Kath

Brisamar58 Cjuli2516zc Lvic15 Axcia Karen's Katyandrea Valen Drtner Olivera Gigi Crys Kath

Maye Kath Karen's Cereziito24 Dabria Rose

Dabria Rose

Dabria Rose

Prologo

Capítulo 18

Capítulo 36

Capítulo 1

Capítulo 19

Capítulo 37

Capítulo 2

Capítulo 20

Capítulo 38

Capítulo 3

Capítulo 21

Capítulo 39

Capítulo 4

Capítulo 22

Capítulo 40

Capítulo 5

Capítulo 23

Capítulo 41

Capítulo 6

Capítulo 24

Capítulo 42

Capítulo 7

Capítulo 25

Capítulo 43

Capítulo 8

Capítulo 26

Capítulo 44

Capítulo 9

Capítulo 27

Capítulo 45

Capítulo 10

Capítulo 28

Capítulo 46

Capítulo 11

Capítulo 29

Capítulo 47

Capítulo 12

Capítulo 30

Capítulo 48

Capítulo 13

Capítulo 31

Capítulo 49

Capítulo 14

Capítulo 32

Capítulo 50

Capítulo 15

Capítulo 33

Capítulo 51

Capítulo 16

Capítulo 34

Capítulo 52

Capítulo 17

Capítulo 35

Sobre la autora

Todos hemos visto los titulares sobre él. Knox Rivers es el músico fuera de control, en todo TMZ, y bajo la impresión de que es el chico malo regalo de Dios para toda la población femenina. Roba corazones con su música y luego los rompe con su comportamiento. También es mi nuevo jefe, y voy a viajar alrededor del país con él de gira. De ninguna manera habría tomado el trabajo si no estuviera tan desesperada, pero después de que mi papá perdió todo su dinero por no pagar impuestos, quedé en bancarrota, sin casa, y sin poder pagar mi universidad a tan solo un año de conseguir mi título. Tengo esto bajo control. Soy la hija de una leyenda del rock quien está acostumbrada a estar alrededor de este tipo de hombres, pero me encuentro más atraída a él con cada kilómetro que pasa. Estoy luchando por mantener nuestra relación profesional mientras él está presionando por demostrarme que hay más de él que lo que aparece en todos los tabloides. El deseo empieza a triunfar sobre mi racionalidad. Estoy arrojando todas mis reglas por la ventana. Lidiaré con las consecuencias cuando el tanque de combustible se quede seco.

Mi vida como la conocía se estrelló contra mí hace dos semanas. Ya no soy Libby Graves; la hija adinerada de Ritchie Graves, la leyenda del rock y cantante principal de The Grave Diggers. Ahora soy Libby Graves; la mujer en bancarrota hasta el culo que perdió su condominio y está cerca de ser echada a patadas de la universidad a un año de recibir su título si no paga la matricula. Hace tres días, el antiguo manager de mi papá vino y me ofreció un trabajo. Uno que nunca habría tomado si no estuviera tan jodidamente desesperada. Pero el pago es demasiado bueno para dejarlo pasar. ¿El problema? Estaré trabajando para la clase de persona que odio más que nada. Una celebridad. Y no sólo cualquier celebridad. Es lo peor del lote. Mi nuevo empleador es joven, atractivo, fuera de control, y sale en todo TMZ, y tiene la impresión de que es el regalo de Dios para toda la población femenina de las celebridades. Que jodan mi vida.

Nunca he sido alguien que lamente las elecciones tomadas. Me gusta verlas como lecciones de vida. Perder mi virginidad a los dieciséis con ese completo imbécil que me enseñó que los tipos dirían cualquier cosa para meterse en tus bragas, incluso lanzar esa atesorada palabra de cuatro letras. Robar el Corvette de mi padre e irme a un viaje por carretera durante un fin de semana con mi mejor amiga me enseñó que mostrar un poco de escote te puede sacar de pasar la noche en una celda. Mi padre estrella de rock entregándose a las Instalaciones de una prisión Federal la semana pasada me enseñó que hay dos certezas en la vida: la muerte y los impuestos, y a no depender de otras personas para pagar tus facturas porque cuando quedan en quiebra, tu trasero queda en quiebra. Pero tengo una corazonada de que eso podría cambiar hoy mientras me bajo del Uber y me dirijo al rascacielos de oficinas mientras el sol de California lanza su calor hacia mí. Esta es la última situación en la que pensé que estaría, pero cuando estás en bancarrota y desesperada, haces mierdas que no quieres hacer. La secretaria de Thomas me saluda con una sonrisa cuando salgo del elevador y entró al vestíbulo. ―Thomas viene tarde ―dice―. Me dijo que la hiciera esperar en su oficina. Suspiro, asintiendo. Maldito seas, Thomas. ―Gracias. Saco mi teléfono y empiezo a escribirle un mensaje de texto para que mejor mueva su culo mientras abro la puerta de la oficina. ―Ya era la maldita hora de que aparecieras.

La profunda y provocadora voz me toma con la guardia baja, provocando que mi teléfono se caiga de mi mano sobre el suelo alfombrado. Alzo la mirada para enfrentar a quien sea este grosero idiota, y mi boca cae abierta cuando lo veo de pie al otro lado del cuarto. Está casualmente inclinado contra la pared beige, sus musculosos brazos cruzados sobre su pecho, y una petulante e imperiosa sonrisa está extendida en sus labios. Él no es Thomas, pero soy muy consciente de quién es él, así como los millones de otras personas en el mundo. Lo había visto presentarse en programas de televisión, y su foto estaba pegada en cada revista de chismes, pero nunca lo había visto en persona. No exageran cuando hablan de lo ridículamente atractivo que es. No hay como negar que está sólidamente constituido bajo su delgada camiseta blanca, donde débilmente puedo ver la evidencia de sus pezones a través de esta. Un indicio de barba de días está a lo largo de sus mejillas bajas y su fuerte barbilla. Está usando una gorra de béisbol, probablemente tratando de pasar desapercibido, y mechones de cabello marrón se asoman por los bordes. Todo en él grita masculinidad y arrogancia. Este hombre, damas y caballeros, es Knox Rivers. Es mi nuevo jefe y el chico malo favorito de América. ―Mierda ―sisea, con una pizca de disculpa en su rostro―. Pensé que eras Thomas. El tipo siempre está sobre mi culo con que llegar tarde es jodidamente poco profesional. ―Mueve sus brazos a los lados, apuntando al cuarto sin Thomas―. Aun así, soy el único aquí. Nerviosamente me agachó para recoger mi teléfono y lo meto en mi bolso. Él no es el único que desea que Thomas no llegara tarde. Me da un vistazo, sus ojos verdes entrecerrándose sobre mí con sospecha. ―¿Quién eres? ―Soy Libby ―respondo, como si debería saber exactamente quién soy. Echa su cabeza hacia atrás, gruñendo. ―Mierda, ¿es por eso que estoy aquí? ―Me mira de nuevo―. ¿Eres otra chica reclamando que llevas mi hijo amado o alguna mierda? Estás malgastando el tiempo de ambos, querida. Siempre uso condón y hago pruebas de paternidad con anticipación. ¿Qué demonios? ¿En serio no puede creer que estoy aquí para chantajearlo con un bebé?

―Eso sería un gran no ―respondo. Todavía me está mirando como si estuviera mintiendo sobre llevar a su hijo. ―Soy la nueva empleada. Sigue mirándome. ¿Qué diablos? ―Tu nueva asistente ―digo aclarando. Frunce el ceño. ―Lo siento, ¿eres mi nueva qué? ―Nueva asistente. ¿Qué demonios? ¿Pensé que era por eso que nos reuniríamos hoy? ―Has venido donde el tipo equivocado, solecito. No contraté una nueva asistente. Así que cualquiera que sea tu plan aquí, no va a funcionar. Voy a lanzar a Thomas por una ventana cuando llegue aquí. El sonido de un fuerte aplauso me hace saltar, y me giro para ver a Thomas de pie en la puerta con una brillante sonrisa en su rostro. Maldición, finalmente. Sincronización perfecta. Tuvo que presentarse después de la incómoda conversación del bebé y la mamá. ―Genial, veo que se han conocido ―dice, cerrando la puerta tras él y caminando hacia su escritorio. Se deja caer en una gran silla de cuero e inclina su cabeza hacia los dos asientos abiertos frente a él―. Tomen asiento. Hago lo que se me dice. Soy una seguidora de las reglas. Knox obviamente no lo es, porque se queda exactamente donde está, el mismo ceño en su rostro como si alguien le hubiera dicho que no podía comer galletas. Apunta hacia mí. ―Esta chica dijo que es mi nueva asistente, lo cual es una novedad para mí, porque no recuerdo haberla contratado. Trago, mirando entre ambos hombres. Esta reunión definitivamente no va como se planeó. Esperaba que Knox fuera difícil. Los hombres como él piensan que si tienen dinero y un Grammy en exhibición en su sala de estar pueden hacer lo que sea que quieran, pero supuse que Thomas al menos le había avisado que iba a conseguir una nueva asistente.

―No la contrataste ―responde Thomas―. Yo lo hice. ―Me gusta la asistente que tengo. ―Te gusta porque lo único que hace es quedarse en su teléfono y dejarte hacer lo que sea que quieras. Estás perdiéndote eventos importantes y no tomándote las cosas en serio, así que la despedí. ―Thomas asiente en mi dirección―. Y contraté a Libby. Estás saliéndote de control, y tuve que ponerle un alto antes de que pierdas la carrera por la que te has partido el culo. El trabajo de Libby es ayudarte a enfocarte de nuevo y a comportarte. ―No necesito una maldita niñera ―espeta―. Soy perfectamente capaz de cuidar de mí mismo. ¿Y qué? Disfruto tomarme un trago, pasar un buen rato, y puede que follar un par de mujeres de vez en cuando. La última vez que revisé, esos no eran crímenes. ―También golpeaste a un paparazzi en el rostro y estás actuando como si no tuvieras repercusiones por tus acciones. Tu nuevo álbum salió esta semana, y estás a punto de salir a una nueva gira mundial. Necesitas trabajar en tu imagen. A Libby se le ha dado una paga por adelantado, y espero que la respetes. Me tensé cuando Knox me miró con el ceño fruncido. ―Libby, te respeto pidiéndote amablemente que te vayas ―dice―. Puedes quedarte con el pago adelantado. Una feliz y jodida Navidad. De nuevo, no necesito una jodida niñera. ―Y no soy una niñera ―respondí, ahora lista para el desafío. Necesita saber que no puede pisotearme―. ¿No escuchaste lo que Thomas dijo? Estoy asistiéndote para manejar tu carrera y asegurar que no hagas cosas estúpidas. ―Sonrió―. No te preocupes. No voy a prepararte tus sándwiches de mantequilla de maní o arroparte para la hora de la siesta. Él me apunta. ―¿Sabes que soy yo quien firma tus cheques, solecito? Así que me contendría con esa actitud si quieres otro. Thomas sonríe por su respuesta, como si fuéramos dos niños que acababan de abrazarse para solucionar sus problemas en el patio de juegos. ―Libby empieza mañana. Estará en tu casa al mediodía. ―Sí, como sea, tengo cosas que hacer ―gruñe Knox. No nos da ni una sola a mirada a ninguno de nosotros de camino a la salida. Suelto un suspiro.

―¿Estás seguro de que esto es una buena idea? ¿Hay alguien más para quien puedas ponerme a trabajar? ―Aprecio que me haya dado el trabajo, pero tengo la sensación de que Knox y yo estaremos chocando. ―Serás buena para él. ―Thomas abre el cajón, se levanta de su silla, y me entrega una carpeta―. Esto es todo lo que debes saber. Estarás bien. Desearía tener tanta confianza en mí misma como la tiene él en mí. Estos serán unos tres meses muy interesantes.

Entro en una mansión repleta de gente. Es el mediodía de un martes, por el amor de Dios, aunque estoy segura de que la música fuerte, las cantidades interminables de alcohol y las mujeres medio desnudas no son algo fuera de lo común para él. Supongo que cuando tienes veintiséis años y vales doscientos millones de dólares puedes hacer lo que sea y divertirte cuando quieras. Camino a través de los cuerpos sudorosos, mi rabia se intensifica con cada paso, y busca en el mar de gente, dando un vistazo a las caras de todos los hombres sin camisa con los músculos abdominales cincelados y la piel bronceada. ―Tiene que ser una broma ―murmuro cuando mis ojos finalmente se posan sobre él. Está tendido en un sofá enorme de cuero en el centro de la sala de estar sin ninguna preocupación. Sus pies están levantados sobre la mesa de café de cristal mientras que mira la locura alrededor de él en plan de ser el rey de la fiesta. Tomo una respiración profunda y piso fuerte hacia él, reconociendo el momento exacto en que el Sr. Pop Star se da cuenta que estoy yendo hacia él. Todo mi cuerpo se endurece ante su profunda, dominante mirada, y un momento de silencio pasa cuando llego a él, como si esperáramos a que el otro hable primero. ¿Por qué es tan malditamente pesado? Porque quiere serlo. Está disfrutando haciéndome sufrir. Se inclina hacia atrás, observándome divertido, diciéndome que está a cargo de este juego... o de lo que diablos sea esto. Hoy una gorra de béisbol no cubre sus cabellos desaliñados, y está sin camisa, solo está usando un traje de baño que cuelga suelto en sus caderas, mostrando los duros montículos de su pecho. Tiene una tabla de lavar, por supuesto, porque un

chico malo no puede existir sin tener un cuerpo increíble, al parecer. ―¿Te olvidaste de que tienes una entrevista en una hora? ―grito por encima de la música. ―No sé de qué estás hablando ―articula hacia mí, con la sonrisa todavía en su rostro. La chica a su lado me da una desagradable mueca, como si estuviera asustada de que estoy a punto de arruinar sus posibilidades de un posible revolcón que le cambie la vida. Me doy vuelta y corro hasta la esquina de la habitación. Los rostros cambian de extáticos a enojados, incluyendo a Knox, cuando arranco el cable del sistema estéreo, haciendo que todo quede en silencio. ―Esta fiesta ha terminado ―grito―. Todos afuera. ―Todos me miran, pero nadie se mueve―. Tienen cinco minutos antes que llame a la policía y haga que cada uno sea escoltado afuera. No me pierdo las miradas asesinas y groseros comentarios que me dan mientras empiezan a intentar fuera de la casa. Toma unos buenos quince minutos hasta que todo el mundo se ha ido, a excepción de la mujer a su lado, y parece que no tiene intención de ir a ninguna parte. ―Tú también, novia ―digo, señalando con el pulgar sobre mi hombro hacia la puerta. Ella cruza los brazos, sus labios haciendo pucheros. ―No me voy ―dice, mirando a Knox, dándole una mirada silenciosa para que mejor la defienda y ponga mi culo en su lugar. ―Te llamará más tarde si todavía está interesado ―le contesto. Knox le da palmaditas en el muslo y se levanta. ―Te llamaré más tarde, nena ―le dice, muy probablemente mintiendo. Ella asiente, dándole una mirada mucho más amistosa que la que me dio a mí, a pesar de que le dije casi la misma maldita cosa. Se levanta y se da vuelta para sonreírle antes de desaparecer por la puerta principal. Ahora quedamos solo los dos. Hurra. Knox se acerca al mini-bar en la esquina de la habitación, y no hay manera de que se le escape mi titubeo cuando me siento en el brazo del sofá y abro el planificador. Rellena su vaso y se apoya contra el bar con los ojos fijos en mí, la misma postura que tenía cuando nos conocimos. Está esperando para ver cómo rompo esta tensión.

No le culpo exactamente por no tomarme en serio. No tengo el aspecto de un asistente de renombre que hace que las cosas sucedan. Sólo tengo veintitrés años. Mi cabello rubio da a la gente la percepción de que soy tonta, cosa que no soy, y estoy segura de que las franjas rosas que he añadido no ayudan a mi causa. Todavía tengo que perder mi rostro de bebé. Mis mejillas todavía son regordetas, y hoyuelos sobresalen de cada una de ellas como una muñeca. ―Ahora, tienes una entrevista en cuarenta y cinco minutos ―dije, mirando mi reloj―. Desperdiciamos unos buenos minutos despejando la casa. La estación está por lo menos a una distancia de treinta minutos, y eso si el tráfico no está atascado. ¿Por qué no estás vestido y listo para ir en lugar de hacer una fiesta? Engulle un largo trago a su bebida antes de contestarme. ―No voy. ―¿Lo cancelaste? ―Sacude la cabeza―. Entonces vas a ir. Suelta el trago, ve a cepillarte los dientes y ponte ropa. ―Odio las entrevistas, especialmente las últimas veces. Todos me preguntan lo mismo. ¿En quién estoy metiendo mi polla? ¿Voy en serio? ¿Realmente me han arrestado? ―Agita su mano a través del aire―. La lista de mierda continúa. No gracias. No está equivocado acerca de lo que va a suceder, pero eso no le da una excusa para no presentarse. ―Vas. Fin de la discusión. Sostiene su copa. ―He bebido, cariño, y confía en mí, no soy la persona más profesional bajo la influencia del alcohol. Estoy seguro de que has oído las historias. ―No creo que seas la persona más profesional, punto ―murmuro entre dientes. Por lo menos mi papá no sabía perderse los acontecimientos importantes que promovieran su música y fomentaran su carrera. ―¿Qué? ¿No te oí? Me escuchó. Sacudo la cabeza. ―No tenemos tiempo para esto. No estás borracho. Cancelar entrevistas de última hora es una publicidad terrible, especialmente una con la estación más popular del país. Si los dejas plantados, te destrozarán y nunca volverán a tocar tus canciones. Sorprendentemente deja la bebida y gruñe mientras regresa al sofá. Agarra una

camisa que cubre la parte de atrás y se la pone. ―Esto es todo lo que obtienes de mí. Tómalo o déjalo. Ahora mismo tomaré cualquier cosa. Puede aparecer en un traje de pollo o en una tanga embellecida con diamantes de imitación para lo que me importa. Me levanto, saco un chicle de mi bolso y lo arrojo a él. ―¿Dónde están tus llaves? Yo conduzco. Me mira como si dijera que estoy a punto de castrarlo. ―No hay manera en el infierno que te coloques detrás del volante de mi auto. Tomaremos el tuyo. ―No tengo uno. Señala mi bolso. ―¿Tienes un bolso de dos mil dólares, pero no coche? ―Me mira de esa manera intensa, estudiosa y extraña otra vez―. ¿Eres una prostituta? ―Una sonrisa rompe sus labios―. No es de extrañar que conozcas a Thomas. A ese hijo de puta le encanta pagar por coños y luego tratar de hacer que la puta se convierta en una mierda de ama de casa. ―No soy, ni he sido alguna vez una prostituta ―grito, mi mano deseando golpearlo―. Thomas es un amigo de mi padre, no de mi maldito proxeneta. Ahora me encantaría quedarme aquí y charlar sobre cómo no abro mis piernas por un bolso o un auto, pero tenemos un lugar en donde estar. ―Tiendo mi mano―. Llaves. ―¿Sabes cómo usar la palanca? ―Seguro. Lo sigo a su despacho donde abre un armario, aprieta en unos pocos números en lo que supongo que es una caja fuerte, y saca un juego de llaves. Cierra el armario y va a entregarlos a mí, pero se aleja de repente. ―¿Estás mintiendo? ―pregunta. ―No. Ahora dame las malditas llaves ―presiono. Las sostiene en el aire ―Si algo le pasa a mi bebé, es tu responsabilidad. Le arranco las llaves de sus dedos antes de que tenga la oportunidad de detenerme. ¿Qué pasa con los hombres que se refieren a los coches como sus bebés? Me saca de la oficina y entra en un garaje lleno de autos. ―¿Podemos tomarlo? ―pregunto, señalando el Lamborghini verde brillante. Es un modelo más reciente del que mi papá me enseñó a conducir. Incluso tomé mi

examen de conducción en él. ―Diablos no. Vamos a tomar el Porsche. Me encogí de hombros, perfectamente de acuerdo con eso. Abre la puerta del Porsche Cayman negro y se tira en el asiento del pasajero. El perfume de cuero y canela me golpea cuando me deslizo en el lado del conductor y pongo en marcha el motor. Encuentro la dirección de la estación de radio en el GPS y puedo decir que está sorprendido cuando cambio de marcha el auto y salgo en marcha atrás del garaje, pero él se queda en silencio. No sé por qué estaba esperando una palmada en la espalda o algo así. La única emoción que este tipo sabe demostrar es arrogancia. El paseo es silencioso, y mantengo mis ojos en el camino mientras él presta atención a su teléfono. Sigo las indicaciones del GPS y me incorporo a la autopista. ―Jesucristo ―grita de repente, haciendo que mis dedos se aprieten alrededor del volante―. No creo que ninguno de los dos vaya a salir de aquí a menos que esté en una bolsa para cadáveres. ―Estira el cinturón de seguridad cruzando su cuerpo y lo abrocha―. ¿Siquiera tienes tu licencia de conducir? ¿O es por eso que no tienes un auto? ¿Lo revocaron de tu culo loco porque conduces como una maldita lunática? ―No conduzco como una lunática ―argumento, girando bruscamente hacia otro carril. El auto detrás de nosotros toca la bocina, y estoy bastante segura de que el conductor está agitando su dedo medio por el aire. Él ríe. ―Y yo no tengo pene. ―Oh, todos sabemos que vienes equipado con uno de esos. ―¿Cómo es eso? ―Has enviado tu buena cuota de fotos de pollas. Me mira con astucia. ―¿Así que las has visto? ―Negativo. Realmente me gustaría conservar mis ojos y no quemarlas con ácido de sus órbitas. ―Tú te lo pierdes, y, por cierto, no hay fotos de mi polla en el ciberespacio. Todas son imitaciones. ―Es bueno saberlo ―murmuro. Selfies de su polla son de lo último de lo que quiero hablar―. Así que vamos a repasar esta entrevista. ―¿Qué hay con eso? He hecho miles de ellas. La misma mierda, otra persona

que hace las preguntas. ―¿Algo vedado? ―Otra bocina retumba en el fondo cuando me incorporo a un carril diferente. ―Stella. Mi último arresto. No me gusta hablar de mis asuntos personales con extraños, es por eso por lo que no quiero ir. Los pendejos sólo quieren hablar de mis así llamados escándalos, de mis metidas de pata, de mis problemas, porque eso es lo que les da radioyentes. ―Tienes que hablar de tu arresto y pedir disculpas. Diles que fue un error estúpido del que te arrepientes y nunca volverá a suceder. Odias que hayas decepcionado a tus fans. ―Eso es lo que dice cada celebridad que se mete en mierda. No estoy dispuesto a ser tan patético como ellos. Le di un puñetazo a un paparazzi que tenía su cámara metida en mi rostro, no se movía, y me estaba diciendo mierda después de que le pedí que se alejara tres veces. No me arrepiento de haberlo hecho. ―Definitivamente no les digas eso. Para futura referencia, si no quieres hablar de ser arrestado, deja de ser arrestado. Tu nuevo álbum recientemente lanzado, y tu gira es de suma importancia. Necesitas fans para apoyar tu música y comprar entradas. ―Mis fans no me decepcionarán. ―Ambos salimos volando cuando freno de golpe―. Joder mujer, no más charla. Mantén tus ojos en el camino.

Hoy es una maldita pesadilla. Aparecer en esta entrevista está al final de mi lista de mierda que quiero hacer. Kayla, mi antigua ayudante, me dejaba abandonar cualquier cosa que quisiera. Hizo su trabajo cuando fue necesario, pero sabía mantener la boca cerrada y no me desafiaba. Tengo la sensación de que la nueva chica está a punto de hacer todo lo contrario. Estoy sorprendido de que llegamos con vida aquí cuando entra en el estacionamiento a la estación de radio y estaciona el auto. Quiero saltar y besar el suelo, pero probablemente hay cámaras de video por aquí. ―Por favor, entra allí, actúa profesionalmente y trata de abstenerte de usar lenguaje profano ―dice mi nueva y encantadora asistente, como si estuviera sermoneando a su hijo. No sé dónde la encontró Thomas, pero Barbie Punk Malibu no luce como que estuviera lo suficientemente calificada para trabajar para uno de los agentes de celebridades más importantes del país. Quienquiera que sea, estoy seguro de que va a ser un grano en mi culo. ―No puedo hacer ninguna promesa ―le digo, con toda honestidad. Abro la puerta del auto―. Mi cortesía dependerá de sus preguntas. ―¿No has oído alguna vez la frase matarlos con amabilidad? ―pregunta, siguiéndome mientras me dirijo hacia las puertas de entrada. ―No puedo decir que lo haya hecho. ―Si te preguntan algo de lo que no quieres hablar, cambia de tema o dales una vaga respuesta de mierda. Les dije lo que está vedado, pero no puedo prometerte que escucharán.

Es una entrevista en vivo, y puedo decir que Libby está nerviosa cuando la dejo y entro en la sala de grabación. Lucirá incompetente si ni siquiera puede controlarme en su primer día. Los anfitriones, por otro lado, parecen niños camino a Disney World. Les doy la mano, un hombre y una mujer, ambos de más de treinta años. Han estado en el negocio por más de una década, y he sido entrevistado por ellos antes, pero eso fue cuando era conocido como The Golden Boy, y no había escándalos jugosos para hablar. Habían preguntado por Stella, pero no me importó en ese entonces, porque la mierda era buena y estábamos felices. Tomo asiento y me pongo los auriculares. Cuentan algunos chistes para romper el hielo, hablan de mi último single que está escalando hasta las listas del Billboard, y me felicitan por el éxito del álbum. Mi mandíbula se aprieta cuando hacen la primera pregunta que Libby les dijo que estaba vedada. ―¿Así que los rumores son ciertos? ―pregunta la mujer―. ¿Tú y Stella rompieron para siempre esta vez? Me trago el nudo en la base de mi garganta antes de inclinarme hacia adelante para responder a través del micrófono. ―Decidimos mutuamente seguir nuestros caminos separados ―digo, tratando de controlar mi tono de mierda, pero no creo que lo esté ocultando. ―Tan triste ―se queja―. ¿Hay algo de verdad en el rumor de que hay una cinta sexual que estás amenazando con lanzar si regresa contigo? ¿Esta chica está jodidamente burlándose de mí ahora mismo? ¿Está sorda? Le dije hace dos minutos que mutuamente decidimos terminar las cosas. Resoplo, clavando mis uñas en mi pantalón corto. ―No hay cinta de sexo, e incluso si hubiera una, yo no la soltaría a nadie. No soy una maldita víbora. ―Sus falsas sonrisas se derrumban―. ¿Es esa la respuesta que buscaban? ―Ninguno de los dos puede sofocar la respuesta―. Sí, lo imaginaba. Se estremecen ante mi respuesta. Y luego el júbilo se extiende por sus rostros. Mierda. Carnada y puto interruptor.

No entretuve con toda la historia de la cinta de sexo, pero obtuvieron una reacción de mí, haciéndome lucir como un idiota. ―Ecstasy es una gran canción ―digo, tratando de controlar mi respiración y mantener la calma―. El álbum entero está arrasando. Mi tour comienza en dos semanas. Las entradas ya están a la venta. Consíganlas antes de que se agoten. Arranco los auriculares, los arrojo sobre la mesa y salgo de la habitación. Libby agarra su bolso y salta de su silla para escurrirse detrás de mí mientras me apresuro hacia la salida. Empujo la puerta abierta y regreso al auto mientras ella lucha por mantenerse junto a mí. El auto emite un pitido y salto al asiento del pasajero, cerrando la puerta. Qué jodido día. ¿Mi fiesta se canceló para esta mierda? ―¿Ahora entiendes por qué no quería venir? ―le pregunto cuando se sumerge en el lado del conductor―. No podrían haberse preocupado menos por mi lanzamiento o la gira. ―Golpeo el salpicadero―. ¿Sabes de qué se preocupan? ―Espero una respuesta, pero ella se queda callada―. Actúan como si yo fuera la única persona que ha follado a alguien. ―Restriego las manos sobre mi rostro. Esto va a estar en todo el Internet. Malditamente fantástico. Libby me mira. ―Eso es una parte de la vida ―dice―. Sabes para qué firmaste. ―¿Para qué apunté? Me inscribí en esta mierda cuando tenía trece años sin ninguna maldita idea de qué era incluso la fama. Me encanta la música. Es mi pasión, por lo que vivo. Pensé que eso era lo que iba a hacer. ―Nunca hay un bien sin un mal. ―Ella cambia la marcha de la transmisión del auto y sale del estacionamiento. Su respuesta enciende un fuego dentro de mí. ―¿Por qué no haces tu trabajo y guardas tus comentarios para ti, de acuerdo? No sabes lo que es que la gente exponga cada detalle personal sobre tu vida y luego ser escudriñado por ello. ¿Obtengo una multa? La gente me tuitea diciéndome que me suicide. ¿No estoy de humor para tomarme una selfie con un adolescente mientras estoy tratando de orinar? Soy un idiota cuya música necesita ser boicoteada. ―Tienes razón ―dice, con un tono algo frío―. No tengo la mínima idea. ―Si tengo más entrevistas, les dices que no, no voy hablar de con quién estoy follando, mi arresto, o Stella. Ellos preguntan, doy una vuelta, y nunca haré nada por ellos de nuevo.

―Entendido. Y con eso, la conversación termina. Probablemente sueno como un idiota por quejarme de mi situación. No me malinterpreten. Estoy agradecido de lo lejos que he llegado y de lo exitoso que me han hecho mis fans. Crecí pobre, jodida y malditamente pobre, de una madre soltera que vivía de cupones de alimentos y del sistema asistencial. Ella, mi hermano menor, Easton, y yo vivíamos en un pequeño apartamento de dos dormitorios que podría caber en la sala de estar que tengo ahora. Me molestaron en la escuela por la ropa de segunda mano que usé y recibía almuerzos gratis de la escuela. Todo lo que quería hacer era escapar de mi vida miserable. Y eso es lo que la música hizo por mí. Me ayudó a evadir las heridas y los insultos. Cuando tenía doce años, acompañé a mi abuela a una venta de garaje. Fue entonces cuando la vi, la guitarra que cambió mi vida. Le rogué que me la comprara, prometiendo cortar su patio cada semana, y estuvo de acuerdo. Se sentía como la Navidad cuando la traje a casa. Finalmente tuve algo que era todo mío. Pasé todo mi tiempo aprendiendo diferentes canciones y luego salí a la calle a tocar por las monedas que me daba la gente. Alguien me grabó, publicó el video en línea, y dos días después, Thomas apareció en mi puerta. Me habían descubierto a los trece años. Ahora, trece años después, todo el mundo sabe mi nombre y puedo comprar todo lo que quiera. Me convertí en el estereotipo de un músico joven y exitoso. Dejé que todos los demás tomaran mis decisiones y me dijeran cómo actuar y sentir. Tenía miedo de poner nerviosa a la gente, pero eso cambió hace tres años. Decidí empezar a vivir la vida que quería y dejarme llevar, y todos perdieron la cabeza. La fama y el dinero son agradables, no me malinterpreten, estoy agradecido por todo lo que tengo, pero también puede ser una carga. Si hago un movimiento equivocado, todo aparece en las noticias. Tengo más puta publicidad que el maldito papa. No puedo ir al club o salir con una mujer sin que todo el mundo lo sepa. Hago llamadas de negocios durante el viaje de regreso a mi casa, y la ráfaga de calor me golpea en el rostro cuando abro la puerta después de que Libby estaciona en mi entrada. Salgo y camino hasta la puerta principal, pero me detengo y me doy la vuelta cuando me doy cuenta de que ella no está haciendo lo mismo. ―¿Vienes o te quedas en el calor todo el día? ―grito.

No responde, pero sale del auto y me sigue adentro. Doy un paseo por el gran vestíbulo y me dirijo directamente a la cocina. Compré este lugar en mi décimo octavo cumpleaños cuando decidí que era hora de vivir solo... y con Stella. Dejé que mi mamá conserve la casa que compré dos años antes y me instalé aquí. Era bonito, pero no mi estilo, así que renové toda la casa. Ahora todo es elegante y moderno. La cocina está equipada con todos los electrodomésticos de acero inoxidable, los gabinetes son de color negro y paneles planos, las encimeras de mármol blanco. Hay una piscina y bañera de hidromasaje hacia atrás, junto con la perfecta zona de entretenimiento, equipado con una chimenea completa y horno de pizza. ―Llaves ―digo. Me las lanza. Camino alrededor de la isla, abro un cajón, saco otro juego de llaves, y las entrego a ella. Me mira confundida. ―¿Adónde vamos ahora? No vi nada más programado para hoy. ―No vamos a ir a ninguna parte. Estas son las llaves del Jeep en el garaje. Es tuyo mientras trabajes para mí, ya que no tienes otro medio de transporte. Trata de mantenerte en el límite de velocidad y no matar a nadie. ―Mi primo, Nate, ha estado usando el Jeep mientras se queda conmigo, pero le envié un mensaje de texto y le dije que dejara las llaves en la cocina. Muevo la cabeza hacia el pasillo que conduce al garaje―. Te vas por el resto del día. Después de esa entrevista de mierda, lo único que quiero hacer es sentarme junto a la piscina y escribir algo de música nueva. Intenta devolverme las llaves. ―No puedo tomar esto. ―¿Cómo llegaste aquí hoy? ―Tomé un Uber. ―Uber no es confiable. No seré feliz si tengo que estar esperando algún conductor de Uber siempre que necesite algo. Usa el Jeep. Considéralo un auto de empresa. Da un largo suspiro. ―Está bien, gracias. Por lo general no soy el tipo más agradable, sobre todo últimamente, y entregar autos a extraños no es algo que haga regularmente, pero esta chica me sorprende.

No buscó información sobre mi vida privada, no teme desafiarme y no pidió mi autógrafo como la mayoría de los empleados de Thomas hace. Una vez trajo uno que trató de transmitir por SnapChat toda nuestra conversación e incluso me siguió al baño. No, con Libby son estrictamente negocios. ―¿Y me harías un favor? ―pregunto, y alza una ceja―. Dale a Thomas un informe de progreso satisfactorio. Va a estar molesto por la entrevista. No responderé a mi teléfono, así que probablemente comenzará a explotar el tuyo. Trata de calmarlo por mí. ―Sonrío, guiñando un ojo. Ella pone sus ojos en blanco y levanta un dedo. ―Primero, nunca vuelvas a guiñarme. Guiñar el ojo nunca es excitante. En realidad es espeluznante. ―Levanta su mano y menea las llaves en el aire―. Gracias de nuevo por las ruedas. Realmente lo aprecio, así que te daré un B- menos por hoy. Pero antes de deshacerte de mí, tenemos que repasar el horario de esta semana. Lo que encontré hoy no va a ocurrir de nuevo. Demasiado por estar en paz. Me desplomó sobre un taburete. Ella toma el que está frente a mí, y pasamos los siguientes veinte minutos revisando mi horario dos veces. Agarra mi teléfono y señala todo en el calendario, por si acaso tenga amnesia o alguna mierda. ―Supongo que te veré mañana ―dice, levantándose del taburete. ―Te veré mañana. Mis ojos se quedan en ella mientras sale de la cocina. Mi nueva asistente es sexy, pero de una manera inocente. Lleva un vestido suelto y negro que baja hasta sus tobillos, pero la abraza en todos los lugares correctos y acentúa su culo regordete. Nate viene paseando unos segundos más tarde y silba. ―Maldito hermano, ¿quién era? ―pregunta. Recientemente le dejé mudarse conmigo temporalmente para ayudarlo a ordenar sus cosas. No quería, pero mi mamá me rogó. Hace un año, accedí a pagar por su universidad, pero reprobó en todas sus clases y fue expulsado. Ahora está trabajando en algún club y tratando de ahorrar suficiente dinero para su propio lugar. ―Thomas la contrató porque mi otra ayudante no estaba haciendo exactamente su trabajo. Se supone que Libby me mantendrá a raya ―le respondo.

―Ojalá pudiera conseguir que alguien así trabajara para mí. ―Le doy una mirada dura, y se encoge de hombros―. ¿Y asistente? Todavía no entiendo por qué no me das el trabajo. ―No pudiste sobrevivir al primer año de la universidad comunitaria. No hay manera en el infierno de que te ponga a cargo de mi carrera. Se ríe mientras abre la nevera y toma una cerveza. ―Así que en lugar de contratarme a mí, Thomas contrató a una niñera. ―Abre la tapa y toma un trago grande―. Al menos ella está buena. ¿Se me permite follar al servicio? ―Cierra la boca. ―Estrecho mis ojos hacia él―. Déjala en paz o tu culo será echado a patadas, ¿me oyes? ―Lo último que necesito es que ella demande por acoso sexual a su idiota trasero. Levanta sus manos en rendición. ―Lo siento hombre, sólo estaba bromeando. Me doy la vuelta al oír el sonido de una garganta aclarándose para ver a Libby de pie allí, con las manos cruzadas frente a ella. No hay duda de que oyó nuestra conversación. Muerde el borde de su labio. ―Yo... eh... olvidé mi bolso en tu auto. Miro a Nate y sacudo mi cabeza antes de levantarme. ―Déjame traerlo para ti. ―Ella me sigue fuera, y yo desbloqueo el auto para tomar su bolso―. Disculpas por eso. ―Se lo paso a ella―. Nate es mi primo. Puede ser un idiota, pero es inofensivo. Lo prometo. ―Parece que es de familia. ―Sonríe, claramente orgullosa de su réplica. Le devuelvo la sonrisa y la apunto. ―Será mejor que cierres esa linda boca y te vayas antes de que te haga fregar los retretes y darme un masaje de pies. Se ríe. ―Está bien, me voy de aquí. ―Conduce con cuidado y obedece todas las leyes de tránsito. Nate está calentando la pizza del día anterior cuando vuelvo. ―¿Por eso me quitaste mi Jeep? ―pregunta―. ¿Para dárselo a una chica?

―No es tu Jeep, en primer lugar. Ella está trabajando para mí, y eso es más importante que andar por ahí tratando de ligar con chicas. Su rostro se contrae. No le gusta mi respuesta, pero no me va a desafiar. ―Emeralds va a tener la Noche Latina está hoy. Va a ser maravilloso. ¿Quieres venir? ―Los clubes no son lo mío. ―Ven. Emeralds es conocida por su privacidad para las celebridades. ―Bien, lo que sea, pero si se llena demasiado, me voy. ―Solía disfrutar de ir a los clubes, sobre todo cuando iba siendo menor de edad, pero esa mierda se hace anticuada y por lo general conduce a problemas y a imágenes locas en tabloides. Agarro mi teléfono desde el mostrador cuando emite un pitido y leo el texto en la pantalla, frunciendo el ceño. Stella: ¿Qué haces? ―¿Quién es? ―pregunta Nate, como si fuera mi madre o una novia posesiva. ―Ninguno de tus malditos asuntos, entrometido ―le contesto, cerrando el texto. ―¿Stella? ―No digo nada―. Amigo, déjalo ir. Siempre está jugando, manipulándote y abandonándote. ―Lo he superado. Terminé las cosas con ella, pero ella no es la única culpable. He hecho un montón de mierda estúpida. ―No tanto como ella, y lo jodido es que siempre termina pareciéndose a un ángel mientras tú quedas colgado para pudrirte.

Estaciono delante del condominio de mi mejor amiga en mi nuevo Jeep prestado. Es el modelo más caro que hacen ―equipado con asientos de cuero negro y un GPS fuera de mercado y sistema estéreo―. No puedo creer que me diera esto después de sólo trabajar para él un día. Los últimos días se han sentido como un torbellino. Pensé que me había preparado para encontrarme con el infame Knox Rivers, pero no era nada parecido a lo que imaginaba. Me había preparado para lidiar con un imbécil, alguien que me ordenaba y no me reconocía para nada más. En cambio, tengo algo diferente. Thomas me clavó con él porque sabe que haré un buen trabajo y no aguantaré la mierda de Knox. Estoy acostumbrada a tratar con estrellas de rock de alto mantenimiento. Un chico bonito estrella de pop no debería ponerme demasiado nerviosa. Y tal vez es por eso que odio tanto la industria del entretenimiento, porque he tratado con ella durante mucho tiempo. La desprecio, pero también sé mucho sobre ella. Conozco a la gente. Tengo conexiones. Puedo conseguir reservas en los mejores restaurantes y reservar suites de lujo en el último minuto. Sé relaciones públicas y cómo torcer las malas imágenes en brillantes. Mi padre casi me nombró su asistente personal cuando tenía quince años. Inhalo profundamente y suelto el aire lentamente antes de salir y caminar dentro. Mia se mudó aquí hace un año. Ella no quería estar en un edificio con cientos de otras personas más, por lo que sus padres le encontraron un impresionante condominio de dos pisos en una comunidad cerrada con una entrada privada y porche delantero. ―Oye amiguis ―grita Mia―. ¿Cómo fue el nuevo trabajo con el chico celebridad?

Me paseo por la cocina para encontrar su culo plantado en el mostrador, una caja de pizza de queso abierto junto a ella, y una copa de vino en su mano. Su cabello totalmente negro está tirado hacia atrás en apretadas trenzas francesas, y sólo está usando un sujetador deportivo y pantalón de yoga. Mia ha sido mi mejor amiga desde el tercer grado. Ambas tuvimos un enamoramiento por el mismo rompecorazones del patio de recreo y nos odiamos al principio, pero después de que él besó a otra chica con cola de caballo, lo abandonamos, lo prohibimos y juramos renunciar a los chicos por el resto de la escuela primaria. Ella ha sido mi roca a través de todo este desastre del Servicio de Impuestos Internos y me está dejando quedarme en su cuarto de huéspedes gratuitamente. Subo al mostrador al otro lado de la pizza. ―Más o menos como lo imaginé ―respondo, agarrando una rebanada. Ella echa sus pies desnudos hacia adelante y hacia atrás. ―¿Así que es tan imbécil como los medios lo hacen ver? ―No estoy segura. Aún no lo he descifrado exactamente. Sí, hubo momentos en los que actuó como un completo idiota, pero puedo decir que hay más dimensiones para él. Oculta partes de sí mismo, y las partes ocultas son siempre las mejores. No tenía que prestarme un auto. Podría haber sido un idiota y haberse negado a trabajar conmigo, dejándome desempleada. Pero no lo hizo. ―¿Se te insinuó? Me burlo ―Es mi jefe. Dudo mucho que vaya a tratar de endulzarme para sacarme mis bragas. ―No lo sé, chica. He oído las historias. No creo que le moleste follarse a sus empleadas. ―Incluso si él intenta dormir conmigo, no va a pasar. Las únicas cosas en mi mente son ganar dinero y obtener mi título. Eso es todo. ―¿Sabe quién eres tú? ―No lo creo. Son dos mundos completamente diferentes. Sus fans y mi papá no funcionan exactamente en la misma multitud. Sus chicas hacen carteles

pidiéndole que se case con ellas. Los de mi papá son los lunáticos amantes del moshpit1 y las mujeres que lo hacen firmar sus tetas. ―Probablemente tienes razón, y dudo que el tipo lea los tabloides. ―Ella salta y cepilla migas de su estómago―. Estoy a punto de entrar en la ducha. ―Una sonrisa inocente presiona sus labios antes de que gire y grite algo sobre su hombro―. Oh, y, por cierto, vamos a Emeralds esta noche. Me deslizo del mostrador y la sigo arriba a su dormitorio. ―Demonios no. Sabes que odio ese lugar. ―Y yo también. Preferiría sentarme en el sofá y ver documentales sobre asesinos en serie. Pero es el cumpleaños de Dixon, y su hermano le está haciendo una fiesta allí. Se verá muy mierda si su novia no aparece. Así que esta noche, ambas sufrimos. Gimo, cayendo dramáticamente de cara sobre en su cama. ―Estoy segura de que Dixon estará bien dejando la fiesta y pasando el rato aquí si le preguntas. ―Ella y Dixon han estado saliendo desde la secundaria, y estoy segura de que va a estallar la pregunta el próximo año. ―Es cierto, pero no me lo puedo perder. ―Ella baja su labio inferior y hace pucheros―. Es una noche. Si algo ocurre, nos iremos. Lo prometo. Pongo mis ojos en blanco, suspirando. ―Bien. ―Mia es hija única, una mimada hija única―. Pero no nos vamos a quedar hasta tarde. Tengo que trabajar en la mañana. ―Chica, Knox probablemente no estará hasta el mediodía.

1

Mosh Pit: es un grupo de fans justo enfrente de la multitud en un concierto de música que saltan, se golpean unos a otros, corren en círculos y, a veces incluso se dan golpes y patadas, sin preocuparse de a quién.

Lamento haber aceptado venir a Emeralds tan pronto como me siento en nuestra sección VIP y me pongo cómodo en el sofá de cuero. La música está golpeando fuerte de los altavoces. Los bailarines están colgando del techo y balanceando sus caderas al ritmo en la pista de baile, y ya he tenido tres camareras venir a darme botellas de alcohol de cortesía. Las discotecas no son mucho mi escena. Prefiero fiestas en mi casa donde George, mi guardaespaldas, puede confiscar teléfonos y hacer que la gente firme contratos de no-divulgación. ―Oh mierda ―sisea Nate a mi lado. Sacudo mi cabeza en la dirección que está señalando y empujo hacia abajo un sentimiento enfermo mientras veo al gorila mover la cuerda a un lado para permitir que tres mujeres entren. Se dirigen directamente en nuestra dirección. Este momento es lo que he estado tratando de evitar durante meses, y tiene que suceder aquí de todos los lugares. ―Jódeme ―murmuro. ¿Por qué ella está aquí? Acordamos poner fin a las cosas para siempre esta vez, cortar toda la comunicación, y no seguir jugando a seamos amigos de mierda que termina siendo más que eso. ―¿Crees que va a estar tranquila esta noche? ―pregunta Nate. Me inclino hacia adelante para agarrar un shot de vodka y vaciarlo antes de agarrar otro. ―Nunca sé cuándo va a estar tranquila. ―Tomo el siguiente shot al mismo tiempo que Stella y sus amigas llegan a nosotros. Los labios rojos brillantes de Stella se inclinan en una sonrisa brillante cuando se desplaza a mi lado; como si fuéramos buenos viejos amigos de nuevo.

La miro. Su largo cabello negro de medianoche está suelto, fluyendo contra su espalda en rizos sueltos. Solía pasar horas jugando con ese cabello, pasando mis dedos por él. Su vestido sin mangas azul golpea justo encima de su rodilla, y su piel dorada muestra su herencia española. Nos conocimos cuando teníamos dieciséis años; ambos empezábamos a mojar nuestros pies en la industria del entretenimiento y experimentamos lo que realmente era la fama. Yo estaba en mi música, trabajando constantemente, y ella era la estrella ganadora de un Emmy de un programa en horario estelar. Creo que por eso nuestra conexión fue tan fuerte. Estábamos pasando por algo difícil y cambiando la vida juntos. Pero crecimos y nos distanciamos. Yo estaba ocupado con mi música y viajando constantemente. Su programa devoró su horario. Rompíamos, volvíamos a estar juntos y luego rompíamos de nuevo. Ella se enganchaba con otras personas. Me enganchaba con otras personas. Era un ciclo tóxico y vicioso. Los primeros amores no siempre están destinados a ser una constante en tu vida. Se inclina hacia mí, metiendo su mano alrededor de mi brazo. ―Knox ―dice ella―. Te envié un mensaje antes. Su voz es fuerte y clara, y sé que es una advertencia para todas las mujeres que nos rodean. Otro rasgo de Stella: es increíblemente celosa y posesiva. Su sonrisa crece cuando la miro. ―Lo sé ―respondo. ―¿Así que me ignoraste? ―¿Qué te dije? Te dije que terminé de jugar tus juegos. Los dos estuvimos de acuerdo en seguir adelante. Suelta un resoplido enfado. ―¿No podemos ser amigos? ―No, no podemos. No voy a ser arrastrado por los tabloides y etiquetado el pendejo de nuevo porque decidimos salir como amigos y la gente piensa que nos hemos reconciliado. Si estoy cerca de otra chica después de eso, los medios me desgarran, suponiendo que estoy jodiendo contigo. Y no dices mierda sobre eso. Te sientas y dejas ver como la víctima. Me estremezco cuando se mueve más cerca, sus tetas cepillándose contra mi brazo.

―A la mierda lo que piensan los medios. ―Ella está de humor. Si le pido venir a casa conmigo ahora mismo, lo hará. ―Nuestra relación era tóxica. No confiábamos el uno en el otro. Así que dejemos de ir a algún lugar que sabemos que no nos está llevando a un final feliz. Sus uñas penetran en mi piel. ―Una noche más ―suplica. Ella no quiere verme tocar a otra chica aquí. No quiere verme irme con otra chica esta noche. Arrastro su mano lejos de mí. ―Tienes que dejar de enviar mensajes de texto y llamar. ¿Por qué sigues jodiendo con mi cabeza? ¿No puedes encontrar una polla tan buena como la mía? Rueda sus ojos. ―¿Por qué siempre tienes que ser tan complicado? ―No estoy de humor para esta discusión. Avísame cuando termines de jugar. ―Me niego a mirarla mientras me levanto. Miro la salida y el camino para dirigirme hacia allá, pero paro para mirar atrás hacia ella antes de que lo haga―. En realidad, no lo hagas. Tenemos que dejar de vivir en el pasado. Lucho contra mí mismo por consolarla cuando la angustia pasa por su rostro. Ya no puedo ser ese hombre para ella. Mi cabeza palpita mientras me largo por delante de todos en nuestra sección. Necesito un maldito respiro. ―¡Libby jodida Graves! Me congelo al sonido de su nombre. ¿Por qué? Es sólo su primer nombre. Probablemente ni siquiera ella. Es muy probable que haya un millón de otras Libby más en esta ciudad, pero eso no detiene mi curiosidad. Me paseo por la sección que escuché el nombre gritado y miro en él como un pervertido. Me boca cae. Es ella. Doblo mis brazos sobre mi pecho y me apoyo contra la pared, tratando de permanecer en las sombras. Mi sexy nueva asistente está sentada en el extremo de un sofá en un pequeño vestido negro, un Martini en su mano, y luciendo miserable como el infierno.

Ya somos dos. Aparto la vista de ella y miro al tipo borracho moviéndose hacia ella. Está vestido con un polo y caquis en un puto club. Jesús, trae a este tipo unos mocasines y lo confundiré con mi contador. Me recuerda a uno de esos imbéciles que te dicen que su padre abogado te demandará si pones una mano sobre él. ―Finalmente decides hacer acto de presencia ―grita el imbécil. Es la misma voz que llamó su nombre. Él suelta una risa molesta―. ¿Todavía piensas que eres demasiado buena para mí ahora que estás quebrada como una broma? Cada músculo de mi cuerpo se tensa cuando se inclina a su nivel, cara a cara con ella. Ella empuja su pecho en irritación, haciéndolo tropezar hacia atrás. ―No importa si estoy quebrada o no ―responde―. Siempre seré demasiado bueno para ti, idiota. Él lanza sus brazos hacia fuera y suelta una risa condescendiente. ―Entonces, ¿por qué estás aquí? A nadie le gusta una mantenida dando vueltas, y todos sabemos que ni siquiera puedes permitirte la admisión para entrar. La chica de cabello oscuro junto a Libby se inclina hacia adelante, como si estuviera actuando como un guardaespaldas, y acerca su mano hacia el tipo. ―Josh, corta la mierda ―grita―. Estás borracho y pareces un idiota. ―¿Parezco un idiota? Sólo estoy diciendo la verdad y todos ustedes lo saben. Sería una jodida tonta no volver conmigo. Soy su boleto de comida. ¿Por qué estoy aquí parado mirando esto? ¿Por qué no puedo alejarme? Miro hacia abajo y noto que mis puños están apretados. El tipo sentado al lado de la chica que defendió a Libby se levanta y empuja al imbécil más lejos de ellos. ―Esta es mi fiesta de cumpleaños ―sisea―. Mantén tu boca cerrada o patearé tu culo fuera de aquí. Déjala sola. ¿Me escuchas? El pendejo retrocede. ―Está bien, Dixon. Ni siquiera estoy tropezando sobre alguna chica. La chica de cabello oscuro resopla. ―Por supuesto que lo estas, psicópata. Libby la mira. ―Mia, déjalo ―dice ella―. O seguirá actuando así.

―Bien ―gime Mia, tirando su cabello sobre su hombro antes de mirar alrededor. Ella jadea, y me congelo cuando sus ojos me golpean. Apunta hacia mí―. Oh, Dios mío, Lib. Ahí está tu nuevo jefe. Oh mierda. ¿Salgo corriendo o actúo normal? Les doy un cortés saludo con la mano y me siento como un completo idiota cuando todo el mundo mira hacia mí. Libby mira boquiabierta hacia mí, como si no estuviera segura de ver claramente. Me doy la vuelta en mis talones sin esperar una respuesta y regreso a nuestra mesa. Encuentro a Nate rodeado por una multitud de chicas y agarro su brazo para sacarlo. La curiosidad me está comiendo. Asiento hacia la sección de Libby. ―¿Conoces a esa gente? Nate trabaja aquí, así que parece conocer a todos. ―¿Oh ellos? ―Él se ríe burlonamente―. Ellos son del club vivo del dinero de papi. Esos pendejos vinieron al mundo con cucharas de plata en sus bocas y asistieron a escuelas privadas que cuestan tanto como tu Lambo. ―Arquea una ceja, mirándome con curiosidad―. ¿Por qué? ¿Uno de ellos llamó tu atención o algo? ―No debe haber notado a Libby. Me encojo de hombros. ―Sólo preguntaba. Saco mi teléfono y Google Libby Graves. Empiezo a leer acerca de que su padre, siendo una leyenda del rock y miro hacia atrás hacia ella. Le susurra algo a su amiga y luego se levanta. Mis ojos la siguen mientras empieza a caminar hacia la salida. Estoy leyendo acerca de cuándo y dónde nació en Wikipedia cuando noto al chico polo yendo en la misma dirección que ella fue. Meto mi teléfono en mi bolsillo. ―Me voy de aquí. ―¿Hablas en serio? ―Tengo mi filmación por la mañana y no puedo estar con resaca. Nate asiente en respuesta y regresa a su club de fans. Le mando un mensaje a mi conductor y le hago saber que estoy listo para irme. Nunca bebo y conduzco,

incluso si he tenido solamente unas bebidas. No puedo arriesgarme a recibir una multa por conducir bajo efectos del alcohol. Camino por el borde de la multitud, tratando de pasar desapercibido en la oscuridad, y me dirijo hacia la entrada trasera, donde la gente que no quiere ser vista paga para caminar. Golpeo el fondo de la escalera cuando escucho su voz. ―Josh, en serio. Vete al infierno y no vuelvas a tocarme. ―No puedes estar hablando en serio ―gruñe―. ¿Qué tienes ahora para ti? Nada, Libby. Nadie más va a querer una chica cuyo padre es un delincuente y tiene que vivir de su mejor amiga. Doblo la esquina y los diviso discutiendo de acá para allá. Libby está apoyada en una pared, y él le está impidiendo moverse alrededor de él. Deslizo mis manos en mis bolsillos y camino en su espacio. ―Oye Libby, ¿qué estás haciendo? ―pregunto. Josh parece que está listo para golpearme en la cara, y centro mis ojos en él, retándolo a intentarlo. No digo estupideces ni tomo mierda y creo que he golpeado suficientes paparazzi para demostrarlo. ―Nada ―exclama Libby, mirando de acá para allá entre el imbécil y yo. ―He estado buscándote. ―Sostengo mi teléfono―. Recibí tu mensaje. ¿Estás lista para irnos, nena? ―Josh me mira sorprendido, y apunto mi teléfono a él―. Mantén tus manos fuera de ella o romperé cada dedo huesudo en ellos. Josh se ríe entre dientes, pero puedo ver la molestia de mi interrupción en su rostro. ―No tienes nada que ver con esto, niño estrella de pop. Vuelve a cantar en las calles y a pedir dinero. Sonrío, y se estremece cuando doy un paso más cerca. ―Te reto a decir algo más. Te reto puto niño rico. Retrocede lentamente. ―Lo que sea amigo, ella no vale la pena. No me gustan las quebradas vagabundas. Ustedes son perfectos el uno para el otro. ―Le da a Libby una mirada sucia, se da la vuelta y desaparece por las escaleras. Libby pasa una mano por su cabello, y noto un rubor que fluye por sus mejillas cuando me mira. ―Estoy a punto de irme ―le digo―. ¿Necesitas un viaje a casa?

Quiero preguntarle sobre el tipo, cómo lo conoce, y cómo coño se involucró con un idiota como él. Me da una mirada interrogante. ―¿Estabas a punto de irte o de ser entrometido? ―Ambos. ―Ella no dice nada―. Mi chofer está a punto de detenerse. Puedes venir o no. Es tu elección.

―Así que Libby Graves, ¿cómo es que todo el mundo sabe quién eres excepto yo? ―pregunta Knox, tan pronto como se desliza en el asiento trasero del SUV detrás de mí. El aroma de vodka y menta se desliza por el aire. Él se pone cómodo, descansando su espalda contra la puerta, y nos vamos tan pronto como su chófer se mete en el vehículo. Está oscuro, y las ventanas están tintadas, así que el único momento en que puedo verle es cuando pasamos al lado de una calle brillantemente iluminada, pero puedo sentir sus ojos sobre mí. Le siento estudiándome, esperando pacientemente por mi respuesta. ―No todo el mundo sabe quién soy ―replico, moviéndome en mi asiento. No pensé que este trabajo fuera así. Esperaba que él fuera un imbécil rico que me dejaría hacer el trabajo sin hacer preguntas personales o jugar a conocernos. ―Así se veía. Esta noche no era la primera vez que has estado en Emeralds, y parecía que estaba cómoda con todo el mundo en tu pequeña área VIP. ―¿Estabas espiándome? ―No, te vi mientras iba al baño y decidí que estaba interesado en ti. Considéralo evaluación de empleados. ―Fácilmente puedes evaluarme a través de Google si estás tan interesado. ―Eso es lo que hace todo el mundo ahora, de todas maneras, buscar lo que quieren saber e instantáneamente creer lo que aparezca. Si está en internet, aparentemente es cierto. ―Confía en mi cariño, soy la última persona que utiliza el internet como una fuente confiable. ―Es complicado. ―Conozco lo complicado.

¿Qué quiere de mí? ¿Qué me siente aquí y le confiese la historia de mi vida? ―Sólo estaba allí porque era la fiesta de cumpleaños del novio de mi compañera de piso. Me rogó que fuera con ella. Debería haber dicho que no. El padre de Josh es uno de los dueños del club, así que se piensa que controla el sitio. Ha estado constantemente enviándome mensajes ―pidiéndome salir y ofreciéndose a ser un hombro sobre el que llorar― desde que las noticias sobre mi padre se filtraron. Le he ignorado cada vez. ―Eh. ―Me tenso, esperando la siguiente pregunta de su interrogatorio―. Mi chofer necesita tu dirección. ―Me relajo y se la doy antes de sacar mi teléfono para enviarle un mensaje a Mia, haciéndole saber que me encontraré con ella en el apartamento―. ¿Era tu ex? Demasiado para que me dejase en paz. ―No ―respondí. Mi respiración se corta cuando él alarga la mano y enciende la luz del techo. Sus ojos profundos se encuentran con los míos, urgiéndome a continuar. ¿Por qué me siento como si le debiera respuestas?―. No le consideraría un ex. Tuvimos una cosa, una temporal, en el instituto. Fue el segundo plato después de una mala ruptura. Josh pensó que era más serio de lo que yo pensé. ―Nunca te vi como una provocadora. ―No soy una provocadora. La única razón por la que Josh continúa persiguiéndome es porque no caí a sus pies por su dinero. ―¿Quieres decir el dinero de su padre? Asiento, y sus palabras son un golpe directo a mi estómago. ¿Es así como la gente me veía? ¿Como si fuera una mimada que vivía del dinero de su papi y no trabajaba para conseguir el suyo? Sí, mi padre pagaba todos mis gastos, pero habíamos hecho un trato de que tenía que mantener mis notas altas e iba a estar sola después de la graduación. ―Es este vecindario de aquí ―le digo al chofer, señalando la verja. Le doy el código de la entrada, y una sensación de alivio me recorre cuando nos detenemos delante del apartamento. ―Es un sitio bonito ―dice Knox, mirando por la ventana. ―Es de mi mejor amiga. Me está dejando estar con ella hasta que tenga suficiente dinero para estar sola. ―Buena amiga. ―Te veré en la mañana. A las ocho en punto.

―A las ocho en punto ―repite, una sonrisa tirando de sus labios―. Mierda, odio levantarme pronto por la mañana. Buenas noches, misteriosa Libby. ―Buenas noches ―replico, suavemente. Evito que el chófer salga para abrirme la puerta. No miro atrás en mi camino a la entrada, a pesar de que me está matando, y descanso contra la puerta después de cerrarla. Nunca pensé que me encontraría con Knox fuera del trabajo. ¿Por qué está siendo tan amable conmigo? ¿Y por qué me gusta?

Stella: ¿Qué demonios, Knox? ¿Me has dejado y te has ido con otra chica? Tiro mi teléfono de nuevo a la mesita de noche después de leer su mensaje. Lo envió a las tres de la mañana, lo que significa que probablemente está borracha, sintiéndose celosa, o queriendo follar. O todo. Tiene suficientes chicos para que lo hagan por ella, ¿así que por qué de repente tiene tantas ganas de mi polla? Antes de anoche, no la había visto en meses. Sí, ella me envió mensajes unas pocas veces después de mi arresto, pero no estábamos exactamente hablando entre nosotros. Ni quería que lo hiciéramos. Hizo una larga y estúpida entrevista con alguna revista y les dijo que había dejado de hablar conmigo, que quería seguir adelante con su vida y ser feliz. Eso es lo que estaba dejando que hiciera. Cogí mi teléfono de nuevo ante el sonido de otro mensaje. Nate: Amigo, ¿hay algo que quieras decirme? Hay un enlace a una página web adjuntada a su mensaje. Una fotografía de mí saliendo del club con una chica rubia aparece cuando toco el enlace. Entrecierro los ojos, mirando más cerca. Es Libby. Mierda. Esto no es bueno. La persona que se supone tiene que cubrir mierda como esta es la que está involucrada. Me pregunto si ha visto la fotografía, y si lo ha hecho, ¿tiene ya un comunicado preparado? Salto de la cama, me ducho y me pongo un pantalón de ejercicio y una camiseta antes de bajar por las escaleras. Miro al reloj cuando llego a la cocina. Las ocho menos

diez de la mañana. No recuerdo la última vez que me levanté tan pronto, pero Libby amenazó con mojar mi culo con agua fría si no estaba levantando cuando llegara aquí. Me hice una bebida, agarré un plátano, y comencé a pelarlo cuando mi teléfono sonó. ―Hola, cariño ―respondí. ―Hola ―dice Libby en el otro lado. Su voz es dulce, casi angelical esta mañana, definitivamente mejor que su actitud insolente de ayer―. Estoy fuera. ¿Puedes dejarme entrar? ―Estoy de camino. Salto de mi taburete y me encuentro con ella en la puerta principal. Lleva otro de sus vestidos grandes, este es más apretado que el de ayer, pero no tan revelador como lo que llevaba en el club anoche. Su cabello rubio miel con un poco de rosa cae suelto en rizos, brillo rosa cubre sus labios y casi una docena de pulseras balanceándose en su muñeca. En una mano tiene una agenda. En la otra tiene una taza llena de una bebida verde. ―Recuerda que haga que te hagan una llave ―digo, moviéndome a un lado para dejarla pasar. Camina hacia la cocina. ―Tomaré nota de ello. ―Sólo no empieces a oler mis calzoncillos o te escondas en mi armario para mirar mis partes. ―Confía en mí, eso no pasará. Tus partes están a salvo a mi alrededor. Me dejo caer de nuevo en mi taburete y tomó un largo trago de mi bebida mientras la veo parada en el marco de la puerta. Sus brazos cruzados encima de sus pechos, la taza y la agenda, y se ve totalmente incómoda. Asiento hacia su taza. ―¿Qué estás bebiendo? ―pregunto, en un intento de romper el silencio. La mira. ―Un zumo de espinacas y berza. Arrugo mi labio superior sosteniendo mi botella de acero inoxidable. ―Mi entrenador me hace beber esa mierda a veces, pero te puedo garantizar que no es tan delicioso como lo que estoy bebiendo. ―¿Y qué estás exactamente bebiendo? Me encojo sin cuidado.

―Sólo un poco de whiskey y Coca-Cola. ―Estás bromeando, ¿verdad? ―Niego en respuesta―. Tíralo ―demanda, su voz volviéndose dura―. Hoy es tu sesión de fotografía, y no voy a lidiar nada de tu mierda de borracho. ―No puedo, cariño. No voy a malgastar un buen whiskey. Ella resopla. ―Estoy segura de que tienes el dinero para reemplazarlo. ―No lo voy a tirar. Ella lanza su agenda a la encimera y deja su bebida al lado mientras va hacia mí. Se para delante de mí, una mueca en su labio superior. ―Oh, sí lo harás. ―Alarga su mano como si fuera un niño que tiene algo que no debería. ―¿Qué te parece esto? Tú bebes el resto por mí. ―No voy a beber whiskey para desayunar. No bebo whiskey… nunca. Contengo mi risa y presionó el borde de la taza contra mis labios, probándola. Está funcionando. Perfecto. ―O te lo bebes o me tomo todo esto ahora y me presento borracho a la sesión de fotografía. ―¿En serio? ―En serio. Me saca la bebida de mi mano. ―No he tenido tanta presión de grupo desde el instituto. ―Se aprieta la nariz antes de tomar un sorbo. Espero, mirando su rostro mientras se lo bebe―. Eres un idiota. ―Empuja la botella contra mi pecho, y la sostengo antes de que caiga en mi regazo. La miro de la manera más inocente. ―¿Qué? ―Es leche con chocolate. No puedo controlar más mi risa. ―Nesquick, para ser exactos. ―¿Qué tienes, doce años?

―La leche con chocolate es la bebida de los hombres de verdad. ―Me inclino en mi silla y tomo otro sorbo mientras ella me mira mal―. Así que ¿qué hay en la agenda de hoy, jefa? Ella da unos pasos atrás y descansa sus codos en la encimera. ―Tienes que ir a la oficina y mirar algunos de los tours de publicidad, y después iremos directos a la sesión de fotografía, así que asegúrate que tienes todo lo que necesitas ahora porque no tendremos tiempo de volver. Mierda, esta chica suena como mi madre, sólo que hace un mejor trabajo que ella.

―¿Dónde demonios está la modelo? ―gritó Thomas, irrumpiendo en la habitación, sus ojos enfocados en su reloj―. ¿Alguien ha visto a la jodida modelo? Tenemos que empezar en treinta minutos. Su atención va de su muñeca hacia mí, como si tuviera la respuesta al problema de modelo desaparecida. Me encojo y señalo a la puerta que lleva a la otra habitación. ―No me preguntes ―respondo―. Yo ya estoy a cargo de una reina del drama, y está en esa habitación con alguien bronceándole… poniéndole aceite… brillo… algo por ahí. ―Que te jodan, Libby ―grita Knox desde la otra habitación―. Me estoy vistiendo, no me están poniendo purpurina. ―Se ríe―. Si no me crees, estás más que invitada a verlo por ti misma. Juro en serio que estoy trabajando para el mayor puto de la industria. Thomas comienza a caminar nerviosamente delante de mí. Es un controlador que espera que todo vaya siempre de acuerdo al plan. Es el mejor en el negocio y está de negocios todo el rato. De lunes a domingo, las veinticuatro horas del día. Es como golpear oro intentar conseguir que sonría. No está casado, no tiene hijos, a pesar de que está llegando al final de sus cincuenta. Sus entradas y los mechones grises me dicen que su trabajo le está pasando factura. Es el que descubrió The Grave Diggers y trabajo para conseguir que firmaran con una discográfica. Después fue a otra gente, como Knox, para darles el billete a la fama. Abro mi boca, preparada para ofrecerme voluntaria para buscar a la modelo desaparecida, pero el sonido del teléfono de Thomas me para. ―Dime que la has encontrado ―grita hacia el teléfono. El sudor empieza a formarse en la base de su frente―. ¿Tienes que estar bromeando? Sí… bien… me las arreglaré, como siempre. ―Acaba la llamada y tira el teléfono a la mesa delante de mí, juramentos saliendo de sus labios.

Choco mi lengua contra mi paladar, mi hábito nervioso, espero que me diga qué hacer después. ―Así que… ¿sin modelo? ―pregunto finalmente. ―Sin modelo. Aparentemente, no puede venir hoy. Ha cancelado porque tiene alguna audición para un papel en una película que es una oportunidad mejor. ―¿Deberíamos dejarlo para mañana? Se frota su rostro con sus manos. ―Todo está dispuesto para hacerse hoy. El director es el mejor de lo mejor y me está haciendo esto como un favor. Se va del país mañana y no estará de vuelta hasta dentro de una semana. ―Para su caminar y me mira directamente. Mierda. Las miradas directas no son nunca algo bueno. Me levanto del sofá, preparada completamente para escaparme y encontrar algún recado de mierda que hacer. Me para antes de que tenga la oportunidad. ―Libby será la que haga de modelo hoy ―grita. Me congelo. ¿Qué demonios? Knox mete su cabeza por la puerta y me mira, una sonrisa en su rostro. ―Perdona Thomas, pero no creo que Libby quiera hacer eso considerando lo que pasa en este video. Tiene razón. ―Cortaremos la parte del sexo un poco y funcionará ―argumenta Thomas―. De esa manera, hoy no será un desperdicio total, y no tendremos que esperar otra semana para conseguir hacer el video. Necesitamos publicar todo como está planeado. Niego violentamente. ―Eh, no, Libby no hará de modelo ―digo―. Soy una asistente, no una arpía de videos. Leí en qué consistía el video. Es sexo. Todo sexo. Corrección: se supone que tiene que verse como sexo. Y no hay manera en el infierno de que folle a mi jefe. ―Exactamente, eres una asistente ―discute Thomas, cogiendo su teléfono de la mesa. Su humor ha cambiado de enfadado a más contento ahora que ha decidido

arruinar mi vida―. Y se necesita de tu asistencia hoy. ―Me da una mirada segura―. No te preocupes. Puedo ver la mirada en tu rostro. Crees que vamos a grabar porno, pero eso está muy lejos de la realidad. Todo será para todos los públicos y con gusto. ―¿No tienes una sustituta? ―pregunto, mi voz casi rogando. Estoy buscando cualquier cosa para evitar hacer esto. Diablos, incluso cogeré alguna chica aleatoria de la calle―. Seguramente no hubo sólo una mujer que hiciera la audición para este papel. ―Probablemente había una línea en la puerta de mujeres que querían ser su pareja. ―Llevaría horas llamar para una sustituta. Estás aquí ahora. ―Mete sus manos en sus bolsillos―. Te pagaremos por esto. Cinco mil. ―Sonríe, como si inmediatamente tuviera que cambiar de idea―. No es despreciable, ¿eh? La gente de peluquería y maquillaje estarán contigo en unos pocos minutos. Sale de la habitación sin esperar una respuesta de mi parte. Thomas no es tonto. Sabía que decirme que me pagarían bastante bien por ello era bueno. Knox entra en la habitación, sin purpurina ni viéndose mucho más diferente de cuando nos fuimos esta mañana. La única diferencia es que ahora lleva una camiseta blanca y unos vaqueros oscuros. Parece ser su vestimenta habitual. Es básica pero sexy. También sé que todos esos artículos de ropa no se quedarán ahí durante todo el video. ―Oh, vamos ―dice, dándome una sonrisa malvada―. No te matará actuar como si estuvieras atraída por mí durante cinco minutos. ―Perdona por fastidiar tu ego, colega, pero sí, lo hará. Ninguna chica quiere tener sexo contigo ―le digo. Descansa contra la pared y cruza sus brazos. ―¿Así que eres una de esas chicas? ―Asiento nerviosamente mientras se empuja para venir hacia mí, acercándose tanto que puedo sentir su respiración contra la mía. ¿Está tratando de excitarme para que diga que sí?―. Me dices que, si te preguntase ahora mismo, sin ataduras, si quieres follar conmigo, ¿te girarías y te alejarías? Mi pecho se aprieta mientras me mira y sonríe. Está completamente al tanto de la reacción que me está provocando. Me tambaleo hacia atrás, dándome contra el brazo del sofá. Mierda. Él se acerca más. ―Totalmente ―digo, tratando de mantener mi voz constante―. En realidad, te golpearía en las pelotas y después me giraría y me alejaría.

Pone sus manos en alto y camina hacia atrás. ―De acuerdo entonces. Dejemos que empiecen los juegos. ―¿Qué demonios significa eso? ―grito. Se encoge de hombros y desaparece en la habitación. Idiota.

Me alejo de Libby con una sonrisa satisfecha en mi rostro. La excitación subió por mi columna vertebral ante su reacción cuando le pregunté qué haría si intentaba follarla. No perdí la forma en que su respiración cambió o cómo sus ojos repentinamente se negaron a encontrarse con los míos. Libby está luchando contra su atracción hacia mí. Puede que no le guste personalmente, pero eso no significa que rechace mi atractivo sexual o aspecto. No estoy diciendo que ella está lista para montar sobre mi polla y cabalgar hacia la puesta de sol, pero hay un conflicto interno dentro de sí misma, y quiero hacer que se lo cuestione aún más. Lo que es una jodida mala idea de mi parte. Thomas me ha dicho desde el primer día que no folle a la gente que trabaja para ti. Aventurarse en ese territorio nunca termina bien. Punto. Y he hecho un buen trabajo de mantenerlo. Libby es una buena asistente hasta ahora, y odiaría perderla. El personal está casi terminando de preparar las escenas para el rodaje. Estoy coproduciendo el video y he pasado más de un mes planeando cada detalle con mi equipo. Thomas y el director, Mike, están inmersos en la conversación, muy probablemente tratando de averiguar cómo cambiar la mierda de modo que Libby se sienta más cómoda, pero no cambiar todo el concepto del video al mismo tiempo. Thomas me mira preocupado cuando los alcanzo. ―Por favor, dime que no dijiste algo que la molestara. ―¿En serio? ―pregunto, dándole una intenta mirada. ―Es una buena chica, Knox. ―Su rostro se vuelve suave. Es la primera vez que lo veo mostrar una pizca de emoción.

―Permíteme recordarte que su participación en el video fue tu idea. Si no estás bien con eso, lo volveremos a programar. Será una mierda, pero no el fin del mundo. Puedo manejarlo. ―Sería demasiado complicado. ―Él sostiene su dedo hacia mí―. Mantén tu mejor comportamiento, de esa manera todo va a ir bien. ―Sabes que siempre lo hago. Él resopla ante mi respuesta y luego chasquea sus dedos cuando mi estilista aparece para obtener su atención. ―Mallory ―grita. Ella se da la vuelta para mirarlo―. Cambio de planes. Libby, la nueva asistente de Knox, está haciendo el video con él ahora. Encuéntrale algo que usar y luego envíala directamente a peluquería y maquillaje. Hazlo rápido, pero no lo hagas a medias. ―Lo tengo ―responde Mallory, cepillando su cabello rubio sobre su hombro―. ¿Vamos a buscar una apariencia más modesta ahora? ―Mallory ha trabajado para mí durante dos años y es muy buena en su trabajo. Tendrá esto bajo control. ―Deja que escoja lo que quiera llevar ―digo. Mallory alza una ceja―. No estoy diciendo que le des un vestido de abuela, sino opciones. Ella asiente en respuesta y corre lejos. ―¿Seguro que es una buena idea? ―le pregunto a Thomas―. Ya hay fotos de nosotros dejando un club juntos anoche. ―¿Qué? ¿Por qué diablos estabas en un club con ella? ―No estaba allí con ella. Me encontré con ella, estaba a punto de salir, y ella necesitaba un viaje a casa. ―Él asiente, pero no estoy seguro si realmente compra mi historia―. ¿Ahora estamos haciendo este video juntos? La gente va a especular que estamos jodiendo. Puedo garantizar eso. Thomas se encoge de hombros. ―Tal vez eso sea bueno para tu imagen, hacer que parezca que estás establecido y haciendo mejores elecciones. Esto mejor que no sea ninguna clase de maquinación de mi equipo. ―No, no será bueno para mi imagen. Se va a joder más. Si me ven salir con cualquier otra chica que no sea ella, parecerá que la estoy engañando. Así que asegúrate de que eso no suceda. ―No nos preocupemos por eso ahora mismo. El objetivo de hoy es filmar este video. Descubriremos todo lo de relaciones personales necesarias más adelante.

Lo saludo. ―Lo tengo. Se aleja para hablar con alguien. Me siento en un taburete y saco mi teléfono. Busco mi nombre en Internet, algo que no he hecho en años. Me duele el estómago cuando leo las mentiras de mierda que escriben. Eso es lo que vende, sin embargo. Sexo y mentiras. Comienzo a desplazarme por los resultados. Knox River tiene una noche salvaje en Esmeralds: ¡Bebidas, fiestas, drogas y mujeres! ¡Knox abandona a Stella por la Misteriosa Rubia! ¡Stella Sale en Lagrimas! ¿Nueva chica para Knox River? Jesucristo, es peor de lo que pensaba. Al menos todavía no tienen su nombre. Miro lejos de mi teléfono cuando Libby sale pisando fuera de la habitación, su maquillaje a medio camino, con una copia del guion en la mano. ―No habrá lengua. Tienes que reescribirlo ―me dice. ―No lo estoy reescribiendo. Si no te sientes cómoda conmigo, dilo ahora y nos iremos. No voy a cambiar todo este video. ―¿Qué pasa si lo cambiamos a besos ligeros? ―sugiere Thomas, acercándose a nosotros. Mira a Libby―. No va a ser tan malo como piensas. ―Va a ser mucho mejor ―agrego, resultando en una mirada fulminante de los dos―. Probablemente te me estarás proponiendo cuando todo haya terminado. Ella pone los ojos en blanco. ―Es un minuto de besos ―continúa Thomas―. Necesitas el dinero. ―¿Por qué eso me hace sonar como una prostituta? ―Ella tiene razón ―digo, asintiendo. Me levanto de la silla y me paro frente a ella―. Pero hay un montón de menos necesario en este trabajo que el de una prostituta, teniendo en cuenta que no tienes que follarme. Entonces, ¿estás dentro o fuera? Ella mira a Thomas, quien le da un ligero cabeceo. ―Dentro ―contesta ella―. Estaré bien. No le creo.

Este video es sexy, y la historia es la de un romance prohibido. Estaré representando al mejor amigo del novio de Libby, a quien ella merodea y con el que tiene un romance. El set va a parecer que estamos en una habitación de motel barato en el medio de la nada. El actual “edificio” es un recorte de cartón que se verá como la cosa real una vez que el video esté terminado y la edición consiga sus manos sobre ello. Le toma a Libby otros veinte minutos antes de que vuelva a salir. Mi mandíbula cae. Maldita sea, se ve impresionante. Mis manos ya están ansiosas de pelar esa camiseta negra de su pecho. Ella viene lentamente en mi dirección, dándome tiempo para apreciar el jean corto que apenas cubre sus muslos, y ya puedo sentir mi pene empezando a palpitar. Mierda, no me dejes tener una erección mientras filmamos esto. ―Entonces… ¿cómo me veo? ―pregunta, lanzando sus manos por su cuerpo. ―Jodidamente buena. No puedo esperar a quitarme esa ropa ―digo, haciendo que se ruborice y mire al suelo―. ¿Estás lista para hacer esto? ―Creo que sí. Hace unos diez minutos tome un Xanax, así que probablemente me sentiré mejor cuando entre en acción. ―¿Qué? Ella golpea mi pecho, una sonrisa agrieta sus labios. ―¡Estoy bromeando! Vamos a hacer esto divertido, ¿de acuerdo? De lo contrario, se va a sentir y parecer que estamos incómodos, lo que no será bueno para tu imagen y todo el video. ―Estoy completamente de acuerdo. La sujeto de la mano y la llevo a donde estamos rodando la primera escena, en una cama. ―Y estamos empezando con lo grande ―murmura―. ¿No crees en salvar lo mejor para el final? ―No, el primer gusto es siempre el mejor. ―Mi tono se vuelve serio―. Sé que leíste el guion, pero ¿quieres ensayar unas cuantas veces antes de filmar? ―No, parece bastante básico, así que creo que estaremos bien. Si nos equivocamos, lo reasignaremos. ―Bastante básico, ¿eh? ¿Lo haces con chicos al azar en cámara bastante frecuente?

Ella asiente. ―Todo el tiempo. Hacer porno es todo, las cosas más hardcore por ahí. Nunca he filmado un video sin ensayar primero. Soy perfeccionista en el sentido de que todo tiene que ser planeado y hecho justo antes de empezar a filmar, pero supongo que hay una primera vez para todo. No creo que ella entienda que por no ensayar, es más probable que va a tener que besar y tocar más. Me doy vueltas en los talones y les digo a todos que vamos directamente a filmar. Todos me miran como si hubiera perdido la maldita cabeza, pero empiezan a moverse a sus lugares. Mike se encoge de hombros. ―Supongo que entonces empezaremos. Sacudo mis brazos y empiezo a saltar sobre los dedos de los pies antes de encender la música. ―¡Acción! ―grita Mike. Mi corazón comienza a golpear al comienzo de mi canción, y no tengo ni idea de por qué. He filmado docenas de estos videos. He besado y he hecho más con un montón de otras modelos, así que ¿por qué se siente que mi corazón está a punto de salir disparado fuera de mi pecho? Me encojo de hombros de la sensación y me empujo hacia delante para comenzar a caminar a través de lo que se verá como un estacionamiento desierto. Libby está en una de las habitaciones, caminando de un lado a otro nerviosamente, esperando por mí. Una punta de adrenalina me golpea cuando golpeo la puerta. Ella mira a través de la mirilla antes de dejarme entrar y deja escapar un jadeo cuando mi brazo inmediatamente se extiende alrededor de su cintura tan pronto como me introduzco a través de la puerta. Ella está aprensiva. Demonios, los dos lo estamos. Ella respira profundamente cuando la empujo contra la pared, mi cuerpo se mueve hacia el suyo, e inclino mi cabeza hacia abajo para mirarla, esperando el momento adecuado para avanzar. Me inclino más cerca para dibujar su labio inferior en mi boca, chuparlo suavemente, y presionar mis labios contra los suyos. Son tan suaves como las plumas de almohadas, y ella exhala una respiración profunda antes de besarme de vuelta. Sabe delicioso, como cítricos frescos y duraznos.

La atracción entre nosotros da chispas a la vida. No quiero que esta escena termine. Diablos, haré todo este video con mi boca y manos sobre ella. Apreté mi agarre en sus caderas, y mi cuerpo está pidiendo más cuando siento su excitación. Tengo que detenerme. Tengo que mantener esto profesional. Pero está tomando todas mis fuerzas para no envolver sus piernas alrededor de mí y follarla contra esta pared… y aún no hemos llegado a la cama.

Knox me besa como si fuera mi dueño. Creí que estaba a salvo, que no sería capaz de centrarme en nada excepto en la cámara, pero estaba tan equivocada. En este momento, todo lo que puedo pensar es de qué manera deseo más de él. Esta atracción, esta llamada, me ciega. Las letras sexuales de la canción que tocan en el fondo tampoco están ayudando. Solo están impulsando más fuerte mi deseo. Estoy mareada, tan malditamente mareada, mientras Knox me mantiene presionada contra la pared con sus labios sobre los míos. Mis rodillas comienzan a temblar, y estoy agradecida cuando me levanta en sus brazos y me lleva a través de la habitación a la cama. Mi pulso late tan fuerte que casi puedo oírlo por encima de la música. Trago saliva cuando me coloca en la cama y comienza a gatear sobre mí. Piel de gallina cubre mi piel cuando él prolonga una larga respiración contra mi cuello expuesto antes de que sus labios encuentren los míos de nuevo. Mi lengua entra en su boca caliente, exigiendo más, y sorprendiendo como la mierda. Quiero decir, solo estoy haciendo mi trabajo, ¿verdad? Tengo que hacer que nuestra atracción se vea tan real como sea posible. Mis muslos hormiguean cuando pierdo su boca, y comienza a levantar mi camiseta sobre mi cabeza, desordenando mi cabello. Esa es mi señal para hacer lo mismo con él. Todo es tan rápido. Necesito que vaya más despacio. Quiero que dure más.

―Maldita sea ―sisea entre dientes mientras me está dejando debajo de él con un sujetador de encaje rojo. Intenté convencer a Mallory de que me encontrara un sostén deportivo, pero no lo tenía. Me preparo, consciente de lo que viene a continuación, y jadeo ante la sensación de sus suaves labios golpeando la piel justo encima del botón de mi pantalón corto. El calor se filtra a través de mí mientras coloca su brazo alrededor de mi espalda para acercarme a su boca. Deja un rastro de besos por mi estómago, y todos a nuestro alrededor se desvanecen. Solo somos él y yo. La presión se acumula, y la realidad empieza a golpearme. Me va a hacer venir. ¿Por qué diablos está mi cuerpo dejando que esto suceda? Si tengo un orgasmo en este momento, renuncio. Trabajaré en un restaurante de comida para llevar preguntando a las personas si quieren agrandar sus papas fritas antes de enfrentarlo a él después de eso. ―¡Muy bien, corte! La música se detiene, sobresaltándome, y mi garganta se cierra mientras intento calmarme. Knox me mira, sonriendo. ―¿Seguro que todavía me rechazarías? ―pregunta. ―Santa buenorra ―grita el director―. Creo que es una bendición disfrazada que la otra chica no apareció. Ustedes dos simplemente lo hicieron excelente. El aire de la habitación se siente apretado. Empujo el pecho de Knox, incapaz de mirarlo, y probablemente parezco completamente loca mientras me tiro de la cama y golpeo el suelo con un ruido sordo. ―¿Es eso un chal? ―pregunto, recuperando el aliento. Tomo mi blusa del suelo y la coloco por encima de mi cabeza―. Yo... creo que debería ser un chal. Knox se levanta. ―En realidad, estoy seguro que cometí algunos errores. ―Me mira―. Necesitamos volver a grabar. Más vale prevenir que curar. ―Estuvo bien, Knox ―dice Thomas severamente―. Necesitamos seguir adelante. Gracias a Dios.

Mantengo mis ojos en el suelo cuando regreso a peinado y maquillaje para mi segundo look, y pasamos las siguientes seis horas rodando escena tras escena, las cuales afortunadamente no son tan sexuales como la primera. Nos escondemos en diferentes habitaciones, compartimos unos pocos besos ligeros, y grito como una loca cuando Knox se mete en una pelea con mi novio en pantalla. Qué jodido día. Me doy una última mirada en el espejo y trato de procesar lo que ha sucedido hoy. Todo el que vea el video va a ser testigo que me desnudo para él. Verán la chispa que sentí cuando sus labios tocaron los míos. No pueden perderse la conexión, cómo mis nervios hormiguearon debajo de mi piel mientras deseaba más de él. Estaba en una niebla eufórica ante la sensación de las suaves puntas de sus dedos recorriendo mi piel. Es por eso que algo así no puede volver a suceder. El pánico comienza a recorrerme mientras cambio mi ropa. Demasiadas personas van a ver esto. Sus videos reciben cientos de millones de visitas. Tengo que poner a mi papá sobre aviso antes de que se entere. Ha intentado mantenerme fuera del centro de atención, e incluso recurrió a arrojarme a escuela privada y prohibirme viajar con él después de que todo sucedió, pero ahora me encuentro de vuelta con él. ¿En qué había estado pensando? Debería haber dicho que no. Pero no hay nada que pueda hacer ahora. Tomé mi decisión. Solo espero que a Knox no le guste el video y decida volver a grabarlo con otra persona. Cállate, ansiedad. Me estoy poniendo las sandalias cuando oigo un golpe en la puerta. ―Entre ―grito. Se abre, y Knox aparece en la puerta. Señala el pasillo. ―Están a punto de mostrar algunos clips del video. ¿Quieres verlos? ―Dudo un momento, mordiéndome el labio inferior. Entra en la habitación y cierra la puerta detrás de él, hay preocupación ahora en su rostro―. Libby, si no te sientes cómoda con que esto se vuelva público, lo volveré a grabar.

―No es eso. Me siento cómoda con eso. Solo estoy tratando de averiguar la mejor manera de contarles a mis amigos y a papá. ―Asegura que no eres tú y que debe haber alguna gemela secreta tuya corriendo por ahí. ―Eres terrible para mentir. Se ríe. ―Estuve estúpidamente tratando de usar esa excusa una vez. ―¿No puedes estar hablando en serio? ―Di una fiesta en mi habitación de hotel cuando era menor de edad. Los medios de comunicación se enteraron y se volvieron locos. Cuando me interrogaron, les dije que debía de ser mi gemelo secreto. ―Eras un chico tonto. Me siento paralizada cuando se acerca. El calor de su tacto sigue pasando a través de mí. Si me toca, no estoy segura de cómo reaccionaré. Podría quitarle la ropa y follarle contra esa puerta. ―¿Puedes hacerme un favor? ―pregunta. Sus ojos se centran en mí, dándome esa mirada intensa con la que estoy empezando a familiarizarme. ―¿Qué? ―tartamudeo. ―Admite que disfrutaste besándome y que no te dio asco como dijiste que lo haría. Trago saliva, escuchando el desafío en su voz, y fuerzo una risa. ―Has perdido la cabeza. ―Sé cuando una mujer se siente atraída por mí. Sé cuando una mujer está excitada, y tú querida, definitivamente te excitas y te sientes atraída por mí. ―Estaba actuando. Suelta un bufido sarcástico. ―Si eso te ayuda a dormir mejor por la noche. ―Comienza a caminar hacia atrás, lejos de mí, y agarra la manija de la puerta, pero no se mueve―. Me reuniré contigo allá afuera, y, por cierto, yo no estaba actuando. Estaba excitado. Increíblemente excitado. ―Mi boca se abre, y solo lo miro, incapaz de formar palabras y sorprendida por su honestidad―. Solo estoy siendo honesto. Se encoge de hombros y finalmente abre la puerta para salir. ¿Por qué sigue haciendo eso?

Dice algo para ponerme a prueba y luego se aleja, como si no fuera un gran problema. Se está metiendo en mi cabeza, y lo sabe. Dejo escapar una lenta y constante respiración, agarro mi bolsa y salgo de la habitación. Camino por el pasillo para encontrar a todo el mundo encorvado alrededor de una computadora. Knox sonríe y me saluda con la mano. ―Nos vemos muy calientes, ¿eh? ―me pregunta, dándome codazos en el costado cuando los alcanzo. Me inclino lentamente y miro fijamente la pantalla. Tiene razón. La atracción entre nosotros es evidente. No hay falsedad en lo fuerte de la atracción, incluso si eres el mejor actor del mundo. Lo veo quitarme el aliento e iluminarme. Estoy muy jodida. El director me saca de mi aturdimiento cuando golpea sus manos. ―Esto va a ser un éxito. Eso es lo que me da miedo. Miro hacia abajo a mi reloj y finjo un suspiro de asombro. ―Vaya... se está haciendo tarde. Tengo que irme. ―Miro a Knox, y me doy cuenta que soy su chófer―. ¿A menos que me necesites para quedarte o llevarte a casa? ―Me apresuro a salir. Pasar treinta minutos en el auto con él no es lo que quiero hacer ahora mismo, pero él es mi jefe y es dueño del auto que estoy manejando. Sería grosero. ―No, creo que me quedaré aquí y trabajaré algo en ediciones. Vete. Haré que Thomas me deje en casa ―contesta, dándome una sonrisa tranquilizadora que muestra sus perfectos dientes blancos. Asiento con su respuesta y digo adiós. El sol está empezando a ponerse mientras camino por el estacionamiento al Jeep. Tiro mi bolso en el asiento del pasajero y estoy a punto de entrar cuando oigo a Knox gritando mi nombre. Me doy la vuelta y corre hacia mí con una bolsa de compras colgando de sus dedos. ―Oye ―dice, recuperando el aliento cuando me alcanza. Sostiene la bolsa hacia mí―. Gracias de nuevo por hacer el video. No tienes ni idea de cuánto lo aprecio. ―Miro la bolsa todavía en su mano―. Hice que uno de mis representantes de ventas trajera esto. Me ayudaste mucho, así que es lo menos que puedo hacer. ―Sigo mirando hasta que él me la coloca en mi mano―. Tómalo. No miro hacia otro lado porque estoy demasiado nerviosa para enfrentarlo. ¿Me compró un regalo? ¿Lo abro ahora? ¿Espero hasta llegar a casa?

―Ábrelo ―insiste. Hago lo que me dice y suspiro cuando abro la caja. ―Yo... no puedo aceptar esto. ―Paso mi mano sobre el cuero suave, apreciando la hermosa pieza. Estaba mirando este monedero y planeaba pedirle a mi papá que lo comprara por mi cumpleaños antes de que lo perdiéramos todo―. Este es un monedero de tres mil dólares. Ya me pagan para hacer el video. ―No te preocupes por el precio. Puedo permitírmelo. ―Pero… Sus palabras me interrumpen. ―Quédatelo. Véndelo si necesitas el dinero. Quería mostrarte mi agradecimiento, además sé que amas tus bolsos. Lo tomaré como un insulto si no lo aceptas. Me da una sonrisa y se da la vuelta sin esperar mi respuesta. Me quedo allí con el bolso en la mano y lo veo desaparecer de nuevo en el edificio. Coloco suavemente la nueva bolsa en su caja y la pongo en el asiento trasero. ¿Qué demonios está pasando con mi vida? ―Oye chica, oye ―grita Mia cuando paso por la puerta principal. Me muevo a la sala de estar para encontrarla y Dixon se acurruca en el sofá viendo The Bachelor. Dixon parece miserable como el infierno, y no lo culpo. La idea de intentar engañar a un tipo que está liándose con docenas de otras mujeres no me atrae, pero lo que sea. A cada cual lo suyo. Prefiero no compartir saliva con una plétora de extraños. ―Hola ―respondo, poniendo mis bolsas en el sofá de dos plazas antes de caer al lado de ellos agotada. ―¿Día pesado? ―pregunta Dixon. Su cabello hasta los hombros está enrollado en un moño de hombre, uno que se ve mejor que cualquier cosa que puedo hacer en mi mejor día. Dixon es un surfista profesional y pasa todo su tiempo en la playa capturando olas. Su papá tiene una de las compañías más grandes en el mundo de ropa para practicar surf, así que él no tiene que apoyarse en un trabajo mientras entrena. ―No tienes ni idea ―me quejo. Todo lo que quiero hacer en este momento es tomar una ducha caliente y colapsar en mi cama. ―¿Qué hay en la bolsa? ―pregunta Mia. ―Un regalo de Knox.

―¿Un regalo de Knox? ―repite despacio―. ¿Tu jefe? ―Asiento, y agarra el mando a distancia para hacer una pausa en su programa. Sabes que va en serio cuando oprime ese botón―. ¿Has trabajado para él por cuánto? ¿Dos días? ¿Y ya te está regalando mierda de Neiman Marcus? Odio decirte esto, pero estás tan equivocada acerca de que él no quiere dormir contigo. ―Salta del sofá y agarra la bolsa antes de que tenga la oportunidad de detenerla y deje escapar un silbido, admirando mi nueva cartera de Gucci―. Y maldita sea, el muchacho está tratando con fuerza. Esta cosa es hermosa. Espero por Dios que no haga más largo este día presionándome por cada detalle. Debatí diciéndole la verdadera razón, pero no quiero que piense que estoy esquivando a un jefe que quiere meter su pene en mí. ―Él no me la dio porque quiere follarme. Me lo dio porque hoy grabé un video musical con él. Espero la reacción dramática que sé que voy a recibir. Deja caer la bolsa, con la boca abierta. ―Disculpa... ¿qué hiciste con él hoy? ―Hoy tuvo una sesión de grabación de video para su nuevo single. La modelo no apareció, y no había reemplazo, así que Thomas me pidió que lo hiciera. Al principio dije que no, pero estaban desesperados, además de que no podía dejar pasar la paga. ―Me encojo de hombros―. Así que estuve de acuerdo. ―¿Como uno que va a estar en la televisión... YouTube... en todas partes en Internet? ―pregunta, cayendo de nuevo en el sofá. Presiono mi lengua contra el paladar antes de contestar. ―Eso es correcto. ―Maldita puta mierda. ―Por modelo, ¿te refieres al interés amoroso? ―pregunta Dixon. Asiento, y Mia aplaude. ―Oh Dios mío. Realmente no puedo esperar para ver esto. Apuesto a que serán tendencia cuando se lance. Todo el mundo se va a morir de curiosidad por saber quién es la misteriosa, sexy rubia en su video. ―Espero que no ―me quejo. Mi teléfono emite un pitido y veo un mensaje de texto cuando lo agarro de mi bolso. Thomas: Mira a Knox en Internet ahora mismo. Tú podrías tener tu primer problema para solucionar.

Escribo el nombre de Knox en el cuadro de búsqueda del navegador de Internet. Mi respiración se tambalea, y mis dedos se entumecen cuando empiezo a desplazarme por los titulares. Oh, mierda. ―Tengo la sensación de que seré tendencia antes de que el video se lance ―les digo. Hago clic en el primer enlace y les alcanzo mi teléfono para que puedan leer la historia. ―¿Él es con quien saliste del club? ¿Pensé que habías llegado a casa en Uber? ―pregunta Mia. ―Estaba a punto de reservar un recorrido cuando Josh me siguió entre bastidores y casi comenzó a acosarme. Fue entonces cuando Knox apareció de repente. Su conductor ya estaba en camino para recogerlo, así que se ofreció a darme un aventón. Me ahorró dinero y la incomodidad de subirme en el auto con un extraño. ―Bueno, podría haber sido más incómodo en el auto con él. ―Que conveniente. Tu caballero de brillante armadura. Le doy una mirada asesina. ―Coincidencia, no conveniencia. Ella se encoge de hombros y agarra su copa de vino de la mesa de café, tomando un trago grande. ―Todavía pienso que él quiere meterse en tus bragas. El tipo te da un auto. ―No me dio un auto ―interrumpo―. Me prestó un auto. No es diferente de proporcionarme un vehículo de la empresa. ―¿Así que te presta un auto, prácticamente te sigue a un club para darte un aventón a casa, te convence para co-protagonizar su video y te da un bolso que cuesta más de lo que algunas personas ganan en un mes? Miro hacia abajo a mis uñas. Suena un poco extremo por solamente trabajar para él durante unos días, pero las celebridades son extremas, especialmente las jóvenes y ricas. ―Te estaba mirando en el club ―continúa, tomando sus dos dedos y presionándolos contra sus ojos―. Lo vi con mis propios ojos. Sabía que haría un gran problema por esto. ―Se sorprendió al verme allí. No sabía que estaría con toda la gente rica, VIP o lo que sea. Nuestra relación es cien por ciento profesional. Resopla.

―Buena suerte convenciendo a otras personas de eso. Estás saliendo con una de las personas más famosas del mundo. ―Levanta las piernas y las apoya en la mesa de café―. ¿Entonces qué vas a hacer? ―Todavía no lo he pensado. Hablaré con Thomas y preguntaré cuál es la mejor manera de manejarlo. Me miran mientras le respondo al texto de Tomás. Yo: Emitir una declaración con la historia verdadera. Nos tropezamos en el club. Necesitaba un aventón a casa. Fin. Completamente inocente. Su respuesta no es lo que esperaba. Thomas: Es tu trabajo arreglarlo, Libby. Escribe una declaración, y la emitiré. ―Entonces, ¿qué dijo él, zorra de video? ―pregunta. ―Que es mi trabajo arreglarlo. ―Me levanto del sofá―. Y tú eres molesta. ―Me dirijo hacia las escaleras para ir a mi dormitorio, oyendo su risa en el fondo, y cierro la puerta antes de hundirme en mi cama. Tecleó el nombre de Knox y le envío un mensaje a continuación. Yo: No estoy segura de si has visto la foto de nosotros saliendo del club que ya se ha vuelto viral, pero ¿cómo quieres que lo maneje? Knox: Diles lo que quieras. Estás a cargo. ¡Mierda! Quería que uno de ellos arreglara este problema por mí. Tomo mi computadora portátil y comienzo a escribir una respuesta para hacer conocer al mundo que no estamos follando. Malditos sean los paparazzi.

Yo: Diles lo que quieras. Estás a cargo. Se me pasó por completo mencionarle las fotos de nosotros saliendo del club. Tanta mierda estaba pasando que eso se me borró de la mente. Cuando Thomas llegó quejándose por la modelo perdida en acción, estuve cerca de perder el control. Mis manos estaban temblando, mi mente enloqueciéndose por la idea de tener que cancelar toda la grabación después de gastar tanto dinero reservando a todos. Estoy feliz de haber estado en el otro cuarto porque casi me caí de la sorpresa cuando Thomas dijo que Libby la reemplazaría. Podía decir que no estaba muy convencida de la idea, y no habría forma de que lo hubiera hecho si no estuviera trabajando para mí, así que le escribí a mi asesora de compras personal y le dije que le encontrara a Libby el bolso perfecto. No sé por qué le compré el bolso, pero fue lo mejor que pude pensar en hacer para agradecerle por salir de su zona de confort y salvar mi trasero. Libby: Lo tengo. Presiono contestar… pero no estoy seguro de qué decir. ¿Siquiera debería responder? Estoy estirado en las sábanas de mi cama tamaño King californiana, el ventilador abanicándome desde arriba, y estoy escuchando la televisión de fondo. Está en algún reality show sobre encontrar el amor de tu vida o alguna mierda. Me río para mí. Nunca nadie encuentra al amor de su vida… en especial no en un programa de televisión. Yo: Sabes… Borro eso. Yo: ¿Algún plan para esta noche? Suprimo eso.

Yo: ¿Entonces qué haces? Dudo. ¿Pensara que es raro si le pregunto eso? Lo borro cuando se me ocurre algo mejor. Yo: ¿Qué hay en la agenda para mañana? Arrojo el teléfono a mi lado y descanso la cabeza en la almohada hasta que responde. Libby: Pusimos todo en tu teléfono, ¿recuerdas? Yo: Sí, pero soy muy perezoso para mirarlo. Y quiero hablar con ella. Libby: Reunión de la gira para mañana a las 9 a.m. Yo: Cancélala. No iré. Libby: ¿Tienes que estar bromeando? Yo: Nop. Libby: Vas a ir. No me importa si tengo que irrumpir en tu casa y arrastrarte fuera de la cama. Y, por cierto, no te olvides de conseguirme una llave. Yo: Amenazaste con venir a sacarme a rastras de mi cama. No puedes esperar que te dé una llave ahora. Espero unos segundos y no hay respuesta. Leo de nuevo mi último mensaje, preguntándome si dije algo malo. Incluso contuve la urgencia de joder con ella y decirle que preferiría que se subiera a mi cama en lugar de sacarme de esta. Le escribo de nuevo, culpando de esto a mi aburrimiento. Yo: Cálmate, asesina. Soy estoy molestándote. No voy a cancelar. Esta reunión es demasiado importante para cancelarla. Las giras son donde hago más dinero. Mi teléfono suena. Libby: Joder conmigo parece ser tu pasatiempo favorito. Te veo en la mañana. Espero estés listo para irnos. Es muy probable que el tráfico sea una perra. Joderla sería exactamente mi pasatiempo favorito… si tuviera la oportunidad. Yo: Sí, señora. Te veo en la mañana. Cierro su ventana de mensajes y presiono el nombre de Thomas. Yo: ¿Libby viene conmigo a la gira?

Thomas: No se ha decidido. Pensé que hablaríamos de eso mañana. Yo: Creo que es una buena idea. Parece saber lo que está haciendo y me mantiene enfocado. Thomas: No trates de ser resbaloso con ella. Tiene personas que te destruirían si la tocas. No estoy bromeando. Vaya… no era la respuesta que estaba esperando. ¿Tiene gente que me destruiría? Necesito interrogar más a mi pequeña asistente y enterarme con qué estoy lidiando. Tal vez solecito tiene un poco más que algunas nubes sobre ella. Estoy eufórico por esta gira y contando los días hasta irme. Será una bocanada de aire fresco y bueno salir de la ciudad por un tiempo. Eso aclara mi cabeza, y escribo mis mejores letras en el autobús de la gira. Tocar para mis fanáticos es lo que me mueve, lo que me impulsa, y me hacer más feliz. Tengo un propósito por unas horas. Le escribo al productor y le digo que me envíe el video sin editar para poder trabajar en este. No puedo esperar a verlo.

Tengo la luz de mi cuarto apagada, Friends está siendo transmitido en mi televisión como sonido de fondo, y estiro la mano por mi teléfono en la mesita de noche para revisarlo otra vez. Probablemente lo he revisado al menos veinticuatro veces desde que me metí a la cama después de ducharme. Gruño cuando veo que todavía son las tres de la mañana. El sueño no es mi amigo esta noche. Incluso el Ambien que me tomé temprano no me está mostrando amor. Supongo que mi ansiedad elimina los fármacos. ¿Por qué demonios no puedo dormir? No estoy cien por ciento segura de la razón exacta, pero es muy probable que tenga que ver con el hecho de que voy estar viendo a Knox en unas seis horas, y va a ser muy incómodo. Estoy segura de eso. Y si hay algo que no puedo soportar, es la incomodidad. Agarro la almohada a mi lado, la presiono sobre mi rostro, y grito un par de veces. La arrojo a mi lado cuando termino de tener mi colapso, agarro mi teléfono de nuevo y presiono nombre. Yo: Simplemente nos encontraremos mañana en la reunión. Knox tiene su propio auto… o sus propios autos para ser más exactos. No hay razón por la que quiera ir conmigo. Mi teléfono sorprendiéndome.

suena

con

una

respuesta

unos

segundos

después,

¿Qué hace despierto a esta hora? Oh sí, chico fiestero. Probablemente está sentado en su sofá, con los pies levantados y emborrachándose mientras ni siquiera piensa en lo importante que es ese video. Luego irá a su habitación y follará a alguna chica sin tenerme en su cabeza.

Esa es la actitud que debo tener, bueno, menos la parte de follar una chica. No puedo dejar que esto me afecte. Tengo un trabajo que hacer. Knox: Preferiría que me encontraras en mi casa e ir en el auto contigo, solecito. Necesito que me busques algo de desayuno. Bueno, mi brillante plan acaba de salir volando por la ventana. Yo: Pensé que odiabas cómo conducía. Knox: Cierto, pero me encanta tu compañía. Yo: Bien, estaré ahí a las nueve. ¿Qué quieres de desayuno? Knox: Lo que sea que te parezca bien. Sírvete también. Tienes una tarjeta de crédito. Se me dio una tarjeta de negocios para cargar cualquier gasto que Knox necesite. Yo: Eres mi jefe. Dime qué quieres. Knox: Oh, solecito. Sabes lo que quiero. Está borracho. Tiene que estarlo. Yo: Podría demandarte por acoso sexual, sabes. Sonrío por mi respuesta. Eso le enseñara a guardarse sus comentarios sexuales para él. Knox: ¿Acoso sexual? Me refería a que quería un Egg McMuffin. No hay nada sexual en eso, y si crees que lo hay, deben gustarte las cosas pervertidas. Yo: Eres en serio el hombre más frustrante que conozco. Knox: Y tú eres en serio la mujer más frustrada sexualmente que conozco. Apuñalo cada letra de mi respuesta con fuerza. Yo: ACOSO SEXUAL!!!! Knox: Maldito auto corrector que escribe sexualmente ahí. No llenes una queja en mi contra. Llena una en contra de Apple. Ellos son los que siempre estaban cambiando mi joder a comer. Es bastante frustrante. Debemos cambiar de tema. Yo: ¿Por qué estás despierto siquiera? Knox: ¿Por qué estás tú despierta? Yo: Buen punto. Knox: El insomnio puede ser una perra. Ahora responde mi pregunta. ¿Estás bebiendo champaña en un campo de golf con tu novio en su suéter de cachemira?

Yo: ¿Muy prejuicioso? Y te dije que no es mi novio. Knox: Solecito, eres la última persona que debería estar llamando a alguien prejuicioso. Yo: ¿Qué quiere decir eso? Knox: Me juzgaste al segundo en que entraste en la oficina de Thomas. Mierda, probablemente incluso antes de entrar. Yo: ¡Me preguntaste si me acosté contigo y si estaba mintiendo sobre cargar a tu bebé! Knox: ¿Entonces juzgas a alguien porque te preguntan si se acostaron contigo? Yo: No, juzgo a alguien que comparte una cama con cualquiera que tenga una vagina. Knox: Tú tienes una vagina, y no he compartido una cama contigo. Yo: DIOS MÍO esta conversación ya se acabó. Vete a dormir. Tendré tu Egg McMuffin en la mañana. El hombre en serio era un dolor en mi culo. Knox: Yummy. Mantuve mi teléfono en la mano, esperando a ver si diría algo más, pero no lo hace. ¿Yummy? ¿En serio terminó nuestra conversación con la palabra yummy? ―Idiota ―murmuro para mí misma, girando mi atención de nuevo al drama de Ross y Rachel. *** Mi alarma se dispara, y la tengo configurada con esa canción Happy de Pharrell. Esperaba que estuviera de un humor animado y energizada si me levantaba con algo de un ritmo alegre. Desafortunadamente tiene el efecto contrario. Quiero lanzar mi teléfono al otro lado del cuarto, pero estoy en bancarrota ahora, así que nada de lanzar cosas que no puedo reemplazar. De hecho, no sé cuándo me quedé dormida, pero creo que fue después de ver otros cuatro episodios de Friends antes de que mis ojos se cerraran lentamente. Me toma unos minutos convencer a mi cerebro de que es hora de levantarse, y finalmente me arrastro al baño para bañarme. Me recojo el cabello en un moño desordenado y luego lo suelto. Vamos a reunirnos con Thomas y el manager de la

gira de Knox hoy. Necesito lucir un poco más profesional. Corro a mi habitación por mi alisadora, treinta minutos después estoy saliendo por la puerta con mi cabello y maquillaje hechos. Llego con Knox solo unos minutos antes porque la fila en McDonald’s era una jodida pesadilla. ―Buenos día, solecito ―canta cuando me ve entrando a la cocina después de darme cuenta que la puerta estaba abierta. Le paso la bolsa de comida, y empieza a sacar todo―. ¿No te compraste algo? ―Sacudo mi cabeza y él me mira decepcionado―. ¿Por qué no? ―No soy una gran fanática de McDonald’s. Desenvuelve su sándwich, le da un gran mordisco, y lo traga antes de responder. ―¿Cómo puedes ser americana y no gustarte McDonald’s? ―Toma otro mordisco y gruñe―. Cuando era pequeño, ir a McDonald’s era como Navidad para nosotros, incluso si era algo pequeño como una hamburguesa. Mi hermano y yo pensábamos que era la mejor comida del mundo. Sus palabras lastiman mi corazón. McDonald’s nunca fue la gran cosa para mí mientras crecía. No me importaba ni un poquito las cajitas felices. De hecho las odiaba y me quejaba con mi papá si intentaba ir allá porque ninguno de los padres locos por lo saludable de mis amigos los dejaban comer allá. Es gracioso lo mucho que el ambiente en que creces afecta tu vida y por lo que agradeces, y es triste que no haya forma de cambiarlo, tampoco. No puedes decidir quiénes son tus padres. Algunos de nosotros tienen suerte, mientras que otros no tantos. La comida rápida, algo que tomaba por sentado, una maldita hamburguesa en McDonald’s, y otros niños estaban deseándola. Le sonrío un poco. ―Bueno cada vez que quieras algo de ahí, solo déjamelo saber. ―Bien, y tú vas a comer algo también. ―Tal vez. Tan pronto termines, debemos irnos. Te veré en el Jeep. ―Cambio de planes. El manager de la gira y Thomas nos van a encontrar aquí. ―Toca el taburete a su lado―. Así que acomódate, y si no tuviste oportunidad de comer algo, mi nevera está llena. ―Estoy bien. ―Hay cosas saludables ahí. Mi chef fue a la tienda de víveres anoche, y estoy muy seguro que hay cosas ahí para hacer uno de tus batidos.

Quiero preguntarle si a propósito le pidió a su chef que consiguiera las cosas para mí, o si era algo regular, pero no lo hago. Solo unos segundos pasan antes de que el timbre suene. ―¿Puedes atender por mí? Probablemente son Thomas y Max ―pregunta Knox. Come el último bocado de su sándwich, arruga el envoltorio en su mano, y lo arroja de nuevo a la bolsa. Estaba de camino a la alegría mientras voy a abrir la puerta. Todos nos reunimos en la mesa del comedor. Agarro el cuaderno de mi bolso y tomo asiento al lado de Knox. Los escucho a los tres y rápidamente tomo notas de todo lo que puedo como si me fueran a hacer un examen después. Sé lo importante que son las giras, son la mantequilla para tu pan, y necesitas organizarlos apropiadamente para asegurarse de que todo salga perfecto. Repasan cada estadio en que estará presentándose en cada ciudad y deciden si se quedara en su bus de la gira o en un hotel después de cada uno. Es mi responsabilidad reservar las suites y asegurarme de que todo lo que se necesite esté para su llegada. ―No olvides reservar una habitación para ti ―dice Knox, mirándome―. Preferiría una en mi mismo piso. ¿Un cuarto para mí? Dejo caer el bolígrafo en mi mano. ―Lo siento… ¿un qué para quién? ―Vas a necesitar un lugar para dormir. Eres más que bienvenida a quedarte en el autobús o en un cuarto de hotel. Es tu elección. Pagaré por eso, así que no te preocupes por el precio. Todos los ojos están sobre mí. No estoy mirando alrededor para asegurarme, pero puedo sentirlos. Me remuevo en la silla. ―¿Voy a ir de gira contigo? ―Asiente, y giro la cabeza rápidamente para mirar a Thomas. Esto nunca fue parte del arreglo―. ¿Voy a ir de gira con él? ―Thomas asiente―. Nunca dijiste nada sobre que iba de gira y viajaba alrededor del país. Thomas me da una mirada esperanzadora. ―No nos decidimos hasta anoche. A Knox parece gustarle que trabajes para él, así que pensé que podías encargarte por un rato.

―Tengo universidad ―respondí. ¿Cuál es la mejor excusa para intentar salirme de esto, pero no perder mi trabajo a la vez? ―En tres meses. Puedes volver cuando empiecen las clases, y buscaremos un reemplazo para ti para entonces. ―Estoy confundida. ―Demasiadas preguntas están volando en mi cabeza, y mi cerebro es incapaz de escupir alguna en particular en este momento. ―No te preocupes, te daremos todo lo que necesites ―dice Knox, mostrándome una sonrisa brillante―. Harás lo mismo que haces ahora, solo que en carretera. ―Debo de revisar mi agenda y asegurarme de que sí pueda ―miento. ―Se te va a pagar buen dinero por esto, Libby ―dice Thomas, comenzando con el mismo sermón que me ha dado antes―. No hay nada, y quiero decir nada, que vayas a encontrar que vaya a dar ni de cerca el salario que consigues con Knox. ―Te daré un aumento, si es necesario ―suelta Knox―. Que viajes conmigo obviamente está aguándote la fiesta o lo que sea. Todo el mundo me mira, y me siento como el dolor en el trasero más grande que alguna vez ha vivido. ―No tienes que hacerlo ―contesto, suspirando―. Está bien. Solo me tomó por sorpresa, eso es todo. Todo el mundo asiente, pero el cuarto se queda en silencio mientras pretendemos estar estudiando el papeleo. Knox finalmente rompe el silencio. ―¿No te había dicho que necesitaba más días cuando vaya a Houston? ―¿Uno no es suficiente? ―pregunta Max. ―No. necesito tres. Mueve una fecha y arréglalo. Todo el mundo asiente en respuesta, y no estoy segura de quién exactamente se encarga de reprogramar. ―¿Entonces… ese es mi trabajo? ―pregunto. La última cosa que necesito es que esperen que haga algo y que luego no se haga. ―No. Yo me encargo ―responde Max―. Tu trabajo es Knox. Es mi responsabilidad mantener el registro de las fechas y estadios. Lo cambiaré, pero probablemente tengan que viajar en la noche a la siguiente ciudad ya que ya vendimos boletos para las fechas.

―No hay problema. Preferiría hacer eso y ser capaz de pasar tiempo con mi familia. Si alguno de ustedes necesita algo más, contácteme o a Libby, preferiblemente a Libby porque es mucho mejor en esta mierda que yo. Solo me aparezco y me presentó y luego me voy a descansar, chicos ―dice Knox. Max se levanta y le da una palmada en la cabeza. ―Es por eso que estamos aquí, amigo. Thomas se para después, dice adiós, y los dos desaparecen de la cocina. Knox me mira tan pronto como escuchamos la puerta cerrarse. ―¿Estás segura de que estás bien con esto? ―¿Por qué siento que sigue haciéndome la misma pregunta? Para alguien que ha sido retratado como un imbécil egoísta, seguro que hace de su misión ver si estoy bien con las cosas. Frunce el ceño ante mi asentimiento―. No, no lo estás. Puedo notar cuando estás mintiendo, y no quiero hacer algo con lo que no estés cómoda. Resoplo. ―No me conoces lo suficiente para saber cuándo miento. ―Eres una mujer. ―¿Y? ¿Qué demonios tiene que ver una cosa con la otra? Se ríe. ―Puedo notar cuando las mujeres mienten. No quiero darle ninguna razón real de por qué estoy tan nerviosa sobre ir de gira con él. Es demasiado personal. La última gira a la que fui con mi papá fue una pesadilla y cambió quien soy como persona. Nunca he sido capaz de llegar a términos con eso del todo. ―Todavía tenemos dos semanas antes de que la gira empiece. Si sientes que soy muy insoportable para viajar conmigo, no tienes que venir. No vengas porque es tu trabajo. No puedo estar alrededor de alguien que es miserable todo el tiempo. ―Pero es mi trabajo. ―Te están pagando por viajar por el país y algunas veces encargarte de mi culo y mantenerme fuera de problemas. Si algo, deberías pagarme por toda la diversión que conseguirás. ―Buena suerte con eso. Ni siquiera puedo pagar la renta ahora. Él se sienta. ―¿Entonces qué pasó? Obviamente vienes de dinero, ¿a dónde se fue? ―¿En serio no buscarte información mía?

―Un poco. Leí el primer párrafo de Wiki. Me dijo que edad tienes, dónde naciste, que tu papá es alguna leyenda del rock con problemas de dinero, pero no fui más lejos que eso. Estaba esperando conseguir la verdad de tu parte, la historia verdadera, porque todos sabemos que Wiki no la tiene. ―No quiero hablar de eso. ―¿Qué tal esto entonces? Cada día que te vea, ambos debemos revelar una cosa sobre nosotros al otro. Un secreto al día. ―¿Qué edad tenemos, doce? ―Puede que estemos viajando cientos de kilómetros juntos. Necesito asegurarme de que no eres una de esas personas loca que eligen la mermelada sobre la jalea, que comen sus bisteces a término azul, o cortan sus uñas de los pies con los dientes. Pongo los ojos en blanco. ―Primero, elegir la mermelada sobre la jalea es un crimen de odio, segundo, termino azul es asqueroso, y nunca, y quiero decir nunca, me he cortado las uñas de los pies con los dientes. ―Me estremezco―. ¿Con qué clase de personas sales? ―Solo estoy asegurándome que no eres una comedora de mermelada, o una loca roe uñas de los pies. Empujo su brazo. ―De verdad eres un idiota, ¿lo sabes? ―No vamos a buscarnos en Google ni a leer revistas de chismes. Cualquier cosa que aprenda sobre ti, la escucharé de tu boca. ¿Trato? ―No hay trato. Preferiría que nos quedáramos fuera de los asuntos del otro. ―Iré primero. Me siento extremadamente atraído por ti. Le arrojo mi lapicero. ―Me largo de aquí. ―¿Qué? ¿Qué quieres decir con que te largas? Tengo un ensayo para el concierto de LA. Mierda. ―¿No te dije que debía irme temprano hoy? ―Sacude su cabeza, y con todo lo sucedido, probablemente olvidé mencionarlo―. Mierda, entonces quise hacerlo. ―¿Es importante? ―Más o menos, pero no es importante. Lo cancelaré.

―¿Qué es? ―Un día personal. ―¿Voy a conseguir una nota del doctor? ―¿No puedes hablar en serio? Se ríe. ―Adelante, pero trata de hacer todas tus diligencias hoy. Tenemos una agenda ocupada enfrente. Tiene ensayo de su gira hoy, pero no creí que me necesitara para eso. Ya han contratado todos los bailarines de fondo y elegido el vestuario, pero Knox debe de repasar toda la coreografía y asegurarse de que está cómodo con todo. ―Listo. *** Nunca he estado en una prisión, y para ser honesta, nunca pensé que lo estaría. He visto muchos documentales sobre estas, pero la verdadera cosa es muy diferente. Camino a través de las puertas principales y comienzo a pensar en niños que han tenido que hacer esto durante años porque un padre recibió décadas de vida en largas sentencias. Es triste, y ni siquiera puedo imaginar cómo me sentiría si mi padre hubiera sido enviado aquí cuando era una joven y confundida niña. Él solo añadió unas pocas personas a su lista de visitantes; incluyendo a Thomas, un par de sus compañeros de la banda, y yo. Mi mamá no fue añadida, por una buena razón, considerando que ninguno de los dos ha sabido de ella en años. ―Hola, cariño ―me saluda, sonriendo. Su cabello está peinado hacia atrás en una limpia y peinada coleta, y su barba es un poco más larga. Su uniforme de la prisión no cubre ni la mitad de sus tatuajes que viajan por sus brazos, y miro su mano derecha, donde está garabateado en sus dedos. No luce terrible, pero está en una prisión federal. ―Este lugar no parece tan malo. ―Podría ser peor. Tengo que verle el lado bueno de que solo es temporal. Ya he programado entrevistas para cuando salga para empezar a pagarle al gobierno. Incluso tengo una oferta para un libro. ―Bien. No puedo esperar a tenerte en casa. ―¿Entonces cómo has estado, mi niña? Thomas me dijo que conseguiste un trabajo con uno de esos niños bonitos.

Me río porque se refiera a Knox como un niño bonito, considerando que The Grave Diggers se presentaban en sus conciertos con los rostros pintados y maquillaje. Mi papá se hace mejor el delineado que yo. ―Estoy trabajando como su asistente personal, y es incluso más difícil de lo que eras tú. ―Se ríe, y dudo antes de decirle sobre el video y luego decido en contra. Le diré las noticias por teléfono―. Nos vamos de gira. Sus ojos azules se ensanchan, y se pasa una mano por el rostro. Esa frase cambió todo el ánimo de la visita. ―¿Gira? Sabes que las giras no son buenas para ti. ―Eso fue hace años. He crecido. Soy más lista. Por no mencionar, que la paga es genial, y necesito el dinero. Veo la culpa en su rostro. ―Lo siento mucho por esto. Prometo que te pagaré cada céntimo que tengas que pagar por tu matricula. Es mi responsabilidad como padre darte la educación. ―No te estreses por eso, ¿bien? Me has mantenido durante veintitrés años. Era hora de hacerlo por mi cuenta. ―Un padre nunca deja de estresarse por sus hijos ―murmura―. Siento que te he fallado, gastándome todo ese dinero en licor y perras, cuando debería haber estado ahorrando. ―Cinco minutos para finalizar la visita ―dice una voz desde los altavoces. ―Supongo que esa es nuestra señal ―dice―. Cuídate en la gira, ¿me escuchaste? Y mantente en contacto. ―Sabes que lo haré, papá. ―Te amo. ―También yo. Un par de lágrimas se deslizan de mis ojos en mi camino de regreso al Jeep.

―No importa cuántas veces he actuado aquí, me enamoro de este estadio cada vez ―digo, volviéndome para mirar a Libby y caminar hacia atrás―. La primera vez fue cuando tenía catorce años. Thomas de alguna manera convenció a una cantante para que me dejara abrir para ella. Tocar delante de miles de personas fue muy diferente a hacerlo en las calles. Estaba tan nervioso que me oriné encima. ―Estás mintiendo ―dice Libby, riendo. Ella entró hace unos minutos, pero he estado aquí durante horas ensayando para mi espectáculo de apertura en el Staples Center mañana por la noche. Quiero empezar con una explosión y todo para que sea perfecto. ―Estoy siendo completamente honesto. Lo bueno es que lo hice antes de subir al escenario, y Thomas fue lo suficientemente inteligente como para asegurarse de que tenía mudas de ropa. Orinarte a los catorce años es bastante embarazoso, pero orinarte frente a miles de personas habría sido mortificante. Habría renunciado en ese momento, mudado a un país diferente y comenzado a criar ovejas o alguna mierda. ―Oh, no seas tan dramático. Apuesto a que las chicas todavía te hubieran querido, pantalón orinado y todo. ―Ella chasquea sus dedos―. Ese pantalón probablemente se vendería por miles en eBay, así que, si lo tienes tirado por ahí, estaría más que feliz de sacarlo de tus manos. ―Oh Libs, sabía que en secreto querías poner tus manos en mi pantalón. ―O quiero ganar dinero con él. Apunto a mi polla. ―Puedes tomar este y venderlo... si lo desabrochas con tus dientes. ―¿Está bien si muerdo? ―Eso no es agradable. ―Sacudo mi cabeza, riendo entre dientes, y luego me doy la vuelta para que pueda seguirme. Hago un gesto hacia la mesa de buffet llena

de comida que está instalada en la habitación trasera―. Abastecí el desayuno para todos. Sírvete. ―Gracias. Estoy hambrienta. Cargamos nuestros platos con waffles y tocino y nos sentarnos en una mesa en el centro de la habitación. ―¿Así que tienes una nota del médico? ―Nop, y no estás consiguiendo una ―dice, apuñalando su waffle con un tenedor―. Y gracias por dejarme salir temprano. Me lanzo a mi tocino, saboreando el sabor, porque sé que mi entrenador va a estar viendo todo lo que como mientras estoy en la carretera. ―¿Adivina qué hora es? ―¿Qué? ―Secreto del día ―canto. Ella gime. ―Te dije que no estamos jugando ese juego estúpido. ―Sí, lo estamos. ―Odio la idea. ―Y yo lo amo. ―Bien ―gime―. Pero tú vas primero. Bajo mi voz para decirle algo que no he compartido con nadie. ―Estoy aterrorizado de joder esta gira. Todos los ojos están sobre mí, y nunca he tenido tanta presión en mi vida. Siento que esto va a reparar o romper mi carrera. Uno o el otro, no hay intermedio. Una cantidad inesperada de tensión cae de mí. Maldición, se siente bien sacar eso. Ella toma un largo trago de su jugo de naranja y lo traga con un suspiro. Está sorprendida por mi honestidad. ―Visité a mi padre ayer en la cárcel. Por eso necesitaba salir temprano. Sé que decirme esto es una gran cosa para ella, y me sorprende que Thomas no haya soltado la lengua sobre su padre estando en prisión. ―Maldita sea, nena, eso apesta. Ojalá me hubieras dicho eso. No te habría dado un momento tan difícil. Ahora me siento como un idiota.

―No lo hagas. Me dejaste ir, ¿no? Eso es todo lo que importa. Habrías sido un idiota si te hubieras negado a dejarme ir. Me inclino hacia atrás en mi silla, estirando mis piernas. Me encanta que se abra a mí. ―¿Por qué está allí? ―Sé que técnicamente estoy pidiendo otro secreto, y ella no puede contestarlo considerando lo cautelosa que está, pero vale la pena intentarlo. ―¿De veras no lo sabes? ―Te dije que me quedo muy, muy lejos de los tabloides. ―Fraude fiscal. ―Ella hace una pausa―. Está en prisión por fraude fiscal. ―No es divertido. ―Si hay una cosa que mi contador siempre me ha hecho hincapié, es no joder con el IRS2. Pago millones en impuestos cada año, pero no me importa. Los impuestos y el sistema de bienestar social una vez me alimentaron y pusieron un techo sobre mi cabeza―. ¿Es por eso que Thomas siempre está arrojando el hecho de que necesitas dinero? ―Sí. El IRS liquidó todo. Sus tres casas, incluyendo mi condominio en las colinas, nuestros autos, y congeló nuestras cuentas bancarias. Querían su dinero y no dieron una mierda sobre cómo íbamos a pagar por nuestra siguiente comida. Mi papá se declaró culpable para pasar ocho meses en prisión, y por suerte Mia me dejó mudarme con ella. ―Vaya, gracias por decirme eso. Siempre me he preguntado por qué Thomas sigue arrojando que necesitas dinero. No es genial que lo haga. ―He conocido a Thomas toda mi vida. No lo está diciendo por ser grosero. Me dio este trabajo como un favor, y él sabe que mi título es una de las cosas más importantes para mí. Asiento. ―Lo entiendo, pero creo que tomaron tu auto por el bien de la seguridad pública. Estrecha sus ojos hacia mí, pero agrieta una sonrisa. ―Para alguien que se queja de mi forma de conducir tanto, seguro quieres viajar conmigo todo el tiempo.

2

IRS: Internal Revenue Service, El Servicio de Impuestos Internos es la agencia federal del Gobierno de los Estados Unidos encargada de la recaudación fiscal y de los cumplimientos de las leyes tributarias.

―Te lo dije. Odio tu forma de conducir, pero amo tu compañía. ―Me encojo de hombros―. Además, puedo hacer negocios en el auto cuando manejas. Si necesitas más días libres para visitarlo, házmelo saber, y me aseguraré de que estés libre. Ella asiente, aunque no estoy seguro si realmente lo hará. Se levanta, agarra nuestros platos, y comienza a dirigirse hacia la basura. Me hace sentir bien que se está abriendo a mí, pero no estoy seguro de por qué lo anhelo tanto.

Mastico el último bocado de mi sándwich y miro a través del sofá a Mia. ―Así que tengo algunas noticias ―le digo. Ella deja caer la papita en su mano ―Oh, Dios mío, ¿estás embarazada? ―¿Qué? No. ¿Por qué es lo primero que viene a tu mente cuando digo que tengo noticias? ¿Quién crees que me embarazó? ¿Mi vibrador? ―No lo sé ―dice riendo―. Has estado nerviosa como el infierno todo el día y luego dices que tiene noticias, así que asumí que era algo grave, ya sea que estás muriendo o embarazada. Obviamente, preferiría que estuvieras embarazada a morir, así que la hice mi primera elección. ―Para tranquilizar tu mente, no estoy muriendo ni embarazada. Me voy a ir por unos meses. ―Creo que la razón por la que esperé para decirle es porque no estaba segura de si iba a ir, y sabía que si le decía por adelantado me obligaría a ir. ―Está bien... ¿y adónde vas? ―alarga. ―De gira con Knox. Lo espero. Sus ojos se ensanchan, una sonrisa golpeando sus labios. ―¡Cierra la boca, Libby Graves! ―Sacudo mi cabeza mientras salta y lanza sus brazos al aire―. Vas a una de las mayores giras del año con la estrella pop más sexy del país. Eres tan malditamente afortunada. ¿Afortunada? No. ―Ni siquiera quiero ir, pero Knox insistió en que me necesitaba allí. ―Por supuesto que insistió en que te necesitaba allí porque quiere joderte. Le doy una mirada.

―No empieces con eso de nuevo. ―Y creo que tú también quieres joderlo de la misma manera. ―No quiero joderlo a él ni a nadie más en este momento en realidad. ―Sabes, es muy insultante para nuestra amistad que me mientas directamente en mi rostro. Recojo una almohada y se la arrojo, golpeándola directamente en la nariz. ―Preferirías que te golpee en el rostro. Ella me lanza la almohada de vuelta y me da una mirada seria. ―No puedo esperar para decirle a Dixon. ¿Crees que puedes conseguirnos la conexión de algunas buenas entradas para el espectáculo aquí? ―Veré lo que puedo hacer, pero estoy bastante segura de que no te hace daño pagar por ellos. ―¿Por qué tendría que pagar por ellos cuando soy mejor amiga de la chica a la que quiere joder? Agarro mi teléfono cuando emite un pitido. Knox: ¿A qué hora vas a estar aquí esta noche? Yo: En cualquier momento que me quieras allí. Releí mi texto después de enviarlo. ¿En cualquier momento que me quieras allí? Si eso no suena sugerente, no sé qué lo hace. Knox: Me gusta cuando dices cosas así. Yo: ¿No hablamos del acoso sexual? Casi golpeo enviar, pero decido cambiar el tema. Borro eso y empiezo a escribir algo más. ¿Mi compañera de cuarto quiere saber si ella y su novio pueden unirse conmigo esta noche? Prometo que no estarán en el camino y haré mi trabajo 100%. Knox: Claro, no hay problema en absoluto. Llama a Max y asegúrate de que sus nombres se pongan en la lista de entradas. Yo: Gracias. Knox: Te tengo, chica. Dejo caer mi teléfono y miro a Mia. ―Será mejor que empieces a prepararte porque irás al concierto esta noche. Salta para envolver sus brazos alrededor de mí.

―En serio eres la mejor amiga de todas. Necesito llamar a Dixon y luego ducharme. ―Se da la vuelta y empieza a subir las escaleras mientras tira un “te amo” sobre su hombro. *** Llego al estadio tres horas antes de que comience el espectáculo. Knox ha estado aquí ensayando desde esta mañana. Ha estado trabajando su culo para asegurarse de que esto sea perfecto, y espero que todo vaya bien esta noche. El guardia de seguridad me deja pasar cuando le muestro mi insignia, y la música ya está reproduciéndose. Thomas me agita una mano para preguntar si tengo alguna pregunta sobre la gira. Hablamos unos buenos treinta minutos antes de que me diga que me verá aquí cuando termine el espectáculo. El camerino de Knox es mi próxima parada. Llamo a la puerta y espero a que me llame para entrar antes de abrirla. Él está sentado en el sofá y coloca su teléfono en la mesa cuando entro y cierro la puerta detrás de mí. ―Hola ―saludo―. ¿Necesitas algo antes de continuar? ―Siento no haberlo preguntado antes. Él sonríe de oreja a oreja. ―Un beso de buena suerte o incluso un polvo sería bueno. ―Se ríe de la mirada sucia que le doy―. Bien, aguafiestas, si ninguno de esos es una opción, entonces estoy bien por ahora, pero ¿puedes asegurarte de que tenga mucha agua durante todo el espectáculo? Sonrío. ―Ya tengo una caja en el refrigerador detrás del escenario. ―Eres la mejor. Haces un trabajo mucho mejor en esto de lo que mi madre hizo cuando trabajó para mí. Ella nunca me preguntó si necesitaba algo antes de un espectáculo. Yo tampoco lo hice, o Thomas lo tenía establecido. Sonrío. ―Solo estoy haciendo mi trabajo. ―Y haciendo un maldito buen trabajo. Sé que estaré en buenas manos en esta gira. *** Estoy al lado del escenario viendo a Knox presentarse, y maldita sea, puede hacer un espectáculo. Es increíble allí arriba. No tiene ninguna razón para preocuparse por la gira dañando su carrera. Solo va a ir hacia arriba desde aquí.

El sudor gotea por su frente mientras canta y se mantiene al corriente con sus bailarines de apoyo. Lo vi ensayar unas cuantas veces, pero es diferente cuando él está allí actuando para la multitud. Puedes ver lo mucho que realmente ama lo que hace. Tengo que verlo actuar noche tras noche y tratar de mantener mis bragas secas. Hago una nota mental para agregar vibrador a mi lista de cosas para traer conmigo. *** ―Eso fue jodidamente increíble ―grita Mia, saltando hacia mí y abrazándome. Max le dio a ella y a Dixon entradas para la primera fila y los pases de backstage. ―Ella ha estado Snapchateando toda la actuación ―dice Dixon, llegando detrás de ella y apretando sus manos alrededor de su cintura―. ¿Podrías por favor decirle que es mejor disfrutar de la experiencia en vivo? Normalmente no soy fan de este género de música, pero el tipo definitivamente tiene talento. ―Lo tiene ―respondo, y me gustaría que fuera más reconocido por ello. ―Entonces, ¿hay algún plan ahora? ¿Cómo una gran after party? ―pregunta Mia. ―No tengo ni idea. Incluso si lo hay, yo no voy. Nos vamos en menos de una semana, y todavía tengo que asegurarme de que todo está en orden. ―No solo soy responsable de asegurarme de que todos mis patos están en fila, sino también estoy a cargo de Knox. Mia frunce el ceño. ―Que lata. Su ceño fruncido se convierte en un chillido, y me doy la vuelta para ver a Knox detrás de mí, una botella de agua en su mano y sudor goteando de casi cada centímetro de su piel. ―Entonces, ¿qué piensas de tu primer concierto de Knox Rivers? ―pregunta. ―Lo hiciste increíble ―digo, sonriendo. ―Lo sacudiste ―responde Mia, y luego señala a Dixon―. Convenciste a mi novio para que se uniera a tu club de fans. Dixon se ríe, empujando su mano hacia adelante para sacudir la de Knox, y le agradece por las entradas. Knox señala a Mia. ―¿Supongo que eres la compañera de cuarto? Mia sonríe de oreja a oreja.

―Presente y a la orden. ―Su rostro se pone serio―. Espero que cuides a mi chica mientras ustedes, chicos, están fuera. ―Está en buenas manos ―dice Knox―. Fue un placer conocerlos, y me alegro de que hayan pasado un buen rato. Tengo que ducharme. ―Me aprieta el costado antes de darles un adiós con la mano y alejarse. Otro chillido se libera de la garganta de Mia. ―Oh, Dios mío, ¿oíste eso? ¡Dijo que estás en buenas manos! ―Quita tu cabeza de la cuneta ―le digo. ―Juro que sonaba sexual. ―No lo era. ¿Crees que el comercial de Allstate3 es sexual cuando dicen eso? ―Hay una diferencia entre la forma en que ellos lo dicen y cómo él lo hizo. Tiene algo por ti, lo juro.

3

Es una aseguradora estadounidense.

Knox me está esperando al salir por la puerta frontal. ―Vamos, tengo algo que mostrarte ―me dice, excitación desbordando de él. Inclina la cabeza hacia el corredor y lo sigo dentro de una sala de cine que nunca he visto. Entro lentamente y me siento después de que se deja caer en el sofá y palmea el lugar a su lado. ―¿Veremos una película? ―pregunto. Niega y levanta el control remoto. Una pantalla larga que hay en la parte de enfrente de la habitación se enciende. Me echa un vistazo y saca las manos, gesticulando hacia la pantalla. ―Di hola al video musical más ardiente del mundo, protagonizado por las personas más sexys. Mi cabeza empieza a girar y la urgencia de saltar y huir de la habitación me carcome. He estado tan asustada por este día y, honestamente, ni siquiera quiero ver el producto final. ―Sé que has estado evadiéndome cada vez que trato de enseñarte fragmentos, pero vas a permanecer aquí y mirarlo, incluso si tengo que sentarte en mi regazo para que no puedas moverte. ―Me golpea con el codo―. Especialmente desde que tú eres la estrella en él. Resoplo. ―Dudo que siquiera alguien me note, considerando que sales sin camisa y todo. Se ríe y lo reproduce. ―Ya veremos. Contengo el aliento cuando empieza la música.

No decimos una palabra, y no puedo alejar mis ojos de la pantalla, de nosotros. Tamborileo los dedos al ritmo, tratando de mantener mis nervios lo mejor que puedo. ―Solecito, definitivamente van a notarte. Este video es increíble. Tú luces increíble. ―Sus ojos se enfocan en mí―. Y no te atrevas a intentar negarlo. Puede que quieras arrancar mi cabeza algunas veces, y hables sobre cómo no estás atraída hacia mí, pero, absolutamente no hay cuestionamiento en que tenemos química sexual. ―Quizá soy una buena actriz ―digo, usando la misma excusa que la última vez, incluso aunque estoy completamente de acuerdo con él. El video es humeante, y si la actriz fuera cualquiera menos yo, hubiera jurado que estaban follando. Y eso es exactamente lo que todos van a asumir de nosotros. Repentinamente recuerdo cada emoción que sentí, y cuán consciente estaba mi cuerpo de él mientras veo que me sujeta contra la pared. Mi rostro está ruborizado, mis ojos encendidos con necesidad, y Knox tiene razón, definitivamente es el video musical más ardiente que he visto nunca. Mi corazón casi se detiene cuando nuestros labios se encuentran. Estoy dentro, tan malditamente dentro. Puedes ver el deseo, mi necesidad por él, estrellándose a través de mí como una erupción, y solo se vuelve más fuerte cuando me lleva a la cama. Quiero cerrar los ojos, pero no puedo dejar de mirarnos fijamente, a nuestra conexión y cuán hermosa es. Tiemblo, recordando cuán cautivantes se sintieron sus suaves labios contra mi estómago desnudo mientras besaba su camino hacia mi pecho, tocando ligeramente mi clavícula. Me tuvo así de trabajada solo con besarme. Solo puedo imaginar cuán talentoso es en el dormitorio real. ―Bórralo y vuelve a grabarlo ―digo, mi rostro serio cuando el video termina. Su mandíbula se afloja, y el control remoto cae de sus dedos hacia su regazo. ―¿Es en serio? Espero unos segundos antes de romper en una sonrisa. ―Estoy bromeando. Choca su hombro con el mío. ―Lo juro, chica, siempre estás tratando de romper mi corazón. Ahora tengo que prepararme para pelear los rumores de que estoy tonteando con el Hombre más Sexy del Mundo.

*** Esta es, probablemente la centésima vez que mi teléfono suena desde que el video fue presentado hoy. Hasta ahora, he sido capaz de detenerme de mirar los comentarios y análisis de él. Apagué las alertas de google sobre Knox y he estado ignorando cada mensaje de texto por miedo a la reacción de las personas. Ahora es tiempo de que me ponga mi ropa interior de chica grande. Abro el de Mia primero. No le dije que el video iba a salir hoy. Mia: ¡ODM! ¡ODM! El video es tan jodidamente ardiente que tengo que tomar una ducha fría. ¡Ya lo he visto 10 veces! Río. Ha sido exagerada sobre la ducha fría, pero no dudo que lo tenga en repetición. Yo: Eres tan exagerada. Mia: Lol. No puedo esperar a que llegues a casa y me des todos los detalles. Levanto los ojos de mi teléfono para encontrar la mirada de Knox en mí. Enarca una ceja con interés, y dejó escapar el aliento. ―Es Mia. Vio el video y estoy segura de que será todo sobre lo que va a querer hablar en la cena de esta noche ―digo. Querrá saber cómo sabe él, cómo se siente, cómo respira. Cada pequeño, maldito detalle. ―¿Quieres hablar con ella de eso durante la cena? ―No particularmente, especialmente desde que sus padres van a estar allí. Mia tiene una cena semanal con sus padres, y usualmente me les uno porque no tengo nada mejor que hacer, pero siempre me pregunto qué piensan de mí quedándome gratis allí. Ofrecí pagar la renta una vez que empecé a trabajar para Knox, pero no lo aceptaron. ―Entonces ven a cenar conmigo ―ofrece. ―¿Qué? ―La cena por el lanzamiento del video es hoy. Te dije el otro día, pero dijiste que no querías venir. El equipo y todos estarán allí. Solo sería correcto que las dos estrellas se presentaran. Presiono el botón de respuesta antes de decírmelo. Prefiero sentarme en una cena con Knox, que explicar a sus padres por qué estoy medio desnuda en YouTube.

Yo: Tristemente, tendremos que esperar para esa charla. Voy a cenar con todos para celebrar la entrega del video. Mia: Buu, apestas. No te preocupes. Podemos hablar de ello toda la noche cuando llegues a casa. Te esperaré despierta. Bajo mi teléfono y lo miro. ―Necesito ir a casa y cambiarme antes de que Mia llegue y no me permita irme hasta que le suelte toda la sopa. Me cambiaré y te encontraré otra vez aquí. ―Quiero vestir algo nuevo esta noche. Vamos de compras. ―¿Por qué necesito ir contigo? Tienes una compradora personal y una estilista. ―Cierto, pero algunas veces me gusta elegir mi propia mierda. Nos merecemos salir un poco. Somos el video más visto en internet ahora mismo. ―Camina alrededor de la isla y se detiene enfrente de mí―. No te preocupes, pasaremos por tu casa al regreso, así puedes cambiarte y toda esa mierda. No nos tardaremos mucho. ―Mejor que sea así ―me quejo, parándome del taburete―, porque si no llegamos antes de que Mia llegue a casa, no hay manera de que llegue a la cena. *** Estamos en una habitación privada para compras en Neiman Marcus con la estilista personal de Knox, Mallory. He estado sentada en esta silla por las pasadas cuatro horas, mirándola ir a través de un anaquel de ropa, y teniendo a Knox probándose diferentes cosas. Checo mi reloj. No tengo idea de por qué estoy aquí. Ni siquiera sé qué me voy a poner esta noche, y quiero algo de tiempo para estar lista. Estaré en uno de los restaurantes de mayor elite de la ciudad, pasando el rato con los altos mandos de la industria. Quiero lucir decente. Knox está de pie a unos metros de mí en una camisa blanca floja y una chaqueta de cuero negra. Jeans caros están envueltos alrededor de su cintura. Ese look es sexy, sexy mojador de pantys. Mejor que compre esa chaqueta. Me mira y enarca una ceja. Le doy pulgares arriba y sonríe de regreso. Se inclina y susurra algo en el oído de Mallory. Ella asiente un par de veces y desaparece de la habitación. ―¿No te gustan ninguna de estas cosas? ―pregunto. ―Sí me gustan. ¿Qué piensas? Esta chaqueta de cuero es patea traseros. ―Me gusta. Definitivamente es tú.

Se baja de la plataforma y se sienta junto a mí. ―¿Te excitan los tipos en chaquetas de cuero? Retuerzo el rostro. ―Esa es una pregunta rara. ―En realidad no. ¿Te gustan los tipos en chaquetas de cuero? O polos… ¿como lo que estaba vistiendo el tipo debilucho en el club? ¿O te gustan los tipos en camisetas de básquetbol? ¿Con rastas? ¿Cuál es tu tipo, Libby Graves? Me retuerzo en la silla, descruzando las piernas y volviéndolas a cruzar. ¿Por qué me está preguntando esto? No soy una concursante en The Bachelor. ―No creo que necesariamente tenga un tipo. ―Oh, vamos, todos tienen un tipo, incluso si tratan de negarlo. ―Agarra las solapas de la chaqueta y la abre, mostrándome un poco de su camiseta―. Así que, responde. Chaquetas de cuero, ¿sexy o no? ―Sexys, definitivamente sexys. ¿Estás feliz ahora? ―¿Así que ese es tu tipo entonces? ―Sí, mi tipo. ―Recuérdame decirle a Mallory que necesito unas pocas de estas. ―Hablando de eso. ¿Cuál es tu tipo? ―No tengo un tipo. ―¿Por qué está bien que tú contestes eso, pero no yo? ―Me gustan las mujeres atrevidas. No importa si tienen cabello oscuro, claro o rosa. Me gustan las mujeres que saben lo que quieren y no temen decirlo. Mi tipo, es una mujer que no le importa un carajo si soy famoso o que solo está interesada en montar mi polla por una montada gratis. No solo se trata de cómo lucen. Es el carácter y la calidad de la persona que son. ―Tu respuesta suena definitivamente mejor que la mía, así que concordaré contigo y cambiaré mi respuesta a eso. ―El dinero nunca ha sido algo que me importara cuando salía con un hombre. Puedo tomarlo o dejarlo. ―Está bien ―dice Mallory, regresando a la habitación con un puñado de vestidos colgando de su brazo. Se detiene e inclina por la cintura, tomando aliento―. Las fanáticas están desenfrenadas y desatadas. Deben de haber averiguado que estas en algún lugar del edificio. Me imagino que te acosan lo suficiente para saber que soy tu estilista, porque estaban sobre mí como piojo en cabello grasoso. ―Se ríe, alisando su cabello rubio y mirándome―. Luces como una talla ocho, pero si me

equivoco, tomaré algo más. ―Empieza a colgarlos en el anaquel―. Creo que estos vestidos lucirán deslumbrantes en ti, especialmente con esa gran figura tuya. Los ojos de Knox me barrieron de arriba abajo. ―Tiene una figura preciosa. He aprendido a apreciarla con cada día que pasa. Ignoro su comentario, (lo golpearé por él más tarde), y la miro. ―Lo siento… ¿qué? ―Tu vestido para esta noche ―responde, mirando entre Knox y yo. Esto es lo que él hace. ―Aprecio que los trajeras, pero no necesito un vestido. Solo estamos aquí por Knox. Mi mirada revolotea hacia el dolor en mi trasero, quien se está levantando de su silla. Camina hacia Mallory para ayudarla a descargar los vestidos de su brazo hacia el anaquel; como si no fuera la gran cosa lo que la hizo hacer. ―Pruébate los vestidos, Libby ―demanda. ―Tengo muchos vestidos en mi casa ―argumento. Vendí la mayoría de mi ropa cara en eBay, pero había algunas piezas de las que no podía desprenderme. Planeé vestir una de ellas esta noche―. No me puedo permitir comprar ropa nueva ahora mismo. ―Si hubiera sido hace seis meses, habría estado humillada de decirle eso a alguien, pero, por alguna razón con él, no lo estoy. ―Voy a pagar por él. Oh, diablos no. Cuadré mis hombros, negando. ―Estos vestidos son locamente costosos. No puedo aceptarlo. Ya has hecho más que suficiente por mí. Busca entre los vestidos, y etiquetas empiezan a caer al suelo cuando las arranca. ―Escoge un maldito vestido. No te preocupes por el precio. Como tu jefe, lo demando. ―No. Sonríe, disfrutando mi desafío. ―Escoge uno o lo haré yo. ―Sus labios se parten en una sonrisa traviesa―. Y te puedo garantizar que será el que muestre más piel y escote. ―Ugh, bien ―gruño. Me levantó despacio de la silla, dramáticamente.

Sonríe en victoria y mete las manos en los bolsillos de la chaqueta mientras Mallory empieza a pasarme vestidos. Los llevo al vestidor hasta que encuentro el indicado. Salgo y me pongo de pie en la plataforma. ―Joder ―sisea Knox. Mi estómago se agita cuando se mueve más cerca―. Te ves preciosa. Este es mi favorito. ―Sus ojos se quedan en mí―. Mallory, sé una muñeca y encuentra unos zapatos que combinen. ―En ello ―replica Mallory, sonriendo. ―Knox ―digo, empezando mi argumento. ―Detente ahora mismo, o te compraré más mierda.

Me abrocho el reloj alrededor de mi muñeca mientras me doy un último vistazo en el espejo antes de salir de mi cuarto. Voy por el pasillo y me detengo en la puerta de mi cuarto de huéspedes. ―¿Ya estás lista? ―grito, tocando. ―¡Sí! ―dice Libby desde el otro lado―. ¡Dame cinco minutos! ―No hay problema. Te veo en la cocina. Sonrío con cada escalón que bajo. Mallory encontró los tacones perfectos para Libby, y de alguna forma la convencí para que me dejara comprarle maquillaje para poder prepararse ya que no teníamos tiempo de ir a su casa. ¿Por qué hice todo eso esta noche? Todavía no estoy seguro. No soy uno de esos tipos que miman a chicas al azar todo el tiempo. No quiero que mi dinero les atraiga. Las únicas mujeres a las que he llevado de compras son mi mamá, mi abuela y Stella. Nate está en la cocina con una bebida en su mano cuando entro. ―Oye, primo ―saluda―. Vi el video. Es jodidamente genial. Todas las chicas del trabajo me han estado escribiendo para preguntarme si vas a ir a Emeralds para celebrar esta noche. Éxtasis es tu mejor álbum hasta ahora. Otro Grammy viene en camino. Apostaría mi dinero por eso. ―Su halago está enmarcado por el orgullo. ―Esperemos que sí ―contesto, abriendo la bodega de vinos y sacando la mejor botella para prepararnos un trago. ―Y tu asistente… ―Libby ―digo. Chasquea sus dedos.

―Sí, Libby. La gente ha estado preguntándome quién es. Definitivamente va a conseguir un montón de atención por esto. ¿Qué te hizo elegirla sobre una modelo? ―No fue planeado. La modelo no apareció. Tuvimos que improvisar. ―¿Y ella fue la feliz voluntaria? ¿No crees que esté haciendo esto por su propio beneficio? Hiciste que firmara un acuerdo de confidencialidad, ¿verdad? ―Libby es la última persona por la estoy preocupado. Prácticamente tuvimos que rogarle que lo hiciera, y no estoy seguro de que esté siquiera cómoda con eso ahora. Odia la atención, pero lo hizo por mí. ―Definitivamente eligió el tipo equivocado para quien trabajar si ese es el caso. Nos quedamos en silencio, con las mandíbulas abiertas, cuando Libby llega a la cocina. No está intentando lucir como sexo en tacones, pero mierda, lo hace. Se ve fenomenal. Puedo sentir mi polla sacudirse en mi pantalón, y noto a Nate pasándose la lengua por los labios. El vestido rojo es sexy como el infierno, aun así, modesto a la vez. Va hasta sus muslos y cae desde ahí. No tiene mangas, y pedrería rodea el cuello, y la espalda está desnuda. Su cabello está alisado y dividido en medio, es un look diferente para ella, y sus labios son rojo brillante, casi del mismo color del vestido. Mierda. Estoy en problemas. No quiero ir a cenar ahora, a menos que ella sea el plato principal. Lo único en que pienso es en subirla a mi hombro, arrojarla a mi cama y tomarme mi buen tiempo desvistiéndola. ―Demonios chica, te ves bien ―dice Nate. Mi mano pica con la urgencia de golpearlo. Quería ser primero en halagarla. Quiero ser el único hombre que la halague―. ¿A dónde van los dos? Libby nerviosamente se pasa una mano por la longitud del vestido. ―A la cena de lanzamiento del video ―responde. La mirada de Nate va hacia mí. ―¿Hay una cena de lanzamiento? ―Asiento en respuesta―. ¿Estoy invitado? ―¿Estuviste involucrado en el video? ―Sacude su cabeza―. Entonces no. ―No llevo a Nate conmigo demasiado porque siempre intenta conseguir trabajos y tomarse fotos con cualquiera que sea famoso. Es molesto y vergonzoso como el diablo. ―Tengo que trabajar de todos modos ―dice, encogiéndose de hombros―. Así que no querría ir a tu patética cena, incluso si fuera invitado.

―Bien. Diviértete trabajando ―respondo. Agarro la botella de vino y los vasos y camino hacia ella―. ¿Lista para irnos? Comienza a rebuscar en su bolso y asiente. ―Síp, en cuanto encuentre mis llaves. ―No vas a conducir. ―Bueno, seguro como el infierno que tú no conducirás. Tengo la sensación de que se servirá alcohol, y no puedes conducir y beber. ―Mi chofer está aquí. Me mira. ―¿Por qué? ―Tengo la sensación de que se va a servir licor, y no puedes conducir y beber. ―Sabelotodo. ¿Qué se supone que haga con el Jeep? ―Tienes el día libre mañana. Me aseguraré de que esté en tu apartamento en la mañana. Le paso una copa de vino y suavemente entrechocó la mía con la de ella. ―Por una buena noche. ―Por una buena noche ―dice, tímidamente, lo cual es la cosa más jodidamente adorable. ―Vámonos. No se me pasa por alto la curiosa mirada de Nate cuando descanso mi mano en la parte baja de su espalda y nos llevo a la puerta principal. Mi chofer, Willis, ya está aquí, apoyado contra la camioneta y hablando con George, mi guardaespaldas. No siempre salgo con George, pero estoy con Libby, y quiero asegurarme de que se sienta sana y salva. ―Hola, Knox ―saluda Willis, y les presento a Libby a ambos. Él abre la puerta, y me deslizo dentro cuando Libby está en su asiento y abrochándose el cinturón de seguridad. George salta al asiento del pasajero. Willis me mira después de que empieza a encender el motor, y asiento para decirle que estamos listos. Me acerco más a Libby. ―¿Estás lista para tu gran debut? ―pregunto. ―¿Debut? ―repite―. Por supuesto que no. Era soportar esto o una conversación con los padres de Mía sobre fingir un orgasmo mientras estabas sobre mí.

Alzo una ceja. ―¿Les dirías que lo disfrutaste? ―Golpea mi brazo, pero se ríe―. Esto será más divertido, lo prometo. Lo que no puedo prometerte es que no te preguntarán por el video. Mi teléfono ha sonado todo el día con preguntas sobre ti. Elijo no mencionar a Stella escribiéndome seis veces. La primera vez para felicitarme por mi éxito, probablemente tratando de armar conversación, y los siguientes cinco tenían una nota de celos en estos, en especial desde que los medios de comunicación sumaron dos más dos. Saben ahora que Libby es mi asistente y la chica con la que salí del club. ―El mío igual. Gente con quien no he hablado desde toda la situación de mi papá quieren que nos veamos ahora. ―Bienvenida al mundo del entretenimiento, solecito. Te aman cuando estás arriba y te rechazan cuando estás abajo. ―La misma razón por la que intento alejarme. Me acerco más, el embriagador aroma de su perfume pasa por mis fosas nasales. Se estremece cuando mis labios van a su oreja. ―¿Me matarías si te digo lo increíblemente sexy que te ves ahora? Tranquiliza su respiración antes de responder. Me encanta tener este efecto en ella. ―Acoso sexual ―susurra en respuesta. ―No sabía que era acoso sexual halagar a una mujer, y no eres mi empleada esta noche. Estamos celebrando el video que co-protagonizaste. Estás fuera de turno y no tienes que levantar ni un dedo para mí esta noche, así que técnicamente, no hay acoso sexual aquí. ―Paso mi mano por su suave pierna, viendo la piel ponérsele de gallina, estoy sorprendido de que no me aparte―. Incluso puedes venir a casa conmigo, y no actuaremos como si hubiéramos cruzado esa línea. Es nuestra noche… sin etiquetas, ni trabajo, solo dos personas que se sienten atraídas entre sí celebrando. Sus gruesos labios se separan, y se muerde el inferior. Quiero jalarlo con mis dientes y chuparlo. ―¿Por cuál entrada quieres ir? ―pregunta Willis, rompiendo nuestra conexión. Mal momento, hombre. Miro afuera de la ventana, notando paparazis por todas partes. ―Los lobos probablemente están en ambas. Usaremos esta. George mira hacia atrás desde su asiento.

―¿Cómo quieres que maneje esto? ―Quédate con Libby. Asegúrate de que entre al edificio. Estaré bien. Alza una ceja. ―¿Seguro? ―Sí. ―Agarro la mano de Libby en la mía―. Quédate con George. Te llevara dentro sin ningún problema. Estaré detrás. ―Bien. ―Se siente a salvo conmigo. Puedo notarlo. George se baja del auto y abre su puerta. Se cierne sobre Libby, escudando las cámaras de conseguir una buena toma, y probablemente enfadándolos. Pueden conseguir miles de dólares con una buena foto. Mantiene su cabeza agachada mientras avanza por la longitud, haciendo un gran trabajo esquivándolos. Me deslizo fuera de mi asiento y estoy tras George. ―¡Knox! ¿Libby y tú están juntos? ―grita un tipo, con una cámara pegada a su mano. Tengo que contenerme para evitar bajarlas o empujarlas lejos de mí. Estoy enojado. Esto se supone que es una celebración, no un interrogatorio. Están arruinando la noche antes de que siquiera empiece. ―¡Libby! ¿Has visitado a tu padre en prisión? ―pregunta otro. ―¿Knox lo ha visitado en prisión? Entramos al restaurante que había sido elegido por su privacidad. Paparazis y reporteros no tienen permitido entrar, y todo el mundo en el personal debe de firmar un acuerdo de confidencialidad al firmar contrato. Agarro a Libby por la cintura y le doy vuelta cuando la puerta se cierra. Ella suelta el aire y se aparta unos mechones sueltos de su rostro. ―No puedo creer que estén armando tanto alboroto por ir a una cena con un grupo. Actúan como si estuviéramos entrando a una orgia. George se ríe por el comentario. ―Esa sería una historia genial.

La cena es en una habitación privada en la parte trasera del restaurante. Hay por lo menos treinta personas aquí, desde el productor hasta el equipo directivo de Knox, todos celebrando el lanzamiento. Knox hizo un brindis antes de que sirvieran los aperitivos, agradeciendo a todos por hacer un gran trabajo, y Thomas hizo la noche aún mejor al decirnos que el video ya ha alcanzado veinte millones de vistas de YouTube en un día. Creo que estoy más sorprendida que nadie. Las personas han visto a Knox prácticamente restregarse conmigo veinte millones de veces. Lo que me recuerda, me olvidé de decirle a mi papá. Oh mierda. Nadie quiere oír hablar de eso de un preso. Todo el mundo no solo felicita a Knox por el éxito, sino que también me lo dicen a mí. Unos pocos entrometidos han intentado sutilmente preguntar si estamos en secreto cogiendo o tenemos alguna relación secreta en marcha, lo cual es molesto. Tengo a Thomas a un lado de mí, Knox en el otro, y estoy en mi tercera copa de delicioso champán. Puedo sentir el alcohol comenzando a trabajar a través de mí, haciéndome sentir más cómoda con cada uno. Si todo lo demás falla, emborráchate, y nadie te intimidará. Los borrachos son siempre las personas más cómodas en la habitación. Thomas mira hacia mí cuando golpeo su hombro. ―¿Le dijiste a mi papá sobre el video? ―susurro. ―Lo hice ―responde―. Le pregunté si le hablaste del video que filmaste la última vez que lo visitaste, él dijo que no, así que le di la noticia, tú, pequeña gallina de mierda. Me burlo. ―Estaba esperando el momento adecuado.

―Está en la cárcel. No hay momento adecuado. ―Se ríe―. Y estás feliz de que lo hice por ti. Di gracias y pasemos al postre que están a punto de servir. ―Frota sus manos en excitación. ―Bien, gracias. ―Estoy agradecida de que hizo la parte difícil por mí. Mi boca comienza a aguarse, y entiendo por qué Thomas estaba tan emocionado por el postre cuando un pastel de chocolate rociado con salsa de frambuesa y fresas frescas es colocado frente a mí. Lamo mis labios, tomo el primer bocado, y lo trago con un gemido bajo, apreciativo. Knox baja su cabeza para susurrar en mi oído. ―Por el amor de Dios Libby, por favor, no gimas así o vas a matarme. ―¿Por qué? Es jodidamente delicioso. ―Miro hacia él, notando la mirada pensativa en su rostro. ¿Qué de…? Tomo otro mordisco y gimo otra vez, esta vez más fuerte, antes de tragarlo. Una ráfaga de calor me atraviesa cuando corre su silla más cerca. Sus cálidos y húmedos labios se postran en mi oreja. ―Cuanto más gimes así, más excitada se pone mi polla. ―Una risa fuerte se le escapa―. Así que adelante, sigue gimiendo, pero PTI, vas a ser la mujer que tiene que salir con el chico luciendo una muy grande erección. Mi tenedor golpea contra el plato cuando cae de mis dedos. ―Acoso sexual ―siseo. ―Tú eres la que está aquí teniendo un orgasmo por un maldito pastel. ―Yo disfrutando el pastel no debería encenderte. Tal vez quieras ver a un médico sobre eso. ―Tienes razón. Tú disfrutando el pastel no me enciende. Tú gimiendo y esa sexy tonta mirada en tu rostro es lo que me está encendiendo. Es sexy como el infierno. Mi corazón golpea contra mi pecho. ―Entonces me detendré. ―Recojo mi tenedor y empujo un bocado gigantesco en mi boca, sin gemir―. ¿Eso está mejor? Él sacude su cabeza. ―No dije que no disfruto de los gemidos. Mi único deseo es que fuera mi polla por lo que gemías en lugar de ese pastel. ―Me ahogo con mi bocado. Knox se ríe entre dientes mientras comienza a acariciar mi espalda. Idiota―. Esa no es la única manera que puedo hacer que te ahogues. ¿Me está tomando el pelo?

Apoyo mi mano contra mi pecho, tratando de calmarme, y él gruñe cuando choco mi talón en su espinilla. ―¿Estás bien ahí? ―pregunta Thomas, mirándome con preocupación. Asiento, mi cuerpo moviéndose en sincronía con mi cabeza, mientras intento recuperar mi compostura. Knox mira a Thomas y se recuesta en su silla, haciéndose parecer inocente. Me muerdo el borde de mis labios con curiosidad. Quiero meterme debajo de esta mesa y ver si realmente está luciendo una erección, pero tengo la sensación de que la gente va a pensar que soy una maldita rarita. Lo que soy, teniendo en cuenta que quiero arrastrarme por el suelo e ir a la caza de esa erección en primer lugar. ―Creo que voy a ir a casa ―digo, cuando consigo controlar mi respiración―. Ha sido un largo día. Knox arroja su servilleta en su plato. ―Yo también. Le mandaré un mensaje a Willis y le haré saber que estamos listos. ―Saca su teléfono del bolsillo y frota su pulgar sobre la pantalla, desbloqueándolo. Thomas le da una mirada satisfecha. ―Me alegra ver que estás decidiendo a mantenerte fuera de problemas ―le dice a Knox antes de mirarme a mí―. Sabía que serías buena para él. ―Oh, ella es definitivamente buena para mí ―se entromete Knox, enviando mensajes en su teléfono. Thomas no debe captar las insinuaciones sexuales de Knox porque desliza su silla y se levanta. ―Necesito hablar con algunas personas sobre negocios. Felicitaciones por el video nuevamente. ―No tienes que preocuparte por llevarme a casa. ―Me apresuro a salir tan pronto como Thomas está fuera de alcance―. Oí a algunas personas hablando de un after party. Estoy segura de que no quieres perder eso. ―Me importa un carajo un after party ―dice Knox, rotundamente. Abro mi bolso y comienzo a buscar mi teléfono. ―Debieras. Reservaré un Uber o Mia me recogerá. ―¿Por qué? Me voy a casa. Te vas a casa. Vamos a conservar el gas, salvar el medio ambiente, toda esa mierda buena.

―Bien ―gruño―. Pero ya no habrá más hablar de gemidos... o conversaciones sexuales... o susurros en mi oído. ―¿Por qué te gusta sacar toda la diversión de todo? ―Él se inclina más cerca y susurra en mi oído otra vez―. ¿Eso te enciende? Lo golpeo. ―¡No! Se ríe entre dientes. ―Mentirosa. Si mi lengua en tu oreja te enciende, no tienes ni idea de la otra mierda que puedo hacer con ella, sol. Trago. Estoy en un gran problema. *** ―¿Quieres parar y tomar un café o algo? ―pregunta Knox después de que subimos al asiento trasero del SUV. Se mete de golpe cerca, sin darme ningún espacio personal, y relaja su hombro contra el asiento de cuero para que pueda mirarme directamente. Los paparazzi están todavía afuera. Tomaron fotos cuando nos dirigimos al vehículo, pero George hizo un gran trabajo bloqueándolos de mí. Todavía puedo ver los flashes que vienen en nuestro camino, lo más probable es que tratan de obtener una foto de nosotros aquí. ―No creo que café a medianoche sea una buena idea ―contesto. Su rostro cae. ―Buen punto. ―El viaje continúa en silencio, con la excepción de la radio reproduciéndose suavemente en la parte delantera―. ¿Qué hay de una película? Podemos ver algo en mi casa. Tengo acceso a todas las películas que hay, incluso las que no han llegado a los cines todavía. Finjo un largo bostezo. ―Estoy muy cansada. Ha sido un largo día. ―Tengo tres copas de champán encima, sus palabras de la cena todavía se arremolinan en mi cabeza, y no puedo dejar de contemplarlo en esa chaqueta de cuero. Si regreso a su casa, no estoy segura de en qué cama acabaré esta noche. Por lo tanto, mi plan es evadir cualquier situación donde la ropa puede salir y el sexo puede pasar.

Suspiro profundamente cuando él apoya su mano contra la piel expuesta de mi muslo, justo debajo del dobladillo de mi vestido. Lentamente comienza a tamborilear sus dedos al compás de la música. ―¿Estás segura? ―susurra. Raspo mis dientes sobre mis labios y asiento―. Sabes que nosotros follando no te hará menos profesional. ―Siento disentir. Conflicto de intereses, amigo. ―No solo es poco profesional, sino el sexo también complica las cosas. Toda la idea de compromiso nunca termina bien. ―El único conflicto que veo ahora es que mi polla está dura como una roca, y estoy seguro de que tus bragas están empapadas. ―Me estremezco cuando comienza a acariciar mi piel desnuda―. Quiero besarte, Libby. Quiero hacer más que besarte tan malditamente tanto. No tienes ni idea. Desde que filmamos ese video, no puedo dejar de pensar en ti. ―Estás borracho. ―Él no estaría diciendo esto si el alcohol no estuviera fluyendo a través de su sistema. ―Ni siquiera estoy cerca de borracho. Tuve una copa de champán y créeme, solecito, siento lo mismo cuando estoy completamente sobrio. Y tú también. Veo cómo me miras. El sentimiento es mutuo. Dejo escapar el aliento fuertemente. ―Obviamente me siento atraída por ti, pero eso no significa que quiero cogerte. No podemos cruzar esa línea, y los dos lo sabemos. ―Entonces, ¿qué quieres hacer conmigo? ―Se detiene―. O mejor aún, ¿qué quieres que haga contigo? ―Avanza poco a poco su mano, moviéndose debajo de mi vestido―. ¿Esto? Puedo sentirme sudando. ¿Alguien encendió la calefacción aquí? Miro brevemente para ver si Willis o George está prestándonos atención. Ambos están mirando hacia adelante, preocupándose de sus propios asuntos, o al menos pretendiendo. Separo mis piernas aún más sin pensarlo. Mi cuerpo lo quiere, lo quiere a él. El sentido común en mí está luchando contra ello, pero obviamente perdiendo. Avanza poco a poco. ―¿Es eso una invitación? ¿Quieres que juegue contigo, Libby? ―pregunta, sonando más serio de lo que lo he oído alguna vez. Enderezo mi espalda, la lucha interna que estoy teniendo conmigo misma en acción―. No haré nada hasta que me digas que lo quieres. Di no, y moveré mi mano. Di que sí, y jugaré con tu coño hasta que te vengas en mis dedos.

―Sí. ―La pequeña palabra sale de mis labios. Él desliza mis bragas a un lado rápidamente y empuja un dedo dentro de mí. Su boca va a mi oreja. ―Tan jodidamente mojada para mí. Lo sabía. Mis labios se abren y todo lo que me rodea se vuelve borroso cuando añade otro dedo, sumergiéndolos dentro y fuera de mí. ―Nosotros... no deberíamos estar haciendo esto ―susurro. Mis acciones no coinciden con mis palabras porque estoy lentamente bombeando mis caderas hasta emparejar con su toque. Joder, está rasgueando sus dedos dentro de mí, prestándome toda su atención, justo como lo hace con su guitarra. Al parecer, no quiero follarlo, pero no tengo ningún problema en dejar que me folle con el dedo en el asiento trasero de un SUV con dos desconocidos en el frente. Lo siento, papá. Este hombre me ha hecho arrojar toda mi moral por la puerta. ―Me permito discrepar ―dice, con una sonrisa. Empujo las voces en mi cabeza diciéndome lo mala idea que es esto. Ya lo sé, y ahora mismo, no me importa una mierda. Todo lo que está en mi mente es lo bueno que me está haciendo sentir. Él presiona su mano libre sobre mi boca mientras suelto mi liberación. Knox desliza sus dedos fuera de mí y los coloca en su boca, chupándolos lentamente. ―¿Estás segura de que quieres entrar ahí? ―pregunta cuando Willis se detiene en el condominio. ―Estoy segura. ¿Qué digo ahora? ¿Gracias por hacerme venir, te veo después? Agarra mi bolsa de ropa. ―Te llevaré hasta la puerta. Se lo arrebato. ―Yo... yo lo tengo. Te veré después. ―Agarro la manija y salgo tan pronto como se abre. Nadie tiene ni siquiera la oportunidad de detenerme. Tomo respiraciones profundas tan pronto como consigo entrar en el condominio.

―Maldición chica, ese vestido luce increíble en ti ―dice Mia cuando me ve. Está acurrucada en el sofá con Dixon viendo alguna peli de chicas―. ¿Cómo estuvo? ―Fue... fue bueno ―tartamudeo. Su frente se arruga mientras me mira confundida. ―¿Estás bien? ―Estoy bien. ―Me apresuro a salir―. Solo agotada. Me voy a la cama. Ustedes chicos, diviértanse. No espero su respuesta. Subo corriendo al baño, quito mi maquillaje y luego voy a mi dormitorio, todavía sin pensar con claridad por el orgasmo volador de mente que Knox acaba de darme. Agarro mi teléfono para ponerlo en el cargador cuando veo que tengo un mensaje de texto. Knox: Avísame cuando cambies de opinión, ¿me oyes? Cuando estés finalmente lista para venir, para verme como algo más que alguna estúpida celebridad mujeriego, ven a mí. Te prometo que no te arrepentirás. Buenas noches Libby. Tenemos algunos meses de diversión delante de nosotros.

Thomas está relajado en la silla detrás de su escritorio excesivamente grande cuando entro en su oficina. Llamó esta mañana y me pidió que me reuniera con él aquí para hablar cosas de la gira de última hora. Miro alrededor de la habitación. Listas Billboard presumiendo el éxito de sus clientes, algunos de ellos con mi nombre, cubren las paredes beige. Una foto de nosotros cuando gané mi primer Grammy está instalada en la estantería detrás de él. ―¿Qué pasa? ―pregunto. Me hace señas para que tome asiento como si estuviera en la oficina del director. ―Quiero hablarte de Libby y la gira. ―¿Qué pasa? ―Me tensa en la silla―. ¿Se está arrepintiendo? La empujé demasiado lejos después de la cena. Créeme, nunca planeé tener mis dedos en su coño, simplemente ocurrió y francamente me sorprendió como la mierda que ella lo dejó. Se recuesta en su silla, cruzando sus brazos. ―No, ella todavía está dentro, pero no seas duro con ella y mantén tus manos para ti mismo. Sé cómo eres en el camino. Te pones necesitado y temperamental. ―Se ríe entre dientes, sacudiendo su cabeza―. Aunque no creo que ella caiga por tu encanto, de todos modos. Le di a Libby este trabajo porque es una mujer fuerte que ha hecho un trabajo estupendo manejando giras locas como la tuya, pero eso no significa que cada experiencia ha sido buena para ella. Está nerviosa, lo sé. Voy a confiar en ti con ella. No me hagas arrepentirme. ―¿Qué quieres decir con que sabe manejar giras como la mía?

―Solía ir de gira con su padre. Fui el manager de su banda durante más de una década. Tuvo que lidiar con admiradores locos y de boca sucia, roqueros fuera de control durante años. Ah sí. Me olvidé que el papá de Libby era una leyenda del rock porque ella no actúa como la mayoría de la gente que conozco con padres populares. Ella no tira su nombre alrededor para conseguir mierda gratis. ―Segunda pregunta, ¿qué quieres decir con que no todos han sido una buena experiencia? ―Esa no es mi historia que contar, y Libby probablemente renunciaría si lo hiciera. Ambos sabemos que no queremos que eso suceda. Así que no preguntes y sé bueno. ―Si estás tan preocupado porque la corrompa, ¿por qué no se la diste a alguien más? ―Ella sabía cómo tratar con su papá en sus tiempos difíciles. Creo que tal vez pueda trabajar su magia en ti. ―Sonrío abiertamente―. No ese tipo de magia, idiota. ―Voy a mantener un ojo en ella. Lo prometo. ―¿Y? ―Y no intentaré dormir con ella. ―Inténtalo de nuevo. ―Bien, no dormiré con ella. ―Buen chico. Ahora sal ahí y muéstrales el artista malditamente bueno que eres. Si necesitas algo, llámame y sabes que estaré en el primer avión allí.

Mañana es el día. El día que salimos para la gira. Y soy una mujer nerviosa como el infierno. Casi he terminado de empacar cuando mi teléfono emite un pitido. Lo agarro de mi mesa de noche y leo el texto. Knox: ¿Tus maletas están empacadas y estás lista para salir? Yo: Cerca de cerrar la cremallera de mi maleta. Knox: ¿Hiciste lo que te dije? Yo: No, no es necesario que me compres mierda para llevar a la gira. Knox: Solo estaba tratando de ayudarte. Si no necesitas nada, es genial. ¿Por qué me siento como una perra por no aceptar su oferta de usar su tarjeta de crédito para comprar los artículos que necesito para la gira? Tuve que tomar un pedazo del dinero que he estado ahorrando para comprar todo lo que necesito, pero el aumento de sueldo que Knox prometió pagar puedo devolver eso y más. Mi teléfono vibra en mi mano de nuevo antes de que tenga la oportunidad de responderle. Knox: ¿Cuándo vas a estar aquí para ayudarme a empacar? ¿Ayudarlo a empacar? Eso no está en mis obligaciones laborales. Yo: ¿No tienes gente que hace eso por ti? Knox: Sí, tú. Yo: Bien, estaré allí en una hora. Esta será la primera vez que vea a Knox desde toda esa situación de la pasión con los dedos en el asiento trasero en la que me metí, o mejor aún, cuando él se metió

en mí. Quiero echarle la culpa al champán, pero mis ardientes hormonas fueron las culpables. No he tenido sexo en seis meses. ¿Cómo va a actuar él? ¿Lo sacará o lo barrerá debajo de la alfombra para que la mierda no se vuelva embarazosa? Tengo los dedos cruzados en que lo barra bajo la alfombra. Mierda. Dedos. Eso solo me recuerda lo bien que sabe cómo trabajar con el suyo. Él me llevó a un orgasmo más fuerte de los que he tenido en un tiempo. Apreté el botón para abrir la puerta del garaje y estacioné el Jeep adentro. Encuentro a Knox descansando en el sofá, sin camisa, con los pies apoyados en la mesa de centro. Trato de evitar el enfocar mis ojos en el agua que gotea de la parte superior de su pecho a su regazo, pero no puedo. Por favor, corazón, no me dejes tener sentimientos por este hombre... y si ya los tengo, por favor, ayúdame a librarme de ellos. Cuanto antes mejor. ―¿Por qué no llevas una camisa? ―le pregunto cuando termino de follarlo con los ojos. Mantengo mi distancia, casualmente inclinada contra el brazo de una silla. Mis nervios se vuelven locos. Él sonríe, divertido por mi reacción. ―Relájate, jefa. Terminé mi natación hace unos minutos. ―Señala su traje de baño―. Mi pene está cubierto. ―Baja la voz―. Aunque por la forma en que me miras, creo que podría ser por eso que estás tan molesta. ―No te hagas ilusiones ―murmuro. Suelta una risita. ―Puedes fingir que estás molesta conmigo todo lo que quieras, cariño, pero no puedes fingir que no te hice venir la otra noche. Un escalofrío cepilla la parte posterior de mi cuello. ―No sé de qué estás hablando. Estaba fingiendo para que no te sintieras mal. Se burla. ―Oh por favor. Estabas empapada, tu coño apretando contra mis dedos, pidiendo más. Por cierto, fue sexy como la mierda. ―Se levanta del sofá―. Pero puedo decir que hablar de lo bien que jugué con tu coño te hace sentir incómoda, así que lo voy a parar. Hazme saber cuando estés lista para repetirlo. ―Camina hacia

el vestíbulo y mira de regreso a mí―. Ahora vamos, tenemos que conseguir empacar mi mierda. Empiezo a seguirle por las escaleras. ―¿Es esto un plan para meterme en tu habitación? ―grito. Se da la vuelta y guiña un ojo. ―Algo así, cariño. ¿Funcionará? ―Definitivamente no. ―Le quitas la diversión a todo, Graves. ―Levanta sus manos y mueve sus dedos―. Prometo que voy a guardar a estos chicos malos para mí. ―Mejor, o los arrancaré a mordiscos. ―¿Por qué? ¿Para qué puedas usarlos para divertirte sin tener que lidiar conmigo? Esa es una mierda retorcida. ―Eres seriamente incorregible. ―Y estás seriamente descuidando tu trabajo. Ven. Gimo y maldigo a cada paso. Estoy siendo demasiado dramática, pero cuanto más habla de lo que sucedió en el asiento trasero, más quiero que vuelva a suceder. Necesito mantener mi distancia de este hombre, lo cual va a ser completamente irrealista teniendo en cuenta que estaré con él todos los días durante meses. Espera hasta que me reúno con él en la última puerta del largo pasillo y saca una llave para abrirla, haciendo un gesto para que entre primero. La habitación es enorme, con una cama costosa ocupando la mayor parte del espacio. La cama es negra y cubierta con ropa de cama oscura. Las paredes están pintadas de un gris claro, dándole cierto brillo a los muebles oscuros, y un televisor de pantalla grande cuelga en la pared frente a su cama con un tocador debajo. La masculinidad grita desde todos los ángulos. La agradable esencia de menta y pino flota por el aire. Cinco discos de platino están colgados en una pared con una guitarra que parece que ha visto mejores días debajo de ello. ―¿Esa es la guitarra? ―pregunto, acercándome a ella. Conozco lo suficiente sobre guitarras por haber estado alrededor de la banda de mi padre tanto tiempo, y esta guitarra no es cara. Es barata, aporreada, y la única razón por la que alguien mantendría algo de este horrible estado es porque significa algo para ellos. Mira desde la guitarra hacia mí y asiente.

―Esa es la guitarra que cambió mi vida. Quiero estirar la mano y tocarla por el valor sentimental que tiene para él, pero me contengo, sintiendo que él es el único autorizado para hacer eso. No estoy segura de si capta mi vacilación, pero me tenso cuando se acerca a mí. Lentamente arrastra la mano sobre la cara de la guitarra hacia adelante y hacia atrás lentamente. ―Voy a conservar esto para el resto de mi vida. Tengo guitarras que valen miles y miles de dólares, pero esta es mi posesión más preciada. La mirada en sus ojos cuando habla de esta guitarra es hipnótica. No puedes evitar enamorarte de ella también. La pasión. El amor. Esta pieza barata de madera es la que le dio la vida que tiene ahora. Contengo el aliento antes de reunir el coraje para recorrer lentamente mis dedos sobre ella, sintiendo todos los pedazos astillados y el desgaste de los años. Me pregunto cuántos otros amantes de la música aprendieron a tocar sus canciones favoritas en este instrumento. Lo miro cuando siento que su dedo roza lentamente el lado de mi mano. Me está mirando de una manera que nunca he visto antes. No hay arrogancia. No sé exactamente qué es, pero me recuerda una mezcla de nostalgia y tranquilidad. Su gran mano se dobla sobre la mía esbelta antes de entrecruzar nuestros dedos. El aire en la habitación se vuelve pesado, y el olor a cloro fresco me golpea mientras guía nuestra conexión sobre las cuerdas. El calor corre a través de mi cuerpo cuando comienza a tocar con las puntas de nuestros dedos. Las cuerdas se sienten ásperas contra mi piel. Nuestros ojos están trabados, y no puedo forzarme a mirar hacia otro lado. ―Esta es la primera canción que aprendí a tocar ―dice en voz baja―. Hay una casa en Nueva Orleans. Que llaman ”El sol naciente”. Y ha sido la ruina de muchos chicos pobres. Y Dios, sabe que soy uno de ellos ―comienza a cantar, y juro que si sus manos no estuvieran en las mías perdería mi concentración en lo que estamos haciendo. No es mentira que él puede cantar, y lo hace tan bien que me atrapa en su hechizo. Es sensual y masculino y corre por mis venas como la seda. Podría quedarme aquí y escucharlo todo el día, especialmente cuando me está dando mi propio espectáculo privado. ―¿La Casa del Sol Naciente? ―pregunto. Aprieta mi mano. ―Era la canción favorita de mi madre. Lo escuchaba en repetición, y de alguna manera terminé cogiéndole el ritmo. No es perfecto, pero es lo que me convirtió en quien soy. La letra de la canción me tocaba muy de cerca.

Empieza a cantar otra vez, y no quiero que se detenga nunca. ―Mi madre era sastre. Ella cosió mis nuevos bluejeans. Mi padre era un jugador. Ahí en Nueva Orleans. Sigue y no puedo apartar mis ojos de él. Siento que me está dando algo que nunca le ha dado a nadie más. O tal vez estoy esperando que eso sea verdad, que él nunca se abrió así a nadie más que a mí. Quiero ser la única mujer que le ha dado este espectáculo increíblemente personal. ―Vaya ―susurro cuando termina―. Todavía lo tiene. Nuestras manos todavía están envueltas, y mis dedos se deslizan lentamente a lo largo de las cuerdas. ―Siempre lo tendrá ―dice, zafando lentamente mi mano de la suya. Da un paso atrás y nos miramos en silencio. ¿Qué está pasando? Vine aquí para ayudarlo a empacar, no para follarlo con la mirada y desarrollar una atracción aún mayor. Se acerca en el pequeño espacio que nos separa, y sé que, en este segundo, va a conducir a algún lugar si no lo detengo. Finjo una risa y tomo distancia. ―Será mejor que empiece a empacar antes de que se haga demasiado tarde. Tengo la sensación de que vas a ser muy exigente ―le digo. Estoy tratando de bromear, pero no hay confusión en que me detuve. Fuerza una risita, sacudiendo la cabeza, y señala las puertas francesas en el lado opuesto de la habitación. ―El armario y el baño están allí. Empiezo a moverme en esa dirección mientras mantengo la cabeza baja. Por favor, no dejes que vea el rubor que se eleva por mi rostro. ―Y Libby. ―Me doy la vuelta al sonido de su voz y lo miro, aunque estoy aterrorizada de hacerlo―. Podré ser muy exigente, pero puedo decir que no soy así en el dormitorio. Me aseguro de ocuparme de ella antes de mí. Trago saliva antes de contestarle. ―Gracias por la información. ―Dice cosas que hacen que mi imaginación se vuelva loca. ¿Por qué estoy pensando en sus manos sobre mí? Es la última persona a la que debería desear tocándome.

―Por la tensión sexual que acaba de pasar, me gustaría que estuvieras bien informada. ¡Oh, Dios mío! Me doy la vuelta y me tambaleó un poco en mi camino hacia el baño. La habitación es tan increíble como el resto de la casa, y mi parte favorita es la bañera con pies de garra que sé que sería increíble para bañarme. Es la bañera de mis sueños. Camino por el baño y directo al armario. Sí, he vivido una vida bastante privilegiada mientras crecía, pero no hay duda de que Knox tiene más dinero que mi padre... o lo gasta más sabiamente y no lo derrama en mujeres y drogas. Regreso al cuarto de baño y saco mi cabeza por la puerta. ―¿Tienes tu lista para empacar? ―le pregunto. ―Mierda, está abajo. Te la envíe por correo electrónico, ¿tienes tu copia? ―Está en mi bolso. Voy a tomarlo. ―Regreso a la habitación y rebusco en mi bolsa. Comienzo a separar los papeles doblados juntos hasta que lo encuentro―. Aquí está. No tengo la oportunidad de detenerlo antes de que tome un papel caído de la cama. ―¿Es tuyo? ―pregunta, sus ojos recorriendo mi lista detallada. Oh. Mi. Dios. Quiero morir, como si estuviera considerando seriamente en caminar hacia su balcón y saltar. Me lanzo hacia adelante y trato de arrebatarle, pero él corre a toda velocidad por la habitación, sonriendo. ―El vibrador es el número diez y subrayado varias veces ―dice―. Maldita sea, estoy viajando con una chica mala. ¿Qué mentira puedo decir para salir de esto? ―No escribí eso. Mia lo hizo. ―Esta es tu letra. ―Quiero golpear la sonrisa complaciente de su rostro. Está disfrutando esto. Decido simplemente admitirlo para que podamos seguir adelante. ―Oh cállate, una chica tiene que buscar su liberación a veces. ―¿Por qué no puedes usarme como tu liberación? Te garantizo que soy mejor que cualquier juguete que puedas comprar. No te diviertas con plástico. ―Mira hacia abajo a su polla cubierta con el traje de natación―. Lo real siempre es mejor.

―No quiero la cosa real. ―No puedo creer que estamos teniendo esta conversación. Estoy tan enojada conmigo misma porque fui lo suficientemente estúpida para dejar que cayera. Debería haberla tirado cuando terminé de hacer las maletas. La diversión de mi humillación sigue siendo evidente en su rostro. ―¿Entonces estás diciendo que prefieres la estimulación artificial? Puedo decirte una cosa con seguridad, no hay manera de que prefiero un coño artificial. ―¿Alguna vez has probado un coño artificial? ―¿Y por qué diablos estamos diciendo coño artificial? ―Joder no. Nunca tuve. Nunca lo haré. ―No lo critiques hasta que lo intentes. ―Creo que me verías completamente diferente si me sorprendieras follando un coño falso. Tiene razón allí. ―Probablemente, pero prefiero usar un vibrador porque no tengo que preocuparme porque mi vibrador me pase gonorrea o cualquier otra enfermedad venérea. Me mantengo sana con mi máquina de orgasmo. ―¿Acabas de decir máquina de orgasmo? ―¡Es preferible a decir polla artificial! ―Viajo por el país con una pervertida. Me burlo. ―No amigo, creo que es al revés. Lanza la cabeza hacia atrás y gime. ―¿Sabes cómo me va a matar saber que estás en la habitación de al lado en el hotel complaciendo tu pequeño y bonito coño con alguna imitación barata? Vamos a hacer un trato. ―No lo haremos. ―Si sientes que estás necesitando un orgasmo, me llamas. Ni siquiera tendrás que preocuparte por cuidarme. Lo prometo. Voy a entrar, hacer mi trabajo, y luego me voy. ―La emoción en su rostro cuando habla de complacerme es fascinante, y puedo sentirme mojada entre mis piernas. ―¿Qué tal si no? ―Juro que si veo al famoso vibrador, voy a quemar a ese imbécil.

Tenemos terminar esta conversación. ―¿Alguien te ha dicho que eres molesto? ―No, pero me han dicho que soy fenomenal en la cama, mucho mejor que un ridículo vibrador. ―Se encoge de hombros―. Tal vez robaré tus baterías y te sentirás lo suficientemente desesperada como para venir a tocar mi puerta. Está tan envuelto en nuestra conversación que lo agarro desprevenido cuando le arranco el papel de su mano. ―Tenemos que empezar a hacer las maletas porque no puedo quedarme mucho tiempo. ―¿Por qué? ¿Tienes una cita con tu vibrador? ―Dices vibrador de nuevo, y me voy. ―Bien. ―Se ríe―. Pero una cosa más. ―¿Qué? ―Todavía no hemos terminado nuestro secreto del día. Pongo los ojos en blanco. ―Este es un mal momento para esa discusión. Tenemos cosas que terminar de empacar. ―Mi secreto es que estoy seguro de que estaré despierto toda la noche pensando en ti dándote placer a ti misma. ―Mi secreto es que he cambiado de opinión y el vibrador se queda en casa ―miento. ―Parece que podrías necesitar mis servicios después de todo.

No estaba mintiendo ayer. Realmente me masturbé con la imagen mental de Libby usando un vibrador para correrse anoche... y luego lo hice de nuevo en la ducha esta mañana. Debería sentirme culpable por ello, pero no lo hago. Está rompiendo mis barreras. No puedo sacarla de mi mente. Planeaba tener a quienquiera que mi aventura del mes fuera, esta anoche para una cogida de despedida. Ella envió un mensaje de texto, pero yo nunca respondí, cambiando de opinión porque no podía sacar a Libby de mi mente. Arrastro las maletas que Libby me ayudó a hacer por las escaleras. No hay mucho en ellos porque no guardo mierda personal conmigo cuando viajo. Me dirijo a la cocina, tomo una botella de agua, y abro las puertas corredizas de cristal para encontrar a Nate acostado en la piscina. Saco las gafas de sol de su cara cuando lo alcanzo. ―Estoy a punto de salir ―le digo―. Cuida de mi casa. No hagas fiestas. ―Apunto las gafas hacia él―. Y no estoy bromeando. Tengo gente viendo el lugar y delatándote cada segundo. Él mira de reojo al sol brillante y arruga su nariz. ―Hacías fiestas aquí casi todos los días ―argumenta. Yo sabía que tenía que tener esta charla con él para establecer algunas reglas básicas. ―¿Y? Esta es mi casa. Puedo hacer lo que me dé la gana en ella porque pago las facturas. No tú. ¿Quieres comprarme la casa y hacer fiestas? Genial. Hasta entonces, no hay fiestas. No quiero que mi casa sea destrozada, mi mierda robada, o gente merodeando por aquí. Me arrebata las gafas de vuelta. ―Sí, sí. Entiendo. Seré un buen chico.

No estoy seguro si le creo o no, pero es demasiado tarde para encontrarle un nuevo lugar para quedarse. Haré que Libby busque alquileres mientras estamos en el autobús. Nate ha estado trabajando el tiempo suficiente para empezar a pagar sus propias cuentas, y no me importa una mierda si mi familia se enoja por eso. No es mi trabajo cuidar de todo el mundo. Me dirijo de regreso a la casa y saco mi teléfono para escribirle a Libby. Yo: ¿Casi aquí? La molesté bastante con la cosa del vibrador y espero que no decida dejarme tirado por ello. Pensé en enviarle mensajes y disculparme anoche, pero decidí no hacerlo. Mi teléfono suena con una respuesta. Libby: A unos 5 minutos. Abro la puerta principal para encontrar la mayor parte de la tripulación ya fuera esperando para salir. Mi chef, Marvin, y entrenador personal, Lucas, están cargando sus equipajes en su autobús. No llevo un gran personal de gira conmigo o mierdas extravagantes como un artesano de puros y masajistas de pies, pero llevo a mi barbero, entrenador y chef conmigo. Cuando empecé, no llevaba un chef. Pensé que podía contar con mi mamá para cocinar para nosotros, pero ella rechazó esa idea, y contraté a Marvin para que no comiera como mierda todo el tiempo. Hablo con ellos hasta que veo el Jeep estacionarse. Libby sale usando otro de sus vestidos y descarga su equipaje de la parte trasera antes de que tenga la oportunidad de ayudarla. Noto una pequeña bolsa de papel empujada debajo de su axila mientras rueda su maleta hacia mí. Me da la bolsa y sonrío abiertamente al abrirla. ―¿Me trajiste un McMuffin de huevo? ―pregunto, sacando el sándwich de desayuno. ―Lo hice. Sé que tu entrenador está viajando con nosotros, y tengo la sensación de que no te va a dejar tener las manos en estas muy a menudo. ―¿Sé que no te oí decir McMuffin? ―grita Lucas desde el otro lado de la calzada. Oculto la bolsa detrás de mi espalda. ―No hay nada que ver aquí ―grito de vuelta―. Muévete. ―Inclino mi cabeza hacia mi autobús y miro a Libby―. Venga, vamos a meter nuestra mierda aquí. Lidera el camino y se vuelve para mirarme cuando entramos.

―¿Esto es en serio tu autobús de gira? Asiento. ―Vas en grande o mejor vete a casa. Me gusta estar cómodo cuando viajo. Mi autobús es el más increíble que he visto, y he pagado un dineral por ello. Hay una cocina entera con encimeras de granito y electrodomésticos de acero inoxidable. El sofá seccional proporciona una gran de sala de estar, y la TV de pantalla plana ayudará a mantenernos entretenidos. En la parte de atrás, hay un baño con una ducha de buen tamaño y un dormitorio principal que no te hace sentir claustrofóbico. ―¿Me quedo aquí contigo o en el autobús con los demás? ―Eres mi asistente personal. Te quedas aquí. ―Pero esos tipos son tu chef personal y entrenador. ―Me hacen correr y preparan mi comida. Si les pido mi horario, no tienen ni idea. Si les pido que se ocupen de algo relacionado con negocios, no pueden hacerlo. Eres la persona más importante para mí en la gira, así que te necesito a mi lado. ―Toc toc ―grita Thomas, subiendo las escaleras. Mira directamente a Libby antes de reconocerme―. ¿Estás lista para esto? ―¿Qué soy? ―pregunto―. ¿Un cero a la izquierda? ―Creo que sí ―le responde Libby―. Definitivamente va a ser una experiencia más peculiar de lo que estoy acostumbrada. ―Si hay algo que puedo garantizar sobre esta gira, es eso. Knox puede ser un diablillo, pero mantiene su autobús limpio, no permite fanáticas en este, y no tienes que preocuparte de sorprender a los chicos esnifando cocaína fuera del mostrador del baño. Estarás a salvo aquí. ―Es bueno saberlo. Mantengo mis ojos en ella, y no parece aturdida con Thomas hablando de cocaína en los mostradores del baño. Maldita sea, tal vez su papá realmente le dio un mal rato cuando viajó con él. Thomas tiene razón, sin embargo. Si me enrollo con alguien en la gira, la llevo a mi cuarto de hotel. Hay algo personal y sagrado en mi autobús. Las revistas han ofrecido miles por fotos dentro, y siempre declino. Le quitaría el santuario de todo esto. ―Me mantendré en contacto con ambos y trataré de llegar a tantas paradas como pueda. Si surge algo importante, llámame de inmediato ―prosigue.

Ambos asentimos en respuesta y luego le decimos adiós con la mano cuando el conductor nos dice que es hora del espectáculo. ―Entonces... ¿qué hacemos ahora? ―pregunta, tirándose en el sofá. Las giras son jodidamente aburridas, para ser honesto. Estás atrapado en un autobús por miles de kilómetros e innumerables horas. Afortunadamente tenemos Wi-Fi, cable, y un montón de películas, pero eso sólo puede mantenerte entretenido durante un tiempo. Quizás es por eso que aquí es donde consigo hacer mis mejores letras. No tengo más mierda que hacer. ―¿Podemos liarnos en el sofá? ―sugiero. Ella coge una almohada y me la lanza. ―Ni siquiera hemos salido todavía. No puedes empezar a molestarme tan pronto.

Todavía no he entendido esto. Estaré con Knox básicamente diecisiete horas al día, todos los días. Me programé para quedarme en un hotel después de cada concierto, pero a veces eso no es realista. Si el concierto se retrasa o estamos ajustados con el tiempo, tendremos que dormir en el autobús mientras el conductor nos lleva a nuestro próximo destino. Algunos de sus conciertos solo tienen un día entre ellos, así que estaremos presionados por el tiempo. ―Primera parada, Las Vegas ―digo. Él está actuando en el MGM Grand Garden Arena mañana por la noche. ―Primera parada, Las Vegas ―repite, sentándose en el otro extremo del sofá. Él no parece emocionado de ir a Las Vegas como la mayoría de la gente. Personalmente no soy una gran fan de Las Vegas, tampoco, pero eso probablemente tiene que ver con el hecho de que mi papá salía y pasaba un buen rato mientras yo me quedaba en el hotel aburridísima. ―¿Dónde está tu lugar favorito para presentarte? ―pregunto. ―Houston. ―Ahí es donde creciste, ¿verdad? ―Así es. ―¿Por qué es tu favorito? ―Siento que hay una pieza personal de mí todavía allí, ¿sabes? Solía volver al lugar que tocaba cuando Thomas me descubrió. Parece algo surrealista pasar de eso a esto. ―Sus manos salen para hacer gestos al enorme bus en el que estamos―. Era mi lugar favorito para pensar, aunque es un poco difícil para mí ir allí ahora sin que la gente pida autógrafos. ―Se detiene, pasándose una mano por el cabello―. Secreto del día. Compré diez hectáreas de la ciudad allí para cuando finalmente decida retirarme.

―¿De verdad? No puedo verte renunciando a ser el centro de atención para pasar el rato en medio de la nada. ―Mantendré mi casa en LA pero iré a Houston cuando quiera limpiar mi cabeza de la locura. Si por casualidad acabo teniendo hijos, ahí es donde quiero que crezcan. No quiero mocosos privilegiados que piensan que todo debería ser entregado a ellos. Sus palabras me golpean como una bofetada en la cara. ¿Es eso lo que pensaría de mí si mi papá no hubiera perdida nada y todavía pagara mis cuentas? ―No todos los niños que crecen con padres ricos son mocosos mimados. ―Tienes toda la razón. He malcriado a mi hermanito, al menos lo intenté, y él no actúa presumido en absoluto. Está estudiando derecho y le gusta quedarse fuera del centro de atención. En lugar de comprarle mierda costosa y cuidar de él el resto de su vida, todo lo que me pidió que hiciera es ayudarlo con su educación, lo cual estoy feliz de hacer. Me sorprende que su hermano no esté tratando de aprovecharse de su éxito. ―No sabía que tenías un hermano. ―Me siento tonta al no saberlo―. Suena como un gran tipo con una buena cabeza sobre sus hombros. ―Lo es. Easton es cinco años más joven que yo. Lo conocerás cuando estemos en Houston. Traté de conseguir que viniera de gira conmigo, pero está tomando clases de verano y no quiere dejar a su novia. ¿Y tú? ¿Algunos hermanos o hermanas? ―No que yo sepa. ―Él me da una mirada, esperando más de una explicación―. No me sorprendería si mi padre tiene niños ilegítimos corriendo por ahí que no conocemos, pero en este momento, soy hija única. ―¿Y tu mamá? ―Ella no ha estado alrededor desde que yo tenía cuatro años. Era un modelo de lista-D que asumió que tener un bebé con mi papá era su boleto de comida a una vida fabulosa y fama. No fue según el plan. Trató de usurparle en la manutención y luego gastaba el dinero en cirugía plástica y ropa. Mi padre se enojó y la llevó a la corte por la custodia. Tan pronto como los cheques dejaron de entrar, ella dejó de venir. ―Me encojo de hombros. Tenía sueños de que regresaría cuando era más joven, pero he desistido de esa idea. Ni siquiera se molestó en ponerse en contacto cuando las noticias explotaron sobre los problemas fiscales de mi papá y de su sentencia de prisión―. ¿Y tu papá? ―Historia similar a la de tu mamá. Fue desaparecido por todo el tiempo que puedo recordar. Ni siquiera tengo su apellido. Cuando estaba alrededor, estaba

borracho y solía golpear a mi mamá. No me reclamó hasta que llegué a ser famoso. Incluso fue a revistas y les vendió su historia. Se puso en contacto y comenzó a pedir dinero. Le pagué para mantener su boca cerrada y mantenerlo alejado de mí. ―Oh, la alegría de tener padres oportunistas. Levanta su botella de cerveza en el aire. ―Por aquellos de nosotros con padres jodidos. Me río y hago lo mismo, excepto con una copa de vino. ―Por aquellos de nosotros con padres jodidos. Ambos terminamos nuestras bebidas, y Knox se levanta para tomar otro. ―¿Quieres que te sirva más? Sacudo mi cabeza. ―¿Qué deberíamos hacer ahora? ―¿Podemos ver una película? ¿O Netflix? Lo miro con entusiasmo. ―¡Vamos a hacer un Netflix Binge! ―Un Netflix ¿qué? ―¿Nunca has oído hablar de los atracones de Netflix? ―Él sacude su cabeza―. Es cuando empiezas un nuevo programa con unos tropecientos episodios y los miras sin parar. ―Oh, ¿te refieres a algo así como Netflix and chill? He oído hablar de eso antes, pero por lo que sé es una palabra código para follar. ―No estamos haciendo Netflix and chill. Vamos a hacer Netflix Binge. Dos cosas totalmente diferentes. ―¿Con el mismo resultado? ―Negativo. ―Me gusta más Netflix and chill. ―Eso no está sucediendo. ―Tomo el control remoto―. Entonces ¿qué te gusta? ¿Cursi? ¿Dramático? ―Pon tu favorito. ―¿Estás seguro de eso? ―Positivo. Muéstrame cómo Libby hace Netflix and Binge. Pongo Friends, y comenzamos el Netflix Binge.

No estoy segura de cuántos episodios veo antes de quedarme dormida. *** Mis ojos se abren y la única luz es una débil que viene de una lámpara de escritorio. Suavemente bostezo y parpadeo unas cuantas veces mientras veo la figura sentada detrás del escritorio. ―¿Qué hora es? ―pregunto, estirándome―. ¿Cuánto tiempo he estado dormida? Knox levanta su muñeca para mirar su reloj. ―Un poco después de las dos. ―¿Por qué estás sentado solo en la oscuridad? ―Estoy escribiendo algo. ―Él sonríe abiertamente―. Y mirándote. He decidido que eres mi musa para la canción. Cubro mi rostro con mis manos. ―Bueno, deja de mirarme. ―Sólo puedo imaginar cómo me veo ahora. ¿Ronqué? Con mi suerte, probablemente ronqué, babeé, y hablé de él en mi sueño―. Tienes que ir a la cama. Tienes un concierto esta noche. Sacude su cabeza y sigue garabateando en el papel. ―Estoy en una buena racha ahora mismo con esta nueva canción, así que estaré despierto por un tiempo. Puedes tomar mi cama si quieres. ―No, este sofá es muy cómodo. ―Mientes, pero eso está bien, tú eres la que está perdiendo la gigante y cómoda cama con sábanas que huelen a esta estrella de rock. Pongo mis ojos en blanco. ―Querido Dios, probablemente huele a sudor y herpes, así que tendré que pasar. ―¿Sabes lo que me gusta de ti? ―¿Mis tetas? ―Esas son fantásticas, sí, pero me gusta que seas sincera conmigo. No hay demasiada gente que lo sea. Me dicen lo que quiero oír, lo que a veces puede ser aburrido. ―Estoy segura de que es una vida muy complicada, tener gente constantemente besando tu culo.

Libby me entrega una toalla, y empiezo a limpiar el sudor que gotea de mi frente. Luego viene una botella de agua de su parte, y bebo la cosa entera. Maldita sea, olvidé lo agotador y exigente que es estar de gira. Han pasado dos años desde la última. Saqué mi camiseta húmeda y la tiré al sofá de mi camerino. La adrenalina se extiende a través de mi pecho cuando veo sus ojos saltar arriba y abajo de mi cuerpo. Me paseo hasta el estante de ropa y saco una camiseta de su percha. ―Dos terminados, docenas más por hacer ―digo, pasándola sobre mi cabeza. ―Sinceramente, no creo haber escuchado tantos fanáticos gritando en mi vida ―dice, sacudiendo la cabeza y sentándose―. Pensé que los fans de mi padre eran demasiado dramáticos, pero son pantomimas, comparados con los tuyos. Juro que casi me estallo un tímpano. ―Todas las damas me aman ―digo, cayendo a su lado. Ella me da una mirada sombría cuando me inclino y froto mi mano a través de su suave cabello―. Incluyéndote, solecito. ―Hablando de las damas que te aman. ―Ella salta del sofá, va a su bolsa, revuelve a través de ella, pero no saca nada―. ¿Adivina lo que encontré? ―Está emocionada, ansiosa, y sé que tiene algo bajo la manga. ―Sólo puedo imaginar ―le respondo, frotándome mi barbilla―. Pero espero que sea una mina de oro o algunas entradas para la Serie Mundial. Ella lo saca de repente y estoy mirándome a mí mismo. Gimo. Insistí en que dejaran de venderlos hace diez años, pero la gente todavía los coloca en eBay y Amazon. Mi mamá y Thomas me hablaron de hacerlo cuando me hice famoso. Lo sostiene en el aire y lo agita de un lado a otro delante de mí. ―Eres tú... sólo que como un muñeco. No puedo decidir quién es más guapo, tú o Ken, pero estoy seguro de que ambos pelearon por Barbie. ―No puede contener

su risa, y aunque soy la mayor parte de la broma, el sonido de esta es embriagador. Tengo que averiguar más maneras de hacerla reír, incluso si significa avergonzarme en el proceso. Paso la mano por mi pecho. ―Barbie me eligió, obviamente. No hay competencia. ―Me levanto y agarro el muñeco de ella―. Y es una figura de acción. ¿Dónde encontraste esta cosa? Dejaron de venderlos hace años. ―Una mujer lo trajo con ella al concierto. No me lo vendió cuando intenté comprarlo la primera vez, lo cual es extraño teniendo en cuenta que tenía mi edad. ―Sin embargo, tú estabas tratando de comprárselo a ella. ―Cierto. ―Entonces, ¿cómo la convenciste de que te lo entregara? ―Le he dado un mechón de tu cabello a cambio de eso. ―¿Me estás jodiendo? Suelta un suspiro y vuelve a sentarse a mi lado. ―Bien, le di cincuenta dólares y tu falso número de teléfono. Sostengo el muñeco hacia ella. ―Solo lo querías para poder dormir conmigo por la noche. ―Por supuesto que no. Le acaricio la pierna. ―Libby, no tienes que mentir. Nos conocemos el tiempo suficiente ahora para que puedas decirme que no sólo tienes una obsesión compulsiva con los muñecos, sino que tienes una obsesión compulsiva con los muñecos que tienen mi rostro y mi cuerpo. ―No tengo una obsesión compulsiva con cualquier cosa que tiene tu rostro en ello. ―Correcto ―digo―. Y yo no deseo poder sacarte de ese vestido ahora mismo. Se levanta y señala en mi dirección. ―Acoso sexual. ―Abre uno de los cajones en la cocina y saca un cuchillo. ―¿Qué diablos planeas hacer con eso? ―No me responde. En su lugar, pone el muñeco abajo y procede a cortar su cabeza; o mi cabeza para ser más exactos―. Ah hombre, eso no es bueno. ―Ella sonríe y me lanza la figura de acción decapitada.

―¿Qué piensas hacer después de esto? ―pregunta, después de lanzar el miniyo en la papelera―. ¿Quieres que te pida servicio de habitaciones, o vas a una fiesta? Sé que algunos de tus amigos vinieron a ver tu espectáculo. ―Podemos pedir algo para comer y luego vamos a salir, probablemente para apostar. ―Está bien, diviértete y no te metas en problemas. ―Dije que vamos a salir. Ella levanta la mano. ―Nosotros no vamos a ir a ninguna parte, especialmente a los juegos de azar. Tú puedes, pero yo preferiría sentarme en mi habitación sin cámaras en mi rostro preguntándome si estamos acostándonos en silencio. ―Muy bien, eres una aguafiestas. ―Me levanto del sofá―. Sólo haz que me envíen algo a mi habitación; lo que sea que tú estés ordenando está bien. Tal vez necesite que hagas alguna mierda para mí, así que mantén tu teléfono encendido y envíame tu número de habitación. Abre la boca para decirme que no es necesario darme su número de habitación, pero me voy antes de que ella tenga la oportunidad. ¿Me enviará el número de su habitación? Probablemente no, pero teniendo en cuenta que estoy pagando por ello, me lo dirán. *** Estoy de pie frente a la puerta de Libby y puedo oír la tele sonando en el otro lado. Me aseguré de decirle, de reservar nuestras habitaciones en la misma planta en cada hotel en el que nos alojamos. Extraigo mi teléfono de mi bolsillo, golpeo su nombre, y puedo oír su teléfono que suena sobre la TV. Va al correo de voz. Vuelvo a marcar. Correo de voz de nuevo. Levanto mi mano y golpeo en la puerta. El volumen del televisor disminuye y la puerta se abre bruscamente. Libby está de pie delante de mí en pantalón corto de pijama a cuadros y una pequeña camiseta sin sujetador. Su cabello está recogido en lo alto con una cola de caballo desordenada, y su rostro está libre de maquillaje. Permanezco allí durante unos segundos, mirando fijamente sus pezones completamente alertas.

Mi mirada se balancea hacia arriba ante el sonido de su tos, y sus brazos cruzándose sobre su pecho, bloqueando mi fantástica vista. ―¿Estás ignorando mis llamadas? ―pregunto. ―No ―contesta ella, moviendo sus pies descalzos de un lado a otro de la alfombra―. Mi teléfono está en silencio. Pequeña sucia mentirosa. ―¿En serio? ―Levanto una ceja al mismo tiempo que ella asiente―. Lo acabo de oír por la puerta. Mi dulce vista de sus pezones vuelve cuando ella lanza sus manos en el aire. ―Está bien, sí, estoy ignorando tus llamadas porque quiero sentarme en esta habitación por el resto de la noche y consumir excesivamente algún desagradable reality show. No salir como tú quieres que haga. Retrocede un paso, sorprendida, cuando camino a través de la puerta. ―Lastima. Vamos a salir. ―Ya te dije que no. ―Me dirijo a la habitación y localizo su equipaje abierto. Jadea cuando empiezo revisarlo. La puerta se cierra, y viene pisoteando hacia mí―. ¿Podrías ser más molesto? Dejo caer la camisa en mi mano cuando agarra mi codo y me jala a través de la habitación, lejos de su mierda. Me doy la vuelta para mirarla. ―Escoges algo o yo lo haré. ―Pongo mis manos juntas en un movimiento de súplica―. Vamos, Libby. Tenemos kilómetros por pasar en el camino, por delante de nosotros. Vamos a salir, hacer algo divertido, vivir un poco. No podemos escondernos con miedo todo el tiempo que estamos en gira de las cámaras. A la mierda con ellos. ―Por centésima vez, no. ―Nadie nos notará, lo prometo. ―Le di un empujón con mi codo―. ¿No crees que tengo conexiones? ―Es casi una de la mañana. ―Las Vegas nunca duerme, solecito. ―Pero yo lo hago, o soy una perra malhumorada. ―Tienes todo el día en el autobús para dormir. ―Permanece en silencio―. El secreto del día. ―¿Qué? ―Si dices que no, lloraré.

Me da una palmada en el hombro. ―En serio, eres un dolor en mi culo, por si no te lo he dicho. ―Toneladas de veces. Tu dolor favorito en el culo con el que estas a punto de ir a explorar la ciudad y hacer mierda turística. ―La única mierda turística disponible en este momento son desnudistas y prostitutas. ―Prometo que no habrá prostitutas. Ella muerde la comisura de su labio. Quiere venir, lo puedo decir, pero es demasiado orgullosa para admitirlo. Luego apunta con un dedo a mi rostro. ―Bien, pero es mejor que no mientas. ―Nunca lo haría ―respondo dramáticamente, y sostengo mi mano sobre mi corazón. Marcha hacia su maleta y comienza a sacar la ropa. ―Entonces, ¿qué es exactamente lo que vamos a hacer? Tengo que saber para poder vestirme para la ocasión. ―Vamos a salir y divertirnos. Eso es todo lo que necesitas saber, y no tienes que preocuparte por qué usar. ―Su ropa va a salir, de todos modos. Ella agarra sus cosas y va al baño, cerrando la puerta detrás de ella. Me siento en la cama y echo un vistazo cuando caigo en cuenta de algo. ¿Está aquí? Me levanto lentamente y vuelvo de puntitas hacia la maleta. No hay manera de que lo dejara en el autobús, así que tiene que estar aquí. La abro y tanteo alrededor. Nada. Miro en el bolsillo delantero. Nada. Sigo mi búsqueda, consciente de que está mal, pero tengo curiosidad. Justo cuando estoy a punto de rendirme, encuentro una pequeña bolsa llena en la esquina y la abro Premio gordo, bebé. Lo guardo en el bolsillo y me acerco a la puerta del baño. ―Oye ―grito a través de ella―. Me olvidé de algo en mi habitación. ―Agarro la tarjeta de acceso a su habitación desde la cómoda, por si acaso ella trata de dejarme fuera―. Ya vuelvo. ―Bien. Terminaré dentro de diez minutos ―contesta. Corro dos puertas hasta mi habitación, paso mi tarjeta de llave, e ignoro a la gente de adentro mientras voy a mi dormitorio y meto la bolsa en mi maleta. Esperemos que nadie más lo encuentre, o pensarán que estoy en una mierda

perversa. Regreso a su habitación antes de que ella esté fuera y me siento en la cama, actuando inocente y esa mierda. ―¿Me veo bien? ―pregunta, saliendo del baño. Mis ojos vagan por su cuerpo, y puedo sentir mi pene revolviéndose debajo de mis vaqueros. Trago saliva. Por favor, no me dejes conseguir una erección delante de esta chica en este momento. Me sacaría de su habitación y probablemente renunciaría. Tomo algunas respiraciones profundas e intento callar a mi polla. ―Te ves perfecta ―le contesto. Se quitó la cola de caballo. Sus hebras rectas golpeaban justo encima de sus pechos. Su vestido negro ceñido muestra sus piernas torneadas y me da una visión perfecta de su escote. Sus tetas cabrían perfectamente en mis palmas. Es una mierda que no lo vaya a estar usando esta noche. Ella se cambiará tan pronto como lleguemos a mi lugar. ―Tampoco te ves mal ―dice, sonriendo. ―Sólo me haces quererte más cuando dices una mierda así. ―Todos sabemos que no soy del tipo de Knox Rivers. ―Ya te dije que no tengo un tipo. ¿Por qué sólo querría explorar un estanque para el resto de mi vida? Dame algo diferente. Amo lo diferente. Y eso es exactamente lo que es Libby. Ella no es una modelo caminando la pasarela con un millón de seguidores de Instagram. Ella no es una actriz que tiene altas expectativas para cada cita que tenemos. Ella es real. ―¿Estás lista? ―pregunto. Suelta un largo suspiro. ―Supongo. La agarro de la mano. ―Te va a encantar esto.

Me estoy quejando todo el tiempo que Knox toma mi mano y me guía por el pasillo. Estoy en Las Vegas, y lo único que quiero hacer es colapsar sobre la cama y relajarme. Apostar, beber, festejar, no quiero tomar parte nada de esto. Estoy cerca a entrar en pánico cuando nos detenemos a sólo dos puertas; en su suite. Tiene algo molesto bajo su manga, estoy segura. Puedo escuchar música sonando en el cuarto mientras Knox desliza su tarjeta llave en la cerradura y abre la puerta. Me tropiezo cuando me toma la mano de nuevo, y me pasa por la puerta con él, y me lleva directo a la sala de estar. ¿Qué demonios? Hay un grupo de chicos con tragos en sus manos reunidos alrededor en los muebles. Todos ríen, alzando sus manos y vitoreando como si fuéramos las estrellas de la fiesta cuando nos ven. Muy bien, Knox técnicamente lo es. Pero esa no es la parte más extraña. Ninguno de ellos parece como si fuera a salir a una noche en Las Vegas. En cambio, están todos vestidos en ropas que tuvieron que haber sido compradas en alguna fiesta de música country. Algunas de ellas tienen pantalón corto de jean que son asquerosamente cortos. Están luciendo la bandera americana y un aviso de cerveza en el trasero; en sus camisetas, pantalón y pañoletas. Un par de ellos tienen un mullet4. Están a mediados de sus veinte, pero parecen personas de mediana edad con barrigas cerveceras y pasando por la crisis de la mediana edad. Los vi antes del concierto de Knox hoy, y ninguno de ellos tenía está apariencia. 4

Mullet: Peinado de los ochenta, corto por delante y largo atrás.

Parpadeo un par de veces, notando que dos de los hombres son Marvin y Lucas. Miro hacia Knox, luego a los tipos americanos, y luego otra vez a Knox, esperando que alguien me dé una respuesta a sobre qué demonios está pasando. Knox se ríe, obviamente encantándole la confusión, y aplaude. ―¿Estás lista para divertirte, solecito? Toda la atención va a mí. Jodidamente fantástico. No quiero actuar como una perra frente a sus amigos, pero diversión… o lo que sea que esto sea… no estaba en mi agenda para esta noche. Tenía un gran plan de comer Cheetos y hablar por video llamada con Mia para hablar de tonterías sobre la última pelea de Real Housewifes. ―Te dije que no quiero ser bombardeada por paparazis ―respondo, intentando mantener la voz en bajo, para que los demás no escuchen mi boba excusa. ―No habrá ninguno ―dice Spencer, moviéndose hacia nosotros. Es uno de los amigos de Knox y aparentemente el líder de la manada. Hago una mueca, mi rostro se pone rojo. Supongo que hablé más duro de lo que pensé―. Porque nadie sabrá que eres tú. ―¿Qué quieres decir? Una puerta se abre, interrumpiéndonos, una mujer entra usando un pantalón súper corto, un top ajustado rojo, y botas de vaquera con su cabello en estilo afro. Incluso vestida con esa ropa, sé quién es. Yasmine Ulta; una de las supermodelos más sexys del mundo ahora mismo. Me mira directamente, sus labios rojos forman una sonrisa. ―Es como jugar a los disfraces ―empieza a explicar―. Nos ponemos estos ridículos disfraces así nadie nos reconoce y vamos a divertirnos. Lo hacemos todo el tiempo, y sorprendentemente, nadie nos ha visto. ―Camina hacia nosotros, agarra mi mano, y me arrastra más dentro de la sala―. Knox me pidió que trajera unas opciones para ti. Hay una gran maleta abierta en sueño al lado del sofá que está llena con ropa similar a la que todo el mundo está usando. ―¿Entonces qué te quieres poner? ―pregunta―. Tenemos todo, desde chica del espectáculo, prostituta y turista campesino… ―¡Turista campesino! ―grita Spencer―. Es lo mejor. Puedes hacer el acento y todo. ―Envuelve su mano alrededor de la cintura de Yasmine y estrella sus labios en su mejilla―. Esta bebé sexy y yo somos la pareja campesina del año.

―Tengo una mejor idea ―dice Yasmine―. Tú y Knox deberían vestirse como una pareja fugada. Eso sería asombroso. ―Me encanta ―dijo Knox, viniendo tras de mí―. ¿Crees que deberíamos hacer toda la cosa del vestido de boda y el esmoquin, o actuar como si fuera un impulso del momento, sin planear? ―Impulso del momento ―responde Yasmine―. Esos son los mejores. ―Se inclina y comienza a rebuscar en la maleta―. Traje un par de opciones de vestido de boda por aquí, nada demasiado loco. Quiero decir, nunca puedes venir a Las Vegas sin empacar un vestido de novia de emergencia. ―Los lleva consigo a todas partes que vamos, ya sabes, en caso de que me proponga ―dice Spencer. ―Te me has propuesto tres veces, Spencer, y te he dicho que estamos esperando cada vez ―discute. Me quedo ahí de pie, paralizada en el lugar, y tartamudeando para encontrar las palabras correctas para decirles que no quiero fingir que me fugo con Knox. Gruño cuando Yasmine empuja un puñado de ropas en mis manos y apunta al pasillo. ―Baño. Dejé un poco de mi maquillaje allá por si quieres usarlo. Asiento y voy al baño porque no he inventado un plan sobre cómo me saldré de esto todavía. ¿De verdad creen que podemos hacer esto? La gente sabe que Knox está aquí esta noche y es muy probable que lo estén buscando. Cierro la puerta y empiezo a revisar mis opciones de ropa. La primera opción es un vestido de boda inspirado en los ochenta con unas ridículas hombreras. Demonios no. El segundo pantalón que se parecen al de Yasmine, completado con estrellas rojas bordadas en la tela. Los hago a un lado. Por lo general no soy insegura con mis piernas, pero hay una supermodelo en el otro cuarto usando lo mismo. Eso no va a pasar. Siguiente. Pruebo un vestido azul de lentejuelas. Es corto, sólo queda unos centímetros bajo mi trasero, pero es la mejor opción que tengo. Las lentejuelas no son lo mío, pero las otras opciones son un no rotundo.

Asomo mi cabeza por la puerta y llamo a Knox. ―Si se supone que vamos actuar como casados, ¿qué usará mi esposo? ―pregunto cuando llega a donde estoy. No puedo creer que de verdad le esté haciendo esta pregunta. ―No he decidido todavía. ―Se asoma por la puerta―. Vaya… ¿así es como se ve mi futura esposa? ¡Yas! ―Llama a Yasmine, y de repente lamento haberle preguntado. Abre la puerta para que se nos una, ahora está usando una peluca negra―. ¿Qué debería usar el novio para ir con esta ropa? ―Considerando que el tema es más que nada estilo country, si están vestidos muy diferente puede que nos delaten. Tengo las botas de vaquera perfectas para ir con eso, Libby. Aquí está tu peluca. Debes usarla. ―Me la pasa y luego mira a Knox―. Y te encontraré algo. Se lleva a Knox, y cierro la puerta otra vez. Cojo con un dedo la horrible peluca rubia en mi mano. Las hebras están enredadas y despeinadas. Suspiro antes de recoger mi cabello y ponerme la peluca sobre este. Abro el maquillaje de Yasmine y me pongo un poco de rímel en las pestañas. Me doy un último vistazo a lo ridícula que me veo y vuelvo a la sala de estar. Knox está cambiado, y no puedo evitar estallar en risas. Está usando una camiseta que parece un esmoquin y jeans con cargaderas, pero esa no es mejor parte. La mejor parte es su larga peluca de color marrón que está atada en una coleta baja completada con patillas y bigote. Se ve ridículo. ―¿De verdad saldrás así? ―pregunto. ―Claro que sí, y no vas a ser capaz de mantener las manos lejos de mí sabiendo que estamos celebrando hoy nuestra luna de miel. ―No hay luna de miel esta noche, así que no tengas muchas esperanzas. ―No tomemos ninguna decisión precipitada todavía, querida. Una vez que salgas conmigo esta noche y vayamos a la Pequeña Capilla Blanca, tal vez cambies de opinión sobre querer acostarte conmigo. ―Quédate con el Blackjack. Tus oportunidades de ganar son mucho más altas ahí. Me estremezco cuando su boca golpea mi oreja. ―Mis oportunidades de ganar siempre son altas. ―¿Qué tal un juego previo de chupitos? ―grita Spencer.

―Yo entro ―dice Lucas―. Que comience esta fiesta. Por no mencionar, que me encanta beber licor caro gratis. Una vez que bajemos allá, es jodidamente ridículo. Miro alrededor. ―¿Cómo se supone que vamos a beber sin enseñar las identificaciones? ―Me alegra que lo mencionaras ―dice Yasmine, agarrando algo de su bolso y pasándomelo―. Aquí está la tuya falsa. Miró la identificación. Parece real; como que tiene la foto de mi verdadera yo, pero el nombre y la dirección es diferente. ―¿Mi nombre es Belinda Jackson? ―pregunto. Knox se ríe y alza su identificación. ―Y pronto será Belinda Kettle cuando la noche termine. ―De verdad vas a jugar a toda esta cosa del novio y la novia, ¿verdad? ―Claro que sí. ―Y casi olvido esto ―dice Yasmine, pasándome algo―. Esto es para la novia. Bajo la mirada y juego con este en mis manos. ―¿Un Ring Pop5? ―Doy la mejor joyería para mi esposa ―dice Knox. ―Santo Dios, esta será una noche larga. ―Pero una divertida. Te lo puedo prometer. *** Doy pasos cortos mientras avanzamos por el casino. ¿Cómo todo el mundo está actuando normal? Incluso Knox no parece preocupado de que alguien lo reconozca. ―Sigue la corriente, esposa ―dice, llevándome a su lado―. Debes relajarte. ―Estoy intentando ―siseo. ―No, no lo haces. Parece que estuviéramos planeando robar el lugar. ―Toma mi mano y la aprieta en la suya―. Actúa como si fuera un tipo normal que a nadie le importa. Olvida a Knox Rivers. Podemos pretender que soy tu chico de club con sus suéteres, Joe.

5

Ring Pop: Es una piruleta de dulce que se pone en el dedo como anillo.

―Josh no es mi chico, y podríamos haber elegido prendas que no llamaran la atención a nosotros. Parecemos fenómenos. Pasa una mano por su camiseta. ―Disculpa, habla por ti misma. Me encanta mi look. ―Hay una mesa abierta ahí ―dice Yasmine―. Vamos a apostar. La seguimos a la mesa del Blackjack y tomamos asiento. El repartidor, Lou, quien parece cercano a los setenta, no parece emocionado por nuestra llegada. ―Hola ―gruñe―. Está es una mesa de doble Blackjack. ¿Todos conocen las reglas? ―Claro ―dice Knox―. Jugamos todo el tiempo en la granja, pero por lo general apostamos tapas de cerveza y semillas de girasol. ―Gané la lotería la semana pasada ―dice Spencer, con su ridículo acento―. Dos millones de billetes, eso es mucho dinero. ¡Le compré a mamá una nueva casa y decidí traer a mis amigos a las infames Vegas para probar más mi suerte! Agacho mi cabeza para cubrirme la boca, tratando de contener la risa. ―Que bien ―dice Lou, claramente poco impresionado. ―Voy a pasar a esta ―digo. ―¿Qué? ¿Por qué? ―pregunta Knox. ―El mínimo es cincuenta dólares. Apesto en este juego, y no voy a desperdiciar dinero que no tengo. ―Eso me recuerda. ―Saca dos fajos de billetes y desliza uno hacia mí―. Es para ti. Lo empujo de nuevo a él. ―No tomaré tu dinero. ―Sí, lo harás. Ahora tómalo antes de que hagamos una escena. ―Bien, pero si gano algo, voy a regresarlo. ―Lo que quieras. Sólo tómalo para que empecemos. Estás conteniéndote. Una mesera se detiene para tomar nuestras órdenes, interrumpiendo a Lou mientras empieza a repartir cartas. ―¡Fireball6 para todos! ―grita Spencer. ―Y agua para mí, por favor ―añado.

6

Fireball: Whisky con canela.

Spencer me apunta. ―Y un Fireball para ella también. ―Se detiene―. Corrección, que sean dobles. Lou parece que estuviera listo para matarnos. ―Empecemos. Jugamos la primera mano. No soy muy buena jugadora de Blackjack, pero sé lo básico. Lou gana. Apostamos de nuevo, y la mesera trae nuestros tragos. El dulce pero fuerte sabor de la caliente canela baja por mi garganta cuando tomo el mío. Lou reparte la siguiente mano, y chillo de emoción cuando hago Blackjack. Ganar siempre hace las cosas mejor, y bueno, también el licor. Jugamos otra ronda. Spencer pide más tragos. Knox gana la siguiente, y ordenamos más tragos. ―Nos casamos hace una hora ―le dice Knox a Lou. Agarra mi mano con el Ring Pop y lo sostiene―. ¿Alguna vez has visto una piedra así de grande? Lou pone los ojos en blanco y suelta un suspiro de exasperación. ―No puedo decir que lo haya hecho. ―La que tiene en su pantalón puede que sea más grande. ―Mi mano vuela a mi boca ebria. Oh Dios mío. ¿De verdad dije eso? Knox me mira sorprendido, pero sigue la corriente. ―Esa es mi chica. Le gustan las piedras grandes. No puedo dejar de reír. Estoy feliz de no haberme quedado en mi cuarto. De hecho, estoy pasándola fantástico. Recordaré por siempre esta noche. Jugamos un par de rondas más y luego decidimos darle un descanso a Lou. ―¿A dónde vamos ahora? ―pregunto. ―¿Un club? ―sugiere Spencer. ―¿Vamos a ir a un club como personas normales? ―pregunta Yasmine―. No trato de sonar pretenciosa, pero al diablo con eso. No puedo soportar las filas y la gente pegándose a mí. ―Se estremece―. Nueva idea. ―¿Qué tal un club de desnudistas? ―pregunta Spencer. ―¿Qué tal si rompo contigo? ―responde. Spencer alza sus manos.

―Chicos, el club de desnudistas es mala idea. ¿Quién siquiera recomendó eso? ―¿Qué tal si caminamos por Las Vegas Strip? ―sugiere Knox―. Nunca he podido hacerlo, pero he escuchado que es una locura. ―Me gusta la idea. Es algo que normalmente no haríamos ―replica Yasmine. ―Podemos comprar un montón de tonterías y divertirnos ―sigue Knox. Me mira y alza una ceja preguntando. Asiento. ―Está bien por mí. Me gusta ver personas, así que eso está perfecto para mí. Knox agarra mi mano y las levanta cuando estamos afuera en la Strip. ―Damas y caballeros ―grita―. Esta chica y yo nos casamos. ¡Aceptó ser mi esposa, y voy a tener sexo por primera vez! Gruñe cuando suelto mi mano de la suya y le doy un codazo en el costado. Una pareja mayor se detiene frente a nosotros. ―Oh amor de jóvenes ―dice la mujer―. Felicidades. ¿Les gustaría que les tomáramos una foto? ―Claro ―dice Knox. Ella toma su teléfono, saca nuestra foto, y nos felicitan de nuevo antes de alejarse. Nos la pasamos en grande en la Strip. Estoy disfrutando esto mucho más que cuando estuvimos apostando. Vamos a tiendas de recuerdos y compramos cosas estúpidas, tomamos fotos con nuestras mejores imitaciones, y disfrutamos el tiempo con la ayuda de un par de tragos. Nadie siquiera nos reconoce. Su plan de hecho está funcionando. Bostezo y finalmente miro la hora en mi teléfono. ―Vaya, son las cuatro de la mañana. ―¿Demonios, en serio? ―pregunta Yasmine―. Nos estábamos divirtiendo tanto que perdimos el rastro del tiempo. Volvemos al hotel y nos metemos en un elevador. Todo el mundo se baja en sus pisos. Y Knox y yo somos los únicos que quedamos. ―Admítelo ―dice, cuando llegamos a nuestro piso y las puertas se abren. Me arrastra dentro y descansa su brazo en mis hombros. ―¿Admitir qué? ―pregunto.

―Admite que te divertiste esta noche. ―Bien ―me quejo―. Me divertí. ―Sabía que disfrutarías ser mi esposa. ―Se detiene cuando llegamos a mi puerta y sonríe ampliamente. ¿Por qué se siente como si termináramos una cita?―. ¿Segura que no quieres consumar nuestro matrimonio? Saco el Ring Pop de mi dedo y se lo entrego. ―Estamos oficialmente fuera de nuestros roles en la boda. Se acerca más, el Ring Pop en la punta de su dedo. ―¿Y si no quiero que se termine? ―Me estremezco mientras pasa su mano por mis brazos desnudos―. ¿Y si quiero que esta noche siga? Trago nerviosamente, inclinándome contra la puerta para apoyarme. ―No puede… no podemos… y lo sabes. ―¿Por qué haces esto? Sé que no soy el único que quiere esto. Cierro mis ojos, tomando aire para calmarme. Él no es el único que quiere esto, pero tengo que ser quien piense lógicamente. ―Estoy luchando contra esto porque no es una buena idea. Hice una promesa para mí misma de no salir lastimada de nuevo. Pongo una mano sobre mi boca. Ese no era el argumento que planeé decir en mi cabeza. ―¿Qué quieres decir con salir lastimada de nuevo? Mierda. ¿Cómo me salgo de esta conversación? ―Nada. Estoy cansada y no pienso con claridad. ―¿Demasiado cansada para invitarme a entrar? Froto mis manos sobre mi rostro y asiento. Me doy vuelta y le echo seguro a la puerta sin darle otra mirada. ―Buenas noches, Knox. ―Buenas noches ―susurra detrás de mí. Todavía está de pie ahí mientras cierro la puerta. Estoy cansada, sí, pero ese no es mi mayor problema. Estoy tan ridículamente excitada que no puedo pensar bien. Abro mi equipaje y voy directamente por ello, pero no está ahí. Tocó alrededor, pensando que probablemente lo puse en otro lado, pero no encuentro nada.

Comienzo a sacar todo. Mis ropas caen a la cama, el suelo, incluso en la lámpara mientras desesperadamente busco. No está. ¿Qué mierda? Estoy segura de que lo empaqué. Saco mi teléfono de la cama y busco el nombre de Mia. Con suerte, no está dormida. Yo: Revisa el cajón de mi mesa de noche y mira si dejé a V ahí. Continúo buscando alrededor de mis cosas hasta que mi teléfono suena con una respuesta. Mia: El cajón no tiene a V. ¿Debería buscar en otra parte? Yo: NO. Mia: ¿Se perdió V? Yo: Aparentemente. Mia: Ve a reemplazar a V con algo de verdad. Sé exactamente a quién deberías pedírselo. Yo: Buenas noches. Ella es tan mala como él. Me arrojo a la cama y dejo salir un largo suspiro. Sabía que esto iba a suceder, razón exacta por la cual lo puse en mi lista de empacar. No hay forma de que pueda sobrevivir meses con el coqueteo de Knox y no darme alivio. Mi teléfono suena. Lo reviso, sabiendo que probablemente es Mia diciendo que lo encontró. Estoy muy equivocada. Knox: ¿Estás extrañando algo? No lo haría. No podría. Yo: ¿De qué estás hablando? Me envía una foto de mi vibrador. Y pierdo la razón por completo.

No puedo luchar contra la sonrisa en mi rostro mientras me quedo mirando la foto que envié a Libby. Debatí conmigo mismo sobre si debía o no seguir con mi plan. Iba a esperar hasta que estuviéramos en el camino más tiempo para sacarlo, pero tengo la sensación de que es lo primero que hizo cuando volvió a su habitación. Estaba tratando de esconderlo, pero no había duda de que estaba excitada en el pasillo. Ella no me ha enviado un mensaje de vuelta todavía, pero los tres puntos en la parte inferior de nuestra conversación me dice que está tratando de encontrar una respuesta. Espero otro minuto. Nada. Decido ayudarla. Yo: ¿Por qué no vienes por la cosa real? Las burbujas se detienen... y luego reaparecen... y lo espero. Libby: ¿Por qué me envías una foto de un vibrador? Ella está tratando de jugar a la despistada. Yo: Lo encontré en el pasillo y pensé que el dueño podría quererlo de vuelta. Libby: ¿En serio robaste mi vibrador? Eres malvado. Simplemente malvado. Yo: Eres más que bienvenida a venir y tomarlo, pero exijo rescate. Tienes que pasar la noche conmigo. Libby: ¡Maldición, has perdido la cabeza! Salgo de nuestros mensajes de texto y entro a mi registro de llamadas. Golpeó la opción de Facetime junto a su nombre. Suena un par de veces, y me sorprende cuando contesta.

―¿Qué? ―grita. Esbozo una sonrisa ante la mueca en su rostro. ―Tengo algo que te gustaría tener de vuelta ―digo. Agarro el vibrador y se lo muestro―. Si lo quieres de vuelta, intacto, haz lo que digo, y ningún vibrador será herido. Ella frunce el ceño, sus ojos azules se estrechan hacia mí. ―¿Alguna vez has oído hablar de la invasión de la privacidad? No puedo creer que hayas revisado mi equipaje, cerdo. ¿Oliste mis bragas mientras estabas en ello? ―No, no tuve tiempo. ―Conserva el vibrador. Probablemente lo necesites más que yo. ―El infierno que lo hago. ―Buenas noches ―canta. ―¡Detente! ¿Qué llevas puesto? Ella intenta retener su risa, pero falla miserablemente. ―Me recuerdas a un pequeño pervertido ahora mismo. ―Sólo para ti, nena. Pone sus ojos en blanco antes de colgarme. Misión fallida.

No estoy seguro si Libby va a responder mi llamada telefónica esta mañana cuando golpeó su nombre en la pantalla de mi teléfono. ―Solo estoy respondiendo porque eres mi jefe y no quiero que me despidan ―dice inmediatamente―. Pedí tu desayuno. Debería estar allí en unos diez minutos. Está siendo la Libby profesional, no la espontánea con la que pasé una noche increíble. Necesito romper esas paredes más para ver ese lado hermoso y despreocupado de ella. ―¿Pediste algo para ti? ―pregunto. ―Sí. ―Llama al servicio de habitación y diles que entreguen el tuyo a mi habitación. Necesito repasar una mierda contigo. ―¿Ahora mismo? Tenemos un viaje en autobús entero para hacer eso. Quiero decir, horas y horas. ―Es cierto, pero no quiero sentarme aquí y desayunar solo. Así que trae tu culo aquí y disfruta de unos waffles conmigo. ―Bien ―gime―. Estaré allí en cinco. Estoy sonriendo de oreja a oreja mientras me arrastro fuera de la cama y me dirijo al baño para cepillarme los dientes. Corro un poco de agua fría sobre mi rostro, y todavía estoy sin camisa cuando el timbre suena. Camino por la sala de estar y respondo a la puerta para encontrar a Libby de pie frente a mí, su cabello rubio mojado y en una cola de caballo, y está usando otro de esos vestidos largos, este de encaje negro y colgando suelto de su hombro. Levemente me río entre dientes, sin perder la forma en que sus ojos vagan por mi pecho antes de retroceder para encontrarse con mi mirada. ―Buenas ―dice lentamente―. Thomas quiere tener una teleconferencia, así que le dije que nos llame en unas dos horas. Eso nos dará tiempo de sobra para

empacar y asegurarnos de permanecer en el horario para la próxima ciudad. ¿Está bien? ―Eres la jefa, nena ―respondo, apoyando mi brazo contra el marco de la puerta―. ¿Y te he dicho alguna vez lo mucho que amo esos vestidos que usas? Sus ojos azules se estrechan sobre mí. ―Es demasiado pronto para lidiar con tu coqueteo. Me aparto, permitiendo que se deslice en mi suite. La puerta se cierra detrás de ella, y me encuentro con ella en la sala de estar. ―¿Sigues enojada conmigo? ―pregunto, sentándome a su lado en el sofá. ―Nunca estuve enojada contigo. ―Seguro que actuaste así. Sacude su cabeza. ―No enojada. Sólo sé que tengo que tener en cuenta que tienes dedos pegajosos, ladrón. No puedo evitar sonreír abiertamente. ―Nena, si me dejas tenerte una noche te mostraré lo bien que se siente cuando mis dedos son pegajosos. Ella empuja hacia delante para golpearme el hombro. ―Revisaste mi equipaje, Knox, y tomaste algo mío. Eso es invasión de la privacidad. Tienes suerte de que no te denuncié por robo. ―Adelante. ―Sostengo mi teléfono―. Diles que necesitas hacer un reporte policial por tu vibrador desaparecido. Ella lo aleja. ―Es demasiado temprano para lidiar con tus estupideces. Estoy privada de sueño. Me levanto del sofá y empiezo a dirigirme hacia mi dormitorio. ―Si lo quieres de vuelta... Ella salta y corre tras de mí. ―¡No! Será humillante si me entregas mi vibrador ahora mismo. ―Agarra mi codo, me arrastra de vuelta a la sala de estar, y me empuja hacia abajo en el sofá. ―Entonces, ¿cómo esperas exactamente que te lo devuelva? ¿Te lo envió por correo? Ella lanza sus brazos, sacudiendo su cabeza.

―No es como si lo necesitara durante los próximos días. Ponlo en mi bolso o algo así cuando no esté mirando. ―Me da una mirada fría―. Y no tomes nada más. Saco mi labio inferior. ―Estás arruinando toda mi diversión. Estaba pensando en hacerte un santuario. He estado guardando todos tus chicles y botellas de agua usadas. ―Ella me muestra el dedo―. Otra pregunta. ―No más preguntas si se trata de algo que tenga que ver con un vibrador. Levanto mi dedo. ―Una pregunta más, y prometo que me detendré. Cae de nuevo en el sofá. ―Bien, una más. ―¿Tienes algo más pervertido en esa pequeña maleta tuya? Gruño cuando una almohada vuela hacia mí y me golpea en la cara. ―No ―chilla―. Me gustan los vibradores. Hacen el trabajo sin ningún compromiso. ―¿Qué demonios? Puedo hacer el mismo trabajo. ―Me detengo y aclaro mi garganta―. Déjame corregirme. Puedo hacer un mejor trabajo sin el compromiso. ¿Cuál es la diferencia? ―Hay una gran diferencia. No puedo desarrollar sentimientos por mi vibrador. Mi vibrador no puede desarrollar sentimientos por mí. Cuando sea el momento para mí para separarme de él, será fácil. Los vibradores te dan los beneficios de una relación sin la molestia y la angustia. ―Incorrecto. Te da un orgasmo. Esa no es la única ventaja de estar en una relación. ―Sabes a lo que me refiero. ―Uno de estos días me vas a dejar entrar, Libby Graves, y me refiero a dejarme entrar en un montón de maneras diferentes. ―No sucederá. ―La vida es demasiado jodidamente corta como para tener miedo de hacer las cosas que quieres hacer. Lo dejaré en eso. ―Decido dejarlo. No va a ir a ningún lado ahora, y no quiero que ella piense que estoy tratando de empujarla demasiado―. ¿A qué hora salimos?

―En aproximadamente una hora. Ya he programado que te bajen las maletas. Dejaron que Marvin use su cocina esta mañana, así que está preparando comidas para ti mientras hablamos. Nuestra próxima parada es Seattle. ―Suena bien. *** Libby está sentada en el sofá con su computadora en su regazo cuando subo las escaleras hacia el autobús. ―Parece que llegamos a los titulares otra vez ―dice. Joder. Aquí vamos de nuevo. Si estamos en las noticias, eso significa que ella va a alejarse más. ―¿Buenas noticias o malas noticias? ―pregunto. Ella gira la laptop de forma que la pantalla quede frente a mí y comienza a desplazarse por la página. Hay una foto de nosotros sentados en la mesa de Blackjack. Mi mano descansa en su rodilla, y nos miramos, riendo. Nuestra química y atracción sangra a través de la foto. Cerré la puerta y solté un suspiro profundo. ―Hemos estado haciendo ese truco durante años, años, y nunca hemos sido atrapados. Ella le da vuelta y comienza a leer el artículo en voz alta. ―¡Algunos de ellos incluso informan que realmente nos hemos fugado! Saco mi teléfono de mi bolsillo. ―Voy a arreglar esto ahora mismo. ―Inicio sesión en mi cuenta de Twitter y empezar a escribir. ―¿Qué estás haciendo exactamente? ―Estoy twitteando que todo fue diversión y juegos anoche y no soy un hombre casado. Sus ojos son amplios. ―¿No quieres que haga una declaración? ―Puedes, si quieres, pero es una pérdida de tiempo. Si lo twitteo, es prácticamente una declaración en sí mismo. Cualquier persona que se preocupa por lo que estoy haciendo me sigue aquí. Cierra la laptop, la pone en el suelo y apoya su cabeza contra los cojines del sofá.

―Ojalá fuera tan fácil cuando estaba tratando con mi padre. No podrías simplemente twittear la verdad en ese momento. ―Tiene sus altibajos. Ha habido muchas mañanas que he despertado deseando que Twitter no existiera porque escribí alguna estúpida mierda borracho. Resopla. ―Sé lo que quieres decir. Me siento al otro lado del sofá. ―¿Cuál es la peor cosa que has twitteado? Sacude la cabeza. ―De ninguna manera. No voy allí. ―Vamos. Te diré el mío. ―Ella sacude su cabeza de nuevo. Agarro mi teléfono y enciende la cámara. Salta cuando tomo una foto de ella. ―¿Qué estás haciendo? ―Dime tu peor o voy a twittear esta foto y decirles que no era una broma y tú eres mi nueva esposa. ―Bien ―refunfuña―. Eres en serio un dolor en mi culo. ―Me gusta tu culo, así que estamos a mano. Sus mejillas comienzan a ponerse de un rosa suave. ―Era mi vigésimo primer cumpleaños. Mis amigos y yo fuimos a bailar. Me emborraché completamente y no recuerdo todo lo que pasó esa noche. Lo que sí recuerdo es despertar con un tweet que de alguna manera se volvió viral preguntando quién quería darme un orgasmo gritón. ―Eres una chica sucia. ―Me estaba refiriendo a la bebida, un orgasmo gritón, pero al parecer mi tweet lo hizo sonar como que yo quería que alguien viniera y en realidad me diera un orgasmo. Mis amigos no me han dejado olvidar eso. Me río. ―Nena, déjame saber si alguna vez necesitas un orgasmo gritón. ―Ya te he dicho que basta con la conversación sexual. ―Estaba hablando de la bebida. Soy un muy buen barman. ―Ella rueda sus ojos―. Si te hace sentir mejor, el mío es bastante malo, pero probablemente no tan malo como el tuyo, porque no fui yo quien hizo el tweet real. ―Entonces eso no cuenta.

―Lo hace si estaba en mi Twitter. Una chica con la que me enganché de alguna manera se apoderó de mi teléfono después de que... ya sabes. ―¿Después de que le diste un orgasmo gritón? Chasqueo mis dedos. ―Exactamente. Ella twitteo como quince fotos de sí misma acostada en la cama conmigo desmayado. ―Su rostro se pone más roja antes de que estalle en carcajadas. Alzo mi voz para hablar sobre ella―. Después de eso, empecé a tener a George bloqueando mi teléfono cuando estaba enganchado con una chica. ―Espero hasta que deja de reír antes de correr hacia ella y empujarla con mi codo―. Así que cuando finalmente decidas dejarme darte otro orgasmo gritón, por favor no tomes fotos y lo publiques en línea. ―Confía en mí, no tienes que preocuparte por ninguna de esas cosas pasando. ―Nunca digas nunca porque quién sabe cuándo necesitarás un orgasmo gritón. Agarro mi teléfono cuando empieza a vibrar, gimiendo cuando leo el texto. Mamá: Se suponía que te quedarías fuera de problemas en esta gira. Voy a tener una charla con Libby sobre su comportamiento poco profesional. No sé por qué mi mamá está tan enojada por lo de anoche. Debería estar orgullosa de mí por vender todas las entradas de todos los lugares y emocionada de que ya estamos en conversaciones de agregar más conciertos. Ella está asustada porque no quiere que la gente deje de ser mis fans. No sé por qué se pone tan malditamente preocupada. Tengo mucho dinero para vivir una vida cómoda, incluso si no hago otro centavo. Creo que es porque tiene miedo de perder la atención. Ella desarrolló una línea de cuidado de la piel que se vende en QVC7 y escribió algunos libros sobre cómo criarme. No quiere que esas oportunidades se vayan si la gente no quiere tener nada que ver conmigo. ―¿Qué es? ―pregunta Libby levantando una ceja. ―Nada ―contesto―. Es Spencer contándome sobre los titulares de nuestro matrimonio. Presiono para responder. Yo: Al infierno que lo harás. Fue idea mía. No le digas ni mierda a ella. Mamá: Sólo estoy haciendo lo correcto para tu carrera. Yo: No manejas mi carrera. Ella y Thomas lo hacen. No tienes nada que decir. 7

QVC: Teletienda.

Mi teléfono vuelve a sonar, y me alegro de que este mensaje no sea de mi madre. Es de mi hermano. Easton: Amigo, estoy molesto todo nuestro juego de vestirse está arruinado. No puedo creer que te hayan atrapado. Yo: Lo sé, pero estoy sorprendido de que nos salimos con la nuestra durante tanto tiempo. Easton: He oído que la gira está iniciando con éxito. Te extraño, hermano mayor. Yo: Te extraño también. Espero verte cuando vuelva a casa. Easton: Sabes que no me lo perdería.

Sabía que la diversión estaba a punto de terminar cuando me subí al autobús esta mañana. He memorizado el horario y soy plenamente consciente de cuántos programas están en el horario. Knox va a estar inundado. Lo que me preocupaba que pasaría ha pasado, pero no estoy tan estresada como pensé que estaría. Sí, hay un montón de artículos sobre nosotros, pero la mayoría de los comentaristas dicen que parece que sólo estamos divirtiéndonos y disfrutando de una noche de fiesta. El anillo de chupete en mi dedo le dice a cualquier persona con sentido común que todo era una gran broma. Knox está enviando mensajes de texto en su teléfono cuando el mío suena. He estado esperando su mensaje desde que vi las fotos de nosotros. Mia: Necesito una explicación lo antes posible. Yo: No tengo idea de lo que estás hablando. Mia: ¡No se te ocurra jugar a la tímida conmigo! Vi las fotos. ¡¡¡¿Te casaste en Las Vegas SIN MÍ ALLÍ PARA SER TU DAMA DE HONOR?!!! Yo: ¿De verdad crees que me casé ayer por la noche? Mia: Nop. Sólo te voy a dar una idea de cómo de dramática seré si alguna vez haces algo por el estilo. Yo: Anotado. ―¿La mejor amiga? ―pregunta Knox, mirándome. Niego. ―El nuevo novio. Su teléfono cae de su mano, sus ojos se amplían. ―¿Qué? ―Mi novio vio las fotos de nosotros y quiere saber si le estoy engañando.

―¿Novio? ―Su nariz arruga en confusión―. ¿Desde cuándo tienes novio? Probablemente no le debería preguntar esto, pero lo hago. ―¿Estás celoso? ―Sabes que estoy celoso, y sé que estás mintiendo. Es la mejor amiga. Suspiro. ―Vio las fotos y me iba a matar si me casé sin ella siendo mi dama de honor. ―Dile que elegiste a Elvira en vez de ella. ―Probablemente venga por nosotros y me mate. ―No lo dudo. Parece un poco tensa. ―Nos equilibramos. Ella es la locura. Yo soy la que tiene los pies en la tierra. ―¿Algo así como tú me equilibras a mí? ―Supongo que sí. Los dos saltamos cuando el conductor abre la puerta y sube las escaleras. ―¿Están listos para salir? ―pregunta. ―Claro ―responde Knox. ―Tenemos algunos días largos por delante de nosotros, pero voy a asegurarme de que tienen un viaje seguro y cómodo. ―Gracias ―digo. Desaparece, y unos minutos más tarde, oigo el motor arrancar. ―¿Has hecho que tus otros ayudantes se queden en el bus contigo? ―pregunto. Sé que a la mayoría de los músicos les gusta tener compañía en el autobús, mientras que otros prefieren estar solos. ―Mi madre suele quedarse conmigo aquí cuando estamos en la carretera, pero se asegura de parar y quedarnos en un hotel cada noche. Es cara de mantener. ―¿Siempre ha sido así? ―Este hombre, es tan fácil hablar con él, a veces me olvido que trabajo para él y que no somos amigos. Estoy empezando a sentirme más y más cómoda con él. ―No siempre. La fama cambia a la gente. Una cosa que me preocupa de ella ahora es cómo mira a las personas que están donde estaba hace unos años. Cuando voy a eventos de caridad, a veces no viene conmigo. Actúa como si estuvieran por debajo de ella. Es triste, y creo que por eso he empezado a apartarme de ella. Nunca olvidaré de donde vine, o miraré por encima a alguien que está en la posición en la que solía estar.

Me encanta su respuesta. Afortunadamente, mi padre me crió para tratar a todos por igual, sin importar la cantidad de dinero que tienen. ―¿Qué crees que ha cambiado más en ti? ―pregunto, con curiosidad. No me gusta que me haga preguntas personales, pero quiero saber todos los detalles sobre lo que le hizo quien es. Él inclina la cabeza hacia un lado, sus labios ligeramente abiertos. ―¿Es este nuestro secreto del día? Trago. Odio este juego. Bueno. De hecho, me gusta cuando es unilateral. Cuando él me está revelando cosas, pero no me gusta cuando es mi turno. ¿Vale la pena abrirse para poder averiguarlo? ―Puede ser. ―Mi confianza en otras personas ―dice de inmediato, como si la respuesta estuviera en la punta de su lengua. ―¿Qué crees que ha cambiado desde el calvario de tu padre? Él se había abierto a mí. Es justo que haga lo mismo. ―Con quién puedo contar y cómo lo desagradecida que en verdad fui a veces. Él asiente, comprendiendo de lo que hablo. ―He perdido algo de eso también; mi sentido del aprecio. Cuando era más joven, si alguien hacía algo por mí, cualquier cosa, incluso darme un chicle pensarías que me habían dado un millón de dólares por cuánto lo apreciaba. ―Pero lo has devuelto. Vi todas las organizaciones benéficas a las que donas, cuántas personas has ayudado, cuántos niños enfermos has visitado. Deja salir un suspiro profundo. ―¿Quieres saber cuál es mi parte favorita de hacer todo eso? ―Asiento―. La forma en que sus rostros se iluminan, como si el hecho de que esté allí o lo que hago les cambie la vida. Me recuerda a la forma en que miraba a todas las personas que ayudaron a mi madre; las que están en los comedores comunitarios o los que donaban suministros escolares gratuitamente. Esa mierda me hace el día. ―Me gustaría poder ayudar a la gente de esa manera. ―Tengo algunas reuniones durante mi gira. ¿Quieres venir? ―Me gustaría. Él se acerca, pone su brazo alrededor de mi hombro, y me lleva a su costado. ―Ahora mi nueva esposa, ¿podemos finalmente consumar nuestro matrimonio?

Soy incapaz de mantener mi risa mientras le empujo lejos de mí. ―Absolutamente no. Ya he presentado una anulación. Él frunce el ceño. ―En primer lugar, no consigo sexo. Ahora, me dejas. ¿Qué es lo siguiente? ―Coger la mitad de todo lo que has conseguido trabajando. ―Doy un salto y busco el mando a distancia―. ¿Deberíamos ver Friends? Él frunce el ceño. ―No es exactamente como me imaginé que pasaría mi luna de miel.

Hemos estado en la carretera durante cuatro semanas ya, y ha sido una locura completa. El horario de la gira está lleno. Actuando cada noche o cada dos, dependiendo de cuán lejos estuvieran las ciudades. Llegamos a una ciudad. Hago el concierto. Duermo. Nos vamos y hago lo mismo en la siguiente. Trato también de meter entrevistas de radio y mierda promocional. Si no fuera por Libby, probablemente estaría totalmente loco y estresado. Pero ella se asegura de que tenga todo lo que necesito, y no tengo que preocuparme de nada. ―¿Por qué número vamos? ―pregunto, sentándome a su lado en el sofá pequeño de mi vestidor. Ella estira sus piernas y las deja descansar en la mesita de café delante de nosotros. ―Acabas de terminar tu actuación número dieciocho. ¿Estás preparado para retirarte ya? ―Ni siquiera cerca. Estar de gira me tiene entusiasmado. ―Puedo decirlo. Estás haciendo un trabajo increíble. Nunca he visto estadios tan llenos, o escuchado gritos tan fuertes. ―Créeme, puedo conseguir gritos más fuertes. Ella pone sus ojos en blanco hacia mí en respuesta. ―Tienes unos pocos encuentros después de este. ―Y después iremos a hacer algo divertido. ―Ella eleva su ceja―. Como pasar el rato juntos. ―Pasamos el rato juntos cada noche.

―Pasamos el rato en el bus, mirando Netflix, o discutiendo sobre trabajo. Quiero que nos divirtamos y nos concentremos en otras cosas aparte de eso. ―¿No recuerdas la última vez que hicimos eso? La gente pensó que estábamos casados en secreto. Incluso vi historias que decían que me habías dejado embarazada y que tu madre te había obligado a fugarte conmigo. ―No nos vestiremos o iremos a un lugar lleno de gente donde nos puedan ver. Sólo seremos tú y yo. Has estado trabajando mucho. Quiero que te relajes un poco. ―Sólo hago mi trabajo. ―Estás haciendo más que eso. Estás asegurándote de que mi mierda sigue bien entre ciudad y ciudad. Creo que trabajas más que yo. Mi madre y Libby como mi asistente en la gira son la noche y el día. Habría contratado a alguien hace años si supiera que harían lo que Libby hace. Ella consigue mis cosas. Ahora, sabe lo que me gusta y ni siquiera tengo que pedirlo. Es un salvavidas y una respiración de aire fresco. ―Hemos tenido una noche larga ―dice. ―Esto te relajara. ―Me levanto y le doy una palmadita a su pierna―. Ponte algo cómodo. Iré a este encuentro, y después nos iremos.

Me quedaré en la suite de Knox esta noche, en una habitación diferente, por supuesto. El hotel en el que nos estamos alojando no tenía ninguna habitación disponible en su piso, y él insistió en que no me quería tan lejos de él. Es un cuarto con dos camas, dos baños, por lo que habría sido ridículo de mi parte discutir. Me estoy relajando en el sofá con un pantalón de yoga y una camiseta cuando él entra después de hacer un encuentro con los fans. Normalmente voy él a esas reuniones, pero dijo que estaba bien por sí mismo esta noche. ―Bonita camiseta ―dice cuando me ve―. Me veo bien en ti. Me río, jalando la parte inferior de la camiseta y mirando hacia abajo. Es una de sus camisetas de gira con su rostro en la parte delantera y todas las fechas sus espectáculos se enlistan en la parte posterior. ―Estas cosas son cómodas como el infierno. Podría usarlas todos los días. ―Me alegro de que también me sienta cómodo sobre ti. ―Silba camino a su habitación y se vuelve para mirarme antes de cerrar la puerta―. Voy a saltar en la ducha muy rápido y luego nos pondremos en marcha. ―¿Adónde vamos? ―grito después de él. ―Es una sorpresa ―me grita en respuesta―. No siempre tienes que conocer todos los detalles, Graves. Arrugo la frente. Oh sí, lo necesito. Miro la televisión, medio prestando atención a ella hasta que él sale con pantalón corto de gimnasia y una camiseta. ―Traté de encontrar una con tu rostro en ella, pero desafortunadamente, no tengo una. ―Tira de la parte inferior de la camiseta como hice con la mía―. Creo que es justo que yo tenga una.

Me levanto del sofá. ―Yo me encargaré de eso, jefe. Lo sigo por la puerta, por el pasillo, y hacia el ascensor. ―¿Me vas a decir a dónde vamos? ―Ya lo verás. La puerta se abre directamente en el spa del hotel. Estaba mirando el folleto esta mañana, y ofrecen algunos de los más extravagantes servicios. ―Mis músculos están doloridos como el infierno ―dice, abriendo la puerta para mí―. Necesito un masaje y pensé que podrías hacerme compañía. Tiendo a aburrirme durante estas cosas. Un masaje suena malditamente bien para mí. Dos mujeres nos esperan en el vestíbulo vacío. Son mayores, probablemente las mejores empleadas de aquí, considerando que estamos fuera del horario normal. Estoy segura de que Knox va a pagar una buena cuenta por esto. ―Hola, señor Rivers y Srta. Graves ―dice una―. Soy Sabrina. ―Señala a la otra―. Y ésta es Pat. ―Nos entrega a ambos una copa de champán burbujeante―. ¿Les gustaría la inmersión antes o después de sus masajes? Knox me mira. Me encojo de hombros. ―Lo haremos después ―contesta. ―Genial ―dice Sabrina―. Síganme. Nos conduce por un estrecho pasillo y a una habitación privada que está débilmente iluminada con velas. Las mesas una a lado de la otra ocupan la mayor parte del espacio, y la lavanda y la menta se esparcen por el aire. No hay duda de que este es un spa de lujo. Oh, cuánto he extrañado esto. Sabrina apunta a cada lado de la habitación. ―Hay dos vestuarios con batas para ustedes. Les daremos tiempo para que se cambien. Ambos asentimos, y ellas salen de la habitación. Knox comienza a dirigirse hacia un vestuario, pero lo detengo. ―No salgas hasta que te llame ―digo, haciendo que se dé la vuelta y me lanza una mirada confundida. Dejo escapar un suspiro―. Obviamente voy a estar desnuda debajo de mi bata. Me cambiaré, subiré a la cama, me cubriré, y luego te diré cuándo puedes salir.

―Así que yo no puedo verte desnuda, pero ¿tú sí puedes verme? ―exclama. ―Me cubriré los ojos cuando sea tu turno. ―Puedes mirar todo lo que quieras. No me importa. Te animo a hacerlo. Se mete en el camerino sin decir otra palabra, y hago lo mismo. Me despojo de mi ropa y me río cuando cuelgo mi camiseta. Nunca pensé que estaría luciendo nada con su rostro en él. La bata es cálida y afelpada mientras la paso por encima de mis hombros y la ato alrededor de mi cintura. La habitación está vacía cuando regreso. Gracias a Dios. Dejo caer la bata, la cuelgo, y me acerco de puntillas a la mesa. ―¡El área está despejada! ―grito después de cubrirme con la sábana sedosa. La puerta se abre y Knox sale. Su bata está suelta alrededor de su cintura, dándome un vistazo de sus musculosos muslos. Trago saliva cuando se acerca a los ganchos y la deja caer, dándome una vista completa y hermosa de su culo tonificado. Mi boca se abre. Quiero apartar la mirada. Necesito apartar la vista, pero no puedo. ―Si no quieres ver mi polla, es mejor que te des la vuelta ahora ―advierte. Me tapo los ojos. ―Hazme saber cuando sea seguro. Se ríe, y pasan unos segundos antes de que me haga saber que todo está bien. Me quito la mano y abro un ojo a la vez. Hay un golpe en la puerta, y las señoras entran corriendo cuando Knox les da la autorización. Me pongo cómoda mientras se preparan para nuestros masajes. Un suave zumbido de música comienza a sonar, y me relajo cuando un par de manos suaves aterrizan en mi espalda. ―Esto se siente increíble ―gimo, a mitad de nuestra sesión. Ya puedo sentir que la tensión en mi cuerpo comienza a desaparecer. ―Es bien merecido ―dice Knox. Vuelvo la cabeza para mirarlo. ―Para ser solo tu asistente, eres muy bueno conmigo. ―Es al revés, cariño. Eres una de las mejores cosas que me ha pasado en esta gira. Mi boca se seca. No tengo ni idea de qué responder a eso.

Así que suavemente sonrío y cierro los ojos, poniendo fin a nuestra conversación. No los vuelvo a abrir hasta que las manos se detienen. ―¿Está lista para su inmersión? ―pregunta Sabrina. Miro a Knox dudando. No estoy segura de qué responder. Nunca me he sumergido después de un masaje. ―¿Quieres hacerlo? ―pregunta Knox. Me encojo de hombros. ―Por supuesto. ―Estaremos desnudos ―aclara. ―Está bien. Nos quedaremos en nuestros lados. ¿Espera? ¿Qué diablos acabo de decir? Estuve de acuerdo en sumergirme en una tina desnuda con él. *** La inmersión está en lo que podría ser el ambiente más romántico del mundo. No estaba exactamente segura en lo que me estaba metiendo cuando estuve de acuerdo, pero definitivamente no era nada como esto. La única fuente de luz que tenemos son velas, ellas nos proporcionan más champán, y chocolates fueron añadidos a la mezcla. Ahora me pregunto si esto fue una buena idea. Definitivamente no lo fue. No nos hemos dirigido la palabra desde que rápidamente dejamos nuestras batas y nos sumergimos en la bañera. Estaba tan preocupada de que él me viera que no tuve la oportunidad de echarle un vistazo. ―Así que... ¿deberíamos decir nuestros secretos del día? ―pregunta Knox, moviéndose en las burbujas y finalmente rompiendo el silencio. ―Claro, tú vas primero, como de costumbre ―le respondo. ―Nunca he engañado a Stella. Resoplo groseramente en mi copa de champán. ―Oh vamos. Puedo ser joven, pero no soy tan ingenua. Hace contacto visual conmigo antes de responder. ―No estoy mintiendo.

―Hay fotos de ti con otras mujeres, evidencia directa. No puedes discutir eso. ―Eso es cierto, pero todas esas fueron tomadas cuando Stella rompió conmigo de nuevo. Era una cosa recurrente que con el tiempo me hizo irme definitivamente. El problema era que ella me rogaba que no hiciera declaraciones públicas cada vez que rompíamos. Cuando quería defenderme, ella siempre luchaba contra ello, diciendo que no quería que nuestra relación estuviera a la vista del público. A ella le gustaba jugar y sabía que, si parecía infiel, nadie querría tener nada que ver conmigo, con la excepción de las chicas fanáticas, con las cuales sabe que nunca voy a salir. En realidad, ella me engañó una vez, y creo ahí fue cuando empezamos a ir cuesta abajo. ―Vaya, eso es bastante malo. ―Siempre que escuchaba las historias sobre su relación, siempre sentía lástima por ella y pensaba en él como el canalla. Supongo que todo el mundo tiene sus máscaras en las que se ocultan. ―Es difícil probar tu inocencia cuando tiene a todo el mundo de su lado. Las chicas sintieron lástima por ella cuando tuvo el colapso durante las entrevistas. Los chicos me vapulearon porque querían estar de su parte para tener sexo. ―¿Por qué no lo cuentas ahora? ¿Tratar de limpiar tu nombre? ―No quiero hacerle daño. Ella ha pasado por algunas cosas duras, y nunca quise verla pasar más dolor. Así que, en lugar de volver a ella, decidí terminar las cosas y seguir adelante. Es menos complicado de esta manera. Y para ser honesto, si alguien quiere creer lo que dicen los tabloides, no los quiero en mi vida de todos modos. ―Pasan unos segundos―. Ahora es tu turno, cariño. Bajo la voz, como si no quisiera que nadie más oyera mi confesión, y recorro con mis manos el agua mientras empiezo a confesarme. ―La última gira que hice con mi papá fue cuando tenía dieciséis años. Había unas pocas bandas que abrían su concierto, y un tipo llamado Adam era el cantante principal de una banda prometedora. Una noche, lo encontré totalmente borracho en el baño y lo ayudé. Después de eso, nos volvimos cercanos y terminamos teniendo una relación secreta por unos meses. >>Estúpidamente pensé que estaba enamorada y le di mi virginidad. Tres noches más tarde, lo sorprendí follándose a una fan contra el lavabo en un baño sucio. Estaba tan furiosa y herida. Me siguió. Tuvimos una discusión. Uno de los compañeros de banda de mi padre lo escuchó y le conto. >>Todo se fue al infierno a partir de allí. Él tenía veintidós años y yo obviamente era menor de edad. Tuve que pedirle a mi papá que no llamara a la policía ni dejara que la prensa supiera nada de lo que pasó. Me perseguiría para

siempre. Él estuvo de acuerdo, pero encontró otras maneras de arruinarlo. Lo echó de la gira y habló mal de él con todos en el mundo de la música. Arruinó su carrera. ―Qué idiota. ¿Es por eso que odias a los músicos? ―No odio a nadie. No confío en los músicos. ―Libby, no todos somos como él. Puedo decirte ahora mismo que nunca he follado con una fan en un baño sucio contra el lavabo. Resoplo. ―¿Así que vas a sentarte aquí y decirme que nunca te has enrollado con una chica en gira antes? ―No en esta gira. ―Lo miro, mi rostro se pone rígido―. La única mujer que quiero en esta gira eres tú. ―Te dije que eso no puede suceder. ―Entonces, ¿por qué estás aquí conmigo? Sabías que estaríamos desnudos, solos, y en un ambiente romántico. ―Se acerca más―. Lo sabías, ¿verdad? ―Trago saliva, asintiendo―. ¿Qué creías que iba a pasar aquí? ―Yo... no lo sé. ―El balón está en tu cancha. ―Alza las manos―. ¿Me quieres? Estoy aquí. ¿No me quieres? Eso también es genial. Estás completamente consciente de cuál es mi posición. Mi cuerpo se está moviendo más rápido que mi mente, y antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo, estoy en el otro extremo de la bañera presionando mis labios con los suyos.

Pensé que mis ojos me engañaban mientras miraba cómo Libby se deslizaba de su lado de la bañera hacia mí. La realidad se hizo añicos cuando sus labios encuentran los míos, y su pecho mojado y desnudo se aprieta contra el mío. ―Oh mierda ―jadea, retirándose apresuradamente antes de que tenga la oportunidad de devolverle el beso―. Lo siento... se suponía que no debería hacer eso. Mi brazo se dispara para enrollarse alrededor de su cintura y evitar que se aleje más. No hay manera de que vaya a dejar que esta oportunidad se deslice; o nade, lejos de mí. Tener sus labios sobre los míos es como un sueño hecho realidad. Ella es en lo que pienso antes de cerrar los ojos por la noche y cuando se abren de nuevo en la mañana. Es el rostro que veo cuando me estoy masturbando en la ducha, y a quien me imagino en mi futuro. He estado deseándola cada segundo de cada maldito día. Y su reacción esta noche demuestra que he estado en lo cierto cada vez que he dicho que está luchando contra su deseo por mí. Tenemos que detener este juego de tira y afloja que estamos jugando. ―No te disculpes ―digo, atrayéndola más cerca―. Hazlo otra vez. Deja escapar una respiración agotada, su labio superior temblando, y me mira contemplándome. ―Esto cambiará todo. Muevo la cabeza en señal de conformidad. ―Tienes razón. Puedo garan-follar-te8 eso. Lo hará todo diez veces mejor.

8

Mezcla entre la palabra Garantizar y Follar.

Suavizo mi mano alrededor de la curva de su cuello y presiono mis labios contra los suyos. Ella no se aleja esta vez. En vez de eso, un gemido se le escapa mientras deslizo cautelosamente mi lengua en su boca, masajeándola contra la suya. Sabe aún más delicioso de lo que recuerdo; notas de chocolate y champán golpeando mis papilas gustativas. Nunca he estado tan excitado en mi vida. ―Tienes un sabor tan bueno, bebé ―murmuro en su boca, mis manos se arrastran hasta su culo perfecto y redondo―. Te sientes increíble. ―Aprieto cada nalga y las agarro en mis manos―. No puedo esperar para estar dentro de ti y sentir tu coño apretarse alrededor de mi polla como lo hizo con mis dedos esa noche en el asiento trasero. No puedo esperar, cariño. Ella vacila, y se me escapa su boca cuando mira a su alrededor. ―¿Aquí? ―¿Quieres hacerlo aquí? ―pregunto. Sacude la cabeza, mirando hacia otro lado tímidamente. ―Realmente no. Es demasiado público. No me sentiré cómoda sabiendo que cualquiera puede entrar aquí en cualquier momento. Por no mencionar, que tendremos que refrenarnos, para no ser demasiado bulliciosos. Acaricio con mi mano su mejilla. ―Entonces no lo haremos. ¿Qué tal si nos divertimos un poco aquí y dejamos lo mejor para el dormitorio? ―Eso suena perfecto. Mi polla está ansiosa por sumergirse en ella, pero me aseguraré de tener mi tiempo dulce más adelante. Quiero verla dejarse llevar conmigo. Quiero que esté tan excitada que se derrita contra mi polla cuando esté dentro de ella. La miro, transfigurada. Es tan hermosa. Presiono mis labios contra su frío hombro y uso mis rodillas para abrir cuidadosamente sus piernas con un empujoncito. ―¿Esto está bien? ―pregunto, esperando permiso. Responde corcoveando sus caderas hacia adelante, su coño acariciándose ligeramente contra mi polla, y golpea sus labios sobre los míos, su lengua se desliza de nuevo en mi boca. Me río. ―¿Es un sí?

Ella asiente ansiosamente, todavía devorando mi boca, mientras deslizo mi mano entre sus piernas. Pierdo su boca, y ella entierra su rostro en mi hombro cuando golpeo su punto sensible, masajeando lentamente su pequeño núcleo. ―¿Estás lista para esto? ―pregunto, moviendo mis dedos a su entrada. Ojalá pudiera sentir cuán húmeda está para mí. ―Muy lista. ―La emoción me está saltando cuando estoy a punto de deslizar dos dedos dentro de su apretado coño, pero me interrumpe un golpe en la puerta. Hijo de puta. No tengo ni idea de lo que está diciendo la persona del otro lado. La única cosa que mis oídos están recogiendo es el jadeo pesado que viene de Libby, pero tengo la sensación de que es una advertencia de que nuestro tiempo ha terminado. Suspiro en desilusión. ―¿Te doy un vale de espera? ―pregunto. Mira hacia abajo en su muñeca. ―¿Puedo cobrarlo en cuanto regresemos a la suite? ―Oh sí. Me encantaría honrarlo. ―La beso una última vez―. Y no hay fecha de caducidad ni tampoco ninguna de esa mierda de un cupón por cada cliente.

Knox cierra la puerta detrás de nosotros, y tropiezo contra su firme pecho cuando envuelve su fuerte brazo alrededor de mis caderas. Puedo sentir su excitación presionándose contra mi trasero. Todavía esta duro por el baño en el spa. O podría haber sido por el elevador, donde no pudimos mantener las manos quietas. Tengo mis dedos cruzados para que nadie intente vender ese video a algún sitio de chismes, pero en ese momento no me preocupaba nada en el mundo sobre los paparazis o cómo impactaría nuestra relación y mi trabajo el cruzar esta línea. Echo la cabeza hacia atrás, apoyándola ligeramente en su hombro, y lo miro. Estoy a punto de darle todo a este hombre, y espero por Dios que no me dé un corazón roto a cambio. ―¿Debería agarrar tu vibrador y entregártelo? ―gruñe. ―Ni siquiera lo pienses ―digo―. Si recuerdo correctamente, eras muy firme con que podías hacer un mejor trabajo. ―Paso mis manos por sus costados―. Veamos si eres fiel a tu palabra. Me mira con los ojos ansiosos. ―Nena, estaré haciendo mucho más de lo que prometí. Voy a hacerte venir una y otra vez hasta que haya agotado cada gramo de energía de tu pequeño y apretado cuerpo. Luego voy a follarte tan duro que vas a estar adolorida para caminar, con el recuerdo de lo bien que me sentí dentro de ti dándote placer, con cada paso que des durante días. ―Entonces pruébalo ―lo desafío. Me levanta como si no pesara nada, engancho mis piernas alrededor de él, meciéndome contra su erección, en silencio pidiendo por más. Acuna mi trasero con sus fuertes manos y camina directo al dormitorio. Encienda la luz y me arroja a la cama.

―Nunca cuestiones mis habilidades, solecito. Haré más que probártelo. Mis pezones se endurecen, y lamo mis labios mientras se quita su camisa. Me echo hacia tras, apoyándome sobre los codos, para poder mirarlo subirse a la cama, directo hacia mí. Planta sus labios en los míos, probándome brevemente, y me quejo ante su perdida. Me quita la camiseta, usando sólo dos dedos me suelta el sujetador, y lo arroja al suelo. Su boca se mueve directo a mi sensible pezón, envolviendo la punta con su lengua. ―Tus labios saben deliciosos. Tus tetas saben maravillosas. No puedo esperar a poner mi boca en tu coño ―murmura contra mi pecho. Esparce besos por mi estómago y se deshace de mi pantalón de yoga antes de bajarme las bragas por las piernas. Todo esto sucede antes de que siquiera tenga la oportunidad de recuperar el aire. Estoy desnuda, sintiendo mi peso atrapado bajo Knox Rivers en su cama. Y estamos a punto de tener sexo. Maldición. Mi boca repentinamente cae abierta cuando una espiral de excitación me atraviesa. Debí de haber estado metida en los pensamientos de lo electrificada que me hacía sentir, porque cuando bajo la mirada, veo la cabeza de Knox entre mis piernas. Ni siquiera tengo tiempo de prepararme para el primer movimiento de su lengua contra mi calor. No está desperdiciando tiempo esta noche. Empieza despacio, acariciándome con su habilidosa lengua, pero mientras mi respiración se hace más profunda y mis gemidos se hacen más fuertes, acelera su ritmo. Bajo la mano y entierro mis dedos en su suave cabello, tirando de las raíces incontrolablemente, mientras me muevo debajo de él. Ni siquiera parece preocupado de que esté a punto de casi arrancarle el cráneo. Está lamiéndome, usando su lengua y sus dedos para conducirse dentro de mí, golpeando cada punto sensible que tengo hasta que no puedo soportarlo más. Ahí viene. Estoy llegando. Me estremezco, deshaciéndome y volando sobre los rieles de la montaña rusa en que me está subiendo, y grito mi liberación.

Me toma unos minutos ganar control de mi respiración antes de poder decir algo. ―Santo Dios ―digo―. ¿Cómo demonios haces eso tan bien? ¿Qué eres, una especie de mago del orgasmo? Besa cada uno de mis muslos y da una última lamida antes de mirarme y lanzarme una sonrisa confiada. ―¿Qué te dije? Soy mucho mejor que nada o nadie con quien hayas estado. ―Me estremezco cuando desliza sus manos por mis muslos―. Y para mi siguiente truco, voy a hacerte grita mi nombre. ―Estoy emocionada por el espectáculo. Se ríe, mirándome con los ojos nublados mientras retrocede y se baja de la cama. ―No tanto como yo por presentarme. Me apoyo sobre mis codos, y la emoción zumba a través de mí por la anticipación de finalmente llegar a verlo desnudo. He escuchado los rumores. Tiene una gran polla y sabe bien cómo usarla. Y los rumores son ciertos. Mi boca cae abierta cuando deja caer su pantalón, su gruesa polla esta alzada hacia el frente, y sale de ellos. Mis codos casi ceden mientras estoy concentrada en la perfección que es Knox Rivers. Gateo hacia él, y los músculos de su estómago se tensan cuando envuelvo mi mano alrededor de su eje. Lo acaricio un par de veces, amando las suaves maldiciones saliendo de su boca, y me agacho para envolver mis labios alrededor de la hinchada cabeza. ―Mierda, Libby. ―Suspira cuando lo tomo en mi boca. Mueve sus caderas, encontrando mis labios, y lo tomo más profundo. Alzo la mirada, y la visión de él echando su cabeza hacia atrás en éxtasis sólo me excita más―. Sí, chúpame, justo así. Muevo mi mano alrededor de su cintura, enterrando mis uñas en su trasero, arrastrándolo más cerca de mi boca. Gruño cuando se aparta, deteniéndome. ―Así no es como va a ir la noche, solecito ―me dice, su voz es tensa―. Cuando me hagas venir por primera vez, no va a ser en tu boca. Quiero estar dentro de ti, tomándote en largos y profundos golpes. Quiero que sientas lo que he intentado decirte que es correcto todo este tiempo.

Una oleada de calor me atraviesa cuando se inclina, me levanta de los brazos y me coloca sobre mi espalda en las sábanas nuevas. Él va a su maleta sobre el sofá del cuarto, abre el cierre del bolsillo lateral y saca una caja de condones. Saca uno y deja la caja sobre la mesa de noche. ―No vamos a necesitar todos esos ―digo, riéndome. ―Me gusta estar preparado ―responde. Lo miro, sin parpadear, mientras abre el condón y lo desliza sobre su polla. La cama se hunde cuando regresa a mí. ―¿Segura estás lista para esto? ―pregunta. ―Más que segura ―respondo, removiéndome bajo él y abriendo mis piernas más ampliamente, como una forma de decirle que se apresure. Su rostro se arruga mientras sitúa su polla enfrente de mi calor y lentamente se desliza dentro de mí. Jadeo, y me da un segundo para ajustarme a su gran tamaño. ―Estás tan jodidamente apretada, solecito ―murmura―. Ni siquiera he empezado todavía, y ya te sientes como el cielo. Cobro vida con su primer empuje, cerrando mis ojos para saborear la experiencia. Comienza a salir despacio, su ritmo es sin afán y suave. Tan bueno. Tan caliente. Necesito más. ―Más duro ―jadeo, encontrando sus empujes―. Pensé que ibas a follarme tan fuerte que me dolería por días ―Tus deseos son mis órdenes, solecito. Se retira cuidadosamente, y arqueo mi espalda cuando se conduce de nuevo dentro de mí sin advertencia. Entierro mis uñas en sus hombros, rogando por más, hasta que mi cuerpo empieza a temblar. ―¡Knox! ¡Oh Dios mío! Knox ―grito, mi orgasmo se rompe dentro de mí. Comienza a follarme incluso más duro, y continúo jadeando su nombre mientras él encuentra su clímax. Colapsa sobre mí, su pecho subiendo y bajando con la respiración agitada contra la mía. ―Mierda. ―Suspira. Se balancea sobre sus codos y hunde su cabeza para besarme―. Eso fue mejor de lo que imaginé. ―Presiona sus labios contra mi nariz y entonces se levanta, se quita el condón, y va al baño para botarlo.

Está sonriendo de oreja a oreja cuando vuelve a la cama, se arrastra sobre mí, y me posiciona a su lado, su brazo descansa sobre mi estómago. ―Esto es como Friends ―dice―. Cuando Ross y Rachel finalmente se rindieron ante sus deseos. ―Tienes razón ―murmuro, mis ojos sintiéndose pesados. Él claramente no estaba mintiendo sobre drenarme toda la energía. La última cosa que recuerdo son sus labios hundiéndose en mi cabello antes de finalmente quedarme dormida. *** ―Estoy en tu cama ―susurro contra mi almohada mientras el sol brillante comienza a pasar a través de las delgadas cortinas―. Santa mierda. Estoy en tu cama. Me acosté con Knox Rivers. Y quiero hacerlo de nuevo. Esto es exactamente lo que me temía que sucedería… que comenzaría a ser consumida por este hombre y seguiría queriendo más y más de él. Escucho una profunda risa detrás de mí, y las sábanas blancas se deslizan hasta mi cintura mientras fuertes brazos se envuelven alrededor de mi estómago. Atrae mi cuerpo desnudo contra él, mi espalda descansando contra su frente, y puedo sentir su gloria matutina contra mi trasero. ―Jodidamente al fin ―contesta―. He intentado tener una mañana como esta durante meses. ―Thomas va a perder la cabeza si se entera de esto. ―Y también cada fanática de Knox Rivers allá afuera. Vi la forma en que trataban a Stella. Son brutales, comentando en sus redes sociales, diciéndole que es fea y que Knox les pertenecía. No necesito ese drama en mi vida. ―Estaba destinado a suceder. Pierdo el calor cuando me giro a mirarlo. Demonios, se ve asombroso a primera hora de la mañana. Puedo ver el daño que mis uñas hicieron en sus hombros anoche. Casi asalté al hombre. Su cabello está desordenado, muy probablemente por mis dedos tirando de sus hebras mientras me bajaba. ―¿Qué quieres decir? ―pregunto. Señala entre ambos.

―Tú y yo… esto… iba a suceder tarde que temprano. Tenemos algo, Libby, y tu boca puede murmurar toda clase de negaciones, pero tu cuerpo está mostrando algo más. Tu corazón no está de acuerdo, tampoco. ―No lo sabes. Tal vez sólo me excitas. Ha pasado un tiempo desde que… ya sabes. ―¿Desde qué tuviste un pene tan bueno como el mío? ―Se detiene―. De hecho, es probable que eso nunca pasara por la forma en que casi me destrozaste anoche. Suspiro. ―Supongo que nos sacamos del sistema de cada uno. ―Confía en mí, no te saqué de mi sistema. Si acaso, lo que sucedió anoche sólo me hace quererte más. Quiero sabe qué se siente estar dentro de ti desde cada posición posible. Lucho contra mí misma para evitar gemir cuando pone su mano sobre mi cadera y se acerca más a mí. Frota su erección contra mi calor, haciendo mi propio argumento más duro mientras él se pone más duro. ―No podemos hacerlo de nuevo ―tartamudeo. ―Estamos a punto de hacerlo de nuevo en tres segundos. Gírate. ―Hago lo que se me dice, y miro hacia atrás al sonido de él abriendo un condón. Gruñe mientras lo desliza en su erección. Tiemblo cuando su mano fría se desliza hacia abajo y entre mis piernas―. Y estás mojada por eso. ―No pierde tiempo en alzar mi pierna sobre su cintura y deslizar su hombría dentro de mí desde atrás. Gimo, sintiendo cada centímetro de él, mientras comienza a moverse de atrás y adelante. Inclino mis caderas hacia arriba, encontrando sus largos empujes, y me estremezco cuando pone mi cabello sobre mi hombro para susurrar en mi oído. ―Fuera de mi sistema, mi culo. Te quiero arriba, montando mi polla, y mostrándome que nunca conseguirás suficiente. Que nunca me sacarás de tu sistema. El calor se curva en mi espalda cuando se retira de mí para colapsar sobre su espalda. Me duele la pérdida de él, y veo su polla erecta ahora mojada por mis jugos. ―Tal vez necesito esforzarme un poco más ―digo, lamiendo mis labios. ―Entonces ponte a ello. Oh, al diablo. Como Knox dijo, estaba destinado a pasar… y él recostado ahí ofreciendo su polla, me hace obligada a montarlo, ¿verdad?

Acaricio su polla una vez antes de nerviosamente bajar sobre él. Me llena perfectamente, como si fuéramos dos piezas de un rompecabezas destinado el uno para el otro, y lentamente empiezo a montarlo. Controla mi ritmo; lento y apasionado, hasta que ambos perdemos el control de nosotros. *** ―Acabo de darme cuenta de algo ―dice Knox, bajando la mirada hacia mí. Está sentado, con su espalda contra el cabecero de la cama, conmigo descansando contra él―. Y siento que soy un egocéntrico imbécil por no preguntar antes. Tres horas han pasado desde nuestra follada matutina, y hemos estado en la cama hablando, riéndonos, compartiendo historias, y probablemente nunca lo había pasado mejor. No hay nada de esa incomodidad de la mañana. Me siento tan jodidamente cómoda en sus brazos y en su cama. ―¿Qué? ―pregunto, nerviosa. Knox vivía para las charlas serias y profundas desde el alma. ¿Yo? No tanto. ―¿Qué estudias en la universidad? Relajo mis hombros. Pregunta fácil. ―Trabajo social. ―¿Por qué trabajo social? ―Teníamos un ama de llaves, Marilyn, que trabajó para nosotros por años. Era una de las personas más desinteresadas que he conocido. Aparte de trabajar para nosotros, también era una madre de acogida, y me sentaba ahí mientras preparaba la cena, escuchándola contarme historia tras historia sobre los niños que acogía. No podía creer algunas de esas. Eran horribles, como un drama de película, pero era la vida real de alguien. Estos niños nacían con drogadictos. Estaban desnutridos y maltratados. Mi papá los invitaba para las festividades para que tuvieran regalos de Navidad y canastas en pascua. Decidí que cuando creciera, iba a ser como Marilyn y ayudaría a hacer una diferencia en la vida de los niños. ―Vaya, eso es asombroso. Tu corazón es inmenso, es extraordinario. ―Confía en mí, hay mucho más que podría hacer, pero debes comenzar en alguna parte, ¿sabes? Eventualmente, quiero ser capaz de crear un hogar para ellos, darles algo de estabilidad. Se frota la mano sobre su cara. ―Creo que la tuve difícil algunas veces, pero cuando escuchas historias como esas, duele. Era uno de esos niños deseando zapatos nuevos o siquiera dinero extra

para una galleta al almuerzo, pero al menos tenía un padre. Al menos tenía un techo sobre mi cabeza. Puede que no hubiera sido mucho, pero era algo. ―Aprieta mi costado―. Cambiarás la vida de las personas. Estoy seguro de eso. ―Ese es mi plan. ―Mi garganta se aprieta cuando me golpea, y trato de forzar una sonrisa en mi cara. He intentado no pensar en esto porque me mata cada vez. ―¿Qué pasa? Cierro los ojos, sacudiendo la cabeza. ―No es nada. ―¿Qué pasa, Libby? ―Hablar de eso me recuerda lo que quería hacer. Planeaba usar mi dinero de la herencia para abrir un hogar de acogida para niños que todavía no han sido ubicados. Es difícil para algunos, en especial para los niños mayores, ser puestos en un lugar decente. Incluso me encontré con una agente de bienes raíces y encontré el lugar perfecto, pero eso sucedió cuando mi papá perdió su dinero. Quería cambiar la vida de los niños, y siento que los decepcioné de alguna forma. La tristeza agarra mi pecho, y trato de contener las lágrimas. Knox agarra mi mano, la lleva a sus labios y la besa. ―Vas a cambiar vidas con o sin dinero, Libby. Ya has cambiado la mía para mejor, y no seré el último. Brillas como el sol a donde sea que vas. *** ―¿Entonces te verás con tu hermano más tarde? ―pregunto a Knox. Estamos sentados el uno frente al otro comiendo el almuerzo. Estamos en Houston, y Knox abrió un descanso de tres días en su itinerario para que pudiera pasar tiempo con su familia mientras está aquí. ―Ese es el plan ―responde. Asiento y estoy por preguntarle si necesita que haga algo por ellos, pero mi boca se cierra de golpe antes el sonido de un toque fuerte en la puerta. ―¡Escuché que Knox Rivers está aquí! ¡Déjame entrar! ―Un hombre grita desde el otro lado―. ¡Hola! Estoy aquí para que Knox Rivers me firme el pecho. ¡Le pagué a un guardia de seguridad cincuenta dólares e hice que mi novia le enseñara sus pechos, así que exijo ese autógrafo! ―¿Qué demonios? ―articulo hacia Knox, para que la persona loca al otro lado no me escuche. Se encoge de hombros.

―Suena como otro acosador para mí. ―¿Un hombre acosador? ¿Tienes también de esos? ―Hay otro fuerte golpe―. ¿Dónde demonios está George? ―Le dije que podía salir por la ciudad por un rato. Alzo mis brazos. ―Genial, tienes un acosador golpeando a tu puerta, y tu guardaespaldas está en la ciudad. ¿Deberíamos llamar a la policía? ―Sólo abre la puerta, Libby. Mi dedo va a mi pecho. ―¿Yo? Tú eres al que quieren. ―Estás actuando como si hubiera un asesino en serie al otro lado de esa puerta. ―Podría serlo. Se ríe, y meto mis piernas debajo de mí cuando se levanta de su asiento. Contengo el aliento cuando abre la puerta. Knox por lo general es cauteloso para lidiar con locos, así que no puedo creer que esté a punto de enfrentar a este lunático. Un hombre entra de repente, y sus manos van directamente a su boca. ―¡Oh Dios mío! ¡Knox Rivers! Soy tu más grande fan ―dice, saltando. Me mira―. ¿Eres su novia? Lo siento, pero va a tener que terminar contigo. Knox está de pie a un lado, mirando al chico con diversión. ¿Qué me estoy perdiendo? Lo tengo cuando el chico se acerca más extendiendo su mano en mi dirección. ―Easton Rivers ―dice―. Un gusto conocerte. ―Tiene un acento de campo en su voz, lo cual es sorprendentes, porque Knox no tiene rastro de acento. Miro entre él y Knox y luego de nuevo a él. ―¿Eres el hermano de Knox? Easton asiente. ―El apuesto. El más listo. ―Al que le gusta hacer tonterías ―dice Knox―. Supe que era él por el sonido de su voz. ―¿Y no creíste que sería bueno decírmelo? ―No, era entretenido verte enloquecer. ―Mira a Easton―. Debiste haber traído un cuchillo y lucido más aterrador.

Le enseño el dedo a Knox. ―Que gracioso. ―Esta es Libby, mi asistente ―me presenta Knox―. Como claramente puedes ver, es extremadamente profesional conmigo. ―Oh, he escuchado mucho de ti, Libby ―dice Easton, con una sonrisa en su rostro. ―¿Espero que buenas cosas? ―pregunto. ―Cosas muy buenas ―dice. ―Ustedes dos no se parecen. ―Sólo tienen unos rasgos similares. Mientras que Knox es alto, Easton es un poco más bajo y con el cabello más claro. Un par de pecas están esparcidas por su nariz. ―Misma madre, diferentes padres ―responde Easton―. Nuestra madre obviamente fue más lista la segunda vez; eligiendo a alguien más apuesto que pudiera heredarme su apariencia. ―Ve a orinar en una valla eléctrica, idiota ―dice Knox. ―Voy a ducharme ―digo, comiendo un último bocado de mis huevos y levantándome de la silla―. Dejaré que ustedes se pongan al día. Les sonrío y luego me escurro a mi habitación, aliviada. Easton apareció en el momento perfecto. Necesito pensar sobre el torbellino que ha sucedido en las últimas veinticuatro horas. Voy a tener unas horas lejos de Knox mientras está con su familia, así que eso me dará tiempo de ver qué quiero hacer con esto y si cometí un error.

―Veo que a alguien le gusta alguien. Muy lindo ―dice Easton, sonriendo mientras se sienta en la silla abandonada por Libby. ―¿De qué demonios estás hablando? ―gruño.

―Te gusta. ―¿Quién? Me mira como si fuera tonto. ―Libby, idiota. ¿Le miento o le digo la verdad? Si le digo lo que pasó entre nosotros anoche, o tratará de juntarnos o la asustará, dependiendo de cómo se sienta sobre ella. A él y a mi abuela les gusta pensar que pueden ir y escoger a las chicas con las que salgo. ―Es mi asistente. Trabajamos juntos cada día. No puedo ser un idiota exactamente con ella. ―Lo dije entonces, y lo digo ahora. Te gusta, te gusta. ―Me llamó después de que saliera el video y me interrogó sobre Libby cuando le dije que no era una actriz, sino mi asistente. ―¿Se supone que tienes que ser más serio si lo dices dos veces? ―No seas un listillo. ¿Necesitas que señale el hecho de que ella lleva tu ropa, tu cabello se ve como si lo hubieran estado estirando toda la noche mientras le dabas placer, y huele a sexo todo el lugar? Creo que es obvio que le gustas considerando que te está follando. Pídele salir o algo. ―Estás bromeando, ¿no? ―No. Estiro las piernas hacia adelante. ―Dirá que no. Ya me ha dejado claro que no quiere tener nada que ver con tipos como yo. ―Libby me dejará tocarla, pero no hay manera que entre en la zona de sentimientos por mí o que me deje que la reclame. Quiere follarme y después no dejar su número de teléfono en la mesilla. ―¿Qué tal si hacemos algo todos juntos? ―No. ―No quiero que Libby empiece a alejarse porque la empujo demasiado, especialmente con Easton. Él piensa que tiene un título en juntar parejas. ―Si no le preguntas, yo lo haré. ―Prepárate para que te diga que no, hermano. ―Ella será buena por ti. ―Las chicas no son buenas por mí, punto. ¿Recuerdas mi última relación seria? Destruyó mi reputación, y casi jodí toda mi carrera. Estoy contento con lo que hago ahora. Si Libby quiere follar, estoy dentro. Pero no trates de planear una boda o alguna mierda así.

Easton ha estado con la misma mujer durante tres años, y probablemente acabe casándose con ella. Es buena persona, y son perfectos el uno para el otro. Así que ahora piensa que necesito establecerme y hacer todas las cosas de casa como él. ―Puedes seguir follando con esas chicas aleatorias todo lo que quieras, hermano. ―Gracias. Me alegro de que me des permiso ―digo, sarcásticamente. Me enseña el dedo. ―Pero no te enfades cuando la fiesta se acabe, el alcohol también, y nadie esté ahí para amarte. ―No trates de hacer la mierda psicoanalítica conmigo. ―No es ninguna mierda psicoanalítica, sólo te digo la verdad. Obviamente sé que has tenido sexo con ella, pero no es sólo deseo o química sexual lo que veo, quieres más. Quizás trates de contenerte porque ella no quiere, pero te conozco mejor que nadie. Como si supiera que hablamos de ella, la puerta de Libby se abre, y entra con el cabello húmedo y con una bata. ―Pregunta ―dice―. Sé que planeaste quedarte esta noche aquí y con Easton los próximos días, ¿pero quieres que cambie algo ahora que él está aquí? ―Se va a quedar en mi casa esta noche ―responde Easton por mí. ―Entendido. Tomaré una habitación aquí. Déjame saber si necesitas algo. Diviértanse. ―¿Por qué no vienes a divertirte con nosotros? ―pregunta Easton―. Iremos a cenar y a jugar a mi casa esta noche. Tengo una habitación de invitados en la que puedes quedarte. Es mejor que cualquier hotel, y podrás salir con los hermanos más geniales del mundo. ―Le dirige una brillante sonrisa blanca, y espero que ella le diga que sí. Niega. ―No, está bien. No quiero interrumpir toda la diversión de hermanos. ―No lo serás. Mi novia vive conmigo, así que va a estar ahí. ―Pone un pulgar encima de su hombro para señalarme―. En realidad, evitaras que este chico sea la tercera pata. Me mira nerviosamente, en silencio pidiéndome permiso. ―Sabes que siempre estoy dispuesto a salir contigo, cariño ―digo.

―Supongo que es mejor que quedarme aquí sola. ―Pasa sus manos por su cabello―. Déjame que me seque el cabello muy rápido y me prepararé. Asiento, y desaparece en su habitación. Easton me mira con una sonrisa petulante. ―Hora de la cita, hermano. Te dije que querría venir. Ahora coge tus bolsas y salgamos de aquí. ―Ve delante. Tomaré un auto y me encontraré contigo en tu casa en un rato. Cuando se va, voy a mi habitación y me cambio, poniéndome una gorra y una chaqueta en un intento de disfrazarme. Easton no ha dejado que se supiera que somos hermanos a ninguno de sus vecinos, así que todavía tratamos de pasar desapercibidos. A la novia de Easton probablemente no le gustaría que las fans empezaran a aparecer en su puerta. Y confía en mí, lo follarían sólo por conocerme. Ya lo han intentado.

―Easton parece agradable ―comento junto a Knox en el asiento trasero de la camioneta. Estamos de camino a casa de su hermano después de cambiar de vehículo dos veces para alejar a cualquier posible paparazzi o fan. Knox dijo que Easton no quiere que la gente sepa dónde vive―. ¿Cuáles son los planes para esta noche? Tomo una respiración profunda y me retuerzo en mi asiento. ¿En qué me he metido? No sólo he accedido a salir con Knox y Easton esta noche, sino que también he estado de acuerdo en pasar la noche con ellos. No me gusta ser puesta en el medio. ―Seguramente pizza y juegos ―responde Knox, levantando el brazo y poniéndolo entre nuestros asientos―. Siempre mantenemos un perfil bajo cuando

estoy aquí. Su novia me matará si las chicas empiezan a perseguirlo para conseguir poner sus garras sobre mí. Comprensible. Me gusta esta chica ya. ―Eso suena increíble, para ser honesta. Necesitamos una noche discreta. Se ríe. ―Creo que eso es lo que hacemos todos los días en el autobús. Comer y Netflix. Miro por la ventana cuando nos detenemos frente a una casa de ladrillo en lo que parecen los suburbios de Houston. Knox baja su gorra, cubriéndose los ojos, y se agacha mientras George estaciona en el camino de entrada. Las puertas del garaje se abren, y Knox espera hasta que está parado en el interior y la puerta se cierra antes de levantarse. George abre la puerta y nos ayuda con las maletas. ―Ve a divertirte un poco ―le dice Knox, dándole una palmada en la espalda―. Nos quedaremos a pasar la noche. ―Gracias jefe. Déjame saber si necesitas algo ―responde―. Esperaré hasta que entren antes de salir. La puerta se abre de golpe, y Easton está de pie allí con una sonrisa luminosa y ojos brillantes. Mi pecho se calienta por el amor y la adoración que siente por su hermano mayor. Me alegro de que Knox tenga a alguien como él en su vida; por lo que he oído acerca de su familia, la mayoría de ellos lo miran como oportunidades y signos de dólar. Agarro mi bolsa, y Knox camina detrás de mí mientras entramos por la puerta hacia la casa. Entramos directos en la cocina, y mi estómago se queja ante el delicioso aroma a ajo y pizza. ―Cuánto tiempo sin verte ―dice una mujer, entrando en la cocina con un vaso de vino en su mano. Su cabello rojo burdeos está recogido en una cola de caballo, y un par de gafas de montura negra ocupan la mayor parte de su rostro. Me mira con una sonrisa sincera y extiende su mano libre―. Hola, soy Gretchen. Admitiré que esteba un poco aterrada cuando Easton me dijo que Knox traería una chica con él esta noche, pero me dio buenas referencias, lo cual es sorprendente, considerando que puede ser un idiota juzgando a veces. ―¡Oye! ―grita Easton―. Sólo quiero lo mejor para mi hermano mayor. Gretchen se ríe. ―Eso es lo que estaba tratando de decir. ―Pone su vaso en la mesa―. Vamos, Libby. Te voy mostraré nuestra habitación de huéspedes. ―Empieza a girar, pero se detiene―. ¿Se van a quedaros los dos allí? ¿O alguno se quedará en el sofá? ―Levanta su mano―. No trato de hacer ninguna suposición aquí.

―Me quedo con el sofá ―dice Knox, deteniéndome antes de que tenga la oportunidad de ofrecerme. ―No ―me apresuro a decir―. Yo puedo. Soy la que está irrumpiendo en el último minuto, y es la casa de tu hermano. Los ojos de Knox se dirigen hacia mí. ―Sería un idiota si te hiciera dormir en el sofá. ―Él tiene un punto ―dice Gretchen. Se inclina hacia delante para golpear a Knox en la espalda―. ¿Y quién hubiera pensado que este tipo podría ser un caballero? ―Es cuando encuentras la mujer adecuada ―dice Easton―. Yo era un animal salvaje hasta que Gretchen me domesticó. Gretchen pone los ojos en blanco, pero empieza a sonreír al mismo tiempo. ―Sigues siendo un animal. Ahora vamos a dejar esas bolsas. Miro a mi alrededor mientras voy detrás de ella hacia la habitación de invitados. La casa es agradable, pero no era lo que estaba esperando. Knox no estaba mintiendo cuando dijo que Easton no aceptó mucho, excepto ayuda con su matrícula. La casa está llena de toques femeninos, flores en jarrones de colores, almohadas, tapetes y velas por todos lados. Tengo la sensación de que Gretchen toma todas las decisiones sobre diseño aquí. ―El baño ―dice, señalando la puerta al pasar delante de ella―. Y aquí está la habitación de invitados. ―Enciende la luz. Tiene una cama de buen tamaño, una televisión, y una cómoda―. Hay toallas y mantas extra en el armario. ―Genial, muchas gracias por invitarme ―digo. ―No hay problema. Por lo general, me superan en número a la hora de elegir las películas o a qué jugar, por lo que estoy feliz que no estaré atrapada viendo alguna película ridícula de hombres. Un golpe en la puerta nos llama la atención. ―Voy a pasar muy rápido a la ducha ―nos dice Knox con una pila de ropa en una mano. ―Ya sabes dónde está todo ―dice Gretchen. Knox la saluda y desaparece en el cuarto de baño. ―Gretchen hizo su pizza casera para chuparse los dedos ―dice Easton cuando volvemos a la cocina―. ¿Las verduras y el salami te gustan? ―Pensé que olí algo delicioso ―digo―. Y sí, eso está perfecto.

―¿Vino? ―pregunta Gretchen. Asiento y le doy las gracias después de que me entrega un vaso. ―Entonces, ¿qué pasa entre tú y mi hermano? ―pregunta Easton. Me ahogo con mi sorbo de vino. Maldición, directo al grano. ―¿En serio? ―pregunta Gretchen―. Acaba de entrar por la maldita puerta. ―No se lo puedo preguntar frente a Knox, así que era ahora o nunca. ―Trabajo para tu hermano, y hemos desarrollado una amistad mientras estábamos de gira. ―Mi respuesta suena como que estoy haciendo una declaración pública. ―Soy un hombre inteligente. Conozco la atracción cuando la veo, y te puedo prometer esto, nunca he visto a mi hermano mirar a una mujer como te mira a ti. ―¿Y a Stella? ―Al principio, sí, pero era amor adolescente entre ellos. Era joven y tonto, pero estaban tan familiarizados el uno con el otro que era difícil continuar. Comenzaron a separarse y se dieron cuenta de que su amor era sólo temporal. Knox ha sido cauteloso acerca de a quién se abre hasta ahora, pero puedo ver que está empezando a abrirse contigo. Eso significa algo. Pongo una falsa sonrisa juguetona. ―Creo que estás viendo cosas. ―No lo estoy, y él quizás me mate por decirte esto, pero no sólo lo veo, él también me lo ha confirmado. ―¿Qué? ―tartamudeo. ―A él le gustas. Me lo ha dicho él mismo. El vaso de vino casi se cae de mis dedos.

Si Easton cree que es muy listo para hablar con Libby cuando dejo el cuarto, es un maldito tonto. Las paredes son delgadas, y el baño no está lejos de la cocina. Puedo escuchar cada palabra. Envuelvo mi mano alrededor del pomo, debatiéndome sobre si debería salir allá o no. Dudo y luego la dejo caer, decidiendo husmear en cambio. Si me uno a ellos, dejaran la conversación, y no podré escuchar la respuesta de Libby. Inclino mi hombro contra la puerta y coloco mi oreja contra esta. ―Sí, sé que tu hermano está atraído por mí, pero eso es todo ―dice Libby. ―Está atraído por ti más que físicamente ―responde Easton―. No sólo le gustas por tu apariencia. Le gusta todo de ti. Confía en ti, y eso es muy raro en él. Mierda, algunas veces no estoy seguro de si confía en mí. ¡Sí! Vamos hermanito. Va a la escuela de derecho, así que no hay duda en mi mente de que va a intentar trabajar a Libby como si fuera un jurado. ―Cariño, sólo ha estado aquí por diez minutos ―interviene Gretchen―. No la interroguemos antes de alimentarla. ―Se ríe―. Me disculpo por mi controlador novio. ―Está bien ―contesta Libby―. No lo culpo por tener curiosidad. ―Sólo dime una cosa ―dice Easton―. Y luego dejaré la conversación. ¿Los sentimientos son mutuos? Todo se queda en silencio por unos segundos, pero se sienten como minutos. ―Lo son ―dice Libby finalmente. Me alejo de la puerta y muevo mi puño en el aire como un imbécil. Si no puedo hacer que diga esas palabras, al menos mi pequeño hermano sí puede. Esta noche sólo se puso mucho mejor. Siento una ligereza en mi pecho mientras vuelvo a poner la oreja en la puerta, sin querer perderme ni una palabra de su conversación. ―Pero no podemos hacer nada al respecto ―añade Libby―. Sería muy complicado. ―Las relaciones siempre serán complicadas ―dice Gretchen―. Sin importar con quién salgas. Sólo intercambias un problema por otro. No seguiremos molestándote por eso, pero piensa en cómo te sientes cuando estés con Knox y como

te sentirías de perder eso. ―Se ríe, y escucho el corcho de una botella de vino abrirse―. ¿Ahora qué tal si te relleno la copa? Mierda, un punto para Gretchen también. Sabía que me caía bien. ―Suena perfecto ―dice Libby. Su conversación va en una dirección diferente con Libby hablándoles de salir de gira, y finalmente me desvisto y entro a la ducha. Está noche va a hacer una buena noche. *** ―¿Me extrañaron? ―pregunto, entrando a la cocina, recién bañado y de un humor maravilloso. Libby está situada en un taburete en el mesón, Gretchen y Easton están de pie al otro lado de este. Todo el mundo está sonriendo mientras beben su vino. ―No, sólo estábamos felices de que tomaras tu ducha mensual ―responde Easton―. Estabas poniéndote bastante fétido, hermano. Me río, enseñándole el dedo, y saco el taburete al lado de Libby para sentarme. ―No están interrogándote mucho, ¿verdad? ―pregunto. Sus dedos se envuelven alrededor de su copa de vino y toma un sorbo antes de responder. Un ligero sonrojo cubre sus mejillas. ―No… en absoluto ―contesta contra la copa―. Ni siquiera te hemos mencionado. ―La dejo escaparse con esa respuesta mientras tanto, pero definitivamente la sacaré a colación cuando estemos a solas después. ―No siempre eres el centro de atención ―dice Gretchen, muy probablemente cubriendo a Libby. Abre el gabinete, saca una copa, y me sirve vino tinto en esta. ―¿Todavía no vamos con las cosas fuertes? ―pregunto, mientras me la pasa. ―Claro que no. La última vez, ustedes dos, imbéciles, se emborracharon y decidieron ver quién comía más rebanadas de pizza. ―Me apuñala con su dedo con manicura en el pecho―. Yo fui quien, no sólo tuvo que encargarse de ustedes dos, sino que también me quedé limpiando su desastre. Vamos a guardar lo bueno para los juegos después. ―¿Juegos? ―pregunta Libby―. ¿Cómo en juegos de beber? ―Sí ―respondo―. ¿Qué estabas pensando? ¿Qué íbamos a pasar la noche en un intenso juego de Serpiente y Escalera? Gruño cuando su pie se estrella en mi tobillo. ―De hecho, prefiero Candy Land, muchas gracias.

―Eh, no creo que haya forma de incorporar whisky con Candy Land. Simplemente no parece correcto ―dice Easton, y entonces se mueve por la cocina para abrir el horno―. Y ya que hay cuatro de nosotros, creo que ¿Qué prefieres? Es la opción perfecta. Libby gruñe. ―Nop, muy personal. Hundo mi mano en su muslo. ―No hay nada más que preferiría que ponerme personal contigo. Tímidamente aparta mi mano mientras mantiene sus ojos al frente, como si tuviera miedo de que vieran lo que estoy haciendo. Easton saca la pizza. ―¡Hora de comer! Me bajo del taburete y extiendo mi mano hacia Libby. A regañadientes la toma y me permite ponerla de pie mientras Easton está cortando la pizza. ―Tengo los platos ―nos dice Gretchen―. Ustedes adelántense al comedor. ―¿Por qué estás actuando tan nerviosa? ―pregunto a Libby antes de que cualquier se unos una. ―No estoy nerviosa. ―Se apresura a responder bajando la voz―. ¿Le dijiste a tu hermano que tuvimos sexo? ―No. No follo y cuento. ―Parece que cree que lo hicimos. ―Incorrecto. Él cree que siento algo por ti, lo cual es cierto. No tiene ni idea de que también me has dejado probarte. ―No hablaremos de esto ahora ―sisea a la vez que los demás llegan al cuarto. Devoramos la comida mientras Easton y Gretchen me ponen al tanto de todo lo que estaba pasado en Houston. Easton me dice que nuestra mamá no lo llama hace un mes, lo cual no me sorprende, ya que la última vez que escuché rentó un yate para ella y su novio pedazo de mierda para pasar el verano. A mi mamá le gusta ser una asaltacunas y mimar a sus hombres… con mi dinero. Libby ayuda a Gretchen a limpiar la mesa y cargar el lavaplatos mientras Easton y yo comenzamos a sacar las botellas de licor. ―Regla número uno ―dice Gretchen―. Nadie se va a emborrachar. Cuando parezca que han tenido suficiente, lo cortan.

―Bien por mí ―digo, abriendo la botella de tequila―. La abuela me mataría si aparezco con resaca mañana. ―Mataría a cualquier de nosotros si aparecemos con resaca mañana ―interviene Gretchen. Me pasa una copa de licor, un cuaderno y un bolígrafo―. ¿Todos saben las reglas? Easton y yo asentimos. Libby sacude la cabeza. ―¿Nunca antes jugaste este juego? ―le pregunto. ―Sí, he jugado con mis amigos, pero nunca lo hemos hecho como un juego de beber. ¿Cuáles son las reglas? ―Alguien hace una pregunta sobre qué prefieres, escribimos la respuesta y quien tenga la minoría, bebe. Se encoge de hombros. ―Suena fácil. ―Genial ―dice Easton―. Dejaremos que la invitada de honor vaya primero. ―Mira hacia mí con una sonrisa tonta en su rostro―. ¿Libby qué será? ―Idiota ―murmuro. Libby tamborilea sus uñas contra su mesa, arrugando la nariz. ―¿Preferirían no tener dedos o no tener ojos? Todos escribimos las respuestas. Todos eligen no tener dedos. ―Nadie bebe ―declaro. Necesitamos hacer esto más íntimo y creativo. Quiero sacar a Libby de su cascaron―. Iré yo. ¿Arriba o abajo durante el sexo? Escribimos nuestra respuesta y las levantamos. Libby elige abajo. Yo, junto con los demás, arriba. Todos la miramos mientras levanta su copa de licor. ―¿Qué? ―pregunta, encogiéndose de hombros―. Creo que es sexy tener a un tipo sobre mí, sentir el peso de su cuerpo, y mostrándome lo mucho que lo excito. ―Se bebe su chupito, y me encanta su respuesta. Seguimos, y concentro toda mi atención en las respuestas de Libby. Preferiría el sexo en la playa que en césped. No estoy de acuerdo con eso. No estoy intentando comer coño y ahogarme con arena de playa a la vez. Esa cosa se mete por todas partes.

Preferiría pagar por sexo que ser pagada por sexo. De acuerdo. Ambos preferimos las relaciones largas. Horas pasan mientras pasamos pregunta tras pregunta, tomando tragos periódicamente, pero sorprendentemente, elegimos la misma respuesta la mayor parte de las veces. Tal vez esto le mostrara que somos más compatibles de lo que cree. ―Es hora de dormir ―declara Easton con un bostezo, bajándose de su silla. Gretchen hace lo mismo y nos mira. ―Buenas noches. Siéntanse como en casa chicos. Knox, sabes dónde está todo. ―Claro ―respondo―. Gracias por dejarnos quedar aquí esta noche. Me extiendo en mi silla cuando escucho la puerta de su cuarto cerrarse. ―Sabes que el juego no se ha terminado ―digo, fijando mis ojos en Libby. Inclina su cabeza a un lado. ―¿Oh en serio? ―Sí, en serio. ―Entonces es tu turno. ―¿Preferirías besar a tu jefe o que él te bese? Su pecho se mueve mientras inhala profundamente. ―Preferiría que me besara. ―No hay duda ni conflicto en su voz, sólo hambre y anticipación. Estoy ansioso por sentirla de nuevo, estar de nuevo dentro de ella, y probar su dulce coño en mi lengua. Me levanto de mi silla, extendiendo mi mano, y me permite levantarla. Me mira, sus ojos azul claro enmarcados por largas pestañas, y tomo su barbilla en mi mano, pasando mis dedos a lo largo de sus mejillas. ―Me encanta esa respuesta ―murmuro. Inmediatamente abre su boca cuando deslizo mis labios a lo largo de los suyos. Escalofríos me recorren mientras roza su lengua contra la mía, y saboreo la deliciosa combinación de ella mezclada con el fuerte tequila. Cierro mis brazos alrededor de su cintura para empujarla contra la pared. ―¿Preferirías compartir tu cuarto conmigo esta noche u obligar a un desesperado hombre a dormir en el sofá? ―dijo con voz ronca. Sonríe ampliamente.

―Compartir es solidario, ¿verdad? Gruño cuando desliza sus manos por mi espalda hasta mi trasero y me arrastra contra ella. Estoy cerca de explotar cuando comienza a apretar su coño cubierto por la tela del jean contra mi erección. Mierda. La necesito otra vez. Mi polla está rogando por eso. Todavía ni siquiera la tengo desnuda y estoy duro como una roca. ―¿Preferirías que te follara contra esta pared o en la cama? ―Es mi próxima pregunta. ―Cama. ―Jadea―. La última cosa que necesito es que alguien entre y nos encuentren follando en la pared de la sala. ―Sería una hermosa vista. Chilla cuando la paso sobre mi hombro y camino por el pasillo tenuemente iluminado al cuarto de huéspedes. Con suavidad la dejo sobre la cama y cierro la puerta. Inmediatamente comenzar a quitarnos la ropa. Bebo la visión de ella esperando por mí en la cama. Ambos estamos completamente desnudos. Está mirando mi polla, lamiéndose los labios con hambre, y la única idea que corre por mi mente ahora es cómo será su sabor… y entonces la tomo. ―¿Y si nos escuchan? ―pregunta. ―No lo harán. ―Están en el cuarto de al lado ―sisea, apuntando su dedo hacia la pared con cada palabra. ―Te cubriré la boca cuando te vengas y puedes morder mi hombro. Puedes usarme como quieras. ―¿Lo prometes? Asiento. ―Ahora para tu siguiente pregunta. ¿Preferirías que me meta entre tus piernas y coma tu coño o sentarte en mi cara? ―Sentarme en tu cara ―susurra―. Nunca he hecho eso. ―Estaría honrado de ser el primero. Se levanta, soy empujado sobre la espalda, y su coño esta justo encima de mí, rogando por ser complacido. Obedezco, acercándola a mi cara, y empujo mi lengua en su coño.

Recojo cada gemido de ella mientras se retuerce y le doy vuelta cuando sus piernas empiezan a temblar. Añado mis dedos, empujándolos dentro y fuera de su calor con la misma intensidad mientras mi lengua acababa con ella. Como prometí, alzo la mano y cubro su boca cuando su espalda se arquea y alcanza su clímax. Retrocedo para mirarla. Está jadeando debajo de mí con los ojos nublados. ―¿Me quieres arriba? ―pregunto, recordando su respuesta de antes―. ¿Quieres sentirte dominada y ver lo mucho que me excitas? ―Sí ―ruega―. Muéstrame. Pruébalo. Mi corazón casi se detiene cuando agarra mi polla, la acaricia un par de veces, y la sostiene contra su apretada entrada antes de cuidadosamente empujarse a través de su entrada. No puedo apartar la mirada de su hermosa vista. No hay nada más cautivador que su boca abriéndose en un jadeo cuando la lleno. Nada. Lo que ella me está dando es más satisfactorio que cualquier premio, que hacer cualquier cantidad de dinero, o tener un millón de fanáticas sobre mi pene. Me planto profundamente dentro de ella, lentamente me salgo, y me estrello de nuevo. Me muevo dentro y fuera; añadiendo más fuerza con cada empuje, y ella sube sus caderas para encontrarme. Estoy disfrutando la sensación de nuestra conexión, y nunca quiero bajar de este éxtasis. Sé que está cerca cuando sus brazos se extienden, y entierra sus talones en la sábana. Me inclino, dándole mi boca para ahogar sus gritos, pero empuja su cara en mi hombro, mordiendo mi piel, y suelta su clímax. Me estrello contra ella tres veces más hasta que ya no puedo soportarlo. Olas de placer me atraviesan mientras exploto dentro de ella. Oh mierda. Olvidamos un condón. Bajo la mirada y sé que está pensando lo mismo. ―Está bien. ―Suspira, mientras nos calmamos―. Estoy tomando la píldora. Colapso a su lado. Nunca he tenido sexo sin condón. Ni siquiera con Stella. ―¿Estás enojado? ―dice, girándose a mirarme. ―Claro que no, nena. Soy el que tiene el pene. Fue mi responsabilidad, así que lo siento.

―¿Cómo puedo estar enojada después de que me hagas venir así? Le doy un beso en los labios, agarro un trapo y voy al baño para mojarlo con agua fría. Deja salir un suspiro de alivio cuando regreso y la limpio. ―Deja algo de eso ―dice―. Me gusta que estés dentro de mí. Sonrío. Podría pasar cada día de mi vida con esta chica y ser feliz para siempre. Apago la luz y me encanta cómo se siente acurrucada en mis brazos. ―Creo que tengo un pasatiempo favorito ―dice en la oscuridad. ―¿Cuál es? ―¿Sentarme en tu cara? Me río. ―Creo que se mezcla bien con mi pasatiempo de devorar tu coño. Aquí es donde pertenezco. Ella es donde pertenezco. Haré cualquier cosa por conservarla.

―Todavía no entiendo por qué no podíamos viajar con Easton y Gretchen ―digo. Knox está en el asiento del conductor de una SUV alquilada, y estamos en nuestro camino a la casa de su abuela. En lugar de ir con Gretchen y Easton, eligió que viajáramos separados. Traté de escaparme de la visita a la abuela, insistiendo en que Knox no me necesitaba interrumpiendo en su tiempo de familia. Tenía otras cosas que podía hacer: explorar la ciudad, observar a la gente, leer un romance erótico donde la virgen domaba al hombre puto, cualquier cosa que no implicara la presión del interrogatorio de la abuela. Por lo que he oído, es la figura paternal más grande en la vida de Knox.

―Bueno, yo todavía no entiendo por qué sigues preguntando eso ―responde―. Obviamente podíamos haberlo hecho, pero no quería hacerlo. ―¿Por qué no? ―Quiero que hablemos, y sé que no te sentirás cómoda haciéndolo delante de ellos. ―¿Qué es lo que necesitamos hablar que no está bien para decir frente a otras personas? ―Soy bien consciente de que es una pregunta estúpida, pero estoy tratando de jugar a la tímido aquí. Knox se quedó en la habitación de invitados conmigo anoche, y sé que no pasó desapercibido para Easton y Gretchen exactamente cómo terminó allí... o lo que ocurrió en esa cama. Me estoy enamorando de Knox, innegablemente, y me petrifica el daño que puede causar a mi corazón. Lo he abierto antes, sólo para borrarlo al final. Me mató, haciéndome la persona cínica que soy, y la pena que Knox puede causar será más dolorosa que nunca. No me recuperaré. Mantiene una mano en el volante y me mira cuando llegamos una luz roja. ―¿Entonces me estás diciendo que te sentirías cómoda hablando de que montaste mi cara mientras me comía tu coño delante de ellos? ―Miro mi regazo, mordiéndome el labio―. No juegues a ser tímida conmigo ahora, solecito. No eras tímida cuando me pedías que te follara más fuerte. Me gustaría pensar que estamos más allá de la etapa de la timidez y el esto no puede suceder. Estamos progresando. Tarde o temprano, me dejarás llevar tu mano en público, la misma que solía jugar con tu coño la noche anterior. Sus palabras. Él es un compositor, y sabe cómo golpearte con todos los sentimientos. Un hombre que puede hablar sucio es mi mayor debilidad. ―Tal vez esta no es la mejor conversación para tener mientras estamos en nuestro camino para visitar a tu abuela. Probablemente pensará que soy una vagabunda suelta. ―Le dije que estábamos teniendo sexo hace meses. Está bien con ello. ―Estás mintiendo. ―Niega―. Da la vuelta a este auto ahora mismo. ―Solecito, soy un hombre crecido. Ella sabe que no soy virgen. ―Eso no significa que quiera que ella piense que te estoy jodiendo. ―Relájate ―dice―. Estoy bromeando. Amo a mi abu y todo, pero no comparto historias de sexo con ella. ―No puedo relajarme. Ahora me tienes toda nerviosa. ¿Por qué estoy nerviosa?

―Porque te gusto. ―Se encoge de hombros cuando estrecho mis ojos hacia él―. No te sientes nervioso por conocer a la familia de alguien a menos que quieras que te gusten porque ves un futuro con esa persona. Me paso una mano por el cabello. ―O tal vez no quiero conseguir a la abuelita fantasma. Me acaricia la pierna. ―No habrá abuelita fantasma. ―No mueve la mano, en su lugar decide descansarla allí todo el viaje, y estaría mintiendo si digo que ese pequeño gesto no envía chispas a través de mí. *** ―Esta casa es realmente adorable ―le digo cuando nos detenemos en una encantadora, brillante cabaña amarilla de dos pisos, que está sombreada por robles gigantes. Me recuerda a donde vivía Blanca Nieves con sus pequeños enanos Knox apaga el motor. ―¿Estás lista para entrar? ―Lista o no, no hay manera de que pueda volver al hotel. Abro la puerta, notando que el auto de Easton está estacionado junto a nosotros. Knox sale y camina alrededor de la SUV a esperar por mí. Toma mi mano en la suya y nos guía por el sendero de color pizarra con flores brillantes producidas a lo largo del exterior. Soy golpeada con el olor de las galletas frescas flotando a través del aire cuando entramos. Es hogareño y agradable, con paredes amarillas y muebles brillantes. Todos los adornos y estanterías parecen que fueron hechas a mano, y las fotos de la familia inundan las paredes. Knox me aprieta la mano, como si tuviera miedo de que lo fuera a alejar, y nos conduce a la cocina. Está haciendo una declaración. Le está diciendo a su abuela lo que soy para él, más que una asistente. Todos están en la cocina con galletas en sus manos. ―Ahí está mi otro nieto ―grita una mujer mayor. Es baja, y su cabello blanco está recogido con pasadores brillantes de mariposa. Se dirige directamente hacia Knox, envolviéndolo en sus brazos. Knox descansa el brazo sobre su hombro cuando se aleja y la besa en la mejilla. ―Libby ―dice Knox, volviéndose para que ambos estén frente a mí―. Esta es mi abuela Estelle. Le estrecho la mano, sonriendo. ―Encantada de conocerte. Tu casa es hermosa.

Una sonrisa brillante toma su rostro. ―Gracias cariño. Knox me sorprendió con ella hace años. Solía mantener estos viejos recortes de revistas de la casa de mis sueños si alguna vez ganara la lotería. ―Golpea a Knox en el vientre―. Se metió un día y se los robó para dárselos a un constructor para que supiera exactamente lo que quería. ―No puedes perderte el orgullo y la gratitud sobre su rostro―. Me mima demasiado ―Te lo mereces abu ―responde Knox―. Es gracias a ti que aún soy capaz de hacerlo. ―Disparates. Solo te di la guitarra. Estás donde estás debido a tu arduo trabajo y determinación. Knox la libera de su abrazo y la guía más lejos de la cocina. ―¿Qué hay en el menú hoy? ―Tú favorito, pollo frito y todas las guarniciones. ―Mi estómago ya está gruñendo Estelle hace una pausa, como si algo la golpeara, y me mira preocupada. ―¿Está bien para ti? Lo siento mucho. Tenía la intención de llamar a Knox y comprobarlo, pero me olvidé completamente. ―Eso suena increíble, en realidad ―respondo. Ayudo a Gretchen a poner la mesa y hacemos una pequeña charla durante la cena. Estelle se hace cargo de la conversación, contando historias de cuando los chicos eran más jóvenes y algunas de las dificultades con las que habían crecido. Cuando Knox estaba tocando música en la calle, le dio cada dólar que hizo a su mamá para pagar el alquiler. Con todo lo que estoy aprendiendo acerca de Knox, estoy tan contenta de haber dado con ellos. No es hasta que estoy sola con Estelle que ella toma mis manos en las suyas. ―Quiero darte las gracias, Libby ―dice―. Tengo una confesión. Estaba nerviosa de que Knox fuera a esa gira. Tanto lo ha golpeado este año, la relación, carrera, y sosteniendo la familia. Pero no he oído nada más que cosas positivas de él en las noticias. Hagas lo que hagas, por favor no te detengas. Me gusta verlo feliz. Se merece eso y mucho más. *** ―Le gustas ―dice Knox cuando estamos de vuelta en la SUV y encaminándonos hacia la cuidad.

Recibió una llamada después de la cena, que tenemos que irnos esta noche, un día antes de lo previsto, porque una seria tormenta se dirige a la próxima ciudad y el conductor piensa que podría demorar el doble de tiempo que pensamos que nos tomaría llegar allí. Nuestras mini vacaciones se acabaron, y estamos dando un paso de vuelta a la realidad, con Knox estando más ocupado que nunca. ―Tengo la sensación de que a la mujer le gusta todo el mundo ―le respondo―. No tiene un hueso malo en su cuerpo. ―No diría eso. Puede ser una luchadora, créeme. Easton una vez trajo una chica con la que estaba saliendo, y abu la atrapó jugando a agarrar su polla en la mesa de la cena. La sacó de la casa, con el estómago vacío y todo. ―Ahora eso es cruel. Fue difícil, pero estoy agradecida de que me las arreglé para contenerme de agarrarte la entrepierna mientras agarraba mi pollo frito en la otra mano. ―Lo aprecio, pero quiero dejar claro que en cualquier otro momento es completamente aceptable. ―Se inclina hacia atrás en su asiento y señala hacia abajo a su polla―. Incluso ahora mismo. ―Tranquilízate, asesino. No pasará. ―Bien por mí. Necesito que tengas toda tu energía cuando regresemos al autobús. ―¿Por qué? ―Porque te voy a follar en cada centímetro de él.

Estoy mirando directamente al primer hombre que me rompió el corazón. Parece diferente, pero no hay duda de que es él, y la forma en que me está mirando sólo lo confirma. Su labio superior esta fruncido mientras se limpia el sudor con el brazo, y sus ojos están estrechos en mí como si estuviera listo para atacar.

Mi estómago se hunde cuando lo veo levantarse del escenario y dirigirse en mi dirección. Me doy la vuelta, mis pies se mueven rápidamente, y corren hacia la primera salida que encuentro. Empujo la puerta y atrapo una respiración cuando salgo. Por desgracia, elegí estúpidamente la puerta que conduce a un callejón. Me zarandeo al oír el ruido de la puerta cerrándose de golpe, y me encuentro cara a cara con él. ―¿Por qué estás aquí? ―sisea―. ¿Me estás siguiendo para joder más mi vida? Amargamente solté un bufido. ―No te adules, Adam. Definitivamente no estoy aquí por ti. Soy la asistente de Knox Rivers. Cualquier atracción que tuve por él hace años, se ha ido. Los brazos que solía amar a mi alrededor, ahora son gorditos con los mismos tatuajes vibrantes que los cubrían antes. Prometió tatuarse mi nombre cuando cumplí los dieciocho años. Me río de lo ingenuo que era. Su cabello es más largo, un poco en el lado grasiento. No hay manera de que haya chicas mendigando por chupar su polla como hace años. Esos días de ser la estrella del rock sexy han terminado. ―¿Eres su asistente? ―bufa cuando asiento―. ¿Asistente o amiga de follada? Porque podría jurar que vi sus manos en tu trasero y tu boca en la de él más temprano. Cruzo los brazos y doy unos pasos lejos de él. ―Eso no es asunto tuyo. ¿Por qué te preocupas de que esté aquí? ―Me importa porque te desprecio. El nervio de este hombre. ―¿Me desprecias? Creo que ambos podemos estar de acuerdo en que debe ser al revés. ―¡Yo no arruiné tu jodida vida entera! ―Levanto una ceja. ¿Hacer qué?―. No actúes como si no lo supieras. ―Sigo mirando, sin contestarle. Después del incidente, mi padre y yo nunca lo trajimos de nuevo. Era como si nunca hubiera pasado―. La reputación de mi banda fue destruida por el pedazo de mierda de tu papá. Le dijo a cualquiera que me escuchara, que yo era un pervertido que ponía sus manos sobre las adolescentes y no se podía confiar en mí. ¿Sabes lo que le hace eso a un hombre? Mi banda me expulsó. Perdí todo, todo por tu culpa. ―¿Perdiste todo por mi culpa? La última vez que lo comprobé, no te obligué a tomar mi virginidad. Tú jodiste de buena gana con mi cabeza, actuaste como si significara algo, pero al final, solo me estabas usando. ―No fue un acto. Me gustabas.

―Y también te gustó la puta que estabas follando en el baño, así que no me siento muy especial. ―Estaba borracho, drogado, y caliente. Ella estaba allí, frotando todo por mi polla, ¿qué se supone que debía hacer? ―¿Decir no? ¿Alejarte? ―Estoy enojada conmigo misma cuando siento la sensación de lágrimas que me pinchan los ojos. Pensé que estaba por encima de este idiota. Dejé de pensar en él hace años, pero supongo que siempre hay un pequeño lugar en tu corazón guardado para la primera persona que amas. ―¿Y qué, ahora estás de vuelta engañando a otro chico en gira? Debe ser lo tuyo, ¿eh? Espero por su bien que no arruines su carrera también. ―Oh, jódete ―grito. No necesito lidiar con esta mierda. Le doy una última mirada de disgusto antes de caminar hacia la puerta. Suelta una risa siniestra. ―Ya lo has hecho, cariño, y digamos que me encantó hacer estallar esa dulce cereza. No puedo detenerme. Me doy la vuelta, y lo siguiente que sé, mi puño se está conectando con su cara. Puedo sentir el dolor disparando directamente a mis nudillos. Nunca he golpeado a nadie antes. ―¿Qué mierda, perra? ―grita, su mano inmediatamente volando hacia abajo para detener la sangre que brota de su labio. Empiezo a retroceder, dándome cuenta de que fue una decisión estúpida. Estoy sola con este tipo en un callejón. Puede matarme, por el amor de Dios. Salto cuando la puerta se abre y de repente George está a mi lado. ―Libby ―dice, mirando de mí a Adam―. ¿Qué demonios está pasando aquí? ―Trago, no exactamente segura de cómo explicar la situación. Saca el teléfono del bolsillo sin molestarse en escuchar mi explicación―. Encuéntrame en la salida B. Tenemos una situación. Muevo mi mano delante de la cara y la boca de George: ―¡No lo llames! ―Adam está gimiendo en el fondo, todavía lanzando insultos de su labio hinchado, pero sé que no hará nada con George a mi lado. Sería un idiota. George es al menos unos dos metros con músculos que son más grandes que cualquier cosa que he visto, y solía ser un fisicoculturista campeón de peso pesado. ―Mejor que calles la boca, idiota ―le advierte George―. Ella puede dar un buen puñetazo, pero el mío es mucho más destructivo. Puedo prometerte eso. Adam me señala.

―Quiero que la saquen de las instalaciones y se presente un informe policial. Es mi turno de destruir tu vida. Mi pulso se dispara. Nunca pensé en las consecuencias reales que tendría el golpearlo en el rostro. Si llama a la policía, lo más probable es que me despidan y vuelva a las noticias. La puerta se abre, y Knox aparece, sin aliento. Me mira, luego a George, luego a un sangrante Adam. Lo hace de nuevo, esperando a que alguien le dé algunas respuestas. Asiento con la cabeza hacia Adam. ―Es un idiota, así que le di un puñetazo en el rostro. ―Y quiero presentar cargos ―grita Adam. ―Suenas como una perrita ―le dice George. Knox está moviendo su mandíbula. ―¿Y por qué exactamente lo golpeaste, Libby? ―Estaba siendo un idiota. ―Me dio un puñetazo porque le dije lo mucho que disfruté haciendo estallar su preciosa cereza ―grita Adam, reteniendo el dolor para lanzar a Knox una sonrisa burlona―. Pero podría haberlo disfrutado más. Knox se le acerca antes de que me dé cuenta de lo que está pasando. Adam gruñe en el primer golpe de Knox y luego grita en el segundo. ―Joder ―dice George, corriendo hacia ellos. Agarra a Knox alrededor de la cintura para alejarlo. Mi estómago se hunde cuando deja ir a Knox para señalar a un tipo que está sosteniendo una cámara entre un agujero en la cerca―. Hijo de puta, dame esa cosa. ―Estamos todos jodidos ―murmuro para mí. ―Atrápalo. Me quedaré con ella ―le dice Knox a George. Él asiente, y el chico sale corriendo. Veo a George saltar la valla para ir tras él. ―Esto va a ser malo ―le digo a Knox. ―No me importa una mierda ―responde, y luego mira a Adam―. Tú dices una cosa más o incluso la miras de nuevo, y voy a sacar la mierda de ti a golpes, ¿me oyes? Adam levanta sus brazos en rendición y pasa su lengua sobre su labio inferior, capturando un poco de sangre. ―Es tu carrera, no la mía, hombre. ―A diferencia de ti, siempre la elegiré sobre mi carrera y cualquier zorra fanática ―responde Knox.

Tropiezo hacia adelante cuando agarra mi mano y me trae de vuelta al edificio. Mantiene su agarre en mis caderas y me da vueltas para enfrentarme, apoyándome contra la pared. ―¿Estás bien? ―me pregunta, apartando mi cabello sudoroso de mis ojos. ―Estoy bien ―susurro. ―¿Lo juras? ―Lo juro. Su mano traza mi mandíbula, y deja escapar una respiración profunda. ―Dios, quería matar a ese cabrón. Me tortura oírle hablar de ponerte las manos encima... de tenerte... amarlo. Odio eso Libby. Odio que le hayas dado más a él que a mí. ―Eso no es cierto. Era una chica estúpida. No le di nada, lo prometo. Sus labios se encuentran con los míos, dulces y suaves. ―Hazme un favor ―dice contra ellos―. No le digamos nada a Thomas sobre esto todavía. Deja tu teléfono y disfruta de mi espectáculo. ―Por supuesto. No es el único que quiere evitar una conversación con Thomas ahora mismo. Ambos saltamos cuando la puerta se abre, la luz del sol brillando por el pasillo, y George aparece. ―El hijo de puta se escapó ―dice, sin aliento―. Traté de atraparlo, lo juro, pero tenía un vehículo para escapar. Puedo ser rápido, pero no tan rápido como un BMW 750. Knox se aleja de mí para mirar a George. ―Está bien, hombre. Gracias por intentar y siempre cuidar mi espalda.

Estoy nervioso como el infierno.

Mis pulmones están golpeando contra mi pecho mientras camino hasta el centro del escenario tomando respiraciones lentas y profundas. Así no es cómo normalmente empiezo mis espectáculos. Por lo general, tengo esta introducción patea traseros con luces y videos, pero esta noche estoy haciendo algo diferente. Tenía que hacerlo, aunque probablemente lo pagaré más tarde. Los aplausos de la multitud sofocan mis pensamientos mientras tomo el micrófono del soporte. Trago antes de llevarlo a mi boca. ―¡Hola Atlanta! ―grito―. ¿Cómo está todo el mundo esta noche? La audiencia grita más fuerte. Su reacción es mi parte favorita de estar en el escenario, ver la emoción en sus rostros. Jodidamente amo a mis fans. Hago una pausa, esperando a que se tranquilicen antes de continuar y posiblemente crear suicidio profesional. Todos los ojos están en mí mientras esperan mi siguiente movimiento. ―Estoy seguro que muchos de ustedes se enterarán de algo que sucedió hoy, pero quería ser el primero en contarles y darles mi versión de la historia. Hace una hora, le di un puñetazo a un tipo. ―Levanto mi puño hinchado―. Herida de batalla. ―Los teléfonos con cámara se elevan en el aire, y sé que estoy a punto de estar transmitiendo en vivo en miles de redes sociales―. Los medios de comunicación probablemente informarán que tengo problemas de ira o que estoy fuera de control, pero no lo hice por eso. Lo hice porque tengo un problema con los hombres que no respetan a las mujeres, especialmente a las mujeres que me importan. ―Más teléfonos suben al aire―. Si te importa una mujer y alguien le hace algo terrible, defiéndela; y eso es lo que hice. Así que a todos mis amigos allá afuera, háganle saber a su chica que es apreciada. El público ruge en aplausos. Si el tipo grabándonos me expone, sé que mis fans seguirán guardando mi espalda. ¿Los medios retorcerán la historia entera? Probablemente. ¿Va a ser última noticia? Más probable. Pero ahora mismo, no me importa una mierda. Estoy listo para actuar y luego pasar el rato con mi mujer. Sostengo el micrófono de nuevo a mi boca. ―Ahora que ya está, ¡vamos a empezar este espectáculo! *** ―¿Cuántos tienes? ―le pregunto a Libby cuando regreso a mi camerino cuando el espectáculo termina.

Saco la camiseta sudada de mi cuerpo y la tiro al suelo. Está ardiendo aquí. Ella agarra una toalla, la pone bajo agua fría y empieza a recórrela por mi cuello. Mi boca se abre cuando dejo escapar un gemido. ―He tenido miedo de mirar ―responde, ayudándome a refrescarme antes de agarrar su teléfono―. Quince de Thomas. Dos de tu mamá. ―Vamos a ver el mío. ―Pongo el código de la caja fuerte de la habitación y saco mi teléfono. Mi estómago se revuelve mientras me desplazo por todas las llamadas perdidas y mensajes de texto―. Yo gano. Tengo dieciocho de parte de Thomas y veinte de mamá. Eso sin contar los mensajes de texto. Cae en una silla y corre una mano a través de su cabello liso. ―Probablemente están en un vuelo ahora mismo para asesinarnos. Me río. ―Lo dudo. Si estoy muerto, no tienen pan. ―Cierto, entonces están en camino para matarme. ―Contiene una respiración profunda antes de soltarla lentamente―. Por cierto, gracias por eso. ―Un ligero rubor cruza sus mejillas. Tomo su mano y me permite levantarla de la silla. ―Nena, no tienes que agradecerme por defenderte. Como tu hombre, ese es mi trabajo. Te apoyo, me preocupo por ti y siempre te defenderé. ―Paso mis labios por su cuello hasta que llego a la suave piel de su oreja―. A pesar de que das muy buenos golpes, Rocky Balboa. ―Me río y puedo sentir su pecho moviéndose contra el mío―. Le hiciste daño a ese imbécil. Sonríe de oreja a oreja cuando me alejo. Misión cumplida. ―Se lo merecía. ―Maldita sea, lo hacía. Salta al oír el sonido de mi teléfono. La miro. ―¿Deberíamos responder? ―Muerde el borde de su labio, sacudiendo su cabeza. Me río―. Hagámoslos sufrir. ―¿Qué tal si los hacemos sufrir, y yo te hago sentir bien? ―Mmmm… siempre amo tus brillantes idea, solecito.

―¿Crees que la gente va a asumir que estás aquí sólo por lo que pasó anoche? ―le pregunto a Knox. Estamos en el asiento trasero de una camioneta todoterreno alquilada, y George está detrás del volante. Knox mira por la ventana mientras nos dirigimos a la entrada privada del hospital infantil. La visita ha estado en la agenda de Knox desde el principio, pero soy muy consciente de cómo los medios de comunicación lo convierten en mierda. Harán que parezca que es una decisión de última hora para quitar la atención de él golpeando a Adam. ―Probablemente ―dice inexpresivo. ―Eso es triste. ―El mundo puede ser un lugar triste, y si esa es la clase de personas que la gente quiere creer pensar que soy, dejémosle creer eso. Estoy harto de preocuparme. No me pierdo su frustración. Tuvimos una larga noche con nuestros teléfonos sonando sin parar. Knox terminó desactivando sus cuentas de medios sociales temporalmente debido a la reacción que estaba recibiendo. Sus fans pueden apoyarlo, pero los que no, lo están haciendo parecer un criminal extremista. La culpa se estrella en mí. Soy la culpable de toda la situación, y no se ha publicado un video de mí golpeándolo. Adam está dando entrevistas de derecha a izquierda, tratando de tener sus veinte minutos de fama y parecer un buen tipo, a expensas de Knox. ―Tal vez debería hacer una declaración y decirles la verdad ―digo―. Soy la culpable de lo que pasó. No tú. Extiende la mano y captura la mía. ―No los voy a dejar ir tras ti. Esta mierda pasará en unas semanas, y este tipo volverá a ser un idiota sin nombre. ―Levanta nuestras manos y presiona sus labios en la mía.

Dios, ¿cómo me las arreglé para conseguir a alguien tan perfecto? Alguien que me da esta sensación de seguridad, pero me hace sentir que soy libre al mismo tiempo. No hay duda de que estaba siendo honesto sobre Stella. Me estaba protegiendo como lo hizo con ella. Preferiría poner su culo en la línea, que verme herida. ―Eres increíble, ¿sabes eso? ―le pregunto, inclinándome hacia adelante para darle un beso. ―Eres la única persona de la que necesito escuchar eso ―responde. ―¿Están listos, ustedes enamorados? ―pregunta George―. ¿O quieren seguir haciéndolo allí? Empujo su hombro, riendo. ―Sí, estamos listos. Salimos, y un hombre de cabello oscuro vestido con traje medico nos espera en la entrada. George abre el maletero, y Knox lo ayuda a descargar las bolsas de regalo que hicimos anoche. Después del espectáculo, allanamos el remolque de mercancías y enviamos a George a comprar juguetes. George echa el carrito rojo atrás y lo llenamos con las bolsas de regalo. Knox agarra el mango y lo tira a la puerta mientras George toma la guitarra de Knox y balancea la correa sobre su hombro. El hombre extiende su mano para sacudir la de Knox. ―Gracias por venir. Los niños han estado zumbando de emoción toda la mañana ―dice―. Soy Matthew. ―Eso nos hace dos ―dice Knox antes de presentarnos a George y a mí. Matthew presiona un código de acceso y lo seguimos a través de la puerta. Ilustraciones coloreadas con crayón y fotografías de supervivientes del cáncer alinean las paredes del pasillo. Estaré leyendo cada uno de esos en nuestro camino de regreso. Matthew nos lleva a una habitación llena de niños, padres y personal. El dolor desgarra mi corazón, apretándolo fuertemente, cuando veo a los niños, algunos con bajo peso, algunos con intravenosas conectadas a sus cuerpos, algunos con tez pálida, algunos sin cabello. El cáncer no discrimina. No importa cuál sea tu edad, sexo o raza. Sólo barre tu vida como un huracán mientras estás dando lo mejor aferrándote al salvavidas que te han dado. Jódete, cáncer.

Sin embargo, mi estado de ánimo se eleva mientras observo cómo los ojos de los niños se iluminan cuando ven a Knox. Me paro detrás de él, agarrando el asa del carrito, está podría ser una de mis mejores experiencias en esta gira. ―¿Quiénes son todas estas estrellas de rock aquí? ―pregunta Knox. La frustración que tenía en el auto se ha evaporado, y ahora no hay más que emoción en su voz. No es forzado ni falso. Una energía fresca ha estallado a través de él. La sonrisa en su rostro mientras camina por la habitación es tan malditamente genuina que quiero lanzar mis brazos a su alrededor, bañarlo con besos y susurrarle lo fenomenal que es. ―Sé que no tuvieron la oportunidad de llegar a mi concierto anoche ―continúa―. Así que pensé en traer el espectáculo a ustedes. Todos gritan en respuesta, algunos aplaudiendo mientras brillantes sonrisas toman sus rostros. Knox agarra su guitarra de George y se sienta en la silla en la parte delantera de la habitación. Me paro a un lado, apoyando mi espalda contra la pared, y miro mientras empieza a tocar. Soy tomada a otro mundo mientras escucho a los niños cantar con él cada palabra. Los cabellos en la parte posterior de mi cuello se levantan. Es el sonido más angelical que he escuchado. Lágrimas pinchan mis ojos mientras saco mi teléfono y empiezo a grabarlos. Esto me alentará en mis peores días. Cada vez que piense que estoy pasando por algo duro, sacaré esto como un recordatorio de lo increíblemente afortunada que soy. Cantan cuatro canciones juntos. Los niños que pueden levantarse comienzan a bailar mientras que los otros se balancean a la melodía. Los gritos estallan de nuevo cuando Knox termina. ―Vaya, creo que suenan mejor que yo ―les dice. Se ríen de placer. Desliza su guitarra y la pone abajo―. También traje algunas golosinas. Esa es mi señal. Los ojos de todos van a mí cuando llevo el carrito a él, tratando de controlar mis sollozos. Una pequeña niña con lentes apunta su dedo hacia mí. ―¿Esa es tu novia? Knox se ríe. ―Tendrás que preguntárselo, cariño. Sigo pidiéndole que lo sea, pero me rechaza. ―Le guiña a la niña―. ¿Qué crees que debo hacer para convencerla?

―¡Bésala! ―responde la niña, y la risa junto algunos “eww” siguen su respuesta. ―Cómprale diamantes ―dice un chico―. Eso siempre funciona con mamá. ¡Papá dice que ella ama el brillo! ―¡Consíguele un cachorro! ―sugiere otro. Knox me mira. ―¿Qué te parece, solecito? ¿Alguna de sus ideas me ayudaran a ganar tu corazón? Un rubor se arrastra por mis mejillas, y asiento, riendo. ―Lo estás haciendo muy bien por ti mismo. ―¡Oh, háganlo ya! ―grita un niño de atrás. ―Asqueroso ―grita una voz más pequeña―. Las niñas no quieren besarse con chicos hasta que se conviertan en sus esposas. Knox apunta sus dedos a la niña. ―Exactamente. Tal vez esté de acuerdo con eso algún día, y tendré ese afortunado beso. Pero por ahora, ¡¿qué tal si damos algunos juguetes?! La mención de los juguetes contrarresta completamente mi status de relación con Knox. Pasamos las siguientes dos horas repartiendo juguetes, jugando con los niños y tomando fotos. No siempre ves a la persona real detrás de todos los titulares. ¿Por qué no escriben de este hombre increíble que visita a niños que combaten el cáncer terminal, que ayuda a pagar las facturas de aquellos que no pueden pagar el tratamiento o que está de acuerdo con todos los Make-A-Wish9? Knox tiene razón. El mundo es triste. Lo que es aún peor, es que nunca hubiera creído que es tan caritativo si no hubiera estado en mi programa y hacer un seguimiento de todo. No me gusta que me prueben que estoy equivocada, pero en este caso, haré una excepción. Me he equivocado sobre él desde el principio. Cuando es tiempo de irse, Knox hace señas a Matthew. ―Antes de partir, ¿podemos hacer una ronda por las habitaciones de los niños que no pudieron venir? Me gustaría sorprenderlos también. Señor ayúdame, cada día estoy cayendo más y más profundo por este hombre. Make a whis: Fundación sin fines de lucro que concede deseos a los niños con enfermedades que amenazan sus vidas. 9

Estoy cayendo más y más profundo de amor por él. *** ―¿Quieres saber por qué te llamo solecito? ―pregunta Knox cuando volvemos a la camioneta. Siempre he estado curiosa sobre eso, pero asumí que era por mi cabello. ―¿Por qué? ―Cuando entraste a la oficina de Thomas, estaba teniendo un día de mierda. Incluso estaba pensando en dejar la gira y abandonarlo todo. Cuando vi que te había gritado en lugar de a él, me sentí como un idiota. Estabas allí, emitiendo esta luz positiva, y aunque no quería traer esa luz a mi vida, sabía que era lo mejor para mí. Te hice pasar un tiempo difícil, porque estaba tratando de permanecer en mi agujero de oscuridad, tratando de ahogar todo con alcohol y actuando. ―Te veías bien para mí. Estaban haciendo fiestas y yendo a clubes. ―Entumecer tu mente con bebidas y mierda no significa que seas feliz ―Frunce el ceño, pasando las manos por su rostro―. Esto probablemente suena estúpido para ti. ―No, sé por experiencia que eso es lo que los hombres en la industria tienden a hacer. Tratan de adormecerse. ¿Lo entiendo? No exactamente. Pero no es estúpido. ―Sonrío―. Y me encanta mi apodo, aún más ahora, ya que sé lo que significa. Mi teléfono vibra y lo saco de mi bolso. Thomas: Dile a Knox que conteste su teléfono. Tenemos problemas. Sostengo mi teléfono y le muestro el mensaje a Knox. ―Lo apagué cuando estábamos en el hospital ―dice, cavando en su bolsillo. Lo enciende, y la sonrisa en su cara se desvanece cuando comienza a leer los mensajes. ―¿Qué es? ―pregunto. Sacude la cabeza, incapaz de mirarme, y lo vuelve a meter en sus jeans. ―No es nada. ―Obviamente es algo. Luces como si alguien te hubiera dicho que la gira se canceló o algo así. ―No es importante. ―Entonces dime ―presiono. ―Uno de mis mayores patrocinadores canceló su contrato conmigo hoy.

―¿Qué? ¿Quién? ―Netphase. ―Netphase es la nueva y creciente red de telefonía celular que está haciendo millones usando el respaldo de celebridades. ―¿Pero no es eso un contrato de un millón de dólares? Asiente, levantando su hombro en un medio encogimiento. ―No es un gran problema. Su pérdida. ―Es un gran problema. ¡Has perdido un millón de dólares por mí! ―Tengo mucho dinero. Está bien. Desbloqueo mi teléfono. ―Voy a llamar a Thomas ahora mismo y decirle que arregle esto ―gruño―. Mejor aún, llamaré a Netphase yo misma y les diré lo que pienso. Quita mi teléfono de mi mano. ―No lo hagas. Está hecho. ―Suspira―. Tuvimos un buen día hoy, no dejemos que estas noticias lo arruinen. Perdí algo de dinero, ¿y qué? Sucede. Me inclino hacia atrás en mi asiento y asiento, aunque la culpa está penetrando más fuerte. ¿Cómo puede pensar que soy su sol cuando le cuesto un millón de dólares?

Me froto el cuello mientras sigo a Libby dentro de la habitación. Me he estado aguantando las palabras que estoy a punto de decir. Decirlas significará que ha llegado la hora de dar la cara a la realidad, y la realidad no es mi mejor amiga en este momento. ―Esto es todo ―susurro yo. ―Nuestra última noche juntos. Es tarde, pasada la media noche, y estoy exhausto después del espectáculo de esta noche. Los pies me están matando. Mi cuerpo duele como la mierda. Pero no hay nada que vaya a detenerme de quedarme despierto hasta lo más tarde que pueda para saborear

nuestro tiempo juntos. Intenté convencerla para cambiar la fecha del concierto de esta noche, pero ella no quiso. Típico de Libby: más preocupada por mi carrera y por sus responsabilidades, que cualquier otra cosa. Ella vuela a casa por la mañana. La tristeza me atraviesa mientras pienso que ella no estará a mi lado cuando me despierte por las mañanas, o esperando ahí, con una botella de agua en la mano, tan pronto como salga del escenario al terminar el espectáculo. Esas pequeñas cosas a las que me he acostumbrado con ella están a punto de terminar. Me va a golpear duro. No quiero que se vaya, pero pedirle a que abandone la universidad y tire sus sueños por la borda seria egoísta por mi parte. Se siente de la misma manera pidiéndome a mí que tome tiempo libre de mi gira y mi música. Estamos atrapados entre la espalda y la pared ―preocupándonos tanto uno por el otro que nos estamos perdiendo lo que realmente es importante―, incluso si esto significa que estamos destrozando nuestros corazones en el proceso. Es un mal momento. Y el momento es tan malditamente crucial en las relaciones, es una nube suspendida sobre tu cabeza, dándote oportunidades de hacer que suceda o romper tu amor, y tú solo puedes esperar a que salga el sol. Deja caer su bolso y se quita las sandalias de una patada mientras yo enciendo la luz. ―Lo juro, parece como si el tiempo hubiera volado, y aun así y todo ha pasado tanto. ―Ella se para, alzando su adorable nariz―. ¿Si es que eso tiene sentido? ―Lo tiene, y no lo cambiaría por todo el oro del mundo. Hemos viajado miles de kilómetros juntos, superado altos y bajos, y nuestros corazones se han ampliado por el otro. Dos semanas han pasado desde la pelea con su ex y todo el juego de mierda que le siguió, pero la culpa sigue con ella, lo puedo ver, incluso cuando miente sobre ello. Ella sonríe. ―Yo también. Esta gira ha sido algunos de los meses más agradables de mi vida. Nunca lo olvidaré. ―Ella alza su muñeca para mirar su reloj―. Tenemos menos de ocho horas hasta que me tenga que ir, ¿qué tal si echamos un polvo? ―Ella alcanza el borde de su vestido y lo saca por la cabeza.

Me lamo los labios ante la vista de ella de pie frente a mí llevando solo unas braguitas negras de encaje con sujetador a juego. Me lanzo sobre ella, casi tropezando con mis propios pies. ―Literalmente. Te voy a echar el mejor polvo que nunca te hayan echado, solecito. Capturo el cierre del sujetador con mis dedos, lo desabrocho, y sus pechos se derraman ante mi vista. Me tomo mi tiempo trabajándomela, saboreando cada pezón, dando vueltas con mi lengua alrededor de ellos, y luego succionando fuertemente los picos. Su rostro esta acalorado, nuestra respiración es lenta, cuando la recuesto cuidadosamente en la cama y empiezo a dejar una cadena de besos sobre su pecho bajando hacia su estómago, deseando que el tiempo se detuviera cada vez que mis labios tocan su suave piel. No quiero perder a esta mujer que ha cambiado mi vida de tantas formas diferentes. Ella me ha hecho querer ser un hombre mejor. Sus piernas se separan cuando alcanzo sus muslos, y tiembla mientras recorro con mis dedos los labios de su coño, sintiendo cuán empapada esta por mí. Me sumerjo directo en ella, devorando todo por lo que siempre estoy hambriento, y ella se retuerce debajo de mí, suplicándome repetidamente que le dé mi polla. Me concentro en darle placer, ignorando sus protestas, y llevo mi lengua más adentro. Ella se tensa más cuando añado mis dedos a la ecuación, trabajándola, dándole lametones, hasta que su espalda se arquea y se deja llevar contra mis labios. Joder. Podría pasarme la vida entera comiendo este coño. Me elevo y miro que ella empieza a recuperar el aliento. ―Mi turno ―susurra ella, echándose hacia adelante. Gruño cuando me empuja sobre mi espalda e inmediatamente me quita la camisa. La habitación se siente caliente cuando empieza a recorrer mi pecho con besos húmedos, y a rodar su lengua sobre mis pezones, estirándolos con sus dientes. Tiemblo cuando desabrocha mi pantalón, lo baja de un tirón, y sus labios rodean mi polla sin llegar a quitármelos del todo. Mis dedos necesitados se hunden en su cabello, guiándola como a mí me gusta, y ella para justo cuando estoy a punto de explotar. Conoce mi cuerpo así de bien. Se lame los labios y se limpia la boca con el dorso de la mano mientras sonríe hacia mí. ―Te quiero encima ―dice ella. ―Tu favorita ―murmuro. Es la mía también. ―Enséñame cuanto te excito. Domíname.

Sonríe durante todo el rato mientras termina de quitarme el pantalón y los lanza fuera de la cama. Vuelve a estar debajo de mi para cuando golpean la puerta, todo mi peso suspendido sobre ella, y me pongo un condón antes de posicionar mi polla en su abertura mojada. Todo se siente bien cuando me hundo en ella. Muevo mis caderas, y ella va al encuentro de mis estocadas con un gemido. ―Sí ―murmura―. Siempre sabes exactamente cómo me gusta. ―Joder, cariño ―digo en tono áspero, echando mis caderas hacia atrás para dar estocadas más largas―. Te sientes tan jodidamente bien. Nada puede mejorar esto. Entrelazo nuestras manos, empujándolas contra el colchón duro, y la vuelvo a penetrar. Vamos despacio, dándonos a cada uno todo lo que tenemos, mientras nos decimos nuestro adiós. Ella alza el culo, y yo apoyo sus piernas sobre mis hombros para poder llegar más profundo dentro de la mujer por la que estoy obsesionado, manteniendo mis ojos en la imagen que me quita el aliento todo el rato hasta que ella grita por el éxtasis. Descargo mi liberación en tres golpes más. ―Te amo ―digo, mirándola a los ojos fijamente y recuperando mi aliento. Las palabras han estado en la punta de mi lengua por un tiempo, pero me he aguantado el decirlas por miedo a asustarla. La habitación se queda en silencio, y parecer ser que mi confesión ha arruinado el momento. Una alarma me atraviesa cuando se queda mirando al techo, evitando mi mirada. Le doy el mejor orgasmo y luego la abofeteo con demostraciones de amor. Su reacción es solo una evidencia más de que el momento no está de nuestro lado. ―No tienes por qué decirlo de vuelta ―digo yo rápidamente, dejándome caer a su lado y abrazándola fuertemente―. Solo quería que supieras cómo me siento cuando aterrices mañana en California. No quiero que te vayas a casa pensando que para mí solo ha sido una aventura. Tú significas mucho más para mí que eso. Le toma unos cuantos segundos antes de bajar la mirada. ―El sentimiento es mutuo. También te amo. ―Su mano sostiene la mía―. Perdona por el retraso, pero me has sorprendido cuando lo has soltado. No puedo ni pensar a derechas ahora mismo. Eso fue increíble. Estoy seguro de que la sonrisa que le estoy dando ahora mismo es cursi como el infierno, pero no puedo evitarlo.

―No sabes lo bien que me hace sentir oírte decir eso. Ella asiente tímidamente, pero sus ojos siguen sin encontrarse con los míos. Me levanto para tirar el condón y ponerla sobre mi cuando regreso a la cama. Hemos hecho el amor esta noche. Fue apasionado y emocional. Pero me temo que toda esa pasión se va a marchar con ella en el avión mañana. Libby se queda dormida antes que yo. Su respiración se acompasa, su pecho moviéndose dentro y fuera contra el mío. El sueño no me llega. Vi la verdad en sus ojos. Hay amor ahí. Pero también vi algo más. Duda. Los sentimientos de Libby son mutuos, pero puede ser que no sean tan profundos. *** Es temprano, el sol ya está brillando a través de los cristales tintados del SUV mientras vamos de camino a llevar a Libby al aeropuerto. Ella me ha pedido que me quede en el auto y nos despidamos aquí, así puede ser privado y sin llamar la atención de la prensa. Le ofrecí alquilar un jet, incluso sugerí ir con ella y volar luego de vuelta, pero lo rechazó. ―Puedo enviar un avión a recogerte los fines de semana o cuando tengas algún descanso en la universidad ―digo, apoyando mi mano en su pierna―. Ya encontraremos la manera de hacer que esto funcione. Sube sus gafas de sol por el puente de su nariz, suspirando. ―Knox, sabes que eso va a ser difícil y no va a funcionar. ―¿Pero qué coño? Mi pecho empieza a comprimirse, mi mente ya sabe exactamente a dónde va esta conversación, a una jodida muerte final―. Tú vas a sumergirte con tus cosas. Voy a estar estudiando como una loca. Ninguno de los dos va a tener tiempo para tomar un avión al otro lado del mundo. Sin mencionar, que yo voy a estar trabajando a tiempo parcial para Thomas, y también tengo a mi padre. Sigo negando. ―No hagas esto, Libby. ―¿Que no haga qué? ―Decidir que no va a funcionar sin ni siquiera darle una oportunidad. No destruyas todo porque te asuste un poco de distancia. Puede ser que no tenga el mejor registro de parejas, ninguno de los dos lo tiene, pero eso no significa que seamos incapaces de

compromiso y amor. Créeme, yo también estaba aterrorizado de decirlo. Solo ha habido otra mujer a la que le he dicho esas palabras, y esa relación se fue a la mierda. Pero, esta vez, es más fuerte. El amor que siento por ti me atraviesa todo el cuerpo, mis venas, mi corazón, cada parte de mí. Haré lo que haga falta para que lo nuestro funcione. Volaré hasta ti cada día que tenga libre. Te traeré hasta mí. Cualquier cosa. Por favor no hagas esto. Estoy divagando, lo sé, pero tengo poco tiempo para abogar por mi caso antes de que se tenga que ir. Ella sacude la cabeza. ―No estoy rompiendo nada. Todo lo que estoy diciendo es que nuestra relación va a cambiar drásticamente tan pronto como me suba en ese avión. Estaremos en diferentes husos horarios. Mi hora de dormir será la hora de tu espectáculo. ―Somos suficientemente adultos para manejar mierda como esa. Tenemos Facetime, teléfonos, ordenadores. La tecnología moderna pega muy fuerte. ―Ella se queda en silencio―. ¿Por qué no dijiste nada de todo esto anoche? ¿Por qué me lo estás soltando todo en el último minuto, justo antes de que estés a punto de marcharte? ―Porque no quería herirte. Quería que los dos disfrutáramos nuestra última noche juntos. ―Mira abajo a mi mano, como si no debiera de estar ahí y niega―. A lo mejor estoy leyendo demasiado en esto. Estoy exhausta, y sé que tengo una larga semana por delante intentando poner todo en orden para mis clases. Se me seca la boca cuando George se detiene en la puerta del aeropuerto. ¡Da una vuelta! ¡Necesitamos más jodido tiempo! Él mira hacia Libby. ―¿Lista? Asiente antes de inclinarse para alcanzar su bolso que está en el suelo. ―Llámame o envíame un mensaje en cuanto aterrices, ¿de acuerdo? ―gruño. Asiente, mirando a su regazo. ―Lo haré. Quiero arrancar esas gafas de sol de su rostro y obligarla a que me mire. Es la mejor manera en que puedo leerla. Tengo la enferma sensación en el estómago de que tan pronto como salga de este auto, habremos terminado. Me echo hacia delante y capturo su barbilla con mi pulgar y dedo índice, suavemente presiono mis labios contra los suyos. Ella responde, cogiéndome por la parte trasera del cuello y fortaleciendo nuestro beso. Me golpea cuando lentamente se separa y rompe nuestra conexión.

Esto no es solo un beso de despedida. Es el beso de despedida. Podría ser posiblemente el último beso que nos vayamos a dar. ―Bien… ―pausa―. Tengo un vuelo que tomar. ―Te amo ―digo, tragando duramente. ―Yo también te amo. ―Las palabras salen aceleradas de sus labios mientras abre la puerta. No mira atrás mientras George saca su equipaje del auto y se lo da, o cuando lo arrastra tras ella mientras desaparece a través de las puertas del aeropuerto.

―Mi compañera de cuarto ya regreso, la la la, tengo a mi compañera de vuelta, la la la ―canta Mia mientras entra saltando en mi habitación. Llegué hace unas cuantas horas y tomé un Uber a casa, ya que Mia iba a estar en un evento de caridad con sus padres todo el día. He deshecho la maleta, y el último montón de ropa sucia está ya en la secadora. He estado ocupada tratando de deshacer la maleta y organizando todo para cuando comiencen las clases. Tengo una reunión con el asistente financiero por la mañana para organizar mi plan de pago. Durante el vuelo, me repetí una y otra vez a mí misma que debería de haber aceptado la oferta de Knox de volar conmigo, pero tuve que insistir para que se quedara. Él se estará yendo del país en dos días y va a necesitar mucho descanso. Por no mencionar, que hubiera hecho nuestra despedida más dura, especialmente después de haberme dado cuenta de que las cosas entre nosotros no funcionaran con la distancia. Mis ojos se habían aguado, las lágrimas me mordían cuando estacionamos en el aeropuerto, y di las gracias por tener las gafas de sol puestas. Tenía que

mantenerme fuerte. Tenía que ser sensible. No podía hacerle creer que todo iba a ser vino y rosas cuando me fuera. ―¿Sigo siendo considerada como compañera de cuarto si técnicamente no estoy pagando el alquiler? ―pregunto. Le he ofrecido pagar por dejarme estar ahí con ella ahora que tengo algo de dinero, pero no lo acepta. Mueve a un lado un montón de ropa doblada y se sienta en mi cama. ―Yo tampoco pago el alquiler aquí, así que imagino que las dos nos estamos librando de ello. Sonrío. Por eso es por lo que ella es mi mejor amiga. En vez de hacerme sentir como una perdedora, hace chistes sobre sí misma. Da un golpe sobre mi cama. ―Y ahora quiero saber todos los detalles sobre la gira. ―Fue muy ocupado ―contesto. ―¿Esos son todos los detalles? ¿Estuviste ocupada? ¿Ocupada trabajando? ¿Ocupada en el dormitorio? ―Me quedo callada―. ¿O las dos cosas? ―Ya sé que no me vas a dejar tranquila, así que las dos. ―¡Yay! Por fin la tumbaron, señoras y señores. Ahora quiero saberlo todo. Quiero saber qué fue de tu vibrador, la verdad sobre lo que pasó con el pendejo de Adam, porque sé que toda la mierda publicada en la red son mentiras; y cómo es Knox en la cama. Me pasé la siguiente hora dándole detalles de la gira, pero intenté no hablar sobre la parte en la que le dije adiós a Knox. ―¿Crees que continuarán juntos? ―pregunta, sin dejarme escapar de ello. Su pregunta me golpea fuerte, puedo sentir mi corazón dar un tirón en mi pecho. ―No estoy segura. No quiero hablar sobre ello. ―¿Te rompió el corazón? Niego, con una lágrima cayendo por mi mejilla. ―No, creo que yo rompí el suyo. Su expresión se suaviza, y me echa un brazo alrededor. ―Entonces des-rómpelo. Obviamente tú tienes sentimientos por él, fuertes. ―Lo amo. ―Puedes arreglarlo. Puedes estar con él.

―No puedo. Nunca funcionará entre nosotros, y cuanto más se alargue, más duro será el dolor cuando se haga pedazos. Él está de gira, Mia. Está viajando por todo el mundo con chicas lanzándose a sus brazos cada tres segundos. Honestamente, ¿crees que se va a mantener célibe y esperar por su novia que está a miles de kilómetros de distancia sentada en clase? Fui testigo de lo que pasó con Adam, con mi padre, con todos los chicos de la banda. Los hombres no pueden mantenerse fieles si son músicos, especialmente en la carretera. ―¿Le has dicho cuáles son tus miedos? ¿Por qué saliste corriendo? ―He intentado explicárselo, pero no lo entiende. Jura que se mantendrá comprometido y no me traicionará, pero no puedo creer sus palabras, no importa cuán duro intente convencerme a mí misma. Si no creo en él, nunca funcionará. Estoy limpiando mis lágrimas cuando mi teléfono suena. Lo cojo y no puedo evitar sonreír. Knox: Mi nueva asistente huele a pepinillos y salsa picante. Tampoco puede parar de roer cubitos de hielo. ¿Te enfadarías conmigo si la hiciera ir en el techo del autobús? Sería como un descapotable. Mi reemplazo en una mujer en sus treinta, la cual parece simpática y organizada. Anna ha trabajado como asistente de otras cuantas celebridades, pero su agenda nunca ha estado tan llena como lo está con Knox. Le dije que a lo mejor quería ir y almacenar Xanax10 o algo similar, porque se le veía muy nerviosa y arruinada cuando llegó el momento de tomar mi lugar. Sabía que iba a ser un gran cambio para Knox cuando me fui, y él probablemente le iba a dar trabajo al principio, como me hizo a mí. Yo: sé bueno con ella, tiene muy buenas referencias. Knox: No está haciendo un mal trabajo. Solo que no eres tú. Su respuesta aprieta mi corazón. No eres tú. Podría abandonarlo todo, despedirme de mi trabajo, dejar la universidad, y empezar a trabajar para él de nuevo, ¿pero luego dónde me quedaría cuando las cosas decayeran? Me quedaría sin trabajo y fuera de la universidad. Yo: Si la despides, volverán a traer a tu madre de vuelta. Knox: Mierda. Buen punto. Mi teléfono vibra con otro mensaje. Anna: Dijiste que podía enviarte mensajes si necesitaba algo, ¿pero tienes alguna pastilla de la felicidad en algún sitio para este sujeto? 10

Xanax: Medicamento para la ansiedad.

Yo: Pastilla de la felicidad no, pero prueba Friends en Netflix. Knox: ¿Le acabas de enviar un mensaje y le has dicho que ponga Netflix como si fuera mi niñera preguntando como controlar a un niño malcriado? Yo: Te estás comportando como un niño malcriado. Sé bueno con ella por mí. Knox: ¿Quieres saber algo que me pondría de buen humor? Yo: Quién sabe contigo. Knox: Envíame una foto sexy. Yo: Estoy sentada en mi habitación con Mía. Se creerá que soy una loca. Knox: Eres una loca, y lo amo. ―¿Es él? ―pregunta Mia. Asiento―. Sé directa con él ahora mismo. No lo alargues si no estás segura de lo que quieres. ―Lo haré. En otro momento.

―Hola, necesito establecer un plan de pago ―le digo al asesor financiero con el que había tenido una cita agendada por meses―. Tengo cerca de un tercio que puedo pagar por adelantado. Había ahorrado casi cada centavo que pude, pero solo trabajar por unos pocos meses no era suficiente para pagar por ambos semestres. Aunque es algo, y cada poco cuenta para mí ahora mismo. La mujer de mediana edad empujó sus lentes hacia arriba por su angosta nariz y asintió. ―Necesito tu identificación, por favor. ―Saco mi cartera y le entrego mi identificación. Empieza a introducir toda mi información―. Libby Graves. ―Presiona unas pocas teclas más, y entonces inclina la cabeza a un lado para estudiar la pantalla―. Parece que tu matricula ha sido pagada para ambos semestres. Me inclino hacia adelante en mi silla. ―¿Qué? Creo que hay un error. ―Apunto a mi identificación en su mano―. ¿Escribió mi nombre correctamente? ¿Quiere llamar y asegurarse de que no es un fallo en el sistema? ―No hay fallos, tu nombre está escrito correctamente y toda la información concuerda con tu cuenta. Tu matricula está pagada. ―¿Por quién? ―No lo dice. Todo lo que me dice, es que fue pagada hace dos semanas. ―Sus delgados labios rosas forman una sonrisa―. Quien sea que haya sido, ha sido extremadamente amable. ―Junta las manos y las posa sobre el escritorio―. ¿Hay algo más en lo que te pueda ayudar? La oficina está llena de gente. Quiere que me vaya de aquí, así puede seguir con el siguiente estudiante en banca rota.

―No, gracias ―digo, levantándome de la silla. Tomo la identificación y dejo su oficina. Mi bolso está colgando de mi brazo cuando miro dentro y encuentro mi teléfono mientras regreso al Jeep que está en el estacionamiento, el cual aún necesito regresarle a Knox. Cuando pregunté cuándo quería que pasara a dejarlo, me dijo que esperara hasta que Nate estuviera en casa. Tengo el presentimiento de que esperar a que Nate regrese a casa, tomará un tiempo. Yo: ¿Pagaste la matrícula? Desbloqueo las puertas y me deslizo dentro del Jeep. Hago todo el camino de regreso al condominio, antes de que mi teléfono suene repetidamente. Knox: No tengo idea de lo que estás hablando. El hada de las matriculas debe de haberlo hecho. Yo: Lo digo en serio. Retira el pago. Knox: Demonios, no. Yo: Entonces te regresaré el pago. Este se supone que es el tiempo para que sea independiente, y que Knox pague las cuentas por mí, es lo opuesto completamente. Tiro del bolso sobre mi hombro y zapateo hacia el condominio, como la niña de tres años que estoy actuando. ―¡Pagó mi matrícula! ―grito. Mia está sentada en la mesa de la cocina zampándose un tazón de yogurt y granola. ―Buen chico. ―No, mal chico. Quería hacer esto por mi cuenta. No soy uno de sus pequeños casos de caridad. Suelta la cuchara en el tazón y rueda los ojos. ―No creo que lo haya hecho porque siente pena por ti o porque seas un maldito caso de caridad. Lo hizo porque se preocupa por ti, y tengo el presentimiento de que también lo hizo porque está enamorado de ti. No le he dicho a Mia que Knox confesó sus sentimientos por mí, y no planeo hacerlo. Si se entera, estará detrás de mi trasero, riñéndome sobre alejarlo. ―Esto en verdad te ayuda ―continua―. Si haces más dinero en el futuro y te sigue carcomiendo tanto, se lo regresas entonces. Pero necesitas tomar toda la ayuda que puedas ahora mismo, ¿está bien? Estarías pagando préstamos estudiantiles por

los próximos cinco años si él no paga. Tienes mucho ocurriendo ahora mismo, horas requeridas de servicio comunitario, tu trabajo, tarea, has estado estresada por preocuparte sobre pagar por la escuela en la cima de todo eso. Mi teléfono suena cuando me siento en la silla enfrente de ella. Knox: ¿Estás enojada? Lo siento, solo quería ayudar. Quiero que te concentres en hacer lo que amas. Yo: No estoy enojada. Solo me tomó por sorpresa. Knox: Honestamente, eres una de las mejores personas que alguna vez entró en mi vida. Cuando sea viejo y escriba una biografía sobre mi vida, estarás allí como alguien que me cambió para mejor. Todo lo que has hecho por mí, cada emoción que me has hecho sentir, me hace un hombre mejor, y no te puedo agradecer lo suficiente. Quiero agradecerte por darme algo tan maravilloso ayudándote con la matrícula. Por favor, dame eso. Vas a salir y harás grandes cosas. Estarás ayudando a los menos afortunados y cuidando de niños cuyos padres no tomaron las decisiones correctas, quiero que seas capaz de concentrar toda tu atención en eso, no en los pagos estudiantiles. Inhalo mientras siento que mis ojos se empiezan a aguar. Quiero detener las lágrimas, pero no puedo mientras caen por mis mejillas. ¿Cómo puedo pelear con él en esto, cuando parece que significa tanto? Yo: Está bien. Gracias. No tienes idea de lo mucho que lo aprecio. Knox: Sé que lo haces, por eso lo hice. ―Oh mierda, rostro feo y lloroso ―dice Mia, mirándome fijamente. Estaba tan envuelta en el mensaje de Knox, que me olvidé de que incluso estaba allí―. ¿Lágrimas de alegría o de furia? ―Lágrimas de alegría… agradecimiento ―respondo. Sostengo mi teléfono, así no puede leer su mensaje. ―Maldita sea chica, este hombre es tan dulce para ti. ―Golpea su brazo en el aire―. Tenemos un ganador. Mi mejor amiga finalmente tiene un buen hombre. Sorbo. ―Oye, cálmate, matadora. No es mi hombre. Ni siquiera estamos juntos juntos. ―¿Él sabe eso? ―Sí. Le dejé muy claro que no podría tener nada serio antes de irme. Las cejas cafés de Mia se levantan. ―¿Por qué? Tienes una buena cosa en tu vida, y la estas tirando por nada. Sé que piensas que no se puede confiar en hombres en esas situaciones y que no

funcionará, pero estas basando esa creencia en dos hombres. Tu papá y Adam. No mates tu vida amorosa entera porque un imbécil te lastimó. Plenitud de celebridades están en relaciones comprometidas. ―Tiene una reputación que encaja con la suyas perfectamente, Mia. Perfectamente. Prefiero alejarme ahora que tener mi corazón pisoteado en unas pocas semanas y ser el hazmerreír. Deja escapar un largo suspiro. No le gusta mi respuesta, y probablemente no escucharé el final de esto. ―Salgamos a cenar esta noche. No hemos celebrado tu bienvenida desde que has regresado, y sé que, tan pronto como inicie la escuela, va a ser como arrastrarte de los pelos para hacer que hagas algo conmigo.

―No te alteres ―susurra Mia. Miro hacia ella mientras enreda su cabello oscuro alrededor de un dedo y me mira ansiosamente. Han pasado dos días desde que estoy en casa. Knox me manda mensajes todas las mañanas, y hablamos a lo largo del día. No ha mencionado nuestra relación, pero creo que está tratando de mostrarme sutilmente, que así es como lo haremos funcionar, que somos capaces de sobrevivir a una relación de larga distancia. Estoy almorzando con Mia. Está intentando tener todo el tiempo de chicas que pueda, antes de que empezara a agobiarme con la escuela y el trabajo. ―¿Que no me altere sobre qué? ―pregunto. Estamos sentadas fuera, en el patio de uno de nuestros restaurantes favoritos. ―Hay tres hombres con cámaras apuntadas directamente hacia nosotras justo detrás de ti. ―¿Qué? ―Volteó alrededor para ver qué es lo que está mirando, y por supuesto, hay tres tipos con costosas cámaras pegadas a sus manos con los objetivos enfocados directamente a mí. Me vuelvo en el asiento y dejo salir un exasperado suspiro. ―¿Ves? Esto es exactamente lo que te dije que pasa cuando sales con un hombre en los reflectores… especialmente con uno tan famoso como Knox. ―¿Y qué mierdas importa? Toman unas pocas lamentables fotografías de ti comiendo tu pollo a la plancha con espárragos. Si ese es el estrés por el que tienes que pasar para estar con un hombre grandioso, tómalo. Podrías tener que esperar meses para que regrese a casa desde la guerra o convertirte en una hermanaesposa11.

11

En un matrimonio polígamo, una mujer que es simultáneamente hermana y co-esposa de otra.

―¿Realmente estás tratando de comparar el estar con Knox a tener que compartirlo con otras numerosas mujeres? ―Sí, y con suerte penetrará en ese duro cráneo tuyo que la mierda podría ser peor. Agarro el agua y tomo un trago. ―Sigue sin ser por lo que quiero pasar cada vez que decido ir a algún lugar. Ellos publicarán esas fotografías en línea, y todos sus fans me llamarán fea y criticarán todo sobre mí. ―Y tú eres la que estará en su cama, así que, ya sea que estés llevando un vestido poco halagador o que tengas un grano en la nariz, sigues ganando. ―Lo que sea, terminé de hablar de eso. Terminamos la comida, pagamos la cuenta y regresamos al Jeep. Los estúpidos con las cámaras siguen tomando fotos y grabando cada movimiento nuestro. Acelero el paso cuando empiezan a seguirme. ―¡Libby! Libby! ¿Cómo están las cosas con Knox ahora que ya no estás de gira con él? Otro se acerca más. ―¿Son una pareja oficial? ¿Aún tiene sentimientos por Stella? ―¿Ha visitado a tu papá en prisión? ―¿Por qué golpeó a Adam Dole? ¿Los rumores de que salías con él son ciertos? Me volteo para verlos. ―¡Por favor, paren de seguirme! ―grito―. Knox y yo decidimos seguir por caminos separados. Las palabras dejaron mis labios antes de que me diera cuenta de lo que estaba diciendo. Todos lo que sostienen una cámara sonríen. Les di exactamente lo que querían. Abro bruscamente la puerta del Jeep y salto dentro. ―No puedo creer que hayas dicho eso ―dice Mia, entrando―. ¿Estás loca? ―No se callaban, mierda ―espeto, tratando de meter las llaves en la ignición con mis manos temblorosas, pero sigo sin poder. Ella las toma y hace el trabajo por mí. ―Necesitas llamar a Knox y decirle. Va a estar lívido y confuso cuando llegue a él. Odio que la chica tenga razón, pero lo hecho, hecho está.

Estoy viendo el video que Easton me envió por correo por quinta vez. “Knox y yo hemos decidido ir por caminos separados”. Refresco la pantalla. “Knox y yo hemos decidido ir por caminos separados”. Lo pauso en su rostro. Se ve preciosa. Jodidamente hermosa. Su cabello está recogido en una trenza, resaltando cada color en él. La extraño malditamente tanto, y apesta que la primera vez que la veo después de irme, esté diciendo esto. No veo una sonrisa o alguna luz en sus ojos. Sólo hay molestia e irritación. Pero se ve arrebatadora incluso cuando me está clavando un cuchillo en el corazón. La sensación de traición late por mis venas. ¿Por qué no vino a mí primero en lugar de atacarme por la espalda? Sí, insinuó que no quería una relación a larga distancia mientras yo estaba de gira, pero ha seguido mandándome mensajes. Hablamos a diario. ¿Cómo puedes declarar ir por caminos separados con alguien con quien todavía estás en constante contacto? Me siento como el amante… el chico que intenta mantener escondido del mundo. Tomo mi teléfono y llamo a Thomas. ―Hola, ¿podemos hacer un descanso en mi programa? ―pregunto. ―¿Qué quieres decir con hacer un descanso en tu programa? ―Su tono es molesto, por lo cual no lo culpo―. Acabas de llegar a Tokio. ―Encuentra tiempo, ¿de acuerdo? Aunque sea sólo un día, no me importa. ―¿Qué está pasando? ¿Dónde tienes intención de ir? ―Casa.

Exhala. ―¿Sabes que es un vuelo de quince horas? ―¿Crees que me importa una mierda? *** ―¿Hemos decidido ir por caminos separados? ―suelto tan pronto como Libby abre su puerta principal. Su boca se abre y le toma un par de segundos comprender que en realidad estoy ahí delante de ella. He estado en un vuelo de quince horas y probablemente parezco sacado del infierno. Lo he hecho mentalmente, para ser honesto. Mi mente ha estado frenética con incertidumbre desde que vi el video y no estaba seguro de qué iba a encontrarme cuando apareciera aquí. ―Knox. ―Mi nombre suena tan dulce saliendo de su boca. He extrañado eso. ―¿Hemos decidido ir por caminos separados? ―Me mata aún más cada vez que lo digo. Esas seis palabras me han estado persiguiendo. Su cabello rubio está trenzado a un lado y sólo lleva un sujetador deportivo y pantalón de deporte. Alza su mano, luchando para decir las palabras correctas para explicar por qué me atacó por la espalda con esto. ―Deja… déjame explicar. ―¿Dejarte explicar? ¡Le explicaste un montón al mundo entero! ¿Qué ocurrió con esperar y mantener nuestra relación en privado y entre nosotros y sólo nosotros? Mira detrás de su hombro antes de dar un paso fuera y cerrar la puerta detrás de ella. ―Hablamos de esto. ―Su voz baja a casi un susurro―. Acordamos que intentar mantener una relación mientras estás de gira… o en el foco de atención, no es realista. ―Sus ojos se enfocan en el suelo. Justo como en el aeropuerto… ni siquiera puede mirarme. ―Eso es una tontería. Soy perfectamente capaz de mantener una relación y estar comprometido contigo mientras estoy de gira y en el foco de atención. Eres tú, solamente tú, quien está tan asustada, tan malditamente asustada, de lo que la gente dirá. ¡Estás tan preocupada por la posibilidad de que se rompa tu corazón que ni siquiera lo escuchas cuando es feliz!

Finalmente me mira y cuando lo hace, puedo ver la vergüenza en su rostro. Puedo ver su lucha consigo misma alejarse. Me ama, entonces, ¿por qué nos hace esto? ―Esto es de lo que estoy asustada ―dice finalmente―. La destrucción de nuestra amistad porque cruzamos esa línea. Paso mis manos por mi rostro y muevo la cabeza para contener mi dolor. ―Lo que tenemos es más que amistad y lo sabes. No intentes minimizarlo para tu conveniencia. ―¡No lo hago! Quieres que sea honesta, que sea sincera, ¡y eso es lo que estoy haciendo en este momento! Tienes esta tonta fantasía de que todo funcionará entre nosotros. Es irreal. ¿Por qué no puedes verlo? ¿Tonta fantasía? Doy un paso atrás. ―Estoy despierto, nena. Confía en mí, mis ojos están completamente abiertos ahora. Las lágrimas empiezan a caer por sus mejillas y hago mi mejor esfuerzo para detener las mías. Nunca me he sentido tan destrozado, como si alguien me hubiese desgarrado con promesas y luego infectado con mentiras. ¿Por qué debería permitir que me viera sufrir si no le importa una mierda ser la que causa el dolor? ―No quiero herirte, Knox. ―¡Ya lo has hecho! ¿Por qué te abriste y me diste lo que quería si no planeabas dejarme mantenerte? ¿Por qué me diste esperanzas si no ibas a darme una oportunidad justa? Puedo mantener una relación. Lo he hecho antes, y lo hice durante años. Tal vez eres tú la que tiene problemas con las relaciones. ―Probablemente tienes razón ―dice, en voz baja. Su respuesta me sorprende como la mierda―. Tengo problemas de compromiso y confianza que nos separarán. Nunca seré capaz de confiar en ti y una relación sin confianza es una que nunca va a durar. Si no quieres responder el teléfono una noche, pensaré que me estás engañando. No hay manera de cambiarlo. No sé por qué soy así, pero lo soy. Cierro el espacio entre nosotros para tomar sus manos con las mías. ―Déjame demostrarte que no tiene que ser así. Déjame probarte que tus miedos son equivocados. Se retira.

―Lo siento… no puedo ―susurra, antes de aclararse la garganta y enderezar su espalda―. Sé que tienes un concierto pronto al otro lado del mundo. Tienes que irte. No arruines tu carrera por mí. Levanto mis manos con derrota y empiezo a alejarme de ella. ―Vas a lamentar esto un día, te lo prometo, y vas a morir cuando sientas el mismo rechazo y angustia que siento en este momento cuando encuentres a alguien a quien ames tanto como yo lo hago. Te lo prometo, no es bonito, y te romperá.

―¿Estás jodiéndome? ―grita Mia tan pronto como vuelvo dentro. Está delante de mí, con los brazos cruzados y el rostro enfurecido. Apunta hacia la puerta―. Ese hombre te está rogando que le des una oportunidad. Te ama. No lo rechaces por tus inseguridades. ―No te metas en mis asuntos ―respondo, caminando alrededor de ella. Sabía que escucharía a escondidas nuestra conversación. La chica tiene orejas de halcón. ―No, no lo haré. Eres mi mejor amiga y te quiero. Es mi trabajo meterme en tus asuntos y decirte cuando estás actuando como una jodida cobarde y, francamente, ¡estás actuando como una jodida cobarde! Sus honestas palabras empujan en mi pecho como un cuchillo. ¿Me arrepiento de terminar las cosas con Knox? Sí. Pero preferiría vivir con el arrepentimiento que sufrir por un corazón roto por Knox, que lo romperá peor de lo que ya está. ―¡No quiero esa vida! ―grito. ―No estás escogiendo esa vida. Lo estás escogiendo a él. Viene con equipaje, sí, y si no estás pensando claramente, también tú. ―Lo que sea. ―Subo las escaleras corriendo y cierro la puerta de mi dormitorio de golpe. ―¡Jodida cobarde! ―grita Mia de nuevo. Las lágrimas siguen cayendo por mis mejillas cuando caigo de cara en mi cama. Casi salí corriendo cuando Mia miró por la mirilla y dijo que Knox estaba en la puerta. Incluso consideré no responder y actuar como si no estuviera en casa, pero no había manera de que me permitiera eso. Me amenazó con dejarlo entrar y grabar toda nuestra conversación si no salía y escuchaba lo que tenía que decir. ―¡Jodida cobarde! ―grita Mia de nuevo. Y sé que voy a escuchar esas palabras toda la noche. Agarro mi mando a distancia, enciendo la televisión y subo el volumen.

Tengo que ahogarla antes de que me convenza de cambiar de idea. *** Tres días han pasado desde que Knox se alejó de mí. Tres días de jodido infierno. He perdido la cuenta de cuántas veces he levantado el teléfono para llamarlo. Me está matando saber que le di esperanzas y luego me alejé cuando sentí que era el momento correcto. Sabía que con el tiempo tendría que irse de gira y yo volver a la escuela, así que nunca debería haber ido tan lejos, pero no pude evitarlo. La gente siempre se enamora en el momento equivocado, en el lugar equivocado, de la persona equivocada. El amor nunca es conveniente. Es la más difícil, y aun así satisfactoria, travesía que pasarás en tu vida. Maldita sea, ¿por qué no pueden nuestros corazones sólo latir por nosotros y eso es todo? ¿Por qué tenemos que sentir emociones a través de ellos? Extraño nuestras pequeñas conversaciones. Extraño sus molestos y sucios mensajes. Extraño desayunar con él cada mañana. No te das cuenta de lo mucho que extrañas algo hasta que se ha ido y sabes que nunca lo recuperarás. ―¿Has recuperado el juicio y lo has llamado ya? ―pregunta Mia cuando entra en la cocina. Me ha preguntado lo mismo cada mañana, haciéndome sentir incluso más como mierda. Tomo una taza del armario y me sirvo café. ―Te he dicho que no te metas en mis asuntos. ―Empiezo a añadir crema mientras espero a que continúe con su sermón. ―Y te he dicho que eso no va a pasar. Si estuviera cometiendo un error como este con Dixon, me gritarías toda mi mierda y lo sabes. Soy tu mejor amiga. Quiero que seas feliz y Knox Rivers normalmente hace a tu malhumorado culo feliz. ―Hace una pausa y luego sonríe ampliamente―. Vaya, nunca pensé que diría algo así. ―Confía en mí, tampoco yo ―refunfuño, tomando un sorbo de café. ―¿Por qué estás asustada del amor? Dejo mi taza en la mesa antes de dejarme caer en una silla. ―No estoy asustada del amor. ―Resopla y le doy una mirada sucia―. Estoy asustada de ese tipo de relación. Esa donde cada chica quiere al chico con el que salgo, donde raritos me siguen por ahí y mis fotos están en revistas hablando sobre Knox engañándome. No quiero esa mierda. Nunca lo he hecho. Nunca lo haré. ―¿Ni siquiera tratarás con ello para ser feliz y estar con el hombre que amas?

―Pensé que estaba enamorada antes, pero fue inmadurez y desilusión. Honestamente, ya no confío en mi corazón. ―Deja de compararlo con el imbécil de Adam. Knox rechazó a todas las chicas mientras estuvieron juntos. Podría haber hecho un movimiento de imbécil y escabullirse con alguna zorra a un baño sucio, pero no lo hizo. ―No es eso lo que estoy haciendo. Lo estoy comparando con cada chico soltero ahí fuera con chicas lanzándose a él. Así que déjalo. Estoy harta de escucharte darme un sermón sobre ello. ―Bien, lo intenté, y como tu mejor amiga, estaré aquí esperando para que llores en mi hombro cuando Knox empiece a salir con otra. ―Toso en mi bebida y el café salpica de mis labios en la mesa. Mia sonríe. La chica es inteligente―. Ves. ¿Cómo se sintió cuando hablé sobre él estando con otra mujer? Dolió, ¿verdad? Es algo que sucederá, sin embargo. Así que prepárate. ―Odio cuando tienes razón. ―Mándale un mensaje. Llámale. Haz algo antes de que sea demasiado tarde. ―Lo pensaré. Me levanto, me sirvo otra taza y vuelvo a mi dormitorio. ―¡Antes de que sea demasiado tarde! ―grita Mia a mi espalda. Levanto mi teléfono de mi mesita de noche. Lo dejo. Entonces lo levanto de nuevo. ¿Por qué Mia tuvo que implantar la idea en mi cabeza de ver a Knox con otra mujer? Me duele incluso pensar que ponga sus manos en otra, sus labios besando los suyos como hacía con los míos y que haga los mismos gestos amables y románticos que hacía conmigo. Quien sea esa perra afortunada, ya la odio. Levanto mi teléfono de nuevo y empiezo a teclear antes de cambiar de idea. Yo: No quiero que me odies. Ahí. Empecé la conversación. ¿Pero y si no responde? ¿Y si me ignora? Mi pecho se aprieta y empiezo a marearme mientras espero a ver si me va a responder. Estoy enojada conmigo misma porque voy a esperar todo el día con mi mano en el teléfono hasta que consiga una respuesta ahora.

Mi teléfono suena y casi me asusta mirarlo. Lentamente lo subo y leo el mensaje. Knox: Nunca podría odiarte. Su respuesta me hace sentir incluso más como la mierda. Yo: Lo siento. Salto cuando el teléfono empieza a sonar en mi mano. Es Knox. ¿Debería responder? Podría matarme incluso más oír su voz. Tengo que responder… considerando que acabo de enviarle un mensaje. ―¿Hola? ―Pensé que podría ser más fácil hablar. Las emociones pueden mezclarse en los mensajes. ―Su dulce voz me calma y toda la tensión acumulada y la ansiedad en mi cuerpo desaparecen ante el sonido. ―Tal vez deberíamos hablar cuando llegues a casa. Te envié un mensaje porque me he sentido como una total y absoluta mierda desde que te fuiste de mi casa. Debería haber manejado las cosas de forma diferente. ―Debería haberlo invitado a entrar y tener una conversación real y, definitivamente, no debería haberle dado un golpe bajo con lo que dije de los paparazzi. ―Eso está a meses de distancia. No puedo estar inseguro sobre nosotros tanto tiempo. Pensé que todas las oportunidades que tenía contigo se habían acabado hasta que recibí ese mensaje. Que me lo envíes prueba que no quieres que terminemos. ―Tienes razón. No puedo alejarme de ti, pero estás en un país y zona horaria totalmente diferentes a la mía. Ese es el problema. ―¿Y? Tenemos teléfonos. Tenemos internet. Puedo reservar un avión privado para cualquiera de nosotros en minutos. No tenemos que enviar un cuervo para hablar con el otro. ―Lo sé. ―Te extraño y me mata no hablar contigo. Tu primer día en la escuela es mañana y no he sido capaz de ver cómo te sientes al respecto. ―Tomémoslo con calma. Nos consideraremos amigos en este momento, ¿de acuerdo? Pero te prometo que lo intentaremos cuando regreses. ―¿Amigos que tienen sexo telefónico y se envían fotos desnudos?

Me río. ―Posiblemente.

―¿Entonces Libby al fin te llamó? ―pregunta Easton al teléfono. ―Sí. He estado manteniéndolo al tanto de toda la situación con Libby, y él está intentando ayudarme a mantenerme de buen ánimo y mantener las esperanzas. Ella ha estado escribiéndome de vez en cuando durante la última semana desde nuestra conversación al teléfono, pero todavía no hemos regresado a donde estábamos. Ambos estamos conteniéndonos por el miedo de que no funcione. No quiero hundirme demasiado rápido y que me deje bajo el agua si cambia de opinión otra vez. ―¿Ha entrado en razón? ―Todavía no lo sé. La mujer es confusa como el infierno. Dijo que quería esperar hasta que termine la gira antes de saltar a una relación. ―¿Qué significa eso? Me cae bien la chica, y quiero verte feliz, pero eso es un poco jodido. ―No lo sé. La mierda de ir y venir, no puedo con eso. Está jugando los mismos juegos de Stella. Me quería, luego quería espacio, y entonces cuando vio que estaba pasando el tiempo con otras mujeres, me quiso de nuevo. Te juro, que es como si cada vez que me enamoro de una chica y desarrollo sentimientos por ella, es una que quiere joderme la cabeza y no sabe lo que quiere. ―Lo siento, hermano. ¿Quieres que hable con ella? ―No. Nada la pondría más incómoda que mi hermano llamándola para intentar ponerse todo Dr. Phil o alguna mierda. Pensará que perdí las pelotas y se quedará lejos de mí. Libby es fuerte e independiente. No le gustan los tipos necesitados. ―Entiendo. Sólo intentaba ayudar.

―Lo sé, y es por eso que te quiero, pero creo que esto lo debo resolver por mi cuenta. ―Hablaré con Gretchen y veré si tiene algún consejo para ti. Las mujeres piensan de forma diferente que nosotros, hermano. Ni siquiera estoy bromeando. Cuando se pone con toda su mierda de psicoanalizar y trata de hacerme estudios, salgo corriendo. Me río. ―Amas su mierda de psicoanalizar. ―Gretchen está en la escuela de medicina para ser una psiquiatra. ―Tienes razón, sólo no se lo digas, pero tengo clase en treinta minutos. Buena suerte en el concierto de esta noche y todo lo demás. ―Claro que sí. Me detiene antes de colgar. ―¿Y sabes para qué es un buen momento ahora? ―Lo sé. ―Hazlo. Cuelgo y saco mi cuaderno del equipaje. Entonces empiezo a transformar mis sentimientos en mi próxima canción. *** ―Me encanta Tailandia, hombre ―dice Spencer, entrando a la sala de estar de mi suite. Terminé mi concierto hace una hora y acabo de salir de la ducha. Algunos de mis amigos volaron a Tailandia para mi concierto, así que siento que les debo una noche de diversión―. Cada vez que vengo aquí, le ruego a Yasmine que deje de modelar para poder vender todo y mudarnos aquí. Me pongo la camiseta, y me paso la mano por mi cabello húmedo. ―Tengo la sensación de que Yasmine no lo hará. ―Nop, está muy metida en su trabajo para siquiera pensar en asentarse en alguna parte, lo cual no entiendo. No tiene que trabajar. Tengo suficiente dinero para mantenerla por el resto de nuestras vidas. Spencer creó una aplicación para las redes sociales que estalló. Hace un montón de ingresos en publicidad e incluso ha tenido ofertas de billones de dólares para comprársela, pero declina cada una. No quiere ser un vendido, aparentemente. Tiene millones, sale con una de las más grandes supermodelos en el mundo quien también es genial, así que no lo culpo por querer sentar cabeza.

Me siento y lo veo ir al mini bar para preparar un trago. Lo toma y luego me mira directamente. Puedo notar que está a punto de decir algo que no quiero escuchar. ―¿Qué demonios pasa? ―pregunto. ―No te va a gustar esto, y quiero decir por adelantado que no es mi culpa, pero un par de invitados extra decidieron venir a este viaje para ver tu concierto. Traté de detenerlo, también Yasmine, pero todo el mundo nos acusó de ser unos imbéciles por ponernos de tu lado. Mis hombros se curvaron con mierda. ―Escúpelo y no me jodas. ―Stella está aquí. ―Hijo de puta ―siseo. Salimos con las mismas personas, así que sabía que vernos ocasionalmente sucedería, pero no estaba contando con que ella volara miles de kilómetros para verme. ―Decidió venir de último minuto con Jasmine. ―Jasmine es la hermana de Yasmine―. No podíamos exactamente sacarla a patadas del avión, y ya habían comprado los boletos para tu concierto, así que no pudimos detener eso tampoco. Gruño, bajando mi cabeza y sacudiéndola. ―Esto va a parecer malo, hombre. Se sienta en la silla a mi lado y deja caer la mano sosteniendo su trago en medio de sus piernas. ―Mira, ella quiere hablar contigo o alguna mierda así. No sé si estás involucrado con alguien en este momento, pero seguía hablando sobre que todavía tiene sentimientos por ti. ―Gruñe―. Seguro que aguó todo el viaje. Spencer es otro de los que me escribió con el video de Libby diciendo que habíamos terminado. No lo ha mencionado desde entonces, muy probablemente intentando no traer malos recuerdos si rompimos, así que no he tenido oportunidad de contarle que he hablado con ella. ―Está bien, gracias por apoyarme. Estoy tratando de resolver las cosas con Libby, así que Stella apareciendo aquí es la última jodida cosa que necesito. Va a parecer malo. Si tú y los demás están aquí, sabrán que estamos saliendo, y los paparazis estarán esperando para encontrar algo de que tomar una foto. ―Trataré de mantenerla lejos lo mejor que pueda. No nos quedes mal. He estado esperando por salir con mi amigo por meses, y Tailandia es nuestra puta ciudad.

―No estoy quedando mal, pero te lo digo ahora mismo, mantenla lejos de mí. Saca su teléfono. ―Voy a escribirle a Yasmine ahora mismo para que le diga a Stella que no estás interesado. Resoplo. ―Eso no la detendrá. ―Ella no es alguien a quien le guste escuchar o aceptar la palabra no. Alzo la mirada cuando escucho un golpe en la puerta. ―Sí… le dije a George que los dejara subir. ―Mierda. Que comience el evadir a la exnovia. *** Debo buscar una forma para salir del club sin parecer malagradecido de que Spencer y mis amigos tomaran un vuelo privado para venir a verme. Me encanta salir con mis amigos, en especial cuando estoy en un país diferente y no conozco a nadie, pero que Stella esté aquí está arruinando bastante la ocasión. Estoy tratando de mantenerme tan lejos de ella como puedo, pero está acercándose cada vez más y más mientras la noche avanza. Estoy bebiendo una cerveza y mirando al resto divertirse alrededor de mí cuando la noto venir en mi dirección. Mierda. Me tenso. Lo que sea que está por pasar seguramente no será una breve y amable conversación. Veo la determinación en sus ojos. ―Tu concierto estuvo asombroso ―dice, sentándose a mi lado en el sofá en el fondo del club―. Me recordó cuando solía ir a cada uno de tus conciertos y verte presentarte. El amor que tienes por tu arte es hermoso. Olvidé lo mucho que lo disfrutaba. ―Gracias ―contesto. La música está resonando en el club, y ella se inclina más cerca para podernos escuchar mejor entre nosotros. ―¿Recuerdas la última vez que estuvimos en Tailandia? ―Asiento, así que deja salir una risita―. Te dije que eran mis vacaciones soñadas y entonces me trajiste para mi cumpleaños número veintiuno. Nunca lo olvidaré. El mejor cumpleaños que he tenido.

―Me alegra que te divirtieras. ―Estoy intentando no actuar como un imbécil. Tal vez sus intenciones no son malas. ―¿Me extrañas? ―Ahí está la Stella que conozco, tirando directamente a matar. ―Estoy feliz en donde estoy ahora. ―No respondiste la pregunta. ―¿Cómo respondo tu pregunta sin sonar como un imbécil? Te amaba, y probablemente siempre haya un lugar especial en mi corazón para ti, pero eso es todo… un lugar en mi corazón para la primera chica que amé, pero no la única. No te extraño porque lo que teníamos no estaba destinado a durar para siempre, y ambos lo sabemos. Nos sobrepasamos el uno al otro. Siempre te consideraré una amiga. Eso es todo. ―No lo dices en serio ―susurra, su labio inferior tiembla. Empieza a sacudir su cabeza una y otra vez―. Dime que no es en serio. ―Lo es. No quiero lastimar tus sentimientos, pero si viniste aquí con esperanzas de que regresáramos, no va a suceder. Quiero ser directo sobre eso ahora mismo. ―Intentémoslo de nuevo ―ruega, acercándose más. ―Lo siento, pero no es lo que quiero. Echa su cabeza hacia atrás, lista para acercarse desde otro ángulo. Si la tristeza no me convenció, irá por otro camino. ―No juegues. Tenemos historia que no puedes desechar. Hemos salido con otras personas, pero siempre terminamos juntos. Dejemos de desperdiciar nuestro tiempo e intentémoslo de verdad. Stella está molesta de que esté saliendo con alguien más. Claro, he salido y follado con otras mujeres, pero nunca fueron nada serio como lo que tengo con Libby. Nunca he sentido algo tan fuerte como lo que siento por ella. Y Stella lo sabe, razón por la cual está aquí. Sabe cuando amo y me preocupo por alguien porque en algún momento era ella a quién amaba. ―Gracias por venir a mi concierto, pero eso no es lo que quiero. ―Avanza e intenta sentarse en mi regazo, pero la aparto―. Ya basta, Stella. ―Por favor. ―Lágrimas caen por su rostro, provocando que su rímel caiga con estas―. Odio verte con alguien más. ―Espero que encuentres a alguien que te haga feliz.

Me aparto de ella y voy a buscar a Spencer para decirle que me voy. Yasmine y él se quedarán en mi suite, y quiero dejarles claro que Stella no puede venir con ellos, bajo ninguna circunstancia. No me importar si debo de pagarle un cuarto separado del mío. Casi llego donde él cuando noto al tipo con la cámara de su teléfono en su mano, siguiendo cada movimiento mío. Hijo de puta. Esto no parecerá bueno. Llamo a Libby tan pronto como llego a mi cuarto. Va a correo de voz. Es la una de la mañana aquí, y las once de la mañana allá, así que no hay forma de que esté durmiendo. Es madrugadora. Presiono su nombre de nuevo. Sin respuesta. Aprieto el icono de mensaje de texto. Yo: Llámame tan pronto como puedas.

―Sigue intentando llamarme ―le digo a Mia. Mi teléfono empieza a timbrar de nuevo. Presionó el botón de ignorar. Suena―. Y escribirme. Es por esto que quería mantener mi distancia de una relación con Knox. Incluso aunque aceptamos tomarnos las cosas con calma y no hacer nada serio, todavía dolió cuando vi la foto de él y Stella en el club. Están en Tailandia juntos, una mujer vuela tan lejos para ver a un hombre sin invitación. De esto era de lo que tenía miedo, y me está matando más de lo que había esperado. ―Contesta tu teléfono y deja de actuar como una niña ―exige Mia―. Escucha lo que el hombre tiene que decir. ―¿Quieres decir que escuche sus excusas? No, gracias. No quiero interrumpirlo a él y a su novia. ―Está intentando llamarte a ti, su novia, así que obviamente no estarías interrumpiendo ni mierda. Tomo una de las almohadas a mi lado y la lanzo al otro lado del cuarto intentando calmar algo de la rabia que crece a través de mí. ―¿Por qué haría esto? Sabe que estoy estresada por las clases y por él saliendo de fiesta con mujeres. Mi teléfono empieza a sonar de nuevo. Mia se estira sobre la mesa, me lo quita y responde antes de que pueda detenerla. ―Hola, Knox ―responde―. Sí, está aquí. Espera por favor. ―Le disparo una mala mirada cuando me entrega el teléfono―. Escucha lo que tiene que decir ―modula, antes de bajarse de mi cama y salir del cuarto. Al menos está dándome privacidad, lo cual es sorprendente. Mi peso me aprieta cuando pongo el teléfono en mi oído. ―Hola.

―Las viste, ¿verdad? ―dice Knox rápidamente. ―¿Estás preguntando si vi las fotos tuyas acurrucado en algún club con tu exnovia? ―Espera. No estaba acurrucado con ella. ―Mi culpa, me corregiré a mí misma. Me estás preguntando si vi las fotos tuyas pasando el rato en algún club con tu exnovia en un país que estoy segura no frecuenta demasiado, lo cual quiere decir que fue allá por ti. ―No parece bueno, lo sé, pero déjame explicar. ―Bien, explica. ―Algunos amigos vinieron a ver el concierto, y Stella decidió venir con ellos. No sabía que venía hasta que estuvieron aquí. Le dejé muy en claro que ella y yo ya terminamos por completo. Sabes que estoy enamorado de ti y no quiero a nadie más. Si estuviera follando con ella, ¿estaría llamándote ahora? ―Me quedo callada―. ¿Quieres que hagamos una video llamada para que sepas que estoy aquí solo… deseando que estuvieras a mi lado? ―No es necesario ―espeto. ―Entonces dime que me crees. Dime que confías en mí. Quería creerle, pero eso todavía no cambiaba el hecho de que hay alguna duda persistiendo en mis pensamientos. Vi a mi papá sacar una y otra vez este movimiento cuando tenía novias. Les hablaba al teléfono, asegurándoles que estaba solo y que se iba a la cama cuando en cambio teníamos a otra chica en casa tan pronto como colgaba. ―No me crees ―dice suavemente―. ¿Por qué? Debo ser honesta con él. ―Tienes a esta preciosa, famosa y exótica mujer ahí queriendo estar contigo. Yo soy esta chica rota con mechones rosados en el cabello que está quedándose en casa de su amiga mientras va a la universidad. Eso lo explica por sí solo. Fui una cosa de verano, Knox, pero somos muy opuestos. Nunca funcionará. Tal vez temporalmente, pero no permanentemente. ―Solecito, he tenido ya lo exótico y adinerado. También tuve las mechas rosas y la actitud sarcástica. Tomaré el cabello rosa sobre cualquier cosa y cualquier persona. Es mucho más auténtico, divertido, y satisfactorio. Puedo prometerte que no eres ninguna aventura. Eres mi para siempre. ―No quiero ser esa chica celosa ―susurro.

―Entonces no lo seas. No tienes razones para sentir celos de nadie. Eres la única que tiene mi atención. Tú. ¿Me escuchaste? Confía en mí, Libby. ―El problema es que no puedo. ―Todavía estoy intentando borrar las imágenes que vi de él y Stella de mi mente, pero es imposible. Estoy intentando quitar las ideas de que están tonteando por ahí, pero estoy perdiendo la batalla. Sin importar qué, mi corazón siempre recuerda lo que sucedió en el pasado. ―No… no hagas esto ―ruega―. Lo prometiste. Me juraste que lo intentarías. ―¡Lo intenté! Aparto mi teléfono cuando intenta hacer una video llamada y aprieto el botón de rechazar. No puedo hacerlo ahora. Me matará. ―¿Ni siquiera me mirarás? ―grita. Me quedo en silencio, y deja salir una mordaz risa―. ¿Vas a tirar todo lo que hemos construido por un ridículo miedo de que otra mujer llame mi atención? Si estoy interesado en follar a otra mujer, ¿por qué te llamo cada maldita noche? ¿Por qué siempre estoy pendiente de ti para que sepas que eres la única en mi mente? ―¡Pero ella está ahí! La última vez que revisé, Tailandia está más que a una corta distancia. ¡Fue allá para verte! ―¿Y? No se lo pedí. Vas a estar alrededor de hombres en tus clases a diario. ¿Me pregunto si conectarás con alguno de ellos? Sí, la idea ha cruzado mi mente, pero confío en ti. Desearía que pudieras hacer lo mismo conmigo. Estoy derrumbándome, pero mantengo la voz calmada. ―Concéntrate en tu gira ahora. Yo me concentraré en las clases, y podremos hablar una vez que regreses, ¿bien? ―Estás cometiendo un error. ―El espacio es bueno para las relaciones algunas veces. ―No, el espacio es una excusa de mierda para alguien débil y asustado. ―Entonces tal vez soy débil ―digo con la voz rota. ―¡Lo prometiste! Prometiste que lucharías por nosotros. ―Algunas promesas no pueden mantenerse. Resopla, y su voz se hace fría. ―Bien, tú ganas, Libby. Todas las promesas salen por la puerta. Se terminó. Terminamos. Ten una buena vida. La línea se desconecta.

Miro mi teléfono, debatiéndome sobre si debería llamarlo, mientras me limpio las lágrimas que caen por mi cara. Me siento como una perra sin corazón ahora mismo, pero es lo mejor. No puedo ser culpada por proteger a mi corazón. ―¡Maldita cobarde! ―Alzo la mirada al sonido de la voz de Mia para verla de pie en la entrada con una mirada de molestia. Alzo mi mano, sin querer que escucharla me haga sentir peor. ―Te dije que no te metieras en mis asuntos. ―Si sigues alejándolo de esta forma, algún día no va a regresar. ―Bien. ―Sus ojos se entrecierran ante mi respuesta―. Tengo mucha mierda en la que concentrarme ahora mismo que en alguna relación tonta que nunca durará. ―Cobarde ―dice de nuevo―. No es una relación tonta si se aman el uno al otro. Alzo ambas manos. ―¿Cómo crees que me siento, Mia? Estoy a punto de ir a clases y en lo único que puedo pensar es en él saliendo con ella. Una chica no cruza el mundo para ir a ver a un ex que no quiere nada que ver con ella. ―¿Él sabía que ella iba? ―Dijo que no. ―Entonces ahí tienes la respuesta, genio. No la invitó. ―Ella publicó una foto vieja de ellos besándose en Instagram la misma noche. ¿Cómo lo explicas? ―Obviamente está intentando meterse en tu cabeza. Mierda, haría lo mismo si Dixon comenzara a salir con alguien más. Es lo que haces cuando estás desesperada. Sabía que podía llegar a ti de esa forma. ―No importa. Él dijo que básicamente se terminaba y me colgó. ―Como quieras, vas a ser quien se arrepienta más adelante.

Diez semanas más tarde El sonido de mi teléfono me despierta. Ciegamente deslizo mi mano alrededor de la mesita de noche en la oscuridad hasta que lo encuentro. Son las tres de la madrugada, y el nombre de Knox está parpadeando en la pantalla, sorprendiéndome. No hemos hablado desde la situación de Stella en Tailandia. Rápidamente presioné el botón de respuesta. ―¿Hola? ¿Está todo bien? Las llamadas tan tarde nunca son buenas. Son diálogos borrachos o tragedias. Estoy orando que fuera una llamada de borracho. ―No ―murmura, respirando hondo. ―¿Qué sucede? ―Tuve un descanso de mi horario durante unos días y decidí volver a casa. Quería dormir en mi propia cama, ducharme en mi baño, y toda esa buena mierda. Llego aquí después de un agotador vuelo de diez horas y entro en una completa pesadilla. No sabía a quién más llamar sino a ti. Eres la única persona que conozco que está en mi equipo y da una mierda por mi lado de la historia. Trago. ―¿Qué pasó? ―Nate decidió convertir mi casa en la maldita mansión Playboy. Está completamente destrozada. La policía está aquí ahora, y ni siquiera puedo comenzar a enumerar toda la mierda que falta. ―Hace una pausa―. Mi guitarra no está, Libby. Mi pecho se retuerce y mis ojos comienzan a llenarse de emoción por el sonido de dolor en su voz. Estoy segura de que está reteniendo sus propias lágrimas. Su

posesión más preciada, una guitarra de diez dólares, se la han quitado. La tristeza pasa a través de mí. Quiero patear el culo de Nate yo misma. Enciendo la lámpara, salgo de la cama y comienzo a buscar algo para ponerme. ―¿Quieres que vaya allí? ―No te preocupes por eso. Ya es tarde. Me siento mal por despertarte. ―Estoy en camino. ―No puede pasar por esto solo. No lo permitiré. ―Libby... ―Voy en camino. ―Está bien. El alivio en su respuesta me dice que estoy haciendo lo correcto. *** Patrullas están bloqueando el acceso frente a su puerta estaciono. Estoy buscando la manija cuando un oficial golpea mi ventana.

cuando

―Lo siento, señorita ―dice, cuando bajo la ventanilla―. Este es un lugar privado. ―Estoy aquí para ver a Knox ―le digo. Él se ríe, dándome una mirada condescendiente. ―Como tú y cualquier otro paparazzi o fan aquí. ―Yo no soy un paparazzi ni un fan. Soy su asistente. ―Aún me está dando esa mirada, como si no fuera la primera vez que escuchó a alguien decir eso. Tomo mi teléfono del soporte para vasos―. Espere. Lo llamaré ahora mismo. Se cruza de brazos y asiente mientras tecleo el nombre de Knox. Le digo la situación cuando contesta, y él dice que lo solucionará. ―La chica del Jeep es su asistente. ―Son las palabras que pasan por la radio del oficial―. Por favor, pídale a todos que tomen nota que Libby Graves tiene siempre permitido entrar en las instalaciones. ―Lo siento, sólo intento hacer mi trabajo ―dice―. Especialmente dada la situación por la que estamos aquí. Quiero darte una advertencia, no es bonita. ―Entiendo. Más vale prevenir que curar. Inclina la cabeza y me hace señas para que me adelante cuando la puerta se abre.

Knox me espera en la entrada y me encuentra cuando salgo del Jeep. Puedo ver el dolor en su rostro. Pérdida. Dolor. La lucha consigo mismo sobre cómo va a lidiar con Nate. Sólo estaba tratando de ayudar a alguien y terminó jodiéndolo. Se acerca más, atrapándome entre él y el auto, y sus ojos se cruzan con los míos. ―Lo eché ―susurra―. ¿Hice mal? Arrojé toda su mierda de mi casa y le dije que nunca más sería bienvenido aquí. Extiendo mi mano y tomo la suya. ―Habría hecho lo mismo. Necesita darte espacio. Se aprovechó de ti. Nos quedamos allí silenciosamente mirándonos durante unos minutos hasta que oímos el chasquido de una cámara. ―Mierda ―sisea, frotando su mano sobre su rostro―. Son como cucarachas. Siempre encuentran una manera de entrar por alguna parte y tomar una foto. Mantengo mi cabeza baja cuando me toma la mano y me lleva a través de la puerta de entrada a la casa. Mi estómago se retuerce cuando miro alrededor. El lugar parece que ha sido arrastrado a través del infierno. Hay marcas, agujeros, y grafitis por todas partes, y juro que veo salpicaduras de sangre. Los suelos parecen manchados por casi todas las bebidas imaginables, y la mitad de los muebles están arruinados o no están. Él levanta los brazos. ―Bienvenida a la casa por la que he trabajado mi culo. ―Lo arreglaremos tranquilizadora.

―le

digo,

tratando

de

esforzarme

por

sonar

Toma un jarrón y lo lanza a través de la habitación. Golpea una pared y se deshace en trozos. ―¡Eso llevaría meses! No quiero mirar esto. La vista me hace sentir jodidamente enfermo. Esto ya no se siente como mi casa. Me siento violado aquí. ―Entonces ven a quedarte conmigo y deja que lo limpien. ―Las palabras salen de mi boca antes de pensar en lo que estoy diciendo. Puedo decir que está tan sorprendido como yo cuando se da la vuelta para mirarme. ―No tienes que hacer eso. Puedo quedarme en un hotel.

―Tienes razón, no tengo que hacerlo, pero quiero hacerlo. Te has estado quedando en hoteles y en un autobús por meses. Has venido a dormir en tu propia cama... ―Eso no va a suceder de nuevo. Quién sabe con qué enfermedades venéreas está infestada. Tenía la puerta cerrada, pero eso no detiene a los ladrones. Estoy medio tentado a quemar esta cosa hasta convertirla en cenizas. ―Puede que no sea tan cómoda como la tuya, pero déjame decirte, mi cama es bastante cómoda. Los padres de Mia son aficionados de los muebles caros. Levanta una ceja. ―¿Estás segura de esto? ―Absolutamente. Harías lo mismo por mí, si no más. Toma lo que necesites. Mi cabeza está girando cuando carga su bolso en el asiento trasero. Le he pedido a Thomas que devuelva el Jeep varias veces, pero siempre dice que Knox se pondrá en contacto conmigo cuando regrese. Me siento un fraude al conducir, pero no tengo ningún otro medio de transporte y no tenía ni idea de dónde llevarlo. El paseo es tranquilo de regreso al condominio. Piso los frenos, esperando que la puerta se abra, y noto que Knox apaga su teléfono. ―¿No estás de humor para llamadas esta noche? ―pregunto. ―Probablemente no estoy de humor para llamadas por el resto de la semana ―dice, dejando escapar un suspiro agotado―. Ni siquiera recuerdo la última vez que dejé esto apagado por más de cinco minutos. Siempre me parece que estoy conectado, y por una vez, quiero tener un descanso de todo. ―Lo entiendo. ―Los reporteros me estaban volviendo loca por las historias, y todo el mundo con los que iba a la escuela quería tener la primicia cuando todo con mi padre empeoró. Tuve que tomar la decisión de apagar mi teléfono completamente, lo cual era difícil porque quería mantenerme en contacto con mi padre y sus abogados, o cambiar mi número. Así que, cambié de número, que fue un gran salvavidas cuando las fotos de Knox y yo fueron virales. Apago el motor. ―Mia está durmiendo ―le digo―. Si la despertamos, nunca te acostarás porque te hará veintiún preguntas. ―Entonces, ¿no decir una palabra o algo sobre la mierda? ―Exactamente. Enciendo una luz cuando llegamos dentro y giro para mirarlo. ―Sígueme ―le digo, gesticulando con la boca, subiendo las escaleras.

Mira alrededor cuando cierro la puerta de mi dormitorio detrás de nosotros. ―Sabes, nunca he estado aquí dentro. Siento que has visto todas las habitaciones de mi casa, pero la tuya ha sido un gran misterio para mí. Es agradable ver este lado de tu vida. Giro mis brazos en un círculo. ―Mira a tu alrededor. Libros de texto y mi computadora portátil son más o menos mi vida ahora mismo. Se frota la frente, riendo. ―Oh, solecito, hay más de ti que libros de texto. Empiezo a responder cuando recuerdo algo. ―Mierda ―siseo―. Olvidamos tu bolso en el auto. ―Lo hicimos. ¿Está bien si me prestas algo tuyo para dormir? ―Claro ―respondo, riendo―. Tengo algunas de las mejores lencerías que te entrarán perfectamente. ¿Qué eres, copa B? Él levanta su pecho. ―¿Cómo lo sabías? ―Me alegro de que estoy distrayendo su mente de la casa―. Aunque cualquier cosa en esos cajones probablemente se ve mucho mejor en ti, así que, mejor uso lo que tengo. No puedo evitar lamerme los labios con excitación cuando él agarra la parte inferior de su camiseta y se la quita sobre su cabeza. Está más en forma que antes, los músculos de su pecho son más prominentes, y mis manos pican por saber si su piel siente igual. ―¿Te importa si me quito los jeans? ―pregunta, sacándome de mis pensamientos. Me encojo de hombros. ―No es nada que no haya visto antes. ―Estoy segura de que echaste de menos la vista. ―Eso es definitivamente una cosa que he extrañado. Él levanta una ceja. ―Tendré eso en cuenta. ¿Qué se supone que significa eso?

Me quito la sudadera que tenía sobre mi pijama y subo a la cama. Miro a Knox mientras se quita su jean. El agotamiento llena su rostro cuando se une a mí y tira las mantas sobre nosotros. Se gira para mirarme. ―¿Está bien si nos acurrucamos? Apoyo mi cabeza contra la almohada. ―Estás presionando los límites esta noche, ¿no? ―Hará que un hombre se sienta mejor cuando está deprimido. Fijo una risa molesta y me doy la vuelta. ―Bien. Se acerca más y coloca un brazo sobre mí, haciéndome sentir más cómoda en mi cama que nunca, y el calor de su cuerpo me relaja. ―Gracias, solecito ―me susurra en la oreja, apretando su agarre, como si nunca quisiera dejarme ir.

Me despierto en una cama vacía; pensaría que anoche fue un sueño si las sábanas no olieran exactamente como el paraíso. Aún usa la misma loción corporal que me recuerda a piñas y lavanda. Salgo de la cama para dirigirme al cuarto de baño, pero me detengo y empiezo a vestirme. Sé que dijo que Mia enloquecería si me veía, así que espero que ya se haya ido, porque tengo que orinar urgentemente. Me escabullo por el pasillo, afortunadamente está vacío, y entro en el baño. Bajo las escaleras cuando he terminado y encuentro a Libby en la cocina. ―Buenos días, solecito ―saludo, entrando en la habitación. Tiene una sartén sobre la estufa y está rompiendo un huevo en ella. Me da la más hermosa sonrisa en el mundo. ―Buenos días. ¿Cómo has dormido? ―Perfecto, en realidad. El mejor sueño que he tenido en semanas, pero estaba decepcionado cuando desperté en una cama vacía. ―Todas mis clases son al amanecer, así que no puedo dormir más, incluso los fines de semana. Mi cuerpo no me lo permite. Apesta, pero soy más productiva ahora, así que es un plus. ―Es lo contrario a mí. Mis días son cortos, mis noches largas. ―Apunto a la estufa―. ¿Necesitas ayuda? ―Nop. ―Asiente hacia el taburete delante de la isla―. Siéntate justo ahí. ―¿Segura? ―Sí. Hago lo que me dice. ―La gira parece estar yendo bien ―comenta―. Thomas dijo que ha sido nominada a numerosos premios y que incluso has añadido más conciertos.

Está intentando evitar hablar de Nate destruyendo mi casa. Lo aprecio, porque no estoy seguro de si estoy preparado para eso aún. Todavía estoy intentando comprender el hecho de que mi propia familia me engañó. ―Los ingresos y las reseñas son buenas, es genial, pero ha sido uno de los viajes más emocionales que jamás he hecho ―replico. Arruga su rostro. ―¿Por qué dices eso? Me inclino, apoyando mis codos sobre la encimera y fijo mis ojos con los suyos. ―Viniste a mi vida por la gira, y te perdí por la misma razón. He perdido el respeto por la mayoría de la gente en mi familia. Vine a una casa destruida. Honestamente, me siento como que no me queda nada que esperar cuando termine. Sus ojos bajan a la sartén y se mueve de un pie a otro, pareciendo incómoda. ―Algo de eso es fácil de arreglar. ―La casa, sí. Las relaciones rotas y mi guitarra, no tanto. ―Podemos hacer que la policía ponga un reporte para asegurarnos de que nadie intenta vender tu guitarra en línea o empeñarla. La buscaré todos los días, revisando eBay, Craiglist, en todas partes donde pueda. La encontraremos. Usa una espátula para levantar el huevo, lo deja caer en un plato y entonces me lo entrega. ―¿Cómo te merezco? ―pregunto, suspirando―. Incluso si no estamos juntos, ¿cómo fui tan afortunado de tenerte en mi vida? Se detiene en medio de romper otro huevo y abre la boca para responder… y entonces la cierra. El calor irradia en mi pecho mientras mantengo mis ojos sobre su rostro. Todavía está allí… su amor por mí, y quiero sacarlo de ella para que pueda verlo también. ―Creo que somos afortunados de tenernos el uno al otro ―susurra. ―¡Bueno si esto no es una sorpresa! ―Me doy la vuelta para encontrar a Mia dirigiéndose en nuestra dirección con una sonrisa de comemierda en su rostro. Un angustiado gemido escapa de Libby―. Veo que alguien se coló en algún momento durante la noche. ―Es una larga historia de la que nadie quiere hablar en este momento ―dice de inmediato Libby, dándole a su amiga una mirada seria. La chica siempre protege mi espalda. Miro de nuevo a Mia.

―Mi primo destrozó mi casa y prácticamente permitió que todo el mundo me robara. Así que llamé a Libby y se ofreció a dejarme quedarme aquí. ¿Eso está bien contigo? ―Absolutamente ―responde Mia, la sonrisa todavía en su rostro―. Quédate tanto tiempo como gustes. Ponte cómodo. Niego. ―Lo aprecio, pero no quiero ser una carga. Reservaré en un hotel por unos días hasta que pueda encontrar algo que alquilar temporalmente. Voy a vender esa casa. Ni siquiera quiero poner un pie en ella de nuevo. ―Sólo te quedan un par de semanas de gira, ¿cierto? ―pregunta Liv. Asiento. ―Lo cual significa que necesito ponerme a trabajar y arreglar las cosas. ―Puedo ayudarte, buscar lugares y mandártelos por correo electrónico para que puedas enfocarte en tus conciertos. ―¿Harías eso? Sonríe. ―Por supuesto, es lo menos que puedo hacer por ti por pagar mi matrícula. ―Mi madre tiene un gran agente inmobiliario ―dice Mia―. Le preguntaré si hay algo en el mercado que te podría interesar. También puedo hacer que valore tu casa. Asiento. ―Eso suena genial. Mia se dirige hacia el refrigerador y saca una botella de agua. ―Voy a la playa a encontrarme con Dixon. Tiene un torneo hoy. ¿Quieren unirse? ―Probablemente no ―responde Libby―. Tengo el presentimiento de que todos los ojos estarán sobre Knox, y Dixon podría no apreciar eso. Asiento en acuerdo. ―Sí, creo que estamos bien. Necesito relajarme un poco. Dile a Dixon que le deseamos buena suerte. ―Lo haré ―dice Mia, y luego me mira―. Espero que todavía estés aquí cuando vuelva, si no, cruzo los dedos a que te veré de nuevo pronto. ***

Nos estamos relajando en el sofá después del desayuno y Libby está extendida en la longitud del mismo, con sus pies en mi regazo, viendo televisión. Amo esto… se siente como si estuviéramos de nuevo en el autobús, teniendo nuestros maratones de Netflix y estando completamente cómodos y felices alrededor del otro. Tomé mi teléfono y lo encendí hace unos diez minutos y estoy respondiendo todos los mensajes de texto de la noche anterior y de esta mañana. Empiezo a sentir la frustración elevarse a través de mí mientras golpeo mis dedos contra el teclado y decido dejarlo para no arruinar mi tiempo con ella. Libero un pesado suspiro, lanzo mi teléfono sobre la mesa de café y froto la parte de atrás de mi cuello, moviendo mi cabeza. Libby alza una inquisitiva ceja cuando le echo un vistazo. Puedo decir ahora que no estaba viendo la televisión… me estaba mirando a mí. ―Mensajes de mi madre ―explico―. Piensa que reaccioné exageradamente con toda la situación de Nate. ―¿Estás bromeando? ―chilla, haciendo una mueca. ―Ojalá, pero de acuerdo a ella, la familia no debería darle la espalda a la familia. Se endereza contra la almohada detrás de ella. ―Eso me molesta en serio. Si acaso, es ella la que te da la espalda al no apoyar tu decisión y dejar que la gente se aproveche de su hijo. ¿Le contaste sobre la guitarra? ―Claro que sí. Su respuesta fue que no es como si no pudieras comprar otra. ―Sin faltar al respeto, pero que se jodan. Sonrío. ―Eres increíble, ¿sabes? ―¿Soy increíble porque le dije a tu familia que se jodan? Dudo que esas palabras hayan sido descritas como increíbles muy a menudo. ―Eres increíble porque te preocupas por mí y sólo por mí. No te importa una mierda mi dinero, mi fama o las posibilidades. Mierda, podrías haber dejado la escuela y hacer que me ocupara de ti, pero quisiste hacerlo por tu cuenta. Quieres ser independiente y eso es increíble. Me hace feliz. Me hace saber que puedo confiar en ti. Me dirige una tímida sonrisa.

―Estoy contenta de hacerte feliz. Puedes confiar siempre en mí. Nunca lo olvides. ―Agarra su taza de café, la lleva a sus labios y sopla un poco. Me remuevo, sintiendo a mi polla excitarse bajo mis vaqueros mientras recuerdo cómo solía envolverme con esos carnosos labios. ―Si sigues haciendo eso, solecito, podría tener que hacerte feliz y doblarte sobre este sofá. Su nariz se arruga con confusión. Es tan malditamente adorable. ―¿Si sigo haciendo qué? ―Soplar esa taza de café. Pone los ojos en blanco. ―No estoy soplando esta taza de café. Estoy soplando en ella. ¿Qué pasa contigo y tu excitación ante mis reacciones con la comida? Gimiendo cuando tomo un bocado de pastel. Soplando mi café. Te dije que vieras a un médico sobre ello. ―Tú soplando es lo que me excita. Deja de hacerlo o haré algo al respecto. Ignora mi comentario, toma un lento sorbo y lo traga. ―¿Vas a ser honesto conmigo? ―Siempre. ―¿Has…? ―Duda―. ¿Te has acostado con alguien desde mí? ―Ni siquiera he tocado a nadie desde ti. ―Nivelo mis ojos en ella―. ¿Has estado con alguien más? Por favor, di que no. Si la palabra sí sale de sus labios, me aplastará. Sé que ya no es mía, pero siento que aún hay partes de ella que me permite tener. Bajo la mano para envolverla en su tobillo y empiezo a masajear su pie. Permanece en silencio, sus ojos curiosos encontrando los míos. ―Si no has estado con nadie… y yo no he estado con nadie… ―Empiezo a amasar su talón―. Parece que ha pasado un tiempo para ambos. Mi mano se congela, una sonrisa baila en mis labios. ―Parece un problema con una solución fácil. Me inclino más cerca, pero su mano presiona mi pecho deteniéndome. ―Prométeme una cosa antes de que hagamos esto. ―Alzo una ceja―. Mantenemos esto casual, ¿de acuerdo? Asiento. ―Mantenemos esto casual.

Se mueve, poniéndose a horcajadas sobre mi regazo antes de que siquiera termine mi frase, y rodea mis hombros con sus brazos. ―Te he extrañado ―susurra―. He extrañado esto. ―Se inclina y captura mis labios con los suyos. ―No tienes ni idea de lo mucho que te he extrañado ―digo en su boca antes de deslizar mi lengua dentro. Sabe tan dulce como recuerdo. Mi mano baja por sus costados, pasando por las curvas de sus caderas, mientras lentamente ella empieza a frotarse contra mi erección. Subo su vestido, quitándolo por su cabeza, y paso mis manos sobre el encaje de su sujetador antes de quitarlo. Inhala cuando suelto su cabello, mirando las olas de color caer en cascada por su pecho, golpeando justo encima de sus duros pezones. Su cabeza cae hacia atrás cuando rodeo con mis labios un capullo rosa y succiono duro al mismo tiempo que empiezo a frotarla sobre sus bragas. La habitación se acalora mientras me quita la camiseta, tirándola al suelo, y me estremezco cuando pasa sus cálidas manos por mi pecho. ―Levántate para mí ―digo. Se queja en discusión cuando la ayudo a levantarse y la guio hacia el final del sofá―. No te preocupes. No vas a quejarte mucho. ―Bien, ahora fóllame, Knox River ―dice con voz ronca―. Te necesito. ―No tanto como yo a ti. La doblo sobre el brazo del sofá, azoto su culo y da un paso fuera de sus bragas después de que las bajo por sus piernas. Se estremece, la carne de gallina llena su piel, cuando deslizo mi mano entre sus muslos y los separo. Está húmeda por mí… goteando en mis dedos. Su espalda se arquea y empieza a frotarse contra mi mano cuando deslizo dos dedos dentro de ella, curvándolos en su calor, y golpeando todos sus lugares favoritos. ―¿Te has tocado pensando en mí desde que te fuiste? ―pregunto, mi voz áspera. ―Knox ―gime. Saco mis dedos y juego con su clítoris, esperando una respuesta. ―Contéstame o no más. ―¡Sí! ―dice con un jadeo―. Lo he hecho, tantas veces. Siempre eres tú.

―Joder, sí. ―Empujo mis dedos de nuevo dentro, trabajándola más duro hasta que su orgasmo la recorre. Su jadeo y el sonido que hago al desabrocharme el pantalón son los únicos ruidos en la habitación. Mi polla sale hacia delante y la acarició un par de veces antes de bajar mis vaqueros y bóxer. La empujo entre sus piernas, moviéndola por sus pliegues, burlándome de ella hasta que se debilita debajo de mí con necesidad. ―Eres todo en lo que pienso. Me masturbo con tu recuerdo cada día ―digo. Jadea cuando la lleno―. Sólo tú, solecito. Empujo mi pecho en su espalda, moviendo mi mano alrededor para jugar con sus tetas y golpeo dentro y fuera de ella. Me embriaga… la más poderosa droga que puedo tomar, la más fuerte bebida que puedo consumir. No hay nada casual sobre esto. Y voy a probárselo. *** ―Vas a quedarte el fin de semana, ¿verdad? ―pregunta Libby cuando envuelvo una toalla a su alrededor después de salir de la ducha. Decidimos lavarnos después de nuestro sexo casual con algo de sexo en la ducha. ―¿Por qué? ―pregunto―. ¿Te gustaría? Se enfoca en vestirse, sin mirarme. ―Quiero decir… no tengo planes para este fin de semana, sólo algunas tareas, así que estaría completamente bien. La sujeto de la cintura y la atraigo contra mi costado. ―Me extrañaste, ¿cierto? Se retuerce, intentando luchar contra mí, mientras le hago cosquillas en el costado. ―¡No! ¡Basta! ―Lo hiciste. Me empuja, riendo. ―Bien, sí, te extrañé. Dejo caer mi toalla y agarro mi pantalón. ―Gracias por la invitación, solecito, pero creo que me iré ahora.

Su mandíbula cae. ―¿Qué? ―¿Puedo tomar prestado el Jeep o tengo que llamar un auto? ―Me mira fijamente, sin parpadear, y tartamudea sus palabras. Me inclino y beso su frente―. Por supuesto que me voy a quedar, me quedaré por tanto tiempo como me dejes. *** Libby cierra el refrigerador y se apoya contra él. ―Si salimos en público, no hay duda de que seremos notados y estarán molestándote acerca de detalles sobre lo de tu casa. ―Entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Morir de hambre? ―cuestiono―. Voy a morir aquí. Podemos pedir o hacer que George nos traiga algo. ―Hemos estado pasando el rato todo el día y mi estómago está gruñendo cuando empieza a oscurecer fuera. Libby había estado planeando ir a la tienda de comestibles hoy, así que tenemos poca comida. Buena cosa que California tenga un montón de lugares de entrega―. ¿Podemos hacer toda la cosa de la nieve sin la nieve real? Se ríe. ―Suena bien para mí. ―Sólo no te hartes de mí y arrojes mi culo al falso frío. ―Estuvimos juntos todos los días durante casi tres meses. No creo que pudiera cansarme de ti. ―Me gusta oírte decir eso. Pensé que habías renunciado a mí. Sus ojos se suavizan. ―No renuncié a ti. ―Seguro que parecía así. Quiero decir, dijiste que no podíamos tener una relación y ya. Si eso no es renunciar, no sé lo que es. Le estoy dando a esta conversación un cambio de ciento ochenta grados pasando de un pequeño “qué hay de cena” a hablar de “qué pasa con nuestra relación”. Sus hombros se encorvan. ―Tienes que entender de dónde procedo. Vi las cosas que mi padre hizo de gira. Vi a las mujeres lanzarse hacia él. Mierda, incluso lo vi cuando estaba en la gira contigo. Pasaré todo mi tiempo preocupándome sobre que cedas a sus avances. No puedo estresarme así e intentar sacar mi grado. Alzo mi voz, empujando mi dedo en mi pecho.

―No soy tu padre. No soy Adam. Soy yo, y me conoces. No soy ese hombre. Me viste en la gira. Puedo comprometerme. ¿Cuánto tiempo estuvimos juntos antes de tener sexo? ¿Follé a otras mujeres mientras esperaba? No. Puedo soportar algunas semanas sin sexo. Podría ser desafortunado, pero no es el final de mundo. ¿Has oído sobre la masturbación? ―Me detengo y me río―. Por supuesto que sí. Tienes tu cantidad justa de vibradores. ―Tan gracioso. ―Pone los ojos en blanco y se aparta del refrigerador―. Entiendo a dónde vas. Aliméntame, y podemos hablar más de esto, pero sabes que me pongo gruñona con el estómago vacío. ―¿Hay esperanza? ―Tengo que preguntarlo o me matará. ―Definitivamente hay más que esperanza. *** Me quedo todo el fin de semana con Libby. George fue a la tienda de comestibles, así que cocinamos la cena juntos, encontramos un nuevo programa de Netflix del que darnos un maratón e hicimos el amor cada noche y mañana. No quiero irme cuando sea el momento. Quiero quedarme en este mundo imaginario donde somos personas normales viviendo una vida normal. Tomo sus manos con las mías. ―Dime que este adiós va a ser mejor que el último. Prométeme que te veré de nuevo. Aprieta sus manos en las mías. ―Lo prometo.

―¿Quieres escuchar una historia muy impresionante? ―pregunta Mia, paseando en mi habitación y tumbándose en mi cama. ―Nop ―le respondo. Sea lo que sea, no creo que sea muy impresionante, y más sobre frases de alguna conferencia de Knox. George lo levantó temprano esta mañana para que llegara a su jet. Knox dijo que me enviaría un mensaje cuando aterrizara, pero aún no he oído de él. El vuelo tomaba alrededor de catorce horas, así que no estoy demasiado preocupada. Con él en casa este fin de semana presionó mis límites emocionales, mostrándome lo mucho que verdaderamente lo extrañaba y me preocupo por él. ―Así que salgo de mi habitación la otra mañana, y este magnífico hombre está sentado en la cocina. ¿Quién es este hombre guapo, te preguntarás? ―continúa Mia emocionada. ―Nop, claro que no ―me quejo. ―Es Knox Rivers, y se quedó con mi compañera de habitación todo el fin de semana. He estado temiendo tener esta conversación con ella. Está decidida con el discurso de “has cometido un error al romper con Knox", pero ahora estoy segura que va a ser una cosa diaria de nuevo. ―Necesitaba un lugar donde quedarse. Quería ayudar a un amigo. Ella ríe. ―Eres tan generosa. No sólo lo estabas ayudando con un lugar para quedarse, tampoco. ¿También lo estabas follando como un gesto amistoso? ―Exactamente. ―Empiezo a concentrarme en mis notas. Bueno, actúo como si me estuviera concentrando en mis notas.

―En un minuto quieres que se mantenga alejado de ti, al siguiente lo quieres dentro de ti. Prepara tu mente antes de que empiece a hablar con otra persona. Me encojo de hombros y mantengo la mirada gacha. ―Si lo hace, lo hace. No puedo detener eso. Levanto la mirada cuando me empuja el hombro. ―Uh, sí puedes, idiota. Puedes salir con él. ―Tengo que ir a clase. ―Me levanto, agarro mi computadora portátil para deslizarla en el estuche y luego mi mochila de libros, y la coloco sobre mi hombro―. Como siempre, fue un placer charlar contigo sobre Knox. ―Estoy seguro que no fue tan grande como el placer que él te estaba dando anoche ―grita a mis espaldas mientras salgo. Se ríe cuando levanto la mano y le hago una seña. Tengo que sacar de mi mente a Knox y volver a mi vida real ahora. *** Knox: El agente de bienes raíces que me recomendó Mia está enviado algunas opciones. Estaré en casa la próxima semana. ¿Quieres verlas conmigo? Han pasado dos semanas y media desde que Knox dejó mi apartamento, y ha sido difícil permanecer en contacto con nuestros horarios locos. Ha estado ocupado con sus espectáculos, y he estado abrumada con el trabajo escolar y los finales que se acercan. Yo: Me encantaría. ―¿A quién estás enviando mensajes? ―pregunta Mia. Arquea una ceja y se mete una patata en la boca mientras espera mi respuesta. Puse mi teléfono en la mesa de nuestro lugar favorito para almorzar y suspiro. ―No es de tu incumbencia, mamá. Se frota las manos y me da una mirada seria. ―Deja de joder con su cabeza, Libby. No seas una de esas perras que hace que los chicos se arrastren sin intención de darles nada. ―Ni siquiera sabes con quién estoy hablando. Podría ser mi padre. ―A menos que tu papá ilegalmente tuviera un celular contrabandeado a través del culo de alguien en su celda de prisión, sé que es una mentira. ―Él necesita una amiga para ir a ver las casas. Su madre y él aún no están en términos de hablar, y su hermano está en Texas. Creo que es lo menos que puedo hacer por todo lo que ha hecho por mí.

―No, lo que el hombre necesita es que saques la cabeza de tu culo y seas su novia. ―Mi cabeza no está en mi culo. Está en mis finales y cómo pasarlos. ―No me di cuenta que no podías tener novio y pasar una prueba. Puedes ser multi-tareas. Te he visto alisarte el cabello y pintarte las uñas al mismo tiempo. ¿Y sabes que las personas felices se desempeñan mejor cuando están a prueba? ―Deja todo el asunto de Knox, ¿de acuerdo? Hablaré con él cuando llegue a la ciudad. Lo prometo. *** ―Santa madre de toda la calentura y el romance ―grita Mia, irrumpiendo en mi habitación. Da saltitos de la emoción, chillando como una niña. ―¿Por qué demonios estás gritando por ahí, psicópata? ―pregunto. ―Tienes que ver esto... o escuchar esto, para ser más precisa. ―¿De acuerdo? ―digo en derrota. Agarra su teléfono, presiona un botón en su pantalla y empieza a tocar el botón de volumen hasta que asumo que está a lo máximo. La voz de Knox fluye del altavoz, y Mia comienza a bailar en su lugar. “Ella tiene miedo de abrirse, Escondiéndose detrás de una máscara rota, con miedo de ser sincera, Pero puedo ver a través de ella, Puedo ver el sol a través de la lluvia, Con un toque, ella tiene mi afecto, Dándome sólo una pizca de ella hasta que no lo acepta, Llamo a esto nuestro secreto del día, Cada pieza que descubro me quita el aliento, Ábrete, dulzura; deja que esas alas te conduzcan hacia mí, Mientras descubrimos nuestro secreto del día..." Un zumbido pasa a través de mí, como cuando bebo demasiadas bebidas energéticas, pero es un estremecimiento por Knox. Estoy borracha de él, atrapada en sus palabras, mientras sigo escuchando la canción que sé que es sobre mí. ―¿Dulzura? ―dice Mia―. Esta canción es tan sobre ti. Niego su comentario.

―No lo sabes. ―Es un tipo inteligente. Le daré eso. Te está ganando poco a poco, volviendo a tu vida. ¿Tiene segundas intenciones? ―Ya veremos. Ella vuelve a reproducir la canción y comienza a mover sus caderas al ritmo. Unos segundos después, ambas estamos cantando las palabras. Levanta los brazos. ―¡Vamos! ¡Bailemos la canción de la que fuiste musa! Bailamos hasta que la canción termina, y Mia insiste en que le escriba a Knox. Yo: ¿Nueva canción? Mia está reproduciendo la canción de nuevo cuando mi teléfono emite un pitido con una respuesta. Knox: ¿Ya la escuchaste? Yo: ¡Sí! Mia la está repitiendo y está teniendo una fiesta en mi habitación. Knox: Dime que te uniste a ella. Yo: Claro que sí. Es hermosa. Knox: Tuve la mejor inspiración. Yo: Estoy esperando mi porcentaje extra lol. Knox: Te prometo darte más que eso. ―Te estás sonrojando. Que te sonrojes es una buena señal ―dice Mia, sacándome de mi conversación. ―Estoy acalorada por el baile. ―Lo que sea. Presiona un botón en su teléfono, y empezamos a bailar otra vez.

―La gira ha terminado. ¿Cómo te sientes? ―pregunta Thomas. Llegué de regreso a la ciudad anoche después de que terminara mi última parada de la gira en América Latina. Thomas me recogió y me está dejando quedarme en su casa de huéspedes hasta encontrar un nuevo lugar aquí. No he vuelto a la casa que Nate destrozó, pero según mi nueva asistente, Anna, todas mis pertenencias han sido retiradas, y alguien ya ha hecho una oferta. ―Agotado. Ochenta actuaciones en seis meses en no sé cuántos países te agotarán. ―La gente podrá despreciarte, pero trabajas duro. El tour está recibiendo comentarios fantásticos. Ahora necesitamos que trabajes en un nuevo álbum. Secret of the Day está reventando los ránking de música. Las mujeres aman el lado romántico de ti, y Anna dice que has estado escribiendo mucho en el camino. ―Ya tengo tiempo de estudio programado. Pero primero lo primero, tengo que encontrar un lugar donde vivir. ―Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras. ―Lo aprecio. Me reuniré con mi agente de bienes raíces en aproximadamente una hora, así que espero que tenga una buena mierda arreglada para mí. ―¿Quieres que vaya contigo? ―Voy a recoger a Libby, y ella vendrá conmigo. Sus cejas se juntan. ―¿Libby? ―Asiento―. Interesante. ―¿Por qué es interesante? ―Según su padre, está viendo a un hombre nuevo y él está a punto de proponerle matrimonio. Mi espalda se endereza, y siento que todo el color se retira de mi cara.

―¿Qué? Thomas se ríe y me da una palmadita en la espalda. ―Estoy jodiendo contigo. Me gustan ustedes dos juntos. Ella te mantiene en tierra, así que haz las cosas bien con ella ahora que estás en casa por un tiempo. ―Confía en mí, estoy tratando. ―Buen chico. Yo: Estoy a cinco minutos. ¿Estás lista? Libby: ¡Sí! Estaré fuera esperando. Ella camina hacia mi auto y abre la puerta del pasajero tan pronto como me detengo. ―Oye extraña ―saludo, dándole una sonrisa. ―Hola ―dice. Está actuando con timidez... como la última vez que la vi cuando no estaba comiendo su coño. Dobla las manos en su regazo―. Entonces, ¿qué vamos a ver hoy? ―El agente de bienes raíces me envió fotos de algunas casas, pero hay una que creo que podría ser la ganadora. Voy a hacer que ella nos la muestre primero y luego partiremos desde allí. ―Suena bien para mí. Pongo el auto en reversa, vuelvo a salir del estacionamiento, y atravieso las puertas. ―¿Cómo te fue en tu examen final? ―pregunto, saliendo de su vecindario―. No fracasaste, ¿verdad? Ríe. ―No, gracias a Dios. Lo hice bastante bien, y tomé algunos créditos adicionales este semestre, así que no tendré que asumir una carga tan pesada el semestre que viene. ―Bien, así tendrás más tiempo para pasar conmigo. Sonríe. ―Supongo que sí. La casa que estamos mirando está a sólo diez minutos en coche, y la agente de bienes raíces, Debbie, ya está allí. Ella salta de su Mercedes rojo cuando me detengo y se acerca a nosotros en sus tacones negros.

―Knox ―dice, su mano con uñas rojas sale disparada a mi encuentro―. Es bueno conocerte finalmente. ―Le estrecho la mano, sonriendo, y su atención se mueve hacia Libby―. Y tú debes ser Libby. Knox dice que no puede comprar una casa hasta que tú la veas primero. ―Así es ―digo, mientras Libby me mira con extrañeza. ―Los dos van a amar este lugar ―dice Debbie. La seguimos por el camino y hacia la casa―. Tu asistente me dijo que están buscando algo moderno. Son tres mil seiscientos metros cuadrados. El precio es un poco más de ocho millones, por lo que estamos dentro del presupuesto, y también tiene la casa de huéspedes que estaba buscando. ―Suena perfecto ―digo―. Veamos si las fotos le hacen justicia. Si el lugar se parece en algo a lo que vi en línea, este será mi próximo hogar. No se parece en nada a mi última casa, la cual era una casa de soltero total. Ésta es más tranquila y hogareña. No voy a lanzar ninguna fiesta salvaje aquí. He aprendido mi lección de confiar en la gente alrededor de mis cosas. Debbie nos guía por la casa, y puedo decir que a Libby le encanta. ―¿Qué te parece? ―le pregunto cuando Debbie sale de la habitación para recibir una llamada telefónica, pero estoy bastante seguro de que es para darnos tiempo para hablar. Libby echa un vistazo a su alrededor. ―Creo que es absolutamente impresionante. Sonrío. ―¿Es lo suficientemente hermoso como para quieras vivir aquí? Sus ojos azules se estrechan sobre mí. ―Si estás tratando seriamente de sugerir que me estás regalando esta casa o algo ridículo en ese sentido, no te voy a decir nada ahora, y no cambiaré de opinión. ―Eso no es lo que estoy insinuando. ¿Qué te parece alojarte en la casa de huéspedes? Será perfecto para ti. ―¿Por qué? Ya tengo un lugar con Mia. ―Tendrás más privacidad aquí y un lugar propio. La casa de huéspedes es tan hermosa como esta casa con una sala de estar, una cocina completa y una genial suite principal con un cuarto de baño impresionante. ―Su vacilación es evidente, así que paso a la razón número dos en la lista que había elaborado para este momento―. También me ayudaría, me dará paz mental. Si estás aquí cuando me haya ido, sé que te ocuparás de ella. No me amenazarás con un Nate, y mi madre tratará de que otro

de los miembros de mi familia se mude para que me ocupe de ellos si este lugar tiene vacantes que llenar. ―Todavía me está dando esa mirada nerviosa―. No tienes que darme una respuesta ahora mismo. Piénsalo y luego me lo dices, ¿de acuerdo? Muerde el borde de su labio rosado y asiente. ―Bueno. ―¿Reflexiones finales? ―pregunta Debbie, interrumpiéndonos mientras regresa a la habitación con las manos extendidas y una sonrisa brillante en su rostro. Miro a Libby y ella asiente. ―Creo que la tomaremos ―le contesto. Tanto Libby como Debbie se dan cuenta de mi elección de palabras. La tomaremos. Debbie aplaude por la emoción de que está a punto de obtener un pequeño y lindo cheque de comisión. ―Perfecto. Haré una oferta hoy. Doy la mano a Debbie cuando llegamos afuera, y le decimos adiós. Libby se desliza dentro de mi auto cuando abro la puerta para ella. ―¿Tienes hambre? ―pregunto cuando me meto en el asiento del conductor. ―En realidad, me muero de hambre. Planeaba hacer el almuerzo antes de que me recogieras, pero decidí no hacerlo cuando me di cuenta de que Mia estaba esperando que saliera de mi dormitorio para poder darme instrucciones sobre qué decirte hoy. ―Está en el equipo Knox, ¿no? ―Definitivamente está en el equipo Knox. ―Sabía que me gustaba. Tomo mi teléfono y le envío un texto a Anna para preparar planes de almuerzo en algún lugar al que podamos ir sin tener cámaras en nuestras caras. He tenido suficientes entrevistas de radio y televisión para que me duren por los próximos meses, y no quiero que traigan a colación a Nate destrozando mi casa. Me detengo en la entrada trasera del restaurante italiano y detengo el auto. Salgo, abro su puerta, y luego la guío dentro del edificio. El chef está esperando y nos lleva a una mesa en una habitación vacía. ―No he estado en este lugar en mucho tiempo ―dice Libby, sentándose―. Es uno de mis sitios favoritos. Mi papá y yo solíamos venir aquí todo el tiempo, pero ahora es un poco demasiado caro para mi presupuesto.

Sonrío y tomo una nota mental para agradecer a Anna por tomar una buena decisión. ―Entonces, ¿cómo va el nuevo trabajo? ―Thomas mencionó que Libby ha estado haciendo un trabajo sencillo para él cuando no está ocupada con las clases. ―Está bien. Thomas hace coincidir mi horario, lo que es agradable. También estoy haciendo mi servicio comunitario en la oficina de trabajo social de la ciudad, y me dijeron que tengo un trabajo esperándome tan pronto como consiga mi título. ―Amo la manera en que su rostro se ilumina al mencionar su nueva carrera que comienza. ―Eso es genial. Estoy emocionado por ti. ―¿Preferiría que ella obtuviera su título y trabajara para mí? Absolutamente. Pero no puedo pedirle que renuncie a su pasión porque sé lo que se siente el amar lo que haces. ―Y todo gracias a ti. Gracias por ayudar con mi matrícula. ―Si me das las gracias de nuevo, te voy a doblar sobre esta mesa y darte unos azotes. No es todo gracias a mí. Todo es gracias a ti y a tu arduo trabajo. Mantenemos el resto de la conversación ligera y nos ponemos al día de lo que está pasando en nuestras vidas hasta que terminamos nuestro almuerzo y regresamos al auto. La detengo antes de que ella salga cuando estaciono delante de su condominio. ―Voy a tener una fiesta de Navidad para los niños en el hospital el sábado. ¿Vienes? ―pregunto. Ella sonríe, asintiendo. ―Dime los detalles y estaré allí.

Me tumbo en la cama y dejó escapar un largo suspiro. No podría haber tenido un mejor día con Knox en el hospital de niños. No quería irme. Entregamos regalos, comimos demasiados dulces y galletas, y Knox cantó cada canción de Navidad conocida por el hombre. Hay algo acerca de hacer que la gente se sienta mejor que aligera su estado de ánimo e ilumina su día. Mis problemas parecen tan insignificantes. Estar allí hoy me dijo que estoy haciendo lo correcto con mi vida. Quiero ayudar a cada niño que pueda entrar en un hogar seguro y saludable. Si están enfermos, estaré a su lado, haciendo todo lo posible para que se sientan mejor. Knox se sienta en el borde de mi cama con sus ojos intensos clavados en mí. ―¿Cuáles son tus intenciones conmigo? ―pregunto. Lo que Mia dijo ha estado en mi mente. ¿Knox tiene segundas intenciones? Se sitúa de tal manera que estamos frente a frente. ―No sé si quieres que sea sincero contigo. ―Ciertamente, no quiero que me mientas. Se aclara la garganta. ―Te cierras y me dejas fuera cuando soy sincero contigo. Pones una restricción contra tu corazón con miedo. No quiero que te alejes. Me estremezco ante su respuesta. ―No me cierro ―refuto―. Soy realista. No puedes culparme por no querer vivir en algún cuento de hadas. ―Si eres tan realista, entonces sé real y sigue tu corazón. Los realistas no huyen de la mierda. Se enfrentan a la verdad. Se enfrentan a la realidad. Así que, hasta que decidas hacer eso, eres una pesimista.

Cruzo las piernas y enderezo mi espalda. ―Entonces, enfrentemos la verdad. Secreto del día. Dime lo que piensas. ―Mis intenciones son recuperarte ―confiesa, no es una tontería―. Estoy luchando para demostrarte que lo quieres tanto como yo. Sabes que estoy enamorado de ti, profundamente, locamente y apasionadamente enamorado de ti, y sé que me amas. A veces toma más tiempo para que tu mente se abra y escuche a tu corazón. Entiendo que quieres espacio, pero mis intenciones son dejarte tener tu espacio, pero compartirlo conmigo al mismo tiempo. Tú viste... lo sentiste... lo feliz que estábamos de gira. Podemos hacer eso otra vez. Podemos tener una vida grande y feliz, juntos. Abro la boca, lista para seguir construyendo esas paredes, pero él me detiene. ―Todavía te estoy diciendo mi secreto ―continúa―. Estoy de gira. Estás cerca de graduarte. Nada nos detiene, salvo que decidas si quieres vivir la vida feliz o asustada. Maldición, eso era un secreto. No hay manera de decirle que tengo miedo a la oscuridad sobre eso. Me paso la mano por el cabello. ―Aún vas a viajar ―empiezo a divagar―. Me concentraré en el trabajo aquí. El sol no saldrá mañana. No funcionará nunca. ―Su mano desaparece en su bolsillo, y saca su teléfono―. ¿Qué estás haciendo? Sus labios se levantan en una sonrisa. ―Estoy buscando la definición exacta de pesimismo. Le arrebato el teléfono. ―Gracioso. Da un largo suspiro, la sonrisa se desvanece, y algo más aparece. Determinación. ―Nunca vas a ser feliz si siempre está pensando en los: ”y si”. ¿Y si el mundo se acaba mañana? ¿Y si me engaña Ursula para venderle mi voz y nunca puedo cantar de nuevo? Pongo los ojos en blanco y le golpeo el hombro. ―Oh Dios mío. ―¡Lo digo en serio! ¿Crees que es inteligente dejar todo en este momento porque hay una posibilidad que pueda ocurrir? Cualquier cosa puede suceder. Hay tanta mierda que puede cambiar nuestra vida en un segundo. Si pasa algo terrible,

nos ocupamos cuando suceda, juntos. Las adversidades son mucho más fáciles de pasar cuando tienes a alguien a tu lado. ―Sabes que es difícil para mí ponerme allí. ¡Sabes por qué! Pone su mano sobre su pecho. ―¡Es difícil para mí también! Pero lo hice por ti. ―Se acerca más y mueve su mano hacia mi pecho, justo sobre mi corazón―. Te di una parte de mí que puedes romper fácilmente, pero sé que estoy en buenas manos. Haz lo mismo por mí. He estado tan temeroso que juegue con mi corazón y herirme, que nunca pensé que yo era la que causaba dolor a los dos. Mi miedo lo está lastimando. Es ahora o nunca, Libby. No puedo seguir viviendo mi vida con miedo al amor. No puedo cubrir mi corazón cuando ni siquiera le he dado la oportunidad de trabajar correctamente. Miro hacia abajo, su mano en mi pecho, mi corazón golpeando contra mi caja torácica justo debajo, y finalmente estoy conectando con el amor que tengo hacia él. El amor debe venir primero antes de todo. ―Te amo, Libby, más de lo que las palabras pueden describir. Podría escribir un millón de canciones, y todavía no diría lo suficiente. Quiero que estemos juntos. Haré todo lo que esté a mi alcance para que funcione. Coloco mi mano sobre la suya mientras las lágrimas comienzan a caer de mis ojos. ―Te amo, Knox. Te pertenezco; en mente, cuerpo y alma, y te daré todo lo que tengo. Ten paciencia conmigo, pero ten en cuenta que estaré aquí. No hay más por lo que huir, no hay más por lo que dar la espalda. ―Eso es todo lo que estoy pidiendo. Para que me des todo de ti. ―Toma mi mano de la suya y la lleva a sus labios―. Ahora vayamos a comprar muebles para nuestra nueva casa. ―¿Qué? ―tartamudeo. ―Me escuchaste. Hice una oferta por la casa y la aceptaron. Te vas a mudar, y nena, es mejor que escuches cuando digo que no estarás en la casa de huéspedes. Me río cuando me ayuda a levantarme y me lleva en sus brazos. Mi corazón se siente lleno. Se aleja cuando su teléfono emite un pitido y lee el texto en la pantalla. Noto que sus manos empiezan a temblar.

―¿Qué pasa? ―pregunto. Traga unas cuantas veces antes de contestar. ―Encontraron mi guitarra. Suspiro y cubro mi boca. He estado buscándola por todas partes, y estoy tan contenta que la recuperara. ―Gracias a Dios. Estoy tan feliz, no tienes ni idea. ―Dos cosas que amo han regresado a mí hoy. Este es el mejor día de mi vida.

Apesta no poder estar sentado en la multitud mirándola como todos los demás, pero este es su día y de ninguna manera me permitiré quitarle esto. No permitiré que esta celebración sea sobre mí. Es por eso que estoy sentado en un despacho detrás viendo la ceremonia a punto de comenzar desde una pantalla de televisión mientras lo graban. ―¿Quieres una bebida o algo? ―pregunta la mujer que me acompaña mientras permanece en la puerta. Sostengo mi botella de agua. ―Estoy bien y gracias por hacer esto. Sonríe. ―Sin problema. Lo apreciamos. Una celebridad en la multitud eclipsaría lo que estos estudiantes han estado trabajando mucho. Me relajo en la silla y veo la introducción, el discurso del graduado con las mejores calificaciones y todas estas cosas buenas. Mi espalda se endereza, mis piernas se separan, cuando alcanzan la fila de Libby. Levanto las manos y el orgullo me llena de energía cuando llaman su nombre y ella camina por el escenario. Su sonrisa se extiende de oreja a oreja cuando le entregan su diploma, mira a la cámara y me envía un beso antes de bajar las escaleras. Lo hizo. Mi chica ahora es una graduada. Ya tiene asegurado un trabajo con el departamento de Servicios de protección infantil de Los Ángeles y está lista para comenzar la próxima semana. Va a cambiar las vidas de los niños y no puedo esperar para montarme junto a ella en ese viaje. Ella ya ha hecho uno conmigo. Es hora de que haga lo mismo por ella.

*** ―¡Feliz graduación! Desato la venda que cubre los ojos de Libby, dejándola caer al suelo y espero nervioso su reacción. Se gira para mirarme, su mirada buscando la mía. ―Espera... ¿qué? ―tartamudea―. ¿Qué es esto? ¿Nos estamos mudando? Sujeto su mano y la llevo por el camino hasta la casa blanca con persianas azules. Es una casa grande, equipada con diez dormitorios, ocho baños y dos habitaciones grandes de matrimonio, por lo que habrá mucho espacio para todos. Hay una etiqueta de VENDIDA pegada encima del anuncio EN VENTA en el jardín delantero y estoy planeando substituir el letrero con algo más cuando ella se decida en un nombre. El padre de Libby salió de la cárcel hace unas semanas y me ha estado ayudando a preparar todo para este día. Ha sido un dolor en el culo tratar de mantenerlo en secreto, pero Mia hizo un gran trabajo en distraerla. La reacción en su rostro me dice que no tenía idea. ―Esta es una casa donde puedes iniciar una fundación para dar un lugar seguro a los niños donde ir hasta que tengan una familia adoptiva o de acogida. ―Un Honda blanco aparece y espero que la mujer salga de su auto y llegue hasta nosotros antes de seguir adelante―. Ésta es Trish. Ella, junto a otras dos, serán las mamás de la casa. Habrá un adulto aquí veinticuatro horas de siete días, por lo que los niños estarán bien atendidos. ―¿Estás hablando en serio en este momento? Asiento. ―Has dicho que quieres darles más esperanza a los niños. Teníamos que comenzar de alguna parte. Creo que este puede ser nuestro comienzo. Su mano cae a su pecho y sus hermosos ojos azules comienzan a llenarse de lágrimas. Un sonido de asombro se me escapa cuando envuelve sus brazos alrededor de mí y comienza a saltar. ―Gracias. ―Se ahoga su voz cuando se aparta. Limpia las lágrimas de su rostro―. Este es el mejor regalo que alguien me ha hecho alguna vez. ―No tenemos todavía un nombre para esto ―le digo, rodeando su cintura con mis brazos y trayéndola a mi lado―. Quería que fuera tu elección. Se tapa la boca. ―No lo sé…

―¿Qué tal Fundación Pop Rock? ―sugiere su padre viniendo hacia nosotros. ―¿Qué es esto? ―pregunta ella. ―La estrella pop se enamora de la princesa del rock. Pop Rock. ―La Fundación Pop Rock ―repite ella―. Me encanta.

Diez años más tarde Salgo del auto en el sofocante calor de Houston y sonrío cuando observo las bicicletas dispersadas a lo largo del camino de entrada circular. Simplemente un día habitual de la casa Rivers. Sigo diciéndoles que uno de estos días alguien no va a estar prestando atención y pasar por encima de ellas. Pero los niños serán niños y los míos parecen tener oído selectivo. Cierro la puerta detrás de mí y echo un vistazo a la ventana del asiento trasero. Ella está mordiéndose la uña con nerviosismo y con la mirada baja en su regazo. Estuvo callada todo el viaje hasta aquí, dándonos breves respuestas de una palabra y espero que empiece a abrirse más. Lo hizo cuando la encontré, contándome todo lo que había pasado en sus seis años de vida y todavía me duele cuando lo pienso. Está fuera de su zona de confort y probablemente le costará unos meses adaptarse a vivir aquí, pero quiero que le guste. Hago un gesto con la mano, pidiéndole que salga y ella lo hace. Endereza su nuevo vestido rosa y comienza a jugar con las puntas de su trenza oscura. ―Bienvenida a tu nuevo hogar ―le digo. Me mira con grandes ojos marrones. ―¿Esto... aquí es donde voy a vivir? ―susurra y yo asiento―. Es como un castillo. ―Un castillo apto para una princesa. Una sonrisa torcida se extiende en su rostro.

Me dieron el caso de Nola hace dos meses cuando la policía fue llamada a una casa después de que alguien se quejó de un olor rancio proveniente de la casa de su vecino. La furia me invadió cuando entré. Estaba viviendo en una absoluta inmundicia, con un peso muy bajo, sólo tenía trece kilos a los seis años y había nacido de una pareja de adictos que sólo se preocupaban por su próxima dosis en lugar de la cena de su hija o baño nocturno. Las agujas y las jeringas cubrían el hogar, junto con las heces de los animales y las cucarachas. Tenía que sacarla de allí. Me llevó un mes pasar por el sistema judicial y legalmente adoptarla. Es nuestra cuarta hija. Tuvimos nuestra primera niña hace ocho años y luego decidimos pasar a la ruta de adopción. Tenemos dos casas, una en Los Ángeles y está aquí en Houston, donde solemos pasar la mayor parte de nuestro tiempo. Knox tiene un estudio personalizado construido en la casa, así que hace la mayor parte de su trabajo desde aquí. Construimos justo al lado de Estelle, así que los niños siempre tienen un nuevo suministro de galletas. Hemos ampliado la Fundación Pop Rock en doce estados diferentes con veinticuatro casas. Dieciséis más están en los planes para aparecer en los próximos cinco años. Miro atrás, al sonido de una puerta cerrando cuando Knox sale del coche. ―Creo que le va a encantar ―me susurra, deteniéndose a mi lado―. Espero que le guste. Tomo su mano en la mía. ―Yo también. Se apoya contra el capote. ―Esta es la vida, solecito. Río. ―¿Esta es la vida que te imaginaste que tendrías hace diez años? ―¿Qué si me imaginé que estaría casado con la mujer más hermosa y magnífica del mundo mientras sigo vendiendo discos y teniendo una casa en Houston con pequeños corriendo alrededor? No. Nunca imaginé que sería tan feliz. ―Secreto del día, te amo ―susurro. ―Secreto del día, te amo más.

Charity reside en Indianápolis, Indiana. Cuando era pequeña, se subía a su bicicleta y se iba a la biblioteca pública para poder leer lo que cayera en sus manos. Cuando no está escribiendo, la puedes encontrar leyendo, pasando tiempo con su familia o cultivando su adicción por las compras por internet (sobre todo zapatos y bolsos).

Charity Ferrell - Pop Rock.pdf

Retrying... Charity Ferrell - Pop Rock.pdf. Charity Ferrell - Pop Rock.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu. Displaying Charity Ferrell - Pop Rock.pdf.

5MB Sizes 9 Downloads 417 Views

Recommend Documents

Beneath our Falts (Charity Ferrell).pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Beneath our ...Missing:

Charity 5K.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Charity 5K.pdf.

Charity Navigator letter.pdf
Sign in. Page. 1. /. 2. Loading… Page 1 of 2. Page 1 of 2. Page 2 of 2. Page 2 of 2. Charity Navigator letter.pdf. Charity Navigator letter.pdf. Open. Extract.Missing:

Charity Navigator letter.pdf
Page 1 of 2. Page 1 of 2. Page 2 of 2. Page 2 of 2. Charity Navigator letter.pdf. Charity Navigator letter.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu.Missing:

Zakat Obligatory Charity
Glorious, Most High who enabled me to write this humble book on Zakāt - Obligatory charity, its rules and regulations. It is my hope that this book will add.

(Ferrell, Palliative Nursing (Text))
About the Author Betty R. Ferrell is at City of Hope National Medical Center. Nessa Coyle is at. Memorial Sloan-Kettering Cancer Center. Customer Reviews ...

vip charity ride -
Epic Location www.PeterSaganVIP.com. 3 WAYS TO RIDE. See Website For Complete Event Details.This is going to be a fun, action-packed weekend.

Charity Fashion Show Letter.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Charity Fashion ...

Charity, incentives, and performance
Meeting 2012, the summer workshop at Copenhagen Business School 2012, the Nordic ... Phone: +46 31 786 6442, E-mail: [email protected] ... two-by-two design lets us distinguish between the effect of charity per se (the two ...... “Forschung u

Ana Mendez Ferrell - Santa Cena.pdf
PO Box 3418. Ponte Yedra, Florida, 32004. USA. www.VoiceOfTheLight.com. ISBN: 978-1-933163-09-3. DEDICATORIA. Dedico este libro a Jesucristo, ...

Ana Mendez Ferrell - Santa Cena.pdf
una inspiración para mí, y para millones de personas. Page 4 of 64. Ana Mendez Ferrell - Santa Cena.pdf. Ana Mendez Ferrell - Santa Cena.pdf. Open. Extract.

2017 STWM Scotiabank Charity Challenge Participant Registration ...
2017 STWM Scotiabank Charity Challenge Participant Registration Guide.pdf. 2017 STWM Scotiabank Charity Challenge Participant Registration Guide.pdf.

Charity BnB 2015 Donation Form.pdf
Address: Postal Code: Email: Please mail completed forms and cheques (if any) to: St. Andrew's Community Hospital, Corporate Communications Department, 8 Simei Street 3, Singapore 529895. All donations will be to St. Andrew's Community Hospital and T

MIG-Cricket-Club-Charity-Proviso.pdf
"Charitable purpose. 3. ... registration by an order u/s 12AA(3) giving retrospective effect. in regard to the date ... Displaying MIG-Cricket-Club-Charity-Proviso.pdf.

POP quotation.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. POP quotation.

Pop Fest -
INPLANT TRAINING. ON. BIG DATA. &. HADOOP. Computational Intelligence. Research Foundation. 13, Ayanavaram Road, Ayanavaram, Chennai 23.

pop corn.pdf
Page 1 of 2. NEON. Date : JUIL 15 Pays : France. Périodicité : Mensuel Page de l'article : p.64-65. Journaliste : Elodie Barakat. Page 1/2.

The Charity of Giving Handjobs.pdf
There was a problem loading this page. Whoops! There was a problem loading this page. The Charity of Giving Handjobs.pdf. The Charity of Giving Handjobs.

Charity Quiz Night Form.pdf
Charity Quiz Night Form.pdf. Charity Quiz Night Form.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu. Displaying Charity Quiz Night Form.pdf. Page 1 of 1.

pop sculpture pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. pop sculpture ...

FireFox Pop-ups.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item.