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apunzel no es una adolescente promedio.

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Por un lado, tiene una enfermedad grave que la retiene en el interior de la misteriosa mansión Gothel. Y por el otro, su cabello tiene cuatro metros y medio de largo. Por no hablar de que es también la clave para salvar, en última instancia, al mundo de una destrucción segura. Pero entonces conoce a un chico llamado Fane, quien cambia todo lo que siempre ha conocido, y decide arriesgar todo lo familiar para descubrir quién es en realidad. Llena de romance, aventura y misterio, Rapunzel Untangled es una historia que no querrás dejar. Descubre el verdadero significado del amor y la amistad en este giro moderno al clásico cuento de hadas.

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Para mis queridos amigos y socios críticos conocidos como El Wigz (saben quiénes son Sherry, Cami, y Jeff). Sin ustedes, mi escritura no sería nada más que un pasatiempo divertido. Y a todos mis compañeros románticos en el mundo que comparten mi fantasía, y la esperanza de, un felices para siempre, sea lo que sea.

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Traducido por Jane. Corregido por Gabba

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a mujer se puso rígida, cautivada por la niña en el lado opuesto del recipiente lleno de manzanas. Todavía un bebé, los brazos y las piernas se agitaban mientras felizmente golpeaba una jirafa de peluche colgando del mango de su asiento de seguridad. El asiento firmemente unido a la parte delantera de la cesta de la compra. La mujer sintió un cambio dentro de ella: aquí estaba el niño, el que había esperado. Admitió que en algún lugar profundo en su interior dudaba de la profecía y creía lo que otros afirmaban, que Vedmak no era más que un falso brujo que solo quería tener grandes riqueza que podría ser proporcionada por la mujer. Pero ahora, aquí se hallaba la prueba, aquí estaba el niño que había sido presagiado… no, prometido por Vedmak. El bebé miró en su dirección y se le aceleró la respiración. Los brillantes ojos verdes que la miraban reflejaban inteligencia por encima de una sonrisa feliz. Pero eso no era lo que había atraído a la mujer en primer lugar, aunque reforzaba la profecía. En cambio, era el espeso cabello rubio, largo que brotaba de la cabeza del bebé. Se detenía en un arco justo por encima de su frente, con algunas hebras cayendo a los lados, lo suficiente para rozarle sus orejas. Se acercó un poco más con el pretexto de examinar las numerosas manzanas rojas extendidas ante ella. Desde esta posición, podía oír la conversación entre la madre del bebé y otra mujer que llevaba un gran sombrero redondo, que parecía ser una conocida. —¿Qué edad tiene ahora el adorable bebé? —preguntó la conocida mientras tomaba la pequeña mano del bebé en la suya. El bebé arrulló y agarró el dedo ofrecido. La mujer sintió un ardor en su pecho por la audacia de la mujer del gran sombrero redondo con tanta libertad de tocar al niño mágico. —Cumplió seis meses hace tres días —dijo la madre con una sonrisa cargada a la vez de amor como de agotamiento—. Se está volviendo una

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alborotadora. Ya puede moverse, y sospecho que no pasará mucho tiempo antes de que gatee. La mujer sintió un cosquilleo de alarma. Su tiempo era más corto de lo que pensaba. —Su cabello es increíble —dijo la intrusa de sombrero grande—. No creo que jamás haya visto un cabello tan largo en alguien de su edad. —Sí —estuvo de acuerdo la madre—. Nació con un mechón de cabello rubio, y no parece que tenga intención de dejar de crecer a corto plazo. Tendré que cortarlo antes de tiempo si va andar alrededor gateando. Ya tengo que atarlo para que ella se mueva por allí. El cosquilleo de la mujer se convirtió en una alarma a toda marcha por todo su cuerpo. Iba a tener que actuar muy, muy pronto o todo estaría perdido. Las mujeres charlando se dieron vuelta hacia ella, y se dio cuenta que había soltado un pequeño chirrido. Forzó una serenidad en su rostro y les sonrió cortésmente. Como si sintieran algo, se alejaron como una. La mujer agarró una bolsa y puso algunas manzanas. Si iba a continuar con esto, debía parecer calmada. La emoción y el miedo se mezclaron en su pecho hasta que sintió que podría explotar por ello. Se acercó a la parte delantera de la tienda y pagó su bolsa de manzanas, viendo a la joven madre a unas pocas filas con su propia cesta de compras. Cuando la mujer vio los elementos que la joven madre tenía: pañales, comida para bebés, fórmula… junto con otros comestibles, se dio cuenta que lamentablemente no tenía la adecuada preparación. Si solo hubiera escuchado al brujo, creído plenamente en lo que había dicho, ahora no estaría en la situación en la que se encontraba y podría actuar de inmediato. En el exterior, se deslizó en el asiento del conductor de su auto y se agachó para no llamar la atención. Unos minutos más tarde, la joven madre salió de la tienda y se dirigió a su propio vehículo estacionado a corta distancia. La mujer vio que la madre colocó primero al bebé en el auto, asegurándola, antes de regresar a su carrito para poner los comestibles comprados dentro del maletero. La mujer se maldijo otra vez… toda una oportunidad desperdiciada en este momento con la madre distraída. Supuso que ahora mismo podría obligarse a ser paciente. Había esperado tanto tiempo, ¿o no? Tendría que actuar rápidamente para prepararse, pero podría hacerlo… lo tenía que hacer. El destino de su hija

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descansaba sobre sus hombros. No solo sus hombros, sino también los de la niña con el cabello mágico. Puso el auto en marcha y siguió al inocente par desde el estacionamiento.

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1 Traducido por Areli97 Corregido por Gabba

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apunzel se paró frente a la alcoba redonda que separaba sus habitaciones del mundo exterior. Su ventana tenía un solo propósito: una salida para ella en caso de incendio. Su madre era un poco… sobreprotectora. Suponía que era con una buena razón. Se asomó por la ventana abierta y respiró el aire fresco, dejando que el sol de la mañana calentara sus mejillas. Era bastante temprano por lo que aún los trabajadores no se habían presentado, de modo que se sintió segura en hacerlo. Su madre llegaría pronto con el desayuno, exactamente a las seis en punto, igual que cada mañana en la vida de Rapunzel. Su madre era el único reloj que Rapunzel necesitaría alguna vez. Miró a través de la extensión del verde césped salpicado de varios árboles grandes de diferentes variedades y rodeados de exuberantes lechos de flores. Desde su ventana podía ver la larga línea de la viga en la parte posterior de la casa, lugares en los que nunca había estado debido a su diagnóstico, y varias de las dependencias. De vez en cuando vislumbraba a los jardineros entrar y salir del invernadero o del cobertizo, pero siempre se agachaba para que no la pudieran ver observando. Un pájaro azul voló cerca y aterrizó en el alfeizar de la ventana. Sonrió. —Buenos días, Angel —dijo suavemente para no asustar a su pequeña amiga. Lentamente estiró una mano y la abrió, con la palma hacia arriba, las semillas de girasol expuestas. Angel revoloteó con un parloteo alarmado, pero solo por un par de metros antes de aterrizar nuevamente. Rapunzel esperó pacientemente. Angel saltó dos veces, moviéndose más cerca del premio. Se detuvo, parloteando de nuevo mientras miraba alrededor en cortos y rápidos giros de cabeza. Dos saltos más la pusieron incluso más cerca. Continuó el patrón mientras Rapunzel esperaba, apenas respirando. Finalmente Angel

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saltó sobre su mano y tomó una semilla, luego voló a la rama de un árbol cercano, aplastando su premio mientras observaba a Rapunzel. Esto era normal. Había estado haciendo esto desde hace ya algunas semanas. Aun así, Rapunzel esperaba. Angel volvió, aterrizando directamente sobre su palma. Rapunzel literalmente jadeó, pero Angel permaneció en su sitio. Esta vez continuó comiendo las semillas, todo el tiempo cosquilleando la palma de Rapunzel con sus diminutos pies como alfileres. Una sonrisa se extendió por el rostro de Rapunzel. Angel nunca antes había vuelto, mucho menos se había quedado a comer de su palma. De repente Angel levantó su cabeza con alarma y revoloteó lejos, gorjeando mientras lo hacía. —¡Rapunzel! —La voz de su madre, llena de reproche la espantó lejos de la ventana. Se giró culpable, esparciendo las semillas en el suelo. —Madre, yo… —¿Sabes lo que podría pasarte? —gritó su madre, corriendo hacia delante para empujarse más allá de Rapunzel, cerrando de golpe la ventana. Se balanceó hacia Rapunzel y la jaló en un doloroso abrazo—. Podrías ser alejada de mí.

—¿Alejada de ti? —cuestionó Rapunzel. Esa parecía una manera extraña de ponerlo. Su madre la soltó y acarició su cabello, casi frenéticamente. —Sabes lo que quiero decir. Tu enfermedad —susurró la palabra como siempre lo hacía, con miedo de que al decirla en voz alta de alguna manera causara su muerte—. Rapunzel siempre debes ser cuidadosa. Siempre alerta. Rapunzel asintió. Por años había estado abriendo la ventana, y nada malo había pasado. Se preguntó, no por primera vez, si su madre se encontraba equivocaba sobre la gravedad de su enfermedad. Nunca le diría a su madre que con frecuencia abría la ventana, asustada de que le quitara su única pequeña libertad. No solamente eso, no podía estar absolutamente segura de que su madre estaba equivocada. Podría haber tenido mucha suerte hasta ahora. —Sí, madre —dijo—. Prometo ser más cuidadosa. —Bien —ronroneó su madre—. Ahora, vamos a desayunar y luego a comenzar tus lecciones.

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Dejaron la alcoba de piedra, la cual era muy parecida a una torrecilla, a través de la entrada abierta en la habitación principal. Un área para sentarse estaba a su derecha, con una cocina pequeña a la izquierda. Rapunzel hacía uso de esa área tanto como era posible incluso aunque muchas de sus comidas fueran hechas abajo por su cocinero, a excepción de sus almuerzos, los cuales hacía ella misma la mayoría de los días. Pero sí tenía un refrigerador completamente abastecido y una despensa con lo que podía hornear si realmente quería prepararse algo para comer. Mientras comían, Rapunzel examinó a su madre discretamente. No se parecían en nada. Los ojos y cabello oscuro de su madre eran lo opuesto al cabello rubio y ojos verdes de Rapunzel. Incluso sus estaturas eran diferentes, siendo Gothel ocho centímetros más alta que el metro sesenta y cinco de Rapunzel. Gothel era fornida donde Rapunzel era esbelta. Una vez que terminaron su comida, con su madre mirando a Rapunzel constantemente a hurtadillas para ver si aún estaba bien, se movieron a una segunda alcoba ligeramente más grande que la primera, ésta sin ventanas. Dentro estaban su escritorio, computadora, impresora y un gran número de libros. Todos eran libros que habían sido lecturas requeridas en algún punto en su trabajo escolar. Su madre sentía que leer por placer era un pecado. Sin embargo, Rapunzel se las había arreglado para encontrar una manera de hacerlo sin el conocimiento de su madre. Se sentaron juntas, y Rapunzel abrió el libro que le proporcionaba el esquema de su trabajo escolar para el día. Colocó su dedo en la página y se fue desplazando conforme leía. —Hoy tocan las páginas 293 y 294 del libro de Matemáticas; leer la historia de la Guerra de los Cien Años; estudiar la geografía europea para la prueba de la próxima semana; capítulo 20, “Plantas y su Estructura,” para biología… —Sí, sí —dijo su madre, sacudiendo impacientemente su mano. Rapunzel sabía que su madre odiaba esto, el trabajo escolar. Recordaba claramente el día cuando tenía seis y su madre había traído a casa su computadora. También toda la información sobre educación en el hogar que fue capaz de poner en sus manos. Le había enseñado a Rapunzel cómo leer pero sentía que Rapunzel necesitaba más. Su madre trató de ayudarla a aprender a usar la computadora pero se dio por vencida rápidamente frustrada, dejando que Rapunzel lo averiguara por su cuenta con la estricta

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advertencia de usarla nada más que las tareas. Y lo había hecho… hasta hace poco—. Parece que lo tienes bajo control. ¿Necesitas mi ayuda? —No. —La respuesta de Rapunzel era la esperada. Era la misma desde que aprendió cómo encontrar respuestas por sí misma. Su madre nunca tocaba la computadora; sentía que era un objeto que traía maldad a su hogar pero que se vio obligada a permitirlo cuando se encontró demasiado ocupada para pasar el tiempo necesario enseñando a Rapunzel. Le inculcaron lo importante que era ampliar su educación. —Bueno, entonces te dejaré en ello. —Se levantó, pasando una mano por el cabello de Rapunzel y se dirigió hacia la entrada de la alcoba, deteniéndose ahí para dar la vuelta—. Tengo recados que hacer que me tomaran todo el día. ¿Tendré que mandar una bandeja arriba para cenar? —No, hoy haré la mía. —Bien. Entonces estaré de vuelta más tarde esta noche. Rapunzel se despidió de ella, esperando hasta que escuchó la puerta exterior cerrarse y bloquearse antes de empujar su libro de ejercicios a un lado y girarse emocionada hacia su computadora. Rebotó ansiosamente en su silla mientras esperaba que prendiera. Finalmente lo hizo e hizo clic en el pequeño ícono que traía al mundo a su pequeña habitación. Accidentalmente descubrió este nuevo sitio llamado Facebook cuando buscaba información sobre la estructura facial para biología y había presionado enter después de teclear “rostro”. Bueno, probablemente no un sitio nuevo, pero definitivamente nuevo para ella. En él, millones de personas que existían en el mundo real se conectaban de formas en las que ella solo podía soñar. Podía hacer clic en cualquier cantidad de nombres y leer pequeños fragmentos de información acerca de personas que vivían una vida normal y no se encontraban confinadas a un mundo de ciento ochenta y cinco metros cuadrados con miedo a la muerte por ser expuestos a gérmenes externos. Tenía que crear una cuenta, lo cual la aterrorizaba. ¿Y si se enteraba su madre? Empezó su selección usual, leyendo con ansia acerca de todas sus vidas. Entonces tuvo una idea. Fue a la barra de búsqueda y tecleó el nombre de la escuela secundaria local. Inmediatamente una larga lista de nombres surgió debajo. Contuvo su respiración. Aquí estaban otros chicos de su edad que

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vivían cerca. Chicos con los que estaría yendo a la escuela, siendo amigos de ella, si no fuera por su estúpida enfermedad. Lentamente empezó a desplazarse en la lista, las lágrimas hormigueando en las esquinas de sus ojos mientras escaneaba sus nombres y sus rostros y se imaginó conociéndolos. Un nombre en particular captó su atención y se detuvo, contemplando el rostro que le sonreía de regreso. El nombre decía: Fab Fane Flannigan. Hizo clic en su nombre. Su página se abrió para revelar una foto más grande sonriéndole. Su cabello era oscuro, rozando su cuello en la parte de atrás, dos mechones sueltos enmarcando ojos dorados que se reían, barba en su mentón. A un lado de la imagen se alineaban algunas otras fotos: Fab Fane Flannigan con varios grupos de chicos, en todas ellas riéndose. Sus ojos se movieron hacia el enlace de Agregar Amigo. Movió su cursor, flotando encima del botón, su mente se arremolinaba con las potenciales consecuencias de seleccionarlo. Su mirada fue atraída de vuelta hacia el rostro sonriente de Fab Fane Flannigan y, conteniendo la respiración, hizo clic en el botón.

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2 Traducido por Dianna’ Corregido por Gabba

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apunzel se paseaba por la pequeña área de la cocina mientras comía sus macarrones con queso. No era exactamente una cena saludable, pero era rápida, caliente, y podía cargar el tazón mientras se movía nerviosamente. Caminó hacia la entrada de la alcoba y se quedó mirando la computadora. Aún sin respuesta. Se sentía estúpida. No debería haberlo hecho. Si supiera cómo retirar la solicitud de amistad, lo haría. ¿Qué pensaría él? Bajó la mirada hacia el tazón de macarrones con queso. Se habían secado en un pegote naranja con grumos. Lo dejó caer en el fregadero, su apetito se había ido. Agarrándose del borde, respiró hondo, tratando de calmar su frenético pulso. Entonces oyó ese… pequeño ruido anunciándole que tenía un mensaje en su correo. Corrió a la alcoba, dejándose caer en su silla mientras leía las palabras. Fab Fane Flannigan ha aceptado tu solicitud de amistad. Sonrió, y entonces se estremeció. ¿Y ahora qué? Casi inmediatamente un segundo mensaje apareció. Tienes un mensaje de Fab Fane Flannigan. Lo miró con consternación. ¿Eso qué significaba? Hizo clic en él y su página de Facebook abrió el mensaje.

Rapunzel se quedó inmóvil. Por supuesto que él querría saber quién era. Se sorprendió incluso de que hubiera contestado que sí a la solicitud, sin saber quién era. No tenía ninguna información en su propia página que revelara su identidad. Fue cuidadosa con eso. Finalmente, levantó sus dedos hacia el teclado. Hola, Fab Fane Flannigan. Tomó aire y luego continuó.

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No pretendo ser misteriosa. No sabrías quién soy, pero vivo en la misma ciudad que tú. No voy a tu escuela. Cuando pulsó el botón de enter, el mensaje apareció en una pequeña ventana en la parte inferior derecha de su computadora, sorprendiéndola. Cuando él respondió, salió en la misma ventana.

La boca de Rapunzel se abrió de par en par. ¡Te aseguro que no soy un acosador!

NO soy un acosador. Soy una chica de diecisiete años.

Rapunzel se ofendió. Qué arrogante…

Oh. Pensé que lo decías en serio.

Rapunzel sonrió, disfrutando de la primera conversación que había mantenido con alguien aparte de su madre desde… siempre, si es que esto se podía llamar conversación. Lo tendré en cuenta para futuras referencias cuando digas algo ridículo.

Ella se rio. Algo así. Buen ejemplo, Fab Fane Flannigan.

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Su estómago se contrajo. Si de una cosa tenía certeza, era que su identidad no la podía revelar. Decidió intentar una táctica diferente y ver si dejaría pasar la pregunta. Gran palabra, Fane (por favor nota la falta de Fab). ¿Tuviste que buscarla?

No te puedo decir mi nombre. Rapunzel mantuvo sus dedos sobre el teclado, debatiéndose. Finalmente decidió que podría ser honesta. Se sentía protegida por el anonimato del Internet. Mi madre no sabe que me encuentro en este sitio. Estoy tratando de permanecer de incógnito (y bien, ¿también necesitas buscarla?).

Muy bien.

Tenía que darle puntos por la perseverancia. Tal vez.

Jaja.

Más cerca que la anterior.

No.

No.

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Rapunzel se sorprendió por la pregunta. ¿Por qué le importaría si tenía calor o frío? ¿Pensó que la temperatura de su habitación le delataría su ubicación? No, estoy muy a gusto, gracias. Qué pregunta tan extraña.

¿Por qué pensaría que se burlaba de eso? No. ¿Por qué?

¿Qué es G2G? ¿Y qué es un parental unit?

Ante la invitación, sintió una agradable sensación extendiéndose a través de su vientre. No podía recordar la última vez en la que se había divertido tanto. De hecho, no creía que alguna vez hubiera tenido ese tipo de diversión. Sí.

Rapunzel se rio, saliendo de Facebook. Buscó en Google los términos, con la esperanza de que su madre no fuera a descubrir que usó la computadora para otra cosa que la tarea. Sonrió cuando descubrió lo que significaban los términos. Con un suspiro de felicidad, puso la computadora en modo de suspensión y se recostó en su silla. —¿Rapunzel? —Se incorporó al escuchar su nombre. No se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado. Se sintió aliviada de haber salido de su cuenta antes de la llegada de su madre. La próxima vez tendría que estar más atenta. —¡Aquí, madre! —gritó, saliendo a la habitación principal. —¿Sigues haciendo tarea? —preguntó su madre sospechosamente. 1

G2G: “Go to Go”, al español “Tengo que irme”. Parental unit: “Unidad paternal”, término para denominar a los padres de una persona de forma impersonal. 3 TTYL: “Talk To You Later” al español “Hablamos más tarde”. 2

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—Sí, estudiaba para… el examen. Del que te hablé. —Odiaba mentirle a su madre, pero no quería perder la oportunidad de tener otra conversación con Fab Fane Flannigan. Miró a Rapunzel por unos largos segundos, pero ella no debería tener motivos para no creerle. Finalmente dijo: “Ven”, y lideró el camino hacia el dormitorio de Rapunzel. En la habitación predominaba una gran cama con dosel, un pesado armario de caoba, y tocador a juego. Rapunzel se sentó en la silla junto al tocador mientras su madre tomaba el cepillo. Jaló el cepillo a través de las largas trenzas de Rapunzel, comenzando en la coronilla de su cabeza hasta llegar al final de la pesada longitud de cuatro metros y medio. Siguió con el ritual hasta que el cabello de Rapunzel brilló suavemente, exactamente setenta y dos cepilladas. —Rapunzel sabes lo importante que es mantener tu cabello en perfecto estado. —Sí, madre. —Rapunzel apenas escuchaba las palabras, sabiendo las respuestas esperadas que aprendió de memoria. —Rapunzel hay muchas personas que dependen de él. —Lo sé, madre. —Tu propio futuro depende de él. No lo olvides. —No lo haré, madre. —Se dio vuelta para mirarla, un pensamiento le vino a la mente de su conversación con Fane—. Madre, ¿cuál es tu nombre? —Rapunzel, ¿por qué? Qué extraña pregunta. —Rapunzel no pensaba que la pregunta fuera tan extraña como la idea de no saber el nombre de su propia madre—. Sabes mi nombre. —No, no lo sé. Sé que te haces llamar Gothel, que es nuestro apellido, pero no sé tu nombre. —Todo el mundo me llama Gothel. —¿Por qué? —Bueno, Rapunzel, ¿es tan importante? —Algo en la voz de su madre captó su atención y se sentó erguida. El tono de advertencia no admitía discusión. Rapunzel había aprendido eso de pequeña. —Supongo que no —respondió lentamente.

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—Por supuesto que no lo es. Soy tu madre. ¿Qué otra cosa deberías necesitar saber? —Paseó sus manos por el cabello de Rapunzel como siempre hacía antes de pararse—. Te veré en la mañana. —Buenas noches… madre —respondió Rapunzel. ¿Por qué no me dice su nombre?, se preguntó, inquieta. Después de que su madre se fuera, Rapunzel trenzó sus largos mechones en una trenza gruesa. Una vez que terminó, levantó la pesada masa y la dejó sobre su hombro, mirando hacia las hebras rubias. Su cabello tenía magia. Eso era algo que siempre había sabido y desde su nacimiento le fue instruido. Su madre le había contado de la profecía: Gothel daría a luz a un hijo con el cabello dorado que crecería a un ritmo acelerado y que el destino del mundo descansaría en su melena de oro. Gothel le había contado la historia, vio la prueba, y no podía negar la verdad en lo que se había predicho. La enfermedad, que le impedía a Rapunzel salir de la torre, era otra prueba. Solo estaba agradecida de que su madre pudiera visitarla. Rapunzel era inmune a los gérmenes de su madre. Se trasladó hacia su cama y se acostó en la lujosa suavidad. Mientras cerraba sus ojos, sus pensamientos regresaron al chico de ojos dorados que la hizo reír. Solo veinte horas más hasta que pudiera conversar nuevamente con él.

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3 Traducido por Silvia Carstairs Corregido por Gabba

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No, no, y sí. ¿Tienes listo tu diccionario para usar palabras

más grandes?

Soy realmente genial, pero no, es decir no es lo que representa. JK4 (ves, también aprendo), ¿qué clases tomas en la escuela?

LOL5, ¿qué es una romántica glorificada? ¿Algún tipo de los aburridos?

Está bien, no más LOL. ¿Algunas otras siglas que me tome un tiempo para estudiar y aprender que debo evitar a fin de no ofender tu sensibilidad acrónica? Desde luego no quiero ser responsable de que alguien acabe lastimado. Realmente no sé qué tan usuales son ya que no asisto a la escuela. Tampoco sé nada acerca del baloncesto y lucha libre. Lo siento. :o( (¿Es el emoticón un gesto aceptable?) En realidad, tampoco es gregario.

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JK: “Just Kidding” Bromeaba. LOL: “Laughing out loud” Reírse a carcajadas.

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Jaja por los nombres, y no para bien. No vivo bajo una roca. Vivo en lo alto, por encima de ellas, de hecho. Dije que no ASISTÍA a la escuela. No he dicho que no estoy en edad escolar. Estudio en casa. ¿Es inusual no saber acerca del baloncesto? Supongo que debo estudiar más.

No soy demasiado inteligente, no. No puedo… Rapunzel vaciló, tomando un bocado de la manzana crujiente reposando en su escritorio. ¿Cuánto se atrevería a contarle? …salir de mi casa. ¿Qué es un Gollum?

Rápidamente fue a una nueva ventana y buscó “encerrada”. Le tomó pocos minutos de lectura a través de varios enlaces que subió para finalmente decidir que él debía estar refiriéndose a la definición de castigo de la palabra.

Aquí estoy. No, no estoy encerrada. Es una larga historia, y una que no estoy lista para compartir aún. No, no he leído esos libros o visto las películas. ¿Debería?

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BTW: “By The Way” Por cierto. SDLA: El Señor de Los Anillos.

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Que tal esto: mi primer nombre empieza con una R y mi apellido empieza con G.

Pequeña. ¿Otro personaje acerca del que debería saber?

Rapunzel cerró fuertemente sus ojos, pensando, debatiendo. Entonces, antes de que pudiera cambiar de opinión, rápidamente escribió: Rapunzel No hubo nada más que su cursor parpadeando, y luego:

Sí.

No.

Por favor no trates de adivinar mi apellido.

Están ahora en mi lista de Impresionantes Recomendaciones por Fab Fane Flannigan. Gracias.

¿Vas a estar repitiendo mi nombre así?

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Rapunzel se encogió. ¿Y si empezaba a contarle a las personas sobre ella y la palabra regresaba a su madre? Pero no vas a… quiero decir, ¿recuerdas que te conté acerca de mi madre?

Rapunzel enrojeció. Desde que había mirado los otros usos de la palabra “ardiente”, sospechaba que sabía el uso a que se refería cada vez que él decía eso. ¿Estás revisando de nuevo el diccionario? Simplemente por curiosidad: ¿Qué te hace pensar que soy atractiva? Puedo parecerme a una gárgola. Y… gracias por mantener mi secreto.

No pienso que… está bien, ¿EN SERIO usas un diccionario?

No pienso que seas carente, que conste.

Rapunzel sonrió, luego miró al pequeño reloj digital al fondo de su computadora. Podía hablar con Fane sin cesar, pero desafortunadamente eran casi las seis, lo que significaba que su madre llegaría pronto para la cena. G2G.

Escribiste mal eso. Es TTYL.

Cierto.

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FB: Facebook.

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Rapunzel cerró la sesión en la computadora, anotando los nombres de los libros que él le contó. No sabía cómo hablaría con su madre de las películas que deseaba ver, pero podía convencerla fácilmente de los libros. Esperaba.

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4 Traducido por Silvia Carstairs Corregido por Gabba

—N

ecesito algunos libros para mi curso de artes y letras — dijo Rapunzel a su madre. Tomó una respiración y dijo a toda prisa—: Y necesitaré un par de películas porque vienen con los libros y tengo que escribir sobre las diferencias. —¿Películas? —preguntó su madre—. ¿Necesitas comprar películas además de libros? Rapunzel mordió su labio mientras asentía, agradecida de que en esa única área, su madre prefería no tener que involucrarse. Deseaba que la educación de Rapunzel fuera justo eso: educación de Rapunzel. —Pero hay un lugar en Internet donde puedes ver tantas películas como quieras si pagas una cuota mensual. Algo así como rentándolas en lugar de comprarlas. —Por supuesto Fane le habló del sitio web. —Ah. Bien, entonces, Rapunzel si lo necesitas para tu educación, ¿por qué no haces simplemente eso? Rapunzel se estremeció ante su engaño. Su madre le había dado a Rapunzel una tarjeta de crédito para utilizar cuando necesitara hacer pedidos para la escuela, aunque le dio a Rapunzel la dirección de su oficina para enviar las cosas. Dijo que no quería que el repartidor expusiera sus gérmenes a su puerta, lo que no tenía sentido ya que Rapunzel sabía que la mayoría de los días había trabajadores de la construcción por todas partes. —Ahora, necesito hablarte acerca de algo importante —continuó su madre, olvidando la conversación sobre las películas. Rapunzel se sentó en la silla y se dio vuelta para que su madre comenzara su ritual de cepillado, realizados siempre en conteos de seis. Era responsabilidad de Rapunzel llevar un registro de los pequeños conteos

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usados para tal propósito. Un conteo hace el recuento hasta seis, el cual luego se reiniciaba. El segundo conteo llevaba la cuenta de la cantidad de veces que había ocurrido cíclicamente. Cuando llegaba a los doce, terminaban. —Surgió un viaje que debo hacer. Rapunzel se sacudió ante el anuncio. Su madre nunca se iba por más de un día, siempre regresaba para su ritual nocturno. Sintió pánico ante la idea de estar sola. —¿Un viaje? ¿Qué quieres decir? ¿Qué clase de viaje? ¿Por cuánto tiempo? Su madre sonrió, y Rapunzel no pudo evitar comparar esto a la sonrisa abierta que reflejaba Fane en sus fotos. Sus sonrisas parecían extenderse desde sus ojos. La sonrisa de su madre, en contraste, era plana y no se movía más allá de sus labios. ¿Cómo no notó esto antes? —Cálmate. No voy a estar fuera largo tiempo. Seis días no es mucho tiempo, ¿cierto?

—¿Seis días? —graznó Rapunzel. —Por favor, Rapunzel, basta de dramas. La cocinera aceptó quedarse en la casa mientras estoy lejos, así que no estarás sola. —¿Pero y si hay un problema? —preguntó Rapunzel. Nunca se había encontrado con la cocinera y si lo hacía no la reconocería—. Ella no puede entrar aquí. Y yo no puedo salir. —Su pecho se tensó y su respiración se aceleró. —Rapunzel pensé en eso —dijo su madre, sacudiendo su cabello y nuevamente dándose vuelta hacia Rapunzel, continuó cepillando. Rapunzel sistemáticamente empezó el conteo, aunque su mente seguía pensando sin parar—. Por favor, dame algo de crédito. ¿En qué conteo estamos? Rapunzel miró hacia abajo, hizo la cuenta. —Sesenta y ocho. Su madre dio cuatro largas caricias más con el cepillo. —Ya está. —Bajó el cepillo y colocó sus manos fuertemente sobre los hombros de Rapunzel, mirándola en el espejo—. Tengo una sorpresa para ti. —Se puso de pie, acariciando su rubio cabello—. Ven conmigo.

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Rapunzel hizo lo que le dijo, aunque se sentía con ganas de gritar. Apretó sus labios fuertemente cerrados y siguió a su madre. Cuando llegaron a la sala de estar, su madre buscó en el interior de su bolso, luego se volvió y entregó a Rapunzel un extraño rectángulo liso blanco con lazos elásticos en cada extremo. Rapunzel simplemente lo miró y con un exasperado gruñido su madre lo aceptó. —Es una mascarilla médica. —La levantó a la cara de Rapunzel, colocándola sobre su nariz y boca, fijando los dos lazos alrededor de sus orejas. Rapunzel inmediatamente sintió claustrofobia—. Si hubiera una emergencia, te la puedes poner y te protegerá de los gérmenes. Rapunzel la miró por encima de la máscara, entonces mientras sus palabras se hundían más allá del pánico, sintió algo nuevo. Esperanza. —Quieres decir —empezó emocionada—, ¿que con esto puesto, estoy protegida? ¿Puedo salir de mi habitación? ¿Tal vez incluso fuera de la casa? —Su mente se llenó con visiones de ser capaz de encontrarse con Fane en los jardines de abajo. —¡Por supuesto que no! —espetó su madre, sobresaltándola—. Rapunzel, ni por un segundo lo pienses. El peligro es muy real, muy presente. Saca inmediatamente de tu pequeña mente ese pensamiento. —El brillo en sus ojos atenuó a medida que parecía darse cuenta del susto de Rapunzel. Bajando una mano sobre el brazo de Rapunzel la tranquilizó, luego la alzó para quitar la máscara—. Es una barrera temporal, mi querida niña —dijo con dulzura—. Esto ayudará si es absolutamente necesario, pero no puede mantener la amenaza completamente lejos. ¿Entiendes? Rapunzel asintió, muda con su decepción. Esperaba que esta máscara fuera una nueva manera para tener algo parecido a una vida normal. Le aplastó al darse cuenta que no era así. Finalmente encontró su voz, ahora pequeña. —¿Cuándo te irás? —De aquí a un par de semanas, Rapunzel. Quiero darte la cantidad suficiente de advertencias, así ambas podemos prepararnos. —Llevó a Rapunzel dentro de su apretado abrazo que fue más doloroso que consolador—. La idea de irme no me entusiasma. No te dejaría si pudiera evitarlo. Te prometo que el tiempo pasará volando como si fuera sobre las alas de un pájaro. Estaré de vuelta antes de que te des cuenta.

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Rapunzel se estremeció en los brazos de su madre. El discurso sonaba practicado, antinatural a sus oídos. No había tenido alguna conversación más allá de su madre. Supuso que no podía realmente decir una opinión. —¿A dónde vas? Abruptamente su madre la empujó lejos. —Ya te lo dije. En un viaje de negocios. Realmente debes aprender a escuchar mejor. —Quiero decir, ¿dónde, como en, dónde estarás? Tal vez puedo buscarlo en la computadora, así puedo imaginarte ahí. El rostro de Gothel se endureció. —Rapunzel, ¿por qué lo quieres buscar? La computadora es un recurso para tu tarea escolar. Y nada más. ¿Has estado usándola para otras cosas? —No —le aseguró Rapunzel rápidamente, incluso su corazón latió más rápido ante la mentira—. Por supuesto que no. Era solamente una idea. Su madre la estudió por un largo rato. Aparentemente satisfecha, se retiró. Rapunzel se encaminó hacia su habitación después de que su madre se fuera. Justo antes de entrar a través de la gran puerta de madera, volvió hacia la alcoba de piedra que tenía su computadora. Sin permitirse pensar en las consecuencias, entró y encendió la computadora. Inmediatamente el cuadro de mensajes de su Facebook apareció de pronto.

Rapunzel sonrió cuando vio su mensaje. ¿No es eso redundante? ¿No son todos los búhos aves nocturnas?

Rapunzel suspiró. Lo siento. Es solo que tengo malas noticias.

Mi madre se va en unas semanas.

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Por supuesto que no. Estará de regreso en seis días.

Rapunzel miró fijamente su mensaje. ¿Cómo eso no podría ser cualquier cosa sino malas noticias? ES una mala noticia. Nunca antes ha estado fuera.

Rapunzel frunció el ceño ante las palabras. Que yo sepa no hay un viejo viviendo aquí.

Sin hermanos.

No, el cocinero estará aquí conmigo.

Rapunzel sacudió su cabeza a esta extraña frase. El cocinero es una mujer. ¿Por qué podría querer salir a hurtadillas?

¿TÚ si sales a hurtadillas a menudo?

¿Algo de eso debería tener sentido para mí?

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Se preguntó si había dicho algo que sonara ignorante del mundo. Por supuesto, era una ignorante del mundo, de modo que tendría sentido que sonara así. No, supongo que no.

Rapunzel contempló sus palabras. Reflejaban la fantasía momentánea de Fane y el jardín que había tenido hace tan poco tiempo mientras permanecía con la máscara cubriendo su cara. Sin embargo, su madre le había asegurado que la fantasía era todavía solo eso. Tal vez. Alguna vez. Pero no puedo todavía.

Gracias, Fab Fane.

Jaja (estoy diciendo eso sarcásticamente, FYI). No, en serio, gracias. Me estaba sintiendo un poco deprimida. Ahora estoy sonriendo después de hablar contigo. Si esto puede llamarse hablar.

Rapunzel sabía que él bromeaba, pero no pudo evitar el cálido cosquilleo ante sus palabras. Cerró el programa y se fue a la cama con la sonrisa aún en su rostro, pensando en Fane en lugar del inminente viaje de su madre.

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5 Traducido por Otravaga Corregido por Sttefanye

L

as siguientes dos semanas de Rapunzel parecieron pasar velozmente mientras hacía a toda prisa su tarea todos los días con el fin de pasar tiempo hablando con Fane o leyendo los libros que él le había sugerido. Estaba bastante atrapada con El Hobbit, pero no estaba tan entusiasmada por la saga de El Señor de los Anillos. Sin embargo, sí disfrutó las películas. Gollum es una pequeña criatura horrible. No puedo creer que me hayas comparado con él.

Oh. Bien. Sin embargo, te puedo asegurar que no me parezco en nada a él.

Rapunzel pensó en su pregunta. Realmente nunca había considerado en cómo se veía. Corrió a su habitación y tomó su pequeño espejo de mano, luego regresó a la computadora para verse en éste mientras le respondía. Tengo el cabello largo y rubio. Es pesado. A veces me da dolor de cabeza. Ojos verdes que, si me preguntas, son demasiado grandes para mi rostro. Nariz recta. He leído que la forma de mi labio superior se describe como un arco, aunque no puedo imaginar cómo se ve un arco. El labio inferior es ligeramente… más regordete, supongo, que el superior. La barbilla no es ni demasiado grande ni demasiado pequeña. Mido un metro sesenta y cinco centímetros, y peso cincuenta y dos kilogramos. Las manos y los pies parecen del tamaño adecuado, al igual que la cabeza. ¿Eso ayuda?

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Rapunzel se sonrojó ante sus palabras. ¿Cómo más iba a describirse a sí misma? Decidió plantearle la cuestión a él. Bueno, ¿cómo te describirías a ti mismo si te lo preguntaran?

Bueno, ahora soy yo la que está muerta de risa… y ligeramente asqueada. ¿Alguna vez has sido acusado de humildad? Vamos, lo digo en serio.

32 Sí, puedo. Solo me preguntaba cómo te describirías a ti mismo si no pudiera verlas. ¿Cuánto mides?

Rapunzel trató de imaginarse de pie junto a él, treinta centímetros más alto que ella. No tenía nada con lo que hacer referencia porque su madre era la única que alguna vez había estado de pie a su lado, y era solo ocho centímetros más alta que Rapunzel. ¿Talla de zapatos?

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Rolling On (the) Floor Laughing. Acrónimo en inglés para “Muerto de la risa”.

Rapunzel sonrió y se movió en su silla. Entonces las siguientes palabras de Fab aparecieron:

Su estómago se tensó ante sus palabras. Tenía una cámara, pero no creía que estuviera dispuesta a revelarse tanto así. ¿Y si él pensaba que sí se parecía a Gollum? Además, si no mantenía su promesa, definitivamente le quitarían su computadora. O peor aún, si uno de sus amigos la viera y la enviara, podría ser acosada y secuestrada, su muerte sellada. Su madre le había contado historias de terror cuando recibió su computadora y es por ello que nunca había utilizado la cámara de ningún modo.

Oh, lo siento, es solo que… No le podía decir la verdad. Así que escribió: La cámara está dañada.

Honestamente no sabía dónde vivía. Sabía el nombre de su casa, pero no su dirección. Sin haber estado afuera jamás, ni siquiera sabía dónde estaba situada dentro de la ciudad. Temerosa de que sonara extraño, en su lugar escribió: ¿Ahora quién suena como un acosador?

G2G. TTYL. Rápidamente se desconectó, sabiendo que estaba siendo una absoluta cobarde. Con suerte, él pensaría que su madre se había asomado, ya que había pasado antes. Sus palabras la hicieron entrar en pánico casi tanto como el anuncio de su madre de irse de viaje. Él quería conocerla; la idea hizo que su corazón se acelerara. Pero la realidad de su situación era tan fría y austera

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como sus muros de piedra. No podía estar expuesta a nadie, o moriría. Sin importar lo mucho que su corazón se estuviese rompiendo ante la idea de que su primer y único amigo quisiera conocerla, tenía que decir que no. Sabía sin lugar a dudas lo que deparaba cualquier otra decisión. Se secó las lágrimas cuando escuchó a su madre entrar en su habitación y decir su nombre. —Estoy aquí, madre —dijo mientras caminaba con el corazón apesadumbrado a su habitación para tener su cabello mágico cepillado por su única compañera posible.

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6 Traducido por Rivery Corregido por Sttefanye

—M

adre, ¿crees que alguna vez encontrarán una cura para mi enfermedad?

Su madre se estremeció, como siempre, ante su uso casual de la palabra enfermedad. —Por favor, debemos concentrarnos en esto. Rapunzel obedientemente volvió sus ojos de nuevo a la tarea delante de ellas. Su madre le exigió que escribiera un plan diario paso a paso, incluyendo todo lo que planeaba comer, lo que estudiaría o leería, y lo que haría con su tiempo libre durante su ausencia. Rapunzel tenía una idea bastante buena de lo que estaría haciendo en su tiempo libre y tuvo problemas con qué escribir, así que añadió varios libros que sería capaz de leer rápidamente. Con suerte, eso dejaría libre gran parte de su tiempo. —Me haré la cena cada noche —dijo Rapunzel, señalando los huecos en blanco en el calendario. —¿Por qué harías eso? Cocinera estará aquí. Puede traer tu cena cada noche. —Me gusta cocinar —dijo, poniéndose de pie y moviéndose hacia la estantería que estaba colocada contra el muro de piedra gris junto a la puerta. Se giró hacia su madre—. ¿Quién es Cocinera de todas formas? ¿Es una criada o algo así? —Nunca la había visto o conocido, solo había comido alimentos preparados por ella, ya sea dejados en su puerta o bien traídos por su madre. Su madre la miró de forma extraña. —Es la cocinera. Rapunzel se rio.

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—¿El nombre de nuestra cocinera es Cocinera? ¿Qué tan irónico es eso? —Por supuesto que no es su nombre —se burló su madre. —¿Su nombre no es Cocinera? —Rapunzel estaba confundida—. Pero entonces, ¿cuál es su nombre? ¿Por qué la llamamos Cocinera? —No la llamamos nada. —Se puso de pie y cerró la carpeta que contenía el horario—. Es la cocinera, por lo que la llamo Cocinera. Su nombre no es importante. Los ojos de Rapunzel se ensancharon. Abrió la boca para expresar su sorpresa ante tal actitud cuando su madre se congeló. Rapunzel siguió su mirada y vio lo que había captado la atención de su madre. Antes se le había caído un vaso de zumo de naranja que se hizo añicos. Pensó que lo había limpiado, pero ahora veía la mancha pegajosa bajo el borde del armario. El temor le encogió el estómago. —Rapunzel —dijo su madre, con voz temblorosa, el rostro de repente pálido y sudoroso. —Lo siento —se disculpó Rapunzel rápidamente, corriendo hacia el fregadero para humedecer un paño. Se puso de rodillas y restregó la mancha frenéticamente. Una vez que estuvo segura de que la zona pegajosa estaba más que limpia y había sido esterilizada con la solución blanqueadora, se giró hacia su madre que miraba de forma impasible hacia el lugar donde había estado. —Ahora ha desaparecido, ¿ves? moviéndose lentamente hacia su madre.

—preguntó

tentativamente,

—¿Entiendes lo que puede ocurrir, Rapunzel, si bajamos la guardia durante solo un momento, si nos volvemos descuidadas? Rapunzel asintió tan pronto como la primera palabra escapó de la boca de su madre. —Lo sé y lo siento mucho. Se me pasó de alguna manera. No sucederá de nuevo. Su madre de repente la atrajo en un doloroso abrazo, casi asfixiando a Rapunzel con su miedo controlador. —No, no debe suceder de nuevo. Sabes las consecuencias.

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Rapunzel le asintió a su madre, principalmente con el objetivo de tratar de encontrar una burbuja de oxígeno. Tan repentinamente como Gothel agarró a Rapunzel, luego la liberó. —¿Por qué este repentino interés en Cocinera? —preguntó su madre con suspicacia, toda preocupación olvidada. Rapunzel tropezó ante la liberación repentina. Puso una mano contra la encimera, recuperando un poco de equilibrio en el movimiento. —Bueno, madre, es solo que esto es todo mi mundo, esta habitación. Nunca he visto el resto de la casa. No tengo ni idea de cómo luce. No sé quién más trabaja aquí, porque todo lo que he oído alguna vez es sobre Cocinera. Ni siquiera sé nuestra dirección. —No pudo contener la exasperación en su tono. Su madre se presionó contra ella, su cara a centímetros de la de Rapunzel, con un fuego en sus ojos que Rapunzel no había visto nunca antes. —¿Por qué necesitarías saber la dirección, Rapunzel? ¿Qué diferencia podría hacer eso para ti? —Rapunzel se encogió contra el puntiagudo filo del mostrador. De repente su madre se relajó y bajó sus manos sobre los brazos de Rapunzel con un movimiento de caricias agitado—. No tienes que preocupar tu cabecita con esas cosas. ¿Tienes que ser tan hostigante? Olvídate de tus preguntas tontas y sin importancia. Se volvió hacia la puerta, recogiendo la carpeta al pasar. En la puerta, se dio la vuelta de nuevo, con los ojos entrecerrados y una sonrisa vacía pegada en su rostro. —Rapunzel, aleja de tu mente los pensamientos sobre una cura. No existe una cura. Con esas palabras se marchó de la habitación, dejando a una estupefacta Rapunzel intentado averiguar lo que acababa de suceder. Miró a su alrededor a las deprimentes paredes grises que parecían acercarse más amenazadoramente que nunca. Había vivido dentro de estos muros tanto como podía recordar. La idea de nunca dar un paso fuera de ellos, de nunca ver la cara de otra persona además de la de su madre… de nunca conocer siquiera a los que vivían o trabajaban en su casa la abrumó de tristeza. ¿Cómo se suponía que debía continuar sin esperanza?

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Se giró hacia su computadora y hacia la única persona que se había convertido en su refugio. Estaba fuera de línea, por lo que decidió dejarle un mensaje. Mi madre se va de viaje la próxima semana. ¿Quieres…? Se quedó mirando al cursor parpadeante. Se puso de pie y caminó de regreso a la sala principal, y luego a la otra alcoba con la ventana. Abrió la ventana, sorprendida de ver a Angel posada en el árbol. El pájaro volvió su cabeza hacia Rapunzel y pío, dejando su posadero para aterrizar en el alféizar de la ventana. —Lo siento, Angel, no tengo ninguna semilla para ti. —Le dio la vuelta a su palma vacía para mostrársela al pájaro, que saltó otra vez hasta apoyarse en la palma de Rapunzel. Le picoteó dos veces en la palma antes de acomodarse, acurrucada bajo las alas. Rapunzel sonrió mientras acercaba su segunda mano con cautela. Cuando acarició la cabeza de Angel esperó que el pajarito se alejara revoloteando. En cambio, cerró los ojos como si disfrutara. Rapunzel continuó acariciándola, y Angel se quedó quieta, girando la cabeza de vez en cuando de un lado a otro como si alentara a Rapunzel a que no dejara ni un solo sitio sin sus caricias. Entonces, gorgojando, salió volando. Rapunzel se rio, de repente su estado de ánimo se había levantado. Con una renovada determinación, regresó a su computadora y terminó su mensaje. Mi madre se va de viaje la próxima semana. ¿Quieres venir una noche? Hizo clic en el botón de enviar sin ningún temor.

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7 Traducido por Dianna’ Corregido por Sttefanye

E

Rapunzel se dio cuenta de cómo debía sonar su solicitud.

Si te sientes incómodo viniendo sin un chaperón adecuado, lo entenderé.

No estaba segura de cómo responder a eso. ¿Qué era adecuado en esta situación? En realidad no había pensado del todo en su petición. Solo había estado pensando que quería hablar con alguien más en persona. Incluso si eso la mataba.

Las mejillas de Rapunzel ardieron. Oh, no cuestioné eso. ¿Está bien que te preguntara, o es una petición extraña?

¿Quién? Y por favor no ROLF por mi ignorancia.

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Kenny G: Saxofonista estadounidense ganador del Grammy. Laughing Floor: En español, “piso divertido”. Se refiere a que ella se equivocó en las siglas de “Muerto de risa”. 11

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Rapunzel se rio de sí misma. Ups. Quise decir… bueno, sabes lo que quise decir.

Su mente se aceleró ante la idea de tenerlo aquí, en su habitación. Un rostro diferente. Alguien además de su madre. Ella se va el viernes por la mañana. ¿Quieres venir el viernes en la noche? Y aquí en mi casa, supongo.

Rapunzel de repente se dio cuenta de que en realidad no había pensado en esto. No solo no sabía su dirección, sino que no estaba segura de cómo iba a meterlo en su habitación. Obviamente, él no podía ir a la puerta principal y entrar. Espera un minuto. Corrió a la ventana y, después de mirar alrededor para asegurarse de que nadie estaba cerca, la abrió. Bajó la mirada. El suelo estaba al menos veinte metros más abajo. Aunque la torre hubiera sido construida de piedra en bruto, dudaba que él pudiera subirla. Podría subir al árbol, pero, ¿cómo llegaría del árbol a la ventana? Estaba a dos metros de distancia. Sus ojos se posaron en las construcciones anexas. Podría haber una escalera en una de ellas, pero no tenía forma de saber a ciencia cierta. Frustrada por su descubrimiento, resopló. Un pájaro pío cerca, captando su atención. Angel revoloteó por encima de ella. Mientras Rapunzel observaba, el pájaro voló justo debajo y aterrizó en el enrejado que abrazaba el lado de la casa. —¡Hola, Angel! —gritó—. Ojalá tuviera tiempo para jugar, pero Fane me está esperando. —Angel chilló ruidosamente. Rapunzel metió su cabeza devuelta al interior, colocando sus manos en la parte inferior de la ventana para cerrarla, cuando se dio cuenta de lo que acababa de ver. Sacó la cabeza por la ventana, miró al pájaro azul, y se rio—. Angel, eres una genio.

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Entró en la cocina y tomó un puñado de semillas de girasol de su cajón. Corrió de nuevo a la ventana y los esparció en el suelo. Angel pío y se lanzó hacia las delicias ofrecidas. Rapunzel cerró la ventana y se dirigió de nuevo a la computadora. Estoy de regreso. ¿Puedo preguntar cómo te sentirías subiendo un enrejado?

Antes de que pudiera escribir una respuesta, un nuevo mensaje de él apareció.

Sí. No puedo dejarte entrar por la puerta principal, así que tendrás que trepar a mi habitación. Si puedo descubrir mi dirección, entonces te diré dónde encontrar el enrejado correcto. Podría haber más.

Sé el nombre de mi casa. ¿Eso ayuda? En realidad es mi propio apellido.

Rapunzel respiró profundo, y luego exhaló. Mi apellido es Gothel. Vivo en la Finca Gothel. ¿Sabes dónde está? El cursor brilló durante tanto tiempo sin respuesta que Rapunzel pensó que se había salido. Sin embargo, aún aparecía como conectado. Tal vez estaba buscando en Google la información. Golpeó su frente. Por supuesto. ¿Por qué no había pensado en eso todo este tiempo? Probablemente podría haber descubierto su propia dirección de la misma manera y no hubiera tenido que hacerle saber que no sabía dónde vivía. Movió el mouse para abrir una nueva pestaña para ese mismo propósito, cuando llegó su mensaje.

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Rapunzel se quedó mirando sus palabras. ¿Su casa era tan conocida? ¿Por qué la llamó la Mansión Gothel en lugar de Finca Gothel? ¿Y por qué creía que estaba bromeando acerca de vivir aquí? Mi madre la llama Finca Gothel, ¿así que tal vez es otra diferente?

Sí, por supuesto. Ella tomó una decisión. Bueno, es hora de que deje de ser tan “sigilosa” como dices. Pero tengo buenas razones para serlo. Tengo una enfermedad. Se detuvo y borró las últimas tres palabras. No puedo salir a la calle porque si lo hago voy a ponerme muy enferma. Vivo en un área específica de la casa. Es la esquina sureste. Solo sé eso porque tengo una brújula. No sé mi dirección porque nunca he tenido alguna razón para que necesite saberla. Supongo que podría haberla buscado en Google, pero sinceramente la idea nunca pasó por mi mente. ¿Es raro que viva aquí? No hubo respuesta de nuevo por unos minutos antes de que él respondiera.

Uh, ¿la torre? No lo sé. ¿Es una torre?

Rapunzel percibió la diferencia en su tono. Algo no estaba bien.

Está bien.

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8 Traducido por Verae Corregido por Aniiuus

L

a madre de Rapunzel se reunió con ella para el desayuno como de costumbre en la mañana del viernes. Todo el ser de Rapunzel vibraba de nervios con la anticipación de la partida de su madre y su visitante programado. —Solo son seis días, Rapunzel. Vas a estar bien. —Le entregó a Rapunzel un teléfono pequeño—. Te llamaré todos los días. ¿Sabes cómo funciona esto? Rapunzel negó con la cabeza. Por supuesto que no. Los había visto en Internet y en algunas de las películas que había visto, pero nunca había agarrado uno. Su madre sacó un teléfono a juego de su bolso y apretó un botón. El teléfono en la mano de Rapunzel vibró, sorprendiéndola. —Pulsa este botón de aquí —señaló su madre. Así lo hizo, y después de unos momentos su madre lo llevó a su oído. Gothel imitó el mismo gesto y cuando habló, Rapunzel escuchó sus palabras resonando en el teléfono—. Así es como nos vamos a comunicar. —Su madre pulsó otro botón, mostrando a Rapunzel qué hacer para terminar la llamada—. Te llamaré cada noche a las seis. Ahora, Rapunzel, ¿recuerdas lo que hablamos? —Sí —dijo, repitiendo las palabras que la habían perforado a diario desde que su madre le explicó lo que estaba sucediendo—. Cepillar mi cabello cada noche con setenta y dos cepilladas, permanecer alejada de la ventana y mantener mis aposentos limpios. —Sí, eso es, buena chica. —Acarició el cabello de Rapunzel antes de darle un rápido abrazo torpe—. Mantente a salvo. Hay mucho que depende de ti.

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—Lo sé —respondió. Mientras su madre se iba, Rapunzel volvió hacia las habitaciones que siempre había sentido reconfortantes y familiares. Ahora se sentían vacías y frías. Se estremeció y entró en la alcoba para completar su tarea. Una vez que terminó con eso, abrió el sitio de películas en línea. Buscó en la página principal hasta que encontró una que le pareció interesante. Se descargó rápidamente y trató de concentrarse en ella, realmente lo hizo, pero Rapunzel no podía mantener su mente desconectada de Fane. Habían hablado todas las noches por Facebook, pero ahora se sentía restringida de alguna manera. Se preguntó si era el nerviosismo ante su inminente encuentro… o si era algo más. Estaba a punto de cerrar la película cuando los dos personajes principales comenzaron a besarse. Se recostó en la silla y miró, tocando su propia boca mientras observaba la acción. ¿Ella nunca sería besada? Probablemente no. Un beso podría matarla. Cuando los dos personajes se alejaron y se miraron en los ojos del otro, sintió una punzada de pérdida. Nadie podría mirarla de esa manera, nadie podría abrazarla de esa manera. Cerró la computadora y salió de la alcoba, limpiando sus lágrimas. Escudriñó la habitación, asegurándose de que estaba perfectamente limpia y estéril. En un capricho decidió hornear galletas. Dos horas más tarde, una vez más la habitación estuvo estéril pero perfumada con el olor de las galletas recién horneadas, se dirigió a su habitación entonces. Estaba sentada en su tocador y se miró. Había visto recientemente una película en la que una chica normal se volvía hermosa al maquillarse, para posteriormente ser codiciada por el héroe de la película. Deseó tener algo de maquillaje para verse mejor, pero eso no estaba permitido. Se tocó su cabello trenzado. Tiró del lazo que ataba su trenza, deshaciéndola con los dedos hasta que las hebras quedaron colgando libres. Se cepilló hasta que brilló. Miró el reloj en el microondas. 7:45. Su estómago se tensó. Se dirigió a la alcoba, abriendo la ventana en caso de que él llegara temprano. No había ninguna luz en la alcoba. Era bastante débil sentirse segura allí de pie esperando. Lo vio cuando dio la vuelta en la esquina de su casa y sus nervios, ya tensos, se sintieron como si fueran a romperse. —¡Rapunzel! —llamó en un susurro.

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—Aquí estoy —contestó de la misma manera. Se inclinó un poco hacia delante para que viera dónde estaba. Él hizo un gesto. —Voy a subir. Observó mientras él tiraba contra el enrejado, poniendo a prueba su resistencia. Cuando empezó a subir, ella sacó la máscara de su bolsillo y la aseguró alrededor de sus orejas. Su respiración rápida presionaba fuertemente detrás de la máscara y podía oír los fuertes latidos de su corazón. En el último momento, cuando su mano tocó el alféizar de la ventana, ella tomó una decisión, arrancando la máscara de su cara y metiéndola en su bolsillo. Cuando su rostro apareció por la ventana, pudo ver el contorno de él, pero la luz era demasiado tenue para obtener más detalles. Aun así, su pulso se aceleró. En unos momentos estaría viendo a otra persona de cerca, aparte de su madre, por primera vez en su vida. —Hola —dijo, y ella pudo ver sus dientes completamente blancos contra la oscuridad. —Hola —respondió ella. Él se impulsó sobre la cornisa, cayendo en medio de la alcoba con una risa. —¿Tienes luces por aquí? —preguntó. Rapunzel cerró las cortinas, dejándolos en la profunda oscuridad antes de encender la luz tenue de la lámpara, creando una luz débil. Cuando consiguió su primer vistazo de ella, dejó de moverse. Su boca se abrió ligeramente a medida que la veía. Por un momento Rapunzel se preguntó si esto era un error, si había cometido un terrible error de juicio al permitirle entrar. Entonces él tragó, ruidosamente. —Vaya, eres realmente… hermosa —dijo exhalando lentamente el aliento. Sus mejillas se calentaron y levantó sus manos para tocarlas, ligeramente preocupada de porqué de repente se sentían tan calientes. Elevó las comisuras de sus labios en una sonrisa, avergonzada por sus palabras. —Um… gracias, supongo —dijo en voz baja.

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Él agitó su cabeza como si tratara de librarse de algo, y entonces se elevó en toda su estatura. Ahora era su turno para estar aturdida. Había tenido una idea de cómo era, por supuesto, de sus fotos en Facebook. Era alto, como había sabido. Su cabello oscuro se apartaba de su frente, un abundante cabello que caía sobre su sien, descendiendo sobre una patilla corta. Sus ojos lucían oscuros bajo la luz tenue, sus labios llenos sobre un parche de barba oscura en su mentón. Siguió justo hasta debajo de sus hombros. Era delgado pero de alguna manera sólido, ancho de hombros. Llevaba jeans y una camisa polo de manga larga remangada justo debajo de sus codos, dejando al descubierto sus brazos musculosos. Igual de guapo como lo había visto en las fotos, y lo era aún más de pie frente a ella. —¿Quieres…? —comenzó con nerviosismo, extendiendo una mano hacia la sala de estar—. ¿Quieres pasar? Él finalmente apartó los ojos de su rostro y miró más allá de ella. —Claro —respondió, caminando junto a ella. Mientras lo hacía, inhaló profundamente el aroma de otro ser humano. No estaba segura de cómo describir el olor: limpio, almizclado, algo totalmente diferente a cualquier cosa que hubiera olido antes y muy, muy agradable. —Vaya —repitió mientras salía de la alcoba a la sala de estar—. Esto es todo un esquema el que tienes aquí. Miró alrededor. Se veía igual para ella como lo que hacía todos los días, como cada día de su vida. Él se detuvo junto a la estantería y se volvió hacia ella. Rapunzel permaneció de pie junto a la abertura de la alcoba. —Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó—. Has dicho que no puedes salir nunca a la calle. ¿Por qué no? ¿Qué pasa si lo haces? —Moriré —respondió con simpleza. Los ojos de él se abrieron de par en par y ella comprendió que tal vez había hablado con demasiada brusquedad—. Quiero decir —trató de enmendar—, tengo una enfermedad… Se alejó de ella, un pequeño movimiento, pero obvio, no obstante. —¿Qué tipo de enfermedad? —Su voz sonó tensa aunque claramente trató de sonar normal—. ¿Es contagiosa? —No —su respuesta fue firme. Sabía a ciencia cierta que ella no era el peligro. Era el mundo el que amenazaba su vida—. Tengo SCID, acrónimo de Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa. Es una deficiencia del

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sistema inmune de nacimiento. Si me expongo a cualquier germen o bacteria, mi cuerpo no será capaz de luchar contra ellos, y voy a morir. Su mirada se volvió aún más preocupada. —¿No es peligroso tenerme aquí? ¿Quién sabe qué gérmenes traje conmigo? Negó con la cabeza. Había considerado esa posibilidad antes de haberle pedido que viniera. La invitación no había sido extendida a la ligera. —No importa —dijo rápidamente, con los ojos hacia el suelo—. He estado aquí sola durante tanto tiempo que a veces pienso que vale la pena arriesgarse, exponerme, solo para pasar unas horas con alguien. Relajó su postura preocupada, ahora mirándola con simpatía. —Eso apesta —dijo. Ella sonrió y se rio cuando él unió su sonrisa a la suya. —Supongo que esa es una forma de decirlo —dijo. —¿Así que solo te sientas aquí, todos los días, sola? —Su tono era de incredulidad. Solo asintió en respuesta mientras se adentraba aún más en la habitación y hacia la luz. —¡Guau! —exclamó, al ver su cabello—. Nunca he visto un cabello como ese. Tímidamente sacó una hebra larga hacia el frente y jugó distraídamente con ella mientras se sentaba en la silla. Él se sentó frente a ella en el sofá. —Es bastante pesado para cargarlo todo el día. Nunca lo he cortado — dijo. —Eso es increíble. —Se inclinó hacia delante—. ¿Puedo tocarlo? Se asustó por un momento, luego se dio cuenta que no podía hacerle daño al tocarlo. —Está bien —dijo. Rodeó la mesa ovalada que los separaba. Se agachó a su lado y casi con reverencia alargó el brazo. Tomando una gruesa hebra entre su pulgar y su

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dedo índice, lentamente tiró hacia abajo hasta que casi llegó al extremo antes de soltarlo. —Es tan suave —murmuró. Ella se alegró de haberse tomado el tiempo para cepillarlo por completo antes de su llegada. Sus ojos cayeron en el parche de vello en su barbilla. Nunca antes había visto el vello facial. Él levantó la mano y pasó ligeramente sus dedos a través de él—. ¿Crees que mi mamá hace bien al querer afeitarlo? Sacudió su cabeza, y llevó una mano a medio camino. —¿Puedo? —preguntó, buscando su permiso. Asintió y ella tocó con la punta de sus dedos las hebras nervudas y erizadas. No había sentido algo así antes, rugoso y áspero. Pellizcó un pequeño trozo, sorprendida por el espesor de la misma. Sus ojos se abrieron en asombro. Él la miró por debajo de sus largas pestañas oscuras, y su aliento atrapado en su garganta. Nunca antes había estado tan cerca de un chico. Nunca antes había estado tan cerca de nadie, además de su madre. Sus ojos se posaron en la boca de ella, y sin pensarlo, se lamió los labios, recordando el beso que había visto antes en la película. Sus ojos volvieron a los suyos, y algo en su interior, algo intenso y hambriento envió una corriente por su espalda. Levantó lentamente el rostro hacia ella. El movimiento provocándole un tirón. Como si eso rompiera el hechizo que los sostenía, parpadeó y se apartó de ella. Se trasladó de nuevo al sofá, y ella sintió la pérdida de… algo. No estaba segura de qué. Se encogió de hombros y extendió las manos vacías. —No traje pizza. —Está bien. —Ella sonrió—. Podría haber sido un poco difícil de subir cargando una pizza. —Fue un poco difícil subir sin cargar una pizza. Su sonrisa cayó. —Lo siento. No consideré eso. No fue justo de mi parte que… —Oye —interrumpió él—. No era una queja. Solo estoy declarando un hecho.

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—Oh. —Levantó las comisuras de su boca temporalmente, volviendo la mirada hacia el suelo. —Así que… esto es incómodo, ¿eh? —preguntó. Se encogió de hombros, luego recordó las galletas. —Oh, hice unas galletas. ¿Quieres algunas? —Nunca digo que no a las galletas. —Se puso de pie y la siguió a la cocina—. Vaya —dijo una vez más—. Tu cabello es lo más increíble que haya visto nunca. ¿Qué tan largo es? —Creo que alrededor de unos cuatro metros y medio —dijo, sonrojándose. —Eso tiene que ser algún tipo de record. Probablemente podría estar en el Libro de los Récords Guinness. —Eso requeriría que alguien viniera a medirlo, ¿verdad? Y eso no está permitido. No creo que solo acepten mi palabra para eso —dijo. —Oh, sí, claro. —Se sentó en uno de los taburetes de la barra en el mostrador y ella colocó el plato de las galletas frente a él—. Así que esto es como, ¿tu propio apartamento? —Supongo —dijo, dirigiéndose a la nevera—. ¿Quieres algo de beber? —Claro, ¿qué tienes? Miró hacia el frío interior. —Leche, limonada o agua. —¿Qué va mejor con las galletas que la leche? —preguntó con una sonrisa. Llenó dos vasos y se sentó junto a él, tomando una galleta. —Son fantásticas —dijo con la boca llena de galleta—. ¿Las hiciste? —Sí. —No pudo evitar el rubor de orgullo por su genuino placer. —Tengo que decirlo —dijo—, estaba bastante escéptico sobre venir aquí. No sabía cómo responder a eso, por lo que se limitó a asentir.

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—No por ti —dijo. Podía sentir el peso de su mirada, así que se volvió para mirarlo—. No podía esperar a conocernos finalmente cara a cara. —Sintió que sus mejillas se calentaban, pero sostuvo su mirada—. Es solo que, honestamente, no creía que fueras quien dijiste que eras. —Pensabas que era un acosador espeluznante, ¿eh? —bromeó, y él se rio, rompiendo la tensión. —Definitivamente no eres espeluznante —dijo—. Queda ver si eres una acosadora. Ella se echó a reír. —Es algo difícil acosar desde mi… torre. —La chica de la torre —murmuró—. ¿Quién pensaría que eso era verdad?

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9 Traducido por Areli97 Corregido por Aniiuus

D

espués de que Fane se terminó la mitad del plato de galletas, para el asombro de Rapunzel, se paró y miró alrededor. —Entonces, ¿me vas a dar el gran tour?

—Uh, seguro. —Lo guio a la alcoba donde estaba su computadora. —¿Ahí es dónde te sientas cuando estamos hablando? O chateando, o como quieras llamarlo —preguntó, adentrándose y mirando alrededor. —Sí. —Genial. Ahora seré capaz de imaginarte. Antes era solo como este extraño… vacío cuando trataba de imaginarte a ti o tus alrededores. —La miró—. ¿Qué te imaginabas de mí? Rapunzel levantó la mirada hacia el segundo mechón de cabello que había escapado de su cabello cepillado hacia atrás, enmarcando su rostro. —Bastante similar a como te ves ahora, porque te pareces mucho a tus fotos. Quizás mejor. —Él sonrió conocedor y ella bajó la mirada—. Supongo que solo imaginé el área donde te sientas igual que la mía. Él colocó su mano contra la rugosa superficie de la pared de piedra y la restregó, su mano vibrando a través de la superficie dispareja. —No hay paredes de rocas en mi casa —dijo casualmente. —Oh. —Realmente no sabía qué decir a eso. ¿Era anormal tener paredes de piedra? Estaban únicamente en las dos alcobas. En las otras habitaciones las paredes eran de cemento y estaban pintadas—. Bueno, aquí es donde hago mi trabajo escolar. —Se giró y salió de la alcoba. Él tomó un vistazo más alrededor antes de seguirla. Lo llevó hasta su dormitorio, y él dejó salir un silbido bajo.

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—Conozco a un montón de chicas que matarían por una habitación como ésta —dijo. Rapunzel escaneó el dormitorio. Se sentía normal para ella, pero dado que nunca había estado en otra habitación no podía realmente comparar. Él caminó hacia la cama y recorrió con una mano uno de los cuatro gruesos postes que se encontraban en cada esquina. Se inclinó hacia delante y se asomó por encima de uno de los materiales de gasa blanca que estaban colgando en una larga X de esquina a esquina. Se sentó en la orilla del colchón, lo cual podía hacer fácilmente sin tener que saltar hasta la cama como ella hacía, y rebotó arriba y abajo algunas veces. —Cielos… ¿ese es tu baño? —preguntó incrédulamente, inclinándose hacia delante. Sin esperar una respuesta, se levantó y caminó hacia el cuarto del que había hablado, encendiendo el interruptor de luz. Los pisos y estantes de mármol blanco brillaron—. ¡Este maldito es enorme! —exclamó, mirando la bañera hundida—. Podrías nadar en esa cosa. —Apenas la uso —admitió—. Parece un desperdicio llenarla con tanta agua para una sola persona. Además, es mucho más fácil lavar mi cabello en la ducha. La miró de nuevo, se estiró y tocó una hebra casi sin pensarlo, luego se giró en un medio círculo. —Ahí es dónde sucede la magia, ¿eh? —preguntó, indicando la ducha encerrada por vidrio. Ella no sabía a qué magia se refería pero asintió de todas formas. Él corrió su mano a lo largo de la encimera del largo de ambos lavamanos, abriendo un cajón solo un poquito antes de cerrarlo. Sus cejas se alzaron con humor ante las toallas con monograma. Rapunzel observó su reflejo en el espejo mientras él rodeaba su baño. Parecía curioso acerca de su espacio, lo cual se sentía raro para ella. Él vivía en el mundo donde veía todo tipo de cosas, no encerrada como ella en un mundo limitado. ¿Cómo algo de esto podía ser interesante? Salieron de nuevo a la sala principal. Él se detuvo, mirando alrededor expectantemente. —Así que, ¿qué hay arriba? —Oh —dijo, sorprendida de que a él le importara un cuarto tan pequeño—. Solamente mi cuarto de ejercicio.

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—Genial. No puedo esperar a ver eso. Rapunzel se encogió de hombros y guio el camino hacia arriba de las estrechas escaleras de caracol hasta el pequeño cuarto apenas lo suficientemente grande para contener una bicicleta fija, una máquina de pesas, una caminadora y un muy pequeño parche de piso donde se podía estirar. —¿Esto es todo? Rapunzel se encogió de hombros otra vez. —Sí. Es todo lo que necesito. —Fane la miró extrañamente, con los ojos entrecerrados, la cabeza inclinada—. ¿Qué? —preguntó finalmente. —Esta torre es enorme, Rapunzel. Me estás diciendo que de todo el espacio disponible, ¿ésta es el área dónde vives? Miró alrededor de ella a las paredes de piedra que encerraban por completo el cuarto de ejercicio exceptuando al umbral abierto. —Bueno… sí. ¿Por qué? —Hay dos pisos debajo de ti, y tres encima de ti. Si estás encerrada aquí dentro, ¿por qué no dártelo todo? Rapunzel estaba sorprendida. Había sabido que probablemente había dos pisos debajo, pero no tenía idea de que había tanto arriba. —Bueno, mi madre tiene que tener algún lugar para vivir —dijo—. Si tiene esos pisos y el espacio que puedo ver afuera, probablemente no es mucho más de lo que yo tengo. —Bueno, excepto por los tres pisos por encima de mí de los que no sabía, pensó. Fane solo la miró en silencio por un largo momento. Finalmente, dijo: —Realmente nunca has estado fuera de tu habitación, ¿verdad? —Ella sacudió la cabeza, ahora sintiéndose avergonzada—. Rapunzel, leí que tu casa tiene como, mil ochocientos o dos mil metros cuadrados más o menos. ¿Qué tan grande es tu habitación? ¿Quizás cien de eso? Eso deja demasiado de la casa para solo tu madre. La boca de Rapunzel cayó abierta. ¿Su casa era así de grande? Sacudió su cabeza. Él tenía que estar exagerando.

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—¿Nunca has tenido curiosidad acerca de qué hay afuera de tu habitación? Realmente, no lo había cuestionado. Siempre le habían dicho que su vida dependía en permanecer en sus habitaciones y no había pensado en lo que había fuera de su puerta, sabiendo que solamente tenía el potencial de ser fatal para ella. —¿Nunca has aunque sea mirado a hurtadillas fuera de tu puerta? — preguntó. Cuando ella solo lo miró fijamente, se deslizó más allá de ella, tomando su mano mientras lo hacía y medio arrastrándola de regreso a la sala. No se detuvo hasta que estaban en la puerta, su mano colocada en el pomo. Ella miró su mano con un estremecimiento de miedo inundando su estómago—. ¿Vamos? —le dijo. Tragando por encima del nudo en su garganta, asintió. Él giró el pomo y… Nada. La puerta estaba bloqueada. —Eso es raro —murmuró Fane. Trató de girarla otra vez—. No tiene sentido —dijo Fane, girándose para enfrentarla—. ¿Por qué deberías estar encerrada desde dentro? Quiero decir, puedo ver por qué quizás quieras dejar a otros fuera para mantenerte a salvo, pero esto… —Le echó un vistazo a la puerta, tratando con el pomo de nuevo—. Esto es raro. Rapunzel trató de encontrarle sentido. Sabía que su madre usaba una llave cada vez que se iba, pero asumía que era solo para poder salir. Lo cual por supuesto no tenía ningún sentido porque entonces sería razonable que Rapunzel también necesitara una llave. Una idea la golpeó. —Quizás hay una llave aquí —dijo. El rostro de Fane se iluminó. Empezó a buscar alrededor de la puerta, corriendo sus dedos a través de la parte superior del marco. Casi inmediatamente Rapunzel supo que era inútil. Ella mantenía el lugar limpio, estéril, de hecho, y conocía cada grieta y hueco. No había ningún lugar donde podría estar que no hubiera encontrado. —Fane —dijo, jalando su bazo para alejarlo de la alfombra—. Es inútil. Si hubiera una llave aquí, yo lo sabría. —Hmmm —gruñó, perplejo en su exploración. De repente sonrió—. ¿Tienes un destornillador?

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—No —dijo, sacudiendo la cabeza—. ¿Por qué tendría uno de esos? Fane se encogió de hombros, frustrado en su determinación. —Está bien, ¿qué hay de algunas cartas? Puedo enseñarte a jugar póker y corromper tu inocencia. Rapunzel se rio. —Cartas sí tengo. Se movieron de regreso al sofá, Fane viró hacia la cocina. —¿Puedo? —dijo, indicando el tazón de manzanas que había en la barra. —Por supuesto —dijo, caminando hacia el refrigerador para tomar otra manzana y reemplazar la que él había tomado del tazón. Encontró su juego de cartas y se las entregó a Fane, quien la miró extrañamente mientras mordía la manzana. —¿Hay algo mal? —preguntó. —Uh… no. —Soltó una pequeña risa y tomó las cartas del paquete, barajándolas mientras se sentaban uno frente al otro en la mesa. Después de descubrir que ella no tenía nada que satisficiera a Fane como algo útil para lo que él llamaba “fichas de póker”, decidió enseñarle un juego llamado “Go Fish” en su lugar. Cuando él finalmente consideró el momento para ir a casa, Rapunzel sintió una profunda decepción. Se había divertido más de lo que había esperado. Era asombroso pasar el rato con alguien más además de su madre. Mientras balanceaba su pierna por encima del borde de la ventana, ella dijo rápidamente: —Si quieres venir otra vez… alguna vez… podría preparar la cena. —Eso suena bien —dijo—. ¿Qué te parece el domingo? El corazón de Rapunzel se disparó ante el pensamiento de tenerlo aquí de regreso tan pronto. Estuvo ligeramente decepcionada de tener que esperar dos días. Mientras empezaba a descender por el enrejado, repentinamente asomó su cabeza una vez más por el borde.

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—Oye, ¿Rapunzel? —¿Sí? —Sabía que eras atractiva. —Él sonrió. Rapunzel se rio, y él descendió. Ella se apresuró a la ventana y lo miró ansiosamente hasta que sus pies tocaron con seguridad el suelo debajo. Lo saludó. Él devolvió el gesto y trotó a la esquina de la casa. Se giró de nuevo y ella vio el brillo de sus dientes en la oscuridad otra vez antes de que desapareciera alrededor de la esquina.

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10 Traducido por LizC Corregido por Aniiuus

R

Las cejas de Rapunzel se fruncieron ante su mensaje.

¿Skype?

Eh…

57 Rapunzel sintió la preocupación roer en ella. Aunque también preferiría ver a Fane mientras hablaban, le preocupaba las posibles ramificaciones. Voy a pensar en ello.

Sabía que solo estaba burlándose. Desde que descubrió lo mucho que la avergonzaba cada vez que se refería a ella como alguien “atractiva”, Fane se salía con la suya al hacerlo tan a menudo como fuera posible. Sabía que él no lo decía en serio. Aun así, su corazón saltaba de emoción cada vez que lo hacía. ¿Crees que tu falsa adulación puede convencerme? Es un triste y patético intento.

Rapunzel se rio.

Debes pensar que soy una niña tonta como para caer en tales artimañas tan superficiales.

Está bien, cambio de tema, por favor.

¿Ah, sí? ¿Qué?

Se quedó mirando sus palabras. Seguramente estaba bromeando, pero no sabía qué hacer con ellas.

Oh. Está bien. Bueno, qué mal ya que probablemente me podrías matar con un beso. Tan pronto como Rapunzel apretó el botón “enviar”, se llevó la mano a la boca. ¿Por qué escribió tal cosa?

Le temblaban las manos cuando vio el mensaje de Fane. Después de un momento, se echó a reír. Por supuesto que no tomaría sus palabras en serio, ni tampoco decía sus palabras en serio. Ya quisieras.

Por muy tentador que es tu oferta, creo que soy capaz de contener mi curiosidad hasta mañana.

Mientras Rapunzel miraba perpleja otra de sus frases extraña, de repente él tecleó:

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Se quedó mirando la pantalla, su cara se iluminó con una sonrisa. ¿Qué quieres decir con “qué locura”?

Oh. Estaba planeando un viaje a París, pero podría ser persuadida a posponerlo.

¿Cómo crees que vas a traer la cena, y mi sorpresa, y aun así ser capaz de subir mi torre?

Rapunzel miró el reloj. Ahora era las 4:30. Podría ser las 5:59 y no importaría. No era como si se sintiera presionada o tuviera que estar en algún lugar. Voy a estar aquí.

***

Rapunzel permaneció de pie en la ventana, sosteniendo a Angel en su mano. El pajarito había regresado por más semillas y más masajes en el cuello. Se alegró no solo por la compañía de su amiga, sino también por la excusa para estar de pie en la ventana y esperar a Fane. Eran cerca de las 6:15, y trataba de no creer que había sido plantada. Sin embargo, no pudo detener la lágrima escapando y aterrizando en Angel. El pájaro se sacudió la humedad de sus plumas, trayendo una sonrisa reacia al rostro de Rapunzel. De repente, Angel tomó vuelo con un alto pío. Rapunzel la vio volar hacia abajo hasta que desapareció por la esquina de la casa. Una brillante sonrisa iluminó su rostro cuando vio un poco del oscuro cabello de Fane al girar esa misma esquina. Él miró de izquierda a derecha antes de ver detrás

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de él. Finalmente su mirada encontró la de ella, y levantó una mano a modo de saludo. Corrió hacia la parte inferior del enrejado y comenzó su ascenso precario, con un bolso abultado en la espalda. Subió sobre el alféizar de la ventana con una gran sonrisa, que igualó la de ella. —Hola, preciosa —dijo. Rapunzel no pudo evitar el rubor impulsándose en sus mejillas, a lo que él respondió con una carcajada. Negándose a darle ninguna satisfacción más, ella respondió: —Hola, Fab. —Ah —dijo en broma—, finalmente entiende mi verdadera naturaleza. —De verdad te gustas a ti mismo, ¿no? —Sí. Y a ti también… no lo niegues. —Sus ojos brillaron con humor mientras se quitaba el bolso de los hombros. —¿Eso es lo que me trajiste? —preguntó, evitando intencionadamente su pregunta—. ¿Un bolso para llevar en mis hombros? —No, Rapunzel, no te traje una mochila. Es lo que hay dentro de la mochila lo que cuenta. Se dirigió a la cocina, Rapunzel siguiéndolo con curiosidad. Dejó la mochila sobre la encimera y lo abrió, ella se acercó. Él la miró, deteniéndose repentinamente. —Oye —dijo Fane—. Trenzaste tu cabello. —Sí —dijo, acariciándolo con timidez. Caminó junto a ella, tocándolo, levantando la pesada masa desde donde la punta apenas rozaba el suelo. —Eso debe tomarte mucho tiempo, ¿eh? —No es tan malo —dijo—. Lo trenzo casi todos los días. Eso hace que sea mucho más fácil de maniobrar. —Sí, puedo ver eso —dijo—. ¿Cuánto pesa tu cabello?

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Rapunzel reunió la mayor parte del mismo y lo puso sobre los brazos de él para sostener la pequeña cantidad reunida. —¡Mierda! Eso es pesado. ¿Cómo diablos puedes arrastrar eso todo el día? —Supongo que estoy acostumbrada a él. —¿No te da dolor de cabeza? —A veces —dijo y se encogió de hombros. Fane soltó el cabello poco a poco, no dejándolo caer en un solo movimiento. Puso sus manos a ambos lados del cuello de ella. Una sensación extraña se deslizó por su espalda ante su toque. Sus manos fueron delicadas mientras sus dedos masajeaban su cuello. —Tienes buenos músculos en el cuello, ¿eh? —comentó, soltándola. Rapunzel no podía responder, profundamente afectada por las sensaciones causadas por su toque. Fane no pareció inmutarse, regresando a su mochila. Sacó una caja plana y grasienta—. La pizza probablemente está un poco estrujada por ir de lado, pero aún va a tener buen sabor. —Sacó un paquete más pequeño envuelto en papel de aluminio—. Pan de ajo —anunció con una sonrisa. Rapunzel inhaló el olor embriagador. Nunca había probado ni la pizza o el pan de ajo, pero olían celestialmente. Sacó dos platos del gabinete y los puso sobre la encimera. Fane abrió la caja y maniobró la masa pastosa de nuevo a alguna forma que asemejaba un círculo. Colocó un pedazo en cada plato antes de abrir el papel de aluminio y colocar un pedazo de pan en cada uno. Rapunzel se sentó junto a él y tomó su primer bocado de pizza. Sus ojos se abrieron de par en par mientras miraba a Fane. Una sonrisa se extendió por su cara a medida que rápidamente tomaba dos bocados más, llenando su boca. Él se echó a reír. —¿Te gusta? —Ujum —murmuró en torno a otro bocado. —Saborea el pan —le sugirió.

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A regañadientes, dejó la pizza sobre el plato y tomó el pan. Una vez más, el asombro iluminó su cara. —Fane —dijo con entusiasmo—. ¡Eso es lo mejor que he probado nunca! Él sonrió con satisfacción a medida que ella volvía a devorar su convite. Cuando estuvo llena, terminó otra rebanada de pizza y la mitad de un trozo de pan de ajo hasta que se sintió un poco mal. Valió la pena. —Bueno —dijo Fane—, estoy impresionado por la cantidad de comida que te las arreglas para meter en ese pequeño cuerpo. La mayoría de las chicas comerían una cantidad minúscula y dejarían la mesa todavía hambrienta para impresionarme. Rapunzel volvió sus horrorizados ojos hacia él. —Yo… no… Fane se rio y levantó una mano. —Por favor, no te disculpes. No me impresiona cuando hacen eso. Me gusta mucho más ver mi dinero bien gastado en un gran apetito. Rapunzel sonrió con incertidumbre. —¿No vas a preguntarme? —Él inclinó la cabeza y la miró. Sus cejas se fruncieron en confusión. —¿Preguntarte qué? —Por qué se me hizo tarde. —Oh, eso. —Se encogió de hombros—. Estás aquí ahora, así que eso es todo lo que importa, ¿verdad? Sacudió la cabeza con asombro. —Definitivamente no eres como las otras chicas que conozco. — Rapunzel no sabía si tomar eso como algo bueno o malo—. Voy a decirte de todos modos. Puesto que estás sentada aquí en el olvido, puede que no sepas que tu casa es por lo general un hervidero de trabajadores. Rapunzel entrecerró sus ojos. —Resulta que sé eso, Sr. Obvio.

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Fane rio. —Eso no es… no importa. Bueno, lo que quizás no sabes es que tuve que esperar a que se fueran antes de poder colarme. Aparentemente trabajan hasta las seis. —Oh —fue todo lo que Rapunzel podía decir. No había pensado en los trabajadores cuando arregló que viniera. Porque los escuchaba pero rara vez los veía, eran casi un cero a la izquierda en su mundo. —¿Lista para ver lo que te traje? —bromeó. —¿No era la pizza? —Se sorprendió. La pizza era más que suficiente. —No, ya te dije que iba a traer a la cena. Esa no es la sorpresa. —Entonces, ¿esta es la cosa por la que vale la pena matarme si me hubieras dicho antes de traerlo? —Absolutamente. —Metió la mano en su mochila y sacó una voluminosa bolsa marrón del tamaño de un libro y se lo entregó. Podía sentir cientos de pequeños discos en su interior. —¿M&M? —leyó. Cuando él no respondió, levantó la vista para ver que la miraba con una expresión de asombro—. ¿Qué? —preguntó. —¿No sabes lo que son los M&M? Rapunzel volvió a mirar el paquete. —¿Debería? —Oh, mi amiga —gimió Fane—. Has sido demasiado sobreprotegida. —Golpeó una mano en la encimera, sorprendiéndola—. He decidido a partir de ahora que, es mi privilegio… no, mi deber —golpeó el aire con un dedo levantado—, presentarte todas las maravillas de la vida que te has estado perdiendo. Rapunzel se rio. —Bueno, en base a la pizza, no puedo esperar. Fane le quitó el paquete y rasgó una de las esquina. —Este caramelo tiene un doble propósito. No solo son deliciosos… — Tomó uno de los dulces y lo acercó a su boca. Ella la abrió y él lo metió—. También sirven como excelentes fichas de póker.

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Rapunzel mordió el caramelo de chocolate y le sonrió. —¿Te gustan? —le preguntó. —Oh, sí —dijo, tendiéndole una mano por más. Él dejó una pequeña cantidad de los discos de colores brillantes en su mano, pero se negó a darle más, alegando que los necesitaba para el póker. Se sentaron a la mesa y le explicó el valor de los diferentes caramelos de colores, lo cual le fascinó con lo bonito que eran, junto con las reglas del póker y cómo apostar. Rapunzel descubrió que tenía una habilidad especial para el juego, y con gran placer, observó a Fane tornarse más y más frustrado. Después de una hora, tiró las cartas. —¡Caray! —exclamó. —¿Caray? —repitió Rapunzel. —Significa que me doy por vencido. ¿Segura que nunca has jugado antes a este juego? —Nunca —confirmó. —Espera —dijo—, ¿dónde están todas tus ganancias? Rapunzel miró su relativamente pequeño montón de caramelos de colores brillantes. —Me los comí —dijo. —En ese caso, yo gano —declaró Fane. —No, no lo hiciste. Gané y lo sabes. —Mira mi pila en comparación con la tuya. —Indicó su pila, decididamente más grande que la suya. Rapunzel se llevó tres caramelos más a la boca. —Yo gané —afirmó—. Y me comí mis ganancias. Así que en realidad, he ganado dos veces. Fane negó con la cabeza, rascándose distraídamente su perilla. —Eres un poco terca, ¿eh?

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Ella se encogió de hombros. Nunca antes había tenido nada por lo cual ser terca, jamás había discutido con su madre. Pero realmente disfrutaba discutir con Fane. Él suspiró profundamente, se levantó y se dirigió a su mochila. —Te he traído una cosa más. Emocionada, se levantó de un salto y corrió hacia él. —Pero no sé si debo dártelo. Quiero decir, a menos que estés dispuesta a conceder mi victoria. —Nunca —dijo, inclinándose intencionadamente hacia él contra la encimera. Suspiró de nuevo, esta vez de forma dramática. —Bien. Tú ganas. Además, esto es tanto para mí como para ti. Tal vez más. Rapunzel se enderezó, la anticipación duplicándose. Fane sacó un destornillador de su mochila y lo levantó triunfalmente. —¡Voilà! —exclamó. Rapunzel negó con la cabeza. —No lo entiendo. —Esta es nuestra llave, Rapunzel. Así es como vamos a salir de esta habitación y exploraremos la casa. Los ojos de Rapunzel volaron a la puerta, como si alguien pudiera estar allí de pie escuchando. Su corazón latía salvajemente en su pecho. No había pensado alguna vez poner un pie fuera de la puerta. Por supuesto que tampoco había imaginado tener a alguien más además de su madre en sus habitaciones. Volvió la vista a la ansiosa mirada inquisitiva de Fane. ¿Se atrevería?

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11 Traducido por âmenoire90 Corregido por Dianna’

—Q

ué hay de Cocinera? —preguntó Rapunzel.

—Seremos silenciosos —dijo Fane. Se quedó quieto junto a la perilla de la puerta, mirándola—. Espera, ¿es peligroso para ti, Rapunzel? ¿Crees que puedes enfermarte por ir ahí fuera? Porque eso no vale la pena. Rapunzel ni siquiera había pensado en eso. Recordó la máscara. —Espera —dijo. Corrió hacía la cocina y jaló el cajón donde la guardaba. Volvió con Fane y se la mostró. Él sonrió. —Brillante. —Él la tomó, colocándola sobre su boca y nariz, enganchando los elásticos detrás de las orejas y presionando el elástico a lo largo del borde superior para adaptarla a la forma de su nariz y mejillas—. Listo, ahora luces… —Sí, atractiva, lo sé —dijo, con voz apagada, poniendo los ojos en blanco. Fane sonrió. —Iba a decir que como una doctora, pero si crees que te ves atractiva, entonces ya sabes, ¿quién soy yo para discutir? —bromeó y luego agregó—: Una doctora atractiva. El rostro de Rapunzel se cubrió con calor. Afortunadamente la máscara cubría una buena parte de sus mejillas, ocultando su turbación. —¿Lista? —preguntó. Ella asintió y él se giró hacia el pomo. Después de poco tiempo, tiró del pomo, jalándolo. Rapunzel jadeó mientras empujaba hacia el otro lado, el pomo cayendo con un golpe seco y tranquilo del otro lado. Había un pequeño agujero donde la manija había estado. Metió un dedo,

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empujó un poco y la puerta se abrió. La miró y sosteniendo su mirada, abrió por completo la puerta. El pánico se arrastró por la garganta de Rapunzel a medida que contemplaba el enorme agujero donde su puerta debería estar. Más allá de la apertura había un pasillo alfombrado con una pared en el lado opuesto, lo que explicaba la falta de ruido cuando cayó la manija. La luz ambiental provenía de una fuente desconocida. Fane asomó la cabeza por la puerta y ella sintió la imperiosa necesidad de jalarlo hacia el interior. Miró a ambos lados y se giró de nuevo hacia Rapunzel, con una amplia sonrisa. Si no hubiera sido por esa sonrisa, nunca habría tenido el valor de agarrar la mano que le ofrecía. Se aferró con fuerza mientras pasaba sigilosamente a través del umbral. Se detuvo en seco antes de dar el mismo paso y él miró hacia atrás con una pregunta en su cara. Respiró hondo, tirando de todo el coraje que pudo encontrar, exhaló y salió de su habitación por primera vez en su vida. Fane le apretó la mano dos veces, como si entendiera lo que le costaba. Se dio la vuelta y se movió por el pasillo, con Rapunzel siguiéndolo, temblando violentamente. Cuando llegaron al final, encontraron unas escaleras que subían y bajaban. Él escuchó durante un minuto y luego se volvió. —¿Arriba o abajo? —preguntó. Rapunzel sabía que abajo probablemente estaba Cocinera, por lo que dijo: —Arriba. La decepción frunció el rostro de Fane, pero ascendió de todos modos. Subir con las manos tomadas era incómodo, pero Rapunzel dudaba que pudiera continuar sin aferrarse a él. Las escaleras subía en espiral, las sombras se profundizaban mientras ascendían. Al llegar a la parte superior, se enfrentaron a una pesada puerta de madera. Fane agarró la manija, que giró con bastante facilidad bajo su agarre, pero la puerta no se movió. Se vio obligado a dejar ir su mano con el fin de empujar con el hombro. Dio varios empujones antes de detenerse. —No se abrirá —afirmó lo obvio. Sacó el teléfono de su bolsillo, apretando un botón para encenderlo. Con la pequeña cantidad de luz podían ver la cerradura atornillada desde el otro lado—. Bueno, no creo que mi “llave”

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vaya a abrir ésta. Supongo que nos toca bajar. —Pasó junto a ella, agarrando su mano otra vez mientras descendían. Pasaron su puerta abierta y Rapunzel tuvo un impulso momentáneo de entrar y cerrarla, para recuperar una sensación de seguridad. En cambio, continuó siguiendo a Fane por el siguiente tramo de escaleras. El descanso se abría a un pasillo grande que conducía a un pequeño pasillo similar al que estaba frente a la habitación de Rapunzel. Luz se reflejaba desde las escaleras de la planta baja, de modo que Fane la condujo por el amplio pasillo, yendo poco a poco y escuchando con atención. Finalmente llegaron a una T, el pasillo continuaba a la izquierda y la derecha. Lo que aturdió a Rapunzel. La barandilla a la cabeza de la T daba a una habitación grande que comenzaba en el suelo debajo de ellos y se elevaba una docena de metros por encima de donde se encontraban. Las paredes estaban pintadas con algún tipo de patrón que les daba profundidad, casi las hacía sentir vivas. Una chimenea de piedra recorría la altura de la habitación. Mullidos sofás, sillas, mesas elegantes y lámparas llenaban el espacio en el piso. Estanterías llenas se alineaban en la pared a cada lado de la chimenea. La pared de la derecha estaba en su mayoría compuesta por seis ventanas que debían de tener casi cinco metros de alto entre todas. —Vaya —exhaló Fane, manteniendo su voz en un susurro—. Es muy bonito, pero es tan… normal. Rapunzel lo miró. —¿Debería ser diferente? Él miró hacia otro lado, como si buscara las palabras. —Bueno, no, es solo que… —Negó con la cabeza—. No, simplemente no se ve como esperaba. Vamos. Tomó su mano, y continuaron por el pasillo, pasando por la amplia y elegante escalera cónica que conducía a la gran sala. Pronto estaban encerrados en otro pasillo, que tenía hileras de puertas a cada lado. Seis a la izquierda y seis a la derecha. Fane la llevó a la primera puerta y puso su oreja contra ella antes de girar la manija y abrir lentamente la puerta. La habitación estaba vacía. Las paredes estaban pintadas y el suelo alfombrado, pero aparte de la ventana no había nada que interrumpiera la

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monotonía de la cruda blancura. Pronto descubrieron que todas las doce habitaciones eran idénticas.

—¿Eso es normal, tener habitaciones vacías de esa manera? —preguntó Rapunzel, refiriéndose a las doce habitaciones. —Mm… no estoy seguro. En una casa de este tamaño, tal vez. —Sus palabras fueron vacilantes y ella sintió que evitaba una respuesta directa. Salieron de la última habitación y doblaron en una esquina del pasillo. Otra escalera descendente apareció en frente de ellos. Fane tomó su mano y la condujo hacia la escalera. Cuando comenzaron su descenso, oyeron una voz y se congelaron al momento. La sangre se drenó del rostro de Rapunzel, el miedo vibró a largo de su columna. —Dímelo a mí —dijo la voz de una mujer que se acercaba a ellos—. Pero estoy planeando tomarme el día libre mañana. —Pausa—. Sí, lo sé, pero, ¿cómo va a saber que no estoy aquí? La niña ha estado cuidándose por sí misma, haciéndose su propia comida. ¿Por qué tengo que sentarme aquí todo el día, todos los días? —Pausa—. Llamará a las 6:00 a.m., como de costumbre, entonces me iré. Puedo estar con mamá para las ocho. —Pausa—. No, solo tengo que desviar los teléfonos hacía mi celular para que pueda responder cuando llame en la noche. No necesitaría preocuparme por estar de regreso hasta el lunes. —Pausa—. Nada va a suceder. Pondré la alarma. —Pausa—. Está bien, suena bien. Te veré mañana, entonces. Te amo. La oyeron moverse alrededor y su sombra se proyectó sobre la luz en la parte inferior de las escaleras. Rapunzel y Fane se lanzaron escaleras arriba, el corazón de Rapunzel golpeando tan fuerte que estaba segura que la mujer podía oírlo. Una vez que estuvieron en el pasillo y caminando de vuelta hasta la escalera de caracol, Fane se giró hacia ella con humor en sus ojos. —Eso estuvo cerca—dijo, riendo. Rapunzel se le quedó mirando. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? Se sentía como si fuera a ahogarse con el pánico inundándola. Cuando regresaron a su habitación, se apresuró dentro, el alivio fluyendo a través de ella. —Voy a poner esto de nuevo —dijo, tomando la manija y un destornillador. Salió mientras Rapunzel tomaba algunas respiraciones tranquilizadoras—. ¿Oye, Rapunzel? —gritó Fane un momento después, con confusión atando su voz.

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—¿Sí? —respondió a través de la máscara que todavía llevaba. —Es posible que quieras ver esto. De mala gana se movió a donde él estaba de rodillas en el pasillo. Salió de la habitación y se asomó por la puerta, siguiendo su mirada. Él tocaba un mecanismo con aspecto de gancho y la veía con preocupación. —¿Qué es? —preguntó. —Un pestillo. —¿Un qué? —Un bloqueo. —Ah. —No podía entender por qué un bloqueo lo tenía preocupado. Sabían que la puerta estaba cerrada con llave. —Está en el exterior —enfatizó. Ella se encogió de hombros, indiferente—. Rapunzel, este bloqueo se puso aquí para encerrarte adentro. Así, posiblemente no podrías salir incluso si tuvieras una llave. Solo podrías salir si alguien te dejara. ¿Por qué necesitas estar encerrada? Los ojos de Rapunzel regresaron al pestillo mientras su mente procesaba sus palabras. Estaba en lo cierto. ¿Por qué necesitaba estar encerrada, más de lo que ya estaba con la manija? —No lo sé —murmuró, volviendo a su habitación. —Por suerte no estaba enganchado, o nunca habríamos salido de la habitación. Fane rápidamente volvió a armar la manija, dejándola desbloqueada. Llegó a donde ella estaba sentada en la barra, su mente repasando esa cerradura. Había algo tan… mal sobre esto. Se quitó la máscara, arrugándola bajo su mano. —Eso fue un bombazo —dijo Fane mientras se sentaba a su lado, agarrando una manzana del tazón. Ella se puso de pie y se acercó al refrigerador, sacando otra y sustituyéndola. Fane gruñó y ella lo miró—. ¿Por qué haces…? —Se detuvo cuando se dio cuenta de la expresión de su cara—. ¿Estás bien? Le dio una sonrisa a medias.

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—Ah, sí, estoy bien. Solo pensando en esas habitaciones vacías — mintió. Él se encogió de hombros. —Sí, un poco raro. Pero teniendo en cuenta lo que no pudimos ver de la casa, estoy seguro de que hay un montón de habitaciones no vacías. —¿Cuánto de la casa no vimos? —preguntó, sintiéndose de repente como si estuviera a la deriva en un océano. Pensó que conocía su mundo, pero solo estaba descubriendo que había cosas de que las que no tenía ni idea. —Mucho —enfatizó—. Pero, si empezamos mañana temprano, probablemente podamos ver mucho más. —¿Mañana temprano? —repitió. —Bueno, sí —dijo en torno a un bocado de manzana—. Ya has oído a la mujer de la planta baja. Va a salir por la mañana y no volverá hasta el lunes. —Pero, ¿qué hay de los otros trabajadores? —Bueno, estoy seguro que los chicos de la construcción no trabajan los domingos. —¿Cómo lo sabes? —preguntó, poniendo el plato con las galletas restantes frente a él mientras terminaba su manzana. Sonrió en señal de gratitud, escogiendo una y tomando un gran bocado. —Mmm, muy buena —gimió—. De todos modos, lo sé porque todos saben eso. Trabajan seis días a la semana. Sus ojos volaron a los suyos, como si hubiera revelado demasiado. Rapunzel se encogió de hombros. Sonaba correcto trabajar seis días y tener un día libre. ¿Cierto? Jugaron otra ronda de póker, esta vez utilizando los Skittles que Fane trajo. Rapunzel los disfrutó, aunque no tanto como los M&M, de modo que cuando terminaron todavía tenía un montón respetable. Le mostró otro juego de cartas llamado “Rummy”. Finalmente, le dijo que se tenía que ir. —Entonces, ¿debo volver mañana? —preguntó. —Sí, definitivamente —dijo, emocionada ante la idea de pasar otro día con él.

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—Volveré por la mañana, si quieres, para que podamos tener todo el día para explorar la casa. La idea de más exploración trajo una emoción de miedo a su estómago. Entonces pensó en el pestillo al otro lado de la puerta y decidió que no quería nada más que descubrir esta casa en la que vivía, pero en la que realmente no vivía. Esperó que él estuviera en lo correcto respecto a Cocinera yéndose todo el día. —Claro —dijo—. Me levantaré temprano, así que ven cuando quieras. —No desayunes —dijo—. Voy a presentarte las maravillas de un McMuffin de huevo. Si se trataba de algo como las comidas que había traído hasta el momento, estaba más que feliz de descubrir cualquier otra cosa que le llevara. Mientras ponía una pierna por encima de la cornisa, se dio la vuelta y tomó su mano entre las suyas, tirando de ella más cerca. —Gracias, Rapunzel. Me la pasé bien hoy. —Se inclinó hacia delante y le dio un suave beso en la mejilla. El calor inundó sus mejillas y estuvo agradecida por la penumbra de la alcoba. Lo vio descender con seguridad, observando hasta que la saludó antes de desaparecer en la esquina. Caminó de regreso hacia la sala de estar, manteniendo una mano sobre su mejilla como si pudiera atrapar la sensación de su beso allí. Miró hacia la puerta que de repente se sentía como señal de mal agüero. Quería interrogar a su madre acerca de ello, pero, ¿cómo podría sin dar a conocer sus acciones de hoy? Suspiró y se fue a su dormitorio, tocando la trenza de su cabello mientras pensaba en el día que pasó con su mano tomada de la de Fane. Sonrió feliz, dejándose caer en la cama, y por primera vez en su vida, se fue a dormir con su ropa del día.

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12 Traducido por Jane. Corregido por Nanis

R

apunzel se levantó más temprano que de costumbre a la mañana siguiente, incapaz de dormir por más tiempo con la emoción de que Fane viniera una vez más. Se duchó, se lavó el cabello, lo que tomó una buena cantidad de tiempo. Sin tener tiempo para secarlo, se trenzó el cabello mientras estaba húmedo. Todavía esperaba inquieta a Fane, que debía haber llegado hacía más de un hora. Por último, él rodeó la esquina de la casa. Se apresuró a subir el enrejado, y empezó a escalar. El bulto de su mochila era más grande de lo que había sido el día anterior. Ella sonrió a la espera, preguntándose qué había traído hoy. Cuando se acercaba a la cima, la miró y sonrió. Un fuerte crujido resonó en el aire de la mañana. Con horror, vio que el enrejado comenzaba a caer lejos de la pared. Un chillido se le escapó cuando vio sus ojos llenos de miedo. Miró a su alrededor buscando algo para ayudarlo. Ante el sonido de un segundo crujido, le entró el pánico y tiró el final de su trenza por la ventana hacia él. —¡Agárrate! —gritó. Él dudó un nanosegundo hasta que el enrejado se inclinó precariamente lejos de la pared. Rápidamente tomó la gruesa cuerda que su trenza proveía y usó su peso para hacer palanca del enrejado contra la pared. Tiró de su cabello, y ella lo agarró cerca de la base del cráneo con las manos para aliviar un poco la presión. Usando su cabello como la cuerda que le ofrecía, trepó por la pared sobre la cornisa, cayendo al suelo con Rapunzel debajo de él. Él la miró fijamente, su rostro a centímetros del suyo. Ambos respiraban pesadamente ante las consecuencias de su casi caída. De repente, envolvió sus brazos alrededor de ella y la abrazó con fuerza contra él.

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—Gracias —le susurró al oído antes de ponerse de pie, tirando de ella con él. Rapunzel se sentía inestable mientras el alivio la inundaba. Se rio, incapaz de detener el sonido. Fane la miró fijamente antes de reírse también. Extendió la mano y la pasó por su trenza. Ella inclinó la cabeza para mirar el gesto antes de volver su mirada hacia él. —En serio, gracias —dijo con seriedad—. Me salvaste la vida. —Oh bueno… —No sabía cómo responder, mirando hacia abajo con timidez. Él puso su mano en su mejilla, acariciando su pulgar a lo largo de su mandíbula. El corazón le latía desbocadamente, y sintió el calor aumentar en sus mejillas, como siempre parecía suceder cuando él estaba cerca. —¿Recuerdas el desayuno? —preguntó con un temblor, tratando de sonar indiferente. —¿Cómo podría olvidarlo? —Él sonrió y, agradeciendo que volviera a ser el mismo de siempre, se dirigió a la cocina. Los sándwiches de desayuno que comieron, que tuvieron que ser calentado un poco en el microondas, fue otro elemento que Rapunzel saboreó. Le hizo darle un poco de dolor de estómago, pero nunca lo admitiría a Fane. Decidió que su próxima lista de comestibles incluiría magdalenas, salchichas, queso y huevos para poder hacer su propia versión. —Tengo que admitirlo —dijo Fane con la boca llena de sándwich—. Nunca pensé que mi vida iba a ser salvada por el cabello de alguien. Eso es definitivamente algo nuevo para los libros. Rapunzel tocó su gruesa trenza. —No tenía nada más que arrojarte. Me entró el pánico. —Bueno, gracias a Dios por tu particular manera de entrar en pánico. En serio. Eso fue pensar rápido. También estaba en pánico, pero de una manera completamente diferente. Aun así, nunca hubiera pensado en gritar:

“Rapunzel, deja caer tu cabello”. Rapunzel se rio ante la imagen de él gritando eso. Si lo hubiera hecho, probablemente no habría arrojado su trenza solo por el puro ridículo de la solicitud.

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—¿Lista para explorar un poco más? —preguntó Fane cuando terminaron y limpiaron. —Sí, vamos —dijo, caminando hacia la puerta y abriéndola. —¿Dónde está tu máscara? —preguntó. —No la usaré hoy. —Cuando él levantó una ceja, se encogió de hombros—. El aire tiene que ser el mismo que aquí, ¿verdad? Creo que voy a estar lo suficientemente a salvo. Fane vaciló pero finalmente la siguió hasta la puerta. Rapunzel se sintió segura hasta que llegaron a la misma escalera donde habían oído la voz del día anterior. Fane reconoció su indecisión. —Está bien. Su auto se ha ido. —Oh… —dijo Rapunzel. Todavía sentía un poco de miedo ante la idea de entrar en esta parte de la casa. Fane tomó su mano entre las suyas mientras seguía las escaleras abajo, y sintió un poco de su confianza regresar. En la parte inferior de las escaleras giraron a la izquierda en una gran cocina. Los grandes electrodomésticos relucientes, incluyendo dos hornos espaciosos, mostradores anchos, un refrigerador que era el doble del tamaño del de ella, y una ventana de seis paneles que permitía el brillo del sol de la mañana llenar la habitación, eso impresionó a Rapunzel. —Genial —dijo Fane, pasando una mano por encima del mostrador de granito. Rapunzel tuvo miedo de hacer lo mismo. Simplemente agarró la mano de Fane más fuerte. Descubrieron una despensa bien surtida tan grande como el salón principal de Rapunzel. Una puerta en el otro extremo de la habitación se abría a un comedor de techo alto con una larga y elegante mesa de madera oscura lo suficientemente grande como para acomodar a veinte personas, pero solo tenía seis sillas agrupadas en un extremo. Papel tapiz de brocado rojo cubría las paredes y una alfombra oriental roja y negra casi cubría todo el suelo de madera. Una araña de cristal colgaba encima de la mesa, haciendo juego con los candelabros encima del aparador. Un excesivamente gran ramo de flores secas dominaba el centro de la mesa. A partir de ahí entraron en el vestíbulo. La luz del sol se filtraba a través de una puerta alta de madera con cristales de vidrio de colores en patrones que hicieron que el pánico llenara su vientre una vez más. En el lado opuesto

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de la puerta se encontraba el mundo exterior que había visto solo alguna vez desde la ventana alta en su torre. Dio un paso hacia la puerta como si fuera a entrar en el mundo, pero Fane tiró de ella suavemente hacia atrás. Señaló la cajita blanca colocada en la pared junto a la puerta que brillaba con una luz roja. —La alarma —dijo—. Si abres la puerta, sonará. Rapunzel asintió, decepcionada de no poder seguir su instinto. Un amplio conjunto de escaleras conducía a un rellano, donde las escaleras se separaban en direcciones opuestas. Rapunzel pensó que podrían subir, pero en su lugar, Fane la llevó alrededor de la base de la escalera a un área más oscura. Abrió una puerta estrecha. Un conjunto de escaleras que descendían por debajo de las otras. A medida que bajaban, la casa cambió. Estaba más oscura aquí, la poca luz disponible procedente de arriba y las ventanas pequeñas metidas contra el techo en las habitaciones que pasaban, todas con paredes de cemento y suelos, polvo y telarañas en evidencia de su falta de uso. Rapunzel se estremeció, no completamente por el frío penetrando esta zona de la casa. Se encontraron con un conjunto de escalones de madera que conducía arriba. Por consentimiento mutuo en silencio, los siguieron, solo para encontrar que terminaban en una pared de cemento. No había puerta, sin pasillos, solo una pared sólida. —Mm —dijo Fane, sin sonar tan sorprendió. El descubrimiento sorprendió a Rapunzel. ¿Cuál era el punto de la escalera? Descendieron, descubriendo varios otros juegos de escaleras, tanto ascendentes como descendentes que terminaban de la misma manera, o, a veces en una puerta que daba a una pared. Cuantas más encontraban, más aumentó la sensación de malestar en la boca del estómago de Rapunzel. Finalmente encontraron un conjunto de escaleras que daba a un pasillo estrecho. Fane sacó el teléfono para iluminar el camino en la oscuridad. Rapunzel podía sentir las piezas blandas y fibrosas de las telarañas pegándose a su cara y brazos y, tembló, trató de quitar la idea de eso de su mente. El camino se prolongaba por algunas direcciones, y Fane le preguntó si pensaba que deberían dar la vuelta. —Tal vez —dijo—. ¿Qué piensas? Él pensó por un momento y luego dijo:

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—Vamos a ir un poco más allá y ver si encontramos una salida. Si no, volvemos. Rapunzel aceptó y pronto llegaron a una puerta. Fane apoyó el hombro contra ella y le dio un par de golpes fuertes. Se abrió de golpe, cayendo en una habitación como las otras que tenían luz entrando por las ventanas sucias. —Mira, unas escaleras —dijo él, apuntando hacia el lado opuesto de la habitación. Subieron, terminando en una escotilla por encima de sus cabezas. Fane la abrió y dio un paso hacia arriba y fuera del agujero. Miró a su alrededor antes de inclinarse y ofrecer sus manos a Rapunzel. Ella puso sus manos en las suyas, y la levantó y salió hacia una brillantez que le hizo daño en los ojos. —¿Qué es esto? —exhaló ella, mirando a su alrededor con asombro ante la habitación de cristal. Plantas y flores crecían por todas partes, incluso árboles. Rapunzel se acercó y reverentemente rozó sus dedos sobre la rosa rosada que tenía más cerca. Respiró hondo, aspirando los olores frescos, una mezcla de olores que nunca había experimentado. —Un invernadero, o guardería —dijo Fane—. La gente utiliza estos sitios para cultivar plantas donde pueden florecer durante todo el año. De esa manera no van a morir en el invierno. Rapunzel se dirigió por el pasillo, el asombro iluminando sus ojos. Fane dejó caer la escotilla, lo que la hizo estremecerse y mirar hacia atrás. —Bueno, creo que sé cómo puedo salir de la casa esta noche sin arriesgar mi cuello en el enrejado que probablemente va a caer cuando me suba en él. Rapunzel ni siquiera había pensado en eso. Estaba tan contenta de que hubiera llegado en forma segura que no se le había ocurrido encontrar la manera de que pudiera volver a salir. Corrió la distancia corta para alcanzarla. Le tomó la mano una vez más, y aunque ella no lo necesitaba por seguridad, se alegró de la sensación de su mano firmemente en la suya. Esto era todo tan surrealista que medio pensó que era un sueño, y dio la bienvenida a algo real y sólido para sostenerse. Fane nombró muchas de las plantas para ella. Algunas de ellas le eran familiares, otras de las que ni siquiera había oído hablar. Pronto descubrieron pequeños palillos de madera en la base de cada planta etiquetando aquellas que ninguno de los dos conocía. Cuando se encontraron con un naranjo, Rapunzel respiró el aroma cítrico con placer.

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—Todo esto es tan increíble —dijo Rapunzel, frotando una hoja de arce entre sus dedos—. Nunca antes había tocado una planta viva. —¿No siempre tienes flores o plantas en tu habitación? —No. Madre dice que pueden traer gérmenes indeseados. Fane la miró con horror, sus ojos abarcando las plantas que los rodeaban. —Tal vez deberíamos salir de aquí —dijo él. —¡De ninguna manera! —Rapunzel rio—. Pase lo que pase, esto vale la pena. —Le dirigió una sonrisa deslumbrante a Fane, y se la devolvió a pesar de que la preocupación no se desvaneció por completo de sus ojos. Pasaron más tiempo explorando las plantas hasta que llegaron a la puerta de doble ancho en el extremo del edificio. Fane pasó los dedos por los bordes de la puerta. —Eh —dijo—. No hay alarma aquí. —Miró a Rapunzel—. Tu mamá debe estar consciente del túnel que conduce de la casa hasta aquí. Rapunzel contempló el césped verde y exuberante en el lado opuesto del cristal. Y volvió la cabeza hacia Fane. —Quiero tocar el césped —dijo. Fane negó con la cabeza. —No creo que sea una buena idea, Rapunzel. Quiero decir, ya nos hemos arriesgado con todos los lugares en los que hemos estado hoy. —Fane —dijo, volviéndose hacia él plenamente—. He pasado toda mi vida en mis habitaciones. Todo mi mundo se compone de esa pequeña cantidad de espacio. Hace unos años, abrí la ventana, a pesar de que me habían advertido que me podía hacer daño. Pero había mirado hacia fuera durante tanto tiempo que la tentación fue demasiado. —Se encogió de hombros y dio un paso más cerca de él, elevando ambas manos, tratando de transmitir sus sentimientos—. No me hizo ningún daño en absoluto. Y me dio algo a lo que aspirar. Es probablemente ridículo para ti que hiciera algo tan simple como abrir una ventana, pero eso se volvió muy importante para mí. —Tomó una respiración profunda y la soltó—. Pero el césped. —Volvió la cabeza y miró a la extensión verde—. El césped siempre ha estado fuera de

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mi alcance. He pasado mucho tiempo pensando en él, su olor, su sensación, incluso el sabor. —Volvió sus ojos de nuevo a él—. Por favor. —Bueno. Vamos a salir, pero solo con una condición —dijo—. Prometerás no comer césped. Definitivamente eso hará que te enfermes. Rapunzel asintió con facilidad, una sonrisa iluminó su rostro. —Muy bien, entonces —dijo Fane, dando a sus manos una pequeña sacudida—. Vamos a conocer el césped.

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13 Traducido por Mari NC Corregido por Nanis

—T

ienes hambre?

La pregunta de Fane sacó a Rapunzel de su fascinación por el césped donde yacía, deleitándose en la sensación suave y espinosa del mismo bajo ella, oliendo el aroma limpio y tomando el sol cálido que se sentía como si la envolviera.

—¿Tú tienes hambre? —preguntó. —Por supuesto que sí. Soy un chico adolescente. —Él se rio. Rapunzel no estaba segura de lo que quiso decir con su comentario, pero se rio de todos modos. La idea del largo viaje de regreso a través del tenue y sucio sótano la hizo encogerse. Eso, y la idea de dejar la increíble hierba y el sol. Había sentido el sol en su cara y brazos antes, pero no en todo su cuerpo así. Y el césped… se sentía justo como había imaginado que lo haría y olía incluso mejor. —Entonces, vamos a comer —dijo, respirando una última bocanada del glorioso césped antes de levantarse. Caminando por el invernadero, Rapunzel respiró hondo, tratando de memorizar el olor. Volvieron abajo a lo que Fane llamó divertidamente “El Calabozo”. El viaje de regreso fue mucho más corto, y en nada estuvieron de regreso en sus habitaciones. Comieron sándwiches de jamón: Rapunzel uno, Fane tres. Después del almuerzo fueron por el pasillo en dirección opuesta, Fane llevaba una linterna pesada que había guardado en su mochila y descubrieron una puerta abierta que conducía a los pisos inferiores de la torre. Se arrastraron a través de frías salas oscuras, con paredes de piedra llenas de

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polvo y telarañas. En el nivel inferior, descubrieron una habitación oscura con una puerta que daba al exterior en el lado opuesto de ella. —No creo que ésta dispare la alarma —dijo Fane, después de pasar sus dedos alrededor del perímetro de la puerta. —¿Por qué? —preguntó Rapunzel, temblando entre el frío y la humedad que penetraba su piel y se filtraba en sus huesos. —No hay conexiones, ni cables, nada más que un marco de madera. Giró la manija y tiró. Se estremecieron cuando las bisagras de la puerta crujieron y dieron un suspiro de alivio cuando ninguna alarma sonó. La luz del sol inundó la habitación y Rapunzel cerró los ojos, absorbiendo el calor. Abrió los ojos y miró a Fane, solo para verlo mirando por encima de ella a la habitación de la torre con una expresión de horror en su rostro. Cuando ella comenzó a voltear para ver lo que causó tal reacción rápidamente la agarró, manteniéndola en su lugar. —No creo que debas mirar, Rapunzel. Lo miró fijamente, tratando de leer su rostro. Finalmente negó con la cabeza. —Tengo que mirar, Fane. Esta es mi casa, donde vivo. No puede ser más extraño que lo que ya hemos visto, ¿verdad? —Le sonrió, pero Fane no le devolvió la sonrisa. Eso reforzó su decisión de mirar. Inhalando para tomar valor, se volvió. La habitación estaba pintada enteramente de negro. Una estrella de seis puntas grande y pintada de blanco dominaba el piso. Seis diseños iguales estaban pintados en las paredes en el mismo espacio. Seises estaban escritos a mano con tiza en casi todo el espacio disponible restante, a veces dibujados como un número, a veces en números romanos, y, a veces en letras. Un espacio ennegrecido en el centro de la estrella en el suelo indicaba que un fuego había sido quemado allí en algún momento. Rapunzel pensó en lo que eso significaba, fuego ardiendo debajo de ella en un piso de madera, ella encerrada en su habitación sin escapatoria. Levantó la vista y vio las marcas de humo en el techo. La habitación se sentía aún más fría ahora que podía verla. Las paredes negras y la sobreabundancia de seises eran abrumadoras. Un escalofrío le

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recorrió el cuerpo, y Fane se acercó más. Mirándolo, pudo notarlo ponerse incómodo también. —Debemos salir de aquí —dijo él. Rapunzel asintió en acuerdo, incapaz de hablar. Su garganta se apretó con la mala sensación que la habitación le dio. Esperó a que Fane cerrara la puerta, y luego tomó su mano con fuerza mientras rápidamente pasaban a través de la habitación. Sentía como si las sombras los persiguieran. Subieron las escaleras, Fane insistiendo en que fuera por delante de él. Una vez de vuelta en el calor del pasillo, Rapunzel se estremeció de nuevo, esta vez no teniendo nada que ver con el frío. —Creo que hemos explorado lo suficiente por hoy —dijo Fane—. ¿Deberíamos volver a tu habitación? Rapunzel no contestó, pero lideró el camino. Una vez allí, Fane cerró firmemente la puerta detrás de ellos. Rapunzel miró a su piso, imaginar la habitación con un techo manchado de humo debajo de la suya la hizo sentirse insegura. —Fane —dijo, volviéndose para ver que él también estaba mirando el suelo. Miró hacia arriba ante el sonido de su voz—. La puerta al exterior, ¿estaba bloqueada? —Sí, tenía un cerrojo. —Se encogió de hombros—. Eso no significa que alguien más no haya estado escabulléndose y usando la habitación. Rapunzel se estremeció ante la idea de extraños escabulléndose en su casa, provocando incendios dos pisos más abajo. —No hay manera de que pueda decirle a mi madre sin que sepa que he estado fuera. —¿Crees que estaría disgustada porque estabas fuera de tu habitación? Fane sonó un poco incrédulo. Rapunzel pensó en ello. Parecía extraño que estuviera en problemas por salir de sus habitaciones para pasear en su propia casa. Y, sin embargo, algo le dijo que la poca libertad que había obtenido le sería inmediatamente arrebatada si Gothel sabía lo que había hecho. —Sí. No puedo decirle. Se preguntará cómo incluso salí de mi habitación.

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—Sí, tampoco hay muchas madres que estarían felices de que su hija haya metido a un chico en su habitación. Rapunzel no sabía si eso era cierto o no. Era cierto para ella debido a su SCID, pero no tenía idea de lo que era normal para chicas sanas. Suponía que tendría que asumir que era verdad si Fane lo decía. Él sacó una laptop de su mochila. —Traje esto, así puedo mostrarte cómo utilizar Skype —dijo—. Oh, espera, olvidé que dijiste que la cámara se dañó. Así que supongo que no hay ningún punto en mostrarte. Rapunzel todavía no estaba segura de que fuera una buena idea, pero la idea de no ser capaz de ver a Fane cuando hablaran por Internet fue suficiente para disponerla a por lo menos intentarlo. —Um, bueno, en realidad… no está dañada. —Él la miró con la ceja levantada, y ella se encogió de hombros—. No te conocía. No estaba segura de poder confiar en ti. Así que te dije que estaba dañada, así no tenía que enviar una foto. Fane rio. —Siempre piensas rápido. —¿No estás molesto? —No. Eso fue inteligente de tu parte. Algo similar a dar a un extraño tu número de teléfono con un número falso. Ella frunció el ceño en confusión. ¿La gente hace eso? —No importa. —Le sonrió—. Ven, vamos a configurarlo. Cargó el programa en su computadora, vinculando sus cuentas, y le enseñó a trabajar en él. Ella se rio cuando su rostro llegó por primera vez a su pantalla desde donde se sentó en la otra habitación. Su imagen era un poco desigual, y aunque podía escuchar sus palabras con claridad, su imagen a veces se congelaba por un segundo o dos antes de ponerse al día. Aun así, pensó que era maravilloso y estuvo emocionada por hablar con él. Él le tendió una bolsa llena de barras pequeñas de dulce, ninguna de las cuales había probado, o incluso oído hablar. Probó una de cada clase, su estómago gruñendo por la sobrecarga de chocolate.

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—Tómalo con calma —dijo Fane—. No irán a ninguna parte. Puedes guardarlos y comerlos después. No tienes que comerlos todos a la vez. Rapunzel miró la bolsa de dulces, preguntándose cómo podía conservarla. No podía explicársela a su madre. Miró a su alrededor, tratando de descubrir algún lugar que pudiera ocultar de forma segura tal tesoro. —Una sorpresa más —dijo—. Lo siento. —¿Lo sientes? ¿Por qué? —No —dijo, sonriendo. Sacó una caja cuadrada de su mochila, con la palabra “Lo Siento” impresa en letras grandes en la parte superior—. Es un juego. —¿Por qué se llama “Lo Siento”? —preguntó. —Debido a que el juego es todo acerca de la crueldad y la venganza, de modo que terminas diciendo mucho lo siento. Rapunzel estaba intrigada. Desafortunadamente no fue tan hábil en este juego como en el póker, pero estaba divirtiéndose, incluso si la venció tres veces seguidas. Ella le hizo la cena. La alegría de tenerlo aquí en sus habitaciones, mientras hacía algo para él la llenó. —Me gustaría poder sacarte —dijo—. Ya sabes, a un verdadero restaurante, donde cocinan para ti. —Puedo hacer que cocinen para mí en cualquier momento que quiera —dijo—. Prefiero cocinar yo. —No se trata tanto de la comida preparada para ti —dijo, caminando hacia la cocina y apoyándose en el mostrador, mirando mientras ella cocinaba el sofrito en su wok—. Se trata más de las personas, el ambiente. Se trata de estar en público, ver a otras personas. Rapunzel le sonrió. —Ahora esa parte suena maravillosa. Después de comer, vieron un par de películas en la laptop de Fane mientras se relajaban en el sofá, una delicia que se sentía de alguna manera tortuosa. Fane le dio un poco de palomitas de microondas.

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—Si sigues viniendo, voy a pesar 500 kilos —dijo Rapunzel, lanzando otro grasiento y delicioso puñado de rosetas en su boca. —Eso es tan femenino de tu parte —dijo Fane, codeándola ligeramente mientras metía la mano en las palomitas.

* * *

—Bueno, mejor me voy —dijo Fane más tarde después de la segunda película—. Si no estoy en casa a las diez con escuela mañana, mi mamá me va a castigar con seguridad. Rapunzel temía que se fuera, sabiendo que estaría completamente sola en la casa. No estaba segura de por qué le molestaba ya que nunca antes supo si había alguien aquí o no. Pensó en la sala de negro dos plantas por debajo de ella y se estremeció. —¿Debo acompañarte hasta abajo? —preguntó. —No —dijo—. Tengo la linterna, así puedo encontrar el camino en la oscuridad. Rapunzel estaba un poco decepcionada de que no quisiera que caminara con él e inmensamente aliviada de no tener que hacer el viaje de vuelta sola. Tenía la sensación de que sin Fane a su lado, su valor sería un fracaso. —Ten cuidado —le advirtió mientras él se alejaba de su habitación. —Palabra de explorador —dijo, sosteniendo dos dedos en alto. Las palabras confundieron a Rapunzel pero pudo sentir la promesa en ellas. Cerró la puerta una vez que desapareció de la vista y corrió hacia la ventana. Solo entonces se dio cuenta de que no sería capaz de verlo salir desde este lado de la casa. Aun así, esperó. Finalmente él dio vuelta a la esquina, con el rostro vuelto hacia la ventana. Cuando la vio allí, hizo un gesto, y ella lanzó un suspiro de alivio, saludando de regreso. Cerró la ventana y fue a su computadora. Abrió su página de Facebook y le envió un mensaje.

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Gracias, Fane, por pasar el día conmigo. Nunca he disfrutado tanto un día. Me divertí mucho contigo. Y, seamos sinceros, el chocolate ayudó a establecer mi opinión de ti hacia una definitivamente positiva. Cerró la computadora y se fue a la cama. Una vez metida bajo las sábanas, cerró los ojos, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura, fingiendo que eran los brazos de Fane una vez más como lo había hecho cuando cayó por la ventana. Por segunda noche consecutiva, se quedó dormida con una sonrisa en su rostro.

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14 Traducido por Booklover:3 Corregido por Veroonoel

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sa noche, soñó.

Yacía en un campo de hierba, verde hasta donde alcanzaba la vista, la única cosa interrumpiendo el brillante color eran puntos de rosas color rosa, cada una brotando de la hierba de un solo tallo. El sol calentaba su piel, iluminándola. Mientras inhalaba los olores que se habían convertido en queridos para ella en tan poco tiempo, rio en voz alta con alegría pura. Escuchó que él la llamaba. Se puso de rodillas mientras lo miraba trotar a través de la llanura esmeralda. Se le ocurrió que si se ponía de pie, podría abrazarla otra vez. Apoyó las manos contra la frondosa hierba para hacer precisamente eso pero se detuvo ante la sensación bajo sus manos. Miró hacia abajo; la hierba desapareció, reemplazada por una suave manta verde adornada por capullos de rosas rosadas. Sus manos se habían convertido en las de un bebé. Incapaz de comprender la situación, giró su cabeza, buscándolo. Tablillas de madera sustituyeron la llanura de hierba, y más allá de eso, el color verde se transformó en paredes rosa claro. Él se había ido. Confundida, se tumbó de espaldas. Sobre su cabeza giraba el móvil de un bebé, tocando una canción que casi podía oír, pero no totalmente. Un par de manos la alcanzaron. Sobresaltada, echó un vistazo más allá de ellas para ver a una mujer con el cabello rubio claro, sus rasgos imperceptibles. Extendió sus brazos hacia la mujer, deseando nada más que ser sostenida por ella cuando todo desapareció repentinamente. Estaba tumbada sobre un piso duro de madera, mirando fijamente arriba a un círculo ennegrecido en el techo de madera sobre ella.

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El terror se apoderó de ella, y se incorporó abruptamente, adulta otra vez. La oscuridad fantasmal de la habitación y las paredes dibujadas con seises la rodearon. Se tendió, sofocada, acostada en medio de la estrella negra extendida a través del piso frío. No podía apartar la vista del ardiente círculo sobre su cabeza. Un murmullo bajo llamó su atención. Seis figuras vestidas con capas negras cubriendo sus cabezas se balanceaban alrededor del perímetro de la estrella, cantando en voz baja. El horror la llenó, y rápidamente se puso de pie, buscando la puerta. Todas las figuras también se pusieron de pie, lentamente, sin detener su canto. Avanzó un paso, y las paredes se movieron más cerca. Se detuvo, asustada por el extraño acontecimiento. Un segundo paso trajo las paredes más cerca otra vez, y un tercero. No dio un cuarto paso. Su miedo aumentaba con cada respiración. —Mami —murmuró. Con su palabra, una de las figuras caminó del círculo hacia ella. Trató de retroceder pero no pudo, como si una pared estuviera detrás. La figura la alcanzó bajando la capucha de su cabeza. Mientras el rostro familiar de cabello y ojos oscuros aparecía, abría su boca y… El grito de Rapunzel la despertó. Estaba sentada en su cama, las lágrimas corriendo por su rostro, su pecho agitado. El miedo todavía apretaba su garganta a pesar del hecho de que sabía que estaba a salvo en su habitación, en su cama. Empujó las mantas y se tambaleó al cuarto de baño, presionando el interruptor e inundando el cuarto con una bienvenida luz. Humedeció un pañuelo y limpió su rostro con el paño fresco. Echándose un vistazo en el espejo, rio con voz temblorosa. Qué sueño tan extraño. Intentó pensar en la parte en la que se había despertado, pero ya había desaparecido de su mente. Recordó las paredes cerrándose, aunque estaba segura que algo había pasado después, algo terrible. Esa parte era nueva, la parte con la habitación negra, pero no había ninguna duda del por qué se había infundido en su sueño. El principio también era diferente y también era fácil ver por qué lo había soñado. Sin embargo, la parte del medio, con ella siendo un bebé, era un sueño que había tenido en varias ocasiones cuando era niña. No sabía cuántas noches se había despertado llorando, aunque con una sensación de pérdida en vez del terror que esta nueva versión le inspiró. Siempre terminaba con la mujer

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alcanzándola y su deseo de ser sostenida por la mujer. No había tenido ese sueño desde hacía varios años ya. Presionó el interruptor para apagar la luz mientras salía del cuarto de baño, y luego rápidamente la volvió a encender cuando la oscuridad la rodeó. Decidió que no haría daño dormir con la luz encendida por una noche.

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15 Traducido por Gemma.santolaria Corregido por Veroonoel

F

ane fue a casa de Rapunzel todos los días tan pronto como los trabajadores se iban, se quedaba a cenar, hasta el día antes en que esperaba que su madre volviera a casa. Rapunzel sabía que él quería explorar aún más la casa, podía sentir su inquietud, pero cada vez que pensaba en ello, pensaba en la habitación debajo de la suya, en descubrir más inquietantes secretos, no podía atreverse a salir de la habitación. Había descubierto un pasillo trasero que lo hacía subir a sus habitaciones sin pasar por la cocina o la sala de estar donde Cocinera siempre parecía estar. Aun así, Rapunzel se preocupaba por él cada vez que venía y se iba. Trajo un par de juegos diferentes para poder jugar. El Monopolio era uno de sus favoritos, aparte del póker. Se entristeció al pensar que sus encuentros terminarían. Su madre nunca antes se había ido de la ciudad, así que no tenía ninguna razón para creer que lo volvería a hacer otra vez. —Supongo que mañana volveremos a las conversaciones en Facebook —le dijo mientras comían sus burritos de pollo caseros. —Facebook no —dijo—. Skype. —Oh, sí. —Sonrió—. Supongo que es mejor. Al menos se sentirá como estar de algún modo juntos. —Dio otro mordisco, observándolo mientras devoraba el suyo—. ¿Tus amigos no están molestos de que hayas estado pasando todo tu tiempo aquí? —Le había hablado acerca de algunos de ellos. Se encogió de hombros, luciendo incómodo. —No les dije que estaba aquí. Rapunzel sabía eso, porque él había prometido no decirlo.

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—¿Dónde creen que has estado? La miró y rápidamente apartó la mirada. Aclaró su garganta y se removió en su silla. —No te enfades, ¿está bien? —dijo. Rapunzel negó con la cabeza. —No lo haré. Llevó su limonada a su boca como si fuera a tomar un trago, luego suspiró y la dejó donde estaba sin hacerlo. —Les dije que conocí a esta chica atractiva que vive cerca, pero que no la conocían ya que no va a nuestra escuela. —Está bien —dijo ella. Solamente se quedó mirándola. —Bueno, todo es cierto… excepto la parte de la “chica atractiva” — continuó. —¿No estás enfadada? —¿Por qué lo estaría? —Rapunzel estaba realmente confundida. —Porque les dije sobre ti. —No les dijiste ni quién soy ni dónde vivo, ¿verdad? —Él asintió—. Por lo tanto, está bien. —Huh. —Tomó otro gran bocado de su burrito—. Creo que he estado saliendo con chicas que necesitan demasiada atención. —Rapunzel no sabía qué quería decir con eso, pero no preguntó. Él le sonrió—. Y solo para que lo sepas, la parte de “chica atractiva” es cierta. Eres una de las chicas más atractivas que conozco. Rapunzel lo empujó ligeramente contra su hombro, riendo, su rostro calentándose como siempre lo hacía cuando se burlaba de ella de esa manera. Cuando se acercaba la hora de que se fuera, Rapunzel sintió una oleada de tristeza. Estaban al lado de la puerta cerrada, la que no atravesaría de nuevo por no sabía cuánto tiempo. De repente se lamentó no haber pasado el tiempo fuera de la habitación con Fane. Le habría encantado ver otra vez el invernadero.

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—Voy a extrañar… —empezó, pero perdió el valor y terminó con—: ganarte en el póker. —Yo no voy a extrañar que me pateen el culo cada día. —Se rio. Se acercó más, levantando una mano para deslizarla a lo largo de su mandíbula. Un escalofrío la recorrió ante su toque—. Pero voy a echarte de menos. Se tragó el nudo de miedo en su garganta e hizo frente a la pregunta. —¿Vas a besarme antes de irte? Fane la miró sorprendido y dio un paso hacia atrás. Rapunzel leyó la vacilación en sus ojos. Su corazón se desplomó, y bajó la mirada. Él empujó su barbilla hacia arriba hasta que lo miró. —No es que no quiera. Pero tú… quiero decir, si yo… —Soltó el aliento—. Puedo hacer que te enfermes, Rapunzel. Podría matarte. Le dio una sonrisa temblorosa. —Tal vez —admitió—. Pero también pensé que me podría matar estar alrededor de extraños y dejar mi habitación. No fue así. La cosa es que, puede que nunca vuelva a tener la oportunidad de verte otra vez, o a cualquier otra persona ya que estamos. No quiero vivir toda mi vida preguntándome. —¿Preguntándote si un beso puede matarte? —preguntó. —Preguntándome cómo se siente —respondió. Fane negó con la cabeza, el movimiento apenas perceptible. Dio un paso adelante una vez más, sus ojos fijos firmemente en los de ella, preguntándole en silencio si estaba segura. Contestó con una pequeña inclinación de cabeza. Su mano se acercó a su cara una vez más, luego la otra, hasta que su mandíbula se encontraba entre ellas. Se inclinó hacia delante, sin apartar nunca sus ojos de los de ella. En el último segundo, justo cuando tocó sus labios con los de ella, cerró sus ojos. Rapunzel observó, una extraña sensación inundándole desde la parte superior de su cabeza hasta la punta de los dedos de sus pies. Era una sensación similar a cuando se acostaba sobre el césped y el sol la envolvía, calentándola. Dejó que sus ojos se cerraran y se dio cuenta de lo que se estaba perdiendo al mantenerlos abiertos. Ahora podía simplemente sentir. Sus pulgares en el borde de su mandíbula, moviéndose ligeramente arriba y abajo. Sus dedos cerrándose ligeramente alrededor y en la parte posterior de su

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cuello. Sus labios moviéndose suavemente a través de los suyos se sentían diferente a todo lo que alguna vez podría haber imaginado, suave y cálido, la presión ligera pero firme. Su barba le hacía cosquillas en la barbilla. Él inclinó la cabeza, instándola a inclinar la suya en la dirección opuesta con la menor presión de sus pulgares. El beso cambió, volviéndose más exigente. Su boca se abrió ligeramente, y ella hizo lo mismo con valentía. El calor del sol se puso abrasador, y con sus ojos cerrados encontró el coraje para deslizar sus manos alrededor de su cintura. Él tomó sus manos y las puso en sus hombros, poniendo las suyas en su cintura y acercándola más. Ella, audazmente, entrelazó sus dedos en el cabello de la nuca de su cuello. El pulso de Rapunzel golpeó rápidamente en su pecho ante la cercanía. Finalmente, alzó su boca de la suya, y la pérdida fue inmediata. Envolvió sus brazos con fuerza sobre ella, hundiendo su cara en el hueco de su cuello. Ella apretó su abrazo, y se quedaron así, en silencio, por unos minutos. La paz envolvió a Rapunzel, algo que no podía recordar haber sentido antes. Fane la soltó lentamente hasta que estuvo a un paso y sosteniéndola con las dos manos. Sonrió y dijo: —Vaya. —Rapunzel asintió, sonrojándose furiosamente. —Gracias —susurró. Él llevó sus manos a su boca, besándolas mientras retrocedía hacia la puerta. Rapunzel estuvo de pie en la entrada hasta que desapareció de la vista, retorció el pestillo de la cerradura antes de cerrar la puerta, y luego corrió hasta la ventana a esperar. Siempre saludaba desde abajo. Esta noche no fue la excepción, aunque esta noche también le lanzó un beso. Sonrió ante el gesto. Después de que se fuera, se llevó sus dedos a los labios. Se sentía cambiada, renovada. El tiempo diría si el beso la enfermaría, pero no le importaba. Si no se despertaba mañana, sería feliz. Entró en su habitación y se sentó en su tocador, mirando su imagen. Se veía igual que siempre. Se tocó los labios de nuevo y se maravilló ante el recuerdo del beso, una sonrisa detrás de sus dedos. La sonrisa desapareció cuando se dio cuenta que nunca sería besada así de nuevo. Tendría el recuerdo toda la vida, algo sobre lo que podría pensar, soñar. También tendría el recuerdo para atormentarla.

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16 Traducido por Selene Corregido por Veroonoel

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a madre de Rapunzel regresó al sexto día como había prometido. Por mucho que la había extrañado, Rapunzel casi lamentó verla porque eso significaba que no tendría más visitas de Fane.

—Hola —dijo su madre, entrando a la habitación. Habían pasado seis días, pero no fue a abrazar a Rapunzel, ni le dijo que la extrañó, lo que molestó a Rapunzel. —Hola, madre. —¿Estuvo todo bien en mi ausencia? Rapunzel sonrió. Bien no comenzaba a describirlo. —Sí, madre, todo estuvo… bien. —¿Terminaste tu tarea? —Sí. —¿Comiste suficiente comida? —Sí. —¿Cepillaste tu cabello setenta…? —Sí, madre. —Rapunzel no pudo mantener la exasperación fuera de su tono—. Cepillé mi cabello cada noche. Me lavé los dientes dos veces al día. Mantuve mi habitación limpia. Los ojos de su madre se estrecharon en ella. —¿Por qué esa actitud, Rapunzel? Rapunzel sacudió su cabeza.

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—Lo siento. No quise decirlo de esa manera. Su madre movió sus manos hacia ella, como para restar importancia a su disculpa. Por primera vez deseó que su madre le prestara más atención. Debería insistir en tratar de entender por qué Rapunzel se sentía frustrada. ¿No podía ver los cambios que Rapunzel sentía? —Madre… —comenzó Rapunzel mientras su madre llevaba la comida que Rapunzel estaba segura que fue preparada por Cocinera—. ¿Crees…? Cuando no terminó su pensamiento, su madre la miró con irritación. —Completa tus oraciones, por favor, Rapunzel. Rapunzel tomó aire. —¿Crees que, si uso la máscara, podría dejar mi habitación? ¿Ir a algún otro lugar de la casa? Su madre palideció, y luego se puso roja mientras la ira inundaba su rostro. —¿De qué estás hablando? ¿Crees que arriesgaría tu vida de esa manera? Rapunzel, conoces la profecía. Sabes lo que se perdería si tú no vives. Rapunzel se encogió al oír las palabras de su madre. Honestamente no sabía exactamente lo que se perdería, solo que ella era la clave. Pensó en pasar el resto de su vida dentro de estas paredes… en nunca ser besada de nuevo. —¿Y si no me lastima? ¿Y si estar dentro de la casa está bien? Simplemente no me gustaría pasar los próximos cincuenta o sesenta años en esta habitación. Su madre comenzó a pasearse, retorciéndose las manos. —Sabes que no es posible. El riesgo es demasiado alto. No puedes salir de aquí, Rapunzel. No puedes hacerlo. Si su madre hubiera estado gritando las palabras, Rapunzel podría haber continuado presionando. Pero las palabras salieron medio entre dientes en un asalto de nervios, las manos de su madre temblando. —No solo me pondrías en peligro a mí, sino que pondrías todo en peligro. ¿Entiendes? —Rapunzel creía que ya no le estaba hablando a ella. Su estómago se apretó con un tipo diferente de miedo. De repente, su madre se volvió hacia ella y la agarró de sus brazos, acercándola a su cara—. ¿Entiendes?

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¿No lo he hecho todo por ti? ¿No te he protegido, manteniéndote a salvo? Construí esta torre solo para ti. —Una visión de la sala negra cruzó por la mente de Rapunzel—. ¿Cómo puedes cuestionarme ahora? Todo esto es por ti. Apartó a Rapunzel de su lado y se dirigió hacia la puerta, abriéndola de golpe. Volteándose hacia Rapunzel, la furia encendida en sus ojos, con una voz baja y llena de advertencia, su madre dijo: —No vuelvas a pedirme salir de nuevo, Rapunzel. Rapunzel tragó saliva y asintió. Su madre cerró la puerta con un golpe, y Rapunzel se dejó caer al suelo. Envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas, enterrando su rostro mientras se balanceaba hacia atrás y adelante. Un temblor nervioso sacudió su cuerpo en silencio. Se sintió como si hubiera sobrevivido a un terremoto, no es que supiera cómo se sentía uno. Después de unos minutos, se levantó y limpió la cena sin comer. No tenía apetito. Se sentó frente a su computadora, preguntándose si la encendía, encontraría a Fane en el otro extremo. Levantó la mano para intentarlo, pero se detuvo, sus dedos flotando encima del teclado. Con un suspiro dejó caer su mano de nuevo en su regazo. No podía decirle lo que había pasado. No estaba del todo segura de qué había sucedido. ¿Y qué podía hacer, de todos modos? Sacó un libro de la estantería y se sentó en el sofá. Nunca abrió la portada. Su mente seguía girando en los eventos y las extrañas palabras de su madre. Conocía la profecía, o una parte por lo menos. Se la habían repetido desde que podía recordar. Siempre le habían dicho que tenía que mantenerse saludable y nunca cortarse el cabello. Se dio cuenta que su madre nunca había dicho por qué realmente, solo que su futuro dependía de ella, que el mundo sería destruido si algo le pasaba. Su madre decía que su enfermedad era parte de la prueba de mantenerse completamente segura y lejos del resto del mundo. Ahora empezaba a dudar de la autenticidad de eso. Después de todo, había sobrevivido al tener a otra persona en su habitación y estando fuera de sus habitaciones. Incluso al aire libre. Había sobrevivido a ser besada. Había disfrutado ser besada. Fue a su habitación, mirando el reloj. Había pasado suficiente tiempo así que dudaba que su madre regresara. Se preparó para acostarse y se cepilló

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el cabello. Apartó las sábanas y se metió en la cama. Mientras lo hacía, un pensamiento la golpeó y se levantó. Miró hacia la puerta de su dormitorio y hacia la sala de estar. Salió de su habitación lentamente, esperanzada. Se acercó a la puerta y lentamente giró el picaporte, con el corazón latiendo a millón en su pecho. Resultó fácil y cuando tiró de ella, la puerta se abrió. Su aliento salió corriendo mientras miraba alrededor del borde de la puerta. Miró hacia atrás al microondas. La hora brillaba roja en la oscuridad de la habitación: 9:56. Miró hacia el pasillo, pudiendo ver un borde de luz que venía de otro lugar. Su madre probablemente estaba arriba todavía. Otros podrían estar despiertos también, como Cocinera, y… bueno, las otras personas que vivían en la casa. Cerró la puerta y se dirigió a su habitación. En lugar de subir de nuevo a la cama, se quitó el camisón y se vistió una vez más.

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17 Traducido por Salilakab Corregido por Beatrix85

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medianoche se sintió segura para dejar sus habitaciones, hizo a un lado las mantas que había enterrado debajo, por si acaso su madre regresaba a revisar, y caminó hacia la puerta. Aún se abría libremente, podía haber recordado y haber venido a encerrarla de nuevo. Más allá de la puerta todo estaba oscuro. Deseó que Fane hubiera dejado la linterna, entonces pensó en el teléfono celular que su madre aún no le había quitado, recordando que Fane lo usó para iluminar el camino. Antes de cruzar el umbral se detuvo, los nervios vibraban por sus piernas y por sus brazos. Todo su cuerpo se estremeció con la idea de aventurarse en la casa sin Fane a su lado. Insegura de su sabia decisión, vaciló, se dio la vuelta y se volvió hacia la puerta abierta. Tomando una respiración revitalizante se movió al pasillo con una mano tocando las paredes para guiarla, no se atrevió a usar la luz del teléfono aquí, solo esperaba que sus manos no dejaran una marca que su madre pudiera descubrir. Se dirigió hacia la sala principal, mientras pensaba en ella, la única con ventanas altas y una chimenea, asentada en la oscuridad, con algún tipo de luz filtrándose desde el exterior. Bajó las escaleras que la llevaban a la habitación. Moviéndose lentamente, con cuidado para no tropezar con algo y llamar atención no deseada se abrió paso a través de la sala. En el lado opuesto, se encontró con una abertura en la que supuso estaba otra habitación. Caminó por el pasillo, manteniendo las manos en la pared. De repente, se topó con una pared sólida frente a ella. Se movió a la derecha, a la izquierda pero no encontró ninguna abertura, solo se terminaba ahí.

¿Cómo?

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Regresó por el pasillo, y luego hacia abajo de nuevo, sintiendo ambas paredes, solo para descubrir que no había puertas, aberturas, sin escape del vestíbulo. Raro. Encendió la luz del teléfono y descubrió que era como pensaba, solo un pasillo con paredes, caminó hacia la sala principal y se congeló cuando oyó un ruido. El corazón le latía con tanta fuerza en los oídos que apenas podía escuchar los sonidos, entonces se dio cuenta que era una voz conocida, la misma que ella y Fane habían oído en su primera noche en la habitación. —El loco murciélago viejo está celebrando una de sus sesiones de espiritismo de nuevo… No, no puedo aún… Ella estaba particularmente agitada después de subir a la torre… Sí, quién sabe, algún tipo de… —Su voz se desvaneció mientras se alejaba. Rapunzel se asomó por la esquina pero no vio a nadie. ¿Por qué Cocinera estaba caminando por los alrededores a ésta hora de la noche hablando por teléfono? Rapunzel esperó unos minutos, luego se deslizó de nuevo a las escaleras. En lugar de subir fue detrás de las escaleras encontrando otro pasillo y un segundo conjunto de escaleras descendentes. Se asomó por la escalera pero solo había oscuridad, su último viaje por un conjunto de escaleras no terminó en nada bueno así que las pasó por alto y continuó por el pasillo. Llegó a una puerta cerrada y pegó la oreja a ésta, cuando no escuchó nada abrió y miró dentro. Era un baño amplio pero básico. Cerró la puerta y se fue a la siguiente, un armario de ropa se encontraba detrás. Unas cuantas puertas más adelante reveló una habitación de visitantes escasamente decorada. Al final del pasillo había otra habitación, pero era diferente a todas las demás, más grande aunque aun escasamente amueblada. Miró hacia atrás, se aseguró de que estaba sola y entró a la habitación. Abrió las puertas del armario y fue asaltada inmediatamente por un olor familiar. Abrió la boca dándose cuenta que estaba en la habitación de su madre. Pero, ¿por qué su madre le proporcionaría una habitación tan opulenta y vivía en una tan utilitaria? Se acercó a la cama rozando la almohada de su madre, justo antes de que hiciera contacto, rápidamente retiró la mano. La cama estaba hecha a la perfección, las sábanas y mantas apretadas, las almohadas suaves. Tenía la

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sensación de que su madre se daría cuenta de cualquier cosa fuera de lugar, incluso una pequeña huella sobre la almohada. De pronto con miedo de estar en la habitación, Rapunzel se volvió hacia la puerta para salir cuando pisadas se escucharon por el pasillo. Presa del pánico miró a su alrededor por una salida. Una ventana en el lado opuesto de la habitación llamó atención y se apresuró a ella. Se subió al bastidor conforme los pasos se acercaban. Mirando hacia fuera vio un pequeño balcón. Pasó las piernas por encima del alféizar y empujó la ventana cerrándola en silencio y lo más rápido que pudo. Se apretó contra la pared exterior, como si pudiera ser invisible de esta manera. Una luz se encendió en la habitación, sudor frío recorría su frente mientras se sacudía con miedo. Al mirar a escondidas por el borde de la ventana, pudo ver la alta sombra de su madre moverse dentro. No supo cuánto tiempo estuvo en su lugar hasta que la luz del interior se apagó. No se movió durante varios minutos, paralizada por la idea de ser capturada. Finalmente se despegó de la pared y se inclinó por la barandilla, no había escaleras que condujeran desde el balcón y todavía estaba en el segundo piso. Sopesó sus opciones, podía sentarse aquí toda la noche con la esperanza de colarse de nuevo en la madrugada sin ser vista o podía encontrar un camino hacia abajo. La primera opción parecía el riesgo más grande así que decidió planear su camino a abajo. Supuso que podría colgarse de la barandilla y saltar, pero decidió que podía terminar con una pierna rota. Miró hacia arriba, nada tampoco. No había enredaderas que adornaran las paredes aquí, estaba totalmente atascada. Se apretó contra la pared y se preguntó si se atrevería a colarse de nuevo por ese camino, pero no sabía lo fácil que su madre se despertaba. Se estremeció ante la idea de ser atrapada en la habitación de su madre en medio de la noche. Su mano se cerró alrededor del teléfono celular, inútil para llamar a alguien que no sea su madre. Salvo… Un día, cuando Fane vino a visitarla, le mostró cómo enviar un texto. Por supuesto, la única persona para enviarle un mensaje era él ya que nadie más sabía de ella. Apretó un botón en el teléfono y se iluminó, brillante como un centro de atención a su mente petrificada. Se encorvó sobre el teléfono

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para blindar la luz y comenzó a presionar botones al azar, tratando de recordar cómo lo había hecho. Por milagro encontró el último texto que él le había enviado. Ahora bien, si tan solo pudiera recordar cómo enviarle un texto. A través de ensayo y error finalmente descubrió lo que pensaba que era la manera correcta. Tecleó: Fane soy yo, Rapunzel. Necesito un poco de ayuda. El mensaje se mostró en el teléfono pero pensó que desaparecería y entonces recordó que tenía que enviarlo. Encontró el pequeño botón con la orden de envío y lo presionó. Tan pronto como lo hizo deseó recuperarlo. Fane estaría dormido, por supuesto e incluso aunque lo despertara no podría salir en medio de la noche para rescatarla. Su teléfono sonó, el sonido fue muy fuerte durante la noche. Lo presionó contra ella, respirando rápidamente mientras esperaba que no hubiera sido lo suficientemente fuerte para despertar a su madre. Cuando no hubo movimiento desde dentro se atrevió a mirar el teléfono.

Rapunzel respiró. En el balcón de mi madre. Es una larga historia. No hay forma de bajar. ¿Alguna idea?

Rapunzel soltó el aliento que había estado conteniendo. Esperaba que él viniera, sabía que lo haría, aunque sabía que probablemente no debería. Ahora solo tenía que esperar.

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18 Traducido por Rivery Corregido por Beatrix85

S

e sintieron como siglos, aunque fueron solo quince minutos de acuerdo con el teléfono, antes de que Fane llegara. Rapunzel lo observó explorar el patio, luego los muros más altos, antes de localizarla. Se escabulló hasta estar debajo de ella. —¿Estás bien? —susurró. Ella apenas lo oyó, pero asintió. Él levantó un único dedo, luego corrió ligeramente al otro lado del patio. Pronto estuvo de vuelta, cargando una escalera. La inclinó cuidadosamente poniéndola vertical y la colocó contra el lado del balcón. El aluminio tintineó al ser apoyado, y el aliento de Rapunzel quedó atrapado mientras se apretaba contra la pared. Fane se congeló, las manos a los lados de la escalera. Un crujido provino desde dentro de la habitación, como si su madre se hubiera movido, o por lo menos sonó así a oídos de Rapunzel. Largos y tensos minutos pasaron mientras esperaban. Por fin, Fane le sonrió, sus dientes brillando a la luz de la luna, y comenzó su lento ascenso. Cuando llegó a su lado, apoyó sus antebrazos casualmente en la baranda del balcón. —Entonces, ¿qué está haciendo una chica tan linda como tú en un sitio como éste? —preguntó en voz baja en algún extraño acento. Ella se echó a reír y rápidamente se llevó una mano sobre la boca. Le golpeó el hombro ligeramente—. Vamos —dijo inclinándose hacia atrás para darle espacio para pasar por encima. —¿No quieres bajar primero? —susurró ella. —No, voy contigo para asegurarme de que no te caigas. —¿Qué pasa si la escalera se cae con los dos en ella?

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—Buen punto —dijo—. Pero ve lento. Ésta no es la escalera más silenciosa que se haya inventado. —Descendió y luego sostuvo la escalera firmemente mientras ella pasaba por encima de la baranda. Estaba aterrorizada mientras miraba el suelo muy por debajo de ella, confiada en que al menos Fane haría que la escalera estuviera estable. Cuando sus pies tocaron el suelo, dio un suspiro de alivio. Fane le dio un abrazo. —¿Estás bien? —preguntó. Envolvió sus brazos alrededor de él con fuerza, cerrando los ojos. Asintió contra su pecho. Un pájaro pío cerca, sobresaltándolos. Rapunzel se preguntó si era Angel, y por qué estaría fuera por la noche. —Vámonos —dijo Fane, soltándola. Retiró con cuidado la escalera y la bajó. Retumbó cuando la dejó caer los últimos centímetros. Fane la empujó rápidamente y apretó a Rapunzel contra la casa bajo el balcón, aplastándose contra ella. Una luz se encendió por encima de ellos, iluminándolo mientras Rapunzel se imaginaba a su madre retirando las cortinas para mirar fuera. Escuchó que levantaban la ventana y se imaginó a su madre inclinada sobre el alféizar. Presionada contra Fane, con la cabeza girada hacia un lado, Rapunzel solo podía esperar que estuvieran ocultos de la vista. Después de unos minutos, la ventana se cerró y al poco tiempo la luz se apagó. Pero aun así se quedaron quietos, Rapunzel aplastada entre Fane y el muro de piedra áspera. Era consciente del latido de su corazón contra su oído, el tacto de sus brazos presionados protectoramente a su alrededor, la sensación de su calor contra el frío. Él bajó la cabeza, frotando su mejilla contra la parte superior de su cabeza, y ella cerró los ojos ante la maravillosa sensación que la inundó. Él se echó hacia atrás, el aire frío de la noche helando su piel. Le sonrió. —Eso estuvo cerca —susurró. Ella solo pudo asentir, su garganta estrangulada por la emoción. Se inclinó para recuperar la escalera, y ella lo ayudó a llevarla mientras la conducía hacia el invernadero. La dejaron en el suelo, y Fane probó las puertas, que se abrieron fácilmente. Sacó su teléfono del bolsillo para iluminar el camino y la llevó de la mano a través de las plantas y flores. Rapunzel lamentó tener que darse prisa, deseando poder parar y olerlas. Fueron a través del oscuro túnel por debajo de la casa donde se presionó más cerca de Fane, luego hasta la parte principal

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de la casa. Fane abrió lentamente la puerta en la parte superior de las escaleras, arrastrándose sigilosamente alrededor de la esquina para echar un vistazo. Regresó, la tomó de la mano y fueron corriendo hacia su habitación, parándose en cada esquina para mirar primero. Una vez que estuvieron en su habitación con la puerta cerrada, Rapunzel se hundió en el sofá. Fane se sentó junto a ella, tirando de su mano en la suya. —Así que —empezó—, ¿hay una razón por la que estuvieras pasando el rato en un balcón en medio de la noche? —Yo… sí… no. —Le apretó la mano—. Lo siento, por llamarte tan tarde. No sabía qué más hacer. Fane sonrió. —Puedes llamarme en cualquier momento, aunque admito que estuve estupefacto al ver tu mensaje. —Lo siento —dijo otra vez. —Por favor, deja de disculparte. Lo digo en serio cuando digo que está bien. Estoy curioso por saber cómo llegaste allí. Rapunzel suspiró, las lágrimas escociendo en sus ojos. —Ven aquí —dijo Fane tirando de ella junto a él y poniendo su brazo a su alrededor. Ella se relajó en su abrazo. —Mi madre llegó a casa hoy. Decidí preguntarle si creía que podía salir de mis habitaciones. Fane se puso tenso. —¿Le dijiste que habías estado fuera? —No. —Se relajó con su respuesta—. Ni siquiera quiso discutirlo. Quiero decir, sé que está preocupada por mí, pero no quiso hablar conmigo al respecto. Se enfadó y nos peleamos. Me dijo que nunca vuelva a preguntar. Fue un poco… extraña, su reacción quiero decir. —Así que, ¿decidiste continuar de todas formas? —Sí, supongo que sí. En realidad no sé por qué. Creo que tal vez solo quería ver si se sentía diferente, con ella aquí, me refiero. —¿Y fue así?

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—Fue diferente, pero creo que tuvo más que ver con no estar contigo que con que ella esté aquí. La risa de Fane retumbó bajo su oreja. —Es agradable saber que me extrañabas —bromeó. Ella sonrió—. Entonces, ¿cómo acabaste en el balcón? Dijiste que ésa era su habitación, ¿no? —Sí, así es. La encontré mientras deambulaba por allí, y tenía curiosidad. —Se sentó y lo miró—. Nunca he tenido curiosidad antes de que vinieras —dijo con asombro—. ¿Por qué crees que es así? ¿Por qué nunca me he preguntado qué había justo fuera de mi puerta? ¿O por qué nunca me he preguntado si podría sobrevivir ahí fuera? Fane se encogió de hombros. —No lo sé, realmente. Quizá porque esto era todo lo que conocías. Quiero decir, solo has tenido a tu mamá así que por qué no creerías todo lo que decía, ¿verdad? Rapunzel negó con la cabeza. —Debería haber preguntado un par de cosas al menos. No sé mucho sobre el dinero, pero una casa como ésta tiene que ser un poco cara, ¿no?

—Muy cara —confirmó. —Entonces, ¿por qué no tiene doctores o algo aquí arriba tratando de descubrir cómo puedo vivir una vida real? —Se puso de pie agitada—. ¿Tengo que pasar el resto de mi vida aquí, encerrada en estas habitaciones? ¿Con nadie más? Sin amigos, sin marido, sin hijos. Sin vida. Solo ella y yo. ¿Qué pasa cuando se muera? Fane se levantó y le agarró las manos de nuevo. —Lo averiguaremos. Rapunzel le sonrió. —No vas a estar ahí para siempre, Fane. Tienes una vida real. Miró al suelo, sin responder. Entonces dijo: —Siempre seré tu amigo. Por alguna razón, sus palabras le causaron un dolor en el pecho, pequeño, pero estaba allí no obstante.

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—Sinceramente, ni siquiera sé por qué dejé mi habitación esta noche. Estaba en la cama, y de repente se me ocurrió preguntarme si había cerrado con llave la puerta. Cuando descubrí que no lo había hecho, decidí marcharme. —La curiosidad es algo bueno —dijo. —Pensé que mató a un gato. Se echó a reír. —Tal vez a veces. Pero a ti no. Lo miró con escepticismo. —Debería irme —dijo él—, antes de que alguien se levante. —Por favor, ten cuidado —dijo ella. La atrajo a otro abrazo y ella se apoyó en él. —Oye, ¿Fane? —¿Sí? —Ya que estás aquí, de todas formas, ¿crees que podrías…? —Se fue callando, sorprendida de sí misma. Estuvo a punto de pedirle que la besara de nuevo. ¿Qué le pasaba? —¿Podría qué? —Nada. Él le dio un apretón. —Vamos, vine corriendo todo el camino hasta aquí, arriesgando mi vida para rescatarte y ni siquiera terminarás la frase. —No —dijo ella. —Bien. —Hizo una pausa—. ¿Qué tal un beso entonces? Su corazón dio una voltereta, y ella le sonrió. —Supongo que es lo menos que puedo hacer. —Levantó la cara y él la besó. Tenía que admitir que francamente se preguntó si su primer beso fue una casualidad, increíble simplemente porque era nuevo. Pero este beso refutó esa teoría.

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Se marchó y ella esperó junto a la ventana como de costumbre, sin pensar que él realmente haría el esfuerzo de dar la vuelta para que pudiera saludarlo. Lo hizo y el alivio la inundó. Sabía que él aún no estaba completamente fuera de peligro, que todavía tenía que mover la escalera y salir del patio a salvo. Se desnudó y se metió en la cama, poniendo el teléfono en su cajón. Contaba con la falta de conocimientos técnicos de su madre para evitar que averiguara que le había enviado un mensaje a alguien. Fane los había borrado del teléfono, así que solo podía esperar que no hubiera manera de que su madre aun así los encontrara. Cerró los ojos y se sumió en un sueño intranquilo.

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19 Traducido por Jessy Corregido por Beatrix85

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apunzel no tenía ganas de salir a hurtadillas de su habitación otra vez, pero tenía curiosidad si podría si quisiera hacerlo. La noche siguiente, después de que su madre se fuera, un giro en la manilla reveló que no podía. Estaba cerrado. La puerta cerrada le preocupó. Mostraba una falta de confianza de parte de su madre. Se rio de sí misma. Como si mereciera su confianza. ¿No había estado husmeando? Está bien, así que la confianza no era el problema, pero los motivos lo eran. Se preguntó por qué su madre la mantenía encerrada como una prisionera más que como un paciente en cuarentena. Estoy encarcelada con mi madre como mi único visitante. No tenía la libertad de elegir por sí misma si quería pasear fuera de su habitación y arriesgar su salud… y quizás su vida. Fue a su computador y abrió Skype. Fane no estaba conectado. Fue a su cocina y consiguió uno de sus pedazos escondidos de chocolate. No estaba segura de por qué, pero el chocolate siempre la hacía sentir mejor. Se hallaba inquieta, aburrida. Un sonido que vino de su computadora le hizo sonreír. Era el sonido del zumbido de Skype, había solo una persona que podría ser. Se apresuró de vuelta a su computadora y apretó el botón de vídeo. Medio segundo más tarde el rostro ligeramente borroso pero sonriente de Fane estuvo frente a ella. —Hola, hermosa —dijo el saludo que estaba segura que él sabía que pondría sus mejillas rosadas. Funcionó, por supuesto. —Hola, Fane.

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—¿No estás atrapada en ningún balcón esta noche necesitando rescate? Rapunzel se rio. —Nop, no esta noche. Lo siento. —Es una lástima —dijo con indiferencia, reclinándose en su silla y poniendo las manos tras su cabeza—. En cierto modo, me gustó el pago que recibí. Me podría acostumbrar a rescatar damiselas en apuros. Rapunzel se sonrojó frenéticamente, lo podía decir por la cantidad de calor en sus mejillas. —Sí, bueno, no te acostumbres. —Intentó un tono casual, pero temió que pudiera oír la tensión en su voz. Fane se echó a reír y se inclinó hacia delante otra vez, con los ojos en su escritorio. Rapunzel conocía esa pose. Quería decir que estaba nervioso. —Entonces… —comenzó él, arrastrando la palabra—. Se acerca Halloween. —Sí, lo sé —dijo Rapunzel, confundida por su comportamiento. ¿Creía que no tenía conocimiento de Halloween? Bueno, lo sorprendería. Había estado leyendo últimamente sobre cosas que las personas normales hacían para que así no pareciera tan inocente—. Es una costumbre extraña, no crees, ¿enviar niños disfrazados de monstruos a golpear las puertas de desconocidos para pedir dulces? —A Rapunzel definitivamente le parecía extraño. Fane la miró con una pequeña sonrisa. —Sí, supongo, ahora que lo pones de esa manera. —Quiero decir —continuó, orgullosa de su conocimiento—. ¿No es normal que los padres les adviertan a sus hijos no recibir dulces de extraños? Y luego en esta sola noche, está bien. ¿No les envía eso un mensaje confuso a los niños? Fane sonrió abiertamente ahora. —Supongo que sí. Intentando sonar madura y bien informada, dijo:

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—Supongo que para cuando tenemos nuestra edad entonces quizás no es tan extraño, porque podemos entender que ésta es la única noche en la que está permitido, pero un niño pequeño no lo entendería. Luego, porque no sabía en realidad nada sobre niños, añadió: —¿Lo harían? —Eres encantadora, ¿lo sabes? Rapunzel se sintió enrojecer nuevamente. ¿Qué pasaba con ella? —¿Qué? —tartamudeó. —Ojala estuviera allí para ver lo rojas que están tus mejillas. —Fane —le reprendió—. Deja de burlarte de mí. Él rio. —¿Dónde estaría la diversión en eso? —Sabes que puedo simplemente desconectarte12 si quiero, ¿cierto? — dijo ella, sosteniendo un dedo amenazadoramente sobre el botón de encendido, sabiendo que nunca lo haría. —No es posible —dijo él, meneando las cejas divertido. Cuando ella no respondió, él dijo: —Bueno, ese fue un doble sentido desperdiciado. —¿Qué es un doble sentido? —preguntó. Fane se echó a reír. —No es algo que vaya a explicar, o me sonrojaré tanto como tú. Cambiemos el tema, o al menos volvamos al original, que es Halloween. —Está bien —dijo Rapunzel, sin saber por qué quería seguir hablando de Halloween. Tal vez era importante para él de alguna manera—. ¿Qué deberíamos discutir sobre Halloween?

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Turn off: En inglés, que con doble sentido significa enfriar, quitar interés, apagar el deseo, etc.

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Aclaró su garganta. —Bueno, hay esta fiesta de Halloween a la que voy. Es una gran cosa. Uno de mis amigos la tiene todos los años, ya que Halloween es su fiesta favorita. —Oh, eso suena divertido —dijo. —Sí, lo es. Y ya que Halloween cae viernes este año, es doblemente bueno porque la fiesta es en realidad en Halloween. Obviamente era importante que Halloween fuera un viernes, aunque por su vida no podía comprender por qué. Sin entender, no hizo ningún comentario y solo asintió. —Y quiero que vengas conmigo —dijo él. La mandíbula de Rapunzel cayó abierta. —Espera, ¿qué? ¿Cómo podría ir contigo? Fane levantó una mano. —No será fácil, lo sé. Iré a buscarte después de que tú madre salga de tu habitación en la noche. —Pero, Fane, no puedo… todas esas personas. —Pensé en ello —dijo él—. No habría preguntado a menos que tuviera un plan. La curiosidad la dominó nuevamente. —¿Qué plan? —Estuve hablando con uno de mis amigos que trabaja en un lugar de suministros médicos. Tienen estas mascarillas que utilizan las personas que son muy sensibles a los gérmenes. —¿Le contaste sobre mí? —Rapunzel no pudo evitar sentirse un poco traicionada. —No, por supuesto que no —dijo Fane—. Te di mi palabra. No le diré a nadie.

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Rapunzel se recostó en su asiento. Se lo imaginó, una fiesta con otras personas de su edad rodeándola. Hablando con ellos como si fuera normal. Aunque intrigante, también la llenaba de miedo. —¿No me veré fuera de lugar, sentada ahí usando una mascarilla? —Pensé en eso también. Es una fiesta de disfraces. Vas a ir como una enfermera o doctora, o algún tipo de personal médico. Así se verá bien. —Se inclinó hacia la pantalla otra vez, y Rapunzel se sintió vacilar, queriendo hacer esto por él—. Él afirma que filtra casi todos los gérmenes. Pero si piensas que hay algún riesgo en absoluto, Rapunzel, entonces no lo haremos. No vale la pena arriesgar tu vida solo por una fiesta. Rapunzel tocó con un dedo en la esquina inferior de la pantalla, donde sabía que Fane no la vería. Preferiría mucho más estar tocando a Fane que a su versión electrónica. Debería estar agradecida por haber llegado a tocarlo. Consideró su petición. Caminar por la casa no la había enfermado. Acostarse en el césped tampoco lo había hecho. —Quiero hacerlo —dijo. —¿Quieres venir a la fiesta? —Sí, Fane, quiero ir a la fiesta. Aunque tendrás que organizar lo del disfraz. No tengo ningún modo de conseguir uno. —O siquiera saber dónde buscar uno, pensó, o qué podría ser apropiado. —Puedo hacer eso. —Sonrió—. Lo prometo, Rapunzel, te mantendré a salvo. Si en algún momento piensas que no es seguro, te llevaré directamente a casa. —Sé que lo harás. Confío en ti.

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ane trajo una escalera para llegar a ella. Le sorprendió que hubiera encontrado una lo suficientemente larga para alcanzar su ventana.

—¿Dónde conseguiste eso? —susurró Rapunzel mientras lo ayudaba sobre el alfeizar. —No fue fácil —dijo él—. Esa cosa está pesada. Y no es exactamente para cargarla a través de tu jardín. —Lo siento —dijo. —Yo no lo siento —respondió—. Estoy completamente avivado. —¿Avivado? —Emocionado, ilusionado, eufórico, lleno de alegría. —Bien, cálmese, Sr. Diccionario. —Rio, alzando sus manos en rendición. Fane se quitó su mochila y la abrió. Sostuvo en alto una pieza de material blanco y se lo entregó. —¿Qué es esto? —preguntó, sosteniéndolo en alto. Parecía ser una camiseta muy larga. —Tu disfraz. Es un traje de enfermera. ¿No has estado lo suficiente en un hospital con tu SCID para haber visto a una? —No. Nunca he estado en un hospital —respondió distraídamente—. ¿Dónde está lo demás del traje?

—¿Nunca has estado en un hospital? —Sonó incrédulo ante la idea. Tomó el disfraz de su mano y la sostuvo—. Esto es todo. Se supone que sea atractivo.

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Rapunzel se quedó boquiabierta. —No hay manera que vaya a algún lugar en eso, Fane. —Lo tomó de él y lo sostuvo contra ella. Apenas y llegaba a la parte superior de sus muslos— . Mira qué tan corto es esta cosa. Fane se encogió de hombros. —Bueno, no puedes culpar a un chico por intentarlo. —Sacó otro objeto de su mochila, un delgado y transparente material que era de un hermoso tono azul pavorreal. —Vaya —dijo, tomando una de las piezas—. Eso es hermoso. —Lo sostuvo en alto y miró a Fane a través del material. Elevó una ceja—. ¿En serio? Fane rio. —Hay más. Le entregó los otros objetos y sacó más de la mochila. Le explicó cómo se usaba y fue a su habitación a ponérselo. Una vez vestida, se miró en el espejo. Fane explicó que esto era un traje de bailarina de la danza del vientre. El pantalón estaba hecho de un material transparente, suelto y fluido. La blusa era manga larga, pero lo suficiente corta para exponer su vientre. Tiras de perlas con aplanados discos metálicos colgaban por toda la sección del medio y también de sus caderas. Debajo de todo eso, usaba un largo leotardo de una pieza color carne que cubría desde sus muñecas hasta sus tobillos. Sin él, no usaría el traje. Con él, todavía se sentía expuesta, pero cuando puso el velo sobre su cabeza y el pañuelo sobre la mitad inferior de su rostro, de alguna manera se sintió escondida… segura. Trenzó su cabello tan apretado como pudo y lo envolvió alrededor de su cabeza bajo el velo para que solo colgara hasta sus rodillas. Salió tímidamente de la habitación. —Estoy lista —dijo. Cuando Fane no respondió, lo miró. Él la miraba, una de las galletas que había horneado especialmente para él, estaba a medio camino de su boca. Sus ojos la escanearon. Esa mirada la hizo sonrojar más que todas las veces que la había molestado llamándola hermosa. —¿Dónde está la máscara? —preguntó ella.

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Él sacudió la cabeza como si estuviera despertando. Fue a su mochila y sacó una máscara blanca. Esta no era suelta y holgada como la otra. Esta se acomodaba mejor. La deslizó debajo de la bufanda. —¿Tienes una chaqueta? —preguntó él. Su voz sonaba divertida, como ahogada—. Hace un poco de frío. Rapunzel fue al armario y sacó una larga chaqueta. No era suya, pertenecía a su madre. Hace unos años, ella la tenía puesta cuando había venido a ver a Rapunzel y accidentalmente la dejó. Rapunzel la había colgado en el armario, creyendo que vendría a buscarla. Nunca lo había hecho, y Rapunzel la había conservado. Solo por si acaso. Se puso la chaqueta, cerrándola a su alrededor. —Creo que deberías dejarte puesto eso toda la noche —dijo Fane. Ella lo miró interrogativamente. —¿Para cubrir mi cabello? —preguntó. —Junto con otras cosas —murmuró. Fane la llevó a la ventana—. Bajaré y sostendré la escalera para ti. Rapunzel lo vio descender, los nervios revoloteando en su estómago. Lo había visto subir y bajar, pero ahora que era su turno, parecía una distancia muy larga para llegar al piso. Cuando los pies de Fane tocaron el piso, agarró la escalera para indicarle que ahora era su turno de descender. Miró detrás de ella. Fane le había enseñado a arreglar sus almohadas para que luciera como si estuviera en cama. Dudaba que pudiera engañar a su madre si llegara a venir. Habían apagado todas las luces menos la de la pequeña lámpara en la alcoba. Consideró lo que estaba a punto de hacer. Una cosa era pasear alrededor de su casa. Otra completamente diferente pensar en dejar la casa. El pánico se arrastró hacia su garganta mientras miraba hacia donde estaba Fane. Pensó en despedirlo e irse a la cama. Entonces él le sonrió mientras se encontraba poniendo una pierna sobre el alfeizar. Determinada a no mirar hacia abajo, descendió por la escalera mientras miraba la ventana abierta, su corazón en su garganta todo el tiempo. Cuando sus pies tocaron el piso, un temblor comenzó en sus piernas. Quería con desesperación subir por la escalera. En cambio, se giró y lanzó sus

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brazos alrededor de la cintura de Fane. Él se tambaleó un poco por su ataque pero se recuperó y le regresó el abrazo. —¿Estás bien? —preguntó. Ella asintió contra su pecho. —Solo necesito un minuto. —Bueno —dijo, apretando su agarre. Después de unos cuantos minutos, su pánico comenzó a disminuir. Ella podía hacer esto. Soltó a Fane y se alejó, sonriendo apenada. —Lo siento —dijo—. Solo me alteré un poco ante la idea de irme. —Está bien. Probablemente yo también estaría un poco preocupado si fuera tú, supongo. Nunca has salido. —La preocupación cruzó por su rostro— . Rapunzel, ¿es esto muy peligroso para ti? Si lo es, entonces olvídalo. Nos quedaremos aquí por un rato. Estuvo tentada. Recordó lo mucho que había disfrutado al tenerlo ahí, comiendo juntos, viendo películas. También recordó lo emocionado que estaba por esta fiesta. —No, iremos —dijo—. Quiero ir. La estudió por unos minutos como para ver si estaba diciendo o no la verdad. Finalmente, cedió. —Bien, pero solo nos quedaremos por un raro, ¿sí? Ella asintió, luego se arrodilló para pasar sus manos a través del césped. No era tan suave como antes. Arrancó unas hojitas y las olió. Estaba comenzando a hibernar y había perdido mucho de su olor. Fane estiró una mano hacia ella. Puso su mano en la de él, siguiéndolo a través del jardín, tratando de sacar de su mente el miedo de lo que estaba haciendo. Fane la llevó alrededor de un lado de la casa, el lugar donde siempre venía a saludarla. Se detuvieron mientras él miraba, luego se apresuraron a través de la gran extensión de césped. Sobre este lado de la casa, había un par de grandes fuentes de piedras y varías camas de flores vacías. Corrieron a la puerta. Justo antes de que salieran, Rapunzel se giró para mirar la casa. Era una monstruosidad. Había sabido que era grande, por supuesto, pero no pudo haberse imaginado el tamaño. Desde el invernadero solo había

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visto la parte trasera de la casa y no había sido capaz de verla por completo. Desde aquí, podía ver la mayor parte. Era deforme, con raros apéndices, andamios apoyados a un lado. Era alta e imponente. Ahora podía entender por qué Fane se había sorprendido por el tamaño de las habitaciones. Se dio cuenta que ellos ni siquiera habían visto una pequeña parte en sus paseos. —¿Todo bien? —preguntó Fane, apretando su mano. Ella asintió. —Sí. Bien. Vamos.

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21 Traducido por Shilo Corregido por Mari NC

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apunzel sabía lo que eran los autos, por supuesto. Los había visto en películas, había leído de ellos en libros, y los había visto en Internet. Pero nunca había visto uno de verdad, ya que su ventana no encaraba alguna calle, menos subirse a uno. Fane le puso el cinturón, y estuvo agradecida una vez empezaron a moverse. El vehículo rugía bajo ella, el mundo pasando acelerado fuera de la ventana. Quería ver ese momento, pero cada vez que miraba por la ventana, una nueva ola de terror la engullía y sentía como si fuera a vomitar. Entonces mantuvo sus ojos firmemente plantados en su regazo, concentrándose en su respiración para que Fane no viera su ansiedad, temerosa de que insistiera en llevarla a casa si lo hacía. Cuando se detuvieron y Fane se bajó, exhaló una sonora respiración, inhalando otra profundamente, tratando de calmar su tambaleante corazón. Fane caminó alrededor y le abrió la puerta, lo que fue algo bueno porque no tenía ni idea de cómo abrirla por sí misma. Salió del auto y miró la casa en la que se encontraban. Velas parpadeaban por todos lados, alineadas en la acera, el porche y esparcidas por el césped. También habían tumbas en el césped. Rapunzel pensó que era raro que enterraran a sus muertos en el patio del frente, pero eso podía ser normal por todo lo que sabía. Fantasmas colgaban de las ramas de los árboles y calabazas esculpidas se alineaban en el frente de la casa. Rapunzel podía escuchar la música retumbando desde dentro de la casa. Fane tomó su mano mientras caminaban hacia la puerta. Antes de tocar, se volvió hacia ella con una pregunta en su rostro. Sabía lo que preguntaba. Este era el punto de no retorno. Asintió.

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Una chica abrió la puerta. Rapunzel solo podía mirar fijamente mientras Fane las presentaba. —Rapunzel, esta es mi amiga Marissa. Marissa, Rapunzel. Marissa era exóticamente hermosa. Tenía una piel color canela asombrosa, amplios ojos verdes enmarcados de negras pestañas, largo cabello marrón oscuro que colgaba liso, y una sonrisa que iluminaba su rostro. Esa sonrisa estaba dándole la bienvenida a Rapunzel. Fane la guio a la casa donde fue asaltada por sonidos y olores que eran completamente extraños para ella. La música sonaba alta, el ruido era solo superado por la conversación y las risas. La gente estaba reunida en cada parte visible de la habitación. Algunos estaban bailando, algunos estaban de pie en pequeños círculos hablando, y otros estaban sentados en varias sillas y sillones. Los olores de la comida provenían de algún lado, una variedad de comidas todas combinadas con un inherente olor a sudor. Rapunzel sospechaba que si no tuviera puesta su máscara los olores podrían ser abrumadores. —Gran disfraz —dijo Marissa en voz alta para ser escuchada por encima de la música mientras tomaba el abrigo de Rapunzel. Ella simplemente asintió. Otra chica se acercó a ellos, viéndose similar a Marissa con ojos oscuros, piel bronce, y cabello que caía en largos rizos. Su sonrisa era tan amigable y alegre como la de Marissa. Sacó una mano hacia Rapunzel. —Hola, soy Ashlynn. —Mi hermana —aclaró Marissa. —Esta es Rapunzel —dijo Fane. —¿La chica no puede hablar por sí misma? —bromeó Ashlynn. —Claro que puede —dijo Fane—, pero ha estado enferma, así que está usando una máscara para que no propague los gérmenes. Tal vez no seas capaz de escucharla. —Fane ya le había dicho por adelantado lo que él iba a decir. Como lo predijo, no lo cuestionaron. —Bonito disfraz —dijo Ashlynn—. Una manera genial de cubrir la máscara. Marissa le guiñó el ojo a Rapunzel, y ella tuvo el presentimiento que Marissa era la responsable de proveerlo.

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—Ven con nosotras —dijo Marissa, envolviendo un brazo alrededor de su cintura y guiándola más allá en el caos. Fane se quedó atrás, siguiéndolas— . ¿Estás hambrienta? ¿Sedienta? Rapunzel negó con la cabeza, mirando nerviosamente hacia atrás para asegurarse de que Fane estuviera ahí todavía. Marissa la condujo a una mesa con una banca acolchonada que cubría tres cuartos de la mesa. Ella y Ashlynn se deslizaron y se corrieron, haciendo espacio para que ella y Fane se les unieran. —Entonces, ¿cómo conociste a Fane? —preguntó Ashlynn. Rapunzel lo miró, insegura de qué decir. Decidió decirles la verdad. —En Facebook —dijo. —Oh, Facebook —se rió Ashlynn—. Amo Facebook. —Es lo mejor —estuvo de acuerdo Marissa—, pero puede ser obsesivo. Tengo que limitarme o pasaría todo el día ahí leyendo los estados de la gente. —Y jugando —agregó Ashlynn. Rapunzel no podía dejar de mirar fijamente a las dos hermosas hermanas. Parecían innatamente alegres, como si nunca dejaran de sonreír. Se preguntó si una de ellas era la novia de Fane y así era como se conocían. Luego decidió que probablemente no, ya que se sentaba del otro lado, sosteniendo la mano de Rapunzel. Dudaba que cualquier chica dejara a su novio hacer eso, aunque no podía estar segura. Algunos otros llegaron a saludar a Fane y a conocer a Rapunzel. No había manera posible de ser capaz de recordar alguno de sus nombres, pero estaba cautivada por todos ellos, y lo diferentes que se veían en sus disfraces variados. Ashlynn fue a traerle bebidas a ella y a Fane. Estaban en copas que se encendían en el fondo y tenían niebla en la parte superior. —Cerveza de raíz —le dijo Fane bajito cuando la miró de reojo. También trajo un plato con galletas pequeñas en forma de murciélago y magdalenas de calabaza en él. Rapunzel de verdad quería probar las galletas, pero sabía que sería imposible con la máscara puesta. También sabía que era imposible beberse la cerveza. Finalmente, empujó hacia arriba la parte inferior de la máscara y deslizó una galleta por debajo hacia su boca. Valió la pena.

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—¿Quieres bailar? —preguntó Fane. Ella sacudió su cabeza. —No sé cómo. —Ya somos dos —dijo, sonriendo. Se levantó y la levantó con él. La condujo en medio del gentío que estaba saltando con la música. Miró a su alrededor, temerosa de que se rieran de su torpeza. Fane empezó a rebotar con ellos, cómicamente. Rapunzel se rio y empezó a moverse, aunque mucho más cohibida que Fane. Unos minutos después la canción terminó y empezó a sonar una más lenta. Todos a su alrededor cayeron en los brazos de sus parejas y empezaron a balancearse. Rapunzel se rio. Aparentemente cuando la canción se ralentizaba, solo abrazabas a alguien. Fane extendió los brazos hacia ella y con alegría fue hacia ellos. Él la empujó más cerca y empezó a balancearse junto a los otros. Ella descansó su mejilla contra su pecho, mirando alrededor de la habitación mientras él le daba vueltas en lentos círculos. La casa estaba tenuemente iluminada, pero eso no parecía molestar a nadie. Vio a gente vestida de todo, desde disfraces de monstruo a unos que le recordaban el primer disfraz de enfermera que Fane le había dado, riendo y hablando, algunos haciendo el abrazo-balanceo, y otros comiendo. La tristeza cayó sobre ella mientras se daba cuenta de lo que se había perdido su vida entera. Nunca había tenido la libertad de estar con un grupo de amigos. Nunca había tenido la libertad de tener amigos. Era lo suficientemente inteligente para saber que Fane se aburriría de colarse en sus habitaciones y que eventualmente estaría sola de nuevo. Su largo y solitario futuro se estiró frente a ella y el peso de él cayó sobre sus hombros. Lágrimas pincharon sus ojos y abrazó con más fuerza a Fane. Si esta era la única fiesta a la que iría en su vida, la aprovecharía al máximo para que tuviera el recuerdo para conservarlo. Cuando la música cambió a un ritmo alegre, ella soltó a Fane e inmediatamente empezó a saltar de nuevo. Ashlynn y Marissa llegaron y se les unieron, riéndose con ella. Empezaron a enseñarle un montón de pasos de baile, la mayoría ridículos, los que ella copió, al igual que Fane para su diversión. Le enseñaron uno que llamaban el baile en línea, en donde nadie

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bailaba con un compañero. Además del abrazo-balanceo, parecía que la gente solo bailaba de todas formas, tuvieran compañero o no. Fane encontró un popote para que pudiera beber la nebulosa cerveza, que estaba deliciosa, y le hizo cosquillas en la parte trasera de su garganta. Estaba lo suficientemente hambrienta para atreverse a bajarse la máscara lo suficiente para comer un rollo de naranja y algunos chips. Fane le disparó una mirada preocupada cuando hizo eso, pero ella le sonrió con una seguridad que en realidad no sentía. Fane se mantuvo a su lado la noche entera, su mano en la de ella. Un par de veces algunos chicos se acercaron, y Fane ponía su mano alrededor de sus hombros, acercándola. Rapunzel se preguntó acerca del extraño comportamiento hasta que Marissa se rio y lo pinchó en el pecho con un dedo. —¿Celoso, Fane? —No —dijo defensivamente. —Pero no vas a dejarla bailar con alguien más, ¿verdad? —bromeó ella. Él entrecerró sus ojos, pero sacudió breve y espasmódicamente su cabeza, lo que provocó que ambas, Marissa y Ashlynn, explotaran a reír. Finalmente, después de la medianoche, Fane les dijo que él y Rapunzel tenían que irse. Rapunzel estaba decepcionada. No quería que la noche terminara. En el auto, se sintió más relajada a como había estado en el viaje de ida y miró por la ventana a las casas oscurecidas y edificios que rápidamente pasaban. Se sentía como si estuviera en una película y que los lugares no podían ser reales, con gente real detrás de esas ventanas. —¿Te divertiste? —preguntó Fane. Rapunzel inclinó la cabeza en el reposacabezas. —Estuvo genial, Fane. Gracias por llevarme. Lo recordaré por el resto de mi vida. Él estiró la mano y tomó la suya en la de él. Ella quería decirle que la dejara en el volante porque parecía que necesitaba ambas manos para controlar el veloz auto. Pero se sentía tan bien sostener su mano que dejó ir la ansiedad. Él gentilmente acarició su palma con su pulgar. —Me alegro de que te hayas divertido. —Volvió sus ojos preocupados hacia ella—. ¿Estás segura que vas a estar bien?

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—Me siento fantástica —le dijo. —¿Fantástica? —repitió con una sonrisa—. Bueno, eso es algo entonces, ¿verdad? —Es todo —suspiró ella. Él llevó su mano a su boca y la besó. El pulso de Rapunzel dio un salto con el gesto. —El tiempo contigo nunca es aburrido —dijo. Llegaron cerca de su amenazante casa, y Fane estacionó el auto al lado del camino. Cerró la puerta silenciosamente cuando salió, luego hizo lo mismo con la de ella. Corrieron agachados a través del césped y alrededor de la casa a la parte trasera donde la escalera esperaba en su ventana. La casa seguía tan oscura como lo estaba cuando se fueron. —¿Quieres que suba para asegurarme que todo está bien? —preguntó él. —No —dijo—. Si las cosas no están bien, entonces definitivamente no te quiero ahí. No quiero que te metas en problemas. Y si las cosas están bien, entonces no hay necesidad. —De acuerdo —dijo él. Recorrió su trenza con una mano—. Recogeré el disfraz en otra ocasión. ¿Tienes un lugar para esconderlo? —Sí. —Volvió su rostro hacia él, esperando por un beso. Luego se dio cuenta que no podría besarla con la máscara y bufanda puestas. Valientemente, bajó ambas. Fane sonrió, colocando una mano a lo largo de su mandíbula, acariciando ligeramente con su pulgar. Ella cerró los ojos ante la sensación. —Eso se siente tan bien —dijo. Sus ojos se abrieron cuando se dio cuenta de lo que había dicho, pero él no se estaba riendo de ella como había temido. Estaba observando sus labios, sus ojos casi cerrados. Un cosquilleo empezó en su pecho mientras su ritmo cardíaco aceleraba. Se inclinó, sus ojos fijos en los de ella mientras sus labios tocaban ligeramente los suyos. Sus ojos se cerraron mientras inclinaba la cabeza, profundizando el beso, y sus propios ojos se cerraron también. Trató de memorizar la sensación de su boca en la de ella, la suavidad de sus labios, su brazo detrás de su espalda, su mano acunando su mejilla.

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Él se inclinó hacia atrás y le sonrió. Ella sonrió en respuesta. Él sostuvo la escalera mientras ella la escalaba. Mirando por encima del alféizar, observó que su habitación estaba como la había dejado. Subió lo más calladamente posible, dándose la vuelta para despedirse de Fane. Él lenta y cuidadosamente bajó la escalera, alejándola de la pared. Resonó fuertemente y ambos se congelaron. Cuando nada se agitó, la levantó y la llevó de vuelta a través del césped. Se sintió mal mientras lo observó luchar contra el incómodo y largo peso, tratando de hacerlo en silencio. En la esquina, le dirigió una sonrisa de vuelta. Rapunzel cerró la ventana y caminó a la sala. Estaba callado. Demasiado callado. Fue a su dormitorio y se quitó el disfraz a regañadientes, lavando su cara y preparándose para dormir. Se saltó cepillarse el cabello. Metió el disfraz en la esquina trasera de su armario, debajo de una pila de pantalones. Se subió a la cama y sonrió. Lo había hecho. Y había sobrevivido. Tal vez su madre estaba equivocada. Tal vez tenía la oportunidad de vivir una vida normal si tenía cuidado. La esperanza la llenó mientras se dejaba llevar por el sueño.

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22 Traducido por Gemma.Santolaria Corregido por Mari NC

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apunzel no sabía lo que estaba mal con ella. Se sentía adolorida en sus brazos y piernas. Supuso que todo el baile y subir y bajar la escalera podían tener algo que ver con ello. Pero aunque antes hubiera tenido dolor por hacer ejercicio, éste se sentía diferente de algún modo. Probablemente porque también estaba cansada. No había dormido mucho la noche de la fiesta, volviendo a casa tan tarde como lo hizo. Y a pesar de que había dormido mucho la noche anterior, yendo a la cama temprano y no despertando hasta que su madre entró, todavía se sentía como si necesitara una siesta. Se acercó a la ventana y la abrió. Angel se posaba en la rama del árbol, a pesar del frío. Se preguntó cuánto más tiempo el pájaro estaría alrededor antes de dirigirse a climas más cálidos. Rapunzel se asomó, el aire frío helando su cabeza caliente. Extendió un puñado de semillas, y Angel voló, aterrizando justo en la palma. —No te he visto mucho últimamente, mi pequeña amiga —le dijo al pájaro. Angel la miró, ladeando la cabeza de lado a lado como si estuviera tratando de descifrar las palabras de Rapunzel. Una ola de mareo golpeó a Rapunzel, y agarró el alféizar con la otra mano, estabilizándose. Eso fue extraño, pensó. Angel pío hacia ella y voló de regreso a la rama. Rapunzel esparció el resto de semillas sobre el alféizar y cerró la ventana. Había pensado en cocinar para su madre esta noche, pero no pudo reunir la energía. Volvió a entrar en la habitación, sintiéndose todavía demasiado caliente mientras su madre entraba con su cena. Rapunzel fue a ayudar a llevar la comida dentro.

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Se sentó frente su madre y miró la comida. Enchiladas de pollo. Uno de sus favoritos. Sin embargo, la idea de comer le revolvió el estómago. De repente se sintió extremadamente fría y empezó a temblar mientras a su cuerpo se le ponía la piel de gallina. Una mirada de alarma apareció en los ojos de su madre. —Rapunzel, ¿qué te pasa? —Se inclinó sobre la mesa, tocó la mano de Rapunzel, y entonces rápidamente la retiró como si se hubiera quemado, jadeando. —¿Qué? —preguntó Rapunzel, mirando hacia abajo a su mano. ¿Había algo allí que la delató de ir a la fiesta? —¿Te estás sintiendo… enferma? —preguntó, levantándose de la silla y colocando una mano sobre la frente de Rapunzel—. Oh —exclamó Gothel sin aliento, la alarma en sus ojos cambiando hasta el pánico. —Estoy bien —dijo Rapunzel—. Solo un poco cansada. —Aunque ahora que lo pensaba, se sentía un poco rara por dentro. Su estómago gruñía, y su cabeza le daba vueltas—. Realmente, en serio necesito acostarme —dijo, levantándose. Mientras lo hacía, la habitación giró en un remolino enfermizamente rápido y la oscuridad llenó su visión.

* * *

Rapunzel se estaba muriendo. Había tomado el riesgo, sabiendo del posible resultado, y ahora pagaría el precio. Simplemente no sabía que sería tan absolutamente miserable al morir. Le dolía el cuerpo profundamente hasta sus huesos, como si hubiera estado corriendo y levantando pesas sin parar durante días y días. El fuego la consumía. Quemaba de algún lugar profundo dentro de la boca de su vientre. Quería suplicarle a alguien que apagara las llamas, pero cuando trató de hablar, su garganta se sintió como si hubiera estado llena con rocas y arena, y el dolor le hacía imposible hablar. Alguien había amarrado su brazo hacia abajo. Débilmente intentó levantarlo, abriendo sus ojos solo una rendija para ver lo que sucedía, y vio

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algunos claros tubos de plástico unidos a su brazo. Lo dejó caer de nuevo en la cama. —Descansa, Rapunzel —oyó a su madre decir. Se volvió hacia la voz pero solo vio una versión desenfocada de su madre sentada junto a ella, la preocupación arrugando su rostro. Dejó que sus ojos se cerraran. Un frío, de repente, le penetró en la frente y las axilas. ¿Por qué las axilas? En cuestión de segundos un frío que se hundía hasta los huesos reemplazó al fuego. Se estremeció violentamente, la acción abusando de sus músculos adoloridos, así que quiso suplicar por un poco de calor. Oyó una discusión pero no pudo hacer que las palabras salieran más allá de sus dientes castañeando que repicaban con fuerza en su cabeza palpitante. Si fuera posible, se puso aún más fría mientras la frialdad se presionaba contra ella una vez más. Deseó violentamente que el fuego volviera y la consumiera, que la sacara de su miseria. Oyó un gemido bajo y se dio cuenta que venía de un lugar profundo de su pecho. El sonido la aterrorizó. La oscuridad se apretó contra ella y se elevó rápidamente, agradeciendo su encuentro.

* * *

La oscuridad invadía la habitación cuando Rapunzel abrió los ojos. Se acostó de lado, mirando la pared. Su cabeza palpitaba, su cuerpo le dolía, y el extraño tubo de plástico seguía pegado a su brazo. Pero al menos no estaba ardiendo o congelándose, aunque su cama estaba húmeda debajo de ella. Decidió permanecer inmóvil hasta que supiera si moverse iba a doler. Cuando se sintió preparada, se dio la vuelta, mirando hacia la puerta dónde la luz ambiental entraba en la habitación. Voces se filtraban desde la habitación de al lado. Se sentía como si estuviera escuchándolos debajo del agua. Una voz pertenecía a su madre, pudo reconocer eso. Pero la otra era desconocida, profunda y masculina. —¿Por qué no está mejorando? —oyó a su madre preguntar con urgencia. Hubo una pausa, y luego el hombre habló de nuevo, su voz mucho más cerca como si se hubiera movido más cerca de su puerta. Cerró los ojos.

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—Tienes que entender que no ha creado una inmunidad normal, estando confinada como lo ha estado. Incluso la gripe y faringitis no son fáciles de hacer frente para el cuerpo de una persona normal. —¿Cómo se puso enferma? —dijo su madre entre dientes. Otra vez silencio, roto solo por los crujidos. Abrió los ojos solo una ranura muy pequeña y vio al hombre sosteniendo sus brazos en alto, como para indicar su confusión. La cabeza de su madre quedó a la vista, y cerró los ojos de nuevo. Cuando habló, su voz fue un susurro ronco. —Ella no puede morir. ¿Entiendes eso? —Sí, lo hago, pero… —No hay pero, Henreich. Mucho depende de Rapunzel. Si ella muere, tú sabes las consecuencias. El hombre suspiró, y el destello un recuerdo apareció en la mente de Rapunzel. El nombre Henreich le alertó. ¿Quién era? —Soy muy consciente, Gothel. Pero tal vez es hora de reconsiderar tus acciones. Me parece muy injusto y potencialmente peligroso mantener a la chica encerrada arriba… —¿Te atreves a cuestionarme? —Rapunzel se estremeció ante el veneno en la voz de su madre. Se atrevió a mirar de nuevo y vio al hombre retorciéndose las manos—. Tienes mucho de lo que protegerte al mantener el secreto, Henreich. ¿O necesitas que te lo recuerden?

¿Secreto? ¿Qué secreto? Rapunzel sintió náuseas, su estómago estrujándose ante las palabras. —Escucha, Gothel, te agradezco lo que has hecho. Pero ahora, tal vez… —Escúchame, Henreich. Lo perderás todo; tus hijos lo perderán todo. ¿Crees que te permitirán seguir siendo doctor? —Rapunzel de repente tuvo un vago recuerdo de él cuando ella era una niña. Había venido una vez cuando era joven, pero el recuerdo era demasiado confuso—. ¿Cómo va a sobrevivir tu familia contigo en la cárcel? ¿Qué pensarán de ti, entonces? Los hombros de Henreich se hundieron, y Rapunzel se preguntó de qué hablaba su madre.

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—Simplemente no se siente bien mantenerla aquí, Gothel —murmuró tan bajo que Rapunzel no estaba segura de haberlo escuchado bien. —¿Pero? —incitó Gothel. —Pero mantendré tu secreto —dijo.

—Nuestro secreto —reiteró ella. El hombre se volvió hacia Rapunzel, y ella rápidamente cerró los ojos. Lo oyó moverse por la habitación y sintió su mano en su frente. —Lo siento —susurró, y Rapunzel sintió que las palabras eran para ella—. La fiebre se ha ido —dijo en voz alta a Gothel. Pronto las manos de su madre estuvieron en ella, y Rapunzel lentamente abrió los ojos. —Rapunzel, ¿estás mejor? —dijo su madre con urgencia. —Va a tomar algún tiempo —dijo Henreich. Los ojos de Rapunzel se dirigieron a él. Su rostro reflejaba tristeza, y algo similar a culpa—. No te preocupes —le dijo—. Vamos a conseguir que te mejores. Solo relájate y tómalo con calma, dale a tu cuerpo tiempo para recuperarse. Rapunzel asintió y dejó que sus ojos se cerraran de nuevo. Quería reproducir la conversación en su mente otra vez, como si se estuviera perdiendo una clave que no podía entender del todo. Pero el letargo se apoderó de ella, y fue incapaz de luchar contra él.

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23 Traducido por Salilakab Corregido por Nanis

P

asaron varios días hasta que Rapunzel se sintió lo suficientemente fuerte como para salir de la cama sin ayuda, Henreich había venido el día anterior y había quitado la venoclísis de su brazo, explicando las intravenosas y su función. Se estremeció de terror cuando vio el largo tubo saliendo de ella, debajo de su piel. Quería bañarse, madre o Henreich habían estado a su lado constantemente y ésta era la primera vez que estaba sola. Agradecida, de forma temblorosa se levantó de la cama y lentamente se dirigió al cuarto de baño. Evitó mirarse en el espejo después de haber visto lo mal que se veía las últimas veces que había estado aquí con la ayuda de su madre. Dejó caer su pijama de su delgado cuerpo y se metió en la ducha, deleitándose con la sensación de agua caliente deslizándose por su cuerpo. Permaneció de pie por muchos minutos, dejando que el agua le calmara antes de comenzar el arduo proceso de lavarse el cabello. Salió media hora más tarde, exhausta pero renovada, se secó con una toalla y acababa de ponerse pantaloncillos cortos de gimnasia y una camiseta cuando su madre regresó. —¡Rapunzel! ¿Qué estás haciendo fuera de la cama? —Su madre se apresuró revoloteando a su alrededor. —Necesitaba un baño —dijo—. Me siento mejor ahora. —Tienes que volver a la cama de inmediato. —¿No puedo sentarme en el sofá por un rato? —No. —El tono de su madre no dejaba lugar a discutir—. Debes descansar y reponerte, es necesario que te acuestes. Cocinera traerá pronto tu cena.

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Rapunzel dejó que la llevara de vuelta a la cama. Su cena llegó y su madre se quedó para verla comer. No tenía mucho apetito y no era capaz de comer mucho, pero su madre pareció complacida y la dejó sola para dormir. Pero Rapunzel no quería dormir, estaba aburrida e inquieta. Quería hablar con Fane. Una hora más tarde su madre regresó y Rapunzel fingió estar dormida. Satisfecha, su madre se fue y Rapunzel apostando a que su madre no volvería de nuevo, se levantó de la cama y se dirigió a su computadora. Tomó unos minutos para que encendiera, cuando lo hizo se conectó rápidamente a Internet y entró en Facebook. Él no estaba en línea. Vio que tenía mensajes e hizo clic en el pequeño ícono. Mensajes de Fane aparecieron uno tras otro. Comenzaban con un tono alegre y rápidamente preocupantes.

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Rapunzel contó, había más de treinta mensajes juntos, se regresó en la pantalla hasta el primero y se dio cuenta que habían pasado diez días. ¿Diez días? ¿Cómo era posible que hubiera pasado tanto tiempo? Sentía como si solo hubieran sido unos pocos. De repente, su ventana de Skype apareció, parpadeando para mostrar que Fane estaba llamando. Rápidamente respondió con vídeo, pero

inmediatamente se arrepintió al ver su reflejo en la pequeña ventana con el cabello pegado a un lado de su cara y su rostro pálido. Fane se inclinó sobre la cámara y a pesar de la baja calidad de la imagen, ella podía ver la preocupación grabada en su rostro. —¿Rapunzel? ¿Eres tú? ¿Estás bien? Sonrió deleitándose con la visión de él. —Sí, lo estoy ahora. —¿Ahora? ¿Qué significa eso? —No me sentí bien por unos… por un tiempo. Estaba enferma, pero estoy mejor ahora. Fane entrecerró los ojos un poco, examinando su rostro. La preocupación nunca lo dejó. —¿Estás segura que estás mejor? Te ves realmente… cansada. —Lo estoy —dijo—. Pero me siento mucho mejor. Fane se reclinó en su silla, girando hacia atrás y adelante, con los brazos cruzados y mordiendo uno de sus pulgares. —Es mi culpa, ¿cierto? —¿Qué es tu culpa? —preguntó. —Tú… estando enferma. ¿Y si… y si te hubieras muerto o algo así? Rapunzel no podía negar que había pensado que se estaba muriendo, más de una vez. Así que no contestó esa pregunta en particular. —No, Fane. No es tu culpa, es mía. No debería haber levantado la máscara. —No debería haberte llevado conmigo para empezar —dijo. —No digas eso —dijo—. Tú eres la única diversión que he tenido en toda mi vida. Incluso si muriera mañana, estaría bien con eso. Fane, ¿entiendes cómo es mi vida? Él no respondió, solo miró hacia abajo.

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—Me siento dentro de estas paredes, todo el día, todos los días, sin hacer nada, sin ver a nadie, hablando con un pájaro que vive en el árbol fuera de mi ventana. No quiero vivir más así. Sus ojos volvieron hacia ella. —¿Qué quieres decir? Miró a su alrededor, como si su madre hubiera entrado y pudiera escucharla. —Cuando estaba enferma escuché a mi madre y a mi médico hablar. Fue muy raro. —¿Sí? ¿Qué dijeron? —No puedo recordar todo —dijo con un suspiro—. Estaba muy enferma, así que honestamente no estoy segura de cuánto escuché y cuánto me imaginé. Pero él estaba diciéndole que yo no debería estar dentro tanto tiempo, dijo algo de que era malo para la comunidad. —¿Malo para la comunidad? —Las cejas de Fane se juntaron mientras su boca se tensaba. —Lo sé, no tiene sentido para mí tampoco. Pero ella dijo que si contaba su secreto, no podría ser médico nunca más y su familia estaría avergonzada de él. —Las lágrimas pinchaban los ojos de Rapunzel, no estaba segura lo que todo eso significaba. De alguna manera se sentía mal que su madre tuviera un secreto que la involucrara, un secreto tan malo que un hombre no pudiera ser más un doctor, que podría ir a prisión si lo revelaba. Había podido conocer un poco al Dr. Henreich y se dio cuenta que era un hombre amable y cariñoso. —¿Qué puedo hacer para ayudar? Rapunzel se tragó el nudo en su garganta, sabía que él haría todo lo que pudiera. —Realmente no lo sé —dijo—. ¿Puedes preguntar por ahí para saber si alguien ha escuchado algo? ¿Averiguar qué tengo que ver con la comunidad? —Absolutamente —dijo. —Y ven a verme pronto —dijo en voz baja. Fane se aclaró la garganta.

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—¿Crees que es una buena idea? Ella le sonrió. —Creo que es la mejor idea que he tenido. —Pero y si hago que tú…

—Por favor —susurró. Él dejó de hablar ante su súplica, luego asintió. —Bueno, voy a tratar de ir tan pronto como me sea posible. Rapunzel rodó sus hombros, aún estaba un poco dolorida. —Estoy cansada, creo que debería ir a acostarme. —Definitivamente —dijo—. Deberías ir a acostarte. —¿Fane? —¿Sí? —Me alegro que estuvieras conectado, gracias por preocuparte tanto por mí. —Me alegra que estés bien —dijo él con la voz llena de emoción.

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24 Traducido por Veroonoel Corregido por Nanis

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ada día Rapunzel se sintió más fuerte hasta que finalmente terminó de tomar las pastillas, antibióticos los llamó el Dr. Henreich. Se las arregló para salir de la cama por períodos más largos de tiempo, y pronto su madre había reducido sus visitas a dos veces al día. Eso le dio a Rapunzel tiempo para tratar de descubrir las cosas navegando en Internet. Comenzó buscando SCID. Leyó acerca de David Vetter, conocido como el Chico Burbuja, y estuvo agradecida de que no tenía que vivir en el mismo tipo de ambiente estéril que él. Aunque él por lo menos fue capaz de tener algo de contacto social con otros en vez de ser encerrado en una torre. No sabía qué era peor. Estuvo emocionada cuando leyó sobre una vacuna o cura posible, luego se volvió descorazonada cuando leyó que era solo para los niños. Leyó sobre la posibilidad de un trasplante de médula ósea o terapia genética, pero de nuevo se dio cuenta que eso solo funcionaba en niños pequeños. Había muchos sitios relacionados con el Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa, pero la mayoría repetían la misma información. La única esperanza que parecía tener era en un sitio que hablaba de los posibles falsos negativos. Se preguntó si era una posibilidad en su caso, aunque su reciente enfermedad parecía negar eso. Pudo encontrar un montón de información sobre causas y síntomas de su enfermedad, pero nada definitivo que dijera si estaría a salvo al salir con el público en general si era cuidadosa. Pensó en preguntarle a su madre sobre eso, pero sabía que no había ninguna posibilidad en base a su reciente enfermedad. Recordó cuando tenía seis años y preguntó por primera vez si podía salir afuera y jugar.

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—No, Rapunzel, y no debes preguntar eso de nuevo. —El tono de su madre fue firme. —¿Pero por qué? —preguntó su joven ella. —Porque, querida, fue profetizado que debes vivir para salvarnos. Debes vivir, y nunca debes cortarte el cabello. —¿Por qué? —Porque, Rapunzel —dijo, su voz llena de irritación—, alguien te predijo antes de que nacieras. Me dijo que tendría una niña con cabello dorados que sería la salvadora de… la humanidad. Me dijo que vivirías para salvar todo, y que tu largo y dorado cabello sería el faro para iluminar el camino. Rapunzel no tenía idea de lo que significaban esas palabras, pero sonaban ominosas. Y su madre le había repetido la historia una y otra vez a través de los años hasta que se la había memorizado. Aunque confundida sobre cómo se suponía que salvaría a la humanidad desde una torre, no quería causar la caída del mundo con su egoísmo. Apagó su computadora, no había posibilidad de que Fane estuviera en línea durante el horario de escuela, y se retorció un mechón de cabello alrededor de su dedo. Lo miró, brevemente consideró cortarlo, no por primera vez, y supo que nunca lo haría. No podía correr el riesgo. Caminó hacia la ventana con un puñado de semillas para pájaros y vio a Angel acurrucada en la rama de un árbol. Gris y nublado, el cielo prometía nieve pronto. No pensó que el pequeño pájaro aún estuviera por allí, a la intemperie del frío. Abrió la ventana, respirando el fresco, limpio y frío aire. Oler el aire libre fue un alivio. No se había dado cuenta de lo mucho que lo extrañaba. Angel voló hacia allí y la miró, inclinando su cabeza como preguntándole dónde había estado. —He estado enferma, pequeña —le dijo. Angel pareció satisfecha y picoteó una semilla de su palma. —Estoy mejor ahora. Angel alborotó sus plumas y tomó otra semilla.

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—Desearía que pudieras hablarme —dijo—. Desearía que pudieras responder mis preguntas. Desearía que alguien pudiera. —Mientras decía las palabras, el Dr. Henreich cruzó su mente. Se preguntó si podría responder sus preguntas o si sería tan hermético sobre todo como su madre—. ¿Crees que el buen doctor respondería mis preguntas? —le preguntó al pájaro azul. Angel agitó sus alas, luego se recostó de nuevo para obtener más semillas—. No sé cómo interpretar eso. —Angel la miró, parpadeó, y se balanceó para otro bocado—. Bueno, supongo que si no pregunto nunca sabré, ¿cierto? —Angel pío y arrebató otro picotazo de semillas antes de revolotear hacia su asidero. Rapunzel lanzó el resto de las semillas, recostándose sobre sus codos y observando a su amiga. —Deberías irte pronto. Va a nevar en poco tiempo. No quieres quedar atrapada en el frío. Como si sus palabras fueran el impulso necesario, Angel voló hacia el sur. Rapunzel la observó irse, triste, ya que podría no ver a su pequeña amiga de nuevo hasta la primavera. Tomó unas respiraciones profundas más y cerró su ventana. Se dejó caer en su sofá, mirando a su alrededor el área que había sido su vida entera; hasta Fane, eso era. Pensó de nuevo en la profecía. ¿Quién le había dicho a su madre su destino? Rapunzel se puso de pie, con la intención de volver a su computadora para buscar profecías para ver qué podía descubrir. Cuando entró en la alcoba dónde se encontraba su computadora, escuchó que la puerta de su habitación se abría. Se dio vuelta con culpabilidad, como si hubiera estado a punto de hacer algo malo. —¿Te sientes mejor? —preguntó su madre con demasiada preocupación en su voz. Rapunzel levantó una ceja ante el tono falso hasta que vio al Dr. Henreich siguiendo a su madre. —Sí, lo estoy —dijo. —Me gustaría revisarte, Rapunzel —dijo—. Quiero hacer un par de pruebas para asegurarnos de que no vamos a tener una recaída. Los ojos de Gothel se agrandaron. —¿Es una posibilidad, preocupación en su voz ahora.

Henreich?

—preguntó,

con

genuina

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—Claro que lo es —respondió—. Aunque es poco probable. Sin embargo, debido a… las inusuales circunstancias de Rapunzel… uh, enfermedad, deberíamos asegurarnos. Rapunzel se preguntó por su discurso vacilante. Guio el camino a su habitación, seguida por los otros dos. El Dr. Henreich siguió una serie de procedimientos, escuchó su corazón y pulmones, miró su garganta, ojos y oídos. —Me gustaría sacar algo de sangre para hacer algunas pruebas también —le dijo. Asintió, sin saber cómo iba a sacar la sangre de ella. Cuando sacó una aguja, se echó atrás con miedo—. Es solo un pequeño pinchazo —le aseguró. Rapunzel miró a su madre, abriendo su boca para pedirle que sostuviera su mano. Pero su madre miraba la aguja como si fuera una víbora. —Voy a estar aquí afuera —murmuró, saliendo rápidamente de la habitación. La atención de Rapunzel volvió a Henreich mientras ataba lo que parecía una gran banda de goma alrededor de la parte superior de su brazo. —Ayudaría si miras en otra dirección. Asintió, tomó una vigorizante respiración, y se volvió hacia la puerta por donde había desaparecido su madre. Sintió un pinchazo en la parte interior de su codo, y unos segundos después la banda de goma fue liberada. Miró su brazo y vio la sangre fluyendo dentro de un pequeño frasco que había colocado en la aguja. —Eso no dolió —dijo, su tono reflejando su sorpresa. —Bien —dijo, sonriéndole cálidamente. De repente se dio cuenta: estaba a sola con el doctor. —Dr. Henreich, ¿puedo preguntarle algo? —preguntó rápidamente antes de que su coraje la abandonara. —Por supuesto. —Sacó el vial y lo reemplazó con otro. —Es sobre mi SCID. —Sus ojos se movieron nerviosamente hacia la puerta. Continuó—: Me estaba preguntando… ¿cree que podría haber una

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cura? O algo… ¿alguna forma de que podría quizás al menos estar lo suficientemente bien para salir, o ver a otras personas? Henreich sacó la aguja de su brazo, presionando una bola de algodón contra el punto de sangre que brotó. —Pon un poco de presión en esto —le dijo. Rapunzel comenzó a pensar que no respondería su pregunta mientras marcaba los pequeños viales—. Es difícil de decir, Rapunzel. Hay algunas curas que están siendo usadas en la actualidad, pero depende en cada caso individual. —Bueno, ¿con quién tendría que hablar sobre eso? —preguntó emocionada. Henreich se aclaró la garganta y miró hacia la puerta una vez más. —No creo que ninguna de las curas funcione en ti —dijo con voz baja. El corazón de Rapunzel se desplomó—. Pero no porque no crea que no puedas ser curada. —¿Qué? —¿Qué demonios quiso decir? Henreich tragó con fuerza, como si estuviera nervioso. Rapunzel pensó en el secreto que compartía con su madre. Miró a la puerta una vez más, y Rapunzel siguió su mirada. —¿Hay algo que… usted sepa? ¿Sobre mí? —susurró. Los ojos de Henreich se reunieron rápidamente con los suyos. Abrió su boca como si fuera a hablar, pero la voz de su madre interrumpió desde la otra habitación. —¿Ya terminó, Henreich? —gritó. Cerró sus ojos, apretó su mandíbula, y se puso de pie. Rapunzel sintió como si se le estuviera escapando una oportunidad. —Por favor —dijo, extendiendo su mano para tocar su brazo—. Si hay algo que debería saber… Se congeló ante su toque, y puso una mano sobre la suya mientras su madre aparecía en la puerta. —Vas a estar bien, Rapunzel —dijo, acariciando su mano, sonando preocupado. Pero sus ojos se clavaron en los de ella, pareciendo que quisiera

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que encontrara sentido a sus palabras. Apretó su mano ligeramente—. Estás

bien. —Bueno, eso es un alivio, ¿cierto? —preguntó su madre, adentrándose en la habitación. El rostro de Henreich se tensó mientras se alejaba, colocando todas sus herramientas de nuevo en su bolso. Rapunzel lo observó, sintiendo una vez más como si se estuviera perdiendo algo que, si podía descubrir qué era, podría cambiar su vida.

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—C

uando me preguntaste sobre tu enfermedad y la comunidad, ¿es posible que quisieras decir inmunidad?

Rapunzel parpadeó. Había estado mirando a Fane bastante duro a través de la pantalla de la computadora mientras le obsequiaba historias sobre la escuela, y la ponía al día sobre las hermosas hermanas Marissa y Ashlynn. Con toda honestidad, salvo cuando habló sobre las hermanas no prestó mucha atención, solo aprovechaba la oportunidad para mirarlo. Lo echaba de menos desesperadamente. No se había dado cuenta lo sola que estaba hasta que él llegó. —¿Inmunidad? —repitió ella. —Sí. Yo… —Se interrumpió, luciendo claramente incómodo, con la mirada baja—. Le pregunté a mi mamá qué enfermedades tenían que ver con la comunidad. —Levantó la mirada hacia ella como para ver su reacción. —¿Qué dijo? —lo presionó.

—Muchas. —Sonrió—. Y después de mucho escucharla hablar sobre enfermedades que afectan comunidades, comenzó a hablar sobre la inmunidad y de repente me pregunté si era eso lo que habías oído. —Podría haber sido —dijo, asintiendo—. Las dos palabras suenan similares. —Tendría más sentido —dijo—. ¿Recuerdas algo más de lo que estaban hablando? —No mucho —admitió—. Todo es un poco difuso. Solo algo sobre ser mantenida dentro por ser mala para la comunidad… o la inmunidad, supongo. Tiene sentido ya que el SCID es una enfermedad de deficiencia inmunológica, ¿cierto?

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—Eso definitivamente tiene más sentido —dijo, inclinándose hacia delante con entusiasmo—. Busqué algunas cosas después de que dijo eso, y leí en varios lugares que los bebés que son mantenidos en el interior no tienen la oportunidad de desarrollar sistemas inmunológicos normales. —¿Los bebés tienen que estar expuestos al mundo para desarrollar su sistema inmunológico? —Sí. No sabía mucho sobre inmunidad, así que leí algunas cosas. Es la… cosa en tu cuerpo que te impide enfermarte. Eso no es del todo correcto. Es como el sistema de defensa de tu cuerpo. Es la forma en que eres capaz de luchar contra los virus, bacterias y otras cosas que hacen que te enfermes. Si un bebé no es expuesto a algunas de esas cosas cuando es un bebé, no tienen una buena inmunidad, lo que significa que la más mínima exposición los puede poner enfermos, realmente enfermos. La confusión se arremolinó en la cabeza de Rapunzel. —¿No lo entiendes? —preguntó Fane. Rapunzel sacudió su cabeza—. Quizás lo que ha hecho que seas incapaz de salir es el hecho de que tu mamá te ha mantenido dentro toda tu vida. Tenía miedo de que te enfermaras. Pero ahora, dado que no tienes ese sistema inmune que necesitas, eso significa que es más probable que te enfermes si sales. Rapunzel dejó caer su barbilla en sus manos, manteniendo sus ojos pegados al rostro de Fane. Incluso toda esta información desconcertante no podía atenuar su alegría de verlo. —¿Entonces cómo arreglo esto? —preguntó. Él se desplomó en su silla. —No lo sé. La desesperación se arremolinó alrededor de Rapunzel. —¿Entonces cómo se supone…? Me tengo que ir —dijo rápidamente, cerrando el programa mientras oía que giraba la manija de su puerta. Puso la página de matemática en la que había estado trabajando antes de la vídeollamada por Skype con Fane. —¿Aún haciendo la tarea, Rapunzel? —le preguntó su madre mientras entraba campante en la habitación—. Vas a causarte una recaída si no descansas más.

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Rapunzel suspiró. Había pasado casi tres semanas desde que se había levantado por primera vez de la cama después de su enfermedad. Se sentía completamente normal, pero su madre quería que se acostara en la cama todo el día por miedo a una “recaída”. Rapunzel casi consideró fingir una solo para ver si podía hacer que el Dr. Henreich volviera para cuestionarlo de nuevo. —Me siento bien, madre —dijo, levantándose de su asiento y uniéndose a ella en la cocina. —Bueno, no podemos ser demasiado cuidadosas, ¿o sí? Rapunzel no respondió la pregunta retórica. Se deslizó en el asiento opuesto al de su madre y observó mientras sacaba el pollo, papas al horno, y pastel de manzana de la cesta que había usado para llevarlo a la planta alta. La cocina era otra actividad que su madre sentía que era demasiado extenuante y no permitía que Rapunzel hiciera. —¿Puedo preguntarte algo? —dijo Rapunzel. Su madre no respondió, pero Rapunzel sabía que no lo haría. Siempre esperaba a oír la pregunta antes de comprometerse a responder—. ¿Recuerdas la profecía de la que me hablaste? ¿Me la puedes explicar de nuevo? Los ojos de Gothel se agudizaron. —¿Por qué la curiosidad, Rapunzel? Rapunzel escuchó la leve nota de advertencia en su voz y su voluntad flaqueó. Aunque estaba determinada a saberlo. Bajó la mirada y se encogió de hombros. —Es que no me lo has dicho desde hace un tiempo. Quiero estar segura de que lo entiendo. —¿Qué quieres decir con entenderlo? ¿Entender qué? Rapunzel juntó sus manos nerviosamente bajo la mesa, sintiendo como si estuviera de pie sobre una delgada capa de hielo sobre aguas peligrosas. —Es que pasé algún tiempo pensando en ello mientras estaba enferma, y me preocupa que la esté olvidando, o no recordándola correctamente. Es importante, ¿cierto? Lentamente, levantó su mirada mientras su madre la miraba en silencio. Finalmente, dejó su plato a un lado y Rapunzel supo que le contaría.

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—Supongo que tienes razón. Eres mayor ahora, y quizás más capaz de comprender la importancia de lo que se me dijo. Rapunzel no estaba segura de lo que debía hacer: seguir comiendo y fingir indiferencia para sacarle más información a su madre con suerte o darle toda su atención. Dejó el plato a un lado y volvió su mirada a su madre. Los ojos de Gothel adquirieron una especie de resplandor, confirmando que Rapunzel había tomado la decisión correcta. —He ido a un montón de síquicos antes, pero todos eran falsos profetisas —comenzó, su voz adquiriendo fervor—. Sin embargo, nunca perdí la fe de que encontraría a alguien que pudiera responder mis preguntas. Y entonces, un par de años antes de que nacieras encontré a Vedmak. Rapunzel sintió una descarga de chispas a través de ellas. Nunca había escuchado el nombre antes… o si lo había hecho, no lo recordaba. —Él sabía cosas, Rapunzel, cosas que no podría haber sabido sobre mí. Sabía de mi sed por un niño. Sabía sobre mis padres y la forma en que habían muerto tan jóvenes. »Así que volví a él una segunda vez, y luego una tercera. Cada vez sabía cosas sobre mi pasado. Le pregunté por mi futuro, el futuro de mi hija, y me dijo sobre ti. —Gothel sonrió, pero no era dirigida a Rapunzel, más bien a un recuerdo lejano—. Dijo que un niño de cabello dorado, una niña, vendría a mi vida. Pero que no sería una niña ordinaria. Oh, no, no mi niña. Mi niña sería todo, no solo para mí sino para mi hija también. —¿Cómo podría Rapunzel ser tan importante para ella misma? No tenía sentido—. Eres quien iba a salvar todo. Un escalofrío recorrió la espalda de Rapunzel al escuchar que se hablaba de ella como algún tipo de ser extraordinario, más que humano. No quería ser una especie de… salvadora. —Vedmak me dijo que tendrías cabello hermoso, como hilo de oro, y que sería mágico. Me explicó que tu cabello crecería a un ritmo inusual, y que, al igual que Sansón, nunca debería ser tocado por la hoja de una cuchilla. Dijo que al hacerlo drenaría la magia de tu cabello, y las consecuencias serían devastadoras. —Gothel se inclinó hacia delante, agarrando la mano de Rapunzel con urgencia—. Devastadoras, Rapunzel. —Se relajó, liberando la mano de Rapunzel—. Y luego te encontré —dijo Gothel. Rapunzel se sobresaltó.

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—¿Me encontraste? —preguntó, su voz alta por la sorpresa. —Te tuve —dijo Gothel—. Te tuve. Y eras exactamente como Vedmak te había descrito, desde tu grueso, largo y dorado cabello hasta tus grandes ojos verdes, y sonreías todo el tiempo. Sabía que eras tú. Sabía que eras a quien había previsto, mi restaurada hija. La mente de Rapunzel estaba volando. Sus pensamientos seguían tropezando con esa palabra: encontrado. Su madre se había corregido, pero no podía conseguir que la palabra dejara de girar en su mente. —Cuando te llevé a él, confirmó que eras tú quien había predicho, Rapunzel. Te reconoció inmediatamente. Y luego me dijo el resto de la profecía. “Había peligro de perderse para siempre”, me dijo, “y serías tú quien la salvara”.

—¿La salvara? —intervino Rapunzel. El pánico la asfixió. —Salvar al mundo, Rapunzel. ¿Quieres que te cuente esto, o quieres seguir interrumpiéndome? Los ojos de su madre se clavaron en ella, y Rapunzel se encogió. —Lo siento —murmuró. —Sí. Bueno. —Gothel miró de nuevo mientras continuaba—. Salvarás todo. Habló de tu cabello. Me dijo que todo estaba relacionado: tu cabello, tu seguridad, y la seguridad del mundo. Que debía protegerte a toda costa, y que tu cabello nunca debía ser tocado por la hoja de una cuchilla. Y he hecho eso, Rapunzel. He hecho todo lo que me ha pedido, y hasta ahora hemos estado protegidas del peligro. El brillo en los ojos de Gothel enervó a Rapunzel. Aun así encontró el coraje para preguntar: —¿Y mi enfermedad, el SCID? ¿Sabía acerca de eso? Gothel se puso de pie y se alejó de Rapunzel. Se acercó al fregadero y apoyó sus manos en el borde del mostrador, empujando su peso contra sus brazos. —Me dijo que serías frágil. Me dijo que necesitarías protección. —Se volvió de nuevo hacia Rapunzel—. Así que, sí, supongo que lo sabía.

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Rapunzel asintió, sintiéndose demasiado conmocionada por lo que había escuchado para formar cualquier palabra más. Le había contado la historia muchas veces en su vida, pero nunca de esta manera, nunca con tanto detalle. Tenía más preguntas que cuando había preguntado. Su estómago se revolvió. —Rapunzel, tengo que irme de nuevo, en un par de días. Si hubiera palabras para sacar a Rapunzel de su sentido de fatalidad, eran esas. Que su madre se fuera significaba que podría ver a Fane de nuevo. Trató de mantener la alegría fuera de su rostro. —¿Ah, sí? —se las arregló para decir. Su madre se acercó a ella, tomando sus manos en las suyas. —Será solo por seis días de nuevo. Parecías muy bien cuando me fui la última vez. ¿Estarás bien de nuevo? Si no es así, puedo cambiarlo, puedo… —No —dijo Rapunzel rápidamente—. Ve. Estuve bien entonces y también estaré bien esta vez. —Me aseguraré que haya comida preparada para ti cada día. —No es necesario, madre. Puedo alimentarme. —No podemos arriesgarnos a una recaída, Rapunzel. Entiendes el peligro ahora. —Por eso debería hacerme mis propias comidas, madre. ¿Cómo me traerá Cocinera la comida sin exponerme a los posibles gérmenes que podría traer? —La culpa plagó a Rapunzel por jugar la carta de los gérmenes, pero definitivamente no quería una niñera echando a perder su poca libertad. Gothel pensó en las palabras de Rapunzel, luego asintió en acuerdo. —Sí, supongo que tienes razón. Entonces haz una lista de compras y te traeré lo que necesites. Rapunzel se dejó caer en la cama una hora más tarde, luego de escribirle a Fane con las noticias sobre el viaje pendiente de su madre. Quería entrar a Internet y buscar tantas cosas que su madre le había dicho, pero estaba demasiado agotada emocionalmente. Más que eso, quería hablar con Fane sobre eso, ¿pero debería? ¿Cómo podría explicar las cosas que le habían dicho

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sin que pensara que ella y su madre estaban locas? ¿La miraría de manera diferente si le dijera todo lo que le había dicho? No era un riesgo que estuviera dispuesta a tomar, no ahora.

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26 Traducido por Fanny Corregido por Sttefanye

I

nmunidad: un estado de tener suficientes defensas biológicas para evitar infecciones, enfermedades, o alguna otra invasión biológica. Es la capacidad del cuerpo para resistir que los microbios entren a él. Rapunzel leyó varias veces la definición hasta que se la supo de memoria. Con la SCID, definitivamente no tenía suficientes defensas contra invasiones biológicas. Trató repetidamente de recordar la conversación que escuchó entre su madre y el Dr. Henreich, pero no pudo recordar los detalles. Leyó sobre los diferentes tipos de inmunidad: la inmunidad adquirida por ser expuesto a ciertos gérmenes y bacterias en el mundo, y la inmunidad adquirida por recibir vacunas contra ciertos gérmenes y bacterias. Trató de recordar si alguna vez había sido vacunada pero no sabía. Sus dedos estaban sobre el teclado. Sabía que podría estar abriendo una puerta que era mejor tenerla cerrada, ¿o qué era esa cosa griega sobre la que leyó? ¿Caja de Pandora? Fane le había advertido. Sus dedos tocaron las teclas. Estaba cansada de ser la única que no sabía nada sobre su vida. Escribió “Finca Gothel”. En la búsqueda salió: ¿Quisiste decir Mansión Gothel? Hizo clic sobre las palabras subrayadas, sorprendida mientras páginas de enlaces salían. El Misterio de la Mansión Gothel. Mansión Gothel: ¿Mito o Realidad? Legado Embrujado de la Mansión Gothel. La Torre Fantasma de la Mansión Gothel. Casi todos los títulos sonaban sensacionalistas, con solo unos pocos que parecían apegarse a lo histórico. Tomando una vigorizante respiración, hizo clic sobre una que parecía evitar lo sensacionalista.

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La Mansión Gothel, construida a principios del año 1700 por el pionero Lawrence Gothel, no era nada más que una pequeña cabaña con dos habitaciones donde vivía él, su esposa, Clarisse, y sus ocho hijos cuando se mudaron al territorio del norte de California. Como renombrado comerciante de pieles, la suerte de Lawrence no se extendió a su familia. En menos de una década, desde que se mudaron, seis de sus hijos, junto con Clarisse, habían muerto.

Vaya, pensó Rapunzel. Qué horrible perder seis hijos y a tu esposa. Los dos hijos que le quedaban se casaron, pero solo uno tuvo un niño, un hijo. Este descenso de suerte continuó en la familia Gothel por más de un siglo, hasta la Fiebre del Oro en el 49, cuando Lucas Gothel se hizo rico. Construyó sobre la cabaña hasta que se convirtió en una gran casa. La enorme casa fue en vano. Lucas solo fue capaz de engendrar a un solo niño, un hijo llamado Frederick. Frederick era un genio financiero, y es por él que la familia ha prosperado en el medio siglo desde entonces. Frederick ató la fortuna de la familia en empresas rentables, incapaz de ser interrumpida por ninguno de sus descendientes, lo que ha asegurado la continua prosperidad de la fortuna Gothel para las muchas generaciones por venir. Actualmente, por primera vez, la casa es propiedad de un Gothel que no lleva su sangre. El último heredero, Nigel Gothel, se casó con Bonnie Higby, quien tiene un pasado cuestionable. Hubo cierta especulación en cuanto a la muerte prematura de los padres de Higby. Sin embargo, con evidencia inconclusa, a Higby no se le imputó ningún crimen. Gothel se casó con Higby, y luego murió en un accidente tres años después. De nuevo, Higby fue puesta bajo especulación, pero una vez más, no hubo evidencia que probara que tuviera algo que ver con la muerte de Gothel. Desde entonces, ha construido en la casa, a pesar de vivir ahí sola. Desafortunadamente, la pareja no tuvo ningún hijo, y con ningún otro heredero, la casa y fortuna ha sido dejada a Higby.

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Espera, ¿qué? Rapunzel leyó las últimas dos líneas de nuevo. “Sin hijos… vive sola”. Pero entonces, ¿quién soy? Higby, quien ahora lleva el nombre legal de Gothel, reside en la casa. Nunca se casó de nuevo, y queda por ver a quién le dejará la fortuna cuando muera. Rapunzel terminó de leer el artículo, el cual tenía unas cuantas imágenes de su casa, incluyendo una vista aérea. Las viejas imágenes mostraban una casa mucho más pequeña, y su torre definitivamente no estaba. Fue atrás y leyó la línea de nuevo: “…la pareja no tuvo ningún hijo”. Si estaba en lo correcto, Bonnie Higby era el nombre de su madre. Su madre quien tenía un pasado “cuestionable”. ¿Por qué nadie sabía sobre Rapunzel? ¿Era su nacimiento un secreto? Se sintió abrumada por lo que había leído. Entonces, ya que estaba así de lejos, decidió que muy bien podría seguir, hizo clic en el enlace llamado: El

Misterio de la Mansión Gothel. Puede que Shasta Country, California, no tenga un parque de diversiones adornado con ratones parlantes de grandes orejas, pero tiene algo mucho más siniestro. La Mansión Gothel. La Mansión Gothel ha tenido un largo legado de propietarios menos que sanos sobre los años, con la maldición sobre cada heredero de solo ser capaces de producir un hijo para seguir con el legado. Hasta ahora. Ahora la Mansión y la fortuna Gothel están en las manos de la acusada de asesinatos, Bonnie Higby. La boca de Rapunzel cayó abierta. ¿Asesinatos? Los padres de Bonnie Higby murieron cuando el gas en su hogar les causó asfixia. No hubo fuga. El horno había sido encendido, la luz piloto apagada. Bonnie parecía estar pasando la noche en la casa de una amiga. Parecía estar. Aunque nunca pudo ser probado que Bonnie mató a sus padres, hubo muchas sospechas y especulaciones. Había rumores de abuso por parte de los padres de Bonnie. Cuando se las arregló para enganchar al soltero codiciado Nigel Gothel, el mundo estuvo sorprendido. Cuando tres cortos

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años después de su matrimonio Nigel murió en un accidente de senderismo con su esposa en las Montañas de las Cascadas cerca de su hogar, una vez más, Bonnie se volvió una sospechosa. Sin embargo, sin testigos que probaran que él no se había resbalado como clamaba Bonnie, una vez más, fue liberada. Y ahí es cuando las cosas se pusieron realmente raras. Después de la muerte de Nigel, y aparentemente sin ningún otro heredero, la fortuna terminó en manos de Bonnie la Mala. O tal vez sería más apropiado llamarla Bonnie la Loca. Bonnie la Loca, quien vive como una ermitaña, consulta médiums, y lleva a cabo sesiones espiritistas. Ha habido rumores de brujería probablemente incursionada por ella. Entre todas sus actividades extracurriculares, Bonnie la Loca construye. Sí, es correcto. Construye. Siempre hay construcciones en la enorme mansión. Abundan los rumores de que la construcción es casi constante y también inútil. Un trabajador de construcción anterior, dijo que personalmente trabajó en unas escaleras que no van a ningún lado, y puertas que abren a paredes. “Y siempre”, dice, “son seis trabajadores en total”. Claramente, Bonnie la Loca está obsesionada con el número seis. Seis trabajadores en todos los equipos todo el tiempo, trabajando seis horas, seis días a la semana. Las puertas deben tener seis paneles, también ventanas, o ya sea seis paneles o seis ventanas por habitación. Todo debe ser medido en incrementos de seis. Por ejemplo, una habitación debe ser de doce, dieciocho, veinticuatro metros. Cualquiera que sea divisible en seis. Los techos son de doce metros. Y aquellos que no lo fueren se han modificado a un gran costo. El misterio más grande es la gran torre. Construida hace dieciocho años, se rumora que esta torre alberga a una chica, ¿tal vez la hija de Bonnie la Loca? Aunque no se sabe del nacimiento de ningún hijo de la mujer, más que del niño que abortó. Trabajadores han reportado haber visto una figura en la ventana alta en rara ocasión. Tal vez es un fantasma de una de las últimas esposas Gothel. Hay mucha especulación sobre ella, pero nada que haya sido corroborado, como los asesinatos de Bonnie la Loca.

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El estómago de Rapunzel se revolvió. Podría haber pasado todo el asunto por tonterías, si su madre no le hubiera dicho la historia sobre Vedmak. Si no hubiera visto la sala oscura de seises. Si no hubiera visto las escaleras y puertas. Si ella no fuera la chica fantasma. Cerró su computadora. Fane sabía todo esto, le había dicho que no buscara la casa en Google, lo que significaba que él sabía lo que iba a encontrar. Se puso de pie y salió de la alcoba. Su mirada atrapó el tazón de manzanas, el tazón en el que siempre se requería que hubiera seis manzanas. Fue a su habitación, pasó al baño, y por primera vez en su vida, vomitó.

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27 Traducido por Selene1987 Corregido por Sttefanye

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apunzel ignoró los repetidos mensajes que Fane le dejó en su página de Facebook. Estaba preocupado de nuevo. Ella lo sabía y se sentía mal. No podía enfrentarse a él, no ahora, no sabiendo lo que sabía. Ya era suficientemente difícil enfrentarse a su madre, fingiendo que todo estaba bien. Su madre sentía que algo estaba mal. —Te sientes enferma de nuevo, ¿no? Muy bien. Voy a cancelar mi viaje. —No —dijo Rapunzel rápidamente. Necesitaba un tiempo a solas—. De verdad, madre, me siento bien. —Sonrió ampliamente—. Solo estoy un poco preocupada por un examen que tengo próximamente. Utilizaré el tiempo que no estés para estudiar y todo estará bien. Lo prometo. Su madre la miró de reojo. Rapunzel se irguió y actuó lo más normal posible durante los próximos días hasta que su madre estuviera convencida de que estaba bien. El día antes del viaje, su madre sacó el tema de Cocinera. —Voy a darle días libres. No tiene sentido tener a alguien en la casa, extendiendo gérmenes innecesariamente. —Colocó un mechón de cabello de Rapunzel tras la oreja, acariciándolo como siempre lo hacía. —Es una buena idea —contestó Rapunzel, sin mencionar que había sido su propia idea originalmente. —¿Aún tienes el teléfono? —preguntó Gothel, al darse cuenta que no se lo había quitado anteriormente. —Sí. —Rapunzel intentó calmar su agitado corazón. ¿Se lo pediría su madre y vería sus mensajes con Fane?

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—Bien —dijo—. Asegúrate de cargarlo. Te llamaré cada noche. —¿A las seis? —preguntó Rapunzel con gracia, mordiéndose la lengua por el rencor. Su madre no comentó nada, simplemente respondió con una afirmación. Claro que no le pediría ver el teléfono. No tenía ninguna razón para creer que Rapunzel haría otra cosa con él. ¿A quién llamaría? Su madre se marchó después de asegurarse que Rapunzel estuviera repleta de comida. El día que se marchó, Rapunzel consideró quedarse en la cama todo el día. Estaba deprimida. Se obligó a salir de la cama y caminó hacia su única ventana. Era un domingo por la mañana en noviembre, y el cielo gris del exterior hacía juego con su estado de ánimo. No había visto a Angel en un par de semanas, y aunque se alegraba de que el pajarillo hubiera volado hacia el sur, echaba de menos a su único amigo, además de Fane. Pero también le había echado de su vida. Simplemente no esperaba que doliera tanto. Regresando a la sala principal, miró hacia la puerta, preguntándose si no estaba cerrada con llave. Estaba sola, después de todo, durante seis días. Podría ver el resto de la casa, ver por sí misma la locura de Bonnie Gothel. Dio la vuelta al pomo de la puerta… cerrado. Claro. Intentó recordar cómo Fane había abierto la puerta antes con el destornillador. No es que tuviera un destornillador. Y aunque lo tuviera, no estaba segura de que pudiera hacerlo. Se puso en cuclillas y examinó el picaporte. Los tornillos tenían una especie de x marcado en el centro. Se dirigió a su cocina y abrió el cajón de los utensilios. Entonces se miró a sí misma. Aún tenía puesto el pijama. No podía caminar por la casa en pijama. ¿Y por qué no?, pensó. No había nadie más aquí, ¿qué diferencia habría? De hecho, ¿por qué se vestía siquiera, solo para ver a su madre? Sin duda a su madre no le importaba cómo se veía. Buscó entre el contenido del cajón, intentando encontrar algo que funcionara. No tenía nada que fuera como la forma de la marca. Eligió un cuchillo afilado, preguntándose si la punta funcionaría. Regresando a la puerta, se arrodilló y colocó el cuchillo, girando lentamente. Su cabeza cayó, derrotada, pero se recuperó cuando oyó movimiento en el otro lado de la puerta. ¿Su madre había decidido quedarse en casa después de todo? ¿O Cocinera? ¿O era alguien más…? Se alejó de la

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puerta, sin estar segura de qué hacer mientras oía un ruido de arañazos contra la puerta. Su corazón latió salvajemente. Sujetó el cuchillo para defenderse, y entonces se dio cuenta de que si fuera su madre no podría explicar por qué sujetaba un cuchillo como si fuera un arma. Lo escondió tras su espalda mientras el picaporte empezaba a girar. Se apretó contra la pared, observando. La puerta se abrió lentamente. No era su madre. Su madre jamás entraría tan sigilosamente, o al menos, eso pensaba. El calor la inundó mientras sus nervios saltaban, y sujetó el cuchillo de nuevo. Un pie salió tras la puerta, el pie de un hombre, y se quedó sin respiración. —¿Rapunzel? El sonido de la voz de Fane seguido de su cabeza asomándose por la puerta trajo una ola de alivio en Rapunzel. Dejó caer el cuchillo y corrió, sorprendiendo a Fane quien había estado mirando a otro lado. Se lanzó contra él, casi empujándole al suelo. Sus brazos la rodearon mientras ella se aferraba a él desesperadamente. —¡Vaya, Rapunzel! ¿Estás bien? ¿Qué pasa? —La alejó de él lo suficiente para mirarla, viendo el pánico en su cara antes de abrazarla nuevamente—. ¿Qué ha pasado? Ella meneó la cabeza, dándose cuenta de lo ridícula que había sido, y se alejó de él, secándose las lágrimas de alivio en sus mejillas. —Nada. Lo siento. Solo… ¿por qué estás aquí? ¿Cómo has entrado? Él alzó una ceja. —¿Cómo crees? Y el por qué también debería ser obvio. —Dio un paso hacia delante y colocó las manos de ella en las suyas—. He estado preocupado por ti. ¿Por qué no has contestado ninguno de mis mensajes ni te has conectado a Skype? Pensé que quizás estabas enferma de nuevo. Pensé… Rapunzel meneó la cabeza y quitó las manos de las de él. Se dio la vuelta, sentándose en el sofá. Él la siguió, pero en vez de sentarse se puso en cuclillas frente a ella. —¿Qué es lo que pasa, Rapunzel? Quería mentir, decirle que no pasaba nada. Quería decirle que se marchara y que no regresara jamás. Pero no podía. Lo miró, abrumada por

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cuánto le había echado de menos. Quería pedirle que la sacara de esta torre y la escondiera de su loca realidad en su lugar. —Pensé que entraba alguien —dijo—. Estaba asustada. —Lo siento mucho. Te dije que iba a venir, pero quizás… supongo que no has leído mis mensajes, ¿no? Rapunzel negó. Cuando Rapunzel no dijo nada, continuó: —Supuse que no querías que viniera, pero quería asegurarme que estabas bien. Siento haberte asustado. Debería… debería irme ya. —Se puso de pie y se dirigió a la puerta. Debería dejarle marchar. —¡Espera! —dijo cuando él abría la puerta. Se dio la vuelta—. No te vayas. Por favor. —¿Estás segura? —preguntó. Asintió, y él dio la vuelta para sentarse junto a ella. —¿Estás enfadada conmigo por algo? —preguntó. Su boca cayó abierta. —Claro que no. ¿Por qué estaría enfadada contigo? —Bueno, no has contestado ninguno de mis mensajes, y pareces… un poco distante, supongo. Ella tragó y decidió contárselo. —He buscado en Google algunas cosas —empezó. La cara de él cambió, el entendimiento cruzó sus ojos. —¿Has buscado en Google tu casa? —preguntó. Ella asintió—. No deberías haberlo hecho, Rapunzel. El Internet está lleno de mentiras e historias que la gente se inventa solo para hacer que la gente las lea. Rapunzel negó tristemente, mirando sus manos empapadas. —No todas eran mentiras, Fane. Lo sabes tan bien como yo. —Cuando no dijo nada, dijo—: Puedes irte si quieres. Debes pensar…

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—¿Debo pensar qué? —Ella lo miró de nuevo—. Rapunzel, toda esa mierda no es nada nuevo para mí. ¿Recuerdas cuándo me dijiste por primera vez quién eras? —Ella asintió—. No te creí porque creía todo eso. Pero ahora sé que no eres un fantasma. Es entonces cuando me imaginé que todas esas historias tenían que ser falsas. —¿Crees que son falsas? Se encogió de hombros. —Bueno, algunas tienen que serlo. ¿Verdad? —No lo sé —dijo ella honestamente—. Hay cosas… es decir, es cierto todo lo de la construcción, y las escaleras y las puertas que no van a ninguna parte. Y los seises. Ya viste la habitación. Pero hay más. —Fane esperó—. No pensé en nada de eso hasta que leí las historias. —Se puso de pie y caminó hacia el bol de manzanas, tomando una—. Se me pide siempre mantener seis manzanas aquí. Viene cada noche a las seis para cenar. Tengo seis tenedores, cucharas y cuchillos en el cajón. Seis vasos en la vitrina, y seis platos y cuencos. Si está en la ciudad, todo lo del frigorífico y la despensa está en múltiplos de seis. —Se detuvo al venirle un nuevo pensamiento—. Ha estado fuera de la ciudad dos veces… seis días cada vez. Fane se puso de pie y cruzó la habitación, llevándola a sus brazos de nuevo. No se había dado cuenta de lo mucho que temblaba hasta que él la sostuvo. —¿Qué puedo hacer? —preguntó. —Ayúdame a descubrir la verdad —dijo. —Está bien. Puedo hacer eso. O intentarlo, de todas maneras. Rapunzel se relajó contra él. —¿Rapunzel? —¿Sí? —¿Por qué hay un cuchillo en el suelo cerca del sofá? Rio secamente. —Estaba intentando utilizarlo para salir de la habitación —dijo—. Y luego era mi defensa cuando te oí fuera de la puerta.

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La risa de Fane retumbó en su oreja. —¿Planeabas arañarme con eso? Lo alejó. —No te burles de mí. —Tenemos que conseguirte un arsenal mejor —dijo Fane—. No habrías salido, Rapunzel. No solo el picaporte estaba cerrado, el gancho tenía un pestillo. Rapunzel pensó en eso, en lo que significaba. Había estado encerrada de verdad. ¿Por qué? De repente recordó que aún estaba en pijama. La vergüenza la inundó y se llevó las manos a las mejillas. —¿Qué? —preguntó Fane ante su gesto. —Ahora regreso —dijo, dándose la vuelta y corriendo hacia su habitación. Cerró la puerta y se vistió rápidamente, se lavó los dientes y se cepilló el cabello, maldiciendo todo el tiempo que hacía falta para domesticar la cantidad de cabello. Se sintió mucho mejor cuando regresó a la sala. —¿Cómo supiste que era seguro venir a la casa? —preguntó Rapunzel. —Observé cuando tu madre se marchaba. —Oh. —Había estado preocupado de verdad, decidió. Que alguien se preocupara tanto por ella hizo que una pequeña ola de calor brotara de su pecho—. ¿Viste a alguien más? —No. No había más autos aquí, de todas maneras. Si hay alguien aquí, no estaba en ninguno de los lugares por los que pasé. —Mi madre me dijo que iba a darle días libres a Cocinera mientras estuviera fuera. Supongo que no habrá nadie en toda la semana. Eso significa que podemos explorar más la casa. —¿Segura que quieres hacer eso? Asintió. —Necesito descubrir todo lo que pueda.

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28 Traducido por Jessy Corregido por Sttefanye

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sta debe ser parte de la casa original.

Se habían arrastrado por las escaleras y habían caminado por la casa un poco antes de determinar que estaban solos. La alarma estaba instalada en las puertas. El silencio les dio la bienvenida en cada habitación. Rapunzel pasó una mano por la pared de troncos en la habitación a la que acababan de entrar. El techo aquí era más bajo que en el resto de la casa. Se veía muy parecido al interior de una vieja cabaña de madera, así que creía que probablemente tenía razón. Aparte de una vieja estufa a leña ocupando la mayor parte de la esquina y una chimenea cubierta con una pantalla de metal, la habitación estaba vacía. —Dejó esta parte de la casa intacta —dijo Rapunzel—. Me pregunto por qué. —Debe haber sido dejada de esta manera por sus dueños anteriores — dijo Fane—. Construyeron alrededor de esto. Ella no es la primera en haber construido sobre la casa original. Es la única que, ya sabes, se le fue la mano. —¿Cuánto de la casa estaba aquí cuando ella se mudó? —No estoy seguro —dijo Fane—. Pero seguramente podemos averiguarlo. Rapunzel prestó mucha atención a cada detalle de cada lugar en el que habían estado, lo que consistía en aproximadamente veinte habitaciones hoy antes de llegar a la habitación de madera. Cada habitación estaba construida con seis paneles de ventanas, seis paneles en las puertas, y seis bombillas o fuentes en cada luminaria en cada habitación. A excepción de esta parte de la casa. Entre más miraban, más preguntas tenía. ¿Quién era esta mujer que era su madre? Se sentía como una completa extraña.

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—Mira esto —gritó Fane desde la otra habitación. Rapunzel pasó por una pequeña puerta que guiaba hacia lo que debió haber sido el dormitorio original de la cabaña. Una cama de troncos cubría casi todo el espacio. Un gran edredón de color rojo cubría un colchón lleno de bultos. En el medio del edredón yacía una pequeña colcha de bebé. Aunque el gran edredón se veía claramente envejecido, la colcha de bebé no parecía tan vieja. La tela de color rosa decolorado cubierto con elefantes indicaba que no era tan nueva, pero definitivamente no tan vieja como la tela roja. Mirando hacia la colcha, una sensación extraña de déjà vu golpeó a Rapunzel. Se acercó y la agarró. Antes de darle vuelta supo lo que vería en la parte trasera, tela verde con capullos de color rosa. —Creo que esta debe haber sido mi manta de bebé —dijo—. La recuerdo. —Lo dudo —dijo Fane. Lo miró inquisitivamente y él señaló la esquina inferior—. Tiene bordadas las iniciales S.R. —Oh. Entonces, tal vez no. Pero la recuerdo, así que quizás era de alguien más y luego mi madre la utilizó para mí. —Quizás —admitió él—. Me pregunto quién es S.R. —No tengo idea —dijo—. Salgamos de aquí. —Extendió la manta de vuelta en la cama, tratando de ponerla en el mismo lugar ya que era el área sin polvo. El resto de la casa se mantenía muy limpia, pero estas dos habitaciones de la cabaña original estaban un poco polvorientas. Cuando se dio la vuelta para seguir a Fane fuera de la habitación, sus pies chocaron con algo debajo de la cama. Se agachó y vio un viejo baúl bajo la cama—. Fane, espera. Él volvió a la habitación, arrodillándose para ver lo que miraba. —Anotación —dijo con una sonrisa. Una hora más tarde seguían sin poder abrirlo. El baúl era viejo, pero la cerradura era nueva y muy resistente. —No creo que consigamos abrirla. —No hoy, de todos modos —dijo Fane.

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—¿Qué quieres decir? —No tenemos las herramientas adecuadas —respondió. Empujaron el baúl de vuelta debajo de la cama y salieron de la habitación. —¿Cuántas habitaciones tiene este lugar de todos modos? —dijo Rapunzel mientras serpenteaban por otro pasillo. Esta parte de la casa también había sido restaurada, aunque sin duda era más antigua que las partes donde habían estado previamente, y polvorienta como las habitaciones de madera. —No estoy seguro —dijo Fane—. Nadie parece saberlo de forma exacta. El rumor es que alrededor de ciento cincuenta, pero no sé qué tan cierto es eso. Rapunzel dejó de caminar. —¿Ciento cincuenta? Fane también se detuvo y volvió hacia ella. —Es solo un rumor, Rapunzel. —Pero seguramente es verdad, ¿cierto? ¿Al igual que todos los otros rumores? —El pánico subió a su garganta. —Me sorprende que tu mamá te dejara, sabes, con Acción de Gracias y todo eso. —¿Qué? —El extraño comentario de Fane la hizo olvidar el número de habitaciones. —Jueves. Es Acción de Gracias. Rapunzel no se había dado cuenta que ya era Acción de Gracias. Pero él tenía razón. El dolor serpenteó alrededor de su corazón ante el hecho de que su madre se fuera con las fiestas esta semana. Habían pasado cada Acción de Gracias juntas. Ni siquiera le había dejado un pavo a Rapunzel. —No me había dado cuenta que era… —Lágrimas llenaron sus ojos y parpadeó para retenerlas, negándose a llorar en frente de Fane. Pareció que él las vio de todos modos y dio un paso más cerca. —Lo siento. No quería hacerte llorar.

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—No eres tú —dijo, sonriendo a través de las lágrimas—. Es ella. Ella fue la que se fue. Madre siempre le daba mucha importancia a las fiestas, diciéndome que esta era la más importante porque teníamos mucho que agradecer. Fane puso el brazo a su alrededor, y ella intentó no sentir lástima por sí misma cuando se apoyó en él. —Deberías venir a mi casa —dijo él. —¿Qué? —sollozó. —El jueves. Ven a mi casa para Acción de Gracias. —No puedo hacer eso —dijo—. No conozco a tu familia. —Y nunca lo harás si no te reúnes con ella —dijo—. Vienen algunos familiares, pero será divertido. —Dudo que tu familia quiera que vaya. Ni siquiera les has preguntado. —Te garantizo que mi mamá amará tenerte ahí. La conozco lo suficiente para saber eso. Ella es de las personas que les gusta tener grandes grupos de personas durante las fiestas. —¿Grandes grupos? —preguntó Rapunzel, con la voz temblorosa. —Más pequeño que el grupo en la fiesta de Halloween. —Entonces, como si recordara lo que vino después de la fiesta, dijo—: Tal vez esa no es tan buena idea. Quiero decir, te enfermaste después de esa. No quiero que te enfermes otra vez. —Fane —dijo ella. Sus hombros cayeron, y le sonrió—. No pretendo vivir el resto de mi vida dentro de mi torre. —¿Qué quieres decir? —Quiero decir, he pensado mucho sobre ello. ¿Quiero quedarme encerrada en mi habitación durante los próximos cincuenta o setenta años solo para permanecer saludable? ¿O quiero vivir? Prefiero vivir dos años que vivir cientos dentro de la torre. —Rapunzel, no digas eso. No puedes… —Por supuesto que puedo —lo interrumpió—. Simplemente no puedo aún. No puedo tomar mis propias decisiones hasta que tenga dieciocho, que

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es en siete meses. Quizás mi madre se enojará y me eche después de eso. Es increíblemente egoísta de mi parte, lo sé, pero… —Espera, ¿por qué es egoísta? Rapunzel se mordió una uña mientras se debatía en decírselo a Fane. Había una buena posibilidad de que él nunca regresara si se lo decía. También había una buena posibilidad de que se quedara. Después de todo, sabía sobre el resto de la locura, y todavía estaba allí. —Volvamos a mi habitación —dijo ella—. Nos prepararé almuerzo y luego te contaré una historia. —¿Qué tipo de historia? —¿Crees en profecías? —le preguntó. Él no respondió, pero la siguió cuando se dirigió de regreso a su habitación.

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29 Traducido por Veroonoel, Flochi, âmenoire90 y Shilo Corregido por Aniiuus

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ane escuchó sin interrupciones mientras le relataba toda la historia bizarra que su madre le había dicho. Sonaba incluso más extraña para ella mientras la decía en voz alta. Aun así, se la contó exactamente como se la había relatado a ella. Cuando terminó, él se sentó en silencio. Ella se puso nerviosa, preguntándose si se había dado cuenta en la loca situación en la que se encontraba. Más loca de que lo que incluso había sospechado. —Entonces, ¿qué piensas? —preguntó. —Creo que la Twilight Zone13 existe. —¿Twilight Zone? —preguntó Rapunzel—. ¿Como en los libros? Eso trajo una pequeña sonrisa de Fane. —No, no los libros. No hay vampiros brillantes en esta historia. Al menos aún no. Rapunzel suspiró. —Me crie creyendo su historia, aunque no tenía todos los detalles de por qué lo creía. Solo lo acepté como verdad. Ahora… no sé. Parece un poco… descabellado. Fane se encogió de hombros.

Twilight Zone: conocida en Hispanoamérica como La dimensión desconocida, y en algunos países de América como La quinta dimensión. Fue una serie de televisión estadounidense, en la cual en cada capítulo se recreaba un relato de fantasía, terror o ciencia ficción, a menudo rematado por un final sorprendente. 13

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—Realmente no puedo elegir una de las dos opciones. Nunca antes he hablado con un psíquico o un profeta o lo que sea, incluso nunca consideré si son reales o no. Quizás deberíamos investigarlos. O encontrar a una e ir a verla. O verlo. Rapunzel se volvió con ojos preocupados hacia él. —¿Y si confirman lo que me dijo? —¿Y si no lo hacen? —Sí —dijo Rapunzel—. ¿Y si no lo hacen? Eso significa que mi vida entera ha sido una mentira. No sé qué sería peor. Fane asintió. —Desearía que hubiera una respuesta fácil para ti, Rapunzel. Parece que mientras más descubrimos, sabemos menos. —Exactamente —dijo—. Desearía solo poder preguntarle a mi madre, pero si lo hago, estará enojada conmigo. —Bueno, entonces averiguaremos lo que podamos, para que cuando le preguntes al menos sepas qué preguntar. Los ojos de Rapunzel se llenaron de lágrimas de nuevo. No sabía qué le pasaba que sentía muchas ganas de llorar últimamente. Fane se sacudió ante las lágrimas. —Uh… estás… quiero decir, ¿dije algo malo? ¿Te hice llorar? Rapunzel se rio a través de las lágrimas. —No. No sé por qué sigo llorando. Definitivamente no eres tú. Al menos, no de una mala manera. ¿Qué haría sin ti, Fane? Si no te hubiera conocido, probablemente todavía estaría aquí sentada en mi torre, contenta con mi no-vida. —No sé si debería disculparme, o… —No te disculpes. Por favor. Estoy agradecida.

* * *

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Para cuando llegó el jueves, Fane y Rapunzel habían explorado mucho más de la casa. Fane no tenía clases porque estaban de vacaciones, y Rapunzel se puso al día con su tarea en línea rápidamente con su ayuda. Fane le había traído un destornillador y una dura regla plana del grosor de un papel y le enseñó cómo quitar la manija de la puerta, y cómo deslizar la regla en el espacio entre la puerta y el marco para levantar el pestillo. —¿Ves? Es bastante fácil. Ahora inténtalo tú. Espera, déjame salir y volver a engancharla. Ahora podía salir de su habitación cuando quisiera. Se sentía mucho más segura. Estar encerrada le asustaba con la sala quemada de seises dos pisos más abajo. Rapunzel salió de la cama el jueves con los nervios zumbando. No estaba preocupada de si se podría enfermar de nuevo. Estaba preocupaba de cómo la recibiría la familia de Fane. No tenía idea de cómo comportarse en un entorno social. La fiesta de Halloween había sido bastante fácil porque con la música a todo volumen, no se requería mucho de ella. Tenía la sensación de que no habría música a todo volumen hoy. Decidió usar la única falda que tenía. La había usado una vez cuando la había conseguido. No tenía una razón para haberla conseguido, solo el deseo de tener una. Sin embargo, era muy inconveniente usarla solo para pasar el tiempo en sus habitaciones. Ya que no tenía que bajar por la escalera hoy, imaginó que podría usarla. Se encontró con Fane abajo. Se sentía diferente esperarlo en la gran sala de estar en lugar de escondiéndose en su torre. Se sentía como si estuviera protagonizando una de esas películas que había estado mirando donde el héroe recoge a la heroína para una verdadera cita, algo que nunca había experimentado. Supuso que la fiesta de Halloween podría ser considerada como una cita, pero aun así. Algo sobre no tener que descender por la escalera lo hacía sentir más como una verdadera cita. Por supuesto, aún tendrían que dirigirse a través del túnel oscuro. Que ya no le asustaba dado que habían pasado por allí un par de veces. Ahora se sentía… familiar. —Vaya. Rapunzel se sobresaltó y se dio la vuelta ante el sonido de la voz de Fane detrás de ella. No lo había oído entrar. Sus ojos recorrieron su cabello, el que había envuelto en una trenza al estilo de una corona, luego usado unas

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pocas trenzas finas para dirigir desde la corona hasta la gruesa trenza que le recorría la espalda. Su mirada luego cayó al suéter azul encima de la falda blanca. Llevaba zapatillas blancas. Sabía que probablemente no era lo que la moda dictaba que usara con un suéter, pero no tenía nada más aparte de pantuflas y chanclas. El clima frío le quitaba toda posibilidad de llevar chanclas. Sus ojos viajaron de regreso a su cabello, y Rapunzel sintió que su rostro se ruborizaba ante la mirada de sus ojos. —Te ves hermosa —dijo, sus palabras cargadas con sentimiento y un poco asombradas. Su sinceridad se sintió más dulce entonces que cuando se burlaba de ella sobre ser “atractiva“. Quiso echarse a reír y descartar sus palabras como hacia generalmente, pero esta vez no pudo. Fane dio un paso hacia delante y tomó su mano en la suya, su mirada fija en la de ella. Llevó su mano a sus labios, el gesto de alguna manera más íntimo que todas las veces que lo había hecho antes, más íntimo que los besos que habían compartido. —Creo que deberíamos quedarnos aquí el día de hoy, así no tendré que compartirte con nadie —dijo sonriendo. Pero sus palabras tenían un tono serio. —¿No es una fiesta importante para las familias? Fane gruñó. —Sí, supongo que mamá nunca me perdonaría si no aparezco. —¿En serio? —Rapunzel estaba fascinada. ¿Su madre le guardaría rencor por siempre por perder un día con la familia? Fane se echó a reír. —No, no en serio. Se enojaría, pero lo superaría. Sin embargo, no quiero lastimarla, por lo tanto asistiré. ¿Dónde está tu máscara? Rapunzel se encogió de hombros. —No quiero usarla. Los ojos de Fane se llenaron de preocupación. —Pero, Rapunzel, estás enferma. ¿Qué pasa si…? —Por favor, Fane, no quiero conocer a tu familia así. Quiero ser… normal.

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—Lo normal está sobrevalorado —murmuró. Sin embargo, en sus ojos había cierto tipo de comprensión. No discutió más. La ayudó a ponerse el viejo abrigo de su madre, después la condujo de la mano a través de la casa y el túnel caminando lentamente a través del invernadero para darle tiempo a que admirara y tocara todas las flores y plantas. El aire de afuera era frío con nubes oscuras bajas. El auto seguía siendo un poco aterrador incluso con su mano fuertemente aferrada a la de Fane. Detuvo el auto en la entrada de una casa similar a la que habían ido para Halloween. Solo que en lugar de estar llena de calabazas talladas, había unas pocas sin tallar en el porche delantero sobre un fardo de heno. Un animal de peluche parecido a un pavo sonriente con un sombrero de peregrino también estaba puesto allí. Fane se estacionó y abrió la puerta del auto para ella. Rapunzel pudo sentir la tensión en su agarre y se dio cuenta que estaba preocupado por ella. Por lo contrario, ella se encontraba sorprendentemente en calma. No quería enfermarse de nuevo pero no podía encontrar en su interior preocupación al respecto. Había decidido que lo que sea que el destino le tuviera reservado ocurriría si usaba la máscara o no. Después de todo, ¿no se había enfermado mientras llevaba puesta una? Él volvió a tomar su mano y la condujo a la puerta principal. Abrió la puerta y un increíble aroma salió a su encuentro, envolviéndola. Reconoció el aroma a pavo, pero había otros olores desconocidos. Olía delicioso. Había esperado que se escuchara el ruido de muchas personas, pero parecía bastante tranquilo, aparte de alguna música baja reproduciéndose. Se preguntó si era una tradición estar en silencio en Acción de Gracias. La habitación en la que se encontraban era similar a la sala de Rapunzel con dos sofás, una mesita de café, y un comedor. Sin embargo, la habitación tenía un gran televisor que ocupaba la mayor parte de la pared, una estantería llena de DVDs y vídeo juegos. —¡Mamá! El grito de Fane asustó a Rapunzel. Una mujer llegó de alguna parte del fondo de la casa y entró a la sala. Era alta y delgada, y sus ojos eran del mismo marrón dorado que los de Fane. Tenía cabello rojo recogido en un moño desordenado en la parte posterior de su cabeza. Usaba un delantal con un pavo de aspecto asustado dentro de un horno estampado en el frente y las

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palabras: “Bien, ¿quién fue el sabiondo que me dijo que esta era el sauna?" debajo. Su aspecto joven sorprendió a Rapunzel. Era muy bella. —Rapunzel, esta es mi madre. Mamá, Rapunzel. La mujer le tomó la mano, como para estrechársela, pero luego encerró la mano de Rapunzel con la otra de modo que fue un gesto más íntimo. Sonrió con calidez. —Hola, Rapunzel. Gran nombre. Por cierto, mi nombre es Beth. —Lanzó una mirada entrecerrada hacia Fane cuando dijo eso, como para recordarle de sus malos modales—. Bienvenida a nuestra casa. Estoy tan feliz de que vineras. Rapunzel no pudo evitar devolverle la sonrisa a la madre de Fane. Todo en ella, desde su sonrisa y ojos hasta su lenguaje corporal, añadía sinceridad a sus palabras. —Gracias por invitarme —dijo. —¿Fane dijo que tu mamá tuvo que salir de la ciudad por una emergencia familiar? —Lo expresó en forma de pregunta, y Rapunzel miró a Fane, agradecida por no tener que tratar de inventar su propia excusa. —Sí. —Eso es muy malo. Esperemos que todo salga bien. —¿Dónde está papá? —preguntó Fane. —Fue a recoger a la abuela y al abuelo. Estarán en casa pronto. —Voy a mostrarle a Rapunzel mi habitación —dijo Fane, tomándola de la mano y guiándola hacia un pasillo. —Deja la puerta abierta —canturreó su mamá mientras se iba por la puerta por la que acababa de entrar. Fane puso los ojos en blanco, sonriéndole a Rapunzel como si ella debería ser parte de la broma, pero no lo entendía. Rapunzel siguió a Fane por un estrecho pasillo. Los techos eran mucho más bajos que cualquiera de los techos de su casa, excepto en la zona donde estaba la casa original. Luchó un par de veces contra el impulso de agacharse. Se sentía casi claustrofóbica. Él abrió la puerta de su habitación y dio un paso atrás para que entrara por delante de él. Su habitación era muy diferente a la de Rapunzel. Una estrecha cama cubierta con una colcha azul oscura salpicada en blanco se encontraba contra

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la pared opuesta. Sus paredes estaban cubiertas de carteles de grupos de personas, películas y un par que mostraba guitarras. Un armario en la esquina contenía algunos trofeos en la parte superior y una pila de libros. Su mochila estaba en el suelo junto a la cómoda. —Ups. —Se lanzó frente a ella y cerró la puerta del armario, lanzándole una avergonzada sonrisa. Sobre la mesa estaba su computadora donde probablemente se habían conocido a través de Facebook y donde hablaba por Skype con él. Echó un vistazo al área detrás de su computadora. Su cama estaba detrás de ella, y un par de los carteles en la pared de encima. No había mirado lo suficientemente cerca como para notar los carteles, probablemente porque siempre mantenía su mirada tan intensamente en él. —¿Quiénes son las personas en los carteles? —preguntó. —Las bandas que escucho —dijo—. Esta es Linkin Park, mi favorita. ¿Los conoces? —No. —Bueno, eso es solo una farsa —bromeó sarcásticamente. Se acercó a una caja blanca que tenía altavoces con un objeto cuadrado más pequeño puesto en la parte delantera—. IPod —dijo, señalando al pequeño cuadrado— . Contiene toda mi música. Pensó que era extraño que algo tan pequeño pudiera contener toda su música. No debía tener mucha. Apretó un botón un par de veces y la música estalló en la habitación. Rápidamente giró el dedo por la parte frontal del mismo y el volumen disminuyó. —Toma asiento —dijo, señalando la silla de escritorio con ruedas—. Te va a encantar esto. —Señaló el iPod. Ella se sentó en la silla y él se sentó en la cama. Giró la silla hacia él, sintiéndose tímida al estar sentada en su habitación. No estaba segura de por qué debía estarlo. Había pasado un montón de tiempo a solas con él en sus habitaciones. Solo que había algo acerca de estar aquí, en su habitación. —¿Nerviosa? —preguntó. Ella asintió. —Es más tranquilo de lo que pensé que sería —admitió.

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—Solo espera. Una vez que todas las tías, tíos y primos vengan, estarás deseando la tranquilidad. Disfrútalo mientras puedas. El estómago de Rapunzel se tensó ante sus palabras. —¿Cuántos vienen? —Vamos a ver —dijo, volviendo la mirada hacia el techo y contando con los dedos—. Creo que probablemente alrededor de treinta. La boca de Rapunzel cayó abierta.

—¿Treinta? Fane se encogió de hombros como si no fuera un número gigante. —Mis padres son los únicos en la familia que tuvieron solo un hijo. Mi papá tiene dos hermanos, y mi mamá tiene un hermano y dos hermanas. Los hermanos de mi papá tienen tres y cuatro hijos, las dos hermanas de mamá vienen y ellas tienen tres y cinco hijos. Los padres de mi papá y el papá de mamá, más nosotros cuatro; eso es aproximadamente como treinta personas, ¿verdad? La cabeza de Rapunzel daba vueltas por los números. No podía empezar a contarlos basada en su discurso. —¿Cómo voy a recordar sus nombres? —murmuró. —Mi mamá pensó en eso —dijo Fane. Rapunzel se sonrojó; no había querido decirlo en voz alta—. Les está haciendo a todos etiquetas con sus nombres que también muestran cómo están emparentados. Debería ser interesante de ver si mis primos en realidad se quedan con las correctas puestas. —Fane se rio. —Oh —dijo Rapunzel, abrumada. Prefería ser un poquito más invisible, no tener a todos haciendo algo inusual para adaptarse a ella. —Mi abuela, la mamá de mi mamá, murió hace un par de años. Ha sido bastante duro para el abuelo, así que no te sorprendas si los ves llorando de vez en cuando. —Luego, como si acabara de pensar en eso preguntó—: ¿Tienes abuelos? —No. —Rapunzel sacudió su cabeza—. Si las historias que leímos son ciertas, los padres de mi madre murieron en circunstancias sospechosas, y los padres de mi padre murieron antes inclusive de que se casara.

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—Oh. Sí. Claro. —Fane sonó arrepentido de preguntar, pero Rapunzel estaba atrapada por sus palabras. Nunca antes había pensado realmente en su padre. Jamás había cuestionado su existencia, o su falta de existencia, hasta que leyó acerca de él en los artículos. Parecía extraño que hubiera un hombre que la hubiera engendrado, que hubiera sido una gran parte de su vida si hubiera vivido. Se preguntó si realmente se había resbalado por ese acantilado, o si… —¿Estás bien? —Fane se inclinó hacia delante, mirándola con preocupación. —Me acabo de dar cuenta que tengo, o tuve, debería decir, un padre. Y abuelos. —Sí, supongo que sería extraño que no hubieras sabido nada de él. O ellos. —Sonrió y tomó su mano en la suya—. Vas amar a mis abuelos. Y ellos te amarán también. Rapunzel miró sus manos. Fane acariciaba el dorso de su mano ociosamente. Su mano era más grande, más oscura, comparada con sus dedos delgados, pálidos y frágiles. Aunque estaba segura que el gesto no significaba mucho para él, le hacía cosas graciosas a su vientre. —Entonces, ¿por qué tus padres solo te tuvieron a ti? —preguntó, su voz temblando. Fane se encogió de hombros. —Mi mamá casi murió cuando me tuvo. Tuvo una apoplejía cuando yo solo tenía seis meses. Se las arreglaron para mantenerla embarazada por un par de semanas, pero luego me tuvo. Solo pesé seiscientos ochenta gramos. —¿De verdad? Fane levantó y flexionó un músculo del brazo, impresionantemente, y bromeó: —De un debilucho de seiscientos ochenta gramos a un Hulk de ochenta kilos en dieciocho cortos años. —Rapunzel no podía apartar la mirada de su brazo. Finalmente lo bajó—. Después de eso, le dijeron que era demasiado arriesgado tener otro bebé. Podría haber muerto. Mi papá dijo que no valía la pena el riesgo. Así que solo estoy yo. —¿Extrañas tener hermanos?

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Sacudió la cabeza. —Soy bastante cercano a mis primos. Además, tengo un montón de amigos. Por lo tanto, nunca extrañé tener hermanos o hermanas. Además, casi siempre me salgo con la mía dado que no hay nadie que discuta conmigo. Rapunzel pensó acerca de eso. —Tampoco tengo a nadie con quién discutir, pero no me salgo con la mía. Todo es como dice mi madre. Fane asintió. —Tu vida es un poco diferente de la mía, ¿no? —¿Tú crees? —dijo Rapunzel, usando una de las frases de Fane. Se miraron y se rieron. —El mundo es un lugar más pobre por no tenerte en él, Rapunzel. Es una pena tenerte encerrada en esa torre. —Gracias —dijo, sintiéndolo de verdad. Al menos una persona en el mundo real era consciente de ella.

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30 Traducido por Fleurence20 Corregido por Aniiuus

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o pasó mucho tiempo para que Rapunzel descubriera que Fane tenía razón sobre el ruido. Tan pronto como llegaron sus familiares, se tornó muy ruidoso en su casa.

—Oye, Rapunzel, ¿cuándo vas a deshacerte de este imbécil y salir con un hombre de verdad? Rapunzel miró a Kevin, el primo de Fane. No era la primera vez que hacía un comentario similar. Había estado coqueteando con Rapunzel acerca de salir con él desde que había llegado a la casa. Tenía la misma edad que Fane, mayor por dos meses, un hecho que nunca dejaba a Fane olvidar. —Deberías salir con un hombre de verdad, como yo —continuó. —No estoy saliendo con Fane. Solo somos amigos —le dijo. Kevin golpeó Fane en el hombro. —¿Qué te pasa, hermano? Tienes una chica hermosa como ésta dando vueltas, ¿y no estás saliendo con ella? Debes estar loco14. ¿Ves de lo que estoy hablando, Rapunzel? Si te vas con un hombre de verdad, como yo, no duraría en salir contigo. Rapunzel miró a Fane, su mandíbula apretada y una mancha de color rojo en la mejilla. ¿Estaba enojado con Kevin por insinuar que él debería estar saliendo con ella? La atención de Rapunzel fue apartada de Fane y Kevin por Ava y Liv, las primas de once y doce años de edad, que estaban trenzado la parte posterior de su cabello. Tan pronto como habían llegado a la casa y vieron su cabello, gritaron de alegría y le suplicaron que les permitiera trenzarlo. Se dejó la trenza en 14

Loco: En el original.

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forma de corona, pero aflojó la que colgaba en la espalda, la cual estaban trenzando en un montón de trenzas pequeñas. Ahora estaban tomando las trenzas pequeñas y girándolas en una sola trenza por su espalda. Su madre, Sandy, entró en la habitación. —¿Todavía están torturando el cabello de Rapunzel? —preguntó a las chicas. Las chicas la ignoraron por completo, pero Rapunzel sonrió a la tía de Fane. —Está bien. No me importa. Se siente un poco agradable tener a alguien más peinándome por una vez. —¿Peinas tu propio cabello? —Sandy pareció sorprendida. —Sí, mi madre lo hizo cuando era pequeña, por supuesto, pero no lo ha hecho desde hace varios años. Normalmente yo simplemente lo recojo en una sola trenza para que no arrastre en el suelo. —Nunca he visto el cabello tan largo en una persona tan joven —dijo Sandy—, de hecho, no creo haber visto un cabello tan largo en cualquier persona de cualquier edad. Rapunzel no estaba segura de cómo responder a eso, así que se limitó a sonreír. —¿Podemos poner cintas en tu cabello? —preguntó Ava. —¿Dónde crees que vas a conseguir cintas en una casa que tiene solo un adolescente y no hay chicas jóvenes? —preguntó Sandy. —No me sorprendería si Fane usara cintas en el cabello —intervino Kevin—, ya que no es aún lo suficientemente hombre para pedirle a una chica una cita decente. En ese momento, Fane abordó a Kevin por la cintura, tirándolo al suelo. Rapunzel se paró alarmada, pero David, el tío de Fane, caminó tranquilamente en la habitación y dijo: —Háganlo afuera, chicos. Kevin se echó a correr, golpeando la puerta delantera, Fane pisándole los talones. Todos se apresuraron a las ventanas delanteras para ver el espectáculo, riendo y haciendo apuestas sobre quién ganaría. Rapunzel no

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estaba segura de qué hacer con toda la situación. ¿No estaban asustados de que uno lastimara al otro? Pero cuando miró por la ventana vio que Fane y Kevin reían mientras luchaban. Finalmente, Fane quedó a horcajadas sobre Kevin, sosteniendo los brazos sobre su cabeza. Kevin riendo mientras gritaba: —¡Tío! ¡Tío! Rapunzel miró a los tíos, sorprendida de que ninguno de ellos hiciera caso a su llamado. Fane se paró, extendió una mano hacia abajo para ayudar a Kevin a ponerse de pie. Kevin pasó un brazo alrededor del cuello de Fane, frotando la parte superior de la cabeza con los nudillos. Justo en ese momento, Kevin y Fane, se detuvieron y miraron hacia el cielo. —¡Está nevando! —gritó Kevin. Los ojos de Fane llegaron a Rapunzel, y él le sonrió. En aquella mirada que ella supo que él entendía que nunca antes había estado afuera en la nieve. —Sal —articuló Fane, haciéndole un gesto. En cuestión de segundos la casa se había vaciado de casi todas las personas, ya que todos estaban afuera, mirando hacia el cielo y los copos cayendo a la deriva. Fane llegó a Rapunzel y tomó su mano entre las suyas. Su mano estaba helada. Una mirada de preocupación cruzó su rostro. —Probablemente no deberías estar aquí. Te vas a enfermar —dijo. Antes de que pudiera responder, Beth sacó la cabeza por la puerta. —Todos ustedes entren aquí, salgan del frío. La cena está lista. Eso trajo una alegría, sobre todo de los hombres, y todos ellos tropezaron uno sobre el otro, empujándose en el camino de regreso a la casa. Fane y Rapunzel esperaron atrás. Ella levantó la mano cuando un copo de nieve cayó en ella e inmediatamente se fundió. —He sentido la nieve fuera de mi ventana —le dijo—, pero nunca he puesto un pie en ella. Fane se llevó su mano a la boca y dijo: —Vamos a comer hasta que estemos enfermos, y luego te encontraré un abrigo decente y unos guantes y volveremos a salir. —¿Tenemos que comer hasta estar enfermos? ¿Por qué?

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Fane solo rio y se encaminó a la casa.

* * *

Rapunzel quedó asombrada de cómo la familia de Fane tenía múltiples conversaciones en voz alta sucediendo a lo largo de la cena. No estaba segura de qué conversación seguir y no intentaría saltar a cualquiera de ellas a menos que le hicieran una pregunta directa. Podría haber sido fácilmente abrumador. En su lugar, Rapunzel se encontró disfrutando completamente el caos. Nunca había estado con ningún miembro de la familia que no sea su madre. También había más comida de la que jamás había visto en un solo lugar. Los tíos de Fane comieron tanta comida, que estaba segura que sus vientres explotarían. Rapunzel se dio cuenta de que Fane había estado solo bromeando a medias acerca de comer hasta que estuvieran enfermos. Mientras comían, la tormenta de nieve había aumentado en intensidad, hasta que el mundo se volvió blanco por la cantidad de nieve que caía del cielo. Para cuando terminaron de comer, había una buena base de nieve en el suelo. Fane se mantuvo fiel a su palabra. Colocó una de las capas gruesas de invierno de su mamá sobre ella. Le caía sobre las rodillas, abultada con plumas, y se sentía tan cálida como un capullo. Le dio un gorro de lana y unos guantes gruesos para llevar. Su madre le prestó un pantalón de chándal para ponerse bajo la falda para mantener sus piernas calientes, y un par de botas que eran solo media talla demasiado grande. Salieron, seguidos de Kevin, Ava, Liv y el resto de los primos. Hacía más frío de lo que esperaba, pero rápidamente se calentó a medida que todos comenzaron a perseguirse unos a otros en la nieve. Liv le enseñó cómo hacer un ángel de nieve, y algunos de los otros primos intentaron construir un muñeco de nieve, pero la nieve estaba demasiado húmeda y todavía no había suficiente. Pronto, otra de las tías de Fane salió y los llamó adentro por chocolate caliente. Rapunzel pensó que se negarían ya que acababan de comer un gran festín, pero todos fueron corriendo como si no hubieran comido durante días. Rapunzel empezó a seguirlos hasta que Fane tomó su mano entre las suyas y puso un dedo en sus labios, indicando que debía estar en silencio. Tan pronto como el último primo desapareció por la puerta, la condujo alrededor

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de la casa. Miró furtivamente de izquierda a derecha y luego rápidamente la llevó fuera del patio delantero y por la acera. Rapunzel no tenía idea de dónde la llevaba, pero confiaba en él lo suficiente como para seguirlo. Después de unos minutos llegaron a una amplia extensión de hierba cubierta de nieve. Varios árboles poblaban la zona, así como algunos bancos y zonas de juegos infantiles. Había visto áreas de juego como estas en películas pero nunca había visto uno por sí misma. —¿Qué es este lugar? —preguntó con asombro. —Es un parque —dijo, y señaló—: Esos son los patios de recreo. Supongo que nunca has estado en uno, ¿eh? Rapunzel no contestó, pero señaló al parque infantil. —¿Podemos verlos más cerca? —Podemos hacer algo mejor que eso. Se acercaron a la zona de juegos y Fane se detuvo junto a una estructura alta que tenían largas cadenas colgando con rodajas de goma entre cada conjunto de cadenas. —¿Alguna vez te has columpiado antes? —preguntó. —¿Columpiado? —repitió. —Oh colega, te has perdido el paseo de tu vida —dijo. Le enseñó a sentarse en el trozo de goma y dónde agarrar las cadenas, luego se movió para colocarse detrás de ella. —Agárrate fuerte —dijo, poniendo sus manos a ambos lados de su cintura y luego dio marcha atrás, arrastrándola con él hasta que sus pies estuvieron fuera de la tierra—. Mantén los pies en alto —le advirtió y la dejó ir. El estómago de Rapunzel cayó en picada mientras volaba hacia delante con el movimiento. Entró en pánico por un segundo, pero luego la sensación se apoderó de ella y se echó a reír. Fane continuó empujando más y más alto, mientras ella se aferraba con fuerza a las cadenas, sus piernas estirándose delante de ella todo el tiempo. Fane saltó sobre el columpio al lado de ella y lo empujó hacia atrás, balaceándose a sí mismo a su lado. Le enseñó a bombear sus piernas para

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mantener el movimiento en marcha. Sin embargo, Fane, mucho más experimentado, pronto fue mucho más alto que ella. Después de unos minutos, se lanzó desde el columpio, aterrizando a unos diez metros delante de los columpios. —¿Quieres saltar? —preguntó. —No, gracias. —Se echó a reír. Fane su ralentizó descenso y le dijo: —Tienes que probar el tobogán. Fane le mostró lo que era cada pieza del equipo y cómo usarlo. Las "barras-de-monos", como las llamó, estaban más allá de su habilidad de sostenerse con los guantes gruesos. Se subió a la parte superior en cambio y se sentó encima del artefacto de metal. De pie bajo ella, Fane la llamó. —Rapunzel, deja caer tu cabello. —Con las manos cruzadas dramáticamente frente a su pecho. Rapunzel se echó a reír y lo dejó caer a través de los barrotes. —Envuélvelo alrededor de la barra dos veces —le dijo. Hizo lo que le pidió, confundida. Él agarró el extremo y empezó a subir como si fuera una cuerda. La barra tomó su peso en el cabello, solo tirando ligeramente contra su cuero cabelludo mientras él subía. En la parte superior se agarró a la barra para sostener su peso y le dijo—. Inclínate. Así lo hizo, y él se irguió, besándola través de los barrotes. Luego se dejó caer de nuevo al suelo cubierto de nieve. Rapunzel, disfrutando del juego, dijo: —Sube de nuevo. Esta vez dejando su rostro cerca de las barras. Alardeando, Fane hizo flexiones cuando llegó a la cima, besándola cada vez que se acercaba. Por último se dejó caer de nuevo al suelo. —Baja. Va a ser mucho más fácil besarte aquí abajo. Rapunzel estaba más que feliz de hacerlo.

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El carrusel le hizo sentir mal, pero el sube y baja fue su favorito. Sabía que Fane hizo la mayor parte del trabajo para mantenerlos en movimiento arriba y abajo en el sube y baja. La sensación de volar en el aire y luego caer de nuevo al suelo le dio placer sin fin, incluso más que los columpios. Finalmente, decidió que mejor regresaban a la casa antes de que su madre “llamara a la Guardia Nacional”. Cuando le preguntó qué era la Guardia Nacional, le dijo que era algo así como la policía militar. Sabiendo que la policía seguramente diría a su madre que había estado fuera de la casa, prácticamente corrió a la casa de Fane. Cuando llegaron, Rapunzel se quedó atónita al ver que ya era hora de comer una vez más. Tarta, esta vez. Después de un par de horas y los juegos de fútbol, que le parecieron inútiles y violentos a Rapunzel, los familiares de Fane comenzaron a despedirse. Rapunzel estuvo triste de verlos partir. Cuando Kevin salió la abrazó y le dijo: —Tan pronto como estés lista para un hombre de verdad, solo llámame. —Rio mientras Fane gruñía y lo empujaba lejos de ella. Fane y Rapunzel se instalaron frente al televisor para ver una película con sus padres. La nieve comenzó a caer con fuerza otra vez, y Beth miró preocupada por la ventana al cielo oscuro. —Se está poniendo mal ahí fuera —dijo—. Quizá deberías pasar la noche aquí, Rapunzel, y Fane puede llevarte a casa mañana, cuando las carreteras se hayan secado. La aprehensión apretó el estómago de Rapunzel ante la idea de no estar en casa, en su torre, donde pertenecía. Entonces se dio cuenta que su madre nunca sabría que no había pasado la noche en casa. También, sonaba increíblemente atractivo quedarse aquí en la calidez y comodidad de la casa de Fane. Estuvo de acuerdo y Beth le dio un pantalón de chándal seco y una sudadera para llevar a la cama. También le dio un cepillo de dientes y toalla. Fane le mostró a su habitación. —Vas a tener que compartir el baño conmigo —dijo, señalando una puerta abierta por el pasillo—. Lamento si está lleno de cosas de chicos en lugar de las cosas que estás probablemente acostumbrada a tener en tu propio cuarto de baño. —No me importa —dijo Rapunzel—. Es muy amable de tu madre dejarme quedar aquí.

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—Déjame saber si necesitas cualquier cosa, como más mantas o almohadas o… —Fane, todo está fantástico. No te preocupes por mí. —Fane arrastró los pies, incómodo y Rapunzel le puso la mano en su brazo—. Gracias, Fane, por compartir hoy conmigo. Nunca imaginé cuán estupendo podría ser Acción de Gracias. Tu familia es realmente increíble. Fane arqueó una ceja. —Entonces… ¿qué piensas de Kevin? —Es muy agradable. Puedo ver que lo bromista está en tu familia. —Sí, pero, ¿crees que él era, no sé, lindo, supongo? —Bueno, sí, por supuesto —dijo. La decepción tiñó el rostro de Fane hasta que le dijo—: Creo que todos tus primos son lindos, especialmente Ava y Liv. Fane sonrió. —¿Así que no piensas tener una cita con él? Rapunzel negó con la cabeza. —No puedo salir con nadie, Fane. Sabes eso. Fane se veía frustrado. —¿Pero si pudieras? —¿Por qué iba a salir con él? Me gusta… —El calor inundó su rostro ante lo que había estado a punto de decir. —¿Te gusta…? Rapunzel desvió la mirada, avergonzada, y murmuró: —Alguien más. Fane sonrió. —Yo soy el único “alguien más” que conoces. Rapunzel lo miró. —¿Y?

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Fane no respondió, simplemente inclinó la cabeza para besarla. Rapunzel envolvió sus brazos alrededor de su cintura y lo abrazó con fuerza. Cuando levantó la cabeza, él le dijo: —También me gustas. Más tarde, cuando Rapunzel yacía en una cama extraña en una casa extraña, nunca se sintió más a gusto.

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31 Traducido por Mapu Corregido por Nanis

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apunzel abrió sus ojos y rápidamente se incorporó, sobresaltada. Por un momento no supo dónde estaba y entonces recordó que estaba en la casa de Fane. Un golpeteo sonó en la puerta y dijo: —Pase. —Su rostro dio paso a una sonrisa ante la vista de Fane ahí parado. —Buenos días —dijo Fane. —Buenos días —respondió. —Hay toallas y cosas en el baño por si quieres tomar un baño o algo. —Gracias. —Tengo una idea —dijo Fane—. Para abrir el baúl. —¿De verdad? —respondió Rapunzel esperanzada. —Después de que te vistas, desayunaremos y te contaré mi plan. Dos horas después, caminaban a través del invernadero. Subieron a la habitación de Rapunzel para así poder cambiar su camisa. Fane había llevado algunas herramientas. Se dirigieron hacia la vieja cabaña y sacaron el baúl. —Eso es lo que pensaba —dijo Fane, señalando los diminutos tornillos en las bisagras. Sacó un destornillador y comenzó a remover los tornillos. Miró a Rapunzel y dijo—: ¿Estás segura de esto? Ella asintió y él levantó la tapa. Dentro del baúl vieron una cantidad de papeles, algunos viejos, y algunos de los cuales se veían un poco recientes. Rapunzel revolvió algunos de los papeles, sin mirarlos realmente. Un vestido de boda, envuelto en papel de seda, descansaba bajo los papeles. Lo tomó,

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cuidadosa con el frágil material amarillento. El vestido era claramente viejo, pero hermoso. Había un par de viejas piezas de joyería en el fondo y algunas fotografías. Mientras miraba esos elementos, Fane revisó los papeles. —Uh, Rapunzel, deberías echarle un vistazo a estos. —¿Qué son? —preguntó. —Parece que algunos de estos papeles podrían ser de tu madre. —¿Qué? —preguntó Rapunzel, dejando caer el anillo que había estado examinando en el baúl y tomando los papeles. En ese momento, escucharon un ruido en el piso de arriba. Ambos se congelaron. Fane llevó un dedo a sus labios y entonces hizo un gesto para que se quedara ahí mientras él iba a investigar. Se acercó a la puerta y lentamente giró la perilla, abriendo solo una diminuta grieta para mirar fuera. Escuchó por uno o dos minutos, entonces cerró la puerta y volvió al lado de Rapunzel. —Parece que tal vez tu cocinera ha llegado a casa. —¿Qué vamos a hacer? —susurró Rapunzel, el terror llenando su mente, haciendo imposible pensar claramente. —Tenemos que ir a hurtadillas —dijo, moviéndose para poner los papeles de vuelta al baúl. —No —dijo Rapunzel—. Llevaré esos papeles conmigo, así puedo darles un vistazo después. —Está bien —dijo Fane. Rapunzel volvió a meter los otros objetos, y Fane cuidadosamente cerró la tapa. Poniendo de nuevo los tornillos en las bisagras. Colocó el montón de papeles bajo su camisa y guardó su camisa dentro del pantalón, para tener sus manos libres. Con cuidado, deslizó el baúl de vuelta bajo la cama. Fane tomó su mano y la condujo hacia la puerta. Ahí escuchó de nuevo y entonces decidió que por lo visto era lo suficientemente seguro. Abrió la puerta y condujo a Rapunzel por la habitación de madera. Bajaron sigilosamente por el pasillo, deteniéndose a mirar en la esquina. El corazón de Rapunzel latía fuertemente, estaba segura de que Cocinera, asumió que era Cocinera quien estaba en casa, podría escucharlos. Pasaron el primer tramo de escaleras y subieron. Solo hasta que

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sus pies tocaron el último escalón, oyeron una voz. Fane rápidamente se inclinó y bajó unos escalones, tirando a Rapunzel con él. Silenciosamente se arrastraron de nuevo algunos pasos más y entonces se congelaron cuando Cocinera entró en su visión. Era la primera vez que Rapunzel había visto a la mujer quien le había estado suministrando alimento por lo que asumía, durante toda su vida. Era más joven de lo esperado, aparentemente estando cerca de la edad de su madre. Se veía normal, cabello castaño, altura media, y más delgada de lo que Rapunzel imaginaba que una cocinera podía ser. Cocinera estaba hablando en su celular, paseándose de un lado a otro. Después de algunos minutos, desapareció por uno de los pasillos, todavía hablando por su celular, nunca mirando en su dirección. La parte de atrás del cuello de Rapunzel estaba salpicado con gotas de sudor ante el miedo de ser atrapados. Tan pronto como Cocinera desapareció, Fane tomó su mano, y corrieron rápidamente por las escaleras y luego en la dirección opuesta. Tan silenciosamente como era posible, se precipitaron a su habitación. —¡Vaya! —dijo Fane, inclinándose contra la puerta cerrada—. Eso estuvo cerca. —¿Cómo vas a salir de aquí? —preguntó Rapunzel preocupada. —Simplemente tendré que ser extra astuto —dijo Fane. Luego dio una palmadita en su vientre—. ¿Deberíamos echarle un vistazo? Se movieron hacia la barra, y Fane colocó los papeles en la superficie. Decidieron dividir la pila a la mitad y solo empezar a examinarlos uno por uno. Rapunzel comenzó a leer de la cima de su pila de papel.

Septiembre 5: Voy a ir de excursión con Nigel mañana en otro de sus estúpidos viajes. No sé por qué piensa que disfruto haciendo esas cosas con él. Prefiero mucho más quedarme en casa y continuar tratando de comunicarme con mi hija perdida. Ya no le hablo de eso porque cada vez que lo hago comienza a decir que necesito terapia. ¡NO NECESITO TERAPIA! ¿Por qué no puede entender eso? ¿Cómo puede ser su verdadero padre si niega el conocimiento de su existencia? Estoy comenzando a preguntarme

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si no es su padre. Tal vez ella era un regalo para mí de los espíritus. Tendré que encontrar a alguien para hablar sobre eso. Mientras tanto, me uniré a Nigel en su estúpida excursión. ¿No sería una pena si un accidenten sucediera y no regresara a casa conmigo? ~BHG

La cabeza de Rapunzel deba vueltas. Parecía obvio que su madre escribió las páginas. ¿Por qué papeles sueltos y no un libro, un diario o algo así?, se preguntó. Sabía sobre el bebé, por supuesto, por los artículos de noticias, pero en todos esos años su madre nunca le había hablado sobre el bebé. Tampoco podía quitarse esa última frase de su cabeza. Recordaba la especulación en los artículos sobre la muerte de su padre no siendo un accidente. Con algo de miedo, pasó a la siguiente hoja.

Septiembre 16: Fui forzada a aguantar la simpatía fingida de todos los vecinos y otros curiosos en el funeral de Nigel. Sé que todos solo estaban ahí para observar la casa y para tratar de congraciarse conmigo, tal vez esperando algo de mi dinero. Gané ese dinero. Es mío. Pagué por él con la sangre de mi hija. Difícilmente podía desempeñar la parte de la afligida viuda cuando todo lo que quería hacer era bailar con alegría ya que mi plan había funcionado. Soy libre ahora para hacer lo que sea necesario para obtener a mi hermosa hija de vuelta. ~BHG

Rapunzel se lanzó rápidamente a la siguiente página.

Julio 17: Buenas noticias, hoy encontré a Vedmak. Es auténtico, no como todos los farsantes que han llegado antes. Él sabe todo sobre mi hija y cuán importante es para mí tenerla en mi vida

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otra vez. Me contó que tendría una hija de cabellos dorados que será mi salvadora. No estoy segura de cómo tendré otro bebé cuando no planeo estar con otro hombre de nuevo. Sin embargo, si lo que sospecho sobre mi hija es cierto, entonces no necesito un hombre de todas formas. Imagino que pronto estaré embarazada. ~BHG

Noviembre 3: No he concebido todavía, aunque Vedmak me asegura que tendré una hija, que debo ser paciente. Me ha dicho mucho más de la profecía, que mi hija no solo será mi salvadora, sino que será la herramienta para devolverme a mi primera hija. Al principio, pensé que tal vez solo estaba diciendo esas cosas para tratar de obtener más dinero de mí. Pero habla con tal sinceridad que ahora creo que está diciéndome la verdad, y no ha aceptado más dinero, lo cual me prueba que tiene mis intereses en el corazón. Trataré de ser paciente, aunque mi ansiedad por ser reunida con mi hija supera casi todo lo demás en mi vida. ~BHG

Febrero 25: Es muy tarde pero no puedo esperar hasta mañana para escribir lo que Vedmak me ha contado. Él dijo que la razón de que aún no me había reunido con mi hija es porque hay algo que debo hacer primero. Dijo que los espíritus no están felices con lo estancada que se ha vuelto mi vida. Dijo que serían felices si comenzaba una construcción en mi casa y siempre que continuara construyendo y expandiendo la mansión, quedarían satisfechos conmigo y me facilitarían mi reunión con mi preciosa, hija de cabello rubio. Aun así, es necesario que supervise el trabajo, de acuerdo con Vedmak. He hablado con un hombre que es propietario de una compañía de construcción. Vendrá la próxima semana a empezar a trabajar. Puedo sentir qué tan cerca estoy de cumplir mis sueños.

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~BHG

Junio 6: ¡HOY LA VI! Mi hermosa hija de cabellos dorados. Ahora me doy cuenta por qué no he concebido. Es porque debía encontrarla y hoy la encontré. Estaba en una tienda de comestibles, lugar al que nunca voy. Tengo otros quienes compran por mí, pero hoy me sentí obligada a ir. Claramente, los espíritus estaban tratando de mostrarme el camino y fue ahí cuando la vi. Ella es exactamente como Vedmak la describió. Tiene un largo cabello dorado a pesar de su corta edad. Me miró directamente e inmediatamente supe que había encontrado el recipiente que traería a mi propio bebé de vuelta. No creo que sea una coincidencia que hoy sea el sexto día del sexto mes y que ella tenga seis meses de edad. Tan pronto me di cuenta que la había encontrado bajé la mirada para ver si tenía seis manzanas en mi canasta. Mi propio bebé tendría cumplidos seis ese mismo día. Claramente seis es el número que mi hija está tratando de mostrarme. Debe estar conectado de alguna manera a su regreso. Entiendo y tendré en cuenta lo que ella dice. Ahora puedo ver que ella solo estaba preparándome para esto. Seis será el número con el que viviré mi vida de ahora en adelante. Ahora debo planear. Debo ser diligente y cuidadosa con el fin de traer a mi bebé a casa. Mañana, le hablaré a Vedmak y estaré segura de que los espíritus me guiarán en mis actividades.

El horror corrió a través de Rapunzel. Levantó la mirada a la canasta de seis manzanas que descansaba en su encimera. Con una cadena naciente de entendimiento, golpeó la canasta de frutas de su encimera tirándola violentamente al suelo. Inmediatamente Fane alargó su mano para tocar su brazo. —¿Rapunzel? ¿Estás bien? Miró a Fane pero no pudo hablar debido a la repugnancia asfixiándola. Solo pudo recoger los papeles y confiar en Fane. Él lo leyó completamente, su expresión reflejando la de ella.

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—¿Crees que tú eres de la que ella está hablando? —preguntó Fane—. No puede ser, ¿verdad? Quiero decir eso significaría… no es posible. Eso significaría que ella… Rapunzel se alejó de él. Se sentía enferma. No era suficientemente malo que toda su vida fuera una mentira y que su madre posiblemente hubiera matado a su padre sino que ahora tal vez su madre nunca fue su madre. Entonces… ¿quién era? Fane llegó por detrás y la envolvió con sus brazos. Ella se giró y se aferró a él. Enterró su cara contra el pecho de él, apretando sus ojos, esperando borrar de su mente las palabras que acababa de leer. Fane la condujo al sofá y la sentó, llevándola a su lado y sosteniéndola con fuerza. Después de un tiempo, le habló. —¿Qué vas a hacer? —No sé. No tengo idea de qué hacer con esta información. Ella estará en casa mañana. ¿Debería mostrarle lo que encontré? —Yo no lo haría todavía —dijo Fane—. Asegurémonos que tenemos toda la información antes de confrontarla. Rapunzel levantó la mirada hacia él. —¿Tenemos? —repitió. —Sí —dijo—. Eso es, si tú me quieres ahí contigo. Rapunzel colocó su cabeza contra su pecho otra vez y asintió. —Es tarde. Mejor me voy —dijo Fane de mala gana. Rapunzel suspiró. —Lo sé. —Se levantó y lo miró—. Examinaré los papeles, los pondré en orden, y los leeré todos. —¿Cómo vas evitar que los vea? Ella encogió los hombros. —Los voy a esconder bajo mis sábanas, supongo. Ella solo viene a mi habitación para cepillar mi cabello así que estarán suficientemente a salvo. — Lo miró—. ¿Vendrás en un par de días y me ayudarás a decidir qué hacer con todo esto?

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—Claro —respondió él sin vacilar—. Trata de no estresarte mucho hasta entonces, ¿de acuerdo? Ella asintió, sabiendo que iba a ser una tarea difícil. Pero aligeraba algo del peso de Rapunzel sabiendo que Fane estaría ahí para ella y la ayudaría a decidir el camino a tomar. Fane decidió hacerle frente al enrejado en lugar de correr el riesgo a ser atrapado. Rapunzel trató de hablar con él sobre eso, pero él sentía que estaría lo suficientemente a salvo, con su ayuda. Él se sostuvo del final de su cabello mientras trepaba y colocaba el primer paso vacilante en el enrejado. Este comenzó a alejarse de la pared y Rapunzel rápidamente le dio un tirón a su cabello con fuerza, atrayéndolo de nuevo con un chillido. Él le sonrió aunque ella podía ver el pánico y alivio mezclado en su rostro. Sosteniéndose con fuerza de su cabello, alcanzó lentamente el suelo. Una vez llegó al final de su cabello, el enrejado pareció estar conectado sólidamente. Antes de liberar su cabello, él lo llevó hasta su boca y presionó sus labios contra el mismo. Rapunzel podía jurar que sintió el beso subir a través de su cabello hasta su cuero cabelludo. Liberó su cabello, y ella lo subió de vuelta en la torre.

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apunzel era un bebé. Estaba en su cuna balanceando el móvil que colgaba encima de su cabeza. Una mujer apareció a la vista pero no era su madre y, sin embargo esta mujer era más familiar que su madre, de alguna manera. Tenía el mismo cabello dorado que Rapunzel y ojos amables. Se agachó para recoger a Rapunzel, pero antes de que pudiera llegar a ella la cuna se desvaneció y Rapunzel estaba sentada en la oscura sala rodeada por los seises. Había seis personas en capuchas negras cantando, y Rapunzel estaba aterrorizada. No sabía quiénes eran esas personas o lo que querían. Solo sabía que la sensación que percibía de ellos era fría y vacía. Quería correr pero se sentía atrapada por el círculo dibujado alrededor de ella. De repente, su madre estaba allí, solo que en lugar de sentirse consolada por su presencia, el miedo de Rapunzel se disparó en alto. Cuando su madre dio un paso hacia ella, dijo: —Eres la clave. Todo depende de ti. Mi hija depende de ti. Un hombre se acercó y Rapunzel se encogió de miedo. Era alto y oscuro, de ojos negros y sin vida. También llevaba una capa con capucha de color negro. Puso las manos sobre la cabeza de ella y comenzó a cantar palabras exóticas y extrañas. Rapunzel quería alejarse de él, pero no pudo. El cabello de Rapunzel comenzó a crecer a un ritmo sobrenatural, rodeándola, envolviéndola, ahogándola. Ella trató de escapar, pero no pudo liberarse. Ya no podía ver a la gente cantando o su madre. Abrió la boca para gritar, pero fue detenida en su intención cuando su cabello cubrió su boca y apretó con fuerza.

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Rapunzel se despertó con un grito. Yacía en el suelo de su dormitorio, envuelta en sus sábanas. Cuando se dio cuenta que estaba a salvo, y no en la sala de los seises, comenzó a llorar, el alivio inundándola. Yació así durante algún tiempo antes de desenredarse y ponerse de pie. Se sentó en el borde de la cama y miró al colchón. Debajo del colchón estaban todos los papeles que había pasado horas leyendo. Algunos de los papeles eran inofensivos, registros históricos de la familia Gothel. Fueron los otros papeles, los escritos por su madre, que la perturbaban. O más bien, los no escrito por su madre sino por la mujer que la había secuestrado y ahora decía ser su madre. Todo el mundo de Rapunzel había llegado a un punto muerto y apenas colgaba en él. Sentía como si lo único que era capaz de hacer era gritar. Pero si comenzaba, podría nunca parar. Se levantó y se fue a su cuarto de baño, quitándose su pijama empapada en sudor y entrando en la ducha. El agua caliente fue casi dolorosa contra su piel frágil. Abrió el agua fría, y dejó que el agua helada corriera sobre sus nervios deshilachados, adormeciéndolos. Después de tender cuidadosamente su cama y asegurándose que no hubiera pruebas de los papeles que había debajo, entró en su salón principal, tomó la cesta y las manzanas derramadas y las recolocó en la encimera. Se sirvió un plato de cereal, pero solo fue capaz de comer unos cuantos bocados antes que su estómago se sublevara. Vertió el resto por el desagüe y lavó la taza. Entonces, decidiendo que dejar los papeles bajo el colchón podría parecer obvio, regresó y reunió todo. Se los llevó a su cuarto de ejercicio y los escondió debajo de la cinta de correr. Se sentó en su sofá y esperó. Cuando la manija de su puerta giró, su estómago se tensó. No creía poder fingir como si toda su vida no hubiera cambiado por completo hace menos de veinticuatro horas. Gothel entró en la habitación y le llevó a Rapunzel todo su esfuerzo para no despreciar a la mujer abiertamente. —Rapunzel, ahí estás —dijo Gothel. ¿Dónde más podría ser?, pensó Rapunzel, sarcásticamente. Se puso de pie a medida que Gothel se acercaba— . ¿Cómo estás? ¿Todo fue bien mientras estuve fuera? —Sí —respondió Rapunzel tajante. —Bien. Siempre me preocupo tanto por ti cuando tengo que salir.

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—¿En serio? —preguntó Rapunzel con incredulidad—. Dime, ¿dónde fuiste? —Uh, fui a una reunión de trabajo, Rapunzel. Sabes eso. —¿Qué trabajo? —preguntó Rapunzel—. ¿Qué haces? —¿Por qué yo…? ¿Qué pasa con todas las preguntas, Rapunzel? ¿Me voy por seis días y vuelvo a casa para recibir un interrogatorio? ¿Es esa la manera de tratar a tu madre? Estabas bien cuando hablé contigo por teléfono ayer por la noche. Rapunzel se rio, mordazmente. Se alejó de su madre y se detuvo en el lado opuesto de la mesa de la cocina. —¿Qué te pasa hoy? Estás actuando muy extraño —dijo Gothel. —¿Comparado con qué? —¡Rapunzel! Soy tu madre y no voy a tolerar esta falta de respeto. Rapunzel no lo había planeado, pero de alguna manera encontró su mano cerrándose alrededor de una manzana, la cual lanzó con fuerza impresionante a través de la habitación. La mandíbula de Gothel cayó abierta de sorpresa. —¡Tú no eres mi madre! —¿Qué? —La voz de Gothel fue suave, con incredulidad. —Lo sé todo sobre ti. Sé que mataste a tus padres. Sé que mataste a tu marido y sé que no soy tu hija. Me secuestraste. ¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Qué clase de persona eres? A medida que Rapunzel observaba, algo en el rostro de Gothel cambió. Una maliciosa mirada consciente sustituyó la conmoción. Se movió lentamente hacia Rapunzel, y ella se dio cuenta de su error. Tendría que haber esperado a Fane. Estaba fuera de su elemento en esto. Había permitido que sus emociones gobernaran sus acciones. Se alejó del acercamiento de Gothel hasta que su espalda golpeó el borde del mostrador. —Crees que me conoces, ¿verdad? —dijo Gothel, su voz prácticamente rezumando de ella—. No sabes nada, Rapunzel. Rapunzel buscó detrás de ella, cerrando la mano en el tirador de un cajón. Lo abrió, hurgando en el interior, manteniendo sus ojos firmemente

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fijos en la mujer frente a ella, la mujer que había pensado era su madre, pero ahora era una extraña. Sus manos se cerraron sobre un objeto, y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Sacó un par de tijeras del cajón, llevando su trenza al frente, colocó las cuchillas contra las hebras de seda. —¡No! —Gothel se congeló, con las manos extendidas en alto, como si pudiera detener las acciones de Rapunzel. Luego continuó moviéndose hacia Rapunzel, hablando con dulzura—. Rapunzel, sabes las consecuencias de tomar tal acción. Cálmate, cariño. Baja las tijeras. La furia recorrió a Rapunzel. —No me llames cariño —dijo con los dientes apretados. Juntó las hojillas, cortando un trozo a un lado del cordón grueso de cabello. —¡No! —gritó Gothel de nuevo, corriendo hacia delante y arrebatando las tijeras de la mano de Rapunzel—. Eres una horrible, terrible, chica egoísta —exclamó. Arrojó la tijera al otro lado de la habitación, levantando una mano y bajándola escociendo contra la mejilla de Rapunzel. Ella se sorprendió por la acción. Nunca antes la habían abofeteado. Gothel envolvió rápidamente sus brazos contra sus costados. Rapunzel luchó contra una fuerza que no sabía que su madre tenía—. ¡Basta, Rapunzel! ¡Basta ya! Rapunzel ignoró el chirrido de Gothel mientras trataba de escapar. Algo picó su hombro justo cuando lograba liberar un brazo. Tropezó, la sala girando e inclinándose salvajemente. —¿Qué…? —dijo, encontrando imposible formar un pensamiento coherente a medida que caía de rodillas, con un brazo todavía en manos de Gothel. Trató de recuperar el equilibrio, pero no pudo mientras Gothel comenzaba a arrastrarla. Vio a través de su visión borrosa una jeringuilla colgando de la mano opuesta de Gothel. Gothel la arrastró fuera de sus habitaciones, por la puerta, y bajando las escaleras, sin importarle que la columna vertebral de Rapunzel cayera dolorosamente escalón a escalón. La oscuridad se arremolinó en los bordes de su visión. Gothel la arrastró a través de pisos y bajando más juegos de escaleras… algunas que Rapunzel y Fane ni siquiera habían encontrado en su exploración. Al menos, no lo creía. Estaba teniendo problemas para pensar con claridad.

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Finalmente llegaron a una viscosa sala de cemento oscuro. El aire era frío y húmedo. Arrastró a Rapunzel al centro de la habitación y la soltó ahí. Rapunzel cayó pesadamente al suelo. —Lo juro, niña, si has arruinado todo con tu estupidez, tendrás que pagar —dijo Gothel, inclinándose para acercar su rostro al de Rapunzel. Miró su mano, como si acabara de recordar que sostenía la jeringa. Con disgusto, la arrojó a un lado. Se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella, dejando a Rapunzel en la oscuridad absoluta. Oyó el sonido de una llave girando en una cerradura. Poco a poco se puso de rodillas, tambaleándose. Arrastrándose hacia la delgada línea de luz debajo de la puerta, cayendo un par de veces en el camino, levantó la mano y giró el pomo. Sabía que era inútil, había oído la cerradura siendo puesta en su lugar. Sin embargo, la realidad de ello negándose a ceder bajo su mano era demasiado. Rapunzel se derrumbó contra la puerta mientras las lágrimas corrían por su rostro en silencio.

* * *

Pasó el tiempo, aunque Rapunzel no estaba segura de cuánto. Sus ojos se habían ajustado un poco de modo que podía distinguir vagos contornos de las formas en la habitación, pero nada con claridad. Tenía sed. Más sed de lo que alguna vez había tenido. Incluso consideró lamer las paredes para tratar de obtener algún tipo de humedad en su boca, pero tenía miedo de qué otras cosas más podría haber en las paredes que acabarían en su boca. Se preguntó si Gothel encontraría los papeles debajo de la cinta de correr. Si lo hacía, Rapunzel podría nunca encontrar a su verdadera madre. Si pudiera dar marcha atrás a través de las pistas, podría ser capaz de descubrir de dónde venía. Podía probar que Gothel había hecho todas esas cosas horribles de las que había sido acusada. Tocó el corte en la trenza que se había hecho. El cabello se sentía rígido y espinoso. A pesar del hecho de que Gothel probablemente era una loca, todavía está preocupada por la profecía. Le habían enseñado la profecía toda su vida. Nunca había tenido motivos para dudar de ella. Dejar de lado la creencia ahora no era fácil, aunque intelectualmente pensaba que era probablemente falsa.

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La profundidad de la desesperación que rodeaba a Rapunzel se sentía insuperable. La mujer que era su madre, quien la había criado, le enseñó a trenzar su cabello, le enseñó a cocinar, que era su única compañera hasta Fane, era una mentira. ¿Qué tenía ahora? Nada.

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33 Traducido por Selene Corregido por Nanis

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apunzel estaba fría. No había estado mal al principio, pero cuanto más tiempo estaba sentada en la oscuridad, sin comida ni agua, más fría se ponía. Se preguntó si Gothel la dejaría morir de esta manera. ¿No iba contra la profecía? Deseó desesperadamente saber algo sobre Fane, estaba preocupada por él. Se había colado antes, cuando su madre se fue, dispuesto a arriesgarse solo para ver si estaba bien. Sabiendo todo lo que habían hecho, no tenía ninguna duda de que iba a tratar de entrar una vez más por la misma razón. Solo que esta vez Gothel no había ido a ninguna parte. Rapunzel temía lo que haría Gothel si lo atrapaba. Oyó movimiento fuera de la puerta y trató de levantarse, pero estaba demasiado débil. Logró sentarse contra la pared mientras la puerta se abría. Gothel estaba en la puerta, con una bandeja de comida en la mano. Los ojos de Rapunzel cayeron al vaso de agua, no pudo mirar hacia otro lado, nunca había querido tanto algo en su vida. —Se me ocurrió —dijo Gothel—, que no estoy obligada a mantener el lujo con el que te he tratado todos estos años. Solo estoy obligada a mantenerte con vida y mantener tu cuerpo saludable. —Puso la bandeja de comida en el suelo y sin decir una palabra más salió de la habitación, cerrándola tras de sí. Rapunzel se arrastró lo más rápido que pudo a la bandeja. Desesperadamente tragó el agua. Cuando el vaso estaba medio vacío, se obligó a parar. No tenía idea de cuánto tiempo podría pasar hasta que consiguiera más. Examinó el resto del contenido de la bandeja. Un sándwich y seis zanahorias bebé estaban en el plato. También había un pequeño recipiente de pudín. Tomó el sándwich y le dio un mordisco. El

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pan estaba seco y duro, y el pavo un poco rancio. Pero era lo mejor que nunca había probado. Se comió todo y las zanahorias, pero decidió guardan el pudín, por si acaso. Se aferró al pudín y medio vaso de agua, con la espalda hacia el lado opuesto de la habitación. Por lo menos si Gothel decidía llevárselos, tendría que entrar en la habitación. Rapunzel se sentía mucho mejor ahora. Pero todavía estaba fría, aunque al menos no tenía hambre y sed. Se tendió en el cemento frío y dejó que su mente de nuevo vagara en el día que estuvo en la casa de Fane. Las risas y el ruido de tener una familia a su alrededor era algo que anhelaba. Nunca habría imaginado que querría eso. Ahora que sabía lo bueno que era, lo quería. Mucho. Recordó el amor entre todos ellos. Cómo se tocaban y abrazaban fácilmente. Incluso las peleas y las discusiones eran con amor. La comodidad de la casa de Fane, de toda su familia, la sencillez con la que se preocupaban por los demás valía más que toda una vida de seguridad en una torre. Tan pronto como escapara, haría todo lo que quisiera. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño, las lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

Rapunzel se sentaba frente a Fane en el sube y baja. El sol brillaba y estaban en un campo de hierba verde. Estaba feliz y contenta. Cuando Fane se levantó y el sube y baja tocó el suelo, él desapareció y ella era un bebé, una vez más en la misma manta verde con capullos de rosa de color rosa. Solo que esta vez, en lugar de estar en una cuna estaba en el medio de una cama en una casa de troncos. Esperaba que la mujer rubia viniera a buscarla, pero en lugar de ella, Gothel entró en la habitación. Rapunzel quiso gritar pero no pudo hacer ningún ruido. Gothel tomó la manta y la ató con fuerza alrededor de Rapunzel, cubriendo su cabeza. La oscuridad la estaba asfixiando. Rapunzel no podía respirar. Luchó, pero estaba apretada con tanta fuerza que no podía moverse más de un centímetro. Sintió que la levantaban y se movió, a dónde no tenía ni idea. Pero cuando por fin levantaron la manta de su cabeza, estaba en el centro de la estrella en la sala negra rodeada por personas que cantaban. Quería arrastrarse lejos pero fue incapaz de moverse. Estaba demasiado débil.

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La sala negra se desvaneció y ahora estaba acostada en un campo de nieve. Todo lo que podía ver era blanco hacia cualquier lugar que veía. Empezó a llamar a Fane, sabiendo que era el único que podía encontrarla. Pero sin importar cuánto tiempo o lo fuerte que llamara, él nunca llegó.

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34 Traducido por IvanaTG Corregido por Nanis

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a repentina luz al abrirse la puerta despertó a Rapunzel. Se incorporó de donde descansaba cuando Gothel entró con más comida. Esta vez, en lugar de dejar caer la bandeja y salir, entró, llevando también una linterna. Cerró la puerta detrás de ella y llevó la bandeja a medio camino de la habitación. La puso en el suelo, sus ojos en Rapunzel mientras lo hacía, luego se retiró hasta la puerta. Rapunzel la miraba con recelo, temerosa de moverse. Cuando no lo hizo, Gothel finalmente habló: —No voy a alimentarte, Rapunzel —dijo Gothel con desdén. En lugar de irse, se sentó frente a la puerta, colocando la linterna a su lado. Rapunzel se arrastró hacia la comida, estirando su brazo cuando se hallaba a su alcance para acercar la bandeja. Chirrió ruidosamente contra el suelo de cemento. La acercó a su posición contra la pared. Tragó un poco de agua, luego tomó el panecillo y comenzó a masticarlo. El pensamiento repentinamente la golpeó, Gothel quería envenenarla e inmediatamente lo escupió. —Tienes que comer, Rapunzel. Tú cuerpo debe mantenerse saludable. —Cuando Rapunzel no hizo ningún otro movimiento para comer, dijo—: Si no vas a comer voluntariamente, nosotros te obligaremos a comer. Rapunzel no sabía quiénes eran “nosotros” y no lo quería averiguar. —¿Hará que me enferme? —preguntó a Gothel—. ¿O matarme? Gothel puso los ojos en blanco. —¿Por qué iba a hacer una cosa así? Si no mantenemos tu cuerpo sano, el procedimiento no se puede completar.

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—¿Qué procedimiento? —Come —ordenó Gothel. Rapunzel se sacudió por el tono duro y comenzó a masticar el panecillo de nuevo. Un pedazo de pollo en la bandeja demostró ser mucho más sabroso que su anterior sándwich. —¿Por qué haces esto? —preguntó Rapunzel. —Debido a la… —Profecía —interrumpió Rapunzel con frustración—. Lo sé. Pero, ¿qué significa eso? ¿Por qué soy parte de ella? —Es realmente, muy sencillo. Eres el recipiente. —¿El recipiente? —El apetito de Rapunzel huyó pero se obligó a seguir comiendo—. ¿Un recipiente para qué? —¿Para qué? Para el regreso de mi hija, por supuesto. La conmoción impactó a Rapunzel como fulminada por un rayo. Ahora dejó el pollo. —¿Tu hija? —repitió, con su boca seca, siendo apenas capaz de formar las palabras. —Mi hija, Rapunzel. Sabes, siempre pensé que eras bastante inteligente. Quizás te subestimé. No importa, cuando ella regrese va a continuar con la educación que empezaste y será tan brillante como sé que lo es. Rapunzel recogió el agua y la movió alrededor de su boca, tragando con dificultad. Lágrimas escocían sus ojos, y se estremeció contra el frío. —¿Te refieres a la niña que murió? —preguntó finalmente. La mirada de Gothel se disparó a ella a medida que se levantaba rápidamente. Se movió amenazadoramente hacia Rapunzel, quien se encogió contra la pared. —¡Ella no murió! —gritó Gothel—. ¿Me oyes? ¡No murió! Rapunzel asintió mientras las lágrimas caían, sosteniendo un brazo a la defensiva. —Sí. Sí, te escucho. No murió.

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Gothel retrocedió ante las palabras de Rapunzel. Se movió de nuevo a su posición sentada cerca de la puerta. Se alisó el cabello, y luego echó un vistazo a la bandeja. —Debes comer un poco de todos los productos en la bandeja —dijo Gothel tranquila, como si su estallido no hubiera sucedido. Los ojos de Rapunzel cayeron a la bandeja. Pollo, panecillos, judías verdes, puré de manzana, una manzana y el agua estaban en la bandeja. Seis productos. Ella le dio un mordisco a unos de los productos que aún no había probado. Una vez que lo hizo, Gothel pareció mucho más tranquila. —Dijiste que era la salvadora del mundo —dijo Rapunzel. —¿De qué otra forma conseguiría que te ocupes de ti misma? —escupió Gothel—. Desde el principio fue evidente que eres sentimental, preocupada por todo el mundo y todo lo que no seas tú. No te preocuparías lo suficiente de ti para mantenerte saludable, pero para salvar a otros lo harías. Rapunzel se mordió el labio, pensando en los riesgos que había tomado con Fane y al salir de la casa. —El procedimiento para todo esto comenzó hace años —dijo Gothel como si Rapunzel le hubiera preguntado—. La primera vez que conocí a Vedmak. Él vino con los otros. Tengo una habitación, una sala especial, donde por primera vez comenzamos el ritual. —Rapunzel se estremeció cuando la sala negra de seises vino a su mente—. Vedmak me enseñó los cánticos, los necesarios para obtener las respuestas de los espíritus. En un primer momento, necesitábamos fuego. Luego, una vez que viniste, solo te necesitábamos a ti. Rapunzel pensó en todas las extrañas pesadillas y se dio cuenta de que debían ser recuerdos. —¿Me tenías en esa habitación? —susurró. —Por supuesto. No habríamos podido continuar los preparativos sin ti allí. —¿Le has hecho algo a mi cabello? —preguntó, pensando si esa era la razón por la que creció tan rápido. Los ojos de Gothel ardían cuando lanzó una mirada a Rapunzel.

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—No, Rapunzel, esa eras tú. ¡Hiciste algo en tu cabello! Lo cortaste. Tú lo dominas no yo, y lo hiciste de todos modos. —Rapunzel se sentó en silencio, con miedo de respirar. Gothel era terrible en su ira. Y luego, en un parpadeo, Gothel acomodó su cabello, tomando una profunda respiración—. Vedmak estará aquí pronto. Y entonces sabrá si el daño es reversible. —Su boca se apretó—. Por tu bien, espero que mejor no sea así. El silencio se prolongó. Gothel no parecía enfadada. Rapunzel pensó en lo que le había revelado. Odiaba la idea de que estuviese en esa horrible habitación. Recordó lo escalofriante de los seises por todas las paredes. —¿Por qué seis? —aventuró quedamente, temerosa de provocar otro estallido. Gothel chasqueó su lengua con irritación. —Basta de preguntas —dijo—. Deja la bandeja de nuevo en el centro de la habitación y aléjate. Rapunzel empujó la bandeja de nuevo al centro de la habitación, y rápidamente se escabulló de vuelta a su posición original. No tenía ningún deseo de estar cerca de Gothel, quien parecía como si estuviera manteniendo tenuemente el control, así como estaba. Gothel recogió la bandeja y retrocedió a la puerta, observando a Rapunzel mientras lo hacía. Abrió la puerta y salió, sin apartar la mirada de Rapunzel, cerrando la puerta y encerrando a Rapunzel en la oscuridad una vez más.

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35 Traducido por Selene1987 y Veroonoel Corregido por Nanis

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uando Gothel vino de nuevo, trajo tortitas. Rapunzel asumió que eso significaba que era de mañana. Una vez más, colocó la bandeja en el medio de la habitación y luego la movió para sentarse al lado de la puerta. Aunque esta vez, también trajo una manta que había dejado junto a la bandeja. Rapunzel se puso de pie y recogió la bandeja y la manta. Se colocó la manta a su alrededor antes de sentarse al lado de la comida. —Gracias —dijo, señalando la manta. —No puedo dejar que enfermes —fue la única respuesta de Gothel. Rapunzel se comió la mitad del montón de las tres tortitas, ambos trozos de bacón, y se bebió la mayor parte del agua en silencio. La ponía inquieta y nerviosa tener a Gothel allí, observándola comer. Sin embargo, el silencio era lo peor de todo. —¿Por qué construyes tanto en esta casa? —preguntó. —Es parte de la profecía, Rapunzel. Los espíritus de Vedmak no estaban felices con cómo estaba viviendo, obsesionada con nada más que el regreso de mi hija. —Rapunzel tuvo un escalofrío ante sus palabras—. Necesitaba una actividad que los apaciguara. Cuanto más construyo, más espacio les doy para deambular. Rapunzel miró a su alrededor preocupada, como si estuvieran en la habitación con ellas. —Mientras siga construyendo, son felices.

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—¿Pero por qué escaleras que no llevan a ningún sitio, puertas que se abren a paredes? No tiene ningún sentido. Gothel sonrió, con la expresión completamente ausente de humor. —Ahí está la belleza de todo esto, Rapunzel. Confunde a los espíritus. Se quedan atascados al final de las escaleras, o dentro de las puertas, porque no saben a dónde ir. Así es como reduzco sus números. La mandíbula de Rapunzel cayó abierta. ¿Qué? Esa explicación incluso tenía menos sentido que la extraña construcción. Por primera vez Rapunzel se dio cuenta que Gothel estaba loca de verdad, y el miedo se metió en sus sentidos. Se acercó más la manta. —¿Seis trabajadores, seis horas al día, seis días a la semana? —Bueno, sí, por supuesto. Rapunzel la miró boquiabierta. Actuaba como si fuera normal aunque ahora sabía que no lo era. —¿Todo con seises? —¿Por qué esa repentina curiosidad? Jamás has cuestionado nada de esto. —Gothel parecía menos enfadada que de costumbre, así que Rapunzel siguió presionando. —Dijiste que tenía que educarme, ¿verdad? —Intentó recordar las razones que Gothel le había dado para la importancia de la educación, pero no recordaba ninguna de ellas. Aunque no importaba, ya que una mirada fanática se instaló en los ojos de Gothel. Rapunzel reconoció esa mirada. —Tienes razón. Me han dado instrucciones de que me asegure que seas educada antes de que llegue el momento de la transformación. He sido descuidada con eso, ¿no? —Miró a Rapunzel, con las cejas entrecerradas—. Qué mal que vaya a ser como tú. Hubo un tiempo donde pensé que eras hermosa, un recipiente digno, pero ahora… ahora me preocupa que la fealdad de tu corazón lo eche a perder. Rapunzel solamente podía quedarse mirando a Gothel mientras se levantaba. Sus palabras se retorcían como un cuchillo en su corazón. Gothel la había criado, era la única madre que había conocido. No había dudado que Gothel la quería. Ahora parecía obvio que no era así.

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—Empezaremos con tu educación esta noche —anunció Gothel mientras abría la puerta. Miró a Rapunzel severamente—. Échate una siesta. Necesitaremos que tu mente esté despejada. —Cerró la puerta tras ella, sin molestarse en llevarse la bandeja. Los ojos de Rapunzel se inundaron de lágrimas mientras miraba el rayo de luz por debajo de la puerta. No sabía qué quería decir Gothel cuando habló de ella como un recipiente para su hija. Un recipiente llevaba cosas. ¿Qué se suponía que iba a llevar ella? —Un recipiente con un feo corazón, aparentemente —murmuró, sin poder detener el nudo en su voz o las lágrimas que siguieron.

* * *

Rapunzel estaba en el invernadero. Caminaba lentamente entre las flores aromáticas, recorriendo sus dedos con suavidad sobre ellas. Llegó hasta un rosal y se agachó para oler su aroma. Mientras lo hacía, las espinas del tallo pincharon su dedo. Echó su mano hacia atrás, mirando el pequeño punto de sangre que salía. Miró de nuevo a la rosa, que se transformó en un capullo y se convirtió en la manta verde de bebé con capullos rosas. A diferencia de antes, cuando la manta no era nada más que eso, esta vez fue algo de mal agüero mientras crecía e iba tras ella. Corrió, pero el invernadero nunca terminaba. No había ninguna escotilla, ninguna puerta hacia el mundo exterior, solamente filas de plantas que extendían sus ramas para ralentizarla mientras la manta se abalanzaba sobre ella. Hiperventiló mientras la manta la cubría, asfixiándola, atándola, alejándola de… —¡Rapunzel! Rapunzel se irguió despierta con el sonido de la voz de Gothel. Estaba cubierta por la manta que Gothel le había traído anteriormente y entró en pánico durante un momento mientras los vestigios del sueño le venían. Aunque no era la manta de bebé, y sin duda no estaba en el invernadero. Se sentó, tratando de quitarse el sueño de su mente. Gothel colocó una bandeja en el centro de la habitación y salió de nuevo, dejando la puerta entreabierta. Rapunzel se quedó mirando la puerta abierta, sorprendida.

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¿Gothel se había olvidado? Se puso de pie, su mente ya previendo un escape mientras Gothel volvía a entrar con unos papeles. Sus hombros se hundieron mientras se acercaba y tomaba la bandeja, volviendo a su lugar en la pared. Su estómago gruñó cuando empezó a comer, sorprendiéndola de lo hambrienta que estaba. Fue entonces, con su oportunidad para escapar perdida y su estómago gruñendo que se dio cuenta que si quería una oportunidad para escapar, iba a tener que mantenerse sana y fuerte. Negarse a comer y dormir todo el tiempo no iba a lograr eso. Si podía convencer a Gothel de que estaba de acuerdo con lo que fuera este loco plan, y conseguir que se relajara, podría tener la oportunidad de nuevo cuando estuviera más fuerte. Devoró la comida en la bandeja, luego la apiló con los otros platos de la mañana y los colocó todos de nuevo en el medio de la habitación. Con calma, regresó a su lugar y le dio su atención a Gothel, quien lucía complacida. —Ya que preguntaste por los seises, comenzaremos con eso — comenzó—. El seis siempre ha sido mi número de la suerte. Tenía seis años cuando mi madre me enseñó por primera vez lo muy importante que es vivir una vida estricta y disciplinada. Antes de eso había sido demasiado despreocupada. Era descuidada. A la edad de seis aprendí que el mundo es un lugar duro y solo puede ser controlado mediante la autodisciplina. —¿Cómo te enseñó eso? —preguntó Rapunzel, confundida. Gothel apartó la mirada de Rapunzel hacia la oscuridad. —Había estado jugando en el canal cerca de nuestra casa a pesar de que había sido advertida de no hacerlo. Me caí y casi me ahogo. Me sacó antes de que fuera demasiado tarde y me dio seis latigazos por mi desobediencia, uno por cada año de mi edad. Rapunzel jadeó ante la idea de golpear a un niño, y mucho menos uno que casi se había ahogado. —Eso es terrible. La mirada afilada de Gothel volvió a ella. —No, no lo es. Me enseñó que había una razón para las reglas. Eran para protegerme. Esos seis latigazos puede que hayan salvado mi vida innumerables veces.

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La boca de Rapunzel cayó ante el razonamiento retorcido. —Luego de eso, cada vez que cruzaba la línea, mi padre o ella me daban seis latigazos para recordármelo. O me harían perder seis comidas. Una vez me encerraron en el armario durante seis días por una infracción particularmente terrible. Así que, ya ves, aprendí. Aprendí a disciplinarme y eso me ha hecho la mujer que soy hoy. Rapunzel estaba sosteniendo sus manos a los lados de sus mejillas, aturdida por la revelación. Su corazón se rompió por la niña Gothel que había sido tratada tan mal por sus padres. No era de extrañar que Gothel no entendiera el verdadero afecto. —Mis padres murieron el doce de diciembre. Pensé que era irónico cuando más tarde tuve tiempo de examinar lo que significaba. Eran los seis de nuevo. Y luego mi hermosa niña nació el seis de junio. —Rapunzel estuvo asombrada de nuevo. ¿El primer bebé de Gothel nació en la misma fecha que ella había nacido?—. Cuando conocí a Vedmak, me explicó la importancia del número seis, y no fue coincidencia que cuando te encontré era el sexto día del sexto mes cuando tenías seis meses de edad. —Se inclinó hacia delante con entusiasmo—. El seis es un gancho. —Señaló uno de los seises dibujados en la pared más cercana a ella—. Sostiene todo junto. Es sobre el balance y el orden. —Y me encontraste el sexto día del sexto mes. —¡Sí! —La respuesta entusiasta de Gothel indicaba que no había oído el desaliento en el tono de Rapunzel—. Así que ahora empiezas a ver. Ha sido una fuerza guía en mi vida. Y pronto, en tu cumpleaños, cuando hayas vivido tres ciclos, ella podrá volver a mí. —¿Ella? Gothel se puso de pie, ignorando su pregunta. —Es suficiente por hoy. Te traje algunas cosas para leer. Si te las arreglas para educarte con ellas para mañana, te traeré una almohada. Gothel reemplazó las bandejas por los papeles y su linterna, y salió de la habitación. Rapunzel quería ignorar los papeles. No quería saber nada más que Gothel quisiera “enseñarle”, pero el duro cemento no era reconfortante para su cabeza que aún dolía donde había sido golpeada en las escaleras

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cuando fue arrastrada hasta ahí abajo, y una almohada sonaba casi mejor que agua ahora. Recogió los papeles de mala gana, agradecida por la linterna. Todas eran páginas sobre los diferentes sentidos y significados del número seis. Algunas se referían al cristianismo, algunas a la numerología, otras respecto a la demonología, y varias hacían referencia al número seis en la brujería. Rapunzel se estremeció. Leyó algunas antes de decidir que no quería una almohada lo suficiente como para seguir leyendo esos papeles. No por algo en los papeles, sino porque podía ver líneas que alimentaban la locura de Gothel. Dejó los papeles a un lado, y decidió ejercitarse. Se sintió mucho mejor haciéndolo con la pequeña cantidad de luz proporcionada por la linterna. Corrió por la habitación un par de veces, cansándose rápidamente. Hizo algunos abdominales, pero el movimiento le hizo dar vueltas la cabeza. Decidió que era demasiado pronto para eso. Tendría que ir despacio. Se acostó en el cemento, manteniendo la linterna cerca, agradecida por ella. Envolvió la manta a su alrededor y dejó que el sueño la tomara una vez más.

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36 Traducido por Mari NC Corregido por Beatrix85

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othel se paseaba agitadamente frente a ella. Rapunzel mantuvo sus ojos en Gothel mientras comía su desayuno. Le preguntó a Rapunzel si había leído los papeles y cuando ella asintió, Gothel aceptó su respuesta y no insistió más. El extraño estado de ánimo de Gothel le impedía aclarar cualquier duda aunque definitivamente quería preguntar cómo exactamente es que ella era un recipiente. Gothel no se quedó mucho tiempo, ni siquiera esperó a que Rapunzel terminara de comer antes de salir de la habitación. Rapunzel no se encontraba segura de si se sentía aliviada o molesta por el extraño comportamiento de Gothel. Mientras se hallaba sentada cavilando, la linterna comenzó a parpadear, atrayendo su atención. La tomó y examinó. Estaba caliente, las pequeñas bolsas dentro brillaban intensamente. Mientras miraba, continuaron atenuándose y después de unos minutos, la linterna se apagó. Rapunzel se encogió en la oscuridad. Había estado tan feliz de tener la luz y supuso que se quedaría. Ahora ya no estaba. La oscuridad parecía aún más apremiante ahora que había tenido el breve respiro. Deseaba su computadora para poder Googlear al respecto para entender por qué se apagó y cómo hacer que encienda de nuevo. Deseaba su computadora para poder hablar con Fane. Empujando más allá su desdén por la oscuridad, se puso de pie y comenzó a trotar suavemente en su lugar. No se atrevía a moverse demasiado sin la luz. Hizo abdominales, notando que no se cansó tan fácilmente como lo hizo la noche anterior, a pesar de que todavía tenía un fuerte dolor de cabeza cuando terminó. El aburrimiento gobernó su día más que el miedo a la oscuridad. Ahora sabía que Gothel vendría, con comida y agua, y que, agitada o no, no parecía

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interesada en hacerle daño próximamente. No es que Rapunzel dudara de que lo haría, solo que no creía que lo haría sin ser provocada. Y Rapunzel no tenía intención de provocarla antes de que lo sintiera necesario. Cuando Gothel entró, pareció sorprendida por la oscuridad. —¿Por qué estás sentada a oscuras, Rapunzel? —La linterna se apagó. Gothel chasqueó la lengua mientras cruzaba la habitación para recuperar la linterna. Se agachó junto a Rapunzel, lo suficientemente cerca como para tocarse, colocando la bandeja en el suelo. Rapunzel miró más allá de ella hacia la puerta abierta. Era demasiado pronto. No estaba lo suficientemente fuerte. Gothel se fue, encerrándola en la oscuridad. Rapunzel esperó su regreso antes de tocar la bandeja. Regresó con la linterna encendida otra vez. —No puedes mantenerla encendida todo el tiempo. Se queda sin gasolina. Tienes que apagarla cuando no lo estás utilizando. —¿Cómo puedo volver a encenderla? —preguntó. Gothel se acercó una vez más, en cuclillas para mostrarle a Rapunzel cómo encenderla y apagarla, y el botón de chispa para accionar la llama. De repente levantó la mirada hacia Rapunzel como si se diera cuenta de la posición tan vulnerable en la que se puso. Rapunzel forzó una sonrisa en su rostro, que no fue devuelta por Gothel, quien se puso de pie y se alejó. Rapunzel comenzó a comer, tratando de parecer tan favorable como fuera posible. —Puede que tengamos que adelantar el procedimiento —anunció Gothel. Rapunzel bajó el tenedor. —¿Qué procedimiento? —La transformación. Habíamos planeado hacerlo en tu cumpleaños, pero Vedmak piensa que puede funcionar igual de bien el veinte de diciembre. Por lo menos, vamos a tener que intentarlo ya que cortaste tu cabello. Quién sabe cuánta magia agotaste por hacerlo. Esperemos que quede suficiente para completar la transformación.

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Rapunzel de repente lamentó haber comido. Ésta amenazó con salir a medida que su estómago se revolvía. —¿Qué transformación? —susurró. —¿Has estado prestando atención a algo, Rapunzel? Tu transformación, el procedimiento para traer a mi hija de vuelta usando tu cuerpo. El pavor llenó a Rapunzel ante la implicación. ¿Traer a su hija de vuelta? Rapunzel sabía que ella no era hija de Gothel, por supuesto, pero también sabía que la hija de Gothel había muerto. Hace muchos años. —No lo entiendo —dijo. Gothel sonrió como si estuviera hablando con alguien ignorante. —En realidad no importa si entiendes esta parte. Esta parte no es esencial para en quién te convertirás. —Inclinó la cabeza—. Sin embargo, supongo que no puede hacer daño decirte. Fuiste traída a mí para ser el recipiente del regreso de mi niña. Vedmak comenzó el procedimiento tan pronto como llegaste. Él sabe de magia, el tipo de magia que otros solo pueden soñar. ¿Por qué crees que tu cabello creció tan rápido? —Rapunzel tocó su trenza, el terror sacudiendo sus dedos—. Vedmak hizo eso. Fue quien me enseñó a cómo prepararte. Y cuando llegue el momento, será el quien realice el procedimiento. Un temblor comenzó en las manos de Rapunzel, se extendió rápidamente por sus brazos y bajó por su espalda hasta sus piernas. —¿Para qué es el procedimiento? ¿Qué va a pasarme? —Te irás, Rapunzel, y tu alma será reemplazada con el espíritu de mi verdadera hija.

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37 Traducido por Jadasa Youngblood Corregido por Beatrix85

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apunzel atenuó la linterna, pero no se atrevió a traer de vuelta la más absoluta oscuridad. No dejó de temblar desde que Gothel se fue. La idea de que fue robada de su familia a fin de cumplir una fantasía loca de Gothel para traer de vuelta al espíritu de su hija muerta utilizando el cuerpo de Rapunzel como el “recipiente” la llenaba de un terror incontrolable. Gothel no le dio detalles sobre lo que pensaban hacer con ella, solo dijo que Rapunzel “se iría”. Su mente seguía dando vueltas alrededor de esas palabras. ¿Ir a dónde? Intentó imaginar cualquier número de escenarios a dónde podría ir, pero nada tenía ningún sentido. Cerró sus ojos con fuerza e imaginó a Fane. —Fane, ¿dónde estás? Por favor, ayúdame —suplicó quedamente. Para el momento en que Gothel regresó con su desayuno, se encontraba agotada. No durmió mucho, y lo poco que consiguió hacerlo era invadido por las pesadillas de la habitación de seises, el cántico, y las figuras encapuchadas. Gothel, como si fuera consciente del pánico de Rapunzel, colocó la bandeja en el centro del piso y se retiró. Rapunzel echó un vistazo a la bandeja y luego cerró sus ojos. Ni siquiera podía reunir la energía para arrastrarse hasta la bandeja para agarrarla. —Rapunzel, tienes que comer. —No tengo hambre —dijo con apatía. —Eso no importa. Debes mantener tu cuerpo saludable. —No me importa. —Se alejó de Gothel, mirando la pared y tirando de la manta más cerca a su alrededor.

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Farfulló cuando el agua fría empapó su cabeza. Se sentó rápidamente enredándose con la manta, con prisa. La bandeja cayó al suelo detrás de ella. Miró a Gothel, quien se alejó y quedó cerca de la puerta, aturdida. —¿Por qué hiciste eso? —preguntó. —Necesitas comer —repitió. Rapunzel miró el plato de avena sobre la bandeja. Solo. Su mirada se movió rápidamente de nuevo a Gothel. ¿Una cosa? Siempre había seis. Podría negarse a comer si no tuviera miedo de que Gothel pudiera quitarle su linterna. Recogiendo la cuchara, tomó un bocado. Era demasiado dulce, como si Gothel lo hubiera llenado con tanta azúcar como avena. Hizo una mueca mientras lo tragaba. —Está muy dulce —dijo. —Come —ordenó Gothel. Rapunzel tomó otro bocado de la mezcla azucarada, tragando con dificultad. —Al menos dame un poco de agua o algo de beber con esto. —Cuatro bocados más —dijo Gothel—, entonces te daré el agua. Rapunzel tomó la cantidad requerida de cucharadas, aunque en lo posible, los bocados fueron muy pequeños. En el cuarto bocado, mientras deslizaba la cuchara de su boca, lo sintió. Un mareo cálido la atravesó. Se tambaleó un poco, pensando que debía estar más cansada de lo que pensó. Hasta que vio a Gothel mirándola fijamente. Miró la avena, luego de nuevo a Gothel. —¿Qué hiciste? —exclamó, aunque las palabras salieron incoherentes, apenas comprensibles más allá de su lengua hinchada. La habitación comenzó a girar, y fue forzada a recostarse. Observó con ojos soñolientos que Gothel abría la puerta. Pero no se iba. En vez de eso, entró un hombre. Los ojos de Rapunzel se abrieron ampliamente al reconocer al hombre de sus pesadillas. Intentó gritar, pero no podía. La habitación se arremolinaba hacia abajo en la negra oscuridad que intentó evitar.

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* * *

Rapunzel de nuevo tenía frío. Abrió sus ojos, confundida por qué debía ser. Se dio cuenta que de nuevo se encontraba acostada sobre el piso de cemento, solo que esta vez no tenía manta. Se enderezó, respirando profundamente para combatir el mareo. Recordó a Gothel trayéndole la avena, y luego… ¿qué? Frotó su cara con sus manos, sus mangas cayeron hasta sus codos. Espera, eso no estaba bien. Se miró a sí misma y vio que ahora tenía puesto una túnica larga y blanca. ¿Pero cómo…? Y de repente recordó. El mareo después de la avena, el hombre entrando en la habitación mientras se desmayaba. Contuvo la respiración mientras intentaba desesperadamente recordar lo que ocurrió entre entonces y ahora. No había nada, ningún recuerdo que encontrar. Las lágrimas cayeron mientras tiraba más cerca la prenda extraña, tratando de retener algún tipo de calor. La túnica estaba hecha de algún tipo de tela de nylon, fina y ligera, no protegía contra el aire frío. ¿Por qué le ocurría esto a ella? No pasó mucho tiempo antes de que Gothel regresara con otra bandeja de comida. La llevó directamente hasta Rapunzel, sin darse cuenta o preocuparse por las lágrimas que seguían cayendo. —Come —ordenó. Ni de broma, pensó Rapunzel—. No te daré ninguna lección más en esta encarnación. Una vez que la transformación esté completa, ayudaré a mi hija a comprender todo lo que ella necesite saber. Se fue sin decir otra palabra. Rapunzel se estremeció. Ellos ya habían comenzado la transformación. ¿Qué significaba para ella? No podía luchar contra ello si ni siquiera podía recordar lo que le habían hecho. Miró la bandeja de comida y la pateó lejos. Esta cayó por el suelo, destrozando el vaso de agua. Un gran trozo de vidrio rebotó a su costado. Lo recogió, examinando los bordes afilados. Alejando de su mente las consecuencias, empujó el trozo de vidrio contra la esquina de la pared detrás de ella, donde no sería obvio desde la puerta. Algún tiempo después, Gothel regresó. Vio la bandeja volcada y la comida derramada. Rapunzel esperó la explosión, el pánico sofocándola. Se

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encontraba segura de que el trozo de vidrio detrás de ella era tan visible como ella misma, y que Gothel vería que lo escondió. Gothel caminó hacia el desorden y recogió la base de vidrios rotos. Giró hacia Rapunzel y la miró fijamente durante largos segundos de tensión. Rapunzel tragó el nudo seco alojado en su garganta. Entonces Gothel se dio la vuelta hacia la bandeja, recogiendo las cosas que fueron derramadas, incluyendo los pedazos de vidrio. Sin decir una palabra, se dirigió a la puerta y salió, sin nada más mientras miraba de nuevo a Rapunzel. Rapunzel dejó escapar el aliento que había estado conteniendo. Se llevó las rodillas contra su pecho debajo de la bata, intentando calentarse. De nuevo tenía ganas de llorar, pero decidió que no lograría nada con eso. Lamentaba perder a la mujer que creyó que era su madre. Quería retroceder el tiempo y regresar a cuando se encontraba en su torre, Gothel cepillando su cabello, no era exactamente amorosa, pero al menos era una compañía cariñosa. Gothel regresó horas después, tiempo durante el cual Rapunzel dormía ligeramente. Tenía miedo de lo que podría ocurrir si se quedaba dormida profundamente. Gothel trajo otra bandeja y la colocó en el centro del piso. —Rapunzel, comerás. Si no lo haces, pondremos un tubo en tu garganta y te obligaré a alimentarte. ¿Comprendes? Rapunzel asintió, no teniendo duda de que hablaba en serio. —El momento se acerca —continuó Gothel—. Necesitamos tu cuerpo fuerte. Al salir, Rapunzel intentó calcular el tiempo solo para saber exactamente cuánto tiempo tenía. No se encontraba segura ya que el paso del tiempo era vago en esta habitación. No tenía la iluminación exterior para determinar los días. Las comidas esporádicas que Gothel traía podían o no indicar un nuevo día cada vez que le traía un desayuno. Ya no podía contar con algo normal con Gothel. Se acercó a la bandeja, sus piernas temblorosas por la debilidad. No iba a comer ni beber nada proporcionado por Gothel, lo sabía. No podía someterse a sí misma de nuevo a esa oscuridad. Tampoco quería un tubo en su garganta. Recogió la bandeja y se dirigió a la esquina más lejana y más oscura en la que procedió a volcar la comida y el agua. Colocó de nuevo la bandeja en

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el centro de la habitación y se acostó de nuevo. Ahora no podía darse el lujo de hacer ejercicio, ya que no iba a comer o beber alguna cosa. Cuando Gothel regresó, examinó la bandeja con satisfacción. Rapunzel se aseguró de mantener la linterna de forma que la luz no llegaría a la esquina donde arrojó la comida. —Buena chica —dijo, yéndose una vez más. Este patrón se repitió varias veces. Rapunzel cada vez se sentía más débil, temerosa de que no pasaría mucho tiempo antes de que se rindiera y bebiera el agua que ansiaba con más fuerza que nunca, o comiera alimentos para calmar su estómago que daba vueltas. La mayor parte de su tiempo se dedicó a hablar con Fane, esperando que de alguna manera, la escuchara.

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38 Traducido por Selene Corregido por Beatrix85

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apunzel se estremeció. Ahora se encontraba constantemente temblando. Gothel finalmente cedió y le dio una manta, pero solo cuando Rapunzel le dijo que podría resfriarse otra vez. Había esperado que Gothel trajera al Dr. Henreich. Por supuesto, sería difícil para ella explicar por qué mantenía a Rapunzel en el calabozo. Bueno, si Gothel lo llamaba. Tocó el trozo de cristal que se hallaba junto a ella en el suelo de piedra. La calidad de las comidas fue empobreciéndose de forma constante, Rapunzel se preguntó si Gothel las cocinaba o si tenía a Cocinera preparándolas. El vidrio roto descansaba bajo sus dedos, burlándose de ella, tentándola. ¿Tenía el coraje de tratar de luchar por su libertad? Más aún, ¿tenía la fuerza para hacerlo? No estaba segura de cualquiera de ninguna de las dos. Quería actuar como una guerrera, dirigir su destino en lugar de dejarse arrastrar por él. Quitó los dedos de la pieza de vidrio y suspiró abatida. Incluso ahora dudaba, aunque sabía que Gothel la secuestró cuando era una bebé y la había mantenido como prisionera todo este tiempo, dudaba que pudiera lastimar a la mujer que siempre conoció como su madre. Rapunzel envolvió más apretada la manta a su alrededor. En algún momento había creído que podía distinguir la noche del día en función de la temperatura de la habitación. La rendija de luz que provenía de la parte inferior de la puerta nunca cambió, lo que significaba que era un pasillo iluminado, y que la luz no venía del exterior. Así que por lo que sabía, podría ser de noche. La linterna se había apagado hace mucho tiempo, dejándola en la oscuridad una vez más. Gothel no le había traído ni comida ni agua hoy si su aproximación del tiempo era correcta. Tenía sed más allá de lo posible, aunque no se sentía

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particularmente hambrienta. Con su falta de alimentos, su cuerpo se ajustó a no comer tan a menudo. Dudando que algo cambiara cerró sus ojos. Los ruidos en la puerta la despertaron. Sonaba como si algo rascara y al principio pensó que se trataba de un ratón o una rata tratando de entrar. Se sentó, preguntándose cuánto tiempo pasó mientras dormía. Cuando los ruidos de arañazos continuaron, se le ocurrió que no era Gothel. Ella tenía una llave y simplemente habría abierto la puerta para entrar. Sonaba como si alguien estuviera tratando de entrar, pero no tuviera la llave. El pánico se apoderó de ella. Buscó hasta que encontró el trozo de cristal. Empujándose a sí misma dolorosamente desde el suelo, se movió hasta que se puso de pie junto a la puerta. Por un salvaje segundo, se imaginó que era Fane, pero sabía que no había forma de que la hubiera encontrado. Gothel le aseguró que nadie la encontraría. Pensó en sus pesadillas y la gente cantando en la sala de seises y su tiempo perdido después de que comió la avena y de repente tuvo la seguridad de que uno o todos habían venido por ella. Después de largos minutos de tensión, la manija de la puerta fue empujada y la puerta se abrió, el suelo crujió. Y entonces lo supo. Tenía que ser Fane. Ese era el truco que usó para sacarla de su habitación la primera vez. La puerta se abrió lentamente y una linterna brilló. —¿Rapunzel? Ante el sonido de su voz, dejó caer el trozo de cristal, rompiéndolo. El sonido atrajo la linterna de Fane. Ella se adelantó y se lanzó contra él. Inmediatamente sus brazos estaban a su alrededor mientras él se tambaleaba hacia atrás, recorriendo con sus manos su trenza. —Rapunzel —dijo de nuevo, con más seguridad. Sus brazos se apretaron, levantándola, y hundió el rostro en el hueco de su cuello. La abrazó con fuerza durante varios minutos antes de finalmente levantar la cabeza y decirle—: No puedo creer que por fin te encontré. La besó entonces, salvajemente y con urgencia. Rapunzel se unió a su fervor. —¿Cómo me has encontrado? —le preguntó.

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—No fue fácil —dijo—. He estado buscándote desde la última vez que te vi. Entré en tu habitación varias veces, pero no pude encontrarte en ningún lugar. —¿Qué hora es? —preguntó—. De hecho, ¿qué día es hoy? —Ya han pasado diez días desde que te vi por última vez —le dijo.

—¿Diez días? ¿He estado aquí tanto tiempo? —Sí, y yo he estado frenético. Estoy tan contento de encontrarte por fin. Ah, y creo que son las dos y media. —¿De la mañana? —Sí. Vamos a salir de aquí. Ahora. Manteniendo un brazo firmemente alrededor de sus hombros, y con los brazos de Rapunzel envueltos alrededor de su cintura, salieron de la habitación hacia el pasillo. El brillo cegó sus ojos que no habían visto la luz durante tanto tiempo. Quería preguntarle a Fane qué día era, pero decidió que era más importante salir de allí antes de responder sus preguntas. El suelo y las paredes de piedra eran vagamente familiares de cuando Gothel la arrastró para que bajara, aunque no tenía ni idea de qué ruta los sacaría de la casa. Ahora que Fane se encontraba aquí, sabía que juntos podrían encontrar el camino. La condujo hacia un tramo de escaleras cuando de repente Rapunzel comenzó a recordar los papeles. —Espera, Fane. Debemos conseguir los papeles de mi habitación. —Es demasiado arriesgado —dijo—. Tendremos que dejar que la policía los consiga. —Fane alcanzó su rostro y la tocó suavemente—. No tienes idea de lo bueno que es verte. —La besó rápidamente, luego puso su brazo alrededor de ella una vez más y siguió caminando. —Qué conmovedor —dijo una voz detrás de ellos, arrastrando las palabras.

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39 Traducido por LizC Corregido por Mari NC

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apunzel y Fane saltaron ante el sonido de la voz de Gothel detrás de ellos. Se dieron la vuelta para verla de pie detrás de ellos con una sonrisa maliciosa en su rostro. Fane empujó a Rapunzel detrás de él. —La voy a sacar de aquí. Usted no me puede detener —dijo. —¿No puedo? —Gothel sacó un objeto de aspecto extraño que parecía el mango de una pistola detrás de su espalda. Jaló un gatillo y alguna clase de alambre se disparó hacia delante, hacia Fane. De inmediato cayó al suelo gimiendo, su cuerpo retorciéndose y con espasmos. Rapunzel gritó y cayó al suelo junto a él. —¿Qué le hiciste? —sollozó. —No te preocupes, se recuperará. Tal vez. —Gothel dio un paso adelante y, agarrando el brazo de Rapunzel, la apartó de él—. Sin embargo, su recuperación depende de ti, Rapunzel. —¿Qué quieres decir? —Rapunzel no podía apartar los ojos de Fane, quien ya no se retorcía, pero ahora respiraba pesadamente, sus ojos estaban en blanco. —Rapunzel, significa que si deseas que este chico viva, entonces vas a hacer exactamente lo que yo digo. Rapunzel deseó haber conservado su trozo de cristal. No era mucho, pero era algo. Miró a Gothel, la ira consumiéndola. —¿Y si no lo hago? —preguntó ella, desafiante. Gothel apretó el gatillo de la cosa una vez más y el cuerpo de Fane se puso rígido y se retorció, gemidos sobrenaturales vinieron de él.

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—¡Alto! —gritó Rapunzel, derrotada—. Voy a hacer todo lo que digas. Solo detente. —Aléjate de él —dijo Gothel. Una vez que Rapunzel lo hubo hecho, Gothel se adelantó y tiró de él en una posición sentada. Sacó un cuchillo de alguna parte y lo puso contra la garganta de Fane. Rapunzel gimió. —Por favor, madre. Dije que iba a hacer todo lo que pidas. Por favor, no le hagas daño. —¿Quién es este chico para ti? —preguntó Gothel sospechosamente. —Él es mi amigo —dijo Rapunzel. —¿Cómo te las arreglaste para hacer un amigo cuando nunca has estado fuera de tu habitación? Rapunzel sabía que mentir a Gothel a estas alturas sería para sellar el destino de Fane. —Por mi computadora —dijo—. Lo conocí en Internet. —Así que este es el chico que me ha causado tantos problemas. — Gothel tiró de la cabeza de Fane hacia arriba, presionando aún más firme el cuchillo contra su piel—. Simplemente debería deshacerme de él ahora mismo. —¡No! —gritó Rapunzel, sosteniendo sus manos en súplica hacia Gothel—. Por favor, no le hagas daño. Te lo ruego. Su mirada cayó en Fane, y vio que estaba recuperando la consciencia. Sus ojos se encontraron con los de Rapunzel, y le dio una pequeña sacudida de cabeza. Gothel también pareció darse cuenta que él estaba casi volviendo en sí. Gothel se inclinó al oído de Fane y con una voz llena de advertencia, dijo: —No intentes nada. —Dio un pequeño tirón en la cosa de alambre, todavía atada al abdomen de Fane—. Te derribaré en dos segundos. Asiente si entiendes. —No voy a dejarla aquí contigo —contestó Fane entre dientes, con rabia.

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—No creo que tengas opciones —respondió Gothel. —¡Corre, Rapunzel! —dijo Fane. —¡No, no voy a dejarte aquí! —Vete ahora —dijo. Gothel apretó el cuchillo contra su garganta. —Ella no correrá si te tiene algún aprecio en absoluto. —Prefiero morir que verla aquí bajo tu indulgencia. —Una vez más, conmovedor, pero también inútil. Ella no tiene a dónde ir. Sin embargo, tú, creo que irás a la tumba por todos los problemas que has traído a mi casa al venir aquí. ¿Entiendes lo que has hecho? ¿Entiendes lo que será destruido si algo le pasa a Rapunzel? —Estás loca —dijo Fane. Gothel empujó el borde de la hoja en su piel, lo suficiente como para formar una línea de sangre. Fane gruñó contra el dolor, y Rapunzel gritó. —Te preocupas amenazadoramente.

mucho

por

este

chico,

¿no?

—dijo

Gothel

Con el corazón latiendo con fuerza, esperando contra toda esperanza que estuviera haciendo la decisión correcta, dijo: —Deja que se vaya, Gothel. Si no lo haces, voy a tomar mi propia vida. La mano de Gothel tembló un poco, aliviando la presión del cuchillo en la garganta de Fane. Tan pronto como lo hizo, Fane apartó su mano. Gothel luchó con él, tratando de recuperar la ventaja. Su mano se cerró alrededor del gatillo de nuevo y Rapunzel vio con horror como el cuerpo de Fane se crispó en línea recta, su cabeza cayendo contra el suelo. Rapunzel encontró una oleada de fuerza que no podía haber imaginado tener y se tambaleó de nuevo al calabozo, con la mano en la pared para no perder el equilibrio. —¡Rapunzel! —gritó Gothel. Rapunzel se empujó en la habitación odiada, buscando desesperadamente. Allí estaba, en el rincón más alejado. Corrió, sus manos cerrándose alrededor de la bandeja que había dejado Gothel anteriormente.

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—¡Rapunzel! —Gothel estaba ahora más cerca. Tan pronto como Gothel irrumpió en la habitación, levantó la bandeja y la dejó caer sobre la cabeza de Gothel. En su estado debilitado, no hizo el daño que había esperado, pero Gothel tropezó y cayó de rodillas. Sin esperar a ver lo que haría a continuación, Rapunzel corrió de la habitación, de nuevo al lado de Fane. Se dejó caer a su lado. Él se veía muy pálido, frío y empapado de sudor, con los ojos cerrados. —Fane, por favor, tienes que despertar. ¡Tenemos que irnos! —No vas a ir a ninguna parte —espetó Gothel, viniendo hacia ellos. Tropezó mientras caminaba, sangre chorreando por su cara. —Fane, por favor —rogó Rapunzel, sacudiéndolo pero sin apartar los ojos de Gothel. Gothel levantó el cuchillo por encima de su cabeza, agarrado con ambas manos. Rapunzel se lanzó a través de Fane. —¡Ahora el chico muere! —gritó Gothel. —¡Gothel, para! Rapunzel se volvió al oír la voz de un hombre extraño. El hombre era alto, aprehensivo, vestido con una capa de color negro. Tenía el cabello y los ojos tan oscuros como su ropa. —¿Por qué me detienes, Vedmak? —le dijo Gothel al hombre, deteniéndose pero sin soltar el cuchillo. Rapunzel se estremeció al oír el nombre. Este malvado hombre era quien había alimentado la locura de Gothel. Al verlo, dudó que estuviera más cuerdo que Gothel. —No quieres molestar a la chica, Gothel. Si vamos a completar la transformación, la necesitamos feliz. Aléjate del chico. Gothel pareció recordar a Fane y miró al cuchillo. —No puedo. Para que mi hija regrese, él debe morir. Hay demasiado en juego. Gothel agarró el cuchillo firmemente y se agachó, como para obtener una mejor posición. Ella saltó hacia delante, y un fuerte ruido explotó. Gothel voló hacia atrás, golpeando contra la pared, aturdida. El cuchillo de Gothel

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cayó al suelo. Rapunzel jadeó y se volvió para mirar al hombre. Él dio un paso adelante y se puso de cuclillas. —Ahora todo va a estar bien. —Por favor —susurró ella, mirando hacia Fane. —Vamos a hacer un trato —dijo Vedmak. La mirada de Rapunzel fue atraída de nuevo al hombre. Sus ojos eran como dos interminables oscuras piscinas arremolinadas—. Tú cooperas con nosotros, y voy a insistir a Gothel que perdone su vida. Los pensamientos de Rapunzel eran confusos. Sabía que ellos no dejarían a Fane con vida. No podían. Como si él adivinara sus pensamientos, dijo: —Puedo borrar su memoria, Rapunzel. Él no te va a recordar. No recordará este lugar. Parecerá como un sueño. Te prometo que lo dejaremos ir si cooperas. —Se inclinó más cerca, y Rapunzel sintió el poder en sus ojos una vez más. —Dame tu palabra —murmuró. Él puso una mano sobre el brazo de ella, cada línea de su cuerpo y cara exudando empatía… a excepción de sus ojos, que permanecieron fríos e insondables. —Tienes mi palabra, Rapunzel. —¡No! —protestó Gothel. Los ojos de Vedmak fueron más allá de Rapunzel para aterrizar en Gothel. Rapunzel se sorprendió al ver a Gothel retroceder bajo su mirada. —Despídanse —le dijo a Rapunzel. Ella se volvió hacia Fane, inclinándose para besarlo. Él respondió débilmente, sus ojos apenas abriéndose una fracción. —Te amo, Fane. Lo hago desde que vi tu foto. Has hecho que mi vida valga la pena, y nunca te olvidaré. —Una lágrima cayó en su barbilla desde la mejilla de Rapunzel—. Aunque olvídate de mí. —No, Rapunzel —dijo con voz débil—. Es una trampa. Corre.

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Su cuerpo se tensó de repente, su mandíbula apretándose, gruñidos retumbando en su garganta mientras un espasmo lo recorría. —Es suficiente, Gothel —ordenó Vedmak. Rapunzel volvió sus furiosos ojos a Gothel, quien apretaba el gatillo. De repente, el arma fue arrancada de sus manos por una fuerza invisible. Rapunzel jadeó. Vedmak dio un paso adelante y se inclinó para recoger al inconsciente Fane. Rapunzel trató de aferrarse a él, pero en su estado de debilidad no era rival para el hombre grande. Se llevó a Fane a través del calabozo que ella había ocupado recientemente. Se puso de pie y lo siguió. Vedmak lo acostó en el suelo y se volvió a Rapunzel. —¿Ves? —preguntó—. Estoy cumpliendo con mi palabra. He quitado los cables de él. Se despertará pronto. Voy a volver después de que hayamos terminado y borraré su memoria según lo prometido. Guio a Rapunzel fuera de la habitación. Ella no tenía otra opción, era lo único que podía hacer por Fane. Miró hacia atrás donde él yacía en el suelo frío, su pecho subiendo con sus respiraciones. Vedmak cerró la puerta detrás de sí, dejando a Fane encerrado en ella. Tomó el brazo de Rapunzel y la condujo fuera del calabozo. —Ven, Gothel —le ordenó a medida que pasaban donde ella tranquilamente estaba sentada en el suelo. Le lanzó una furiosa mirada a Rapunzel, tan llena de odio y hostilidad que hizo a Rapunzel estremecerse lejos de ella. Después que pasaron, Rapunzel la escuchó levantarse y seguirlos.

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40 Traducido por LizC y Shilo Corregido por Mari NC

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apunzel se estremeció y retrocedió con fuerza cuando vio que Vedmak la llevaba a la oscura sala de los seises. —¡No! —gritó—. ¡No, por favor, no allí!

Vedmak se volvió hacia ella, calmado. —Bueno, Rapunzel, yo mantuve mi palabra. ¿No vas a mantener la tuya y cooperar? Rapunzel negó con la cabeza frenéticamente. —Por el bien de tu amigo —añadió, con voz fría y firme. Rapunzel se quedó inmóvil y lo miró. La amenaza era evidente en sus palabras. Inmediatamente abandonó la lucha. Dentro de la habitación que invadía sus pesadillas, estaba un catre negro en el centro de la estrella. Lideró a Rapunzel al mismo y le indicó que debía acostarse. El miedo la sacudió mientras lo hacía. —Has dejado que se debilite —le reprendió Vedmak a Gothel cuando ella entró en la habitación. —Se negó a comer —se quejó Gothel. —Deberías haber tomado el control —dijo Vedmak—. Después de todo, eres la madre. Las fosas nasales de Gothel flamearon ante el insulto, pero se mantuvo en silencio. —¿Debo buscar el tubo? —preguntó. —Solo si deseas que sobreviva al procedimiento —dijo.

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Gothel salió de la habitación. Vedmak se apartó de ella, haciendo algo en una mesa negra contra la pared que no recordaba haber visto antes. Rapunzel se movió rápidamente para incorporarse y correr a través de la puerta abierta. Fue interrumpida en su intención por las correas que la sujetaron fuertemente. Se quedó mirándolas. ¿Qué demon…? No recordaba a Vedmak colocándolas sobre ella, sin embargo, las correas negras claramente cruzaban su pecho, estómago y piernas. Vedmak chasqueó la lengua, con la espalda aún frente a ella. —Me estás haciendo dudar lo mucho que vas a mantener tu palabra, niña. Por favor, ten en cuenta que el destino de tu amigo reposa sobre ti. Rapunzel se calmó de inmediato. Gothel regresó de pronto, y Rapunzel se vio obligada a someterse a un tubo siendo empujado por su garganta. Tosió y se atragantó, las lágrimas corrían de sus ojos. Una vez que estuvo insertado, Vedmak colgó un envase en un poste al lado de su cabeza y lo conectó al tubo. Miró al envase y leyó “Ensure” en él. Vedmak siguió su mirada. —No hay de qué preocuparse. No es nada más que nutritivo. Las lágrimas continuaron fluyendo junto con el líquido espeso que corría en su estómago. —¿Cuándo empezamos? —se quejó Gothel—. Tú me prometiste a mi hija. Vedmak volvió sus ojos negros hacia ella. —Paciencia, Gothel. Mañana va a estar más fuerte y los demás estarán aquí. No podemos seguir sin ellos. Rapunzel tenía una idea bastante buena de quiénes eran los “demás”. Sus pesadillas se estaban volviendo más claras por momentos.

* * *

Gothel se sentó en silencio a su lado durante toda la noche. Cuando el envase de nutrición líquida se vació, lo quitó. Luego, dos horas más tarde, colgó uno nuevo, negándose a mirar a Rapunzel. Esto continuó durante

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bastante tiempo. Rapunzel observó como la delgada línea de luz alrededor de la puerta se iluminó. El ambiente se calentó. Supuso que era alrededor del mediodía cuando Vedmak regresó. —Ve a descansar un poco —le dijo a Gothel—. Vamos a comenzar a las seis. Gothel sonrió, la expresión llena de malevolencia. Se fue, y ahora Vedmak velaba por Rapunzel. No parecía tan satisfecho como Gothel a permanecer en silencio. Sentado a su lado, tomó la trenza de Rapunzel, que yacía en el suelo a un lado del estrecho catre. Chasqueó la lengua de nuevo, moviendo la cabeza. —No deberías haber hecho esto —dijo, levantando su cabello y mostrándole el trozo que había quitado. Los ojos de Rapunzel se agrandaron. Se había olvidado de eso y ahora temía lo que iba a hacerle debido a eso. —¿Sabes lo duro que trabajé para poner magia en tu cabello? — preguntó, acariciando el pedazo, observando el movimiento. Rapunzel no podía hablar con el tubo en su garganta—. Me tomó muchos, muchos años de rituales. Hubo momentos en que casi me drenaba de mi propio poder. Y ahora… —Sus ojos fríos y duros volvieron a los de ella—, un momento de temperamento infantil puede haber deshecho todo mi trabajo. —Se acercó más—. Por tu bien, espero que quede lo suficiente en la parte ilesa. Rapunzel se estremeció al oír sus palabras. —Estoy muy cerca de convertirme en todo poderoso —dijo—. Tú eres mi última pieza de magia. Aprender a aprovechar un tipo específico de magia y manipularlo a voluntad es la única cosa que no he hecho. Vas a ayudarme a hacer eso, tú y ese cabello en el que he invertido tantos años. Has liberado parte de la magia cuando lo cortaste, pero espero que no sea nada. Una vez que haya re-vinculado la magia a tu cabello, te sacrificaremos y la magia será mía. Entonces voy a tener todo. Voy a ser todo. Un graznido escapó de su garganta. Ella podría ser ingenua de la mayoría de las cosas del mundo, pero estaba muy consciente de lo que significaba “sacrificar”. Sacudió la cabeza violentamente, y él le sonrió. La sonrisa estaba destinada a ser tranquilizadora, pero la intención se perdió en el proceso.

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—No te preocupes, niña, vamos a asegurarnos de que no sientas nada. Se puso de pie y se alejó tranquilamente de ella, como si no acabara de decirle que planeaban asesinarla. Rapunzel miró a su alrededor desesperadamente en busca de algo que pudiera ayudarla a escapar. Echó un vistazo a las correas que la sujetaban firmemente a la cama. Al darse cuenta que su pánico no estaba ayudando, Rapunzel se obligó a calmarse, respirar profundamente, y contar hasta diez. Una vez que su frenesí cedió, manipuló sus manos alrededor hasta que pudo tocar la correa. Movió sus manos a lo largo de la unión hasta que llegó a la hebilla de metal. Sus ojos se dispararon a Vedmak. Él todavía se encontraba de espaldas a ella. Metió sus dedos lo más lejos que pudo llegar, apenas capaz de tocar el borde del mecanismo de elevación que liberaría la hebilla. De repente, una mujer entró en la habitación, alguien a quien Rapunzel no había visto antes. Sus ojos apenas se fijaron en Rapunzel antes de dirigirse a Vedmak. —Estoy aquí —anunció solemnemente. —Bien —respondió Vedmak, no volviéndose a reconocerla de cualquier otra manera. La mujer se movió hacia un lado y sacó algo de un gancho. Envolvió la capa oscura a su alrededor, tirando de la capucha sobre su cabeza, y Rapunzel tembló hasta las profundidades de su ser. Era una de las figuras encapuchadas de su pesadilla hecha realidad. Gothel entró en la habitación, ya llevando un manto negro, fijándose en Rapunzel con una mirada furibunda, sonriendo satisfecha. —¿Dónde están los demás? —le preguntó a la mujer encapuchada—. Es casi la hora. —Están en camino —dijo la mujer. Rapunzel oyó el desprecio en la voz de la mujer mientras hablaba a Gothel. —¿Tres más? —preguntó Gothel. La mujer no respondió, y Gothel se volvió a Vedmak. —¿Tres más, cierto, Vedmak? —Más o menos —murmuró él.

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—No —espetó Gothel—. Ni más, ni menos. Tres personas más, de modo que seamos seis. Vedmak se volvió para enfrentarla. La mirada en su rostro aterrorizó a Rapunzel, pero Gothel no cedió terreno. —Dime que habrán seis. Sabes la importancia del número. Vedmak suspiró como si estuviera lidiando con un niño al que tuviera que revelarle una dura verdad. —Es tiempo de dejar de alimentar estas fantasías tuyas, Gothel. —¿Fantasías? —chilló—. Fuiste el que confirmó mi creencia en el seis. Todas las cosas en sextetos para traer a mi hija de vuelta. El gancho, ¿recuerdas? La voz de Vedmak se endureció. —Nada más que para apaciguarte. ¿De qué otra forma iba a conseguir tu colaboración voluntaria? Tus ideas son ridículas. Los hombros de Gothel se encogieron hacia atrás como si la hubiera atacado físicamente. —Los sextetos son tu obsesión, Gothel. No mía. Y no son necesarios para el ritual. —¿De qué estás hablando? —preguntó Gothel con furia, empujando sus hombros hacia delante agresivamente, pareciendo no notar el velo de ira abarcando a Vedmak. Rapunzel miró a la mujer encapuchada y vio que miraba a ambos embelesada. Movió de nuevo sus dedos sin prisa a lo largo de la correa, buscando el pestillo de la hebilla. —El ritual que efectuaremos aquí no es para ti, Gothel. —¡Claro que es para mí! El regreso de mi hija no puede ser para nadie más. No puedes retirarte ahora. —Oh, no planeo hacerlo —murmuró ominosamente. Como si no hubiera hablado, Gothel continuó: —¿No he estado trabajando en esto a tu lado por casi dieciocho años? ¿No he hecho todo lo que has pedido? He continuado construyendo para calmar tu estado de ánimo.

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Vedmak explotó en carcajadas, junto con la mujer encapuchada. Los dedos de Rapunzel se congelaron en su búsqueda por el sonido. No había ni un gramo de humor en la risa de Vedmak y solo desprecio en la de la mujer encapuchada. —¿De qué otra manera podía conseguir que dejaras de molestarme? — demandó, toda pretensión de humor ausente, su rostro oscureciéndose—. Tus llamadas constantes queriendo a tu hija de vuelta casi me llevan al borde. Haciendo que pasaras tu tiempo vigilando una construcción inútil fue nada más un medio para un fin para mí. Gothel farfulló. —Eres más fácil de controlar cuando tienes un propósito. Lo admito, la primera vez que viniste a mí creí que eras un espíritu afín. No pasó mucho tiempo hasta que descubrí que no eras más que una loca vieja chalada. —La boca de Gothel cayó abierta, así como la de Rapunzel. ¿Cómo se atrevía a hablarle de esa manera? Obviamente Gothel no era tan intimidante para Vedmak como lo era para Rapunzel—. Pero necesitábamos tu casa y tu dinero, ambos fueron lo suficientemente fáciles de conseguir alimentando tus ilusiones. —¡Estás mintiendo! —exclamó Gothel, aunque sus ojos se crispaban y su voz temblaba. —No, Gothel —dijo Vedmak, dando un paso hacia Gothel—, no lo hago. Gothel se movió hacia la mujer encapuchada, y Rapunzel deslizó un dedo bajo la hebilla. Aunque no pudo levantarla. Inhaló, exhaló, y deslizó un poco más su dedo. —Verás, Gothel, dudé que pudieras tener un hijo. Y tenía razón, no lo hiciste. Pero hiciste la siguiente cosa que era mejor: encontraste uno. — Vedmak movió una mano hacia Rapunzel justo cuando la hebilla se levantó. Su corazón se detuvo por haber sido atrapada, pero ninguno de ellos miraba en su dirección. Sostuvo firmemente ambos lados de la hebilla, manteniéndola en su lugar hasta que estuvo segura que no iban a darse cuenta—. También, en buena hora. Estaba a punto de darme por vencido contigo y buscar a alguien más. Me trajiste a la chica que necesitaba para el ritual y no la encontraste solamente, te la quedaste, la criaste, alimentaste. ¿Tienes idea de cuántos problemas me ahorraste? ¿Cuánto dinero? Si alguien la veía, serías tú la que caerías.

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Rapunzel hubiera jadeado si el tubo no hubiera estado todavía en su garganta. Parpadeó unas cuantas veces por la profundidad de la falsedad de Vedmak. ¡Y ella pensó que Gothel era mala! Calladamente bajó las hebillas a la cama, cuidando que no cayeran e hicieran algún ruido. Luego movió sus manos para deshacer la correa sobre su pecho, lentamente, con cuidado para no atraer la atención. Gothel caminó otro paso hacia la mujer encapuchada. —Si no te necesitara para traer a mi hija de vuelta, te echaría ahora mismo —siseó. —Tu hija no va a volver. —Las palabras de Vedmak fueron crueles, para nada suavizando el golpe. Gothel se desinfló como si hubiera sido golpeada en el pecho. —Pero, Vedmak —gimió Gothel, su voz suplicante. Rapunzel desabrochó las correas alrededor de sus muslos—, lo prometiste. Prometiste que ella volvería a mí. Ahora. Hoy. —Mentí. Gothel dejó salir un chillido que hubiera mandado a correr a la más valiente de las criaturas. La mujer encapuchada cubrió sus oídos mientras Gothel sacaba una pistola del interior de su capa. La apuntó hacia Vedmak. Rapunzel gritó, agradecida que el tubo en su garganta amortiguara el ruido. Vedmak levantó una mano hacia Gothel. Rapunzel miró con asombro como una luz azul se formaba contra su palma. Como si estuviera tirando una bola de béisbol, impulsó su mano hacia delante, la luz azul lanzándose hacia Gothel. Ella se agachó, y la luz golpeó a la mujer encapuchada en el centro del pecho, arrojándola contra la pared de piedra con un crujido nauseabundo. Gothel se levantó inmediatamente y apuntó de nuevo la pistola, tirando del gatillo. Rapunzel se arrancó el tubo de su garganta, ahogándose y teniendo arcadas mientras salía de su esófago, los ruidos cubiertos por el rebote de la pistola. Vedmak rugió, el sonido atemorizante en el espacio cerrado. El eco se arremolinó alrededor de la sala, creando un torbellino. Rapunzel rodó de la cama lejos de ellos, agachándose mientras Vedmak tiraba otra luz azul hacia Gothel, golpeándola contra la pared y presionándola en alto, más allá del piso.

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La alarma llenó el rostro de Gothel mientras la fuerza se presionaba más fuerte contra ella, y se puso roja por el esfuerzo para respirar. Rapunzel no esperó. Se volvió y huyó de la habitación. No estaba segura de cuál dirección seguir para encontrar a Fane. Tropezó y se encontró en el fondo de unas escaleras. ¡Dirección equivocada! Se volvió hacia la dirección contraria cuando escuchó el furioso grito de Vedmak. —¡Rapunzel! Se lanzó hacia arriba por las escaleras, sabiendo que la única oportunidad de ayudar a Fane ahora era escapar. Subió dos niveles y se dio cuenta que estaba en el nivel principal. Evadió las esquinas, esperando encontrar la entrada. Finalmente llegó a un área con la que estaba familiarizada y supo que estaba a la vuelta de la cocina. Patinó hasta detenerse por el sonido de voces. —¿Qué está pasando? —escuchó a un hombre decir. —No estoy seguro —contestó otra voz masculina—, pero si hay problemas, no me voy a quedar aquí. Rapunzel se asomó por la esquina y vio a tres hombres y dos mujeres reunidos en la cocina. Ninguno de ellos miró en su dirección, entonces inhaló y se deslizó por la esquina hacia las escaleras. Una vez que las alcanzó, se precipitó hacia el único refugio seguro que jamás había conocido.

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41 Traducido por Booklover:3 Corregido por Mari NC

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apunzel estaba en el centro de su habitación, mirando a su alrededor con incredulidad. Se había ido. Todo había desaparecido. Ningún mueble. Los armarios abiertos revelaban sus vacíos interiores. Su computadora y las fotos que había colgado en las paredes se habían ido. Corrió al dormitorio. Vacío. Era como si ella nunca hubiera existido. Al darse cuenta de que se había atrapado a sí misma en la torre, se apresuró a regresar a la sala principal para irse. —No vas a hacer eso —dijo Vedmak. Rapunzel se congeló ante el sonido de su voz al otro lado de la habitación. Se detuvo en la entrada de la esquina, donde estaba la ventana—. Tampoco nadie te escuchará si gritas. Fane está encerrado abajo, y los otros se han ido. —¿Cómo sabes su nombre? —preguntó ella, con la boca de pronto seca. —Sé todo acerca de ti, Rapunzel. —Dio un paso hacia ella. —¿Para qué me quieres? —preguntó, alejándose de él—. La transformación no puede ocurrir sin Gothel. Vedmak se burló mientras continuaba acechándola lentamente. —¿De verdad crees que tengo algún interés en los delirios de Gothel? Nunca hubo alguna intención de traer a su hija de vuelta a través de ti. Nunca hubo alguna oportunidad de traer de vuelta a su hija en absoluto. Solo necesitábamos esa historia para conseguir que hiciera lo que queríamos. Estaba obsesionada lo suficiente para creernos.

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—¿Por qué toda la construcción? —preguntó, tratando de detenerlo. Había oído su excusa antes pero necesitaba tiempo para formar un plan—. ¿Qué hay en eso para ti? —Nada. —Rapunzel estaba sorprendida de que lo admitiera—. No era nada más que una manera de mantener a Gothel ocupada. Gothel es mucho más fácil de controlar cuando está ocupada. La construcción le dio un propósito, o eso pensó. —¿Así que no hay espíritus viviendo aquí? —No he dicho eso —dijo levantando una ceja con sarcasmo. —¿Y los seises? —Obsesión personal de Gothel. Te lo diré, podría haber logrado lo que necesitaba mucho antes si ella no hubiera estado obligada por ese particular toque de locura. Nos limitamos al seis de la habitación cada vez que nos reuníamos para adelantar el ritual. No soy más que un hombre paciente. Lo dijo con tanto orgullo que Rapunzel se preguntó si quería un cumplido. —¿Por qué yo? —preguntó. —Fuiste pura casualidad. Gothel quería un bebé para reemplazar a su hija. Cuando fue obvio que no quedaría embarazada ya que vivía sola sin pareja, planté la semilla de que podría encontrarte. No me importaba a quién encontrara, solo que fuera una niña pequeña para mí. Quería detalles así que le dije del cabello rubio y ojos verdes. Por casualidad, encajas con la descripción, desde tener el cabello más largo de lo que debería ser posible en una niña tan pequeña. Por suerte para mí también, ya que estaba a punto de renunciar a Gothel y seguir adelante. Las náuseas se levantaron en la garganta de Rapunzel. ¿Suerte? ¿Dónde estaba la suerte en eso? Había estado tan cerca de no haber sido robada, tan cerca de que Vedmak renunciara. ¿Gothel aún la habría tomado si él se hubiera ido? Nunca lo sabría. El pánico de Rapunzel aumentó. —¿Qué quieres de mí? —repitió.

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—Eres consciente de lo que quiero contigo. Ya lo he explicado. Debes morir por mí para traerte de vuelta. Gothel no estaba completamente equivocada. Tu cuerpo es un recipiente para alguien, pero no para su hija. —¿Para quién? —susurró, retrocediendo hacia la puerta mientras él acechaba cerca. —Una poderosa bruja que fue erradica de la tierra mucho antes de su tiempo. Otro encontró una manera de aprovecharse de ella y atraparla en el mundo de los espíritus. El que pueda liberarla y darle un cuerpo poseerá un poder que no puedes imaginar. Voy a ser el brujo más poderoso que exista. Nada ni nadie podrá detener mi reinado de poder. Y con la muerte de Gothel —Rapunzel jadeó—, serás la única heredera de la fortuna que la familia Gothel acumuló. Nadie sabrá que no eres tú, ya que nadie te conoce en absoluto. —¿Gothel está muerta? —preguntó, sorprendida por el dolor que la asfixiaba. Gothel podría haber estado preparando a Rapunzel para su propia muerte, pero aun así, había sido la única madre que había conocido. —Por supuesto que lo está. Ese era el plan desde el principio. Has puesto un pequeño giro en el plan con tu patético intento de escape. No importa. Solo comenzaremos de nuevo. Rapunzel estaba explorando el lugar frenéticamente en busca de algo, cualquier cosa, para usar como un arma mientras él hablaba. —Estás loco —dijo ella, avanzando lentamente hacia la puerta abierta mientras él seguía rodeándola cada vez más cerca—. No hay tal cosa como la magia o brujas o hechiceros o lo que crees que eres. —¿No? —cuestionó con calma. Rapunzel corrió hacia la puerta. Esta se cerró de golpe. Agarró la manija y la giró. Se movió con facilidad por debajo de su agarre, pero la puerta no se movió. Miró hacia atrás con pánico, hacia Vedmak, que siguió avanzando lentamente, acosándola intencionadamente. Era su peor miedo, estar encerrada en la torre una vez más. —¡Aléjate de mí! —gritó. —No quiero hacerte daño —dijo con una pequeña sonrisa—. Pero lo haré si peleas conmigo. Rapunzel rio con desdén. —¿Crees que voy a hacerlo más fácil para ti?

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—No quieres enojarme —dijo, la sonrisa todavía en su lugar, los ojos volviéndose duros. La habitación empezó a temblar, y Rapunzel miró a la ventana abierta. ¿Estaban teniendo un terremoto? Mientras miraba, la ventana se cerró de golpe, y ella saltó, un grito de alarma se le escapó. Rapunzel corrió a la cocina, abriendo un cajón tras otro, buscando un cuchillo olvidado o cualquier otro objeto afilado. —Déjame ayudarte —dijo Vedmak. Cada puerta del cajón y del gabinete se abrió de golpe. Pensando rápidamente, Rapunzel agarró el cajón más cercano y lo sacó, arrojándolo a Vedmak. Él levantó una mano, y el cajón se movió a su alrededor sin causar daño. —¿Es así como quieres jugar? —preguntó. Otro cajón fue lanzado de repente desde donde estaba abierto y se dirigió hacia ella. Se agachó justo a tiempo. Cuando se levantó de nuevo, Vedmak había borrado su sonrisa y ahora parecía inaudiblemente enfadado. —Esto no tiene que ser tan difícil —dijo con enojo. —¿Ah, sí? ¿Para quién? —dijo ella, esquivando hacia un lado cuando otro cajón fue hacia ella. La habitación empezó a temblar aún más fuerte, haciendo difícil mantener el equilibrio. Y aun así Vedmak caminó hacia ella, lentamente, como un depredador. Un golpe sonó en la puerta. —¿Rapunzel? —oyó a Fane llamándola. —¡Fane! Ayúdame. Vedmak lanzó una mirada de furia a la puerta. —¡Muchacho entrometido! —No puedo abrir la puerta. —Oyó lo que parecía a Fane golpeando su hombro contra la puerta, seguido por gritos de dolor. —Vedmak está aquí —gritó ella.

—¿Qué?

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—Él no puede ayudarte —dijo Vedmak. Oyó el gruñido de frustración de Fane. —¡Vedmak! Tienes que dejarla salir ahora. La sonrisa había vuelto mientras Vedmak lo escuchaba. —Qué conmovedor —dijo y Rapunzel se estremeció ante la repetición de las palabras que había dicho Gothel. Ella caminó de regreso a la puerta otra vez. Tiró de ella cuando sintió las vibraciones de Fane embistiéndola desde el lado opuesto. Era difícil decir la diferencia entre su embestida y la de la casa temblando y astillándose. Entonces Vedmak estuvo a su lado, atrapándola entre su alta figura ancha y la puerta. Ella gritó. —¡Rapunzel! —exclamó Fane. —¡Suficiente! —ordenó Vedmak. Quitó el lazo de su cabello, enredando sus dedos en los mechones rubios. Su trenza se desarmó por culpa de su asalto, largos mechones de cabello cayendo al suelo donde ella lo había cortado. Rapunzel intentó zafarse pero él la golpeó con su mano, tirándola y atrapándola con dolor. Él comenzó a cantar, los ojos cerrados, y el terror se apoderó de Rapunzel. De repente, oyó un fuerte chirrido. Levantó la vista y vio a Angel por encima de ellos. Las placas de yeso se astillaban y pedazos del techo caían. Escuchó el crujido de la roca que rodeaba la torre y más allá la voz frenética de Fane. La tranquilidad la invadió mientras observaba a Angel, como si hubiera sido suspendida en el tiempo. El color azul de Angel estaba brillando como el reflejándose en zafiros. Por primera vez, Rapunzel pensó que no era coincidencia que Angel hubiera llegado a ella, sino más bien el destino. Quizás el nombre que Rapunzel le dio al pajarito, Angel, era más apropiado de lo que se había dado cuenta. Metiendo un ala, Angel miró a Rapunzel directamente a los ojos. Fue entonces que lo supo tan bien como si Angel hubiera hablado. Miró a Vedmak. —No puedes tomar la magia a menos que yo te la dé —dijo en voz baja. Sus ojos se abrieron de golpe, llenos de rabia. —¿Qué has dicho? —Sus dedos se apretaron dolorosamente.

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—No tienes poder —dijo en voz más alta—, sin mi cabello. Es la última pieza y sin ella, pierdes todo. Se rio con desdén. —Esto no es una película infantil de fantasía donde puedes tener un final feliz solo por encontrar las palabras correctas que decir. El pánico se deslizó por su columna. Angel pío de nuevo, llamando la atención de Rapunzel. El temor se disipó y se puso de pie más recta, no una tarea fácil con la ruidosa habitación rompiéndose y balanceándose, y el doloroso agarre de Vedmak contra su cráneo. —Tal vez no —dijo ella—. Pero es la verdad, ¿no? Apostaste todo en mí, en la magia que infundiste en mi cabello. Pero no puedes tomarla sin permiso. ¿Cómo vas a conseguir que te la dé? —jadeó cuando la respuesta llegó a ella—. Fane. Sabías sobre él todo el tiempo. —Te dije que sé todo sobre ti. ¿Cómo crees que el patético chico te encontró en ese calabozo? Rapunzel miró hacia la puerta. Las paredes alrededor del marco se astillaban mientras observaba. Rapunzel empujó su pánico hacia abajo. Tenía que jugar el juego. Le sonrió a Vedmak. —Él está a salvo ahora. No tienes nada. Con un gruñido, Vedmak arrojó una esfera azul de luz hacia la puerta. Rapunzel saltó sin pensar en frente de ella, entre Vedmak y la puerta, la cual no protegería a Fane. Cerró los ojos, esperando el dolor. Cuando no llegó, sus ojos se abrieron de golpe y miró hacia abajo. No estaba herida. Vedmak gritó y lanzó otra. Rebotó en ella como si no fuera nada más que una bola de algodón. —Solo tienes el poder que te permito tener sobre mí, Vedmak —dijo ella con más fuerza, moviéndose hasta que estaba de pie justo enfrente de él—. Lo que significa que no tienes poder para hacerme daño. No me puedes tener, ¡y no puedes tener mi cabello! Un ruido bajo de furia sonó en la base de la garganta de Vedmak. Con un aullido, movió las manos en su dirección, arrojándola lejos de él. Tropezó en el suelo, girando rápidamente para mantener su mirada sobre él. —¡No sabes lo que haces! —gritó él.

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Rapunzel tragó. Luego se puso de pie. —Me voy —dijo—. Y no puedes detenerme. Grandes pedazos de yeso llovieron desde el techo mientras Vedmak gemía, sus dedos retorciéndose en su propio cabello ahora. Se tambaleó en su camino hacia el centro de la habitación como si no tuviera el control de sus acciones. Rapunzel corrió hacia la puerta, con las manos sobre su cabeza. La puerta seguía atascada. —Abre la puerta, Vedmak —le ordenó. Sus ojos se abrieron, y él la señaló. —¡No sabes lo que haces! —Sí, lo hago —dijo—. Estoy recuperando mi vida. Él gritó de nuevo cuando la habitación empezó a sacudirse de arriba abajo. Rapunzel tropezó, agarrándose de la manija de la puerta. Esta vez, se abrió. Ella dio un paso hacia el pasillo justo cuando el suelo se rompió por debajo de ella. Gritó mientras caía. De repente, se detuvo bruscamente. Mirando hacia arriba, vio que Fane la había atrapado, acostado boca abajo, esforzándose para tirar de ella hacia arriba. Y entonces estaba en el pasillo con él. Miró de nuevo a la torre y vio que Vedmak todavía estaba en el centro de la habitación, sin suelo bajo sus pies. Sus manos y cara comenzaron a marchitarse mientras se retorcía con un dolor interno. Una y otra vez gemía: —¡No sabes lo que haces! De repente otra forma apareció junto a él, claramente allí y no muy sólida, como una niebla espesa. Vedmak dio una mirada petrificada a la criatura que era oscura, con largo, esponjoso y negro cabello salvaje, y vestida con un oscuro traje vaporoso que estaba destrozado y desgarrado. Donde los ojos deberían haber estado había grandes agujeros de nada. Sus largas garras negras se levantaron amenazadoramente hacia Vedmak. Rapunzel se preguntó frenéticamente si este era el espíritu que Vedmak esperaba que albergara dentro de su cuerpo. —¿Qué dem…? —La voz sorprendida de Fane le llamó la atención. Ella vio que miraba con horrorizada incredulidad la escena ante él.

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—¡No! —gritó Vedmak, aterrorizado, temblando con tanta violencia que sus facciones parecían desdibujarse—. Por favor, traté de conseguirla… Sus palabras se ahogaron a medida que la mano de niebla se movía hacia él. Ella observó conmocionada mientras Vedmak parecía implosionar. Era como si su cuerpo se derrumbara sobre sí mismo, envejeciendo a una velocidad vertiginosa mientras rayos de color azul claro se disparaban desde sus manos, rebotando por la habitación hasta que finalmente convergieron en él en una gloriosa esfera azul de luz cegadora, consumiéndolo a él y a la turbia forma que lo rodeaba. Una ruidosa repercusión desgarró el aire cuando un enorme pedazo de la torre cayó. —¡Vamos, tenemos que salir de aquí! —gritó ella por encima del ruido de la casa despedazándose. Fane apartó la vista de la torre, centrándose en ella. —Correcto —dijo. Juntos, dieron la vuelta y se dirigieron abajo, dando tumbos contra el movimiento y esquivando las cosas que caían. Por último, se tambalearon por la puerta principal y corrieron lo más rápido posible lejos de la oscilante casa. Rapunzel miró hacia atrás y vio que la casa se derrumbaba detrás de ellos.

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42 Traducido por Jadasa Youngblood Corregido por Nanis

R

apunzel se sentaba en el borde de la dura cama de hospital. La severa deshidratación, desnutrición y agotamiento habían requerido que permaneciera en el hospital.

No tenía el Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa. Ese fue el primer análisis que le hicieron. Aparentemente, no fue más que una trampa que Gothel usó para que fuera obediente sobre permanecer encerrada en la torre. La policía encontró los papeles, leyeron todo lo que Rapunzel tenía, y ahora sabían que Gothel fue la responsable de la muerte de los padres y marido de Gothel… y que secuestró a Rapunzel. Le hicieron una prueba de ADN para descubrir quién era en realidad. Era desconcertante no saberlo. Todo lo que siempre había creído de sí misma era falso. No estaba enferma, no era una Gothel, y no era Rapunzel. Incluso su edad y fecha de nacimiento no eran suyos. Gothel le había puesto como fecha de cumpleaños el seis de junio, cuando en realidad su cumpleaños era el tres de diciembre. Era seis meses mayor de lo que pensaba. De hecho, su décimo octavo cumpleaños ocurrió mientras se encontraba en el calabozo. Le dijeron que su nombre de nacimiento era Sara Rowley. Sus padres biológicos eran John y Karen Rowley, quienes ahora se hallaban divorciados. Extraños. No tenía a dónde ir. La puerta se abrió, y Fane entró. Su rostro se ensanchó con una sonrisa, un poco vacilante cuando sus ojos cayeron hacia el vendaje blanco que cubría la parte delantera de su cuello y su brazo en un cabestrillo. Su hombro tenía un severo esguince por embestir contra la primera puerta del calabozo para

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romperla, luego la puerta de la torre tratando de llegar a ella. Se encogió al pensar en lo mucho que debió dolerle su hombro maltratado cuando la atrapó mientras caía. Esta mañana, él había sido dado de alta. —Incluso en el hospital, te las arreglas para verte atractiva. ¿Cómo haces eso? —preguntó, cruzando la habitación hacia ella, colocando su mano libre al costado de su cuello, y levantando su mentón hacia arriba. Rapunzel no se ruborizó, solo sonrió mientras se inclinaba para besarla. Su boca se movió a través de la suya, hambriento, desesperado, agradecido. Rapunzel quería saltar y presionarse contra él con más fuerza, pero tenía miedo de lastimarlo o derribarlo con su fervor—. No tienes ni idea de lo bien que se siente hacer eso sin tener que preocuparme por el daño que podría causar —dijo con voz ronca. —Te extrañé mucho —le dijo. Fane se rio. —Me encontraba aquí esta mañana. —Lo sé —dijo, ahora ruborizándose—. Quiero decir durante el tiempo que Gothel me encerró en el calabozo. Cada momento de cada día, todo lo que quería hacer era hablar contigo. Te deseaba con más ganas de lo que jamás deseé a nada. —¿Incluso el chocolate? —bromeó. —Eres mucho mejor que el chocolate. —Sabía que te gustaba. —Se rio. Fane se sentó en la cama junto a ella y entrelazó sus dedos con los suyos. —Estoy asustada —dijo. Fane la miró, apretando su mano. —¿De qué? —Ahora no tengo a dónde ir. No tengo una casa. Aunque ella no era realmente mi madre, Gothel es la única familia que he conocido. Fane envolvió su brazo a su alrededor y la atrajo hacia sí mientras sus lágrimas comenzaban a caer.

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—Rapunzel, no te preocupes. Puedes quedarte con nosotros. — Rapunzel se estremeció contra su costado—. Y no soy solo yo quien está diciendo eso. Mis padres extendieron una invitación. Rapunzel levantó su mirada hacia él. —¿En serio? —Fane asintió—. Pero… ¿crees que me dejarán quedarme contigo? —Señaló con una mano hacia la puerta. —Rapunzel, tienes dieciocho años. Puedes hacer lo que quieras. —Oh. —Oye, me acabo de dar cuenta que estoy saliendo con una mujer mayor —dijo Fane—. No tendré dieciocho años hasta febrero. Rapunzel bajó su mirada hacia sus manos entrelazadas, sintió el peso de su brazo alrededor de su hombro. —¿Estás saliendo conmigo? —preguntó tímidamente. —Nos salvamos el uno al otro. Después de eso, parece que deberíamos estar saliendo, ¿no? Eso es si… si quieres. Rapunzel empujó su cara contra su pecho. —Fane, sé que no debería amarte, pero lo eres todo para mí. Así que, sí, creo que deberíamos salir. —¿Por qué no deberías amarme? —preguntó. Ella se encogió de hombros. —No lo sé. Supongo que siempre pensé que no debería amar a alguien porque eso no podría transformarse en algo más. Nunca esperé ser capaz de amar a alguien. Además, ya sabes, mi vida en su mayor parte es toda una locura. ¿Quién quiere tener algo que ver con eso? —Yo —dijo con una sonrisa—. Contigo, nunca hay un momento aburrido. —Hizo una pausa, abrazándola más cerca—. Y ahora sabes que puedes amar a alguien, porque puedes hacer con tu vida cualquier cosa que desees. Cuando digo que puedes amar a alguien, lo que quiero decir es, que deberías amarme a mí. Rapunzel oyó la nota burlona en su voz.

—Ya te amo —dijo.

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—Bien. —Hizo una pausa—. Yo también te amo. Entonces eso funciona bien para mí, ¿cierto? Rapunzel se rio. —Para ambos. Se sentaron en silencio, simplemente sosteniéndose el uno al otro. Por varios minutos, Rapunzel se sintió satisfecha, incluso eufórica. —¿Pronto vienen a cortarte el cabello? —preguntó. —Sí. —¿Preocupada? Rapunzel se estremeció. —Aterrorizada. —Estaré justo aquí —prometió—. Sé que no será fácil para ti —dijo—, dejar que te lo corten. —Dijeron que pueden utilizarlo para hacer pelucas para las personas que perdieron su cabello. Me dijeron que era una “generosa contribución”. —Oh, sí —dijo Fane—. Mi mamá me contó que te hablaron sobre donar a Locks of Love15. Eso es algo realmente genial para hacer. —¿Y si ocurre algo malo? —dijo Rapunzel con un escalofrío. —No pasará nada. —Fane la apretó de nuevo. —¿Cómo lo sabes? —preguntó. —Supongo que no lo sé. El mundo podría terminar en cualquier momento y por cualquier razón, ¿verdad? Pero no. Simplemente sigue adelante. Cuando me levanté esta mañana, mi vecino se encontraba afuera limpiando el camino de entrada, como lo hace cada vez que cae nieve. Conduje pasando por Starbucks y la cola se hallaba fuera de la puerta, como cualquier otro día. Tuve que parar y cargarle combustible a mi auto, y fue tan caro como siempre. Rapunzel, el mundo sigue su curso. Y en realidad, ahora 15

Locks of Love: Es una organización benéfica sin fines de lucro con sede en Estados Unidos. La organización acepta donaciones de cabello humano y dinero con la declara intención de fabricar pelucas para los niños canadienses y estadounidenses que necesitan debido a condiciones médicas que causaron que pierdan su cabello.

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que estás fuera de la torre, es mucho mejor de lo que era antes. Cortándote o no tu cabello. Rapunzel suspiró. —Supongo que tienes razón. El mundo no depende de mí. —El mío sí. —Fane se rio. —Ja, ja —dijo ella, sonriendo, acurrucándose contra él. No por primera vez, estando agradecida, no por primera vez, porque el destino le trajo a Fane a su vida.

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43 Traducido por Mapu Corregido por Nanis

E

l terremoto fue el más fuerte en golpear el norte de California en más de cien años. El daño fue extenso en todas partes, y aun así ningún sitio había estado tan dañado como lo estaba la Mansión Gothel. Por supuesto, el terremoto se había originado cerca de los cimientos de la mansión, una vieja línea de fallo inactiva que no se había movido en la historia, ni siquiera como resultado de otros terremotos. Rapunzel sabía. Sabía por qué el terremoto había golpeado y por qué había venido de la mansión. Era la furia de Vedmak que había creado una perturbación que había cambiado a la misma tierra. Sin embargo, no podía decirle a nadie, ni siquiera a Fane. Él creía que era coincidencia, o por lo menos afirmaba que eso era lo que creía. Rapunzel sospechaba que en algún lugar profundo, él lo sabía también. Pero no podía forzarlo a admitirlo. Ella deseaba poder convencerse a sí misma de que la verdad era alguna cosa más. Rapunzel estaba en paz. Sabía que nadie podía herirla. Había sobrevivido a Gothel y Vedmak, y se había vuelto una persona mucho más fuerte.

* * *

—¿Estás segura de esto? —preguntó Fane. Ella asintió. Él se encogió de hombros, estacionando el auto antes de abrir la puerta para ella. Tomó su mano y juntos caminaron hacia los escombros de lo que una vez fue la Mansión Gothel. Un equipo de construcción la rodeaba, esta vez retirando los escombros en vez de construir una monstruosidad.

248

—¿Cómo está hoy, señorita Rowley? —preguntó el encargado. Estrechó la mano de Fane. —Bien, gracias. ¿Cómo va todo? —preguntó ella, indicando la pila de madera y piedra con un amplio movimiento de su mano. —Es un desastre, pero terminaremos pronto —le aseguró—. Hay algo que creo que debería ver. Le dio a ambos un casco, y luego los condujo por el camino hacia la parte trasera de la casa. A medida que se acercaban a ver lo que él quería mostrarles, Rapunzel jadeó. —Es la cosa más inaudita —dijo el encargado, rascándose la cabeza por debajo del casco—. Los troncos son viejos así que deberían haber colapsado bajo el peso de la casa. Pero una vez lo descubrimos, pudimos ver que la madera se mantenía firme. —Se encogió de hombros mientras miraba la casa de madera sosteniéndose en medio de las pilas de ruinas desmoronadas—. No solamente se mantiene, está en perfecta condición estructural. Asumí que querría dejarla intacta —dijo él, mirando a Rapunzel. Una sonrisa cruzó su rostro. No solo la “cubierta” de una casa se había ido para ella, sino que había dejado solamente la parte más importante de la casa, la original, en los modestos comienzos que deberían haber sido. —Sí, por supuesto. ¿Dijiste que está bien? Estructuralmente, quiero decir. —Sí, señora. Tan perfecta como el día en el que fue construida. En realidad, probablemente más ahora. —Un hombre cercano llamó al encargado—. Discúlpenme —dijo, corriendo hacia el hombre y dejando solos a Rapunzel y Fane. —Bueno, quién lo diría —dijo Fane en un suave susurro. Ella se giró hacia Fane. —Es hora de irme —dijo ella—. He estado tanto tiempo en este lugar que, creo que estaba asustada de que si me iba, no me reconocería. —Levantó la mirada hacia él—. No creo más en eso. Ahora la única cosa que queda es la cosa más importante. El comienzo.

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Rapunzel vio a Angel asentada en el único pilar al lado de donde el enrejado había estado. Angel agitó sus plumas e inclinó la cabeza. Entonces voló lejos. Libre.

Fin.

250

Cindy C. Bennett nació y se crio en la hermosa Salt Lake City, creciendo a la sombra de las majestuosas Montañas Rocallosas. Ella y su esposo (quien resulta ser su novio de secundaria) criaron a sus dos hijos y dos hijas allí. Ahora cuenta también con dos nueras. Desarrolló un amor por la escritura en secundaria cuando un maestro le presentó la dicha de escapar de la realidad por diez minutos al día escribiendo. Cuando no está escribiendo, leyendo, o contestando emails (noten que no hay mención sobre limpiar, cocinar o nada remotamente doméstico), a menudo se le puede encontrar montando su Harley a través de los hermosos cañones cerca de su casa. (Sí, maneja una Harley).

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Flochi y LizC

âmenoire90 Areli97 BookLover;3 Dianna' Fanny Fleurence20 Flochi Gemma.santolaria IvanaTG Jadasa Youngblood Jane. Jessy LizC Mapu Mari NC Otravaga Rivery Salilakab Selene Selene1987 Shilo Silvia Carstairs Verae Veroonoel

Aniiuus Beatrix85 Gabba LizC Mari NC Sttefanye Veroonoel Nanis

LizC y Nanis

Francatemartu

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