Creatividad, disciplina, libertad y otros valores. Jovita Kemelmajer Roitman

Las presentes reflexiones surgen a partir de la lectura de algunos artículos periodísticos referidos a la crítica situación en la que se encuentra la educación en Argentina. En declaraciones de algunos reconocidos teóricos de la educación se ponen en tela de juicio las prácticas para el desarrollo de la creatividad en los alumnos, sosteniendo que generan indisciplina improductiva, y que el hecho de fomentar un clima de libertad en el aula, sería una de las causas del estado desastroso de la educación escolar. Deseo aportar algunos conceptos, que de ninguna manera son propias disquisiciones, sino que son producto del estudio de numerosos autores y profesores que han investigado sobre el fenómeno de la creatividad desde su definición, caracterización, enfoques psicológicos, filosóficos, neurológicos, pedagógicos. Otras apreciaciones son el producto obtenido de las estrategias y técnicas de creatividad aplicadas tanto en los cursos del ciclo de Licenciatura en Creatividad Educativa, dictado en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Cuyo, como en diferentes cursos de creatividad destinados a docentes y diferentes profesionales, como así también en las conclusiones de tesinas realizadas por los alumnos al concluir la Licenciatura y tesis de doctorados de universidades españolas, norteamericanas, inglesas y argentinas . En las mismas se ha investigado sobre los efectos de la aplicación de técnicas de creatividad en diferentes ámbitos, sobre todo en los educativos. A los efectos de ordenar esta inquietud planteo cinco aspectos en los que la creatividad se conecta con los valores que deben despertarse desde la escuela y que no deberían interrumpirse en ninguna etapa del proceso educativo. En primer lugar reconocer que la creatividad es una capacidad latente en todos los seres humanos que consiste en la posibilidad de imaginar diferentes caminos y perspectivas para la resolución de problemas. Que así como los seres humanos somos inteligentes porque podemos ejercitar la observación, la memoria, la síntesis, el análisis, la comparación (propias del pensamiento convergente) procedimientos éstos que nos sirven para aprender y enseñar, somos creativos porque también podemos ejercitar la duda, la imaginación, la fluidez y flexibilidad del pensamiento, la intuición y la analogía y la metáfora para transpolar semejanzas a situaciones diferentes (propias del pensamiento divergente) .Ambos caminos se convierten en procedimientos que se interrelacionan y que

nos sirven para aprender, enseñar, inventar y desempeñarnos en diversas actividades . La humanidad estaría aún en la prehistoria de no ser por la capacidad creativa del hombre y de la mujer. Pero para desarrollar cualquier proceso creativo se necesita, en primer lugar, ser sensible a los problemas: propios, ajenos, de la sociedad, del planeta. Es decir tener la actitud de cuestionar e indagar, de estar atento a lo que nos pasa. Esto significa un paso adelante en la formación de dos valores: comprensión y respeto por el otro y por lo tanto, estar dispuesto con solidaridad. Mi libertad termina cuando no respeta la del semejante o la del hábitat. En segundo lugar para desarrollar la creatividad, para que cada ser sensible se cuestione, es preciso investigar, estudiar, alimentar y ampliar los conocimientos que se tienen sobre el objeto o idea problema. La “inspiración” es un soplo que deviene del conocimiento adquirido y mientras más se sabe, más posibilidades se tienen de estar inspirado y hallar una idea. Contrariamente a lo que se sostenía en otros tiempos, ya no se confía en “las musas” pues estas sólo soplan en los oídos de quienes entienden de qué están hablando. Esto implica la práctica de otro valor: la responsabilidad en el trabajo y la perseverancia en la búsqueda para hallar la idea o el producto. En tercer lugar para poder “crear” es necesario comprometerse y ser disciplinado para trabajar en la solución y poder comunicarla. Para comprometerse es imprescindible estar motivado. Pero no hacemos referencia a la motivación extrínseca de hacer algo por el premio o el éxito. Hablamos de desarrollar las motivaciones intrínsecas que nos llevan al placer del hacer como resultado del sentir y el pensar creativo. No creamos para ser exitosos solamente ni para ser reconocidos por nuestra conducta en un “cuadro de honor”. Creamos para sentir el gozo de encontrarnos con lo desconocido, de probar nuevas y diferentes soluciones y también de plantearnos nuevos cuestionamientos. El proceso no es para nada arbitrario ni azaroso, sino que requiere de mucha disciplina, amor y respeto por lo que se hace, por los tiempos y los espacios. En este sentido el proceso creativo tiene mucha coincidencia con el proceso investigativo. Y si algo le está faltando a la educación es despertar el interés por investigar. “Siempre se hizo así” o “ Antes era mejor” es volver al ábaco y a los dedos para resolver operaciones matemáticas. En una de las recientes tesinas de grado de la Licenciatura mencionada se investigó sobre la capacidad creativa de las alumnas del curso Didáctica de las Ciencias Naturales a partir de la temática: leyes del estado gaseoso. La investigación demostró no sólo que hay dificultades para formular preguntas sobre el tema, sino que además, había dificultades para la

comprensión del tema mismo. Esto demuestra que la formación de estas alumnas que hoy cursan un profesorado en la Universidad, estuvo enfocada en procesos que hacían hincapié más en la memoria que en la observación, el análisis, la indagación, la experimentación, el cuestionamiento de “ver qué pasa” si experimentamos algo diferente. Procedimiento este último que hubiera hecho imposible que las alumnas olvidaran. Los ejemplos de cómo se puede enseñar y aprender creativamente para entusiasmar al alumno de manera que desarrolle hábitos de estudios por el placer que el hábito mismo despierta son infinitos. Lo hemos visto en nuestros egresados de la Licenciatura en Creatividad Educativa y también en toda la literatura existente sobre creatividad. En cuarto lugar ser capaz de compartir y comunicar. Una educación creativa se basa en el principio de colaboración y de trabajo en equipo. Un equipo en donde cada uno aporta e intercambia conocimientos y experiencias con los otros. Se valoran los aportes personales en interacción y el liderazgo se manifiesta de manera solidaria, en juego de horizontalidad y verticalidad acorde al momento y los procesos. La comunicación entre los pares y el docente, las autoridades, los padres, es fundamental para que todos sepan qué estamos haciendo, qué y cómo aprendemos, qué descubrimos y cómo esto puede servir a otros. Las producciones del aula, del curso, de la cátedra deben comunicarse para que sean objeto también de indagación, discusión y conocimiento. En quinto lugar, pero no menos importante, es tener desarrolladas las conductas para recomenzar con la duda y empezar un nuevo proceso. Se plantea así un ciclo espiralado en la aprehensión de los conocimientos. Creemos que en este espacio tiempo que nos toca vivir, la catarata incontenible de información que nos inunda, sólo puede ser comprendida y aprovechada si estamos listos para senti-pensarhacer. Es inútil hablar de innovación si no se entiende a ésta como la concreción de los desarrollos creativos. La educación, por tanto, debe cumplir el cometido de formar seres inteligentes y creativos, libres pero comprometidos con la cultura, la sociedad, el ambiente y el futuro de si mismos y de la humanidad.

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