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Sinopis

Capítulo 17

Prólogo

Capítulo 18

Capítulo 1

Capítulo 19

Capítulo 2

Capítulo 20

Capítulo 3

Capítulo 21

Capítulo 4

Capítulo 22

Capítulo 5

Capítulo 23

Capítulo 6

Capítulo 24

Capítulo 7

Capítulo 25

Capítulo 8

Capítulo 26

Capítulo 9

Capítulo 27

Capítulo 10

Capítulo 28

Capítulo 11

Capítulo 29

Capítulo 12

Capítulo 30

Capítulo 13

Epílogo

Capítulo 14

Syd y Sarah

Capítulo 15

Sobre la autora

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Capítulo 16

La vida de Sarah, una joven de 17 años, se pone de cabeza cuando su madre soltera es enviada a la cárcel. Se ve obligada a mudarse, dejando atrás todo lo que ha conocido, incluyendo a su mejor amigo Sydney. Perdida y amargada en una escuela nueva, su único objetivo es ahorrar dinero y volver a casa. Entonces ella conoce a Ángel Moreno. Enigmático pero hermoso, Ángel es casi demasiado bueno para ser verdad. Excepto por una cosa, su creencia arcaica de que los chicos nunca pueden ser “solo amigos”. ¿El problema? El mejor amigo de Sarah, Sydney, no es una chica. Con su inesperado romance intensificándose a lugares jamás sospechados, ¿cuánto tiempo puede mantener Sarah a Ángel en la oscuridad sobre el chico que

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la está esperando en su vieja casa?

Traducido por flochi Corregido por Marina012

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arah se sentía aturdida. Esto no podía estar pasando. Sujetó el teléfono, sus nudillos poniéndose blancos. El nudo en su garganta era insoportable. —Sarah, ¿sigues allí?

Con casi un inaudible gemido, Sarah respondió: —Ah huh. —Sé que es difícil cariño, pero no es el fin del mundo. Ya hablamos de esto, y sabías que era una posibilidad. Lo intenté, Sarah. De veras lo hice. Pero no hay manera de evitarlo. Hemos repasado todas las otras posibilidades, pero todo lo demás involucra muchos riesgos. Es lo mejor. —Pero, el último año… —Sarah sintió construirse el enojo, y las lágrimas quemando sus ojos. Estaba a punto de estallar, de descargarse. Entonces escuchó a su madre una vez más. Su voz también ahogada. —Lo sé, cariño. Lo lamento tanto. Esta vez realmente metí la pata. Su mamá inhaló profunda y temblorosamente, y eso rompió el corazón de Sarah. Quiso estar junto a ella, abrazarla, consolarla.

—Voy a compensarte. Lo prometo, ¿está bien?

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Su madre carraspeó y bajó la voz. Sonando muy determinada, volvió a hablar.

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—Está bien, mamá. Estaré bien.

—Está bien. —Ya he llamado a la tía Norma. Ella y el tío William llegarán este fin de semana. Quieren ayudarnos a empacar así tú y yo tendremos tiempo de estar juntas. Luego tendré que estar en la corte el lunes. Sarah jadeó. —¿Lunes? —Sí, querida, el lunes. Sarah se cubrió la mitad de la cara con la mano libre y sacudió la cabeza. Sin querer hacer sentir peor a su madre, contuvo un sollozo. —Está bien, mamá —susurró. —Voy a estar allí en un rato, cariño, así que no me esperes despierta. Hablaremos más de esto mañana. Ella colgó y miró a su mejor amigo, Sydney, quien se mantuvo sentado en la cama junto a ella todo el tiempo. Sydney la miró fijamente con ansiedad. —Se va a declarar culpable y va a tener por lo menos tres años. Tengo que ir a vivir con mi tía Norma a California. —Sydney mantuvo un frente fuerte pero

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Sarah cayó en sus brazos llorando.

Un mes después Preparatoria La Jolla, California Traducido por flochi Corregido por Michy

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ncluso mientras se encontraba de pie en medio de un corredor bullicioso con estudiantes ruidosos corriendo a su lado, Sarah se sentía completamente sola. Un mes no era suficiente para prepararse para una nueva escuela, nuevos

amigos. Nueva vida. Dios, cómo extrañaba a Sydney. Esto era completamente distinto a lo que se había imaginado que se sentiría su primer día como senior en la preparatoria. Tenía tantos planes en su vieja escuela y ahora se encontraba aquí completamente perdida. Apretando la mochila en su mano caminó en ninguna dirección en particular. Quería salir de entre medio del tráfico de cuerpos. ¿Dónde demonios se encontraba Valerie? Ella había dicho el corredor de la entrada principal justo afuera de la oficina del consejero, ¿o no? Su tía las había dejado a ambas juntas, pero Sarah tuvo que ir a la oficina del consejero. Ya que ella se había inscripto tan tarde, su horario no había llegado al correo como el de Valerie. En el mismo instante que dieron un paso en la escuela Valerie había empezado a socializar prometiendo que estaría allí mismo cuando

tenía idea de dónde quedaba su primera clase. Retrocedió lentamente hasta que su espalda chocó contra la pared. ¿Valerie la había abandonado? No, ella no lo

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El timbre sonó y Sarah intentó no entrar en pánico. Miró su horario pero no

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saliera de la oficina.

haría. Miró algunos de los rostros en torno a ella y se preguntó si debería pedirle indicaciones a alguien para su primera clase. Un chillido agudo llamó su atención y se volvió hacia la entrada principal para descubrir a una chica con los brazos envueltos alrededor de uno de los chicos que acababa de entrar. Sarah puso los ojos en blanco. Siempre había odiado a ese tipo de chicas. El chico obviamente era un deportista porque usaba una chaqueta del equipo y también sus dos amigos. Decidiendo que se encontraba por su cuenta, caminó de regreso a la oficina y frunció el ceño cuando se dio cuenta que justo afuera de la oficina había habido un mapa de la escuela todo el tiempo. Había algunos chicos parados justo en frente de él examinando sus horarios y luego mirando hacia el mapa. Al parecer ella no era la única nueva en la escuela. No era de mucho consuelo. Sarah buscó alrededor a Valerie, sintiéndose más que un poco molesta con ella. Una risa masculina estalló detrás de ella y se dio la vuelta para encontrar al mismo deportista que había visto entrar más temprano con unos cuantos chicos más haciéndose los tontos. El más alto, el que fue recibido por la chica chillona en la puerta, estaba sonriendo cuando sus ojos se encontraron. La sonrisa en la cara de él pareció disolverse lentamente. Y ella se quedó ahí inmóvil, sus labios ligeramente abiertos. Por un momento pensó que él podría decir algo y entonces escuchó a Valerie. —¡Allí estás! Sarah salió de su aturdimiento y observó mientras Valerie, que ya había tomado los horarios de Sarah, sonreía perversamente. —¡Tenemos dos clases juntas! —¿Sí? —Las mejillas de Sarah aún se sentían calientes, pero caminó rápidamente

esquina del edificio.

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Valerie se puso a hablar sobre las clases hasta que se alejaron y doblaron una

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al lado de Valerie increíblemente agradecida por su intervención oportuna.

—Oh, Dios mío, Sarah. ¿Sabes quién te estaba mirando? Sorprendida, y sin saber la razón, Sarah fingió no entender. —¿Quién? Valerie jadeó. —¡Era Ángel Moreno! ¿No recuerdas que te conté sobre él y sus hermanos? —No —mintió Sarah. Claro que recordaba parte de la razón por la que apenas respiraba cuando lo reconoció. El timbre volvió a sonar. —Oh, mierda. —Valerie miró su reloj—. Vamos a llegar tarde en nuestro primer día. Agarró el brazo de Sarah y salieron volando hacia sus primeras clases.

Dos semanas después

Ángel se dirigió rápidamente alrededor del edificio de ciencias. Su estómago se apretó cuando sonó el timbre. Llegaba tarde a la práctica otra vez y sabía que el entrenador no estaría contento. Era la segunda vez esta semana, pero tenía que quedarse después de clase para conseguir la asignación de crédito extra. Estaba fallando en Español II, otra vez. ¡Español! Sus padres eran dueños de un restaurante mexicano, por amor de Dios. La única razón por la que lo había tomado era porque necesitaba dos años de un idioma extranjero para poder tener la posibilidad de conseguir entrar a una universidad de cuatro años. Y ahora eso podría costarle tiempo en el campo.

créditos extra, no sería capaz de compensar algunas de las puntuaciones pésimas

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Espanglés. Era un círculo vicioso, si no se quedaba hasta tarde para conseguir los

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Al parecer, sólo era bueno para maldecir y la profesora llamaba a su español,

que había estado recibiendo en los exámenes. Si no los compensaba no tendría las calificaciones para jugar en el equipo. No subir la calificación también significaba quedarse después de la escuela en las tutorías. Tan solo el pensamiento lo hizo gruñir. Llegó a la sala donde se pesaban justo cuando estaban empezando el calentamiento. El entrenador apenas lo miró y señaló a las gradas, afuera en el calor del sol. —Veinte —dijo—. Hazlas rápido. Correr las gradas era lo peor. Cuando empezó a correr hacia ellas, escuchó a Dana gritarle desde la zona de la pista donde las animadoras estaban calentando. —¿Gradas de nuevo, Ángel? Asintió apenas mirando en su dirección. Algunas de las otras chicas se echaron a reír y se unieron. Sus hoyuelos aparecieron como de costumbre, aunque su sonrisa no fue para nada genuina. Los silbidos habían dejado de ponerlo incómodo hace mucho tiempo, en especial de este grupo de chicas. A los diecisiete, Ángel ya contaba con un impresionante metro noventa. Estaba siguiendo los pasos de sus dos hermanos mayores. Aunque era agradable tener notoriedad instantánea cuando empezó la secundaria, hubo veces que resintió tener que cumplir con el legado de sus hermanos. Él tenía el aspecto, la estructura, la popularidad, pero, desafortunadamente, no las calificaciones. Frunció el ceño ante el pensamiento de sus dos hermanos mayores consiguiendo becas completas de deporte en la universidad, y aquí se encontraba él, luchando para permanecer elegible para jugar en el equipo de fútbol de la preparatoria. Era vergonzoso, pero no se iba a dar por vencido. Como su padre, y últimamente como su hermano mayor, Sal, siempre decían, “el fracaso no es una opción”.

perdido la cuenta. El sudor corría por su rostro y luchó por mantener la respiración regular. Por lo general, podía conseguir un ritmo constante, pero no

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corriendo lentamente y pensativo las gradas por cuarta o quinta vez, ya había

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Perdido en sus pensamientos, y todavía molesto consigo mismo, Ángel subió

era el caso hoy. Alguien corrió junto a él demasiado cerca. Sorprendido, casi pierde el equilibrio. Se equilibró y estuvo a punto de darle un sermón a quien fuera cuando la escuchó disculparse y se dio cuenta que era una chica. —Lo siento. ¿Te golpeé? —No. Estoy bien. —Ángel estaba agachado con las manos sobre sus rodillas, intentando recuperar la respiración. —¿Seguro que estás bien? —Volvió a preguntar. Alzó la mirada hacia ella por primera vez, todavía respirando desigualmente. El sol se encontraba directamente detrás de ella. Ángel entrecerró los ojos hacia la pequeña figura. Ella se movió ligeramente, bloqueando el sol por un momento. Lo primero que notó fueron sus ojos. Eran de un asombroso verde claro. Un contraste sorprendente con sus rasgos morenos. Ella lo miró fijamente mientras se quedó allí respirando cansada. Su cabello estaba atado en un moño alto, salvo por unos mechones humedecidos por la transpiración pegados a los lados de su rostro y frente. Ángel se sorprendió por no reconocerla de alguna parte. Pensó que conocía a todas las personas de la escuela. Pero había algo familiar en ella, sólo que no podía ubicar qué. —Estoy bien —dijo él. —Bien. —Empezó a desenredar el cable del auricular. Al parecer se los había sacado del oído cuando se detuvo para ver cómo estaba él. Ella no le sonrió o le preguntó nada más. Parecía dispuesta a seguir su camino. La observó ajustarlo en su oreja y alistarse para volver a correr. Con el corazón palpitante y las palmas sudando, para propia sorpresa tartamudeó: —Entonces, ¿te gusta correr?

esperaba.

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Ella se dio la vuelta y lo miró sin responder. Quizás no lo había escuchado, eso

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Estúpido, estúpido, estúpido.

—Soy Ángel, ¿cuál es tu nombre? —Sarah. Todo lo que pudo conseguir fue una sonrisa mientras su nombre penetraba. —Bueno, ten un buen día —dijo, y salió corriendo. La observó mientras subía corriendo y cruzaba las gradas. Desde lejos se veía muy pequeña, con pocas o nada de curvas. Entonces se dio cuenta, la chica perdida, del primer día de clases. Ahí es cuando había visto esos ojos. Los había notado incluso entonces. Recordó sentirse golpeado, pero no la había visto desde entonces y casi se había olvidado de ella. Casi. Él empezó nuevamente con las gradas, y sus pensamientos regresaron a sus calificaciones. ¿Realmente iba a necesitar tener un tutor? Sacudió la cabeza con disgusto y aceleró el ritmo.

Sarah corrió, concentrándose con fuerza. Tenía la sensación de que él seguía mirándola, y se moriría si llegaba a caerse o tropezarse. Las mariposas de su estómago estaban fuera de control. ¿Cómo pudo casi derribarlo? De todas las personas, tenía que ser él. Debería haberle dicho más, pero había perdido el habla, los pensamientos, al igual que el primer día de escuela cuando él la había atrapado mirándolo como una idiota. Desde entonces había evitado verlo cara a cara otra vez. Cada vez que pensaba que lo veía, corría en la dirección opuesta. Sus piernas casi cedieron cuando se dio cuenta a quién golpeó. Maldito él y su

sonrisa. Tan segura como estaba de que probablemente él ni siquiera la recordara, no había querido hacer el ridículo otra vez.

que Valerie estaba enamorada del hermano mayor de Ángel, Alex, ella le contaba a Sarah sobre ellos todo el tiempo.

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allí toda su vida, y había pasado la primaria y la escuela intermedia con ellos. Ya

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Sarah sabía todo respecto a los grandes hermanos Moreno. Valerie había vivido

Sarah pensó en la primera vez que había visto a Ángel, hace dos veranos atrás. Ella y su madre habían salido a visitar a la tía Norma, la hermana de su madre y madrastra de Valerie. Valerie la había llevado a una fiesta en la playa. Era una fiesta que duraba todo el día, pero Valerie siendo consciente de su cuerpo, decidió que aparecieran más tarde, después de que todo el nado hubiera acabado. Llegaron cuando todos estaban alrededor de las fogatas escuchando música. Sarah nunca había comprendido todo lo que Valerie le había contado sobre Ángel y sus hermanos. Ella los hacía ver como estrellas de cine, terriblemente hermosos. Valerie le había dado un codazo cuando él y sus amigos llegaron. —Ahí está. Ese es el hermano pequeño de Alex. Sarah había alzado la mirada y lo vio en toda su gloria. Era todo menos pequeño, incluso en ese entonces. Él y sus amigos parecían moverse en cámara lenta hacia un grupo de chicas. Las chicas esperaban con sonrisas enormes de ansiedad. Él estaba usando una camiseta sin mangas que mostraba sus músculos y pantalones cortos de mezclilla. Sarah nunca había visto una sonrisa más atractiva. Sus hoyuelos eran increíbles. Observó como una de las chicas prácticamente saltó a sus brazos, abrazándolo, y luego mirando casualmente alrededor para asegurarse de que todos estuvieran observando. —¿Es su novia? —le había preguntado a Valerie. Valerie había resoplado inmediatamente. —Ella quiere. Es Dana, de la que te hablé. Siempre se está lanzando encima de él y trata de convencer a todo el que la escuche que ellos dos están juntos. Todos saben que él nunca ha tenido una novia. ¿Por qué debería? ¿Cuándo puede tener a todas las chicas que quiera, cuando quiera?

amigos. Reían a veces con demasiada exageración, pero al menos podían mantener una conversación cerca de él cuando ella apenas había sido capaz de

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con las que estaba parecían tan experimentadas, y geniales alrededor de él y sus

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Sarah recordó mirarlo y fantasear ese día. Fue todo lo que pudo hacer. Las chicas

respirar el primer día de escuela cuando él la miró. Y ahora ella casi lo había derribado. Si la recordaba como la idiota boquiabierta del primer día, ahora tendría otro absurdo recuerdo de ella. No tenía esperanzas. Nada de eso importaba de todos modos. Hacer amigos no estaba en su agenda. No planeaba quedarse el tiempo suficiente para eso. Aceleró e intentó sacarlo de su mente. Recordó el cumpleaños de Sydney. Era esta semana, y tenía que asegurarse de finalmente enviarle el regalo. Había hecho una presentación de diapositivas con fotos de los buenos momentos que pasaron, junto con todas las canciones que tenían un significado especial sólo para ellos dos. Sabía que Sydney lo apreciaría mucho más que un regalo comprado en una tienda. Si no hubiera sido por Sydney, no sabría cómo haber superado el año pasado, y ella quería mostrarle su aprecio. Sydney significaba el mundo para ella. Habían pasado por mucho a través de los años, el año pasado en especial cuando la pesadilla de su madre empezó. Cuando Sarah se vio obligada a mudarse a California con su tía, ella y Sydney hicieron un pacto de mantenerse en contacto. Hasta ahora, habían intercambiado correos electrónicos, y ya que los padres de Sydney habían ofrecido darle un teléfono móvil que tuviera minutos ilimitados, podían charlar todos los días. Sin importar la distancia, Sarah estaba decidida a mantener a Sydney y a su familia dentro de su vida para siempre. Tía Norma no sabía de los planes de Sarah. Ella cumpliría dieciocho en enero, y una vez que los tuviera, nadie, ni siquiera su madre, sería capaz de detenerla de regresar a Arizona. Ahorraría suficiente dinero para ser capaz de pagarles a los padres de Sydney para dejarla quedarse con ellos. Ya tenía varios trabajos de niñera arreglados. Entre eso, y la escuela, no había espacio para la vida social.

pertenecía, y su vida volvería a ser como debería.

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semestre se estaría dirigiendo a casa al equipo de pista en Flagstaff High, a donde

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Sarah apenas podía esperar. Solo el pensamiento la hacía sonreír. El próximo

Alzó la mirada de sus pies mientras bajaba las gradas y vio a Jesse Strickland esperándola en la parte inferior, brazos cruzados, sonriendo de oreja a oreja. Oh

Dios, ¿ahora qué? Luchó contra la urgencia de rodar los ojos mientras alcanzaba la parte inferior, Jesse de pie frente a ella, deliberadamente bloqueándole el camino. Él extendió una mano para quitarle un auricular de la oreja, pero ella detuvo su mano de acercarse y lo hizo ella misma. —¿Sabes qué día es hoy? —Él sonrió. —No. La miró con incredulidad. —¿Valerie no te lo dijo? Sarah negó con la cabeza, ni un poco interesada. Estaba haciendo calor, y ya estaba sudando. Sabía que pronto estaría empapada si no empezaba a correr de nuevo. —¿Esto te tomará todo el día? —dijo ella—. Estoy en medio de una carrera aquí. —Es mi cumpleaños. —Abrió los brazos—. Estoy aquí para recaudar. Los ojos de Sarah se entrecerraron, y dio un paso hacia atrás. —¿Recaudar qué? Él dio un paso hacia adelante con una gran sonrisa. —Bueno, dado que estamos en la escuela. Tomaré un abrazo por el momento. — Él se inclinó, y empezó a poner sus brazos alrededor de su pequeña cintura. Sarah frunció el ceño, apartándolo. —¡No te debo nada!

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—Oh, vamos, Sarah, hemos hecho mucho más antes, ¿qué es un abrazo ahora?

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Obviamente divertido, levantó una ceja y procedió a avanzar y forzar un abrazo.

—Eso fue hace mucho tiempo, y un error, ¡así que supéralo! —Luchó para deshacer las manos que tenía cruzadas en la cintura. Sintió su peso sobre ella, pesado al principio, empujándola contra la valla. Y luego, de repente, el peso se fue. Le tomó un momento entender lo que acababa de pasar, entonces se dio cuenta que alguien lo había quitado de encima de ella, y vio a Jesse estrellado contra un lado de las gradas. Las piernas de ella se tornaron débiles. Sostenía la valla como apoyo con una mano, la otra yacía plana sobre su pecho sintiendo el duro golpe de su corazón

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contra su pecho. Era Ángel.

Traducido por flochi Corregido por Michy

—¿T

ienes un problema, idiota? —exigió Ángel, su rostro a centímetros del de Jesse, su antebrazo en el cuello de Jesse. La cara de Jesse enrojeció mientras luchaba para conseguir

que las palabras salieran. —So-solo estoy jugando con ella. Ángel volvió su cara hacia Sarah, sin aflojar la sujeción sobre Jesse. Ella se erguía allí con los ojos bien abiertos y una mano sobre su pecho. —¿Estás bien? Sarah asintió. —Sí. Ángel volvió hacia la cara de Jesse quien ahora estaba de un lindo tono de carmesí oscuro. Lo empujó una vez más contra las gradas, golpeando su cabeza contra el revestimiento de madera. —Consigue algunos malditos modales —gruñó. Liberado, Jesse cayó sobre una rodilla, tosiendo y jadeando por aire. De nuevo,

tosiendo. Finalmente miró a Ángel, con aquellos ojos que estaban empezando a obsesionarlo.

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mano en su pecho, y sus ojos permanecían sobre Jesse que, ahora de pie, seguía

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Ángel se volvió a enfrentar a Sarah. Dio unos pasos hacia ella. Todavía tenía la

Estaba determinado a no cerrar la boca otra vez. —¿Estás segura de que estás bien? —Contuvo la urgencia de apartar un mechón de cabello de su cara. Ella le sonrió por primera vez. —Sí, gracias —respondió—. No tenías que hacerlo. Él solamente estaba siendo un poco insistente. Podía manejarlo. —Se enderezó poniendo su mano en la cintura. —Sí, quizás pudiste. Es sólo que no tengo paciencia con los idiotas. Unas cuantas personas notaron la pelea y pasaban caminando con lentitud, pero no lo suficiente para llamar la atención de algún profesor. Nuevamente ella se dio la vuelta para ver a Jesse resoplar avergonzado, todavía tosiendo y frotándose la garganta. —Él estará bien. Sarah se encogió de hombros y empezaron a regresar lentamente hacia el gimnasio. Caminando tan cerca, lado a lado, Ángel se distrajo cuando sus manos se tocaron por un segundo. Se reenfocó en su reacción al ver a Jesse agarrándola. Era típico de él querer ayudar, pero había exagerado un poco. Pudo haberlo empujado fuera del camino. En cambio, había querido herir realmente a Jesse. La miró ahora, con ojos entornados. —¿Es tu amigo? Sarah miró en su dirección, pero se giró lejos rápidamente. —No es así como lo llamaría. Ángel apretó la mandíbula y miró al frente.

era ajeno a ellas, sus ojos fijos en Sarah ahora. Ella finalmente volvió a mirarlo.

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Ella se enfocó en las animadoras, que los miraban ahora, en especial Dana. Ángel

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—¿Qué significa eso?

—Salimos una vez, hace mucho tiempo.

¿Salieron? —¿Tuvieron una cita? —No exactamente. Ella nunca lo miraba completamente a los ojos, y la frustración se estaba haciendo más potente. Jesse era uno de los mayores idiotas que conocía. No podía imaginarla involucrada con él de ninguna manera. Alcanzaron el gimnasio antes de poder ahondar más, y ella lo miró. Puso una mano sobre su brazo y cada cabello del cuerpo de él se irguió con atención. —Gracias por lo que hiciste allá. Ángel no pudo evitar mirarla fijamente a los ojos. —Te veré por ahí. —Ella quitó la mano de su brazo y empezó a alejarse.

¿Qué? ¿Eso es todo? De ninguna manera iba a dejarla marcharse tan rápido. Agarró su mano mientras ella giraba. Era suave y pequeña en su mano grande y musculosa. Su corazón se aceleró. Ella se volvió para mirarlo, él intentó enfocarse en algo que no fueran sus ojos, pero fue imposible. —¿Vas a ir al juego del viernes? Ella lo estudió por un momento y luego se aclaró la garganta. —No puedo. Estaré trabajando. Unos pocos chicos doblaron por la esquina y caminaron hacia ellos. Ella tiró de su

—No estoy segura, soy niñera, así que depende de la hora en que sus padres lleguen.

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—¿Trabajo, uh? ¿Hasta qué hora?

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mano, pero él siguió sosteniéndola con fuerza. Él miró a los sujetos y luego a ella.

Ella volvió a tirar de su mano, esta vez con la suficiente fuerza para que Ángel la soltara, y empezó a alejarse de nuevo. Ángel frunció el ceño. —Bueno, hay una fiesta luego, ¿quizás puedas ir a eso, si llegan temprano? Ella se encontraba en la entrada al vestuario, cuando se volvió para mirarlo. —Tal vez. —Ella se despidió y desapareció detrás de la puerta. Ángel se quedó allí mirando a la puerta del vestidor. Esto era ridículo. ¿Por qué él era tan malo en esto de repente? Entonces se dio cuenta. Nunca le había pedido a una chica realmente salir. La ironía lo hizo reírse. Simplemente se había enrollado con alguien en una fiesta, o en un baile, y luego terminaba con ella en otra parte. Incluso con todas las chicas con las que había estado, nunca había estado inclinado realmente a invitarlas a salir, y ahora que lo estaba intentando, apestaba en ello.

Sarah se sentó en su cama mirando el teléfono. Ya había llegado a casa hace horas, y no le había contado a nadie sobre el día. No podía esperar a hablar con Sydney. Ya le había dejado dos mensajes, y él seguía sin llamarla. Sarah volvió a mirar el reloj. Esperaba que la llamara antes de las siete. A esa hora llamaba su madre los miércoles, y sólo tenían unos miserables quince minutos de charla. Sarah saltó cuando escuchó al teléfono sonar. Lo agarró y lo abrió. —Oye. —¿Lynni? —Sydney siempre la había llamado por su segundo nombre, decía que no se parecía a una Sarah.

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—Suenas diferente —dijo él.

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—Sí, soy yo.

—No, solo feliz de escucharte. —Casi estaba mareada—. Escucha, me he estado muriendo por hablarte. Nunca vas a adivinar lo que pasó hoy. —¿En serio? Oigámoslo. El buen Sydney, sonó tan emocionado como ella se sentía. Se puso cómoda en la cama. —Bien, ¿recuerdas que te conté de Ángel? —¿Te refieres a el Ángel? Ansiosamente, Sarah lo actualizó sobre su tarde. Cuando mencionó la fiesta, Sydney preguntó: —¿Vas a ir? —No, no puedo. Voy a… trabajar. —¿Estás bromeando, Lynni? Esta es tu oportunidad de tener algo de diversión allá, no puedes dejarlo pasar. —Ya me he comprometido —dijo ella—. Y los Salcidos pagan realmente bien. Además, no conocería a nadie… bueno, salvo a Valerie. —Y a Ángel —le recordó Sydney. Sarah sonrió. Dios, deseaba tenerlo con ella aquí. Si Syd fuera con ella, todo sería perfecto. —No lo entiendes. He visto las chicas con las que sale. Son tan sofisticadas, y populares y… lucen ricas. Se puso de pie con el teléfono contra su oreja, luego se acercó y se paró frente al espejo. Puso una mano en su cintura y sonrió batiendo las pestañas, como las

pero no se sentía bien actuando como esas otras chicas. Miró a sus menos que

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pechos se habían llenado de alguna manera, haciéndola sentir un poco más sexy,

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chicas que había visto cerca de Ángel, e inmediatamente se sintió estúpida. Sus

excitantes ropas e hizo una mueca. De ninguna manera Ángel está interesado en

esto. —¿A quién le importa? Déjame decirte algo, Lynni. Me sorprende que sigas pensando tan poco de ti misma. Te garantizo que este sujeto moriría por tener una oportunidad contigo. Entonces, él es Sr. Popular, Sr. Jugador de Fútbol, ¿a quién le importa? ¿Te has mirado últimamente a un espejo? —¡Sí! Me estoy mirando en este mismo momento. Ojalá pudieras estar aquí para ver el tipo de chicas con las que sale normalmente, entonces sabrías de lo que estoy hablando. —No tengo que verlas. Te he visto a ti. Sarah suspiró y se desplomó en la cama. —¿Qué importa de todas maneras? No es como si me fuera a quedar mucho tiempo aquí. ¿Recuerdas? —Lo estás haciendo de nuevo. —Pudo escuchar la molestia en la voz de Sydney. —¡Haciendo qué? —Pero sabía exactamente de lo que él estaba hablando. Antes de dejar Arizona, los padres de Sydney le ofrecieron que se quedara con ellos, para poder terminar su último año allá, pero su madre se negó. Insistió en que Sarah estuviera con la familia. Sarah había argumentado que la familia de Sydney era más como una familia para ella que la tía Norma. Sólo la visitaban una o dos veces al año. Y se sentía tan cercana a los padres de Sydney. Todas esas noches y vacaciones que su madre había trabajado, ellos gustosamente la habían tomado como uno de los suyos. Estuvo tan devastada cuando su madre se negó, que juró que nunca abandonaría su habitación en la casa de tía Norma, salvo para ir a la escuela. Entonces, las

provecho de ello. Él odiaba la idea de que estuviera sola, y miserable.

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ahí sintiendo pena de sí misma. Sydney la había hecho prometer que sacaría

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primeras semanas en California, antes de que la escuela diera inicio, se sentó por

—¿Recuerdas? —Había dicho él—. Amas el océano, Lynni. Es de todo lo que hablabas cuando regresabas de visitar la casa de tu tía, ahora lo tendrás cerca por meses. Sydney la animó, le exigió, en un punto incluso la amenazó con dejar de aceptar sus llamadas y llamarla si no se esforzaba. Entonces, ella lo había hecho. Empezó a correr todos los días en la escuela, en vez de llegar directamente a la casa. Prometió intentar salir los fines de semanas cuando tuviera oportunidad. Hasta ahora, se había asegurado de que todos sus fines de semanas estuvieran reservados a ser niñera. —No es que me pidiera salir, Syd. Sólo me preguntó si iba a estar allí. —Se puso de pie y se miró en el espejo una vez más y frunció el ceño. —¿Me prometerás algo? —dijo él. Sarah dudó. —¿Qué? —Si te pide salir, dirás que sí. Diablos, si alguien te pide salir, di que sí. —Syd, ni siquiera soy capaz de hablar cuando se acerca a mí. Apenas puedo decir una oración. Me he comportado como una estúpida dos veces en sus primeras impresiones. Dudo seriamente que me pida salir. —Estás bromeando, ¿cierto? Hombre, debiste habérselo dejado difícil a este chico, porque ni siquiera intentas ser agradable. Ya sé. —Hizo una pausa—. Dile un chiste. —Lo escuché reír y supo la razón—. Le encantará como no puedes conseguir llegar ni siquiera a la mitad sin echarte a reír. Sarah empezó a reír y se lanzó sobre la cama.

—Sólo se tú misma, Lynni. Nada más, ni nada menos. Prometo que no te equivocarás.

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Sydney seguía riendo.

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—¡Cierra la boca!

Él tenía razón acerca de una cosa, ella reía mucho. Incluso a veces pensaba que lo hacía mucho. Últimamente, el único que podía hacerla reír era Sydney. Respiró hondo. —Bien, si alguien pregunta, prometo que lo haré. —No estaba preocupada por eso—. Oh, excepto Jesse. —Bueno, sí, por supuesto. Sarah había conocido a Jesse la noche que había posado sus ojos por primera vez en Ángel hace dos veranos. Una de las amigas de Valerie estaba saliendo con un amigo de Jesse, así que habían salido con ellos. Sarah accedió a dar un paseo por la playa con Jesse esa noche, lejos de la multitud, y se sentaron a charlar. Ella nunca antes había besado a un chico, por lo que, cuando él le preguntó si podía besarla, ella lo permitió. Antes de saberlo, se estaban manoseando, y cuando el asuntó empezó a ponerse pesado, se asustó y lo hizo detenerse. Él la llamó provocadora, y regresaron a donde el resto de la multitud estaba, en silencio. Más tarde, cuando estaba en Arizona, él la llamó para disculpare y desde entonces llamaba de vez en cuando. Ahora que ella estaba yendo a la escuela aquí, él se había vuelto una constante plaga, pidiéndole salir, arrinconándola junto a su casillero, insistiendo en caminar con ella a clases. Después del incidente de hoy, esperaba que él retrocediera. Ella había estado hablando por una hora con Sydney cuando Sarah escuchó otra línea hacer clic. No pudo decir quién era por el identificador de llamadas, pero estaba a punto de colgar con Sydney de todas maneras. Le dijo adiós, e hizo clic en la otra línea. —¿Hola? —Hola Sarah, soy la Sra. Salcido. Escucha cariño, el Sr. Salcido va a trabajar hasta

Después de colgar, se sentó allí contemplando si llamar a Sydney o no. No había necesidad de una llamada. Sabía exactamente lo que le diría. Se recostó en su

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una niñera después de todo, pero ¿quizás la próxima semana?

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tarde el viernes a la noche, así que nuestros planes se cancelan. No necesitaremos

almohada. ¿Por qué tanto problema? Era solo una fiesta, ella había estado en muchas. Bajó sus manos que seguían sujetando el teléfono móvil sobre su pecho

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retumbando y se quedó mirando el techo. Podía hacer esto.

Traducido por Eni y, Caamille Corregido por Samylinda

H

abían ganado el juego, y todos estaban de buen ánimo mientras esperaban afuera de la fiesta. Eric aún estaba sentado detrás del volante. Ángel, quien estaba de pie fuera del carro, se inclinó en la

ventana del lado del conductor. —Pásame el agua. Eric agarró una de la hielera y tomó otra para él. —Vamos, entremos. Romero estaba en medio de la calle. Ángel hizo una mueca. Aunque se sentía bien acerca de la forma en que el juego había ido esta noche, estaba cansado y no estaba de buen humor para ir de fiesta. Nunca lo admitiría, pero la única razón por la que estaba allí era por la posibilidad de ver a Sarah. Había estado pensando en ella desde el día en que hablaron. Diablos, había pensado en ella durante el partido. Seguía mirando hacia las gradas en cada oportunidad que tenía, provocando varios alaridos de disgusto de su entrenador, “Métete en el juego, ¿qué demonios pasa contigo, Moreno?’”. No la había visto en el partido, aunque si bien es cierto, ella dijo que tenía que

su columna vertebral. —Espera, dame un segundo. —Tomó un poco de agua.

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la calle las luces provenientes del DJ en el patio trasero, la ansiedad se deslizó por

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trabajar. Aún había una esperanza de que viniera a la fiesta. Mirando a través de

—Solo llévala contigo —dijo Romero—. Estoy listo para pasarla bien. Ángel se volteó hacia Eric quien se encogió de hombros. Tomó otro trago largo. —Muy bien, estoy listo. Romero hizo su movimiento de pelvis violento un par de veces. —Vamos a hacer esto. Ángel y Eric rieron. Ángel cogió lo que quedaba de la docena de cervezas en el asiento trasero. —Eres un idiota. —Se rio entre dientes. Bajaron por el largo camino de la entrada y doblaron en la esquina. Había mucha más gente de lo que esperaban. Comenzaron a caminar a través de la gente. Ángel estaba apenas empezando a recorrer con la vista el lugar cuando la vio. Tuvo que mirar nuevamente porque casi no la reconoció. En el segundo que apartó la vista, sin embargo, se dio cuenta. Su cuerpo estaba de repente recalentado. Ángel tragó con fuerza. Su largo cabello fluía a más de la mitad de su espalda. Era más oscuro de lo que recordaba, y rizado en la parte de abajo. Sus jeans abrazaban su cuerpo y usaba un par de tacones de tiras. Su blusa negra estaba atada alrededor de su cuello, y no tenía espalda excepto por la parte de abajo que cubría delicadamente su espalda baja. Él agarró una cerveza y podía sentir cuán húmeda y pegajosa se había vuelto su mano. Por el amor de Dios, ella es sólo una chica. Maldijo en voz baja. Intencionalmente se puso de frente en dirección a Sarah. Tomó un breve trago de su cerveza, pero fue cuidadoso de no tomar demasiado. Romero era el ejemplo perfecto de cómo podría actuar si bebía demasiado, y esa era la última impresión que quería darle a ella.

de siempre. Él regresó para anunciar que ellos tenían algunas citas para después

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de la fiesta. Generalmente Romero iba chocando esos cinco por todos lados, pero

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Romero se había apartado por un momento para hablar con algunas de las chicas

esta noche tanto Ángel como Eric parecían fuera de eso.

Ángel sólo asintió y sonrió a medias. Eric ni siquiera había escuchado. Él estaba mirando a la multitud, sin mirar a nadie en particular. Romero frunció el ceño y le dio un golpecito a Eric. —Oye, hombre, ¿oíste lo que acabo de decir? Eric rápidamente salió de su ensimismamiento. —Lo siento, hombre. No, ¿qué dijiste? —Dije que Stacey y sus amigas están disponibles para más tarde esta noche. Conseguimos postre, y oye, Natalie está por allí. —Le guiñó un ojo. Eric y Natalie habían conectado regularmente el año pasado, sin embargo no tan a menudo como Ángel y Dana. Eric sacudió la cabeza. —Voy a tener que pasar. Tengo que levantarme temprano mañana. Los ojos de Romero se ampliaron. —¿Vas a dejar pasar un pedazo de culo porque tienes que levantarte temprano? —dijo odiosamente en voz alta. —Cálmate. —Eric miró alrededor—. Estoy justo aquí. Baja la voz. Romero sacudió su cabeza y se volteó hacia Ángel. —¿Qué hay de ti? ¿Estás dentro? —Bueno, sí —mintió Ángel—, pero Eric me llevará de vuelta. ¿Cómo vamos a hacer con eso? Romero siguió sacudiendo su cabeza.

hacia las chicas tropezándose un poco.

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Romero le disparó a Eric una mirada de disgusto y agarró otra cerveza. Caminó

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—Increíble, espera; déjame ver qué puedo hacer.

—Amigo, él ya se está emborrachando. —Eric se volteó hacia Ángel. —Sí, lo está. —Ángel sacudió la cabeza. Romero puso sus brazos descuidadamente alrededor de dos chicas. —¿A quién quiere engañar? —Se rio entre dientes Eric—. Él va a estar desmayado en mi asiento trasero en una hora. ¿Cómo puede emborracharse tan rápido? —Estuvo bebiendo todo el camino hasta aquí, y tú sabes que se emborracha fácilmente —dijo Ángel. Habían empezado a tomar desde hace un año. Luego, cuando un chico de último año casi se mata por conducir ebrio, eso los asustó mucho, y decidieron dejarlo. Incluso cuando bebían, como esta noche, sólo eran unas pocas cervezas, y designaban a un conductor. Esta noche era Eric. Ángel desvió su atención de Romero por un segundo para mirar en dirección a Sarah. Ella tenía una copa en su mano. Se preguntó qué estaría tomando. Podía oír a Romero llamando a Eric. —Aw… mierda, amigo, me está llamando. —Eric miró en la otra dirección, fingiendo no escucharlo. —Será mejor que vayas —dijo Ángel—, antes que su culo ebrio venga hasta aquí y te arrastre. —¿Yo? ¿Por qué no vas tú? —No me está llamándome a mí. —Ángel se echó a reír. —¿Te vas a quedar aquí solo? —Eric levantó las cejas.

caja de las cervezas. —Hay cuatro más aquí. ¿Quieres una?

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Romero se estaba volviendo más ruidoso. Finalmente Eric lo reconoció. Revisó la

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—No, hay alguien a quien quiero ir a saludar.

—Nah, estoy bien —Ángel alzó su botella para mostrarle que todavía la tenía llena. Eric cogió la caja y caminó hacia Romero, murmurando en voz baja. Caminando lentamente en dirección a Sarah, Ángel reconoció la pequeña chica rubia sosteniendo una botella de cerveza como la ex novia de su compañero de equipo, Reggie Luna. Mientras se acercaba a Sarah, pudo sentir su corazón acelerarse y su estómago encogerse. A pesar de sus intentos por calmarse, se sentía completamente desconcertado. Eso en verdad lo molestaba. Caminó alrededor de ella, y se movió un poco más cerca. Ella olía como el cielo, una suave fragancia delicada. No era abrumadora, como la de algunas chicas a las que había abrazado anteriormente. Quería poner su brazo alrededor de su cintura, y tirar de ella contra él. En lugar de eso, se inclinó y le habló en su oído: —Oye, lo hiciste. Ella se dio la vuelta, estuvo cerca de dejar caer su bebida. Y pasó inmediatamente de estar sobresaltada a estar complacida. —Sí, ellos cancelaron. Ángel no podía superar cuán maravillosa lucía. Si la mirara toda la noche, no sería suficiente. —Casi no te reconocí con tu cabello suelto. —Sus ojos no apartaron la mirada. Ella asintió. —Sí, es demasiado largo, sobre todo cuando estoy corriendo. Se pone en mi cara.

Ella dudó por un segundo.

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—Sin embargo, es hermoso, deberías usarlo de esta manera en la escuela.

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Ángel lo quería sobre su rostro.

—Gracias. —Se dio cuenta que ella evitaba mirarlo a sus ojos otra vez. No quería que lo hiciera, pero decidió que sería mejor cambiar de tema antes que se sintiera incómoda e hiciera su salida. No tenía intenciones de dejarla ir de nuevo. No esta vez. Le echó una mirada a su copa. —¿Qué estás bebiendo? Ella sonrió tímidamente. —Vino. —¿Vino? Ella se echó a reír. —¿Por qué todo el mundo lo dice de esa manera? De alguna manera, su sonrisa tuvo un efecto tranquilizante en él. —¿De una copa? ¿No puedes beberlo directamente de la botella? —No es una hielera. —Su expresión lo retó—. Es lo bueno. Ella se volteó hacia su amiga, y luego le echó un vistazo a su copa. Estaba casi vacía. —De hecho —dijo ella—, necesito más. Se inclinó sobre una hielera mediana y sacó una jarra pequeña de vino. —Nooo. —Ángel puso su mano sobre su boca con incredulidad—. Oh, estás enferma. ¿Vienes a una fiesta con una jarra de vino en una hielera portátil? Ella rio incluso más fuerte ahora. Su amiga rio con ella. Sarah acarició la jarra amorosamente.

aprensiva en la escuela. Tal vez era el vino. Lo que sea que fuera, él lo amaba.

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Su comportamiento era refrescante, especialmente porque ella parecía tan

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—¿Cómo más se supone que mantenga fría a Mi Preciosa?

Observó como ella vertía el vino en su copa, notando lo poco que vertió antes de detenerse. Puso la jarra de vuelta en la hielera y señaló a su amiga. —Ella trajo una también. Su amiga abrió su boca ampliamente, como si Sarah la hubiera delatado. Ángel levantó sus cejas con incredulidad exagerada. —¿Tú también? Pero estás bebiendo cerveza, no necesitas una hielera. Su amiga sonrió y golpeteó la botella. —No puedo beber cerveza a menos que esté bien helada. —Por cierto, Ángel, esta es mi prima, Valerie —dijo Sarah. Ángel asintió. —Sí, conozco a Valerie. Él vio que los ojos de Valerie se ampliaron un poco en sorpresa. —Claro. —Reconoció su sorpresa. Contento de que Sarah hubiera dicho su nombre. Eso, él nunca lo habría recordado. —Entonces, ¿por qué no sólo ponen sus bebidas en la misma hielera? Valerie puso los ojos en blanco hacia Sarah. —A Sarah no le gusta que su Preciosa sea molestada. —Ella es muy frágil. —Sarah sostuvo su copa más cerca de ella. Ángel asintió, y luego levantó su mano. —¿Es un ella? Bien, ahora todo tiene sentido.

Ángel tomó su último trago de cerveza y tiró la botella vacía en un bote de basura cercano.

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otra chica.

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Sarah sonrió, mientras tomaba un sorbo rápido de su vino. Valerie se apartó hacia

—¿Ya acabaste? —preguntó Sarah. —Sí, esa fue la última. —Bueno, ten. —Sarah se inclinó sobre la hielera portátil de Valerie. Ella soltó una risita pretendiendo ser astuta—. Vamos a robarle una a Valerie. Ángel se volteó para ver si Valerie estaba viendo. —No, está bien. No quiero tomar su cerveza. Sarah sacudió su cabeza. —No se va a tomar todas estas. Nunca lo hace, y luego vamos a terminar tirándolas todas más tarde esta noche. —¿Deshacerse de las cervezas? ¿Están ustedes locas? —Bueno, no podemos llevarlas a casa, mi tía nos mataría. —Oh, bueno, siendo así, déjame ayudar a la causa. —Tendió la mano. Su dedo rozó su mano cuando ella le pasó la botella. Eso fue todo lo que bastó para encenderlo. Su mano tembló, mientras tomaba un trago de su cerveza. La observó todo el tiempo. Sus ojos eran tan grandes, sus pestañas tan oscuras y espesas; todo pareció ralentizarse cuando ella parpadeó. Sus entrañas ardían y tragó su cerveza con fuerza. —Entonces, ¿estás solo aquí? —preguntó ella. Él miro a su alrededor. Tenía que hacerlo; si la miraba por más tiempo tenía miedo de asustarla. —Nah, mis amigos están aquí por algún lugar, sólo nos separamos. —Él se giró hacia ella—. ¿Qué hay de ti? ¿Son sólo tú y Valerie esta noche?

algunos amigos más tarde.

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—Sí, bueno, llegué aquí solo con Val, pero se supone que nos encontraremos con

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Ella tomó un sorbo de su vino otra vez.

Ángel tomó otro trago de su cerveza y miró alrededor casualmente. —¿Chicos? —No. Algunas de sus amigas; sin embargo ellas aún no están aquí. Es por eso que estoy aquí. Realmente no me gustan esta clase de fiestas, pero ninguna de sus amigas podía llegar aquí hasta más tarde, así que, ella me pidió que la acompañara. Ángel sonrió, mirando sus ojos. —Tengo que agradecerle más tarde por eso. Entonces, ¿a dónde te gusta ir? Ella le sostuvo la mirada por un momento y luego sonrió, poniendo débiles las piernas de Ángel. —Me encanta la playa. —Suspiró—. Me acabo de mudar aquí hace unos meses, de Arizona, así que la playa es algo nuevo para mí. Podría pasar cada noche allí viendo la puesta del sol. Quiero decir, no me malinterpretes, las puestas de sol en Arizona son hermosas. Es sólo la novedad del fresco aire salado, y observar mientras las olas chocan, y los pájaros… ¿cuac? Ángel estaba desconcertado. —¿Cuac? Ella se echó a reír. —¿Graznan? ¡Tú sabes lo que quiero decir! —Dios, lo estabas haciendo tan bien —bromeó él, fingiendo mirar al cielo—. Quiero decir, casi pude oír las olas estrellarse y todo. Sarah siguió riendo. Ángel se preguntó si ella se estaba poniendo borracha, pero

—Es decir, pío hubiese estado más cerca, pero ¿cuac? ¿En serio?

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La mano de Sarah estaba sobre su boca, pero no sofocaba su risa.

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continuó burlándose de ella. Amaba oírla reír.

—Entendí el punto, ¿cierto? —Sólo digo. El viento estaba soplando en mi cabello y todo, mira. Él fingió sostener su cabello suelto. —¡Detente! —chilló ella. No pudo evitar reír con ella. Era una risa tan linda y contagiosa. Ella era refrescante. No era sólo porque disfrutaba de sus bromas, sino también que no le importaba reírse de sí misma. Muchas otras chicas hubieran estado demasiado ocupadas tratando de ser seductoras. Ella ni siquiera lo había intentado. Él podía decir que ser seductora era la última cosa en su mente. Ella limpió las esquinas de sus ojos. Literalmente se había reído tan fuerte. —¿Está mi rímel hecho un desastre? —Abrió sus ojos ampliamente. Él dio un paso hacia delante para tener una mejor visión. Su maquillaje se había corrido un poco en la esquina inferior de su ojo derecho. —No te muevas. —Se movió más cerca de ella. Limpió la parte inferior de su ojo muy lenta y suavemente con su dedo meñique. Estaba tan cerca de su cara, que podía oler el vino en su aliento. Ella sostuvo la copa justo frente de ella, y él la sintió tensarse cuando su cuerpo tocó su mano. Él examinó su otro ojo. —Tus ojos son increíbles —dijo él sin moverse hacia atrás. Ella le sostuvo la mirada sólo por un segundo, y luego retrocedió ligeramente. —Gracias. Se dio la vuelta y Ángel observó mientras tomaba un sorbo largo de su vino. Lo

el silencio como sólo ella podía hacerlo.

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como esos, se podría pensar que estaba acostumbrada a ello. Sin embargo, rompió

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sorprendió ver cuán incómoda la habían puesto sus cumplidos. Con unos ojos

—¿Dónde está mi Preciosa? —dijo, con una voz consentidora. Se inclinó y abrió la hielera. Ángel observó mientras se servía menos de una cuarta parte de la copa. Él disfrutaba burlarse de ella. —Tal vez si llenas la copa, no tendrías que rellenarla tan a menudo. —Ah, tratar con la baja sociedad. —Sonrió con suficiencia—. Esto no es cerveza, Ángel. Se bebe a sorbos, así que si la lleno, cuando esté a la mitad, ya estará caliente. No quiero vino caliente, ¿de acuerdo? —Oh, no, ¡no me acabas de llamar baja sociedad! —Oh, sí, lo hice. Ángel sostuvo su dedo índice en frente de ella, y ella comenzó a reírse de nuevo. —Una palabra. —Dila. —Ella tomó un sorbo. —¡Cuac! Ella cubrió su boca con la copa para evitar escupirla, y se volteó para que él no pudiera ver lo que se le escapó por un lado de su boca. Se volteó nuevamente para mirarlo y siguió riendo. —Tenías que ir allí. —Se limpió alrededor de su escote. Los ojos de él estaban fijos en sus manos. —Tenía que hacerlo. —Tragando con fuerza, él observó cómo seguía limpiando el vino del frente de su blusa—. Puedo ayudarte con eso. Ella le sonrió medio rodando los ojos.

Estaba todavía de pie allí boquiabierto, cuando sintió un pequeño golpe en el hombro. Era Eric.

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de mirar.

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—Eso está bien. —Ella volvió su atención de nuevo a su blusa, y él no podía dejar

—Oye, amigo, ¿estás listo? Ángel se volteó. Eric estaba sosteniendo a Romero. —Maldita sea, ¿está tan borracho? Eric le lanzó una mirada sarcástica. Ángel se volteó hacia Sarah. —Este es mi aventón a casa. Ella miró a Eric sosteniendo a Romero, y soltó una risita. Ángel pudo ver que estaba mareada por el vino. Parecía tan pequeña, delicada y muy vulnerable. —Sin embargo, no me iré. ¿Dónde está Valerie? Ella le sonrió. —Adelante, estoy bien.

Como el infierno. —Sí, estás bien. Pero no te dejaré hasta que Valerie regrese. La fiesta ya casi llegaba a su fin y Valerie, el aventón de Sarah, no estaba a la vista. Sarah había intentado llamarla varias veces a su celular, pero la llamada no entraba. Ángel agarró la mano de Sarah, y tomó ambas hieleras con la otra. —Vamos, busquemos a Valerie. Mientras caminaban a través de la fiesta, una de las amigas de Dana trató de detenerlo. —Oye, Ángel. ¿Dónde está Dana? Sus cejas estaban arqueadas mientras le echaba un vistazo a Sarah. Ángel siguió caminando, fingiendo no haber escuchado.

Ángel presionó sus labios por un segundo.

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sólo apretó su agarre.

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—¿Dana es tu novia? —Podía sentir a Sarah tratando de dejar ir su mano pero él

—No. Eric estaba justo afuera luciendo un poco irritado. Ángel sabía cómo Romero se podía poner cuando estaba borracho, y Eric había estado con él toda la noche, así que entendía su frustración. —Amigo, ¿estás listo para irnos? —preguntó Eric. Sarah todavía estaba sosteniendo la mano de Ángel. Ángel lo miró como disculpándose. —Dame un segundo. Ella necesita encontrar a su amiga. Sarah estaba llamando de nuevo a Valerie a su celular, pero ella no contestaba. Cuando llegaron al auto, ella lo miró. —No puedo irme sin Valerie. —Está bien. —La acercó más a él, apartándola del camino de los autos que se aproximaban saliendo de la fiesta. Se inclinó contra él y él puso su mano alrededor de su cintura. Había estado esperando por tocarla, toda la noche, y ahora todo lo que quería era cuidar de ella. Examinó su cara, sonriéndole tiernamente—. ¿Cómo te sientes? Ella sonrió, finalmente mirándolo a los ojos. —Mejor ahora. Le tomó toda su fuerza de voluntad no inclinarse y besarla, pero lo último que quería era que algo pasara esta noche y ella lo lamentara mañana y le echara la culpa al vino. Él se dio la vuelta para ver a Eric acomodando a Romero en el asiento delantero. Romero estaba totalmente fuera de combate. Ángel hizo un gesto hacia él.

—¿Ese de verdad es su nombre?

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Sarah rio.

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—Por cierto, conoce a mi amigo Romero.

—Bueno, su apellido. Su nombre es Ramón, pero no le gusta. Eric se acercó y se inclinó en el auto que estaba al lado de Ángel y Sarah. Parecía agotado. Sarah acomodó su cabeza en el hombro de Ángel. —Oh, oye —dijo Ángel mirando a Eric—. Ella es Sarah. Sarah, este es mi amigo, Eric. Sarah mantuvo su cabeza en alto sólo lo suficiente para decir hola. Ángel sabía que Eric había asumido que era sólo otra chica que había recogido. Sarah se alejó de Ángel y se apoyó contra el auto ahora, pero él todavía sostenía su mano. —¿Dónde podría estar? —Sarah hizo una mueca. Todos estaban de pie ahí mirando la entrada de la casa donde había sido la fiesta. Todavía había personas saliendo, y quedándose en el frente de la casa. Un auto se detuvo y alguien salió del asiento trasero. Era Jesse Strickland. El auto que lo había dejado condujo a la derecha pasándolos y subiendo por la calle. Sarah no lo vio al principio pero cuando lo hizo, se enderezó. Ángel lo notó y sus músculos se tensaron. —¿Pasa algo? —¿Podemos irnos? —Sus ojos todavía estaban en Jesse. Jesse entró con prisa en el patio trasero. Eric y Ángel intercambiaron miradas. —¿Qué pasa con Valerie? —preguntó Ángel. —Volveremos por ella —dijo—. Simplemente no quiero estar aquí en este momento. Ángel la miró fijamente por un segundo.

Valerie. Por alguna razón, Jesse hacía que Sarah se pusiera nerviosa y a Ángel no le gustaba eso. Agarró las hieleras y las tiró dentro del maletero, entonces

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Soltó su mano para recoger las hieleras. Sarah intentó comunicarse de nuevo con

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—Seguro.

rodearon con Sarah el auto y entraron. Se sentó junto a ella y tomó su mano inmediatamente. Eric lo miró a través del espejo retrovisor. —Vamos a dejar a este chico primero —dijo Eric señalando hacia Romero—. Luego si quieres puedes dejarme a mí y tomar mi auto. Lo recogeré en la mañana. Ángel sonrió. De repente estaba aliviado por sólo haber tomado dos cervezas. No estaba listo para despedirse de Sarah todavía. Siempre podía contar con que Eric entendiera.

Minutos pasaron, mientras ella estaba sentada en el asiento del pasajero, con el corazón palpitando, esperando a que Valerie respondiera su teléfono. —¿Hola? —¿Valerie? —Sarah, he estado muy preocupada. ¿Dónde estás? —Estoy con Ángel. Estamos dejando a su amigo. ¿Estás yendo a tu casa? —¿Casa? Es todavía temprano, hay otra fiesta a la que vamos a ir. ¿Me necesitas para que te pase a buscar? —preguntó Valerie. —No, creo que estoy bien por ahora. —Oh, Dios mío, ¿Ángel y tú van a pasar el rato? —dijo efusivamente Valerie. El pensamiento de lo que Valerie quería decir con pasar el rato, hacía que el corazón de Sarah latiera aún más fuerte. Se mordió el labio.

Sarah se rio.

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—¿Está ahí a tu lado? —susurró Valerie, como si él pudiera oírla.

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—No estoy segura —dijo Sarah—. Te llamaré y te haré saber dónde encontrarme.

—No, está afuera con su amigo. Yo estoy en el auto. —Tienes que liarte con él, Sarah, así puedes contarme todo acerca de ello. Sarah rio nerviosa, su rostro de repente caliente. —¡Valerie! —jadeó—. Apenas lo conozco. —Es totalmente sexy. ¿Qué más necesitas saber? El calor en el cuerpo de Sarah aumentó. Valerie no estaba ayudándola con sus ya tensos nervios. —Tengo que irme. Está regresando —mintió. —Está bien, está bien, adiós. Su prima era tan diferente a Sarah cuando se trataba de chicos. Valerie le tenía fobia al compromiso. Había tenido una relación seria, y dijo que casi la asfixió. Podía fácilmente liarse con alguien sin pensarlo dos veces. Sarah no le tenía menos estima a Valerie por disfrutar de su libertad. Simplemente no podía entender cómo Valerie podía apagar sus emociones de ese modo. Para Sarah, incluso sostenerse de las manos inevitablemente significaba que los sentimientos estarían involucrados. No era algo que pudiera hacer y no sentir nada, el sólo pensamiento de que Ángel podría besarla esta noche la tenía nerviosa. Estudió a los chicos de pie afuera, cara a cara. Eric de pie era unos pocos centímetros más pequeño que Ángel. Su cabello era mucho más claro y rizado también. No tenía el aspecto de chico bonito de Ángel, pero todavía tenía un buen aspecto de rasgos duros a su modo, y era tan agradable que eso lo hacía atractivo.

con un montón de risas y conversación ingeniosa, era obvio que ellos eran muy buenos amigos.

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genuinamente preocupados de que llegara a salvo a casa. Sin embargo, lo hicieron

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Los había observado mientras con cuidado ayudaban a Romero a salir del auto,

Ángel regresó hacia el auto. Esa sonrisa. Era irreal. Ella se removió en su asiento, tratando de no parecer una tonta, pero su propia sonrisa era igual de grande y difícil de contener. Había estado hablando con él la mayoría de la noche, y haciéndolo bastante bien. Excepto por escupir su vino y su miserable intento de ser profunda sobre amar la playa, había logrado mantener la torpeza al mínimo. ¿Por qué estaba teniendo dificultades para respirar ahora? Tomó una larga y profunda respiración mientras él abría la puerta y subía al auto. Sus ojos estaban inmediatamente en ella, haciendo que su interior se sintiera como papilla. —¿Tienes hambre? Ella dejó salir el aliento y asintió. —Bien, porque estoy muerto de hambre. —Salió del camino de entrada. Recogieron algo de comida de un autoservicio y se dirigieron a la playa, comiendo en el camino. Después de conducir por un camino sinuoso hacia la cima de un acantilado, él dio la vuelta en una calle sin salida, y se estacionó. La luna estaba brillante, y el océano estaba tan lejos como podía verlo. Estaban muy por encima del océano, y la vista era impresionante. Sarah miró hacia afuera de la ventanilla con asombro. Sus pensamientos estaban confusos cuando su teléfono sonó y se quedó inmóvil. Tenía el presentimiento de quién podría ser, y no quería contestarlo. Una mirada al identificador de llamadas y su suposición fue confirmada, Jesse. Ángel estaba mirándola. —¿Vas a contestar? Sacudió la cabeza. Mirando a Ángel, se dio cuenta de sus cejas estrechas y se dio la vuelta

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—¿Dónde estamos? —Se giró para mirarlo.

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mordiéndose el labio. Su teléfono sonó una última vez.

Él todavía tenía la misma expresión en su rostro, pero no dijo nada. Abrió la puerta. —Sígueme. —Él salió del auto. Sarah salió, y él se dio la vuelta y le tendió su mano. Puso su mano en la de él y caminaron hacia la calle sin salida. Había un camino de piedra a un lado, detrás de las casas que daban al océano. Se dirigieron a la orilla del camino donde había una valla de hierro forzado. Ella miró hacia abajo mientras caminaban a lo largo de un lado de la valla, y pudo ver las olas chocando contra las rocas de abajo. Cuando doblaron la esquina, vio que el camino se extendía a través del acantilado. Había bancas y áreas para sentarse cubiertas de hierba con florecimiento de plantas tropicales, y un camino sinfín de palmeras. Sarah lo capturó todo con asombro. Se giró hacia él. —Me encanta —susurró. —Éste es mi lugar favorito. —Puedo ver por qué. —Dio un paso más cerca de la valla y miró hacia el océano. Las luces de un par de barcos y algunos pequeños botes de vela todavía estaban ahí brillando radiantemente. Ángel estaba de pie detrás de ella, y agarró la parte de arriba de la barra de hierro, encerrando su cuerpo entre sus brazos. Su cálido cuerpo contra su espalda se sentía bien, en especial dado que tenía frío. Su rostro estaba sobre su hombro junto a su oído, y lo sintió respirar hondo. Ella cerró sus ojos y su cuerpo se estremeció por todas partes. Todavía era increíble para Sarah que estuviera aquí, haciendo esto, con él. —Hueles bien —murmuró. —Gracias.

—¿Puedo preguntarte algo?

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Finalmente, él habló:

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Estuvieron ahí de pie por unos minutos en silencio, su respiración contra su sien.

Su tono la puso nerviosa, de alguna manera. —Seguro. Él se alejó de su hombro un poco. —¿Por qué estabas tan apurada en irte cuando viste a Jesse esta noche? Sarah se puso rígida. Dios, había olvidado todo eso. Ésa era la última cosa de la que quería estar hablando justo ahora. Jesse podía ser un dolor en el trasero cuando estaba sobrio. Valerie le había dicho que cuando estaba borracho, era aún peor, y tenía la sensación de que había bebido esta noche. Había tenido miedo de otro enfrentamiento entre él y Ángel. —Él puede ser una plaga a veces… eso es todo. Ángel puso sus manos sobre las de ella en la valla. —El otro día, dijiste que habías salido con él. ¿Qué significaba eso? Sarah cerró sus ojos por un segundo. Mierda. No quería decirle acerca de eso. ¿Por qué no le había dicho que sí, cuando le preguntó si Jesse era un amigo? Apenas había esperado volver a hablar con Ángel. Y no así. —Fue hace mucho tiempo. —Pensó que lo sintió inhalar, y se quedó callado un segundo. —¿Qué fue hace mucho tiempo? Se preparó a sí misma sin saber cómo se sentiría acerca de ella después de que le dijera. Pero fue en el pasado, así que ¿qué importaba? Se dio la vuelta, pero él nunca soltó la valla, así que, estaba todavía en sus brazos, por así decirlo. Sus ojos parecían más oscuros de alguna manera. La miró directamente, esperando. —Nada en realidad —dijo—. Lo conocí hace algunos veranos atrás, cuando vine a

Ella sacudió la cabeza.

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—¿Fue tu novio? —Los ojos de Ángel todavía estaban fijos en los de ella.

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visitar a mi tía, y salimos una noche.

—No. —¿Todavía sales con él? —No, él todavía sigue invitándome a salir, pero no estoy interesada. —Bien —dijo Ángel—. Es un idiota. Las cejas de Sarah se levantaron. —¿Lo conoces? —Sí. —Si desagrado fuera una expresión la que él llevaba en sus labios desvergonzados—. Hemos ido a la escuela juntos desde que éramos niños pero nunca me ha agradado. Siempre ha sido una perra quejumbrosa, no creí que pudiera agradarme menos, hasta ahora. Valerie siempre había ido diciendo cuán intensos eran los hermanos Moreno. Le había dicho a Sarah cuán protectores eran con su hermana menor. Sarah sintió su actitud protectora antes, cuando se negó a dejar su lado en la fiesta, pero esto era diferente. Ella podía sentir algo, una intensidad que nunca había sentido antes de nadie. La ponía un poco nerviosa, hacía que su estómago se tensara, pero de una extraña manera, le gustaba. —Estoy asumiendo entonces, ya que estás aquí conmigo que, ¿no tienes novio? Su corazón estaba en su garganta, sacudió su cabeza lentamente. —No, no tengo. ¿Estaba soñando? Tenía que estarlo. ¿Él realmente le preguntó si tenía novio? ¿Honestamente a Ángel le importaba? Él dejó caer sus manos de la valla, y las puso alrededor de su cintura. Con su

Asintió, incapaz de hablar. Entonces sus labios estaban en los de ella. Eran suaves y cálidos. Él exploró su boca lentamente, suavemente. Apretó su agarre alrededor

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—¿Puedo besarte? —susurró él.

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corazón latiendo en su pecho ahora, tragó saliva, preguntándose si él podía oírlo.

de su cintura con un brazo, y llevó el otro hacia su rostro. Con una caricia sedosa y delicada acarició su rostro, su mano empezó a rodear y bajar por su cuello, empujándola más cerca de él. Su cuerpo era grande y fuerte contra el suyo. Su lengua se movió más rápido y él se apretó contra ella, succionando sus labios y su lengua. Ella había sido besada antes, pero nunca como esto, nunca con tanta pasión. Era demasiado. Su dureza se presionó contra su muslo, y ella entró en pánico. Se alejó y lo escuchó gemir, enterrando su rostro en su cabello. Acariciando su espalda una última vez, ella todavía podía sentir su respiración pesada mientras se alejaba gentilmente. Miró hacia arriba mientras él estaba abriendo sus ojos. —¿Podemos sentarnos? Mis pies están doliéndome. Él respiró hondo un par de veces antes de responder. —Seguro. —Él miró hacia abajo a sus zapatos—. Lo olvidé… Son lindos. Me gustan. Se acercaron a un banco de piedra que era parte de una gran maceta de roca con una palmera en el medio. Se sentó y él le hizo una seña para que se moviera más. Lo hizo, y él se sentó junto a ella y la giró así estaba mirándolo. —Recuéstate. —Ella levantó sus piernas y las puso en su regazo, a centímetros de la erección en sus pantalones. Con los ojos muy abiertos, lo miró por un segundo, preguntándose qué había planeado. Lo miró sacarle sus zapatos y estaba a punto de protestar, cuando sus fuertes dedos comenzaron a masajear sus adoloridos pies. —Mmm, eso se siente tan bien. Dejó caer su cabeza hacia atrás. Se preguntó si él hizo esto con todas las otras

—Tus pies son tan pequeños.

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detiene corazones. Levantó su cabeza y vio a sus ojos envolverla por completo.

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chicas con las que había salido, y si todas habían tenido que lidiar con un beso

Miró sus pies y movió sus dedos. Luego miró los de él. Eran enormes. Comenzó a reír. —Bueno, comparados con los tuyos, lo son. Su expresión no había cambiado. —Me gusta tu sonrisa. Su sonrisa desapareció en reacción a su cumplido. —Gracias, me gusta la tuya. De hecho, esa fue una de las primeras cosas que noté de ti. Sus cejas se elevaron con curiosidad. —¿De verdad? ¿Esta noche? —Oh, no —dijo—. Hace dos veranos, la primera vez que te vi. Ahora él parecía realmente interesado. —¿Me viste hace dos veranos? —Sí, el mismo verano que salí con Jesse. —Demonios, ¿por qué ella lo sacó de

nuevo? Él la miró, medio frunciendo el ceño. —¿Saliste con él y no conmigo? —bromeó. —Él preguntó; tú no. Una mirada de decepción cruzó su rostro. —Lo siento, no recuerdo haberte visto.

Ángel parecía casi molesto.

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—No te preocupes, puedo ser bastante invisible.

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Sarah sonrió.

—Eres todo menos invisible. —Se detuvo por un segundo, y luego como si acabara de recordar algo—. Así que, dijiste que eres de Arizona, ¿cuándo te mudaste aquí? Sarah se enderezó un poco, de repente sintiéndose incómoda. No se había preparado a sí misma para hablar de sus circunstancias. Desde que no había planeado hacer algún amigo, no creyó que estaría en la posición de explicar algo tan personal a alguien, especialmente no a Ángel Moreno. —No me he mudado exactamente aquí. Es sólo temporal. —¿De verdad? ¿Hasta cuándo? —Estoy aquí sólo por el semestre, luego regresaré para terminar mi último año en mi escuela en Flagstaff. —Ella lo miró y luego alejó la mirada, esperando que ellos pudieran pasar a otro tema. Pero él lo continuó. —Entonces, ¿por qué estás aquí por este semestre? Nunca había sido una buena mentirosa, así que hacer algo elaborado estaba fuera de cuestión. Si él alguna vez se lo preguntara de nuevo, probablemente lo olvidaría, y lo mezclaría todo. Incluso una versión muy corta de la verdad era incómoda. Ella miró hacia el océano, no queriendo ver su expresión cuando le dijera. —Bueno, es una larga historia… —Tenemos tiempo —dijo él. Sarah estuvo en silencio por un segundo. —Mi mamá tiene algunos problemas que necesita poner en orden, y yo tengo que quedarme con mi tía ahora. La familia de mi mejor amigo me ofreció quedarme con ellos así podría terminar mi último año en mi propia escuela, pero mi mamá

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invierno, ella no podrá impedirme que regrese.

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se negó, así que, estoy aquí ahora. Pero una vez que cumpla dieciocho este

Él la miró, con los ojos llenos de preguntas, y ella rezó porque ninguna de ellas fuera acerca de su mamá. Realmente no se sentía a gusto de conversar esa parte de su vida con él, con nadie. —¿Tu tía sabe que planeas irte? —No, no le he dicho. Sé que no querrá que lo haga, pero Sydney y sus padres son la cosa más cercana que alguna vez he tenido a una familia, además de mi mamá. Tengo que regresar, Sydney me está esperando. —Levantó su barbilla un poco más alto. Sarah notó cuán intensamente Ángel la miraba cuando hablaba, como si no quisiera perderse una palabra. —Además, nunca he sido realmente cercana a mi tía. Sólo comenzamos a visitarla hace dos años, cuando ella y mi mamá finalmente comenzaron a hablarse otra vez. Incluso entonces, era sólo una o dos veces al año. —Sacudió su cabeza mirando hacia otro lado—. Preferiría estar en Flagstaff. Es a donde pertenezco. La expresión de Ángel había cambiado, no podía identificarla, pero parecía genuinamente preocupado o quizás algo más… demonios, lo último que quería era lástima. De nadie, y especialmente no de él. Era por eso que estaba tan determinada a ahorrar dinero. Aunque la familia de Sydney le había ofrecido dejar que se quedara con ellos, querían decir sin pagar renta, pero se negó rotundamente. Si iba a quedarse con ellos, les pagaría. —¿Qué pasa después de la secundaria? ¿Estarás con tu mamá entonces? Sarah mantuvo su barbilla en alto. —No, trabajaré e iré a la escuela. Los padres de Sydney dijeron que podía quedarme con ellos tanto como lo necesitara, y tan pronto como pueda

estaban apretados.

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Esa mirada no había cambiado. Parecía incluso más intensa ahora, y sus labios

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permitirme mi propio lugar, lo conseguiré.

—Bueno, eso es muy malo. El corazón de Sarah dio un vuelco. Lo sabía, sentía pena por ella. Tiró de sus pies hacia atrás bruscamente y se sentó, sorprendiendo a Ángel. Comenzó a ponerse sus zapatos. —Puede que no todos tengamos un gran comienzo, sabes, pero es dónde terminas lo que cuenta. Ángel la miró confundido. —¿Qué? ¿De qué estás hablando? Ella terminó de ponerse sus zapatos y se puso de pie. Él se levantó en frente de ella. —¿Qué pasa? ¿Qué dije? —Él buscó sus ojos. Sarah lo miró. —Mi vida no es tan mala. Oh, seguro, comparada con la tuya quizás, pero no necesito toda… Ángel puso un dedo en su boca. —Detente, eso no es lo que quise decir. Ella trató de retroceder, pero él deslizó su gran mano en la de ella. Se detuvo, pero se quedó de pie con firmeza enfrentándolo, inquebrantablemente. Él la miró pensativamente y puso su brazo alrededor de su cintura. —Escúchame. Todo lo que quise decir fue que es muy malo que te vayas a ir. Realmente estoy disfrutando salir contigo y ahora, ¿me estás diciendo que es sólo temporal? Tienes toda la maldita razón, creo que es muy malo.

Ángel sonrió.

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—Oh.

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Sarah lo miró sin palabras y sintiéndose un poco estúpida por haber exagerado.

—Wow, pero tú me enciendes rápidamente. —Lo siento —susurró—. Sólo… Sus labios estaban en los de ella otra vez. Se permitió dejarse llevar por más de algunos de sus besos, y luego se obligó a sí misma a terminarlo, antes de que las cosas se volvieran demasiado calientes otra vez. Se estaba haciendo tarde y todavía tenía que encontrarse con Valerie en algún lugar para que así pudieran llegar juntas a casa. Se reunieron con Valerie en el estacionamiento de un In-and-Out1 cerca de su tía. Había un montón de otros chicos ahí de la escuela. Valerie y sus amigos estaban alrededor de su auto. Todos miraron boquiabiertos cuando vieron que Ángel estaba dejando a Sarah. Sarah esperaba completamente que él simplemente la dejara tan discretamente como fuera posible y se fuera conduciendo. En vez de eso, él se bajó del auto y la acercó hacia Valerie y sus amigos, sosteniendo su mano todo el camino. Cuando se despidió la empujó a un lado, pero todavía a plena vista de todos le dio otro

1

In-and-Out: Se refiere a In-N-Out Burger. Es una cadena de restaurantes de comida rápida en el oeste de los Estados Unidos.

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beso impresionante.

Traducido por ElyCasdel Corregido por Samylinda

ngel gimió mientras la música del radio de su hermana sonaba a través de

Á

la puerta abierta de su habitación. Estaba teniendo el mejor sueño del mundo sobre Sarah. Fue tan real, sus hermosos ojos, sus labios, incluso

podía probarlos. Quién diría lo lejos que un sueño puede ir. Frunció el ceño escuchando la música que interrumpió sus fantasías. Su hermana Sofía tenía sólo dieciséis pero recientemente había descubierto a The Beatles y estaba escuchando su música en cada oportunidad que tenía. Y por si fuera poco, la secadora estaba rugiendo. Su estado de humor cambió rápidamente, cuando reprodujo los eventos de la noche anterior en su cabeza. Se recostó ahí pensando en todo lo que había pasado. Se rio entre dientes cuando pensó cuán fácil la había hecho reír a carcajadas. Todo lo que estaba sintiendo ahora era tan inesperado. Más que nada quería preguntarle más sobre su mamá, pero era obvio que no quería hablar sobre ella. ¿Por qué una madre dejaría a su hija con alguien más, sólo así? ¿Qué tipo de problemas podrían haber estado rodeándola? Algo en los audaces ojos de Sarah le dijo que había pasado por mucho, y lo sintió por ella.

Demonios, esto apestaba. Toda la semana lo único que había querido era una oportunidad de hablar con ella, llegar a conocerla un poco. Pero después de

piedra. Cualquier cosa podría pasar entre ahora y entonces. Podía cambiar de opinión.

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preocuparía por eso ahora. Era un hecho que sus planes no fueron tallados en

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anoche, quería mucho más y pronto se iría. Se sentó y sacudió la cabeza. No se

Miró el reloj, 8:30. Decidiendo que era demasiado temprano para llamarla, se duchó y bajó las escaleras. Eric ya estaba ahí sentado en la barra de la cocina hablando con Sofía. Sus padres se fueron temprano para abrir el restaurante y Sofía había hecho el desayuno. Eric levantó la mirada de su plato hacia Ángel y sonrió adrede. —Oye, ¿cómo te fue anoche? —Estuvo bien —dijo. Caminó hacia Sofía y la besó en la frente. Miró el plato de huevos y tocino de Eric y luego a Sofía. —¿Hay algo para mí o se lo comió todo? Sofía rodó los ojos. —Hay suficiente para todos. Ángel caminó hacia el refrigerador, mirando el reloj. Apenas pasaban de las nueve. Bien. Sacó el jugo de naranja de la nevera y se sirvió un vaso. Caminando hacia la mesa donde dejó las llaves del auto de Eric y su teléfono, agarró ambos y lanzó las llaves a Eric. —Gracias, hombre. Eric agarró las llaves en el aire, asintiendo. —¿Tarde? —preguntó con una sonrisa. En su camino a la puerta trasera, Ángel hizo señas de que regresaría. Afuera, miró el número de celular de Sarah en su teléfono. Ella lo había programado la noche anterior cuando él la dejó. Sólo mirar su nombre, Sarah Lynn, le provocó algo. Aspiró una bocanada de aire y presionó el botón de llamar. Sonó unas veces antes de que ella respondiera.

—No, está bien, puedo volver a llamar.

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colgar.

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—Hola, Ángel. —Su tono alegre lo hizo sonreír—. Estaba en la otra línea, déjame

—No, es Sydney, hemos estado en el teléfono por un rato. Ya estaba por colgar de todas maneras. Espera, ¿de acuerdo? —Bien. Cambió de línea. Eran sólo las nueve, ¿y ya había estado en el teléfono por un rato? No bromeaba cuando dijo que era cercana a su amiga. Lo pensó un poco y se preguntó si él se sentiría de la misma forma en su situación. Eric y Romeo eran sus mejores amigos, pero no podía imaginase tan unido a esos dos tontos que moriría por regresar a ellos. Luego otra vez, las chicas eran diferentes en sus relaciones. No sólo eso, pensó, la situación de Sarah era diferente en conjunto. Se sentó en una de las sillas del patio, y escuchó el tono de la línea. —¿Ángel? —Sí. —Siento eso. —Está bien. ¿Hablando tan temprano? —Sí, Sydney puede ser un pájaro madrugador. El teléfono me despertó, de hecho. —Ah, ella es como mi hermana. Su maldita música me despertó esta mañana. ¿Estás cansada? —Dudó y luego preguntó—: ¿Algún plan para hoy? —Ahora no, pero esta noche sí. Ángel sintió su cara calentarse. —¿Oh? —Trabajo —dijo—. Niñera para los vecinos de calle abajo.

—Puedo estar lista como en una hora.

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—Así que, ¿a qué hora puedo recogerte?

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Exhaló lentamente.

Nunca se había sentido tan ansioso por ver a alguien en su vida. —Bien entonces, te llamo en una hora y puedes decirme cómo llegar. Una vez que colgó, caminó de regreso a la cocina donde Sofía y Eric estaban riendo. Ángel estaba sorprendido de que él siguiera ahí. Recordó a Eric diciendo que tenía que levantarse temprano. Caminó por ahí y agarró una pieza de tocino del sartén en la estufa. —¿No tenías que estar en algún lugar esta mañana? —Se recargó en la barra frente a Eric. Eric sonrió. —¿Intentando deshacerte de mí? —Nah, pero te recuerdo diciendo a Romeo que no podías quedarte y salir con esas chicas porque tenías que levantarte temprano. Eric se aclaró la garganta y secó su boca con una servilleta. —Sí, bueno, ¿por qué crees que estoy aquí tan temprano? Ya hice mis asuntos, y vine por mi auto. —Necesito cambiarme. Le dije a mi mamá que estaría en el restaurante temprano. —Sofía terminó de poner los trastes en el lavavajillas y salió de la cocina. Ángel sonrió. —¿Cuán temprano, Sof? Tengo que estar en algún lugar pronto. —Yo puedo llevarla —dijo Eric. Ángel lo miró.

vez tome un burrito mientras estoy ahí.

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—Sí, tengo que ir para allá de todas formas. Voy a ejercitarme al gimnasio. Tal

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—¿Seguro?

—¡No me tardo! —gritó Sofía corriendo escaleras arriba. Ángel miró el plato de Eric. —Amigo, acabas de comer. —Sí, es por lo que tengo que ir al gimnasio. —Eric palmeó su estómago. Ángel sacudió la cabeza. Se giró y agarró un plato del gabinete, poniendo el resto de los huevos y el tocino en él. —Así que, ¿qué pasó anoche, anotaste? —Eric levantó una ceja. Ángel tenía la boca llena de comida y no respondió de inmediato. Después de un par de segundos más masticando, sacudió la cabeza. No solía besar y contar, incluso con chicas que no le importaban, y sabía que Eric no era el tipo de decir a nadie. Pero se sentía especialmente protector esta vez. —¿Qué? —Rio Eric—. ¿Estás bromeando? ¿Te rechazó? —No, no me rechazó —se burló Ángel—. Sólo… hablamos, eso es todo. Eric rio un poco más. —Perdiendo el toque, ¿eh? Di por seguro que iba a tener que lavar el asiento trasero de mi auto, por la forma en que la estabas mirando. —¿Cómo la estaba mirando? —Ángel frunció el ceño. —Como si la quisieras tragar, así. Ángel fingió asombro, pero sabía justo a lo que Eric se refería porque era exactamente como se había sentido. Eric continuó:

—No, hombre, no es lo que estás pensando. No es lo que buscaba con ella.

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Ángel giró los ojos.

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—Vamos, amigo, no puedo creer que todo lo que hicieran fue hablar.

—¿Qué? —Eric sacudió la cabeza—. ¿A Ángel Moreno le interesan las pláticas con chicas, ahora? ¿Cuándo te convertiste en un total marica? Ángel se encogió de hombros, y tomó otra porción de su comida. Se negó a mirar a Eric; de pronto no estaba seguro de querer hablar sobre ello. —No lo sé, amigo, es sólo genial salir con ella, supongo. Eric asintió, como si lo entendiera. —Así que, ¿no te gusta? Pensé que era muy ardiente. —Me gusta, idiota, sólo no se lo hice la primera noche. No todas las chicas son así, ya sabes. Eric sonrió. —Entonces, te rechazaron. —Ángel lo miró sorbiendo su jugo—. Bueno, no estás diciendo cosas sensatas, ¿lo hiciste o no lo hiciste? ¿Cuál es el problema? —No hay problema. —Ángel no estaba seguro de por qué, pero se estaba frustrando—. Le di el beso de buenas noches, si tienes que saber. Pero hablamos el resto del tiempo. —Entonces, ¿descubriste qué está pasando con ella y Jesse? Ángel deseó haber estrellado la cabeza de Jesse un poco más fuerte el otro día. —Salió con él hace tiempo, y sabes que con lo marica que es Jesse no lo pudo dejar ir. —¿En serio ella salió con ese idiota? —habló Eric con la boca llena. —Sí, dímelo tú. Fue lo que pensé. —Ángel terminó el resto de su desayuno y dejó el plato en el fregadero. Miró el reloj—. Tengo que terminar de alistarme.

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—Tengo una cita. —Ángel sonrió, pero evitó mirar a Eric directamente.

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—¿A dónde vas?

Eric parecía confundido al principio, luego sus ojos y boca se abrieron completamente mientras ponía su mano sobre su boca. —¡No! Antes de que pudiera decir nada, Ángel le lanzó una mirada. —Ni una palabra —advirtió—. Tampoco le digas nada a Romero. No necesito escuchar su mierda el lunes. Eric sonrió de oreja a oreja. —Cállate —dijo Ángel, caminando fuera de la cocina. —No dije nada —protestó Eric, sonriendo. —Sí, bueno, lo estabas pensando. —Ángel pudo escuchar a Eric riendo, aún cuando subía las escaleras, pero tuvo que sonreír.

Sarah no podía recordar la última vez que se sintió tan viva. Permaneciendo debajo de la ducha con el agua caliente recorriendo su cuerpo pensó en Ángel, mientras se enjabonada y sonrió. El año pasado había sido casi el infierno, y los dos meses anteriores habían sido peor, con Sydney teniendo que sacarla de su estado de miedo todo el tiempo. Pero ahora se sentía jubilosa. Eso la asustaba un poco. Aún era consciente del hecho de que este era Ángel. El Ángel del que había escuchado tanto. Pero él dijo que estaba buscando conocerla. Sonaba tan sincero, y sus besos, Dios esos besos. Sólo pensar en ellos la hizo estremecerse. La llamada de Sydney la despertó después de las siete, y hablaron hasta que Ángel

omitir nada, especialmente sobre besarlo. Sydney no se había sorprendido para

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llegado aquí, y estaba ansioso por ver cómo fue. Sarah le dijo todo, no quería

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llamó. Él sabía que ella había salido anoche por primera vez desde que había

nada de que Ángel estuviera interesado en Sarah y estaba feliz de que ella sonara tan emocionada, pero quería que se lo tomara con calma. Salió de la ducha y se vistió. Regresó al baño para secarse el cabello y se encontró a Valerie, aún en su pijama, una camisa grande y shorts de básquetbol. —¿A dónde vas tan temprano? Las mejillas de Sarah enrojecieron. —Ángel me va a recoger. —Intentó no sonreír demasiado. La mandíbula de Valerie cayó y sus ojos se abrieron mucho. —¿Lo está? Sarah asintió, sonriendo tímidamente. Agarró la secadora de cabello y comenzó a regresar a su habitación con Valerie cerca. —Oh por Dios, ¡eres tan afortunada! ¿Fue quien llamó tan temprano esta mañana? Sarah se detuvo en su cama y miró hacia su bolso. No quería hacer un gran problema de esto. Entre más lo pensara, más duro sería quitarse el sabor de Ángel en una semana. Una bruma tenue de dolor se hundió, sólo de pensarlo. Pero sabía que era una posibilidad definitiva. —No, ese fue Sydney —dijo—. Ángel llamó mientras estaba en la línea con él. Valerie rodó los ojos. Sarah sabía lo que Valerie pensaba de Sydney. En realidad nunca lo había conocido, pero no entendía su amistad. —No hay forma de que ese chico no esté enamorado de ti —dijo, muchas veces. Sarah también sabía que Valerie resentía el hecho de que hubiera preferido,

de lo que había sido nunca con Valerie. Valerie se dejó caer en la cama de Sarah.

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venir y vivir con Valerie y su tía. Aún ahora, hablaban más y era más cercana a él

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literalmente rogara para quedarse en Flagstaff con él y su familia, en lugar de

—¿Le vas a contar a Ángel sobre Sydney? —Ya lo hice. —Dejó fuera la parte en que Ángel se refirió a Sydney como ella esta mañana, y el hecho de que no lo había corregido. Las cejas de Valerie se dispararon con sorpresa. —¿En serio? ¿Qué dijo? Sarah hizo un gesto. —Valerie, salimos una noche; ¿crees que honestamente le interesa? —Te lo digo, los chicos son territoriales. Se encogió de hombros. —Bien, territorial o no, no soy su novia… —Aún —interrumpió Valerie—. Veremos lo que piensa de Sydney una vez que se pongan serios. Sarah sintió algo apretarse en su pecho. Pensó que cómo se había puesto tenso ante el tema de Jesse cuando fueron a la playa. Cuán rígido se había puesto cuando le dijo que había salido con él. Pero con Sydney era totalmente diferente. Tenía que entender. —¿Qué te hace sentir tan segura de que nos pondremos serios? Tú misma dijiste que nunca ha tenido una novia. ¿Por qué querría una ahora? Era casi una pregunta retórica. No quería escuchar la respuesta. Valerie estaba arruinando esto para ella. Era demasiado pronto para preocuparse de lo que Ángel pensara sobre su relación con Sydney. Lo había pensado un instante cuando se dio cuenta que Ángel había asumido que

tuviera que hacerlo. Valerie se puso cómoda contra la cabecera.

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cuando tuviera que hacerlo. Por el momento, ni siquiera estaba segura de que

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Syd era una chica. Pero lo arrojó al fondo de su mente. Cruzaría ese puente

—Es por la forma en la que estuvo contigo anoche, Sarah. Nunca lo he visto actuar de esa forma antes. Nunca ha sido fan de las demostraciones públicas de afecto. Pero anoche, era tan obvio que quería que todos te vieran con él. Sarah intentó ocultar su regocijo. —Sólo digo —continuó Valerie—. Si fueras como yo, no me preocuparía por ello. Únicamente dile lo de Sydney y si se va, oh bien, muy mal por él, a lo que sigue. Pero no eres como yo. Eres la dulce y sensible pequeña Sarah. Y vi la forma en que lo mirabas anoche, también, señorita. Ya te estás enamorando de él. Así que, a menos que quieras problemas, deberías comenzar a sacar a Sydney de tu eterna devoción. Las mariposas en el estómago de Sarah se movieron, amenazando con hacer un giro salvaje. Sarah caminó de regreso a su bolso, mirando a Valerie. Se maquilló en silencio. Apenas usaba, así que no le tomó mucho tiempo. Estaba por responder la observación de Valerie, cuando su teléfono sonó, haciéndola dar un brinco. Valerie sonrió ansiosamente. —¿Es él? Sarah miró el identificador de llamadas y asintió. Valerie saltó de la cama y corrió al lado de Sarah, inclinándose para intentar escuchar. Sarah la miró y sonrió. Abrió el teléfono y respondió. Sarah le dio la dirección con Valerie pegada a su lado todo el tiempo. Cuando colgó, Valerie gimió. —Dios, hasta suena ardiente. ¡Juro que eres tan afortunada! Sarah trató estar tranquila, pero el enjambre en su estómago se había salido de control. Apenas tenía tiempo suficiente para absorber lo que había pasado la noche anterior, y ahora él estaba en camino para recogerla de nuevo. Sonrió a

mustang blanco. Podía decir que era un modelo viejo, pero seguía siendo lindo.

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Anunció a su tía sus planes, y acomodó todo en su cartera. Él conducía un

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Valerie y se apresuró a terminar de alistarse.

Miró por la ventana y lo vio salir del auto. Usaba vaqueros negros y una playera gris de manga larga y cuello redondo que abrazaba su pecho perfectamente.

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—¡Me voy! —gritó a nadie en particular y salió para encontrarlo.

Traducido por Xhessii Corregido por Jane

l había dado unos cuantos pasos en el camino, cuando la vio salir por la

É

puerta. Inmediatamente estaba sonriendo como tonto. Estaba vestida casualmente, y de alguna manera tenía el mismo increíble atractivo que

anoche, cuando estaba toda arreglada. De alguna manera se veía incluso mejor. Sus ojos parecían brillar mientras bajaba los escalones del porche. Se encontró con él a la mitad del camino. Él tomó su mano en la suya. Definitivamente podía acostumbrarse a tener su delicada mano en la suya. Quería besarla, pero se sentía extraño hacerlo justo enfrente de su casa. Sin embargo, sus reservas no eran demasiado fuertes para luchar contra la urgencia de abrazarla, lo que hizo, muy fuerte. La apretó, sintiendo su cabello contra su rostro, inhalando toda su esencia. Con reticencia, finalmente se alejó y la dejó ir. Su mano seguía agarrada a la suya. Él miró a la puerta. —¿Necesito entrar? Los ojos de Sarah se ampliaron y sacudió su cabeza demasiado rápido. —Oh, no, eso no es necesario. Ángel se preguntó si había algo que estaba escondiendo, algo de lo que se

que anoche. Quizás porque el auto de Eric era de palanca de cambios. El auto de Ángel no, así que tenía la mano libre para vagar, y vagaba. En cada oportunidad

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Una vez en el camino, encontró difícil mantener sus manos lejos de ella. Era peor

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avergonzaba. Pero lo dejó ir y caminó con ella hacia su auto.

que tenía, él acariciaba su rostro, su pierna, sus dedos. Dos veces llevó la mano de ella a su boca y la besó. ¿Qué demonios estaba mal con él? Tuvo que contenerse para no asustarla. Aunque a ella no parecía importarle, sonriendo cuando lo acariciaba en su mano. Quería sacarla de allí y tener un buen momento. Pero eso tendría que esperar a otro día. Hoy no quería estar en ningún lugar con mucha gente. Solo tenía una cosa en mente, bueno, además de sostenerla y besarla. Quería hablar con ella, conocer más de ella, más sobre ese sinsentido de irse. Más importante, estaba esperando que hoy pudiera tener alguna clase de entendimiento. Sabía que era una locura, pero después de anoche no había manera que estuviera bien con ella siendo libre de ver otros chicos. No mientras estuviera viéndola, y planeaba verla en cada oportunidad que tuviera. Sabía que era un riesgo, pero no más riesgo que no salir, y entonces posiblemente verla con alguien más. El simple pensamiento, le hacía apretar los dientes. Él empacó unos refrescos en la hielera de Sarah de la noche anterior y se detuvieron en un delicatessen por sándwiches. Manejaron a Montaña Soledad, el parque estatal local. Había montones de caminos de senderismo y de ciclismo, pero era conocido por sus cuevas enormes hechas por el hombre. Dominaban sobre el océano y tenían las vistas más espectaculares. Estaba seguro que Sarah lo amaría. Ángel había estado ahí muchas veces con sus hermanos y los chicos. Conocía bastante bien el lugar. La traería después para hacer ciclismo. Pero hoy, tenía planeada una visita mucho más calmada. Sarah miró por la ventanilla admirando las sorprendentes vistas. —Dios mío, este lugar es mejor que el acantilado de anoche. No creía que eso fuera posible.

como la primera vez. Él miró todo, y luego miró a Sarah. Su cuerpo podía sentir

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que el momento se acercaba, el momento en que la tuviera de nuevo en sus

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Tenía razón; sin importar cuántas veces viniera aquí siempre era tan increíble

brazos. Él le había sostenido la mano todo el camino y la apretaba gentilmente.

Eligió una de las áreas más privadas de picnic. El parque no estaba lleno, tenían el área para ellos solos, a excepción del ocasional ciclista que pasaba. Ángel sacó la hielera y una manta del maletero de su auto y la tomó de la mano. Sarah se encaminó a la mesa de picnic que estaba bajo un gran dosel de madera. Pero Ángel sacudió su cabeza, jalándola hacia un área llena de hierba debajo de un árbol. —Por aquí. —Le sonrió. Los ojos de Sarah se abrieron un poco, pero sonrió y lo siguió. Pusieron la manta y bajaron la hielera. No pasó mucho tiempo después que se sentaron, para que Ángel la estuviera besando. Al principio suavemente y dulcemente, luego la hizo recostar gentilmente, acostándola sobre la manta y él se apoyó en el codo que estaba junto a ella. Le sostenía la cabeza con su mano, mientras su otra mano vagaba por su cuerpo, sobre su ropa. Su mano corrió sobre su estómago, y luego más abajo sobre la parte exterior de su muslo. Estaba completamente excitado y sabía que ella lo sentía. Mordió su labio inferior suavemente mientras bajaba por su barbilla. Ella sabía tan malditamente bien. Movió un poco la cabeza de ella hacia arriba y se hundió en su cuello, besándola, succionando, mordiendo suavemente. —Ángel —murmuró ella, roncamente. Él gimió mientras continuaba besándola y succionando su cuello, deseando que estuvieran en algún lugar más privado. —Ángel. —Podía sentir lo fuerte que ella estaba respirando. Succionó sobre su cuello una última vez, luego la miró mientras se alejaba sonriendo, satisfecho cuando vio un pequeño pero vistoso punto rosa oscuro justo

alejarse de ella, se quedó apoyado sobre su codo, mirando los rosados labios húmedos de ella mientras jugaba con su mano. Él estaba a punto de decirle lo

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La miró y no pudo evitar besarla una última vez. Cuando finalmente fue capaz de

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debajo de su oreja.

perfecto que se sentía tenerla a su lado, cuando ella lo anonadó con una admisión inesperada. —Soy virgen. Ángel la miró en blanco por un segundo, sin estar seguro cómo responder. La idea de ser su primero azoraba cada terminación nerviosa de su cuerpo, y sus músculos se tensaron. Cuando no respondió inmediatamente, Sarah se sentó y se alejó de él. —Espera, aguanta… —Él la alcanzó. Ella alejó su mano fuera de su alcance. —Sólo te estoy diciendo, para que no creas que me burlo de ti, si las cosas no van tan lejos como esperas que sean. Él se sentó, rápidamente poniéndose de nuevo a su lado. Pero antes de que pudiera responder ella agregó: —Sólo es que no estoy lista para algo así, especialmente con todo lo que está pasando ahora.

Maldición, se sentía como un presionador, no mucho mejor que Jesse. —Está bien, Sarah. —Acarició su mejilla—. Lamento si me emocioné demasiado, usualmente no soy así. No sé lo que sea, pero apenas me puedo controlarme cuando estoy a tu alrededor. Ella se veía avergonzada y se mordió el labio inferior. —Me siento de la misma manera a tu alrededor. Él puso sus brazos alrededor de ella y besó su cabeza. Con ese cabello suave como el de un bebé contra su rostro, su esencia seductora, tenía miedo de dejarse llevar

—De hecho, muero de hambre, me salté el desayuno.

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—¿Tienes hambre?

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de nuevo. Se alejó, mirando rápidamente su reloj, era casi mediodía.

Ángel frunció el ceño. —Debiste decirme algo. —Puso la hielera enfrente de él. —No me diste oportunidad. —Se rio ella. Amaba verla sonreír. —Ja, ja. —El sarcasmo que salió de ella le hizo reírse aún más. Se sentaron al estilo yoga, y comieron en silencio por unos cuantos minutos. Aunque no lo intentaba demasiado, no podía mantener sus ojos lejos de ella. Incluso disfrutaba la manera en que comía, rompiendo el sándwich en pedazos con sus manos en lugar de simplemente morderlo. Comía lentamente y con gracia. Estaba apenas a la mitad de su sándwich, cuando él metió el último pedazo del suyo en su boca. El teléfono de Ángel sonó y tocó sus bolsillos, luego se dio cuenta que lo dejó en el auto. —Es mejor que atienda. Debe ser mi mamá. —Se puso de pie de un salto y corrió a su auto.

Sarah lo admiró por detrás mientras corría a su auto. Una vez ahí, se inclinó en la ventanilla y alcanzó su celular. Ella bajó su sándwich sobre su envoltura y golpeó con la mano su frente, dejándola ahí por un segundo. Sacudió su cabeza. Soy

virgen. Buen Dios, era apenas su primera cita, estaban en un parque, a plena luz del día. ¿Realmente pensó que él iba a saltar sobre sus huesos? ¿No había final para su idiotez? Ángel caminó de regreso, aún hablando por teléfono. Él colgó antes de estar lo suficientemente cerca para que ella escuchara. Se sentó de nuevo junto a ella y

mamá. Algunas veces, está realmente ocupada en el restaurante los fines de

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—Lo siento sobre eso. —Se sentó enfrente de ella—. Pensé que quizás sería mi

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levantó su sándwich.

semana, y necesita que vaya y ayude, incluso aunque no esté establecido en el horario. —¿Qué clase de restaurante tienen? —Ella ya lo sabía. Valerie le dijo mucho sobre los Moreno. Pero estaba cambiando a temas seguros. Uno en el que no metiera la pata. Él sacudió su cabeza limpiando su boca. —Un restaurante mexicano. Está en el Boulevard La Jolla. Te llevaré cuando tengamos más tiempo. Él terminó su sándwich y metió la basura en la bolsa de plástico en la que trajo todo. Miró al sándwich de Sarah. Sólo había comido la mitad. —Pensé que te estabas muriendo de hambre. Ella miró a su sándwich. —Como lentamente. —Había perdido el apetito después de su declaración estúpida, pero mintió para poder salir de ese tema. Funcionó, muy bien. Ángel se apoyó de nuevo en sus codos y la miró con curiosidad. —¿Y? Ella se encogió de hombros, metiendo un pequeño pedazo de sándwich en su boca. —Dijiste que tu cumpleaños es en invierno, ¿qué día es exactamente?

Gracias a Dios. Ella bajó su comida con el refresco y lo miró. —El primero de enero. Soy una bebé de Año Nuevo. —¿En serio? —Las cejas de Ángel se levantaron—. Entonces, estamos separados

Ella miró la confusión en el rostro de Ángel.

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—¿En serio? —Sin pensar dejó salir un molesto—: ¡Oh, mierda!

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por unas cuantas semanas. Mi cumpleaños es el 20 de diciembre.

—Lo siento, eso me recordó algo —explicó—. Hoy es el cumpleaños de Sydney. Hablamos largo y tendido esta mañana y nunca le dije feliz cumpleaños. Me siento terrible. Ángel se encogió de hombros. —Entonces, llámala de nuevo. —Él sacó su celular de sus pantalones y se lo alcanzó—. Toma, la recepción aquí es muy buena. —No —dijo ella un poco demasiado precipitadamente—. Puedo llamar cuando regrese a casa. —De ninguna manera iba a usar su teléfono para llamar a Sydney. No quería que el número de Sydney de alguna manera estuviera programado en el teléfono de Ángel. —En serio, toma. —Sostuvo su teléfono en frente de ella—. Realmente no me molesta. Si está molesta porque lo olvidaste, estará más feliz si llamas más pronto que tarde.

Ella, ella, el estómago de Sarah se torció. Nunca había sido una mentirosa en su vida y razonó que no estaba mintiendo. Nunca dijo que Syd fuera una chica, pero esto se estaba empezando a sentir como una gran mentira. Debería decirle. Realmente debería, pero no podía. No ahora. Habría un mejor momento. —Tienes razón. —Agarró su bolso—. Pero usaré mi teléfono. El número ya está programado en él. —Rápidamente sacó el teléfono. Lo miró y tragó mientras marcaba el número. Estaba feliz de que él estuviera sentado enfrente de ella y no junto a ella; porque si no quizás oiría la voz de Sydney. Incluso así, se alejó un poquito pretendiendo limpiarse las migas mientras escuchaba el teléfono timbrar. —¿Lynni? Oír la voz de Sydney sólo la puso más tensa. Presionó el teléfono más cerca de su oído, asegurándose de que Ángel no lo oyera. La sonrisa en el rostro de Ángel la

cumpleaños esta mañana.

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—Sydney —Ella frunció el ceño—, lo siento mucho, olvidé decirte feliz

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hizo sonar aún con más remordimientos cuando habló.

Ella pudo oír a Sydney reírse. —No te preocupes sobre eso —dijo él—. No lo había recordado hasta que fui a la cocina y mi mamá había cubierto todo con globos y otras cosas. Tuvimos un festín esta mañana. —Oh. —De repente se sintió abrumada con emoción. Los padres de Sydney siempre habían sido de esa forma. Incluso con ella. Recordó hace un par de años, cuando su mamá se había ido a Las Vegas para Año Nuevo, dejándola con los Maricopa. Ellos celebraron la Víspera de Año Nuevo comiendo pizza, jugando dominó por dinero y mirando películas de terror. Entonces, el Día de Año Nuevo, Frances Maricopa, la madre de Sydney, la sorprendió levantándose temprano para hacer un enorme festín de panqueques, tocino, salchichas, huevos y deliciosos croissants hechos en casa. Incluso decoró con serpentinas y globos todo alrededor del rincón del desayuno. Todo eso, sólo para Sarah. Ella nunca se había sentido tan especial. Lloró todo el tiempo mientras ellos cantaban Feliz Cumpleaños. Incluso ahora, sentía que las lágrimas estaban en sus ojos. Miró a Ángel. Él la miraba con curiosidad. Se dio cuenta que él nunca había alejado sus ojos de ella en todo el tiempo. Parpadeó duramente tratando de recuperar su compostura. —¿Estás bien, Lynni? —Sí, sí. —Se aclaró la garganta—. Me lo estaba imaginando. Suena maravilloso, Syd. Desearía poder estar ahí contigo para ayudarte a celebrar. —Estás aquí —dijo Sydney suavemente. —¿Qué? —Ya vi la presentación que me enviaste. Empecé a verlo, pero me hacía

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Ella se sintió cálida y sonrió.

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atragantarme así que tuve que apagarlo. Lo intentaré de nuevo más tarde.

—Sí, tienes que hacerlo, es bueno —dijo ella. Miró arriba para ver de nuevo a Ángel viéndola, él no se había encogido ninguna vez—. Escucha, me tengo que ir, pero te llamaré más tarde y puedes contarme cómo fue tu día, ¿sí? —Te quiero, Lynni. Sus ojos seguían en Ángel y ella no pudo responder de la manera que quería, y eso encogió su corazón. Le había dicho a Sydney cuánto lo quería por años. Se sentía natural. Incluso les contó a sus padres cuánto lo quería, pero no podía hacerlo ahora. No enfrente de Ángel. Era sólo cuestión de tiempo antes de que él lo supiera, y esto sólo lo haría más difícil de explicar. —Yo también —murmuró—. Hablaremos más tarde, ¿sí? Después de que colgó, Ángel le sonrió cálidamente. —Guau. Cuánta emoción, ¿todo eso porque lo olvidaste? Sarah se puso rígida. Nunca debió llamar a Sydney enfrente de Ángel. —No. —Quiso patearse a sí misma—. La mamá de Sydney le hizo un gran desayuno de cumpleaños esta mañana y eso me trajo recuerdos de cuando ella lo hizo para mí hace unos cuantos años atrás… eso es todo. —Ven aquí. —Él extendió su mano, sonriendo—. Prometo que trataré de controlarme. Ella se recostó encarándolo, apoyándose en su codo, y sonrió. Él rodó sobre uno de sus codos para mirarla y respiró profundamente. —Sarah, espero que esto no suene demasiado loco, pero me gustas un montón. — Se detuvo para besarle los dedos—. Es una locura, te acabo de conocer, pero siento como si pudiera pasar cada minuto contigo… si me dejas.

esperó alguna respuesta. En cambio, continuó, mirándola directamente.

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soñando? Ella no quería parpadear, porque temía que él desapareciera. Él no

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Sarah lo miró, tragando fuerte. Su corazón se hinchó en milisegundos. ¿Estaba

—Anoche, dijiste que no tenías novio. Sé que es demasiado pronto para eso. Tú no sabes nada sobre mí. Sé que no tengo derecho a preguntarte esto, pero… — Hizo una pausa—, dijiste que solo estarías por una temporada… así que, ¿sería demasiado pedirte eso hasta que lleguemos a un acuerdo? —¿Acuerdo? —Sarah sintió a lo que él quería llegar, pero ella estaba comportándose como una tonta. Quería absoluta claridad. Él aclaró su garganta y era obvio que estaba incómodo. —Me refiero a que, ¿si tú estarías bien si acordamos ser exclusivos mientras estés aquí? Sarah no podía creerlo. Ella miró al frente, pero no a él, sacudiendo su cabeza inconscientemente, tratando de que todo encajara. Cuando se enfocó de nuevo en él, su expresión había cambiado. —¿Eso es un no? Ella sacudió su cabeza incluso más fuerte. —No. Ángel se sentó rápidamente. —¿Estás viendo a alguien? —Su voz era casi un susurro. Antes de que ella pudiera decir o hacer de nuevo algo estúpido, se sentó encarándolo y habló directamente a su rostro. —También me gustas. No puedo empezar a decirte cuánto. Anoche fue la primera noche que salí desde que estoy aquí. Ha pasado un largo tiempo desde que me reí tanto. Su expresión se volvió más seria. Su siguiente declaración era un riesgo, pero uno

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que ella sentía que era necesario.

—No tengo problema con no ver a nadie más Ángel, pero sé sobre ti, y tus hermanos, y tus amigos. No sé si tú serás capaz de mantener el objetivo del acuerdo. Sólo no quiero salir herida. Ella vio los ojos de Ángel encogerse y sus labios presionados juntos. Él se inclinó hacia adelante y habló con un poco de aflicción. —Podrás pensar que me conoces, pero no tienes idea. Así que dejaré la suposición de lado esta vez. Pero si te digo que seré exclusivo, lo digo en serio. Tanto como Sara quería creerle, estaba aterrorizada. Había tantas promesas rotas en su vida, tantas caídas. No podría soportar una más. Él debió ver la mirada en su rostro. —Sarah, yo no miento. —Él era firme—. Puedes preguntarle a cualquiera que me conozca, si hay alguna cosa con la que puedas contar, es mi palabra. El golpe en su estómago fue ensordecedor. ¿Cómo podía ella estar sentada aquí y ser una hipócrita, cuando a su vez no estaba siendo exactamente comunicativa? Sonrió débilmente y decidió entonces ahí y ahora que se permitiría ser feliz, muy feliz por primera vez en mucho tiempo. Y entonces estaba sonriendo de oreja a oreja. —Bien. Él la miró inexpresivamente. Luego, como si de pronto lo hubiese golpeado, su sonrisa igualó la de ella. Puso su mano detrás de su cuello, empujándola gentilmente más cerca de él. Gimió cuando sus labios encontraron los de ella y

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luego la empujó hacia abajo con él.

Traducido por Soñadora Corregido por Jane

ngel recogió a Sarah temprano de nuevo el domingo, y desayunaron en

Á

una cuchara grasienta2. Se sentaron en el mismo lado del reservado. Ángel había renunciado a tratar de contenerse. La besaba y acariciaba a cada

momento que tenía. Incluso cuando su comida vino, no podía mantener sus manos lejos de ella. Incluso entre bocados mordisqueaba su oreja y la tocaba constantemente. Sarah parecía oponerse susurrando “La gente está viendo”. Le parecía a Ángel, con todas las risitas que ella hacía, que lo estaba disfrutando más de lo que admitía. Después del desayuno, Ángel preguntó si había algún lugar en particular al que quisiera ir, esperando que dijera algún lugar donde pudiera disfrutarla privadamente. Pero para su desencanto, ella dijo que nunca había ido a Old Town San Diego, y sabía que estaba a menos de media hora de paseo. Ángel frunció el ceño. —No quieres ir ahí. Ella hizo pucheros, haciendo que Ángel sonriera. —Valerie dijo que era obligatorio verlo.

Cuchara Grasienta: es una expresión coloquial en Gran Bretaña y Estados Unidos acerca de locales donde se sirve comida barata, lugar donde se alimenta la clase trabajadora de la sociedad. Por regla general denota un lugar de poca higiene donde los platos suelen tener defectos o manchas debido a un descuido.

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Él rodó sus ojos poniendo el último trozo de salchicha en su boca.

—Obvio que lo diría, ella es una chica, y no hay nada más que hacer excepto compras. —No, oí que hay mucha historia que ver ahí, también —dijo rápidamente—. Y dijo que la comida mexicana allí es genial. Ángel sonrió y besó su nariz. —De acuerdo, lo que quieras, pero si es mexicana lo que quieres, conozco un lugar mejor. Pasaron el resto del día en Old Town. Tomaron un tranvía que los dejó en los puntos más interesantes. Pero el resto del tiempo, caminaron y hablaron y rieron. La risa de ella era contagiosa, y él se encontró sonriendo y riendo con ella todo el día. Era increíble para Ángel lo cómodo que se sentía con ella, tan pronto. Cuando llegaron al área de compras principal, Ángel tenía una misión. Buscaba algo para Sarah. Quería algo especial que la hiciera recordar su primera cita. Caminaron dentro de una de las tiendas. Ángel observó toda la basura en los mostradores. Hasta ahora todo lo que había visto era o demasiado barato o de muy mal gusto. Caminó hacia donde Sarah se había detenido y miraba pequeños figurines de tortugas con cabezas móviles. Ángel tocó la cabecita para hacerla balancearse. —¿Te gusta esto? —Sonrió. —Es linda. —Mi hermana tiene un montón de esas. Desde que sus amigos se enteraron de que le gustaban le empezaron a comprar más. Así que las colecciona ahora. — Ángel rio—. Recuerdo la vez que un idiota trajo una al restaurante para ella. Mi

—¿Por qué haría eso?

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Ella lo miró raro.

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hermano, Alex, le rompió la cabeza.

Ángel aún sonreía. Eligió un par de tortugas para su hermana y se giró de nuevo a Sarah. —Ella sólo tenía quince años. Eso es demasiado joven para un novio. Observó como la nariz de Sarah se arrugaba y aparecía esa pequeña arruga entre sus ojos. Comenzaba a amar sus expresiones. —Quizás era sólo un amigo. Ángel sonrió. —No hay tal cosa. —¿Qué quieres decir? —Quiero decir que no es posible que un chico y una chica sean sólo amigos. — Ángel se movió por el pasillo aún sin ver nada que llamara su atención. Se detuvo al ver que Sarah no se había movido. —¿Qué está mal? —Nada. —Ella caminó hacia él—. ¿Realmente crees eso? —¿Creer qué? —¿Que chicos y chicas no pueden ser amigos? Ángel dejó de ver toda la basura en los estantes y giró su atención a Sarah. —Sí, ¿tú no? —No. Creo que es posible. —¿En serio? —Levantó una ceja—. ¿Tienes muchos amigos hombres, Sarah?

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—No muchos. Pero sí algunos.

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Sarah aclaró su garganta y miró a los souvenirs en la repisa.

—¿En serio? —Se acercó a ella y puso sus brazos a su alrededor desde atrás. Él habló en su oído—. ¿Quieres darme algunos nombres así puedo empezar a patear traseros? Sintió a Sarah endurecerse en sus brazos y él sonrió. —Relájate. Sólo estoy jugando. Había tenido esta conversación con otras chicas antes. Todas parecían creer que cualquier chico que las saludara o les mandara estúpidos textos era un amigo. Eso no era de lo que hablaba Ángel. Sabía que era debatible. Pero no tenía intenciones de discutir con Sarah en su primera cita. Besó el lado de su cara y ella pareció iluminarse. Sarah no comentó, en cambió alcanzó un par de zarcillos. Ángel los miró sobre su hombro mientras ella los examinaba. Eran muy delicados, el tipo que colgaba de la oreja, no pequeños. La piedra que los adornaba era brillante y plana. —¿Eso es una perla? —Parece una. —¿Te gustan? —La besó en su sien. —Sí, son lindos. —Los mantuvo a la luz y Ángel los tomó. —Vendidos. —La soltó y comenzó a ir a la caja. Sarah lo siguió. —No, Ángel, está bien. No quería… Se giró y le guiñó el ojo. —Son tuyos ahora.

—¿Cómo se ven?

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con esa arruga entre sus ojos.

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Ángel la ayudó a ponérselos cuando salieron de la pequeña tienda. Ella lo miró

—Perfectos —dijo él y la besó una y otra vez. Ángel había estado en Old Town muchas veces con su familia. Pero nunca la había experimentado como ese día. Disfrutó cada momento de él. Se le ocurrió que no importaba dónde fueran o qué hicieran, siempre que Sarah estuviera con él. Incluso podría disfrutar una película rosa. Gimió al pensar en lo que dirían los chicos al enterarse. Miró a Sarah inclinada contra él. Su cabeza descansaba en su pecho, su brazo alrededor de ella mientras estaban sentados al fondo del tranvía. En ese momento, no le importaba lo que nadie pensara. Después de sólo un fin de semana con ella, sabía que estaba muy enamorado. No había forma de esconderlo. Era un poco alarmante. Nunca se había enamorado, pero esto se sentía cerca.

Demasiado cerca. Algo se movió en él. Incluso a través de toda la risa, aún lo molestaba y trataba de bloquearlo en vano. Sólo estoy aquí por el semestre. Apretó sus ojos y la sostuvo más cerca. Él la haría cambiar de idea. Debía hacerlo. Salieron del tranvía y volvieron al estacionamiento y el auto de Ángel. Incluso con todo lo que habían comido, Ángel estaba hambriento. Cómo en sincronía, Sarah apretó su mano. —Estoy famélica —dijo, mirándolo. —¿Te apetece mexicana? —preguntó él. Ella sonrió ampliamente y asintió.

Estacionaron en una calle pequeña, justo fuera de la principal. El cartel del

pronto, ella no estaba lista, pero no quería lastimar sus sentimientos.

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si sus padres o hermanos estarían allí. ¿En qué estaba pensando él? Era demasiado

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restaurante decía: “MORENO’S”. Ella sintió su estómago encogerse, y se preguntó

Él sostuvo su mano mientras entraron al restaurante. Era mucho más grande de lo que parecía desde afuera. Ángel lo hizo parecer insignificante, pero ella sabía mejor. Valerie le había contado y dicho que era un restaurante muy lindo. Incluso con lo que Valerie había dicho, aún no estaba lista para eso. Era todo menos insignificante. De inmediato la llenaron los altos techos y enormes candelabros que sostenían lo que parecían pequeñas velas rojas por todos lados. Había arcos dramáticos en todos lados y las paredes estaban texturizadas para parecer antiguas con algo de ladrillo asomando en algunas partes, al igual que las casas históricas que habían visto en Old Town. La anfitriona en el frente, una chica joven y linda con grandes ojos marrones y pestañas larguísimas, estaba ocupada hablando con un mesero cuando entraron. Su uniforme le ajustaba perfecto, y acentuaba su gran busto. Su cabello oscuro estaba peinado en una trenza y Ángel tiró de ella juguetonamente, haciendo que los vellos de la nuca de Sarah se pararan. La chica miró a Ángel y sonrió. Luego su atención pasó a Sarah, mirándola con curiosidad. Sarah trató de soltar la mano de Ángel, pero él la sostuvo firmemente. Los celos eran nuevos para Sarah y no le gustaban en absoluto. Si esto bastaba para hacerla ver rojo se preguntó en qué se había metido. Tragó duro y trató de no fruncir el ceño. —¿Quién está? —le preguntó Ángel a la chica. —Sólo Alex. Mamá y papá se fueron como hace media hora —dijo—. ¿Viniste a comer? Ángel asintió y se giró a Sarah. —Sofi, esta es Sarah. Sarah, mi hermanita Sofi.

conocerte, Sarah. Aliviada, Sarah exhaló. Apretó la mano de Sofía sonriendo.

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—Sofía —lo corrigió—. Y difícilmente sea una hermanita aún, Ángel. Gusto en

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Su hermana rodó sus ojos y sostuvo su mano para apretar la de Sarah.

—Es un gusto conocerte también. Ella tenía razón, pensó Sarah. Su hermana no se veía como una bebé en absoluto. De hecho, si hubiera tenido que adivinar hubiera pensado que Sofía tenía al menos su edad, sino mayor. Sofía era más alta que ella, con muchas más curvas. Ángel ignoró el comentario de Sofía y tomó un menú. Guio a Sarah a uno de los salones. —Llevaré nuestra orden, no tienes que enviar a nadie. La habitación era enorme, Sarah miró alrededor impresionada. Brillantes pinturas mexicanas adornaban elegantemente las paredes. Figurines móviles, como los que habían visto por todo Old Town, adornaban los estantes. Por uno de los arcos, Sarah podía ver el otro salón y se dio cuenta de que la música que oyó cuando entraron era de hecho un trío de músicos en vivo cantando. Estiró su cuello para ver mejor. Había un hombre pequeño con un acordeón, uno más alto tocando el chelo y el más regordete de los tres era el cantante tocando la guitarra. Todos usaban sombreros vaqueros y tenían gruesos bigotes. Con razón Ángel no había querido ir a Old Tow, ¿por qué querría? Tenía todo aquí. Ángel la llevó a una de los reservados más privados al fondo del restaurante. —Míralo. —Le entregó el menú, luego la besó—. Iré a conseguirnos algo para beber. Los ojos de Sarah saltaban de un plato a otro del menú. Estaba hambrienta y todo sonaba tan bien. Leyó todo lo que incluía cada plato y se preguntó si quedaría satisfecha. Estaba intentando decidirse entre las enchiladas verdes y el burrito, cuando oyó voces masculinas viniendo a ella. Sus ojos se levantaron del menú y vio a Ángel y a lo que parecía una versión más alta, corpulenta y más madura de

maliciosamente, mirando a Ángel y de nuevo a Sarah.

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—Bueno, esto es nuevo —dijo Alex cuando se acercó lo suficiente. Sonrió

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él, acercándose a ella. Alex. Su corazón golpeó un poco más fuerte.

—Ignóralo. —Ángel puso nachos y salsa frente a ella, derramando un poco de salsa en el proceso. Alex se deslizó en el asiento directamente frente a ella, frunciendo el ceño ante la salsa derramada. —Con razón no te dejan servir mesas por aquí. —Cuando sus ojos encontraron los de Sarah, su ceño se disolvió—. ¿Esos son reales? Ángel rio y los presentó. —Alex, ella es Sarah. Sarah, este es mi hermano Alex, y no se va a quedar aquí. Él puso la mano sobre la de ella en la mesa. —Un gusto conocerte, Sarah. Sarah tragó, sosteniendo el menú firmemente con su otra mano. —Un gusto conocerte también. Ángel tomó una servilleta y limpió la mesa donde la salsa se había derramado. —¿Ya has decidido o necesitas más tiempo? —le preguntó a Sarah. Sarah apenas podía concentrarse con la mano de Alex aún sobre la de ella. —Uh, ¿las enchiladas verdes son buenas? Alex apretó su mano y sonrió. —Todo aquí es delicioso. Sarah se enderezó un poco, sintiendo que sus mejillas se enrojecían, mientras Ángel le tiraba la servilleta arrugada a Alex y reía.

—Sí. —Ángel miró a Sarah de nuevo—. Son muy buenas. ¿Eso es lo que quieres?

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Alex no quitó sus ojos de Sarah, pero soltó su mano.

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—Para ya. Eres un idiota.

Ella asintió y le entregó el menú. —De acuerdo. Déjame entrar a colocar la orden. Vuelvo en un momento. Y no te preocupes; él se irá cuando regrese. —Creo que eres tú quien está preocupado. —Sonrió Alex. Ángel se fue. —Lo que sea —dijo, sin girarse—. Y quita tus manos de ella. Alex levantó sus manos en el aire, sonriendo. Se echó hacia atrás y cruzó sus brazos, pretendiendo analizarla. Sarah no podía superar el parecido entre él y Ángel, excepto que Alex era más grande, más lleno de algún modo. Pero no pesado, sólo corpulento, y su cuello era enorme. Tenía esos increíbles hoyuelos como Ángel. Con él sonriendo así, viéndose tan perfecto, era difícil creer que tenía un temperamento tan irritable, como había oído. Su juego hacía sentir a Sarah menos nerviosa. —Bueno, no sabía que Ángel tenía una chica, ¿tú sabías que tenía hermanos? —Sí, sabía. Debo decir que aunque nunca te había visto, he oído muchísimo sobre ti. —¿En serio? —dijo—. Bueno, no creas ni una palabra. Ángel sólo está celoso. Sarah rio. —En realidad, Ángel no ha dicho ni una palabra sobre ti. Es mi prima quien ha hecho toda la charla. —Valerie iba a matarla. —¿Tu prima?

—De acuerdo, debo saberlo ahora. ¿Cómo se llama tu prima?

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Alex se inclinó más cerca de Sarah.

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—Sí, creo que se puede decir que es una de tus mayores fans. —Sarah sonrió.

—Valerie Zuniga —dijo ella—. Es de los últimos cursos como yo en La Jolla. Ella lo miró concentrarse. —¿Valerie Zuniga? ¿Cómo es ella? —Pequeña. —Rio Sarah—. Realmente pequeña. Con lo alto que eres, ella puede haber pasado cerca tuyo cien veces y probablemente nunca la hayas visto. Quizás es por eso que no la recuerdas. —Quizás. Así que tu pequeña prima Valerie es una fan, ¿uh? ¿Ella tiene ojos como los tuyos? Sarah se sintió enrojecer de nuevo. —No, de hecho no es mi prima de sangre. Mi tía se casó con el padre de Valerie hace unos años. Así que no se parece nada a mí. Tiene cabello rubio corto y ojos marrones. —Hmmm… ¿una rubia? Bueno, si no la recuerdo, ¿qué podría decir acerca de mí?

Oh, no. Sarah no había esperado que la conversación llegara tan lejos. Ella no podía decirle que Valerie lo adoraba. ¿Y si él alguna vez la conocía? Ella aclaró su garganta. —Oh, ella sólo me dijo lo buen jugador de fútbol que eres y eso. —Estás acobardándote, Sarah. —Sonrió—. Dijiste haber oído muchísimo, ahora escúpelo. Los ojos de Sarah se abrieron. —Bueno sí, pero es charla de mujeres. No puedo decirte eso, me mataría.

—De ninguna manera. —Se rio nerviosamente. ¿Dónde estaba Ángel?

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—Charla de chicas, ¿uh? Esto se pone incluso mejor. Tienes que decirme ahora.

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Él se sentó incluso más interesado.

Alex estaba jugando con ella ahora y ella veía que amaba verla retorcerse. —Está bien, solo una cosa. No puedes dejarme colgando así. Tú eres la que trajo el tema a colación. Eso era verdad y ahora quería patearse a sí misma por ello. Suspiró, sintiéndose derrotada. —De acuerdo, sólo una cosa y terminamos con esto, ¿de acuerdo? —Ella trató de sonar firme. —Sí, señora. —La comisura de sus labios se elevó, haciendo el hoyuelo en su mejilla aún más profundo. ¿Cómo podía no saber lo que las chicas decían de él? —Ella sólo me habló muchas veces sobre… bueno, tú sabes… lo apuesto que eres y lo popular que eras en la escuela. ¿De acuerdo? No voy a darte más detalles tampoco, así que no preguntes. Alex rio. —De acuerdo, es justo, pero ahora vas a tener que traerla alguna vez, así puedo conocerla. —De acuerdo, alguno de estos días quizás. —De alguna forma dudaba que Valerie quisiera ir ahora. Cambió de tema—. Así que… creí que estabas lejos en la escuela. Él sacudió su cabeza. —Estoy en la escuela, pero no lejos. Voy a la UC San Diego. Quería quedarme cerca, así podía ayudar en el restaurante. No tengo escuela o práctica los domingos. Él miró sobre el hombro de ella y sonrió enormemente. Levantó su mano y la

—Vete de aquí. —Oyó a Ángel decir de detrás de ella.

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—Llegas demasiado tarde —dijo él—. Vamos a casarnos.

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besó. Sarah se tensó.

Se giró para verlo caminando hacia ellos. Sus ojos se encontraron y él frunció sus labios hacia ella, haciendo a su corazón acelerarse. Había estado con él todo el fin de semana, y aún no podía tener suficiente. Para el momento que llegó al reservado, Alex ya estaba de pie. —Sí, mejor te vas —dijo Ángel. Alex le revolvió el cabello. —Tienes suerte de que tenga trabajo que hacer. —Le sonrió a Sarah—. Fue un placer, Sarah. Ángel lo empujó juguetonamente. —Vete al trabajo, idiota. Justo cuando Alex comenzaba a alejarse, Sofía apareció en la sala. —Tu comida está lista, Ángel. Alex parecía sorprendido. —¿Aún estás aquí, Sofía? —Sí, había gente esperando y Julio no llegaba. —¿Quién te llevará a casa? Sofía se encogió de hombros. —Creí que tú lo harías. —Cariño, no puedo irme. Estoy cerrando caja esta semana. —Ambos se giraron a Ángel.

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—Puedo llevarla —concedió—. Pero voy a comer primero.

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Los hombros de Ángel cayeron y él miró al techo.

Se inclinó y besó a Sarah, antes de irse de nuevo a buscar su comida. Comieron su cena, y como era usual, Ángel era incapaz de no tocarla o besarla. Cuando terminaron se sentaron allí, satisfechos. —Dios, eso estuvo bueno. —Sarah miraba su plato vacío. Ángel había comido el burrito más grande del menú. Se veía lo suficientemente grande como para dos personas. Se inclinó a Sarah. —Creo que comí demasiado. —¿Eso crees? —Su plato parecía haber sido lamido hasta dejarlo limpio. Ella comenzó a reírse—. No hay forma de que yo hubiera podido ni siquiera con la mitad de eso. Ángel gruñó. —No es gracioso. Sarah se giró y miró el restaurante. —Mejor nos vamos —dijo—. Tu pobre hermana ha estado esperando todo este tiempo. Ángel se paró y comenzó a apilar los platos, pero un mesero se apresuró. —Yo me encargo, Ángel. —Puedo con esto, Ernie —dijo Ángel. —No, no, yo lo hago —insistió Ernie y rápidamente apiló todo sobre el plato de Ángel. —Gracias, hombre. —Ángel tomó la mano de Sarah. Caminaron por la puerta a la oficina trasera y Ángel gritó—: Nos vamos, Alex.

—De acuerdo entonces —dijo Alex—. Adiooooós, Sarah.

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—Sí, yo la llevaré.

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—De acuerdo —gritó Alex de nuevo—. ¿Llevas a Sofía, no?

—Adioooós, Alex. —Ella río. Oyeron a Alex reír. Ángel sacudió su cabeza.

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—No lo alientes.

Traducido por Katt090 Corregido por Kasycrazy

E

n el camino a casa desde el restaurante, las dos chicas se cayeron bien enseguida. Ambas amaban correr. Sofía estaba en el equipo de atletismo, y Sarah había estado en la pista desde el noveno grado. Sarah esperaba

que Sofía no preguntara por qué ella se mudó aquí. No lo hizo. Estaba más interesada en por qué no había salido a pista en La Jolla. —No es demasiado tarde, ya sabes —dijo Sofía—. Las reuniones no son hasta el próximo semestre de todos modos. ¿Has hecho relevos? Porque la chica que corría el relevo con nosotros el año pasado era muy buena, pero se graduó. Así que ahora estamos tratando de encontrar a alguien para reemplazarla, pero nadie hasta el momento ha llegado ni siquiera cerca de su velocidad. Sarah sabía que tenía la velocidad. Había sido el cuarto corredor favorito en los 400 metros y los dos relevos de 1600 metros en casa y ganó un montón de veces, un par de veces viniendo desde atrás. Le dolía el corazón pensar que no estaba allí entrenando con todos sus viejos compañeros de equipo. Ni siquiera se había despedido de ninguno de ellos, porque no quería contestar alguna de las preguntas inevitables. En cambio, había pedido a Sydney que fuera simple y sólo les dijera que se había mudado a otro estado durante el verano. Ya averiguaría qué decir cuando regresara.

Ángel se volvió hacia ella. Él había estado sosteniendo su mano todo el camino.

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—Oh, Dios mío. —Sofía se sentó al borde de su asiento—. ¿Eres rápida?

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—Corrí unos relevos cuando estaba en casa, en el equipo.

—Sí, soy bastante rápida. —Ven y conoce al equipo, Sarah, ve qué te parece. Y, oh. —Sofía miró a Ángel y luego de nuevo a Sarah—. El entrenador Rudy está bien. Ella pronunció la palabra bien de nuevo, en caso de que Sarah no hubiera captado lo que quería decir. —Es un pervertido. —Ángel resopló. —¡No lo es! Esos son sólo rumores. Eso provocó la curiosidad de Sarah. —¿Qué rumores? —Es joven y caliente. El año pasado fue su primer año de enseñanza, en su vida. —Sofía hizo una mueca—. Por lo tanto, muchas de las chicas estúpidas siempre están coqueteando con él. De todos modos, la gente empezó a hablar de que tal vez había salido con algunas de las mayores fuera de la escuela. Incluso si él lo hizo, no puede tener más de veintitrés, eso no es viejo. Las cejas de Sarah se dispararon y Ángel le dio a Sofía una mirada de disgusto. —Te advertí acerca de él. —Sí, sí, Ángel, lo sé. —Sofía se volvió hacia Sarah y rodó los ojos—. No se me permite estar a solas con él, ¿puedes creerlo? De todos modos, debes salir y correr con nosotros, Sarah. El entrenador Rudy estará tan emocionado. —Pero no voy a estar aquí el próximo semestre. —Ángel apretó la mano de Sarah y sus ojos se encontraron. Volvió de nuevo su atención a la carretera. Ella podía ver su mandíbula tensa, y

había pensado que ésta era grande. Pues bien, en comparación con el apartamento de una habitación en el que ella y su madre habían vivido, cualquier

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La casa era impresionante, mucho más grande que la de su tía, y ella siempre

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su expresión volverse seria. Giró en un camino circular largo.

cosa era grande. Pero esto era enorme. Miró por la ventana al llegar a la entrada principal y se detuvo. Tenía una entrada elegante con puerta doble. —¿Por qué? —Casi gimió Sofía. —Voy a tener que contarte en otro momento —dijo Sarah, mirando hacia atrás. Sofía frunció el ceño y abrió la puerta de atrás. —Dile a mamá que volveré más tarde —dijo Ángel. Sofía salió y dio la vuelta a la ventana de Sarah. —Por favor, dime que no eras la corredora del cuarto lugar, porque eso es lo que realmente necesitamos. Sarah se sentía culpable. —Sí, lo era. —Uughh. —Sofía se desanimó—. Tal vez por lo menos puedas venir a la práctica con nosotros uno de estos días. —Claro, puedo hacer eso —dijo Sarah—. Debería estar entrenando, de todos modos. Mi plan es volver a estar en el equipo en mi vieja escuela. —Bien. —Sonrió Sofía—. Voy a hablar con mi entrenador y te haré saber cuándo. —Me parece bien. Sofía agradeció a Ángel por llevarla y entró. Sin dejar de sonreír, Sarah volvió a mirar a Ángel. Su expresión era tan dura, su sonrisa desapareció de inmediato.

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—Tenemos que hablar. —Él se retiró de la calzada.

Condujeron hasta donde él la había llevado la noche de la fiesta. Ángel podía sentir el inicio de un dolor de cabeza, y su estómago se sentía un poco mareado.

¿Qué demonios estaba haciendo ella con él? A excepción de cuando ella le había preguntado si estaba bien y él simplemente respondió “nop”, el camino fue silencioso. Aun así, él sostuvo su mano firmemente en la suya. Aparcó frente al acantilado donde tenían una vista perfecta de la puesta del sol. Pero Ángel no estaba interesado en eso. Ni siquiera esperó a salir del auto, tan pronto como lo apagó, se apoyó contra la puerta y la miró. La mirada de preocupación en su rostro hizo a sus palabras más suave de lo que originalmente quiso que fueran. —No entiendo por qué estás tan apurada por volver a Arizona, Sarah. —Sin esperar respuesta, añadió—: Quiero decir, ¿es realmente tan malo aquí? Sé que dijiste que tu amiga te está esperando, ¿pero tu mamá va a estar allí para ti? Vio el dolor en su rostro, y su corazón cayó. Inmediatamente se sintió como un idiota. Mierda. ¿Quién demonios se creía él para estar entrometiéndose en su vida de esa manera? Apenas la había conocido durante un fin de semana, y sus planes fueron hechos mucho antes de conocerlo a él. —Lo siento, Sarah. —Él le besó la mano. Vio las lágrimas en sus grandes ojos y sintió ganas de patear su propio culo. Su expresión de dolor le retorció las entrañas. Maldita sea, ¿cómo podía ser tan estúpido? Por lo que sabía, su madre podría estar en algún hospital. Se inclinó y tiró de ella suavemente hacia él, besando su cabeza. —Dios, Sarah, lo siento mucho —dijo—. No tenía derecho... —Ella negó con la

¿Saber qué?

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—Estás bien —dijo ella—. No es tu culpa, no hay manera de pudieras saber.

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cabeza antes de que pudiera terminar.

—Entonces, dime —dijo él, y luego añadió rápidamente—: O no lo hagas. No tiene que... si no quieres. La había empujado demasiado. Quería estar allí para ella, hacer su dolor desaparecer, pero tenía que dejar de ser tan condenadamente agresivo. —No es que yo no quiera —dijo ella—. Es solo demasiado embarazoso. —Luego añadió en un bajo susurro—: …Vergonzoso. —¿Qué? —Él levantó la barbilla con suavidad—. Sarah, no hay nada que puedas decirme que me haga sentir diferente acerca de ti. —Y lo decía en serio. Tenía la sensación de que lo que fuera, no podía ser algo que Sarah hubiera hecho. No podía imaginar a Sarah haciendo algo vergonzoso. Abrió la guantera y sacó un pañuelo, entregándosela a ella. Ella lo tomó y se limpió. —¿Podemos salir? Ángel sacó las llaves del encendido y se bajó del auto. Lo rodeó rápidamente, reuniéndose con ella mientras salía. Él la abrazó con fuerza, deseando que ella sintiera lo mucho que lo lamentaba. —Lo siento mucho. —No —dijo ella—. Tú no has hecho nada. —Soy un idiota. —No, no lo eres —dijo riendo. Cerró la puerta y caminaron hacia el lugar exacto en el que había estado la primera noche. Sarah se aferró a la barandilla y se puso de pie detrás de ella, con los brazos alrededor de su cintura. Mientras miraban hacia el océano, Ángel la

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—Mi madre está en la cárcel.

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sintió tomar una respiración profunda.

Se quedó completamente inmóvil. Lo último que quería era que Sarah sintiera que la estaba juzgando. Estaba decidido a no interrumpir y dejarla decir lo que quisiera, y sólo lo que quisiera. Ella se volvió hacia él y sintió que se le encogía el corazón, al ver las lágrimas en sus ojos de nuevo. —Mi mamá es una buena persona. —Cariño, no tienes que convencerme. —Él limpió una lágrima que rodó por su mejilla. Ella le echó los brazos al cuello y él la sostuvo con fuerza. Después de sostenerla durante unos minutos, ella se echó hacia atrás y lo miró directamente a los ojos. —Las cosas no fueron fáciles para nosotras, Ángel —dijo ella—. Siempre hemos sido sólo nosotras dos. No teníamos a nadie más. Mis abuelos eran inexistentes, renegando a mi mamá cuando ella quedó embarazada de mí. Ella sólo tenía diecisiete años cuando yo nací, y nunca he conocido a mi padre. Ángel escuchó cada palabra suya. Su corazón se rompió cuando ella resistió, negándose a dejarse caer a pedazos. —Entonces empecé a pedir cosas. —Su voz estaba llena de repugnancia—. Cosas que ella no podía pagar, costosas zapatillas deportivas y ropa, y un iPod. Fui egoísta. Ella consiguió todo lo que pedí y no pregunté cómo. En el fondo sabía que no podíamos permitirnos todo eso, pero no me importaba. —Ella hizo una pausa para respirar hondo y limpiarse la nariz—. Entonces, un día, ella me sentó y lloró. Me dijo que había estado mal. Todavía no entiendo todo el asunto, pero ella tomó el dinero de su jefe. Había estado haciéndolo durante años. Malversación es cómo lo llamaron en el juicio. Ahora está pagando tres años y es toda mi culpa.

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sintiendo una mano invisible exprimir su tráquea.

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Se desplomó sobre el pecho de él y lloró en voz baja. Ángel la abrazó con fuerza,

—No es tu culpa —le susurró frenéticamente en su oído mientras la besaba una y otra vez. La acompañó hasta el banco donde podían sentarse, y la sentó en su regazo. Ella se sentó con la espalda recta, recomponiéndose, y lo miró. —Ella está en un centro penitenciario de mínima seguridad en Phoenix. — Levantó sus dedos para enfatizar la cita con sarcasmo. Ángel se le quedó mirando sin poder hacer nada, tomando su mano de nuevo en la suya y apretándola. —No quiere que la visite —continuó—, dijo que no quería que la viera así nunca. Pero no hay manera de que pueda estar tres años sin verla. Estoy pensando en visitarla, sin importar lo que diga. —¿Puede llamarte? Sarah asintió. —Sí, llama cada semana y nos escribimos todo el tiempo, pero no es suficiente. —Sarah. —Él trató de sonar optimista—. Las personas raramente cumplen todo su tiempo, especialmente cuando el delito no fue violento. Probablemente saldrá antes de los tres años. —Eso es lo que su abogado le dijo —dijo Sarah—. Pero ella acaba de entrar por lo que todavía está esperando por lo menos un año y medio, si tiene suerte. Ángel la acunó, besándola en la frente. Ella se apoyó en su hombro. —La cosa es que Ángel, al crecer nos mudamos constantemente. No sé por qué, pero la mayoría de los puestos de trabajo que ella tenía raramente duraban. Cada vez que ella conseguía uno nuevo era hora de seguir adelante. A veces, ella sabía

—Hasta que tenía nueve años nos mudamos tanto que había estado en más de una docena de escuelas diferentes, a veces mudándonos dos veces en el mismo

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alojábamos en un hotel durante unos meses.

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que iba a ser una estancia corta y ni siquiera conseguíamos un apartamento, y nos

año. Me había dado por vencida en hacer amigos o incluso a desempacar. Fue casi un año después de que nos trasladamos a Flagstaff cuando finalmente me permití desempacar por completo. —¿Y ahí es donde conociste a Sydney? —Ángel sintió que ella se tensaba un poco y enderezaba de nuevo. —Sí —dijo ella rápidamente—. Pero lo más importante es que nos quedamos allí. Durante ocho años. Puede que no significara mucho para nadie, pero para mí era todo. Estaba finalmente en casa. Y entonces, justo antes de que pueda terminar la escuela, esto sucede. Empacar todas mis cosas recobró todos los dolorosos recuerdos de cuando era una niña. Gracias a Dios por Valerie, no sé cómo iba a sobrevivir en una nueva escuela de nuevo. Su expresión se volvió afectuosa. —No es que sea tan malo aquí, Ángel. Es sólo que me tomó tanto tiempo sentir que pertenecía a alguna parte. Siento como que tengo que volver. Lo necesito, es mi hogar. Ángel la besó suavemente. —Sarah, no me debes ninguna explicación. No tenía derecho de interrogarte, para empezar. Él se sentía repugnado consigo mismo. Después de todo lo que ella había pasado, estaba sentada aquí tratando de hacerle entender. Podía volver a Arizona si quería, ella debería. Por mucho que le disgustaba la idea de ella estando lejos, se merecía ser feliz. Demonios, él conduciría hacia ahí cada fin de semana si tenía

este fin de semana. La montaña rusa había terminado y, sin embargo, su estómago todavía estaba sintiendo los efectos.

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Era casi increíble para Sarah, qué increíble mezcla de emociones había sentido

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que hacerlo.

Había mantenido a Sydney actualizado el fin de semana con todo lo que estaba sucediendo. Cuando ella le dijo lo que había pasado hoy, él estaba molesto al principio, pero ella había defendido fervientemente a Ángel. Él se había reído, bromeando que si no la conociera mejor diría que estaba enamorada. Ella tuvo la sensación de que Sydney estaba feliz de que por fin había confiado en alguien más acerca de su mamá. Se sentía culpable ahora acerca de la cantidad de basura que había descargado sobre él, y sin embargo él siempre había estado allí dispuesto a ayudarla a través de todo. No le había dicho aún que Ángel asumió que él era una chica. No sabía por qué, pero de alguna manera pensó que se iba a sentir insultado, traicionado porque ella estaba negando su amistad. Miró el reloj, eran las 10:30 pm. Estaba casi fuera de la habitación, en su camino a cepillarse los dientes, cuando oyó sonar el teléfono. Su rostro se iluminó cuando vio que era Ángel. Respondió con una sonrisa. —Hola, Ángel. —Hey. —Su voz era baja—. Lo siento por estar llamando tan tarde. No podía dejar de pensar en ti. Sólo quería asegurarme de que estabas bien. Todavía me siento como un idiota por lo de hoy. —No, no debes. —Ella apretó el teléfono—. En realidad, me siento mucho mejor ahora que te lo he dicho. —Bien —dijo—. Porque quiero que sepas que puedes decirme cualquier cosa. El corazón de Sarah se hundió. Sabía que debía haberle hablado de Sydney ya, pero la verdad era que estaba empezando a preguntarse si él realmente necesitaba saber. Valerie tenía razón, decidió, sobre los chicos siendo territoriales y Ángel lo estaba dejando bien claro. Estaba segura ahora, especialmente después de escuchar su opinión acerca de los chicos y chicas siendo amigos, que no iba a

Razonó consigo misma que probablemente nunca tendría la oportunidad de

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conocer a Syd, de todos modos. Ya había decidido mantener el tema de Syd al

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entender su relación con Sydney.

mínimo. Aun así, no pudo evitar sentirse mentirosa.

Empujó Sydney al fondo de su mente. Había otras cosas que necesitaba poner en claro con él. —Escucha, Ángel. —Se sentó en su cama—. Me alegro de que hayas llamado. Con toda la charla sobre mi madre hoy, me olvidé por completo de hablar contigo de mañana. —¿Qué hay mañana? —Bueno, sé que tenemos un acuerdo ahora, pero no quiero que eso cambie las cosas en la escuela. Se quedó en silencio por un momento, pero ella oyó un cambio inconfundible en su voz cuando habló de nuevo. —¿No quieres que nadie en la escuela sepa que estás viendo a alguien? —No. —Ella se sorprendió de que él pensara eso—. Es sólo que no quiero que cambies nada de lo que haces normalmente, por mí. Sé qué eres cercano a tus amigos. Estoy segura de que vamos a tener un montón de tiempo para estar juntos después de la escuela y los fines de semana, no hay necesidad de que me meta en tu tiempo con tus amigos en la escuela. Realmente esperaba que lo entendiera. Lo último que quería hacer era asfixiarlo. Después de todo, se trataba de su escuela, sus amigos, ella era la forastera. La verdad era que no estaba del todo segura de que iba ser capaz de manejar esto. Era bien sabido la forma en que las chicas, en especial Dana, actuaban alrededor de Ángel. Sólo la idea de ver a otra chica arrojarse sobre él ahora la hacía temblar. —Hey —dijo—. No tengo problema con todo siguiendo igual en la medida en que salgas con tus amigos, y yo con los míos. Pero en caso de que haya alguna duda, no estaba planeando mantener este acuerdo en secreto.

pasando, y nada menos que con Ángel Moreno.

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vez la realidad de todo esto estaba penetrando en ella. Esto realmente estaba

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Sarah sintió que la velocidad de los latidos de su corazón aumentaba. Por primera

—Oh, ya lo sé —dijo ella—. Eso no es lo que quise decir. Es sólo que no quiero asfixiarte, Ángel. Quiero que todavía tengas tu espacio. —Estás equivocada, Sarah —dijo—. Si alguien va a tener que vigilar lo de asfixiar, seré yo. En caso de que no lo hayas notado, simplemente no puedo tener suficiente de ti. Sus palabras provocaron escalofríos arriba y abajo de su espina dorsal. Se sentía de la misma manera, pero Ángel no parecía asustado. Ella, por su parte, estaba aterrorizada. Este tipo de felicidad era poco común en su mundo. No estaba acostumbrada a ello y, en cierto modo, casi se sentía culpable por sentirse tan feliz. —Tienes que dejar de decir cosas así. —¿Por qué? —Parecía muy serio—. Digo lo que siento, y quiero que hagas lo mismo. No te guardes nada. —Está bien. —Le encantaba la forma en que él la hacía sentir tan desinhibida—. ¿Puedo decirte lo que estoy sintiendo en este momento? —Por supuesto. Se mordió el labio inferior. —Me gustaría arrastrarme a través del teléfono en este momento, y besarte por todas partes. Lo oyó gemir. —Eso no es justo. Bueno, vamos a dejar una cosa clara, cosas como esa sólo las puedes decir cuando te tengo justo delante de mí. Maldita sea, ¿cómo se supone que voy a dormirme ahora?

—Sí, ya sabes lo que voy a estar soñando.

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—Dulces sueños, Ángel.

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Sarah se rio.

—Lo siento —dijo ella, sin dejar de reír—. Te lo compensaré, lo prometo. Él gimió de nuevo. —Sarah, cariño, sé que tienes buenas intenciones, pero eso no está ayudando a mi situación aquí. Se obligó a dejar de reírse; recordándose a sí misma a no hacer promesas que no podía cumplir. Ya había visto de primera mano lo difícil, casi doloroso que fue para él contenerse. No es que ella tenía alguna duda que lo haría, pero era cruel burlarse de él de esa manera. Se quedó mirando el teléfono por un tiempo después de que había colgado, y se

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preguntó cómo ella conseguiría dormir esta noche.

Traducido por Simoriah Corregido por Caamille

M

anteniendo su palabra, Ángel no mantuvo la relación en secreto. Tan pronto como la vio el lunes a la mañana junto a su casillero, estuvo sobre ella. Se deslizó por detrás, envolvió su cintura con los brazos y

le besó el cuello. El resto del día fue bastante similar. Cada vez que estaba cerca, él estaba alrededor de ella, incapaz de mantener sus miembros o labios lejos de ella. Ella lo había presentado a algunas de sus amigas y también había conocido a uno de sus amigos, Freddie, el tipo que tenía su casillero junto al de ella. Pero aparecer mientras reía con Freddie había hecho que Ángel viera rojo. Él mencionó cómo su propio casillero estaba cerca del salón de trabajo de ella, pero no cayó. Innegablemente, eran una pareja. Hubo unas cuantas expresiones de desprecio, y algunas chicas que Ángel conocía los miraron boquiabiertas, pero si Sarah lo había notado, no dijo una palabra. Él medio esperaba que estuviera tensa o aprensiva; por lo que le había dicho en la playa sobre tener miedo o ser herida. Pero su audaz resolución a lo largo del día lo había sorprendido e impresionado, fascinándolo incluso aún más.

era más sabio que eso. Romero no recordaba mucho de la fiesta del viernes, así

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Eric simplemente había sonreído a sabiendas, pero no había dicho una palabra,

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Aunque los amigos de Ángel parecieron sorprendidos, no habían dicho mucho.

que estaba completamente perdido. Sin embargo, después de ver a Ángel sobre Sarah unas pocas veces, finalmente habló. —Maldición, así de bueno, ¿eh? —Había dicho—. Hazme saber cuándo hayas terminado, así puedo conseguir un poco. Eric había contenido la risa, y esperado los fuegos artificiales. Pero Ángel sabía que su amigo no podía saberlo. Así que lo dejó ir con una dura advertencia. —No es así, amigo. Así que ni siquiera lo pienses. —Y eso fue todo. Para el final del día, estaba ahí para que todos lo vieran. Y Ángel estaba bastante satisfecho.

Sarah aceptó la oferta de Sofía de salir y correr con el equipo de atletismo esa semana. En lugar de correr sola después de la escuela ese miércoles, se reunió con Sofía en el vestuario y salió con ella hacia dónde practicaba el equipo. Ángel le dio la misma advertencia que le había dado a Sofía sobre el entrenador. —No te quedes sola con ese pervertido. Sarah estuvo sorprendida de cuán joven realmente era el entrenador. Si no hubiera vestido la camiseta que decía entrenador fácilmente podría haberlo tomado por uno de los tipos más grandes de la escuela. Tenía rostro de bebé, y mientras no estaba de acuerdo con Sofía sobre su apostura, podía comprender por qué las chicas estaban atraídas por él. Sí tenía ese cuerpo musculoso que esperarías en un joven entrenador. Sarah no notó nada pervertido en él, sólo que su ingenio era atractivo y que las chicas se reían mucho

fuera tan aprensivo en lo que se refería al entrenador.

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Considerando lo protector que Ángel era con su hermana, no le sorprendía que

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cerca de él. Algo que a él parecía gustarle.

La práctica estuvo bien. El equipo parecía impresionado y Sarah se sintió bien con su ejercicio. Sofía y ella estaban de regreso al vestuario cuando el entrenador la alcanzó. —Entonces, ¿el equipo fue lo suficientemente bueno para ti? —bromeó. Sarah se sintió halagada. Todavía estaba agitada por su última carrera y le tomó un momento recuperar el aliento. —Di que sí, di que sí. —Sofía se llevó las manos a la boca como si estuviera rezando. —No puedo. Vio la decepción en el rostro del entrenador. —¿Por qué? —No estaré aquí el próximo semestre. Voy a regresar a Arizona. El entrenador se rascó la ceja e hizo una mueca. —Maldición, eso es malo. Realmente nos vendrías bien en la posta. Sin embargo, estarás aquí todo el semestre, ¿verdad? Sarah asintió y fue tomada por sorpresa cuando sintió fuertes brazos alrededor de la cintura. Ángel le besó la sien y la sostuvo contra él. —¿Qué sucede? Eric y Romero estaban a cada lado de Sofía mirando al entrenador. El entrenador le sonrió a Ángel. —Pensé que habíamos encontrado nuestra cuarta corredora para la posta. —Él

amistosas este semestre para practicar. Si sigues practicando con nosotros, me encantaría que te unieras a ellas. Sarah asintió y sintió el asidero de Ángel apretarse.

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cada una de las palabras del hombre—. Pero tendremos algunas reuniones

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devolvió la atención a Sarah, quien casi podía sentir a los tres chicos escrutando

—Sí, puedo hacerlo. —Genial. —El entrenador sonrió ampliamente, y luego dijo—: Te veremos aquí después de la escuela todos los días. —Extendió una mano—. Bienvenida al equipo. Sarah extendió la suya y la estrechó. Él se disculpó y se alejó. Ángel le susurró al oído. —Simplemente tenía que tocarte. Sarah rio. —Eres tan tonto. Se giró pero él mantuvo sus brazos alrededor de ella. La expresión en el rostro de Ángel era firme. —No lo dicen en serio, ¿verdad? —Te dije que no confío en el tipo. Tú tampoco deberías hacerlo. Sarah no pudo evitar sonreír. Nunca había conocido a alguien tan vehemente. Pero la expresión se suavizó rápidamente. Él la besó, se giraron y siguieron a Sofía y a los chicos quienes ya estaban en el vestuario. —Parece lo suficientemente agradable —dijo Sarah. Ángel le apretó la mano y gimió. —¿Puedes confiar en mí en esto? He oído demasiadas historias. —De acuerdo, de acuerdo —dijo Sarah, recostándose contra de él. Sarah estaba comenzando a comprender lo que Valerie había querido decir sobre

hombre para protegerlas hubiera sido útil. Así que tener a Ángel preocupándose por su seguridad no la molestaba. Al contrario, lo aceptaba.

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habían sido su madre y ella. Habían habido tantas ocasiones en que tener un

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que Ángel y sus hermanos eran tan intensos. Pero le gustaba. Toda su vida sólo

Después de unas pocas semanas, se habían deslizado a una cómoda rutina. Sarah practicaba con el equipo después de la escuela mientras Ángel estaba en la práctica de fútbol. Se reunían después e iban a comer, luego estacionaban en lo que se había convertido en su lugar, sobre los acantilados donde la había llevado su primera noche juntos. Pasaban cerca de una hora allí y regresaban a casa. Todo iba bien, excepto por un par de incidentes con Dana. Ella se había ocupado de apartar a Ángel tan a menudo como había tenido oportunidad. Sarah había visto algo de ello y aunque todavía no había dicho nada, Ángel se preocupaba de que pudiera convertirse en un problema. Los viernes eran diferentes. Era día de partido. En lugar de encontrarse después de la práctica, Sarah iba directo a casa con Valerie y se preparaba para el juego. Esta semana era un juego de visitante, así que las tribunas estarían menos llenas, y Ángel vería perfectamente a Sarah. Él estaba teniendo un buen juego, ganaban por catorce puntos para el entretiempo, pero cuando regresaron después del descanso, las porristas habían cambiado sus tops por camisetas. Verdaderas camisetas de los jugadores del juego. Las habían atado en un nudo justo debajo de los senos para hacer que les sentaran mejor. Para disgusto de Ángel, Dana llevaba la suya. Se había olvidado de la camiseta que había tomado prestada el año anterior. Miró hacia las tribunas y vio a Sarah sentada con Valerie y otras chicas. Si Sarah se molestaba por esto, iba a enojarse mucho con Dana. Habían accedido a reunirse en la fiesta posterior al juego en su escuela. Sarah dejó el juego con Valerie y había llegado antes que él, así que cuando llegó no estaba

tensó. Caminó directo hacia ella y tomó su mano de inmediato. Alejándola de todos, la besó. Para su deleite, no estaba enojada. Lo besó de buena gana.

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Valerie primero, y luego vio a Sarah. Había algunos tipos hablando con ellas, y se

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seguro de qué esperar. Entró a la fiesta con Romero y Eric, buscándola. Divisó a

—Tuviste un buen juego. —Sonrió ella. Él la miró, sosteniéndola más apretadamente. —Eres hermosa, Sarah. —Gracias. —Ella inclinó la cabeza hacia un lado—. ¿Realmente quieres estar aquí? ¿Ella era de verdad? Casi podía sentir el cabello en la parte trasera de su cabeza erizarse mientras miraba alrededor y buscaba a Eric. Se acercó a él y tiró de su camiseta. —Me voy de aquí. Eric sonrió. —¿Ya? —Adiós. —Ángel sonrió. Apenas habían llegado al auto de Ángel y ya estaba besándole el cuello. Cada vez que se besaban, las cosas se ponían más y más intensas. La última vez que se habían besado le había permitido tocarla debajo del sostén. Él lo había aprovechado, dejando unos cuantos puntos rojos sobre sus pechos, confiado de que nadie los vería y ella no se metería en problemas. Se moría por saber qué tan lejos le permitiría llegar esta noche. Apenas podía contenerse pasándole las manos por la espalda. Cuando llegaron a su lugar especial, reclinaron los asientos completamente y sus labios estuvieron inmediatamente en los de ella. Sus manos exploraron cada centímetro de ella. Pero cualquier cosa debajo de la cintura la tocaba sólo sobre la ropa e incluso eso casi lo puso al límite. La besó con fuerza, succionando su

Su mano se deslizó lentamente hacia abajo sobre el cuerpo de ella, acariciándole el estómago, luego entre las piernas.

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Desabrochándole la blusa, se llevó un pecho a la boca.

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lengua y labios. Ella gimió suavemente, volviéndolo todavía más loco.

El corazón de Ángel golpeaba salvajemente mientras la besaba apasionadamente y subía la mano lentamente, sobre su cintura y hacia dentro de los pantalones de ella. Cuando sintió la caliente carne contra su mano, casi perdió el control. Él apartó la boca de ella para recuperar el aliento, enterrando el rostro en su cuello. —Me estás volviendo loco. —Gimió cuando inhaló su excitante aroma. Lentamente, deslizó la mano más adentro de sus pantalones. Ella separó las piernas haciéndolo detenerse en seco. —Oh, nena —jadeó, mientras una vez más comenzaba a mover la mano. Sus dedos la acariciaron por unos segundos, pero siendo incapaz de soportarlo, movió la mano más abajo. Ella arqueó la espalda y él tuvo que detenerse. Se apartó de ella sólo unos centímetros, sabiendo que si continuaba estaría terminado. —Dios, te deseo tanto Sarah. —Apenas podía recuperar el aliento. —Yo también te deseo, Ángel, pero no estoy lista para eso todavía. —Lo sé. —Se esforzó para sonar calmado—. No iremos ahí, lo prometo. Delicadamente, permitió que sus dedos hicieran su magia hasta que pudo sentirla temblando y la oyó gemir. La besó, hundiendo la lengua profundamente en su boca. La forma en que ella se retorcía y sus suaves jadeos eran casi más de lo que podía soportar. Continuó hasta que ella tembló, hasta que no pudo soportarlo más, hasta que… sucedió. Ella gimió con más fuerza alejando su mano. Él sintió su corazón golpeando y la besó justo en la comisura del labio, permitiéndole recuperar el aliento. Su propio

Su nombre nunca había sonado tan bien para él. Besándola una última vez, se recostó en su asiento. Estaba tan cerca de explotar que sabía que si seguía tocándola lo haría. Se puso las manos en el pecho y respiró hondo.

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—Oh, Ángel.

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corazón amenazaba con salirse de su pecho.

—Dios —dijo sin aire—. Ahora sé por qué tantos viejos tienen ataques de corazón al tener sexo. Mi corazón está loco y ni siquiera terminé. Sarah se puso de costado para mirarlo. —Quiero devolverte el favor… —Sarah, no —dijo rápidamente—. No lo dije por eso. Sólo estaba hablando de mi ritmo cardíaco. Sé que no estás lista, y respeto eso. Pero si hablamos sobre lo que podría suceder algún día, voy a ensuciarme los pantalones. Lo digo en serio. Ella le sonrió juguetonamente. —Bueno, no querríamos eso. —Puso una mano sobre el duro bulto en sus pantalones—. Puede que no esté lista para algunas cosas, pero hay formas en que puedo devolverte el favor sin hacer eso, y… quiero hacerlo. Los ojos de él se agrandaron y todo su cuerpo se tensó, mientras ella se estiraba para desprender el botón de sus pantalones de mezclilla. Él dejó caer la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, sintiéndola bajar la cremallera. Contrólate. Le habían hecho este favor antes, y siempre se las había arreglado para durar un poco. Pero esto era totalmente diferente, ésta era Sarah. Temía estar terminado tan pronto como sintiera su mano sobre él. —Sarah —susurró roncamente. —¿Hmm? Sintió su mano meterse dentro de su ropa interior y casi perdió el control en ese momento. —No voy a durar mucho, nena. —Casi estaba en pánico—. Los pañuelos

la otra. Al siguiente segundo, estaba listo. Cerró los ojos con fuerza, la intensidad era más de lo que jamás había sentido. Pareció continuar eternamente; todo el

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Ella se estiró para buscar los pañuelos con la mano libre mientras lo trabajaba con

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descartables están en la guantera.

tiempo con su mano suave acariciándolo. Le rogó que se detuviera, no podía soportarlo más. Cuando finalmente abrió los ojos, la vio sentarse y sonreírle. Era hermosa, su cabello oscuro estaba desordenado y sus ojos verdes brillaban. Dios, ten piedad.

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Había muerto y había ido al cielo.

Traducido por PaulaMayfair Corregido por Caamille

S

arah acunaba el teléfono en su hombro, mientras hacía su cama. Esta vez había sido quien despertó a Sydney temprano en la mañana. Después de la noche que había tenido, casi no había podido dormir. Tantas

cosas invadían su mente, algunas resonaban más que otras. Tenía que hablar con alguien acerca de ello. Era en momentos como estos que echaba de menos a su mamá más que nunca. Ella habría sido capaz incluso de decírselo. Así de cercana era con ella. Gracias a Dios tenía a Syd. Ángel y su madre se dirigían a Los Ángeles esta noche para cenar con su hermano mayor, Sal. Quería que Sarah fuera, pero no podía, estaba reservada dos noches este fin de semana de niñera. Ellos no salían hasta altas horas de la tarde y por supuesto Ángel todavía quería verla hoy por lo que iba a recogerla en una hora. Sarah no había mencionado nada acerca de Dana usando su camiseta anoche. Había estado tan ocupada viendo el juego de Ángel, podría ni siquiera haberlo notado si Valerie no lo hubiera señalado. Pero se negó a permitir que Dana arruinara su noche, e incluso Valerie había insistido en que no dejara a Dana llegar a ella. —Está totalmente loco por ti —le había dicho—. A él no le importa y lo sabe.

Sarah sabía que Dana habría aparecido en la fiesta, y no estaba segura de si todavía estaría con la camiseta de Ángel. No había querido quedarse y darle el

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lo que quiere.

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Está tan desesperada que es patético. No vayas a discutir con él a causa de ella, es

placer de hacerlos sentir incómodos. Así que se alegró cuando Ángel estaba tan dispuesto a hacer una salida temprana. Lo que había sucedido en su auto no había sido del todo por impulso. Había visto a Dana desfilar alrededor con la camiseta de Ángel seductoramente durante el juego. Incluso vio a Ángel mirarla mientras hacía un baile acariciando la camiseta. Una pequeña parte de ella quería mostrarle a Ángel que tenía tanto que ofrecer. Era algo que había estado reflexionando durante semanas. Con Ángel siendo tan ardiente, sabía que era sólo cuestión de tiempo. Aunque en realidad nunca antes había hecho nada parecido, había leído sobre eso un montón de veces. Y Valerie la había puesto al día, también. Sorprendentemente, no fue tan malo, y todo había terminado mucho más rápido de lo que esperaba. Ahora, a la mañana siguiente, tenía sentimientos encontrados. Pero no estaba segura si lo lamentaba. Hoy sería diferente. Ella y Ángel tenían que hablar. Se había puesto al día con las payasadas de Dana desde hace semanas y no estaba segura de cuánto tiempo más podría hacer frente a su mierda. Los únicos planes que tenían eran para pasar el rato por un par de horas, e iba a tomar ventaja de ello. Estaba nerviosa, sin embargo. Lo último que quería era parecer insegura. Pero lo estaba. Cada vez que había visto a Dana alrededor de Ángel, la había puesto furiosa, pero lo había dejado ir. No sentía que tuviera el derecho a exigirle nada a Ángel todavía. Las cosas eran diferentes ahora. Eran exclusivos después de todo, y la cosa de la camiseta lo había empujado. Había estado en el teléfono con Sydney por un tiempo. Parecía pensar que sólo debería preguntarle a Ángel sin rodeos, qué estaba pasando con él y Dana. Por todo lo que le había dicho a Sydney hasta ahora acerca de Ángel, incluso Sydney

marido. Entonces, inesperadamente Sydney preguntó. —Oye, Lynni, ¿qué piensa Ángel sobre nosotros siendo tan cercanos?

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Sydney incluso había comenzado en broma refiriéndose a Ángel como su rudo

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sabía que no había manera que Ángel se hubiera quedado callado si fuera al revés.

Se detuvo y cerró los ojos. No quería mentir, pero no tenía otra opción. No iba a herir sus sentimientos. —Sabes... —Esperaba sonar convincente—. Realmente no ha dicho mucho al respecto. Supongo que porque realmente no he ahondado demasiado en ello. — Eso era verdad, ¿cierto? Técnicamente no había mentido. —Hmm —dijo Sydney—. Tal vez sea mejor así. Allí lo tenías. Como de costumbre, ella y Sydney estaban en la misma página. Sonrió triunfante. Su razonamiento en no aclarar las cosas sobre Syd a Ángel sostuvo un poco más la confirmación. Entonces, como si alguien hubiera pulsado el botón lento, haciendo sus pensamientos torcerse, él continuó. —Quiero decir, sé honesta, por supuesto, no quieres empezar las cosas manteniéndole secretos. Sólo no le digas más de lo que necesita saber. Lo último que queremos es que piense que le refriegas nuestra amistad. Y así, había vuelto a sentirse mentirosa. Esto no debería ser tan complicado. Se dejó caer en su cama. Hasta anoche no había pensado realmente acerca de la seriedad de la relación, y el verdadero efecto que Sydney podría tener en ella. Levantó la vista para ver a Valerie de pie junto a la puerta, con su ropa de dormir como de costumbre a esta hora de la mañana, sosteniendo un plato lleno de comida, y un vaso de leche. Tenía una gran sonrisa tonta en su rostro. —¿Ése es Ángel? —articuló. Sarah negó con la cabeza y pronunció de vuelta: —Sydney. Valerie frunció el ceño, se acercó y puso su comida sobre el escritorio de Sarah y

arreglarse. Había estado preparada desde hace un tiempo, pero podía decir que

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Sarah cortó su conversación con Sydney diciéndole que tenía que terminar de

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se sentó frente a ella.

Valerie quería hablar. Vio a Valerie sacudir la cabeza con desaprobación mientras colgaba. Ni siquiera había cerrado su teléfono cuando Valerie la encaró. —Sabes, vas a echarlo a perder con Ángel por este tipo —dijo—. Quiero decir, ¿no has notado cómo de posesivo actúa Ángel a tu alrededor? No me malinterpretes, creo que es lindo; no es rudo ni nada. Pero es muy obvio que quiere que todos sepan que estás fuera de los límites. Algo me dice que no sabe lo mucho que hablas con Syd. El nudo que se había formado en el estómago de Sarah durante su conversación con Sydney aún estaba allí, y era cada vez más grande. Giró hacia un lado en la cama y levantó sus pies, para que pudiera apoyarse en sus rodillas. Exhaló con fuerza. —Lo sé. —Gracias —dijo Valerie—. Finalmente, estás escuchando. —Puso una cucharada de huevos y comida en su boca y bebió un trago de leche, levantando un dedo para que Sarah le diera un segundo. Aparentemente no había terminado. Sarah miró el plato de Valerie. Había suficiente comida para dos personas. Siempre le había sorprendido cuánto podía comer Valerie, siendo tan pequeña. Sonrió, pensando que Valerie probablemente podría competir con Ángel en un concurso de comida. —Mira, Sarah, lo entiendo. ¿De acuerdo? Sydney ha sido tu mejor amigo desde que ustedes dos eran niños, y su familia es la única familia con la que has crecido. Es como un hermano para ti y son muy cercanos, bla, bla, bla. Pero toda esta necesidad de hablar entre sí todos los días, es un poco demasiado, ¿no crees?

hermana para mí y habláramos todos los días, estaría muy bien, ¿cierto? Valerie negó con la cabeza mientras bebía más de su leche.

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—Eso es muy injusto, sin embargo. Si fuera una chica la que fuera como una

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Sarah hizo una mueca.

—Pero esa es la cosa Sarah. Justo o no, no es una chica, y puedo garantizarte que, si Ángel supiera lo mucho que hablan ustedes dos, estaría enojado. —Hizo una pausa para comer otra cucharada, y luego habló con la boca llena—. Nunca me has dicho qué piensa de tu mejor amigo siendo un chico. Sarah se estremeció y se abrazó las rodillas con más fuerza. —Piensa que Syd es una chica. Los ojos de Valerie se abrieron. Tomó un trago de su leche, apresurándose para tragar su comida. —¡Sarah Lynn! —Su tono le hizo recordar a Sarah su infancia, cuando había sido atrapada siendo mala—. Por favor, dime que estás bromeando. Sarah puso las manos en su rostro y gimió. —No lo estoy. Bajó sus brazos, cruzándolos sobre las rodillas, con la cabeza apoyada contra ellos. Miró a Valerie que seguía mirándola sacudiendo la cabeza y se encogió de hombros. —Asumió que Sydney era una chica cuando le dije sobre mi mejor amigo y sólo lo dejé ir con eso. No parecía tan malo al principio, pero luego, cuando estábamos en Old Town ese primer fin de semana me dijo que no creía que los chicos y chicas pudieran ser amigos. —¿En serio? Sarah asintió. —Sí, y fue muy firme al respecto.

Sarah bajó sus piernas al lado de la cama y se sentó con la espalda recta. Puso las manos debajo de sus muslos.

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Entonces, ¿qué vas a hacer cuando se entere de que Sydney es un chico?

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—No es sorprendente. No esperaría nada menos de un Moreno —dijo Valerie—.

—Ésa es la cosa. —Se mordió el labio—. ¿Cómo va a saberlo? —¿Estás loca? ¿Planeas no volver a ver Sydney otra vez? —Valerie se detuvo y pareció reflexionar sobre lo que acababa de decir—. En realidad, eso no sería una mala idea. Pero estoy segura de que eso no es parte de tu plan, ¿cierto? Sarah la miró todavía mordiéndose el labio inferior. No había manera de que simplemente dejara de salir con Sydney, como si fuera sólo un antiguo novio. Era mucho más para ella. Era su familia. Ángel iba a tener que entender eso. Pero Valerie tenía un punto. Podría reducir las llamadas telefónicas. —No, por supuesto que planeo seguir viendo Syd —dijo—. Voy a tener que ser honesta con Ángel, sólo que todavía no. Valerie levantó una ceja. —¿Cuándo? —Bueno, no estoy planeando sentarme y hablar con él. No quiero hacer una gran cosa de esto. No hemos hablado de Sydney últimamente. La próxima vez que surja el tema, y se refiera a Syd como ella, sólo voy a corregirlo. Valerie la miró impresionada. —Así de fácil, ¿eh? Sarah mantuvo su barbilla en alto. —Claro, ¿por qué no? Valerie negó con la cabeza. —Bueno —dijo—. Te deseo suerte. Sólo recuerda que mientras más esperes, peor va a ser. Simplemente no estés demasiado decepcionada si no va bien cuando sólo

Ángel. Valerie se levantó y corrió a escuchar como era habitual. —¿Hola?

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Sarah frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, su teléfono sonó. Era

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lo corrijas.

—Oye, tengo que ir al restaurante, estamos un poco cortos de personal esta mañana. No estoy seguro de a qué hora voy a ser capaz de recogerte, pero realmente quiero que vengas para el almuerzo. ¿Estaría bien si envío a Eric a recogerte? Valerie hizo señas de que podía llevar a Sarah. —Valerie podría llevarme, Ángel. Pero, ¿estás seguro de que no voy a estar en tu camino? —No, en absoluto —dijo—. Sí, tráela. Dile que el almuerzo es cortesía de la casa. Valerie juntó sus dedos, una sonrisa enorme en su rostro. Sarah miró a su plato casi vacío en el escritorio y quiso reírse. —Está bien, ¿a qué hora deberíamos estar allí? —Ven aquí lo antes posible. De esa manera, tan pronto como termine podemos salir. Valerie hizo una mueca consentida y frunció los labios. Sarah le dio un codazo juguetonamente. —Está bien, cuando ella esté lista nos vamos. Tan pronto como colgó, Valerie corrió al escritorio para tomar su plato. Estaba casi fuera de la puerta, cuando se detuvo bruscamente. —Oh, bueno, ¿le preguntaste sobre la estúpida de Dana? Sarah negó con la cabeza. —No, podría hacerlo hoy.

camiseta, y en un par de horas estaba llorando borracha. Sus estúpidas amigas estaban alrededor de ella consolándola, haciendo una escena ridícula. Incluso la oí preguntándole a Eric cómo Ángel podía herirla tanto. Te estoy diciendo, es

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amarga—. Ayer por la noche después de que se fueran, apareció todavía con su

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—Casi se me olvida por qué vine aquí, para empezar. —Hizo una mueca

patética. Realmente actúa como si tuvieran algo. Es como una broma. Como he dicho antes Sarah, no discutas con él a causa de ella. Pero puede que quieras pedirle que obtenga su camiseta de regreso. Sarah sintió una incómoda niebla asentarse sobre ella. Valerie era firme en que nunca hubo nada real entre Dana y Ángel. Pero no estaba tan segura. Había visto la forma en que actuaba cuando hablaba con él en la escuela. Era demasiado amable para soportar. Sabía que él no era grosero, pero deseaba que sólo la hubiese ignorado. En cambio, escuchaba con atención. ¿Ahora ella estaba llorando por él, y en una fiesta, delante de todos?

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Absolutamente iba a mencionarla hoy.

Traducido por Poxi Corregido por Michy

V

alerie chilló de alegría cuando Sarah le contó acerca de su encuentro con Alex. Pero Sarah se había dejado un par de cosas fuera. De camino hacia el restaurante, pensó que era justo que le contara a Valerie sobre

todo lo que le había dicho a Alex. Para su sorpresa, Valerie ni se inmutó. —Dios, Sara —Se río—, como si él no fuese ya lo suficientemente engreído. Sarah pensó en la excesiva forma en que él había coqueteado con ella. Si, él era un exagerado, pero no necesariamente creído. —No me dio la impresión de ser un creído. Valerie rodó los ojos. —Sarah, ya te dije que todos eran un encanto. Estoy segura de que es un buen chico, pero confía en mí, él sabe que está bueno. Sarah sonrió. Tenía que admitir que no había ninguna manera de que él no lo supiera. —Pero tú saldrías con él si te lo pidiera, ¿no? —¿Es una broma? —dijo Valerie—. Él es el chico ideal para mí. Caliente, mayor

comprometerse. La mandíbula de Sarah se abrió con sorpresa.

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de la que tendría que preocuparme con él sería sobre cualquier presión para

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y con más experiencia que la mayoría de los ineptos de la escuela. La última cosa

—¿Quieres decir que no querrías una relación ni siquiera con él? Pensé que era el hombre de tus sueños. Valerie se volvió para mirarla. —Oh, él lo es, y yo estaría sobre él si alguna vez tuviera la oportunidad. Pero aprendí la lección con Reggie, Sarah. Por mucho que me gustaba, después de un tiempo fue demasiado. No podía soportarlo. Si no hubiese roto con él, lo habría engañado seguro. Sarah se quedó helada. —¿En serio? Valerie asintió mientras aparcaba en frente del restaurante. Apagó el auto y bajó la visera para comprobar su rostro en el espejo. —Sí. —Ella se empolvó la cara—. Sé que suena horrible, pero Mónica y las chicas habían ido ya a T.J. un par de veces y me mataba no poder ir por Reggie. Cuando vas a T.J., vas a buscar un lío. No hay ninguna duda sobre eso. Ya les había dicho que la próxima vez que fueran, iba a ir con ellas seguro. Cerró la visera y miró a Sarah, que la estaba mirando todavía con incredulidad. —Así que, rompí con Reggie antes de ir y como era de esperar me lié con este caliente chico de L.A. Me lo pasé genial; sabía que una relación seria no era lo mío. A lo mejor algún día, pero no ahora, sólo me lo estoy pasando bien. Sarah todavía no podía creérselo. Valerie le había contado toda la historia de Reggie antes, dejando fuera la parte de T.J. Pero Reggie no era Alex. Aun así, si esa era la forma de sentirse de Valerie, ¿quién era ella para decirle otra cosa?

—Sí. —Sarah no podía discutir eso—. Esa eres tú.

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—Pero soy honesta —dijo Valerie.

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—Eres increíble —dijo Sarah mientras abría la puerta del auto.

Mientras cruzaban la calle los pensamientos de Sarah cambiaron a Ángel y Dana. Tomó una respiración profunda y frunció el ceño. No tenía ganas de tener esa conversación con él, pero sabía que tenía que resolverlo antes de que las cosas se pusieran peor. Cuando entraron, Sarah se sintió débil cuando se dio cuenta de que los padres de Ángel estaban allí. No se había preparado para encontrarse con ellos tan pronto. Tan pronto como Ángel las vio, se acercó y le plantó a Sarah un beso que hizo que sus piernas temblaran. Las presentó a sus padres. Su madre, Isabel, era de altura media, esbelta a mediados de los cuarenta años. Sarah pudo ver que Ángel y sus hermanos habían conseguido de ella algunas de sus más atractivas características. Tenía ojos grandes y gruesas pestañas. Sus labios eran grandes y carnosos, y cuando sonreía tenía los mismos hoyuelos que Ángel y Alex. Sofía los tenía también, pero no tan pronunciados. Era muy agradable y hablaba con un ligero acento. Ángel pensó que fue un poquito exagerada tratando de hacer que Sarah y Valerie se sintieran cómodas, ofreciéndoles más de todo demasiadas veces. Pero Sarah y Valerie pensaron que era muy amable. Su padre, Salvador, también estaba en sus cuarenta y tantos y era alto, de hombros anchos. Se mantenía muy bien para un hombre de su edad. No habló tanto como la madre de Ángel, diciendo sólo que estaba encantado de conocerlas y luego rápidamente se excusó para volver al trabajo. Pero Sarah había sido capaz de ver, sólo por la manera en la que le habló a Sofía y a Ángel, que era un hombre sensato. Al mismo tiempo, oyó la ternura en su voz cuando les habló a Isabel y Sofía, refiriéndose a ellas como Mi amor y cariño. Había sentido el mismo indicio de

comían. Por el momento, él había sido llamado de nuevo a la oficina de su padre.

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El restaurante estaba lleno y Ángel se había quedado de vez en cuando mientras

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celos que cuando había estado alrededor de Sydney y sus padres.

Valerie estaba en su segunda ronda del buffet, y Sarah estaba sentada en la mesa perdida en sus pensamientos. Durante todo el desayuno había estado pensando sobre lo que Valerie le había contado esta mañana sobre Dana, y comenzaba a sentirse tensa. Estaba allí, jugando con su comida cuando se sobresaltó. —¿Esa es Valerie? Sarah saltó, desparramando casi su bebida, y miró hacia arriba. —Lo siento. No era mi intención acercarme a ti sigilosamente. —Alex puso su mano en su hombro. Sarah sonrió sintiéndose tonta. —Está bien. Ella alejó su vaso un poco de su plato. Cuando miró a Alex, él estaba ocupado evaluando a Valerie. Sarah siguió su mirada hacia Valerie, que seguía acumulando comida en su plato. —Bueno. —Sonrió él—. Tengo debilidad por las morenas pero una pequeña linda rubia de vez en cuando puede sentirse bien. Sarah rodó sus ojos. ¿De vez en cuando? Valerie no estaba bromeando cuando había dicho que él era su hombre ideal. No habría charla de compromiso entre estos dos. Bueno, al menos no habría resentimiento si algo pasaba. —Eso es muy romántico —dijo Sarah. Alex sonrió a Sarah. Ella estaba sentada en el medio del reservado para que Ángel se pudiera sentar junto a ella cada vez que se detenía en su mesa. Alex se deslizó a su lado.

—No pensaba que estarías aquí hoy. —Acabo de llegar —dijo él—. ¿Me echaste de menos?

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Sarah se sentó un poco más erguida y mantuvo sus ojos en la comida.

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—¿Eso crees?

Sarah sintió sus mejillas calientes. Maldito. ¿Por qué le gusta hacerla retorcerse? —No, Valerie preguntó por ti en realidad. Valerie se acercó a ellos con una gran sonrisa aturdida. —¿Ella lo sabe? —Alex levantó una ceja. Valerie puso su plato en la mesa y se sentó en frente de Alex. Sarah hizo inmediatamente las presentaciones. —Alex, esta es mi prima Valerie. —Después sonriendo como una tonta la dijo—: Y tú ya sabes quién es Alex, ¿no Valerie? Había querido avergonzar a Valerie en broma, pero ella se lo tomó con calma. —Por supuesto que lo sé. —Extendió la mano para estrechar la de él—. Tendría que haber estado enterrada durante los últimos años para no saberlo. Alex sonrió. —¿En serio? Ahora te recuerdo. Valerie giró los ojos ligeramente. —Vi eso —dijo él. —No estaba tratando de ocultarlo. —Valerie rio. —¿No crees que me acuerdo de ti? —No. —Removió su comida. —¿Quieres apostar?

—¿Eso quiere decir que tienes miedo?

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—Vas a perder.

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Vaerie negó con la cabeza.

—¿De apostar que no recuerdas haberme visto antes? Por supuesto que no. Pero, ¿qué estamos apostando? Alex lo pensó por un minuto y luego sonrió ampliamente. —¿Tienes planes para esta noche? Sarah contuvo una carcajada. Como si él tuviera que ganar una apuesta para tener una cita con Valerie. —Puede ser —dijo Valerie. Sarah casi escupió la comida y Alex se giró para mirarla. Puso su servilleta en la boca mientras tosía. —¿Estás bien, cariño? —preguntó Alex. Ella levantó la mano, sintiéndose estúpida. —Estoy bien. —Se las arregló para decir—. Sólo se fue por el conducto equivocado. Vio a Valerie mirándola fijamente, pero rápidamente cambio su expresión de nuevo a una sonrisa cuando Alex se giró hacia ella. —¿Puede? —dijo él—. ¿Qué significa eso? Valerie se encogió de hombros. —Todo depende de si se presenta algo mejor. Tomó una cucharada de comida y masticó mientras sonreía pecaminosamente a Alex. —Está bien. —Alex sonrió—. Si gano la apuesta, cancelas cualquier plan que

Sarah estaba sorprendida de la facilidad con la que los dos estaban hablando. Recordó que apenas era capaz de respirar las primeras veces que hablaba con

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—Acepto.

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tengas y salimos.

Ángel, mucho menos coquetear. Observaba y escuchaba a Valerie totalmente impresionada. Alex se inclinó hacia delante con esa sonrisa malvada suya. —¿A qué hora te recojo? Ambas, Valerie y Sarah, se rieron. —No has ganado todavía —dijo Valerie. Alex volvió a mirar a Sarah, luego a Valerie. —Oh, sí, eso. Seguro, yo te he visto antes, eres la ex de Reggie Luna. La expresión de Valerie se quedó en blanco. Lo miró, luego a Sarah. —Nunca mencioné a Reggie —dijo Sarah, rápidamente. —No —dijo Alex—. Jugamos en el mismo equipo el año pasado. Le rompiste el corazón. Los ojos de Valerie se ampliaron. Sarah sonrió, encantada de que fuese Valerie a la que él estaba haciendo estremecer ahora, no a ella. Valerie trató de recuperar la compostura. —¿Lo hice? —Miró a Alex con curiosidad. —Claro que sí. —Su expresión era engreída—. Así que, ¿por qué lo dejaste? Los ojos de Alex estaban fijos en Valerie. Sarah podía ver la cara de Valerie volverse rosa brillante. Ángel se acercó a la mesa justo detrás de Valerie y Sarah decidió venir al rescate de Valerie.

—Eso es todo. Ya he terminado. —Alcanzó a la mesa—. Ahora que esta perezosa babosa por fin llegó aquí, me puedo ir.

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Ángel negó con la cabeza.

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—Ángel, ¿cuánto tiempo más tienes que trabajar?

—¿Trabajar? —dijo Alex—. Estoy ocupado. Ángel lo miró fijamente, después a Valerie. Sarah sonrió. —He sido casi invisible por los últimos quince minutos más o menos. —Bueno, al menos no está ligando contigo nunca más. —¿Quién dijo eso? —Alex se apoyó en Sarah. Ángel lo sacó de encima de ella. —¿Ya terminaste? Sarah puso su mano en su estómago e hizo una mueca. —Estoy llena. —¿En serio? —preguntó Valerie—. Ni siquiera hemos tomado el postre. —Quédate y termínalo —dijo Alex—. Voy a hacerte compañía. Este hombre no puede esperar a poner a Sarah lejos de mí. Ángel sonrió y tiró de Alex por la parte de atrás de su camisa. —Déjala. —¿Estás bien con que me vaya? —le preguntó Sarah a Valerie. —No realmente —dijo Alex, levantándose—. Pero si él va a ser un imbécil con… oh, estás hablando con Valerie. Sarah se rio y Ángel le empujó, apenas moviéndole.

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—Sí, adelante —dijo Valerie—. Te veré más tarde en casa.

Traducido por Aylinachan Corregido por Michy

S

arah y Ángel se dirigieron a la playa. No a los acantilados donde habitualmente iban. Sarah quería caminar por la playa. No estaba demasiado llena para ser un sábado. Caminaron durante un buen

rato y ya estaba de camino de vuelta al auto, cuando Ángel comentó sus problemas de la clase de español. ―¿No sabes español? ―Estaba completamente sorprendida. ―Bueno, pensé que iba bien con eso ―dijo―. Pero de acuerdo con las puntuaciones que he estado recibiendo en mis pruebas, soy muy malo. Sarah no pudo evitar reír a pesar de la agitación que sentía por la conversación. ―Puedo ayudarte. Ángel se volvió hacia ella con curiosidad. ―¿Sabes español? ―Claro que sí3. —Por supuesto. Ángel sonrió impresionado.

viernes. 3

Originalmente en español.

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miércoles. Si no recibo más de una D en mi examen quedaré fuera del juego el

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―Bien, porque tengo un examen el martes, y los informes de progreso salen el

Sarah sonrió. ―Seré tu tutora particular. Llegaron al auto y Ángel se inclinó sobre ella, empujándola contra él. ―Mmm, suena bien. Sarah sabía que tenía que preguntarle ahora o tendría que esperar hasta el día siguiente y quería terminar con eso. Respiró hondo. ―Hablando de tu juego, Ángel. ¿Puedo hacerte una pregunta? Las manos de Ángel se movieron por toda su espalda. ―Por supuesto. ―¿Por qué Dana llevaba tu camiseta en el juego? ―Ella creyó ver un destello de pánico en sus ojos por un segundo y luego desapareció. Suspiró y miró más allá de ella, y luego volvió a mirarla. ―No lo sé, Sarah ―dijo―. He salido con ella en el pasado, pero ella siempre hacía ver que había más de lo que realmente era. Sarah sintió algo encenderse dentro de ella. ―¿Era tu novia? ―Estaba intentando con fuerza no sonar celosa. Pero lo estaba,

completamente. Había oído todas las historias de Valerie sobre él y Dana, pero oírlo de él hacía que ardiera. ―No ―le espetó―. Te lo dije, nunca he tenido novia. ―¿Te has acostado con ella? ―¿Qué demonios? No tenía intención de llegar hasta ahí, pero las palabras simplemente volaron y seguían llegando.

―¿Realmente importa, Sarah?

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Le frotó la espalda suavemente.

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Vio que sus ojos se abrieron por un segundo y luego volvieron a la normalidad.

El corazón le saltó a la garganta. Quería gritar. ¿Qué había esperado? ¿Por qué se había dejado caer por él? Era sólo una niña. ¿Con cuántas otras chicas iba a tener que lidiar? ―¿Así que nunca fue tu novia, sólo te acostaste con ella? ¿Eso es lo que estás pensando hacer conmigo? Sus ojos se estrecharon y su expresión se endureció. ―Sarah, por lo que a mí respecta, tú eres mi novia. La única razón por la que no te lo dije fue porque no estaba seguro de que tomaras nuestro acuerdo de esa manera. Sarah no quiso escuchar. En todo lo que podía pensar era en el hecho de que él se había acostado con Dana y la ponía enferma. ―¿Fuiste exclusivo con ella? ―Su voz destilaba sarcasmo. ―No, no lo fui. El nudo de la garganta comenzó a asfixiarla. No te atrevas a llorar. Se alejó de él, pero la apretó con más fuerza pegada a él. ―Entonces, ¿por qué tiene tu camiseta, Ángel? ―Tragó saliva con fuerza. Las palabras seguían saliendo, y no iban a parar―. ¿Se la diste después de acostarte con ella? ¿Cuántas otras chicas tienen camisetas tuyas? ―Nadie más. ―Su voz era demasiado tranquila―. La tomó prestada el año pasado y nunca me la devolvió. —Trató de darle un beso, pero ella se apartó―. ¿Qué es lo que quieres escuchar, Sarah? Eso la volvió aún más loca. ¿Estaba de mal humor él ahora? Se retorció tratando de alejarse de él, pero su lucha era inútil. No podía competir con sus fuertes

―Quiero la verdad sobre Dana y tú.

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Se detuvo y lo miró directamente a los ojos.

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brazos.

―No pasó nada entre ella y yo ―insistió―. ¿Por qué iba a mentir si hubiese habido algo? ―¿Por qué tal vez tú aún sientes algo por ella? ―¿Qué? ―Su risa la irritó―. No, nena, los únicos sentimientos que tengo son por ti y son enormes. Ella no tiene absolutamente nada que ver contigo. Sarah lo miró fijamente, deseando desesperadamente creerle. Pero si le dolía mucho ahora con solo unas pocas semanas en esa relación, ¿cómo lidiaría con algo peor? Estar cerca de Ángel estaba haciendo algo con sus sentidos. Apenas podía creer lo salvajes que sus emociones se habían vuelto. Eso la asustaba.

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Cómo podía ser tan estúpido, para pensar que el comportamiento de Dana no molestó a Sarah? Sus intentos deliberados de molestar a Sarah habían sido indudables durante semanas. La expresión herida en el rostro de Sarah lo decía todo. Sarah negó con la cabeza. ―Lo siento. Debería haberlo sabido, Ángel. Ángel la miró. ―¿Qué diablos significa eso? ―Quiero decir que esto es lo que eres. Esto es como ha sido siempre tu mundo. ¿Quién soy yo para pensar que puedo encajar de alguna manera? Cosas como estas van a seguir ocurriendo y no creo que pueda manejarlo. Nunca debí haber

corazón latía tan fuerte que podía sentir el pulso rabiando en su garganta―. Me estás asustando. No puedo creer que no veas lo loco que estoy por ti.

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―Ni siquiera lo menciones. ―Le tomó la mano y se la puso en el pecho. Su

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acordado…

Ella negó con la cabeza. ―Es muy difícil, Ángel. Pensé que podía hacer esto, pero no puedo. Por favor, trata de ponerte en mi lugar. ¿Serías capaz de hacer frente a otros chicos que estuvieran constantemente sobre mí? No sé en qué estaba pensando al meterme en todo esto. Me dejé atrapar por toda la pasión.

¿Pasión? ¿Eso era todo lo que esto era para ella? ¿Y que era todo eso otro absurdo que había escupido de él? Él, ¿lidiando con otros tipos detrás de ella? Y una mierda. La miró con dureza, sin dejar de apretar su mano, y habló entre dientes. ―¿Qué es exactamente esto para ti? Ella se dio la vuelta por un tiempo que le pareció demasiado largo, y finalmente se volvió hacia él. Sus ojos brillaban, pero no lloró. ―Mis sentimientos por ti son lo que me dan tanto miedo ―dijo―. Si no me importara tanto no estaría dando marcha atrás antes de que sea demasiado tarde. La miró con incredulidad. ¿Dar marcha atrás? Sintió correr el pánico a través de su cuerpo. La miró a los ojos por más, pero no había nada. ―Lo siento ―susurró ella. Su corazón seguía martillando, pero estaba extrañamente aliviado. ―Deja de decir eso, Sarah. No tienes nada que lamentar. Esto es por mi culpa y tengo la intención de arreglarlo. Pero no voy a dejarte dar marcha atrás ahora, cariño. No puedo. Puede que no sea demasiado tarde para ti, pero no hay vuelta atrás para mí. Se inclinó y la besó en la frente, luego en las mejillas y alrededor de su boca.

aterrorizaban. Por lo tanto, no estaba solo en eso. Eso era todo lo que necesitaba para trabajar. Pondría todo en su lugar el lunes.

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Pasó de besar su boca a su barbilla. Ella había dicho que sus sentimientos por él la

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―Ángel ―susurró.

―Ángel. No quería hablar más, simplemente abrazarla y besarla. ―Ángel. ―Se apartó―. ¿Cómo vas a solucionar esto? Te deshaces de Dana, ¿pero qué pasa con todas las demás? Se esforzó por ocultar su exasperación. ―No hay otras, Sarah. Claro que he salido con otras, pero, irónicamente, gracias a Dana no tantas como sé que estás pensando. Dana ha sido la única espina en el culo de la que no he sido capaz de deshacerme. Hasta ahora no tenía razón para esforzarme. La dejé hacer y decir lo que quisiera. No me importaba. ―La besó y luego puso las manos a los lados de su cara―. Confía en mí, nena, si Dana me va a costar estar contigo, ella se irá. Simplemente. Me aseguraré de eso. Una sonrisa levantó lentamente la comisura de sus labios. ―¿La vas a desaparecer? Ángel sonrió, aliviado por el cambio en su estado de ánimo. ―Tenía algo un poco menos violento en mente. Pero si eso es lo que quieres… Sarah lo rodeó con sus brazos y apoyó la cabeza en su pecho. ―Sólo encárgate de eso.

El día siguiente fue mucho menos emocionante. Aunque los pensamientos del intercambio del día anterior hicieron las cosas un poco más tensas cuando la agarró por primera vez, a medida que pasaban las horas, Sarah parecía mucho

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lujuriosa estacionados en su sitio, hasta que ella se tuvo que ir al trabajo.

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mejor y se rindió ante sus sentimientos de nuevo. Incluso pasaron una hora

La noche anterior se había quedado dormida antes de que Valerie llegara a su casa y por la mañana entre hablar con Sydney y que Ángel la recogió tan temprano, no había tenido oportunidad de hablar con ella. Valerie acababa de salir de la ducha, y Sarah por fin iba a oír hablar de su cita con Alex. Estaba a punto de salir a buscarla cuando Valerie entró sonriendo de oreja a oreja. Sarah sonrió de la misma manera. ―¿Y? Valerie hizo un pequeño baile y cerró la puerta de Sarah. Le hizo un gesto hacia la cama y se sentó junto a ella. ―Tengo que preguntarte algo, Sarah ―susurró―. ¿Ángel es grande? Porque Alex es enorme. Quiero decir, enorme. La mandíbula de Sarah cayó. ―¿Te acostaste con él? La expresión de Valerie quedó en blanco. ―Por supuesto que no. Sarah suspiró, aliviada. ―Tengo mi período ―dijo Valerie―. ¿Cuán vergonzoso sería eso? La expresión de Sarah hizo reír a Valerie. ―Sarah, ¿cuánto tiempo he estado soñando con este tipo? No es como si yo fuera una inocente virgen. Me acosté con Reggie.

pueden hacer antes de que no puedas simplemente soportarlo más.

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―Sarah, estuve con él durante seis meses. Solo hay unas cuantas cosas que se

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―¿En serio?

Sarah sintió que se sonrojaba de pensar en las cosas que Ángel y ella ya habían hecho. Valerie la miró. ―¿Has visto siquiera el…? ―¡Shh! ―Mortificada, Sarah se levantó, se acercó a la puerta y se asomó. Las luces estaban todas apagadas. Caminó de puntillas hacia atrás como si sus pasos pudieran despertar a alguien. Valerie la miró y se rio. ―¿Qué estás haciendo? Sarah sostuvo un dedo en su boca de nuevo. Se sentó en la cama frente a Valerie y se inclinó. ―Sí, lo he visto, y sí, es grande. Pero como todo lo relacionado con Alex es más grande, no me sorprende que sea enorme. ―No he visto muchas. ―Valerie hizo una mueca―. Pero él puso las que he visto en vergüenza. Casi tengo miedo de que duela. Sarah la miró, todavía sin poder creer lo que estaba oyendo. ―¿Realmente vas a hacerlo? ―Por supuesto ―dijo Valerie―. Piénsalo, Sarah. No soy tonta. Sé que es sólo cuestión de tiempo que él vaya por la siguiente chica, y estoy bien con eso. Pero he sentido lujuria por este tipo durante años. Esta puede que sea mi única oportunidad de saber lo que se siente estar con él, ¿sabes lo mucho que voy a arrepentirme si miro atrás dentro de unos años? Sarah la miró fijamente. Todavía no podía creer lo diferente que Valerie y ella pensaban.

dejé. Pensé que más vale prevenir que lamentar.

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―No, empecé a tomarme la píldora cuando salía con Reggie ―dijo―. Y nunca la

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―¿No tienes miedo de quedarte embarazada?

Sarah no parpadeó durante unos segundos. La curiosidad por lo que Valerie había hecho con Alex la estaba matando. Pero el temor de que Valerie le preguntara por ella y la relación íntima con Ángel le impedía preguntar. Al final resultó que ella no tuvo que hacerlo. Valerie se acomodó en la cama de Sarah y empezó a contarlo por sí misma. ―Es absolutamente el mejor besando nunca visto. Sarah sonrió pensando en los increíbles besos de Ángel. Nunca había tenido una conversación como esa con una chica y le gustaba. A pesar de que ella podía hablar con Sydney sobre cualquier cosa, había ciertas cosas de las que sabía que nunca hablarían. Especialmente sobre Ángel, se sentía mal. Le había hablado de sus besos y esas cosas, pero dejando de lado los detalles. Valerie continuó. ―Y, oh, Dios mío, es un animal. Desde el momento en que empezamos a besarnos casi no me dio un momento de respiro. Una podría pensar que con alguien como él, que estoy segura de que lo consigue en cualquier momento que quiera, no estaría tan hambriento de eso. ―¿Dónde estabas tú? ―preguntó Sarah. ―Oh, escucha esto. ―Valerie sonrió―. Temprano, antes incluso de que fuéramos al restaurante le hablé de futbol, ya sabes, preguntándole cuán diferentes eran las universidades de la escuela secundaria, por lo que me habló de ellas y dijo que su amigo tenía muchas grabadas y tal vez pudiera algún día enseñármelas. Así que, más tarde por la noche me llevó a comer sushi y luego caminamos por la playa, donde empezó a besarme… ―¿Tuviste que apoyarte en algo? ―Rio Sarah.

de la calzada, entonces me atrajo hacia él y dijo que tenía que darme un beso. Sarah sonrió.

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―Si quieres saberlo, él estaba sentado en la pared de ladrillo que separa la playa

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Valerie trató de hacerse la loca, pero su sonrisa la delató.

―¡De cualquier modo! ―dijo Valerie―. Después de besarme, no se detuvo y empezó a hablar de que teníamos que ir a casa de su amigo a ver las cintas. Entonces, le dije que sí, por qué no, ¿verdad? Resulta que su amigo, que no está en la ciudad, tiene un apartamento de soltero no muy lejos de donde estábamos. Le había dejado a Alex una llave. Dime que él no lo tenía planeado. Sarah todavía estaba tratando de imaginar a la diminuta Valerie con el musculoso Alex. Él tenía que medir por lo menos un metro noventa y tres, y mostraba todo el apoyador4 que era. Valerie mediría tal vez uno sesenta, y era tan pequeña como su clase. ―Así que, ¿viste las cintas? ―Empezamos con eso. ―Valerie se mordió las uñas―. Pero no estuvimos mucho tiempo en el sofá antes de que él estuviera encima de mí. Te juro que si no tuviera la regla, habría ido más allá. Los ojos de Sarah de nuevo estaban tan grandes como platos. ―¿Le dijiste que tenías la regla? ―¡De ninguna manera! ―Valerie se quedó sin aliento―. Sólo le dije que no me sentía cómoda teniendo en cuenta que apenas lo conocía, lo cual era algo muy estúpido ya que después estaba de rodillas, atragantándome por su enormidad. Sarah se cubrió el rostro y se rio. ―¡Ahórrate los detalles, por favor! ―Alejó las manos de su cara―. Entonces, ¿te preguntó si querías verlo de nuevo? ―Bueno, no lo hizo anoche. Pero me pidió mi número y me llamó esta mañana diciendo que quería volver a verme.

4

Apoyador: En inglés Linebacker. Posición en el fútbol americano, son miembros del equipo defensivo.

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Valerie asintió sonriendo.

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―¿Saliste con él ya?

―Valerie, tal vez él está realmente yendo en serio contigo. Ayer parecía que realmente conectaban. ―Volvimos a la casa de su amigo, Sarah. Lo único que quiere es meterse en esto. ―Señaló su entrepierna―. Y lo hará, tan pronto como la maldición se haya ido. Sarah la miró decepcionada. Valerie no parecía decepcionada en absoluto. Arrugó la nariz. ―¿Es eso mi teléfono? Saltó de la cama y corrió a su habitación. Se fue por unos minutos y Sarah se dirigió a su habitación para darle las buenas noches. Cuando llegó, Valerie estaba en su cama hablando por teléfono con una gran sonrisa en la cara. ―Alex ―articuló sonriendo. Sarah hizo lo que Valerie hacía, y corrió a escuchar, apoyada contra la oreja de Valerie. ―… así que cancela esos planes ―dijo él―. Te recojo a las siete. ―Está bien, supongo. ―¿Supones? Valerie se echó a reír. ―Estoy bromeando, Alex. Sí, eso siena bien. Hubo un largo silencio en el otro lado de la línea, finalmente él suspiró. ―Eres muy graciosa, Z.

mañana, pero no te olvido. ―Intentaré no olvidarte.

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―Sí, bueno, tú no lo eres ―dijo―. Me tengo que ir, me levanto a las cinco

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―Eres demasiado fácil.

―¿Sabes lo que…? ―¡Lo ves! ―Sonrió ella―. Por supuesto que no lo voy a olvidar. ¿Mejor? ―Mucho mejor ―dijo―. Buenas noches. Sarah observó a Valerie darle vueltas a su teléfono cerrado. ―Eres muy mala. Realmente estaba enojado. ―Nah ―dijo Valerie―. Sabe que me gusta jugar con él. Simplemente lo sigue, haciendo el papel. ―¿Por qué te llama Z? ―Por Zuniga ―dijo Valerie―. Es una cosa del fútbol, supongo, dice que llama a casi todos sus amigos por sus apellidos en la escuela. Pero me he dado cuenta de que sólo lo hace cuando realmente lo presiono. Sarah levantó una ceja. ―No sé, Valerie. ¿Te vio todo el fin de semana y está ya llamándote para otra cita? ―Se levantó de la cama―. ¿Y qué planes has cancelado? ―Oh, cuando me preguntó si estaba ocupada el miércoles. Le dije que tenía planes. Te lo digo, es probable que sólo se esté lanzando porque no ha conseguido entrar en mis pantalones todavía. Tan pronto como lo consiga, te puedo garantizar que se irá. ―Entonces, ¿renuncias a ello? Valerie la miró con simpatía mientras se levantaba delante del espejo de la puerta del armario.

Sarah frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir nada Valerie continuó.

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siempre, sólo para conseguir un poco de esto?

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―Tonterías, Sarah ―dijo―. ¿De verdad crees que se va a colgar de alguien para

―Además ya te lo dije. No estoy buscando una relación. Estoy perfectamente feliz con la oportunidad de estar con Alex Moreno sólo un par de veces. Esto es todo lo que siempre quise. Sarah no estaba tan segura de eso. No le importaba lo que dijera Valerie, sabía lo que había oído. Alex sonaba enojado. Pero si Valerie insistía, ¿qué podía decir? Valerie conocía a Alex mucho más que ella. El teléfono volvió a sonar y las dos dieron un salto, luego se miraron. Valerie miró el identificador de llamadas. ―¡Es él otra vez! ―Se sentó en la cama y Sarah volvió a su posición, justo al lado de su oreja. ―¿Hola? ―Z, una pregunta. ―¿Qué? ―¿Qué planes tenías el miércoles por la noche? Valerie se volvió y miró a Sarah con los ojos abiertos y se tapó la boca. ―Um, nada realmente ―dijo ella―. Sólo iba a salir con mis amigas… ¿Por qué? Hubo un nuevo silencio en el otro extremo. ―Sólo me lo preguntaba ―dijo―. Está bien, te dejaré dormir ahora. Nos vemos el miércoles. Valerie sonrió y le dio las buenas noches. Miró a Sarah, que le estaba dirigiendo una mirada de complicidad.

significa nada.

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territoriales, especialmente uno con el ego tan grande. Eso es todo lo que es. No

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―Antes de decir nada. ―Levantó la mano―. Ya te lo dije, los chicos son

Se veía muy petulante y sonaba muy segura, pero Sarah sentía su malestar. Nunca lo habría creído, pero estaba empezando a preocuparse porque Valerie jugara con

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Alex.

Traducido por liebemale y Clary Corregido por Jane

P

ara el lunes, todo había vuelto a la normalidad con Sarah y Ángel. Ellos nunca pasaban los descansos en la mañana o el almuerzo juntos. Así que, cuando Ángel vio a Dana en su taquilla justo antes del almuerzo, él pensó

que era un momento tan bueno como cualquier otro para hacerse cargo de esto de una vez por todas. Dos amigas estaban con ella. Sus ojos se iluminaron cuando ella lo vio acercarse. Rápidamente se despidió de sus amigas. —Hablamos más tarde. —Hola. —Ella sonrió ampliamente a Ángel, sacudiendo su pelo para atrás—. ¿Qué pasa? —¿Tienes un minuto? —¿Para ti? Por supuesto. —Sé lo que estabas haciendo el viernes, Dana. Esto tiene que parar. Su sonrisa se disolvió y ella echó un vistazo a su taquilla.

Ella miró al frente. —Tú me diste esa camiseta, ¿te acuerdas?

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—Claro que sí —espetó.

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—No sé lo que quieres decir.

—No, te la presté y nunca me la devolviste. Ella cambió su peso y, finalmente, lo miró a los ojos. Ángel vio a través de ella su intento por parecer herida. —¿La quieres de vuelta? ¿De eso se trata? —Sí, lo es. Y quiero que dejes de hacer todo lo que has estado haciendo, Dana. Se está poniendo cansino. —Nunca te quejaste antes. —Bueno, las cosas son diferentes ahora. Ángel podía ver la furia en sus ojos. Sabiendo lo mucho que le gustaba hacer escenas, se alegraba de que fueran los únicos que quedaban en el pasillo. Oyó el veneno en sus palabras fuerte y claro. —¿Te dijo ella que hicieras esto? Ángel no estaba dispuesto a darle el placer. —Para ser honesto, ella nunca te ha mencionado. Dana reía intentando sonar sarcástica, pero se quedó corta. Ella cerró la taquilla, que resonó con fuerza en el pasillo vacío. Frunció el ceño, labios casi temblando. —¿Crees que tu camiseta es la única que tengo? —No, estoy seguro de que tienes un montón. —¡Vete al infierno, Ángel! —Ella comenzó a alejarse. Después de sólo unos pocos pasos, se detuvo y se dio la vuelta—. Y no te hagas ilusiones. No tienes que preocuparte por mí hablándote nunca más.

de lo que había esperado. Salió a la cafetería sintiendo un enorme peso quitado de

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Con eso, se dio la vuelta y se alejó a toda prisa. A fin de cuentas, fue mucho mejor

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—Gracias.

sus hombros. Sonrió con aire de suficiencia. Sus problemas con Dana habían terminado.

La práctica fue cancelada inesperadamente temprano porque uno de los jugadores resultó herido de gravedad, por lo que se requerían los paramédicos. Ángel había mirado a las gradas y vio a Sarah completamente absorta en su carrera. Ella no se había dado cuenta de que el equipo estaba fuera del campo. Podía esperar a que terminara. No había salido con los chicos después de la práctica desde hace tiempo. Ahora tenía un par de minutos. Ángel acababa de salir del gimnasio con Eric y Romero cuando vio a Dana precipitarse hacia él, mirándolo con mucha determinación. —¿Puedo hablar contigo? —dijo. Siguió caminando. —Adelante. —Quiero decir a solas. —Miró a Eric y Romero. Ambos se volvieron a Ángel, quien se encogió de hombros. —Vamos a estar por allá, hombre. —Eric señaló. No anduvieron muy lejos, sentados en una mesa cercana, en frente de donde las chicas del equipo de animadoras estaban practicando. —¿Cómo te atreves a despedirme así como así? —Se cruzó de brazos y se puso delante de él, lo que le obligó a detenerse—. Como si nunca hubiera significado

—La mierda pasa, Dana. Estoy viendo a alguien ahora. No puedo estar tratando contigo. —Agitó la mano hacia arriba y abajo delante de ella—. Con esto.

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Se mordió la lengua para no querer ser cruel, pero tenía que pensar en Sarah.

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nada para ti.

—¿Sabías que ella se acostó con Jesse Strickland? Ángel se echó a reír, aunque él no sentía ni un poco de humor. —¿Es eso lo que él dijo? —Eso es lo que todos dicen. Me sorprende que no lo hayas oído. —Yo no escucho mierda. —Ella había logrado aturdirlo pero él moriría antes de admitirlo. Sabía que todo era un montón de basura, pero sólo la idea de un rumor así de Sarah le enfermaba. —No quise herirte, Ángel. Sólo pensé que deberías saberlo. El intento de sonar simpática era exasperante. Ángel nunca fue de los que faltan el respeto. Sobre todo a las mujeres, pero podía sentir la sangre corriendo furiosamente en las venas. Sarah había estado cerca de dejarlo. Demasiado condenadamente cerca, ¿y para esto? Había acabado con ser amable. Él la miró. —No te preocupes. Nunca me podrías lastimar, Dana. Tendría que importarme para que eso ocurra. Ella se encogió de hombros. —¿Y supongo que sabe de nosotros? Ángel se rio entre dientes. —Nunca hubo un nosotros, Dana. Y tú lo sabes. Tú inventaste toda esa mierda. Yo no. Las lágrimas brotaron de sus ojos. Él rodó los ojos y retrocedió.

—¡Tú me hiciste el amor, desgraciado! —gritó ella—. ¿No te acuerdas de eso?

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Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia Eric y Romero.

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—Dios, no empieces con esa mierda.

Su estómago cayó. ¡Mierda! Se dio la vuelta y se apresuró hacia ella. Vio sus ojos abrirse de par en par por la alarma, pero se mantuvo firme. Caminó hasta su cara y habló entre dientes lo bastante alto para que ella lo oyera, pero sus palabras eran fuertes y cortantes. —Mete esto en tu cabeza. Nunca hemos hecho el amor, tuvimos sexo, sexo sin sentido, frío, como has tenido con muchos otros. No significó nada para mí. Tú no significas nada para mí. No te metas en mi puta vida, lo digo en serio, Dana. Con la boca entreabierta se le quedó mirando. Sus ojos se abrieron como platos y luego se volvió y alejó a toda prisa, su cara entre las manos. Sus amigas se pusieron junto a la puerta del gimnasio a la espera de consolarla y la oyó sollozar mientras doblaban la esquina. Él respiró hondo y volvió lentamente hacia los chicos. Haciendo caso omiso de los susurros y mirando los rostros de todos los que habían estado parados alrededor. Romero estaba sacudiendo la cabeza. —Amigo, espero que le hayas dicho a esa perra que se fuera. Ángel asintió sintiéndose todavía un poco inestable. No tenía la intención de ser tan duro, pero las palabras sólo habían salido. Se quedó allí todavía aturdido por lo que había dicho Dana acerca de Sarah. No quería que los chicos supieran que Dana había llegado a él, pero ni siquiera podía forzar una sonrisa. Eric parecía entenderlo. —¿Estás bien, amigo? Ángel volvió a asentir y miró en la dirección de Sarah. Se volvió de nuevo a Eric.

—Nah, lo haría —dijo Eric.

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—Por supuesto que no —dijo Romero.

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—¿Crees que debería decirle a Sarah sobre esto?

—¿Lo harías? —preguntó Ángel. Romero negó con la cabeza, los ojos cerrados. —¡Jodida, Dana! ¿Por qué vas a conseguir que Sarah se moleste por ella? Eric hizo un gesto mirando a su alrededor. —Ella va a oír hablar de esto con el tiempo. Te lo garantizo. Dana gritaba, amigo. Probablemente le sumarán cosas a la historia, también. Sólo digo que, si se tratara de mí, yo intentaría estar limpio. No es como que hiciste algo malo. Solo saca la parte de ella gritando que se acostó contigo. Sara es buena amigo, entenderá. Eso sí, no hagas una gran cosa de esto. Ángel los miró a los dos. No había manera de que pudieran saber que Sarah casi había roto las cosas debido a Dana. Sintiéndose como si se hubiera tragado un ladrillo se volvió a ver a Sarah caminando hacia él. Ella sonrió y le lanzó un beso. Se las arregló para sonreír, pero maldición, temía tener otra conversación sobre Dana con ella.

No había nadie en casa, cuando Sarah y Ángel llegaron a su casa. Ángel acercó a Sarah al estudio y puso su mochila sobre la mesa de café. —Tengo sed. —Él caminó hacia la cocina—. ¿Quieres algo de beber? —Sí, voy a tomar agua o un refresco de dieta, si tienes. Ángel se dirigió a la cocina y tomó un par de aguas fuera de la nevera. Cuando él volvió a entrar en la sala de estar, Sarah estaba de rodillas en el sofá mirando las

era. Puso las aguas abajo, en la mesa de café. —Oh, Dios mío, ¿eres tú?

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mirada más de cerca. Ángel vio que sus ojos brillaban y supo de inmediato cuál

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fotos que están en el estante detrás de él. Ella agarró una para conseguir una

—Dame eso. —Lo alcanzó. Sarah se apartó. —Eres tan lindo. —Ella se rio. Él la abordó en el sofá, pero la escondió detrás de ella. Él la sujetó tratando de tomar la foto. Ella se retorció y se echó a reír histéricamente. —Qué lindo que eras con tu pequeño mullet5. —No es un mullet. —Tenía los brazos debajo de ella mientras buscaba la foto. Ella apenas podía respirar mientras se reía tan fuerte. —¡Está bien, está bien! —gritó ella—. Puedes tenerla. Ángel se la quitó y la puso de nuevo en la mesa boca abajo. Se inclinó sobre ella y la besó. Se besaron durante un tiempo, y se enderezaron rápidamente cuando escucharon algo fuera. Resultó ser nada, y Ángel se puso de vuelta contra ella. —¿A qué hora vuelven tus padres a casa? —Diferentes horas. —Continuó besándola—. Depende de lo ocupados que estén. —Por lo tanto, ¿podrían llegar a casa en cualquier momento? —Um hum. —Él comenzó a besarle el cuello. —Entonces quítate de encima. —Ella se rio, retorciéndose y arqueando la espalda por el toque de su lengua en su cuello. Ella empujó sus manos contra su pecho—. Ángel, lo digo en serio, si tus padres entran, me voy a morir. La besó larga y profundamente por última vez, luego se sentó y se arregló los pantalones.

frotó su hombro. 5

Mullet: peinado que se caracteriza por ser corto en la parte superior de la cabeza y largo en la nuca.

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Sarah sonrió mirando a la tienda de campaña en sus pantalones. Se incorporó y

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—No puedo soportarlo mucho tiempo.

—Vas a estar bien. —Oh, sí, sólo dame unos minutos. —Agarró el control remoto y encendió la televisión. Lo primero que vieron fue una mujer mayor gorda ser entrevistada acerca de sus veinte gatos en las noticias—. Está bien, estoy bien ahora. Sarah se quedó sin aliento. Entonces estalló inmediatamente en carcajadas. —Eso es tan malo. Él cambió el canal, cambiándolos por un tiempo y finalmente lo dejó en un episodio de un reality show sobre la construcción de motocicletas. Fingió estar interesado en él. —Hoy hablé con Dana. Sarah tiró su brazo de su hombro, pero él agarró su mano. Ella le había dicho esa mañana que no necesitaba saber los detalles sobre su conversación con Dana, siempre y cuando él se encargara de ella. —Solo te lo estoy diciendo porque probablemente vayas a oír sobre eso. Ella lo miró fijamente. —Ya había hablado con ella antes a la mañana, y pensé que eso sería todo — dijo—. Pero debería haber sabido mejor cuando ella no dijo demasiado. Él podía ver a Sarah buscando sus ojos. —Hizo una escena después de la práctica. —¿Una escena? —Sí, una escena. —Él la abrazó y empujó su espalda suavemente contra el sofá—.

—¿Qué dijo ella? Ángel intentó besarla, pero ella lo empujó.

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escucharas esto de otra persona.

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Sara, no es nada, no tendría incluso que haber sacado el tema, pero no quería que

—Sarah, no hagas esto de nuevo, nena. En serio, lo único que importa es que arreglé las cosas y ella no estará actuando como una estúpida nunca más. —¿Estás seguro? —No hay ninguna duda al respecto. —La besó y esperaba que tuviera razón. Ella lo miró por unos momentos. —Está bien. Agradecido que esto no se volvió en otra terrible discusión acerca de sus sentimientos por Dana; Ángel gimió y enterró su cara en su cuello. Se apretó contra ella y sus manos hicieron su camino bajando por su cuerpo. Empezó a poner su mano en su blusa cuando escucharon a alguien en la puerta. Sarah saltó empujando a Ángel. Era Alex. Sarah sacó su cuaderno y su libro de su mochila y Ángel puso una almohada del sofá sobre su regazo. Alex sonrió. —¿Interrumpí su estudio? Ángel lo ignoró, pero sonrió y bebió agua. Sarah se quedó sentada mirándolo con la barbilla recta. —De hecho estamos estudiando. Ángel tiene un examen muy importante mañana. Alex ya había agarrado el control remoto de la mesa y estaba pasando a través de los canales. —Bueno, no estás haciendo eso aquí. —Miró a Ángel—. Los chicos van a estar

Echó un vistazo a la televisión. —No me digas, ¿los Chargers están jugando?

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Ángel estaba confundido primero y luego se dio cuenta. Lunes noche de fútbol.

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aquí en un momento, vamos a ver el juego.

Sarah le disparó una severa mirada. —Tienes que estudiar, Ángel. La prueba es mañana, no hay peros en esto. Alex chasqueó la lengua. —Apesta ser tú. —Él movió a Ángel fuera del sofá—. Vayan a la cocina. Le dije a los chicos que no vinieran con las manos vacías, y estoy ordenando pizza. Voy a necesitar esta mesa. Ángel y Sarah se fueron a la cocina. Se sentaron en el mostrador en el centro de la isla. Sarah se convirtió en un profesor bastante difícil, no queriendo la renuncia de la tarea en cuestión. A pesar de que Ángel no lo hacía fácil, con todo su continuos besos y caricias. Ella se alejó riéndose del mordisqueo de su oreja. —Bueno, Ángel, presta atención. Esto es algo fácil. Where are significa Dónde

están. —Ellos miraron hacia arriba y vieron a Romero venir hacia la cocina. Él empujó sus dedos cruzando sus labios para mostrar que sus labios estaban cerrados. Sarah continuó. —Ya conoces todas estas palabras. —Ella señaló una lista de palabras en el libro—. Entonces, where are my shoes? significa, ¿dónde están mis zapatos? Where are my keys? Es, ¿dónde están mis llaves? Ahora tú inténtalo. Antes de que Ángel pudiera empezar, sonó el celular de Sarah. —Voy a enviarla al correo de voz. —Nah, tómalo. —Ángel dio la bienvenida a la interrupción—. Voy a agarrar algo de pizza de todos modos.

mejor. Ella le hizo señas a Ángel que estaría parada afuera. Ángel asintió, apenas prestando atención. —¿Ellos anotaron? —preguntó, volviendo su atención hacia el cuarto.

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habitación festejaron ruidosamente y ella cubrió su oído para tratar de escuchar

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Ella respondió caminando hacia la puerta del patio. Los chicos en la otra

—¡Seguro que lo hicieron! —dijo Romero, caminando hacia él. Salió cuando los chicos empezaron con los vítores y aplausos. Ambos caminaron a la mesa donde estaba la pizza. —Oye, intenta esto —dijo Romero—. Where are my balls? —¿Dónde están mis

bolas? Ángel se rio agarrando una rebanada y recostó sobre la encimera. Romero sacudió la cabeza, su rostro disgustado. Él tomó una rápida mirada por la ventana para asegurarse de que Sarah no estaba escuchando. —Amigo, ¿estás tan vencido que estás perdiéndote el juego de los Charger? Ángel sonrió masticando su pizza. —Tengo que estudiar, hombre. Si no lo hago bien en este examen de mañana, me sentaré para el juego del viernes. Romero sacudió su cabeza sin estar convencido. —Bueno, te estás perdiendo un espectacular juego. —Agarró otro pedazo antes de dirigirse hacia el cuarto. Ángel frunció el ceño y terminó su rebanada de pizza. Miró por la ventana y vio que Sara seguía aún en el teléfono riendo. Ella lo vio y sacó su lengua. Él sonrió y se fue andando aprovechando el tiempo para ver un poco del juego. Él estaba justo saliendo de la cocina cuando oyó la puerta del patio abriéndose. Caminó hacia atrás y vio a Sarah en la puerta mirando hacia fuera. Él atrapó el final de la conversación. —Por supuesto que no —dijo—. No seas tonto, estoy emocionada por ti. Esto es

—Sí... sí... Lo juro. Bueno, hablamos luego.

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Ángel levantó la ceja.

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enorme. Me conoces. Si estuviera allí estaría saltando sobre ti, celebrando.

Ella colgó y se dio la vuelta. Lucía un poco sorprendida de que Ángel estuviera allí de pie. —Era Sydney. La expresión de Ángel se suavizó y asintió, caminando alrededor de la isla para obtener otra rebanada de pizza. —¿Qué está pasando con ella? —preguntó, sin voltearse.

Sarah mordió su labio haciendo una mueca, agradecida de que estuviera de espalda en ese momento. Sabía que había dicho que la próxima vez que él se refiriera a Sydney como una mujer lo corregiría, pero, de alguna manera ahora no parecía ser ni el momento ni el lugar. Algo le decía que Ángel ya no sería capaz de estudiar y ella no quería ser responsable de que él no pudiera jugar el viernes. Pero ahora, Ángel se había girado y la estaba enfrentando. Cuidadosamente de no ir más lejos de la creciente mentira ella tenía que pensar acerca de su formulación. —Sydney aceptó una beca de música en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Los ojos del Ángel se redujeron un poco. —¿Y ella no cree que podrías estar feliz? Él caminó para unirse a ella. Ella ya se había sentado donde estaban estudiando.

Syd pensó que estaba molesta porque Columbia estaba lejos. Pero me estoy acostumbrando a la distancia entre nosotros. Además, con la tecnología siendo lo

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Columbia porque Syd siempre decía que la UCLA era su último objetivo. Así que

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—Bien. —Aclaró su garganta—. Estuve tranquila por un segundo cuando escuché

que es ahora, es casi como si no estuviéramos separados. Hablamos mucho por teléfono. —Tan pronto como dijo la última parte, deseó poder retirarla. Seguía olvidando que Ángel podría eventualmente saber sobre Syd, y pequeños detalles como ese sólo le harían más difícil entender. —Sí. —Ángel asintió—. Además, hay correo electrónico. No importa la distancia, estoy seguro de que ustedes dos se mantendrán en contacto. Sarah estaba poniéndose nerviosa acerca de toda la fraseología. Ella no sabía cuánto tiempo más podía hacerlo antes de que el nombre de Syd fuera tan repetido que comenzaría a sonar raro. Ella intentó cambiar el tema. Asintió con la cabeza. —Estoy muerta de hambre. Alex y Eric entraron. Ángel se levantó y caminó hacia la pizza. —¿Se terminó? —preguntó Ángel. —No, es el medio tiempo —dijo Eric. Ángel, puso dos rebanadas en un plato de papel después agarró otro para sí mismo. Alex y Eric ya estaban comiendo su pizza apoyados en el mostrador. Sarah estaba agradecida por la interrupción, pero su alivio rápido se convirtió en amargura. Ángel puso su plato en frente de ella, luego agarró una soda de la nevera. —Entonces, Sydney es músico, ¿uh? —Le entregó la lata de soda. Ella la tomó y asintió, se negó a llenar la conversación. Él caminó alrededor y se sentó al lado de ella.

mirándola. —Saxofón.

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Ella tomó un largo trago de su soda y miró a Alex y Eric. Los dos estaban

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—¿Qué toca?

—¿En serio? —Ángel parecía sorprendido. —Es un cambio —comentó Alex, cuando Romero entró. —¿Qué es un cambio? —preguntó Romero. Él tomó una rebanada de pizza y se puso al lado de Alex. —Su amiga toca el saxofón —comentó Alex. —¿En serio? —preguntó Romero—. ¿Una chica? Estaba a punto de sacudir la cabeza, pero no tuvo ninguna oportunidad. —Por supuesto, idiota. —Alex empujó a Romero—. Como si yo dijera eso de un chico. Ángel y Eric rieron. Sarah quería gemir. La testosterona en la habitación era sofocante. —¿En serio? —dijo Romero—. Una chica que sabe cómo soplar, ¿no? Los chicos rieron. Sarah se hundió en su asiento. Esta era una pesadilla, ahora estaban todos metidos en su mentira. Sintió que Ángel rozaba su espalda. Él confundió su mirada de desesperación por molestia. —Sencillo —dijo—. Es su mejor amiga. Romero la miró. —¿Ah sí? Bueno, preséntamela. —A ella le gusta tocar el saxofón Romero, no el flautín. —Alex sonrió. Eric casi escupió la comida e incluso Sarah tuvo que reírse.

con tres pizzas ya? Alex lo miró con los ojos abiertos de par en par.

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tres cajas vacías antes de encontrar alguna con algo dentro—. ¿Hemos terminado

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—Es de Arizona —dijo Ángel, levantándose por más pizza. Miró a través de las

—Están gordos. Esas eran extra grandes también. Aquí hay sólo somos cuatro. —Yo tomé algunas también —dijo Sarah, levantando su mano. Alex miró a su plato impresionado. —Cariño, tomé dos rebanadas antes que la pizza incluso estuviera en la cocina. Romero caminó por allí y se apoyó en el lavabo delante de ella. —Arizona, ¿uh? Bueno, tienes que traerla para una visita. —Amigo, ¡lárgate de aquí! —dijo Alex. —¿Qué? —protestó Romero. —No, lo digo en serio. Sal de aquí —dijo Alex. Ángel rio sentándose de nuevo al lado de Sarah. —Sí, fuera de aquí, volveré a estudiar. Romero se inclinó más cerca de Ángel y lo miró muy serio. —Where are my balls? Esta vez fue Sarah quien casi escupe la comida. Ángel rodó sus ojos. Eric ya estaba caminando de regreso al cuarto. —¡Regresa! —gritó. Alex y Romero agarraron cada uno un trozo para irse. Ni siquiera estaban fuera de la puerta cuando Ángel ya estaba sobre ella de nuevo. Ella se sentó con algún tipo de movimiento irregular.

Sólo soy deshonesta y mentirosa. La besó unas pocas veces más.

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—No.

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—¿Qué está mal? —preguntó él—. ¿Estás cansada?

—Tal vez Sydney puede venir y visitarnos algún día. Podemos salir. No te preocupes, yo manejo a Romero. Sarah esperaba que él no hubiera escuchado el estruendo cuando tragó saliva y forzó una sonrisa. —Sí, tal vez. —Ni en un millón de años. Esto estaba totalmente saliéndose de sus manos. Tenía que pensar en una manera

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de arreglar esto. Rápido.

Traducido por AariS Corregido por Marina012

ngel obtuvo un ochenta en su examen de español y estaba feliz de estar en

Á

el partido esa semana. Además, era uno importante. Estaban jugando con sus rivales, y ambos equipos estaban en la carrera por los playoffs.

Sarah se sentó en las gradas con Sofía, Valerie y Mónica, la amiga de Valerie. Los padres de Ángel habían volado más temprano esa noche a Florida para el partido de Alex al día siguiente. Sofía era responsabilidad de Ángel hasta que volvieran. En lugar de dejarla sola en el restaurante esta noche, Ángel consiguió el visto bueno para cerrar temprano y tenerla yendo también con ellos. A Sarah no le importaba acompañarla durante la noche. Le gustaba Sofía, y desde que Sarah comenzó a practicar con el equipo de atletismo se habían vuelto mucho más cercanas. Sin embargo, Sarah se sentía mal. El equipo de relevos ni siquiera estuvo cerca de los tiempos que Sarah puso en el tablero cuando estuvo en el cuarto lugar durante la práctica. El entrenador seguía hablando una y otra vez acerca de cómo tenía el corazón roto porque no estaría quedándose allí para el próximo semestre. Había empezado a guardarse algunos de los comentarios para sí misma porque Ángel podría molestarse mucho por ellos. La semana entera había ido sin incidentes y ahora el partido parecía irlo también.

mirando hacia el campo varias veces, pero por lo que ella podría decir, Ángel no había notado nada.

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estaba ligando con Sofía, poniendo a Sarah un poco nerviosa. Había estado

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Había unos pocos chicos de otra escuela sentados junto a las chicas. Uno de ellos

Cuando el partido acabó, Sarah se apoyó contra el Mustang de Ángel en el aparcamiento. Valerie y las chicas, incluida Sofía, les habían dicho a los chicos que se reunirían al final del partido en el auto de Valerie, aparcado sólo unos pocos espacios más allá. Ángel le había dado a Sarah las llaves de su auto en caso de que ella y Sofía quisieran sentarse en él mientras lo esperaban tras el partido. Sarah tenía la puerta abierta y la radio encendida. Le hizo señas a Sofía para que se acercara, y ella lo hizo enseguida. —¿Qué? —Me estás poniendo nerviosa —susurró Sarah, tratando de no sonar como una regañona. —¿Por qué? —¿No crees que Ángel se va a enfadar si te ve pasando el rato con todos esos chicos? —Ese es Alex. —Sofía sonrió—. Ángel no es tan malo. No estará emocionado, pero no hará nada a menos que los chicos estén siendo estúpidos y no lo son. Son realmente agradables. En cuestión de segundos, Sarah se arrepintió de haber convocado a Sofía hacia ella. El chico que parecía más interesado en Sofía la siguió, y todos los demás le siguieron a él. Ahora estaban todos de pie alrededor del auto de Ángel, cinco chicos y cuatro chicas. Aunque ninguno de ellos era de cerca tan intimidante como Ángel y sus amigos, con dos de ellos siendo bajitos y fornidos, y otro pareciendo demasiado joven como para estar con ellos. Sarah sabía que aun así Ángel no estaría feliz acerca de eso.

de chicos caminando hacia ellos. Estaba oscuro y estaban aún muy lejos, pero Sarah pudo decir que eran Ángel, Eric y Romero sólo por el modo en que caminaban.

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Valerie estaba un poco molesta por ello. Sarah levantó la mirada y vio a un grupo

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El interesado en Sofía, era el más alto y más atractivo del grupo. Sarah notó que

Cuando se acercaron lo suficiente, Sarah hizo contacto visual con Ángel. Él la miró y después al grupo de gente de pie alrededor de su auto. Sarah era la única parada lejos de todo el mundo, él levantó una ceja, pero sonrió con suficiencia. Sabía que era imposible que él pensara que sería lo suficientemente tonta como para estar de pie alrededor de su auto flirteando, pero todavía estaba nerviosa por Sofía. Estaba fuera hacia el extremo frontal del auto hablando con el chico que había estado ligando con ella toda la noche. Romero hizo el primer comentario. —¿Qué es esto, una jodida fiesta? Sarah vio a Eric acelerar cuando vio a Sofía hablando con ese chico. —¿Qué estás haciendo ahí, Sof? Ángel no había notado a Sofía hasta que Eric lo dijo, y se volvió hacia ellos con el ceño fruncido. Los demás chicos se apartaron inmediatamente para dejarle pasar. Ángel caminó directamente hacia Sarah y la besó. —¿Qué está pasando? —Su voz era muy baja—. ¿Quiénes son estos inútiles? Sarah se volvió hacia el grupo. —No los conozco. Son sólo unos chicos con los que las chicas estuvieron hablando en el partido. —¿Las chicas? Le sonrió y le abrazó fuerte. —Sí, las chicas.

agradables. Ella dijo que no te enfadarías. Ángel frunció el ceño mirando por encima al chico de Sofía sonriendo.

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—No lo sé. —Se encogió de hombros—. Pero todos parecen lo bastante

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—¿Quién es ese con Sofi?

—Sí, bueno, es mejor que su culo se meta en el auto antes de que me importe. Sarah no tuvo que escucharlo dos veces, se dio la vuelta en la dirección de Sofía. Iba a decirle que ya se iban, pero Eric ya estaba allí. No pudo oír lo que Eric dijo, pero fuera lo que fuese hizo que el chico con el que estaba hablando Sofía se enfadara. —¿Quién eres tú? —preguntó el chico, con mala actitud. —¿Quién carajo eres tú? —Eric ladró en respuesta. Sofía saltó entre ellos, y en un segundo Ángel y Romero estaban allí. Al principio conteniendo a Eric, luego teniendo que ser contenidos, cuando vieron a los otros chicos dirigirse hacia Eric. Las chicas trataron de retenerlos. Monica ayudó a Sofía con Eric, que era el más reacio. El pobre chico trató de no parecerlo, pero aun así lucía aterrorizado. Los amigos del chico se las arreglaron para alejarlo antes de que resultara herido. Sarah luchó con Ángel suplicándole. —Déjalo, Ángel. Estaba simplemente hablando con ella, por el amor de Dios. Cuando los chicos estuvieron finalmente lo bastante lejos, Sofía dejó ir a Eric, disgustada, y caminó hacia el auto de Ángel. Subió al asiento trasero y cerró de un portazo. La cabeza de Ángel giró y estuvo a punto de decirle algo a Sofía. —Vámonos —dijo Sarah. —Cerró mi puerta de un portazo. —Miró a Sarah exasperado.

Una vez en el auto, Ángel se dio la vuelta y miró a Sofía. —¿Qué pasa contigo?

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Ángel y Sarah volvieron al auto. Romero y Eric los siguieron.

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—Simplemente vámonos, por favor.

—¿Qué pasa contigo? —Sofía le disparó de vuelta. Sarah se hundió en el asiento del pasajero. Eric metió la cabeza en la ventana de Sarah. —¿Quién era ese, Sof? —Nadie. —Cruzó los brazos delante de ella. Romero metió la cabeza en la ventana de Ángel. —¿Qué pasó? Sofía exhaló ruidosamente, sonando más como un gruñido. —¿De qué va eso? —preguntó Ángel. —¿Cuántos hermanos tengo, de todos modos? Ángel estaba a punto de decir algo, cuando Sofía puso la mano sobre su cara y se tapó. —¿Sofi? —¿Está llorando? —Eric metió la cabeza más adentro. —¿Está llorando? —preguntó Romero. —¡Muy bien! —Sarah se incorporó—. Eso es todo. Todos fuera. —Echó la cabeza de Eric fuera de la ventana y empujó a Ángel para hacerle salir del auto. Su cabeza hizo un ruido sordo cuando golpeó la de Romero. —¡Au! —aulló Romero. —Bueno, mueve el culo —dijo Ángel.

Sarah se dio la vuelta para estar de cara a Sofía. —¿Estás bien?

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y se unieron a ellas.

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Ángel salió y todos se alejaron a regañadientes. Valerie y Monica estaban aún allí

Sofía sacudió la cabeza, su mano aún sobre su cara. Sarah se estiró y le frotó la rodilla. El gran pecho de Sofía se elevó mientras inhalaba y cayó cuando exhaló lentamente. —Sus intenciones son buenas —ofreció Sarah. —Lo sé. —Sofía suspiró—. Pero sólo por una vez desearía poder ser como cualquier otra chica y pasar el rato con chicos, sin todos ellos transformándose en hombres de las cavernas. Sarah soltó una risa. —Simplemente no están acostumbrados, aún te ven como su pequeña Sofi. Se acostumbrarán con el tiempo. Sofía puso los ojos en blanco y se secó la cara. Sarah le tendió un pañuelo de papel. Sofía se sonó la nariz y se sentó derecha. —¿Sabes qué es lo más estúpido? —¿Qué? —No tienen nada de qué preocuparse de todos modos. Sarah no estaba tan segura de eso. Había visto el modo en que el chico miraba a Sofía. —¿A qué te refieres? —Me estoy reservando para un chico, y estoy empezando a creer que él lo sabe. Los ojos de Sarah se abrieron como platos. —¿En serio? ¿Quién?

lejos como para no oír. —¿Prometes que no se lo contarás a Ángel?

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por la ventana para asegurarse de que los chicos estuvieran lo suficientemente

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Sofía sostuvo el pañuelo contra su nariz, mirando a Sarah con aprensión. Miró

Sarah asintió, pero tragó saliva, insegura de querer saber más. Sofía cerró los ojos con fuerza y luego miró a Sarah de nuevo. Susurró algo, pero Sarah no lo captó la primera vez. Sarah se asomó por la ventana para asegurarse de que todavía estaban lo suficientemente lejos, vio a Eric mirar en su dirección y luego de vuelta a Ángel. Se inclinó más cerca de Sofía. —¿Qué? —susurró Sarah. —Eric. Sarah la miró estupefacta. Ambas miraron por la ventana. Ángel y Eric estaban regresando hacia el auto. —Por favor, no digas nada —rogó Sofía. —No lo haré. ¿Qué le hizo pensar que Eric sabía que se estaba reservando para él? Sarah quería preguntar un montón de cosas, pero los chicos estaban demasiado cerca. Tendría que esperar hasta la próxima vez que tuvieran un momento a solas. Fueron a la playa e hicieron una hoguera. Sarah miró y observó toda la noche, con cuidado de que Ángel no lo notara. No podía creer que no lo hubiera notado antes. Bueno, lo hizo, pero nunca se imaginó nada de eso. Siempre había parecido tan inocente. Aún lo parecía, sólo que después de lo que Sofía le había dicho esta noche, algunas cosas parecían un poco cuestionables. Eric permaneció alrededor de Sofía toda la noche. Sentado junto a ella, incluso fueron a dar un paseo los dos solos, y Ángel no había pensado nada de ello. Ella no lo habría hecho, tampoco, antes de esta noche. Siempre pensó que Eric sólo estaba siendo un encanto. Eric sabía que Ángel estaba ocupado con Sarah, así que

traerla al restaurante. Y cuántas veces había hablado por teléfono con Ángel y él había mencionado que Eric estaba allí pasando el rato, temprano por la mañana, o tarde por la noche, pero siempre cuando Sofía estaba en casa. Aun así pensó en

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Sarah pensó acerca de cómo era siempre Eric el que se ofrecía para llevarla y

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estaba simplemente manteniendo un ojo en Sofía, ¿verdad?

cómo Eric parecía tan leal a Ángel y sus hermanos. Simplemente no podía imaginárselo en realidad haciendo nada con Sofía. Entre mirar a Sofía, y Eric, y estar disgustada con el escandaloso comportamiento de Valerie, Sarah había estado bastante callada toda la noche. Vio a Valerie, que había bebido demasiado, permitir a Romero besarla suavemente en los labios. Había estado flirteando con él desde que llegaron allí. —¿Qué pasa? —preguntó Ángel. Los ojos de Sarah encontraron los suyos, y sacudió la cabeza. Pero él la conocía mejor que eso. —No has dicho mucho esta noche. ¿Algo te está molestando? Sarah suspiró y señaló hacia Valerie y Romero. Ángel levantó la mirada hacia ellos. Romero estaba sentado en una hielera y Valerie estaba en su regazo, riendo. Se volvió hacia Sarah y se encogió de hombros. Ángel y sus hermanos obviamente no hablaban demasiado acerca de sus asuntos románticos. Ángel sabía que habían salido, pero no supo que Valerie finalmente obtuvo lo que quería. Apenas el miércoles pasado se había “acostado” con Alex Moreno. Y ahora aquí estaba, descaradamente yendo adelante con Romero. Sarah frunció el ceño. —¿Qué va a decir Alex? —Sarah, nena, espero que no creas que Alex está realmente interesado en Valerie. Quiero decir, ella es genial y todo, pero eso no importa realmente con Alex. Él nunca ha estado en toda la cosa de las relaciones. —Rio entre dientes—. Estoy seguro de que está aprovechando al máximo su habitación de hotel esta

disolvió de inmediato. —Por supuesto, creo que es espantoso.

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Debe haber visto la mirada de disgusto en la cara de Sarah porque su sonrisa se

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noche.

Sarah puso los ojos en blanco. —Sé que él no está en la cosa de las relaciones, pero ¿no crees que va a estar molesto en absoluto, de que ella esté haciendo esto con uno de sus amigos? —Nah. —Ángel sacudió la cabeza—. Alex no es así. No podría importarle menos. Es decir, no le digas eso a Valerie. No quiero herir sus sentimientos ni nada. Pero estoy seguro de que Alex tuvo su diversión, y ya pasó a la próxima. Es simplemente el modo en que él es. Sarah lo miró fijamente. —Eso es él, Sarah. No yo. —Eso no es lo que estaba pensando. Solamente estoy esperando que tengas razón. Odiaría que sus sentimientos fueran heridos. —Confía en mí, Sarah. —Ángel sonrió—. Conozco a mi hermano, va a estar simplemente bien con ello. Pero Sarah recordaba escucharlo al teléfono con Valerie, y cómo volvió a llamar sólo para preguntarle cuáles habían sido sus planes ese miércoles. Algo le decía

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que Ángel podría estar equivocado acerca de esto.

Traducido por Miranda. y Aria Corregido por flochi

L

os sábados por la mañana siempre eran agitados en el restaurante. Los padres de Ángel no volverían hasta la tarde, así que Sarah se ofreció a venir y ayudar. Ángel la recogió una hora antes de abrir. Sarah sonrió

cuando vio a Sofía en el auto también. Estaba ansiosa por hablar a solas con ellas. Rápidamente estuvieron en el restaurante y Sofía tiró de Sarah por el brazo. —Llevaré a Sarah a la parte de atrás de modo que pueda probarse alguna de las camisetas. Ángel frunció el ceño. —Esa está bien, Sofi. —A Sarah le dijo—: No hace falta que lleves uniforme, nena. Sarah levantó su barbilla. —Pero me gustan las camisetas. —Se giró hacia Sofía—. Cogeré una mediana. Ángel sonrió y ella le sopló un beso. Cuando llegaron a la habitación del fondo, Sofía cerró la puerta detrás de ellas y sonrió con picardía. —Oh, Dios mío, casi muero por hablar con alguien sobre esto y tú eres la única

Ángel ni siquiera tenía que decirlo. Era muy obvio lo protector que él y sus

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Sarah no estaba segura de querer ser la única que lo supiera. Desde el principio,

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persona con la que puedo.

hermanos eran con Sofía. Pensó en Alex rompiendo la cabeza de la figura de la tortuga y sonrió débilmente. Sofía abrió un cajón, cogió un polo con el logo del restaurante en él y un delantal. Se los entregó a Sarah. Continuó rebuscando con ilusión y aparentemente desconocedora del repentino ataque de entusiasmo de Sarah. —¡Se lo dije! Sarah tragó saliva. —¿Qué le dijiste? Sofía miró a la puerta y entonces susurró: —Que me estoy reservando para él. —¿Qué? —El corazón de Sarah se aceleró. No podía creer lo que estaba escuchando. Sofía puso sus manos sobre su boca y rio. Sarah no pudo evitar reír también. Se sentía estúpida pero la actitud de Sofía ante aquello era sorprendente. ¿Estaba

loca? Sarah agarró su polo y el delantal con ambas manos, delante de su cara. Sus ojos estaban abiertos de par en par. —¿Que dijo? El rostro de Sofía se iluminó aún más. —Me besó. Sarah parpadeó, incapaz de encontrar las palabras.

—Nunca antes me han besado. Pero él fue perfecto. Sabía exactamente lo que estaba haciendo. No quería que se detuviera. Estaba tan agradecida de que tu

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nervios de Sarah con emoción y siguió.

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Sofía no parecía darse cuenta de la ansiedad de Sarah. Malentendió los anteriores

prima estuviera allí para entretener a Romero. Probablemente hubiera arruinado todo. Apenas puedo esperar a que pase otra vez.

¿Otra vez? —Oh, pero hay mucho más que quiero contarte —dijo Sofía con entusiasmo. —¿Más? —Sí, hay más que sólo besos. Sarah no estaba segura pero podría jurar que empezaba a hacer calor en aquella habitación. —Quiero decir, él es mucho más que un simple flechazo. Me estoy enamorando verdaderamente de él, Sarah. Me mató que estuviera actuando tan fríamente y distante anoche después de lo que pasó en el aparcamiento del instituto. Sabía que él pensaba lo peor. Así que, sugerí que fuéramos a dar un paseo y le dije que no tenía nada por lo que preocuparse, que me estaba reservando para él. Sarah miró fijamente a Sofía. —Entonces, ¿qué va a pasar ahora? No había forma de que sus hermanos lo permitieran. Sofía la miró desafiante. —No lo sé. Lo único que sé es que quiero estar con él y nadie me lo va a impedir. Esto sólo se estaba poniendo peor. Se armaría una buena si Eric estuviera realmente considerando seguir con esto. —Tienes que tener cuidado, Sofía. No quiero que acabes herida.

Eso sonaba razonable para Sarah, pero por la expresión en el rostro de Sofía eso no iba a ocurrir.

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será hasta el año que viene.

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—Él quiere esperar hasta que tenga diecisiete para decírselo a Ángel. Pero eso no

Llamaron a la puerta y Sarah pegó un salto. —Todavía se está vistiendo, Ángel. —Muy bien, estamos listos para abrir en unos minutos. —Bien. —Sarah acabó de ajustarse su delantal—. Ya salimos. Casi perdió el equilibrio cuando Sofía la abrazó. —Estoy tan contenta de tener alguien con quien hablar de esto.

Al principio, Ángel había protestado porque ella le ayudara, pero por supuesto, Sarah insistió. Ahora la miraba mientras esperaba en una mesa, sonriendo, y hablando con los clientes como si fuera una segunda faceta. Ángel iba y venía desde la mesa de camareros hasta la oficina trasera donde estaba tratando de acabar de escribir un anuncio de "se necesita empleados", que iba a entregar al periódico local esa semana. Sus padres estaban buscando nuevos cocineros que contratar y un par de personas que atendieran las mesas. Pensó en preguntarle a Sarah si quería el trabajo de atender mesas, pero algo le dijo que podría sentirse ofendida. Además, ya tenía los fines de semana completos, cuidando niños pequeños. Era muy fiel a las familias para las que trabajaba. Sabía que ella no querría decepcionarlos. El teléfono en la mesa sonó, irrumpiendo los pensamientos de Ángel. —¿Ángel?

—Siento llamar a esta hora, pero Sarah no responde su teléfono,

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—Hola Val, ¿qué pasa?

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Se sorprendió al escuchar la voz de Valerie.

—Está bien —dijo—. Está atendiendo unas mesas. No tiene su móvil con ella. La conseguiré para ti. —Espera.

—Sonaba

nerviosa—.

Quizá

deberías

decírselo

tú,

porque

probablemente se volverá loca. Ángel se enderezó despacio. —¿Qué es? —Sydney tuvo un accidente de auto esta mañana. Ángel agarró el auricular un poco más fuerte. —¿Ella está bien? Hubo un silencio al otro lado por un segundo, y entonces Valerie se aclaró la garganta. —Sus...eh, los padres de ella llamaron del hospital pero aún no saben nada. Tengo toda la información, el número del hospital y demás. Me dieron su número de teléfono en caso de que ella no lo tuviera, para que pueda llamarlos directamente. Ángel escribió toda la información y colgó. Cogió el teléfono de nuevo y empezó a marcar el número de los padres de Sydney. Pensó que sería mejor si supiera algo antes de darle la noticia a Sarah. Dejó que sonara dos veces y pensó en ello de nuevo. Ya era su culpa que no hubieran podido encontrarla más pronto. Sabía que ella querría saberlo cuanto antes. Colgó y entró en el restaurante. Sarah estaba caminando hacia él con una bandeja en la mano. Ella sonrió con orgullo. Camino directamente hacia ella y apartó la bandeja, poniéndola sobre la barra.

Devolvió toda su atención a Sarah y la llevó de la mano a la oficina. —¿Qué está pasando? —preguntó Sarah.

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—Sof, hazte cargo de las mesas de Sarah.

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Miró sobre su hombro.

Ángel la sentó en la silla delante del escritorio y cerró la puerta. Sarah empezó a preocuparse. —¿Qué está mal? —preguntó—. ¿Es por el café que tiré? Porque no lo hice... —Es sobre Sydney. —No escondió la preocupación de su voz. Los ojos de Sarah se abrieron como platos, podía verla buscando sus ojos. —Ángel, iba a... —Ella tuvo un accidente de coche esta mañana, nena. Su expresión cambió lentamente de confusión a pánico. —¡¿Qué?! ¡Oh, Dios mío! —Saltó del asiento, y corrió hacia su bolso. Sacó su móvil. Sus manos temblaban mientras intentaba manejar el teléfono. Él caminó hacia ella y le puso las manos en los hombros. —Relájate, ¿vale? Tengo el número de los padres de Syd, así que puedes llamarlos directamente. Los ojos de ella volaron desde su teléfono. Ya estaban llenos de lágrimas. —¿Hablaste con ellos? —No. —Caminó hacia ella—. Llamaron a Valerie a la casa de tu tía cuando no te encontraron, y ella llamó aquí cuando tampoco te pudo encontrar. Sarah inhaló lentamente, su rostro desencajado. —¿Sabía algo? Ángel sacudió su cabeza.

cálmate.

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información. Volvió y se la entregó. Su respiración llenaba la oficina—. Sarah,

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—No. —Dio la vuelta y caminó hacia el escritorio para coger el papel con toda la

Tomó el papel y empezó a marcar el número. Ángel miró mientras esperaba a que alguien respondiera. Él se animó a sí mismo, esperando lo mejor. —¿Frances? —Estaba al borde de las lágrimas—. Sí, soy yo. ¿Cómo está Sydney? Estrechó el papel que Ángel le había entregado contra su pecho y escuchó. Miró a Ángel. —Oh, gracias a Dios —dijo—. Estaba tan asustada. Ángel suspiró aliviado. —No, no, me alegro de que llamaran —dijo—. Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué llamaron a una ambulancia? Estuvo al teléfono unos minutos más, y Ángel se sentó en la silla de la mesa, reclinándose. Observó cuando Sarah colgó y le miró. Extendió los brazos para que viniera hacia él. Ella se acercó y se sentó en su regazo. Envolvió sus brazos a su alrededor. —Así que, ¿está bien? Sarah asintió. —Llamaron a la ambulancia porque Sydney se quejó de dolor de estómago. Querían asegurarse de que no hubiera hemorragia interna. —¿La había? Sarah negó con la cabeza y respiró hondo. —No. Ángel apoyó su frente contra la de ella.

—Me estaba imaginando lo peor.

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Sonrió débilmente y se encogió de hombros.

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—¿Cómo estás?

—Sarah. —Besó su cabeza—. Mañana, cuando mis padres vuelvan, podemos ir allí para que puedas verla. Ella se alejó y se levantó. —Eso es como un viaje de cinco horas, Ángel. —Está bien. —Acarició su mejilla y sonrió—. Podemos salir temprano. Lo miró con una expresión en blanco, y luego negó con la cabeza. —Ya le he dicho a los Salcido que cuidaría de sus hijos mañana por la tarde. No puedo cancelarlo ahora. Estaré bien una vez que hable con Sydney. —¿Estás segura? —Sí. —Sonrió—. Pero gracias, eso es muy dulce de tu parte. Se levantó. —Será mejor que vaya ayudar a Sofía, probablemente está agobiada. —Deslizó su teléfono móvil en su bolsillo. Ángel frunció el ceño. —No tienes que volver a servir mesas, Sarah. ¿Y si Sydney te llama? Sarah sonrió y palmeó su bolsillo. —Tengo mi teléfono. —Caminó hacia la puerta, se detuvo y luego volvió para besar a Ángel—. Eres todo un encanto. Gracias. —Sonrió y se alejó otra vez. Casi una hora más tarde, Ángel observaba a Sarah desde el mostrador de la recepción. Su rostro se iluminó cuando respondió a su teléfono móvil. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras hablaba y supo que tenía que ser Sydney. No había

opinión sobre quedarse eran pésimas en el mejor de los casos.

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pequeña punzada en el corazón. Las probabilidades de que ella cambiara de

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duda de lo especial que Sydney era para Sarah. Ángel sonrió, sintiendo una

El domingo por la mañana Sarah llamó pronto a Sydney, para ver cómo se estaba sintiendo. Acababa de hablar por teléfono con él cuando Valerie entró en la habitación. —Así que, ¿Ángel todavía no sabe que Sydney es un chico? —Se sentó en la cama de Sarah. Ella hizo una mueca, y negó con la cabeza. —Debes decírselo ya, Sarah —dijo Valerie—. Alex dice que nunca ha visto a Ángel así. Realmente se ha enamorado de ti. Si le gustas tanto, estoy segura de que lo entenderá o lo intentará de todos modos. Sarah pensó en cómo casi lo suelta ayer, cuando la metió en la oficina la primera vez y le dijo que tenía que hablarle de Sydney. Su primer pensamiento fue que lo había descubierto de alguna forma y ella estaba preparada para suplicar por su comprensión si tenía que hacerlo. Entonces le contó sobre el accidente de Sydney y enloqueció. —Lo sé, lo sé —dijo Sarah—. Sólo sigo esperando el momento perfecto, pero nunca hay uno. Y cuanto más tiempo pasa, más duro se vuelve. Vio la desaprobación en el rostro de Valerie. Luego pensó en el descaro que tenía Valerie. —¿Qué está pasando contigo y Alex? Valerie frunció el ceño. —No he sabido nada de él desde el jueves. Creo que su curiosidad por mí se

sorprendentemente, estaba empezando a sentir una conexión con él que era algo más que sólo física. Estoy segura de que llamará otra vez cuando esté listo para

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si no salimos más sin embargo. Entre besos empezamos a hablar mucho, y

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terminó una vez que obtuvo lo que quería. —Se encogió de hombros—. Es mejor

más. Pero si continuamos saliendo, podría empezar a enamorarme de él, realmente. Me estaría asegurando un corazón roto. Sarah la miró con simpatía. —Bueno, nunca se sabe. Tal vez él también sintió la conexión. Valerie rio entre dientes. —Sé muy bien lo que estaba sintiendo él. —¿Crees que dirá algo sobre que estés pasando el rato con Romero? El rostro de Valerie se agrió. —Lo dudo. Primero, no creo que vaya a saber de él pronto, a no ser que esté caliente, e incluso entonces realmente no creo que le importe. Además, no hice nada con Romero. Me besó una vez pero se sintió mal, así que me detuve antes de que fuéramos más lejos. —Bien —dijo Sarah—. Porque no me importa lo que digas, los vi a los dos el primer día en el restaurante y había una clara conexión. Valerie medio sonrió. —Bueno, aparentemente ha estado demasiado ocupado este fin de semana; probablemente haciendo más conexiones, para llamarme. —Ángel me viene a recoger en poco tiempo. Vamos a volver al restaurante para el almuerzo otra vez. —Sarah le ofreció una sonrisa torcida—. ¿Quieres venir? —De ninguna forma. —Valerie jadeó—. ¿Cuán desesperado se vería eso? Yo, apareciendo sin ser invitada. No gracias.

—Así que, ¿Sydney está bien? —Sí —asintió Sarah—. Sólo un par de moratones, pero por lo demás está bien.

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dándose la vuelta.

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Valerie se levantó y caminó a la puerta, deteniéndose cuando la alcanzó y

—¿Ha roto su auto? —No. Por suerte, estaba en la camioneta de su padre. Es una camioneta grande, por lo que podía haber sido peor si hubiera estado en su coche. Sydney dijo que fue principalmente la puerta del pasajero la que fue destrozada. Valerie levantó las cejas. —Bueno, me alegro de que esté bien. —Se volvió y salió. Sarah se acercó a su tocador. Cogió la pulsera de hilo que Sofía le había dado. Todas las chicas en el equipo de atletismo lo usaban para la buena suerte, y aunque Sarah no estaba oficialmente en el equipo, Sofía quería que tuviera una. Sarah pensó que era dulce y sonrió mientras se la ponía. Ángel la recogió y volvieron al restaurante otra vez. Alex y los chicos ya estaban ahí. Estaban sentados en una mesa en la esquina. Sarah y Ángel se sentaron con ellos. Romero y Eric estaban enfrascados en una de sus necias disputas de fútbol. —No me importa lo que digas, nunca debieron librarse de Drew Brees —dijo Eric—. ¡El chico lanzó cinco pases para touchdown en un partido! Romero negó con la cabeza. —Sí, ¿pero contra quién? —No importa, cinco pases de touchdown, ¡cinco! —No cuenta cuando es contra los Raiders —dijo Romero—. Mierda, yo podría anotar cinco veces contra ellos. Alex rio.

Valerie? Sarah se puso rígida. Miró a Alex. Su rostro estaba sin expresión.

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—He anotado, idiota —Se volvió hacia Sarah—. Hablando de anotar, ¿dónde está

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—Esa sería una primera vez para ti.

—En casa. —Deberías haberla traído —dijo Romero. Cuando Sarah miró a Alex otra vez, éste estaba mirando a Romero, pero no dijo una palabra. Eric rio. —¿Anotar? Te rechazó el viernes, y estaba borracha. Te lanza una mirada estando sobria, y va a enloquecer porque te hubiera dejado besarla. Las cejas de Alex se dispararon hacia arriba. —¿La besaste? —Le gustó —dijo Romero, más a Eric que a Alex. —Así que, ¿saliste con ella? —preguntó Alex. Romero se volvió para mirar a Alex. —Nah, pasamos el rato después del partido. Todos nosotros fuimos a la playa. —¿Pero la besaste? Sarah se retorció, queriendo desaparecer. Alex tenía el mismo tono que había tenido al teléfono con Valerie. El mismo tono inconfundible que Ángel adquiría cuando se enfadaba. Romero hizo una mueca. —Sí, ¿y qué? No puedo evitarlo si les gusto a las chicas. Alex puso los ojos en blanco, y miró a Eric.

Sarah asintió vigorosamente, y luego se detuvo cuando vio que Romero la estaba mirando. La expresión de su rostro era casi cómica.

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—Sí. —Eric rio.

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—¿Y ella le rechazó?

—¿Te dijo eso? —Bueno, no… Quiero decir… No puedo decirte lo que me ha contado. Es conversación de chicas. —Se levantó rápidamente—. Me muero de hambre. —Fuiste rechazado. —Alex sonrió. Sarah podía ver que era una sonrisa forzada. Ángel se levantó con Sarah y la siguió a la mesa del buffet. Cuando volvieron, Romero y Eric estaban discutiendo sobre los Chargers y Alex se había ido. Algo le decía a Sarah que Valerie iba a

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recibir la llamada que había estado esperando.

Traducido por ElyCasdel y PaulaMayfair Corregido por Marina012

E

l entrenador Rudy arregló una carrera de relevos amistosa con otra escuela a media semana. Sarah estaba molesta porque el equipo de fútbol había llegado a los playoffs y comenzaban el mismo día. El juego era

durante el día y afuera. Sofía y el entrenador en serio la querían allí. Ángel le dijo que no se preocupara, se suponía que sería muy sencillo ganar. Estaban jugando con el equipo comodín6. Había pasado un tiempo desde su última competencia y estaba muy nerviosa. El equipo de fútbol debía regresar justo después de las clases, cerca de la hora en que la carrera se estaría llevando a cabo. Los chicos estaban en medio de su calentamiento cuando Sarah vio llegar el autobús con el equipo de fútbol. Eran ruidosos y estaban alborotados así que supo que habían ganado. Sonrió aun cuando su estómago estaba dando vueltas. No se había dado cuenta de cuán nerviosa estaba de que Ángel viera su carrera, hasta ahora. Hubo algunas carreras de relevo más antes de la suya, y sabía que Ángel estaría fuera de los vestidores y en las gradas justo a tiempo. Se concentró en el estiramiento, flexionando su pierna hacia arriba detrás de ella y agarrando su pie con la mano contra la parte trasera del muslo. Sofía se paró a su lado haciendo lo

Comodín: Original en inglés: Wild Card. Así se denomina a los equipos que clasifican a la postemporada (playoffs) sin ser campeones divisionales. También se llama así a la primera ronda de la postemporada, en la que los dos equipos comodines se enfrentan a los dos peores campeones divisionales de cada conferencia.

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mismo.

Valerie estaba en las gradas con algunas de sus amigas. Había estado emocionada al escuchar sobre la carrera de Sarah, y estaba ahí para animarla. La carrera antes de la suya estaba por comenzar cuando vio a Ángel y algunos otros chicos del equipo dirigirse a las gradas. Estaban usando sus camisetas y era obvio que seguían de buen humor por su triunfo. —¡Vamos La Jolla! —gritó Romero al equipo de atletismo. Mientras se acercaban, Sarah giró hacia Ángel y encontró sus ojos. Estaba recién duchado y su cabello seguía mojado. Le dio una impresionante sonrisa y ella se derritió. Todos se sentaron en las gradas detrás de Valerie y sus amigos. La carrera terminó con la otra escuela ganando, pero estuvo muy reñido. —Ahí vamos —dijo Sofía. El estómago de Sarah se tensó aún más mientras caminaba a su lugar en la pista. Miró de nuevo a Ángel. Ahora estaba de pie en la grada mirándola directamente. Le dio pulgares arriba y mostró una rápida sonrisa de nuevo. Ella había hecho esto muchas veces antes. ¿Por qué demonios estaba tan condenadamente nerviosa ahora? Los corredores se alistaron y Sarah frunció el ceño cuando vio cuán mal comienzo había tenido su equipo. El testigo7 le llegó a Sofía como a dos largos después de que el corredor del segundo relevo del otro equipo ya lo hubiese agarrado. —¡Acelera, Sof! —gritó Eric. Sarah miró a Eric quien estaba ahora al lado de Ángel en la grada, luego de nuevo

tener el mismo resultado esta vez. 7

Testigo: Nombre del objeto que se le entrega al compañero.

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ahora una ventaja más grande. Había estado antes en esta situación y esperaba

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a Sofía quien estaba alcanzando al corredor del tercer lugar. El otro equipo tenía

Se puso en posición. Su oponente salió y esperó a que el miembro de su equipo la alcanzara. En un segundo el testigo estaba en su mano, lo tomó y sintió esa adrenalina familiar recorrerla. El otro corredor estaba a poca distancia frente a ella y corría rápido. Sarah se concentró en ganar velocidad lentamente mientras daba la vuelta. Lo sintió venir y sonrió. En el camino recto hizo lo que siempre hacía mejor y aceleró. Ganó velocidad a su oponente y podía escuchar que las gradas se volvían locas. Estaban casi al final del tramo y estaban lado a lado. Podía escuchar a la chica gruñendo por quedarse a la par de ella. Pero unos metros antes de la meta Sarah tomó la delantera y ganó. Para el momento en que se detuvo se hundió. Aún lo tenía. Aún estaba agarrando sus rodillas y recuperando el aliento, cuando Sofía vino corriendo después que gritara. —¡Eso fue asombroso, Sarah! El entrenador Rudy se apresuró hacia ella con una enorme sonrisa en su rostro. Sarah se enderezó y Sofía la abrazó. Tomó una respiración fuerte, pero sonrió. El entrenador le dio una botella de agua. —Demonios, te necesito en mi equipo. Eso fue excepcional. Sarah bebió un largo trago de agua. Estaba muy fría y deliciosa. —Gracias. —Ven aquí —dijo y la abrazó fuerte—. Sarah, sabía que lo tenías, pero no todo eso. Eres natural. Los tres caminaron de regreso hacia el resto del equipo. Él mantuvo su brazo

equipo animó más fuerte cuando mencionaron a Sarah. Para ese momento, los

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Reunió al equipo para un pequeño discurso de felicitaciones a los destacados. El

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alrededor de sus hombros y continuó alabando su actuación.

chicos y Valerie con sus amigos estaban lo bastante cerca para escuchar, así que ellos también gritaron. El entrenador sonrió, pero agitó la cabeza con desesperación. —Sarah, cariño. Tengo que encontrar la forma de mantenerte aquí. Estás rompiendo mi corazón. Sarah odiaba ser puesta en el centro de atención así y se sonrojó. Él puso sus brazos a su alrededor y rio. —Se está sonrojando. ¿Ven eso? Rápida y adorable. Sara sintió su cara quemando. Ni siquiera quería mirar a Ángel. Sólo podía imaginar lo que diría. —Muy bien, únanse. Todos pusieron sus manos en un círculo para el grito usual y terminar la reunión. Caminó hacia los chicos. Eric y Romeo le chocaron la mano tan pronto como llegaron a ella. —Chica, ¡sacas humo! —dijo Romero. Sarah sonrió y finalmente miró a Ángel. Para su alivio, no parecía tan molesto como pensó que estaría. Caminó hacia ella e inclinó su frente en la de ella. —Eres sorprendente. —Gracias. —Estoy muy orgulloso de ti justo ahora. No tienes idea.

manos de ese pervertido en ti de nuevo, voy a patearle el trasero. Sarah tuvo que reír. Por un momento realmente pensó que lo dejaría pasar.

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—Este es tu momento. No lo arruinaré. —La besó de nuevo—. Pero si veo las

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Eso realmente la hizo sentir bien y lo besó.

El equipo de fútbol no llegó al campeonato, perdiendo en el segundo juego de los playoffs con un equipo al que habían vencido durante la temporada regular. Fue una pérdida desgarradora, pero Sarah tenía su propia forma especial de consolar a Ángel. Habían pasado como dos meses desde que había empezado a salir con Ángel y ya sentía que como si lo hubiera conocido desde siempre. Aún, cada beso que compartían se sentía tan excitante y apasionado como la primera noche, si no es que más. A Sarah le encantaba la forma en que Ángel la tocaba con tal urgencia. La forma en que ni siquiera intentaba ocultar su necesidad de sentirla, de probarla. Habían hecho cosas recientemente que estaban terriblemente cerca del asunto real. Gracias a las circunstancias en las que Sarah había nacido, y todo por lo que su madre había pasado, la plática de las aves y las abejas había llegado pronto para Sarah. Tenía solo once cuando su madre se sentó y le habló de todo. Y desde entonces, había estado martillando la importancia del control de natalidad y la protección contra enfermedades, dentro de la cabeza de Sarah. Se usaba como ejemplo, recordándole a Sarah cómo un momento de debilidad podía traer una enorme vida de consecuencias. Su madre llamó esa noche, y después de hablar de Ángel por centésima vez, su madre no perdió tiempo en ir directo al punto. —El sexo es una gran responsabilidad —dijo—. Tienes que estar preparada no sólo físicamente, sino emocionalmente.

—¡Claro que no! —espetó—. Él no es así, mamá.

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la había presionado de alguna forma.

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Sarah se puso a la defensiva inmediatamente cuando su madre preguntó si Ángel

—Escúchame, Sarah. —Hizo una pausa—. Confía en mí. Sé cuán rápido pueden pasar las cosas. Y puedo decirte que realmente te has enamorado de Ángel. Si fuera por mí, te diría que te abstuvieras de tener sexo y todo estaría simplemente bien. Pero no soy ingenua. Ya hablé con tu tía Norma sobre esto. Te llevará a obtener anticonceptivos. Sarah se quedó sin palabras. Sabía cuán importante era para su madre que no le pasara lo que a ella a Sarah, pero no esperaba esto. —¿Escuchaste lo que dije? —Sí, escuché. —Vas a ir mañana.

Al día siguiente, Sarah no fue a la pista después de la escuela. Le dijo a Ángel que su tía la recogería porque necesitaban ir al cumpleaños de uno de sus tíos. Lo que era en parte verdad. Su tía la recogió y la acompañó a la clínica. Y fueron a cenar después, lo que sería práctico si Ángel preguntaba sobre la cena. No tendría que salir con más mentiras. Sarah no se había dado cuenta cuántas formas de control natal existían hasta que llegó a la clínica. Decidió que las píldoras eran la mejor opción para ella. Tuvo un examen pélvico y le dieron una prescripción para las píldoras, junto con un material de lectura sobre sexo seguro y enfermedades de transmisión sexual. Se sentía mal por mentirle a Ángel, pero por lo menos esta mentira era por una buena razón. Después de pensarlo mucho la noche anterior, decidió que era algo bueno. Quería sorprenderlo, además tenía el presentimiento de que él

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encontraría el perdón en su corazón una vez que supiera la verdad.

Casi tres semanas después Sara se paró frente al espejo. De alguna forma había pensado que se vería o sentiría diferente. Pero después de analizarse, todo parecía lo mismo. Y no se sentía más madura que antes, como imaginaba que iba a pasar. Se metió a la cama, pero no pudo dormir, demasiadas cosas en su mente. Demasiado había cambiado en solo cuestión de meses. Solo hace unos meses lo único en que podía pensar era en su madre y en regresar a casa. Ahora aquí estaba, absolutamente consumida por el hecho de que estaba tan cerca de perder su virginidad con Ángel. Sonrió, inhalando profundamente. La simple idea era suficiente para excitarla. Aún no le había dicho a nadie que tomaba la píldora. Su tía le dijo que era su asunto y que no debía decirle a nadie más, ni siquiera a Valerie. Estaba encantada. Quería que Ángel fuera el primero en saber. Ni siquiera le había dicho a Sydney.

Sydney. Se estremeció sólo de pensar en él. Todavía no le había dicho la verdad a Ángel. Valerie había estado en lo cierto de nuevo. Cuanto más tiempo estaba con él, más difícil era. En este punto, la falta de voluntad de Ángel para compartir algo de ella con alguien era irrefutable. Por lo que a él se refería era su mejor amigo ahora. Aun así, ella pensó que si sólo lo hubiera dicho antes. Las cosas hubiesen ido de mal en peor. Estaba más preocupada ahora de cómo se sentiría sabiendo que ella lo había engañado todo este tiempo, de lo que lo pensaría sobre Syd siendo un chico. Después del accidente de Sydney, había salido de su camino para evitar el tema

conversación sobre ella.

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con Ángel, temiendo que una llamada telefónica pudiera llevar a una

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por completo. Incluso ponía su teléfono celular en vibrador cada vez que estaba

Sin embargo, podría haber exagerado un poco eliminando a Syd, porque el otro día Ángel le había preguntado: —¿Y qué pasa con Sydney? ¿Todavía hablas con ella? Se había encogido de hombros y dicho: —Sí, a veces. Desde esa primera noche que Ángel la había besado, no habían estado un día sin verse. Cuanto más tiempo pasaba con él, más no podía imaginar dejarlo. ¿Pero cómo podía hacerle eso a Sydney? Habían hecho un pacto. Él ya la había interrogado hace unos días sobre si realmente pensaba que podía volver a Arizona y dejar a Ángel atrás. Ella le aseguró que podía y lo haría. Pero en su corazón sabía que si no se sintiera tan comprometida con Sydney y su familia, se quedaría sin hacer preguntas. Al día siguiente la llamó para decirle que necesitaba hablar con ella en persona. Eso la preocupó, porque Sydney la conocía mejor que nadie. Vería a través de ella. Las llamadas con Sydney se redujeron, pero aún hablaba con él todos los días. Esta noche, sin embargo, había sido una llamada larga. La conversación había sido extraña. Debatieron sobre si debía o no volver a Arizona. Sydney insistía en que debería quedarse. Sarah sabía que Sydney era un adorable desinteresado y que pondría a un lado su propia felicidad por la de ella. Todos esos años, él pasó haciéndole compañía en su miserable vida mientras podría haber estado fuera divirtiéndose con otros. Sus padres tenían dinero que le permitía hacer las cosas que otros niños hacían. Podría haber ido a campamentos en los veranos, a esquiar con sus abuelos para las vacaciones en Colorado, o a

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esos años él la eligió. Él se quedó y le hizo compañía.

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cualquier lugar que quisiera durante las vacaciones de primavera. Pero no, todos

Ella sintió una vergüenza abrumadora. ¿Cómo podía siquiera pensar en desestimar sus planes sólo porque tenía un novio ahora? Tragó saliva. No vería a Sydney hasta Navidad. Tenía tiempo para trabajar en su cara de póquer.

Era dos días antes de Acción de Gracias y toda la familia Moreno estaba moviéndose rápidamente. El fin de semana después de las fiestas eran siempre los más ajetreados. Ángel nunca lo entendió. Sabía que las neveras de la gente deberían estar desbordándose con las sobras. ¿Por qué iba alguien a salir a comer? La teoría de su madre era que las personas estaban agotadas de cocinar, comer sobras, y tener invitados de la ciudad. Así que, salían. Cualquiera sea la razón, la semana de Acción de Gracias era todo menos relajante para los Moreno. Aunque el restaurante estaba cerrado en Acción de Gracias y sólo abierto media jornada del viernes, siempre se abastecían en preparación para el fin de semana ajetreado. Ahora el padre de Ángel estaba teniendo un ataque porque él acababa de ser informado de que algunas de las entregas podrían retrasarse debido a las condiciones meteorológicas en el norte. —¿En el norte? ¿Qué diablos tiene que ver conmigo el clima en el norte? ¡Estamos en el condado de San Diego! —Su voz retumbó todo el camino hasta las escaleras. Ángel no sabía si él estaba hablando por teléfono, o si sólo estaba hablando consigo mismo, como hacía a menudo cuando estaba enojado. Terminó de ponerse los zapatos y se puso una sudadera con capucha sobre su cabeza. Corrió al baño, se cepilló los dientes y se pasó un peine por el pelo.

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cinco minutos. Voy a ir a calentar el auto.

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—Oye, Sofi —gritó hacia su dormitorio mientras bajaba las escaleras—. Tienes

Su papá todavía maldecía en la cocina. El olor de las galletas de su mamá permanecía. Ella definitivamente hacía las mejores galletas, completamente desde cero. Entró en la cocina para tomar unas pocas. —Hey, Pa, ¿mala mañana? —Voy a necesitar que mantengas tus planes abiertos este fin de semana. —Su padre frunció el ceño—. Alex hizo los horarios para este fin de semana y le dio a mucha gente el fin de semana libre. Vamos a estar muy ocupados. Si alguien llama estaremos cortos. Ángel agarró tres galletas, mordiendo una. —Claro, lo tienes. Su padre se sentó en uno de los taburetes. Ángel podía decir que estaba sin aliento. —¿Estás bien, papá? Su pá asintió. —Oye —dijo Ángel—. Tienes que tomarlo con calma. ¿Por qué haces esto todos los años? Sólo relájate. Consigues ponerte todo nervioso y siempre sale bien. La expresión de su padre era lúgubre. —Alex no estará aquí este año. Tiene un juego fuera del estado. —Sí, ¿y? —Ángel se encogió de hombros—. Voy a estar aquí y también Sofi y Sal. No te preocupes. Vas a enfermarte. Ángel puso la mano en el hombro de su padre. Él la acarició y sonrió.

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Ángel se echó a reír.

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—Me estoy haciendo demasiado viejo para esta mierda.

—Nah, algo me dice que estarás alrededor pateando culos por mucho tiempo aún. —Tomó un sorbo de café de su padre y casi se atragantó—. Maldita sea. —Hizo una mueca—. Demasiada azúcar en eso pá, le diré a mamá. Su padre le despidió con la mano, frunciendo el ceño.

Todo el día Ángel tuvo una extraña sensación de Sarah, pero no podía darse cuenta de lo que era. No era una mala sensación, sólo diferente. Ella estaba más alegre de lo normal. Aunque últimamente ella se había vuelto bastante agresora. Él siempre era el que no podía contenerse a su alrededor, a veces, interrumpiéndola a media frase, porque no podía ver sus labios mucho tiempo sin besarlos. Hoy, sin embargo, le había hecho eso a él varias veces. Después de la escuela cuando llegaron a su auto, ella se inclinó y le dio un beso largo y con tanta pasión y entusiasmo que casi lo puso sobre el borde justo allí. Cuando terminó ella se lamió los labios. —Wow. ¿Qué te pasa hoy? No es que me queje. —Tengo una sorpresa. —Sonrió. Su mente daba vueltas, buscando pistas en sus hermosos ojos. ¿Había decidido quedarse? No le había preguntado al respecto desde el día en que la había hecho llorar. Apenas se había permitido pensar en su partida, y mucho menos en la esperanza de que se quedara. Pero había pasado un tiempo desde que lo apuñaló en el corazón mencionando cualquier cosa acerca de regresar, y había prácticamente dejado de hablar de su amiga Sydney.

—Aquí no —dijo—. Vamos a ir a nuestro lugar.

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—¿Qué?

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Su corazón latía contra su garganta.

Él la miró por un segundo y luego encendió el auto. Tomó todo en él no conducir imprudentemente, pero condujo por encima del límite de velocidad la mayor parte del camino de todos modos. Tan pronto como se estacionó, apagó el auto y se apoyó contra la puerta para mirarla. Todavía tenía esa sonrisa vertiginosa que lo hacía sonreír con ella. —¿Qué es? —Intentó ocultar su impaciencia. Ella desabrochó su cinturón de seguridad y se volvió para mirarlo. —Está bien, ¿recuerdas el día que me fui temprano para ir a cenar por el cumpleaños de mi tío? Ángel asintió. —¿Sí? —Mentí. Los ojos de Ángel se estrecharon un poco. —¿Está bien? ¿Por qué? Ella se mordió el labio inferior. —Fui a una clínica. Él la miró desorientado. —Conseguí la píldora. Ángel aún no lo entendía. —¡Control de la natalidad! —soltó.

—Así que, eso significa... —Sí. —Ella se inclinó para darle un beso—. Estoy lista.

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lentamente en una sonrisa.

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Los ojos de Ángel se agrandaron. Se sentía como un idiota. Sus labios se curvaron

Ángel no pudo conseguir quitar la sonrisa estúpida de su cara. La sola idea lo tenía duro como una roca. Quería tomarla allí. Pero tenía que controlarse. Quería que su primera vez, su primera vez juntos, fuera especial. Rozó sus labios contra los de ella, sintiendo una ternura dentro de él que casi le daba miedo. Mantuvo su cara en su mano. Apenas podía creer que pronto sería suya, completamente. Sus manos estaban por todas partes de ella. No estaba seguro de qué hubiera sido mejor, oírle decir que se quedaba o esto. Cómo había sido capaz de ocultar algo tan grande de él durante tanto tiempo, eso debía haber sido hace tres o cuatro semanas. —¿Cuánto tiempo has estado tomando la píldora? —Casi tres semanas. —Recordó el día en que le habló de la cena de cumpleaños de su tío. Lo había mirado directamente a la cara y no había sentido ni una pizca de falta de sinceridad. Incluso cuando había hablado con ella esa noche y le preguntó cómo había estado la cena, le había dicho todo sobre ella sin inmutarse. Sonrió con suficiencia. —¿Qué? —preguntó. —Eres buena. No tenía ni idea. Sara se rio. —Me di cuenta. Incluso después de que te dije, te veías perdido. La besó de nuevo y encontró sus ojos, levantando una ceja. —¿Desde cuándo eres tan buena en ocultarme cosas?

—Bueno, hiciste un maldito buen trabajo. Así que, ¿por qué ahora?

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—Sólo quería darte una sorpresa.

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Se puso rígida y le pareció ver su expresión cambiar. Luego sonrió:

Su expresión tímida lo puso más caliente. —Pensé que tal vez podríamos aprovechar el fin de semana largo. Miró a sus suaves labios rosados, su boca se abrió ligeramente. Las palabras todavía bailaban en su cabeza. ¿Lo quería todo el fin de semana? No cualquier fin de semana, un fin de semana de cuatro días. Su mente giraba a toda marcha. Las cosas que le haría. Todas las formas en que la tomaría. Entonces sus pensamientos se detuvieron en seco. El restaurante. Aunque le gustaba la forma en que estaba pensando, el momento de Sarah no podía haber sido peor. Apretó los labios y pensó. —¿Qué pasa? —Este fin de semana el restaurante va a estar muy agitado. —Está bien. Podemos esperar hasta la semana que viene entonces.

¿Estaba loca? —De ninguna manera. Confía en mí, ya se me ocurrirá algo. Con las ruedas girando fuera de control en su cabeza, él ya estaba teniendo una idea.

Eran sólo las siete de la noche, un poco temprano para que Sarah estuviera en casa ya. Pero era una noche de escuela y tenía un ensayo que entregar antes del final de la semana. Como se trataba de semana de Acción de Gracias, el fin de la semana estaría acercándose muy rápido.

a casa bastante tarde, incluso si se trataba de una noche de escuela.

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en casa hasta mucho más tarde. Ella había salido con Alex y por lo general llegaba

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Le pareció oír a Valerie llegar a casa y se detuvo a escuchar. No la había esperado

Resultó que Sarah había tenido razón sobre Alex. Él había estado molesto porque Valerie hubiera pasado el rato con Romero. Muy molesto en realidad. Al principio regañándola, luego llamándola cuando se había calmado diciéndole que nunca había estado celoso en toda su vida y no sabía cómo manejarlo. Con eso dicho, Valerie se había permitido continuar saliendo con él, incluso con el riesgo de salir herida. Habían estado saliendo por lo menos dos veces por semana desde entonces. Por lo que Valerie le había dicho, Alex se parecía mucho a Ángel cuando se trataba de ser posesivo. Sólo había una gran diferencia. No había habido ninguna mención de ser exclusivos. Ángel no había sido capaz de creer que Alex estaba tan enojado al principio. Pero no tuvo más remedio que creerlo cuando Alex le había hecho saber a Romero muy claramente que Valerie estaba fuera de los límites. Sarah se levantó para ver si era a Valerie a quien había oído; en parte por curiosidad y en parte porque estaba harta de trabajar en su ensayo. Cuando entró en la habitación vio a Valerie sentada en su cama yendo por su teléfono. Ella levantó la vista y Sarah podía ver que había estado llorando. Sus ojos estaban hinchados y su nariz era de color rojo brillante. Un lado de su boca subió en un triste intento de sonreír, luego sacudió la cabeza y se enjugó una lágrima que rodaba por su mejilla. —Oye, ¿qué pasa? —Sarah se acercó y se sentó junto a ella. Valerie se inclinó y puso su cabeza en el hombro de Sarah. —He terminado con Alex. —¿Por qué? ¿Qué pasó? —Sarah frotó la espalda de Valerie.

porque él había admitido estar celoso y que nunca lo había estado antes, podría significar algo. Aquí soy la que siempre predica acerca de los chicos siendo territoriales. Bueno, ¡hola! Eso es todo lo que era. A él no le importo una mierda.

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—Simplemente no puedo soportarlo más. Fui una estúpida al pensar que sólo

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Valerie se limpió la cara con el pañuelo de papel que tenía en la mano.

Sarah tocó la rodilla de Valerie, sin saber qué decir. —¿Algo sucedió esta noche? Valerie asintió. —Bueno, no es nada que no haya sucedido antes. No te había dicho porque me sentía estúpida. Pero cada vez que estoy con él, su teléfono está constantemente sonando, y siempre lo envía al correo de voz. Nunca había dicho nada realmente, excepto tal vez darle una mirada, porque yo sé que todas son chicas. Siempre se ríe y dice: “¿Qué? Tengo un montón de amigos”. Oh, pero Dios no lo permita que mi teléfono sonara y no respondiera. Siempre quiere saber por qué, y si es un hombre. —Se detuvo para sonarse la nariz—. De todos modos —continuó—, su teléfono sonó esta noche como cinco malditas veces en menos de quince minutos. Así que le dije que sólo contestara ya. Al principio, no quería, pero sabía que me estaba molestando, así que lo hizo y, efectivamente, se trataba de una chica. Deberías haber visto la gran sonrisa en su rostro y la forma en que hablaba con ella. Sólo me puso enferma. Colgó cuando vio la expresión de mi cara, y le dije que me trajera a casa. ¿Sabes lo que dijo? Sarah negó con la cabeza. —¡Tú eres la que me dijo que contestara! —Valerie utilizó la voz más estúpida de chico que podría hacer. Sarah tuvo que luchar contra el impulso de sonreír, y se sintió culpable cuando vio a Valerie limpiar otra lágrima. —Entonces, ¿le dijiste que no lo vas a ver nunca más? —Sí, le dije que no podía lidiar con él más. Dijo que estaba siendo tonta, pero cuando le pregunté si estaría bien para mí dormir con alguien más, se calló

—De ninguna manera —dijo Sarah—. ¿Qué le dijiste?

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quiero acostarme, y que era por eso que lo estaba terminando.

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rápidamente. Luego lo dio vuelta, acusándome de tener a alguien con quien

—Que se fuera al demonio, y le pregunté cómo podía ser que hubiera algo que pudiera terminar cuando él estaba obviamente viendo a otras chicas. No dijo nada. Sin embargo, todo el camino a casa, seguía tratando de convencerme de que estaba exagerando y que se preocupaba por mí, sólo que en este momento, con la escuela y su horario de fútbol, no podía comprometerse a nada. Dijo que aún quería verme, pero me rehusé. He terminado con él. Duele demasiado. —Sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo. —Aunque le dije, antes de llegar aquí, que no había resentimientos, en caso de que me encontrara con él ya que tú y Ángel están juntos y todo eso. No quiero que las cosas sean raras. —Se apoyó contra Sarah otra vez. Sarah le frotó la espalda de nuevo, sintiéndose terrible y en parte responsable. Ella era la que le decía a Valerie que había una conexión clara. Pero realmente pensaba que la había. Lo vio en los ojos de Alex cuando estaban juntos. Ángel había tratado de advertirle que Alex era un rompecorazones. Debió haber

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escuchado y advertido a Valerie, en lugar de alentarla.

Traducido por Xhessii y Simoriah Corregido por flochi

E

l día de Acción de Gracias se sentía diferente este año. Desde el momento en que Ángel despertó, estuvo nervioso. Sarah pasaría este día con su familia y luego la llevaría de nuevo con su tía para cenar ahí.

Funcionaba perfecto, porque Acción de Gracias con su familia siempre era más un desayuno tardío con todo meticulosamente dispuesto a más tardar en el almuerzo, al estilo buffet en la cocina. Estaba preocupado por Sarah. Sabía que este sería el primer día de Acción de Gracias que ella pasaba sin su madre. La única vez que mencionó la festividad, fue hace unos días y sólo para pedirle que no se sintiera herido de que ella no iba a invitarlo a cenar a casa de su tía. Ella no estaba tan entusiasmada de estar con un montón de miembros familiares que nunca había conocido, y pensaba que tenerlo a él ahí la pondría aún más nerviosa. Él quería estar ahí. Protegerla de cualquier cosa desagradable, pero respetaba sus deseos y estuvo de acuerdo. Ángel tenía grandes planes para esta noche. Dependían sólo de ella si sucedían, pero él quería que esta noche, fuera la noche. Esta noche, sería una noche que

Ángel ya tenía acumulada experiencia. Desde el momento que cumplió quince, las chicas se lo pusieron demasiado fácil. Pero Ángel siempre fue extremadamente cuidadoso, incluso demasiado educado las primeras veces que

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Mientras la mayoría de los chicos de su edad seguían soñando con acostarse,

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Sarah nunca olvidaría.

las chicas literalmente se ofrecían a él. Gracias a las charlas de su hermano mayor, Sal, había estado asustado hasta la muerte respecto a las enfermedades y de embarazar a alguien. Aunque, al final, había sido demasiada tentación y se rindió. Pero al principio las palabras de Sal sonaban en su cabeza, inquietándolo cada vez que estaba a punto de actuar.

—Piensa con tu cabeza, no con tu polla. SIEMPRE usa un condón, no significa no, y no vayas a dormir con cualquier cosa que se mueva a menos que quieras terminar con algo de lo que no puedas deshacerte, como una enfermedad o un bebé. Recuerda que los condones no son 100% efectivos. —Y lo más adorable de todo—: No seas estúpido. Esa era la razón principal de por qué terminó con Dana tan frecuentemente después de fiestas y bailes. La idea de intercambiar parejas tan a menudo lo ponía nervioso. Pero nada comparado con los nervios que sentía ahora. Desde que Sarah le dijo que estaba lista, él se sentía al borde. Incluso con la experiencia que tenía, sabía que esta también sería la primera vez para él. Esta era Sarah. Solo estar alrededor de ella le hacía sentir cosas que no podía iniciar a describir. Y ahora iba a hacer el amor con ella. Nunca se había acostado con alguien quien le importara. Y decir que le importaba Sarah era quedarse corto. Miró la puerta principal de la casa de su tía, apagando el motor. Las llaves ni siquiera estaban fuera del encendido cuando la vio atravesar las escaleras de la entrada e ir directo al auto. Ángel le dijo que no se preocupara por lo que iba a usar. Acción de gracias en su casa era todo menos formal. Incluso en jeans y un suéter ella se veía asombrosa. En el momento que entró en el auto y tocó su mano, sintió una ternura que

él y rozó sus labios contra los suyos, haciendo una pausa para mirar en sus ojos por un momento, y luego sonrió.

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manera en que su delicada esencia siembre llenaba su auto. Ella se inclinó hacia

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tragaba su corazón. Había algo más hermoso sobre ella que lo usual, y amaba la

Siempre se sentía como un animal salvaje alrededor de Sarah, pero últimamente era diferente. Ella era en todo lo que pensaba, y cualquier momento lejos se sentía demasiado largo. Ángel cerró sus ojos y la besó. Luego las palabras salieron sin advertencia. —Te amo, Sarah. Sus ojos se abrieron y se hizo hacia atrás para ver su expresión. Los ojos de Sarah estaban tan grandes como sentía los suyos. Ambos estaban anonadados. Pero él sabía que lo decía en serio. —¿En serio? —Sí, en serio. Respiró hondo, e inclinó su frente contra la de ella. Aunque sonara absurdo, él pensó que lo sintió desde el momento en que la besó esa primera noche. Pero ahora estaba seguro. No tenía que darle dos vueltas. Él había caído muy fuerte por ella. Buscó en sus ojos lo que quizás estuviera pensando. Luego ella puso una sonrisa realmente grande y lo abrazó con fuerza. —Eso significa tanto para mí. No eran exactamente las palabras que esperaba escuchar, pero aun así la apretó fuerte. Decirlo se sentía correcto y eso era todo lo que importaba.

El desayuno tardío en su casa fue bien con los otros miembros de su familia conociendo a Sarah por primera vez, incluido su hermano mayor, Sal. Ella era

que ella pudiera cenar en su casa lo más pronto posible.

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alejar sus ojos de ella. La llevó a casa tan pronto como terminaron de comer para

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natural y todos parecían quererla inmediatamente. Él apenas había sido capaz de

Cuando regresó de dejarla en su casa, Eric estaba en la cocina sentado en la barra con un plato lleno de comida y Sofía estaba calentando algo en el microondas. —Pensé que pasarías el día con tu papá —le dijo Ángel mientras caminaba al refrigerador. Eric habló con la boca llena. —Ya comí con él. Ángel miró el plato lleno de comida de Eric. —Estás bromeando, ¿verdad? Eric ni se encogió. —No. Él estaba viendo un DVD aburrido de momentos cumbre del golf, así que pensé en venir y ver lo que ustedes estaban haciendo. Como si no pudiera imaginarlo. Pero a Ángel no le importó. Se sentía mal por Eric. Desde que los padres de Eric se divorciaron y él vivía en casa de su papá, raramente conseguía una comida preparada en casa. Ese es por qué él iba mucho a la cocina de los Moreno. Tanto como a Ángel respecta, Eric y Romero eran como de la familia. Sofía sacó un plato con una rebanada de la tarta de manzana del microondas. Agregó una enorme cucharada de helado de vainilla en la cima. —Se ve bien, Sofi. —Ángel miró la tarta mientras sacaba una bebida energizante del refrigerador. —No es para ti. —Agarró el plato y lo puso enfrente de Eric.

—Eres un trasero gordo. ¿De verdad vas a comer todo eso? Ángel se apoyó contra el fregadero.

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—Gracias, Sof.

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Eric le sonrió a Ángel.

—Mierda, voy a conseguir un poco más del puré de papas que hizo tu mamá — dijo Eric, poniendo otra cucharada en su boca. —Yo lo preparé —dijo Sofía. —A Sarah también le gustó. —Le sonrió Ángel a Sofía—. Estás siendo mejor cada año, Sofi. Sal entró a la cocina. —¿Siendo mejor en qué? —En todo —dijo Eric. El comentario tiró a Ángel, y pensó que vio a Eric y a Sofía intercambiar una mirada. Tanto Sal como Ángel lo miraron. Eric terminó de masticar y aclaró su garganta. —Me refiero a que escuché a Sarah decir que ella se estaba volviendo rápida en la pista. —Él miró a Sal—. Pero Ángel estaba hablando de su cocina. Sal giró a ver a Sofía con una gran sonrisa. —Esa es mi hermanita bebé. Sofía empezó a poner platos en el lavavajillas. —No soy una bebé, Sal. Sal cambió su atención a Ángel. —Entonces, supongo que todos están creciendo aquí. Trajiste a una chica a casa de mamá y papá, Ángel. ¿En serio?

—¿Cuál es el problema?

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Serio, Ángel le dio una mirada.

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—Él lo tiene mal. —Sonrió Eric.

Tomó un trago de su bebida y esperó que alguien cambiara de tema. Pero tenía un mal presentimiento. Lo vio en el rostro de Sal. Él entró a la cocina con un propósito. Sal sacó una silla de la mesa del desayuno y se sentó. —Así que, ¿cuánto tiempo? —preguntó Sal. Sofía respondió por él. —Tres meses y unas cuantas semanas. Eso sorprendió a Ángel. Ni siquiera estaba seguro de cuán largo había sido. Sabía que habían sido unos cuantos meses, pero eso era todo. —¿Cómo lo sabes? La expresión de ella fue de burla. —Sarah y yo hablamos de muchas cosas. —Ella miró a Eric y luego de nuevo a Ángel—. Lo mencionó el otro día. —Guau —dijo Sal—. Entonces, cuéntame sobre ello. ¿Qué te hizo decidir que querías ser hombre de una sola mujer? Sabiendo que Sal no se levantaría hasta que supiera todo, Ángel decidió darle una breve reseña de toda la cosa. Muy breve. Sal parecía preparado para un recuento completo y detallado, pero eso no iba a suceder. Ángel hizo lo mejor para sonar aburrido. —La conocí en la escuela. Era la chica nueva este año, no conocía a nadie. — Ángel se encogió de hombros para generar efecto—. Pensé que ella era genial así que pasamos el tiempo juntos, se la presenté a los chicos y a Sofi, y he estado

nunca había hecho el esfuerzo por ocultar su afecto por Sarah antes. Pero esta noche era diferente. Decirle que la amaba le había hecho algo. No podía descifrar

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Se preguntó si alguien lo creía. Todos lo habían visto esta noche. Demonios, él

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pasando el tiempo con ella desde ese momento. No es gran cosa.

qué. Todo lo que sabía era que cada vez que la besaba, la tocaba o siquiera la miraba a los ojos, eso encendía algo en él. Sal parecía satisfecho. —Ella parece bastante agradable. —Es muy agradable —coincidió Sofía—. Me gusta mucho. Eric gimió. —Oh, comí demasiado. Sofi, ¿por qué me diste tanto de comer? Feliz de que hubieran dejado el tema, Ángel tomó ventaja. —Bien, eso es lo que recibes. Entonces, ¿nos ejercitaremos mañana? Eric se recostó en su silla con las manos en el estómago. La expresión dolorida en su rostro hizo reír a Ángel. Sin perder el ritmo, Sofía puso un vaso de agua efervescente frente a Eric. —Aquí, bebe esto. Ángel y Sal miraron a Sofía. —¿Qué? Eso es lo que papá bebe cuando come demasiado. Eric hizo lo que se le pidió y bebió la mitad de la preparación, deteniéndose con una expresión de pura repulsión. —¿Qué era eso? —Agua Seltzer —dijo Sofía—. Bébelo todo. Ángel estaba divertido por cómo Sofía se estaba convirtiendo en una mamá ganso

Su teléfono sonó y cuando vio que era Sarah, inmediatamente lo preocupó. Ella no había estado mucho tiempo en casa de su tía. Abrió el teléfono.

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maldición si alguna vez iba a dejar de llamarla así.

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últimamente. Él disfrutaba de su irritación cuando la llamaba su hermanita, pero

—Oye, ¿qué sucede? —Estoy lista. —Ella sonaba perfectamente. —¿Cómo salió? —Todo salió bien. Estaba bastante llena de tu casa, así que sólo comí el postre. Ven a buscarme. Te contaré todo. Sólo pensar en verla de nuevo lo hizo sonreír. —De acuerdo, estaré ahí en unos minutos. —Ángel —susurró ella. —¿Sí? —Dije, estoy lista. Le tomó un momento registrarlo. Pero cuando lo hizo, sintió su corazón acelerarse y una agitación en sus pantalones. Maldición, ella lo volvía loco. —Estoy en camino. Ángel se no dio cuenta hasta que colgó, pero Sal había estado observándolo todo el tiempo. —¿La traerás aquí? Ángel le dio una sonrisa. —No. —Sí, bueno, sólo recuerda. No seas estúpido.

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Con un guiño, Ángel tomó sus llaves y se fue.

Tía Norma lo había hecho sonar como si fuera a haber un montón de los parientes de mamá ahí. Si Sarah hubiera sabido cómo iban a resultar las cosas, hubiera invitado a Ángel. No había sido capaz de dejar de pensar en él diciéndole que la amaba todo el día. Había deseado tanto decirle que también lo amaba pero, ¿cómo podría? ¿Cómo podría sentarse ahí y decirle que lo amaba cuando lo dejaría pronto y él sabía perfectamente que era por elección? Simplemente no podía hacerlo. Tanto como oírlo decir que la amaba había sido música para sus oídos, casi deseaba que él no lo hubiera hecho. Sólo hacía que la culpa fuera mucho más difícil de soportar. —Entonces, ¿qué sucedió? —Salieron del camino de entrada de la casa de su tía. Ángel le puso la mano en el regazo y ella la envolvió con las suyas. Respiró hondo. —Primero, toda esa preocupación para nada. La mayor parte de los parientes que vinieron eran del lado de mi tío y los pocos que sí vinieron del lado de mi mamá eran parientes muy lejanos. Aparentemente todos los miembros cercanos de su familia todavía viven en Arizona. Nadie parecía realmente interesado. Mi tía tuvo que literalmente recordarles que ella tenía una hermana. Los adultos cenaron en el comedor mientras… —Ella levantó los dedos para formar comillas—… Nosotros los niños comimos en la cocina. De hecho, fue algo aburrido. Dejó afuera la parte en que los sobrinos de su tío postizo flirtearon descaradamente con ella. Le había sorprendido que ambos fueran de la misma edad que Ángel, y aun así comparados con él eran idiotas tan inmaduros.

Pensé que había sucedido algo. Se inclinó contra él.

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—Bueno, eso está bien. Me preocupé un poco cuando llamaste tan temprano.

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Ángel sonrió.

—No, sólo no podía esperar a verte de nuevo. Le apretó la mano. Al principio cuando conducían por el callejón hacia la entrada trasera del restaurante, Sarah ni siquiera estuvo segura de que supieran dónde estaban. Miró alrededor algo confundida. Cuando entraron, sonrió. ¿Qué podría él tener en mente? Seguramente no planeaba usar uno de los cubículos, ¿verdad? Caminaron por un corto corredor y atravesaron una pequeña y atestada oficina. Cruzaron otra puerta que llevaba a lo que lucía como un cuarto de descanso. Ella sabía de él pero nunca había estado realmente ahí. Había una mesada con un microondas, una tostadora y un refrigerador contra le pared, con gabinetes por encima. Una mesa en el medio de la habitación y un pequeño sofá junto a la mesa frente a un televisor que estaba en la esquina. Luego, la vio al final de la habitación. Una cama, era una pequeña cama simple, con un cobertor oscuro, nada elegante, pero sería suficiente. Sintió su corazón acelerarse un poco. Ángel se paseó hacia el refrigerador, lo abrió y sacó una jarra de vino. Sarah sonrió. —¡Oye, mi preciosa! —Pensé que quizás querrías relajarte un poco primero. ¿Sus nervios eran tan transparentes? Le sirvió un vaso y luego regresó al refrigerador y tomó una cerveza para sí. Ella se mordisqueó el labio cuando él tiro de su mano hacia la cama. Se sentó sintiendo el enjambre en su estómago

blanco. Luego regresó y se sentó junto a ella. Sonrió y respiró hondo.

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la mesada. Él abrió el gabinete sobre ésta y sacó una pequeña bolsa de plástico

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volverse salvaje. Tomó un gran trago de su vino mientras lo observaba regresar a

—Quiero que sepas que aunque te vas a ir, todavía quiero que estemos juntos. Los ojos de ella brillaron. Había pensado en eso tantas veces, pero nunca se había atrevido a pedírselo. Después de todo, era su elección regresar. ¿Cómo podría haber tenido la desfachatez de sugerirlo? Ángel sacó una pequeña caja de la bolsa y se la entregó. Antes de que pudiera abrirla, le puso la mano sobre la de ella. —Sarah, esto no va a ser fácil, pero estoy dispuesto a hacer lo que haga falta. No me importa si tengo que conducir allí cada fin de semana. Sólo porque estés tan lejos no significa que planee ser un novio de medio tiempo. ¿Entiendes a qué me refiero? Quiero que todo sea exactamente como es ahora. No te compartiré. Sarah cerró los ojos por un momento, sintiendo una miríada de emociones. La culpa siendo la más fuerte de todas. Se obligó a sonreír y asintió. —Por supuesto. La besó y sacó su mano de la suya para que ella pudiera abrir la caja. Lo hizo y sacó un brazalete de plata con dijes. —Es hermoso. —Examinó los diferentes dijes—. ¿Elegiste esos? El asintió. —Cada uno de ellos. Ella observó cada uno. Primero había una pequeña estrella de mar, luego varias y diferentes conchas de mar, un velero. La zapatilla de carrera y luego la botella de vino la hicieron sonreír. —La señora me miró de forma algo rara cuando le pregunté si tenía un dije que

—No debes haber estado en un lugar con mucha clase, entonces. —Sí, debe haber sido eso.

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Sarah rio.

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fuera una jarra de vino —dijo.

El dije con el corazón tenía grabado Sarah. —Dalo vuelta —dijo él. —Tuyo para siempre, Ángel. —Decía. Ella se cubrió la boca con la mano mientras cálidas lágrimas rodaron por sus mejillas. Se miraron a los ojos por un momento, luego él la besó. Ella inhaló profundamente, y luego devolvió la atención al brazalete. Había otro dije que lucía como un pollo o un pato. Se volvió hacia él confundida. —¡Cuac! Ella estalló en risas. —Oh, Ángel, es perfecto. —Lanzó los brazos alrededor de su cuello. La besó y se retiró un poco para mirarla a la cara, secándole las lágrimas con los pulgares y sonrió. —Déjame ver. Tomó el brazalete y lo ubicó alrededor de su pequeña muñeca, abrochándolo. Ella levantó la mano. —Me encanta. —Te amo. —Él la miró a los ojos.

Yo también te amo. Las palabras casi saltaron de su boca pero las contuvo y sonrió. Era una tortura, pero simplemente no podía hacerlo. Él le sacó el vaso de la mano y lo puso en el suelo, luego la atrajo hacia sí. Sus ojos estaban en sus labios y bajó la cabeza y la besó, inmediatamente buscando su lengua. Ella se la ofreció ansiosamente; queriendo que él sintiera cuánto lo

ella.

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movía más hacia atrás sobre la almohada, y luego se recostó parcialmente sobre

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amaba, compensar por ser incapaz de decirlo. Él siguió besándola mientras se

La respiración de él se hizo más fuerte y succionó su lengua un poco más fuerte. Su boca se movió hacia abajo, besando su mejilla, luego su mentón y le levantó la cabeza con delicadeza. —Te amo tanto —susurró él mientras lamía y succionaba suavemente su cuello, hacienda cosquillear su cuerpo. Ella le acarició los fuertes bíceps mientras él le desabotonaba la blusa. Cuando terminó de desvestirla, se quitó la ropa y se puso protección. Luego se arrastró junto a ella. —Sarah —susurró—. Las primeras veces van a ser rápidas. Simplemente no puedo controlarme contigo. Sarah tragó con fuerza. ¿Las primeras veces? —Te compensaré sin embargo, lo prometo. Sarah se entregó a él de buena gana. A pesar de todos sus nervios, esperaba que él pudiera sentir cuánto lo amaba. Tenía que saberlo. Él era el mundo para ella y

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nunca hubo dudas de que quisiera que su primera experiencia fuera aquí, con él.

Traducido por Poxi Corregido por Miranda.

A

brumado con tan sorprendentes emociones, Ángel se quedó ahí, todavía dentro ella. Besó su sien, y luego su frente. Había sentido muchas emociones poco familiares desde que había conocido a Sarah, pero

ninguna se comparaba con lo que estaba sintiendo ahora. Todas esas veces que se había reído y pensado que los chicos con novia eran imbéciles. Había sido inimaginable para él pensar que cualquier chico podía estar satisfecho con solo una chica. Ahora aquí estaba, mirando a Sarah, sabiendo sin ninguna duda que nunca estaría satisfecho con ninguna más que con ella. Desde ese primer día, cuando había mirado en sus inolvidables ojos, había capturado algo de él. Había pensado estúpidamente que conocerla sería suficiente. Había sido atrapado por sus ojos heridos, su contagiosa risa, su determinación obstinada, y sin advertencia había caído de rodillas. Besó su sien sin aliento. —Eres mía, Sarah. Ella asintió, recorriendo su espalda con los dedos. No había ninguna manera de que pudiera dejarla salir de su vida ahora. La idea le asfixiaba, comprimiendo cada uno de sus sentidos. La besó suave y tiernamente

todavía desnudo. —¿Adónde vas?

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momento, sintiéndose aturdido. Se puso de pie y se dirigió hacia la puerta,

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mientras se daba la vuelta y salía de ella. Se sentó en el borde de la cama por un

Se volvió y sonrió. —A limpiarme, ahora vuelvo. Salió de la habitación y cruzó el pasillo hacia el baño. Cuando regresó, Sarah estaba sentada en el borde de la cama con las bragas en la mano. Se deslizó de nuevo en la cama con ella. —No vas a necesitarlas pronto. Agarró las bragas, hizo una bola, y las lanzó al sofá cruzando la habitación. Le pasó una toalla. —¿Te duele? La tonta mirada de concentración que ella tenía le hizo sonreír. Negó con la cabeza. —No, pero podría estar demasiado dolorida para hacerlo ahora mismo. Ángel salió otra vez de la cama y levantó la colcha hacia arriba. Sarah se movió y se metió debajo de ella. Se deslizó junto a ella bajo la colcha y la atrajo a su lado rodeando con sus brazos su cálido cuerpo desnudo. —Dios, voy a echar de menos estar contigo todos los días. Ella se tensó. —¿Qué va mal? Sarah negó con la cabeza. —Nada, simplemente no me gusta pensar en ello. Ángel no dijo nada, pero no podía dejar de preguntarse por qué estaba tan

—Tal vez una vez Sydney se vaya a la escuela puedes considerar mudarte de nuevo aquí.

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Sydney y la besó en la nariz.

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decidida a regresar si ni siquiera quería pensar en ello. Entonces se acordó de

La expresión de su rostro lo dejó perplejo. Había visto esa mirada antes, y le había hecho sentir incómodo, pero no sabía lo que significaba. —¿Qué pasa? Ella lo miró por un segundo, la desconcertante expresión aún en su rostro. —Sydney —dijo ella—. Bueno, todo no es… como tú piensas. —Vaciló. Sus ojos se entrecerraron, sin entender. Entonces, él vio su expresión cambiar ligeramente. —Sólo estoy diciendo que todo no es acerca de Sydney, Ángel. No sé a ciencia cierta qué es lo que va a pasar con mi madre. Puede estar fuera para entonces. Lo último que quería Ángel era hablar de su madre. Tan egoísta como se sentía, no quería que nada arruinara la noche. No esta noche. La besó suavemente. —No nos preocupemos de eso ahora, ¿vale? Recorrió todo su cuerpo desnudo con las manos, y cerró los ojos inhalando profundamente. Tenerla tan cerca con absolutamente nada entre ellos lo volvía loco. Estaba listo de nuevo. La besó más fuerte esta vez, con ganas de comérsela. Por mucho que quisiera hacerle el amor una y otra vez, sabía que estaba dolorida, y no quería hacerle daño. Así no era como quería que recordara su primera vez. Pero cumplió su promesa de compensarla. Después de recuperar el aliento, se abrió camino hacia abajo. Sentirla temblando mientras besaba la parte interna de

por el cumpleaños de Ángel. Sarah estaba recogiendo su regalo para él y Valerie

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Valerie llevó a Sarah al centro comercial. Iban a salir todos más tarde esa noche

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su muslo lo hizo sonreír. Oh, ella no olvidaría esta noche. Se aseguraría de ello.

quería comprar un nuevo conjunto. Alex iba a estar allí, así que, por supuesto, tenía la esperanza de hacerle babear. Sarah estaba nerviosa por su regalo. El brazalete que Ángel le había dado era tan especial que quería que su regalo fuese igual de especial. Ángel no era de joyas llamativas, pero ella se sintió llamada por un tipo de joya. Había elegido una simple cadena de plata y la había grabado. Tuya para siempre, Sarah. Sarah era suya, en todos los sentidos ahora. Quería algo que le recordara eso todos los días, especialmente cuando estuviera de vuelta en Arizona. Habían pasado más de dos semanas desde que se había entregado a él por primera vez. Desde entonces lo habían hecho en cada oportunidad que habían tenido. Se hizo más placentero cada vez. Sólo pensar en ello la ponía caliente. Tanto ella como Valerie examinaron la cadena cuando el dependiente se la entregó a Sarah sobre el mostrador. —Oye, eso es muy bonito —dijo Valerie. Sarah arrugó la nariz. —¿Eso crees? ¿No es demasiado cursi? —No, en absoluto. —Valerie trazó el grabado—. Oh, le encantará. Valerie salió para responder a su móvil y Sarah terminó de pagar la cadena. Para cuando salió de la tienda, alcanzó a escuchar el final de la conversación de Valerie, y supo que estaba hablando con Alex. Ella se volvió hacia Sarah. —¿Sobre qué va esa sonrisa? —bromeó Sarah. Caminaron lentamente por el centro comercial.

—¿Qué quería? —Saber si voy esta noche.

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—Él es divertido, pero no lo sé. Odio hacerme ilusiones.

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Valerie se encogió de hombros.

Sarah estaba sorprendida. Sabía que Alex seguía llamando a Valerie, pero no esperaba que él todavía estuviera tratando de verla. —¿Él va? —Sí, dijo que esperaba verme allí. Quiere hablar conmigo. —Bien, eso es bueno, ¿no? —Sarah frunció el ceño, pensando en cómo había alentado a Valerie y cómo eso se había vuelto contra ella. Lo estaba haciendo de nuevo. —En realidad no. Le conté que había estado hablando otra vez con Reggie. No mentí. Me ha estado llamando y mandándome mensajes últimamente. Me preguntó si iba a volver con él y le dije que no estaba segura. Eso fue una mentira. —La cara de Valerie se agrió—. No quiero un novio. Especialmente no sintiéndome de la forma en que lo hago por Alex. Creo que él esta simplemente siendo un Moreno. Todo el asunto de Reggie tocó una fibra sensible, estoy segura. —¿Todavía tienes sentimientos por él? —Sarah no podía entender a Valerie. Había pensado que ella superaba a los chicos con suma facilidad. Pero Alex la había hecho llorar mucho. La expresión de Valerie lo dijo todo y Sarah sintió pena por ella. —Lo estaba tomando bien hasta que empezó a llamar de nuevo. Si lo veo esta noche sé que va a ponerse peor. Sarah se detuvo antes de decir algo demasiado optimista. No iba a volver allí. —Bueno, no tiene sentido preocuparse por eso. Sólo tienes que decidir en el momento.

cuando recibió un mensaje de Sofía que casi detuvo su corazón.

¡ODM! ¡Romero nos sorprendió a Eric y a mí! ¿Puedes hablar?

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de Alex y Sarah no quiso volver a tocar el tema. Estaba hojeando una Cosmo

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Terminaron sus compras y se dirigieron a casa en el auto. Valerie dejó de hablar

Sarah se sentó de golpe y pulsó el botón de llamar. Sofía respondió al primer tono. —¿Qué ha pasado? —Fui a recoger un DVD que quería tomar prestado. —Ella se rio—. Espera. Sarah esperó aturdida. Por su vida, Sarah no podía entender cómo Sofía podía encontrar gracioso algo de esta situación. Desde la primera vez que Sofía había mencionado a Eric besándola, apenas podía contenerse. Desde entonces, para horror de Sarah, Sofía la puso al corriente de todos los momentos robados con Eric. Cada uno más intenso que el anterior. Su corazón latía rápidamente, ¡y Sofía se estaba riendo! Oyó una puerta cerrarse y luego de nuevo la voz de Sofía. —Está bien, salí afuera, Ángel acaba de llegar a casa. De todas maneras, Eric estaba solo en casa, pero acababa de salir de la ducha. Sólo llevaba una toalla encima y nos empezamos a besar. —Bajó la voz—. ¡Sarah, su toalla se cayó y le vi todo! Sarah iba a necesitar sales aromáticas pronto. Se abanicó con la revista. Valerie la miró. —¿Quieres que encienda el aire? Sarah negó con la cabeza. —Entonces, ¿qué pasó? —Me di la vuelta. Él se sentía muy mal, seguía disculpándose y preguntándome si estaba bien. Yo lo estaba. Es solo que me tomó por sorpresa. Pero fue

DVD del estante y salí de allí corriendo.

¿Emocionante?

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escuchamos un golpe en la puerta. Romero ni siquiera esperó. Entró. Agarré un

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emocionante. —Se volvió a reír, enervando a Sarah sin fin—. Entonces

Sarah se abanicó con más fuerza. Valerie la miró de manera extraña y encendió el aire acondicionado. Sarah agradeció el aire frío. Estaba empezando a sudar. —¿Te dijo algo Romero? —No, sólo se quedó de pie sin habla. ¿Crees que va a decir algo? —No lo sé. Honestamente no lo sabía. Esto estaba fuera de control. Deseaba poder decirle a Sofía que no le contara nada más. No quería saberlo. Ya era bastante malo que le estuviese escondiendo algo grande a Ángel. No estaba segura de cuál era peor. El pensamiento la hizo estremecerse. Pero sabía que Sofía estaba sola en esto. Sarah no estaba segura de sí debería sentir pena por ella o admirarla. El mundo de Sofía estaba lleno de hombres de las cavernas prepotentes. Pero eso no parecía frenarla. —¡Eric está en la otra línea! —chilló Sofía—. ¡Luego te llamo! Se oyó un clic y la llamada terminó. Sarah bajó el teléfono, todavía completamente aturdida. —¿Qué fue eso? —preguntó Valerie. —Confía en mí. No quieres saberlo. Estaba en casa para cuando Sofía volvió a llamar. Eric había sido honesto, pero le había dicho a Romero lo menos posible y Romero prometió no decir nada, pero pensó que Eric era increíblemente estúpido. Sarah se sintió aliviada al oírlo y se alegró de no ser la única en saberlo. Pero seguía preocupada de que Romero se emborrachara y se le escapara. Esta noche

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sería interesante. Todo el mundo estaría allí.

Traducido por soñadora Corregido por Kasycrazy

C

omo de costumbre, el corazón de Ángel se aceleró al ver a Sarah. La besó tan pronto como ella estuvo subida al auto. Se suponía que fuera un amigable beso para saludarla, pero incapaz de resistirse, la besó

apasionadamente hasta que alguien en el asiento trasero se aclaró la garganta. Sarah se apartó de inmediato y se volvió. Romero, Eric y Sofía estaban apretujados en el asiento trasero. —No los vi, chicos. —Su expresión escandalizada cuando los vio lo sorprendió. No era la primera vez que él era tan demostrativo frente a ellos. —Mi culpa —dijo Ángel sonriendo, saliendo a la carretera—. Olvidé que había alguien detrás. —Te estaba hablando justo antes de que ella subiera al auto, idiota —protestó Romero. Ángel rio, entrelazando sus dedos con los de Sarah y poniendo sus manos juntas en su regazo. Sarah miraba al frente, un poco rígida. No estaba seguro qué interpretar de ello. Esperó que no estuviera enojada. El camino a los bolos fue bastante silencioso, salvo por las protestas de Romero

en el hombro de Eric. —¿Estás cansada, Sofi?

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el retrovisor para ver su reacción. Lo que vio fue a Sofía descansando su cabeza

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por la música. Ángel apretó el botón de apagado para callar a Romero y miró por

Ella se enderezó de inmediato. —No. Ángel miró el reloj en el tablero. Eran apenas las ocho. —¿Se está quedando dormida sobre ti, Eric? Sarah se removió en su asiento, llevó la mano de él a su boca y la besó. De inmediato se olvidó de Sofía y en cambio sonrió. Estaba contento de que ella no estuviera enojada. Tenía que recordar que sólo porque a él no le importaba mucho lo que cualquiera pudiera pensar de lo loco que lo hacía sentir, Sarah era un poco más reservada. Cuando llegaron a los bolos, Ángel llevó a Sarah a un lado. Puso sus brazos en su cintura y la atrajo hacia sí. —¿Estás enojada? Su expresión confundida lo alivió. —¿Sobre qué? —Nada. —La besó, sintiéndose algo tonto—. No importa. Debería haber sabido que algo así no la hubiera enojado. Lo que haya sido, ya lo había superado. Sarah lo miró extrañada pero no preguntó nada más. Había muchas más personas de las que Ángel había esperado. Sabía que los viernes eran concurridos, bajaban las luces y pasaban música, pero esta multitud era gigante. La mayor parte de los chicos del equipo estaban y, aparentemente, Sarah y Sofía habían invitado al equipo de atletismo porque había muchos de ellos también.

ella decidiría quedarse. Sólo quedaban unas pocas semanas antes de que se fuera y eso lo estaba matando. Pero no dejaría que eso arruinara la noche.

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importó. Aún esperaba que sus amigas del equipo la convencieran de unirse, y así

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Sarah y Sofía fueron a encontrarse con sus amigos de equipo. A Ángel no le

Romero le dio un refresco y puso su brazo alrededor de sus hombros. —Feliz cumpleaños, muchachote. Ángel sorbió la pajilla con cautela. Él lo conocía. Seguro que sabía a gasolina mezclada con refresco. Ángel tosió. —¿Qué mierda? Romero rio y también lo hicieron los otros a su alrededor. —Es tu cumpleaños, hombre. ¡No seas marica! Alguien siempre metía algo para mezclar con la soda. Y sabía que los chicos intentarían emborracharlo por ser su cumpleaños. Pero tenía planes para más tarde esa noche. No había forma de perdérselos. Estas cosas eran siempre iguales. Todos eran menores, así que la única forma de beber algo era si alguien lo metía de contrabando. Estaba seguro de que la mitad de las personas tenían algo. A Ángel ni siquiera le gustaba el licor. Lo único que a veces tomaba era cerveza, e incluso era una o dos como mucho. Pero no quería decepcionarlos, así que pretendió seguir bebiendo. Sabía que ellos habían estado bebiendo la misma mierda, y después de un rato nadie notaría que lo había dejado. Habían estado allí por casi dos horas y Ángel no podía creer que la gente seguía llegando. El lugar estaba demasiado lleno. Ángel podía ver que Sarah quería darle su espacio con los chicos. Ella venía y pasaría algo de tiempo con él y volvería con sus amigas. No tenía problema con que ella se quedara a su lado toda la noche, pero conocía a Sarah. No lo haría. Darle espacio por alguna alocada razón siempre había sido

comparaba a las que asistía ahora que estaba en la universidad. Pero, aun así, aquí estaba, pareciendo más feliz que nunca de verlo.

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Alex apareció tarde, pero Ángel lo apreció. Sabía que esta clase de fiesta ni se

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importante para ella.

—Feliz cumpleaños, hombrecito. —Alex estrechó su mano y luego lo atrajo a un abrazo de oso. Ángel gruñó cuando Alex lo apretó con fuerza a propósito. Sólo Alex podía hacerlo sentir pequeño. Se separó y miró alrededor—. Demonios, este lugar está abarrotado. —Alex parecía feliz. Había demasiado alcohol flotando alrededor. Eso nunca era bueno. Ya había notado las expresiones de algunos empleados. Solamente había un guardia de seguridad. Un hombre mayor en sus cincuentas, y había pasado un mal rato acabando una discusión más temprano, entre dos chicas. Por supuesto, no ayudaba que hubiera un montón de idiotas alrededor gritando: ¡Pelea! ¡Pelea!

¡Pelea! Ángel mantuvo sus ojos en Sarah toda la noche, pero cuando Alex llegó la perdió en la multitud. Romero caminó cerca de Ángel, y él tomó su camiseta. —¿Has visto a las chicas? Era obvio que Romero ya estaba ebrio. —Sí, he visto montones de chicas. —Me refiero a Sofi y Sarah, estúpido. Romero luchó para levantar sus cejas. Ángel podía ver que no sería de ayuda. —No sé sobre Sarah, pero Sofi está con Eric. —¿Dónde está Eric? —No lo sé. Ángel frunció el ceño. ¿Por qué demonios se molestaba? Apenas estaba

por el aire.

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puños volaron. Retrocedió y antes de darse cuenta había vasos y comida volando

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ordenando sus pensamientos cuando hubo una conmoción detrás de él. Se giró y

Todos corrieron, las chicas gritaron y más se involucraron en la pelea. Ángel buscó frenéticamente a Sarah y Sofía. Sintió una mano en su hombro y la sacudió defensivamente, pero era Alex. —¿Dónde está Sofía? —Su expresión preocupada igualaba lo que Ángel sentía. —No lo sé. —Ángel estaba molesto de haber dejado que las chicas salieran de su vista. Era un caos. La gente era empujada por todos lados. Ángel y Alex se abrieron paso a través de la multitud por medio de empujones. —Ahí está Sarah —señaló Alex. Ángel la vio y corrió hasta ella. Estaba con Valerie, pero Sofía no estaba cerca. La alarmada expresión de Sarah se calmó cuando lo vio. Tomó su mano tan pronto como la alcanzó. —¿Dónde está Sofi? Ella negó con la cabeza. —No lo sé, nos separamos cuando todos comenzaron a empujar. —¡Sigan moviéndose, gente! —El guardia de seguridad y un par de empleados de los bolos estaban haciendo a todos salir. No tenían opción excepto salir. Todos se pararon en el estacionamiento ansiosos, mirando la marea de chicos saliendo por la puerta. ¿En qué demonios pensaba al traer a Sofía esta noche? Ángel sintió a Sarah apretar su mano. Vio a Eric saliendo de la puerta pero no a Sofía, estaba sosteniendo su brazo detrás de él mientras la multitud se apretaba, y vio a Sofía en el otro extremo de su brazo sosteniendo su mano. Ángel exhaló, un bendito

Eric los vio y caminó hacia ellos, sin soltar la mano de Sofía. Cuando Eric los alcanzó, tocó a Ángel en el hombro con su mano libre y una gran sonrisa.

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—¡Ahí están! —Sarah levantó su mano en el aire para llamar su atención.

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alivio se asentó.

—¡Amigo! ¿Esto es un cumpleaños o qué? Ángel sacudió su cabeza y caminaron de vuelta al auto. Alex y Valerie ya estaban allí. —¿Adónde vamos ahora? —preguntó Alex. La fiesta grupal había terminado para Ángel. Tenía sus propios planes. Este era, después de todo, su cumpleaños. —Tuve suficiente acción por una noche —mintió Ángel—. Llevaré a estos chicos a casa. —¿Qué? —Hubo una nota de decepción en el tono de Eric. —No son ni las once —agregó Sofía. Ángel atrajo a Sarah hacia él por la cintura y ella inclinó su cabeza contra él. —Sí, Sarah está cansada. La cabeza de Sarah se levantó y lo golpeó juguetonamente en su costado. —¡No me culpes a mí! Ángel trató pero no pudo ocultar una sonrisa. —Sarah, nena, se supone que me ayudes. Alex sacó las lleves de su bolsillo. —Ten. —Se las tiró a Eric—. Lleva a Sofi y al estúpido a casa. Valerie tiene algo que mostrarme. Lanzó una sonrisa traviesa y Valerie lo golpeó con el codo.

—¡Hey! ¿Dónde es la fiesta?

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Romero caminó a la multitud.

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—No lo hagas sonar así.

—Más te vale no vomitar en mi auto —advirtió Alex y se fue caminando con Valerie. Romero se veía confundido. —¿Tu auto? Voy con Ángel. ¿No? —Se giró a Ángel. —Te vas con ellos. —Ángel señaló a Eric y Sofía que habían comenzado a alejarse. Caminaban hacia una multitud aún grande en el estacionamiento—. Ten cuidado, Sof. Eric tomó la mano de Sofía de nuevo y se lo mostró a Ángel. —No te preocupes, la tengo. —¿Estás bien con eso? —dijo Romero, señalando a Eric. —No seas estúpido. —Ángel frunció el ceño—. Ve hacia ellos antes de que te deje. Si hubiera sido cualquier otro, Ángel se hubiera sentido incómodo. Pero sabía que Eric cuidaría a Sofi como siempre. Romero corrió tras ellos. —Hey, esperen. ¡Sostén mi mano también, Eric! Sarah rio y Ángel dirigió su atención de nuevo a ella. La sonrisa de Sarah lo provocaba y desafiaba al mismo tiempo. —Así que, ¿qué hay sobre mí, cumpleañero? ¿Adónde me llevarás?

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El corazón de Ángel retumbó. Sabía exactamente dónde la llevaría.

Tan pronto como entraron en la habitación trasera del restaurante, Ángel atrajo a Sarah a un largo y apasionado beso. Estaba listo para ella. Demonios, había estado listo toda la noche. Después de unos minutos, Sarah se alejó por aire. —Vaya —dijo sin aliento. —Sí, vaya. —Ángel sonrió. Estaba por besarla de nuevo cuando Sarah puso su mano en su pecho. —Espera. —Se alejó y buscó su bolso en el mostrador—. Tengo algo para ti. Ángel no estaba feliz. Le dijo que no gastara dinero en él. Sabía que cualquier pequeña suma que ganara como niñera lo estaba ahorrando para cuando volviera a Arizona. —Sarah, nena, te dije… —Shh, quería hacerlo. —Sostuvo una pequeña caja con un moño plateado alrededor. Ángel sonrió de costado y tomó la caja. Sarah tomó su mano y lo atrajo de vuelta a la cama. Se sentaron y el comenzó a abrirla. Ella se movió junto a él. Su entusiasmo lo asombraba. Abrió la caja y sacó la cadena plateada. Podía ver que estaba ansiosa por su reacción, pero se veía tan linda que no diría lo que realmente quería decir, que no debería haber gastado ese dinero en él.

La besó de nuevo.

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—Lee el grabado.

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—Me gusta.

Ángel la giró. Tuya para siempre, Sarah. —Quería que tuvieras algo para recordarme cada día cuando me vaya.

Cuando me vaya. Demonios, odiaba el sonido de eso. Estaba loca al pensar que necesitaría algo para recordarla. El pensamiento de ella nunca dejaba su cabeza. Pero sonrió de todos modos y la atrajo a sus brazos. Ahora era tiempo del regalo

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que había esperado toda la noche.

Traducido por Eni, Caamille y Helen1 Corregido por flochi

S

arah se alarmó cuando vio la hora en su reloj. Su celular estaba sonando y ni siquiera eran las 6 a.m. ¿Quién estaría llamando tan temprano? Lo alcanzó y miró su celular. Era Sydney. Le dio la vuelta abriéndolo, no

estaba segura de qué esperar. —¿Hola? —Hola, Lynni. —Sonaba bastante calmado. —¿Todo está bien? —Sí —dijo—. Discúlpame por llamar tan temprano. No podía dormir. —¿Por qué? ¿Qué pasa? —En todos los años que lo había conocido, sabía que las únicas veces que no podía dormir era cuando estaba estresado por algo. Se sentó y acomodó una almohada detrás de ella. —Nada pasa. —Pero Sarah conocía ese tono. —Sydney, estás estresado por algo. Deberías saber que debes intentarlo mejor si quieres escondérmelo.

bien si vuelves aquí?

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—No puedo dejar de pensar en ti y Ángel —dijo—. ¿Estás segura que vas a estar

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Hubo un silencio en el otro lado y luego un suspiro.

Sarah frunció el ceño, habían pasado más de dos semanas desde que Ángel y ella habían hecho el amor por primera vez. Se lo había ocultado a Sydney por un tiempo, sin querer traicionar a Ángel compartiendo algo tan íntimo con alguien más. Pero hace una semana no había sido capaz de mantenerlo para sí misma. Ángel le decía lo mucho que la amaba cada día. Eso la estaba matando ya que no podía decirle lo mismo. Por lo que, se había desahogado y dicho a Sydney, llorando en el proceso. Desde entonces, Sydney había estado fuera de sí, escéptico de creer que ella iba a ser capaz de regresar a Arizona. Pero ella había hecho su mayor esfuerzo en convencerlo de que podía y lo haría. No había forma de que desistiera y ese simple pensamiento la devastaba. Pero tenía que regresar, sin importar cuánto quisiera quedarse ahora. No sería capaz de vivir consigo misma. ¿Cómo podía decirle que le estaba dando la espalda, debido a un chico que había conocido apenas hace cuatro meses? Aunque habían sido los mejores meses de su vida, no podía hacerlo. Nunca olvidaría la manera en que Sydney lloró ese día horrible cuando se enteró que se iba a mudar. Había llorado por él casi tanto como había llorado por sí misma. —Sydney, ya te lo dije. Puedo hacerlo. Ángel y yo vamos a estar juntos, incluso una vez que regrese. —¿Estás segura? —dijo—. Ustedes dos no se han separado ni siquiera un día desde que empezaron a salir. Sarah apretó los ojos cerrándolos. Sabía que él tenía razón. Iba a ser difícil, más difícil que cuando había dejado a Sydney. Aun así, lo tenía que hacer. —Estaré bien, Syd. He logrado estar todo este tiempo aquí, y recuerdas que no

—Bueno, te tendré cuando llegué a casa para ayudarme con esto. Hubo un extraño silencio por varios largos momentos.

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—Sí, has estado bien; más que bien, debido a él.

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creí que pudiera.

—Lynn, en todos los años que te he conocido, nunca te había escuchado tan feliz. Odiaría que vinieras y fueras miserable. —Imposible —dijo ella—. Tan pronto como te tenga allí para mí, estaré bien. No pudo evitar dejar escapar un bostezo. Estaba tan cansada. La parada excitante en el restaurante había durado más tiempo de lo previsto. Llegó a casa después del toque de queda. Afortunadamente, por lo que sabía, nadie se dio cuenta. Todo el mundo parecía dormido cuando entró a hurtadillas. —Deberías volver a dormir —dijo Sydney—. Suenas realmente cansada. —Estoy bien. —Bostezó otra vez. —No, estás cansada. Vuelve a la cama, hablaremos más tarde. —¿Seguro? —Sí. —Está bien —dijo ella—. Deja de preocuparte, Syd. Todo será como antes. Será como si nunca me hubiera ido. Después colgó y fue al baño. Pensó en el día que tenía por delante. Desde la noche que se había entregado a Ángel, y acordaron continuar la relación incluso después que se fuera a Arizona, se había acribillado con la culpa. Tenía que decirle a Ángel la verdad sobre Sydney y casi lo había hecho esa misma noche. Pero se acobardó, no queriendo arruinar la noche. Sarah sacudió la cabeza recordando cómo había utilizado desvergonzadamente a su mamá para cambiar de tema. Desde entonces, había dicho una excusa tras otra para no decirle. Pero no se permitiría el placer de decirle a Ángel que lo amaba, hasta que pudiera decirle la

Cayó dormida tan pronto como su cabeza golpeó la almohada. Al ser una

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Iba a ser una situación difícil, pero si realmente la amaba como decía, entendería.

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verdad. Y no ser capaz de decirlo, la estaba matando.

madrugadora, se sobresaltó cuando su teléfono sonó otra vez y se dio cuenta que había dormido casi tres horas más. Esta vez era Ángel. —¿Hola? —Hola, nena, ¿te desperté? —Mmmm. —Ella estiró sus brazos—. Sí, pero es lindo que sea tu voz la que escucho. —No hagas ese ruido, Sarah —dijo él—. Me va a volver loco todo el día, hasta que pueda estar contigo. —¿Todo el día? ¿No vas recogerme temprano? —No, nena. Hoy estamos cortos de personal. Es tan malo, Sofi y yo nos quedamos atrapados en el servicio de comidas esta mañana, y luego tenemos que regresar al restaurante. No va a ser posible recogerte hasta por lo menos a las siete de la noche. —¡Hola, Sarah! —Escuchó a Sofía al fondo. Sarah frunció el ceño, molesta con ella misma por haberse dormido tan tarde. Podría haberlos ayudado con el servicio de comidas. —¿Necesitas que te ayude de alguna manera? —Nah, Eric me va a ayudar. Vamos a recogerlo ahora mismo. —Su voz sonó más baja—. Además, te mantuve despierta bastante tarde anoche. Quiero que descanses por mí, para esta noche. Sarah sonrió. ¿Quién necesitaba descanso? Su cuerpo completo se sentía muy bien. Estaba lista para él ahora.

para que estés preparada. —Vale. —Se echó a reír.

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—Detente —susurró él—. Mierda, si puedo terminar antes de las siete, te llamaré

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—Espero que hayas descansado —dijo ella—. Porque ahora estoy lista.

—Te amo, nena. Sintió su corazón como un rehén, incapaz de decir lo que tanto quería. —Está bien, adiós.

Esto es todo. Le diría todo esa noche. Sarah le temía con cada onza de inquietud en su cuerpo, pero tenía que hacerlo. No podía estar ni un día más sin decirle lo mucho que lo amaba. Mientras decidía sincerarse, también había dejado a Sydney en toda la complicada mentira. Quizás él tendría algún consejo sobre la mejor forma de empezar con Ángel. Trató de llamarlo pero fue directamente al correo de voz. Dejó un breve mensaje sólo para decir que necesitaba hablar con él y estaba libre de Ángel por el día, así que podía llamarla en cualquier momento. El resto del día lo pasó lavando la ropa y repasando lo que le diría a Ángel. No había marcha atrás esta vez. Lo practicó una y otra vez. Cada vez que miraba el reloj, el nudo en su estómago se hacía más grande y más pesado. Trató de llamar a Sydney un par de veces más, pero cada vez era enviada al correo de voz.

Él lo entenderá, seguía diciéndose a sí misma. Tenía que hacerlo. Ella lo haría hacerlo, y una vez que le dijera lo mucho que lo amaba, sabría que no tendría nada de qué preocuparse. Sarah estaba mirando a través de su closet cuando escuchó: —Oye, tú. —Y saltó, casi perdiendo el equilibrio. Se giró y vio a Valerie de pie ahí con una sonrisa—. ¿Qué pasa? Sarah cerró los ojos y se puso una mano en el pecho.

Sarah dejó caer sus hombros. —Le voy a decir a Ángel esta noche.

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—¿Sobre qué? —Valerie entró y se sentó en la cama de Sarah.

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—Dios, he estado muy nerviosa todo el día, soy un desastre.

—¿Decirle qué? —Acerca de Syd. Valerie abrió mucho los ojos. —¿Todavía no lo sabe? Sarah puso los ojos en blanco. Valerie siempre tenía una manera de hacerla sentir peor, especialmente acerca de esto. —No, pero lo sabrá esta noche con seguridad. No hay peros en esto. Se lo voy a decir. —Se giró para mirar en su closet—. No estoy segura por dónde comenzar. —Bueno, espera lo peor. Sarah se volteó y le dio una mirada. —Dios, gracias. Eso ayuda. Valerie se encogió de hombros. —Sólo decía, va a estar molesto, Sarah. Sabes cómo es. Mierda, su hermano todavía tiene el descaro de decirme que no le gusta que hable con Reggie. Ya ni siquiera lo estoy viendo, y nunca fue mi novio para empezar, pero Ángel lo tiene mal. Y tiene un poco más de derecho de sentir que eres de él, toda de él. No va a estar feliz de que regreses donde Sydney, tu amigo, un chico. —Sin embargo, tengo que decírselo —dijo Sarah. —Sí, y deberías —dijo Valerie—. ¿Has pensado en lo que le vas a decir? —Todo el maldito día. —Sarah se dejó caer en la silla de su escritorio. —Quizás deberías vestirte realmente bonita —dijo Valerie—. Ya sabes, arreglarte

—¿Lo crees? —Sarah la miró con aprensión.

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suave, menos molesto.

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a ti misma realmente bien, extra sexy. La distracción podría hacerlo un poco más

—Sí. —Valerie saltó fuera de la cama—. Tengo un vestido realmente sexy que puedes pedir prestado. Será un poco corto para ti, pero no te verás zorra. Lo prometo. Sarah miró cómo Valerie salía de la habitación. Se mordió el labio pensando en ello. Parecía tan tonto, pero estaba dispuesta a

cualquier cosa que pudiera

ayudarla. Valeire regresó sosteniendo un vestido negro. Era de corte bajo en el frente y tenía cortes en los lados de las piernas. Parecía que podía estar a unos treinta centímetros por encima de sus rodillas. Sarah lo miró. —¿Voy a entrar en esa cosa? —Pruébatelo. —Valerie lo empujó hacia ella y dejó la habitación. Sarah se lo probó y le quedó perfecto pero mucho más apretado de lo que usaba normalmente, y mucho más revelador. Realmente mostraba su escote. Se suponía que ellos iban a ir a una fiesta en el lado este, un poco más elegante de lo que sus usuales fiestas de patio. Pero tenía la sensación de que después de verla en ese vestido, no lograrían llegar, y en vez de eso regresarían al restaurante, algo que le pareció bien. Se giró para conseguir una vista desde atrás en el espejo cuando Valerie entró. Sarah se giró para verla sosteniendo una mano sobre su boca. —¿Qué? —Oh Dios mío, soy un genio. —Valerie se echó a reír—. Dudo siquiera que él oiga una palabra de lo que digas. ¿Por qué no pensé en esto mucho antes? Sarah volvió a mirar al espejo. El vestido era tan diferente de ella. Ángel iba a

—Ooh, buena pregunta —dijo ella, rodeando a Sarah, todavía evaluándola—. ¿A qué hora te vendrá a buscar?

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—¿Tu papá me va a dejar salir en esto?

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saber que algo estaba pasando en el segundo en que la viera.

—Alrededor de la siete. —Ooh, estás bien. —Valerie todavía tenía esa malvada sonrisa en su rostro—. Van a ir a un show y a cenar. Pero son baratos, así que les gusta ir al show temprano alrededor de las cinco. Sarah se giró hacia el espejo. La desagradable sensación en su estómago había regresado, pero vestido o no, le iba a decir esta noche. Sin importa qué. Empezó a prepararse justo después de las cinco. Valerie la ayudó con su cabello. El cabello de Sarah era bastante liso, pero Valerie dijo que hacerlo incluso más liso podría hacerlo verse más brillante y súper sexy. Sarah miró a Valerie a través el espejo del baño mientras ella estaba concentrada en la plancha alisadora que sostenía en el cabello de Sarah. —Así que, ¿cómo estuvo la otra noche con Alex? Ustedes se veían realmente amistosos. Valeria miró hacia el espejo y se encogió de hombros. Continuó concentrándose en el cabello de Sarah. —Bueno, creo que apagó su teléfono o lo dejó en vibrador. Porque no sonó ni una vez anoche. Traté de resistirme a él mientras pude pero es demasiado difícil. No dormí con él, sin embargo. Le dije que ya no iba a hacer eso. Entonces, me pregunto si era por Reggie. Le dije que no, que era porque dolía demasiado. Entonces hizo una estúpida broma disculpándose por su tamaño. La expresión de Valerie era de enojo, pero Sarah no pudo evitar reírse. Alex era demasiado divertido. —Detente —dije Valerie—. Vas a hacer que te queme.

Viéndolo de esa manera, Valerie tenía parte de la culpa por la manera de pensar de Alex. Se había entregado a él con demasiada facilidad y sin compromiso. Pero

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del resto de su noche con Alex. Sarah no pudo evitar interrumpirla varias veces.

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Sarah controló su risa lo mejor que pudo y Valerie continuo contándole acerca

Alex no tenía derecho a exigirle que dejara de salir o hablarse con otros chicos. Era, como Valerie lo dijo, bastante ridículo. Valerie dijo que él estuvo de acuerdo con salir pero sin sexo y ya iban a salir otra vez esta noche. Sarah tuvo que reírse de eso también. Si era verdad que Alex era como Ángel, sólo que tres veces más intenso, por la manera en que todos lo hacían parecer, Valerie estaba soñando si pensaba que se mantendría alejada de ese chico. No es que pensara que Alex podría obligarla. Pero estaba segura que encontraría una forma de manipular la situación. Si fuera alguien más, quizás Valerie podría encontrar la fuerza de voluntad para mantenerse firme. Pero con él, Sarah lo dudaba extremadamente. Valerie salió para prepararse, dejando a Sarah para terminar. Cuando estaba a punto de estar lista, oyó el timbre de la puerta. Miró el reloj, sólo eran las seis y media. Él dijo que llamaría si iba a llegar temprano. Continuó trabajando en su maquillaje y luego oyó a Valerie. —Sarah, es para ti. Tal vez acabó temprano y quería sorprenderla. Sarah se alegró de estar lista. Puso todas sus cosas en el bolsito de maquillaje y lo metió en la cartera. Se roció con un poco de perfume y agarró su cartera. Respiró hondo y luego se echó una última mirada en el espejo. Iba a perder la cabeza al verla. Mientras se apresuraba, miró por la ventana y alcanzó a ver el inconfundible Chevy Impala, 1964, amarillo canario, aparcado justo en frente de la casa. No

podía ser. Dobló la esquina en el cuarto delantero y quedó aturdida. Allí estaba, en su metro ochenta, de pie mirándola de pies a cabeza. Por un segundo, fue incapaz de

Él la abrazó con fuerza. El olor de su colonia trajo de regreso todos los recuerdos maravillosos. Cuando se separaron, ella lo miraba todavía en estado de shock.

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—¡Sydney! —Saltó a sus brazos.

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hablar.

—Oh, Dios mío, ¿qué estás haciendo aquí? —Tenemos que hablar, Lynn.

Ángel había salido temprano, sintiéndose un poco culpable por dejar el restaurante que aún estaba lleno. Pero no había visto a Sarah durante todo el día, y se estaba poniendo ansioso al respecto. Había ido a casa para cambiarse y estaba saliendo de su camino de entrada, cuando sonó su teléfono móvil. Echando un vistazo a la pantalla del teléfono, pensó que ella debía haberle leído el pensamiento, porque estaba a punto de llamarla. —Hola, nena. —¿Ángel? —Sonaba extraña, y de inmediato se sintió incómodo. —¿Qué pasa? —Nada —dijo ella—. Bueno, ha surgido algo. Los vecinos calle arriba, los uh..... Gleason, tuvieron una emergencia y necesitan que vaya inmediatamente a cuidar a los niños. Están desesperados, Ángel. No podía decir que no. Sintiendo decepción, pero al mismo tiempo, un calorcillo por su sincera preocupación, Ángel suspiró. —¿Es por toda la noche? —No estoy segura —dijo—. Pero te llamaré en cuanto sepa algo. —Está bien. —Volteó en la dirección opuesta, de vuelta hacia el restaurante—.

—Está bien, adiós, Ángel.

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Hubo un largo silencio y luego la oyó de nuevo.

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Te amo.

Había estado de vuelta en el restaurante por poco más de una hora cuando su teléfono sonó. Respondió de inmediato sin siquiera comprobar quién era, pensando que sería Sarah. —¿Hola? —Hola, Ángel. Guardó silencio durante un segundo. —¿Dana? Las únicas veces que ella lo había llamado desde el día que le dijo que se fuera, fueron un par de veces para dejar mensajes de borracho. Pero en realidad no había hablado con ella desde entonces. Ahora se arrepentía de no contestar. —Sí, soy yo. —¿Qué quieres? —No era lo suyo ser grosero, pero no estaba dispuesto a meterse en problemas con Sarah. Lo último que quería hacer era animar a Dana. —No estoy llamando para molestarte o hacer que te sientas peor, si eso es lo que estás pensando. Sólo llamo para decirte que estoy aquí para ti. Ángel puso los ojos en blanco con impaciencia. No tenía la menor idea de lo que estaba hablando y, de verdad, no le interesaba. —Dana, no te necesito aquí para mí, ¿de acuerdo? Estoy trabajando en este momento, me tengo que ir. —Ángel, sé que te molesté, pero antes de que algo pasara entre nosotros, éramos amigos. No sé qué pasó contigo y Sarah, pero sabía que estabas realmente compenetrado con ella, así que si necesitas hablar con alguien ahora, recuerda

Decidió simplemente seguirle la corriente. —Muy bien, gracias. Me tengo que ir.

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Sus palabras retumbaron por todo el lugar y Ángel seguía sin entender nada.

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que sigo siendo tu amiga.

Apenas había colgado con ella cuando el teléfono volvió a sonar. Lo recogió un poco molesto pensando que sería ella de nuevo. No lo era. Era Eric. —Hey, amigo. ¿Dónde están ustedes? —preguntó Eric. —Estoy trabajando. —¿Trabajando? — Ángel escuchó a Romero en el fondo: —¡Pregúntale, pregúntale! Ángel sonrió. —¿Preguntarme qué? —¿Está Sarah contigo? —No, tenía que trabajar. El restaurante estaba lleno, así que acabo de regresar. —Oh, así que ¿Sarah no está contigo? Entonces Ángel escuchó a Romero de nuevo: —¡Te lo dije ! ¿No te lo dije? Esa era ella. Sé que lo era. —¿Qué está diciendo ? —preguntó Ángel. Eric le dijo a Romero que se callara. —Nada, hombre, este tipo acaba de tropezar. Cree haber visto a Sarah hace un rato. Ángel estaba impertérrito. —No, ella está de niñera. —Se quedó allí sonriendo, escuchando su conversación. No podía decir si Romero había estado bebiendo, o sólo estaba siendo

una lucha, el teléfono quedó ahogado y sonó el claxon. Él se rio entre dientes,

idiotas.

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Eric y Romero fueron y vinieron durante unos minutos, luego, Ángel escuchó

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desagradable.

—Muy bien, hombre —le dijo Eric a Ángel. Ángel se echó a reír. —¿Es que ya está borracho? —No —dijo Eric—. Pero no lo sabrías por la forma en que está actuando. La otra línea de Ángel sonó. —No respondas a tu otra línea, es sólo tonto —dijo Eric. —¡Contesta! —gritó Romero en el fondo. —Espera. —Ángel rio entre dientes, haciendo clic sobre su otra línea—. ¿Qué quieres, tonto? Se puso de pie en la entrada del restaurante, mirando hacia atrás para ver cuántos clientes quedaban. Era temprano, pero la mayoría de los chicos en la cocina estaban haciendo horas extras y su padre le había dicho que si bajaba la clientela lo suficiente cerrara temprano y dejara que ellos se fueran a casa. —Era ella, hombre —dijo Romero. Caminó hacia atrás casualmente, furtivamente mirando en el segundo comedor, que estaba vacío. Sabía que Romero no podía estar en lo cierto, pero siguió la corriente de todos modos. —Sí, ¿dónde? —En un coche, un Chevy Impala amarillo, uno de esos viejos, de primera clase,

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con un tipo.

Traducido por katt090 y Aylinachan Corregido por Kasycrazy

S

arah estaba a la vez conmocionada y abrumada de alegría cuando vio a Sydney. No se había dado cuenta de lo mucho que lo había echado de menos hasta que sintió la emoción en su abrazo.

Tenía tantas preguntas para él que casi olvido que Ángel estaría allí en cualquier momento. Se había sentido tan mal tener que mentir como lo había hecho. Pero sabía que no había manera de Ángel estuviera dispuesto a conocer a Sydney, no así. Sería una bofetada en la cara. Tenía que explicarle todo a los dos antes de poder hacer que se conocieran. Todo este lío era su culpa y ahora amenazaba con estallarle en la cara. Fue un manojo de nervios todo el día y ahora se sentía al borde de un colapso. Sydney dijo que quería hablar con ella y tenía la sensación de que no iba a ser una breve conversación. Los únicos lugares que conocía eran lugares a los que Ángel la había llevado. Todos ellos eran lugares frecuentados por todos los de la escuela. No había manera de que lo llevara al lugar especial de Ángel y ella. Por lo tanto, decidió ir a un lugar más abajo en la playa, donde nunca había ido con Ángel.

de la noche del sábado. Parecía que todos habían salido esa noche. Se hundió en su asiento varias veces cuando creyó ver gente de la escuela. Chicos del equipo de fútbol incluso.

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Al llegar allí, quedó demostrado lo contrario. Se quedaron atascados en el tráfico

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Pensó que era seguro.

Cuando finalmente llegaron a la playa, Sydney lanzó la bomba. Ella había estado esperando algo grande dado que había conducido todo el camino hasta aquí, pero se sorprendió y molestó cuando lo oyó. —Lynni —comenzó—. Debería haberte dicho esto hace mucho tiempo. Sarah se preparó. Mientras él no estuviera enfermo, podía tomar cualquier otra cosa. —¿Qué? —¿Recuerdas a Carina Santiago? Sarah pensó por un momento. —¿La chica de la orquesta que toca el violonchelo? —Sí. —Respiró hondo—. Bueno, justo antes de que te fueras, ella y yo empezamos a hablar, mucho. En realidad empezamos a vernos. Pero estabas atravesando por tanta basura y estresada a causa de tus problemas con tu madre que no quise decirte sobre ello. Sarah negó con la cabeza. —¿Por qué? —Vamos, Lynn, tenías tantas cosas pasando. La mitad del tiempo estuviste casi enferma de preocupación acerca de tu madre. ¿Cómo iba a sentarme allí e informarte sobre lo bueno que las cosas iban para mí? No se sentía bien, e incluso después de que te fuiste, estabas tan miserable, y ahí es cuando todo realmente comenzó a pasar para mí y Carina. No podía hacerlo. Sarah se lo quedó mirando, casi mal del estómago, sintiéndose tan egocéntrica.

ocupada revolcándose en su propia mierda para escucharlo. Había estado ahí para ella, a través de todo, y él había guardado sus sentimientos para sus adentros; ni una sola vez capaz de compartir sus propias ansiedades o entusiasmo sobre su

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estar allí para Sydney y ahora estaba descubriendo que había estado demasiado

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Durante todo este tiempo había estado avanzando sin cesar sobre el tener que

relación a estrenar. A menos que hubiera escondido otra cosa de ella antes de esto, Sarah sabía muy bien que era la primera vez para él también. —Oh, Sydney. Lo siento mucho. —Lo abrazó con fuerza. Se retiró suavemente. —¿De qué estás hablando? Yo soy el que te ocultó todo. —Sí, pero lo hiciste por mí, porque era una cobarde inútil quejumbrosa. Te tiré toda mi mierda, una y otra vez, y nunca pensé en lo difícil que debe ser para ti. Sin previo aviso, las lágrimas brotaron en masa. Se sintió muy mal, pero cuando sus ojos se encontraron con los suyos, él parecía molesto. —No te atrevas a hacer esto, Lynn. —Le limpió las lágrimas de las mejillas. Pero habló con firmeza—. Has sido la mejor amiga que cualquiera podría pedir. ¿Crees que alguna vez olvidaré lo que hiciste por mí? Si no hubiera sido por ti, no habría pasado a través de la secundaria. Era el más gordo, el más perezoso pedazo de… —No, no lo eras. —Lo detuvo, enfurecida. —Lo era, Lynni. Pero fuiste la única que no lo pensó. Y al igual que en este momento, estabas dispuesta a darle una patada en el culo a cualquiera que alguna vez me hiciera sentir como si lo fuera. —Eso es porque siempre he sabido la persona hermosa que eres, Sydney. No te conocieron como yo. —Y nunca voy a olvidar eso de ti. Pero te sigo escuchando hablar de lo mucho que me debes. No me debes una mierda. Me ayudaste a atravesar los años más duros de mi vida. Si alguien debe algo, soy yo. Si no hubiera sido por ti, podría

—Es cierto, Lynn. Me avergüenza admitirlo, pero había veces en que estaba agradecido de que las cosas no fueran perfectas para ti, porque sabía que si tu vida hubiese sido tan sólo un poquito más normal, tal vez no me necesitarías tanto.

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Ella lo miró atónita.

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haberme disparado a mí mismo.

—¿Cómo puedes decir eso? —Las lágrimas ardían en sus ojos—. Nunca te daría la espalda. —Lo sé —dijo—. Es por eso que estoy aquí. Tienes que quedarte, Lynn. Perteneces con Ángel, al igual que yo pertenezco con Carina. ¿Por qué crees que acepté la beca a Columbia? Sarah lo miró sin comprender. —Ella va allí —dijo—. Me ha estado matando, porque sé que quieres quedarte aquí con Ángel. Es donde debes estar. Si viajas de nuevo a Arizona sólo porque sentiste que no podías darme la espalda, ¿cómo voy a sentirme cuando te deje por Columbia? ¿Qué pasa si porque insististe en volver a Arizona pierdes a Ángel, y estás por tu cuenta? ¿Cómo se supone que voy a vivir con eso? Voy a dejar la escuela Lynn. Lo juro por Dios. Perderé a Carina antes de abandonarte. —¡No! —Sarah soltó un jadeo. —Entonces quédate aquí, Lynn —dijo—. Deja de ser tan terca, y dile que lo amas, ya. Quédate aquí y se feliz. —La miró profundamente a los ojos—. A ti y a mí, nada va a separarnos, ni nadie, ni cualquier distancia. Sarah sonrió, sintiendo que su corazón se hinchaba un millón de veces. —Es por eso que te quiero tanto, Sydney. —También te quiero. Sarah lo abrazó con fuerza. Luego pasaron el rato juntos por otra hora más, con Sarah insistiendo en que le dijera todo acerca de Carina. Sydney no dudó en contárselo todo. Para sorpresa de Sarah habían estado intimando desde hace algún tiempo. Sarah trató de sacudirse la culpa. Debería haber sido capaz de

—Ella no sabe que estoy aquí contigo. —¿Qué?

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otra sorpresa.

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compartir eso con ella. Supo que era algo importante. Entonces, la golpeó con

—Todo el mundo en la escuela sabía qué tan juntos estábamos, Lynn. Ella también. Cuando empezamos a salir, era increíblemente insegura acerca de ti. Eres un tema bastante difícil, pero estoy tratando de hacerla entender. Es demasiado pronto, sin embargo, y sé que si ella sabe que conduje todo el camino hasta aquí para verte, estaría terminado. Sarah se rio entre dientes. —Sí, bueno, Ángel cree que eres una chica. —La expresión de su rostro la hizo reír—. Lo asumió cuando le hablé de mi mejor amigo Sydney, creyó que eras una chica y nunca lo corregí. Contuvo el aliento, sin saber qué esperar. Él sonrió lentamente. —Bueno, Lucy, ambos tenemos un montón de “explicaciones” que dar. Sarah se rio y deslizó su mano en la suya como siempre lo había hecho antes. —Iba a decirle hoy. Mi mente estaba totalmente decidida. ¿Por qué crees que estoy usando esta ropa? Pero entonces apareciste. Sydney la revisó de arriba a abajo. —Sabes, iba a decir algo antes. Luego pensé que mejor no. —Negó con la cabeza aun teniendo todo adentro—. Maldita sea, Lynni. Casi no te reconocí al principio. Sarah se ruborizó. —No fue mi idea, ¿de acuerdo?

—Para.

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Sara se rio sintiéndose cohibida.

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—Oh, no dije que sea una mala idea. Sólo digo, vaya.

—Bien, bien, pero sí. Dile lo más pronto posible. Y, Lynn, si necesitas que hable con él, lo haré. Sarah sonrió, simplemente no pensó que eso le caería bien a Ángel. No podía imaginárselo escuchando a otro chico hablar de su relación con ella, incluso aunque fuera Sydney. —Me muero de hambre —dijo ella. —¿Alguna cosa buena por aquí? —preguntó. A Sarah no le importaba que no hubiese algo bueno. Lo único que importaba en ese momento para ella era la discreción. —Vamos a encontrar algo.

Ángel se detuvo por un momento. Sabía que no podía ser, pero Romero sonaba muy convencido. Se centró en lo que acababa de oír, luego sacudió la cabeza y comenzó a caminar de nuevo. ―Nah, amigo ―dijo―. Está haciendo de niñera para sus vecinos en estos momentos. ―Llámala entonces ―dijo Romero. El tono tenaz de Romero le hacía sentirse incómodo. Estaba muy seguro. Ángel se quedó en silencio por un momento. ―¿La viste? ―¿Qué estaba haciendo? Era absurdo. No podía ser que Sarah estuviera saliendo con otro tipo.

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―No vi una mierda ―gritó Eric de fondo.

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―No —dijo Romero.

―Sí, bueno, lo habría hecho si él no condujera como una niña. En el momento que nos volvimos, ya no estaba ―dijo Romero.

¿Ellos habían regresado para comprobarlo? Ángel cogió el teléfono del mostrador de la recepción sin mencionárselo a Romero. ―Entonces, ¿qué estaba haciendo? ―Marcó el número del móvil de Sarah. ―Hablar, supongo ―dijo Romeo―. La vi pasar en el coche, pero Eric estaba conduciendo muy rápido. Ella parecía diferente. ―¡Porque no era ella! ―gritó Eric de nuevo. Ángel lo escuchaba por un oído y esperó a oír la voz de Sarah por el otro. Pero contestó el buzón de voz. ―Entonces, ¿supuestamente está trabajando? ―dijo Romero. A Ángel no le gustaba la forma en que sonaba. Sabía que Sarah no le mentiría. Dudó de responder. ―Sólo estoy diciendo ―dijo Romero―. En caso de que la veamos de nuevo. Iré a preguntarle, ¿qué pasa? Si el imbécil incluso intenta decir algo lo haré estallar. Ángel se rio entre dientes. Pero no sentía la más mínima gracia. Esto estaba empezando a parecer raro. No era como si Sarah no respondiera cuando él la llamó. Ella siempre respondía. Incluso cuando se perdía su llamada, volvía a llamarlo casi de inmediato. Pero había llamado desde el teléfono del restaurante. Tal vez no lo reconoció. Sólo había llamado desde esa línea un par de veces. ―La volveré a llamar, amigo ―dijo Ángel. ―Llámala ―insistió Romero.

un mensaje. ―Sarah, cariño, soy yo. Llámame tan pronto como puedas ¿de acuerdo?

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Tan pronto como llamó a Sarah. Saltó de nuevo el buzón de voz. Esta vez le dejó

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―Lo haré.

Al cabo de media hora el restaurante estaba vacío y limpio. Ángel comprobó la cocina y luego cerró. De camino a casa Eric lo llamó de nuevo. ―Ey, amigo, ¿aún en el restaurante? ―No, estoy de camino a casa. ―¿Qué? ¿No vienes con nosotros? ―Estoy cansado, hombre. ―Ángel bostezó―. He tenido un día muy largo. ―De acuerdo. Oye, ¿has hablado con Sarah? Ángel frunció el ceño. ―No, aún no. ―Miró el reloj del salpicadero. Eran poco más de las nueve. ―Bueno, no te preocupes, amigo. Estoy seguro de que no era ella, pero ya sabes cómo se pone Romero. Ángel sonrió. ―Sí, lo sé. No estoy preocupado. Es que estoy cansado. Se sentó mirando a la luz roja. Mierda, le estaba dando dolor de cabeza. Por alguna razón, la llamada de Dana apareció en su cabeza. Trató de recordar todo lo que había estado diciendo. Ahora deseaba haber prestado atención. Había dicho algo sobre estar allí para él. El semáforo se puso en verde y siguió.

No estoy llamando para molestarte, no sé lo que pasó contigo y Sarah, pero sabía que estabas muy compenetrado a ella. ¿Qué fue eso? Nada tenía sentido. Bueno, demonios, nunca había sido detective

dormir. Y pensaba hacerlo en cuanto llegara a casa.

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Eso fue todo. Lo había hecho. No necesitaba ese problema, lo que necesitaba era

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eso era seguro.

Si nunca hubiera hablado con Romero esta noche, no se estaría cuestionando dónde estaba Sarah, aunque no había sido capaz de conseguir nada de ella en toda la noche. Sabía exactamente dónde estaba, haciendo de niñera de sus vecinos. Estaba casi en casa y el cansancio realmente se estaba apoderando de él. Sus párpados le parecían cada vez más pesados. Parpadeó duramente para mantenerlos abiertos. Sólo a un par de calles de casa, su móvil sonó, volvió de nuevo a reanimarse. Lo cogió del asiento del pasajero y frunció el ceño cuando vio que era Eric de nuevo. ―Hey, amigo. ―Podía oír a Romero de fondo, pero Eric, o algo así, estaba amortiguando el teléfono y no podía entender lo que estaba diciendo. ―¿Estás en casa? ―No ―dijo Ángel―. Casi. ―Es ella, amigo ―dijo Eric. Se tomó un momento para asumirlo. ―¿Sarah? ―Si ―dijo Eric―. Está con un tipo. El corazón de Ángel dio un vuelco. Tuvo que detenerse, para poder pensar… para poder respirar. ―¿Estás seguro? ―Sí, es ella. ―Eric sonaba casi como disculpándose. Ángel volvió a dejarse caer en su asiento, pero todavía apretaba el volante. Tragó

―Una casa de comidas fuera de Proctor ―dijo―. Nunca había visto este lugar antes.

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―¿Dónde?

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saliva, sin querer creérselo.

―¿Sigue ahí? ―Ángel se sentó con la espalda recta. De repente se dio cuenta de que Eric no estaba hablando de verla en pasado. Todavía estaba allí con otro chico. ―Si ―dijo Eric―. Están allí comiendo. Estaban tomados de las manos cuando entraron y no sé cuánto más tiempo podré contener a este chico. Está listo para correr allí dentro ahora. ―¡No, no, no! ―Ángel puso en marcha el coche―. Estoy en camino. ¿Cómo llego allí? La mente de Ángel estaba corriendo. ¿Cuánto tiempo hacía que ella había estado haciendo eso? Pensó en todos los sábados que había trabajado y él ni siquiera la había cuestionado. La furia estalló en sus venas y le dio la bienvenida. Era una emoción familiar que al menos sabía hacer frente y lo ayudaba a adormecer el dolor. Ella lo había cegado por completo y se sentía listo para arrastrar a alguien. Pisó el acelerador. Tendría su oportunidad pronto.

Sydney y Sarah habían conducido por un tiempo, con Sarah dirigiendo deliberadamente por las calles que Ángel y ella nunca frecuentaban. Vio un pequeño café en el centro de una de las pequeñas calles que aún estaba abierta. ―Ahí ―indicó. Sydney frunció el ceño. ―¿Estás segura?

―Sí.

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lugar en el que cualquiera pasaría el rato después de la escuela.

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No lo estaba, pero parecía perfectamente discreto. Definitivamente no era un

Él le sostuvo la mano mientras caminaban casi cautelosamente. Sólo había dos personas más allí y estaba sentadas juntas, pero todavía pasó un rato antes de que la anciana camarera fuera a tomarles nota. Sarah aprovechó el momento para pedir más información sobre Carina. Estaba decidida a ponerse al día de todo, de cada pequeño detalle. Todavía se sentía mal, por el hecho de que él no hubiera sido capaz de contarle algo sobre el asunto. Incluso después de la comida continuó preguntándole, a veces sintiéndose conmovida y sosteniendo su mano sobre la mesa. ¿Cómo había podido perdérselo todo? Finalmente, terminaron, Sydney insistió en pagar. Él puso su brazo alrededor de sus hombros mientras caminaban hacia la puerta. Ella se apoyó en él, con los ojos dirigidos hacia el suelo y luego miró hacia arriba. Sus piernas casi cedieron cuando vio a Ángel. La repulsión amarga en sus ojos era innegable. Miró a Sydney y luego se volvió muy lentamente, hasta que sus ojos quedaron fijos en ella.

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―¿Trabajando, Sarah?

Traducido por karliie_j Corregido por Caamille

I

ncluso cuando Ángel había entrado al estacionamiento y visto el Impala amarillo estacionado en frente del café, aún tenía la esperanza de que todo aquello fuera un gran error.

Se estacionó junto al auto de Eric donde vio a éste y a Romero esperándolo. Eric señaló hacia la ventana del café cuando Ángel se acercó a ellos.

Era ella. Y se veía increíblemente seductora. Estaba sentada ahí, mirando atentamente a los ojos de otro chico. Ángel la miró disgustado mientras ella estiraba su brazo sobre la mesa para tomar su mano, y notó que su escote se veía como nunca antes lo había visto en público. Eric y Romero le contaron todo acerca de cómo los habían visto salir de la playa y los siguieron hasta ese desolado lugar. Sarah no era estúpida. Sólo que no había contado con que tonto y retonto la vieran. Ahora, parado aquí observando sus ojos, buscaba respuestas. Los que una vez habían sido unos hermosos ojos verdes, que normalmente lo miraban con tanto brillo y emoción, ahora eran casi grises. Y todo lo que podía ver en ellos era miedo y algo que casi parecía culpa. Se sentía irreal, como alguna clase de extraña pesadilla. La miró de arriba abajo,

—No es lo que estás pensando, amigo —dijo. Ángel avanzó listo para hacerlo pedazos, su voz estalló.

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iba a enfermarse. Luego lo escuchó a él hablar.

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notando el vestido tan provocativo que estaba usando. Por un segundo creyó que

—¿Cómo diablos sabes que… —Espera. —Sarah se interpuso entre ellos. Ángel la miró, una oleada de dolor y furia casi lo cegaba. ¿Acaso estaba protegiendo a ese tipo? Cerró su puño firmemente. —Ángel, lo siento, debería haberte dicho esto desde hace mucho tiempo. El corazón de Ángel se detuvo. ¿Hace mucho tiempo? —Él es Sydney. La mente de Ángel se quedó en blanco. Se paró ahí, su corazón fuera de control. Dio un paso hacia atrás. —¿Sydney? —Mmiró a Sarah y después de vuelta al chico. —Sí —dijo ella—. Quería decírtelo desde el principio pero tú asumiste que era una chica, y sé que fue estúpido de mi parte pero… Sus palabras zumbaban en sus oídos. Sólo había una cosa que podía escuchar. Estaba gritando en su mente. Todo este tiempo, tenía a otro esperándola en

Arizona. Sacudió su cabeza y retrocedió. —Ángel, por favor. —La miró llorar pero no le importó. Algo bloqueaba su garganta pero se las arregló para decir—. ¿Éste es con quien irás a vivir? Sarah se acercó a él. Se encogió, no queriendo que se acercara más. Romero y Eric estaban de pie con la boca abierta detrás de él. Mientras la realidad empezaba a tener sentido, la ira lo inundó. —¿Es con él con quien has estado hablando todos los días? —Alzó la voz con

—Ángel, por favor, no lo entiendes. Déjame… —Entonces, ¿qué? ¿Él ha estado viniendo todos los sábados, Sarah?

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Sarah cubrió su boca con su mano por un momento.

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cada palabra—. ¿Éste es sin quien no puedes vivir?

—¡No! —¿A esto llamas trabajar? Se alejó, de nuevo sintiendo que iba a enfermarse. No quería que viera lo mucho que le afectaba. Ya no. Por el rabillo del ojo, la vio acercándose a él. Ángel no necesitaba escuchar nada más. Lo que sea que quisiera decir no importaba. Todo estaba demasiado claro para él. —Ángel —dijo ella—. Escúchame, por favor. —No importa, Sarah. —Se detuvo y la miró—. A menos que puedas decirme que no es cierto, que no te irás para vivir con él cuando vuelvas, que no es él por quien me dejaras, no necesito saber nada más. —No estoy dejándote por nadie… —¡Mentira! Sarah se congeló, y empezó a alejarse otra vez. Había perdido el control y necesitaba salir de ahí antes de descargarse contra Sydney. —Él es mi mejor amigo, Ángel. Las palabras se sentían como puñetazos en su estómago. Se detuvo y se dio la vuelta. —¿De verdad, Sarah? Porque pensé que yo lo era. Parpadeó duramente en un desesperado intento de contener las lágrimas. Miró hacia otro lado, con pánico de que pudiera verlo llorar.

Somos como familia. Tienes que creerme.

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Él ha sido mi amigo por tantos años. Todo lo que te dije de Sydney es verdad.

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—Lo eres más, Ángel. —Ella intentó tomar su mano pero la alejó de inmediato—.

Ángel apretó los dientes. Pensó en la forma en que miraba a Sydney en el café y tomaba su mano sobre la mesa. La manera en que se inclinaba hacia él cuándo caminaban. Ese vestido. Ese vestido, que gritaba ven y tómame, y ella lo había usado para Sydney. ¿Cómo familia? ¿De verdad ellos pensaban que era tan estúpido? No tenía que preguntar pero tenía que saberlo. —¿Lo amas, Sarah? Cuando no contestó inmediatamente, lo supo y eso lo hizo pedazos. Era todo lo que podía soportar antes de quebrarse. Necesitaba salir de ahí, rápido. —Ve —dijo—. Eres libre de estar con él sin mentir y estar escondiéndote. Se apresuró hacia su auto. —Ángel, lo entendiste todo mal. —Sarah lloraba—. Por favor, no hagas esto. Aceleró sus pasos, apenas llegando hacia su auto cuando las lágrimas lo asaltaron. Jamás en un millón de años habría creído que una mujer podía hacerlo sentir de esa manera. Apenas podía ver mientras daba reversa. Pasó zumbando junto a Sarah quien aún estaba llorando, y tomó de nuevo la carretera. Se limpió las lágrimas de los ojos, cansado de que siguieran cayendo. Todo tenía sentido ahora. Había estado mintiendo todo ese tiempo, y no le había dicho que lo amaba porque no podía. No podía, porque estaba enamorada de Sydney. ¿Cómo podía haber estado tan ciego? ¿También había dormido con él? Estacionó bruscamente el auto junto a la carretera y abrió la puerta justo a tiempo

mayor que caminaba hacia su auto la miró con preocupación. Las lágrimas bajaban apresuradamente por sus mejillas y sabía que su rostro estaba hecho un

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—¡Tengo que seguirlo! —suplicó Sarah, mientras corría hacia Sydney. Una pareja

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para vomitar.

desastre, pero no le importaba nada de eso. Sacó su celular de su bolsa y empezó a marcar el teléfono de Ángel frenéticamente. —No lo haría, Sarah —dijo Eric, mientras pasaba caminando delante de él. Sarah lo miró y trató de contener el aliento. —Pero tengo que hacerlo. Eric sacudió su cabeza. —Conozco a Ángel de toda la vida y jamás lo había visto de esa manera. —Sí, no es broma —dijo Romero—. Estaba muy mal. Sarah se enjugó las lágrimas y trató desesperadamente de recobrar la compostura. —Pero ésa es la razón. Es por eso que tengo que hablar con él y explicarle. No lo entiende. —Miró a Sydney—. Por favor llévame con él. —Lo que tú quieras, Lynni. —Sydney puso su mano en su hombro. —¿Quién mierda es Lynni? —preguntó Romero, disgustado. —Hey, cálmate. —Eric frunció el ceño. —Sólo me preguntaba si también había mentido sobre su nombre. —Romero empezó a caminar hacia el auto sin esperar una respuesta. Sarah quería gritar. ¡No mentí! Pero si lo había hecho, y se merecía esto. Todo esto. —Oigan, ése es su segundo nom… — empezó a explicar Sydney. Sarah tocó el hombro de Sydney.

—Eso es lo que es. —La decepción en los ojos de Eric era inimitable. Se volteó sin decir adiós, y caminó hacia su auto.

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—Si lo hace. Te está llamando mentirosa.

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—Está bien. No importa.

Sarah podía sentir otra oleada de lágrimas viniendo. —Vámonos, Syd. Se quebró de nuevo, tan rápido como se sentó en el asiento del pasajero en el auto de Sydney. El llanto era cada vez peor. Antes había llorado por miedo, miedo de ver a Ángel tan fuera de control, miedo de su completa incapacidad de hacerlo entender, pero ahora estaba llorando de enojo; estaba enojada por haber sido lo suficientemente estúpida para dejar que llegara tan lejos. Eric tenía razón, decidió. Ahora no era el momento de explicarle, especialmente no con Sydney ahí. Esperaría hasta la mañana para llamarlo. Para el momento en que llegaron a casa de su tía estaba drenada, emocional y físicamente. Se sentó ahí, mirando la luna desde la ventana y sin querer moverse de ahí. Syndey le apretó la mano. —Te llevaré adentro. Sydney pasó la noche en el sofá de la sala y se fue temprano en la mañana. El siguiente par de días fueron tortuosos. Sarah llamó a Ángel al menos cinco veces al día y le enviaba millones de mensajes, todos sin respuesta. No podía creer qué tan poco razonable estaba siendo. ¿Ni siquiera quería tratar de hablar sobre ello? Sarah se sentó en su cama mirando su celular. Sólo habían pasado dos días desde la última vez que lo había visto y lo extrañaba terriblemente. ¿Acaso él no la extrañaba? Si hubiese sido al revés, ella ya se hubiera rendido y ya le habría contestado la llamada. ¿Todo aquello que le decía acerca de amarla era una mentira? O tal vez se había dado cuenta de que no podía amar a una mentirosa. Hubo un pequeño golpe en la puerta de su habitación. La puerta se abrió y

Sarah sacudió la cabeza y presionó sus labios juntos, mirando de nuevo su celular. Estaba cansada de llorar pero con sólo mirar la simpática expresión de Valerie le

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—¿Cómo estás?

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Valerie se quedó de pie en la entrada.

provocó un nudo en la garganta. Valerie se sentó junto a ella y la abrazó. La apretó por un segundo y después la dejó ir y palmeó su pierna. —Bien, está siendo un idiota. Dale tiempo. Lo va a superar. Sarah no era tan optimista. Valerie no lo había visto esa noche. —No, de verdad creo que me odia. —¿Estás jugando? Estoy segura de que aún está abatido. Pero que no te sorprenda si quiere… ya sabes, jugar sucio. Sarah miro a Valerie quien evitó hacer contacto visual. —¿Qué quieres decir? Valerie se puso de pie y caminó hacia el escritorio de Sarah. —Sabes que los chicos son estúpidos. —Tomó un bloc de notas y una pluma. Después regresó y se sentó de nuevo junto a Sarah. Mantuvo sus ojos en el bloc de notas y empezó a garabatear. —Lo lastimaste, y tal vez, ya sabes; ahora el tratará de lastimarte también. Suele pasar. Sí, es inmaduro, pero… —Valerie, ¿de qué estás hablando? —Puso su mano sobre la pluma para que Valerie dejara de dibujar—. ¿Sabes algo? Los ojos de Valerie finalmente encontraron los suyos y respiró profundamente. —No en realidad, pero hablé con Alex. —¿Y? —Sarah podía sentir como su cuerpo se tensaba. —Bueno, ya sabes, Alex es peor que Ángel y de verdad cree que lo lastimaste.

novio por años.

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habías estado engañando a Ángel todo este tiempo y que Sydney había sido tu

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Tenía toda la historia mal, el idiota. —Empezó a dibujar otra vez—. Cree que

Sarah cerró los ojos y se abrazó a sí misma. Cuando miró hacia abajo, Valerie estaba garabateando furiosamente. —¿Qué más te dijo? Valerie se detuvo pero no la miró. —Acabo de terminar de hablar con él. Dijo que se alegraba de que Ángel saliera a comer con Dana hoy. Eso golpeó a Sarah como un millón de ladrillos, pero extrañamente no estaba tan sorprendida. Siempre había sabido muy en el fondo que había algo más entre Ángel y Dana. No le extrañaba que no la echara de menos. Valerie tocó la mano de Sarah. —Hey, ella es la persona más irritante del planeta. No es posible que sienta algo por ella. Es muy obvio lo que está haciendo. Ángel no era tan inmaduro. Sarah no lo imaginaba jugando ese tipo de juegos. Pero sí que lo imaginaba herido y con la necesidad de estar con alguien más. Alguien que lo pudiera hacer sentir mejor, y por supuesto, escogió a Dana. Sarah se puso de pie. Había estado pensando acerca de eso desde ayer. Esto sólo lo hizo definitivo. —Me voy de aquí. —Sacó la maleta bajo su cama. —¿A dónde vas? —preguntó Valerie.

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—De vuelta a Arizona, donde debería haber estado todo este tiempo.

Traducido por Itorres Corregido por Caamille

ngel esperó impaciente a que el semáforo se pusiera en verde. Ya se estaba

Á

arrepintiendo de haber aceptado esto. Pero no había sido capaz de dejar de pensar en la llamada de esa noche de Dana. Romper con Sarah fue, sin

duda alguna, lo más difícil que jamás había hecho, y quería asegurarse de que no estaba cometiendo un error. Pero cuando llamó a Dana esta mañana ella insistió en que quería hablar con él en persona. Alex se comprometió a cubrirlo en el restaurante. Incluso le dijo que podía tomarse su tiempo y disfrutar. Como si fuera capaz de disfrutar algo de la manera en que se estaba sintiendo. Esperaba que Dana fuera breve y al grano. No estaba de humor para mucho más. Estaba tan cansado por la falta de sueño del último par de noches, y sólo pensar en Sarah le daba ganas de golpear el volante. Recogió a Dana y dijo que no tenía mucha hambre, pero podía ir a tomar un café, así que fueron a Starbucks. Habló todo el camino, pero no se trató de nada de lo que quería oír. Tan pronto como tuvieron su café, cortó por lo sano. —Así que, dime —dijo—. ¿De qué estabas hablando el sábado por la noche cuando me llamaste?

—Hemos terminado. Se ha acabado entre ella y yo. Sólo quiero saber de qué estabas hablando.

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Ángel hizo un gesto apagado.

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—Ángel, no tenía idea de que no sabías nada. No me gusta causar problemas…

Dana parecía sorprendida. Pero de repente sus ojos se llenaron de compasión. —Siento mucho oír eso. Ángel luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco. Habían estado allí por cinco minutos y ya estaba perdiendo la paciencia. —Sábado, Dana. —Oh, está bien. Bueno, no los vi, pero recibí una llamada de Lorena que me preguntó si sabía lo que estaba pasando contigo y Sarah. —Jugueteaba con la servilleta—. Estaba llamando desde Playa Luján y dijo que Sarah estaba allí agarrada de la mano y besándose con un chico. Ángel podía sentir que ocurría de nuevo. La rabia chamuscando sus venas. —¿Besándose? ¿Está segura? —Bueno, creo que eso es lo que dijo.

Joder, debería haber sabido que no podría conseguir una respuesta honesta de Dana, especialmente acerca de Sarah. —Es importante Dana. —No hubo enmascaramiento de la irritación en su voz. —Pero pensé que habías dicho que ustedes dos rompieron. —Así es. —Levantó la voz, luego se detuvo para tomar un sorbo de su café, dándose a sí mismo un segundo antes de volver a hablar. Decidió jugar bien, mantenerse calmado. Se acercó y puso su mano sobre la de ella. Se esforzó por hablar con calma. —Necesito los detalles exactos, cariño. Sólo estoy tratando de saberlos

—Bueno, déjame mandarle un mensaje.

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Ella sonrió ante su mano sobre la de ella.

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directamente.

Sacó su teléfono de su bolso y comenzó a enviar mensajes de texto. Cuando terminó, bajó el teléfono y tomó la mano de Ángel de nuevo. —¿Quieres hablar de ello? —Trazó sus dedos lentamente—. Lo dije en serio cuando dije que estoy aquí para ti, Ángel. Lo sabes. Ángel forzó una sonrisa y se sentó de nuevo en su silla. —Lo sé. Pero preferiría no hacerlo. En ese momento, su teléfono celular sonó. Lo recogió y lo leyó. —Muy bien, dice que estaban tomados de la mano, abrazándose y mirando a los ojos del otro. Ella parecía muy feliz. Ángel trató de ocultar la ola de dolor que lo sacudió mientras ella leía el texto. Tenía sentido. Sarah nunca había escondido su afecto por Sydney, ni una sola vez desde que la había conocido. Después del sábado, no creía que el dolor pudiera ser peor. ¿Por qué se estaba haciendo esto a sí mismo? ¿Por qué vino aquí? Ya sabía que Sarah estaba enamorada de Sydney. Entonces, recordó. Necesitaba la confirmación. Y ahora la tenía. Ángel se dio cuenta de que Dana estaba molesta de que tan pronto como había obtenido la información guardó sus cosas y buscó salir de allí. Pero no le importaba. Ni siquiera terminó su café. Después del texto no podía soportar nasa más. La dejó y regresó al restaurante. Alex estaba hablando por teléfono en la oficina trasera cuando entró. Puso su mano sobre el receptor y se incorporó al ver a Ángel. —Eso fue rápido.

—Ésa era Valerie. Ángel se ralentizó por un segundo, pero no miró a Alex.

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teléfono—. Puedes irte ahora si gustas. Puedo hacerlo desde aquí.

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—Sí, sólo un café. —Ángel cogió un delantal de la estantería. Vio a Alex colgar el

—¿Sí? Ángel ni siquiera había encendido su teléfono en los últimos dos días. Les dijo a todos que no estaba y que llamaran al restaurante o a la casa. Lo último que quería era escuchar disculpas de Sarah por estar enamorada de Sydney. Prefería no hablar con ella de nuevo. —Sí —dijo Alex—. No tendrás que preocuparte de ver a Sarah por aquí nunca más. Ángel dejó de atar el delantal y miró a Alex. —¿Por qué es eso? —Se va a Arizona. —Alex se puso de pie—. Esta noche. El estómago de Ángel se revolvió. No podía entender por qué eso le molestaba tanto. Sabía que ella lo estaría dejando pronto. Pero se suponía que no se iría hasta Navidad y eso era en más de una semana. Acabó de acomodarse su delantal y se encogió de hombros. —Bien por ella. Pasó junto a Alex y se dirigió a la puerta de la oficina. No quería oír más acerca de Sarah, y mucho menos hablar de ella. —Hey, Ángel —dijo Alex—. Valerie dijo que Sarah y ese tipo realmente son sólo amigos cercanos. Ángel seguía mordaz por lo que la amiga de Dana había dicho acerca de ellos en la playa. ¿Era posible que Alex de toda la gente estuviera creyendo en esa basura también? Es cierto, había pensado en esa misma posibilidad casi cien veces desde

Ángel soltó una carcajada. —Eso es mierda, Alex.

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que no podía ser cierto.

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el sábado. Pero no tenía sentido, y después de hoy estaba aún más convencido de

—Sí, eso es lo que dije. En un estado de ánimo asesino, Ángel le soltó a Alex: —Entonces, ¿por qué diablos me lo estás diciendo? Alex sonrió ante el aumento de temperamento de Ángel. —Debido a que ella tuvo un muy buen argumento. Manteniendo su mirada pétrea sobre Alex, Ángel no se movió. —Está enamorada de ti. —¿Te lo dijo? —Ella no debió decírtelo. —Ángel abrió la puerta dejando a Alex detrás en la oficina. Ya había dado por terminado este tema. Pero Alex no. Siguió a Ángel a la puerta trasera del restaurante. Ángel sabía que Alex nunca era uno de esos de entrometerse, pero tenía la sensación de que Valerie estaba detrás de su repentina necesidad de entrometerse. —Ha estado llorando durante días, Ángel. Ángel aminoró el paso un poco. Estaba empezando a sentirse mal de nuevo. El último par de días habían sido un infierno para él, pero odiaba la idea de Sarah herida. La imagen de ella y Sydney asaltó su mente de nuevo y apretó la mandíbula. —No quiero oír hablar de eso —gruñó y continuó hacia la puerta trasera. —Sólo estoy diciendo —continuó Alex—. Si me preguntas a mí… Ángel se dio la vuelta. Estaba por terminar esto ahora.

través del pasillo hacia la entrada trasera del restaurante.

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Alex se rio de eso. Pero puso sus manos en el aire y se fue. Ángel irrumpió a

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—Eres un culo latoso. Y nadie te preguntó, así que déjalo.

La verdad era, que ya se había ahogado en un infierno en los dos últimos días. Se alegró de que Sarah se fuera, porque seguro como la mierda no sabía cómo iba a ser capaz de manejar el verla en la escuela. Ella podría estar enamorado de otra persona, pero sus sentimientos por ella no habían cambiado en absoluto. Todavía eran casi tan profundos como siempre lo habían sido. A esto se añade, la agitación emocional que ahora llevaba, y sabía que volver a verla sería brutal. El teléfono había estado sonando todo el tiempo que había estaba caminando. Ansioso por un descanso de sus pensamientos, respondió el teléfono junto a la puerta trasera. —Moreno’s, Ángel al teléfono. —Yo, eh, sólo quería decir adiós. —La voz de Sarah era un susurro. Ángel sintió que su tráquea se apretaba. ¿Podría este día empeorar? Se quedó inmóvil por un segundo. Dijo lo único que le vino a su mente confusa. —Te vas antes de tiempo. La oyó respirar hondo. —Sí, no tiene sentido quedarse.

Por supuesto que no. Ése fue el golpe final. Su corazón no pudo más. —Sé feliz, Sarah, adiós. —Enfurecido de que su voz se quebrara en la última palabra, Ángel no esperó a que respondiera y colgó.

Sarah miró por la ventana del autobús en la última puesta de sol de California que

Además del hecho de que nunca se perdonaría por haber herido Ángel, lo había rematado al ir en contra de su mejor juicio y llamarlo. No pudo evitarlo. Cuando

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enojada con ella misma.

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estaría viendo por un largo tiempo. Se había añadido un motivo más para estar

Valerie mencionó que acababa de hablar por teléfono con Alex y le dijo que Ángel acababa de llegar allí. Sabía que tenía una mejor oportunidad de conseguir comunicarse con él allí encerrado y anhelaba oír su voz sólo una vez más antes de irse. Había tenido la idea absurda de que daría un cierre. En vez de eso, sólo intensificó la agonía. Su voz era tan helada y amarga. Nada como lo que una vez había sido. Su disgusto por ella ahora era lo que más le dolía. Nunca la miraría de la forma en que lo hacía antes y el dolor fue devastador. Sydney no sabía que estaría en Flagstaff esta noche. Sarah le había pedido encontrarse en la parada del autobús hasta mañana por la tarde. Cuando habló con él esa mañana todavía se sentía muy mal por todo el asunto y pensó que tal vez si hablaba con Ángel podría llegar a él. Antes de hoy ella podría haber pensado que sería una buena idea. Una pequeña parte de ella aún se aferraba a la creencia de que el amor de Ángel por ella lo ayudaría a aceptar su relación con Sydney. Sin embargo, con el conocimiento de que Ángel lo había superado tan rápidamente y ya se había reunido Dana, Sarah perdió toda esperanza. Había estado, obviamente, en negación todo este tiempo. Mañana sería un gran día. Si Sydney sabía cuáles eran sus planes, insistiría en ir con ella. Pero esto era algo que tenía que hacer por su cuenta. Ya había reservado una habitación de hotel para alojarse en Flagstaff por la noche. Todavía tenía por lo menos tres horas antes de su llegada. Trató de dormir la siesta, pero no pudo. Valerie le prestó un libro sobre el poder del pensamiento, y el pensamiento positivo. Cerró los ojos y apoyó la cabeza hacia atrás y trató de pensar en tiempos más felices. Recordó el día en que conoció a Sydney, el chico pesado de la cafetería de su

ese momento, Sarah había dejado de querer hacer más amigos. Nunca sabía cuánto tiempo estaría en la misma escuela.

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habría soñado hablar con alguien que no hablara con ella primero. Además, en

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escuela primaria. Lo había visto antes de ese día, pero era tan tímida que nunca

Sydney se había sentado frente a ella ese día y empezó a hablar. Sarah le ofreció sus papas cuando vio que terminó las suyas y él las tomó. Él afirmó que no tenía amigos, pero no le importaba porque el patio era demasiado caliente. Por lo tanto, prefería pasar el rato en la cafetería en lugar de eso. No pasó mucho tiempo antes de que Sarah se enterara de la verdadera razón por la que no tenía amigos. Su peso era un gran problema. Los niños se burlaban de él sin descanso. Él lo descartó, como si no le importara. Pero podía ver que le dolía y ahora sabía aún cuánto más. Estaba tan contenta ahora que hubiera estado ahí para él. En retrospectiva, era como si algo los había unido. Se necesitaban mutuamente. Alguien detrás de Sarah estornudó ruidosamente y la sacó de sus recuerdos. Frunció el ceño. Por fin había sido capaz de pensar en algo que no fuera su dolor. Valerie había tenido razón. Esto funcionaba. Pero la mejor parte es que había empezado a dormitar. Cerró los ojos y trató de pensar en cosas felices de nuevo.

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Por primera vez en varios días, Sarah consiguió dormir un poco.

Traducido por Helen1 y Aaris Corregido por flochi

E

l restaurante se mantuvo ocupado todo el día. La semana antes de Navidad, siempre ha sido así, con una gran cantidad de empresas locales celebrando sus fiestas de Navidad allí. Eso mantuvo a Ángel ocupado,

aunque hizo poco para sacudir su humor negro. Nunca se dio cuenta de la cantidad de canciones que tenían que ver con el amor perdido y corazones rotos, hasta ahora. Se había encontrado a sí mismo cambiando el canal en su coche de forma continua. A veces abruptamente apagándolos todos juntos, disgustado a fondo con el nudo en su garganta. Finalmente había encendido su teléfono de nuevo sólo para descubrir que estaba cargado con los mensajes no escuchados y textos. No todos eran de Sarah, pero los borró de todos modos. Ángel no iba a correr el riesgo de sin querer oír la voz de Sarah o leer un texto parcial de ella. Incluso eso era demasiado doloroso. El alboroto del almuerzo había terminado y el restaurante estaba disfrutando de un descanso muy corto. El personal de la tarde había llegado y estaba preparando las cosas para las fiestas de la cena de esa noche. La ausencia de Sarah era claramente obvia, así que Ángel había informado a su familia acerca de la ruptura, brevemente, algunos más que a otros. Les dijo a sus

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Arizona.

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padres que habían decidido darlo por terminado ya que ella iba a volver a

Sofía lo había tomado de la forma más difícil y para su sorpresa estaba enojada con él por no entender. ¿Qué había que entender? Sarah iba a mudarse con otro chico y ella lo había sabido todo el tiempo. Dejó en claro a todo el mundo que no quería hablar de ello. La amargura sólo se hacía más fuerte cada vez que lo hacía. Sofía debió haber visto algo en él, porque le pidió que no odiara a Sarah. Ángel había soltado una carcajada. Odiarla sería un infierno mucho más fácil. Durante los últimos diez minutos, Ángel se sentó en la oficina mirando el lápiz que hacía girar entre sus dedos. La voz de Sarah de la llamada anterior todavía estaba en su mente. Sofía asomó la cabeza por la puerta —Al frente hay alguien que quiere verte. Ángel se incorporó. —¿Quién? —Sofía se encogió de hombros y se alejó a toda prisa. Se levantó y se acercó a la parte delantera del restaurante. Al doblar la esquina, vio a su huésped. Cada músculo de su cuerpo se tensó, y automáticamente apretó los puños. Alex salió de la recepción y pasó por delante de Ángel hacia el comedor, ajeno en cuanto a lo que estaba pasando. Sydney miró a Ángel. —Tengo algo que tratar contigo. Tal vez esta no sería una mala Navidad después de todo. Había querido patear el culo de alguien durante toda la semana y ahora aquí estaba Sydney, de todas las personas, llamándolo. Sydney no era un hombre pequeño y tenía una buena

con Alex antes. Ángel sonrió y se apoyó en el arco de entrada del comedor.

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Demonios, por la forma en que se estaba sintiendo había estado a punto pelearse

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constitución, pero de cualquier manera, Ángel estaba seguro que podía con él.

—Pensé que para estos momentos tú y Sarah estarían de vuelta en Arizona. Sydney todavía lo estaba mirando. —¿Has escuchado alguno de sus mensajes? Los dientes de Ángel se cerraron y tragó saliva. —He escuchado todo lo que necesito saber. —Entonces, ¿sabes que ella está hecha un desastre? Sintiendo un dolor sordo en el corazón, Ángel sacudió los pensamientos de Sarah sufriendo. Ella era feliz ahora. Estaba con Sydney, donde había querido estar desde el principio. —Estoy seguro de que lo arreglarás. Los clientes empezaron a llegar en grupos, llenando la entrada principal, Sydney se acercó a Ángel. —¿Hay algún otro lugar donde podamos hablar? Ángel miró a la recepción. Alex ya había enviado a alguien para cubrirlo. Caminó a la puerta principal sin decir nada y Sydney lo siguió. El clima era considerablemente frío, con muchas de las personas llegando con abrigos y chaquetas pesadas. Pero Ángel se sentía caliente. El Impala amarillo estaba aparcado al otro lado de la calle. Ángel cerró los ojos por un segundo, recordando aquella noche. Se apoyó en la camioneta de Alex estacionada a sólo dos coches de distancia de la puerta principal del restaurante. —No tengo mucho tiempo. —Ángel cruzó los brazos sobre el pecho.

—Sarah te ama, Ángel.

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Ángel hizo lo posible por parecer aburrido.

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—Voy a hacer esto rápido.

Ángel se quedó mirando a Sydney, su expresión velada. —Es curioso, ella nunca me lo dijo. —No podía, se sentía demasiado culpable diciéndolo cuando sabía que iba a irse —dijo Sydney—. Así es ella. Por supuesto que se había sentido culpable. Ángel se rio entre dientes. —¿Me ama tanto que se está muriendo por volver a Arizona a vivir con otro tipo? Sydney lo miró fijamente. —Para alguien que dice amar a Sarah tanto, realmente no sabes una mierda sobre ella, ¿cierto? Ángel apretó los labios, e hizo todo lo posible por mantener la calma. —Sé que mintió acerca de por qué realmente quería volver y que ha estado enamorada de alguien más todo este tiempo. —Sus palabras rezumaban amargura. —No tienes ni idea, ¿verdad? —Sydney sacudió la cabeza—. Sarah y yo nos conocemos desde hace mucho, y sí, me quiere. Yo también la quiero. Ángel sintió el cuchillo, ya alojado profundamente en su corazón siendo retorcido violentamente. —Es como una hermana para mí, siempre lo ha sido y siempre lo será. Pero el pensamiento de ella estando cerca de cualquier otro tipo, además de ti, te ha jodido tanto que vas a perderla.

—La hiciste por ella.

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—Ella tomó una decisión.

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El pulso de Ángel se aceleró. Se quedó con el ojo cuadrado.

—La hizo el día en que decidió que nadie le impediría volver a ti. —Ángel apretó los dientes—. Ni siquiera yo. Sydney lo miró con incredulidad. —Por lo tanto, ¿eso es todo? ¿Vas a dejar que tus inseguridades se interpongan en el camino de tus sentimientos hacia ella? Vas a dejar que se vaya, ¿así como así? Ángel no respondió. Tomó todo en él para no golpear su puño contra la camioneta de Alex. Sydney se veía disgustado. Negó con la cabeza y empezó a alejarse. Después de sólo unos pocos pasos, se detuvo y se dio la vuelta. Ángel no se había movido. —Ya sabes, después de todo, ella me habló de ti. Me esperaba mucho más. Estaba realmente feliz de que te haya encontrado. Pero ahora me doy cuenta que estaba equivocado, me alegro de que regrese a Arizona. No la mereces. Ángel sintió la misma sensación de malestar que había sentido esa noche que había visto a Sarah con Sydney. La misma sensación que había sentido cuando estuvo enfermo todo el día siguiente. Miró a sus pies. —Estoy seguro de que serán muy felices. Sydney se volvió una última vez antes de entrar en su coche. —Sí, se podría pensar eso. Sydney se alejó acelerando el motor fuerte mientras pasaba a Ángel.

Sarah te ama, Ángel. Por mucho que él quería creerlo, la idea de su innegable apego a Sydney, lo hizo imposible. La forma en que se había vestido para Sydney esa noche, y la forma en que ella había sostenido su mano en el restaurante.

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Estaba claro cómo ella realmente se sentía por él, y dolía como el infierno.

Le tomó un momento a Sarah darse cuenta de dónde estaba cuando se despertó. Le recordaba a cuando era pequeña y ella y su madre vivían en hoteles durante meses a veces. Se había despertado muchas veces sola, su madre ya trabajando. Al igual que cuando era pequeña, encendió la televisión. No quería ver nada, sólo odiaba el silencio. Se sentó por un momento en el borde de la cama y pensó en el día por delante. Debería haber hecho esto hace mucho tiempo. Después de la ducha y tomar una taza de café de la olla pequeña que el hotel proporcionaba a la habitación, estaba lista para salir. Podría haber tomado el autobús de tránsito pero decidió caminar, Sarah conocía lo suficientemente bien como para venir preparada. Estaba abrigada y llevaba sus botas y gorro. Aspiró el aire fresco de Flagstaff y sonrió, recordando cuando ella y Sydney solían caminar por todas partes. El paseo era sólo de medio km, y ayudó a calmar su ansiedad. Sarah llegó al Centro de Detención de Mujeres de Coconino justo después de las nueve. Llamó con antelación así que sabía que no debía llevar nada excepto su ID y dinero. Después de pasar por el control de seguridad, y caminar por los pasillos largos y estériles, firmó y fue escoltada hasta una gran habitación que se parecía a la cafetería de su escuela. Había otros visitantes allí sentados en las mesas frente a los reclusos en monos azules. Todo era muy sombrío. La única cosa en las mesas eran cajas de pañuelos. Pasos y puertas abriéndose y cerrándose hacían eco, haciendo vibrar sus nervios ya sobrexcitados. Cada vez que se abría la puerta donde los internos eran escoltados dentro y fuera, contenía el aliento. Se abrió de nuevo y entró su mamá. Parecía pequeña y frágil. Su usualmente pelo en punta estaba en una cola de

su madre se sienta peor. Estaba allí porque la echaba de menos y la necesitaba desesperadamente.

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Sarah se quedó sin aliento, pero se obligó a sonreír. No estaba aquí para hacer que

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caballo y sus ojos tenían círculos oscuros debajo de ellos.

La expresión de su madre se rompió cuando se acercó lo suficiente y ella la abrazó con fuerza. —Oh, cariño, te he echado mucho de menos. Sarah no quería dejarla ir. No se había dado cuenta de lo mucho que la echaba de menos. Sus emociones la traicionaron pero no le importaba nada. Lloró abiertamente. —Te echo de menos, mami. Su madre la sostuvo por un poco más y luego se alejó para examinar el rostro de Sarah. Secó las lágrimas de Sarah con sus dedos. —Ven, siéntate. Se sentaron una frente a la otra en una de las mesas. Sarah había estado preocupada de que su madre se molestara porque había venido a verla. Siempre había dicho que no quería que Sarah la viera así. Ahora comprendió por qué. Pero ella no parecía enojada en absoluto. Su madre alcanzó las manos de Sarah sobre la mesa. —Nadie me dijo que ibas a venir. —Nadie lo sabe. Los ojos de su madre se entrecerraron. —¿Quién te trajo? ¿Ángel? Sarah negó con la cabeza mirando hacia abajo a sus manos entrelazadas. —Vine sola, en el autobús. —El rostro de su madre llenó con más

Sarah no podía superar el aspecto de su madre. Muchas veces, cuando ella era pequeña y se veían obligados a mudarse por razones desconocidas para Sarah, su

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venir a verte. No quería que tratara de convencerme de lo contrario.

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preocupación—. Tía Norma sabe que estoy en Flagstaff. Sólo no le dije que iba a

madre se había visto a menudo triste y cansada, pero nunca así. Había perdido mucho peso también. —¿Vas a regresar hoy? Esa era la pregunta que Sarah había temido más. Sabía que su madre no iba a ser feliz por su mudanza de vuelta a Arizona. —No, mamá. —Los ojos cansados de su madre buscaron la cara de Sarah en busca de respuestas—. Me voy a quedar con la familia de Sydney para las fiestas. La expresión de su madre no cambió. —¿Qué pasa con Ángel? Pensé que ustedes dos eran inseparables. El nudo en la garganta de Sarah casi la asfixió. Todo lo que pudo hacer fue sacudir la cabeza y mirar hacia otro lado antes de que las lágrimas escaparan de sus ojos de nuevo. Su madre le apretó las manos. —Cuéntame acerca de eso. Sarah sacó una mano para secarse las lágrimas. Estaba enfadada consigo misma. Esto no se suponía que era acerca de ella. Lo último que quería era ser una carga más para su madre. Pero su madre empujó. —Habla conmigo, cariño. Después de componerse a sí misma respiró profundamente. Sarah agarró la mano de su madre otra vez. Su madre la tomó y la apretó, sonriendo. —Él se enteró de Sydney. Ella sabía que su madre estaría confundida y su expresión fue sólo eso.

Pero sus conversaciones en el teléfono eran tan cortas que ella siempre se sentía culpable por el uso de todo su tiempo hablando de sí misma por lo que había dejado un montón de detalles fuera.

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Sarah se sintió estúpida. Le había dicho a su madre tanto como pudo sobre Ángel.

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—Nunca le dije que Sydney era...

—¿Era qué, cariño? Sarah miró alrededor de la habitación y de vuelta a su mamá. —¿Alguna vez has conocido a alguien que no cree que un chico y una chica pueden ser amigos? En un instante la mirada de preocupación confusa en el rostro de su madre fue sustituida por la de comprensión y ella asintió con la cabeza. —Metí la pata con las cosas, mamá. —Hablar con su madre se sentía muy bien. —Por lo tanto, ¿no sabía nada de Sydney? —Su madre le soltó la mano y se acercó a la caja de pañuelos en su mesa y se lo dio a Sarah—. Suénate la nariz. Sarah lo hizo y luego continuó. —No exactamente. Le dijo a su madre toda la sórdida historia. Acerca de Ángel asumiendo que Syd era una chica, y cómo ella quiso decirle la verdad tantas veces y cómo finalmente se dio cuenta de la verdad de la peor manera. Y entonces, como ella lo había llamado para decirle que se iba y lo frío que él le había estado diciéndole que fuera feliz. —Así que, ¿piensa que vas a quedarte en Arizona? Sarah se mordió el labio. —Eso es lo que realmente quería hablar contigo La ceja de su madre se alzó. —Mamá —la voz de Sarah cayó casi en un susurro—, no puedo volver.

—Cariño, no quiero nada más que tu felicidad. Mírame.

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lado.

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Su madre negó con la cabeza, pero su expresión era amable. Sarah miró hacia otro

Sarah se volvió a los ojos cansados de su madre. No había manera de que fuera a discutir con ella. Cuando llegó por primera vez a California estaba tan amargada que no le importaba lo enojada que su madre estaría cuando se mudara de nuevo a Arizona. Pero después de verla hoy, su corazón anhelaba darle a su mamá cualquier placer sin importar lo minúsculo que fuera. —Escúchame, cariño —Tomó una de las manos de Sarah en las suyas—, sé que en este momento, esto parece el fin del mundo. Y nunca sabrás cuánto siento no haber estado allí para ti cuando sucedió. Pero dale tiempo. Las cosas tienen una forma de solucionarse por sí solas. Ángel va a entender... Tal vez fue la expresión de Sarah. Ni siquiera podía fingir creer que esto de alguna manera se conseguiría resolver, pero su madre se detuvo a media voz. Se inclinó, una pequeña sonrisa en aumento desde la esquina de sus labios —Tengo una buena noticia. —¿Qué? —Bueno, no iba a decir nada hasta que lo supiera a ciencia cierta, pero te ves tan triste. —Su madre fingió hacer pucheros—. Mis abogados encontraron una laguna jurídica en mi caso. Por primera vez desde que había estado allí, Sarah creyó ver un brillo en los ojos de su madre. —¿Qué significa eso? Su madre se echó hacia atrás con una sonrisa cautelosa. —Bueno, no sabré nada hasta que vayamos a los tribunales y no será hasta después de las vacaciones, pero de acuerdo con mis abogados, si todo va bien

una torcida sonrisa de arrepentimiento y luego abrazó a su madre. —¡Oh, Dios mío, mamá! Esas son las mejores noticias.

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Sarah saltó de su asiento, causando que uno de los guardias la mirase raro. Le dio

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podría estar fuera a principios de primavera.

Su madre sonrió de alegría, luego volvió a estar seria. Le hizo señas a Sarah para que se sentara de nuevo. —Pero tienes que prometerme que te quedarás en California hasta entonces, Sarah. No es mucho tiempo más. Sarah sintió un malestar establecerse en su estómago pero nada podía quitarle la alegría de lo que acababa de oír. La sonrisa estaba aún pegada a su cara y sintió el bulto en su garganta de nuevo. Esta vez era la alegría lo que la tenía con el nudo en la garganta, una emoción que había sido tan extraña para ella toda la semana. —Vale, mamá. —Sonrió—. Lo que quieras.

Carina era una alta y tetona chica de cabello rubio. Para nada lo que Sarah habría pensado que era el tipo de Sydney. Pero la chica amaba su música y sólo eso podía tener a Sydney hablando durante horas. Ella no ofreció casi nada a la conversación, pero fue educada. Sarah esperaba que pudieran ser amigas, especialmente si Sydney estaba en esto a largo plazo. Pero hasta ahora las cosas habían sido incómodas en el mejor de los casos. Después de sólo unos pocos días de estar cerca de ellos, Sarah finalmente lo aceptó. Su relación con Sydney era de las que tomaría algún tiempo acostumbrarse a cualquier tercera persona. Sarah estaba tan acostumbrada a ser completamente desinhibida alrededor de Sydney. Había, después de todo, crecido con él. Alrededor de Carina tenía que contenerse antes de hacer cosas que ni siquiera hacía alrededor de Ángel. Como

empezar a reír y seguir adelante. La asombró que, aunque nunca pudo sacar completamente a Ángel de su mente, estar alrededor de Sydney realmente ayudó.

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Era tan fácil volver directamente al modo en que las cosas habían sido siempre, y

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eructar.

El día de Navidad en la casa de Sydney fue lo mismo que de costumbre. El señor y la señora Maricopa estaban con los villancicos a todo volumen en la cocina mientras terminaban la cena juntos. Iban a tener a unos pocos miembros de la familia y a Carina para la cena. Sarah apenas pudo escuchar la televisión en el salón por encima de la música pero no importó, prácticamente se había aprendido de memoria la película que había visto tantas veces. Sydney salió de la cocina sacudiendo la cabeza. —Ya están llegando al ponche de huevo. —Se rio entre dientes. Sarah apenas levantó la vista de la televisión. Se sentó en el suelo usando algunos de los cojines que habían usado la noche anterior para dejarse caer contra ellos. Sydney se volvió para ver lo que estaba viendo. —¿Orgullo y Prejuicio otra vez? —Sonó disgustado—. Cielos, ¿no has visto eso como cientos de veces? Sarah lo ignoró, aún mirando fijamente la televisión, pero sonrió con malicia. Él se sentó a su lado y recogió el mando a distancia del suelo. La siguiente cosa que supo es que había fútbol en la televisión. —¡Ey! —Ahora, esto es mucho mejor. —Sydney sonrió. —Yo tenía el mando a distancia antes y soy tu invitada. —Alargó la mano hacia el mando a distancia pero él levantó su brazo y no pudo alcanzarlo. —Lo voy a decir. —Sonrió perversamente—. ¡Señora Maricopa!

pero Sydney cayó hacia atrás riendo y ella cayó encima de él. Tenía la mano en el mando a distancia y Sydney le hizo cosquillas en las costillas. Sarah instintivamente se encogió y se echó a reír.

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música alta en la cocina y Sarah lo sabía. Se puso de rodillas e intentó alcanzarlo

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No había manera de que la madre de Sydney pudiera oírla por encima de la

—¡No es justo! Ella le hizo cosquillas de vuelta causando que se le cayera el mando a distancia y lo agarró, pero él la cogió por la cintura y cayó hacia atrás protegiendo el mando a distancia bajo su cuerpo. Sarah no se había reído tanto en mucho tiempo. Cerró los ojos tratando de recuperar el aliento entre las risas cuando los abrió y vio por encima del hombro de Sydney. Carina estaba parada en medio de la sala de estar mirándolos fijamente. Parecía aturdida y Sarah empujó a Sydney fuera de ella. —Hola, Carina. Sydney inmediatamente volvió la cabeza, su cuerpo estaba aún medio encima de Sarah. Se empujó lejos de Sarah. —Ey, nena. —Llamé pero… —Los ojos de Carina fueron de Sarah, que estaba bajándose la blusa que se le había subido, mostrando un poco de su vientre, a Sydney y luego se dio la vuelta y se apresuró hacia la puerta. —Carina, espera. —Sydney se puso en pie de un salto—. ¿Adónde vas? Carina salió y Sydney la siguió. Sarah se levantó y se dirigió a la ventana. Se asomó y los vio discutiendo. Carina parecía estar llorando. Sarah no podía creer lo ingenua que había sido. Ángel habría tenido una reacción mucho más violenta. Sólo porque esto fuera normal para ellos no significaba que lo fuera para las personas de fuera. Era como si tuviera un hermano, pero él realmente no lo era. Estuvieron ahí fuera durante bastante tiempo, pero finalmente convenció a Carina para volver a entrar. Sarah no tenía idea de qué decir pero supo inmediatamente cuando entraron por

bien. Pero Sarah lo sabía mejor que eso. Casi había arruinado las Navidades para ellos.

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más tarde cuando Carina estaba en el aseo para decirle a Sarah que todo estaba

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la mirada que Sydney le dio que era mejor no decir nada. Tuvo la oportunidad

Así que, cuando Valerie la llamó unos días más tarde para convencerla de volver a La Jolla para la noche de Año Nuevo, estuvo de acuerdo. Originalmente planeó quedarse en Arizona y pasarla con Syd y Carina. Dado lo que había ocurrido, sin embargo, había decidido dejarles disfrutar de una romántica noche de Año Nuevo sin la tercera rueda. Sydney no estaba feliz de que se fuera antes, pero se alegró de que decidiera

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quedarse en California. Al menos hasta que su madre saliera de la cárcel.

Traducido por martinafab Corregido por Kasycrazy

N

avidad vino y se fue, sin sentimientos de alegría para Ángel. El restaurante no estuvo tan agitado la semana después de Navidad como lo había estado la semana anterior. Sus padres se habían ido durante la

semana para visitar a su familia en México. Cada año se iban la semana después de Navidad y regresaban después de Año Nuevo. Ángel y Alex habían cubierto el turno de mañana en el restaurante y desde que Sal estaba allí para la semana, él y Sofía cubrieron el turno de la tarde. Ángel no estaba de humor para celebrar la víspera de Año Nuevo. Sobre todo sabiendo que el cumpleaños de Sarah era a medianoche y que no iba a ser él el que la besara con un feliz cumpleaños. Ángel cerró el cajón del que acababa de sacar un par de calcetines. Alex asomó la nariz en su habitación. —¿Qué te pasa? Ángel lo miró, pero no contestó. Se sentó en la cama y comenzó a ponerse los calcetines. —Tengo a gente viniendo, así que ven aquí y ayúdame a limpiar este lugar.

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—¿Quién va a venir?

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Los hombros de Ángel se desplomaron.

—Ninguno de tus alborotadores, sucios amigos de instituto, bueno —Se rio—, excepto por Eric y Romero. Pero todos los demás son mayores de edad. Así que, trata de fingir. Ángel frunció el ceño. —¿A qué hora? Alex ya se había alejado, pero gritó: —En cosa de una hora. Ángel miró el reloj, ya eran cerca de las nueve. Acababa de hacer ejercicio y de ducharse. Tenía ganas de una noche tranquila, jugando algo de billar y acostarse temprano. No una maldita fiesta. Para cuando bajó, los mostradores de la cocina se habían transformado en un mini bar. La música estaba a todo volumen y Romero ya estaba allí con una cerveza en la mano. Sal y Sofía entraron justo cuando Ángel agarró una cerveza de la nevera. —¿Qué está pasando? —preguntó Sal. Alex regresó del patio trasero con una hielera. —Tiempo de fiesta, hermano. Sal lo miró y Sofía sonrió. Sal volvió a mirar a Ángel. Ángel levantó las manos en el aire. —No me mires a mí. Todo esto es de él. —Sí —dijo Alex—. No te preocupes. No son ninguno de sus amigos juveniles.

—¡Estoy de pie aquí mismo!

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Romero fingió estar horrorizado.

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Excepto por Eric y Romero.

Alex lo ignoró mientras agarraba una bolsa de hielo del congelador. —Son sólo algunos de mis amigos más refinados. Sal negó con la cabeza. —Buena suerte. Será mejor que este lugar esté de una pieza mañana, porque no voy a aguantar nada de esto. Sofía salió corriendo de la cocina y hacia las escaleras. Alex se detuvo para observarla. —¿A dónde va? —Sí, ella va a estar por aquí alrededor de todos tus amigos universitarios refinados. —Sal sonrió examinando las botellas de la bebida en el mostrador. A Alex no le gustó eso. —Bueno, nadie la invitó. Ángel se echó a reír. —¿Qué vas a hacer? ¿Encerrarla en su habitación? Alex levantó una ceja. —No es mala idea. —Oh, sí. —Romero sonrió—. Son de los chicos universitarios de los que tienen que estar preocupados. Los tres hermanos lo miraron. —¿Qué significa eso? —preguntó Alex.

Ángel, quien estaba más cerca, lo empujó.

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—No lo sé. Tan sólo me sentía excluido.

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Romero negó con la cabeza y se encogió de hombros.

Terminaron de preparar las cosas y la gente comenzó a llegar. Ángel se juntó con Romero en la sal del frente, sus pensamientos, como de costumbre, a kilómetros de distancia. Romero seguía dándole codazos para llamar su atención. Después de un par de conversaciones molestas sobre a lo que Alex se refirió como chicas universitarias refinadas, había tenido suficiente. Se dirigió a la cocina a por comida. Se detuvo en seco cuando entró en la cocina. Sofía llevaba jeans y tacones que la hacían verse de alguna manera más alta, por no hablar de mayor, pero era la blusa de la que no podía quitar los ojos. Era la misma sin espalda que Sarah había llevado en esa primera fiesta que había hablado con ella. Alex entró después que Ángel. —Sofía, ¿qué llevas puesto? Sofía bajó la mirada hacia su blusa. —¿Qué? Sarah me la prestó hace un tiempo. ¿Qué tiene de malo? —Te ves...—Alex tuvo problemas para encontrar la palabra. —¿Caliente? —bromeó ella. La mandíbula de Alex se tensó. —Tienes que cambiarte. —¿Por qué? Eric entró por la puerta de atrás y se congeló cuando vio a Sofía. Alex vio la forma en que la miraba.

No le importaba el aspecto que tenía, pero se alegraba de que la blusa se fuera. Sólo verla le había traído recuerdos de cuando sostuvo y besó a Sarah por primera

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Sofía se precipitó fuera de la cocina y hacia el piso superior. Ángel se sintió mal.

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—Vete a cambiar ahora, Sofía, antes que alguien más entre.

vez. Era demasiado doloroso y otra vez por mucho que la echase de menos, se alegraba de que no tuviera que volver a verla. El tiempo pasó rápido y en poco tiempo estaban haciendo la cuenta atrás. Ángel estaba afuera con Sal, Alex, y un par de las chicas. Sofía había entrado en la casa con Eric y Romero para ver la cuenta atrás en la gran televisión. Cuando terminaron con los abrazos y los feliz año nuevo, Alex se fue para traer un poco más de cerveza del interior. Ángel lo siguió, su mente todavía en Sarah y lo que podría estar haciendo justo en ese momento. Ella ahora tenía oficialmente dieciocho años. Alex entró en la cocina. —¿Qué demonios? Ángel no pudo ver, pero Alex estaba furioso. Alcanzó a tiempo para ver a Alex cargar a Eric. —¿Estás besando a mi hermana pequeña? —Fue un beso de Año Nuevo —dijo Sofía, dando un paso delante de Eric. —¡Me importa una mierda! Tú no besas a mi hermana así. ¿Qué diablos está mal contigo? —¿Cómo qué? —Ángel intentó contener a Alex. ¿Qué diablos había visto? Para entonces, la gente estaba metiendo sus cabezas en la cocina y Sal se apresuró desde el patio trasero. —Fue sólo por el Año Nuevo, Alex. Relájate —dijo Eric.

Pero entre Ángel, Sal, y Sofía, lo apartaron. Eric empezó a ir a la puerta. —¿Qué demonios, Alex? —preguntó Ángel—. Espera, Eric.

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—Yo sé lo que vi, hijo de puta. ¡Sofía muévete!

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Alex alcanzó a Sofía y agarró a Eric por la camiseta.

—No, lo quiero fuera —ladró Alex—. ¡Te veo alguna vez alrededor de mi hermana otra vez y juro por Dios que te voy a joder! Sal hizo una mueca. —Basta, Alex. Alex no parecía borracho más temprano pero Ángel sólo podía suponer que ahora lo estaba. Eric se fue a toda prisa. Ángel se volvió hacia Sofía. Ella se veía a punto de llorar. La gente les había dado su privacidad y dejaron la cocina, a excepción de Romero, que estaba parado en la entrada. Ángel no quería ni preguntar. Era demasiado extraño. Pero tenía que hacerlo. —¿Cómo es que te estaba besando? —¡Tu amigo tenía la lengua por su garganta! —gritó Alex. Antes de Ángel pudiera envolver su cerebro alrededor de lo que acababa de oír, Sofía habló. —Tal vez yo tenía mi lengua por su garganta, ¿alguna vez pensaste en eso? —Las lágrimas corrían por sus mejillas. Ella los sorprendió momentáneamente. —Ya no soy un bebé, Alex. ¡Estoy cansada de ser tratada como tal! —Tienes dieciséis años, Sof. —El tono de Alex era mucho más suave ahora y Ángel supo que no estaba borracho. —Lo veré si quiero, no me puedes detener. —Sofía salió corriendo empujando a Romero mientras salía de la cocina.

Alex se volvió y miró a Ángel. —No quiero a ese imbécil a su alrededor otra vez.

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fuerte—. ¿Me oyes Sof? ¡Como el infierno lo harás!

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—Como el infierno lo harás —dijo Alex suave al principio y luego otra vez más

Sarah estaba cansada y sus pies dolían. La fiesta no mostraba signos de calmarse. Valerie trató de tirarla hacia el círculo de chicas donde estaba bailando, pero Sarah le indicó que iba al baño. Los amigos de Valerie vivían en una comunidad cerrada. Tenían un centro de recreación y es ahí donde se celebraba la fiesta. Era aproximadamente del tamaño de una pequeña sala de banquetes con una piscina justo afuera. Sarah pasó el baño y se fue afuera. Hacía frío, pero se sentía bien. Se sentó en una de las mesas de picnic junto a la piscina y buscó en su pequeño bolso la polvera. Su celular estaba iluminado. Acababa de perder un mensaje. Sydney ya la había llamado para desearle un feliz cumpleaños. Cuando le dio la vuelta se dio cuenta de que también tenía dos llamadas perdidas. Las dos eran de Sofía. Sarah sonrió. Desde la ruptura, Sofía le había llamado un par de veces, una vez para decirle lo mucho que lo sentía por que se separaran. Y otra justo después de Navidad para decirle que la extrañaba y deseaba que ella todavía estuviera en California. Las dos veces Sarah se había sorprendido. No recordaba si siquiera le había mencionado a Sofía que su cumpleaños era en Año Nuevo. Le dio al sobre y leyó el mensaje.

Odio a mis hermanos. Estoy tan enfadada que estoy llorando. El segundo:

Llámeme por favor. Tengo que hablar contigo. Sarah pensó en los cavernícolas y no pudo evitar fruncir el ceño. ¿Qué habían

había arruinado la vida.

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apenas podía distinguir las palabras. Lo único que pudo distinguir fue que Alex le

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hecho ahora? Llamó a Sofía y ella lo cogió enseguida. Estaba histérica. Sarah

—Sofía, más despacio. Respira hondo. —Sarah hizo todo lo posible para hablar con una voz suave. Recordó a su madre hacer eso con ella cuando era pequeña y estaba llorando—. No puedo entenderte. Sofía respiraba con dificultad, pero Sarah podía decir que estaba tratando de calmarse. Sonaba como una niña pequeña y Sarah deseó poder estar allí para abrazarla. —Alex le dijo a Eric que se mantenga alejado de mí. Sarah temía preguntar por qué, pero lo hizo de todos modos. Escuchó en silencio mientras Sofía le contaba toda la historia, a momentos derrumbándose y llorando de nuevo. Después se calmó aunque parecía más decidida y enfadada que nada. —No es justo, Sarah. Eric no ha sido nada más que un caballero conmigo. Fue toda cosa mía y yo les dije. —¿En serio? —Sí. —Sonaba satisfecha—. Les dije que mi lengua estaba en su garganta. Sarah dejó escapar una risa jadeante. —No, ¿lo hiciste? Finalmente Sofía no sonaba tan triste. Sarah incluso creyó oír su risa. —Es la verdad. Eric siempre se contiene. Es tan amable conmigo. —Suspiró—. Eso me vuelve loca. Así que me convertí en la agresora. Sarah todavía no podía creer que Sofía diría una cosa así. En cierto modo, deseó haber estado allí, pero buen Dios, ¿de todos los hermanos para pillarlos tuvo que ser Alex? Sabiendo que ella se habría sentido terriblemente incómoda, se sentía

Sofía le habló de cómo todos se habían quedado estupefactos, incluso describió la expresión de asombro en el rostro de Ángel. Por un momento pareció que Sofía

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—¿Qué dijo Alex cuando dijiste eso?

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aliviada de no haber estado allí.

había escapado de su estado de ánimo deprimido. Pero cuando llegó al final empezó a sollozar de nuevo. —Eric me envió un mensaje, pero sólo para ver si estaba bien. Dijo que no quería arriesgarse a que mis hermanos revisaran mi teléfono. Le dije que quiero tratar de hablar con Ángel sobre esto. Él no pensó que fuera una buena idea y me hizo prometer que le diría antes de que lo hiciera. Sarah trató de concentrarse, pero con solo escuchar su nombre la había sacudido. Ángel no era la persona más razonable que ella conocía. Pero dadas las circunstancias, no veía cómo iba a doler. —¿Qué le dirías? No le puedes decir que lo han mantenido oculto de él todo este tiempo. Se pondrá furioso. Confía en mí. Sarah ya había comenzado a preocuparse de cómo Ángel podría sentirse en estos momentos. Ella sabía que él se sentía completamente traicionado por ella, ¿y ahora esto? Eric era uno de sus amigos más cercanos. Su corazón dolió por él. Sofía dijo que iba a pensar en ello y le pediría consejo antes de hacerlo para ver lo que pensaba. Hablaron un poco más de tiempo y Sarah luchó contra la increíble tentación de preguntar acerca de Ángel y de si Dana había estado en la fiesta. Pero decidió no torturarse a sí misma. El hecho de que él no se hubiera tomado la molestia de enviar incluso un mensaje de feliz cumpleaños genérico lo decía todo.

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Él había terminado con ella.

Traducido por Ariadniss Corregido por flochi

C

omo de costumbre, Ángel no había dormido mucho. Se levantó temprano y se dirigió a la habitación de Sofía, con cuidado de no despertar a Alex. Tenía que llegar al fondo de todo el asunto de Eric, y no quería que Alex

irritara a Sofía hasta el punto de que ella dijera algo absurdo como lo había hecho la noche anterior. Conocía a Eric desde hace demasiado tiempo y confiaba en él por completo. Tenía que haber más en la historia. Esta no era una conversación que estaba deseando tener. Ni siquiera sabía por dónde empezar, pero tenía que hacerlo rápido antes de que Alex se despertara. Llamó suavemente a la puerta entreabierta de Sofía antes de mirar hacia dentro. Para su sorpresa, ella ya se había levantado y estaba en su computadora. Minimizó la pantalla en la que estaba en cuanto Ángel entró. Para su alivio no tuvo que pensar en algo que decir. Ella habló primero. —¿Estás enojado conmigo? Ángel se encogió de hombros.

recordaba a cuando eran niños. A la pequeña Sofi siempre la habían tratado con cuidado. Es lo que siempre les enseñaron. Y él se apegó a eso muy bien. Nadie se

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Ella se levantó y cerró la puerta detrás de Ángel. La expresión en su rostro le

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—No lo sé.

metía con la pequeña Sofi. Ni antes. Ni ahora. Ángel se sentó en su cama y ella volvió a sentarse en su escritorio. —Mira, lo que pasó anoche fue mi culpa. Asumo la responsabilidad completa. — Habló en voz baja y sus ojos parecían suplicar—. Ángel, él me dio un abrazo de año nuevo y yo le di un beso. Ángel se quedó mirándola. —¿Por qué? Entonces lo miró y luego miró a la distancia. —Me gusta. Desde siempre. Esto no era lo que Ángel había querido escuchar. Negó con la cabeza. Eric era como de la familia y Sofía era, bueno, su hermana pequeña, maldita sea. Se puso de pie, sin saber qué decir. —No. —No, ¿qué? — Sofía se puso de pie frente a él. —No puedes. —¿Por qué no? Jesús, actúan como si fuera un bebé. Tendré diecisiete este año. La edad de Sara cuando ella comenzó a salir contigo. La mandíbula de Ángel se tensó. —Eso es diferente. —¿Cómo?

terminado. Alex tenía razón. Eric tendría que mantenerse alejado. Pero Sofía no le dejó. Le puso la mano en el pecho y lo miró directamente a los ojos.

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Ángel trató de caminar alrededor de Sofía para salir. Esta conversación había

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—Sólo lo es, Sof.

—Tú y Alex van a tener que enfrentarlo tarde o temprano. No soy una niña pequeña. Ángel no estaba acostumbrado a ella siendo tan intrépida y no le gustó. —Papá no lo aceptará tampoco. —Yo me encargo de papá, Ángel. Sólo prométeme que no te enojarás con Eric. En realidad no fue su culpa. Ángel asintió y ella lo dejó ir. Eso no había ido exactamente como estaba previsto, pero se sintió aliviado que no tendría que estar enojado con Eric. Alex era una historia diferente. La imagen de Eric besando a su hermana pequeña estaría en su dura cabeza por un tiempo. Pero tendría que superarlo con el tiempo. A menos que quisiera que Sofi le recordara una y otra vez que ella fue quien inició el beso. Ángel se estremeció con sólo pensarlo. No quería que pasara demasiado tiempo y que las cosas resultaran raras cuando finalmente hablara con Eric. No sólo eso, la conversación que tuvo con Sofía le había dejado inquieto. Necesitaba aclarar algunas cosas con Eric. Planeó llamarlo más tarde ese día, pero Eric se le adelantó. Su teléfono sonó justo cuando entró en el restaurante. —Hola, Eric, ¿qué pasa? Hubo silencio por un breve momento y Ángel sonrió. Sabía que su alegre hola golpearía a Eric. —Hola... ¿cómo va todo? —¿Quieres decir con Alex? —Ángel se rio entre dientes—. Va a ser lo mismo durante un tiempo. Pero Sofía me contó lo que pasó. Y está bien. Siento que Alex

—No, está todo bien. Sé que podría haber sido mucho peor. Ángel se echó a reír.

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Eric se aclaró la garganta.

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fuera por ti así, hombre.

—Sí, saliste de allí en una pieza. —No me digas. Sin embargo, me tuve que cambiar mis pantalones cuando llegué a casa. —¡Ja! Romero dijo que lo harías. —Sí, estoy seguro de que ese idiota tenía mucho que decir. En realidad, fue una sorpresa que Romero no dijera mucho esa noche. Después de todo ese lío, la fiesta se aguó. Alex estaba demasiado molesto para relajarse por lo que empezó a limpiar y todo el mundo se fue. Ángel bajó la voz cuando caminó por delante de Alex, que estaba sentado en uno de los reservados mirando el correo del restaurante de la semana anterior. Él estaba a cargo mientras sus padres no estaban y, por supuesto, recién ahora lo estaba haciendo. —Escucha, creo que no es desconocido que una hermana pequeña se enamore de un amigo de sus hermanos mayores, ¿no? Hizo una pausa, pero Eric no dijo una palabra. Ángel no estaba seguro de cómo conseguir que el resto saliera sin parecer torpe. Nunca se imaginó tener esta discusión, pero allí estaba. Incómodo o no, la estaba teniendo. —No puedes... dejar que nada parecido vuelva a suceder... ¿de acuerdo? —Eso fue un poco lamentable, pero había llegado al punto y se sintió satisfecho. —Ángel, ella tiene casi diecisiete años. Ángel se detuvo en seco y de hecho miró su teléfono. —¿Me estás tomando el pelo?

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Pero vamos, ¿cuánto tiempo crees que puedes evitar que ella salga con alguien?

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—Escucho lo que dices —añadió Eric rápidamente—. Y sí, de acuerdo, hombre.

Ángel estaba caminando de nuevo, pero podía sentir la agitación establecerse. Sabía que su hermana tenía casi diecisiete años, pero no se podía medir la madurez con un número. Sofi era diferente. —No te preocupes por eso. Sólo prométeme que no vas a hacer... una tontería con ella, ¿está bien? Escuchó a Eric exhalar con fuerza. —Sí, sí, tienes mi palabra. —Gracias. —¿Era mucho pedir? Pero Ángel no podía evitar pensar que esto era otra conversación que no había ido exactamente a su manera. Este año ya apestaba y apenas acababa de empezar.

Cuando Sarah volvió de Arizona hizo que Valerie prometiera no decirle a Alex que estaba de vuelta. Así que, cuando él la llamó para invitarla a su fiesta de Año Nuevo, Sarah se sintió muy mal que Valerie lo rechazara. Se había ofrecido a quedarse en casa, no se encontraba con ánimos de fiesta de todos modos, pero Valerie estaba en realidad un poco molesta porque Alex la invitó en el último minuto. Dijo que él insistió en que lo planeó en el último momento, pero Valerie le dijo que no iba a cancelar los planes que ya había hecho. —Nadie planea una fiesta de Año Nuevo a última hora. —Estaba furiosa—. Debe pensar que soy muy estúpida. Sarah sabía que su estancia en California era sólo por un corto tiempo. Su madre

Las cosas entre ella y Ángel eran completamente desesperadas. Sydney la había llamado el día después de su cumpleaños y confesó que había conducido para ver

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las cosas se veían aún mejor.

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la había llamado en su cumpleaños y le había dicho que habló con su abogado y

a Ángel justo antes de Navidad. No le había dicho antes porque no quería hacer las fiestas más duras para ella, de lo que ya eran. Pero le contó que Ángel se negó a escuchar su lado de la historia. Al principio estaba herida, pero desde entonces, la ira se apoderó de ella. Estaba segura que Dana tenía algo, si no todo, que ver con la determinación de Ángel. Vería a Sofía tan pronto como fuera a atletismo luego de la escuela, pero mientras tanto, sólo necesitaba tomar tres clases. Se aseguró de que todas fueron programadas al final del día. Su plan era sencillo. Pasar rápidamente de una clase a otra, y mantener la cabeza baja. Lo último que deseaba era encontrarse con Ángel y Dana. Era sólo cuestión de tiempo antes de que lo viera. Ella lo sabía, pero quería prolongarlo lo más posible. En el instante que entró en su clase de física se dio cuenta que su planificación fue para nada. Ángel estaba sentado en el fondo de la clase y sus ojos se encontraron. Por un momento ella se quedó inmóvil. Ordenó sus pensamientos lo suficiente como para saber que si se sentaba en la parte delantera no tendría que mirarlo. No era sorprendente que la mayoría de los asientos delanteros estuvieran vacíos y se sentó en el más cercano a ella. Apenas se había sentado cuando, Kim, una chica que conocía desde el equipo de atletismo se inclinó. —Oh, Dios mío, pensé que te habías mudado de nuevo a Arizona. Sarah se volvió y vio una cara con una gran sonrisa en ella. Se dio cuenta que no había mirado quién más estaba en la clase. El único al que había visto era Ángel. Todo el mundo era una falta de definición completa. Su respiración volvió a la

La clase comenzó e intentó concentrarse en lo que el profesor estaba dando. Apenas oyó una palabra. En todo lo que podía pensar era en la expresión de

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—Cambio de planes. Voy a estar aquí un poco más.

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normalidad y forzó una sonrisa.

Ángel cuando la vio. Estaba tratando de entenderla. No estaba enfadado, pero desde luego no estaba contento. Cuando la clase terminó, por más que se repitió no mirar hacia atrás, no pudo resistirse. Miró de nuevo a donde había estado sentado, pero ya se había ido. Aparentemente ni siquiera estaba planeando hablar con ella. Se mordió el labio. Aunque sentía que lloraría no lo hizo. Ya había terminado de llorar por Ángel Moreno. El resto del día fue sin dolor. Cuando se presentó para seguir la práctica, el entrenador Rudy estaba encantado de escuchar que ella iba a intentar entrar en el equipo. Dijo que era una mera formalidad, ya estaba en él. Nadie estaba más feliz de verla que Sofía. Y Sarah se sintió un poco ahogada cuando la había abrazado con tanta fuerza que pensó que nunca la dejaría ir. Sarah explicó brevemente que ella estaría cerca por un poco más, pero le dijo que tenía toda la intención de volver a Arizona, tan pronto como sus circunstancias cambiaran. El siguiente par de días fueron aún peor. Ángel no se presentó a su clase de física y para el final del tercer día, su nombre no estaba siendo llamado durante el pase de lista. Obviamente, había cambiado su horario. Fue una bofetada en la cara, pero ella la esquivó. Al menos no tenía que enfrentarse a verlo en clase todos los días. Sydney se estaba poniendo cada vez más molesto con la continua inflexibilidad de Ángel. Ese fin de semana, le contó a Sydney que Ángel cambió su horario y para su sorpresa, se rompió y sollozó. Sydney estaba furioso. —Que se joda, Lynni, es un idiota.

podían ser amigos algún día. —Sólo estoy esperando a que mamá salga, así puedo ir a casa —dijo—. Es todo lo que quiero.

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algún lugar de su retorcida mente en realidad había pensado que Syd y Ángel

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¿Podría haber sido tan ingenua acerca de Ángel? Ahora le asombraba que en

—No pongas tu vida en suspenso, Lynn. Puede pasar un tiempo. Disfruta, sal. En serio, diviértete. Sarah ni siquiera podía imaginar divertirse. Apenas podía concentrarse en simplemente pasar el día sin tener algún tipo de crisis emocional.

Las cosas tomaron un giro el lunes durante la práctica. Como si su confusión emocional no fuera suficiente ahora tenía que lidiar con el dolor físico. Durante una rutina de calentamiento, Sarah entró en un agujero y cayó con fuerza. Sintió el crujido en su tobillo y supo que era malo. Sofía fue inmediatamente a su lado, pero apenas logró ponerse de pie. El entrenador Rudy se acercó tan pronto como se dio cuenta. —No trates de caminar sobre él, Sarah. Va a hacer que empeore. Tenemos que ponerle hielo rápido. Antes que Sarah supiera lo que estaba pasando ella estaba en sus brazos y él la estaba llevando hacia el gimnasio. Sarah puso sus brazos alrededor de su cuello para ayudarse. Algunos de los chicos se rieron mientras caminaban junto a ellos. Se sentía un poco incómoda hasta que movió el pie del lado equivocado y el dolor punzante en el tobillo la hizo olvidarse todo. Cerró los ojos e hizo una mueca, deseando que el dolor desapareciera. Cuando el entrenador estuvo satisfecho con que le habían puesto suficiente hielo, la llevó hasta su coche y le dio un aventón a casa. Sarah se sorprendió un poco de que él haya terminado la práctica temprano, pero se alegró de que iba a casa. El entrenador Rudy parecía realmente preocupado por el tobillo de Sarah. Le dio

volvió a lo que Sarah había temido.

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habló de qué cosas hacer y no hacer en el camino a casa. Entonces el tema se

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unos papeles que tenía sobre el cuidado apropiado de un esguince de tobillo y

—Así que, ¿cuándo vas a saber a ciencia cierta cuánto tiempo estarás aquí? Quiero decir, ¿podemos contar contigo para toda la temporada? Sarah siempre había sido muy vaga acerca de su situación, pero él nunca se entrometió. Tenía la sensación de que él sentía que era un tema delicado. Pero se sentía mal de que estuviera tan entusiasmado acerca de ella estando en el equipo y no podía darle una respuesta concreta. No quería que él pensara que no se estaba tomando en serio el equipo. —Mi madre está en la cárcel. —Miró por la ventana por miedo a ver su expresión. Aparte de su familia y de Sydney, Ángel era la única persona a la que alguna vez le había dicho. —Hmm, ya veo —dijo—. Por lo tanto, ¿estás esperando para ver cuándo estará afuera? Su actitud la sorprendió. Pensó que tal vez estaría incómodo y cambiaría de tema o algo así, pero bien pudo haber dicho que su mamá estaba en el centro comercial. Sarah se volvió para mirarlo. —Sí, no sabremos nada durante unas cuantas semanas. Así que, realmente no podría decirte. —Bajó la mirada hacia sus manos—. Pero, quiero estar en el equipo. Realmente quería. Desde que su madre la había hecho prometer que se quedaría en California, era una de las cosas en las que se había enfocado para mantener una actitud positiva. Correr era su pasión y planeaba usarlo como terapia. —Oh, yo sé que sí. Puedo verlo cuando estás corriendo. —Se detuvo en el camino de entrada y apagó el coche—. Hay una habilidad para todo. Mucha gente piensa que sólo corres en la pista, pero no se trata sólo de correr. Se trata de

Él sonreía con verdadero orgullo. Al igual que un hermano mayor. La hacía sentir bien. Su entrenador en casa había dicho lo mismo. Ella le devolvió la sonrisa.

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vez que te vi relevar.

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saber cuándo acelerar y cuándo bajar el ritmo. Lo tienes, Sarah. Lo vi la primera

—Gracias. —Oye. —Esperó hasta que ella lo volvió a mirar. Su expresión había cambiado, era entrenador preocupado nuevamente—. Tengo un hermano que ha estado entrando y saliendo de la cárcel, Sarah. No es nada de lo que avergonzarse. Me llevó un tiempo entender eso, pero lo que ha hecho no se refleja en la persona que soy. Sarah pensó en ello. Nunca había estado avergonzada de su madre, pero la idea de que alguien hablara mal de ella la enfureció. Entre menos personas supieran, menos municiones tendría en su contra. Sarah asintió. —Lo sé. Pero algunas personas simplemente no lo entienden. Ni siquiera yo lo entiendo. —Se dio la vuelta y se puso tan cómoda como pudo sin mover el tobillo—. Todo lo que sé es que tomó el dinero de su jefe, por años. Se ofreció a devolver el dinero. Ni siquiera sabía que se podía ir a la cárcel por ese tipo de cosas. Se podría pensar que porque era una madre soltera, podrían haberla dejado pagar y darle libertad condicional o algo. El entrenador Rudy escuchó en silencio sin interrumpir. Él también se dio la vuelta quedando de espaldas contra la puerta del coche y se puso un poco más cómodo. Sarah le contó cómo había planeado todo el tiempo regresar a Arizona y terminar la secundaria en su antigua escuela. Entonces le dijo acerca de ver a su madre en la cárcel y por qué ella estaba de vuelta en La Jolla, después de todo. El entrenador no parecía estar simpatizando o juzgando. Pero sí escuchó cada palabra. Esperó a que ella terminara completamente, luego respiró hondo y

y fuerte para tu edad. Muchas de las chicas de tu edad hubieran tenido algo así como el final de su vida. Pero tú lo has manejado con tanta gracia. Nunca habría adivinado que te estaba sucediendo todo esto.

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—No creí que podría sentir más respeto por ti del que ya tenía. Eres muy madura

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volvió a sonreír.

Los labios de Sarah se elevaron en una media sonrisa. —Sabe, esta es la primera vez que hablo sobre mi madre desde que está en la cárcel sin llorar. Se siente bien. —Eso es porque casi termina —dijo el entrenador Rudy—. Ya casi ha terminado, Sarah. Y estás haciendo un gran trabajo. Sólo una cosa, la próxima vez que vayas a ver a tu mamá, dile a alguien. Estoy seguro de que no pensaste que era importante, pero si algo pasaba, hubieran tenido que pasar veinticuatro horas antes de que alguien de diera cuenta. Sarah hizo una nota mental. Se sentía muy bien después de su charla con el entrenador. Metió el tobillo en agua caliente mientras hablaba con Sydney por la noche. Para su sorpresa, él no estaba tan conmovido como ella cuando le contó de su conversación con el entrenador. —¿No es al que Ángel llama pervertido? Sólo escuchar su nombre era suficiente para que su ánimo bajara y ella frunció el ceño. —Sí, pero también te llama mi novio. Entonces, ¿cuál es tu punto? —Sólo estoy diciendo que es un poco raro que él te lleve a tu casa, ¿no es así? —¿Qué se supone que debía hacer? No podía caminar. —Sarah intentó mover el tobillo un poco e inmediatamente se arrepintió. —Uh, hola, podría haber llamado a alguien para que te recoja. —¿Por qué? ¿Si él podía hacerlo y era más rápido? —Sarah no podía creer que Sydney pensara así.

—Mira Lynni, no lo sé, pero la mayoría de las veces, cuando hay rumores de ese tipo acerca de los maestros o entrenadores, hay algo de verdad en ellos. Tal vez

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Sarah no respondió a eso. Se estaba volviendo molesto.

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—¿Tal vez porque tenía un equipo lleno de chicas esperando a la práctica?

algunas cosas se agregan para darle más sabor al asunto, pero si cavas profundamente, los rumores comienzan a partir de algo válido. No había manera. El entrenador Rudy nunca había sido algo menos que agradable y alentador para ella. Las personas que comenzaron los rumores eran idiotas. Syd le hizo prometer que estaría atenta pero sabía que no tenía nada de

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qué preocuparse. El entrenador Rudy no era un pervertido.

Traducido por Karliie_j y Ariadniss Corregido por Michy

H

aber visto a Sarah había sido peor de lo que Ángel jamás hubiera imaginado. Había sido completamente inesperado y definitivamente no estaba listo para el golpe. Ese primer día había estado sentado en clase

por unos veinte minutos antes de escabullirse por la puerta trasera. Quería irse directo a casa pero en vez de eso decidió ir a la oficina del consejero para cambiar su horario de clases. No le importaba qué clases tuviera que tomar mientras no tuviera que ver a Sarah todos los días. Eso lo habría matado. Desde ese día él había hecho todo lo posible por evitarla. Sofía le dijo esa primera noche que todo lo que Sarah le había dicho era que había sucedido un inconveniente en sus planes pero que era sólo temporal, que aún iba a volver a Arizona, sólo que no estaba segura de cuándo. Sofía no estaba feliz con el hecho de que Ángel no quería reconectar con Sarah y mucho menos salir con ella. La semana había sido una pesadilla. Entre más trataba de no pensar en Sarah más idiotas le preguntaban sobre ella. Parecía que toda la maldita escuela estuviera hablando sobre eso. Y para colmo, Dana estaba molestándolo otra vez. Convenientemente mal, ella interpretó su pequeña salida al café como una invitación de nuevo a su vida. Lo

No había tenido ningún evento el fin de semana por lo que por fin pudo relajarse sin que nadie le preguntara acerca de Sarah. El lunes pasó rápido pero Ángel se

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rumores de que Sarah lo había engañado.

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abrazaba de nuevo cada vez que lo veía. Y él sabía que ella estaba detrás de los

preguntaba si alguna vez dejaría de sentirse tenso y preocupado por verla de nuevo. Esa tarde trabajó con Alex en el patio trasero. Apenas habían terminado cuando Sofía salió con una botella de agua. Ángel decidió descansar un poco por lo que se recostó en una banca. —Sarah se lesionó hoy en la práctica. —Sofía se sentó en una de las sillas del jardín. Ángel se puso de pie. —¿Aún está aquí? —preguntó Alex. —Sí. —Sofía giró para mirar a Ángel—. ¿No le dijiste que Sarah no se había ido? Ángel se encogió de hombros. Sus pensamientos aún estaban en la lesión de Sarah. —No inventes. —Alex sonrió—. Ahora ya sé por qué has estado tan tenso toda la semana. Ángel lo ignoró. Sofía no había dejado de mirarlo. Pero no podía permitirse preguntar por Sarah. Resultó que no era necesario. —Se torció el tobillo en una de sus carreras. Se veía muy mal. El entrenador Rudy tuvo que cargarla hasta su auto. Alex se quitó el sudor de la frente y rio. —¿El pervertido? Ángel tenía el presentimiento de que Sofía había salido y se los había contado por alguna razón. Y si lo que ella pretendía era molestarlo entonces lo estaba logrando.

su tiempo para cerrar la botella antes de contestar. —Bueno, sí, ella no hubiera podido caminar a casa.

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Sofía tomó un trago de su agua y miró a Ángel a los ojos. Cuando terminó se tomó

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—¿A su auto? —Ángel trató de no sonar tan disgustado como se sentía.

—¿Él la llevó a su casa? —El desconcierto de Alex no lo estaba ayudando. Ángel se estaba esforzando por mantenerse tranquilo. Sabía lo que Sofía pretendía. Pero si todo esto era cierto ya no importaba lo que Sofía quería, él estaba furioso. —Sí, por eso llegué a casa temprano. Canceló el resto de la práctica. Alex soltó una carcajada. —Hombre. Esto es asombroso. Ahora ella está saliendo con el entrenador. —Cállate, Alex —espetó Ángel finalmente. —Sí —Sofía intervino—. Así es como comienzan los rumores, ¿Él fue lo suficientemente amable de llevarla a casa y sólo por eso ya están saliendo? —No lo sé, el tipo es un resbaloso. Conozco a algunas chicas que de hecho salieron con él. —Él podría ser arrestado, idiota. Perder su empleo. —De repente Ángel estaba defendiendo las intenciones del pervertido. —Nah. —Alex aún estaba sonriendo—. Él sabe lo que hace. Sarah tiene dieciocho ¿no? Es legal. Ángel se estaba empezando a preguntar si Sofía y Alex estaban juntos en esto. Entre los dos habían conseguido irritarlo sobre manera. Se puso de pie. —Sarah no haría algo como eso —dijo Sofía, y después añadió—: Además, ella aún no ha superado a Ángel. Ángel miró a Sofía. —¿Ella dijo eso?

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—No, pero…

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El rostro de Sofía se volvió inexpresivo.

—Pero nada. —Ángel pasó junto a ella—. Ella va a volver a Arizona porque es ahí donde quiere estar, Sof. No sé qué diablos le está tomando tanto maldito tiempo. —¿Sabías que su amigo Sydney tiene novia? Ángel se detuvo, pero no se volvió para mirarla. —¿Eso es cierto? —Con tantos malditos rumores ya no sabía qué creer. —Sí, y van en serio. Sarah pasó la navidad con ellos. —Sofía caminó para mirarlo de frente. Su expresión estaba llena de esperanza—. ¿Eso cambia las cosas? Ángel lo pensó por un segundo y la imagen que por fin él había dejado de revivir cada vez que pensaba en ella lo atacó de nuevo. Ese vestido. Ese maldito vestido que ella había usado para Sydney esa noche. Y la manera en que ella estaba toda arreglada. Jamás la había vito así. Ángel apretó los dientes. —No. Tomó una larga ducha y pensó en todo lo que Sofía le había dicho. Aunque dejara pasar el asunto del vestido, cosa que sabía que no iba a pasar, jamás estaría de acuerdo con que Sarah tuviera tanto afecto por otro. Jamás.

Ángel se sentó en su auto esperando que la práctica de Sofía terminara. Había llegado temprano y desde donde estaba estacionado tenía una vista perfecta de las gradas. Masticó su goma de mascar lentamente para calmarse cuando vio que Sarah subía las gradas con sus muletas y tomaba asiento. Habían pasado cuatro días desde que Sarah se había lastimado el tobillo y por lo que veía, aún no había

a Sofía todos los días a excepción del lunes cuando ella había llegado temprano a casa pero Sarah no había aparecido por ahí hasta entonces. Aún a la distancia él

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Esta era la primera vez que la veía en toda la semana. Él había estado recogiendo

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sanado por completo.

no le podía quitar los ojos de encima. Ella traía el cabello suelto. El viento estaba soplando más fuerte y estaba ocupada quitando el cabello de su rostro. Estaba ahí, concentrada viendo al equipo practicar sin ella. Pensó en cómo de diferente serían las cosas si Sydney no existiera. Él estaría sentado ahí con ella ahora, quitándole el cabello del rostro y aprovechando el momento para besarla a cada rato. Algo hirvió dentro de él cuándo notó que el pervertido entrenador salía del gimnasio. Los ojos del entrenador se enfocaron de inmediato en Sarah. Escribió algo en su sujetapapeles, miró al equipo por un minuto, y luego su mirada estaba en Sarah de nuevo. Ángel tragó fuertemente cuando el entrenador Rudy caminó hacia ella. El entrenador se sentó junto a Sarah e inmediatamente sus manos fueron directo a su tobillo. —¿Ahora se cree un maldito doctor? —murmuró Ángel para sí mismo. Ellos hablaron e incluso rieron. El entrenador se puso de pie un par de veces para gritarle instrucciones al resto de equipo pero jamás se apartó de Sarah. Ángel golpeó ligeramente el volante varias veces tratando de no perder la paciencia. El maldito entrenador no había dejado de hablar con Sarah desde que se sentó junto a ella. Sarah sacudió la cabeza para alejar el cabello de su rostro y después el entrenador tomó un mechón y lo colocó detrás de su oreja. Ángel escupió su goma de mascar por la ventana y salió del auto. Respiró hondo. El aire estaba frio y lo ayudó a relajarse un poco. Muy poco. Se recostó sobre el

Ángel miró su reloj. No podía superar la falta de atención del entrenador hacia el equipo. El resto de la semana cuando había ido a buscar a Sofía, el entrenador los

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No lo hagas. Quédate aquí y espera a Sofía. Ella ya no es de tu incumbencia.

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auto, manteniendo sus ojos en ellos todo el tiempo.

había estado presionando mucho. Ahora él estaba tan ocupado con Sarah que apenas los había notado y la práctica casi había terminado. El entrenador dijo algo que hizo reír a Sarah. Ángel miró alrededor para ver si alguien más había notado su tan animada charla. ¿Acaso ella no estaba consciente de que las personas hablarían? Al parecer nadie lo había notado, pero cuando el entrenador puso su mano de nuevo en el tobillo de Sarah, Ángel se puso en marcha. No tenía ni idea de lo que iba a hacer o a decir, pero ni siquiera la voz en su cabeza podía detenerlo. Ángel no había mantenido en secreto su relación con Sarah el semestre pasado y el entrenador los había visto juntos muchas veces. Tal vez con sólo ver a Ángel él se alejaría. Ángel ya estaba a medio camino de las gradas cuando el entrenador llamó a todo el equipo. Ahí fue cuando su mirada se encontró con la de Sarah. La sonrisa en su rostro se desvaneció cuando lo vio y desvió su mirada. Sus pasos se volvieron lentos mientras el entrenador daba su discurso sobre las cosas que debían mejorar. Por favor. ¿Él había pasado toda la práctica platicando con Sarah y ahora pretendía sermonear a todos? Ángel llegó a las gradas cuando el entrenador estaba terminando. Todos empezaron a irse y Sofía se acercó a él. Sarah le daba la espalda mientras recogía sus muletas. El entrenador la sostuvo por el brazo cuando ella perdió el equilibrio. Ángel se concentró en mantenerse calmado. Sarah se rio cuando el entrenador la llamó torpe y casi pierde el equilibrio de nuevo. —Vamos Sarah, me estas matando —bromeó el entrenador.

entrenador aún no lo había notado entre toda la multitud. —¿Necesitas que te lleve a casa? —preguntó el entrenador—. Puedo llevarte.

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Aún le estaba dando la espalda a Ángel. No lo había visto tan cerca y el

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—Ya lo tengo. —Ella soltó una risita y se paró derecha.

—Está bien, entrenador. Ella tiene quien la lleve. Ambos, el entrenador y Sarah lo miraron. Ángel ya no sentía como si estuviera hablando con el entrenador de su escuela. Él era mayor pero aún era joven y lo que Alex le había dicho le daba punzadas en el estómago. Ese tipo era un pervertido y Sarah ya era mayor de edad. El entrenador lo miró con desdén como a un rival y miró de nuevo a Sarah. Sarah miró a Ángel. —¿De verdad? No estaba enterada. Su actitud sorprendió a Ángel pero no se retractó. —Sí, voy a llevarte a casa. Sarah se bajó de las gradas. Sus muletas hicieron sus pasos más ruidosos de lo normal. El entrenador estaba inmediatamente junto a ella. —Prefiero caminar. —Ella se veía furiosa. Pero Ángel notó su indecisión cuando sus miradas se cruzaron y tomó ventaja de ello. —¿Por qué? Ella miró en otra dirección rápidamente y lo miró de nuevo. El corazón de Ángel se aceleró. Estaba tan cerca y él estaba luchando consigo mismo para no tomar su rostro entre sus manos y besarla como lo había hecho tantas veces antes. —Ni siquiera has hablado conmigo desde que regresé. —Se detuvo cuando sus emociones la traicionaron. Su dura mirada desapareció. Y cuando Ángel vio que sus hermosos ojos se

Ángel entró en pánico cuando vio las lágrimas caer por sus mejillas. Nunca imaginó que esto pasaría. No sabía qué hacer además de mover su cabeza.

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—¿Al menos quieres saber por qué aún estoy aquí?

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llenaron de lágrimas supo que había cometido un gran error.

—Lo siento —fue lo único que fue capaz de decir. Ella lo miró con incredulidad y después se apoyó en su muleta para secarse las lágrimas. En un segundo pasó de las lágrimas a la resolución. —Bueno, yo también lo siento. Miró a Sofía. —Nos vemos el lunes. El entrenador Rudy había retrocedido pero aún estaba cerca. —¿La oferta sigue en pie? —Por supuesto. —El entrenador sonrió—. Me queda de paso. Ángel apretó la mandíbula pero no la siguió. El entrenador se volteó casualmente y miró a Ángel por última vez. Había algo en la manera en que había sonreído y enseguida había puesto su mano en el hombro de Sarah mientras se alejaban. Ahora Ángel estaba seguro. Rudy lo estaba provocando.

Sarah no creía que quedara algún pedazo de su corazón sin romper. Estaba tan enojada consigo misma por llorar. ¿Cómo es que él aún podía afectarla tanto? Era patético cómo todo su cuerpo había entrado en un frenesí con sólo mirarlo. Estar cerca de él era tan abrumador. No podía ocultar lo que sentía pero el desprecio que él sentía hacia ella era innegable. A él ni siquiera le importaba la razón por la que ella seguía ahí. Sarah trató desesperadamente de olvidar lo sucedido mientras volvía a casa.

eso. Ella había estado callada todo el camino y finalmente él preguntó:

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él sobre Ángel era completamente diferente. Sydney había dejado muy en claro

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Hablar con el entrenador Rudy acerca de su madre era una cosa pero hablar con

—¿Estás bien? Ella asintió pero no dijo nada. —No tienes que contarme si no quieres —dijo—. Sólo quiero que sepas, que aunque ahora no lo creas, algún día lo vas a superar. Te lo prometo. Siempre parecía saber qué decir en el momento indicado. Sarah siempre pensó que era algo característico de los entrenadores. En la pista, cuando ella dudaba de sí misma, él siempre sabía qué decir para hacerla sentir mejor. Pero ahora, fuera de la pista, sus palabras eran reconfortantes. —Iré a ver a mi mamá de nuevo. Llegaron al camino de entrada de su casa y él apagó el motor. —¿De verdad? ¿Cuándo? —El domingo, pero me voy mañana. —¿Ya se lo contaste a alguien? —Él sonrió. —Bueno, se lo estoy contando a usted. —¿De verdad? ¿Nadie más lo sabe? Él se recargó contra la puerta y por un momento parecía más joven de cómo usualmente lo percibía. La manera en que la miraba le recordaba a Sarah la forma en que Ángel la había mirado cuando solían hablar en su lugar. Las palabras de Sydney volvieron a su mente. Los rumores comienzan por una razón válida. —¿Te encuentras bien? Sarah sacudió su cabeza.

—Dije, ¿soy la única persona que sabe que te irás?

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Se sintió estúpida. El hecho de que pareciera tan joven no significaba nada.

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—Sí, lo siento, mi mente está en otro lugar. ¿Qué me estaba diciendo?

Sarah rio. —No, todos lo saben, incluso esta vez le dije a mi mamá. —¿Te irás en autobús otra vez? —Sí, y mi amigo me estará esperando cuando llegue. Frunció el ceño. —Está algo lejos para que vayas sola. ¿No pueden tu tía o tu prima acompañarte? Había algo en el entrenador Rudy. Tal vez era porque nunca había tenido una figura paterna o hermanos mayores, pero sus amables palabras y su preocupación la reconfortaban. A ella le gustó eso. —Valerie se marea en los viajes largos, especialmente en autobús. Y mi tía tiene que trabajar. —Ella sonrió—. Pero voy a estar bien. Dormí la mayoría del tiempo la última vez. —Me gustaría ofrecerme a llevarte, si no tuviera que trabajar. Es un hermoso paseo en coche. Y… —enfatizó—. Nunca he estado en el Gran Cañón. Sarah arrugó la nariz. —¿Trabajas los fines de semana? —No todo el fin de semana. Enseño fútbol juvenil. —¿En serio? —Él era tan grande, que nunca lo imaginó como un jugador de fútbol—. Así que, también juegas, ¿no? —Bueno, yo solía. En mis días. —Se rio—. Ahora, sólo enseño. Demasiado viejo para jugar. Pero aún así es divertido.

—Todavía podría seguir jugando en la universidad, pero me apresuré a los libros para graduarme temprano. No podía esperar a empezar a enseñar.

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Parecía inapropiado.

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—No eres tan viejo. —Sarah lo lamentó en el momento en que salió de su boca.

Él sonrió y de nuevo Sarah tuvo esa sensación de que ella no estaba sentada allí con un entrenador o profesor. Se sentía tan cómodo. Como hablar con Sydney. —Así que, ¿alguna razón en particular por la que vas a ver a tu mamá? ¿O simplemente porque sí? Sarah asintió. —Sí, después de verla por última vez me di cuenta de que debería haber estado haciendo esto mucho más a menudo. La única razón por la que no lo había dicho era porque ella no había querido que fuera cuando entró ahí. —Bueno, tal vez la próxima vez que vayas, te puedo llevar. Sarah sabía que sonaría raro a los demás. Tal vez fue su larga historia con Sydney le hizo creer que en realidad podría preocuparse por alguien que no tiene motivos ocultos. Decidió que era un buen tipo. Mostró preocupación genuina por ella y confiaba en él. Antes de que pudiera responder, él se adelantó. —Oye, ¿nunca has corrido en el Cañón? —Sí, los senderos son impresionantes. Me encantó entrenar ahí. —Sarah sonrió recordando todas las veces que había llevado a Sydney allí. —¿Has estado alguna vez en Monte Soledad? Sarah sintió que su estómago se vació a la par que los recuerdos del picnic que tuvo con Ángel allí y todas las veces que había ido de nuevo más tarde, supuestamente para ir de excursión, pero siempre terminaban tendidos sobre una manta en alguna parte. Ella consiguió asentir.

tobillo esté mejor puedes unirte a nosotros. —Sí. — Sarah se mordió el labio—. Eso suena bien.

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para allá arriba de vez en cuando. Hablo de un entrenamiento. Tal vez cuando tu

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—Los caminos son espectaculares también. Llevo a algunos de mis estudiantes

Realmente lo hacía, regresar al parque sería agridulce, pero podía verse a sí misma perderse en una carrera en los hermosos senderos. Cuando habló con Sydney aquella noche la sorprendió de nuevo. Ella pensó que él estaría furioso por Ángel, en cambio, jugó de abogado del diablo. —Entonces, ¿no le gustó que El Pervertido iba a llevarte a la casa? Él es Ángel. ¿Su reacción realmente te sorprende? —Está bien, Sydney. En primer lugar, ¿podrías dejar de llamarlo El Pervertido? —Sarah caminó por la habitación con cautela, su tobillo se sentía mucho mejor— . Y en segundo lugar, ese no es el punto. El punto es que él esperaba que sólo dejara todo y saltara a su coche, sin ni siquiera un hola o ¿Cómo has estado? ¿De verdad cree que me tiene tan loca por él? Meditó en ese pensamiento por un momento. ¿A quién quería engañar? Apenas podía creer que había dejado ir la oportunidad de ir a casa con él. —Lynni, ¿cuántas veces has visto a Ángel siendo súper macho? Es todo nervios y… —Sydney rio—. La última cosa en su mente serían las formalidades. Estoy seguro de que te hubiera preguntado cómo has estado en el coche. —Eso no es lo que quise decir. Sydney se rio. —Lo sé, lo sé. Te estoy tomando el pelo. Está bien, así que lo manejó mal. Pero, ¿no es eso lo que siempre ha hecho? ¿Reaccionar? En el fondo sus intenciones eran buenas, ¿no? Puso todos sus sentimientos acerca de todo lo que ha pasado lejos para sacarte de una situación que podía ser peligrosa. —¿Peligrosa? Eso es tan ridículo. El entrenador Rudy es inofensivo.

estado alrededor otra vez, cuando se suponía que debía sólo dejarla. Pero había

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Sarah sabía que a Sydney no le iba a gustar el tiempo que el entrenador había

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—Así que, ¿qué tuvo... el entrenador Rudy que decir acerca de todo esto?

aprendido la lección sobre medias verdades. No iba a mentir por el bien de discutir de nuevo. —Él no preguntó y yo no se lo dije. Sólo dijo que superaría a Ángel. —¿Por qué dijo eso? —No lo sé, supongo que vio lo triste que estaba y pensó que me haría sentir mejor. —Sarah se sentó en su cama y movió su tobillo en el aire. Fue sin duda mejor—. Le dije que iba a ver a mi madre otra vez. —Déjame adivinar. Él se ofreció a llevarte. —Sydney se rio entre dientes. Sarah tragó saliva. No podía creer que él la golpearía en la nariz. No respondió. —¿Lynni? —¿Hmm? —Me estás tomando el pelo, ¿no? —Sólo dijo que pensaba que era un largo viaje para ir sola y que... —Oh, Dios mío, este tipo es demasiado. —El tono de Sydney cambió desde lo lúdico a la exasperación—. Por favor, dime que lo ves, Lynn. —No —insistió—. Porque no es lo que estás pensando. Me preguntó si mi tía podía ir conmigo. Piensa que es un viaje largo para hacerlo sola. Todo lo que dijo fue que si no tuviera que trabajar él se hubiera ofrecido a llevarme. Pero él lo estará, así que no puede. —Lynni. —¿Qué?

y ahora Sydney cambiaba todo. —¿Sabes esa voz que te dice que no cuando piensas en algo?

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—¿Qué? —Sarah estaba tan frustrada. El entrenador Rudy la había animado hoy

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—Prométeme algo.

—¿Sí? —Ignórala. A partir de aquí todo lo que crees que es un poco raro acerca de este tipo, cuestiónalo. ¿De acuerdo? Sarah estaba tan agotada que no quería discutir con Sydney. Ella estuvo de

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acuerdo, aunque sabía que no tenía nada de qué preocuparse.

Traducido por LeiiBach Corregido por flochi

J

ugar al billar con los chicos siempre ayudaba a Ángel a relajarse. Esta era la primera vez que Eric había venido desde año nuevo. Alex y Sofía estaban trabajando en el restaurante, pero estarían en casa pronto. Ángel no estaba

muy seguro de si tener a Eric allí fuera una buena idea. Había hablado con Alex brevemente respecto a que Eric no era culpable, pero Alex estaba totalmente en contra de tenerlo alrededor de Sofía cuando nadie estuviera cerca. Ángel esperaba que eso no significara que haría una escena incluso si todo el mundo estaba cerca. Había sido otro fin de semana lento y amargo para Ángel. Su mente en lo habitual y se estaba volviendo realmente irritante. Estar tan cerca de Sarah el viernes lo hizo darse cuenta de que no estaba ni cerca de haberla superado. Su resentimiento hacia él lo había confundido. Él era quien había sido engañado. ¿De verdad esperaba que él aceptara a otro chico en su vida? Eso no iba a pasar. A pesar de que estar tan cerca de ella por primera vez en mucho tiempo hizo tentador aceptar cualquier cosa con tal de estar con ella. Sin embargo, sabía que era mejor. Tener que lidiar con el hecho de que ella estaría fuera de California era suficiente. Pero saber que ella estaría con Sydney

al máximo con el asunto del entrenador. Esperaba conocer mejor a Sarah que caer en la mierda de esos chicos. La mirada de suficiencia en el rostro de los

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Como si las cosas no estuvieran lo bastante malas ya, la tensión se había elevado

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lo haría imposible. No había manera de que funcionara.

entrenadores era la nueva imagen grabada en la cabeza de Ángel. Y él aceptó el desafío. Maestro o no, Ángel no tenía reparos en derribarlo. Eric juntó las bolas. —Tu turno, Ángel. Ángel se inclinó y dio un tiro. Las bolas se esparcieron violentamente y una voló fuera de la mesa. Romero se rio. —Tranquilo, asesino. —Amigo —Eric se agachó y recogió la bola por donde había rodado—, ¿qué estás haciendo? Ángel no les hizo caso y se inclinó para disparar otra vez. Sofía y Alex entraron por la puerta lateral. Ángel notó que Eric se ponía rígido. La bola que golpeó entró y se tomó un momento para tizar su palo de billar. Sofía se acercó a ellos en lugar de a la puerta de la cocina y Alex siguió detrás de ella. Ella sonrió brillantemente sin preocupaciones en el mundo. Alex se sentó en el taburete entre Eric y Sofía. Para alivio de Ángel, él reconoció a Eric pero apenas con un movimiento de cabeza. —Sarah me envió un mensaje. —Sofía se centró en Ángel, pero no dejaba de mirar a Eric. Ángel fingió desinterés y caminó alrededor de la mesa de billar para un mejor ángulo. —Sí, ¿y?

tener frente a los chicos. Ellos se darían un festín. Pero quería saber si ella había dicho otra cosa. Continuó tirando sin responder a Sofía. Quería manejar todo este tiempo sin preguntarle nada a Sofía sobre Sarah, no iba a empezar ahora.

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Ángel cerró los ojos por un segundo. Esta no era una conversación que quisiera

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—Ella estaba preocupada de que estuviera molesta por lo del viernes.

Sofía se puso la mano en la cadera, obviamente molesta de que Ángel no se estaba inmutando. —Dijo que quería pero no podía y añadió una cara triste. Ángel levantó la mirada hacia ella y finalmente se rindió. —¿No podía? ¿Qué demonios significa eso? —No lo sé, eso es todo lo que dijo. No respondí porque dijo que tenía que irse. — Sofía echó a andar hacia la puerta de la cocina—. Su tobillo sigue mejor en caso de que te preocupes. Ángel miró a los chicos y se detuvo sobre Alex cuando lo vio con una sonrisa de oreja a oreja. —¿Qué? Alex se volvió a mirar para asegurarse de que Sofía estaba dentro de la casa. —Me enteré acerca de lo del viernes. Ángel rodó los ojos. —Entonces. —Entonces, las cosas están bastante pesadas con Sarah y el entrenador Pervertido. Te dije que era un resbaloso. —¿Sarah y el entrenador Rudy? —preguntó Romero—. ¿En serio? —Él sólo le dio un aventón a casa. —Ángel agarró el palo de billar un poco más fuerte—. Tu turno. —Dos veces. —Alex se rio entre dientes—. Y no sólo le da un aventón. Valerie

Ángel miró a Alex. Nueva tensión agobiando sus músculos. —Así que, ¿qué tenía que decir Sarah al respecto?

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noche estuvo allí más tiempo que la primera vez.

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dijo que se sientan en el camino de entrada a hablar por un rato. El viernes por la

Alex aún tenía la estúpida sonrisa en su rostro. —Valerie le dijo que pensaba que era un poco espeluznante, pero Sarah no lo cree así. Dice que se siente muy cómoda con él. —Sacudió la cabeza—. Te lo estoy diciendo. Él la está trabajando. Algo ardió a través de todo el cuerpo de Ángel. De repente, Sarah en Arizona con Sydney y su novia sonaba ideal. ¿Por qué demonios no estaba allá todavía? —¿Ella sabe sobre él, Ángel? —Deja que Eric sea el único en mostrar alguna preocupación. Ángel asintió, pero frunció el ceño al pensar en cómo Sarah sólo le seguía la corriente cada vez que había expresado lo pervertido que era el tipo. Ella tenía sus propias ideas preconcebidas sobre el tipo y él sabía que eran favorables. Al igual que Sofía, ella no creía todos los rumores. —Oí que él dejó la última escuela en la que enseñaba porque alguien lo acusó de violación —dijo Eric. —¿Qué? —Ángel sintió que el bello en la parte posterior de su cuello se erizaba—. Pensé que era un nuevo maestro. ¿Recién salido de la universidad? Alex hizo una mueca. —Nah, no es tan joven como aparenta. —¿Qué edad tiene? —Cerca de veintiséis o veintisiete años. —Alex agarró una botella de agua de la nevera pequeña y se dirigió a la cocina. —Escuché esa historia de violación también —dijo Romero inclinándose para dar

Ángel se sentó en uno de los taburetes de la barra por una vez interesado en lo que Romero tenía que decir.

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sobre él, que quién sabe lo que realmente sucedió.

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un tiro. Luego encogiéndose de hombros, añadió—: Pero he oído tanta mierda

—Entonces, ¿cuál es la historia? Romero miró a Eric, luego se puso de pie sosteniendo el palo de billar recto, delante de él. —Es diferente cada vez que escucho la historia, pero básicamente alguien realmente presentó cargos contra ese idiota, ya sea por una violación o intento de violación. —Se enderezó para un tiro complicado—. No había pruebas suficientes por lo que los cargos fueron retirados. Pero supongo que todo el mundo estaba tan enojado por lo que él tuvo que salir de allí. Y por suerte para La Jolla, lo tenemos. Ángel se preguntó por qué nunca había oído la historia, o tal vez sí pero nunca había prestado atención a los detalles. Lo único que sabía con certeza era que el tipo tenía una reputación de ser demasiado amable con las chicas. Y por lo que Ángel había visto el viernes, no había más duda en su mente, estaba trabajando a Sarah.

El viaje de Sarah para ver a su madre salió a la perfección. Verla fue todavía tan emocional como la primera visita. Pero las cosas se sentían más alegres. Su madre aún no había estado en la corte, pero los abogados eran incluso más optimistas sobre sus posibilidades de salir pronto y Sarah podía ver el cambio en la apariencia de su madre. Las ojeras y los ojos hundidos aún estaban allí, pero no tan pronunciados como antes. Y había un brillo en sus ojos que hizo que Sarah se sintiera muy esperanzada. Su madre le dio algo para pensar realmente justo antes de irse.

en Flagstaff pero si aquí es donde quieres estar, encontraré una manera de hacer que funcione. De lo contrario, si prefieres quedarte en California, tu tía se ha

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aquí es tu decisión escoger dónde te quieres quedar. Ya no tengo un trabajo aquí

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—Sarah, quiero que sepas que creo que has pasado suficiente. Cuando salga de

ofrecido a permitirnos quedarnos allí hasta que vuelva a retomar mi camino. Piensa en ello y hazme saber. La elección parecía obvia. La única razón por la que ella querría quedarse en La Jolla no quería tener nada que ver con ella. En Flagstaff, al menos, tenía a Sydney. Había pasado todo el día sábado con Syd y su familia. Carina no había hecho acto de presencia. Sydney dijo que estaba ocupada y Sarah lo dejó pasar. El domingo después de la visita con su madre, Sydney la llevó a la estación de autobuses y la dejó. Cada vez que ella regresaba a Arizona le preocupaba que las cosas fueran diferentes con ella y Sydney, pero como de costumbre, era como si nunca se hubiera ido.

Tal vez fue el viaje del fin de semana o el hecho de que ella no se había quedado más de una semana, pero Sarah se sintió fuera de combate durante su primera corrida en la práctica. El entrenador Rudy había subrayado la importancia de tomarlo con calma, y había envuelto su tobillo bastante apretado antes de dejarla correr. Posiblemente un poco demasiado apretado, ya que empezaba a sentirlo adormecido. Redujo el paso y miró a su alrededor para buscar al entrenador, pero no lo vio. Él había sido inflexible sobre que lo llevara puesto así que no quería quitárselo. Pero realmente le molestaba así que entró al gimnasio para buscarlo. No lo vio en ningún lado así que caminó hacia la oficina en donde le había vendado el tobillo. La puerta del despacho se abrió justo cuando llegaba y una chica con ropa de entrenamiento casi chocó con ella.

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—Está bien.

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—Lo siento —dijo la chica con una sonrisa nerviosa.

La chica se alejó rápidamente. Sarah la miró mientras se iba corriendo arreglando su falda. Abrió la puerta de la oficina y el entrenador Rudy tenía un portapapeles en una mano y con la otra se metía la camisa. —Oye, Sarah. ¿Cómo ha ido la carrera? Su bragueta estaba medio abrochada y Sarah se ruborizó, esperando que no se hubiera dado cuenta de que estaba mirando allí. —Yo… eh, creo que la venda está demasiado apretada. Está haciendo que mi pie se adormezca. Él bajó la mirada a su tobillo. —Está bien, toma asiento. Sarah se sentó en la silla junto a su escritorio, él dejo el portapapeles y se inclinó contra el borde de la mesa. —Levántalo hasta aquí. Levantó la pierna y él la atrapó contra sus muslos delanteros. Sarah de repente se sintió muy vulnerable. Él desató su zapato y sonrió mientras se lo quitaba. —¿Conseguiste dar la vuelta a la pista? —En una ocasión. —Sarah tragó saliva—. Pero caminé al final. Una vez desenvuelto, le masajeó el tobillo un poco y se abrió camino hasta la pantorrilla. —¿Te sientes mejor? Sarah asintió. Tuvo que admitir que se sentía mucho mejor. El entrenador movió

a envolverlo de nuevo cuidadosamente. Y se sintió tonta por su angustia innecesaria. Estaba dejando que Sydney y todos los estúpidos rumores llegaran a ella.

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la vista de su pie y vio cómo estaba de comprometido trabajando en ello. Empezó

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su tobillo en un movimiento circular y luego hacia atrás y adelante. Ella levantó

—Dime si está muy apretado. Cuando terminó de envolverlo, le puso el calcetín y el zapato de nuevo atando los cordones él mismo. —Ponte de pie. Sarah lo hizo. El área entre la silla y la mesa era muy pequeña. Cuando se levantó sus muslos tocaron los de él y su rostro estaba lo bastante cerca como para oler la goma de mascar en su aliento. Sarah se echó hacia atrás y casi perdió el equilibrio. Sus ojos se encontraron con los del entrenador por un segundo. —Ahora cuidado. —Sonrió. Sarah sonrió sintiendo su cara enrojecer. La segunda envoltura estaba mucho mejor y Sarah consiguió un par de vueltas antes de que la práctica hubiera terminado. Se sentía realmente estúpida sobre la forma en que había reaccionado en la oficina del entrenador. Incluso sus pensamientos acerca de la chica que había salido de la oficina habían sido irrazonables. Sydney le había dicho que analizara todo, pero era muy injusto saltar a conclusiones desagradables. El entrenador Rudy era guapo y una persona muy agradable en lo que a ella se refería. ¿Qué necesidad habría de tener para involucrarse con las chicas de la secundaria? Vio a Ángel esperando junto a su coche cuando se dirigía a los vestuarios y su cuerpo reaccionó de la forma habitual. Se concentró en mantenerse relajada, pero su corazón se aceleró y supo que no tenía nada que ver con las carreras que acababa de hacer. Ya había aceptado que mientras estuviera aquí en California nunca lo superaría. No por mucho. Sólo tendría que hacer todo lo posible por evitarlo hasta que volviera a Flagstaff. Pero era molesto que el solo hecho de

vio al entrenador Rudy caminando hacia ella. —Oye, te veías muy bien allí. ¿Te duele algo?

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Sarah estaba casi en los vestuarios cuando oyó que alguien la llamaba. Se giró y

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verlo la afectara tanto.

Sarah sacudió la cabeza y sonrió. —No, nada en absoluto. Tan bueno como nuevo, entrenador. El entrenador miró su pie y luego sus ojos estaban en los de ella otra vez. —Escucha vamos al monte Soledad este sábado. ¿Quieres venir? —Sus labios se levantaron en una sonrisa torcida—. Te prometo que te ejercitaré bien. La mente de Sarah se apresuró a recordar si tenía planes para ese fin de semana. Pero correr en los senderos de la montaña con vista al mar sonaba exactamente igual a lo que ella necesitaba. —Eso suena realmente bien. —Muy bien, te recogeré a las diez. Trae agua. —Le golpeó el trasero con su portapapeles y le guiñó un ojo antes de alejarse. Sarah se quedó inmóvil por un momento y luego se sacudió. Muchos de los entrenadores golpeaban a sus jugadores en el trasero, incluso los chicos. Ella lo

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veía todo el tiempo. Estaba saltando a conclusiones.

Traducido por Martinafab y LeiiBach Corregido por flochi

E

l viernes por la mañana Ángel se sentó en la cocina repasando la tarea de español de la noche anterior. Después de cambiar su horario para salir de su clase de física, se quedó atascado con la misma profesora de español del

semestre pasado. En ese momento no le había importado, en lo único que podía pensar era en salir para ver a Sarah todos los días. Ahora estaba arrepintiéndose seriamente. La cantidad de tarea que esta señora mandaba era irreal. Alex estaba dándose una dosis de una bebida de proteínas cuando Sofía entró. —Así que, papá dijo que si uno de ustedes puede ir al restaurante por mí mañana por la mañana puedo tomarme la mañana libre. —Voy a ir —dijo Ángel, sin levantar la vista de su tarea. —¿Dónde vas a estar? —preguntó Alex. Sofía asomó la cabeza en la nevera y le dijo algo a Ángel que no pudo entender. —¿Dónde? —preguntó Alex de nuevo. —Corriendo con el equipo. —Se sirvió un vaso de jugo de naranja.

—Ah hu. —Ella sacó la tostadora y la enchufó.

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—¿Un sábado?

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Ángel levantó la vista. Sofía evitó mirarlo.

Ángel frunció el ceño, ella se estaba comportando de manera rara. Desde que le había dicho acerca de sus sentimientos por Eric y haber sido tan descarada sobre ir a través de papá para conseguir lo que quería, se preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de que ella comenzara a ponerse escurridiza. —¿Por qué un sábado, Sof? Alex se sirvió la bebida de la batidora y se apoyó en el mostrador. —Sí, tu carrera de atletismo no empieza todavía, ¿no? —No es una carrera de atletismo. Sólo vamos a ir a correr por los senderos en el monte Soledad. —Así que, ¿es un viaje de campo? —preguntó Ángel, sintiendo liberarse la tensión. —Bueno, no. —Sofía le puso mantequilla a su tostada y les habló de espaldas. —Bueno, ¿qué diablos es? —preguntó Alex. Sofía exhaló pero no se volvió para enfrentarse a ellos. —El entrenador nos llevará a unas cuantas a correr por los senderos. Eso es todo. Las cejas de Ángel se alzaron. —¿Vas a ir en su coche? —Oh, demonios, no. —Alex frunció el ceño en dirección a Sofía, pero ella todavía no se había dado la vuelta. —Sofi, ¿qué te dije respecto a que tuvieras cuidado con ese tipo? —Ángel se puso de pie.

del equipo allí. Sarah estará allí. Eso sólo agrió más el humor de Ángel.

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—Dijiste que no estuviera a solas con él. No lo estaré. Van a haber otras personas

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Sofía finalmente se dio la vuelta.

—Por lo tanto, ¿él llevará a un grupo de chicas a las montañas con él? —No lo sé. Sarah es la que me habló de ello. Pensé que si ella estaba allí, estaría bien. Sólo vamos a correr. —Olvídalo. —El tono de Alex fue definitivo. —Pero, ¿por qué? —Sofía miró hacia el techo frustrada—. Ustedes chicos son TAN poco razonables. Papá dijo que estaba bien. —¿Papá sabe que es un pervertido, Sof? —exigió Ángel. —No te preocupes, estoy seguro de que estará de acuerdo con nosotros cuando haya terminado de hablar con él —dijo Alex al salir de la cocina—. No vas Sof. Sofía miró a Ángel exasperada. —No te molestes en ir al restaurante mañana. Voy a estar allí. Ella tiró la tostada a la basura y se fue. Ángel estaba echando humo. ¿En qué demonios estaba pensando Sarah? Pensó en lo que Eric había dicho. Tal vez sus advertencias no habían sido suficientes. Si él no había escuchado los rumores sobre el pervertido siendo acusado de violación y que había estado en esta escuela mucho más tiempo, tal vez ella tampoco. Su único consuelo era que no iba a estar a solas con él. Sofía dijo que iban a ir un montón de ellos. El tipo no se arriesgaría a hacer algo estúpido después de haber sido expulsado de una escuela ya, y no con un montón de chicas alrededor. Sarah debería estar bien.

esperar, no estaba muy emocionado. Se quedaron hasta muy tarde hablando. Él le

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decirle a Sydney sobre ir al monte Soledad con el entrenador. Y como era de

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Sarah se despertó tarde el sábado por la mañana. Había esperado hasta ayer para

dio las advertencias habituales, pero al final se alegró de que por fin estuviera saliendo con amigos, incluso si el entrenador iba a estar allí también. El entrenador le había enviado un mensaje de texto tarde la noche anterior para hacerle saber que tres de los otros que iban a ir habían cancelado, pero que todavía habría cuatro de ellos todos juntos. Sarah estaba bien con eso, pero estuvo algo inquieta cuando Sofía le dijo que no había manera de que fuera. Sabiendo que Ángel estaba totalmente en contra de ello, la hizo especular sobre qué debía pensar sobre que ella fuera. Había visto la forma en que él había mirado al entrenador el día en que se presentó en su práctica. Acababa de salir de la ducha y se estaba secando en su habitación cuando su teléfono sonó. Era el entrenador. Sarah miró por la ventana mientras contestaba. —¿Están aquí ya que no me di cuenta que estaba llegando tan tarde? Él se rio entre dientes. —No, en realidad te estaba llamando para preguntarte si todavía querías ir, ¿o si deberíamos intentarlo en otro momento? —¿Por qué no querría? —¿Nadie te llamó? Sarah miró su teléfono. No tenía llamadas perdidas. —No, nadie llamó. Él se quedó en silencio por un momento y luego volvió a hablar. —Sí, parece que sólo somos tú y yo. Las otras dos desistieron en el último minuto. Pero si no estás bien con eso que podemos hacer esto en otro momento,

sentía mal. —Yo, eh.

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El estómago de Sarah se agitó. Ella sabía lo que Sydney querría que dijera, pero se

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cuando todo el mundo pueda ir.

—Está bien, Sarah. Podemos intentarlo de nuevo la semana que viene con todo el equipo, si eso sería más cómodo para ti. Sarah se sintió tonta. Él simplemente pudo haber elegido no decírselo y no darle una elección. Y ella había esperado por ello toda la semana. —No, estoy bien. Si todavía estás dispuesto, yo lo estoy. —¿Estás segura? Sarah sonrió sintiéndose más aliviada. —Sí, por supuesto. Sólo dame quince minutos. Sarah repasó todas las posibilidades mientras se vestía. Sabía que el entrenador Rudy era inofensivo, pero algo roía sus entrañas. Se alegró de que Valerie y su tía se hubieran ido temprano para un día de compras. Valerie probablemente la habría hecho sentir mal por ir. La conversación de anoche se estrelló en su mente de nuevo. Una de las únicas razones por las que Sydney finalmente había estado bien con que ella fuera a esta corrida era que se trataba de un viaje en grupo. Ahora se sentía como una mentirosa de alguna manera. Tal vez era eso lo que la molestaba tanto. Si no se lo dijera ahora, la fastidiaría todo el día. Cogió el teléfono y lo llamó. Había aprendido una gran lección acerca de ser sincera. Su lema ahora era: no importa lo malo que sea, es mejor decirlo más pronto que tarde. —Ey, Lynni. —Sydney, no tengo tiempo para hablar, el entrenador estará aquí en cualquier

—¿Qué?

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Sydney no dijo nada, entonces ella oyó la inconfundible censura en su tono.

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momento. Sólo quería hacerte saber que sólo vamos a ser él y yo hoy.

—Todo el mundo se echó para atrás, él me llamó para preguntarme si quería simplemente reprogramarlo para otro momento cuando todos pudieran ir. —Así que, ¿por qué no le dijiste que sí? —Sarah casi podía imaginar sus cejas fruncidas. —Porque he esperado por esto toda la semana, y sería una tontería no ir. Vamos a estar en plena luz del día en un parque. ¿De qué hay que preocuparse? —Sarah —Extrañamente levantó la voz—, ¿no es este el mismo parque que dijiste que tiene un montón de senderos abandonados y que podrías caminar kilómetros sin ver a nadie? Sarah suspiró. —Estoy segura de que no vamos a correr en esos, Syd. Sólo llamé para decirte porque no quiero que te enfades después. No te preocupes. Estaré bien. Lo prometo. —¿Cómo pasó que todos los demás se echaron atrás? —Sydney hizo una pausa y luego, en un tono aún más fuerte, dijo—: ¿Estás segura de que él no lo planeó así en primer lugar? —¿Vas a parar? —Sarah vio el coche del entrenador aparcarse en la calzada—. ¿Por qué lo planificaría y después me llamaría y preguntaría si prefiero reprogramarlo? —¿Tal vez eso era parte del plan? —Está aquí Syd, me tengo que ir. —No creo que debas, Lynni. En serio, tengo un mal presentimiento sobre esto.

El entrenador Rudy esperó a Sarah sin salir de su coche. Sarah se apoyó en la ventanilla abierta.

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teléfono y colgó.

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—Sydney, por favor, deja de preocuparte. —Ella sopló un par de besos en el

—Buenos días, entrenador. —Te ves bien. Sarah miró su chándal y se encogió de hombros. —Me conoce, entrenador. Me puse toda lujosa para la ocasión. Ella entró y se puso el cinturón de seguridad. —Sarah, si no te importa, no tengo problema con que me llames Rudy. —Se retiró de la calzada—. Como quieras claro, sólo estoy diciendo que me parecería bien si lo hicieras. Se quedó mirando al frente mientras conducía y Sarah lo tomó en cuenta. No era tan irrazonable. Se sentiría un poco raro al principio, pero no era gran cosa. Ella podría acostumbrarse. —Está bien, Rudy. Se volvió hacia ella y sonrió. —Me gusta eso. El trayecto hasta el parque fue frío. Las nubes se estaban tragando a las montañas. Todas las veces que había venido aquí con Ángel había sido en el otoño con el cielo azul y los rayos del sol brillando en todos los ángulos del parque. Ahora parecía tan oscuro y ominoso. Un homenaje a la forma en que se había estado sintiendo últimamente. —No esperaba que el tiempo que iba a ser tan malo. —El entrenador Rudy miró a través del parabrisas al cielo—. El pronóstico dice que va llover más tarde, pero deberíamos habernos ido para entonces.

decía que debería haber escuchado a Sydney, pero una gran parte de ella todavía quería creer que el entrenador Rudy era una buena persona.

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que sentía después de colgar a Syd. Todo sobre el día parecía mal. Su instinto le

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Sarah miró por la ventana. Se centró en relajarse. No podía evitar la incomodidad

Se estacionaron en un área abierta. Sólo un puñado de coches estaban en el estacionamiento. Realmente no se acordaba de esta parte del parque, pero era tan grande que estaba segura de que había mucho que todavía no había visto. Salieron y él abrió la escotilla en la parte posterior. Hacía mucho más frío aquí arriba que cuando salieron de su casa. Agarró una mochila pequeña y su agua. Le entregó una botella y Sarah se estremeció cuando su dedo le acarició la mano. Sus ojos se encontraron. —¿Estás bien? El rostro de Sarah se ruborizó. Se sentía como una boba. —Sí. —¿Hace demasiado frío para ti? —Sus palabras eran suaves y había preocupación seria en sus ojos. Sarah respiró hondo y sonrió. —Un poco, pero me gusta. Es tan fresco y limpio. Se acercaron a la zona de césped cerca de uno de los senderos. El entrenador Rudy puso la mochila y el agua en el suelo y empezaron a estirar. Le recordó a Sarah que se asegurara de que giraba el tobillo lo suficiente. Después de desentumecerse durante unos minutos, Sarah se sintió más relajada y se maldijo por estar tan condenadamente nerviosa. Esto se suponía que era un día para relajarse y olvidarse de todas sus preocupaciones, y ella lo estaba arruinando con su angustia. Saltó en el lugar un poco más y sacudió las manos. Levantó la vista y el entrenador Rudy tenía una sonrisa en su rostro.

—¿Estás segura de que no va a estar demasiado frío para ti?

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—Estoy tratando de sacudir el frío. —Ella sonrió tontamente.

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—Nunca te he visto calentar de esa manera.

Sarah negó con la cabeza y continuó saltando en su lugar un par de veces más. El entrenador terminó de estirar y cogió la mochila, lanzó las dos botellas de agua adentro y la puso sobre su espalda. Se puso de pie y miró a Sarah por un momento. Sus ojos se movían arriba y abajo por ella muy lentamente, haciendo sentir a Sarah un poco invadida. Ella dejó de saltar y él sonrió. —¿Estás lista? —Claro.

Se suponía que Ángel sólo llevaría a Sofía al restaurante, pero terminó pasando el rato y echando una mano. Eso pasaba mucho últimamente. No tenía nada mejor que hacer y lo último que quería era sentarse en la casa invocando recuerdos dolorosos. Eric y Romero pasaron para tomar el desayuno. Se sentaron en la zona del bar, que normalmente no estaba abierta tan temprano en la mañana, pero el restaurante estaba bastante concurrido y Alex les dijo que no quería que ocuparan espacio en el comedor. Romero había resoplado que era un cliente que pagaba, pero se silenció cuando Alex le dijo que pagaría su mesa. Después de mostrarles las mesas a unos pocos clientes habituales, Ángel se acercó a donde habían comido Romero y Eric. Estaban hablando sobre ir a ver un poco de lucha extrema más tarde esa noche. Un amigo de los padres de Romero la estaba promocionando, por lo que tenían entradas gratis. Ángel lo consideró. No había salido desde que había roto con Sarah. Estaba tratando de romper el desagradable humor en el que estaba últimamente,

Alex metió la cabeza por la puerta de la oficina.

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no hacía nada para ayudar.

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pero sabiendo que Sarah pasaba más tiempo con el pervertido mientras hablaban

—Oye, Ángel, un chico Sydney está en la línea uno para ti. ¿No es amigo de Sarah? Romero se rio entre dientes y su voz se agudizó. —Vaya, ¡drama! Con los ojos cerrados, Ángel se pellizcó el puente de la nariz, murmurando entre dientes. —¿Y ahora qué? Ignoró a Romero y no respondió a la pregunta de Alex. En su lugar, sólo se acercó al teléfono de la barra. —Lo tengo. —Habla Ángel. —Tanto Romero y Eric lo miraban con curiosidad estúpida así que se giró de espaldas a ellos. A través del espejo en la pared posterior de la barra podía ver que aún estaban embobados y les sacó el dedo. —Perdona que te llame al restaurante, pero no sabía de qué otra manera encontrarte. —Ángel no podía estar seguro, pero percibía pánico en su voz y lo desconcertó. —¿Qué pasa? —No estoy seguro de cuánto sabes del entrenador de ella, pero por lo que Sarah me dijo suena como un verdadero cretino. —¿Ella dijo eso? —Ángel casi sonrió. —Bueno, no, me habló de las cosas que la gente dice de él, pero está convencida

perdió la paciencia. —Sí, ¿y?

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Ángel frunció el ceño no seguro de lo que quería Sydney pero inmediatamente

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de que él es un buen tipo.

—Personalmente no creo que sea una buena idea que ella este a su alrededor mucho tiempo, especialmente sola. —Sydney hizo una pausa. Ángel pareció oírlo gruñir—. La convenció de ir a correr con él hoy a algunos senderos aislados en las montañas. No me gusta eso. No creo que sea para nada bueno. Ángel agarró el borde de la barra y apretó los dientes. —Me enteré de la carrera. Pero están en grupo. —Es por eso que te llamo. —Ángel sin duda oyó un portazo en ese momento—. Ella me llamó esta mañana. Convenientemente, todos los demás cancelaron en el último momento. Así que ella está ahí arriba con él ahora. Sola. No creo que alguna vez él tuvo la intención de que hubiera alguien más. Creo que lo planeaba de esta manera. Todo después de la palabra sola fue confuso. Ángel no había oído una palabra de eso. La tensión que había estado sintiendo desde hace semanas alcanzó su punto máximo y se sentía a punto de estallar. Cada músculo de su cuerpo estaba en el borde. Habló entre dientes. —¿Dijo adónde? —No, sólo que era el mismo parque a donde la llevaste en otoño. El parque no podría estar demasiado concurrido en un día como este y conocía el coche que conducía ese imbécil. Los encontraría y cuando lo hiciera, Ángel iba a aliviar toda la tensión acumulada que se había ido construyendo desde que rompió con Sarah. Se sentía dispuesto a matar. —Voy a buscarla. Después de colgar, Ángel estalló pasando a Eric y a Romero. Oyó a Alex

Estaba casi llegando a su coche cuando Eric lo llamó. —Oye, Ángel. ¿Qué pasa? ¿A dónde vas?

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—¿Qué le pasa?

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preguntarles:

—Tengo que ir a buscar a Sarah, —Tomó la manija de la puerta del coche. —¿Qué pasa? —preguntó Romero. Ángel se giró justo antes de entrar al coche. —Ese pervertido de Rudy la tiene en el Monte Soledad, sola. Vio a Eric y a Romero correr hacia el coche de Eric mientras él ponía el motor en marcha. La imagen de Rudy alejándose con Sarah en la escuela y la forma sarcástica en que había mirado a Ángel alimentaron su genio ya asesino y pisó el acelerador.

Después de correr durante unos seis kilómetros y medio, el entrenador bajó la velocidad y se detuvo cerca de una zona de césped. Habían estado corriendo por un sendero que serpenteaba a lo largo del lado de la carretera. A veces el camino se desviaba un poco lejos de la carretera, pero siempre estaban dentro de la vista de ella. Sarah no había visto un vehículo en marcha en todo el tiempo que habían corrido. El entrenador Rudy cogió las botellas de agua de su mochila y le dio una a Sarah. Entre jadeos pesados, le recordó que no bebiera demasiado rápido o demasiado. Sarah se acercó a una roca gigante por el lateral del camino y se apoyó en ella. Se alegró por el frío, ahora el aire fresco se sentía bien en su nariz. Él se acercó y se unió a ella en la roca. Su muslo tocó la pierna de ella cuando se inclinó sobre la roca. —¿Cómo está el tobillo?

El entrenador tomó un sorbo de agua.

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siente muy bien.

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—Bien. —Sarah bajo la mirada y lo movió—. Estaba un poco nerviosa pero se

—¿Puedo hacerte una pregunta personal? Sarah puso el pie en el suelo y se giró hacia él. —Adelante. —Tu novio, el del semestre pasado; parecía bastante loco por ti. Sólo me preguntaba ¿qué en el mundo hizo que te dejara ir? Debió haber visto el dolor en sus ojos, porque le puso la mano sobre la pierna. —Oye, lo siento. No era mi intención desanimarte, era sólo curiosidad. Sarah negó con la cabeza y miró a sus pies. —No, está bien. Simplemente ha sido duro, pero lo estoy superando. El entrenador le dio unas palmaditas en la pierna y luego la frotó suavemente. —¿Él fue el primero? Sarah lo miró. —Quiero decir el primer amor. En realidad no había pensado de esa manera. Pero lo era. Ningún otro chico había estado cerca de la manera en la que se sentía por Ángel. Y tenía un dolor que nadie más le había hecho sentir. Ella asintió y volvió su atención al agua. —Fue mi culpa. —Tomó un pequeño sorbo—. Fui realmente estúpida. Sarah se puso de pie. El dolor estaba todavía muy reciente, tenía miedo de ponerse toda sentimental. Pero el entrenador le agarró la mano y tiró de ella

toque se sentía cálido. A excepción de la noche de la escena horrible, y el día en que fue a ver a su madre, todas las veces que había llorado por Ángel lo había

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—Ven aquí. Está bien. —Habló suavemente. Sus palabras eran amables y su

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hacia atrás.

hecho sola en su habitación. Sydney estaba por lo general al otro lado del teléfono, pero ella todavía no podía evitar sentirse sola. Se sentó a su lado. Él mantuvo su mano en la de él y le habló mirándola directamente a los ojos. —Escucha, no tienes que hablar de ello. Pero eres una chica hermosa, no sólo en el exterior y espero que sepas que hay un montón de chicos por ahí que se mueren por estar con alguien como tú. Sarah no estaba segura de eso. No le importaba tampoco. Sólo había un chico con el que quería estar, pero sabía que el entrenador tenía buenas intenciones. El nudo en su garganta se estaba volviendo más insoportable con cada palabra que él decía. Podía sentir que se le llenaban los ojos de lágrimas. Maldita sea. Eso era exactamente lo que no quería. Especialmente no hoy, el día en que se suponía que se iba a alejar de todo el dolor. Tragó duro tratando de mantener la calma. —¿Puedo abrazarte? Sarah se apoyó contra su pecho sin contestar. Y él la rodeó con sus fuertes brazos. Sintió que la besaba en la cima de la cabeza y de alguna manera se sentía bien. Es lo que hubiera hecho Sydney. Las lágrimas corrieron por su mejilla mientras olía el aroma limpio de su camisa. Se apartó un poco para mirarlo y él le limpió las lágrimas del rostro. —¿Tienes alguna idea de lo especial que eres? No estaba segura de cómo responder a eso. Sarah sabía que sólo estaba tratando de hacerla sentir mejor, pero la hacía sentirse incómoda. El nivel de ternura en sus ojos había cambiado un poco. La besó en la frente con suavidad y luego la

Sarah sintió un gélido escalofrío recorriéndole la espalda. Él sólo la estaba consolando, se dijo. Pero sus besos siguieron por su rostro y su musculoso cuerpo

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—Tienes los ojos más hermosos —susurró.

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comisura del ojo.

se inclinó un poco más fuerte en su contra. La atrajo hacia él por la cintura y sus labios acariciaron los de ella. Le puso la mano en el pecho. —¿Entrenador? —Pero él ni siquiera se movió. —Llámame Rudy —dijo, y la besó al lado de la boca. —¿Qué está haciendo? —Ella lo empujó con más fuerza, pero no era rival para él. —Está bien, Sarah. No luches. Sentí la atracción todo el tiempo. La locura ardiendo en sus ojos la alarmó. Era casi como si estuviera mirando a una persona diferente. La realidad finalmente se desplomó. —¿De qué está hablando? ¡Me está asustando! Su agarre se aflojó por un momento. —Vamos, Sarah. Los dos somos adultos. Esto se ha estado construyendo entre nosotros el tiempo suficiente. El pánico comenzó a sentirse como clavos y utilizó el pie para apartarlo. Él se tambaleó hacia atrás torpemente pero recuperó el equilibrio y la cogió de nuevo. Sarah se alejó. El dolor que había sentido antes ahora se sustituyó por la ira y el miedo. Ella había confiado en él. —¿Cómo se atreve? —Puedes dejar de actuar ahora, Sarah —dijo fríamente—. Los dos queremos esto. —¿Qué? ¡Está loco! Ni siquiera puedo creer que piense eso. —Sarah se alejó de él con cautela, pero él nunca retrocedió.

—No te hagas la tonta. ¿Por qué más estarías aquí conmigo?

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encerrada en sus brazos y se retorció con todas sus fuerzas para escapar.

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—¿Loco? —Agarró su mano y la empujó hacia él. En un instante, estaba

Sarah le dio un rodillazo en la ingle fallando por apenas un centímetro, pero fue suficiente para aturdirlo, lo que causó que la soltara. Al segundo que estaba libre, se echó a correr de regreso al estacionamiento. —¡Sarah, espera! Sin mirar atrás y sin la más mínima vacilación, Sarah estaba en la carrera de su vida. Hizo lo que mejor sabía hacer y aceleró. Su mente se precipitó y las lágrimas corrieron por su rostro. ¿Cómo pudo haber sido tan estúpida? Incluso con todas las advertencias se había puesto a sí misma en esta horrible situación. Pensó en los pocos coches en el estacionamiento, y oró que alguien estuviera por los alrededores cuando llegara allí. Todavía no había visto un alma. A medio camino del estacionamiento se dio cuenta de que el entrenador seguía corriendo tras ella. Él estaba gritando algo, pero su oído zumbaba con el viento, o tal vez era temor. Las gotas de lluvia comenzaron a rebotar en su cara. La adrenalina se sacudió a través de su cuerpo y aumentó la velocidad. Cuando por fin giró la esquina y vio el estacionamiento su corazón dio un vuelco. De los pocos coches que habían estado allí cuando llegaron, sólo quedaban dos. El corazón le latió con fuerza mientras sus ojos buscaban alrededor por alguien. Oyó el motor de un coche y trató de distinguir en qué dirección venía. El coche aceleró por la esquina por la que acababa de girar. —¡Hey! —gritó agitando los brazos en el aire. Pero el coche iba demasiado rápido. Estaba fuera de vista y ella no se atrevía a correr de vuelta en esa dirección. Apenas podía respirar y de todos modos no creía que pudiera correr más. Su estómago tocó fondo cuando vio al entrenador girar la esquina. —Sarah, espera. Quiero disculparme.

nada y todavía no había nadie a la vista.

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Miró a su alrededor por cualquier cosa que pudiera usar como arma. No había

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Corrió lentamente y Sarah podía ver que estaba tan exhausto al igual que ella.

—No se me acerque. —Sarah apenas podía pronunciar las palabras y ya estaba respirando fuertemente. Pero sus palabras no hicieron nada para disuadirlo. La arremetió con ese loco

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ardor todavía en sus ojos.

Traducido por Aяia y Debs Corregido por Kasycrazy

ngel se detuvo cuando se dio cuenta de que era el entrenador al que

Á

acababa de ver corriendo por el sendero. Pero él estaba solo. ¿Dónde estaba Sarah? Miró por el sendero. Tal vez se había quedado atrás. ¿El

idiota realmente la dejaría sola? Eric y Romero se habían ofrecido como voluntarios para ayudarle a encontrar a Sarah y también estaban conduciendo alrededor del parque. Le mandó un mensaje a Eric para hacerles saber que los había encontrado y dónde. Ángel miró por su retrovisor y vio que el entrenador iba hacia el aparcamiento que acababa de pasar. La lluvia empezaba a caer más fuerte ahora. Dio marcha atrás al coche y fue atrás rápido. Las ruedas chirriaron cuando se volvió hacia el parque y vio a Sarah hablando con el pervertido junto a su coche. Él estaba demasiado cerca de ella y su postura parecía defensiva. Ángel se detuvo junto a ellos, apagó el coche y saltó fuera. La expresión de Sarah se desmoronó cuando lo vio y salió corriendo hacia él. Su puño se apretó y se interpuso inmediatamente entre Sarah y el entrenador. —¿Qué ha pasado? ¿Qué sucede? —le preguntó.

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—Sólo ha sido un malentendido.

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Sus ojos asustados lo enfurecieron. El entrenador respondió por ella.

Ángel le dio la espalda a los ojos llorosos de Sarah lentamente. Su pulso latía en su oído. Habló tan calmadamente como pudo. —¿Qué ha sido un malentendido? El entrenador pareció tomárselo con calma. —Estábamos hablando. Ya sabes, sobre ti y la ruptura. Se ha puesto un poco emocional. Solo estaba intentando consolarla. Ángel apretó la mandíbula. La palabra consolación nunca había sonado tan obscena. Apenas podía contenerse ya. Miró a los ojos asustados de Sarah. —¿Es eso lo que ha pasado? Dime la verdad. Algo en sus ojos vaciló cuando dijo la palabra verdad. Sus temblorosos labios lo desgarraron. Puso sus manos sobre su boca y luego dijo: —Él me ha atacado. Tan pronto como dijo esas palabras, Ángel se lanzó hacia el entrenador. —¡Hijo de puta! —gruñó, aterrizando un golpe en su cara y rompiéndole la nariz. El entrenador se tambaleó hacia atrás, sus manos yendo inmediatamente a su nariz. Su rostro era un desastre ensangrentado. Ángel corrió detrás de él aterrizando otro golpe en la barbilla noqueando al entrenador contra el coche. Ángel cargó hacia él listo para dejarle inconsciente, pero sus brazos fueron sujetados por Eric y Romero. Se las arregló para darle una patada que le pilló en la ingle derecha al entrenador, tirándolo al suelo gimiendo.

Incluso mientras miraba el rastro sangriento del rostro del entrenador correr por el aparcamiento no estuvo satisfecho. Había estado enfurecido muchas veces

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marchitándose por el dolor en el suelo.

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—Joder, Ángel. Le has dado una paliza. —Romero miró al entrenador

antes pero nada se comparaba a lo que sentía ahora. El bastardo había tenido suerte de que Eric y Romero hubieran aparecido o quién sabe lo que podría haber pasado. Ángel ignoró a Romero y se apresuró a donde Sarah. Puso una mano en su hombro y buscó en sus ojos aturdidos. —¿Estás bien? ¿Te hizo daño? Sarah negó con la cabeza. —No, solo me asustó. —Sollozó—. Intentó besarme y me sujetó fuerte pero yo me escapé y corrí. Me acababa de alcanzar. Oh, Ángel, si no hubieras llegado aquí, no sé lo que habría pasado. Estaba loco. Lanzó sus brazos alrededor de su cuello y la sostuvo fuerte. El olor y sentirla entre sus brazos era la única cosa que calmaba el tornado dentro de él. Dejaron al entrenador ahí para que se valiera por sí mismo pero Ángel condujo directo a la policía de La Jolla. Insistió en que Sarah pusiera una denuncia inmediatamente. Se sentó con ella todo el tiempo sujetándole la mano. Sacaron una orden de arresto para el entrenador. La policía advirtió a Sarah que probablemente se pondría feo teniendo en cuenta que él era un profesor pero le animó a que fuera valiente y se mantuviera firme para que él no fuera libre para volverle a hacer esto a nadie más. Ángel se aseguraría de ello. Salieron de la comisaría. La vio mandar sus llamadas al buzón de voz todo el tiempo que habían estado ahí. Ángel estaba seguro de que era Sydney. Justo cuando se pusieron los cinturones de seguridad, el teléfono de Sarah sonó otra vez y finalmente contestó.

Te lo contaré después, ¿vale? —Bajó la voz pero Ángel lo escuchó y pidió a Dios no haberlo hecho—. Yo también te quiero.

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—Lo sé. Lo siento, estaba en la comisaría… no, estoy bien. Sí, estoy con Ángel.

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Le saludó y luego su voz se rompió.

Los fragrantes celos le arrasaron por dentro. Apretó el acelerador. Justo hace unas pocas horas estaba ansioso por matar por ella, y ahora solo la quería fuera de su coche, de su vida. Aceleró hasta su camino de entrada. La lluvia estaba cayendo con fuerza. No se molestó en apagar el motor o intentar suavizar su tono. —Espero que te asegures de que ese idiota vaya a la cárcel. Sarah asintió y recogió sus cosas y la carpeta de plástico en el que la mujer policía había metido toda su documentación para que no se mojara por la lluvia. —Gracias, Ángel. Realmente me has salvado hoy… no sé qué más decirte. Sólo deseo… No terminó y abrió la puerta apresuradamente para salir. A él se le acabó la paciencia. —¿Deseaa qué, Sarah? —Poder entender cómo has pasado página de mí tan rápido. —Salió y cerró la puerta. Ángel dejó que su cabeza cayera hacia atrás en su asiento. Increíble. Apagó el motor, abrió la puerta del coche y saltó fuera. —¿Realmente crees que he pasado página? —gritó sobre el capó del coche. Sarah no respondió. Ni siquiera se dio la vuelta, estaba a medio camino del camino de entrada. Ángel cargó alrededor del coche hacia ella. Gritó su nombre otra vez y ella se

alguien más.

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—Ni siquiera puedo imaginarme superarte y pasar página, pero tú ya estás con

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detuvo y se dio la vuelta. Ángel vio que estaba llorando.

—¿Qué? —No podía creerse que ella estuviera haciendo esto—. No me lances esta mierda, Sarah. No soy quien… —Ángel, sé que volviste corriendo a Dana dos días después de que cortáramos. Ángel podía ver que estaba furiosa, y su mente se puso a pensar en lo que acababa de decir. —Fui a hablar con ella, eso es todo. —Lo que sea, no importa, espero que ustedes dos sean felices. —Ella comenzó a dar vuelta hacia la casa. —No, no, espera —Ángel dio unos pasos hacia adelante. No iba a dejar que volviera esto en su contra—. La única razón por la que quería hablar con ella era porque tenía información sobre ti. Sarah se dio la vuelta. —¿Qué demonios iba a saber de mí? —Alguien te vio esa noche. La noche en que tú y Sydney estaban tomados de la mano y abrazos en la playa. —Sólo la imagen revolvía sus entrañas—. Ella me llamó esa noche para contármelo y no tenía sentido para mí. Lo ignoré. Pero después de descubrir la verdad, quería confirmar exactamente qué era lo que había visto. Recordar estar allí sentado y tener la confirmación de Dana, le hizo revivir el dolor, y empezó a alejarse. Ya había terminado con todo esto. —Estoy tan harta de llorar por ti, Ángel. —Oyó sollozar a Sarah—. Nunca vas a entender lo mío con Sydney, él siempre va a ser una parte de mi vida.

estar más enojado, ella había hecho esto, maldita sea. No él. —¿Qué quieres que entienda, Sarah? ¿De verdad esperas que esté bien con que te vayas a vivir con este tipo? ¿Este chico del que estás enamorada?

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Se dio la vuelta para mirarla. Parecía tan rota como él se sentía. Pero sólo lo hizo

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Lo mataba oírla tan molesta. Pero ella tenía razón. Nunca lo aceptaría. No podía.

—¡No estoy enamorada de él! —gritó—. Lo quiero, es diferente. Ambos se estaban mojando, pero no importaba. Ángel tenía la sensación de que sería la última vez que hablaría con ella y no retendría nada. Se rio con incredulidad. —¿Cómo a un hermano, Sarah? —¡Sí! Caminó hacia adelante, pero se detuvo a unos metros de ella. —¿Y el vestido? Sarah lo miró con los ojos abiertos aparentemente pérdida. Ángel se alegró de que la tormenta fuera tan fuerte o su voz de trueno podría atraer a los vecinos. Podía ver a Sarah tratando de dar sentido acerca de lo que estaba gritando. —¡Ese maldito vestido, Sarah! Nunca te has vestido así para mí, ¿pero lo usaste para tu hermano? ¿Esperas que me crea eso? —Era para ti —gritó. Ella todavía estaba mintiendo. Increíble. Ángel apretó los dientes, pero no pudo calmar su voz. Estaba demasiado sacado de quicio. —¡Ni siquiera iba a verte esa noche! —¡Pero lo ibas a hacer! —Sus ojos se iluminaron—. ¿Te acuerdas? Se suponía que me recogerías, pero luego Sydney apareció a último minuto. No quería que lo averiguaras así, por lo que me fui con él y te llamé. Ángel pensó por un segundo, todavía respirando con dificultad. No tenía sentido.

Se puso de pie justo en frente y Ángel miró sus ojos inundados. —Esto va a sonar muy estúpido. Iba a decirte esa noche sobre Sydney. Te lo juro. Me preocupé por ello todo el día. A Valerie se le ocurrió la idea de que vestirme

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Sarah soltó todo lo que tenía en sus manos en el césped, apresurándose hacia él.

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Ella nunca se vistió de esa manera.

de esa manera te distraería. No lo sé, haría las cosas más fáciles. No tuve tiempo de cambiarme cuando llegó aquí. Pero el vestido, el pelo, todo era para ti, Ángel, no para él. Sintiendo su corazón mucho más liviano y estando tan cerca de ella, tuvo que resistir el impulso de atraerla hacia él. Pero sí apartó los húmedos pelos de su cara. Sus ojos buscaron los de él. Por primera vez desde que habían roto, él comenzó a sentir un atisbo de esperanza. Si tan sólo pudiera superar que regresara a vivir con Sydney. —Así que, ¿cuándo te vas de nuevo a Arizona? Ella aspiró, y se mordió el labio. —Puede que no me vaya. El corazón de Ángel acababa de empezar a calmarse y sintió que se puso en marcha de nuevo. Levantó una ceja. —¿Qué quieres decir? —Mi mamá puede salir de la cárcel antes de lo que pensábamos. Tal vez en un par de meses. Es por eso que todavía estoy aquí. Fui a verla y me pidió que esperase un poco más. Pero también dijo que dependía de mí, dónde íbamos a vivir una vez que esté afuera. Sus ojos ahora, buscaron los de ella. —Entonces, ¿qué vas a hacer? —Eso depende. —Tenía esa arruga entre sus cejas. Ángel frunció el ceño. Siempre había algo.

Le tomó un segundo darse cuenta. Pero cuando lo hizo, la tomó en sus brazos. Ella se sobresaltó, pero se echó a reír.

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—De ti. —Pareció contener el aliento.

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—¿De qué?

—No juegues conmigo, Sarah. ¿Realmente te vas a quedar? Sus ojos brillaron de nuevo. —¿Me quieres? Ángel sonrió, llevando las manos a su cara y tocándole la frente con la suya. Se quedó mirando sus bellos ojos antes de besarla con ternura. Había extrañado tanto su olor, sus labios, su gusto. Nunca iba a dejarla ir de nuevo. Sarah se apartó y miró en sus ojos. —Te amo, Ángel. Al oírla decirlo por primera vez se atragantó. —Dilo otra vez — susurró. Sus ojos brillaban y ella se rio. —Te amo.

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—Yo también te quiero, cariño.

Traducido por Itorres Corregido por flochi

S

arah se quedó allí trazando el grabado de la cadena alrededor del cuello de Ángel con los dedos. Echó un vistazo a su muñeca y sonrió hacia la pulsera. Ella se la había quitado y se negó a mirarla mientras habían estado

separados, casi se la envió por correo, cuando había perdido toda esperanza. Algo en su corazón no la dejó y ella se alegraba ahora de no haberlo hecho. Después de una semana de estar juntos de nuevo ellos todavía no podían quedar satisfechos uno del otro. Ángel se había asegurado de cerrar el restaurante cada noche desde entonces y Sarah estaba allí con él cada vez. Se preguntó si sus padres tenían la menor idea de las cosas que hacían en la trastienda. Ángel se levantó apoyándose con el codo y jugó con su pelo. —¿Cómo llegaron a ser tan cercanos? —Él miró en sus ojos—. ¿Tú y Syd? Desde que habían estado juntos de nuevo, Sarah mantuvo cualquier conversación de Sydney al mínimo y hasta ahora, Ángel realmente no había preguntado demasiado. Sabía que una vez que el polvo se asentara esto vendría, y ahora aquí estaba. Se había preparado, ella no le ocultaría nada más. No importa qué tan incómodo fuera. —Bueno, te dije que nos mudábamos mucho cuando yo era pequeña. Así pues,

Entonces Syd se hizo amigo mío. —Sonreía al recordar—. Él no tenía amigos tampoco, aunque no lo admitió en un principio. Él estaba muy gordito.

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momento en que nos mudamos a Flagstaff, había dejado de hacer amigos.

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nunca tuve ningún amigo. Tan pronto como los hacía tenía que dejarlos. En el

—¿Sydney era gordo? —Ángel parecía divertido por eso. Sarah sonrió tratando de no rodar los ojos. —Sí, él se puso muy grande en la escuela media. Yo nunca hice muchos amigos, ya que no estaba segura de cuánto tiempo íbamos a estar allí. Entonces mi mamá me dijo que su trabajo se hizo permanente y que nos quedaríamos. Para entonces, Syd y yo ya éramos cercanos. Dado que mi madre siempre estaba fuera, me pasé un montón de tiempo en su casa. Se convirtió en mi hogar lejos de casa y su familia me trató como una de ellos. La ceja de Ángel levantó. —¿Y él nunca hizo un movimiento? Sarah negó con la cabeza. —Nunca. Como dije, él fue realmente pesado por un tiempo y estaba muy consciente de sí mismo sobre eso y yo estaba consciente de mí misma acerca de mis dientes. —¿Tus dientes? Tienes unos dientes bonitos. —Sí, ahora, después de tres años de brakets. Antes eran un desastre torcido. Así que, Syd y yo, éramos un par de inadaptados auto conscientes que se apoyaron el uno al otro durante años. —Ella volvió a sonreír pensando en los recuerdos. Ángel estaba mirándola así que ella continuó—: De todos modos, en la escuela media es cuando empecé a regañarlo para perder peso. Fue entonces cuando empecé a correr. Todo comenzó para hacerle perder peso. Empezamos a correr todos los días, ahí fue cuando comenzó mi amor por correr. Para la preparatoria, había perdido mucho peso, y luego se estiró y eso realmente ayudó. Nos unimos

—Sí, nunca supuse que fuera un culo gordo.

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Ángel se rio entre dientes.

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al equipo de atletismo juntos y ahora ni siquiera sabrías que él era tan pesado.

Sarah frunció el ceño, pero se alegró de que Ángel no estuviera siendo tenso al respecto. Ángel se inclinó y la besó dulcemente. Le asombraba lo feliz que la hacía simplemente estar con él. Él la besó un poco más y entonces vino: —Nena, sé que es tu amigo. Y voy a intentar endemoniadamente ser comprensivo con esto lo mejor que pueda, pero necesito saberlo todo. No quiero que me escondas cosas, de nuevo, sobre todo cuando se trata de él. Así que, si alguna vez te llama, no necesito saber todo lo que ustedes dos hablan, sólo que no quiero que me lo escondas. Él debe haber visto algo su expresión, o la sintió tensarse porque paró y luego le preguntó: —¿Qué? —¿Quieres que te diga cada vez que él llama? Los ojos de ángel se estrecharon. —¿Con qué frecuencia te llama, Sarah? Así de fácil, la cosa de honestidad completa salió por la ventana. Sarah sabía que estaba mal, pero con esa mirada en sus ojos y el tono de su voz no había manera de que la verdad volara por aquí. Decirle que sus llamadas eran a diario estaba fuera de cuestión. —Bueno, él no me llama a cada rato, pero hablamos... unas cuantas veces a la semana. Sara vio a Ángel tratando de mantenerse sereno. Rodó su cuello como siempre lo hacía, como si con ello pudiera liberar la tensión. Por lo que sabía, eso nunca

—¿Qué significa eso? ¿Voy a lidiar con eso? ¿Es realmente un sacrificio tan grande?

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—Voy a lidiar con ello —añadió rápidamente.

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funcionaba.

—No, pero... simplemente no entiendes… —Estoy tratando de hacerlo. —Se recostó, poniendo la mano detrás de su cabeza. Sarah se levantó sobre su codo. —¿Una vez a la semana es demasiado? Él la miró pero no dijo nada y ahora era el turno de ella para besar. Ella se inclinó y le dio un beso en los labios, y luego besó el hoyuelo que se formaba en su mejilla con su expresión fruncida. Él puso su mano libre en la nuca de ella. —Sarah, cariño, no quiero que pienses que estoy siendo insensible. Sé que es tu amigo de mucho tiempo y todo. Es sólo que me va a tomar algún tiempo acostumbrarme a esto. Sarah le dio un beso un poco más largo esta vez. —Lo sé. Vamos a hacer que esto funcione. Tenemos que hacerlo, porque no quiero estar lejos de ti nunca más. Ángel sonrió y la atrajo hacia él con ambos brazos esta vez. —Me encanta oírte decir cosas como esa. —La besó largo y profundamente y luego agregó—: Y sí, quiero saber cada vez que hables con él. Sarah estaba a punto de tener que reducir las conversaciones con Sydney porque mentirle a Ángel era una cosa del pasado. No iba a cometer nuevamente ese error. Hicieron el amor otra vez y luego Ángel llevó a Sarah a casa sin una

entender una palabra de lo que estaba diciendo. Pero entonces la oyó reír en medio de todo el llanto.

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El corazón de Ángel casi se detuvo cuando Sarah lo llamó llorando. No podía

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palabra más sobre Sydney.

—¡Ella va a salir pasado mañana! Durante semanas habían estado esperando la fecha y, finalmente, la madre de Sarah iba a ser liberada de la cárcel. Ángel no podía estar más feliz. La madre de Sarah estaría allí para ella durante el juicio del entrenador. —Te lo dije, nena, cree. —Era tarde en la noche y una noche de escuela, pero todavía se quedó y habló. Al principio, Sarah tuvo la loca idea de que iba a Arizona sola para recoger a su mamá. Como fue cuando rompieron. No había manera de que Ángel dejara que eso sucediera. La tía de Sarah no podía tomarse el día libre en tan poco tiempo por lo que Ángel hizo los arreglos y él mismo llevó a Sarah. Su madre no sería puesta en libertad hasta última hora de la tarde y Sarah sugirió que se detuvieran en la casa de Sydney para una visita corta, dijo que Sydney los había invitado. Ángel no estaba del todo a gusto con esto, pero por el amor de Sarah fingía estar bien. Cuando llegaron a la casa de Syd, Sarah se volvió hacia él. —¿Seguro que estás bien con esto? En realidad no, pero lo superaría. En lo que a él concernía, Sarah era una parte de su vida para bien ahora, así que si Sydney era parte de ella tenía que acostumbrarse a esto. —Sí, estoy bien. Ella se inclinó y le dio un beso antes de salir del coche. Ángel caminó alrededor de ella y se reunieron en la acera. Sydney ya estaba de pie en el porche con una chica rubia. Él se reunió con ellos en la parte inferior de los escalones del porche, saludó a

Sarah soltó la mano de Ángel para abrazarlo. —Yo también te extrañé.

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—Te extrañé, Lynni.

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Ángel primero y le presentó a su novia, Carina. Luego se volvió y saludó a Sarah.

Ángel vio como Sydney la abrazó largo y duro. —Dios, te ves bien. Se concentró en no rechinar los dientes con demasiada fuerza y trató de no fruncir el ceño. Sydney levantó la vista y miró a los ojos de Ángel cuando aún sostenía a Sarah. —Supongo que él es la causa de tu felicidad ¿eh? La madre de Sydney les hizo el almuerzo y comieron en el patio trasero. Sarah y Sydney hablaron del equipo de atletismo que había dejado atrás en Arizona y ella lo llenó de detalles acerca de la liberación temprana de su madre. Ángel miró a Carina que, como él, no había dicho mucho, y se preguntó si estaba tan insegura acerca de su relación como él. No se quedaron mucho tiempo, y Ángel supuso que era porque Sarah sintió su malestar a pesar de que hizo todo lo posible para tratar de no encogerse cada vez que Sydney llamaba a Sarah, Lynni. Sydney la abrazó con mucha fuerza cuando dijo adiós. Esta vez, Ángel se alejó casualmente, no queriendo ver la forma en que las manos de Syd acariciaban su espalda. Estaba agradecido de que no se profesaran su amor, o puede que se hubiera enojado. Sarah le apretó la mano mientras se alejaban. —Gracias por eso. Sé que no debió haber sido fácil. —Ella se llevó la mano de él a la boca y la besó. —¿Por qué te llama Lynni? —Ángel no quería que ella pensara que estaba enfadado, pero no pudo evitar preguntar.

primer comentario fue, te ves más como una Lynn que una Sarah. Después de un

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—Desde el momento en que lo conocí y me presenté como Sarah Lynn, su

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Ella se encogió de hombros.

tiempo se convirtió en Lynni. —Ella le besó la mano de nuevo—. ¿Eso te molesta? Ángel decidió simplemente ser honesto. —Lo odio. Sara se rio. —¿Por qué? Se volvió para mirar a sus brillantes ojos verdes que lo miraban fijamente. —Suena malditamente demasiado dulce. Sarah le habló de cómo a su madre tampoco le gustaba, pero después de años de intentar corregirlo había renunciado. Sarah era Lynni para Sydney y siempre lo sería. Genial. Cuando llegaron al centro de detención de mujeres era todavía temprano. La madre de Sarah no había terminado de preparase y hacer el papeleo. Se sentaron en un banco duro y frío en el vestíbulo. Sarah se apoyó contra Ángel y él la rodeó con su brazo. Podía decir que estaba ansiosa y la besó en la parte superior de la cabeza. —Ya casi, cariño. Ella asintió con la cabeza. Una buena hora más tarde, su madre finalmente salió y se pusieron de pie. Ángel se mostró sorprendido por la falta de semejanza. El cabello de su madre era de color marrón claro y tenía los ojos muy oscuros. Lo único que tenía era la sonrisa de Sarah. Sarah corrió hacia ella y la abrazó. Tras abrazarse entre ellas durante unos

su lugar. Cuando ella se apartó lo examinó a fondo. —Ella estaba en lo cierto chico, eres un muñeco.

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Ángel se acercó para estrecharle la mano, pero su madre lo abrazó con fuerza en

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minutos, Sarah se volteó para presentarla a Ángel.

—Nunca me han llamado así antes. —Ángel sonrió. Él tomó las bolsas que su madre llevaba y la madre de Sarah lo rodeó con su brazo, y luego rodeó con el otro a Sarah. Los tres comenzaron a caminar por el pasillo. —Entonces, ¿qué dicen, chicos? Vamos a olvidar el pasado y empezar nuestra nueva vida en California.

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Ángel y Sarah se miraron y sonrieron. Sí, a Ángel le gustaba el sonido de eso.

Traducido por AariS Corregido por flochi

L

os músicos se abrieron paso a través del restaurante aceptando peticiones. Sarah se sentó con su madre, tíos y Valerie en uno de los reservados más grandes. Los padres de Ángel habían dado una fiesta de graduación, así

que el restaurante estaba abierto sólo para invitados. La madre de Sarah apretó su mano y ella le sonrió. Su madre era todo lo contrario de lo que parecía cuando la visitó en la cárcel la primera vez. Había ganado peso, y se la veía saludable y vibrante. Ella había estado acompañándola durante el juicio del entrenador. Después de que Sarah presentara cargos, varias otras chicas dieron un paso adelante para acusarlo de lo mismo. Considerándolo todo, fue juzgado por varios cargos diferentes que van desde acoso sexual a intento de violación. Pero muchas otras testificaron que había actuado inapropiadamente con ellas también. Al jurado le tomó sólo dos horas deliberar. Fue encontrado culpable y después de que todos los cargos se sumaron estaría cumpliendo al menos treinta años antes de que siquiera le fuera propuesta la libertad condicional. Ángel no podía haber estado más feliz. Pero Sarah no podía evitar sentirse mal por el tipo. Tan joven y su vida estaba arruinada. Mantuvo

sosteniendo la mano de Eric. Después de que Sarah convenció a Ángel, Sofía y Eric fueron en una cita doble con ellos al baile. Cuando cumplió diecisiete un

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Sofía le guiñó un ojo y sonrió desde donde estaba sentada con sus padres,

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esos sentimientos para sí misma, sin embargo, y celebró con todos los demás.

mes antes, se le permitió tener citas. Por supuesto, Eric planteó su reclamo en el momento en el que lo averiguó. Ángel y Alex habían estado haciéndolo lo mejor posible para no darles un minuto a solas. Sarah le guiñó de vuelta y soltó una risita. Nunca sabrían cuán astuta podía ser su hermanita. Cuando Sydney entró con Carina, Sarah se levantó para ir a reunirse con ellos. Abrazó a Carina primero y después a Sydney. Los dedos de él recorrieron los de ella mientras estaban de pie y hablaban. Sarah se dio la vuelta para ver a Ángel caminando hacia ellos y rápidamente dejó caer la mano de Sydney. Los viejos hábitos tardaban en morir. —¿Cómo te va, amigo? —Ángel estrechó la mano de Sydney y palmeó su hombro. Luego se volvió y abrazó a Carina. Ángel les preguntó acerca del viaje en coche y empujó a Sarah suavemente hacia él por la cintura. Estaba mejorando con toda la cosa de Sydney, pero muchas cosas habían cambiado. Era inevitable. Sarah dejó de llamar a Sydney su mejor amigo. Al menos cerca de Ángel, y las llamadas habían sido reducidas a una vez a la semana desde su charla, la paciencia de Ángel sólo llegó así de lejos. Sarah sólo había vuelto a Arizona la vez que habían recogido a su madre. Pero desde entonces, Syd y Carina habían venido de visita varias veces y cada vez fue un poco mejor. Caminaron hacia el bar para conseguir bebidas. —Entonces, ¿está tu madre finalmente acostumbrándose a California? —

—Sí, lo está ahora, incluso consiguió un trabajo. Los padres de Ángel dijeron que podría trabajar aquí en el restaurante. Empieza la semana que viene.

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Sarah le habló acerca de su madre teniendo dificultades para adaptarse.

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preguntó Sydney.

—Sin embargo, no hará la contabilidad. —Ángel sonrió, tendiéndole un refresco. Sarah lo miró, consternada, y él la besó. —Estoy bromeando. Sarah puso los ojos en blanco y continuó. —No estaremos en casa de mi tía mucho tiempo, sin embargo. Conseguiremos un apartamento muy pronto. —¿Aún haces de niñera? —preguntó Carina. —No. El restaurante ha estado realmente atareado. He estado trabajando aquí tanto que simplemente no he tenido el tiempo. —Es cierto, Lynni me dijo que el negocio está en pleno auge. —Sydney se volvió hacia Ángel—. ¿Habéis pensado alguna vez en abrir otro? Ángel apretó la mano de Sarah. Aún odiaba oír a Syd llamarla así, pero estaba empezando a aceptar que eso no iba a cambiar. —En realidad —dijo Ángel—, ese es un poco el plan. Después de la universidad, Sarah y yo queremos abrir nuestro propio restaurante. Mi padre ya ha dicho que nos ayudará, pero no hasta que terminemos la universidad. —Se volvió para mirar a Sarah a los ojos—. La boda es primero, sin embargo. Sarah y Ángel estarían asistiendo a la Universidad Estatal de San Diego en otoño. Ella había estado tan cerca de ir a Nuevo México por un tiempo que Ángel había estado fuera de sí. Hace sólo unas semanas, sin embargo, habían recibido noticias de su beca en San Diego y ahora todo era perfecto. Se quedaría en La Jolla y trabajaría en el restaurante a media jornada.

Ángel frunció el ceño.

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—Lynni me dijo que si fuera por ti ya estarían casados.

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Sydney sonrió.

—Sí, todo el mundo saltó al escuchar eso. Está bien. Esperaré hasta que terminemos la universidad, pero no más de eso. Los músicos comenzaron a cantar Sabor a Mí, una lenta y romántica melodía mexicana. Sarah sonrió ante la vista del gigante de Alex junto a la pequeña Valerie. Aquellos dos todavía estaban dándole vueltas al asunto. Sarah no lo entendía. Alex miraba a Valerie de la misma manera que Ángel miraba a Sarah, sin embargo todavía seguía haciendo acto de desaparición ante Valerie todo el tiempo. Andarían por un par de semanas buenas siendo inseparables y luego él se habría ido con sólo unos cuantos mensajes de texto cortos para comprobarla y Valerie estaba segura de que estaba con alguien más. Algunas personas se levantaron para bailar, incluyendo a Eric y Sofía. Ángel tiró de la mano de Sarah. Ella dejó su bebida y la condujo a la pista de baile. Ángel chocó contra Eric fuerte antes de poner sus brazos alrededor de Sarah. —Eres un idiota. —Se rio Eric. Sarah descansó la cabeza contra el fuerte hombro de Ángel y cerró los ojos. El agarre de él se apretó y besó su cabeza. Nunca en todos sus sueños más salvajes de

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niña pequeña podría haber imaginado ser así de feliz. Finalmente estaba en casa.

Primeros años

Traducido por Jane, Little Pig, Helen1 y Jadasa Bo Corregido por flochi

E

scuela Primaria Cromer Flagstaff Arizona 6º Grado

Tener amigos está sobrevalorado. Sarah suspiró. Dos semanas en esta escuela y todavía se sentaba sola. Ya no se molestaba en tratar de hacer amigos. Durante el tiempo que tenía uso de razón, ella y su madre se habían mudado por lo menos dos veces al año. Cualquier amistad que haya hecho había terminado antes de que realmente hubiera comenzado. Y así, mientras que todos los otros niños se apresuraban a terminar su almuerzo para salir al patio y socializar, ella se sentaba allí como de costumbre, sin prisa. Recorrió su bandeja de almuerzo. Lo único que le atraía era la mandarina. Su mente vagaba mientras la pelaba. Un grupo de niños se sentaba dos mesas frente a ella hablando en voz alta. Uno de los niños metió una pajilla en su nariz y le dijo algo a una niña con trenzas que se rio tan fuerte que escupió su leche.

Impresionada, Sarah no tardó en volver a la realidad. Ni siquiera se había dado cuenta del niño sentado frente a ella. Se refería a sus pastosas papas fritas. Sin

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—¿Te vas a comer eso?

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Sarah sonrió.

pensarlo, empujó la bandeja de papas hacia él. Él sonrió, metiendo una en su boca de inmediato. Sarah observó sus dedos regordetes agarrar más. Era un niño rellenito rozando a gordo, con el pelo oscuro de punta. La chaqueta con capucha que llevaba estaba medio abierta y se veía un poco ajustada. Se volvió para mirar a los niños que Sarah había estado observando, luego a ella. —Así que, ¿por qué no te sientas con ellos? Sarah se encogió de hombros, sintiendo sus mejillas calentarse. El niño sonrió. —¿Eres nueva por aquí? Ella asintió. —¿Hablas? —Dio un mordisco a su hamburguesa con queso. Sarah lo miró por un segundo. —Sí, hablo. —Supongo que sí. —Sonrió—. ¿Tienes un nombre? —Sarah Lynn. —Ella siempre daba ambos, su primero y segundo nombre. La forma en que su madre siempre la había presentado. Él la estudió por un momento mientras continuaba masticando. Empujando la bandeja por lo que estuvo justo frente a ella, tomó un sorbo de leche con chocolate. —Te ves más como una Lynn, que una Sarah —dijo—. Soy Sydney, por cierto.

Sydney sacudió la cabeza, empujando unas pocas papas fritas en su boca.

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—¿Eres nuevo también?

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Sarah miró a su bandeja cargada y forzó una sonrisa.

—No, he estado aquí desde el jardín de niños. —Oh. —Se sentía mal por él. Dejó de masticar por un segundo y entrecerró los ojos un poco. —¿Qué? ¿Crees que no tengo amigos? —No... no... quiero decir... —Relájate, tengo amigos. Todos están ahí fuera. —Se rio señalando el patio de recreo—. Ya sabes, comen muy rápido, y luego van jugar al baloncesto y esas cosas. Eso no es para mí. Prefiero tomarme mi tiempo aquí. Sarah asintió, deslizando una rebanada de su mandarina en su boca. —Entonces, ¿de dónde eres? —Bueno, el último lugar donde vivimos estaba en Tempe. —¿Ah, sí? ¿Por qué te mudaste? —Mi madre consiguió un trabajo aquí. —Ella se encogió de hombros. Volvió a mirar hacia abajo a su mandarina. No había necesidad de contarle que su mamá cambiaba de trabajo cada seis o siete meses, a veces incluso más. —Bueno, te gustará Flagstaff. Nieva aquí en el invierno. Los niños que habían estado viendo se levantaron y empezaron a salir de la cafetería. Una de las niñas, la de las trenzas miró en la dirección de Sarah y Sydney. Dijo algo a las otras niñas y se rio a carcajadas. —Oye, Tina —dijo Sydney.

—Alguien con tu índice de inteligencia debería tener una voz baja también. — Puso un dedo en sus labios—. Estoy tratando de comer aquí.

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—¿Qué?

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La niña de las trenzas se volvió hacia él, haciendo una mueca.

Tina rodó los ojos y se alejó con el resto de las niñas. —No creo que lo entendiera. —Sarah se rio. —Oh, estoy seguro de que no lo hizo. Es la belleza de eso. —Sydney sonrió—. Puedo decirle cosas como esa durante todo el día y nunca se enojaría. —Así que, ¿no es la más brillante? —No, tampoco lo es su hermana. —Hizo una pausa por un momento para terminar de masticar—. ¿Tienes alguna hermana? —No. —Sarah negó con la cabeza—. No hay hermanos tampoco. Sólo yo y mi mamá. ¿Qué hay de ti? —No, sólo yo. Pero tengo un perro. Es grande, un Gran Danés, más como un pony, en realidad, que un perro. —¿En serio? ¿Tan grande? —Los ojos de Sarah se abrieron como platos—. Sólo los he visto en fotos, nunca en persona. —Oh, tienes que hacerlo. Son impresionantes. Diesel tiene casi dos y es más alto que mi papá cuando está de pie. Y mi papá es de un metro ochenta. —Vaya, eso es difícil de creer. —Créelo. Tal vez podrías venir un día y darle un vistazo. Es realmente genial, tan grande como es, es realmente amable. —Hizo una pausa—. ¿Dónde vives? —Cerca de Elm y Kendrick. —¿No es broma? Estoy a una cuadra de Fine y Kendrick. ¿Tomas el autobús? —No, camino —dijo.

—Camino, también. ¿Quieres venir después de la escuela?

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fuera una especie de extraterrestre.

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Odiaba el autobús, odiaba a todos esos rostros mirándola mientras subía, como si

Normalmente Sarah se hubiera sentido graciosa de ir a la casa de alguien que acaba de conocer. Pero había algo en Sydney que la hacía sentir cómoda. —Tengo que consultar con mi mamá primero —dijo—. Tal vez mañana. —Me parece bien. —La miró por un momento—. ¿Tus ojos son de color verde o azul? Sarah miró la última pieza de la mandarina. —Verde. —Son geniales. Pocas veces se ve una morena de ojos verdes. —Se metió otra papa en la boca. La campana sonó justo cuando Sydney terminaba lo que quedaba de su almuerzo, y caminaron de regreso a clases.

Con su tarea casi terminada, Sarah dio un mordisco a su quesadilla. Se levantó para buscar más jugo cuando oyó abrirse la puerta principal. Le sorprendió que su mamá estuviera en casa tan temprano. —Hola, cariño. ¿Cómo estuvo tu día? —Su madre se quitó el abrigo y puso sus cosas en el sofá. —Estuvo bien, ¿y el tuyo? —Oh, yo diría que estuvo condenadamente bien. —Su mamá entró en la cocina y le dio un mordico a la quesadilla de Sarah.

—Entonces, ¿cómo fue todo? —preguntó Sarah, sentándose otra vez. Su mamá sacó el queso de la heladera.

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—No, está bien. Yo haré más. Termina tu tarea.

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—Puedo hacer más —ofreció Sarah poniéndose de pie.

—Bueno, la chica a la que estoy suplantando porque está con licencia de maternidad, llamó hoy para decir que no iba a volver. El puesto está libre. Estuve haciendo bien mi trabajo, así que no encuentro ninguna razón por la que no me lo den. Sarah la miró sin expresión. —¿Eso significa que esto sería permanente? —Sí, amor. —Su mamá prácticamente brilló—. La paga es bastante buena. Mejor que la de cualquier otro trabajo que tuve. Si consigo esto, no nos volveremos a mudar. —¿En serio? ¿Cuándo vas a saberlo? —Bueno, ella recién avisó que no iba a volver hoy, así que vamos a tener que esperar. Pero se ve muy bien. —¡Ay mamá! —Saltó de su asiento y abrazó el cuello de su mamá—. Espero que lo consigas. Odiaría que nos volviéramos a mudar. Y tengo muchas ganas de estar aquí cuando nieve. Y… Su mamá se rio en voz baja. —No te entusiasmes mucho. Quizás no debería haberte dicho esto apenas me enteré. —Bueno, pero voy a mantener mis dedos cruzados. Su mamá agarró el plato con la quesadilla y volvió a la mesa. Sarah la siguió. —Hoy hice un amigo.

—¿Oh?

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—Ella es un él.

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—¿Sí? Eso es genial amor. ¿Cómo se llama ella?

—Sí, y es muy agradable. Se llama Sydney. Me invitó mañana a su casa para que conozca a su perro. —¿A su perro? —Eh, sí. —Sarah asintió, jugando con su comida—. Un Gran Danés, que él dice es más grande que su papá cuando se para. No puedo esperar para conocerlo. La mamá de Sarah la miró detenidamente por un momento. —¿Cuántos años tiene este Sydney? —Creo que tiene mi misma edad, ya que estamos los dos en sexto grado. Vive a la vuelta, en la calle Fine. ¿Puedo ir? Su mamá tomó un sorbo de su leche y levantó su ceja. —¿Crees que Sydney es lindo? —¿Qué? ¡Mamá! —Sarah sonrió, arrugando su nariz. Su mamá se rio. —Solo estaba preguntando. —Es bueno, y eso es todo lo que importa. —Entonces no es lindo. —Su mamá se rio tontamente. Sarah sonrió. Era lindo ver a su mamá de buen humor de vez en cuando. Al día siguiente, Sarah estuvo con Sydney en la escuela, y a la tarde conoció a Diesel y a la mamá de Sydney, Frances Maricopa. Para Sarah, esta se parecía a una de esas mamás de los programas de televisión que muestran la vida de las

toda su vida, y la primera de muchas que iba a probar. Sydney la acompañó hasta su casa porque estaba oscureciendo a la hora en la que se fue. Hablaron sin parar todo el camino, al igual que hicieron durante todo el día. A diferencia de varias

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La invitaron a quedarse a comer, y Sarah comió una de las mejores comidas de

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familias en otra época, usando delantales y siempre una sonrisa en su rostro.

de las amigas que Sarah hizo a través de los años, con Sydney podía hablar con facilidad. Sarah recibió la mejor noticia en años más tarde esa semana. Le habían ofrecido el puesto a su mamá en la oficina. Se iban a quedar en Flagstaff. Por fin Sarah estaba en su hogar.

E

scuela Intermedia Flagstaff 8º Grado Sydney sacó una barra de granola con chispas de chocolate de su bolsa de

papel. Acababa de terminar de comer un pedazo de pechuga de pollo sin piel, junto con un pequeño bol de queso, un refresco de dieta y una pequeña caja de pasas. Sarah frunció el ceño. —Eso no está en la lista de las cosas que puedes comer. —¿Te puedes tranquilizar? Es una barra de granola. —Sí, pero tiene chispas de chocolate. Sydney puso los ojos en blanco, y la volvió a guardar en su bolsa. —¿Ves? —Sonrió—. Y dijiste que no tenías fuerza de voluntad. —No sé por cuánto tiempo más voy a poder seguir haciendo esto Lynni. —Tiró la bolsa en el tacho—. Esta comida apesta y sigo con hambre. Se pusieron de pie y se fueron de la cafetería. Sarah intentó ser positiva. En dos

ella. Y habían buscado por internet una dieta que él pudiera seguir.

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de su peso ideal. Por fin lo había convencido de unirse al Club de Corredores con

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años, su amigo había pasado de estar rellenito a estar peligrosamente por arriba

—Sydney, ya has perdido casi cinco kilos en tres semanas. Si sigues así vas a estar en el peso ideal cuando estemos en la secundaria el año que viene. Sydney frunció el ceño. —La mayoría de eso era agua, Lynni. Ahora empieza la parte difícil. —Entonces nos unimos justo a tiempo al Club de Corredores… justo a tiempo. — Ella sonrió.

Sarah estaba intentando recuperar el aliento con sus manos en posición de jarra. Como siempre, Sydney fue el último en terminar las vueltas obligatorias antes de irse a las duchas. —Vas bien, Syd. ¡No pares! —gritó. Se retorció al ver el dolor en la cara de Sydney. Corrió hasta ella arrastrando los pies, pero no paró. Eso fue un gran progreso. Al principio, paraba de correr a la mitad. Incluso hasta había hablado de abandonar el Club, pero gracias a Sarah se quedó. Un par de chicas que estaban caminando se rieron tontamente. Sarah les echó una mirada llena de odio. Sydney y Sarah caminaron hacia el gimnasio, y cuando él recuperó el aire empezaron a hablar. —Por más difícil que sea, tengo que admitir que se está volviendo más fácil. Cuando llegaron al gimnasio, se inclinó sobre el bebedero, dejando que el agua

—No, pero lo voy a hacer apenas entre.

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—¿Te volviste a pesar? —preguntó Sarah.

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golpeara su cara.

—No puedo esperar. Estoy segura que perdiste bastante desde la semana pasada. Sarah se duchó y cambio, y caminó hacia el exterior del gimnasio. Sydney estaba hablando con Cheryl, una de las chicas de la banda. —El año pasado estuvo genial, y dicen que este año va a estar todavía mejor — dijo Cheryl, justo cuando Sarah los alcanzaba—. Además, es tu último año aquí,

tienes que ir. Sydney leyó el volante que Cheryl le entregó. Miró a Sarah, y luego a Cheryl. —Se los haré saber —dijo. Dobló el volante y lo guardó en el bolsillo. Pero Sarah captó las palabras Festival

de Navidad. —Sí, házmelo saber pronto, porque mi mamá necesita un recuento —dijo Cheryl, alejándose. —¿Es eso la cosa de Navidad a la que no fuiste el año pasado? —preguntó Sarah. Syd asintió. —He perdido 2 kilos más. Sarah sonrió, pero sus pensamientos volvieron al Festival. Era algo que la entrometida madre de Cheryl había montado a los miembros de la banda para asistir e interpretar, durante las fiestas. Pero fue en Phoenix, y el año pasado había sido una cosa de cuatro días. Sydney optó por no ir el año pasado y Sarah tuvo la sensación de que él no fue porque sabía que ella estaría sola para las fiestas. —Eso es genial, Syd. Sé que vas a perder todo el peso. No tengo ninguna duda. —

—¿Para esa cosa de la Navidad? Él hizo una mueca.

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—¿Ir a dónde?

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Ella caminó al lado de él—. ¿Así que vas?

—Nah. —¿Por qué no? —No es lo mío. —¿Qué quieres decir con que no es lo tuyo? Te encanta tocar el saxofón. Sydney se encogió de hombros. —Las fiestas son para estar con la familia. Sarah sonrió sintiéndose toda cálida y confusa. Ella se inclinó sobre él por un segundo. —Estoy muy orgullosa de ti por apegarte a tu dieta, Syd.

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scuela Preparatoria Flagstaff 11º Grado La mochila sonaba a cada paso, haciendo eco a lo largo del pasillo vacío.

Sarah frunció el ceño. ¿Por qué siempre esperaba hasta el último día de clases para limpiar su casillero? Su mochila pesaba una tonelada. Se abrió camino hacia la puerta de entrada y la arrastró por la acera hacia el aparcamiento. Sydney estaba apoyado en su coche hablando con Carina Santiago. Estaban en la banda de Jazz juntos. Carina tocaba el violonchelo. Sarah sonrió. Había bromeado con Sydney antes sobre tener una cosa por Carina, pero hasta ahora no admitiría nada. Sydney vio a Sarah y corrió hacia ella, tomando su mochila.

semanas. Estaba tan contenta que estaría deshaciéndose de ellos y justo a tiempo para el último año.

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Sarah mostró su sonrisa de metal. Sus frenillos serían quitados dentro de unas

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—Maldita sea Lynn, ¿qué tienes aquí? ¿Ladrillos?

Miró a Carina que todavía estaba de pie junto al auto de Sydney. —Carina se ve bastante linda hoy. —Sonrió. Sydney rodó los ojos. —Lo que sea. Ella rebuscó en su mochila camino a casa. Sarah quería mostrarle a Sydney una foto que había encontrado enterrada en su casillero. Era de los dos en el octavo grado, antes de que Sydney hubiera perdido todo el peso. —¿Qué estás buscando? —Una foto que encontré. Casi se me olvida lo pesado que eras. —Se rio ella. —Aggg, no quiero ver eso. —Pero es muy inspirador —insistió—. Además no me veo tan caliente en ella tampoco, ¡con mi ridículo flequillo y mi tonta sonrisa dientona! Sydney frunció el ceño. —Nunca pensé que tuvieras una sonrisa tonta. —Oh, por favor, era horrible —dijo Sarah—. Olvídalo. No puedo encontrarla en este lío. Te la mostraré luego. Entonces, ¿qué pasa contigo y Carina? Sydney la miró por un segundo, luego de nuevo a la carretera. —Nada, sólo somos amigos. —No lo sé —bromeó Sarah—. Creo que le gustas. Sydney miró al frente, pero sonrió.

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—Sí, creo que sí.

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—¿Eso crees?

Sarah miró a su mamá. —Así que, ¿no confías en mí? —No, no he dicho eso… —No confías en Sydney entonces, ¿es eso? —No, Sarah, esto no tiene nada que ver con la confianza. Es sólo que ustedes dos están haciéndose mayores y... bueno, no parece correcto que él esté aquí a solas contigo durante horas. —Pero nunca estás aquí, así que, ¿cuándo se supone que iba a venir? —Se arrepintió tan pronto como lo dijo. Sabía que su madre odiaba tener que trabajar tantas horas y pasar tan poco tiempo con ella. —Sarah, tienes que ser razonable. Sé que es tu mejor amigo, pero los dos están en una edad hormonalmente muy peligrosa. Cualquier cosa puede pasar. Sarah se hundió en su asiento. No podía creer lo que estaba oyendo. En todos los años que había sido amiga de Sydney ni una sola vez hablaron de cualquier cosa que pudiera arruinar su amistad. —Sé lo mucho que ustedes dos son el uno para el otro —continuó su madre—. Es que no es la cosa más inteligente que yo permita que mi hija adolescente pase tanto tiempo a solas con un chico, incluso si es sólo un amigo. —No puedes estar hablando en serio. —Sarah puso los ojos en blanco—. En primer lugar no es sólo un amigo, es mi mejor amigo. Lo conoces, mamá. Nunca nos hemos mirado el uno al otro de esa manera. Lo quiero como a un hermano y

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—Sé eso, pero las cosas cambian, cariño.

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él se siente de la misma manera.

—Sin embargo no lo han hecho. —Sarah cogió su plato y se puso de pie. Apenas había tocado su comida, perdiendo el apetito, tan pronto como oyó esas palabras.

No creo que Sydney debería pasar tanto tiempo aquí cuando no estoy en casa. Sarah se había sorprendido. Se dio cuenta de que su madre estaba de mal humor en cuanto entró por la puerta. Sarah y Sydney estaban tumbados en el suelo elaborando carteles para la campaña de Syd. Él iba a ser candidato a presidente de la clase este año. Su madre los miró y dio un portazo. Pero últimamente estaba a menudo de mal humor cuando llegaba a casa desde el trabajo así que no parecía gran cosa. Lo último que Sarah esperaba era esto. —No he terminado de hablar —dijo su mamá. —Bueno, yo sí. —Sarah puso su plato en el fregadero. —Sarah Lynn Fierro, te quedarás aquí hasta que termine. Sarah se quedó allí, mirando hacia el fregadero. Podía sentir sus oídos poniéndose calientes y apretó los labios. —Hay algo más acerca de lo que necesito hablar contigo —continuó su mamá. Sarah se quedó ahí, negándose a dar la vuelta. ¿Y ahora qué? —Ven, siéntate. El tono de voz de su madre sonaba inquieto. Se dio la vuelta y vio la mirada sombría en el rostro de su madre. En todos los años, desde que era una niña, sin importar lo que les sucediera, nunca había visto lo que ahora veía en los ojos de su madre. Miedo.

Sarah examinó los ojos de su madre, lo que dijo aún resonaba en su cabeza. Pero antes de que pudiera decir nada, su madre volvió a hablar.

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—Hice algo malo, de lo cual no estoy muy orgullosa, y he perdido mi trabajo.

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Se acercó, y se sentó frente a su madre.

—Podría estar en la cárcel un tiempo.

Subiendo de prisa los escalones del porche, Sarah saludó al padre de Sydney, quien se encontraba ocupado lavando el SUV de la familia en la entrada. —Hola, señor Maricopa —dijo. —Oye, Sarah —dijo—, Syd está adentro. Entra. Sarah entró directamente en la cocina donde vio a Sydney apoyado en el mostrador leyendo algo. —¿Listo para nuestra carrera? Sydney levantó la mirada por un segundo, apenas reconociéndola. Luego volvió a lo que estaba leyendo. —¿Holaaaaa? —dijo mientras lo alcanzaba—. ¿Qué es eso? —Campamento de la banda. —Sus ojos aún fijos en el papel. —¿Otra vez? —Frunció el ceño—. Parece como si hace solo unos meses que volviste de ahí. Sydney finalmente la miró. —Fue el verano pasado. —No hay manera de que ya haya pasado un año. —Sí, así es.

—Lo sé. —Suspiró—. Pero esa semana siempre se siente como un maldito mes.

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—Es solo una semana, Lynni. Estarás bien.

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—¿Y tienes que ir? —Saltó y se sentó sobre el mostrador.

Sydney dobló su pierna sentándose encima de ella, sujetando con su mano por detrás. —Este año hay más escuelas y están añadiendo concursos individuales. Podría entrar a uno. —¿Podría? ¿Por qué no lo harías? Podrías ganar. Sydney bajó su pierna y dobló la otra. —No lo sé, la competencia está realmente dura este año. Algunas de las nuevas escuelas que van son especializadas en arte. Se centran solo en la música… —Está bien. Para —dijo Sarah—. Sabes que odio cuando haces esto. Escuela especializada o no, eres brillante Syd. No vuelvas a cuestionarte eso. —Sí. Si tú lo dices. —Hizo una mueca. —No, lo dice todo el mundo. Definitivamente, debes hacerlo. Cuando regresemos revisaremos tu música para que puedas practicar hoy una pieza. —Saltó del mostrador. Sydney sonrió mirando a Sarah impulsarse a sí misma saltando arriba y abajo. —¿Alguna noticia sobre lo de tu madre? Sarah suspiró. —No, pero hemos hablado de las posibilidades y… —Se detuvo por un momento, luego sacudió la cabeza—. No quiero ni pensar en eso. Sydney se la miró. —¿Tan malo es?

—¿Qué? ¿La que está en California? Pero si apenas la conoces.

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—Si va a la cárcel, quiere que vaya a vivir con mi tía.

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Sarah asintió.

—Lo sé. Es lo que dije, pero no se puede razonar con mi madre. Insiste en que debo estar con la familia, incluso si apenas los conozco. Sarah se mordió el labio. —Bueno, no te preocupes por eso todavía —dijo Sydney—. Cualquier cosa puede suceder, ¿cierto? Y en el peor de los casos… —Ni siquiera lo digas. —Sarah jadeó. —Lynni, no tiene que ser tan malo. California no está tan lejos, y seguiremos en contacto. —Puso sus manos sobre sus hombros—. Lo prometo. Vamos, puede que ni suceda así que, ¿por qué preocuparse ahora?

Sarah se sentía aturdida. Esto no podía estar pasando. Sujetó el teléfono, sus nudillos poniéndose blancos. El nudo en su garganta era insoportable. —Sarah, ¿sigues allí? Con un gemido casi inaudible Sarah respondió: —Ah huh. —Sé que es difícil, cariño, pero no es el fin del mundo. Ya hablamos de esto, y sabías que era una posibilidad. Lo intenté, Sarah. De veras lo hice, pero no hay manera de evitarlo. Hemos repasado todas las opciones, pero todas las demás son muy riesgosas. Es lo mejor. —Pero es el último año… —Sarah sintió una enorme furia, y las lágrimas ardiendo en sus ojos. Se sentía lista para estallar, arremeter. Entonces escuchó a

Su madre inhaló profunda y temblorosamente y eso rompió el corazón de Sarah. Quiso estar junto a ella, abrazarla y consolarla.

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—Lo sé, cariño. Lo siento mucho. Realmente enredé las cosas esta vez.

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su madre otra vez. Su voz sonaba como si estuviera ahogándose.

—Está bien mamá. Estaré bien. Su madre se aclaró la garganta y bajó la voz. Sonando muy decidida volvió a hablar. —Voy a compensarte. Lo prometo, ¿de acuerdo? —Está bien. —Ya llame a tu tía Norma. Ella y el tío William llegarán este fin de semana. Quieren ayudarnos a empacar, así tenemos tiempo para estar juntas. Luego tendré que estar en la corte el lunes. Sarah jadeó. —¿Lunes? —Sí, querida, lunes. Sarah cubrió la mitad de su rostro con su mano libre y sacudió la cabeza. No quería hacer sentir peor a su madre, ahogó un sollozo. —Está bien, mamá —susurró. —Estaré aquí un rato más, cariño, así que no esperes por mí. Hablaremos más sobre esto mañana. Colgó y miró a Sydney, su mejor amigo, quien se mantuvo sentado en la cama junto a ella todo el tiempo. Sydney la miró ansiosamente. —Va a declararse culpable y van a ser por lo menos tres años. Tengo que ir a vivir con mi tía Norma a California. —Sydney mantuvo un frente fuerte, pero

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Sarah cayó en sus brazos llorando.

Después de un gran dolor, Valerie Zuniga promete no dejar que Alex Moreno vuelva a lastimarla. Un año después, se ve forzada a reunirse con él en una fiesta donde un inesperado beso ardiente le dice que está muy lejos de superarlo. De ninguna manera será succionada otra vez en esa tormenta. Ella se resistirá a él incluso si eso significa usar la única cosa que detendrá a Alex al instante: otro hombre. Alex viene de uno de los peores años de su vida. Ha pasado mucho tiempo revolcándose en la autocompasión, que nunca se dio cuenta cuánto había extrañado a Valerie. Eso es hasta ese beso. Ahora, está decidido a recuperarla de una manera u otra, y ningún hombre se interpondrá en su camino. En especial luego de descubrir que Valerie podría estar

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en peligro, un peligro del que se siente responsable.

¿Acerca de mí? Bueno, nací y crecí y continúe viviendo en el soleado sur de California. Estoy casada y tengo dos maravillosos adolescentes. Mi amor por la escritura comenzó cuando era sólo una niña, sin embargo, nunca tuve realmente algún sueño o aspiraciones de hacer esto para vivir. Entonces llegó la época de los eReaders y vi la oportunidad de escribir al mundo que lee sin saltar a través de aros e ir más allá de la burocracia

de

tratar

de

ser

publicado

tradicionalmente. La serie Moreno Brothers ha cambiado literalmente mi vida. Ahora me levanto para ir a trabajar a pocos metros de mi cama. 5th

Street es mi segunda serie con 2 outs de Noah y Gio y dos más por venir. Actualmente estoy tomando un descanso de 5th Street para trabajar en mi próxima serie Fate, un spin-off de la serie Moreno Brothers. El primero de esa serie Fate (Vince y la historia de Rose de Making You Mine) saldrá a la venta este año. Me encanta escuchar de mis lectores y trato siempre de responder tan pronto como me es posible, pero si hay una pregunta que se hace una y otra vez, en vez de contestar veinte veces la voy a publicar en mi página de preguntas frecuentes a fin de comprobarla a menudo! Finales de este año será una locura para mí entre mantenerme al día con la respuesta a MYM y preparándome para mi tour blog, estaré muy ocupada así que por favor tengan paciencia conmigo si no soy rápida en responder a sus mensajes/comentarios.

¡Gracias por leer!

Eli

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whose work is therefore in the public domain in Australia. Book Synopsis. Jade Roberts is in love with. Talon Steel but no longer welcome in his home. While.