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CRÉDITOS MODERADORA nElshIA

Traductoras

Correctoras

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Nony_mo

Mir

Flor212

Curitiba

AriannysG

nElshIA

bibliotecaria70

Boom Eli25

Angeles Rangel

Mona

gissyk

gracekelly

Nanis

mokona rihano Malu_12 Nelly Vanessa

Recopilación y Revisión Angeles Rangel y Nanis

Diseño Otravaga

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ÍNDICE SINOPSIS

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EPÍLOGO

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SOBRE LA AUTORA

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SINOPSIS Olivia James nunca ha sido de las que pisan el lado salvaje, al menos no hasta que conoce a Seth Marc… un engreído y atractivo luchador en el gimnasio de su padre. Es exasperante, asquerosamente adictivo y simplemente parece no poder sacárselo de encima. Él ha estado en la ciudad por poco tiempo y su nombre ya está en boca de todos. Es el tipo de hombre sobre el que las madres advierten a sus hijas... de la clase que deja un reguero de corazones destrozados detrás de sí y tiene a Olivia en la mira. Olivia nunca ha conocido a nadie tan confuso como Seth y su actitud temperamental constantemente la desorienta. Nunca en su vida ha deseado el toque de alguien tan desesperadamente, pero habiendo salido recientemente de una relación a largo plazo sumergirse en otra es algo que preferiría evitar. Decidida a tener su toque, pero a no dejarlo meterse bajo su piel, Olivia se embarca en el viaje más emocionante de su vida.

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1 DE: BLADE 19:23 Hey, nena. No puedo llegar a la cena. Los chicos y yo saldremos. No me esperes. X Genial, malditamente genial. Lanzo mi teléfono de regreso en mi bolso de mano y echo un vistazo alrededor de la habitación, frustrada por la cancelación de Blade. Lamentablemente, esta no es la primera vez que me planta. Es la tercera vez en este mes que Blade me ha dejado en el restaurante mexicano de salsa esperándolo porque prefiere “pasar el rato con los chicos” sobre su novia por seis años. Para empeorar las cosas, el camarero que ha estado viniendo a mi mesa durante la última hora preguntándome si quiero ordenar es el mismo maldito camarero que ha tratado de atenderme las dos últimas veces que he sido plantada. Echo un vistazo a la barra y me encuentro con la cara de niño y ojos azules del camarero. Él me mira con simpatía. Sorprendida, miro rápidamente hacia abajo en mi menú, dejando las largas hebras chocolate de mi peinado como una cortina entre nosotros. Sólo el sonido característico de alguien despejando su garganta hizo que me asomara alrededor de mi cabello. ―¿Está usted lista para ordenar? ―pregunta el joven camarero, pasándose los dedos por el frente de su largo flequillo rubio. ―Uh. ―Un rubor surge instantáneamente a mis mejillas y me estremezco al pensar en lo roja que debo verme―. No, lo siento… mi pareja no va a venir. Me pongo de pie y enderezo mi corto vestido negro. Saco mi abrigo negro a juego de la parte posterior de la silla, colocándolo sobre mis hombros. Me extiendo a través de la mesa por mi bolso y camino rápidamente hacia la salida. Mis mejillas se ponen más calientes y juro que puedo sentir los apreciativos ojos de todos en mí. Afuera el aire es sorprendentemente frío. Extraño, considerando que estamos bien entrados en la primavera. El aire frío hace a mi nariz correr inmediatamente y siento el calor de mi rubor desvanecerse de mis mejillas.

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Mis zapatos de tacón alto resuenan e incluso golpean a lo largo del concreto mientras camino a través del estacionamiento. Siempre he encontrado el tiempo tranquilo reconfortante, pero el frío de esta noche, incluso el tiempo no es suficiente para calmar la tormenta rabiando dentro de mí. Mi sombra oscura se refleja en la pintura azul de mi sedán mientras desbloqueo el coche y me subo. Con un gruñido, lanzo mi bolso en el asiento del pasajero. Las lágrimas arden en mis conductos lagrimales, pero no me atrevo a dejarlas caer. No voy a llorar por él nunca más. Me inclino y cavo a toda prisa en el contenido de mi bolso hasta que localizo mi teléfono. Busco su nombre en mi lista de contactos y golpeó marcar. Resuena y soy saludada por su estúpido correo de voz. ―Hola, este es Blade. No estoy aquí ahora mismo, obviamente. Llámame más tarde. No dejo un mensaje de voz, pero sí lo llamo de nuevo. Y otra vez. Y otra vez. Cada vez que pasa al buzón de voz me pongo más y más furiosa, hasta que finalmente contesta. ―Shh. Shh. ―Escucho susurrar a alguien con una risita aguda. El ruido hace a mi estómago caer en mis intestinos―. Hola nena, ¿qué pasa? Eligiendo ignorar el ruido femenino hasta más tarde, le digo lo que pasa. ―¿Qué pasa? ¡Estoy sentada en el estacionamiento de Salsa’s porque me plantaste de nuevo! ―Mi voz es fuerte, pero no me importa. ―¿Puedes dejar de gritar? En realidad no es un gran problema. Tú y yo pasamos el rato juntos todo el tiempo. ¿Qué clase de respuesta es esa? ―Espera. ¿Debido a que nos vemos con frecuencia eso te da el derecho de plantarme? Puedo imaginarlo haciendo ese estúpido encogimiento de hombros que siempre hace. ―Algo así. Sabía que lo entenderías. Él cuelga, dejándome mirando fijamente por el parabrisas delantero. La ira hierve al extremo en mi pecho y puedo sentir mis orificios nasales expandirse mientras mi pecho se eleva y cae rápidamente. Con las manos temblorosas, golpeó remarcar. ―¿Hola? ―responde una ronca voz femenina, atrapándome con la guardia baja.

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―¿Estás jodidamente bromeando? ―exijo, sintiéndome enferma instantáneamente―. ¿Quién habla? ―Georgina. ―Pon a Blade en el teléfono ―chasqueo. En el fondo claramente escucho la música del club y las risas. Me alegro de que este fuera teniendo un buen rato mientras yo estoy sentada sola en un maldito estacionamiento. ―Mierda. Olivia, no es lo que piensas. Ella tomó mi teléfono de la barra. He alcanzado el punto de ebullición. He terminado. ―¿Crees que soy tonta? ―ladro en el teléfono. ¿Qué clase de pregunta es esa? Por supuesto que lo cree. ―No, en absoluto. ―Puedo escuchar el leve insulto en su voz. Típico―. Quiero decir, a veces haces cosas que me hacen preguntar… ―¡Sólo cállate! Ya no quiero hablar contigo por más tiempo y no quiero volver a verte nunca. ¡Puedes encontrar tus cosas en cajas y en la entrada de mi casa! ―Dios sabe cuántas veces he dicho eso. ―Olly, vamos. No seas así ―suplica él a través del teléfono, llamándome por mi apodo―. Estás exagerando. Cuelgo. Cómo es eso para jodidamente exagerar. Apoyo mi cabeza en el volante mientras un par de lágrimas caen sobre mi muslo desnudo. Blade y yo hemos estado saliendo desde que teníamos diecisiete. Tenemos veintitrés ahora. Siendo realistas, deberíamos haber salido solo por dos años. Esa fue la primera vez que me engañó. Desde entonces he perdido la cuenta de cuántas veces me ha traicionado. Lo sé. Soy una idiota por aceptarlo de vuelta y debería respetarme más, bla, bla, bla. Escúchame, estar con Blade es todo lo que conozco. Nunca he estado con nadie más. La idea de no tenerlo en mi vida me aterroriza, pero sé que él estando en mi vida va a seguir destruyéndome una y otra vez y no puedo hacerlo más. Si estar con Blade significa que me sentaré en los restaurantes sola por el resto de mi vida o preocupándome de que podría atrapar alguna condenada ETS de él… entonces no quiero ser parte de eso.

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Voy furiosa alrededor de mi pequeño apartamento, con una gran caja arropada debajo de mis brazos, recogiendo las cosas de Blade. Él no vive conmigo, pero seguro que tiene un montón de artículos alrededor de mi apartamento. Cada uno que recojo me hace sentir más enferma a medida que empiezo a asimilar la realidad. Cuando estoy segura de que he agarrado todo, corro escaleras abajo y coloco la caja en el camino de entrada. Nunca he ido tan lejos como para eliminar realmente sus cosas antes, pero esta vez estoy harta. Ya he tenido suficiente. Me doy la vuelta, pero un conjunto de faros acercándose en el camino de entrada hace que me regrese. Es un taxi. Genial. Blade salta del asiento trasero y saca un puñado de dinero en efectivo del bolsillo delantero de sus pantalones de mezclilla. Arroja el dinero en la ventanilla del conductor y trota hacia mí. ―Nena ―suplica, pasando sus dedos por su cabello rubio oscuro―. No hagas esto. Te amo. Me vuelvo sobre mis talones, sabiendo muy bien que si me lanza esos hoyuelos de niño voy a ceder. Su mano se envuelve alrededor de mi codo y un escalofrío de energía me atraviesa cuando me da la vuelta con una fuerza sorprendente. Bajo su agarre mi codo duele. ―Me estás haciendo daño ―gruño en voz baja para que los vecinos no puedan oír. Él no suelta su agarre. Sus ojos miran dentro de los míos mientras se inclina cerca, para que pueda sentir y oler su caliente aliento alcohólico de lleno en la cara. No hay compasión en su rostro, sólo ira. Echo un vistazo a sus pequeños ojos azules, y luego bajo por su cara a sus labios delgados. Lápiz labial rosado a lo largo de su línea de la mandíbula atrapa mi atención. Mi mirada sigue el conjunto de labios por su cuello, antes de desaparecer debajo del cuello azul de la camisa de polo verde. ―Eres asqueroso ―escupo. Él me aprieta mi brazo más fuerte y me estremezco mientras mi músculo se comprime contundentemente bajo mi carne. ―¿Qué harías sin mí? ¿Dónde estarías sin mí? Yo arranco mi brazo hacia atrás. ―Ya no te necesito más. Necesito a alguien que me aprecie. Blade ríe a carcajadas, echando la cabeza hacia atrás y mostrando sus dientes. Al parecer, dije la broma del año.

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―No vas a encontrar a alguien que vaya a estar tan interesado en ti como yo. Eres simple, Olivia, y aburrida. No tienes nada que ofrecer a nadie. Soy lo mejor que alguna vez te ha sucedido. Ouch, y pensar que esta persona amargada se supone que es mi otra mitad. Una extraña sensación de hormigueo se acumula en mi garganta como normalmente lo hace antes de que llore y presiono mi lengua en mi paladar para ayudar a aliviar la acumulación de lágrimas. Y lo hace en un grado. ―Si soy tan poca cosa, ¿entonces por qué estás tan enojado? ―pregunto, mi voz temblando ligeramente. ―No estoy enojado. Estoy feliz. Rompe conmigo, no me importa. Vendrás arrastrándote de vuelta y cuando lo hagas voy a cerrar de golpe mi puerta en tu cara. Me aparto de él. Si no me voy ahora, voy a llorar y no quiero que me vea hacerlo. Me dirijo a las pequeñas escaleras blancas y justo antes de dar un paso en mi apartamento su voz dice en voz alta por última vez. ―¡No te necesito! ¡Maine esta atestado con mejores chicas y me levanté a dos de ellas esta noche! Golpeo mi puerta y me deslizo hacia abajo a la madera dura. ¿Cómo puede alguien que solía ser tan dulce ser tan malditamente hiriente? Si me hubieran preguntado hace un par de años dónde quería estar en la vida hubiera dicho “en cualquier lugar, siempre y cuando tenga a Blade”. Si hacen la misma pregunta ahora, he de responder “cualquier parte donde no vea la estúpida cara de Blade o escuche su estúpida voz”. Mi pecho palpita dolorosamente mientras lágrimas escapan de mis ojos. Las dejé caer con toda su fuerza, porque las había estado reteniendo desde el restaurante y ya no podía más. Me arrastro sobre mis manos y rodillas desde mi puerta principal, atravesando la sala de estar y dentro del dormitorio. Me las arreglo para meterme en mi cama y dejo que la fresca cubierta del edredón de satén acaricie mis mejillas ardientes. Después de unos minutos me doy cuenta que no estoy llorando porque rompí con Blade. Estoy llorando porque sé que esto no es el final. Él va a volver. Continuará chantajeándome emocionalmente y desgastándome hasta que me fisure y lo acepte de nuevo en mi vida, pero eso no va a suceder esta vez. No lo recibiré de vuelta. Soy más fuerte ahora y me he estado preparando para nuestra inevitable ruptura durante mucho tiempo. Sólo porque elijo usar ropa más conservadora no me hace sencilla y sólo porque me gusta quedarme en casa casi todas las noches y leer y

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escribir no me hace aburrida. Le mostraré que no soy dependiente de él. Le mostraré que no puedo ser controlada. Lo trataré como si lo hubiera superado, porque definitivamente estoy por encima de haber sido tratada como si fuera nada. Yo no soy nada. Soy yo y me encanta ser yo. Que se joda.

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2 A la mañana siguiente, me levanto muy temprano para poder conseguir una sesión más larga en el gimnasio antes de trabajar. Mi gimnasio está a sólo unas pocas cuadras, pero conduzco de todos modos. ¿Por qué iba a querer quemar más calorías de las que necesito? Fue duro despertar temprano esta mañana. No conseguí dormir mucho anoche. Terminé apagando mi teléfono después de las 11:00 p.m. y un millón de llamadas perdidas. Sonrío. Blade probablemente se está volviendo loco en este momento y lo tiene bien merecido. Incluso después de que apagué mi teléfono el sueño fue escaso. Me quedé despierta toda la noche pensando, tratando de fijar el punto del momento exacto en el que Blade se dio vuelta y entró a un idiota. No podía, y me pregunto si ha sido así desde el instituto y sólo estuve demasiado ciega para darme cuenta. Me detengo en frente del gimnasio, inclinándome saco mi mochila del asiento del pasajero. En el interior tenía una toalla, un par de zapatos de tacón, un bonito vestido negro de negocios, algo de maquillaje y un cepillo para el cabello. Después de mi entrenamiento necesito una ducha y vestirme para el trabajo. Desde que el gimnasio dispone de regaderas, me imaginé que mataría dos pájaros de un tiro esta mañana. Ajusto mi cola de caballo, tiro de mis mallas un poco más arriba y cubro mi ombligo con mi camiseta de color rosa. No es que eso ayude mucho. Es tan fuerte que sigue volviéndose a deslizar y dejando al descubierto mi barriga plana. Entro en el gimnasio y un olor estéril llena mis fosas nasales. Ayer el gimnasio fue el anfitrión de un campo de entrenamiento y apestaba a sudor y vómito. Desagradable es una buena manera de decirlo. Exploro el gimnasio tratando de decidir dónde quiero empezar hoy. Por lo general, comienzo con la máquina para correr o la elíptica, pero esta mañana me siento algo un poco más… agresiva. Quiero algo que pueda sacar mi enojo. Tengo una gran cantidad de odio que quiero expulsar de mi sistema antes de trabajar. Mi mirada cae sobre el ring de boxeo, donde dos hombres firmes entrenaban. Es un comienzo, supongo, pero a lo mejor voy a ir con algo un poco más personal. Miro a las bolsas de boxeo y lo veo… a él.

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Guau. Al instante un escalofrío se dispara por mi espina dorsal, encendiendo algo oscuro y siniestro en lo profundo de mi interior. Sin poder hacer nada me como con los ojos los rasgos extraños, boquiabierta hacia él como una idiota. Las hebras de su cabello corto y negro se adherían a su frente por el sudor y tan pronto como lo noto, pasó los dedos a través de él, enviando pequeñas gotas de sudor en todas direcciones. Mi boca se seca y quiero pasar mis labios sobre su húmeda garganta. Repentinamente soy consciente de un extraño calor abrasador atravesando la parte trasera de mi cuello y una corriente eléctrica que nunca he sentido antes hormiguea entre mis muslos mientras observo su pecho sudoroso subir y bajar en un profundo jadeo. Él mira hacia el techo y cierra los ojos, forzando su manzana de Adán a sobresalir un poco. Sus anchos hombros y un lado de su pecho están cubiertos de intrincados tatuajes. A través de la cadera está otro tatuaje, es una frase, pero estoy demasiado lejos como para leerlo. Mi mirada cae sobre sus pantalones de cordón negro que cuelgan de sus estrechas caderas, exponiendo su deliciosa forma en “V”. Nunca he visto a un hombre tan… tan… como él. Es como si viniera directamente de una película o de alguna tórrida revista erótica para mujeres, con six pack 1 y todo. Él flexiona sus dedos y rebota ligeramente en los dedos de sus pies antes de cerrar sus manos en puños. Sus músculos se tensan y se contraen, trabaja y relaja, mientras golpea fuerte sus puños en la gran bolsa azul. Todo mi cuerpo se tensa y vibra de placer cada vez que sus grandes puños conectan. Y la forma en que sus cejas se juntan mientras balancea sus grandes brazos musculosos me hace retorcer donde estoy parada. Miro su rostro, sus ojos son oscuros y su expresión seria, como si la bolsa frente a él es alguien a quien odia. Involuntariamente, mis ojos caen de vuelta a su forma de "V" y reflexiono sobre qué exactamente hay debajo de la delgada tela. El pensamiento por sí solo es suficiente para que el deseo comience a poner humedad entre mis muslos. Pasan unos segundos y me doy cuenta de que el cordel en los pantalones no se balancea más hacia atrás y adelante, no se está moviendo. Lentamente arrastro mis ojos a lo largo de sus delgadas caderas y una cintura estrecha, un pecho bien formado rociado con una fina capa de sudor y, por último, un par de ojos de color marrón oscuro que están… mirando directamente hacia mí. ¡Mierda! Las garras de mi estómago se abren paso hasta mi garganta con una velocidad tremenda y creo que voy a vomitar. Me siento como si estuviera 1

Six pack: abdominales marcados.

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de pie en el agua, en lugar de en tierra firme y mis ojos se abren mientras mi pulso se dispara instantáneamente. Quiero correr, pero me quedo congelada, clavada en mi lugar. Abro la boca para disculparme, pero estoy al menos a diez metros de él. Cierro mi boca de un golpe. Estoy avergonzada, pero al mismo tiempo, estoy excitada, completamente deshecha sólo porque él me está mirando. Sus seductores y carnosos labios estallan en una sonrisa arrogante, como si oyera todo lo que pensaba de él. Bajo mis mejillas, mi sangre arde. No con miseria, sino de vergüenza, y odio eso. Bajo la mirada hacia mis zapatos deportivos blancos. Tal vez voy a empezar con la cinta de correr hoy. Fuerzo un pie delante del otro hacia las maquinas situadas una al lado de la otra. Le subo la velocidad a la máquina y pongo a trabajar mi trasero. Muy pronto mi cuerpo comienza a gemir y a quejarse, probablemente porque se me olvidó calentar. Pitidos apagados suenan en la trotadora a mi lado. ―Hola, Olly. Es mi papá. No debería estar demasiado sorprendida de encontrarme con él aquí. Es su gimnasio, después de todo. Reprimo un gemido. Papá y yo hemos tenido un camino lleno de unos pocos baches desde que me mudé. La única vez que encuentra el tiempo para hablar conmigo es cuando está tratando de hacerme tropezar en la mudanza de vuelta. Mi hermano mayor Chase logró recorrer el mundo sin ser importunado por nuestros padres porque está sirviendo a nuestro país. Dios no quiera que yo haga algo por mí misma. Pongo mi máquina a un ritmo más lento para que coincida con la suya. Odio mi apodo. He sido referida como Olly durante tanto tiempo como puedo recordar. Papá y Blade son los únicos que se salen con la suya. Ver a papá esta mañana es un poco conmocionante. Él estuvo ausente del gimnasio durante unos días y su asistente Derrick ha estado manejando las cosas. ―¿Papá? No te he visto en el gimnasio por un tiempo. Me estaba preocupando. ―¿Pero no te preocupó lo suficiente como para ir a casa y ver cómo estaba? Ruedo mis ojos mientras él levanta su gorra de jugadores de bolos con una mano y se rasca el aplastado cabello gris con la otra. Él sabía muy bien que si yo apenas apuntaba un dedo del pie en dirección a la casa, nunca me permitirían salir.

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―Estuve ocupado visitando a tu tía Kate ―me informa―. Tu prima Tracey dio a luz un niño ayer. Él tiene mi nariz. ―Pobre chico ―bromeo, incapaz de contener una risita. ―Sí, sí, eres hilarante, lo entiendo. Le sonrío. ―¿Que ha estado pasando contigo? ―pregunta. Me quejo y lanzó mi larga cola de caballo sobre mi otro hombro. ―Rompí con Blade anoche. Él me dejó en Salsa's otra vez. Papá sacude la cabeza. ―Te dije que él era malas noticias. Ese chico no tiene respeto. Sabía que era un estúpido ingrato al momento en que puse los ojos en él. ―Pone una mano suave en la parte superior de la mía―. Él se lo pierde, cariño. Eres una buena chica y si los hijos del socio no estuvieran ya casados intercedería por ti. Me río. ―La intención es lo que cuenta. ―Miro más allá de papá y el extraño ha vuelto a la perforación del saco. Sus duros pectorales contrayéndose cada vez que entra en contacto y me imagino pasando mi lengua lentamente sobre sus pezones erectos. ¿Qué está mal conmigo? ―Oye, ¿quién es ese tipo? ―pregunto, moviendo la cabeza en su dirección. Papá se da la vuelta. ―¿El chico con los músculos? ―Él me enfrenta y yo asiento―. ¿De verdad no sabes quién es? ―¿Se supone que deba? ―Es Seth Marc. ―Jesús, incluso su nombre hace que mi interior se funda―. Se acaba de mudar a Portland desde Seattle. Es un gran luchador de las Artes Marciales Mixtas, o por lo menos lo fue. Yo arqueo una ceja. ―El tipo estuvo tan cerca de convertirse en profesional cuando cumplió los veintiuno. Participó en una competición amateur de la AMM, pero abandonó segundos antes de la pelea de campeonato. Tuvo algo que ver con un drama familiar. Su regreso ha estado en todo Internet. Suspiro. ―Honestamente, no reviso mucho Internet.

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―Sí, bueno, no distraigas al chico. Él tiene una dura competencia en el próximo torneo del que necesita un triunfo si quiere entrar en los profesionales. ―Papá apaga su caminadora―. Me tengo que ir, chica. Ya hablaremos luego. Antes de alejarse por completo, se vuelve bruscamente. ―Ven a cenar el próximo domingo. Tu mamá me está matando. Quiere verte más a menudo. Asiento. ―Veré lo que puedo hacer. Papá rueda los ojos y me permite mirar hacia Seth. Es, literalmente, sexo envuelto en la mano y de la manera en que él me sonrió quemó mi cerebro. Mirándolo ahora, con la forma en que sus cejas se juntan y sus labios apretados en una línea, nunca habría pensado que él fuera capaz de sonreír. Apago mi máquina de correr y agarro mi mochila. Ya he terminado de trabajar por el día, no es que ayudara en nada. Incluso estoy más tensa ahora de lo que estaba antes de llegar al gimnasio y tengo la extraña sensación de que la única cosa que me va a ayudar es Seth y su lengua. Exhalo, tirando de mi camisa de nuevo. ¿A quién estoy engañando? Nunca me acercaría a un tipo como él. Hay demasiado macho alfa por ahí. Exuda autoridad y agresión. Él es un león y yo soy un ratón, me tragaría por completo y no en el buen sentido. Me vuelvo hacia las duchas para mujeres, manteniendo la cabeza hacia abajo y en línea recta, hasta que una morena enérgica entra en el gimnasio y exige atención. Con su vestido de tubo estrecho y con tacones, sin duda mayor que su moral (soy consciente de que no es una forma aceptable de medición, pero me hace sentir mejor pensar eso), se pavonea directo hacia Seth. Por supuesto que él está con ella. ¿Por qué no iba a estarlo? Su cuerpo es delgado y sus tetas son grandes y falsas. Él me parece el tipo de persona que disfruta de ese tipo de cosas y ella es bonita en esa clase de falsedad. Ella está de espaldas hacia mí mientras envuelve sus largos y delgados brazos alrededor de su cuello, tirando de él hacía sí, por lo que la cabeza de él queda apoyada entre la nuca y su hombro. Desde debajo de su entrecejo, sus ojos parpadean hacia mí y… ¡Maldita sea! Estoy mirándolo fijamente de nuevo, sólo que esta vez no puedo apartar la mirada. Su oscura e hipnotizante mirada me ha atrapado. Ellos se abrazan por un momento y todo ese tiempo me mira con un brillo de complicidad, pero curioso en sus ojos. Seth se aleja de ella y cuando sus ojos finalmente me liberan, me vuelvo sobre mis talones y prácticamente corro a las duchas.

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El cuarto de baño es un poco estrecho y sólo hay dos cabinas de ducha. Los otros cuatro son de regaderas a la intemperie. No soy lo suficientemente descarada para ducharme delante de otras personas, pero la anciana duchándose libremente cuando entré parecía no tener desacuerdo con que la viera desnuda. Yo, por otro lado, aprieto los ojos con fuerza y me lanzo a la cabina más cercana. El agua es agradable en mi piel. Un poco demasiado fría para mi gusto, pero necesito que lo sea. Si iba a pasar el día sin tocarme a mí misma para aliviar lo que sea que me ha enrollado más apretada que una maldita cajade-sorpresas, entonces necesito algo que me enfríe. Nunca he sido una persona sexual, pero en este momento estoy más caliente de lo que he estado en mi vida y todo es debido a un chico en el gimnasio que me miró. Cuan débil. Me gusta el sexo, pero Blade ha sido mi única pareja sexual y el sexo en realidad no es nada para presumir. Va por unos minutos y luego se acabó. La única manera que he sido capaz de alcanzar el orgasmo es si lo hago yo misma. Me seco y me meto en la ropa interior. Me pongo unas medias negras y luego mi vestido negro antes de ponerme un bonito par de calzados crema. Después de recoger mis cosas, me dirijo a los lavamanos con los espejos empañados. Incluso después de la ducha fría mis mejillas están aún un poco sonrojadas. Me froto la base para disminuir el tono rosado y funciona hasta cierto punto. Después de aplicar un poco de sutil maquillaje en los ojos, me recojo el largo y húmedo cabello en un moño improvisado. Es un poco complicado, pero parece deliberado y realmente no puedo molestarme en arreglarlo. Saco mi teléfono celular y lanzo mi bolso sobre mi hombro. La anciana aún está descaradamente duchándose cuando salgo de la habitación y, mientras me paseo por el pasillo, enciendo mi teléfono e inmediatamente me bombardea con mensajes de texto y mensajes de voz de Blade, mi mamá y mi mejor amiga Selena. DE: SELENA 12:00 a.m. ¿Por qué me está llamando Blade sin parar? Por favor, dime que es verdad y has tirado su arrogante culo. DE: SELENA 12:15 a.m. ¡Contéstame maldita sea!

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No sé si debería abrir el champán o no. ¡El suspenso me está matando! DE: SELENA 12:30 a.m. Abrí el champán de todos modos. Reír para mí misma. Selena siempre está buscando una excusa para beber alcohol. Creo que ya ha tenido tres cumpleaños este año a causa de eso. Le respondo. A: SELENA 8:15 A.M. Síp, todo ha acabado entre nosotros. El hijo de puta me dejó… ―Unf. ―Gruño cuando camino contra un cuerpo duro. Mi teléfono se desliza de mis manos y golpea el suelo. Afortunadamente, la pantalla permanece libre de grietas―. Lo siento. ―Me quejo, arrodillándome para recoger mi teléfono. Lo tomo del suelo y luego me congelo. Mi mano se aprieta convulsivamente alrededor del dispositivo cuando me doy cuenta de que la persona que está delante de mí es el que llevaba un par de pantalones de cordón negro. Lentamente, mis ojos viajan por su cuerpo. No, no, no, no. Por favor, Dios deja que sea alguien más excepto él. Mi mirada se encuentra con su fuerte y sudoroso pecho y luego se disparan rápidamente hasta un par de ojos de chocolate que tienen pequeños surcos de oro miel que se ramifican a lo largo de ellos. Trago fuertemente. Está a centímetros de mí, de pie tan inmóvil como la piedra y la mirada fija en mí. Siento que mis rodillas comienzan a temblar mientras escudriño tímidamente hacia él entre mis pestañas oscuras. Extiende una mano de dedos largos hacia mí y la tomo instantáneamente. ―¿Te puse mojada? ―pregunta él con una voz que es tan pecaminosamente profunda que tengo inmediatamente un escalofrío bajando por mi columna. Me ayuda a levantarme, pero no me suelta la mano. Su piel está caliente y mi sangre hierve a fuego lento como resultado. Hundo mis dientes en mi labio inferior, mientras un rubor delator aparece en mis mejillas. ―¿Qué?

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―¿Te puse mojada? ―repite esta vez más despacio, enfatizando cada palabra―. Estoy cubierto de sudor. ―Oh, correcto. ―Le echo un vistazo a mi vestido. Hay algunas manchas de humedad que son más negras que el resto, pero nada demasiado serio o grave. Ni siquiera creo que la palabra grave pueda ser utilizar en una oración con este hombre―. No mucho. ―¿Cuál es tu nombre? ―pregunta, inclinándose más cerca de mí. ―Olivia. La boca de Seth se moldea en una sonrisa impresionante y fracaso en arrancar mis ojos de los suyos mientras arrastra mi mano a su boca y suavemente coloca sus labios sobre mis nudillos. Jadeo ya que tira de mí acercándome. Mi mano libre vuela y se apoya contra su duro pecho en un intento de detenerme de presionarme completamente contra él. Pura lujuria candente desgarra mi cuerpo y se derrama sobre todos los órganos y todos los huesos antes de establecerse entre mis muslos. Nuestros cuerpos están tan cerca y me quedó mirando fijamente en sus oscuros ojos, completamente desarmada y confundida. ¿Estoy soñando? Puedo sentir el calor de su cuerpo irradiar hacia mí, entrando en mí. Miro más allá de él y la morena, su novia, nos está frunciendo el ceño. Tomo una profunda respiración controlada antes de tirar de mi mano. Si mi mano tuviera una mente propia, sin duda, me habría abofeteado. Parece divertido por la manera en que lo contemplo y se muerde los labios conteniendo una sonrisa. ―Si me disculpas ―digo, dejando caer el contacto visual―. Se me está haciendo tarde para el trabajo. ¡Maldita sea! Si no tuviera que trabajar, me gustaría permanecer en el gimnasio todo el día. Doy un paso por delante de él y mantengo mi cabeza hacia abajo mientras paso a su novia. Detrás de mí, la enojada voz de la morena divaga sobre cuán irrespetuoso es con ella y creo que lo escucho soltando una risita. Sin mirar sobre mi hombro, huyo del gimnasio.

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3 Me siento en el trabajo escribiendo nombres y tomando llamadas. Me esfuerzo duro para concentrarme en las tareas a mano, pero no puedo dejar de pensar en Seth, o en su cuerpo. O su cabello negro. O la forma en que sus labios se sintieron en mi mano. O sus ojos oscuros. Aprieto mis muslos más fuerte y, de repente, tengo un deseo insaciable por chocolate y miel. Sacudo la cabeza. Debajo de mi extraño y abrupto deseo por Seth, el desconocido del gimnasio, hay un sentimiento de culpa que gira alrededor de mi estómago como si hubiera hecho algo malo. Rompí con Blade anoche entonces técnicamente soy una mujer soltera… así que, ¿por qué me siento tan sucia? Me gusta trabajar como recepcionista, pero he estado mirando alrededor de la misma sala de espera espaciosa y estéril por los últimos dos años y parece que no puedo encontrar la motivación suficiente para renunciar. Espero que algún día pueda hacer algo realmente diferente con mi vida como convertirme en escritora o dirigir películas. Siempre he querido ser capaz de contar una historia de alguna manera. La escritura parece más factible y, si tuviera opción, me gustaría ser una famosa escritora de romances. Hay algo acerca de un sano final feliz y de amor que me inspira. Por supuesto, mi madre no considera la escritura como una carrera real, ni tampoco Blade. “Escribir es una carrera sin salida. Te quedarás sin historias irreales eventualmente. Conviértete en terapeuta o psicóloga, entonces siempre estarás ocupada. La gente tiene interminables problemas que quieren discutir todo el tiempo”, diría mamá. Al menos tenía un punto, no es que estoy de acuerdo con él. Blade decía cosas como: “La gente ya no lee”, o “Eso apesta”. ¿Desde cuándo leer apesta? ¿Quién dice eso? Si yo gobernara el mundo, las personas que no leyeran serían las primeras en irse. Boom. Los sacaría de su miseria. Paso una hoja de papel a través de la trituradora y mi mente vuelve a caer en Seth Marc. Aún siento sus manos sobre mi piel y sus labios sobre mis nudillos. Nunca he sido tan cautivada por el sexo opuesto antes. Estoy un poco enojada porque él coqueteara abiertamente conmigo cuando su novia estaba en el mismo edificio. Eso no está bien y me odio por ser débil. Nunca quise ser la chica con la que un chico engaña porque sé lo que se siente al ser engañada y eso apesta. Sin embargo puedo fantasear y mirarlo de forma

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pervertida en el gimnasio, ¿no? Quiero decir, ¿qué hay de malo en eso? La forma en que me observó con esa mirada sin complejos que me hace sentir mareada e inconscientemente aprieto mis muslos. Él es sin duda el tipo de hombre sobre el que las madres advierten a sus hijas; el tipo que rompe corazones y deja una larga lista de ellos a sus espaldas. Curiosamente, no parece el tipo de persona que puedes evitar. Imagino que sería implacable en búsqueda de lo que quiere. ¿A quién estoy engañando? No hay manera de que me quiera a mí. Tengo una imaginación demasiado activa… tal vez eso es lo que es. Golpeo mi pluma contra el escritorio a un ritmo desigual. Pero sí me atrajo hacia él… Una mujer delante de mí se aclara la garganta, exigiendo mi atención, pero sigo mirando a través ella, imaginando todas las cosas enfermas y sexy que dejaría que Seth me hiciera. ―¿Disculpa? ―pregunta ella. Su tono de voz es grueso y con actitud snob. Su arrugado rostro envejecido aparece enfocado y estoy mirando sus labios color cereza que están fruncidos en una línea molesta. Su cabello blanco se sienta en la parte superior de su cabeza, como si fuera un caniche. Sí, me recuerda a un caniche. Preparo mis dedos en el teclado desgastado. ―Nombre, ¿por favor? ―Miriam Matthews. ―Escribo mientras habla. Tildo su nombre como asistida y le digo que tome asiento. Con una exhalación frustrada, se aleja pavoneándose. Su vestido es de color rojo cereza, al igual que sus labios, y es apretado, forzando a sus gigantescas tetas falsas a estar tan altas como les es posible. Me pregunto si viene aquí a hablar de su incapacidad para soltar su juventud. Sonrío para mis adentros. Tratar de leer a la gente sin siquiera conocerlos es una costumbre mía. Frunzo el ceño. No pude conseguir una lectura completa de Seth. Era difícil y eso me molesta. Con la anciana, por otra parte, creo que tengo una idea bastante buena de lo que de ella se trata. Miro por encima de mi escritorio a la mujer y a juzgar por la forma en que se sienta con las piernas cruzadas con fuerza mientras inconscientemente golpea su hermoso dedo cuidado en su reloj igualmente hermoso de diamantes, me dice que es impaciente. Eso no es demasiado sorprendente teniendo en cuenta lo ocupado que está todo el mundo en estos días. El par de tetas falsas duras como roca y sin vida que sobresalen de su vestido me hacen volver a mi punto sobre su incapacidad dejar ir su juventud. Echo un vistazo a sus manos. Hay una línea de bronceado en su dedo anular y voy a asumir que es recientemente viuda del último de sus cinco maridos. Miro la pantalla de mi ordenador y hago clic en

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su archivo. Casi cerca. Ha tenido tres cambios de nombre en los últimos dos años. Hago clic en “John Matthews” el nombre que está vinculado a su cuenta. Una gran marca de agua color roja que dice “FALLECIDO” atraviesa su archivo. A veces, soy demasiado buena en lo que hago. ―¿No estás violando algún tipo de ley de confidencialidad médicobarra-paciente? ―Salto y apago el monitor cuando Selena se desliza en mi escritorio. ―Jesús ―respiro―. Me asustaste como la mierda. Selena se ríe y me da un codazo, recibiendo algunos ceños fruncidos de los pacientes en la sala de espera. Presiono mi dedo contra mis labios. ―Shsh, este es mi trabajo, ¿recuerdas? ¿Qué estás haciendo aquí? Ella gira sus suaves rizos rubios para que cuelguen sobre su hombro y se inclina más hacia mí. El olor a cigarrillo en su aliento me da náuseas. Ligeramente, la empujo hacia atrás. ―Tu aliento huele a humo. Es repugnante. ―Ups. ―Toma un trozo de goma de mascar de un bolsillo oculto en su bolso―. Lo siento. ―Mete la goma en su boca, arruga la envoltura y la lanza a la papelera, fallando terriblemente. ―¿Qué estás haciendo aquí? ―pregunto de nuevo mientras se aplica brillo labial en sus labios regordetes. ―Pensé en venir a verte. No has respondido a ninguno de mis textos. ―Se desliza fuera de su abrigo color beige y lo mete debajo de ella―. Estaba preocupada. Casi esperaba encontrarte muerta en alguna parte. ―Oh, claro. ―Después de literalmente chocar contra Seth en el gimnasio, me olvidé por completo de responder el texto de Selena―. Apagué mi teléfono anoche y luego esta mañana quedé un poco atrapada en el gimnasio de mi padre. Ella pone los ojos en blanco. ―Aburrido. De todos modos, ¿realmente rompiste con Blade? Asiento. ―Síp. ―¿Y no hay forma de que vuelvas con él? ―No. No esta vez.

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Ignorando el hecho de que estamos en un lugar tranquilo, Selena chilla como una pre-adolescente que acaba de ganar entradas para el backstage 2 de un concierto de Justin Bieber. De su bolso saca una mini caja con botellas de vino en tamaño bebé. Los pacientes se estremecen con su voz aguda; sólo algunos disfrutan de una rubia delgada bailando sin música y tomando vino de un trago. La puerta más cercana a mi escritorio de recepción se abre bruscamente y Mason Peterson, mi jefe, sale enfurecido de su oficina. Su traje gris se aferra a su cuerpo increíblemente apretado. Está en buena forma para alguien tan viejo como lo es él, de unos cuarenta años, tal vez. Tiene una cara bonita, también. Su cabello es color oro, como pan horneado y sus ojos son de un azul sorprendente. Movió su negocio a Portland, Maine, desde Seattle hace cuatro años, debido a un divorcio abrupto. A mi lado Selena deja de bailar y yo dejo caer mis ojos a la pantalla en blanco, moviendo los dedos sobre el teclado, fingiendo escribir. ―¿Qué está pasando aquí, Olivia? ―pregunta con severidad. Mason es un jefe impresionante. Me deja librarme con un montón de cosas con las que la mayoría de los jefes despediría a sus empleados y ocasionalmente abuso de ello. ―No tengo idea de quién es esta chica ―digo―. Ella debe ser una paciente de aquí. Tomo el teléfono. ―Hola, Guyers y Peterson Psicología; soy Olivia. Mason exhala, colocando firmemente sus manos en sus caderas. Sus ojos azules se estrechan sobre mí y la decepción es evidente en su rostro. ―Olivia, no soy idiota. Sé que el teléfono no sonó y Selena, no está permitido beber aquí. ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? Aprieto mis labios con fuerza para evitar reírme. No ayudó nada. La risa que estoy intentando frenar termina saliendo por mi nariz. Maldita sea, Selena. Ella sabe exactamente cómo hacerme volver a mi viejo yo de la secundaria. ―Vamos chicas. ¿Cuántas advertencias tengo que darles? ―Lo siento, Mason ―me disculpo, secándome las lágrimas de risa de mis ojos y manchando mi máscara ligeramente―. No tenía idea de Selena iba a venir hoy. Acaba de aparecer. ―Sí, está bien. ―Él no me cree. ―Olivia rompió con Blade anoche. 2

Backstage: Detrás del escenario.

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Vaya, al parecer esa es información que todo el mundo debe saber. Le lanzo a Selena una mirada enojada y ella se encoge de hombros. Selena tiene la costumbre de vociferarle a la gente que no quiero que conozca mis cosas. Mason es un buen jefe, pero también es persistente. He perdido la cuenta del número de veces que me ha invitado a salir a cenar. ―Ya era hora ―suspira Mason―. Ese tipo era un idiota. ¿Cómo lo llevas? Me encojo de hombros. ―Sorprendentemente bien, en realidad. ―Salí de la cama, así que es un comienzo. ―Bien. ―Saca su celular del bolsillo de atrás y marca un número―. ¿Sally? Hola, soy Mason. Sí. ¿Puedes venir hoy? Olivia no se siente bien. Está bien, genial. Nos vemos pronto. Lo miro con la boca y los ojos muy abiertos. ―¿Qué estás haciendo? ―Te voy a dar tiempo para que te relajes. Puedes volver en dos días. Selena salta con entusiasmo, pero cruzo los brazos sobre mi pecho. No me gusta la gente que me hace favores, sobre todo la gente que espera cosas a cambio.

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―Es innecesario. ―Está sucediendo, ahora sal de aquí antes de que me cuestes más clientes. Llego debajo de mi silla, agarro mi bolso y me alejo del escritorio. No voy a quejarme por un día libre. Dios sabe que necesito uno. Selena agarra su abrigo, engancha su brazo alrededor de mi codo y me tira hacia la puerta. Miro hacia atrás a Mason que se posiciona detrás del escritorio. Enciende el monitor y el archivo personal de John Matthew se abre justo donde lo dejé. Mason me dispara una mirada molesta. Me encojo de hombros y empujo la puerta antes de que cambie de opinión acerca de dejar que me vaya.

* * * Selena y yo entramos en un pequeño restaurante especializado en carnes. Ella luchó con uñas y dientes por comida mexicana, pero creo que he dejado bastante claro que no quiero volver a comer eso de nuevo. Nunca.

Nos sentamos junto a una ventana que muestra un no tan hermoso paisaje del estacionamiento y la plena carretera. ―Estoy harta de vivir en este lugar ―gime Selena, asimilando el estacionamiento. ―Puedes decir eso otra vez. Saca un pequeño vino de su bolso y me lo da. Para evitar el inevitable discurso que viene con negarle alcohol, lo agarro. ―Lo siento chicas ―dice una camarera de mediana edad mientras se acerca a nosotras, sacando un lápiz de detrás de su oreja―. No pueden traer su propia bebida. Tienen que comprar el alcohol aquí. Selena toma mi vino de nuevo y lo mete en su bolsa, a la vez que sonríe dulcemente a la mujer. ―Está bien, más para mí, para más tarde. Me río de ella mientras pide una jarra de cerveza y papas fritas con queso. Yo, por el contrario, pido una hamburguesa de pollo y una guarnición de patatas fritas. Mi estómago gruñe mientras esperamos por nuestra comida. No comí antes de salir de casa esta mañana, la cosa no más inteligente teniendo en cuenta que iba a entrenar. La boca se me hace agua mientras observo camareros y camareras llevando comida a otros clientes. Sólo para tener algo en mi estómago doy unos tragos a mi cerveza. Me estremezco y hago un sonido extraño con la base de mi garganta cuando trago el asqueroso líquido. No me gusta la cerveza y, como resultado, de repente siento náuseas. ―Entonces ―comienza Selena, haciendo caso omiso de mi reacción a la cerveza―. ¿Qué te hizo decidir finalmente que has tenido suficiente de la mierda de Blade? Sinceramente, no tengo ni idea de por dónde empezar. ―Bueno, me dejó en Salsa’s de nuevo para ir a pasar el rato con “sus chicos” y cuando lo llamé otra chica respondió su teléfono. ―Selena pone los ojos en blanco, sin sorprenderse―. Me di cuenta de que probablemente iba a ser así durante el resto de mi vida y eso es todo lo contrario de lo que quiero y lo que merezco. ―Por supuesto. ¡Si yo fuera hombre, te trataría bien! Sonrío. ―Gracias, Sel.

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Segundos más tarde, la camarera trae la comida y Selena se sumerge con avidez en sus patatas con queso. Para una chica tan delgada y en forma, come y bebe demasiada mierda. Estoy bastante en forma y la mayoría de los días como bien, pero eso no adelgazaba las curvas de mi cuerpo. No importa cuánto lo intentara, las caderas querían quedarse. Tristemente, no hay ejercicios para adelgazar tus huesos. Selena se anima, como si acabara de tener una idea genial. ―¿Quieres salir esta noche? ―No ―respondo de inmediato. Odio los clubes. Odio a los clubes más que a los tramposos. Los clubes me ponen nerviosa. Ser molida por un montón de viles tipos al azar y que ellos lancen su aliento a alcohol/cigarrillos sobre ti es repugnante. ―Oh, vamos, O. Nunca sales conmigo. Ya no tienes más a Blade, vive un poco. Lanzo algunas papas en mi boca y hablo con ella a través del puré de patatas. ―No se trata de eso. Odio los clubes y lo sabes. Ella hace pucheros con sus labios y noto un salpicón de sal a través de ellos. ―No me hagas ir sola. ―Selena, ya has comenzado a beber y son apenas las once de la mañana. Tú y yo sabemos que estarás fuera de combate para las cuatro de esta tarde. ―Está bien, voy a hacer un trato contigo. ―Hace una pausa, agarra su cerveza y se toma el resto antes de dejar el vaso vacío de nuevo sobre la mesa―. Si dejo de beber ahora, saldrás conmigo esta noche. Piensa en mi hígado. Si dices que no, voy a tener que golpearlo con el resto de esa jarra de cerveza, pero si dices que sí no voy a tocar una gota hasta esta noche. Suspirando, pongo un trozo de lechuga en mi boca. ―Está bien, saldré contigo, pero no quiero ir a Heaven’s. Blade siempre va allí. Heaven’s es la discoteca más grande de nuestra ciudad y la odio. El tintineo de la campana conectada a la puerta delantera suena, sacándome de mi tren de pensamientos y miro como un grupo de chicos alborotados entran. Selena endereza su espalda y se da vuelta en la silla para

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poder ver al grupo. Ama a los chicos casi tanto como a la bebida, aunque por lo general vienen de la mano. ―Yum, mira qué altos son. ―Prácticamente puedo oír su boca llenándose de baba. Mientras no está mirando tomo una fritura de queso de su plato y la meto en mi boca. ―Sí ―estoy de acuerdo, sin mirar en su dirección. Estoy decepcionada. En realidad no es una fritura de queso… Es sólo un grueso corte de papa con un poco de rara salsa de queso. Selena se vuelve hacia mí. ―¿Siquiera estás mirando? ―No. Ella se acerca más. ―Oh, deja de ser una lesbiana y mira como pervertida a los chicos que acaban de entrar. Empiezas a preocuparme. Rápidamente, miro hacia ellos y luego de vuelta a mi plato sólo para mantenerla feliz. ―Eso no cuenta ―espeta en voz baja―. Hazlo de nuevo. Y, de hecho, mira como si lo apreciaras esta vez. Exhalo y miro al grupo de muchachos que se sientan unos puestos más allá de nosotras. Dos de ellos tienen sus espaldas hacia mí, así que no puedo comentar sobre sus rostros. Uno lleva una sudadera azul con capucha y tiene hombros amplios y anchos. El otro es un poco más pequeño, con una camisa negra ajustada y una gorra roja. Mirando más allá de ellos veo a los dos chicos enfrente a mi dirección. No son nada especial, y uno tiene un molesto bigote. ―¿No son calientes? ―jadea, pateando mi espinilla un poco demasiado fuerte y haciéndome estremecer. ―Por supuesto ―gruño con los dientes apretados. Cuando el dolor desaparece, continúo―: Quiero decir, no son feos. Selena se ríe un poco demasiado alto y dos pares de ojos caen sobre mí. Mis mejillas al instante se vuelven de color rosa. ―¿Están mirando? ―pregunta ella, susurrando. No queriendo provocarla, miento: ―No.

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Dejo caer mi mirada de nuevo a mi hamburguesa y la levanto para tomar un bocado. Todos los sabores del pollo y la salsa inundan mi boca: tomate, alioli, condimento de salmuera, casi gimo en voz alta. Es así de increíble. ―Voy a ir allí. ―Se vuelve para deslizarse fuera de la cabina y yo dejo caer la hamburguesa en el plato cuando alcanzo su brazo. Me las arreglé para engancharla, obligándola a quedarse. Me trago lo que llena mi boca. ―No seas idiota. Hay cuatro. Ella me guiña el ojo. ―Cuantos más, mejor. Selena se encoge de hombros fuera de mi alcance, y endereza su corto vestido gris. Ahueca su cabello largo y se vuelve hacia mí. ―¿Cómo me veo? Pongo los ojos en blanco, sabiendo muy bien que ya he perdido. ―Ve por ellos. No hay razón para que no se interesen por Selena. Ella es perfecta. Se pavonea hacia ellos y yo saco Expiación de Ian McEwan de mi bolso. Cuando Selena “habla” con chicos, nunca es una cosa de cinco minutos. Se tarda todo el tiempo que puede y por suerte he venido preparada. No estoy muy adelantada, pero si es algo como la película, me encantará. Risitas tiran mi mirada de nuevo hacia el grupo. Le han hecho espacio para que se sentara con ellos, ella me mira y yo le arrugo la nariz. Está sin duda en su elemento. Su hermosa sonrisa, de labios rosados está en su lugar y para mi sorpresa, ella señala con un delgado dedo índice en mi dirección. Niego hacia ella mientras mi estómago se agita dolorosamente. El chico de espaldas a mí, el de la sudadera con capucha, coloca su brazo sobre el respaldo de la silla y pone sus ojos oscuros en mí. Yo tomo aire mientras la sangre se drena de mi cara. Me quedo mirando fijamente la sonrisa con exceso de confianza y el familiar par de iris chocolate. Seth-jodido-Marc.

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4 Abro mi libro y lo levanto para cubrir mi cara ardiente. Mis mejillas son de color rojo brillante, puedo sentirlo. Seth es intimidante con su marco ancho, físico ideal y rostro molestamente hermoso. Por favor, por el amor de Dios, no dejes que me recuerde. No hubo suerte. Dos largos dedos callosos se curvan en la parte superior de mi libro y lo sacan de mis manos. Lo primero que noto es un par de holgados jeans azul marino y una sudadera azul que estaba por encima de su cabello negro. La cremallera está abierta, apoyada en su duro torso y exponiendo una franja de su deliciosa y desnuda sección media. Me aclaro la garganta con nerviosismo mientras mis ojos se encajan en los suyos y me esfuerzo al máximo absoluto por mantener mis ojos en él y no en la increíblemente dura, e increíblemente tentadora franja de carne. ―¿Hay lugar para uno más? Abro la boca para decirle que está tomado, pero se deja caer en el asiento frente a mí de todos modos, colocando mi libro sobre la mesa. Un palillo de dientes cuelga de su tentadora boca y nunca he querido tanto ser un objeto inanimado en mi vida. Seth empuja las papas fritas de Selena fuera del camino y me inclino ligeramente para mirar más allá de él. Me encuentro con los ojos verdes de Selena. Ella sonríe, y me da los pulgares para arriba. Lucho con el impulso de fruncirle el ceño y dirijo mi atención a Seth que me está mirando, fijamente. Él tiene el mismo brillo en sus ojos que me deshizo en el gimnasio esta mañana. Su dedo índice golpea la mesa y mi centro caliente late cada vez que su dedo golpea contra la madera. Él no dice nada, pero puedo sentir sus ojos penetrando mi ropa y lamiéndome por todos lados. Tomo una inhalación profunda por la nariz en un intento por controlarme. ―Soy Seth, por cierto ―dice, sacando el palillo de su boca. ―Sé quién eres. ―Me estremezco interiormente. No quería que mi voz saliera tan groseramente.

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Gira su cabeza en ángulo hacia un lado como si estuviera estudiándome detenidamente y la comisura de su boca se convierte en una sonrisa. ―¿Es aquí donde trabajas? ―No, yo, eh, yo trabajo como recepcionista de un psicólogo. ―Bajo la mesa, juego con mis dedos. Estoy muy nerviosa y no tengo ni idea de cómo manejar esta situación―. Estoy aquí para almorzar con mi amiga. ―Asiento hacia Selena con sus amigos en la cabina, pero no gira para mirar. Sus piernas rozan contra la mía, enviando una ola de electricidad a través de mi cuerpo y me aparto. Si se tratara de cualquier otra persona, me hubiera ido ya, pero con Seth… Parece que no puedo reunir el valor para alejarme. El placer llamea en las oscuras profundidades de sus ojos y me pregunto si voy por el mal camino. Él parece estar atraído por la manera en que yo lo considero. El problema es, que no sé de qué otra manera tratarlo. Es sexy como el infierno y por un lado no quiero nada más que él rasgue mis ropas, pero por otro, me niego a ser esa clase de chica por no mencionar el hecho de que tiene novia. ―Si no te conociera mejor, Olivia, diría que te repugno. Siento que mis labios forman una fina línea y pienso con cuidado acerca de mi respuesta. ―No me repugnas. Simplemente no soy esa clase de chica. Seth empuja la capucha fuera de su cabeza, dejando al descubierto su sexy cabello oscuro y se inclina hacia adelante sobre la mesa con los codos. Su cabello es corto, pero desordenado y mi dedos se contraen con el impulso de correr mis manos a través de él. ―¿Y qué clase de chica es esa? ―pregunta con una voz que es tan dura que hace vibrar todas mis partes sensibles. Me encojo de hombros. ―El tipo que coquetea con un chico que tiene novia… Sorprendentemente, la sorpresa no se registra en su rostro. En cambio, sonríe una sonrisa completa que expone sus perfectos dientes blancos y puedo sentirme con el ceño fruncido. Se recuesta contra la cabina y los brazos de su sudadera se aprietan cuando cruza sus brazos gruesos y fuertes. ―¿Quién? ―La guapa morena con las grandes tetas falsas…

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Mira mi pecho antes de mirar de nuevo mi cara, sonriendo sin pedir disculpas. Mi ceño fruncido se profundiza porque a él no parece importarle que lo haya visto hacerlo. ―No tengo novias. Sus palabras desinflan un globo en el pecho que ni siquiera sabía que existía y miro por la ventana hacia el estacionamiento. ―Tengo chicas con las que me acuesto, pero ese es su alcance. Arrastro mi mirada hacia el rostro de Seth, mis cejas se juntan. ―Así que, ¿eres soltero? Se encoge de hombros. ―Prefiero el término libre. Libre Me gusta eso. Desde anoche, soy libre también y mi Dios es refrescante. Meto una papa en mi boca y miro torpemente alrededor del restaurante. Me siento tan fuera de lugar teniendo a este gran hombre sexy hablando conmigo. ―Ahora que hemos aclarado la cuestión de la novia. ―Su pierna se inclina contra la mía y mete el palillo de nuevo en su boca. Lo mueve sutilmente por el húmedo labio inferior un par de veces, su lengua apenas se ve detrás de sus flexibles labios―. ¿Qué hacemos ahora? Su tono implica muchas cosas, pero no tengo ni idea de lo que realmente quiere decir. Lo observo mientras está sentado delante de mí con sus hombros anchos y un fragmento de su tatuaje en el pecho se asoma por debajo de su chaqueta. Sus ojos se caen de los míos y se quedan fijamente en mis labios. El brillo juguetón que tenían hace unos momentos desapareció, y parecen estar ardiendo, a fuego lento, oscuramente hacia mí desde el otro lado de la mesa. Abro la boca dispuesta a obedecer con lo que sea que él quiera hacer, hasta que Selena se aclara la garganta, trayéndome de vuelta a mis sentidos. Incluso si está “libre” no soy el tipo de chica que tiene sexo con alguien a quien apenas conoce… o por lo menos creo que no lo soy. Seth se lame los labios en señal de frustración antes de volver su atención a Selena. Veo el pecho de ella subir y bajar rápidamente bajo su mirada. Por lo menos no soy la única afectada por su presencia. ―O ―dice, volviendo sus ojos hacia mí―. Nos tenemos que ir. Ella está agitada. Puedo decirlo por la forma en que se frota los dedos contra los costados y hace una mueca con sus labios rosados. Me pregunto lo que le dijeron esos chicos. ―Lo siento ―le digo a él por segunda vez en el día―. Me tengo que ir.

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Me estiro a través de la mesa y agarro mi libro antes de deslizarlo de nuevo en mi bolso. Miro mi plato. Sólo pude tomar un bocado de mi hamburguesa y todavía tengo hambre. Arrastro los pies para salir de la cabina, manteniendo los ojos en la mesa. Cuando me alejo de la cabina todavía siento sus ojos en mí… analizándome. ―Te veré por ahí ―dice. Echo un vistazo por encima de mi hombro y le doy una ligera sonrisa. Sus palabras me emocionan porque suenan casi como una garantía. Selena tiene un firme agarre sobre mi antebrazo mientras me arrastra fuera del restaurante. Antes de que saliéramos se voltea hacia el grupo de los chicos y ellos se ríen ruidosamente. Cuando estamos afuera y fuera del alcance del oído le pregunto qué pasó. ―Son groseros ―dice con sencillez. No presiono el botón de desbloqueo en mis llaves y ella se pone de pie en la puerta del pasajero esperando impacientemente para que la desbloquee. ―¿Por qué son groseros? ―Pensaron que era una prostituta y querían pagar por mamadas en el baño. La forma en que sus cejas se juntan, formando una pequeña arruga en el puente de la nariz me hace estallar en carcajadas. Apoyo mi espalda contra el auto, apuntalando todo mi peso sobre ella mientras mi estómago comienza a arder. ―No es gracioso ―gime Selena. Lágrimas exprimen su camino por el rabillo de mis ojos. ―No me estoy riendo por lo que dijeron. ―Me las arreglo para decir entre respiraciones profundas de aire―. ¡Me río porque te ves tan disgustada! ―Estoy disgustada. ―El viento sopla un rizo suave y rubio en su rostro y lo aparta de un golpe―. ¿Puedes desbloquear el maldito auto de Dios para que podamos salir de aquí? Al pulsar el botón, ella no pierde tiempo en saltar dentro del auto. Aspiro un par de veces antes de abrir mi puerta y deslizarme detrás del volante. ―Oh, mierda ―maldice Selena, dejando caer su rostro entre sus manos.

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―¿Qué? ―pregunto mientras mi pecho hipa con una risita restante. ―Dejé mi bolso adentro. ―Bueno, no voy a volver a buscarlo. ―De ninguna manera. Selena se vuelve en su asiento por lo que la mayor parte de su cuerpo está frente a mí. Sus grandes ojos verdes tienen un brillo suplicante mientras presiona sus palmas juntas. ―¡Por favor, O! Por favor, no me hagas volver allí. Ya estoy lo suficientemente avergonzada así como está. ―¿Te parece que estoy ansiosa por volver ahí? ―Deberías. Tu chico era una total ricura y le gustabas mucho. No, a él le gustaba el hecho de que tengo una vagina, no yo como persona. Aprieto el volante. ―Él no es mi chico. ―Es lo único que logro decir. ―Sólo hazlo por mí y no tendremos que ir al club esta noche. Nosotras… Antes de que termine su oración estoy fuera del auto y marchando de nuevo hacia el restaurante. Haría cualquier cosa por evitar ir de clubes. Abro la puerta y suena la campana. Me permito una profunda e irregular respiración antes de levantar la mirada del suelo. Varios pares de ojos parpadean hacia mí, pero el único par que veo son los marrones conectados a un rostro muy hermoso. Mi boca se seca al instante y me odio por ello. Él está apoyado en la parte posterior de la cabina de sus amigos con el bolso de Selena escondido muy bien bajo su brazo. Tiene las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros y por dentro, me sacudo la cabeza a mí misma. Realmente necesito comportarme como hombre. Odio sentirme tan pequeña y vulnerable frente a él, frente a un extraño. Me obligo a caminar hacia él, sosteniendo mi mano hacia la bolsa de Selena. Mira mi palma con una sonrisa, que es más como la contracción de la esquina del labio, pero aun así quiero chupárselo de la cara. Me aclaro la garganta. ―¿Puedo tener el bolso de mi amiga, por favor? Sorprendentemente, él me lo da sin decir nada y lo tomo. Rápidamente, me vuelvo sobre mis talones y me dirijo hacia la puerta, pero antes de hacer eso, su amigo me llama. ―¡Oye, tú!

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Dejo escapar una exhalación lenta y me giro, forzando mi sonrisa más cortés. El tipo con el asqueroso bigote me sonríe, dejando al descubierto sus dientes. ―¿Sí? ―Dile que le vamos a pagar extra si vuelve y le agregaré el doble si esos labios carnosos y rosados tuyos están dispuestos a participar. ―Él me sonríe como sí que yo estuviera en el precio fuera correcto y acabara de recibir un acuerdo impresionante. Parpadeo hacia él, repetidamente. Qué. Cretino. El hombre de la gorra roja mira sobre su hombro y me sacude la cabeza, avergonzado por el comportamiento de su amigo. Miro a Seth y su expresión divertida se convierte en asesina mientras se vuelve a su amigo. ―Muestra un poco de maldito respeto ―exige con una voz que es baja y agresiva, sorprendiéndome. La cara de bigote se desploma un poco en su asiento y cuando sus ojos color avellana caen de nuevo en mí, vuelvo la atención a Seth. ―Gracias, pero puedo defenderme. Salgo como una fiera del restaurante y no escucho que la puerta se cierre detrás de mí cuando bajo por la pequeña escalera de hormigón. El temor se escurre a través de mi estómago porque sé que él está detrás de mí. ―¡Olivia! ―llama Seth, obligándome a caminar más despacio. Me giro para enfrentarlo―. Lo siento por mis amigos. Tienden a ser un poco… estúpidos, en presencia de mujeres hermosas. Mi estómago revolotea y mi vista cae al soso hormigón por una fracción de segundo. Nunca hubiera esperado que me considerara como una “mujer hermosa”. ―No es tu culpa. No podemos controlar la estupidez de nuestros amigos, no importa lo mucho que queramos ―digo con una sonrisa―. Nos vemos. Alejarme de él es difícil, pero me las arreglo muy bien. Me aseguro de mantener mi mirada baja mientras me subo al auto y tiro la bolsa de Selena en su regazo. Ella me mira cuando salgo en reversa del estacionamiento hacia la carretera. Pretendo no notar su mirada fija en mí, pero lo hago y me está volviendo loca. ―¿Hola? La miro brevemente.

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―¿Qué? ―Um, un bombón te persigue desde el restaurante y no me dices nada. Me encojo de hombros. ―No hay nada que decir. Él tenía tu bolso y yo lo recuperé. Él me siguió hasta el estacionamiento para disculparse por la actitud de su amigo. Ella aprieta su mano sobre su pecho. ―Qué amor. ¿Te estás viendo con él? Me burlo y tal vez empujo un poco demasiado fuerte el acelerador. ―¿Qué? No, nos conocimos brevemente en el gimnasio esta mañana y… ―¡Cállate! ―chilla―. ¿Él es lo que te hizo olvidar responderme el mensaje de texto? ¿Lo hicieron, tú sabes? ―¿Tú sabes? ¿Qué edad tenemos, doce? Ella estalla en un ataque de risa y siento mis mejillas ardiendo. ―No, no lo hice. No soy tú. Selena no tiene el libro de registro de relaciones sexuales más corto o más limpio y ella lo sabe. Selena levanta las manos, en señal de derrota. ―Está bien, está bien, pero si lo haces, será mejor que me lo cuentes. Pongo los ojos en blanco.

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―Lo que sea.

* * * Después del restaurante Selena y yo nos quedamos en mi casa por el resto del día. No hicimos mucho. Me ayudó a limpiar y preparar la cena y luego nos fuimos a la tienda a comprar bocadillos para nuestra noche de películas. Cuando regresamos a casa, extrañamente no podía dejar de pensar en Blade. Desplazo su nombre en mi lista de contactos y lo miro fijamente. ―Tal vez debería llamarlo… ―le digo a Selena mientras pone el pollo en la parrilla portátil. ―¿Llamar a quién? ―A Blade. Deja de hacer lo que está haciendo y me enfrenta. Sin previo aviso, su mano golpea firmemente mi mejilla, lanzando mi cabeza hacia un lado. Mi piel quema y la ira hormiguea a través de mi carne.

―¿Qué demonios, Selena? Saca el teléfono de mis manos y lo arroja al salón. Rebota en un mullido almohadón azul y luego cae en mi alfombra peluda color turquesa. ―No puedes llamarlo. Usará cualquier mierda astuta que pueda para hacer su camino de regreso a tu vida. Te engañó, un millón de veces. Te mereces a alguien mejor que él. ―Lo sé, pero debería llamarlo y ver si está bien. Negaba mientras se ataba los rizos en un moño en la parte superior de su cabeza. ―Él está bien. No te convenzas de que está sentado en casa mirando el teléfono esperando a que llames, porque no lo está. Va a estar fuera en algún lugar ligando chicas y bebiendo hasta desmayarse. Al diablo con ese ruido. Me aparto de ella para verter la salsa César a la mezcla de ensalada. Sé que no soy la que hizo algo malo, pero, ¿se supone que deje que seis años se vayan por el desagüe como si no significaran nada? ¿Es así como funciona? Seis años de tu vida es mucho tiempo para darle a alguien. Al menos debería aclarar las cosas entre nosotros, así me sentiré mucho mejor sobre perder tanto tiempo. Selena termina de mezclar el pollo con la ensalada y deja que se enfríe. ―Tengo que hacer pis ―anuncia, dejando la cocina en busca del baño. Tan pronto como escucho cerrarse la puerta del baño corro hacia mi teléfono y salgo. Llamo al número de Blade y por primera vez en la historia, responde inmediatamente. ―¿Estás follando con un tipo llamado Seth Marc? ―No hay calidez en su voz y eso me sobresalta. ―Hola a ti también… ―Respóndeme. ―¿Quién te dijo eso? ¿Y cómo es que sabes quién es? Es nuevo en la ciudad. ―Un amigo te vio con él en el restaurante de carnes y todos los que siguen la MMA de aficionados saben quién es. No quiero que lo veas. La demanda en su voz me molesta al instante. ¿Cómo se atreve a decirme qué hacer? ―Puedo ver a quien quiera. No estamos más juntos, ¿recuerdas? Rompí contigo.

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No niego si estoy o no estoy viendo a Seth. Blade piensa que soy aburrida y sencilla, así que quiero que vea que otros hombres, hombres sexy, me desean. Quiero que vea que lo arruinó. ―Olly. ―Blade respira en el teléfono―. Este tipo golpea personas para ganarse la vida. No quiero que estés cerca de él. ―Su tono tiene un borde más suave y casi me llega hasta que oigo una chica en el fondo diciéndole que vuelva a la ducha. No voy a mentir, eso dolió. ¿Por qué siquiera lo llamé en primer lugar? Me gusta el aire entre nosotros así como está, sucio, como él 3. ―Voy a continuar viendo a Seth si quiero. ―Estoy segura de que puede oír el temblor en mi voz, pero estoy agradecida de que no pueda ver mis manos temblorosas―. ¡No te pertenezco, a nadie! ―Cuelgo cuando la puerta del cuarto de baño se abre. Selena entrecierra sus ojos verdes hacia mí, cruzando los brazos sobre su pecho. ―Por favor, dime que no acabas de llamar a Blade. Empujo más allá de ella. ―Sí, y te alegrarás de saber que todavía está todo terminado entre nosotros. Lanzo mi teléfono en el sofá y me dejo caer en una silla en la mesa de la cocina. El aspecto del pollo grillado en la ensalada me hace la boca agua. A pesar de lo cabreada que estoy, una chica tiene que comer. Mi estómago gruñe y estoy más allá del punto de tener hambre. Me siento un poco mareada, pero todo huele tan bien. Ataco mi ensalada comiendo grandes bocados de pollo y lechuga, tragando con gratitud. ―Entonces ―comienza Selena, recogiendo en su ensalada―. ¿Vas a decirme lo que pasó con Blade? ―Como que le dije que tenía un nuevo novio ―digo con la boca llena de comida. Sus ojos se abren. ―¿Qué dijo? ―Que no quiere que lo vea. ―¿Qué lo veas? ―Le dije que estoy saliendo con Seth. 3

Juego de palabras, ya que antes usa la expresión “clear the air between us”, limpiar el aire entre nosotros, al decir que quiere llamar para aclarar las cosas entre ellos.

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―¿Quién es Seth? ¿Qué? Estoy a punto de tirarle mi tenedor. ―El tipo del restaurante de carnes. Coloca una cuidada mano sobre su boca y se ríe a través de sus delgados dedos. ―Jesús, O. ¿Por qué hiciste eso? Casi me hizo gracia. ―Porque Blade parece pensar que soy simple y nadie más me querría. Quiero que vea que soy deseable para los hombres, sobre todo para alguien como Seth que, seamos sinceras, tiene una cara y un cuerpo esculpidos por Dios mismo. Él puede tener cualquier chica que quiera. ―No todas las chicas ―dice Selena, tratando de hacer una declaración. Inclino mi cabeza y estrecho mis ojos hacia ella, desafiándola. Incluso Selena sabe que cualquier chico guapo que hace batir una pestaña hacia ella y ella irá con él, ni siquiera tiene que ser guapo la mitad del tiempo. Mastica un pedazo de lechuga, riendo. ―Mentí totalmente. Le dejaría tomarme. Maldición, si hubiera sido él el que pedía una mamada en el baño, lo hubiera hecho y le hubiera pagado. Escupo ensalada por toda la mesa, sin poder contener la risa. Selena se ríe también y pronto, la conversación entre Blade y yo sale de mi mente. Todo lo que quiero hacer es pasar el rato con mi mejor amiga.

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5 Pasar la noche comiendo bocadillos y viendo Mean Girls 4 fue exactamente lo que me recetó el doctor. Después de dejar a Selena en la firma de abogados de su padre, me fui al gimnasio. Voy a tener que pasar más tiempo en la cinta de correr hoy si quiero quemar todos esos azúcares y grasas trans que me comí anoche. Sin embargo, valió la pena. Me acerco al edificio y mientras mis dedos se enrollan en la manija de la puerta, me doy cuenta de que estoy sosteniendo la respiración. La dejo salir lentamente y abro la puerta. No lo mires. No lo mires. Fallo miserablemente y mis ojos me traicionan, lanzándose directamente a donde se encontraba ayer. Hago una mueca cuando mi mirada cae sobre el espacio vacío. Seth no está aquí. De repente, mi motivación para estar en el gimnasio disminuye. ―¡Olivia! ―Mi papá me llama desde la ventana en el centro de la pared, al menos dos pisos más arriba. Hace señas con su mano, haciendo un gesto para que suba las escaleras. Voy a la oficina de mi padre, deseando estar de vuelta en la cama para dormir. Entro y cierro la puerta detrás de mí. La oficina de papá es su lugar sagrado y me siento incómoda estando aquí rodeada de recuerdos de sus artistas marciales y boxeadores preferidos, en cajas de cristal en la pared. Mamá no le permitiría tener una “cueva de hombres” en casa, por lo que comenzó una en el trabajo. A veces me preocupa que lleve las cosas demasiado lejos. ―Hola, papá ―digo, dejándome caer en una silla cómoda frente a su escritorio. Se levanta de su silla y se coloca una chaqueta. ―Olly, necesito un favor. 4

Mean Girls: (Chicas pesadas, en Latinoamérica, y Chicas malas, en España) comedia adolescente norteamericana dirigida por Mark Waters. Está basada en el libro Queen Bees and Wannabes de Rosalind Wiseman Y tiene como protagonistas a Lindsay Lohan, Rachel McAdams, Tina Fey y Amanda Seyfried.

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Sus palabras dejan una sensación inquietante en mi estómago, o tal vez es el uso de mi apodo. Agh. ―… Está bien. ―Necesito que atiendas el gimnasio por mí hoy. Derrick está de vacaciones y no tengo a nadie que ordene este lugar. Tengo unas cuantas citas médicas para pruebas al azar. ―Revisa su muñeca como si no fuera gran cosa y de repente me pongo preocupada―. Pero debería estar de vuelta en un par de horas. ―¿Está todo bien? ―Sí, todo está bien. Tu madre está preocupada por mi salud. ―Saca sus enormes ojos de cachorro y sonrío. ―Claro, puedo hacer eso por ti. ―Eres una buena chica. ―Extiende sus brazos hacia mí para que le dé un abrazo y yo salto en ellos. Sus brazos se envuelven a mi alrededor y soy atrapada por ese típico olor a padre. Ni siquiera sé cómo describirlo. En cualquier caso, es reconfortante―. Nunca pondría este estrés en ti si tu hermano estuviera aquí. ―No es estrés, papá. Es sólo por un día. Creo que puedo manejarlo. Me entrega una larga lista de todas las cosas que tengo que hacer, cosas por las que se niega a contratar a alguien para que las haga cuando abrió este tugurio cuando yo era pequeña. Cosas como, limpiar los equipos, recoger las toallas, vaciar los cubos donde escupen, evaluar las máquinas y un montón de otros trabajos de mierda que mi padre no debería tener que hacer. Ajusta una foto de mi hermano y yo de niños antes de colocar un suave beso en mi mejilla. ―Gracias. Lo sigo desde la oficina y mientras cruzamos el piso del gimnasio hacia la puerta principal, veo a Seth. Él está aquí. Se abre la cremallera de la sudadera con capucha negra y la tira sobre una silla vacía. Sus dedos se curvan alrededor del borde de su camiseta blanca lisa y se la saca por la cabeza, dejando al descubierto una deliciosa e interminable cantidad de músculos. Sus labios están apretados en una delgada línea cuando toma la bolsa con las manos sin guantes. La forma en que sus puños se conectan con fuerza bruta e ira me hacen pensar que algo está mal con él. Muestra sus dientes ligeramente cada vez que los puños golpean la bolsa y sus cejas están fruncidas, envejeciéndolo.

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Empujándolo a la parte posterior de mi mente, continuo caminando con papá al coche y lo saludo antes de volver a entrar en el gimnasio. Mi teléfono vibra y lo saco de mi bolsillo trasero.

DE: BLADE 08:59 A.M. Esta es la última vez que te advierto Deja de ver a ese tipo. Vaya. No hay nada como un texto de un ex que te diga cómo vivir tu vida para ponerte de mal humor. Siento mi cara con el ceño fruncido y me duele. Odio el ceño fruncido. PARA: BLADE 9:00 A.M. Déjame tranquila. Siento que mi teléfono vibra una y otra vez en el bolsillo, pero no contesto. Tengo mierda que hacer. Son sólo las nueve de la mañana y ya hay unas toallas cubriendo los equipos. Hago una ronda rápida por el piso, recogiendo las toallas y limpiando el equipo húmedo. Pronto, voy a tener que rociarlos para que estén limpios y estériles para la siguiente persona. Alegría. A propósito dejo las salas de entrenamiento y boxeo para el final. En secreto, espero que Seth haya terminado para cuando tenga que ir a esa sección. No quiero sentir… lo que sea que siento cuando estoy cerca de él. No soy esa clase de chica, pero me hace desear que lo fuera… y odio eso. Me hace sentir barata y… sucia. De mala gana, entro en su área. Hago un rápido escaneo y por suerte no hay toallas. Me vuelvo sobre mis talones, sonriendo. Creo que es hora de un merecido descanso en la oficina de papá. ―Espera ―la profunda voz de Seth me llama y me congelo mientras el pavor se desliza a través de mi estómago. Me vuelvo hacia él y su expresión sería totalmente sexy, si la mirada en sus ojos no fuera tan ilegible. La toalla blanca que sostiene en su mano cae al suelo. ―Se te olvidó una.

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Echo un vistazo a la toalla y luego de vuelta al rostro severo de Seth. No tengo idea de lo que está haciendo o qué juego está jugando. Lentamente, me dirijo hacia él. Su rostro no tiene remordimientos, como de costumbre. Frunzo el ceño. No hay movimiento de su labio o calor en su mirada. Debe estar realmente enojado. Por desgracia no me siento con ganas de hacer lo que él dice, hoy no. Estoy enojada, también. Podría haber recogido la toalla si otro masculino ya no me hubiera demandado que hiciera algo, o dejara de hacer algo en el caso de Blade. Estoy parada ante el enorme trozo de músculos y de ninguna manera soy repentinamente inmune a la autoridad que emana de él, pero no me gusta la forma en que me habló. Presiono mi dedo índice contra su pecho duro y húmedo, haciendo todo lo posible por ignorar la corriente eléctrica disparándose a través de la punta de mi dedo y produzco mi mejor sonrisa de “vete a la mierda”. ―Recoge tu maldita toalla. No me alejo, a pesar de que lo planeaba en mi cabeza. No puedo y no tengo ni puta idea de por qué. Él está en mi espacio personal de nuevo y no creo que vaya a ser capaz de escapar esta vez. Nuestros ojos permanecen fijos, manteniendo al otro en su lugar. Su mano encuentra mi cadera y mi respiración queda atrapada en mi garganta cuando la agarra, tirando de mí hacia él. Estoy sin aliento por su contacto y él no parece en lo más mínimo afectado por mí. Se siente como si mi pecho estuviera a punto de explotar mientras mi corazón tartamudea, se detiene, y luego se acelera de nuevo en un ritmo errático. Me quedo mirando sus labios, sabiendo exactamente cómo se sienten contra mi propia piel. Su cara todavía está enojada, pero un toque de placer destella en sus ojos oscuros mientras sigo a su mano y doy un paso más cerca de su cuerpo. El dedo que tenía en su pecho se aplana por lo que toda mi palma presiona firmemente contra su carne y puedo sentir el latido de su corazón, golpeando tan rápido como el mío. El silencio entre nosotros se carga de electricidad y una sensación de hormigueo comienza en el centro de mi estómago, irradiando hacia el sur. A nuestro lado, una mujer se aclara la garganta y yo salto, sin saber que he perdido completamente la noción de dónde estoy. Seth tensa la mandíbula perceptiblemente cuando desplaza su mirada hacia ella. La chica es rubia y hermosa, definitivamente material de supermodelo. Su vestido azul ajustado se aferra perfectamente a su construcción y acentúa sus tetas falsas de tamaño medio. Síp. Definitivamente está aquí por él. Mueve sus largas pestañas negras hacia él, pero incluso puedo ver los ojos azules que brillan fijamente desde debajo de ellas. Miro a Seth, pero él no quita su mano de mi cadera y ahora que ella está aquí decido que me siento incómoda.

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Hago palanca en sus dedos apartándolos de mi cadera y él deja caer su mano de nuevo a su costado. Me aparto de ellos y hago mi mejor esfuerzo por parecer casual, mientras camino fuera de esa sección. Él habla en voz baja con la chica y ella responde en una voz que es tan vinosa y azucarada que me da náuseas. Mis pasos casuales se vuelven rápidos cuando muevo las piernas tan rápido como puedo, sin llamarlo correr, todo el camino a la oficina de mi padre. Una vez allí, cierro la puerta y me apoyo contra ella. Ni en un millón de años hubiera pensado que la espeluznante oficina-santuario MMA de papá me traería comodidad. Siento presión en mi cadera, como si su mano todavía estuviera allí y estuviera irradiando placer a través de todo mi ser. Cierro los ojos y tomo unas cuantas respiraciones profundas. Cuando recupero la compostura, me dirijo a la ventana. Seth se dirige a las duchas con sus ropas en la mano y la chica está abandonando el gimnasio con líneas de rímel corriendo por su rostro. Pobre chica. Realmente siento pena por ella y la que vino por él ayer. Nunca quiero ser una de esas chicas. ¿Él siquiera les deja claro de antemano que no quiere tener nada que ver con ellas después de tener sexo… suponiendo que siquiera han tenido sexo? Niego. Por supuesto que ha tenido sexo con todas las chicas que han venido por él hasta ahora. Seth parece una persona muy sexual y probablemente tiene un apetito sexual que yo nunca sería capaz de saciar. Caigo en la silla de mi padre y pongo mis pies sobre su gran escritorio de roble. Reflexiono sobre lo que voy a hacer esta noche cuando salga de aquí. Selena no va a querer sentarse a ver películas de nuevo. Incluso ayer por la noche estaba teniendo dificultades para sentarse en un solo lugar. Normalmente me paso las noches esperando por Blade o con Blade. Generalmente, vemos películas y cocinamos juntos. A veces, jugamos a las cartas o un juego de mesa… Me doy cuenta de que estoy atascada en una zona de confort, una rutina. La idea de ir a casa para hacer nada me aterra. Me pone ansiosa y por eso decido hacer algo completamente impropio de mí. No puedo romper mi “rutina Blade” en casa sola. Tengo que salir. Saco el teléfono de mi bolsillo y borro todas las llamadas perdidas de Blade de mi barra de notificaciones. Luego, le envío un mensaje de texto a Selena. PARA: SELENA HORA: 9:40 A.M. En mi casa a las 10 esta noche. ¡¡Vamos a salir!!

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Ella responde al instante. DE: SELENA HORA: 9:40 A.M. ¡Mierda, sí! ¡Cuenta conmigo! Te quiero, O. XO En el gimnasio, me quedé en la oficina de mi padre hasta que volvió. No vino mucha gente hoy así que nada estaba fuera de lugar. Seth se fue después de la ducha y me las arreglé para pagarle siete dólares a un niño para que limpiara las máquinas con un antiséptico bueno para el medio ambiente, mientras su madre corría en la cinta. ―Gracias de nuevo, Olly ―dice papá cuando abro la puerta para salir de su oficina. ―En cualquier momento, pa. Sabes que estoy aquí siempre que me necesites. Voy a salir de la puerta, pero su voz me detiene. ―¿Has pensado en la cena del domingo? Mierda. Es incómodo cuando alguien te lleva a un gesto vacío. Quiero ir a cenar a casa de mis padres, lo hago, pero no quiero tratar con ellos uniéndose contra mí para que vuelva a casa sólo para llenar su nido vacío. ―Te prometo que no te voy a molestar sobre mudarte ―dice, metiendo sus manos en los bolsillos de sus pantalones de chándal―. Aunque no puedo hablar en nombre de tu madre. Ya sabes cómo es. Suspiro. ―Bueno, iré a cenar, pero dile a mamá que no tiene que dejarlo todo y una pequeña cena estará bien. Además, si puedes decirle que mantenga las películas infantiles en su caja será más probable aparezca. Papá sonríe. ―Veré lo que puedo hacer. Te quiero. Se vuelve para mirar por la ventana. ―Yo también te quiero ―digo mientras cierro la puerta detrás de mí.

* * *

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No me gusta ir a las discotecas. La última vez que fui a una discoteca, era el cumpleaños (real) de Selena, hace seis meses y porque no suelo ir a bailar, mi gama de vestidos cortos y atractivos, es limitada. Tengo que elegir entre uno negro de cuello sin mangas y un vestido de coctel color coral sin hombros. Personalmente, preferiría no ponerme ninguno. Tiro ambos vestidos en el suelo y me dejo caer de nuevo en la cama con un fuerte suspiro. El sol se puso hace una hora y Selena tiene la intención de estar aquí dentro de tres horas. Me pregunto si me odiará si cancelo. Un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos. Me pongo una bata encima de mi ropa interior de encaje negro y me dirijo a la puerta. Cuando la abro, veo a Selena con la cara libre de maquillaje. Eso es una primera vez para ella. No necesita maquillaje, tiene uno de esos rostros de belleza natural. ¿Saben?, los que tienen pestañas espesas, pómulos altos, labios gruesos y una perfecta tez para arrancar. ―Llegas temprano. Muy temprano. Se encoge de hombros. ―Estoy muy emocionada por esta noche. Deja de mirarme. Estoy horrible. Me ahogo con una carcajada mientras se empuja más allá de mí. Selena tira de una pequeña maleta púrpura detrás de ella. ―¿Tu papá finalmente te dio una patada en el culo a la acera? ―pregunto, cerrando la puerta. ―No, esto es para esta noche. ―Selena hace rodar la maleta en mi habitación y la sigo muy de cerca. Ella toma un vistazo de los vestidos en el suelo y me sonríe―. Gracias a Dios que no estarás usando ninguno de esos. Fingiéndome insultada, exijo: ―¿Qué hay de malo con ellos? ―Son del año pasado. Eso es lo que hay de malo. Abre la cremallera de su maleta y saca un corto vestido rojo y ajustado, sin duda. Lo veo y lo único que viene a mi mente es: PUTA. ―No voy a usar eso. Ella pone mala cara. ―¿Por qué no? ―Porque es demasiado escandaloso… Quiero divertirme y hablar con chicos, no terminar en una zanja al final de la noche.

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Pone los ojos en blanco. ―Dios, suenas como tu madre. ―Abro la boca para protestar, pero levanta la mano―. Tienes que relajarte. Este es manso en comparación con lo que otras chicas visten, confía en mí. Selena sostiene el vestido delante de ella y en un examen más minucioso puede que haya exagerado. No es tan malo. Es decir, el pequeño recorte en medio de los pechos no expone demasiado, supongo. Y asumo que Selena no me está dando opción. Tomo el vestido y dejo caer mi bata. ―¡Mírate, bombón! ―Rió Selena―. Ir al gimnasio está realmente dando sus frutos. ¡Estás tan en forma y has logrado mantener animados esos grandes pechos ole' tuyos! Tal vez debería empezar a ir al gimnasio. Da un paso hacia adelante, con las manos extendidas para tocarme y yo la aparto de un golpe, incapaz de evitar la risa en mis labios. ―Eres una lesbiana, basta. Me deslizo en el vestido y hago que Selena suba la cremallera. Cuando está puesto y hago un pequeño giro, su boca se abre y coloca las manos sobre su pecho. ―¡Te ves increíble! ―chilla―. Sabía que este vestido se vería bien en ti. Me acerco a mi espejo y estoy absolutamente anonadada por lo bien que se ve en mí. El rojo es sin duda mi color. ―Ahora siéntate ―demanda Selena y doy unos pasos hacia atrás para sentarme en el borde de mi cama. Saca una gran caja de metal de la maleta y la abre. Estoy sorprendida por la cantidad de maquillaje que tiene. Inmediatamente se pone a trabajar con sus bases, polvos, cosas rosadas y cosas negras. Estoy segura de que tienen nombres formales, pero se pierden en mí. No tengo ni idea. Cuando Selena termina la creación de su obra maestra se aleja de mí, dándome la vista de mí misma en el espejo. No me reconozco. Mi piel cremosa es perfecta y mis ojos verdes están resaltados por un color negro al que Selena se refiere como “ónix reluciente”. Mis labios están brillantes y mi largo cabello chocolate cae en cascada en línea recta por mi espalda. ―Vaya. ―Es todo lo que puedo decir. ―Lo sé. Soy buena. Encuentro un par de tacones de aguja blancos en mi armario y me deslizo en ellos. No soy de halagarme, pero joder que me veo sexy. De hecho, me siento tan bien conmigo misma que podría incluso considerar la idea de traer un extraño a mi casa conmigo.

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O no. Lo más probable es que no. Selena pasa casi dos horas preparándose y si me veía como una supermodelo cuando terminó conmigo, ella parecía una súper-supermodelo. Su vestido violeta oscuro sin tirantes tiene un corte en forma de corazón y termina a mitad del muslo. Sus largos rizos rubios caen rectos contra su espalda y sostiene su cabello a ambos lados mientras se coloca dos aros de oro. ―Programé un taxi para que venga por nosotras a las nueve. Miro el reloj. ―Eso es ahora. Efectivamente un bocinazo suena en el exterior y Selena me lleva por el codo. Ansiosamente me arrastra desde la casa antes de tener la oportunidad de cambiar de opinión acerca de esta noche. Estamos en el taxi y cuanto más me alejo de casa, más fuerte crece la inquietante sensación en mi estómago. Ahora que estoy fuera y de camino a un club, me hubiera gustado no haberle enviado el mensaje a Selena y sugerirlo.

* * * Llegamos al Bar Lux Lounge y el guardia de seguridad nos permite entrar directamente porque él y Selena son amigos. Por supuesto que lo son. Probablemente es amiga de todo el personal dentro. Nunca he estado en Lux antes y cuando entramos en el club estoy impresionada. No es como los otros clubes en los que he estado. Exclusivo es un eufemismo. Hay gente en los sofás que lo rodean y el piso está iluminado por luces LED azules que conducen hasta el bar justo delante de nosotras. Es imposible pasarlo por alto. Es enorme, blanco y brillante. Cinco camareros atienden el bar y están rodeados de gente gritándoles órdenes. Ni una vez las sonrisas salen de sus caras. Este lugar rezuma elegancia estéril y tal vez voy a pasarlo bien después de todo. Selena entrelaza sus dedos con los míos y me tira a su lado en el bar. Pasamos mucho tiempo allí, recibiendo bebidas gratis de los chicos que quieran bailar. Algunos son calientes y otros… no lo son. De cualquier manera, les prometemos que bailaríamos después. Sólo esperaba que se desmayaran antes. Cuando probablemente tuve demasiado de beber,

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dejamos el bar y nos dirigimos a la pista de baile. Bailamos fuerte y rápido, balanceando nuestras caderas y sólo bailando una con la otra. Me doy cuenta de que Selena está realmente tratando de hacerme pasar un buen rato. Ni una sola vez ha bateado un párpado hacia un chico a pesar de que un montón de ellos le daban su atención. Quiere que vea que esta noche se trata de mí, ella y nuestra amistad. Eso es exactamente lo que necesito. Hablé demasiado pronto cuando grandes manos agarran mi cintura alejándome de Selena. ―Baila conmigo ―murmura él en mi oído. La miro con los ojos abiertos mientras el tipo me agarra fuerte. “Ayúdame” le gesticulo a Selena, pero ella levanta sus cejas y se encoge de hombros, señalándome que me dé la vuelta. De mala gana, me doy la vuelta y el hombre que prácticamente me está manoseando no está tan mal. Tiene el cabello oscuro y largo que se enrosca debajo de la barbilla y sus ojos son de un hermoso azul que refleja el suelo radiante debajo de nosotros. Bajo su traje de negocios, siento su cuerpo duro como roca. Mi cabeza nada por el alcohol y a mi habitual ser cuidado en realidad no le importa. A la mierda. Voy a aceptar. Bailo con él, dejando que sus manos recorran todo mi cuerpo. No provoca una emocionante sensación en mi estómago como lo hacen los ojos de Seth, pero es lo suficientemente caballero como para no sumergirse en mi sujetador o mi ropa interior y lo agradezco. El desconocido me gira por lo que quedó mirando a la otra dirección y mi culo presiona contra su… ya saben. De repente me siento incómoda y me las arreglo para espabilarme un poco. Esta no soy yo. Trato de alejarme del hombre, pero sus manos me mantienen firme en el lugar. Ansiosamente busco a Selena en la multitud, pero no puedo verla. Las luces parpadean encima de mí, capturando mi atención. Es la zona VIP. Unas pocas personas se inclinan en la barandilla mirando a los bailarines debajo de ellos. Otros están descansando en sofás riendo debajo de candelabros inmaculados. Los examino con la visión borrosa hasta que atrapo un par ojos familiares, deteniéndome en seco al instante. Seth. Su aspecto me golpea como una tonelada de ladrillos y me vuelvo aún más sobria. De repente, me da vergüenza estar moliéndome contra un extraño. El desconocido no se da cuenta que ya no quiero bailar y me jala aún más cerca de él. Coloca su cabeza en ángulo y su lengua caliente viaja por el lado de mi cuello antes de presionar sus labios con impaciencia contra mi piel. Siento que voy a vomitar. Mi cabeza gira y mis piernas se tambalean. Los ojos de Seth permanecen en mí todo el tiempo y su amigo, el

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que llevaba una gorra roja en el restaurante, se acerca a hablar con él. Su mirada es intimidante y una vez más no puedo mirar hacia otro lado excepto él. Se ve positivamente increíble en una camisa de manga larga negra levantada hasta los codos, exponiendo sus gruesos antebrazos. Lleva su botella de cerveza a los labios y bebe un sorbo. Desearía ser esa botella de cerveza. Una mano cálida se envuelve con dureza alrededor de mi brazo, apartándome de las manos del desconocido y lejos de la cara de Seth. Me tropiezo a través de la multitud, dejando que quien sea que esté tirando de mí me arrastre fuera de la pista de baile. Cuando nos separamos de los bailarines, me sorprende no haber trastabillado con mis tacones ridículamente altos. La persona que me arrastra se vuelve hacia mí. ―¿Blade? ―le pregunto, confundida de que esté aquí. Nunca viene aquí. Lleva su habitual equipo de levante: una extraña camiseta con chicas desnudas en ella y un par de jeans sueltos. Sus labios se mueven rápido, pero no puedo escuchar nada. La música está ahogando sus palabras. ―¿Qué? Me toma del brazo de nuevo y me tira fuera del club a través de una puerta lateral. Tropiezo hacia un callejón vacío que huele a alcohol, orina y vómito. Sus ojos se estrechan hacia mí, sus fosas nasales están dilatadas. Vaya, uno pensaría que acabo de engañarlo. ―¿Qué demonios estás haciendo, Olivia? ―Estaba bailando. ―Eso no es bailar. ¡Tenía la boca sobre ti! ¿Es repugnante que me sienta un poco contenta de que Blade esté tan enojado? ―¿Y? Puedo hacer lo que quiera. Soy soltera. ―No, no lo eres. ¡Eres mía! Doy un paso hacia él, apuntando mi dedo a menos de un centímetro de su nariz. Él agarra mi mano, presionándola contra su pecho. Su cuerpo se siente completamente diferente ahora que he tocado el enorme pecho de Seth. Blade se siente como un niño bajo mis nudillos. ―No soy tuya. No soy algo que se puede poseer. ―Trato de alejarme de él, pero su mano libre se apodera de mis caderas y me tira hacia él.

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―Bebé, por favor. Lo siento… verte con ese tipo me hizo daño. Me estás haciendo daño. Aprieto los puños hasta que la piel sobre mis nudillos se vuelve blanca. ¿Cómo se atreve decir una cosa así? Lo empujo con fuerza y se tropieza lo suficiente como para soltarme. ―¿Te estoy haciendo daño? ¿Y yo qué? ―Estoy gritando y ni siquiera me importa. Las lágrimas llenan mis ojos, pero me niego a dejarlas caer―. ¡Tú me has hecho daño! Es por eso que estamos en este lío. No te importo. Sólo estás cómodo… atrapado en una rutina. ―Olly, bebé… Tengo que hacerle ver que no estoy jugando esta vez. Tengo que golpearlo donde más duele. ―No te amo y no lo he hecho desde hace un tiempo. Sólo me tomó mucho tiempo darme cuenta de ello. Voy a alejarme, pero él me agarra otra vez, sosteniéndome con fuerza contra él. ―No voy a dejar que vuelvas ahí. ―Que yo sepa este sigue siendo un país libre. ―La voz profunda de Seth suena en todo el callejón. Blade me libera y tropiezo hacia atrás cuando unas cálidas manos femeninas se envuelven alrededor de mis hombros. ―¿Estás bien? ―susurra Selena, tirando de mí hacia ella y yo asiento. Ella me tira hacia atrás hasta que estoy de pie con seguridad al lado de Seth. ―Se me olvidó que tenías novio ―expone Blade, escupiendo el suelo. Mierda. Seth me mira, con la ceja levantada. Gracias a Dios que el callejón no está iluminado de lo contrario todo el mundo vería más mi rostro, sin duda, de color escarlata. Asiento rápidamente, suplicante. La última cosa que quiero es parecer estúpida frente a Blade. Ya me he visto bastante estúpida por su culpa. ―Sí. ―La gran mano callosa de Seth se envuelve alrededor de mi muñeca y me tira un poco por detrás de él. Suspiro ante el contacto de nuestra carne. Blade cruza los brazos sobre el pecho sin lucir en lo más mínimo impresionado.

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―¿Dónde te encontrabas tú cuando estaba prácticamente follando a un tipo en la pista de baile? Seth se encoge de hombros. ―Dando una vuelta. ―Casi puedo oír la sonrisa en sus labios―. Me gusta mirar. Los ojos azul hielo de la mirada furiosa de Blade van de Seth y luego a mí. ―Tú sí que sabes cómo elegirlos, Olivia. Me las arreglo para sonreír, cada vez más cerca de Seth, tan cerca que mis pechos se frotan contra su brazo. ―Tú eres la prueba de eso ―contesté, recordando respirar. Da un paso más y me pongo rígida. Seth aplastaría absolutamente a Blade y aunque él es un idiota, no quiero que lo lastime. Una sonrisa confiada se extiende sobre los labios de Seth, desafiando a Blade intentar algo. Blade tiene su inteligencia con él esta noche porque no hace nada para provocar a Seth. En cambio, gruñe: ―No te pongas demasiado cómodo porque seguimos juntos. Sólo estamos teniendo un desacuerdo. ―No ―exclama Selena―. Han terminado. Blade se aleja enojado y lo observamos hasta que desaparece del callejón. Seth suelta mi muñeca y me dirijo a Selena. Ella envuelve sus brazos alrededor de mis hombros de nuevo, tirando de mí en ella. Me sostiene por un rato. ―No te preocupes por él. Me aparto de ella y limpio mis ojos. ―¿Quieres ir a casa? ―me pregunta. ―Sí. ―Mi noche está arruinada. No hay vuelta atrás de esto y más alcohol sólo lo hará peor. ―Yo puedo llevarla ―ofrece Seth. Abro la boca para protestar, pero Selena me interrumpe. ―¿Cuánto has bebido? ―Una cerveza. Estoy bien para conducir. Doy un paso lejos de Selena e intento volverme hacia Seth, intento es la palabra clave. Mi zapato se atora en algo y me caigo. Cierro los ojos con fuerza y me preparo para el impacto que nunca llega. Cuando me doy

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cuenta que no he golpeado el suelo noto la mano de Seth envuelta alrededor de mi cintura y la otra que tiene un firme control sobre mi brazo. Está tan cerca de mí que su delicioso aroma hace que mi cabeza esté aún más atontada. Selena está desplomada y riendo porque casi me caigo. Típico. ―… gracias ―murmuro mientras me ayuda a volver a estar de pie. Miro cualquier parte menos su rostro, que estoy segura que está sobre mí con diversión. ―Puedes llevarla. Si ella va conmigo probablemente nos romperemos el cuello antes de que lleguemos a casa. ―Selena tiene una sonrisa en su rostro y yo amplío mis ojos hacia ella, tratando de insinuar que no quiero estar a solas con Seth. Apenas puedo mantener mi mierda junta en público. Si estamos en un auto solos, Dios sabe lo que haré. Selena pone los ojos en blanco hacia mí y me besa en la mejilla. ―Gracias por venir conmigo esta noche. Te llamaré mañana. ―Selena, pero… yo… nosotras… ¡maldición! ―Ella se desliza a través de la puerta del club y me tengo que quedar afuera con Seth. Después de unos segundos, gano el coraje para mirarlo. Él mete las manos en los bolsillos de sus jeans mientras sus ojos oscuros siguen cada uno de mis movimientos como si me fuera a caer de nuevo. ―Bueno ―comienza―. Tu ex-novio es un idiota. ―Eso es decirlo agradable. ―Me quejo, pasando mis manos sobre mi cara―. ¿Podemos irnos? Realmente no estoy de humor para pasar el rato por aquí. Él saca un juego de llaves de su bolsillo trasero y hace gestos para que lo siga. En comparación con el aire en el club, el exterior es fresco y sopla refrescante a través de mi piel. Mis pies duelen en mis zapatos mientras camino detrás de Seth por la calle y hacia su auto. ¿Quién conduce a un club de todos modos? Cuando Seth desbloquea y se acerca a una gran tracción blanca de cuatro ruedas, tengo que decir que estoy sorprendida. Me imaginaba a Seth conduciendo una motocicleta o un auto deportivo, o algo completamente peligroso e innecesario. En su lugar, conduce una hermosa Range Rover. Es grande, fuerte y totalmente no lo que yo esperaba. Él abre la puerta para mí. ―Gracias. Sus labios se contraen bruscamente hacia arriba, moldeado su boca en una impresionante sonrisa, un poco torcida, y siento que mi pecho se contrae mientras intento, sin éxito, apartar los ojos de sus labios carnosos.

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―No me des las gracias ―dice cuando estoy cómoda en mi asiento―. Es lo que hacen los novios. ―Su sonrisa se ensancha en una arrogante en toda regla, y cierra la puerta. Mis manos vuelan automáticamente a mi cara para cubrir mi vergüenza. Nunca debí haber intentado provocar a Blade. Ahora me veo como el bicho raro que va por ahí diciéndole a la gente que Seth es mi novio cuando en realidad sólo hemos hablado un puñado de veces. Abre la puerta del conductor y se sube. Aparto las manos de mi cara, pero no me atrevo a mirarlo mientras acelera lejos del club. ―Lo siento mucho… ―Pido disculpas después de un tiempo. La honestidad es la mejor política, ¿no?―. Él me preguntó si nos estábamos viendo y para molestarlo no lo negué. Él se ríe. ―No es gran cosa. Me alegro de haber estado allí para ayudarte a salir de esta tormenta de mierda. ―Sí, yo también. ―Sin embargo no lo culpo por estar enojado. ―Se pasa la mano por el cabello rápidamente, mirándome antes de volver su atención a la carretera―. Te hubiera sacado de ese hombre yo mismo, si tu ex no hubiera aparecido. Me mofo. ―Lo habrías hecho, ¿verdad? ―Maldición, por supuesto que lo habría hecho. Ese tipo era un idiota de mierda. Eres demasiado… no sé… buena para dejar que un tipo como él ponga sus manos sobre ti. Estoy molesta por sus palabras. Odio cuando la gente actúa como si me conociera… pero, al mismo tiempo, estoy asombrada y no puedo evitar que una estúpida calidez se propague a través de mi estómago. ―¿Buena? Él asiente. ―Sí, quiero decir, ese vestido está un poco en el lado malo, pero puedo decir que eres una chica buena en el fondo. ¿Él puede decir? Hasta ahora todo lo que he hecho en su presencia es mirarlo fijamente, tocarlo y dejar que un tipo baile conmigo en un club. Eso no grita exactamente “chica buena”. Cruzo los brazos y decido no continuar con la conversación porque uno, probablemente diré algo estúpido. Dos, me siento como para vomitar y tres, porque cualquier hombre que te dé ganas de quitarte la ropa y permitir que él haga algo para ti dentro de los primeros

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minutos de conocerlo es definitivamente el tipo de hombre que deseas evitar. Las “MALAS NOTICIAS” no vienen más claras que eso. Seth es sexy como el pecado y hace el término “Satanás con un sombrero de domingo” más literal. El resto del viaje es tranquilo y lo miro de reojo de vez en cuando. Sus ojos están siempre pegados a la carretera y una de sus manos agarra el volante con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos. El viaje no es largo y estoy tan dolorosamente consciente de su presencia que apenas noto las calles y casas pasando. Afortunadamente, el auto finalmente se detiene rápidamente fuera de mi casa. ―Gracias ―digo sin mirarle. Abro la puerta y me deslizo fuera del auto. Detrás de mí, escucho su puerta cerrarse también y mi estómago se aprieta. ¿Qué demonios se supone que debo hacer ahora? Me sigue cerca detrás de mí, mientras subo las escaleras y abro mi puerta. Retraso unos pocos segundos volverme, pero cuando lo hago estoy cara a cara con Seth. Mi sensor de luz tardío se enciende e ilumina sus rasgos: el cabello negro, los ojos oscuros con pequeños ríos dorados y, finalmente, un conjunto de labios deliciosos; y todos están a unos centímetros de mí. Mi cuerpo lo sabe también. Todo dentro de mí está firme y en estado de alerta a la espera de que les dé la señal para dejarse ir. Doy un paso un poco más cerca de él, animándolo. Él me está mirando, sus ojos bailan mientras su boca se mantiene curvada en una sonrisa torcida. Tengo una urgencia repentina y salvaje de estirarme y presionar mis dedos contra esos labios perfectos. ―Quise decir lo que dije antes ―dice. Su voz es baja y llama mi atención de sus labios a los ojos―. Eres demasiado buena para gente como él… y yo. Frunzo el ceño, desafiante. ―¿Quién dice que soy buena? Seth se inclina hacia mí y mi aliento queda atrapado en mi garganta. Está tan cerca que su olor me atraviesa y el deseo se hincha entre mis muslos. La colonia que está usando me da ganas de cerrar los ojos e inhalar tan profundamente como pueda, pero no lo hago porque sería escalofriante. No puedo ser normal, aburrida y escalofriante. Sus ojos están enfocados en mí mientras su mano se desliza firmemente alrededor de mi cintura. Mi pulso se acelera y mi piel cosquillea por todas partes. Quiero lamer su pecho y besar sus labios. Quiero sentir sus manos ásperas en todo mi cuerpo. Oh, Dios. Lo quiero. Está tan mal, es tan impropio de mí, pero no puedo detener el deseo puro y animal en la boca de mi estómago.

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―Sé que eres buena, porque te sonrojas cada vez que me acerco a ti. ―Se inclina y puedo sentir su aliento caliente en mi cara, haciendo que mi pulso se escabulla incontrolablemente―. Tu respiración se acelera o desaparece por completo. Y… ―Desliza una mano firme entre mis piernas. Jadeo e instintivamente las aprieto, atrapándolo. Sus ojos siguen bailando con diversión diabólica, mientras se burlan de mí―. Digamos, que puedo decirlo por la forma en que reaccionas a mí. Me encuentro incapaz de hablar mientras me quedo congelada, completamente fascinada por la mano gruesa y áspera atrapada entre mis muslos. Mi respiración es profunda y rápida. Puedo sentir el calor de mi rubor comenzando a extenderse por mi cuello y mi pecho, y se siente como si mi piel se estuviera quemando. Su mano se siente muy bien donde está y no quiero dejarla ir. ―¿Y si no fuera buena? ―contesté, un poco sin aliento―. ¿Qué pasaría esta noche? ―Nada. Si no fueras buena, te hubiera tomado en las duchas hace dos días. ¿En las duchas? ¿Vino por el pasillo específicamente para encontrarme? ¿Sinceramente había esperado que abriera mis piernas para él en la ducha del gimnasio de mi padre? Sus niveles de confianza son irritantemente altos. De mala gana, abro mis piernas y él saca su mano, pero no antes de deslizar su dedo justo en el centro de mi calor. Un medio gemido, medio jadeo cae involuntariamente de mis labios, pero estoy demasiado excitada para avergonzarme. Parpadea durante un segundo demasiado largo y su mandíbula se aprieta notablemente. Puedo ver que está tratando de decidir qué hacer en este momento y rezo porque no me trate como si fuera buena. Su mano agarra la parte delantera de mi vestido y me tira contra él. No tengo tiempo para reaccionar adecuadamente antes de que agarre mis caderas y presione los labios, que he querido tan desesperadamente besar, contra los míos. Algo encaja dentro de mí, y con un aumento de caliente excitación, paso mis dedos a través de su cabello y le devuelvo el beso con desenfreno. Su lengua se desliza por mi labio inferior, persuadiéndome de abrir mi boca. Lo hago y no pierde tiempo en lanzar su lengua dentro. No voy a parar aquí, de ninguna manera, en mi pequeño mundo, estoy más allá del punto de redención. Lo quiero y lo quiero ahora. Tiene un sabor delicioso y es sorprendente teniendo en cuenta que estaba bebiendo cerveza no hace mucho tiempo. Seth aplasta su cuerpo contra el mío y sus manos se deslizan hacia arriba por mis delicadas curvas y hacia mi cabello, apretándome más duro contra él. Mi corazón se acelera y el deseo entre mis piernas se vuelve más fuerte. Blade está en el fondo de mi mente todo el

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tiempo. Me siento culpable, pero estoy demasiado excitada para parar. Tengo que recordarme una y otra vez que no soy de Blade. Él no es mi novio. Soy mi propia persona. Soy libre. La mano de Seth deja mi cabello y se envuelve alrededor de mis muslos mientras me levanta como si no pesara nada. Rodeo su cintura con las piernas y me vuelvo un millón de veces más excitada ante la idea de que sus músculos están siendo apretados entre mis muslos. Él habla contra mis labios. ―No vamos a hacer esto. Chicas íntegras como tú no tienen nada que hacer con chicos como yo. ―Shh. ―Aplasto los labios con fuerza contra los suyos, sin dudar un momento mientras chupo su labio inferior dentro de mi boca antes de sumergir mi lengua entre sus labios. No quiero ser buena en estos momentos. Quiero ser mala. Él abre la puerta y me alegro de haber dejado las luces encendidas antes de salir para el club, de lo contrario me perdería todo el espectáculo. Un pequeño gemido se libera de su garganta enviando ondas de choque de placer a través de mi estómago. Me baja en el sofá y su cuerpo viene conmigo, sujetándome con fuerza contra los cojines. Puedo sentir cada centímetro de él y la dura tela de sus jeans me causa piel de gallina a través de cada centímetro de piel expuesta de mis muslos. Su obvia excitación presiona firmemente contra mi centro mientras su boca consume con avidez la mía. Gimo contra sus labios mientras sus manos ásperas llegan debajo del dobladillo de mi vestido y agarran mi cadera desnuda. Su mano permanece allí durante unos segundos antes de pasar un dedo por mi estómago y luego bajar a lo largo del borde de mi ropa interior. Me estremezco, meciendo las caderas contra él. Quiero que me toque ahí y quiero que me chupe allí. Quiero que haga cualquier cosa y todo. Sus ojos parpadean en los míos y fuegos artificiales estallan dentro de mí. ―Tranquila. ―Respira, su voz gotea como chocolate derretido―. Sólo quiero tocar. Sonríe victorioso cuando asiento y recorre con su dedo el interior de mi muslo y se desliza debajo de la tela. Extrañas ondas se disparan a través de mi cuerpo mientras acaricia mi centro suave. Gime bajo en su garganta, y el sonido me impulsa hacia adelante mientras empujo mis caderas con más fuerza contra él. Seth niega, dejándola caer en mi pecho. Me pellizca el cuello y desliza su dedo entre mis pliegues. Me agarro a sus hombros y hundo mis dientes en mi labio inferior para bloquear un gemido. Su respiración es dura y trabajosa cuando levanta los ojos hacia mi cara.

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―Quiero hacerte tantas cosas, en este momento, pero no puedo. ―Saca las manos de entre mis piernas y exhala―. No puedo. Atrapa mi labio inferior con sus dientes y gimo en protesta cuando se levanta. Esto no está pasando. Estoy demasiado excitada, demasiado ida para parar ahora. Además, soy la que acaba de romper con su novio de largo plazo, ¿no debería ser yo quien enloqueciera y pusiera fin a tener sexo con un extraño? Soy la que se supone que consiga el repentino ataque de moralidad, no él. Me siento y lo veo caminar a la puerta. ―Seth, ¿a dónde vas? ―No puedo evitar el tono molesto y decepcionado de mi voz. Él abre la puerta e inclina la cabeza contra la madera. Abre la boca para decir algo, pero su teléfono suena, cortando todo lo que iba a decirme. Por desgracia, creo que tiene algo que ver con que yo soy buena. ¡Maldición! Inmediatamente, lo saca de su bolsillo trasero y lo lleva a su oreja. ―¿Hola? Sí, soy yo. ―Suspira y veo que su mandíbula se aprieta―. Está bien. Estaré allí. ―Sus ojos marrones me rastrillan―. Me tengo que ir. ―Exhala antes de salir y cerrar la puerta tras de sí. Qué. Demonios. Con un gruñido, me quito mis zapatos y caigo de nuevo en el sofá. ¿Acababa realmente de ser rechazada a tener sexo? Bien, no soy una puta, pero estoy segura como la mierda que no soy una niña tampoco. Tal vez debería haber permanecido en el club con el tipo toquetón. No era tan malo y de ninguna manera me hubiera dejado aquí sexualmente frustrada. Me arrastro desde el sofá al cuarto de baño. Una ducha sería tan fantástica en estos momentos. El agua caliente brota sobre mí y me quedo ahí parada, dejando que me acaricie. Mis ojos arden cuando mi maquillaje se corre dentro de ellos. Odio olvidar utilizar un quita maquillaje antes de una ducha, las cosas de Selena queman como el ácido. Mi piel aún se estremece y vibra por el toque de Seth y quiero que vuelva. Quiero que termine lo que empezó. Bajo el agua caliente, me vuelvo aún más nerviosa y pensar en lo que pasó en mi sala minutos atrás me está volviendo loca. Nunca he querido sexo tanto en mi vida y sólo sé que Seth es bueno en eso. La forma en que me hace sentir sólo con sus manos es suficiente para que estalle. Salgo de la ducha, abatida y muy enroscada con mi toalla rosada envuelta firmemente alrededor de mi cuerpo. Mi habitación está oscura y no me molesto en encender la luz. Caigo en mi cama, con mi cabello todavía húmedo de la ducha y cierro los ojos. Quiero dormir y olvidar que esta noche alguna vez pasó. Ahora que he reunido mis pensamientos, me siento

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avergonzada. Debería haber actuado con un poco más de clase o al menos mostrado cierta moderación teniendo en cuenta que apenas conozco al tipo. Pero no puedo a su alrededor. Es demasiado magnético, demasiado sexy y seguro, y me gusta. Detrás de mis párpados sus labios llenos me sonríen mientras sus ojos color chocolate me observan. Una eternidad después, todavía estoy despierta y pensando en él. ―Maldito Seth ―me quejo, apretando play en las opciones del iPod en mi mesita de noche. Me imagino que la música me ayudará a ahogar su imagen. La primera canción que se reproduce es Me & U por Cassie y rápidamente golpeo el botón de “siguiente”. Lo último que necesito es una canción cargada de sexualidad para mantenerme despierta. Afortunadamente, Wonderwall de Oasis suena inmediatamente después y soy capaz de quedarme dormida con la voz bella y única de Liam Gallagher.

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6 Abro los ojos. El despertador de la mesilla de noche dice que son las 9 a.m. Bostezo, froto el sueño de mis ojos y miro de nuevo. 9 a.m. ¡Joder! Me siento de golpe y el edredón se cae, exponiéndome al aire fresco de la mañana. Golpeo parada en mi iPod, demasiado cara de sueño y desorientada para darme cuenta de la canción que estaba sonando. Brinco fuera de la cama y me muevo tan rápido que juro que mis pies no tocan el suelo. Mason se va enojar. Me dio dos días libres y todavía no puedo conseguir mi mierda junta. Desnuda, busco mi teléfono por la casa. Lo encuentro sobre el banco en la cocina y reviso mis mensajes. Hay un montón de Blade, un montón de Selena y millón y uno de Mason. Mierda. Esto es malo. Rápidamente le marco. ―Buenos días, Guyer y Peterson psicología, soy Mason. Retuerzo los dedos en mi desordenado cabello. ―Mason, hola. ―¿Olivia? ―Sí, me quedé dormida, lo siento mucho. ―Mastico mis uñas. ―Te di dos días Olivia. Tenías dos días para despejar la cabeza y volver al trabajo. No pienso… ―Me encontré con Blade anoche y él se metió en mi cabeza. ―Interrumpo. No era del todo una mentira. Me encontré con Blade, pero no se metió con mi cabeza… no como Seth lo hizo de todos modos. ―¿Ustedes dos aún no han terminado? ―Por supuesto que sí… Exhala. ―¿Puedes llegar en media hora? ―Voy estar ahí en veinte.

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Cuelgo y corro a mi cuarto poniéndome ropa interior, un par de jeans ajustados, una blusa de seda blanca y una chaqueta de color azul claro. Mi cabello es un nido de pájaros porque me acosté con él mojado y el cepillo lo arranca cuando pasa por los nudos. Casi lloro, ya que hace que mi cuero cabelludo queme. Me unto un poco de base y algún maquillaje de ojos. Lanzó en mi bolsa unos leotardos y una camiseta para que pueda ir al gimnasio después del trabajo. Con suerte, Seth pasará por la mañana por el gimnasio y así podemos evitar un encuentro difícil más tarde. Huyo de la casa y prácticamente me zambullo en mi coche. Estoy con tal prisa que ni siquiera me molesto en ponerme el cinturón de seguridad, y cuando llego al trabajo mis mejillas están ligeramente enrojecidas por tener que estacionar varias calles abajo y correr el resto del camino. ―Olivia, lo hiciste. ―Mason me sonríe cuando paso por la puerta principal. Se levanta de la recepción y endereza su traje azul marino―. ¿Puedo hablar contigo en mi oficina un momento? Astillas de temor perforan mi estómago. Mierda… tal vez seré despedida. Lo sigo a su despacho y cierra la puerta detrás de mí, haciendo un gesto hacia el asiento frente a su escritorio. Me siento y abro la boca para hablar, pero levanta un dedo para hacerme callar. Se sienta en el borde de la mesa frente a mí. Está tan cerca que su rodilla casi toca la mía. ―Relájate, no te voy a despedir. ―Casi me hundo aliviada―. Quería saber cómo lo estás haciendo… ―Estoy bien ―contesto, sonriendo ampliamente. ―Define bien. ―No lo sé… Estoy bien. Feliz. Libre. Cruza los brazos: ―¿Estás lo suficientemente bien para ir a cenar conmigo? Siento que mi sonrisa se desvanece. ―Mason... hemos hablado de esto antes. ―Lo sé, pero tenías un novio entonces. ―Sólo rompí con él hace dos días. ―Señalo. Gracias a Dios que no sabe que casi dormí con alguien anoche―. Además, sigo siendo tu empleada. Se inclina hacia mí. ―Olly… ―Olivia. ―Le advierto tal vez un poco demasiado duro. No suporto que me llamen Olly.

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―Lo siento, Olivia, es una cena. No te estoy pidiendo que te cases conmigo. ―Lo sé, pero siento que al salir contigo estaría cruzando una línea. Eres mi jefe y no quiero mezclar negocios con el placer. ―También quiero añadir que es demasiado viejo para mí, pero decido no hacerlo, para no herir sus sentimientos. Sus cejas se juntan y sus ojos azules me miran suplicantes. ―Una cena. Eso es todo lo que pido. ―Lo siento ―digo, finalizando nuestra discusión. Empujo mi silla hacia atrás y me levanto―. Voy a empezar a trabajar ahora, si es que todavía tengo un trabajo. Él asiente y se pasa las manos por el cabello y dejo la habitación. Cuando salgo de su oficina puedo respirar mejor, pero no me siento mejor porque sé que esto va a suceder una y otra vez hasta que ceda. Odio romper el corazón de Mason, pero la idea de salir con él realmente me pone fuera de mi zona de confort independientemente de lo guapo que es. El trabajo es incómodo, por no decir más. Mason sale a cada hora y recoge un nuevo paciente sin parpadear en mi dirección. Cuando se le pase el rechazo volverá a hablarme en dos días. Suspiro y tamborileo con mi pulgar en el teclado. El trabajo está lento hoy, el cual es inusual para un miércoles y porque no tengo nada de que ocuparme no dejo de pensar en Seth. Imágenes de sus labios sobre los míos destellan por mi mente y juro que puedo sentirlos. Un dolor familiar pulsa entre mis muslos y exprimo mis rodillas juntas, reclinándome en la silla. Los eróticos sentimientos que tengo por Seth esta mañana me decepcionan porque estoy humillada y frustrada. Quiero chocar con la caminadora o golpear algo, cualquier cosa que me ayude a relajarme. En el bolsillo mi teléfono vibra y eso me sacude de mis menos-quesanos y menos-que-pacíficos pensamientos. Lo saco y compruebo. Selena llamando. ―¿Hola? ―contesto. ―¡Ahí lo tienes! Jesús. He estado tratando de llamarte desde que llegué a casa anoche. Empezaba a pensar que tal vez hubieras terminado en una zanja justo como temías. De todos modos, hablando de anoche, ¿cómo te fue? ―Su “tienes que decírmelo todo” tono no pasó desapercibido. ―Esto no fue. Seth me dejó y fue todo. ―Decido excluir la parte sobre nosotros besuqueándonos y dejar que me tocara entre los muslos. Me daba

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vergüenza decirle a Selena lo que pasó porque sé que algo así nunca le ha ocurrido. ―¡Eres una mentirosa! ―chilla, cacareando como una loca. ―No lo soy. Te juro que no tuve relaciones sexuales con él. Su risa se detiene abruptamente. ―¿Juras por nuestra amistad? Lo que sea que eso significa. ―Sí, lo juro. ―Oh. ―El entusiasmo en su tono desaparece―. ¿Es gay? ―Su pregunta me saca un bufido―. Porque te veías sexy con ese vestido… ―No es gay, Sel. Te puede ser difícil de creerlo, pero algunas personas que no se conocen bien no tienen relaciones sexuales en la caída del sombrero. Ella se ríe frenéticamente otra vez y puedo imaginarla haciéndolo, la cabeza inclinada hacia atrás, la boca amplia, exponiendo sus dientes perfectos. ―Había un montón de gente hablando en el club después de que te fuiste. Seth parece bastante conocido para un tipo que se acaba de mudar aquí y el consenso es que tiene sexo en cualquier momento. Estaba casi segura que conseguirías algo. Frunzo el ceño. Si le gusta el sexo tanto ¿por qué no podía tenerlo conmigo? Tal vez su excusa era una manera de escabullirse… tal vez soy simple, aburrida y sin atractivo para la mayoría del sexo opuesto. Tan rápido como el pensamiento entró en mi cabeza, lo aplasté. Él estaba en todas partes de mí al principio. ―Sí, bueno, pues no lo hice. Ella suspira. ―Yo tampoco. Hey, te divertiste anoche, ¿verdad? ―Sí… ―¿Quieres salir esta noche? Me desplomo en mi asiento. ―No lo sé, Selena. Ayer por la noche con Blade… ―Blade es un pendejo. Vamos a ir a otro lugar, en algún lugar bajo llave. Oh, vamos. No tuvimos suficiente tiempo para salir anoche.

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Hago una pausa durante unos segundos, sopesando mis opciones. Si realmente salgo, quién sabe a qué hora voy a volver o si incluso saldré de la cama para el trabajo mañana por la mañana. Si no salgo voy a estar atrapada en casa pensando en Seth y eventualmente recurriré al auto-placer. Pero si lo hago… tendré lo suficiente para mantener mi mente ocupada. ―Me siento muy indecisa en este momento, me llamas más tarde. ―Está bien, pero, ¿me prometes qué pensarás en ello? ―Te lo prometo ―respondo, recordando cruzar los dedos. ―¡De película! Te quiero, perra. Ella cuelga y deslizo el teléfono en mi bolsillo. Estoy de un humor horrible para pensar en algo en este momento. El día es una mierda.

* * * Me pongo en la puerta del gimnasio, pero no se abre. Extraño. Papá nunca cierra temprano jamás. Uso la llave de repuesto que cuelga junto a mi llave del auto. Papá dice que puedo venir y usar el gimnasio cuando quiera, incluso si está cerrado. Supongo que esta es una de esas veces. Entro y cierro la puerta detrás de mí. Cuando me giro doy un brinco, viendo al menos ocho pares de ojos sobre mí. Están alrededor del ring de boxeo y mi padre es uno de ellos. Mis ojos se centran inmediatamente sobre Seth. Está dentro del ring, sudando y jadeando. Es una vista asombrosa y mis rodillas tiemblan un poco. Quiero pegarme una palmada. Siento que mis mejillas se calientan por la vergüenza ante su mirada. Él me rechazó anoche. Trago el sabor amargo. ―Lo siento ―anuncio, haciendo contacto visual con papá―. No sabía que había alguien aquí. Puedo ir… ―No seas tonta, Olly. ―Me llama papá, caminando hacia mí. Genial, ahora Seth sabe mi apodo―. Este es tanto tu gimnasio como lo es mío. Lo considero curiosamente. Está optimista lo cual es extraño en él y hay una enorme sonrisa extendiéndose sobre su rostro. Me tira en un abrazo y el olor paternal ha sido sustituido por el sudor. ―Hueles. ―Me río mientras se aleja.

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Él me ignora. ―Cariño, tengo buenas noticias. Echo un vistazo a Seth que ahora está apoyado en los antebrazos sobre la tercera cuerda mirándonos, mirándome, para ser más exacto. Las otras personas que rodean el ring son personas que nunca he visto antes y dos de ellos están usando cascos y guantes de boxeo, obviamente compañeros de contienda de Seth. Otro está usando ropa deportiva y una gorra blanca que se bajó sobre la frente complementando su oscura tez. Alrededor de su cuello hay un cronómetro y en sus manos un portapapeles. Los otros llevan trajes. Miro a papá y estoy oficialmente confundida. ―¿No estás vendiendo el gimnasio? ―le susurro. Papá se ríe a carcajadas. ―Nunca, ni en un millón de años. Me mete bajo su brazo y me dirige a la gente. Lucho contra el impulso de enterrar mis pies. No quiero ir a ninguna parte cerca de Seth. ―Seth me ha contratado como asesor de táctica. ―¿Y qué es eso? ―le pregunto, volviéndome hacia mi padre y evitando que él me empuje más cerca. Nunca lo había visto tan feliz. Sus mejillas prácticamente revientan de tanta felicidad. ―Tu padre tiene un buen ojo cuando se trata de MMA ―dice el chico con el cronómetro―. Un asesor de táctica ayudará a Seth a identificar ciertos movimientos antes de un takedown 5 o una sumisión. El asesor de tácticas también identificará los puntos débiles en un asimiento o de una sumisión de modo que Seth sea capaz de explotarlos. Siento que él ha aprendido de memoria un pasaje de un manual y me lo repitió. Sí, todavía sigue siendo igual de aburrido. ―Papá, no tienes formación en nada de eso. ―La preocupación engruesa mi voz. Sé que él no necesita más estrés en su vida y puedo prever que esta adquisición será muy agotadora para él… o tal vez sólo estoy amargada porque Seth está involucrado. ―¿Cuántos DVD de Mixed Martial Arts poseo? ¿Cuántas peleas he grabado o descargado? Todas. Las he visto de atrás hacia adelante y sé todo lo que hay que saber. Este deporte es mi pasión y siempre he querido trabajar en un equipo detrás de un luchador y tengo uno de los mejores aquí en mi gimnasio. ―Hace un gesto a Seth y ruedo los ojos. Lo último que él

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Takedown: Derribo

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necesita es su ego inflado aún más―. Esto es lo que estoy destinado a hacer con mi vida. ―¿Y qué tiene que decir mamá acerca de todo esto? Papá se frota la parte posterior de su cuello. ―Esa es la cosa… no se lo he dicho aún. ―Papá… ―Lo haré esta noche. La voy a llevar a ese lugar de fantasía que le gusta, uh… ―Él estalla los dedos tratando de recordar el nombre. ―Phillip´s Gourmet ―respondo por él. ―Exacto. Sus enormes ojos marrones me miran fijamente, esperando que le diga algo más. ―Bueno ―empiezo―. Si esto te hace feliz, entonces yo soy feliz. ―Beso su mejilla caliente y cabeceo hacia el baño para cambiarme la ropa de gimnasia. No voy permitir que la presencia de Seth me impida ejercitarme. Cuando me cambio por un par de leotardos y una camiseta sin mangas, salgo de un pequeño cubículo y Seth con toda su gloriosa transpiración se apoya contra la pared por los espejos. Su presencia fuerza a una masa de mariposas en mi estómago, haciéndome sentir náuseas. Me detengo en seco y tomo mi bolsa un poco más apretada contra mí. Dejo que mi mirada se arrastre para encontrarme con él y trato de no abrir la boca en la perfección pura de su aspecto. Su cabello negro está desordenado y húmedo en la frente. Su piel está recubierta de una fina capa de sudor y por no mencionar los músculos que se ondulan debajo de su piel impecable. Es injusto que alguien pueda ser tan guapo y deseable, cuando lo único que quiero hacer es olvidarme de ello. Trago una y otra vez, tratando de librarme de la sequedad repentina en la parte posterior de mi garganta cuando lo miro cuidadosamente. ―¿Estás bien conmigo contratando a tu padre? ―Su voz es baja y gruesa, enviando una ola de escalofríos por mi espina dorsal. ―¿Me estás preguntando ahora? ¿Después de que ya lo has contratado? ―No tenía ni idea de que era tu padre hasta que entraste y lo llamaste papá. ―Sí, está bien. Eso es un poco demasiado una coincidencia, ¿no crees? Él no me responde, sólo mira y sigo.

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―La lucha es su pasión y eso le hace feliz así que… gracias. Él asiente. ―Me preocupaba que pudieras pensar que lo estoy usando para llegar a ti. Me río en seguida. ―No, está bastante claro que no estás contratando a mi padre para entrar en mis pantalones teniendo en cuenta que me los quite anoche y tú lo rechazaste. Él me está sonriendo ahora, pero hay algo crudo y hambriento en sus ojos. Está confundiéndome y lo odio. Paso junto a él rápidamente, pero su mano agarra mi brazo, girándome de nuevo hacia él. Jadeo mientras mi espalda es presionada contra la pared y su rostro está a centímetros del mío. Sus labios carnosos están separados, como si estuviera a segundos de devorarme y odio que yo también lo quiera. La mirada en sus ojos se oscurece y presiona sus labios en una delgada línea. ―¿Estás enojada porque no me acosté contigo? ―No, estoy enojada porque me humillaste. Dejé que me tocaras… ―Me estremezco―. Y luego te fuiste. ―Ruborizada y renuente, me deslizo fuera de su alcance―. Me alegro que no tuviéramos sexo. Puedes usar a mi padre para tu entrenamiento, siempre y cuando mantengas tu pecho firme y brazos gruesos… y tú… ―¡Concéntrate mujer! Me aclaro la garganta y la comisura de los labios dan un tirón―. Sólo mantente alejado de mí. Él me agarra de nuevo, tirando de mí hacia atrás contra la pared. Sus fuertes brazos se apoyan en el hormigón a cada lado de mi cabeza y su rodilla se impulsa entre mis piernas, dominándome por completo. ―Déjame resarcirte. Ven a cenar conmigo esta noche. ―No. Sus labios dan un tirón y sus ojos de repente son más brillantes. Le gusta que le digan que no y en secreto me emociona porque disfruto diciéndoselo. ―Confundes mi demanda con una pregunta. ―¿Tu demanda? ―Me burlo y le empujo, pero él no se mueve. ―Olivia. ―Su voz áspera se envuelve alrededor de mi nombre y me lo imagino gimiéndolo en mi oído. Mis labios se separan y exhalo lentamente―. Ven a cenar conmigo.

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―No. ―Quiero sonar molesta, pero mi voz se quiebra y él sonríe. Va a romperme. Voy a ceder y él lo sabe. Voy a tener que cortarlo de raíz antes de que gane. Desde mi bolso, saco mi teléfono y marco el número de Selena. Lo puse en mi oído mientras Seth me mira con curiosidad. ―¿Hola? ―contesta. ―Está bien ―digo, manteniendo mis ojos trabados con los de Seth―. Salgamos esta noche. Ella chilla y alejo el teléfono de mi oído, hasta que ha terminado. Los ojos de Seth se estrechan en mí y puedo ver sus músculos contraerse y relajarse. ―Estaré allí a las nueve. ¡Te quiero! ―Ella cuelga. Sonrío burlonamente. ―Lo siento, pero estoy ocupada esta noche. Maldita sea. ¿Por qué soy tan terca? Quiero alejarme, pero su cuerpo está impidiéndome ir a cualquier parte. ―Estás jugando un juego peligroso. ―Él casi me gruñe―. No voy a parar hasta que… ―¿Hasta qué? ―interrumpo―. Tú no me quieres. ―Enfatizo cada palabra. ―¡Joder, Olivia! Te he deseado desde el momento en que te atrapé mirándome hace días. ―Su dedo traza mi mandíbula y luego mi labio inferior antes de que lo deje caer a su lado―. ¿Quieres saber por qué no puedo dejarme tenerte? Debido a que durante todos nuestros encuentros al azar descubrí que eres el tipo de chica que no pueden separar las emociones del sexo y eso es todo lo que quiero de ti. ―Frunzo el ceño ante sus palabras, pero al menos gana puntos brownie por honestidad―. Y por alguna extraña razón… No quiero hacerte daño. Eres buena y no quiero arruinar eso para ti. Mis ojos revolotean a sus labios y luego de vuelta a sus ojos. ―Si nunca planeaste tener sexo conmigo, ¿por qué me dices esas cosas y me tocas y me besas? ―Porque en el momento estaba tratando de probar un punto, pero se me fue un poco de las manos. Miro dentro de sus ojos chocolate y parece sincero, pero nunca se puede decir realmente con estos tipos playboy con exceso de confianza. Inesperadamente, él presiona sus labios secos y llenos contra los míos y mis ojos revolotean cerrados por instinto, las mariposas incrementándose cada

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vez más abominable. Sus condenados labios están causando que mis rodillas se debiliten y que mi terquedad desaparezca. Es como si no pudiera controlar mi cuerpo. Mis manos se deslizan hacia arriba alrededor de su cuello y en su cabello. Siento su suave cabello húmedo deslizarse entre mis dedos y su lengua es resbaladiza por la humedad mientras me da latigazos con ella a lo largo de mi labio inferior. Un gemido se escapa de mi garganta mientras Seth se empuja hacia atrás y con una sonrisa sensual, dice: ―Pero ahora que sé exactamente lo que hay entre esos muslos, no creo que vaya a ser capaz de detenerme de ir tras de ti. ―Se estira en toda su altura y sale rápidamente, dejándome jadeando y mirando el espacio vacío delante de mí como una idiota, mis labios aún pesados con su beso. Para el momento en que encuentro el coraje para salir de la ducha, Seth y su equipo se han trasladado a las habitaciones privadas de entrenamiento. Gracias a Dios. Felizmente me subo a una cinta de correr y caliento por mucho tiempo. Todavía puedo sentir su calor sobre mí y no puedo pensar con claridad. Después de correr, me muevo hacia el banco de levantamiento y pesas. Demasiadas veces he perdido la cuenta de mis repeticiones porque estaba demasiado ocupada pensando en lo que dijo Seth. Él es confuso. Me quiere, pero al mismo tiempo no lo hace, porque soy "demasiado buena". Y pensé que las mujeres eran confusas. No quiero volver a sentir como me sentí hoy nunca más. Seth no tendrá otra oportunidad de humillarme, incluso si esa no era su intención, en primer lugar. El bastardo arrogante necesita que le digan que no para variar y espero poder mantenerlo.

* * * Llego a casa tarde porque me decidí a hacer un viaje a la tienda de comestibles por algo más de fruta fresca y verduras. Cuando pongo todo en el refrigerador, me voy a mi habitación para prepararme para esta noche. Recojo mis dos vestidos del suelo y decido usar el vestido de coctel color coral con escote palabra de honor. Es seguro y si hago mi propio peinado y maquillaje no tendré que verme como una prostituta clase A de nuevo. Levantar un tipo definitivamente no está en la agenda para mí esta noche. La única razón por la que dije que sí a Selena fue para conseguir sacar a Seth de mi maldita espalda. Quiero ir a cenar con él, pero no puedo confiar si su solicitud es auténtica o si todo es parte de un gran plan. No lo sé. Tal vez estoy leyendo demasiado en él.

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Selena aparece a las ocho treinta vestida igual de glamorosa que la noche anterior en un vestido entubado de color rosa salmón y tacones de aguja blancos. El segundo en que ve mi vestido se encoge. ―¿En serio? ¿El vestido coral? Asiento y descorcho el champagne. ―Sí, es seguro. Sus tacones son monstruosamente altos y estoy sorprendida de que no se ha roto el cuello todavía. ―¡Oh, vamos a un club no llevar a un niño a una orientación preescolar! Ruedo los ojos mientras sirvo el champán en dos copas de flauta. No sé cuál es su problema. El vestido coral es hermoso. No es revelador o apretado es… aburrido. Lamentablemente, la realización me afecta más de lo que quiero que lo haga. La fría mano de Selena toca mi hombro y me doy cuenta de que estaba en otra parte. ―No es tan malo. No fue mi intención molestarte. Me burlo y finjo que no pasa nada con una risita. ―Estaba pensando en otra cosa y completamente en otra parte. ―Entonces ―dice, cambiando de tema―. Mi amigo dice que Blade está en Heaven´s esta noche, así que vamos a regresar a Lux´s… ¿si eso está bien contigo? ―Absolutamente, pero no quiero quedarme fuera demasiado tarde. Tengo trabajo por la mañana y no puedo darme el lujo de dormir hasta tarde de nuevo. Ella toma su copa de champán de la banca y bebe un gran sorbo. Su lápiz de labios de color rosa tiñe la copa y sé va a ser un dolor en el trasero tratar de quitarlo por la mañana. Los labiales de Selena son como marcadores permanentes. ―Apuesto a que Mason estaba enojado porque llegaste tarde hoy. Tomo un sorbo del burbujeante líquido color amarillo y coloco la flauta en el banco. ―No estaba demasiado enojado, pero creo fue sólo porque quería que dijera que sí a la cena. ―¿Te pidió salir a cenar otra vez?

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―Sí, y le dije que no por billonésima vez. ―¿Por qué sigues diciendo que no? Caray, yo iría si me lo pidiera. Es un nene total para su edad y tiene dinero, ah, y los ojos en él perforan directamente mi coñ… ―Está bien ―le grito, interrumpiéndola. Mi cara se arruga con sus palabras sucias. No creo que pueda soportar oír “Mason” y “coño” en la misma frase―. Sel, tiene como cuarenta y tantos años y es mi jefe. ―¿Y? ―Mira, si lo quieres, ve por él. No voy a detenerte y con suerte eso lo sacara de mi espalda. Ella sonríe. ―Tal vez lo haga. El taxi aparece a las nueve en punto y Selena me arrastra de la casa antes de que tenga la oportunidad de cambiar de opinión… de nuevo.

*** Lux´s Lounge Bar tiene la misma atmósfera de ayer por la noche. Me pregunto cuántas personas tienen que trabajar mañana y si vienen a menudo. Son apenas las nueve y media y ya me siento como para terminar la noche. Selena me hace pasar hacia la barra e inmediatamente dos chicos nos compran una bebida. Selena se pone su mejor cara de “Oh, mi Dios, no estaba esperando eso” y me escondo detrás de ella mientras coquetea. No estoy para chicos esta noche. La discusión con Seth esta tarde ha tomado toda mi energía y los chicos están definitivamente muy, muy atrás en mi mente. Parecen estar en el frente de la mente de Selena esta noche, sin embargo, y no me importa ser su compañera de ala mientras entra en acción y se encuentra un tipo rico agradable. ―Poseo un bufete de abogados ―le dice a uno de los hombres y da lengüetazos como un cachorro. Tiene el cabello oscuro que se asienta en ondas en su frente y estoy molesta por la cantidad de veces que chasquea la cabeza para moverlo. Puedo decir desde el principio que este chico no tiene dinero, pero casi puedo garantizar que utiliza el de su padre. ―Oh, ¿en serio? Yo trabajo en la industria farmacéutica.

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Mentira. Su padre trabaja en la industria farmacéutica. Sonrío para mis adentros. Lo estoy haciendo de nuevo, juzgar a las personas. No puedo evitarlo. ―Drogas, me gusta. ―Selena se ríe y me da un empujón con su codo. No tengo idea de lo que significa y lo que se supone que tengo que hacer. ¿Tengo que decir algo para alentarla o quiere que me vaya? Sus ojos verdes parpadean de reojo en mí y me encojo de hombros. Nunca declare ser un buen compañero de ala. ―Olivia es mi recepcionista. ―Ella insinúa. Oh. Correcto. Me lanzo en su discusión. ―Selena trabaja duro, pero al final del día le encanta jugar. ―Me siento miserable sólo diciendo eso. ―Me gusta jugar, también. ―Él me guiña el ojo, “subconscientemente” dando golpecitos en el vidrio de su Rolex y me muerdo el labio, luchando contra el impulso de burlarme y arrastrar a Selena lejos de él―. Esto podría estar un poco fuera de lugar, pero están las dos interesadas en un… Me doy la vuelta tan rápido como puedo y me largo de allí. Un trío no está definitivamente en la agenda de esta noche y sé que eso es exactamente lo que busca. Ha estado tratando de encantarnos a ambas, toda la noche. La última vez que Blade y yo nos separamos y Selena me arrastró a los clubs, se encontró con un chico caliente y era su "cumpleaños". Él quería un trío en el que Selena estaba totalmente dentro. “Somos amigas que se conocen desde siempre. No va a ser incómodo. Veo tus tetas y vag todo el tiempo” me dijo. Mi respuesta fue un: ¡JODER NO! No sé por qué. Selena es preciosa, limpia y todo lo demás, pero no es algo en lo que esté dentro, en absoluto. El solo pensamiento me hace marearme. Camino hacia la barra y coloco mi vaso vacío. Mis ojos se sienten pesados y quiero ir a casa. Echo un vistazo por encima del hombro a Selena y la mierda mimada. Están enrollándose… enrollándose explícitamente. ―¿Qué puedo hacer por ti? ―pregunta la camarera, arrastrando mi atención a ella. Su cabello oscuro está recogido en una coleta alta en la parte superior de la cabeza y es lo suficientemente largo para caer en cascada sobre sus hombros. Su camisa apenas cubre su cintura y tiene un punto negro por encima de su labio superior. Estaba teniendo un mal rato tratando de decidir si se trata de un piercing o un lunar. Me quedo mirando y me inclino más

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cerca. Ella se ve incómoda, pero no deja caer la sonrisa de sus labios. Parpadeo un par de veces mientras ella se tambalea a un lado brevemente. ―Uh, nada… ―contesto, sentándome en un taburete de la barra―. Creo que he bebido demasiado. Gracioso. No creo que haya tenido mucho para beber. Mis ojos se giran y giran en sus órbitas, y pronto ya no puedo decir qué lado es arriba. ―Olivia, nosotros vamos… ¿Olivia? ―Las manos de Selena me agarran y me apoyo en ella. Su pecho es suave y cálido contra mi mejilla. ―No me siento muy bien ―mascullo. ―Mierda... Está bien. Vamos a llevarte a casa. La oigo discutir con el camarero antes de apoyar la mayoría de mi peso sobre su pequeño cuerpo. Ella despide al hombre con el que estaba hablando y pronto el aire de la noche golpea mi cara. Mi cabeza se aclara un poco y después de unos minutos, el cuero fresco del asiento de un taxi me sostiene mientras cálidas manos acarician mi rostro. No tengo idea de qué diablos está pasando y estoy asustada. Mi pecho se siente lleno y no puedo respirar. ―Está bien ―dice Selena un par de veces una y otra vez hasta que me saca del coche. Las líneas del mundo son borrosas, pero reconozco el retraso en un sensor de luz. Estoy en casa. Me desconecto hasta que el agua tibia golpea mi espalda. Mis ojos se disparan abiertos, pero todo está aún confuso. ―Vamos, O, no te duermas. Estoy sentada en una silla de plástico encorvada en la ducha y Selena está al teléfono junto a mí. ―¡Pon al gerente en el maldito teléfono! ―espeta. Le ayudo a sacarme de la ducha y me apoyo en la pared mientras seca mi cuerpo con una toalla. Ella está en espera. Odia estar en espera. Selena medio me empuja, medio me carga desde el cuarto de baño y me deja caer sobre mi cama. Desnuda, me mete bajo las sábanas. ―¡Jerry, vete a la mierda! ―Ella gruñe en su teléfono―. Necesitas elevar el nivel de tus controles de seguridad. Me desvanezco y luego despierto de nuevo. ―Mi amiga fue drogada esta noche. No lo sé, de alguna manera. ¡Sí, estoy segura! ¡Ella es un jodido desastre!

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Sigue gritando, pero no puedo oírla más. Poco a poco, mis ojos se cierran y me siento como recostada en una hamaca que alguien ha empujado y dejado dar vueltas conmigo aún en su interior. Poco a poco, me quedo dormida y estoy feliz, el día de hoy va a terminar pronto. Eventualmente, toda esta semana habrá terminado y me alegro porque no he hecho más que patearme mientras estoy derribada… luego, de nuevo, tal vez lo pedí. Tengo el hábito de hacer cosas tontas cuando no debería. Esta semana se supone que fuera un período de duelo, ¿no es así? Tengo la intención de superar a mi novio de seis años, pero en cambio, me encuentro desesperadamente pasando el rato y pensando más en Seth que en Blade. Hay algo seriamente mal conmigo… y no me importa. Lo dije en serio cuando le dije a Blade que no lo he amado desde hace mucho tiempo. Si estoy siendo honesta, estoy más molesta por la pérdida de tiempo que por la propia ruptura. ¿Eso me hace una mala persona? ¿Es horrible para mí sentirse libre? Porque lo soy… Soy libre.

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7 Me despierto con la sensación de fragmentos de vidrio siendo empujados en la parte trasera de mis ojos. Mi cabeza golpea incansablemente y mi boca esta tan seca como un desierto. Alcohol. Clubs. Roinol 6. Me quejo y en silencio hago un voto para no volver a beber. Casi puedo oír a mi cerebro burlarse de mí. Lo he dicho muchas veces para que sea fiable y ahora mi propio cuerpo no confía en mí. Ruedo de mi cama y me enderezó. Me siento como una mierda. No, me siento peor que una mierda… ¿Qué es peor que una mierda? Me duele el cerebro y no puede importarme el responder a mi propia maldita pregunta. Jalo mi bata de atrás de la puerta y me deslizo en ella. Soñolienta, camino a la cocina. Cuando entro en la sala, Selena está dormida en mi sofá vistiendo una camiseta negra y el chándal a juego, esos son míos. Qué sorpresa. Abro el armario y saco una cacerola. Tomo una cuchara de sopa de metal del cajón y lentamente troto hacia Selena. Golpeo sobre la base de la cacerola, llenando la habitación con glorioso ruido provocador de dolor de cabeza y ella prácticamente salta de su piel. Me cierno sobre ella y ella centella un par de veces para orientarse. ―¡Qué. Mierda. Olivia! ―grita, tapándose la cara con una almohada. ―Oh no, no lo hagas ―Mi voz suena ronca y seca. Agarro la almohada y tiro de ella―. Si yo no puedo dormir entonces tamp… Echo un vistazo al reloj de mi microondas. 04:00 pm Mierda. 6

Roinol: en inglés Roofies; droga utilizada para obtener la cooperación sexual, generalmente se usa diluyéndola en bebidas alcohólicas; mejor conocida como droga de violación. Se refiere a que fue drogada, o dopada en el bar.

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Mierda. ―Mierda ―jadeo. ―¿Qué es? ―gime ella, reclamando su almohada de regreso y alejándose de mí. ―¡He faltado al trabajo! Mason me va a matar. Estoy tan despedida. Ignorando mi cabeza golpeando y mi boca seca, corro a mi habitación y me pongo algo de ropa interior limpia. No puedo encontrar un sostén adecuado, así que opto por uno deportivo. Encima de eso, tiro de una camiseta sin mangas de color rojo y un par de mallas de yoga. No he hecho la lavandería en algunos días, así que estoy sin nada de ropa de trabajo respetable. Tengo que ir allí y explicarle lo que pasó. ―¡Olivia! ―me llama Selena desde la sala, pero la ignoro. Jalo mi cabello en una cola de caballo y decido saltarme el maquillaje todo al mismo tiempo. Me pongo un par de calcetines y corro a la puerta principal con un par de zapatos para correr. Estoy tan jodida. Voy a tener que pedirle salir a cenar para salir de esta. ―Relájate, Sporty Spice 7. ―No me detengo. Deslizo mis pies en mis zapatos y empiezo a atar los cordones―. Llamé a Mason anoche y le conté lo sucedido. Él sabe que no estás yendo hoy. Me detengo y miro a Selena. Está sonriendo perezosamente hacia mí. ―¿Y no me lo dijiste antes? ―Traté de hacerlo. Exhalo profundamente. ―¿Él sabe que estaba drogada? Ella asiente. ―Bueno, tenía que decirle la verdad de lo contrario, pensará que bebiste demasiado y no tienes ningún sentido de la responsabilidad, bla, bla, bla. ―Sí, supongo. ―Me dirijo a la cocina―. Gracias por eso. ―De nada. ―Ella tira de la almohada sobre su cabeza mientras bebo rápidamente una botella de agua fría del refrigerador.

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Sporty Spice: referencia al grupo de pop Spice Girls, más específicamente a la integrante vestida con ropa deportiva.

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―Oh, no te vas a dormir ―declaro, poniendo el agua de nuevo en la puerta lateral―. Vamos al gimnasio. ―Diviértete con eso. Selena nunca va al gimnasio. No creo que tenga la motivación para hacer algo que no requiera de alcohol y chicos. Jalo la almohada y la tiro al otro lado de la habitación. Ella no se mueve, así que recojo mi cacerola y cuchara y golpeo. Después de un minuto y un medio de molestamente ruidosos sonidos metálicos, se pone de pie y golpea la cacerola de mi mano. ―¡Bien, bien! Sólo déjame hacer pis. Mientras hace pis, tomo dos barras de desayuno de la alacena y los echo en mi bolsa del gimnasio. Empaco una toalla extra en caso de que ella quiera ducharse después, también. Cuando regresa, lleva un par de enormes gafas de sol y la misma ropa con la que durmió. ―Esto tendrá que servir, porque no puedo molestarme en vestirme. ―Está bien. Le lanzo un lazo para cabello y ella tira de su cabello rubio recogido en un moño desordenado por arriba de su cabeza y mechones de su cabello claro enmarcan su cara. Salimos de la casa y subimos en el auto. Mientras nos dirigimos hacia el gimnasio le doy las gracias por lo de anoche. ―Eso es lo que los amigos hacen, cuidar uno del otro. ―Se encoge de hombros. ―Es cierto. Siento haber arruinado esa cosa entre el niño rico y tú. Ella chasquea su mano hacia mí. ―Nah, olvídalo. Lo busqué en Google cuando llegamos a casa y su padre es el que tiene el dinero. Un pequeño imbécil viviendo de las rentas de la reputación de su padre. ¡Ja! La gente en casas de cristal no debería arrojar piedras. ―Lo dice la pequeña señorita “Soy dueña de un bufete de abogados” ―le disparo a su vez. Su sonrisa se ensancha y se ríe a carcajadas. ―¡Cállate!

* * *

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El gimnasio es un hervidero de fanáticos del fitness esta tarde y Selena quiere sentarse cerca de la sección de boxeo para conseguir una mirada más de cerca a todos los chicos musculosos golpeándose entre sí. Afortunadamente, Seth no está allí, así que estoy de acuerdo con eso. Ella se acomoda en un asiento detrás de una bolsa de repuesto y observa el espectáculo a través de sus gafas de sol. ―Hey, Perver. ―Me río―. Estás aquí para trabajar, no comértelos con los ojos. Ella lleva sus rodillas hasta el pecho y se inclina hacia atrás en su silla de una manera que es, sin duda, horrible para la columna vertebral. Me duele la espalda mirándola sentada así. ―Incorrecto. Tú estás aquí para trabajar. Yo estoy aquí para apoyar. El largo cristal de la pared al lado de nosotros nos da una buena parte de este lado del gimnasio. En el interior hay salas de entrenamiento de artes marciales mixtas o yoga o cualquier otra cosa relacionada con el deporte o categoría. Gente en trajes se alinean en la pared de vidrio de la sala junto a Selena y yo. Me empujo en las puntas de los dedos de los pies, curiosa de echar un vistazo. Por lo general, cuando la habitación está ocupada, el vidrio se vuelve negro impidiendo que nadie mire hacia adentro. Hoy, a las personas usándolo no parecía importarles que el cristal estuviera todavía transparente. Saco las muñequeras deportivas de mi bolsa. Los recibí cuando tenía dieciséis años. Solía tomar clases de boxeo cuando era más joven. Selena también lo hizo hasta que lo dejó porque pensó que sus bíceps se estaban haciendo más grandes. He tenido la intención de sustituir estas muñequeras con unas más nuevas, pero me gusta cuán ligeras son y vinieron con un orificio de pulgar y velcro, haciéndolas más fácil para envolver. Selena me ayuda a deslizarme dentro de un pequeño par de guantes. Son apretados, pero puedo sentir el apoyo en torno a mi muñeca. Doblo mis rodillas ligeramente y cierro mis puños enguantados en la bolsa. Cuento incluso ritmos y números en mi cabeza. Me encanta el boxeo. No lo he hecho mucho en los últimos años, aún menos ahora que Seth domina esta zona, pero es una buena liberación para mí. A Blade no le gustan las mujeres boxeando, al parecer, hay algo castrante y varonil al respecto. Pfft.

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―¿Olly? ―Echo un vistazo para ver a papá salir de la sala de entrenamiento. Lleva una chaqueta con capucha y un par de pantalones negros de deporte, algo que realmente no he visto que use por un tiempo. ―Buenos días Sr. James ―lo saluda Selena, deslizando sus gafas de sol a la parte superior de su cabeza. Ella siempre se refería a mi padre como el Sr. James a pesar de que se han conocido el uno al otro desde que estaba en la escuela primaria. ―Hey, Sel. ¿Cómo estás? ¿Cómo está tú papá? ―Estoy bien y él está genial, gracias por preguntar. Papá vuelve su atención hacia mí. ―No te he visto boxear por un tiempo. Echo un vistazo a los guantes. ―Sí, me sentí con ganas esta mañana. ―Ven, quiero mostrarte algo. ―Me agarra por el brazo y me empuja hacia la sala de entrenamiento. ―¿No puedes decirme lo que quieres mostrarme? Tengo una buena imaginación ―digo, sabiendo muy bien que papá quiere que vea algo que tiene que ver con Seth. Selena salta de su silla para seguirnos de cerca. Un hombre de piel oscura impecable sale de la habitación, lo que nos impide entrar. Sus ojos son de un bonito color dorado con manchas marrones oscuras. Son reconfortantes. Mis ojos se caen al cronómetro que cuelga alrededor de su cuello y me doy cuenta que él estuvo aquí ayer, también. ―Uh, Rick. No creo que sea una buena idea. Está en un estado de ánimo bastante asqueroso esta mañana ―le dice a papá. ―¡Es sólo mi hija, Darryl. Él va a estar bien. Los pasos de papá pasan a Darryl, tirando de mí en la sala de entrenamiento y yo jadeo en voz alta mientras atestiguo cómo Seth conduce su rodilla en la cara de su compañero de práctica. Mis manos cubren inmediatamente la boca y mi pulso golpea a un nivel superior, enviando niveles peligrosos de náuseas a través de mi estómago. Seth se mueve hacia mí al oír mi grito de asombro. Sus ojos son tan oscuros como vidrio volcánico y me sobresaltan. No me gustan las peleas, de juego, de práctica o de otra manera y estar en la presencia de alguien que lo hace para ganarse la vida me pone incómoda. Afortunadamente, el compañero de práctica tiene un protector facial puesto y no está herido tan mal, pero todavía no puedo alejar mis

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manos de mi cara. El compañero, o la víctima, más bien, se pone temblorosamente de pie y pasea tranquilamente para unirse al resto del equipo en el otro lado de la habitación. ―Increíble ―susurra Selena a mi lado. El pecho de Seth se eleva y cae rápidamente. Bajo las luces, veo el sudor relucir en su cuerpo. Lleva un par de pantalones cortos con la abertura en el lado y las manos están vendadas en blanco. Si tuviera que adivinar, diría que es una gasa suave y cinta quirúrgica. Cuando alejo la mirada de Seth me doy cuenta de todos los demás en la sala. Tiene que haber al menos una veintena de personas aquí. Doce se encuentran en trajes y alineados contra la pared tomando notas y discutiendo cosas en voz baja. Uno de ellos es el entrenador y los demás son compañeros de práctica maltrechos desplegando sus heridas y gimiendo en el rincón más alejado. ¿Seth había hecho daño a todos? Por supuesto que lo hizo. Junto a mí, papá está todo vertiginoso y emocionado, me hace sentir aún más nauseas. Dejo caer las manos a mis costados mientras papá me mira. ¿Esto es lo que quería mostrarme? ―No te ves muy bien ―dice papá, riéndose de mí. Él sabe exactamente lo que siento por los combates. Siempre que me hizo ver sus peleas de MMA, me sentaba a su lado, con los ojos fuertemente cerrados. No sé lo que es, pero cada vez que carne se conecta con carne… Me siento enferma. ―Si piensa que eso es malo, debería haberla visto la noche anterior. ―Se ríe Selena. Giró de golpe la cabeza sobre mi hombro, disparando dagas en su dirección, pero no parece captar el mensaje―. Ella tuvo roinol en Lux´s. Las cejas de papá surcan. ―¿Qué es roinol? ―Es un… ―Una bebida alcohólica ―interrumpo rápidamente, cortando a Selena―. Una fuerte. Papá se ve completamente perdido. ―Todas las cosas de la nueva época son confusas. Recuerdo entrar en un bar, cuando era joven y sólo tener tres opciones. ¿Qué hay de malo con

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un buen clásico Jack Daniels? ―Se ríe él―. Siempre y cuando te diviertas y tengas cuidado, no me importa cuántos roinoles bebas. Selena resopla mientras contiene una risa en su garganta. Niego y ella hace gestos con su boca disculpándose hacia mí antes de girarse y salir de la habitación. Mi mirada se encuentra la cara de Seth de nuevo y sus ojos están pegados a mí. El calor se extiende debajo de mi piel, me doy cuenta que su mirada es todo menos alegre. ―Papá, ¿puedes darme un minuto con Seth? ―pregunto, en voz baja. No tengo idea de lo que estoy haciendo o lo que voy a decir, pero me da la sensación de que si Seth no habla conmigo en este momento va a enloquecer. Papá asiente con curiosidad. ―Está bien… Cuando mi padre se va, Seth le ordena a su gente salir y pronto sólo somos él y yo. Cuando la puerta se cierra Seth viene enfurecido hacia mí, cada paso que da se vuelve más decidido, más frustrado. Estoy dolorosamente consciente que la gente está mirando a través del cristal transparente y me siento como un animal en un zoológico. ―¿Podemos tener más privacidad? ―pregunto antes de que me alcance y su gran cuerpo se mueve hacia la pared para encender el botón. La lámina de vidrio se oscurece y podemos ver a las personas en el gimnasio, pero nadie puede ver hacia adentro. Nadie puede vernos. Trago saliva al darme cuenta. Él me observa desde la pared y no puedo hacer otra cosa que mirarlo de vuelta. Darryl dijo que Seth está de mal humor hoy, y no está mintiendo. Mis manos están sudando en mis guantes y no puedo limpiarlas en mis pantalones. ―Te ves sexy con un par de guantes. ―Su voz es insoportablemente íntima, pero sus ojos son inquietantemente oscuros. No respondo. No tengo ni idea de qué decir a eso. Su pecho todavía se está moviendo rápidamente y estoy un poco preocupada. ¿Qué tan duro están entrenándolo? ―¿Estás bien? ―me pregunta. Asiento. ―¿Algo malo… te pasó? ¿Malo? ¿Se refiere a algo sexual porque estaba drogada? Niego.

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―No, Selena me llevó directamente a casa y me desmayé. Sus cejas se levantan y caen ligeramente con alivio. ¿Por qué le importa? ―Si hubieras venido a cenar conmigo nunca hubiera pasado. ―Eso es verdad, pero no lo hice. Sus gruesos brazos se balancean ligeramente cuando camina hacia mí. Mi corazón se detiene en frío, y siento la humedad pegajosa que comienza a extenderse por mis palmas mientras mantengo mis ojos pegados a su figura acercándose. Cada paso decidido y frustrado lo trae más cerca de mí hasta que nos presionamos alineados uno contra el otro. Tengo que obligarme a respirar lentamente, mientras sus manos ásperas se deslizan en la nuca a cada lado de mi cuello. Él presiona su frente con la mía y su cabeza está húmeda con sudor, pero no me importa. Él exhala por la nariz, controlando su respiración rápida y luego me deja ir. Mi cabeza gira un poco y tengo que cambiar mi postura para que vuelva a enfocarse. ―Uno de mis amigos, en el restaurante, vio a Selena arrastrarte desde el club. Dijo que estaba en muy mal estado. ―Él tira de la cinta, desenvolviéndola de su mano―. Estaba preocupado. Me siento conmocionada de que su amigo nos viera a Selena y a mí en el club. Parece que todos tienen un ojo en alguien en esta ciudad. Lo que me confunde más es el hecho de que Seth está preocupado por mí. Parece excesivamente nada característico para un hombre que parece evitar sus sentimientos y sólo quiere sexo de mí lo que, por cierto, traté de darle. ¿Soy la única que no puede darle sentido a toda esta situación? Me pregunto si la razón por la que ha estado de tan mal humor hoy es por mi culpa. ―¿Por qué? ―pregunto sin rodeos. Sin payasadas. ―Porque eres una buena chica. Ruedo los ojos. Ahí está esa maldita palabra de nuevo. La voz de Seth se oscurece con mi rodada de ojos ―¿Sabes lo que le pasa a ingenuas, chicas buenas que se desmayan en los clubes? ―Tal vez tienes una idea equivocada sobre mí… tal vez no soy tan buena como quieres que sea. Arroja sus muñequeras el suelo, con los ojos ardiendo.

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―No quiero que seas buena. Quiero que seas mala, así puedo hacer todas las cosas que he querido hacerte desde que te vi y no me sienta jodidamente culpable por ello. ―Era mala, ¿recuerdas? Aun así me rechazaste. Agarra mi cintura, tirando de mí en él. Aprieto los guantes contra este pecho y trato de retroceder, pero su agarre es firme. Mi cara está en calma, pero por dentro mi cuerpo es un caos. ―No, estabas tratando de ser mala, pero no lo eres. ―Su mano se desplaza hacia arriba, a mi lado y me acaricia la mejilla. Un atisbo de tristeza llena sus ojos y frunzo el ceño. ―Estaba decidido a tenerte, pero luego me encontré contigo en el restaurante de carnes y no pude hacerlo. Estabas sentada allí toda nerviosa e incómoda con tu lindo libro y… ―Exhala, quitando su mano de mi mejilla y pasándose las manos por su cara―. Además, todavía no estoy al cien por cien seguro de que incluso me querías esa noche o si estabas tratando de vengarte de tu ex. Sus palabras tranquilas y vulnerables roban el aire de mis pulmones. Sí, estaba tratando de demostrar algo esa noche, pero no a Blade, sino a mí. Quería ver si era capaz de ser divertida y espontánea. Casi lo logré hasta que Seth decidió desarrollar valores morales. ―Sí te deseaba ―mi voz es apenas audible, casi sin aliento, pero él lo oye alto y claro. La mano de Seth acaricia el hueso de mi cadera y cierro los ojos. Sí te deseo. Las palabras caen silenciosamente en el fondo de mi mente. Una sensación de calor me inunda, casi llenándome completamente mientras la necesidad palpita entre mis piernas. Dejo caer mi cabeza. ¿Qué demonios estoy haciendo? Debería estar escudándome de este hermoso hombre, porque si lo dejo entrar, me lastimará… pero, ¿por qué esto se siente tan bien, tan reconfortante? Su mano callosa rastrilla a través de mi cuello y luego a lo largo de mi mandíbula. Dejó escapar una exhalación lenta mientras levanta mi cabeza hacia arriba y abro los ojos. ―¿Por qué me haces esto? ―exijo. ―¿Qué? ―¿Tocarme y actuar como si no te importara? El frunce el ceño y su lengua se desliza abruptamente por su labio inferior. Me doy cuenta de que no tiene idea de por qué está siempre en mis

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talones. Mi mirada parpadea por su cara, esperando que me conteste, pero nunca lo hace. ―Esto es un extraño giro de acontecimientos. ―La voz de mi padre resuena a través de la habitación y de inmediato salto lejos de Seth. Cualquier sentimiento de deseo se disipa cuando su súbita entrada sacude un poco de sentido de nuevo en mí. Estoy molesta conmigo. ¿Por qué soy tan malditamente débil? Puedo sentir a Seth observándome, sin sentirse avergonzado de que mi padre está aquí. ―¿Mi hija con un luchador? ¿Quién lo hubiera imaginado? ―Papá está sonriendo, por supuesto. Un combatiente prometedor es, probablemente, el único hombre al que daría el visto bueno. ―No estoy con él ―declaro con orgullo―. Sólo que él no sabe cómo mantener las manos quietas. La misma sonrisa arrogante de la que fui testigo cuando vi por primera vez a Seth se extiende sobre sus labios y siento que mis mejillas se calientan. ―La cena es a las 7:00, te recogeré ―es su única réplica. Abro la boca para declinar, pero papá interviene para mí. ―Eso suena genial. Déjenme saber cómo va. ―Vuelve su atención a Seth―. Darryl está pateándome el culo. Tenemos que volver a entrenar. Seth asiente y pisoteo desde la sala de entrenamiento, enojada. Cuando toda su gente está de vuelta en la habitación y la puerta está cerrada, Selena se lanza a mí, balbuceando como una idiota. ―¡Oh, Dios mío! ―chilla en mi hombro. Se tira hacia atrás y me mira con impaciencia―. ¡Él es un maldito animal! ―Ni que lo digas. ―Parece que no puedo alisar la arruga en mi frente y Selena se da cuenta de mi frustración. ―¿Qué pasa? ¿Estás enojada porque accidentalmente le dije a tu papá sobre el roinol? ―Es parte de ello. ―Oh, lo siento, cielos. Relájate un poco. Es despistado. No tenía la menor idea de lo que estaba hablando. ―Por suerte… ―Si mi padre supiera lo que era un roinol, me arrastraría de nuevo a la casa y nunca me dejara salir. ―Seth es tan… ―Su rápido cambio de tema no pasa desapercibido―. Dios, ¿Lo has visto?

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―Sí, lo vi Sel, no estoy ciega. Me mira furiosa y cruza los brazos sobre su pecho. ―Lo siento, ¿Seth te atasco un palo por el culo por lo que estás siendo una perra en estos momentos? Golpeo mis puños en el saco de boxeo, sin seguir ningún ritmo simplemente golpeando con pura frustración. ―Lo siento. ―Me las arreglo para respirar después de un combo―. Es Seth. Él me pone de nervios. ―¿Qué hizo? ―Cree que me va a llevar a cenar. No quiero ir. Selena me mira con ojos amplios y la boca abierta como si fuera la mayor idiota que alguna vez haya conocido. ―Um, está bien… ―Se cuela entre el saco de boxeo y yo, apretando su pecho, para que no la golpee en las bubis―. ¿Estás tonta? ¡¿Hola?! Ese tipo es sexo con piernas. ¡Tienes que ir, si no por ti misma, entonces por mí! Me paso el guante sobre mi frente para limpiar un poco de sudor, sólo que el material lo extiende en lugar de absorberlo. ―Es como una gran paleta de azúcar y nosotras, las chicas somos las hormigas sólo muriendo por una probada. Un día, la paleta viene a nuestro hormiguero viéndose toda azucarada e irresistible e invita a una pequeña hormiga a venir a chuparla y obtener tanta azúcar como quiera, pero la hormiga no acepta y la estamos mirando como, qué demonios y… ―Está bien. ―Me río, cortando su historia―. Creo que lo entiendo. ―Bueno. Así que, ¿qué vas a hacer? Arrastro el guante sobre mi frente otra vez y jadeo ligeramente. ―Bueno, no voy a plantar al hombre. Sé lo que se siente. Ella chilla, llamando la atención sobre nosotras. ―¡Vas a conseguir un poco de azúcar!

* * * He cambiado de atuendo como un millón de veces ya y Seth debería llegar en cualquier momento. Primero, oscilé entre cuatro maxi-vestidos, pero decidí que eran demasiado seguros, de modo que me moví a los jeans y

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suéteres. Unos minutos más pasaron y no tengo más remedio que usar un par de jeans ajustados con un pequeño par de zapatos negros de tacón. Me saco un suéter lila y le doy una patada hacia el armario. El púrpura y cualquier variación del color no le sientan bien a mi tez blanca. Saco un top de encaje negro de las profundidades de mi armario, maldiciéndome por ser floja en la colada. No tiene mangas, un top de corte alto, deteniéndose justo antes de mi cuello. El tejido sólido cubre mi estómago y mis pechos. Desde el pecho para arriba es de encaje, dándole un estilo sofisticado, pero no de demasiado buena chica. Sonrío para mis adentros y entro en el cuarto de baño. Seco y aliso mi cabello sin problemas y en el segundo que termino mi maquillaje hay un golpe firme en la puerta que me tira todo el camino hacia ahí. Enderezo mis jeans y muevo rápidamente mi cabello sobre mis hombros. Humedad inunda la palma de mis manos y siento náuseas. Oh, Dios. ¿Qué estoy haciendo? Agarro la manija y abro la puerta. Seth se apoya contra el barandal, jugueteando con las llaves del auto en su mano. Doy un suspiro de alivio sutil cuando veo que está vestido de manera informal con un suéter negro que esta enrollado hasta los codos. Se ve tan deliciosamente guapo y mi interior aletea. Sus ojos rastrillan mis jeans ajustados y el top de encaje con aprobación. Una suave brisa empuja su aroma en mi dirección y me envuelve. Es una deliciosamente atrayente, nada como la loción que Blade acostumbraba usar. Me aclaro la garganta nerviosamente y salgo de mi casa, cerrando la puerta detrás de mí. ―Te ves bien ―dice, sonriéndome. Jesús. Ni siquiera hemos salido de mi casa todavía y ya quiero arrojarme sobre él. ―¿No te gustó el vestido que usé la otra noche? ―bromeo. ―Veo ese tipo de vestidos todo el tiempo. ―Su mano se envuelve alrededor de la mía y el gesto causa que mi corazón se acelere―. A veces, más es menos. Me ayuda a bajar las escaleras y trato de controlar mi pulso bajo su toque. Seth no me parece que sea un agarrador de manos lo que me lleva a mi siguiente pregunta, ¿a qué está jugando? No hace lo de novias y para alguien que está preocupado porque no puedo separar mis emociones del sexo, con seguridad está haciendo todo lo posible para asegurarse de trabajar su camino bajo mi piel. Abre la puerta del auto para mí, como lo

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había hecho la noche en el club y me subo. Seth cierra la puerta y salta en el asiento del conductor antes de alejarse de mi apartamento. El viaje hasta el restaurante es breve y me estremezco cuando rodamos dentro del estacionamiento de Salsa´s. Me duelen los músculos faciales por mantener una sonrisa amable en mi cara. No quiero volver a comer comida mexicana de nuevo, nunca. Me deslizo desde el auto y caminamos hacia el restaurante, de la mano. Estamos sentados inmediatamente en un lugar apartado de la esquina trasera y escondidos de los ojos evaluadores. Parece que mucha gente sabe quién es Seth y las miradas empiezan a ponerme nerviosa. Me deslizo sobre el plástico negro sobre la mesa junto a mí mientras una joven viene y toma nuestra orden. Seth ordena un gran plato de tacos de bistec, una ensalada y una porción de papas fritas mexicanas para nosotros dos. Cuando ella se va, su atención esta únicamente en mí y juego con mi tenedor, girándolo con mis dedos, pretendiendo que no estoy incómoda por su mirada cautivadora. Seth parece un poco ansioso, su pecho subiendo y bajando un poco rápido y cada pocos minutos rastrilla sus dientes sobre su labio inferior. ―Probablemente te estés preguntando por qué te invité a cenar ―dice, eventualmente. La camarera vuelve y coloca dos vasos en la mesa, llenándolos de agua. Seth se inclina hacia atrás en su silla, poniéndose cómodo y con su dedo índice acaricia lentamente el borde del vaso. Asiento. ―Estoy tratando de hacer las paces contigo. Nerviosa, alcanzo mi vaso y lo llevo a mis labios. Por desgracia, el agua fría no hace nada para aliviar el fuego ardiendo dentro de mí. ―¿Para qué? ―Parece que has tenido una semana difícil y probablemente la hice empeorar. ―Lo hiciste ―respondo. Realmente no quiero sonar como una perra, pero por alguna razón no puedo sacudirlo. Estar de vuelta en este restaurante me pone ansiosa. Se inclina hacia adelante en su silla. ―Mira, no puedes seguir manteniendo un rencor contra mí porque no dormí contigo y antes de que tu cerebro de chica sobre-analice lo que estoy diciendo, no eres fea, no eres gorda y no es porque te lanzaste a mí. ―Frunzo el ceño hacia él y la comisura de sus labios se tuerce antes de volver a ponerse serio―. Si te permito tenerme estoy casi seguro que no

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serías capaz de manejarme, ni siquiera me conoces y mira lo enojada que te pongo. Soy un desastre. Soy terco, egoísta, malcriado y un poco demasiado orgulloso. Actúo como si me importara un carajo, y la mayoría de las veces no lo hace, pero hay una pequeña parte de mí que se preocupa demasiado y por alguna razón… caes en esa parte. No me preguntes por qué, porque no tengo ni idea y me ha estado volviendo jodidamente loco. ―Se inclina hacia atrás en su silla y saca un palillo de su bolsillo. Se lo mete en la boca y lo muerde mientras piensa. Antes de que hable sus cejas se elevan―. No puedo tener algo bueno… porque no me merezco lo bueno. Frunzo el ceño un poco, pero nunca le quito los ojos de encima. Así que, ¿todo esto es realmente acerca de él, no de mí? ¿Por qué caigo en esa parte? ¿Por qué se preocupa por mí? Desde donde estoy sentada, parece tan vulnerable y joven. ―Continúo tocándote porque no puedo parar y como he dicho antes, voy a hacerte daño y pronto vas a ser tú la que tenga que decirme a mí que retroceda porque mi resistencia se está acabando. ―Sus ojos se estrechan―. Si no me rechazas y te decides a dejarme entrar… Recuerda que no tengo novias y no creo sentimientos. Si sales lastimada, está en ti. No en mí. El peso de sus palabras descansa sobre mi pecho y me siento frustrada porque piensa que le iba a dejar entrar después de todo lo que acaba de decir. Tal vez debería decirle que retroceda ahora… eso me ahorraría la molestia de hacerlo cuando decida dejarse ir tras de mí. ―No quiero ser una de esas chicas ―digo en voz baja. Él levanta una ceja y continúo―: Las chicas en el gimnasio que vienen por ti y las alejas… No quiero ser una de ellas. Ofendes a las mujeres. Sus ojos brillan y una amplia sonrisa se extiende por su rostro. Él realmente encuentra lo que dije divertido. ―No, las trato como quieren que las trate. Ellas quieren follar, así que las follo. Eso es todo. ―¿Y si una de ellas quiere más de ti? ―Tendrían que ser muy especiales para cambiar mi postura de las relaciones. ―Lanza su palillo de dientes en la mesa―. Nadie ha tratado de llegar a conocer el verdadero yo, pero puedo tomar toda la culpa por eso. ―Así que, háblame de tu verdadero yo. Él me guiña un ojo. ―Buen intento. ―Me trajiste a cenar pero, ¿no podemos hablar de ti?

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Niega. ―Te traje a cenar para disculparme y para darte una advertencia. Eso es todo. Presiono el tenedor en mi dedo para aliviar un poco de mi ira. ¡Dios! ¡¿Por qué este hombre es tan difícil?! ―Bueno, mensaje recibido. ―Dejo caer el tenedor, agarro mi bolso de mano y me levanto, pero antes de irme me giro hacia él―. No necesito a un tipo como tú en mi vida. ―¿Un tipo como yo? ―Sí. Ya he tenido a alguien que se acuesta con todo lo que se mueve y, francamente, no creo que pueda soportar otro. Puedes tomar tu cena, tu disculpa y tu advertencia y te las puedes meter por el culo porque no te quiero. No te quiero ahora y no te voy a querer la próxima semana. Me odio por pensar que puedo tener un pequeño bocado de diversión después de romper con mi novio de seis años. Salgo hecha una furia del restaurante al estacionamiento. Caminaré a casa. No está tan lejos. Mis tacones traquetean contra la acera de concreto debajo de mí. No he llorado todavía, estoy muy enojada, pero sé que lo haré más adelante y no va a ser porque Seth me dijo que es incapaz de relacionarse o porque le gusta tirarse a chicas al azar. Será porque soy estúpida y débil. Voy a llorar porque dejé que Seth me enojara, un desconocido que no sabe nada acerca de mí me ha molestado y me odio por ello. Por el rabillo de mi ojo, veo un auto blanco disminuir la velocidad a un ritmo de paseo. ―Olivia, entra en el auto ―dice él. Su voz envía pavor a través de mi estómago. Lo desestimo y aumento mi ritmo. El auto se jalonea a una parada y él salta fuera. Gruesos y fuertes brazos se apoderan de mi cintura y me lanza por encima del hombro. ―Jesucristo, Seth. Déjame en el suelo ―grito. Él abre la puerta del pasajero y me sienta en el asiento. Se extiende y tira del cinturón de seguridad por encima de mí, encerrándome apretadamente. La puerta se cierra de golpe y salto un poco. Se sube de su lado y dice: ―Te he hecho enojar, por lo menos deja que te lleve a casa.

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Bajo mi ventana para que entre aire fresco en mi cara y no miro a Seth en ningún momento. Abro la puerta y salgo antes de que el auto se detenga por completo. Seth me llama, pero lo ignoro. Sólo puedo distinguir el sonido de su teléfono sonando y a él gruñendo más frustrado con cada segundo que pasa. Estoy casi en la cima de la escalera cuando él contesta su teléfono. ―¿Qué? ―reniega. Su voz es tan fría como el hielo y tropiezo para conseguir mi llave en la puerta―. ¿Otra vez? ¿Está jodidamente bromeando? Bien. Doy un paso dentro y cierro la puerta de golpe mientras su auto acelera lejos de mi apartamento. Lanzo mi bolso de mano a través del cuarto, gruñendo con furia. Ahí va el gimnasio, en el que me gusta hacer ejercicio. Nunca voy a volver allí de nuevo. No puedo soportar verlo. Me enojaría demasiado. Suspiro. Va a matar a papá cuando descubra que voy a un gimnasio nuevo. Tal vez voy a probar el nuevo veinticuatro horas que acaba de abrir en la calle principal. A la mierda. Voy a correr una manzana o dos en su lugar. Me dejo caer en el sofá y protejo mi cara con una almohada. Me quedo allí por un rato pensando en todas las cosas que me dijo. Me paso una buena parte de la noche tratando de descifrarlo, pero no puedo. Él es ilegible.

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8 Ha pasado una semana desde la noche con Seth en Salsa´s. No he ido al gimnasio y papá ha estado reventando mi teléfono comprobándome al menos, dos veces al día. Me dice que Seth ha estado distante y más agresivo que de costumbre. Por supuesto que me culpa, pero no hago caso de ello y sigo haciéndome la tonta. No debería importarme y estoy segura de que no me importa. Blade no me ha contactado en más de una semana tampoco y eso me ayudó a mantener mi mente clara. El único contacto que he tenido del sexo opuesto, además del trabajo y las cosas de todos los días fue la tarjeta que Seth había atascado en la puerta cuando yo estaba en el trabajo hace dos días. Decía: Lo siento, llámame. Seth Y tenía su número tendido claramente a lo largo de la parte inferior. Guardé su número en mi teléfono, pero sin embargo, aún no le he dado un vistazo. Realmente no quiero escuchar lo que tiene que decir. No estoy de humor para su “Me importa, pero no me importa”, con el “Te deseo, pero no puedo dejarme tenerte”, tipo de discursos. No he visto a Selena desde que salió de mi casa cuando regresamos del gimnasio la semana pasada. Dice que ha estado muy ocupada con el trabajo y su papá está enojado con ella porque se presentó a trabajar borracha. Típico de Selena. Saludo con la mano a Mason, quien ahora me está hablando de vuelta como si no lo hubiera rechazado, y me voy del trabajo. Tengo que caminar más de un kilómetro para llegar a mi auto y para cuando llego, mis pechos están sudorosos y mis piernas duelen. He estado exagerando en lo que respecta a correr en la última semana. Es mi única liberación. Conduzco a casa, me ducho y me pongo el pijama. Nada suena mejor que una cena caliente y televisión para mí en este momento. La comida congelada está cubierta de una fina capa de hielo del congelador. Ha pasado un tiempo desde que he comido una cena para microondas. Cuando cierro la puerta del congelador, una foto colorida me llama la atención. Mi rostro más joven se retuerce en un frustrado ceño mientras los labios color cereza de mamá están firmemente apretados contra mi mejilla. Mi hermano está de pie

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detrás de nosotras, aplastándose a sí misma en la foto. Su cabello color marrón claro está hacia arriba y sus oscuros ojos verdes están iluminados por el flash. Me encanta esta foto. Me recuerda un tiempo en que todo lo que teníamos era el uno al otro… pero entonces Chase y yo crecimos y quisimos algo para nosotros mismos. Nunca entendí por qué mis padres estaban tan desesperados por tenerme de vuelta bajo su ala y todavía no lo hago, pero esta foto me ayuda a lidiar con ello. Chase y yo somos su vida. Meto la cena en el microondas y tecleo dos minutos. Mientras espero, mis ojos caen de nuevo en la foto. Debería llamar a mamá. Tomo mi teléfono y me dejo caer en el sofá. Ha pasado tiempo y la extraño. Mientras suena, me siento incómoda y no puedo encontrar una posición a gusto. Tomo uno de los cojines cuadrados de mi sofá y lo coloco en mi regazo. ―Hola, residencia James ―responde mamá. ―Hola, mamá… ―¡Olivia, cariño! ―arrulla―. ¿Cómo estás? ―Bien. ―Me pongo a tirar un pedazo suelto de cuerda que cuelga de una esquina de mi almohada―. ¿Cómo van las cosas? ―Bien. Tu padre me ha dicho que no has estado apareciendo en el gimnasio… Si pasa algo malo, sabes que siempre hay un lugar aquí. ―Lo sé, mamá. Ten la seguridad de que nada está mal, sólo he estado ocupada. ¿Has oído de Chase? ―pregunto, cambiando de tema. ―Oh, sí. Está en Pakistán descansando ahora. Debería estar en casa en cinco meses antes de tener que volver a mudarse otra vez. Cariño, ¿vas a venir a cenar el domingo? Exhalo. Me había olvidado de eso. ―Sí, voy a estar allí. ―Bien, bien. Haré pastel de carne y verduras asadas. ―Yum. Mamá se ríe con emoción a través del teléfono, haciéndome sonreír. ―Me tengo que ir. Tengo un montón de Gossip Girl para ponerme al día. ―Está bien cariño. Nos vemos el domingo. Te quiero. ―Yo también te quiero. Cuelgo y sonrío. Esa llamada debería mantenerla feliz por un rato. El microondas suena y saco el arroz con pollo frito. Tiro del plástico y tan

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pronto como se abre un poco, el vapor se vierte quemando las yemas de mis dedos. ―¡Ay! ―chillo, chasqueando lejos los dedos y metiéndomelos en la boca para aliviar la quemadura. Dejo el plato en el mostrador para que se enfríe y me inclino sobre el lavabo para colocar mis dedos bajo el agua fría. Estoy distraída cuando mi teléfono se sacude sobre el banco emitiendo un ruido vibrante y molesto. Me inclino para echar un vistazo a la pantalla. El nombre de Selena en grandes letras gruesas parpadea en la pantalla. ¿Debería contestar? No voy a salir esta noche, no importa lo mucho que ruegue. ―La respuesta es no ―digo de inmediato, contestando el teléfono con la mano seca y colocándolo contra mi oído. ―Jesús, O, ten un poco de fe, ni siquiera sabes por qué estoy llamando. El agua fría del grifo calma mis dedos mientras los sumerjo más a fondo bajo el agua corriente. ―¿Es para ir a bailar? ―No, en realidad. Me hundo de alivio, cortando el agua. ―Suéltalo. ―¿En una escala de uno a diez cuán ermitaña y solitaria estás? ―Uno. Soy una ermitaña feliz ―contesto, tirando del paño de cocina sobre la estufa para secar mi mano. ―No mientas. Has sido una amargada desde tu cita con Seth. ―No fue una cita. ―Empujo rápidamente―. Fue una cena. Y no es que realmente comiera. ―Lo que sea. Mira, necesito un favor… Perdí una apuesta con una amiga y ella me armó una cita a ciegas con un hombre sólo que no puedo llegar. ―De ninguna manera. No lo voy a hacer. ―Olivia, por favor, te lo estoy rogando. Es sólo una cena. ―No respondo y ella exhala profundamente―. Te pagaré cien dólares. El dinero hace que lo considere. ―¿Dónde y cuándo? ―le pregunto con curiosidad. Puedo verla saltando arriba y abajo en este momento. ―Phillip´s Gourmet, mañana por la noche.

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Me quejo. ―¿A qué hora? ―Seis y media… ¿vas a hacerlo? Suspiro, tamborileando mis dedos en un ritmo parejo sobre la mesa. ―Sí, lo haré por ti y es mejor que me pagues. ―Lo haré. Muchas gracias, esto va a salvar por completo mi culo. ―Espero que no vaya a esperar nada de mí porque no planeo quedarme con él mucho tiempo. ―Estará bien. Él puede ser un poco toquetón si bebe demasiado, pero es inofensivo así que no enloquezcas si trata de besarte. ―Espera, ¿qué? ―Gracias de nuevo, O. Te quiero. ―¿Selena? ¡Mierda! Deslizo mi teléfono a través de la banca. ¿Por qué me meto en estas cosas?

* * *

93 Todas las miradas frustradas que recibo de las familias de cuatro integrantes están arruinando rápidamente mi noche. Estoy de acuerdo que la mesa de cuatro personas en la que estoy sentada junto a la gran ventana es un poco innecesaria, pero todas las mesas para dos están tomadas. No es mi culpa que el camarero me sentara aquí. Yo habría estado feliz en la barra. La otra mitad de esta cita a ciegas no ha aparecido todavía y será mejor que lo haga, porque si soy plantada por un tipo que ni siquiera he conocido todavía, voy a estar enojada. Un hombre rubio con los pantalones vaqueros de corte para botas y una camisa formal gris claro, se me acerca. Los dos primeros botones de su camisa están abiertos, exponiendo una pequeña cantidad de pelo en el pecho. Es muy guapo y tiene brillantes ojos azules. Rastrillo mis ojos por su cuerpo alto. No soy tan baja, pero este tipo me hace sentir como un hobbit. Él es incluso más alto que Seth y estimo que Seth debe medir por lo menos un metro ochenta y cinco. ―¿Eres Selena? Sonrío educadamente.

―No, Selena no pudo llegar. Soy su amiga, Olivia. Su boca se extiende en una amplia sonrisa lobuna y como que me da escalofríos. Creo que quiere devorarme… y no en el buen sentido. Me siento incómoda cuando se desliza en el asiento junto a mí en lugar de sentarse frente a mí como lo haría una persona normal. Trato de no asumir que quiere decir algo con eso. Esto es una cita… después de todo. Su mirada está apuñalando mi cuerpo, como pequeñas dagas afiladas pinchando cada centímetro de mi cuerpo y me siento…... expuesta. Incómoda. Asqueada. ―Soy Brent ―dice. Esa mirada aguda y espeluznante suya deriva abiertamente a mis pechos antes de regresar a mi cara. Volviéndome dolorosamente consciente de la camiseta que estoy usando. Tiene un cuello redondo que se sumerge hacia bajo en la parte delantera. Cruzo el brazo sobre mi pecho y me apoyo sobre mi codo, fingiendo que no me di cuenta. ―¿Has ordenado? ―pregunta. ―No, vamos a pedir ahora. ―Rápidamente chasqueo los dedos a un camarero que pasaba. Cuanto antes termine, mejor. Pido una ensalada de pollo y él ordena una carne y dos cervezas. Cuando las cervezas vienen, está claro que ordenó las dos para sí mismo. Mientras esperamos trata de conversar conmigo y yo soy muy exigente con la información que comparto con él. Algo de ello lo invento. No ha hecho nada más para causarme rechazo, pero no me gusta la onda que está emitiendo. Me vuelvo consiente de mi apretada falda lápiz negro cuando su rodilla roza la mía y cruzo mis piernas para mantenerlas alejadas de él. ―Si no te importa que lo diga, eres muy hermosa. Mi estómago se revuelve, pero me obligo a sonreír. ―Gracias. Voy a matar a Selena cuando la vea después. Los siguientes veinte minutos se llenan de sórdidos comentarios, lamentables líneas de levante y en ocasiones su mano roza mi muslo. Cuando se excusa para ir al baño, saco mi teléfono de mi bolsa. Mis dedos tocan la pantalla rápidamente mientras compilo mi mensaje de texto. PARA: SETH. HORA: 7:00 PM ¡Voy a matarte! ¡Este tipo es escalofriante! No puedo esperar a que la cena termine. ¡Voy a

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patearte el trasero! Tengo una respuesta casi de inmediato. DE: SETH. HORA: 7:01 PM ¿Dónde estás? Mis cejas se juntan y respondo. PARA: SETH. HORA: 7:01PM ¿Estás drogada? Estoy con Brent... TU cita en Phillip’s Gourmet. Tecleo enviar y leo de nuevo los mensajes. Es extraño, incluso para ella. Mi estómago se hunde a mis zapatos y mi mano vuela hasta taparme la boca. ―Oh, no. ―No, no, no, no… Seth está directamente debajo de Selena en mi lista de contactos y debo haber hecho clic en su nombre sin darme cuenta. Siento ganas de vomitar. Una súbita sensación de calientes lágrimas nerviosas atraviesa mi cuerpo cuando mi teléfono vibra y veo el nombre de Seth. DE: SETH. HORA: 7:03 PM Estoy en camino. Brent se desliza de nuevo en su asiento junto a mí y yo empujo mi teléfono en mi bolso. No tengo tiempo de responderle a Seth. Una mesa para dos queda libre frente a nosotros y soy consciente de que es la única disponible en todo el restaurante. Miro la línea de espera… sólo familias grandes esperan. En silencio, rezo para que llegue una pareja y tome la mesa antes de que Seth aparezca. Él probablemente se sentará justo frente a mí y hará esto tan tortuoso como pueda. El camarero trae nuestra comida y me ocupo de comer mi ensalada. Mientras llevo lechuga y pollo a mi boca, no puedo dejar de notar los ojos de Brent clavados en mí. Trato de ignorar la forma en que me mira de cerca mientras como las piezas de un delicioso

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pollo a la parrilla o duros tostones. Lo miro y sus ojos están siguiendo el tenedor cuando lo llevo a la boca y se queda mirando mis labios cuando se cierran alrededor de la comida. El pollo, el tomate y la lechuga forman una barricada en mi garganta, luchando su camino hacia abajo mientras me obligo a entablar una conversación con Brent. Voy a hacer cualquier cosa para conseguir que deje de mirarme fijamente. ―Háblame de ti. El Sr. Escalofriante me dice todo sobre su vida. Tiene un niño llamado Jonathon y no puede verlo porque la “perra puta” de su ex no se lo permite. Aparte de eso, no le estoy prestando mucha atención a lo que está diciendo… Estoy demasiado concentrada en la puerta principal. Cada vez que alguien entra mi corazón se salta un latido. Estoy inquieta porque no sé qué va a pasar… No es hasta que terminemos la cena y circula el postre que veo el gran marco de Seth entrar en el restaurante. Sus ojos me encuentran inmediatamente y el alivio se apodera de sus características. Parece que ha llegado del gimnasio. Lleva una sudadera con capucha blanca y pantalones deportivos negros. Incluso poco arreglado provoca un travieso calor dentro de mí. Me aclaro la garganta. Todavía estoy enojada con él. Seth ve a Brent y sus ojos se oscurecen cuando Brent roza su mano sobre mi hombro antes de descansar en la parte posterior de mi silla. Brent huele a alcohol. Él se ha tomado innumerables cervezas y está hipando por todo el lugar. Genial. Va a tratar de besarme. Dejo caer mi mirada a la mesa. Brent está mascullando acerca de algún evento de motocross y cuando levanto la mirada Seth se está sentado a la mesa frente a nosotros. Su espalda está hacia mí, pero sé que está escuchando. ―¿Quieres venir? Giro la cabeza hacia Brent. ―¿Hm? ―¿A motocross mañana por la noche? Me pongo colorada. Esto es incómodo. ―No… No me gustan las motocross. ―¿Podemos hacer otra cosa si quieres? ―Su silla raspa el suelo mientras se arrastra más cerca de mí. No puedo respirar mientras frota mi espalda y su otra mano acaricia mi rodilla. Se balancea ligeramente en su silla y ya he tenido suficiente. ―Me voy a ir ―murmuro, deslizando mi silla hacia atrás.

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―Bueno ―exhala imitándome y poniéndose de pie―. Por lo menos deja que te acompañe a tu auto. Seth gira su cabeza y puedo ver todo el lado de su cara. Su mandíbula se flexiona bajo su piel y sé que quiere que le diga que no. ―No, está bien. Quédate y termina tu cerveza. ―Oh, por favor ―dice riendo―. Insisto. Brent tiene la puerta abierta para mí y me esfuerzo para no mirar por encima de mi hombro mientras salimos del restaurante. El estacionamiento está vacío de cualquier persona y la iluminación es tenue. Me estoy pateando por no haber conseguido un espacio más cerca de la puerta. Puedo oír sus pies rayando molestos sobre algunas piedras y creo que le oí tropezar un par de veces, también. A lo lejos puedo ver mi auto y casi corro hacia él. Desbloqueo la puerta y agarro la manija. Brent agarra mi otra mano y presiona sus labios en ella. ―Fue un placer conocerte. ―Su voz se arrastra y sus ojos se diluyen en rendijas borrachas. Me duele la cara de tantas sonrisas falsas. ―A ti también. Trato de retirar de mi mano, pero no la suelta. Tomo una respiración profunda para calmarme. ―Brent, suéltame ―digo con la voz más tranquila. ―No voy a hacerte daño. Sólo quiero un beso de buenas noches. ―Tira de mí hacia él y sus manos se empujan hacia mi culo mientras me aprieta con fuerza contra él. Me giro y me vuelvo todo lo que puedo para escapar de su rostro. Como resultado, su boca se encuentra con el lóbulo de mi oreja y un repugnante escalofrío me abruma cuando su lengua recorre mi oreja. ―Eres tan hermosa. ―Su aliento es cálido y pegajoso en mi piel. Lo empujo, pero él no se mueve. Mi corazón golpea contra mis costillas y dolorosos zarcillos de miedo se clavan en mi estómago. Trato de levantar mis rodillas, pero está demasiado cerca y se ha posicionado en un ángulo extraño. No tengo impulso y no hay manera de golpear su porquería. ―¡Brent! ―le susurro con urgencia cuando veo la feroz figura de Seth aproximándose―. ¡Suéltame! ―Sólo quiero un beso. Sólo uno. No voy a hacerte daño.

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―Suéltala. ―Seth no levantó la voz, pero la frialdad en ella llamó la atención de Brent. ―Vete a la mierda ―escupe―. Estamos ocupados. Sus pequeñas manos acunan mis pechos y dejo escapar un extraño sonido ahogado de mi garganta. Mi estómago se agita y gira. Creo que voy a vomitar. La cálida mano de Seth me agarra del brazo y me saca de un tirón desde debajo de Brent. Me pone con seguridad detrás de él, y cuando miro alrededor de su enorme cuerpo, Seth golpea la cara de Brent contra el lado de mi auto. Inhalo y mis manos vuelan hasta cubrir mi boca cuando claramente escucho un crujido y no sé si es mi ventana o la nariz de Brent. Brent rueda alrededor del piso del estacionamiento apretando su rostro. Me agarro a la cintura de Seth y me meto detrás de él. Seth envuelve un brazo alrededor de su espalda y me presiona más a él. Mis manos están temblando… yo estoy temblando. Seth camina hacia Brent de nuevo, pero lo aprieto más fuerte. ―Por favor, detente ―le ruego, y ni siquiera estoy segura de por qué quiero que Brent esté a salvo. Entonces me doy cuenta de que no es por Brent. Él no podría importarme menos. Es por Seth. No quiero que haga algo estúpido por mi culpa. Seth envuelve un brazo alrededor de mi hombro y me guía lejos de mi auto y lejos de Brent. Pronto, me encuentro apoyada en su Range Rover. Seth está caminado en el hormigón frente a mí, respirando con dificultad y pasando los dedos por su cabello. Doy un paso adelante―. ¿Seth? ¿Estás bien? Inclina la cabeza hacia el cielo nublado, pero su respiración no se hace más lenta. Camino más cerca de él y coloco mis manos sobre su pecho y los lados de su cuello. Inclina la cabeza hacia mí, pero no puedo ver su expresión, está demasiado oscuro. Su respiración se ralentiza y saca mis manos de su cuello, dejando que su pulgar se deslice sobre la parte superior de mi mano. ―Estás temblando. ―Su voz es baja y suave. ―Sí… yo… no puedo parar. ―Estás en shock. Tenemos que llamar a la policía. ―No, no podemos. Le hiciste daño. Eres un luchador de MMA, ¿verdad? No puedes lastimar a la gente. Perderás todo lo que has trabajado. ―Se encoge de hombros, pero lo siento tenso―. Le diré a Selena y ella puede decirle a su amiga. Él asiente. ―Entonces, al menos deja que te lleve a casa.

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―¿Qué pasa con mi auto? ―Lo recogeré mañana. Seth me ayuda a subir al auto y maneja fuera del restaurante. Sigo repitiendo lo que casi ocurrió una y otra vez en mi cabeza. ¿Hice algo mal? ¿Le di una señal equivocada en alguna parte? Una lágrima rueda por mi mejilla y rápidamente la limpio. No quiero llorar delante de Seth. ―No es tu culpa, Olivia ―afirma, como si hubiera leído mi mente. ―Lo es. Selena me dijo que podía ser toquetón cuando bebía… Y sin embargo fui. Frunció el ceño, sus manos agarraron el volante con más fuerza. ―¿Por qué? ―Porque le dije a Selena que lo haría y pensé que sería capaz de evitarlo. Incluso me doy cuenta de lo completamente idiota que suena. Seth y yo no hablamos durante el resto del viaje y cuando nos detenemos frente a mi casa, me ayuda a bajar del auto. A veces, para un hombre con problemas de actitud, es un amor. Me acompaña a las escaleras y yo abro la cerradura. Antes de abrir la puerta, me doy vuelta para mirarlo y él me mira a través de sus pestañas desde un escalón inferior. Desde este ángulo parece tan vulnerable, tan inocente. ―¿Puedes quedarte conmigo? ―Las palabras salen de mi boca antes de que tenga la oportunidad de pensar en ellas. Se endurece notablemente y su mirada cae de mi cara a la escalera. ―No creo que… ―Por favor... no quiero estar sola. Puedes irte cuando esté dormida, si quieres…. Me analiza por un rato antes de asentir y subir el resto de la escalera. Cuando entramos en mi casa, Seth se quita sus zapatos y yo paso la sala de estar con poca luz hacia mi dormitorio. Enciendo el interruptor y miro a Seth. Parece incómodo y no tengo ni idea de cómo hacerlo más fácil para él. Dudo que alguna vez haya mantenido compañía femenina de forma no sexual hasta que se duerma y el pensamiento me hace sonreír un poco. Agarro un par de boxers y una camiseta sin mangas del final de mi cama y me los pongo en el baño. Me lavo los dientes para eliminar el sabor de la cerveza de segunda mano y cuando vuelvo a mi habitación veo que Seth se ha sacado su sudadera, pero se ha dejado puesta la camiseta blanca. Todavía está parado en el mismo lugar, incómodo y reprimo una sonrisa mientras

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apago la luz del techo. Cruzo la habitación para encender la lámpara y luego me meto en la cama. Para mi sorpresa, los brazos de Seth me agarran de forma que mi cara está en su pecho y su nariz está enterrada en mi cabello. Él es tan caliente, quiero acurrucarme más cerca y envolver mis piernas a su alrededor. Toma todas mis fuerzas no recorrer su cuerpo con la mano libre que se apoya en mi pierna. ―Lo siento mucho, Olivia ―dice. Sus labios se mueven contra la parte superior de mi cabeza. ―¿Por qué? ―Por no esforzarme más en aclarar las cosas entre nosotros después de la cena. Si lo hubiera hecho, tal vez esto podría haberse evitado. ―Lo que pasó con Brent no es tu culpa… ―Me detengo a contemplar mis próximas palabras―. No debería haber estado de acuerdo en ir y definitivamente no debería haber aparecido a pesar de que sabía que iba a ponerse toquetón. Todo esto grita yo, no tú. Mis dedos se crispan cuando levanto la mano de mi pierna y la muevo hacia su cuerpo. Quiero frotar su pecho y sentir el calor de su piel bajo mi mano, pero la apoyo en su cadera en su lugar y Seth se tensa debajo de mi contacto. ―Puedes relajarte. ―Me río―. No voy a arrojarme encima de ti otra vez. En mi cabeza siento que sus labios sonríen. ―No eres tú quien me preocupa. Él tira de mí apretándome más y me siento segura. Sólo espero poder pagarle a Seth por esta noche, en algún momento. ―Siento haber huido de la cena la semana pasada ―murmuro. ―Está bien, no te culpo. Puedo ser un poco idiota. ―¿Realmente no te gusta hablar de ti mismo? ―No. El silencio llena la habitación y, normalmente, me gustaría presionar, pero no quiero arruinar esto. Mi ritmo cardíaco se acelera en el silencio y la adrenalina de esta noche comienza a desaparecer. Hay un estrechamiento en mi garganta y parece que no me lo puedo quitar. Seth toma una profunda inhalación por la nariz. ―No tengo la vida más interesante. ―Exhala―. Pero hay una cosa que puso mi mundo completamente al revés… mi padre murió de cáncer hace

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dos años, justo antes de mi pelea por el campeonato de aficionados en el torneo MMAC. Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y mi pecho se comprime. Esto es de lo que mi padre hablaba el primer día que vi a Seth en el gimnasio. ¿El drama familiar era la muerte de su papá? ―Dejé de hacer MMA para cuidar de mi madre y mi hermana. La idea de que Seth tuviera una hermana pequeña calienta mi corazón. Sólo puedo imaginar lo protector que es con ella. ―¿Y ahora has decidido volver a intentarlo? ―Sí, es lo que él hubiera querido. Todo lo que sé acerca de MMA, lo aprendí de él. ―Bueno, estoy segura de que está muy orgulloso de ti. Se encoge de hombros. ―Tal vez… era un hombre difícil de complacer. ―Suena familiar. ―Me río. Él me aprieta el brazo entre el dedo índice y el pulgar haciéndome reír a carcajadas. ―No soy tan malo. ―Lo sé. Nos quedamos en silencio. No es embarazoso o incómodo. Es agradable y no quiero dormirme porque temo que nunca lo experimentaré de nuevo. ―Tengo una lucha clasificatoria mañana por la noche aquí en Maine. Si todo sale bien y gano, voy a estar en el torneo amateur de MMAC. Eso explica todos los hombres de traje y entrenadores que han estado rondando a Seth en el gimnasio, tomando notas. ―Ven conmigo. Una ráfaga de aire cayó de mi boca. Me sorprende que pidiera una cosa así. ¿Por qué me quiere allí? No puedo verlo pelear. Ni siquiera puedo soportar verlo en la TV. ―No puedo. No me gustan las peleas… ―Estabas golpeando una bolsa de boxeo en el gimnasio la semana pasada. ―Eso es diferente. Una bolsa es un objeto inanimado. Un ser humano es real… siente todo.

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Me tira un poco hacia atrás e inclina su rostro justo encima del mío. Traumatizada por Brent o no, mi cuerpo reacciona a él inmediatamente. Mi respiración se vuelve superficial y mis manos se mueven para jugar nerviosamente con el cordón de mis pantalones cortos. ―Quiero que estés donde pueda mantener un ojo en ti. ―Soy una niña grande. Voy a estar bien. ―Olivia, las últimas dos veces que te he visto, te las has arreglado para meterte en algún lío. Primero fue el roofie y ahora esta noche… No voy a ser capaz de luchar lo mejor posible a menos que sepa que estás a salvo. ―Su dedo índice se desliza a lo largo de mi mandíbula y sus ojos se vuelven oscuros y serios―. Y eso es directamente en mi línea de visión. ―¿Por qué te importa? ―Te lo dije. Caes en la pequeña porción de mierda que me importa. ¡¿Pero por qué?!, quiero exigir. Hay tantas cosas pasando en la cabeza de Seth que tengo que entender, pero él está haciendo que sea difícil para mí. ―Eres confuso. Suspira y rueda hacia atrás sobre la almohada fijándome a su lado. ―Lo sé. ―No quiero ir a tu pelea. ―Y eso es final. ―Tu padre vendrá. Me quejo, cerrando brevemente los ojos. ―¿En serio? Seth asiente. ―Y le dije que vendrías así que está muy emocionado por toda la cosa padre-hija. Me empujo sobre mis codos. ―¡Seth! ¿Por qué hiciste eso? ―Tenía que tener un plan de respaldo en caso de que dijeras que no. Me empujo lejos de él. ―No entiendes. No me gusta ver a la gente pelear. Es… bárbaro e inhumano. ―Carne magullada. Sangre. Huesos fracturados. ¿A quién le gusta eso?

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―Es divertido ―argumenta, tirando de mí de nuevo hacia él―. Puedo decirle a tu padre que cancelaste. Estoy seguro de que no estará demasiado angustiado. Sé que está jugando conmigo. Papá estará devastado si no voy. Toda mi vida ha tratado de convencerme de ver MMA con él o ir a pequeños eventos aquí y allá. No creo que Seth se dé cuenta de lo alta que ha vuelto la esperanza de mi papá. ―Bien… ―suspiro―. Voy a ir, pero no te enojes si mis ojos están cerrados todo el tiempo. Seth me abraza fuerte y me besa en la frente, dejándome sin aliento. Cierro los ojos. No sé mucho acerca de Seth Marc, pero sí sé que no es lo que parece. Sé que pone un frente fuerte, pero si esta noche es algún ejemplo, yo diría que no es lo que quiere que la gente piense. Hay una especie de dulzura en él… y me gusta. No puedo tener nada bueno… porque no merezco lo bueno. Sonrío para mis adentros mientras sus palabras juegan a través de mi mente. Merece lo bueno.

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9 Cuando salgo de trabajar al día siguiente, me siento con náuseas y preocupada. En tres horas estaré asistiendo a mi primera pelea y no estoy segura de qué va a suceder. Hazlo por papá. Hazlo por Seth, me dije todo el día, pero todavía no ayudó a sacudir mis nervios. Seth terminó quedándose anoche y la expresión de su cara en la mañana cuando se dio cuenta que nos habíamos acurrucado toda la noche no tenía precio. Se fue temprano y luego volvió con mi coche. Afortunadamente, la ventana no estaba agrietada. Después de eso, se fue para ir a su sesión de entrenamiento. Me enteré que entrena dos veces al día durante tres horas cada vez. Cuando llegue a los profesionales va a entrenar tres veces al día a su límite máximo para poder mantenerse al día con todos los demás. Qué horrendo. Le ofrecí una barra de desayuno, pero se rió y dijo que necesitaba algo un poco más sustancial antes de salir corriendo por la puerta.

104 * * * Conduzco a casa desde el trabajo, mordiéndome las uñas todo el camino. Cuando llego, Selena está sentada en mis escalones de la entrada. Le rogué a Seth que me dejara llevar a Selena esta noche. Al principio estaba un poco frustrado porque la culpa por completo de lo que pasó anoche, pero finalmente cedió. La agitación llena mi estómago cuando me doy cuenta que no le he dicho a Selena lo de anoche. Necesito hacerlo. Tiene que avisarle a su amiga que Brent no es el tipo de chico con el que se debe estar pasando el rato. Salgo del coche y enderezo mi falda. Las cejas de Selena se arrastran frunciendo el ceño y sus labios se tuercen en un puchero. Uh-oh. Conozco esa mirada. ―Sé que no llego tarde ―digo, subiendo los escalones―. Así que puedes borrar esa mueca de tu cara. ―Ella no se mueve mientras abro la puerta. Cuando está abierta, me sigue dentro.

―¿Qué diablos pasó anoche? ―Chasquea, cerrando de golpe la puerta detrás de ella. Mi pecho se aprieta mientras un gran nudo se forma en mi garganta. ―Tengo que hablar contigo acerca de eso. ―Me las arreglo para decir. ―¿Seth le dio una paliza a Brent porque te acompañó hasta tu coche? ¿Qué demonios, Olivia? Retrocedo por su enfoque interesante, y sin embargo, completamente confuso de la historia. ―Bueno, primero que todo… ―¿Por qué estaba Seth allí en primer lugar? Mi amiga me asegura que Brent es un alma caritativa que no quiso hacer nada para provocar a nadie. ¡Seth es un maldito psicópata! Yo colapso. No sé qué pasó, pero de repente mi ira voló fuera de las gráficas. ―¡Cómo te atreves! ¡Eres mi mejor amiga! ¡Se supone que tienes que preguntar mi lado de la historia, no entrar arrojando acusaciones! ―le grito y la cara de Selena se drena de color. Da un paso atrás y una lágrima se derrama por su mejilla―. ¡Seth me salvó de ese mugriento pedazo de mierda quien prácticamente me atacó en el estacionamiento! Sus labios tiemblan y sus ojos verdes se ensanchan. ―Sí, eso es correcto. ―Mi voz es todavía fuerte y enojada―. Brent, él no-tan-caritativa-alma estaba demasiado bebido en la cena y me acompañó hasta mi coche. ¡Luego consideró oportuno poner sus manos y su boca sobre mí! ―Olivia, lo siento... Yo inconscientemente cuento hasta diez… ocho... nueve... diez. ―No es tu culpa. Me advertiste... después de sobornarme, pero aun así. Puedes decirle a tu amiga que Seth no fue el problema. Selena se lanza hacia mí y me tira en un abrazo. Le cuento toda la historia. Le digo que estaba un poco demasiado al máximo en la cena y que le envié un mensaje a Seth en lugar de a ella. ―O… Siento que te haya pasado. No pensé que sería tan agresivo… ―Dile a tu amiga que no debería pasar el rato con él. ―Sacudo la cabeza―. Él continuaba diciéndome que no iba a hacerme daño, pero nunca se puede estar demasiado segura.

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Ella tira de un billete de cien dólares de su bolsillo trasero y lo extiende hacia mí, pero me niego a aceptarlo. Algo no ajusta bien. Tomar el dinero por lo que pasó… se siente mal. ―Me haría sentir mejor si lo tomaras. ―No lo quiero… No puedo tomarlo. Discutimos sobre el dinero hasta que lo mete de nuevo en sus pantalones vaqueros. ―¿Qué hacemos? ¿Se lo decimos a la policía? Niego. ―No puedo. Seth lo lastimó… perdería todo. ―Tragué saliva―. La noche pasada ha terminado. Vamos a nunca hablar de ello y alistarnos para la pelea. Selena se precipita desde mi sala de estar hasta su coche. Arrastra la misma maleta que trajo cuando nos fuimos de fiesta. ―Voy a hacerte el maquillaje. ―No quiero exagerar esta noche, así que haré el mío. Ella me mira como si estuviera loca. ―¿Eres conscientes de que vamos a una pelea, no? ―Sí. ―Y va a ser grabada y pegada por todo Internet. ―Sí. Se encoge de hombros. ―Haz lo que quieras, pero yo voy a verme bien. Me deslizo en un par de jeans ajustados negros, tiro de una camiseta blanca y un suéter crema encima de eso. Me enfundo un par de tacones blancos pequeños y cuando estoy a punto de pasar mi cepillo por el cabello, hay un golpe en la puerta. Selena saca la cabeza en el cuarto de baño. Su cabello está atado en una bola desordenada en la parte de arriba de su cabeza y la mitad de su rostro está cubierto de maquillaje. Me encojo de hombros mientras camino junto a ella y abro la puerta. Mis ojos se encuentran con un cronómetro familiar. Es el entrenador de Seth, Darryl. Lleva puesta una camiseta de color negro con la palabra "coach" cosido en el pecho y sus pantalones son de un extraño color caqui. ―¿Hola? ―pregunto cautelosamente.

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―Srta. James, aquí están sus entradas para esta noche. El lugar está en el reverso. ―¿El entrenador hace diligencias personales? ―le pregunto, aceptando las entradas. Él se burla y sus manos encuentran sus caderas. ―Síp. Será mejor que él consiga un asistente personal cuando llegue a profesionales porque no firmé por esto. ―Hay una sonrisa en sus labios mientras habla―. Te veré en la pelea. ―Se gira y se dirige a las escaleras. En la parte posterior de la camisa está el apellido de Seth en grandes letras blancas y sonrío. ¿Cómo conseguí estar tan involucrada en su mundo? Apenas la semana pasada hubiera afirmado que éramos enemigos. ―¿Quién era? ―grita Selena desde la habitación. Cierro la puerta y voy dentro. Muestro rápidamente los dos boletos y ella hace un ruido agudo en su garganta―. Sabía que ser amiga tuya me compensaría un día. ―Me guiña un ojo y yo le saco la lengua. Pongo las entradas de forma segura en mi mesita de noche y vuelvo al cuarto de baño. Me quedo mirando mi apariencia. Mi cabello es liso y cuelga por mis pechos. Parece tan… simple y sin vida. Necesito volumen esta noche. Agarro mi rizador de un cajón y me ondulo el cabello. No lo hice demasiado loco, lo suficiente para darle un poco de cuerpo y un pequeño giro. Aseguro las partes delanteras de mi cabello hacia atrás y aplique el mínimo maquillaje. Doy un paso atrás para admirar mi trabajo. Me veo sencilla. Me veo bien y eso es exactamente lo que buscaba. Selena se lleva un poco más de lo que esperaba en prepararse. Tenemos que salir dos horas antes de la pelea para evitar el tráfico y las masas de gente. En vez de ello, nos vamos una hora antes de la pelea. Por suerte, no hay pesaje para la clasificación amateur de esta noche de lo contrario sin duda nos la hubiéramos perdido. Conduzco sobre el límite de velocidad para llegar al centro de exposiciones lo más rápido posible. A mi lado, Selena cierra de golpe pequeñas botellas de vino. Afirma estar muy nerviosa, pero veo la gran sonrisa en su cara y apenas puede mantener sus piernas quietas. Está más emocionada y está confundiendo la adrenalina corriendo por sus venas como nerviosismo. Yo estoy nerviosa. Me siento enferma y el volante está húmedo por el sudor que se filtra de mis palmas. Cada intersección que paso contemplo hacer una vuelta en U y dirigirme de regreso a casa. Conduzco debajo del centro de exposiciones y encuentro un lugar de estacionamiento justo mientras alguien más está dando marcha atrás. ¡Me encanta cuando eso sucede!

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Entro en el lugar y apago el coche. Me tomo un poco de tiempo para sacar las llaves del contacto. ―Olivia, las peleas no son un problema tan grande. Es como el sexo, es entre dos adultos que consienten. ¡Es bestial y es divertido! Relájate un poco. ¿Las peleas no son un gran problema? ¿Soy el único bicho raro que las encuentra terribles? Selena cae sobre sí misma mientras se arrastra desde mi coche, exhibiéndome su ropa interior blanca. ―¿Cómo puedes estar ya achispada? ―Me río de ella―. Sólo tomaste dos wine coolers 8. ―No he comido hoy. ―Endereza su corto vestido blanco y chasquea sus rubios rizos por encima del hombro―. Hagamos esto. Inhalo una gran bocanada de aire y lo dejó escapar. ―Hagamos esto.

* * * Estoy bien cuando les damos nuestras entradas a las chicas en los cortísimos shorts y bikinis y estoy bien cuando entramos en la habitación en la que Seth estará peleando. Es enorme, casi como un estadio. La última vez que estuve aquí, fue para una feria del libro y estaba sosa y vacía, llena sólo de mesas y libros baratos. Ahora, tiene una grada temporal alrededor de toda la habitación, proporcionando un montón de asientos. El ruido atronador de la risa y la charla llena mis oídos y apenas puedo oír mis pensamientos. Siento la sangre drenarse de mi cara cuando mi mirada se posa en una jaula sin techo en el centro de la sala, es circular y cubierta de anuncios y logotipos de los patrocinadores. Selena engancha su codo a través del mío y me arrastra por el pasillo hacia el frente de la plataforma. ―¡Olivia! ―Apenas distingo la voz de mi padre. Dirijo mi atención hacia la izquierda y veo su cara feliz y sonrisa amplia. Sacude una mano hacia mí y nos apretujamos para pasar un par de hombres de traje. Los reconozco de la sala de entrenamiento en el gimnasio. Detrás de mí, oigo a Selena reír y decir hola. Cuando me arrastro más cerca de papá, agarra mi muñeca y me jala el resto del camino. Él apenas puede contener su emoción. Lleva puesta una camiseta de color negro con “SETH” 8

Wine cooler: bebida fresca de vino mezclada con jugo y/o agua gaseosa.

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escrito en la frente y un par de pantalones de mezclilla, metidos dentro de un par de botas de trabajo de color marrón. ―Esto es lo más cerca que he estado en un ring de la MMA ―grita en mi oído. Miro hacia la estructura intimidante. Aquí es donde Seth luchará y yo estoy justo aquí. Estoy lo suficientemente cerca como para conseguir sangre y sudor sobre mí y no me gusta. Ni un poco. El pulgar de papá corre sobre la parte superior de mi mano. ―Estoy muy orgulloso de ti. ―¿De mí? ¿Qué hice? ―Estás aquí y sé el gran problema que las peleas son para ti. ―Sus labios delgados se curvan en una sonrisa cálida―. Él debe ser muy especial para ti. ―Papá, Seth y yo no somo… Alguien me golpea ligeramente mi hombro y me giro para ver a Darryl, el entrenador de Seth. Hay una arruga tallada en su frente y sus labios llenos y oscuros se presionan firmemente juntos. ―Seth quiere verte ―dice por encima de la charla de los espectadores. Abro la boca para preguntar para qué, pero no me molesto. Las decisiones de Seth no suelen venir con razones comprensibles. ―Voy a estar de vuelta ―le grito a papá y Selena. Ella se mueve a mi asiento para hacerle compañía mientras la mano de Darryl se envuelve alrededor de mi muñeca y me guía fuera de la plataforma, por el pasillo y por cuatro guardias de seguridad que no había notado cuando entré. ―Ella está con Seth ―dice Darryl, mostrando su pase “backstage”. Los guardias se separan como el mar rojo para dejarnos pasar. Él tira de mí a través de dos grandes puertas dobles blancas y suelta mi brazo. ―Seth está teniendo un poco de problemas… ―La voz de Darryl rebota en las paredes del amplio pasillo central. Es mucho más tranquilo aquí―. No sé si lo sabes, pero sufre de ansiedad leve. Normalmente, le doy una bolsa de boxeo y trabaja a través de ella de esa manera, pero últimamente parece que prefiere otro método. ¿Seth tiene ansiedad? Nunca hubiera imaginado esa. Quiero decir, a veces me doy cuenta de que se pone un poco alterado, pero por lo general no dura mucho tiempo. No como la que yo tuve la primera vez que Blade

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me engañó. Fue horrible. No podía respirar con mi estómago enrollado y torcido. Sentí ganas de vomitar por todas partes y lo peor de todo, se sentía como que no iba a terminar y me iba a morir. La forma en que Darryl me mira lo dice todo. ―¿Yo? ¿Yo soy el otro método? ―Supongo que sí. Mi pulso está latiendo en mis oídos mientras pasamos un montón de puertas más pequeñas cerradas. Nombres están escritos en pedazos de papel con marcador permanente y pegados en el centro de la madera. Sonne. Jacobs. Russell. Smith. Donskov. Pino. Kennedy y luego Marc. El mango de la puerta de Seth encaja perfectamente en la palma de la mano de Darryl mientras lo gira. La puerta se abre y doy un paso dentro. Mi mirada cae en los anuncios de batidos de proteínas y otros suplementos en la pared de atrás. Tenían nombres que ni siquiera podía pronunciar. Finalmente, arrastro mis ojos de la pared hacia Seth y algo en mi estómago aletea. Está sentado en el banco, sin camisa y rígido. Sus músculos del muslo sobresalen de las ranuras en sus pantalones cortos negros. Mi garganta se seca de inmediato y no hay humedad en mi boca que pueda tragar para arreglarlo. No hay falta de humedad “ahí abajo”, sin embargo. Dos hombres están ante Seth, uno es un hombre regordete con el cabello largo y blanco atado en una cola de caballo en la base de su cuello y está envolviendo las manos de Seth. La gasa envuelve la palma, soporta la muñeca y se extiende entre los dedos. El otro hombre, con el cabello negro de punta y enormes ojos azules está observando. Los ojos de Seth están ocultos por sus largas pestañas. Su pecho se mueve fuerte y profundo, como si estuviera tratando de calmarse. Sus párpados giran abiertos y sus ojos oscuros color chocolate me rastrillan. Obligo a mis piernas rígidas a pararse más cerca. Los dos hombres evalúan la envoltura de manos y en susurros y palabras bajas deciden que es suficiente. El hombre de cabello blanco empaca su pequeña caja de herramientas, le desea a Seth suerte y pasea por la habitación. Seth flexiona los dedos y los aprieta en puños frente a él. ―Déjennos solos. ―La voz de Seth es suave, pero lo suficientemente alta para que todos oyeran. Mientras salen, mis ojos permanecen en Seth y donde han estado desde que entré en la habitación. Su enorme cuerpo se desliza fuera de la mesa y él sacude sus brazos y tira la cabeza hacia cada lado. Trato de no mirar, o babear, por los músculos entre sus hombros y su cuello.

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―Darryl dijo que me necesitas… ―Mi voz es tranquila y segura. Toda esta situación definitivamente me ha puesto fuera de mi zona de confort. La multitud y la pelea… simplemente no es mi tipo de lugar. ―Lo hago. ―La forma en que su lengua se envuelve alrededor de las palabras hacen que el vello en la parte de atrás de mi cuello se levante. Es íntimo… es tan íntimo y me hace querer cerrar los ojos. A medida que se para más cerca, mi corazón se abre camino en mi garganta y mis pulmones han disminuido en tamaño, haciendo la respiración más difícil. Él se ve intenso e intimidante con la cabeza inclinada hacia abajo hacia mí. No hay líneas profundas o frustración notable en sus rasgos, pero su respiración es irregular. ―No estaba seguro de si ibas a venir. Mis húmedos dedos se encuentran y los tuerzo juntos en un jugueteo nervioso. ―Dije que vendría así que aquí estoy. ―¿Darryl te hablo de mí? Él se está refiriendo a la ansiedad "leve". La rigidez supera la parte de atrás de mi cuello mientras me doy cuenta de que podría estar entrometiéndome. Me las arreglé para asentir. Seth cierra los ojos y toma mis manos entre las suyas. Mis manos se sienten pequeñas en comparación con las suyas grandes y callosas. Las envuelve alrededor de su cuello y eleva su cabeza hacia el techo. Su piel está caliente, haciendo que mi sangre hierva. Sus manos encuentran mis caderas y su respiración se ralentiza. ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué es esto exactamente? Baja la cabeza y abre los ojos. Ellos buscan los míos y sé que está haciéndose las mismas preguntas. Sé que debería alejarme ahora, pero estoy absolutamente impotente frente a él. Es como si tan pronto como me mira, o me toca fuera envuelta en un hechizo… y extrañamente, quiero estarlo. “Si te lastimas, está en ti. No en mí". Sus palabras fluyen a través de mi mente y alejo mis manos. Sus cejas se entretejen juntas y doy un paso atrás justo cuando se abre la puerta. De mala gana, Seth arrastra su mirada lejos de mí. ―Tiempo de calentarte, amigo ―le informa Darryl. Cierra la puerta y nos quedamos solos otra vez. ―Debería irme… ―Me aparto de él, sintiendo sus ojos en la parte posterior de mi cabeza. ―¿Estás lista? ―Él me llama y puedo oír su habitual tono seguro de regreso.

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Lo enfrento. ―¿Para qué? Los labios de Seth se sacuden en las esquinas antes de curvarse en una sonrisa por completo. Todos los rastros de la relación extrañamente íntima que acabamos de compartir, se fueron, sustituidos por su actitud arrogante. ―Para el viaje de tu vida. Me burlo de él y abro la puerta. ―Buena suerte ―digo por encima de mi hombro.

* * * Me hundo más bajo en mi silla usando una mano para escudar mi cara y la otra está curvada en mi estómago. Delante de mí dos hombres están peleando. Oigo puños chocando contra carne y oigo los combatientes jadear mientras el viento se ve forzado de sus pulmones. El olor salado del sudor y la esencia cobriza de la sangre me envuelve. No sé cuánto tiempo más podré sentarme aquí. Esta es la tercera pelea por la que me he sentado. Selena desapareció de su asiento un rato para ir en busca de un carro de botanas, Dios sabe cómo puede comer en estos momentos. Mi estómago está amenazando con vomitar la tostada de jamón y queso que tuve para la cena. La adrenalina, así como miedo, desgarran por mis venas cada vez que oigo la piel conectar con piel. A mi alrededor, la multitud se enloquece, pidiendo más. La tribuna tiembla bajo mis pies y la multitud ruge. Por curiosidad, me asomo a través de mis dedos. El árbitro, con el traje negro completo, empuja la mano del ganador en el aire. ―¡El ganador de este combate, damas y caballeros, Donnnn Russeeeeelllllll! Mientras la multitud grita, miro hacia el perdedor, aunque víctima parece más apropiado. Está fuera de combate. Su ojo izquierdo está cerrado por la hinchazón y la sangre brota de su frente, irritando más sus ojos. Incluso estando golpeado la decepción es evidente en su rostro. Sus ojos revolotean abiertos y con inquietud tira de él mismo para descansar sobre sus rodillas y el personal médico llega para revisarlo. Una bola de algodón grande en un palo es presionada contra la frente para detener el flujo y me encojo mientras mis costillas aprietan mi corazón. El combate de Seth es el próximo… ¿y si termina con él en el piso? El pensamiento por sí solo es

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suficiente para enviar mis nervios ya hechos polvo a través del techo. Esto es malo. A mi lado, papá está de pie, gritando y saltando. Mi silla de plástico vibra mientras pisotea en su lugar. ―Seth es el siguiente. ―Él me sonríe La sonrisa que le doy se siente falsa. Ojalá pudiera estar tan emocionada como papá… pero no lo estoy. Tengo miedo. Miro al ganador, Don Russell, dar una entrevista. Su calva cabeza se adapta a su rostro fuerte, angular y hay una sombra de barba de tres días a lo largo de la línea de su mandíbula cincelada. Pasa la parte de atrás de su mano a través de la ligera capa de sudor que brilla en su frente. Las marcadas líneas gruesas y negras de su tatuaje de dragón se envuelven alrededor de su bíceps abultado y se contraen mientras clava sus puños en el aire en la celebración. Él me molesta y no tengo ni idea de por qué. A juzgar su apariencia y la forma en que se comporta, voy a suponer que es arrogante y orgulloso, pero es sólo para enmascarar su propio trauma como Seth. Tal vez todos los combatientes tienen una historia triste que los fuerza a luchar. Una tela oscura abarca mi vista. Tiro de ella lejos y miro a Selena que se sienta en el asiento de al lado. ―Te traje algo. ―Ella mete un hot dog en su boca y una gota de salsa cátsup se derrama sobre el borde y en su vestido blanco. Ella boquea hacia mí con los ojos muy abiertos, como si fuera mi culpa―. ¡Este es blanco! ―resopla―. Nunca voy a conseguir sacar esto. Me entrega el hot dog y lo sostengo lejos de mí. La última cosa que quiero es conseguirlo en mi suéter limpio. De su bolso, saca otro pedazo negro de tela y tira de ella sobre su cabeza. Es una camiseta, una grande. Cubre todo el vestido y “SETH” está impreso en grandes letras blancas a través del centro. Toma su hot dog de regreso. ―Te conseguí una. Sólo tenían grandes. Abro la camisa en frente de mí y no puedo pretender que no me encanta. ―Póntela ―dice papá, animándome. Me la pongo sobre mi suéter y la camiseta más o menos me traga. Es cómoda aunque me siento menos… informal en ella. Una voz suena por el altavoz, haciéndome saltar ligeramente. ―Señoras y señores, la última pelea de esta noche está a punto de comenzar. ―Un escalofrío rueda por mi espina dorsal.

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―Luchando en la esquina roja, es el Subcampeón del Torneo de 2011 de la MMAC, procedente de Seattle, Washington, ¡Seth Maaaaaaaarc! En el momento justo, la multitud se pone de pie y mis oídos golpean mientras sus gritos rasgan alrededor de la arena. Me las arreglo para mantenerme en mi asiento, pero no ayuda con la corriente eléctrica que fluye a través de mí. Mi corazón se acelera, bombeando sangre de forma demasiado rápida. Mi cabeza gira un poco y no estoy segura, si es miedo o adrenalina. No puedo verlo, pero a través de los altavoces, escucho su canción tocando. Nunca la he oído antes… Cierro los ojos y trato de escucharla por encima del ruido. Nunca he temido a la muerte o morir Sólo temo nunca tratar Yo soy lo que soy, Sólo Dios puede juzgarme, ahora Una oportunidad, todo comienza esta noche Incluso si consigo tres strikes Voy a ir por ello Este momento, nos pertenece Y no soy con quien jugar Porque puede ser peligroso Ver a estas personas con las que ando Este momento, nos pertenece Puedo sentir una pequeña sonrisa en los labios por su canción de introducción. Es un tipo de canción tan Seth. Abro los ojos mientras Seth rodea la esquina. Todo el calor de mi cuerpo parece estar moviéndose al sur y aprieto mis muslos juntos, el deseo flota. Su sudadera con capucha negra cubre la mayor parte de su rostro, pero puedo ver sus labios carnosos que sobresalen ligeramente debido a su protector bucal. Su sudadera con capucha descansa abierta sobre su pecho, dejando al descubierto esa deliciosa sección media y los guantes negros que no cubren el final de sus dedos adornan sus manos. Flexiona sus dedos a su lado y cada vez que se aprietan, también lo hace mi sexo. Darryl y otros tres del equipo de Seth lo siguen hasta la puerta de la jaula, pero sólo Darryl pasa dentro con Seth. Seth se quita la sudadera con capucha de un tirón, exponiendo toda la fuerza

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de sus músculos y noto que el tatuaje a través de su cadera dice: "Si puedes atravesar la noche hay un día más brillante". Interesante. Le entrega su sudadera a Darryl. Darryl se interpone en la cara de Seth para motivarlo. Él golpea a Seth en el hombro un par de veces antes de que abandone el ring. Seth rebota en sus dedos de los pies para mantenerse en calor. Ignora todos los gritos y aplausos de los espectadores y su mirada circula el centro, antes de aterrizar en mí. Siento el calor subir a mis mejillas e hincharse profundamente en mi interior. Ve la camisa y la comisura de su boca da un tirón hacia arriba en una sonrisa arrogante. Me guiña un ojo y lo único que puedo hacer es devolverle la sonrisa. Los músculos sobresalen del brazo de Seth mientras lo atraviesa en el aire. La multitud se vuelve loca. Chillidos agudos, rugidos varoniles y comentarios traviesos se lanzan en su dirección. Él me mira y mueve rápidamente sus cejas como si acabara de demostrar algo. Ruedo los ojos. Él quiere que vea cuántas personas lo quieren. Incluso las chicas de promoción que circundan el ring en sus bikinis no pueden apartar sus ojos de él. Y no es como si no pudiera deducir eso por mí misma. Veo las playeras y los carteles que estas personas han comprado para apoyarlo. Ellos lo aman. Él es puro hombre y domina el ring con su mera presencia. Su música se corta y la voz del locutor inunda la habitación. Yo no alejo mis ojos de Seth. Su fachada arrogante se funde en una de aspecto más serio. Sus ojos se oscurecen y se estira en toda su estatura. Es como una pared de ladrillos de sexo y músculos. ―Presentando al concursante final para esta noche, luchando a través de la jaula en la esquina azul en su primera competición amateur, luchando desde su ciudad natal aquí en Portland, Maine, ¡Fredrick Kennneedddyyyyy! En la fila, la multitud aplaude y anima. Es ruidoso, pero no tan fuerte como lo fueron para Seth. Quiero hundirme en mi silla, pero la mano de Selena se envuelve alrededor de la mía. Sus rodillas están rebotando y se muerde el labio inferior. ―¿Nerviosa? ―Río hacia ella. ―Un poquito… La música suena en el fondo y de inmediato la reconozco como Raining Blood de Slayer. La canción me pone nerviosa, pero no tanto como el propio Fredrick Kennedy. Él sale enfurecido por el pasillo en el lado opuesto de la

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habitación, se aproxima rápidamente como un tren de carga. Está en topless, vistiendo un par de pantalones similares a los de Seth. Su cabeza está rapada y reluce bajo las luces brillantes. No sé de qué otra forma describir posiblemente este tipo, es duro, probablemente criado en el lado equivocado de las vías y tiene un brillo muy decidido en sus ojos. ―Ay, no me aprietes tan fuerte. ―Selena se queja, jalando su mano de la mía. Fredrick va a su esquina, haciendo caso omiso de la multitud por completo. Él quiere ganar. Seth sonríe perezosamente y rueda sus hombros hacia atrás y hacia adelante. Mientras el locutor recita todos los patrocinadores y directores, Seth golpea sus pies contra el poste acolchado y pasea alrededor. Darryl y los otros se levantan contra el ring, con la cabeza mirando justo sobre el borde. El equipo de Fredrick está haciendo lo mismo. ―Y el árbitro encargado de dirigir la acción ―dice el locutor―. Harrison Logan. El árbitro hace señas a los dos luchadores para entrar en el centro del ring. Mi respiración se profundiza inmediatamente y me estoy inclinando hacia delante en mi silla. Seth y Fredrick se paran a sólo unos centímetros de distancia el uno del otro. Ni una sola vez rompen el contacto visual. Un micrófono cae desde el techo y el árbitro habla en él con su acento sureño. ―Está bien ustedes dos, quiero una pelea limpia. No voy a tolerar nada menos. Toquen los guantes, vamos a hacer esto. Los guantes nunca se tocan. El público se queda en silencio mientras Seth y Fredrick se miran el uno al otro. Hay mucha tensión y no tengo ni idea de dónde viene. ―Dije toquen sus guantes ―repite el árbitro. Oigo una exhalación unánime provenir de la multitud mientras se tocan los guantes y vuelven a su esquina. Un fuerte “ding” suena alrededor de la arena, penetrando en mi pecho y obligando a mi corazón a detenerse. Estoy petrificada. Emocionada. Enferma… No sé qué hacer. No puedo ver, pero al mismo tiempo no puedo apartar mis ojos cuando Seth y Fredrick se rodean entre sí. Mis manos están levantadas y cubren la mitad inferior de la cara cuando Fredrick se sumerge en las piernas de Seth. Seth logra esquivarlo y le da tiempo al chico de precipitarse en sus pies. Antes que Fredrick se dé cuenta de lo que está sucediendo Seth entrega dos golpes en su cara. Fredrick levanta su guardia, bloqueando los puños entrantes. Seth sigue bajando, cerrando los puños con fuerza en las costillas del hombre. La multitud enloquece. Están saltando de sus sillas, de pie sobre ellas, están

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haciendo todo lo posible para estar más cerca de la pelea. Incluso Selena está de pie, pero no lo estoy. Soy la única que no puede salir de su asiento para animar a Seth. Fredrick se recupera y se lanza a Seth de nuevo, esta vez lo lleva hacia abajo. Veo que trata de envolverse alrededor de Seth, pero Seth lo combate y entrega un duro codazo en su cara. La sangre mancha el codo puntiagudo de Seth y cubro mis ojos. No puedo hacerlo. No puedo ver. A mi lado, papá está gritando un embrollo técnico balbuceante que Seth no puede oír y Selena esta… siendo Selena. ―¡Sí! ¡Termina con esta mierda! ¡Whoooooooo! ―grita. Mi corazón late tan fuerte que puedo escuchar cada latido de tambores en mi cabeza con un ritmo ensordecedor. No sé lo que está pasando y estoy demasiado asustada para echar un vistazo. Papá golpea ligeramente mi hombro y me asomo hacia él. Señala hacia el ring y de mala gana miro por encima. Seth está inclinando contra la jaula, mirando directamente a mí y jadeando como si hubiera corrido un kilómetro. Fredrick está siendo revisado por los médicos. Su ceja está cortada bastante mal y tiene una hemorragia en el ojo. ―Están deliberando si es capaz de continuar la lucha ―me informa papá. Arrastro mi mirada de vuelta a Seth. Está cubierto de sangre y sudor. Él apunta hacia mí y luego a los ojos y luego a su pecho. Él quiere que lo vea… Niego. No puedo. Es demasiado. Hace los gestos otra vez. Y otra vez. ―Sólo ve, O. Nadie se va a morir. ―Selena se ríe en mi oído. Echo un vistazo alrededor y hay cientos de ojos en mí. Algunos contemplándome como un bicho raro, y Dios sabe que me siento como uno. Sólo puedo imaginar lo estúpida que me veo. ¿Quién viene a ver una pelea cuando no puede soportarlo? Yo, soy ese quién. Dejé una exhalación lenta salir de mi nariz y asiento, tragando la bilis que se arrastra hasta la garganta. Rezo por que los médicos no le permitan a Fredrick pelear, pero cubren con más Vaselina su frente y se levanta de un salto. Sé que este no va a ser el caso. Los peleadores toman su posición en su lado del ring y la campana suena otra vez. Agarro los bordes de mi asiento y aprieto con fuerza. Por favor, deja que esto se acabe pronto. Seth sin perder tiempo ataca a Fredrick y con un golpe duro a la mandíbula, el cuerpo de Fredrick se pone rígido y se cae hacia atrás. Seth salta a Fredrick, pero el árbitro le interrumpe. Eso es todo.

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La lucha ha terminado. ―Damas y caballeros ―anuncia el locutor emocionado―. ¡El ganador de la última pelea de esta noche es Seth Maaaaaaaarc! La masa de la gente gritaba y se agarraban unos a otros. Estoy rodeada por cantos, risas y llantos. En lugar de celebrar, me quedo con los ojos abiertos. Fui testigo de mi primer nocaut y es… triste, pero al mismo tiempo es estimulante. Todo mi cuerpo está vibrando y estoy jadeando como si hubiera luchado con el hombre yo misma. Estoy tan excitada, increíblemente excitada. Nunca sentí nada igual y no sé lo que me está pasando. Papá me pone de pie y envuelve sus brazos alrededor de mí. Mi columna duele mientras aprieta y mueve de lado a lado. Sus finos labios colocan dos besos en mi frente y me deja ir, devolviendo su atención a Seth. Un equipo de cámara se encuentra en el ring y entrevista a Seth. Está sonriendo y riendo. Está rebotando y hablando y de vez en cuando su mirada se desvía hacia mí brevemente antes de volver al entrevistador. Se encoge de hombros en su sudadera y se va del ring. Mientras nos pasa chasquea la cabeza en dirección a su habitación y papá no pierde el tiempo tirándonos a mí y a Selena de nuestros asientos y arrastrándonos todo el camino a la habitación de Seth. Cuando entramos, todo el mundo se vuelve loco, vitorea, aplaude y baila, excepto Seth. Está sentado en su banco, viéndose tan tranquilo como siempre y desenvolviendo sus manos. Alguien del equipo de Seth engancha inmediatamente a Selena en una conversación y papá habla con Darryl. Me apoyo en la pared y lo observo hablar efusivamente sobre la pelea. No puedo evitar sonreír mientras él utiliza sus manos para imitar los movimientos del combate. Seth se desliza fuera de su banco y se me acerca. Mi piel se hace más caliente cuanto más se acerca a mí. Sus ojos son brillantes, adquiriendo un color más caramelo que chocolate. Las comisuras de sus labios se curvan en una sonrisa descarada mientras su mirada baja a mí. ―Me gusta tu camiseta. ―Tira de la parte de enfrente y mi aliento se paraliza mientras me tira un poco más cerca―. Me veo bien en ti. Siento mi propia sonrisa formarse. ―Podrías tenerla ―digo, recordándole la noche que me dijo que no. Se ríe de una vez y los ojos destellan con diversión mientras saco mi camisa hacia atrás y doy un paso lejos de él antes de que mi padre nos vea o tenga sangre en mí.

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―¿Te gustó la pelea? ―Su lengua se arrastra a través de su labio inferior para humedecerlo y me encuentro mirando. Él también lo sabe, porque ahora está tratando de no sonreír hacia mí. Me aclaro la garganta y fuerzo mis ojos de nuevo a los suyos. ―No sé cómo alguien puede disfrutar una pelea. ―Estás mintiendo. Vi lo emocionada que estabas cuando lo dejé fuera. Llevo mi mano a mis mejillas, mi cara se siente como si quemara. ¿Si disfrute viendo a un hombre siendo noqueado? No. ¿Había disfrutado viendo a Seth dominándolo por completo y ganando? Sí. Me gustó ver a Seth feliz. Se inclina y puedo sentir su calor corporal flotar sobre mí. Todo mi cuerpo se tensa y se pone alerta. ―Será nuestro pequeño secreto. Su mano se envuelve alrededor de la mía y lleva mis nudillos a sus labios. Besa a cada uno lentamente y nuestras miradas permanecen trabadas. Jesús. Cristo. ―Esa pelea fue para ti, Olivia. Para mí… ¿Qué significa eso? ¿Por qué tiene que ser tan críptico? ¿Tan caliente y luego frío? No sé qué es lo que se supone que tengo que decir a eso… así que asiento. Darryl arroja su brazo alrededor del hombro de Seth y jalo mi mano. Mis dedos hormiguean con la frialdad fuera de su agarre. ―¿Qué piensas, Seth? ¿Vamos a celebrar? ―Absolu-jodida-mente ―responde―. ¿Qué dices? Me quedo ahí por unos segundos y luego me doy cuenta que su pregunta iba dirigida a mí. ―Oh, ¿yo? Correcto. No, lo siento. Ya he tenido suficiente emoción por un día. Seth frunce el ceño. En él, incluso algo tan amargo es hermoso. ―Como quieras. ―Darryl se encoge de hombros―. Tu padre está viniendo. Por supuesto que lo está. Nunca deja pasar la oportunidad para ir de fiesta con un luchador. De hecho, estoy bastante segura de que está en su lista de deseos. Darryl se aleja, dejándome a solas con Seth de nuevo. ―Gracias por la pelea… ―le digo―. Te veré por ahí. Doy un paso lejos de él y otro hacia Selena.

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―¿Estás lista para irnos? ―¿No puedo salir con ellos? ―Ella pone un mohín. ―Bebiste antes de llegar aquí. ―Lo sé, pero estoy sobria. Ese hot dog ayudó. ―Ella sonríe de reojo al chico con el que está hablando y estoy bastante segura de que es uno de los amigos de Seth del restaurante de carnes, el que llevaba la gorra roja. Es guapo y alto. Tiene penetrantes ojos verdes y bonita piel oliva. Tatuajes cubren la piel expuesta alrededor del cuello y bajo sus antebrazos. ―Haz lo que quieras, pero no voy a recogerte en alguna hora intempestiva. mí.

―Me aseguraré de que llegue a casa segura ―promete Seth detrás de Me dirijo a él. ―Gracias ―digo sobre el alboroto―. Te veré en la cena, papá.

Él me da un pulgar hacia arriba y salgo de la habitación. En el pasillo, los peleadores y sus equipos están riendo y celebrando, otros se sientan en sus habitaciones, lamiendo sus heridas. Hay tantas chicas libertinas esparcidas por todo el lugar y estoy segura que las chicas de promoción que acaban de pasarme se dirigen a la habitación de Seth. No tengo tiempo para mirar por encima de mi hombro mientras soy sorprendida por un gran cuerpo que se desliza en frente de mí, bloqueando mi camino. ―Disculpe. ―Miro hacia arriba de su duro cuerpo y a su rostro. Lo reconozco como Don Russell y no puedo dejar de fruncir el ceño. ―Esa es una linda camisa, pero yo me vería mucho mejor en ti. Nunca voy a llevar una camiseta con un nombre en ella de nuevo. Me pasa otra camisa. ―Aquí. Sin mirarla sé que está escrito “Don” en ella y no hay manera en que la esté tomando. ―No, gracias. Una es suficiente. Sus labios se retuercen en una sonrisa extraña y trato de dar un paso más allá de él, pero me bloquea. va.

―No te ves como el tipo de chica tras las que Seth Marc generalmente

―Y tú no te pareces a alguien que tiene algún derecho de meter la nariz en los asuntos de otras personas.

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Él tira de la camisa, acercándome más a él. ¿Qué diablos pasa con los combatientes y el tiramiento de las personas más cerca de ellos? ¿Es que todos asisten a alguna clase de invadir el espacio personal antes de aprender cualquier tipo de artes marciales? Después de los acontecimientos con Brent, la idea de un extraño tocándome me pone en alerta máxima. ―Quita tus manos de mí. ―Mi voz sale en un gruñido, aunque nunca tuve la intención de eso. ―Enérgica… Me gusta lo enérgico. ―No me importa. Él suelta mi camiseta y tomo un paso atrás. ―¿Eres suya? ―¿Suya? Él asiente, sus ojos son como dos grandes esferas esmeraldas, resonando por la nariz hacia mí. ¿No, no lo soy… o lo soy? ―No. ―La voz de Seth responde la pregunta por mí―. Ella está aquí con un amigo. Deja que se vaya a casa, Don. ―Bueno, si no es tuya… ―Don se para más cerca de mí y me las arreglo para evadirlo al pasar. Echo un vistazo hacia atrás a Seth cuya dura mirada se centra en el rostro de Don. Empujo a través de la multitud de gente lo más rápido que puedo. Una vez que consigo atravesar las puertas dobles y más allá de los cuatro guardias de seguridad, puedo respirar un poco mejor, pero no me puedo sacudir lo extrañamente herida que estoy por lo que dijo Seth. Sé que no soy suya, pero él hace estas cosas que me hacen pensar que tal vez esté cambiando de opinión. Suspiro, tal vez sólo está jugando sus jueguitos conmigo y yo sólo estoy delirante. Es plausible. Tan rápido como puedo, dejo el centro de exposiciones y encuentro mi coche. Conseguir salir es una maldita misión. Hay demasiados coches y las carreteras están congestionadas. Quiero ir a casa y directamente a dormir antes de que mi cerebro pueda torturarme con más pensamientos, pero mientras conduzco sólo puedo pensar en él… y eso apesta.

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10 Es la una de la mañana y todavía estoy despierta, todavía conectada a la pelea. Si tengo que decir la verdad, esa no es la única razón por la que estoy despierta. Seth Marc y su desgarradora actitud coqueta y de exceso de confianza es también un factor. Aparto las mantas y me inclino sobre el borde de mi cama. En la oscuridad, mis manos frotan la alfombra mientras busco mi laptop. Siempre escribo en la cama, así que mi laptop vive debajo de ella. Cuando la localizo, tiro de ella y la enciendo. No puedo dejar de sonreír cuando veo mi fondo de pantalla. Es una foto de Blade y yo en el zoológico. Estamos de pie uno al lado del otro y somos felices. Quiero decir, no lucimos felices porque la enorme serpiente que estamos sosteniendo está tratando de envolverse alrededor de nuestros cuellos, pero lo éramos. Mi pecho se contrae. No hemos roto por mucho tiempo, pero el tiempo que pasamos juntos se siente como toda una vida atrás. Mis ojos se humedecen ante la comprensión de que todo ha terminado. No sé por qué no reaccioné antes. Me sentía como si no fuera real y que estaríamos juntos de nuevo a estas alturas… pero ni siquiera yo soy tan estúpida. Abro un documento de Word titulado: “Complicado”. Es una historia breve de romance que empecé a principios de año. Tengo intensiones de terminarla, pero no puedo encontrar las palabras para describir el final feliz del personaje principal. ¿Cómo escribes sobre algo que no conoces muy bien? He leído un montón de libros de romance y vi un montón de películas románticas, pero nunca podría producir nada por el estilo. Siento que sea lo que escriba, la gente verá más allá; suponiendo que alguna vez se lo muestre a alguien. Mi corazón salta en mi garganta cuando un golpe firme suena en mi puerta. Espero con cautela a la luz proporcionada únicamente por mi portátil. Hay otro golpe y esta vez me arrastra fuera de mi cama. Voy de puntillas a la sala de estar y miro a través de las cortinas transparentes para obtener una mejor visión del exterior. El sensor de luz se enciende y veo a Selena encorvada en la parte inferior de la escalera. Apenas puedo distinguir el sonido de su zumbido. Voy corriendo a la puerta y la abro, sólo para ver un par de ojos marrones. Inmediatamente, mi corazón se acelera a un nivel superior. Él se ve tan bien en una camisa abotonada blanca con las mangas

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enrolladas hasta los codos y jeans sueltos. No parece estar bajo la influencia, su piel está limpia y no pegajosa y sus ojos están redondos y alerta. ―Traje a Selena a casa ―dice―. Ha bebido mucho. Miro a su alrededor y Selena se abre paso ebria por las escaleras. Sus tacones altos están en su mano y el bolso cuelga de su codo. Sus rizos están por todas partes y su maquillaje está manchado sobre sus labios y alrededor de los ojos. ―Siempre bebe mucho ―contesté, esperando que Selena llegara a la cima. Cuando lo hace, la tomo de la mano y tiro de ella dentro de la casa. Su voz es áspera y ronca. Está murmurando algo, pero no puedo entenderlo. El penetrante olor a cigarrillo y alcohol llena mi nariz y me hace arrugar la nariz. Tomo sus zapatos y su bolso de mano y la ayudo a que se acueste en el sofá. Seth se saca sus zapatillas blancas camina a través de mi salón. Luego, se va por el corto pasillo hacia mi habitación. ―¡Oye! ―Lo llamo en voz baja―. ¿A dónde vas? ¡Seth! Rápidamente, tiro la mullida manta azul de la parte posterior del sofá y cubro a la ya dormida Selena. Me marcho a mi habitación y Seth está tumbado en mi cama mirando el fondo de pantalla en mi ordenador. ―Siéntete como en tu casa ―digo, cerrando la tapa y deslizándola debajo de mi cama. En la oscuridad busco el interruptor de mi lámpara. Cuando lo encuentro, la enciendo y me vuelvo hacia él. Él rueda sobre su espalda y pone sus manos detrás de su cabeza, dejando al descubierto la parte inferior de su forma “V”. Estoy delante de él, con las manos en las caderas y la mirada que tiene en sus ojos me excita y me aterroriza a la vez. ―Ese es un lindo camisón. Miro hacia mi babydoll verde claro y rosa. Afortunadamente, me puse uno que no es transparente y cubre el trasero. ―Gracias. ¿Cómo has llegado hasta aquí? ―Tomamos un taxi. ―¿Estás borracho? ―No he tocado una gota. Dejé que tu padre se llevara mi auto a su casa. Tampoco bebió, pero le hicimos dejar su coche en el centro de exposiciones. Seth se sienta y se arrastra hacia mí hasta que está sentado al pie de mi cama, justo frente a mí y sólo a unos centímetros de distancia.

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―¿Tú y Selena…? Él me mira por debajo de sus pestañas largas y oscuras. ―¿Qué, si tuvimos sexo? Él sabe qué es lo que quiero decir, pero quiere que lo diga. No importa si lo hicieron, ¿verdad? Porque Seth y yo no somos nada… Ni siquiera estoy segura de sí somos amigos. ―No, no lo hicimos. El alivio llena mi pecho y no puedo evitar la sonrisa que tira de las comisuras de mis labios. ―Ella es tu amiga y es un poco… demasiado, para mí. Además, estuvo con Jackson durante toda la noche. Supongo que Jackson es el amigo con el que estaba hablando cuando me fui esta noche. ―Pero sí cuidé de ella por ti. ―Las yemas de sus dedos acarician mi rótula y luego hacia arriba por mi muslo. Debajo de su toque, mis músculos tiemblan de deseo―. Jackson quería llevarla a casa, pero no lo dejé. Ella estaba demasiado borracha, así que la traje aquí. Su cabeza descansa sobre mi estómago y paso los dedos por su cabello. ―Todo el mundo se fue a casa con sus putas y todo en lo que podía pensar eras tú. ―Vaya, gracias. ―No quise decirlo así, y lo sabes. Las almohadillas ásperas de sus dedos rozan mis piernas desnudas e inclino la cabeza hacia atrás para disfrutar de ello. Es difícil de creer que estas manos dominaron brutalmente otro hombre más temprano esta noche. Las mismas manos que golpean duro y rápido contra la carne ahora están acariciando suavemente mi piel. Jadeo cuando me sube arriba de él de un tirón por lo que mis piernas caen a cada lado de sus muslos. Su longitud presiona con fuerza contra sus vaqueros y en mi centro. Mi aliento se acelera, pero intento mi mejor esfuerzo para ocultarlo. Sus ojos llenos de lujuria se clavan en los míos y estoy completamente deshecha. Si me toca, me hallará empapada y lista, pero no quiero que me toque ahí… porque tiene razón. No puedo separar mis emociones del sexo y he desarrollado sentimientos por él. Sentimientos extraños y confusos. Un bulto seco se forma en mi garganta y trago fuerte mientras su frente descansa contra la mía. Sus labios están ligeramente abiertos y su cálido aliento acaricia mi

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rostro mientras sus manos rozan mis muslos. Un escalofrío recorre mi espalda y Seth sonríe con esa sonrisa confiada que me gusta tanto. ―¿Qué estamos haciendo, Seth ? ―digo. ―Puedo pensar en un montón de respuestas a esa pregunta. Me deslizo fuera de él y me siento en la cama. ―Sabes lo que quiero decir. No sé lo que quiero que diga. No espero ningún gran gesto romántico o que declare sus sentimientos hacia mí. Sólo quiero honestidad. Quiero respeto. ―No sé, Olivia ―afirma, cayendo de espaldas contra el colchón. Sigo su ejemplo y me acuesto junto a él. Sus grandes manos restriegan su rostro y exhala. Tal vez, es demasiado tarde en la noche para tener esta conversación ahora, o tal vez era demasiado pronto en nuestra “relación”. Tengo que trabajar por la mañana y no puedo permitirme perder mucho más sueño. Tiro de su brazo y me levanto de la cama para apagar la lámpara. Nos arrastramos a la parte superior de la cama y yo me meto bajo las sábanas. Seth se desabrocha la camisa y se la saca. Odio que la habitación esté a oscuras y no lo pueda admirar. Oigo sus jeans arrugándose en el suelo y mis entrañas chillan como una adolescente cachonda. En mi cabeza, me recuerdo una y otra vez que no voy a tener sexo con Seth esta noche. Ya le he dejado entrar debajo mi piel… No le puedo dar el resto de mí porque tengo miedo de lo que va a hacer cuando lo tenga. Sus brazos gruesos y cálidos se envuelven a mi alrededor, tirando de mí más cerca de él. Mi espalda presiona firmemente contra la parte delantera de su cuerpo, y estoy teniendo problemas para mantener mi cabeza clara. Se siente tan bien. Lo imagino acariciando suavemente mis partes sensibles por detrás, mientras respira en mi oído. ―¿Olivia? ―Su voz me sobresalta devolviéndome a la realidad. ―¿Hm? ―Gracias por ayudarme esta noche con todo el asunto de la ansiedad… ―Puedo escuchar la vulnerabilidad en su voz y quiero darme la vuelta y abrazarlo… pero no lo hago. ―No hay de qué. ¿Se pone peor? La almohada se mueve cuando él asiente. ―Mucho peor. Lo que experimento antes de las peleas es nada. ―Su pulgar acaricia mi muñeca, enviando un hormigueo a través de mi mano

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como si hubiera golpeado mi nervio sobre una superficie dura―. A veces se pone muy mal y no puedo respirar, en absoluto. ―¿Y no tomas medicamentos para ello? Niega. ―¿Has probado otras cosas, aparte de la medicación, como hablar con alguien? Ya se trate de un amigo o un profesional. ―No, gracias. ―Seth… ―Deberías ser feliz de que estoy aquí hablándolo contigo. Por lo general, golpeo y follo la ansiedad fuera de mi sistema. Eres la única persona a la que me he abierto, aunque sea sólo un poquito. Nosotros no nos debemos nada el uno al otro, así que por qué mejor no apreciarlo en lugar de empujar por más. ¿Qué esperas de mí? Sus palabras me golpearon como una tonelada de ladrillos y siento ganas de llorar. Me encuentro haciéndome las mismas preguntas una y otra vez. ¿Por qué está aquí? ¿Por qué no está por ahí follando chicas y golpeando cosas? Me alejo de su agarre y me siento. ―No espero nada de ti, Seth. No eres mío y ya has dejado claro que no soy tuya, aunque esta es la segunda vez que has dormido en mi cama. Siempre estás sobre mí, siempre haciendo cosas agradables, pero luego lo destruyes con palabras duras. No quiero esto. No quiero esperar por ahí tratando de descifrar qué juego estás jugando conmigo. Seth me agarra y trato de escaparme, pero se inclina hacia delante, agarrando mi muslo y mi brazo, tirando de mí de nuevo hacia él. Mi pecho se alinea contra el suyo y el olor que emana de él es embriagador. Envuelve una pierna alrededor de las mías, fijándome a su duro cuerpo. Sus labios se rozan contra los míos y mi respiración se ralentiza. ―Te necesito, Olivia. ―Sus manos acarician mi cabello y luego mis hombros. Mi piel hormiguea y me presiono con más fuerza contra él―. No puedo soportar estar lejos de ti. Hago cosas agradables y digo estupideces, porque tengo miedo. Pensé que iba a hacerte daño, pero esta noche cuando te fuiste, y las chicas de promoción que suelen hacerme compañía después de una pelea entraron en mi habitación, me di cuenta de que nunca te haría daño, no así. ―Sus labios besan suavemente los míos―. Quiero que seas mía, pero no estoy listo. Todavía me estoy acostumbrando a la idea de pasar la noche con una chica sin tener sexo. Me río, a pesar de las súbitas lágrimas que humedecen mi mejilla.

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―Eres un hombre muy confuso. ―Oh, se pone peor. Lo beso, desesperadamente y él está sorprendido, puedo sentir la falta de respuesta en sus labios, pero no toma mucho tiempo para que sus fuertes brazos me aplasten contra él y su lengua corra a través de mi labio inferior. Abro boca y sus labios carnosos me consumen. Rueda su gran cuerpo en mi dirección y se mantiene por encima de mí. Su muslo presiona contra el calor entre mis piernas y yo jadeo. Él está tan tranquilo y sereno, mientras yo estoy jadeando y retorciéndome. Estoy tan tensa, tan caliente y sólo quiero una liberación. ―No puedo tener sexo contigo ―murmura contra mi boca. Recorro sus costados con mis manos y dentro de sus calzoncillos de algodón. Mantengo la calma y trato de no hacer un gran escándalo por el tamaño de su pene. No es de extrañar que las chicas le pidan más. Sólo he tocado otro pene en mi vida y fue el de Blade. El suyo no se compara con el monstruo que tengo en mi mano ahora mismo. Deslizo mi mano hacia arriba por su pene y sus músculos tiemblan cuando rozo mi dedo sobre la punta de su gruesa erección. Por encima de mí se estremece y es tan sexy. Tener cualquier tipo de poder sobre esta bestia de hombre es todo el juego preliminar que necesito. ―Quieres, sin embargo ―bromeo. Se mueve hacia atrás, y mi mano se cae de sus calzoncillos. ―No tienes ni puta idea ―gruñe. Seth presiona todo su peso sobre mí y reclama mi boca con su lengua. Cuando se aparta, estoy sin aliento y lista para cualquier cosa. ―Eres una buena chica y quiero que estés segura de que esto es lo que quieres porque no estoy garantizando nada. No hasta que esté listo. ―Su voz es pecaminosamente oscura en mi oído y cuando su respiración caliente entra en contacto con mi piel, las corrientes eléctricas ondulan a través de mí. Hago correr mi lengua por su cuello suave, limpio y muerdo el lóbulo de su oreja. ―Esto es lo que quiero… pero tal vez no en este momento. ¿Qué diablos estoy diciendo siquiera? ¡Lo quiero ahora! Lo quiero demasiado, pero no estoy dispuesta a perder su compañía. ¿Qué pasa si hacemos esto y decide no pasar más el rato? He visto la forma en que trata a las chicas… No quiero ser una de ellas. Dice que quiere hacerme suya y no

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quiero nada más que creerle, pero no puedo poner mi confianza en él. Todavía no. Seth sale de mí, llevándome a su lado. Me gusta estar aquí. Me gusta estar metida bajo su brazo y reconfortada por su calor, pero no será así para siempre. ―Buenas noches, Olivia ―murmura, apretando mi hombro. ―Buenas noches. Me acurruco más apretada en su costado. Espero que en las próximas semanas, pueda decidir qué demonios voy a hacer con él. Es sólo un poco de diversión. ¿Está bien?, me pregunto. No puedo dejar de sentir que ha pasado más allá del punto de diversión. Diversión hubiera sido dormir juntos la noche que me llevó a casa del club. Pasar noches sin sexo juntos parece más serio que diversión. Expulso una exhalación silenciosa de mis labios y me hago la misma pregunta que siempre me hago en presencia de Seth. ¿Qué estoy haciendo?

* * * Mis ojos revolotean hasta abrirse y toma un tiempo adaptarse a la luz del sol que se filtra a través de la brecha en mi cortina. Cierro los ojos y me doy la vuelta. Extiendo mi brazo al otro lado de la cama, pero mi piel sólo encuentra el colchón frío. Me siento y me restriego el sueño de mis ojos pesados. En la almohada hay una carta con mi nombre escrito en rotulador color rosa. La letra de Seth es horrible y escribió mal mi nombre la primera vez y lo garabateó. Lo consiguió en su segundo intento, sin embargo. En la mesita de noche hay un bloc de notas vacío abierto con una página arrancada. La abro y no puedo evitar la sonrisa tonta que se extiende sobre mi cara. Toda la carta está escrita en rotulador color rosa. Pobre chico, supongo que no pudo encontrar una pluma.

O Me fui a entrenar. Te envío un mensaje más tarde. Seth :)

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Mi corazón palpita ante el apodo “O”. Estoy tan contenta de que eligiera ese en lugar de “Olly”. Me deslizo fuera de la cama y pongo la nota en el cajón de mi mesita de noche. Miro el reloj. Son sólo las 7 a.m. Todavía tengo un hora y media antes de tener que estar en el trabajo. Odio trabajar los sábados. Gracias a Dios, hoy es mi última jornada de trabajo hasta el martes. Saco mi bata de seda del gancho de detrás de la puerta y me deslizo en ella. En la sala de estar, Selena sigue durmiendo en el sofá. Su rostro está arrugado en una mueca agria y me río mientras me dirijo a la cocina. Uno de sus ojos se abre y está enrojecido e hinchado. ―¿Dónde estoy? ―gime, tratando de incorporarse. A mitad de camino, se da por vencida y se vuelve a recostar. ―Estás en mi casa. Seth te trajo anoche. Selena arroja un brazo sobre sus ojos, protegiéndose de la luz de la mañana. Hombre, no la envidio justo ahora. ―No recuerdo nada después de que llegamos a Heaven’s y Jackson pidió una ronda de tragos para todo el mundo. ―Festejas muy duro ―le digo, encendiendo el hervidor. Saco un frasco de café instantáneo de mi alacena. Siempre tengo algo aquí. Siempre que Selena tiene una borrachera de una noche exige café a la mañana siguiente. Si no lo tiene, no funciona y cuando no funciona, es el fin del mundo. Todo es una molestia para ella. ―¿Café? ―ofrezco cuando el hervidor comienza a burbujear hasta hervir. ―Buen Dios, sí. Se levanta del sofá y arrastra a su lamentable ser a la cocina. Saca la leche de la nevera y me la entrega. Sus manos tiemblan cuando camina al cuenco sobre el banco de la cocina. Es el lugar donde guardo todas mis cosas médicas como tiritas, Betadine y Advil. Selena saca dos calmantes de su envoltorio y los arroja en su boca. Se inclina sobre el lavabo y ávidamente traga agua directamente del grifo. Cuando se endereza y se vuelve hacia mí, no puedo evitar el estallido de risa que viene de mi boca mientras agito la leche en su café. Se ve como la mierda. Su maquillaje está manchado y corrido y sus ojos están muy pesados. Sus habituales mansos rizos rubios están envueltos en un gran lío complicado y hay un gran chupetón en su cuello. ―Así que… Jackson, ¿eh? ―insinúo, entregándole su café. Me doy la vuelta y saco una barra del armario y la desenvuelvo. Ella bebe con avidez el café.

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―No lo hiciste lo suficientemente caliente ―se queja. ―De acuerdo. ―Me encojo de hombros. No hago cafés a menudo―. Y no cambies el tema. ―Jackson es un amor ―dice, evitando el contacto visual. Entrecierro mi mirada abiertamente hacia el mordisco de amor púrpura en su cuello y me quedo mirando hasta que ella comenta. ―No he dicho que fuera un santo. ―Se ríe―. Es diferente a los chicos por los que usualmente voy. Vamos a ir a cenar en algún momento pronto para llegar a conocernos mejor antes de que nosotros… ya sabes. Casi me ahogo con mi barra de granola. ―Jesús, Selena se está tomando el tiempo para llegar a conocer a un chico antes de dormir con él. Nunca pensé que vería ese día. ―Cállate. No todos vivimos en un camino estrecho, ¿sabes? A algunos de nosotros nos gusta explorar el entorno. Le sonrío. Tirar de sus cuerdas mientras tiene una resaca es uno de mis pasatiempos favoritos. ―Tengo que ir trabajar pronto, así que me voy duchar y prepararme. ¿Necesitas que te deje en tu casa? ―pregunto. ―No, probablemente voy a relajarme aquí hasta que regreses. ―Está bien, pero no vayas a revisar mi armario de nuevo. No necesito ropa nueva. Me gusta la que tengo. Paseo fuera de la cocina y voy a la ducha. Me paso más tiempo allí pensando… sobre Seth en su mayoría. Quiero que seas mía y planeo hacerte mía, pero en este momento no estoy listo. ¿Entonces tiene sentimientos por mí, también? Yo diría que sí. Una sensación de vértigo se eleva en mi pecho y no puedo dejar de sonreír. Puedo ver la borrosa cabeza de Selena asomándose a través de la puerta del baño. De alguna manera, el aire frío se abrió camino hacia la ducha, enviando un escalofrío por mi espalda. ―¿Olivia? ―Entra y cierra la puerta. Ella entra, cierra la puerta y se desliza por la pared. Sus dedos presionan contra el cristal de la ducha. ―¿Ya has tenido sexo con Seth? Frunzo el ceño y fuerzo mis oídos para oírla sobre el agua torrencial. ―No ―respondo con curiosidad―. ¿Por qué?

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―Mira, sé que recientemente rompiste con Blade y te estás divirtiendo y todo eso, pero creo que Seth es la última persona con la que debes pasar tiempo. Estoy sorprendida por sus palabras. ―¿Qué te hace pensar eso? ―Bueno, estoy recordando retazos de ayer por la noche… Sus palabras envían zarcillos de miedo a través de mi pecho. ―¿Sí? ―Esta chica se acercó a él. Ella afirmaba que durmieron juntos hace unas semanas, cosa que él no negó, y ella estaba realmente tratando de volver, pero él la rechazó fríamente. Enjabono mi esponja rosa de exfoliación y comienzo a limpiar mis senos y axilas, escuchando cada palabra de lo que dice. ―Fue brutal, O. La chica dejó el club llorando. ―¿Sí? ―Poco sabía ella, he sido testigo de dos chicas yendo por Seth en el gimnasio. Me había ido demasiado temprano para ver lo que sucedió con la morena, pero la rubia dejó el gimnasio llorando. Seth dijo que no quiere herirme así y le creo. No confío en él, pero le creo―. No tienes que preocuparte, Sel. Sé qué clase de persona es Seth y tenemos un entendimiento mutuo. ―Es sólo que no quiero verlo tirarte a un lado como basura si decides que quieres dormir con él, eso es todo. ―Gracias, Selena, pero creo que lo tengo cubierto. Ella sube perezosamente sobre sus pies y sale del cuarto de baño. Termino de frotar la esponja áspera sobre mi cuerpo, incapaz de librarme de sus palabras en mi mente. No debería molestarme porque ya sé cómo es Seth, pero qué pasa si ella tiene razón. ¿Qué pasa si no me quiere después de tener sexo? No importa, yo mantengo todo el poder. Me niego a tener sexo con él hasta que esté segura de que es exactamente lo que quiero… si él es exactamente lo que quiero.

* * * Mi coche hace un ruido extraño de golpeteo cuando giro la llave. Es como si el motor quisiera girar, pero no puede.

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―¡Genial! ―grito, golpeando mi cabeza contra el volante con fuerza―. ¿Cómo demonios se supone que voy a llegar al trabajo ahora? Un sedán blanco se detiene frente a mi casa y no sé si es un regalo de Dios o del Diablo en sí mismo cuando Blade sale del auto y ajusta el cuello de su camisa de polo verde. Me descubre en mi auto y sonríe, destellando esos hoyuelos juveniles. No puedo dejar de sonreír cuando salgo de mi auto. ―Te ves bien. Miro mi vestido color violeta oscuro. Es uno de mis favoritos. ―¿Estás a punto de ir a trabajar? Cierro de un golpe la puerta de mi coche y me apoyo contra ella. ―Lo estaba, pero mi auto no enciende. Sus zapatillas de deporte rozan el hormigón a medida que camina cerca de mí. ―Te puedo llevar, si quieres. Muerdo mi labio inferior. No sé si ir con Blade es una buena idea, pero miro a mi alrededor, no creo que tengo opción en este momento. He hecho mucha mierda para Mason en las últimas dos semanas y no puedo permitirme el lujo de no llegar a tiempo. ―Um...M ―me planteo la idea de conducir con Blade―. Me llevarás directamente a trabajar, ¿no? ―Lo prometo. Deslizo mi teléfono en el bolsillo de mi vestido y camino hacia él. ―Está bien, pero tenemos que irnos ahora si quiero llegar a tiempo. Es como una rutina. Blade y yo nos metemos en el auto e incluso bajo el freno de mano por él, como siempre lo hacía. Él lo nota también y me sonríe. Es una sonrisa tan dulce y mi corazón se aprieta en mi pecho. No tenía ni idea de lo mucho que echaba de menos a Blade. Su aroma familiar llena mi nariz e inhalo. Esta es una estúpida idea. Todavía es Blade, me digo. Él te hizo daño. ―Tu madre me ha dicho que fuiste a una pelea anoche ―dice, haciendo charla trivial. Odio que él y mi mamá estén hablando―. Eso es algo bastante grande para ti. Seth debe ser un buen tipo. ―Lo es ―respondo automáticamente. Miro mis dedos mientras los froto con nerviosismo. Entonces, la mano de Blade cubre la mía.

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―Te extraño, Olly. ―Blade… ―Sólo escúchame. Estuvimos juntos durante seis años, Olly, seis años. Eso es mucho tiempo. Tiro mis manos de debajo de la suya, pero él deja la suya en mi regazo. ―Y los tiraste por la ventana por sexo, mucho sexo. Lo que has hecho no es algo que pueda ser olvidado o perdonado. ―Lo siento, la jodí. ―Dijiste eso después de la primera vez… y la segunda y la… ―Está bien lo arruiné un montón de veces, pero créeme cuando digo que he cambiado y no va a volver a ocurrir. ¿Cuántas veces he oído eso? Innumerables. ―No puedo… No te creo. Retira su mano y la pasa a través de su cabello rubio. ―¿Cómo puedo probártelo? ¿Cómo puedo compensarte? ―No hay vuelta atrás, Blade. Te di todo y tú elegiste darlo por sentado. ―¿Así que eso es todo? ¿Seis años, tirados, así como así? Mi pecho se contrae, llevando un bulto enorme a mi garganta. ―Sí. ―Me estremezco con la finalidad de mi voz. ―No voy a parar, Olly. Te necesito. Cierro los ojos por un momento, tratando de frenar mi corazón latiendo rápido. ―Lo dije en serio cuando dije que no te amo más ―digo cuando abro los ojos. ―Y lo llamo mierda. Sé que estás tratando de asustarme y está funcionando, pero te amo… nunca dejaré de amarte. ―No importa, estoy con Seth ahora ―contesto, jugando la carta de Seth de nuevo―. Él no hará nada para hacerme daño. ―Olivia. ―Miro hacia él. Su tono grave me da náuseas―. Me encontré con él y Selena en Heaven’s anoche. Tenía la lengua tan adentro de la garganta de la chica morena que me sorprende que no hiciera arcadas, y sabes lo habladora que es Selena cuando está borracha. Me dijo lo mucho que me odia y que tú no estás realmente con Seth.

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Él recita toda la mierda que Selena le dijo: el roofie, el estacionamiento con Brent, Seth y que él contrató a mi papá. Me quedo mirando la consola central, escuchando cada palabra. No estoy sorprendida de que Selena le haya contado, eso es lo que se esperaba. Ella tiende a abrir la boca… mucho. Estoy un poco sorprendida de que Seth besara a la chica morena. Frunzo el ceño, sin saber si debería creer en Blade o no. No es conocido precisamente por su honestidad. Selena me dijo que la morena apareció, pero nunca mencionó nada acerca de un beso. Ella me habría dicho que si lo hubiera visto… Sé que lo hubiera hecho. Mi única opción es confrontar a Seth, pero incluso entonces, ¿tengo derecho a hacerlo? Él dijo claramente ayer por la noche que no está listo para una relación y eso está bien porque no estoy segura si yo lo estoy, tampoco. Me dijo que no me haría daño… y le creo. Creo. Frente a Blade trato de jugarlo como si no fuera gran cosa. No quiero que vea que me ha molestado. ―Me has descubierto. Así que no estoy saliendo con Seth. Lo inventé para sacarte de mi espalda hasta que pueda aclarar mi cabeza y puesto que Seth y yo no estamos juntos realmente, puede meter la lengua en quien quiera. Por delante, veo la señal de mi trabajo y suelto mi cinturón de seguridad. ―No quería molestarte. Sólo quería que supieras que él es igual que yo… y mereces algo mejor. Mi frustración alcanza el pico máximo. Su única misión esta mañana era “romper” mi corazón. ―Ve a tirar tu mierda en otro lugar, Blade. No soy tonta. Apuesto a que no podías esperar para traerme la noticia de que Seth se besó con otra chica anoche. Te has levantado temprano, ¿cuándo te has levantado temprano alguna vez? ―En los últimos seis años, Blade nunca se levantó de la cama antes de las nueve. Me duele saber que la única motivación que tuvo para salir de la cama temprano fue para herir mis sentimientos. Salgo del auto, mientras él dice mi nombre. Cierro la puerta de un golpe y mis tacones bajos suenan rápidamente contra el hormigón. Cuando mi mano se pone en contacto con la fría puerta metálica de la oficina, él se va. Dentro, no hay pacientes (esperado para un sábado) y la cabeza de Mason se asoma alrededor de la puerta de su oficina. Su enorme y amplia sonrisa se desvanece cuando ve mi expresión. Supongo que no me veo feliz. ―¿Mañana dura? No hago contacto visual con él mientras enciendo la computadora.

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―Algo por el estilo ―contesto. ―¿No quieres hablar de ello? ―Nop. ―Estoy aquí si lo necesitas. Desaparece de nuevo en su oficina y yo pongo mi cabeza en mis manos antes de rastrillar los dedos a través de mi cabello largo y suave. ¿Qué demonios voy a hacer? No me siento cómoda sacando este tema con Seth. Saco mi teléfono del bolsillo y busco al nombre de Seth. Mi pulgar se cierne sobre botón de “llamada”, pero no me atrevo a presionarlo. Toda esta situación podría haberse evitado si Seth dormía conmigo cuando yo quería y luego me dejaba sola. En su lugar, enterramos nuestro camino bajo la piel del otro… y se desarrollaron sentimientos. Esos mismos sentimientos están actualmente heridos porque Seth besó a alguien más. Niego. No sé eso a ciencia cierta. Blade juega sucio y está celoso. Si hago suposiciones y Blade mintió, voy a quedar como una idiota. Mi teléfono vibra en mis manos y el nombre de Seth aparece en mi pantalla. DE: SETH. HORA: 8:37 A.M. ¿Almuerzo? PARA: SETH. HORA: 8:38 A.M. No puedo. El auto no arranca, y estoy en el trabajo. DE: SETH. HORA: 8:38 A.M. ¿Cuándo es tu descanso? Voy por ti. Vamos a almorzar. Me siento como una tonta cuando una sonrisa tira de mis labios. PARA: SETH. HORA: 8:39 A.M. El descanso es a las 11. Te veo entonces. Antes de regresar mi teléfono a mi bolsillo, vibra de nuevo.

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DE: SETH. HORA: 08:39 A.M No puedo esperar. :) No puedo esperar… No puede esperar a verme. Me siento aturdida y emocionada a su vez lo que me hace sentir estúpida. Seth me afecta. En cuestión de segundos, puede hacer que me enfade cuando estoy contenta y feliz cuando estoy enojada. Pongo mi teléfono de nuevo en mi bolsillo y tomo una respiración por la nariz. Le preguntaré a Seth directamente lo de anoche y actuaré como si no fuera gran cosa. Esperar para que lleguen las once fue una tortura, pero cuando finalmente llegaron me gustaría tener más tiempo para pensar cómo voy a abordar el tema. ―Voy a estar de vuelta en una hora, Mason ―digo desde mi escritorio. Me levanto de mi silla mientras Mason pasea fuera de su oficina con un bonito traje marrón con una bonita corbata amarilla que se apoya contra su camisa blanca. Su atuendo combina muy bien con su cabello dorado y ojos claros. En su mano, mueve nerviosamente las llaves de la oficina. ―¿Vas a comer? ―pregunta, apoyándose en mi escritorio. Su largo dedo índice acaricia la esquina de una hoja suelta de papel. ―Sí. ―Genial, iré contigo. ―Oh ―le digo, poniéndome de pie―. En realidad me estoy encontrando con alguien. ―Las palabras son torpes en mi lengua. ―¿Selena? Estoy seguro de que no le importaría si me uno a los dos. ―No, no es Selena. ―Enderecé el fondo de mi vestido―. Estoy almorzando con… Dejo de hablar cuando la puerta se abre y Seth entra luciendo tan guapo como siempre con una camiseta negra que se aferra a su pecho y brazos, como una segunda piel. Su cabello oscuro está húmedo y rebelde, como si acabara de pasar sus dedos a través de él. ―Seth ―afirma Mason, terminando la frase por mí. La mandíbula de Seth se aprieta. ―Mason. Mi mirada se desplaza de Mason a Seth, de Seth a Mason. Esto no está ocurriendo en estos momentos. Ellos no se conocen entre sí.

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―Ha pasado un largo tiempo. ―Mason se aclara la garganta. El aire está tan tenso aquí que se podía cortar con un cuchillo. Seth asiente secamente antes de volver su oscura mirada a mí. ―¿Estás lista? Doy un paso hacia Seth, pero la voz de Mason me detiene de hacer todo el camino a él. ―Seth Marc ―escupe el nombre de Seth como si fuera veneno en su lengua y me asusta―. ¿Este es el tipo que estás viendo? ―Eso no es asunto tuyo ―Seth corta por mí. Todas sus facciones se dibujan en líneas apretadas y lo veo trabajando la mandíbula. ―Seth, no ―murmuro, dando un paso más cerca de él. Dejo que mis dedos rocen con dulzura su muñeca. Mason ignora la agresividad de Seth y sus ojos azules se cuadran en mí. ―Seth es la razón por la que me mudé a Portland ―me dice. Mis cejas se juntan cuando recuerdo que Mason me dijo que se mudó a Portland después del divorcio con su esposa de doce años. ―Vamos, Olivia ―exige Seth cuando me toma por la muñeca y se vuelve hacia la puerta. ―Olivia ―Mason me llama. Nunca he oído que su voz tomara un filo tan peligroso antes. Es escalofriante, profunda y me detiene en seco. Seth deja caer mi muñeca y le espeta a Mason. ―¿Cuál es tu maldito problema? Mason se destaca unos cinco centímetros más alto que Seth, pero he visto a Seth en acción. Mason no tendría ninguna oportunidad. ―Estoy cuidándola. ―¿Por qué? Los ojos azules de Mason se disparan a mi cara aterrorizada y Seth sigue su vista. Seth sonríe su sonrisa confiada antes de volverse hacia Mason y yo trago saliva. ―¿La quieres? ―asume Seth y cuando la dura mirada de Mason se tambalea ante su presunción, la sonrisa de Seth se ensancha en una sonrisa lobuna y su enorme cuerpo se desliza detrás de mí. La parte delantera de su cuerpo duro presiona contra mi espalda. Las manos de Seth se deslizan por mi cintura hasta mis caderas y las agarra con fuerza, tirando de mí con más fuerza contra él. Mi mirada se desliza a mi

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mesa de trabajo, a través de la lisa pared blanca y luego a un pequeño reloj de plata por encima de la puerta de Mason. Miro a todas partes, excepto directamente a los ojos azules de Mason. ―No te culpo ―comienza Seth cuando sus manos se deslizan hasta mi cintura. Mi cuerpo salta con atención cuando el calor empieza a estancarse entre mis piernas. Me estremezco. Ahora no es momento de excitarse por su toque. Seth se ríe oscuramente contra mi oído cuando se da cuenta de que mi respiración se hace poco profunda. ―Ella sí que es algo. ―Seth ―espeto en un susurro apremiante, pero él me ignora y sumerge su cara en mi cabello mientras sus manos se deslizan hacia el norte hasta que sus pulgares fluyen sobre la base de mi pecho. Él inhala y gime, enviando ondas calientes de deseo a través de mí, así como inclina mi medidor de ira al punto de ebullición. ―Confía en mí cuando digo que ella sabe tan bien como huele. Mason arranca furioso hacia delante y Seth tira de mí, metiéndome con seguridad detrás de su espalda. ―¿Qué vas a hacer, Mas? ¿Luchar conmigo? ―Puedo oír la sonrisa sarcástica en la voz de Seth―. Hazlo. Te reto. Seth y Mason están cara a cara y no parece que vayan a dar marcha atrás en el corto plazo. Mi corazón golpea incómodo en mi pecho cuando una sonrisa tira de la esquina de los labios de Mason y dice: ―Sabes, una de las ventajas de ser un psicólogo es aprender cómo conseguir meterse dentro de las cabezas de la gente y averiguar lo que los motiva. Siento que Seth se vuelve de piedra. ―¿Quieres saber lo que motivaba a tu padre? ¿Cuál era su mayor decepción? Mi corazón se vuelve frío. ¿Mason era el psicólogo del padre de Seth en Seattle? Seguro que parece que sí. Hablar sobre el padre de Seth es un gran no-no para Seth. Él casi no me habló de él a mí y confía en mí. Sólo puedo imaginar lo que le está haciendo, escuchar a Mason mencionarlo. ―Seth, vamos ―digo, tirando de su camisa. Da un paso hacia atrás. Ahora todo lo que necesito es tres o cuatro más de ellos y estaremos fuera de la puerta. Sigo tirando de él, y cuando llego a la puerta. Mason lo dice, las palabras que he estado orando para que las mantenga para sí mismo.

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―Tú. Su mayor decepción eras tú.

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11 Sorpresivamente, Seth no se lanzó sobre Mason y de alguna manera logré colocarme en medio de los dos hombres, presionando mis manos firmemente contra el pecho de Seth. Bajo mis manos, sus músculos estaban enrollados, a la espera de saltar contra Mason… pero por suerte, nunca lo hicieron. ―No vales la pena para que tire por la borda la competición ―gruñe Seth―. Pero si hablas con tu ex esposa otra vez, dile que le mando saludos. Se vuelve y sale enojado de la oficina, vuelvo mi atención a Mason. ―¿Su padre? ¿En serio? Eso es bajo, Mason. ―No, salir con alguien como Seth es bajo. ―Mason camina hacia su oficina y cierra la puerta. No pierdo tiempo en perseguir a Seth. Está fuera caminando por la acera con las manos en su cabello. Su cara está enrojecida, casi como si estuviera demasiado caliente al tacto. Unas pocas personas paseando pasan a su alrededor esquivándolo con cautela, como si se fuera a quebrar en cualquier momento. ―¿Seth? ―Mi voz sale más tranquila de lo que me propongo―. Podemos almorzar en mi casa… lejos de la gente. Me lanza las llaves de su auto y lo sigo hasta él sin decir nada más. En el auto, Seth mantiene sus ojos por la ventana. ―Seth ―le digo, rompiendo el silencio. No me responde. ―No me gustó eso. Nunca más me uses contra otra persona. Todavía no responde y no me importa, siempre y cuando sepa que no estoy de acuerdo con lo que acaba de suceder. Miro a Seth de soslayo. Su pecho sube y baja más rápido de lo normal, sus puños se mantienen apretados. Lo que Mason dijo realmente lo ha afectado y no estoy segura si puedo ayudar esta vez. Cuando llegamos a mi casa, hay una nota en la puerta de Selena diciendo que su padre la llamó para que fuera a trabajar y que tomó prestada un poco de ropa. Busco debajo de la maceta rota de la planta y

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recupero la copia de la llave. Está marcada con tierra, porque no la he utilizado en mucho tiempo. Abro la puerta y pongo la llave sucia en el bolsillo. Mientras me dirijo a la cocina para hacer sándwiches Seth se sienta en el sofá, apoyando su cabeza hacia atrás. Sus ojos están cerrados, dándole un borde vulnerable. Saco mis zapatos en medio de la cocina y camino hacia él. Mientras permanezco encima de él, muerde su labio inferior, pensando. Todavía está enojado… y tengo miedo de que tome su auto y vuelva allí. ―Lo que dijo… no le hagas caso ―le digo. ―Tiene razón ―responde Seth sin abrir los ojos―. Mi padre estaba decepcionado de mí. ―Sus ojos se abren y mi corazón se aprieta ante su brillo triste―. No podía hacer nada bien… así que hice de mi misión todo mal. No soy una buena persona, O. Agarro su cara entre mis manos, obligándolo a mirarme. ―Pienso que eres buena persona. ―Una chica de las millones de personas que he conocido piensa que soy bueno. ―Sacude la cabeza―. Esas probabilidades no son reconfortantes. ―Pero al menos es algo. Saca la cara de mis manos. ―No tengas una idea equivocada de mí. No dejes que te seduzca pensando que soy bueno, porque no lo soy. Me niego a ceder. ―Lo eres. Hace un ruido frustrado en la base de su garganta y se inclina hacia adelante. ―Me acosté con la esposa de Mason cuando vivía en Seattle, años atrás. Es por eso que se divorciaron. Fui con mi padre a una de sus sesiones y entré en la oficina de Mason para ver si estaba allí, pero estaba su esposa en su lugar. Ella me provocó, se burló de mí hasta que cedí. Estaba follando a su mujer sobre su escritorio cuando Mason y mi papá entraron. ―Sacude la cabeza, disgustado consigo mismo―. No soy una buena persona, Olivia. Destruí un matrimonio… cientos de matrimonios, probablemente. Su historia deja un sabor amargo en la parte posterior de mi garganta. Me imagino todo y en mi cabeza estoy celosa de que incluso alguien que estaba casada haya tenido a Seth. No me mira cuando se desploma de nuevo en el sofá. Toma mis manos, las vuelve a poner sobre su rostro cálido y cierra los ojos.

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―Necesito que me distraigas. Dime algo, cualquier cosa y luego te dejaré tranquila. Sin pensarlo mucho, me deslizo sobre sus piernas, montando sus gruesos músculos entre mis muslos. Sus ojos se disparan y se abren, acaricio su rostro suave con mis pulgares. Todas sus líneas de preocupación desaparecen y cuando me inclino hacia delante, presionando mis labios contra los suyos, siento que su cuerpo se tensiona y se aleja. ―¿Qué estás haciendo? ―Distraerte. ―Mis manos se deslizan hacia arriba por su cara y hacia su cabello. Tiro de él, llevando sus labios a los míos de nuevo. Está tratando de luchar contra mí, puedo sentirlo. No abre su boca así que tomo su labio inferior entre mis dientes y lo muerdo. Jadea y su boca se abre. Meto mi lengua y paso mis dedos por su cabello mientras balanceo mis caderas ligeramente. Casi de inmediato lo siento a punto de reventar la costura de sus jeans debajo de mí. ―Olivia ―gruñe en voz baja en un intento de alejarse de mí, pero no lo dejo. ―Por favor ―le susurro al oído. Se mueve hacia mí por lo que estoy mirando directamente sus ojos. Están llenos de demasiada emoción… deseo. Pasión. Odio. Miedo. ―Por favor ―repito, pasando mis manos por debajo de su camisa y por su pecho. Sus músculos tiemblan y se ponen un poco más húmedos. Estoy dispuesta a cuidar de él y darle lo que necesita en este momento. No sé lo que se ha apoderado de mí. Hay una oleada de energía pulsando a través de mí y no puedo parar. Lo necesito. Lo necesito como necesito el aire. ―¿Quieres esto? Tomo su mano y la empujo hacia abajo, a la parte delantera de mi ropa interior en respuesta a su pregunta. Inclina su cabeza hacia atrás, lanzando un gemido de su garganta. Me estremezco cuando sus dedos se desplazan hasta su posición y las yemas ásperas de sus dedos se contraen contra mi carne sensible. Su mirada oscura está en mi cara, tratando de analizar mis pensamientos y lentamente, empiezo a mecer las caderas contra su mano. Los labios de Seth chocan con los míos y gimo cuando hunde su lengua en mi boca, se las arregla para ponerse de pie. Envuelvo mis piernas con fuerza a su alrededor cuando uno de sus brazos me aplasta contra él, mientras el otro todavía acaricia mi centro húmedo. Cuando llegamos a mi habitación y sin apartar su boca de la mía, se saca los zapatos y caemos en la cama. Está entre mis piernas, acariciándome sin piedad ahora, estoy jadeando y

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gimiendo mientras instintivamente flexiono las caderas hacia su mano. Una sensación dolorosa e increíble se acumula en mi interior y cuando amenaza con desbordarse. Él se detiene. ―Seth ―me quejo, sin aliento―. Por favor. Su cara se asoma directamente sobre la mía y está sonriendo con esa maldita sonrisa de Dios. Mete un dedo en mi interior y gimoteo, luego me estremezco cuando vuelve a hacer círculos en mi centro. Siento que mi estómago comienza a torcerse incómodo y cuando salgo disparada hacia mi clímax, se detiene de nuevo. Me quejo y él se ríe, el sonido bajo causa un repentino destello de fuego que se dispara por mi espalda. Lleva su boca a la mía y atrapa mi labio inferior entre sus dientes. Muerde y me estremezco cuando sus dedos empujan en mí, forzando mis caderas para que empujen hacia arriba. Seth suelta mis labios, y antes de darme cuenta estoy rogándole que continúe en un jadeo desesperado, curva sus dedos, presionándolos contra mi techo. De repente, tengo una imperiosa necesidad de orinar y trato de deslizarme hacia atrás para alejarme de él. Riéndose oh… tan sexy, rueda la mayor parte de su peso sobre mí, clavándome a la cama mientras las puntas de sus dedos rozan implacablemente ese lugar. Con la voz que soy capaz reunir a través de la falta de aire, le ruego que se detenga, pero en cambio, me tira hacia él. ―Estás luchando contra él ―me dice con voz ronca―. Déjalo ir. Aprieto los dientes en su camisa cuando un orgasmo rompe a través de mí. El calor de mi clímax me envuelve, reclamando cada centímetro de mi cuerpo por dentro y por fuera. Grito y gimo en su hombro, no deja de mover sus dedos hasta que estoy jadeando y apoyada perezosamente contra él. Cuando la excitación se aquieta y lo miro a los ojos, me pongo colorada. Nunca he tenido un orgasmo delante de nadie antes, mucho menos uno de ese calibre. Arrastra los dedos fuera de mí y me mira mientras pasa uno a lo largo de su labio inferior antes de chupar la punta de su dedo índice. Lo miro fijamente con incredulidad. ―Bueno ―dice, pasando su camisa sobre su cabeza y tirándola por el cuarto―. Tenía razón sobre una cosa. ―¿Y qué es eso? ―Sí que sabes tan bien como hueles. Se desliza fuera de la cama y se desabrocha sus jeans. Tira de sus boxers y se agrupan en torno a sus pies. El deseo hace un charco entre mis muslos una vez más cuando mi vista cae sobre su gran pene erecto. Me nota

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mirándolo sin vergüenza y se queda parado delante de mí un poco más permitiéndome admirar su increíblemente hermoso cuerpo. ―Ahora es tu turno. Hace un gesto para que vaya a él y como una cobra hipnotizada por una flauta, me arrastro hacia él. Mis pies descalzos golpean la alfombra y Seth me tira hacia él. Sus manos se deslizan a mi nuca y presiona sus labios suavemente en los míos. Me derrito contra él, pasando mis manos por todas partes y disfrutando del calor de su piel debajo de ellas. Se aleja, dejándome sin aliento y me da la vuelta. Sus dedos bajan la cremallera del vestido y cae a mis pies. Se las arregla para desenganchar mi sujetador en tiempo récord y me gira de nuevo, por lo que estamos cara a cara. Me estremezco ante la sensación del aire libre rozando mi pecho, siento que mis pezones se aprietan inmediatamente cuando la piel de gallina rompe en cada centímetro de mi carne. Los ojos de Seth revolotean hasta mis pechos, y sus labios se retuercen al ver mis picos duros. ―¿Tienes protección? ―pregunta, presionando su boca en mi cuello. Me deslizo lejos de él y tomo un condón del cajón de mi mesita de noche. Lo agarra de mí mientras sus ojos se pierden en mi pecho de nuevo. Me acuesta en la cama y con las dos manos saca mis bragas. Mi reacción inicial es apretar y cerrar las piernas, pero él atasca su mano entre mis rodillas. ―Ábrelas. No las abro por completo, pero lo suficiente para que él vea exactamente lo que tengo. Inhala profundamente. ―Ese tiene que ser el coño más bonito que he visto en mi vida. Cierro mis piernas. Mis nervios se están construyendo más alto, dejando una sensación de malestar en la boca de mi estómago. Oigo romper el envoltorio y unos segundos más tarde, se está inclinando sobre mí, separando mis muslos con su rodilla. Su longitud presiona contra mi entrada y me estremezco cuando las manos de Seth corren sobre mí, pellizcando y apretando mi carne. Unos minutos más, estoy gimiendo y balanceando mis caderas contra su longitud. Sus ojos permanecen en mi cara mientras se alcanza y se frota sobre mí, probando mi humedad. Una sensación de quemazón irradia en mi entrada, me estira hasta mis límites. Mi aliento se detiene y su boca me reclama cuando la quemazón se vuelve cada vez más agradable. Empuja duro y profundo, un hormigueo de placer me atraviesa. Gimo en su boca y muerde mi labio inferior antes de dejar caer su boca en mi pecho, capturando mi pezón entre los dientes.

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―Mierda… ―Se queja, mordiendo y haciéndome jadear―. Eres tan… Gruñe, dejando la frase sin terminar. Oírlo hablar durante el sexo es la cosa más excitante que he oído nunca. Tiene una de esas voces que hacen que cada cabello se erice con atención. Empuja más fuerte y más rápido, grito cada vez que la punta de su pene llega a su punto máximo. ―Esto es justo lo que querías, ¿no? Me quejo y asiento mientras su pene hinchado golpea algo muy dentro de mí, haciendo que mi estómago gire en la más deliciosa de las maneras. Él medio gime, medio se ríe de mi admisión y sus gruesos brazos se envuelven a mi alrededor. Tira de ambos poniéndonos en una posición sentada y estoy encima de él mientras su lengua traza una línea caliente de saliva a lo largo de mi clavícula. Sus caderas se mecen hacia adelante y hacia atrás mientras sus manos acunan mi trasero, obligándome a molerme en una rápida velocidad contra él. Lo agarro más fuerte mientras toma mi pezón en su boca de nuevo. La necesidad de tomar el control de este hombre grande y hermoso me envuelve, lo empujo hacia atrás, por lo que está tumbado debajo de mí. La mirada de pura lujuria y pasión en su rostro por mí casi me manda por el borde, pero me niego a dejarme ir hasta que diga mi nombre. Pongo mis manos firmemente sobre su pecho y levanto las caderas, luego me hundo de nuevo sobre él con un fuerte grito. Se siente tan condenadamente bien. Lo puedo ver en el rostro de Seth. No va a ser capaz de mantenerlo por mucho tiempo y me duelen los músculos de hacer los mismos movimientos una y otra vez, pero sólo alimenta el orgasmo a la espera de salir de mí. ―Me voy a correr, cariño ―gruñe cuando me hace rodar fuera de él, rápidamente, presionando mi espalda firmemente contra el colchón. Su mano se desliza por mi muslo y lo engancha sobre su hombro. Sus bíceps se aprietan mientras se sostiene fuera de mí y su mirada pasa de mi rostro a mis pechos que rebotan mientras mi cuerpo se sacude bajo los poderosos movimientos de balanceo de sus caderas. El orgasmo que pacientemente esperaba en el centro de mi ser se construye cada vez más alto y ya no puedo contenerlo. Cuando se acerca más al borde, mi cuerpo se tensa y mis músculos comienzan a temblar. ―Joder, Olivia ―gime en mi oído, y eso es todo lo que necesito. Mis dedos se clavan en la piel de sus hombros y arqueo la espalda contra él, presionando mis pezones duros contra su pecho mientras poderosas explosiones de satisfacción se derraman en mí. Al instante siguiendo mi orgasmo, Seth encuentra su propia liberación y gime cuando deja caer su cabeza sobre mi pecho, sus caderas se mueven en un empuje

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desigual. Cuando los temblores se ralentizan y puedo volver a respirar, envuelve sus brazos alrededor de mis hombros y rueda, tirando de mí sobre él. No hablamos por un rato. En cambio, escuchamos los jadeos del otro volviéndose parejos y tranquilos. Sonrío contra el pecho de Seth. Tuvimos sexo y fue un millón de veces mejor de lo que alguna vez pensé que podría ser. Ahora sé por qué las chicas se niegan a dejarlo tranquilo después de esto. Cuando he ganado suficiente aire para hablar, digo: ―Tengo que volver al trabajo en quince minutos, y mi auto está descompuesto, por lo que eres el afortunado, tienes que llevarme de vuelta. Seth se burla y juega con las puntas de mi cabello. ―Si fuera por mí nunca volverías allí. Me siento un poco, para poder ver su rostro. Me mira con ojos serios y coloca sus manos detrás de la cabeza. Los músculos de sus brazos sobresalen hacia afuera y quiero pasar mi lengua por encima de ellos. Quiero memorizar cada bulto y depresión. ―Es un buen jefe, Seth. Frunce el ceño. ―Sólo porque quiere meterse en tus pantalones. ―Es cierto, pero incluso si ese no fuera el caso puedo decir que es una buena persona. Se encoge de hombros. ―¿Cómo llegaste al trabajo esta mañana? ―Su cambio de tema no fue para nada sutil. ―Bueno, iba a tomar un taxi, pero Blade me llevó en su lugar. Las cejas de Seth se profundizan ante el nombre de Blade. ―¿Lo llamaste? ―No, él apareció de forma inesperada. ―Mi mente cae sobre todas las cosas que Blade dijo y creo que ahora es un momento tan bueno como cualquier otro para preguntarle al respecto―. Los vio anoche en Heaven’s… te estabas besando con la chica morena del gimnasio. Necesito de toda mi fuerza para mantener mi cara neutra y no asumir. Espero una mirada de sorpresa o al menos los ojos bien abiertos, pero lo único que consigo es una risa que retumba en el pecho de Seth. ―¿Te dijo que me estaba besando con ella?

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Asiento. ―No. Ella se lanzó sobre mí y le dije a dónde ir. Entonces Selena me golpeó por tratar a Cassy como una mierda. ―Sacude la cabeza―. No puedo ganar. La morena con las tetas falsas se llama Cassy… Odio eso, pero le creo cuando dice que no la besó él primero. No sé qué haría si dijera que la había besado primero. ―Selena sí que habla mucho cuando está borracha ―añade. ―Sí, le dijo todo a Blade… él sabe que no estamos juntos y me quiere de vuelta. Los ojos oscuros de Seth queman en los míos y parece casi enojado. ―¿Y qué le dijiste? Miro alrededor y a su cuerpo desnudo, como si fuera obvio. ―Acabamos de tener sexo, por supuesto que mi respuesta fue no. La cara tensa de Seth se funde en una sonrisa de exceso de confianza y me tira encima de él. ―Bien, porque creo que quiero repetir. Su lengua se abre camino entre mis labios y masajeo la suya con la mía antes de alejarme. ―No puedo. Tengo que ir a trabajar. Me deslizo de la cama y me pongo toda la ropa de nuevo antes de agarrar mi teléfono de mi bolsillo y revisar la pantalla. Tengo una llamada perdida del trabajo. La pongo en mi oído y la escucho. ―Hola, Olivia ―murmura la voz deprimida de Mason―. Cerré el trabajo temprano. Nos veremos de nuevo la semana que viene… lo siento, por lo de hoy. Sólo me tomó por sorpresa. Adiós. ―Hm ―resoplo, bajándolo de mi oreja y cerrando la tapa de mi teléfono en la palma de mi mano―. Mason cerró la oficina. No puedo dejar de sentirme mal. Es mi culpa… Seth se estira en la cama y tira del borde de mi vestido, atrayéndome más cerca. Su boca se curva en una deliciosa sonrisa y sus ojos danzan con indecente entusiasmo. ―Qué suerte la mía.

* * *

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Seth y yo pasamos ayer el resto del día en la cama, pero hoy no lo he visto. Me envió algunos mensajes pidiéndome que vaya a su próxima pelea en Concord, New Hampshire, pero cada vez le respondí que “no”. Todavía estoy superando la última. He estado manteniéndome ocupada hoy con la limpieza del apartamento de arriba a abajo y ahora tengo que prepararme para la cena con mamá y papá. Por el amor de mi madre, me pongo un par de jeans y el suéter verde de cuello alto que me compró para Navidad el año pasado. Realmente no me gusta. El verde sin duda no es mi color y sólo hay unas pocas veces que puedo usar la excusa de “se encuentra en la lavadora”. Debido a que es domingo y mi auto no será reparado hasta mañana, tengo que llamar un taxi. Cuando tiro de mi cabello en una cola de caballo, y aplico un poco de brillo de labios, el taxi se detiene fuera, haciendo sonar su bocina una vez. El trayecto hasta la casa de mis padres es dolorosamente lento y me hubiera gustado sentarme en el asiento trasero en lugar del delantero. El conductor es viejo, demasiado viejo para conducir un auto y no deja de perderse los giros. Cuando finalmente nos estacionamos frente a la casa de mis padres, el conductor sólo necesita una pequeña parte del dinero adeudado y le doy las gracias, porque no había manera de que pagara el precio completo. Me dirijo a la casa. El brillante atardecer naranja y rojo le da a la hermosa casa de un piso una sensación de calidez. Un gran árbol de roble se encuentra a la izquierda del patio, ofreciendo una sombra oscura sobre el columpio de neumáticos que mi hermano y yo construimos cuando éramos niños. La hierba está cortada y mantenida a la perfección, me pregunto si es tan suave como cuando era más joven. Abro la pequeña puerta blanca y paso al sendero rocoso. Las piedritas suenan bajo mis pies y el olor a pastel de carne y verduras asadas flota hacia mi nariz. Camino a lo largo de la calzada y en el porche de madera. Tan pronto como llamo a la puerta, oigo a mi madre dejar caer lo que sea que está haciendo en la cocina y se precipita hacia la puerta. La abre y soy recibida por su cara sonriente y suaves rizos chocolate que están metidos detrás de sus orejas. ―¡Querida! ―chilla, desbloqueando el mosquitero y tirando de mí en un abrazo. Huele a albahaca y sal―. Sabes que no tienes que tocar aquí. Entra directamente.

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Me arrastra a la casa, sonriéndole alegremente a mi suéter. La primera habitación a la que entro es a la sala de estar y papá está sentado en su sillón viendo algunas luchas de la MMA, una repetición, probablemente. ―¡Richard! ―dice mamá de golpe, tirando del borde de su delantal demasiado lila―. Olivia está aquí. Apaga esa basura. Se marcha a la cocina y me uno a papá en la sala de estar. Apaga el televisor y se inclina hacia adelante en su silla mientras caigo en el sofá. ―¿Cómo estás, chica? ―Bien. ¿Te has divertido después de la pelea del viernes? ―Lo habría hecho si tu madre no me hubiera prohibido beber. ―Rueda sus ojos marrones y le sonrío. ―Siempre hay una próxima vez ―digo, recostándome en el sofá. ―Hablando de eso, ¿vas a Concord con Seth y el equipo mañana por la noche? Niego. ―No, gracias. ―Vamos… ―Rick, no hagas a la pobre chica ir si no quiere ―grita mamá desde la cocina. Siempre está escuchando disimuladamente―. No la quiero ver pasando el rato en torno a esos tipos de combate. Son agresivos y peligrosos. Estamos destinados a estar protegiendo a nuestra hija no a empujarla al peligro. Papá rueda los ojos y baja la voz. ―Conoció a Seth ayer cuando vino a recoger su auto. ―¿A ella no le agrada? Sus estrechos hombros se encogen. ―Ya sabes cómo es. Tiene dificultades para tratar con la gente que no puede controlar. Él tiene razón. Aunque amo a mi madre a morir, es demasiado controladora, demasiado establecida en sus maneras. ―Y está contra la lucha como tú lo estás ―añade, tomando de nuevo el último sorbo de su cerveza. ―No estoy en contra de ella, papá. Es sólo que no me gusta verla… es brutal.

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―Es la vida. ―Aplasta la lata vacía de cerveza y se levanta de su silla―. La gente ha estado luchando entre sí desde el principio de los tiempos. ―Desaparece a la vuelta de la esquina, hacia la cocina y miro el reloj grande de madera en la pared por encima de la televisión, odio cómo la lucha no es un gran problema para nadie excepto para mí. Incluso mamá las tolera sólo para pasar tiempo con papá. Me encantaría ir a Concord para apoyar a Seth, pero simplemente no puede hacerle frente a los combates. ―¡Olivia, la cena! ―dice la voz de mamá forzándome desde el sofá hacia la cocina. Junto a ella se encuentra el comedor y papá está sentado a la cabecera de la larga mesa de madera. Está sentado en esa misma silla para la cena durante todo el tiempo que puedo recordar. ―¿Vas a Concord? ―le pregunto, deslizándome en el asiento más cercano a él. ―Seguro que sí. Ellos planean estar en New Hampshire por dos noches. Mamá lleva el gran pastel de carne junto con las verduras cocidas al horno. Las patatas son de color café dorado, con motas de varias hierbas y los bordes alrededor de la calabaza están oscurecidos a la perfección, haciendo a mi boca babear. ―Tu padre no debería ir. No con su presión arterial alta de todos modos. Miro a mi padre y mi mandíbula se tensa. ―¿Tienes la presión arterial alta? ¿Estás bien? ¿Por qué no me lo dijiste? Papá ondea su mano hacia mí como si no fuera gran cosa. ―Me siento bien. El médico sólo está siendo cauteloso. Mamá pone la comida en lindos platos de patrón floral antes de colocarlos en la mesa frente a nosotros. Quiero preguntarle a papá más sobre él. Quiero saber cómo se siente, o si necesita que me ocupe del gimnasio un par de días a la semana. Cuando mamá se dirige de nuevo a la cocina, papá se inclina más a mí. ―Tú madre no sabe que tú y Seth están saliendo, así que… ―No estamos saliendo, papá. Somos amigos. ―Amigos que sólo acaban por casualidad de sacudir el mundo del otro. Rueda los ojos por segunda vez esta noche. ―Sí, está bien. Sólo díselo con suavidad.

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Mamá tira de su delantal sobre su cabeza, ajusta la forma en que su vestido rojo le sienta y luego se une a nosotros en la mesa. Mamá nos dice todo acerca de su día en la ciudad mientras terminamos la comida en nuestros platos. He estado aquí veinte minutos y no ha habido ningún comentario de mudarme de nuevo a casa. Eso es algún tipo de récord. ―Así que mamá ―le digo, vertiendo salsa en mis verduras al horno―. Conociste a mi amigo Seth ayer… ―Lo hice. ―Sus ojos verdes evitan los míos y sé que no es buena señal―. ¿Blade y tú han hablado desde su ruptura? Incluso papá se queja a la mención de su nombre y no apreció que eluda el tema de Seth para hablar de Blade. ―Sí, de hecho, me llevó a trabajar ayer. ―Por el rabillo de mi ojo, veo a papá sacudir la cabeza―. Aun así no estamos juntos de nuevo. ―Afirmo con total naturalidad. ―¿Quieres que vuelvan a estar juntos? ―pregunta mamá. Hay un rayo de esperanza en sus ojos y me enoja por completo. Sabe lo que Blade me ha hecho y no debería tener ninguna duda sobre descubrir que ha hecho lo mismo en esta ocasión, también. ―No. ―Olivia, tú y Blade han estado juntos por mucho tiempo. Estoy segura que pueden solucionar lo que está pasando entre ustedes. ―Esta vez es diferente. ―Me encojo de hombros, poniendo un bocado de patata en mi boca. ―¿Debido a Seth? Trago. ―No, no tiene nada que ver con Seth. Blade… ―Es un pedazo de mierda irrespetuoso y me alegro de que ya no está en la vida de nuestra hija. Ahora déjalo. Papá me aprieta la mano antes de volver a su comida y asiento agradecidamente hacia él. Las manos con manicure de mamá frotan sus sienes. ―Tal vez si vivieras aquí…

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―Mamá ―gemí. Mi tenedor se aferra contra mi plato mientras choca con el material de cerámica―. No vivo aquí y no lo he hecho desde hace tres años. No pienso mudarme de nuevo, nunca. Mira a papá y espera a que él intervenga y la respalde. Por lo general, es lo que hace, pero la semana pasada me prometió que no mencionaría nada acerca de mudarme de nuevo si venía a cenar. ―¿Realmente, Rick? ¿No vas a ayudarme? Es como si éste… éste… Seth, los tuviera a ambos envueltos alrededor de su dedo. ―Es mi jefe ―murmura papá con indiferencia. ―No me importa. Él es un problema. ―No ha hecho nada ―objeto. Ella desestima mi comentario. ―Estás cegada por tus hormonas. ―Sandra ―dice papá de golpe. Él consigue agitarse cada vez que mamá se refiere a mi vida sexual―. Olivia puede salir con quien quiera. Si quiere estar con Seth… ―¿Estás con Seth? ―Genial. ―¡Papá! ―rompo, pero se encoge de hombros como si no fuera gran cosa―. No, no estoy con Seth. Mi teléfono vibra en el bolsillo de mis jeans y mientras mi atención se desvía a mi teléfono, mamá se acerca más a papá y lo insulta por no ayudarla. Ignoro su tranquila disputa y leo un mensaje de Selena. DE: SELENA. HORA: 7:13 PM ¡Ya vamos! :) Me quedo mirando la pantalla durante un rato, confundida por el significado de su mensaje. A: SELENA. HORA: 7:14 PM Le enviaste tu mensaje a la persona equivocada, tonta. Estoy con mis padres teniendo la cena. DE: SELENA. HORA: 7:14 PM No. Estamos yendo por ti.

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¡Seth dijo que estás lista para salir! A: SELENA. HORA: 7:15 PM Bueno, Seth mintió. Estoy ocupada. DE: SELENA. HORA: 7:15 PM Demasiado tarde. xox ―¿Qué es? ―preguntó mamá, mirando por encima del hombro a mi pantalla. ―Al parecer, estoy saliendo con Selena y algunos amigos esta noche. Vacío tanta cantidad de papas y pastel de carne como puedo en mi boca. La única forma de salir de aquí sin ofender a mamá es comer cada migaja de comida. ―Eso es bueno. Tal vez una noche de fiesta con amigos es exactamente lo que necesitas para despejar tu cabeza. Asiento, dejando de mencionar a propósito que Seth probablemente va a estar allí, también. Miro de reojo a papá quien me sonríe. Él no es estúpido. Sabe que Seth estará allí y le gusta que esté pasando tiempo con él… si supiera lo que Seth le estaba haciendo a su pequeña niña ayer. No me lo puedo imaginar siendo del “Equipo Seth” después de eso. Media hora más tarde, hay un golpe con entusiasmo en la puerta. ―¿Ya están aquí? ―pregunta mamá, alzando las cejas. Me encojo de hombros, haciéndome la tonta. Sabía que estaban en camino, pero no quería que mamá pensara que lo planeé para arruinar su cena. Me levanto de mi silla y abro la boca para agradecer a mamá por la cena, sólo que ella se levanta de la silla también y camina por la habitación para tomar más platos de la alacena. ―Mamá, ¿qué estás haciendo? ―le pregunto con curiosidad. ―Tenemos un montón de comida. Tus amigos pueden llenar sus estómagos antes de sumergirse en el alcohol. Siéntate. La sangre se drena de mi cara y me siento de nuevo en la silla mientras mamá se apresura a la puerta. Gritos y aplausos ruidosos suenan en la casa y pronto mamá entra en la cocina con un puñado de muy ruidosos adultos ligeramente borrachos. El hermoso rostro de Seth es uno de ellos y volver a verlo después de lo que pasó entre nosotros hace que mis mejillas ardan. Se

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ve tan bien en jeans oscuros y camiseta azul, arrastro mi vista del contorno de su duro pecho a su oscura mirada. Se enfoca en mí y la comisura de sus labios da un tirón. Mamá tiene en la mira el vestido de Selena, en señal de desaprobación, pero me gustó, los amarillos y blancos contrastan de forma linda con su piel bronceada, rizos suaves y rubios. Claro, es un poco tirando al lado destapado, pero mamá tiene que esperar eso de Selena para ahora. Mamá se desliza en la silla y Selena cae junto a ella. Todo el mundo se las arregla para encontrar un asiento alrededor de nuestra mesa de comedor de diez plazas y Seth se sienta junto a mí. Su pierna descansa contra la mía, enviando corrientes eléctricas a través de mi cuerpo y trato de ignorarlo, centrándome en todos los demás. Conocía a Selena y a Seth, me di cuenta de Jackson en sus jeans sueltos y camiseta blanca, pero no tenía ni idea de quiénes eran los otros cuatro hombres. ―Ese suéter es… interesante, O ―dice Selena, ganándose una mueca de mi madre. ―Es un muy lindo suéter. Lo compré para ella para la Navidad del año pasado. El rostro de Selena palidece. Incluso ella está asustada de mi mamá. ―Quiero decir, curiosamente hermoso ―murmura, verduras en su plato mientras mamá sonríe y asiente.

colocando

Todo el mundo está comiendo y hablando. Seth está en una profunda conversación sobre mi cabeza con mi padre, continúo comiendo mi patata y escuchando a Selena decirle a mamá acerca de su día en la empresa. Observo cómo los ojos de mamá se estrechan en el plato limpio y vacío de Seth. Él no ha tocado nada de su comida y sé que ella va a… ―¿No tienes hambre, Seth? Mierda. Puedo ver sus prejuiciosos ojos mirándolo, esperando simplemente a que él haga o diga algo malo. ―No, señora ―responde cortésmente, sonriendo ampliamente―. Estoy en una dieta estricta. Selena mira con simpatía hacia mi desde debajo de su ceño. Entiende cómo de obsesiva es mi mamá sobre la comida. Si estás en su casa, es mejor comer su comida, incluso si estás lleno. ―No es una gran cosa, mamá ―le aseguro―. Seth tiene que hacer ciertas cosas y comer ciertas cosas por el bien de su carrera. No se trata de tu comida. Tu comida es deliciosa.

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Todo el mundo murmura su acuerdo y la mirada acusadora de mamá cae a medida que regresa a su conversación con Selena. ―Tu mamá es intensa ―murmura Seth hacia mí y asiento. ―Ese es el eufemismo del siglo. Tan pronto como la comida es devorada, todos saltamos a nuestros pies y decimos adiós. Mamá y papá nos acompañan a la puerta, estrechando manos y dando abrazos. No me pierdo la forma en que papá se queda mirando a Seth con tanto orgullo y adoración, eso trae una sonrisa a mi cara. ―Se cuidadosa, por favor ―dice mamá, besando mi mejilla. ―Siempre lo soy. Asiente con sequedad a Seth y salimos al porche. Él enlaza sus dedos con los míos y me lleva por el camino de gravilla. Echo un vistazo a nuestras manos, confundida. ―¿Qué estás haciendo? ―pregunto. Me sonríe, sus ojos brillando con diversión. ―Creo que esto se llama sostenerse de la mano. La gente lo hace cuando están interesados en otra persona, o cuando quieren molestar a la madre de alguien. Me ahogo con una risa. ―¿Y cuál de esas es? ―Tal vez un poco de ambas cosas ―responde él mientras llegamos al coche. Se detiene y mira de nuevo a la casa. Sigo su línea de visión y veo a mamá mirando a través de las cortinas hacia nosotros, observando como un halcón. Niego hacia ella, pero no desaparece. Rodando los ojos, miro de nuevo a Seth. Está sonriendo diabólicamente hacia mí y se para más cerca, agarrando mi cintura. ―Seth, no… ―Pero es demasiado tarde. Él ya ha presionado sus deliciosos labios llenos a los míos. Su lengua se desliza a través de mis labios y abro mi boca, sin darle un segundo pensamiento. Me besa duro y apasionado antes de que sus dientes pellizquen mi labio inferior, dejándolo hormigueando mientras retrocede. Sus ojos buscan los míos con un brillo satisfecho. ―¿Por qué hiciste eso? ―me quejo sin aliento, sabiendo muy bien que mamá usará eso en su contra más tarde.

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―Tú mamá ya piensa que soy malo para ti. Bien podría ir por la cosa completa. Lo empujo. ―Juegas sucio. Aprieta el dedo índice contra mi pezón oculto y hace círculos lentamente. Alejó su mano y se ríe, dibujando una sonrisa en mí. ―Dime algo que no sepa.

* * * Antes de que saliéramos, Selena exigió que fuera a casa y me cambiara, lo que estaba bien para mí. No quería llevar el jersey, tanto como ella no quería verlo. Me vestí, arreglé mi cabello y maquillaje en tiempo récord, es inquietante tener a tanta gente que no conozco descansando en mi apartamento. Esta noche, decido llevar un cuello halter blanco con escote bajo y una falda de tubo negro de talle alto. Me veía más como si fuera a una función de trabajo que a un club, pero me sentía cómoda, me sentía sexy y en control. El Heaven’s es un club elegante. Seguro, un montón de escoria y zorras van allí, pero no puedes ganar la entrada a menos que luzcas con clase y me veo elegante. Hay una firme llamada a mi puerta mientras me deslizo en un par de zapatos de tacón negro. ―Entra ―grito, esperando el rostro de Selena, pero consiguiendo el de Seth. Sus ojos se desplazan descaradamente sobre mis piernas completamente expuestas y atrapa el lado de su labio inferior entre los dientes antes de convertirse en una gloriosa sonrisa insinuante. ―¿Qué? ―dije, poniéndome aros de oro. Tomó unos lentos pasos hacia mí a propósito, cada paso aparentaba medido pausado y deliberado. Aguanto la respiración mientras cierra la distancia entre nosotros. ―Estoy contemplando si debería dejarte ir al club y provocarme, o si debo tomarte ahora mismo. Sus dedos rozaron mi mandíbula y cuello antes de seguir la tela de mi camisa hasta mis pechos. Bajo su toque, mi sangre hierve. En las proximidades, su colonia me rodea y mis rodillas se debilitan. Se da cuenta y

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se ríe entre dientes mientras sus fuertes manos me recorren. Ahueca mi trasero y me presiona firmemente contra él mientras inclina su cabeza, llevando sus labios a los míos. Me duele el corazón mientras choca contra mis costillas, mi interior se encoge y pulsa. Quiero su boca sobre mí y lo quiero ahora. ―Podemos quedarnos ―susurro mientras nuestros labios se rozan. Con una sonrisa irónica, me libera y se aleja unos pasos. Parpadeo un par de veces, confusa―. ¿Qué demonios? ―La frustración sexual que sientes, que estás experimentando en este momento es como vas a hacerme sentir toda la noche sólo con el uso de ese maldito traje. Miro su ancha y bien formada espalda salir de mi habitación, dejándome mirándolo detrás de él. Paso mis manos sobre mi cara, tratando de recuperar la compostura. Sabe exactamente qué botones presionar y lo odio. Saco mi cabello de mi cola de caballo y corro un peine a través de él. Está contra mis hombros, enmarcando mi cara y lo bato un poco, dándole más volumen. Hago un poco de giro frente a mi espejo y salgo de mi habitación. Los silbidos y aplausos que estallan en la sala de estar me dicen que me veo tan bien como creo que lo hice. ―¿Vamos a tomar un taxi? ―le pregunto a Selena. ―Nah, Seth se ofreció para ser el conductor designado. Uno por uno salen de mi apartamento y nos encaminamos hacia el auto. ―¿No estás con ánimo de fiesta esta noche? ―le pregunto a Seth, confundida porque él es la razón por la que voy a salir. ―No puedo, tengo una pelea por delante y no soy un gran bebedor, de todos modos. ―¿En serio? Te habría tomado por todo un fiestero. Seth se encoge de hombros y envuelve un brazo alrededor de mi cintura. Tira de mí a su lado mientras caminamos por las escaleras de mi apartamento. Dos de sus amigos nos miraban con curiosidad, como si nunca antes hubieran visto a Seth con una chica y no puedo evitar preguntarme si hay más cosas en nuestra relación de la que pensaba. Los amigos, incluyendo a Selena, se apilan en la parte trasera del auto de Seth, dejando los dos asientos delanteros para Seth y para mí. Cuando se cierra la puerta de atrás, me dirijo a Seth.

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―Antes de salir esta noche, quiero aclarar algunas cosas entre nosotros. ―Quita su mano de mi cintura y se apoya en el lado del pasajero de su auto―. Bien ―empiezo, frotando mis dedos en mi frente y rezando no avergonzarme a mí misma―. Bueno, tuvimos sexo… Sonríe ampliamente, una que expone sus dientes blancos y mis mejillas se calientan. ―Soy muy consciente de eso. ―Pero ―continúo, haciendo caso omiso de su respuesta―, ¿Nosotros no estamos juntos? ―Así es. ―Su voz no suena certera, pero lo ignoro. ―Lo siento, es todo el toqueteo y agarrado de la cintura… que me está confundiendo. Sólo estoy aclarando nuestra posición, así nuestros sentimientos no saldrán lastimados esta noche. Frunce el ceño hacia mí y mi corazón casi se rompe en mi pecho. He dicho algo malo. ―¿Vas a herir mis sentimientos? ―responde Seth con un brillo audaz en sus ojos. ―No son tus sentimientos los que me preocupan ―murmuré, sintiéndome estúpida por sólo decirlo. Seth, sin duda, tendrá admiradoras si vamos a salir esta noche, más específicamente, las admiradoras, del tipo que harán y dirán cualquier cosa con tal de acercarse a él. Inclina la cabeza hacia un lado, analizando mi cara. ―Tú confundes mi intención en nuestra inexistente relación novio/novia. ―Da un paso más cerca―. Podríamos no estar usando los títulos, pero aun así te reclamo como mía. ―¿Tuya? Normalmente, no me gusta cuando la gente se refiere a los demás como una posesión, pero cuando Seth lo dice hay algo muy sexy y seductor en eso. ―Estas malditamente en lo cierto. ―Agarra mis caderas, tirándome hacia él―. Eres mía y me aseguraré de que cada persona en el club lo sepa. ―Pero le dejaste bastante claro a Don que no soy tuya… ―Eso es porque Don y yo tenemos un montón de historia. Si le digo que eras mía, no te habría dejado salir. Por supuesto que Seth tiene historia con Don. Parece que tiene historia con todo el mundo.

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―Déjame adivinar, ¿te has acostado con su novia? La ventana trasera se baja y Jackson saca la cabeza. Su cabello tiene más productos que Selena y eso es mucho decir. ―¡Hey, tortolitos, cuando estén listos, nos gustaría ir al Heaven’s! Chillidos y ovaciones siguen su demanda y Seth abre la puerta del pasajero para mí. ―Nunca dije que fuera perfecto ―me dice él. En el interior, el auto es ruidoso y molesto. No puedo oír mis pensamientos y un pequeño dolor comienza a formarse detrás de mis ojos. Apoyo la cabeza en el reposacabezas y cierro los ojos brevemente. Gran parte del brazo cálido de Seth descansa sobre mi muslo mientras nos lleva al club nocturno. Nos detenemos en el estacionamiento del Heaven’s y caminamos hacia el frente. El grupo con el que estamos se adelanta. Están hablando sobre bebida, baile y chicas, todo lo que puedo imaginar es que me arrastro de vuelta a una agradable cama caliente, preferiblemente con Seth. La cola en el club es larga, llena de borrachos, zorras y personas enojadas que sólo quieren una bebida. Mientras voy a pararme detrás de una pareja prácticamente teniendo sexo, Seth agarra mi muñeca y me obliga a seguir caminando. Pasamos la larga fila de gente y todos ellos nos miran con curiosidad a medida que avanzamos hasta la puerta principal. El guardia de seguridad se pasa la mano por la calva, sonriendo ampliamente. ―¡Seth, hombre, cuánto tiempo! ¿Cómo has estado, hermano? ―Igual ―responde Seth, deslizando su brazo alrededor de mi cintura. Los ojos del guardia me observan de pies a cabeza. ―Ya lo veo. Frunzo el ceño. ¿Qué demonios significa eso? El guardia de seguridad se hace a un lado, dejando que todos entremos al club y detrás de nosotros, la multitud se vuelve loca. En el interior, el club está en su apogeo y más o menos está lleno hasta el techo. No puedes fijarte por lo general en la hermosa decoración del club. Todo está bloqueado y cubierto por los cuerpos, girando con la música alta del club. Me acerco más a Seth y Selena me agarra del codo mientras nos arrastra a través de grandes multitudes, hasta la sala VIP. Los dos enormes

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guardias de seguridad de pie delante de la puerta consiguen una mirada de Seth y dan un paso fuera del camino. Ellos sostienen la gran puerta azul abierta y subimos a un pequeño conjunto de escaleras antes de ser liberados al otro club de arriba. La sala VIP emite una vibración del Medio Oriente con las cortinas rojas y marrones que separan sofás y mesas de café bajas. Es mucho más fácil respirar arriba en comparación con el reducido espacio de la planta baja y sólo hay un máximo de doce personas, no incluyendo nuestro grupo. Eso ayuda a que el dolor de cabeza que llevo conmigo desaparezca. Jackson, Selena y el resto del grupo prácticamente saltan a la barra, mientras que Seth y yo nos abrimos paso al cómodo sofá. ―¿Cómo consigues todo esto? ―le pregunto―. Sólo eres un luchador amateur, pero tienes un buen auto y consigues el trato de la realeza. Se recuesta en la silla y juega con las puntas de mi cabello, haciéndolo girar alrededor de su dedo índice. ―Puedo estar compitiendo en el torneo amateur, pero he estado en el juego por un largo tiempo. La gente me conoce. El grupo vuelve con una gran cantidad de tragos y todos los colocan uniformemente a través de la mesa. Seis bebidas cada uno. Todos eran de diferentes colores, que van de claro a negro azabache. Me dirijo a Seth. ―¿Estás seguro de que no vas a beber? ―Absolutamente no. ―Se entromete Jackson, tendiéndole a Seth una botella de agua―. Nos estamos llevando la competición de este año ―mira entre Seth y yo―, sin riesgos. Siguiendo a los otros, inclino un trago de color claro a mi garganta y de inmediato se siente como si estuviera haciendo un agujero. Bajo mi vaso sobre la mesa, tomando un segundo para que el sabor áspero abandone mi boca. Miro los vasos de todos los demás y han terminado de tomárselos. Me miran altamente divertidos, como si fuera incompetente y no merecedora de beber con ellos. ―No me importa cómo me miran. ―Me río, limpiando la palma de mi mano sobre mi boca―. No me voy a dar un envenenamiento por alcohol. Selena me guiña un ojo mientras bebo el segundo tequila. Ella sabe cómo soy con mis bebidas. No bebo para emborracharme, bebo para aligerarme y pasar un buen momento. Tantos tequilas no es buena idea.

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Jackson y Selena van a alguna parte y el resto de los chicos se dirigen a las escaleras para enganchar chicas, dejándonos a Seth y a mí solos. A pesar de la cena que tuve, los tequilas ya están haciendo que mi cabeza se sienta ligera. Cuando golpeo mi cuarto tequila algún momento más tarde, decido parar y me inclino hacia Seth mientras sus labios se envuelven alrededor de la botella. Me quedo mirándolos mientras traga un bocado y quiero desesperadamente probarlos yo misma. ―Así que, ¿por qué no eres un gran bebedor? ¿No te gusta el sabor o la sensación? ―le pregunto, arrastrando mi mirada de sus labios a sus ojos. Atornilla la tapa de la botella y la coloca sobre la mesa. ―Sintiéndote curiosa, ¿verdad? Asiento y él envuelve un brazo alrededor de mí. ―Hay tantas cosas que necesito entender acerca de ti. Constantemente me sorprendes. Traza una “S” en la parte baja de mi espalda una y otra vez mientras sus grandes ojos marrones miran mi cara. ―La mitad de la razón es porque no me gusta no estar en control y la otra mitad… bueno… ―Sus cejas entrelazan juntas―. Es una historia larga y complicada. Siempre lo es con él. Respeto su decisión de no decirme aunque cada fibra de mi ser está gritándome por investigar en profundidad. Vítores ruidosos suenan en toda la sala VIP, distrayéndome. Nuestro pequeño grupo de amigos está liderando un montón de desconocidos por las escaleras y pronto la sala se vuelve tan llena como abajo. Selena cae en el sofá junto a mí mientras Jackson engancha a Seth en una conversación. ―Todavía tienes dos tequilas por delante ―grita Selena en mi oído antes de mirarme como si me hubiera atrapado tirando un regalo. ―Me estoy sintiendo bien. No quiero exagerar. Haciendo caso omiso de lo que dije, me entrega un tequila de todos modos. ―Haremos uno juntas entonces. El líquido negro quema mi nariz cuando lo traigo a mis labios. Selena me guiña un ojo e inclino la cabeza hacia atrás, vertiendo el líquido dentro. El tequila con sabor a regaliz baja sorprendentemente bien y apenas pongo el vaso sobre la mesa cuando Selena me tira a mis pies.

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―Vamos a bailar. Me quejo en protesta, pero no hago mucho para detenerla de arrastrarme a la pista de baile. Mi cabeza es extremadamente ligera y ahora me estoy divirtiendo. Selena y yo bailamos juntas, olvidando por completo que estamos aquí con gente. No tengo idea de cuánto tiempo hemos estado bailando, pero estoy sudando y la cantidad de personas en la habitación ha disminuido. Selena se inclina en mi oído y su cabello rubio se pega a mi mejilla húmeda. ―¿Un trago más? Me encojo de hombros y asiento. Uno más no hace daño, supongo. Su codo se engancha alrededor del mío y caminamos hasta el bar. Descanso los codos en la superficie barnizada, apoyando algo de mi peso. Si no fuera tan fuerte aquí oiría mis piernas suspirar de alivio. Miro hacia atrás a Seth y frunzo el ceño cuando veo a una chica a su lado con su linda mano con manicura en su rodilla. Al igual que casi todas las chicas aquí, tiene grandes tetas falsas y largo cabello rubio platino que se enrosca alrededor de sus pechos. Los ojos de él se mueven de ella a mí y fuerzo a mi mejor sonrisa de “no estoy celosa” antes de volverme hacia el bar. Tengo que confiar en él. Selena se inclina para ordenar y un idiota borracho se para groseramente entre nosotras, golpeando a Selena con la chica a su lado. La chica está enojada, aunque no tengo ni idea de por qué, ni una gota aterriza sobre su vestido de tubo de color azul celeste. El rostro de la chica se contorsiona en una mueca maliciosa. ―¡Qué demonios! ―gruñe ella hacia Selena, mostrando sus dientes monstruosamente blancos y balanceándose ligeramente. Selena me mira por encima del hombro, riendo como una idiota y reprimo una sonrisa. ―Lo siento. ―Selena medio sonríe, medio se disculpa―. Este hombre… ―Al diablo con eso. Me debes una bebida. Los dos amigos detrás de ella se quejan incoherentemente en acuerdo. ―No te debo una mierda ―responde Selena. Selena no es alguien que evita una pelea de bar (o eso dice ella) así que tiro con fuerza su mano. No hay manera de que me esté metiendo en una pelea con estos tacones. Tachen eso, de ninguna manera voy a entrar en una pelea, y punto. No he tenido una en mis veintitrés años de vida y no quiero empezar ahora.

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―No es gran cosa, Sel. Basta con remplazar la bebida. ―No. La rubia da unos pasos hacia delante en un intento de intimidar a Selena. Ella no es tan intimidante… Quiero decir, no es mucho más alta que yo y su maquillaje está hecho horriblemente, como un payaso en un carnaval. ―Reemplaza. Mi. Jodida. Bebida. Selena da un paso hacia la chica y corro a su alrededor, valientemente poniéndome entre ellas. ―Relájate ―le digo a la chica―. Voy a reemplazar tu bebida. ¿Qué estabas bebiendo? ―Gin and tonic. Le digo al camarero y él chasquea uno. Cuando me lo entrega, me deslizo contra la madera barnizada hacia la muchacha. Sus ojos oscuros me inspeccionan y luego a la bebida. Después de unos segundos, me sonríe y coge el vaso. Me hundo en alivio. Gracias a Dios que ha terminado. Antes de voltearme a Selena, la payasa rubia desliza la bebida de la barra y se estrella a mis pies, mojando mis dedos de los pies. Seth está a mi lado al instante, su mano clavada firmemente alrededor de mi cintura. Unas cuantas personas están mirando ahora y la ira quema dentro de mí. Mi mirada se eleva desde mis pies hasta la molesta cara de suficiencia de la chica. Selena da unos pasos a mi alrededor y empuja fuerte a la chica. ―¿Cuál demonios es tu problema? ―grita ella. La rubia desconocida tropieza hacia atrás antes de lanzarse hacia Selena. No sé lo que pasó… lo siguiente que sé, mi puño vuela de mi lado y golpeo a la chica en la mandíbula. Cae duro y estoy de pie sobre ella, dominándola. Ella me mira, apretando la mandíbula. Sus ojos son brillantes por las lágrimas, haciéndome sentir como una mierda. Oh, mierda. ¿Qué he hecho? Abro la boca para disculparme y ayudarla a levantarse, pero unos fuertes brazos me contienen. ―Es hora de irnos. ―Seth se ríe entre dientes, tirándome encima de su hombro. Estiro mi cuello para mirar hacia arriba y detrás de mí Jackson está llevando a Selena, quien está gritando y dándole alaridos a la chica que le di un puñetazo. Golpeé a una chica. En la cara.

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Cierro los ojos, esperando que el ataque de náuseas que fluye a través de mí se detenga. No tengo idea de lo que me venció. Sabía que la chica iba a golpear a Selena y sólo reaccioné. Mierda. ¿Qué demonios estaba pensando? No abro los ojos hasta que el aire de la noche enfría mi piel ardiente. A pesar de que estamos afuera, Seth no me baja y no quiero que lo haga. Mis entrañas están demasiado electrificadas, zumbando como un exterminador de insectos con una enorme polilla pegada en él. Me tiemblan las manos y las flexiono en un intento de mantener el equilibrio, pero eso falla. Rodeamos la esquina del club y oficialmente entramos en el estacionamiento cuando Seth me pone abajo. Mis zapatos encuentran el duro suelo y me tropiezo ligeramente. Los tequilas me han golpeado más duro de lo que pensaba. Seth está sonriendo con su sonrisa arrogante hacia mí y lo miro fijamente. ―No sonrías así. Acabo de atacar alguien. ―Paso mis dedos por mi cabello―. Oh, Dios mío… Acabo de atacar a alguien. Voy a ir a la cárcel. Se ríe a carcajadas y estabiliza mi balanceo colocando sus manos sobre mis hombros. ―No vas a ir a la cárcel. Esa chica estaba demasiado borracha para darse cuenta de lo que estaba pasando. Su cálida mano se arrastra por mi brazo y se instala en mi mano temblorosa. La jala a sus labios, colocando suaves besos a lo largo de mis nudillos. ―Eres una mala influencia, Seth ―digo, cada vez más cerca de él. Puedo distinguir su iris bajo la lámpara de calle por encima de nosotros y está ardiendo en los míos con tal intensidad. Su sonrisa todavía no ha dejado su rostro y la forma en que me mira me emociona infinitamente. ―Te lo advertí ―responde él, presionando sus labios con los míos. Toma el control y estoy indefensa ante él. Su lengua se desliza dentro de mi boca mientras una de sus manos se desliza debajo de la tela de corte bajo de mi camisa, arrastrándola hacia abajo, al centro de mi espalda. Mi pecho cae de mi camisa y un gruñido emana de él, enviando una oleada de energía a través de mí. Mientras todo mi cuerpo se calienta, me presiono con más fuerza contra él. ―¡Eso fue impresionante! ―chilla Selena, empujando sus manos en el aire.

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Seth se aleja de mí, quitando su mano de mi camisa. Tira de la tela para cubrir mi pecho de nuevo mientras Jackson pone a Selena abajo en el concreto. Seth se aleja mientras Selena se lanza hacía mí. Sus largos y delgados brazos se envuelven alrededor de mi cuello y casi me corta la respiración. ―No puedo creer que le diste un puñetazo a una chica por mí. Ella tira un poco hacia atrás y presiona sus (de alguna manera todavía demasiado pintados) labios en mi mejilla. ―No quiero hablar de ello ―me quejo―. ¿Podemos salir de aquí? Selena frunce el ceño. ―¿Qué pasa con los otros chicos? Jackson se encoge de hombros. ―Están muy ocupados. Van a encontrar su propio camino a casa. Caminamos a través del estacionamiento y subimos al coche de Seth. Selena y Jackson se besan y gimen todo el camino a mi apartamento, tan pronto como nos detenemos estoy fuera del coche, subiendo mis escaleras hacia mi apartamento sólo por alejarme de todos los ruidos de besos. Voy a buscar una botella de agua del refrigerador y me dirijo a mi habitación. Seth me sigue de cerca y cierra la puerta detrás de él. Coloco el agua en la mesita de noche y pateo mis zapatos mientras desabrocho mis aretes. Puedo oír a Selena y Jackson hablando y riendo en la habitación contigua. Gracias a Dios no tengo trabajo mañana, porque puedo ver que no voy a dormir mucho esta noche. Seth viene detrás de mí e inclino la cabeza hacia adelante mientras él desata el nudo que sostiene mi blusa que cae, dejando al descubierto mis pechos desnudos. Sus dedos se enganchan alrededor del dobladillo de mi falda de tubo y arrastra la cremallera, dejando que la tela se deslice fuera de mi cuerpo y flote alrededor de mis pies. Estoy desnuda ahora. La única pieza de tela que me cubre es mi endeble, ropa interior de encaje negro. Subo a la cama y entro bajo las sábanas mientras Seth apaga la luz. Lo oigo quitándose su ropa antes de que se meta en la cama. En la oscuridad, sus cálidas manos recorren mi estómago plano, por lo que me estremezco. ―He estado sudando ―le advierto. Él se ríe. ―Eso está bien, las mejores cosas de la vida suceden cuando sudas.

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Giro mi cuerpo hacia él, presionándolo ligeramente contra su pecho desnudo. Mis dedos se arrastran hacia arriba y abajo de sus lados, siguiendo todos sus protuberantes músculos. Su mano descansa sobre mi cadera y me vuelvo vorazmente hambrienta por su toque. Lo beso, lentamente al principio y luego deslizo mi lengua en su boca. Me quejo en protesta mientras se aleja de mí. ―Quiero que vengas a Concord conmigo. Me dejo caer de nuevo en mi almohada. ―Seth, ya dije que no. ―Eso fue antes de que casi noquearas a una chica en un club. Mi puño duele mientras habla. Todavía no puedo creer que haya hecho eso. Esa no soy yo en absoluto. ―El hecho de que golpeé a alguien no significa que quiero ser la chica cartel para la MMA. Debería haberla ayudado a levantarse… o disculpado, o algo así. Se ríe una vez y me tira más cerca. ―Sí, porque eso habría ayudado a la situación. ―Me sorprende que incluso hayas notado lo que estaba pasando conmigo. La rubia con la que estabas sentado parecía bastante insistente en conseguir tu atención. Se encoge de hombros. ―La rubia era mediocre a lo mucho. Mi atención estaba en ti, toda la noche. Siento el calor subir a mis mejillas. La idea de alguien como Seth deseándome como él lo hace es emocionante. ―Tu papá está viniendo ―dice Seth, cambiando de tema de nuevo a su lucha en Concord. ―No me imp… mierda. ―Papá tiene la presión arterial alta. No puedo dejar que se vaya por sí mismo, ¿qué si le pasa algo?―. ¿Puedes decirle a papá que no puede ir a Concord contigo? Seth se apoya sobre sus codos. ―¿Qué? No, no le puedo decir eso. Él pobre tipo estará devastado. Suspiro, tirando de Seth hacia abajo. ―Tiene la presión arterial alta y estoy un poco preocupada por él. ―Podrías venir y mantener un ojo sobre él.

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―Mírate, manipulando la situación para conseguir lo que quieres. ―Exhalo―. Está bien. Voy a ir. Seth me aplasta hacia él, apretándome tan fuerte que mis costillas empiezan a doler. ―Gracias. Ahora que he cedido por él, he terminado de hablar. Quiero ser física. Puedo sentir mi interior pulsando con necesidad y curvo mis dedos bajo el dobladillo de su ropa interior. Tiró de ellos un poco, haciéndole saber exactamente lo que quiero. Al instante, lo siento ponerse duro y apuntalarse hacia mí. Deseo caliente quema a través de mí, pero Seth parece más reservado. Toma mis manos de su ropa interior, mientras gruñe. ―No puedo. Estoy desconcertada. ―¿No puedes? ―Tengo una pelea por delante y no suelo tener sexo antes de una pelea. Ayuda a mis niveles. ―Tuvimos relaciones sexuales ayer. No creo que un día vaya a hacer diferencia. ―Lo sé, ayer me olvidé por completo. Estaba demasiado excitado y estabas tan segura y… ―Exhala―. Darryl me mataría si se enterara. ―¿Tienes que informarle sobre tus aventuras sexuales? ―Cerca de las peleas, sí. No estoy de acuerdo en que el sexo cambie la manera en que peleo, pero hasta que me haga profesional, él quiere que esté comprometido con la forma en que hago las cosas. Lamentablemente, fue jodidamente mucho más fácil antes de conocerte. ―Bueno, eso apesta. ―Hago pucheros. Sus manos se deslizan sobre mis pechos, haciéndome estremecer antes de que él atrape a sus manos debajo de su almohada. ―No tienes ni idea. Dado que el sexo no está en el menú, cambio mi posición y presiono mi espalda contra el pecho de Seth. Cierro mis ojos, haciendo caso omiso de la necesidad que late entre mis muslos. Al parecer tengo que esperar. Si no me hubiera provocado toda la noche con su toque y sus besos estaría bien en este momento. Mis párpados se vuelven pesados y cuando el sueño está a punto de llevarme, claramente escucho gemidos. Seth y yo nos levantamos al mismo tiempo, forzando a nuestros oídos para escuchar si viene desde la

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sala de estar o de la habitación de al lado. A través de la delgada pared, oigo a Jackson gemir el nombre de Selena y su gemido en respuesta. ¡OH DIOS MÍO! ¡Mi pobre sofá! No creo que se den cuenta de lo ruidosos que están siendo. Pump. Pump. Pump. Pump. Pump. Los golpes y los gemidos continúan durante mucho tiempo, impidiéndome conciliar el sueño. Después de veinte minutos Seth consigue dormirse. Parece acostumbrado a los ruidos fuera de lugar. Yo no. Me recuesto despierta hasta que el sol apenas se filtra por los bordes de la cortina. Horas. Estoy segura de que follaron por horas y ahora los dos están satisfechos y durmiendo. Mientras tanto, todavía estoy despierta, aún frustrada sexualmente y me voy a Concord esta noche. Genial.

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12 Son bien pasadas las once de la noche cuando me despierto. Seth todavía está durmiendo profundamente a mi lado y no me muevo, en vez de eso lo miro por un momento. Mis sábanas blancas están cubriendo sus caderas, exponiendo todos sus músculos y tatuajes. Nunca he querido un tatuaje. Siempre me han parecido tan… sucios, pero complementan a Seth. Su rostro está libre de cualquier intensa emoción, parece tan tranquilo y quiero tocar su hermosa cara, pero no lo hago. Odiaría despertarlo. Puedo sentir mi vejiga apretarse dentro de mí. Realmente necesito hacer pis, pero no hay forma de que vaya a dejar esta habitación por mi cuenta. No quiero ver a Jackson y Selena todos juntos enredados en una gran bola de recientes relaciones sexuales en mi sofá. Juntando mis piernas, alcanzo debajo de mi cama y saco mi portátil, lo enciendo y pronto estoy mirando el salvapantallas de Blade y yo. Realmente necesito cambiarlo… y lo hago. Lo cambio por una foto de un gatito intentando comerse un gran ovillo de lana. Es monísima. Puedo seguir escribiendo mi relato, pero la necesidad de orinar es demasiado fuerte y no puedo pensar en ninguna otra cosa. Cierro la tapa y lo deslizo debajo de mi cama. Tendré que ser valiente y dejar mi habitación. Me pongo la camisa de Seth encima de mi piel desnuda y mis pies abandonan la cálida alfombra a medida que doy un paso hacia el frío suelo de madera. En puntillas, lentamente camino hacia el baño. Mantengo mis ojos en frente de mí todo el tiempo, no atreviéndome a dejarlos vagar hacia el salón. Después de hacer pis, me siento un millón veces más ligera. Y cuando entro en mi habitación el rostro adorable y adormilado de Seth me está mirando. ―¿Sabes qué hora es? ―Apunta a mi despertador blanco. ―Sí… nos quedamos dormidos. Él pasa sus grandes dedos por encima de su cara y después por su cabello. ―Darryl me va a matar. Me perdí el entrenamiento.

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Oigo un golpe seco venir del salón y luego unos pasos pesados. Jackson entra en nuestra habitación, abrochándose sus pantalones. ―¡Mierda, Seth! ―Lo sé. ―Seth gime, balanceando sus piernas al borde de la cama y agarrando sus jeans. Saca su teléfono del bolsillo trasero y maldice en voz baja. Lo pone en su oreja―. Sí, Darryl… lo sé. Sí. Bien. Deja su teléfono en el suelo y cae hacia atrás en la cama. ―¿Qué dijo? ―pregunta Jackson, pasando sus dedos por su cabello. ―Los directivos están enojados y tengo que hacer el doble esta noche antes de marcharnos a Concord. ―Bastante fácil. ―Jackson se encoge de hombros y frunzo el ceño. ¿Bastante fácil para quién? Seth será el único haciendo todo el trabajo. ―Hey, estoy hambriento, ustedes chicos, ¿quieren tomar algo de desayuno? ―Sí, danos unos pocos minutos. Jackson deja la habitación y cierra la puerta detrás de él. ―Lo siento ―digo, a pesar de que lo de salir no fue mi idea. En absoluto. ―No es tu culpa ―responde, irguiéndose hasta una posición sentada. Sus ojos me repasan en su camiseta y jala de la parte baja, arrastrándome más cerca―. Te ves bien en mi camiseta. Sonrío cuando me da la vuelta, empujándome contra mi espalda. Sus manos acarician mi cadera y luego suben por mis pechos, levantando la camisa cuando avanza. Su boca me reclama y su lengua se desliza por mis labios. Abro mi boca para él, y así me toca y saborea con su lengua. Pronto su boca se aparta de la mía cuando llega a ser distraído por la vista de mis pechos. Toma mi pezón en su boca y me estremezco por la sensación. ―Seth… ―gimo entrecortadamente. ―¿Mm? ―¿Pensaba que no podías? Sus labios liberan mi pezón para besarme por todo mi pecho. Hizo un ligero rastro bajando por el centro de mi cuerpo, parando en mi ombligo. ―No puedo pero tú puedes. Mis manos se abren paso por su cabello, y dejo que sus suaves hebras se deslicen entre las puntas de mis dedos. Seth me mira, sonriéndome y

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haciendo que mi estómago se contraiga. Sus ojos están entrelazados con los míos cuando llega con su lengua, corriendo el borde caliente de ésta a lo largo de la línea de mi bikini. Tiemblo y sonríe mientras sus manos acarician cada parte de mi muslo antes de enganchar por debajo el dobladillo de la tela de mi ropa interior y arrancármelas. Me pongo tensa cuando su mano se desliza bajo mi pierna, y luego la enrolla alrededor de mi rodilla. Mi respiración queda atrapada en mi garganta cuando alza mi pierna, tendiéndola encima de su hombro. Sus ojos color chocolate se oscurecen y permanecen en mi rostro. ―Relájate ―gruñe entre mis muslos. Un grueso dedo se desliza entre mis húmedos pliegues y gimo tan bajito como puedo. Sus dedos empujan dentro de mí se curvan, forzando el aire desde mis pulmones. Él baja su boca y tan pronto como su lengua toca mi centro… estoy perdida.

* * * El camarero trae nuestros desayunos y nos mira de manera extraña porque son las 12.30 de la tarde. Selena y Jackson ordenaron un plato de huevos Benedict cada uno y yo pedí muesli, yogur y un combinado de arándanos. El desayuno siempre me ha parecido ser algo afrutado. El enorme plato de bistec, ensalada y huevos duros de Seth está puesto sobre la mesa y yo alzo mi nariz hacia éste. Cómo alguien puede comer carne antes de la 1 p.m. es incomprensible para mí. ―Tu piel se ve increíble, Olivia. Estás deslumbrante. ¿Estás usando esas cremas que te di? Rápidamente reúno arándanos y muesli dentro de mi boca para ganar algo de tiempo. No le he contado a Selena que Seth y yo hemos tenido relaciones. Un poco de jugo de arándanos cae en mi jersey de color caramelo. ¡Maldita sea! Observo a Seth quién me mira debajo de sus cejas, sonriendo con esa maldita sonrisa, por supuesto que se atribuiría gustosamente el mérito por mi rubor. Contengo mi propia risa nerviosa y trago mi comida. ―No, no estoy utilizando aquellas cremas. Me siento bien. Sus ojos verdes se mueven rápidamente entre Seth y yo y luego se ensanchan. ¡Mierda! Ha sumado dos y dos y va a patear mi trasero.

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Incluso Seth no está intentando ocultarlo. Él se sienta delante de mí con la camisa qué me quito y ésta está arrugada aunque no le importa en lo más mínimo. Puedo sentir el calor subiendo por mis mejillas y bajo mi mirada a mi desayuno. Realmente no quiero hablar sobre mi vida sexual durante el desayuno, o almuerzo, técnicamente. ―Hey, Olivia. ―La voz de Blade hace que me gire en mi silla. Oh, cielos. Protejo mis ojos del sol. ―¿Blade? Me pongo nerviosa cuando mi mirada cae en su pecho y veo que llevamos puesto el mismo color de jersey. ¿Qué importa? ―¿Puedo hablar contigo un momento? ―pregunta, echando un vistazo a mi jersey y sonriendo con satisfacción. ―Estamos desayunando ―protesta Selena mientras tira de mi muñeca. ―Puedo ver eso ―contesta impávido―. Solo serán unos segundos, lo prometo. Miro hacia atrás a la mesa. Los ojos de Seth se estrechan en Blade, Selena está lanzándome una mirada asesina y Jackson está comiendo felizmente su comida, ignorando todo lo que ocurre a su alrededor. Echo mi silla hacia atrás y el brazo de Blade se envuelve alrededor de mí cuando me aleja de la mesa. Cuando está seguro que estamos fuera de alcance de cualquier oyente, habla. ―Hablé con tu padre. ¿De verdad, vas a ir a Concord? Asiento. ―Sí, nos marcharemos hoy. ―Olly, no creo… ―Por favor dime que no me localizaste para pedirme que no me vaya del pueblo con Seth. Solo son dos noches. Elevo sus palmas hacia mí en rendición. ―No te localicé, te encontré por casualidad. Lo juro. De todas maneras, esto no es por lo que quiero hablar contigo. Cruzo mis brazos encima de mi pecho. ―¿Entonces, qué quieres?

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Él sujeta una pequeña caja roja en frente de él. La miro fijamente, pero no la tomo de sus manos. ―¿Qué demonios es esto? ―Ábrelo. ―No lo voy a abrir. Él resopla y toma mi mano. Pone la caja de terciopelo en ésta y se para delante de mí. ―Ábrela cuando no esté entonces. ―Me da un abrazo y yo me tenso debajo de él. Probablemente Seth está echando chispas ahora mismo. Sin decir otra palabra Blade se aleja de mí, cruza la calle y se sube en su coche blanco. Arrastro mi mirada desde el coche de Blade hasta la mesa. Cada una de sus miradas están puestas en mí y en la pequeña caja roja en mi mano. Mis zapatillas se arrastran contra el hormigón cuando lentamente camino de vuelta a la mesa. ―¿Qué mierda es esta? ―pregunta Selena tan elegantemente. ―No lo sé, no la he abierto. ―Me dejo caer en mi silla. ―Entonces ábrela ―demanda. ―En realidad no quiero hacerlo. Voy a ponerlo en su buzón más tarde. No lo quiso tomar de vuelta. ―Creo que sé lo que es ―murmura Selena―. Capullo manipulador. Asiento. Lo hago demasiado… Es un anillo. Meses atrás, le dije a Blade que pensaba que ya estaría comprometida o casada, quizás hasta embarazada. Él se rió de mí y me dijo que estaba de todas formas muy joven para ello. Le hable a Selena sobre ello el mismo día. No tengo ni idea de qué pensar sobre el anillo. No dijo específicamente que es para matrimonio o lo que sea. Aun si lo fuera, la opción está tan alejada de él que incluso no es gracioso. No quiero salir con él por no hablar de casarme. Finalmente, miro a Seth. Está inclinado hacia un lado de su silla, frotando un dedo a lo largo de su labio inferior, claramente reflexionando. ―No me importa lo que es ―le digo a Selena―. No lo quiero. Empujo la caja dentro de mi bolso y sigo comiendo mi desayuno. ―Quema ese jersey cuando llegues a casa. ―Jackson rió, empujando una tostada en su boca.

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Él encontró esto muy divertido, pero en mi opinión todo lo demás del desayuno feliz que tuvimos antes se esfumo. Comimos en silencio, haciendo cualquier pequeña charla cuando lo consideraban necesario. Una vez terminado, Seth nos acerca a casa y llego justo a tiempo para el mecánico. Selena se quedó haciéndome compañía, pero Jackson y Seth tenían que marchase para prepararse para la noche en Concord. Seth le pregunto a Selena si quiere venir a Concord y ella se vuelve completamente loca, gritando sí y besando a Jackson con todo lo que tiene. Mientras el mecánico trabaja en mi coche, Selena me ayuda a escoger un atuendo apropiado para la noche. Saco los pantalones negros de mis grandes ocasiones y un top de seda blanco, pero Selena los desecha a un lado. ―No puedes jugar a la sofisticada y dura ahora que te ha tenido. Tienes que parecer sexy e inolvidable para mantenerlo. Me burlo. ―Selena, tú estás… Levanta su mano. ―Silencio. Sé exactamente de lo que hablo. Selena me empuja a un lado y se mete dentro de mi armario, en unos segundos saca un corto vestido negro. ―¿Por qué éste está en el fondo de tu armario y no al frente? Porque Blade lo compro para mí. ―No lo sé. ―Miento―. Pero no me lo voy a poner. Realmente es un vestido precioso. La tela de encaje se une en el hombro, diseñado con unas cortas mangas de encaje y es un ajuste fino. Blade tiene una obsesión con el encaje y no tengo ni idea del por qué. ―Es sexy ―declara Selena, sujetándolo delante de ella. Junto mis manos encima de mi cara. ―Bien, ponlo. Chilla y pone mi vestido dentro de la bolsa de viaje. Nuestro viaje a Concord es sólo esta noche y mañana por la noche, así que no hay ninguna necesidad de empacar en cantidad. Me río una vez de la idea de tratar explicarle eso a Selena. ―Llaman a mi puerta y voy a reunirme con el mecánico. Él me entrega una factura y asiente antes de marcharse. Miro el papelito amarillo.

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Dice que había un problema con mi alternador, el cual impedía que mi coche encendiese. Afortunadamente lo arreglo y mi coche está listo para arrancar. Selena sale de mi casa con mi bolso de viaje en sus manos. ―Dale, vámonos. ¡Necesito tiempo para pasar por mi clóset! Me reuniré contigo en el coche. Antes de cerrar con llave la puerta detrás de mí, me acuerdo que necesito llamar a Mason y dejarle saber que no estaré en el trabajo ni martes ni miércoles. Marco su número y él contesta inmediatamente. ―¿Hola? ―Mason, hola. Es Olivia. Estoy llamándote para avisarte que no podré hacer el trabajo ni el martes ni el miércoles… Él sopla. ―Bien. Conseguiré a alguien que te cubra. ¿Está todo bien? ―Sí, sí, es que no voy a estar en el pueblo hasta después del miércoles por la noche. ―Me lo suponía, te vas del pueblo con Seth. Cierro mi puerta y le echo llave detrás de mí. ―Y Selena. ―Olivia, ¿no aprendiste nada desde el sábado? Seth obviamente no es el tipo de chico que pueda estar ahí para ti. ¿Qué sucederá cuando encuentre a otra persona? No quiero que pases por las mismas cosas de nuevo. Te mereces algo mejor. ―Aprecio tu preocupación, pero puedo manejarlo por mí misma. Te veré el jueves. ―Le cuelgo y me subo a mi coche―. Hombre. ―Suelto el aire de mis mejillas―. Estoy tan harta de la gente que mete sus narices en mis asuntos. Dejo mi teléfono en el posavasos junto a mí y enciendo el coche. Sonrío ampliamente cuando ronronea devuelta a la vida. ―Bien entonces vas a odiar lo que tengo que decirte enseguida. Salgo de mi entrada y me dirijo en la dirección de la casa de Selena. ―¿Cuando comenzaron Seth y tú a tener sexo? ―El sábado ―respondo de inmediato, ignorando la forma en que ella molesta con sus uñas. ―¿Y cuándo ibas a contármelo?

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Me encojo de hombros. ―En algún momento. No hemos tenido sexo desde entonces. Ella pone sus manos en su regazo. ―¿Por qué? ―Porque él no debe antes de una pelea, aparentemente. Selena se ríe para sus adentros. ―Eso debe ser horrible. No opino porque es horrible. Es una mierda. ―¿Qué ocurrió con lo de esperar con Jackson? ¿No se suponía que fueran a cenar primero? ―Sí, pero la oportunidad se presentó anoche y la tome. ―Bien, gracias por eso. Sus manos cubren el rubor que se extiende por sus mejillas. ―Lo siento, O. No pensé que habíamos sido tan ruidosos. ―Lo fueron. ―Estoy sonriendo y puedo sentir una risa acercarse sigilosamente por mi garganta. Por más que intente no reírme, más rápido sube y al final termino riéndome a carcajadas casi todo el camino a casa de Selena. ―Es muy divertid ―me imita y me saca el dedo medio. ―Lo siento, pero es que no puedo creer que tuvieras sexo en mi sofá. ―Lágrimas caen de mis ojos―. Como, ¿quién hace eso? No sé por qué lo encuentro tan gracioso, pero lo hago. Quizás es el hecho de que ellos fueron tan descarados sobre eso. ―Lo hice ―declaro, cruzando sus brazos―. Vivo al límite.

* * * Me detengo frente a la gran casa de Selena. Grande es una sutileza. Su casa es gigantesca, demasiado grande para la gente que vive dentro. Como adolescente, la casa de Selena fue mi refugio. Nunca quise dejarla, también es el lugar en el que perdí mi virginidad con Blade. Un recuerdo de que estoy más que lista para olvidar. Selena aún vive con su padre y ella lo adora. Él la da su dinero, mantiene la nevera llena y no le importa qué hace ella tanto como sea responsable. Le recuerdo a menudo que necesita

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comenzar a vivir por su propio pie, pero a ella no le importa. Le gusta donde está. Cuando salgo del coche, le escribo a Seth la dirección de la casa de Selena. No sé si estará aquí, pero sé que es pronto y espero que Selena pueda empaquetar rápidamente. Rápidamente subimos las escaleras serpenteantes y la tercera puerta a la izquierda es su dormitorio. Ella la ha cambiado un poco desde que estuve la última vez aquí. La cama de madera tamaño rey está sobre un pequeño levantamiento a la izquierda de la habitación, envuelto en transparentes cortinas de cada color. En el centro de la habitación hay dos sofás blancos que se sientan sobre unas alfombras marrones peludas y en el medio de eso hay una larga mesa de café de cristal. Ninguno de los colores en su habitación hace juego, haciendo que todo parezca fuera de lugar, pero al mismo tiempo… parece impresionante. ―¿Me recuerdas por qué no vivo aquí? ―jadeo, pasándola y entrando en la habitación. Ella pone su mejor voz de “Olivia.” ―Porque eres una adulta y te gusta vivir por tus propios pies. ―Eso no suena casi tan divertido cuando lo dices as ―digo cayendo en uno de los sofás y recorriendo mis manos sobre la superficie de cuero. Selena corre al armario y vuelve con un simple par de vaqueros negros ajustados y una sudadera gris en sus manos. ―¿Qué piensas de esto? La miré con los ojos abiertos de par en par. ―¿Me castigas por querer llevar seda y tú quieres llevar vaqueros? Su mirada flaquea y se desploma en el otro sofá con un resoplido. ―¿Qué pasa? ―pregunto, inclinándome hacia delante―. Si quieres llevar vaqueros, ¿quién soy yo para detenerte? ―No es eso… ―Mete la etiqueta en la parte de atrás de los vaqueros―. Escuché por casualidad a Jackson diciéndole a su amigo la pasada noche que cree que lo exagero algunas veces. ―Puedo responder por eso. ―Río, contoneando mis cejas. Selena me lanza su sudadera y la suave tela se pega a mi cara antes de caer en mi regazo. ―¡No estoy hablando de eso! Estoy hablando de mi ropa, mi maquillaje y probablemente mi cabello, también. Me vuelvo a apoyar contra el cuero blanco.

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―¿Estás segura? ¿Quizá le oíste mal? ―No lo hice. ―Se mueve hacia delante―. Hazme como tú, solo durante los próximos dos días y le mostraré que puedo ser normal. Guau. ¿Selena Graham quiere consejos de moda de mí? ¿El infierno acaba de congelarse? ―Honestamente, no hay mucho en eso. Vestirse para la comodidad, no para impresionar. Llevar vaqueros ajustados, pero no esa sudadera Dios horrible. El color es la clave. Ella me frunce el ceño. ―No puedo creer que esté haciendo esto por un chico. ―Él debe ser especial. Veo una tonalidad rosa extenderse a través de su pecho y subir por su cuello. ―Lo que sea. ―Se encoge de hombros y se pone de pies. Sonrío intencionadamente hacia ella. Nunca se ha preocupado por lo que un chico piense de ella antes de Jackson. Sé que se preocupa por él más de lo que quiere decir. Selena empaqueta una pequeña bolsa de viaje con dos vaqueros, dos camisetas blancas, una chaqueta de punto beige y dos sudaderas. Una es de un azul claro bonito y la otra es un extraño tono de rosa. Encima de sus ropas tira un alisador de cabello y una bolsa de maquillaje más pequeña que la mía. Realmente está intentando hacer una declaración. ―Esperemos escaleras abajo ―dice después de cambiarse a un pants negro―. Si me quedo en esta habitación algo más voy a revertirlo. Agarro a Selena por la cintura y la arrastro de su habitación. Cuando nuestros pies tocan las baldosas de mármol en el vestíbulo un alto timbre se hace eco a través de la casa. Selena desliza su bolsa de mano en su brazo y mete sus manos en los bolsillos de sus pantalones. Puedo decir que llevar un pants fuera de la casa va a matarla. ―Me siento como una idiota ―se queja. ―Relájate, te vez bien. Abro la puerta a Jackson y Seth. Ellos se han cambiado sus ropas, también. Jackson lleva un pantalón de cordón sueltos y una camiseta. Se ve cómodo, pero Seth se veía alucinante en su chaqueta con capucha negra y pantalones flojos. Eso no está abierto y exponiendo su abdomen como lo

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hacía cuando corríamos juntos hacia el Steakhouse, pero no obstante aún hacía que mi boca se aguara. Jackson mira a Selena curiosamente. ―¿Te sientes bien? Seth y yo hacemos contacto visual y él me da una tensa sonrisa. Aún está molesto por lo de esta mañana. Puedo verlo en sus ojos. ―No estoy enferma ―dice bruscamente Selena―. Estoy cómoda. Jackson y yo nos mordemos nuestros labios contra una risa, incluso Seth se ríe. Él ha conocido a Selena el tiempo suficiente para saber exactamente qué tipo de chica es. Se viste para impresionar, cualquier otra cosa está por debajo de ella. Ella golpea su largo cabello rubio sobre su hombro. ―Estoy llevando un pants, genial. Todos me están mirando como si fuera algún tipo de bicho raro con dos cabezas. Ella empuja al pasar a Seth y a Jackson y se marcha hacia el coche. Jackson la sigue de cerca por detrás, apretando su trasero y ella le golpea antes de plantar un beso en su mejilla. Sonrío, hacen la pareja perfecta. Seth se gira de mí, pero agarro su brazo, intento agarrar su brazo, pero es demasiado condenadamente grueso para entrar en mi mano. ―¿Estás bien? ―Estoy un poco cansado de entrenar, aparte de eso, estoy bien. Cierro la alucinantemente enorme puerta de Selena detrás de mí y me giro otra vez hacia Seth. ―Solo pensaba que quizá estás enfadado conmigo o algo, lo cual comprendo totalmente. Sé que arruiné el desayuno porque Blade se presentó y todo eso, pero no sabía… Seth levanta una mano hacia mí y me empuja hacia él. Su boca desciende sobre la mía y él está demasiado caliente. Solo quiero acurrucarme contra él y dormir. El aire frío acaricia mis labios cuando se aparta y parpadeo hacia él, completamente aturdida. ―¿Por qué fue eso? Un mechón de mi cabello vuela a mi cara y sus dedos lo alejan. ―Porque te eché de menos. ―¿Me echaste de menos? ―No puedo evitar el tono escéptico de mi voz. Él sonríe.

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―¿Qué? Soy capaz de echar de menos a alguien, Olivia. No estoy cerrado completamente a mis emociones. Sus brazos aún me sujetan contra él y la necesidad de tenerle tan cerca de mí que puedo arder muy profundo por dentro. ―Lo sé… solo que nunca esperaba oír palabras así viniendo de alguien como tú. Sus manos se deslizan lejos de mí y su sonrisa se derrite en una línea recta e impasible. ―¿Alguien como yo? Oh, mierda. Elección equivocada de palabras. ―Sabes lo que quiero decir. Tú eres tú y realmente no echas de menos a las chicas con las que duermes. ―¿Creía que aclaramos que tú quieres más de mí que eso? ¿Lo hicimos? Quiero decir, él dijo que yo era suya, pero eso realmente no significa nada. Él podría ni preocuparse por los créditos, pero yo lo hago. El sexo con Seth es genial, más allá de genial, es absolutamente alucinante, pero eventualmente voy a querer una relación más profunda. Seguro, me dijo que su padre murió y que durmió con la esposa de Mason, pero se niega a decir algo sobre su madre o su hermana, ni siquiera sé sus nombres. No habla sobre su tiempo en Seattle o algo. No sé nada sobre él, aún él sabe mucho sobre mí. Conoce a Blade y a Selena. Ha conocido a mis padres y ha estado en mi casa. Los hechos están contra sus palabras y tengo que jugar a lo seguro porque me preocupo por él. Me gusta, más que un amigo y necesito ser cuidadosa porque no parece como si fuera a estar en su vida mucho tiempo. ―Caí en la porción de “sobre la mierda que te preocupas”, lo sé, pero… ―Sacudo mi cabeza―. Mira, vayamos a Concord, divirtámonos y luego pongamos en orden las cosas cuando volvamos porque no puedo seguir jugando juegos. Es el momento de que ponga en orden mi vida. Me puse nerviosa cuando su tensa cara estudia mis gestos. Sé que probablemente arruiné su viaje, pero le dije y ahora es demasiado tarde para retirarlo. Solo tengo que seguir recordándome que voy a Concord por papá, para mantener un ojo en él y sus niveles de presión sanguínea, no para meterme más profundo con Seth. ―¿Dónde está papá? ―le pregunto, cambiando de tema y actuando como si la conversación que acabamos de tener no tuviera lugar.

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―Está montando con Darryl y el equipo. ―Hablando del equipo, ¿qué hace exactamente Jackson? Seth mete sus manos en los bolsillos de su chaqueta. ―Es mi mejor amigo. Me ayuda a mantener mi cabeza según lo planeado. ―Él es tu Selena ―afirmo, sonriéndole. Él ríe bajo su respiración, devolviendo mi sonrisa con una de las suyas. ―No. Jackson me ayuda a mantener mi cabeza atornillada y clara, Selena te hace todo lo opuesto. Me río porque es cierto. Selena vive muy despreocupada y la envidio. Subo al asiento trasero con Selena. Ella me mira y casi me atraganto en una risa. Hay una línea adhesiva de brillo labial corriendo desde sus labios a la parte superior de su pómulo. Quiero preguntar cómo llegó tan lejos por su cara, pero decido lo contrario. No me preocupo por los detalles. Limpio mi pulgar a lo largo de mi mejilla, intentando mostrarle que hay algo en su cara, pero ella no comprende lo que estoy intentando decir. Después de tres intentos, me rindo. ―Hay brillo labial extendido a través de tu cara ―medio gimo, medio río. El mismo sonrojo rosa que se extendió sobre su cutis en su dormitorio vuelve y usa la manga de su chaqueta para limpiarlo. ―Mejor ―le digo cuando su piel ya no está brillante. ―¿Cuánto tiempo vamos a estar conduciendo? ―pregunta Selena a Jackson quién parece disfrutar estando detrás del volante. ―Poco menos de dos horas, depende del tráfico. Concord, New Hampshire no está lejos de Portlan, Maine, pero si alguien decide tener un accidente en la autovía, Dios sabe cuánto tiempo llevará. Jackson alcanza el radio y lo sintoniza en una estación de rock. Tan pronto como los neumáticos golpean la autovía, los ojos de Selena se cierran y cae dormida. Yo descanso mi cabeza contra su hombro. Una siesta suena bien y estoy por caer dormida cuando la gentil música rock interrumpe y el nítido teléfono sonando se hace eco a través del coche. Me enderezo, intentando averiguar qué infiernos es el ruido y veo “MAMÁ” escrito a través de la pequeña pantalla en el centro del salpicadero. Jackson mira de reojo a

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Seth. El dedo de Seth golpea su pierna cuando considera responderlo. Después de cinco o seis timbres, se inclina hacia delante y golpea ignorar. La música comienza otra vez. ―¿No quieres hablar con tu madre? ―pregunto, incluso si sé que es mejor preocuparme de mis propios asuntos. ―Es una larga historia, Olivia ―responde Jackson por él―. No necesita hablar con ella ahora mismo. Por la manera que escupe “ella” me hace inclinarme más cerca. ―Quizá ella quiera desearle suerte. Seth ríe una vez y gira su atención a la ventanilla. La mandíbula de Jackson se aprieta y sus nudillos se vuelven blancos cuando aprieta el volante. He golpeado un tema irritante. ―Lo siento, me preocuparé por mis asuntos ―murmuro, sentándome de vuelta contra mi asiento. Seth apaga la música y habla sobre su hombro. ―Mi madre no quiere desearme suerte. No se preocupa por nadie excepto por ella misma. Dirá cualquier cosa que pueda para entrar en mi cabeza y no necesito tratar con su mierda ahora mismo. Vuelve a encender la música, dejándome mirando el lateral de su cara. Sabe que le estoy observando, puedo decirlo por la manera en la que los músculos de su mandíbula se flexionan incómodamente. De repente, estoy frustrada de que él parezca tan molesto por la llamada de teléfono de su madre. No creo que sea tan simple como “ella es una bruja”. Hay más. Mi necesidad por saber su actitud me come, pero sé que acercarme a Seth con algunas preguntas sobre su familia le envían al modo enfado y no puedo enfadarle tan cerca de una pelea. Vuelvo a descansar mi cabeza contra el hombro de Selena y cierro mis ojos. Quiero despertarla para que ella pueda aclarar la incómoda y frustrada tensión que flota alrededor del coche.

* * * Nos detenemos fuera de un sofisticado hotel en Concord. Darryl, mi padre y otros dos ya están aquí. Cuando ven nuestro coche, vienen directos. Papá abre mi puerta antes de que el coche llegue a una completa parada y me empuja a un abrazo.

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―Sabía que vendrías. ―Él ríe y no puedo evitar sonreírle. Estar en este ambiente con Seth y los otros le hacen más feliz de lo que le he visto nunca. Calienta mi corazón saber que está consiguiendo todo lo que quiere fuera de la vida. Me libera cuando su teléfono suena―. Es tu madre. ―Gira sus ojos―. Mejor toma esta. Él se aleja y puedo sentir a Seth presionado ligeramente contra mi espalda. Mi cuerpo entero presta atención. ―Él es muy feliz ―suspiro. ―Lo sé. Me giro alrededor y él está muy cerca de mí. Puedo oler su colonia y siento la calidez que irradia de él. Levanto la mirada y encuentro sus oscuros y seductores ojos. ―No le dije que estoy aquí para mantener un ojo sobre él. Estará más feliz si cree que estoy aquí solamente por ti ―le digo a Seth. Esa es otra cosa que me mata. Si las cosas no funcionaran entre Seth y yo, si decidimos terminar la diversión e ir por nuestros caminos separados, mi padre va a estar desconsolado. Papá mira a Seth. Él representa todo lo que mi padre adora. ―No se lo diré, pero tienes que hacer algo por mí. ―Él rastrilla sus dientes a través de su labio inferior y luego recorre su lengua a lo largo, la misma lengua que corrió a lo largo de mi carne esta mañana. Tiemblo con el pensamiento y sus ojos brillan con placer. ―¿Qué quieres que haga? ―El pensamiento de su respuesta hace que mi interior se tense. ―Bésame. Él sonríe por mi expresión confusa y miro torpemente a nuestro alrededor. ―¿Ahora? ―Ahora es tan buen momento como siempre. Sus manos abrazan mi cintura, empujándome incluso más cerca para que nuestros cuerpos estén presionado fuerte el uno contra el otro. No creo que actualmente me dé una elección. Su cabeza se angula hacia abajo, hacia la mía y precavidamente le abrazo el cuello con mis manos. Su piel está caliente y no se encoge por mis dedos fríos. Nuestros labios se tocan y siento una chispa que va a través de todo mi cuerpo, embarazosamente jadeo y me aparto. Miro a los ojos de Seth preguntándome si él lo sintió también, pero

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todo lo que veo es ese mismo brillo engreído que tanto adoro. Lleva su boca a mi oreja y su cálida respiración envía calor entre mis piernas. ―Te quiero desesperadamente. Intento sacudir mi cabeza, pero mi cuello no me deja. Le quería. Quiero hacer lo que hicimos el sábado y quiero hacerlo ahora. Él también lo sabe. Cuanto más le miro más engreída su sonrisa se convierte. Sus labios firmes, tocan mi mejilla y le deja ir. Cuando me vuelvo a girar hacia mi padre, él está hablando a otro grupo de chicos y reconozco al líder como Don Russell. Los ojos de Don están en Seth y en mí y está mirando. Yo miro a Seth. ―¿Ese es el por qué querías besarme? ¿Para que Don pudiera verlo? ―Él te ha estado mirando desde que salimos del coche. ―Él toma mi mano en la suya y la lleva a sus labios―. Solo estoy haciendo una declaración. ―No, estás declarando sesión abierta sobre mí.

* * * Me paro en la esquina de la habitación de Seth mientras que dos funcionarios evalúan la envoltura de sus manos. Trato de concentrarme en lo que los dos hombres están diciendo, pero no puedo ignorar la forma en Seth ha estado mirándome desde que entré en la habitación. Sus ojos son tan oscuros como la medianoche, destellando peligrosamente hacia mí desde varios metros de distancia. Ordenan atención, manteniéndome atrapada en su mirada y me distrae. Sé que mi vestido es bonito, pero la forma en que Seth me mira con ojos intensos, llenos de pesada lujuria me hace sentir que estoy aquí de pie desnuda. No me está tocando, sólo observando y ya estoy más que excitada. Su pecho se mueve rápido y todo lo que quiero hacer es tocarlo para ayudar a aliviar su ansiedad. ―Está bien, Seth. ―El funcionario anuncia, empacando su mini-caja de herramientas―. Ya estás todo listo. Buena suerte. Los dos funcionarios caminan con pasos largos fuera de la habitación con sus uniformes blancos. ―Déjennos solos ―ordena Seth a su equipo como la última vez. Cuando la puerta se cierra detrás de ellos, instintivamente me acerco a él y él refleja mis movimientos, su avance se vuelve casi depredador con

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cada paso. Mis entrañas se aprietan y me preparo para el impacto mientras su boca se estrella con la mía y me levanta en el banco. Está entre mis piernas al siguiente latido, su lengua saboreándome desesperadamente. Sus manos cubiertas tiran de mi vestido hacia arriba de mis caderas, exponiendo mis bragas negras de encaje. Un hambre, profunda y primitiva corre a través de mí mientras él baja sus pantalones y su larga y dura longitud salta fuera. Se presiona ansiosamente contra mi muslo interior y tiemblan mientras jala mi ropa interior a un lado. Una mano se envuelve alrededor de mi cintura, la otra se aprieta debajo de mi muslo y con un empuje rápido está muy dentro de mí, llenándome por completo. ―¡Oh, Dios mío! ―gemí en su boca mientras me estiraba para acomodarlo. Mi espalda se arquea y planto mis manos en el banco frío junto a mí para ganar estabilidad. Siento que mis paredes lo aprietan con fuerza y se inclina hacia mí. Su lengua se desliza por mi clavícula y luego sube para hundirse en mi boca, obteniendo un gemido de mí. ―Te ves tan jodidamente bien. ―Respira, moviendo sus caderas más y más rápido en mí. ―No puedes… ―susurro sin aliento, aferrándome fuertemente a sus costados―. No puedes hacer esto antes de una pelea. ―Lo sé, pero te ves tan sexy ―dice jadeando fuerte y empuja más profundo―. Tenía que estar en ti. Su mano se apodera de mi cadera mientras me sujeta en el banco. Sus embestidas son rápidas y duras, y me muerdo el labio inferior contra los gritos que amenazaban con derramarse fuera de mí. Me duele el labio. Me estoy mordiendo con suficiente presión para extraer la sangre. Todos los músculos en el cuerpo de Seth parecen contraídos en un esfuerzo por mantener el control y está mirándome a través de parpados pesados cargados de lujuria. Su mandíbula esta distendida con la intensidad de su placer y no quiero que pare. Mierda. Realmente no quiero que se detenga, pero necesita toda la testosterona que pueda conseguir. De mala gana, empujo contra su estómago con mis puños, ralentizando su velocidad de empuje. Cuando frena, muevo mis caderas hacia atrás de modo que pierde el contacto. Él se queja, apoyando su frente contra la mía. ―Estamos continuando esto en el momento en que mi lucha esté terminada. ―Él jadea, forzando su lengua de nuevo en mi boca. Sus manos rastrillan por mi cabello, instando mis labios contra los suyos y cuando se retira, digo la única cosa que puedo decir.

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―Así lo espero. A medias, Seth da un paso atrás dándome espacio para deslizarme del banco y ajustar mi vestido mientras él sube sus shorts. Todo lo que sentí cuando estaba dentro de mí todavía se recrudece implacablemente y puedo decir, con sólo mirarlo a la cara, que si no salgo de aquí ahora, vamos a terminar de nuevo el uno sobre el otro. ―Buena suerte ―digo, caminando hacia la puerta. Cuando la abro, los miembros del equipo afuera no se dieron cuenta. Ellos no tienen la menor idea de lo que pasó hace segundo en el otro lado de la delgada puerta de madera. Afortunadamente, papá prefiere sentarse en la multitud conmigo y no en la habitación con Seth. Mantengo mi cabeza hacia abajo mientras camino por el pasillo de concreto. Puedo oír a la multitud ahora y la idea de estar fuera de este pasillo con olor a sangre y sudor me hizo sentir mejor… hasta que Don Russell sale de su habitación y se pone directamente en mi camino. Al instante, la humedad entre mis piernas se disipa y reprimo el impulso gruñir. ―¿En serio? ¿Otra vez? ―me quejo, tratando de dar un paso alrededor de él, pero no me deja. Arrastro mi mirada de su bajo vientre a su cara. La sangre salpica su pecho y él está cubierto de una capa de sudor aceitoso. Los ojos del tatuaje de dragón que se enrosca alrededor de su bíceps brillan hacia mí. ―¿Qué puedo decir? Me atraen las cosas bonitas. Ruedo los ojos. ―Sí, bien amigo. Trato de caminar alrededor de su enorme cuerpo de nuevo, pero su brazo cubierto de sangre se dispara hacia afuera y retrocedo alejándome, con cuidado de no conseguir nada en mi vestido. ―Retrocede, Don ―gruño, entrecerrando los ojos en él. Sus labios se curvan en una sonrisa. ―Me gusta cómo dices mi nombre. Es apasionado. ―Confundes mi disgusto por pasión. Se inclina hacia mí y juro que puedo oler el olor cobrizo de la sangre de su oponente en su aliento. ―Entonces, ¿qué pasa con ustedes dos, hum? En Portland afirmó que no eras de él, pero ahora está cantando una melodía diferente.

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Sus ojos verdes brillan con la determinación y me estremezco. No hay manera en que pudiera elegir este animal sobre Seth. ―Soy suya. ―Las palabras que ruedan de mis labios me emocionan, pero no dejo que se muestre―. Lamento que tu novia te engañara con Seth. ―Él se estremece―. Sí, lo sé todo sobre eso y tal vez es por eso que estás siendo tan irrespetuoso hacia mí. Cualquiera sea la razón, conoce esto, no soy como esa chica. No estoy interesada en ti. Nunca voy a estar interesada en ti y estás jodidamente loco si piensas que alguna vez te elegiría sobre Seth. Parpadea hacia mí como si hubiera dicho algo en otro idioma. Unos segundos más y su expresión confusa se derrite en una sonrisa lobuna. ―Ya veremos. Si Seth gana esta noche, va a estar luchando en Boston y si gana eso, él va a estar peleando conmigo en Las Vegas por el campeonato amateur. He estado esperando mucho tiempo para golpear su cara bonita. ―Da un paso más cerca y mi espina dorsal duele mientras me esfuerzo por inclinarse lejos de él―. Y cuando lo haga, te darás cuenta de que necesitas un verdadero hombre, no un niño. Mi cara se arruga y uso dos dedos para apuntalar su resbaladizo, hombro mojado. ―Lo que te ayude a dormir por la noche. Sus finos labios se contorsionan en un gruñido. Le he enojado, mierda. Abro la boca para disculparme, pero la música de introducción de Seth corta mis palabras. Me vuelvo hacia atrás para verlo salir de su puerta y siento a Don merodeando muy cerca de mi trasero. Mientras se acercaba, esperaba que siguiera caminando pasándonos, su canción de introducción estaba sonando después de todo, pero su mano enguantada se dispara, tomándome por la muñeca. Me jala a su lado. Su agarre es posesivo y dominante mientras él me mete bajo su brazo, fijándome a su lado. Seth sonríe hacia Don, arrastrándome a su lado. Cuanto más nos acercamos a la puerta, más duro clavo mis talones. No puedo ir por ahí con Seth. Sintiendo mi malestar, Seth se detiene ante las puertas dobles y Jackson y Darryl dicen en su oído. ―¿Qué estás haciendo? ¡Sal ahí! ―gritan, pero él no los oye. Él saca su protector de boca y se inclina a mi oído. ―¿Te lastimó? ―grita sobre la música y yo sacudo la cabeza. Con un gesto rápido, me entrega a Darryl que me hace pasar a Jackson. Frunzo el ceño, sintiéndome como una maldita papa caliente. Las puertas se

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abren y Seth pone su protector negro de nuevo en su boca y rebota en sus dedos de los pies antes de irrumpir por el pasillo hacia el ring. Jackson me hace pasar a su lado y me congelo cuando los ojos de la multitud se depositan en mí. Todavía están animando y gritando, así que supongo que eso es una buena señal. Dejo caer mi vista al suelo mientras Jackson camina conmigo a lo largo del frente de la sala detrás de Seth. Cuando veo una abertura cerca de papá y Selena, la tomo. Acelero mi andar todo el camino hasta mi lugar y me siento. Mi estómago está en nudos. Siendo observada por tanta gente es desconcertante. ―Me estaba preguntando cuando ibas a volver. ―Papá sonríe. Selena le entrega un billete de veinte dólares y arqueo una ceja. ―Me dijo que estabas con Seth, yo le aposté veinte dólares que estabas en el baño vomitando. ―Vaya, gracias. Ella se encoge de hombros y echo un vistazo alrededor de la multitud. Hay muchos carteles de "Equipo de Seth” y otros escritos con comentarios traviesos en ellos. Uno en particular me llamó la atención. Es una gran pieza cuadrada de cartón pintado de un color naranja fluorescente y en grandes letras negras que dice: “Golpéame, Seth”. Selena debe haberlo visto también porque su codo se clava en mis costillas y lo señala, riendo como una niña de escuela que ha leído la palabra “polla” por primera vez. Reí, no porque lo encontrara gracioso, sino porque las mujeres realmente tienen las agallas para exponerse de esa manera. Cuando Seth está en el ring y se encoge de hombros fuera de su sudadera, papá se pone de pie. Bombea sus puños y zapatea. Está gritando palabras de aliento y todo lo que puedo pensar es cómo detenerlo. Toda esa excitación no puede ser demasiado buena para su corazón. Doy un tirón en su mano y él vuelve a sentarse. ―Apuesto a que puedo ver la pelea por más tiempo del que puedes permanecer en tu asiento ―lo reto. Sus cejas se juntan con curiosidad. ―¿Cuánto? ―Te apuesto veinte dólares. Permanece en tu asiento y yo veré la pelea. El primero en levantarse de su silla o cerrar los ojos pierde. Mi padre es un hombre muy competitivo y sé sin lugar a dudas que va a tomar la apuesta. ―Hecho.

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Nos damos la mano y la música de Seth se apaga. ―¡Y ahoraaa, luchando en la esquina azul, oriundo de Las Vegas, Nevada, Adam Piiiine! El locutor recita los nombres de los patrocinadores y luego lo entrega al árbitro. Él los llama al centro del ring. ―Como siempre, quiero una buena pelea limpia y no voy a tolerar nada menos. Toquen los guantes. Se tocan los guantes y el árbitro les envía a sus esquinas. El árbitro aplaude y los dos luchadores corren al centro del ring. Adam no tiene miedo de lanzar el primer golpe y viene balanceándose. Seth se las arregla para esquivar todos y se deja caer golpeando sus puños en las costillas de Adam. Puedo escuchar el aire salir de sus pulmones cada vez que los puños de Seth hacen contacto. Me duele el pecho y trato de forzar tanto aire en mis pulmones como puedo. Seth rebota en sus dedos de los pies, agachándose y esquivando. Tomando un descanso, Adam da un paso atrás para recuperar el aliento. Sus ojos son grandes y de vez en cuando parpadean sobre la multitud. Tiene miedo y Seth lo sabe también, puedo decirlo por la forma en que sus ojos se estrechan confiadamente en él. Sabiendo que no puede estar cara a cara con Seth, Adam va por las piernas de Seth. Con un ruido sordo, Seth cae en sus rodillas y se extiende con las piernas, contrarrestando la caída. Adam cae plano sobre su estómago, y Seth envuelve de alguna manera sus brazos alrededor de su cuello y tira. Inmediatamente, el rostro de Adam se pone rojo, pero se niega a rendirse. El color rojo se convierte rápidamente en azul y mis manos vuelan hasta mis mejillas. Papá me mira, pero no he perdido todavía. Mis manos se mueven lentamente más cerca de mis ojos cuando Seth aprieta con más fuerza. El árbitro se pone en la cara de Adam. Está hablando con él y Adam apenas puede mover la cabeza. Mi corazón se estrella contra mis costillas y las ganas de vomitar se elevan dentro de mi estómago. ―Jesús… ―Me enfado, rastrillando mis dedos por mi cabello. La multitud está cantando ahora. ―Toque. Toque. Toque. Los ojos de Adam se hacen pesados y cuando estoy segura de que va a desmayarse o morir, apresuradamente golpea el suelo del ring. Seth libera al hombre de sus manos y salta a sus pies. Darryl, Jackson y otros dos se apresuran dentro del ring para felicitarlo. Toma los abrazos y da palmadas en la espalda con modestia y acecha desde el ring. Su sexy mirada oscura me busca y cuando me ve, chasquea la cabeza en dirección a su habitación.

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Afortunadamente, papá está charlando con alguien a su izquierda y no ve el gesto de Seth. Selena por su parte está sacudiendo la cabeza hacia mí con la sonrisa más amplia que alguna vez le he visto hacer. ―Todavía no me ha dicho los detalles sucios. Le doy una palmada en la pierna y ella se ríe a carcajadas. No quiero que papá la escuche. Él cree que estamos saliendo lo que obviamente implica el sexo, pero eso no significa que tenga que oír hablar de eso. ―Regresaré ―le informo mientras me abro paso hacia el pasillo y luego hacia el corredor hasta la habitación de Seth. Siento la mirada lodosa de Don en mí cuando paso su habitación y mantengo mis ojos por delante de mí, concentrándome sólo en la puerta con el letrero de “MARC”. Mis manos aún tiemblan a causa de la pelea y el pomo de la puerta tiembla en mi mano, mientras lo giro. Cuando entro, una delgada capa de vapor me envuelve y una corriente eléctrica pulsa a través de todo mi cuerpo cuando me doy cuenta de que está en la ducha. Cierro la puerta tras de mí y me dirijo a la puerta abierta del cuarto de ducha. Mis dedos rozan la madera húmeda y cuando estoy a punto de abrir la puerta, la puerta principal se abre de golpe y el equipo de Seth (incluyendo a papá y Selena) llega a raudales. Están cantando y entonando y mi excitación disminuye. Parece que los impulsos sexuales entre Seth y yo van a tener que esperar. Doy un paso lejos de la puerta, moviéndome hacia el lado opuesto de la habitación para estar al lado de papá. Cuando Seth surge de la ducha con una toalla blanca colgando bajo en sus caderas, está usando la misma expresión decepcionada que yo. Es lindo y le sonrío. Pasa sus dedos por el cabello húmedo enviando gotitas de agua en todas las direcciones. ―¡Todos vamos al bar de Klein esta noche! ―anuncia Jackson―. Pónganse sus zapatos de baile señoras y señores. Jala a Selena en un abrazo, reclamando su boca con la de él. ¿Están juntos o tienen un arreglo similar al de Seth y yo? ―Voy a saltarme este ―responde Seth, sacando una camiseta blanca de su bolsa y deslizándola por la cabeza. Casi hago pucheros cuando la mitad superior de su cuerpo desaparece debajo de la tela. Su equipo (incluyendo a mi padre) protesta la decisión. Si se ponen algo más ruidosos estoy convencida que mis tímpanos van a estallar. Papá lanza su brazo sobre mis hombros y habla sobre el resto. ―Olly necesita un hombre grande y fuerte para protegerla cuando salimos y Dios sabe que soy demasiado viejo para eso.

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Me estremezco al uso de mi apodo y no hay manera de que mi padre se esté yendo de fiesta. No en su condición. ―Papá, no vas a salir. ―Como el infierno que no lo estoy. Tu mamá me arruinó la última salida. Voy a pasarlo bien esta noche. ―¿Por qué no salimos tú y yo en cambio, Rick? No vamos a ir a beber o a algún club de striptease, pero estoy seguro de que podríamos encontrar algo más, como el golf ―sugiere Seth, tirando de sus pantalones hasta el final y abotonándoselos. Arroja la toalla mojada a un lado y el aire emana desde mis labios. Estoy sorprendida que Seth que incluso ofrezca pasar el rato con mi papá. A papá le encanta el golf y le encanta Seth, sé que va a pasar un buen rato. Miro de reojo a papá y está tratando de no sonreír. ―¿Quieres jugar al golf? Ha pasado tanto tiempo desde que sostuve un palo de golf. ¿Cuándo fue? ―me pregunta. ―La Navidad de hace tres años. La única razón por la que sé que es porque atrapé a Blade teniendo relaciones sexuales con una chica de carrito de transporte el mismo día. Feliz Navidad a mí. Aplasto el pensamiento de mi mente. Pertenece al pasado. Todo el mundo está mirando a mi papá y Seth con una gran expresión de “¿Qué carajo?”. Espero que no vayan a estar enojados. Seth es el único que sabe que mi papá tiene la presión arterial alta y sé que el alcohol va a hacerlo peor. Finalmente, papá y Seth están de acuerdo sobre el golf y salen de la habitación. El equipo vuelve su mirada hacia mí y tomo un ligero paso atrás. ―No me miren así. Estoy tan sorprendida como ustedes. ―Eso está bien, podemos festejar por é ―establece Jackson―. Vamos a ir a nuestras habitaciones, nos cambiamos de ropa y nos encontramos en el vestíbulo en una hora. El equipo sale de la habitación, cantando y gritando. Los sigo de cerca por detrás. Lo último que quiero es estar atrapada a solas con Don de nuevo. No puedo soportar a ese tipo. El hecho de que me tenga en la mira como una maldita venganza es suficientemente preocupante. Me imagino las manos de Don en mí y un sucio escalofrío rueda por mi espina dorsal. Lo imagino siendo implacable y brutal con ese tatuaje de dragón espeluznante sonriendo hacia mí todo el tiempo. Estaría de acuerdo en tener un trío con Selena y Jackson antes de que alguna vez considere a alguien como Don Russell.

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* * * Nos subimos en la camioneta de Darryl y nos transporta la corta distancia de vuelta al hotel. Hay unos cuantos guardias de seguridad defendiéndose de algunos fans ansiosos y cuando ven que Seth no está con nosotros, se dan la vuelta y se van. Nos adentramos en el vestíbulo glamoroso. Había estado demasiado cansada para apreciarlo anoche. Es abierto, permitiendo a nuestro gran grupo caminar sin chocar con nadie. Las alfombras rojo profundo y las columnas de mármol color rojo espeso, con bordes de oro dándole una vibra tan sensual y sexy. Si no lo supiera, asumiría que estoy en un país exótico. Nos amontonamos en los ascensores y Selena y yo estamos presionadas firmemente contra la pared del fondo. ―¿Vas a salir? ―me pregunta y sacudo la cabeza. ―Voy a esperar a papá y Seth. Asiente y veo que tiene tantas preguntas que hacerme sobre papá y Seth, pero no quiere preguntar delante de todos, lo que es una primera vez para ella y se lo agradezco. Tan pronto como salimos del ascensor al pasillo las preguntas fluyen. ―Entonces, ¿están tú y Seth juntos? ―No, sólo nos estamos divirtiendo. ―Él eligió llevar a tu papa a jugar golf sobre festejar con su equipo… eso parece bastante serio. Selena saca la llave de la habitación de su bolso y desbloquea la puerta. ―Papá tiene presión arterial alta. Seth está pasando tiempo con él esta noche para que no beba ni se ponga demasiado excitado o estresado, no sé cómo funciona. Entro en la sala de estar de la suite y su frente se arruga. ―¿Ibas a decirme si no te lo preguntaba? La amargura en su tono no se me escapa. Ella deja caer su bolso en el brazo del sofá y cruza los brazos sobre el pecho. ―Sí, es decir, iba a hacerlo en algún momento. ―Doy un paso hacia ella―. No quiero que te preocupes.

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―Conozco a tu padre desde que era una niña. Es importante para mí, también. Ella tiene razón, cien por ciento de razón. ―Lo siento… simplemente nunca surgió en la conversación y no quiero que sepa que vine aquí por él, no por Seth. Se deja caer en el sofá marrón. Sus dedos largos y finos peinan su cabello alisado. ―¿Crees que le diría? Levanto mis cejas acusadoramente porque sé que le habría dicho. Selena repite todo para todos. No quiere hacer ningún daño con ello, pero siempre es en los momentos más inapropiados. Sus ojos verdes llegan en sus cavidades. Ella sabe muy bien que tiene una lengua suelta. ―¿Qué vas a hacer? No puedes seguirlo alrededor por siempre. ―Puedo mantener un ojo en él cuando está cerca de Seth y los chicos. El resto del tiempo, mamá lo estará vigilando. Estoy segura de que tiene algún tipo de plan. Ella juega con las puntas de su cabello brillante y rubio, como si estuviera absorta en sus pensamientos. ―¿Están tú y Jackson juntos? ―pregunto, tirando su pregunta de regreso a ella. Selena se encoge de hombros y una sonrisa tira de sus labios. ―Por el momento sólo estamos divirtiéndonos, pero hemos hablado de ello. Queremos esperar hasta que el torneo de Seth este fuera del camino y podamos pasar más tiempo juntos. No puedo evitar sentir celos. Selena y Jackson han pasado menos tiempo juntos que Seth y yo, y ya están contemplando volverlo oficial… ¿Qué diablos estoy haciendo mal? Nada, me aseguro. Ni siquiera estoy segura de que quiero estar en otra relación. Es demasiado pronto, ¿no? ―Voy a ir a la habitación de Jackson. No traje ningún vestido así que esto es lo que voy a tener que llevar al bar. ―Ella tira de su chaqueta de punto blanco y se encoge―. Te veré más tarde. Aprieta mi brazo y sale de la habitación. Agarro mi vestido por la base y tiro de él por encima de mi cabeza. Después de esta noche, lo único que va a ayudarme a dormir es una ducha de agua fría.

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13 Es muy tarde para el momento en que papá y Seth retornaron y los escuché mucho antes de que llegaran a la puerta. Sus voces son bajas y sus risas melodiosas. El sonido de sus tonos profundos entrelazados es música para mis oídos. Balanceo mis piernas sobre el borde del sofá y dejo caer mi libro sobre la mesa de centro. Echo un vistazo a la cubierta, nunca voy a terminar La Expiación y es una lástima porque está realmente bueno hasta ahora. Me precipito a la puerta y logro conseguir abrirla antes de que papá gane el acceso con su tarjeta llavero. Ambos ríen y sus ojos brillan con evidencia de su felicidad. Seth estudia mis pantalones de chandal negros y mi camiseta sin mangas con una mueca sutil. Él parece decepcionado no estoy más en mi vestido. ―¿Cómo les fue? ―le pregunto a papá mientras me aparto para dejarlos entrar en la suite. Ambos se quitan sus zapatos y los alinean prolijamente contra la pared. ―Bien, Seth ganó mucho más. ―Pero tu papá me dio un paseo por mi dinero ―Seth añade, besando mi frente cuando me pasa. La acción me hace ruborizar. Últimamente, sus acciones se ven como “novio/novia”. ―¿Tú no saliste? Niego, cerrando la puerta. ―No tenía ninguna necesidad de hacerlo. Papá se sirve un vaso con agua del refrigerador del bar y aclara su garganta. ―Voy a ducharme y luego me acuesto. Gracias de nuevo, Seth. ―En cualquier momento. ―Seth da un paseo hacia el sofá y se sienta mientras papá agita la mano hacia ambos y desaparece en su habitación. Despacio me dirijo hacia el sofá y Seth me mira atentamente. Cuando mis ojos encuentran los suyos, una sonrisa brillante, juguetona se desliza a través de su rostro y cuando me siento a su lado, se inclina más cerca, su calor envolviéndome.

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―¿Qué te pareció la lucha? ―me pregunta después de un silencio alargado. ―No me gusto. Él sonríe completamente, obviamente emocionado por mi respuesta. Planta su mano firmemente sobre mi muslo, encendiendo el fuego que pensé que extinguí con la ducha fría. Me acaricia de arriba hacia abajo y nos sentamos en silencio, disfrutando de la compañía el uno del otro. ―Pensé que el tipo iba a morir ―añado, sintiendo la necesidad de tener una razón para mi descontento. Seth se ríe a carcajadas y la idea de provocar un sonido tan hermoso de un hombre tan hermoso me intriga. Quiero hacerlo una y otra vez. Él llega a mí, halándome más cerca y trato desesperadamente de seguir respirando. ―Nadie lo habría dejado morir. ―Aun así… fue horrible. ―¿Qué quería Don? ―pregunta, cambiando el tema bruscamente. Su sonrisa está todavía en el lugar, aunque ahora parezca forzada. ―Sexo por venganza, al parecer. Seth se mofa, su sonrisa se desvanece y sus ojos se reducen a líneas. ―¿Puedes creer las malditas pelotas de ese tipo? Me encojo. La última cosa que quiero imaginar son las pelotas de Don Russell. ―Nunca podría tener sexo con él… ―contesto, sintiendo que debería tranquilizarle―. Es espeluznante y su tatuaje de dragón me asusta. Estoy distraída por su mirada. Está fija en una pequeña pelota de pelusa sobre mis pantalones. Él la recoge, tratando de sacarla, pero sus dedos son demasiado gruesos. ―Nunca realmente me he preocupado por mis acciones… hasta hace poco ―me confiesa, devolviendo su atención a mi rostro. Sus ojos están nublados con arrepentimiento y estoy perdida, insegura acerca de lo que está hablando―. Mason y ahora Don. Todo está volviendo para morderme el trasero y ahora que finalmente tengo algo que me importa… tengo miedo de que esto me vaya a ser arrebatado. No me preocupa lo que me pase… pero me preocupa lo que te pase. No quiero que mis comportamientos pasados se reflejen negativamente en ti. Eres buena y no quiero corromper eso.

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¿Seguramente no piensa todavía que soy buena? ¿Sobre todo después de todas las cosas traviesas que hemos hecho? Empujo el pensamiento a la parte posterior de mi mente. No es importante ahora. Extiendo la mano y froto mi pulgar a lo largo del pómulo de su mejilla y luego presiono un beso tierno en sus labios. Sé con certeza ahora que tiene sentimientos por mí y quiero nutrirlos. Quiero hacerlo sentir seguro y que esté seguro de que yo nunca le haría un daño así. ―He hecho mucha mierda, O. Quién sabe qué va a aparecer después. ―No me preocupa. ―Eso dices ahora. ―Seth, en serio. No me importa. Sé exactamente qué clase de persona eres. Lo supe en el momento en que te vi. Su sexualidad no es exactamente sutil. Desde luego las chicas lo quieren, demonios, los chicos probablemente lo quieran, también. Me deslizo sobre él, agarrando su rostro entre mis manos. No sé por qué, pero cuando lo veo tan en conflicto. Quiero ayudar. Quiero hacerlo feliz. ―Así que, has tenido sexo con muchas mujeres, gran cosa. ¿Entonces peleas con las personas para ganarte la vida, a quién le importa? Eso no significa que no me mereces. Eso no quiere decir que no te mereces algo bueno. Él se encoge. ―Quiero estar contigo, realmente contigo, no está mierda de amigos con beneficios. ―¿Pero? Una sonrisa triste tira de sus labios. ―No puedes perder lo que no tienes, ¿cierto? Frunzo el ceño. ―Sí se puede. No podemos estar así para siempre. Hay cosas que quiero en la vida como matrimonio y niños… ―Mierda―. No es que esté pidiendo eso de ti. ―Me recupero rápidamente―. Y por mucho que me gusta el sexo y pasar el tiempo contigo, no puedo esperar para que decidas si me mereces o no. Necesito reiniciar mi vida… y cuanto antes, mejor. Él asiente lentamente, evitando mis ojos. Debajo de mí, puedo sentirlo tenso y volviéndose incómodo. Exhalo y me deslizo fuera de él. ―¿Así que eso es todo?

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Nada. ―¿Cómo alguna vez esperas ser feliz cuando no te permites tener las cosas que quieres? ―No tengo ni idea lo que estoy diciendo… trato de presionarlo en una relación para la que no estoy segura que estoy lista. ―Tengo miedo ―dice finalmente―. Me asusta que una vez te deje entrar, tú correrás hacia otro lado. Intento todo lo posible por mantener mi expresión tranquila, pero me río una vez de su comentario. ―Creo que he visto lo peor de todo por ahora. ―No lo has hecho. Mi mundo está estropeado, Olivia. La parte de mi mundo que tú has experimentado es la parte buena. La otra parte es jodidamente complicada. Exhalo. Terminar la conversación aquí es probablemente mi mejor opción. Si presiono más va a hacer más daño que bien. ―Bien ―digo, resignada―. No te presionaré. Sus dedos se curvan alrededor de mi mano y me jala más cerca. Comienzo a sentir que jugamos un molesto juego de tira y afloja con el otro. Está tan cerca, que puedo sentir su aliento en mi mejilla y sus ojos oscuros parecen taladrar los míos, como si estuviera tratando de entender algo. ―Necesitas respuestas y te las daré, lo prometo, pero tiene que ser bajo mis condiciones y cuando esté listo. Sus palabras me asustan. ¿Qué exactamente pasa en su mundo que es tan malo que no pueda contarme? Sé que debería verlo como una señal de advertencia, pero me siento obligada a conocer su historia. Quiero conocerla porque él me gusta, más que gustarme, y quiero ayudar. Quiero que sea feliz. Seth pone sus manos bajo sobre mis caderas y tira de mí hacia él. Otra ronda de fuego pulsa a través de mí, derritiéndome. Baja su cabeza, colocando besos sobre mi cuello y dejo escapar un pequeño gemido mientras estiro la mano hacia su cabello, dejando las hebras deslizarse entre mis dedos. ―Te deseo demasiado ―gime. Tres palabras son todo lo que le toma empapar completamente mi ropa interior y estoy lista para ir. Lo necesito y si no lo consigo sé que voy a sentarme en el baño bajo la ducha fría toda la noche. ―Vamos a mi habitación ―sugiero, mi voz tranquila y ronca.

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Me deslizo de él y tiro de su mano. Sus ojos oscuros parpadean a la puerta de dormitorio de mi padre y luego voltea hacia mi rostro. ―No podemos. ―Él no lo sabrá. Estaremos tranquilos y puedes marcharte justamente después, lo prometo. ―La mirada de Seth se arrastra de regreso a la puerta de mi padre y luego de vuelta a mi rostro. Tiro de su brazo un poco más fuerte y se pone de pie. ―Bien, pero si somos atrapados yo soy la víctima. ―Trato. Él sigue estrechamente detrás de mí y entra en mi habitación. Enciendo el interruptor de luz, revelando mi gran cama doble de caoba y paredes oscuras artesonadas. El piso es una alfombra de marrón chocolate y creo que pretende reproducir la piel de oso, pero no puedo decirlo. Pasé unos buenos veinte minutos esta mañana acariciándolo con mis dedos del pie. La habitación da la sensación como de una cabaña en las montañas, es romántico, realmente. Lo único que falta es una chimenea y una alfombra de tigre gigante, tigre falso, obviamente. ―Gracias por la habitación ―digo, oscureciendo las luces y aproximándose a mi cama―. Es muy acogedora. Lo siento presionar contra mi espalda y cierro mis ojos. Incluso un poco de contacto me trae cantidades locas de placer. ―No vamos a tener sexo en la cama ―declara, agarrando mis caderas e impulsándome hacia la mullida alfombra. No sé cómo me siento sobre tener sexo sobre la alfombra. Una cama ha sido el único lugar donde he tenido sexo… con la exclusión de la broma de esta noche en el banco en la habitación de Seth. ―Tú eres malo para mí. ―Me río mientras se arrodilla, trayéndome con él. Él me sonríe, encantadoramente y arrastrándome más cerca llevando su liso pecho contra el mío. Su mirada arrogante se vuelve oscura y seductora mientras ladea su cabeza y se inclina más cerca. El calor se construye dentro de mí, ardiendo a fuego lento despiadadamente en la boca de mi estómago. Sólo cuando presiona sus labios con los míos, no es salvaje y apasionado como lo fue en la habitación antes de la pelea. Es suave… casi amoroso. Las sensaciones se deslizan suavemente por mi cuerpo, calentando todo y me tenso. Él se retira, sonriendo. ―¿Qué?

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Niego, incapaz de ocultar mi propia sonrisa. Sus oscuros ojos color chocolate miran mi rostro mientras sus manos barren lentamente debajo de mi camisa y a través de cada centímetro de mi estómago. El calor de sus dedos contra mi piel ya recalentada es un propulsor para mis acciones, y tiro de mi camiseta sobre mi cabeza. Las yemas ásperas de sus manos se sienten bien y quiero sentirlas por todas partes. Ellas siguen explorando la curva de mi cintura antes de moverse al sur sobre mis caderas. Sus pulgares se enganchan bajo mi pantalón y lo arrastra hacia abajo, exponiéndome completamente. La sensación de sus manos callosas contra mi cuerpo me conduce a un casi frenesí, y no puedo luchar contra el gemido que se me escapa cuando presiona sus labios llenos en mi clavícula. Su lengua se desliza contra mi carne y muerdo mi labio para impedir a un quejido escaparse. Seth envuelve un brazo alrededor de mi cintura y me acomoda sobre mi espalda, la alfombra de piel se siente tan increíble sobre mi espalda como lo hizo en mis pies. La apreciación de la alfombra es efímera mientras Seth liberando el resto de mis piernas de mis pantalones toma prioridad. Miro su rostro, de repente nerviosa cuando sus ojos se mueven gradualmente por mi cuerpo. Se detienen sobre mis pechos, luego mis labios y finalmente mis ojos. Siento mi humedad, fluyendo cálida y resbaladiza entre mis muslos. Nunca me han admirado con tanto cuidado antes. Nunca he empezado sexo de este tipo, lento y esto me entristece. ¿Por qué había seguido con Blade por tanto tiempo? Su toque nunca ha sido cuidadoso, no es como el de Seth ahora mismo. Seth se encoge fuera de su sudadera negra quitándose su propia camisa, luciendo su cuerpo hermoso. Me lo como con los ojos descaradamente mientras dejo a mi visión trazar las líneas de su cincelado torso. Su mano acaricia mis tobillos luego a lo largo del borde recto de mi espinilla, a través de las subidas y caídas de mi rodilla, la parte delantera de mis muslos, haciéndome temblar, hasta que finalmente se asientan en mi cadera. Se recuesta a mi lado, tirando de mí y forzando a mi frente contra el suyo. Trago fuerte mientras sus dedos dibujan círculos pequeños en mi cadera desnuda. ―Me preocupo por ti ―susurra, rozando su nariz contra la mía―. No quiero que pienses por un segundo que no lo hago. Lo beso de nuevo dulcemente, saboreando cada sentimiento que él estimula dentro de mí. ―Sé que hablo mucha mierda… pero lo digo en serio. ―Su pulgar caliente se desliza sobre mi mejilla y luego por mi labio inferior―. Y ya que

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no podemos ser ruidosos por el bien de tu papá, déjame ser amable. Déjeme demostrarte cuánto me importas. ―Pero esta noche estabas tan determinado… tan rudo. Él sacude su cabeza. ―Lo sé. Te vi en ese vestido de mierda y no pude evitarlo. No quiero que me veas así todo el tiempo… No quiero que pienses que te estoy usando. Me río y aclaro mi garganta nerviosamente. ―Sé que no me utilizas. Hemos hecho cosas algunas veces ahora… y todavía estás aquí. ―Esto es un record, por cierto. Le doy un codazo juguetonamente y él sonríe con satisfacción. ―Intento cambiar, O. Quiero estar allí para ti como tú estás para mí aun cuando me cierre y te deje fuera. Sus ojos atrapan los míos y el destello de confianza no está allí. En cambio, hay una especie de incertidumbre en su mirada, como si estuviera incómodo… o nervioso. ―Tócame. ―Las palabras salen de mi boca en un susurro apresurado, excitándome en cada sentido del término. Los ojos de Seth llamean con placer mientras sus manos abandonan mi rostro y se arrastran abajo al lado de mi cuerpo, haciéndome temblar cuando sus dedos pasan sobre mi cadera. Sus ojos marrones brillan y cuando los miro, es como si viera dentro de su alma. ―¿Dónde quieres que te toque? ―murmura, deslizándose un dedo en el medio de mi estómago y entre mis pechos. ―Por todas partes. Seth engancha su pierna vestida de jean sobre mí, sentándose a horcajadas sobre mis caderas. Sus manos acarician mis lados y luego viajan al norte para masajear mis pechos. Sus ojos permanecen sobre mi rostro mientras se inclina hacia abajo y toma un pezón ya duro entre sus labios. Gimo, arqueando mi espalda ligeramente y presionándome más en su boca. Mi cuerpo tiembla con placer cuando la lengua de Seth dibuja círculos calientes y húmedos alrededor de mis brotes hinchados. Su camino de besos suaves se mueve sobre mi clavícula y en la base de mi cuello mientras sus manos corren por los lados de mi cuerpo, haciéndome retorcer un poco debajo de él. Está siendo tan sensual, tan lento

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y esto es una tortura, dulce y sexy tortura. Mi piel hormiguea cuando se aleja y se pone de pie. Mira hacia abajo a mí y desabotona sus vaqueros. Se caen al piso y da un paso fuera de ellos antes de patearlos al lado. Seth se queda allí un rato más, permitiéndome apreciar todo sobre él y la mera visión de él y toda su fuerte gloria causa que el espacio entre mis piernas se ponga caliente con la humedad. Hay una pequeña sonrisa en sus labios mientras se baja sobre mí otra vez, presionando su grueso músculo del muslo entre mis piernas. Me retuerzo contra él, esforzándome por mantener mi calma. Él se sostiene a sí mismo por encima de mí, manteniendo sus ojos bloqueando los míos y puedo escuchar mi corazón palpitando en mis oídos mientras mi respiración se vuelve superficial y rápida. Seth, sin embargo, es la imagen perfecta de la tranquilidad. La única señal reveladora es su dura longitud que descansa sobre mi pierna. Jadeo por la sensación cuando chupa mi pezón entre sus labios otra vez, corriendo su lengua caliente sobre este. Cuando lo libera, se mueve hacia arriba a mi boca y me besa hasta que me falta el aire. Muevo mis caderas debajo él, y sonríe hacia mí. No puedo esperar más y una risa tranquila cae de sus labios. ―Estas impaciente. Asiento confirmando, abriendo mis muslos para que se posicione entre ellos. Su mano se interpone entre nosotros y la usa para dirigirse directamente a su objetivo. Empuja despacio y una corriente eléctrica se dispara a través de mí. Empuja un poco más fuerte ante mi jadeo causando que mis dedos se claven en sus omóplatos. Se retira y entra dolorosamente lento otra vez. Presiono mi frente contra su hombro y amortiguo mis gemidos contra su piel. Una explosión ardiente de necesidad explota dentro de mi estómago y muerdo de vuelta un grito, cerrando mis tobillos alrededor de mi cintura. El gemido profundo que arranca de Seth es la cosa más erótica que alguna vez he escuchado y sus movimientos se intensifican mientras se mueve más profundo dentro de mí. Él gime su placer en mi cuello mientras desliza su mano entre nosotros otra vez, esta vez su pulgar rueda sobre mi suave clítoris. Cierro mis ojos y oprimo mis caderas contra él. ―¿Te gusta eso? ―Medio jadea, medio gime en mi oído. ―Sí ―contesto, casi jadeando. Su respiración se traba ante mi confesión y reclama mi boca con la suya. Sus embestidas lentas se vuelven frenéticas y necesitadas. Después de unos momentos, saca sus labios de los míos para dejarme respirar y rápidamente impulsa su cabeza abajo para provocar mis pezones con su lengua. Me trago una sonrisa. Es definitivamente un hombre de bubis. Su dedo rueda sobre mí más rápido

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mientras empuja más profundo. Siento mi liberación acercándose cada vez más, y apenas puedo impedir a mis caderas retorcerse. ―¡Seth! ―jadeo, pasando mis dedos a través de su cabello―. Joder… oh, Dios. ―Sí… ―exclama en tono áspero. Mis resoplidos y jadeos amenazan con convertirse en gritos ruidosos y gemidos, pero cuando mi punto culminante se desborda, Seth cierra de golpe su boca en la mía, besándome profundamente y absorbiendo todos mis ruidos. Muerdo su labio inferior y libera un poderoso gruñido de su pecho y yo sabía que él, también, había sido enviado al borde. Cada célula en mi cuerpo está viva con mi efímero placer, y me mezo una vez más contra él mientras deja caer su cabeza en mi hombro. Después de unos segundos, él se pone rígido y rápidamente se desliza fuera de mí. Estoy asustada y agarro su brazo, pero este se desliza inmediatamente. ―¿Qué pasa? Sus dedos pasan a través de su cabello. ―Estaba tan inmerso… que olvidé completamente la protección. ―Sus ojos marrones son amplios y después, el brillo del sexo no está en ningún lado―. Esto nunca me ha pasado antes… nunca lo olvido. Lo siento tanto. ―Está bien ―digo, sentándome―. Estoy tomando la píldora y sé que te revisas para las enfermedades de transmisión sexual todo el tiempo debido a tu trabajo. Él frunce el ceño. ―Esas cosas siempre fallan, la píldora, quiero decir. Me encojo. ―Han funcionado por los últimos seis años de mi vida. No voy a comenzar a preocuparme ahora y tú tampoco deberías. Todavía temblando por mi orgasmo, me pongo de pie y voy a la ducha. Por suerte, las tres habitaciones tienen baño privado. La habitación de papá tiene una bañera de hidromasaje y una ducha mientras la mía y la de Selena solo tienen una ducha y un aseo. Todavía es hermoso y moderno con bancos de caoba profundos y azulejos color chocolate, y no digamos el estado de la ducha con paredes de cristal de arte, pero una bañera habría sido agradable. Enciendo la luz y entro. Mientras me dirijo a la ducha, atrapo un vislumbre de mí en el espejo y esto me detiene en seco. Nunca me he visto

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tan… satisfecha antes. Los hilos delgados de mi largo cabello chocolate flotan alrededor de mi cabeza y mis mejillas son de color rosa, como si hubieran sido pellizcadas. Sonrío ante mis también brillantes ojos y paso mi mano sobre mi rostro. Podría acostumbrarme a esto. Doy un paso hacia la ducha y la pongo tan caliente como puedo tolerarla, dejando a las delgadas láminas de fuego golpear a través de mi espalda. Cuando salgo de la ducha estoy tan cansada que solo dormiré. La puerta del baño se abre y apenas puedo distinguir la gran silueta de Seth a través del cristal empañado. Cuando la puerta de la ducha se abre, el aire frío entra precipitadamente haciendo mis pezones endurecerse al punto máximo. Tiemblo y lo arrastro dentro, rápidamente. En cuanto la puerta se cierra logro calentarme otra vez. Seth llega alrededor de mí por la esponja de exfoliación y vierte un extraño jabón rosado que huele como pepino y sandía sobre esta. Sus grandes manos masajean la esponja hasta que ésta echa espuma y luego me gira lejos de él. Jadeo cuando siento su cuerpo mojado, desnudo prensarse contra mi espalda. Enjabona la esponja y sus dedos se arrastran a lo largo de mis hombros mientras él pone mi cabello a un lado. Todavía siento sus dedos sobre mi piel desnuda cuando desaparecen y son substituidos por la almohadilla áspera y cálidas burbujas. La esponja se desliza sobre la base de mi cuello antes de deslizarse en movimientos circulares sobre mis hombros y entre mis omóplatos. Cierro mis ojos cuando la desliza abajo al medio de mi espalda, deteniéndose justo antes de que comience mi trasero. Seth arrastra la esponja en rítmicas caricias de vuelta a mi cuello y lo conduce a lo largo de mis brazos. Pronto, siento que la esponja se cae al piso de la ducha y abro mis ojos cuando desliza sus manos jabonosas alrededor de mi cintura. Fácilmente van a la deriva a través de mi estómago y luego debajo de mis pechos. Felizmente cierro mis ojos otra vez y descanso mi cabeza contra su pecho. Nunca he sido lavada por alguien más antes y el pensamiento de alguien como Seth haciéndolo me emociona. Puedo sentir todo mi cuerpo superior enjabonado y limpiado a fondo. Él me retira hacia atrás un poco y el agua lava el jabón de mi cuerpo. Da un paso adelante otra vez y desliza sus manos más abajo, rozando mi muslo interior. Instintivamente, mis ojos se abren y me encuentro con mi propio reflejo en el gran espejo del baño. Seth ha limpiado el vapor del cristal y ni siquiera lo había notado. Mi cabello se adhiere a mi piel, cubriendo la parte izquierda de mi hombro. Siento la subida de calor extra en mis mejillas bajo su mirada y creo que no lo nota. Estoy ya en un ligero tono de rosado debido al calor del agua. La humedad

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brilla sobre mi piel a medida que más zarcillos de agua ruedan sobre mi hombro y bajo mi pecho. Seth está de pie bajo la ducha, dejando a la corriente caliente golpear la parte posterior de su cuello y caer rodando a ambos lados. Sus ojos chocolate están sobre mi rostro mientras sus manos vagan libremente sobre mi piel lisa. ―Eres hermosa ―susurra en mi oído, enviando a un escalofrío hacia abajo por mi espalda. No puedo evitar la sonrisa que se extiende a través de mis labios. ―Estas siendo un tonto. ―Me río nerviosamente, colocando mis manos sobre las suyas mientras masajean mi estómago y mis caderas―. Has visto a muchas mujeres desnudas… ―No como tú. ―Baja su boca a mi cuello y besa mi carne caliente―. Nunca como tú. Mi labio inferior cae un poco ante sus palabras, dejando mi boca ligeramente abierta. Si tenía alguna reserva sobre entrar en una relación con Seth antes, esta se ha ido completamente ahora. Lo quiero, no, lo necesito en mi vida. En el poco tiempo de conocerlo, él le ha dado vuelta a mi mundo, más de una vez. Puede hacerme enojar, entristecer y confundir todo en el mismo minuto, pero puede también hacerme más feliz de lo que alguna vez he sido. Estar alrededor de Seth es apasionante y peligroso y me gusta esto… me gusta él. Nuestro reflejo se vuelve poco claro cuando el cristal se empaña otra vez y él cierra la ducha. Piel de gallina estalla sobre mi piel cuando empujo la puerta abriéndola y me paro sobre el suave felpudo, marrón. Vapor flota de nuestra piel caliente mientras Seth agarra dos toallas y me da una para mí. Nos secamos en silencio, pero de tanto en tanto él me sonríe con una perezosa, adorable sonrisa, haciéndome reír. Cuando regresamos al dormitorio, encontramos nuestra ropa y nos la ponemos. Ahora, la cama doble extra grande me atrae. Mis párpados están pesados y todo lo que quiero es dormir. ―Déjame arroparte antes de que me vaya. ―¿Quieres arroparme? ―pregunto con incredulidad. ―Desde luego. Cuido de lo que es mío. ―Y yo soy tuya ―murmuro, retirando las sábanas y subiéndome. Seth se acerca a mi lado de la cama, sonriendo con una sonrisa orgullosa. ―Tú eres mía.

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Él tira las pesadas mantas sobre mí y se inclina hacia abajo para besarme suavemente en los labios. ―Te veré mañana. Asiento y sofoco un bostezo. ―Nos vemos. Antes de que él incluso haya dejado la habitación, mis ojos se cierran. Intentar abrirlos otra vez causa dolores innecesarios entonces no me molesto. Mi corazón se hincha. Esta noche no era sobre sexo. Él estaba tan tierno y atento… quería que viera cuánto se preocupaba por mí. No estoy segura de cuánto tiempo después de que él se fue me dormí, pero sé que cuando el sueño me llevó, tenía una amplia risa sobre mi rostro.

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14 Conducir de regreso a Portland me deprime. Tuve un tiempo muy bueno en Concord con Seth y su equipo. No fue mucho. La mayor parte del tiempo Seth y todos los demás estaban en el gimnasio entrenando por ridículas cantidades de tiempo, dejándonos a Selena y a mí para pasear. Aunque la pasamos bien, fue definitivamente un muy necesitado descanso, pero ahora que estamos en casa, tengo que lidiar con todo lo demás, como Blade y Mason. La pequeña caja roja aterciopelada que Blade me dio todavía está situada sobre mi mesita de noche. No la he abierto, pero lo haré hoy cuando esté sola y se la devolveré esta tarde. Quiero a Seth, no a Blade. No puedo tener a Blade interfiriendo y jugando con mi cabeza. Él me dio un anillo sin explicación. Esto apenas es romántico. Seth no me ha dado nada y sin embargo ha logrado hacerme sentir que soy especial para él. ―¿Vas a devolverle el anillo a Blade hoy? ―pregunta Selena, sacándome de mis pensamientos. La mano de Seth aprieta el volante brevemente y él mantiene sus ojos color chocolate sobre la carretera, pero sé que está escuchando. Le dije a Selena esta mañana que le devolvería el anillo a Blade. ¿Si tenía preguntas, por qué no me las hizo entonces? Odio conversar acerca de Blade delante de Seth. Es incómodo. Echo un vistazo sobre mi hombro, Selena está masticando sus uñas de color rosa brillante y Jackson duerme profundamente con su cabeza en su regazo vestido de mezclilla. Devuelvo mi mirada a la carretera delante de mí, no prestando atención a ninguno de los edificios moviéndose rápidamente por delante. ― Sí, iré a verlo hoy. ―Iría contigo, pero papá llamó y me quiere en la oficina hoy. Agito la mano prontamente. ―Está bien. Probablemente debería hacerlo sola de todos modos. Seth apoya su codo en el descanso entre nuestros asientos y pregunta: ―¿Él es una persona violenta? ―No ―contestamos al unísono Selena y yo.

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―Él no es violento ―Selena siente la necesidad de decirlo―, pero es persistente y despreciable. Siempre tiene mierda en su manga. He perdido la cuenta de cuántas veces estos dos han roto y milagrosamente terminaron de nuevo juntos. Estoy frunciendo el ceño hacia ella por el espejo en mi visera de sol, pero ella no me mira. Su atención está sobre sus uñas rosadas de mierda. ―Debe tener un pene mágico porque no hay manera de que siga saliendo con alguien que me engañaba cada semana. ―Está bien, Selena ―espeto, cruzando mis brazos sobre mi pecho―. Lo entendimos. ―Mierda, lo siento. ―Puedo llevarte ―ofrece Seth, pasando un pulgar a lo largo de mi muslo, consoladoramente. Niego. ―No, solamente empeorará las cosas. Él no coopera bien bajo presión. ―Te llevaré ―dice y me doy cuenta que su oferta no era en realidad una oferta, sino una demanda. Abro mi boca para protestar, pero sus palabras me cortan―. Me quedaré en el auto con Jackson. Por lo menos tendrás a alguien ahí si se decide a hacer algo. Sus ojos autoritarios bloquean los míos brevemente antes de que vuelvan a la carretera. No voy a pelear. Si quiere llevarme a la casa de Blade, entonces está bien. Veo la casa gigante y de aspecto de arenisca de Selena en la distancia mientras conducimos por su calle. En el momento justo Jackson el bello durmiente bosteza, despertando de su muy larga siesta. ―¿Estamos aquí ya, huh? ―La voz de Jackson es ronca por el sueño. Abro mi boca para contestar, pero los distintivos ruidos de besos y risas tontas me detienen y hago rodar mis ojos. Si hay una cosa que no extrañaré de este viaje son las largas sesiones de besos entre Selena y Jackson. Jesús. ¡Esto es de nunca acabar! Afortunadamente, nos detenemos frente a la casa de Selena. ―Te llamaré ―me grita Selena mientras sale y Jackson la sigue. Directamente en frente del auto prácticamente follan entre sí como despedida y gimo, lanzando mi cabeza de vuelta contra el asiento. ―Tú debes ser verdaderamente feliz de estar lejos de esto. ―Seth se ríe, reclinándose en su asiento.

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―No tienes ni idea. Su mano se curva alrededor de mi muñeca y la hala a sus labios, besándola suavemente. Sus labios están sorprendentemente cálidos sobre mi piel y hormigueos estallan en mi estómago. ―Cuando terminemos aquí vamos a pasar por tu casa, conseguir ese anillo y devolverlo a ese tipo de mierda. Inclino mi cuerpo hacia él. ―¿Detecto celos? ―bromeo. Él ríe contra la palma de mi mano. ―¿Celos? No ¿Posesión? Tal vez. Si alguien va a comprarte cosas en bonitas cajas rojas, soy yo. Tiro mi mano hacia atrás. ―Gracias, pero no necesito que me compren cosas para ser feliz. Blade parece pensar que lo hago, pero eso solo refleja lo poco que en realidad sabe de mí. ―¿Y qué necesitas para ser feliz? Me siento un rato mientras pienso. Nunca me han hecho una pregunta así antes. Meto un mechón de mi cabello detrás de mi oreja antes de hablar. ―Quiero lo que todos quieren, supongo. Salud. Amigos leales. Amor. No sé… Él me sonríe con satisfacción, sus ojos brillando con admiración. ―Si escogiera algo materialista, elegiría un baño. ―¿Un baño? ―repite, casi risueño. ―Sí, un agradable baño de espuma caliente. Han pasado años desde que he tenido uno. Él deja caer mi mano y pasa sus dedos por su cabello. ―Eres tan buena que ni siquiera puedo manejarlo. ―¿Soy buena? ―me mofo, casi ofendida. Nunca me han llamado buena antes―. No soy buena. Se extiende a un lado para apretar mis mejillas ya rosadas y le doy un manotazo alejándolo. ―Bueno, ¿a dónde ahora? ―pregunta Jackson, deslizándose atrás en el auto y cerrando de golpe la puerta detrás de él. Su rostro se interpone entre nuestros asientos y lo miro. Cuando pienso en ello, Jackson y Selena lucen

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muy similares. Su cabello es un poco más oscuro, pero ambos tienen los mismos ojos verdes y la estructura facial, afilada y angular. ―Vamos a pasar por la casa de Olivia y recoger algo para dejárselo a su ex ―le dice Seth a Jackson como si no fuera gran cosa. ―¿Vamos? ¿Estás seguro que esa es una buena idea? ―No ―declaro firmemente. ―Sí ―contesta Seth sobre mí―. Creo que es una muy buena idea. Su ex es un cretino. Jackson se inclina hacia atrás en el asiento y su obvia desaprobación pende de un hilo, haciéndome sentir incómoda. ―Mayor razón para no ir ―contesta. ―Eres más que bienvenido a caminar a casa ―dice Seth, saliendo a la carretera. ―Seth… ―No ―interviene Jackson―. Te acompaño, solamente no hagas nada estúpido. Echo un vistazo de reojo a Seth. Su rostro es neutro, desprovisto de cualquier emoción específica. Él no haría nada estúpido, ¿verdad? La última cosa que quiero es conseguir lastimar a Blade o a Seth en problemas. Cuanto más nos acercábamos a mi casa, más nerviosa me ponía. No tengo ni idea de lo que voy a decirle a Blade o si incluso estará en casa. Saco el teléfono de mi bolsillo. ―Probablemente debería llamarlo. Marco su número y lo pongo en mi oreja. Él contesta inmediatamente. ―¿Bebé? Seth me mira ligeramente y frunce el ceño. Creo que lo escuchó. Momentáneamente, estoy insegura de qué hacer. Si lo corrijo o solamente lo ignoro. ―¿Olly? Joder. Lo corregiré la próxima vez. ―Blade, hey. Él parece optimista y entusiasmado, como si esperara buenas noticias de mí. ―¿Cómo estás? Hay un silencio sepulcral en el auto y esto me desconcierta.

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―Bien, gracias. ¿Vas a estar en casa hoy? Necesito… ―Sí, estaré en casa todo el día. ¿Cuándo piensas venir? ―Debería estar allí en media hora. ―Miro a Seth y él asiente. ―¡Genial! Realmente te extrañé, Olly. Casi me estremezco. ―Sí, nos vemos entonces. Cuelgo y guardo mi teléfono en su sitio. Mis dedos nerviosamente se encuentran entre sí, enredándose en un tenso movimiento nervioso. Cuando nos detenemos frente a mi casa, agarro mi bolsa de viaje del piso y salto del auto. Seth y Jackson esperan mientras corro escaleras arriba para agarrar la pequeña caja roja. No me molesto en cambiar mi ropa. Estoy demasiado cómoda en mis vaqueros y camiseta. Paso a mi dormitorio e inmediatamente encuentro la caja roja sobre mi mesita de noche. Mi bolsa de viaje aterriza con un pequeño golpe en la alfombra junto a mí y doy un paso adelante. Agarro la caja y siento el agradable material aterciopelado sobre mis dedos antes de que lo empuje en la palma de mi mano. Por alguna razón, mis manos tiemblan y me siento un poco ansiosa. Estoy noventa y nueve por ciento segura de lo que hay dentro… pero no sé qué tipo de emociones van a ser abiertas con la caja. Esta cruje cuando mi dedo índice la empuja para abrirla un poco. Tomo dos respiraciones profundas, dentro y fuera, dentro y afuera, y abro el resto del camino. Inhalo bruscamente, totalmente abatida por el bonito anillo de oro incrustado en la tela de seda blanca. Es realmente hermoso y algo que definitivamente habría apreciado cuando estábamos juntos. Pero ahora, no lo quiero. Esto representa todos mis errores y todo de lo que trato de aprender y crecer. Cierro la tapa y la meto en el bolsillo de mis vaqueros, haciéndolo abultarse ridículamente. No quiero pasar mucho tiempo aquí entonces corro hacia la puerta de calle, asegurándome de cerrarla detrás de mí. Le doy la dirección de Blade a Seth cuando regreso al auto, pero aparte de eso nadie me dijo nada, gracias a Dios.

* * * Cuando nos detenemos en el camino de entrada de Blade las mariposas en mi estómago se han ampliado diez veces y casi lloro. El pensamiento de

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la vista del rostro de Blade cuando le regrese este anillo va a ser horrible, especialmente sabiendo que probablemente gastó mucho dinero en ello. ―¿Quieres que vaya contigo? ―pregunta Seth, acariciando mi muñeca con su pulgar. Una pequeña risa se cae de mis labios. ―No, no creo que vayas a ser bien recibido. ―Estamos aquí si nos necesitas ―dice Jackson, metiendo su cabeza entre nuestros asientos otra vez. Y le sonrío. ―Gracias. Saco la pequeña caja de mi bolsillo y abro la puerta. La casa de Blade es muy parecida a la mía. Es un complejo de apartamento con una escalera delantera que conduce directamente a su puerta. Salgo del auto y cierro la puerta detrás de mí. Blade aparece en lo alto de la escalera y no hay ningún signo de felicidad en su rostro. Sabía que tendría que haber venido sola. Él mete las manos en el bolsillo delantero de sus vaqueros. ―Por favor, dime que sólo te está dejando. Niego mientras me acerco a las escaleras. ―Esto no tomará mucho tiempo. Sus ojos azules me miran ferozmente pasando de mí al auto de Seth. Temor rueda por mi estómago cuando escucho dos puertas del auto que se abren y cierran. Doy la vuelta y veo como ellos se apoyan contra el auto esperando a que Blade haga algo. Jackson sacude su cabeza ligeramente casi como si dijera “te lo dije”. El rostro de Seth intimida, incluso para mí. Sus gruesos brazos están cruzados sobre su pecho y sus ojos son oscuros y temerarios. Trato de darle mi mejor rostro “relajado” y estoy segura de que él sabe lo que quiero decir. Me vuelvo hacia Blade que todavía mira a los chicos con mucha repugnancia y odio. ―Olvida que ellos están siquiera aquí ―digo, subiendo la escalera. Él arrastra sus ojos sobre mi rostro y sonríe hacia mí, mostrando sus hoyuelos. ―Fácil de hacer. ¿Quieres entrar? ―No. Él casi se estremece. ―¿Por qué no?

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―Porque no quiero quedarme mucho tiempo… ―Le tiendo la pequeña caja roja―. No puedo aceptar esto. Él no la toma. ―Lo compré para ti. ―Lo sé, pero no estamos juntos. Está mal para mí tomarlo. ―Entonces considéralo como un regalo de “quiero que vuelvas”. Oh muchacho. Esto no va a ser fácil. ―Es hermoso, realmente lo es, pero no lo quiero. ―Olly, bebé… ―Y tienes que dejar de llamarme bebé. Es inadecuado. Él levanta su voz, cada vez más enojado y dominante. ―Como la mierda lo es. Fuiste mi novia durante seis años. Me he ganado el derecho de llamarte así. Me burlo. ―No has ganado una maldita cosa. Fuiste mi novio durante seis años. Yo fui tu novia por dos. Eso fue cuando tú comenzaste a engañarme. ―No creo que haya sido… ―Dos años, Blade. Él mira fijamente, esperando que diga o haga algo. La mirada de Blade se arrastra sobre mi cabeza a Seth y luego de regreso a mí. ―¿Y crees que él se interesa por ti? Casi me río. Seth realmente se preocupa por mí. He pasado suficiente tiempo con él para saber que lo hace. ―Sí. ―Confía en mí. ―Su mano descansa sobre mi hombro―. Lo he visto con chicas en el Heaven. Él no respeta a las mujeres, Olly. ¡Ja! Mirando. La. Paja. En. El. Ojo. Ajeno. Me encojo de hombros apartándome de él. ―No sabes una maldita cosa sobre él. Entiendo qué impresión da, pero él es diferente conmigo. Blade mete su labio inferior entre sus dientes, un hábito molesto que he tenido que aguantar los últimos seis años. Para evitar verlo, trato de evitar discutir con él.

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―¿Lo has follado? ―suelta sobrecogiéndome de mis molestias pasadas. Mi voz sale mucho más tranquila de lo que me propongo. ―Eso no es de tu incumbencia. Blade pasa delante de mí, casi golpeándome a su paso. El pánico arde en mí, esto es exactamente lo que quería evitar. Mis piernas tiemblan y amenazan con ceder cuando salto de las escaleras y persigo a Blade. Esto es demasiado drama para manejarlo. Una leve sonrisa tira de los labios de Seth y su gran cuerpo abandona el auto mientras Blade se acerca. ―¿La has follado? ―exige Blade, deteniéndose muy cerca de Seth. Hay un destello artero en los ojos de Seth y me doy cuenta que lo he visto antes. Tiene la misma mirada que tenía ese día en mi trabajo. ―He hecho más que eso. ―Seth sonríe con satisfacción. Jackson se abre paso entre los dos hombres y sus manos vuelan al pecho de Blade, causando que su camiseta amarilla se frunza. Lo hace retroceder un poco. ―No hagas nada estúpido, hombre ―le advierte Jackson en voz baja. Blade lo ignora y lo empuja hacia atrás. ―Tú probablemente la has follado también. Me estremezco. Escucharlo hablar de mí con un tono tan disgustado hace que mi pecho se apriete. Miro a Seth, él fulmina con la mirada a Blade ahora, sus ojos brillan con un destello oscuro y letal. Trago duramente, sintiendo mis manos comenzar a temblar con pánico. ―Nah, hombre ―le asegura Jackson, casualmente―. Ella es suya. ―¿Suya? ―Él casi escupe la palabra y hunde sus ojos azul hielo hacia mí―. ¿Suya? Trago con fuerza. ―Sí. Pensé que estaría feliz restregándole a Seth a Blade en la cara, pero lamentablemente… me hace sentir como una mierda. ―Pero te vi en Internet. Parecías tan incómoda y llevabas el vestido que compré para ti. Pensé… ―Eso no quiere decir nada… Selena me hizo tomar el vestido.

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Dirijo la cajita roja de nuevo hacia él. Su mirada cae a la misma y luego de vuelta a mi cara. En mis seis años de noviazgo con Blade, nunca lo había visto tan herido… y es demasiado para mí. Tengo que irme. ―Tómala ―dice Seth, recostándose contra el coche―. Ella no lo quiere. Los dedos largos y delgados de Blade alcanzan y se enrollan alrededor de la caja. Sus dedos fríos permanecen en los míos por un tiempo más largo y se me cae la mirada al concreto antes de tirar de mi mano. Blade se mueve hacia un lado y sin mirarlo me dirijo hacia el coche. Cuando estoy al lado de Seth, su voz rompe el silencio incómodo. ―¿Sabes lo que hice después de la pelea? ―le dice Seth a Blade con una sonrisa sardónica. Oh, mierda. Mis ojos se abren y la sangre se drena de mi cara. ―Seth… ―Arruiné el vestido. Él no dijo eso. Miro a Blade, su rostro no se puede leer, pero encarna la justa ira por el modo en que su cuerpo se vuelve tenso. Abro la boca para hablar, para decirle que Seth está mintiendo, que no arruiné el vestido y sólo está tratando de conseguir estar por encima de él, pero el gruñido enojado de Blade me obliga a apretar la boca cerrada. ―¡Hijo de puta! Antes de que Blade tenga la oportunidad de acercarse a Seth, Jackson está presionando sobre él, tratando de alejarlo. Seth se adelanta y me lanzo hacia él. Debajo de mis manos sus músculos están tensos y listos para actuar. ―Relájate ―grita Jackson mientras Blade se revuelve en su contra. Jackson puede controlar fácilmente a Blade. Él no es más grande que Seth, pero es un infierno mucho más grande que Blade. Los inocentes transeúntes pasan rápidamente, incapaz de apartar los ojos de nuestra situación. Tenemos que salir de aquí. Alguien estará obligado a llamar a la policía en cualquier segundo. No sé mucho sobre el torneo de Seth, pero sí sé que una pelea de cualquier tipo no será bien visto por ellos. ―Vamos ―le siseo a Seth, tirando de su brazo. Él no me presta atención y le doy un codazo en las costillas. Nada aún. Le doy un codazo nuevamente, esta vez más fuerte y gruñe, finalmente prestándome atención―. Dije, vamos.

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―Vamos, Jackson― Seth lo llama despreocupadamente, caminando a su lado del coche. No pierdo el tiempo en abrir la puerta y subir en el coche. Tengo que salir de aquí. No puedo soportar ver la expresión de disgusto y depresión de Blade por un segundo más. Jackson endereza su camiseta negra y se dirige de nuevo hacia el coche. Dejo caer mi atención hacia mis piernas no me atrevo a hacer contacto visual con Blade. ―Lo siento ―se disculpa Seth. Lo miro y me da una culpable, casi triste sonrisa―. No debí haberlo provocado. ―Guárdatelo. No lo sientes en absoluto. Como lo esperaba, una sonrisa arrogante tiró de sus labios y fruncí el ceño hacia él. La puerta se cierra de nuevo y Jackson mete su cabeza entre los asientos por tercera vez. ―¿Puedes creer las bolas de ese tipo? Jesús. Iba a tratar de enfrentarnos a ambos. Me burlo ―Él no hubiera hecho nada. Seth arquea una ceja. ¿He dicho algo raro? ―¿Lo estás defendiendo? ―se burla Jackson, echándose hacia atrás en el asiento―. Increíble. ―Mierda ―gruñe Seth ―. Tal vez él tiene una polla mágica. Jackson se ríe, pero no me resulta nada gracioso. En lo más mínimo. ―Él no tiene una polla mágica ―escupo―. Ustedes dos están simplemente siendo inmaduros. Pobre chico. Estaba tratando de devolverle su regalo y hacerlo más fácil para él tanto como pudiera. ―¿Él lo hizo más fácil para ti cuando te engañó Dios sabe cuántas veces? ―La voz de Seth es difícil. ―No, pero… ―Pero nada. No le debes nada. ―Él pasa la mano por su cara, exhalando profundamente―. Si no hubiese estado en este maldito torneo, no sabría qué le hubiese hecho sólo por usar ese tono agresivo contigo. Es un pedazo de mierda. Te mereces algo mejor que eso. Algo en mí se dispara, enviando mi medidor de ira como cohetes al cielo.

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―¿Quieres decir que me merezco a alguien como tú? ¿Alguien del que no sé nada y que no tiene que pelear para follarme, pero tiene un gran problema con las relaciones? Sí, tengo todo lo que me merezco allí mismo. Al cabo de unos segundos y unas cuantas respiraciones largas y profundas me doy cuenta de que podría haber sido un poco dura. Froto mi frente, lamentando todo lo que dije. Lo siento por Jackson. Conversaciones serias como estas son algo que deben mantenerse en privado, no compartirlo. Él debe estar tan incómodo en estos momentos. Mis manos y mis piernas tiemblan nerviosamente todo el camino a casa. Ni una sola vez miro en la dirección de Seth, incluso cuando siento su mirada en mi cara. Cuando nos detenemos frente a mi casa, le digo un rápido adiós y me deslizó del coche. Apenas estoy empezando a caminar cuando oigo otra puerta del coche cerrarse. Por supuesto que me seguiría mientras no estoy de humor para su actitud. Me detengo de caminar y me doy la vuelta. ―No vas a llegar lejos con ese adiós de mierda ―dice, mientras me acecha. ―¿Qué es lo que quie…? Sus manos circundan mi cintura y su boca se comprime contra la mía, tomando literalmente mi aliento. Él es cálido, es siempre cálido. Cuando se retira y me deja ir, casi me tropiezo hacia atrás. El beso fue tan intenso. ―Lo siento por hacer las cosas más difíciles para ti, pero no me arrepiento por presionar a ese idiota. ―Sonríe y juraría que no dije ni una palabra para molestarlo―. Ahora tengo que ir al entrenamiento, pero voy a estar de vuelta esta noche. Sintiéndome desafiante, pongo mis manos en las caderas. ―¿Qué pasa si estoy haciendo algo? Él arquea sus cejas una vez con engreimiento ―Vas a estar. Arqueo una ceja. ―Yo ―añade con un guiño―. Te veré más tarde. Miro el coche desde la base de mis pasos hasta que desaparece de mi vista. Al igual que la frustración que siento hacia Seth se ha ido. Sólo hacía falta un beso y lo había perdonado. Soy como masilla cuando se trata de él y sabe exactamente cómo moldearme.

* * *

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Han pasado menos de cuatro horas desde que vi a Seth y de nuevo me he quedado sin cosas que hacer. Limpié, tomé una ducha y vi una película. Me levanto desde el sofá y entro en mi habitación. Una siesta suena bien. Me acerco a la cama y me doy un golpe en el dedo del pie en mi bolsa de viaje. ―Para el lavado. ―Exhalo, recogiendo la bolsa y contenido sobre mi cama.

vertiendo su

Lo primero que cae es una de las sudaderas de Seth. Se había olvidado de ella y la dejó en mi habitación. Recuerdo meterla en el bolso por si acaso papá lo veía. No lo hizo y no sospechó nada al día siguiente tampoco. No es que fuera a mencionar nada de haber oído a su hija tener sexo… eso sería incómodo. Agarro el teléfono de la mesita de noche y marco el número de Seth. No hubo respuesta. Llamo a mi papá. Debería ser capaz de obtener la dirección de Seth sin problemas, suponiendo que lo tenga. ¿Qué pensará Seth si me presento en su casa para dejar su sudadera? ¿Me estoy imponiendo? No me puedo imaginar lo que soy ahora después de todo lo que pasamos en Concord. Sé que puedo esperar hasta que llegue aquí, pero no quiero. Quiero verlo. ―Hey, ¿Olly? ―responde papá. ―Sí papá, soy yo. Hey, ¿tienes la dirección de Seth? ―Sí, voy a buscar en mis archivos. Oigo el sonido del traqueteo del archivo golpeando en el fondo de su oficina ―Es uno cero tres Promenade Way. ―¿En serio? ¿Como el Promenade Way en las colinas? Promenade Way es una localidad a treinta minutos y a las afueras de la ciudad. He estado allí dos veces y si pensaba que la casa de Selena era increíble, no tenía nada que ver con los palacios de prestigio allá arriba. ―Esa es la única. Tengo que irme cariño, dos hombres están a punto de pelea por la máquina de remo. ―Ten cuidado. No hagas nada estúpido y pídele a alguien que te ayu… ―Colgó―. También te quiero ―gruño tirando mi teléfono en la cama. Frunzo el ceño. ¿Cómo Seth vive en Promenade Way? Sé que el torneo amateur le está pagando por cada triunfo, pero no creo que sea suficiente para cubrir ni siquiera una cuarta parte del costo de las casas de allá. Mi curiosidad es demasiado fuerte para no ir y echar un vistazo por mí misma por lo que me deslizo en mis tenis y lanzó una delgada chaqueta blanca

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encima de mi camiseta. No suelo llevar shorts de color rosa de algodón fuera de la casa, pero el clima es muy caliente hoy en día y me burlo de la sola idea de llevar vaqueros. Tomo la chaqueta de Seth, saliendo por la puerta y la meto en mi coche. Mientras conduzco, trato de llamarlo de nuevo. Todavía no hay respuesta. Cuanto más me acerco a su casa, más pienso que es una mala idea. Seth es una persona muy cerrada… no sé si va a apreciar que me presenté así. Pero, por mucho que quiero dar la vuelta, no puedo apartar mi pie del acelerador. Al poco tiempo, me detengo frente a la casa uno cero tres y mi boca se abre. Ciertamente tengo la dirección equivocada. Contemplo la enorme casa de dos plantas y sus hermosos ladrillos de chocolate oscuro. En el segundo piso, hay un pequeño balcón de piedra con pequeños muebles blancos al aire libre. La casa se ve como muerta, tranquila y absolutamente pacífica. Nunca he visto una casa tan… impresionante. Es como si permaneciera aislada y rodeada de hermosos y exuberantes laberintos. Me obligo a apartar los ojos de la casa, tomo la chaqueta, me deslizo fuera del coche y meto mis llaves en mi bolsillo. El jardín delantero es enorme y verde y doblo lo dedos de mis pies en los zapatos contra el impulso de correr descalza sobre él. No hay un bloqueo que evite que intrusos entren, no es que en este lugar haya ese tipo de gente; así que hay valla, supongo. Mis zapatos se adhieren paso a paso a las bonitas baldosas chocolate y más allá del jardín floreciente. Me detengo a mirar las flores, hay tantos colores y todos contrastan contra los ladrillos marrones. ―¿Puedo ayudarle? ―pregunta una ronca voz femenina. Salto, apretando la chaqueta contra mi pecho. Cuando veo a una hermosa mujer madura de mediana edad sentada en una amplia, silla de mimbre me relajo un poco, pero cuando sus ojos café oscuros me miran furiosos, la sensación de tensión retorna. ―Hola ―le digo con toda la cortesía que puedo. Doy un paso más cerca―. ¿Vive Seth Marc aquí? ―¿Has venido por sexo? ―Ella da una calada a su cigarrillo y mi atención se centra en la brillante brasa roja que se enciende cuando lo hace. ¿Qué clase de pregunta es esa? ―No… Sólo estoy… ―Sostengo la sudadera por la capucha ligeramente, pero ella me interrumpe. ―¿Cómo te llamas? ¿Tiffany? No, te ves como una Natasha.

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Sé que no estoy imaginando el insulto unido a sus palabras. Niego y ella se levanta de su silla. Se endereza el hermoso traje color caramelo que viste y se pavonea por las escaleras desde la torre hacia mí. ―Soy Olivia ―declaro. ―¿Y has venido para tener relaciones sexuales, Olivia? Mis labios se abren como mis sentidos y cada centímetro de mi piel se inunda de calor nervioso. ―¡Por supuesto que no. Si me dejara terminar lo que estoy tratando de… Sostengo la sudadera por la capucha y ella me interrumpe de nuevo. ―¿Así que no has tenido relaciones sexuales con mi hijo? ―No, bueno, yo… que… espere. ¿Has dicho hijo? ―Lo hice. Seth es mi hijo. ―Apaga su cigarrillo en la bonita hierba y lo aparta hacia fuera con sus talones, dejando un punto negro en el césped por lo demás perfecto. Su madre es, sin duda intimidante y cuanto más la miro, más de las características de Seth puedo ver, los ojos color chocolate, la altura, los hermosos pómulos. Ella está balanceándose ligeramente, completamente borracha hasta su mente, y estoy asustada. ―Sólo vine a devolver la chaqueta… eso es todo. ―Mi voz es tranquila. ―¿Y por qué la tienes? ―Me la dio cuando estuvimos en Concord. ―En realidad lo dejó en mi dormitorio, pero no le voy a decir eso. Su cara se cae. ―¿Tú eres la chica con la que ha estado gastando todo su tiempo? Medio me encogí de hombros, asintiendo. ―¿Te llevó a ti a Concord con él? Asiento de nuevo. Ella tiene lágrimas en sus ojos y me acerco a tocarla para consolarla. ―¿Olivia? No hay duda de la voz y llevo mi mano hacia atrás antes de que toque el hombro de ella. Es Seth y siento un hormigueo escalofriante por la columna. Él sale de la elegante puerta de entrada y se eleva sobre nosotras desde lo alto de las escaleras. Su cabello está un poco aplastado de lado y sus ojos son duros. Mierda. Lo despertamos. ―Seth, yo…

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Su mamá fija su atención en él ―¿La llevaste a Concord, pero no podías devolver mis llamadas? De repente, comienza a llorar como una borracha, el fuerte grito de Seth me estremece. ¿Es por eso por lo que me mantiene separada de su vida hogareña? ¿Debido a su madre? ―Sabes por qué no contesto tus llamadas, maldita sea, ahora entra. No hay remordimiento en su voz. No le importa que su madre esté disgustada. Veo que su pecho comienza a subir y bajar rápidamente. ―¡No! ―grita y luego se seca las lágrimas. Dejando todo atrás en un santiamén―. Estoy teniendo una charla con mi nueva amiga. Ven. ―Extiende su mano hacia mí―. Vamos a entrar y tomar una copa. Seth se tensa y sé que no soy bienvenida aquí. Amablemente declino su mano. ―No gracias, estoy bien. Sólo vine aquí para devolver su chaqueta. ―Y tú has tenido suficiente ―agrega Seth al final. ―¿Vas a decirme qué hacer? ¿Después de todo lo que he hecho por ti y tu hermana? Seth lame sus labios agitadamente. No parece que le guste lo que está diciendo, pero no quiere corregirla en frente de mí. Su mamá se encorva un poco y aprieta su boca. Creo que va a vomitar. Doy un paso hacia adelante y pongo una mano en su espalda, su cuerpo se mece con arcadas debajo de mí. ―Vete a casa, Olivia ―casi gruñe él hacia mí y doy un paso atrás, luchando contra el impulso de apretar mi pecho. Que tocara a su madre parece haberle ofendido. Su voz no es de buena educación o cuidado. Es duro, difícil y peligroso. ―Pero ella está… ―Dije ¡vete a tu puta casa! ―grita. Su voz es aguda y fría, me apuñala en el estómago como un cuchillo. Girando espinosamente en mi pecho, dejo caer la chaqueta al suelo y me alejo. Mis pies se mueven tan rápido como les es posible, como una tormenta hacia mi coche, con la esperanza de parecer más enojada que con el corazón roto. Me tiro en el asiento del conductor a toda velocidad, dejando el sonido chirriante de los neumáticos detrás de mí. A unos metros de la carretera mi pecho pesa por la tristeza que me ahoga, pero no dejo de conducir… no hasta que haya hecho mi camino.

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15 No sé de qué se va el día, pero es una mierda. Empezó bien, pero rápidamente se volvió una mierda. Me arranco la almohada de mi cabeza y la tiro por el cuarto. Mi cabello se pega a mis mejillas y me lo aparto agitadamente. He estado en la cama desde que llegué a casa hace casi tres horas y no puedo darle sentido a lo ocurrido esta tarde en la monstruosamente hermosa casa de Seth. Entiendo que me presenté sin avisar, pero eso no es motivo para que fuera un completo idiota. Él me despidió como si yo fuera… nada, como si fuera basura. Dejé de llorar hace un rato, pero mis ojos aún están pesados. Él no ha hecho ningún contacto. Nada. Ni siquiera una disculpa con un texto de mierda. Mientras termino con mis pensamientos, mi teléfono vibra y el nombre de Seth parpadea a través de la pantalla. Mi estómago cae. He estado esperando por su llamada, con la esperanza de que lo haría, pero ahora que lo hace… Estoy enojada de que le tomara tanto tiempo. Golpeé ignorar y tiré otra almohada sobre mi cara. Vibra de nuevo. Mis dedos se clavan en la almohada cada vez que mi teléfono hace un ruido. Un par de veces más hasta que se detiene. Vibra dos veces rápidamente indicando un mensaje de voz, lo tomo y marco mi cuenta. La voz robótica y monótona me dice la hora y fecha de la llamada. Me muerdo las uñas con nerviosismo y juro que el robot está diciendo los números lentamente sólo para meterse conmigo. Entonces oigo la voz de Seth. ―Estoy tan jodidamente apenado, O. No quise correrte así… Te acababa de ver con mi mamá y yo… ―exhala―. Me estoy volviendo loco aquí… Te necesito. Él cuelga y el robot me pregunta si quiero borrar el mensaje. Desconecto la llamada y dejo caer el teléfono en mi cama. ¿Qué voy a hacer? No tengo ni idea de cómo manejar esta situación… Nunca he tenido que "arreglar" las cosas antes. Con Blade él se iba y volvía más tarde como si nada. ¿Es así como funciona? Mastico mis uñas hasta que duelen, el pensamiento y hacia dónde ir me enloquecen. Aún estoy tan molesta… No puedo hablar con él ahora mismo porque voy a decir algo estúpido. Media hora más tarde todavía estoy contemplando mi próximo paso, pero luego mi puerta se sacude bajo tres suaves golpes y todos los

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pensamientos huyen de mi mente. Mierda. Probablemente es Seth. Bueno, no es probable. Estoy cien por ciento segura de que es Seth. Me deslizo fuera de la cama y camino a través de la oscuridad hacia la puerta principal. Me muerdo el interior de mi mejilla y me sorprende que no he hecho sangre. Cuando abro la puerta la mirada de Seth se arrastra desde el suelo hasta mi cara. Sus cejas se juntan por encima de sus ojos tristes y lamentables rastrillando sus dientes sobre su labio inferior antes de que me pregunte: ―¿Has estado llorando? ―No ―respondo de inmediato, pero hasta yo puedo ver a través de eso. Mis ojos están hinchados, puedo sentirlo. ―¿Puedo pasar? Me estremezco. ―¿Quieres que te muestre la misma cortesía que me mostraste hoy? ―Él no dice ni hace nada―. No. Vete a casa. Doy un paso atrás y empujo la puerta para cerrarla, sólo que cuando me doy la vuelta la puerta rebota, chocando con la pared. Me enfrento a Seth de nuevo y mis ojos caen a sus pies. La punta de su zapato está en mi apartamento y por alguna razón me irrita. ―Te dije vete a casa. ―Lo hiciste, pero no voy a ninguna parte. No cuando sé que me necesitas. ―Se inclina contra el marco de la puerta, respetando mis límites y no entrando en mi casa―. Sé que herí tus sentimientos y lo siento mucho. Sólo me tomaste por sorpresa. ¿Eso es todo? ¿Lo sorprendí con la guardia baja? ―Me mandaste lejos como si fuera una especie de animal ―siseo ―. Fue… ―Repugnante. Fue egoísta y grosero, y sé que no puedo hacerlo de nuevo, pero al menos deja que me disculpe y te lo compensaré. Ahora estoy aquí… por favor. Atrapo mi labio entre los dientes. Quiere hacer las paces conmigo. Nunca he tenido alguien que quiere hacer las paces conmigo antes. He comprado cosas que no quiero, por la insistencia, pero nunca he tenido a nadie queriendo hablar y pedirme disculpas correctamente. ―Si te dejo entrar, me tienes que contar todo.

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Él asiente e ignoro su vacilación. ―Entra. Da un paso a través de la puerta sacándose los zapatos. Entro a la cocina y saco una botella de agua fría de la nevera. Tengo la garganta seca y creo que es porque estoy deshidratada… o podría ser porque estoy a punto de tener mi primera conversación para hacer las paces de mi vida y estoy nerviosa. Me siento en el banco mientras él se inclina en contra de la nevera. ―¿Así que ella es tu madre? ―le pregunto, desenroscando la tapa de mi botella y tomando un largo y satisfactorio trago. ―En carne y hueso. Puedo sentir que este es un tema incómodo para él, pero tengo que saber lo que realmente está pasando. ―Ella es hermosa. ―En el exterior, tal vez. ―Supongo que es algo que no estás listo para compartir conmigo… Aunque no tengo idea de por qué. ―Nunca quise que la conocieras. Frunzo el ceño y habla rápidamente. ―Ella no es normal. Me burlo. ―¿Has conocido a mi madre? ―Está bien, quizás normal no es la palabra adecuada para usar. Ella es una borracha egoísta y vengativa y estoy avergonzado que hayas tenido que ver eso. Me deslizo del banco y doy un paso prudente hacia él. ―Puedes venir a mí ―dice, sus labios retorciéndose brevemente―. No te voy a enviar lejos. Corro hacia sus brazos y me acerca, tirando de mí apretándome contra él. Entierro la cabeza más cerca de su pecho y planta dos besos en la parte superior de mi cabeza. ―Mi madre no fue siempre una borracha. Solía ser increíblemente cuidadosa, pero luego mi padre murió y no ha sido la misma desde entonces. Es como si me convertí en el padre. Siempre recibo llamadas para

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recogerla en la estación de policía o el hospital y… ―exhala―. Estoy harto de eso, ya sabes. Me tiré hacia atrás para mirarlo a la cara. La idea de su madre realmente le molesta y no me gusta que se sienta tan incómodo, pero tengo que hacerlo. Tiene que ver que va a tomar un infierno de mucho más que eso para asustarme. ―Ella sigue siendo tu madre, Seth ―murmuro. ―Por eso me puse al día con ella, pero he sido demasiado indulgente. Le he dado demasiadas oportunidades. Ella no se las merece. ―No, ¿por qué? ―Honestamente, hay mucho terreno por recorrer. Ella es la razón por la que mi hermana pequeña se mudó, la razón por la que no he sido capaz de superar por completo la muerte de mi padre recordándomelo cada maldito día y estoy harto de tratar con ella. ―Sus brazos me soltaron y se pasa los dedos por el cabello―. Cuando te fuiste esta tarde estaba totalmente enloquecido. Me sentía enfermo y no podía respirar… salté directamente a mi coche para venir aquí, pero decidí ir al gimnasio en su lugar. Me encontré con tu papá y me preguntó si habías encontrado correctamente mi dirección. Sin decir palabra, me fui del gimnasio y sólo he estado dando vueltas durante horas tratando de pensar la manera de hacer las cosas contigo. Su pulgar acaricia mi mejilla. ―Fui a muchas tiendas y miré tantas cosas que pensé que te gustarían, pero a la mitad me acordé de que no te gusta eso. A ti no hay que comprarte cosas para hacerte feliz. Entierro mi cara en su chaqueta negra y una sensación de paz cae sobre mí. Por fin he encontrado a alguien que me entiende y que me escucha. ―Pero ―dice, pasándome el dedo por la mejilla, levanto mi cara de su chaqueta―. Me las arreglé para llegar con dos cosas que te harán feliz. Miro su cara y a sus ojos oscuros, con llamaradas de placer como si supiera a ciencia cierta que va a hacerme feliz. ―Después de hoy, y sobre todo lo que dijiste en el coche, me di cuenta de que hay demasiadas cosas en este mundo que nos pueden separar. En este momento, no nos debemos nada el uno al otro. Si queremos ir por caminos separados, ni siquiera tenemos que proporcionar al otro una explicación y eso no me gusta. Quiero deberte cosas. Quiero deberte una explicación… Quiero que estemos oficialmente juntos con títulos y todo, si realmente quieres.

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Mi boca se abre y todo lo que le doy a cambio es una mirada con los ojos abiertos. Me sorprende que haga eso por mí. ―No me esperaba eso… ¿Qué pasó con tu “yo no hago la cosa de novias”? Sus labios se contraen. ―Tú pasaste. Maldita sea. Es guapo y romántico. A veces, realmente no puedo quejarme de este tipo. ―Te das cuenta de que eso significa que estás oficialmente fuera del mercado ―digo, empujándolo en el estómago duro. Sus cálidas y anchas palmas de sus manos envuelven mi cara y mi aliento se traba. ―Cariño, he estado fuera del mercado desde el momento en que estas mejillas se volvieron del color rosa más sexy. Llamaradas de calor se encienden debajo de mi piel y aparto la mirada ―¿Y cuándo fue eso? ―Cuando te encontré follándome con los ojos. Le empujo y él suelta mi cara. ―No lo hice. Se ríe a carcajadas y me aprieta contra él. ―Lo hiciste. Admítelo. Lo miré un poco por demasiado tiempo, pero ciertamente no hice eso de “follármelo con los ojos”. ―De todos modos… ―Se ríe, besando mi nariz―. Hay una cosa más que quiero hacer para hacerte feliz pero tenemos que entrar en el coche. ―¿En el coche? Él asiente. ―No tienes que traer nada. Vamos al coche. Las manos de Seth descansan sobre mis hombros y vuelve mi cuerpo todavía confundido hacia la puerta. Camina detrás mí, empujándome más cerca y más cerca de la salida. ―No estoy vestida adecuadamente ―digo, mirando hacia abajo a mis pantalones cortos y camiseta sin mangas. Me liberé hace siglos de la chaqueta delgada―. Mis pantalones cortos son demasiado cortos.

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Deja caer sus manos de mi hombro y salto cuando siento un deslizamiento de su grueso dedo a lo largo de la base de la mejilla de mi culo. ―Creo que son perfectos ―gruñe. Siento su respiración en mi cuello y me humedezco inmediatamente. Abro la puerta de entrada y antes de darme cuenta estamos en su coche y conduciendo lejos de mi casa.

* * * Apenas me doy cuenta de los edificios y las calles que pasamos mientras conducimos. Toda mi atención se centra en mi muslo, el punto donde Seth se mantiene dando vueltas con la punta áspera de su dedo índice. Es dolorosamente excitante y tengo que reprimir un grito de asombro cada vez que su círculo se desliza por encima de la cara interna de mi muslo. Cuando quita la mano, mi mente se despeja y me doy cuenta que el desvió que tomamos es exactamente el mismo que tomé a principios de esta tarde. ―Seth… ―le digo, con cautela―. ¿A dónde vamos? Estamos yendo en la misma dirección que su casa, pero él no me llevaría allí. ¿O sí lo haría? ―¿No es obvio? ―pregunta, alzando las cejas hacia mí―. Vamos a mi casa. Seth me mira de reojo y por suerte no hay suficiente iluminación para que pueda ver que mis dedos están apretando con nerviosismo la fina tela de mi camiseta. ―Está bien. Dije que esto te hará feliz y confía en mí, lo hará. Aunque no veo cómo, asiento de todos modos, poniendo toda mi fe en él. La vista de las casas durante el día me dejó alucinada porque eran tan grandes e impresionantes. Ahora, son hermosas y elegantes. Hay algo acerca de la forma pacífica en que las luces de té brillan e iluminan las pasarelas. Quiero luces de té para mi casa. Cuando giramos y nos dirigimos lentamente por la ligera pendiente del camino, apaga el coche y se detiene por un momento. ―No tenemos que entrar si no quieres ―digo.

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Seth deja el coche y viene alrededor para abrir mi puerta. Extiende su mano hacia mí y me toma. ―Vamos a entrar. ―Me sonríe. Trato de no mirar boquiabierta la forma en que las luces amarillas brillan hermosamente a lo largo de la pasarela de ladrillos de chocolate oscuros de su casa. Me hace anhelar pastel de chocolate y crema de vainilla. Yum. Los dedos de Seth se entrelazan con los míos y sonrió hacia él. Seth. Mi novio. ¿Cómo es que incluso pasó? ¿Cómo me siento tan afortunada? Él mete la llave en la puerta principal y ésta abre sin un crujido. Miro por el largo pasillo. Está vacío, no el tipo de vacío que se ve terrible y llano. Es el tipo de vacío que se las arregla para quitar el aliento. Seth aparta su mano de la mía. ―Tú primero. No me muevo. ―¿Tu madre está en casa? No quiero molestarla… ―Mi mamá difícilmente está en casa por la noche. Esta noche no es diferente. Su mano se desliza hacia la parte baja de mi espalda y presiona sobre mí. ―Sólo estamos nosotros. Adelante. Entro en la casa y deslizo mis sandalias junto a la puerta. La mano de Seth asegura la mía otra vez y me jala detrás de él por el largo pasillo. A unos pocos metros por delante del pasillo se detiene y comienza el salón, con sofás oscuros de cuero, alfombras rojas y blancas, una gran TV y esculturas extrañas esto es mucho para digerir. Nunca he visto una casa tan… pensada. Sé que el exterior es hermoso, pero estaba esperando que el interior fuera, bueno, de chico. Ya sabes, ropa y comida por todas partes, un extraño olor a zapato viejo y cárteles de chicas desnudas. Evité la habitación de mi hermano a toda costa por esas razones exactamente. ―¿Qué, sin cárteles de chicas desnudas? ―bromeo. Se ríe sin mirarme. ―No, no tengo doce. Me arrastra a través de la monstruosa cocina, llena de ollas y sartenes colgando, los bancos de acero, las encimeras con detalles en madera y luego por otro pasillo. Éste no está vacío como el primer pasillo. Cuenta con cuadros colgados a lo largo de sus paredes blancas.

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―Nunca habría adivinado que te gustara el arte ―le digo en voz alta. ―Son mis papás, en realidad. Oh. ―Lo siento. Él pone los ojos marrones en mí. ―No tienes nada que lamentar. Seth me escolta hasta una escalera en otro mini salón. A un pasillo que se desvía en tres direcciones diferentes y me lleva por uno en el extremo izquierdo. Abre la puerta al final. ―¿Esta es tu habitación? Dejé que mi mente divagara mientras contemplaba la impecable limpieza y la organización de la misma. Una cama king size enorme parece atractiva desde el otro extremo de la habitación. El otro lado tiene una mesa de café y dos sillones de cuero negros que se sientan delante de una impresionante muralla donde está montada la televisión. Una bolsa de boxeo cuelga de la barandilla de madera en el centro de la habitación con un par de guantes de boxeo azules colgando de la parte superior. ―¿Te gusta? Sacudo y asiento al mismo tiempo. ―Es grande… y… hermosa. Sonríe arrogantemente y me doy cuenta de que acaba de entrar en uno de esos “¿qué es lo que ella dijo?” chistes. Frunzo el ceño hacia él. ―No lo digas. Me muestra sus grandes palmas hacia mí. ―No iba a hacerlo. ―Señala su sofá―. Siéntate allí, voy a estar de vuelta enseguida. Seth desaparece a través de una puerta en el otro lado de la habitación y yo caigo en el sofá. Hay una revista de desnudos sobre la mesa de cristal y me río un poco. Este es sin duda la habitación de Seth. Se asoma por la puerta y hace gestos para que me acerque a él. Nerviosa además de intrigada, me voy a la puerta. La abre de par en par mientras me acerco y su mano toma la mía. Me tira en un cuarto de baño y mis ojos se arrastre sobre la ducha de cristal y dos hermosos lavamanos cuadrados. Son agradables, pero la enorme bañera de hidromasaje en frente de mí capta mi completa atención. El agua se agita y crea burbujas gruesas a medida que aumenta el nivel del agua.

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―¿Un baño? Los dedos de Seth agarran la base de mi camisa y levanto mis brazos mientras la saca por encima de mi cabeza. ―Sólo para ti. Sus pulgares se enganchan debajo de la banda de mis pantalones cortos y los empuja soltándolos al suelo, tomando mi ropa interior con ellos. El vapor caliente que emite desde la bañera flota para besar mi piel. Me dirijo a Seth. ―No hacía falta que corriéramos por un baño. Estaba siendo tonta. Él sonríe, corriendo las puntas de sus dedos a lo largo de mi estómago. ―¿Entonces un baño no te haría feliz? ―Lo haría pero… ¡ah! ―Sin ningún esfuerzo me toma en sus brazos y me lleva a la bañera. Los dedos de mis pies se sumergen primero en el agua abrasadora, seguido lentamente por el resto de mi cuerpo. Mientras mi cuerpo se acostumbra a la temperatura. ―¿No vas a acompañarme? ―le pregunto a Seth, tirando burbujas hacia mí para cubrir mis pechos. ―No, quiero que lo disfrutes. ―Lo disfrutaría mucho más si estuvieras aquí conmigo. Niega. Lo intento de nuevo. ―Me haría más feliz, si estuvieras aquí conmigo. Barre con sus dientes su labio inferior y con una fuerte exhalación, se encoge de hombros en su chaqueta. Lo miro, consigo ponerme un poco demasiado excitada cuando tira de su camisa sobre su cabeza, dejando al descubierto todos sus tatuajes con dibujos intrincados y la piel deliciosamente suave. Su dedo se engancha alrededor del botón de sus vaqueros y los deja caer. Pongo las rodillas en mi pecho mientras él entra. Silba por la temperatura, pero una vez que se sumerge en el agua su cuerpo se relaja. Hay una gran cantidad de espacio entre nosotros por lo que me deslizo hacia él y felizmente me tira entre sus piernas. Mi espalda se apoya contra su frente y cierro los ojos cuando los cálidos labios de Seth presionan contra la parte trasera de mi cuello, enviando una oleada de placer a través de mí.

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―Estoy disfrutando del baño más aún ―gimo, sintiéndolo sonreír contra mi piel. Sus manos se arrastran hacia abajo, rozando suavemente mis pechos. ―Tu casa es muy agradable ―declaro―. No tengo ni idea de cómo fuiste capaz de soportar mi pequeño apartamento. ―Tu apartamento es acogedor. Nunca he tenido una mejor noche de sueño que cuando estuve contigo. Sus palabras son dulces, llenándome de un calor extraño y haciéndome sonreír. ―Has dicho que quieres deberme explicaciones, ¿verdad? ―le pregunto, tratando de hacerme sentir mejor acerca de lo que voy a preguntar. Él no dice nada, sólo asiente. ―¿Cómo es que eres capaz de pagar un lugar así? Su dedo índice traza círculos a lo largo de mi costado, haciendo que mis pezones se endurezcan. ―Bueno, en Seattle mi padre era cirujano y mi mamá era una abogada. Juntos, hicieron un montón de dinero y eran muy inteligentes acerca de sus decisiones... cuando mi padre murió y mi madre se fue por el borde, me pusieron a cargo de las finanzas por el bien de mi hermana. ―¿Qué hizo que te mudaras a Portland? ―Mi mamá llegó al punto de ruptura. Me prometió que conseguiría mejorar, pero la única ciudad que ofrecía el programa en el que quería ponerla era aquí en Maine. Ella todavía está asistiendo a su primer período de sesiones. ―¿Y tu hermana ? ¿Vive aquí también? ―No, Maddi está en Las Vegas viviendo con su novio estrella de rock. ― Su tono se vuelve agresivo hacia el final―. Ella solía hacerlo, pero mi madre y ella no se llevaban bien. Debajo de mí, siento a Seth ponerse un poco tenso y creo que he alcanzado el punto máximo de preguntas. La última cosa que quiero hacer es empujar cuando ha estado tan dispuesto a responder a mis preguntas. Lo acaricio, dejando a mis uñas crear un patrón aleatorio en sus piernas. Detrás de mí, bajo mi espalda, me doy cuenta de lo mucho que le gusta y le sonrío. Me giro en el agua hasta que mi frente está contra él. Deslizo mi cuerpo con jabón contra su firme torso,

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presionando mis labios contra su pecho y luego su cuello. Gime cuando chasqueo mi lengua para saborear su mandíbula y arrastro su labio entre mis dientes cuando lo beso. Mi mano se desliza hacia arriba en su muslo, pero su mano se dispara rápidamente, atrapando mi muñeca. ―¿Pensé que querías un baño? ―se burla de mí, ladeando su cabeza. Sintiéndome audaz, le digo: ―¿No puedo tener los dos? Él trae su boca a la mía y mis latidos se elevan a un nivel superior. Mis entrañas se aprietan por la anticipación, a la espera de que Seth ponga sus manos sobre mí. ―Eres insaciable. ―Se ríe, sus labios ligeramente rozando el mío. ―Lo soy en lo que se refiere a ti. Hay llamas en sus ojos oscuros, satisfecho con mi respuesta y estrella sus labios con los míos. Sus dedos se mueven constantemente hacia arriba acariciando la delicada piel de mis costados mientras su lengua húmeda barre a través de mi labio inferior. Con una caliente oleada de excitación, mi boca se abre instantáneamente para él, y no pierde el tiempo en lanzar su lengua dentro. Mi pulso martillea por mis venas como siempre lo hace cuando estamos intimando. Las manos de Seth exploran la curva de mi cintura antes de agarrar mi culo y tirar de mí encima de él. La sensación de sus duras y firmes manos contra mi cuerpo me vuelve loca, y no hay manera de que pueda detener el gemido que se me escapa. El sonido de mis gemidos hace eco contra las paredes, flotando a nuestro alrededor y puedo sentir lo duro y listo que está entre mis muslos. Saber que está así me hace temblar de placer y empujo mi cuerpo con más fuerza contra él mientras su mano se desliza por mi cuerpo, apretando alrededor de mi cadera. Un delicioso hormigueo comienza a extenderse a través de mi pecho, y gimo con avidez, mientras mi excitación comienza a palpitar sin piedad entre mis piernas. Seth tira su boca de la mía y me centro en su cara mientras desliza una mano entre nosotros. Levanto mis caderas mientras acaricia mi centro con su erección. Mido el tiempo perfectamente y cuando pasa directamente debajo de mí, me dejo caer de rodillas introduciéndolo en mí hasta llegar a la base. ―¡Joder! ―jadea Seth, agarrando mis caderas con una presión devastadora. El agua salpica y se eleva alrededor de nosotros mientras rebota y rechina en sus caderas. Mantengo mis ojos en su rostro, totalmente

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hipnotizada por su oscura expresión, con hambre, y perversamente satisfecho. Su atención está en mis pechos. Están llenos y brillan con la luz del cuarto de baño. Se inclina un poco hacia delante, tirando de mi pezón en su boca y mis espalda se arquea. Abruptamente libera mi pezón y vuelve su atención a mi cara. ―Vamos a salir ―respira, clavando sus dedos en mis muslos―. Quiero tenerte en mi cama. Paso mi lengua por su labio inferior, meciéndome contra él lentamente. Le beso la nariz a la vez que me deslizo fuera de él. El agua se escurre fuera de su cuerpo y el nivel del agua baja mientras sale. Me vuelvo hacia el grifo y lo sigo desde el baño. Mi cabello está aún seco, así que mi tiempo de secado con la toalla se reduce a la mitad gracias a Dios. La risa se me escapa cuando me levanta en sus brazos y me lleva de vuelta a la habitación. Miro su cara, maravillada por la fuerza apacible en su rostro. Me coloca en su gran cama y me apodero de su cuello con mis brazos, tirando de él hacia abajo encima de mí. Su risa y gruñidos posteriores aceleran los latidos de mi corazón, ya que pelea juguetonamente con los demás. Paso los dedos por su cabello suave, mientras su boca explora mi cuello y mis pechos. Envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, tiro de él tan cerca de mí como puedo. ―Por favor ―gimo, empujando las caderas hacia arriba. ―¿Lo quieres? ―respira en mi cuello, colocándose en mi entrada. ―Sí ―siseo. Se ríe una vez mientras con fuerza empuja en mí, enviando una caliente sacudida de disparos de placer a través de mi cuerpo. No vacila entre estocadas, y en un momento está embistiendo dentro de mí, su cuerpo colisionando con el mío a un ritmo más rápido. ―Es tan bueno… ―gruñe, mordiendo la carne en mi clavícula. Una familiar presión se acumula dentro de mí haciéndose cada vez mayor con cada golpe, haciéndome retorcerme debajo de él. Otra mala palabra cae de sus labios y se hunde justo abajo de mi vientre, empujándome más cerca del borde. ―¡Seth! ¡Sí! ―lloro mientras mi liberación se cierne sobre mí, haciendo que los dedos de mis pies se curven. Él embiste más fuerte y mi clímax rompe de repente a través de mí. El calor insoportable de mi orgasmo pulsa sin piedad a través de mi centro. Al mismo tiempo, Seth jura en voz alta mientras se clava dentro de mí una vez

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más y siento el pulso salvaje de su longitud dentro de mis profundidades. Tan pronto como el calor nos libera, Seth sale de mí y todo mi cuerpo se siente débil y blando. Se tumba a mi lado y mi cuerpo se relaja al instante en su contra. Coloca sus dedos en mi barbilla, volviendo mi cabeza para besarme. Sonrío mientras sus labios rozan los míos. Deja caer la cabeza, me sostiene en su cuerpo y siento su pecho subir y bajar con su respiración constante. ―Cuéntame ―respiro―. Después de todo lo que hemos hecho, ¿aún crees que soy una buena chica? ―No creo que eres una buena chica. ―Besa mi hombro―. Estoy convencido de que lo eres. ―¿Cómo es eso? Lo siento encogerse. ―No te ves a ti misma como yo lo hago. No ves la forma en que tus mejillas se colorean de rosa cuando digo o hago cosas inapropiadas. No oyes el tono dulce e inocente en tu voz cuando dices cosas… pero yo lo hago. Mi corazón se hincha en mi pecho. Seth me conoce como nadie lo ha hecho. La cosa más dulce que Blade me ha dicho alguna vez me llegó en una tarjeta escrita por alguien de una fábrica. ¿Cómo he perdido esto? ¿Cómo me quedé con Blade durante tanto tiempo? El grueso dedo de Seth dibuja formas en mi cadera sacándome de mis pensamientos. ―Gracias ―dice. ―¿Por qué? ―Por dejarme compensarte. Toda la tarde he tenido tu expresión de dolor atrapada en mi cerebro y me estaba destruyendo. Sonrío y cierro los ojos. Pronto, Seth detiene el movimiento de su mano y su respiración se hace pesada. Posteriormente, encuentro mis propios pensamientos a la deriva, mientras que los fuertes brazos de Seth me arrullan para dormir.

* * * ―¿O? Oigo el sonido de mi apodo y abro los ojos, pero no acaba de registrarse en mi cerebro. Cierro los ojos de nuevo. Estoy cálida, con sueño y

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satisfecha. No quiero estar haciendo cualquier otra cosa. Un dedo roza suavemente sobre mi mejilla. ―¿Olivia? ―Oigo de nuevo. Abro los ojos por segunda vez. Está oscuro, pero sólo puedo distinguir la silueta de Seth por encima de mí. Sus nudillos acarician suavemente mi mejilla y tiré de mí misma a una posición sentada. Después de unos segundos mi visión se ajusta a la oscuridad y me doy cuenta de que Seth está completamente vestido con las llaves del coche en la mano. ―¿Está todo bien? ―le pregunto, mi voz ronca por el sueño. ―Quiero que vengas conmigo a recoger a mi mamá. ―Hay un hilo de frustración en su tono―. Nunca te lo hubiese pedido, pero viendo que somos una pareja ahora… debemos hacer las cosas juntos, ¿verdad? ¿No importa qué tan mierda sea? ¿Su mamá? ¿Está bien? Me trago mi creciente preocupación y afirmo. ―Así es. Lanzo las mantas. Y me deslizo fuera de la cama. Seth se acerca a la pared y enciende la luz haciéndome entrecerrar los ojos bajo la dureza repentina. ―Puse la ropa sobre el respaldo del sofá. ―Me sonríe mientras estoy desnuda. Me pongo mi ropa pieza por pieza y me paso los dedos por el cabello, apenas logrando sacar todos los nudos. ―¿Dónde está tu mamá? Da unos golpecitos con los dedos sobre sus pantalones vaqueros. ―Está en la estación de policía. Me pongo rígida. ―¿En la estación de policía? ¿Qué hacemos? ¿Necesitas llamar a un abogado o…? ―Esto es normal. Conozco al comisario de la estación. Voy a recogerla y llevarla a casa. ―¿Y eso es todo? Me da una sonrisa tensa. ―Eso es todo. ―¿Así que esto no es nuevo? ―exhalo, relajándome un poco.

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―Lamentablemente, no. Esta será la cuarta vez desde que me mudé a Portland que he tenido que recogerla en una estación de policía. ―¿Y el comisario sólo te llama? ―Sí. Recuerdo que Seth tomó una llamada de teléfono antes de… y una vez en la noche en que se negó a tener relaciones sexuales conmigo y una vez en la noche que fuimos a cenar. Tuvo que salir a toda prisa. Lo siento por él. No debería tener que dejar de hacer lo que esté haciendo con su vida para recoger a su madre borracha. Eso no está bien. Lo sigo de cerca detrás a medida que caminamos a través de la gran casa y por la puerta principal. Seth no habla en todo el camino a la estación de policía. Cuando lo miro, su mandíbula está siempre tensa, siempre trabajando en contra de sí mismo. ―¿Por qué lo aguantas? ―le pregunto. ―Porque es mi madre… ―Se pasa los dedos por el cabello―. Siento que se lo debo, supongo. Yo no era el mejor chico. Sus palabras me molestan. Sigue siendo el hijo, no el padre. Su madre debe cuidar de las finanzas y de la casa. No Seth. Rodamos en frente de la Estación de Policía y subimos. No hay un cuartel ni nada, sólo es una pequeña estación. Los dedos de Seth se entrelazan con los míos mientras tira de mí a su lado a lo largo del camino. En el interior, la estación huele a cerveza y a limpiador de hospital. Algunas personas cansadas están en la sala de espera y nos miran mientras caminamos hasta la mesa de servicio. ―Hey, Seth. ―El oficial le extiende su mano a Seth y él la toma―. Tu mamá está más molesta que de costumbre. Seth se ríe nerviosamente. ―Mejor me la llevo a casa entonces. ―No hay problema. Ha estado dormida durante el último tiempo. El oficial sale de detrás del mostrador y le hace gestos a Seth para que lo sigua. Él se vuelve hacia mí. ―Espera aquí, ¿de acuerdo? Asiento. Seth y el oficial desaparecen al doblar la esquina, dejándome sola. Estoy incómoda. Nunca he estado en una comisaría antes y esperemos que nunca tenga que volver. No me gusta sentirme como si hubiera hecho algo

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malo. Incluso me pongo nerviosa cuando camino junto a un oficial de policía en el centro comercial o en la calle. Soy débil, lo sé. Seth reaparece acunando a su madre dormida. No lleva la misma ropa con que la vi esta tarde. Ella ha cambiado el traje de etiqueta por un par de pantalones negros, una blusa de seda púrpura y un par de zapatos de tacón de color violeta asesinos. Su largo cabello negro cae como cascada sobre el brazo de Seth y cuelga libremente en el aire. Seth pasa junto a mí, moviendo la cabeza hacia la señal de salida. Lo sigo muy de cerca y abro la puerta de atrás de él para que pueda poner a su madre en el asiento trasero. Nos tomó un poco de tiempo volver a la casa de Seth. Él iba por debajo del límite de velocidad para no despertar a su madre. Dio igual. Una vez que llegamos a la calzada y el coche se apaga, su mamá habla. ―¿Sethy? ―susurra―. ¿Has tenido que buscarme otra vez? Mi corazón se derrite por su apodo. Es adorable y me imagino que lo ha estado llamando así desde el día en que nació. Miro a Seth. Su rostro es tormentoso y frustrado. ―Sí ―responde. Su tono es frío y carente de empatía. ―Lo siento mucho ―solloza―. Estaba de camino hacia el programa. Te juro que iba a ir esta vez. Seth sale del coche sin responder. Abre la puerta de atrás y le extiende la mano a su mamá. Abro mi puerta y salgo. Cuando camino hacia el otro lado, su madre ya está la mitad fuera del coche. Ella sonríe con sonrisa borracha. ―¿Natasha? ―Olivia ―la corrige Seth, poniéndose cada vez más frustrado. ―Seth, está bien ―murmuro. ―Olivia ―balbucea―. ¡Bien! Su madre lo mira mientras desliza el resto de su cuerpo fuera del coche. Seth envuelve un brazo alrededor de su cintura apoyando su peso como si ella no pesara más que un niño. Ella se vuelve hacia mí. ―Soy Vanessa. ―Hace un gesto hacia su rostro y cuerpo―. Normalmente no soy así. La expresión de Seth se oscurece y niega. Él es un experto en sostener su lengua. Está por decir algo para molestarla.

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―Vamos a llevarte a la cama ―dice, tirando de ella hacia la casa. Cuando pasamos dentro, me quedo detrás de ellos, todo el camino hasta la escalera y la habitación de su madre. Yo no entro. He invadido el espacio personal de ella lo suficiente por esta noche. Me apoyo en la pared por el marco de la puerta, mi mirada se centra en una linda pintura de un árbol de bambú. ―¿Sethy? ―Escucho cuando ella lo llama―. Estaba planeando mejorar esta noche… ―dice con voz baja. ―¿Y qué pasó? ―Yo… llegué a las puertas y no pude entrar… Me entró el pánico. No quería admitir que he sido un fracaso. Me esfuerzo por oír su respuesta, pero no viene. ―Iré mañana… Lo prometo. ―Está bien, buenas noches. Seth sale de la habitación y cierra la puerta tras de sí. No le doy ninguna indicación de que he oído todo. No quiero que se sienta avergonzado. Envuelvo mis manos alrededor de su brazo y me acurruco estrechándome a él a medida que caminamos hacia su habitación. Cuando estamos dentro y metidos de nuevo en la cama, me tira en su pecho desnudo. ―Espero que estés bien con esto ―murmura al oído. Después de todo eso, ¿cómo puede posiblemente estar preocupado por mí? ―Lo estoy. Me alegro de que esté en casa y segura. Sus manos me aprietan mientras él coloca su cabeza más cerca de mi cuello. ―Yo también.

* * * La profunda voz de Seth me despierta de nuevo. ―Olivia. ―Casi canta en un tono feliz―. Hay que trabajar. Mis ojos se disparan abriéndose y me levantó sentándome, dejando que la manta caiga la mitad al suelo. ¿Cómo se me olvidó que tengo trabajo esta mañana?

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―¿Qué hora es? Salto de la cama y los dedos de mis pies cavan en la exuberante alfombra mientras corro al baño. Realmente necesito hacer pis. Cuando me lavo las manos y vuelvo a la habitación, Seth está acostado boca arriba en su cama en un par de sus pantalones cortos de pelea de los que tienen las aberturas a los lados y una camiseta blanca. ―Relájate ―dice sonriendo―. Todavía es temprano. Estaba pensando que podíamos desayunar, e ir al gimnasio y luego llevarte a trabajar. Wow. Lo tiene todo planeado. ―¿Tengo tiempo para todo eso? ―pregunto, buscando en una de sus paredes un reloj. No encuentro nada. Él se sienta. ―Sólo son las cinco. Tienes cuatro horas antes del trabajo y ya voy tarde para el entrenamiento ahora vámonos. Lo sigo a la planta baja y el olor de la carne y los huevos es abrumador; nauseabundamente abrumador. Efectivamente, hay dos grandes filetes sangrantes uno encima del otro en la sartén y un plato fresco de huevos revueltos que están en el medio de la barra de desayuno junto a una jarra de jugo de naranja y una pila de tostadas con mantequilla. ―¿Tienes hambre? ―me pregunta con orgullo, haciéndose cargo de la estufa y moviendo los bistecs alrededor. Por supuesto que está emocionado acerca de cocinarme el desayuno, me hace sentir aún más como una idiota. ―¿Carne? Pensé en bebidas de luchador y en esos batidos hechos sin pensar. Él se ríe. ―Hacemos eso también. Desliza una espátula debajo de la gruesa capa de la carne y el jugo y la sangre corren fuera de él cuando lo pone en un plato y lo desliza a través del mostrador. Oh, Dios. Se detiene justo en frente de mí y casi me atraganto. ―Seth ―gimo empujando el plato―. ¿Tienes algo de fruta o yogur? ¿Cualquier cosa que no sea carne y huevos? ―Me siento grosera. Él, obviamente, se levantó temprano para hacer esto por mí. Sus ojos marrones se ensanchan y me mira como si estuviera loca. ―¿No te gusta la carne? ―Lo hago, pero no tan temprano en la mañana.

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―Bueno ―dice abriendo la nevera―. Estás de suerte porque tengo un montón de fruta fresca y yogur. Coloca manzanas, naranjas, y un contenedor de arándanos y algunas fresas en el mostrador. Llega de nuevo a la nevera y saca un bote de yogur griego. Lo veo maniobrar sin esfuerzo caminando alrededor de la cocina mientras saca el recipiente de un armario y me lo trae. Pongo yogur y arándanos en mi plato mientras Seth se come su carne. ―¿Tu madre se unirá a nosotros para el desayuno? ―pregunto cuando estoy a mitad de mi comida. Niega. ―No aparecerá hasta esta tarde. Mete en su boca el último trozo de carne y toma su plato, dejándolo caer en el fregadero. Se lava la boca y deslizo mi plato hacia él. Me pongo los zapatos de tenis y me uno a Seth en el coche. ―¿Se puede pasar por mi casa, para poder tomar un cambio de ropa para el trabajo? ―Se puede hacer, nena. ―Se ríe, saliendo hacia el camino de entrada. Está muy feliz esta mañana, muy optimista. Después de anoche supuse que hoy estaría deprimido. ―Estás feliz ―declaro―. Me gusta. ―No tengo razones para ser infeliz hoy. Normalmente, cuando busco a mi madre en la estación de policía me voy al gimnasio tan pronto como abre y golpeo la bolsa por un tiempo. Esta mañana, sin embargo, me desperté con tu cara bonita y me acordé de que eres mi novia. ―Sonríe de lado y llega a través a mí exprimiendo por mi muslo―. Va a ser un buen día. El calor se propaga a lo largo de mi pecho y en mis mejillas ante la idea de despertarlo tan feliz, y no por otra razón que no sea que soy su novia. Es dulce. Es asquerosamente dulce y me encanta. Me hace sentir especial y, ¿a quién no le gusta sentirse especial?

* * * No pasamos mucho tiempo en mi casa. Seth esperó en el coche mientras yo corría dentro y agarraba un suéter, un par de pantalones negros y unos tacones negros bajos. Me aseguré de agarrar mi bolsa de maquillaje y

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un cepillo de cabello. También me las arreglé para meter unas leggins y una camiseta en mi mochila para poder ejercitarme. Cuando llegamos al gimnasio, el entrenador de Seth, Darryl estaba sobre él, castigándolo por haber llegado tarde y por lo poco profesional. Jackson también está aquí, apoyado en la pared moviendo la cabeza en señal de desaprobación hacia nosotros. Me alejé, dejando que Seth lidiara con su enojado equipo y me dirigí a la sala de ducha. Me pongo mi ropa y vuelvo a salir. Seth está en el ring de boxeo con su compañero de entrenamiento. Aparto mi mirada, mientras el puño de Seth está a punto de conectar en el rostro del otro chico. No lo veo, pero oigo cuando el hombre cae al suelo y me estremezco, imaginando todo en mi cabeza. ―¡Olly! ―me llama papá desde su ventana. Miro hacia arriba y lo veo colgando a mitad de camino por la ventanilla para hablar conmigo. La idea de una caída me pone nerviosa. ―Hola, papá. ―Un momento ―dice sonriendo―. Voy bajando. Pisoteo mis zapatos a lo largo de la alfombra mientras espero por él. Rodea la esquina viéndose alegre y alerta ―Ha pasado un tiempo desde que has venido al gimnasio ―dice, tirando de mí en un abrazo. ―Sí, he estado ocupada. Pero estoy aquí hoy. Papá pasa un pesado brazo sobre mi hombro, caminando hacia el ring. Miro de reojo y veo una fritura francesa asomando de su bolsillo. Lo saco y él me mira ferozmente. ―Se supone que debes estar comiendo sano. Ya sabes, por el bien de tu corazón. Él agarra de mi mano sus frituras y cambia de tema. ―Tu madre y yo fuimos a tu casa anoche, pero no estabas en casa. Mis mejillas se calientan y me siento incómoda diciéndole que estaba en casa de Seth. ―Lo siento, Rick ―dice Seth jadeando, sonriendo con confianza hacia nosotros desde el ring―. Ella estaba conmigo. ¿No debería estar aquí Darryl asegurándose de que Seth está prestando atención al entrenamiento, en lugar de entrometerse en mis conversaciones? Miro a mi alrededor por el gimnasio. Darryl está hablando en su teléfono, con el rostro serio centrado en un punto en el tatami. Jackson está inclinando

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sobre Darryl, tratando de entrar en la conversación. Dirijo mi atención a Seth y papá. ―Bueno, ¿quieres decirle? ―pregunta Seth―. ¿O debería hacerlo yo? ―¿Decirme qué? ―Que estamos juntos, oficialmente. Sonrío, tímidamente. ―Oh, cierto. Sí. Papá estamos saliendo ahora, así que… Los finos labios de papá se extienden en una amplia sonrisa y, a su vez me hace sonreír. Él parece tan joven, tan feliz. ―¡Eso es genial! ―Papá se ríe, palmeándome en el hombro―. Tal vez algún día pronto tendré a Seth Marc como mi yerno. Seth y yo nos reímos nerviosamente incluso creo que ambos nos sonrojamos. Ninguno de nosotros estamos pensando en un futuro tan lejano. Me alejo de los dos y me dirijo a la cinta de correr. Si me quedo a charlar, nunca conseguiré en cualquier momento ejercitarme y Dios sabe que mi papá puede hablar para siempre, si realmente quiere. Me estiro un poco, pongo en marcha la máquina de correr y troto a un ritmo acelerado. De vez en cuando miro por encima el entrenamiento de Seth con su equipo. Mientras su compañero de entrenamiento, y mi papá están en el ring con él. Sus ojos grandes como un niño en una tienda de dulces mientras habla con Seth. El compañero de entrenamiento se encuentra en el suelo a los pies de Seth y él le da su brazo. Miro con curiosidad mientras mi papá dice a Seth qué hacer de manera inaudible. Su compañero de entrenamiento envuelve sus piernas alrededor del brazo de Seth y tira con fuerza. Me estremezco, imaginando la tensión en el codo. Mi padre se agacha en el suelo, hablando, siempre hablando. Seth asiente y levanta al chico del entrenamiento del suelo delante de él golpeando hacia abajo. El chico le suelta el brazo a Seth y papá acaricia su espalda, feliz con el resultado. Darryl y Jackson están preparando colchonetas en la sala de entrenamiento. Detengo mi cinta. Quiero ver lo que están haciendo. Sólo he visto el boxeo de Seth con su compañero. Nunca lo vi realmente ejercitando. Me asomo por la puerta y me sorprende cuando veo unas barras para flexiones en la habitación. ―¿Qué, no hay neumáticos de tractor? ―le pregunto a Jackson. Jackson niega y se endereza con esfuerzo del suelo. ―No este año.

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―Seth trabaja en un programa de peso corporal. ―Darryl sale del ring―. Lo que significa que no levanta exceso de peso, sólo el suyo. Eso sigue siendo una gran cantidad de peso. ―Entonces, ¿qué hace? ―Todos los días, Seth hace cinco series de tantas flexiones como pueda, repite hasta que llega a la fatiga muscular. Se recuperará durante sesenta segundos y luego comienza su siguiente serie de flexiones. ―Señala con el mentón, la barra. ―Tres días a la semana hace cinco series de la mayor cantidad de flexiones y algunas sentadillas con su peso corporal. Correr, saltar y otros ejercicios se practican, también. ―Así que no hay pesas, ¿sin campanas o máquinas? ¿Eso es un poco simple para un luchador, no? ―No tengo ni idea. Sólo sé lo que he visto de los DVDs de mi padre. ―A Seth le gusta algo más… del tipo de trabajo de “Rocky”, a pesar de su sencillez, es un programa muy equilibrado. Si continúa siendo favorable, podemos fijarnos en introducir las máquinas. Darryl lo tiene todo resuelto y estoy impresionada. ―Las flexiones no son tan difíciles sin embargo ―declaro―. Yo puedo hacer al menos siete. Tanto Darryl como Jackson se ríen a carcajadas, como si hubiese dicho la broma más divertida en el mundo. No era una risa amable, sus cabezas duras estaban dando vueltas, y mostrando los dientes en una especie de risa. Estoy muy orgullosa de mi capacidad para hacer siete flexiones. Solía hacer cinco. ―¿Siete? ―Darryl me aprieta el bíceps con el pulgar y el índice―. Eso es tres más de lo que supuse que podías hacer. Finjo sentirme insultada y cruzo los brazos sobre el pecho. ―¿Y cuántas puedes hacer tú? ―Un infierno de mucho más de siete. ―Demuéstralo ―digo. A Darryl no le gusta mucho. Claro que él es delgado y musculoso, probablemente bajo la camisa, pero no parece que tenga mucha fuerza en él. ―Está bien. ―Le entrega a Jackson su portapapeles y un cronómetro ―. Tú y yo. Vamos a hacer unas en la barra cada uno y el primero en dejarla pierde.

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―Hecho. ―Espera. ―Extiende su mano hacia mí―. Vamos hacerlo más interesante. Si gano, dejas de hacer que Seth llegue tarde al entrenamiento. Si ganas… ―Te pones un vestido para la próxima pelea. ―Las palabras volaron de mi boca antes de que tuviera la oportunidad de pensar. Con labios oscuros me sonríe satisfecho. ―Trato. Nos damos la mano y nos acercamos a las barras. Jackson se une a nosotros, contando. Cuando la palabra "Partida" cae de sus labios, Darryl y yo empezamos con las flexiones. Casi de inmediato mis brazos comienzan a quemar y mis músculos a temblar. Mis pulmones se queman con la falta de oxígeno porque estoy conteniendo la respiración cada vez que flexiono. Puedo oír a Darryl respirar rítmicamente y me doy cuenta de que esto es pan comido para él. Va a machacarme. Bajo y uso toda mi fuerza para tirar lentamente de mí misma. Jackson se está riendo, el mejor momento de su vida mirándonos. A mi lado, Darryl está tirando de él hacia arriba y abajo rápidamente, como si fuera la cosa más fácil que haya hecho nunca. Mis brazos me van a dejar ir. Puedo sentirlo. A la mierda. Dejé caer mis manos de la barra y caigo en el suelo con los dos pies. Mis músculos tienen espasmos bajo mi piel y me acuesto de espaldas sobre las frescas colchonetas. Darryl se inclina sobre mí, casi sin aliento. ―Hice ocho. ―Me quejo con orgullo. Él extiende su mano hacia mí y la tomo. Mis brazos se sienten como gelatina. Se sienten como si se fueran a separar de mi cuerpo y a flotar de un momento a otro. ―Bien hecho. ―Sonríe―. Ahora deja de hacer que mi chico llegue tarde. Pongo los ojos. ―Tú y yo sabemos que nadie puede hacer que Seth haga nada que no quiera. La risa de papá me llama la atención, él y Seth entran en la habitación. ―Darryl y Olivia acaban de ir cabeza a cabeza en un concurso de flexiones en la barra ―anuncia Jackson, tirando de su camisa verde sobre su cabeza y exponiendo mucho más músculo del que se supuse que tenía―. Olivia perdió, obviamente. ―Se ríe y yo frunzo el ceño hacia él.

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―Realmente no perdí ―declaro―. Puedo hacer ocho flexiones ahora en lugar de siete. La risa estalla de todos y me enfado. Supongo que jactarse de siete no es digno después de todo. ―Como sea… ―comenta Darryl―. Recibí una llamada de la MMAC antes anunciando que tu partido con Joshua Donskov es en siete días. Ya conoces las reglas. Nada de sexo. Nada de malas grasas y sin azúcares. La lucha será en Boston. Vences eso y lucharás contra Don Russell por el contrato de profesional en Las Vegas una semana más tarde. ―No puedo esperar a verte golpear a Josh Donskov en el culo. ―Los vítores de papá y el pavor me llena el estómago. Mi papá no puede ir a Boston porque no puedo ir a Boston para mantener un ojo sobre él. Mason me despedirá si pido más tiempo libre. Ya he pedido demasiado. Jackson, papá y Darryl entran en una discusión acerca de Josh Donskov y su técnica de “luchador”. Aparto a Seth a un lado. ―Papá no puede ir a Boston… ―le susurro a él. Sus cálidas manos rozan mis brazos y mis hombros, masajeando. ―Entre los dos podemos ser capaces de cuidar de él. Casi me estremezco. Asume que voy a ir a Boston con él. ―Seth, yo no voy a ir contigo a Boston… Sus cejas oscuras se ciñen. ―Has estado en dos de mis peleas. Sin duda, es más fácil para ti ahora. ―No se trata de la pelea. Se trata de mi trabajo. Tengo un trabajo y me he tomado demasiado tiempo libre ya. Cuento con mi trabajo para pagar el alquiler, la comida y un millón de otras cosas. ―Está bien, voy a cubrir todas esas cosas por un rato. No es un gran problema. ¿No es un gran problema? Es un problema muy grande. Soy un adulto, lo que quiere decir que soy responsable de ciertas cosas. ―Mason probablemente me despedirá si… ―Entonces deja que te despida. ―¿Que me despida? ―No sueno tan enojada, que es como me siento―. ¿¡Que me despida!? ¿Estás loco? Necesito mi trabajo. Los ojos de Seth se oscurecen y sus labios se transforman en una línea recta, impasible. Toda la atención está en nosotros.

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―Papá ―gruñó sin querer―. Tú no vas a ir a Boston. Te vas a quedar aquí en Portland conmigo. Tu presión arterial es alta y hay que empezar a tomar eso en serio. ―Olly ―Seth, dile que no puede ir. ―No lo miro, pero puedo sentir su mirada airada en mi cara. Exhala y gira a mi padre. ―Lo siento, Rick. ―¿Hablas en serio? ―Él se burla―. Todo porque un doctor loco piensa que mi presión arterial es alta. ―Lanza sus manos en el aire antes de irrumpir en la habitación. Me dirijo a Seth que está enfadado, pero yo estoy más enfadada. ―Tengo que tomar una ducha y prepararme para el trabajo, para así poder pagar la renta la próxima semana. Avísame cuando hayas terminado aquí ―murmuro, marchándome después de mi padre. Papá está enojado en su oficina. Lo sé porque las persianas están cerradas. Cada vez que las persianas están bloqueando la ventana, es que no quiere ver a nadie y está bien para mí. Mis dedos se enredan en mi cabello y silbo cada vez que mi cuero cabelludo se quema debido a eso. Me pareció que la ducha me ayudaría, pero todavía estoy enojada. Entonces deja que te despida. Pfft. Es como si mi trabajo no fuese un gran problema para él. Bien, yo no podría hacer tanto dinero como él, pero eso no significa que mi trabajo no era importante. Restriego el jabón en un paño y froto a toda prisa debajo de los brazos y sobre mis pechos. El olor de la toronja y granada me alivian un poco, quitándome un poco de mi agitación. Papá va a estar enojado conmigo por un tiempo, pero sé que mamá me respaldará, por una vez. Llaman a mi puerta y sacudo la cabeza. Este es el baño de las señoras. Por suerte, el gimnasio está cerrado y soy la única aquí. ―Me estoy duchando. ―La puerta traquetea y luego se desbloquea. Seth entra con su expresión frustrada―. Por favor, pasa de todos modos ―¿Crees que esas palabras podrían hacerme ir a otro lado? Me encojo de hombros. ―Te han enojado. ―¿Soy tan obvio? Él se baja los pantalones cortos y los echa a un lado. ―No seas así.

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Le doy mi paño y se estruja el jabón. Él deja rastros de burbujas de dulce olor por toda su piel mientras la lava. Yo estoy bajo el chorro caliente, dejando que el agua enjuague todo el jabón de mi cuerpo. ―No pensé que tendría que obligarte a venir a mis peleas ahora que eres mi novia. ―Ni siquiera me mira. Sus ojos están puestos en la esponja mientras gira alrededor de su estómago. ―No pensé que tendría que dejar mi trabajo y llegar a ser una triste mujer dependiente que te llevas contigo a todas partes. Su mirada se ajusta a mi cara. ―¿Es eso lo que realmente sientes? Niego. ―Por lo general no, pero esta mañana me lo estoy empezando a preguntar. ―No se trata de dependencia. Se trata de apoyo. Me alivia y quiero que estés ahí cuando gano. Suspiro, saliendo de la corriente de agua para que él pueda entrar a enjuagar sus burbujas. ―No puedo estar allí todo el tiempo. No es realista. Intento con todas mis fuerzas mantener mis ojos en los suyos. Es doloroso no mirar en todas partes. ―Voy a estar viajando mucho, Olivia y te quiero conmigo en todo momento. Estoy tratando de ser tan amable como puedo, pero todavía estoy demasiado enojada. ―Sí, bueno, no siempre tenemos lo que queremos. ―Saco mi toalla de mi bolso y la paso por encima de mi cuerpo mojado, secando todas las gotitas―. No es demasiado tarde para echarse para atrás, ya sabes ―le digo, en referencia a nuestra relación. ―Yo no voy a ninguna parte. ―Apaga la ducha y le doy mi toalla. ―Eres persistente. ―Consentido. ―Sonríe, corrigiéndome―. Estoy acostumbrado a conseguir lo que quiero.

* * *

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Seth insistió en acompañarme a la oficina esta mañana, para gran consternación de Mason. Desde entonces no ha hecho nada, además de ladrarme órdenes. Le he enojado a lo grande y sé exactamente por qué. ―Disculpe. ―Una mujer de edad avanzada exige. Mete un corto rizo blanco alrededor de su oreja. Los pacientes han sido extraordinariamente perros hoy―. He estado sentada en esta sala de espera una hora. Mi cita debería haber sido… hace cuarenta minutos. ―Ella no dijo nada ofensivo o fue una perra, pero todo se trata de su molesto y agudo tono. Lucho con el impulso de fruncir el ceño y le sonrío cálidamente en su lugar. ―Gracias por ser tan paciente. ―Sí, claro―. Usted será la próxima. El Dr. Peterson no tardará mucho más tiempo. Con un suspiro alargado, se aparta de mí. Mason sale de la sala de terapia con un paciente. El hombre que sale es Gary Voss, quien mantiene la cabeza gacha y se pasea nerviosamente por la oficina. La anciana salta a sus pies cuando Mason la invita a la sala de terapia, mientras dirige las hojas de los análisis de Gary Voss hacia mí. ―Archiva esto. ―Lo desliza hacia mi mesa y se va. Yo hago lo que me dice, y sin una mirada entro en el archivo. Cuando termina con la mujer y ella se va, me doy cuenta de que no hay nadie más reservado como hasta mediados de la tarde. En mi bolsillo mi teléfono vibra. Lo saco y echo un vistazo a la pantalla. Seth. Golpeo ignorar. No puedo hablar ahora. Además, realmente no hablamos después de la ducha en el gimnasio y no quiero molestar a Mason más aún. Hablando de Mason, sale de su oficina, con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones negros. ―¿Cómo estuvo Concord? ―me pregunta lo suficientemente amable. Sus cejas rubias se fruncieron ligeramente, pero sé que está tratando de aclarar las cosas entre nosotros. ―Bien ―respondo―. Selena y yo pasamos mucho tiempo juntas, así que estuvo muy bien. Mi teléfono vibra otra vez, haciendo un sonido de zumbido sordo. ―Tu teléfono va a reventar. ―Estoy en el trabajo. Tendrá que esperar. Los labios de Mason se curvan en una sonrisa juguetona. ―¿Te sientes bien? ¿Cuándo has ignorado un texto o una llamada de teléfono en el trabajo?

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―Bueno, te lo debo ahora. Te has puesto al día con un montón de mi… ―Maldita sea. No puedo encontrar la palabra correcta. ―Mierda. ―Así es. ―Me río―. Es hora de que te lo devuelva y actué como una empleada adecuada. Se inclina sobre el escritorio y al momento la animosidad entre nosotros se va. ―Por favor, no empieces a hacer las cosas para las que te contraté, las hago por mi cuenta. Me río. ―¡No soy tan mala! Mi teléfono se pone en marcha de nuevo, vibrando contra mi muslo. ―Respóndele. Voy a ignorarlo sólo por esta vez. Sonrío con gratitud hacia él y saco mi teléfono de mi bolsillo. Es Seth de nuevo. Inclino mi pantalla hacia mí un poco, por lo que Mason no puede ver. ―¿Hola? ―Olivia, ¡Jesucristo! ―Su profunda y furiosa voz me sobresalta. Incluso Mason oyó. Sus cejas se levantan un poco y su mandíbula se tensa―. ¿Por qué no has estado contestando el teléfono maldito Dios? Siento que mis mejillas se calientan y mi corazón bombea la sangre con rapidez a través de mis venas. ¿Qué podría tenerlo tan al borde? Él parece desesperado y preocupado. Su voz hace que mi estómago se contraiga, amenazando con devolver los arándanos y yogur que tuve para el desayuno. ―Estoy en el trabajo, recuerdas. ¿Qué está pasando? ¿Por qué estás tan enojado? ―Lo siento. ―Toma una profunda respiración para calmarse―. Tu padre ha tenido un ataque al corazón.

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16 Mi corazón inmóvil y mi garganta apretada. Empecé a sudar, un frío sudor que se desliza desde mi nuca bajando por mi espalda y tragué con fuerza mientras lagrimas brotaban de mis ojos. ―¿Olivia? ―dijo Seth mi nombre mientras lagrimas rebosaban el borde. ―¿Él-él está bien? Mordí mi labio inferior tan duro que inmediatamente saboreé sangre. Mason se inclinó hacia adelante, pero no pude verlo. Todo lo que vi fue el rostro enojado de mi padre. ―Está vivo y está en el hospital de Portland. Estoy aquí con él y tu madre. ¿Quieres que vaya por ti? ―No, estaré pronto allí. ―No quiero que Seth maneje todo el camino hasta aquí y de regreso al hospital. Colgué y limpié las lágrimas de mis mejillas. ―¿Está todo bien? Lejos de eso. Negué. ―Necesito un aventón al hospital. Mi padre tuvo un ataque al corazón. Mason trotó hacia su oficina y agarró su chaqueta y llaves. ―Vámonos. Me levanté de manera insegura de la silla en completa conmoción. Me aliviaba que mi papá estuviera bien, pero el pensamiento de haber estado tan cerca de perderlo me consume. ¿Es porque le grité? El carro de Mason está estacionado justo frente a la puerta de su tienda. Es un lindo carro, deportivo, brillante y rojo. Dentro, el material es cuero y cómodo. Gracias a Dios estoy usando un cinturón de seguridad. Cada vez que gira una esquina sujetó el asiento con miedo de deslizarme de él. Frenamos afuera del hospital y Mason me sigue fuera del auto. En otras circunstancias estaría preocupada por la reacción de Seth al mostrarme con Mason, pero hay cosas más grandes por las cuales preocuparme ahora.

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Corro hacia la portera. La mujer se alarma por mi frenético comportamiento y controlo mi respiración, tratando de verme menos exhausta. ―Richard James. ¿En qué habitación está? Muerdo mis uñas mientras ella busca en la computadora. ―4-3-0. Mason le agradece y yo lagrimeo por el pasillo. Tomó dos elevadores antes de conseguir encontrar su habitación. Seth está recostado contra el muro afuera. Está girando su teléfono en sus dedos y masticando un palillo. ―¡Seth! ―digo en voz alta. Su cabeza vuela hacia mí y sus ojos se derriten de preocupación a alivio, eso es hasta que pasa de mí y ve a Mason. Envuelvo mis brazos alrededor del cuello de Seth y lo traigo hacia mí. Sus fuertes brazos se enrollan en mi cintura y coloca suaves besos en mi cuello. ―Estaba tan preocupado ―dice―. Pensé que estabas tomando un bus. ―Mason me trajo… eso parece un poco más realista. ―Le di mi mejor “se bueno” cara y me alejé de Seth para entrar a la habitación de mi papá. Maquinas hacen bip alrededor de él y mi mamá lee un libro en el sillón reclinable de la esquina. ―¿Olly? ¿Pensé que tenías trabajo? ―pregunta papá mientras me aproximo a su cama. Su voz está un poco cansada, pero aparte de eso luce bien. Mamá baja su libro y salta de la silla a abrazarme. Cuando me lleva entre sus brazos, las lágrimas se derraman bajando por mis mejillas y no puedo detenerlas. Son lágrimas de júbilo, lágrimas de tristeza. Estoy tan aliviada de que él esté bien, pero aún me siento culpable. Si no hubiese discutido con él tal vez esto se habría evitado. ―Lo siento. ―Lloro. Él se mueve en su cama incapaz de sentarse. ―Esto no es tu culpa. Debería haber escuchado a los doctores y a tu madre, y a ti en primer lugar. Las manos de mi mamá frotan mis hombros mientras trata de calmarme. ―No es la culpa de nadie. Tuvimos suerte y cuando regresemos a casa no tendremos más que vegetales y alimentos a la parrilla. Papá asintió avergonzadamente.

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―Si no fuese por Seth ―dice―. No sé si estaría aquí. ―¿Seth? Sus ojos se mueven rápido a la cama, nerviosamente. ―Vino a mi oficina a darme una charla de “sin resentimientos” y no sé lo que sucedió. Mi mandíbula empezó a doler y creí que era por la estúpida carne que estaba comiendo, pero entonces hubo esta demoledora sensación en mi pecho… ―No necesitas revivirlo, cariño ―dice mi mamá, inclinándose sobre la baranda blanca, para besarlo―. Debemos animarnos desde aquí. Mason golpeó la puerta, atrayendo nuestra atención y caminando dentro. ―Uh, Olivia, debo regresar a la oficina. No tienes que venir. Me haré cargo de todo. Mamá sonrió ampliamente hacia él y yo la miré suspicazmente. Si ella está así… ―Y eso es muy amable de su parte, ¿no es así Olivia? Wow. En verdad está jugando a casamentera ahora. ―Sí, lo es ―contestó, casi entre dientes apretados―. Pero debo trabajar. He tomado mucho tiempo libre y necesito pagar la renta y la electricidad. ―Si te regresas… ―levanto rápidamente mi mano hacia ella y corto sus palabras. Estoy tan no iré allí, no ahora mismo. ―Puedo cubrir eso ―ofreció Seth casualmente, recostándose contra el marco de la puerta. Cómo alguien puede casualmente ofrecerse a respaldar a alguien está más allá de mí. Es una gran cosa. ―No es necesario ―digo. ―Olivia, no te permito regresar al trabajo. Todavía tienes doce días de paga restantes de tus vacaciones anuales. Solo te pondré en ellos. ―Mason se inclinó y presionó un beso en mi mejilla. Mis ojos se movieron rápidamente del rostro de Seth. Esto no era un gesto sexual, no creo que lo haya hecho para molestar a Seth a propósito. Solo está siendo amigable y comprensivo, creo. ―Dame una llamada cuando estés lista. ―Salió por la puerta, pero no sin ganarse una muy sutil mirada con furia de Seth.

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Sus iris chocolate cayeron de regreso en mí y le di una tensa sonrisa y un pequeño encogimiento de hombros. Una muy femenina enfermera metió su cabeza en la habitación. ―La hora de visitas terminó ―nos dijo―. Solo uno de ustedes puede quedarse a acompañarlo. Froté mis palmas sobre mi vestido para remover algo del sudor. Ahora que la conmoción inicial había desaparecido, solo me sentía con nauseas. ―Bueno, Seth y yo nos iremos, pero regresé a primera hora en la mañana. Si necesitas algo, lo que sea llámame. De inmediato. Besé a mi mamá y papá, persistiendo un segundo más en la barbilla sin afeitar de mi papá. ―Los amo ―digo mientras envuelvo un brazo alrededor de la cintura de Seth. Él lanza su brazo sobre mis hombros, llevándome hacia él. No tengo que mirar a mi mamá para saber que no lo aprueba, incluso después que Seth básicamente salvo la vida de mi papá, aún no es suficiente. Unas pocas personas se dispersan en el angosto pasillo mientras se despiden de sus familiares. Miro arriba hacia Seth y su palillo gira rápidamente entre sus labios mientras juega con él con su lengua. ―Gracias. ―¿Por qué? Dejo de caminar y me pongo frente a él. Él jala de su boca el delgado palillo de madera y sus ojos se enfocan en mi rostro. ―Por regresar al gimnasio y hablar con mi papá y por salvarle la vida. Las cejas de Seth se arrugan un poco, como si estuviera incómodo. ―No tienes que agradecerme… ―Sí tengo. ¿Por qué agradecerte te pone incomodo? Su mirada revolotea hacia el piso mientras pone el palillo de regreso en su boca. Después de lo que parece un eternidad de estar en silencio, eleva su mirada hacia mí, luciendo incluso más incómodo que antes. ―Porque no estoy acostumbrado a eso. ―¿No estás acostumbrado a que te agradezcan? ―Rozó mi dedo a lo largo de su antebrazo. ―Usualmente soy la causa de los problemas, no la solución. Frunzo el ceño. Él no se da cuenta lo mucho que me ha ayudado. Me ha ayudado a no regresar a las mismas rutinas con Blade. Me salvó de Brent y

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mejoró mi relación con mi papá. Antes de Seth, mi papá era mucho más como mi mamá, siempre empujándome a regresar a casa y por todo eso las siguientes palabras salieron a través de mis labios. ―Tú eres mi solución. Sus labios se crisparon y retiró el palillo mientras la tensión en su expresión se desvanecía. Sus brazos rodearon mi cintura, llevándome más cerca. Verlo relajado y feliz envió un fuerte sentimiento fortaleciéndose a través de mi pecho. Todo lo que quiero para él es que sea feliz y nunca he querido algo tanto en mi vida. Seth me atrajo hacia él, descansando su cabeza en la mía y su mano trazó un sendero reconfortante arriba y abajo en mi columna. Me asusta alejarlo, no quiero hacerlo. No sé lo que está sucediendo, pero no es como nada que haya sentido antes. Los sentimientos que tenía por Blade palidecen en comparación con lo que siento ahora. ¿Amor? No, sí, no lo sé. Estoy confundida. ¿Estar enamorada significa estar tan enferma? Me siento mal, siento que voy a llorar. Siento que debo aplastar a Seth en mis brazos y no dejarlo ir. Estoy casi inevitablemente segura que me volvería completamente nada sin él. Quiero huir porque estoy absolutamente muerta de miedo. Le gusto a Seth, lo sé, pero qué si no hay un futuro allí. No soy una lectora de mentes, pero estoy convencida de que esto no es lo que él estaba esperando después de apenas un día de estar juntos. No lo puedo espantar…

* * * He estado sentada alrededor de la habitación de mi papá por las últimas dos horas mientras duerme. Mamá trajo su estuche para uñas para tener algo que hacer y como se ha hecho las uñas dos veces ya, decide atacar las mías. No puedo quejarme supongo, tienen la necesidad de un serio acicalamiento. Las he estado mordiendo mucho últimamente. Extraño a Seth. Después del hospital ayer Seth y yo estuvimos en su casa. Su mamá no estaba en casa y no tuvimos sexo porque Darryl puso la restricción de “no sexo hasta después de la pelea”. Él estaba un poco impaciente por irrumpir y decirle a Darryl que no había tenido sexo, pero me sentí mal y le dije a Seth que esperara. ―Así que, tu jefe es un buen tipo ―dijo mi mamá casualmente.

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Casi resoplé. ―Sí, lo es. Ella rastrilló la lima de uñas sobre mi piel e hice una mueca de dolor mientras su borde rugoso rasguñaba mi piel. ―También es apuesto. Arrastré una respiración. ―Sí, lo es. ―Suelo pensar que Mason es tan, tan, tan apuesto y nunca me he sonrojado un poco cuando pienso en él, pero entonces Seth aparece y en mi opinión, nadie está a la altura de su apariencia, ni siquiera el ojos azules y rubio Mason. Mason es radiante e inocente, demasiado caballero en algunos casos. Seth es oscuro y confiado. No le importa ser sutil. No le importa cómo luce ante otras personas. Me excita. ―Has pensado acerca de… ―No vayas allí, Sandra ―interrumpe papá. Su voz es ronca por el sueño―. Es su jefe y es muy viejo para ella. ―La edad no define a un hombre. Él es exitoso y apuesto. Tú eres joven así que los hijos no serían un problema. Alejó mi mano de ella, insultada. ―Seth es joven, apuesto y exitoso. ―Pero el aspecto de Seth no parece que vaya a durar mucho si constantemente logra ser golpeado por hombres más grandes que él. Solo puede ser exitoso por cortos periodos de tiempo en su estilo de vida y eso no es algo con lo que quieras criar a tus hijos. Quiero decir, ¿cuánto tiempo llevan de hacer el tonto? Es solo por diversión, ¿verdad? Papá presionó el botón en su cama y lentamente se levanta a una posición sentado. ―A quién le importa si es por diversión o no. Seth es un buen chico. Salvó mi vida. ―Sí, pero fue más una cuestión de “estar en el lugar y momento indicado”. ¿Está bromeando? ―Eso no significa que estén menos agradecida. Poderosa indignación arrasó a través de mí, cerrando mi garganta apretada alrededor de mis palabras. Mi mamá decía muchas cosas hirientes y sin sentido, todas con buena intención (o eso asegura) pero nada de lo que había dicho me había molestado al punto de volverme completamente

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iracunda con ella, hasta ahora. Miré a papá, él también le lanzaba dagas a mi mamá y me di cuenta que no era el momento ni el lugar de discutir con mi mamá sobre Seth. Si ella quería ser esnob y malagradecida, bien. Dejémosla ser, pero eso no cambiaría mi opinión. Nunca. Yo había visto bajo la dura, cascara de engreído de Seth. Había visto su lado suave. Lo había visto vulnerable y herido. Allí había más de él de lo que se podía ver. Un infierno más. ―De todas formas, papá, ¿cuándo puedes ir a casa? El sonrojo rosa en la las mejillas de papá se destiñó y mamá resopló, odiando el cambio de tema. ―Con suerte después de almuerzo, debo esperar dos semanas antes de poder regresar al trabajo, pero después de eso estaré bien. Me alentaron a que haga más ejercicios cardiovasculares y coma mejores comidas también. Boston definitivamente está fuera del juego para mí ahora. Traté de darle una sonrisa alentadora, pero incluso yo sentía la simpatía rizarse. ―Lo siento. Sé lo mucho que significaba ir a Boston para ti… Él movió rápidamente sus manos como si no fuera la gran cosa, pero yo sabía lo contrario. Él había estado tan molesto en el gimnasio ayer cuando Seth y yo le habíamos dicho que no podía ir. ―Está bien. Al menos uno de nosotros ira. Parpadeé. Oh. Se refería a mí. ―Yo tampoco iré, papá. ―¿Por qué no? ―Estaba tan confuso como Seth cuando se lo dije―. ¿Tuviste una pelea con Seth? Juro que escuché a mi mamá respirar esperanzadoramente. ―No. Tengo trabajo. ―¿Y Seth está bien con eso? Me encogí de hombros. ―No está feliz sobre eso. Mamá saltó en la oportunidad para entrar en la conversación. ―Esos del tipo peleador son cabezas duras. Papá rodó sus ojos.

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―¿Él no te ha golpeado ni nada? ―¿Qué diablos, mamá? No, no me ha golpeado. Nunca haría eso. Ella cruza sus brazos sobre su chaqueta de punto azul y oigo tamborilear su tacón contra el piso duro. ―Ellos se quiebran fácilmente, es todo lo que estoy diciendo. ―Cariño ―dijo papá, alejando mi atención del rostro de mi mamá―. Deberías ir. Tienes poco tiempo antes que él sea profesional. Puedes saltarte las que quieras entonces, pero al menos sé parte de su inicio. ―Los ojos marrones de mi papá se movían rápidamente de sus manos a mi rostro de manera nerviosa―. Cuando estás en el gimnasio, se distrae contigo y cuando no estás allí durante el entrenamiento, se preocupa con sus pensamientos, atascándose en un mundo lejano. Tan pronto como Darryl suena el silbato y el entrenamiento termina no puede llegar lo suficientemente rápido a la puerta. ―Sus palabras hacían hincharse mis entrañas. Al menos él podía ver lo mucho que Seth se preocupaba por mí―. No puede ir a una pelea sin llamarte desde los vestidores antes de ir. No creo que sea capaz de alejarse de ti. ―Gira su atención a mamá―. Si abrieras un poco los ojos, Sandra, verías que Seth adora el piso que nuestra hija pisa. La admira. Inicialmente, yo sabía que ese no era el tipo de hombre que quería alrededor de mi hija, pero puedo decirte por sus peleas, entrenamientos, todo, que cuando se preocupa por algo, da todo lo que tiene. Deberías estar honrada de que Olivia tenga alguien que la respete y proteja porque cuando muramos, y lo haremos, deberíamos querer que nuestra hija este protegida por alguien que la defienda con la misma ferocidad que sus propios padres lo harían… y Seth es ese hombre. Nunca respeté más a mi papá que en ese momento. Sabía que le agradaba Seth, pero no sabía que le confiaba completamente a su única hija y eso significaba más para mí de lo que las palabras podían expresar. Besé a mi papá en su mejilla y Salí de prisa de la habitación de hospital, dejando a mi mamá con un derrotado puchero detrás de mí. El estrepito de mis zapatos sonó en mis oídos mientras corría a toda velocidad por el pasillo. ―¡No correr! ―me dijo un portero desde detrás, pero lo ignoré. Si me detengo antes de llegar a mi auto podría de mala gana regresar a mi juicio. Después de ver a Seth, voy a llamar a Mason y decirle que necesito algo de tiempo libre porque quiero estar con Seth. Quiero estar ahí apoyándolo, lluvia o sol, gane o pierda. Si Mason no me deja… entonces renunciaré porque la vida es muy corta para no tener lo que se quiere. Cuando piensas en tu infancia o incluso en tu vida la semana pasada, no recuerdas las horas esclavizadas en el trabajo o haciendo cosas que odias.

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Recuerdas salir. Recuerdas estar con tus amigos y disfrutar la vida. Quiero mirar atrás en mi vida y no arrepentirme. Si Seth se vuelve una memoria lejana quiero ser capaz de decir honestamente que me divertí como nunca. Mason puede quitarme mi empleo, pero seguiré viva. Viva. Esa es una gran oportunidad y odiaría perderla.

* * * Sé que Seth estará terminando en el gimnasio en cualquier momento y quiero atraparlo con la guardia baja. Cuando veo el coche de Seth en el estacionamiento, me estaciono a su lado y prácticamente salto por la puerta antes de que ponga mi coche en detenerse. El cinturón de seguridad me engancha a mi asiento y gruño. Probablemente debería quitármelo. Desabrocho mi cinturón de seguridad y me las arreglo para salir del coche en el segundo intento. Empujo las puertas de cristal y entro en el área principal. Veo a Seth sentado contra el ring de boxeo en frente de todo su equipo y la atención de todos está en mí. Mi entrada no fue exactamente sutil. Seth está cubierto de un sudor glorioso y brilla por todas partes. Se pone de pie bruscamente, con clara preocupación en su rostro y da un paso adelante. Voy corriendo hacia él, mi aliento saliendo en respiraciones intensas y cortas. ―O, está todo… Yo salto y me estrello contra él, aplastando mi boca a la suya e ignorando nuestra audiencia. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y le aprieto contra mí con todo lo que tengo. Mis dedos recorren su cabello húmedo y ruedo mi lengua por su labio inferior mullido. ―Tal vez deberíamos irnos ―sugiere Jackson mientras me alejo. Los ojos de Seth buscan los míos, tratando de descifrar qué demonios está impulsando mis acciones. ―Voy a ir a Boston contigo ―le digo. Él trata de reprimir su sonrisa, pero se extiende por su cara con toda su fuerza. ―¿Y Mason? Sus ojos marrones nunca se alejan de los míos. Me están penetrando, persuadiéndome a decir exactamente lo que quiere que diga. Y lo digo. ―A la mierda Mason.

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Su boca reclama la mía de nuevo y lo siento cargarme lejos de nuestra audiencia en silencio. ―Si ustedes dos no están fuera en cuatro minutos. Voy a entrar ―nos anuncia Darryl. Nuestras bocas se mantuvieron unidas hasta que mi espalda es presionada contra el hormigón frío. Abro los ojos y me apartó. Estamos en el cuarto de duchas, en el cuarto de duchas de los hombres. Se ve exactamente como el aseo de las mujeres… qué elegante. ―Dime otra vez. ―Seth gime, besando mi cuello y haciendo a mi cabeza flotar. ―Voy a ir a Boston contigo ―digo, haciendo hincapié en las palabras. Su lengua se desliza contra mi piel, encendiendo la sangre por debajo de ella. Le he extrañado tanto a pesar de que me dejó en casa antes de ir al gimnasio esta mañana. Gustosamente paso mis manos sobre su resbaladizo cuerpo húmedo, alrededor de su cuello, sobre sus hombros y brazos, provocando un gemido desde la base de su garganta. Pone un suave beso en la punta de mi nariz y apoya su frente contra la mía. ―¿Qué te hizo cambiar de opinión? ―Sutilmente me deleito con la sensación de su aliento caliente en mi cara. No quiero decirle a Seth lo que dijo mi papá. Papá no es alguien que exprese pensamientos de ese tipo y quiero conservarlo en estado puro directamente de la fuente. Siento que si lo repito, va a perder su sentimiento. ―Sólo digamos, que un pajarito me ayudó a decidir lo que es importante. Me deslizo por su cuerpo hasta que mis pies están firmemente en el suelo. ―Me siento honrado de que tu papá piense tan bien de mí. Seth sabe que estaba en el hospital con mi padre esta mañana y supongo que sumo dos más dos. Me encojo de hombros, tratando de no reírme. ―La belleza y el cerebro, eso es raro. Tal vez fue mamá. Se ríe una vez. ―No, tu madre piensa que soy el gran lobo feroz. ―No, no lo hace… ―Sí. No estoy convenciendo a nadie. Para un ama de casa, mamá es muy agresiva.

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―De cualquier manera, estoy feliz de que hayas decidido venir conmigo. Ahora puedo dejar de volverme loco con complots. ―¿Complots? ―Sí ―dice sonriendo, dejando caer sus shorts para bañarse en la habitación muy abierta. El calor se mezcla con la sangre debajo de mis mejillas―. He estado tratando de pensar en formas de conseguir que vengas a Boston. Algunos eran tontos, algunos eran extraños y algunos eran francamente ilegales. Sus palabras provocan una risa de mí y observo cómo se acerca a la pared del fondo y enciende la ducha. El agua se derrama sobre su cuerpo y pronto vapor envuelve la habitación. ―¿No vas a acompañarme? ―pregunta con una sonrisa perversa. Quiero. Quiero desnudarme y sentir sus manos por todo mi cuerpo, pero no hay forma con la duchando al aire libre. No cuando hay una habitación llena de chicos junto a nosotros. Niego. ―Estoy bien sólo viendo. Recupero mi teléfono de mi bolsillo trasero. Mason va a odiar lo que tengo que decir. La lucha de Seth es en seis días. Marco el número de Mason y contesta inmediatamente. ―¿Olivia? Hola. ¿Cómo está tu papá? ―Él está bien. Lo están dejando ir a casa hoy. ―Darryl mete la cabeza en el cuarto de baño, aliviado al vernos en lados opuestos. Me siento sonrojar porque Seth está muy expuesto, pero a ninguno de los hombres parece importarle. Darryl engancha una toalla azul en un sostenedor de la toalla y con un gesto rápido se va. ―¿Cómo lo llevas? ―pregunta Mason. Seth cierra la ducha y se acerca a su toalla. Admiro su cuerpo mientras camina. Es perfección. Cada fuerte músculo revestido es perfectamente ajustado, formado y poderoso. Pasa la toalla sobre su cabeza, sobre su pecho y brazos antes de envolver la toalla alrededor de sus estrechas caderas. ―Ella está… él está… estoy bien ―tartamudeo, poniéndome nerviosa por Seth. Me siento como una idiota. Él ni siquiera me está tocando y mi cerebro es brumoso. Seth se da cuenta del desliz y me sonríe con su sonrisa de marca. ―Hay algo que tengo que decirte. ―Estoy escuchando ―responde Mason con cautela.

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―Voy a ir a Boston y necesito algo de tiempo libre. Silencio. ―Y después de eso, suponiendo que las cosas van de acuerdo al plan, necesito más tiempo libre para ir a Las Vegas. Silencio. ―¿Mason? ―Sí, te escuché. ―Exhala―. ¿Vas a poner su carrera por delante de la tuya? ―En realidad no es una carrera, quiero decir, no soy más que una recepcionista. El tono de Mason se oscurece. ―¿Sólo una recepcionista? ¿Qué negocio funciona sin problemas sin una recepcionista? En lo que a mí respecta tienes el trabajo más importante en esta práctica y, ¿qué hay de tu padre? Va a necesitar tu ayuda. No quiero develarle todo a Mason. Él es mi jefe. Cuando un empleado pide tiempo libre el único papel que el empleador tiene que decir es sí o no. Nada de este desenterramiento de mierda de información personal. ―Mi padre fue quien me convenció para ir a Boston. ―¿Y si digo que no? Ahí está. ―Entonces no tengo más opción que renunciar… ―¿En serio? ¿Así de fácil? Asiento, consciente de que no puede verlo. Seth se inclina contra la pared, junto a mí, cruzando los brazos sobre su pecho. ―Sabes, estaba equivocado acerca de ti. Aquí estaba pensando que eras una adulta madura, pero estas muy lejos de eso. Arriesgar tu trabajo sólo para seguir a tu nuevo novio en todo, es en realidad inmaduro. Estás tan temerosa que va a serte infiel, ¿es por eso que vas? ¿Porque es un animal y no puede mantener su polla en sus pantalones durante cinco malditos segundos? ―El tono de Mason está cubierto de hielo y envía un terror frío a través de mi oreja y a la boca de mi estómago. Curiosamente, hay una necesidad de llorar empujando en la base de mi garganta, pero presiono mi lengua en el techo de mi boca para detenerlo. No se trata de Seth. Sé que él no sería infiel. Claro que su pasado promiscuo hace que las probabilidades se apilen altamente contra mí, pero son invisibles para mí. Quiero llorar porque me enoja tanto a Mason. No es su culpa que esté tan enojado. Lo he

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estado molestando mucho las últimas semanas y ha sido más que complaciente. Esa cantidad de estrés podría llegar a cualquiera. ―Sí o no, Mason. Eso es todo lo que quiero que digas. Toma una eternidad para contestarme. ―No. Y eso es todo. Mis dos años de empleo continuo está terminado y estoy oficialmente desempleada… realmente no se siente bien. Trago saliva. ―Gracias. Cuelgo y doy golpecitos en el teléfono en la palma de mi mano. ―Así que eso es todo. ―Suspiro. Los brazos de Seth me arrastran, tirando de mí acercándome. ―Vamos a trabajar en algo una vez que el torneo haya terminado en un par de semanas. Hasta entonces déjame cuidarte. Voy a cubrir el alquiler y la electricidad, comida, lo que sea que necesites. Es lo menos que puedo hacer. Eso suena bien, pero no puedo hacerlo. La idea de ser tan dependiente y sanguijuela me da náuseas. ―Está bien. Tengo una buena cantidad de ahorros. Debe cubrirme por un mes como máximo. Puedo arreglar algo para entonces. Él se ríe y su pecho vibra bajo mi mejilla. ―Eres terca. ―Me aprieta más contra él―. Lo que sea que elijas hacer, te tengo cubierta. ―Inclino mi cabeza y miro sus ojos marrones―. Siempre.

* * * Difícilmente veo a Seth los próximos seis días. Está tan ocupado con la formación y la preparación para este fin de semana. Incluso estoy nerviosa. Nos vamos hoy y Seth debería estar aquí dentro de veinte minutos para recogerme. Lamentablemente, Selena no puede venir esta vez. Su padre ha solicitado que empiece a hacer algo con su vida y haga horas extras en la empresa. Ella está angustiada por eso, pero ahora que ha investigado algunos cursos que puede estudiar, se siente un poco mejor, pero su padre aún sufre su frío trato. Mi teléfono suena, sacándome de mis pensamientos. Salto del sofá y corro al banco de la cocina donde estoy cargando mi teléfono. Quito el cable y lo contesto.

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―¡Ey! ― chilla la alegre voz de Selena―. ¡Lo he conseguido! ¡Sé lo que voy a ser! ―¿Qué? ―¡Un oficial de policía! Casi me río a carcajadas. Selena, ¿un oficial de policía? No lo creo. Odia limpiar porque siempre se rompe una uña. Estoy bastante segura que no puede tener largas uñas pintadas con colores extraños como un agente de la policía… código de vestimenta y todo eso. ―¿Un oficial de policía? ¿En serio? Ella suena casi ofendida. ―¿Qué hay de malo en eso? ―Estoy tratando de imaginarte al perseguir a los malos y disparar armas. No te ofendas, pero no luce bonito. Ella resopla. ―Sí, bueno, te lo voy a demostrar. De todos modos, te vas hoy y estoy tan disgustada. Ojalá pudiera ir… voy a extrañar a Jackson. Abro el refrigerador y agarro dos botellas pequeñas de agua. ―Caramba, no me extrañes o cualquier cosa. Cruzo el suelo de la cocina y entro en la sala de estar. Pongo las dos botellas de agua en la parte superior de mi pequeña maleta de color púrpura. ―¡Sabes que voy a extrañarte! Eso no hace falta decirlo. ¿Cuánto tiempo vas a estar fuera? ―Ya te lo he dicho dos veces. Vamos a quedarnos unos días en Boston y si gana, la siguiente parada es Las Vegas por una semana o algo así. ―Sus peleas están realmente muy juntas… ¿no necesita tiempo para recuperarse o lo que sea? No sé mucho sobre el torneo, pero Darryl sí, me dijo que una vez que sea profesional pueden pasar meses entre peleas. Hasta entonces, Seth tiene que evitar ser golpeado tanto como sea posible. Hasta ahora, todo bien. Todavía estoy por ver un puño conectar con su rostro. ―No sé cómo funciona ―murmuro. Hay un suave golpe en la puerta y mi nerviosismo se eleva a un nivel superior. ―Oye, me tengo que ir ahora, pero llámame en un día o dos, ¿sí?

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―Sí, está bien. Diviértete y no hagas nada que yo no haría. Te quiero. ―Te quiero. ―Cuelgo y deslizo el teléfono en el bolsillo delantero de mi cardigán color limón. Me gusta esta chaqueta de punto. Fue un regalo de mi abuela antes de morir. Mi conjunto favorito para usar con él, es un par de pantalones blancos y un top de encaje blanco. Corro hacia la puerta y la abro. Seth parece digno de babear como siempre. Cómo se las arregla para llevar un par de pantalones vaqueros y una camiseta gris simple y todavía parecer increíble está molestamente más allá de mí. Su cabello brilla levemente, como si se hubiera duchado recientemente. Su piel parece lisa y suave y tengo muchas ganas de extenderme y tocarlo. Él me absorbe con una sonrisa divertida en su rostro. ―Eres como un bombón de coco y limón. ―Se ríe, apoyándose en el marco de la puerta. ―Ja. Ja ―digo Inexpresiva. Da un paso hacia adelante, con los ojos ardiendo llenos de confianza en los míos, no, lujuriosamente. ―Me encantan los bombones de limón. ―Su sonrisa se vuelve engreída―. Se derriten en tu boca. Siento un caliente sonrojo arrastrándose hasta mis mejillas y él lo nota. Sus ojos brillan, viéndose perfectamente divertido con mi reacción y da un paso adelante, permitiendo que sus manos se deslicen en mi nuca. Entonces, me besa, provocándome con los dientes mientras pellizca mi labio inferior. Da un paso hacia delante, deslizando su otra mano hacia abajo por mi lado antes de acunar mi trasero y estrujándome contra él. Sé que está haciendo esto para trabajarme, sabiendo muy bien que no puedo hacer ninguna maldita cosa al respecto. Se aparta y toma mi labio inferior entre los dientes. ―Mm. Sabes mejor que cualquier tipo de dulce. Me quejo. ―Vas a hacer esto doloroso para mí, ¿no es así? Él asiente. ―Imagínate lo que está haciéndome a mí. Doy un paso lejos y ruedo mi maleta hacia él. Cierro mi puerta y sigo a Seth por las escaleras hasta el coche. Mi maleta se desliza fácilmente sobre el asiento trasero vacío. ―¿Jackson no va a venir? ―pregunto en voz alta.

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Seth me abre la puerta y subo. ―Sí, pero está viajando con Darryl y los otros. Sonrío. Tiempo a solas con Seth sería muy agradable. Apenas lo he visto esta semana y lo he extrañado como una loca. Estoy emocionada de estar dejando Portland y estoy especialmente emocionada porque la pelea de Seth esté terminada. Ansío, no, necesito estar cerca de él, en todos los sentidos. Mientras rodamos por la autopista, un tono de teléfono zumba en el coche y mi atención recae en la consola central. “Mamá” está llamando. Seth rápidamente golpea ignorar. ―¿Cómo está? ―pregunto―. ¿Terminó yendo al programa? Miro de reojo a Seth. Sus manos aprietan el volante brevemente. ―¿Tú qué piensas? ―Su voz es casi triste, decepcionado. Miro mis manos también decepcionada. ―Estaba segura de que lo haría… Sonríe una sonrisa dolorosamente falsa sin mirarme. ―Está bien. He terminado. Cuando la recogí del hospital anoche… ―Espera, ¿el hospital? ―Sueno más ofendida que preocupada y tal vez lo esté. ¿Por qué no me llamaste? ―Sí, se cayó por unas escaleras en un bar y se golpeó la cabeza. Está bien, es sólo un pequeño corte. Al darse cuenta de mi aprensión, añade: ―No te llame porque era muy tarde y no estaba de humor para alguien que sienta lástima por mí. Un poco duro, pero es comprensible… supongo. ―Sólo odio que hayas tenido que hacerlo por tu cuenta. ―He estado haciéndolo por mi cuenta desde hace años. ¿Qué es un poco más, no? Mi corazón se tuerce en mi pecho. Hay tanta responsabilidad sobre sus hombros. Equilibrar las finanzas, su carrera, requerimientos de una dieta estricta y un entrenamiento intenso, ¿cómo incluso funciona correctamente? ―¿Has dicho que has terminado? ¿Qué significa eso? ―Significa que me niego a llevarla por la vida como un niño durante un segundo más. Entré en contacto con un centro de rehabilitación en California ayer por la noche. La compañía la recogió esta mañana.

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Espere un rato para que sus palabras penetraran. Envió a su madre a rehabilitación… ¿al otro lado del país? ―California es muy lejos, Seth. Se encoge de hombros. ―La necesito lo más lejos posible de mí. De lo contrario, va a rogar que vaya a visitarla y entonces me convencerá de firmar su liberación. No puedo… no esta vez. ¿No esta vez? ¿La ha enviado a un centro de rehabilitación antes? Miro hacia él. Su mandíbula se aprieta hacia adelante en un ceño fruncido. No le pregunto más. Puedo ver que es difícil para él así que digo lo único que puedo decir. ―Hiciste lo correcto. La arruga en su frente se suaviza. Dije exactamente lo que él quería oír. No hay duda de que ha estado jugando una especie de tira y afloja emocional con su decisión y estoy contenta de haber podido aliviarlo un poco.

* * * Boston es enorme comparado con Portland. Los edificios son más altos y más nuevos. Prácticamente aplasto mi rostro contra el frío cristal mientras trato de conseguir una mirada más cercana. Nunca he estado fuera de Portland. ¿Por qué no he viajado? Ver nuevos lugares es increíble y es genial. Aunque la gente está recorriendo afanosamente las aceras para llegar a sus citas y reuniones importantes, siento que este lugar está intacto, como si acabara de descubrirlo. Seth se detiene frente a un hotel muy lujoso y un hombre con un adorable sombrero negro me abre la puerta. ―Buenas tardes, señora ―me saluda, extendiendo una mano con guante blanco. Echo un vistazo torpemente hacia Seth, quien me está mirando con una expresión satisfecha. Tomo la mano del hombre y me ayuda a salir del coche. Seth me separa del hombre y le habla de los bolsos. Afortunadamente, el hombre asiente y recupera el equipaje del coche. Entramos al edificio a través de una puerta giratoria dorada y Seth mantiene sus dedos trabados con los míos mientras nos acercamos a su equipo en el vestíbulo. Darryl, Jackson y los otros tres a cuyos rostros me he

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acostumbrado, pero no tengo ni idea de cuáles son sus nombres, están absolutamente encantados de ver que Seth y yo llegamos a tiempo. ―Voy a registrarme ―dice Seth, besando la parte superior de mi cabeza. Admiro el vestíbulo mientras Darryl explica los planes para esta noche y mañana. El vestíbulo es muy amplio y bien decorado con estatuas de mármol y adornos dorados. No hay alfombras que adornen el piso y los tacones de los zapatos hacen ruido contra las baldosas a mi alrededor. Hay un olor agradable, como vainilla y romero y la música clásica sonando suavemente a través de los altavoces ocultos me hace sentir ligera y relajada. Este hotel es sin duda el lugar más agradable en el que me he alojado. Oh, e imagina cómo el baño va a verse, suponiendo que tengo uno. ―¿Dónde se están quedando Don y Josh? ―le pregunta Jackson a Darryl, sentado en la parte superior de su propia maleta y restregando sus manos sobre sus pantalones vaqueros. ―Josh y Don están al otro lado de la ciudad en el hotel Plaza. Sus preparadores me han asegurado que no deberíamos tener ningún roce antes de la pelea. Es una gran ciudad. Las posibilidades de encontrarnos con ellos esta noche son escasas. ―¿Esta noche? ―pregunto, viendo el sueño de un largo y caliente baño escaparse de las manos. ―Sí, todos vamos a salir esta noche ―responde Jackson―. Incluso Seth. Mierda. La idea de asistir a los clubes en una ciudad extraña me asusta mucho. Los clubes de Portland son malos y siempre llenos, lo que significa que los de Boston son probablemente el doble de malos y el doble de llenos. La última vez que salí golpeé a una chica en la cara y no estoy muy dispuesta a pasar por eso otra vez. Sin mencionar que no empaqué nada para salir de noche. ―No vamos a estar fuera por mucho tiempo ―dice Seth, llegando a pararse a mi lado. Su brazo se engancha alrededor de mi cintura, presionando mi costado contra el suyo―. No puedo beber y necesito dormir tanto como pueda para mañana. ―Bien. ―Se ríe Jackson―. Necesitamos un conductor designado y puedes irte una vez que lleguemos a Polaris. ―¿A qué hora? ―pregunta Seth.

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―Queremos estar allí a las diez u once. En realidad no importa. Los buenos programas no se inician hasta la medianoche.¿Las discotecas en Boston hacen presentaciones? Me relajo un poco. Tal vez vamos a un teatro o algo similar a eso. Ruego a Dios que sea el caso.

* * * Ese no es el caso. Polaris es un club de striptease. ¿Cómo diablos no vi venir esto? Seth me empuja más en el club mientras observo torpemente a las mujeres bailando en los postes y los hombres en las cabinas. Quiero decir, es sin duda el mejor club de striptease que he visto, corrección, club de caballeros como dice Darryl, pero eso no me hace sentir menos incómoda. Toco los orificios de los botones de mi blusa de seda blanca, nerviosamente, mientras Seth coloca su mano en mi espalda y me escolta a un gran espacio al otro lado de la habitación. Tan pronto como nos sentamos, una mujer en topless con tetas falsas camina casualmente hacia nosotros. Su falda es corta y a cuadros, apenas cubriendo sus nalgas. Sus pezones están duros y apuntando directamente a mi cara. Me pregunto si tiene frío. Se presenta como Vivian y se inclina para ajustar una de sus medias hasta la rodilla, mientras sus pechos se apoyan en la mesa. Los chicos están babeando absolutamente y cuando se endereza le lanzan sus pedidos de bebidas. ―¿Algo para ti, cariño? ―me pregunta. Su voz es alta y almibarada. ―No, gracias ―respondo, sin poder mirarla a la cara. Estoy tan fuera de mi zona de comodidad que esto incluso no es divertido. ―Eso no es divertido ―responde, haciendo un mohín con sus labios rojo cereza excesivamente brillantes. Da un paso más cerca, y se agacha. Sus pechos rozan mi brazo y una punzada de nauseabunda vergüenza rueda a través de mi estómago―. Voy a tener que mostrarte un buen momento de otra manera. ―Ah… A mi lado Seth se ríe, haciendo que el calor se filtre en mis mejillas. ―Estoy bien. Su cálido y suave pulgar roza mi mejilla. ―Cuando vayamos a hacerlo, déjamelo saber, cariño. Sus ojos oscuros caen sobre Seth.

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―¿Y tú, guapo? ¿Puedo ofrecerte algo? Él le habla con tanta indiferencia como si ella no estuviera en topless y frotando sus tetas en mi brazo. ―No. Estoy bien. Con un asentimiento rápido, Vivian se encamina al bar y estoy agradecida de pronto de que mi papá no esté aquí. Lo que habría hecho de este momento único, el más embarazoso de mi vida. ―¿Nunca has estado en un club de striptease antes? ―dice Jackson desde el otro lado de la cabina. Su cabello está peinado en un revoltijo de puntas en la parte superior de su cabeza y me está sonriendo como si fuera algún extraño cangrejo ermitaño. ―No… nunca he sentido la necesidad de hacerlo. Seth me mira, muy divertido y está sonriendo con esa amplia sonrisa que me gusta tanto. ―¿Qué? ―le digo―. ¿Soy tan rara? ―No. ―Engancha su brazo alrededor de mi cuello y lleva sus labios a los míos―. Eres buena. Sólo nosotros entendemos el doble sentido de esa palabra. Cuando Vivian vuelve con nuestras bebidas, Jackson nos arrastra a todos desde la cabina y otra vez a los elegantes salones frente al gran escenario. El piso está iluminado con luces blancas y tres chicas bailan lentamente con la música, sacudiéndose y meneando todo. ―¿Quién de ustedes está listo para un buen momento? ―Vivian se ríe, inclinándose sobre nuestra mesa. Sus ojos parpadean sin dudar entre Seth y Jackson. Realmente no sé cómo voy a manejar que Seth o Jackson consigan un baile de regazo. Voy a tener que decirle a Selena… código de chica y todo eso y tal vez a ella no le importe. Jackson le entrega el dinero y mueve sus cejas hacia mí. Lo miro, confundida por su gesto. Una vez más, Seth se está riendo a mi lado mientras Vivian pone su mirada en mí. Hay una seductora sonrisa en sus labios rojos y se inclina justo hasta mi oreja. ―Sólo relájate ―dice ella en voz baja. Inmediatamente, me pongo rígida y miro con los ojos abiertos cómo las mejillas de su trasero se restriegan contra mi regazo. Jackson y todos los demás, incluyendo a Seth, están teniendo el momento de su vida

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observando y riéndose de mi expresión asustada. Esto no está pasando justo ahora. ¿Qué debo hacer? ¿Cuánto tiempo dura esto? ¿Cuándo va a parar?, las preguntas llenan mi mente una tras otra y estoy demasiado temerosa para expresarlas. Ella presiona su espalda contra mi pecho y frota sus manos alrededor de mi cuello. Trago saliva, manteniendo mis manos cerradas en puño a mi lado. No me gusta esto. Esto no es divertido… no para mí. Se vuelve hacia mí, frotando sus duros pechos contra los míos. Miro a Seth, quien aún está sonriendo. ―Seth… ―le digo, dándole mi mejor expresión de “maldita sea sácame de aquí”. Él asiente y se mueve hacia mí, pero es demasiado tarde para detenerla cuando ella lleva sus labios a los míos y chupa mi labio inferior en su boca. Yo jadeo. ¿Qué carajo? ¿A las desnudistas les está permitido siquiera hacer eso? ¿Cuánto le dio Jackson? Instintivamente, me salgo de debajo de ella y mis manos vuelan hasta cubrir mi boca. Ella sonríe inocentemente hacia mí y Jackson, y el resto del equipo, agarra sus costados muertos de la risa. Seguí con esto tanto como pude, pero una línea ha sido cruzada y quiero ir a casa. ―Bueno, bueno, bueno. ―Una voz profunda, y que eriza la piel, ríe desde atrás. Una mano pesada se planta en mi cadera, tirando de mí hacia atrás ligeramente. Yo lanzo mi cuello hacia un lado, viendo inmediatamente la cabeza calva y la mandíbula desaliñada de Don―. Eso fue un buen espectáculo. No me importaría ver otro. Seth se pone de pie y el resto del equipo lo sigue. Vivian sonríe dulcemente y se va. La mirada de Seth fluctúa de la mano de Don a mi cadera a su cara. Darryl le está hablando en voz baja a Seth, pero él no parece que esté escuchando una palabra de lo que está diciéndole. Está en plena ebullición. Puedo ver su mandíbula moviéndose y apretándose, sus dedos se flexionan a los costados y el pecho sube y baja en jadeos profundos. Trato de dar un paso adelante, pero Don aumenta su agarre, limitando mis movimientos. ―Don ―le advierte uno de los miembros de su equipo―. Deja ir a la chica. Don se ríe y no creo que le importe una mierda el torneo. Sólo quiere vengarse de Seth. Normalmente, cuando me encuentro con Don en las peleas, no está tocándome y soy capaz de escapar antes que lo haga… pero hoy es diferente y estoy preocupada de que si me muevo, Seth va a hacer algo estúpido. Su grueso dedo aparta el cabello sobre mi hombro y me alejo de su toque.

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―Ella es un poco tímida, pero si la dejas conmigo por la noche estoy seguro de poder acomodarla para ti. Seth comienza a avanzar, pero Jackson y Darryl lo detienen. Sus fosas nasales están resoplando, sus ojos queriendo sangre. ―Ya oíste a tu equipo ―gruñe él―. Déjala irse, esto es entre tú y yo. Una risa profunda retumba en el pecho de Don, vibrando contra mi espalda. ―Tú la trajiste a esto, no yo. Echo un vistazo alrededor del club, algunas personas están observando, pero están intrigados, no asustados o preocupados. Quieren ver que algo suceda aquí. Trato de dar un paso adelante de nuevo y la mano de Don aprieta. Hago una mueca de dolor ante la presión y Seth se impulsa hacia adelante, arrastrando a un inútil Darryl y a Jackson detrás de él. Don me empuja a un lado y caigo hacia el suelo. La cadera que había sujetado choca contra las baldosas, enviando un fuerte dolor en mi pierna. Me empujo sobre mi codo y observo el puño cerrado de Seth conectar con el lado de la cara de Don. Las desnudistas empiezan a chillar y llamar a seguridad mientras Don y Seth intercambian golpe por golpe, sus equipos impotentes para detener a las dos bestias. Pronto, todo el mundo está en esto, equipo contra equipo, golpeándose unos a otros sin sentido. Mis nervios están electrificados y mi corazón está empujando rápidamente la sangre alrededor de mis venas. Me siento mareada con la adrenalina y el miedo. Esto es todo. Seth está fuera de la competencia y todo es mi culpa. ―¡Seth! ―grito sobre los gruñidos y gritos. Las lágrimas amenazan mis ojos y me obligo a levantarme. ―¡Seth! ―grito de nuevo. Los guardias de seguridad están sobre ellos como moscas, apartándolos los unos de los otros. Los ojos de Seth se encuentran con los míos y cuando veo su rostro, las lágrimas se vierten sobre el borde de mis ojos. Hay un corte en su ceja y está derramando sangre por su mejilla. ―¡Seth, vete! ―grita Darryl―. Yo me encargo de todo aquí. Seth se dirige hacia mí, recogiéndome en sus brazos como si tuviera toda la energía en el mundo. Yo envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y este está húmedo de sudor. ―Lo siento mucho. ―Lloro en su hombro.

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Me jala más fuerte contra él y cierro los ojos. Muy pronto, el ruido de la concurrida calle y el fresco aire nocturno me llevan a abrir los ojos. El valet trae el coche de Seth y nos miran, pero no son lo suficientemente valientes como para hacer preguntas. Seth me sienta en el asiento del pasajero y cierra la puerta con un golpe, sobresaltándome. Se sube en el asiento del conductor y se aleja rápidamente, sin decir nada por todo el camino de regreso al hotel. No tengo ni idea de lo que está pasando por su cabeza y quiero entrometerme, pero, respetuosamente permanezco en silencio. Nos detenemos en el hotel y salta del coche y se dirige a mi lado. Abre la puerta y me levanta del coche antes de llevarme al vestíbulo. Me siento tonta porque soy más que capaz de caminar. Otros residentes intentan no mirar mientras algunos abiertamente nos miran y Seth los ignora a todos. Cuando estamos a salvo en nuestra habitación, finalmente, me baja. ―¿Estás bien? ―demanda con urgencia y yo asiento. Seth se detiene delante de mí. No puede respirar. Él no quiere que lo sepa, pero puedo decirlo. Su pecho se está moviendo superficialmente y su rostro está tenso, casi desesperado. Levanta el adorno de un Dios griego y lo lanza contra la pared de la sala de estar. Salto mientras la porcelana se rompe en cientos de pedazos y se vuelve hacia mí, sus ojos estrechados en rendijas ardiendo oscuramente. ―Vete a la cama ―ordena. Doy un paso hacia atrás. ―Pero tú no estás… ―¡Mierda! ¡Dije que fueras a la cama! ―grita, pasando su dedo con impaciencia a través de su cabello. Sus ojos son oscuros, más oscuros de lo que alguna vez los he visto y mi corazón se agrieta dolorosamente en mi pecho. Está enojado conmigo… Poco a poco me alejo de él, subiendo por las escaleras de vidrio transparente, a mi izquierda. Mis tacones sonando contra ellas, haciéndose eco en la tranquila habitación de hotel. Cuando llego a la habitación, me dejo caer en la cama, presionando mi cara en la almohada de raso morado. ¿Cómo esta noche se volvió una mierda? Sé que debería haberme quedado aquí en la habitación del hotel. Iba a hacerlo, pero Seth insistió en que le hiciera compañía. Mira como resultó eso. En algún lugar entre el llanto, escucho a Seth romper cosas y gritar a la gente en el teléfono, caigo dormida. Cuando abro los ojos, sigue estando oscuro, pero la luz de la sala está filtrándose por las rendijas. Me deslizo fuera de la cama y me tambaleo vacilante en mis tacones. Agarro la manija

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de la puerta y la abro lentamente. Esperando que Seth se haya calmado y quiera mi compañía. Al igual que antes, mis tacones suenan y bajo por la escalera. No puedo ver a Seth en ningún lugar y no puedo oírlo tampoco. En la parte inferior de las escaleras, hay una pila dispersa de porcelana. Doy vuelta en el corto pasillo y abro el armario de la limpieza en búsqueda de un recogedor y un cepillo. El vidrio en tus pies no es una buena cosa. Me agacho y barro la mayor cantidad de vidrio en el recogedor como puedo. El suelo tiene una exuberante alfombra blanca que no lo hace más fácil. ―No tienes que venir limpiando detrás de mí. ―Su voz calmada me asusta, pero no me volteo para mirarlo por miedo a que me aleje de nuevo. ―Quiero hacerlo ―contesto, pasando mis dedos con cuidado sobre la mullida alfombra. Estoy segura de que tengo la mayoría de las grandes piezas de vidrio. Suelto una respiración calmada, controlada, y no tengo más remedio que dar la vuelta. Poco a poco, me enderezo y doy la vuelta. Mi mirada se posa sobre la apariencia perfecta y sin camisa de Seth. Su expresión es ilegible y menea una copa en la mano. El hielo golpea contra el cristal llenando el incómodo silencio. Camino pasando a un lado de él y hacia la cocina de gran tamaño. Abro el cajón de debajo del fregadero y lanzo los fragmentos de porcelana a la papelera. Seth coloca el vaso ahora vacío en la barra de desayuno en el centro de la cocina. Lo miro y cierro el cajón. Él todavía tiene sangre seca en su cara y quiero atenderlo, curar la herida en su ceja. Doy un paso adelante, una vez, haciéndole saber que quiero llegar a él. Asiente y prácticamente corro hacia él. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, enterrando mi cara en su hombro. ―Lo siento mucho ―digo. Oh, Dios. Creo que voy a llorar de nuevo. ―Oye. ―Quita mis brazos de su cuello, obligándome a mirarlo a su cara―. Esto no es tu culpa. No hiciste nada. Todo esto soy yo. Sólo yo. ¿Entiendes? No estoy asintiendo. Si no me hubiera asustado y prácticamente corrido de la desnudista que me besó, no le habría dado a Don una oportunidad para agarrarme. Seth envuelve sus dedos alrededor de mi muñeca y lo sigo por las escaleras a nuestra habitación, sólo que no se detiene allí. Me jala por todo el camino detrás de él hasta el baño. Él enciende la luz, trayendo el cuarto oscuro a la vida. Las manos de Seth se envuelven alrededor de mi cintura y me levanta para sentarme en el

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mostrador del baño. Miro su cara y él no habla mientras sus manos rozan mis tobillos y sacan mis zapatos. Me levanta del banco y engancha sus dedos bajo el borde de mis pantalones, empujándolos al suelo. Mi ritmo cardíaco se acelera, como siempre lo hace cuando me toca. Me da vuelta y tira de mi camisa, empujándola por encima de mi cabeza. Mi sujetador es la última pieza de tela que cae de mi cuerpo y cuando me vuelvo para enfrentarlo, sus ojos me beben, incapaz de ocultar el destello de deseo en sus ojos. Luego se estrechan sobre mi abdomen y me doy cuenta de su cuerpo tenso y la mandíbula apretada. Miro hacia abajo. Es mi cadera. Hay una sombra oscura formándose donde Don me agarró y donde caí. ―No es tan malo como el tuyo ―murmuré débilmente. Él suspira, pasándose una mano por su cara. ―¿Es eso lo de su mano? Me encojo de hombros. ―Un poco, supongo. La mayor parte es de cuando me caí después de que me empujó. Su voz se eleva unos pocos decibelios. ―¿Él te empujó? Asiento mientras pasa sus manos por el cabello. Con una sacudida de cabeza me agarra, jalándome hacia él. ―Maldita sea, lo siento, Olivia. ―No es tu culpa. Él me deja ir. Sé que no quiere escuchar que no es su culpa. Puedo verlo en su cara, realmente cree que lo es. Doy un paso hacia atrás mientras se baja sus pantalones y se mete en la ducha. Deja la puerta abierta para que me le una y enciende el agua. El rugido de la ducha hace eco en las baldosas y el aire se vuelve rápidamente pesado y caliente, llenando mis pulmones con el vapor. Entro y cierro la puerta detrás de mí. Los ojos de Seth con avidez se posan en mi cuerpo, haciendo que mis pechos se sienten pesados e hinchados. Mis pezones ya duelen por su boca, para que los engulla, y para distraerme tomo el baño de espuma y lo aprieto en mis manos. Me aparto de él y masajeo una espuma abundante sobre mi estómago, frotando lentamente sobre la contusión en mi cadera. Pronto, las manos de Seth están deslizándose sobre mi piel, también, evitando cuidadosamente mi cadera adolorida. Pone besos en mi hombro y mi cuerpo comienza a tararear. Jugueteando, sus manos se mueven alrededor de mi pecho haciendo que mis pezones se endurezcan al punto

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máximo y comiencen a hormiguear en doloroso previsión. Por último, sus manos se deslizan a lo largo de mis pechos, ahuecándolos con la cantidad perfecta de presión. Me siento como que estoy en peligro de derretirme y mi respiración se corta mientras sus pulgares frotan mis pezones puntiagudos. Dejo que mi cabeza se incline atrás para descansar contra su pecho. ―¿Darryl y tu equipo van a estar bien? Sus manos amasan mis pechos. ―Sí, ellos van a estar bien. Vuelvo la cabeza. ―¿Y tú? Presiona sus labios en mi mejilla. ―Estoy bien ahora. Me doy la vuelta, presionando la parte frontal de mi cuerpo contra el suyo. ―Te necesito, todo de ti ―exijo, aplastando mis labios a los suyos. Sabe agridulce, como el bourbon y mi corazón se aprieta. Si ha probado alcohol, debe estar en un lugar muy malo. Seth no vacila y no hay jugueteo en la forma en que sus manos me acarician toda. Me hace retroceder y me quedo sin aliento cuando mi espalda presiona contra las baldosas frías. Ignoro la forma en que mi cadera duele mientras me aplasta contra la pared con su cuerpo. Su mano corre a lo largo de mi costado y engancha mi pierna alrededor de su cadera. Su boca besa mi cuello y sus dedos se deslizan firmemente entre mis piernas, enviando una oleada de excitación a través de mí. Ha pasado tanto tiempo desde que hemos tenido sexo y lo quiero ahora, pelea o no. Mi cuerpo va a toda marcha y mis nervios están muy conscientes de él. Su toque caliente es como un choque eléctrico corriendo a través de mi cuerpo. ―Seth. ―Su nombre es un sonido susurrante de anticipación. Él gime, pasando la punta de un dedo sobre mi clítoris. Le hace al pequeño manojo de nervios unos círculos y luego sumerge un dedo en mi calor. Jadeo con fuerza, hundiendo mis dedos en sus hombros mientras me acaricia cuidadosamente desde el interior. Me arqueo contra él, mis ojos sintiéndose pesados. ―Tan sexy ―murmura, atrapando mi labio entre sus dientes.

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―Más. ―Suspiro, empujando mis caderas contra él. Estoy tan excitada, así que me retuerzo apretadamente y lo necesito para aliviarme. Él, sólo, saca sus dedos de mí. La decepción me llena y gimo con molestia. ―¿Alguna vez te he dicho que eres impaciente? ―Se ríe en mi oído. Sonrío y asiento. ―No puedo evitarlo a tu alrededor. Estira su mano entre nosotros, frotándose sobre mi entrada y capturándome con la guardia baja. Mis caderas se presionan más cerca de él y parece que no tengo control sobre mi cuerpo, éste hace lo que quiere. Se empuja dentro de mí con una fuerte inhalación de aire, enviando mi pulso deslizándose por todo el lugar. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y sus manos agarran mi culo, me levantó hacia él y me llena completamente. Bloqueo mis tobillos detrás de él mientras envuelvo mis piernas alrededor de su cintura. La fría sensación de las baldosas se siente deliciosamente erótica contra las sensaciones cálidas dentro de mí. Seth se retira hasta que sólo la cabeza se queda dentro y luego la mete hasta el fondo, obligándome a gritar. Empuja superficial y rápidamente, unas pocas veces, antes de salirse casi todo el camino de nuevo y luego meterse con un gemido decadente. Lo aprieto tan fuerte como puedo mientras un orgasmo se enrolla en mi estómago como una cobra. Ha pasado tanto tiempo desde que ha estado dentro de mí y mi cuerpo está disfrutando de las sensaciones. ―Oh, mierda… ―gruñe contra mi carne―. No voy a durar mucho tiempo, cariño. Su voz me empuja cada vez más cerca del borde. ―Más duro. ―Me las arreglo para exhalar―. Más rápido. Me presiona más duro contra la pared y establece un ritmo más rápido y más fuerte. Mis brazos se aprietan alrededor de su cuello. Aprieto mis muslos alrededor de él, inclinando mi pelvis. Mis pechos rebotan mientras me mece. Estoy sorprendida cuando mi orgasmo me desgarra sin sospechar nada y no puedo evitar los gritos saliendo de mi boca junto con éste. Los bíceps de Seth se aprietan cuando agarra mis caderas y me sostiene todavía mientras se empuja desigualmente dentro de mí, encontrando su propia liberación. Me sostiene contra la pared por un poco más de tiempo, apoyando su frente contra la mía. Mis manos acarician su cuello y sus hombros. Cierra los ojos, disfrutando de la atención. Me deslizo fuera de él justo cuando suena un golpe en la puerta y Seth escuda mi cuerpo con el suyo.

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―Entre. Mis mejillas arden rojo. Si la gente está aquí… entonces me habrán escuchado. ―Seth, cuando estés listo ―resuena la voz de Darryl a través del cuarto de baño, sonando tenso y cansado. ―Estaré bajando en un minuto. Darryl cierra la puerta y entierro mi cara entre las manos, más avergonzada de lo que nunca he estado en mi vida entera. ―No puedo salir ahí. Aleja mis manos de mi cara y dejo caer mi mirada al suelo. ―¿Disfrutaste? Sus manos ahuecan mi cara, inclinando mi rostro hacia el suyo. ―¿Disfrutaste? ―pregunta de nuevo, haciendo hincapié en la pregunta. ―Sí. Sonríe, juguetonamente. ―Entonces eso es todo lo que importa. Puedo sentir alegría irradiando de él en olas mientras mis mejillas se vuelven más oscuras. Nos envolvemos en toallas rápidamente y entramos en la habitación para vestirnos. Seth me lanza un par de pantalones de cordón. ―Tengo ropa. ―Me río, cerrando el sujetador en su lugar. ―Confía en mí ―dice, subiendo su propio par de pantalones de cordón gris, ocultando su deliciosa desnudez―. Son muy cómodos. Me pongo una camiseta blanca y me deslizo en los pantalones de Seth. Tengo que atarlos bien apretados para que ajusten, pero no está equivocado. La tela en el interior está más allá de suave, casi esponjosa. ―¡Vaya, son cómodos! Él sonríe y mi corazón se derrite. Es tan guapo y me impacta cada vez que veo su cara. ¿Cómo me volví tan afortunada? El meñique de Seth se engancha alrededor del mío y me lleva por las escaleras. Hay una asistente de limpieza, aspirando lo último del vidrio en la parte inferior de la escalera. Ella nos hace un gesto molesto con la cabeza y saca su aspiradora por la puerta, dejándonos a Seth y a mí solos con su equipo.

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―Veo que seguiste adelante y redecoraste la habitación ―declara Darryl, apoyado contra la barandilla en la parte inferior de las escaleras. ―Puedo haber perdido el control ―responde Seth como si no fuera gran cosa. ―En más de un sentido, por lo que veo. Seth me jala detrás de él a lo largo de los sofás blancos. Me lleva a su regazo, envolviendo sus dos brazos alrededor de mi cintura. Si yo no estaba lo suficientemente avergonzada, de hecho, me siento ahora como si fuera a vomitar. Seth planta besos suaves en la parte posterior de mi hombro. No hay duda de que está tratando de aliviar mis nervios. Por desgracia, los ojos de todos están sobre nosotros… no hay alivio de mis nervios. ―Cuatro ―anuncia Jackson, sosteniendo la mitad de una botella de bourbon en el aire. ¿Seth se bebió todo eso?―. Lo del bourbon hace un total de cuatro veces esta noche en que no pudiste controlarte. Cuatro. ―Jackson está enojado. Sus ojos verdes están fijos en Seth y no me gusta estar en medio de ellos. Realmente no puedo soportar otra pelea esta noche. ―¿Qué carajo, Seth? ―exige Darryl. ―No actúen como malditos santos. Yo no tenía que salir esta noche, pero ustedes me nombraron conductor designado, ¿recuerdas? Jackson exhala. ―Y si tú no le hubieras pagado a esa desnudista, para que le diera a Olivia un baile erótico, Don no se habría puesto todo caliente y posesivo. No me arrepiento de golpear a ese hijo de puta en la cara y lo haría de nuevo justo ahora. Silencio. Nadie dijo una palabra ante la declaración de Seth. ―De todos modos ―continúa―. ¿Cómo se resolvió todo? ¿Estoy fuera del torneo o no? Puedo escuchar la amarga decepción en su voz y bajo la mirada hacia las manos de Seth en mi cintura. ―No. Mi cabeza se levanta de golpe hacia Darryl y Seth me aprieta como reacción a sus palabras.

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―Don se niega a afirmar que esto sucedió, a pesar de que su equipo está tratando desesperadamente de que lo reconsidere, pero él no va a cambiar de opinión. Realmente debe odiarte. Seth se encoge de hombros. ―¿Qué hay del Polaris? Van a tener una prueba en vídeo. ―Puede ser un lugar con clase, pero aun así es un lugar de striptease manejado por proxenetas que van a mantener su boca cerrada por dinero. ―Las cintas han desaparecido. ―¿Eso es todo? ―pregunto, con impaciencia―. ¿Todo ha terminado? ―No. ―Los ojos marrones de Darryl bajan a sus manos y luego regresan a mi cara―. Ya no puedo dejarte venir más entre bastidores. Es demasiado arriesgado con Don acechando. ―De ninguna manera ―suelta Seth―. La quiero en mi habitación. Darryl viene hacia adelante, irguiéndose hasta su altura máxima. Él está de pie firme y no va a ceder. ―Lo que pasó esta noche no va a suceder de nuevo. ¿Entiendes lo cerca que estuviste de perderlo todo? Y por alguna pequeña tontería. ―Él sacude la cabeza―. ¿Qué diría tu padre? ¿Hum? Por eso es que estás haciendo esto, ¿no es así? ¿Por tu padre? Seth intenta quitarme de encima, pero me aferro a sus manos lo más fuerte que puedo. Vuelvo mi cabeza tanto como puedo para conseguir mirar su rostro. ―Está bien ―le digo―. Me puedo sentar en la multitud por los dos siguientes encuentros. No es un gran problema. ―Por los próximos dos encuentros, hasta que Don ya no está en el juego ―le asegura Jackson a Seth. Seth resopla. ―Está bien. ¿Eso es todo? ―Sí. Ahora déjame ver esa maldita ceja. ―Me quito de encima de Seth mientras Darryl se acerca. Hace un gesto para que un miembro del equipo le entregue una pequeña caja. Darryl saca cremas y pequeños pedazos de materiales y comienza a trabajar en la ceja de Seth. Todo el tiempo Darryl está maldiciendo y quejándose acerca de su posición, voy a buscar a Jackson quien se está sirviendo un gran vaso de bourbon en la cocina. Tomo una bandeja de cubitos de hielo del congelador y se la entrego.

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―Gracias. ―¿Por qué está Darryl tan enojado? Es un pequeño corte… ―Es en la ceja. ―Toma un gran sorbo de bourbon, derramando un poco en su camisa roja―. Josh Donskov utilizará eso contra Seth. La ceja es un lugar de mierda para ser herido. Una vez golpeada, con el codo, mierda, incluso una bofetada podría reabrirla. Si sangra mucho y gotea hacia el ojo, van a parar la lucha. ―¿Cómo podemos evitar que eso suceda? Él se ríe. ―No podemos hacer nada más que untarla con vaselina y esperar que los puños de Josh se deslicen lejos de esta. El resto depende de Seth, que tendrá que vigilar esa ceja con su vida. El pánico se levanta en la boca de mi estómago cuando me doy cuenta de la gravedad de la situación, de la cortada. Mierda. ―Vaya, parece que vas a vomitar. ―Él desliza su vaso hacia mí y yo lo recojo, tomando un gran sorbo. Lo trago, apretando los dientes contra la quemadura―. Relájate. Él es un gran chico. Sabe lo que está haciendo. Eso es reconfortante… más o menos. ―Lo siento si te hice sentir incómoda con la desnudista. Lo hice sólo como una diversión inofensiva, lo juro. Sus ojos verdes se encienden disculpándose. ―Está bien. No quería molestarme, pero nunca he estado en un club de striptease antes y mucho menos besado a una chica. Eso es más del estilo de Selena. Sus cejas color bronce alcanzan el nacimiento de su cabello. Mierda. Espero no haber acabado de alejarlo de ella. ―¿En serio? Mi respiración se entrecorta ante él, tratando de retirar lo que he dicho y una enorme e inmensa sonrisa se desliza en su rostro. ―Eso es bueno saberlo. Gracias. Jackson mira por encima de mi hombro y me vuelvo para ver la mitad del cuerpo desnudo de Seth apoyado contra el marco de la puerta. Darryl mete su cabeza en la cocina. ―Vamos, Jackson. Hora de ir a la cama, tenemos un gran día mañana, tú también, Seth. Les diría a ustedes dos que no tuvieran sexo, pero todo el mundo sabe que recientemente ustedes han hecho caso omiso de esa regla.

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―Darryl estrecha los ojos hacia mí antes de sonreír ampliamente―. Buenas noches, Olivia. Me muevo tímidamente hacia él, ruborizándome a la décima potencia. Miro a Seth por debajo de mis pestañas y él está observándome con una pequeña sonrisa, arrogante y sin complejos, sus ojos brillando. Jackson me palmea en el hombro mientras me adelanta y le da un codazo a Seth en las costillas. Seth le da una palmada a Jackson en la parte posterior de la cabeza e intercambian un abrazo masculino. Es admirable de ver. Cuando todo el mundo se ha ido, Seth y yo nos dirigimos arriba. Las sábanas frescas nos engullen, enviando escalofríos por mi piel. Los brazos de Seth se estiran alcanzándome, jalándome y felizmente me acomodo más cerca de él. Coloca un beso ligero en mi mandíbula y lo siento deshacer las cuerdas que están sujetando mis pantalones. Empuja hacia abajo un lado de ellos y levanto mis caderas, ayudándolo a deslizarlos fuera. Los saco y tiro al suelo. Mis piernas rozan contra las de Seth y mi pulso se acelera cuando me doy cuenta de que está desnudo. Me monta encima de él sin ningún esfuerzo y sus manos recorren mi estómago y caderas. Estoy demasiado excitada para sentir el dolor de la contusión. Empuja mi camisa más alta y yo la saco por encima de mi cabeza. ―Necesitas dormir ―susurro. ―Todavía no. En la oscuridad, solo puedo distinguir su silueta debajo de mí, encendiendo el deseo dentro de mí. Entonces de nuevo, ¿alguna vez realmente se ve cuando él está cerca? La punta de sus dedos se curvan en el borde de mi sujetador y no hay ningún indicio de vacilación mientras lo jala hacia abajo rápidamente, forzando a mis pechos a derramarse sobre las copas inútiles ahora. Mi piel no tiene la oportunidad de registrar la sensación de ser libre antes de que repentinamente sean envueltos por su boca caliente y húmeda. ―¡Seth! ―Jadeo mientras mi cuerpo empieza a temblar. Sus manos agarran mis omoplatos y me tironea rudamente hacia él, forzando mis tetas incluso más cerca de su cara. Mi espalda se arquea fuertemente y gimo hacia el techo mientras mi cabeza cae sin fuerzas. Puedo sentir su erección presionando contra los cachetes de mi culo y me estremezco al pensar en eso entrando en mí otra vez. Empuja sus caderas, sacándome de encima y yendo sobre mí. Su boca hace contacto en mi labio inferior, antes de deslizar su lengua dentro. Sus

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manos se deslizan por mis costados, agarrando mis muñecas y fijándolas por encima de mi cabeza. Mi respiración se vuelve superficial al instante mientras su lengua húmeda traza mi mandíbula y cuello. Corre a través de mi clavícula y tiemblo ante la línea de hormigueo que deja a su paso. En este momento, estoy en el cielo y disfrutando cada segundo de esto. Seth me hace sentir querida, hermosa y un millón de otras cosas. La lujuria es la más obvia, pero es mucho más que eso. Es amor. Sé que lo es. Lo he amado desde hace tiempo, sólo que no tenía idea de cómo describirlo o si siquiera era amor, pero ahora sé que lo es. Estoy segura. Tengo la clase de seguridad que hace que las personas juren sobre la vida de sus hijos o apuesten los fondos universitarios completos en una mano de póquer. Nunca había sentido algo tan fuerte y es amor, el amor real. El amor de corazón desgarrado, estómago agitado, dedo del pie curvándose. He estado completamente consumida por él y ni siquiera lo sabía.

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17 Largos escalofríos de energía nerviosa pasaron a través de mí mientras Seth rebota en las puntas de sus pies en frente de mí. Estoy más que ansiosa, incapaz de experimentar una emoción específica. Todo está hecho puré junto, emoción. Nerviosismo. Frustración. Anticipación. Sus ojos marrones caen sobre mí y puedo ver la ansiedad en su rostro. No le gusta que no haya estado en su habitación antes de la pelea y tampoco quiero saber lo que está pensando. Quiero ayudarlo a aliviarse. Una gruesa capa de vaselina brilla en su ceja y ruego a Dios que esto ayude. Seth y yo estamos tan atrapados en nuestro pequeño mundo que ni siquiera notamos a su oponente, Joshua Donskov, yendo hacia el ring con un pisotón enojado. Es un gran chico, uno grande en serio, no sólo de alto sino también de ancho. Sus cortos rizos rubios rebotan en la cima de su cabeza y engancho mis manos entre las rodillas para evitar morderme las uñas. A mi lado, hay un asiento vacío. Está reservado para papá. Qué no daría por tenerlo a él y a Selena aquí conmigo. Cuando termino el pensamiento, un largo cuerpo cae en el asiento junto a mí, pero no le prestó atención. Al menos, no hasta que los ojos de Seth se estrechan sobre quien sea que es. Vuelvo lentamente la cabeza y en realidad no me sorprende ver al molesto de Don sonriéndole a Seth. Don luce peor de lo que lo hace Seth. Tiene un labio partido y un corte en la mitad de la nariz, que se mantiene unida con puntadas de mariposa. Miro a Darryl y Jackson. Están rígidos y echan un vistazo con ansiedad entre los dos combatientes. Darryl se inclina y habla a través del comunicador de Seth. ―No te vi salir de la habitación de Seth. Estaba preocupado de que hubiera abierto una brecha entre ustedes dos ayer por la noche. Me trago mis nervios. ―Sí, te ves verdaderamente devastado por eso. Su gruesa pierna vestida en mezclilla se inclina contra mi piel desnuda, siento como si hubiera metido mis pies en una caja de crías de araña y ahora estuvieran corriendo por mi pierna. Me estremezco y me inclino lejos de él.

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―Vamos. ―Ríe―. No soy tan malo. Dejé que tu pequeño novio continuara en el torneo. Deberías estar de rodillas, dándome las gracias. Me estremezco, pero no le respondo. No voy a alimentar el fuego entre Seth y Don. Seth flexiona los dedos, poniéndolos en puños y relajándolos de nuevo. Asiento hacia él, asegurándole que no debe preocuparse por mí. Gira sus hombros hacia atrás y se centra en Josh. Josh mantiene sus ojos fijos en Seth, sin apartarlos ni un segundo. El locutor está recitando un montón de patrocinadores, pero no puedo oírlo. Estoy demasiado ocupada concentrándome en Seth y haciendo caso omiso de la presencia de Don. ―Si estás aquí para distraerlo, no va a funcionar ―murmuro, tirando de mí vestido hacia abajo para cubrirme las rodillas. Don apoya un brazo en el respaldo de mi silla, con el dedo índice rozando a lo largo de mi hombro y me inclino hacia adelante para alejarme de él. ―Hagámoslo ―dice el árbitro. Una vez que empieza el partido, es más fácil hacer caso omiso de Don y engancho mis manos entre las rodillas de nuevo, manteniendo los ojos bien abiertos. No puedo mirar a otro lado, no esta vez. Las manos de Seth están arriba, cubriendo su rostro, sobre todo sus cejas. Josh ataca fuerte y rápido, Seth se las arregla para bloquear la mayoría de los golpes. Los golpes al cuerpo, sin embargo, no puede evitarlos a menos que quiera exponer el corte en su ceja. ―Es una pena lo de la ceja. Eso tiene que ser un poco incómodo, sobre todo cuando va en contra de un luchador. Con ellos no hay ninguna técnica real, ya ves. Todo lo que hacen es golpear. Seth y Josh rebotan por todo el ring, dando puñetazos y más puñetazos. Me estremezco en mi asiento cada vez que Josh aterriza un golpe. Sabe que Seth tiene una ceja rota y está realmente tratando de conseguir que deje caer su guardia. Seth patea las piernas de Josh para tirarlo y se lanza sobre él. Comienza a golpear su rostro contra el suelo del ring. Las manos de Josh están arriba y tratando de proteger su cara. En mi bolsillo, mi teléfono vibra y realmente no quiero contestar, no ahora, pero no puedo ignorarlo. La última vez fue algo serio. Lo saco de mi bolsillo y miro en la pantalla un número privado. Lo traigo a mi oído, bloqueando el otro con el dedo índice. ―¿Hola? ―Hola, me pasa con Olivia James, por favor. Mi pecho se aprieta.

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―Ella habla. ―Señorita James… soy la doctora Monica Falen. ―Mi corazón se detiene―. Su padre fue traído esta tarde después de sufrir un segundo ataque al corazón… Lo siento, pero no hubo nada que pudiéramos hacer. No lo registro. No entiendo lo que está tratando de decir. ―¿Qué quiere decir? ―pregunto, con la esperanza de haberla oído mal. Don se acerca más para decirme algo, pero pongo mi mano en su cara para que se calle. ―Su padre ha fallecido. Miro hacia delante sin ver nada. El público se está volviendo loco, pero parece mudo para mí. ―¿Señorita James? Dejo caer mi mano a mi regazo. Creo que voy a vomitar. Mi teléfono es apretado con fuerza en mi mano mientras salto de mi asiento y paso a través de la multitud. Tengo que salir de aquí. No tengo ni idea de a dónde voy, pero sigo por un pasillo a ciegas hasta que me detiene un grupo de guardias de seguridad. Les muestro mi pase y me dejan pasar. Se hunde en mí ahora y el corazón se me aprieta en el pecho. Me lanzo rápidamente por el pasillo, salvajemente, sin saber a dónde ir. Giro a la izquierda, luego a la derecha, luego otra vez a la izquierda. Puedo oír el retumbar lejano de una multitud sedienta de sangre. Sus pasos martillean contra el techo por encima de mí. Veo el nombre de Seth en una puerta y me sumerjo a través de ella, cerrándola detrás de mí con un ruido sordo. No quiero estar aquí, pero no tengo otro lugar a donde ir. Me tropiezo hacia la pared del fondo y empujo mi cuerpo contra su cemento frío. Me deslizo hasta el suelo, con los brazos cerrados fuertemente contra mi pecho mientras las primeras oleadas de angustia me golpean. Sollozos ahogados escapan de mi pecho mientras las lágrimas se vierten sobre el borde de mis ojos. Ni siquiera trato de contenerlas mientras mi pecho palpita. Me tapo la boca con ambas manos y llevo las rodillas hasta mi pecho. Estoy en Boston. Tengo que estar en Portland. Ni siquiera me sobresalto cuando la puerta se abre de golpe, golpeándose contra el hormigón. No veo cómo Seth grita a su equipo que nos dejen en paz. Siento sus húmedas y cálidas manos tocando mis hombros, levanto mi rostro de mis manos para mirarlo a la cara. Su ceja sangra y hay un nuevo corte en su labio inferior. Sus labios se mueven, pero no sé lo que está diciendo.

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―Olivia ―dice de nuevo y puedo oír su tensión, su voz preocupada―. ¿Estás bien? ¿Qué pasa? ¿Él te ha herido? Niego. ―Es papá… él… ―No puedo terminar la frase y entierro mi cabeza en las palmas de mis manos. ―Lo siento tanto, O ―susurra. Sus suaves labios rozan la cima de mi cabeza. Tomo una bocanada de aire mientras trato de controlar mis sollozos. Sus manos se curvan alrededor de las mías, tirando de ellas fuera de mi cara. Escondo mi cabeza. No quiero que me mire. Sólo puedo imaginar cómo lucen mis ojos hinchados o cómo de corrido debe estar mi maquillaje. Las puntas de sus dedos se curvan debajo de mi barbilla, forzándome a mirarlo. Me observa con una expresión triste que grita lo impotente que se siente y me jala hacia él, acunándome en sus brazos mientras lloro en su pecho ya mojado. La punta de su pulgar acaricia mi mejilla, enjugándome las lágrimas. ―¿Ganaste? ―pregunto, sollozando. Todo lo que hace es asentir. ―T-tengo que ir a casa. ―Por supuesto. Te llevaré. Niego. ―¿Puedes llamar a Selena y pedirle que venga a buscarme? ―Seth abre la boca para protestar, pero lo interrumpo―: Quiero estar con mi mamá… Sus cejas se arrugan, pero no me contradice. Sabe cómo se siente mamá sobre él y ahora no es momento para frotar el "nosotros" en su cara. Por no hablar de que Seth tiene que estar en el entrenamiento de Boston con su equipo y preparándose para Las Vegas. No necesita esta distracción. ―Está bien. Voy a llamar a Selena, pero deja que te lleve al hotel primero. Tira de mí apretadamente cuando se pone de pie. Me siento pesada, pero Seth me lleva sin esfuerzo. Puedo mantener mi cara enterrada en su cuello para evitar los ojos de las personas cuando estamos fuera de la habitación. Oigo a la gente hablar y susurrar, probablemente mirar también. Me aferro más duramente a Seth y su pulgar acaricia mi espalda baja. Oigo a Darryl y Jackson preguntándole a Seth qué me pasa y él sólo sacude la cabeza.

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Darryl y Jackson ayudan despejando nuestro camino de todos y se siente como una eternidad hasta que llegamos al auto. Seth me empuja en el asiento trasero y sube detrás de mí, tirándome sobre su regazo. Las lágrimas caen en silencio y mantengo los ojos cerrados mientras sus labios se presionan firmemente contra mi cabeza. ―Los llevaré de vuelta al hotel. Darryl se quedará y se ocupará de las entrevistas ―dice Jackson mientras sube en el asiento delantero. Sollozo suavemente mientras el auto nos lleva fuera del centro y se adentra en las calles de Boston. Seth cae un poco contra la ventana, dejando que el aire frío golpee mi cara. Levanta mechones de cabello que se aferran a mis mejillas y seca mi cara. No sé por cuánto tiempo conducimos, pero se siente como sólo unos segundos más tarde cuando estoy siendo arrastrada fuera del auto por Seth. Me pregunto qué estarán pensando los otros residentes, viendo a Seth llevarme dentro del hotel otra vez. Estoy casi segura que el hotel nos prohibirá la entrada pronto. Jackson no nos sigue arriba a nuestra habitación, gracias a Dios, abro los ojos cuando Seth me acuesta en la cama y oigo la ducha abrirse. Unos segundos más tarde, Seth se inclina sobre mí. ―¿Vas a dejar que me ocupe de ti antes de que te vayas? No espera una respuesta. Me alza de nuevo, llevándome al cuarto de baño. Odio que tenga que verme así y cuidar de mí. Sube el dobladillo de mi vestido, tirando de la tela por encima de mi cabeza. Lo dobla y lo pone en el lavabo detrás de mí. Lo observo con los ojos legañosos mientras sus dedos se enroscan alrededor del elástico de mi ropa interior y la desliza por toda la longitud de mis piernas. La pateo fuera cuando llegan alrededor de mis pies. Las manos de Seth acarician mis tobillos y suben hasta la parte posterior de mis pantorrillas, sobre mis rodillas y por los costados de mis muslos. Dejo escapar un sollozo que no puedo suprimir y él se estremece. Le molesta que esté tan angustiada, pero entiende. Ha pasado por esto antes. Me pregunto si él tenía a alguien que lo acariciara cuando su padre murió. Sus brazos me rodean, descanso mi cabeza contra su pecho mientras desabrocha mi sujetador y lo deja caer al suelo entre nosotros. Me sujeta durante un poco más de tiempo, dejándome llorar en su hombro. Entonces, me hace ir hacia la ducha y estoy directamente debajo de ella, dejando que la cascada de agua caiga sobre mi cabeza y por el resto de mi cuerpo.

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Seth se une a mí, dejando a un lado sus propios pantalones. Alcanza el gel de baño y enjabona sus manos. Salgo del flujo de agua y presiono la palma de mi mano contra las frías baldosas, dándole un mejor acceso a mi espalda. Él corre mi cabello sobre uno de mis hombros y lentamente masajea el jabón en mi piel. Dejo caer mi cabeza, sus dedos se deslizan hasta mi nuca y hasta la línea de mi cabello. Cierro los ojos, tratando de bloquear el dolor, pero no está funcionando. Cuanto más trato, más profundo corta. Sus manos jabonosas corren debajo de mis axilas y por mis costados. Mi cuerpo tiembla un poco mientras trata de reprimir los sollozos acalambrando mi garganta. Seth da pasos acercándose, presionando su frente contra mi espalda. Detiene el lavado para abrazarme y me alegro de que esté aquí conmigo. No hace mucho para aliviar el dolor, pero me está ayudando a lidiar con él. Me hace sentir como si no fuera la única. Me gira así puedo mirarlo y su mano se desliza de la nuca a mi cuello, tirando de mi cabeza hacia adelante para que nuestras narices se toquen. Abro los ojos y sus labios se tuercen con simpatía hacia mí. ―Se pondrá mejor ―dice―, lo prometo. Me besa suavemente, para reconfortarme. En ese momento, no puedo ni imaginar que vaya a mejorar. Mi padre se ha ido. Mi hermano y yo estamos sin padre. Mi madre está sin marido y, ¿qué va a pasar con el gimnasio? Un nuevo ataque de lágrimas corren bajando de mis ojos y Seth me presiona firmemente contra él. Mi mamá está sola en estos momentos. ¿Quién está ahí para consolarla? ―¿Puedes llamar a Selena, por favor? ―sollozo, limpiándome los ojos porque pican por el rímel corrido―. Tengo que ir a casa. Asiente y da un paso atrás del chorro de agua, dejando que caiga a plomo sobre mi espalda. Seth me deja para hacer la llamada y me siento peor sin su presencia. No tengo ninguna razón para detenerme de romperme por completo, pero por suerte alcanzo un punto de entumecimiento y las lágrimas dejan de fluir totalmente, dejándome con una sensación de... vacío. Seth abre la puerta de la ducha. Una toalla está envuelta holgadamente alrededor de sus caderas. ―Selena está en camino. Cierro el grifo y salgo. Él agarra una toalla de color púrpura y la envuelve alrededor de mis hombros. Sus brazos frotan de arriba abajo, secándome. ―Seth.

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―Por favor… sólo quiero cuidar de ti. ―Los finos ríos de miel de oro en sus iris destellan desesperadamente y por eso levanto mis brazos. Seca mi torso de forma rápida y suave antes de comenzar con mi mitad inferior. Cierro los ojos y él roza sus labios sobre la piel de mis caderas después de secarlas con una toalla, haciéndome temblar. Deja caer la toalla y me lleva a la habitación. Enciende la luz y luego la atenúa hasta una posición más baja. Se desliza en un par de pantalones de chándal negro y noto un conjunto de ropa asentada en la cama, con el par de pantalones de cordón que llevaba anoche incluido. ―Quiero que estés cómoda esta noche. Desliza un sujetador sobre mis brazos y lo abrocha detrás de mi espalda. Alcanza mi ropa interior y se arrodilla delante de mí, sosteniéndola alrededor de mis pies. Doy un paso hacia ellas y las empuja todo el camino hacia arriba, besando mi ombligo cuando su cara se sitúa en frente de él. Paso los dedos por su cabello mojado para hacerle saber que lo está haciendo bien. No quiero desanimarlo por completo. Me deslizo dentro de los pantalones y los ata con fuerza, evitando que se caigan. Por último, pone una camiseta de color rosa sobre mi cabeza y me sonríe. Me siento tan cómoda. Oigo un bajo murmullo de voces por las escaleras y mi consuelo se desliza por la ventana. Odio llorar delante de la gente y no hay manera de que pueda fingir no estar completamente devastada. ―Darryl y Jackson están aquí. ―Señala a su labio―. Quieren ver mis cortes. No tienes que bajar. Quédate aquí y volveré. Me quedo en la cama, abrazando una almohada entre mis piernas y mis brazos. Me siento mal y quiero a mi mamá. No me importa lo infantil que parezca. Quiero que me abrace, que sea valiente por mí, porque Dios sabe que estoy como la mierda y que sólo va a empeorar. Debí haberme quedado en Portland. Papá quería que fuera a Boston y no lo pensé dos veces. Lo llamé un par de veces esta semana y cada una de esas veces me dijo que se sentía bien y que estaba feliz. No sé mucho acerca de los ataques al corazón. ¿Ellos "simplemente suceden" o hay una gran cantidad de síntomas que pueden ser detenidos antes de que llegue? Hay tantas cosas sobre las que debería haber investigado… debí haberme quedado. Me tumbo en la cama durante un rato, pensando en mamá y Chase. ¿Acaso siquiera lo sabe? ¿Van a darle tiempo para regresar del funeral de su padre? Espero que sí.

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―¿Dónde está? ―Oigo que pregunta una voz femenina. Ni un segundo más tarde, tacones golpean rápidamente por las escaleras. ¿He estado acostada aquí durante dos horas? Salto de la cama cuando Selena irrumpe a través de la puerta, con sus ojos brillantes por las lágrimas―. O ―susurra. Verla trae recuerdos de casa y me rompo de nuevo. Corre hacia mí, atrayéndome a sus brazos. Lloro en su pecho, soltando lágrimas en toda su camisa de satén. ―No puedo creerlo. ―Llora conmigo―. Lo siento mucho. Sus dedos rozan mi cabello mientras su cuerpo se sacude con sus propias lágrimas. ―Se ha ido ―sollozo―. Y no sé qué se supone que deba hacer. ―Vamos a llevarte a casa. ―Me sujeta por un poco más de tiempo, hasta que me las arreglo para detener el flujo de lágrimas y alejarme. ―Reuniré un par de cosas, nos vemos abajo. Sale de la habitación y me tambaleo sobre mis pies. Me siento tan débil, como si hubiera llorado toda la energía fuera de mi cuerpo. Entro en el cuarto de baño y recojo toda mi ropa. La meto en mi maleta y cierro la cremallera justo cuando Seth aparece en el marco de la puerta. ―¿Estás lista? Asiento. ―Creo que sí. Da un paso hacia delante y veo su ceja apropiadamente vendada y su labio brillando con algún tipo de crema clara. ―¿Puedo acompañarte afuera? Su pregunta me hace sonreír, incluso si es sólo una contracción de mi labio. ―Por supuesto que sí. Agarra el mango de la maleta y la saca de mi mano. Lo sigo de cerca por detrás, entrecierro los ojos a medida que salimos de la habitación y entramos en el brillo de la sala de estar. Camino por las escaleras una a una. Hay incomodidad en la atmósfera y sé que Darryl y Jackson están tratando de no mirarme. ¿Tienen miedo que vaya a enloquecer y romperme? ―¿Todo listo? ―pregunta Selena mientras se desliza fuera de los brazos de Jackson. Cuando camino por las escaleras y en la alfombra ella envuelve su brazo alrededor de mi cintura.

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Darryl retuerce una gorra en sus manos y toma unos pasos hacia mí. ―Lamento mucho lo de tu padre… ―Mi garganta se contrae y trago saliva. No voy a llorar, no mientras alguien está dándome sus condolencias. No quiero hacerlo más incómodo para ellos―. Era un gran tipo y me siento honrado de haber llegado a conocer a Rick. El equipo no será el mismo sin él. Me dolió sonreír, pero me las arreglé para forzar una. ―Gracias. Jackson no dijo nada. En cambio, agarró mis hombros y me tiró en un abrazo. Cuando se aleja de mí, me da una sonrisa tensa y se vuelve hacia Selena. Ella libera mi cintura y envuelve sus brazos alrededor de él. Seth y yo caminamos a la puerta principal y esperamos en el pasillo mientras Selena y Jackson se besan, abrazan, hablan y todo lo que sea que estén haciendo. ―Voy a extrañarte, ya sabes ―dice Seth, acariciando mi brazo con el dedo índice. ―¿Me llamarás? ―pregunto, extrañando ya su voz. ―Todos los días. ―Él mira torpemente hacia los demás. Selena y Jackson están encerrados en una especie de batalla épica con sus lenguas y Darryl está de espaldas a ellos, mirando por la ventana hacia la ciudad. Cuando Jackson la libera, Selena endereza su blusa de raso morado, con volados en la parte delantera, y camina hacia nosotros. Toma mi maleta de Seth y camina adelante de nosotros, dándonos tanta privacidad como puede. Sus gruesos dedos se entrelazan con los míos y se siente increíble. No quiero ir a la recepción. No quiero dejarlo atrás. El vestíbulo está tan lleno como siempre, cuán conveniente. La gente, especialmente las mujeres, miran la mitad superior desnuda de Seth. Algunas lo recorren, otras desvían su mirada con miedo ante su labio y ceja rotos. Se ve un poco rudo con sus cortes y tatuajes, por no mencionar sus músculos duros, pero es definitivamente un blandengue. Esas manos que apretaban y golpeaban carne son las mismas que me llevaron a casa, me desnudaron y masajearon jabón en mi piel. Detengo a Seth mientras Selena sale del hotel. Quiero hablar con él a solas. ―Lamento mucho haber arruinado tu gran noche.

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―¿Lamentas arruinar mi noche? ―Sacude la cabeza―. Siempre tan desinteresada. Doy un paso más cerca y me estiro hacia arriba, presionando un beso en sus labios. Dirige sus fríos dedos debajo de mi camiseta y a lo largo de mi estómago. Voy a extrañar tanto su toque y su sonrisa. Él traza mi cara, corriendo sus pulgares sobre mis mejillas. ―Estaré en casa tan pronto como esto haya terminado. Miro fijamente a sus ojos marrones y brillantes con tanta emoción que no puedo precisar qué es exactamente. Aprieto mis labios en los suyos una vez más y trato de alejarme, pero agarra mi brazo y me tira de nuevo hacia él, haciéndome jadear. Exhala fuertemente y humedece sus labios. ―No iba a decir nada, todavía no, pero a la luz de lo que ha pasado, siento que es algo que deberías saber en este momento… ―Hace una pausa, mirándome directamente a los ojos y sonríe un poco―. Joder. Soy un desastre. Nunca he tenido que hacer esto antes. ¿Hacer qué? Me inclino un poco hacia atrás y lo miro con cautela. ¿Qué es lo quiere decir? He leído suficientes novelas románticas como para suponer legítimamente que está preparándose para un “Te amo”, pero seguramente no es eso lo que va a dec… ―Te amo. Mi boca cae un poco, lo mismo con mi estómago. Eso era exactamente para lo que él estaba preparándose. Seguramente lo he escuchado mal… Observa mi cara, esperando una reacción o nada en absoluto. Parece tenso, como si estuviera esperando que corra. ―¿Me estupefacta.

amas?

―pregunto

lentamente,

sonando

completamente

―Absoluta y jodidamente. Mis emociones ya están por todo el lugar, y no sé cómo registrar lo que acaba de confesarme. Trato de decir algo, pero sólo una ráfaga de aire inútil sale. ―Yo… ―Oh, Dios. Puedo sentir la acumulación de lágrimas amenazadoras.

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Cuanto más duro trato de no llorar, más parpadeo y cuanto más parpadeo, más agua hay en mis ojos. Los de Seth se ensanchan una fracción antes de aplastarme contra su pecho. ―Para ser honesto, esperaba que me dieras una bofetada, no que lloraras. Me ahogo en una risa. ―Lo sé, lo siento. Me has agarrado con la guardia baja… y, yo también te amo, muchísimo. Se aleja, cogiendo mi cara entre sus manos otra vez. ―No tienes que decírmelo sólo para corresponderme ahora. Sé que estás emocional y… Niego. ―Sabía que te amaba antes de esta noche, mucho antes de esta noche. ―¿Cuándo ibas a decírmelo? ¿Nunca? Me encojo de hombros. ―Eres un tipo muy intimidante. Se ríe y me encanta el sonido. Es música para mis oídos y medicamento para mi corazón. Por último, me da un tirón hacia él, levantando mis pies del suelo y apretándome firmemente. Un poco demasiado firmemente, me duelen las costillas. ―Bueno, ahora que la parte más difícil ya pasó, podemos decirlo todas las veces que queramos. ―Respira en la curva de mi cuello, enviando escalofríos por mi espina dorsal―. Te amo, Dios, ¡te amo tanto! Unas cuantas lágrimas ruedan por mis mejillas. Tengo que irme ahora. Ha llegado el momento de separarme de Seth, pero no puedo a pesar de que es sólo temporal. Me aferro a él con todo lo que tengo. Quiero rogarle que venga conmigo y sé que lo haría, sin hacer preguntas. Ya ha demostrado que entregaría todo en lo que ha trabajado tan duramente por mí. Su aliento calienta mi cuello y aprieto suaves besos en él mientras me baja hasta poner mis pies en el suelo. ―Tengo que irme. ―Si necesitas algo, aunque sea un abrazo, llámame. ―¿Viajarías a Portland ida y vuelta sólo para darme un abrazo? Se burla de mí como si fuera obvio.

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―Viajaría a la luna ida y vuelta sólo para tu comodidad si lo necesitaras. ―Estás loco. ―Me río antes de caminar lejos de él. Apoya sus manos en la cima de su cabeza, y mechones de vello de su axila oscura sobresalen hacia el exterior. ―Eso me han dicho. Miro por encima de mi hombro una última vez mientras empujo a través de las puertas giratorias. Bebo sus rasgos, la delicia de sus oblicuas y estrechas caderas. Los claros cortes de sus abdominales, el pecho duro y los tatuajes intrincados de los que todavía no tenía ni idea, y, por último, su rostro, su hermoso rostro. Sus labios carnosos están medio sonriendo, medio poniendo mala cara y sus ojos están pegados a mí, mirándome caminar lejos. Salto directamente en el brillante auto deportivo de Selena y ella nos aleja del hotel. No dice mucho durante la primera mitad del camino. Sé que está herida también y no la empujaré. Selena adoraba a mi padre y él la adoraba a ella, hasta mi madre adora a Selena a pesar de que ella jura que mamá no es un gran fan suya. ―¿Así que quieres que te lleve a casa de tu padre? ―me pregunta Selena. Su voz tiembla y traga con dificultad. ―Sí, ahí es donde mamá estará. ―Me muero de ganas de llegar a casa, pero no sé cómo va a estar ella cuando llegue allí. La muerte del padre de Seth envió a su madre fuera de sus casillas… ¿le pasaría eso a mi madre? ¿Cómo voy a soportarlo? El pensamiento me hace temblar. Nunca di crédito a Seth por cuidar a su madre durante tanto tiempo. Debe haber sido doloroso… ver a alguien que amas tanto no importarle nada. Cierro los ojos. Querido Dios, por favor, que mi mamá esté bien. Por favor, dale la fuerza para salir de esto. No soy de orar, creo que nunca lo he sido, pero estoy desesperada. No puedo con mi mamá saliéndose de sus casillas. No esta noche.

* * * Tomo unas cuantas respiraciones profundas cuando nos detenemos frente a la casa de mis padres. Mirarla duele. Echo un vistazo a Selena y ella está mirándola también. ―¿Debería ir a ver a Sandra?

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Asiento a pesar de los sentimientos que me dicen que le dé espacio a mamá. ―Sí, entra y si está demasiado alterada puedes irte. Miro a la casa de nuevo. Puedo ver el resplandor de la luz de la sala de estar a través de las grietas en la cortina. Definitivamente está en casa. Cuando bajamos del auto, agarro mi labio inferior entre mis dientes. Portland se siente como si hubiera cambiado. Selena y yo caminamos ruidosamente a través de los sonidos de los guijarros, incluso algo tan simple como eso grita casa. Soplo el aire fuera de mis mejillas. Tengo que calmarme. Al otro lado de esa puerta de madera, mamá podría necesitarme y tengo que ser fuerte para ella. Llamo a la puerta, dándole un momento para reunir su compostura, si es que lo necesita. Sorprendentemente, la puerta se abre rápidamente y estoy mirando a la cara sonriente de mamá. Se seca las manos en un delantal rosa con dibujos. ―Oh, cariño, volviste pronto a casa. Hola, Selena. Por favor, adelante. ―Da un paso al costado, pero Selena y yo no nos movemos. La miro de cerca. No parece afectada por la muerte de su marido. ―¿Mamá? Ella mete un rizo suelto detrás de su oreja. ―No se queden ahí, entren. He hecho pastel, ¿tienen hambre? ¿Qué diablos está pasando? Me doy cuenta que mis manos están en apretadas bolas a mis costados. No sé si sentirme sorprendida, enojada o preocupada. ―Debería irme ―murmura Selena, pellizcando mi brazo―. Lamento su pérdida, señora James. La sonrisa de mamá casi se tambalea, pero se las arregla para asentir y darle las gracias. Mamá tira de mí dentro de la casa, cerrando la puerta detrás. Los olores, diferentes deliciosos olores me arrastran e inhalo. Mamá desaparece en la cocina y me quedo mirándola. ―Voy a poner la mesa ―dice en voz alta―. Podemos cenar juntas. Obligo a mis piernas a ir hacia la cocina, mi mirada cae sobre los marcos de fotos llenas de recuerdos de la amorosa familia. Hay una foto que me llama la atención. Es mi padre fuera de su gimnasio abrazando el cartel de “vendido”. Su rostro es tan vibrante, tan vivo. Aflojo mis manos y temblorosamente la alcanzo. Antes de que pueda tocarla, tiro de mi mano

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hacia atrás porque mi pecho se aprieta insoportablemente y me muerdo la lengua para contener un sollozo. Nunca voy a ver su cara otra vez. Nunca lo abrazaré o lo besaré… Realmente se fue. Subo mi camiseta hasta poder limpiar mis ojos. Tengo que ser fuerte por mamá, algo está definitivamente mal aquí. Entro en la cocina. ―Mamá… ―Estoy mirando a los bancos de la cocina llenos de pasteles dorados y de todo tipo. Mamá tira de un pollo asado al horno, rodeado de crujientes verduras cocidas. Mi mano vuela hasta taparme la boca. Ella está fuera de control. Ha estado cocinando sin parar, todos los alimentos favoritos de mi padre. ―¿Tienes hambre? ―Me sonríe, pero luego me ve. Su rostro se tensa, está tratando realmente duro de no romperse y no estoy segura de si lo está haciendo por mí, por ella misma o por papá. Es lo más triste que he visto en mi vida y no tengo ni idea de qué hacer. ―Mamá ―digo de nuevo. No me gusta que esa sea la única cosa que me las arreglo para exprimir fuera de mi boca. Me mira, su labio inferior tiembla. Niega y lleva la bandeja caliente hacia la mesa vacía. Se las arregla para quemarse el dedo antes de que llegue allí, dejando caer el pollo asado y las verduras al suelo. Las manos de mamá se disparan para cubrir su boca y la alcanzo, pero ella se estremece, alejándose, demoliendo otro pedazo de mi corazón. ―Estoy bien. ―Respira, tragándose su tristeza. ―Habla conmigo ―le digo―. Por favor, di algo. Se apoya en el banquillo, empujando dos pasteles al suelo. Ellos se rompen en las baldosas, enviando los colores púrpura y rojo por todas partes, llenando la habitación con un delicioso olor a fruta. Ella está temblando incontrolablemente, pero se niega a reconocerlo. ―Tendremos un pastel de manzana para la cena. Espero que esté bien. Saca un cuchillo del cajón superior y corta el pastel. ―No quiero pastel. ―Mi voz es severa y no quiero molestarla, pero me está volviendo loca. ―Bueno, ¿qué quieres? ―Quiero que me hables. Arroja de golpe el cuchillo en el fregadero y yo salto ligeramente. ―¿Qué quieres que te diga, Olivia? ¡Estoy tratando de seguir adelante! El agujero en mi pecho se profundiza.

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―¿Esta es tu idea de seguir adelante? ¿Cocinar todos los alimentos preferidos de papá? ―Mantiene sus ojos en el fregadero―. No tienes que seguir adelante, todavía no. Murió hace un par de horas… un par de horas, mamá. Necesitas hacer el duelo, necesitas sentirte… Ella asiente. ―¿Quieres que sienta? ¿Quieres que me rompa? ―Mamá agarra el pastel de manzanas y lo tira al suelo. Lo pisa fuertemente mientras agarra una bandeja de pasteles de calabaza. Tira el plato de cerámica contra el armario y lo estrella. Me estremezco, incapaz de contener las lágrimas. La veo destruir todo en la cocina, incluida ella misma, y no puedo hacer nada. Salpicaduras de alimentos y vidrios rebotan en mi piel mientras ella grita, escupiendo y llorando por todas partes. Nunca he visto algo tan desgarrador en mi vida. Se desliza por el armario, llorando tan fuerte que su cara se vuelve roja. Tiene la boca abierta y los ojos cerrados con fuerza, líneas de saliva están cayendo. Arrastra las piernas hasta el pecho y descansa su cabeza contra ellas. Doy un paso a través del vidrio y la comida sólo para llegar a ella. Tengo que abrazarla, hacerle saber que estoy aquí para ella. La pongo contra mí y llora en mi hombro. Nunca me he sentido tan impotente como en este momento. No puedo ayudar a mi mamá, ni siquiera puedo ayudarme a mí misma. ―Está bien ―lloro, acariciándole el cabello―. Vamos a estar bien. Técnicamente, mentí. No tengo ni idea de si vamos a estar bien. No tengo ni idea de lo que deparará el mañana o si esto llegará a ser más fácil, pero ahora, a pesar de que hemos perdido a un miembro importante, seguimos siendo una familia y eso no va a cambiar. El proceso va a ser largo y doloroso, pero sé que vamos a salir de esta. Eso es lo que hacen las familias, ¿no es así? ¿Se ayudan mutuamente en los momentos difíciles? ―Debería ir a la cama ―solloza mamá―. Quiero estar sola. Se aleja de mí y sube tambaleándose sobre sus pies. ―¿Quieres una ducha? No me responde y la sigo a su dormitorio, pero no pongo un pie en la puerta antes de que la cierre en mi cara. Apoyo la frente contra la fría madera. Esto va a ser mucho más difícil de lo que pensé que sería… tal vez no debería haber vuelto a casa.

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Camino por el pasillo y entro en mi antigua habitación. Enciendo la luz. Está exactamente como la recuerdo, la cama blanca doble con sábanas rosadas, el tocador blanco y la gran estantería marrón. No es mucho, pero es familiar. Apago la luz, utilizando la que se filtra desde la calle para guiarme. Saco mi teléfono de mi bolsillo, deslizo mis pantalones fuera y me saco mi camiseta. Las sábanas limpias y frescas me dan la bienvenida cuando me deslizo entre ellas. Esta puede ser mi habitación, pero huele muy fuerte a la casa, que a su vez huele a mamá y papá, no sé, no puedo explicar el olor. Es un olor único de la casa. Huele a casa. A través de mis ojos borrosos puedo desbloquear mi teléfono y ver que tengo un mensaje de texto de Seth. DE: SETH. HORA: 12:36 a.m. Te extraño… Lo llamo. Sé que necesita dormir y sé que hablé con él hace unas horas, pero tengo que escuchar su voz. Mi corazón envía un pulso rápido alrededor de mi cuerpo cuando escucho la respuesta de su voz ronca. ―¿O? ―Hey. ―Retuerzo un mechón de mi cabello alrededor de mi dedo índice. ―¿Cómo te fue? Ahí está la pregunta que tenía la esperanza de evitar. Por otra parte, si eso fuera cierto no lo habría llamado. No puedo decírselo. No puedo hablar de eso todavía. Ver a mamá perder el control y descomponerse me mató. Cuando lo imagino en mi mente, mi corazón se rompe de nuevo. Aspiro temblorosamente, sin saber que he empezado a llorar. Seth no dice nada más, sólo escucha. ―¿Cómo lo hiciste? ―pregunto, mi voz temblando―. ¿Cómo manejaste ver a tu mamá tan rota? Lo oigo expulsar un suspiro. ―No lo hice. Me quité, dejándola lidiar con todo por su cuenta. ―Pero tú… ―Trato con eso ahora, pero al principio no pude. Era muy duro para mí. Supongo que por eso me siento responsable de ella…

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Dejo que sus palabras se hundan en mí. Seth se culpa por la adicción al alcohol de su madre, porque no estaba allí para apoyarla cuando lo necesitaba. Tal vez haya sido una buena idea regresar a casa después de todo. ¿Se habría mantenido en la cocina si no lo hubiera hecho? La idea me aterra. ―¿Cómo estaba tu mamá cuando llegaste a casa? ―me preguntó. Me estremezco, imaginando su inquietante sonrisa feliz. ―No puedo siquiera… No me creerías si te lo dijera. ―Pruébame. Revuelvo mi cerebro tratando de pensar en una manera de describir lo que pasó. Fue una locura. Caótico. Rompe corazones. ―Estaba feliz… y yo estaba tan enojada, pero cuando entré, en la cocina, estaba llena de todos los alimentos preferidos de papá y… entonces perdió completamente el control. ―Me trago un sollozo―. N-no puedo… ―La gente tiene diferentes maneras de hacerle frente. Si ella está expresando sus emociones, entonces eso es una buena señal. Asiento a pesar de que no puede verme. ―Ya te extraño. Es una locura ―dice con una risita. Su voz es baja como si estuviera avergonzado y mi corazón se hincha. ―También te extraño. No debería estar reteniéndote despierto… Puedo oír la sonrisa en sus labios. ―Esta no es la primera vez que me mantienes despierto sólo en mi cama durante la noche. Sus palabras hacen que mi estómago haga volteretas. ―Y yo que pensaba que era el único bicho raro que se queda despierta por la noche pensando en ti. Se ríe. ―Definitivamente no. Mis párpados se vuelven pesados cuando me acurruco más abajo en mi cama. ―¿Cuándo te veré de nuevo? ―Esta noche. Mañana. Te lo dije, si me necesitas, estaré allí. ―Me refiero a después de haber hecho todo lo que necesitas. Si todo va según lo previsto para ti, ¿cuándo te veré de nuevo?

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―En diez días. Estaré en Boston durante dos días más y luego iré a Las Vegas para luchar con Don. ―¿Estás nervioso? Se ríe en voz alta y tengo que alejar el teléfono de mi oído. ―De ninguna manera. Voy a romperlo. Medio sonrío, medio bostezo. ―Bien. ―¿Vas a ir a ver? No lo sé… ¿lo haré? No hay nada que me obligue a ver esta vez, pero sé que significaría mucho para Seth, y para papá, si lo hago. ―Claro, iré a ver. No voy a disfrutarlo, pero iré a ver. Lo escucho sonreír de nuevo. ―Ya no tienes que jugar ese juego, sé que te gusta verme pelear. ―Verte ir como una tormenta alrededor del ring medio desnudo y verte vencer a alguien con los puños son dos cosas completamente diferentes. Me gusta el primero, no el último. Su soñolienta risa me hace sonreír. ―Debería irme… No sé qué esperar de mañana, pero probablemente tendrá que ver con los planes para el funeral. Te amo. ―También te amo y recuerda que si me necesitas, para cualquier cosa, sólo debes llamarme. Estoy a sólo dos horas de distancia. Le aseguro que lo llamaré si lo necesito y nos despedimos. Tan pronto como cuelgo y me pongo cómoda, me quedo dormida, temiendo el mañana.

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18 Me deslizo en el vestido largo, negro que mamá me compró para el funeral. Se adhiere fuertemente a mis curvas y me siento extraña vistiendo algo como esto para el funeral de mi propio padre. No es nada llamativo o algo así. No expone mi escote o muestra demasiado, pero es demasiado estrecho, muestra la forma de mi cuerpo y la curva de mi trasero. Mamá quería que papá tuviera un elegante lazo negro, la noche del funeral en una hermosa ceremonia en el cementerio con vista al puerto. Al parecer, mamá y papá solían tener picnics bajo el pequeño roble que es un árbol de roble grande. Cómo podían soportar comer en un cementerio está más allá de mí. Me arreglo el cabello y lo acomodo, por lo que puedo utilizarlo como una cortina si la necesito. Me pongo dos pendientes de perlas de clip y escucho un golpe en la puerta. Salgo de mi habitación, pero mamá se precipita por el pasillo delante de mí. ¿A quién estamos esperando en un día como hoy? Oigo su voz profunda y áspera. Mi cuerpo no es estúpido. Encuentra la atención en el reconocimiento de la voz inmediatamente. Marcho por el pasillo y veo su hermosa figura de pie delante de mí en un ambiente informal, todo en traje negro. Las caras de Darryl y Jackson me sonríen desde detrás de Seth. Los ojos de Seth me acarician, obviamente, gustándole mi vestido y si a Seth le gusta, entonces definitivamente no es algo que debería llevar a un funeral. ―¿Qué estás haciendo aquí? ―le digo, casi sin aliento. ―Pregúntale a tu mamá. Ella sonríe dulcemente hacia mí. ―Yo los invité. Sé lo importante que eran para tu padre. Todo el mundo que lo amaba debería estar aquí hoy. Mis ojos hacen agua y me apresuro a ella, apretándole contra mí. El hecho de que hiciera algo tan desinteresado en un día como hoy significa más para mí que cualquier otra cosa, y hoy irá mucho más suave debido a

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ella. Me dirijo a Seth, limpiándome los ojos con cuidado de no manchar mi maquillaje. ―Se supone que debes estar en Las Vegas. Se encoge de hombros. ―Entonces iré mañana. Sostengo mis brazos y él viene a mí. Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura. No había oído su voz desde la noche en que hablamos por teléfono. Cada vez que llama, lo echo de menos y cada vez que llamo de vuelta, no responde. Es agotador, pero ahora está aquí y mi día acaba infinitamente de mejorar. Jackson y Darryl dan a y a mí un ramo de flores. Las azules, rojas, amarillas, rosas y naranjas engranan tan bellamente en su envoltura verde. Mamá las deja caer en jarrones y las coloca alrededor de la casa. Jackson y Darryl se sientan en el sofá, con una conversación en voz baja mientras yo estoy sentada en el brazo del sillón de papá, inclinándome hacia Seth. Su pulgar se desliza sobre mi muslo en pequeños círculos y cierro los ojos absorbiendo todo su toque. Otro golpe en la puerta me obliga a abrir los ojos. ―¿A cuántas personas más llamaste? ―le pregunto a mamá mientras corre a la puerta. Cuando se abre, no puedo creerlo. ―¡Chase! ―chillo, saltando del sillón. Mamá lo aprieta y espero en fila con impaciencia. Ha pasado mucho tiempo desde que vi a mi hermano, demasiado tiempo. Se ve exactamente como lo recuerdo, afeitado cabello oscuro, ojos grandes de color verde brillante y aún mucho más alto que yo. Él tira de mí hacia él y casi lloro. El verlo trae el impacto de la muerte de nuestro padre. Está tan contento de vernos, pero lleva la misma tristeza en sus ojos como mamá y yo. ―Te he echado mucho de menos ―se queja, me exprime hasta que estoy segura de que me he quedado sin aliento. Darryl, Seth y Jackson se ponen de pie mientras mi hermano interviene para saludarlos. Chase se reúne con gente todo el tiempo, así que conversar y ser amable viene fácil para él. Darryl y Jackson vuelven a sentarse y a hablar en el sofá, pero mi hermano se cuelga alrededor para charlar con Seth. Doy un paso más cerca de ellos, tratando de espiar la conversación. Cuando lo logro escucho las excusas de mi propio hermano para ir a vestirse en su habitación. Abro la boca para preguntarle a Seth lo que pensaba de mi

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hermano, pero la entrada de mamá en la habitación con una gran bandeja de porción de bocadillos jala mi atención. ―Mamá, nos iremos en quince minutos. Eso es un poco excesivo. Ella se ríe y es una risa genuina que calienta mis oídos. ―Los chicos se harán cargo de eso, ¿verdad? Jackson y Darryl se sientan adelante, lamiendo sus labios en las frutas, las patatas fritas en rodajas y la salsa. Tener una casa llena es hacer feliz a mamá y me hace feliz. A ella le encanta estar ocupada y si eso hace hoy más fácil para ella, entonces entre más, mejor.

* * * ―Vemos el lugar de descanso final de Richard James. Mamá se apoya en el hombro de mi hermano, llorando, mientras bajan a mi padre al suelo. Mis ojos están hinchados y pican de todo el maquillaje que llevo puesto. Me siento tan estúpida por llevar maquillaje. Por supuesto que iba a llorar. ¿En qué demonios estaba pensando? Seth sostiene mi mano en la suya y su pulgar acaricia la parte superior con dulzura. Levanto la vista hacia él. Las antorchas de fuego que lo rodean envían luces parpadeantes a su rostro. Tiene una expresión triste y sé que la muerte de mi padre le afecta más de lo que le gusta aceptar. Al lado de Seth y de mí, Jackson consuela a Selena que eligió para aparecer hoy en un par de pantalones negros, camiseta negra y una hermosa chaqueta de punto hasta la rodilla. Se ve elegante, pero informal y deseé que mamá me hubiera comprado algo más cómodo. Este vestido es tan delgado que puedo sentir la brisa fría golpear mi cuerpo. Bien podría estar desnuda. Cuando miro hacia atrás al ataúd y me doy cuenta por millonésima vez que mi padre, a quien vi hace unos días, está tumbado ahí con ausencia de latido, las lágrimas comienzan a fluir. Me apoyo al lado de Seth mientras silenciosas lágrimas corren por mi cara y él pasa un brazo por encima de mi hombro. Una vez que mi padre está en el suelo, el ministro nos pide que tiremos un puñado de tierra y que le digamos adiós. Uno a uno tiramos puñados de tierra y lloramos y hablamos con él. Veo este tipo de cosas en la TV y siempre me parece extraño cuando la gente habla con un ataúd o una lápida. Nunca entendí realmente el objetivo de eso, hasta ahora.

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―Te quiero ―lloro, salpicando el suelo de la caja negra―. Vendré a visitarte todo el tiempo, te lo prometo. Me levanto para que la próxima persona diga adiós. Busco a mamá, que está rodeada de sus seres queridos y de miembros de la familia, por suerte ya me expresaron sus condolencias a mí y no tengo más para escuchar. El final de la muerte de papá apesta. Es todo un proceso enorme y agotador que no ofrece ninguna privacidad… pero sí ofrece un cierre y es mejor así, supongo. Camino fuera un poco para recuperar el aliento y decidir a dónde ir desde aquí. No puedo volver a mi apartamento y dejar sola a mamá. Dentro de unas semanas no podré pagar mi apartamento y, ¿qué pasará con el gimnasio de papá? Todavía hay luz, agua y todo lo demás que se tiene que pagar cada pocos meses. No puedo permitirlo. Mamá se verá obligada a buscar un empleo, pero nadie va a contratarla. No ha trabajado en más de treinta años, no es precisamente una ventaja. Exhalo y me siento en el pasto, mirando la hermosa ceremonia de noche, en nombre de mi padre. ―¿Puedo sentarme? ―La voz de Blade me sobresalta. Ni siquiera vi que se acercara. Blade apareció en el comienzo de la ceremonia. Es lo justo, supongo. Conoció a mi padre por mucho tiempo. ―Por supuesto. Se sienta a mi lado y el claro olor a vodka se filtra a través de mi nariz. Me entrega el frasco que está sosteniendo en su mano y lo tomo, dándole un gran bocado. Aprieto los dientes y hago un ruido extraño con la base de mi garganta. Blade se ríe. ―Nunca pudiste manejar tu consumo de alcohol. Me río una vez. ―Está bien, tú bebiste lo suficiente por nosotros dos. Sus hoyuelos se desvanecen junto con su sonrisa y aparta la mirada. ―Realmente lo jodí, ¿no? Sí, lo hiciste. Todo esto con Seth empezó porque quería vengarse de Blade. Ahora mira, estamos enamorados, más enamorada de lo que he estado nunca. ―Dímelo tú.

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―Así es. ―Toma un gran trago de su vodka―. Me diste tantas oportunidades… ―Blade niega―. Te sostuviste durante todo el tiempo que pudiste, no te culpo por darte por vencida. No respondo. Las conversaciones profundas y significativas con ex me parece ser un “no está bien en una nueva relación”. Sin embargo, aún aprecio su intento. Tal vez trate mejor a la próxima chica. ―¿Lo amas? ―Hay amargura en su tono, pero no puedo no responder a la pregunta, cuando sé la respuesta. ―Sí, por supuesto. ―¿Y él? ¿Te ama también? Contuve una sonrisa. No puedo evitarlo. Sonrío cada vez que hablo de Seth o del hecho que me ama. ―Lo hace. Él suspira y se obliga a ponerse de pie. ―Entonces definitivamente perdí. Cuídate. ―Se pasea lejos de mí. Seth pasa junto a Blade en su camino hacia mí y no perdona una mirada en su dirección. Está sonriendo y me siento aliviada de que no esté confundido acerca de Blade y de mí sentados aquí solos. ―Hay algo que tengo que decirte. ―Extiende su mano a mí y la tomo mientras me pone de pie. Antes de que diga alguna otra cosa se encoge de su chaqueta y la coloca sobre mis hombros. Siempre pensando en mí. ―Me estás poniendo ansiosa, ¿qué sucede? ―Hablé con tu madre acerca de ello y me dio el visto bueno, pero quiero hablar contigo acerca de eso antes de hacer alguna cosa. ―Está bien… ―¿Cómo te sientes acerca de que compre el gimnasio de tu padre? Lo mantendré exactamente igual durante todo el tiempo. Estoy sorprendida. ―¿Quieres comprar el gimnasio de papá? ―Así es. Me encanta el gimnasio. Me enamoré de él en el momento que lo vi. Tantos pensamientos pasan por mi mente, pero sigo cayendo de nuevo a un pensamiento en específico. No puedo darme el lujo de mantenerlo.

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―Puedes comprarlo. Es tuyo. ―Aunque estoy triste de que no estará en nuestra familia nunca más. Estoy feliz de que alguien como Seth lo quiera. Él no haría nada para estropearlo. Su sonrisa se ensancha. ―Hay una cosa más. Quiero que lo manejes. Me ahogo. ―¿Yo? Se estira y agarra mis hombros. ―Será tuyo. Podrás controlar todo lo que sucede en él. Sé que te encanta ese lugar… Lágrimas en mis ojos. Maldita sea. ¿Cuántas veces me sorprenderá este hombre? ―¿Harías eso por mí? Seth se adelanta, plantando un beso en mi frente. ―Haría cualquier cosa por ti. Pongo mis brazos alrededor de su cuello tirando de su boca a la mía. Si mi familia no estuviera aquí y no estuviéramos en un cementerio, lo tomaría aquí, ahora mismo. Pero, lamentablemente, hay ocasiones y lugares para todo. Él se aleja, dejándome sin aliento. ―Tengo que estar en el aeropuerto a las tres para tomar mi vuelo, pero regresaré en ocho días y me podrás agradecer entonces. ―Incluso en la tenue luz puedo ver sus ojos con una llamarada de placer. Suspiro. ―Estaré contando los días. ―Wow, vaya manera de hacerme sentir loco ―dice, inclinándose y besando mi cuello. ―¿Cómo? ―Porque estaré contando los segundos. ―Su lengua se dispara fuera de su boca y se desliza contra mi piel. Inclino mi cabeza hacia un lado, dándole más carne para lamer. Cuando llega a mi lóbulo de la oreja lo toma en su boca, provocando un gemido de mí. Se ríe profundamente mientras endereza su postura―. Vamos. Vamos a ayudar a tu mamá en la casa.

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Mamá estaba un poco abajo cuando la trajimos a casa, que era de esperar. Fue directamente a su habitación, dejándonos a Chase y a mí con Seth y los chicos. ―Ocho días ―le aclaro a Seth. Está apoyado en el coche sonriendo perezosamente hacia mí. ―Ocho días. Sostengo sus caderas y me estiro hasta plantar un beso rápido en sus labios. No quiero hacer un espectáculo delante de mi hermano. Todavía no sé lo que piensa de Seth y estoy deseosa de hacerle preguntas al respecto cuando entremos. Miro a Darryl, a Jackson y a Seth irse de la casa, y cuando me doy la vuelta para hablar con Chase ya no está directamente detrás de mí, sino junto al árbol. Balancea el vaivén de neumático de ida y vuelta sucesivamente. ―¿Así que estás saliendo con Seth? No con Blade. Me siento en la hierba. ―Es correcto. ―¿Qué pasó allí? Mi hermano y yo siempre hemos sido cercanos, pero nunca ha existido el tiempo suficiente para saber en realidad algún detalle sobre mi vida y ponerse en contacto con él es casi imposible. ―Continué. Él se ríe y se agacha para meter el trasero en el columpio. Sorprendentemente, la vieja cuerda soporta su peso. ―Vaga. ¿Desde cuándo eres vaga conmigo? Exhalo y recapitulo toda la situación. Chase se burla y se ríe de manera apropiada. En el momento en que termino, lo he convertido con éxito al equipo de Seth. ―Parece un buen tipo. Quiero decir, a veces te mira como si quisiera consumirte, pero tú eres hermosa, así que no voy a sostenerme en su contra. Mis mejillas se ponen al rojo vivo. Seth no se preocupa mucho por la sutileza. El silencio cae entre nosotros y él oscila en el columpio. ―Lo que daría por ver la cara de mi padre de nuevo. ―Pasa las manos por su frente―. Siempre pensó que estaba bien estar lejos de aquí por largos períodos a la vez. Supuse que cuando todo terminara, volvería y las cosas serían como si nunca me hubiera ido…

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Mi pecho se duele por Chase. Vi a papá no hace mucho. Ha pasado mucho tiempo para él. ―Si hubiera sabido que iba a morir ahora hubiera hecho mi servicio a un lado simplemente para pasar un poco más de tiempo con él. Eso es todo lo que mamá y papá querían, sabes. Querían tiempo, querían amar, el tipo de amor que les dimos cuando niños. Nunca lo pensé de esa manera. Cuando mamá y papá me molestaban con mudarme de regreso siempre era tan brusca, tan grosera. Todo lo que querían era tiempo juntos. Que los visitara con regularidad, tal vez eso habría sido suficiente. Puedo oír a Chase sorber y sé lo mucho que odia llorar delante de la gente, así que me pongo de pie y camino de regreso al interior, mi pecho aún está apretado por sus palabras. En mi habitación, me quito el vestido, los zapatos y me deslizo en la cama. Estoy seca. No podría llorar incluso si me golpeara el dedo del pie con un ladrillo. Hoy enterramos a nuestro padre. Fue horrible, pero hizo que todo se cerrara. Todo lo demás, lo ordenaré mañana. Mamá, Chase y yo tenemos que trabajar en la reparación de nuestra familia. Tomará un tiempo, pero estoy segura de que vamos a salir adelante.

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19 Han pasado exactamente siete días después de la última vez que vi a Seth. Mamá y Chase se fueron a la cama hace media hora. Me siento en el escritorio, acercándome a la pantalla de la computadora tanto como puedo. Abro el navegador web y escribo "Seth vs Don Las Vegas" en el buscador. De inmediato me lleva a la página web de la MMAC y la transmisión en vivo de la pelea. El edificio en el que están luchando es enorme, fácilmente albergando a decenas de miles de personas. La cámara exploraba sobre la rugiente muchedumbre antes de mostrar una repetición más destacada de otras luchas antes esa noche. Cuando esta terminó, se mostró un resumen de la ceremonia del pesaje entre Seth y Don. Los patrocinadores se alineaban en la pared del fondo como lo hacían las chicas de promoción, con pantalones cortos de color rojo y bikinis. Escuché atentamente a los comentaristas mientras recapitulaban las directrices del torneo. ―Es un formato de lucha de ocho hombres. El último hombre en pie recibe cien mil dólares, un contrato con la MMAC y el título de Campeón Amateur. La pelea de campeonato requiere de un profesional del pesaje dentro. Ninguno debe de superar los ochenta y seis kg. Sintonizo a los comentaristas y veo la báscula de pesaje dentro. Don va primero. Él tira de su camisa, dejando al descubierto su espeluznante tatuaje del dragón, y se la entrega a su entrenador. Don dio pasos a la báscula y pesa ochenta y seis exactos. Sorprendente, considerando el tamaño de él. Darryl sostiene la camiseta de Seth mientras él pasa a la báscula, ocho-seiscon-cinco. Mi pulso aumenta y empiezo masticar mis uñas. ¿Qué significa eso? ¿Quiere decir que está descalificado? Veo a Don sonreír y quiero darle una bofetada a través de la pantalla. Jackson le da a Darryl una toalla y el CEO de la MMAC ayuda a Darryl a cubrir el frontal de Seth mientras se desliza de sus pantalones cortos. Los ojos de Seth se bloquean con la cámara y sus labios se curvan en una sonrisa arrogante. El calor atraviesa mi cuerpo, porque sé que es para mí. La toalla está un poco baja y puedo ver la forma de "v" del musculo oblicuo de Seth. Estoy sonriendo mientras otros sofocos me atraviesan y exprimo mis piernas juntándolas. Me fijo en los ojos de las chicas detrás de él permanecer en su parte trasera y no pueden contener las sonrisas de sus caras tampoco.

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Frunzo el ceño a la pantalla, luchando contra el impulso de gruñir "mi precioso". Él da un paso de vuelta en la báscula y no baja en absoluto. Oigo a los comentaristas decir que Seth tiene una hora para cortar ese medio kilo. ¿Es eso posible? Da un paso atrás en sus pantalones cortos y la toalla cae. La película se corre al segundo pesaje de Seth. La toalla sale y sus pantalones cortos caen. Cuando él da un paso de vuelta en la báscula, está en el peso ideal para la pelea. Seth y Don se paran cerca el uno del otro, con los puños levantados hasta que la gente toma las fotos. Cuando vi esto en el pasado, papá siempre me dijo que es sólo diversión y que en realidad no se odian entre sí, pero estoy viendo a Don y a Seth y veo el odio. Lo siento. La imagen nos lleva de vuelta al ring vacío y oigo la canción de introducción de Don. Es una canción que nunca he oído antes y estoy el noventa por ciento segura de que es en alemán. Las cámaras lo siguen desde su pista, todo el camino al ring. Hay un destello de arrogancia en sus ojos. Esta exactamente donde quiere estar. Dios sabe cuánto tiempo ha querido luchar con Seth sin las restricciones y ahora puede. Don entra en el ring y se detiene en su esquina. No ofrece ninguna reacción a la multitud y a ellos les encanta. Los comentaristas hablan al fondo del boxeo de Don y sus ocho a cero en las estadísticas de lucha, afirmando que está invicto. Odio cada segundo que la cámara se detiene en su cara enojada. Mi estado de ánimo al instante se ilumina cuando escucho la canción de introducción de Seth. Un pequeño cuadro aparece en el lado de la pantalla que me dice que la canción es "Somos los dueños" de Wiz Khalifa. Hago una nota mental de comprarlo más tarde. Es fácilmente mi canción favorita ahora. La cámara sigue a Seth de cerca, incluso mostrando fragmentos de Darryl y Jackson detrás de él. Sus rostros eran duros, determinados. Una vez en el ring, la música de Seth se corta y me doy cuenta de que he estado aguantando la respiración. Durante la conversación del locutor, las manos de Seth se aprietan en puños. Se aflojan y luego se aprietan de nuevo. Él rebota sobre las puntas de sus pies un par de veces antes de inclinar la cabeza hacia el techo, los ojos cerrados. Su pecho cae mientras sopla un suspiro largo y lento. El árbitro llama a ambos chicos al centro del ring. Él exige una pelea limpia y los envía de regreso a sus esquinas. Con una palmada de sus manos, comienza la lucha. Seth deja que Don llegue hasta él primero, sin duda tratando de medir su ritmo de juego, la mano favorable, y cuál pie le gusta presentar primero. Don se balancea hacia Seth, pero él esquiva inclinándose hacia atrás

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rápidamente. Cuando Don tira su brazo hacia atrás, Seth se dispara hacia adelante pegándole con la mano abierta sobre su sien izquierda. Don sacude su cabeza y los comentaristas adoran que Seth esté jugando con su competidor. Uno de los comentaristas incluso lo llama “suicida” por tratar de molestar a Don Russell. Pude ver la mandíbula de Don contrayéndose furiosamente mientras él lanza implacables golpes hacia Seth. La mano izquierda de Seth se levanta, bloqueando cualquier golpe que Don está lanzando, mientras su puño derecho lanza un gancho al exterior, dándole un puñetazo en el estómago. Don balancea su pierna para patear las piernas de Seth por debajo de él, pero Seth bloquea la pierna con la suya, enviando un gancho asesino directo a la mandíbula de Don. Conecta y envía el rostro de Don a un lado. Me estremezco ante el poder en su puño y casi salto de mi asiento, incapaz de contener mi emoción. Don tropieza hacia atrás, aturdido y Seth sigue el golpe con un pie en las costillas. Don se recupera rápidamente y se lanza hacia Seth, aterrizando un buen y fuerte golpe a un lado de su cabeza. Mis manos vuelan hasta taparme la boca mientras Don envuelve sus brazos alrededor del pecho y los hombros de Seth, llevándolo hacia atrás y en la jaula. Don atrapa a Seth y deja sus puños volar. Repetidamente, golpeando a Seth en la cabeza una y otra vez. Los sonidos horribles me cubren poniéndome la piel de gallina. ―¡No! ―rugí, tratando de mantener la voz baja, para no despertar a mamá. Cada vez que los puños de Don conectaban me estremezco. Puedo escuchar el sonido escalofriante de hueso chasqueando contra la carne, y los cabellos de mi cabeza hormiguearon de miedo. Veo a Jackson más abajo de Seth, gritándole y Seth presiona los talones en el pie de Don, forzándolo a perder el equilibrio. Seth empuja a Don de espalda y va al nivel bajo, envolviendo sus brazos alrededor de las piernas de Don y derribándolo. Él no malgasta el tiempo en lanzarse hacia Don. Se monta a horcajadas presionando los muslos en la sección media de Don y comienza a llover golpes en la cabeza y la cara. Los brazos de Don surgen para proteger su rostro de los golpes, por lo que Seth se inclina hacia atrás para lanzar golpes en las costillas de Don. Puedo ver el sudor corre por la espalda de Seth y su pecho subiendo y bajando con dificultad. Don mueve rápidamente sus caderas, tirando a Seth de él justo cuando los comentaristas juraron que el árbitro iba a terminar la pelea. Cuando Don intenta rodar lejos, Seth agarra su brazo y envuelve sus piernas alrededor de Don, enderezando su brazo. ―¡Oh, no! ―Un comentarista grita, sobresaltándome―. Seth tiene a Don en una barra de brazo. ―Seth tira con fuerza hacia abajo y el rostro de Don se contrae. Él no quiere darse por vencido. El árbitro se pone cerca de la cara de Don, hablando con él.

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Cada pocos minutos Don sacude la cabeza, negándose a rendirse. Seth ajusta su posición y jala aún más fuerte. Don no puede mantener los ojos abiertos. Es demasiado dolor y de pronto me siento mal por él. Hay una sonrisa sardónica en la cara de Seth, él sabe que lo tiene. Todo lo que tiene que hacer es aplicar un poco más de presión y el brazo de Don se romperá, pero él quiere que Don se someta a él. Quiere que Don golpetee ligeramente y sea humillado. Cierro los ojos mientras la cámara se acerca a la forma incomoda del brazo de Don. El público se vuelve loco, rogando porque Seth lo rompiera. Cuando abro los ojos, soy testigo de la palma de Don palmear el suelo del ring salto de mi silla. ¡Seth lo hizo! Derrotó a Don. Bailando alrededor de mi sala de estar después de una pelea no es algo que alguna vez admitiré de hacer, pero lo hago. Lo hago de felicidad, por orgullo, infierno, incluso lo hago por la excitación, porque me es imposible sentarme sin retorcerme. Nuevas olas de gritos rasgan entre la multitud, forzándome a volver mi atención a la pantalla. Los equipos están en el ring, separando a los dos combatientes. Ellos están gritándose el uno al otro, muriéndose por ir a otra ronda ente ellos. Don está enojado, con el rostro al rojo vivo. Seth sonríe hacia Don y eso le molesta aún más. Seguridad vuela al ring para ayudar al equipo de Don a contenerlo. No puedo oír nada por encima del rugido de la multitud o las voces molestas de los comentaristas y nerviosamente muerdo mis uñas. Seth observa con las manos sobre sus caderas mientras arrastran a Don del ring. Cuando se fue, el árbitro levanta la mano de Seth y la gente enloquece. Ellos gritan, aúllan, cantan, aplauden y pisotean fuerte sus pies. La energía fluye a través de mí cuando el director general de la MMAC da un paso al ring. El locutor le entrega un micrófono y se dirige a la multitud. Mis ojos están puestos en Seth, no prestando atención a una sola palabra de lo que el director está diciendo. Seth está sonriendo modestamente así que sé que tiene algo que ver con sus dotes impresionantes. El director le tiende a Seth un contrato enmarcado y se toman fotos. Y los comentaristas pasan por los aspectos más destacados de la pelea, cierro el navegador y apago el monitor con una gran sonrisa en mi cara. Seth logró su sueño. Lo persiguió y lo consiguió. Eso me deja pensar en mi sueño, el sueño de convertirme en una autora de romance. En los últimos meses, sin duda me he desviado de lo que quiero hacer. Por lo menos ahora tengo suficiente material para escribir ese, felices para siempre en el que he estado pegada. Tal vez manejar el gimnasio me dará tiempo para escribir Si no, voy a tener que hacer tiempo. No puedes llegar a tu sueño, a menos que lo intentes, ¿verdad?

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* * * Me siento junto a la tumba fresca de mi padre, silenciosas lágrimas rodando por mis mejillas. El sol se pone sobre el puerto y el color rojonaranja abriga el matiz completo en una luz rosa. He estado sentada aquí durante horas, temiendo al pensamiento de volver a casa. Chase se fue esta mañana para regresar a Pakistán. Se comprometió a conseguir más tiempo por Skype, lo que hizo su salida más llevadera y mi mamá no va a estar en casa tampoco. Ella decidió pasar un poco de tiempo a solas en una escondida cabaña por dos noches. Al parecer, ella y papá se quedaban allí todo el tiempo. No sé cómo voy a soportar estar en la casa sola. No he estado realmente sola con mis pensamientos todavía. Siempre había alguien flotando alrededor del lugar, pero por los próximos dos días estoy por mi cuenta. Me levanto y me doy la vuelta de la tumba de papá. Quiero evitar estar en el cementerio sola en la noche, así que camino el kilómetro hacia mi auto y me alejo manejando. Cuando llego a casa, no hay autos en el camino de entrada y entro, estacionando, justo en frente del garaje. Aspiro profundamente, preparándome mentalmente y salgo del auto. Me acerco a la pequeña puerta blanca y mis dedos se detienen en el pestillo. No puedo quedarme aquí sola. No esta noche. La puerta chilla cuando la dejo ir y me giro de vuelta a mi automóvil. Me quedaré en mi apartamento. ―No vas a dejarme aquí solo, ¿verdad? La voz de Seth me sobresalta, y me giro rápidamente hacia la casa. Un movimiento por el árbol me llama la atención, y ahí está, apoyado en el árbol de roble en el patio delantero. Su cabello está en un salvaje desorden más de lo normal, dándole un atractivo sexual devastador mientras se asoma más o menos sobre su frente. Tiene los brazos cruzados sobre el pecho y las mangas cortas de su camisa negra aferrándose firmemente a él, acentuando los fuertes, musculosos, antebrazos desnudos. Se ve positivamente delicioso y los pezones se endurecen contra mi sujetador de encaje cuando mi mirada se posa sobre su boca. Sus labios carnosos se curvaron en una pequeña sonrisa arrogante, como si supiera lo que estoy deseando. Miro sobre mis hombros. No puedo ver su auto en cualquier lugar. ―¿Cómo? ―Me estacione a la vuelta de la esquina.

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Olvidando el pestillo, salto la puerta y corro hacia él. Él abre sus brazos y encajo perfectamente, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura y estampo mis labios contra los suyos. Seth me aprieta contra él con una presión devastadora, pero no me atrevo a quejarme. No quiero que me suelte, nunca. Alejo mis labios, jadeando sin aliento. ―No tenía idea de que ibas a estar de vuelta hoy. ―Fue doloroso evitar deliberadamente tus llamadas, pero quería darte una sorpresa. Me río. ―Misión cumplida. Estoy feliz, realmente feliz. Si alguien puede llevarse la angustia y las dudas, ese es Seth. Siempre es Seth. Me deslizo de él y tiro de su mano. Me sigue al porche y saco la llave del bolsillo trasero de mis vaqueros. Abro la puerta y lo llevo al interior. Enciendo las luces del cuarto de estar y cierro la puerta detrás de él. ―¿Tu mamá está…? ―Ella no está en casa. ―Corté ansiosamente. Tiro de él hasta el pasillo y lo llevo a mi antigua habitación. Enciendo la luz y Seth casi se encoge. ―Es tan rosa. ―Lo sé. No sé en qué demonios estaba pensando. Seth agarra mis caderas en un firme e inquebrantable agarre, capturándome con la guardia baja. Una emoción se dispara por mi espalda con su toque. Un segundo más tarde, me está empujando hacia atrás sobre la cama. Aterrizo en mis codos, deslizándome hacia arriba mientras se sube encima de mí. Su cuerpo pega el mío firmemente contra la cama. Gimo cuando sus labios llenos chocan con los míos y su lengua sale rápidamente deslizándose contra mi labio inferior. Sus dedos se mueven constantemente por debajo de mi camisa, rozando la delicada piel de los costados. Extrañamente, su dedo se desliza sobre un punto específico en mis costillas y me encojo. Apartándome de su boca me reí y él sonríe hacia mí. ―¿Cosquillas? ―Por supuesto que no. Acaricia el lugar con su dedo de nuevo y me retuerzo, mordiéndome el labio. Me las arreglo para detener el flujo de risa lo suficiente como para que él se rinda y plante un beso en la nariz. ―Te extrañé como loco, ¿sabes?

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Me burlo, juguetonamente. ―Sí, claro, vi todas esas muchachas bonitas promotoras. Apuesto a que tuviste el momento de tu vida. Él apoya la barbilla en mi pecho y me mira a través de esas espesas pestañas oscuras. ―Fue un infierno, en realidad. ¿Quieres saber cuántas chicas se presentaron en mi habitación prácticamente desnuda? ―Niego. Algunas personas no tienen vergüenza y me da rabia―. ¿Te importaría si te dijera que le di a cada una de ellas la espalda? ―Miro sus ojos y los remolinos de oro en sus iris destellan―. Fui un chico muy bueno, no me tente por nada durante un segundo. Está sonriendo ampliamente, como si estuviera muy orgulloso de sí mismo. Estoy orgullosa de él. Ha recorrido un largo camino desde la persona que solía ser. ―Bueno, hubo una falta de hombres desnudos arrojándose hacia mí en tu ausencia, por desgracia, así que no tengo nada para ayudarte a aumentar tu confianza, no es que necesites a nadie para aumentar ese ya increíblemente alto ego tuyo. Soltó la carcajada que tanto amo y eso me obliga a unirme a él. ―Eres muy hilarante. Debo de estar estrujándome sobre ti. La palabra “estrujar” enciende algo en lo profundo de mi estómago y ahueco su cara entre mis manos, arrastrando su boca hacia la mía. ―Hablando de estrujar… ―Me reí entre dientes contra sus labios. ―Estoy un paso por delante de ti. ―responde él, deshaciendo el botón de mis pantalones vaqueros con facilidad. Mis caderas se flexionan contra él mientras su dedo se desliza debajo de mis pantalones y la tela de mi ropa interior. Me río una vez más antes de que su lengua se deslice en mi boca y me disuelvo en él. Sus dientes atrapan mi labio inferior, rudamente y yo jadeo. ―Te amo, nena. ―Susurra. Le sonrío. ―También te amo.

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EPÍLOGO Seth He estado golpeando mis puños en esta maldita bolsa durante la última hora, esperando que Olivia termine de limpiar el gimnasio. No hay nadie más, las puertas están cerradas y las persianas bajadas, pero ella insiste en tener todo en la mejor forma para cuando se abre por la mañana. No puedo decir que no disfruto viéndola caminar por el lugar con un pequeño mohín determinado en sus sexys labios rosados, porque lo hago. Hace una ronda, recogiendo algunas toallas de aquí y allá. Me acuerdo del día en que dejé caer mi toalla y le exigí recogerla. Fue un movimiento estúpido, pero estaba tan enojado con mi madre y creyendo que iría al programa de alcohólicos. Estaba decepcionado, de nuevo. La compra del gimnasio fue un buen movimiento de mi parte. Paso la mayor parte de mi tiempo aquí y me da la oportunidad de ver a Olivia todo el día y aunque no puedo tocarla, ella es siempre agradable a la vista. Ella entra en la sección de boxeo del gimnasio y le hablo. Dejo que la toalla que tengo en mi mano caiga de mis dedos y sus gloriosos ojos verdes, la siguen todo el camino hasta el suelo. ―Se te olvidó una ―digo, incapaz de contener mi sonrisa. Ella chasquea su larga cola de caballo color chocolate por encima de su hombro y se acerca hacia mí con una pequeña sonrisa de suficiencia, dispuesta a jugar mi juego. Su lengua se dispara para humedecer su delicioso labio inferior y lucho contra el deseo de hacerlo yo mismo. Presiona su dedo índice firmemente contra mi pecho sudoroso. ―Recoge tu maldita toalla ―declara, haciendo que mi polla dé un tirón. Mi mirada cae a su pecho. Veo sus pezones presionando con fuerza contra su camiseta sin mangas de color rosa. Su sostén deportivo falla al ocultar su evidente excitación. Agarro su cadera, acercándola más a mí y ella felizmente accede. Siempre pienso en lo que hubiera pasado entre nosotros si esa mujer rubia no hubiera aparecido. ¿Me habría dejado tomarla? Me gusta pensar que sí.

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En el principio, odiaba Portland, pero en el momento en que vi a Olivia sabía que ella iba a cambiarme. Verla una y otra vez me volvió loco y ella rápidamente se convirtió en una obsesión. Obligándome a mantener mis manos lejos de ella cuando estaba tan dispuesta a entregarse a mí fue, sin duda, una de las cosas más difíciles que he hecho, pero valió la pena. Ella es buena y yo estoy… bueno, estoy trabajando en ello. Me sonríe a través de sus pestañas oscuras y trazo mi pulgar a lo largo de su mandíbula. Quiero pasar mi lengua a lo largo de ella y saborearla. Quiero recostarla en la colchoneta debajo de mí y hacerla suspirar y gritar mi nombre, un sonido del que nunca me cansaré. ―¿Qué estás pensando? ―me pregunta, buscando mis ojos. Si presiono más fuerte contra ella, será capaz de sentirme y sumar dos más dos. En su lugar, yo sonrío. ―No es muy PG 9, te diré eso. Olivia arrastra sus dientes sobre su labio inferior y la palma de su mano se aplana contra mi pecho. ―Entonces deberíamos ducharnos y salir de aquí. Mi piel bajo su mano se estremece cuando ella se aleja y la sigo a la sala de duchas. Mantener los ojos delante de mí y no en su apretado trasero cubierto resulta ser difícil, hasta que llegamos a la sala de ducha. Tantas veces que he estado a solas con ella aquí y ni una sola vez la he tomado con fuerza contra la pared de cemento, a pesar de que he querido, desesperadamente. Normalmente, Olivia se baña en una casilla, al parecer es tímida. Dios sabe por qué, tiene el cuerpo más perfecto, desde las pantorrillas bien formadas hasta sus grandes pechos turgentes con sus grandes pezones rosa claro. Pensándolo bien, tal vez es bueno que se bañe a puerta cerrada. Odiaría que los ojos de alguien más la vieran como lo hago yo. Cuando enciende la ducha, el vapor se acumula rápidamente. Ella se saca sus zapatillas de deporte y poco a poco se baja sus mallas. Permanezco quieto, mirando como revela su piel lechosa para mí, pieza por pieza, y sigo viendo hasta que está completamente desnuda y de pie bajo el flujo del agua. El agua rueda por su cara y labios carnosos. Viaja sobre los picos de PG: parental control, en español, control de padres, forma usada para dar clasificación a las películas y series según el contenido de violencia, sexo, sangre, etc. 9

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sus pechos y por su vientre plano. Niego un poco. No puedo ayudar, pero verme envuelto en los pequeños detalles cuando estoy cerca de ella… ella simplemente tiene ese efecto en mí. Ella me afecta y me encanta. La amo. Cuando alguien te afecta tanto que no puedes dormir por la noche sin ellos, no puedes pensar con claridad cada vez que están en la habitación y lo has arriesgado todo por ellos, vas por ello. No tomas ningún riesgo. Olivia sabe que la amo. Sabe que arriesgue todo mi futuro por ella, pero no sabe acerca de mis planes para hacerla mi esposa. Olivia Marc. ¿Tiene un bonito sonido? ¿No es así?

Fin

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SOBRE LA AUTORA Skyla Madi nació en la pequeña ciudad de Port Maquarie, Nueva Gales del Sur en 1993. Pasó la mitad de su vida creciendo en Wauchope, un pueblo rural próspero en el corazón de Hastings River Valley antes de dar el salto a la ajetreada ciudad de Brisbane. Cuando esta joven escritora australiana no está cambiando pañales, viendo dibujos animados, cocinar para su esposo o haciendo otras cosas de madre y esposa está trabajando activamente en su escritura y en la mejora de sus habilidades de escritura. Skyla ama leer tanto como ama escribir y desde que descubrió que YA/NA/Romance Paranormal/Fantasía Urbana son sus géneros favoritos, se ha embarcado en su propio viaje de escritura y está actualmente contratada con Limitless Publishing.

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