1900-1979

Felipe Gutiérrez (1949) Empiezo por saludarte, Virgen Sagrada María, ya te cumplo la promesa que tenía prometida.

Aquí me tienes, María, con mi bandera en la mano, alegres y muy contentos en el día de San Marcos.

Mi madre está muy contenta y mi padre mucho más, danos salud Madre mía para poder terminar.

Este dicho es muy dichoso, hoy veinticinco de abril, ya te cumplo la promesa que tenía hacia Ti.

Al verse mi madre sola y en el tiempo de la Guerra si quedábamos con bien bandearía la bandera.

El día ya se ha cumplido y su corazón tranquilo. De ti espero, Madre mía, que me des salud y alegría.

Hermosa Natividad, llena de amor y de gracia, mis hermanos y yo estoy en ponerte en alabanza.

Mi hermano es el capitán y el más chico, mochiller; yo, con mi bandera en la mano, aquí nos tienes a los tres.

Te lo pido buena Señora, te lo pido de verdad, que nos des mucha salud y a mis padres mucha más. Yo soy muy joven, Señora, para jugar la bandera; pongo toda mi ilusión ante esta sagrada Reina.

Eusebio Sánchez (1950-2000) Hoy vengo ante tu presencia, hoy te vengo a venerar como la rosa más bella del jardín más ideal. Como la más poderosa, como la Madre de Dios, a tus plantas vengo, Señora, con muy grande devoción. A cumplir una promesa me presento en este día y las gracias vengo a darte bailando en tu romería. Yo soy algo revoltoso, pero con buen corazón, y yo te sirvo, María, por ser la Madre de Dios. Teniendo yo corta edad, el diecisiete de abril, a las diez de la mañana bien me acordaba de Ti.

Como niño revoltoso, jugando por la Solana, una ceja me partí en la puerta de mi tía Cana.

El día cinco de mayo del año cuarenta y siete, cuando por mi puerta pasabas, mi casa estaba llena de gente.

Mi madre, toda asustada, cuando a mí me vio la herida, y desde aquellos momentos, la promesa está ofrecida.

Pasaste en procesión, como día de tu fiesta, y yo estaba de rodillas llorando tras la puerta.

La promesa que te hice fue la siguiente, María, si a San Marcos iba sin venda, danzar en tu romería.

Pero cuando Tú pasabas, yo a Ti sólo te pedía que mirando por nosotros a mi padre salvarías.

Como lo que te pedí Tú lo cumpliste al instante, aquí me encuentro ante Ti, revestido de danzante.

A mi padre Tú salvaste de su fuerte pulmonía y las gracias vengo a darte danzando en tu romería.

Como la más poderosa, como la Madre de Dios, el año cuarenta y siete alcancé tu protección.

Esto te lo dije yo cuando apenas era un niño y te lo repito ahora con amor y con cariño.

Pasaron cincuenta años con sus noches y sus días, pero teniéndote a Ti Tú nos llenas de alegría.

El veinticinco de abril, para Méntrida es dichoso, pues de todo lo del año resulta lo más hermoso.

Se fueron nuestros mayores que contigo ya estarán, allá, junto a Ti, en el cielo, su Virgen de la Natividad.

Y es que Méntrida celebra con anhelo e ilusión de su Patrona, la Virgen, su grandiosa aparición.

Luego vinieron los hijos a los cuales inculcamos su cariño hacia la Virgen como buenos mentridanos.

Quiero de Ti despedirme pero no sé cómo hacerlo pidiendo que nunca abandones a los hijos de este pueblo.

Ahora ya tengo dos nietos. Tú por ellos mirarás, para que se críen sanos y te puedan venerar.

También a los forasteros que a este pueblo van llegando para que estén con nosotros queriéndote y adorando.

Todo esto que yo te pido cuando me dirijo a Ti, por ser el día de tu fiesta el veinticinco de abril.

Ya me voy a despedir, Reina y Madre Celestial, y digan todos conmigo: ¡Viva la Natividad!

Francisco Agudo Jiménez (1954)

Hermosa Natividad, Lucero del claro día, en el nombre de Dios Padre, yo te saludo, María.

Acercaros mentridanos y encontraréis a la Reina, Reina pura, sin mancilla, La que en nuestras vidas reina.

Mi primer maestro fue el tío Cano Peído. Un buen hombre, sí señor, De los mejores que han sido.

Eres violeta hermosa, todo el pueblo mentridano, te pide lluvias copiosas. No nos dejes de tu mano.

Fue mi segundo maestro Felipe Carpas, muy bueno. Inocencio con el tambor y el tío Escola con la gaita.

Los ricos a Ti te acogen, los pobres en Ti confían. Si no nos mandas el agua todos vamos a la ruina.

En el año cincuenta y cuatro en Toledo te serví; te pusieron la Virgen Guapa. Fue un orgullo para mí.

El invierno ha sido largo y ha dado que estudiar Los hombres bajan a la taberna y se subían igual.

A los 18 años te dejé de bailar para que los niños pequeños te pudieran acompañar.

Llegaban a la cocina, el puchero bailaba; la cara se les cambiaba, lástima ya no pasaban.

Ya me voy a despedir de todos en general. Y digan todos conmigo: ¡Viva la Natividad!

Julio Martín (1975) Vengo, Madre, a saludarte con alegría y amor, a recitarte mi dicho nacido del corazón.

Ya me conoces, María, y sabes que creo en Ti, soy maestro de la danza, me llamo Julio Martín.

Me cuesta bailar y bailo, me cuesta vestir así, me cuesta ver que nos miran y a los niños dirigir.

Es Él quien me lo susurra y me lo hace recitar. Recíbelo con cariño, hermosa Natividad.

Soy joven, uno de tantos, ni más malo ni más bueno, soy un muchacho corriente, como cualquiera del pueblo.

Pero yo, por Ti, Madre mía, lo hago con ilusión, porque mereces mi baile, mi cansancio y mi sudor.

No soy poeta, ni valgo para versos componer, pero soy joven y entiendo lo que vale tu querer.

Y no me importa servirte, bailando con los danzantes, pues Tú me alegras el alma con tu sonrisa de madre.

Después de cada San Marcos me llevo muy aprendida la lección de amor y fe junto a tu lado vivida.

Por eso grito y proclamo ante tu imagen bendita, que eres la obra más pura de Dios, y la más bonita.

Los jóvenes son alegres, no entienden de sacrificios, ni quieren vivir la fe que aprendimos desde niños.

Me siento mejor cristiano, más alegre y más feliz. Y este es el mejor regalo que me concedes a mí.

Eres grande y bondadosa, y madre de todos eres, y en todos los mentridanos unos buenos hijos tienes.

Eso dice mucha gente y eso escucho también yo pero ya ves que no es cierto, de muestra basta un botón.

Pero quiero en este año decirte con todo el alma: ¡Felicidades, Señora, por estas Bodas de Plata!

Veinticinco años llevas compartiendo nuestra vida desde tu trono de plata y tu imagen de pastorcita.

Desde entonces cada año el veinticinco de abril, te hicieron gran romería y te llevaron allí.

Tu imagen ardió aquel día, mas matarte no pudieron porque viva estabas, Madre, en los hijos de tu pueblo.

Veinticinco años llevas caminando a nuestro lado y otros veinticinco abriles te hemos traído a San Marcos.

Un trono de plata hermoso regalaron a tu imagen, era el amor de tus hijos orgullosos de su Madre.

Y otra imagen construyeron, otro trono te donaron y de nuevo te trajeron a tu ermita de San Marcos.

En estos años de paz hemos visto tus desvelos por cuidar y proteger a Méntrida, nuestro pueblo.

Así un año y otro año, un siglo y otro también, viviste en tu ermita alegre y en su corazón también.

Mil novecientos cincuenta fue aquel año señalado, año santo, año importante para todo el vecindario.

Tú has vivido nuestra vida, sufriste en nuestro dolor, has gozado en nuestros gozos, nos has llenado de Dios.

Eras orgullo de todos, eras su más bello don, eras su estrella y su guía hacia la fe y hacia Dios.

Celebraron todos tus hijos, los niños y los ancianos, los padres y sacerdotes que en tus ojos se miraron.

Gracias, Madre, por tus cosas; gracias por tantas bondades, gracias por poder venir este año a felicitarte.

Pero un día de tinieblas, de guerras y frenesí, rompieron tu imagen santa, quisieron quemarte a Ti.

Yo era niño pequeñito aquella fecha importante pero ya vine contento a la Vega a acompañarte.

La tradición nos lo cuenta, la tradición mentridana que desde hace siete siglos te apareciste en Berciana.

Robaron tus ropas bellas, tu trono de plata blanca, cenizas, sólo cenizas, quedaron en la explanada.

Desde entonces, Madre mía, he crecido junto a Ti, he vivido, he aprendido y sé que me amas a mí.

Este año hemos querido hacerte fiesta mayor y aquí estamos casi todos junto a tu imagen de amor.

Para mi no quiero nada, solo vivir a tu lado y poder verte contento cada día de San Marcos.

Aquí los niños pequeños, los jóvenes y mayores, los del pueblo y los ausentes venimos a darte honores.

Tú conoces mis problemas, sabes mis necesidades, que todas las tengo puestas en tus manos maternales.

Reina, Madre, en nuestro pueblo, en nuestras calles y plazas, en nuestros campos y huertas, y reina en nuestra esperanza.

Para los míos, sí quiero pedirte un favor pequeño, que los bendigas y cuides desde la ermita y el cielo.

Reina en el dolor y el gozo, reina siempre en nuestras almas, bendice a tus hijos todos desde el Monte de Berciana.

Ahora termino mi dicho, para que hablen los danzantes, que sé que tienen, Señora, muchas cosas que contarte.

Y a todo el mundo, Señora, dale tu paz y tu fe, dale tu amor y ti gracia, dale a tu Hijo también.

Adiós, Madre de Jesús, Madre del Dios de bondad. Decid, paisanos, conmigo: ¡Viva la Natividad!

Julio Martín (1978) De nuevo estoy a tu lado, de nuevo vuelvo a danzar. De nuevo traigo mi dicho, hermosa Natividad.

Aunque se pasen los años, aunque uno se haga mayor, necesita de la madre, necesita de su amor.

Paseas entre tus hijos, entre campos y encinares, entre músicas y danzas, entre cansados cantares.

Me canso de muchas cosas, mas no me canso de estar bailando con los danzantes, fijándome en tu mirar.

Y eso eres tú, Virgen pura, eso eres tú para mí. Y eso lo veo más claro cuando llega el mes de abril.

Reúnes a la familia en el rancho y en la casa y haces que todos sintamos mucha más fe en el alma.

Y me canso mucho menos de mostrarte mi cariño cuando, ante tu imagen bella, te voy recitando el dicho.

Por eso deja que hoy vuelva un dicho a recitar y que con él te regale toda mi fuerza de amar.

Te hemos comprado este año un regalo singular, una carroza preciosa para poderte llevar.

Y aquí estoy, emocionado, para decirte de nuevo que eres mi gozo y mi gloria, que eres lo que más quiero.

Méntrida te quiere, Madre, te tiene gran devoción, que eres la ayuda de todos en nuestra marcha hacia Dios.

Tú te sientes orgullosa de mirarnos desde ella, aunque son otros detalles los que de todos esperas.

El niño está más seguro cuando con su madre está, cuando se mira en sus ojos y se deja de abrazar.

Y el pueblo entero te aclama por la noche y por el día, y mucho más por las fiestas de tu simpar romería.

Esperar vernos unidos trabajando y entregados a la tarea preciosa de llevarnos como hermanos.

Y ante tu imagen, Señora, yo me siento como niño, por eso seguro estoy de tu amparo y tu cariño.

Esta fiesta tan hermosa cuando al Monte te llevamos, al llegar el mes de abril en el día de San Marcos.

Esperas vernos radiantes de alegría, gracia y fe, que son las mejores gracias que podemos obtener.

Esperas que la carroza sea sólo una señal de que, además que sobre ella, sobre nuestra vida estarás.

Muchas veces los dos juntos hemos subido a la ermita para buscar luz y fuerza en las cosas de la vida.

Pido por los emigrantes que viven lejos de aquí, que se acuerden de su pueblo pero mucho más de Ti.

Quieres vivir con nosotros en el campo y en el mar, en las calles y en las plazas, en el paseo, en el hogar.

Y ahora espero los detalles de tu gracia y tu bondad que nos hagan ser dichosos en vida matrimonial.

Pido por la paz de España; porque, cada noche y día, todos nos queramos bien como aquí, en tu romería.

Y yo te invito, Señora, para que en el mío estés, porque pronto, si Dios quiere, con Luisi me casaré.

Y, a cambio de todo esto, yo te prometo, Señora, que en nuestra casa estarás cada día y cada hora.

Pido porque nuestro pueblo tenga suerte y bienestar, pero también fe cristiana, que esto es lo principal.

En nuestros dos corazones Dios puso el amor un día, y quiero que nos unamos para toda nuestra vida.

Y con esto ya termino y me despido de Ti, pero antes unas cosas yo te tengo que pedir.

Muchas más cosas, Señora, me gustaría pedir, pero te hablaré de ellas bailando cerca de Ti.

Ante Ti he bailado mucho de danzante y de maestro, y ante Ti he vivido siempre mis problemas y mis sueños.

Pido por los labradores, por sus campos y sembrados, pido por los ganaderos, sus pastos y sus ganados.

Adiós, Pastora de todos. Adiós, Virgen de Berciana. Adiós, tesoro del pueblo, Madrecita mentridana.

Por eso, Madre querida, he vivido junto a Ti el noviazgo de estos años que está a punto de concluir.

Pido por los albañiles, estudiantes y maestros, por las amas de las casas y por los niños y abuelos.

¡Viva el día de San Marcos, su romería sin igual! Pero más fuerte digamos: ¡Viva la Natividad!

Julio Martín (1979) Pero no ha sido posible encontrar un sustituto y por eso está el de siempre, el ya conocido Julio.

Ellos te miran y miran, te hacen fotos sin parar pero no saben lo que es junto a Ti poder danzar.

Madre de Dios, Madre buena, Madre de amor, Madre amada, Madre de todos y mía, Virgencita mentridana.

¿Por qué nadie quiere ser el que baile junto aTi? ¿Por qué tanto ha de costar estar cerquita de Ti?

Por eso quiero decir que nos hagas comprender que la romería es de todos y todos la hemos de hacer.

Tus ojos siempre nos miran, nos escuchan tus oídos, tus manos nos acarician cuando nos ves afligidos.

Todos decimos quererte y todos bien presumimos de nuestra fe y del orgullo de en Méntrida haber nacido.

Pero, en fin, Virgen bendita, voy a contarte mis cosas, que es lo que quieres y quiero en este momento, ahora.

Y con esta confianza vuelvo otra vez a cantarte con mi dicho emocionado, presidiendo a los danzantes.

Todos hablan de San Marcos, nuestra hermosa tradición, pero pocos quieren ser los que hagan la función.

Terminando ya septiembre, me casé el año pasado. y cada vez más contento estoy por el paso dado.

Yo pensaba que este año iba a descansar un poco, porque de maestro haría otro mentridano mozo.

Siempre somos unos cuantos que hasta pasamos por tontos, pero que con nuestra entrega somos lección para todos.

Paco fue el cura encargado de escuchar mi compromiso de amar siempre a Luisi y ser para ella un buen marido.

Ante tu imagen hermosa, en el altar de la ermita, te prometimos ser fieles mientras Tú nos bendecías.

La política es noticia en España y en el pueblo. Si sabemos respetarnos, todo es provechoso y bueno.

Gracias, Pastorcita buena; gracias, Virgencita hermosa; gracias, Paloma del cielo; de nuestro pueblo, patrona.

Bendice nuestro hogar nuevo, nuestra esperanza y amor, y haz que tengamos un hijo que sea tuyo y de los dos.

Ya tenemos alumbrado, muchas calles arregladas, hay chalés por todas partes, coche en muchísimas casas.

Vive feliz con nosotros en Berciana y en la ermita, en nuestras casas y calles donde pasamos la vida.

No están los tiempos seguros, ni andan las cosas muy bien, pero con tu ayuda cierta se puede vivir la fe.

Pero, ¿con esto es bastante? Tú muy bien sabes que no, porque el desarrollo es bueno cuando hay fe, cuando hay amor.

Bendice a nuestros ancianos, a los niños y labriegos, a las mujeres y mozos; bendice a nuestros obreros.

Sabes que el año pasado en el día de San Marcos no vino don Isidoro, que estaba hospitalizado.

Por eso quiero pedirte que todos los mentridanos te queramos y también seamos buenos cristianos.

Bendice a nuestros enfermos, a los que sufren y penan. A los que no están aquí y cada día te recuerdan.

Todos le echamos de menos, como también este año. Pues ya la muerte ha vencido al que era nuestro párroco.

Que reine en todos nosotros la concordia y la amistad, y que nos nazca de Ti, bendita Natividad.

Bendice a Méntrida todo y a mis queridos danzantes, que ahora nerviosos y alegres, van su dicho a recitarte.

Por eso quiero decirte que le acojas en el cielo, porque fue un buen hijo tuyo yY también un buen romero.

Tú eres la que nos reúnes, la que nos haces hermanos, la que nos haces mejores cada día de San Marcos.

Para toda mi familia una oración especial, pues sé que la das, Señora, tu protección maternal.

Que juntos todos gocemos de estas fiestas y estos días, de nuestra fe en tu persona, de tu hermosa romería.

Y adiós, Madre, me despido. Yo ya no sé hasta cuándo. Pero si me necesitas, siempre estaré a tu lado.

Me retiro fatigado y ya cansada mi voz, pero con todos te digo: ¡Viva la Madre de Dios!

dichos-danzantes_1900-1979.pdf

Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. dichos-danzantes_1900-1979.pdf. dichos-danzantes_1900-1979.pdf. Open.

753KB Sizes 3 Downloads 101 Views

Recommend Documents

No documents