Encontré este edificio la semana pasada, así que debe ser un gran lugar para entrenar. —Lo que tú digas, jefe. —Conduje en el callejón que había señalado, apenas apretujando mi pequeño sedán regordete a través de él.

Los neumáticos rodaron sobre rocas, basura, y masivas malezas que estaban empezando a parecerse a árboles. Llegué al final y apagué el motor. —¿Y ahora qué? Él sonrió. —Vamos adentro. —Me va a dar tétanos allí adentro —me quejé. —No ruedes en los montones de los sucios clavos oxidados y todo irá bien. —Eres un idiota.

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Traducido SOS por Clau12345 y Paaau. Corregido por Mlle_Janusa.

ill me acompañó hasta la puerta, pero estaba clausurada. Sacó las hojas de madera contrachapada sin esfuerzo alguno y las arrojó a un lado. Adentro, el almacén estaba sorprendentemente limpio. La chatarra había sido movida a un lado y no había ningún vidrio roto por ahí. Las llantas estaban apiladas en un rincón, junto con un montón de tapacubos oxidados y unas cajas de madera.

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La luz de la luna entraba por las altas ventanas, en su mayoría intactas. Las columnas de acero se extendían desde el piso de concreto hasta el techo. —Incluso limpié todo para ti —dijo Will, obviamente, tratando de reprimir la risa. Una risa que, estaba segura, iba dirigida a mí. Lo fulminé con la mirada. —¿Por qué estaba clausurado si ya habías entrado? ¿Clavaste las tablas sobre la puerta cuando te fuiste? —No entré a través de la puerta —dijo y apuntó hacia arriba. Mi mirada se levantó hacia las ventanas. —Nah-ah. —Una vez que descubras lo que en verdad puedes hacer, no te sorprenderá cómo logré entrar. Es por eso que estamos aquí. —¿O sea que me puedes matar y robar el malvavisco? —murmuré distraída mientras recogía la pintura descascarada de la puerta. Parpadeó. —¿Robar qué? —No importa. —Eres una chica muy extraña —dijo, dando un paso muy cerca de mí. Su cercanía me alarmó por un momento, pero luego sentí mi malestar derretirse.

Fue muy extraña mi reacción a su presencia. Tal vez porque era la única persona que conocía en el mundo con el poder de protegerme. Eso debía hacer que cualquiera se sintiera muy seguro, ¿verdad? Tal vez era el "lazo", que dijo que compartíamos. —¿Qué estás haciendo? —le pregunté, con mis ojos muy abiertos. Sus dedos trazaron la curva de mi hombro suavemente, mientras posaba su mirada. Di un grito ahogado bruscamente. Si trataba de besarme, le daría una bofetada que le sacaría la mierda. Lazo o no. Deslizó mi bolso fuera de mi hombro y lo lanzó. —No necesitarás esto. —Se dio la vuelta y se alejó. Dejé escapar un largo suspiro. —Eres raro, ¿sabías? Mucho más raro de lo que crees que soy yo.

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Se echó a reír. —Creo que me lo has dicho un par de veces. —¿Tengo que estar en el Grim para luchar o hacer esas locas acrobacias? —No —dijo—. La única vez que tienes que entrar al Grim es cuando un reaper se esconda allí. La única manera de que podamos verlos, es que se estén escondiendo. —Entonces, ¿qué es lo que realmente puedo hacer? Si tú puedes saltar a través de una ventana de dos pisos, ¿qué puedo hacer yo? —Tú también puedes hacer eso. Ni siquiera necesitas alas para hacerlo. No hice caso de su comentario sarcástico, el cual de todas maneras no tenía ningún sentido. Abrí la cremallera de mi sudadera con capucha, me la quité y la arrojé sobre mi bolso. Usando sólo mi camiseta, crucé los brazos sobre mi pecho. —Sí, claro. Muéstrame algo, entonces. —Puedes derribar este edificio. —Resoplé con incredulidad. —Demuéstramelo. —Yo no voy a destruir el almacén con nosotros dentro —dijo—. Vamos a necesitar este lugar por un tiempo, así que voy a darte una probada. Dio un paso más lejos de mí, con sus ojos clavados en los míos y se detuvo junto a una de las columnas de acero. Por un momento, tuve que parpadear varias veces,

parecía como si el aire en torno a él se movía, como olas de calor que se mecen por encima de la acera en un día caluroso, sólo que irradiaban de su cuerpo. El verde de sus ojos parecía intensificarse hasta que casi brillaba, a pesar de que sabía que no era posible. A continuación, una explosión me golpeó como un camión, tirándome de espaldas. Me esforcé por volver sobre mis pies, mirando atemorizada a Will. Pude ver la energía rodando de él. Podía sentirla en mi piel y lamiendo mis piernas. Con un giro rápido de su torso, Will golpeó la columna con su antebrazo y el acero cedió con un chirrido hasta doblarse en un ángulo, cegando casi completamente la luz alta por encima de él. El polvo salió volando libremente y luego se depositó en el suelo. Me tambaleé, tropezando y casi cayendo. Lo miré fijamente, temerosa, confundida y aturdida por completo. —¿Co… cómo?

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—Podría tumbarlo si quisiera —dijo, relajando su poder, dejándolo irse como la marea—. Eres más fuerte que yo, Ellie. Tengo que demostrártelo. —Oh, Dios. —Fue lo único que pude decir. —Inténtalo —dijo—. Sé que recuerdas cómo. Te he visto hacerlo desde que despertaste. Convocando tu poder, tendrás la fuerza suficiente para matar a un reaper. Ellos pueden hacer lo mismo, sin embargo, por lo que debes ser cauta y es por eso que tienes el Angelfire. Si te encuentras con un vir, puedes no saber qué es hasta que sea demasiado tarde. Los más débiles parecen más humanos. Los poderosos no se molestan en ocultar lo que son. Por lo general no les gusta ser comparados con los seres humanos, pero cambian de forma para lucir como un humano en particular con el fin de infiltrarse. —¿Tienes que tocar mi rostro otra vez para dispararme y hacer que salga mi poder? —pregunté. —No, no creo que tenga que hacerlo de nuevo. —Extendió su brazo y conjuró la espada. La enorme hoja de plata brillaba—. Llama a tus espadas ahora. —¿Por qué? —pregunté, sin saber sus motivos. —Vamos a poner de manifiesto tu poder, por lo que tendrás que aprender a hacerlo por tu cuenta. Yo soy tu soldado, no tu muleta. —Pero yo…

En un instante deslizó su espada hacia mi garganta, pero instintivamente me agaché, sorprendida por mi propia rapidez. Sin haberlas llamado conscientemente, mis espadas aparecieron en mis manos. Will sacudió su arma de nuevo, pero yo moví las mías hacia arriba, capturando el golpe de Will con un ¡shing! de metal contra metal. Él empujó fuerte hacia abajo, pero mantuve mi posición, negándome a dejar que me dominara y el Angelfire encendió mis hojas. El pie de Will de repente conectó contra mi pecho lanzándome contra una de las columnas detrás de mí, haciendo crujir la espalda contra el acero. El aire salió de mis pulmones, pero Will se acercaba a mí demasiado rápido como para recuperar el aliento. Movió su espada de nuevo y rodé lejos. Su espada sonó contra la columna, miré hacia atrás, con los ojos muy abiertos. —¡Deja de correr! —gritó Will—. ¡Lucha contra mí! —¡Me vas a matar! —grité.

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—¡Sólo si me dejas! —Saltó en el aire y vino hacia mí, con la espada en alto. Se redujo, pero la khopesh capturó su filo y lo desvió de mi cara. Levanté la otra espada y corté, Will retrocedió mientras la hoja cortaba limpiamente su mejilla. Su rostro se giró hacia un lado y gimió de dolor. Me miró otra vez, sus ojos verdes más brillantes de lo que jamás había visto y la herida en la mejilla se fundió, cerrándose, dejando sólo una delgada línea de sangre. El Angelfire no le hacía daño. —¡Sigue luchando y no te detengas! —tronó—. ¡Si te detienes, estás muerta! Desapareció de repente y apareció detrás de mí. Me tambaleé volteándome para mirarlo, balanceando una espada en alto y choqué con la suya. Hice un corte con la otra espada hacia su estómago, pero saltó hacia atrás, se dio la vuelta y pateó mi muñeca. El khopesh salió volando. Miré boquiabierta de miedo y cuando miré hacia Will, ya había bajado su espada y estaba llegando hasta mí. Apretó la mano alrededor de mi garganta, lanzó la espalda contra una columna y me agarró la muñeca que sostenía mi khopesh restante. Él me había sujetado. Luché contra su agarre, pero era tan, tan fuerte. —¡Déjame ir! —Mi mano libre arañó la mano alrededor de mi cuello. —No te voy a soltar —dijo—. Has perdido. Dejaste de luchar y quitaste los ojos de mí. —Por favor, por favor, Will —jadeé, mi tráquea cerrándose.

El pánico se agarró a mí y mis ojos se llenaron de lágrimas. —Me vas a matar. —¡Entonces haz algo al respecto! —rugió en mi cara—. ¡Tienes la fuerza! Si quieres que te deje ir, ¡oblígame a hacerlo! Grité, con miedo y con rabia, y mi poder explotó, mi cabello azotando mi rostro tan violentamente que no podía ver. La columna tras de mí crujió y el piso se quebró y se hundió bajo mi fuerza. Will voló lejos de mí y aterrizó, deslizándose por el suelo. Corrí hacia adelante y mi espada ardió en llamas mientras la balanceaba hacia la garganta de Will. Puse el extremo en su yugular, mis pulmones respirando fuerte, mi corazón latiendo con fuerza y mis poderes girando como un huracán a mi alrededor, tragándome en la luz de un diamante. Mis ojos se oscurecieron mientras miraba a Will. Levantó sus manos lentamente.

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—Perdiste —dije cruelmente. Mi poder retrocedió y mi cuerpo se relajó. Recogí mi espada y los lancé a ambos lejos. Will sonrió y se levantó. Lo golpeé en el rostro, lo suficientemente fuerte como para hacerlo caer de rodillas nuevamente. —¡Eres un bastardo! —le grité, mi voz quebrándose. Se rió y frotó su mentón. —Y tú estás asustada. —Volvió a levantarse. Lo golpeé de nuevo, haciendo que su cabeza girara. —¿Por qué me asustaste así? Mientras levantaba el puño una tercera vez, él sujetó mi muñeca. —Suficiente de golpearme —gruñó—. No golpeas exactamente como una chica, sabes. Me solté y caminé lejos de él, respirando pesadamente. —Santo Dios, eso se sintió increíble. —¿Golpearme?

—Sí —dije, mirándolo brevemente—. Y el poder. Sentí como si pudiera atravesar las paredes. Mi mirada encontró el cráter que había hecho en el piso. La columna estaba torcida y destrozada, conectándose a penas con el techo. Crujió, como si tan sólo un gentil toque pudiera lanzarla hacia el suelo. —Puedes hacerlo —dijo. —Tengo miedo, Will —confesé—. Tengo miedo de mí misma. Si soy capaz de hacer eso, ¿qué me impide hacérselo a alguien que no se lo merece? ¿Qué tal si lastimo a alguien?

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—Te ayudaré a evitar eso —me aseguró—. Cuando te enfrentas a un reaper, no puedes preocuparte por nada más. Es mi trabajo. Tienes que usar todo lo que tienes para derrotarlos. Si dudas, morirás. Dudaste hace un momento y así fue como fui capaz de vencerte. No puedes detenerte por ninguna razón. Confía siempre en mí para proteger tu espalda en una batalla. Te protegeré. Caminó lejos de mí, pero sujeté su hombro. —Espera —le di la vuelta para que me enfrentara, mi mano descendiendo hasta su clavícula. Estaba imaginando el pequeño signo más brillante que pensé que había visto antes y saqué la cadena de debajo de su camisa. Colgando, desde el final de la cadena, había un crucifijo de plata, no un signo más. Tan pronto como lo vi, recordé lo que era y mi corazón se calentó. Era bueno volver a verlo. Levanté la mirada y me di cuenta que sus ojos estaban fijos a los míos. —Lo recuerdo. Su cuerpo estaba rígido y su mandíbula apretada. De pronto, su reacción era tan fascinante como mi recuerdo del crucifijo alrededor de su cuello. —Fue un regalo —dijo—, de mi madre. —¿Te protege de los reaper? —No. —Entonces, ¿por qué lo usas? —Mi madre me lo dio.

Asentí con la cabeza, enfadada de hacer una pregunta tan estúpida. A pesar de su expresión dura, pude sentir lo que había lastimado. El crucifijo tenía un valor sentimental para él. Quizás significaba tanto para él como significaba para mí mi collar de alas… si tan sólo pudiera recordar de donde había venido. Su crucifijo debe haber tenido siglos de antigüedad. Si él lo había guardado durante tanto tiempo, debía significar mucho para él, igual que para su madre. —Lo siento. —No te preocupes. —Volvió a meter el crucifijo bajo su camisa—. Realmente no es nada. Es estúpido. Lo mire fijamente por unos segundos. No me parecía bien que fuese tan evasivo. El objeto, obviamente, no es como que significara nada para él, pero no creí que fuera mi lugar investigar al respecto.

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—¿Entrenamos pensamientos.

mañana

por

la

tarde?

—preguntó,

interrumpiendo

mis

Fruncí el ceño. —No —dije—. Es mi fiesta de cumpleaños. —Oh, sí. Lo olvidé. —No sonaba decepcionado, sino que neutral, como si simplemente estuviese haciendo una observación—. Entonces, ¿aún vamos a la biblioteca a las tres? —Seguro, pero no hay forma de que me pierda mi propia fiesta de cumpleaños. —Voy a quedarme cerca para eso. —Me gustaría que estuvieras ahí —dije—, como un invitado. —Tonterías. Haré guardia en el techo. —No tienes que ser un Guardián todo el tiempo, sabes. Ven a mi fiesta y diviértete un poco, por una vez en tu vida. —Me divierto. Me burlé. —Estoy bastante segura de que nuestras ideas de diversión son drásticamente distintas.

Me dio una sonrisa. —Te lo mostraré algún día. Sonreí de vuelta. —Ahora me tienes intrigada. —Y tendrás que quedarte así hasta el día en que decida contarte mis secretos. Me reí. —Entonces, ¿vendrás? Adentro, me refiero, ¿y disfrutarás la fiesta? Su sonrisa era disimulada. —¿No crees que Landon tendrá un problema con eso? —¿Cómo…? Oh, claro.

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—He visto la forma en que te mira —dijo—. Lo que me impresiona es que tú no lo haces. —Bueno, ahora que lo has señalado, quizás lo haga. Inclinó su rostro más cerca del mío. —No lees muy bien a las personas, ¿verdad? Empujé juguetonamente sus hombros. —Leo bien a las personas. Simplemente no tengo mil años de práctica como tú. Él dio un paso atrás y rió. —Está bien, iré, como invitado. Permitiré que me veas ahí. Parpadeé. —Oh, me permitirás verte, ¿así es? Él asintió con la cabeza, fallando al impedir que una sonrisa se formara. —Oh, sí. Sólo me verás cuando lo permita. Soy muy bueno escondiéndome. —Estás muy seguro de ti mismo, ¿verdad? —No tienes idea.

Fruncí el ceño. —Ya lo veremos. —Caminé lejos de él y abandoné el almacén. Subí a mi automóvil, pero cuando miré a Will, él estaba de pie junto a mi ventana en vez de estar en el asiento del copiloto. —¿No te subirás? Se inclinó para mirarme a través de la ventana. —No. —¿Caminarás hasta Bloomfield Hills? Asintió con la cabeza. —Puedo viajar con facilidad.

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—Eso es una tontería. Súbete. —Sólo vete —dijo—. No te preocupes por mí. —No te dejaré tirado en medio de Pontiac. Súbete. —Obviamente puedo cuidarme. No iré contigo. —Sí, lo harás. No me mientas y me digas que caminarás. —Adiós, Ellie —dijo, alejándose de la ventana. —¡Will! —grité, abriendo mi puerta y bajándome del automóvil. Se había ido. Me giré, buscándolo, pero no estaba a la vista. —¿Will? La calle estaba oscura y el viento soplaba hojas y papeles desde la acera, el único movimiento que podía ver. —¡Estoy tan harta de que me lances esta mierda de Batman! —Cansada y enfadada, volví a subirme a mi automóvil y conduje a casa.

Traducido por yumigood y Andy Parth Corregido por Liseth Johanna

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e desperté a las nueve, y tan pronto como salí de la cama, sentí los efectos de mi entrenamiento con Will de la noche anterior. Mi espalda y mis hombros dolían, y las pastillas anti-inflamatorias que había tomado no me aliviaban demasiado. Después de una ducha, me hice un poco de café para tratar de despertarme. Kate llamó a las diez, confirmando que estaría allí a las once para recogerme, pero le dije que tendría que estar en casa a las dos, así tendría tiempo para ir a la biblioteca. Ya hacía suficiente calor fuera para sentirme cómoda usando una falda de mezclilla y sandalias. A pesar del sueño, me sentía bien. Me sentía diferente y eso me gustaba. Domando mi cabello ondulado, saqué una parte de cabello hasta sujetarlo detrás de mi cabeza. Dejarlo derecho parecía demasiado trabajoso hoy. De vuelta en mi habitación, me puse mi top de punto favorito y estuve lista para irme. Se oyó un golpe en mi puerta. —¿Sip? —dije. La puerta se abrió y mi madre entró. No me gustó la expresión de su cara. —Ellie, ¿hay algo que quieras decirme? Las listas de pánico atravesaron por mi cabeza. ¿Qué había hecho? ¿He vuelto demasiado tarde? —Uh, no lo creo —señalé, tratando de sonar tranquila mientras mi corazón se aceleraba. —¿Acerca de tu auto, tal vez? La bombilla se encendió. —Oh sí —gemí—. Alguien debe de haber golpeado mi auto en la escuela y huido. No me lo podía creer.

Me miró con desaprobación. —Me sorprende que se te olvidara mencionarlo. No golpeaste una señal o algo, ¿verdad? Sé honesta, Ellie. Hubiera preferido mucho más sólo haber chocado con una señal en lugar de lo que había sucedido. —Encontré mi auto así ayer —le expliqué—. Juro que no toqué nada, mamá. Me hizo estar tan enojada y no quería arruinar mi día, así que traté de no pensar en ello. Estaba ocupada con las tareas y luego al salir en la noche de película, me olvidé por completo. Lo siento. Ella frunció el ceño.

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—Creo que vamos a tener que hacernos cargo de eso. Espero que el concesionario haga la reparación ya que sólo lo has tenido por dos días. —Señaló las dos últimas palabras incómodamente—. Con quienquiera que hayas enojado en la escuela.... tienes que tratar de hacer las paces antes de que alguien acuchille tus neumáticos y rompa las ventanas. —Sí, seguro —añadí. Si ella terminaba teniendo que pagar por ello, me sentiría realmente asquerosa. —Les haré una llamada —suspiró—. Trata de estacionar en la parte de atrás, Ellie. —Mamá, es casi invierno —protesté—. No quiero aparcar fuera en medio de ninguna parte y morirme de frío andando de vuelta. Por no mencionar que mi auto es blanco. Se camuflará en la nieve y nunca lo encontraré. —Estás usando falda —observó—. Afuera está absolutamente cálido. Resoplé. —No por mucho tiempo. Frunció el ceño otra vez. —Bien, no sé qué decirte. Diviértete con Kate. —Me dio una tarjeta de crédito—. Se razonable. Un vestido. Y consíguete el almuerzo mientras estás fuera. Te ves cansada y no quiero que tu nivel de azúcar baje demasiado. Ya sabes lo cascarrabias que te vuelves cuando no comes. Sonreí.

—Gracias, mamá. Ella se volvió, pero miró de vuelta. —¿De dónde vino ese collar? Toqué el colgante. —Un amigo. —¿Un chico? Uff. —Es un amigo que es un chico. Su boca se torció en diversión y su mirada se dirigió a la izquierda del collar. — Primero rosas, ¿y ahora un collar? ¿Estás segura de que Landon no es tu novio?

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—Esto no era de él, mamá. —¿Así que tienes dos novios? —No, mamá. —Casi le grito—. Ninguno de ellos es mi novio. Confía en mí. Sólo son chicos que son mis amigos. Ninguna unión de palabras ahí o que unen algo más, en tal caso. —Hmm. —Entonces salió de mi habitación. Ella era tan extraña a veces. Unos minutos más tarde, Kate estaba casi odiosamente alegre cuando irrumpió en mi habitación. —¡Entonces! —gorjeó, arrojándose en mi cama, con su cabello rubio revoloteando. ¿Cómo te fue? —¿Cómo me fue de qué? —le pregunté, apartando de mis ojos un poco de mi cabello y fijándolo hacia abajo con una horquilla mientras me miraba en el espejo de mi tocador. Kate lanzó una almohada a mi cabeza, golpeando en mi cómoda y haciendo vibrar un par de frascos de perfume. —¡Ya sabes lo que quiero decir! ¿Cómo estuvo tu cita con Will? —No fue una cita —le dije, frunciendo el ceño hacia ella a través del espejo, estabilizando el jarrón de las rosas de Landon—. Te lo prometo.

—Entonces ilumíname. ¿Qué era exactamente? —Él me ha estado ayudando... en los deberes. Economía ha estado pateando mi trasero. —Y también Will, pensé. Kate se echó a reír en voz alta. —¡Él es tu tutor! Oh, Ellie, es el más grande montón de mierda que he escuchado. —Bueno, es la verdad —mentí. Odiaba mentir a mi mejor amiga, pero no era como que pudiera decirle lo que realmente estaba pasando—. No me gusta ni nada, confía en mí. Es una especie de tonto, en realidad. No es tan agradable como pensaba. —Me gustaría tener un tutor caliente. —No seas inteligente, entonces.

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—Como sea —dijo Kate, incorporándose—. Eres una gran mentirosa, una gorda mentirosa. Vámonos de compras. Condujimos el BMW de Kate al centro comercial y nos detuvimos en la entrada de Saks Fifth Avenue. Kate dio sus llaves a un valet realmente lindo y metió su boleto en su monedero antes de que fuéramos dentro. Mostradores encantadores que brillaban en oro y marfil enmarcaban el piso principal con las justas insinuaciones de matices helados que anunciaban la llegada de otoño e invierno. Kate se detuvo a echar una ojeada a una mesa encabezada con zapatos por Chanel, y de nuevo desaceleró para acariciar un bolso especial de la colección de Valentino mientras yo la arrastraba encima de la escalera mecánica a la pequeña tienda de vestidos. Me decidí por un lindo vestido de cóctel de Badgley Mischka, strapless. El corpiño se adaptaba cómodamente y la falda a capas de gasa caía apenas por encima de mis rodillas. Sabía que tenía los zapatos negros de satén de Marc Jacobs que complementarían perfectamente. No me sorprendí cuando Kate escogió un aventurero vestido negro con frente de red de Dolce & Gabbana, en forma de vaina. Si alguien podía llevarlo, esa era Kate. Tenía las piernas que continuaban a kilómetros, aunque si todo lo que ella llevara fuera un puñado de viejos paños con cinta adhesiva, se vería lista para la alfombra roja de todas maneras. Pagué con la tarjeta que mi madre me dio y luego nos dimos una vuelta por una hora antes de ir a comer el almuerzo en P.F. Chang. Kate conocía un administrador de ahí que nos ayudó a saltar la espera de dos horas y se sentó con nosotras.

Mientras comía mi Szechuan de pollo y escuchaba a Kate hablar sobre el anuncio de Josie Newport cuando salía de la tienda de Louis Vuitton con una bolsa nueva, me encontré pensando en Will. Me pregunté si él estaba en el Grim en ese momento. Me sentí reconfortada, segura, sabiendo que si había algo que decidiera atacarme, él estaría allí en un instante. A pesar de que justamente le había pateado el trasero la noche anterior, todavía no quería pelear por mi cuenta. Para ser honesta, probablemente se habría sentido muy extraño si él hubiera decidido acompañarnos donde pudiéramos verlo. Me lo imaginé deambulando por el centro comercial, después de nuestro viaje de compras con nuestras bolsas en sus manos, ayudándonos a elegir los vestidos, y no pude evitar soltar una risita. —Lo sé, ¿no? —preguntó Kate con una inclinación de cabeza, confundiendo mi risa como una reacción a algo que ella había dicho acerca de Josie.

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Miré a mi alrededor, esperando que tal vez pudiera verlo y refutar su afirmación de que nunca podría verlo a menos que él me lo permitiera, pero no pude. El restaurante estaba lleno de gente, demasiado ruido y demasiada oscuridad. Decepcionada, volví mi atención a mi comida y a la colorida conversación de Kate. —Así que, ¿cuándo verás a Will otra vez? —preguntó Kate, como si hubiera leído mi mente. —Él va a venir a mi fiesta de esta noche —le dije. Su rostro se iluminó. —¿Lo hará? ¿Va a llevar a alguno de sus amigos? Tiene que estar en la universidad. ¿A dónde va? ¿La Universidad de Michigan? ¿La Universidad de Oakland? Asentí con la cabeza. —Uh, sí. Universidad de Michigan. No creo que vaya a traer a ninguno de sus amigos, sin embargo. —¡Oh, vamos! ¿No vienen chicos universitarios? ¿Por qué tú te quedas con el caliente? Empujé mi arroz. —Supongo que soy afortunada. —Por un breve momento, me imaginé que iba a bailar con Will, y al momento siguiente me sentí con ganar de escupir el pollo. A la salida del centro comercial, Kate se detuvo en Valentino y compró el bolso que había visto al principio. Sorpresa, sorpresa.

Cuando llegamos a casa del centro comercial, les dije a mis padres que iba a estar en la biblioteca durante unas horas. Eso no era una mentira, pero yo no estaría allí para estudiar para la prueba de matemáticas del lunes, como asumirían ellos. Estaría leyendo otra cosa. No sé por qué podría haber libros que tuvieran algo que ver con los reapers o lo que sea que fuera el Enshi en una biblioteca normal, pero sospechaba Will sabría mejor que yo. Cuando llegué a la biblioteca, estacioné, y de inmediato vi a Will sentado en los escalones de la entrada. Llevaba su habitual expresión seria. —No puedo creer que me hagas estar estudiando en el día de mi cumpleaños —me quejé—. No eres mi verdadero tutor, ya lo sabes. —Hoy no es tu cumpleaños.

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—Mi fiesta de cumpleaños es hoy y por lo tanto es como si realmente fuera mi cumpleaños. Se puso de pie. —Vamos a entrar. Quiero que conozcas a alguien. Ha sido un amigo mío, de ambos, por un largo tiempo. Eso despertó mi interés. —¿Quién es este tipo? —Ya verás —dijo Will—. Creo que él podría tener una idea de donde deberíamos comenzar averiguar qué es el Enshi. Lo seguí adentro y hablé en voz baja. —¿Por qué crees eso? ¿Qué información sobre reapers es posible que podamos encontrar en una biblioteca? No parece un lugar probable. —Necesitas confiar más en mí. Me llevó más allá de la recepción y saludó a una mujer regordeta con gafas que estaba sentada hojeando una pila de papeles. —Hola, Louise. La mujer asintió con la cabeza y nos sonrió; seguí a Will a través de una serie de puertas a su derecha y bajamos un tramo de escaleras hacia otro par de puertas.

Entramos en un largo pasillo blanco, cuyas paredes estaban llenas de puertas de madera. No escuché nada, excepto por el zumbido del sistema de aire acondicionado y nuestros pasos resonando en el suelo de linóleo. Will finalmente se detuvo en una puerta indistinguible de las otras, la abrió, y dio un paso a un lado para que así pudiera atravesarla. La habitación era mate y olía densamente a mohosos libros viejos. Las cuatro paredes estaban forradas con grandes volúmenes encuadernados en cuero y altas librerías de doble cara se mantenían a ambos lados del pasillo que llevaba a la parte posterior de la habitación. Un escritorio estaba puesto contra la pared con un joven sentado en él, leyendo un libro que estaba segura era más grueso que mi torso. Una chica que parecía de la edad de Will estaba sentada en una silla en frente de él. Ella volteó su cabeza a nosotros, su largo cabello marrón oscuro ondeando. Era una hermosa chica asiática y sonrió dulcemente mientras nos acercábamos.

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El joven —quizás de la misma edad que Will— era innaturalmente pálido, como si no saliera mucho, y subió la mirada hacia nosotros mientras nos acercábamos a su escritorio. Parecía una clase de nerd, pero del tipo adorable, con una tonta sonrisa ladeada. Su cabello castaño dorado estaba desordenado, pero tuve la impresión de que él era uno de esos chicos a quienes realmente no les importaba cuán presentable se veían. —Hola Nathaniel —dijo Will. Él asintió a la chica—. Lauren. Nathaniel sólo me miró, sonriendo con el tipo de sonrisa que me recordaba al Sr. Meyer, incluso aunque él apenas parecía mayor que Will. Sonreí de vuelta, gustándome instantáneamente. Sus ojos eran vivaces y cobrizos, como centavos iridiscentes. Con cada movimiento de su mirada, centelleaban. —Hola otra vez. —Nathaniel sonrió brillantemente—. Ha pasado un tiempo. —Lo siento, pero, ¿nos hemos conocido? —pregunté, incapaz de recordar su rostro. —Oh sí —dijo él—. No hemos conocido por muchos años. Will me dijo que tu memoria está teniendo un pequeño problema en regresar, pero está bien. Recordarás con el tiempo. —Eso espero —dije honestamente. —Estás tan adorable como siempre —ofreció él. —Gracias —dije. La chica asiática se levantó y me tendió una mano para estrecharla.

—Tú debes ser Ellie. Sonreí. —Esa soy yo. —Lauren Tsukino —dijo ella—. Encantada de conocerte. Dejaré de molestarte ahora. Nathaniel, verás eso por mí, ¿no? Él asintió. —Por supuesto, querida. Estarás escuchando de mí en poco tiempo. Lauren pasó cerca de nosotros y desapareció por la puerta. Nathaniel se giró hacia mí.

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—Lauren es una psíquica muy poderosa —explicó—. Sintió algo llegando al área recientemente que le dio una buena sorpresa. Sería agradable si ella pudiera ver el futuro… entonces tendríamos esto en la bolsa. Desgraciadamente, sólo es clarividente, ¡pero ella reconoce a un desagradable reaper cuando lo siente! —Él sonrió como si hubiese acabado de decir un chiste increíble, pero fallé en encontrarlo divertido. Pude ver la línea punteada —no era estúpida— pero simplemente no era gracioso. —No sabía que los psíquicos eran reales hasta que Will me dijo mirando alrededor de la colección de libros de Nathaniel.

—observé,

—Oh sí —dijo él—. Si no son malos, son aliados invaluables para nosotros. Lauren ha sido muy útil desde que la conocí. Tu profesor también. Frank Meyer. Mi mandíbula cayó. —¿El Sr. Meyer? Estás bromeando. —Recientemente fue asesinado en una cacería —explicó Nathaniel—. Como sabes, por supuesto. Era bueno para ser un humano, pero su edad lo ralentizó. El reaper obtuvo lo mejor de él. —¿Estás diciéndome que mi profesor de economía era un psíquico cazador de reapers? Eso es como demasiado agresivo para un profesor de secundaria. —Frank fue uno de los mejores —dijo Will. —Nuh-uh. —Giré mi cabeza—. No tenía idea de que era así de genial.

Will dio una pequeña carcajada. —Él fue salvaje en su adolescencia. Peor en sus veintes. —¿Lo conocías desde entonces? Su risa murió. —Igual que tú. Lo miré fijamente. —¿Lo conocí en su vida pasada? Él le disparó a Nathaniel un vistazo rápido.

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—Sí, en Chicago. Hace unos cuarenta y cinco años. Fue un amigo para nosotros. Hablé con él hace poco y me dijo que te reconoció en tu primer día en la secundaria como una novata. Nunca te olvidó. Me dijo que fue toda una experiencia verte de nuevo. —¿Lo conocí? —repetí, mi mente haciendo malabares con miles de preguntas y pensamientos—. Él debía haber estado alrededor de los veinte ¿cierto? ¿Por qué nunca me dijo nada? Continuó pretendiendo que yo sólo era otro estudiante. ¿Él peleó con nosotros una vez? De todas las personas en el mundo para encontrarse en otra vida… ¿el Sr. Meyer? —Deseé poder recordar a su yo más joven, pero no pude y aquello rompió un poco mi corazón. —Los verdaderos psíquicos son raros —explicó Nathaniel—. Especialmente los que quieren encontrar a los reapers. Y matarlos. Pero esos mortales que cazan reapers quieren detener esto tanto como nosotros. Es una pérdida increíble que hemos sufrido, perder a Frank. Él y Will estuvieron callados por un momento. Nathaniel parecía consumido por el pensamiento. Me preguntaba qué pensaría Kate de que el Sr. Meyer fuera tan genial, pero nunca podría decirle nada acerca de mi nueva vida. Ella nunca podría saber. Arrastrarla a ella o a cualquiera de mis amigos y familia en este mundo los mataría. Justo como al Sr. Meyer. —No tenía idea —dije. Cosas que debería haber dicho y hecho me cazaban. La mano de Will cubrió la mía.

—Todo está bien. Él siempre dijo que la única cosa que siempre lo llevaría al final sería un reaper. Nunca lamentó nada de eso. La discordante calidez de su mano en la mía me hizo consciente de cuán fría me había puesto desde que supe la verdadera identidad del Sr. Meyer. Pensé en volver a la descripción de la reportera de su asesinato y me hizo enfermar el estómago. Había muerto, en innumerables veces, pero el Sr. Meyer nunca volvería de la manera en que yo lo hice. Desesperada por hablar de algo más, miré hacia el libro que Nathaniel tenía en el escritorio. —¿Qué es este lugar? Estos libros parecen antiguos. —Lo son —dijo él. —Nathaniel está a cargo de los libros raros aquí —explicó Will.

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—Correcto —añadió Nathaniel—. Básicamente puedo traer cualquier libro que quiera y mantenerlos aquí. Tengo algunos volúmenes documentando reapers a lo largo de la historia. También soy un coleccionista de antigüedades y así es como hago mi dinero, desde que sólo soy voluntario aquí. Me gustan las cosas viejas, probablemente porque soy muy viejo. Estarías sorprendida de cuán lucrativo es comprar algunas pinturas feas y venderlas a multimillonarios cientos de años después. Decenas de millones de dólares por un Picasso original no son nada para despreciar. Asentí. Imaginando qué haría con decenas de millones de dólares. Oh Dios… los zapatos que se podrían conseguir con eso. —Así que ¿nos has conocido por mucho tiempo? Entonces, ¿eres inmortal como Will? Él me dijo que no había otros Guardianes. Al menos no ahora. ¿No tuve otros Guardianes antes que él? Nathaniel le dio a Will una extraña mirada. Will sólo lo miró de vuelta intensamente y no dijo nada. —Sí… soy un inmortal, y has tenido otros Guardianes antes. Ellos te han protegido hasta su muerte. El deber es para toda la vida. Me dejó sin habla. Miré a Will, quien evitó mi mirada y tuve que forzarme a alejar la mirada de él. ¿Esas personas habían muerto por mí? ¿Cuántas? Will habló repentinamente, pero no lo odié por cambiar de tema.

—Peleamos con un reaper que mencionó algo acerca del Enshi. ¿Hace que te suene la campana? Nathaniel frunció sus labios. —¿Un Enshi? Señor de la vida… de lo que hace la vida, para ser más correcto, de almas. —El Enshi —corregí—. El reaper lo hizo sonar como que había sólo uno. —¿Sólo uno, dices? Quizás eso es lo que sintió Lauren. —Parece probable —dijo Will—. Esto puede ser grande, Nathaniel. ¿Crees que Bastian podría tener algo que ver con esto? —¿Quién es Bastian? —pregunté. Cuando Will no respondió, Nathaniel habló, disparándole otra extraña mirada.

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—Bastian es un vir muy, muy poderoso, un reaper antropomorfo. Un vir puede aparecer como un hombre o mujer, pero poseen el poder de cambiar de forma a reapers y a menudo tienen ojos extraños, garras, escamas, colas, cuernos, alas… tú nómbralo. Pueden elegir esconder su aspecto o revelarlo en cualquier momento. Algunos de ellos pueden cambiar de forma sus cuerpos completos para parecer alguien completamente diferente. Los vir son más poderosos que cualquier otro reaper y a menudo eligen controlar reapers como el que mataste en la escuela, como Bastian. Es cruel y astuto y ha estado tratando de descubrir la manera de destruirte durante la mayor parte de un milenio, Ellie. Él y sus reapers han asesinado y tomado las almas de más humanos de los que se pueden contar. La expresión de Nathaniel me avisó que era serio. —Es por eso que nuestro trabajo es ayudarte a proteger las almas humanas de ellos. Bastian y sus seguidores pueden muy bien estar a la caza de este Enshi. —Necesitamos pedir prestados unos libros y ver si podemos averiguar algo acerca de ellos —dijo Will. —Adelante —dijo Nathaniel, poniéndose de pie—. Las cosas buenas están detrás de mi escritorio. Will examinó cada libro en el estante que señaló Nathaniel, corriendo sus dedos por cada lomo, leyendo las inscripciones y escogiendo finalmente tres libros. Los

puso a través del escritorio y leí los títulos. Nathaniel escogió un volumen encuadernado en cuero limpio pero viejo y comenzó a hojearlo. —Esto es latín —dije, tomando un asiento junto a él—. No puedo leer latín. Will se sentó y volteó las páginas a la ligera sobre algo que sólo podía suponer que era algún tipo de índice. —¿Tu puedes? —pregunté cuando no respondió. —Por supuesto. Miré a los otros dos libros. Uno también estaba en latín y el otro estaba en un lenguaje que no reconocí inmediatamente. —¿Qué es este lenguaje? —Hebreo —respondió sin mirarme.

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—¿Puedes leer latín y hebreo? —Como también puedes tú. —Ah —dije—. Otra de mis misteriosas habilidades, que aparentemente no puedo recordar. Realmente espero que cocinar esté en la lista, porque me gustaría ser capaz de cocinar magdalenas sin convertirlas en cemento. Él me premió con una pequeña sonrisa. —Cocinar bien nunca fue algo sobre lo que te preocupaste en el pasado.

Traducido por maggiih y Corazón de Tinta (SOS) Corregido por Liseth Johanna

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na hora después Will y Nathaniel tenían muy poco para mostrar por sus esfuerzos. Me entretuve mirándolos, particularmente fascinada con la intensidad en los ojos de Will mientras él leía los lenguajes antiguos, y con la fina musculatura mientras su antebrazo se tensaba con cada página que daba vuelta. Finalmente cerró el libro en latín y tomó el libro sobre la antigua tradición sumeria. Después de un rato, palmeó la página abierta que estaba leyendo, haciéndome saltar. —¡Lo encontré! —gorjeó Will. Me miró con una emocionada expresión, pero solo me encogí de hombros. Frunció el ceño y continuó—. Enshi, el Señor de Almas. El dador y tomador del aliento de vida. —¿Aliento de vida? —farfullé—. Eso suena un poco demasiado filosófico para un sábado. Nathaniel miró sobre su hombro. —¿Qué es? —Dice que el Enshi es un ser inactivo que es el dios de la vida bajo el mando de Enki, el supremo dios de la tierra, según la mitología sumeria. Algunas antiguas civilizaciones confundieron a poderosos reapers con sus dioses, así que esa es una posibilidad de su origen. Están asociados con este símbolo. Dio vuelta al libro para mostrarnos la página a Nathaniel y a mí. La imagen era de tres círculos abiertos ordenados como una diana, con cuatro pequeños puntos sólidos colocados horizontalmente a través del centro y dos medias lunas, una frente otra, verticalmente. —Este es el sello de Azrael —explicó Nathaniel—. ¿Podría el texto decir que Enshi sirve al Destructor? —Esa definitivamente es la impresión que me está dando —dijo Will en una oscura voz—. Azrael es el ángel de la muerte, pero no es un arcángel, al menos no más. Si

el Enshi es un reaper, entonces esto significa que el Enshi es actualmente un reaper angelical. No hay forma de que un reaper demoníaco pueda servir a un ángel. Va contra la naturaleza de los reapers y todo lo que les enseñan a creer. Mi cabeza dio vueltas tratando de dar sentido a lo que estaba diciendo. —¿Reaper angelical? ¿El Destructor? ¿Ángeles? ¿De qué estás hablando? Will miró a Nathaniel, quien miró de vuelta atentamente, como si no quisiera contestar la pregunta. Odiaba cuando intercambiaban miradas. Me hacían sentir como si fuera una traviesa niña escuchando en una conversación de adultos. —Sí, ángeles —explicó Will—. La contraparte de los caídos. Estudié su rostro, sorprendida por lo que me estaba diciendo. —¿Quieres decir que los ángeles realmente existen? ¿Los Caídos son demonios entonces? ¿Quieres decir que Dios existe? ¿Satanás también?

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Él tomó un respiro. —Sí. Lucifer se rebeló contra Dios y perdió la primera guerra, como tú probablemente aprendiste en algún momento de tu vida. Dios desterró a Lucifer del Cielo, y cayó en el infierno, pero su guerra cayó a la Tierra. Los ángeles que se unieron a la causa de Lucifer cayeron con él y se convirtieron en demonios, los Caídos. Dos de ellos tuvieron horribles hijos, cuyos descendientes son los que conocemos hoy como los reapers demoníacos. En su desesperación por más soldados para impulsar a su ejército de demonios, Lucifer usó a los reapers para coleccionar almas humanas. Estaba demasiado fascinada. —¿Y los reapers angelicales? ¿Qué son? —Los descendientes de los Grigori —explicó Will—. No todos los Caídos que pelearon para Lucifer son verdaderamente malvados. Dios creía que los Grigori podrían ser rehabilitados, así que fueron encarcelados en mundo mortal. Con el fin de reparar su traición, se les ordenó vigilar a la humanidad. Ellos cuidan la magia angelical, la medicina y la entrada del Cielo y el Infierno. Tuvieron hijos entre ellos, pero esos niños no fueron creados fuera del espíritu malvado y salvaje. Se convirtieron en reapers angelicales, los soldados terrenales de Dios que destruyen a los reapers demoníacos y los detienen de tomar almas humanas. Los Grigori tienen cuatro señores, los Vigilantes Elementales, que gobiernan en los puntos cuadrantes de la Tierra. Ellos son: Fomalhaut del invierno norte, Regulus del verano austral,

Aldebaran de la primavera este y Antares del otoño occidental. Ellos representan el espíritu del elemento de su cuadrante. —¿Alguna vez conociste a uno de los Grigori? —pregunté—. ¿Pelean contra los reapers demoníacos también? —No, son muy raros —dijo—. Pero Antares, Vigilante del Oeste, vive en Estados Unidos. En Colorado, creo. Y no creo que alguno de ellos pelee. Son pacifistas en su mayor parte, pero eso no quiere decir que sean débiles. —Así que no soy descendiente de ellos entonces —concluí—. ¿De dónde vengo?

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—Los más poderosos de los reapers demoníacos superan en número a los más poderosos reapers angelicales, y Dios necesitaba ayuda —dijo Will —. Tú y los reapers angelicales están destinados a prevenir la segunda guerra de Lucifer, el Apocalipsis. Si esa guerra sucede, es el Fin de los Días. Tu trabajo es detener a tantos reapers demoníacos como puedas. La mejor manera de matar a un reaper demoníaco es con el Angelfire, pero los reapers angelicales no pueden blandir ese poder, porque ellos son ancestros de los ángeles caídos. No sabemos qué eres. No eres un reaper y tu cuerpo es humano. Sólo apareciste, y todos te aceptamos. Pero cuando un reaper te mata, no puede hacer nada con tu alma. Reencarnas y peleas otra vez, como si tu alma fuese inmune. Me mordí el labio, obligándome a creerle, pero el “¿qué pasaría si?” todavía se escondía en el fondo de mi mente. Recordé el viernes, en mi baño, cuando la extraña cosa negra se arrastró en mi cara y de repente desapareció. No podía olvidar mis horribles pesadillas. ¿Era uno de los Caídos? No. No si podía usar el Angelfire. Pero no podía escapar del miedo de que algo oscuro se escondiera dentro de mí, algo más espantoso que el pensamiento de la Segunda Guerra de Lucifer y el fin del mundo. —¿Qué está mal? —pregunté—.¿Qué si soy un reaper? —No lo eres —me aseguró Will —. Eres algo diferente. Créeme. Miré de vuelta al extraño símbolo de Azrael. —¿Así que hay reapers buenos y reapers malos? ¿Los buenos sirven a los ángeles y los malos a los Caídos? Nathaniel asintió. —En pocas palabras, sí.

—¿Maté a los malos verdad? —pregunté—. Los reapers demoníacos. —¿Qué si había matado a los buenos? Un profundo hoyo creció en el fondo de mi estómago. La firme mirada de Will se clavó en la mía. —Peleamos solo con los reapers demoníacos. —Tú eres como el arma secreta de los ángeles —añadió Nathaniel—. Tu presencia en esta guerra balancea las cosas. —¿No desequilibro las cosas, entonces? —Odiaba jugar a ser la abogada del diablo. No era ningún juego de palabras intencionado, pero necesitaba totalmente entender quién y qué era. Nathaniel dijo: —No, porque son demasiados reapers demoníacos para que los ángeles puedan destruirlos.

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—¿Los Caídos tienen a un Preliator? —No —dijo con una contracción en su nariz. —¿Podría ser el Enshi otro Preliator? —pregunté—. ¿Quizás uno demoníaco? Will intercambió una mirada con Nathaniel. —Si bien es poco probable, es una cosa que hay que pensar. No lo podemos descartar. —Will —comencé—, la noche de mi cumpleaños, le dijiste al reaper que no podía tocarme hasta que me despertaras o él sufriría las consecuencias. ¿Estabas hablando sobre los ángeles? —Si —dijo Will—, los reaper demoníacos se esfuerzan por hacer caos, pero hay normas que muy pocos de ellos se atreverían a romper, especialmente si esto significa que tienen que hacer frente a un ángel soldado como resultado, un tipo de ángel debajo del rango de arcángel, funcionarios del orden público del Cielo, si deseas. No pueden tocarte hasta que hayas recuperado tus poderes, y los ángeles soldados hacen cumplir la ley. Fruncí el ceño.

—¿Así que los reapers demoníacos simplemente están hechos para ser malos? Suena tan villano de Disney. ¿No pueden decidir ser buenos? Se siente como un genocidio o algo así para mí, el sólo aniquilarlos de la manera que se supone que lo haga. Los ojos de Will perforaron en los míos con atención. —Si un humano es devorado por un reaper demoníaco, es un billete de ida al infierno. Los reapers obtienen el control completo sobre el alma. Es mucho más como la forma en que las personas de algunas culturas comen la carne de sus enemigos o depredadores de gran poder para ganar su fuerza a través de magia. Los reapers angelicales protegen las almas humanas, pero no pueden manipularlas. Sólo Dios debe tener el derecho a decidir si un alma debe terminar en el Cielo o el Infierno. —Puede que no todos sean de esa manera —le dije—. Debe haber algunos de ellos que han optado por no robar las almas para los caídos.

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Él negó. —Los únicos reapers demoníacos con los que has luchado siempre han tratado de matarte. Siempre han sido sólo monstruos. Son engendros del demonio. Nunca he oído hablar de uno que cambie sus costumbres. Cada persona que alguna vez han matado se quemará en el Infierno por la eternidad. Ellos matan a personas inocentes, te matan, y los matamos. —No sé —dije con tristeza—. Parece que debería haber más que eso. —¿Qué quieres decir? Mis hombros se hundieron. No me gustaba estar en un aprieto como ese. —No lo sé. No creo en el mal absoluto. . . o bien absoluto. Nadie es totalmente lo uno o lo otro. ¿Por qué no pueden algunos reapers demoníacos convertirse en buenos o algunos reapers angelicales volverse malos? Si el Enshi es un reaper angelical entonces, ¿por qué ayudaría a los reapers demoníacos? Quizá salió mal. —Ellie, nosotros no… —La boca de Will se cerró y su expresión se llenó de dolor. Su mirada se desvió. —¿Qué está mal? —pregunté. Agitó una mano con desdén, pero no me miró. —No importa.

Lo observé por un momento, pensando en lo que sea que no iba a decir. —Debemos volver al Enshi —dijo Nathaniel. No me opuse. —Por lo tanto, ¿el Enshi sirve a un ángel? —pregunté—. Aquel cuyo sello se encuentra en ese libro. Azrael. El ángel de la muerte. —Bueno, uno de ellos —dijo Nathaniel. —¿Hay más de uno? —Por primera vez en mi vida deseé haber ido por lo menos un día a la escuela dominical, así podría obtener la esencia básica de lo que estaban tratando de explicar. Él asintió con la cabeza.

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—El otro verdadero ángel de la muerte es Sammael, pero cayó y ya no es un arcángel. —¿Por qué cayó? —pregunté. —Sammael cometió una desobediencia imperdonable para Dios, cuando se convirtió en el amante de Lilith, reina de los Caídos. Juntos en el Infierno, son la mano izquierda y la derecha de Lucifer, aunque Sammael a veces es confundido con Lucifer. Sammael y Lilith son los antepasados de los reapers demoníacos. Mi boca se abrió por la sorpresa. —¿Sus hijos son los reapers demoníacos? —Sí. —Así que estos reapers demoníacos desean a una criatura que sirva a Azrael —le dije. Nathaniel se encogió de hombros. —Si el Enshi, en efecto, sirve a Azrael, entonces no sé por qué lo querría Bastian, o por qué los reapers demoníacos creen que va a ayudar. Eso me hizo sentir un poco de esperanza. —Si está de nuestro lado, ¿no podemos conseguir que nos ayude? ¿Quién dice que tiene que ser malo?

—El reaper parecía bastante seguro de que iban a utilizar al Enshi en tu contra — dijo Will—. Eso no es algo que esté dispuesto a arriesgar. —Me disculpo de antemano por ser tan contundente en tu presencia, Ellie —dijo Nathaniel—. Pero es un hecho que no importa cuántas veces maten a la Preliator, ella va a renacer y matar a un centenar más de ellos por cada una de sus muertes. Me encogí. Era un poco más contundente de lo que había esperado. —Exactamente —dijo Will, inclinándose hacia adelante—. Por lo tanto, ¿qué importa si este Enshi se despierta? Tal vez tiene la fuerza para matar a Ellie, pero ella va a estar de vuelta en unos años más tarde. El ciclo no tendrá fin. Nathaniel suspiró. —No lo sé. Tal vez saben algo que nosotros no.

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—No me gusta esto —confesó Will—. ¿Podría tener algo que ver con el tiempo que tomó que Ellie volviera a nacer? —Espero que no. —Nathaniel —dijo una voz metálica desde un intercomunicador por encima de nuestras cabezas. —¿Sí, Louise? —respondió. —Tenemos otro envío, en el caso de que quieras venir y firmar por él. —Estaré allí en un minuto. —Se levantó—. Vuelvo en un rato. Si necesitan salir, no duden en irse. Den una vuelta por las escaleras y digan adiós si lo hacen. —Salió de la habitación rápidamente, dejándonos a Will y a mí, solos. Después de un breve silencio, incómodo, le dije: —Se está haciendo realmente tarde y todavía tengo que prepararme para esta noche. ¿Está bien si llamamos a un cierre a la investigación, por ahora? —Sí —dijo con un guiño—. Vamos. Encontramos a Nathaniel en una habitación en el segundo piso de la biblioteca, examinando delicados documentos dentro de mangas de protección. Nos despedimos, y se comprometió a mantener un ojo por cualquier cosa que nos pudiera llevar a más información sobre el Enshi. En el exterior, me detuve antes de entrar en mi auto.

—¿Cuáles son tus planes después de esto? —pregunté. Levantó la vista hacia el cielo. —Va a estar oscuro pronto. Asentí con conocimiento. Era entonces cuando sus funciones de vigilancia comenzaban. —Bueno, si prefieres no sentarte en mi techo como un alhelí, eres muy bienvenido para ayudarnos a preparar la fiesta. O por lo menos pasar el rato. No tienes que estar solo todo el tiempo. —No, gracias —dijo—. Esa no es la mejor idea. —Está bien, Batman —dije con una sonrisa—. Pero si vas a pretender ser mi escolta, también podrías pasar el rato conmigo.

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Su expresión fue pensativa. —Es mejor así. —¿Por qué? —Porque cuando estoy cerca de ti, en lugar de cuidar de ti, bajo la guardia. —Bueno, no lo hagas. Sonrió con brillantez, su primera sonrisa genuina del día, y mi instinto dio un tirón. —No puedo evitarlo. —Tú lo has dicho, los reapers no salen a plena luz del día. —Eso no significa que no puedan. Siguen siendo oportunistas. Una presa fácil es una presa fácil. —Pero, ¿no te parece que estarían menos inclinados a atacarme, si estás de pie junto a mí, que si no lo estás? —No importa. —¿Por qué no? —Ellos saben que puedo sentir si estás angustiada, y voy estar contigo si estoy cerca o no.

—Siempre tienes que desmentir mi lógica, ¿no? —Y siempre haces demasiadas preguntas. Estreché los ojos. —Y tú nunca respondes a suficientes de ellas. Eres desagradable. Te veré más tarde. Todavía vienes a la fiesta, ¿verdad? —Sí —dijo—. Debido a que tú lo deseas, lo haré. —Genial. Cuento contigo. —Siempre puedes.

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Traducido por Maru Belikov Corregido por Majo

ara las siete en punto, mi mamá, Kate y yo teníamos la mayoría de las decoraciones listas. Landon y Chris habían sujetado con cinta adhesiva serpentinas y colgado estrellas al techo y columnas en la sala de estar. Intenté no dejar que las cosas se volvieran incómodas con Landon, pero él parecía haber terminado sobre lo que había pasado la noche anterior. Él nos ayudó a llegar a los lugares más altos para las decoraciones y colgó linternas de papel en el patio.

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Corrí al baño para ducharme y ponerme mi vestido. Mi collar de alas era el accesorio perfecto. Kate y yo arreglamos el cabello de la otra, y cuando estuvimos listas, nos encontramos con los chicos afuera en el patio para mostrarles nuestros vestidos. Landon y Chris parecían muy complacidos con los vestidos. —Luces increíble, Ellie —dijo Landon. —¡Gracias! —respondí, radiante. —Kate, ¿no crees que eso es un poco revelador? —pregunto mi mamá, lanzándole a ella una rara mirada. Kate se encogió de hombros. —Mis pechos no se están mostrando. —Eso es una pena —dijo Chris mientras pasaba al lado de ella, e inmediatamente lo golpeó en el hombro. La noche había caído, las linternas de papel estaban encendidas, y mi patio trasero era un brillante escenario. La luz de las linternas se reflejaba y brillaban en la superficie de la piscina. Más allá del patio trasero estaba un estrecho bosque que se dirigía a un pequeño lago detrás de nuestro vecindario, y la luz de la luna se reflejaba entre los árboles, haciendo que el jardín resplandeciera. No podía estar más feliz. Ardiendo con emoción, abracé y agradecí a todos. Cuando mi papá llegó a casa. Lo arrastré afuera para que viera todo, pero su expresión me hizo callarme.

—¿Realmente necesitamos todo esto? —dijo él, frunciendo el ceño. —Es mi cumpleaños —insistí—. ¿No luce increíble el patio? —Esto es absurdo. —Sólo colocamos linternas. Algo en su mirada parpadeó, oscuro y más profundo que rabia, como sombras pasando detrás de sus ojos. Parpadeé en sorpresa. Él dio una sacudida a su cabeza y la mirada desapareció. —No tengo idea del porque hiciste tal alboroto sobre esto. Me habría reído a la ridiculez de su declaración si no hubiera estado tan cerca de las lágrimas.

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—Es mi cumpleaños. —¿No estás un poco crecida para fiestas de cumpleaños? Él sostuvo mi mirada por otros agonizantes minutos, su labio superior moviéndose nerviosamente. Entonces hizo un ilegible sonido y fácilmente cruzó a través del patio para inspeccionar las hamburguesas que mamá había cocinado en la parrilla. Inhaló profundamente la carne asada, actuando como si no acabara de prácticamente romper mi corazón. ¿Por qué diría algo tan despectivo e hiriente? ¿No entendía cuán importante era para mí la fiesta de cumpleaños? ¿No era importante para él? Me mordí fuerte mi lengua para evitar llorar y hacer que se corriera el rímel, y pisé fuerte hacia la casa. Mamá había colocado un hermoso pastel de dos pisos en la barra de la cocina y movido las banquetas hacia el comedor así las personas no tendrían que correr alrededor de ellas para llegar al pastel. Chris había traído algunos altavoces; los enchufó en su laptop, y pronto la casa estaba llena con un estruendo de música. Todo era casi suficiente para olvidar cuan cruel mi papá había sido conmigo. Casi. A las ocho los invitados empezaron a llegar. Kate disfrutó jugando a la anfitriona, recibiendo a todos en la puerta de enfrente y guiándolos a través del vestíbulo hasta la sala de estar. Mis amigos me dijeron cuan increíble lucía y, uno por uno, me abrazaron antes de alejarse para disfrutar el pastel y la música. Evan y Rachel habían llegado justo cuando la casa estaba empezando a llenarse. Estaba feliz de ver que Josie Newport apareció —con su séquito arrastrándose detrás de ella.

Llevaba un brillante vestido de coctel color amarillo y su cabello color nogal caía en rizos sueltos alrededor de sus bronceados hombros. Me sonrío y me dio un abrazo que se sintió autentico y me deseo feliz cumpleaños. Mi casa y patio trasero estaba lleno con estudiantes de secundaria para las nueve treinta. Mamá y papá se retiraron arriba cuando el lugar empezó a estar muy apretado para ellos, y estaba feliz. Nadie quería a sus padres pasando el rato alrededor de su fiesta. Me moví de grupo en grupo, hablando y bailando, cuando vi a Will, me detuve en seco.

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Él en realidad había venido. Estaba aún más sorprendida de verlo vistiendo un lindo par de pantalones negros y una bien ajustada camisa de seda color granate con los botones superiores desabotonados y sin corbata. Sólo una pequeña porción de sus tatuajes eran visibles por encima del cuello de su camisa. Antes de que pudiera tener su atención, una de las amigas de Josie, Harper —o Harpy, como nos gustaba llamarla— estaba enfrente de él presentándose. Ahogué una risa cuando vi la apatía en su cara. Harper envolvió un brazo alrededor de él y procedió a guiarlo dentro de la fiesta. Detrás de ellos, Kate hizo una chistosa cara e igualmente un apropiado gesto con la mano que me hizo reír. Cuando la mirada de Will me atrapó, salió libre del agarre de Harper sin una palabra hacia ella y caminó hacia mí, mientras no podía sofocar la sonrisa satisfecha de mi cara. Eso enseñara a Harpy a no pensar que era dueña del lugar —y ¡Will! No que fuera territorial, o algo. De acuerdo, quizás un poco. Kate paso junto mí y se detuvo para hacer un ruido de arcadas en mi oído. —No puedo creer que Josie trajera a Harpy —dijo en voz baja, molesta—. Ella es un arpía. Me reí y asentí aun cuando no tenía idea lo que eso significaba. Kate soltó una risita, mostrando sus brillantes dientes blancos, y continúo. Will caminó cerca de mí e inclinó su cabeza hacia abajo para hablar en mi oreja. —Luces hermosa. —Gracias —dije, mordiendo mi labio cuando me sentí sonrojándome—. Tu luces muy impecable. ¿Dónde conseguiste la camisa? —Un amigo. —¿Tú tienes amigos?

—No estés tan sorprendida. He vivido un largo tiempo. Estaba obligado a encontrar a alguien que le agradara. Solo fue Nathaniel, de todos modos. —Oh, eso es tan tierno —dije, pellizcando su mejilla—. Él fue de compras por ti. Ustedes son, como, los mejores amigos de por vida. Él se sacudió lejos de mí y miró alrededor de la sala de estar. —Es suficiente de eso. Sonreí hacia él, descansando mis manos en mis caderas. —Luces tan tenso. —Se siente raro entrar por la puerta principal. —Oh, sí —respondí con una pequeña risa—. Solo debiste haber trepado a través de la ventana, desde que eres tan bueno en eso.

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Él esbozó una sonrisa torcida y se giró para enfrentarme. —Pensé al respecto. —O pudiste haber esperado subir al techo y caer en el patio. —No soy del tipo de los que les gusta una entrada así de dramática. No me gusta llamar la atención. Me reí. —Fallaste miserablemente a eso, en caso de que no lo hayas notado. Él parecía ignorar la observación y levantó el colgante con su mano. Le dio la vuelta en su palma, mirándola con cariño. —Me alegra que estés llevando esto. —Combina con mi vestido. Él sonrío dulcemente. —Lo hace. Mire detrás de él y atrapé a Harper mirándonos con una mirada de burla en su cara mientras hablaba a otra chica. Miré de nuevo a Will. —¿Quieres algo de pastel?

—No, gracias. —Vamos come algo de pastel. Esta de verdad, muy bueno. —Ignorando su respuesta, agarré su brazo y lo guié hacia la cocina. Sonreí a un par de chicas tomando sus pedazos mientras se quedaban mirando a Will. Él parecía imperturbable como si realmente no le importara la atención, y fuera ajeno. —De verdad no quiero pastel —dijo él, echando un vistazo a la obra maestra de azúcar colocado sobre la barra de la cocina. —¿Estás seguro? —pregunté, decepcionada—. Bueno, voy a servirme un pedazo. —Corté yo misma un pedazo y empecé a comerlo—. Realmente eres aburrido. ¿Sabías eso? —No soy para nada aburrido. Tú eres la que está saltando alrededor en tu pequeño vestido pretendiendo ser una normal chica humana. Eso es aburrido.

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Le saqué la lengua. —Soy una normal chica humana, a pesar de lo que te gustaría creer, y voy a ir a disfrutar mi cumpleaños. Tú solo cumples diecisiete una vez. —Yo quizás haya cumplido diecisiete una vez —dijo él—. Pero tú eres una experta en eso. Mi corazón se hundió. —Bueno, esta es la única vez que recuerdo, así que no lo arruines para mí. —Perdóname —dijo, sorprendiéndome—. No quise molestarte. —Estudió mi cara por un momento antes de tomar mi mano—. Vayamos a disfrutar tu fiesta. —Espera, espera —dije, empujándome lejos de él para terminar mi pastel antes de botar el plato de plástico y tenedor en la basura. Me limpié un poco de glaseado en mi labio y le permití que me llevara de la cocina, pero en el arco que se abría a la sala de estar, nos encontramos cara a cara con Landon. Él miró de mi cara a la de Will, a la mano de Will sosteniendo la mía, y de regreso otra vez a mi cara, su expresión rápidamente llenándose de desprecio. Él no dijo nada y se fue pasándonos hacia la cocina. De regreso en la sala de estar, Will se giró para mirarme. —Tu amiga estaba en lo correcto.

—¿Sobre qué? —pregunté soñadoramente mientras se inclinaba hacia mí y respiraba su esencia. —Él está muy celoso. —Oh. —Landon—. ¿Cómo sabes lo que Kate dijo? —Tengo buenos oídos. —¿Así qué estabas espiando? —pregunté juguetonamente. —Quizás lo estaba —dijo con una amplia sonrisa. Puse los ojos en blanco. —Deberías conocer a Kate oficialmente. Entonces quizás ella no piense que eres muy raro.

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—Tengo miedo de que quizás tenga el efecto contrario —dijo abatido. Puse los ojos en blanco y lo guié fuera hacia el patio. Kate estaba de pie con un grupo de otros invitados, riéndose en una alta y graciosa voz. Cuando nos vio a Will y a mí, nos saludó. Todos me desearon feliz cumpleaños por billonésima vez y Kate sostuvo una mano para que Will la sacudiera. —No creo que nos conozcamos formalmente todavía —dijo ella—. Soy Kate. —Will —respondió él—. Encantado de conocerte. Los otros se presentaron, y nos metimos en una tediosa pequeña charla que sé que olvidaré en cinco minutos. Will continuó sorprendiéndome, mientras parecía deslizarse cómodamente dentro del rol de invitado atento. Diciendo chistes, charlando animadamente, todo el tiempo manteniendo un ojo cerca de mí. No creo que nadie pensara que él fuera muy raro, demasiado para mi alegría. Josie apareció con Harper pegada a sus zapatos, y colocó una mano alrededor de mi brazo y me besó en la mejilla. —Hola, Ellie, ¿cómo estás? —Estoy muy bien, Josie —respondí felizmente—. Estoy muy contenta de que lograras venir. ¿Estás pasando un buen rato?

—Si —dijo—. La fiesta es genial y las decoraciones son muy lindas. ¡Me encanta tu vestido! —¡Muchas gracias! Logramos que los chicos hicieran la mayor parte del trabajo. Josie se rió. —Bueno, para eso es que están, ¿cierto? —Sonrió hacia Will, ladeando su cabeza y sus brillantes rizos saltando—. ¿Quién es tu amigo? —Este es Will —dije—. Will, esta es Josie. —¿Eres nuevo en nuestra escuela? Nunca antes te había visto. —Lo examinó muy bien sus ojos moviéndose de arriba a abajo curvando sus labios delicadamente—. ¿Estás en el equipo de futbol? —No —dijo él—. Ya me gradué. En realidad soy de Michigan.

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Sus ojos se animaron. —¿Oh en serio? ¿Cuál es tu especialización? —Economía. —Bueno, eso es interesante —dijo ella, encendiéndose un poco más y jugando coquetamente con sus rizos—. Así que vas a ser, como, un ¿Súper Gerente General algún día? —Probablemente no —dijo él honestamente. Josie frunció el ceño. —Tengo tu regalo de cumpleaños —dijo Kate repentinamente y emocionada, agarrando mi brazo. Ella sacó unas botellas Goldschläger4 y Dr Pepper5 y las movió con entusiasmo, demasiado para mí deleite, mientras ya estaba enferma de ver a Josie coquetear con Will. —Tiempo para que esta fiesta empiece.

4 5

Goldschläger: Licor suizo de canela. Dr Pepper: Es una bebida gaseosa carbonatada de coloración caramelo.

Traducido por Elenp Corregido por Lizzie

la una de la mañana La fiesta había terminado, quedando sólo mis amigos más cercanos y el grupo de Josie. Chris y Landon habían hecho un excelente equipo de DJ toda la noche, y yo todavía estaba sintiendo un poco los golpes. Después de otro baile con Kate, reboté hacia Will, que estaba apoyado contra la pared en el arco de la cocina. Agarré su mano, sonriendo. —¡Baila conmigo! —Se echó a reír y sacudió la cabeza.

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—No, no lo creo. —¿Por qué no? —Porque estás borracha —dijo cuidadosamente. Lo fulminé con la mirada. —No lo estoy. Me siento bien. —Lo cual era cierto. Pude haber estado borracha, pero no me llamaría a mí misma borracha. Mi cuerpo ya no se sentía caliente, pero yo todavía estaba un poco mareada y quería divertirme un poco más antes de que dejara de sentirlo por completo—. Vamos, es sólo por diversión. ¿Por favor, baila conmigo? —Ve y pregúntale a Landon —dijo, asintiendo con la cabeza detrás de mí. A medida que me di la vuelta, Landon se acercó a mí, en el momento justo. Parecía abatido. —Ellie, ¿puedo hablar contigo? —El zumbido mataba. —Sí. —Esto no puede ser bueno. —¿Podemos salir a la calle? —Sí. —Capté los ojos de Will mientras seguía a Landon. En el patio sólo había otras dos personas, quienes al ver las expresiones infelices en nuestras caras volvieron a entrar en la casa. Caminamos a través del césped hacia los árboles y el banco de piedra rodeado por los lirios de mi mamá. Cuando me di cuenta que me

había traído todo el camino hasta aquí por privacidad, mi mandíbula se cerró con fuerza y mi respiración se volvió superficial y nerviosa Me senté pesadamente, y perdí el equilibrio. Él agarro mi hombro. Escudriñó mi cara y se echó a reír. —¡De ninguna manera! Ellie, ¿estás borracha? —Ya no más —me quejé. —¿Qué? Si quieres más, dejé unas cuantas cervezas. — No, lo que sea. Así que, ¿qué pasa? —Yo sabía de qué se trataba y me aterraba cada palabra que iba a salir de su boca. Su expresión se puso en blanco. —Quería hablar contigo acerca de algo. —Obviamente. Adelante con ello—. Está bien. —Algo me ha estado molestando últimamente —dijo—. Hemos sido amigos por un tiempo bastante largo, y ya sabes que me preocupo por ti.

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—Por supuesto —le dije con sinceridad—. Me preocupo por ti, también. Tú eres uno de mis mejores amigos. —Sí, pero me siento un poco diferente que eso. —Se inclinó un poco más cerca— .Realmente me gustas, Ell. Eres divertida e inteligente. —Oh, yo no soy tan divertida y no especialmente inteligente… —Y hermosa y yo quiero ser más que tu amigo. —Él puso mi cabello detrás de mi hombro. El gesto estaba destinado a ser cariñoso, pero Landon era prácticamente mi hermano y el toque se sentía invasivo. Me senté allí, mirando hacia abajo en mis rodillas y tirando el dobladillo de mi vestido. Había estado esperando esto, sin embargo, nunca había planeado mi respuesta. —Oh, Landon, yo… —Por favor, di que te sientes de la misma manera —susurró, acercándose incluso más. —¿Quieres ser mi novia? —Luché para mantener una mueca fuera de mi cara. —Landon, yo… —Su mano ahuecó mi mejilla y apretó mi cara hacia la suya, y luego trató de darme un beso. La idea de besar a Landon era incómoda, y, francamente, bastante asquerosa. Yo me retorcía distanciándome y al instante me sentí horrible. Cuando me levanté, él se puso de pie conmigo, sosteniendo mi

brazo—. Landon, yo simplemente no me siento de la misma forma que tú. —Se volvió muy enojado de repente, sobresaltándome. —¿Por qué? ¿Es debido a ese chico Will? lo has conocido ¿por qué?, ¿dos días, y ya estás saliendo con él? —Parpadeé y se apartó. —No, no es eso. —¡Ellie, soy yo! Me has conocido desde… —Retiré el brazo de su mano con suavidad, cortando sus palabras.

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—Sí, eso. Eres tú. Eres mi amigo, Landon, uno de mis mejores amigos. Eres como un hermano para mí. Te quiero como un hermano. Yo… —Algo siniestro tiró de mi centro, deteniéndome a mitad de la frase. Conocía esa sensación—. ¡Cuidado! —grité, agarrando los hombros de Landon y arrojándolo al suelo. Me deslicé en el Grim, el más grande reaper que jamás había visto emergió de la oscuridad. Landon se golpeó la cabeza en el borde de la banqueta y se quedó inmóvil en la hierba. Me di la vuelta y me precipité hacia mi casa. Grité el nombre de Will mientras las pisadas golpeaban el suelo detrás de mí. Me volví a defenderme. El reaper rugió y me dio un cabezazo en el pecho, golpeándome directamente fuera del Grim y disparándome a través del aire, sobre la piscina, y enviándome a través de los ventanales que cubrían la parte de atrás de mi casa destrozándolos. Aterricé en un mar de cristales rotos en el salón de mi casa, rodeada de gritos. Por los más largos dos segundos de mi vida no podía respirar ni moverme. Me dolía la espalda como el infierno, y yo gemía dolorosamente, mientras me levanté, sacudiendo los vidrios de mí. Mis heridas se curaron casi al instante dejando rayas con sangre en la cara y los brazos. Y mi fiesta arruinada. Estaba tan furiosa. —Ellie —gritó Kate, y se precipitó hacia mí—. ¿Estás bien? —Miré hacia atrás mientras ella se quedaba con Josie y un par de otros mirándome boquiabiertos en estado de shock. No dije nada y salté de nuevo a través de la ventana rota mientras Kate gritaba mi nombre otra vez. Regresé dentro del Grim y fuera de la vista de mis amigos, pude ver la posición del reaper en la parte trasera de mi jardín, me esperaba a pocos metros de distancia de donde Landon yacía inconsciente. Era del tamaño de una Chevrolet Tahoe, con ojos negros como el carbón en una cara corta y abultada como la de un oso. Su ancho hocico estaba lleno de dientes en forma de sierra, y sus fosas nasales se expandían mientras tomaba mi aroma. Él clavó sus garras en la hierba, con los hombros rodando lujosamente, como un gigantesco Hellcat amasando una capa de tierra.

—Aléjate de él —gruñí mientras llamaba mis espadas a mis manos. Las hojas explotaron en llamas de Angelfire, y me preparé. Will entró en el Grim detrás de mí, ya había llamado su pesada espada. El reaper mostró sus gigantes colmillos y silbó como un cocodrilo en respuesta. —¡Nos encontramos de nuevo, Preliator! —dijo el reaper con una voz que hizo temblar la tierra debajo de mí. —Ellie —llamó Kate desde el otro lado del césped—. ¿Dónde estás? ¿Estás herida?

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—Tenemos que salir de aquí —le dije a Will , mientras veía a mis amigos pisando con cuidado a través de la ventana rota. Ellos no podían vernos a ninguno de nosotros, o al reaper, mientras estábamos en el Grim, pero no podía arriesgarme a perder mi concentración y volver a caer en la dimensión mortal donde nos pueden ver. Will asintió con la cabeza y salté fuera, corriendo a través de los patios de mis vecinos a los bosques en el final de mi calle. El reaper detrás de nosotros, el golpeteo de las pisadas de sus enormes patas tronaba a través de mi cráneo. Al llegar a los árboles, podía sentir el reaper ganando sobre nosotros. Me agaché y me giré, deslizando una hoja debajo. El reaper saltó en el aire y sobre mi cabeza, aterrizando unos seis metros más profundo en el bosque. Me quedé con Will a mi lado y miré fijamente hacia abajo al reaper. —Es un úrsido, Ellie —advirtió Will—. Ten cuidado. Él es más fuerte que los Lupinos. —El reaper se echó a reír, con su voz profunda gritando, agitando las ramas a su alrededor. —¿No me reconoces, Preliator? —Lo miré con cuidado. —Nunca he luchado contigo antes. Si lo hubiera hecho, estarías muerto. —Se rió de nuevo, esta vez aún más fuerte. —Estoy sorprendido de que seas tan audaz. Hemos luchado mucho tiempo atrás. Veras, yo soy el que probó tu sangre en el pasado. —Él sonrió con una boca llena de colmillos de sable, sus ojos negros brillaban bajo la luna. Un terrible recuerdo vino corriendo hacia mí los recuerdos de un sótano oscuro, los ojos en la oscuridad, el dolor, un dolor insoportable. Me acordé de mi visión desvaneciéndose en negro, y me recordaba muriendo. El bulto negro del reaper se iluminó con el brillo de Angelfire como una película en una vieja pantalla plateada en mi cabeza y yo grité, tambaleándome hacia atrás donde Will. —¡Tú! —grité, señalando la punta de la hoja al reaper.

—Oh, sí —gruñó—. Sabías tan dulce entonces, como el azúcar y la sangre y la carne infantil. Me pregunto si todavía sabes tan bien. —El miedo me agarró por la garganta. —Will. —Estoy aquí. —Su voz era firme y amable. El reaper se acercó a mí. —Yo soy Ragnuk, y voy a comerte ahora. —Un pegote de saliva amarillenta cayó de su boca hasta el suelo. —Tienes que luchar contra él, Ellie —dijo Will. Yo estaba sin aliento por el miedo.

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—Yo no… no puedo… —La mandíbula de Ragnuk cayó y rugió, la montaña de músculos en hombros estremeciéndose, y cargó hacia adelante. Grité y lancé mis manos sobre mi cara, perdiendo mis espadas. Alcé la vista y encontré a Will por encima de mí, sus dos manos agarrando las fauces del reaper, impidiéndole crujir sus dientes sobre mi cabeza. Will volvió su rostro hacia mí, y sus ojos brillaban como faros gemelos. —Ellie, ¡muévete! —Obedecí y me apresuré de nuevo a través de la tierra hasta que choqué contra un árbol. Soltando la cara del reaper, Will permitió a su poder explotar, una espiral, mechones de sombras girando. Ragnuk rugió mientras salió volando, estrellándose contra los árboles y arrancándolos, con raíces y todo, fuera de la tierra. Ragnuk aterrizó en cuatro patas, sus garras rasgando la tierra para detener su deslizamiento, y luego tronó hacia donde yo estaba. Abrió la boca, el aliento caliente explotando sobre mí, y luego Will estrelló la parte superior de la cabeza del reaper, en el suelo. El reaper torció y rastrilló sus garras sobre el vientre de Will. Él gritó mientras sus rodillas golpeaban el suelo. —¡Will! —gritaba, viéndolo caer. Ragnuk dirigió su atención hacia mí. —No sé por qué Bastian tiene tanto miedo de tu poder —gruñó—. No eres más que un ratón pequeño temblando. —Grité, detonando mi poder, la luz y el viento me consumía. La fuerza de eso atacó a quemarropa al reaper, tragándolo en luz llena de humo blanco, lo envió volando lejos de mí y se estrelló contra los árboles, como un pinball hasta que cayó al suelo. Él gruñó de rabia por haber tomado un segundo golpe tan duro. Me lancé por mis espadas, pero él ya estaba frente a mí. Miré hacia arriba y me quedé boquiabierta. Él birló, cortando mi vestido de par en par en mi vientre. Salté hacia atrás, iluminando mis hojas, y las hice girar, una hoja rebanando a través de su carne. El reaper ignoró el Angelfire quemando en su herida, rugió de rabia, y

golpeó con su cráneo mi cuerpo. Me estrellé contra el árbol a mi lado y las dos espadas fueron eliminados de mis manos. Me deslicé hasta el suelo vertiginosamente, mientras Ragnuk presionaba una pata con fuerza en mi pecho, empujando mi espalda en el árbol detrás de mí hasta que yo no podía respirar. —Bastian quiere que yo te mate antes de que nos impidas obtener el Enshi —silbó el reaper, disparándome con su aliento caliente, rancio—. Contigo fuera del camino por unos cuantos años, no vamos a tener que preocuparnos de que estropees nuestros planes. Y cuando vuelvas, Preliator, el Enshi estará aquí esperando por ti y ya no serás una amenaza. Ni siquiera serás una preocupación. Tu destrucción será su regalo de regreso a casa. —Me atraganté y me retorcí para poder obtener suficiente aire para hablar. —¿Qué es el Enshi?

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—La muerte —se burló Ragnuk—. La muerte de todo. El heraldo del fin de los días. Golpeé a Ragnuk en la cara, y su cabeza cayó hacia un lado mientras gruñía. Mi puño crujió en el hocico de nuevo con todas mis fuerzas, agrietado algo. Se tambaleó y levantó su pata de mi pecho. Grité y estrellé mi poder en la pierna de Ragnuk. El hueso se quebró por la mitad y él gritó, tambaleándose hacia atrás y soltándome. Me derrumbé, tosiendo y con dificultad para respirar. Me puse de pie y me precipité hacia Will. La parte delantera de su camisa estaba empapada con manchas negras de sangre. Rasgué la camisa para detener el sangrado, pero en cambio me quedé mirando una piel perfecta. —Estoy bien —dijo, mirándome—. ¿Dónde está él? —Ví a Ragnuk luchando por ponerse de pie, atragantándose con un poquito de sangre y me susurró: —Volveré por ti, gruñó, sin aliento. —Su forma borrosa por un momento, y luego él se fue. Parpadeé. —¡Desapareció! Will se echó hacia delante, frotándose el abdomen. —Los reaperes tienen la capacidad de moverse a velocidades ultra altas a través del Grim cuando necesitan hacer una escapada rápida, o cuando están en persecución. Él necesita algún tiempo para sanar su pierna. Las fracturas de huesos de ese tamaño no se curan al instante, al igual que roturas en pequeños huesos y cortes.

—Lo siento mucho Will —exclamé—. Me quedé helada. —Él me miró, sus ojos cálidos y pidiendo perdón. —Mi trabajo es protegerte, pase lo que pase. —Te lesionaste por mí —dije con tristeza. —Oye, estoy bien —me aseguró, apartando las piezas trituradas de su camisa, para mostrarme sus heridas cicatrizadas—. Puedo tomar un montón de daño. Eso es por lo que estoy aquí. —Miré a mi vestido y el daño que Ragnuk le había hecho. —Oh, mi vestido… —Will se echó a reír. —Eres una chica. —Yo fruncí el ceño. —Y tú eres un idiota. —Es sólo que… —Se interrumpió.

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—¿Qué? —Cada vez que vuelves, eres un poco más humana. —La risa en su voz se había desvanecido. —No entiendo. —No sé —confesó—. Es extraño. Actúas muy humana, a veces, mucho más de lo que lo hiciste cuando nos conocimos. No eres tan oscura, supongo, y te consideras uno de ellos. —Casi me reí. —Yo soy uno de ellos. Sólo con poderes extraños, ahora. —No había diversión en su rostro. —No siempre pensaste así. —¿Qué significa eso? ¿Hubo una vez en que pensé que era mejor que los humanos?, ¿Había sido tan oscura como los reaperes? ¿Había sido alguna vez tan cruel? Las náuseas se apoderaron de mí. —Will, Ragnuk me asustó mucho. Me ha matado antes. Lo recordé tan pronto como él lo dijo. —Puedes derrotarlo —dijo con seriedad—. Vamos a acabar con él y puedes remover el pasado. —¡Will, yo morí! —lloré, más enojada que asustada—. ¡Recuerdo estar muriendo! Recuerdo que estaba ¡destrozándome! —Él tocó mi brazo, pero lo aparté.

—Está bien. —No, no está bien —le dije—. No te puedes imaginar lo que es eso. —Tienes razón —dijo—. No puedo. —Me alejé de él. Me odié por lanzar una rabieta. Poniendo excusas por mi congelamiento en el medio de la pelea no me iba a ayudar. Así que me sequé los ojos y Respiré hondo. Tener miedo podría hacer que me maten. —¿Por qué es Ragnuk mucho más grande que los otros? —le pregunté, mi voz temblaba un poco. —Es un reaper úrsido —explicó Will—. Son más grandes y más poderosos, pero más lentos que los Lupinos. Los Úrsidos se basan en la fuerza bruta en la batalla. — Era un monstruo —le susurré, incapaz de sacar su cara de mi mente.

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—Pero lo derrotaste esta vez —dijo—. Tú lo heriste gravemente, lo suficiente para que él se fuera. Le hiciste retroceder. Eso compensa el momento en que tuviste miedo. Ellie, debes comprender que una vez que superas tu miedo, puedes derrotar a cualquier cosa. —Pero yo no lo maté, y ahora estará de regreso por mí con todo lo que ese Enshi sea. Y conseguí que te lastimen y me siento como una mierda. —No te preocupes por mí, Ellie. Se supone que tengo que tomar los golpes por ti. Confía en mí. —Estudié su cara, incapaz de entender por qué alguien se dedicaría a mí con tanta fuerza. Yo no valía la pena su dolor o su sangre. Él esbozó una sonrisa forzada. —Necesitamos llevarte de vuelta a tu casa. Estoy seguro de que tus padres no van a estar muy contentos con la ventana rota. —Mi corazón se hundió. Me había olvidado que Ragnuk me había lanzado a través del cristal. ¿Cómo iba a explicar eso? —No creo que quiera volver. —Él frunció el ceño. —Sí, necesitas regresar. —Asentí con la cabeza y Respiré hondo. —Es mejor que despegues. No creo que sea una buena idea caminar de regreso con la ropa rasgada y tú conmigo. Podría lucir mal. — Buena idea —dijo—. Voy a estar cerca.

—Gracias, Will. —Me tocó el hombro. —Aún te ves hermosa en tu vestido. —Cuando me volví hacia él, se había ido. Una vez más.

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Traducido por Susanauribe, flochi y Zeth (SOS) Corregido por Lizzie

mergí de los bosques y del Grim para ver a Kate y Landon de pie en el patio, gritando mi nombre. Estaba muerta. Estaba segura de eso. Kate me vio primero, y por supuesto hizo un espectáculo por eso. —¡Ellie! —gritó, saliendo en una repentina carrera—. Oh, Dios mío, ¿estás bien? — Me agarró y me abrazó fuertemente—. ¡No teníamos idea de a dónde corriste! ¿Estás herida? ¡No puedo creer que te caíste por el vidrio!

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—Yo…. —¿Qué le pasó a tu vestido? ¿Qué es esto en ti? Estás mugrienta. ¿Eso es sangre? ¿Necesitas ir al hospital? Kate estaba disparando preguntas por su boca. Sólo me alejé de ella con un gran esfuerzo. —Estoy bien —dije, alisando mi vestido, de repente sintiéndome muy consciente de la piel desnuda mostrándose en las costillas. Landon me recogió en un abrazo. —¡Estoy tan agradecido de que estés bien! ¿Qué sucedió? Estábamos hablando y tú solamente dijiste cuidado y luego…. Ni siquiera lo sé. Pensé en una respuesta rápida. Dolía tenerle que mentir, pero no había manera que le pudiera decir lo que en verdad había sucedido. —Te tropezaste con la banca y caíste. ¿Estás seguro que tú estás bien? —Tal vez dirigir la atención hacia él salvaría mi trasero, pero no era probable. Pasó una mano por su cabello y se encogió de hombros. —Sí, estoy bien. Yo, solamente… estábamos sentados y hablando y no puedo recordar nada más después de que gritaste.

Asentí firmemente. —Estábamos hablando y te levantaste para regresar a la fiesta cuando te tropezaste con la banca y te caíste. ¿Seguro que estás bien? Mientras me daba un extraño asentimiento, me pregunté qué más recordaba, si recordaba pedirme que fuera su novia en absoluto. Espero que sí, y que recordara mi respuesta también, para que siguiera adelante pero, por la manera que me sostenía, me hacía pensar de otra forma. —¡Elisabeth Marie! —gritó mi mamá mientras llegaba pisando fuerte hacia mí en su bata y pijama—. ¿Estás bien? ¿Qué demonios te pasó? ¿Estás herida? Me aparté. —Estoy bien, no estoy herida.

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—¿Qué? —Mi mamá agarró mi brazo, me acercó y examinó mi piel, buscando heridas. Tocó mi estómago, subiendo los trozos de tela, sus ojos brillando ampliamente cuando no encontró heridas. —¿Cómo es que no estás herida? —Se dio vuelta hacia Kate—. ¿Se cayó por la ventana, cierto? Kate asintió. —Pasó volando por ella. Sin decir nada, miró por encima del hombro de Kate para ver a mi papá marchando por la casa. Mi cuerpo se trabó, preparándose para la tanda de gritos que estaba a punto de explotar. —¿Cómo, Ellie? —presionó mi mamá—. ¿Alguien te empujó? ¿Y caíste en el bosque? Estás cubierta por suciedad. ¿Estabas bebiendo? Escogí ese momento para tomar ventaja. —Sí, perdón, mamá. Landon y yo habíamos estado bebiendo y estando por ahí. Landon se cayó, y yo traté de entrar cuando me tropecé y atravesé la ventana. Cuando vi lo que hice, me asusté y corrí. Estaba tan asustada de venir a casa. Lo siento mucho, mamá. —¡Jodidamente que lo estés! —chilló.

Podía decir por la mirada en su rostro que no podía creer que me las hubiera arreglado para romper una ventana sin nada menos que una cicatriz, pero nada había pasado por esa ventana más que mi cuerpo. Estuvo forzada a creer lo que le dije. —¿Estabas bebiendo? —exigió mi papá enojado mientras aparecía en el patio. Me habló a mí pero sus ojos buscaban en la oscuridad tras de mí. Esperaba que no viera a Will—. No más fiestas aquí. Esto es todo. Ni Baile de Bienvenida. —Pero, papá… —Él tiene razón. —Mi mamá lanzó sus manos al aire—. ¡Estoy completamente anonadada de que no tengas un sólo rasguño! ¿De dónde salió toda esta sangre? Pensé rápidamente.

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—Tengo rasguños, sólo que son pequeños. Está demasiado oscuro para ver, supongo. Todos mis dedos de las manos y pies siguen aquí, ¿lo ves? —¿Viste el desastre que hiciste? —siseó mi padre—. ¡Eres una completa imbécil! —¡Richard! —chilló mi mamá, cubriendo su boca con su mano y mirándolo. Lo miré en estado de shock, registrando el descaro de su rostro y la malicia en su voz. Kate dio un paso más cerca de mí, y sentí sus dedos en la parte posterior de mi brazo, dejándome saber que ella estaba ahí para mí. Mi propio padre me acaba de llamar imbécil. Lo que he hecho, o lo que necesito que crean, puede haber sido estúpido pero, lo que él dijo estuvo fuera de línea. —No soy estúpida —gruñí en voz baja. La expresión de mi papá se congeló. —¿Qué fue eso? —Dije —reiteré una vez más en una voz más fuerte y alta—, que no soy estúpida. Cometí un error. Eso no significa que soy imbécil. Me dio una mirada glaciar. —¿Estás segura de eso? Mis manos se volvieron apretados puños No quería pelear con mi padre, pero no podía dejar que me hablara de esa manera. —Mucho.

—Rick, sólo regresa a la casa —dijo mi mamá—. Yo lidiaré con esto. Él se dio vuelta hacia ella. —¿Por qué estás defendiéndola? —No estoy defendiéndola —disparó—. Sólo estoy sugiriendo que no puedes manejar esto apropiadamente cuando estás tan molesto. Sus fosas nasales se hincharon y las venas en su sien latieron como si estuvieran a punto de explotar en cualquier momento. —¿Y tú estás mucho mejor? La dejas que pase por encima de ti y siempre estás interfiriendo. Ella pestañeó en conmoción. —¿Interfiriendo? ¿Con qué?

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—¡No puedo disciplinarla contigo corriendo siempre de su lado! —¿Disciplina? —gritó con un jadeó—. Esto no es disciplina. ¡Sólo estás haciendo peor las cosas! Mientras miraba al hombre que se suponía que era mi padre marchar a casa, recé para que simplemente firmara el divorcio y se alejara de mi mamá y de mí para bien. ¿Qué estaba mal con él? Recordaba tener un padre que una vez me dio viajes a caballito y pintó con los dedos mientras veíamos caricaturas el domingo en la mañana. Este hombre ya no era más el papá que tuve alguna vez. Los reapers demoníacos tenían más compasión que este monstruo. —Ellie —dijo mi mamá muy seriamente, sacudiéndome de mis pensamientos—. Mira, sé que ustedes son adolescentes, y vas a beber a pesar de lo que te digan todos, pero por favor sólo está a salvo. Y no te asustes de pedir ayuda cuando la necesites. Prefiero que vengas a mí en vez de que te encontremos muerta en una zanja. Escapar de esa manera no estuvo bien. —Gracias, mamá —dije, forzando una sonrisa. Kate me dio una mirada de comprensión y apretó sus labios fuertemente. Sabiendo que ella y Landon habían tenido que ser testigos de todo, lo que me hacía sentir mil veces peor. —Hablaremos sobre esto mañana —dijo mamá, poniendo una mano exhausta en su frente—. Vas a estar castigada.

—Sra. Monroe —interfirió Kate, dando un paso hacia adelante—, todo fue mi culpa. Yo traje el alcohol. Mamá chasqueó la lengua. No quería que Kate cargara con nada de la culpa. Quise gritar a viva voz y contarle a todos lo que realmente había sucedido, pero no pude, y eso me hizo sentir más loca por dentro. —No soy tu madre, Kate —empezó mamá—, pero lo mismo va para ti y Landon. Si necesitan ayuda, llámenme. No quiero tener que preocuparme por ustedes dos, también. Con Ellie es suficiente para volverme loca. Kate sonrió débilmente. —Gracias, Sra. Monroe. —¿Ha quedado alguien? —pregunté, temiendo el camino de la vergüenza al volver a casa.

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—Josie y sus amigos se fueron a casa hace un tiempo —dijo mamá—. Su mamá estaba muy preocupada por ti. Tendré que llamarla antes de caerme dormida. Asentí y apoyé mi mejilla sobre el hombro de Kate. —Estoy muy, muy cansada. Creo que voy a ir a dormir. —¿No quieres que me quede? —preguntó Kate. Sonreí. —Sí, sería estupendo. Despedí a Landon, quien me abrazó nuevamente, tardando para mi propia comodidad un poco bastante. Las cosas estarían raras entre nosotros. Kate y yo subimos las escaleras hacia mi cuarto. Me di una ducha rápida y me puse los pijamas mientras ella miraba la televisión en mi habitación. Cuando salí, saqué otro par de pijamas para ella y colgué mi vestido, aunque estaba deshecho. Qué desperdicio. —Tomaré una ducha realmente rápida y saldré pronto —dijo Kate—. Me siento tan sucia por bailar toda la noche. —Bueno —dije distraídamente, dejándome caer en la cama y levantando el control remoto para cambiar de canales.

Un minuto o dos después de que Kate hubiera desaparecido de mi habitación, escuché una voz detrás de mí. —Hola —dijo Will mientras entraba por mi ventana. Me puse de pie de un salto, mortificada, mis ojos abriéndose de golpe. —¿Qué estás haciendo aquí? —dije en un susurro rasposo—. ¡Estaba bromeando sobre entrar por las ventanas! No puedo creer que estés en mi cuarto. Mis padres están bajando el pasillo, y Kate podría volver en cualquier instante. Sin mencionar que mi padre está loco. ¿Qué pasa si te atrapan? Tiene un arma, sabes. Se rió y recostó contra la pared, cruzándose de brazos. —¿Por qué estás aquí, Will? —pregunté, mirándolo con cuidado. Avanzó un paso, chupando su labio superior por un instante. El pequeño atisbo de su lengua mientras lo hacía fue bastante distractor.

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—Tengo que decirte algo. —¿Y no podía esperar hasta mañana? —pregunté cuando se sentó en la cama y me senté junto a él. —No, no podía. Debería habértelo dicho antes, pero no recordaste, y no estaba seguro de cuándo habría sido correcto decírtelo. —¿Por qué? —pregunté impaciente—. No estoy segura de que haya quedado algo más por decirme que me sorprenda. —La noche que moriste —dijo, hablando con lentitud—, yo no estaba allí. —Lo sé. —¿Sí? —La víspera de mi cumpleaños, tuve una pesadilla, o un recuerdo, de mi propia muerte —dije—. Recordé estar buscándote. Esa noche no tenía miedo en realidad de Ragnuk. Tenía miedo porque no sabía dónde estabas tú. Su mirada se alejó, su expresión apenada. —Lamento tanto no haberte alcanzado a tiempo. —¿Por qué? ¿Por qué me dejaste?

—Bastian. —¿Bastian? ¿Qué tiene que ver con esto? Will volvió a mirarme, su mirada intensa y llena de agonía. —Ragnuk había ordenado perseguirte y atraparte, y los matones de Bastian me agarraron primero. Me retuvieron y torturaron. No pude escapar. Cuando… cuando Ragnuk regresó, supe que todo había terminado. Te puso frente a mí, y estabas… tú ya no estabas. Logré escapar, porque supe que tenía que vivir. Tenía que estar aquí cuando regresaras. Moriste sola, pero no permitiría que regresaras sola. —Will —dije, sin saber que más decir—, no fue tu culpa. —Pero sí lo es —dijo, negando con la cabeza—. Mueres una y otra y otra vez, y trato de salvarte, pero siempre fallo. Nunca es suficiente.

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—Will —dije otra vez, y mi corazón se llenó con tanta tristeza, que no pude entenderlo. Mi mano ahuecó suavemente su mejilla. Su mano cubrió la mía y se recostó en mi palma, cerrando los ojos. Fue la primera emoción verdadera que me había mostrado, como si estuviera dejándome ver su alma por primera vez. El abrazo me hizo preguntar lo que realmente sentía debajo del exterior estoico y endurecido por la batallas. Permaneció así por tanto tiempo que perdí la noción del tiempo. Entonces rápidamente, dolorosamente, se alejó y puso de pie, dejándome el sentimiento de vacío y anhelo. —Tengo que irme —dijo, dejando que su mirada se distanciara—. Ella ya viene. Asentí a modo de respuesta, pero tan solo me miró con fijeza mientras parecía desvanecerse en el aire. Al instante siguiente, Kate atravesó la puerta de mi habitación, frotando una toalla en su cabello. —¿Con quién estabas hablando? —preguntó, mirándome de manera rara. —Oh, nadie —dije y me puse en pie de un salto, mi corazón latiendo súbitamente como si se hubiera olvidado unos cuantos latidos y estuviera tratando de compensarlo. Me volví a sentar en la cama. Will se había ido tan rápidamente que me sentía insatisfecha; parecía que quedaba más por decir, pero tendría que mantenerlo todo para mí. Tenía la sensación de que había mucho más que quería decirme, también.

—Pude haber jurado que estabas hablando por teléfono o algo así —dijo Kate, añadiendo una sonrisa astuta—. ¿Era Will? Mi rostro se ruborizó. —No, solo estaba… diciéndole idioteces a la TV. Odio los reality shows. —Claro —dijo, poniendo los ojos en blanco. Ya que Kate era más alta que yo, los pantalones del pijama le llegaban por encima de los tobillos—. Fingiremos que estos estaban destinados a ser pantalones cortos. Ella rió, señalando hacia abajo, como si alguien pudiera acusarla de vestir mal desde ahora hasta mañana.

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—No le diré a nadie la verdad —dije, sonriendo. Quería hacer chistes y divertirme con Kate, pero no podía evitar que mi mente se preguntara que más había querido decirme Will. Más que eso, tenía miedo del Fin de los Días del que Ragnuk había hablado. —¿Estás bien, Ellie? Alcé la vista para ver a Kate mirándome con preocupación. —Lo siento. Estoy algo agobiada con la vida ahora mismo. Kate frunció el ceño y se dejó caer sobre la alfombra, apoyando el codo en el borde de la cama. —Estoy realmente apenada por lo de tu papá. La esquina de mi boca tembló como si estuviera tratando de ofrecerle una sonrisa pero no pudiera. —Sí. Tú y yo. —No debería haber dicho las cosas que dijo. La pena en su expresión me hizo respirar profundamente. Deseé que mi padre entendiera que lo que había pasado fue un accidente y no pude evitarlo. Sí, había bebido un par de tragos, y quizás no era exactamente legal a mi edad, pero no conduje y nadie resultó herido a causa del alcohol. Landon podría haber salido mucho peor herido si no lo hubiera empujado lejos del camino del reaper y luego hubiera atraído a la bestia lejos.

Traté con mucho esfuerzo de hacer lo correcto, pero no sabía cómo. Si tenía que mantener encubiertos los incidentes con los reapers destrozando mi reputación y mintiendo a mis amigos y familia, entonces no sabía cuánto tiempo podría seguir luchando. Nada de esto era justo para mí. O para ellos. —Estoy preocupada por ti —dijo Kate abruptamente—, parece como si tu padre se estuviese poniendo peor cada día. Y creo que está empezando a afectarte. Un fugaz recuerdo de mi padre dándome mi primera bola, que él atrapó, en mi primer juego de béisbol de los Tigres de Detroit, se reprodujo en mi cabeza como una película. Sonreía mucho entonces, y ahora ni siquiera podía recordar la última vez que había sonreído o me había mirado con otra cosa que no fuera desdén. Me encogí de hombros ante Kate. —Bueno, me graduaré en primavera y me iré a la universidad, así que a la mierda con él.

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—Pero es tu padre —insistió—, ¿en serio quieres odiarlo por el resto de tu vida? —Creo que él ha tomado una decisión por mí, ¿no estás de acuerdo? Ella frunció el ceño y suspiró. —Él solía ser genial cuando éramos pequeñas. ¿Recuerdas cuando nos llevó a Crystal Mountain un fin de semana y esquió con nosotras? Ése fue uno de los mejores fines de semana de mi vida. Sonreí ante el recuerdo, e hizo que mis ojos picaran por las lágrimas. Mi padre había alquilado una casa en aquel centro de esquí para él, mamá, Kate y yo la navidad antes de que Kate y yo empezáramos la escuela secundaria. Ése fue el último año en el que nos habíamos sentido como una familia. Kate siempre había sido una hermana para mí, y mis padres la trataban como a una hija adoptiva. Ahora incluso ella sentía la frigidez de mi padre. —No puedes permitir que todos estos nuevos malos recuerdos arrastren lejos a los viejos —dijo, ladeando su cabeza hacia mí—. Son demasiado buenos para ser olvidados. Tienes que concentrarte mucho en las cosas buenas de tu niñez, todos los recuerdos geniales con tu padre. Él no es malvado, sólo cambió. Puede volver a cambiar a como era antes. Le sonreí, limpiando una lágrima de la esquina de mi ojo. —Gracias, Kate.

Ella sonrió en respuesta y tiernamente peinó mi cabello hacia atrás con sus dedos. —Sabes que te quiero. —Desearía que alguien más también lo hiciera. —Odiaba ser tan angustiosa y nunca habría admitido que tenía “problemas con papi” en frente de otra persona, pero se sentía erróneo ocultarle lo que estaba ocurriendo en mi vida a Kate. Eso incluía mis deberes como Preliator. No contarle sobre ello, me mataba, dolía casi tanto como mi relación con papá lo hacía. —Él te ama —dijo—, si no te amara, nunca habría sido un buen padre. Fue sorprendente una vez. Simplemente apesta en este momento. Quizá las cosas se pondrán mejor. —Espero que estés en lo correcto. Se puso de pie y me frunció el ceño.

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—Por supuesto que estoy en lo correcto, soy algo genial, para tu información. Reí y le lancé una almohada. —¿Oh, en serio? —Sí, en serio. —Su sonrisa se tornó más astuta—. ¿Entonces qué hay de Will? Lucía candente esta noche. Mis mejillas se ruborizaron de un color escarlata. —Podría haberlo estado. Su expresión se iluminó. —¡Lo sabía! Te gusta, ¿cierto? Mi boca se arrugó indecisa y deslicé mi mano por mi cabello. —Mira, no lo sé. Es un poco diferente, pero no de la mala manera. Simplemente no actúa como la mayoría de los chicos, ¿sabes? Kate rió. —Por supuesto, alto, moreno y estoico sería tu tipo. Al menos es mejor que Landon siguiéndote por ahí como un perrito enfermo de amor últimamente. Hablando de eso, lo lamento.

Forcé una sonrisa. —Gracias. Me siento en serio mal por eso. Ella dio una risita y me miró como si estuviese loca. —¿Por qué? Me encogí de hombros. —No lo sé. Es como, en serio le gusto y yo simplemente no siento lo mismo. Es Landon, ¿lo sabías? —Sí, eso creo. —Su mirada se posicionó en el techo por un momento—. No es como si fuese un idiota. Es un poco inmaduro, pero sigue siendo un buen chico, y es tan lindo. ¿Y, hola? ¡Estrella de futbol! Quizá no sería tan malo decir sí y ver hacia donde va.

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Mi rostro se apretó de nuevo. —No voy a salir con un chico para ver si termina gustándome. Eso parece incorrecto. No quiero darle falsas esperanzas. —Sí, cuando lo pones así… —Se calló. La miré de lado con sospecha. —¿Por qué te volviste su enamorada tan de repente? ¿Te gusta? —Oh, Dios, no. ¿No te invitó a salir? —De cierta forma. No tuve oportunidad de responder. Ella se animó. —¿Y qué si te invita de nuevo? Mi corazón hundió. —No lo sé. Le diré que no. No es como si pudiese hacer algo más. —Cierto. —Es sólo que, con Will, sólo lo conozco hace algunos días, pero es como si lo hubiese conocido desde siempre. Me siento segura cerca de él. Es agradable. Ella sonrió.

—Oh cariño, todas queremos un caballero de blanca armadura. Está programado en nosotras las chicas. Mi sonrisa era genuina esta vez. —Es en cierta forma un caballero de blanca armadura. —Sí, y también un zorro pétreo, ¿crees que quiera salir contigo? —No lo sé. A penas estamos viéndonos, así que nada de “saliendo”. No creo que yo le guste de esa manera. Kate puso sus ojos en blanco. —De acuerdo, viéndonos para mí significa algo completamente diferente a lo que sé que estás acostumbrada. Por favor, dime que no te has acostado con él aún. —¡No, no! —dije rápidamente—. No de esa manera.

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—¿Al menos lo has besado? —No. —¿Quieres hacerlo? —No lo sé. —Me ruboricé de nuevo, pensando en ello. —Ellie, en los cinco segundos siguientes de haber conocido a un chico sabes si quieres besarlo o no. ¿Lo quieres o no? ¿Lo hacía? No me causaba repulsión, pero no tenía siquiera idea de que sentía Will hacia mí. Habíamos tenido algo por un momento apenas hace cinco minutos, pero tan pronto él se abrió conmigo, de repente me calló. Podía ser en serio muy encantador y de repente ponerse de muy mal humor. Él era mi guardián. Salvar mi trasero probablemente era sólo un trabajo para él. Me había protegido por cientos de años, y lo que habría dado sólo para recordar algo de eso… estaba empezando a dudar que toda mi memoria regresase alguna vez a mí. Ayudaba pensar en Will, pero también me enloquecía. Él me volvía loca. Sólo quería entenderlo y quería saber sus secretos. ¿Qué era Will? ¿Qué era yo? Mi reencarnación, su inmortalidad, nuestras habilidades sobrehumanas, los reapers… y el Enshi, ¿qué podría ser? ¿Podría ser Will uno de los ángeles de los cuales me habló?

—¿Ell? —Kate alzó una ceja hacia mí. Jadeé. —Estoy a punto de caer dormida. Kate sonrió débilmente. —De acuerdo. Ambas nos acomodamos en mi cama y encontramos rápidamente el sueño.

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Traducido por rihano Corregido por Deyanira

as ventanas rotas de mi sala, dejaban agujeros hacia el patio, y fueron cubiertos con una lona muy fea y cinta adhesiva hasta que la empresa pudiera entregar la ventana e instalar el vidrio de reemplazo. Yo estaría aliviada cuando no tuviera que mirarlo de nuevo.

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En la escuela, la única vez en las siguientes tres semanas de mi conexión en tierra, cuando se me permitió salir de la casa, Kate intentó no traer el incidente de la ventana a colación, y Landon aún parecía sin idea acerca de qué exactamente le había sucedido. Esperé y recé para que nunca recordara que yo era la que lo había arrojado al suelo, aunque fuera para salvar su vida. Si él recordaba, mantendría su boca cerrada, lo cual era probablemente lo mejor. Yo no podía explicarle nada. Tuve que lastimarlo, y yo no podía ni siquiera pedir disculpas por ello. Esto hizo enfermar mi estómago. El estar conectado a tierra, sin embargo, no me detuvo de salir furtivamente por la puerta trasera de mi casa por la noche para que Will y yo pudiéramos patrullar buscando reapers. Nosotros entrenamos o cazamos cada noche, y yo estaba consiguiendo mejorar. Aprendí a golpear a la cabeza o al corazón para tumbar a los reapers de manera rápida y evitar conseguir tantas lesiones como fuera posible. Will trabajó conmigo pacientemente y sin descanso, y mi memoria estaba regresando poco a poco. Fue un constante consuelo saber que él siempre estaba allí en alguna parte, completamente en sintonía conmigo. Yo sabía que él tenía la fuerza para protegerme, aun si yo no sabía que tenía la fuerza para protegerme a mi misma. El oscuro nuevo mundo en el que de repente me encontré cayendo, se estaba convirtiendo en lo normal. Cada noche o dos había otro reaper en mi camino. Yo estaba cada vez mejor, más fluida, más precisa en la lucha contra ellos. Las técnicas que una vez habían sido mi segunda naturaleza, en vidas pasadas estaban regresando. Lo que no era exactamente como andar en bicicleta, pero yo estaba allí. Estaba agradecida de ser capaz de dar a Will un descanso de sus obligaciones como Guardián, mientras yo estaba en la escuela. Los reapers normalmente no salen

durante el día, así que Will era capaz de pasar el tiempo en la casa de Nathaniel, donde se duchaba, comía, y hacía las cosas de Will. Si yo fuera atacada, tan improbable como eso sería mientras yo estuviera en clase, él lo sabría al instante y llegaría a mi lado. Él necesitaba un tiempo para sí mismo, y yo tenía que tener un día normal. Salir del mundo de los reapers por sólo unas pocas horas durante el día me ayudó a mantener la cordura. Tal vez él necesitaba eso para mantenerse sano también.

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Sin embargo, mientras más profundo me metía en ese mundo, mi viejo mundo de amigos, familia y escuela más se alejaba. La policía tenía un sospechoso en custodia por el asesinato del Sr. Meyer. Incluso aunque yo sabía que el hombre era inocente de ese crimen, era buscado para ser interrogado por otros dos asesinatos violentos en el Área de Detroit, con pruebas apiladas en gran medida en su contra. Yo traté de creer que algo bueno vendría de la brutal muerte del Sr. Meyer. Sin embargo, no me hacía sentir algo mejor, desde que sabía que cada una de las víctimas del Reaper estaba en el infierno, entre ellos el Sr. Meyer. Cuando me regresaron mi trabajo de literatura, no podía creer que lo había hecho tan mal. No podía imaginar como equilibrar mi enfoque entre la escuela y mis deberes como Preliator. Mi maestro, el señor Levine, pidió verme después de la escuela para que pudiéramos discutir el trabajo. Temía el encuentro, pero era mejor a que fallara la clase en conjunto. Si tuviera, en verdad, suerte, él me dejaría rehacerlo. Por desgracia, no tenía suerte con mucha frecuencia. Después que sonó la campana final ese día, me detuve en el salón de clase del Sr. Levine para hablar con él acerca de mi trabajo. Como yo había sospechado, no me permitiría volver a escribirlo, pero habló sobre éste conmigo, y me fui con una mejor idea de lo que se suponía que estaría aprendiendo. Yo no iba a ser capaz de obtener ningún crédito extra, pero el señor Levine estaba muy dispuesto a ayudarme a conseguir pasar de grado. Yo estaba bastante segura de que mis amigos estaban más impacientes por mi desconexión de lo que yo lo estaba. Durante el período de almuerzo el primer viernes de mi libertad, me encontré soñando otra vez, enterrada profundamente dentro de mi cabeza, desesperada por recordar más. Pero cada vez que lo intenté, todo lo que podía ver era la horrible cara de Ragnuk, crujiendo y mordiendo. Cuando eso sucedió, obligué a su recuerdo a alejarse y aparecer la imagen del dulce rostro de Will, en la que me enfoqué tan fuerte como pude. Ragnuk me daba miedo y yo no tenía vergüenza en admitirlo. Era del tamaño de una camioneta y me quería comer. El miedo era, al menos, razonable.

—Ellie Marie… —dijo una voz cantarina a mi lado. —Ah —gruñí, y pinché mi almuerzo. Era el día de pavo y salsa, el cual era mi almuerzo favorito de la escuela, pero tenía demasiado en mi mente para que lo disfrutara. —¿Qué te pasa esta semana? —preguntó Kate, su voz baja. Landon se sentó frente a nosotras y tenía una profunda conversación con Chris y Evan sobre que su juego de video favorito fue escogido para una película importante. Ninguno de ellos nos oyó. —Lo siento —dije—. He estado muy distraída. —¿Es tu papá? —Su tono era serio.

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—Por una vez, no, no es sólo él. Es él, la basura de la escuela, pensar acerca de la universidad, los chicos tontos… Sólo hay un montón de cosas que están pasando a través de mi cabeza ahora mismo. Ella frunció el ceño. —Pareces tan cansada todo el tiempo. —Lo estoy. No sé. Estoy pasando por un bajón, supongo. —Bueno, ¡ánimo! Es noche de película y no has venido con nosotros en un millón de años. Empujé mi almuerzo. —No creo que me sienta como para ir a ver una película. —Oh, qué lástima —dijo Kate—. No tienes elección. Necesito pasar el rato contigo, así que vas. Forcé una sonrisa. —Lo sé, lo siento mucho. —Trae a Will. Yo me reí de verdad esta vez. —Sí, claro. —¿Por qué no?

—Él no es realmente una persona de películas. —Traté de imaginar al Will de seiscientos años de edad sentado en un cine lleno de gente hundiéndose en un cubo de palomitas con mantequilla. Entonces me lo imaginé usando gafas 3D de gran tamaño, y era muy difícil no reír a carcajadas. Kate hizo un ruido ininteligible. —¿A quién no le gusta ir al cine? Eso es una estupidez. —Él es un tipo muy serio —admití—. Muy centrado en lo que se supone que esta haciendo. No pone divertirse, muy alto en su lista de prioridades. —¿Nunca te ha llevado a una cita? —Ella parecía consternada. —Él no es mi novio, Kate. —Si andas con él todo el tiempo. ¿Cómo es que ustedes dos no salen?

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Di un mordisco a mi comida y desvié mi mirada; sabía lo mala mentirosa que era. —Él es mi tutor. Eso es todo —No me mientas. Si vas a salir con él, sólo admítelo. Yo no te juzgaré por ello. Él parece agradable y caliente. No sé por qué estarías avergonzada de admitir que es tu novio. Por no hablar de que ya se graduó. Los chicos universitarios son mucho mejores que los chicos de escuela secundaria. Ellos saben cosas. Saben cómo hacer cosas. Yo no quería saber qué quería decir ella con eso. —Él es sólo mi tutor. Él me ha estado ayudando con economía. Es muy embarazoso tener que admitirlo, pero eso es todo lo que es, te lo juro. Se habría sentido muy, muy extraño llamar a Will mi novio, porque era muy falso; pero pensar en la idea me hizo darme cuenta de que de alguna forma él me gustaba. Probablemente no sería la primera elección de mis padres, por decir lo menos, pero no podía evitarlo. A mi mamá no le gustaría si salía con alguien que yo dijera que estaba en la universidad. Mi padre… Bueno, a él nunca le había gustado que saliera con nadie, así que, lo que sea. Su opinión no contaba. No recordaba conocer a Will desde siempre, pero yo podía sentirlo. Y era una especie de pensamiento romántico de él como mi protector. Eso me gustó. Él era como una manta de seguridad… sólo que menos esponjoso. Yo me pregunté, por un momento, si sería tierno. Probablemente no.

Kate se sentó con una sonrisa socarrona en su rostro. —Eres una terrible mentirosa. —No lo soy. —Nadie sale con su tutor —desafió ella—. Los tutores apestan. Incluso los más calientes. —Él es un tipo genial —insistí—. Somos una especie de amigos ahora. —Pensé que habías dicho que no era tan agradable. —Él puede ser simpático cuando quiere, pero también es mal humorado. —Suena como un típico chico. ¿Lo vas a traer esta noche? —Realmente lo dudo.

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Ella frunció el ceño. —Eso sí que molestaría a Landon, ¿no? Me siento un poco mal por el hombre. —Va a tener que superarlo. —Tomé un sorbo de la pajilla que sobresalía de mi Mountain Dew6. Kate cruzó sus brazos sobre el pecho y suspiró. —Estás siendo ingenuamente optimista. Landon miró hacia arriba. —¿Mmm? ¿Que yo qué? —Estamos hablando basura sobre tus feas raíces. —Se burló Kate, hurgando la parte superior de su cabeza—. Puedes desear retocarlas. David Beckham, lloraría al verte. Él frunció el ceño y se separó antes de volver a su conversación. Ella se echó a reír. Después de la campana final, me quedé una hora después de la escuela para ir por nuestra próxima asignación marcada con el Sr. Levine. Cuando nuestra reunión terminó, fui a mi casillero, recuperando lo que necesitaba, y me dirigí al estacionamiento para estudiantes. Mis amigos, todos, se habían ido, y el 6

Mountain Dew: Bebida carbonatada, elaborada por Pepsi.

estacionamiento no estaba tan lleno como de costumbre. Mientras me dirigía a mi auto, capté una visión de Josephine Newport de pie junto a su brillante Range Rover color rojo. Valientemente, cambié mi camino y me dirigí hasta ella. Estaba enviando mensajes de texto en su teléfono. —Oye, Josie —le dije. Ella levantó la vista y me dio una sonrisa genuina. —Oh, hola, Ellie. ¿Qué pasa? —Acabo de salir de una sesión con Levine —le dije—. He estado quedándome atrás, así que él me ha estado ayudando después de clase. ¿Qué sigues haciendo tú aquí? Movió su teléfono con desdén.

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—Eh, salí de la pista temprano para una cita con el médico. Sólo estoy matando unos pocos minutos antes de que tenga que irme. Es mejor que sentarse en una sala de espera por cuarenta y cinco minutos. Por lo menos puedo disfrutar del sol aquí y deshacerme del bronceado de mapache que mis lentes de sol hicieron en mi cara. —Muy cierto —me reí—. Oye, escucha, acerca de mi fiesta… —No te preocupes por eso —dijo, deslizando su teléfono en el bolso—. Las cosas pasan. Me puse como la grana. —Fue muy embarazoso. —Sé que algunas personas trataron de hacer una gran cosa de esto. Ella frunció el ceño. —Pero en serio, he hecho un culo de mi misma muchas veces. Les pasa a todos cuando se emborrachan, bueno, no tanto como volar por la ventana, pero entiendes lo que quiero decir. Me enfermé una vez y arruiné el interior del auto de mi ex. Todo el mundo se enreda a veces. Tú sólo, de alguna forma, tienes que tomarlo a broma y estar agradecida que no resultaras herida. Sonreí, sintiéndome un poco mejor. —Gracias, Josie.

—No hay problema —dijo ella con una sonrisa simpática—. Lo digo en serio. Lamento lo de tu ventana. —Lo siento por el auto de tu ex. Nos sonreímos la una a la otra por un momento. Fue bueno saber que aún estábamos bien. Ella tomó su móvil sacándolo y le echó un vistazo. —Debería ponerme en marcha. —Nos vemos más tarde, —le dije. Ella sonrió. —Definitivamente—. Entró a su auto y abandonó el estacionamiento.

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Me volví para caminar de vuelta a mi auto y de repente el mundo comenzó a desaparecer. Me eché hacia atrás sobre los talones, de repente temerosa de que la vaguedad de mi visión podría significar que me estaba quedando ciega por alguna razón, pero tan pronto como ese pensamiento había cruzado por mi mente, el mundo volvió a entrar en foco. Sólo que no era un mundo que reconocí de inmediato. Yo estaba en un mundo mucho más oscuro, un mundo antiguo, dorado iluminado por la luz de las antorchas, y la cara de una mujer, de una reaper, apareció a centímetros de la mía, su mano se cerró alrededor de mi barbilla, las uñas cavando en mis mejillas y mandíbula. Ella me tenía aprisionada contra una pared que se sentía fría y dura en mi espalda. El vestido completamente plisado que llevaba estaba frío contra mis brazos y piernas. Su piel era de color marrón oscuro y sus ojos eran inhumanamente grandes, las pupilas fusionándose en iris negros tan grandes que sólo rendijas de color blanco se rizaban en torno a sus lados. Su cabello era largo y oscuro y separado en finas trenzas, suponía que a fin de permitirle mezclarse. —No deberías haber venido aquí —susurró la reaper en un lenguaje que de alguna manera reconocí como egipcio antiguo y sabía que era su lengua materna—. Aquellos que aman a Dios son esclavos, y tú eres una extraña aquí. Yo casi no podía hablar a través de su agarre. —Los negocios del hombre no son importantes para mí. Mi única preocupación radica en sus almas, libres y cautivas por igual.

—Eres una tonta. Ni siquiera lo angelical se aventura aquí. —Las dos sabemos que eso es una mentira. Su rugido se convirtió en una mueca de desprecio. —¿Quieres decir tu Guardián? Ah, sí. Rompí su cuello por mí misma. Ahora incluso los arcángeles han olvidado esta tierra. Acomodé mi mandíbula y apreté los dientes batiendo de rabia. —Si ellos lo hubieran olvidado, no me habrían enviado aquí para matar al reaper, haciéndose pasar por el faraón y detenerlos a todos ustedes de reclamar más almas humanas. Ella golpeó la parte de atrás de mi cabeza contra la pared. El dolor se disparó por mi espalda, y la oscuridad se deslizó alrededor de los bordes de mis ojos. —Ellos te enviaron aquí para morir, asesina. Al igual que tu Guardián.

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Garras como las de una harpía crecieron de la punta de sus dedos, pero no esperé a que ella me cortara. Mi poder aumentó y empujé hacia la reapera un destello de luz blanca, pero se reforzó contra esto. Su cara se retorció con furia, y su propio poder explotó mientras sus alas de color ceniza irrumpían de su espalda y me empujaba más profundo hacia la pared, rompiendo la pintura de los dioses del faraón. Estampé mi mano en su pecho y la envié a estrellarse contra el suelo. Incapaz de recuperar el equilibrio sobre sus pies, se levantó en el aire, llenando la habitación del trono del palacio con sus enormes alas, las cuales aplastaron columnas de piedra a través del cuarto, como si estuvieran hechas de cañas. Una sección del techo se vino abajo alrededor de nosotros, y yo salté para evitar la caída de escombros. La reaper voló atrás hacia el trono, donde aterrizó, encaramándose en la silla dorada, sus alas extendidas. La luz de las antorchas haciendo relucir las paredes doradas dando a la reaper un resplandor sobrenatural. Llamé adelante a mis espadas y las balancee hacia arriba, instantáneamente iluminándolas con el Angelfire. Las mantuve firmes mientras la reaper saltó del trono del faraón y tomó vuelo otra vez, su vestido ondeando a su alrededor, agitando las alas de una vez, las garras rozando. Ella descendió sobre mí, pero cambié mi verdadera intención y giré. Mis hojas de fuego rebanaron la cabeza de la reaper limpiamente, y me agaché mientras su cuerpo en llamas explotó por encima de mí y desapareció. Las cenizas y brasas se asentaron a mí alrededor, y yo me paré, dejando al Angelfire morir. Tomé una respiración profunda para estabilizar mi corazón y me centré en la siguiente tarea a mano. Salí corriendo de la habitación del trono hacia una sala mucho más oscura para

encontrar al reaper impostor del faraón, pero me detuve de pronto cuando di la vuelta en la siguiente esquina. Uno de los reapers oso me cerró el paso. Me di la vuelta para encontrar otro a mi espalda; yo estaba rodeada. El Angelfire regresó a mis hojas, y me lancé hacia el primer reaper. Giré, me retorcí y rebané, pero ninguno de ellos golpeó. Adelanté una hoja directamente a las fauces abiertas del primer reaper oso y su cabeza estalló en llamas, pero las garras se envolvieron alrededor de mi cintura y tiraron de mí hacia atrás. Grité y me agité… El mundo giró una vez más, y una camioneta sonaba su bocina mientras pasaba como un borrón, esquivándome por poco. Me di la vuelta y choqué con un firme y caliente cuerpo. Levanté la mirada para encontrarme a mí misma en los brazos de Will, y yo estaba de regreso en el estacionamiento de mi escuela. Me había sacado de la trayectoria del camión. —¿Ellie? ¡Ellie!

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Mi corazón latía con fuerza y mis ojos batieron a mi alrededor salvajemente. —¿Dónde está? —le pregunté sin aliento—. ¿Dónde está el reaper? ¿Mis espadas? Él sostuvo mis hombros con firmeza. —No hay reaper. Relájate. Mi pulso empezó a reducir la velocidad y tomé largas y profundas respiraciones. Debe haber sido otro salto atrás, al igual que el que había experimentado en mi clase de historia. Mientras estabilizaba mis nervios, más del recuerdo volvió a mí. Yo había estado rodeada y sola. —¿Dónde estaba yo? —pregunté con miedo—. ¿Quién era esa? Él estudió mi rostro con una mirada de perplejidad. —¿Quién? ¿De quiénes estás hablando? —¡El reaper! —exclamé—. Ella era una vir, creo. Y había más. Había Ursidos en todas partes. El faraón… —¿Faraón? —Sí, él había sido asesinado y un reaper vir había cambiado de forma e imitó su apariencia para tomar su lugar. Ellos habían matado a tantos en Egipto ya, tomado tantas almas, y yo estaba luchando contra ellos sola. Mi Guardián estaba, para

entonces, muerta. Fue antes de conocerte, mucho antes. Debe haber sido hace miles de años. Mis pensamientos estaban dispersos e incoherentes mientras trataba de darle sentido a muchos detalles a la vez. Había sido mucho tiempo antes de que Will llegara a mi vida, mucho antes de que empezara a sentirme humana, como él me había dicho que había hecho poco a poco mientras los siglos pasaban. ¿Había estado en contacto directo con los arcángeles? ¿Cuándo había dejado de recibir órdenes de ellos? Con un reaper haciéndose pasar por el faraón, las fuerzas demoníacas eran capaces de matar a un inmenso número de humanos, por lo que muchos, de hecho, habían sido enviados al antiguo Egipto para intervenir. Pero, ¿quién me había enviado? ¿Un ángel?

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—Ellos te enviaron aquí para morir, asesina. —Las palabras de la reaper me obsesionaban. —Ellie —dijo Will, poniéndole una mano sobre mi hombro—. ¿Estás bien? Asentí con la cabeza. —Sí. Yo sólo estoy… pensando. —Bueno, vamos a pensar fuera del camino de los vehículos de velocidad. —El me llevó de vuelta a mi auto, y nos sentamos en el interior por un momento. —Algo más —le dije—. La reaper me llamó asesina. Por lo general, sólo me llaman Preliator. ¿Qué significa exactamente mi nombre? —No siempre tuviste ese nombre —explicó él—. El origen es latín, así que supongo que la gente comenzó a llamarte “Preliator” mientras ese era un idioma importante en el antiguo mundo. Esto significa “guerrero”. Guerrero. —Creo que tengo bastante reputación para mantener. —No te preocupes por eso. Vas a llegar hasta allí. Siempre lo haces. —Espero que estés en lo correcto —dije—. ¿Qué estás haciendo en mi escuela, de todos modos?

—Tú estabas en peligro. Debe haber sido el salto atrás. Yo corrí aquí lo más rápido que pude y vi a un reaper casi a un kilómetro de distancia. Eso me atrapó con la guardia baja. —¿En plena luz del día? Él asintió con la cabeza. —Podría haber estado buscándote o siguiendo tu aroma. Debes llegar a casa, así no habrá ninguna pelea en público. —No va a atacar a nadie, ¿verdad? —No —me aseguró él—. Ellos no se alimentan durante el día, y es muy raro para uno estar fuera a esta hora. El reaper estaba fumando como una chimenea en el sol. Sea lo que sea por lo que está fuera, debe ser importante, lo cual es el por qué debemos llevarte a casa.

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Lo miré con sorpresa. —¿Estás conduciendo mi auto? —Sí. —Fue todo lo que dijo. —¿No vamos a volar de vuelta a mi casa, entonces? —pregunté con sarcasmo. Se volvió a darme una mirada sorprendida, cuestionando. —No. —Ese recuerdo realmente me asustó, Will. —¿Qué quieres decir? —Yo era tan fría y sólo… diferente. Tomaba mi trabajo muy en serio. Demasiado en serio. Era de algún modo tenebroso. Era como si yo ni siquiera fuera humana. —Estaba contenta de que no había un espejo, por lo que no podía ver mi cara. La oscuridad de mi expresión habría sido demasiado para que yo la aceptara. —Tú puedes ser muy intensa —confesó. —Y algo más —continué—. En mi recuerdo, la reaper me dijo que fui enviada por los ángeles. ¿Ellos me dan órdenes?

Él parpadeó ante mí, y yo tomé eso como un no antes de que él dijera nada en absoluto. —No que yo siquiera recuerde. —¿Si ellos me daban órdenes antes, por qué no ahora? ¿Por qué pararon? ¿Por qué no recuerdo hablar con ellos? —No sé cuándo o por qué se detuvieron. Pero ¿por qué no lo recuerdo? ¿Era que poco a poco me estaba volviendo tan humana que me estaba olvidando de mi misma? ¿Había olvidado de donde vine? ¿Lo que realmente era? ¿Era mi humanidad una debilidad? ¿O era una fortaleza? ¿Fue mi propia culpa que yo no hablara ya con los ángeles? ¿Había hecho algo malo?

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Will me había dicho que los reapers angelicales servían a los ángeles en el Cielo. ¿Qué pasaba si yo era parte de su plan? ¿A quién se suponía que servía? ¿Qué si ellos me habían creado? Me burlé ante la idea de que yo podría ser algún retorcido experimento de ciencia de lo divino, pero algo estaba, obviamente, trayéndome de vuelta cada vez que moría. ¿Eran ángeles?

Traducido por Naty (SOS) Corregido por Mlle_Janusa.

ube a tu habitación y te encontraré allí —dijo Will cuando volvimos a mi casa. Le disparé una mirada sospechosa. —Mi mamá…

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—No, no sabrá que estoy aquí. Sólo sube las escaleras. Asentí. Era inútil pelear con él. Tan pronto como entré por la puerta del frente, oí a mamá llamarme desde su oficina. —Oye, ¿Ellie? ¿Puedes venir aquí por un minuto? Me detuve en seco. Mi corazón latía como loco mientras iba a su oficina. Alzó la vista cuando entré. —Oye, cariño —dijo—. ¿Cómo estuvo la escuela? Me encogí de hombros. Tomó un esfuerzo comportarse normalmente en vez de como una completa lunática. —Estuvo bien. Lo estoy haciendo un poco mejor en economía. Todavía no la entiendo, sin embargo. Entonces, ¿sobre qué querías hablar conmigo? —¡Oh, sí! —dijo—. La concesionaria finalmente llamó. Pueden tomar tu auto ahora. Supongo que tienen algunas semanas muy ocupadas. Lo podemos dejar esta noche o la noche del domingo, si lo deseas. ¿Vas al cine de nuevo? Eso es cierto. Estábamos tomando mi auto para conseguir los arañazos y abolladuras limpias y repintadas. —Sí. Sabes, bien podríamos sólo esperar hasta el domingo para dejarlo. No van a empezar a trabajar en él hasta el lunes, de cualquier forma, y me gustaría usar mi auto este fin de semana.

—Suena bien. —Está bien. Bueno, tengo que trabajar en algo de tarea de economía antes de irme. Hablamos luego, mamá. Troté escaleras arribas y encontré a Will de pie junto a mi escritorio mirando algunas fotografías de mis amigos y yo. —¿Estamos de caza esta noche? —preguntó. Fruncí el ceño con una punzada de decepción. —Sí, supongo que sí. Esta noche es Noche de Película, ¿recuerdas? Gimió y se volvió hacia mí. —Lo olvidé —se detuvo—. ¿De verdad tienes que ir a eso?

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—Sí —dije firmemente—. Quiero tratar de permanecer como una chica adolescente normal. —Pero no lo eres. —Bueno, entonces me gustaría mantener la fachada. —Estoy muy seguro que si ese reaper de antes no te rastrea esta noche, otro lo hará, como Ragnuk. No creo que deberías estar yendo a lugares con tus amigos sin mí, especialmente en la noche. Recordé mi conversación con Kate de más temprano. —Podrías… venir conmigo —mi voz canturreó, esperanzadoramente hacia el final. Al principio no respondió, y mi corazón se hundió. —Realmente no puedo pensar en una mejor forma, para una estrecha vigilancia sobre ti. —Entonces estás viniendo. ¿Alguna vez has estado en una sala de cine antes? —Por supuesto —dijo. Sonaba ofendido—. No vivo bajo una piedra. —Podrías haberme engañado —dije. Will se sentó en el borde de mi cama, inclinándose hacia adelante perezosamente. —¿Qué verán? —preguntó, mirándome. —Kate dijo algo sobre una comedia.

—¿Como qué? —Parecía nervioso. —¿Estás diciendo que no tienes alguna sugerencia? —Sonreí con picardía. —Sólo porque he visto un par de películas en los pasados cien años no significa que soy un experto sobre Hollywood en estos días. —Sólo estaba curiosa. No pensé que lo serías. ¿Eres indiferente con ver una película? Pagaré. —Me acerqué a mi vanidad al poner algo de sombra y rímel. Espié el reflejo de Will en el espejo. —No estoy yendo para disfrutar —se quejó—. Estoy yendo para asegurarme que Ragnuk no romperá tu cuello en el camino a la puerta. —¡Eww! ¿Por qué eres siempre tan gráfico? —Froté mis pestañas con el cepillo del rímel. —Me gusta tener mi punto de vista.

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—Aparentemente. —Me volví hacia él y acerqué hacia donde estaba sentado—. De cualquier forma, creo que esta noche será buena para ti. No deberías ser tan malhumorado y melancólico. —No soy malhumorado o melancólico —dijo. Lo miré desde arriba socarronamente. —Oh, lo eres. —¿Estamos combatiendo por primera vez? —preguntó, sólo eligiendo ignorar lo que había dicho—. Quizás deberíamos salir a correr. —No —dije—. No quiero estar toda asquerosa y tener que bañarme de nuevo. ¿Qué tal después? —Eso está bien —dijo, su voz sombría—. Si me preguntas, no creo que estés tomando tu deber lo suficientemente en serio. Le ofrecí mi sonrisa más dulce. —Bueno, no te lo pregunté, ¿o lo hice? Mostró el más leve destello de una sonrisa hacia mí. —Pero Ellie, realmente necesito que entiendas que esto es probablemente una muy mala idea.

Estreché mis ojos. —Un viaje al cine no es peligroso. Estaré bien. —No puedes garantizar tu seguridad. —Tampoco puedes tú. Sonrió, muy levemente. Entonces se acercó y tocó el lóbulo de mi oreja, mirándolo cuidadosamente. —Cuando te vi por última vez —dijo suavemente—, tus orejas estaban perforadas con pequeños pendientes de perlas. Casi me reí, no porque el recuerdo fuera gracioso, sino por el dulce afecto en su voz mientras lo recordaba. Eso me sorprendió.

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—Realmente tienes una buena memoria. —Bastante buena. —Su sonrisa creció un poco más, esa deslumbrante sonrisa que no había visto mostrarla en toda la semana. Me hizo feliz—. Eres la misma persona, pero eres alguien nuevo. —¿Eso es una cosa buena? Se encogió un poco de hombros. —Es como una nueva estrella para ti. Supongo que podría ser una cosa buena. —¿Por qué has estado tanto tiempo? —pregunté. Su sonrisa se desvaneció y yo instantáneamente me arrepentí de hacer la pregunta. —¿Desde que estabas viva? —Sí —dije—. ¿Por qué toma tanto tiempo para mí volver a nacer? —No lo sé. —La expresión triste en su cara me hizo sentir aún más triste. —¿Es raro que yo sea diferente cada vez? —pregunté—. ¿Te molesta que tenga un nombre diferente? —No, claro que no. Nunca lo hizo. Eres todavía tú, pero tienes una infancia diferente cada vez y tu personalidad es siempre un poco diferente. Eres ciertamente más hipertensa de la que conocí la última vez.

Lo fulminé con la mirada, pero no pude ocultar la sonrisa que apareció también. —¿Cuál era mi nombre la última vez? —¿Por qué importa eso? —Soy curiosa. —Fue hace mucho tiempo. —Se paró y envolvió una mano alrededor de la parte de atrás de mi cuello gentilmente—. Un nombre es sólo un nombre, no quién eres. ¿Qué tal si no nos preocupamos por eso? —¿Qué quieres decir? —¿Qué tal si tú eres tú esta noche y yo seré yo? No te preocupes sobre nada más. — Sus ojos esmeralda eran suaves y amables. Sentí que realmente quiso decir lo que dijo.

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—¿Fingirás ser humano? —¿Por qué no? Sonreí maliciosamente hacia él. —Bueno, esto es completamente un cambio para ti. —Quizás estoy pensando que sería bueno para ti relajarte de vez en cuando. —¿Sólo por la noche? —Sólo por la noche. Bajó su cabeza y se inclinó hacia delante, sorprendiéndome. No me besó, pero estuvo lo suficientemente cerca para hacerlo. Mi cuerpo se inmovilizó y mis labios se separaron. Su cuerpo estaba cálido contra el mío, y quería que hiciera lo que pensaba que iba a hacer. Realmente quería que me besara, y podía sentir mis entrañas girando y tirando. Levanté mi barbilla y esperé, pero se detuvo. Su mirada se desvaneció y giró su cara y se apartó lentamente. Me desinflé. —¿Entonces cuándo es la película? —preguntó, pasándose una mano por su cabello. Sentí como si me cayera al suelo. —Uhm, a las siete u ocho, es por lo general cuando vamos.

Asintió. —Son sólo las cuatro. ¿Qué quieres que hagamos hasta entonces? —Bueno, debería hacer un par de páginas de mi asignación de economía —dije, gimiendo. —Eso está bien —dijo—. ¿Quieres que me vaya así puedes hacer tu tarea? —¿A dónde irás? —pregunté—. ¿Irás todo el camino de vuelta hacia Nathaniel como haces durante el día? —No. Ver el reaper esta tarde me puso nervioso. Cuando estoy vigilando tu casa, usualmente me siento en el techo. Es el mejor mirador. —Si funciona para ti, creo —sonreí—. Te daré un grito cuando haya terminado.

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Me dio un rápido asentimiento y se alejó, desapareciendo. Sacudí mi cabeza con incredulidad. Era como un ninja o algo así. Había desaparecido probablemente en el Grim, y consideré por un momento seguirlo allí. Pero estaba asustada del Grim y las cosas que podría ver allí. Así que en vez de eso, me senté en mi escritorio y agarré mi mochila para sacar mi tarea. Podía sentir todavía la presencia de Will en mi cuarto, oler su esencia, como si en realidad nunca se hubiera ido. Y realmente no lo había hecho. Sabía que estaba cerca, y ese reconfortante pensamiento me ayudó a superar mi tarea con facilidad.

Traducido por nahirr y yumigood

Corregido por Ale..

i estómago gimió. Dejé que mi cara golpeara el escritorio y puse la cabeza de lado para darle un vistazo a mi reloj. Eran justo después de las seis. No podía creer que había estado trabajando en esta tarea por dos horas. Estaba tan cansada de esta basura.

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Levanté la mirada. —¿Oye, Will? —Me sentía estúpida hablándole a nadie en mi habitación. —¿Terminaste? —contestó su voz un momento después. Sobresaltada, salté de la silla, sujetando mi corazón. Mi pulso latía en mi cabeza. —¿Qué es lo que te pasa? ¡Me asustaste mucho! Estaba de pie frente a la ventana. De alguna forma se las había arreglado para entrar a mi habitación sin hacer ningún ruido. —Lamento eso. Estiré mi camisa. —¿Qué eres, Will? ¿Cómo te puedes mover tan rápido? —Soy tu Guardián. —No, quiero decir, además de Batman, ¿cuál es tu especie? —Soy inmortal. —No importa —dije con impaciencia—. Ya sé lo que eres: odioso. Me voy a cambiar por algo de ropa fresca. —¿Por qué?

—Porque no me gusta usar la misma ropa todo el día. Me miró como si tuviera un tercer ojo. Puse los ojos en blanco y me encerré en mi armario. Elegí un par de jeans y un suéter negro y me los puse antes de salir. —Tengo mucha hambre, y sé cuánto te gusta ser invisible y todo, pero creo que puedes hacer una excepción. ¿Te importaría si vamos por algo de comer antes de la película? —En lo absoluto —dijo—. Necesitas comer. Te pones de mal humor cuando no comes. Parpadeé sorprendida. Realmente me conocía bien. —Genial. ¿Cómo te suena Coney Island? —No tengo idea de lo que es.

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—Blasfemias. Nos llevé a mi favorito, Leo’s Coney Island. El restaurante estaba normalmente lleno para una noche de viernes. Mientras caminábamos a una mesa vacía, noté un grupo de chicas sentadas en una cabina cerca de la puerta. Dos de ellas estaban mirando a Will, así que las miré mal mientras pasábamos. Elegí una cabina en la pared opuesta, tan lejos de las chicas como fuera posible. Nuestra mesera era una chica alegre, tal vez un año mayor que yo. —¿Qué les puedo traer? —preguntó con un lápiz y una libreta en la mano. —Una hamburguesa con queso y papas fritas con una ensalada y agua para mí — dije, asentí a Will—. ¿Tú quieres algo? —No, gracias —dijo con un gesto desdeñoso de la mano. La chica hizo un gesto rápido y salió zumbando. —¿No tienes hambre? —le pregunté. Negó con la cabeza. —No muy seguido. El único momento en el que usualmente como es después de una pelea. Cuanto más herido o débil estoy, más necesito comer para curar y recargar mi fuerza. Las calorías curan mi cuerpo, así que necesito muchas. Lo miré fijamente.

—Estoy tan celosa. —Estaba emocionada de que se sintiera con ganas de revelarme cosas. Tal vez esta conversación llegaría a algún lugar interesante. Nuestra anfitriona trajo mi bebida y metí la pajita para tomar un trago. —¿Alguna vez vas a decirme cómo te convertiste en mi Guardián? —le pregunté esperanzada. Sonrió. —Sabes muy bien cómo pasó. Sé que no tienes acceso a ese recuerdo todavía, pero no creo que sea algo que simplemente te pueda decir. Significa demasiado para mí, supongo. Todo volverá a ti, se paciente. Bufé ante su respuesta, porque sólo me hizo más curiosa. —¿Vas a decirme cuál era mi nombre, o eso también lo tengo que recordar? Puso los ojos en blanco.

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—Necesitas dejar de hacer preguntas. ¿Recuerdas lo que dije más temprano? Estamos pretendiendo ser humanos normales hoy. —Bueno, los humanos normales no se sientan en Coney Island y miran a otros comer. Piden un plato de papas fritas de queso chili. No seas tan raro. —Tomé otro sorbo. Mi ensalada llegó y, justo cuando la mesera estaba a punto de irse, Will levantó su mano. —He cambiado de parecer. Tomaré una soda con helado. Ella esbozó una sonrisa rápida y se alejó rápidamente. —¿Una soda con helado? —pregunté—. ¿Cuántos años tienes, cinco? —Son mis favoritos. —¿Una soda con helado? —repetí—. ¿Tienes seiscientos años y una soda con helado es tu comida favorita? Se encogió de hombros. —Querías que fuera normal y pidiera algo, así que lo hice. —Sigue siendo raro.

—Son deliciosas. La mesera volvió con su soda, y él revolvió y hundió el helado inmediatamente. Entre sus sorbos y mordidas de helado, Will me miró demasiado estrechamente mientras yo comía. —¿Qué? —pregunté, tragando un bocado. —Me recuerdas a mí. —Eso no puede ser bueno. —Tomé otro bocado. —No es necesariamente algo malo. Debes tener mucha hambre. No me gustó la expresión divertida en su rostro. Me sentí muy consciente de mi misma de repente. —¿Y?

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Se encogió de hombros. —Nada. —Vete al diablo. Comí más lento después de eso. Cuando nos dirigimos a la caja para pagar e irnos metí la mano en mi bolso para buscar dinero, pero Will entregó al empleado un billete de veinte dólares. —No, no, no —dije, tratando de alcanzar su mano—. Eso no era parte del trato. —No te preocupes. —Me tranquilizó, permitiéndole al empleado tomar el billete—. Lo tengo. —Pero todo lo que comiste fue una soda con helado. —Estamos tratando de actuar normal, ¿no es cierto? No es muy normal que una joven dama pague por su propia cena. Fruncí el ceño. —Debes estar confundiéndote con cien años atrás. Eso es un estúpido estereotipo. Ni siquiera estamos en una cita, así que no cuenta. —Tal vez, pero todos alrededor suponen lo contrario. —Asintió, su mirada recorriendo el restaurante—. No queremos que sospechen, ¿verdad?

—Will, realmente no les importa lo que estemos haciendo —dije—. No es como si estuviéramos de encubierto o algo así.

Cuando nos encontramos con mis amigos, Landon vio a Will y su actitud se amargó dramáticamente. Me dije con firmeza que ignoraría la actitud de Landon esta noche, así que concentré mis esfuerzos en estar de buen humor. No había olvidado la advertencia de Will acerca del reaper que deambulaba, pero ver a Will tranquilo me hizo a mí sentirme tranquila.

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—¡E-l-l-l-l-lie! —Kate me atrapó en un gran abrazo y me apretó con fuerza—. ¡Estoy tan feliz de verte! —Prácticamente me empujó lejos y se volvió a Will. Lo tiró hacia un abrazo también, dando como resultado un muy incómodo Will—. ¡Estoy tan contenta de que hayan venido! —Podías contar con Kate para estar por encima con todo lo que hacía. Forcé una sonrisa brillante. —Entonces, ¿qué hay sobre ésta película? —Tenemos veinte minutos antes de que empiece —dijo Chris, mirando hacia su móvil—. Probablemente deberíamos obtener nuestras entradas y asientos. Es la noche de estreno. Después de comprar nuestras entradas —me negué a dejar que Will pagara por las nuestras cuando trató de hacerlo— esperamos en fila para entrar al cine. De vez en cuando lo veía tensarse y mirar alrededor, como si estuviera escuchando y mirando muy cuidadosamente. Si algo estaba considerando saltar hacia nosotros esta noche, estaba segura que Will tendría suficiente tiempo para advertirlo. Cuando los porteros nos dejaron entrar encontramos nuestros asientos un poco hacia la parte trasera, ya que el centro estaba lleno. Chris, Rachel y Evan se deslizaron por el pasillo primero, seguidos por Landon y Kate, luego Will y yo. Landon se inclinó sobre Kate y yo. —¿Dónde dijiste que ibas a la escuela? —le preguntó a Will. —Estoy en el segundo año en la Universidad de Michigan —contestó Will. Landon se burló.

—¿Tú y Ellie pasan el rato a menudo? Kate le dio un codazo en las costillas, y él le lanzó una mirada enojada. —Sí —dijo Will. Envolviendo un brazo a mí alrededor, Kate le sonrió a Will. —No la deberías monopolizar tanto. ¡La extrañamos! Will se encogió de hombros y sonrió. —Lo siento. No fue mi intención. Kate se rió y jugueteó con un mechón de mi cabello. —Supongo que tendrás que salir con nosotros más para que también la podamos ver.

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Sí, claro. La película finalmente comenzó, y hacia la mitad, Will parecía estar disfrutándola. Se rió un par de veces, pero frecuentemente miraba hacia la salida de emergencias como si esperara que algo irrumpiera a través de ella. También noté que Landon nos miraba repetidamente. ¿Cuál era su problema? Probablemente esperaba que nos besáramos durante la película. Esa era una cosa de tercero de secundaria de todos modos, así que su preocupación era ridícula. A las nueve y media la película había terminado y el cine comenzó a dejar salir estudiantes de secundaria y universitarios. Nos detuvimos en la calzada para planear nuestro próximo movimiento. —Landon y yo vamos a ir a Cold Stone —dijo Kate—. ¿Alguien quiere unirse? ¿Ellie? Fruncí el ceño. —No tengo ganas de helado. —¡Oh, vamos! —se quejó—. ¿Por favor? Reí. —¿Por qué quieres tanto que te acompañe a tomar helado?

—¡Porque es bueno! —Kate se volvió hacia Will—. Tú quieres helado, ¿verdad, Will? Sus ojos se desviaron hacia mí y luego de nuevo hacia Kate. —Si Ellie no está interesada, entonces no. Sólo voy a donde ella va. Kate se quejó. —¡No pueden dejarnos ahora! Ni siquiera son las diez. Por lo menos vengan a mi casa y festejemos un poco. Podemos pasar el rato en mi sótano. Eso sonaba muy bien. No había sido capaz de relajarme con mi mejor amiga durante semanas. Se inclinó hacia mí, su voz suave, su aliento cálido en mi oído. —Creo que tienes que ir. Disfrutar de ti misma. —Pero, ¿qué pasa con...? —susurré.

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—Vas a divertirte —susurró—. Quiero que seas feliz. ¿Recuerdas nuestro acuerdo de esta noche? Yo sonreí. —Pero quiero que finjas que eres un ser humano conmigo. —Muy bien —dijo. —Bueno, ustedes dos —dijo Kate—. ¿Cuál es el plan? Alcé la vista hacia ella. —Estamos yendo. —¡Esooo! —gorjeó ella, tirando de mí en otro apretado abrazo. —Todavía quiero ir a Cold Stone. ¿Seguro que no quieres unirte a nosotros? Asentí con la cabeza. —Sí, comí justo antes de ver la película, así que todavía estoy bastante llena. Voy a pasar, pero ¿qué tal si nos encontramos en tu casa en una hora? —Suena bien —dijo con una sonrisa. —Bueno, adiós —le dije, y saludó a todos ellos.

Will y yo volvimos a mi auto. —Gracias —dije en voz baja. —Lo dije en serio cuando dije que quiero que seas feliz —respondió—. Siempre lo ha hecho más fácil, el que seas feliz. —¿Es así? —Sonrió. —¿Qué solía hacer para divertirme? —Abrí mi auto y nos subimos. —Siempre has amado los caballos —dijo a distancia—. A través de cada vida que te he conocido. Me animó. —¿En serio? ¿Montaba mucho?

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—Todo el tiempo. Hace cien años no había muchos autos, así es como nos desplazábamos. Cuando eras… la última vez que te conocí, competiste en espectáculos de caballos. Me eché a reír. —Eso es genial. —Eras muy buena. —¿Crees que todavía lo soy? Él asintió con firmeza. —Oh, sí. Siempre has sido muy natural. Nunca ha fallado en volver a ti. —¿Me llevarías a montar a caballo? Él me miró. —Definitivamente. —¿Me lo prometes? —Nunca he roto una promesa. Yo lo mire. —¿Ni una sola vez?

—Ni una sola vez. Estaba escéptica —¿Me estás diciendo que en quinientos años, nunca has roto algo que has prometido? —Ellie, necesitas entender —dijo en voz baja—. Sólo existo para servirte y para luchar a tu lado. No importa si esa lucha es para preservar tu vida o para asegurarme de que sonríes, que es para lo que fui creado. Tú eres todo lo que tengo, y velaré por ti para siempre. Lo miré fijamente. —Eres muy intenso, ¿lo sabías? —Lo hago ahora. —Sonrió.

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Nos dirigimos de nuevo hacia mi ciudad y salimos por un camino boscoso y montañoso. La estrecha carretera era tranquila, y sólo vi otro par de faros a un kilómetro. —Espero que disfrutaras —le dije a Will—. ¿Te gustó la película? Estaba mirando por la ventana, pero se volvió a mirarme a la cara y sonrió. —Fue interesante. Creo que Landon y yo podemos convertirnos en amigos. Yo también me reí. —Oh, sí. Los mejores amigos, está bien. ¿Qué piensas de la película, de verdad? Se encogió de hombros. —Fue divertido. Los humanos siempre me sorprenden con la forma tan drástica en que su cultura evoluciona cada pocos años. Imagina observar eso durante decenas de generaciones. —Ojalá pudiera —le dije—.Todavía estoy recordando sólo fragmentos de cosas. —Van a volver. Sé que sigo diciendo eso, pero lo harán. Asentí con la cabeza con tristeza. —Me alegro de que hayas venido esta noche, y que nada malo haya pasado. Gracias.

—Por supuesto. Creo que fue bueno para ti. Mi sonrisa regresó. —Fue bueno para nosotros salir y hacer algo más que luchar, para un cambio. Por el rabillo del ojo vi una forma oscura cruzar la calle hacia mi ventana. Entonces algo más grande se estrelló contra la puerta de mi auto, y el Audi fue a girar en sentido contrario, azotando mi cuerpo en el asiento. El volante fue arrancado de mi agarre y el auto se detuvo de repente, mi hombro chocó contra el panel de la puerta y la ventana se quebró junto a mi cara. Los faros se derramaron en la carretera dejándonos en la oscuridad. —Ellie —gritó Will—. Ellie, ¿estás bien?

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Se desabrochó el cinturón de seguridad y sus manos tocaron frenéticamente mis brazos, cara y cuello. Mi cabeza daba vueltas y me sentí como si estuviera enferma. Miré a mí alrededor y vi que había chocado contra un árbol en el lado de Will. Mi ventana había sido rota en trozos irregulares de vidrio, que sobresalían en todas las direcciones. Oh Dios, mi pobre auto. —Estoy bien. ¿Y tú…? El parabrisas estalló, rociando trozos de vidrio, y la horrorosa cabeza, deformada de Ragnuk irrumpió a través con un rugido. Era libre del Grim. Estaba completamente en la dimensión mortal. Grité y lance los brazos hacia arriba. Will golpeó varias veces el hocico del reaper, y las mandíbulas le respondieron mordiendo su brazo. —¡Sal del auto! —gritó, echándose hacia atrás, y pateó al úrsido reaper en la cara. Ragnuk rugía y arañaba través del parabrisas con sus enormes garras. Tiré de la manija y tiré todo mi peso en la puerta, pero no se movía. Estaba demasiado aplastada. Empujé, y empujé y empujé y empujé... Ragnuk se forzó a entrar hasta que la mitad del auto estaba llena de rechinidos de dientes y garras moviéndose, me acosté en mi espalda y patee la puerta con todas mis fuerzas. Mi poder creció y la puerta se abrió. Me lancé afuera y me volví para ver la mitad de Ragnuk en el interior del auto y la silueta más pequeña de Will jalándolo hacia afuera. Mis piernas se volvieron gelatina, y algo oscuro creció en la

boca del mi estómago, pero tenía que hacer algo rápido. No podía tener miedo de él. Llamé a mis espadas, y mientras la plata llenaba mis manos, las cuchillas de Angelfire se encendieron. Me levante de un salto sobre el techo del auto, sorprendiéndome a mí misma por la facilidad de poder saltar tan alto. Corrí hacia arriba, hasta que estuve por encima del reaper. Crucé las dos hojas sobre mi pecho y acuchille a Ragnuk por la espalda. El rugió y estrelló la cabeza en el techo del auto antes de volver en sí mismo agachándose y, finalmente, liberándose. Sus ojos negros se fijaron en mí. Con un gran esfuerzo, dio un paso atrás y sacudió su cuerpo como un perro. Pedazos de cristal estaban incrustados en su carne, y vi como volaban de sus heridas mientras se sacudía, golpeando el suelo como diamantes cubiertos de sangre.

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Ragnuk gruñó y saltó hacia mí. Me agaché y clave un cuchillo en el vientre, derramando sangre. Sus garras me engancharon, rajando mi brazo y grité. Él cerró sus mandíbulas hacia mí, pero me retorcí y alejé, y su hocico se estrelló contra el techo de metal. Levanté mi espada, pero golpeó con el costado de su cabeza en mi pecho, y la brutal fuerza me envió volando por el aire. Mi espalda golpeó el pavimento y mi cabeza cayo duramente. No sentí nada de sangre, por lo que me puse de pie. Podría hacer esto. Tenía que perder el miedo y vencerlo. Ragnuk saltó de mi auto y aterrizó con un ruido sordo que hizo temblar la tierra. Dio un paso hacia delante y arqueó la espalda, su poder se manifestó como una marea. Miré hacia arriba para ver a Will saltar por encima del Audi con rasguños sangrientos a través de su cara y el pecho desapareciendo ante mis ojos. Dirigió su espada hacia abajo en la cabeza del reaper. Ragnuk chilló, y clavó la pata en el pecho de Will, golpeando su espalda contra la parte trasera de la puerta. Vi sangre. La oscuridad creció en los bordes de mi vista, como lo hacía cuando estaba a punto de tener un flashback, pero en lugar de recordar algo, perdí la noción del tiempo y lugar. Mi mirada se clavó en mi objetivo, y todo lo que pensaba era en matar. La rabia golpeó a través de mi cuerpo, nublando mis pensamientos, y casi podía saborear la sangre Ragnuk en mi boca. Se me escapó un grito terrible y me dirigí hacia él con mis espadas en las manos.

Una mano me agarró por el cuello y tiró de mí hacia atrás con fuerza. Mi cuerpo voló a través de la carretera y me estrelle contra un árbol. Cuando caí al suelo, miré hacia arriba. Una criatura femenina aterrizó con un paso suave con alas gigantes de cuero de murciélago —¡alas!—. Se estiraron, agitaron una vez, y se plegaron contra su espalda. El terror ardió en el interior de mi garganta hasta que se secó como papel de lija. Su piel era tan brillante, que parecía que brillaba a la luz de la luna. El cabello color ceniza se estableció alrededor de sus hombros, me miró con ojos curiosos y pálidos. Ella tenía que ser uno de esos Vir reapers similares a los humanos. Poder emanaba de ella en terribles olas oscuras —Ragnuk —gruñó ella, su mirada aún clavada en la mía. El úrsido dejó su asalto hacia will y se alejó de él, las garras raspando el pavimento con rabia.

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—Ivar —gritó, su voz retumbo dentro de mi cráneo—. ¿Te atreves a detenerme? Finalmente, ella apartó la mirada, liberándome de su mirada de víbora. Su movimiento era fluido, como el agua, misterioso y terrible como una tormenta en el mar. —Ha habido un cambio. Bastian nos necesita. —Su voz era baja y sensual, suave como el terciopelo. Un gruñido bajo y mortal rodó desde lo profundo de la garganta de Ragnuk. —Eso puede esperar. —No —dijo la Vir reaper bruscamente—. Parece que no eres capaz de terminar el trabajo. El temperamento de Ragnuk explotó y lanzó una pata en el parachoques de mi auto, aplastándolo más profundamente en el árbol. Ivar me miró con la misma aterradora suavidad. —Preliator —dijo—, disfruta los días que te quedan. Toma el sol como el vino, para cuando el Enshi despierte, la oscuridad no dejará nada en tu mundo, ni siquiera tu alma. Termina pronto. Sus alas se extendieron y se elevó en el aire, desapareciendo rápidamente.

Con un silbido desagradable, Ragnuk pisoteó hacia mí, se detuvo sólo a unos pocos pies de distancia de donde había caído. —Voy a volver por ti, niña —gruñó, se encresparon sus labios negros hacia atrás y enseñando los colmillos húmedos y ensangrentados. —Por ti y tu Guardián. Eres mía. La malicia en su voz me aseguró que quería decir cada palabra. Él rechino sus mandíbulas hacia mí antes de desaparecer en la noche.

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Traducido por Corazón de Tinta y Lorenaa Corregido por Majo uando se fue, encontré la fuerza para levantarme y correr al lado de Will. Respiraba con dificultad y se inclinaba sobre mi estropeado auto. A través de su camisa rota, vi sus heridas sellar y desvanecerse en la nada. La piel sobre sus costillas estallada y agrietada. Algo debe de haber estado roto. Los moretones se desvanecieron, y él tomó una respiración profunda ahora que la presión de los huesos rotos estaba fuera de sus pulmones.

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Cuando abrí mi boca para hablar, se inclinó hacia adelante y me dio vuelta para examinar mi cabeza. —Estoy bien, Will —dije mientras buscaba entre mi cabello sucio. —Tienes vidrio en el cabello. —Alisó mi cabello hacia abajo—. Sólo quería asegurarme de que no se pegó en tu piel. Me eché a reír. —Creo que me habría dado cuenta de un cristal sobresaliendo de la parte trasera de mi cabeza. Me dio una mirada seria. —No es gracioso. Las heridas no se pueden curar si hay algo bloqueando la piel al cerrarse. —Bueno, no hay nada atravesando mi cabeza. ¿Cómo estás? —Tengo que comer. —Parece que sí. —Limpié un hilo de sangre en su mejilla. —¿Quién demonios era esa chica murciélago? —Un agente de Bastian —dijo—. No quisiera que lucharas contra ella. Todavía no. No estás lo suficientemente fuerte todavía.

La cara de Ivar destelló en mi mente, sus ojos del gris de los cadáveres fríos en la mía. —¿Por qué? ¿Es una de los vir de los que me hablaste, como el de mi recuerdo? Él asintió con la cabeza. —Sí, ella es una vir —explicó—. Ivar es un reaper con capacidades de cambiaformas. Ella puede parecer totalmente humana, si lo desea. —No me gusta —le dije. —A mí, nunca lo ha hecho. —Ni siquiera estaban en el Grim —le dije—. ¿Por qué nos atacaron en este plano? Él gimió y se enderezó la camisa.

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—Ellos hacen eso a veces. Se movió a un lado para que pudiera conseguir un buen vistazo de mi auto. Lo que quedaba de mi Audi era un desastre de metal retorcido rociado de sangre y vidrios rotos. Algo de la piel de Ragnuk estaba atascado en el marco de mi parabrisas. La puerta del lado del conductor crujía y colgaba de las bisagras. El parabrisas había estallado en todo el interior del auto y en el pavimento y la hierba a su alrededor. La sangre fue arrastrada por el capó y el techo. El rojo era dura y violentamente evidente en la pintura blanca. Malvavisco se había convertido en una maldita zona de guerra. —Mi pobre auto —gemí—. ¿Qué voy a hacer? Will suspiró. —Debes llamar a tus padres. Diles que se trataba de un venado. Si deseas que tu seguro cubra esto, probablemente tendrás que llenar un reporte de la policía. —Esto es una mierda. —Quería llorar. Mi nuevo auto era pérdida total. Amaba a mi auto. Con los nervios agitando mis manos, tomé mi teléfono móvil. El teléfono sonó dos veces antes de que hubiera una respuesta. —Oye, Ellie —dijo mi mamá—. ¿Qué pasa? —He tenido un accidente —le dije, mi voz temblaba. —¿Qué? ¿Estás herida? ¿Dónde estás?

—Estoy bien —le aseguré—. Will está conmigo. Estamos bien. Conduje hacia un montón de ciervos y mi auto quedó totalmente destrozado. —¿Quién es Will, cariño? Ups. Olvidé que no se lo había mencionado todavía. Le di una mirada de disculpa, pero a él parecía no afectarle. —Este chico que conozco que vino al cine con nosotros. Lo estaba llevando a su casa. Sus palabras fueron rápidas, pero pronunciadas con cuidado, mientras trataba de mantener la calma. —Está bien, ¿estás al lado de la carretera? —Me asusté y choqué contra un árbol.

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—¡Oh Dios! ¿Estás segura de que nadie está herido? —Estamos en una zanja. —¿Están encendidas las luces intermitentes? No. —Sí. —Las encendí. —Bueno, voy a llamar a la policía y un camión de remolque. ¿Segura que estás bien? ¿Está herido tu amigo? Él no va a demandar, ¿verdad? —¡Uf!, ¿La policía? —Estamos muy bien mamá, él no nos va a demandar. Relájate. —Estoy en camino. Cerré mi teléfono. —Esto es simplemente maravilloso. ¡Los policías no van a creer que ciervos hicieron esto! —Te sorprenderías. —Su expresión me dijo que puede ser que haya utilizado esta excusa antes—. Los ciervos matan a más gente en la carretera que personas que matan gente. Michigan tiene una gran cantidad de venados. —Sí —me quejé. —¿Ves? —Sonrió—. Muy probable.

—Mi pobre auto… —Quería llorar, y realmente quería matar a Ragnuk por la destrucción de mi auto. Estaba muy agradecida de que mi primer accidente había sido con un reaper, y no con otra persona. Mi madre llegó en cinco minutos, y la policía llegó un par de minutos después. Ella no dejaba de abrazarme. Los dos policías que llegaron hicieron poco más, aparte de preguntarme y escribir cosas. —¿A qué le has dado? —preguntó el oficial con bigote, dando golpecitos con el lápiz en su tablero ruidosamente. Él no parecía feliz de estar allí. —Venado —le contesté. El oficial Bigote me miró sombríamente, como si hubiera cometido un delito. —Debe haber sido un ciervo enorme. ¿Ciervo grande? —Oh, sí. Gran ciervo. Y un puñado de los más pequeños.

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—¿Dónde están los cuerpos? —preguntó el más joven y más guapo de los policías. —¿Los cuerpos? —Sí —dijo el policía lindo con un gesto de su mano en la parte posterior de mi auto—. Este tipo de daño y ningún ciervo muerto es un poco difícil de creer. No me puedo imaginar que se levantara y saliera corriendo. —Bueno, no lo hizo —le dije. Mi voz temblaba. Estaba lejos de ser tan buena mentirosa como Will—. Algunos palurdos al azar pasaron por aquí en un camión destartalado y se ofrecieron a tomar el ciervo muerto que pasó por mi ventana. —¿Palurdos al azar? —Oficial Bigote entrecerró los ojos. —No sé por qué lo querían. Tenía grandes cuernos, pero tal vez estaban pensando en una barbacoa mañana. ¿Cómo voy a saberlo? No quiero pensar en lo que querían con animales atropellados. Policía Lindo hizo una mueca. —¿Están tú o tu novio heridos de alguna manera? —Él no es mi novio —le dije con severidad. —Responde a la pregunta, Ellie —dijo Will. —No, estamos bien. —Lo miré.

—Eso es un montón de sangre en ti —señaló Policía Lindo, echando un vistazo a los dos. —No es nuestra —le dije—. El ciervo fue cortado de par en par. Vayan a ver mi asiento delantero. Fue una masacre. Oficial Bigote asintió con la cabeza a su compañero. —Hay una grúa en camino. Debería estar aquí pronto para hacer llegar tu auto a casa. Conduce con precaución a partir de ahora, señorita. Seguimos a la grúa a la concesionaria del Audi en el Mercedes de mi mamá. Los patéticos restos de mi auto fueron dejados en el edificio de servicios y le dije mis adioses. Estaba muy segura que Marshmallow estaba muerto.

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Mamá me aseguró que la compañía de seguros o bien se haría cargo de los daños o pagaría por un auto de reemplazo. Fue un acto de la naturaleza, dijo. Oh, sí. Ese había sido un infierno de un acto de la naturaleza. Mamá estaba muy interesada en Will, y hasta que se metió en su auto, apenas podía mantener los ojos fuera de sus tatuajes. Lo interrogó todo el camino a la concesionaria y de vuelta a mi casa. —¿Hay algún lugar en que puedo dejarte, Will? —preguntó con voz preocupada, no pudiendo reprimir el instinto maternal que se había establecido en alerta máxima desde mi primera llamada telefónica de la fatalidad. —No, esto está bien —dijo—. Sólo vivo a cinco minutos más allá de su vecindario. —¿Estás seguro? No será ningún problema. —Voy a estar bien. Usted ha tenido suficiente emoción para una noche. Mi madre se echó a reír. —Bueno, puedo tomar un poco más. ¿Dónde está tu casa? —Veo que estás muy decidida en esto. —Lo estoy. Él dirigió a mi madre un par de minutos más allá de nuestra calle. La casa era una de las casas más modestas de la zona, y sabía que no le pertenecía. El césped estaba inmaculado y ricamente diseñado.

—Preciosos jardines —dijo mamá mientras se ponía en el camino de entrada. Era más de medianoche y la casa estaba a oscuras. No necesitaba preocuparme porque los verdaderos dueños de la casa preguntaran por qué un tipo raro se bajaba allí. —Gracias —dijo Will mientras salía del asiento trasero. —Fue muy bueno conocerte —dijo mamá—. Vas a tener que venir con más frecuencia. —Lo haré —dijo con una hermosa sonrisa—. Gracias por el aventón, señora Monroe. Lamento lo de tu auto, de nuevo, Ellie. Espero que consiga arreglarse. —Gracias —dije, y le saqué la lengua. Guiñó un ojo. Mi mamá no lo notó.

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Nos salimos de la calzada, y casi inmediatamente perdí de vista a Will en el espejo. Tenía que llamar a Kate y hacerle saber que no iba a ir. Con toda honestidad, no tenía ganas de fiesta. La pelea con Ragnuk había hecho mella en mí. Estaba orgullosa de mí misma por ser valiente, al menos hasta que Ivar apareció. Era un juego de pelota completamente diferente. —¿Es realmente un estudiante de economía? —preguntó mamá, interrumpiendo mis pensamientos. —Uh, sí —dije. Era importante mantener la identidad de Will. Vi la más mínima subida de las cejas. —Te admiro por trabajar con tu profesor y recibir clases particulares de esta clase —dijo—. Suena como si estuvieras en buenas manos. Parece muy inteligente. —Lo es. Él sabe mucho. —¿Es tu novio? Casi me ahogo con mi lengua. —¿Qué? No. Es sólo un muy buen amigo. —Me sorprende que nunca hayas hablado de él —señaló—. Es un poco viejo para ti, de todos modos. No me engañó. —Es por los tatuajes y lo sabes —le dije.

Ella se echó a reír. —A tu padre sin duda no le gustará eso de él, pero es más una cuestión de edad. Espera hasta que estés realmente en la universidad antes de empezar a salir con muchachos universitarios. Tal vez si tuvieras dieciocho años y ya te hubieras graduado… pero por ahora, creo que es un poco viejo. Sólo un poco. Toqué la ventana con los nudillos ligeramente mientras veía la falta de definición del mundo en las sombras. Ni siquiera debería haber estado pensando románticamente en Will, especialmente teniendo en cuenta la forma en que nuestra relación no romántica trabajaba. —Así que mamá —le dije—. Sólo por ser hipotético, por supuesto, pero ¿qué dirías si él me gustara? —¿Cuántos años tiene, de nuevo?

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—Algo así como veinte años? —Mi voz se fue apagando con incertidumbre. Ella hizo un ruido bajo. —No hay nada malo con que él te guste. —Pero no salir con él. —Como he dicho —explicó—. Sería más fácil para mí aceptar si no te encontraras todavía en la escuela secundaria. Hay que recordar que tienes sólo diecisiete años y él es técnicamente un adulto, aunque es obvio que te gusta. Me mordí el labio, contemplando cuan honesta podía ser con ella —y conmigo misma. —Lo hago. Es estúpido, lo sé. Él no es perfecto, pero hace muchas cosas bien. —No es estúpido. Para empezar, es un chico muy guapo y él parece entregado. Me reí. Eso era muy cierto. —Así que cuando dijiste que él debía venir más por aquí de vez en cuando… —Bueno, ahora… —Su voz se apagó, pero me dio una sonrisa. —No estoy segura de poder salir con él de todos modos —le dije—. Es mi tutor. Salimos unas cuantas veces con amigos, pero eso es todo. Él es del tipo todo negocios.

—Es bueno que se tome sus tareas en serio. Que gracioso que ella utilizara esa palabra. —Sí, lo hace. Mucho. —Pero tú no estás satisfecha con eso. Y mi madre leía las mentes. —No exactamente. ¿Es incluso posible estar con alguien con el que básicamente trabajas? —Es posible —dijo pensativa—. Pero hace que tu trabajo sea difícil, porque entonces te centras en él no en tu trabajo. Y si las cosas van mal entre ustedes, luego es difícil seguir trabajando juntos. Hace que estar cerca de ellos sea casi insoportable.

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La observé cuidadosamente mientras su mirada estaba pegada directamente al frente. —Estás hablando sobre papá, ¿verdad? De estar casada con él quiero decir. —Él cayó en esa categoría, supongo. —¿Qué pasó con él? Ella dejo salir una larga respiración. —No lo sé, cariño. De verdad que no lo sé. —Y estar con él todo los días —empecé lentamente—. Es duro. —Lo es. Él cambió. Eso es lo que pasa. Él no ha sido el hombre con el que me casé desde hace mucho tiempo. —Ella volvió su mirada hacia mí por un segundo—. ¿Pero sabes lo más loco? Aún lo quiero. —Supongo que es verdad eso que el amor te hace ciego. —No —dijo mi madre—. No te deja ciego. Eres muy, muy consciente de todo lo que lo que amas de verdad, lo sabes por la manera en la que te lo dicen sus ojos o su corazón. Así que no, no te deja ciega. Te paraliza hasta que no puedes respirar o huir de él. Y con eso, sabía que mi madre no podría dejar a mi padre, incluso aunque lo intentara. Él nunca la había golpeado, pero era abusivo verbal y emocionalmente.

Quizás el reloj estaba contando. Quizás mi madre lo sabía. En cualquier caso ella no quería ayudarse a sí misma y yo no podía ayudarla, tampoco. Pero me había hecho cuestionarme mi relación con Will. Si él se convertía en más que sólo mi Guardián. ¿Cómo afectaría eso a nuestra habilidad para trabajar juntos? Y si alguna vez me besara. ¿Cambiaríamos? Mamá suspiró. —No te puedes ni imaginar lo horrible que fue cuando me contaste que habías estado en un accidente. Sabía que esto podía pasar, pero sentí como mi corazón se había parado. Mi estómago se hundió. —Lo siento. —¿Te había dicho que tuve un accidente muy malo una vez?

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Miré hacia ella. —No. Entramos en nuestro camino de entrada y estacionamos en el garaje. —Era muy tarde una noche y un conductor del otro carril se me echó encima. Me golpeó, y rodé con mi auto y golpeé un árbol. Estaba embarazada cuando ocurrió y perdí a mi bebé. Después de eso los doctores dijeron que no sería capaz de tener niños. Y luego viniste tú. —Ella recorrió una mano a través de mi cabello y me tocó la cara tiernamente—. Es por eso que tú eres mi pequeño milagro. No quiero ni saber que sería mi vida si te pierdo. La observé por otro largo rato. El silencio del garaje se enrollaba a mi alrededor, absorbiéndome como dejándome vacía. Lo que mi madre confesó me había conmocionado. Sabía, que ya era un bicho raro, pero eso me hacía sentir incluso más que eso. Cuando volví a nacer, ¿quién decidió en qué familia tenía que nacer? Tenía miedo de la idea de que alguien, o algo tuviesen control sobre mi destino. Sobre mi alma. —Te veré por la mañana —dijo mi madre—. Estoy tan feliz de que estés bien. —Gracias por todo —le dije—. Fue verdaderamente aterrador.

—Simplemente no puedo creer la mala suerte que has tenido con tu auto — murmuró ella—. Primero está rayado y luego destrozado. Si todos los adolescentes tienen ese tipo de suerte, no a las compañías de seguro por sus tarifas. Apreté mis labios fuertemente. Cierto, suerte. No es que estaba siendo capturada por un monstro asesino come bebés, o algo. Sólo era mala suerte. Ella sonrió cálidamente y me besó la frente. —No fue tu culpa, y creo que lo manejaste bien. Duerme hasta mañana. ¿Bien? —No puedo discutir eso —me reí—. Buenas noches. —Buenas noches, Ellie Bean. Me dirigí hacia las escaleras, pero me paré cuando oí una voz gruñir con rabia detrás de mí.

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—¿Qué demonios hiciste? —Una sensación horrible en mi pecho me inundó profundamente hasta mis entrañas, cuando vi a mi padre caminar hacia mí, su rostro rojo como la remolacha y sus ojos salvajes. Me tambaleé hacia atrás, tropezándome con el último escalón, y golpeé la pared cuando el miedo me envolvió. —Fue un accidente —le supliqué, arrastrando mi mano por la pared para mantener el equilibrio—. No fue mi intención… —¡Destrozaste tu auto! —gruñó, rechinando los dientes, su saliva salpicaba mi rostro. Él levantó una mano, y no sabía lo que él iba hacer—. ¡Lo has tenido un mes! —¡Richard! —gritó mi madre y corrió hacia él agarrando su muñeca—. Richard, agradece que no esté herida. —¿No está herida? —rugió, girándose hacia ella—. ¿Y qué pasa con el auto de treinta mil dólares que le compré? Mamá empujó sus hombros, guiándolo con firmeza lejos de mí. —Richard, escúchame. Había un ciervo. El accidente no se pudo evitar. —Noté como ella reiteró que había sido un accidente, pero no hizo ninguna diferencia. —Su descuido. ¡No te pudo haber evitado! —gritó a centímetros de su rostro. Mamá cerró los ojos cuando fue atacada con su aliento y su saliva.

Sentí el calor en mí cuando mi ira crecía. Miré hacia mi padre cuando gritó esas cosas horribles sobre el rostro de mi mamá. No eran ciertas. Había hecho lo mejor que pude. Sólo estaba intentando protegerme a mí y a los otros, pero no era perfecta. No era mi culpa que las cosas salieran heridas cuando luchaba contra los Reapers. No era mi culpa. —No es mi culpa —dije en voz alta, intentando convencernos a mi padre y a mí misma. —¡Más vale que creas que fue tu culpa! —siseó el monstruo, volviendo su atención hacia mí. —No soy descuidada —dije, con mi voz extraña mientras la rabia se revolvía como un tornado dentro de mí. —Todo lo que haces es romper cosas y fallar en la escuela. ¿Puedes hacer otra cosa aparte de causar destrucción?

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—No estoy fallando en la escuela. —Mis notas no eran asombrosas de ninguna manera, pero eran ciertamente aceptables. No tenía ningún derecho de sacar el tema de la escuela. —No tienes respeto por nada ni por nadie —gruñó, ignorando mi respuesta—. Eres una inútil. Mi furia explotó a través de mí. —No tan inútil como tú. Él de verdad que no ignoró eso. Él me agarró alrededor de la mandíbula, en un movimiento sorprendentemente rápido y levantó mi rostros así sus ojos se clavaron en los míos. Quizás quería que el agarre me doliera, pero no lo hacía. No a mí. No tanto como lo hacían sus palabras. Luché con todo dentro de mí para no romper sus dedos como ramitas. Mi respiración se hizo más constante cuando miré hacia arriba a mi padre y le dije: —Te odio. Sus ojos no parpadearon por un segundo, pero sus dedos apretaron mi mentón más fuerte. —No me importa.

Él me sujetó por un momento largo, antes de liberarme duramente, golpeando mi espalda contra la pared. Se giró alrededor y se marchó lejos. Mi mamá miraba hacia mí, pero me precipité hacia las escaleras y corrí hacia mi habitación antes de que ella pudiera decir nada, golpeé la puerta detrás de mí. Encendí la luz y tiré mi bolso sobre mi cama, derramando todo el contenido sobre el suelo. Una vez estuve sola, mi compostura se fue y empecé a hiperventilar mientras mi mirada daba la vuelta a la habitación. No me podía centrar en nada. Estaba mareada, furiosa y exhausta. Finalmente, mis ojos se posaron sobre la caja de música de mi cómoda, la caja de música que mi padre me había dado, la que amaba. En vez de abrirla y observar la bailarina girando con la música, agarré la caja, empujé para abrir la ventana, y la tiré tan fuerte como pude a la noche. Observé la caja de música volar por el aire y romperse cuando tocó el suelo. No quería ver esa bailarina o escuchar esa música nunca más.

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Corrí lejos de la ventana, y enterré mi rostro en mis manos, dejé salir un grito ahogado en mis palmas. Una vez que salió, empecé a llorar. Recorrí mis manos por mi cabello, apartando los mechones lejos de mi cara así podría respirar mejor, pero no funcionó. Lloré y lloré, y mis rodillas empezaron a ceder, pero me negué a caer. —Ellie. La suave voz detrás de mí, más familiar que ningún sonido que había escuchado antes, mandó una ráfaga de alivio a través de mi cuerpo. Cuando me giré, Will envolvió sus brazos a mí alrededor cálida y fuertemente. Él se sentía tan familiar como su voz, firme como los cimientos de un rascacielos, lo abracé fuertemente, y enterré mi cara en su pecho y lloré. Él tocó mi cabello y me sujetó tan cerca cómo podía y no dijo nada. No necesitaba que dijese nada. Simplemente necesitaba que estuviera aquí y me sujetara. Así estuvimos hasta que paré de llorar y aflojé mi agarre. Él olía tan bien, más como a hogar, más familiar que en la casa en la que vivía, yo no quería alejarme, pero sabía que tenía que hacerlo. Di un paso atrás y lo dejé ir, incapaz de levantar la mirada a sus amables ojos verdes, y hacerle frente. —Gracias —susurré con voz ronca, mirando hacia el suelo en vez de a él, secándome las lágrimas que corrían por mi rostro—. Estoy bien, ahora. —Estaba avergonzada por lo que él sabía que había pasado y por mi reacción. Pero también sabía que él no me juzgaría, aunque yo lo hacía. —Cualquier cosa por ti.

Esas palabras me hicieron mirarlo finalmente. Su expresión era firme con preocupación e ira, pero él intentaba parecer más calmado de lo que verdaderamente estaba. La amabilidad de su esfuerzo me hizo tremendamente agradecida de tenerlo en mi vida en este momento. Él tragó con fuerza y su mirada parpadeó. —Si te hubiera golpeado —dijo lentamente—. Tendría que haberlo matado. Miré hacia él, mirando de arriba hacia abajo, registrando la rigidez en sus hombros. —Lo sé. —Nuestros ojos se encontraron otra vez, ninguno de nosotros se movió o habló por un tiempo. Estaba finalmente lúcida después de todo, como si su presencia hubiera lavado toda la tristeza y la ira que inundaba mi corazón. —Me tengo que ir —dijo Will.

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Él desapareció por la ventana, dejándome sola, una vez más poniendo distancia entre nosotros tan pronto como nos acercábamos. Miré detrás de él, pasando las cortinas ondeantes por la brisa helada de la noche y fuera del agujero negro de la ventana.

Traducido por Liseth Johanna Corregido por Majo ecesitaba llamar a Kate. Ella debía haber estado preocupada por dónde estaba yo. Agarré mi teléfono, me aclaré la garganta y la llamé. —¿En dónde estás? —preguntó tan pronto como contestó. —Estoy en casa —dije, encendiendo la lámpara junto a mi cama y apagando la luz de encima—. Mi auto está acabado.

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—¿Qué? —gritó tan fuerte que tuve que apartar el teléfono de mi oreja. —Golpeamos un montón de venados camino a casa. Mi auto está seriamente destruido. —Oh, Dios mío —jadeó ella—. Qué asco. ¿Te encuentras bien? —Sí, estamos bien, sólo muy cansados y sucios. —No le conté lo que había sucedido con mi papá tan pronto como llegué a casa. No necesitaba revivirlo. —¿Todavía quieres venir? Puedo ir y recogerte. Evan consiguió un cinco. Me sentí mal por dejarla plantada, pero sencillamente no estaba de humor para beber. Un monstruo había intentado asesinarme hacía sólo unas horas. Todo lo que quería ahora era dormir. —¿Qué tal mañana en la noche? —pregunté—. Todavía estoy en pánico. Mañana en la noche, deberíamos reunirnos en tu casa. —De acuerdo —dijo ella—. Será mejor que no me dejes tirada de nuevo. Creo que deberíamos salir antes de la fiesta, también. Se siente como que ya nunca te veo. Me reí. —No te dejaré tirada, lo prometo. Incluso llevaré a Will. —Si él iba a permanecer cerca de mí, también debía mostrar la cara y pasar un buen rato. Era una buena excusa para mantenerlo en las cercanías.

No muy pronto pensé que vi a Will trepar por mi ventana. —Oye, te llamaré mañana —ofrecí, intentando sonar animada—. Festejaremos entonces, lo juro. Incluso saldremos antes, también. En los juegos electrónicos, ¿quizás? —De acuerdo, adiós, te quiero —dijo en una sola respiración. Colgué, lancé mi teléfono a la cama y volví mi atención a Will. —¿Qué haces de vuelta? —pregunté—. Pensé que te irías por esta noche. —Cambié de opinión sobre irme y dejarte sola. Quería asegurarme de que realmente estabas bien. —Oh. Gracias.

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Un incómodo silenció cayó entre nosotros. Odiaba que se hubiera vuelto así cuando sólo hacía unas horas, todo se había sentido tan bien entre nosotros. Tenía que alejarme. —Voy a tomar una ducha —dije al final—. ¿Vas a… quedarte aquí? —Sentí un poco raro que un chico se quedara en mi habitación mientras me estaba duchando. No había realmente mucho para ocultar. Supuse que lo más vergonzoso que tenía era mi colección de películas. Pero de nuevo, probablemente a él no le importara que tuviera las películas de High School Musical junto con Sailor Moon en el estante superior. Era una idiota. Al menos Gossip Gril también estaba ahí arriba, así que más o menos me redimía con eso. Él asintió. —No me meteré con nada, lo prometo. Te he conocido por quinientos años, así que no creo que cualquier cosa que hagas ahora pueda sorprenderme. — Reprimió una risa, pero le lancé una mirada socarrona. Una preocupación fugaz de lo que él pudiera saber sobre mí cruzó mi mente. Me apresuré en la ducha tanto como pude. Cuando terminé, salí y me sequé con la toalla. Mi reflejo en el espejo era ligeramente más placentero considerando que mi cara ya no se revelaba el caos automovilístico en el que había estado esa noche. Busqué mi bata, pero no la vi. Preocupada, me envolví en la toalla. —Oh, no —susurré. Mi bata no estaba en el baño.

Era imposible que fuera a ponerme mi ropa ensangrentada otra vez. Pateé la mugrienta pila de ropa para lavar en medio del piso del baño y me encogí. —Asco, asco, asco… Tendría que regresar a mi habitación con la toalla para conseguir ropa limpia. Esto no era bueno. No quería caminar prácticamente desnuda frente a cualquier chico, mucho menos Will. Temblé mientras caminaba de vuelta a mi cuarto. Abrí la puerta unos cuantos centímetros y susurré lo suficientemente audible para que Will, y no mis padres, me escuchara. —¿Will? —¿Sí? —¿Puedes darte la vuelta por un segundo? Él hizo una pausa.

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—De acuerdo. Entré de puntillas, abrazando la toalla tan fuertemente como podía. Se había girado y estaba mirando hacia la ventana. —Necesito ropa. Lo lamento. —Revoloteé en mi armario y cerré la puerta tras de mí. Dejé salir un suspiro audible y tiré la toalla. Me puse una blusa de encaje y unos pantalones de franela de pijama, y dejé mi armario. —Esperaba que no tuvieras que conocer a Ivar todavía —dijo Will. No trajo a colación mi vergonzoso episodio de hacía unos minutos, y le iba a estar eternamente agradecida por eso. —Sí, también yo —dije, mi voz temblorosa—. Pude sentir su poder, Will. Era tan diferente del de Ragnuk. Su energía se sentía como rabia para mí, como pura violencia. Pero la de ella…. El poder de Ivar era oscuro. Me hacía sentir miedo. No que temiera, sino que sentía como miedo. ¿Eso tiene sentido? Sus labios se apretaron. —Has dichos cosas así antes. —¿Qué significa eso? —Significa que tú, la Preliator, estás empezando a despertar —dijo, tocando ausentemente un rasgón en su camisa—. Mientras tu fuerza y memoria regresan,

también lo hacen tus habilidades. Tomará algo de tiempo que alcances tu potencial total. Suspiré. —Y pensaba que Ragnuk era la cosa más espeluznante allá afuera. Ivar lo vence por lejos. —Habrá otros vir, los matones de Bastian, que conocerás —dijo gravemente—. Sólo empeorarán. Es probable que Bastian se guarde lo mejor que tenga para el final. —Genial —gruñí—. Así que la chica aterradora y Ragnuk son los débiles.

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—No son débiles —insistió—. Se han ganado derechos para fanfarronear, créeme. Ivar podría matar a Ragnuk con un solo golpe. Y ella no es la más débil de los vir de Bastian. Fue enviada como una mensajera, no para asesinarte, lo que no tiene sentido. Siento como que Bastian está calando. Tal vez matarte no es la meta final, dado que eso no tendría un punto. Simplemente renacerías de nuevo. Mis labios se apretaron. Eso no era bueno. ¿Cómo podía posiblemente vencer a cualquiera de ellos cuando Ragnuk casi me había matado dos veces en esta vida, y de hecho había tenido suerte una vez, en una anterior? ¿Qué iba a hacer cuando tuviera que enfrentar a Ivar y los otros vir, o incluso a Bastian? ¿Y qué era este juego que Bastian estaba jugando con mi vida, enviando a un asesino a matarme y luego haciéndolo desistir? ¿Estaba él intentando mantenerme ocupada mientras buscaba a su Enshi? ¿Todo esto estaba conduciendo realmente al Apocalipsis? Will pareció leerme la mente. Apartó dulcemente una hebra casi seca de mi cabello tras de mi oreja. —Puedes hacerlo —dijo, su suave voz llena de esperanza—. Eres más fuerte que cualquiera de ellos. —¿Entonces por qué siguen limpiando el piso conmigo? —demandé. Él dejó salir un suspiro. —Necesitas tener más confianza en ti misma. Creer que puedes hacerlo. —Necesito pruebas antes —dije con una corta risa—. Es un poco difícil creer que puedo vencer a Ragnuk cuando sigue pateándome el trasero. Frunció ceño.

—Ese es el punto de creer en algo. Hay tanta duda y tribulación durante tu viaje que tienes que agarrarte a algo, o de lo contrario caerás. Puse los ojos en blanco. —Deja de ser tan sabio. Me haces quedar mal. ¿A qué crees que se refería Ivar por “desarrollos”? —Lo más probable es que sea algo con el Enshi. Tenemos que redoblar los esfuerzos de investigación. Tal vez Nathaniel haya encontrado algo. —Frunció el ceño—. Ni siquiera sé en dónde empezar a buscar información. —¿Entonces supongo que tendremos que concentrarnos en matar a Ragnuk y a los vir de Bastian? —pregunté, incapaz de sofocar la duda en mi tono. Él asintió.

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—Ragnuk está cazándote. Conseguimos una afortunada ventaja esta noche cuando Ivar lo hizo desistir, pero no sé cuánto podamos beneficiarnos de eso al final. —¿A qué te refieres? —Bombilla—. Oh, Dios, ¿no crees que encontraron el Enshi, o sí? —Podemos rezar que no lo hayan hecho —dijo—. Pero Bastian suspendió a Ragnuk por una razón. Te querían muerta y ahora no. Pero no hay mucho que podamos hacer al respecto ahora. Intenté estabilizar mis nervios, pero fallé. La inutilidad no era la sensación que quería tener. —Bueno, ¿qué estamos haciendo aquí sentados? ¡Podrían tener el Enshi en sus manos mientras hablamos! —Ellie, ¿qué vas a hacer? —demandó él—. ¿Sólo hacer un vals con todos ellos? Primero, no sabemos si encontraron el Enshi esta noche. Puede que sólo haya sido una pista. Y segundo, ni siquiera sabemos en dónde están. No tengo idea de a dónde iría Bastian una vez que pusiera sus garras sobre el Enshi. No tenemos la suficiente información para jugar seguros. —¿No es de eso de lo que se trata todo? ¿Una apuesta? Apoyó firmemente una mano sobre mi hombro, sus ojos azules iluminándose un poco.

—Hemos apostado antes, y siempre perdemos. No voy a hacer ninguna apuesta cuanto tu vida está en juego. —Pero regresaré…. —No es tan fácil, Ellie. —Cerró los ojos por un momento—. No es como un video juego en donde Mario muere y aparece de vuelta a la acción dos segundos después. Tú mueres. Y te toma casi dos décadas regresar de vuelta al juego. Esta vez, te tomó cuatro. Tienes que empezar de nuevo completamente. Ha sido más duro cada vez. Estás es un estado debilitado ahora mismo, y Bastian lo sabe. Querrá acabar contigo antes de que tu poder regrese por completo. Si falla, hay una posibilidad más alta de que lo detengamos de obtener el Enshi. Esta cosa debe ser capaz de destruirte si él está metiéndose en tantos problemas para encontrarla. —Entonces una vez que obtengamos el Enshi, ¿ellos sólo van a forzarme por completo? —Él me estaba asustando de nuevo.

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—No creo que Bastian hable muy en serio sobre matarte ahora. Ragnuk es bueno en lo que hace, peo parece que si Bastian realmente te quisiera muerta, enviaría a más de un asesino, y no los habría suspendido de la forma en que lo hizo. Odio ser brutalmente honesto, pero si enviara a alguien como Ivar tras de ti ahora mismo, habría una buena posibilidad de que no salieras viva. De nuevo, creo que está calando algo, como que está manteniéndote ocupada mientras busca el Enshi. Me aterra lo que esta cosa pueda ser capaz de hacer. Hice una mueca. —Pero me tienes —dijo él—. He hecho todo lo que he podido en los últimos siglos para mantenerte a salvo. Sé que te he fallado antes, y odio lo que debes atravesar, pero cómo me siento al respecto no importa. La emoción no es relevante. Mi razón para existir es protegerte. Lo que dijo me entristeció. No la parte sobre que Bastian intentara asesinarme, sino cuando dijo que no importaba cómo se sentía él. Yo no valía la existencia entera de alguien, inmortal o maldito. —Eso no es cierto —dije. Estudió mi cara cuidadosamente. —¿Por qué no? Intento que… —Me importa cómo te sientes. No digas que no importa.

Él sonrió. —Bueno, no deberías preocuparte por eso. Mi propósito es mantenerte a salvo y luchar a tu lado. —Pero, ¿por qué? —pregunté impacientemente—. ¿Por qué eres mi Guardián? ¿Elegiste esto? ¿Los otros antes de ti eligieron esto? —Sí —confesó—. Estuve de acuerdo en convertirme en tu Guardián, porque creo en tu meta. Creo en ti. Lo miré seriamente. —Esa no es una buena respuesta. Sonrió torcidamente. —Lo entenderás. Ya sabes todas estas cosas… sólo que te eluden por un momento.

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Mis puños rodaron en apretadas bolas. No podía soportarlo más. —Estoy cansada de que me digan que todas las cosas que no entiendo están justo en la parte trasera de mi mente y no puedo alcanzarlas. Me estoy volviendo loca, Will. —No seas tan impaciente. —¡Muy mal! Chupó su labio superior, algo que estaba bastante segura que hacía cuando estaba nervioso. —Mañana en la noche. —¿Qué hay con eso? —¿Vas a ir a la casa de Kate? —Sí —dije con voz cansada—. Se lo prometí. Deberías venir. Agachó la cabeza sólo un poco. —Si eso es lo que deseas. —Sí, eso es lo que deseo. Quiero que vengas. Me siento mejor cuando estás cerca de mí y puedo verte.

Dio un paso adelante y se sentó con gracia al borde de la cama, a mí lado. —Entonces te dejaré verme más. —Gracias —dije, sintiéndome muy rara al tener a un chico sentado en mi cama. Se sentía tan íntimo y raro para mí—. Sé que me protegerás. —Lo haré —prometió, sus ojos clavados en los míos. Le creía. —Hay algo que tengo que decirte —susurró él—. Sobre lo que soy. Ya sabes esto, pero no lo recuerdas, y no quería decírtelo. Quería que lo recordaras por tu cuenta, porque es más fácil para ti de esa forma, pero está tomando tanto tiempo que odio guardarte las cosas. Se siente mal seguir pretendiendo que no existe, pero me temo que me odiarás después de que te lo diga.

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—Nunca podría odiarte —dije con seriedad—. ¿Qué es? Sólo dime. —Me volví y me senté con las piernas cruzadas frente a él. Tomó una larga y profunda respiración. —Soy inmortal porque no soy humano, como te he dicho. Vivo por tanto tiempo como los reapers porque soy uno, Ellie. No pude hablar por mucho tiempo. —¿Eres uno de ellos? —Mis labios se quedaron entumecidos cuando hice la pregunta que parecía tan irreal. El shock cayó sobre mí como pesada nieve, y me congelé. La sangre se drenó de mi cabeza mientras la espantosa cara de Ivar destellaba en mi mente. Will no podía ser como ella. No era posible. —No lo entiendo. Su expresión colapsó. —No, no soy uno de ellos. Por favor no pienses en mí como malo, porque no soy así. No dije nada por varios momentos, mientras lo procesaba. —Eres un reaper. —Aunque lo dije en voz alta, la afirmación todavía no me parecía real.

—Por favor no pierdas tu confianza en mí porque no te lo dije antes. Sabías esto el día que me conociste y lo sabes ahora. Soy un reaper angelical, pero también soy tu Guardián. Tus Guardianes siempre han sido reapers angelicales. —Entonces eres de los buenos —dije, desesperada por sujetarme a algo antes de enloquecer—. ¿Nathaniel es como tú? ¿Es por eso que es inmortal también? —Sí. Asentí una vez, lentamente, tomándolo todo. —Entonces así como puedes ver a los reapers. ¿Es por eso que eres tan fuerte? —Sí —dijo—. Es por eso que he sobrevivido todo este tiempo. Eres mortal, Ellie. Mi cuerpo puede aguantar más daño que el tuyo. Somos casi indestructibles y tu cuerpo es humano, más débil, pero tienes el poder del Angelfire, y nosotros no.

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Pensé en eso por un momento. Lo que él decía tenía sentido. Mi cuerpo humano era una debilidad. ¿Pero cuál era la suya? ¿Qué podía matarlo? —¿El Angelfire puede matarte? —No. El Demonfire puede matarme o dejar cicatrices, pero el hechizo de protección Enochian que tatuaste en mi brazo me protege de eso y me une a ti. —¿Alguna vez fuiste herido por Demonfire antes de que obtuvieras los tatuajes? —No, pero sé de otros que sí —dijo—, y bien apuntado a mi corazón o decapitándome puede fácilmente matarme. No soy tan diferente de ti. Por favor no digas que me odias. Quería que lo recordaras tú misma. No quiero que tengas miedo de mí. No tienes ninguna razón para temerme. —No te odio y no tengo miedo de ti —dije gentilmente, pero por un momento, no estuve tan segura de la parte del miedo—. Si eres un reaper, entonces, ¿por qué matas a los de tu misma clase? —Los reapers demoníacos matan humanos para construir el ejército de Lucifer en el Infierno. Están preparándose para la guerra apocalíptica, y tenemos que hacer lo que podamos para prevenir eso. —Pero, si sirves a los ángeles, ¿por qué no pueden los reapers demoníacos hacer lo mismo? ¿Por qué no pueden ser buenos como tú? Él tomó una respiración.

—Nací angelical y los demoníacos nacen de la forma que son. Los demoníacos no entienden el valor de la vida humana y como resultado, no la respetan. Ningún reaper, demoníaco o angelical, alguna vez ha sido mortal, así que nunca hemos tenido que sentir que envejecemos, que nos debilitamos, que somos forzados a aceptar la muerte como algo que es inevitable en lugar de sólo posible. Sólo nos hacemos más fuertes con el tiempo. Por esto, muchos de nosotros somos por siempre infantiles e impulsivos. Con criaturas tan poderosas como lo son los reapers, eso se traduce en violencia y a menudo, crueldad. Conozco a unos cuantos angelicales que son peligrosos por eso, pero nos enseñan a cuidar la vida humana desde el nacimiento, porque es frágil y muy importante. A los demoníacos no les importa. Desde el nacimiento son recompensados por la violencia. Para ellos, el único valor de la vida humana es comida y un alma que cosechar. —¿Todo esto se resume a las almas humanas nada más?

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—No exactamente —dijo él—. Los demoniacos están cosechando almas para el ejército de Lucifer. Si ese ejército se hace lo suficientemente grande, la Segunda Guerra contra el Cielo ocurrirá. El “Final de los Días” que Ragnuk mencionó, del que te hablé antes. Eso es. El Apocalipsis. El ejército de Lucifer ya es incontables veces más vasto de lo que era originalmente. Si las legiones del Infierno y el Cielo lucharan de nuevo, la Tierra y la raza humana no sobrevivirían. El silenció cayó entre nosotros mientras yo sopesaba sus palabras. —Esto es más grande que sólo tú y yo, ¿no es así? Él asintió. —Pero estamos justo aquí en las líneas delanteras. Eres la mejor esperanza para prevenir que eso pase. Es por eso que estás aquí. Para proteger al mundo humano y al Cielo. Nosotros, los reapers angelicales, estamos aquí para servirte y defenderte contra los demoníacos. Estudié el fervor en su mirada. —Entonces, ¿ustedes nacen, y no son hechos lo que son? Asintió. —Correcto. Crecemos como humanos normales, pero mientras nos hacemos mayores, envejecemos cada vez más y más lento, hasta que dejamos de envejecer del todo. Alcanzamos la madurez en nuestros últimos años de adolescencia o en los principios de los veinte y el tiempo se detiene para nosotros, más o menos.

Lo miré nerviosamente. —¿Ustedes también… comen personas? Lanzó una suave risa y sacudió la cabeza. —No. Los angelicales no comemos humanos. Comemos comida normal. Me gustan las hamburguesas. —¿Nada de hamburguesas de personas? —Por un momento me pregunté sobre la verdad detrás de los sándwiches de hombres. —Por supuesto que no. Suspiré con alivio. —¿Así que creciste como un chico normal? —pregunté, tratando de entender—. ¿De dónde eres?

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—Nací en Escocia. Mi madre era inglesa, pero ahí es donde se estaba quedando para entonces. En el año 1392. No hay mucho que contar sobre cómo crecí. Intenté imaginar a Will hablando con un acento tan sexy como el de James McAvoy, y casi fue suficiente para distraerme de la seriedad de nuestra conversación. —¿Cómo puedes decir eso? La gente que no ha hecho nada en diez años puede hablar por horas sobre sí misma. Yo no puedo conseguir más de una oración de ti. —Bueno, nos conocimos en Londres al principio del siglo dieciséis. Fue en la corte justo después de que el joven Enrique XVIII subiera al trono, y yo estaba cazando reapers demoníacos que habían estado haciéndose pasar por nobles. No pude soportar lo sombrío que parecía, y todo lo que quería que él hiciera era sonreír. —Bien, ahora quiero que digas todo eso, sólo que con tu viejo acento. Se rió y me sentí mucho mejor. —¿Qué? No, no puedo. Ha pasado mucho tiempo. No es natural para mí ya. —Estoy segura que si lo intentaras… —He aprendido tantos lenguajes en los últimos siglos que todos como que se mezclan después de un tiempo.

—Pero dime algo sobre tu vida entonces. Quiero saber más de ti. Dejó salir una cansada respiración. —¿Qué hay para decir? La comida era horrible y nuestra ropa demasiado gruesa y caliente en el verano. Los humanos morían mucho. La gente se enfermaba. Cada tantas décadas una plaga se llevaba decenas de miles de vidas. No fue realmente un tiempo divertido. No había pensado en eso. —¡Puaj! —Sí. Lo aprendes en la escuela, pero no tienen fotos a color precisamente de aquellos días en sus libros de texto. —Su mirada era muy seria—. Da las gracias. Hice una mueca.

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—De acuerda, deja de contarme cosas deprimentes de ese entonces. —Viviste entonces también. Y mucho antes. No es como si te lo hubieras perdido. —Te diré por qué yo doy las gracias. Mi amnesia convenientemente ha borrado cualquier recuerdo de la Plaga Negra. Dios de verdad trabaja de formas misteriosas. Su risa fue suave de nuevo y su mirada cayó. Ese callado ensimismamiento regresó a sus ojos. —Eso es verdad. —Pero no quiero que me cuentes cosas generales del siglo XIV que puedo encontrar en un libro de historia. —Miré a la cadena del crucifijo metido en su camisa—. Cuéntame de tu madre. Dudó antes de responder, y el momento de silencio me hizo sentir culpable por investigarlo. —¿Qué quieres saber? —habló lentamente, sus palabras forzadas. Estaba bastante segura de que él no estaba muy entusiasta por divulgar los secretos de su infancia, pero quizá eso lo ayudaría a hablar sobre su madre. —¿Cómo era ella?

—Una vir angelical como yo. Las reapers femeninas pueden tener un hijo, una o dos veces cada siglo, así que los nacimientos son hechos raros. Sea que una vir sea angelical o demoníaca está determinado por la herencia de la madre. —¿Tu madre todavía está viva? —No lo creo. No la he visto desde que era joven. —Lo lamento —dije. —Está bien. He tenido mucho tiempo para aceptarlo. Apenas recuerdo su cara. Sucedió cuando yo era tan joven. Si la muerte de su madre no lo molestaba mucho, entonces no usaría todavía la cruz que ella le había dado, y yo nunca lo había visto sin ella. —¿Cuál era su nombre?

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—Madeleine. Repetí su nombre en mi cabeza. Intenté ponerle un rostro a ese nombre, e imaginé que ella tenía el cabello del profundo chocolate del de Will y ojos color esmeralda. Debió haber sido tan hermosa como él lo era. —¿Por qué crees que ella está muerta? —Dejé la casa cuando me volví un idiota y decidí cazar a los demoníacos. Fui a casa una década o algo así después de que me fuera, y ella ya no estaba. Nathaniel me acogió. Siempre ha sido como un hermano mayor para mí. De cualquier manera, no había un rastro de ella entonces. Es probable que fuera asesinada por otro reaper. Eso me golpeó profundamente. Imaginé llegar a casa un día y encontrar que mi mamá se había ido para siempre, y no pude soportarlo. Mis ojos se calentaron y apretaron. —Lo lamento mucho. —Está bien, en serio. He tenido un largo tiempo para superarlo. Muchas personas que he querido han muerto a lo largo de los siglos. Ese es el mundo en el que vivimos. Es oscuro, descarnado y peligroso. —¿Conoces a tu padre? Sacudió la cabeza.

—No. No sé nada de él. Mi madre nunca habló de él. Creo que lo amó, pero no estaba orgullosa de eso, o algo así. No creo que su relación durara mucho. Me apoyé en mis manos hacia atrás y miré a la nada. Las emociones se agitaban profundo dentro de mí —en su mayor parte incertidumbre y un poco de miedo— mientras intentaba enfocar mis pensamiento. Will era un reaper bueno que peleaba a mi lado contra los reapers malos. Si la única cosa que lo hacía bueno era su herencia, entonces, ¿qué era suficiente para hacer que se volviera malo? ¿Cuál era, en verdad, la diferencia entre Will y los reapers que yo cazaba? ¿Había una posibilidad de que pudieran vivir junto a los humanos pacíficamente? Los Ursidos del tamaño de un auto y los Lupinos probablemente no serían fácilmente aceptados por la sociedad —dudaba que alguien quisiera adoptar a uno de ellos— pero, ¿era posible que coexistieran sin matar personas y arrastrar sus almas al Infierno? Se estiró para ahuecar mi mejilla, el toque sorprendiéndome.

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—Por favor entiende que no importa lo que sea o lo que me haya ocurrido en el pasado, soy tuyo. Soy devoto a ti sobre todo lo demás, incluyendo mi propia vida. Exhalé tras sostener el aliento lo que se sentía para siempre. —Eso es bastante intenso, Will. Su expresión era apasionada, y las puntas de sus dedos rozaron el costado de mi cuello. —En una carga que estoy encantado de llevar. Sostuvo su mano ahí por un momento antes de apartarse y alejar la mirada. Sentí una urgencia por estirarme hacia él pero la reprimí. Su rostro estaba tan vulnerable entonces, y me di cuenta cuánto me preocupaba por él. Sólo podía recordar haberlo conocido recientemente, pero mi alma lo conocía mejor de lo que conocía cualquier otra cosa en el mundo. Cuando nuestras miradas se encontraron de nuevo, noté el más ligero destello de brillo en aquello terrorífico verde antes de que el color se apagara de nuevo. El destello fue tan rápido que tuve que parpadear, pero no regresó. —Me iré ahora —dijo él, y se puso de pie, apartándose de mí. Quise saltar y traerlo de vuelta conmigo, pero no lo hice. —¿Te veo mañana?

—Por supuesto —ofreció, sonriendo—. Te dejaré disfrutar tu día con Kate hasta que sea hora para la fiesta. Me verás entonces. —Bien —dije—. Buenas noches. Gracias por salvar mi vida esta noche. —Salvaste la mía también. Estuviste brillante. —Gracias. —Mis mejillas se calentaron. —Estás regresando a mí. —Él sonrió ampliamente, aquella sonrisa terriblemente hermosa, y luego se fue.

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Traducido por Otravaga Corregido por Deyanira

medida que las semanas se acercaban a Octubre, escuchamos muy poco del lado oscuro. Los matones de Bastian estaban manteniéndo un bajo perfil, pero todo eso me hacía preocuparme sobre lo que pudieran estar tramando. Mi auto estaba más allá de la reparación, sin embargo estaba realmente feliz de conseguir un reemplazo casi idéntico al que había perdido. Decidí llamarlo Malvavisco II en honor a la víctima de Ragnuk.

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Cuanto más frío se volvía el clima, más me encontraba a mí misma mintiendo y ocultándoles cosas a las personas que amaba. Entraba y salía a hurtadillas de mi casa fácilmente a través de la puerta trasera, pero era duro ver el rostro de mi mamá cada noche y hacerla a creer que yo sólo iba a la cama. Sentía como si me estuviese perdiendo un gran asunto con mis amigos, ya que estaba excusándome de nuestros planes de fin de semana más frecuentemente que nunca. Temía haberlos perdido para siempre. Deseaba que simplemente pudiera ser honesta con todo el mundo y continuar mi vida como normalmente lo hacía, pero no era como si el mundo fuese a esperar por mí para aprender cómo ser una superhéroe. No estaba segura de cuánto tiempo más podría soportar todo esto, especialmente desde que les mentía en la cara a mis padres y amigos todos los días. Dos semanas antes de Halloween, Kate, Rachel y yo estábamos en una tienda de disfraces probándonos varios trajes. Los chicos, por supuesto, planeaban usar trajes horribles o vulgares. Sospechaba que Will iba a ir como él mismo. Podía ser lo suficientemente espeluznante. Con una espada ensangrentada y un poco de brillo en sus ya eléctricos ojos verdes, él tendría incluso al más rudo de los luchadores de la UFC7 temblando en sus mallas de spandex. La fiesta a la que todos estábamos asistiendo era la celebración anual de Halloween de Josie Newport. Era cierto que nosotras no éramos buenas amigas o algo, pero ya

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UFC: Siglas de Ultimate Fighting Championship la cual es una empresa de artes marciales mixtas, pionera en este tipo de combates, con sede en Estados Unidos.

que todos habíamos estado juntos desde séptimo grado, era comprensible que mi grupo siempre asistiera a su fiesta de Halloween… y yo estaba tan entusiasmada. —Pruébate este —ordenó Kate cuando empujó un traje de enfermera en mi rostro. Le fruncí el ceño. —Eso podría exceder mi límite de promiscuidad. —Te verás ardiente en él, con tu hermoso cabello —dijo ella—. Ahora pruébatelo. A regañadientes, le quité el traje y me paré en la fila de los probadores. Rachel todavía estaba adentro probándose un traje de bruja. Kate había elegido un traje de diablilla bastante revelador que era más que todo un minivestido rojo y unas botas de prostituta. —Eres tan mandona —le dije a Kate.

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Ella sonrió y ajustó el escarchado cintillo con cuernos de diablo en su cabello. — Eso te gusta. Cuando quieras, sacaré mi látigo y las esposas de peluche. Sólo para ti, bu. Puse los ojos en blanco. —Oh nena, oh nena. Finalmente Rachel salió. El rosa y el azul en su disfraz se veían realmente lindos con su cabello marrón, incluso si el sombrero era demasiado grande para ella y le quedaba un poco bajo. Ella sonrió dulcemente y dio una pequeña vuelta para desfilar el traje. La falda era un poco larga y ella había tenido que tirar de la falda blanca inferior más abajo de sus caderas de modo que no pudiera verse. —¿Qué opinas? —preguntó ella tímidamente. —Estás tan bonita —dije. Kate se estiró hacia adelante, recogió el cabello de Rachel de sus hombros y lo retorció en un moño, luego tiró de las esponjosas mangas hacia abajo de manera que se mostrara más piel. Kate dio un paso hacia atrás para admirar su obra. —Gran mejora. Consigue este disfraz y lleva el cabello recogido. Evan lo amará. —¿Tú crees? —Rachel bajó la mirada y alisó su falda. —Definitivamente —ofrecí—. Él no será capaz de mantener sus manos lejos de ti.

Kate me empujó hacia el probador. —Ahora es tu turno. Si eres una enfermera sexy, entonces Will no será capaz de mantener sus manos lejos de ti. —¡Eso no es a lo que voy! —Cerré la cortina detrás de mí. —¡Mentirosa! —gritó Kate desde afuera del probador. Me apretujé en el ajustado vestido y ojalá estuviera usando algo más esponjoso como el disfraz de Rachel así no me sentiría tan expuesta. Mis pechos estaban medio saliéndose, pero la forma de tubo del vestido hacía que mis caderas y mis piernas lucieran como si yo tuviera caderas y piernas. Retiré la cortina cuando estuve lista, y Kate soltó un largo silbido. —Tú perra ardiente —dijo ella—. Cambia de disfraz conmigo.

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Si mi traje de enfermera sexy hacía que mis pechos parecieran una talla de copa completa más grandes, el traje de diablilla de Kate la hacía parecer una estrella porno. De ninguna manera me quedaría con ese. —No, gracias. Quédate con el tuyo. —Sin embargo sabes que tengo razón —dijo ella tímidamente—. Él no será capaz de mantener sus manos o sus ojos lejos de ti en toda la noche. Traté de disimular la creciente sonrisa, pero fallé. Tal vez eso era exactamente lo que quería. Me paré frente al espejo y me miré desde diferentes ángulos. Me veía bien, después de todo. Si tenía suerte, alguien más también se daría cuenta. El sábado Will y yo estábamos entrenando combate en nuestro almacén abandonado, como usualmente hacíamos los fines de semana por la tarde. Cuando una viga cayó y aplastó mi mano, nos vimos forzados a hacernos a un lado mientras mis huesos sanaban. Observé mi piel crecer de nuevo y mis huesos reformarse, pero esa no era la parte más extraña. Mi mano fracturada en realidad nunca dolió mucho. Seguro, me mató los primeros segundos, pero el dolor se alivió rápidamente, y luego ahí estaba yo, mirando fijamente mis huesos sacudiéndose de regreso a su lugar. Eso ya ni siquiera me provocaba tantas náuseas. No estaba segura de qué era más raro… mis huesos rotos sanando en minutos o no estar asqueada por eso. Un asunto de cara o cruz, en realidad. —Ya deberías estar acostumbrada a eso a estas alturas —dijo Will.

Levanté la mirada para verlo observándome, con sus propios arañazos desapareciendo de su piel. —Es sólo que nunca antes había notado mi cuerpo sanando así —dije—. Es extraño que no duela. En cuarto grado, Kate se cayó del pasamanos y se rompió el brazo. Lloró tanto. Yo me rompo los huesos y nada más siento un ligero cosquilleo después de un momento o dos. Y ahora me doy cuenta… que en realidad nunca me lastimé cuando era pequeña. —Estoy seguro de que te lastimaste —señaló él—. Es sólo que no prestaste demasiada atención a tus heridas porque sanaban casi instantáneamente. Resoplé, con una pequeña sonrisa nostálgica formándose en mi rostro. —Mi mamá siempre pensó que yo sólo fui suertuda.

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—Ningún niño normal es así de suertudo. —Se agachó y se estiró para tocar mi mano. La levantó y la examinó—. Como nueva. —¿A ti te duele? —pregunté, mirándolo. —¿Qué cosa? —Cuando algo se rompe —dije, y recuperé mi mano. —Todo el tiempo. —Sus ojos verdes sostuvieron los míos por un largo momento, irresistiblemente, antes de que él se levantara. —¿Crees que el Enshi podría ser uno de los Caídos? —pregunté, levantándome también. —Espero que no. —¿Alguna vez has visto a uno de ellos? —No —dijo él—. Y nunca, jamás quiero hacerlo. Ellos son la encarnación de todo lo terrible en este mundo —explicó—. La manifestación del odio, la enfermedad, la codicia… todo lo malvado que puedas imaginar. —Si son tan fuertes, entonces ¿por qué no vienen ellos y hacen su propio trabajo sucio? ¿Por qué necesitan reapers demoníacos? —Los ángeles y los Caídos no pueden entrar completamente en el plano mortal en sus formas corpóreas. Pueden deambular e influir en los acontecimientos, pero no pueden interferir físicamente. Le toma una increíble cantidad de energía y fuerza a

los de su especie para sobrevivir aquí por largo tiempo. Una poderosa reliquia mágica puede ayudar, pero son casi imposibles de encontrar. —¿Qué es una reliquia? —pregunté. —Las reliquias son objetos poderosos con una conexión ya sea con lo divino o con lo maldito —explicó él—. Por lo general están malditas o benditas con magia angelical, con un hechizo Enochian. Tienen una variedad de usos durante los hechizos, y algunas tienen la capacidad de darle forma corpórea a un ángel o a un Caído en el reino de los mortales. Lo más que pueden hacer por su cuenta es mostrarse brevemente, quizá para entregar un mensaje, antes de deslizarse de regreso a sus propios reinos. Si te topas con un Caído en su forma corpórea, entonces que Dios nos ayude a todos. No sé lo que sucedería. —Entonces haré una nota mental para evitarlos —dije con una risa nerviosa—. Vendrás conmigo a la fiesta de Josie, ¿verdad?

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Él suspiró. En voz alta. —En realidad no piensas ir, ¿o sí? —No me la perdería, ni siquiera si fuese emboscada por reapers y asesinada. Me reencarnaría y todavía iría. Esta será la última, ya que me gradúo en primavera… si sobrevivo para verme a mí misma graduarme. —No bromees sobre eso. Fruncí el ceño. —Bueno, iré y quiero que vengas conmigo. —Deberías estar concentrándote en entrenar y en encontrar al Enshi, no en salir de fiesta. —Tú mismo dijiste que debería relajarme de vez en cuando. Esta es una oportunidad perfecta. —Es una oportunidad perfecta para ser emboscada, e incluso si nada sucede en la fiesta, enrollarte con aquello de prepararte para eso es distraerte. —Yo no me enrollo —dije, frunciendo el ceño—. ¿Qué demonios significa eso? —Que hay cosas mucho más importantes por las qué preocuparse que encontrar el disfraz perfecto de Halloween.

—Para tu información, ya lo encontré. —Ellie, en serio. No puedes distraerte así. Necesitas tener la cabeza clara. Es mi trabajo el… —Bla, bla, bla, Ellie esto, Ellie aquello. —Me estiré hacia adelante y juguetonamente le revolví el cabello con la mano—. Sí, sensei, te escuché. Ahuyentó mi mano y ahogó una carcajada. —¿Ves? Distracciones. —Creo que tú necesitas una distracción más que nadie —dije—. Si fueses humano, serías como el sujeto que al azar lleva una Uzi al trabajo y simplemente le dispara a todo el mundo. Te tomas todo demasiado en serio. Relájate. —Eso es una exageración.

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—Admitir que tienes un problema es el primer paso. —No tengo un problema. —Ahora estás en los pasos negativos. No es un buen comienzo, Will. Él suspiró. —A veces me vuelves loco. —Ooh, creo que eso pasó mucho tiempo antes de que yo llegara. —No, no, estoy bastante seguro de que fuiste tú la que me llevó al borde. —Eres tan dulce, que me vas a dar una caries, en serio. —Entonces más tarde, estaré haciéndote un favor al sacarte los dientes de un golpe. —¡Ja! —Me reí—. Tú sacándome los dientes de un golpe nunca sucederá. —No seas tan presuntuosa. Pareces tener otras prioridades que vienen antes que tu entrenamiento. Puedes ser perezosa. Quería sacarle sus dientes de un golpe por decir eso. —Todavía puedo patearte el culo. Esbozó una oscura sonrisa deliciosa.

—Entonces hagamos una apuesta. Lucharemos de nuevo antes que terminemos por esta noche. Si asestas un golpe primero y anotas, entonces iré a esa fiesta contigo. Si yo anoto primero, entonces pasarás la noche de Halloween entrenando. —Eso es un poco brutal, hacerme entrenar en Halloween —refunfuñé. —También lo es hacerme ir a esa fiesta. Lo miré fijamente, atenta a cualquier signo delator de que él golpearía primero. Él en realidad era ardiente. ¡Maldita sea! No podía distraerme. Realmente quería ir a la fiesta de Josie.

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Su sonrisa parpadeó y lancé el golpe. Él lanzó su brazo hacia arriba y empujó mi puño de modo que el suyo pudiera empujar a través, directo a mi rostro. Me incliné hacia atrás, y su puño pasó rozando por encima de mi cabello. Hundí mi cabeza y me enderecé lejos de la trayectoria de su siguiente golpe. Agarré su brazo extendido y disparé mi rodilla hacia arriba a sus tripas, pero su mano libre empujó mi rodilla hacia abajo. Con sus dos manos ocupadas, reventé la parte frontal de mi cráneo en su frente y él se tambaleó hacia atrás con un gruñido. —¡Eso cuenta! —chillé triunfalmente. —Los mejores dos de tres —refunfuñó él, y frotó su frente. Se me bajaron los ánimos. —¿Estás hablando en serio? —Tenemos que ser justos sobre esto, ¿no? —Huelo uvas agrias8. —¿Crees que puedes ganar una segunda vez? —¡Uvas agrias! —repetí con un empujón con el dedo a su pecho. Él sonrió. —Puesto que yo escogí la primera ronda, puedes decidir los términos de esta ronda. Lo miré fijamente.

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Sour Grapes: “Uvas agrias” es una frase que a menudo se utiliza para referirse a alguien que es un “perdedor”.

—Está bien. Si encontramos el Enshi antes de la fiesta de Halloween, entonces tienes que venir conmigo. Y tienes que usar un disfraz. —¿Estás segura de que quieres tomar esa apuesta? Moví rápidamente una ceja hacia él. —No dudes de mí, hombre. —Lo que digas. Le di un rápido asentimiento. —Eso es correcto. ¿Tenemos un trato? —Supongo que sí. Trato.

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Mi teléfono sonó. Luché por conseguir mi bolso, el cual había lanzado contra la pared del almacén abandonado más temprano esa tarde. Estaba sorprendida de ver que la llamada era de Nathaniel. —Hola —dije. —Ellie —respondió él—. Tengo muy buenas noticias. Ven a la biblioteca tan pronto como puedas. Levanté la vista hacia Will, quien estaba observándome atentamente. Sabía que él podía escuchar una conversación sin ningún esfuerzo. —¿Y qué tal ahora mismo? Sólo estábamos luchando. —Perfecto. Te veré pronto. Colgué. —Esto suena prometedor. Conduje para llevarnos a ambos hasta la biblioteca. Eran casi las cinco y treinta, y la biblioteca estaría cerrando pronto. Cuando llegamos ahí, estaba bastante vacía y la recepcionista amablemente nos recordó que estarían cerrando a las seis. Nathaniel apareció a través de las puertas del sótano y nos hizo señas. —Tengo una posible ubicación del Enshi —dijo emocionado mientras nos llevaba abajo. Me iluminé y puse una mano sobre el hombro de Will.

—¡Qué conveniente! Los mejores dos de tres. Adivina a dónde irás. Él gruñó. —No vas a romper tu promesa hacia mí, ¿o sí? —pregunté, sonriéndole burlonamente. Nathaniel echó un vistazo de mí hacia Will y de vuelta. —¿Me perdí de algo? —De nada —dijo Will—. ¿Cómo conseguiste esa información? —Un amigo mío en antigüedades, con el que he trabajado en varias ocasiones, me informó de un cliente suyo, un coleccionista local muy rico, que se jactó de adquirir algo con el signo de Azrael en él. —Nathaniel nos llevó a su oficina.

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—¿No podría ser cualquier cosa? —pregunté, escéptica de que ese misterioso objeto pudiera ayudarnos. Nathaniel sacudió la cabeza. —Este sujeto aparentemente sonaba mucho más que emocionado y no quiso dar mayor información acerca de la adquisición. Dijo que es antiguo… y si tiene el sello de Azrael en él, entonces creo que definitivamente vale la pena echarle un vistazo. —¿Conseguiste una dirección? —preguntó Will. —Lo hice —dijo Nathaniel, lanzando una sonrisa socarrona—. Por supuesto, habría sido ilegal para mi amigo decirme esa dirección, así que yo simplemente la saqué de su cabeza. —¿Hiciste qué? —pregunté, confundida. —Esa es su habilidad —explicó Will—. Como un reaper angelical. —¿Ella no lo recuerda? —preguntó Nathaniel. —Tienes que decirle. —Oh —dijo Nathaniel—. Bueno, puedo escuchar los pensamientos de otros. En realidad no me gusta pelear si puedo evitarlo, pero realmente puedo jugar con tu cabeza si quiero. Es más una técnica defensiva que cualquier otra cosa. Incluso puedo hacerte ver lo que sea si quiero, desde el Paraíso hasta el Hades, o hacerte caer dormida con una sola palabra.

—Eso suena muy útil —dije—. Y espeluznante. —Sí —acordó él—. Pero no funciona muy bien en reapers poderosos. De todas formas, también tengo un plan para que puedas conseguir un vistazo de este objeto. Espero que no te importe ensuciarte las manos. Mis ojos se ensancharon. —¿Tengo que matar a ese sujeto? —¡No! —dijo rápidamente Nathaniel—. No, no, por supuesto que no, con tal que sea humano. Sólo un poco de entrar a hurtadillas a través de una ventana, nada enorme. —¿Vamos a irrumpir en una casa? —Lo haces sonar tan terrible.

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—Bueno, eso es porque lo es. También es ilegal. —No podía creer lo que él estaba proponiendo. —Sólo ruega que no se complique más que eso. —¿Cómo así?

Traducido por nahirr Corregido por Monicab

o puedo creer que esté haciendo esto. —Me quejé un par de horas más tarde, mientras que Will nos llevaba a través en la oscuridad. Habíamos rentado un U-Haul, y todavía estaba tratando de entender por qué Will y Nathaniel pensaron que necesitaríamos algo tan grande. Pensé que simplemente podíamos arrojar lo que sea que encontremos en el maletero de mi auto.

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—Es un plan muy efectivo —ofreció Will. —¿Qué hacemos si es el Enshi? —pregunté. —Tomarlo. —¿Así que ahora le vamos a robar a este chico? —No es suyo de todos modos. —Lo compró. —Nos dijeron que lo adquirió. Eso no significa necesariamente que lo compró. Podría haber matado a alguien para conseguirlo, y probablemente lo hizo. No lo sabes. Lo fulminé con la mirada. —¿Así es como planeas que adquiramos esta cosa? —Planeo evitar llegar hasta ese extremo. Lo miré con enojo. —No voy a matar a nadie. Reapers, sí, seguro, pero sólo porque ellos me mataran si no los mato primero.

—Bueno... ¿Qué pasa si este tipo te apunta con un arma? ¿Vas a dejar que te dispare? —Voy a... salir corriendo. —Claro que lo harás. Era exasperante a veces. —¿Cómo siquiera rentaste esta camioneta? Creía que no tenías un trabajo. —No tengo —explicó, con suficiencia, imitando mi voz con un chillido agudo que, de hecho, no sonaba nada como yo—. Nathaniel costea casi cualquier cosa que necesitamos. Necesito comer y mi ropa se rompe mucho. La tengo que reemplazar. Su trabajo en la biblioteca es más como un pasatiempo.

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Resoplé, medio esperando que me dijera que era un ladrón profesional. Cuando nos acercamos, sacamos las instrucciones que Nathaniel nos había impreso en la biblioteca. Encontramos la casa gigante ubicada en la carretera principal que estaba casi desierta en las primeras horas de la mañana. Will me indicó que retirara la camioneta más o menos treinta metros por la carretera y salimos de un salto. —¿Si esto que estamos buscando es lo suficientemente grande que necesitamos esta gran camioneta, por qué diablos estacionamos tan lejos? —pregunté—. ¿No es como si anulara su propósito? Tendremos que cargar con esa cosa tan grande todo el camino hacia aquí desde la casa. —Puedo sacar el artefacto de la casa cargándolo, pero no será rápido. La camioneta es para que podamos hacer una salida rápida. Si algo he aprendido en los últimos siglos es que es mejor prevenir que curar. Me crucé de brazos y reí. —¿Por qué siempre tienes tanto sentido? Se encogió de hombros. —He tenido suficientes oportunidades en las que no he tenido sentido en lo absoluto. Es tiempo que haga las cosas bien. ¿Estás lista? —Sí. —O no. —¿No estás emocionada? Estamos a punto de hacer un atraco. Es genial, ¿verdad?

—En las películas, Will. En la vida real, no es tan buena idea. No quiero que me disparen. —No te dispararan, lo prometo —dijo—. Tenemos que asegurar el perímetro primero. Nos moveremos a través del Grim para que podamos ver cualquier reaper escondido.

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Rodeamos la casa con cuidado, buscando cualquier posible ventana para entrar o cualquier empleado que todavía pueda estar trabajando dentro. La mansión abarcaba el ancho de por lo menos dos terrenos como en los que mi casa está construida. Cuando alcanzamos el patio trasero estaba absolutamente asombrada. Bellos parterres y esculturas florales delineaban el césped, y estatuas altas y majestuosas estaban en áreas estratégicamente designadas. Las figuras de piedra brillaban como la plata bajo la luz de la luna. Había réplicas —al menos pensé que eran réplicas— de antiguas esculturas romanas, figuras de piedra medievales de caballeros con lanzas de justas, orbes iridiscentes y fuentes deslumbrantes. Parpadeé varias veces, segura de que estaba imaginando cosas. Will pasó por su lado sin mirar y se estableció en las puertas de la salida del sótano. Sacó un kit que contenía varias herramientas pequeñas de su saco. Casi reí. —¿Lo sacaste de tu cinturón de herramientas, Batman? Se llevó un dedo a los labios, mostrando un dispositivo delgado como si viniera de una película de James Bond, y lo colocó en la cerradura. Un minuto más tarde la puerta hizo clic y la abrió lentamente. Luego se congeló, quieto como una estatua. Ni siquiera parpadeaba. Estaba escuchando. Se deslizó en el interior y yo le seguí al oscuro sótano, sólo que no se parecía a ningún sótano que haya visto nunca. El nivel inferior de ésta mansión era enorme. Era como una casa completa allí abajo. Había una buena cocina, una sala de estar, un comedor y varios pasillos que conducían a otras habitaciones. Escuchamos voces provenientes de escaleras arriba y el tintineo de vasos. Una vez que mis ojos se acostumbraron a la tenue luz, vi que obras de arte como las de afuera también se podían encontrar en el interior. Pinturas invaluables decorando las paredes, y estatuas depositadas sobre mármol alrededor de la amplia habitación. Y allí, justo detrás de un sofá envuelto de lujo, había una caja grande y oscura colocada sobre una losa baja envuelta en terciopelo rojo.

Will caminó en línea recta hacia ella. Cuando la alcancé estaba sorprendida de cuán grande era la caja. Era de aproximadamente 2 metros de largo y uno de ancho, sin incluir los pocos centímetros de la losa que la levantaban del suelo. Incluso con la tenue luz pude ver qué tan elaborada era la caja. Parecía estar hecha de piedra arenisca, con detalles en oro y joyas incrustadas en la superficie. Reconocí el sello de Azrael en la tapa, rodeado por marcas extrañas, rasguños y más joyas incrustadas. Will examinó cuidadosamente las marcas. —¿Qué es esto? —pregunté, con la voz tan baja como pude. —Un sarcófago. Mis ojos se abrieron. ¿Podría haber sido así de fácil? ¿Estaba el Enshi dentro? —¿Quiénes son? —gritó una voz desconocida. Una luz se encendió, cegándome por un segundo.

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Grité y me di la vuelta. Will saltó en frente de mí sin miedo. Estábamos atrapados. Íbamos a ir a la cárcel. Mi mamá me iba a masacrar. Estaba... —¿Por qué están en mi casa? —Un hombre en un muy lindo traje casual estaba parado en la parte inferior de las escaleras. Claramente era el dueño de la mansión, y me sorprendió que su voz fuera tan agresiva. Habría esperado que hubiera salido corriendo para buscar un teléfono y llamar a la policía. —Nos vamos a llevar esto ahora —dijo Will con una voz mortalmente fría. Fue entonces cuando sentí esa energía familiar y aterradora erizando los vellos de mis brazos. Y recordé que todavía estábamos dentro del mundo del Grim. ¿Podía ese hombre ser un psíquico? —No lo creo —dijo el hombre—. Pagué mucho dinero por él. No hay forma de que se lo vayan a llevar. Will llamó su espada a su mano y niveló su punta hacia el hombre. —¡Will, no! —grité. —Hazte a un lado, vir —dijo—. Nunca me derrotarás. No tienes nada de mi poder. Parpadeé y miré de Will hacia el hombre. ¿El dueño era un reaper? Se veía tan… humano. Pero por otro lado, Will también.

—Definitivamente no van a dejar mi casa con eso —nos advirtió el reaper—. Si no salen inmediatamente te mataré a ti y a tu pequeña novia. Por supuesto, puedo guardarla para mí y comerla más tarde. Will estrechó su mirada. —Inténtalo. El reaper enseñó sus dientes y siseó como un leopardo. Cargó; hice que mis espadas apareciesen en mis manos y las encendí en Angelfire. Will blandió su propia espada tan rápido como un rayo. El reaper sujetó su muñeca, pero Will impulsó su rodilla hacia el estómago del reaper. El vir se inclinó, ahogándose, y yo estuve detrás de él en un latido, sosteniendo ambas espadas, cruzando los brazos sobre mi pecho para maximizar la fuerza y cortando con las cuchillas a través del cuello del reaper, decapitándolo. Estalló en llamas y desapareció. El Angelfire se desvaneció de mis cuchillas y la habitación se oscureció otra vez.

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—Eso fue demasiado fácil —dije, limpiando un punto caliente de sangre de mi frente, sintiendo asco. Sentí otro poder cerca, sólo que mucho, mucho más fuerte que el reaper con el que acababa de pelear. Levanté la vista para ver al hombre —no, un nuevo vir— parado en la puerta por la que habíamos entrado momentos atrás. Su rostro estaba en las sombras y su cuerpo perfilado con la luz de la luna. —Sí, eso fue demasiado fácil —dijo el reaper—. No creyeron que fueran a ser tan afortunados, ¿verdad? Will pegó su mirada en el reaper con un odio que nunca antes había visto en su rostro. Su poder estaba creciendo de manera constante; podía verlo haciendo espirales con su furia como una maldita hélice doble de Hellfire negro, sus ojos verdes brillando e intensificándose. —Geir —gruñó. Sostuve mis espadas con fuerza, con la sangre del reaper muerto corriendo por las cuchillas, y enfrenté a Geir. Entró a la habitación, y ahora podía ver su rostro bajo una mata de cabello marrón rojizo salvaje. Su sonrisa era amplia y demente, como un Sombrerero Loco drogado, mostrando una boca llena de dientes puntiagudos como un tiburón, y sus ojos eran amarillos debajo de párpados pesados y cejas gruesas.

—Que idiota —dijo—. Jonathon tenía razón. Tenía algo especial en esa caja, pero no tenía idea de qué tan especial. Bastian me recompensará enormemente. Gracias por eliminar a mi amigo aquí para que no tenga que gastar mí tiempo en él. —Me miró con hambre en sus ojos—. Y así me encuentro cara a cara con la Preliator — dijo, mi título rodando por su lengua pegajosa y dulce como el almíbar—. Pensé que serías más alta. Estreché los ojos. —Pienso eso de mí todos los días. —Igual, eres más linda de lo que me dijeron, pero a Ivar no le gustan otras chicas. —Ni siquiera lo pienses, Gier —advirtió Will—. Tu cabeza estará rodando por esta alfombra antes de puedas poner una garra sobre ella. La sonrisa de Gier se curvó en una media mueca siniestra.

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—¿Eso es un reto? Will levantó su espada y la niveló hacia el vir demoníaco. —Tómalo como quieras. Con una risa, Gier levantó ambos brazos. Sus manos se estiraron mientras que los huesos aparecieron y la piel empezó a burbujear, sus bíceps y antebrazos se abultaron asquerosamente hasta que tuvieron el doble que su tamaño original. Sus manos se alargaron y sus uñas se convirtieron en largas garras, dejando la piel de sus brazos roja e irritada como si no hubiera habido suficiente espacio dentro para que los brazos del monstruo crecieran y simplemente hubieran estallado a través de la superficie. Alas brotaron de sus omóplatos, esparciendo plumas de color marrón sucio y bloqueando la luz de afuera. Sus alas se agitaban ensordecedoramente. El horror me envolvió y no pude hacer nada más que mirarlo mientras que el reaper vir desplegaba su poder ante mí. Extendió una mano en forma de garra y me llamó. Mis espadas estallaron con Angelfire mientras me lanzaba hacia adelante en un ataque, pero de pronto fui golpeada por una pared de ladrillos de energía mientras que Geir extendía sus alas y detonaba su poder. Las puertas de vidrio y las ventanas detrás de él se hicieron añicos con un fuerte estruendo, y los infinitos fragmentos brillaron a la luz de la luna como lluvia. Un tsunami de poder negro se precipitó sobre mí, tirándome, y golpeé el suelo con la espalda. Mientras que el vidrio llovía sobre mí, levanté la vista para ver a Will saltando sobre mí, con su espada en alto. La balanceó y cortó,

pero Geir se quitaba fluidamente de la trayectoria de cada golpe. Me levanté de un salto. Geir sujetó el brazo de Will, deteniendo la espada en el aire, apretó su otra mano alrededor de la garganta de Will y giró. Will se estrelló a través de la pared exterior y desapareció. Yeso, madera y ladrillo explotaron. —¡Will! —grité y corrí hacia adelante, pero Geir me sujetó de la parte posterior de mi cuello y me tiró hacia él, envolviendo sus brazos a mi alrededor, haciendo girar mi cuerpo y aplastándome contra su pecho. Sus monstruosas alas proyectaron sombras sobre mí, y la oscuridad hizo que mi corazón latiera tan fuera que era todo lo que podía escuchar. Sujetó mis dos muñecas con una mano y alejó mis cuchillas lejos de su piel. Su sonrisa de Cheshire reveló dos filas de dientes, y escalofríos bajaron por mi columna. A la luz resplandeciente del Angelfire en serio parecía un demonio que había arañado su camino a través de carne y fuego fuera del Infierno. Me estremecí de miedo.

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—Bastian estará tan contento conmigo —dijo—. Le llevaré la Preliator y el Enshi. Estará encantado de matarte él mismo. Me revolví contra él, pero no pude liberar mis brazos. Enterré mi rodilla en su ingle. Sus ojos se abultaron y rugió de dolor, liberándome. Era bueno saber que cuando las espadas fallaban, simples tácticas de chica siempre funcionaban, incluso en monstruos. Corrí lejos de él y salté a través del agujero que el cuerpo de Will había creado en la pared. El depósito de polvo me ahogó, pero lo soporté y corrí hacia Will. Estaba luchando para ponerse de pie, apoyándose pesadamente sobre su espada mientras que su punta se clavaba en el frío suelo. Cuando lo alcancé dejé caer mis espadas y envolví mis brazos alrededor de su pecho. —Te tengo —dije, ayudándolo a levantar su torso el resto del camino. Escuché un chasquido enfermizo en su pecho mientras gemía, y supe que algo estaba roto. Enterró su rostro en mi hombro y gimió. Una mano poderosa tomó un puñado de mi cabello desde atrás y tiró de mí. Grité y me retorcí, pero Geir me sujetaba con demasiada fuerza. Apretó más fuerte, haciéndome llorar de dolor. —¡Eso dolió, jovencita! —siseó contra mi mejilla, bombardeando mi rostro con su caliente mal aliento—. No creo que a Bastian le importe si te mutilo un poco antes de entregarte a él. Te cortaré un poco antes de terminar de tratar con tu Guardián. Por el rabillo del ojo vi a Will tirar algo y se estrelló contra el pecho de Geir. Miré hacia abajo y vi una esquirla de madera de sesenta centímetros de largo

sobresaliendo de él, a centímetros de su corazón. Sin liberarme Geir frunció el entrecejo, quitó la estaca de su pecho y se la tiró de nuevo hacia Will, clavándosela en el hombro y haciéndolo retroceder. Mi corazón pateó cuando oí algo romperse en su hombro. —Me alegra que podamos compartir, hermano —gruñó Geir. Will rugió de dolor y se arrancó la estaca del cuerpo antes de levantar su espada para pelear de nuevo. Acunó su brazo herido en el pecho mientras que los huesos y los tejidos se curaban. —Ni siquiera lo pienses —dijo Geir con un lento movimiento de su cabeza en advertencia, presionando la punta de una garra en mi garganta—. ¿Quieres que la pequeña muera?

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Me sacudí, pero pelear con el agarre del reaper era como luchar con un edificio. Presionó su garra más profundo, y jadeé cuando la piel se rompió. Vi la sangre drenarse del rostro de Will, y supe que él sabía que Geir realmente me mataría. Cerré los ojos con fuerza y traté de enfocar mi energía, recordando lo que Will me había dicho: No dejes de luchar. Con un grito, dejé que mi poder estallara, azotando a Geir. El impacto lo sorprendió y voló lejos de mí. Mientras volaba, eché mi puño hacia atrás y lo golpeé en la cara. Golpeó el suelo con fuerza, de espaldas. Sus alas se estremecieron y enroscaron de dolor. —¡Pequeña bruja! —rugió, cubriéndose la cara con las manos. Levanté una espada del suelo y la di vuelta para clavársela en el corazón, pero rodó fuera del camino y se puso de pie. Evadió cada golpe mientras blandía hacia la izquierda y la derecha, pero algo arrasaba dentro de mí, una furia girando con locura. Mientras luchaba con el reaper, sentí mi control deslizándose, y algo oscuro palpitó en mi cabeza hasta que casi no podía respirar. El mundo a mí alrededor se volvió negro, hasta que todo lo que pude ver era el horrible rostro de Geir mientras blandía mis espadas, incapaz de pensar coherentemente. Quería arrojar mi arma al suelo y sujetar su garganta con mis propias manos. Will apareció como un relámpago entre nosotros, empujándome hacia atrás, balanceando su brazo y estrellándolo contra el rostro de Geir. Geir gruñó y escupió con furia. —¡Ellie, vete! —gritó Will, mirando hacia mí—. ¡Sal de aquí!

Su voz me devolvió los sentidos. Parpadeé y el resto del mundo volvió, pero Will bloqueaba mi vista del reaper demoníaco. —¡Puedo derrotarlo! —grité—. ¡Déjame intentarlo! Me sujetó firmemente del brazo. —Todavía no estás lista para luchar contra él. ¡Ahora corre! Te estás perdiendo a misma. Si te dejo continuar luchando con él, se pondrá feo. ¡Ahora corre! —¿Y qué hay de ti? —grité—. ¡No te voy a dejar aquí! —Tú eres lo único que me importa —dijo—. ¡Debes sobrevivir! Incluso si hubiera querido irme, no podía moverme. Mi pulso latía dentro de mi cabeza como tambores tribales, ahogando las súplicas de Will. No podía forzarme a girarme y correr. No cuando él estaba herido. No podía abandonarlo.

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Geir se puso de pie y desapareció por un momento, reapareciendo en el aire sobre Will. Bajó con fuerza, su puño oscilando. Will saltó detrás de la estatua de una mujer y el puño de Geir golpeó a través de su abdomen, rociando trozos de mármol. Will saltó alrededor de la estatua y golpeó a Geir una y otra vez. Geir voló hacia atrás y se detuvo abruptamente, con náuseas, sangre goteando de sus labios. Miró hacia su pecho y se encontró a sí mismo ensartado con la lanza de un caballero de piedra. Espesa sangre manaba de la herida y corría a lo largo de la lanza. Le gruñó a Will, sus ojos amarillos parpadeando, y sus dientes de tiburón crujiendo como los de una piraña. Se sujetó de la piedra y comenzó a liberarse. —¡Ellie! —gritó Will, corriendo hacia mí—. Tenemos que irnos, ¡ahora! Agarraré el sarcófago. Asentí, dejé que desaparecieran mis espadas y me precipité hacia el interior de la casa, con Will justo detrás de mí. Se inclinó sobre la caja y la levantó —casi sin esfuerzo, para mi asombro— y salimos a la carrera. —¡No! —chilló Gier—. ¡No puedes! ¡Maldito seas, no! Mientras corría detrás de Will, miré hacia Geir quien todavía estaba tratando de liberarse. Lo vi golpear su puño en la lanza de piedra y romperla por la mitad. Sus alas oscuras batieron el aire con violencia. Gritó como un ave endemoniada engendrada en el Infierno y sus ojos resplandecían de ira. Con la tenue luz, su rostro parecía cambiar, sus dientes cada vez más grandes y puntiagudos, sus ojos entrecerrándose hasta convertirse en rendijas. Dejé de mirar y corrí más rápido.

Finalmente llegamos a la camioneta, abrí de par en par la puerta de atrás para que Will pudiera poner el sarcófago dentro. Nos subimos delante tan rápido como pudimos, con Will en el lugar del conductor, y salimos a toda velocidad.

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Traducido por alexiacullen Corregido por Ale..

stás herido —dije, levantando lo que estaba caído de su camisa rota para examinar las profundas estrías en su brazo. Aunque estábamos libres del Grim, la actitud de Will no estaba segura. Se encogió lejos de mí, su mano buena manteniendo un agarre en el volante mientras acunaba su brazo herido contra el pecho.

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—Estoy bien. No te preocupes demasiado por mí. —¿Qué hay acerca de tu hombro? —Estoy bien. —Fuiste empalado. —Geir estuvo peor de lo que estuve cuando salimos del infierno de allí, y regresó a su viejo yo en minutos. —Pero tú no eres Geir. Me miró fijamente. Sus ojos habían regresado a su verde suave normal. —Nuestros poderes no son del todo tan diferentes. —¿Viste lo que hizo con sus manos? —pregunté, sosteniéndome a mí misma hacia arriba. —Prácticamente se transformó delante de nuestros ojos. —Eso no es exactamente infrecuente entre los vir. —Cambiar formas es un rasgo que compartimos muchos de nosotros. —¿También puedes cambiar tus manos en garras? —No —dijo. —¿Qué puedes hacer entonces?

—No soy nada como él. —Oh —me pregunté sobre sus extraños ojos. El color de los suyos y los de Geir, parecían intensificarse cuando sacaban más fuerza y más furia. No cambiaban exactamente de color, pero las tonalidades crecían más brillantes, casi reluciendo. Quizás esa era la habilidad de Will. Al menos no se transformaba en un monstruo. Asentí y miré hacia adelante. —¿Vamos de regreso a la biblioteca? —Por supuesto que no —dijo, su voz con tono de preocupación. —El vir de Bastian nos esperará para agarrar el sarcófago de Nathaniel, desde que es el único que conozco que podría leer las inscripciones. Intentarán localizarle pronto. Pronto se enterarán de que está trabajando en la biblioteca.

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—Nathaniel no está justo ahí ahora, ¿lo está? —pregunté, temblando mi voz—. ¿Qué pasa si lo encuentran¿ ¡Será asesinado! —Él está bien —dijo Will—. No te preocupes, está en un almacén. —¿Nuestro almacén? —Sip. Bastian no puede saber sobre esa localización todavía. Mantendremos al Enshi ahí, también, por ahora. —¿Qué pasa si Geir nos sigue? —tuve una terrible visión de él atravesando por la pared y matándonos a todos nosotros. —Lo intentará —dijo sin miedo—. Pero estaremos demasiado alejados. El sendero estará frío para el tiempo que consiga liberarse. El vir puede ser más fuerte que otros reaperes, pero nuestras capacidades de seguimiento no son tan buenas. No tenemos la nariz que tiene un lupino, por ejemplo. Sus palabras fueron un pequeño consuelo, pero no me ayudaron a pensar sobre lo que me hubo sucedido cuando hube peleado con Geir uno a uno. Me había deslizado en un estado en el cual no sabía nada, pero la lucha y nada más me importaban. La misma cosa había amenazado suceder durante nuestra última pelea contra Ragnuk. Había estado terriblemente enojada y me sentía peor. Lo que había pasado me asustaba más que Geir, porque él era algo que podía ser derrotado. La oscuridad que sentí superándome, no era algo con lo que podía luchar. ¿Qué pasaba si yo hubiera perdido completamente el control y herido a alguien, me preocuparía por ello, como Will? Cosas temblorosas, oscuras habían aparecido en

mi cara el día de mi cumpleaños, después de meses de terribles pesadillas, y ahora esto. No sabía si me estaba convirtiendo en algo tan demoniaco como los reaperes con los que luché, si fui convertida en una de ellos. —Will —dije con mi pequeña voz—, ¿lo que me sucedió allí? ¿Por qué no me detuviste? ¿Sabías algo? —Tu propósito es luchar —dijo—. Es para lo que fuiste diseñada. A veces se pone un poco intenso y no piensas claro. —¿Es eso por lo que no me detuviste? ¿Por qué iba a perder el control? —Pudiste hacerlo. Cuando llegas a ese nivel, no puedes luchar con la cabeza clara, y hace una batalla incluso más peligrosa. Podemos luchar con Geir otro día. —¿No podía ser algo bueno? —ofrecí—, perdí todo mi miedo entonces. Dijiste que me hace más fuerte.

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—Lo que te hace más fuerte, pero también te perdiste a ti misma con ese miedo. No es seguro para ti perder tu cabeza como eso, no importa qué ventaja te da. —Te refieres a que puedo lastimar a alguien que no tenga intención. —Sí. —¿Te he herido? Cuando no respondió, una pesadez se asentó en mí y no quise saber nada más. Su silencio dijo todo. Había perdido el control antes y le herí. Eso envió un dolor incomparable hacia mi corazón. ¿Cómo podía haber dejado que algo así sucediera? La mano de Will se apoyó sobre la mía en un gesto reconfortante como si él sintiera mi inquietud. Alcé la mirada para encontrarme con sus ojos. —Oye —dijo con una pequeña sonrisa—. Estará bien. Llegamos al almacén y Will se detuvo en él cubierto de maleza. Nathaniel estaba de pie en el final, sus brazos cruzados sobre su pecho. Dejó salir una respiración cuando bajamos de un brinco de la camioneta y vio nuestras ropas rasgadas y sangrientas. —Me imagino que han corrido algunos problemas —dijo—. ¿Quiénes los emboscaron? —Geir —dijo Will mientras abría la parte trasera de la camioneta.

—Y un más débil vir, pero Ellie se ocupó de él fácilmente. El más débil debía haber mencionado su nuevo hallazgo al reaper equivocado. Word volvió a Bastian y envió a Geir a recuperarla. —Si solamente nos hubiéramos metido allí cinco minutos antes —dije, frunciendo el ceño—, podríamos haber perdido a Geir completamente. —Está bien —dijo Will—. Ambos hemos conseguido salir con vida y tenemos al Enshi. Ese era el plan original, ¿no? Le miré tristemente. Ya le había dicho lo que estaba molestándome, por lo que no tenía sentido repetirme a él. Odiaba como de mal había conseguido herirlo cada vez que nos topábamos con un reaper y odiaba que alguien derramara algo de sangre por mí. Me hacía saber que todos mis Guardianes anteriores que estaban muertos, todo era demasiado real.

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—Llevemos el sarcófago dentro antes de que alguien nos vea —dijo Nathaniel. Él y Will levantaron la caja y la llevaron dentro, depositándola suavemente abajo en el centro de la habitación principal. Tuvieron algunos problemas para encontrar un lugar libre de escombros que nuestro entrenamiento había creado. —¿Qué tenemos aquí? —preguntó Nathaniel a nadie en particular mientras recorría con sus dedos la parte superior de la caja—. El sello de Azrael, como había pensado. Hay algo en Enochian como alrededor del sello. Pero no puedo leer la lengua divina. Nadie puede. ¿Qué tenemos entonces? Escritura cueniforme. —¿Puedes leer eso? —pregunté, mirando hacia las extrañas marcas—. Cueniforme es Sumerio, ¿verdad? —Ellos la desarrollaron, sí —contestó, recogiendo un poco de suciedad de un Glifo—. Pero el cueniforme evolucionó enormemente durante miles de años y esto es diferente de la antigua escritura asiria que mejor conozco. —¿Así que no puedes leer esto? —pregunté decepcionada. —Ahora no con exactitud, pero lo haré. Sólo necesito algún tiempo. Estoy suponiendo que es del siglo XIX A.C. basados en algunos de los glifos más frecuentes. Mi mandíbula cayó. —¿Así de viejo?

—¿Cuánto tiempo crees que te llevaría traducir los glifos? —preguntó Will. —Un par de días —respondió Nathaniel con un encogimiento—. Tengo una idea de dónde empezar. Te lo haré saber. Miré hacia el sarcófago. Algo antiguo y malvado estaba durmiendo dentro. Casi no quería hablar demasiado fuerte, en caso de que pudiera despertar. Necesitaba ser destruido antes de que eso sucediera. Algo pinchó a lo largo de mi piel como diminutas arañitas. Podía sentir la presencia del Enshi debajo de la tapadera de piedra, su poder rodando a través del suelo como una espesa niebla, empañando mi visión y mis pensamientos. Una voz me susurró, los ecos de algún fantasma susurrando desde dentro de mi mente, ahogando mis sentidos. Levanté mi mano y mis dedos trazaron la tapa.

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Will agarró mi muñeca y espabiló mis ojos con los suyos. La concentración con la cual estudió mi cara me hizo preguntarme si estaba intentando ver a través de mi piel directo hasta mis huesos. —¿Estas del todo bien? —Sí —dije—, puedo sentirle allí. —Lo sé —dijo Will, con su expresión oscura—. Puedo sentir tu miedo. Me empujó más cerca de él en un movimiento que se sintió absolutamente natural. —No creo que debieras tocarlo. No puse objeción. Todo lo que estaba dentro de esa caja me quería. Podía sentir su voz aullando arrastrándose todavía dentro de mi cráneo, tan difícil de resistir. Había unas aterradoras ganas dentro de mí de echarme sobre la parte superior, de subir en ella, de llegar tan cerca como fuera posible. Me estremecí y me obligué a mí misma a mirar lejos. Mantuve mi collar alado en mi mano, concentrándome en la calidez del colgante como si me protegiera. —¿Cómo la abrimos? —preguntó Will. Nathaniel se arrodilló para examinar más detenidamente la tapa. Rascó el sello antes de pararse. Empujó la tapa tan fuerte como pudo, pero no cedió. Empujó de nuevo, incluso más fuerte. Aun así, nada. —Deberíamos simplemente quemarla —dijo Will.

—No podemos quemarla —suspiró Nathaniel—. Está hecha de piedra. Déjame imaginarme qué inscripciones dice antes de hacer cualquier cosa. Siéntate bien. Averiguaré esto. Quería creerle, quería confiar en él, pero miré sobre el sarcófago mirando los hermosos símbolos Enochian vibrantes y balanceantes mientras nada se movía. Entre mis dedos el collar palpitó. No pensé que los otros pudieran ver que yo veía y escuchaba un zumbido dentro de mi cabeza. La suave voz se hizo más insistente a cada segundo, hasta que sólo pude distinguir una voz extraña, como infantil en mi mente, Pre-e-eliator.

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Traducido por Xhessii Corregido por Otravaga

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ené mis manos con el relleno frío y viscoso y lo tiré en el fregadero de la cocina. Mi desafortunada calabaza había sido finalmente destripada y ahora estaba esperando por mí para que le tallara algunos ojos. Kate ya estaba tallando los colmillos en su calabaza, y Rachel iba aún más lento que yo, todavía quitando el pegajoso interior. Vi con inquietud como Landon sacaba del fregadero tanto desastre de su calabaza como podía y lo ponía en un cuenco de palomitas de maíz. —¿Qué estás planeando hacer con eso? —pregunté cautelosamente. Si me los lanzaba, lo mataría. —Ya verás. —Agarró el cuchillo sierra y empezó a tallar una cara con ojos con estrabismo con una gran boca en forma de “O” en su propia calabaza. Tomó un puñado del relleno y lo dejó caer a través de la parte superior de la calabaza, posicionando la masa hasta que una buena cantidad salió por la boca y cayó en el mostrador. Él dio un paso atrás, sonriendo de oreja a oreja, con una sonrisa brillante. —¡Mira! Él está brutalmente borracho. Miré todo el desastre con disgusto. Ahora que lo decía, podía ver la expresión enferma de la calabaza y el “vómito” siendo expulsado sobre mi mostrador. —Brillante. De verdad, Landon. Kate volteó a ver y se rió. —¡Sí! ¡Eso es asombroso! —Oh, diablos —gimió Rachel—. Es tan patético. —Es asombroso —repitió Kate, mirando a su calabaza—. Creo que debería hacerle eso a la mía. Necesitamos un par de botellas de cerveza que vayan con ellas.

Landon hizo un sonido fuerte e ininteligible. —Caramba, no puedes copiarme. Mi genio sólo debería ser apreciado, jamás duplicado. —Eso no es ser genio —destacó Rachel—. Es sólo enfermizo. Yo tallé una cara feliz de Jack en mi calabaza. A pesar de mis actividades nocturnas extracurriculares, en realidad no me gustaban las cosas que dan miedo. La lámpara de Jack me sonreía con unos ojos en forma de triángulos y una sonrisa de dientes en forma de cuadros. Aunque era adorable, era severamente opacado por la cara espeluznante de vampiro que tenía la de Kate. Incluso la de Rachel era mejor. Ambas calabazas podían darle una paliza a la mía. De hecho, creo que querían hacerlo.

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Oh, bueno. Me encogí de hombros y agarré en mis brazos mi lámpara de Jack y la puse en el porche delantero. La oscuridad estaba empezando a asentarse, y en veinte minutos las calles estarían atestadas con chiquillos pidiendo “dulce o truco”. Mi mamá había puesto telaraña de algodón por el porche y lápidas de plástico en el césped delantero. Ella incluso había reemplazado las luces del porche con bombillas negras; bajo ellas mi sudadera blanca con capucha de cremallera brillaba con un matiz tóxico. Me dirigí nuevamente a la cocina. Kate tenía semillas de calabaza en el rostro, y el puño de Landon tenía incluso aún más. Rachel estaba aplastada contra la pared más lejana, por su expresión estaba aterrorizada. Landon le tiró las semillas de calabaza a Kate, pero ella chilló y se volteó, y las semillas se pegaron en la pared detrás de ella. —¡Landon! —grité, corriendo para agarrar un puñado de toallas de papel para limpiar el desastre. —Lo siento —dijo en una voz no tan convincente—. Ella empezó. Kate se rió. —¡No me eches la culpa! Tú eres el que está arrojando cosas asquerosas por aquí. —¿Dónde está Will, Ellie? —preguntó Rachel, atreviéndose a aventurarse lejos de la pared. —¿A quién le importa? —intervino Landon—. Mi calabaza está vomitando sus entrañas. —Él hizo una mueca grotesca mientras metía las manos en el desastre. Sonreí.

—Estará aquí cuando estemos listos para irnos —expliqué. Gracias a nuestra apuesta, Will iba a venir con nosotros a la fiesta de Josie, pero hasta que el momento llegara, asumí que él estaría sentado en mi techo vigilando. Limpiamos lo último del desastre de tallar y pusimos las calabazas afuera en el porche junto a la mía. Landon le agregó el último toque de vómito a su lámpara de Jack como había planeado.

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La fiesta de Josie no empezaba sino hasta las nueve, así que teníamos unas cuantas horas que matar. Kate tenía un after party planeado en su casa, así que tenía una bolsa de dormir empacada para quedarme ahí. Chris y Evan llegaron justo después de las seis. Mi mamá los confundió como sus primeros y oficiales “dulce o truco” de la noche. Ellos se disculparon por decepcionarla, y todos fuimos a mi habitación a ver una película de terror antes de ponernos nuestros disfraces. Me senté en mi cama con Rachel y Kate, y los chicos se sentaron en el piso con sus espaldas contra mi cama. Elegimos el original Poltergeist. Las películas sangrientas nunca fueron mi tipo puesto que sólo me hacían enfermarme. Las películas de fantasmas son algo que puedo soportar. Cuando la película terminó, teníamos como hora y media para alistarnos. Kate y yo nos rizamos el cabello la una a la otra en grandes y animados peinados de salón y nos pusimos nuestros disfraces. Ella me prestó un par de tacones de aguja rojos que iban perfectamente con mi disfraz de enfermera. Me puse mi pequeña gorra en mi cabello con horquillas en caso de que decidiera volar. A pesar del plan de Kate de levantar el cabello de Rachel, decidimos dejar sus rizos libres por su espalda y hombros. Los chicos en realidad tardaron más para alistarse que nosotras, pero supongo que es porque usaban el doble de maquillaje. Mis brillantes pestañas falsas eran brutalmente pesadas contra mis párpados, pero las pegué y terminé mi rostro con algo de labial rojo cereza. Landon vino a mi habitación con todo un atuendo de zombi, acabado con sangrientas prótesis y ropa ensangrentada hecha jirones. Él era apenas reconocible excepto por su glorioso cabello con reflejos. Evan entró como un caza fantasmas, y el policía estatal con enormes lentes de aviador y un espeso bigote falso resultó ser Chris. Lo miré a los ojos, incapaz de contener mi sonrisa. —No pudiste ir por lo creativo, ¿verdad? Su expresión explotó con shock. —¿Estás bromeando? ¡Soy Mac! —¿Mac?

—¿De Super Troopers? Honestamente, Ellie, necesitas ver mejores películas que esas patéticas de Disney. —El bajó los lentes de sol por su nariz y me miró de arriba abajo—. Y no me digas que no soy creativo. ¿Eres una enfermera sexy? Aunque aprecio mucho eso, tienes que darte cuenta de que van a haber otras cincuenta chicas vestidas igual que tú. Nadie más va a ser Mac. Lo miré cuidadosamente. —Tal vez eso es por una razón. Chris ondeó un dedo hacia mí. —Sólo espera. Evan lo golpeó fuerte en la espalda. —Así que, ¿dónde están las alas?

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Chris le disparó una cuestionadora mirada de soslayo. —¿De qué estás hablando, hombre? —Bueno, ya sabes —dijo Evan, visiblemente tratando de contener una carcajada—. Serán perfectas para Halloween. Las hadas de los pies necesitan alas, ¿verdad? Chris lo maldijo y le empujó el hombro lo suficiente como para sacar de balance a Evan. La mayoría de los jugadores de fútbol no tomaban muy bien las bromas sobre las hadas de los pies. Chris y Landon no eran la excepción. Mientras ellos luchaban alrededor y rebotaban contra mi cama, yo fruncí el ceño ante el desastre de maquillaje sangriento y prótesis esparcido a lo largo de mi tocador. —Todos ustedes van a limpiar esta basura, ¿verdad? —Claro —me aseguró Landon, y me sonrió brillantemente. Me agarró uno de mis rizos con espray, y lo liberó, dejándolo rebotar en su lugar. Justo entonces Will entró a mi habitación sin usar disfraz alguno excepto su espada, que estaba atada a una funda en la espalda por encima de su camiseta. La camiseta también exponía los tatuajes Enochian que cubrían su brazo. —Hola —dijo, asintiendo a todos—. Tu mamá me dejó entrar, Ellie. Estaba eufórica por verlo.

—¡Oye! ¿Dónde está tu disfraz? —Desilusionada, lo pinché en el pecho con el dedo. Me di cuenta que sus ojos se ampliaron y sus cejas subieron cuando miró mi disfraz, y una punzada de triunfo cruzó mi corazón… no es que estuviera usando este disfraz sólo para llamar su atención. Eso sólo era un extra. Chris caminó hacia él, mirando su brazo. —Ese tiene que ser el tatuaje más malo que haya visto jamás. ¿Te lo hiciste en Los Ángeles o algo así? —Italia —dijo Will. —Genial. ¿Qué se supone que eres? —Un pirata. Chris tosió.

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—Amigo, tu disfraz apesta. Aunque, la espada es bastante dulce. No hay manera de que sea de plástico, ¿es una réplica de Final Fantasy o algo así? ¿La conseguiste por eBay? —Sí —dijo Will—. Algo así. Kate se meneó hasta llegar a él y se apoyó en el hombro de Chris. —¿Cuál es el problema? ¿Eres demasiado genial para nosotros? —demandó de manera sarcástica. Will se encogió de hombros. —Realmente no me arreglo para las cosas. —Oh, vamos —pedí—. Tienes que usar algo. Él levantó sus manos de manera defensiva. —No lo creo. —Serás la única persona patética ahí —señalé. —Tengo una máscara de hockey de Jason en mi maletero —ofreció Evan—. Si la quieres. —No, gracias —dijo Will—. No soy un chico de disfraces.

—Eres tan deprimente —dije y levanté mi móvil del tocador para ver la hora—. Son más de las nueve. Deberíamos ponernos en marcha como a las diez. Mientras me aplicaba una última capa de labial, uno de los chicos chocó contra mí y dejé caer el labial en mi disfraz blanco. Maldije cuando vi la mancha roja en el cuello de mi disfraz. —¡Landon! —gruñí, moviendo su hombro. Entre la risa estúpida, atrapé un “¡Lo siento, Ell!” Resoplé y salí de la habitación hacia el pasillo para ir al baño. Mi papá me vio mientras dejaba su dormitorio y me dio una mirada por encima. La torpeza se instaló sobre nosotros cuando él se detuvo, con la boca abierta, pero nada salió. Él cerró la boca y miró al techo como si estuviera pensando qué decir. Avergonzada por la manera en que me miró, dije:

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—Kate se ve peor. —Eso hubiera funcionado en mi mamá, o al menos pondría una sonrisa en su rostro, pero desde que mi papá raramente me decía más de dos palabras a la semana, no estaba segura cuál debía de ser mi siguiente movida. Su boca se encogió y estiró con indecisión. —No debería dejarte salir así, ¿o sí? Crucé mis brazos sobre mi pecho. —Probablemente no. —Bueno, te ves como una… —Se interrumpió abruptamente. De todas maneras no quería que terminara el pensamiento. —Sólo voy al baño. —Cúbrete de alguna manera —sugirió, tropezando sus palabras—. Ponte unos pantalones deportivos o algo. —Sí, papá. Por supuesto. Su cuerpo se trabó y su rostro se torció por un breve instante. Estaba a punto de preguntarle qué estaba mal cuando escuché pasos detrás de mí. —Ellie —dijo la voz de Will.

Me giré y le sonreí. —¿Qué pasa? —Sólo viendo si necesitabas ayuda —dijo él. Will miró a mi papá y le extendió la mano—. Hola. Soy Will, amigo de Ellie. Mi papá miró a Will, las esquinas de su boca bajaron, pero no sacudió la mano de Will. Captando el aviso, Will la retiró y me miró. Sabía que a mi papá no le gustaban mucho mis amigos, pero esto estaba más allá de la grosería. —Bien, bueno, nos vemos después, papá. —Me alejé de él y Will me siguió al baño para ayudarme a eliminar la mancha de labial de mi vestido—. A él no le agradaste —dije, frotando una servilleta mojada en la mancha roja. La mayoría salió, pero quedó una pálida mancha que parecía ser permanente. —Él olía a sangre.

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Me aguanté una risa. —No jodas, Sherlock. Sí, mi papá tiene sangre dentro de él. A veces dices las cosas más extrañas. —No, me refiero a que estaba en su piel. Pude olerla desde tu habitación y pensé que estabas herida. —Tal vez se cortó con un papel —dije, y lo miré—. No deberías ir por ahí oliendo a las personas. En serio. Sus labios se apretaron y frunció el ceño. Era medio lindo cuando hacía eso, para ser honesta. —Los hombres en mi vida son las personas más extrañas del planeta —dije, y procedí a secar mi vestido—. Al menos puedo tolerarte, de todos ellos. —No te agrada tu papá. —No era una pregunta. Imagino que mi desprecio era obvio para él. —Él es un pedazo de mierda. Tú ni siquiera entiendes. Él no dijo nada, pero probablemente entendía mucho mejor de lo que yo que le daba crédito. Su audición era tan increíble como su sentido del olfato. Él seguramente había oído muchas de mis peleas con mi papá. Algo pesó en mi estómago cuando pensé en Will oyendo mi llanto. Una cosa era que él supiera que los reapers todavía me asustaban, pero no había razón para tener miedo de mi

papá. Él nunca me había herido físicamente, pero por dentro me había roto en pedazos repetidamente. —Mira —dije—. Sólo no te preocupes por eso. No es tu problema. El resto del tiempo en el baño pasó en un incómodo silencio. Mi padre no era un tema del que quisiera hablar con Will o con nadie. Evité su mirada hasta que estuvimos de regreso en mi dormitorio. Organizamos quién iba a conducir, y limpiar el desastre dejado por los disfraces. Una hora después, nos reunimos abajo en el vestíbulo y nos amontonamos en los autos de Kate y de Evan. Will, Landon y yo viajamos con Kate a la casa de Josie Newport. Pasamos a través de las puertas de hierro, y Kate le sacó la invitación al hombre que estaba parado ahí. Él nos dejó pasar, y pasamos el garaje. Mientras nos adentrábamos por el camino arbolado, pudimos oír —y sentir— el poderoso bajo. Estaría condenada si Josie no había contratado a un DJ.

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La casa en sí misma era enorme: techos altos en forma de pico, piedras color crema, columnas de mármol, y oscuros detalles deslumbrando bajo las luces de marfil. Estacionamos al final de una interminable fila de autos y salimos. Jalé hacia abajo mi vestido terriblemente corto tanto como me fue posible mientras nos dirigíamos hacia la entrada principal. Detrás de mí, Chris me preguntó que si podía arreglármelas con mi falda corta y luego murmuró algo sobre expedirme una citación por “exposición sexy” o algo estúpido como eso. Lo ignoré. Los escalones del frente estaban bordeados con lámparas de Jack, y esqueletos de plástico escalaban por las columnas. Un hombre alto en traje respondió la puerta y entramos. La enorme entrada estaba tenuemente iluminada con luces multicolores que bailaban sobre el piso de mármol blanco. Kate nos condujo por la mansión a un enorme salón de banquetes que estaba rodeado por unas altas ventanas que ofrecían unas extensas vistas del lago. Tan pronto pasamos el pasadizo abovedado, pude ver que la mitad de la escuela ya había llegado. Las luces estroboscópicas brillaban en todas las direcciones desde arriba; el firme y pesado ritmo de la música sacudía el piso y las paredes; personas en cada disfraz imaginable bailaban como si fuera la última noche de sus vidas. Tenía que concederle eso a Josie. Ella sabía cómo hacer un infierno de fiesta. Kate agarró mi mano y nos abrió paso en la retorcida masa de manos elevadas, caderas balanceándose y pies pisando fuerte. Bailamos hasta que Landon apartó a Kate. Bailé sola y con compañeros aleatorios por unos cuantos minutos hasta que Evan y Rachel se unieron a mí. Después de un momento tomé un respiro,

apretándome contra todos para llegar al salón del bufet lleno de dulces y entremeses. Mastiqué con placer unas rebanadas de fresas, mientras seguía bailando con la música. Sentí un cálido cuerpo detrás de mí, y olí el aroma picante y almizclado de la loción para después de afeitar de Will. Una ola de valentía corrió por mi pecho y mi estómago y cerré los ojos. Di un paso hacia atrás hacia él, moviendo mis caderas, tratando de persuadirlo para que bailara conmigo, pero no lo hizo. En cambio, sus manos se deslizaron por mis brazos, y él hundió su rostro en mi hombro hasta que su mejilla rozó la mía. —¿Divirtiéndote? Me giré y agarré sus manos, balanceándolas de un lado a otro con el ritmo. Él no cedió, pero no me detuvo de mi intento de bailar con él. —Baila conmigo. Mantuvo mis manos quietas y sus ojos verdes perforaron los míos.

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—Perdón, no soy un bailarín. Alejé mis manos y las puse en su cuello. —Seiscientos años de edad, ¿y no sabes bailar? Creo que es hora de que vivas un poco. —Sé bailar —me aseguró con una apuesta sonrisa—. Sólo que no este tipo de música. —Es fácil. Sólo muévete con ella. —Puse sus manos en mis caderas y traté de que siguiera mi ritmo. Él se alejó, puso una mano debajo mi barbilla y la levantó. El movimiento era lento, sensual, en ritmo con la música, sus dedos deslizándose sobre mi piel, y sentí electricidad pasando de su toque hacia mí. Inhalé y cerré mis ojos por la intensidad de esto. Cada centímetro de mi cuerpo volvió a la vida. No sabía si era por la adrenalina de la fiesta que me hacía reaccionar con más fuerza o era algo más. Un pinchazo de fuego me golpeó cuando sentí sus labios junto a mi oreja, y tomé un respiro lento y agonizante. —Perdóname —murmuró. Abrí los ojos y ya se había ido. Giré alrededor, buscándolo por todas partes, pero se había ido. La frustración hirvió a través de mí y se rebosó. ¿Cuál era mi problema? ¿Qué esperaba de él?

Sacudí la cabeza, intentando olvidarme de él y disfrutar por mí misma, pero algo se agitó en mi interior que no me gustó. Inflé mi rostro con otra fresa y le fruncí el ceño a nadie en particular. Kate se movió hacia mí, riéndose y cantando con la música. Me agarró ambas manos y giró sus caderas al ritmo de la música. Se volteó, conduciéndome de nuevo a la multitud, y bailamos por otro rato, pero no me podía quitar de la cabeza a Will. Podía sentir su toque en mi rostro, aunque sólo quedaba un pequeño hormigueo. Vestida elaboradamente como María Antonieta —acabada con un vestido azul de volantes a la altura del muslo, un abanico floral, medias altas y ligas, y una peluca blanca empolvada— Josie nos encontró y nos dio enormes abrazos. —¡Estoy tan feliz de que hayan venido! —gritó sobre la música, en esa manera efímera y distraída de ella.

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—¡Una asombrosa fiesta como siempre! —le aseguró Kate, sonriéndole. Asentí. —¡Sí! ¡El DJ es asombroso! —¡Gracias! —dijo ella, sacudiendo su falda y moviendo su hermoso abanico—. ¡Trabaja para MTV! No era sorprendente. Bailó con nosotras por un rato, la música sacudiéndonos como si la mansión se fuese a derrumbar sobre nuestras cabezas, antes de que ella se alejara.

Traducido por Otravaga. Corregido por Mlle_Janusa.

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raté de deshacerme de cualquier duda y negatividad, y disfrutar la noche. Sólo me detuve cuando un chico caminó hacia Kate y yo, estaba usando una máscara blanca que ocultaba la mitad de su rostro, como el Fantasma de la Ópera. La mitad de su rostro que podía ver era impresionante. Nunca había visto a un chico tan hermoso. Su cabello, color dorado pálido, estaba peinado pulcramente hacia atrás con sólo algunos mechones sueltos, y llevaba puesto un esmoquin negro bajo una capa. Algo acerca de la exquisita tela del esmoquin me dijo que no habíamos conseguido nuestros disfraces en el mismo lugar. Por supuesto, debía querer bailar con Kate. Comencé a alejarme de ellos, pero la curva en sus labios me hizo dudar. Bajó la cabeza, hacia una muy emocionada Kate, cuyo rostro palideció cuando le preguntó: —¿Me permite interrumpir? Ella dio un paso a un lado, y el chico tomó mi mano, inmediatamente arrastrándome cerca de él. Su presencia se envolvió alrededor de mí, eléctrica e incitante, y me giró alrededor de la sala en un vals que encajaba pobremente con la música que estaba sonando, pero de alguna forma nos mantuvo en ritmo. Antes de que fuese consciente de ello, la música y la conmoción se habían hundido en un rugido sordo hasta que no pude oír nada en absoluto. No miraba a ninguna parte excepto a sus ojos, que eran del color avellana opalescente más ardiente que había visto jamás, prácticamente inhumanos. Su baile era como el agua, poderoso e inflexible, sin embargo fluido y suave a través de cada movimiento, como un río siguiendo su curso predeterminado. Lo dejé guiarme a través de la multitud, en un estado de conmoción y felicidad entrelazadas, incapaz de percibir nada excepto su rostro. Quería quitarle la máscara para revelar la belleza bajo ésta. Bailamos hasta el final de la canción, y todavía me tenía contra su pecho, con su boca curvada en una deliciosa sonrisa. —Ven conmigo —imploró, y tomó mi mano.

Asentí como una idiota y lo dejé guiarme a través de la sala, de regreso hacia el corredor abovedado por el que todos habíamos entrado. El horrible sentimiento del rechazo de Will se desvaneció a medida que el sujeto misterioso me guiaba fuera de la pista de baile. Estaba tan ansiosa de seguirlo, tan ansiosa de hacerme sentir que algo valía la pena. Por un instante deseé que Will me hubiese visto irme con este chico. Quizá una chispa de celos lo impulsaría a hacer su movimiento. El chico Fantasma me detuvo al otro lado de la pared, y jugó con uno de mis rizos mientras examinaba mi rostro con una mirada tanto de asombro como de diversión. —Eres una chica hermosa —dijo con una voz ligeramente sorprendida, con su rostro tan cerca que no tuvo necesidad de hablar alto para que lo escuchara por encima de la música.

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—Me gusta tu máscara —barboteó mi boca estúpidamente. Quería abofetearme los labios. ¿Me gusta tu máscara? Se rió, su voz como terciopelo. —Me alegra que te guste. ¿Cuál es tu nombre? —Ellie —respondí, derritiéndome. Me apoyé pesadamente contra la pared para sujetarme. —Soy Cadan —respondió él. —Es un nombre muy inusual —noté distraídamente. —Es un nombre muy, muy antiguo —trazó el dorso de sus dedos, a lo largo de mi clavícula desnuda. Me estremecí. —¿Eres amigo de Josie? —pregunté, tratando de concentrarme en nuestra conversación mientras me tocaba. Hizo casi imposible que lo lograra. —No —dijo, y levantó la mirada de mi clavícula, sus ardientes ojos de ópalo capturando los míos. A medida que miraba dentro de ellos, podría haber jurado que vi llamas doradas titilando en sus irises. Parpadeé y las llamas se desvanecieron. —¿Vas a nuestra escuela? —No.

—¿Conoces a mucha gente aquí? —Sólo uno —respondió—. Tu Will. Parpadeé con confusión, repentinamente sobria. —¿Mi…? En ese momento Will apareció al lado de Cadan, la parte de atrás de su puño volando y golpeando la mandíbula del chico. La máscara del Fantasma salió volando y se hizo añicos en el piso como si estuviese hecha de porcelana. Está bien, ese no era precisamente el movimiento que había querido que Will hiciera unos segundos antes. —¡Will! —grité, agarrándolo del hombro y halándolo hacia atrás—. ¿Qué diablos es lo que te pasa?

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No dijo nada, sino que simplemente miró fijamente a Cadan. Los ojos de Will resplandecían de un verde brillante, e incluso en el oscuro pasillo podía ver su poder zumbando furiosamente a su alrededor. Cadan se puso de pie, ahuecando su mandíbula con la mano… riendo. Habría apostado todo lo que poseía a que ese puñetazo de Will habría aplastado cada hueso en el rostro de Cadan. ¿Cómo es que todavía estaba con vida? A menos que no fuese humano. —¿Qué estás haciendo aquí? —exigió Will, su voz fría, bajo cero, asustándome incluso a mí. —Sólo quería conocerla —dijo Cadan—. Tenía que conseguir un vistazo de la chica que tanto ha estado haciendo crujir las plumas de todo el mundo últimamente. Parece ser el objeto de la obsesión de Ragnuk, por no mencionar a Bastian. ¿Puedes culparme por mi curiosidad? Las náuseas se abrieron camino a través de mi estómago, y mi cuerpo se puso rígido de temor. —¿Reaper? —Es uno de los vir de Bastian —gruñó Will, sin mirarme. Cadan miró intencionadamente a Will con malicia. Extendió una mano hacia mí, pero antes de que yo pudiera reaccionar, la espada de Will se balanceó a través del aire, y la punta pinchó la hermosa garganta demoníaca del vir.

—No te atrevas a tocarla —advirtió Will, presionando la espada una fracción de milímetro, más profundamente. La sangre se asomó en la punta. Eché un vistazo alrededor, rogando que nadie se diera cuenta. —Ella es una cosa encantadora —dijo Cadan, todavía como una piedra, con la barbilla elevada, sus ojos trabados con los de Will—. Veo por qué la mantienes tan cerca. No querrías que alguien como yo la hiciera perder la cabeza por mí. —¡Vete! —exigió Will—. O llevaremos esto fuera y lo terminaremos. Cadan se lamió los labios como si la perspectiva fuese deliciosa. —Puedo arreglar eso. En mi horror, mi voz se convirtió en un susurro ronco. —¡No puedo luchar vestida como una enfermera sexy!

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—Querida mía —dijo Cadan, con su voz tan sensual como el vino—, no tengo intención de hacerte daño. Tu Guardián, aquí, es otra historia. Tenemos asuntos pendientes. —No estamos llevando nuestra disputa al mundo de los humanos —dijo Will—. Puede esperar. No podía estar segura de si el rostro de Cadan estaba decepcionado o no. —¿En otro momento entonces? —preguntó. —De acuerdo —gruñó Will. Repentinamente Cadan se desvaneció. Will apuñaló hacia adelante en estado de shock e ira, su cuchilla perforando a través de la pared. Sentí cálidos labios en mi cuello y chillé, dando media vuelta para alejarme. Cadan me agarró cerca de él. Cuando Will se lanzó hacia nosotros, Cadan susurró en mi oído: —Pronto nos encontraremos de nuevo. Luego se fue de nuevo. Esta vez para siempre. ¿Fue Shakespeare lo que él acababa de citarme? Will lanzó un grito de rabia y golpeó la pared con los nudillos. Un par de chicas llegaron a través del pasadizo abovedado y se nos quedaron mirando por un breve momento antes de reírse tontamente y continuar su camino. Agarré su brazo.

—¡Cálmate! ¡No puedo creer que acabas de hacer un agujero a través de la pared de Josie! —;Miré a nuestro alrededor, con el corazón latiendo con fuerza—. Deberíamos irnos… Lo conduje a otra parte, y caminamos a una sala más tranquila, antes de voltear para enfrentarlo. A pesar de mi leve molestia con él, su versión de defender mi honor todavía era sexy. Con su cara de enojado, parecía increíblemente hermoso e igualmente peligroso. —Will, ¿quién era ese? —pregunté, con mis sentidos volviendo a mí, finalmente capaz de sentir cuán nerviosa estaba en realidad. —Cadan —gruñó él—. Es uno de los matones de Bastian. No entiendo por qué estaba aquí esta noche. Estoy sorprendido de que no tratara de atacarte. Estaba dudosa.

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—No creo que estuviese buscando pelear. Tuvo un montón de posibilidades. ¿No crees que habría aprovechado la oportunidad? —No creas que no es peligroso porque no te mató en el acto —su voz estaba inquieta, preocupada—. No entiendes cuán destructivo puede ser. Me incliné hacia atrás, contra la pared, con un agudo dolor en mi estómago. No me sentía amenazada por Cadan en absoluto, pero tenía que confiar en la palabra de Will. Conocía a esas criaturas mejor que yo. Era una de ellas. Will frunció el ceño y me tocó ligeramente el brazo. —Deberías regresar a tu fiesta. Kate debe estar preguntándose dónde estás. —No creo que me sienta con ánimos de festejar —dije. Una suave sonrisa se formó en su rostro. —¿Cómo regresarás a casa? No viniste conduciendo. —Oh, cierto —refunfuñé—. Supongo que no tengo opción. Su aprehensión pareció desvanecerse, y una vez más, se convirtió en la familiar torre de seguridad y consuelo. Tomó mi mano. —Vamos. Lo seguí de regreso a la sala, donde por casualidad Kate saltó frente a nosotros, con las lentejuelas de su traje de diablilla haciéndola brillar como una bola disco. Una

mano descansaba en su cadera y la otra sostenía una chupeta de caramelo apoyada en el interior de la mejilla. Nos miró a ambos de arriba a abajo. —¿Dónde estaban ustedes? —preguntó con un sugestivo movimiento de las cejas—. Besuqueándose, ¿eh? Puse los ojos en blanco, alejándome de Will medio conscientemente. —No —refunfuñé—. Cierto sujeto estaba haciéndome pasar un rato difícil. —Pensé que sería sabio mencionar a Cadan, en caso de que alguien me hubiese visto con él. —No ese chico ardiente, ¿o sí? —frunció el ceño. Asentí. —No era tan genial como parecía.

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—Los perturbados existen —dijo Kate con un encogimiento de hombros indiferente—. Bueno, ¡es medianoche y están a punto de juzgar el concurso de disfraces! —Llena de entusiasmo ahora, trabó un brazo alrededor del mío y bailó su camino en el centro de la sala, arrastrándome con ella todo el camino. Will nos siguió silenciosamente. El DJ le había bajado volumen a la música y le había subido a su micrófono, así todo el mundo podía oírlo. Se escucharon aclamaciones cuando comenzó a anunciar los ganadores. El disfraz más temible no fue para Landon, sino para otro zombi, resultando en un muy molesto Landon. Chris en realidad ganó el disfraz más gracioso. Decidí que tenía que ver Super Troopers ahora. La categoría del disfraz más sexy fue ganada por una chica vestida como Eva. Su cuerpo excesivamente bronceado estaba cubierto por una hoja sobre cada pecho y una muy escasa hoja como parte inferior del bikini. Como era de esperar, el honor al mejor disfraz, en general, fue para Josie. Kate se inclinó cerca de mí y dijo con un rápido asentimiento: —Soborna a alguien por ese premio. —Asentí en acuerdo. Cuando se hizo la una a.m., la fiesta estaba enfriándose. Yo estaba de mejor humor, finalmente capaz de sacudirme a Cadan de la memoria. Mientras nos preparábamos para irnos, nos detuvimos en nuestros autos y discutimos la siguiente fase en las celebraciones de la noche. —¿El after party todavía es en mi casa? —preguntó Kate emocionadamente.

—De acuerdo —dijo Landon. Rachel se aferraba fuertemente al brazo de Evan, apoyando la cabeza en su hombro. Su rostro estaba ruborizado y le faltaba su sombrero de bruja. —Estoy lista para ir a casa, en realidad. —Eso está bien —dijo Evan—. Puedo llevarte a casa. Estoy sintiéndome un poco cansado también. —Tengo vodka —dijo Kate, ondeando sus dedos, tratando de convencerlos de unírsenos—. ¡Chupitos, chupitos, chupitos! Cuando Rachel comenzó a emocionarse, Evan la guió hacia su auto. —No necesita más.

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—¡Los veo después chicos! —gritó Rachel. Sus ojos estaban cerrados apretadamente y su sonrisa era exageradamente grande—. ¡Me divertí muchísimo! —Su rostro se abultó de repente, y se zambulló en torno a la parte trasera del auto y vomitó. Evan se apresuró a su lado y le puso el cabello sobre los hombros. Le frotó la espalda suavemente hasta que hubo terminado, y se montaron en su auto. Mi rostro se estrujó cuando olí el vómito. —Diez dólares a que tienen sexo —reflexionó Kate, cuando se alejaron. Jadeé hacia ella con disgusto. —¡Acaba de vomitar! Kate se encogió de hombros. —Puede cepillarse los dientes. Le fruncí el ceño. —No podrías ser más franca si lo intentaras. —Oh, podría —dijo—. Podría ser mucho más que franca, pero no quiero dañar tus bonitos y pequeños oídos vírgenes. Empujé su hombro mientras se reía, y me volteé hacia Will. —¿Vienes con nosotros?

Me miró, con sus ojos del color verde de menta fresca. Parecía haberse calmado desde que Cadan se fue. —Si lo deseas. —Me sentiría mejor si estás cerca —susurré—. Cadan me asustó. —Entonces por supuesto —dijo—. Te seguiré a donde sea. Sentí un alivio instantáneo cuando supe que Will se quedaría conmigo toda la noche. Parte de mí temía que Cadan o incluso Ragnuk atacarían esta noche. Daría lo que fuese por evitar que eso sucediera con mis amigos alrededor, pero eso no era exactamente algo que pudiera controlar.

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Traducido por Nats5 Corregido por Liseth Johanna

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erminamos la noche libre en el sótano de Kate viendo la película original de Halloween, pero sólo nos burlábamos de ella todo el tiempo, así que nunca llegó a ser demasiado sangrienta. Era curioso ver cuántos horrores reales enfrentaba cada noche, y sin embargo no podía soportar una estúpida película de terror. Landon estaba desparramado en el sillón y yo sentada en el sofá, con Kate y Chris, mientras que Will se sentó en silencio a mis pies. El calor de su cuerpo contra mis piernas era reconfortante y me sentía perfectamente segura. No podría decir si estaba disfrutando de la película, pero se sentaba quieto como una estatua contra mí, sus ojos en fijos en la tele. Empecé a cabecear, así que revisé mi móvil. Eran casi las tres, y sabía que estaba a punto de caer en cualquier momento. Me complacía ver que todo el mundo parecía sentirse del mismo modo. Chris había caído ya con su cabeza apoyada en el respaldo del sofá y su boca abierta mientras roncaba. Todavía no se había quitado el ridículo bigote. Kate y Landon parecían estar en su propio pequeño mundo de risas y tintineo de vasos. Tan pronto como la película acabó, Kate nos dio las buenas noches y salió de la madriguera. Landon eligió uno de los dos dormitorios, y Chris no parecía que fuese a dejar el sofá por un tiempo. Dejé a Will con la tele para ir a cambiarme al no-reclamado dormitorio. Con mi bolsa de viaje tirada sobre la cama, abrí la cremallera y saqué mi pijama. Me solté el cabello y sacudí los grandes rizos. Caminé hacia el baño al lado de la pequeña cocina para lavarme los dientes. Tan pronto como abrí la puerta, me quedé helada. Kate y Landon se apartaron de un salto y Kate arrancó una toalla del estante para cubrirse el sujetador. Landon tropezó con el fregadero y derribó un par de cosas. Sus caras estaban retorcidas en shock. Miré de Kate a Landon, a la camiseta de Kate tirada en el suelo. —Oh, hombre —dije débilmente. Giré rápidamente sobre mis talones y me dirigí a la habitación, dejando que la puerta del baño se cerrara detrás de mí. No necesitaba lavarme los dientes tan urgentemente.

Parecía que Landon me había superado. —¡Ellie, espera! —llamó Kate en voz baja. Me detuve y me volví hacia ella mientras se ponía su camiseta y corría por el pasillo hasta mí. Su expresión era mortificada. —Oh Dios, Ellie, lo siento mucho. ¡Simplemente ocurrió! ¿Me odias? Te juro que no hemos hecho nada. Acabábamos de salir. —Está bien —dije sinceramente—. Es genial. No me importa. No me gusta Landon, ¿recuerdas? Se desplomó. —Lo sé, pero no quería que fuese raro. Estoy un poco borracha y estoy de buen humor y él estaba allí y es más adorable que Chris. No sé en qué estoy pensando.

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Landon salió del baño, sin decir nada, y desapareció en el dormitorio que había elegido, cerrando la puerta tras él. —Kate, es genial —le aseguré—. Es todo tuyo. —¿Estás segura? —Parecía preocupada pero feliz, si es que eso era posible. Tal vez estaba fingiendo la cara de preocupación. —Definitivamente —dije con gesto firme—. Buenas noches. —Me volví enérgicamente, sin saber si se iría a esa habitación con Landon o volvería a la suya. No quería saberlo. Cerré la puerta y me senté en la cama. Bueno, eso fue una sorpresa. Tal vez si Landon se preocupaba por Kate, me superaría para siempre. Por otra parte, si empezaran a salir, no podría quedar nunca con ellos. Sería la tercera rueda. Ciertamente no quería verlos enrollándose todo el rato. Oh, Dios, que esto sólo fuera una aventura, por favor. Llamaron suavemente a la puerta. —Adelante —dije. Will entró. —Voy a salir y vigilar. —De acuerdo —dije—. ¿De verdad crees que alguien podría atacar la casa?

—Siempre es una posibilidad —señaló—. Buenas noches. —Sonrió y giró para irse. —Espera, ¿Will? Se dio la vuelta. —Sí. —¿Quédate conmigo? —pedí—. ¿Por favor? Sólo hasta que me duerma. —Como quieras —dijo. Se quedó inmóvil. Me metí en la cama. La colcha estaba fría al principio, pero se calentó rápidamente. Will se acercó y se sentó en el suelo con su espalda contra la cama. Me acerqué más a él para poder recostar mi cabeza bajo su cara. Todavía olía maravillosamente bien a pesar de haber estado en la fiesta toda la noche. Supuse que yo no tendría resultados tan buenos.

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Dejó escapar un largo, bajo suspiro y apoyó la cabeza contra el borde de la cama. —Gracias —susurré—. Por quedarte. —Haría todo lo que me pidieses —dijo. Me reí. —Mejor no digas eso. Podría pedirte que hicieras algunas cosas muy salvajes. —No es como si no lo hubieses hecho en el pasado. Estaba lo suficientemente intrigada como para casi olvidar la idea de Landon y Kate conectando al otro lado de la pared. Casi. Tenía que pensar en otra cosa antes de volverme loca. —Distráeme. —¿Qué? —Estoy desesperada. Distráeme. —¿Cómo? —¿Cuál es la cosa más loca que alguna vez te he pedido hacer? Pensó durante un momento.

—Puede no ser la más loca, pero una vez perseguíamos a un reaper y este saltó desde un puente. Me pediste que fuera tras él mientras tú corrías río abajo. Me eché a reír. —De ninguna manera. ¿Te pedí que saltaras de un puente? —Estábamos bastante desesperados por ese —dijo. —¿Me contarás la historia? —Porque lo has pedido, lo haré. Fue en 1880, Texas. Un reaper había estado aterrorizando un pequeño pueblo. Tenía gusto por los niños. Mi estómago se revolvió. —Eso es horrible.

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Asintió. —La gente pensaba que eran simplemente coyotes arrastrando a los niños fuera en la noche, o la cercana tribu Kiowa robándolos como esclavos o alguna otra tontería, pero lo supimos mejor cuando levantamos la paja. La primera noche que llegamos a la ciudad, decidiste usarte a ti misma como cebo. Traté de quitarte la idea de la cabeza, pero estabas resuelta a atraparlo antes de que hiriese a algún niño más. Te pusiste un pequeño vestido de niña y esperaste en la frontera del pueblo, pretendiendo jugar con una muñeca. Fue una de las noches más oscuras que puedo recordar. Era la oscuridad de la luna y el pueblo aún no tenía electricidad, así que sólo podíamos ver el camino con un puñado de estrellas. Mientras hablaba, me encontré a mí misma imaginándome la escena en mi mente, como si estuviese allí mismo. ¿Estaba recordando? Luché más fuertemente por hacerlo mientras me contaba la historia, y destellos de imágenes cruzaron por mi mente. Sabía que tenían que ser reales. —El reaper no tardó mucho en aparecer y atacarte. Se puso realmente cerca, y recuerdo estar terriblemente asustado por ti, pero actuaste como si él no estuviese allí. Nunca te había visto actuar tan genial antes. Para el momento en que se dio cuenta de que eras la Preliator, yo salí corriendo del escondite, blandiendo mi espada. No asesté ni un sólido golpe antes de que despegara a la oscuridad. Lo perseguimos, siguiéndole a través del bosque hasta el final de un campo. Era un reaper lupino, por lo que era más rápido y ágil que nosotros. Cuando llegó al río más allá de los árboles, salió corriendo hacia el puente y saltó. Dejó que el río se lo llevase. Supongo que pensó que podría perdernos en el agua. Me gritaste para que

saltara también, mientras tú corrías a lo largo del río en caso de que saliera. Nadé lo más rápido que pude, y cuando finalmente lo atrapé, se defendió duramente. Me desgarró abriéndome, pero estaba luchando tan duramente, que dejó de prestarte atención, y entonces saltaste al río. Lo conseguimos esa noche. —Vaya. —Fue lo único que pude decir. —Fue una gran noche —dijo—. Estuviste increíble. —Parece que tú estuviste increíble. Negó con la cabeza. —Siempre me has sorprendido. Tu fuerza me ha mantenido contigo y ese es el por qué te sigo. Sonreí.

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—Me gustaría recordarlo. —Lo harás —insistió—. Sigo diciéndotelo, porque es verdad. Hay muchas cosas que me gustaría que no recordaras, pero todas ellas te hacen ser quien eres. Nunca he conocido a nadie más que haya visto tal tragedia incalificable en su vida, y aun así eres más humana que el resto del mundo entero. —Suenas tan triste —señalé. —Lo estoy. —No dio más detalles. Mis dedos se tejieron a través de su cabello, y se echó hacia atrás en mi mano, girando la cara para que sus ojos encontrasen los míos. —No lo estés. Lo siento. —No tienes nada de qué disculparte —dijo—. No importa cuántas veces te diga cuánto lo siento, nunca va a compensar todas las veces que te he fallado y te he dejado morir. —Will… Me miró ferozmente a los ojos. —Lo decía en serio cuando dije que nunca he roto una promesa. Sobrevivirás a Bastian, lo juro. —Te creo.

Se quedó inmóvil y en silencio durante algún tiempo. Apoyé mi cabeza y lo observé. Parecía profundamente sumido en sus pensamientos, y me rompió el corazón verlo tan atormentado. —Tengo una pregunta sobre los Grigori —dije, tratando de pensar en algo para alejar su mente de lo que le estaba molestando—. ¿No tienen algunos de ellos niños con humanos? Asintió. —Los Grigori no eran realmente tan malos como los Caídos cuando se rebelaron contra El Cielo, pero de alguna manera estar atados a la Tierra como castigo les hizo desarrollar deseos mortales y emociones. En vez de observar el mundo humano como se suponía debían hacer, se acostaban con mujeres mortales y engendraban poderosos semi-humanos, criaturas mitad-ángel llamadas Nephilim.

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—¿Podría ser eso lo que soy? —pregunté—. Soy mortal, pero uso el poder del Angelfire. —No —dijo amablemente—. Los Nephilim eran monstruos. Nacieron fuera del espíritu caído, y nada bueno salió de ellos. Eran enormes y violentos, más monstruosos que el más terrible de los reapers. Dios inundó la Tierra para destruirlos, y luego hizo a los Grigori estériles para que no se crearan más abominaciones. Un puñado de Nephilims pudo haber sobrevivido, pero nunca los he visto. No es posible que seas uno de ellos. Serías de diez metros de alto y buscarías pelea en todas partes. —Parecen repugnantes. —Lo eran —dijo—. Lo suficientemente repugnantes para que Dios inundara el mundo para matarlos a todos. Sólo ha hecho eso una vez, y ya sabes todas las cosas horribles que hay ahora. Estaba bastante desesperado. No podía imaginarme monstruos más terribles que los reapers que había visto. Eso me hizo preguntarme cómo eran los Caídos y sobre la verdad detrás de Lucifer, Sammael, y Lilith. —¿Por qué se rebeló Lucifer? ¿Por qué se arriesgaría a algo parecido a una guerra contra El Cielo? —No creo estar realmente capacitado para responder a eso. —¿Pero qué opinas? —pregunté—. Estoy segura de que tienes una teoría.

Cerró sus ojos mientras yo alisaba de nuevo su cabeza con mis manos. —Amor, creo. —¿Amor? —Solté una risita—. Pensé que Lucifer era malo. No puede amar nada. —Lo hizo —dijo Will, mirándome de nuevo—. Amaba muchísimo a Dios, pero un ángel no se supone que deba sentir amor. Dios lo hace, sin embargo, y quiere a los humanos más que a nada. Un ángel no debería sentirse celoso, tampoco, pero Lucifer lo estaba. Estaba celoso de los seres humanos porque Dios los amaba más. Y se rebeló. Y perdió. —Esto sonará raro, pero me siento un poco mal por él. —El amor es una hermosa pero terrible cosa —dijo—. Hay que tener cuidado con él. Puede destruirte. Es por eso que los ángeles no se supone que sientan emociones. Deben ser infalibles y sin ninguna duda.

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—Suena como un concierto en bruto. Debe apestar tener que ser perfecto. Sonrió. —Menos mal que nosotros no tenemos que serlo. Me cubrí con las mantas hasta la barbilla y me quedé callada durante un rato. Su rostro estaba tan cerca del mío que podía saborear su aliento. Me pregunté cómo sería besarle. —Gracias por venir conmigo esta noche. —Por supuesto. —Y por quedarte conmigo. Gracias de nuevo. —Cualquier cosa por ti, Ellie. Sonreí, pero sus generosas palabras me rompieron el corazón. Lo decía completamente en serio, y confiaba en su juramento. —Siempre me siento mejor cuando estás cerca de mí. Estudió mi rostro durante unos momentos mientras su expresión se volvía tranquila. —Deberías tratar de dormir.

Asentí. —Sí. ¿Estarás aquí cuando me despierte? —No voy a dejar la habitación. Mis ojos se cerraron. —Gracias.

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El vir estalló en llamas mientras la cabeza le daba vueltas en los hombros. Las cenizas esparcidas a mí alrededor, aferrándose a mi cabello y el grueso pliegue de las faldas alrededor de las piernas. Renuncié a mis espadas, y cuando el Angelfire murió, la calle de la ciudad se oscureció de nuevo. Will gritó mi nombre mientras acababa con el otro reaper, su cuerpo convirtiéndose en piedra y desmoronándose en el suelo. El dolor en mi abdomen me nublaba la mente y mi garganta se llenaba de sangre. Me atraganté con ella y saqué la mano de mi vientre para ver cuánto daño me había hecho el reaper cuando me apuñaló. La tela estaba destrozada y había tantísima sangre que no podía verme la piel. Cerré mis ojos fuertemente mientras otro torrente de dolor se disparaba a través de mí. Me tambaleé vertiginosamente en los pies mientras Will gritaba mi nombre de nuevo. Me tocó el hombro y apreté los dientes de dolor. Cada centímetro de mi cuerpo dolía, y el frío se precipitaba por mí, extendiéndose desde la herida en el vientre. —Estuviste genial —dijo con una amable sonrisa mientras recuperaba el aliento. Una cuchillada en su cuello iba cerrándose lentamente. Extendí la mano para tocarla, tocarlo a él, porque sabía que esta sería mi última oportunidad. Su sonrisa se desvaneció como si hubiera leído mi mente—. ¿Qué pasa? Me mordí el labio para evitar una mueca mientras algo estallaba dentro de mí, tratando inútilmente de sanar. —Estoy bien. Los ojos de Will brillaron intensamente mientras me ahuecaba la cara con ambas manos, alisándome el cabello hacia atrás, examinando los daños. Él sabía. No había encontrado aún la herida, pero sabía que estaba allí. —Estás herida. ¿Dónde? Por favor déjame ayudarte. ¿Dónde está? A medida que su corazón se rompía delante de mí, lágrimas se deslizaron por mis mejillas y me alejé, negándome a que lo viese. No quería que esto fuera real para él. No de nuevo. El repentino movimiento me hizo gritar y doblarme. Will gritó mi nombre y cayó encima de mí, arrojando su espada lejos y acercándome más a él mientras mis rodillas golpeaban el suelo.

Mi vestido estaba bañado en rojo y agrupándose alrededor, empapando el suelo con oscuridad como un pozo que conduce al Infierno. Will me tiró contra su pecho, acunándome con cuidado. Me sacó el desgarrado corpiño de mi vestido para examinarme. Le miré fijamente mientras examinaba la magnitud de la herida y cerraba fuertemente sus ojos, chupándose el labio inferior y tensando la mandíbula. Respiró hondo y me miró a la cara, metiendo el enredado cabello detrás de mí oreja y deteniéndose en mi mejilla con ternura. Abrió la boca para decir algo pero volvió a cerrarla de nuevo. No iba a mentirme y decirme que todo estaría bien. Nunca lo hizo. Se inclinó sobre mí y apoyó su frente en la mía, su cuerpo temblando por un dolor diferente al mío. —Will —suspiré. Dolía hablar y apenas podía mirarlo, pero tenía que hacer ambas. Por él. Estudié su cara, el brillo oscuro de sus ojos, la curva de sus labios, memorizando cada parte de él—. Lo siento. Se echó atrás y sacudió su cabeza. Su pulgar trazó mi labio inferior suavemente.

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—No sientas nada. Nunca. —Volveré a ti —prometí. Asintió, lágrimas brotando de sus ojos. —Lo sé. Y estaré esperando. Te esperaré siempre. Me desperté con un apretón de muerte en las sábanas. Las liberé y me senté, tratando furiosamente de recordar la pesadilla que acababa de tener. Me toqué el vientre y me sentí aliviada de encontrarlo suave y sano. Me sentía casi como si Will siguiera tocándome, y estremeciéndome en donde él lo había hecho. En mi sueño pensó que iba a morir, pero no estaba segura de sí lo hice al final. Esa parte nunca sucedió en el sueño. ¿Era un recuerdo o sólo un sueño? No distinguiría la diferencia jamás. En el mundo real, Will estaba de espaldas a mí, mirando por la ventana. Cuando las mantas crujieron, se giró. Me ruboricé sin ninguna razón en absoluto cuando vi su cara. El Will de mi sueño me devolvió la mirada con su hermosa, amable sonrisa, y me tomó un momento distinguir la realidad del recuerdo. Se sentía tan lejos, y había estado tan cerca momentos antes en mi sueño. —¿Cómo has dormido? —preguntó. Se apoyó contra la pared y se cruzó de brazos. Estiré mis brazos.

—Soñé contigo. —Espero que no fuese vergonzoso. —No —dije—. Pero no fue bueno, tampoco. Sus ojos revolotearon a un lado por un momento y no dijo nada. —¿Crees que fue un recuerdo? —pregunté. —Podría haberlo sido —dijo—. ¿Qué pasaba en él? Se lo expliqué: la batalla con los reapers, y yo yaciendo en la calle, pero dejé fuera las partes íntimas. Mantuvo su expresión vacía y asintió un par de veces. —¿Era real? —pregunté.

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—Sí —dijo—. Fue en Nueva York, justo antes de que estallara la Guerra Civil. Estoy contento de que tu memoria regrese, pero me gustaría que hubieses recordado cualquier otra cosa. —¿Morí? —susurré. Su mirada era fuerte en la mía y no dijo nada. No necesitaba hacerlo. Su cara me dio la respuesta que no pronunció en alto. —Por lo menos estás recordando —dijo en voz baja—. Podemos estar agradecidos por ello. —Lo estoy —dije, pero no estaba tan segura. Por mucho que muriese por aprender más acerca de mi pasado, estaba aterrada de aprender otras cosas, también, en su mayoría sobre muerte y desesperación, y los oscuros rincones del mundo. Recé para que esos recuerdos no regresasen a mí, porque sentía en mis huesos que algunas cosas eran demasiado escalofriantes para recordar.

Traducido por LizC y Akanet Corregido por Lizzie

oviembre fue aburrido. Kate y Landon no mencionaron nunca nada sobre el incidente del baño en Halloween, y no había manera de que fuera a preguntar. Si ellos no quieren hablar de eso, entonces estaba bien para mí. Por lo menos Landon parecía no estar interesado en mí, finalmente por lo que no tenía que preocuparme de persuadir o lastimar sus sentimientos.

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Una noche después de una dura sesión de entrenamiento, me senté en una mesa desvencijada en una de las antiguas oficinas en nuestro almacén, luchando a través de un montón de tarea de álgebra, mientras que Will se sentaba tranquilamente en una silla rota al otro lado de la mesa. Tratar de no reprobar la escuela, mientras equilibro la caza de Reapers es cada vez más difícil. Esta no era la primera vez que tenía que llevar mi tarea a nuestras sesiones de combate. Entrenamos boxeo, haría una hoja de vocabulario o algo, y luego entrenamos boxeo de nuevo. Iba a volverme loca. —Sabes, si vas a estar mirando sobre mi hombro, puedes muy bien ayudarme con esto ―me quejé―. Estoy diciéndoles a todos que eres mi tutor. Haz algo útil y enséñame. ―Estoy siendo útil ―replicó él―. Estoy escuchando. Y además, no tengo idea de lo que algo de eso siquiera significa. Resoplé. ―Esto no es ni siquiera avanzado. Estoy en la clase de física para niños tontos. ―Tú no eres tonta. ―Soy una tonta en la física. Él parpadeó. ―No sé de esas cosas y no soy tonto.

―De acuerdo, bueno, los dos somos unos ignorantes en la física ―le dije―. ¿Feliz? ―Pero estás aprendiendo. ―Sí, eso es porque soy ignorante. ―Eso no quiere decir que eres tonta. Sentí un fuerte impulso de golpearlo. La verdadera mirada de confusión en su rostro me impidió hacerlo, aunque todavía estaba muy tentada. Tal vez si le daba un golpecito entre los ojos o algo así... ―Lo siento ―dijo, y se levantó―. Te estoy interrumpiendo. Voy a esperar afuera. ―No tienes que irte. ―No, debería hacerlo. No voy a estar muy lejos. ―Dejó la sala de la oficina y a mí en silencio.

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Tan pronto como se había ido, quería que volviera. Me encontré mirando a su asiento vacío y sintiendo su ausencia. Había resuelto ―o al menos eso esperaba― un puñado más de los problemas de la tarea cuando me pareció oír música. Fue muy suave, pero lo suficientemente alto para hacerme preguntar. ¿De dónde estaba viniendo? Me levanté y seguí el sonido a través de los pasillos en mal estado, pero a medida que me deslizaba a través de la luz cayendo, el mundo se desvaneció de nuevo y sólo pude decirme a mí misma: no de nuevo. Me apoyé en la pared, presionándome en la pintura descascarada, sintiéndola raspar mi piel, cualquier cosa para mantener mi mente de divagar a la distancia en un tiempo más oscuro. Pero a medida que el mundo cambió a mi alrededor, mi rostro se puso tenso, apretado hasta que no me podía mover; pero no sentí miedo, sólo ira. Algo brilló delante de mí, tan resplandecientemente brillante que tuve que mirar hacia otro lado. El último reaper había ardido en llamas. Mi piel y ropa estaban manchadas de sangre, pero al menos vestía pantalones de hombre en lugar de las desagradables faldas gruesas que tenía que llevar como una mujer joven entre los humanos. Sin otros enemigos a enfrentar, descendí aún más en el castillo, desplazándome entre el Grim, a través de pasillos serpenteantes de piedra iluminado sólo por mi Angelfire. Mis espadas brillantes hicieron excelentes sustitutos de antorchas.

Hice una pausa, rebuscando fuera con mi mente, y localizando un poder cercano. Se hinchaba, moría, y se hinchaba de nuevo. Pero había sólo una firma flameando, no varias, por lo que no podría ser una pelea. Seguí la firma a lo alto a un tramo de escaleras y a través de una puerta que era más alta que la mayoría de las otras por las que había pasado en ese lugar. Pisando con cuidado en una sala grande, sostuve mis espadas listas. Por un momento pensé que me había equivocado. Había tres vir en la sala, quienes se dieron la vuelta para mirarme y todos me reconocieron al instante. Se abalanzaron contra mí, alas, garras, y dientes crujiendo y cortando. Me retorcía y giraba, agachándose a través de los destellos humeantes de poder y el olor vertiginoso a azufre. Los despaché en cuestión de segundos, con los brazos doloridos de hacer pivotar mis espadas. Miré alrededor de la habitación de nuevo para estar segura de que los había derrotado a todos.

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En lugar de encontrar otra batalla, me encontré con un cuarto reaper vir en cadenas. Sus brazos estaban sostenidos afuera y hacia arriba, con las muñecas encadenadas a la pared. Su poder creció y él se tiró en contra de las cadenas, pero incluso desde esta distancia, me di cuenta de que las cadenas eran de plata y lo debilitaban. Después de hacer otro intento por liberarse, su fuerza se desvaneció y cayó flojo en contra de sus enlaces. Me acerqué a él, mi pecho agitado de la pelea mientras trataba de recobrar el aliento. El preso reaper no sería ninguna amenaza para mí… mientras permaneciera atado. A medida que me acercaba, él me miró, y obtuve un buen vistazo de su rostro por primera vez. Era, por falta de una palabra mejor, hermoso. Su cabello era oscuro, rico como pulida madera de nogal, y sus rasgos eran bien parecidos, fuertes y depredadores. Sus labios estaban esculpidos como los de las estatuas de mármol en la antigua Roma, y sus ojos eran brillantes verdes cristalinos, los ojos inconfundibles inhumanos de un reaper. ¿Pero él era demoníaco? ¿O angelical? Miró hacia abajo a mis espadas de fuego y luego en mi rostro, mirándome en conmoción y pavor. Este reaper era uno como nunca había encontrado antes, y la sorpresa en su rostro lo demostró. Nunca me había visto tampoco, pero sabía exactamente quién era yo. Levantó la cabeza en un valiente intento de parecer como si no estuviera derrotado y débil.

―Sé lo que eres ―dijo en inglés. Su voz era débil y tensa, rota, pero reconocí el acento escocés―. Si se hubieran llevado mis ojos, todavía sabría lo que eres. No me mates. ―Pero no sé lo que tú eres ―le dije, inclinando mi cabeza hacia él. Su camisa blanca y fina estaba rota y ensangrentada, y a sus pantalones no les había ido mejor. Estaba vestido como un noble, y con su hermoso rostro y cabello limpio recogido con una cinta, no me sorprendería si fuera un aristócrata. Había muchos espantosos reapers de la riqueza ocupando posiciones de poder en toda Europa. Su expresión se endureció. ―No soy lo que tú crees que soy. ―¿No? ―pregunté, y lo miré de arriba abajo―. Eres un reaper y te han dado una paliza del demonio. ¿Qué has hecho para merecerlo?

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Una sonrisa curvó sus labios. ―No le gusté mucho al demonio dado que maté a todos y cada uno de ellos que encontré. Han terminado por capturarme finalmente, como puedes ver. No encontré su comentario divertido. ―¿Sólo tienes qué? ¿Un siglo de antigüedad? No tienes ese tipo de fuerza. ―Llámalo un don. Lo estudié por un momento. Sus ojos se hicieron brillantes cuando intentó de nuevo romper sus cadenas. ―Has sido capturado, por lo que no puedes ser tan fuerte. ―Me tendieron una emboscada ―dijo a través de una tos violenta―. Y tú no eres nadie para decirlo. Eres tan conocida por tus propias muertes así como por tus conquistas. Su actitud estaba empezando a irritarme. ―¿Debo recordarte que estás a mi merced en estos momentos? ―No vas a destruir lo angelical. Matarme sería tu descrédito. ―No tengo ninguna razón para creer que no eres demoníaco ―le dije.

―¿Qué pasa si eres una traidora a tu amo? Puede se te hayas rebelado contra él para replantear tu propio territorio. Por ello, serías castigada severamente. Entiendo la política de tu clase. —Soy un traidor a nadie —gruñó—. Sólo estoy haciendo mi deber como el angelical debería. Si no me crees, entonces pon tu fuego en mi carne. No me hará daño. Si él era verdaderamente demoníaco, entonces era valiente. Pero si decía la verdad... sostuve su mirada por varios los latidos del corazón hasta que finalmente levante mi espada, la hoja plateada tragada por el Angelfire. Usé la punta para separar más el cuello de su camisa, exponiendo su pecho desnudo. Levanté la mirada a sus ojos. Él me devolvió la mirada con firmeza, sin temor a la luz del Angelfire bailando fuera de sus funciones. Quienquiera que fuera, lo admiraba. Tracé una línea de sangre por el pecho con la hoja mientras el fuego lamía su piel, y su mandíbula se apretaba dura como la piedra por el dolor.

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Di un paso atrás para examinar la herida. Como había prometido, el Angelfire no le hizo daño en absoluto. —Te lo dije —dijo con una sonrisa oscura. Su herida se cerró, dejando sólo un hilillo de sangre atrás. —Todavía puedo dejarte encadenado. —Si me liberas —dijo—, te puedo ayudar. Los dos estamos cazando a lo demoníaco. —No necesito tu ayuda. —¿No quieres que nadie proteja tu espalda? —Puedo vigilar mi propia espalda. —Claro que puedes. —Esa hermosa sonrisa ampliada—. Entonces da la vuelta. Tan pronto como dijo eso, sentí una llamarada de energía detrás de mí y di la vuelta y balanceé mis espadas, eliminando la cabeza de un reaper que se había abalanzado sobre mí desde atrás. Se encendió en llamas, y giré de nuevo hacia el reaper angelical. —¿Ves? Soy útil.

Lo fulminé con la mirada. Entonces tomé mis espadas de nuevo y corté a través de sus cadenas. Se dejó caer al suelo y se hundió contra la pared, jadeando de dolor. —¿Cuál es tu nombre? —pregunté. —Sólo llámame Will. Baje la mirada a sus ojos verdes mientras se arrastraba para ponerse de pie. —No quiero volver a ver tu cara nunca, Will. Me volví de espaldas a él y escuché la música de nuevo. Cerré mis ojos, concentrándome con fuerza en el suave sonido hasta que fue todo lo que oí.

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Cuando abrí de nuevo mis ojos, había vuelto al desmoronado viejo almacén. Di un suspiro de alivio. Un velo de calor cayó sobre mí mientras me di cuenta de que acababa de recordar la primera vez que conocí a Will. Sonreí para mis adentros, recordando cuan molesta estaba con su lengua afilada. Entonces recordé que se me había presentado en septiembre de la misma forma en que lo había hecho cuando lo conocí hace quinientos años: Sólo llámame Will. Escuché la música otra vez y la seguí de vuelta a la despensa principal del almacén. Empujé la pesada puerta abriéndola sólo un poco, dejando que la suave música inundara mis oídos y la sala detrás de mí, y eche un vistazo. Will estaba sentado en una silla contra la pared con una guitarra acústica en sus manos. Estudié la forma en que sus manos se movían con rapidez, fluidas y precisas como las ondas en el agua, los músculos en sus brazos apretados y definidos. La forma de su cabeza se balanceaba y su pie golpeaba el suelo con la marca que me cautivó. Reconocí la canción, aunque no la podía ubicar completamente. Pero el nombre de la canción en realidad no importaba. Estaba en trance. Era en cierta forma sexy verlo tocar. Sexy y hermoso, como todos los demás aspectos de él. Mientras escuchaba y observaba, sabía que era tan perfectamente consciente de mí como yo de él, aunque mantuvo su infalible ritmo. Sabía que él podía sentir cada centímetro de mi piel desde el otro lado del piso, como yo podía sentir la suya, sintiendo cada hilo del poderoso vínculo con siglos de antigüedad que compartíamos. En ese momento mis los labios se entumecieron y algo giró deliciosamente cálido en mi pecho. En ese preciso momento supe que estaba sin lugar a dudas enamorada de él.

Tomé una bocanada de aire por valor y abrí completamente la puerta para que pudiera pasar a través de ella. Crucé los brazos sobre mi pecho mientras me acercaba hacia él, sonriendo como si nada hubiera cambiado en mí. No dejó de tocar mientras me acercaba, pero levantó la mirada hacia mí y sonrió, convirtiendo mi estómago en pudín. Esa sonrisa de conocimiento era la misma sonrisa que me había dado la noche que lo había conocido hace quinientos años. —Supongo que tengo suerte, entonces —dije, recordando lo que había contado acerca de este lado de él. Él nunca perdió un acorde. —Supongo que la tienes. No dije nada más hasta que terminó y lo aplaudí. —¿Qué fue eso?

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—Journey —dijo—. Uno de mis favoritos—. Wheel in the Sky. —Fue realmente bueno. ¿De dónde sacaste la guitarra? —Mantengo algunas de mis cosas aquí. La mayor parte de mis pertenencias están en la casa de Nathaniel. Me imaginaba qué otras cosas podría haber mantenido con el paso de los años y deseaba verlas, sólo para saber un poco más acerca de él. —¿Por qué no tocas más? —le pregunté. Se encogió de hombros y ubico la guitarra a un lado. —Hay otras cosas en mi mente, supongo. —¿Puedes cantar también? Se echó a reír y sacudió la cabeza. —No. Cantar no es un de mis talentos. —Eso está muy mal —le dije, y se mordí el labio, haciendo acopio de la valentía para decirle acerca de mi recuerdo—. Will, mientras estaba saliendo de la oficina, recordé algo. Fue la noche en que te conocí, cuando te liberé de las cadenas hace todos esos siglos. Eras un listillo incluso entonces. —No lo niego.

—¿Cómo fuiste capturado de esa manera? —pregunté. Su mirada se detuvo en mi cara durante algún tiempo. —Estaba cazando demonios reaper con Nathaniel. Nos separamos y yo estaba acorralado. Ellos me torturaron y me interrogaron para averiguar lo que sabía acerca de los otros reaper angelicales, pero no sabía nada. Estaba jugando al vigilante con Nathaniel. No sabíamos lo que estábamos haciendo en aquel entonces. Y entonces llegaste. Su expresión se suavizó mientras me miraba, la mirada en sus ojos distante y con nostalgia. —Eras como un ángel guerrero que había visto en la vidriera de una catedral. Sabía quién eras en el momento en que te vi, porque había oído hablar de ti. Todos lo habían hecho. Y me liberaste.

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—Pero te dije que me dejaras en paz —le dije—. ¿Qué te hizo intentarlo de nuevo? —Esa misma noche, un ángel vino a mí —confesó—. No sé su nombre ni por qué había aparecido ante mí de todas las personas, pero él me dijo que tu destino y el mío estaban unidos. Él dijo que necesitaba protegerte, porque tú eras la más sagrada de todas las cosas. Mi destino era convertirme en su guardián, en una larga línea de Guardianes: fui elegido. Él me dio mi espada y el poder para despertarte, para que pudieras convertirte en la Preliator en cada reencarnación. Me dio un propósito, algún tipo de resolución en mi inmortalidad, un enfoque. Tú me diste un propósito. Le sonreí, y él inmediatamente me devolvió la sonrisa. Estaba muy agradecida de que se hubiera convertido en mi Guardián. Recordar ese recuerdo en el antiguo Egipto me hizo querer nunca más conocer la vida sin él. Sentí la pérdida de mis Guardianes anteriores, pero no confiaba en nadie más con mi vida aparte de Will. Sin él, no creía que pudiera cumplir con mi misión de destruir los reaper demoníacos. Mi teléfono sonó, rompiendo el silencio entre nosotros. —Es Nathaniel. —Levante el teléfono hacia mi oído. —Ellie —dijo Nathaniel antes de que pudiera hablar—. ¿Dónde están? —En el almacén. ¿Qué pasa?

—No se vayan. Los encontraré allí. —Colgó el teléfono. La urgencia en su voz hizo que mi pulso latiera con fuerza. Mis ojos se encontraron con los de Will.

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Traducido por Maru Belikov Corregido por Deyanira

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speramos, tensos por la anticipación, hasta que Nathaniel llegara. Cuando finalmente entró en el callejón y se estacionó detrás de mi auto, él y Lauren, la psíquica que había conocido la primera vez que vi a Nathaniel, salieron y caminaron hacia nosotros hasta el almacén. Nathaniel movió su mano hacia nosotros para seguirlo hacia la habitación donde manteníamos el sarcófago. Tan pronto como entramos, sentí la familiar vibración de miedo del Enshi. Nathaniel y Lauren estaban de pie cerca del sarcófago. —Encantada de verte otra vez, Ellie —dijo Lauren. —Igualmente —respondí con una sonrisa—. ¿Qué pasa, Nathaniel? —He descubierto el lenguaje sobre el sarcófago —dijo él. Will se animó. —¿Y? —El escrito es en efecto una escritura cuneiforme9 arcaica —dijo Nathaniel con entusiasmo—. Pero es más viejo que el Antiguo Asirio10, más viejo incluso que el estilo Acadio11. Miré a la caja, mi cabeza llenándose con espesas nubes, impidiéndome pensar claramente. —¿Cuan viejo exactamente? —Aproximadamente cinco mil años.

9

Escritura cuneiforme: Es una de las primeras formas conocidas de expresión escrita. Antiguo Asirio: Se refiere a la Época Antigua Asiria de Oriente Próximo antiguo, ca. Del 20 al 16 siglos antes de Cristo 11 Estilo Acadio: Es una extinta lengua semítica, que se hablaba en la antigua Mesopotamia 10

Mis ojos se abrieron como platos. Will se movió incómodamente junto a mí. Miré hacia él y sus ojos se encontraron con los míos. —Jesús —murmuré. —Nop —dijo Nathaniel alegremente—. Jesús no está ahí. Parpadeé. —No estaba… Él sonrió y me guiñó un ojo. Asumí que era supuestamente otra de sus increíbles bromas, pero no eran graciosas para mí. Di una suave, risa incómoda para seguir la corriente. Él sonrió con orgullo. Miré hacia Will, que sólo se encogió de hombros y sacudió su cabeza. Él entendía completamente. Nathaniel se volvió serio otra vez.

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—Lo que significa, es que el Enshi fue encerrado en este sarcófago tres mil años antes del nacimiento de Cristo. —¿Dice lo que el Enshi es? —preguntó Will. Nathaniel mitad asintió, mitad se encogió de hombros. —Sí, y no. Todas son malas noticias, lo cual es por qué traje a Lauren aquí para que me ayudara a determinar que es lo que hay dentro. —¿Qué tipo de malas noticias? —pregunté. —Bueno, si miras de cerca al sarcófago —empezó Nathaniel, acariciando la caja gentilmente—, notarás que está hermosamente decorada. Los antiguos mesopotámicos sólo enterraban personas muy importantes de esta manera, así que el cuerpo dentro es al menos de gran importancia. Esa es la primera mala noticia. La segunda es —si eres tan amable y miras el símbolo de aquí— la inscripción me dice que nuestro amigo dentro es una verdadera alma reaper. —En español, ¿Por favor? —pregunté débilmente. Nathaniel me dio una extraña mirada. —Eso fue en español. —En americano entonces —dije—. Nada de lo que dices tiene una pizca de sentido para mí.

El hombro de Will rozó el mío. —Lo que él quiere decir es que es un ser que puede hacer lo que quiera con las almas en lugar de sólo enviarlas al infierno. —De ninguna manera —dije—. ¿Cómo el Grim Reaper? ¿La muerte en si misma? —Así es como a los humanos les gusta llamarlo —dijo Will—. ¿Entonces es posible que el Enshi sea un ángel? ¿O quizás de una categoría de arcángel? Nathaniel asintió. —Sí. En el mejor de los escenarios, es que esto, es algún tipo de extra-poderoso reaper que puede enviar almas al Cielo o al Infierno. Así es probablemente como la leyenda del Grim Reaper empezó. En el peor de los escenarios es que nuestro amigo durmiente, en realidad consuma las almas, lo que significa que el alma se habrá ido definitivamente. No Infierno. No Cielo.

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—Eso es terrible —dije. La expresión de Will se volvió oscura. —¿Y Ellie? ¿Eso significa…? Nathaniel asintió. —Sí. Will dejo salir una larga, dolorosa respiración mezclada con miedo. Mi corazón se sacudió. Busqué en ambas caras. —¿Qué quieres decir? ¿Qué significa eso para mí? ¿Will? Él cerró sus ojos. —-Quiere decir que el Enshi puede destruir tu alma. Si hace eso, estás acabada. No te podrás regenerar y nunca podrás regresar. Te habrás ido. Intento mantener el latido de mi corazón en calma. —¿No regresaré? Él me dio un asentimiento superficial. —Ese tiene que ser el por qué Bastian lo quiere tanto.

Mi boca se secó instantáneamente. ¿Me habré ido? Eso significa que nunca seré capaz de reencarnar otra vez. Nunca iré al cielo. Nunca veré a Will o a Nathaniel o a mi mamá y nana otra vez. No había forma de que me permitiera acabar de esa manera. Hay demasiado en juego, demasiado que me queda por hacer, para sólo morir e irme. No quería que terminara. —Entonces necesitamos matar esta cosa antes que despierte —dije sin aliento. —No sabemos cómo —instó Will—. No quiero hacer nada que quizás lo haga despertar. —¿No podemos hacerlo estallar? —pregunté—. No como las palomitas en un microondas, quiero decir como una bomba. —Extendí mis manos e hice un patético sonido de explosión—. Una grande. Ustedes dos parecen como chicos ingeniosos. Estoy segura que pueden conseguir una. Nathaniel sacudió su cabeza.

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—No tengo acceso a armas nucleares desafortunadamente. —¡Oh, tengo una idea! —dije de manera entusiasta—. ¿Qué si lo encadenamos bien apretado y lo dejamos caer en el medio del océano? Toda esa presión hará que se trituré la caja, ¿No? Nathaniel se encogió y parpadeó. —Esa en realidad no es una mala idea y no creo que cualquier fuerza no-mágica podría resucitar el Enshi. —¿De dónde sacaremos el bote para hacer esto? —pregunto Will. —Puedo intentar hacer un arreglo con eso —dijo Nathaniel—. Ahora Ellie, hay algo que necesito que hagas. ¿Puedes sentir lo que está dentro, cierto? Asentí, no segura de que me gustara hacia donde se dirigía esto. —Lauren también puede sentirlo. Ella es una clarisiente, lo que quiere decir que es capaz de saber las cosas con sólo tocar los objetos y ser capaz de decir si hay una conexión entre tú y el Enshi. Mire hacia ella y asintió. —¿Qué bien hará eso?

—Necesito saber qué estás sintiendo —dijo—, no sólo lo que yo siento del sarcófago. —Lauren dio un paso hacia mí y tomó mi mano. Ella me dirigió hacia la caja y me indicó que colocara mis dedos en la tapa. Retrocedí de un tirón, asustada. —Pensé que no debía tocarlo —dije, mirando ansiosamente a Will. Su expresión era calmada pero seria. —Tocarlo está bien —me aseguró Lauren—. Necesito encender una reacción, y lo que sea que esté dentro le gustas… mucho. Así que por favor, solo tócalo. No muerdo, lo prometo. Su sonrisa no ayudó a hacerme sentir mejor. Tentativamente, cepillé la tapa con mis dedos y sentí la respuesta instantánea. La voz en mi cabeza se hizo más alta por un momento, y podría haber jurado que escuché un jadeo al contacto. Electricidad saltó a través de la piedra hacia mi piel, y quería alejarme, pero Lauren agarró mi mano y la mantuvo quieta.

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—¿Qué estás haciendo? —pregunté cuando no me dejaba ir—. Yo… Me callé cuando vi la cara de Lauren. Su boca jadeó abierta y sus ojos habían rodado dentro de la parte trasera de su cabeza hasta que sólo brillantes orbitas blancas eran visibles. En ese momento intenté dar un tirón lejos, pero su agarre era tan fuerte como un reaper. Poder se filtró del sarcófago, saliendo de él, y la energía se arrastró por mis dedos a través de mi brazo y hacia Lauren. Su cuerpo se sacudió una vez y me soltó. Ella se tambaleó hacia atrás, y saltó lejos. —¿Qué fue eso? —demandé, colocando una mano en mi pecho para tranquilizar los latidos de mi corazón. Will protectoramente me empujó cerca de él y tomó mi mano para asegurarse que estaba ilesa. Lauren se apartó, descansando contra una columna de acero doblada, respirando pesadamente. Sus ojos regresaron a la normalidad, pero podía decir que ella estaba petrificada. —Esto es malo —susurró. Will caminó hacia adelante y dejó ir mi mano. —¿Cuan malo? ¿Qué sentiste? —El Enshi —exhaló Lauren—. Pude oírlo gritando ahí, llenando mi cabeza con estos horribles gritos. La presencia de la Preliator lo está volviendo loco. Sólo ese pequeño toque lo envió a un frenesí.

—¿Un buen frenesí? —pregunté, esperando que quizás estuviera asustado de mí. —No —dijo ella, sacudiendo lentamente su cabeza—. Eso no era miedo. Te quería. Te necesitaba. Está gritando tu nombre, y su poder es enorme, como un oscuro vacío, un pozo sin fondo de muerte y desesperación. Está tan oscuro ahí, tan oscuro y hambriento. Nathaniel, nunca había sentido nada como esto. Tienes que destruirlo. No puedes dejar que el Enshi despierte. No puedes dejar que Bastian consiga el contacto con esto. Mi cuerpo se sacudió con miedo. El terror de Lauren fue evidente para todos nosotros. Podía sentir el Enshi ahí, pero no de la manera que Lauren lo hacía. —¿Sabes con qué estamos lidiando? —preguntó Will, su voz oscura. —Es antiguo —dijo ella, sus ojos congelados sobre el sarcófago—. Más antiguo que Bastian, más antiguo que la Preliator, más antiguo que el sarcófago en el que está atrapado. Es tan antiguo, que sólo se siente vacío. Como un agujero negro.

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—¿Es una verdadera alma reaper? —pregunté—. ¿Es eso cierto? ¿Puede destruirme? —Eso es posible —dijo ella—. No la toques otra vez. Creo que la presencia de Ellie es suficiente para despertarlo si está demasiado tiempo alrededor del sarcófago. Quizás, incluso un toque en el lugar equivocado puede hacerlo. Confusión se esparció sobre mí. —Pero pensé que dijiste que tocarlo era inofensivo. Sus ojos se volvieron rudos, y su voz aguda y fría. —No lo toques. Asentí. De ninguna manera iba a discutir con ella. —Necesitamos ir al Caribe —anunció Nathaniel—. Creo que si viajamos fuera de Puerto Rico, seremos capaces de navegar bastante lejos a lo largo de la fosa de Puerto Rico a las profundidades de Milwaukee. Es la parte más profunda del Océano Atlántico —casi tan profundo como el Monte Everest es de alto— y si dejar caer el sarcófago por la borda no lo aplasta al olvido, entonces al menos no hay manera de que alguien pudiera bucear para recuperarlo. —Suena como un buen plan —coincidió Will. Levante mi mano.

—Uh, chicos, no me puedo ir por una semana al Caribe durante la escuela. ¿Cómo puedo explicar eso a mis padres? Will frunció el ceño. —¿No puedes decirles que es un viaje escolar o algo? Me reí. —Si, ¿Y no darles ninguna otra información? Hay muchas cosas que pasan en las excursiones. No creo que pueda salirme con la mía y que ellos sólo firmen una hoja de permiso. —¿No vienen las vacaciones de Acción de Gracias? —sugirió él. Buena idea. —Cierto. Eso será perfecto.

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—¿Podemos volar? —preguntó Nathaniel—. ¿Volar hacia la noche del miércoles y regresar el viernes a más tardar? Transportar el sarcófago será costoso, pero de otro modo no tenemos otra opción. Tendré que conseguirle a Ellie una identificación falsa, desde que es menor de edad. Haré una para ti también Will. Creo que necesitas un asiento en el avión para proteger a Ellie en lugar de viajar a través del Grim. Las falsificaciones no serán mucho problema. —Me gusta más este plan —dije—. Puedo decirle a mis padres que iré al norte a la casa de lago con Kate para Acción de Gracias. —No iré —dijo Lauren—. No puedo defenderme a mi misma y no quiero ser una responsabilidad. —Eso es probablemente lo mejor —coincidió Nathaniel. Will asintió firmemente. —¿Nathaniel puedes arreglarlo? Nathaniel asintió. —Sí. Lo haré inmediatamente. Deberíamos irnos, Lauren. —Siento mucho haberte asustado, Ellie —dijo Lauren—. Necesitaba sentir lo que estabas sintiendo. Eres una chica audaz. —No sé mucho acerca de eso —le aseguré con una sonrisa insegura.

—Más valiente de lo que yo soy. —Sonrío ella. Nathaniel y Lauren se fueron, y escuché el auto alejarse. —¿Estás bien? —preguntó Will, descansando gentilmente su mano en mi hombro. Asentí. —Viviré. A decir verdad, estaba aterrorizada. No sabía cómo esto iba a funcionar, o si iba a funcionar. Estaba bastante segura que podía mentir a mis padres sobre el viaje a Puerto Rico, siempre y cuando ellos no hablaran con los padres de Kate. Kate me cubrirá en caso de que ellos le pregunten. La parte de mentir… eso me molestaba. Se sentía como si todo lo que salía de mi boca fuera otra mentira para mis padres. —Sí, ¿Pero tú estás bien? —repitió.

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Mire hacia él para encontrarme con su mirada. —Estoy completamente asustada. Esa cosa me aterró hasta la muerte. Will, no quiero terminar sólo así. No quiero no volver nunca. Me estaba acostumbrando a la idea de que allí había un Cielo y ángeles. ¡No quiero perder mi alma! —Esa cosa se habrá ido pronto —me aseguró—. Lo dejaremos en el medio de océano y eso será todo. —No exactamente —dije. Incluso si destruimos el Enshi, todavía tenemos a Bastian y sus lacayos con quien lidiar, incluyendo a Ragnuk. No creo que vaya a salir de esto con vida. Él tocó mi mejilla dulcemente. —Oye, ¿Recuerdas lo que dije? Prometí protegerte de ellos. No voy a romper una promesa. Sonreí. —Lo sé. De repente la puerta principal se abrió, y me di la vuelta mientras chocaba contra el suelo. Algo invisible, se estrelló contra la puerta, aplastando el marco y las paredes a ambos lados. Mi sorpresa me hizo entrar en el Grim, donde pude ver la oscura, enorme forma de Ragnuk, ampliando la entrada con su cuerpo, así que podía avanzar a través de la madera, mientras los trozos de ladrillos se derrumbaban a sus

pies. Se quedó mirándome con sus hambrientos ojos negros, su lengua se hundía en su boca y chorreaba saliva en el suelo. Él parecía mitad loco con rabia y hambre. Instintivamente, agarré mi collar alado para sentir seguridad y retrocedí hacia Will, pero no podía quitar mis ojos del Ragnuk. —¡Ya te tengo, Preliator! —rugió el reaper, escupiendo una maldición hacia mí como si la palabra en sí fuera algo asqueroso—. Seguí tu inmundo hedor todo el camino hasta aquí. Esta vez no vas a conseguir escapar de mí y no seremos interrumpidos. Este es el final para ti, me voy a llevar el Enshi conmigo. ¡Todo termina aquí esta noche!

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Traducido por Kachii Andree Corregido por Liseth Johanna

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n estremecimiento de miedo corrió a través de mí, pero me mantuve firme. Él se colocó en marcha bruscamente hacia delante, pero Will estaba allí, agachándose frente a mí. Cuando Ragnuk dio un salto, Will se agachó y golpeó su hombro en el pecho del Ursido con todas sus fuerzas y lo volcó a lo alto sobre nuestras cabezas. Ragnuk se estrelló en la pared detrás de nosotros, destruyendo más ladrillos. Se giró de repente y se dirigió su poder al pecho de Will, lo que lo impulsó hacia atrás hasta que se golpeó con la pared del fondo. Will gritó y tiró débilmente de su vientre. Mi corazón se hundió. Un tubo de hierro sobresalía del abdomen de Will, brutalmente traspasado. —¡Will! —grité, y corrí hacia él. Ragnuk se volvió hacia mí, lento como una serpiente, con su indiferente rostro de bloque. Desapareció por un momento, y sentí algo fuerte golpear mi cuerpo y lanzarme contra una columna, lastimando mi espalda. —¡Ellie! —rugió Will desde el otro lado de la habitación. Mis ojos se oscurecieron y caí aturdida, pero cuando miré hacia arriba, la cara oscura del reaper estaba a centímetros de la mía. —Despierta, bella durmiente —se burló Ragnuk, su cálido aliento golpeándome. Choqué mi puño contra su nariz tan fuerte como pude, y voló lejos de mí, golpeándose salvajemente. Se puso de nuevo de pie, sacudiendo la cabeza y estallando de rabia. Corrí hacia Will y me detuve lentamente mientras lo alcanzaba. Sacó su cuerpo hacia adelante a lo largo de la tubería, desesperado por liberarse. Tomé su cara con ambas manos y presioné mi frente con desesperación contra su mejilla. —Te voy a sacar de esta —le prometí, sin aliento, mis manos extendiéndose a lo largo de la barra enrojecida—. ¡Te ayudaré! —Llama a tus espadas —se quejó—. Date prisa.

Asentí con la cabeza y deseé que en mis manos sorprendentemente estuvieran. Los ojos de Will se abrieron en un disparo. —¡Detrás de ti! Me di la vuelta. Ragnuk saltó por la habitación, y me dejó sin tiempo para reaccionar. Se lanzó hacia mí y me enganchó una garra en mi pierna, haciéndome perder el equilibrio. Golpeé el suelo, aterrizando de espaldas. Los dientes de Ragnuk se cerraron sobre mi pierna, y me arrojó al otro lado del almacén, sacudiendo mis espadas de mis manos. Me estrellé contra un cajón grande de madera repleto de chatarra y cartón, quebrando mi muñeca. Gemí cuando levanté mi muñeca rota y busqué mis armas. —¡Déjala en paz! —retumbó Will.

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Levanté la mirada para ver que él todavía estaba luchando para liberarse de la tubería que lo perforó. Sus manos se sujetaban alrededor del final de la misma y él tiraba hacia adelante con las pocas fuerzas que le quedaban, un centímetro a la vez. El reaper se me acercó, con la cabeza baja, sus ojos negros fijos en mí con una mirada hambrienta. —¡Levántate, niña! Luché con mis pies bajo los escombros, acunando mi muñeca rota, tropezando del dolor que se disparó en mi brazo. Podía sentir los pequeños huesos haciendo clic y moviéndose debajo de mi piel, rompiéndose a sí mismos en su lugar. —Así que, aquí estamos —se burló—. A Bastian ni siquiera le importa si te mueres ahora. “Tu muerte ya no es necesaria”, dice. Bueno, sus órdenes no significan nada para mí ahora. Yo todavía voy a comerte viva. —¡Ellie, no le hagas caso! —gritó Will. Ragnuk sacudió la cabeza a Will. —Tu Guardián no sabe cuándo ha perdido. Típico de un vir. —El reaper dio un vuelco a Will y lo miró de arriba abajo—. Todos ustedes piensan que son dioses, atacando su alrededor, gritando órdenes. No son mejores que los humanos. Se parecen a ellos. —Escupió en el suelo a los pies de Will—. En su mayor parte. Ragnuk trazó con una garra la mejilla de Will, dibujando una línea roja de sangre. El corte sanó al instante. La garra era lo suficientemente grande como para perforar

a través del cráneo de Will, pero el movimiento del reaper úrsido fue sorprendentemente suave. —Haces un buen trabajo, Guardián. Parece que la tienes engañada haciéndole creer que eres humano. Ni siquiera recuerda de lo que somos capaces, ¿verdad? — Will no le respondió. ¿Por qué Ragnuk no sólo mataba a Will?, no entendía. Él nos tenía a ambos a su merced en ese momento, pero optó por burlarse de nosotros en lugar de simplemente acabarnos. Era como si estuviera recibiendo un alto fuera de su alimentación momentánea sobre nosotros. —No le has dicho nada, ¿verdad? —Ragnuk se rió—. Bastardo vir arrogante. ¿Ningún intento de refrescar su memoria? ¿Debo hacer los honores? ¿Vamos a recordarle el monstruo que realmente eres? —Sonrió con su cara de oso, y pasó la lengua por sus colmillos.

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Will se apartó de él y balanceó un puño, pero el reaper movió la cabeza con facilidad hacia un lado, evitando el golpe fácilmente. Ragnuk agarró el extremo de la tubería con sus mandíbulas y la inclinó hacia arriba. El metal crujió y gimió hasta que se apuntó en el techo en un ángulo de noventa grados. Will quedó sin aliento. —Libérate de eso, Guardián —se burló Ragnuk, su voz oscura y cruel. —¡Will! —grité de horror. Apreté mis puños y gemí de dolor. Ragnuk sonrió y se alejó pesadamente de Will, haciendo clic con sus garras en el suelo. Avanzó hacia mí, pero se detuvo a mitad de camino y se volvió para caminar de un lado a otro. Parecía en conflicto de alguna manera, probablemente para decidir si me mataba o me masticaba un poco antes de morir. —¿Por qué no le muestras tu verdadero yo? —gruñó Ragnuk a Will—. Te puedes escapar de la trampa fácilmente. Te he visto escapar de peores. ¡Estás reteniéndote, Guardián! Miré a Will confundida. ¿Qué era de lo que Ragnuk estaba hablando? Will me explicó que él no cambiaba de forma, como Geir. Mi instinto se estremeció. ¿Me había mentido? ¿Estaba a punto de transformarse en frente de mí? Will extendió los brazos con el terrible esfuerzo de tratar de liberarse de la tubería. No miró a Ragnuk cuando hablaba. Miró hacia abajo en el tubo, con el cabello cayendo sobre sus ojos. —Yo no soy como tú.

El úrsido se echó a reír, rugiendo. —¡Tú eres un reaper! No me importa si eres angelical o demoníaco, o idiota. Tú no eres humano, ¡así que deja de pretender que lo eres! —Escupitajos salpicaban de su boca mientras gritaba—. Tienes un hambre que nunca puede ser saciado. —Soy mejor que eso —se quejó Will. —¡No lo eres! —rugió Ragnuk—. Crees que no eres un monstruo, pero lo eres. Muéstrale, Guardián. ¡Muéstrale a la chica!

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—¡No soy un monstruo! —Así, Will arrastró su cuerpo hacia el final de la tubería, su poder explotó, golpeando el suelo y la pared detrás de él. Agarró el tubo con ambas manos y se inclinó hasta que el metal estuvo recto. Vi con horror cómo Will se deslizaba hacia delante y caía al suelo, dejando la tubería oscura manchada y un enorme agujero en su abdomen. Se desplomó en el suelo en cuatro, derramando sangre. Tosió y gimió mientras luchaba débilmente a sus pies y se enfrentaba a Ragnuk—. Pero no soy humano tampoco. Will se tambaleó a un lado, apoyado en el tubo cubierto de sangre mientras el agujero en el estómago se cerraba sobre él. Cuando se volvió hacia mí con ojos angustiados, su abdomen estaba liso, pero su camisa estaba destrozada. Arrancó el tubo de limpio fuera de la pared, tirando de un trozo de la pared con él. Ragnuk gruñó, levantó sus labios hacia atrás y expuso sus enormes colmillos. El úrsido golpeó la espalda de Will contra la pared. Will giró el tubo con ambas manos, golpeando a Ragnuk en la boca. El úrsido masticó salvajemente, golpeando su cabeza hacia atrás y hacia adelante, amordazando y gruñendo. Will tiró la barra de la boca de Ragnuk y la introdujo a través del cuello del úrsido. Ragnuk rugió y golpeó, apretando en la sien del cráneo de Will con un crujido repugnante, Will cayó al suelo con fuerza y no se movió. Probé mi puño otra vez y encontré a mi mano ahora totalmente curada, giré hacia adelante, agarrando una de mis espadas en el camino mientras corría para ayudar a Will. La pata de Ragnuk golpeó mi pecho y me tiró al suelo, golpeando la respiración justo fuera de mí. Mientras yacía jadeante, su otra pata delantera pisoteaba mi brazo que sostenía la espada, clavando mi hoja. Yo di un tirón, pero la falta de oxígeno me había debilitado. Miré hacia arriba, a los ojos negros manchados del reaper. —Este es el final para ti —dijo entre dientes. La sangre de la barra clavada en su cuello se filtró en mi camisa.

—No, no lo es —gruñí. Él sonrió cruelmente. —Oh, creo que lo es. Una vez más, tu Guardián está caído y estás sola. Yo sé que recuerdas la última vez que tú y yo estuvimos solos. Me gustaría saborear el momento, disfrutar de él, si no te importa. Miré a sus vacíos ojos. Mi temor por la seguridad de Will me consumía, y ese miedo se unía al odio y la rabia. —Eso fue antes. Esto es ahora.

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Mi poder creció hasta convertirse en una esfera girando en mi palma, el ardor de su salida nos golpeó a los dos. Los ojos de Ragnuk se abrieron como platos. Lo dejé entrar en erupción a quemarropa en la cara, la luz incandescente pasó por toda la parte superior de su cuerpo. Él gritó y se tambaleó hacia atrás, sacudiendo la cabeza violentamente, cegado por la luz de mi poder. Me alejé de él y tiré de mi segunda espada. Ragnuk retrocedió, luchando contra la luz cegadora. Cuando se estableció, me quedé boquiabierta ante el daño que había hecho a él. La mitad de su rostro se había quemado, dejando al descubierto el nervio muscular, trozos de carne flácida y brillante de color blanco hueso. Sus enormes colmillos estaban expuestos por completo del lado derecho, y los huesos de sus mandíbulas grotescamente carbonizados. Su ojo derecho había desaparecido de la oscura cuenca ósea, y el ojo que le quedaba estaba cerrado por el dolor. Él respiraba con dificultad, jadeando, tambaleándose sobre sus pies. Vi con horror cómo su rostro trataba de curarse a sí mismo; la carne burbujeaba y se extendía poco a poco, vanamente. Él tenía que alimentarse. El reaper me miró con su único ojo inyectado en sangre, un odio nuevo y el hambre hirviendo en su interior. Mi pulso latía más rápido. —Ahora, mira lo que has descuidado y hecho —escupió con su medio-esquelética cara—. ¿Cómo me has quemado? ¡Quema como Angelfire! Me mantuve firme, mi furia igualándosele. Las esquinas de mi visión golpeaban, oscureciéndose, y luchaba para mantener la concentración. Mi poder estaba creciendo constantemente, aumentándose más allá de mi límite de control. Me estaba escapando de nuevo, pero no luché. Todo lo que anhelaba ahora era excavar con mis manos a través de las entrañas de Ragnuk, oler el chisporroteo del Angelfire en su piel.

—No tienes ninguna oportunidad, niña —gruñó—. Apestas a humano. Puedo oler tu alma a través de la piel. Te hace débil. —¡Mi humanidad me hace fuerte! —grité, la verdad de mis palabras resonaron en lo profundo de mi corazón—. ¡Me da la pasión para seguir luchando, y mis amigos y mi familia me dan algo por lo que merece la pena luchar! —¿Y si no tienes esas espadas? —Se rió, la saliva y la sangre volando de su mandíbula—. Tú y tus armas. Estás indefensa sin ellas. No serías nada sin ellas. Mis armas son parte de mí. Dientes, garras y huesos. —Él clavó sus uñas en el suelo y se lamió los restos carbonizados de sus labios negros—. Estás indefensa Preliator, y siempre lo estarás.

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Algo creció dentro de mí, algo enojado, desesperado, y oscuro. Corrió hacia a mis pies como la niebla, parpadeando con destellos de electricidad. Me puse en cuclillas, sintiendo la energía pulsante en mí y a través del espacio. El suelo vibraba como si tuviera un latido del corazón, golpeando dentro de mi cabeza a tiempo con mi propio pulso, ahogando mis sentidos en el ritmo hipnótico. Forcé mis ojos para encontrarme con la mirada enojada del reaper. Gruñí, uniendo mi poder, sintiéndolo golpear contra mi voluntad. —¡Yo no estoy indefensa! —grité, liberando la fuerza de mi plena potencia. —El suelo de cemento se hundió por debajo de mí y con él, la luz blanca se tragó a Ragnuk entero. Rugió y saltó en el aire antes de venir sobre mí. Aterrizó con un golpe estremecedor y me atacó con una patada, pero mi brazo se disparó, desviando su ataque. Hice girar la espada en mi mano a la otra, pero sus dientes se cerraron sobre la hoja en llamas, la arrancó de mi puño y la arrojó a un lado. Metí el puño en su suave garganta y su mandíbula crujió, cerrándose. Miré a los ojos de Ragnuk y sentí que me escapaba de nuevo, en la oscuridad dentro de mí. En el fondo sabía que si perdía el control, podría perjudicar a Will. Pero tan pronto como la idea había pasado, también lo hizo mi sentido. En cuclillas bajo al suelo, recogí mi fuerza como lo había hecho momentos antes, mis espadas de regreso en las manos. Apreté los dientes con fuerza, mientras la energía se acumulaba dentro de mí, tragándome en la luz blanca, presionando hacia afuera en cada centímetro de mí. —¡No lo puedes hacer, niña! —protestó Ragnuk, el blanco del único ojo que le quedaba parpadeaba como el de un animal enloquecido. Sentí el crujido de suelo y gemí, palpitando en la fuerza que no podía haberme pertenecido. Con un áspero grito, obligué a mí poder a ceder contra el suelo, aplastando el concreto con la

fuerza de un maremoto. El suelo se vio envuelto en olas, subiendo y bajando como el agua, antes de hundirse más profundamente en un enorme cráter. El edificio sufrió y se quejó en la forma de una libre sacudida de polvo. —¡No va a suceder! —Era la voz del reaper, distante y apagada. Envié una nueva onda de choque disparando en un círculo a mí alrededor, y explotó en las paredes y columnas, como una bomba. Los aceros crujieron y chirriaron y el techo se hundió en gran medida. Los escombros cayeron al suelo. Mi cabello brillaba alrededor de mi cara como un reguero de pólvora. Alguien muy lejos parecía estar gritando y, después de un momento, me di cuenta que era yo. Una vez más. Las columnas más cercanas a mí, y las vigas del techo cayeron al suelo, arrancando trozos gigantes del techo. Cuando un rayo colapsó junto a Ragnuk, pude ver el miedo finalmente resonar en toda la cara quemada. Rugió y se lanzó hacia mí, con las garras extendidas.

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Mi poder golpeó el edifico una vez más y techo cayó sobre Ragnuk. Apreté los ojos cerrados y me preparé para compartir su destino. Pero nunca llegó. Unas cálidas manos me envolvieron, acunándome cerca de un cuerpo aún más caliente. Sentí una extraña sensación recorriéndome y después de un momento se había ido. El aire era ahora frío y yo estaba de pie otra vez. A medida que mis ojos se enfocaron, me encontré en medio de la calle mirando hacia atrás al almacén en ruinas. Mi visión latía, y yo estaba insegura de si lo que había visto era real o no. La mitad del edificio se había derrumbado en el suelo y no era más que un montón indefinido de madera, ladrillo y metal. Busqué a Ragnuk en caso de que hubiera sobrevivido. Todo parecía tranquilo hasta que oí un ruido entre los escombros, y la furia creció dentro de mí una vez más a la superficie y se extendió. Me subí sobre un montón de escombros y encontré a Ragnuk aplastado por una sección del techo. La sangre fluía de su boca. Sus huesos estaban aplastados bajo los escombros, todo menos su cráneo expuesto y una sola pata delantera. Las garras de su pata libre se inclinaban entre los escombros débilmente, como si estuviera tratando de escalar su camino a la libertad, pero sus esfuerzos eran inútiles. Me acerqué a él, mis dos espadas en la mano, las hojas raspando los trozos de cemento por debajo de mí. El empapado ojo negro del reaper se encogió para satisfacerme, girando de tal manera que una franja de blanco mostraba enrojecimiento alrededor del borde. —¿Eres tú…? ¿Vas a… terminar conmigo ahora? —Ragnuk estaba rígido, su mandíbula crujiendo en sus articulaciones, los músculos visibles hechos trizas, sus garras arañando desesperadamente en el concreto. La carne quemada en su rostro

aún burbujeaba, tratando de sanar. Me sorprendió que incluso pudiera hablar, y mucho más respirar. No dije nada mientras lo miraba con frialdad. No podía entenderle lo suficiente como para responder. Todo lo que podía percibir era la cantidad de ira que sentía hacia la bestia que ahora estaba a mi merced. Por mucho tiempo yo le había temido, pero ahora que estaba indefenso a mis pies, no sentía nada más que la satisfacción y la necesidad de quemarlo para su destrucción. —¿Quién... es el monstruo... ahora? —Se echó a reír, una risa patética, con la respiración aguda, cuando mis espadas estallaron con el Angelfire. La luz blanca parpadeó en nuestras caras bajo el cielo negro. —¡Tú... no tienes las agallas! —susurró con la mórbida, la cruel diversión. Por desgracia para él, era piedad lo que me faltaba, no agallas. Levanté las espadas encima de mi cabeza. Dejó de reír cuando yo había terminado de cortar su cabeza.

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Traducido por LizC Corregido por Monicab

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lguien habló detrás de mí y me di la vuelta, moviendo mi espada en alto mientras dejaba escapar un grito terrible. El ansia de sangre tornó borrosa mi visión cuando mi agresor me golpeó en el brazo, bloqueando el golpe de mi espada. Pateé mi pie en su pecho, y cayó hacia atrás con un gruñido. Mi espada cortó nuevamente, esta vez desgarrando carne, la blandí de nuevo, pero me agarró la muñeca y la apretó hasta que dejé caer la espada de dolor. Lancé mi puño recién liberado y golpeé su mandíbula. Él gimió y se tambaleó hacia un lado. Me abalancé sobre su garganta, pero el talón de la palma de su mano me golpeó en el pecho, sacándome el aire. Me dejé caer hacia adelante, sin aliento, en brazos de mi atacante. ―Ellie. Mi corazón pareció detenerse mientras mis rodillas cayeron al suelo y él cayó conmigo. Su voz sacudió mi alma y me despertó, y sus manos firmes sobre mis hombros no me dejaban caer. Su aroma me llenaba la cabeza por lo que me aferré a él, horrorizada de mí misma por lo que había hecho… lo que le había hecho a él. Abrí los ojos y me quedé quieta, mirando hacia abajo al rostro de Will mientras él miraba hacia mí, viéndose descorazonado. Me mordí el interior de mi mejilla mientras tocaba el corte profundo que había hecho en su brazo. ―Te he hecho daño ―dije, mi voz quebrándose―. Me sacaste de allí y te he hecho daño. El rostro de Will permaneció dolorido. ―Estoy bien. La herida se desvaneció. Mi mano se deslizó hasta su hombro y cuello para acunar su mejilla. ―Lo siento mucho. No debería haber dejado que llegara hasta aquí.

―No importa. Lo hecho, hecho está. Enterré mi cara en mis manos, las palabras finales de Ragnuk resonando en mi cabeza. ―Todas estas pesadillas, alucinaciones... ¡Me estoy convirtiendo en un monstruo! Will se puso de pie, y su presencia me envolvió. ―No te estás convirtiendo en un monstruo. ―¿Cómo lo sabes? ¿Cómo estás tan seguro de que no voy a ser algo que no soy yo? ―Porque te conozco ―dijo, levantando mi barbilla y mirándome a los ojos―. Te conozco mejor de lo que conozco a nadie más. Después de todos estos siglos y cada vida que has llevado, siempre te aferras a lo que eres. Sacudiendo mi cabeza, luché por contener un sollozo.

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―No puedo aceptarlo cuando me siento como otra persona. Me siento tan enojada, tan violenta, y sé que esto no es lo que soy. ¿Qué pasa si no puedo controlarlo? ¿Qué pasa si te lastimo aún más la próxima vez? No podía diferenciarte de mi enemigo. Quiero decir, ¡mira lo que hice! ―Eché mi brazo hacia los restos del almacén―. Soy tan demoníaca como las criaturas que combato. ―No eres demoníaca y no eres un monstruo ―dijo, con voz más firme―. Aun cuando tu poder amenazar con controlarte, nunca ha tenido éxito. Cosas han sucedido, sí, pero sigues siendo tú. Tienes que confiar en mí, Ellie. ―Pero tengo tanto miedo de mí misma y de lo que soy capaz. Y ahora voy a perder mi alma para siempre. No quiero morir y no me quiero convertir en nada. ―No voy a dejar que eso te suceda a ti. ¡Me aseguraré de que sobrevivas! ―No quiero sobrevivir, Will, ¡quiero vivir! ―grité. Se congeló entonces, mirándome fijamente cuando asimilaba lo que acababa de confesarle. ―Quiero vivir ―repetí―. Quiero ser yo misma e ir a la escuela, a la universidad, a fiestas, al cine, al boliche, juegos de fútbol. Quiero rodar en la nieve en mi traje de baño y luego saltar a una tina de agua caliente. Quiero elegir vestidos de fiesta con mi mamá y quiero viajar por carretera con Kate este verano. Quiero envejecer. Quiero casarme y tal vez tener un bebé algún día. No quiero pasar todos los días con miedo de lo que podría saltar hacia mí desde las sombras. No quiero

esconderme porque cosas horribles me estén cazando. No quiero morir y volver y no recordar tu rostro, Will. ¡No quiero pasar otro curso de vida sin saber quién eres! Me empujó más cerca y envolvió sus brazos alrededor de mí. Apreté mi rostro contra su pecho caliente y finalmente me permití llorar. ―Vas a estar bien ―murmuró Will entre mi cabello, tomando una respiración larga y torturada. Sus manos se derraman sobre mis hombros y mi espalda, sosteniéndome firmemente a él. Mis dedos se cerraron alrededor de su camiseta para mantenerlo cerca.

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Con una respiración profunda, me asomé más allá de él y vi mi auto asentado sano y salvo en el callejón en el costado del almacén que no se había derrumbado, cubierto de una gruesa capa de suciedad. El sarcófago estaba justo detrás del Audi y estaba igual de sano y salvo. Will había conseguido ponerse de alguna manera a sí mismo y al sarcófago fuera de peligro, justo a tiempo. Justo a tiempo antes de que yo dejara que un edificio cayera encima de él. No sabía cuánto tiempo me sostuvo allí antes de que me alejara. Podrían haber sido horas, pero no me habría dado cuenta de ello. ―¿Qué quiere decir Ragnuk cuando quería mostrarte su verdadero yo? ―Una parte de mí no quería saber la respuesta, pero otra parte dolía por ello. Él no respondió en un primer momento y sus manos frotaron mis hombros con suavidad. Su mejilla enterrada entre mi cabello. ―Él creía que soy algo que no soy ―dijo―. He intentado muy duro no ser el tipo de oscuridad que ellos son. Los reapers demoníacos odian a mi clase por eso, y me odian aún más por protegerte. Me incliné hacia él. Comprendí lo que se siente al ser algo aterrador y tratar de mantener un cierto atisbo de humanidad. Will luchó contra el mismo tipo de oscuridad que amenazaba con destruir quién era yo realmente, la oscuridad que amenazaba con acabar con él y llevarlo lejos de mí. Ambos llevábamos a cabo guerras internas contra los monstruos dentro de nosotros. Nos hacía peligroso para todo el mundo que nos rodea, y para el uno al otro. Había estado tan ocupada preocupándome por luchar contra el lado terrible de mí que me había olvidado que él estaba haciendo lo mismo. Siempre estaba pensando en mí y lo que necesitaba, y yo nunca pensaba en lo que él necesitaba. ―¿Qué pasa, Ellie? Dime cómo puedo solucionar esto.

Mi respiración se estremeció cuando lo atraje y apreté mi cara más profundo en su pecho. ―Pensé que él te había matado. Dejó escapar un suspiro y me besó el cabello. ―Pensé que iba a perderte ―confesé, amortiguando un sollozo que amenazaba con salir libremente. Will se apartó para que nuestros ojos se encontraran. Los siglos que habíamos pasado juntos estaban llenando mi corazón con tanta emoción que sentí que estaba a punto de estallar. No me acordaba de nada de eso, pero lo sabía con certeza en mi alma. ―Nunca me vas a perder ―dijo suavemente, y limpió las lágrimas de mis mejillas―. Yo siempre estaré aquí.

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Envolví mis brazos alrededor de su espalda y lo abracé tan fuerte como pude, con miedo de que desaparezca. Dejó caer la cabeza hacia la mía, su cuerpo tan cerca del mío que casi no podía soportarlo. ―Si somos separados… si te pierdo… te encontraré ―susurró, su mejilla tocando suavemente la mía, encendiendo pequeños fuegos artificiales en mi piel. Nuevas lágrimas incesantes y calientes rodaban por mis mejillas. Su promesa derritió mi interior, y me dolía el corazón por todo lo que quería y no podía tener. Al final, él era todo lo que tenía. A través de cada vida, cada cosa pasada que vine a conocer y amar en el mundo cambiaba o desaparecía por completo, excepto por él. Era lo único permanente en todo para siempre. Luego me dio un beso, suave y lentamente. Fue sólo un roce ligero de sus labios sobre los míos, pero me puse rígida, sorprendida e insegura de cómo reaccionar. Él se apartó, apenas, sosteniendo mi mirada con la suya, sus labios casi tocando los míos, como si estuviera esperando por mí. Eché la cabeza en alto y entreabrí mi boca hasta que la suya regresó, besándome otra vez, larga y pausadamente. Parecía demasiado cuidadoso, como si esperara que yo me asustara. Me obligué a relajarme y levanté una mano tentativa para acariciarle la mejilla y devolverle el beso. Sus dedos se trazaban arriba en mi columna vertebral y vagaron a través de mi garganta desnuda antes de enhebrar con ternura a través de mi cabello, su pulgar rondando a lo largo de mi mejilla. Cuando no me aparté, profundizó su beso con

hambre, con fervor, como si fuera el último, a pesar de que era nuestra primera vez. Finalmente, se liberó, pero no se apartó. Reposó su frente en la mía y cerró los ojos. ―Lo siento ―susurró. Mis manos se envolvieron alrededor de su cuello. Mis uñas dibujaron los contornos de su espalda y hombros, y sentí sus músculos bloquearse donde lo tocaba. Aspiré su aroma, tratando de tomar todo de él. Por un momento me olvidé de la bestia que podría destruir mi alma, y lo único que temía era perder esto y no volver a ver su rostro otra vez. Si muriera antes de que tuviera que luchar contra el Enshi, no quería olvidar su cara ni su voz ni lo que sentí cuando me tocó. No podía dejarme olvidarlo de nuevo. ―No lo sientas ―dije, mis manos deslizándose hacia arriba entre su cabello. ―No debería haber hecho eso ―susurró, empujando un mechón de cabello detrás de mis hombros.

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―No hay nada que lamentar ―le contesté con urgencia. Él se apartó hasta que ya no me tocaba para nada, y anhelé que él regresara. Luché todo lo que había en mí para no estirarme por él. Su expresión era terriblemente vulnerable y dolida; parecía estar tratando desesperadamente de no derrumbarse. ―Tienes que entender lo difícil que es para mí ―dijo finalmente―. He estado enamorado de ti por tanto tiempo. He hecho mi mejor esfuerzo por servirte y mantenerte a salvo. Y esto… como me siento, va en contra de muchas de las reglas. Sé que está mal, y sé que es estúpido, pero no me importa en realidad. Estudié su rostro durante unos instantes, observando la intensidad de sus ojos para que me diera una señal. ―¿De quién son las reglas? ―El ángel que me hizo tu Guardián ―dijo―. Creo que era un arcángel. Él me dijo que estaba para protegerte y nada más. Se supone que no tengo que sentir lo que siento. ―¿Qué es exactamente... lo que sientes? ―pregunté con cuidado―. ¿Qué quieres decir? Cerró los ojos y miró hacia otro lado.

―Estoy tan confundido. No hablamos por algún tiempo, sino que sólo nos quedamos allí junto al almacén derrumbado. Por último, se alejó de mí. ―Debemos salir de aquí ―sugirió―. Seguro que alguien habrá oído al edificio derrumbarse. Asentí con la cabeza. ―¿Qué vamos a hacer con el sarcófago? Él pensó por un momento. ―Lo puedo llevar un poco lejos de aquí. Llama a Nathaniel. Dile que traiga un camión. Tenemos que reubicarlo, pero no sé dónde. ―¿A dónde quieres que vaya?

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―Conduce hasta la primera señal de alto y gira a la derecha. Sigue todo el camino hasta el callejón sin salida. Nos encontraremos allí. Le di una mirada perpleja. ―De seguro conoces todos los caminos hasta aquí. ―Tuve que estudiar la ubicación y sus alrededores, incluyendo todas las carreteras, intersecciones, y los edificios de la zona. ―Él sonrió cuando se dio cuenta de mi expresión burlona―. Más vale prevenir que lamentar. ―Correcto. Hubo una pausa incómoda antes de que cualquiera de los dos se moviera. Todavía podía sentir su boca sobre la mía mientras estaba allí sin nada que decir. Por último, me metí en mi auto y conduje exactamente donde me dijo que lo hiciera. No estaba segura si estaba sorprendida de que tuviera razón sobre el callejón sin salida o no. Estacioné allí, apagué mi auto y llamé a Nathaniel, diciéndole dónde encontrarnos. Ni siquiera un segundo después de colgar, Will apareció de la nada, dejando caer el sarcófago en el resplandor de los faros. Salí a su encuentro, cuando los gemidos de las sirenas resonaron en la distancia, lo más probable respondiendo a llamadas relacionadas con la desaparición reciente del almacén. ―Nathaniel debería estar aquí dentro de poco ―le dije.

―Bien. No dijo nada más. Me molestó un poco que no pudiera decir lo que pensaba. Parecía estar evitando el tema de lo que había sucedido entre nosotros minutos antes, pero de nuevo, no había sacado el tema, tampoco. Estaba indecisa sobre si deseaba o no que aparezca en absoluto. Quería preguntarle sobre eso, ya que me sentía tan vacía por dentro, por alguna razón. Quería escarbar eso, necesitaba saber cómo se sentía acerca de mí. Entonces me pregunté, ¿habíamos estado juntos antes? ¿Me había besado antes, en mis vidas pasadas? ―¿Qué estás pensando? ―me preguntó con una voz suave, interrumpiendo mis pensamientos, para lo cual estaba agradecida. ―No te gustaría saber ―le dije con tristeza. Se acercó a mí y se apoyó contra mi auto, cruzando los brazos sobre el pecho.

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―Sí, me gustaría. Retuerces tu rostro de forma graciosa cuando estás sumida en tus pensamientos. ―Gracias por la observación. ―Estreché los ojos―. ¿Qué crees que estoy pensando? Su mandíbula se apretó por sólo una fracción de segundo antes de que la tensión se difuminara. ―Tengo una buena idea. ―¿Vamos a fingir que no sucedió? ―pregunté. Se chupó su labio superior. ―No creo que sería prudente. ―Bueno, estás de buena racha. ―Estudié cuidadosamente su expresión. No daba ni un atisbo de sus pensamientos. ―No lo planifiqué, si eso es lo que te estás preguntando. ―Parecía honesto. ―¿Alguna vez me habías besado antes? ―¿Quieres decir antes de que fueras Ellie? Sea lo que sea lo que eso significara. ―Sí.

―No. Quería preguntarle si él siempre había querido, pero me decidí por una pregunta diferente. ―Entonces, ¿qué significa esto? ―No entiendo. Suspiré. ―¿Qué significa esto entre tú y yo? Él no respondió de inmediato. Ninguno de los dos habló durante unos momentos, y cuanto más tiempo persistía el silencio, más náuseas sentía. Mi cuerpo se tensó. ―Me preocupo por ti muy profundamente ―dijo―. Simplemente no creo que…

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En ese momento una gran camioneta blanca se acercó y se detuvo frente a nosotros. Nathaniel y Lauren saltaron fuera. Fruncí el ceño. Will había tenido suerte... por ahora. Yo tenía más preguntas por hacerle una vez que estuviéramos en privado de nuevo. ―¿Están ustedes bien? ―preguntó Nathaniel, con voz temblorosa. ―Tengo mucha hambre ―dijo Will dramáticamente. Nathaniel se echó a reír. ―Me lo puedo imaginar. Ellie, ¿estás intacta? Me encogí de hombros. ―Me he curado. Ragnuk está muerto. Eso es todo lo que es importante. Lauren me observaba con una extraña mezcla de emociones oscilantes en su cara. No podía decidir qué era lo que estaba sintiendo. Era casi como si ella entendía exactamente cuán afectada estaba… por más que Ragnuk. En pocas palabras, me pregunté hasta qué punto sus talentos psíquicos se extendían. ―Vamos a llevar el sarcófago a mi casa ―ofreció Nathaniel―. Creo que va a estar seguro escondido allí hasta que podamos salir para Puerto Rico. ―¿No van a rastrearte ahí? ―pregunté con escepticismo―. Ragnuk nos localizó en el almacén.

―Si el vir de Bastian estuviera alrededor, ya estaríamos muertos y tendrías el Enshi ―dijo―. Ellos no se sentarán en las sombras y nos acecharán. Lo que quieren está justo aquí. Sentí que era la señal para irse de una maldita vez. ―Así que, entonces, el sarcófago no debería estar aquí. Will asintió. ―Vamos a seguir adelante. Es un suicidio seguir dando vueltas. Will y yo seguimos a la camioneta en mi auto. Él no dijo nada, ni yo tampoco. La camioneta se detuvo en una calle tranquila, con casas muy separadas. Lo seguimos en un camino boscoso largo hacia una hermosa casa con vistas a un lago. Nathaniel abrió las puertas de un garaje para tres autos, y Will saltó de la camioneta para ayudarle a descargar el sarcófago.

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―¿Es ésta tu casa, Nathaniel? ―pregunté, admirando la vista al lago. ―Sí ―dijo Nathaniel, y cerró la puerta del garaje. Me acordé que Will había dicho que vivía aquí, y me lo imaginé sentado en su cuarto tocando la guitarra. No pude evitar de mirar hacia él y sentir una oleada de calor ante el recuerdo de nuestro beso. Por un momento, fue difícil respirar. ―Es mejor que tengas comida ―dijo Will con una sonrisa. Lauren se rió, puso una mano sobre su hombro. ―Revisa la cocina. Corrió a la casa. ―¡Aunque, no vacíes la despensa! ―gritó detrás de él―. ¡O la nevera! Por favor, no me hagas ir al supermercado dos veces en una semana. ―Me aseguraré de eso ―ofreció Nathaniel, y siguió dentro a Will. ―Entonces, ¿vives con Nathaniel también? ―le pregunté a Lauren cuando fuimos a la casa. Ella sacudió la cabeza.

―No, sólo me aseguro de que estos chicos coman bien y cuiden de sí mismos. Tengo un apartamento cerca del campus. Mis padres me están ayudando a alquilarlo mientras estoy en la escuela. ―¿Eres una psíquica profesional? ¿Haces lecturas y esas cosas? Ella se echó a reír. ―Oh, no. Soy una estudiante de enfermería. Me imaginé que sería una enfermera muy amable algún día. ―¿Cómo conociste a Nathaniel? Ella sonrió con dulzura. ―A los reapers no les gustan cuando los puedes ver. Nathaniel me salvó la vida. Le debo mucho, y me preocupo por él profundamente.

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Antes de que pudiera preguntarle qué había sucedido, ella tomó mi mano y me llevó a la cocina, donde Will estaba haciéndose un sándwich. Nathaniel le estaba regañando por destruir otra camisa. ―Ya regreso ―dijo Lauren. Me quedé mirando a Will mientras devoraba su sándwich. ―No estabas bromeando acerca de la necesidad de comer, ¿verdad? Él negó con la cabeza y devoró otro bocado. ―No. Lauren volvió y le tendió una camiseta roja limpia. ―Ponte esto ―dijo ella―. Te ves repugnante. Se echó a reír y lo tomó de su mano sin poner su bocadillo en el mostrador. ―Gracias, Lauren. Ella cruzó los brazos sobre el pecho. ―Sé agradecido que soy tan generosa. Casi te traigo una rosa. Will se echó a reír.

―Debe ser una de las de Nathaniel. Yo no tengo una camisa rosa. Nathaniel entornó sus ojos. ―¿Qué te hace pensar que yo sí? Lauren movió un dedo. ―Compórtate. Tú, termina ese sándwich. Will sonrió a través de su último bocado y se fue a hacer un segundo sándwich. Me acerqué a ayudarlo, y cuando sus ojos atraparon los míos, sonreí cálidamente hacia él. Me tocó el brazo con ternura, dejando deslizar su mano por mi piel. Otra ola de calor pasó por mí, y contuve el impulso de inclinarme hacia él. ―Me quedaré aquí y guardaré al Enshi y a Lauren ―dijo Nathaniel―. Voy a tener nuestro itinerario de vuelo de mañana. Probablemente tendremos que enviar el sarcófago en un avión de carga separada.

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―De acuerdo ―concordé. ―Estaré en contacto. ―Sonrió Nathaniel.

Traducción SOS por Jo, Vanehz y Flochi Corregido por Otravaga

ill y yo no dijimos mucho en nuestro camino a casa. Salí de mi auto y él desapareció, asumí, al techo. La primera cosa que hice cuando entré, luego de correr a mi cuarto, fue llamar a Kate. Una ducha podía esperar. —¿Kate? —pregunté cuando ella contestó.

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—Oye —respondió rápidamente—. ¿Qué tal? Me preparé. —Necesito que me hagas un enorme favor en una épica escala de cambio de vida. —Uh-oh. —¿Vas a ir al norte por el Día de Acción de Gracias? —Sí, ¿por qué? —Iré contigo. Hizo una pausa. —¿Tú… irás? —No realmente. Necesito que me cubras este fin de semana. —Me estremecí. —¿Para…? —Si mis padres te preguntan dónde estoy este fin de semana, o cualquier cosa, por favor, por favor ¿puedes decirles que estamos en el norte hasta el domingo? Hizo una pausa. —¿Por qué? ¿Dónde vas a estar realmente?

Sabía lo que tenía que decir para conseguir que respondiera por mí. —Estaré con Will. —¡Oh Dios mío! —gritó—. Lo sabía. Alejé mi móvil de mi oreja mientras ella enloquecía. —¿Vas a tener una romántica escapada? —Estaba demasiado emocionada—. Sabía que era tu novio. Ellie Marie, no puedo creer que me mentiste, ¡perra! —Lo siento mucho, Kate —dije honestamente—. Simplemente no quería que llegara hasta mis padres. Él es mayor, sabes, y enloquecerían. Especialmente si supieran que voy a salir de la ciudad con él todo el fin de semana. Así que si resulta que mis padres no me creen por alguna razón, ¿puedes por favor cubrirme? Ella resopló algo incomprensible.

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—Uh, sí. Eres mi chica. Mentiría por ti en cualquier momento. Dejé salir un largo suspiro de alivio y una corta risa incómoda. —Muchas gracias. —¡Mejor me cuentas todo! —gorjeó. Su voz de pronto se puso baja y seria—. ¿Crees que ustedes van a… tú sabes? Mis ojos se agrandaron. —Probablemente no. —Cinco dólares dicen que lo harán. —¿Qué? ¿Estás apostando por mi virginidad? —De hecho, no estaba tan sorprendida—. Irás al infierno, sabes. —No lo dudaría. —Es lindo que aceptaras tu destino tan gentilmente. —Vamos —se quejó—. Asumo que para este momento finalmente ya lo has besado puesto que es tu novio, y eres una completa perdedora por no contarme, pero lo que sea. Vas a estar sola con él por todo un fin de semana haciendo sólo Dios sabe qué… bien, con suerte Dios no sabe realmente qué… Rodé mis ojos.

—Sí, bueno, tú nunca me cuentas todo. No respondió inmediatamente. —No sé de qué estás hablando. Reí. —Oh, sí, lo sabes. ¿Tú y Landon? —Ellie, te juro que nada pasó. —No me malinterpretes —insistí—. Está bien para mí si ustedes están… juntos. —No dormí con él —dijo—. Nada pasó. Sólo nos besamos, eso es todo. Estaba demasiado borracha para saber qué estaba haciendo.

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—¿Te gusta? —Intenté no sonar demasiado curiosa, en caso de que ella tuviera la impresión de que yo esperaba que dijera no. —No estoy realmente segura —confesó—. Algo. Tal vez. No lo sé. Estoy realmente feliz de que nada pasó en Halloween, sin embargo. Si estoy feliz de que nada pasó, entonces eso tiene que significar que no me gusta, ¿cierto? Sonreí aún si no podía verme. —Si lo admitieras, creo que te sentirías mejor. Rió. —No hay nada que admitir, confía en mí. Di un paso hacia atrás y choqué con un cálido cuerpo y aullé. Me giré para ver a Will de pie allí, frunciéndome el ceño. —¿Ellie? —preguntó Kate—. ¿Estás bien? —Sí, creí ver una araña. —Sacudí mi puño hacia Will y fruncí el ceño—. Una enorme, realmente fea. Lo siento. —Comprensible —dijo—. Te veré en la escuela mañana, ¿bien? —Está bien, ¡adiós! —Fulminé con la mirada a Will, temiendo que pudiera haber escuchado mi conversación telefónica—. ¿Por qué el sigilo ninja? ¿Es realmente necesario?

—Creí que sabías que estaba aquí —dijo. La arrepentida mirada defensiva en sus ojos verdes me hizo olvidar cuan irritada estaba. —Está bien. Sólo intenta ser un poco más ruidoso la próxima vez. Se rió suavemente. —No creo que pudiera hacer mucho ruido si lo intentara. Deberías ser un poco más perceptiva. Entrecerré mis ojos. —Eres un chico. Ustedes son todos ruidosos cuando se trata de eso. Te las arreglarás. ¿Qué estás haciendo aquí, de todas formas? —Quería ver cómo estabas.

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—¡Ja! —grité, inmediatamente llevando mi mano sobre mi boca, avergonzada por cuán fuerte había sido. Disminuí mi voz a un áspero susurro—. Eres un mentiroso. Te aburriste sentado en mi techo todo sólo. Admítelo. Frunció el ceño. Lucía sorprendentemente vulnerable en ese momento. —Nunca te he mentido. El arrepentimiento creció en mi garganta. —Lo siento. No debería haber dicho eso. —No te preocupes por eso. —Me dio una mirada de reojo—. ¿Vas a tomar una ducha? Me sonrojé escarlata y di una risa nerviosa. —¿Qué se supone que significa eso? —Sólo leyendo tu mente. Entrecerré mis ojos. —No me asustes y digas eso. Puedo sencillamente creerte. Se echó a reír. —Te conozco lo suficientemente bien como para saber que una ducha es tu más alta prioridad justo ahora.

Resoplé hacia él por tener razón como de costumbre, agarré mi bata de su percha y me dirigí al baño, donde tomé una ducha obscenamente larga. El agua caliente corrió sobre mí, lavando la suciedad, el polvo y la sangre seca. Deseaba que el agua pudiera alejar el dolor de mi corazón, pero solo calmó mis adoloridos músculos. Por ahora, eso tenía que hacerlo. Apoyé mi cabeza contra la puerta de vidrio de la ducha y cerré mis ojos, perdiéndome en mis pensamientos. El rostro medio quemado de Ragnuk me perseguía en la oscuridad detrás de mis párpados, destellando carne retorcida y blanco hueso. Traté de alejar la imagen, pero fue inútil. Sabía que tenía que superarlo. Había cosas más aterradoras por las qué preocuparse ahora, como perder mi alma para siempre. Y el apocalipsis.

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Terminé, me sequé, me puse mi bata, y sequé mi cabello con el secador antes de dirigirme de vuelta a mi habitación. Will estaba sentado en el extremo de mi cama, recostado contra ella con sus manos juntas. Medio conscientemente halé mi bata un poco más apretada y sonreí ligeramente. —¿Estás bien? Su mirada encontró la mía. —¿Esa no es mi línea? —preguntó, con voz débil y cansada. —Por lo general. —Me dejé caer a su lado—. Adivino que ahora es mi turno. No respondió inmediatamente. Nos sentamos en silencio por algún tiempo. No me sentía lo suficientemente confiada para decir nada en absoluto. Así que esperé. —Lo que se avecina va a ser difícil —dijo gentilmente—. No sólo esta semana sino las semanas que vienen. Si no destruimos el Enshi fuera de Puerto Rico, entonces no estoy seguro de lo que vaya a pasar. No podemos fallar. Di un lento asentimiento. —Es nuestra única opción, a menos que lo volemos. Se encogió de hombros. —No sé cuán efectivo pueda ser. Si es un ángel, entonces no tengo idea de cómo matarlo. Si está en el fondo del océano, al menos nada más puede llegar a él para despertarlo. Nada puede sobrevivir nueve mil metros bajo la superficie del océano. Nada es absolutamente indestructible.

—¿Qué si Bastian lo intercepta? —pregunté. Su voz se volvió oscura. —Entonces tendremos que pelear con él. Quiero evitarlo hasta que el Enshi esté en el fondo de esa fosa oceánica. No podemos arriesgarnos a toparnos con él o Geir y los otros antes de eso. No podemos. —La desesperación en aquellas últimas palabras envió chispas de miedo a través de mí. No quería pensar en los posibles resultados de que algo como eso pase. Teníamos que sacarlo de la ciudad —del estado— tan pronto como fuese posible. Will no era el único que no quería pelear con los vir de Bastian. Sabía que no estaba lista. Habían trapeado el piso conmigo, y sólo sabía la mitad de ello. No había visto nada de lo que Ivar podía hacer y sólo un pequeño trozo del poder de Geir. Habíamos tenido suerte cuando nos escapamos. Ni siquiera podía entender lo que el resto de ellos eran verdaderamente capaces de hacer.

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Agarré mis pijamas de un montón de ropa en el piso y entré en el closet para cambiarme. Cuando regresé afuera, Will no se había movido. La furiosa concentración en su expresión había fruncido su entrecejo y apretado sus labios. Miraba fijamente el piso. —¿Comiste suficiente con Nathaniel? —le pregunté, alejando el cabello de sus ojos. No respondió. —Supongo que no. Sé que necesitas comer después de la pelea de esta noche. —Realmente no quiero comer justo ahora. Sonreí. —No te muevas. —Fui a la cocina y exploré mi nevera. Tuve suerte de encontrar una botella medio vacía de dos litros de cerveza de raíz ahí dentro, y una caja de cartón de helado de vainilla en el congelador. Hice un batido de cerveza de raíz12, sonriéndome cariñosamente a mí misma mientras metía una cuchara y una pajilla en un vaso y llevaba la dulce combinación escaleras arriba. Will todavía no se había movido. Me detuve frente a él y le extendí el batido. Levantó la mirada hacia mí, sus ojos destellando, y sonrió. 12

Float: Es una bebida que consiste en agregar una o dos bolas de helado de vainilla ya sea en una bebida sin alcohol o en una mezcla de sirope saborizado y agua carbonatada.

—Ellie… —No vas a renunciar a un fabuloso batido de cerveza de raíz, ¿o sí? un ojo juguetonamente.

—Guiñé

Soltó una suave risa y tomó el vaso. Me senté sobre la cama junto a él y lo observé comer. —Ya que lo hice —dije—, tomaré un sorbo y un bocado. Esa hermosa sonrisa se amplió. —De acuerdo. Me dio la cuchara, y tomé un bocado de helado y entonces probé un trago de cremosa cerveza de raíz para pasarlo.

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—Mmm, ese ha tenido que ser el maldito mejor batido de cerveza de raíz que nunca has tenido. —Lo es, créeme. —Me miró por un momento antes de tomar la parte posterior de la pajilla y la agitó—. Sin embargo, es incluso mejor cuando el helado se derrite. Solo un pequeño truco para ti. Revolvió hasta que la mayor parte del helado estaba disuelto y la cerveza de raíz se había vuelto de un lechoso color marrón, como chocolate caliente. —Prueba ahora. Sostuvo la pajilla mientras tomaba otra probada. La cerveza de raíz estaba suavizada con la cremosa vainilla y la carbonación se había ido casi por completo. El resultado podría haber sido la cosa más deliciosa que hubiera probado. —Es increíble —dije, y tomé otra probada. —Te lo dije. Compartimos el resto y puse el vaso vacío y espumoso sobre un posavasos en mi mesita de noche. Mi corazón palpitaba mientras mi giraba hacia él, sintiendo el calor de sus ojos en mi espalda. —Gracias —dijo—, me siento mucho mejor. —No pudiste engañarme. —Me moví lentamente hacia él, y mi corazón dio un vuelco cuando la expresión preocupada regresó a su rostro—. Will, ¿te arrepientes de todo? ¿De la pelea? ¿De matar al reaper demoníaco?

—No me arrepiento, no. —Pero te molesta —dije—. Por eso usas el crucifijo que tu madre te dio. Y porque la extrañas. Alzó la mirada hacia mí y su ceño se suavizó. —Supongo que puedes leer a las personas mejor de lo que pensaba. Le sonreí con calidez y le acaricié el cabello con la mano. —Sólo a ti. Por más que te esfuerces, no puedes engañarme. —Supongo que no. Mi sonrisa se desvaneció.

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—Sabes que hay poderes superiores y que el Cielo y el Infierno están allá afuera, pero no pareces muy religioso. —Creo que la religión está basada en la fe —dijo—. No necesito de la fe para saber a lo que me enfrento cada día. Sé que hay un Dios y que Lucifer lo desafía. Sé que existen los Caídos y que hay ángeles que luchan contra ellos. Sé que hay criaturas que arrastran a inocentes almas humanas al Infierno para preparar el Apocalipsis y que yo fui designado para luchar contra esas criaturas. La fe no tiene nada que ver con mi existencia, pero sí. Tienes razón. No me gusta matar, pero tengo que hacerlo porque es mi deber. Proteger las almas humanas es el deber de cualquier reaper angelical. Protegerte es mi deber. Soy un soldado en una guerra, y la única diferencia entre nuestra guerra y las que tienen los humanos es que ésta ha estado sucediendo desde el comienzo de los tiempos y no es probable que termine en algún momento cercano. —¿Por qué tu madre te daría un crucifijo si los reaper no son muy religiosos? Hizo esa cosa con el labio otra vez, y mi estómago dio un vuelco. —Mi madre era muy devota en su creencia de que lo que estamos haciendo es lo correcto. Luchó con todas sus fuerzas contra lo demoníaco, y creo que llevar una cruz la hizo sentirse más cerca de los arcángeles a los que servía y a Dios. A veces nos volvemos muy solitarios, y perdemos el rastro de nuestra meta luego de tantos siglos de pelear. Creo que eso la mantuvo conectada. —¿También te mantiene a ti conectado?

—Tú eres lo que me mantiene conectado —dijo él—. Y este crucifijo me recuerda que hay cosas más importantes que están pasando que solo tú y yo. Que hay un mundo más allá de protegerte, aunque eres todo lo que realmente conozco. Me preguntaste si lamenté algo de ello, y la respuesta, verdaderamente, es sí. Lo único que siempre lamento es fallarte, dejarte morir. Continué acariciando su cabello sin decir nada. Para ser honesta, no sabía que decir. —Y sí —continuó —, extraño a mi madre. —¿Crees que está observándote desde el Cielo? Se tensó y no me respondió inmediatamente. —Los reaper no tienen un más allá. El Cielo y el Infierno son para las almas humanas. Cuando un reaper muere, eso es todo. Así que, no. Mi madre se ha ido.

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Mi corazón pateó en mi pecho y la tristeza me cubrió como una nieve fría y pesada mientras la sangre se escurría de mi rostro. Siempre había sentido un pequeño consuelo sabiendo que cuando muriera, mi alma estaría a salvo. Nada me atemorizaba más que la posibilidad del Enshi destruyendo mi alma para que luego de mi muerte, yo desapareciera. Y aquí, todo este tiempo, durante toda la vida de Will, supo que si alguna vez fuera asesinado, él estaría acabado de la misma manera que yo si mi alma fuera comida. Mis Guardianes anteriores a él habían muerto por mí y acabado con sus existencias. Will había sabido durante todo este tiempo que su último sacrificio por mí sólo le traería la nada eterna, y a pesar de saberlo, todavía arriesgaba su vida por mí cada noche, en cada batalla. Si moría protegiéndome, luchando por mí, lo perdería todo. No habría ningún Cielo para que descansara y hallara paz. Todo lo que conocería era guerra, muerte, pérdida y tristeza. ¿Cómo podía ser tan egoísta? ¿Por qué iba a dejarlo arriesgarse tanto por mí? Mis pensamientos me hicieron enojar conmigo misma, por no cuidar de nadie excepto de mí. Pero él estaba ahí. Día y noche estaba ahí para mí, arriesgando su propia existencia para protegerme de una guerra que me costaba la vida una y otra vez. Nunca vacilaba, nunca dudaba, nunca temía por su propia seguridad. Era golpeado, apuñalado, maltratado, y torturado una y otra vez, y sin embargo seguía junto a mí, ignorando la posibilidad de que moriría por mí algún día. No estaba bien. No me merecía todo lo que sacrificaba por mí. Yo no valía un precio tan alto.

Envolví una mano alrededor de su rostro y giré su mirada hacia la mía mientras me acurrucaba sobre mis piernas. Arrodillada, acaricié con mi mano su mejilla áspera y su cabello. Me incliné hacia delante y besé sus labios suavemente, lo justo para sentirme mucho más cercana a él. Su beso sabía a vainilla y azúcar, cálido y delicioso contra mis labios. El dolor en mi corazón me recordó lo mucho que lo amaba y presioné mis labios más desesperadamente contra los de él, como si tuviera miedo de que pudiera desaparecer en ese mismo momento junto a mí. Contuve una lágrima que podría haber sido de felicidad o tristeza, ni siquiera yo estaba segura, y me aparté. —Eres fantástico. —Fue todo lo que pude decirle. Bajó su mirada.

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—Ni siquiera estoy cerca. —Se inclinó hacia mí, apoyando su frente contra mi hombro, y su mano se fue deslizando hacia arriba por mi brazo. Me estrechó cerca de él y presionó sus labios en mi brazo, rozando su nariz contra mi piel mientras pasaba mis dedos a través de su cabello. Me mordí el labio para detener las lágrimas. Levanté su rostro, y sus ojos se abrieron hacia los míos. No pude evitar la sonrisa que se formó cuando noté que lo había avergonzado. —Sí, lo eres. Tienes que relajarte. No te preocupes por nada por una vez. Su mirada atribulada comenzó a desvanecerse. —No era mi intención. —Déjame ayudarte —ofrecí. Rodeé mi cama y subí, extendiendo mi mano hacia la suya. Me dejó tomarla y tiré de él hacia mí—. Acuéstate conmigo. Duerme por un rato. No tienes que sentarte en el congelante frío de mi techo. Te lo debes. Olvida todo lo demás. Siempre estás tan preocupado por cuidar de mí. Deja que cuide de ti por esta vez. Se acostó de lado, el colchón hundiéndose bajo su peso demasiado íntimamente, y deslizó un brazo tentativamente alrededor de mi vientre. No dije nada mientras yacíamos allí, y me quedé dormida sintiendo su cálido aliento azucarado sobre la curva de mi cuello.

Traducido por yumigood y rihano Corregido por Otravaga

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athaniel había organizado un vuelo para nosotros y un transporte de carga aérea para el sarcófago a Puerto Rico a través de Miami. Mis padres se tragaron la historia de que pasaría el fin de semana con la familia de Kate en su casa del lago en el norte, ya que lo había hecho cientos de veces antes, y todo fue cayendo en su lugar. A pesar de las preferencias de Nathaniel de trabajar detrás de las escenas en lugar de luchar en el frente, él también vendría como respaldo. No lo había visto en acción, todavía, pero estaba intrigada. Él no luchaba con las espadas tradicionales a las que Will y yo estábamos acostumbrados. Nathaniel tenía una cosa por las armas de fuego. Se las arregló para tener la caja que contiene el sarcófago clasificada como un artefacto arqueológico, y no tuvimos ningún problema en enviarlo en un avión de carga. Nathaniel, asustado con toda razón de que el Enshi saliera por su cuenta, ocultó su presencia del personal del aeropuerto manteniéndose dentro del Grim y se las arregló para colarse en el vuelo sin ser visto… la invisibilidad demostró ser un útil truco de reaper. Él se quedaría con el sarcófago hasta que llegáramos al Caribe. Por suerte, no tuvimos que comprobar nuestras espadas junto con las armas de Nathaniel. Eso habría sido divertido de explicar. Llegamos a Miami después de las diez de la noche del miércoles y después de una escala abordamos otro avión con destino a San Juan. Definitivamente estaba sintiendo el cansancio cuando finalmente llegamos a nuestro pequeño motel casi a las cuatro de la mañana. Conseguimos una habitación en el motel en vez de uno de los hoteles glamorosos que hubiera preferido, pero Will dijo que era por nuestra seguridad y la de los locales que nos quedaríamos en un pequeño edificio con una salida fácil en el caso de Bastian se enterara de nuestra ubicación. El motel estaba en una calle estrecha y sólo un par de cuadras del aeropuerto. Estaba un poco deteriorado, y el pavimento exterior tenía malas hierbas que salían de las grietas. Cuando el avión de carga de Nathaniel llegó a San Juan, alquiló una gran camioneta para transportar el sarcófago y la estacionó detrás del motel. Él estaría vigilando la camioneta como un halcón hasta el amanecer en caso de ataque.

Will me dejó dormir hasta las once de la mañana, lo que era el cielo después de la dura semana y la pasada noche. Después de mi ducha en el pequeño baño, estaba anticipando con entusiasmo estar fuera y ver cómo lucía realmente la ciudad. Asomé mi cabeza fuera del cuarto de baño mientras me secaba el cabello y Will estaba de pie sobre su maleta y quitándose la camisa. Sentí mi rostro llenándose de calor cuando lo vi sin camisa, y casi aparté la vista. Casi. Se encogió de hombros en una camiseta nueva, y los músculos de su abdomen se estrecharon mientras alisaba el algodón. —¿Nathaniel sigue afuera con la camioneta? —pregunté. Se dio la vuelta y se movió con cuidado hacia mí. —No —respondió—. Tomó un taxi hasta el puerto deportivo para conseguir un barco. Pensé que podríamos ir a comer cuando él regrese. ¿Suena bien? Sonreí ampliamente.

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—Definitivamente. ¿Él viene con nosotros? —No, él se queda con la camioneta. No podemos dejar la caja sola. — Sonaba realmente decepcionado—. Le traje comida antes de irse, sin embargo. Ambos necesitamos comer mucho antes de esta noche, por si acaso. —¿Quieres decir que ya comiste? —Algo. —Su tono era tan indiferente, como si todos comieran antes de salir a un restaurante. —¿Y vas a comer más? —Sí —dijo—. Te dije que no quería que vieras lo mucho que tengo que comer. Te daría pesadillas, te lo aseguro. Puse los ojos. —Oh, gracias por protegerme de las verdades dolorosas de cómo los chicos realmente comen mucho cuando las chicas no están mirando. Él me sonrió. —Deberías tomarme más en serio. —Deberías tomarte menos en serio —repliqué, manteniendo mi posición mientras él se inclinaba hacia mí.

Él se echó a reír. —¿Ya has terminado en el baño? —Maquillaje. —Date prisa. No lo hice. Me tomé mi dulce tiempo aplicando delineador y el rímel sobre la sombra de color rosa. El día estaba soleado, y yo estaba en un estado de ánimo extrañamente bueno. Traté de no pensar más adelante en el día, cuando estaríamos navegando para dejar caer el Enshi por el borde del mundo. —¿Hablas en serio? —Oí gritar a Will de nuevo en la habitación. Asomé la cabeza—. ¿No hay nadie más? —Hizo una pausa—. Está bien, bueno. —Cerró mi teléfono y deslizó una furiosa mano por su cabello. —¿Qué pasa? —le dije, deslizando bálsamo sobre mis labios.

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—Nathaniel encontró un barco de pesca en alquiler —respondió él, con voz molesta—. El problema es que no estará disponible hasta después de cinco. Nadie más nos dejaba llevar su barco lo suficientemente lejos. ¿Qué estás haciendo ahí? Te está tomando una eternidad. —¡Maquillaje! —repetí, con el ceño fruncido. Puse una innecesaria capa adicional de bálsamo labial sólo para molestarlo. —¿No estás preocupada por lo tarde que nos tenemos que ir? —Bueno, a las cinco no está mal —le ofrecí—. La puesta del sol no es sino hasta, ¿qué? ¿Las siete? Él frunció el ceño. —Tenemos que navegar casi ochenta kilómetros hasta llegar la Depresión de Milwaukee13. Me encogí de hombros. —¿Y? ¿Qué es eso? ¿Una hora?

13

Deep Milwaukee: es el punto más profundo del océano Atlántico, con una profundidad máxima de 8.605 metros, y forma parte de la fosa de Puerto Rico. Se encuentra a tan sólo 135 km al Norte de la costa de Puerto Rico. Se llama así por el USS Milwaukee (CL-5), un crucero de la Marina estadounidense de la clase Omaha, que descubrió dicho punto el 14 de febrero de 1939.

—Ellie, no estamos conduciendo un auto. Este es un pesquero de arrastre de alta mar muy grande y viejo. Seremos muy afortunados si alcanza un máximo de quince nudos. —¡No sé lo que eso significa! —Son unos veintiocho kilómetros por hora. No traté de calcular ya que ni siquiera podía contar con los dedos de mis pies sin confundirme. —¿Eso nos llevará allí a las seis? —No, es muy probable que nos tome más de cuatro horas y media. Mi mandíbula cayó. —¿Vamos a estar allí después del anochecer?

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Dejó escapar un largo suspiro. —Eso es lo que parece. —¿No podemos esperar hasta mañana? —le pregunté esperanzada. Él negó con la cabeza. —Nuestro avión sale a las nueve de la mañana y no podemos arriesgarnos a pasar otro día aquí. —Genial. —Lo sé. Resoplé. Estaría bien, me dije a mí misma repetidamente. No había manera de que el vir demoníaco pudiera saber que estábamos en Puerto Rico. Estábamos a salvo. —No nos preocupemos por eso. Vamos a estar bien. Me dio una mirada incrédula. —¿Desde cuándo te convertiste en la Señorita Optimista? —Desde que estoy hambrienta, así que vamos.

Will llamó a un taxi para que nos llevara al Viejo San Juan. Yo estaba absolutamente encantada. Las calles estaban resplandeciendo en un arcoíris de colores, cada edificio era brillante y único en su propia manera. Ventanas arqueadas daban a balcones de hierro forjado cubiertos de macetas llenas de flores fragantes que se derraman sobre los bordes. Cada puerta era única, profundamente decorado y protegido por rejas de hermoso hierro. Tendría que volver a visitar de nuevo algún día cuando no esperara encontrarme con una muerte segura en el ocaso. Nos detuvimos en un pequeño café y comimos en el patio de piedra. A pesar de que tenía un nombre que nunca podría pronunciar, ordené una ensalada colorida con todo tipo de sorpresas doblado en las verduras. Will ordenó una especie de guiso de pollo con arroz y frijoles. Olía asombroso, y le robe unos pocos bocados a pesar de sus protestas. Por un breve momento, para mi sorpresa, me sentí normal otra vez. Me gustaba la sensación. Disfruté fingiendo ser una chica normal de vacaciones con un normal —aunque guapísimo— chico en una ciudad preciosa.

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Cuando terminamos de comer, no tomamos de inmediato un taxi de regreso al motel. En cambio, Will insistió en que yo tuviera un buen día. Él parecía excesivamente preocupado de si yo estaba disfrutando, lo no me tranquilizó en absoluto… por el contrario, sospechaba que Will pensaba que este podría ser mi último día. Caminamos por el Viejo San Juan, abriéndonos paso a través de las multitudes que rodeaban a músicos callejeros y artistas, contemplando las espectaculares vistas. Caminamos a lo largo de una playa llena de gente e hicimos un recorrido por el Castillo de San Cristóbal antes de regresar. Cuando nos detuvimos en el motel, Nathaniel estaba sentado en una silla afuera de la puerta. Se puso de pie cuando salimos del taxi y Will le pagó al conductor. Nathaniel sonrió. —¿Tuviste un buen día? —Sí —dije con una sonrisa—. Fue agradable. —Traté de atesorar el cómo me sentía en ese momento, porque sabía que el sentimiento no iba a durar. Nos subimos a la camioneta con el sarcófago y el bolso de lona lleno de armas de Nathaniel en la parte de atrás y nos dirigimos al puerto de San Juan al otro lado de la ciudad. Me senté entre Will y Nathaniel y miré fijamente en silencio hacia afuera por el parabrisas, tratando de no pensar en la peor cosa que podría suceder esa noche. Condujimos pasando por una línea aparentemente interminable de cruceros y transbordadores hasta los muelles de barcos pesqueros. Estos navíos eran mucho

más pequeños que las grandes embarcaciones turísticas, pero todavía mucho más altos que yo. Los inconfundibles olores a agua salada, pescado, metal y redes de nylon asaltaron mi nariz al mismo tiempo. Cuerdas y cables estaban colgadas por todas partes, y los hombres de la tripulación se escabullían entre ellas fluidamente, haciendo sus quehaceres. Nos detuvimos ante un enorme pesquero de arrastre de alta mar con el nombre Elsa estampado en descoloridas letras en la proa. Un corpulento y grasiento hombre casi calvo trotó pesadamente hacia abajo el muelle de carga para saludarnos. —Hola14 —dijo él, asintiendo con la cabeza hacia nosotros, con sus redondos y brillantes ojos permaneciendo sobre mí. —Hola, José —contestó Nathaniel—. Lo siento, llegamos un poco tarde.

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—Todo está bien —gritó José—. Ya me pagó, así que no me importa si se presenta. —Se rió, con su barriga rebotando, y se pasó el dorso de la mano por la frente sucia y sudorosa. Nathaniel forzó una sonrisa. Era evidente que no le gustaba nuestro nuevo amigo. —Ahora vamos a quitarle el Elsa de sus manos. La risa de José resonó aún más fuerte. —No hay manera que seas capaz de capitanear mi barco solamente con otro sujeto y una adolescente y todavía tenerlo de regreso en este puerto a medianoche. Y no me importa cuánto me pagues, mi tripulación no sale del barco. La frustración arrugó el rostro de Nathaniel. —Eso no es necesario. Vamos a estar perfectamente bien. —De ninguna manera —dijo José, con la voz más grave esta vez—. Mi tripulación y yo iremos contigo. —Nathaniel —dijo Will con voz cuidadosa—. No tenemos opción. Nathaniel cerró los ojos con molestia. —Está bien, pero recuerda lo que te estoy pagando. Eso incluye no hacer preguntas. José se rió una vez más. 14

En español en el original.

—Sé eso. Transportarte a donde quieras. Sin preguntas. —Gracias. Vamos a cargar para que podamos llegar lo más rápido posible. José se encogió de hombros. —Este es un pesquero de arrastre de treinta metros y no es muy rápido. Se necesitaría un milagro para llegar a la Depresión antes de que oscurezca. Sin promesas. —Tomaremos lo que podamos conseguir —intervino Will. Él y Nathaniel volvieron a la camioneta y sacaron los grandes bolsos negros de lona que contenían el arsenal. —Pueden poner esos en la cabina, si quieren —dijo José.

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Ellos hicieron justo eso antes de regresar para descargar el sarcófago. Cuando arrastraron la gran caja de madera fuera de la camioneta, la tripulación del Elsa los miraba con recelo. Oré porque no fueran demasiado curiosos. José no era inmune a la curiosidad tampoco. —¿Qué tienen ahí? ¿Y por qué quieren llevarlo a la Depresión? ¿Están botándolo? Nathaniel lo fulminó con la mirada brevemente. —Sin preguntas, ¿recuerdas? El capitán asintió con decepción. —No puede ser demasiado pesada, si están balanceándola por ahí de esa manera. Y si no es pesada, entonces no es importante. Quería echarme reír. —Esto tiene que ir abajo —dijo Will cuando ellos pasaban caminando. José señaló el camino. Seguí a Will y a Nathaniel más allá de la cabina y bajo la cubierta y dentro de una bodega grande y congestionada, que olía fuertemente a pescado. El agua golpeaba contra los costados de acero de la embarcación, haciendo ecos que rebotaban en torno al cavernoso cuarto. Pusieron la caja en el suelo y la empujaron contra una pared. Un pesado candado mantenía la tapa cerrada herméticamente. —¿Crees que estará bien? —pregunté.

—Sí —respondió Will—. Es mucho más seguro aquí abajo que arriba en la cubierta. —Si somos atacados, entonces no importará. Él bajó la cabeza y me lanzó una sonrisa tonta. —No seremos atacados. La voz de José llamó desde algún lugar por encima. —Amigos, estamos soltando amarras pronto.

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Volvimos a la cubierta principal, permaneciendo fuera del camino de la tripulación. Ellos levantaron y estivaron la pasarela, y finalmente, nos pusimos en marcha. El arenoso pesquero de arrastre retumbó saliendo del puerto y dirigiéndose a mar abierto. Miré por encima del borde de la barandilla hacia el agua oscura, observando las olas. Vagué alrededor del perímetro de la embarcación para explorar. Cuando apareció José cruzando una esquina, me detuve. Él se acercó a mí oliendo a humo de cigarrillo y pescado. Fallé en evitar que mi nariz se arrugara ante su desagradable hedor. —¿Así que ustedes niños que están planeando hacer una vez que lleguen a la Depresión? No van a nadar, ¿verdad? ¿Son algún tipo de amantes de la adrenalina? ¿Dónde están sus padres? Negué con la cabeza, con mi pulso aumentando. —Pensé que se suponía que no hiciera preguntas. Se encogió de hombros. —No tengo intención de hacer ningún daño. No quieres entrar en esa agua, niña. Hay tiburones más grandes que el Elsa nadando allí. Como monstruos de una pesadilla. —No planeo entrar en el agua —le aseguré. En verdad, no eran los tiburones lo que me daban pesadillas. —¿Van a pescar? —probó—. ¿Por qué no abordaron uno de esos lujosos barcos de pesca para hacerlo? ¿Por qué le pagaron a un viejo tonto como yo por unas cuantas horas en este viejo pesquero de arrastre?

—No sé exactamente por qué —le dije, y me giré para caminar rápidamente hacia la proa, esperando que no me siguiera. —¡Harían mejor en no estar haciendo nada ilegal! —dijo José detrás de mí—. ¡Espero que no tengan cuerpos en esa caja, ¡y mejor que no sean de la CIA! Doblé por el frente de la cabina para alejarme de él, encontré a Will, y me pegué a él por el resto del viaje. Él pareció presentir que la tripulación me estaba sacando de quicio, y su sentido protector se encendió al máximo. Si alguien se ponía demasiado amable conmigo, yo probablemente podría molerlos a palos por mí misma, ya que estaba acostumbrada a luchar contra monstruos mucho más grandes que un montón de sujetos malolientes, pero dejé a Will hacer lo suyo. Él parecía más feliz cuando tenía que hacer el papel de guardaespaldas.

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Después de una hora en el barco, empecé a aburrirme. Me incliné en la barandilla junto a Will mientras el viento azotaba mi cabello alrededor como un tornado. Mis ondas naturales estaban comenzando a mostrar sus feas cabezas, y yo no había recordado traer una liga para controlarlos. Molesta, me metí el cabello detrás de las orejas, pero los mechones no se quedaban bajo control. Miré por encima del borde y mis ojos se agrandaron cuando vi delfines, por lo menos una media docena de ellos, entrando y saliendo del agua, sus brillantes lomos grises desvaneciéndose y reapareciendo a través de las olas. No pude evitar el chillido que se me escapó. —¡Delfines! —grité, señalando hacia ellos para que Will los viera. Él miró apáticamente por encima de mi hombro y no dijo nada—. Nos están siguiendo. Debe ser buena suerte o algo, ¿no? Oí un feo bufido detrás de mí. Me volví para ver a José pasar por allí. —No te emociones demasiado —gruñó él, frunciendo el ceño hacia los delfines—. Están esperando que encontremos camarones para ellos robarlos. Bastardos glotones. ¡Carroñeros! —Enfadado abofeteó un lado del barco, y estuve alegre cuando el alto golpe resultante no los asustó. No me gustaba que llamara a los delfines “carroñeros”. Cuando José estuvo fuera del alcance del oído, Will se inclinó hacia mí. —No dejes que te moleste —dijo. —Sólo es repulsivo. —El capitán dejaba un mal sabor en mi boca. No podía esperar hasta que nos deshiciéramos del Enshi y consiguiéramos el maldito regreso a San Juan. Y luego a casa.

—Tú solías pensar que yo era repulsivo —dijo Will. Él sonrió. Sostuve su mirada desafiantemente. —¿Solía? Su sonrisa se ensanchó. —Ahora no te preocupas tanto por mí. Resoplé. —No te hagas ilusiones. Nathaniel apareció alrededor de la cabina, frunciendo el ceño. —Estos hombres son realmente horribles. —¿Por qué? —pregunté.

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Él negó con la cabeza. —Les gusta hablar… y sólo lo dejaremos así. Tenía una idea de lo que quería decir con eso. De pronto me sentí fría, empapada y deseando que hubiera traído una sudadera con capucha para usar a bordo. O incluso una bolsa de basura. —¿Deberíamos ir abajo? —ofreció Nathaniel, viéndome temblar. Will y yo estuvimos de acuerdo y todos nos fuimos a la cocina bajo la cubierta. La habitación estaba pintada de un blanco mate, con sólo electrodomésticos de acero, óxido, y algo negro creciendo en las paredes como las tildes. La habitación olía a moho. Arrugué mi nariz desaprobadoramente. Will se sentó en la tambaleante mesa de la cocina y me uní a él. Nathaniel sacó un sucio paquete de cartas del bolsillo de sus jeans y las puso sobre la mesa mientras se dejaba caer en una silla. —¿De dónde sacaste eso? —le pregunté, feliz de que tuviéramos algo que hacer durante el viaje. —El primer oficial me las dio —explicó, sacando las amarillentas cartas y barajándolas—. ¿Qué deberíamos jugar? —Póquer —le contesté. —Sin fichas.

Levanté un dedo. —Fichas imaginarias. Él se echó a reír. —Muy bien, entonces. ¿Entras, Will? Will asintió y sonrió. —Cuenta conmigo. Jugamos unas cuantas manos, y Nathaniel seguía tratando de apostar con más dinero imaginario del que tenía, lo que se volvió molesto. Will era bastante bueno y tenía una perturbadora y efectiva cara de póquer, pero aun así les di una paliza a ambos. Me aburrí después de unos pocos juegos y salí para ir arriba. Will me siguió.

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En la cubierta principal parte de la tripulación se sentaba en una mesa pequeña, dos de ellos fumando gruesos cigarros. Sonreí amablemente cuando caminé entre ellos y me dirigí a la popa. Cuando vi el sol sumergirse por debajo del horizonte, inútilmente desee que el barco fuera más rápido. Una estela gigante fluía detrás del barco, y tiras de remolinos de agua blanca bailaban en la oscura superficie del mar. El agua ya no era del brillante azul zafiro del litoral de Puerto Rico, sino de un turbio negro azulado sin final que yo pudiera ver. El crepúsculo caribeño proyectaba una ardiente luz dorada en las nubes por encima mientras se ponía. Me sorprendí a mí misma buscando en el horizonte las siluetas de los monstruos alados. Tuve una horrible visión de reapers abalanzándose sobre nosotros, al igual que el ejército de monos voladores de la malvada Bruja del Oeste, desgarrándonos en pedazos y largándose con el sarcófago. Will se detuvo cerca detrás de mí y puso sus manos sobre la baranda a cada lado de las mías, apoyando la barbilla sobre mi hombro. —Vamos a estar bien —me aseguró—. Esta es la parte más temible de la noche, pero vamos a salir adelante. —Su mejilla tocó la mía de forma inadvertida, y mi intestino hizo un pequeño salto. Me quedé congelada como una estatua, con miedo a moverme—. Relájate —dijo, y besó la parte de atrás de mi cuello. Su toque cálido hizo que un escalofrío atravesara mi cuerpo y no presté mucha atención a lo siguiente que dijo—. No va a pasar nada. Ya casi estamos ahí, y vamos a empujar esa maldita caja fuera del barco y va a ser aplastada hasta volverse nada antes de que incluso golpee al fondo del océano.

Sonreí y dejé escapar un suspiro, tratando de relajarme. Me giré para enfrentar a Will, quien mantuvo sus brazos envueltos alrededor de mí, pero su cuerpo se puso rígido. Me apoyé contra la baranda. —Tú siempre dices las cosas correctas, ¿no? —le sonreí juguetonamente. El viento soplaba a través de su cabello. —Me gusta más la Ellie feliz que la Ellie triste. —Va a tomar más que eso hacerme feliz. Él me dedicó una sonrisa maliciosa y relajada. Bajó su cabeza, pero sus labios se detuvieron a pocos centímetros de los míos. —Entonces, ¿qué se necesitará? Luché por respirar y hablar al mismo tiempo, mirando en su boca.

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—Tienes una buena imaginación. Creo que podrías inventar algo. —¿Puedo? —susurró. Asentí con la cabeza estúpidamente, incapaz de articular un sí. Sus labios rozaron los míos, encendiendo petardos pequeños en mi piel. Sus manos se posaron en mi cintura, y él me haló un poco más cerca de su cuerpo. Oí un grito y Will se dio la vuelta, liberándome. Un segundo grito atravesó mi cráneo. Will lanzó un brazo para protegerme, y me enderecé detrás de él. Un cuerpo voló por los aires y aterrizó en la cubierta delante de nosotros. Cuando se deslizó hasta detenerse, lo reconocí como uno de los miembros de la tripulación. Estaba sangrando horriblemente por su pecho. Él farfulló y estiró una mano hacia mí, sus ojos desorbitados e inyectados de sangre. Mi cuerpo se congeló con miedo cuando vi al hombre morir. Escuché otro grito. Estábamos bajo ataque.

Traducido por alexiacullen y Xhessi. Corregido por Mlle_Janusa.

i respiración era un poco profunda y rápida. Los gritos crecían más fuertes y se multiplicaban, llenando mi cabeza. Escuchaba la risa fuerte, cadenciosa y maníaca, como la de un payaso agrietado. Estaba de repente mareada y las náuseas me superaron. Me presioné contra la espalda de Will, sintiéndome débil.

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—Ellie —dijo Will firmemente, mientras se giraba hacia mí—. ¿Me oyes? Necesitamos alcanzar nuestras armas y pelear. No estamos todavía en la trinchera. No dije nada, pero miré hacia adelante, al deslumbramiento cegador, el cual se emitía por las luces del buque, que se estaban reflejando en el mar del anochecer. Más allá había oscuridad y más gritos. Escuchaba el pop-pop de los disparos y veía destellos blancos, como de petardos, en el otro extremo. Will saltó delante de mí y me agarró por mis hombros, sus ojos verdes iluminándose ferozmente. —¡Sal de ello, Ellie! Si estás ahí morirás y también todo el mundo. ¡No puedes permitir que nadie muera! —Necesito mis espadas —dije rápidamente. —Esa es mi chica —dijo, y tocó mi mejilla. Llamé a mis espadas. La luz mortecina atrapó los grabados Enochian, corriendo a lo largo de las dos hojas. Tomé una respiración profunda y cerré mis ojos. Creía en mí misma. Tenía fe en mi poder. Nos sumergimos y nos lanzamos por la puerta de la cabina, Will arrastró la dura culata de la pistola fuera de la bolsa de lona y la volteó para abrirla. En su interior estaban dos pistolas y una escopeta, junto con una gran cantidad de munición. —Nunca he disparado un arma antes ─dije inestablemente. —No te preocupes —me aseguró—. No son para ti.

Las cargó y pegó las pistolas a sus jeans y sostuvo la escopeta en una mano. —Pero las armas no matarán a un reaper —dije. —Dispara balas suficientes para destruir la cabeza. Se convertirá en piedra una vez que esté muerto. Hice un gesto lento de entendimiento. —¿Dónde está Nathaniel? —Mi voz estabilizándose. Will agitó su cabeza y se puso de pie conmigo. —No tengo ni idea. Probablemente peleando. Necesita eso. ¿Estás conmigo? Asentí con la cabeza. —Te necesito, Ellie.

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—Estoy contigo. Estudió mi cara durante otros pocos momentos insoportables, con una expresión dura. —Vamos. La gente está muriendo. Le seguí de vuelta a la cabina y a la parte superior de la cubierta principal. Los gritos eran caóticos y estridentes, inundando mis oídos. Lo primero que vi cuando salí fue a Nathaniel de pie, de espaldas a mí, y por encima de él a Ivar. Sus enormes alas se extendían altas y anchas, sus ojos claros se iluminaron como dos lunas llenas incrustadas profundamente en su cráneo. Su poder aumentó alrededor de ella, azotando su cabello ceniciento salvajemente alrededor. Abofeteó la cara de Nathaniel, y se estrelló contra el suelo. —¡Nathaniel! —gritó Will y arrojó la escopeta. Nathaniel la agarró, se dio la vuelta, bombeó el arma una vez, y explotó disparando al pecho de Ivar, chocando su espalda contra la escalera a unos cuantos pasos. Ella se enderezó y se quedó mirando el agujero en su caja torácica. Le miró y gruñó, enseñando sus colmillos, y la herida se cerró de nuevo. —Arruinaste mi vestido —dijo entre dientes, y dio un paso fuerte hacia él. Bombeó el arma de nuevo, dejando un agujero a través de su hombro mientras ella sacudía la cabeza fuera del camino de la bala, que golpeó su cuerpo hacia un lado, pero siguió llegando.

Algo cayó encima de mí, y mi cabeza se levantó para ver la loca sonris, con los dientes de tiburón en el rostro de Geir inclinándose sobre el techo de la cabina. Sus alas se extendieron como un dosel sobre mí, saltó desde el tejado y aterrizó entre Will y yo. —¿Pensaste que podrías correr, eh, Preliator? —preguntó, lamiéndose sus labios con un hambre infernal. Su boca sonreía más amplia que lo que la biología debería haber permitido.

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Una ráfaga de coraje pasó por mí, y corrí hacia él, balanceando las espadas, pero desapareció de mi vista por un instante. Algo golpeó en mi espalda y caí al suelo. Me di la vuelta y vi que las manos de Geir se habían transformado en las garras del monstruo de nuevo. Se agachó por mí y me agarró por la garganta. Su otra mano tiró de mis espadas a lo lejos, y a la velocidad del rayo, me tiró encima de su cabeza y se estrelló contra mí en la pared de la cabina. Me sostenía demasiado alto para que los dedos de mis pies tocaran el suelo, y sus garras se apretaron alrededor de mi garganta. Me apretó con más fuerza contra la pared, hasta que casi no pude respirar. —¿Dónde está el Enshi? —gruñó. Cuando no le contesté, me dio un tirón hacia adelante y luego me estrelló más profundamente en la pared, el metal crujiendo. Grité cuando el dolor se disparó hacia arriba y abajo de mi cuerpo. —¿Dónde está el sarcófago? —me gritó a la cara, con sus ojos amarillos encendidos. Rugió y me tiró. Golpeé el suelo duro y me deslicé hasta que golpeé la borda. La garra de Geir se hizo con mi tobillo y me arrastró de nuevo hacia él. Me volcó sobre mi espalda, sujetando mis dos muñecas sobre mi cabeza con una mano, y se inclinó sobre mí, clavando sus garras en mi mejilla y la garganta con la otra mano. Un miembro de la tripulación abrió una barra de acero en Geir, pero el reaper cortó con sus garras y le arrancó el pecho abierto del pobre hombre. —Como estaba diciendo —dijo el reaper, chasqueando los puntos de sus dientes con su lengua pálida—. Incluso si tenemos que romper esa lata aparte, tornillo a tornillo, estamos todavía para ir a matarlos a todos. Arranqué un brazo libre y di un puñetazo a Geir en su cara. Me soltó y se dobló, silbando obscenidades de mí. Me aparté de él, pero una mano agarró un puñado de mi cabello y tiró de mi cabeza hacia atrás. Miré hacia la cara hermosa y fantasmal de Ivar.

—He tenido suficiente de ti —gruñó, su cabello fluyendo a nuestro alrededor salvajemente en un viento de océano brumoso. Mi miedo se disparó en cólera y arrojé un puño hacia ella, pero me agarró por la garganta, volcándome sobre su cabeza y me tiró boca abajo como a una muñeca de trapo en la chimenea de una nave. El metal resonó y crujió en el impacto, y me deslicé al suelo de cabeza, estrujando un montón. Busqué para ver a Ivar riéndose hacia mí, sus alas abiertas, sus manos extendidas para agarrarme, y vi una de mis espadas tendidas entre nosotras.

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Salté por ella, la agarré por el mango con ambas manos y la balanceé en alto. Ivar silbó entre dientes y se lanzó hacia la izquierda pero mi espada atravesó su ala. Gritó y perdió el control, disparándose hacia la barandilla. Salté sobre mis pies mientras se recuperaba y cuando levanté mi espada en alto y golpeé hacia abajo, sus manos agarraron mis muñecas, y nos quedamos encerradas en una batalla de fuerza bruta. Ivar gruñó como un animal hacia mí, sus labios azules de cadáver curvándose hacia atrás y los colmillos de víbora parpadeando. Sus alas se extendieron y juré mientras miraba el ala dañada regenerarse. Su poder estalló en mi cara y me envió volando a través del aire. Aterricé sobre mi espalda lo suficientemente fuerte para agrietar la superficie de acero de la cubierta de debajo de mí. —¡Ellie! —gritó Will, cuando me vio herida en el suelo. Él estaba luchando contra Geir y perdí la noción de ambos por la histeria. —¿Dónde está Nathaniel? —grité mientras me ponía sobre mis pies. Mi temor por su vida me hizo olvidar el dolor en mi espalda. Los ojos pálidos demasiado grandes de Ivar resplandecían brillantes hasta que sus pupilas casi desaparecieron y una sonrisa cruel se extendió a través de sus labios. —No tienes que preocuparte por él más tiempo —se burló mientras daba un paso hacia nosotros, sus alas extendidas y bloqueando la luz. El movimiento de sus alas y el remolino del viento agitaron el dobladillo del vestido en sus tobillos y me di cuenta de que estaba descalza—. Asesinaste a Ragnuk, y te agradezco por liberarnos de esa molestia. Sin embargo, debo confesar que no creía que lo tuvieras en ti. —Es tu error que sigas subestimándome. —Me tiré hacia atrás, mi agarre sobre mi espalda, apretando. Busqué en la cubierta por los otros y la encontré tirada contra la puerta de la cabina. Ivar se burló.

—No presumas demasiado, hija. Sin embargo, Bastian parece pensar muy bien de ti. De hecho, incluso quiere conocerte. —Perdona mi falta de entusiasmo —gruñí—. El sentimiento no es mutuo. Ivar puso mala cara. —Estará tan decepcionado. —Muérdeme —dije bruscamente. Sus labios se curvaron en una sonrisa sensual y elocuente. —Puedo hacer eso.

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Se abalanzó sobre mí, pero me di la vuelta, volteándome a por mí espada por la puerta de la cabina. En dos zancadas estuve allí, agarrando la empuñadura con la mano libre y encendiéndola con el Angelfire mientras me daba la vuelta. Ivar se estrelló contra mí, y nos envió a ambas a través de la puerta de la cabaña de madera, las astillas volando por todas partes. Choqué contra una mesa de madera e Ivar cayó encima de mí. Metí un mango en su garganta cuando ella rechinó en mi cara, rompiendo y gruñendo como un lobo. Sus dedos me agarraron, tirando de mi camisa y mi cabello, sus garras cortando lejos en mi piel. Mi poder se estrelló contra ella, lanzándola contra el techo y llenando la cabina con luz blanca y brillante. Su cuerpo aplastó la fibra de vidrio, la superficie brillante se derrumbó en pedazos y el interior descascarillado caía como copos de nieve, cubriendo a Ivar con polvo. Agitó sus alas y se instaló con gracia hasta el suelo. La habitación era demasiado pequeña para sus alas propagadas, tan amplias como estaban. Agarró mis hombros, me balanceó en una red de pesca encadenada y luego me estrelló contra una estantería. El desorden cayó sobre mí, y me abrí camino hacia la superficie, arañando me libre de la red. Los dedos de Ivar se curvaron alrededor de mi camiseta y me levantaron hasta que estuve al nivel de los ojos de ella. —Me voy a divertir matándote —se burló—. Y cuando regreses, me divertiré matándote de nuevo. Si el Enshi no se come tu alma, con mucho gusto me comeré tu corazón. En lugar de contestar, la golpeé en el estómago con un Khopesh. Sus ojos se salieron de sus órbitas y me aventó. Saqué la espada y tiré a cortar, pero atrapó mi muñeca antes de que pudiera clavar mi espada en su piel, y siseó, juntando sus labios con brutalidad.

—Movimiento equivocado. —Su carne se cerró, dejando sólo una fea cicatriz marmoleada en su lugar. Me lanzó su poder negro, que me golpeó en el pecho como un látigo, y me tambaleé hacia atrás. Respondí al ataque y pude verla a través de los restos humeantes del ataque. Mi propio poder detonó y colisionó contra ella. La sopló en la cabina, y la estrelló contra la pared, y voló al otro lado con una explosión de fibra de vidrio y acero. Ivar golpeó la cubierta y se puso de pie mientras yo intentaba caminar entre los restos de la cabina. En lugar de venir contra mí de nuevo, ella chasqueó los ojos y la seguí con la mirada. Will estaba parado ahí, con las manos en los costados. —¡William! —se burló ella, su voz sonaba sobre las olas—. ¡Es tan bueno que te unas a nosotros!

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Will no dijo nada y tiró de sus brazos, disparó las dos pistolas de Nathaniel contra el cuerpo de Ivar. Las balas pasaron su pecho, esparciendo la sangre como confeti, haciendo que ella fuera hacia atrás. Se sacudió y chirrió mientras él descargaba ambas armas en ella. Cuando las pistolas estuvieron vacías, Will tiró el cargador, las recargó y empezó a disparar de nuevo. Sentí una mano en mi hombro y desenfundé la espada. Nathaniel agarró mi brazo. —Oye, soy yo. Suspiré de alivio y lo abracé. —Pensé que estabas muerto. Sacudió su cabeza cuando lo solté. —Estoy bien. ¿Tú lo estás? —Sí. —Miré hacia Will y lo encontré peleando con Ivar ahora mano a mano. Su vestido estaba lleno con agujeros ensangrentados, pero parecía ilesa—. ¿Dónde está Geir? —le pregunté frenéticamente, agarrando su hombro. —Debe estar abajo. Nos apuramos al pasar entre Ivar y Will, diciendo una plegaria silenciosa para que él estuviera vivo la próxima vez que lo viera. Nathaniel pateó la puerta para mantenerla abierta. Se quedó abierta y descendimos hacia la tenue luz verde

azulada. Él olor a humedad de la habitación llenó mi nariz, y escuché un gimoteo rasposo y débil desde algún lugar en la oscuridad. Forcé mis ojos y miré al sarcófago sin tocar. ¿Pero qué más había aquí abajo? Nathaniel puso una mano sobre mi pecho y me congelé. Una figura oscura se levantó y su cabeza miró de nuestro lado, revelando la cara con boca de tiburón de Geir, sus dientes estaban rojos, sus ojos amarillos estaban locos como los de un animal salvaje. La luz que venía de la puerta daba un pálido resplandor sobre su piel pálida y sus alas del color de la tierra. Sostenido contra el pecho del reaper estaba José, que miraba sin ver al techo, su complexión eran cenizas. Un trozo de su cuello había sido arrancado, pero la herida masiva no estaba sangrando demasiado como debería ser. Geir la había bebido toda. —Tu Guardián me lastimó bastante —dijo Geir, tirando sangre entre sus labios y sobre su barbilla—. Necesito alimentarme en orden para curarme y terminar contigo, Preliator. Ahora soy más fuerte por tomar un refrigerio.

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La abrumadora repugnancia me hizo caer en mis talones, a punto de colapsar en el suelo. Geir tiró el cuerpo de José a un lado, pero con mucha fuerza que hizo que el pobre hombre volara seis metros y colisionara contra la pared. Geir se giró para encararnos, y podía ver que su ropa estaba rota y empapada con su propia sangre. La única satisfacción que tenía era que sabía que Will le había hecho eso. Nathaniel levantó la pistola, pero Geir estuvo ahí en un instante. Sus manos monstruosas le quitaron la pistola a Nathaniel y lo lanzó con mucha fuerza a la pared, lo suficiente para que el barril se desencajara. Él agarró a Nathaniel por el cuello y lo llevó a la misma pared. Más rápido de lo que mis ojos podían ver, Geir estaba encima de Nathaniel, lanzándole puñetazos. Nathaniel se agachó, y entonces el puño de Geir chocó contra la pared de hierro. Sacó su mano y el agua empezó a entrar. El metal había desollado las manos de Geir en cintas, y su sangre se caía en el agua salada que entraba, pero su piel de reaper se curó rápidamente. El agua entraba con un ruido ensordecedor. El barco se iba a hundir. Una ola de furia me cruzó, golpeándome fuertemente. Estaba cansada, de todo esto. El monstruo que estaba enfrente de mí había masacrado a gente inocente sólo porque podía hacerlo. Me había lastimado, me había aterrorizado, había herido a Will, quien había tratado de defenderme, había matado a humanos quienes habían tratado de defenderme, incluso cuando no se podían defender a sí mismos. Todo esto terminaría.

Terminaría esta noche. —¡Ellie! La voz de Will me llegó desde atrás de mí. Miré sobre mi hombro, sin estar lista para que él interfiriera. Él podía sentir que la ira corría dentro de mí, pero no dejaría que esta ocasión él me detuviera. Podía controlar mis poderes. Me podía controlar a mí misma. No había locura en mí esta vez, solo furia en la forma más pura y oscura. Mi poder daba espirales a mí alrededor, alejando el agua. —No. —Tiré mi poder hacia Will y lo golpeé como una pared, evitando que se acercara más.

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Tiró de su hombro hacia la barrera, pero no le di ni un centímetro más. Sus ojos, brillantes en la oscuridad, se encontraron con los míos, pero su mirada era firme, como si pudiera leer mi mente y supiera que no tenía sentido traerme al borde. Incluso si él quería detenerme, calmarme, sería imposible. En ese momento, mi poder creció en mí hasta cada remoto centímetro de mi piel, desesperado por liberarse, pero estaba consciente de todo el daño que le podía hacer a él y a todo lo que había en el barco. —¡Agarra el sarcófago! —gruñó Nathaniel mientras peleaba con el demoniaco vir—. ¡Tíralo encima antes de que Ivar se vaya! La mirada de Will dejó la mía y asintió. Fue hacia la caja de madera que contenía el sarcófago, poniéndolo sobre su cabeza sin esfuerzo alguno. Corrió hacia las escaleras. —¡No! —chilló Geir. Se alejó de Nathaniel, pero lo atrapé con mi espada en su estómago antes de que escapara. Me miró, los dientes filosos estaban al descubierto, y agarró mi garganta, apretándola fuertemente. Su otra mano agarró mi muñeca y quitó la espada de su cuerpo mientras las flamas del Angelfire chapoteaban en su pecho. El tiempo se detuvo, y todo alrededor quedó borroso con excepción de Geir. Puso sus garras en mi cara, pero me alejé y levanté mis espadas. Las flamas cortaban la oscuridad, las castas chispas de luz y oscuridad cruzaban nuestros rostros. Mis espadas rebanaron su estómago, pero no lo suficientemente profundo para matarlo. Lo golpeé en el pecho tan fuerte como pude mientras él caía hacia atrás, golpeando la pared lejana. —¡Nathaniel! —grité. Él se giró hacia mí, sus ojos eran salvajes.

—¡Ve a ayudar a Will! Mantendré a Geir ocupado. Su boca cayó. —¿Pero…? —¡Ve! Obedeció, desapareciendo del lugar. Me giré para encarar al reaper, quien me sonreía mientras sus heridas se cerraban en segundos. —Ahora sólo somos tú y yo, nena —se burló, sus ojos eran cegadores, como la luz del sol. Me paré en mis talones, convocando a mis poderes. El rastro tembló y gruñó.

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Geir se lanzó hacia mí, y mientras alzaba mi espada, desapareció enfrente de mí. Moví la espada, cortando el aire, y él reapareció a mi derecha. Deslicé mi otra espada hacia él, pero sólo me encontré con su risa haciendo eco mientras su figura desaparecía en la oscuridad. —Vas a morir aquí abajo, pequeña —se burló su voz. Mis ojos buscaron alrededor, mi corazón pesaba por el miedo. Si no podía verlo, ¿cómo iba a pelear con él? Dejé que el manto de la furia me rodeara, ahogando las distracciones, cada movimiento del barco, del agua, de todo, menos de los latidos del corazón de mi enemigo que estaba ahí en algún lado en la oscuridad. No sentía nada de la lujuria de la sangre incontrolable que me había consumido en mi batalla final contra Ragnuk, al contrario, mi mente estaba inquietantemente clara mientras me dolía liberar mi poder. Ahora me obedecía, no al revés. Sentí energía parpadear detrás de mí, que giraba como un tornado, meciendo la flama del Khopesh. La espada cortó el cuello de Geir. Traspilló hacia atrás, escupiendo sangre, gorgoteando y agarrando la herida. Cuando su piel no ardió en llamas, supe que mi golpe no había sido suficiente para matarlo. Con un grito, agarré mi otra espada y la hundí debajo de su caja torácica, destruyendo su corazón. Colapsó contra mí, empapándome de su sangre. Lo quité de encima de mí, disgustada, y saqué mi espada. Podía sentir el gancho de la espada atrapado en su costilla, y las cosas dentro de él se rompieron y tronaron mientras liberaba el Khopesh. Geir se tambaleó hacia mí, su cara estaba contorsionada por el horror y la agonía. Una mano cayó de su cuello y agarró su pecho roto. La sangre oscura y salobre salía de sus heridas, y las flamas salieron de cada centímetro de su cuerpo,

lamiendo su cuerpo y llenándolo de luz. Sus garras se dirigían hacia mí, mientras era devorado por el Angelfire, antes de que se convirtieran en cenizas. En un momento el resto de su cuerpo se quemó, sus alas de desvanecieron al final, y nada quedó del reaper más que las cenizas que flotaban en el agua que me llegaba hasta las rodillas. Me congelé. Algo pesado se estableció en mí, como un gran poder, pero no era el mío. Cayó en mí como un grueso manto de nieve, que era fría, con una inmensa fuerza que parecía ralentizar mis sentidos así como al tiempo mismo. Giré mi cabeza para ver detrás de mí, con miedo de lo que vería, y mi cuerpo siguió mi mirada.

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Una silueta con forma de hombre se paró en la entrada, en la parte inferior de las escaleras. Su forma negra se sometió a la luz desde la cubierta, y sus alas con plumas estaban extendidas como si acabara de aterrizar. Se acercó a mí, la luz ondulaba alrededor de él para que yo pudiera ver por fin su rostro. No parecía mucho mayor que yo o que Will. Sus alas blancas se doblaron en su espalda y desaparecieron. Su poder emanaba de él como una tempestad, pero se sentía como un agujero negro, que absorbía hasta la última gota de oxígeno, por lo que me estaba empezando a sentir mareada y enferma. —Hola, Ellie —dijo el reaper, su voz era suave y fresca, como la mantequilla fría—. Soy Bastian.

Traducido SOS por Kachii Andree Corregido por Laurence15

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e quedé mirando la inquietante cara de Bastian sin poder hacer nada. Su negro poder humeante tiró de mí, como dedos peinando mi cabello y acariciando mi cara al igual que el revoloteo de pestañas. Tenía los ojos brillantes, el azul más antinatural que había visto alguna vez, un azul zafiro tóxico. Él se me hacía tan familiar, como si lo hubiera visto antes, pero no podía recordar cuándo ni dónde. Incluso su energía, a un nivel muy por debajo de lo que sentí en la superficie, parecía familiar. —El rojo se ve bien en ti —dijo finalmente. La bilis subió por mi garganta. Yo estaba bañada con la sangre de Geir. El olor a sucio y salado me impacientó. Contuve la respiración, desesperada por evitar náuseas delante de Bastian. —¿Dónde está Ivar? ¿Dónde están mis amigos? —Ivar está destruyendo al vir angelical en las cubiertas superiores. Ellos te dejaron desamparada ahora. ¡No! Quería gritar, pero las palabras no se escaparon de mis labios. Grité y corrí hacia adelante, blandiendo mi espada, pero un muro ciego de poder negro me golpeó por todos lados y me lanzó hacia atrás a través del aire. Choqué contra la pared del fondo y me puse en pie con los brazos y las piernas adoloridas. El poder de Bastian había magullado mi piel y desgarrado la tela de mi camisa, pero el dolor y las heridas desaparecieron en cuestión de segundos. —No estoy aquí para matarte —dijo. Lo fulminé con mi mirada. —¿No? Bueno, yo todavía voy a patearte el trasero. Él me miró, sus ojos me examinaron tan a fondo, me sentí como un animal en exhibición en un parque zoológico.

—Qué encantadora. Estoy muy contento de conocerte por fin. —¿Nunca nos hemos visto antes? —pregunté, sorprendida. Entonces, ¿por qué sentí la certeza de que lo conocía? Indudablemente yo lo había conocido en una vida pasada. Su rostro... Él era tan familiar. —No, querida —dijo él, su voz suave, pero yo lo oí perfectamente sobre el ruido del agua corriendo a la bodega, pasando bajo mis zapatos. —¿Así que pensaste que sería una vuelta por aquí con tus amigos y matarnos a todos? —Mis dedos apretaron mi estrecha espada. —Estoy aquí por el sarcófago y eso es todo. Si te mato ahora, entonces todo esto habría sido en vano. —¿Dónde está Cadan? —le pregunté—. ¿Él decidió no participar en esto? Algo oscuro vaciló en la sonrisa de Bastian.

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—Él y yo no compartimos los mismos intereses. Estudié su rostro, tratando de encontrar alguna emoción para leer, pero no reveló nada. —¡Sólo pelea conmigo ahora! Se tornó borroso, y apareció de repente en frente de mi cara. Su voz era un susurro, un hervidero de malicia. —Yo sé lo que eres. —¿Qué? —le pregunté sin pensar. Bastian se alejó de mí, extendiendo sus anchas alas blancas de plumas. —Tu sola presencia rompe todas las reglas. Mi cuerpo se tensó hasta que sentí como si estuviera a punto de romperme. —¿De qué estás hablando? —le pregunté con los dientes apretados. —Te ocultas entre los humanos que amas, y al hacerlo, juegas con sus vidas. Mi temperamento se encendió. —¡No estoy jugando con sus vidas!

Su sonrisa se oscureció a negro como el carbón. —No te enfades. El egoísmo es sólo un efecto secundario de vivir en este mundo mortal. Es muy humano, ¿no te parece? —Los humanos me han enseñado compasión —le dije—. Las mejores partes de mí existir, porque me enseñaron a amar y ser amable. ¿Qué te puedo decir? ¿Que sólo has matado y atormentado a criaturas más débiles que tú? Esa sonrisa se desvaneció. —Por un lado tan anticuada, y sin duda tan ingenua. ¿Crees que eres mejor que yo? Sabes aún menos acerca de mí de lo que sabes sobre ti misma. Niña, eres tan poco diferente de mí.

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Y él desapareció, evaporándose de mi vista. Me quedé mirando el espacio que justo había ocupado. ¿Estaba mintiendo? ¿Realmente sabía lo que era? El miedo rozaba mis tobillos en forma de agua de mar, enfriada con hielo. Sacudí mi cabeza, mis nervios se estabilizaron, y fui hasta la cubierta principal. Giré alrededor de la cabina y vi a Nathaniel justo cuando arrojó el sarcófago sobre el costado de la embarcación. Mi corazón saltó de alegría, pero se estrepitó enseguida cuando vi a Ivar zambulléndose en el océano tras él. Una sombra pasó por encima de mi cabeza, y me di la vuelta, preparándome para el ataque. Will aterrizó. Había un par de alas de marfil extendiéndose a través de su espalda. ¡Alas! Me tambaleé lejos de él en estado de shock. Las plumas brillaban en la luz de la luna, nacaradas. Eran absolutamente preciosas. Tenía el aspecto de un ángel que se elevaba sobre mí, y sus ojos verdes se encontraron con los míos por un breve eléctrico momento, terrible. Dobló sus alas por encima de su espalda y se extendieron de par en par otra vez antes de volver temblorosamente a su cuerpo. No me podía mover, no podía respirar. Lo único que podía hacer era mirar mientras él se desplomaba sobre la cubierta, una mano sobre su pecho. Cuando vi que la oscuridad se extendía sobre su camisa, supe que estaba mal herido. —¡Will! —grité, corriendo a su lado aterrorizada. Él se dobló y estiró sus alas sobre nosotros, nos encubrió en la sombra. Cuando llegué por él, se apartó de mí, su rostro mostrando algo más que su dolor físico. Quería golpear fuerte por mantener en secreto el hecho de que tenía alas, pero tan pronto como las vi, las recordé como si las hubiera visto ayer. Él alejó la cara de mis manos y se estremeció. —No…

—Déjame ver —le dije. Sus alas se sacudieron y se estremeció. —No quiero… Puse mi mano sobre la suya y la alejé de la herida. —Déjame ver. Cerró los ojos en agonía y me permitió mover la mano. Era peor de lo que pensaba. La sangre goteaba de una herida en su pecho. Me entró el pánico y puse su camisa. Hizo una mueca y soltó un grito ahogado. Mis labios se adormecieron cuando le di un buen vistazo a la gravedad de sus heridas. Un agujero más grande que mi puño había sido magullado justo a través del centro de su pecho. Me obligué a apartar los ojos cuando las náuseas ardían en mis entrañas. Se quedó sin aliento y amordazado, como si no pudiera respirar.

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—Mis pulmones —farfulló. Lo miré frenéticamente, tocando su cara. —No sé qué hacer. ¡No sé cómo ayudarte! Me agarró la mano y la apretó con fuerza. —No puedo respirar, sólo espera… El brillo en sus atenuados ojos, y mi peor temor susurró en el fondo de mi mente. ¿Era ésta una de esas heridas demasiado graves para sanar? —No te puedes morir —le dije—. ¡No puedo hacer esto sin ti! —Sólo espera —repitió, cerrando los ojos y haciendo una mueca. El agujero en su pecho comenzó a llenarse, y su piel comenzó a cubrirlo. Su respiración se hizo menos desigual y aflojó su agarre en mi mano. —Te dije... que sólo esperaras... Mi sonrisa se ensanchó, y el alivio me abrumó. Me había olvidado por completo del sarcófago. Alisé la camisa de Will hacia abajo y tomé una respiración profunda. —Estás bien. —Suspiré, eufórica.

—Por supuesto que lo estoy —dijo con voz débil—. Pero no quiero que me veas así. No quiero que ellos me vean, no antes de recordar.

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No había tiempo para cualquier pregunta. Otra sombra se cernía sobre nosotros, y estiré el cuello hacia atrás para ver a Bastian subido en lo alto de la cabina, observándonos a Will y a mí en silencio con una expresión en blanco. Oí un gran chapoteo detrás de mí mientras ayudaba a Will a colocarse de pie. Sus alas se desvanecieron, y nos dimos la vuelta. Ivar apareció sin el sarcófago, estaba empapada y con el cabello enmarañado, mojada y pegajosa pero con el brazo colgando débilmente en un ángulo extraño. Miré más de cerca, y mientras Ivar dejaba caer la cabeza hacia atrás y gritaba con furia, vi por qué su brazo parecía tan extraño. Su hombro estaba expuesto, con el brazo arrancado de su base, su cuerpo desgarrado de par en par, y la clavícula apuñalada a plena vista. Ella se tomó la mano lesionada envuelta alrededor de su pecho y tiró de ella para reubicar el hombro de nuevo a su cuerpo. Los músculos y las venas colgaban de nuevo juntos, sacando la carne muerta y sellando lo que quedaba hasta que se curó perfectamente. Tenía la garganta de un rojo intenso, como si alguien hubiera agarrado de ella salvajemente con el fin de romper su brazo, pero esa lesión también se estaba desvaneciendo. Me miró con horror. Mis ojos se encontraron con Will, cuyas manos estaban cubiertas de sangre. Una sensación helada corrió por mi cuerpo. ¿Había él hecho eso? —¡Rindete, Preliator! —llamó Bastian desde la parte superior de la cabina. Miré hacia atrás, y él se bajó del borde, su luz aterrizando como una pluma en la cubierta, plegando sus alas en su espalda. —¡Has perdido, Bastian! —grité—. ¡Geir está muerto y el Enshi está en el fondo del océano! Bastian me ignoró y miró a Will. Una sonrisa cruel y sutil se dibujó en su rostro. —Es tan bueno verte de nuevo, William. Veo que estás contento de reunirte con tu carga, aunque me parece que las cosas han cambiado entre ustedes. Will le devolvió la mirada, su mirada oscura y desafiante. Ivar dio un paso adelante, su rostro contraído de ira, pero el poder de Bastian le azotó en el pecho. Ella se tambaleó hacia atrás, sus alas temblando a su alrededor por el dolor y no a causa de sus heladas ropas empapadas.

—Déjalos —advirtió Bastian. Ivar gruñó y enseñó los dientes. —¿Pero por qué? —No tengas ninguna duda, Preliator, esto no es el fin, no todavía. El Enshi despertará y consumirá tu alma. Ivar inclinó la cabeza hacia un lado, como un pájaro, con el cabello empapado, sus hombros pálidos. —¿Alguna vez has visto morir a un alma? —preguntó—. Espera hasta que sientas tu alma muriendo. Yo le devolví la mirada con valentía, pero mi valentía empezó a flaquear cuando consideré que el Enshi podría ser capaz de lograrlo.

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Por el rabillo de mi ojo, vi unas alas con destello de color gris plateado. Me tambaleé y retrocedí mientras Will como otro vir descendían a la cubierta. Cadan. Sus ojos eran de ópalo de fuego mientras miraba de Bastian a mí y viceversa. Sus alas resistentes dieron una sacudida y se plegaron a su espalda, pero no desaparecieron. —Un poco tarde, ¿no? —preguntó tranquilamente Bastian. Cadan se enderezó y sacudió la parte delantera de su camisa. —Más vale tarde que nunca. Bastian desapareció y volvió a aparecer directamente en frente de Cadan y lo agarró de la barbilla. —Las repercusiones de tu… acto de desafío serán grandes —dijo entre dientes muy cerca de la cara de Cadan—. No sentiría nada si te matara. Sus miradas se encontraron hasta que Bastian lo apartó de un empujón y se dirigió hasta Ivar. Se quedó mirando a Cadan con una expresión extraña, dura. Las blancas y cegadoras alas de Bastian se abrieron, y despegó en el aire y desapareció. Cadan apartó la mirada, como si le doliera, su pálido cabello dorado daba latigazos en el aire, con los puños apretados con fuerza. Ivar estiró sus alas para emprender el vuelo y seguir a Bastian.

—El sarcófago —comenzó Cadan cuando emprendió camino hacia mí—. ¿Dónde está? La espada de Will al instante siguiente cortó el aire entre nosotros y se detuvo, a punto justo entre los ojos de Cadan. Will estaba exhausto y sin aliento, pero él nunca se rendiría a luchar. —Un paso más y convertiré tu rostro en una rosquilla. Cadan miró con los ojos abiertos por la cuchilla. —Estoy bastante seguro de que la espada partiría mi cara en dos, si deseas obtener ayuda técnica. —Sólo hay una manera de averiguarlo. —¡Will! —grité, agarrando su brazo libre—. No tenemos tiempo para esto. Cadan, el sarcófago se ha ido. No hay manera de que puedas…

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—Bien —dijo bruscamente—. Bastian no puede dejar esa cosa. —¿Qué te importa? —exigí—. Tú trabajas para él, aunque parece que podrías ser despedido. Dejó escapar una risa extraordinaria. —Si tan sólo las cosas fueran un poco más complicadas que eso. —Ahórrate el discurso —le dije con frialdad—. El barco se está hundiendo, y tenemos que salir rápidamente de aquí. —Me encanta cuando te pones enérgica —dijo con un filo en su voz. Rodó mis ojos, y Will empujó su espada un poco más cerca de la ceja de Cadan. —¿Ya terminaste? Él hizo un gesto brusco. —Absolutamente. Will retiró la espada, pero no se alejó de mí. Él tocó mi brazo. —Tenemos que irnos. —Sí —concordé.

—Así que, el sarcófago —dijo Cadan—, ¿se ha ido? —Nathaniel se lanzó otra vez —dijo Will, con su voz mezclada con frialdad—. Ahora vete. Cadan miró fijamente durante un largo momento antes de que sus anchas alas se extendieran. —Entonces, este viaje no fue en vano. —Él batió las alas y salió volando hacia el cielo negro. El agotamiento de repente me consumía, y miré a mi alrededor, aturdida, a los cadáveres humanos, todo lo que quedaba de la tripulación estaba tirada en la cubierta de Elsa. El sarcófago se había ido, estaba agotada emocionalmente y físicamente, y ahora estamos atrapados en un barco que se hunde. Nathaniel corrió hacía mí.

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—Tenemos que conseguir el bote para bajar. ¡El barco se hunde! —¿Hemos de llegar a la Profundidad? —gritó Will. —Lo bastante cerca —gritó frenéticamente Nathaniel—. ¡No hay manera de que el sarcófago haya sobrevivido, pero tenemos que salir de aquí o nos vamos a hundir con él! Will corrió por nuestras espadas y desapareció en la cabina. —Gabriel. La voz era un susurro en mi mente, deslizándose a través de mis venas, a través de cada parte de mis entrañas. Sentí que mi collar con alas se entibiaba y se deslizaba, separándose de mi piel desnuda. —¿Will? —le pregunté—. ¿Eso es verdad? —Gabriel —la suave voz susurró en mi cabeza otra vez—. Cierra los ojos. Ese definitivamente no era Will. El mundo se iluminó rápidamente, tan brillante que lo único que podía hacer era obedecer, o de lo contrario, yo sabía —desde lo más profundo de mí— que mis ojos se quemarían si no lo hacía. Deslicé mis manos sobre mi rostro mientras la noche iluminaba de forma tan brillante como el día. Me estremecí, mientras mis ojos estaban cerrados la temperatura bajó, y la energía rodó por la cubierta, era tan

potente y diferente de cualquier cosa que jamás había sentido antes. Caí de rodillas por debajo de la embestida. —Ellie —llamó la voz de Will desde algún lugar a mí alrededor. El brillo se atenuó lo suficiente para mí, así que abrí los ojos. Una delicada luz blanca y dorada era transmitida de una forma fraccionada, como la luz del sol que se asoma desde detrás de las nubes. ¿Había regresado Bastian? Mi pulso latía a través de mi cráneo mientras trataba de encontrar mi equilibrio, y miré con asombro hacia la cosa por encima de mí.

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Una figura apareció a la vista: la forma fantasmal de un hombre rodeado por tres pares de alas blancas y cremosas cubiertas de una fina capa de oro ardiente, como si las plumas fueran del color del amanecer en un campo de nieve recién caída. Su cabeza estaba coronada por unos muy cortos rizos dorados, y sobre su ondeante túnica blanca llevaba una armadura hecha de reluciente oro. El peso de su poder, se abalanzó sobre mí como el sol de verano, la gloria demasiado pura y divina de ser real. Mis labios entumecidos crecieron, y yo no podía dejar de llorar. —Gabriel —dijo la criatura de nuevo, su voz suave como el buen vino—. No debemos dejar que los malos aprovechen la Bestia. Lucifer no debe tomar el control. No hay precio demasiado alto a pagar para evitar eso. Negué con la cabeza en la confusión. —Ese no es mi nombre. Soy Ellie. —Tú eres Gabriel —dijo—. La mano izquierda y el poder de Dios. La Preliator. Me miró a los ojos. Sus alas no se movieron, pero se mantuvo extendido en toda su gloria luminosa que flotaba por encima de mí. La revelación de lo que la criatura misteriosa me dijo me golpeó como una inundación. Yo no podía respirar. No podía moverme. No quería creerle, pero lo sabía… Algo dentro de mí se movió, algo brillante, algo aterrador. Él no era un reaper. Él era un arcángel. Al igual que yo. —¿Quién eres tú? —le pregunté por fin. —Soy Michael y estoy aquí para guiarte, Gabriel, mi hermana.

La molestia se instaló en mí, y yo sentía que mi cuerpo se hundía, este frágil cuerpo humano que no me pertenecía. Me sentí enojada, anhelando algo diferente, algo verdaderamente mío y sin limitaciones. Michael se adelantó, sus seis alas plegables retrocedieron, y él extendió una mano fantasma hacia mí. Me miró a la cara y casi podía ver a través de él. Su cuerpo era como un velo enorme colgando sobre un amanecer de verano, su piel brillaba de una fuente de luz invisible. Puse mi mano sobre la suya y sentí la atracción magnética entre nosotros. En contacto, sentí el temblor de la electricidad, parecía estar hecha de energía pura en lugar de carne. Él me ayudó a soportar sin tocarme. De alguna manera sentí que mi cuerpo jalaba hacia adelante sobre mis pies. —Hay trabajo que hacer, Gabriel. Los malvados recuperaran a la Bestia del vientre del mar, y tienes que estar allí para impedir su despertar. Todo se perderá si fallas. La Segunda Guerra está cerca.

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—La Bestia es el Enshi, ¿no es así? Michael asintió con la cabeza. —Guardián —retumbó él, y miré a mi derecha. Seguí su mirada hasta que encontré a Will de pie, boquiabierto ante nosotros, dudando. —Guardián —dijo Michael de nuevo. Finalmente apartó la vista de la mía para mirar al arcángel. —Yo te di mi espada para que pudieras proteger a mi hermana —dijo Michael, con el rostro duro como la piedra—. Nada más. Ella no es tuya. Tú perteneces a ella. Will abrió la boca, pero no dijo nada. Sus ojos brillaban aún más brillantes que los de Michael en toda su gloria. —¡Michael! —grité y el arcángel se volvió hacia mí de nuevo—. Si se supone que me guías, entonces ¿por qué no me hablaste a mí más? Hace mucho tiempo que me dabas las órdenes, me decías a dónde ir. ¿Por qué dejaste de ayudarme? ¿He hecho algo malo? —Has olvidado cómo escuchar. Me puse de pie, sin saber si había entendido lo que dijo.

—¿Eres tú el que me sigue enviando aquí? Cada vez que muero, ¿tú eres el que me trae de nuevo? —Tú has renacido por tu propio poder —dijo—. Nuestros profetas previeron la llegada de la Bestia, y decidieron permanecer en el cielo para entrenar y ganar fuerza para las pruebas que estaban por delante. —¿Por qué me siento así? —le pregunté—. ¿Por qué siento tanta ira en la batalla? ¿Cómo puedo ser Gabriel si me siento tan mal? Su expresión era amable, su compasión infinita.

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—Los divinos no estaban destinados a ser mortales, mi hermana. Las emociones que estás sintiendo ahora son algo que nunca se pretendió que sintieras. No has caído de la gracia, pero tu gracia está contigo siempre. Debes permanecer fuerte, vigilante, y no lo olvides, o nunca vas a entender su poder. Los seres humanos son creaciones increíbles, pero su capacidad para odiar es tan grande como su capacidad de amar. Deja que tu humanidad se convierta en una fortaleza, no una debilidad. —Si me pasé todo ese tiempo en la formación de los Cielos, ¿por qué no soy más fuerte que antes? ¿Por qué no destruí a todos mis enemigos? ¡Yo fallaré si no soy lo suficientemente fuerte! Su gloria me envolvió en un velo de luz y calor. —Dios tiene fe en ti. No pierdas la fe en Él. Él desapareció, y yo estaba cegada momentáneamente por la repentina ausencia de luz. Cuando pude ver de nuevo, la mirada de Will se cruzó con la mía, sus ojos llenos de incredulidad. Alargó la mano hacia mí y me tocó el cabello, su mirada sobre cada centímetro de mi cara. Y él se puso de rodillas delante de mí. —¿Qué he hecho? —Cerró los ojos e inclinó la cabeza. —Will —le supliqué—. No… —Te he tocado de una manera que no debería disfrutar, y he querido que… —Will. —Me arrodillé frente a él y levanté su barbilla con la mano. Sus ojos estaban rojos y crudos—. Oye. Soy yo, Ellie. ¡Sigo siendo yo! —Pero yo… —¡Oye! Te necesito. No te asuste de mí.

—¿Qué tengo yo? —¡Will! Soy Ellie, no un arcángel. No soy la mano izquierda de Dios, o lo que Michael me llamó. Sólo soy yo y tú eres tú. —¿Cómo puedo ignorar esto? —bromeó, su voz dolorosa mientras me miraba con el rostro lleno de tristeza—. Lo que he hecho y sentí por ti está prohibido. Tú estás… —Por favor, Will —le rogué, interrumpiéndolo—. Tengo que resolver esto. Por favor, ¿por mí? No estoy preparada para lidiar con esto. Él cerró los ojos de nuevo y tomó una larga y fuerte respiración. Apretó la mandíbula, mientras se recomponía, pero no dijo nada. Me volví para ver a Nathaniel, que nos miraba, con la misma perturbación inundando su cara.

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—Tenemos que irnos. Mi cabeza giró de repente, y me dejé caer por el cansancio. Will me recogió en sus brazos antes de que cayera al suelo. Me acurruqué contra él, cediendo, y de repente todo lo que quería hacer era dormir. Nuestra lona yacía a sus pies, mucho más completa que antes. Nathaniel consiguió el bote salvavidas, su color amarillo rígido prácticamente brillando en la luz de la luna, y arrojó la mochila abajo en su vientre. Will me llevó y nos acomodamos con tanto cuidado en el bote mientras Nathaniel aceleraba el motor. A medida que se alejaba, me asomé de nuevo, tiritando de frío por el océano y mi ropa mojada, observando a Elsa hundirse en lo profundo del Caribe. Will agarró la mochila y sacó una pesada y olorosa manta y la envolvió sobre nosotros. El calor y el cansancio se fundieron sobre mí mientras me inclinaba hacia él, apenas sintiendo el viento que soplaba sobre mi cabeza y la niebla del mar. Me imaginaba la presión aplastante del océano sobre Enshi en pedazos pesar de la advertencia de Michael hasta que, finalmente, me quedé dormida.

Traducido por Corazón de Tinta Corregido por Otravaga

uando me desperté, estaba amaneciendo en el horizonte y estábamos frenando en una pequeña laguna bordeada de casas pequeñas y coloridas. Nathaniel detuvo el bote en un muelle, giró el bolso de lona en su espalda, y se apeó. Will me levantó, todavía envuelta en mi polvorienta colcha protectora, y me sacó del bote salvavidas.

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Un hombre que no podía ver hablaba español desde algún lugar cercano, y oí a Nathaniel responderle con fluidez. Me asomé y vi al hombre que había hablado. Nos miraba extrañamente, con los ojos parpadeantes de nosotros al bote salvavidas estacionado en su muelle. Dijo algo más, y pareció ser el final de eso. Nathaniel se acercó a Will y le dijo: —Le dije que podía quedarse con el bote si mantenía la boca cerrada. Solté mis manos un poco del cuello de Will y las dejé caer hasta mi pecho mientras él me acunaba. Mis párpados pesaban quinientos kilogramos de nuevo, y pronto estaba dormida una vez más. Me desperté de nuevo en la cama del motel y al momento de abrir los ojos, Will estaba acercándose a mí. Tiré de la manta apretada y me incliné hacia su calor. —¿Quieres tomar una ducha? —me preguntó, apartando el cabello de mi rostro. —No. —Mi voz se agrietó lastimosamente. No quería traer a colación lo que había sucedido en el barco después de que Bastian se había ido, porque estaba preocupada de que no hubiera sido un sueño. Pero incluso si hubiera sucedido realmente, ¿qué significaba? Ni siquiera era concebible. ¿Cómo podría ser un ángel? —Tenemos que salir dentro de una hora para el aeropuerto. Nathaniel está devolviendo la camioneta antes de irnos. Examiné mi piel cubierta de sangre y la ropa y decidí que una ducha era una buena idea después de todo. Me incorporé lentamente, como un zombi, y me tambaleé

hasta el baño. Cerré la puerta detrás de mí y me desnudé, abrí el agua caliente, y me metí dentro, tirando de la cortina cerrada. El agua lavaba mi cuerpo, manchas de sangre, suciedad y mugre no identificable. Yo olía a pescado y sangre. Mis piernas cedieron, y me deslicé por la pared de la ducha hasta que me senté en la bañera y el agua caía sobre mi cabeza. Lloré. Oí que llamaban a la puerta. Unos momentos más tarde, Will llamó suavemente: —¿Ellie? No dije nada. —¿Necesitas algo? Me alegré de que no preguntara si me encontraba bien. Si lo hubiera hecho, habría sido demasiado fuerte la tentación de arrancarle la lengua.

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Escuché su espalda deslizándose hacia abajo por la puerta y el suave golpe cuando se sentó. —Sé cómo te sientes —dijo. Me quedé mirando las vetas de agua color óxido entrando en el desagüe mientras la ducha me salpicaba como lluvia caliente. —Los dos hemos sentido esto un millón de veces antes —continuó—. El desamparo, la soledad, la sensación —el conocimiento— de que el fin se acerca. Vamos a salir de esto. —Bastian todavía va a venir por mí —dije al fin, con voz la vacía y seca—. Él no se dará por vencido. —Ellie —dijo, con voz más firme—, no perdimos. Sí, estamos bastante golpeados, pero ganamos. El Enshi está en el fondo del océano. Haría falta un milagro para mantener intacta esa cosa, y mucho menos recuperarlo. Hasta donde sé, ellos ni siquiera sabrían cómo abrir el sarcófago y despertarlo. Está destruido y nunca va a despertar. —Pero Michael dijo que Bastian lo recuperaría. Él se quedó callado por un momento.

—Debe estar equivocado. Si no lo está, entonces detendremos a Bastian antes de que despierte al Enshi. Las palabras de Will me dieron un poco de esperanza. Bastian no tenía al Enshi, y todavía teníamos un largo camino por recorrer. ¿Era, sea lo que sea que se encontraba sellado dentro de ese sarcófago, realmente capaz de destruir mi alma? No quería morir, pero tenía más miedo de ni siquiera regresar después. ¿Cómo lo enfrentaban Will y Nathaniel a sabiendas de que sólo terminaría después de la muerte? Si el Enshi se apoderaba de mí, ¿cómo sería que mi alma fuese comida? —¿Ellie? Me puse de pie y terminé de lavar mi cabello. Cuando salí y me sequé, envolví la toalla alrededor de mí. Abrí la puerta para ver a Will sentado en el otro lado, volteando la cabeza para mirarme. Se puso de pie y me enfrentó, su mirada persistiendo en la toalla de algodón húmedo metido con fuerza alrededor de mí.

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—No he terminado la lucha —le dije con voz temblorosa—. No quiero que ese monstruo destruya mi alma o la de alguien más. No puedo defraudar a Michael. Ningún precio a pagar es demasiado alto para evitar eso. Will sonrió, y la esperanza que llenaba sus ojos volvió un poco más fuerte el destello dentro de mí. —Va a estar bien —dijo. Se acercó a mí, y mi espalda tocó la fría pared. A pesar de que ya no sentía vergüenza en torno a él, temblé conforme se acercaba a mí. No estaba simplemente atraída por él de la forma en que había estado un mes antes. Estaba enamorada de él ahora, y cuando estaba así de cerca, la idea de él tocando mi piel desnuda agitó más que emociones dentro de mí. Cuando su mano tocó mi brazo, un temblor me recorrió y me hundí más profundamente en la pared para sostenerme. Forcé a salir al recuerdo de la advertencia de Michael. Pertenecía a Will. Lo amaba y era suya. —Yo te protegeré —dijo en voz baja en mi mejilla—. No dejaré que nada te pase. Quería creerle y lo intenté. La horrible imagen del hombro medio destrozado de Ivar cruzó por mi mente, y aparté la mirada. —¿Qué pasa? —Su rostro estaba lleno de dolor al sentir de repente mi aprehensión de esa manera extraña que nuestro enlace de hace siglos permitía. Hablé lentamente, eligiendo cuidadosamente mis palabras, viendo su rostro por una reacción.

—Cuando salía de la bodega, vi el hombro de Ivar. ¿Hiciste eso? Su mirada sostuvo la mía por un momento, la pausa que fue dolorosamente larga. Se mordió el labio superior y dejo descansar su frente contra la pared junto a mí antes de responder. —Sí. —Casi le arrancaste el brazo entero. ¿Cómo se supone que vamos a ser cosas que luchan por el bien si podemos ser tan terribles como los monstruos contra los que peleamos? Cerró los ojos y respiró hondo.

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—El poder de un reaper, es grande. No importa a quién servimos, a los ángeles o a los Caídos. Pero es la forma que elegimos usarlo lo que hace la diferencia. Yo te sirvo a ti, mi ángel, mi Gabriel, mi Ellie. Eres más fuerte que yo. Lo que te he visto hacer está más allá de cualquier cosa que pudiera haber imaginado. Mi corazón se hundió. —No me digas eso. —Lo recordarás. —Ya estoy asustada como el infierno —confesé—. No quiero asustarte, también. Él sonrió, pero sólo un poco. —Estoy acostumbrado a ello. —Yo no estoy exactamente acostumbrada a ello. —Un peso invisible pulsaba sobre mis hombros, haciéndome sentir cansada. —Pero ahora sabemos lo que eres, y las cosas serán diferentes. Eres Gabriel, atada en forma humana, el arcángel de la revelación, la misericordia, la resurrección y la muerte. No hay nada que no puedas hacer. Sus palabras encendieron el miedo en mí. No estaba preparada para entender completamente lo que era, o cómo aceptarlo, o lo que sucedería una vez que lo hiciera. —Voy a tomar una ducha antes de irnos —dijo—. Mientras tanto, piensa en un montón de historias imaginarias para entretener a tus padres acerca de tus aventuras en el norte con Kate.

Forcé mi propia sonrisa. —Por supuesto.

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Me puse unos jeans y una camiseta sin mangas, descartando mi toalla sobre el suelo. Me tumbé en la cama a mi lado, escondiendo mis rodillas en mi pecho, y me quedé mirando la pared. Hice mi mejor esfuerzo para no pensar en la noche anterior, pero me sentía horrible por la pobre tripulación del Elsa. Debido a nuestra tarea, por mi culpa, estaban todos muertos. El rostro sin expresión de José me devolvía la mirada cuando cerraba los ojos. Un destello de una visión diferente — una de mi propio cuerpo apretado en las manos del monstruo Geir me golpeó— enviando escalofríos todo el camino hasta los dedos de mis pies descalzos. Will me había prometido que mi fuerza completa regresaría junto con mi memoria, pero tenía miedo de que entrara a la vez, traumatizándome, dañándome. En esa última batalla, había sido capaz de controlar el otro lado de mí que mi poder había creado. Pero si eso es sólo una fracción de lo que era capaz, entonces era posible que no fuera capaz de controlar todo. No estaba segura de poder manejar la verdad sobre mi pasado y a lo que estaba destinada. Parecía demasiado simple: matar a algunos reapers, morir, vivir de nuevo, matar a algunos reapers, morir… haga espuma, enjuague, repita… ¿Y si no era así? ¿Y si hubiera algo más? ¿Y si realmente era un ángel: Gabriel, el arcángel, la mano izquierda de Dios? Lo que el señor Meyer me había dicho el último día que lo vi, resonó en mi mente: “La vida te pondrá a prueba como nunca lo había hecho antes. No dejes que tu futuro cambie la buena persona que eres o te haga olvidar quién eres”. La puerta del baño se abrió y Will salió, vestido sólo con jeans. A medida que pasaba junto a mí, me llegó su aroma limpio y me senté, con mi cabello medio mojado y enredado. Rebuscó en su bolso por una camiseta color chocolate oscuro que resaltaba el verde de sus ojos y se encogió de hombros para deslizarla hacia abajo sobre su torso delgado. La idea de que esté prohibido que lo toque de la manera en que quería y que él me tocara era absurda. Era imposible no querer explorar cada centímetro de él. Se sentó en el borde de la cama para ponerse un par de calcetines y luego los zapatos. Volteó la cabeza para mirarme mientras se deslizaba la cadena de su crucifijo sobre su cabeza y la metió en su camisa. Me arrastré hacia adelante y me arrodillé a su lado. Yo no era nada parecido a la visión perfecta e infalible del ángel del que Will me había hablado. Me sentía como una niña sentada al lado del chico que le importaba más que cualquier otra cosa. Sólo una chica tonta a la que le gusta ir de compras y comer helado. Todo este

asunto estaba demasiado más allá de mí, demasiado fuera de mi control. Unos meses antes, ni siquiera había estado segura de que Dios existía, pero ahora la gente hablaba de Él como si Él y yo fuésemos viejos amigos. ¿Cómo se comportan los arcángeles? ¿Tendría que dejar de maldecir? ¿Dejar de ver películas de terror? ¿A qué más tengo que renunciar, si tuviera que renunciar a algo en absoluto? Yo como que mentía mucho. Eso no era angelical en lo más mínimo. ¿Me era posible seguir con mi vida normal, sabiendo lo que —quién— era? No quería sentirme diferente. No quería que nadie me tratara como si fuese diferente. Quería que Will me mirara de la misma forma que siempre lo había hecho. No quería que él me mirara como si fuera más un capricho de la naturaleza de lo que ya era. No lo podría manejar, maldita sea, y desde luego no iba a dejar de decir maldito e infierno. —¿Ya empacaste? —El aliento de Will era fresco y mentolado por su pasta de dientes. La humedad de su cabello acentuaba su brillo de arce, y estaba salvajemente despeinado del secado vigoroso con una toalla.

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—Sí —le dije—. No traje mucho. Estas no eran exactamente unas vacaciones, así que… —Me interrumpí. Él sonrió torcidamente. —Lo siento. Tal vez algún día. —¿Me estás prometiendo unas vacaciones de verdad algún día? —La esperanza revoloteó a través de mí, dando énfasis a mis palabras. —Tal vez —dijo con un filo en su voz. —¿Con caballos? —Tal vez. Envolvió una mano alrededor de mi mejilla, acariciando la comisura de mis labios con su pulgar tan suavemente como si una pluma rozara contra ellos. Mi pulso se aceleró, y algo revoloteó en mi pecho. —Te dije que no dejaría que te mataran —susurró. Luego, sus ojos cambiaron de repente y retiró su mano, alejándose de mí. Fruncí el ceño, bajándome de la cama para caminar hacia el tocador, y me di la vuelta para mirarlo. Mis uñas golpeando impacientemente la madera barata. Mi confusión sobre cómo se sentía Will por mí me había distraído de los horrores de la noche anterior y lo que estaba por venir. No podía dejar de pensar que en realidad era Bastian quien había impedido mi muerte, pero, por supuesto, sólo para que

pudiera matarme después. Había tenido la oportunidad perfecta para acabar conmigo en la bodega del barco, pero ni siquiera lo había intentado. Sabía que Bastian estaba tratando de encontrar una manera de recuperar al Enshi, despertarlo, y destruir mi alma para que nunca pudiera volver a nacer de nuevo. No podía dejar que eso sucediera. —¿Qué está mal? —preguntó Will. La pregunta era divertida ya que no había absolutamente nada de malo en mí. Debería haber preguntado lo que estaba mal con él. —¿Crees que Bastian encontrará más matones para hacer su trabajo sucio, ya que matamos a la mayoría de ellos? Él asintió.

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—Me imagino que a medida que se corra la voz entre los reapers demoníacos de lo que Bastian está tratando de lograr, más acudirán a él. No se sabe qué clase de monstruos encontrará. —Tengo miedo de Bastian —confesé—. Pero estoy preparada para luchar contra él. Se levantó de la cama y caminó hacia mí. —Sé que lo harás. —Deslizó una mano vacilante en torno a mi cintura, pero él no me tiró más cerca, o abrazó con fuerza. Su mano estaba simplemente — agonizantemente— ahí. Quería envolver mis manos alrededor de su cuello y tirar de él hacia abajo para besarle, pero podía ver la lucha en su mirada, sentirla en la rigidez de su cuerpo. ¿Tenía miedo de tocarme? La puerta principal se abrió de golpe —Will y yo saltamos separados— y Nathaniel apareció, luciendo más cansado de lo que jamás lo había visto. Los círculos oscuros bordeaban sus párpados inferiores, y su rostro estaba blanco como un fantasma. Me preguntaba si había comido algo después de sus lesiones la noche anterior. —He registrado nuestra salida y el taxi está aquí. Hora de irse. Él nos dio un asentimiento antes de salir de la habitación. Cuando cerró la puerta, me di cuenta que no había respirado desde que se abrió. —Deberíamos ir saliendo —dijo Will. Cuando caminó alrededor de mí, llevé una mano a su pecho. —Will. ¿Estaba realmente Michael de vuelta en el barco? ¿Lo que te dijo es verdad?

Su mirada revoloteó lejos por un momento. —Ese fue el ángel que vino a verme hace siglos. El que me dijo que te protegiera. —¿Lo reconociste? Él asintió con la cabeza. —Ser mortal durante tanto tiempo debe de haberte hecho olvidar. Estás alejándote más de lo que realmente eres. —¿Realmente crees eso? Se apartó de mí y se pasó una mano por el cabello. —Por favor no dejes que sea un sí —gemí. —Debemos ir al taxi.

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—¿Así que eso es todo, entonces? ¿Sólo me excluirás y me tratarás como a un leproso después de lo que descubriste sobre mí? —Eso no es de lo que se trata. —¿No se trata de eso? —dije bruscamente en desafío—. Me miras y sé que quieres tocarme, pero te contienes. ¿Cómo el saber lo que soy cambia las cosas? —Michael me dio una advertencia. No sé cómo explicártelo. —Eso es porque no puedes. Acepté lo que eres cuando me lo dijiste. ¿Por qué no puedes hacer lo mismo por mí? —El color de sus ojos destelló, y me di cuenta de que estaba enojado, pero se sentía como si estuviera enfadado con él mismo y no conmigo. —Ellie, no se trata de lo que yo quiero y pienso. Eres un arcángel. —¿Me veo de alguna forma como Michael? —pregunté—. Mírame. Sin alas, sin brillo, sin cualquier cosa. —Tomé sus dos manos y las puse en mis caderas—. Este cuerpo es humano, Will, sólido y cálido, y sé que puedes sentirlo. —Apreté sus manos cuando trató de retirarlas. Me acerqué a él e incliné la cabeza hacia atrás cuando nuestros cuerpos se tocaron—. Sólo soy una chica con un par de cosas extrañas sobre mí, pero todo lo que puedo ver es una chica: la misma chica que has conocido durante siglos. La misma chica por la que luchas. La misma chica que has besado. No soy diferente. En otro mundo puede que sea quien Michael dijo que

soy, pero ahora mismo, justo aquí, contigo, sólo soy Ellie. No me importa lo que te dijo… sólo me importa este momento. Bajó la mirada hacia mí, con los labios entreabiertos, como si quisiera decir algo, pero se mantuvo en silencio. Luego apartó las manos y dio un paso atrás, su mirada cayendo. —Estás actuando como un idiota —le dije. Se detuvo y me miró fijamente, y se pasó la mano por el cabello. Parecía sorprendido. Casi me reí. Yo le daría algo por lo que sorprenderse realmente. En un solo paso largo, me deslicé hacia él, me estiré en la punta de los pies, tomé su rostro con ambas manos y lo besé con fiereza. Se puso tenso al principio, y tan pronto como se fundió en mí y sus dedos se envolvieron alrededor de mi cintura y halaron la banda de mis vaqueros, lo dejé ir y continué más allá de él, negándome a mirar hacia atrás.

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Le dejaría pensar en eso por algún tiempo.

Traducción SOS por Shadowy Corregido por Otravaga

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auren se reunió con nosotros en el Aeropuerto Metropolitano de Detroit. Se veía especialmente contenta de que Nathaniel hubiese llegado a casa en una pieza. Ella nos dejó a Will y a mí en mi casa de camino a la suya. Will me deseo suerte antes de desaparecer en mi techo, y yo entré a enfrentar a mis padres. Mi mamá estaba alegre y ansiosa por escuchar mis historias del viaje del fin de semana. Por supuesto, la alimente de mentiras endulzadas con una cereza en la cima. Logré eso con más facilidad de lo que había que pensado que lo haría, pero decirles la verdad habría conseguido que me encerraran en una sala de psiquiatría. Todo era simplemente demasiado terrible y extraño… estaba haciéndoles un favor al mantenerlos en la oscuridad. Recé que mis padres nunca se enterarían de lo mucho que les había mentido en el último par de meses, pero en mi corazón sabía que tenía cosas más importantes de qué preocuparme en mi vida que las reglas del hogar y toques de queda. Llamé a Kate para agradecerle por cubrirme y, en consecuencia, tuve que explicarle muchas veces más que nada había pasado… por lo menos no de la forma que ella pensaba que las cosas habían pasado, de todos modos. Tendría que hacerlo todo de nuevo cuando la viese en clase el lunes. Me sentía demasiado inquieta para ponerme mi pijama e ir a dormir. En cambio, tiré un suéter sobre un par de pantalones, trepé por mi ventana, y escalé al techo donde Will estaba sentado. Él miraba el cielo serenamente, sus brazos cruzados sobre sus rodillas. Miró por encima de mí mientras me arrastraba para sentarme a su lado. —Así que, ¿esto es lo que haces cuando estás sentado aquí arriba solo? — pregunté, juguetonamente empujando su hombro—. ¿Mirar fijamente a la nada? —Entre otras cosas —contestó—. No suelo pensar tanto. Mantener una vigía me mantiene preocupado. Estudié su rostro en busca de pistas, pero su mirada era suave y sin preocupaciones.

—¿Qué estás pensando? —Demasiado. Una brisa fría corrió a través de mi cabello. —¿Te importaría explicarlo? Tomó una respiración lenta. —No sé cómo manejar esto. —Ambos aprendimos mucho el uno del otro anoche, ¿qué dices si sólo lo llamamos un empate? Estuvo a punto de sonreír, pero se contuvo. —Supongo que es verdad.

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—¿Por qué no me dijiste que tenías alas? —Tenía miedo de asustarte —confesó. Fruncí el ceño. —Sabes, para alguien que cree tanto en mí, realmente no tienes fe en mí en absoluto. —Eso no es lo que he querido decir con todo lo que he hecho —dijo—. Supongo que soy una contradicción andante. No soy perfecto. —Me dijiste que eres mi servidor, pero tú decides lo que yo debería saber. No puedes controlarme así, Will. —No quiero controlarte, Ellie. Sólo quiero hacer lo correcto y lo que es mejor para ti. —¿Cómo sabrías lo que es mejor para mí? —pregunté bruscamente—. Tú no eres yo. No tienes derecho a tomar decisiones por mí. —Ellie… —¿Por qué no podrías haber sido directo conmigo desde el principio? Soy una chica grande. Puedo manejarlo. —Correcto. —Casi se rió—. Decirte todo el primer día: “Así que, mi nombre es Will. No me recuerdas, pero nos hemos conocido el uno al otro por quinientos

años. Tú cazas monstruos y yo soy uno de ellos, pero también soy tu amigo. Oh, puedo volar, también”. —Will —dije tristemente—. Está bien, tienes un punto, pero deberías haberme dicho estas cosas un poco antes. No debería haber tenido que averiguarlo de la forma en que lo hice. Fue como una bofetada en la cara. Me impactó mucho más de lo que lo habría hecho si tan sólo hubieses sido más honesto. —Tienes razón —dijo—. Lo siento. No más secretos. —¿Lo juras? —Lo juro. Sonreí y me puse de pie. —Muéstrame. Muéstramelas.

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Me miró con curiosidad. Él sabía lo que quería decir. —¿Por qué? —Quiero verlas. Se puso de pie. —Como desees. —Escuché algodón rasgándose y las alas de Will aparecieron, extendiéndose anchas, su aspecto nacarado marfil brillando en la luz de la luna. Me acerqué para tocarlas y él respingó, casi como si lo avergonzara. Una pluma cayó y se alejó en la brisa. —¿Qué pasa? —pregunte—. No seas tonto. No voy a tirar de ellas. Sonrió débilmente y apartó la mirada de mi rostro. —Lo sé. Yo sólo… Las odio. No quiero ser nada como Bastian y los otros. Intento tan fuerte alejarme del resto de mi especie, pero estas alas me recuerdan que soy un monstruo. La tristeza me inundó. No podía soportar ver que él se odiaba tanto. —No eres un monstruo. Tú eres un ángel, no yo. Mi ángel guardián. Sus ojos se levantaron para encontrar los míos y no dijo nada. Extendí una mano para tocar un ala, y la suavidad de las plumas me sobresaltó. Había sentido alas de pájaro antes; Kate había tenido un loro hasta un par de años antes, pero sus plumas

habían sido rígidas y resbaladizas y había un raro olor a grasa en ellas. Las de Will eran suaves y delicadas, y el aroma trajo recuerdos de un cálido, dorado amanecer a mi mente. Pasé mis dedos por la longitud de las plumas, y el ala tembló bajo mi tacto. —Las extrañaba —dije en voz baja—. Son tan hermosas. —¿Las recuerdas ahora? —Su voz era apenas más que un suspiro frágil. —Sí. —Mi mirada volvió a él, y sonrió muy ligeramente. Quería hacer nada más que acurrucarme en sus brazos—. Este es el por qué no creo que soy un ángel. Si lo fuera, ¿no debería tener alas como Michael?

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—Eres un ángel mortal —sugirió—. No puedes cambiar de forma como un reaper. Tu cuerpo no es el cuerpo de un ángel tampoco, pero tienes su poder. ¿Recuerdas cuán fantasmal estaba Michael, como si él estuviera sólo la mitad aquí, como si no pudiera completamente entrar en el mundo mortal? Tal vez ese es el por qué estás renaciendo en un cuerpo humano. Tu verdadera forma —tu forma de arcángel— no puede existir aquí. —Tal vez —dije. Yo era un ángel mortal. ¿Había una manera para mí de convertirme en quién era yo realmente? ¿Mi verdadera forma? Will una vez me había dicho que una poderosa reliquia podía ayudar a los ángeles y a los Caídos a venir al plano mortal, pero ¿y si algo así no estaba realmente perdido en el mundo? Si los Grigori estaban por ahí en algún lugar, los guardianes de la magia angelical y las puertas entre los mundos, ellos podrían saber de una reliquia que pudiera restaurar mi verdadera forma. ¿Y si cosas más terribles que los reapers, malvados o divinos, podían caminar por la tierra entre nosotros, como los extintos Nephilim? —Will, ¿por qué me ocultas tanto? —Corrí mi mano por su brazo, trazando los hermosos tatuajes con mis dedos. Tenía una memoria clara de mí misma entintando su piel siglos antes en una cálida habitación iluminada con velas, susurrando una oración en un lenguaje hace mucho tiempo perdido para mí, y eso trajo una sonrisa a mi rostro. —Porque soy un idiota —confesó—. Me equivoqué al juzgarte. No pensé que fueses lo suficientemente fuerte para tomar todo a la vez, pero eso fue estúpido. Tienes más fuerza en ti de lo que he visto alguna vez en nadie, y no me refiero a cuán duro puedes golpear. Me refiero a la fuerza que tienes para seguir haciendo esto sin darte por vencida. Podrías quererlo, algunos días, pero nunca lo haces. —¿Qué hay de ti? —pregunté—. Te quedas a mi lado día y noche y tomas los golpes más fuertes de todos ellos. ¿Por qué, Will? ¿Por qué has permanecido

conmigo todos estos siglos? Me ves morir una y otra vez, pero nunca te vas. Sigues tratando de salvarme, a pesar de que sabes que estoy condenada. ¿Todo porque algún ángel te lo dijo? Vamos. No más secretos, dijiste. Cuéntame. Él no me contestó, pero su pecho subía y bajaba con respiraciones más rápidas. —¿Por qué lo harías? —pregunté con seriedad—. ¿Por qué te arriesgarías por mí a la inexistencia después de la muerte? No puedes ir al Cielo, y nunca conocerás la paz a causa de eso. Sólo vivirás siempre ésta horrible y desdichada vida de peleas. Podrías tener muchísimo más. —Eso no es cierto —dijo—. No necesito ir allí para encontrar paz. He encontrado paz contigo, Ellie, en medio de las peleas y los años cuando no estás conmigo. Tú me has traído paz. Sus palabras hicieron girar mi corazón, y luché fuerte para no llorar. Miré su rostro cuidadosamente antes de hablar.

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—¿Por qué me besaste? Su expresión se congeló en su lugar, como si estuviera determinado a no revelar nada en su expresión. —Creí que todo eso había sido obvio. —Esa no fue una respuesta directa. —Sus ojos se movieron lejos y volvieron a los míos indecisos—. ¿Se supone que es algo que tengo que recordar por mi cuenta? Estudió mi rostro intensamente, su mirada clavada en la mía en vez de mirar lejos de nuevo. —No. —¿Entonces por qué…? —Odio… —comenzó él, su voz temblorosa desvaneciéndose—. Odio cuando mueres. Me destruye. Sé que no tengo derecho a estar molesto, porque no soy el que está perdiendo mi vida, pero me rompe por dentro. No soy muy bueno con las palabras, y no sé cómo explicarte cómo me siento. Me siento solo cuando tú no estás conmigo. Te extraño. Y cada vez que mueres, una pequeña pieza de mí muere contigo. No estaba segura de qué decirle. No podía imaginar que yo fuese una fuente de consuelo para él como él lo era para mí. Podía ver sus manos temblando, y se

paraba tan tensamente que pensé que podría hacerse añicos en cualquier momento. Acaricié la parte trasera de su cuello con mi mano mientras trataba de calmarlo. —Ojalá pudiera hacerlo mejor —confesó—. Ojalá pudiera salvarte, pero no puedo. —Me has salvado incontables veces —dije—. Me salvaste en el barco anoche. —Pero he fallado, también —dijo urgentemente—. Te he visto caer tantas veces y no he sido capaz de hacer nada para salvarte. No sé cuantas veces más puedo verte morir, Ellie. —Su mirada cayó lejos—. Perdóname. No debería estar diciéndote esto. —No —dije, sacudiendo mi cabeza—. Siento hacerte creer que no puedes decirme cómo te sientes. Así no es como quiero que sea entre nosotros. ¿Por favor, sólo se honesto conmigo?

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Se inclinó hacia delante, tocando su mejilla a la mía, haciéndome olvidar por completo lo que sea que acababa de decir. Cerré los ojos y me apoyé en él mientras su piel rozaba la mía y su mano tocaba mi cintura. Su otra mano ahuecó mi mejilla y su pulgar acarició mis labios. Sus alas se levantaron alto sobre nosotros dos, escudándonos del aire frío. —Cuando Ragnuk te asesinó, te busqué por todas partes —dijo contra mi mejilla— . Pero tú no volvías. Por décadas te busqué, aterrorizado de que los ángeles estuvieran castigándome por dejarte morir sola. Creí que nunca volverías a mí… que te había perdido para siempre. El dorso de sus dedos trazó mi brazo delicadamente, como si estuviera hecho de cristal. Sus labios se presionaron suavemente justo debajo de mi oreja, calentando mi cuello. —Y cuando regresaste, cuando te vi por primera vez en tanto, tanto tiempo… Nunca había estado tan feliz en mi vida. —Siempre volveré a ti —prometí mientras una inundación cálida corría a través de mí. —Te amo, Ellie —dijo en voz baja, sus palabras encendiendo mi piel en llamas, y algo dentro de mí se desintegró, dejando una sensación corriendo detrás—. Dios, siempre te he amado. Giré el rostro hacia él, desesperada por encontrar sus ojos, y cuando lo hice, siglos de recuerdos de su rostro cruzaron por mi mente, y de todo lo que él había sacrificado por mí, de toda la sangre de él que había sido derramada, de todo el

tormento que había soportado por mí. Su expresión era tan estoica, tan endurecida, pero sus ojos me dijeron todo. Ellos siempre lo delataban. —Will —dije, incapaz de formar cualquier otra palabra en mis labios excepto su nombre. Su sonrisa era pequeña y delicada, y sus hombros se aliviaron como si un peso hubiese sido levantado de ellos. Se inclinó más hacia mí, su fuerte abrazo envolviéndome. Mi pulso se aceleró y vibró más fuerte. —Todo este tiempo —dijo en voz baja—. Siempre te he amado y nunca dije nada. Me besó con fuerza y dobló su brazo alrededor de la parte baja de mi espalda, tirándome hacia él. Envolví mis propios brazos alrededor de sus hombros y sentí su otra mano en mi cintura. Corrí una uña por sus bíceps y el músculo tembló reflexivamente bajo mi tacto. Él se separó y sus labios rozaron mi mandíbula. Me estremecí y tiré de él más cerca de mí.

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—No olvides que siempre te amaré —susurró contra mis labios, frotando la punta de su nariz a la mía—. No lo olvides. Asentí y llegué otra vez por sus labios, necesitándolos más de lo que necesitaba el aire para respirar. Me besó de nuevo, más profundo esta vez, lujosamente lento. Sus manos se movieron hacia arriba por mi espalda y se deslizaron a través de mi cabello para acunar mi cabeza. Él terminó el beso, plegó sus alas hacia atrás, y apoyó su frente contra la mía. La emoción me abrumaba y no dije nada, finalmente entendiendo lo que él había acabado de decirme. Supe en este instante que él estaba diciendo adiós a su amor por mí. Se apartó, y sus dedos trazaron a lo largo de mi brazo, como haciendo el último momento solo un poco más largo. Mientras él se apartaba de mí, sus ojos tenían aún ese sorprendente color esmeralda, y recé que el color nunca se desvaneciera. Me tomó todo lo que tenía no correr hacia él y mantenerlo cerca de mí, sentir cualquier parte de él, mirarlo fijamente maravillada. No sabía qué hacer… no sabía si debería haber dicho algo a cambio. —Pero mi amor por ti es un error —susurró—. No puedo tenerte. No de esta manera. Algo invisible me apuñaló en el estómago. —¿Realmente estás haciendo esto?

—Eres un ser sagrado. No puedo tocarte. Puedo estar contigo cada día como tu Guardián porque es mi deber, pero no puedo tocarte de la forma que ansío hacerlo. Esto no es lo que Michael pretendía cuando me pidió que te protegiera. Es peligroso para los dos si nos acercamos demasiado. Negué con la cabeza y contuve las lágrimas, incapaz de decir algo. —Otros Guardianes han muerto cumpliendo su deber contigo mucho antes de que yo llegara —dijo, tocando mi mejilla, mi cabello—. Moriré por ti algún día. —No digas eso —supliqué—. Will, estoy enamorada de ti. Eres el único que entiende lo que paso todos los días, el único con el que puedo compartir este mundo. Eres mi mejor amigo, y no puedo soportarlo si vas a dejarme fuera así. Cerró sus ojos, apretándolos con fuerza. Sus manos en puños y sus alas dieron una sacudida. Me sentí como si me estuviera muriendo por dentro.

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—No puedes amarme —dijo, su voz dolorida—. Y yo no puedo amarte tampoco. Tú no eres mía para amar. —Yo soy tuya… —Ellie… —¡No! —grité, lágrimas escociendo en mis ojos—. No puedes llegar tan cerca de mí y luego empujarme lejos. —Tengo que hacerlo. —Sus alas se desplegaron, con la luz de la luna reflejándose en sus plumas, y saltó en el aire. Mientras miraba hacia él, voló y desapareció en el bosque detrás de mi casa, haciéndome saber cuán diferentes éramos verdaderamente con esa última imagen suya. La ira corrió a través de mí. Quería seguirlo y abofetearlo más fuerte de lo que nunca antes había golpeado algo en mi vida. Pero estaba demasiado cansada y demasiado emotiva para hacer cualquier cosa. Y no quería caer de mi techo. Miré directamente tras él y dejé salir un largo aliento, así mi siguiente palabra no tenía ningún rastro de rabia. —Cobarde.

Traducido por LizC Corregido por Laurence15 l martes, mi mamá me llamó a su oficina tan pronto como entré por la puerta después de la escuela. Me preparé para un sermón acerca de un informe de notas que uno de mis maestros podría haber enviado a casa, pero algo en su cara cuando entré me dijo que estaba mucho más molesta de lo que debería haber estado acerca de una mala calificación.

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―Ven siéntate, Ellie ―dijo ella con frialdad. Su voz tranquila estaba muy mal viniendo de un rostro tan enojado. Me petrificó. Me senté en la silla frente a su escritorio. Estaba bastante segura de que estaba a punto de morir. ―¿Qué pasa, mamá? ―A que no adivinas con quién me encontré mientras estaba de compras hoy. Nombres giraron por mi cabeza, pero traté de aparentar que no estaba pensando demasiado. Mi cuerpo enclaustrado por el miedo. ―La madre de Kate ―dijo―. ¿Cómo pudiste hacerlo, Ellie? ¿Cómo puedes mentir así? ―Yo... ―No sabía qué decir. ¿Para salvar al mundo? ¿Para salvar mi alma? Tuve que hacer lo que tenía que hacer, pero jamás podría explicárselo a ella. Nunca podría entender. Ella cruzó los brazos sobre el pecho. ―Esa fue una horrenda mentira extravagante. ¿Y hacer que la pobre Kate mienta por ti? Sin mencionar que te has burlado de mí cuando le di las gracias a su mamá por llevarte al norte con ellos. Fue muy embarazoso cuando ella no tenía idea de lo que estaba hablando.

Era casi imposible que mis labios se movieran lo suficiente como para formar las palabras. ―Lo siento. ―Sí, no creo que lo compense, Ellie ―dijo ella con un borde oscuro en su voz―. ¿A dónde fuiste realmente? ¿Estabas con un chico? ¿Landon? Cerré los ojos con cansancio. ―No. Estaba con Will. Ella no respondió en un primer momento. ―¿Ese muchacho en la universidad? ¿Tu tutor? Me sentí tan pesada en mi asiento, tan pesada que sólo quería acostarme.

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―Sí. Mi mamá se levantó y se inclinó sobre el escritorio. ―¡Tienes diecisiete años! ¿En qué estabas pensando? Ni siquiera sé cómo reaccionar ante esto. Sinceramente, no sé qué decirte. ―Lo siento ―dije, aunque sabía que no quería escucharlo―. Simplemente hay tantas cosas pasando en mi vida ahora mismo y no sabía muy bien cómo lidiar con todo. He cometido un montón de errores. ―Ven a mí ―dijo―. Es mi trabajo ayudarte cuando lo necesites. La mayoría de las cosas por las que estás pasando en estos momentos las he sobrevivido. La escuela, chicos, amigos, chicas malas. Me dices que estás bien y que debería confiar en ti, pero ¿cómo puedo cuando me has mentido de esta manera, Elisabeth? No puedo ser tu madre si no me dejas entrar en tu vida. Me quedé en silencio, sabiendo que cualquier cosa que pudiera decir no justificaría lo mucho que había lastimado a mi mamá. Ella nunca podría haber tenido que hacer frente a peleas con monstruos comedores de almas, pero yo me enfrentaba a todas esas otras cosas de una manera u otra. Se dejó caer de nuevo en su silla y se llevó una mano a la frente. ―¿Están intimando? ¿Te has acostado con él?

―No, mamá ―dije―. No, no, te lo juro. Pero, ¿sería tan terrible si lo hubiéramos hecho? Cuando sus ojos se encontraron con los míos, el momento fue intenso y me negué a mirar hacia otro lado en primer lugar. ―Sé que estás en la edad en que vas a empezar a experimentar y no hay nada que yo pueda decir o hacer para evitarlo. Sólo, por favor, por el amor de Dios, cuando lo hagas, ten cuidado. ―Lo haré. ―Estás castigada ―dijo exhausta―. No quiero que vayas a ninguna parte con Will. No puedo evitar que lo veas, porque creo que está mal tratar de controlarte y evitar que encuentres tu propio camino por la vida. Pero tienes que entender que él es, técnicamente, un adulto, Ellie. Si vas a estar viéndolo, va a ser en mi casa y bajo mi supervisión.

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Quise protestar, pero sabía cuán indulgentes eran sus restricciones. Podría haberme prohibido verlo por completo y tenía todo el derecho de hacerlo. No era una mala chica. No era salvaje. No estaba en las drogas; ni era promiscua. Sólo tengo una responsabilidad terrible y no sabía cómo equilibrar eso con una vida normal. No sabía siquiera si eso era posible. Mi madre dejó caer su mano y me miró finalmente. ―No voy a decirle a tu padre que mentiste, porque, francamente, estoy bastante segura de que te mataría. Necesitas ser castigada, no asesinada, por lo que nos encargaremos de esto, tú y yo. Nada de fiestas, nada de noche de cine, sin auto, ni teléfono, ni salir con tus amigos durante un mes. Por lo menos. Voy a tomar tus llaves, y voy a estar llevándote a cualquier lugar al que absolutamente necesites ir. Tan pronto como termine la escuela, vas a estar dentro de esta casa hasta que salgas a clase a la mañana siguiente. Dios, no sé qué te pasa últimamente. Bebiendo, mintiendo, las malas calificaciones... ¿Cómo esperas entrar en la Estatal de Michigan, con notas como esas? Y quiero hablar con Will. Quiero llegar a conocerlo si es tu primer novio serio. Tienes que incluirme en tu vida, Ellie. Ayúdame a en esto. Asentí lentamente, sujetando el colgante de alas alrededor de mi cuello por valentía. Me hubiera gustado decirle todo, y me entraron ganas de llorar porque no podía. Las palabras de Bastian quemaron a través de mi corazón. ¿Estaba realmente jugando con mi vida familiar y amigos por mantenerlos tan cerca de mí? ¿Eran objetivos? ¿Los ponía en peligro? ¿Puedo renunciar a ellos si tuviera que

hacerlo? Me había olvidado por completo que mi mamá y yo podíamos hablar de verdad. Teniendo en cuenta lo cerca que había llegado a perder mi vida tantas veces en los últimos meses, quería sentirme cerca de ella otra vez. No quería que nada le pasara por mí. ―Te quiero, mamá. ―También te quiero, nena ―dijo―. Realmente lo hago. Quiero que estés bien. El resto de tus decisiones dependen de ti. Espero que Dios te haga tomar las correctas. ―Esto probablemente no te hará sentir mejor ―empecé a decir―, pero estoy enamorada de él. Lo estoy. ―Se sintió bien decirlo, sabiendo que me había sentido así durante siglos pero habiendo sido demasiado tonta para verlo. Me miró fijamente durante lo que parecieron horas. ―¿Él también te quiere?

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―Sí ―dije sin vacilar, y sostuve la mirada de mi madre con confianza―. No espero que entiendas qué tan lejos ha ido para demostrarlo, pero te prometo que no hay límite a lo que él haría por mí, lo ha demostrado una y otra vez. Sé que he cometido algunos errores terribles y he ocultado cosas de ti, pero esto es algo en lo que tienes que realmente confiar en mí. Es lo único de lo que estoy segura en el desastre en que mi vida se ha convertido. ―Su mirada se posó en mi collar de alas entre mis dedos. ―¿Es él el que te dio eso? ―Sí. Se quedó mirando el pendiente durante demasiado tiempo antes de hablar. ―Si dices que estás enamorada de él, entonces te creo. Por favor entiende, sin embargo, que a tu edad muy pocos enamoramientos duran para siempre. No sabes si él se decidirá a dejarte algún día. Mantén eso en mente, ¿de acuerdo? Mantuve una determinación de hierro, porque sabía en mis huesos que Will no era ese tipo de persona. Si había estado atado a mi lado durante quinientos años, arriesgando su vida y su alma por mí, entonces se necesitaría mucho para que simplemente se marchara. Él era mi Guardián, mi ángel de la guarda. Cuando cayó la primera nieve un par de noches después, justo antes de la medianoche, me senté en el tejado de un edificio de oficinas con Will a mi lado. Accedí a perder noches de diversión con mis amigos como parte de mi castigo, pero

cazar era algo que no podía ceder. Empujé el cuello de mi suéter más alto hasta mi barbilla cuando el frío del invierno punzó en mi piel. Ni siquiera el Grim podría mantener la temperatura helada a distancia. ―No me gusta la nieve ―me quejé―. Es muy bonita, pero ¿por qué tiene que ser fría? Will se rió en voz baja. ―Es un mal necesario. Fruncí el ceño. ―Entonces, ¿dónde está nuestro mal innecesario? ―pregunté, refiriéndome al reaper que habíamos estado siguiendo.

349

Sus ojos recorrieron el estacionamiento poco iluminado y casi vacío por debajo de nosotros. La luz naranja grisácea de las farolas salpicaba el estacionamiento en una cuadrícula, pero no revelaba ningún monstruo. ―Aquí es donde él mató ayer por la noche. Debería estar aquí otra vez. Los reapers son realmente animales de costumbres. Will no era la excepción, aunque sus hábitos eran: luchar contra reapers, volverme loca, sentarse en el techo de mi casa, comer cuando no estoy viendo, luchar contra reapers, volverme loca... Un hombre vestido con un chaquetón negro salió del edificio, haciendo sonar sus llaves mientras se dirigía a su vehículo. Se puso a silbar una melodía, feliz de regresar a casa después de trabajar tan tarde. En ese mismo momento, una forma oscura del tamaño de una camioneta avanzó pesadamente en la oscuridad. El hombre era completamente ajeno a la presencia oculta del reaper. Will y yo saltamos del edificio, aterrizando dos pisos más abajo con poco más que doblar las rodillas. Me deslicé hacia el hombre y me interpuse entre él y el gigantesco reaper úrsido. Los ojos negros del monstruo encontraron los míos, y se lamió los labios. Cuando se dio cuenta de que estaba mirando directamente hacia él, inclinó la cabeza con curiosidad como si no me conociera. Eso era una sorpresa. El empresario se fijó en mí. Dejó caer las llaves en un susto. ―¿Qué demon…? ―Sólo conduzca a su casa ―le dije fríamente. Apreté mi agarre en mis espadas.

La mirada del hombre cayó a mis hojillas y su boca se abrió sin decir nada, al mismo tiempo. Lo fulminé con la mirada. ―Entre. En. Su. Auto. Se tambaleó, agachándose para recoger sus llaves y precipitándose a la puerta del lado del conductor, murmurando algo entre dientes que sonaba muy parecido a: —Loca...

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Mientras él se alejaba, el reaper gruñó. Dio un paso hacia mí, sus garras raspando la delicada capa de nieve sobre el pavimento. Copos quedaron atrapados en su hocico y capturados en las puntas del grueso cabello negro como la tinta en su espalda. El reaper se apartó de mí en un círculo, arrastrándose hacia la oscuridad que él pensaba que ocultaría su cuerpo. Como ya había ahuyentado a su víctima, debe haber decidido que sería un reemplazo sabroso. Idiota. Se lanzó sobre mí, saltando a unos metros en el aire, con las garras extendidas. Me aparté de él en un borrón, encendiendo mis espadas con Angelfire, a medida que aterrizaba en el pavimento frío. M giré y hundí una espada en su caja torácica. Las llamas se apagaron cuando liberé el mango y salté hacia atrás. Él rugió, sacudiendo mi cerebro, y se tambaleó sobre sus pies hasta que se desplomó, en siseos dolorosos. Parecía sorprendido de que yo lo hubiera visto venir. Curvó su espalda y utilizó la boca para sacar mi espada fuera de su costado. La arrojó a un lado y gruñó. Desapareció durante un latido del corazón, y di un paso atrás sobre mis talones, esperando a que volviera a aparecer. Su rostro brilló frente a mí, y arrojé mi mano sobre su hocico, agarrando su nariz mientras su mandíbula rechinaba hacia mi cabeza. Lo forcé a retroceder a medida que se azotaba la cabeza, y levanté mi espada restante y le empujé en alto. El úrsido se retorció hacia un lado y mi espada se hundió en su hombro en lugar de su cuello. Arrancó su hocico fuera de mi control y rugió con furia en mi cara. Retiré mi espada de vuelta y le di una patada en el pecho, mandándolo a volar. Él golpeó el pavimento y se deslizó en la fina capa de nieve hasta llegar a una parada y se puso en pie. Le dio a su pelaje una sacudida, enviando copos de nieve cayendo al suelo. Invoqué mi poder, y me recubrió en la luz blanca. El suelo vibraba bajo mis pies y mi poder rodaba por el aire, derritiendo los copos de nieve antes de chocar contra el pavimento. La farola detrás de mí, dejó escapar un rugido metálico bajo, crujió y se inclinó hacia un lado, sacudiendo libremente

una capa de brillantes copos blancos. Mi piel se sentía como si se estuviera estirando a medida que más energía se filtraba de mí en ondas controladas. El reaper siseó y volvió su rostro lejos de la luz brillante, mostrando sus enormes colmillos. Levantó la mirada oscura hacia mí. ―No eres vir. ¿Cómo puedes tener tal poder? ¿Quién eres tú? Me acerqué a él, mi poder girando alrededor de mí, y enderecé mi otra espada, blandiendo la hoja en llamas hacia su cráneo. Lo miré intensamente, mi mirada más fría que el aire del invierno. ―Soy la Preliator.

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La vida como la Preliator es más difícil de lo que Ellie nunca imaginó.

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Equilibrar la vida real con la responsabilidad de ser un Guerrero del Cielo es un reto para Ellie. Su relación con Will se ha vuelto “todo negocios”, a pesar de lo que sienten el uno por el otro. Y ahora que el secreto de quién es ella realmente ha salido a la luz, también lo han hecho los reapers del Infierno. Creciendo en maldad y más viciosos, los demonios la amenazan en el día y la acosan por la noche. Ella ha sido advertida. Cadan, un reaper demoniaco viene a ella con información sobre el nuevo plan de Bastian para destruir el alma de Ellie y usar una antigua reliquia para despertar todas las almas de los condenados y dar rienda suelta sobre la humanidad. Mientras ella pelea para mantenerse adelante de los planes de Bastian, las revelaciones sobre los más cercanos a despertar el oscuro poder dentro de Ellie amenazan con destruirlo todo, incluida ella misma. Ella va a ser traicionada. La traición viene incluso de aquellos a quien ella ama, y Ellie está quebrada por la muerte de aquellos que peleaban a su lado en esta Guerra Celestial. Aun así ella debe encontrar una manera de salvar al mundo, a si misma y su amor por Will. Si no lo logra, habrá mucho infierno que pagar.

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Courtney Allison Moulton vive en Michigan, donde es fotografa y pasa todo su tiempo libre montando y mostrando caballos. Ella siempre ha amado leer sobre mitología antigua, estudiar lenguas muertas y contar historias de terror y romance. Angelfire es su novela debut.

A Dance with Darkness (Angelfire, #0.5) Angelfire (Angelfire, #1)  Wings of the Wicked (Angelfire, #2) Shadows in the Silence (Angelfire, #3)

Lisseth Johanna

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Azula Lisseth Johanna maggiih Nats5 Vettina Dai Lorenaa alexiacullen Elenp Zeth

LizC clau12345 Paaau Yumigood Andy Parth Corazón de Tinta Maru Belikov Susanauribe flochi rihano

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Deyanira otravaga Mlle_Janusa

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Kachii Andree & Agus

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