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r

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* Anna Banana & Andreani

Panchys

DaniO

Marie.Ang Christensen

Deeydra Ann’

Munieca

Vane-1095

Mery St. Clair

Carlota

ƸӜƷYosbeƸӜƷ

Nats5

Madeleyn

Rominita2503

Liz Holland

Annabelle

Andrea

Majo_Smile♥

LizC

Anna Banana

Juli_Arg

Luxero

♥…Luisa…♥

Liseth_Johanna

Melii

July

Ladypandora

Tamis11

Escritora Solitaria

Juli_Arg

Vero

Deeydra Ann’

Chio

Deeydra Ann’

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Juli_Arg

* Jackson Godspeed es el Ángel más guapo en una ciudad llena de ellos. Está a días de convertirse en un Guardián, y la gente en todo el mundo ya está compitiendo por la oportunidad de ser custodiados por él. Todos están obsesionados con los ángeles y los afortunados que protegen —todos excepto por Madison Montgomery. Maddy es la única chica en City Angel que no sigue a los Ángeles en TV y blogs de chismes. Cuando conoce a Jackson, no lo reconoce. Pero Jackson es inmediatamente cautivado por ella, y contra todas las probabilidades los dos se enamoran. Maddy se ve rápidamente atrapada en la escena de Jackson, un mundo de glamour, paparazzi —y muerte. Un asesino en serie está al acecho, dejando alas de ángeles muertos para ser encontradas por la policía en el Paseo de la Fama. Incluso los Guardianes son incapaces de protegerse a sí mismos frente a esta amenaza, y esta vez depende de Maddy salvar a Jackson.

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Immortal city #1

* Traducido por Anna Banana Corregido por Melii

A

las 3 a.m. la Carretera de la Costa del Pacífico no era nada más que una cinta gris serpenteando a través de la niebla del océano. A pesar de estar un poco ebrio, Brad redujo la velocidad, presionó el acelerador y envió a su BMW M5 surgiendo hacia adelante. Su iPod reproducía California Love de 2Pac. Subió el volumen. —¡California! ¡Knows how to party! —cantó Brad. Excepto que cuando lo hizo, California salió como “Caaafna”, y fiesta sonaba más como “fasta.” No importaba, en su mente él cantaba para una muchedumbre en el Staples Center y ellos lo amaban. En el espejo retrovisor las luces de Santa Mónica brillaban. La Rueda del Pacífico en el muelle destellaba como un disco de neón reflejado contra el espejo negro del mar. Más adelante, las costas rocosas de Malibú se encontraban oscuras y en silencio.

Tomó cada giro un poco más rápido que el anterior, empujando los límites de la máquina. Sintió una oleada de adrenalina cuando los faros de pronto iluminaron el Pacífico y más allá de las rocas. Pisó el freno y tiró del volante, regresando el BMW hacia la curva que casi había pasado. Dejó escapar un jadeo. Esto haría un vídeo musical estupendo, pensó Brad. Peligroso y emocionante. Más adelante vio otro giro en la carretera. Esta vez, estaría listo. Bombeó el freno, tiró la rueda y apretó el pedal del acelerador. El auto rugió en protesta pero logró permanecer sobre las cuatro ruedas. Brad dejó escapar su mejor grito de estrella de rock a medida que se deslizó, casi volando, alrededor de la curva. Justo contra los faros de un coche aproximándose. Brad trató de frenar, pero ya había empujado el BMW demasiado lejos. Presionando y soltando los frenos antibloqueo, fue un misil disparado hacia el otro vehículo, una camioneta, a ochenta kilómetros por hora.

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La música rugió y Brad pisó el acelerador casi involuntariamente. No pudo detenerse a sí mismo. Gladstone y Sunset Bulevar quedaron atrás mientras el mundo se hacía una mancha violenta.

Fue entonces cuando sucedió.

*

Ocurrió tan rápido que Brad ni siquiera lo vio. Pero sin duda lo sintió. Dolió como el infierno. Era una mano. Una mano agarrándolo y tirándolo fuera del coche. Para el otro conductor debió haber parecido como un truco de magia. En un instante, Brad estaba allí, con los ojos abiertos y aterrado en el asiento del conductor, y al siguiente se había ido. De repente, el olor a mar llenó la nariz de Brad. Niebla salpicó su cuello. Se dio cuenta de que se encontraba en el lado de la carretera, observando una fantástica colisión desarrollarse. Su BMW se deslizó a través de la línea central y chocó de frente contra la camioneta. La baca de la camioneta saltó por encima de la cabina y la envió sobre la baranda de contención y por la pendiente rocosa. Vidrio pulverizado bañó las rocas. Entonces, el camión golpeó el agua, boca abajo, con un chasquido horripilante. El BMW de Brad rebotó en la pared del acantilado y se dio la vuelta a través de la carretera, rompiendo el muro de contención por el lado opuesto y cayendo al aire. Entró en el agua con gracia, como un buceador. El espectáculo era tan violento que casi fue hermoso. Después, bombardeando y humeando, ambos vehículos comenzaron su lento descenso a las profundidades heladas. Brad se estremeció entre la brisa. Se tambaleó por lo que no se dio cuenta de inmediato de la figura de pie junto a él. Dándose la vuelta, sólo vio la silueta de un par de alas contra la luna llena. Un metro ochenta en ambos lados y nítidas, los apéndices subían y caían al ritmo de la respiración. La figura dio un paso hacia adelante, y Brad reconoció a su Ángel Guardián. —Oh, Dios mío, eres tú —dijo Brad, haciendo lo mejor de sí para sonar sobrio. El Ángel sonrió pero no dijo nada.

—Estoy sangrando —dijo. Los ojos del Ángel brillaron bajo la luna. Cuando habló, su tono era suave y uniforme. —Tuve que sacarte por la ventana —dijo—. Era la única manera.

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Brad se dio cuenta de algo cálido y húmedo deslizándose por su brazo izquierdo, formando pequeñas gotas en la punta de sus dedos. Llevó los dedos a la boca y probó. Era sangre.

*

Brad recordó, como si fuese una pesadilla. Recordó el intenso dolor cuando atravesó el vidrio de la ventana, las pequeñas astillas contra su cara y la forma en que los bordes se habían sentido como si rebanaran su piel. Se estremeció. —Los cortes en el brazo y el hombro son superficiales y sanarán —continuó el Ángel—. Sin embargo, tu cadera está fracturada. Es muy común en este tipo de rescates. Me he tomado la libertad de llamar a una ambulancia para llevarte al hospital. Debe de llegar en cualquier momento. Brad tomó un paso hacia adelante cautelosamente, luego gritó cuando su cadera derecha estalló en dolor. Dio un paso atrás y rápidamente cambió su peso. Dejó escapar un suspiro irregular. El Ángel no se movió. —Oh, está bien —dijo Brad, avergonzado. Buscó a tientas su billetera en el bolsillo del pantalón—. Lo siento, esta es mi primera vez, ya sabes —murmuró mientras abría la billetera y trataba de sacar una tarjeta de Platinum American Express. Sus dedos ya entumecidos por el frío. —No hay necesidad —dijo el Ángel, desestimando el gesto con su mano—. Los fondos ya han sido transferidos de tu cuenta. —Oh —dijo Brad. Devolvió la billetera al bolsillo de sus pantalones—. ¿Cuánto… fue? —Cien mil dólares, más tu cuota mensual. La mirada de Brad se deslizó hacia donde los coches habían caído al agua. Su M5 ya se había sumergido, pero la parte trasera de la camioneta aún sobresalía de las olas, flotando en el oleaje como un cadáver. —¿Qué pasa con él? —¿Él? —preguntó el Ángel. —Sí —dijo Brad y señaló la puerta trasera mientras se deslizaba por debajo de las olas—. Él. El Ángel se fijó en la casi hundida camioneta como si la viera por primera —No tenía cobertura —dijo. Brad asintió aturdidamente. Las luces de una ambulancia acercándose barrieron sobre la escena. —Buenas noches, Brad —dijo el Ángel sonriendo.

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vez.

*

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—Buenas… —comenzó a responder Brad, pero se detuvo cuando se dio cuenta de que el Guardián ya se había ido. Solo ahora, de pie en el frío, Brad comenzó a temblar incontrolablemente. La comprensión acababa de llegarle. La realización de que él debería estar muerto.

* Traducido por ƸӜƷYosbeƸӜƷ Corregido por Melii

M

addy se despertó con el zumbido de su alarma. Era temprano, amanecía oscuro y gris fuera de su ventana. Había soñado que descansaba en las orillas de alguna lejana playa tropical, el océano resplandeciente, como diamante, al llegar al horizonte. Maddy quería quedarse en el sueño, todavía sintiendo la arena caliente bajo sus pies, sin nada más que simplemente disfrutar del sol en su cara, nadie que no sea ella misma. Pero el sonido de la alarma era implacable, y sus ojos comenzaron a abrirse, de mala gana. Alzó la cabeza y miró por la ventana. Allí se hallaba, como un fantasma en la penumbra de la niebla. El letrero de Ciudad Ángel. Se alzaba enorme y silencioso en la colina, perfectamente enmarcado por la ventana del dormitorio de Maddy. Ella suspiró. Los últimos vestigios del sueño se desvanecieron a la nada, sustituida por la realidad de que aún vivía en Los Ángeles. Todavía atascada en la Ciudad Inmortal. Sacó las piernas de la cama y trató de sacudirse el resto del sueño. Los niños en la escuela se quejaban del primer período a partir de las ocho de la mañana, pero para Maddy, el día comenzaba a las cinco. Todos los días. Buscó un par de jeans por encima del suelo y sacó una camiseta manga larga de su armario y se la puso. Nada del otro mundo, y esa es la manera en que Maddy le gustaba, sencillo y cómodo. No tenía el tiempo ni el dinero, si al caso iban, para nada más. Cogió su sudadera gris favorita antes de salir de la habitación.

La luz exterior era más plena, y sabía por la forma en que ilumina la bruma que su tío, Kevin, ya estaría acomodando los primeros pedidos. Este era su rutina y había sido desde el primer año de Maddy. Se levantaba antes de Maddy y abría el restaurante, tomando los primeros pedidos para que ella pudiera conseguir unos minutos más preciosos de sueño.

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Luego se cepillo los dientes y se paso el peine por su cabello antes de bajar rápidamente por las escaleras.

*

Luego se pondría su delantal y tomaría posesión de su cargo en la parte posterior como cocinero. Era responsabilidad de Maddy tomar las órdenes y trabajar el resto del turno de la mañana hasta que tuviese que irse a la escuela. Al igual que casi todas las mañanas, sería la única camarera de turno. Maddy se acostumbró a ello, sin embargo. Y a pesar de que podría ser molesto pasar la mayoría de las mañanas trabajando después de horas de la noche haciendo tareas escolares, especialmente en el invierno, cuando se hallaba totalmente a oscuras la mayor parte de su turno, todavía se sentía bien ayudar a Kevin, lo que realmente contaba. Ella sabía que él lo apreciaba. Maddy agarró su mochila del sofá de la sala, el cual está cubierto con ropa sucia, y rápidamente examinó la sala para ver si olvidaba algo. Adornos e imágenes se alineaban en las paredes, colgando sobre los muebles usados y ropa casual de plegado del trabajo de Kevin había comenzado al parecer, la noche anterior y luego se detuvo a medio camino. La casa era modesta y podría haber habido una remodelación en 1987, pero era todo lo que había conocido alguna vez, para ser honestos, todo lo que ella alguna vez había realmente necesitado. Satisfecha de no dejar nada atrás, Maddy se precipitó por la puerta y por un estrecho sendero que conducía desde la puerta de entrada por el jardín inclinado hacia la puerta de atrás de Kevin’s Diner. Cuando tenía once años, ella había intentado que su tío cambiara el nombre del restaurante por algo más original, pero Kevin era un poco tradicionalista, y Kevin’s Diner se quedó. Entró por la puerta trasera, se metió en la pequeña oficina, y se puso su uniforme de camarera, que guardaba en la oficina para que pudiera ir directamente a la escuela al final del turno. El uniforme no podía ser más tradicional tampoco: un simple vestido a rayas y un delantal blanco.

Maddy ya podía oler el fuerte aroma del café recién hecho, chisporroteante tocino y tortitas recientemente vertido, mientras salía de la parte trasera y caminaba por el estrecho pasillo hacia la cocina. Así como ella esperaba, Kevin ya trabajaba duro detrás del mostrador, preparando las tres primeras órdenes del día. Maddy puso una libreta y un bolígrafo en el bolsillo de su vestido y puso su cabello en una coleta. —Buenos días, Mads —dijo Kevin, poniendo mantequilla en una tostada de pan integral—. Esos van para la cuatro y la siete. —Señaló los platos. Era un

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Las camareras tenían que teóricamente usar zapatos de tacón con el traje, pero la mayor parte del tiempo Maddy lograba escabullirse y ponerse sus Chucks negros más allá de su tío, que siempre parecía mirar hacia otro lado.

*

hombre promedio, si un poco más deslucido que la mayoría, pero las líneas de la preocupación que cruzaban su rostro se veían compensadas por una sonrisa que siempre resonaban con flexibilidad y optimismo. —Genial —dijo Maddy, bostezando y con destreza apilando los platos en su brazo extendido, una experimentada profesional a los diecisiete años. —¿Y Mads? —añadió Kevin—. Sírvete un café. Va por la casa. —Guiñó un ojo. Maddy sonrió soñolienta, luego balanceó los platos en su brazo, y salió de la cocina directo al comedor. El comedor era como el resto del restaurante, antiguo y poco notable, con luces fluorescentes parpadeantes en un piso de linóleo rayado negro y blanco. El comedor fue diseñado como una L a un lado. La parte larga se encontraba bordeada por un contador y bancos en un lado y agrietadas cabinas de color beige de vinilo en el otro. Las cabinas corrían a lo largo de las ventanas que daban a la calle. La parte corta de la L encaraba hacia la casa y la colina, dándole, como a la habitación de Maddy, una visión casi perfecta de la famosa señal de Ciudad Ángel. Maddy dejó los pedidos a las mesas de cuatro y siete años, luego se volvió para regresar al agua y la jarra de café para rellenar las bebidas. —¿Disculpe, señorita? —Una mujer con sobrepeso en uno de los bancos le preguntó mientras Maddy pasaba—. ¿Puede arreglar la TV? Maddy miró al antiguo Magnavox apoyado en la esquina. En la pantalla no había más que estática, que tendía a suceder muy a menudo. Las mejillas de la mujer se sonrojaron, y su rostro tenía la expresión expectante de un niño. —¿No has oído? Hubo un rescate anoche en Malibú. —Hizo hincapié en la palabra rescate como si fuera lo más emocionante, lo más importante en el mundo.

—¡Un terrible accidente, pero un dramático rescate en un choque de dos carros en Malibú anoche, y el Guardián tiene una de NAS’s trial Angelcams! —anunció la nueva presentadora del noticiero, su rostro oscurecido por manchas de polvo en la Magnavox—. Vamos a tener de primera mano, emocionante material de archivo del rescate y una entrevista exclusiva con el Arcángel Mark Godspeed dentro de esta hora, justo aquí en la RNA.

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—¿Oh, de verdad? —murmuró Maddy evasivamente. Puso una rodilla en la mesa de la mujer y extendió la mano, golpeando a un lado del equipo. Después de un momento, la señal vino, y el comedor se llenó con el sonido de RNA, la Red de Noticias Angélicas. Si fuera por Maddy, preferiría ver cualquier otra cosa, pero los clientes siempre insistían en oír las últimas noticias acerca de los ángeles, así que era RNA.

*

A la palabra Angelcam, la mujer en el puesto se irguió y miró la pantalla con ojos muy abiertos, excitados mientras daban un adelanto del tentador material de archivo de una curva muy cerrada llena de niebla en la carretera de la costa del Pacífico. —¡Dios mío! ¿Te puedes imaginar? —dijo, con sus ojos fijos en la pantalla—. ¿Puedes imaginar tener uno de esos Ángeles Guardianes siempre cuidando de ti, manteniéndote a salvo sin importar qué? ¿Y despertando en sus grandes, fuertes brazos, con todo el mundo viéndolo? —Sus ojos seguían en la TV—. Un día seré salvada. Pero Maddy ya se alejaba. La verdad es que, simplemente no entendía cual era el gran drama sobre los Ángeles. Desde que se habían revelado ellos mismos al mundo hace unos cien años atrás, El Despertar, como lo llaman, y convertido sus habilidades para salvar vidas en un negocio, los Inmortales parecían ser la única cosa que a la gente le importaba. Todo el mundo, excepto Maddy. Es verdad que vivía en Los Ángeles, la capital Angélica del mundo, pero nunca ha sido capaz de llevarse con la multitud alrededor de ella y ser atrapada en la mística de su fama, fortuna, y estilos de vida lujosos. No se compraba ropa de sus líneas de ropa o tomaba muestras de perfumes de temas de Ángeles, y ciertamente no leía acerca de ellos en Angels Weekly. Cuando no puedes permitirte esas cosas, es fácil no ser arrastrada, hacía tiempo que había concluido. El ajetreo de la mañana pasó rápidamente, Maddy con pericia blandiendo su bolígrafo y libreta para escribir las órdenes, manejando plato tras platos de huevos, tostadas francesas, y salchichas a la multitud constante en el desayuno. Cerca del final de su turno, cuando Maddy volvió a la cocina, encontró otro plato hirviente de comida esperando en el contador. No había ningún ticket con él. Frunció el ceño y miró su libreta. —¿Kevin? ¿Quien ordenó esto? —preguntó, repasando sus tickets. Kevin la miró por encima del contador y le sonrió, con la piel arrugándose como el papel alrededor de sus ojos.

Se sentaron en uno de los stands en la parte trasera, los clientes se habían tranquilizado lo suficiente como para que Kevin pudiera colgar el delantal durante cinco minutos. —Gracias otra vez —dijo Maddy mientras llevaba otro bocado lleno de huevos en su boca—. No tenías que cocinar para mí.

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—Tú lo hiciste. —Maddy miró al plato otra vez, su boca volviéndose agua. Huevos revueltos con pimientos y cebollas tostados. Era su plato favorito en el restaurante.

*

Kevin se encogió de hombros mientras miraba fuera de la ventana. Tomó un sorbo de café. —Algunas veces no puedo creer que todavía eres una estudiante de último año, y que te graduaras en primavera. Siempre serás mi pequeña Mad, pero ya no eres pequeña. Mi sobrina se ha convertido en una inteligente y bella joven mujer. Maddy se sonrojó y bajó la mirada, jugueteando con su tenedor. Se preguntó por qué ella nunca podría soportar que nadie la felicitara por su aspecto. No pensaba que no fuese atractiva, pero para ser sinceros, sabía que era promedio. Tenía cabello marrón hasta los hombros, ojos marrón verdosos, y un cuerpo delgado normal. El único maquillaje que tenía eran algunas cosas que su mejor amiga, Gwen, le había regalado para su cumpleaños, y no usaba casi ninguna de esas cosas. Gwen también puso en marcha una campaña exasperante cada seis meses o más para que ella se vistiera " más lindo", lo cual Maddy siempre eludió, no le importaba todo eso. Tenía que trabajar en el turno mañana, obtener buenas calificaciones, y tal vez, sólo tal vez, entrar a la universidad con una beca. No hay tiempo para la ropa, maquillaje o chicos. Pero si fuese honesta, parte de ello era que si incluso se pusiera a pensar acerca de qué pasaría si se pusiera maquillaje o se vistiera “más linda”, acerca de la atención que tendría, o quizás peor, la atención que no tendría, su estómago daba vueltas por la ansiedad. Así que la mayoría del tiempo sólo se escondería debajo de su capucha gris y sus audífonos de iPod. Parecía más fácil así. —Quiero que sepas que estoy orgulloso de ti —dijo Kevin—, y tus padres estarían orgullosos también. —Maddy hizo una pausa, con otro bocado de huevos puestos frente a su boca. Kevin raramente mencionaba a sus padres. Los dos habían muerto en un accidente cuando Maddy era un bebé. Kevin era un hombre amable y bueno, pero si era honesta consigo misma, había extrañado a sus padres. Extrañaba el papel en su vida, y los extrañaba a ellos, aunque no tuviera ningún recuerdo al cual aferrarse. Kevin todavía seguía hablando.

—Está bien, Kevin —interrumpió Maddy, sintiéndose culpable. —No es el trabajo soñado, lo sé. Pero quiero que sepas que realmente aprecio tu ayuda. —Maddy le sonrió por encima de su taza—. Y además —siguió él—, brillantemente, nuestra suerte va a cambiar este año. Realmente es así. Sólo observa, Maddy, ¡este lugar finalmente va a despegar!

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—Sé que no siempre ha sido fácil en nuestra pequeña familia y sé que trabajar en el comedor no es tu favorito…

*

La mirada de Maddy se desvió por la ventana trasera, una vez más a la vista del famoso letrero de la colina. Gigantes letras blancas, cincuenta metros de altura, deletreaban las palabras icónicas CIUDAD ÁNGEL. Para todos los demás el letrero era un símbolo de glamur, un icono de la riqueza de y el poder de los Ángeles. A Maddy simplemente no podía importarle. La vivienda era realmente muy barata de este lado de la ciudad, y el letrero realmente significaba que tenía que soportar esos buses turísticos de los Tours de los Ángeles despidiendo gas azul en su camino a la escuela. Gente en todo el mundo mataría por una oportunidad de vivir en el centro de la acción, en la gloriosa Ciudad Inmortal, pero en cuanto a lo que Maddy Montgomery le concernía, no podía esperar a salir de allí. De repente, Maddy se dio cuenta de que su tío la miraba. —¿Perdón? —preguntó Maddy. —Nuestra suerte, Maddy —dijo Kevin—. Siento que realmente va a cambiar. —Cierto. Yo también —dijo Maddy, y trató lo mejor que pudo en creerle. La puerta sonó a medida que más clientes entraban. Empezaba a ponerse repleto de nuevo.

La caminata a la escuela llevaba a Maddy hacia la Vine Street a través del corazón de Ciudad Ángel. Pasó por debajo de vallas altas de Ángeles que venden joyas, gafas de sol, bolsos de diseño, y coches de lujo. Cuerpos medio desnudos eran el telón de fondo fascinante para marcas como Gucci, Channel, Louis Vuitton y Christian Dior. Maddy sólo los miraba casualmente. Nunca había tenido cosas costosas, no es que se quejara. La mayoría de su ropa era de Target o de segunda mano, y no tenía ningún tipo de joyería, o siquiera un bolso adecuado si a esas

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—Mejor vuelvo a lo mío —dijo Kevin—, pero ten un día genial en la escuela ¿bien? —Maddy asintió, y Kevin se levantó y se fue. Después que se fue, sus ojos cayeron de nuevo fuera de la ventana sobre el famoso letrero. Tal vez su tío tenía razón. Era una estudiante de último año, y el próximo año significaba con suerte la universidad. Tal vez las cosas cambiaban para ella. Entonces, comprendiendo que llegaría tarde a la escuela, corrió hacia la parte posterior para cambiarse.

*

íbamos. También era una de las pocas estudiantes de último año sin un auto, y si no manejabas en Ciudad Ángel, no existías. Escuchando a su iPod, Maddy apenas notó cuando giró a Ángel Bulevar y avanzó por el Paseo de la Fama de los Ángeles. Inconscientemente, pasó por encima de los nombres de bronce en la acera, los nombres de los Ángeles de la Guarda más famosos colocados en las estrellas para ser siempre celebrados. Pasó las tiendas de souvenirs que vendían pequeñas estatuas de plástico de Ángeles, alas falsas, y camisetas con lemas como ¡SÁLVAME! en ellas. Tejió su camino a través de los turistas con ojos muy abiertos viendo alrededor, esperando coger siquiera un atisbo de un perfecto Inmortal. Mirándolos, Maddy se preguntó si había algo malo con ella. ¿Por qué no podía prestar atención a lo que el resto del mundo parecía estar tan obsesionado? ¿Qué veían que parecía perderse? De repente, Maddy tuvo que evitar chocar contra una multitud de turistas emocionados que bloqueaban la acera. Se habían reunido alrededor de una estrella nueva y brillante sin nombre, la estrella de un futuro Ángel Guardián. Un par de chicas gritaban de alegría mientras posaban para una foto junto a ella. —¿Qué está pasando? —preguntó Maddy. —¿No sabes? —respondió una mujer—. ¡Es la estrella de Jackson Godspeed! ¡Va a ser Nombrado esta semana! Este Ángel, por supuesto, Maddy lo había escuchado, todo el mundo lo había hecho. Era el más sexy, rico, y más elegibles de los jóvenes en Ciudad Ángel, o eso le habían dicho. Para Gwen y otros millones de fans gritando, él no era sólo un Ángel.

Mientras esperaba porque la luz cambiara en Highland Avenue, ni siquiera vio las pantallas que informaban: “MILAGROSO RESCATE ANOCHE EN CHOQUE DE DOS AUTOS EN MALIBÚ. TENEMOS UNA EXCLUSIVA CON LA MÁS NUEVA ESTRELLA DE PROTECCIÓN DE CIUDAD ÁNGEL, BRAD LOFTIN”. Después de un momento de cruzar la calle, esquivando un Mercedes nuevo y reluciente, que no tuvo la intención de frenar por ella, se apresuró los otros tres bloques hasta llegar a la escuela.

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Era un dios. Los turistas sostenían sus celulares en alto. Grabando videos de la estrella y hablando excitadamente mientras Maddy se deslizaba por la multitud. ¿Cómo puedes estar tan exaltado encima de una acera?, pensó.

* La preparatoria de Ciudad Ángel no es lo que pensarías. No era, como el nombre sugería, donde los ricos y famosos Ángeles iban a la escuela. Años atrás ese podría haber sido el caso, pero eso era antes de que los jóvenes Ángeles fueran sacados del sistema educativo público, y reubicados en escuelas privadas exclusivas. A pesar de las placas en la pared recordando los alumnos antiguos famosos que alguna vez habían sido estudiantes allí, el último Ángel en la preparatoria de Ciudad Ángel se había graduado en 1969. Ahora era sólo otra escuela pública privada. Después de pasar por las vallas de tela metálica y detector de metales, Maddy caminó bajo el desvanecido letrero CASA DE LOS ÁNGELES y entró en el pasillo lleno de gente. Como una rutina, no había acabado de llegar cuando fue acompañada por Gwen, que leía su BlackBerry. Gwen llevaba una minifalda de mezclilla y camiseta sin mangas que probablemente se cambiaría a la hora del almuerzo. —OMG —murmuró Gwen mientras recorría las fotos de paparazzi—. Vivian Holycross luce genial en esas botas. ¿Y viste el rescate de Malibú? Nadie está hablando de otra cosa. —Por supuesto —dijo Maddy con tristeza—. Ángeles. —Los Ángeles parecían ser la única cosa que parecía importarle a Gwen. Cada día, leía los blogs de los Ángeles y luego la televisión para escuchar las últimas y grandes noticias acerca de la perfecta vida de los Ángeles. La ropa que usaban. Los lugares a donde iban. Gwen era conocida por obsesionarse durante semanas por un rescate si hubiera sido uno de sus ángeles favoritos. Llevaba la cuenta de quién era amigo de quién, quién Protegía a quién, y, lo más importante, que Ángeles salían entre sí. Gwen, era sin duda, lo que ellos llamaban “Ángel Chiflada”.

—De verdad, Maddy —dijo Gwen—. ¿Cómo puedes vivir en esta ciudad y no saber estas cosas? Vivian es una de las más bellas Ángeles en el planeta. Seríamos tan buenas amigas. Si no me puedo casar con Jackson Godspeed, la quiero a ella. —Maddy se inclinó sobre el hombro de su amiga y miró su teléfono. En la pantalla había una foto de una sorprendente mujer de cabello marrón corriendo con las manos llenas de bolsas de compras, escondiéndose detrás de unos lentes de Channel.

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—¿Y quién es Vivian de nuevo? —preguntó Maddy mientras iban a sus casilleros.

*

—¿Por qué lees estas cosas? —preguntó Maddy por centésima vez—. Ese tipo, Johnny lo que sea, quien escribe en ese blog acerca de Ángeles es un imbécil. —No puedo creer que tu tío no te compre un BlackBerry —dijo Gwen, arrugando la nariz—. Estás, como, perdiéndote la vida. Maddy sacó un teléfono plegable de aspecto antiguo de la mochila e hizo la mejor imitación de su tío Kevin. —Sólo para tareas y emergencias, Maddy, tareas y emergencias —dijo Maddy, riendo y echando de nuevo el teléfono a su mochila. —Tu tío es un dinosaurio —dijo Gwen. Maddy se encogió de hombros. —Estoy segura que me lo compraría si pudiera permitírselo. Maddy y Gwen llegaron a sus casilleros, lado a lado, en la mitad de la fila. Es así como se habían conocido en séptimo grado. Incluso en una escuela de tres mil, Montgomery y Moore de algún modo siempre iba uno tras otro, y así había sido desde la escuela media. Al principio Maddy era callada, especialmente alrededor de alguien tan extrovertida como Gwen, pero después de unas pocas semanas de verse todos los días, Maddy había comenzado a bajar la guardia. Pronto, eran verdaderas amigas. Luego ese año, los padres de Gwen se separaron. La mayoría de sus más populares amigos no lidiaron con ello, pero Maddy estuvo para ella todo el tiempo: sabía lo que se sentía ser abandonada. Habían sido las mejores amigas desde entonces. —Trato de no leer los blogs —dijo Gwen, poniendo su espejo y maquillaje dentro de su casillero—, pero es como un accidente en la vía. Por mucho que trato de no hacerlo, simplemente tengo que mirar. —O estás obsesionada —dijo Maddy mientras echaba una gran cantidad de libros en él. —No estoy obsesionada —dijo Gwen a la defensiva—. Sólo sé que seré Protegida algún día. Quiero estar lista.

—Gwen, te compraste uno de esos mapas del Sunset Bulevar y trataste de hacerme ir a sus casas. Con tu permiso de conducir de principiante. —Se volteó hacia su casillero y sonrió—. Obsesionada. —Eso fue hace muchísimo tiempo —espetó Gwen. —Eso fue el verano pasado —dijo Maddy. Gwen asintió.

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Maddy paró de descargar sus libros.

*

—Exactamente. —Hizo una pausa—. Además, si estuviese realmente obsesionada, ya te hubiese enseñado este video de Jacks sin camisa en la playa que se filtró en SaveTube anoche. Una carcajada resonó por el pasillo detrás de Gwen y Maddy. Se volvió y vio a un grupo de cuatro chicos que se dirigían hacia ellas. —Hola, Gwen, ¿qué tal? —dijo uno de los chicos, Kyle. Era alto, con hombros anchos y pelo lacio castaño. Gwen había salido con él en el primer semestre del primer año pero luego decidió que serían mejor amigos. Maddy secretamente sintió que su mejor amiga todavía tenía sentimientos por él, aunque Gwen jurara que no. Él y Maddy se habían unido un poco más por el hecho de que no se preocupan por los Ángeles, y no como la mayoría de las personas hacía. —Hola, Kyle —dijo Gwen, poniendo su cabello hacia atrás. Se dieron un extraño abrazo. —Hola, Maddy, ¿tuviste un buen Día de la Raza? —preguntó Kyle. —Mmm, sí —dijo Maddy, deseando no haber bajado su capucha cuando llegó a la escuela. Se sentía… expuesta. A veces, cuando se trataba de chicos, Maddy se encontraba un poco cohibida, incluso si era sólo el ex de su mejor amiga. Como, ¿por qué no le había preguntado si había tenido un buen fin de semana también? —¿Vienen? —espetó ansiosamente el chico parado cerca de Kyle a Maddy y Gwen. Tenía cabello largo y lentes, y Maddy pensaba que su nombre era Simón. —Amigo, por supuesto que vienen. —Eso vino de Tyler, con quien Maddy había estado en clases de política en segundo año. Con cada año escolar parecía que se ponía más “afilado”: usaba jeans negros pegados y unas muy perfectamente rasgadas Vans—. Hola, Maddy —añadió en el último momento, saludando con la mano ligeramente a pesar de estar sólo a unos metros de distancia. —¿De qué están hablando? —preguntó Gwen.

—Sí, deberían venir. Mi mamá está fuera de la ciudad —dijo el chico, adelantándose ligeramente. Maddy se dio cuenta que conocía al chico, pero no de la escuela. Él algunas veces iba a comer en el comedor. Han tenido unas pocas breves conversaciones en el restaurante, se había mudado recientemente a Ciudad Ángel, a algún lugar de

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—Ethan va a tener una fiesta esta semana —dijo Kyle, poniendo sus manos en el hombro del último de los chicos, que no había hablado todavía.

*

las colinas por encima del restaurante, y algunas veces entraba y comía cuando su mamá trabajaba por negocios. Hoy vestía una franela azul marino, bermudas y sandalias, y en cuanto su mirada alcanzó su cara, le sonrió. Pero eso no fue lo que captó, y mantuvo, su atención. Eran sus ojos, los cuales no había notado realmente antes. Avellana oscuros y expresivos, penetraban por debajo de su cabello color arena, tipo chico de playa. Era como si le hablaran por sí mismos. —La fiesta va a ser genial —dijo Simón en un tono casi reverente—. Tiene un barril. —Eh… oye —dijo Gwen a Ethan, batiendo su pelo rubio como hacia siempre con los chicos guapos. —Él es Ethan. Es bueno en este bello instituto —dijo Kyle, señalando al pasillo con pintura agrietada y sucia de la preparatoria de Ciudad Ángel—. Eh, ellas son Gwen y… —¿Es Maddy, no? —interrumpió Ethan, todavía sonriéndole. —Sí, es Maddy —respondió Gwen por ella. Maddy le dio un codazo a su amiga. —Nos conocemos ya —dijo Maddy, sintiéndose un poco penosa—. ¿Así que ahora vienes a esta escuela? —Sí —dijo—. Me acaban de transferir hace un par de semanas atrás. —Siento oír eso —dijo ella, bromeando. —Lo sé, yo también —dijo Ethan, sonriendo. —¿Entonces, chicas, vienen el viernes? —preguntó Kyle—. Sé que Gwen sí. Pero, Maddy, deberías venir definitivamente. Será divertido. Te lo prometo, no SaveTube ni RNA. —Kyle la miró y le dio una sonrisa coqueta. Confundida, Maddy miró hacia abajo.

—Sí, ven a la fiesta —dijo Ethan. —Oh, um, el fin de semana —dijo Maddy, en evasiva. En realidad, no tenía idea que decir. Que la invitaran a una fiesta era una cosa de Gwen. Cuando Maddy no hacía deberes o trabajaba en los turnos del comedor, se encontraba escuchando

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—RNA —repitió Tyler con desprecio, poniendo los ojos. Él era “alternativo”, y parte de eso era estar en contra de todo el glamour y ostentación de los Ángeles, a pesar de que Maddy a veces sospechaba que si alguien le ofrecía a uno de los chicos alternos la chance de convertirse en una Protección famosa, lo harían en un latido.

*

música o acurrucada con un buen libro. Las fiestas eran un territorio muy desconocido para ella. Pensó en la pila de solicitudes para la universidad en espera de su regreso a casa. El fin de semana iba a ser su único momento de trabajar en ellas. —Me encantaría —dijo Maddy finalmente—. Pero tengo aplicaciones de la universidad, así que… —Eso significa que no, ¿cierto? —dijo Ethan, sonando abatido. Era el turno de Gwen de darle un codazo a Maddy. Ella le lanzó una mirada y se dirigió a Ethan. —Sólo significa que podría tener algunas otras cosas también —dijo Gwen, improvisando—. Es muy popular, sabes —añadió. Maddy sintió que sus mejillas se sonrojaban. —Bueno, si quieres venir, te puedo dar la dirección —dijo Ethan. —¿Tal vez debería tener tu número? —ofreció Gwen. Simón y Tyler rieron levemente debajo de su aliento. Ahora Maddy estaba segura que lucía totalmente roja. —Sí, totalmente. Maddy rebuscó en su bolso para buscar su viejo teléfono mientras Ethan sacó su iPhone de su bolsillo. Los dos intercambiaron información, Maddy torpemente le pidió a Ethan que deletreara su apellido, McKinley, mientras que los otros chicos se quedaban allí mirando. Maddy no podía creer lo avergonzada que se sentía. —Mmm… bien —dijo ella—. ¿Gracias? —Sin embargo, mantenlo en secreto, no quiere que toda la escuela vaya, ¿saben? —añadió Kyle. Maddy podía haber jurado que le guiñó un ojo—. Nos vemos después chicas.

Simón y Tyler también dijeron adiós, y el grupo de chicos de último año paseó casualmente por el pasillo. Ethan le dio una sonrisa final, por encima del hombro. —OMG —soltó Gwen. —¿OMG? —¡OMF—ing G! —Gwen apenas podía contenerse—. ¿Lo conoces?

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—Nos vemos el viernes —dijo Ethan.

*

—Algo así —dijo Maddy, lanzando otro libro a su casillero y sacándose su cabello detrás de sus orejas—. Va a comer al restaurante. —Ese es el nuevo chico del que todo el mundo habla. Supongo que se mudó a Ciudad Ángel con su mamá y quería que pasara su último año en una escuela pública o algo así, pero rumores de pasillo dicen que tiene todo el paquete. Incluso hizo un viaje antes por todo el mundo este verano. Y el gran rumor es que conoce a los Ángeles —continuó Gwen excitada—. Algunas veces va a surfear con ellos en Malibú. Quizás sea el único estudiante en la prepa que tendrá un Guardián de verdad; no han anunciado las Protecciones todavía, no hasta el viernes. Y, por supuesto, es espectacular. —Bueno, no sé por qué dijiste que podía ir. Porque sabes que no puedo — dijo Maddy. —¿Qué? —exclamó Gwen—. ¡Vamos a ir y soy tu mano derecha! —Todavía necesito terminar mis aplicaciones, y deberías ver esos paquetes de ayuda financiera. Son como libros. Además, Kevin me mataría. Siempre dice que las fiestas son peligrosas, lo sabes, estúpidos chicos y alcohol, toda la cosa. —Maddy —dijo Gwen severamente—. ¿No te das cuenta que acaban de tener el momento? —¿El momento? —preguntó Maddy. —Por supuesto —dijo Gwen, explicando—. Ahí es cuando un chico te ve en el atuendo perfecto, y la luz cae perfecta en ti, y te estás riendo o sonriendo, y todo lo relacionado con el momento es tan perfecto que se enamora de ti. Quiero decir, te ha visto en el restaurante, por supuesto, ¡pero no te ha visto—visto hasta ahora! Maddy miró a sus jeans y sudadera. —Gwen, apenas le dije algo —protestó. Además, ¿qué fue eso de Kyle y su guiño? Gwen no había visto eso, gracias al cielo.

Maddy miró al pasillo en dirección a donde Ethan había caminado. Él siempre había sido totalmente amigable cuando interactuaban en el comedor, pero no podía recordar haber sentido, como, chispas. Sin embargo, era definitivamente apuesto. —Maddy —dijo Gwen, con su tono suplicante de repente—. Nunca has tenido un novio; nunca has ido a una verdadera cita. Por favor, no puedes defraudarme ahora.

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—Confía en mí —dijo Gwen con una sabia sonrisa—. Ustedes acaban de tener el momento.

*

Maddy miró a los ojos de Gwen y suspiró. Esta no era una batalla que iba a ganar hoy. —Bien —dijo—. Lo pensaré. —¡Perfecto! —chilló Gwen. Maddy devolvió su atención a su casillero, y se congeló. Se encontraba parada allí, tratando de adivinar porque su humor de repente había cambiado a sentirse sofocantemente aterrorizada. Miró al pasillo. A su lado, Gwen escribía en su celular, sin ninguna señal de que algo estuviera mal. Pero para Maddy, el corredor lucia enorme y embrujado. Sonidos distorsionados se hicieron eco a través de él. Maddy había experimentado esto antes, un mal presentimiento saliendo de la nada, pero nunca tan fuerte. Nunca tan vívido. Se obligó a respirar hondo y cerró los ojos. Cuando los abrió, el pasillo se hallaba nuevamente normal. Los bancos de los armarios, el linóleo rayado, los azulejos del techo amarillento… todo era como debería ser. Ella se sacudió ese persistente sentimiento.

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Sonó la campana, un tono nasal y monocorde, y los estudiantes se revolvieron para ir a sus aulas. Gwen dio a Maddy un abrazo y luego saltó por el pasillo. Maddy cariñosamente la vio alejarse y se preguntó qué se debe sentir al ser tan chispeante y dichosamente feliz todo el tiempo. Entonces cogió su mochila y cerró su casillero con un chasquido metálico.

* Traducido por Rominita2503 & Deeydra Ann Corregido por tamis11

J

ackson Godspeed todavía dormía cuando su criada, Lola, entró en la habitación. —Es hora de levantarse, Jackson —dijo en su cálido acento americano—. El desayuno se sirve en cinco minutos.

Medio inconsciente debajo de las sábanas, Jacks estiró una mano y buscó a tientas el mando a distancia en la mesita de noche. Su dedos encontraron la cosa y encendió una televisión de plasma de sesenta pulgadas, que descendió desde el techo. Los sonidos de la Televisión Ángel, o A!, como se le conoce simplemente, se acercó. Los altavoces. Tara Reeves, la conductora matutina quien siempre vestía diminutos vestidos con tirantes delgados, y demasiado maquillaje, se veía inusualmente emocionada mientras anunciaba las mejores historias del día. —Prepárense, señoras, ¡esta es la semana que todos hemos estado esperando! ¡El ángel superestrella Jackson Godspeed será Nombrado como Guardián este viernes, haciendo historia como el más joven, y algunos dicen más caliente, Ángel Guardián! Es cierto, ¡es la semana de los Nombramientos en Ciudad Ángel, y vamos a tener la cobertura en vivo, de todos los ángeles aquí mismo!

Mientras tanto, Tara continuó con entusiasmo en el plasma. —Por supuesto que las preguntas en la mente de todos, ¿Jacks será capaz de vivir con la presión a su edad? ¿Puede él ponerse en los zapatos de los glamorosos Guardianes Godspeed? Y tal vez más importante de todo, ¿quién será la primera Protección de Jackson? Las suposiciones son hijas presidenciales, estrellas del pop, e incluso la hija mayor de Bill

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Atontado, Jacks empezó a despertar. Había tenido su último examen para Guardián el día anterior y después había salido a celebrar con su mejor amigo, Mitch. Lola fue a la ventana y descorrió las cortinas, dejando al descubierto una panorámica vista de Ciudad Ángel, el centro de Los Ángeles, y el océano más allá. Ella se dirigió al armario y sacó la ropa de Jackson para el día: un traje de Calvin Klein, zapatos de YSL, y gafas de sol Ray Ban.

*

Gates. Miles de niñas en todo el país, sin duda, estarán esperando —o tal vez sólo deseando— ser ellas, y ¿quién puede culparlas? ¿Quién no querría despertar en los brazos de Jackson Godspeed como su primer salvamento? Jacks se sentó en la cama, su pecho ancho y abdomen cincelado enmarcados en el haz de la luz de la ventana. Con características impecables de modelo y ojos azul claro, Jacks era la imagen de la perfección, Ángel o de otra manera. Extendiendo sus brazos, abrió sus alas en un movimiento repentino y dramático, estirándolas después de una noche de sueño profundo. No eran del blanco esponjoso de las alas de la pintura renacentista, las alas de Jackson eran elegantes y musculosas, con las plumas afiladas como para cortar. Un cálido resplandor azul se quedó alrededor de ellas, un resplandor que creció asombrosamente durante la noche. Ningún otro ángel tenía alas con esa luminiscencia. Cada Ángel nacía con su propia firma en las alas, con características y marcas especiales. Pero nada como esto. Las alas eran tan famosas como su rostro. Muchos comentaristas sin aliento, dijeron que marcan a Jacks para algo aún más especial que ser el más joven Ángel en alguna vez alcanzar el estatus de Guardián. La manía que rodeaba al Nombramiento de Jacks había casi opacado la cobertura de los otros ángeles que tuvieron la mala suerte de compartir el centro de atención este año con Jackson Godspeed mientras eran Nombrados también. —Así que manténgalo bajo llave a A! durante toda la semana, mientras les traemos la cobertura exclusiva de las fiestas y eventos, la glamorosa alfombra roja y la ceremonia en sí, ¡mientras Jackson Godspeed y otros diecinueve Inmortales son convertidos en Ángeles Guardianes este viernes! ¡Y no te olvides de seguir a todos tus ángeles favoritos en línea en Aonline.com o en Twitter en AngelcrazyA!

Mientras se cepillaba los dientes, Jacks se encontraba atento a las acciones de las chicas que acampaban afuera de su casa, gritando por él en eventos, y corriendo detrás de su acostumbrado Ferrari de color rojo en la calle. Esta era la semana más importante de su vida, y él necesitaría estar enfocado. Lola hacía la cama cuando salió del cuarto de baño, completamente vestido. Cogió el chaleco Calvin Klein, lo miró y lo arrojó sobre una silla. En lugar optó por un apariencia clásica, pero obviamente nuevo, camiseta de Led Zeppelin, los pantalones vaqueros J Brand y Converse. Conservó los lentes.

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Jacks bostezó y retractó sus alas. Desaparecieron en su espalda desnuda, dejando sólo dos pequeñas marcas por debajo de sus omóplatos. Las marcas eran espirales graciosas, casi como tatuajes que brillaban sobrenaturalmente. Se trataba de sus Marcas Inmortales —la marca de todo Ángel— que indicaba que Jacks no era humano.

*

—Gracias, Lola —dijo, dándole un beso en la mejilla, y se dirigió hacia la puerta y a la sala. La mansión Goodspeed era impresionante. Un estilo neoclásico, Palazzo italiano villa de estilo, que contenía techos abovedados, escaleras de mármol, espectaculares y un diseño interior elegante y moderno. La casa había sido presentada en numerosas revistas de diseño y arquitectura en los últimos años, pero para Jacks, era sólo su hogar. Se dirigió hacia las escaleras, haciendo una pausa cuando llegó al fondo para mirar la pared llena de portadas de revistas enmarcadas que se hallaban al otro lado del rellano. Eran sus portadas e iban todo el camino de regreso a cuando él era pequeño, el niño Ángel maravilla de la famosa línea de Godspeed. Volvió a leer algunos de los títulos, de "¡SUPER NIÑO!" Y "¡ÁNGEL EN ESPERA!", a sus primeros años de “¡SANTO BOMBÓM!" Y "¡BUENÍSIMO HALO!" a medida que crecía. Las cubiertas más recientes representaban a Jackson como un Ángel heroico con ojos ardientes y una camisa desabrochada, sus alas características a menudo se desplegaban detrás de él. De repente se le ocurrió a Jacks que había crecido en estas cubiertas, y el mundo lo había visto. Ahora le estarían observando mientras llevaba a cabo el paso final —el paso en el que había estado trabajando durante tanto tiempo y se convertiría en un Ángel Guardián. La entrada de Jackson en la cocina, pasó desapercibida para su padrastro, que escaneaba un informe de trabajo en su portátil. Jacks pensó que vislumbró las letras FDH en la pantalla en el informe mientras pasaba para besar a su madre, Kris, que se iluminó al ver a su único hijo. —Buen día, cariño —dijo. Incluso en su bata de baño, Kris irradiaba la belleza refinada por la que se hizo famosa. Antes de que ella tuviera hijos, había sido uno de las más populares Guardianes. Ahora, ayudaba a administrar la más grande caridad de Ángeles y siempre corría de un evento de recaudación de fondos a otro a través de Ciudad Ángel. —¿Listo para tu gran semana? —Mejor que lo esté. —Mark dobló la pantalla de su ordenador portátil hacia abajo—. Ha estado esperando por esto su vida entera. ¿No es cierto, hijo?

—¿Estás listo para hacer tu primer salvamento? —preguntó Mark. Era una pregunta capciosa de su padrastro. Mark había sido uno de los Ángeles Guardianes más famosos de todos los tiempos, y su primer salvamento había sido brillante. Se había convertido en uno

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—Absolutamente, Mark —dijo Jacks, tratando de sonar confiado.

*

de los más famosos y poderosos Arcángeles, aunque todavía manejaba un selecto grupo de Protecciones. De hecho, al parecer, había llegado tarde a casa de una anoche, sin embargo Jacks no había visto ninguna cobertura de los medios de ello todavía. La mayor parte del tiempo, Mark sin embargo, se encontraba ocupado siendo el Arcángel jefe a cargo de los asuntos disciplinarios, por lo que tenía la difícil decisión de eliminarle las alas a un Guardián después de un fallido salvamento, que era una rara pero dolorosa prueba para la comunidad Ángel. Gabriel y todo el Consejo de los Doce no tenían nada, pero la fe en el padrastro de Jackson, y sus logros fueron muchos para estar a la altura. La mirada de Jacks se desvió hasta el Anillo Divino de Mark. Era el anillo usado por todos los Guardianes, un símbolo de la responsabilidad y poder. Era todo lo que Jacks había querido siempre, desde que podía recordar, y Mark había sido un alentador —y exigente— capataz en el camino para conseguirlo. Jacks lo vio brillar en la luz del sol. Luego alzó la vista hacia Mark. —Bueno, me siento sin preparación —admitió—. Quisiera tener una mejor idea de a quien los Arcángeles estarán poniendo bajo mi protección. Mark dio a su hijastro una sonrisa maliciosa, pero no dijo nada, y volvió a su computadora portátil. La puerta lateral de la cocina se abrió y el chef de la familia, Juan, trajo en un carro de plata el desayuno, con montones de pasteles, fruta fresca, jugo y café. Siempre había sido de esta manera para los Godspeeds, cada mañana, desde que Jacks podía recordar. Él habría estado impresionado, pero nunca había conocido otra cosa. Mark tomó una taza de café para sí mismo y le entregó un vaso de jugo de naranja a Jacks. —Jacks, sabes que no voy a decirte ni una palabra acerca de tu Nombramiento —dijo Mark—. Tú eres mi hijo, y te amo, pero eso no significa que te voy a tratar diferente que cualquier otro joven Guardián ahí fuera.

—Y no voy a hacértelo fácil este año, tampoco —continuó Mark, agarrando un plato y cargándolo con pasteles—. Vas a tener que demostrar lo que vales para mí como cualquier otro Ángel. —Mark... —Y Jackson... Jacks levantó la vista de su propio plato y miró a su padrastro.

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—Sé eso Mark.

—Me gusta cuando me llamas papá.

*

—No te defraudaré... papá —dijo Jacks. Mark asintió con la cabeza. —Sé que no lo harás. Kris se aclaró la garganta, parpadeando la mirada a su marido. —Mark. ¿Podemos tener un buen desayuno como familia y poner la charla del trabajo de lado por un minuto? —Por supuesto, cariño. Por supuesto —dijo Mark, pero sostuvo la mirada de Jacks un momento más antes de dirigirse a la mesa. Él hablaba en serio. Jacks se apoyó en la isla de la cocina y tomó un bocado de pastel. Sabía que su padrastro tenía razón. Pensó en su formación, en la que había roto récords y sorprendió a sus profesores con su destreza. Había recibido apoyos iniciales de ángel, incluso con tan sólo catorce años. Y ahora iba a tomar su lugar como el último Guardián Godspeed. Los ojos de todo el mundo estarían sobre él esta semana, y en ese primer salvamento. Su tiempo para desempeñarse había llegado. Pasos resonaron por las escaleras, cuando la hermana más joven de Jacks, Chloe, irrumpió en la cocina. La niña de pura sangre de Mark y Kris, Chloe tenía mucho más el aspecto de su padre: aguda, características casi graves, una clase de belleza tan intensa que era casi fría. Como de costumbre, tenía la cabeza hundida en su BlackBerry. —Oh, Dios mío, ¿has visto estas fotos de ayer? —anunció—. Ellos en realidad vinieron a la tienda conmigo y estaban como escondiéndose detrás de cosas, tratando de ver lo que yo iba a comprar. —Arrugó la nariz—. Odio a los paparazzi, son tan molestos. Esa camisa se ve muy linda en mí, sin embargo —dijo ella, mostrando su BlackBerry a Kris. —Te ves muy bien, querida —dijo Kris con amor. —Lo sé, ¿verdad? Papá, ¿no podemos demandar o algo así?

Los dedos de Chloe volaban sobre el teclado, mientras pasaba diferentes sitios de blog, mirando a las diferentes imágenes que los paparazzi habían conseguido de ella y leía los comentarios. Se acercó al carro del desayuno y, con su mano libre, sirvió un vaso de jugo de naranja. —Oye, Jacks, ¿listo para esta semana? —dijo sin mirar hacia arriba.

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—Bueno, depende —dijo Mark, riendo entre dientes. Su teléfono celular sonó y se levantó para tomar la llamada, caminando hacia la ventana para hablar en voz baja.

*

Jacks le sonrió a su hermana pequeña. —No sabía que A! les había pagado a todos ustedes para hacerme una entrevista durante el desayuno. Chloe rodó los ojos. —Es mejor estar preparado. No dejes que el nombre de la familia caiga. —Tomó un sorbo de su jugo e hizo una mueca—. ¡Ew, Juan! — gritó, dejando que su voz llegara a la cocina mientras continuaba navegando en su Berry. El rostro sudoroso de Juan apareció en la puerta. —Este jugo tiene un sabor raro. Creo que algo está mal con él. —Mis disculpas, Sra. Chloe —dijo Juan—. Lo preparé fresco esta mañana. —Bueno, sabe raro para mí —dijo Chloe—. Hazlo otra vez, ¿de acuerdo? Viéndose confundido, Juan obedientemente se llevó la jarra de zumo. —…la adicción destructiva que debe ser tratada —interrumpió Mark, sorprendiendo a su familia—. Quiero reunirme con usted a las diez para discutir esto. —Terminó la llamada y volvió a la mesa—. No hay de qué preocuparse —dijo con calma, volviendo a sentarse y sirviéndose más café. —Si tú lo dices, cariño —dijo Kris, viéndose preocupada. Él se inclinó para susurrarle al oído. Chloe tomó el mando en la isla y encendió los televisores de la planta baja. Dos pantallas planas en la sala de desayunos y uno en la sala de estar parpadearon a la vida, todos sintonizando A!. La misma presentadora sin aliento, Tara Reeves, había pasado de los titulares a las fotos. —¡Fotos calientes! Vivian Holycross fue vista cuando salió a hacer algunas compras ayer en la calle Rodeo. La bella Ángel recogió los accesorios de Fendi y Valentino, mientras que trataba de evitar esos molestos paparazzi.

—Sus botas son tan lindas. —Chloe respiró y miró a Jacks—. Es tan caliente, Jacks. Nunca deberías haber roto con ella. —Como de acuerdo, Tara continuó en la pantalla. —Pero mientras se ve increíble, como siempre, la pregunta que realmente queremos saber es, ¿son o no son ellos? ¿Esta Vivian en secreto de nuevo junto con el digno de baba de Jackson Godspeed? Mientras hablaba, el material cortó a una foto de Vivian de un anuncio para su propia línea de moda. Sus alas extendidas hacia fuera detrás de ella, mostrando

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La pantalla plana mostraba la imagen de Vivian corriendo con bolsas de compras, mientras trataba de esconderse detrás de un par de gafas de sol de Chanel.

*

finamente hiladas espirales de oro que se extendieron en los patrones delicados, brillante. Eran consideradas por algunos como la más sexy de las alas de todos los tiempos. —El publicista de Vivian no confirmó ni negó, pero los rumores están girando. ¡Juntos o no, siguen siendo, con facilidad, el más caliente par de Ángeles en el planeta! La cocina había quedado en silencio. Kris levantó las cejas a sabiendas. Mark se volvió hacia Jacks, con una expresión embarazosa. Jacks suspiró. —Sólo somos amigos —anunció a la habitación—. No volveremos a estar juntos. —Bueno, ella nos gusta mucho, hijo —dijo Mark—. Lo sabes. —Sí, lo han dejado muy claro para mí —dijo Jacks con una sonrisa. —Jacks, nos llevaríamos tan bien —dijo Chloe suplicante, acercándose a la isla de la cocina para empujar el brazo de su medio hermano—. Ahora que soy mayor, totalmente puedo vernos siendo las mejores amigas. —Vamos a dar al joven Ángel una pausa por ahora —dijo Mark, guiñando un ojo a Jacks—. Va a estar viéndola esta semana. Sintiéndose de repente cansado, Jacks puso su vaso en el fregadero. Salió al vestíbulo. Las llaves colgado en un estante debajo de la cámara de seguridad del monitor del Ferrari de Jacks, el M7 de Mark, el Lexus híbrido de Kris, y el Porsche de Chloe que, pensó Jacks, era un poco ostentoso para un Ángel joven. Cogió sus llaves y volvió a la cocina, donde besó a su madre y tomó un último pedazo de pan tostado del carro antes de dirigirse hacia la puerta. —¿Jackson? —lo llamó Mark. Jacks se volvió en la puerta. —Buena suerte esta semana —dijo Mark. —No hay necesidad de suerte cuando hay Ángeles en el mundo —dijo Jacks.

Jacks sonrió. —Tú lo hiciste. Con eso y un gesto de aprobación de su padrastro, Jacks desapareció por la puerta y en el cegador sol del sur de California.

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—¿Quién te enseñó eso?

* Jacks recorrió Sunset Bulevar en su Ferrari rojo cereza, pasando las famosas boutiques, restaurantes y discotecas de rock de Halo Strip. Iba a ser un día ajetreado, como de costumbre. En una hora tenía programado hacer una aparición en el moderno lounge de Angels Weekly, donde iba a compartir sus pensamientos acerca de su Nombramiento en una entrevista exclusiva y luego posar para unas fotografías con afortunadas fans. Él no era un fan de la revista, AW era una de las revistas de chismes más notorias de Ciudad Ángel, pero Darcy, su publicista, más o menos lo obligó a hacerlo. Mantenlos felices, le había dicho, mantenlos alejados de tu espalda. A partir de ahí, iba a hacer una parada rápida en la sala VIP de Lexus Angel’s Flight, donde iba a hacer otra entrevista y, probablemente, declinar una oferta para un Lexus LF—A 1 gratis. De nuevo. Él ya les había dicho, y era verdad, que simplemente no había más lugar en el garaje, pero sabía que eso no los detendría para ofrecer de nuevo. Tal vez podría donarlo a la caridad, pensó, e hizo una nota mental para hacerlo. Entonces, se apresuraría a la fiesta de Nombramiento del videojuego de EA2, Saved! 2. La nueva versión les daba a los jugadores la opción de ser el Guardián Jackson Godspeed, y los expertos predecían que fácilmente se convertiría en el juego más vendido del año. Como parte del acuerdo de promoción, les estaría dando a diez atónitos ganadores del concurso la oportunidad de jugar contra él durante la acordada hora de aparición. Por último, trataría y haría su propia fiesta de Halo Magazine Pre-Nombramiento. Tomando la vuelta en Melrose, Jacks pasó el Pacific Designer Center e hizo una rápida vuelta en U en el aparcacoches para el Urth Caffé, un hito de Ciudad Ángel y el lugar de moda para los Inmortales. Las chicas gritaban, la gente gritaba y los paparazzi ponían sus cámaras sobre capos de autos mientras Jacks facilitaba el Ferrari por el súbito enjambre de humanos.

Algunos del personal de seguridad manejaron a los paparazzi y a los fans. Estos guardias también eran útiles para el raro acosador ocasional como el que había seguido cada movimiento de Jacks el año pasado, quien ahora se encontraba

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Prototipo de auto y de carreras de la marca de autos, creada por Toyota, Lexus. Electronic Arts: Es una empresa estadounidense desarrolladora y distribuidora de videojuegos para ordenador y videoconsolas 2

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—¡JACKS! ¡JACKS! ¡JACKS! ¡POR AQUÍ, JACKS! —Una lluvia de flashes estalló mientras Jacks salía de su auto—. ¿QUIÉN VA A SER TU PRIMER RESCATE, JACKSON? —gritó uno de los fotógrafos—. ¿ESTÁS DE REGRESO CON VIVIAN? —gritó otro—. ¡SÁLVAME, JACKS!

*

en la cárcel, o para los chiflados activistas anti-Ángel que llegaban al café cada pocos meses o menos y empezaban a hacer alboroto. Jackson saludó a los fotógrafos y aficionados con una sonrisa amistosa mientras corría por las escaleras al patio, donde los Ángeles se sentaban en las mesas, bebiendo café con leche y socializando. Todas las miradas se volvieron hacia la estrella más brillante en Ciudad Inmortal mientras se abría paso entre las mesas. Encontró a Mitch sentado en una mesa bebiendo un té verde con leche y mirando a las Ángeles femeninas en la mesa de al lado. —¡Ahí está! —dijo Mitch, parándose de su silla—. ¿Listo para tu gran semana? —No tú, también —dijo Jacks, gimiendo mientras los dos amigos se abrazaban. Mitch era pequeño para un Ángel, pero fornido, como un atleta. Tenía ricos ojos marrones y una sonrisa con hoyuelos por la que se hizo famoso. Se sentaron y Jacks le ordenó un café a una embobada camarera, que lo trajo rápidamente. —Échale un vistazo —dijo Mitch, señalando a un Ángel femenino con cabello largo y negro que justo se había sentado en una mesa cercana. Robaba vistazos hacia Jacks mientras charlaba con sus amigas—. Esa es Elena. Acaba de hacer la nueva campaña de Versace. —Mm... hmm —dijo Jacks, ausente, disfrutando de su café. —Y echa un vistazo por las escaleras —dijo Mitch. Jacks miró y vio a una alta y sorprendente Ángel rubia platino, mirando en su dirección—. Sólo estoy diciendo, mira esas Marcas. Quiero decir, perfecto, hombre. —Mitch silbó. El Ángel se giró y Jacks pudo ver que ella llevaba una camiseta sin espalda que revelaba sus Marcas Inmortales. Eran femeninas y ornamentadas, con florituras y delicadas líneas brillantes que alcanzaban todo el camino hasta la parte baja de su espalda. Miró por encima de su hombro para ver si Jacks se había dado cuenta, pero él volvió a tomar su café. —Deberías ir y hablar con ella —alentó Mitch—. Es increíblemente caliente.

—¿Kelsie Godchild? ¿La cara de Burberry? Está en todo el lado de ese edificio en La Ciénaga. —Tomaré tu palabra por ello. Mitch se limitó a sacudir su cabeza. —Así que, ¿qué tan emocionado estás por esta semana, hombre? Esto va a ser como una fiesta de una semana. Lo de

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—Olvidé su nombre —dijo Jacks, desinteresado. Mitch suspiró.

*

anoche fue apenas una muestra. Aquí, déjame leerte tu horario. —Tomó el iPhone de Jacks de la mesa y fingió desplazarse a través de él—. Fiesta. Fiesta. Fiesta. Emborracharse. Emborracharse. Emborracharse. Luego ser Nombrado. Y entonces, emborracharse de nuevo. —Se recostó en su silla como si estuviera visualizándolo—. No sé tú, amigo, pero no puedo esperar. Jacks puso sus manos detrás de su cabeza y miró a su mejor amigo. Mitch amaba la forma de vida de un Ángel, y lo quería a él de vuelta. Casi siempre aparecía en las páginas de Inmortal y Angel’s Weekly en varios eventos y fiestas, siempre con una belleza de Ángel nueva en su brazo. Pero la verdad es que era un tipo genuinamente agradable, y un poco payaso de la clase. Se habían convertido en amigos cercanos en su primer año de entrenamiento, desde que Mitch se había empezado a burlar de las alas de Jacks, y habían permanecido así desde entonces. Aunque el público sabía muy poco acerca del entrenamiento Ángel, el NAS3 había revelado curiosidades sobre el progreso de Jackson y Mitch a través de los años, haciendo uso de su amistad. Una foto en particular de ellos se hizo famosa: dos arrogantes de trece años con los brazos cruzados sobre sus pechos, Jacks con sus luminosas alas a su espalda, las alas de Mitch mostrando complicados patrones laberínticos. Juntos, habían pasado a través de la soporífera matemática de la Aerodinámica Básica, todo el camino hasta los cursos como Frecuencia Múltiple y Vuelo Avanzado 406, hasta hace unos meses, en un choque, el NAS anunció que Jacks estaría saltando un año en su clase para convertirse en el Guardián más joven jamás Nombrado. Mitch había sido un buen jugador de todo el asunto, pero a veces Jacks se preguntaba si él todavía no había sido herido por ello. —No lo sé, hombre —dijo Jacks, tomando su iPhone de vuelta—. Iré a algunos eventos, claro, pero no quiero estar demasiado loco. Mitch lo miró atónito. —¿Estás loco? Todo el mundo sabe que el punto de convertirse en un Ángel Guardián son las fiestas. Las hembras. Y aquí esto es prácticamente una cosa de una vez en una eternidad, tu pronto Nombramiento. Se supone que será la mejor semana de nuestra vida, ¿y te lo vas a perder?

—Oh —se quejó Mitch—. Aquí vamos otra vez. ¿Por qué todo siempre tiene que ser perfecto contigo? —No es que tenga que ser perfecto...

3

National Angel Service (Servicio Nacional Ángel)

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Jacks se pasó una mano por el cabello y tomó un trago de café. —Yo sólo... tengo que enfocarme, Mitch.

*

Mitch dejó su taza. —Las más altas calificaciones en la escuela. El primero de la clase en simulación de entrenamiento. Primer lugar para volar en Vuelo Básico... —De acuerdo, lo entiendo —dijo Jacks, ligeramente avergonzado—. Pero ese primer rescate tiene que ser perfecto. Sabes lo que dicen, nunca olvidas tu primer salvamiento. Es la vida de alguien. Es una gran responsabilidad. Sólo quiero asegurarme de hacerlo bien. Mitch se inclinó hacia delante. —Como tu mejor amigo, déjame decirte algo que ya sabes. Tienes talento. Absurdamente. Mucho más talentoso que yo... —Eso no es verdad... —Es cierto. Y puedo decirte, que cualquiera que vayan a ser tus Protecciones, van a estar en buenas manos. Así que, por favor. Hazme un favor y, por lo menos, trata de divertirte esta semana. Jacks levantó sus manos en señal de rendición. —Lo prometo. Voy a divertirme. Un Mercedes G550 se detuvo en el aparcamiento en la acera. Por mucho que el asistente tratara claramente de no mirar, no podía apartar los ojos del conductor, y no podría ni cualquier otra persona. Ojos verde esmeralda, características perfectas y cabello marrón oscuro brillante: Vivian Holycross era, sin duda alguna, la más caliente Ángel femenina en el planeta. En comparación con ella, las supermodelos humanas en la mesa de al lado parecían absolutamente sencillas. Teniendo sólo diecisiete años, Vivian no iba a ser Nombrada por otros dos años, pero ya se hallaba en todas partes en los medios de comunicación. Venía de una de las familias Ángel más viejas y poderosas, y su vida hasta ese momento había sido poco menos que encantadora y sin esfuerzo.

—No mires ahora, hombre —dijo Mitch mientras veía el caos de la llegada de Vivian—, pero tenemos un visitante inesperado. Vivian está aquí. Jacks se puso tenso. —Genial. ¿Alguna posibilidad de que no me vea? —No lo creo —dijo Mitch—. Viene hacia acá.

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Los fans y los paparazzi pululaban mientras la seguridad la guiaba hasta la acera y en el patio. Llevaba un par de zapatos Miu Miu con estampado de leopardo y un vestido de jersey rojo que revelaba su sujetador y sus Marcas Inmortales. Su atuendo fue perfectamente complementado con un bolso Louis Vuitton y unas gafas de sol Bulgari.

*

En ese momento, Vivian notó a Jacks y Mitch, o pretendió eso, y se acercó más. Se aseguró de poner una mano sobre el hombro de Jacks mientras llegaba. —Oh, hola, chicos, no esperaba encontrarme con ustedes —dijo en una voz seductora y suave. Giró el rostro hacia Jackson—. Hola, Jacks. —Hola, Viv —dijo Jacks casualmente. No había enemistad entre ellos, pero encuentros con Vivian podían ser difíciles. No tenía nada contra ella, sólo que se había cansado de jugar el papel de “la” pareja Ángel; los eventos juntos, los fotógrafos hambrientos, las revistas cubriendo cada supuesto cambio en su relación. Era agotador, y a pesar de que Vivian parecía indignada cada vez que un chisme sobre su vida privada salía a la superficie, Jacks sintió que era indignación fingida y que estaba secretamente en eso. Eso causó que sus sentimientos por ella desaparecieran poco a poco, y habían roto el verano pasado. Pero desde que las noticias habían estallado sobre el temprano Nombramiento de Jacks, Vivian había reaparecido con más fuerza. —¿A qué hora irán esta noche? —preguntó. —Sabes, aún no he decidido si iré —dijo Jacks. Vivian parpadeó. —¿Es tu cobertura y aún no has decidido si irás? —Ya sabes cómo son esas cosas —Se encogió de hombros—. Todas son iguales. Vivian sonrió con picardía. —Bueno, si eso te haría sentir mejor, podría ir contigo y hacerte compañía. —Miró profundamente a los ojos de Jacks. —Eso está bien, Viv —dijo Jacks, retractándose—. Pero si termino haciéndolo, te veré allá, ¿de acuerdo?

Vivian era una buena chica, pero Jacks sintió como si ella de alguna manera se hubiese esforzado demasiado. Después de salir con ella durante cinco meses, Jacks había comenzado a sentir más y más que andaba con él porque era Jacks y lo que eso significada para el mundo exterior. Fue difícil para él de explicar incluso a sí mismo, pero a veces cuando ella se aferraba a su brazo, sentía como si no estuviera realmente allí. Que él podría haberse cambiado con un Jacks parecido y que Vivian no se diera cuenta siquiera.

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—Absolutamente lo harás —dijo, sus ojos verdes brillaban. Vivian se inclinó y le dio a Jacks un beso en la mejilla. Mientras lo hacía, sonaban miles de obturadores haciendo clic detrás de los setos. Jacks sabía que lo había hecho a propósito, tal vez incluso había llamado a los paparazzi y fijó todo el asunto.

*

También sabía lo mucho que Mark quería verlos juntos, y aunque por lo general era deseoso de complacer a su padrastro, en este caso, por el contrario, lo hacía aún más vacilante. Jacks dejó escapar un largo suspiro y miró a Mitch, que le daba una mirada alentadora. Vivian recogió su pelo detrás de su oreja.

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—Entonces —dijo ella—, ¿nos vemos esta noche?

* Traducido por DaniO

Corregido por tamis11



Siempre han habido ángeles entre nosotros” Nueva Historia de Ángeles, McGraw—Hill, 2nd ed., p.1

Maddy se sentó en su escritorio con su libro de historia abierto en frente de ella, tratando de no quedarse dormida mientras tomaba notas de la cátedra del Sr. Rankin acerca de Historia de los Ángeles en América. El turno de la mañana en el restaurante empezaba a cobrarle factura. Se removió en su asiento, rogándole a sus párpados para que permanecieran abiertos. —Espero que todos ustedes hayan hecho la lectura asignada para el fin de semana —dijo el Sr. Ranking mientras se paseaba por las filas de escritorios—. Y no, haber leído Angels Weekly no cuenta. Una risa resonó en el fondo de la clase. El Sr. Rankin era un hombre pequeño de unos cuarenta años con una barba recortada y una cabeza calva. Sostuvo su AP U.S. libro de historia en el aire mientras hablaba.

Tal vez Maddy no seguía a los ángeles, pero había hecho la lectura asignada. Sin embargo, nunca hablaba en clase. Mientras el Sr. Rankin empezó, sus párpados se volvieron imposiblemente pesados. —Entonces, ¿quién puede decirme acerca de la historia de los Ángeles antes de que se formara el Servicio Nacional de Ángeles? —Una mano se alzó en el frente. El Sr. Rankin la señaló. —Bueno, en el principio, los milagros se realizaban anónimamente —dijo un chico. El Sr. Rankin asintió.

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—Para aquellos de ustedes que no hicieron la lectura, permanecer en silencio no les ayudará. Entre menos participen, más me entusiasmará preguntarles. —La clase dejó salir un gemido grupal.

—¿Y cómo gobernaban los Ángeles en la Tierra?

*

—¿Había una clase real? —Sí, eso dice la leyenda —dijo el Sr. Rankin. Él se detuvo en la fila de Maddy—. Al igual que muchos Ángeles, no confirmarán o negarán cosas acerca de su existencia aquí en la Tierra, incluyendo mucho sobre su historia. Algunos historiadores especulan que hubo una batalla hace ya mucho tiempo entre los Ángeles y los Ángeles Oscuros, o demonios, por la supremacía en el planeta, una batalla ganada por estas clases reales. —Maddy se sentó derecha en su silla otra vez, tratando de verse lo más despierta posible mientras él pasaba—. Así que los Ángeles eran anónimos. ¿Qué pasó después? —La Guerra Civil —dijo alguien el parte trasera. Maddy sintió sus ojos cerrarse. —La Guerra Civil Americana, correcto. —El Sr. Rankin se dirigió al tablero y escribió en él, Guerra Civil—. Después del terrible derramamiento de sangre de ese conflicto, hermanos matando hermanos, los Ángeles decidieron que no tenía ningún sentido permanecer escondidos y sirviendo al hombre por bondad. —Hizo una pausa—. Para decirlo sin rodeos, no lo merecíamos. Así que los Ángeles originales, los Verdaderos Inmortales, doce Arcángeles, la mayoría hombres, pero hablaremos más de ellos cuando discutamos sobre el movimiento sufragista, vinieron hacía acá y presentaron su caso al gobierno de los Estados Unidos. Se encontraban dirigidos por Gabriel y vinieron para ser conocidos como el Concejo de los Doce. Con la ayuda del Presidente Grant, los Ángeles hicieron su poder en un servicio y se introdujeron en el capitalismo Americano. El Sr. Rankin escribió Capitalismo Americano debajo de Guerra Civil y lo encerró en un círculo. Empezó a pasearse lentamente por la habitación otra vez.

Nadie levantó la mano. Los ojos del Sr. Rankin escanearon la habitación y cayeron en Maddy, encorvada en su silla, asintiendo con la cabeza. —¿Maddy? Maddy levantó la mirada, sorprendida. —¿Sí? —Estamos esperando.

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—Los Ángeles se organizaron en clases, formadas por familias, y empezaron a tener hijos. Estos Inmortales Nacidos empezaron a envejecer a un ritmo humano pero a determinada edad pararon de hacerlo. Los Inmortales Nacidos por un largo tiempo parecen de la misma edad, por lo que el concejo declara que también son inmortales. Ellos tuvieron más hijos. Mientras su número crecía, el Servicio Nacional de Ángeles fue formado. Ahora, ¿quién puede decirme acerca del SNA?

—Lo siento. ¿Podría repetir la pregunta?

*

El Sr. Rankin le dio una débil sonrisa y caminó hacia ella. —Repetir la pregunta no hará ningún bien si usted no ha hecho la lectura. Maddy se sentó y aclaró su garganta. Sintió su confianza llamear en su mirada, y el pequeño maestro de historia detuvo su caminata y se mantuvo en su lugar. —El Servicio Nacional de Ángeles se abrió en 1910 en Ciudad Ángel, y un grupo de Arcángeles Inmortales Nacidos fue creado para supervisarlo. El Concejo de los Doce original le concedió al SNA el poder regular la contratación de Ángeles Guardianes de todo el mundo, y el sistema fue llamado protección-por-pago. El cuerpo gobernante de los Arcángeles difundió Ángeles a lo largo del globo, pero la sede permaneció en Ciudad Ángel. Las cejas del Sr. Rankin se rozaron. Abrió su boca para hablar, pero Maddy continuó—: Aun así nadie sabía de dónde venían los ángeles. Cada religión y cultura tienen sus propias historias de protectores sobrenaturales y mensajeros, guías. De acuerdo con el Concejo, y luego el SNA, esto era lo que los Ángeles eran. Más allá de eso, de donde venían dependía de la iglesia a la cual se asistía, si es que se asistía a una iglesia. El Concejo dejó el debate a los eruditos y predicadores, guardando la mayoría de sus secretos del público. La mayoría de las personas sólo aceptaron los Ángeles, como se acepta el sol naciente en la mañana. —Eso es correcto Maddy, muy bien… —Los Ángeles cobraron un montón de dinero por lo que antes era un servicio gratis, y mientras enriquecían, cobraban aún más. —Luego se detuvo y añadió—. No es que me importe, pero me parece una cosa bastante horrible. La clase se hallaba en un silencio sepulcral. El Sr. Rankin abrió su boca para replicar pero fue cortado por un sonido proveniente del pasillo, un sonido que hizo que la sangre de Maddy se congelara.

Pisadas frenéticas hicieron eco por el pasillo, seguido por gritos más llenos de horror. Una rubia junior, Samantha Cellato, se precipitó en el salón de clases, sollozando. Sus manos y su camiseta cubiertas por oscuras manchas carmesíes. Sangre. —Explotó. Tan solo explotó —mascullaba una y otra vez—. Creo que está muerta.

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Era un grito. Quebrado y aterrado.

*

Más gritos ahogados corrieron por el pasillo. Maddy miró a través de la puerta para ver niños corriendo hacia el frente de la escuela mientras el humo empezaba a llenar el corredor. En algún lugar de la edificación, la alarma de incendios sonó. Reaccionando más que pensando, Maddy se levantó y corrió fuera del salón. Ni siquiera estaba segura hacia dónde la llevaban sus pies, pero podía ver saliendo el humo del laboratorio de biología al final del pasillo y se encaminó en esa dirección. Se precipitó por la puerta del laboratorio y casi se desmaya ante la espeluznante escena en frente de ella. Las ruinas de un explotado tanque de propano yacían en el piso. La señora Neilson, la maestra de biología, se encontraba tendida en el suelo junto a un considerable número de niños. Oscuras piscinas de sangre se derramaban por debajo de los cuerpos, reflejando las parpadeantes llamas. Las dos manos de la señora Neilson se habían ido. —¿Maddy? Sus ojos se abrieron de golpe. Ella jadeaba, como si no pudiera respirar, y podía sentir la humedad en la parte trasera de su cuello. Observó al señor Rankin, quien parecía estar esperando pacientemente una respuesta. Esa apretada sonrisa de vuelta en su rostro. Maddy recordó lo que estaba a punto de decir. —El Servicio Nacional de Ángeles fue formado, y… —¿Y? —El Sr. Ranking se veía confundido. Antes de que se diera cuenta, Maddy se deslizaba en medio de las filas de escritorios hacia la puerta. Sabía que no tendría más que unos pocos segundos. Sólo podía esperar que no fuera demasiado tarde. Corriendo tan rápido como sus piernas le permitían, Maddy aceleró hacia el laboratorio de biología. Se precipitó a través de la puerta. —¡Discúlpeme señorita! —chilló la señora Neilson, parándose delante de la mecha Bunsen de una de las mesas del laboratorio. Maddy ya había puesto sus ojos en el encendedor gris metálico en la mano de la señora Neilson.

La señora Neilson elevó el encendedor metálico mientras abría la boca para responder, y en un movimiento fluido, se lanzó hacia ella. Abordó a la señora Neilson, casi embistiéndola y ambas salieron disparadas hacia el suelo. La cabeza de la maestra golpeó una de las grietas del piso con un horrible golpe sordo, pero parecía estar bien porque empezó a darle puñetazos y patadas en un descoordinado frenesí. —Oh, Dios mío. ¡Ayuda! ¡Ayuda! Estoy siendo asaltada —gritó.

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—¡No! —gritó.

*

Varios estudiantes se levantaron, pero ninguno hizo el ademán de moverse de sus puestos. Tan sólo observaban la bizarra escena de una estudiante y una profesora revolcándose en el suelo. Maddy empujó lejos a la señora Neilson mientras arrebataba el encendedor de su mano, tratando desesperadamente de evitar que chispeara. El señor Rankin entró corriendo en el salón. —¿Qué demonios está pasando aquí? —demandó. Jadeando y sin respiración, todo lo que Maddy pudo articular fue—: Revise el tanque de propano. —La señora Neilson se detuvo, luchando, dándole una mirada inquisitiva al grande y redondeado contenedor a tan sólo unos pasos de ella. Luego se apoyó en sus manos y rodillas alejándose de Maddy y se sentó en la esquina más alejada del salón, sollozando. El señor Rankin caminó hacia el tanque y lo examinó. Puso su oído sobre la válvula y sus ojos se ensancharon bruscamente. —Tiene un escape —dijo con voz alarmada—. Tenemos que evacuar este salón. Ahora.

Maddy pasó el siguiente periodo en la oficina de la enfermera, la cual olía a desinfectante y alcohol, antes de ser llamada al escritorio del director. La señora Neilson aceptó no presentar cargos y en retribución, pasaría la hora del almuerzo en detención el día siguiente. Igualmente, le habían agradecido por ayudar a detectar la fuga de gas, aunque nadie podía determinar con exactitud cómo lo había sabido. Maddy, quien no podía ni imaginar lo que diría la gente si decía la verdad, se limitó a contar que había olido algo en el camino al laboratorio. Fue enviada de vuelta a sus clases el resto del día y trató de terminarlas ignorando los susurros de sus compañeros de clase.

Después de la última campana, empujó su capucha encima de su cabello y caminó rápidamente a casa. No se molestó en entrar pero se apresuró en cruzar el patio y bajar la pequeña colina para dirigirse a la oficina de Kevin’s Diner, donde se cambió a su uniforme de mesera. Desde que Tracy se había programado la noche libre, Maddy pasaría el resto de su día trabajando en el turno de la noche.

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El día había pasado de ser esperanzador a desastroso. Se sentía como una perdedora, como alguien totalmente diferente y aislado del mundo. Pero eso, se dijo a sí misma, no era nada nuevo.

*

—¿Cómo estuvo la escuela Maddy? —dijo Kevin desde la cocina mientras Maddy arrojaba su mochila en la oficina, poniéndose la etiqueta con su nombre y empujando su cabello en una cola de caballo. —Tú sabes, sin incidentes —replicó, tratando de sonar tan convincente como pudiera. —¿En serio? ¿Estuvieron bien las clases? —Sip —dijo, entrando en la cocina y sonriendo vagamente. Ella odiaba mentir, especialmente a Kevin, pero no podía ver otro modo. No le iba a decir lo que pasó. Estaba dispuesta a aceptar ser una perdedora en la escuela, pero no quería ser una en casa. Agarró su libreta y su lapicero y se adentró en el comedor antes de que Kevin pudiera preguntar algo más. Alrededor de una hora después, Gwen, su amiga, Jessica y Samantha Cellato entraron. Jessica y Samantha eran juniors, y Sam había estado en la pequeña actuación de Maddy en el laboratorio de biología. Las ubicó en una cabina en la parte trasera. Todas ordenaron hamburguesa. Indudablemente, empezaron a hablar acerca del incidente. —Hiciste el Almuerzo Especial —dijo Gwen mientras Maddy llegaba con sus coca colas de dieta. Por supuesto, Gwen no hablaba sobre comida. El Almuerzo Especial era el blog de chismes del Instituto Ciudad Ángel, donde un junior llamado Blake Chambers ponía como plato lo que pasaba en la escuela. Gwen sostuvo en alto su teléfono para que leyera. La pantalla aparece una espantosa ampliación de una foto de Maddy con el encabezado “MADDY MONTGOMERY INTENTA INCENDIAR EL LABORATORIO DE BIOLOGÍA”. Leyó las palabras de Blake en voz alta. —Querida Maddy, gracias, en nombre de todo el cuerpo estudiantil, por tratar de prender fuego a la escuela. Sería una mejora, sin duda. Sin embargo, la próxima vez, espera hasta que el fuego empiece para darle una paliza a la señora Neilson. —Maddy hizo una mueca y Jessica soltó una risita. —¿Te metiste en problemas? —preguntó Sam, sus ojos amplios.

—Genial, pero, ¿cómo lo sabías? —preguntó Jessica, dejando caer un pitillo en su bebida y dando un trago largo. Gwen miró a Maddy, su cara sincera. —¿Tuvo… algo… que ver con lo que pasa? —preguntó cuidadosamente.

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—Detención a la hora del almuerzo mañana —dijo Maddy—. En realidad no me importa. Me dará tiempo para trabajar en mis aplicaciones.

—¿Con lo que pasa? —preguntó Samantha ávidamente

*

—Nada —soltó de golpe Maddy, fulminando con la mirada a Gwen—. No es nada. Estaré de vuelta enseguida con sus hamburguesas. Maddy dejó la mesa, molesta y un poco avergonzada. Gwen bajó el tono de su voz. —Maddy tiene esta cosa. Ella… ve cosas a veces. —¿¡Qué!? —jadeó Jessica, sus ojos iluminándose —¡Cállate Jessica! —siseó Gwen, pero no antes de que el tío Kevin mirara inquisitivamente a la cabina. Gwen le dio un saludo y él la saludó de vuelta —No todo el tiempo —susurró Gwen—. Sólo a veces, empieza a ver cosas que en verdad no tienen sentido. Pero por lo general son malas. —Tres hamburguesas —interrumpió Maddy mientras salía de la cocina con una bandeja llena de comida. Samantha y Jessica la miraron. Ella las miró de vuelta. —¿Qué? —¿Tú, um, ves cosas? ¿Cómo qué? —preguntó Samantha. Maddy le disparó dagas a su mejor amiga, quien se encogió en la cabina. —No realmente. —Se encogió de hombros—. Creo que sólo soy un poco rara. Y eso no es exactamente una noticia. —Puso los platos y una botella de salsa de tomate—. Es sólo una de esas cosas, como tener una doble articulación o algo así. —¿Cómo tener una doble articulación? —exclamó Jessica incrédulamente—. ¡Eres como la Mujer Maravilla! Unos pocos clientes se dieron la vuelta para mirar. Maddy sintió su cara volverse roja. El tío Kevin vino de detrás del mostrador y se aproximó a la mesa. —¿Cómo está todo por aquí? —preguntó con una sonrisa amigable.

Gwen había tomado la costumbre de llamarlo tío Kevin, justo como lo hacía Maddy, algo que le gustaba a Kevin. —Oh, está bien, lamento haber interrumpido —dijo Kevin incómodamente—. El postre está en la casa. Pueden venir cuando quieran chicas. —¡Gracias! —corearon las chicas.

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—Bastante bien, tío Kevin —dijo Gwen—. Solo teniendo una conversación de chicas.

*

—¡Te callarías, Jessica! —la regañó Gwen después de que Kevin se alejara—. Dios, eres causa perdida. Maddy esperó hasta que su tío estuviera fuera del alcance del oído y se agachó hacia sus amigas. —Escuchen, si no les importa, chicas, por favor no digan nada acerca de ello. Kevin no sabe lo que pasó y preferiría que permaneciera de ese modo. ¿Por favor? Las tres chicas asintieron —Seguro —dijo Gwen, pareciendo sentirse mal acerca de toda la cosa—. Es nuestro secreto. Aliviada, Maddy se levantó mientras el crepitar de Magnavox llenó el silencio que se había extendido por la mesa. —Permanezcan atentos mientras nuestra corresponsal de vida y estilo, Jamie Campbell, estará en la fiesta de la revista Halo de esta noche para una entrevista exclusiva con el único, Jackson. Ella continuará reportando cada uno de sus movimientos mientras se prepara para su Nombramiento y mucha más en la ausencia del ángel chico-malo Theodore Godson de una gala especial para la caridad celebrada hoy. ¿Será que su último divorcio ha causado repercusiones en la sociedad de los Ángeles? —¡OMG! —chilló Gwen, volviendo su atención hacia el televisor—. El Nombramiento de Jackson Godspeed. —¿Su qué? —preguntó Maddy, estirando su cuello alrededor para ver. ¿Era eso de lo que hablaba la chica en Ángel Bulevar? —Nombramiento, duh —dijo Jessica, llevando un grupo de patatas fritas a su boca. Maddy le dio una mirada en blanco—. ¿El Guardián más joven de todos los tiempos? ¿Primeras Protecciones? ¿En qué ciudad has estado viviendo?

—Si tus padres tienen un montón de dinero, lo cual no tienen —dijo Jessica sarcásticamente con su boca llena de patatas. —No necesitan un montón de dinero —resopló Gwen—. Tengo la Lotería de Protección del SNA.

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—Ves, todos excepto tú saben que esta semana es su Nombramiento — explicó Gwen—. Lo que significa, un puñado de fiestas y eventos, y luego todos los Ángeles se visten y se juntan y hay una ceremonia donde anuncian sus Protecciones. ¡Y una de esas podría ser yo!

*

Cada mes, Gwen ponía la mayoría de sus ingresos en la lotería con la esperanza de ganar un Guardián de por vida. En la cima de sus regulares servicios de Protección-por-pago había una gran fuente de dinero para el SNA aunque el cinco por ciento de dichos ingresos estuviera destinado para financiar el desarrollo de Asia y África, donde unos pocos líderes políticos distinguidos tenían Guardianes. —¿Cuáles son las posibilidades de ganar eso? —preguntó Samantha. —Acerca de una en seis billones —dijo Jessica. —O podría ir a… —replicó Gwen. Y como si estuvieran sincronizados, el televisor de la esquina pasó una promoción de la temporada final de Protección Americana, un espectáculo en el cual los concursantes competían unos contra otros en unas contiendas que parecían arbitrarias con los televidentes votando por quien se iba y quien se quedaba. El último premio fue ganar un servicio de Guardián por diez años y un millón de dólares en efectivo. —La temporada pasada sesenta y dos millones de ustedes se sintonizaron para ver a quién ELEGÍAN para ser el siguiente Protegido de América. ¡Hicieron de Sarah la nueva Protegida! Maddy se dio la vuelta para mirar. Había estado estudiando para sus exámenes finales en la primavera y nunca había ido a la casa de Gwen para ver el programa con ella. En la pantalla apareció la imagen de una chica y un chico, uno junto al otro, en un enorme escenario frente a una audiencia. Un anfitrión abrió un sobre y leyó el nombre de Sarah. El chico, sombrío después de la derrota, le dio un abrazo a Sarah mientras saltaba de arriba a abajo en modo de celebración. Apareciendo de la nada, un Ángel Guardián, Owen Holymead, descendió al escenario, sus alas revoloteando suavemente mientras aterrizaba. Galantemente, caminó hacia Sarah y tomó su mano. El anfitrión le dio un cheque gigante. —¿Quién será este año?

—Totalmente va a ser Addison, ha tenido presentaciones mucho mejores que las de Lindsay. Maddy sabía que las posibilidades de ganar la lotería, Protección Americana, o la caridad eran infinitamente pequeñas, pero Gwen y muchos otros alrededor del mundo seguían creyendo cada mes, cada día, que serían el nuevo Protegido y serían catapultados automáticamente en el mundo del glamur y la fama de los Ángeles, con sus propios Guardianes. Para ser salvados.

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—¡Lindsay! —exclamó Sam al Magnavox. Gwen rodó sus ojos.

Mantuvo la boca cerrada.

*

Gwen tomó una patata frita del plato de Jessica. —Lo lamentarás cuando sea la Protegida de Jackson Godspeed y esté en todas las fiestas con los Ángeles, y todos quieran ser mis amigos, y ustedes chicas seguirán preocupándose por el segundo periodo de álgebra. —Se dio la vuelta hacia Maddy—. ¡Vendrás a ver con nosotras el Nombramiento de Jacks! Incluso tengo una pequeña alfombra roja. ¡Todas nos arreglaremos y luego iremos a la fiesta de Ethan! La fiesta de Ethan. Con todo el asunto del laboratorio de biología Maddy casi lo había olvidado. —Gwen, tengo tres exámenes el lunes. Además tengo que trabajar en mis aplicaciones para la universidad. Mira, sé que te prometí que lo pensaría y lo he hecho. La verdad es, no puedo ir —dijo abriendo su libreta y empezando a anotar la cuenta. —Vamos Maddy, todos van a ir —dijo Samantha como si eso fuera razón suficiente. —¿Maddy, cuánto tiempo hemos sido amigas? —preguntó Gwen. —Oh, no seas dramática —replicó Maddy, exasperada. —¿Cuándo más vas a divertirte si no es este año? Kyle dice que la casa de Ethan es asombrosa, ¿y qué si en realidad él tiene un Guardián y hace una aparición especial? Dice que tú tienes que venir, apuesto a que le gustas a Ethan. Si nunca haces nada por mí, por favor haz esto. —Gwen cruzó los brazos sobre su pecho desafiantemente. Era uno de esos momentos en la vida, pensó Maddy, en el que tenías que escoger entre lo que sabías que era correcto y tu amiga.

—¡Este fin de semana será el mejor de to-dos! —dijo, transformando la última palabra en dos sílabas distintas. Después de que las chicas pagaran y se fueran, Kevin se acercó con una espátula en la mano. —¿Pasaron tus amigas un buen rato? —preguntó. —Sí —dijo Maddy, depositando el plato sucio de Gwen en su bandeja.

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—Está bien, relájate —dijo—. Sólo tengo que asegurarme de que a Kevin no le importe. —Gwen saltó a sus pies y le dio un abrazo a Maddy por encima de la mesa.

—¿De qué iba toda esa gritería?

*

—Oh, sólo un Ángel del que Gwen está enamorada. —No, antes de eso —presionó Kevin—. ¿Ustedes hablaban de un incidente en la escuela? Maddy hizo una pausa, esperando que su expresión la hubiera traicionado. —Sólo cosas de chicas —dijo inocentemente, sin encontrar la mirada de Kevin. Apiló el plato de Samantha encima del de Jessica y los tomó con un solo brazo. Después de un momento, Kevin se limpió las manos en su delantal. —Oh, está bien. Bueno, asegúrate de decirles que se detengan la próxima vez —dijo y desapareció en la cocina. Maddy no se dio cuenta hasta que él no se fue de que había estado conteniendo el aliento. Despacio y silenciosamente, lo dejó salir. Era el único secreto que no le había contado. Sus visiones. Con el paso de los años, las visiones habían venido de la nada. Cosas malas, como las que había “visto” hoy. Excepto que esta vez había sido la diferencia, ella había reconocido a alguien. Eso nunca había pasado antes. Normalmente las imágenes en su cabeza no tenían ningún sentido.

Gwen usualmente la incitaba para que saliera con chicos y Maddy por lo general, usaba el trabajo de la escuela y de la cafetería como excusa. Y de verdad se encontraba ocupada con esas cosas, pero Maddy también sabía que si se volvía cercana a alguien, había una posibilidad de que uno de esos episodios pasara, y entonces, ¿qué se suponía que diría? ¿Cómo podía explicar su cosa así? En su primer año, había estado en una cita con Adam Rosen, y justo cuando se tomaban

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La primera vez que había pasado, habían estado en un parque de diversiones por su noveno cumpleaños, y ella había tenido flashes de horribles cosas pasando en las atracciones, sangrientas y perturbadoras imágenes. Se volvió histérica y Kevin se sentía tan preocupado que la llevó al servicio médico del parque. Después de un rato, fue capaz de calmarse. Y mintió, diciendo que la montaña rusa la había molestado. Incluso desde esa temprana edad, Maddy nunca quiso que él supiera acerca de las extrañas cosas que veía. Y ciertamente no quería que ahora supiera que habían empeorado. Se sentía lo suficientemente rara en el modo en que nunca se había sentido alrededor de sus compañeros. No necesitaba que su tío pensara lo mismo. Amaba a Kevin profundamente, pero el hecho era que no era su padre. Algunas cosas eran privadas.

*

las manos, ella literalmente había salido corriendo del lugar de yogurts congelados en el que se encontraban, después de una aterradora imagen de un carro golpeándola de la nada. Adam la había alcanzado, pero seguía molesta, y tenía a Kevin para que viniera y la llevara a casa. Sólo pensar en eso seguía llenando a Maddy de pena. Pero todas esas visiones anteriores habían sido aleatorias, como un extraño colapso mental de malas imágenes. Pensó que estaba solo… bien, de acuerdo. Mentalmente enferma. Hoy, en realidad reconoció a las personas. Lo que le había beneficiado un montón. Había hecho el Almuerzo Especial después de todo.

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Miró al gran reloj de plástico de la pared. Ocho cuarenta y cinco. Aún era temprano. Suspiró mientras llevaba los platos a la cocina. Iba a ser una larga noche.

* Traducido por Deeydra Ann' Corregido por Escritora Solitaria

ngel Bulevar se hallaba oscuro y silencioso. Las palmeras inmóviles. De día era la ciudad más grande de atracción turística, con gente de todo el mundo acudiendo al Paseo de los Ángeles. Por la noche, sin embargo, con sus anuncios de descuento de neón y las tiendas cerradas, este extremo de Ángel Bulevar parecía más un pueblo fantasma misterioso.

Á

Un anciano tropezó con las relucientes estrellas, las farolas emitiendo haz de luces en su visión. Los bolsillos de la gente se encontraban fuera de los clubs más abajo en el bulevar, pero casi todo lo demás cerraba al anochecer, las multitudes desplazándose al oeste de Halo Strip. El hombre se apoyó en un bote de basura, luego miró dentro. Era lo usual. Mapas de Ángel, folletos turísticos y envoltorios de comida rápida. Si quieres conocer el carácter de un pueblo —él siempre decía— mira su basura. Metió su mano a través de la basura hasta que sus dedos se cerraron alrededor de una superficie lisa, la curvatura de una lata de cerveza. La sacó, y la inclinó hacia atrás, dejando que los restos del contenido cayeran en su boca y por su barbilla. Luego lanzó la lata de vuelta a la basura. Se perdió, y la lata rodó a través de la acera dentro de una alcantarilla.

Se acercó y se sentó pesadamente en la puerta que había elegido para pasar la noche. Olía vagamente a orina, pero eso no le molestaba. Era por el viento, y fuera del camino de los propietarios de las tiendas, y turistas rezagados que todavía se paseaban por ahí. Con un poco de suerte, no sería pateado fuera de ahí esa noche. Se inclinó, borracho, en contra de la puerta y vio las luces brillantes de “Ciudad Inmortal”, girando a su alrededor. Sonrió. Si tuvieras que estar sin hogar, puede ser que también pudieras tener un hogar en la gloriosa Ciudad de los Ángeles. Sus ojos se cerraron y, antes de que siquiera se diera cuenta de su agotamiento, se quedó dormido.

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No se molestó en recogerlo. Si los Ángeles querían que su bulevar estuviera limpio —se dijo— podrían venir y hacerlo por sí mismos. Estarían limpiando por un largo tiempo para quitar la suciedad de esta ciudad.

*

Cuando despertó de nuevo, no estaba seguro de cuánto tiempo había estado ausente, pero el bulevar había pasado extrañamente al silencio. Incluso por la noche, por lo general, podías seguir oyendo a los pájaros en los árboles u ocasionalmente al perro callejero en busca de sobras. Esta noche, nada hacía algún sonido. Nada parecía moverse, aparte de las palmeras, temblando por la brisa. Se incorporó y parpadeó. Algo iba mal. Todavía seguía borracho, eso era seguro, pero menos ahora. Se podría decir que estaba saliendo de ello, porque podía sentir la primera punzada de lo que sería su dolor de cabeza usual. Esto no era una paranoia inducida por el alcohol, estaba bastante seguro; algo simplemente parecía... apagado. Hizo todo lo posible para enfocar sus nublados ojos y miró a su alrededor. Sólo veía oscuridad. Nada. Pero algo iba definitivamente mal. No lo sabía tanto conscientemente como por instinto. A medida que sus ojos buscaban en la oscuridad, recordó de repente algo que no había pensado en años. Incluso en décadas. Se acordó de ser un niño y temerle a la oscuridad. Eso era. Era una sensación. Una sensación que venía de la propia oscuridad. La noche en torno a él parecía estar llena de una presencia salvaje, primitiva, un roedor, el instinto animal del sudor, al igual que el miedo mismo. Entonces oyó la respiración y se dio cuenta que no se encontraba solo. —¿Hola? —dijo nerviosamente. Había alguien allí. En la oscuridad—. ¿Hay alguien ahí? No hubo respuesta, pero la respiración continuó. Una profunda, vibrante respiración. Sus ojos miraron alrededor salvajemente. Entonces lo vio.

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Incluso en su estado más borracho, nunca podría haber imaginado algo tan horrible. Abrió la boca y el bulevar se llenó con el eco de sus gritos.

* Traducido por Madeleyn Corregido por Escritora Solitaria

M

aseratis, Lamborghinis y servicios de limusinas atascaron el Sunset Bulevar, apilados en una larga fila en frente del Hotel Chateau Marmont, atascando el tráfico de la brillante avenida Halo. Docenas de personas se apresuraron a controlar la escena, dirigiendo el tráfico, frenando las multitudes, coordinando a los recién llegados. Reflectores iluminaban la alfombra roja y una gran pared blanca con el logotipo de la revista Halo se repetía una y otra vez en ella. Cerca se hallaba una ampliación de la portada de la Revista Halo, Jackson Godspeed agazapado en un tejado, las alas, el viento en su cabello, debajo del título se leía “EL CALIENTE HEROE: Jackson Godspeed se prepara para dar el salto hacia la Guardianía”. Justo al otro lado de la pared y en pantalla un ejército de fotógrafos, reporteros y periodistas esperaban. Jamie Campbell, correspondiente a la vida y estilo de ANN, establecieron la glamorosa escena cuando ella se veía sin aliento delante de las cámaras.

Al igual que una procesión de perfección sobrenatural, los Ángeles comenzaron a llegar a la alfombra, Guardianes en trajes bien cortados con sus Anillos Divinos brillando y las luces. Las mujeres ángeles en los vestidos sin espalda que dejaban ver sus Marcas Inmortales. Los aficionados aumentaron en contra de las barricadas y gritaron a garganta cruda. Los peatones que pasaban por ahí se detuvieron y miraron ya sea incrédulos ante el glamur o paralizados por ello. La seguridad era mayor: el año pasado durante el Nombramiento, un operativo de la franja radical del grupo anti-ángel, llamado Defensa Frente a la Humanidad, o FDH, se encontraban actualmente sobre la alfombra. Vestidos como guardianes, ellos mismos se habían cubierto de sangre falsa y se presentaron ante

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—Estamos aquí, en vivo con la Revista Halo en el Nombramiento de la fiesta, uno de los eventos más populares en Ciudad Inmortal de esta semana, tanto así que la palabra Ángeles está siendo pegada arriba y abajo en el Sunset Bulevar a la espera de entrar. ¡Jackson Godspeed y sus famosas alas son la portada de este mes, y los rumores indican que él puede llegar en cualquier momento!

*

las cámaras sosteniendo un cartel que decía: ELLOS NO SON ÁNGELES. Rápidamente habían sido retirados, pero el incidente había dejado su huella. La rama europea de FDH había hecho un intento armado para secuestrar a un Ángel en Munich cinco meses antes, la conspiración se frustró cuando el Ángel venció a sus atacantes. La FDH nunca habían llegado a la violencia en Ciudad Ángel, pero ellos siempre hacen algún tipo de amenaza, y los Ángeles no querían tomar ningún riesgo. Aman a los Ángeles o los odian, no podía dejar de sentir la emoción en el aire, como una especie de electricidad, como si su presencia Inmortal se pudiera sentir. El mundo pareció explotar cuando Jackson Godspeed salió de su coche. El sonido golpeó sus oídos como un trueno interminable. Llevaba un traje Gucci gris, camisa blanca y una delgada corbata negra. Los paparazzi pululaban, Jacks respiró hondo y sonrió con su sonrisa ensayada mientras las cámaras lo devoraban. Detrás de las barricadas, los histéricos fans gritaban cosas como: "¡Sálvame, Jackson!" y "¡Yo quiero ser tu primera Protección!" Jacks se volvió y se aseguró de saludarlos. Una mujer de mediana edad vestida en un traje completamente negro se empujó hacia él. Jacks sonrió con alivio por la aproximación de Darcy, su publicista desde que podía recordar. —Te ves increíble —dijo Darcy, empujándolo una vez más—. Yo no podría estar más feliz si hubieras aparecido desnudo. —Jacks soltó una carcajada. A su padrastro le gustaba Darcy porque ella tenía en sus manos la lista de los clientes de la élite. A Jacks le gustaba Darcy porque era grosera, honesta e implacable. A veces sus travesuras eran la única cosa que conseguía de esos eventos. —Es la prensa de costumbre, Access Angels, Angel Weekly, Angel News Network, Oh y A! —Darcy golpeó algo en su BlackBerry mientras hablaba—. Vivian está aquí, recuérdalo. —Dejó de escribir y le apuntó con su Blackberry como un arma—. No respondas las preguntas acerca de tu estado. Se vago.

—El rumor es realmente la gran cosa, Jackson. Discusión. Tweets. Chisme. —Alisó las solapas de su chaqueta—. Si se crea un rumor, entonces es una gran cosa, y se hace por lo que es. Por ambos, tú y Vivian. ¿Quieres vender esa portada? Bueno, sólo tienes que mantenerlos adivinando, ¿de acuerdo? Jacks buscó a Vivian en la alfombra hasta que la encontró. Allí estaba ella con un vestido de un hombro que probablemente es de una línea de moda. Por

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Jacks se encogió de hombros con tristeza. —¿Es realmente esto la gran cosa?

*

mucho que tratara, Jacks no podía negarlo. Vivian lucía increíble. Tenía que recordarse a sí mismo mantener su distancia. No volverían a estar juntos. Lo había decidido. No importa qué tan feliz pudiera hacerlo. —¿Estás bien? —preguntó Darcy, sacando a Jacks de su ensoñación. —Claro —dijo Jacks, y sacudió la imagen de Vivian fuera de su mente. —Muy bien, vamos. —Jacks fijó otra sonrisa encantadora en su rostro, y comenzó a bajar la larga línea de pulsación. —Aquí está, Jackson Godspeed y sus famosas alas, el Ángel del que todo el mundo está hablando. —Era Jamie Campbell por ANN—. Estás a sólo unos días de convertirte en el Ángel Guardián más joven de todos los tiempos. ¿Puedes describir lo que sientes ahora mismo? —He querido esto desde que puedo recordar —dijo Jacks, teniendo que gritar para hacerse oír por encima de los gritos de su fans—. Solía ir a la cama soñando con el Anillo Divino. —¿Alguna idea acerca de quién será tu primera Protección? Tenemos una gran cantidad de chicas con la esperanza de ser una de ellas. Jacks había respondido esta pregunta en casi todas las entrevistas, y la respuesta era siempre la misma. Pero de alguna manera no detuvo a nadie de preguntar. —Bueno, como ustedes saben, eso está realmente fuera de mis manos. Los Arcángeles son los que asignan a quién Protegeré, y es mi trabajo salvaguardar su vida.

Jacks se sintió molesto por una fracción de segundo. Colocó otra falsa sonrisa en ese momento. —Honestamente, si nos preocupamos por cada uno de los chiflados con una cámara de vídeo, conexión a Internet y una opinión, no habría mucho tiempo para alguna otra cosa, ¿no lo crees? —Se dio cuenta de que básicamente repetía lo que Mark dijo que respondiera cuando le hicieran esa pregunta. Ahora, su molestia la dirigió directamente a sí mismo. —Ya veo. —Jamie echó un vistazo a sus notas—. Así que vamos a ser honestos, Jacks, ¿podemos? ¿Cuál es la mejor parte de ser un Ángel? ¿Es el estilo de vida? ¿Son las fiestas? ¿La fama? ¿Cuál es tu parte favorita?

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—Y, como ustedes probablemente saben, William Beaubourg, el líder de la Defensa Humanitaria, sólo salió de la cárcel hace dos días. Ya ha comenzado a hacer amenazas contra los Ángeles con videos amateur en Internet, y usted ha sido señalado en uno de ellos. ¿Qué piensas acerca de eso?

*

—Simplemente teniendo esta oportunidad —dijo después de considerarlo. —¿Y qué oportunidad es esa? —preguntó Jamie. Los ojos azules de Jacks brillaron. —La oportunidad de ser un héroe. Darcy le dio una "se acabó el tiempo" señal a Jamie, quien agradeció a Jacks con entusiasmo y se volvió hacia la cámara mientras daba un paso atrás. Se movió por la alfombra roja, deteniéndose para responder preguntas aquí y allá, pero utilizando sólo la mitad de su atención. Observando el despliegue del evento, él sentía la extraña sensación de desconexión alcanzarlo una vez más. Era como si no estuviera realmente presente, como si todo ese alboroto, toda esa grandeza, sólo necesitara un muñeco de Jackson y no a él en absoluto. Había pensado que sólo era su relación con Vivian lo que le hizo pensar de esa manera. Pero ahora parecía que ese sentimiento tenía raíces más extensas. Jacks pasó por delante de un ser humano entrevistado, un tipo con muletas, con un yeso y un vendaje en su rostro; supuso que era la protección que Mark salvo la noche anterior, tomando el protagonismo que viene con el territorio. Más adelante, Vivian modeló su vestido para la cámara de Access Angels. El periodista, una bronceada chica que lucía un minivestido de lentejuelas, casi se cae de sus tacones mientras la adulaba. —¡Vivian, este vestido es absolutamente precioso! ¡Cuéntanos acerca de ello! —Bueno, Courtney —dijo Vivian, y extendió la tela del vestido con elegancia para dar un mejor aspecto a la cámara—. Pensé que sería una gran ocasión para estrenar mi nueva línea de vestidos. Este es uno de mis favoritos, así que lo estoy usando esta noche. —¿Una línea de vestidos?

—¡No todas podemos vernos como tú cuando vamos a un Starbucks! — brotó Courtney. Vivian sonrió agradecida. —También estoy trabajando con un diseñador increíble en mi línea de bolsos, que saldrá en primavera. —Courtney quedó sin aliento. —Bueno, Vivian Holycross, que tengas un buen rato esta noche, ¡te ves increíble!

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—No sólo de vestidos —corrigió Vivian—. Mi línea tiene todo el paquete. Sé que las chicas por ahí quieren parecerse a mí, no sólo para ocasiones especiales, también para el uso diario. Incluso si, por ejemplo, sólo quieres ir a obtener un café en el Starbucks más cercano.

*

—Gracias —dijo Vivian, y luego añadió en voz baja simulada—. Espero que Jacks piense lo mismo. Una erupción totalmente nueva de gritos llamó la atención en la acera y Jacks vio a su hermana en la alfombra. Los fotógrafos gritaron, y se inclinaron para conseguir el ángulo perfecto. Chloe posó y sonrió, luego cambió de postura, posando y sonriendo de nuevo. Luego giró sus hombros y reveló que llevaba un vestido sin espalda con sus Marcas Inmortales mostrándose casi infantil con las luces intermitentes. Los Ángeles se quedaron sin aliento. Los aficionados gritaron. Jacks apretó los dientes. No podía creer que su madre había dejado a Chloe usar eso. Uno de los ayudantes de Darcy llevó a Chloe con rapidez a la línea de prensas. —Chloe Godspeed, ¿cómo estás? —Fue ANN de nuevo—. ¿Estás aquí para apoyar a tu hermano mayor esta noche? —Sí, por supuesto —chirrió Chloe. —Y felicitaciones por tu éxito obtenido con el reality show Dieciséis e Inmortal. El reality show número uno en la televisión por cable, y hay planes para una segunda, ¿correcto? —¡Sí! —Chloe sonrió—. Pueden verlo los lunes y los miércoles por la tarde a las cuatro en A!. Cerca del final de la alfombra, Darcy retiró a Jacks por el brazo, él observaba a su hermana. —Habla con A!. Entonces hemos terminado, ¿de acuerdo? —dijo y le condujo a Tara Reeves y su equipo de filmación. Transmitían en vivo el evento. —Y aquí está, el mismísimo Jackson Godspeed —chilló Tara Reeves. Parecía fuera de sí por la anticipación—. Bueno, no es ningún secreto que eres exitoso con las damas. Solo seré sincera y lo diré. ¡Eres Maravilloso! —Se sonrojó de un profundo carmesí y acorraló un mechón de cabello tras su oreja. Jacks se sentía exquisitamente incómodo. Se encogió de hombros autodespreciativamente. —Oh, vamos… —No, en serio, ¿cómo se siente saber que cada mujer Ángel y señoritas en la alfombra están adorándote?

—Entonces, la pregunta en mente de todos, la especulación de las chicas y sus madres en todo el país es, ¿estás soltero? El gran rumor de esta semana es que tú y cierto ángel están juntos de nuevo. —Bueno, no estoy en una relación, si eso es lo que tratas de decir.

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—Si tú lo dices, Tara —dijo Jacks.

*

Tara tomó una respiración rápida. —¿Puedes definir tu relación con Vivian Holycross, entonces? —Es un gran ángel. Creo que va a ser una maravillosa Guardiana. —¿Pero llevará tu Anillo Divino algún día? —Jacks miró a Darcy. Ella le miraba, severa y expectante. Tara estrechó sus ojos. —Bueno, tengo que conseguirlo primero. Luego ya veremos —dijo finalmente. —¡Así que todavía es un misterio! —gritó Tara en la cámara—. Jackson y Vivian, ¿están secretamente juntos de nuevo? Jacks volvió a mirar a Darcy de nuevo. Su expresión se había transformado en aprobación y alivio. Le dio a Jacks dos pulgares hacia arriba. Él sintió otra punzada, sólo por un momento. Como si ni siquiera estuviera allí. Darcy llevó a Jacks hacia la multitud de Ángeles bebiendo, hablando y riendo en el vestíbulo. Reconoció algunos de los otros ángeles que iban a ser Nombrados esta semana, al igual que Milo Trinity y los gemelos Churchson. Habían estado una clase delante de él hasta este año, por lo que no los conocía tan bien, pero parecía que se habían presentado a su fiesta a pesar del hecho de que la atención se hallaba en torno a Jacks, había tomado básicamente sus propios Nombramientos. Jackson sacó su teléfono para enviarle un mensaje a Mitch cuando vio a Vivian con entusiasmo saludándolo a través de la habitación. —Buen trabajo —dijo Darcy mientras golpeaba las teclas de su teléfono—. Te voy a dejar aquí. Pásala bien, ¿de acuerdo? —Lo haré —mintió.

Entraron al vestíbulo juntos y Vivian se apoderó del brazo de Jacks. A pesar de sus intentos de desengancharse, se hizo inseparable de él, y trabajaron en la fiesta juntos. Conversaron con los Arcángeles. Posaron para las fotos. Parecía que nunca habían roto. Finalmente salieron al patio a tomar aire. —Sólo quería decirte que me alegro de lo que nos llevó a romper —dijo Vivian cuando los condujo a un rincón tranquilo.

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Jacks suspiró mientras miraba a Vivian caminar hacia él.

*

—Muy bien, Viv —dijo Jacks—. Yo también. —Tal vez él se había preocupado innecesariamente. Tal vez ella empezaba a superarlo después de todo. ¿Había empezado a entender cómo se sentía acerca de todo esto? —Aún eres joven —dijo alentadoramente—. Tú deberías, ya sabes, ver qué más hay allá fuera. —Vivian se puso delante de él y le puso una mano en el pecho, deteniéndolo. Frunció los labios—. Sé lo que está pasando, Jacks. Jacks hizo una pausa. —¿Qué quieres decir? —Sé que esto es sólo una ruptura para conseguir más prensa, un truco de publicidad poco antes del Nombramiento, ¿verdad? Lo entiendo. Jacks parpadeó. Podía sentir el shock en su rostro. —Vivian, te dije que necesitaba tiempo para concentrarme para mi Nombramiento y esa es la verdad — dijo. —Jacks, lo entiendo. —Sonrió tímidamente—. Voy a participar a pesar de que pienso seriamente que no necesitas más publicidad. Con tus alas y el Nombramiento tan cerca, vas a ser el mejor Guardián nunca visto. Sólo quiero oírte decir que volveremos a estar juntos después de recibir tu Anillo Divino. Él no dijo nada, sorprendido de ser tan diplomático. Vivian dio un paso adelante y trasladó su cuerpo contra el suyo. —Vamos a sorprenderlos a todos. Se descubrirá el romance secreto en alguna playa. ¿Tienes alguna idea de cuánto la prensa nos dará? Los medios de comunicación enloquecerán. Y ayudará totalmente a las ventas de mi línea de ropa. —Vivian —comenzó Jacks, pero ella puso un dedo en contra de sus labios. Sus ojos color esmeralda cada vez más penetrantes y seductores. —Tú eres Jackson Godspeed. Yo soy Vivian Holycross —dijo—. Esto es… correcto. ¿Verdad? La mirada de Jacks miró desesperadamente a la señal de baño colgando en la pared. —¿Viv? —dijo Jackson—. ¿Me disculpas? Sólo voy a usar el baño.

Se volvió rápidamente y se fue. Su sonrisa tímida todavía seguía en su lugar, pero lo vio alejarse, insatisfecha. Jacks se abrió paso por el estrecho pasillo que conducía al baño. Pero él pasó de largo la puerta que marcaba caballeros y en su lugar fue por una puerta trasera que conducía al estacionamiento. Uno de los valet se encontraba parado junto a los contenedores de basura, fumando.

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—Está bien —dijo con sus ojos centellando—. Pero no tardes demasiado.

*

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—Eh, amigo —susurró Jacks. Los ojos del valet se abrieron como platos cuando vio a Jacks—. ¿Te importaría tirar de mi coche por alrededor? —Le tendió un billete de cien dólares—. ¿Y te importaría ser discreto al respecto?

* Traducido por Madeleyn Corregido por Escritora Solitaria

E

l santuario del Santísimo Sacramento, la Iglesia Católica en Sunset Bulevar se hallaba casi vacío. El detective David Sylvester, quien, a los cuarenta, parecía ya anciano, se encontraba sentado solo en un mar de bancas vacías. Vestía ropas anodinas, gafas de alambre enmarcadas y un constante ceño fruncido. Se sentó encorvado, como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros. Sus manos entrelazadas, los dedos entrelazados, como si estuviera sumergido en la oración, pero los ojos del detective permanecían abiertos. Se deslizaron arriba más allá de las vidrieras del santuario en el techo abovedado, y más allá. Ellos tenían la intención, los ojos de un hombre que estaba más en una conversación que en una oración. La catedral resplandecía con una belleza clásica, iluminado sólo por la suave luz de las velas desde el altar. En la gruta, velas bailaban y parpadeaban, iluminando el rostro amable y siempre sonriente de la Virgen María. Todo adaptado bien por Sylvester. Él prefiere una vieja iglesia, la imposición de donde se puede sentir la presencia de Dios mismo susurrando a través de las paredes. Creía en las cosas de ayer. Todavía escuchaba a los registros, y su teléfono de casa aún tenía un cordón. Sylvester creía en la Ciudad Ángel de ayer, y a decir verdad, él también creía en los ángeles de ayer. El silencio fue interrumpido por el timbre del teléfono celular del detective, una desafortunada necesidad para la policía para trabajar. Pescó la cosa de su bolsillo y miró el número.

—Siento molestarlo detective —dijo un oficial de la sede—. Pero lo necesitamos en una escena. Ahora mismo. —Sylvester frunció el ceño. No había estado en un caso real por años. Miró a su alrededor la iglesia vacía. —Estoy un poco ocupado —dijo—. ¿Estás seguro de que me necesitan? —El oficial parecía gruñir.

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—Sylvester —dijo escuetamente al teléfono.

*

—Jones o Chu están más calificados, si usted me pregunta, pero el capitán lo quiere en este caso. Dijo algo acerca de sus conocimientos especiales. —Sylvester consideró esto. —¿Qué está pasando? —dijo después de un momento. —Es mejor que vengas y eches un vistazo. Sylvester tomó nota de la dirección y guardó el teléfono. Se demoró por un momento, mirando al altar, y la luz de las brillantes velas. ¿Por qué lo llamaban? ¿Y por qué ahora? Se preguntó qué podía estar pasando. Luego se levantó y se fue sin contemplaciones de la iglesia.

La escena del crimen se encontraba llena de actividad. Proyectores iluminaban una sección del Paseo de los Ángeles acordonado con cinta amarilla de la policía. El Departamento Policial de Ciudad Ángel zumbaba arriba su reflector cortando a través de la noche. Sylvester se detuvo en su patrulla y esperó por un momento en el coche, observando la escena que ocupaba el parabrisas. Era la primera vez en mucho tiempo que había estado en una activa escena del crimen. Casi se había olvidado del caos. La adrenalina. La prisa. Abrió la puerta del coche y se dirigió hacia el frío y el ruido.

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El camuflado coche de Sylvester hizo su camino hacia el Ángel Bulevar, pasando las tiendas cerradas y cafeterías cerradas. Oscuras palmas se estremecieron por la noche. La ciudad parecía desnuda, cruda, sin las luces de neón, autobuses de dos pisos y una multitud de visitantes. Un turista borracho se tambaleaba por la acera en una calle lateral. Habían comprado todo a juego, ¡SÁLVAME! decían sus camisetas y se tomaban fotos el uno al otro. El detective negó con la cabeza. Los Ángeles sólo pueden proteger a unos pocos, pero aun así cada año, millones soñaban con ser de alguna manera uno de ellos, que ellos iban a estar en ANN con los ángeles y otras Protecciones, que iban a estar a salvo y todo el mundo lo vería. Creían que la lotería vendría a través de ellos. O que harían sus millones y luego tendrían su propio guardián en muy poco tiempo, tomando el lugar que les corresponde entre la elite bella y glamorosa de Ciudad Inmortal. El detective sabía mejor. Había pasado demasiados años observando la sucia verdad sobre Ciudad Ángel para ser engañado y considerarlo un cuento de Hadas. A pesar de todo, sin embargo, los Ángeles aún parecían mantenerlo limpio. Ellos habían movido sus casas a las colinas años atrás para evitar ser salpicados con barro desde abajo. Sylvester giró a la derecha en el Ángel Bulevar, dejando un grupo de turistas sonrientes en la noche.

*

—¡Oye, tú! Ven aquí —dijo un oficial uniformado mientras se acercaba a la cinta. Sylvester buscó su placa—. Oh. Lo siento, señor —dijo el oficial y levantó la cinta. Sylvester se agachó y estudio la escena. En la acera, vio una sábana blanca que cubría un bulto directamente sobre una de las famosas estrellas de Ángel. Había pandillas en Ciudad Ángel y el homicidio ocasional no era infrecuente. Y ciertamente nada a lo que se le dé confianza con normalidad. La única cosa que le llamó la atención fue que el bulto debajo de la sabana se veía pequeño. Demasiado pequeño, pensó, para ser un cuerpo. Al mirar alrededor, el sargento creyó oír a uno de los oficiales murmurar algo cuando pasó a su lado. Burnout, pensaba era lo que el hombre había dicho. Sylvester se puso rígido, hundiendo las manos en los bolsillos de su abrigo e hizo lo mejor que pudo para poner el hombre y el pasado fuera de su mente. Cuando Sylvester por fin encontró al sargento Bill García parecía especialmente molesto. —Oye, Bill, ¿qué está pasando? —dijo Sylvester. García se mostró sorprendido de verlo. —¿Te vas a meter en esto? —dijo García, la preocupación latente en su voz. Sylvester asintió con la cabeza. —Supongo que sí. ¿Qué es todo esto? Cuando el veterano sargento lo miró de nuevo, Sylvester se sorprendió al ver que el miedo brillaba en sus ojos. —Vamos, señor —dijo García. Caminaron juntos hacia la sábana en la acera—. Todo el mundo me sigue preguntando si esto ha pasado antes. Les digo que no lo sé. Quiero decir —hizo una pausa—, no algo como esto, no sé de estas cosas, Detective, sólo hago mi trabajo. —Cálmate, Bill. ¿Qué está pasando?

—Detente, Bill. ¿Cuál es el gran problema? García frunció los labios. —¿El gran problema? Venga y échele un vistazo, Detective. Le mostraré cuál es el gran problema.

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—Quiero decir, estamos corriendo prohibiciones de pandillas esta noche, procedimientos habituales, pero esto ni siquiera parece nuestra jurisdicción ya no más. —Sylvester lo detuvo y señaló con la mano a la sábana a sus pies.

*

El sargento se arrodilló y Sylvester lo siguió. Fuera en la esquina de su ojo, Sylvester se dio cuenta que los otros oficiales en la escena miraban en su dirección. Ya sea viendo o esperando curiosamente por saber que había bajo la sábana. Quizás las dos cosas. García tomó el borde de la sábana en su mano y la levantó. El lío sangriento en la acera quedó perfectamente reflejado en los vasos de Sylvester. Dos alas habían sido arrancadas y colocadas pulcramente sobre la Estrella Ángel, cruzada una sobre la otra. Sus troncos irregulares brillaban con una espesa y brillante capa de sangre. El vapor se elevó ligeramente en el aire de la fría noche. Lo que sea que haya pasado, había sido muy reciente. Una sacudida recorrió el cuerpo del detective. Corrió el dorso de su mano sobre su boca. —¿Es esto real? —preguntó Sylvester. —Sí, señor —dijo García—. Esto es real. Y lea el nombre de la estrella. Sylvester sacó un bolígrafo del bolsillo de su camisa y lo utilizó para levantar una de las alas, lo suficiente para mirar debajo. La letra de oro, aunque bañadas en sangre, era todavía legible. —Theodore Godson —leyó en voz alta. García asintió con la cabeza. —Theodore Godson fue reportado como desaparecido el día de hoy. Tiró la sábana sobre las alas de nuevo y los dos hombres se pusieron de pie. Sylvester miró a lo largo de la avenida desierta. De repente, parecía que tenía un terrible dolor de cabeza. Se quitó las gafas y comenzó a limpiarlas con el final de su camisa. —¿Qué piensa usted, detective? —preguntó García. —Si alguien cortó sus alas, entonces él fue probablemente mortalizado. —¿Mortalizado? —dijo García. —Sí —dijo Sylvester—. Se hizo mortal. —Sylvester se sorprendió al darse cuenta de que estaba sin aliento. Un sudor frío había estallado en su frente.

—Sí, bueno… —Se detuvo de nuevo y tuvo que apoyarse contra una pared. El terreno había comenzado a moverse debajo de él. García lo miró, preocupado. —Oiga, ¿está bien?

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—Disculpe, señor, ¿no son los ángeles inmortales?

*

—Déme un segundo —dijo Sylvester, agarrando la pared. Una repentina ola de náuseas se había levantado en su estómago. —Señor, usted es... —El sargento se fue apagando, mirando hacia los demás policías. Sylvester recobró el equilibrio y después de unos momentos se volvió a García. El sargento lo miraba con preocupación. Entonces se encontraban los otros oficiales, el equipo forense, todo el mundo. Miró de nuevo a sus incrédulos ojos. Nadie cree que yo pueda hacer esto, pensó. El foco del helicóptero atravesaba la escena de nuevo, apuntando a las alas cortadas en la acera como un dedo blanco en la noche. Sylvester se asomó por la calle. Unos pocos turistas rezagados habían visto la luz y venían a investigar lo que pasaba. Sylvester se enderezó y se puso las gafas de nuevo. —Saquen a ese helicóptero del cielo —gritó de repente. Luego dirigió su atención a García—. Vamos a mantener un perfil bajo a partir de ahora. Absolutamente nada de prensa. Mantén a tus hombres quietos, ¿de acuerdo? — García asintió—. ¿Quién más sabe sobre esto? —Sólo uno de los pocos oficiales que respondieron —dijo García, sorprendido por la repentina confianza en la voz del detective. —Bueno, vamos a mantenerlo de esa manera —dijo Sylvester—. Documente la escena del crimen y luego limpie todo como si nada hubiera pasado. Tome las alas para un análisis forense e investigue a quien pertenecen. García había empezado a tomar notas. —Póngase en contacto con los ángeles y haga que se involucren. Quiero a alguien que pueda interactuar con esto, preferiblemente alguien cerca del Consejo. ¿Anoto todo? —Sí, señor. Sylvester volvió a mirar a los demás oficiales. Habían vuelto a su trabajo.

—Tal vez —dijo Sylvester, mientras caminaba rápidamente de vuelta a su coche—. No lo sabremos con seguridad hasta que podamos encontrar a Theodore Godson. Pero sí esas realmente son sus alas… no es bueno. —Hemos estado recibiendo reportes de las actividades de la FDH para el Nombramiento, ¿cree usted que…? —García se mantuvo detrás de Sylvester—. Quiero decir, eh, ¿cuándo fue la última vez que algo…? —García tropezó con sus palabras—. Bueno, ¿algo como esto sucedió? De esta forma.

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—Entonces, ¿de qué voy a escribir el informe? ¿Homicidio?

*

—¿Tiene algo en mente, García? —El detective Sylvester se detuvo. El sargento sacudió la cabeza. Sylvester miró a lo lejos mientras él continuaba, su expresión dura—. Ha sido... un tiempo. García se persignó. —Yo ni siquiera sabía que eso se podía hacer. —Camine conmigo —dijo Sylvester con brusquedad. Rodearon la esquina, y Sylvester se detuvo frente a una oscura tienda de Souvenir. Era el turno de Sylvester para preguntarle al sargento—. García, ¿cree que pueda manejar esto? — García lo consideró y luego asintió débilmente. —Está bien, entonces sólo voy explicarle esto una vez. Hay dos clases de Ángeles en el mundo. Los Verdaderos Inmortales y los Inmortales Nacidos. Los Verdaderos Inmortales son, como su nombre lo indica, realmente inmortales. Los Inmortales Nacidos pueden llegar a ser mortales si sus alas son retiradas y sus poderes sobrenaturales removidos. Esto se realiza normalmente por razones disciplinarias, por Arcángeles, por orden del Consejo. —Sylvester miró a los ojos de García—. Pero la última vez que escuché, Theodore Godson no había perdido una salvada. Ni siquiera está en las filas de la Guardianía, fue ascendido hace un par de años a Arcángel. Aunque a juzgar por su comportamiento reciente con mujeres y la bebida, ha causado un poco de vergüenza a los Arcángeles. De todos modos, no sería así. —Hizo un gesto hacia el bulevar. —No, eso es brutal. El Consejo es mucho más… civilizado. Esto sería imposible de hacer, excepto para el más poderoso de los ángeles. —¿Otro ángel? —Sólo un ángel puede matar a otro Ángel —dijo Sylvester—. Estamos buscando a un excepcionalmente fuerte, un excepcionalmente poderoso Inmortal. Consiga la señal con los arcángeles y trate de tomar las declaraciones de su gente. Trate de encontrar si Godson tiene algún enemigo entre los peces gordos.

—Búsquela y averigüe si tiene un nuevo hombre —dijo Sylvester—. Y necesitamos patrullas de saturación inmediata para los ángeles en el área esta noche. Tenemos que hablar con todo el mundo. —A ellos no les va a gustar esto —se burló García—. Sé que usted no ha estado en la primera línea en un tiempo, así que permítame simplemente decirle que los Ángeles prácticamente pretenden que nosotros no existimos. Quiero decir, creen que están por encima de la ley. —Bueno, esta noche no lo están —dijo Sylvester rotundamente.

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—Hay una ex-esposa. Está en todos los programas de chismes —dijo García.

*

García asintió con la cabeza y regresó a su patrulla y a través de la radio cumplió la solicitud. Sylvester dio un paso atrás y observó el oscuro Paseo del Ángel, miró hacia abajo al vacío y largo bulevar. Todo esto se sentía irreal. García tenía razón en sentir miedo. Sylvester tenía problemas para recordar cuándo fue la última vez que un Ángel había sido mortalizado. Fue hace mucho tiempo. Un largo tiempo atrás. Y ocurría de nuevo… García regresó y el crepitar de su radio hizo eco en la noche. —Detective, por suerte para usted todos están en un sólo lugar esta noche. Hay una gran fiesta en la calle. —¿Fiesta? —dijo Sylvester—. ¿Para qué? García sonrió. —Usted no tiene una hija, ¿verdad señor? Es una fiesta previa al Nombramiento de Jackson Godspeed. Al oír el nombre, un momento de reconocimiento cruzó la cara de Sylvester. La radio de García chilló de nuevo, y llevó el altavoz a su oído. —Está bien. Todo el mundo cuenta. En realidad, espere, todos excepto uno. Él fue visto salir a toda prisa sin hablar con nadie. Nadie sabe a dónde se fue. Las cejas de Sylvester se levantaron. —Bueno, vamos a encontrarlo y vamos a empezar a cuestionar a los otros ángeles en la fiesta. Y empiecen a tocar las puertas de los ángeles de las colinas también —dijo Sylvester—. En cuanto al que dejó la fiesta a toda prisa, considérelo una persona, bueno, Ángel de particular interés. Y antes de que escuche lo contrario, vamos a considerarlo potencialmente peligroso. García hizo una pausa y miró a Sylvester. —Usted no va a creer quien es — dijo.

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Sylvester miró al sargento. —¿Quién?

* Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por LadyPandora

E

l Ferrari de Jacks giraba a través de la fría noche de Los Angeles, con la ciudad brillando a su alrededor. Se dirigió hacia el este por Sunset, sólo por conducir. Se sentía cada vez más real, más libre, con cada kilómetro que ponía entre la fiesta y él. ¿Estaría esa sensación inconexa persiguiéndole durante toda su vida? Tenía que superarlo. Era Jackson Godspeed. No era como si sólo pudiera ir a cualquier lado y ser anónimo. Y, recordó que no quería. Deseaba salvar a la gente desde que era pequeño. Después de diez minutos sonó el teléfono a través del Bluetooth del coche. Jacks comprobó el identificador de llamadas. Era Mark. —No ha tardado demasiado —murmuró antes de contestar. —Hola Mark, estaré en casa en un rato. No me encontraba bien, así que decidí… —Ahora no importa —dijo Mark, interrumpiéndolo—. ¿Dónde estás? —Su tono era urgente. —En algún lugar de Ciudad Ángel. ¿Por qué? —Sal de la carretera. Jacks se enderezó en su asiento, alarmado.

—Algo ha pasado. Te lo explicaré más adelante, pero ahora necesito que salgas de la carretera, vayas a algún lugar fuera del camino, y simplemente pases desapercibido. —Su voz era casi de pánico—. Asegúrate de que nadie sepa que eres un Ángel. Y no hables con ningún policía. Haz exactamente lo que te digo, ¿de acuerdo? —¿Mamá está bien? ¿Es Chloe? ¿Qué…? —No hagas más preguntas —espetó Mark—. Están bien, pero esto es serio, jovencito. Haz lo que digo. Cuando estés en un lugar seguro, llámame y me reuniré contigo.

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—¿Qué?

Con esto colgó.

*

El pulso de Jacks se aceleró. Nunca había oído hablar a Mark tan molesto. ¿Qué ocurría? Se fue por la izquierda y zigzagueó por las calles laterales, a través de una Ciudad Ángel que nunca había visto antes, con modestas casas y jardines pequeños y descuidados. Haciendo un giro difícil hacia la derecha, Jacks disminuyó la velocidad y miró a su alrededor, tratando de orientarse. Nunca antes había estado en esta parte de la ciudad. Sólo vio un letrero encendido, arriba a la izquierda, un restaurante llamado Kevin. Su corazón se aceleró, condujo hacia adelante y se detuvo en el pequeño espacio. Aparcó, se quitó la chaqueta del traje, y se puso una sudadera con capucha oscura desde el asiento trasero. Luego miró al restaurante una vez más a través del parabrisas. El lugar parecía desierto. Se preguntó si todo esto podría ser acerca de Vivian. No, decidió, esto sonaba mucho más serio. Debía hacer exactamente lo que Mark le había dicho. Se bajó y se subió la capucha, cerró la puerta y caminó hacia la puerta del restaurante. Maddy pasaba una fregona por el suelo cuando la puerta se abrió y alguien que nunca había visto antes entró en el comedor. Ya había pasado la hora de cerrar y se dio cuenta, a su pesar, que había olvidado apagar las luces de neón del cartel de “abierto” de la ventana. De pie, en la entrada se encontraba un chico que Maddy pensó que parecía tener unos dieciocho o diecinueve años. Iba vestido extrañamente con unos pantalones formales, de los diseñados a medida, y una sudadera con capucha, llevaba puesta la capucha sobre la cabeza. Puñaladas de cabello castaño cortaban rectamente a través de sus ojos. Maddy tomó la fregona y la puso de nuevo en su cubo. Él parecía estar fuera de su ambiente y confundido, incluso inseguro de sí mismo y después de un momento, el cual Maddy supuso que contemplaba el lugar, volvió a salir. —Oye —gritó Maddy tras él. Se dio la vuelta—. ¿Puedo ayudarte?

Maddy miró alrededor en el restaurante casi vacío. Sólo un par de clientes habituales terminando, pagando la cuenta. Por su tono de voz sabía que le podía decir que cerraban, y estaría dispuesto a aceptar eso y salir. Sin embargo, ella tenía la culpa por no apagar la luz. —No, por supuesto que no. Por aquí.

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—Um, sí —dijo—. Mesa para uno, por favor. Si no es demasiado tarde.

*

Sacó una carta de detrás del mostrador y lo llevó a una mesa junto a la ventana. Mientras se acercaban a la mesa, Maddy se dio cuenta de que, incluso vestido como estaba, y escondido debajo de una capucha, era absoluta y extraordinariamente guapo. Era extraño como eso parecía irradiar de él. Casi podía sentirlo, casi podía saborearlo en su lengua. La cabeza de Maddy flotaba. ¿De dónde venía esto? Ella se hallaba lejos de compartir lo que todo el mundo consideraba "chicos guapos": en la escuela, en el comedor, incluso en los alrededores de Ciudad Ángel. Y, por supuesto, a lo mejor eran atractivos, pero nunca se había visto a sí misma tartamudeando un es guapísimo. Esa era la labor de Gwen. Se suponía que Maddy era la sensata. Respiró hondo y trató de serenarse. Era un cliente como cualquier otro, pensó Maddy, y tenía que tratarlo como tal. —Aquí tienes —dijo, dejando el menú sobre la mesa—. Volveré en un momento para tomar nota. Jacks se deslizó en la mesa y miró a Maddy mientras se alejaba. Era muy bonita, pensaba, incluso aunque sólo fuera una chica del montón. Mientras desparecía dentro de la cocina, se sorprendió al darse cuenta de que seguía mirándola. Sacó su teléfono celular y envió un mensaje a Mark con su localización. Kevin colgaba el delantal cuando apareció Maddy. —Un cliente más —le dijo. —¿En serio? —preguntó Kevin con cansancio—. ¿No te limitaste a decirle que habíamos cerrado? Maddy miró hacia el suelo, pensando en su reacción ante el lindo extraño. —Uh, parece un poco trastornado. No quería mandarlo lejos. Kevin le echó un vistazo a Maddy.

Maddy sirvió un vaso de agua con hielo y lo colocó en su bandeja. Se dirigió hacia él. —¿Una larga noche? —preguntó mientras dejaba el agua en frente de Jacks y sacaba su bloc de notas. El texto de Mark llegó, Jacks le echó un vistazo: QUÉDATE AHÍ, VOY A POR TI. Jacks giro el teléfono encima de la mesa y miró a Maddy.

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—Está bien, ve a tomarle nota —dijo, poniéndose su delantal de nuevo—. Cuanto más pronto tenga su plato, más pronto podremos volver a casa.

*

—Algo por el estilo. Sólo tenía que salir de la carretera durante un rato. —Bueno, has venido al lugar correcto. ¿Qué te sirvo? —Ah —comenzó, entonces se detuvo. Maddy esperó. Su mirada se había desplazado fuera. Maddy miró hacia arriba. Dos coches patrullas del DPCA 4 acababan de entrar en el aparcamiento. Jacks recogió el menú. —¿Qué me recomiendas? Mientras Maddy recorría los especiales, los ojos de Jacks se lanzaron hacia fuera de nuevo. Los coches patrullas habían aparcado en el aparcamiento, y dos policías salían. —¿Alguno de estos te parece bien? —preguntó Maddy, y esperó una respuesta. Jacks observaba mientras los agentes examinaban su Ferrari con linternas. Y de inmediato se volvían y miraban en dirección al restaurante. Jacks instintivamente se hundió en la mesa, su mente se aceleraba. —El pastel de carne también está bueno —continuó Maddy, tratando de impulsar una decisión y empezando a sentirse culpable de que por su culpa Kevin siguiese allí. —En realidad... —dijo Jacks, apagándose. Y entonces se dio cuenta. Había un cartel en la ventana. Aún de espaldas a él, aún podía leer las letras rojas: SE NECESITA PERSONAL, y debajo de eso, garabateado en negro, puesto a tiempo parcial disponible. Jacks miró a Maddy. —Me gustaría solicitar un empleo. Maddy parpadeó. —Bueno, te traeré una solicitud con la comida. —En realidad esperaba hacer la entrevista en este momento —dijo Jacks, con un poco de urgencia.

Maddy volvió a irse a la parte de atrás, ajena a los oficiales que se acercaban a la ventana. —¿Señorita? —llamó Jacks. Maddy se volvió—. ¿No hay ningún lugar al que podamos ir en la parte de atrás? ¿Así podrías hacerme una entrevista? Me gustaría salir de esta parte.

4

DPCA: Departamento Policial de Ciudad Ángel.

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—Muy bien —dijo Maddy, un poco sorprendida—. Te traeré la solicitud.

*

Sus ojos se movieron hacia la puerta, donde los policías acababan de entrar, con las manos en sus fundas. Volvió a mirar a Maddy. —Por favor. Había algo diferente en él, pensó Maddy. Algo más allá de la obvia buena apariencia. Era la forma en que sus ojos capturaban la luz. La forma en que la miraba. La forma en que sostenía su mirada. Lo más gracioso era que le hacía querer confiar en él. Se sorprendió al encontrarse a sí misma hablando. —Está bien, sígueme. Jacks se puso en pie y siguió a Maddy por todo el mostrador a la parte posterior. No podía creer que no lo reconociera, pero en este momento no le importaba. No le preocupaba nada más que salir del comedor. El tío de Maddy limpiaba la plancha a su paso. Antes de que Kevin pudiera levantar la mirada, Maddy había llevado a Jacks a su pequeño despacho y cerró la puerta. La habitación se encontraba sucia y estrecha. Un escritorio de metal destartalado se hallaba cubierto de montones de recibos y facturas, una vieja foto de Maddy y el tío Kevin en un marco sobresalía del desastre. La mochila de Maddy, explotando con libros de texto y folletos de universidad, permanecía en el suelo. Se alisó el uniforme y encontró una solicitud entre un montón de formularios. Jacks se sentó en una silla chirriante frente al escritorio y se echó la capucha hacia atrás. —Gracias —dijo. —No hay de qué. Encerrada en la pequeña habitación junto a él, el hecho de que este muchacho poseyera tal belleza golpeó a Maddy casi abrumándola. ¿Quién era este tipo? Ni siquiera parecía real. Sus ojos azul pálido eran penetrantes bajo unas cejas fuertes y oscuras, y su apariencia de modelo se sentaba en una cara robusta, dándole una calidad ligeramente rugosa.

—Es Ja... Jason. —Jacks miró por encima de un periódico sentado en la mesa y leyó el titular: LAS ACCIONES BAJAN DE NUEVO—. Jason Stockton. —Muy bien, señor Stockton —dijo Maddy—. ¿Tienes alguna experiencia previa sirviendo? —No —dijo Jacks. Maddy lo miró.

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—Está bien —dijo, ensamblando sus pensamientos y agarrando una pluma de una cercana taza de café—. No sé tu nombre.

—¿Alguna experiencia en el sector de la hostelería?

*

—No. —Maddy se recostó en su silla. —Sabes, Jason, para conseguir un trabajo en un restaurante en Ciudad Ángel es más o menos obligatorio tener algo de experiencia. Los labios de Jacks se detuvieron en una media sonrisa. —Bueno, ¿cómo se supone que debes tener experiencia si no puedes conseguir un trabajo para empezar? Maddy se cruzó de brazos y se inclinó sobre la mesa. Trataba de no coquetear, pero casi no podía ayudarse a sí misma. —Bien, entonces, ¿por qué debería contratarte? Jacks buscó algo, cualquier cosa que lo mantuviese a salvo en el cuarto de atrás. Sus ojos se dirigieron hacia la mochila de Maddy y a un folleto de la universidad que sobresalía entre dos libros de texto. —Para ahorrar dinero para la universidad —dijo, improvisando. Maddy se detuvo y su expresión se ablandó. Jacks miró la imagen del frondoso campus en la portada del folleto—. Algún lugar en el este, en realidad. Lejos de Ciudad Ángel. —¿En serio? —dijo Maddy, su interés se despertó. —Sí... —respondió Jacks vacilante. Respiró hondo y mintió—. Siempre ha sido mi sueño. El problema es que mi familia, bueno, no tenemos mucho dinero en estos momentos. Maddy sacudió la cabeza con empatía. —Sé lo que es eso. ¿Tu padre perdió su trabajo o algo así? —En realidad él... —Jacks calló, buscando los ojos de Maddy. Le sorprendió que lo llevara sin darse cuenta de vuelta a la verdad—. Está muerto. Maddy se sonrojó. —Oh, Dios mío, lo siento mucho.

—Está bien, yo era pequeño. Realmente no lo conocí del todo. —Sí, pero eso no significa que sea más fácil —dijo Maddy, sus defensas colapsando con sorprendente rapidez—. Quiero decir, sé bien lo que es. Mis padres murieron cuando era apenas un bebé. Nunca los conocí. —¡Vaya! Lo siento. Y pensé que yo lo tenía difícil.

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Jacks se encogió de hombros.

*

—Está bien —dijo Maddy, mirando a otro lado. Jacks la miraba. Sintió un repentino deseo de compartir algo con ella que nunca había contado a nadie. —¿Sabes qué? Esto puede sonar loco, pero no tengo recuerdos de él, ¿no? — dijo Jacks—. Así que un día empecé a inventarlos. Inventar las cosas que hicimos juntos, lugares a los que fuimos. —Se rió de vergüenza, sacudiendo la cabeza—. Bastante estúpido, ¿verdad? Maddy estuvo en silencio durante un buen rato, pero sus ojos habían vuelto a Jacks y lo estudió. —En el parque —dijo ella finalmente. —¿Qué? —Mi madre, mi padre, y yo en el parque. Un día perfecto, ya sabes, carrusel, cisnes flotando en el estanque, como una de esas tarjetas postales antiguas. Ese es mi favorito. Mi recuerdo de mentira favorito. Jacks sonrió suavemente. —Ese es un recuerdo agradable de mentira. El parque. No había pensado en eso. —Todo este tiempo pensé que era la única —dijo—. Me refiero a que sabes que los recuerdos no son reales, te dices eso, pero de alguna manera, de alguna manera loca… —Ayudan. Dijeron los dos a la vez. Jacks y Maddy se miraron el uno al otro mientras los segundos pasaban, y sólo ahora era consciente de que se había estado inclinando más cerca de él. No podía asegurarse, pero pensó que se había acercado demasiado. Ahora se encontraban a sólo unos centímetros de distancia. Se acercó, deseando que el momento los barriera con un beso, el beso más delicioso de su vida... Jacks habló.

—Maddy —dijo, tendiéndole la mano. Jacks la alcanzó y, muy suavemente, la tomó. Su mano se sentía caliente al tacto, y Maddy pensó que podría sentir un crujido de electricidad, como si una corriente de energía pasara a través de Jacks, y dentro de ella. Por la mirada de Jacks, él también había sentido algo. Un fuerte golpe resonó en la puerta. —¿Maddy? ¿Qué estás haciendo ahí? —Era Kevin.

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—Ni siquiera sé tu nombre.

—Ese es mi tío —le susurró Maddy a Jacks—. Es el dueño.

*

Los ojos de Jacks se centraron, trayéndolo de vuelta al presente. —Escucha, Maddy, tengo que salir de aquí. ¿Hay una puerta trasera? —Sí, en la cocina. ¿Qué está pasando? —No estoy seguro todavía —dijo Jacks en un susurro—. Pero necesito tu ayuda. ¿Me ayudarás? —Bien —dijo, con un poco de cautela—. Quédate aquí. Fue a la puerta y abrió sólo una rendija. —Hola Kevin, estoy entrevistando a alguien para el puesto a tiempo parcial. Kevin la miró. —Yo hago las entrevistas. —Lo sé, sólo pensé que sería de ayuda. —Bueno, está bien, necesito que ambos salgan. Hay dos agentes de la policía aquí pidiendo ver a todos. —Está bien, ya salimos —dijo Maddy un poco demasiado alegre. Kevin regresó a la sala y le dijo algo a uno de los oficiales. —Por aquí —susurró Maddy mientras conducía a Jacks fuera de la oficina y hacia la puerta de atrás. Se hallaban a medio camino atravesando la cocina cuando una voz gritó desde el comedor. —¡Ahí está! —gritó uno de los oficiales en estado de alarma, sacando su arma de fuego—. ¡Jackson, detente! —¡Alto ahí, Jacks! El otro se hizo eco mientras se abalanzaba hacia delante, enviando una mesa y platos al suelo estrepitosamente. Jacks se puso delante de Maddy, golpeando su espalda con tal fuerza que le saco el aire.

Maddy hizo lo que le dijo, con los pulmones sin aire. Uno de los oficiales volvió a gritar. —¡Deja a la joven! ¡Detente ahí o te pegaré un tiro! Jacks se detuvo. Llevó una mano hacia atrás y tocó el costado de Maddy, a la derecha de la curva de su cadera. Ella pudo sentir el calor de sus dedos a través de su uniforme.

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—Retrocede hacia la puerta trasera —susurró—. Hazlo ahora.

—No —respondió Jacks con calma—. No lo harás.

*

Luego dio otro paso hacia atrás, todavía tocando a Maddy. El dedo tembloroso del oficial apretó el gatillo. BANG. La descarga de la pistola era la última cosa que Maddy escuchó antes de que una luz brillante y blanca llenara el comedor, como si el mismo sol se hubiese alzado en el restaurante. Mientras sus ojos se ajustaban, Maddy vio el espectáculo más increíble de su vida hasta ese momento. Todo el comedor quedó congelado. Los dos policías eran como estatuas, sus caras como máscaras de miedo y sorpresa. Uno de ellos había golpeado la cafetera más caliente, y ahora se cernía, casi rompiéndose, por el suelo. El tío Kevin también quedó congelado. Había dejado caer su espátula, y todo estaba inmóvil hasta más allá de las puntas de sus dedos. Tal vez lo más espectacular de todo era que la bala que había sido despedida ahora flotaba en el aire, inmóvil, como un modelo de avión suspendido con un hilo de pesca. Maddy miró al chico. Su mano extendida delante de él, como si le estuviese diciendo a toda la habitación que se detuviera. Se giró y miró sus facciones perfectas y sus penetrantes ojos azules. No había otra explicación. Él era un ángel. La puerta principal se abrió y un hombre viejo impecablemente vestido se precipitó en el restaurante con el resto aún inmóvil. Miró alrededor ante la escena congelada y luego a Jacks. —Jacks —dijo con firmeza—. Vámonos. Jacks sostuvo la mirada de Maddy durante un suspiro y, a continuación, sin decir nada, se volvió para irse. Despreocupadamente tomó la bala en el aire y la puso en el bolsillo. Sólo entonces se soltó de Maddy. El tiempo pareció volver a la normalidad.

La espátula del tío Kevin sonó contra el suelo. Jackson y el Ángel más viejo desaparecieron por la puerta principal. Los dos oficiales se miraron el uno al otro, confundidos. Maddy se quedó allí, inmóvil. No era sólo lo que había visto, era lo que había sentido. Mientras seguía allí todavía respiraba su olor extraño y maravilloso, una conversación volvió a ella, una conversación con Gwen, Jessica y Samantha esa tarde. Un nombre salió a la superficie de su mente.

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La cafetera se estrelló por todo el piso, y el líquido café y el vidrio se precipitaron sobre el linóleo.

—Jacks... Jackson... Jackson Godspeed.

*

Su rostro se puso blanco con incredulidad, luego se ruborizó de color rosa por la vergüenza. Por último, se volvió profundo carmesí. Con rabia. En el exterior, Jacks y Mark se dirigieron rápidamente a sus coches. Mark se volvió a su hijastro. —¿Estás bien? —Sí. ¿Qué está pasando? —Lo hablaremos en casa. Te sigo, y ni se te ocurra escaparte de mí. Jacks entró en su Ferrari y encendió el ronco motor. Mark se fue a su M7. Abrió la puerta, pero antes de que pudiera entrar, una mano le agarró por el brazo. Duro. Con la velocidad sobrenatural, se dio la vuelta, dispuesto a defenderse a sí mismo y a Jacks. Era Kevin. Su mirada era fría. Mark relajó la mano, la cual ya se encontraba alrededor de la garganta de Kevin. —Hola, Kevin —dijo Mark con calma. —Ya conoces el acuerdo —dijo Kevin, interrumpiéndolo—. No quiero volver a verlos, ni a ti ni a tu chico, por aquí de nuevo. —Lo siento, Kevin, era una emergencia. Kevin se inclinó en la cara de Mark.

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—Manteneos lo más lejos posible de Maddy.

* Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por LadyPandora

K

ris esperaba mientras Mark y Jacks entraban en el garaje. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar y la cara arrugada por la preocupación. Ella se apresuró a Jacks y lo abrazó. En la pantalla plana del fondo, A! reproducía imágenes de la llegada de Jacks a la fiesta. —Mamá, estoy bien —dijo Jacks, en respuesta a sus preguntas—. ¿Está bien Chloe? ¿Dónde está? —Arriba, en la cama —dijo Kris. Jacks se volvió hacia su padrastro. —Mark, ¿qué está pasando? Mark tomó el mando a distancia de la cocina y apagó el televisor. —No tenemos mucho tiempo. Un detective de la DPCA estará aquí pronto. Déjame hablar a mí. Jacks miró entre ellos. —¿Podría alguien por favor simplemente decirme…? Un zumbido se hizo eco desde la entrada. Mark se acercó a las cámaras de seguridad y miró a la imagen del agente de policía esperando en su coche camuflado en la puerta. Mark estudió la cara. Era diferente ahora, pensó. Los años habían enfriado los bordes de las características de David. Sus ojos, sin embargo, aún ardían con la misma furia justiciera, y en ese modo, era sin duda el mismo.

—Ha habido un incidente en el Bulevar Ángel. Hay razones para creer que un ángel ha sido atacado. Y mortalizado. Tal vez incluso asesinado. Fueron unos segundos antes de que Jacks pudiera absorber totalmente lo que su padrastro le decía. Por supuesto que sabía que los ángeles podían volverse mortales, él y todos los Ángeles fueron advertidos sin descanso en el entrenamiento con el Guardián sobre las consecuencias de ciertas acciones, pero

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Mark activó la puerta y observó la pantalla mientras el vehículo se detenía. Jacks echó a Mark una mirada expectante a su regreso. Mark miró a su hijastro de la misma manera.

*

matarlos no era algo que sucediera. No en los tiempos modernos. No en Ciudad Ángel. —Qué... Cómo... El timbre de la puerta hizo eco. —Recuerda —dijo Mark, colocando una mano sobre el hombro de Jackson— . Déjame hablar a mí. Mark se acercó a la puerta y la abrió. —Mark —dijo Sylvester. Mark asintió con la cabeza. —David. —Ha pasado mucho tiempo. —Sí, mucho —dijo Mark—. Entra El Arcángel salió del camino y Sylvester entró con otro policía. —Pensé que te habías retirado —dijo Mark. Sylvester echó una rápida mirada por la espaciosa casa antes de volver a Mark. —Este es el Sargento García —dijo. Los dos se estrecharon la mano. Mark hizo un gesto hacia la sala de estar. Sylvester se sentó en uno de los sofás de cuero al otro lado de Jacks y Kris. García se encontraba cerca de la parte de atrás. —Me gustaría saber lo que pensabas que hacías tratando de detener a mi hijastro —dijo Mark cuando entró y se sentó con ellos. —Podría llevarme a Jacks al centro en estos momentos, Mark —dijo Sylvester—. Podría detenerlo un máximo de cuarenta y ocho horas. Estoy aquí por cortesía. Y respeto.

—Jackson abandonó la fiesta a toda prisa a la hora probable de la comisión del delito, se encontraba en el área inmediata, y nadie lo había visto. Simple. Teníamos que llevárnoslo para que fuera interrogado. Se resistió, intentó secuestrar a una joven, y uno de nuestros agentes se vio obligado a intervenir con su arma. Jacks se puso de pie en señal de protesta, pero Kris lo sentó de nuevo en el sofá. Mark rechazó las palabras de Sylvester con un gesto de su mano. Juan, con los ojos nublados por el sueño, empujó una bandeja desde la cocina. Café caliente, sándwiches de mantequilla de maní, galletas y leche.

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—¿Cómo puedes sospechar que él tenga algo que ver en este asunto? — ladró Mark—. Es una barbaridad.

*

—Gracias, Juan —dijo Kris, espaciando los bocadillos nocturnos. Sylvester sacó su bloc de notas. —Esto sólo tomará un momento. Jackson, por favor, ¿puedes decirme por qué te fuiste de la fiesta y a dónde fuiste después? Jacks miró a Mark, que asintió con la cabeza. —Sólo salí a tomar algo de aire. Conducí en Sunset, y luego me detuve en el restaurante. Dos agentes entraron, y ya sabes el resto. —Nos informaron que te encontrabas en la parte posterior, con una camarera. Mark miró a Jacks con curiosidad. —Sí, sólo hablábamos —dijo Jacks. —¿Es eso? ¿Y no hiciste, escuchaste o viste nada más? —preguntó Sylvester. —Sí, eso es todo. Sylvester lo miró con recelo. Jacks se aclaró la garganta. —¿Podría alguien decirme por favor qué está pasando? —Mark y Kris intercambiaron una mirada. —Ellos encontraron... —Mark hizo una pausa—. Encontraron unas alas cortadas. Muy lentamente Jacks miró a su padrastro. —¿De quién? —preguntó en voz baja. —No lo sabemos todavía —dijo Sylvester—, pero las alas se hallaban sobre la estrella de Theodore Godson. —Un Arcángel —murmuró Jacks, con la desmesurada información penetrándole. Mark y Sylvester intercambiaron una mirada. —¿Y no sabías nada de esto? —preguntó Sylvester.

—Le estoy preguntando a Jackson, no a ti —dijo Sylvester con calma. Jacks sacudió la cabeza con honestidad. —Estoy diciendo la verdad. Salí de la fiesta, fui al restaurante y vine aquí. El padrastro de Jackson se giró hacia el detective. —Estamos haciendo esto como una cortesía, porque incluso la más remota idea de que Jackson pudiese estar involucrado con algo como esto es tan absurdo, pensé que lo mejor era acabar de

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—¡Por supuesto que no! —exclamó Mark.

*

una vez. Sin embargo, si deseas continuar con este cuestionamiento ridículo, me temo que tendrá que ser con un abogado presente. Sylvester entrecerró los ojos. —Está bien. Vamos a ver. Por tu bien, espero comprobarlo todo. De lo contrario vamos a volver y no será tan amable. —Sylvester se puso de pie—. ¿Y Jacks? La próxima vez que un funcionario del Departamento Policial de Ciudad Ángel pida hablar contigo, por favor, escucha. —Se dio la vuelta hacia Mark—. Gracias por tu tiempo. —Les acompañaré a la puerta —dijo Kris. Sylvester se levantó del sofá y caminó hacia la puerta. El Sargento García se quedó en la sala de estar, sonriendo tímidamente a Jacks. —Disculpe, Jackson, eh, ¿me podría firmar un autógrafo para mi hija? —García —dijo Sylvester rígidamente—. Vámonos. García se apresuró a salir sin su autógrafo. Mark cerró la puerta y se volvió hacia Jacks. —No quiero que te preocupes por esto, Jacks. Voy a abordar la cuestión con el resto de los Arcángeles mañana, y muy probablemente estaremos poniendo nuestro propio equipo en la investigación. No se puede esperar demasiado de la policía. Jacks asintió con la cabeza. Pasó la mano por su pelo. Alas cortadas. Era horrible pensarlo. —Tienes una gran semana por delante —continuó Mark—. Lo importante es que no pierdas la concentración. Ahora, ¿por qué no vas arriba y duermes un poco? —Está bien —dijo Jacks, sintiéndose impotente, deslizándose en el mismo patrón que había seguido toda su vida, siguiendo las sugerencias de Mark, que no eran en realidad sugerencias en absoluto. Volvió a subir por las escaleras, entonces se detuvo.

Mark hizo una pausa y luego miró a Jacks de manera uniforme. —Oh. ¿Él? Sólo se enfadó por el daño en el restaurante. Le dije que lo cubriríamos. —¿Por qué mencionó a Maddy? Le oí decir su nombre. ¿Qué tiene que ver con esto?

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—El hombre en el restaurante. ¿Qué quería después de que nos fuéramos?

—¿Maddy? ¿Quién es? —preguntó Mark.

*

—La chica. La camarera. Mark se encogió de hombros. —No tengo ni idea. Como dije, no te preocupes por esto. Deja a la policía, a este supuesto incidente, al restaurante, todo para mí. Jacks le miró, insatisfecho. Sin decir palabra, se dirigió hacia las escaleras. Lola ya había hecho su cama, pero Jacks no se sentía cansado. Se quitó la camisa, pero paró de desnudarse mientras su mirada se desviaba por la ventana. Se acercó a la puerta de cristal por su terraza privada, la abrió, y salió a la fría noche. Ciudad Ángel se desplegaba debajo de él como una alfombra de estrellas titilantes. Por primera vez, miró de soslayo y obligó a sus ojos a buscar entre las luces pequeñas e individuales de la ciudad. Pasó casi un minuto examinando las luces de abajo hasta que la encontró. Una pequeña muestra, parpadeando escondido en la parte inferior de la colina. El cartel del Restaurante de Kevin. Por razones que no podía explicar, su mente no dejaba de volver allí, a la trastienda, y a la chica. Ese destello en sus ojos cuando sus manos se tocaron. ¿Y qué había sentido? Vio el letrero. Parpadeó y parpadeó. Entonces se oscureció.

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Jackson dejó que sus ojos se desenfocaran, y la ciudad volvió a un todo inquebrantable y resplandeciente.

* Traducido por Deeydra Ann’ y Munieca Corregido por Chio

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addy se despertó antes de que su alarma sonara. Había estado dando vueltas toda la noche. En su semi-consciente, las extrañas imágenes de la cafetería congelada se reproducían una y otra vez como una especie de pesadilla surrealista. Y él también se encontraba allí, en el cuarto trasero con ella. Vio sus pálidos ojos azules, sus crueles rasgos perfectos. Una y otra vez, revivía su manipulación. Por dentro, probablemente se moría de la risa mientras creaba toda la historia. Se había burlado y cayó en la trampa. Debió haber lucido tan tonta. Sin embargo, debajo de todo eso había una vocecita, una solitaria nota de desacuerdo en el coro de sus pensamientos: era la esperanza de que lo que había ocurrido entre ellos en la habitación de atrás y lo que ella había sentido, fuera real. Cuando ya no pudo estar en cama por más tiempo, se puso una camisa de un montón de ropa, se vistió, y bajó las escaleras. Afuera, la mañana era suave y gris, la señal de Ciudad Ángel apenas visible en la colina brumosa. El tío Kevin se sentó en la mesa de la cocina con su bata, leyendo el AC Times. Cuando la miró, sus ojos lucían cansados. Su rostro, pensó Maddy, había cambiado. Se había llenado con preocupación y lucía de alguna manera más viejo. —Buenos días —dijo en voz baja. —Buenos días. ¿Por qué estás levantada tan temprano?

Kevin asintió. —Yo tampoco. —Se puso de pie y tomó una taza de la alacena. Le sirvió café, luego tomó dos rebanadas de pan de una bolsa en el mostrador—. ¿Pan tostado? —Seguro. Gracias. Kevin colocó la mantequilla y la mermelada de fresa sobre la mesa. Maddy arrastró los pies sobre el descolorido suelo de linóleo de la cocina y se sentó. Encogió sus piernas hasta su pecho y apoyó la barbilla en las rodillas. Le sirvió un

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—No pude dormir —dijo Maddy, sentándose en un escalón al pie de las escaleras.

*

vaso de jugo de naranja, siempre tuvieron la marca genérica de la tienda para los concentrados, pero Maddy pensaba que sabía muy bien. Tomó el pan tostado que Kevin puso enfrente de ella. —Siento mucho lo de anoche —dijo al fin. —No fue tu culpa, Maddy —dijo Kevin, su voz más ronca que de costumbre. —Bueno, lamento dejar que las cosas llegaran tan lejos como lo hice. A pesar de que pidió una solicitud... —dijo, luego se detuvo a sí misma. Era tan vergonzoso pensar en ello en su pequeña cocina a la luz del día. Entrevistar al Ángel más famoso del mundo para un puesto a tiempo parcial en Kevin’s Diner. Y la manera en que la tenía... hechizada. La forma en la que le había hecho creer que había algo entre ellos. Estúpida, estúpida chica—. Sólo debería haber tenido más cuidado — murmuró y le dio un feroz mordisco a su tostada—. ¿Estás seguro que no necesitas ayuda con la limpieza? Kevin negó con la cabeza. —No, en realidad no es tan malo —dijo—. Sólo algunos platos y vasos rotos; vamos a estar abriendo para el almuerzo. —De acuerdo —dijo, sin mirarlo a los ojos del todo. Dejó que la culpa se arrastrara sobre ella. Caminó hacia la escuela con la cabeza hacia abajo y con su capucha puesta, como siempre. Se metió entre la usual multitud, sin levantar la vista, hasta que llegó a la escuela. Cuando lo hizo, se sorprendió al ver un par de ojos curiosos que le devolvían la mirada. Una chica de cálculo, Maddy pensó que su nombre era Lucy, la había estado observando. Maddy apartó la mirada rápidamente, ocultándose detrás de una cortina de cabello hasta que había pasado a la chica. Era extraño. Maddy se giró y vio a un par de chicos, estudiantes de segundo, mirándola también. Sus miradas eran curiosas, profundas. Había algo diferente. A medida que se acercaba a su casillero, ya podía ver a Gwen allí, esperándola con impaciencia. Sus ojos parecían a punto de salirse de sus órbitas.

—¡Tú, pequeña perra! —exclamó Gwen, sosteniendo su teléfono. En la pantalla, para sorpresa de Maddy, había una imagen tomada en Kevin’s Diner. Una foto de anoche. Ahí se encontraba Maddy, de pie justo detrás de Jackson Godspeed, luciendo aterrada, con su uniforme de camarera. Ugh. El titular bajo la foto rezaba en mayúsculas: JACKSON GODSPEED DESTROZA CAFETERÍA.

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—Hola —dijo Maddy mientras se acercaba.

*

Maddy podía sentir la sangre caliente corriendo a sus mejillas mientras leía el blog adornado de detalles de la noche anterior. —Estás en todos los blogs Ángel —dijo Gwen con entusiasmo—. Ahora, quiero detalles, ¡y será mejor que sean jugosos! Maddy aventuró una mirada por el pasillo. Más ojos intrusos le devolvían la mirada. Evaluadores. Curiosos. Incluso las animadoras miraban hacia ella. Todo el mundo lo sabía. Abrió su casillero y trató de usar la puerta como un escudo para su cara. —No sucedió nada realmente —dijo mientras sacaba sus libros. —¡¿Qué?! —chilló Gwen—. ¿Por qué no quieres hablar de ello? ¡Esta es mi oportunidad para, como, vivir a través de ti! Maddy se retorcía. —Entró, se sentó en un puesto... —¡¿Cuál puesto?! —No lo sé. Ordenó... —¡¿Qué ordenó?! —No puedo recordarlo. Luego unas personas llegaron y se fue. Eso es todo. —De acuerdo, dime exactamente lo que te dijo. Maddy pensó acerca de las mentiras. —Nada. No dijo nada. —Tuvo que haber dicho algo. —Creo que dijo: ¿Puedo tener la cuenta? —¡¿Puedo tener la cuenta?! —exclamó Gwen con asombro. Maddy la vio derretirse mientras se lo imaginaba—. Hola, soy Jackson Godspeed —dijo en su más baja voz masculina—. ¿Puedo... conseguir la cuenta? ¡Maddy! —gritó. Unas cuantas personas alrededor se giraron para mirar. —Así que, ¿realmente no sabías que era él? —preguntó Gwen con incredulidad.

—De acuerdo, pero debiste haber sabido que era un Ángel —presionó—. Quiero decir, ¿no era imposible y sorprendentemente hermoso? La mente de Maddy parpadeó para respaldar las divinas características de Jackson y la electricidad que pareció pasar entre ellos cuando se tocaron. —Te lo prometo —dijo, haciendo su tono apático—, no es nada especial.

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—No, como te dije no sigo esas cosas.

*

La campana sonó. Gwen parecía insatisfecha. —Bueno, ¡puedes decirme el resto en el almuerzo! —Tengo detención en el almuerzo —le recordó Maddy. Gwen frunció el ceño. —¿Quieres que trate de conseguirte algo de la cafetería? Maddy sonrió, agradecida. —Claro. Un ping sonó y Gwen miró una alerta de blog en su BlackBerry de nuevo. Arrugó su nariz. —Ugh —dijo. Maddy miró sobre su hombro y vio una foto de un hombre con una barba oscura, salvaje y pelo corto. Sus ojos eran negros e intensos, casi —la idea se le ocurrió espontáneamente— infernales. El titular del blog decía: El líder de FDH5, William Beaubourg, publica nuevo video, amenaza a los Ángeles. —Esos tipos son unos perdedores —dijo Gwen—. ¿Por qué los blogs Ángel nunca los mencionan siquiera?

Las clases de Maddy avanzaron lentamente. En Historia de AP se sentó en la última fila, esperando que hiciera más difícil a sus compañeros de clase mirarla. De alguna manera, se las arreglaron. Al menos el Sr. Rankin recurrió a ella de nuevo. Había aprendido su lección. En Inglés hizo preguntas sobre Hamlet a la que ya sabía las respuestas rellenando su grado de participación. En Español se escuchaba el zumbido de la sobrecarga del ventilador del proyector. Por último, la campana del almuerzo sonó.

—Sin visitantes —dijo en tono de una especie de disculpa por toda la situación—. Pero es libre de estudiar, por supuesto. Voy a comprobar de nuevo en unos pocos minutos. —Maddy le dio las gracias y se fue. Sacó una pila de solicitudes para la universidad de su bolso y pasó de páginas hasta un ensayo puntual. Por favor, describa lo que considere el momento más difícil de su vida. Maddy se quejó. Oyó el chasquido de la puerta. El Sr. Leihew no debe confiar realmente, pensó. 5

Humanity Defense Front (Frente de Defensa de la Humanidad).

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Informó a la oficina de administración y fue llevada por el vicerrector, el Sr. Leihew, a un aula vacía.

*

Cuando levantó la vista, su corazón casi se detuvo en su pecho. No era el Sr. Leihew. Era Jackson Godspeed. Permaneció allí, en una camisa blanca fuera del pantalón, con las mangas enrolladas, los pantalones vaqueros de diseño y corbata. Incluso vestido de manera informal, parecía que había salido justo de la portada de una revista. Maddy era la estatua de una chica en un escritorio. No podía entender que hacía en este lugar. Jackson Godspeed y el Instituto Ciudad Ángel —eran como piezas de un rompecabezas que no encajaban en su mente. —Hola —dijo Jacks, cerrando la puerta silenciosamente detrás de él. —Tú —siseó Maddy con incredulidad. Salió más duro de lo que esperaba. Era casi de odio—. ¡¿Qué estás haciendo aquí?! —Quería hablar contigo —dijo, sonriendo. Entró en la habitación y era como si el aula polvorienta y estrecha difícilmente pudiera contenerlo. Tomó asiento en la mesa junto a Maddy y pudo sentir de nuevo, la misma sensación que había sentido cuando lo acompañó al puesto en el restaurante. Era como si su presencia irradiara. Era difícil pensar. Jacks se aclaró la garganta. —Sólo quería pedirte disculpas por lo sucedido en la cena de anoche. Y —dijo vacilante—, quería… agradecerte por ayudarme. Realmente nunca he necesitado ayuda de nadie antes. Fue una experiencia nueva. Maddy sintió la ira y la vergüenza de la noche anterior brotando dentro, mezclando y retorciéndose con el shock del momento. —¿Tienes más historias para mí hoy? —Estuvo a punto de burlarse de él—. ¿Quieres contarme acerca de cómo necesitas un trabajo? ¿Acerca de cómo estás tratando de recaudar dinero para la universidad? Acerca de cómo tu papá… —Un nudo en su garganta cortó sus palabras. Tragó con fuerza—. ¿Acerca de cómo tu padre también murió?

—Mira, Maddy —dijo, y fue una emoción cruel oírle decir su nombre—, nunca quise hacerte daño. Hubo una situación. No pensé que las cosas fuesen a suceder... de la forma en que lo hicieron. —Bueno, pensaste mal, ¿no? —espetó Maddy. La cara de Jacks se torció en frustración. —Oye, nadie es perfecto.

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La expresión de Jacks registró sorpresa, como si alguna expectativa no se había cumplido.

—¡Bueno, se supone que lo eres! —Lo fulminó.

*

Jacks abrió la boca para hablar, luego se detuvo. —Yo… ¡Eres imposible! — exclamó finalmente, poniéndose de pie. —¡Bien! —dijo Maddy, levantándose de su escritorio—. Espero ser recordada como la única decepción en tu vida. Jacks se detuvo camino a la puerta, como si considerara las palabras y luego se volvió. —Sólo vine para decirte que lo siento —dijo, luchando por mantener su tono de voz íntegro. Incluso enfadada, Maddy se veía muy bonita y se sorprendió a sí mismo, incluso por pensarlo. —Bueno, te deberías haber ahorrado la molestia —dijo Maddy desafiante—. Por favor, déjame en paz. Pudo ver la incredulidad moverse por su rostro como una ola negra. Justo en ese momento, Maddy escuchó el chirrido del pomo de la puerta girando. —Oh, Dios mío —susurró, con la cabeza ajustándose a la puerta. El Sr. Leihew debía estar viniendo a comprobarla. —No puedes estar aquí... —jadeó, pero ya era demasiado tarde. El pomo giró y se abrió la puerta. La cabeza de Gwen se asomó por la puerta. —¿Maddy? ¿Estás sola? — susurró. Maddy miró alrededor del cuarto. Jacks se había ido. Su corazón seguía corriendo, pero hizo todo lo posible para hacer que su voz sonara calmada. —S-sí —balbuceó. —¿Puedo entrar? —Maddy asintió vacilante. Gwen abrió la puerta con su pie y entró sosteniendo una bandeja de comida—. Bueno, sé que no se supone que debas tener visitantes, pero esto es detención, no prisión.

—¿Hablabas con alguien? —preguntó—. Podría haber jurado que oí una voz. Maddy frotó las palmas de sus manos contra las piernas de sus pantalones. —No... Que yo sepa —dijo. Gwen habló mientras Maddy comía con manos temblorosas. Siguió acerca de cómo había hablado con Jordan Richardson en la fila del almuerzo, su nuevo

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—Gracias —dijo Maddy, insegura.

*

enamorado y perfecta pareja para el baile, entonces, dijo algo acerca de cómo iba a ir a la fiesta de Ethan. Maddy trató de escuchar como Gwen seguía y seguía, pero su cabeza aún giraba en la no anunciada, e inoportuna, visita de Jacks. Todavía podía sentirlo flotando en el cuarto mientras se sentaba allí.

Caminando a casa, las cosas se sentían diferentes. De repente, no podía dejar de sentir las Estrellas Ángel bajo sus pies. No podía dejar de ver las tiendas para turistas, los anuncios publicitarios y las caras de los Ángeles. Por mucho que lo intentara, no podía borrar esos penetrantes ojos azul claro de su mente. Se sentía tan enojada. Por una vez, le dio la bienvenida a su turno de noche en el restaurante, incluso deseaba que llegara. Cualquier cosa para distraerse de sus errantes pensamientos. Justo había doblado la esquina a su calle cuando se detuvo en seco. Parpadeó, no estando segura de si lo que veía podía ser real. Había una fila fuera de Kevin’s Diner. Nunca ha habido una línea. Incluso en los domingos, no era necesario esperar para sentarse. Esta era tal vez un centenar de personas, y no habituales, tampoco. Estos eran hipsters6 con tatuajes y piercings, habitantes de los suburbios, turistas y tipos de muy buen gusto de Beverly Hills. Maddy se apresuró hasta la acera y se metió por la puerta trasera.

El restaurante se hallaba lleno de charlas sobre Jackson. Maddy no podía evitarlo mientras corría entre las mesas, escribiendo las órdenes y dejando los brazos cargados de comida. Todo el mundo quería saber lo de la noche anterior. Las chicas querían saber cómo se veía en persona. Incluso la RNA en la Magnavox fue ahogada por el frenesí de las conversaciones. Si Maddy había estado buscando una distracción, esto era todo lo contrario.

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Hipsters: Término usado para referirse a una subcultura de jóvenes y/o adultos, asociados con la música independiente, sentido de la moda alejada de corrientes predominantes y estilos de vida alternativas.

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—¿Qué te dije? —gritó Kevin desde detrás de la freidora mientras entraba— . Finalmente ha sucedido. ¡Nuestra suerte está cambiando! Llamé por ayuda extra. —Maddy sonrió de manera tan convincente como pudo y luego desapareció en el baño para cambiarse.

*

—¿Es aquí en donde se sentó? —preguntó una niña en un momento dado, señalando un puesto. Su madre rondaba en el fondo. —No —suspiró Maddy—. Fue por allá. —¡Fantástico! —La chica sonrió—. ¿Te importaría tomarme una foto ahí? — Maddy hizo lo que le pidió. A todas partes que mirara, la gente se bañaba en el resplandor de la presencia de Jacks. Después de unas horas, la fila se había despejado, pero el comedor aún se encontraba lleno. Maddy apenas oyó el tintineo de la puerta de entrada por encima del bullicio. Levantó la vista. Ethan estaba ahí en pantalones rasgados, una camiseta y unas sandalias Rainbow. Maddy no lo había visto desde que había conseguido su teléfono en la escuela la mañana anterior. Dio un rápido vistazo a todo el comedor del restaurante, sin verla, luego se acercó y tomó un asiento en el mostrador. Sin saber exactamente por qué lo hacía, Maddy miró su reflejo en la ventana y se enderezó la cola de caballo mientras se acercaba. —Hola —dijo tímidamente. —¡Hola, Maddy! —dijo, luciendo encantado de verla. —No has estado aquí por un tiempo. ¿Necesitas un menú? —En realidad —dijo Ethan, sus ojos fijos en ella—. He oído lo que pasó. Tengo que encontrarme con Kyle y Tyler en un rato, pero conducía cerca y sólo quería asegurarme de que estuvieras bien. Maddy se sintió sorprendida y un poco afectada. —Estoy bien. Gracias por preguntar. —Genial, es bueno escucharlo. Sólo... no sé. Me preocupé. —Sonrío. —No puedes venir aquí y no ordenar nada —dijo Maddy, sacando su bloc de notas. Descubrió que no quería que se fuera—. ¿Qué te apetece? —Me encanta la comida de aquí —admitió Ethan—. Pero en realidad, no tengo hambre.

—Claro —aceptó—. Eso suena asombroso. Regresó y sacó una taza del estante, luego la llenó de humeante café. Ethan era agradable. Y, tenía que admitir, de buen aspecto, también. Se llevaban bien. Ambos tranquilos, pero tampoco tímidos. Sin embargo, no se sentía preparada

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—¿Qué tal una taza de café de la casa?

*

para pensar que le gustaba. Había que tener cuidado. Tomó un tazón de crema y se dirigió a donde se hallaba sentado. —Taza de café gratis, me gusta este lugar —dijo Ethan mientras tomaba la taza y bebía—. Gran noche, ¿eh? —Dímelo a mí —dijo Maddy, descansando su cadera en el mostrador. —Para ser honesto —dijo Ethan, mirando a los rostros emocionados en el restaurante—, no sé por qué la gente se preocupa tanto. Maddy lo miró, interesada. —Pensé que era la única. Bueno, aparte de la gente como Tyler, que están en contra de ello como una cosa política. Ethan se encogió de hombros. —Quiero decir, no estoy tratando de hacer una declaración ni nada, sólo creo que somos lo que somos, y ellos son quienes son. ¿Por qué adorarlos?

—Cuando ves a estas personas salvadas por los ángeles, ¿a veces no piensas en el Ángel o la Protección? Quiero decir, ¿has pensado alguna vez sobre las otras personas? Las personas que tal vez salen heridas. Las personas que tal vez fueron asesinadas. ¿Merecen menos ser salvadas? Levantó la vista de su taza directamente a los ojos de Maddy. Miró a Ethan, detectando la invitación del momento, pero se quedó en silencio, muda. Después de un segundo, la cara de Ethan estalló en una sonrisa. —Lo siento. Creo que he estado juntándome demasiado con Tyler.

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Un reportero se encontraba parado en la colina del famoso museo de arte Getty Center, Beverly Hills extendiéndose muy por debajo de él. Estaba con impaciencia reportando las nuevas salvaciones. Material de Spectacular Angelcam se reproducía en la pantalla: —Un Guardián abrió la puerta de la cabina de un helicóptero cayendo en picada, sus rotores se paralizaron en el aire y sacó al propietario—piloto. Estuvieron a salvo justo antes de que el helicóptero se estrellara contra la ladera deshabitada por encima de la autopista de Santa Mónica, incinerándose en llamas. El Guardián llevó a su Protección a la seguridad al blanco resplandeciente de Centro Getty en la cima de la colina, donde una flota de ambulancias gritaba a su encuentro. Los bomberos acudieron a apagar el fuego rugiendo en el monte de la ladera. El Ángel ahora daba entrevistas en la plaza abierta de mármol blanco del museo, con la camisa colgando en pedazos a su alrededor, dejando al descubierto su torso superior perfectamente esculpido, sus alas todavía extendidas. Una columna de humo se elevaba en la distancia. Los aficionados en círculos a su alrededor, gritando y tomando fotos. —Los clientes en el restaurante todos lo miraban, hipnotizados por las imágenes del salvamento. Algunos ya ingresando a SaveTube en sus teléfonos para repetir el clip y encontrar cualquier otro material. Ethan tenía una expresión de frustración.

*

—Sería más fácil hacer caso omiso de ellos, de los Ángeles me refiero —dijo Maddy, pensando en Jackson y escogiendo cuidadosamente sus palabras—. Si tan sólo todo el mundo no cotilleara todo el tiempo. —En serio. Estoy tan contento que te sientas de la misma manera —dijo Ethan, sin dejar de mirarla. ¿Se ruborizó?—. Lo que quiero decir es que sabía que teníamos mucho en común. Ahora era el turno de Maddy de ruborizarse. Percibiendo su incomodidad, Ethan se levantó. —Bueno, me tengo que ir. Gracias de nuevo por el café. —Cuando quieras. —Logró decir Maddy y tomó la taza. —La otra razón por la que vine fue para decir que de verdad espero que puedas ir a mi fiesta —dijo en voz muy baja, inclinándose hacia adelante para que pudiera oírle por encima del ruido de los clientes. Con esto se volvió y se fue. Maddy lo observó hasta que desapareció de la vista. Tal vez sería capaz de olvidar Jackson Godspeed después de todo.

Cuando Kevin finalmente cerró, Maddy estuvo a punto de correr. Peor aún, sus nervios se hallaban en carne viva. Kevin se encontraba sentado en la oficina, sumando recibos a la caja.

—Duerme tranquilo, Kevin —dijo mientras lo pasaba. A pesar de todo, se alegraba de que fuera feliz. Salió por la parte de atrás del restaurante y el patio contiguo a la casa. Era una noche inusualmente clara en Ciudad Ángel, con una ligera brisa otoñal. Fue directamente a su habitación, echó fuera su uniforme y se puso una camisa vieja, una camiseta de encaje con adornos de Anthropologie que se había encontrado aún con las etiquetas en Goodwill7. La cual había usado hasta el agotamiento.

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Buena Voluntad: Sitio de caridad o donde se venden prendas de segunda mano.

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—La noche más importante en un día de semana… jamás vista —dijo, introduciendo las cifras en su calculadora. La miró por encima del borde de sus gafas—. O una noche cualquiera, para el caso.

*

Su mejor par de pantalones vaqueros estaban finalmente secos de la colada y los colocó sobre la silla del escritorio, junto con su sudadera con capucha gris. No tenía a menudo la oportunidad de conseguir ropa nueva, así que cuidaba muy bien de las cosas que conseguía por lo que duraban más tiempo —incluso si muchas veces provenían de Target. Se pasó una toalla sobre su cara en el baño y cayó en la cama, completamente exhausta. Fuera de su ventana, la señal de Ciudad Ángel brillaba, proyectando sus pálidos dedos de luz en el cuarto oscuro. Trató tan sólo de dormir y no pensar, pero los pensamientos vinieron de todos modos. Se reunieron como nubes de tormenta en el tumulto emocional de su mente. Jackson entrando en la escuela y la sensación de su presencia en el aula polvorienta. El turno de la noche en el restaurante y la conversación incesante sobre él. Esa conversación en la trastienda a la que su mente no dejaba de volver, y lo que había sentido.

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Luego se encontraba Ethan, con su manera fácil y lo cómoda que la hizo sentir. ¿Por qué no podía dejarlo entrar? No era más que amable con ella. ¿Por qué era tan autodestructiva cuando se trataba de amistades, manteniendo a todo el mundo apartado, excepto Gwen? Pensando en su conversación con Ethan, se dio cuenta de algo: fue el único momento esa noche en que se había olvidado de Jacks. Bueno, no volvería a ver a Jackson Godspeed otra vez. Y se sentía feliz por eso, pensó. Tras una hora de mirar al techo, finalmente sintió su mente cayendo en la inconsciencia.

* Traducido por Anna Banana Corregido por Chio

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ackson miró al espejo retrovisor. Sus ojos color azul oscuro le devolvieron la mirada, llenos de incertidumbre. No se había acostumbrado a esa mirada, y tampoco lo estaba el mundo. Después de todo, era Jackson Godspeed. Estaba seguro de sí mismo. Fue entrenado. Nada podía derrumbarlo. O eso pensaba. Jacks intentó medir su incertidumbre. Se sentía extraño, como el esmoquin que llevaba una vez al año para el evento de caridad que su madre organizaba. Su iPhone sonó otra vez y lo puso en silencio. Había estado sonando constantemente desde ya hacía un par de horas, pero lo había ignorado. Sabiendo que no podría ser ella. Esa noche, Jacks había comido su cena rápidamente, después se retiró diciéndole a su madre y a Mark que iba a encontrarse con Mitch. Pero en lugar de encontrarse con su amigo, había manejado hacia el Muelle de Santa Mónica. A mitad del camino se estacionó. Necesitaba pensar. Los coches pasaban por la calle oscura de vez en cuando. Nadie lo reconoció ni lo molestó.

Después de salir de la Preparatoria de Ciudad Ángel, Jacks aceleró por la ciudad hasta llegar a una junta de los Guardianes nominados en el Hotel Beverly Wilshire. Conduciendo allí después de su encuentro desagradable con Maddy, Jacks sentía como si estuviera en un sueño, todo era borroso y distante. Su teléfono sonó. Era Mark. Decidió tomar la llamada. Su padrastro lo llamaba para hacerle saber que el DPCA lo había absuelto de cualquier relación con la desaparición de Theodore Godson. Habían investigado

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En la escuela, Jacks apoyó la cabeza contra el volante. Todavía no podía creer la furia de Maddy. Había ido a pedir disculpas y ni siquiera quiso hablar con él. ¿Quién hacía eso? Sólo trató de hacer lo correcto.

*

la coartada de Jacks y decidieron que la historia era verdadera. Su padrastro le dijo que volviera a prepararse para el Nombramiento. —Gracias, Mark —dijo Jacks. Supuso que debería sentirse más aliviado. Lo último que quería era estar atrapado en la investigación de un asesinato. Pero no lo estaba. Por extraño que pareciera, lo que sucedió en la escuela con Maddy continuaba molestándolo—. Tengo que irme, estoy llegando. Creo que llego tarde. —Claro, muchacho. Llámame luego —dijo su padrastro. Darcy se hallaba al límite del pánico cuando Jacks llegó. —¿Dónde has estado? —susurró con dureza bajo su respiración mientras lo llevaba hacia la habitación donde estaría dando entrevista tras entrevista tras entrevista. Miró al frente, revelando su sonrisa de mil voltios para los periodistas quienes miraban ansiosamente a Jacks—. Bueno, ¡nuestra estrella está aquí! —Lo siento, Darcy. Tuve algunos, eh, asuntos que atender —susurró Jacks, pensando en el salón de clases de la Preparatoria de Ciudad Ángel. —Jacks, ¡estos son tus asuntos! —respondió Darcy en voz baja. Jacks miró a todos los fotógrafos y periodistas, todos hambrientos por su historia.

Jacks respondió repetidamente las preguntas de cada entrevistador cuando entraron uno por uno en la suite. De vez en cuando, Jacks tomaba sorbos de una botella de agua. Incluso los periodistas más duros se deslumbraron ante su presencia, buscando las palabras correctas y ruborizándose. Jackson por lo general pretendía no darse cuenta, pero esta vez realmente no lo hizo. Después de un rato, fue como si ni siquiera estuviera realmente respondiendo, en su lugar se había alejado y alguien que se parecía a él respondía las preguntas. Sí. No. ¡Muy emocionado! No puedo esperar por la responsabilidad. Sólo forma parte de ser un Guardián. El clic y zumbido de las persianas, las luces, el micrófono atado a su camisa, grabando cada sílaba que salía de su boca, todo comenzó nuevamente a parecer irreal. Su mente se centró en lo que parecía real ese día: Maddy. Finalmente, la pregunta de un reportero lo sacó de su estado, trayéndolo de vuelta a la suite del hotel.

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Las entrevistas fueron más o menos lo mismo. ¿Cómo te sientes acerca de convertirte en el Guardián más joven? ¿Quiénes crees que serán tus Protecciones? ¿Recibirás una Protección de la lotería en tu primer año? ¿Qué significa para ti ser un Guardián? Todos habían tenido que firmar documentos comprometiéndose a no preguntar sobre el incidente en el restaurante de la noche anterior, por órdenes de Mark.

*

—¿Puede repetirlo? —preguntó Jacks, por primera vez viendo al hombre delante de él, un hombre de mediana edad con sobrepeso sudando en una camisa blanca de algodón barato y una corbata de poliéster. Sostenía un taquígrafo y un lápiz. —Te pregunté, ¿cómo te sientes sobre el movimiento en Estados Unidos que está cuestionándose mucho acerca de los Ángeles y lo que está pasando en Ciudad Inmortal? —Jacks, no tienes por qué responder eso —dijo Darcy, levantándose. El periodista había roto el acuerdo. —No, no, no pasa nada —dijo Jacks, indicándole a Darcy que tomara asiento—. ¿Te refieres al FDH? ¿Al tipo que dijo que iba a iniciar una “Guerra contra Ángeles” y eligió a los Godspeed como los número uno? —Se rió—. Esos tipos están completamente locos. Si nos preocupamos por todos… El periodista lo miró con firmeza y terminó su oración. —…”los chiflados con una cámara de vídeo, una conexión a Internet y una opinión.” Estoy familiarizado con tu declaración. No, Jacks, no estoy hablando del FDH, sino de la mayoría de los americanos. Como sabes, Ted Linden fue elegido para el Senado de los Estados Unidos, como una organización independiente, que se enfoca en una medida contra los Ángeles. Va a ser el primer senador sin protección en veinte años. Quiere una total transparencia entre los Ángeles y el gobierno, algunos dicen que incluso quiere ponerle fin a la protección por pago en los Estados Unidos. La sangre se precipitó al rostro de Jacks. —Yo... —Fue interrumpido. —Las entrevistas se han acabado. —Darcy se puso de pie nuevamente y caminó rápidamente hacia Jacks, quitándole su micrófono inalámbrico y apagándolo—. Como todos sabemos, Jackson tiene una agenda muy ocupada esta semana. Gracias a todos por venir. —Le envió dagas al reportero.

—Jacks, de verdad, me hubieses dejado lidiar con ese idiota. Para eso me pagas, ¿no? —dijo Darcy después de que salieron de la habitación. Acompañó a Jacks hacia el vestíbulo, donde su coche lo esperaba en el aparcamiento. Jackson se limitó a asentir, ya habiendo olvidado la pregunta del reportero y ni siquiera viendo la multitud de paparazzi corriendo para capturar su imagen, su mente ya en un salón de clases y la voz de una chica. Esa noche en su casa, Jacks estuvo en silencio, comiendo su cena sin siquiera mirar la televisión. Había faltado a uno de los eventos para los candidatos. Mark al

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Tenía una leve sonrisa en su rostro mientras lentamente guardaba su pluma y libreta.

*

parecer trabajaba hasta tarde en la oficina, por lo que eran sólo su madre y Chloe. Su hermana pequeña habló la mayor parte del tiempo, lo que estuvo de maravilla para Jacks. Se había cansado de responder preguntas. Inquieto, pero sin saber exactamente por qué, Jacks le dijo a su madre que iba a ver a Mitch y condujo a través de Ciudad Ángel. Mark aún no había regresado a casa cuando Jacks salió.

Ahora se encontraba sentado en su auto después de treinta minutos, tal vez una hora, quizá dos, ni siquiera sabía. Había conducido al puerto para aclarar su mente. Pero sus pensamientos volvían siempre a la chica. Maddy. ¿Por qué no había aceptado su disculpa? ¿Por qué era tan terca? Sólo quería hacer lo correcto y terminar con ella. Seguir adelante. Pero si era honesto, sabía que había algo más. Algo se había metido en su corazón. Algo acerca de sus ojos y su belleza indiferente, la belleza que claramente no sabía que poseía, lo contrario a Vivian. Pensó en lo que había sentido anoche cuando se tocaron. A pesar de que era humana. Trató de alejar los pensamientos de su mente, pero éstos se negaban a desaparecer. Cuando pensaba en ella, todo lo demás parecía insignificante al compararlo.

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Ante eso, Jacks tomó una decisión. Giró la llave y el Ferrari cobró vida. Dio una vuelta en U, los faros bailando momentáneamente sobre las casas adormecidas en medio de la oscuridad. Cuando llegó a Sunset Bulevar, Jacks dirigió su coche hacia la derecha y se dirigió hacia Ciudad Ángel, sus luces traseras empañadas en la noche tranquila.

* Traducido por Amy Corregido por LizC

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ás adelante, Sylvester pudo ver una multitud de reporteros en la acera y otros más en la calle, iluminados por las brillantes luces de sus equipos de cámaras. En el otro lado de la calle, una línea de oficiales de policía acorralaban a una muchedumbre de turistas quienes se hallaban mirando, grabando y hablando. En lo alto, helicópteros de noticias daban vueltas, tratando de tener la mejor vista de la escena. El detective se detuvo en su automóvil camuflado, mirando a la escena más allá de su parabrisas. Respiró hondo, levantando sus gafas y frotándose la cara. Él deseaba no tener que lidiar con la prensa. Deseaba no estar de vuelta en Bulevar Ángel por segunda noche consecutiva. Y, en su mayoría, deseaba que lo que estuviera esperando por él debajo de la sábana blanca no fuera lo que pensaba. Luz roja y azul parpadeaba y se reflejaba en las silenciosas palmeras, las tiendas cerradas a los turistas, y las estrellas de los Ángeles brillando. Los reflectores de los policías bañaban la famosa calle en un duro brillo amenazador. Salió de su auto. Los reporteros lo aclamaron mientras se abría paso hacia la cinta. —Detective, ¿puede confirmar que éste es el segundo asesinato en el Paseo de los Ángeles en la misma semana? —preguntó uno. Esto provocó un murmullo entre la multitud. —¿Un segundo asesinato?

Sylvester levantó sus manos a la multitud, tratando de calmarlos. El viento agitó su abrigo a medida que se aclaraba la garganta. —No puedo confirmar ni negar que algún homicidio se ha llevado a cabo, y no vamos a revelar ninguna información en este momento. El incidente de comienzo de semana aún está bajo investigación. —Descartó otra explosión de preguntas y pasó por debajo de la cinta, mordiéndose el labio. El sargento García lo esperaba en el otro lado.

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Otro reportero gritó—: ¿Los dos asesinatos están relacionados? ¿Más violencia de pandillas? ¿Y cuándo van a dar el nombre de los fallecidos?

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—Bien, ¿qué tenemos, Bill? —Tuvo que elevar la voz por encima del zumbido de los helicópteros. —¿Qué? —García puso su mano en su oreja. —Dije, ¿qué tenemos? —gritó Sylvester. —Ven a mirar —dijo García. Llevó a Sylvester a la acera y sus brillantes estrellas. Otra sábana blanca yacía sobre el concreto. Esta vez, Sylvester se agachó y levantó la sábana por sí mismo. Otro par de alas de ángeles. Espeluznante y serio. Justo como antes, se encontraban colocadas cuidadosamente una tras otra, directamente encima de una Estrella de Ángel. Sylvester escuchó el zumbido de los helicópteros que se mezclaban con el rugido de la multitud más allá de la cinta. Se quedó mirando a las alas en la acera delante de él y sabía, sin ninguna duda, la magnitud de lo que ocurría. Un Ángel convirtiéndose en mortal y probablemente siendo asesinado era extraño y extremadamente serio. Pero eso ocurriendo dos veces, y en una semana, no tenía precedentes. Bajó la sábana, sacó sus gafas y las limpió. —Alguien está cortando sus alas, señor. —La voz de García tenía un toque histérico. Sylvester asintió, su rostro sombrío—. ¿Señor? Alguien está cortando sus alas… Sylvester puso su mano firme en el hombro de García. —Lo puedo ver, Bill. ¿Algún cuerpo? —García negó con su cabeza. Sylvester levantó la sábana de nuevo y leyó el nombre salpicado de sangre debajo de las alas—. Ryan Templeton. —Contactamos con los Arcángeles. Ninguno ha escuchado de él en varios días. —¿Y éste es el mismo lugar de antes? —preguntó Sylvester, mirando alrededor.

Sylvester miró debajo de sus pies y leyó el nombre en la Estrella de Ángel en voz alta. —Theodore Godson. —Y ahora Ryan Templeton —dijo García—. Justo la estrella siguiente. —Están siendo convertidos en mortales en orden de las estrellas —dijo Sylvester lentamente. Con cansancio, se puso las gafas de nuevo en su cara. El cielo rugió cuando otro helicóptero voló en lo alto, un foco desnudo esparciéndose sobre

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—Señor, mire donde está parado.

*

la escena. Sylvester frunció el ceño al cielo—. Bill, ¿podría hacerme un favor y alejar los helicópteros de noticieros lejos de aquí? —Veré qué puedo hacer —dijo García. Encendió su radio y comenzó a gritar órdenes. Sylvester se levantó. Su mirada se desvió por la acera y por las estrellas. Miró los nombres y las estrellas en la acera, estrellas que se extendían hasta donde le alcanzaba la vista. Imaginó un recuento de cadáveres sin fin. De rodillas, el detective examinó el nombre del Ángel de la estrella siguiente. García leyó su mente. —Ningún contacto con nadie desde esta tarde. Podría haber tomado un largo viaje a Santa Bárbara, apagar su celular para tener un poco de paz y tranquilidad, o… Sylvester maldijo entre dientes. —¿Y éste? —Hizo una señal al espacio en la acera a la siguiente estrella. Se encontraba en blanco. Los trabajadores le habían puesto cuerdas, preparándolo para poner un nombre. —Sigo sin saber. Uno de la clase de Nombramiento de este año. Hemos llamado a los Ángeles acerca de este, pero no están siendo exactamente colaboradores.

Escuchó a García arrastrar los pies detrás de él. Sylvester continuó mirando a lo largo de la calle. —¿Qué pasa, detective? —preguntó el sargento. —Tú sólo no matas a un Ángel aquí afuera con todo el mundo mirando. — Sylvester sacó las llaves del bolsillo de su abrigo—. Ven, Bill —dijo mientras caminaba hacia su automóvil—. Ésta no es la escena del crimen.

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Cruzando la cinta y a través de la multitud, Sylvester caminó en el medio de Bulevar Ángel. Lejos de la escena. Se veía tranquilo. Ráfagas de viento soplaban algunos papeles arrugados de extremo a extremo por la calle, mientras un vagabundo empujaba un carrito de supermercado y tarareaba para sí mismo. El detective dio una mirada alrededor. Estaba vacío. Sin embargo, incluso a esta hora, algunos turistas rezagados todavía grababan la acera mientras algunos compradores empacaban sus exhibiciones. Figuras de ángeles, alas de plástico, calcomanías para parachoques que decían: “YO FUI SALVADO EN CIUDAD ÁNGEL.”

* El automóvil camuflado de Sylvester giró sobre la carretera Outpost y terminó en las colinas de Ciudad Ángel. El cielo sobre la ciudad era despejado y oscuro, las estrellas titilaban en la oscuridad. Las casas con entradas de vehículos fueron rápidamente sustituidas por altos setos que ocultaban las mansiones de los Ángeles en la carretera. —Siempre me pierdo en los caminos de aquí arriba —se quejó Sylvester mientras profundizaba alcanzando los perfectos y privados refugios en los que los Ángeles vivían. Cuando llegaron a la extensa residencia modernista de Ryan Templeton, la cual se cernía sobre la colina, dos unidades adicionales del DPCA los esperaban. Los oficiales se veían nerviosos. Sylvester se detuvo en el estrecho camino de entrada. La casa se veía como si alguien hubiera apilado enormes bloques de construcción uno tras otro. Sylvester nunca había entendido la atracción hacia ese estilo, pero ahora que se encontraba de pie justo debajo de ella, sí que tenía un atractivo impresionante. Caminó hacia la puerta principal, seguido por dos oficiales. Ellos tenían sus armas desenfundadas. Hizo un gesto de tranquilidad. Calmado. Llamó por el intercomunicador. Desde lo más profundo de la casa, pudo oír el timbre. Miró a la cámara apuntando hacia él desde el alero. Silencio. Nada. —¡Ryan! —gritó a través de la puerta. Intentó de nuevo, más fuerte. Vacío. Miró por encima del Mercedes McLaren gris en la entrada de autos. —Bien, vamos —dijo Sylvester.

—¿Por qué está tan caliente? —gruñó, agitando su mano. Con cuidado, empujó el pie contra la puerta. La puerta se abrió, y salió una ola de aire sofocante. Sylvester sacó su Beretta 92 FS y, sin decir palabra, hizo señas a los oficiales. Luego, empujó la puerta y entró en la casa oscura. El calor era sofocante. Brillaba en la oscuridad, como un espejismo en una caliente carretera en verano. Sylvester y los oficiales se movieron rápido y silenciosamente a mitad de camino. Luces bailaban en la oscuridad. Las paredes se

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Tomando una respiración profunda, el detective tocó el pomo de la puerta y saltó hacia atrás como si fuera una serpiente. El mango de metal ardía.

*

hallaban enmarcadas con portadas de revistas del dueño de la casa. Ryan Templeton era un robusto y hermoso Ángel, con el cabello liso y ojos serios. El pasillo se abría en una larga y entorpecida sala de estar. La arquitectura era limpia y llamativa. Pinturas. Muebles de diseñador. Encimeras de mármol. Las ventanas tenían una vista panorámica de Ciudad Ángel, el centro de la ciudad, y más allá. Los oficiales se separaron para despejar las habitaciones. Sylvester se movió pasando la cocina y hacia una puerta abierta a la derecha. Descubrió un cine. Sillas de cuero. Artículos de periódicos enmarcados. Un callejón sin salida. Dio marcha atrás hacia los dormitorios. Al girar en una esquina, descubrió un resplandor azul pálido filtrándose a través de las rendijas de una puerta. Vapor se formó en sus gafas cuando empujó la puerta con la punta de su zapato. Sacó el seguro de su Beretta y se deslizó dentro. La habitación parecía un sauna, imposiblemente caliente, el aire denso con vapor. Y algo más. La habitación parecía estar rellena con algún tipo de presencia primitiva. Una presencia animal. Como el miedo mismo. En el centro de la habitación, una piscina de interior brillaba en azul y blanco. El agua se movía perezosamente, enviando reflejos en las paredes y el techo. Las ventanas se hallaban empañadas. Con su arma guiándolo, Sylvester se movió hasta el borde de la piscina. Lo que quedaba de Ryan Templeton flotaba bocabajo en el agua. Donde deberían estar sus alas, sólo había dos agujeros sangrientos de piel destrozada, rodeadas por los restos de sus Marcas Inmortales. Sylvester puso una mano en la ventana empañada para mantener el equilibro.

Sylvester se sacó sus gafas y limpió el vapor de ellas, todavía sin hablar. García no pudo apartar los ojos del cuerpo de Templeton que flotaba en la nube de agua de color rojo sangre. —Quiero decir, ¿un asesino en serie de Ángeles? —dijo García—. ¿Eso es incluso posible? Sylvester puso nuevamente sus gafas en su cara y se dio vuelta hacia el sargento.

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García entró en la habitación. Mirando el cuerpo en la piscina, se detuvo en seco. —Oh mi Dios. —Los dos policías se quedaron en silencio—. El resto de la casa está vacía. Traeré a los forenses inmediatamente —dijo García después de un momento.

*

—Tiene que ser. Sólo un Ángel puede matar a otro Ángel —dijo Sylvester—. E incluso eso es casi imposible de hacer. García enfundó su arma. —Pero, ¿qué Ángel querría matar a otro Ángel? Tienen todo lo que podrían querer —dijo García. —Por lo que entiendo, hay algunos Ángeles de mayores rangos que no están felices con las recientes decisiones del Servicio Nacional de Ángeles —dijo Sylvester—. Necesitamos hacer investigaciones profundas en Templeton y Godson. Tenemos que ver si podemos encontrar un hilo común además de sus estrellas. Los ojos de García seguían fijos en los horribles restos del Ángel. Luego de unos momentos, el sargento dijo—: ¿Qué clase de bestia haría algo así? —No lo sé —dijo Sylvester, alejándose—. Vamos a trabajar. El sargento salió al pasillo y empezó a ladrar órdenes, su voz haciéndose eco en la casa. Sylvester permaneció allí inmóvil, pensando en lo que García había dicho. Especialmente en esa particular palabra. La arremolinó alrededor de su lengua. Una bestia. El sargento volvió y permaneció con él. —Acabo de hablar por radio con los de Ventura County, detective —dijo García—. Acaban de arrestar a tres miembros del Frente de Defensa de la Humanidad, dirigiéndose al norte de Ciudad Ángel. Tenían armas. Pistolas. Cuchillos. Literatura de odio. —¿FDH? García asintió.

—Algo serio está pasando aquí. Quizás más serio de lo que alguien puede imaginar. —Se apartó de la ventana y miró hacia Ciudad Ángel a través del espacio que su mano despejó de lo que se encontraba empañado—. Ahora mismo, alguien en el Paseo de los Ángeles es un objetivo potencial. —Eso es casi todos los Ángeles de la ciudad. —Necesito hablar con un viejo amigo. —El rostro de Sylvester se oprimió—. Ningún Ángel en Ciudad Ángel está a salvo esta noche.

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La cabeza de Sylvester nadaba.

* Traducido por Anna Banana Corregido por Juli_Arg

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addy se incorporó de pronto en medio de la oscuridad. El sueño que había tenido fue tan vívido, pero ahora se esfumó de su mente. Algo acerca de un accidente en Ángel Bulevar. Por más que trató de aferrarse a él, éste se hizo más distante. Después de un momento, no podía recordar ningún detalle sobre él. Lo único que se quedó con ella fue un sentimiento; la sensación innegable de que era observada. Dejó que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad de la habitación. Había algo diferente, ¿pero qué era? Su mirada recorrió las cuatro paredes que, desde su infancia, habían sido su mundo entero. La mesita de noche. El joyero que Gwen le había dado. El pequeño escritorio de madera que su tío Kevin le compró en el marcadillo, ahora inundado con libros. Había incluso algunos carteles en la pared de su niñez que nunca había quitado. Se le ocurrió que la madurez había sido forzada bruscamente y de mala gana en la pequeña habitación, y ésta hacía todo lo posible para aferrarse a los últimos vestigios de la ya casi lejana infancia. Una ráfaga causó que tirara de las sabanas con fuerza a su alrededor. Eso fue lo que la había despertado. Había cerrado la ventana cuando fue a dormir. Y ahora se encontraba abierta.

—Duermes como un Ángel —dijo Jacks. El susto de sus palabras en el cuarto oscuro hizo que Maddy sintiera su corazón en su garganta. Ni siquiera se dio cuenta que había gritado hasta que salió de su boca. —No tengas miedo —dijo Jacks, sonando preocupado—. Sólo soy yo. Lo siento, no fue mi intención asustarte. Permíteme comenzar de nuevo. —No tengo miedo —exclamó Maddy—. Quiero decir, lo tenía, es decir, me has asustado hasta la muerte. —Hizo un esfuerzo en controlar su respiración y

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Sus ojos se deslizaron a la ventana y, en un momento de pánico y sin aliento, capturó una figura oscura agazapada en el alféizar. Las letras del letrero de Ciudad Ángel se extendían detrás de sus hombros.

*

dejar que su sangre regresara a la normalidad. Acostumbrándose a la oscuridad, centró su mirada en Jacks. —¿Qué estás haciendo? —¿Puedo entrar? —No —dijo, secamente—, no puedes entrar. —Se sentó completamente en la cama y atrajo sus rodillas hacia su pecho. El aire fresco de la noche se deslizó por debajo de las sabanas y alrededor de sus piernas como el agua de mar. Llevando sólo su vieja camisa y ropa interior, Maddy comenzó a temblar. —Quería hablar contigo —dijo Jacks. —No entiendo qué no quedó claro acerca de lo que dije en la escuela —dijo con frialdad—, pero quiero que me dejes en paz. No soy parte de tu mundo, y realmente no me importa serlo. —Se detuvo, esperando a que Jacks la interrumpiera para decir algo sabio, o incluso otra disculpa. En su lugar, simplemente se quedó sentado allí con su traje y camisa de cuello en V, escuchando. El silencio se prolongó. Cuando Maddy habló nuevamente, su voz fue suave. —Mira, estoy segura de que hay un montón de chicas que matarían por tenerte sentado en su ventana esta noche. —Pausó, pensando en Gwen—. Pero no soy una de ellas. Si aún estás tratando de disculparte, entonces está bien, te has disculpado. Ahora vete a casa. —Tienes razón —dijo Jacks—. Tú no eres parte de mi mundo. Tú no eres una de esas chicas. Y tal vez es por eso. —¿Por eso qué? —Por qué no puedo dejar de pensar en ti.

—En realidad, nunca antes se lo he dicho a nadie —corrigió Jacks—. De hecho, nunca he hecho nada como esto antes. —Soltó una risa—. ¿Cómo lo estoy haciendo? Tragó saliva, tratando de alejar su nerviosismo. Se sorprendió al darse cuenta de que sí se puso nervioso. De alguna manera el estar cerca de Maddy sólo lo ponía en un espacio diferente. Jacks se sentía tan presente.

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Maddy puso sus ojos en blanco. —Gente como tú no le dice esas cosas a la gente como yo.

*

Maddy se le quedó mirando, dejando que la ira y la frustración crecieran en ella. —¿Por qué me haces esto a mí? —preguntó finalmente. Él se detuvo a pensar antes de responder. —Estoy siendo honesto. Sé que tal vez no me creas. Pero no he sido capaz de dejar de pensar en ti. Cuando estábamos en la parte de atrás en el restaurante, y… —La voz de Jacks se desvaneció, su rostro sonrojándose—. Todavía me siento muy mal por lo que hice. Te mentí, a pesar de tener buenas razones para hacerlo, fue erróneo de mi parte. Maddy lo estudió. ¿Decía la verdad? Jacks sonrió. —Lo digo de la mejor manera posible: No voy a dejarte en paz hasta que me dejes hacer las paces. Lo digo en serio. Estaré aquí cada noche. En ese caso, sería mejor que me consiguieras un pijama y un cepillo de dientes. A pesar de su mejor esfuerzo para no hacerlo, Maddy se echó a reír. Miró a Jacks y pudo ver el más mínimo destello de luz en sus ojos. —Así que lo me estás diciendo es que debo ceder y dejar que hagas las paces. De lo contrario, ¿me vas a atormentar de esta manera durante el resto de mi vida? —Más o menos, sí. —De acuerdo. —Suspiró—. ¿Qué tienes en mente? —Ven a volar conmigo. —¿Volar? Yo no puedo vol… De todos modos ahora no puedo ir contigo a ninguna parte. —Jacks se quedó inmóvil, enmarcado por las letras de CIUDAD ÁNGEL en la colina—. Está totalmente fuera de la cuestión —protestó—. Además, tengo que trabajar por la mañana y mi tío me mataría. El Ángel permaneció en silencio.

—Maddy, no importa si no me soportas. Sólo hazlo por hacer algo. Para hacer de esta noche tuya. —¿Qué? —Para vivir, Maddy. —Estoy viviendo muy bien, muchas gracias —dijo, soberbia.

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—Además tengo clases —añadió, su ceño fruncido. Pudo descifrar por su silueta que se había cruzado de brazos.

*

—¿En serio? ¿Al trabajar el turno de la mañana? —Su tonó se suavizó—. Maddy, tienes el resto de tu vida para trabajar el turno de la mañana. Te estoy pidiendo que vengas a volar conmigo esta noche. Maddy abrió la boca para decir algo, luego la cerró. Él era increíble. Sin embargo, se sorprendió a sí misma cuando su pulso se aceleró, y podía sentir su corazón comenzando a latir rápidamente en su pecho. —Tengo las solicitudes, también —intentó débilmente. —Olvídate de las excusas. —Jacks sonrió. Maddy miró sus pantalones vaqueros y una sudadera con capucha doblados sobre la silla del escritorio. —Todavía estoy enojada contigo —dijo. —Entendido. —Y no estás perdonado por lo que sucedió en la cafetería, o por mentirme. Jacks asintió con su cabeza. —Es un trato. Nos vemos abajo. —Jacks metió su mano en el bolsillo y apretó algo. La alarma de un coche sonó en la calzada, atravesando entre el aire de la noche. —¿Pensé que íbamos a volar? —preguntó Maddy, confundida. —Sí —dijo Jacks, sacando las llaves de su Ferrari y tintineándolas—. A volar.

Jacks navegó una curva cerrada. Ella gritó con sorpresa y se aferró a la manija de la puerta. Jacks la miró y sonrió. Más adelante, las luces de Los Ángeles Basin se hicieron presentes. Lo más sorprendente, Maddy pensó, era que Ciudad Ángel se veía diferente desde el interior del Ferrari. Realmente lo hacía. También se sentía diferente. Incluso olía diferente. No era la ciudad sucia que conocía. Era hermosa.

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El Ferrari rugió mientras que Jacks expertamente se deslizaba, abrazando las curvas de Mulholland Drive. El coche subía rápidamente y sin esfuerzo sobre las colinas. Maddy se prometió a sí misma que no disfrutaría de esto. De hecho, se había hecho a la idea de quejarse todo el tiempo. Eso le demostraría que no había ganado. Pero en el asiento de cuero cálido y vibrante contra sus piernas y el viento en su cabello, Maddy sintió la emoción del momento destrozando sus defensas como si fueran arena fina.

*

—Me gusta venir aquí por la noche después de que todo el mundo ha ido a dormir —dijo Jacks. El coche tomó otra curva—. Aquí arriba se siente como si estuvieras solo, ¿verdad? Lejos de toda molestia. Como si toda la ciudad te perteneciera sólo a ti. —Toda la ciudad te pertenece —dijo Maddy, mirando a Jacks—. Es un poco diferente para el resto de nosotros. —Bueno, sabes a qué me refiero —dijo. —¿Y cuál es la molestia? ¿Todas las pequeñas personas entrometiéndose en tu camino? Los ojos de Jacks recorrieron su rostro. —Mira, parece que piensas que vivo una vida encantada. Y supongo que de alguna manera lo hago. Pero la verdad es que tengo que pasar por muchas cosas al igual que tú. Tengo presión en mí. Tengo grandes expectativas. No soy perfecto. Me esfuerzo. —Sí, claro —se quejó Maddy, con tono rebelde—. El chico en el coche deportivo de cien mil dólares hablando sobre esfuerzo. —Sólo estoy tratando de decir que tenemos más en común de lo que podrías pensar. —¡Tú no sabes nada de mí! —exclamó Maddy. Jacks redujo la velocidad bruscamente, los frenos quejándose en protesta. Sus ojos azules brillaron. —¿Por qué no me das una oportunidad, Maddy? —Porque —gritó—, crees que puedes tener lo que sea que quieras, ¿no? Si quieres algo, es tuyo. Así es como funciona la vida para ti. Bueno, así no es como funciona para mí, así no es la forma en que va a funcionar para mí. No me dejo tentar por el encanto y el dinero. Se necesita más que eso. Jacks asintió con la cabeza, de pronto pensativo. Puso la direccional. —De acuerdo, dejemos el coche.

—Creo que sí. El banco de madera se veía agrietado y desgastado, sin embargo era sorprendentemente cómodo cuando se sentaron. Un poco más allá de sus pies, la tierra descendía suavemente al principio y luego dramáticamente hacia un profundo cañón. Cortadas en la ladera, como templos, las casas de Los Ángeles

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Estacionó el Ferrari en un camino de grava y apagó el motor. —¿Estarás lo suficientemente cálida? —preguntó. Maddy miró hacia el banco enmarcado contra el paisaje urbano.

*

brillaban en la noche. Jacks se quitó su chaqueta y la situó en la esbelta figura de Maddy. —Gracias —dijo. Nadie nunca antes había puesto una chaqueta a su alrededor. La presencia de Jacks dentro de la chaqueta era casi abrumadora. Su olor era embriagador. Maddy tomó una respiración profunda, estabilizándose a sí misma. El silencio los abrazó mientras miraban la ciudad juntos. Un grillo cantó cerca, se detuvo, y luego comenzó de nuevo. Jacks habló. —Me dijiste que aún no me has perdonado por mentirte. Bien, no todo fue mentira. —Se detuvo—. Tenía sólo dos años… cuando mi padre… —Su voz se desvaneció. Maddy eligió sus palabras cuidadosamente. —Pensé que los Ángeles no podían morir. —Los Verdaderos Inmortales no pueden, pero sólo hay doce de ellos. Los Inmortales nacidos pueden ser… hechos mortales. —Jacks trazó un círculo en el suelo con la punta del zapato. Se le quedó mirando, pensando por un segundo en la visita del oficial en su casa y las alas mutiladas que habían encontrado en el bulevar—. Ni siquiera sé realmente cómo era mi padre, aparte de unas cuantas fotografías. Murió luchando contra los terroristas rebeldes. —Jacks alejó su mirada, sus ojos azules reflejando las luces de la cuidad. Maddy levantó una ceja, eso fue algo que definitivamente no había aprendido en la Historia Ángel. Pero había un sinfín de cosas que los Ángeles guardaban para sí mismo. —Bueno, yo sé cómo era —dijo Maddy—. Tenía el pelo oscuro. Y ojos pálidos y azules. —Jacks rió un poco, sacudiendo la cabeza. —Tengo los ojos de mi madre… —dijo—. Y según me han dicho, las alas de mi padre.

Jacks asintió con la cabeza. —Amplias y fuertes. Las alas de un Ángel Guerrero. La pregunta salió de la boca de Maddy tan rápido que no tuvo tiempo de detenerla. —¿Puedo verlas? —¿Mis alas? —preguntó Jacks sobre su característica más famosa con incredulidad—. Tú no sabes… —Se detuvo, mordiéndose la lengua. No queriendo parecer vanidoso ante esta chica.

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—¿Sus alas?

*

—Sí, tus alas —dijo Maddy, ahora avergonzada pero incapaz de retractarse—. Quiero decir… ¿Cuál es el problema? ¿No puedo verlas? Jacks se puso de pie y tiró de Maddy con él. Maddy observó como los músculos se movieron debajo de su camisa. De repente, la noche tranquila fue inundada con el estridente sonido de tela rompiéndose y las alas de Jacks se expandieron detrás de su espalda. Con gran nitidez, atravesaron el cielo de la noche, acuchillándose por detrás de sus hombros con tanta fuerza que volaron el cabello de Maddy hacia atrás. El sonido del zumbido fue ensordecedor. Las alas se extendían casi dos metros en ambas direcciones, luego se establecieron, potentes y musculosas, a la espera de la orden para volar. Brillaban con su ya conocida luminiscencia azul, la luz causando sombras en el rostro de Maddy. Se encontraba sin aliento. —¿Qué piensas de ellas? —preguntó. Con un poco de miedo, pero con extrema curiosidad, Maddy extendió su mano y pasó el dedo por la parte superior del ala izquierda. Se sentía caliente al tacto. —Son… geniales. Jacks sonrió. —¿Quieres probarlas? Maddy retiró su dedo. —¿Te refieres a volar? —Por supuesto. Por qué no. —No sé —dijo, insegura. Jacks le tendió la mano. —¿Confías en mí? De alguna manera, extrañamente, Maddy sintió como si la pregunta significaba más que a sólo esta noche. Se encontraba en una encrucijada. Observó al chico Ángel, joven y perfecto, con su mano extendida hacia ella como la mano del destino en sí. Era una respuesta simple, una sola palabra, pero de alguna manera, en algún nivel, Maddy sabía que iba a cambiar su vida en formas que ni siquiera podía imaginar.

—Sí. Maddy tiró de la capucha alrededor de su cabeza y apretó el cordón. — Coloca tus brazos alrededor de mi cuello —indicó Jacks, casi arrodillándose—. Y agárrate fuerte.

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Sus labios se movieron.

*

Cuando finalmente reunió las agallas para abrir sus ojos, ella y Jacks se apresuraban a través de la barranca oscura y más allá de la perspectiva. Maddy miró al cuerpo con alas de Jacks. No sólo era fuerte; era elegante. Las alas por instinto propio y sin esfuerzo se ajustaron a las corrientes de aire mientras navegaban. Luego se curvaron como las aletas del avión, y con un empuje poderoso, Maddy y Jacks ascendieron por el cañón. Maddy gritó al principio, pero luego algo increíble pasó. El grito se convirtió en una carcajada. Una carcajada que parecía empezar desde los dedos de sus pies e irradiaba por todo su cuerpo. Jacks y Maddy se dispararon alto sobre Ciudad Ángel y hacia la noche, mientras las estrellas se cernían sobre ellos. —¡Pensé que ponías los brazos hacia fuera! —gritó Maddy. —¿Qué? —Jacks se esforzó en escucharla sobre el viento. Maddy gritó más fuerte. —¡Pensé que extendías tus brazos cuando volabas! ¡Como Superman! Jacks se echó a reír. Extendió sus brazos y dejó que sus palmas atravesaran la corriente de aire. Maddy se aferró a su cintura con sus piernas, luego deslizó sus dedos sobre sus brazos hasta que encontró sus manos. Con los dedos entrelazados, ambos volaron sobre las palmeras de Santa Mónica, el muelle, y luego a lo largo del Pacífico. Entonces Jacks ascendió, a través de la brumosa capa marina, hasta que se encontraban flotando encima de un lecho de luna con un color de terciopelo blanco.

Cuando Maddy desenredó los dedos de las manos de Jacks, se dio cuenta que se adormecieron. Se sentaron allí juntos y dejaron que sus pies colgaran sobre el borde. En todas partes por debajo, la humanidad brillaba hacia ellos a través de una fina capa de niebla. —Este es mi punto favorito en toda la cuidad —dijo, una sonrisa jugando en sus labios. —Es maravilloso —admitió Maddy, con la cabeza aún girando por el vuelo. La sonrisa de Jacks se extendió.

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Volaron sobre la autopista en espiral arremolinadas con tráfico, incluso a estas horas y se dispararon sobre Brentwood, Westwood y Beverly Hills. Luego descendieron un poco a través de los desiertos calcinados de Palmdale y giraron tan bajo que Maddy pudo probar el sabor cítrico de naranja en su boca. Circulando de regreso, se deslizaron a través de los rascacielos del centro. Finalmente, Jacks señaló una visión familiar. El letrero de Ciudad Ángel. Descendió suavemente en la parte de arriba de la C resplandeciente de la palabra CIUDAD.

*

—Es perfecto, ¿verdad? —Pero cuando se volvió hacia Maddy, ésta miraba al otro lado. Su mirada se había centrado y fijado en algo. Jacks siguió su línea de visión hasta que encontró el letrero de Kevin’s Diner. —¿Así que vives con tu tío? —preguntó. —Sí. —¿Y trabajas en el restaurante por algún dinero para gastos extra? —No —dijo Maddy, un poco molesta—. Kevin no puede permitirse el lujo para contratar a otra camarera, así que yo lo hago. Es sólo temporal, hasta que el flujo de dinero mejore —vaciló, avergonzada—, pero ha sido temporal desde ya hace cuatro años. Por lo menos puedo quedarme con las propinas. —Eso no parece justo. —La vida no es justa —dijo Maddy, enojada—. Bueno, por lo menos para mí. Para ti es perfecta. —Se cruzó de brazos. Al igual que en el salón de clases, el rostro de Jacks se oscureció. —¿Qué pasa? —preguntó, frustrado. Miró a los ojos de Maddy, tratando de encontrar algo que pudiera hacer, decir, para romper a través de ese muro que ella había puesto en su contra. —No me malinterpretes, Jacks, esto fue… increíble —dijo—. Es sólo… esto no soy yo. —¿Qué quieres decir?

Lo miró y se dio cuenta, con sorpresa, que se encontraban cara a cara. Jacks parecía sorprendido, también. Había sucedido de nuevo. Era como si una fuerza mayor que ellos los uniera. Sus labios ahora se hallaban a pulgadas de distancia. El aire se encontraba cargado con su calor corporal. Sus labios no querían nada más que cerrar la pequeña distancia entre ellos y besarse. Era algo más que la forma en que se veía. Era la sensación que había sentido en la parte de atrás de la cafetería. Una conexión entre ellos. Una electricidad. A medida que su corazón comenzó a latir con fuerza, fue todo lo que pudo susurrar. —Debo ir a casa.

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—Me refiero a que esto es tu vida, y es genial. Pero no es la mía. Mi vida está allí abajo. Me voy a despertar en la mañana y tengo que volver a ser Maddy Montgomery.

*

Regresaron escuchando el ronroneo del motor del Ferrari. Maddy vio el paisaje desaparecer a medida que descendían. Jacks tenía la expresión de un hombre tratando de resolver un difícil rompecabezas sin llegar a ninguna parte. —Toma —dijo, sacando su iPhone—, quiero que tengas mi número. Sólo… por si acaso. Maddy tomó su información y la agregó a la de su teléfono simplemente como Jacks. Se le quedó viendo a la pantalla en fascinación. Lo que Gwen no haría por este número. Guardó su teléfono en su bolsillo cuando se detuvieron frente a la oscura cafetería. —Pasé un tiempo agradable —dijo Maddy, por fin—. Gracias de nuevo. Jacks asintió y le dio una especie de sonrisa. Ella salió, cerrando la puerta sin hacer ruido para no despertar al tío Kevin. Se dio la vuelta para irse cuando oyó el sonido de la ventana. —Maddy, espera. —Se asomó de nuevo al coche. Jacks vaciló, considerando sus palabras. Luego habló—: Quiero llevarte a alguna parte. Fuera. Mañana por la noche. —Su expresión tenía un conflicto extraño, pero su voz era decidida. —¿Mañana? Yo… no lo sé —tartamudeó. —No tienes miedo a volar, ¿pero estás nerviosa de salir conmigo? —Incluso en el coche oscuro, sus ojos la traspasaron—. Ven conmigo, Maddy. Por favor. La palabra salió de su boca antes de que pudiera detenerla. —Claro. —¿Qué? Ni siquiera había pensado en ello antes de decirlo. —Genial. Te recogeré —dijo. —Espera, Jacks —dijo, el pánico aumentando en su estómago, pero él ya rodaba la ventana—. No, espera. ¡Jacks, no puedo! —gritó, pero su protesta se perdió en el ronroneo del Ferrari. En el siguiente momento, él se había ido. Maddy se quedó allí dejando que la ansiedad la apoderara. ¿Qué acababa de Deslizó la llave lo más silenciosamente que pudo en la cerradura. Gracias a Dios que Kevin tenía el sueño pesado. Subió las escaleras. Quitándose sus pantalones y sudadera con capucha una vez más, Maddy se hundió agotada en la cama. Volvió la cabeza sobre la almohada y miró el signo de Ciudad Ángel brillante en la colina. Absolutamente confundida y repleta de la sensación de hormigueo de que seguía volando, Maddy se dejó llevar por el sueño.

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hacer?

* Traducido por Marie.Ang Christensen Corregido por Juli_Arg

A

la mañana siguiente, Maddy casi se había convencido a sí misma que todo había sido un sueño. No sólo anoche, sino todo el asunto. Jackson Godspeed entrando al comedor. Viviendo a la escuela. Volando. Se sentó en la cama y miró alrededor del cuarto. La ventana se encontraba cerrada con llave, como lo había hecho anoche, y su sudadera con capucha y vaqueros seguían tumbados sobre el respaldo de la silla justo donde los había dejado antes de acostarse. Se levantó, tomó su uniforme del suelo, y sacó un par de pantalones cortos y una camiseta sin mangas de su armario para la escuela. Fuera de su ventana, las palmeras se mecían en cálido viento de otoño. Iba a ser un día hermoso. No fue hasta la mitad del turno de la mañana que Maddy había demostrado que no había soñado todo. Kevin encendió el televisor, y allí apareció. Una noticia de última hora en ANN que incluso tenía a Jamie Campbell agotado. Usando un traje de pantalón y el usual maquillaje recargado, anunció—: En un acontecimiento sin precedentes, estamos escuchando los reportes no confirmados de que Jackson Godspeed fue visto volando sobre Ciudad Ángel anoche y que no se encontraba solo. Maddy se congeló, de pie con un plato de panqueques en su mano. El cuarto parecía reducirse mientras escuchaba.

Maddy incluso no se había dado cuenta de que el plato se había deslizado de entre sus dedos hasta que lo escuchó romperse en el linóleo. Ella jadeó. Alguien en una de las cabinas comenzó a aplaudir. Kevin dio la vuelta al mostrador y la miró, preocupado. —¿Qué sucede?

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—Rumores de una misteriosa chica han sido difundidos a través de Internet como pólvora toda la mañana, fácilmente llegando a ser el tema de tendencias número uno en Twitter y la búsqueda más común en Google. ¿Pero quién es ella? ¿Dónde está? Si estás viendo esto ahora, misteriosa chica, podrías también presentarte. El mundo entero está esperando por ti.

*

—Lo siento, Kevin. Perdí totalmente mi balance. —Su expresión se volvió a la frustración, pero no dijo nada, y volvió a la cocina. Maddy se puso de rodillas y comenzó a recoger las piezas del sirope, del plato roto. ¿Misteriosa chica? La televisión siguió chillando. —Manténganse sintonizados para más vuelos misteriosos de medianoche de Jacks, que ha estado andando en boca de todo el mundo. Maddy se pasó el resto de la jornada en un pánico constante. Se había acostumbrado a ser invisible, incluso le gustaba ser invisible la mayor parte del tiempo. ¿Podían realmente haberla visto? Por supuesto que podían, pensó. Habían ido por toda la ciudad anoche. Sin embargo, ella nunca había previsto encontrar a alguien, Kevin especialmente, pero realmente a nadie en absoluto. ¿Qué significaba esto para esta noche? ¿Y cómo había aceptado salir con Jacks de nuevo en primer lugar? Sintió una ola de nausea en su estómago cuando se dio cuenta que había invitado miradas indiscretas de Ciudad Ángel, y probablemente el mundo entero, en su tranquila vida y sin incidentes. Cuando llegó a la escuela, Gwen se encontraba casi híper ventilando. —OMD. ¡Mira! —le ordenó mientras mostraba a Maddy el blog de Johnny Vuitton en su Berry. Se leía en mayúsculas: —¡¡¡JACKS VUELA SOBRE LA CIUDAD CON MISTERIOSA CHICA!!! Una imagen borrosa tomada desde una cámara de seguridad de la azotea acompañaba el artículo. Se veía un Ángel, en vuelo, sosteniendo a una chica en una sudadera con capucha. La respiración de Maddy se atoró en su garganta. Gwen lucía extasiada. —No se cómo, como, realmente saben o se preocupan acerca de estas cosas, ¡pero esto es tan enorme! —¿En serio? —preguntó Maddy, tratando de ocultar su asombro con leve curiosidad—. ¿Cuál es el gran problema? —Apretó un libro en su casillero y trató de parecer tan despreocupada como era posible. —Dos personas, un par de alas —dijo Gwen escandalosamente.

—Significa que ella ni siquiera podría ser un Ángel. —Gwen puso las palabras alrededor de su lengua como si las saboreara. —Oh, um, interesante… —tartamudeó Maddy. —Lo sé, ¿verdad? Digo, ¿un humano con un Ángel? ¿Citas? Seguro, puede haber rumores de vez en cuando, pero nunca nada real. Esto es, como, ¡tal vez el momento más grande de mi vida entera! ¡Eso significa que tengo una oportunidad!

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—¿Significa…?

*

—¿Pero no saben quién es la chica? —preguntó Maddy, pescando tan discretamente como era posible. Gwen frunció el ceño. —No. Y por supuesto, su publicista está negando todo, ¿pero puedes creer esta semana? Primero Jackson Godspeed entra al restaurante de tu tío, ahora está volando alrededor con alguna chica… —Maddy casi podía ver el tren de pensamientos de Gwen conectando los puntos y moviéndose rápidamente para descarrilarse. —No lo creo —dijo Maddy tan casual como era posible—. He visto las fotos de él y Vivian Holycross. Como cualquier otra persona, incluso tendría una oportunidad. —Oh, lo sé —chilló Gwen, de repente distraída por el pensamiento de su ídolo—, es tan hermosa. —Maddy dejó escapar un suspiro y esbozó una sonrisa. Gwen no lo había pillado. Y si Gwen no lo había pillado, nadie más tampoco lo haría. Se acercaron a las aéreas comunes y vieron el grupo de chicos de principios de la semana: Kyle, Tyler, Simon, y Ethan, junto con otros estudiantes. Los chicos se encontraban sentados alrededor de una mesa, junto con otros alrededor de ellos. Tyler movía sus manos alrededor mientras hablaba, aparentemente en una acalorada conversación. —Sólo eres, como, celoso. —Una chica rubia en pantalones negros y botas con gamuza le dijo a él mientras Gwen y Maddy se acercaban. —¿Celoso? —Sus ojos sobresalían con incredulidad—. Ni siquiera sabemos de dónde estas cosas realmente vinieron, quiénes son, qué quieren de nosotros. Sin embargo, los Ángeles toman el dinero de todos, y todo lo que nadie quiere hablar, leer, es esto. —Apuntó a su iPhone, el cual tenía una foto sombría de Jackson volando con la “chica misteriosa”—. Mientras que nosotros tenemos noticias de verdad, problemas de verdad que necesitan ser tratados. ¡Ellos están aquí sólo para ayudarse a sí mismos! —Pánico atravesó a Maddy mientras veía la foto. La voz de Tyler se elevó con ira mientras continuaba hablando.

—Oye, Tyler, relájate —dijo Kyle, poniendo su mano en el hombro de Tyler. Tyler se encogió de hombros, su rostro volviéndose rojo de rabia. —Ellos no pueden salvar a todos, tú sabes eso, todos saben eso —dijo la chica en pantalones—. Pero pueden salvar a algunas personas, ¿y no quieres que

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—Ugh —dijo Gwen en voz baja a Maddy—. Tyler sólo está tratando de ser genial siendo todo anti-Ángel.

*

hagan eso? ¿Así todo el mundo muere? Están haciendo su mejor esfuerzo. Y nunca sabes, podrías ser tú quién se salve. —¿Cómo? ¿La lotería? —se burló él—. De todos modos, prefiero que me dejen morir —dijo Tyler, esto último un poco dramático, y un par de estudiantes se pusieron a reír y aplaudir lentamente. Sus ojos dispararon furia hacia ellos. Ethan se levantó de la mesa. —Vamos, vamos. Esto se está volviendo demasiado caliente. —No, iré. Loco —dijo la chica a Tyler, moviendo su cabello y caminando de vuelta con sus amigas. La multitud de espectadores se dispersó. —Amigo, eso fue asombroso —dijo Simon, sus ojos iluminados detrás de sus anteojos mientras empujaba su largo cabello de su cara—. ¡Qué forma de adherirse a ellos, hermano! Kyle vio a Maddy y Gwen. —Hola, Gwen. Hola, Maddy —dijo, sonriendo. Kyle le daba a Maddy esa mirada de nuevo. Pero él no podía estar, ¡Gwen estaba allí! —Hola —dijo Maddy, apartando la mirada de él rápidamente. Ella llamó la atención de Ethan, e inmediatamente revivió su conversación en el restaurante y como ahora se encontraba afuera volando con Ángeles. Gwen iba a decirle algo, pero Maddy sacudió su brazo, tirando de ella por el pasillo—. Me tengo que ir — espetó Maddy. —¡Ow! —dijo Gwen mientras Maddy la arrastraba. —Lo siento, uh, sólo no quiero llegar tarde. —Eso fue muy raro. Es como, hola, ¿tú vives en Ciudad Ángel? —dijo Gwen, mirando hacia atrás a Tyler y los comunes—. Esto es donde los Ángeles están, Tyler. Acostúmbrate a esto. Él sólo está tratando de presumir.

Las chicas hicieron su camino hacia el pasillo. La conversación volvió a regreso-a-casa y quien ya había pedido sus clases. Gwen le recordó que Ethan “aún seguía soltero”. Maddy se relajó un poco ahora que el tema se había alejado de los Ángeles y, específicamente, de Jackson. Tal vez esto realmente no era algo para entusiasmarse. Incluso comenzó a sentir una especie de placer travieso sobre todo el asunto cuando su teléfono chilló en su mochila.

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—Definitivamente —dijo Maddy, tratando de olvidar el hecho de que una foto de ella y Jackson Godspeed había sido el centro de todo el debate. Hace tan sólo unos pocos días atrás probablemente habría estado al lado de Tyler. Pero ahora que había conocido a Jackson, se sentía… diferente. Había un montón de detalles que las personas no conocían acerca de los Ángeles, pero tal vez no eran necesariamente cosas malas. Sólo querían mantenerlas en privado.

*

—¿Qué fue eso? —preguntó Gwen, arrugando su nariz. Maddy pescó su antiguo teléfono y lo abrió. Era un mensaje de texto. De Jacks. Simplemente decía: Nos vemos a las ocho. La boca de Maddy se secó. Gwen se inclinó a mirar. —¿Esa cosa obtiene mensajes de texto? —Maddy batió el teléfono y lo sostuvo al otro lado de su cuerpo. —No es un texto —dijo abruptamente—. Quiero decir, lo es. Pero no es nada. —OMD, ¿es un chico? —probó Gwen con ojos ansiosos. —¡No! Bueno, sí. ¿Puedes dejarme sola? Gwen la miró en shock. La misma idea de no compartir información de un chico era una violación fundamental en la mente de Gwen. —Es sólo… —La mente de Maddy se aceleró—. Era un número equivocado. —Era una mentira terrible. Los ojos de Gwen brillaron con recelo. —Estás actuando extraño. ¿Qué está pasando, Maddy? —Número equivocado, Gwen, en serio, te lo juro. Parecía que era de un chico. No un… número equivocado de una chica. Los chicos son estúpidos como ese, ¿cierto?

Maddy se concentró en tomar respiraciones estables y controladas. Cuando Gwen se encontraba fuera de vista, sacó el teléfono de su bolsillo y leyó el texto de nuevo. ¿Podía echarse para atrás? Sí, pensó, podía. Como una completa cobarde. Y lo peor de todo, luego estaría dándole la razón. Sobre ella. Y todo eso de “vivir la vida” sin sentido. Se preguntó donde sería que la llevaría, y lo qué estarían haciendo, y si sabría cómo actuar. ¿Y qué iba a usar? No sus vaqueros y sudadera con capucha, y todo lo que más o menos quedaba era su uniforme de camarera. No podía pedir cualquier cosa a Gwen sin levantar alguna sospecha, así que no lo consideraría. No había otra opción, algo que no había pensado en mucho tiempo. Maddy suspiró. Gwen tenía razón. Actuaba extraño. Ella miró el texto de Jacks y simplemente envió un mensaje de vuelta:

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Gwen acomodó su cabello rubio, molesta y desconfiada. —De acuerdo. —La campana sonó—. Te veo más tarde —resopló Gwen, y desapareció por el pasillo.

*

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Está bien.

* Traducido por Marie.Ang Christensen Corregido por Juli_Arg

S

ylvester condujo su coche camuflado por Wilshire Bulevar, pasando por las tiendas de diseño, concesionarias de autos de lujo, y edificios de exclusivas oficinas de Beverly Hills. Aunque una vez ubicado en el Templo de los Ángeles, el corporativo de oficinas de los Arcángeles hacía tiempo que había sido trasladado a un elegante edificio ultra-moderno de Bulevar Beverly. Las palmeras se balanceaban gentilmente en la brisa sobre la cabeza mientras Sylvester conducía. El cielo era de un perfecto y despejado azul. Giró a la derecha en Beverly y se detuvo en la entrada del estacionamiento bajo el monolito de oscuro vidrio del edificio de NAS. La rampa lo llevó directamente a la cabina del valet parking8. No había ninguna opción de parque de autoservicio. Rezongó consigo mismo mientras esperaba que el encargado hiciera su camino hacia él. Tener que pagar a alguien para que estacionara su auto le parecía como un crimen. Después de recibir su boleto, Sylvester llamó a uno de los elegantes ascensores de acero inoxidable y siguió en él hasta el vestíbulo. La arquitectura del vestíbulo de NAS era impactante y minimalista, con dramáticas ventanas de longitud completa y muebles casi futuristas. En las paredes, grandes pantallas planas mostrando imágenes recientemente guardadas en un ciclo continuo. Contra la pared del fondo había un resplandeciente mostrador de recepción y, a la izquierda de éste, un pasillo que llevaba de vuelta a las oficinas de los Arcángeles.

—¿Puedo ayudarle? —dijo ella en una voz alegre. —Es el Detective Sylvester para ver al Arcángel Godspeed.

8

Valet Parking: Conjunto de personas trabajando en equipo, haciendo lo necesario para recibir y entregar automóviles eficientemente.

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Sylvester cruzó el vestíbulo hasta la recepción y sonrió tímidamente a la muchacha impecablemente peinada con perfecta piel y cabello rubio quien lo miró. Ella miró su chaqueta arrugada y sus zapatos desgastados con incredulidad antes de pegar una plástica sonrisa.

*

—¿Está esperándolo? —preguntó con un movimiento de su cabello. —Sí —dijo él, irritado.

—Tome asiento, por favor, y le haré saber. —Hizo un gesto hacia los sofás mientras tomaba un sorbo de su café con leche. Sylvester arrastró los pies y se sentó torpemente en un sillón demasiado mullido. Miró la reproducción guardada una y otra vez en las pantallas planas. Después de diez minutos, un joven asistente apareció. —¿Sr. Sylvester? —preguntó—. Por aquí, por favor. Sylvester fue llevado más allá de la recepción y bajó a la sala, pasando filas de asistentes en auriculares muy ocupados tomando las llamadas para los Arcángeles. Al final de la sala, el asistente abrió las puertas dobles de cristal a la sala de conferencias y le dio paso a Sylvester. La habitación quitaba el aliento. Una larga y delgada mesa de conferencias con doce sillas sentadas frente a una ventana de piso-a-techo con vista a Ciudad Ángel y a todo Los Ángeles Basin. En la esquina de la habitación, en una vitrina de cristal, se encontraban la armadura y la espada de un antiguo Ángel de Batalla. Un recordatorio de un pasado lejano. Sylvester miró la armadura, luego dio la vuelta y admiró la vista. Después de otros diez minutos, Mark Godspeed apareció en un fresco y caro traje. —Lo siento, David —dijo Mark, entrando rápidamente en la habitación—, me encontraba en una conferencia telefónica post-salvada con una Protección. Sabes como van esos. Tenía a mi asistente haciendo algo de café; ¿Te apetece un poco? —El Arcángel indicó una bandeja de servicio de cafetería que había sido puesta en el centro de la mesa.

—Ha habido otro incidente en el bulevar —dijo Sylvester—. Quería que lo escucharas de mí primero. —Mark hizo una pausa, luego terminó de servir su café y cuidadosamente puso la jarra de vuelta en la bandeja—. Otro par de alas fue descubierto ayer por la noche. Esta vez recuperamos el cuerpo en la piscina de la víctima, en su casa. —¿Quién? —preguntó Mark. —Ryan Templeton. —El detective inclinó la taza hacia atrás, tomando un sorbo de café.

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—Sí, gracias —dijo Sylvester. Mark tomó la jarra y llenó una taza con humeante líquido negro. Se lo entregó a Sylvester, luego comenzó a verter uno para sí mismo.

*

El Arcángel se quedó callado por un momento. —Buen Ángel. Conozco a su familia. —Sylvester asintió en silencio. —Las alas fueron encontradas en su estrella. Justo al lado de la estrella de Theodore Godson. A pesar de que no hemos recuperados el cuerpo de Godson, lo más probable es que también haya sido asesinado. Tenemos razones para creer que el orden de las estrellas está determinando los objetivos. La estrella de Lance Crossman es la siguiente. Y por supuesto, él también está perdido. Después de unos pocos minutos, el Arcángel habló—: ¿Ángeles asesinados en el orden de sus estrellas? —preguntó Mark. Sylvester asintió. Mark se sentó en una de las elegantes sillas—. ¿La prensa lo sabe ya? —No. Pero no vamos a ser capaces de mantener esto en silencio por mucho tiempo. La gente se pone de pie y presta atención cuando los Ángeles comienzan a desaparecer. —Se detuvo—. Necesitamos actuar, Mark. Mark miró por la ventana a la ciudad moviéndose silenciosamente detrás del cristal. —¿Qué quieres que haga? —Llamar a una sesión de emergencia de Arcángeles, luego llevarlo directamente al Consejo. Poner a la comunidad Ángel en alerta. Después, daremos una conferencia de prensa y anunciaremos los asesinatos a los medios. La ciudad entera necesita ser advertida. —Absolutamente no —dijo Mark con insistencia—. El público no puede saber de esto. ¿Puedes imaginar lo que significaría? ¿Ángeles muriendo? ¿Cómo podría el público confiar en nosotros? Lidiaremos con esto internamente. Punto. —Más podrían terminar lastimados, Mark —dijo Sylvester—. Esto no se trata de más publicidad Ángel. Algo mucho más serio está pasando aquí. No seas un tonto.

—Seguro. Puede ser. Los Arcángeles han hecho enemigos. Pero quien está haciendo esto está arrancando sus alas, en una especie de retorcida versión de la pena del Consejo. —Mark levantó su ceja, pero Sylvester siguió—. Podemos considerar la posibilidad de que alguien siente que ley y orden no están yendo suficientemente lejos, un fanático entre los Arcángeles que quiere más control. Más de su… justicia. —Aclaró su garganta en la última palabra. Mark miró directamente al detective. Cuando habló, su voz era fría y cortante. —Lo que pasó, pasó, David. Nosotros los Arcángeles no hicimos estas

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—Hay algunos que no viven entre nosotros. Algunos que han tomado, bueno, ¿cómo se dice? ¿Un camino diferente? —Se volvió y estudió a Sylvester por un momento. Sylvester ignoró la implicación.

*

reglas, nosotros simplemente las administramos por el Consejo. El hecho de que el DPCA incluso tenga un caso de esta naturaleza, debido a… —Mark se fue apagando. —¿Debido a qué, Mark? —El detective lo miró con frialdad. —Creo que sabes lo que estoy diciendo. —No estoy seguro de hacerlo, Mark. —Sylvester empujó sus gafas hasta el reborde de su nariz—. ¿Quieres decir que no soy apto para este caso debido al hecho de que tenía mis propias alas tomadas por los Arcángeles? —Sylvester casi parecía temblar cuando escupió las palabras. Se colgaron en la sala de conferencias, pesados. Después de lo que pareció una eternidad, Mark Godspeed se volvió hacia la ventana. Su voz era tranquila y regular. —Traer el pasado de vuelta no servirá de nada. Que estés dando a entender que cualquiera de mis colegas está involucrado en este derramamiento de sangre es indignante. Espero que no estés difundiendo esta basura alrededor del DPCA. Eso sería desafortunado. El detective no se inmutó. —El FDH también ha estado más activo que de costumbre recientemente — dijo Sylvester—. Tres operativos armados fueron arrestados cuando se dirigían a una casa de seguridad ayer. ¿Crees que un Ángel disgustado podría haber desertado, estar trabajando con ellos? Mark se encogió de hombros. —O podría ser algo peor —continuó Sylvester. Puso su taza de café en la mesa en frente de él—. La gravedad de las heridas de Ryan… y el hecho de que esto es potencialmente dos Ángeles ahora en la misma semana… creo que deberíamos considerar otra posibilidad, también. —¿Sí? —dijo Mark. —Podemos estar tratando con un Ángel Oscuro, Mark —dijo el detective. Mark miró a Sylvester con incredulidad.

—Ha pasado antes —replicó Sylvester. —Sí, hace miles de años. Estás hablando acerca de cosas de la Biblia —dijo Mark—. Ellos fueron exterminados. La sangre de nuestros ancestros, David, no lo olvides.

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—¿Un demonio?

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—Tal vez no a todos ellos. Y de los dos, soy el único que no lo ha olvidado —dijo Sylvester. —Me resulta difícil de creer que alguna criatura antigua que no se ha visto en miles de años salga de su escondite ahora y empiece a matar Ángeles. —Lo que sea que creas, haz lo correcto, Mark —dijo Sylvester—. Corre la voz, y pospone cualquier Nombramiento hasta que sepamos que está pasando. — Señaló con el dedo hacia la vitrina de cristal en la esquina de la habitación—. Creo que esa armadura representó algo una vez, representaba certeza… —No me des lecciones, Detective —dijo Mark bruscamente, interrumpiéndolo—. Sé exactamente lo que esa armadura representaba y aún lo hace ahora. ¿Necesito recordarte que soy el único que ha permanecido y cumplido su deber? —Caminó hacia la puerta y la mantuvo abierta—. Esta conversación ha terminado. El Detective Sylvester suspiró mientras daba un paso hacia Mark, abotonándose la chaqueta. —La siguiente estrella después de Lance aún no ha sido instalada. Pero está listo. Hemos hecho un llamado. —Se detuvo—. Es tu propio hijastro. Es la estrella de Jackson, Mark. Él sería el siguiente. El Arcángel no dijo nada. —Me luciré yo mismo —dijo Sylvester, y desapareció por el pasillo hacia el vestíbulo.

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Mark escuchó el murmullo de los asistentes por un momento, luego se volvió y miró hacia la pared de cristal a la ciudad. La puerta se cerró, dejándolo solo en la silenciosa sala de conferencias.

* Traducido por Nats5 Corregido por Juli_Arg

D

espués de clases, Maddy tuvo que decir otra mentira, tras haberle ocultado ya las cosas a Gwen. Le preguntó a Kevin por su noche fuera, diciendo que ella y Gwen habían decidido trabajar en sus proyectos escolares juntas. Era el turno de Kevin de ser escéptico. —Odias trabajar en grupo —dijo mientras ponía en el plato un sándwich Reuben y patatas fritas—. Acabas haciendo todo el trabajo tú sola. Especialmente cuando Gwen Moore participa. —Lo sé —dijo Maddy, pensando rápidamente—. Sólo pensé que podría ayudarla a salir. Si no aprueba todas las clases de este semestre, no tendrá suficientes créditos para graduarse. Está muy preocupada. —Kevin suspiró profundamente, enviando una punzada de culpabilidad a través de Maddy. Agarró el antiguo teléfono comensal. —Voy a llamar a Suzie y ver si puede ayudar. Maddy le dio las gracias, tratando de no sonar demasiado aliviada y se apresuró hacia la casa. Las luces exteriores se volvían largas y doradas mientras el sol se ponía, enviándole una nueva oleada de ansiedad paralizante.

La sala bajo los aleros se sentía caliente, todavía, y en silencio. Olía a madera rancia y excrementos de rata. Las partículas de polvo bailaban en el aire, girando en el eje de oro de la luz proveniente de la ventana. Como en la mayoría de las casas antiguas, la buhardilla era grande y de forma triangular, y Maddy descubrió que podía aguantar en ella cómodamente. Echó un vistazo a su alrededor. Contra las paredes había montones de cajas de cartón con etiquetas escritas con marcador negro. Nuevas cajas se habían añadido al azar en los últimos años, la mayoría sin

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Cerró la puerta frontal tras ella y echó la llave. Arriba, caminó por el pasillo estrecho que separaba la habitación de Kevin de la suya, hasta llegar a una pequeña escotilla cuadrada en el techo. Levantó la mano y tiró de ella. Después de unos pocos empujones inteligentes, la trampilla se descolgó con un chirrido y Maddy desplegó la añadida escalerilla de madera. Con una respiración profunda, subió a la buhardilla.

*

etiquetar, algunas, incluso se habían dejado abiertas con su contenido derramándose. Kevin se estaba volviendo suave en su vejez, pensó con una sonrisa. Maddy sólo había estado en la buhardilla una vez. Fue cuando era pequeña, y había estado teniendo miedo de cada pequeño bulto y sonido que la vieja casa hacía. Kevin la había subido por la escotilla un día para que pudiera ver por sí misma, que no había monstruos viviendo sobre su cama. Puso las cajas a un lado, de una en una mientras trabajaba su camino de regreso. Las cajas nuevas se mantenían bien unidas, pero las antiguas eran frágiles y se derrumbaban en sus manos. Tuvo que deslizarlas por el suelo, lo que hacía un chirrido terrible, y se encogió mientras las arañas se iban corriendo a esconderse. Finalmente, lo vio. Su corazón dio un brinco cuando vio la caja escondida en el fondo, marcada con una sola palabra. Regina. Su madre. Kevin nunca dijo mucho de sus padres, y con el tiempo había perdido la pista de casi todas sus pertenencias. Sus padres habían desaparecido, le dijo a Maddy, por lo que no servía de nada mantener sus cosas. Por lo tanto, era con tranquilo asombro, en el día que Kevin y ella decidieron ir a cazar fantasmas, que Maddy vio la caja, y nunca la había olvidado. Se abrió paso hasta la mitad del piso y tiró de las solapas de cartón. La vieja cinta de embalaje se rompió, casi sin esfuerzo. Abrió la caja y miró dentro. Joyería. Un reloj. Algunos libros antiguos. Un peine. Sacó los objetos de uno en uno y fue poniéndolos cuidadosamente en el suelo. Fue mucho más emotivo de lo que esperaba. Estas eran las cosas de su madre. Las que había comprado. Tocado. Habían sido parte de ella… y ahora era la única parte suya que permanecía. Después de un momento, Maddy encontró lo que buscaba.

Su madre tenía estilo, eso era seguro. Maddy arrastró un viejo, agrietado espejo de tocador alrededor, después se deslizó de sus shorts y se quitó su camiseta de tirantes. Se deslizó con cuidado en el vestido, y luego tiró suavemente de la cremallera. El tejido abrazó apretadamente sus curvas, envolviendo su cuerpo como si la recordase. Había sido una apuesta arriesgada, pero Maddy tuvo absolutamente razón. Ella y su madre

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Era una pila de ropas, perfectamente dobladas. El más leve olor a perfume se desprendió hasta la nariz de Maddy, mientras ordenaba cuidadosamente los vestidos. Era dulce y de alguna manera familiar. Recogió y desdobló un vestido vintage de color crema con un dobladillo de encaje. Se echó hacia atrás y lo observó en la cálida luz.

*

eran del mismo tamaño. Se miró en el espejo y sintió ponérsele la carne de gallina. Fue lo más cercano que había estado de conocer a su madre. Parpadeó para contener las lágrimas y alisó la tela a lo largo de su cuerpo. Luego sus ojos se dirigieron de nuevo a la caja y al pequeño montón de joyas que había colocado en el suelo. Rebuscó entre las diferentes piezas, hasta encontrar una sencilla cadena de oro. Era discreta y elegante. Se la abrochó alrededor del cuello. Maddy se echó una última mirada en el agrietado espejo, y luego puso las cosas de su madre de vuelta en la caja y bajó la escalerilla de madera. Miró la hora. Eran las 7:52. Entró en el cuarto de baño, en donde se puso un poco de sombra de ojos, rimel y brillo de labios. No era mucho, pero tendría que valer. Su cabello debería estar bien mientras se mantuviera así. Estaba cepillándose los dientes cuando el sonido del timbre, envió a su corazón martilleante contra su caja torácica. A través de la pequeña ventana del cuarto de baño, pudo oír el ronroneo del motor del Ferrari. Corriendo a su habitación, se dejó caer en el único par de zapatos de tacón que poseía y sacó un embrague negro de debajo de su cama que Gwen había olvidado durante el verano. Luego, con una profunda respiración y un férreo agarre sobre la barandilla, bajó las escaleras hacia el Ángel esperando educadamente en la puerta por ella. Cuando Jacks vio a Maddy, tomó una bocanada de aire y abrió la boca para hablar, pero luego la cerró, como si prefiriese mantener la idea para sí mismo. —Hola de nuevo —dijo finalmente. Maddy miró a la prácticamente imposible visión de Jackson Godspeed de pie en su porche. Llevaba una impresionante chaqueta de esmoquin sobre una camisa gris con cuello, pantalones estrechos, y nítidas, clásicas Vans. Como de costumbre, parecía que había salido de una valla publicitaria. Sus ojos eran más oscuros de lo habitual, más de un color cobalto, y completamente embriagadores. Maddy recogió sus dispersos pensamientos e hizo todo lo posible para hablar. —Oye. —Logró decir, y se removió en sus tacones—. ¿Me veo bien?

Retumbaron a lo largo del Halo Strip, aprovechando las miradas de la gente en los restaurantes y boutiques y haciendo cola fuera de los clubs. Maddy se sentía incómoda. Se preguntaba si Jacks podría decir cómo de extraño era todo esto para ella. Arreglarse. Salir. Y se preguntó qué había querido decir su protegida expresión en el porche. ¿Era posible que hubiese cambiado completamente su opinión sobre ella cuando se levantó esta mañana? Anoche no importó quién era un famoso Ángel y quién una camarera de la cafetería de Kevin. Pero tal vez las

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La expresión de Jacks fue ocultada de nuevo. —Maddy —dijo suavemente— , estás hermosa. —Extendió el brazo. Maddy lo tomó y la llevó hasta el coche.

*

cosas eran diferentes ahora, después de que él tuviera tiempo para pensar en ello durante la luz del día. Tal vez se arrepentía de toda la cosa. —Estoy realmente feliz de que decidieras venir conmigo esta noche —dijo finalmente Jacks. —Sip —dijo Maddy, jugando con el dobladillo de su vestido—. No suelo hacer cosas como esta. —Sabes —dijo Jacks, sonriéndola—, tienen una foto de nosotros de anoche. Maddy se sonrojó. —Lo sé, mi amiga Gwen me la enseñó. —Bueno, no te preocupes por eso, mi publicista la asesinó. —Jacks sonrió—. La conocerás esta noche. El corazón de Maddy martilleó. —Hablando de eso, ¿qué es… esta noche? —Oh, es sólo un evento. ¿Un evento? Maddy sintió que sus manos rompían en sudor. —¿Y qué, exactamente, es un evento? —preguntó cautelosamente. —Bueno, es como una fiesta, pero también es parte de mi Nombramiento. Fiesta. Incluso peor. Esa palabra trae consigo la casi otra inevitable palabra, baile. ¿Y Nombramiento? Maddy se preguntó qué pasaría si abriese la puerta del coche y simplemente se arrojase a la calle. ¿Jacks continuaría conduciendo y la dejaría escapar? Improbable. Preguntas golpeaban en su cabeza como martillos. ¿Quién estaría allí? ¿Otros como ella? ¿Y por qué la había invitado Jacks, en primer lugar? —Te parece bien, ¿verdad? —preguntó Jacks, despertando a Maddy de su auto-inducido pánico. —¿Qué?

Maddy se mordió la lengua. —Mm-hmm —mintió, y miró por la ventana. Fuera, las primeras estrellas de la noche le guiñaron un ojo en el cielo púrpura. Jacks redujo la marcha y dio la vuelta, y cruzaron por La Ciénaga Bulevar. Maddy podía oler los manjares orgánicos e innovadores de los restaurantes y cafeterías en los que ella nunca podría permitirse el lujo de comer. En algún lugar bajo ellos, pudo ver focos acuchillando el cálido aire nocturno. Si iba a hacer esto, tendría que hacerlo mejor que su propio acostumbrado Ángel-analfabeto. Necesitaba información.

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—¿Te parece bien? ¿Qué vayamos a un evento?

—Y… ¿esto es para tu Nombramiento? —preguntó tímidamente.

*

—Uh-huh. —Asintió Jacks—. Para mí y los otros candidatos. Maddy vaciló, tratando de no sonar como una completa idiota. —Es entonces cuando te conviertes en… —Maddy se detuvo, deseando haber escuchado realmente a Gwen en tantas ocasiones anteriores. —…un Ángel Guardián —finalizó Jacks por ella. Por el rabillo del ojo, le dio una mirada de incredulidad—. Realmente no sigues a los Ángeles en absoluto, ¿verdad? —No realmente —dijo Maddy, un poco avergonzada. —¿Por qué no? —preguntó Jacks, genuinamente curioso. —Supongo que realmente no lo entiendo. Jacks parecía divertirse. —Bueno, te voy a introducir. Es muy sencillo. Tengo Nombramiento como un Ángel Guardián, y después los Arcángeles me asignan Protecciones. Maddy consideró las palabras, después miró a Jacks. —¿ Por qué no puedes elegir? Las cejas de Jacks se juntaron. —¿Qué? —¿Por qué no puedes elegir a quién vas a proteger? Jacks hizo una pausa. Nunca se le había ocurrido realmente la idea. —Quiero decir, por qué no dices “Oye, me parece que… —Miró por la ventana y vio un cartel de los Limpiadores de Carlos—… Carlos es un tipo genial. Voy a cuidarle las espaldas”. Jacks se echó a reír. —¿Carlos? —Sí, quiero decir, quién sea. Sólo estoy diciendo, ¿por qué no lo puedes decidir?

Maddy abrió la boca para hablar, pero luego lo pensó mejor. Se echó hacia atrás y volvió a cruzar las piernas en el vibrante asiento. Le parecía perfectamente sencillo. —¿Los Ángeles son siempre así de… grandes? Jacks la miró seriamente, como si realmente quisiera responder su pregunta. —¿Qué quieres decir? ¿Cómo, famosos?

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Jacks frunció el ceño. —Simplemente no funciona de esa manera, Maddy. No es tan fácil. No podemos salvar a todos.

*

—Sí, toda la atención y eso. —Las luces de neón de Ciudad Ángel se deslizaban fuera de la ventana mientras Jacks reducía la marcha del Ferrari. —Bueno, al principio nuestros rescates se dieron a conocer en el periódico, ya sabes, como “¡Extra! ¡Extra! ¡Un Ángel salva Carnegie esta tarde!” Una edición con un rescate Guardián se vendía casi al instante. Luego vinieron las películas mudas. Mi tía, Clara Godspeed, sus rescates eran famosos en todo el mundo en los años veinte, cuando era todavía un Guardián. La llamaban la “Perla de la Ciudad Inmortal”. Ahora vive en Santa Bárbara, pero todavía puede patearme el trasero. De todos modos, la radio llegó, luego los noticiarios. Te sorprendería cuántos Ángeles se hicieron famosos por la radio. Una vez que la TV llegó, empezaron a televisar rescates, y muy pronto llegaron los noticiarios veinticuatro-horas. Maddy pensó en la cobertura sin pausas de la ANN en la tele del comedor, cómo incluso los telediarios No-Ángel dedicaban toneladas y toneladas de noticias Ángel y programas como Protección Americana. Jackson continuó—: Ahora que tenemos Savetube y la Ángelcam, cualquier persona en cualquier lugar puede ver un rescate inmediatamente. Genial, ¿eh? Los ojos de Maddy se iluminaron en alarma. —¿Tienes una, uh, Ángel…? —¿Cam? —Jacks se rió suavemente—. No, aún no, todavía las están probando, y además aún no estoy Nombrado, ¿recuerdas? Giraron a la derecha y los focos que Maddy había visto antes brillaron frente a ellos ahora, cada vez más cerca. De repente un horrible pensamiento se le ocurrió. ¿Y si este era su destino? Se dio cuenta, con una increíble oleada de ansiedad, de que probablemente lo era. —¿Eso es…? —dijo, sentándose y señalando.

Maddy observó la cercana escena con creciente pánico. Barricadas de metal reteniendo multitudes de fans chillando a lo largo de la acera. Hombres en traje con auriculares de pie en la calle, dirigiendo un atasco de limusinas negras que competían por posicionarse a lo largo de la acera del Hotel SLS. Una alfombra roja repleta de fotógrafos y periodistas se hizo visible. En todas partes, cámaras destellaban como si un glorioso Ángel tras otro llegara. Maddy podía verlos ahora, hermosos y esculturales. Filas de focos iluminaban la escena, tan brillantes que

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—Oh. Sí, probablemente —dijo Jacks. La adrenalina se atornilló en las venas de Maddy. ¿Cómo había sido tan ingenua? Esto no era simplemente salir. No era simplemente una fiesta. Esto era una celebración de Jackson Godspeed. Tenía que ser realmente un evento.

*

hicieron que Maddy entrecerrara los ojos. Igual que la mirada brillante de algún tipo de monstruo hambriento, pensó. Un monstruo hambriento de ella. Los hombres con pinganillo vieron el Ferrari y les hicieron señas. Una hermosa mujer con auriculares y sosteniendo un portapapeles señaló un sitio vacío justo en frente, y Jacks aparcó sin esfuerzo en él. El sonido de chicas gritando llenó el interior del Ferrari. Fans, fotógrafos, e incluso otros Ángeles se dieron la vuelta, expectantes a que las puertas del coche se abrieran. Maddy se sentó paralizada en el asiento. No podía obligar a sus extremidades a moverse. —¿Qué pasa? —preguntó Jacks, su rostro la imagen de la calma. —N…nada —balbuceó Maddy—. Sólo… —Su voz se apagó mientras veía a un fotógrafo sostener la cámara sobre el capó del Ferrari y tomarle una foto. ¡POW! ¡POW! ¡POW! Pasó el flash. —Oh, ¿eso? —dijo Jacks, mirando el caos fuera del coche como si por primera vez se diera cuenta—. Sí, molesto, lo sé. Me gustaría que los paparazzi simplemente consiguieran una vida. Confía en mí, la única manera de manejarlos es ignorándolos. Sólo sé tú misma, ¿de acuerdo? Te van a adorar.

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Maddy asintió aturdidamente. ¿Qué otra cosa podía hacer? Para Jacks, el momento no podría haber sido más común. Para ella, no podría ser más extraordinario. U horroroso. Jacks le dio una tranquila sonrisa final. Luego, los asistentes abrieron las puertas del coche y Maddy Montgomery entró en las luces.

* Traducido por Nats, DaniO y Vane-1095 Corregido por May Mystik

¡

AQUÍ! ¡AQUÍ! ¡AQUÍ, CARIÑO! ¿CÓMO TE LLAMAS? ¡DANOS UNA SONRISA! ¡DANOS UNA SONRISA, PRECIOSA! ¡AHORA POR ENCIMA DEL HOMBRO! ¡POR ENCIMA DEL HOMBRO!

Los gritos de los paparazzi fueron tan sorprendentes, y la explosión de luces tan asombrosa, que Maddy casi cayó de nuevo al asiento del coche. Se tambaleó en sus tacones mientras se estabilizaba a sí misma con la puerta del coche, luego hizo todo lo posible por manejar una sonrisa. Se volvió para buscar a Jack, pero sólo se encontró con más destellos cegadores desde el otro lado del coche. Se encontraba rodeada. Atrapada en una prisión de atención no deseada como alguna especie de animal zoológico. Mientras trataba de dar un inestable paso hacia adelante, los gritos de los paparazzi dieron paso a preguntas gritadas por los periodistas que empuñaban cámaras. —¡¿ERES TÚ LA DE LA FOTO?! ¡¿ERES LA MISTERIOSA CHICA DE JACKSON?! ¡¿CÓMO SE SIENTE ESTAR SALIENDO CON UN ÁNGEL?! ¡¿CUÁNDO ES LA BODA, CARIÑO?!

Sus objetivos se habían instantáneamente desplazado de Steven y Sierra Churchson, hermano y hermana gemelos que obtenían este año el Nombramiento, a Jacks y Maddy. Los Churchson dieron una mirada molesta hacia Jacks y comenzaron a moverse por la alfombra. La multitud le gritaba algo a Maddy que no podía entender y trataban de llegar a ella con mil manos desesperadas.

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Maddy tropezó de nuevo y alcanzó la parte trasera de la puerta del coche, pero el asistente la había cerrado, y el coche se había ido. Sus ojos se movían, buscando salvajemente una vía de escape. Miró a la acera y vio a una multitud de fans histéricas estrellándose contra las vallas de metal como las olas en una marea violenta.

*

Maddy tuvo de repente la certeza de que si podían atraparla, simplemente se la tragarían. Los obturadores de las cámaras zumbaban automáticamente. Flashes explotaban como implacables rayos. Los gritos de los aficionados resonaban en sus oídos. De repente, sintió que el suelo comenzaba a moverse bajo sus pies, rodando como la cubierta de un barco. Las voces se hicieron eco, llegando a ella como si estuviese bajo el agua. Como si estuviese ahogándose. El mundo giraba, y se obligó a si misma a avanzar una última vez. Cuando sintió que la punta de su tacón tocaba el bordillo, estaba segura, por fin, de que iba a caerse. Una mano se estiró y la agarró firmemente del brazo. Era Jacks. —¿Estás bien? —gritó por encima del estruendo. Maddy asintió débilmente—. Vamos, por aquí —alentó, y la llevó dando tumbos por la alfombra. Maddy utilizó el brazo de Jacks para mantener el equilibrio mientras trataba de recolocar las piezas astilladas de su conciencia. Mantuvo la cabeza baja, pero cada vez que tenía que mirar hacia arriba, se encontraba con un par de incrédulos ojos. No todos podían estar mirándola a ella, ¿no? Después de un momento, una mujer vistiendo un traje con pantalón y un ceño fruncido se dirigió hasta ellos. —¿Dónde has estado? —le dijo a Jacks—. Están a punto de cerrar la alfombra y la perra del Angel Weekly está respirando en mi cuello. Tienes un compromiso de dos horas, por cierto, no lo olvides. —Luego se volvió y evaluó a Maddy fríamente—. ¿Quién es esta? —Darcy, esta es Maddy —dijo Jacks, sonriendo tan cariñosamente a Maddy que parecía brillar—. Maddy, esta es Darcy, mi publicista. —Los ojos de Darcy vacilaron sobre el vestido, los zapatos y el pelo de Maddy. Entonces le tendió la mano. —Hola, Maddy. Encantada de conocerte.

—Encantada. Pero Darcy ya se había vuelto de nuevo a Jacks. —Tienes que hacer la entrevista para A! Y por favor haz lo de la suite regalo después, de hecho llévate algo esta vez. —Miró a su BlackBerry—. Vamos, tenemos que darnos prisa. —Tomó a Jacks por el brazo y lo condujo a través de la multitud.

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Maddy intentó sonreír cortésmente.

*

Maddy los siguió, tratando de mantener el ritmo todo lo posible. Podía oír a la mujer siseándole algo a Jacks, algo como: “¿No podías habérmelo dicho antes así por lo menos tendría hecho algún control de daños?”. Se acercaron a un gran muro blanco con el logotipo del Angels Weekly repetido una y otra vez en él y un pelotón de fotógrafos y cámaras de televisión de pie justo enfrente. Jacks se volteó y extendió la mano hacia atrás para Maddy. —¡Vamos! —dijo. —Jacks, no —protestó Maddy, pero sin aparentemente esfuerzo la tomó del brazo y la empujó frente al muro con él. Una abrasadora explosión de luz los siguió. Luego más gritos—: ¡Juntos! ¡Por separado! ¡Juntos de nuevo!’ —Querían saber quién vistió a Maddy. La pregunta no tenía sentido para ella en absoluto, por lo que no intentó responder. En cambio se centró en permanecer derecha sobre sus tacones. Tras las fotos, Darcy los condujo rápidamente por la alfombra y más allá de la línea de prensa. —Sin prensa. Estamos saltándonos la prensa —dijo, rechazando a los periodistas que le daban miradas sucias. Maddy se preguntó si el repentino cambio de planes tenía algo que ver con ella. Tenía la triste sensación de que sí—. Trataré con esto mañana —murmuró Darcy—. Les diremos… —¡Jacks! —cortó una voz a través del clamor detrás de ellos. Incluso Maddy la reconocía. Los tres se volvieron. Era Tara Reeves de A! Llevaba un deslumbrante vestido cortado por el lateral para exponer una pierna bronceada y tacones de Jimmy Choo. Apretó las manos como si estuviera rezando y le dio a Jacks una expresión suplicante. —No estamos haciendo prensa, Jackson —dijo Darcy severamente.

—Vamos, Tara es realmente dulce —dijo, y empujó a Maddy hacia los pacientes cámaras. Darcy presionó el talón de su mano contra su frente e hizo una mueca de un silencioso grito.

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Sí, Jacks, intervino mentalmente Maddy en acuerdo, no es necesario.

*

—Esta noche el destino de la juventud de Ciudad Ángel —anunció Tara, haciendo su lead-in9 burbujeante—, esto es parte de la fiesta Pre-Nombramiento del Angels Weekly en honor a la clase de nominados este año, ¡y especialmente a Jackson Godspeed! —Se giró hacia Jacks y Maddy—. ¡Y aquí está la mismísima estrella de la noche! ¡Hola, Jacks! —Hola, Tara, estoy muy feliz de estar aquí —dijo Jacks, sonando increíblemente relajado. —Entonces, ¿esta es la noche para desmelenarse y celebrar? —Sí, lo es. Es realmente un honor ver a todos apoyarme. Maddy se preguntó si podría pasar por ayudante de Darcy o algún otro tipo de ayudante quien claramente no tendría intención, o ganas, de hablar. Estaría perfectamente bien con eso de estar de pie en silencio junto a Jacks como un mueble hasta que la entrevista finalizara, muchas gracias. Pero entonces, sin previo aviso, Tara se volvió hacia ella. —¿Y quién es tu magnífica cita para la noche, Jacks? —Nadie había llamado magnífica a Maddy antes. La cámara la enfocó y centró su lente. Maddy murió internamente. —Esta es Maddy —dijo Jacks, sonriendo. —Bueno, Maddy, ¿cómo estás? —transmitió Tara. —Estoy…súper —respondió sin convicción. Apenas podía pronunciar las palabras, y su voz sonaba extraña y grave. —¿Y de quién estás vistiendo esta noche? Ese vestido vintage es tan lindo. —Maddy parpadeó. Esa pregunta otra vez. Era absurdo. Llevaba ropas, ¿no? Ciertamente no vestía personas. —B-bueno —balbuceó—, era el vestido de mi madre.

Tara dio una gran, blanqueada sonrisa. —¡Bueno, ahí lo tienen, señoras y señores, Jackson Godspeed, el Ángel más codiciado del mundo, gastando la mayor parte de su tiempo antes de convertirse en el Guardián Jackson Godspeed este fin de semana! —Tara agradeció a Jacks, y Maddy sintió una mano en su espalda. Darcy les condujo rápidamente fuera de la alfombra. 9

En términos de audiencias, lead-in hace referencia a la estrategia de utilizar un programa con mucho éxito como trampolín para el que se emite a continuación, utilizando la audiencia del primero como colchón para el segundo.

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—Oh—canturreó Tara, y arqueó sus dibujadas cejas—. ¿No es eso dulce?— Darcy hizo un movimiento circular con el dedo, diciéndole a Tara que cortase.

*

Mientras caminaban por las puertas del hotel SLS, Maddy sintió vibrar su bolso. Discretamente sacó su viejo y plegable móvil y lo miró. Era un mensaje de Gwen. Decía lo siguiente: Viendo la cobertura del Pre-Nombramiento. ¿Estoy loca? ¿Eres TÚ? Maddy sintió un rizo de náuseas en su estómago. Si Gwen lo había visto, lo hizo todo el mundo probablemente. ¿Cómo le iba a explicar todo esto a su mejor amiga? ¿O a Kevin? ¿O a cualquier otra persona, para el caso? —¿Necesitas tomarlo? —preguntó Jacks, notando el móvil. —No, no es nada —dijo Maddy, y rápidamente lo escondió de vuelta al bolso. Darcy se fue hacia el vestíbulo y dejó a Maddy y Jacks en una habitación escasamente iluminada con stands. En una mesa plegada les revisaron y dieron grandes bolsas vacías. —¿Para qué es esto? —le susurró Maddy a Jacks. —Ya lo verás —dijo Jacks, sonriendo, y la llevó al primer stand. Se hallaba situado frente a una pared de zapatillas Nike Wings. La chica detrás del mostrador era una bonita asiática con un top palabra de honor y botas de látex de caña alta. Miró a Jacks de arriba abajo mientras se acercaban, luego se inclinó y dijo hola con todo su cuerpo. Jacks no pareció darse cuenta. —¿Tienes tallas de mujer? —preguntó. —Por supuesto —dijo la chica, y se volvió tristemente a Maddy—. ¿Qué talla tienes, amor? —Oh, la seis, pero… —Maddy se apagó y se puso de un profundo rojo—. No he traído mi cartera. —No podía permitirse unas Nike Wings de todas formas.

—Son gratis, cariño —dijo ella, sonriendo. Maddy tomó la caja y la miró. Ahora era la propietaria de un nuevo par de Nike Wings. Sus zapatos normalmente procedían de Payless. Era surrealista. Jacks sonrió a la chica, quien se derritió, y condujo a Maddy al siguiente stand. —Lo siento —dijo Maddy, imposiblemente avergonzada—. No me di cuenta.

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Gwen había ahorrado durante dos meses el año pasado para comprarse un par. Eran 250 dólares. La chica detrás del mostrador sonrió con fuerza mientras bajaba una caja y se la entregaba a Maddy.

*

La expresión de Jacks era cálida. —Está bien, debería haberte explicado qué significaba lo de la suite regalo. Simplemente añade lo que quieras. —Maddy se detuvo y miró alrededor de la habitación. Cámaras, joyas, relojes, móviles, perfumes, una y otra y otra vez. Cada nombre de marcas principales y también de lujo. —¿Todo es… gratis? —Por supuesto que lo es. —P-pero —tartamudeó Maddy—, tú de todas las personas puedes permitirte estas cosas. —Lo sé, pero míralo desde su perspectiva. Si soy fotografiado con cualquiera de estos productos, ¿sabes cuánto les beneficia a estas empresas? Pueden significar cientos de miles, incluso millones, de dólares en ventas adicionales. —Jacks la miraba intensamente, como si necesitara su aprobación. —Oh —dijo Maddy, sintiéndose entumecida y conmocionada. Entendió la lógica, pero algo sobre eso le parecía mal. Tan injusto. Jacks la llevó alrededor de cada stand, llenando su bolsa con los últimos dispositivos y accesorios. Era todo lo que Kevin no le pudo permitir el lujo de tener. Llegaron al último stand y los ojos de Maddy se agrandaron. Había algo que realmente necesitaba. Jacks vio su expresión y sonrió. —Tomará uno —dijo. El chico tras el stand lo estableció de inmediato, incluso comprobándolo y activando el servicio. Luego, le entregó a Maddy su propio BlackBerry Miracle nuevo. Maddy no podía creérselo. Gwen no paraba de hablar sobre este móvil, y ni siquiera estaría a la venta hasta dentro de seis meses. Abrió el enganche de su bolso y la dejó caer en él, junto con su antiguo móvil plegable.

—Vale —dijo Darcy, cargando con la pesada bolsa y escribiendo en su Berry—. ¿Están bien chicos? Vivian me necesita dentro. —Sí, podemos a partir de aquí —dijo Jacks, asintiendo. —De nuevo, encantada de conocerte, Maddy —dijo Darcy sin levantar la vista, y luego se alejó, su cara en el BlackBerry.

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—Por el bien de la nostalgia —dijo, cerrando el bolso. Salieron de la habitación y se encontraron con Darcy esperándoles fuera. Jacks le entregó la bolsa de Maddy a Darcy. Él no había tomado nada.

*

Vivian. El nombre resonó en la cabeza de Maddy, y se sorprendió al sentir una punzada de celos atravesarla. —¿Vivian Holycross está aquí? —preguntó. Jacks se encogió de hombros. —Sí, sólo una… amiga. Compartimos la misma publicista. —Maddy asintió inquietamente, pero Jacks le sonrió con su hipnotizante sonrisa, y Maddy no pudo evitar sentirse mejor y sonreírle de vuelta, Vivian o no. Jacks sacó el brazo, ella lo tomó, y la llevó por el pasillo, hacia el ruido y conmoción de la fiesta. A mitad de camino por el pasillo, Sierra Churchson emergió de un cuarto de baño, su hermano gemelo esperándola fuera. Su rostro al instante se volvió oscuro. Era una belleza esbelta, sus alas eran conocidas por su parecido a las de las mariposas. Jacks acercó a Maddy un poco más. Sierra se inclinó hacia Jacks y le susurró algo al oído que Maddy no pudo escuchar completamente. Pensó que captó la palabra estrella. La confusión cruzó por su rostro. Sierra se alejó, sus caderas deslizándose suavemente debajo de su vestido de cuatro mil dólares. —¿Qué te dijo? —preguntó Maddy.

Para Maddy, entrar en la fiesta fue literalmente como entrar en otro mundo. Era, sin lugar a dudas, el sitio más extraño en el que había estado nunca. La habitación era una especie de sala de estar amueblada con sofás desiguales de color verde lima y naranja, cuernos de venado como decoración, y sillas de color rosa y blanco de todo tipo y descripción. Había cerdos de plástico de tamaño natural como mesas y caballos como lámparas. Nada se emparejaba, y cuanto más miraba Maddy, menos sentido tenía todo. Y entonces, ahí estaban los espejos. Colgaban por todas partes, de todas las formas y tamaños diferentes, reflejando deformadas y retorcidas imágenes de los invitados. Como si estuvieran dentro de algún tipo de casa de la risa gigantesca. La presencia de Jacks pareció llenar la fiesta inmediatamente. Ángeles ofrecían sinceras enhorabuenas y posaban con él para las fotos. Maddy reconoció algunas caras que había visto en las carteleras durante sus caminatas a la escuela y

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—Algo extraño… No importa —dijo Jacks, arrastrando a Maddy por el pasillo. Trató de poner una sonrisa en su cara para que ella se tranquilizase—. ¿Lista?

*

en la ANN durante las cenas. Todos se encontraban aquí realmente, y tan cerca que podía alargar la mano y tocarlos. Jacks llevó a Maddy hacia una larga mesa que había sido servida. Incluso el buffet era extraño. Había comida para beber y bebidas para masticar. Las bandejas de postres que pusieron parecían más arte moderno que cualquier cosa comestible. Todo alrededor de Maddy, los Ángeles se entregaban a sí mismos. Tragaban algodones de azúcar con foie gras y devoraban batidos de bombones derretidos. Brindaban los unos con los otros y dejaban que las bebidas se derramasen por sus labios y gotearan por la barbilla. Una camarera le ofreció a Maddy un cóctel congelado que literalmente humeaba, el cual tomó y luego dejó discretamente sobre un cerdo. Jacks miró a Maddy. —¿Te gusta? Maddy vio que había unos pocos humanos, Protecciones. Creyó reconocer a Sarah, la ganadora del American Protection del año pasado, incómodamente de pie, nadie hablando con ella. Ninguno de los humanos estaba con los Ángeles como lo hacía Maddy. Pasaban el rato, pero todavía existía una clara línea separándoles de los Inmortales. Simplemente ser invitado como Protección debería ser suficiente, sin embargo, para obtener cobertura en el blog por la cual Gwen habría matado. —¡Godspeed, ven aquí! —gritó una robusta voz desde el bar. —Vamos —le dijo Jacks a Maddy, iluminándose—. Quiero presentarte a alguien. Una vez en el bar, Jacks abrazó a un atlético Ángel con oscuros, vidriosos ojos y gran sonrisa. Maddy encontró un poco abrumador cómo de guapos eran todos aquí.

—Quiero que conozcas a alguien —dijo Jacks. Se volvió hacia Maddy—. Mitch, esta es Maddy. Maddy, este es mi mejor amigo, Mitch. —El Ángel miró a Maddy con una expresión que rayaba primero en desconcierto total. Sus ojos buscaron en los suyos, como si tratara de situarla. Finalmente, le dio una gran sonrisa y le tendió la mano. —Hola Maddy —dijo—. Es un placer conocerte. —Su tono fue cortés, pero reservado. —Es realmente un placer conocerte también —dijo Maddy. Pero mientras desviaba la mirada, vio a Mitch dispararle una rápida, cuestionadora mirada a Jacks. Maddy se preguntó qué significaba eso.

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—¿Dónde has estado, hombre? —preguntó Mitch, su tono ligeramente rebelde—. Te he estado buscando por todas partes.

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—Mitch y yo regresaremos juntos todo el camino a Basic Flying —dijo Jacks—. Pero en serio, a veces no sé por qué me molesto en mantener a este chico a mí alrededor. —Jacks lanzó su brazo alrededor de Mitch y le dio un fuerte puñetazo en el hombro. —Es porque sigo siendo el Ángel más famoso cuerdo, créeme, Maddy —dijo Mitch—. Jacks es como un hermano para mí. Al otro lado de la habitación, Steven y Sierra hablaban con algunos otros nominados. En contraste con Sierra, Steven era rechoncho y musculoso, luciendo casi militar. Los gemelos notaron a Jackson, y ambos le dieron una mirada de irritación a su nuca. Se alejaron en la sala con algunos otros pronto-seremos Guardianes. —Sierra acaba de decirme, “no puedo esperar por tu estrella”. ¿Qué se supone que significa eso? Se veía seria también, casi loca, deberías haber visto sus ojos —le dijo Jacks a Mitch. —No te preocupes por ellos, hermano —dijo Mitch—. Sólo están cabreados por el rumor de que Sierra puede ser enviada a Corea por sus primeros dos años antes de poder regresar a Ciudad Ángel como Guardián completo. Oh sí, y el hecho de que NAS está promocionándote en cada oportunidad que tienen. No pueden ganar siempre. —Mitch sonrió y señaló al camarero—. Bueno, ahora que estás aquí, amigo, vamos a conseguir algunos tragos y a celebrar. Maddy, ¿te unes a nosotros? Maddy negó con la cabeza. —Gracias, pero no beberé esta noche. —Decidió antes ya que tenía bastante con lo que tratar como para emborracharse por primera vez. Mitch se encogió de hombros, pareciendo casi aliviado, y se giró hacia Jacks. —Ah, yo tampoco —dijo Jacks—. Creo que Maddy y yo sólo vamos a… caminar un poco. Pero me pondré al día contigo más tarde, hombre. ¿Vale? La sorpresa parpadeó en la cara de Mitch, seguido por lo que parecía una chispa de celos y finalmente consternación.

Se despidieron y se dieron la vuelta para irse. Maddy se congeló. Caminando hacia ella, se hallaba la chica más hermosa que alguna vez había visto. Maddy observaba con admiración al Ángel que se aproximaba en su vestido negro de lentejuelas Chanel y sus zapatos a juego, también Chanel. Ni siquiera sabía que era posible ser tan… perfecta.

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—Muy bien… diviértanse —dijo mecánicamente.

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Desde su impecable piel hasta su elegante, su imponente figura, su cabello como el de un comercial de champú y sus penetrantes ojos verdes, era tan radiante que casi brillaba con un esplendor sobrenatural. No había ni un solo error en ella. Era Vivian Holycross. Incluso con sus mejillas manchadas con lágrimas y rímel, Vivian era la criatura más magnifica que había visto. —¿Qué crees que estás haciendo aquí? —siseó Vivian a Maddy mientras ella era sangre y fuego. —Hola, Viv —dijo Jacks, sorprendido. Su mirada se disparó a los hinchados y furiosos ojos de Vivian—. Déjame presentarte a Maddy… Vivian lo ignoró. —Mira a tu alrededor Maddy —gruñó—. No eres uno de nosotros, ¿cierto? No perteneces aquí. ¿Por qué no simplemente te salvas de la vergüenza y te marchas? Maddy era una estatua. Su total asombro sobre esta chica se había mezclado con su pánico y el resultado era una parálisis total. —Oye, relájate Vivian —dijo Jacks, su tono furioso—. Yo la invité. Vivian dio un paso hacia adelante y se burló en la cara de Maddy. —¿Tienes alguna idea de lo que está pasando aquí? ¿O cuán importante es todo esto? Jacks estará salvando vidas a partir del viernes. Como un Ángel Guardián. ¿Pero tú no harás nada sobre eso, cierto? Jacks dio un paso hacia adelante para detener el ataque de Vivian, pero se detuvo cuando vio la cara de Maddy. Había adquirido una mirada de tal confianza hacia Vivian que la dama Ángel retrocedió instintivamente. —Bueno, veamos —dijo Maddy, la ira invadiéndola—. Sé que Jacks me trajo aquí esta noche y no a ti. También sé que lo conocí antes de saber que era un Ángel famoso, y ahora que lo sé, sigue sin importarme. Y eso es porque me gusta por lo que es, no porque sea una celebridad y no porque vaya a hacer maravillas con mi popularidad. Pero no sabrías nada de eso, ¿no es así, Viv?

—¿Sabes qué, Jacks? Entiendo esto también. Un pequeño escándalo antes de toda la responsabilidad, ¿cierto? Bien. Diviértete —se burló—. Pero recuerda, una vez que obtengas ese Anillo Divino, eres mío. —Luego, una sonrisa se extendió a lo largo de sus labios y se dio la vuelta hacia Maddy—. ¿Y Maddy? Si estás esperando convertirte en su Protegida algún día, solo confía en mí —dijo y sonrió hacia el conjunto de Maddy—. No puedes permitírtelo.

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Jacks se veía como si tratara de reprimir una sonrisa. La expresión de Vivian se transformó en una de completo odio. Luego miró a Jacks, y su rostro se suavizó.

Con eso, giró sobre sus tacones y se había ido.

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—Eso fue bien —dijo Mitch. Debía de haber oído toda la conversación—. Me aseguraré de que Vivian no asesine a nadie —dijo y desapareció en la multitud. —Lo siento —dijo Jacks, tomando el codo de Maddy y sacudiendo su cabeza—. Vivian se pone un poco celosa. Maddy lo miró, incrédula. —¿Vivian está celosa de mí? —Miró sus manos y se sorprendió al darse cuenta que temblaba. Lo que había sucedido aún la afectaba. Vivian podría ser una fantástica perra, pero Maddy sabía que tenía razón. —No debí haber venido —dijo finalmente. —¿Qué? —La cara de Jacks se oscureció con frustración—. Escúchame, Maddy. Perteneces aquí porque digo que perteneces aquí, y en caso de que no lo notaras, es mi fiesta. Por favor —dijo, más suave—, no dejes que te arruine la noche. De hecho, me aseguraré que no pase eso. Vamos. —¿A dónde? —preguntó, pero Jacks ya la había tomado de la mano y la empujaba con él hacia una multitud de Ángeles en otra parte de la habitación. Un DJ mezclaba discos en una esquina de la habitación, y de la nada, los tacones de Maddy golpeaban el piso de madera. Bajó su mirada. Era una pista de baile. —Baila conmigo —dijo Jackson. El corazón de Maddy retumbó como un trueno. Nunca había bailado con un chico antes. Al comienzo de la escuela intermedia, le había permitido a Tom Watson sostenerla por las yemas de sus dedos, y se habían balanceado de adelante hacia atrás al ritmo de “Total eclipse of the heart” pero eso no contaba. —Jacks, no puedo —insistió—. No sé cómo.

El Ángel la tomó en sus brazos. Ella sintió las manos de él en la curva de sus caderas para luego unirse en su espalda baja. Luego la empujó contra su cuerpo, y ella perdió toda resistencia. Era irresistible. El aliento de Maddy se volvió un jadeo entrecortado cuando inhaló la esencia que manaba de él. Tuvo que pararse en las puntas de sus pies para envolver sus brazos alrededor de su cuello. Jacks empezó a guiarla, y para asombro de Maddy, lo siguió. No era nada como pensó que sería. Era de algún modo, imposiblemente fácil. Y ellos bailaban. No pudo sentir el suelo de nuevo, pero no necesitaba hacerlo. Había algo instintivo, casi inevitable acerca del modo en el que ella se movía con él. Incluso

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—Es fácil —aseguró—. Sólo sígueme.

*

otros Ángeles se habían detenido y ahora los miraban. No cabía duda de ello, Maddy y Jacks eran una visión. Como si estuviera escrito que debían de estarse sosteniendo mutuamente. Como si estuvieran destinados a ser. Jacks se alejó de ella, levemente. —Te ves tan hermosa —dijo suavemente, sus ojos bailando en la luz. La atrajo hacia él de nuevo. Maddy sintió la misma electricidad empezando a moverse a través de ella, justo como la energía que había sentido en la oficina de Kevin y cuando habían volado. Desde los ojos parpadeantes de Jacks, los cuales nunca se alejaron de los suyos, podía decir que él sentía lo mismo. Aunque algo era diferente esta vez. De algún modo, algo había cambiado. Por mucho que tratara, Maddy se sorprendió al percatarse que no podía dejarse ir completamente, perderse en el momento. ¿Eran las palabras de Vivian zumbando es sus oídos? Tal vez. Pero si era honesta consigo misma, era más que eso. Era todo acerca de esa noche, la decadente fiesta, la expresión desconfiada de Mitch, incluso la discusión en el auto. Algo iba mal acerca de toda la situación. O al menos, había algo mal acerca de Maddy en ella. Las palabras de Vivian resonaron en su cabeza. No perteneces aquí. Por mucho que se odiara a sí misma por ello, no podía evitar estar de acuerdo. Desenredó sus dedos del cuello de Jacks. —¿Qué está mal? —preguntó Jacks, sus ojos aún ebrios con la electricidad de su conexión. —¿Por qué me invitaste aquí, Jacks? —preguntó—. Dime la verdad. Jacks la miró con una expresión interrogante. —¿Recuerdas? Te dije que te ayudaría a salir más. Tú sabes, vivir la vida — gesticuló alrededor de la habitación, sonriéndole—. Bastante asombroso, ¿No es así? Maddy mordió su labio. Él trató de alcanzarla, pero ella se movió lejos.

Maddy se dio la vuelta sin mirarlo a los ojos y se alejó rápidamente. No sabía hacia dónde se dirigía, e incluso no sabía el por qué. Sólo sabía que tenía que salir. Vio el centelleante patio a través de la puerta negra con su brillante piscina color turquesa y se encaminó hacia allí. Acababa de salir cuando Jacks la alcanzó.

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—Lo siento —dijo abruptamente—. No puedo hacer esto.

*

—Es verdad, Jacks —dijo Maddy amargamente—. No me importa lo que piense Vivian… pero no es exactamente incorrecto ¿verdad? Somos diferentes. No vemos las cosas de la misma manera. Los ojos de Jackson escudriñaron el rostro de Maddy. —¿Qué quieres decir? —Bueno, en primer lugar, ¿No te das cuenta lo injusto que es esto? — exclamó—. ¿Cuan egoísta? ¿Piensas que la vida de todos es de esta manera? —¡No, por supuesto que no! —dijo él. Giró el brazo hacia la fiesta—. Pero es parte de mi Nombramiento, Maddy. Así es como siempre se ha hecho. No tengo ningún control sobre eso. Y además —pareció aún más herido—, estás haciéndolo sonar como si todo fuera de alguna manera malo, cuando los ángeles son la mayor fuerza del bien en el mundo entero. —Seeh, ¡Tal vez, para los ejecutivos y sus hijos! —respondió—. Claramente nadie que yo conozca. Jacks lo sintió como un puñetazo en el estómago. Había intentado muy duro de enseñarle algo, como se sentía él. Y ella se lo tiraba a la cara una vez más. —¿No tienes nada que decir? —dijo Maddy. Él permaneció en silencio, inclinando la cabeza lentamente y dándose la vuelta. Los sonidos de la fiesta en el interior llenaron el silencio. Después es unos momentos habló. —Honestamente, Maddy, a veces realmente no puedo entenderte. Te llevo a una fiesta en la que cualquiera mataría por estar, y estás infeliz sobre eso. —Negó con la cabeza—. De hecho, creo que es injusto. No hay nada que te agrade. —¿Me salvarías, Jacks? Salió de la nada. Repentinamente se dio cuenta todo lo que había sentido profundamente dentro de ella. Era una simple pregunta. La había carcomido desde que él había ido a recogerla a principios de la noche. Los ojos de Jacks se clavaron en ella, fijamente, luego apartó la mirada.

—No. Como ahora, esta noche —presionó Maddy—. Si algo pasara, ¿me salvarías? —Cuando volvió a preguntar, su voz era ronca y cruda—. ¿Vendrías por mí, Jackson? Él sólo se quedó ahí. Maddy miró la procesión de emociones cruzar por el rostro de Jackson como un trueno rodante. Ira. Molestia. Duda. ¿Incluso tristeza? Finalmente habló—: Lo siento. No funciona de esa manera, Maddy —murmuró. Las palabras cortan como un

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—Si fueras mi Protección, sí.

*

cuchillo—. Simplemente no está permitido —dijo Jacks, cuidadosamente—. Como Ángeles, nuestro deber son nuestras Protecciones. —¿Protecciones? ¿Te refieres a la gente rica? —musitó ella. —Eso ni siquiera depende de mí. Es simplemente como son las cosas —dijo Jacks. —¡Eso es ridículo! —gritó—. ¡Es tu elección! —¡No lo es! Mira, si sólo fuéramos alrededor salvando gente… —Hizo una pausa, sus ojos ardiendo—. Quiero decir, mi familia tiene que comer ¿sabes? —Tu familia tiene que comer —espetó ella. —¿Crees que esto es un juego? —dijo, su tono bajo e intenso. La frustración y la amargura llenándolo rápidamente—. Mañana voy a ser Nombrado, y no por mucho más tiempo Jackson Godspeed. O incluso sólo un Ángel. Soy un Guardián. Tendré la vida de personas en mis manos. ¿Tienes idea de la responsabilidad que eso conlleva? ¿O la presión? —Lo que yo sé —dijo Maddy secamente—, es que si pudiera hacer lo que haces, me gustaría utilizar mi poder para ayudar a tantas personas como pudiera. No lo usaría para hacerme rica. —Unas pocas lágrimas traicioneras se derramaron por sus mejillas, y se las secó rápidamente—. Salvaría a las personas, porque es lo correcto para hacer. —Su sonrisa era agridulce—. Supongo que eso es lo que me hace humana. —Maddy —dijo Jacks, su voz como de piedra—, no sabes lo que ellos me harían.

—Tú no... —empezó a decir Jacks, sus ojos llenos de dolor mientras miraba a la chica frente a él, luego se detuvo. Se quedó callado por un momento y entonces asintió con la cabeza—. Tienes razón —dijo—. Supongo que es lo mejor, en realidad no debí molestarme de todos modos. —Sus palabras retorcieron su intestino. Maddy se volvió sin decir nada más, y salió corriendo.

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—No me importa —dijo con odio. Podía sentir la rabia brotando de su interior, una ira incontrolable, y si no salía de allí rápidamente, quien sabía lo que sucedería. Con la furia corriendo por sus venas, tomó una decisión y lo miró—. Lo siento, Jacks, no debería haber venido esta noche. La verdad es que no quiero tener nada que ver con esto, y eso te incluye. Si alguna vez fuiste mi amigo en absoluto, mantente lejos de mí y sólo déjame sola.

*

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Corrió a través del patio y luego por la parte del frente del hotel. La llegada glamurosa de hace rato había terminado, y los trabajadores quitaban la alfombra roja y la enrollaban. Maddy vio un taxi solitario junto a la acera y corrió hacia él. Esperó hasta que se había alejado del hotel para dejar que fluyeran las lágrimas reales.

* Traducido por Luxero Corregido por May Mystik

J

acks caminó a través de su casa a oscuras, sin detenerse hasta que llegó a su habitación y se fue adentro. Cerró la puerta sin hacer ruido para no despertar a nadie y encendió la luz.

Mark se encontraba sentado en el borde de su cama, esperándolo. Todavía llevaba el traje de ese mismo día, pero lucía desaliñado, ahora, puso su chaqueta al lado de su cama, su cuello de la camisa desabrochado, la corbata colgando en un nudo flojo en el cuello. Se había enrollado las mangas y se sentó con las manos sobre las rodillas. —¿Tarde en la noche? —dijo en un tono apagado. Jacks entró y lo miró uniformemente. —Sí, supongo que sí —dijo con la mayor normalidad que podía manejar—. Yo me iba a la cama. Mark asintió con la cabeza, pero no se movió. El silencio pesaba entre ellos. Después de un momento, Jacks se fue alrededor de la cama al armario y se quitó la chaqueta. —Yo, por supuesto, he visto las fotos de esta noche —dijo Mark—. Chloe me las mostró, pero sería imposible renunciar a ellas, de verdad. Están todas a través de Internet, y televisión también. —Se rió un poco—. Estoy seguro de que las revistas van a tener un día de campaña.

—No tienes que preocuparte, Mark —dijo Jacks—. No fue nada. Y, además, se ha acabado. Mark volvió a asentir, pensativo, y se acercó a la cama. —Siéntate, Jackson. —Le dio una palmadita al costado de él. Jacks se acercó y se sentó sin decir palabra. Mark miró a su hijastro—. Esa... chica... que trajiste a la fiesta esta noche. Nunca podrá ser parte de tu mundo, Jack. Nunca podrá ser una

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Jacks se quitó la corbata. La corbata hizo un sonido de zip al sacarla del cuello. Jacks se cernía sobre el estante y se volvió para enfrentarse a su padrastro.

*

parte de tu mundo, y lo sabes. Sabes que si algo le ocurriera, algo en absoluto, no habría nada que pudieras hacer por ella. —Sé las leyes —dijo Jacks. —Y hay una buena razón para esas leyes —dijo Mark—. No es un... —Hizo una pausa, a la elección de una palabra—, un prejuicio, Jackson. Es una medida de salvaguardia. Las leyes que garantizan la institución de la tutela. Mark se levantó y caminó lentamente hacia la ventana. Se asomó a la ciudad centellante, las palmeras negras en la noche. Jacks se sentó en la cama, mirándolo. Tutela. Deber. Las palabras parecían vacías, ligadas a los partidos, prensa innecesaria y los paparazzi, todo eso era una especie de sueño hueco que actuaba en la Ciudad Inmortal cuando pensaba en cómo se sentía de pie junto a Maddy. Pero eso se acabó ahora. Trató de dar a conocer estos pensamientos de su mente. Sólo se sentía molesto, eso era todo. Se le pasaría. —Como guardián, Jack, tu responsabilidad es la de tu Protegido. Si permites que algo te distraiga preocupándote acerca… de los demás, entonces pones a tus Protegidos en peligro. —Se volvió y se enfrentó a Jacks otra vez—. Si un Protegido se hiciera daño porque un Guardián se distrae, ¿tienes alguna idea de los daños que podrías causar? ¿Qué pasaría con la confianza depositada en nosotros como Ángeles? ¿Qué pasaría con la creencia de la gente en el sistema en sí mismo? Se dirigió hacia Jackson, quien se quedó inmóvil en la cama. Jacks pensó en cómo se sentiría si Maddy correría peligro, lo que haría. Si fuera totalmente honesto consigo mismo, sabía que Mark tenía razón. —¿No lo entiendes? Algo parecido a lo de esta noche podría destruirlo todo. Todo lo que los Arcángeles han trabajado para lo que tu madre y yo hemos trabajado, incluso en lo que tu padre trabajaba para... —Se hallaba a centímetros de él ahora, de pie sobre él—, luchar y morir por eso. ¿Tengo que recordarte por qué luchó contra los rebeldes? Dio su vida inmortal para que el buen trabajo de los Arcángeles, el buen trabajo de los Ángeles en la tierra pudiera continuar.

—Ha habido otro incidente en el Paseo de los Ángeles, Jacks—dijo Mark, entrecerrando los ojos a su hijastro. —¿Quién? —Ryan Templeton. Quería que lo oyeras de mí. Fue asesinado. Si esto sale en los medios de comunicación, van a explotar esas desapariciones de ese Ángel fuera de proporción. También hay un rumor dando vueltas, que estos ángeles

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Jacks asintió con la cabeza sin decir palabra.

*

están siendo asesinados por orden de sus estrellas. Estamos seguros de que es sólo una coincidencia. Pero tu estrella sería la próxima. —¿Qué? —Una sacudida recorrió el cuerpo de Jackson. Sintió algo con lo que no estaba demasiado familiarizado: el miedo. —Si esto sale... con todos los ojos en ti, es muy importante que siempre mantengamos un frente sólido. Durante años, los envidiosos grupos Anti-Ángeles han estado buscando precisamente este tipo de oportunidades. Con Ted Linden para ser elegido, sólo va a empeorar. Tú estás, quiero decir, eres demasiado importante para caer en el miedo ahora. Estamos poniendo tu estrella en la acera a despecho de lo que sea o de quien está ahí fuera tratando de intimidar a los Ángeles. —Pero sólo un ángel puede matar a un ángel. —Los pensamientos de Jacks, inmediatamente lanzados de vuelta a lo que Sierra le había dicho en la fiesta de esa noche. “No puedo esperar por tu estrella.” Eran los celos de Sierra y Steven tan fuertes que les llevaría a algo así como... ¿esto? La mirada en sus ojos había sido oscura y sin pestañear. Sin embargo, lo suficientemente oscura para el asesinato. —Jacks, esto es más complicado de lo que te puedas imaginar —dijo Mark, el Arcángel apreciando a su hijastro—. Sé que todo esto puede no parecerte justo, pero es parte del sacrificio que se pide de nosotros —dijo. Poco a poco, Mark se sentó junto a Jacks de nuevo y dejó escapar un largo suspiro. —Esta es la semana de tu Nombramiento, Jackson. Quiero que pienses en tu deber como Guardián. Piensa en la vida de la Protección que tiene en tus manos. Piensa en eso. Será tu responsabilidad asegurarte de que llegue a casa de su familia cada noche. Así sus hijos puedan tener un padre. Así sus padres puedan tener un hijo. Así sus hermanos pueden tener un hermano o una hermana.

Jacks se puso de pie rápidamente, irritado. —No tienes que darme lecciones sobre el deber, Mark. En un instante, Mark se había levantado de la cama delante de Jack, lanzándolo al otro lado de la habitación.

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Mark puso una mano firme en el hombro de Jacks. —Esto no es acerca de ti nunca más, Jackson. Se trata de las Protecciones a las que servimos. Se trata de la obligación a la que todos estamos llamados como Ángeles y como Guardianes, y no vas a burlarte de eso. No quiero que te burles de tu deber, Jackson.

*

—¿En serio? Entonces, ¿por favor puedes decirme por qué estoy viendo fotos de mi hijastro teniendo un lío con la basura como esa chica? ¿Una chica humana? Jacks se apoyó contra la pared. El tono de Mark fue feroz, haciéndose eco de toda la habitación. —¿Qué pensabas, Jacks? ¿En qué pensabas? —escupió Mark—. ¿Crees que todo esto fue una coincidencia, Jacks, toda la cobertura de los medios de comunicación, el éxito, la fama? ¿Crees que sólo tendremos que esperar y dejar que lo tires, que te hemos preparado para nada, que no tienes que presentarte como un brillante ejemplo en contra de nuestros enemigos, que están creciendo todos los días? ¿Y tú? —Las paredes casi se estremecieron con su tono furioso. Jackson y su padrastro se encontraban a escasos centímetros uno del otro, ojo a ojo. Ni pestañeó. Después de unos momentos, el oleaje en el pecho de Mark cayó. Comenzó a componerse. Jacks se volteó, teniendo el peso de las palabras de Mark. Él sabía que era verdad. —Mark, lo siento, yo no era así —dijo Jacks con voz cansada—. Se acabó. Mark miró a su hijastro. La rabia había desaparecido de sus ojos ahora, sólo quedó la decepción. —Voy a hablar con Darcy en la mañana, nosotros nos encargaremos de ello. Trataré de matarlos en la ceremonia del Nombramiento de mañana en la noche. — Jacks asintió con la cabeza—. Avergüénzate de esta noche, Jackson —dijo—. Hazte un favor y nunca, nunca vuelvas a hacer eso. ¿He sido claro? —Sí —dijo Jacks. Mark se acercó a la puerta.

Antes de que Jacks, incluso pudiera registrar lo que vio, Mark cerró la puerta con un portazo. Esperó hasta que oyó los pasos de su padrastro desaparecer por el pasillo, Jacks saltó de su cama y fue a donde Mark se había detenido. Se inclinó y miró a donde el Arcángel había estado de pie, pero no había señales de nada. Revisó el edredón de la cama, donde Mark había estado sentado. No había nada allí, tampoco. Jack negó con la cabeza. Había sido una larga noche, debía de estar imaginando cosas.

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—Muy pronto vas a ser un ángel guardián. Por lo menos trata de actuar como tal. —Mark hizo una breve pausa en el umbral. Jacks miró a su padrastro, encendió la iluminación de su cuarto por encima de él. Había algo acerca de su chaqueta, que era normalmente tan fresca y limpia, ya arrugado y tirada en el brazo. Se había manchado. Una mancha roja. Como la sangre.

*

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Pero no había imaginado la mirada de Maddy, cuando le dijo que no quería tener nada que ver con él.

* Traducido por Luxero Corregido por Vane-1095

ltima llamada —dijo el hombre, secando otro vaso de cerveza por detrás de la barra.

Ú

Una figura solitaria sentada en el bar en un abrigo asintió con la cabeza. El polvo pesaba en el aire oscuro. El camarero tomó una escoba y comenzó a barrer. Sylvester giró lentamente la cinta restante de hielo en el vaso de whisky que había estado cuidando durante los últimos treinta minutos. El oscuro bar se encontraba casi vacío. Había sido una institución en Ciudad Ángel durante décadas, con su madera oscura, las cabinas de profundidad de color marrón, y los taburetes maltratados. Arcángeles se habían sentado en las cabinas en los últimos años, sucias negociaciones, y fotos enmarcadas de los Guardianes más famosos que solían ser habituales en los años cuarenta y cincuenta colgaban con polvo sobre el espejo del bar. El detective no había estado allí en años. Pero lo había necesitado para pensar. El encuentro con Mark lo había dejado aún más intrigado. ¿Ocultaba el Arcángel algo? ¿O a alguien? La mente de Sylvester luchaba por poner las piezas juntas. En el castigo de Sylvester, su expulsión de los Ángeles, Mark había dado en el clavo al detective de lo que hacía tiempo había tratado de enterrar. A veces, él juraba que todavía podía sentir sus alas. Miembros fantasmas. Mejor no pensar en esas cosas. Piensa en el caso en cuestión, no ha pasado tanto tiempo, se dijo.

¿Por qué alguien, o tal vez algo, ejercería justicia sobre estos Ángeles? ¿Qué habían hecho Godson o Templeton, o era la razón de los asesinatos sólo el orden de sus estrellas? ¿El FDH tenía que saber cómo reclutaron a un ángel infeliz a su lado? Tenía que haber una parte que se perdía. Sylvester volteó los hechos una y otra vez en su mente. Preocupantemente, sus pensamientos se movieron a los mismos arcángeles. ¿Podrían los Arcángeles de alguna manera hacer la limpieza de los enemigos dentro de las filas, y si es así, serviría siquiera ser consciente de ello? Podría llegar hasta el final al Consejo. Cuanto más lo pensaba, más se comenzó a

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Iba a llover. Sylvester lo sentía en la espalda. La presión se hallaba en el aire.

*

cuestionar los motivos de Mark. Había parecido evasivo, y no demasiado sorprendido cuando le dijeron que la estrella de su hijastro era la siguiente. La cabeza del detective se arremolinaba con posibilidades, clientes potenciales, los callejones sin salida. Un archivo de diez centímetros de grosor lo esperaba en el asiento del copiloto de su coche patrulla. Una mirada en el bajo vientre húmedo de la Ciudad Inmortal. Inclinó hacia atrás la copa y bebió otro sorbo de su bebida. El detective se había mareado, pero no de la bebida. Necesitaba dormir un poco. La televisión por encima de la barra sintonizaba en un canal de noticias, pero por supuesto hablaban de los ángeles. Un grupo de cabezas parlantes se hallaban en un programa del tipo debates. En la pantalla era de los graphic Angels: ¿De qué lado están? —¿Puede subir el volumen? —preguntó Sylvester, señalando el televisor. El camarero tomó el mando a distancia, golpeando el volumen algo deteriorado. —¿Desea el control también? —preguntó, esperanzado. Los clientes finales se retiraban. Sylvester asintió con la cabeza. Un hombre con una barba y gafas hablaba a los otros dos expertos en el programa. —Así que, lo que tenemos aquí es un total de no cooperación por parte de los Ángeles, Teri. No tenemos idea de cómo estos chicos trabajan. Sólo aparecen y salvan a uno por el precio correcto. Allí no hay transparencia, sin rendición de cuentas...

—He hecho los cálculos, Teri, y el hecho es que los ángeles sólo salvan a unos pocos, mientras que la gran mayoría de la humanidad se queda fuera en el frío —respondió, su rostro volviéndose ligeramente rojo—. Y ahora, con estas muertes de Ángeles confirmadas sucediendo en lo que se llama asesinatos de un asesino en serie, lo que hemos aprendido de ello hace unos minutos, y la histeria de los medios de comunicación que sin duda vendrán de ellos, no tenemos absolutamente ninguna idea de lo que está pasando. Los Ángeles están actuando como si todo esto fuera costumbre. Sylvester se sentó con la espalda recta. Los asesinatos se habían hecho públicos. Los Ángeles no pudieron mantener a todos en la oscuridad para siempre. La historia era demasiado explosiva.

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—Pero el hecho es que están salvando vidas, Will. Puro y simple. Haga sus cálculos —interrumpió Teri, una mujer en un traje de poder, con pelo muy corto marrón, junto a un hombre con barba de chivo.

*

Ninguno del puñado de los otros clientes en el bar parecía darle mucha atención. Fueron allí a esa hora para tratar de escapar de los males de la Ciudad Inmortal, no para prestarles atención a ellos. El debate continuó en la televisión: —Bueno, bueno, volvamos a la original. —El moderador trató de desviar la conversación, pero fue interrumpido por una iracunda Teri. —Si vamos a volver a la pregunta original: no pueden salvar a todos todo el tiempo, puro y simple —dijo Teri—. No son suficientes para la humanidad. Esta minoría de voces anti-Ángel en este país no es útil y no va a resolver nada. Tenemos que aceptar a los Ángeles como son, en sus términos. ¡Piense en cuántas vidas se han salvado! Hacer lo contrario es dar munición a los grupos de odio, como el Frente de Defensa de la Humanidad, cuyo objetivo declarado ¡es el exterminio de los Ángeles por cualquier medio posible! La tercera persona, un hombre con un corte de pelo y una corbata roja, tomó la palabra. —¿Cómo sabemos que no son capaces de salvar a todo el mundo? ¿Y a qué precio tenemos que salvarnos? Y ahora, ¿les debemos a estas criaturas que se materializaron en el aire hace más de cien años? Saben todo acerca de nosotros, pero todavía no dan a los humanos a un Guardián entrenado a excepción de los eventos especiales organizados por la prensa. —Un título en la pantalla lo identificó como el ex coronel del ejército Davis A. Jessup—. ¿Que es lo que realmente está pasando en el NAS? ¿Y por qué el Consejo de los Doce está desaparecido de la vista del público durante los últimos ochenta años? Ciertamente, todas estas preguntas son importantes desde el punto de vista de seguridad nacional, también. —El coronel hizo una pausa—. Creo que muy pronto, con la reciente victoria del senador Ted Linden en las urnas, ha demostrado que una gran parte de este país quiere que estas preguntas sean respondidas. Ahora.

—¿Qué debemos pensar ahora que los ángeles están siendo asesinados? Y los científicos también tienen evidencia de que los ángeles están realmente envejeciendo más rápido de lo que pensábamos —dijo Will—. Las proyecciones más recientes que tienen de la vida útil de estos llamados Nacidos Inmortales son de cuatrocientos a quinientos años. Sin embargo, el NAS mantiene la inmortalidad

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Tomando un trago de su vaso, Sylvester siguió mirando hacia arriba en la televisión. Si el público lo supiera todo... pensó. En la pantalla presentaron imágenes de Ted Linden en su discurso de victoria. Era tal vez de unos cuarenta y cinco años de edad y apuesto, un mechón elegante de pelo brillante oscuro se abalanzó de nuevo sobre su cabeza. Tenía una sonrisa encantadora en tanto ponía un pulgar hacia arriba a sus seguidores.

*

total. Si el envejecimiento está realmente sucediendo, y estos asesinatos están sucediendo realmente, al parecer desde dentro de la comunidad, ¿qué más estarán escondiendo? Teri casi saltó de su asiento. —He visto ese informe, Will, y no lo llamaría “evidencia” tanto como ¡una especulación total! Los elementos anti-Ángel están intentando un juego de poder en este país, pero no va a funcionar. Azotar la gente en un frenesí falso nunca dura. Está claro que no eres más que un portavoz de Linden y su partido. Sylvester inclinó la copa hacia atrás y tomó el trago final de whisky, estableciendo el vaso vacío y unos cuantos billetes en la barra. —Gracias —dijo al camarero, tirando de su chaqueta mientras caminaba hacia la puerta. Caminando sobre las calles dormidas de Ciudad Ángel, tomó una bocanada de aire de la noche. Las estrellas brillaban débilmente por encima, altas en el cielo a través de las nubes de luz y la contaminación.

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Tan pronto como se cerró la puerta, el camarero se acercó a la ventana y apagó las luces de neón, también dio la vuelta al signo de Abierto a Cerrado. Después de atornillar la puerta, se dirigió de nuevo a la barra, en las filas de polvo de fotos viejas de ángel en la pared. Cogió el mando a distancia. Will, Teri, y el coronel Jessup ahora se encontraban cerca de gritarse el uno al otro en la pantalla. Apretó el botón de encendido rojo y la televisión cambió a negro, dejando el bar en silencio mientras seguía barriendo el polvo, ante la atenta mirada del pasado glamoroso de los Ángeles.

* Traducido por Majo_Smile ♥ Corregido por Vane-1095

M

addy tropezó por las escaleras con el pelo todavía húmedo, tirando de su sudadera con capucha sobre una camisa que tuvo que resucitar de la cesta. A raíz de la catástrofe que fue la última noche, se había olvidado de poner la alarma y llegaba tarde a su turno de la mañana en el restaurante. Sus miembros palpitaban con la fatiga y le dolía la cabeza con los dolorosos recuerdos de la fiesta, pero por lo menos, se dijo, se había acabado. No más mentiras. No más andar a escondidas. Podría volver a ser solamente la simple Maddy. Más allá de eso, trató de no pensar en ello. Trató de no pensar en Jacks. Agarró su mochila desde donde la había dejado en el suelo y bajó con su brillante nuevo BlackBerry Miracle. Podría aferrarse a eso, decidió. Había necesitado un nuevo teléfono de todos modos, y eso la hacía sentir que al menos consiguió algo de toda la experiencia. Agarró un pedazo de pan de una bolsa en el mostrador de la cocina y, sujetándolo con los dientes, se apresuró a cruzar la sala y abrió la puerta. El mundo de Maddy se volvió blanco. Un aluvión de flashes de las cámaras iluminaba el porche, una docena de voces le gritaban al mismo tiempo. —¡MADDY! ¡MADDY! ¡MADDY! ¡AQUI, CARIÑO! ¡POR AQUI, MADDY!

Se reunían juntos en el césped delante de los escalones del porche, obturadores haciendo clic de forma automática, fotografiándola. Siendo más los paparazzi fueron corriendo por la calle, tirando de sus cámaras de sus bolsas y disparando mientras corrían, los hombres con barbas desaliñadas y caras poco amables con sorna. Maddy se quedó allí con el pelo mojado y la rebanada de pan colgando sin fuerzas de su boca. El mundo de Jacks la había seguido hasta su casa y ahora se hallaba de pie en su jardín delantero. —Maddy, ¿cómo se siente al estar saliendo con Jackson Godspeed? —bramó un corpulento paparazzi en la espalda. Maddy sacó el pan de la boca y trató de

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Maddy tenía paparazzi.

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protegerse los ojos con ella—. ¿Qué se siente al estar saliendo con el Ángel más codiciado en Ciudad Ángel? —ladró otra vez. —¡No estamos saliendo! —gritó Maddy—. ¡No estoy saliendo con nadie! — Maddy vio algunos de los vecinos saliendo de sus casas para observar. Un niño de unos doce años tomó una foto con su teléfono. La humillación era paralizante. Con su mano libre, Maddy buscó a tientas el pomo de la puerta y cerró la puerta de entrada. Dejó caer el pan, tomó un libro de texto de su bolso, y lo usó para cubrir su cara. Muévete, se dijo, y deseó que sus pies avanzaran con rapidez por las escaleras y la pasarela. Como una marea humana, los paparazzi la siguieron, arrastrando los pies hacia atrás y pisoteando las pocas plantas que el tío Kevin mantenía en el patio delantero. Echó a correr al cruzar la calle, llevándolos lejos del restaurante. Maddy no podía arriesgarse a trabajar en el turno hoy por la mañana. Se mantendrían a la par con ella, retrocediendo o dejando caer sus cámaras a los lados y corriendo para ponerse al día. —¿Se reunieron con Vivian anoche? —gritó uno mientras jadeaba—. ¿Estás nerviosa que podría intentar robarte a Jacks? —¡Sólo déjame en paz! —gritó Maddy, luchando por contener las lágrimas. —¿Qué piensas acerca de los asesinatos de Ángeles?¿Estás preocupada por Jacks? La última pregunta en rodajas a través de los otros como una cuchilla. Maddy se congeló en la acera. El libro cayó de su cara. —¿Q-Qué? —tartamudeó.

—¡Los ángeles están siendo asesinados en el orden de sus estrellas en el Bulevar Ángel, y dicen que Jacks podría ser el siguiente! ¡Ni siquiera pueden protegerse a sí mismos! ¿Cómo te hace sentir eso, Maddy? ¿Jacks podría estar en peligro? Maddy ni siquiera podía permitirse procesar eso. Podría estar enojada con él, pero la idea de algo sucediéndole hizo que su corazón se apretase. ¿Y qué era eso de un asesino en serie? Lo único que podía hacer era agachar su cabeza y caminar aún más rápido. Por último, en la esquina, la dejaron. Aventuró una mirada por encima del hombro mientras jadeaba para

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—¡Están encontrando las alas cortadas en el Paseo de los Ángeles! La historia recién se supo anoche. —gritó alguien de vuelta. Miró a su alrededor a los rostros, pero sólo vio saltonas, miradas hostiles. Se dio cuenta de uno de ellos grababa todo el asunto en una cámara de vídeo. Sonreía diabólicamente mientras mantenía sus ojos en la pantalla del dispositivo. Era una violación. Maddy se sentía completamente desnuda.

*

recuperar el aliento. Inspeccionaban las cámaras ahora, revisando lo que habían conseguido mientras corrían a sus vehículos. Las imágenes probablemente estarían a través de Internet en pocos minutos. Se puso la capucha ajustada sobre su cabeza y caminó rápidamente por el Bulevar Ángel, sin atreverse a mirar hacia arriba. Sólo podía imaginar un bus de Angel Tours pisando los frenos y el guía que anuncia—: ¡Están de suerte, amigos! Si miran a su derecha, verán a la novia de Jackson Godspeed. —Ignoró las tiendas vendiendo camisetas con la cara de Jacks sobre las mismas, y el eslogan de Alerta: Protección de Jackson Godspeed. No prestó atención a un tipo vestido como Jackson, que quería tomarse una foto con ella. En el semáforo entre el Ángel y Highland se quedó con la cabeza hacia abajo, evitando las pantallas que declararon, “COBERTURA COMPLETA DE NOMBRAMIENTOS" y las señales que anunciaban, "CAMINO CERRADO POR EVENTO ESPECIAL". Entonces oyó un grito. Era una chica unos pocos años más joven que ella, también de pie en la esquina y esperando que cambiara el semáforo. Miró a Maddy, luego a su iPhone, y luego de vuelta a Maddy de nuevo. Se quedo boquiabierta de asombro. —Eres tú —chilló histéricamente. Maddy había sido reconocida—. ¡OMG! —brotó la niña, sonando como Gwen—. ¿Puedo obtener un autógrafo? Maddy parpadeó a la chica con horror. Esto no ocurría realmente, ¿verdad? Sí, lo hacía. Mientras se quedaba allí, tratando de usar su cabello para cubrir su rostro, una multitud de turistas se formó. Las cámaras desechables destellaban. Un hombre con un sombrero de John Deere gritó—: Marta, ¡mira! ¡Es ella! La luz volvió, y Maddy corrió el resto del camino hacia la escuela.

Mientras caminaba, Maddy se dio cuenta del hecho de que en realidad se ponía cada vez más tranquilo. Conversaciones murieron a su paso. La gente se silenciaba y señalaba. Maddy podía oír el sonido de sus propios pies en el suelo de linóleo. Con su llegada, en el vestíbulo general, ruidoso y caótico de la secundaria de Ciudad Ángel había un silencio absoluto.

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Entrar en el vestíbulo se sintió casi exactamente como llegar a la fiesta de anoche. Todo el mundo la miraba. Excepto que era peor, porque al menos anoche se encontraba en algún lugar al que no pertenecía. Ahora se encontraba en uno de los pocos lugares que le pertenecían, y la gente la miraba como una criatura extraña. Como un bicho raro. Era como si no perteneciera a ninguna parte más.

*

Corrió torpemente a su casillero. Gwen no se hallaba allí, lo cual era inusual. La evitaba, se dio cuenta Maddy. La posibilidad de lo mal que podría haber afectado a Gwen empezaba a formarse en su mente. Sacando sus libros, trató de ignorar el hecho de que la mayoría de la gente seguía mirándola. Se sentía muy sola. Sonó la campana, gracias a Dios, y Maddy decidió que trataría de pedir disculpas a Gwen en el almuerzo. Si era capaz de encontrarla, eso era. La jornada escolar que siguió fue tensa, incómoda, y embarazosa. En inglés, Maddy descubrió que había una prueba que había olvidado por completo. Cuando luchaba a través de un ensayo, un teléfono sonó. Era fuerte y desagradable, pero sin duda sonaba futurista y costoso. Entonces la golpeó. Era su Blackberry Miracle. —Maddy, sabes las reglas —regañó la señora Stinchfield—. Los teléfonos deben estar apagados durante la clase. —Mientras Maddy buscaba a tientas el Berry, le dieron un timbre de "nuevo mensaje de voz". La Sra. Stinchfield la fulminó—. Puede ser una celebridad en el mundo actual, señorita Montgomery, pero en mi salón de clases sigue siendo sólo una estudiante. Maddy silenció el teléfono lo mejor que supo. Después de eso, no podía concentrarse en el examen. Cuando sonó la campana del almuerzo, tuvo que devolver la prueba incompleta. La sala se hallaba inusualmente tranquila de nuevo, pero esta vez pudo oír susurros emocionados a su paso. La gente leía sus teléfonos y le lanzaba miradas no tan sutiles. Ni siquiera quiero pensar en lo que los blogs estarían diciendo de anoche. O el incidente en el porche de esta mañana. Y sólo podía esperar que el tío Kevin no notara nada en ANN. Cuando dobló la esquina, vio a Gwen en su casillero, rápidamente cerrándolo y corriendo para escapar. Vio a Maddy e hizo una pausa. Luego cruzó los brazos sobre el pecho, se recostó en la orilla de los armarios, y golpeó el tacón en desafío. —Oye... —comenzó Maddy tímidamente mientras se acercaba. Eso fue todo lo que dijo. —Sí, te adoran —exclamó Gwen—, sí, probablemente adoran tu ropa sucia, pero no tenías por qué mentirme al respecto.

—¿Qué nos has ocultado a nosotros, Maddy? Incluso esa vez que salí con Brandon Davis, mientras él salía con Emily, te lo dije. —Maddy se secó bajo la mirada furiosa de su amiga—. Tuve que averiguarlo a través de Samantha. En un texto. ¡Mi mejor amiga, ni siquiera me podía decir la verdad! Vaya amiga —se burló ella.

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—Lo sé, me equivoqué...

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Tenía razón, pensó Maddy. Tenía toda la razón. Gwen podía ser una parodia de sí misma caminando a veces, pero era amiga de Maddy. Y siempre había sido una buena, la única, de verdad. Y Maddy le había mentido descaradamente. —No sé qué decir, Gwen —dijo Maddy, avergonzada—. Lo siento. Lo siento mucho. Gwen esnifó. —Entonces, ¿qué? ¿Eres la novia de Jackson Godspeed ahora? —No, eso es todo —dijo Maddy—. No sé en qué pensaba. Gwen se limpió con un dedo su máscara de pestañas en funcionamiento. — Bueno, no sé lo que pensabas, Maddy. —Y con eso, se acomodó el cabello y se fue. Maddy sintió los ojos de todo el pasillo arrastrándose sobre su piel mientras giraba el dial de su bloqueo. Habían escuchado probablemente la cosa entera. ¿Era esta la manera en que iba a ser ahora? ¿Era esto lo que tenía que esperar de cada día restante de su último año? Todo lo que Maddy podía pensar era en escapar. Sus ojos se dirigieron a una cercana puerta de la escalera, y corrió por ella. En el hueco de la escalera, se quedó sin aliento. ¿Se había arruinado su vida? Probablemente no. Pero ¿qué otra cosa esperaba que sucediera cuando accedió a salir con Jackson Godspeed? El entendimiento fue lento y amargo. Había sido una seguidora de Ángeles. Se deslizó hacia abajo y se sentó en los escalones. Él había entrado en el restaurante y ella se había convertido en una chica seguidora de Ángeles, tonta era poco. ¿Y se burlaba de Gwen por la obsesión? Se sentía como una boba. —Pasando el rato con los ángeles, ¿eh? —Se hizo eco una voz por encima de ella. Maddy levantó la mirada. Era Tyler. Se encontraba de pie junto a Ethan, dando una mirada asesina a Maddy. Su cara se puso roja de vergüenza al recordar la conversación que había tenido en los bienes comunes acerca de los Ángeles. Lo que Tyler, lo que Ethan, deben pensar de ella en estos momentos.

Ethan bajó y se sentó a su lado. Se rió un poco, mirando a Maddy con una expresión amable y cómoda. —¿Cómo es que funciona para ti? Quiero decir, salir con los Ángeles. Maddy negó con la cabeza, incapaz de devolver su mirada. Con Gwen se había sentido como una traidora. Ahora, con Ethan, recordando su conversación en el comedor, se sentía como una hipócrita.

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—Vamos, me pondré al día —dijo Ethan. Tyler lentamente salió al pasillo.

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—No te preocupes, no soy Tyler. No te voy a dar un mal rato, promesa. Fue un poco sorprendente cuando me enteré, sin embargo, porque no parecías el tipo de chica que se mezclan con los chicos. —No lo soy —dijo Maddy, los ojos brillantes—. No pasó nada. Y se ha acabado. Él era… —Ella se apagó. —¿Un idiota? —ofreció Ethan. Maddy lo miró, sorprendida—. ¿Vanidoso? ¿Arrogante? ¿Ni idea de cómo funciona el mundo real? ¿Algo por el estilo? —…Sí —dijo Maddy en voz baja. Ethan le dio una sonrisa tranquilizadora. —No son quienes crees que son, ¿verdad? —No. —Maddy negó con la cabeza—. No lo son. —Bajó la mirada a sus zapatos de nuevo—. Me siento como una broma. —Bueno, no creo que seas una broma —dijo—. ¿Y sabes qué? Todo el mundo en ese pasillo está sumamente celoso. Sé que las chicas lo están con seguridad. —Gracias —dijo después de un momento. —¿Por qué? —Por… hablar conmigo —dijo con una sonrisa—. Por estar ahí para mí. —Siempre —dijo en voz baja—. Nos deberíamos preocupar el uno por el otro. —¿Nosotros? —preguntó Maddy, un poco sorprendida.

—Supongo que sí —dijo Maddy, sintiendo, por un momento, total entendimiento. Era exactamente eso. Nunca se había sentido como si encajara. Haberlo dicho en voz alta, y aceptado, fue liberador. Ethan le dio un golpe juguetón en el brazo. —Así que tenemos que mantenernos unidos. —Está bien —respondió Maddy, aclarando, y le sonrió. Gwen podría nunca hablarle de nuevo, pero al menos tenía otro amigo en el mundo.

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—Nosotros —aseguró—. ¿Crees que no te conocen, Maddy? pero yo sí. Tú eres como yo. Me he sentido así desde la primera vez que te pedí una hamburguesa en el restaurante. Te vi de pie detrás del mostrador mirando a todos y me di cuenta de que tú y yo, somos muy parecidos. Te sientes como una extraña también, ¿no? Al igual que no se ajustan a esta cosa glamurosa con la que todo el mundo está obsesionado. ¿Cómo que ves el mundo diferente de los demás?

*

—Espero que no hayas olvidado mi fiesta de esta noche. Vamos a tener comida, bebidas, una gran lista de reproducción, te prometo que tendrás un buen rato. Y sin Ángeles. Así que, ¿nos vemos allí? Lo había hecho otra vez. Era tan fácil darle una idea equivocada. O, ¿era realmente una idea equivocada? ¿Cómo se sentía acerca de él? Maddy lo miró a los ojos, sinceros e interrogatorios. Luego miró hacia otro lado. —Ethan, has sido genial para mí. Acabo de pasar por mucho últimamente, no creo que sea una buena idea para mí en este momento. Creo que necesito pasar algún tiempo sola, ponerme al día con la escuela, acabo de hacer este desastre de una semana detrás de mí. —Hizo una pausa mientras su expresión se desinflaba—. Entiendes, ¿verdad? —Claro —dijo, sonriendo para disimular su decepción—. Bueno, si cambias de opinión, ya sabes dónde estaré. —Se levantó y le hizo un guiño—. La famosa Maddy Montgomery. Mire a su alrededor. Maddy escuchó el eco de sus pasos alejándose.

Después de que las clases terminaron, se dirigió sola hacia la entrada principal de la escuela, donde vio a más paparazzi esperando afuera con impaciencia. Se habían unido a los equipos de televisión, que intentaban entrevistar a algunos de los estudiantes. Maddy no lo podía creer. Era como una pesadilla de la que no podía despertar.

Se acercó de puntillas a la cocina y se congeló. Kevin se encontraba sentado en la mesa, esperándola. —No estás en el restaurante —dijo Maddy, conteniendo su aliento en la garganta. —Necesito hablar contigo, Maddy.

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Agachándose rápidamente por la puerta lateral del gimnasio, Maddy cortó a través del campo de béisbol. Decidió, mientras caminaba a su casa iba a entrar por la puerta trasera, por si acaso. Luego podría cambiar su uniforme y usar la puerta trasera del restaurante, como de costumbre. Con un poco de suerte, todo el mundo se olvidaría de todo acerca de ella en unos pocos días. Al llegar a la casa, se deslizó hacia la parte trasera como tenía previsto y entró sin ningún problema.

*

El corazón de Maddy retumbó en su pecho. Se inclinó sobre el mostrador de la cocina para apoyo. —¿Qué pasa? Kevin dejó escapar un largo suspiro. —Te dejé un mensaje —dijo con voz ronca—. ¿Dónde has estado? He estado preocupado. Yo… —Kevin se detuvo, y respiró hondo para tratar de calmarse—. ¿La empresa de telefonía llamó y quería confirmar que agregó un nuevo teléfono a la cuenta? ¿Y ahora me están cobrando por los datos? ¿Y por llamadas ilimitadas? ¿Y todo tipo de otras cosas que sabemos que no podemos pagar? Maddy se quedó allí, en silencio. Su mente corriendo. —¿Qué te he dicho, Maddy? —dijo—. Tareas y situaciones de emergencia. ¿Es que no está claro? ¿Y qué es eso de un nuevo teléfono? —Ella lo miró con sus ojos grises expectantes—. Maddy, ¿quieres decirme qué está pasando? ¿Cómo podría? ¿Cómo iba a comenzar a explicar algo de esto? ¿En caso de decirle que había estado saliendo con el mismo Ángel que destrozó a su restaurante? —Tengo el teléfono de un… chico. Fue un regalo. Voy a llamar a la compañía telefónica para cancelarlo en estos momentos. —¿Es por eso que has estado actuando de manera extraña esta semana? — presionó—. ¿Rompiendo platos... y tan cansada? Maddy dejó escapar un suspiro de vergüenza. No sabía qué decir. El arrepentimiento parecía lavar su cara. —Supongo que no estudiaste con Gwen anoche, ¿verdad? —No. —Maddy suspiró.

Fue suficiente para levantar un nudo en su garganta. Lágrimas calientes amenazaron con derramarse de sus ojos. —Lo siento, Kevin —susurró—. No volverá a suceder. Kevin asintió con la cabeza, pero no parecía del todo convencido. —¿Y quién era este chico, de todos modos? —preguntó, moviéndose incómodo en su silla—. ¿Un chico de la escuela?

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—¿Me mentiste? —Kevin parecía genuinamente sorprendido por esto. Bajó la mirada a la mesa—. Fuiste a escondidas a mis espaldas, mintiéndome. —Cuando levantó la mirada, Maddy se sorprendió al ver el daño genuino en los ojos—. No lo entiendo, Maddy.

*

—No exactamente —dijo—. Pero no pasó nada. Y ya se acabó. Te lo prometo. La expresión de Kevin se suavizó un poco, relajando los hombros. —Muy bien. Maddy miró por la ventana, hacia la señal de Ciudad Ángel que se cernía en la colina. Imaginó que se burlaba de ella. Burlándose de los dos. —¿Quieres tomar el resto de la noche libre? Ya he llamado a alguien para hacerlo por ti. —Por supuesto —accedió Maddy débilmente—. Gracias. Kevin parecía un poco avergonzado ahora. Maddy conocía estos "padrehija", las cosas no eran fáciles para él. —Sólo hazme un favor. Sé que eres mayor ahora, pero es… peligroso por ahí. Especialmente para… ti. Quiero decir, chicas jóvenes como tú. Por favor. No camines a casa sola en la noche durante un tiempo, ¿si? —Está bien —dijo, sintiéndose un poco desconcertada. Se acercó, le dio un beso en la mejilla, y se dirigió en silencio hacia las escaleras. Decepcionar a Kevin era algo que rara vez hizo, había olvidado que se sentía verdaderamente terrible. Su vida no era muy modesta, pero era todo lo que tenía que darle. Siempre se había hecho cargo de ella, y ni siquiera era su hija. ¿Cómo si hubiese sido una falta de respeto? Mucho, decidió. Se sentó en su cama y sacó el BackBerry Miracle. De alguna manera tenía que encontrar la manera de cancelar el contrato. A continuación, sonó. Era una nueva alerta de un blog.

—En medio de la tormenta mediática que se desató esta mañana en torno a los asesinatos de Ángeles y de la Angels Weekly Commissioning party de anoche, Jackson Godspeed emitió un comunicado de prensa hoy minimizando los rumores del DPCA lo tiene en la lista de sospechosos potenciales. Jacks también negó enfáticamente que hubiera algo romántico entre él y la chica que trajo a la fiesta anoche, describiéndola como una "ganadora del concurso” —continuó declarando el blogger—. ¡Todo lo que el concurso es, nos encantaría participar! Las lágrimas por fin llegaron. Había hecho el ridículo y traicionó o decepcionó a todos los que le importaban. Primero Gwen. Y ahora, Kevin. Y

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Al parecer, los teléfonos en la fiesta habían sido programados con las páginas web favoritas, y, por supuesto, los blogs de Ángel se encontraban entre ellos. Maddy leyó la pantalla. Se trataba de Jacks.

*

alguien más también, un nombre que se sorprendió al darse cuenta que estaba en la lista. Ethan. Maddy lanzó el teléfono al suelo. A partir de ese momento, decidió, iba a empezar de nuevo. Un nuevo comienzo. Un borrón y cuenta nueva. Iba a ser la divertida, Maddy, social, leal, que sabía podría ser. Miró por la ventana. Había un signo nuevo. Como un fantasma. Se levantó y rápidamente atrajo a la sombra. Luego se dirigió excavando en busca de su viejo teléfono, se sentó en su escritorio, y, tomando una respiración profunda, hizo una llamada. Ethan contestó, sonando distraído. —¿Hola? —Ethan, hola. Es Maddy. De la escuela. Su voz brilló de inmediato. —¡Hola! ¿Q-qué está pasando, Maddy? —Sólo quería decir que he cambiado de opinión. Me encantaría ir a tu fiesta, si es que aún está bien. —La línea quedó en silencio—. Si no, está... —¡No! ¡Por supuesto que lo está! —interrumpió él con entusiasmo—. Eso sería genial. ¿Tienes la dirección? Maddy la anotó. —Bueno, nos vemos esta noche, entonces —dijo Ethan—. Estoy muy entusiasmado con ello, Maddy. Estoy muy contento de que cambiases de opinión. —También yo —dijo Maddy. Dio las gracias a Ethan y colgó. Eso se había sentido realmente bien. Normal. Sabía que le gustaba a Ethan. ¿Sería tan terrible simplemente no cerrarse a todo el mundo? Y tal vez, sólo tal vez, a ella le gustaría también. Entonces llamó a Gwen. Sonó una vez y se fue al buzón de voz. Aún molesta, pensó Maddy. Bueno, era justo. Escuchó el saludo de Gwen, pensando en lo que quería decir.

Maddy cerró el teléfono y respiró hondo. Incluso se permitió sonreír. Gwen estaría en la fiesta. Maddy sería capaz de volver a conectar realmente con ella. Se sentía muy mal por lo que había pasado, había roto la confianza de Gwen. A partir de ahora, Maddy iba a compartir todo con su amiga. Y no hay más excusas: podía encontrar tiempo para estar con su mejor amiga y hacer toda la tarea y el trabajo realizado en el restaurante también. Aunque Gwen sólo quisiera ir a ver la ropa que ninguna de ellas podía permitirse u obsesionarse con los chicos que no podían salir hasta la fecha, Maddy podría encontrar el tiempo. ¿Cuál era el punto de todo

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—Hola, soy yo —anunció después de la señal—. Sólo quería decirte que siento mucho todo. Fui... una mala amiga. Ni siquiera sé qué me pasó. Pero espero que sepas lo mucho que significas para mí, y voy a estar en la fiesta de esta noche de Ethan, así que espero verte allí. Muy bien. Nos vemos más tarde, chica.

*

el trabajo duro de todos modos, si no mantendría a sus amigos? Iba a aprender a disfrutar de su vida normal a partir de esta noche. Maddy abrió el cajón del escritorio y sacó el collar de su madre. Si había una cosa que toda esta experiencia con Jacks le había dado, había sido, de una manera extraña, acercarla a su madre. Se puso el collar y se miró a sí misma. A partir de esta noche en la fiesta, de alguna manera, olvidaría a Jackson Godspeed. Tenía que dejar de pensar en el sonido de su voz, el calor de su tacto, y el resplandor de su presencia. Tenía que olvidarse de la conexión que había sentido entre ellos, al igual que un interruptor de la noche en la trastienda. Luego, mientras se encontraba allí sentada, una idea finalmente llegó. Fue audaz y sorprendente, y la saboreó en su lengua durante un minuto como probándola. Decidió que tenía buen sabor. Un plan se formó en su mente, una pieza final del rompecabezas para la fiesta y resolvió en ese mismo momento seguirlo. Era simple y elegante, y era probablemente la única garantía de que alguna vez iba a borrar totalmente a Jackson Godspeed de su mente mientras se convertía en la Nueva Maddy.

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Iba a ir a por ello. Se iba a enamorar de Ethan.

* Traducido por Majo_Smile ♥ Corregido por Escritora Solitaria

E

ra un paseo un poco largo a lo Ethan, pero a Maddy no le importaba. El viento había cambiado de dirección durante la noche y venía de la costa ahora, un tipo crujiente y refrescante de aire. Maddy se subió la cremallera de su sudadera pero se prometió a sí misma quitárselo al llegar a la fiesta. Esa fue otra cosa que había decidido—otra regla para la Nueva Maddy. No más esconderse.

Al llegar a la dirección quee Ethan le había dado, se quedó en la acera por un momento. La casa era grande y rústica, puesto en la ladera arbolada. El sonido de la risa adolescente y graves potentes se filtraban a la calle. Pero este era sin duda el lugar. No hay multitudes gritando, alfombras rojas, y fotógrafos como la velada en la que había estado en la última noche, por suerte. Sólo una fiesta de adolescentes regular. La casa no era lujosa, Maddy pensó, pero sus ocupantes se

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Su ruta la llevó por toda la ciudad hasta las colinas más bajas de Ciudad Ángel. Maddy evitó Ángel Bulevar, por supuesto. No tenía necesidad de experimentar el frenesí que era Jackson Godspeed puesta en marcha—iba a hacer lo necesario para no recordar, aunque evitar a Jackson Godspeed en Ciudad Ángel, tenía que admitir, era casi un imposible. Mientras se preparaba, no había sido capaz de dejar de encender el televisor para saber más acerca de los asesinatos de Ángeles y la especulación de que Jackson podría ser el blanco. Trató de recordar lo enojada que se sentía con Jacks, pero su corazón se apretaba cuando pensaba en él en peligro. Después de unos minutos, había tenido que apagarlo. Pero incluso ahora, mientras caminaba, vio los helicópteros de noticias zumbando en lo alto, dando vueltas como buitres la avenida. En medio de las canciones de su iPod, que estaba bastante segura que podría alejar el rugido de una multitud histérica. Eso, se dijo, era por qué había venido con su plan. Y, se convenció, por eso tenía que seguir adelante con él. Gwen no estaría en la fiesta hasta después del Nombramiento, y eso sería una buena cosa. Por mucho que Maddy quisiera ver a su mejor amiga, necesitaba estar a solas con Ethan en primer lugar. Su pulso subió mientras pensaba en él. ¿Cómo iba a hacer esto?

*

hallaban ciertamente bien acomodados. Un Audi A5 plata brillaba en la calzada. ¿Realmente tomó la decisión correcta al venir aquí? Como en respuesta, otro helicóptero de noticias rugió en lo alto, en su camino a reunirse con los demás y el círculo sobre el bulevar. Más Jackson Godspeed para adorar. Pasando una mano nerviosa por el pelo y fijando una sonrisa en la cara, subió la entrada y llamó al timbre. Nadie respondió en un primer momento, y Maddy tenía la urgencia repentina de solamente dar la vuelta y marcharse. Luego, con una explosión de ruido, la puerta se abrió. Ethan se quedó en la puerta vestido con una camisa a cuadros con cuello enrollada por los codos y sus vaqueros rotos habituales. Le dirigió una sonrisa abierta y amplia que le hizo perder el ritmo cardíaco. —¡Maddy! La encontraste. —¡Sí! —intervino Maddy de nuevo, con la esperanza de que coincida con su entusiasmo. —Bueno, pasa, pasa —dijo, abriendo más la puerta. Dio un paso hacia adentro, y Ethan se trasladó a abrazarla. Normalmente ella habría utilizado sus hombros para cerrar su cuerpo y dejaría al abrasador aspirante hurgando torpemente con sus brazos, pero esta vez dio un paso hacia él y dejó que su cuerpo se ajustara estrechamente al suyo. Sintió la dureza de su pecho presionado contra el de ella, después la envoltura de sus brazos pesados. Ella respiró su colonia. —Estoy muy contento de que decidieras venir —dijo mientras la soltaba. —Sí, yo también.

—Er… sí. Por supuesto —dijo Maddy, recordando su promesa a sí misma. Se sacó su sudadera con capucha, revelando una de marfil espaguetis con correa superior que había recogido en realidad con un poco de previsión, por una vez. El collar de su madre descansaba elegantemente en su clavícula. Los ojos de Ethan parpadeaban sobre sus hombros desnudos mientras tomaba la sudadera con capucha y la colgó en una percha junto a la puerta. Maddy se dio cuenta y se sonrojó. Se quedaron allí por un momento así, sin moverse. —Bueno —dijo Ethan, por último, y se rió un poco nervioso. Maddy se echó a reír también. No parecía ser la presión repentina a ser detallado—. ¿Por qué no te consigo algo de beber? —Claro —respondió Maddy, y le siguió en la casa.

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—¿Puedo tomar tu sudadera?

*

La fiesta ya se encontraba en pleno apogeo. La gente estaba alrededor o se sentaban en grupos en los sofás hablando, todos sosteniendo vasos de plástico de color rojo. El sonido de parloteo se mezclaba con el olor de la cerveza. Era sobre todo la gente de la escuela, pero nadie era muy amigo de Maddy. —Gwen le dijo a Kyle que iba a llegar pronto, pero no la he visto —le dijo Ethan mientras la conducía a través de los grupos de personas—. Simon está aquí, pero no sé de dónde está Tyler. Ha estado un poco raro últimamente, ni siquiera respondió a mi texto anterior hoy. Y Kyle está en camino. Maddy pensó que vio a Simón a través del cuarto. Se sintió también un poco feliz de que Kyle no estuviera allí todavía. Él había estado actuando extraño últimamente —¿no sabía que ella era la mejor amiga de Gwen? El pensamiento de Maddy fue llamado por una chica Becky bailando torpemente al lado de una mesa de café. Un par de chicos en la TV jugaban Xbox. Nadie parecía interesado en ver el Nombramiento, lo que era un alivio. Ella recibió un par de miradas cargadas, de pocos mientras cruzó la sala, pero la mayoría de gente se encontraba demasiado ocupada para hablar o disfrutar de los contenidos de sus tazas. Ellos hicieron su camino a la cocina. Ethan se las había arreglado para conseguir un barril. Que fue aparcado en el centro del suelo de la cocina en una gran tina Rubbermaid llena de hielo. Un hombre con una gorra de béisbol hacia atrás servía vasos de cerveza de barril. —¡Keg está en diez minutos! —anunció en voz alta. Fue un largo camino desde las bandejas transparentes de las bebidas gourmet, los Ángeles en ropa de diseñador, y las mesas extrañas hechas de animales falsos que Maddy había estado mezclado entre la noche anterior. Empujó la escena de su mente, cerdos y todo. —¿Qué te sirvo? —preguntó Ethan. Maddy miró el barril. Podría ser la Nueva Maddy, pero ir a su primera fiesta de verdad de secundaria y beber por primera vez en una sola noche pareció un poco demasiado. Además, tenía que ser fuerte si iba a hacer lo que vino a hacer.

—Sí, totalmente. Ethan buscó en la nevera y se acercó con una Coca-Cola Dietética. —Espero que no te importe la dieta —dijo mientras se la entregó. Maddy tomó la lata de él, y tocó sus dedos. En lugar de tirar lejos, dejó su mano quedarse un poco más de lo necesario. Ella pensó que había visto algo así en la TV una vez.

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—¿Tienes algún refresco? —preguntó.

*

Ethan miró su mano, luego se trasladó hasta su mirada. Sus ojos eran profundos, escrutadores. Nerviosos pero esperanzadores. —¡Boo! —gritó una voz detrás de la oreja derecha de Maddy, y ella saltó, increíblemente asustada. La risa desigual siguió—. Apuesto a que pensaban que yo era el asesino en serie, ¿no? No te preocupes, que acaba de tomar a los Ángeles — dijo una voz arrastrada, con un eructo y otra risa. Maddy se dio la vuelta. Un muchacho delgado, musculoso, con un corte de pelo había tropezado, llevando el olor a alcohol flotando junto con él. Era Jordan Richardson de química. Simon le había seguido. —Espera, ¿no es Maddy Montgomery? —preguntó Jordan. —¡Sí, hombre, es Maddy!; La conozco, amigo. —Simón se volvió hacia ella— . Tú eres, como, famosa o algo así, ¿no? —Hablaba más fuerte de lo necesario y derribó una pila de vasos sobre el mostrador mientras se estabilizaba. Unas pocas personas empezaban a mirar por encima, y Maddy sentía las miradas indiscretas de la fiesta comenzar a cambiar en su dirección. —¿Qué tal un recorrido por la casa? —dijo Ethan en voz alta, desviando a Simon y el otro tipo. —Eso sería genial —dijo Maddy agradecida. Caminaron a través de la puerta de la cocina y dentro de un comedor contiguo, donde unos chicos jugaban un juego de vasos de cerveza y una pelota de ping-pong. Luego de cruzar a través de otra puerta y en una segunda sala de estar, esta vez con sofás blancos y una chimenea de parpadeo eléctrica. —Gracias —dijo Maddy, cuando finalmente quedaron solos. —No hay problema. —Ethan sonrió—. Sólo están un poco borrachos, eso es todo. —¿Pero no estás bebiendo? —dijo Maddy, dándose cuenta de ello cuando preguntó. Ethan sacudió la cabeza.

Maddy miró a su alrededor. La mesa de café de cristal estaba impecable, y los sofás parecían como si se hubieran sentado muy cuidadosamente. La casa se hallaba amueblada con cosas buenas, no hay duda, pero le faltaba la sensación acogedora del lugar mezquino que compartía con Kevin. —Es una hermosa casa —dijo Maddy, mientras que contempló a la bóveda de madera viga del techo.

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—No. Quiero decir, queremos que todos tengan un buen momento, pero eso no es lo mío.

*

—Gracias. Todavía se siente una especie de novedad para mí. Sigo esperando a mi mamá para decidir cómo ella quiere decorar, pero... —Se calló y se sentó en el sofá. Maddy se sentó a su lado. —Por lo tanto, ¿tu madre está fuera de la ciudad? Ethan asintió con la cabeza, luciendo abatido por un momento. —Sí, está fuera de la ciudad mucho por negocios. Su trabajo la mantiene muy ocupada. —¿Qué clase de trabajo hace? —Marketing —respondió. Maddy pensó en el tío Kevin. A pesar de estar pasado de moda y situado en su camino, siempre estaba allí para ella. Otras personas a veces no eran tan afortunadas. —Entonces —dijo Ethan, cambiando de tema—. ¿Las aplicaciones de la universidad te vuelven loca todavía? —¡Oh, loco es quedarse corto! —admitió Maddy con un sorbo de su refresco—. Estoy muy por detrás. —Lo sé, yo también —dijo Ethan—. Has recibido aquel ensayo que sugiere, “Por favor, describa lo que consideran que es el momento más difícil de tu vida'" —¡Sí! —exclamó Maddy—. Dios, no me gusta eso. Ethan sacudió la cabeza. —Yo quería responder, "Tratando de averiguar qué escribir para este ensayo." —Ethan se echó a reír, y Maddy se unió. Ella se sentía mucho más a gusto. —Guau, no tenía idea de que te importaba la universidad, Ethan —dijo Maddy. —¿Suponías que yo no era inteligente? —Ethan fingió lucir insultado. Maddy palideció y retrocedió. —Nunca te he visto en la biblioteca de la escuela es todo. —Los ojos de Ethan brillaron, traviesos. —Bueno, ¿puedes guardar un secreto?

—Como que quería estudiar en mis propias horas, y además, prefiero estar allí por mí mismo sin que el Sr. Rankin, me molestara. La boca de Maddy se abrió. —¿Tienes las llaves de la escuela? —Por supuesto. La señora Neilson las dejó tiradas en su escritorio un día, así que... los tome prestados.

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Él sacó su llavero y lo hizo sonar.

*

—Las robaste —dijo Maddy con incredulidad. Ethan se encogió de hombros, y Maddy se sorprendió al encontrarse a sí misma sonriendo. —Las copie. Y las regrese, promesa. Si alguna vez necesitas usarlas, sólo házmelo saber. Por supuesto que fue un error robar las llaves... pero también era ingenioso. Y audaz. Había algo que a ella le gustaba. Se sentía como una cosa que la Nueva Maddy podía hacer. —Cuidado con lo que dices —dijo al fin—. En realidad podría tomar tu palabra. Maddy observó a Ethan mientras reía. Una parte de ella siempre había encontrado lo atractivo, pero tal vez no tan atractivo encontraba ahora. Sus ojos buscaron sus labios carnosos, sus pómulos salientes, los ojos color avellana. Un momento de silencio pasó entre ellos. Casi por intuición, él se acercó y le tomó la mano. Se sintió áspera y callosa, pero también cálida. Por mucho que trató de bloquearlo, el recuerdo llegó. El recuerdo del tacto de Jacks en la trastienda del restaurante, y la electricidad que había pasado entre ellos. Ella empujó la idea desesperadamente lejos mientras Ethan se volvió hacia ella. Se encontraban cara a cara en el sofá ahora. Sus ojos hacían esa cosa otra vez. Haciendo una pregunta. Una pregunta que ella creía conocer la respuesta. —En realidad, ¿puedo usar tu baño? —Maddy soltó de repente—. Sólo necesito... Vuelvo en un segundo. —Sí, por supuesto —dijo Ethan, un poco sorprendido. Apuntó—: Ve por el pasillo y hacia la derecha.

—Eres una cobarde, Maddy —murmuró mientras giraba la llave del agua y salpicaba un poco de agua en la cara. Si, era siendo sincera consigo misma, sin embargo, sabía que no tenía nada que ver con el coraje. O incluso con Ethan. Cogió una toalla de mano y se secó. Su corazón todavía latía con fuerza, y se pasó una mano sobre su pecho para calmarlo. Se había prometido a sí misma, una promesa de empezar de nuevo. Sus dedos subieron y tocaron el collar de su madre. El pasado era el pasado. Se miró de nuevo con renovada determinación—. Puedes hacerlo, Maddy —susurró. Apagó la luz y se dirigió fuera.

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Maddy se levantó, dejó la soda en la mesa de cristal, y salió casi corriendo. Después de un par de vueltas equivocadas se encontró con el cuarto de baño. Olía agradablemente a coco. Maddy estaba allí, respirando con dificultad, mirando su reflejo en el espejo. En este punto, casi despreció esa cara.

*

La casa era grande y fácil para volver, y pronto Maddy estaba segura de que se había perdido. Entró por un largo pasillo, desnudo y terminó en la parte trasera de la casa, frente a dos puertas que creía eran probablemente dormitorios. Excelente, pensó, y se acababa de dar la vuelta cuando algo le llamó la atención. La puerta a su derecha se hallaba entreabierta, y en su interior, podría distinguir algo en el centro de la habitación. —¿Hola? —preguntó. Ninguna respuesta. Le picó la curiosidad, se dirigió a la puerta y la abrió un poco más. Era un dormitorio, pero claramente no el principal. Tal vez era una habitación de invitados. Una caja de cartón en movimiento permanecía en el centro del suelo. La caja estaba abierta, y sólo podía ver el brillo de la luz en una pila de marcos para cuadros. Así que ahí es donde todas las imágenes están, pensó, un poco divertida. Entró en la habitación y se dirigió a la caja. Las fotos fueron apiñadas y apiladas una encima de otra. Maddy recogió una. Era una imagen de un hombre de unos cuarenta años, de pie, con un joven que se parecía a Ethan. El hombre debe ser el padre de Ethan, pensó. Se encontraban en un patio trasero, al lado de una barbacoa de fumar. El hombre tenía una espátula en la mano. Maddy tomó otra foto. Ethan un poco mayor jugando al fútbol con su padre en la playa. Tocó por el resto de las fotos. Todas eran de Ethan y su padre, hasta que llegó el último cuadro, que estaba en blanco. —¿Maddy? —preguntó una voz interrogativa sobre su hombro. Maddy casi gritó mientras se giró y vio a Ethan de pie detrás de ella. Bajó la mirada hacia la foto en la mano.

—Aquí —dijo Ethan, extendiéndose hacia adelante. No parecía enojado o molesto en absoluto. Maddy se volvió lentamente hacia él y le entregó la imagen. Sus ojos se volvieron distantes cuando la miró. Una triste sonrisa cruzó su rostro como si estuviera presenciando un recuerdo fugaz. Finalmente, habló. —Mi papá. Maddy asintió, comprendiendo. —Él no está… —Ethan se interrumpió cuando su voz tembló—… no está con nosotros.

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—Me has asustado, yo… —Maddy podía sentir la sangre caliente corriendo en sus mejillas. Había estado husmeando y la atraparon. —Me perdí volviendo del baño y pensé que podrías estar aquí. Entonces vi las fotos... Lo siento mucho. — Había empezado a colocar la foto en la caja cuando sintió una mano en el hombro.

—Lo siento mucho. —Maddy no sabía qué más decir.

*

—Todavía sólo llega a mí a veces. Sobre todo cuando pienso en cómo murió. El corazón de Maddy dio un vuelco en el pecho. Se sentía terrible. —Ethan, no me refiero a… —Está bien —dijo. Maddy lo miraba mientras corría con un dedo sobre la imagen. No se atrevía a hablar. —No había tiempo para salvar a ambos Maddy —dijo—. Hubiera sido fácil. Es fácil para ellos, ya sabes. Pero mi padre, bien… —Levantó la vista de la foto y se encontró con la mirada de Maddy. Se ojos estaban llenos de lágrimas no derramadas—. Él no tenía cobertura. El corazón de Maddy subió a su garganta. Le dolía con compasión. No es de extrañar que a Ethan no le gustaran los Ángeles. Era un milagro que no era tan agresivamente anti-Angel como Tyler. Ethan estableció la parte de atrás de la foto en la caja junto con las demás. —Eso es lo que le dijeron a mi madre. Eso es lo que nos dijeron a los dos. — Hizo un gesto a su alrededor a la casa vacía—. Ninguna cantidad de dinero que pueda comprar de seguros traerá a mi padre de vuelta. Podrían haberlo salvado, pero no lo hicieron. Maddy pensó en su conversación en la escalera en la escuela y en el restaurante antes de eso. Pensó en lo que Ethan tuvo que haber leído acerca de ella en línea. Y cómo la había apoyado y había sido un amigo para ella de todos modos. Casi sin darse cuenta de ello, Maddy dio un paso hacia él. —Ethan... —Su voz era casi un susurro—. Lo siento mucho. —Colocó una mano sobre su pecho y sintió que su corazón latía furiosamente debajo de la camisa. Se hallaban cara a cara de nuevo, ahora a pulgadas de distancia. —Me alegra que me hablaras de él.

Maddy sonrió y lo miró a los ojos. Ella sintió su mano en la parte baja de la espalda y lo dejó acercarla. Le sostuvo la mirada. Por tercera vez, fue como si sus ojos hicieran una pregunta. Esta vez, asintió con la cabeza. Dejando su mente en blanco, inclinó la boca hasta a él y cerró los ojos.

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Ethan se limpió los ojos con la mano y dejó escapar un suspiro reprimido. Bajó la vista a sus pies. —Realmente sabes cómo establecer el estado de ánimo, ¿no? —dijo, sonriendo—. Continuando sobre las personas muertas. Muy suave. — Se echó a reír, pero era inestable.

*

Necesitaba esto. Ella quería esto. Sintió su aliento en las mejillas y luego, muy suavemente, el roce de sus labios. Sucedió en ese instante. Una imagen explotando en la oscuridad de su mente tan vívida y clara que no podría haber venido de sus pensamientos. Era el rostro de Jack. De repente, era como si Jack estuviera allí en la habitación con ella. Que podía tocarlo. Olerlo. Sentir su presencia. Maddy se alejó de Ethan. —Lo siento mucho, Ethan... No puedo hacer esto —exclamó, su cara retorcida y confusa. Salió corriendo de la habitación y corrió por el pasillo a ciegas, conteniendo las lágrimas, la presencia de Jack aún permanecía en sus oídos, en su nariz, y en su lengua. Podía oír los pasos de Ethan detrás de ella después de un momento, presionando para alcanzarla. —!Maddy, espera! —gritó tras ella. Encontró la sala y se abrió paso entre la multitud. La gente la miró mientras empujó pasando, pero no le importaba. Tenía que salir de la fiesta antes que nada sucediera, antes de ella misma se avergonzara más. Llegó a la puerta de entrada y buscó a tientas la perilla. —Espera, Maddy, lo siento, ¿hice algo? —jadeó Ethan, finalmente alcanzándola—. ¡No tienes que irte! —Sí, lo sé —dijo mientras abrió la puerta—. No es tu culpa, Ethan, sólo tengo que irme. —Cogió su sudadera con capucha del perchero y metió sus brazos en las mangas. Ethan suspiró. —Bueno, si tú lo dices. Lo siento mucho si precipité las cosas. ¿Por lo menos déjame que te lleve a casa? Está oscureciendo fuera. —No, en verdad, todo está bien —dijo, cerrando la cremallera de su sudadera—. Además, no puedes dejar tu propia fiesta. —Hermano, tiene razón —dijo una voz ebria—. ¡No puedes dejar tu propia Era Simon de nuevo. Se acercó y le echó el brazo sobre los hombros de manera descuidada a Ethan. —¿Vamos a conducir a la famosa Maddy Montgomery a casa, correcto, Jordan? El niño con el corte de pelo se incorporó de donde él se había desmayado en el sofá. —¿Qué? ¡No! —dijo Maddy, alarmada—. Voy a caminar.

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fiesaaa!

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—No no no, totalmente lo haremos. —Jordan arrastrando las palabras—. Hay un asesino suelto, no podemos dejar que tú simplemente camines. —Se rió, como si hubiera hecho una broma. —Creo que ella tiene razón, hombre —dijo Ethan diplomáticamente—. Y además, ¿deberían ustedes dos realmente estar conduciendo? Voy a conducir. —Amigo, te dije que tengo esto —dijo Simon—. Sólo déjame conseguir mis llaves. —Tropezó en la cocina. Jordan trató de seguirlo y tropezó con algo. Maddy se volvió hacia Ethan. —Mira, me voy a ir antes de que esto se ponga desordenado —dijo—. En realidad, voy a estar bien caminando a casa. Gracias, Ethan, por invitarme, y otra vez, yo… —No más excusas —dijo, y tiró de ella en un abrazo rápido, hablando en su pelo—. Te veré pronto. —Maddy le devolvió el abrazo, luego se apresuró hacia la puerta, pasando por Tyler subiendo por el camino. Él le dirigió una mirada asesina, pero ella lo ignoró. El viento fresco del océano se había vuelto violento y mordaz, ahora que el sol se puso, y Maddy pensó que podría empezar a llover pronto. Se puso su capucha. Las farolas se encendieron una por una mientras la noche cayó. Había casi llegado al final de la cuadra cuando oyó las risas y gritos detrás de ella. Que llegó por la calle en la noche por lo demás tranquilo. —¿Maddy? ¿Maddy? ¿Adónde fuiste? —Escuchó una voz. Sonaba como a Simon. Maddy se detuvo a escuchar. —Yo te dije que vi su licencia —dijo otra voz. Oyó una pregunta formulada, pero no pudo distinguir las palabras. Pensó que era, ¿A dónde vas?

A continuación, la otra voz, Jordan, respondió—: ¡No, si yo la encuentro primero! ¡Buena suerte manteniéndola! —Rodó la risa borracha por la calle mientras las puertas del vehículo se estrellaron y dos juegos de luces cortaron en la oscuridad. Maddy comenzó a caminar de nuevo, más rápido esta vez. Su cabeza palpitaba. No quería nada más que poner la mayor distancia posible entre ella y la fiesta, entre ella y esa noche como sea posible. Si era capaz de moverse por la esquina de la cuadra, probablemente no volverían a verla. Las llantas chillaron detrás de ella y la luz de los faros bailaron por la calle. ¿Qué están haciendo? pensó Maddy. Ella arriesgó una mirada por encima del hombro y vio al vehículo desviarse de un lado al otro, apenas omitiéndose uno del otro cuando se dispararon hacia ella.

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—Recogiendo a la chica Montgomery —gritó Simon.

*

Están compitiendo, se dio cuenta con un repunte de las náuseas en el estómago. Tenía que llegar a la esquina. Irrumpiendo en una carrera, se dirigió a la esquina y el poste de luz que con seguridad podría esconderse. Podía oír el rugido de los motores de los automóviles ganándole. La advertencia de Kevin se hizo eco en su mente, acerca de cómo las fiestas de la escuela secundaria eran peligrosas, sobre cómo eran: "sólo niños tontos y alcohol". ¿Qué había estado pensando al venir esta noche? Maddy se sentía tan preocupada con la carrera de la embriaguez, que ni siquiera vio el Range Rover que venía en dirección opuesta. Al parecer, los dos muchachos tampoco. Hasta que fue demasiado tarde. La bocina del Rover rugió mientras giró para evitar los vehículos que se aproximaban, los faros iluminaron a Maddy justo cuando llegó a la esquina. Las llantas delanteras saltaron la acera justo en frente de donde ella se encontraba de pie, inmóvil y congelada por el pánico. Por una fracción de segundo se vio en el reflejo del parabrisas del SUV, con el rostro transformado en una máscara de sorpresa y horror, antes de que fuera arrojada por la fuerza del impacto. Maddy fue golpeada con fuerza. No había casi nada de dolor cuando sus huesos se rompieron y explotaron sus órganos internos. Ni siquiera escuchó los gritos mientras el Range Rover aplastó su frágil cuerpo contra el poste de luz. La parte delantera del vehículo se desplomó a su alrededor, ya que la lanzó a un lado y luego al otro, y, finalmente, se detuvo.

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Era extrañamente tranquilo después, acostada con la cara apoyada en el capó caliente del coche. Maddy podía sentir su cuerpo entregando su vida, y había una especie de paz sublime por ello. Una liberación. Podía sentir la brisa jugar con los extremos de su pelo. A lo lejos, una voz que gritaba. Sonaba como ese niño, Simón, pero se hacía más lejos ahora. El mundo retrocedió. Maddy pensó en el tío Kevin y Gwen, y Ethan. A medida que su visión se atenuada, pensó en Jack. Las primeras pocas gotas de lluvia de una tormenta de otoño crepitaban en su mejilla. Luego todo quedó a oscuras.

* Traducido por Juli_Arg Corregido por May Mystik

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os helicópteros de los noticieros pululaban sobre nuestras cabezas, mirando hacia abajo con sus telescópicos ojos hacia la multitud de turistas y fans en el bulevar. El tráfico en la ciudad había llegado a un punto muerto para lo que siempre fue el evento del año en la Ciudad Inmortal—El Nombramiento anual y la revelación de las Protecciones. Sin embargo, la manía se elevó al rojo vivo específicamente para lo que se denominaba el —evento del siglo— el Nombramiento de Jackson Godspeed.

Cuando amaneció, la ciudad fue presa de emoción, una extraña combinación de ambas, festividad y miedo. Los medios de comunicación no paraban, alternándose entre el Nombramiento de Jackson y los asesinatos de Ángeles. La atmósfera dentro de las cafeterías y restaurantes era festiva a pesar de la oscuridad acerca de noticias de la desaparición de Ángeles. El Nombramiento era siempre la fiesta no oficial más grande del año, y el escándalo en torno a los asesinatos sin precedentes sólo agregaba más emoción. Muchas tiendas de Ciudad Ángel habían cerrado temprano, con los signos escritos a toda prisa en las puertas de lectura Cerrado por el Nombramiento. Con el tiempo las sombras se habían puesto largas sobre las cartas del signo de Ciudad Ángel, las multitudes en el templo de los Ángeles rugían. Pisoteaban muy fuerte y gritaban, agitando pancartas que decían ‘’¡ELÍGEME!’’ y ‘’¡SÁLVAME, JACKS!’’. Los helicópteros de noticias habían llegado poco después, ansiosos de captar todos los ángulos posibles de la historia de la década o del siglo.

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La preparación había comenzado antes del amanecer, con equipos que echaban el cerrojo a las filas de grada, estableciendo cientos de metros de alfombra roja, y la creación de esculturas gigantes de mármol de los Anillos Divinos en la entrada al Templo de los Ángeles. Las adolescentes acampando a lo largo de las barricadas, donde habían dormido durante días. Y, al parecer en todas partes, había seguridad. Los equipos de la A!, ANN, y Ángels Weekly colocaban los cables, instalaban cámaras, y verificaban dos veces las conexiones de satélite. La alimentación se daría en vivo a todo el mundo.

*

Tara Reeves se veía sorprendente en un vestido plateado escotado — mientras cubría el período previo en exclusiva A! —en el comienzo de la alfombra. —Los admiradores han descendido sobre el Templo de Ángeles, la alfombra roja se ha desplegado, y las cámaras han sido conectadas cuando el momento que todos hemos estado esperando finalmente ha llegado. ¡Así es, este es el Nombramiento de Jackson Godspeed y sus otros diecinueve nominados Ángeles de la Guarda! La lista de invitados es de la élite. Los ángeles más famosos de la historia están aquí esta noche, junto con los hombres más calientes de Ángel y sus damas encantadoras. El alcalde, el gobernador, diputados y senadores, luminarias de la cultura y la empresa han estado luchando para las entradas, en busca de la oportunidad de mezclarse con los Inmortales impecables. ¡Quédense con nosotros ya que traeremos el Nombramiento en vivo! Sobre la acera del bulevar de Ángel, una cubierta de color negro se colocó cuidadosamente sobre la sección en la que Jackson y las estrellas de otros Ángeles se daban a conocer. ANN lanzó su cobertura a un investigador especial, quien se encontraba de rodillas ante la visión de la estrella de Jacks. La red estaba haciendo una historia especial allí. El periodista habló en la cámara.

Los Ángeles comenzaron a surgir sobre la alfombra, tomándose fotos y dando entrevistas, cada Ángel más espectacular que el anterior. La multitud fue azotada en un nuevo frenesí cuando los Ángeles más populares comenzaron a salir. Sobre la alfombra, los correspondientes maniobraron por los mejores Ángeles—por supuesto, habiendo acordado no sacar a colación preguntas relativas al asesinato de Ángel en esta feliz ocasión.

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—Así es, Jamie, hay una nube solitaria negra en el día de hoy aparentemente perfecta de felicidad. La investigación en curso sobre lo que la prensa ha bautizado como “El Ángel de la Muerte”. Se habló de que estas estrellas no iban a ser reveladas hoy a causa de los reportes de la investigación de los asesinatos de Ángel. Una teoría surgió esta mañana que los Ángeles han ido desapareciendo según el orden de sus estrellas, y Jackson Godspeed sería el siguiente. Pero estoy feliz de informar que la DPCA siente que tiene la investigación, bueno, en la mano y que todas las estrellas serán conocidas en la fecha prevista. Sin embargo, la seguridad nunca ha sido tan amplia. Con la ciudad balanceándose con el miedo en torno al potencial asesino en serie de Ángel, junto con las repetidas amenazas del Frente de Defensa de la Humanidad, los Ángeles están absolutamente sin ningún riesgo. El personal de seguridad está en todas partes, estableciendo puntos de control y asegurando la seguridad de todo los involucrados. ¡Volvemos a la alfombra roja, Jamie!

*

—¡Mitch Steeple, damas y caballeros! —dijo Jamie Campbell de ANN, cuando Mitch, apareció luciendo un traje a rayas de Versace, saludando a la multitud—. Un amigo cercano de Jackson, como todos saben, hay rumores de que ya estás dentro para el próximo año. ¿Cómo te hace sentir eso? —Tú sabes, es un honor —dijo Mitch—. Pero no se trata de mí esta noche, y ni siquiera es acerca de Jacks o los otros candidatos. —Hizo una pausa, como si intentará recordar algo—. Mucha gente no se da cuenta, pero ser Guardián no se trata sobre la fama y fortuna, es sobre la gente que protegemos. Es sobre las vidas que vamos a cambiar. Jamie asintió con la cabeza, lista para buscar al siguiente Ángel. —Chloe Godspeed —anunció un reportero por encima de los gritos de las chicas en las gradas—. Está aquí saliendo de su primer Nombramiento por sí misma, ¿no es así? —Sí, bueno, el año pasado vine con mi papá —dijo Chloe—. Y él estuvo pisando mi vestido. Así que no quise que eso se repitiera. —Y hablando de este vestido. Ha habido cierta controversia últimamente sobre sus elecciones de moda, ¿cómo decimos, algo revelador de un Ángel joven, especialmente mostrando sus Marcas Inmortales? Chloe se inclinó hacia el micrófono. —Creo que el cuerpo de un Ángel es una cosa de belleza, y debemos celebrarlo, no ocultarlo. Sé que todos se enamoraron de mí cuando era joven, pero ahora estoy creciendo y sólo quiero expresarme —dijo, y luego sonrió dulcemente. El sonido era ensordecedor, cuando Vivian pisó la alfombra. —Vivian Holycross, se ve más allá de lo impresionante esta noche, más allá de encantadora —dijo efusivamente Tara Reeves—. Simplemente, no tengo palabras. Vamos a conseguir un vestido como ese, chicos. —La cámara de A! se acercó, tomando el vestido rojo, sin escote de Marchesa.

—Gracias, Tara. —Vivian sonrió con gracia—. Siempre eres tan amable. Sólo estoy aquí para apoyar a Jacks, como siempre lo hago y siempre lo haré. Es un gran Ángel y va a ser un Guardián increíble. El mundo está en buenas manos con él. — Vivian saludó a sus fans, lo que desencadenó otra explosión de gritos. —Y hablando de ello —dijo Tara—, ¡mis productores me dicen que Jackson está llegando en estos momentos con los otros nominados!

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—Y pensar que me encontré contigo en la semana de moda de Nueva York y todavía no sabías que ponerte —exclamó Tara.

*

Las gradas se mecían con los gritos de las “Jackadictas” y el mundo entero pareció temblar cuando Jackson Godspeed surgió en escena. Las cámaras brillaron con locura, tomando toda la fuerza de su encanto. El otro Ángel nominado surgió detrás de él, sonriendo y saludando, plenamente consciente de que Godspeed, el brillante Ángel estaba a punto de convertirse en el Guardián más joven que jamás haya existido, sin embargo también fue el mayor ladrón de truenos de todos los tiempos. Jacks llevaba un esmoquin de Armani perfectamente cortado, un lazo negro recto, y un afeitado al ras. Sus ojos azules brillaban como rayos. Darcy apareció al instante al lado de él, dirigiendo la prensa y fotógrafos como un general en la guerra. —Jackson Godspeed... —Tara sacudió la cabeza y se estabilizó a sí misma—. Damas ¿alguna vez han visto su sueño hecho realidad? Felicitaciones por la nominación y dime, Jacks, ¿cómo te sientes aquí esta noche? Jacks sentía como si su sonrisa amable se le hubiese pegado en la cara. —Oh, esto es realmente emocionante. Es sólo un gran voto de confianza de la comunidad de Ángel. —Tara estuvo pendiente de cada palabra. Jacks miró a su alrededor a las multitudes que lo adoraban, los periodistas hambrientos, las cascadas de flashes de las cámaras, y recordó las palabras de Mark de anoche. Con la historia de los asesinatos ahora hacia fuera, todo el mundo especulaba sobre si él era un objetivo. No permitiría hacer el papel de víctima. No mostraría miedo. Finalmente iba a ser un Guarda. Él era Jackson Godspeed. Jacks sonrió más ampliamente, creando un rubor en Tara. —¿Especularás con nosotros sobre tu primera Protección? ¡Todo el mundo está al borde de su asiento para ver a tu primer salvado! —Realmente no tengo idea —protestó, riendo. —Y ahora tengo que preguntar ¿La chica que trajiste en tu fiesta de PRENombramiento, te acompañará esta noche? Jacks hizo una pausa, su expresión ilegible.

—¿La... ganadora del concurso? —dijo torpemente. —Algunos lo llaman un truco de publicidad antes de tu Nombramiento esta noche, ¿qué es lo que tienes que decir a eso? —Siempre hago todo lo posible para devolver —dijo Jacks. Se volvió y saludó hacia las gradas, lo que desencadenó un rugido histérico de adulación.

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Echó un vistazo a Darcy, quien se quedó con fiereza hacia atrás.

*

—Jacks, he oído que dieron a conocer tu figura de acción de hoy —dijo Tara. Jacks asintió. —Es cierto —dijo, sonriendo—. Es un poco loco, pero es genial. Estoy feliz de ser enterrado en la suciedad y meter las narices y flotar en la bañera. Voy a tomar aquel trabajo. Darcy cortó la breve entrevista cuando la alfombra se redujo, los otros candidatos habían terminado sus entrevistas y se habían ido. El inicio de la ceremonia se acercaba rápidamente. Antes de pasar y entrar en el templo, Jacks dio un último saludo a sus fans, quienes gritaron y chillaron por él en la penumbra más profunda. Levantó la mirada hacia las palabras en latín sobre la puerta, mientras caminaba por debajo de ellas. Cumple tu deber. Una vez dentro, Jack fue conducido por el personal del templo pasando diecinueve puertas idénticas a su propio espacio, donde un estilista esperaba con su ropa ceremonial. Era el uniforme oficial de un Guardián, que se remonta cientos de años, y por una vez, Jack se vería como el Ángel clásico de pinturas renacentistas. Se puso la túnica blanca y se deslizó el traje largo y blanco sobre su cabeza. Sintió la tela de seda sobre su piel cuando el peso de ella se posó sobre sus hombros. El estilista hizo los ajustes finales, luego volvió a Jacks hacia un espejo situado en la esquina de la habitación. Las ropas colgaban directamente de su cuerpo y parecía envolver a su cara en un resplandor brillante, blanco. Se veía celestial. Un símbolo de la perfección, de pureza y el bien. Era el uniforme que había soñado llevar toda su vida. Hubo un golpe en la puerta. Jacks la abrió para ver a Kris allí de pie. Ella miró a su hijo sin hablar, y luego, secándose una lágrima, entró en la habitación y sacó un cinto de oro con el escudo Godspeed en él. Lo situó en torno a su cuello.

El corazón de Jacks se hinchaba insoportablemente. Ella se limpió la cara y sonrió con valentía —Te has ganado esto. —Desde luego, lo ha hecho. Jacks se dio la vuelta. Mark se encontraba en la puerta. Jackson lo miró con recelo, pensando en lo que creía que había visto en la chaqueta de su padrastro anoche. Este era el Arcángel Mark Godspeed. Los Ángeles eran la cosa más

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—Este fue el escudo de tu padre. Lo llevaba el día de su Nombramiento, hace muchos años. —Dio un paso atrás y lo miró de nuevo—. Te ves tan parecido a tu padre, Jacks. Hubiera estado tan orgulloso de ti.

*

importante en el mundo para él. ¿Cómo podría siquiera considerar Jacks que Mark estaría involucrado con los asesinatos? Había, obviamente, otra explicación para lo que Jacks pensaba que había visto. Su padrastro se había cambiado de ropa, para así llevar las ropas ceremoniales de color rojo de un Arcángel. Lo consideraba a Jacks con severidad. —Sólo quería decirte buena suerte, antes de que salgamos. Luego su expresión se suavizó, la más leve insinuación de una sonrisa se deslizó en sus ojos. —Jacks —dijo—, sé que ha sido una semana difícil, ha sido una semana dura para todos nosotros. Pero sólo quiero que sepas... —Hizo una pausa, mirando a su hijastro—… que estoy orgulloso de ti. Tan orgulloso. Luego le dio una sonrisa a Jacks tan genuina y contenta, que Jacks sintió una calidez inesperada irradiando a través de él. Mark se volvió a ir. —¿Papá? —dijo Jacks impulsivamente. Mark se volvió. —No hay necesidad de suerte cuando hay Ángeles en el mundo. La sonrisa de Mark se ensanchó. —Te veré allí —dijo, y desapareció.

Jacks fue conducido por un pasillo con los cables de detrás del escenario que serpenteaban y se colocó detrás de una puerta en la parte posterior del auditorio, donde los otros Ángeles nominados ya esperaban. Fueron formados en una línea. Los hermanos Churchson estaban cerca de la parte frontal, de pie lado a lado. Jacks miró de reojo a Sierra a su paso, sus pensamientos regresaron a lo que había dicho anoche sobre su estrella. ¿Sabría ella del asesino? ¿Cómo podría hacerlo? No era de dominio público hasta esta mañana. Su mente comenzó a rastrear rápidamente, pero fue devuelto al presente por una mano sobre su hombro. —Tenemos una orden. Así que permanece aquí, Jacks —dijo el hombre de auriculares, poniendo a Jacks al final de la fila. Steven volvió la mirada hacia Jackson, que miró hacia otro lado incómodamente.

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Después de un beso de buena suerte de Kris, Jacks se quedó solo en la habitación de nuevo. Las cosas volvían a la normalidad, pensó. La forma en que deben ser. La forma en que estaban destinadas a ser. Se miró en el espejo por última vez. El escudo de su padre colgado generosamente sobre él. Le resultaba difícil reprimir una sonrisa. Luego, un hombre que llevaba un auricular apareció en la puerta y le indicó que lo siguiera.

*

A través de la puerta se oían los murmullos de la multitud, mientras esperaban pacientemente a que el corte comercial terminara. La ceremonia, por supuesto, era vigilada en vivo en todo el mundo y por eso tuvieron que trabajar dentro de los límites de la emisión de televisión. Finalmente, Jacks oyó la voz de una mujer sin cuerpo a través de la puerta. Ella anunció grandiosamente—: Damas, caballeros y Ángeles, bienvenidos al Nombramiento 102ª Nacional Anual de Servicios de Ángel de la Guarda. Y ahora por favor, den la bienvenida a los candidatos para Guardianes. Justo en ese momento se abrió la puerta, la música creció, y los veinte Ángeles nominados comenzaron a caminar en el templo, en una sola fila. Una voz femenina anunciaba cada nombre a medida que entraban al gran auditorio. —Jackson Godspeed. —Con esto, estallaron los aplausos, casi abrumando al locutor. Jacks dio un paso adelante, el último de los Ángeles. Había estado en el templo muchas veces antes, pero no pudo evitar sentir un gran revuelo de excitación mientras caminaba por el pasillo, rodeado por los aplausos. Miró alrededor de la gran sala principal con su doble hilera de columnas que conducía hacia el altar en un escenario elevado. Esta vez había sido un santuario, pero hacía tiempo que había sido convertida en un teatro moderno, con un estado artístico de iluminación y sonido. Dos grandes pantallas a ambos lados del escenario, magnificaba su entrada espectacular.

Todo el mundo parecía estar esperando a que los sobres se abran y leer los nombres de los Protegidos. La mirada de Jacks parpadeaba a una fila de caras conocidas en los asientos Allí se sentaron, los Ángeles que había conocido toda su vida. Kris y Chloe. Mitch le dio un sutil pulgar hacia arriba. Vivian también se encontraba allí, con sus padres. Con la música creciendo, los aplausos y el entusiasmo de la multitud, y el templo brillando, a Jacks le resultó imposible hacer caso omiso de la felicidad que quemaba en su interior. ¿En los últimos días había olvidado lo que significaba ser Guardián? ¿Había olvidado lo duro que había trabajado para esto? Cuando sintió la emoción del momento, supo, sin dudar, que este era el lugar donde pertenece. Jacks siguió a los otros candidatos, subiendo los escalones por el escenario. En la plataforma había un altar exquisito de rojo y oro, al lado de los cuales había cuatro filas de cinco sillas, una para cada candidato. En las paredes por encima del

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A su derecha e izquierda, cada último asiento se hallaba lleno de los Ángeles más famosos, políticos prestigiosos, y los más ricos Protegidos en potencia. Una energía ansiosa, expectante mezclado con los aplausos y aclamación llenaba la enorme sala.

*

escenario, imponente vidrieras contaron la historia de los ángeles en la Tierra: desde sus orígenes ocultos, el Gran Despertar, a un guardián volando majestuosamente sobre el signo de Ciudad Ángel. Jacks alcanzó el altar y se detuvo. Miró hacia abajo. Situados en una tela de raso de color rojo estaban los veinte Anillos Divinos. Uno de ellos era su Anillo Divino. Al lado de los anillos, había un pequeño montón de sobres. Y dentro de cada uno de los sobres, Jacks sabía que había una lista de nombres. Las Protecciones. Por alguna razón, la voz de Maddy cruzó por su mente: —¿Por qué no puedes elegir a quién tienes que proteger? Desterró sus recuerdos y tomó asiento. La música terminó con un broche de oro y hubo un momento cargado de silencio. Luego, la voz sin cuerpo llegó a través de los auriculares. —Y ahora por favor, den la bienvenida a los NAS Arcángeles. La música creció otra vez. Aplausos llenaron el templo cuando un grupo de Arcángeles en túnicas rojas entraron por detrás del escenario y tomaron sus asientos en las dos primeras filas de la audiencia. Jacks miró a algunos de los Ángeles más famosos de todos los tiempos. Con ellos, por supuesto, se encontraba Mark. El rostro de su padrastro se veía estirado y serio, pero sus ojos brillaron con la indirecta de una sonrisa.

Después de esta serie de clips rápidos, la música creció y un gran título se levantó: EL FENÓMENO DE JACKSON GODSPEED. Algunos de los otros candidatos se removieron en sus asientos irritados. Jacks sintió sus mejillas ponerse calientes, pero mantuvo una mirada serena en su rostro. Las palabras de Mark de anoche resonaron en su cabeza y ahora que sabía que el ascenso meteorito había sido planeado por los Arcángeles desde hace mucho tiempo, la atención que hace una semana no lo habría perturbado, lo hizo sentir exquisitamente incómodo. Se reprodujo un montaje muy largo, mostrando a Jacks a través de la juventud, los logros en la escuela, y el tiempo de calidad pasado con Mark y Kris. Imágenes de un Jacks de ocho años, haciendo una mueca a la cámara, envió una onda de buen

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Una vez que la música y los aplausos se calmaron de nuevo, las luces se apagaron en el auditorio y las enormes pantallas parpadearon un título espectacular en negrita: LA NUEVA GENERACIÓN DE LOS GUARDIANES. Cada uno de los otros candidatos tuvo un vídeo breve, donde mostraban sus caras mientras sonreían a la cámara y luego una toma rápida de ellos en acción, no más de diez segundos para cada uno. Jacks había notado la ausencia de las imágenes... y comenzó a sentirse vagamente ansioso. Podría suponer lo que venía.

*

humor provocando risas a través del teatro. Luego las imágenes cambiaron a los inicios de la histeria Jackson Godspeed, desde algunas de las primeras portadas de revistas, sesiones de fotos, entrevistas de televisión, y una multitud de chicas gritando en las calles. Sus famosas alas luminosas ocuparon un lugar destacado en muchas de las tomas, sin dejar dudas que se trataba de Jacks en acción. Una foto de Jackson tomando a Kris como su cita en una alfombra roja provocó ‘’ahhhhs’’ entre las mujeres. Por último, el montaje terminó con una toma dramática de Jackson volando por el cielo. Luego, casi como una ocurrencia tardía: LOS CANDIDATOS. Los aplausos llenaron el auditorio. La pantalla se volvió negra y luego, lentamente, una imagen apareció. Doce figuras sentadas en un semicírculo, en lo que parecía una capilla pequeña. Era el Consejo, con los Doce Verdaderos Inmortales, los Ángeles originales que trajeron los servicios públicos del Ángel, comenzaron a formar familias Ángeles, y encontraron el NAS. Ellos miraban el Nombramiento desde otro lugar. Rara vez, si alguna vez, fueron vistos en público. En la pantalla, los rostros de los miembros del Consejo se mantuvieron ocultos en las sombras de la maravillosa capilla. Uno de los Verdaderos Inmortales se puso en pie y se acercó a donde una luz brillaba. Su rostro se reveló desde la oscuridad. Era Gabriel. Llevaba una túnica de oro que parecía brillar por sí misma. Era alto y apuesto, con un mechón de pelo blanco y rasgos afilados y penetrantes. Gabriel se había visto así por el tiempo que cualquier Ángel podía recordar. —Ustedes, Ángeles jóvenes, tienen nuestra bendición —dijo con sencillez, su voz resonando a través de los altavoces y en el Templo. La multitud comenzó a aplaudir. En la pantalla, Gabriel regresó a su asiento en las sombras con el resto del Consejo. La pantalla se oscureció de nuevo. Las luces se encendieron y los aplausos callaron cuando Mark se levantó de su asiento y subió las escaleras hacia el escenario, se acercó hacia el altar y puso el micrófono en un soporte. Mark lo ajustó y echó un vistazo a Jacks antes de empezar.

Mark comenzó a llamar a cada uno de los candidatos uno por uno, mientras juraban como Guardianes y eran presentados con sus Anillos Divinos. Jackson se sentó a la espera, sabiendo que probablemente sería el último. Se sorprendió al notar que su pulso empezaba a latir más fuerte cuando llegaron al final: se sentía nervioso. La voz de Mark parecía estar en un túnel lejano cuando llamaba a cada

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—Tenemos ante nosotros a la próxima clase de Guardianes, los que están a punto de jurar su vida y sus habilidades inmortales para servir a sus Protegidos en el NAS. Cada uno de ellos ha cumplido con sus entrenamientos y han demostrado estar listos para asumir la más grande de las responsabilidades: la vida de otro.

*

uno de los Ángeles, incluyendo a Steven y Sierra. Por fin todos los otros Ángeles ya habían sido anunciados, recibieron sus anillos, y se sentaron de nuevo. Mark se volvió hacia Jacks. —Este es el mejor y más brillante que tenemos para ofrecer. Jackson Godspeed representa lo mejor de nosotros. No sólo es uno de los Ángeles más talentosos y poderosos, sino que es un Ángel dedicado a los ideales del Consejo y la NAS. —Los Arcángeles de las primeras filas asintieron con la cabeza en señal de aprobación—. Pasa por aquí, por favor. Jacks se puso de pie y caminó hacia su padrastro. Todos en el Templo parecían contener la respiración en la deliciosa anticipación cuando él se acercaba para ser Nombrado al fin. Sus pasos resonaron en el auditorio de repente silencioso. —Jackson Godspeed —comenzó Mark—. ¿Te ofreces al servicio de la humanidad? Jacks miró a los ojos de Mark. Él sabía los votos de corazón. —Sí —dijo. —¿Juras mantener la seguridad, en todo momento, de aquellos que estén bajo tu protección? —Sí —dijo Jacks. —¿Tomarás este cargo por propia voluntad, haciendo un buen trabajo en la tierra? —Sí. Mark tomó el anillo y lo deslizó por el dedo de Jacks.

Jacks podía sentir el peso de la misma. Bajó la mirada y vio una luz tenue en su dedo. Era todo lo que siempre había querido. El anillo de un Guardián. El anillo de un héroe. Un primer plano del anillo en su mano se alzaba, brillante, en las dos pantallas detrás de ellos. En un momento, Mark leería los nombres de las Protecciones y el destino de Jacks finalmente comenzaría. —Felicitaciones, Jackson —dijo Mark—. Date la vuelta y sé reconocido. Jacks no se movió. Se quedó muy quieto. Su mente había sido súbitamente transportada lejos de su padrastro delante de él, de los otros nuevos Guardianes, de la multitud, del Nombramiento. Su rostro palideció. Sus ojos se convirtieron en ciegos y distantes.

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—Te declaro Guardián Jackson, de la clase Godspeed.

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—¿Jackson? —dijo Mark, su rostro se ensombreció en la preocupación. El templo entero se sentó en un silencio cargado, esperando. —¿Jacks? —dijo Kris, levantándose de su silla.

Lo que ocurrió después, pasó tan rápido que no pudo ser visto. El cristal en las ventanas del Templo ondulado como el agua —como una ola moviéndose desde el frente de la sala hacia atrás— y luego explotó. Vidrieras cayeron sobre la multitud como diamantes multicolores cuando las puertas del templo fueron abiertas. El viento aullaba por el pasillo, vicioso y retorciéndose como un chorro de agua. Afuera, la multitud cayó al suelo, algunos cubriendo sus oídos en el dolor. Mark levantó la mirada desde el suelo del escenario, donde había sido derribado.

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Jacks había volado fuera del Templo y se había ido.

* Traducido por Juli_Arg Corregido por May Mystik

L

os ojos de Maddy se abrieron de golpe. Su cabeza daba vueltas, palpitando con un dolor desconocido. Tropezando hacia atrás, sintió algo duro y un corte frío en la espalda. Puso la mano hacia atrás y sintió su superficie lisa. El poste de luz. Delante de ella brillaban las luces de los dos coches que se acercaban. ¿Dónde estaba? ¿Y qué sucedía? Fragmentos de recuerdos se arremolinaron en su mente. La fiesta. Hablando con Ethan. ¿Y lo besó? ¿Qué había sucedido realmente? Luego, hubo un chico llamado Simón y... —Ellos eran... la carrera —susurró para sí. Esto no era una declaración de hecho tanto como la recolección de un recuerdo. Como tratando de juntar los restos de un sueño fugaz. Los faros se acercaban. Los coches se desviaron. Pensó que podía oír reír a alguien. ¿Qué demonios está pasando? Obligó a su mente a funcionar. Había abandonado la fiesta, había estado caminando a casa y… una sola, terrible idea surgió rápidamente, cortando a través de todos los otros pensamientos confusos, como un grito.

Todo regresó de prisa. El impacto, el sonido de su rotura de huesos, la forma en que el capó de la SUV se sintió cuando se incrustó en su interior. Todo era demasiado real para ser imaginado, demasiado horrible para ser fantasía. Sólo había una explicación posible. Había tenido otra premonición. La visión espeluznante fue la más intensa que jamás había experimentado. Debido a que era suya. Mirando las luces pesar sobre ella, Maddy de repente sabía una cosa más absoluta y completa que lo que había sabido en su vida entera: había previsto su

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El Range Rover.

*

propia muerte. Y a menos que haya hecho algo en el próximo segundo para cambiar el resultado de los acontecimientos, sin lugar a dudas, va a morir. La luz brillaba en ella, pero ahora desde otra dirección. Chasqueó la cabeza y vio los faros del Range Rover. Allí estaba, al igual que el transporte de su propia muerte. Como el entrenador del segador. La bocina de la SUV rugió, y vio impotente cómo se desvió en su dirección y los neumáticos saltaron la acera. Con una claridad casi desprendida, Maddy sabía que ya era demasiado tarde. Todo había terminado para ella y no había nada que hacer, que ver qué sucede. Una vez más, vio su reflejo en el parabrisas, pero esta vez su cara no estuvo sorprendida o afectada por el horror. Era de una extraña calma. Tranquila, incluso. Cerró los ojos y esperó el impacto. Fue un duro golpe. El dolor atravesó su cuerpo, pero no de la dirección que esperaba. Independientemente de haberse golpeado, no sintió el capó del SUV. Lo que sentía simplemente no parecía posible. Se sentía como una mano. La siguiente cosa que Maddy supo, es que se hallaba tumbada en la acera mirando hacia los lados de la calle, como el Range Rover se hundió en el poste de luz. El grito del metal derrumbado llenó el aire cuando el capó explotó, enviando piezas mortales del auto y el parabrisas lagrimeó a través de la noche. La parte trasera del Rover saltó de la acera, patinó alrededor y se embarcó en su dirección. —No —ordenó una voz por encima de ella. ¿Una voz? Había un sonido como un agujero golpeado directamente a través de la noche, un destello de una luz blanca abarcando todo y luego, silencio. Cuando Maddy abrió los ojos, lo que vio fue más allá de lo que pudo haber imaginado.

Todo acababa de detenerse. Era como si Maddy hubiera estado viendo una película de su muerte y había presionado pausa. El Range Rover se cernía delante de ella con su parte trasera sobre el suelo como una especie de automóvil bailarina. Las partes del capó explotadas y el parabrisas nadaba como un mar de destrucción a su alrededor. Los fragmentos de vidrios rotos colgaban como estrellas titilantes. El mundo contuvo el aliento, en equilibrio sobre la punta de un cuchillo de tiempo, y esperó. Maddy levantó la mirada. En el reparto duro de la farola, pensó que podía distinguir la silueta de una figura en cuclillas sobre ella, protegiéndola con su

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El mundo se había congelado.

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cuerpo, sosteniendo su mano. El dolor irradiaba a través de ella ahora, oscureciendo su conocimiento que ya tambaleaba. Sintió que sus ojos comenzaron a cerrarse de nuevo, pero justo antes de hacerlo, miró la silueta y pensó que podía distinguir la silueta distintiva de las alas. Ella entró en shock. Todo se volvió negro.

Maddy no sabía si estaba viva, muerta, o simplemente soñando. Tenía la vaga sensación de que volaba, el viento y el frío en su rostro era casi insoportable. Un revoltijo de imágenes extrañas, inexplicables se arremolinaban en su cabeza como si fueran fragmentos de una pesadilla. La carga de los faros y los gritos distorsionados, un coche flotante y una figura misteriosa y sombría. No sabía si era real o imaginario. Acerca de lo único que estaba segura era el dolor. Un dolor horrible latía en su espalda, y se produjo un intenso ardor en su hombro izquierdo. En el turbio país de nunca jamás de su semi-inconsciencia, Maddy trató de encontrar algo real a lo que aferrarse. Obligó a sus ojos abrirse y centrarse. Vio alas. Observó la forma en que las gotas de lluvia las golpeaban y notó que al instante, las alas ligeramente brillantes permanecían secas. Independientemente del tipo de alucinación que tenía, sin lugar a dudas seguía viva. Luego, el frío adormeció su mente en un estado de inconsciencia, y se desmayó de nuevo. La siguiente vez que Maddy abrió los ojos, se encontró a sí misma sentada con la espalda apoyada en una especie de muro de hormigón.

Por encima de esta, un pico blanco llegaba hasta treinta metros de altura en el aire y atravesaba el cielo revuelto. Trató de sentarse, y sólo entonces se dio cuenta de los brazos pesados envueltos a su alrededor. Se sentían tan calientes que casi chamuscaban. Se volvió y sus ojos trazaron los contornos de un perfecto, goteado rostro. Ella vio sus pálidos ojos azules.

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Llovía, el olor de la misma en todas partes, y escuchaba su parloteo constante de un toldo de lona sobre su cabeza. A menos de tres metros más allá de sus zapatos el piso terminaba, y las luces de Ciudad Ángel brillaban en la noche húmeda. Debía de estar sentada en el tejado de un edificio alto. Levantó la vista y vio las palabras "REGISTROS DIVINOS" que brillaban en un cartel enorme.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Jackson.

*

Era imposible. Se encontraba sentado allí con ella, empapado, y lo que quedaba de una larga ropa blanca colgaba andrajosa por encima de su cuerpo. Todavía debe estar alucinando. O quizás soñando. ¿Tal vez su mente se había escapado de su muerte y la había llevado aquí, a algún tipo de fantasía? Ella estaba segura de que no experimentaba la realidad, pero luego, de nuevo, podía sentir el intenso calor de su abrazo. Podía sentir el subir y bajar de su pecho a través de sus ropas mojadas. Lo más ineludible de todo, es que podía sentir su presencia distinta. Ella lo llegaba a conocer ahora, como el olor de una persona familiar. Era sin lugar a dudas él. Maddy se dio cuenta de que el Ángel la miraba fijamente, esperando que dijera algo. —¿Qué? —graznó Maddy. —Te dije, ¿cómo te sientes? —Me... duele —dijo Maddy, notándolo cuando lo dijo. —Lo sé, lo siento —dijo Jacks bruscamente—. No tenía mucho tiempo y no había ninguna otra manera. Golpeaste el suelo muy duro. —¿Qué... estoy haciendo aquí? —dijo con voz débil—. ¿Qué... qué pasó? —Tuviste casi un accidente muy malo. Pero estás a salvo. —¿Un... accidente? —Los recuerdos inundaron. Durante varios segundos, fue presa del pánico, cuando la secuencia de acontecimientos se precipitó sobre ella. —Salió de la nada. ¡Vino hacia mí! —dijo, de pronto presa del pánico—. Todo sucedió tan rápido... Traté de salir del camino...

Maddy sentía la adrenalina en su sistema. Un miedo mortal se levantó en su garganta como bilis. Él tenía razón. Sabía que iba a morir. Ella lo había previsto. Había cerrado sus ojos, había esperado el impacto, y... se acordó de esperar el encontronazo con el capó de la SUV con su cuerpo y en lugar de ello fue golpeada hacia un lado y fuera del camino. O empujada hacia un lado, se dio cuenta. Sintió dolor en su hombro llameando con enojo. Debe de haber sido él quien permaneció con ella, protegiéndola. La razón por la que seguía viva. —¿Qué hiciste? —Dio un susurro desesperado.

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—No lo habrías logrado —dijo Jacks en voz baja. Su tono era absoluto—. Te habría aplastado.

Jacks miró lejos de ella, hacia la tormenta.

*

—Rompí la ley. —¿Qué? —Se atragantó—. ¿Por qué? —En algún sitio en la distancia, una cinta de relámpago destelló. —Por ti —gruñó Jacks. Maddy se tambaleó. ¿Jackson Godspeed la había rescatado de una muerte segura? ¿Y después de todo lo que él le había dicho en la fiesta? ¿Y lo mal que la había dañado? ¿Y cómo la había humillado e insultado? La ira repentina e incontrolable brotó, pero ahora era mucho peor de lo que había sido en la fiesta, porque si hubiera salvado realmente su vida, ahora le debía. Después de todo lo que le había hecho y dicho, ¿ahora tenía que estar agradecida hacia él? —Te dije que te mantengas alejado de mí —dijo cortante—. ¿Qué parte de dejarme en paz no está claro para ti? Jacks la liberó de su control, y ella de inmediato se alejó. El frío a través de sus ropas mojadas se sintió casi al instante. —Debí haber adivinado que sería de esta manera —dijo él con exasperación. Ella se puso de pie y tuvo que apoyarse contra la pared de hormigón para evitar caerse. Todavía se sentía mareada. —No tienes derecho a hacer eso. Un gruñido se escapó de los labios de Jacks, sorprendiéndola. En un instante se puso de pie, caminando bajo la lluvia torrencial, con los hombros agitados. Luego se volvió y la miró. Maddy se estremeció con su expresión hostil. —¡Eres una muchacha obstinada, imposible! —gritó a través de las gotas de lluvia—. ¿Por qué eres siempre así? Salvo tu vida, ¿y estás enojada conmigo? —Sus ojos azules ardían, su tono era feroz.

—Sólo, te dije que me dejaras en paz —dijo otra vez, desesperadamente—. Por favor. —¿Por qué? —exigió—. ¿Por qué me rechazas? ¿No soy lo suficientemente bueno para ti? —Acechaba hacia ella ahora. —No lo entiendes, Jacks —dijo, torciendo las emociones en su interior. Ella salió de debajo del toldo y sintió la lluvia penetrar en su piel.

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Maddy sintió que su propia ira se evaporaba en su ardiente mirada.

—¡¿Qué no entiendo?! —exigió.

*

—Tengo que permanecer lejos de ti —irrumpió ella. Se detuvo. —¿Qué? —¡Instinto de conservación! —gritó Maddy. Las palabras se precipitaron fuera de ella como si un dique interno se hubiera roto finalmente—. ¿No lo entiendes? Tengo que mantenerme lejos de ti, así no me dejo atrapar por la ilusión de que puede que en realidad me gustes —dijo, con el agua goteando de sus labios—. No puedo dejarme creer que realmente sientes algo por mí, Jacks. Si hago eso, voy a despertar un día y me daré cuenta de que eres un Ángel famoso y yo... no soy nadie. —Sentía un nudo en la garganta y se lo tragó con fuerza. No iba a dejar que él la vea llorar—. Mi vida no ha sido fácil como la tuya, Jacks. Cosas como ésta no suceden por mí. Por lo tanto, acabo de aprender que es más fácil rechazarte. Jacks miró, asombrado, a través de la lluvia. —¿Tienes que mantenerte lejos de mí? Tengo que luchar para mantenerme lejos de ti. ¿Tienes alguna idea de lo difícil que ha sido para mí? Me encuentro contigo una noche, y así como así, no puedo sacarte de mi cabeza. Cuando nuestras manos se tocaron, y vi esto... la racha de la belleza en tus ojos... Nunca había sentido algo así antes, nada ni siquiera cerca. —Comenzó a pasearse con furia, agitando la lluvia fuera de él cuando se fue—. De repente, cada fibra de mi ser se siente atraído a ti, para estar contigo, y no sé por qué. —Se detuvo y señaló con un dedo acusador hacia ella—. Yo no pedí esto. Pero sentí algo en ese cuarto contigo y ha permanecido conmigo desde entonces. Quiero estar contigo. Necesito estar contigo. —Su tono era enojado e indefenso a la vez. —Y es por eso que me llevaste a tu fiesta, para mostrarme lo importante que eres, como todo el mundo te amaba, cómo acababa de ser una mancha más en un mar de chicas quienes te querían a ti y tu fama y tu coche. Lo has hecho porque querías “estar conmigo”.

La cara de Jacks ondulada con incredulidad. —Maddy, te llevé allí porque quería mostrarte la noche de tu vida. ¡Quería que lo tengas todo, para mostrarles a todos los demás que eras especial! Si yo hubiese pensado que lo verías de esa manera, nunca te habría llevado a la fiesta. Esas cosas no son importantes para mí. Sólo quería pasar tiempo contigo, para que te sientas tan especial, tan viva, como me hiciste sentir cuando nos conocimos.

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Todo lo que Maddy podía hacer era burlarse.

*

—¿Por qué eres tan cruel? —dijo Maddy, con la voz quebrada—. Por favor, déjame sola. —Se dio la vuelta y se alejó de él más lejos en la lluvia, sus emociones girando en su interior. No sintió la mano en su brazo hasta que él la había hecho girar alrededor. Entonces sintió los dedos de su otra mano en su pelo, y en un instante, su boca mojada estaba contra la suya. El beso fue crudo. Hambriento. Abrió la boca y su aliento inmortal se precipitó en ella. La atrajo hacia sí y la besó de nuevo. La tormenta rugía a su alrededor. Cuando por fin sus labios se separaron, su respiración era difícil y desigual. Sintió el vapor de su aliento contra su pelo. Sus pies tocaron la parte superior de los de él, y estando de esa manera, dejó que la sostuviese. El chaparrón se mantuvo estable en torno a ellos. Maddy se concentró en frenar su acelerado corazón. Ella aún podía saborearlo en su boca. Todavía podía oír sus palabras resonando en su cabeza. ¿Podría realmente creerle? ¿Podría él realmente sentir algo por ella? Dio un paso atrás de los dedos del pie y lo miró. Él la miraba a través de puñaladas mojadas de pelo, supervisando. Esperando. Otra cinta de rayos brilló en el cielo y vio un destello de sus ojos. Sintió el deseo brotar en su interior. Quería besarlo otra vez. Pero no quería ser una tonta, chica fanática. Dio otro paso y miró hacia la tormenta, avergonzada. El rostro de Jacks cayó en la frustración. Se quedaron en silencio, sin hablar. —Tenía miedo —susurró Maddy, finalmente—. Quiero decir, no acerca de lo que me pasó. Pero miedo por ti. Los reporteros... dijeron que serías el próximo. Con los asesinatos en el Paseo de Ángeles. Jacks asintió con la cabeza, limpiando suavemente el agua lejos de su mejilla con el pulgar. —Bueno, ahora tengo algo mucho peor de lo que preocuparme. —¿Qué pasa ahora? —dijo Maddy. —Ahora van a venir por mí. —Lo miró.

—¿Qué? —Los Ángeles. —Hizo una pausa—. Agentes de Disciplina del Consejo. —¿Debido a que me has salvado? —preguntó con incredulidad. La idea de un Ángel Policía brilló en su mente. ¿Lo que siquiera se parecería?

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Su rostro se había endurecido.

*

—Porque he salvado a alguien que no se suponía que debía ser salvado. Hay consecuencias en mi mundo, Maddy. —¿Qué consecuencias? —El relámpago brilló de nuevo y esta vez vio el miedo en sus ojos. —Van a tomar mis alas —dijo en voz baja. —¿Pueden hacer... pueden tomarlas? —Una puñalada de pánico golpeó su estómago. —Sí —dijo, su boca una línea sombría—. Los Arcángeles nunca lo reconocerían oficialmente, aunque alguien por ahí parece saber sobre ello. Quitarán mis alas, sacarán la inmortalidad de mí. Lo harán poco a poco y se aseguraran de hacerlo bien. —No pueden hacer eso. Eres Jackson Godspeed. —Pueden. Y lo harán. Existe un sistema de defensa. Agentes de Disciplina me están cazando mientras hablamos. —La cara de Jacks era miserable, pero decidida—. Nada es imposible cuando se rompen las reglas. Maddy negó con la cabeza, como si el movimiento de alguna manera pudiera sacudir la realidad lejos. Simplemente no lo podía creer. Que por salvarla, él en realidad, a sabiendas, se puso en la línea para una consecuencia grave. Tanto se ha mantenido oculto sobre los ángeles, de cómo manejan los asuntos internos— brutalmente, resultó ser. Todo el tiempo ponían una superficie lisa, limpiando el exterior para el público y los medios de comunicación. —¿Qué puedo hacer? —dijo ella finalmente. Jacks la miró a través del diluvio.

Allí se encontraba bajo la lluvia, la imagen de la perfección sin camisa, empapado. Estaba frente a ella ofreciéndole una opción como lo había hecho la noche que se fueron volando. Ella se hallaba en otra encrucijada. Sabía que sólo podía irse. Sabía que probablemente debería. Pero iban a tomar sus alas, y todo era culpa de ella. Su culpa por ir a la fiesta, su culpa por tratar de seguir adelante con su plan, su culpa por irse e insistir en caminar a casa. ¿Podría realmente dejarlo ahora? Incluso antes de haber decidido, su boca se abrió. —Sí —dijo. Al igual que cuando él la había invitado a la fiesta. Simplemente salió, como si sus verdaderos deseos ya no pudieran ser reprimidos.

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—Ven conmigo.

*

Jacks sonrió, una sonrisa radiante. Un relámpago iluminó el tejado, seguido de cerca por una corteza de un trueno. —Hay ángeles que conozco y que nos van a ayudar. No puedo volar o el ADC me encontrara de inmediato. Tenemos que bajarnos de esta azotea y encontrarnos bajo, para viajar a pie. Maddy asintió con la cabeza. Su decisión hizo, que preguntas empezaran a golpear su cabeza. Sacó su BlackBerry Miracle y trató de ponerlo en marcha. La pantalla se veía negra y sin vida. —Muerto por la lluvia —dijo Jacks—. El mío también. Pueden rastrearnos de todos modos. Venga, vámonos. Jacks comenzó a caminar hacia una puerta en el otro extremo de la azotea. Maddy se quedó por un momento, pensativa. —¿Cómo lo sabías? —preguntó Maddy. —¿Qué? —Se esforzó para oírla por encima del rugido de la lluvia. —¿Cómo sabías que me encontraba en problemas? —dijo otra vez. Ella podría no seguir a los Ángeles modernos, pero una cosa que sabía, desde su lectura obligatoria de la historia del Ángel es que nunca revelaban como hacían sus guardias. Simplemente lo realizaban, dejando al público para que adivinen sus secretos comerciales. Los ojos de Jacks buscaban los de ella. ¿Cuántas reglas podía romper en una sola noche? —Sabes que no estoy autorizado a decir esto. Maddy se quedó allí. Algo en ella necesitaba saber. —¿Confías en mí? —preguntó en voz baja. La lluvia continuó golpeando a través de la Ciudad Inmortal. Después de un momento, Jacks dejó escapar un largo suspiro y habló.

Ella lo miró a través del líquido en cascada. —¿Qué quieres decir? —Bueno, primero lo sentí y luego lo vi. Después me focalicé en tu frecuencia —dijo Jacks—. Cada persona tiene una frecuencia. En el entrenamiento de un Guardián aprendemos como sintonizar con ellos, así podemos hacerlo en cada una de nuestras protecciones. Aprendemos las frecuencias de las personas. De esa

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—Lo vi —dijo simplemente.

*

manera podemos sentir al instante cuando algo malo va a ocurrir y luego sintonizar a través de la estática de todos los demás seres humanos. Suena más complicado de lo que en realidad es. —¿Pero conmigo? Jacks hizo una pausa. —Sentí tu frecuencia esa primera noche en el restaurante. ¿Cómo no podría? Miró hacia la noche. —Es el gran secreto de como siempre sabemos cuando nuestros Protegidos están en peligro. Sintonizando las frecuencias. De lo contrario, no sería más que imágenes al azar, sentimientos. Como una estática confusa. El corazón de Maddy se detuvo en su pecho. El mundo a su alrededor se detuvo. Todo se desvaneció en el fondo cuando las palabras de Jacks sonaron en su cabeza. El Ángel miró su atónita expresión. —Sé que suena increíble, pero para nosotros realmente no es gran cosa, como volar o cualquier otra cosa que entrenamos para que el NAS se mantenga en secreto. Es sólo una de esas cosas. Como un ser con articulaciones dobles o algo así. —Sonrió. Incluso empapada, Maddy sentía cada pelo en su cuerpo erizarse. Jacks se acercó a la puerta de acceso a la azotea y trató con la manija. Estaba cerrada. Se volvió hacia ella. A pesar de la lluvia, pudo ver que se había vuelto blanca como un fantasma. —¿Qué pasa? —Tenemos que volver a mi casa —dijo Maddy—. Tengo que hablar con mi tío. Un rayo cayó por encima de su cabeza, seguido de una grieta viciosa. —Lo siento, Maddy, es demasiado peligroso. Van a estar buscándonos por —Tengo que hacerlo, Jacks. —Su voz era cada vez más histérica—. Tengo que hablar con mi tío. Es importante. —Maddy, no podemos. Está fuera de la cuestión —dijo Jacks. —No lo entiendes. Me voy a casa de mi tío —gritó Maddy a través de la tormenta—, y me voy si vienes conmigo o no. Entonces, la noche parecía a punto de estallar, literalmente.

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allí.

*

Eran como fuegos artificiales terribles iluminando el cielo cuando un dedo de un rayo cayó y tocó una línea de alta tensión en la colina, no muy lejos. La grieta del contacto ensordeció los oídos de Maddy, dejándolos al sonar. Un penacho de chispas cegadoras surgió de la torre de transmisión, momentáneamente iluminando el signo fantasmal de Ciudad Ángel, y luego, como hebras de luces de Navidad que se desconectan, las calles y barrios de Ciudad Ángel quedaron a oscuras. Ellos parpadearon uno por uno hasta que Maddy y Jacks fueron consumidos en la oscuridad. La lluvia continuó esparciéndose, lavando las calles de la Ciudad Inmortal bajo el amparo de la oscuridad, produciendo suciedad en las alcantarillas desbordadas. Un cuadrado de la luz formada en el abismo, cuando Jacks abrió la puerta de acceso al techo, bañando a ambos en el molde de luz variable del poder de la emergencia del edificio. —¿Hay alguna manera de que puedas llegar a cambiar de opinión? — preguntó. —No —dijo Maddy obstinadamente. —Está bien. —Jacks suspiró—. Entonces, vamos. —Hizo un gesto hacia la puerta. Con su corazón todavía acelerado, Maddy le siguió fuera de la lluvia y al frío —pero seco— hueco de la escalera. No podía sentir sus pies en los escalones de metal a medida que descendían. La mente dispersa de Maddy se había centrado en un único láser de pensamiento.

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Era el momento de averiguar lo que realmente pasó con su madre y su padre. Era hora de saber quiénes son sus padres en realidad.

* Traducido por Vane-1095 Corregido por MaryJane♥

S

ylvester se sentó en su oscuro cubículo en la División de Homicidios, bañado por el resplandor azul de su ordenador y el tono amarillo de las luces de emergencia. La tormenta se había llevado la electricidad, pero el generador de reserva de la estación comenzó a funcionar casi de inmediato. La reducción de la producción se ejecutaba en las computadoras y los televisores, y las pocas tenues luces de emergencia. El resplandor ámbar hizo que la normalmente brillante y estéril estación de policía pareciera extraña y misteriosa. Riachuelos de lluvia se trazaban en la ventana mientras el aguacero continuaba afuera. El cubículo de Sylvester era uno temporal que había sido puesto para él en la oficina abierta que todos los detectives compartían. Él mismo usualmente se hallaba abajo en una habitación sin ventanas, papeleo de doble control para otros investigadores o manejando los ocasionales delitos contra propiedad.

El detective había estado levantado desde las cinco de la mañana, investigando otro horrible par de alas cortadas. Otra estrella, otro Ángel—Lance Crossman, quien ya se hallaba desaparecido. Probablemente muerto ahora, a pesar de que no habían encontrado el cuerpo, sólo sus alas, las cuales habían sido rotas en muchos lugares, retorcidas y quebradas. Esta vez el asesino no las había dejado en la estrella de Lance —con las barricadas de policías y los medios de comunicación—, no había manera de que él o ella hubieran pasado desapercibidos. En su lugar, había sido bien envuelto y entregado de manera anónima a la sede de DPCA. El sargento en la recepción que había tenido la mala suerte de abrir el paquete había sido llevado al hospital en estado de shock grave.

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Habían pasado años desde que él había sido invitado arriba. No había tenido tiempo para desembalar todavía. A su alrededor, se encontraban desorganizadas pilas de carpetas y cajas sin abrir de archivos. En la parte superior de una de las cajas, descansaba una bolsa de dulces. Una indulgencia.

*

Después de eso, Sylvester se había ido a Long Beach. La policía local había pescado un mutilado, hinchado cuerpo en la bahía sólo unas horas antes — Theodore Godson. Por lo menos la prensa no había sido capaz de conseguir ninguna de las imágenes. Otros detectives del DPCA no tenían pistas sobre este caso, y los Ángeles no estaban siendo muy útiles. Sólo habían querido esconderlo debajo de la alfombra hasta después del Nombramiento, aunque alguien ya había filtrado a la prensa que los Ángeles estaban siendo asesinados. Una oleada de llamadas con supuestas pistas inundaron las oficinas del DPCA. Sylvester había estado fuera entrevistando a posibles testigos durante todo el día y la noche, tratando de descubrir información sólida. O el cuerpo de la tercera víctima. En su lugar, todo lo que había podido recoger fueron chismes, como el hecho de que Ryan Templeton tuvo un secreto problema de cocaína. No muy celestial de él. En la computadora de Sylvester se mostraban horribles imágenes de las escenas del crimen. Alas sin cuerpo. Brillante sangre salpicada en las famosas estrellas del Paseo de los Ángeles. Estudió las imágenes, examinando los detalles que había pasado por alto. Mientras lo hacía, la ostentación y el glamour de la avenida parecían mezclarse y difuminarse con la sangre y la carnicería de manera muy inquietante.

Y luego estaba Mark. Sylvester todavía se encontraba a la caza de la difícil evidencia—todos los puntos no se conectaban al señalar a Mark Godspeed como el culpable. Pero el instinto de Sylvester le decía que el Arcángel se hallaba involucrado de alguna manera. El detective ya había descartado a Jackson. Su coartada se sostenía a la perfección, y había sido visto en público en el momento en el que el forense había dado el tiempo estimado en el que Templeton fue asesinado. Además su larga y afilada intuición le decía que el chico Godspeed estaba limpio. A diferencia de la mayoría de Ciudad Inmortal.

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Hojeó una foto de prisión de un hombre con una descuidada barba y una mirada sobrenatural en su rostro. William Beaubourg. Sylvester había entrevistado a tres miembros detenidos del HDF en el centro de la cárcel Tombs, tratando de averiguar lo que sabían acerca de los asesinatos y el paradero actual de Beaubourg. Después de ser liberado de la prisión de San Quentin a principios de este año, Beaubourg había desaparecido de inmediato, la aparición de videos en Internet hablando de la llegada de la “Guerra contra los Ángeles”. Los operativos encarcelados parecían insinuar a Sylvester que el HDF iba detrás de los asesinos de Ángeles. ¿Pero trataban de ganar notoriedad para su causa? Sylvester era incapaz de creer que los Ángeles estuvieran ayudando al HDF. Pero no podía descartarlo.

*

Pero Mark: la manera en que había rechazado los hallazgos de Sylvester, incluso básicamente amenazando al detective. Cómo queriendo cubrir a los asesinos, no ayudando con la investigación. ¿Estaba él metido en un extraño juego de poder entre los Arcángeles? ¿Manipulaba el pánico de alguna manera para consolidar el control? Sylvester pensó en las acciones de Mark casi veinte años antes. Con esas acciones en mente, Sylvester no podía poner nada contra él. No había manera en la que pudiera confiarse. Sylvester hojeó más archivos, frotándose sus inflamados ojos. Hojeó la pila de informes que García había reunido de los locales que están cerca de las escenas del crimen. Cualquiera que pensó haber visto algo raro fue entrevistado. La mayoría nada de interés, sólo inventos de la gente preocupada, pero se tomó el tiempo de investigar de todos modos. Uno de los informes lo hizo detenerse, era de un vagabundo quien había dormido en el portal junto a la estrella de Theodore Godson en la noche del primer incidente. El informe era de varias páginas y no parecía ser más que la diatriba de un borracho o un drogadicto. Algo en la página había llamado su atención. Miró la letra clara de García. No esa palabra otra vez. Bestia. Empezó a leer. El hombre describió haber visto una bestia negra, reluciente en el bulevar esa noche que tenía siete cabezas y horribles y torcidos cuernos. Pero, luego el hombre empezó a decir que la bestia pareció salir de una nave espacial alienígena que había visto la semana pasada. Sylvester se echó hacia atrás en su silla y pensó. El testigo era claramente poco fiable, pero la descripción era familiar para él. Y específica. El hombre había contado siete cabezas.

Sólo le tomó un minuto encontrarlo. Apocalipsis 13:1. Leyó a si mismo dos veces para estar seguro—: Y me paré sobre la arena del mar, y vi una Bestia subir del mar, teniendo siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cuernos diez coronas, y sobre su cabeza el nombre blasfemo. Una bestia, pensó. Examinó cuidadosamente los informes de nuevo, leyéndolo con nuevos ojos. Eligió frases claves en las entrevistas, sentir una

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Sintió un súbito aumento de adrenalina mientras su mente establecía la conexión. Deslizó la bolsa de dulces de la caja de archivos y hurgó hasta que encontró lo que buscaba. Su biblia King James. Pasó las páginas, hojeó hasta Apocalipsis y empezó a leer.

*

presencia extraña en la noche, y teniendo la sensación de hundimiento y terror en la oscuridad. No sólo estaban preocupados. Sentían algo. Presentían que algo iba mal. Él estaba convencido. Algo tan Viejo como el mismo tiempo, algo terrible y olvidado, un mito, era de hecho real. Y andaba suelto en la ciudad. Su intuición había sido correcta todo el tiempo. No podía probarlo, pero lo sabía con tanta seguridad como sabía algo. Rebuscó en la caja del archivo hasta que logró sacar una pequeña caja ornamental de bronce. En el exterior, tenía una serie de grabados entre pequeñas joyas insertadas en el metal. La miró y respiró hondo. De pronto, una voz a sus espaldas lo sobresaltó. —¿Señor? Se giró para ver a García. —¿Qué es? —Será mejor que venga a ver esto —dijo el sargento. —¿Jackson Godspeed volando fuera de su Nombramiento? Lo oí. Pero lo descarté. —Querrá verlo de cualquier manera. —La expresión de García era grave. Sylvester dejó la caja con cuidado sobre la mesa, delante de él y se levantó de la silla. Caminaron por el pasillo, sus cuerpos lanzando largas sombras en el resplandor ámbar de las luces de emergencia. García lo guió a la televisión de la sala de espera, donde varias personas se habían reunido para ver el informe de especial de ANN. Un hombre de aspecto serio anunciaba la noticia.

—¿Jackson?¿Quién hizo esto? —No fui yo —dijo el sargento—. Y nadie en nuestro equipo, tampoco. Lo he comprobado. Sylvester se volvió y regresó por el pasillo. Al pasar su estación, se dirigió a las oficinas e irrumpió en la oficina del Capitán Keele sin tocar. El capitán, que firmaba unos papeles, a penas levantó la mirada cuando Sylvester entró.

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—Los oficiales de policía de Ciudad Ángel no están comentando en este momento — dijo—, pero en lo que puede llegar a ser la noticia del año, Jackson Godspeed ha sido relacionado con una serie de ataques terribles en Ángel bulevar esta semana. Y en medio de las protestas de Ciudad Ángel, el senador electo Ted Linden ha pedido audiencias especiales en el Congreso en torno a lo que él llama “El caso Ángel” —Sylvester se volvió a García.

*

—Oh, bueno David, justo estábamos sobre el que tenías que unírtenos. — Hizo un gesto con la pluma detrás de él—. Estos señores aquí son del NAS. Del Departamento Disciplinario del Consejo, estoy seguro de que… ¿estás familiarizado con él? Sylvester miró detrás de Keele. Sólo pudo distinguir las siluetas de dos figuras grandes en la oscura oficina. Parecían imponentes, amenazadores. No podía ver sus rostros. Se volvió al capitán. —Señor, Jackson Godspeed no tiene nada que ver con esto. Es una situación totalmente diferente. —Tú mismo lo haz interrogado... —Y rápidamente quedó descartado. El capitán consideró a Sylvester pacientemente. —Ellos parecen pensar lo contrario, detective. Dicen que tienen una buena razón para sospechar de él, y me inclino a creerles. Pienso que tienen más experiencia en estos asuntos, ¿no te parece? Sylvester miró al capitán con incredulidad. —Entonces muéstrenme la evidencia —respondió—, pueden sentarse conmigo en mi escritorio y mostrarme lo que han encontrado. Si creo que es relevante para el caso, compartiré lo que sabemos de la escena del crimen. El Capitán Keele inclinó hacia delante su silla de cuero. —David, ¿Cuánto hace que nos conocemos? —Mucho tiempo, señor. —Bien, entonces puedes confiar en mí que puedes dejarlo ir —dijo—. Déjalo ir. Sylvester se puso furioso.

—En realidad, no lo es —dijo el capitán, su voz volviéndose impaciente—. El jefe y yo la estamos entregando al NAS. Simplemente son más experimentados y están mejor preparados para manejar este tipo de cosas que nosotros. El departamento, por supuesto, todavía debe participar, pero con carácter auxiliar. Le proporcionarás toda la ayuda que necesiten y tomarán las decisiones, ¿Entendido? Miró a las dos sombrías figuras otra vez. No se habían movido desde que él entró. —Estas órdenes no vinieron directamente de Mark Godspeed ¿no? — preguntó.

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—Esta es mi investigación…

El capitán miró su escritorio.

*

—Señor, todo lo que está pasando es extremadamente poderoso, y extremadamente peligroso. —dijo Sylvester—. Algo terrible está aquí, algo de otro mundo, y estoy más cerca de encontrarlo. Esta investigación es demasiado importante como para ser utilizada como un truco de relaciones públicas del NAS. De hecho, hay altas razones para creer que los miembros de los Arcángeles pueden estar involucrados en este tipo de violencia. La mirada del capitán parpadeó brevemente en los agentes en la parte de atrás. Su expresión era casi avergonzada. —David, creo que cometí un error cuando te saqué de tus deberes fáciles. Ahora me doy cuenta que no estás emocionalmente preparado para manejar algo como esto en la actualidad. Empezando el lunes, regresaras a tu trabajo abajo. Ahora quiero que vayas a casa y duermas. Te ves como si lo necesitaras. Eso es todo. Sylvester se volvió sin decir palabra y salió del despacho. Caminó lentamente por el pasillo a su cubículo temporal y se sentó. El monitor de su computadora había hecho clic a un protector de pantalla de colores. Se quitó las gafas y las limpió. Después de un momento, García apareció en el pasillo otra vez —Lo oí —dijo. —Vete a casa, Bill —dijo Sylvester—. Tu esposa y tu hija no te han visto desde hace días. —García parecía arrepentido, pero asintió con la cabeza. —Si le sirve de algo, señor, usted ha hecho un infierno de buen trabajo en este caso. —Sylvester miro hacia arriba—. Ha demostrado a un montón de gente que se equivocaba, señor, incluido yo.

Justo cuando se acercaba a la verdad, el NAS lo sacaba del caso. Mark Godspeed lo sacaba del caso. Sylvester se sentó de nuevo en la silla y miró la pequeña caja que tenía sobre su escritorio. Un minuto pasó. Luego dos. De repente se inclinó hacia delante y empezó a sacar archivos y papeles y guardándolos en su bolsa. Alzó su biblia, junto con un puñado de dulces de la bolsa. Luego tomó la pequeña caja, abrió la tapa y miró dentro.

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García dudó un momento más, luego se volvió arrastrando los pies por el pasillo.

*

Pareciendo satisfecho con lo que vio, la cerró bruscamente y la guardó en su bolsillo. De pie, tiró del abrigo del tambaleante estante en la esquina y se enfrentó para enfrentar el clima del exterior.

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Sería larga noche, y había trabajo que hacer.

* Traducido por Vane-1095 Corregido por MaryJane♥

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acks mantuvo una mirada vigilante en el cielo a medida que se abría camino a la ciudad, usando las calles laterales para evitar Angel Bulevar, y luego, cortar al norte hacia la casa de Maddy.

El apagón, en cualquier caso, había trabajado en su beneficio. Negrura cubriendo en su totalidad Ciudad Ángel. Era mucho más fácil pasar desapercibido en la oscuridad. Dos veces Jackson los había alejado de las calles a los callejones a esperar mientras los helicópteros pasaban por encima. En el momento en que llegaron a casa, la lluvia había empapado los zapatos y los calcetines de Maddy. Ella temblaba. Se quedaron fuera de vista e hicieron su camino alrededor de la ventana de la cocina. Maddy se asomó. Ahí se encontraba Kevin, el rostro dibujado con preocupación, encendiendo las velas y colocándolas en la casa. El comienzo de un fuego crepitaba en la chimenea. Maddy sentía un nudo en la garganta. —¿Está solo? —susurró Jacks. —Creo que sí. Jacks le tocó el hombro, y ella se volvió a él. —¿Maddy, estás segura de que tenemos que hacer esto? —Su tono era incómodo—. Es peligroso. —Sí —dijo simplemente.

Se deslizaron en torno al porche delantero y ella llamó discretamente a la puerta. Kevin llevaba su traje a cuadros sobre una camiseta y zapatillas. Maddy hizo todo lo posible para detener los temblores de su cuerpo. Las gotas de lluvia se aferraban a su cabello. —Hola, Kevin —dijo ella. —Maddy —suspiró—. Gracias a Dios. Entra, aléjate de la lluvia.

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Él asintió de mala gana. —Bueno, vamos a darle una oportunidad, entonces.

*

Empujó la puerta y vio al Ángel más famoso del mundo. La ira brilló en sus ojos, pero no la sorpresa. Había algo más, también. Una especie de tensión muy profunda que Maddy jamás había visto en su tío. Kevin miró desde el Inmortal a su sobrina empapada y viceversa. —Tú también joven. —dijo finalmente. Una vez dentro, Kevin atrajo rápidamente a Maddy en un abrazo. Ella no podía recordar la última vez que la había abrazado así. Jacks esperó en silencio, pareciendo sentir la rareza del momento. —Me preocupé mucho —comenzó a gruñir Kevin, ira bordeando el alivio en su voz—. ¿Estás bien? Dijeron que… —Estoy bien, Kevin —dijo Maddy—. Quiero que conozcas… —Sé quién es él —interrumpió. Su tono no era desagradable. Pero tampoco cálido. No ofreció su mano. Con todo lo que había sucedido, no había tenido mucho tiempo para pensar en cómo reaccionaría su tío. Miró nerviosamente mientras Jacks sonreía y decía hola. —Querrán quitarse esa ropa mojada y secarse —dijo Kevin. Luego se volvió hacia Jacks—. Creo que tengo algo que se ajustará también a ti. ¿Por qué no vienes conmigo? Maddy subió a su habitación, peleando fuera de sus empapadas ropas y se duchó. Todavía había agua caliente en las líneas y quemó dolorosa—y maravillosamente—, en su fría piel. Pensó en las palabras de Jacks en el tejado de nuevo. Y en el beso. ¿Podría él estar diciendo la verdad? ¿Era posible que tuviera sentimientos hacia ella? Nunca se había permitido la idea, y ahora la probó delicadamente. Se sentía… maravilloso. Eso la asustaba. Se sentía demasiado bueno para ser verdad.

Tenía una contusión profunda formándose en el hombro, donde Jack la había empujado, y también sentía un moretón debajo de sus hombros, donde era más sensible al tacto. Debió haber golpeado el poste de luz más fuerte de lo que creía. Se secó, se puso pantalones limpios y una sudadera con capucha y bajó las escaleras. Maddy se sentó en la sala con una toalla de pelo mientras esperaba que Jack saliera del baño. Kevin había encontrado algo para él en una caja en la parte

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Cuando salió, encendió una vela e hizo un balance de heridas en el espejo.

*

posterior de su armario y lo mandó a cambiar. Miró con ansiedad alrededor de la sala, desde las fotos embarazosas de la escuela en la pared, los muebles de segunda mano, a la vieja televisión. Comparados con Jacks, eran asombrosamente pobres. Rápidamente se levantó y recogió un montón de ropa de Kevin que se hallaba sobre el sofá. Trató de organizar las revistas sobre la mesa como en las oficinas de lujo hasta que se dio cuenta de que eran de Family Circle and Reader’s Digest. Suspiró. No había esperanza. Jacks salió del baño con jeans viejos de Kevin y una camisa hecha jirones, que, en él, parecían un anuncio de gastados y elegantes vintage. Cruzó la sala y, para su alivio, pasó la pared de fotos sin inspeccionarla. Si salía de esta noche viva, pensó, se comprometía a guardarlas para siempre. —Me gusta tu lugar —dijo Jacks, mirando alrededor—. Es acogedor. —Gracias —dijo ella tímidamente, y agarró un par olvidado de ropa interior de Kevin—, vamos a la cocina. Maddy y Jacks se sentaron en la mesa, mientras Kevin agarraba tres tazas de la alacena. El gas de la estufa seguía fluyendo, y preparó tazas de té para todos. Afuera, la lluvia caía constantemente contra el techo, llenado la cocina con su suave murmullo. —Gracias, Sr. Montgomery —dijo Jacks al aceptar su taza. —Solo Kevin —dijo el tío de Maddy. Le entregó una taza a Maddy, y luego se ocupó alrededor de la cocina de nuevo. El líquido caliente le escoció la lengua mientras bebía, y el calor se extendió a lo largo de su pecho. —Han estado llamando, ¿sabes? —dijo Kevin. —¿Quién? —preguntó Maddy. —Todo el mundo. ANN. Angels Weekly, MSNBC, y algún blogger. Viutton… algo. Pensé en desconectar el teléfono, pero tenía miedo de que pudieras tratar de llamar. Me sentía preocupado.

—Eso no es exactamente lo que han estado diciendo —dijo de manera uniforme—. Pero he oído un montón de cosas esta noche. Maddy observó a Kevin mientras sacaba más velas de debajo del fregadero y las colocaba alrededor. Tomó una larga y profunda respiración. Finalmente abrió los labios.

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—Te lo dije, estoy bien —dijo Maddy, y miró a Jacks—. Él me salvó la vida.

*

—Mis padres, Kevin —dijo Maddy en voz baja pero firme—. Quiero saber la verdad. —Kevin se congeló de pie, de espaldas a ella, luego prendió un fósforo y encendió una de las velas. —¿Qué quieres saber que ya no sepas? —dijo sin volverse. —Jacks me dijo que podía salvarme, porque vio que me encontraba en peligro, como una premonición. Bueno… —Tomó un profunda respiración—. He tenido premoniciones toda mi vida, y siempre cuando algo malo está a punto de suceder. Kevin siguió sin moverse, sólo escuchaba. —Siempre me lo he explicado a mí misma o tratado de ignorarlo. Pensé que sólo era, no sé, diferente. Un monstruo. —Tragó el comienzo de otro bulto amenazando en su garganta— . Ahora pienso que tal vez hay más de ello, y tal vez lo has estado escondiendo de mí. —Maddy, no crees que puedes estar imaginando… —No lo estoy —dijo bruscamente—. He terminado de pretender que no es así, porque lo es. Sucedió hoy cuando casi fui aplastada por ese coche. Vi que todo pasaba en mi cabeza, y eso es imposible. —Por el rabillo del ojo podía ver la expresión de asombro de Jacks. Había dejado su taza y la examinaba con atención—. Así que, ¿quiénes eran, en realidad? —preguntó en voz baja. Kevin se volvió y la miró a los ojos. La mirada de Jacks se clavó en ellos. Kevin trajo una de las velas y la puso en el centro de la mesa. Luego se sentó mirando la llama, las gafas reflejando la luz parpadeante. Maddy se dio cuenta de que contenía el aliento.

Maddy miró a su tío a la luz de las velas. Allí sentado el hombre que había cuidado de ella, y estado siempre ahí para ella, toda su vida. De repente se sentía como si no lo conociera. O al menos no conociera una parte de él. Se vio abruptamente viejo para ella. Desgastado de alguna manera. Su cara se veía dibujada en líneas sombrías. —Por favor —susurró—, tengo que saber. —¿Estás segura de que quieres oír la historia? —preguntó, su expresión más oscura—. Si te digo, te lo voy a decir directamente. No lo voy a editar. Y

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—Me preguntaba si llegaría este día —dijo al fin—. Pensé que podría, pero no tan pronto, y sin duda, no en estas circunstancias. Le dije a tu padre que no era justo ser yo el que tuviera que decírtelo, pero me dijo que se alegraba que fuera yo. Que siempre había sido bueno contigo. Ahora, no estoy tan seguro.

*

te lo advierto ahora, no siempre es bonita. —Los lentes de Kevin llamaron la luz nuevamente y sus ojos parecieron brazas. Maddy consideró sus palabras y luego asintió. Jacks se quedó en suspenso. —Muy bien, entonces —dijo Kevin—, ¿Por dónde empezar? Con los Ángeles, supongo. —Se levantó y caminó hacia el armario mientras hablaba—. Deberías saber de tu clase de historia en la escuela sobre El Despertar, ¿Cuándo los Ángeles se revelaron a nosotros? ¿Conoces el establecimiento de protección por pago y los Arcángeles de NAS? —Sí, por supuesto —dijo Maddy, recordando la tediosa charla del Sr. Rankin. Kevin había comenzado a tomar las tazas restantes de la alacena y poniéndolas en el mostrador. Maddy se preguntó vagamente lo que hacía. Una leve brisa atravesó la casa, causando que las velas se movieran rápido. Cuando Maddy miró, Kevin quitó el fondo del armario y sacó lo que parecía un viejo libro de recuerdos. El corazón de Maddy comenzó a martillear sin descanso en su pecho. Nunca había visto ese libro antes ¿Qué hacía escondido en la alacena? Kevin llevó el libro a la mesa, se sentó, y lo puso frente a él. —Un poco menos de veinte años atrás, un joven Guardián, lo que ellos llaman un Inmortal Nacido, tuvo una idea radical. A su juicio, los Ángeles se habían corrompido y el sistema se había corrompido con ellos. Sostuvo que los Ángeles deberían volver a hacer milagros de forma anónima, y de forma gratuita. Kevin abrió el libro.

Jacks estiró el cuello para ver también. Kevin se detuvo en una foto descolorida de un joven Ángel. Maddy no lo reconoció, pero quedó inmediatamente impresionada por él. Tenía unos ojos amables y una figura impactante y escultural. —¿Este es él? —preguntó Maddy, tocando la foto. —Sí, lo es —dijo Kevin—. Éste es Jacob Godright. —Kevin señaló a un hombre apuesto de unos veinte años de pie junto a él—. Y éste es un joven activista humano llamado Teddy Linden.

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La unión agrietada como la cubierta. Empezó a ojear las páginas quebradizas. Había fotos de personas que Maddy nunca había visto antes. Jóvenes, bellos rostros mirando hacia afuera de las páginas.

*

—¿El senador? —Jacks preguntó con incredulidad—. Él odia a los Ángeles. —U odia en los que se han convertido. Este fue otro lugar y otro tiempo. Ves, Jacob Godright y sus seguidores estaban convencidos de que los ángeles y los seres humanos podían vivir juntos como iguales, trabajar juntos, e incluso tener una familia juntos. Para probar su punto, se casó en secreto con una chica hermosa y brillante, humana, de la que se había enamorado. —La voz de Kevin vaciló bajo el peso de las palabras—. Esa chica era mi hermana, Maddy. Era tu madre. Montgomery es su nombre de soltera. Tu verdadero nombre es Madison Godright. —Hizo una pausa—. Tu padre era un Ángel. Fueron un total de diez segundos antes de que Maddy pudiera hablar. O moverse. O incluso respirar. Su corazón al galope amenazó con romper a través de su pecho. Oyó las palabras de su tío, un zumbido en su cabeza. —Eso es… imposible. —No había querido decirlo en voz alta, pero las palabras rompieron a través de su estado paralizante. Se dio cuenta de que Jacks se sentaba como una escultura junto a ella, su cara una máscara incrédula de piedra. —Lo siento, no he sido capaz de decirlo hasta ahora —dijo Kevin—. No puedo decirte lo mucho que me gustaría que las cosas fueran diferentes. Cuanto echo de menos a mí hermana. —Pero, yo no soy un Ángel. —Logró dejar salir. —No —dijo su tío—, no lo eres. Eres humana, pero tienes sangre de ángel fluyendo por tus venas. Eres de una especie, Maddy, única en el mundo. —Sonrió y le dio un rápido apretón en el hombro. Luego su rostro se ensombreció—. Tu nacimiento, lo que se pensaba imposible, se convirtió en el catalizador de todo. Tus padres dijeron que eras un milagro, y un signo, pero la NAS te llamó bastarda, una mestiza, y… —Hizo una pausa en la palabra—… una abominación. —Los ojos de Kevin se disculpaban, pero su tono fue cortantemente honesto.

—Los Problemas —dijo Jacks. —Eso es correcto —respondió Kevin—. La Guerra Civil de los Ángeles. —Mi padre… —dijo Jacks. Maddy miró sus nudillos volverse blancos cuando se apretaron en los apoyabrazos de su silla. —Sí, tu padre Isaiah Godspeed era un rebelde, junto con Jacob.

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—Y así, comenzó la lucha de poder entre los Ángeles.

*

—¿Qué? —Jacks miró a Kevin, entrecerrando los ojos en desconfiadas ranuras—. Mi padre luchó contra la rebelión. Fue asesinado venciéndola. —No, Jacks —dijo Kevin con calma—. Eso es lo que tu padrastro, Mark, quiere que pienses. La verdad es que tu padre quería reformar a los Ángeles también. Apoyó a Jacob y a su hija. —¿Por qué Mark no quiere que sepa eso? —preguntó Jacks. —Porque cuando Maddy tenía sólo unas pocas semanas de edad, Jacob e Isaiah se acercaron a él para pedir ayuda. Todos eran compañeros de clase, y el primo de Isaiah, Mark, era ya la estrella en ascenso, un prodigio político ambicioso. El Jackson Godspeed de su época —dijo Kevin, señalando a Jacks. Dio la vuelta a la última página del libro de recuerdos. Se hallaba en blanco. Maddy miró el color amarillo, la frágil página. Como un futuro cortado innecesariamente corto. —Mark se negó a apoyarlos y los echó. Con las filas cerradas contra ellos, Maddy me fue traída al amparo de la oscuridad. Al día siguiente, tanto Jacob como Isaiah fueron capturados por agentes de Disciplina del Consejo, mortalizados, y asesinados a sangre fría. Regina, mi hermana, también fue asesinada. Kris Godspeed y su hijo, Jackson, se salvaron. A cambio de no ayudar a los rebeldes, a Mark se le dio la posición de Arcángel y ascendió rápidamente en el NAS. —Jacks —dijo Kevin, su tono de voz de repente suave—. Tu madre no sabía. Todavía no sabe. Es inocente. En su dolor, cedió a los avances de Mark y se casaron. Kevin cerró el libro de recuerdos y puso las manos sobre la polvorienta cubierta. Jacks se dió la vuelta y se quedó sin ver la ventana de polvo. Kevin miró a Maddy.

El nudo en la garganta volvió punzante cuando se levantó. Había venido a hablar con Kevin con la esperanza de finalmente aclarar el nebuloso mundo de los sueños de su pasado. Ahora se dio cuenta que el sueño era una pesadilla, una pesadilla que había estado protegiéndola. No era sólo una chica normal, sin complicaciones. Era la perversión de un hombre y un Ángel. Un monstruo. No es de extrañar que siempre se hubiera sentido como un bicho raro. Ella era, literalmente, uno.

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—Los Ángeles prometieron nunca más interferir en tu vida tanto tiempo como la vivieras con normalidad, sin ningún conocimiento de tu pasado o lo que realmente eres. Estuve de acuerdo, y has estado conmigo desde entonces.

*

Maddy podía sentir los ojos hinchándose, y no sabía si sería capaz de detener las lágrimas. Vacilante, se levantó de la mesa y caminó por la sala a la ventana. La lluvia había cesado, por último, remplazada por la niebla que se cernía a baja altura sobre la calle mojada. Maddy vio un hombre que paseaba a su perro en la niebla. Jacks permaneció inmóvil en su silla. Ahora era su turno para decidir en qué creer. —Y ahora me están cazando por salvarla —dijo en voz baja. —Probablemente los están cazando a los dos —dijo Kevin—. Ahora que has salvado a Maddy, ambos son una amenaza al poder de los Arcángeles, un recordatorio de las otras… ideas sobre cómo deberían ser los Ángeles. Los descendientes de los rebeldes, que actuaron con rebeldía. Peligrosos. Nunca les permitirán a ustedes dos estar juntos. No importa lo que cueste. Si pueden, los Agentes del Consejo de Disciplina los matarán a los dos. Maddy oyó el roce de las sillas sobre el linóleo cuando Jacks y Kevin se levantaron. —Vas a tener que excusarme cuando digo que no me gustan los Ángeles — dijo Kevin, y luego le tendió la mano—. Pero gracias por salvar la vida de mi sobrina. —Jacks miró la mano de Kevin por un momento y luego la tomó. Ambos la estrecharon. Maddy siguió mirando la ventana en silencio.

Jacks se encontraba junto a ella. En lugar de decir algo, sintió los dedos de él tomar su palma y encajar con los suyos. Le había tomado la mano antes, de forma rápida, y por razones funcionales, por lo general para arrastrarla fuera a algún lugar al que no quería ir, pero nunca había sostenido su mano. No de la forma en cómo las parejas lo hacían en los parques o los enamorados en las viejas películas. Maddy estaba allí y sentía el calor en sus manos. Le hizo pensar en esa primera noche, cuando habían hablado acerca de los recuerdos imaginarios y se había sentido tan conectada con él. Pero ahora se hallaban más separados que nunca, tuvo que recordarse a sí misma. Uno un ángel y otro una abominación.

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Vio como el reflejo de Jacks apareció detrás de ella en el cristal. Se preguntó si tendría una poco convincente condolencia para ella. El ángel inmortal diciendo a la rara de naturaleza que sentía su dolor o algo igual de patético. Al menos podría preguntarle si realmente se preocupaba por ella o no. Ahora, de seguro, sabía que no querría tener nada que ver con ella.

*

—Tenemos que seguir adelante —dijo finalmente. Maddy no podía creer que él no había dicho Yo debería seguir adelante, pero se sentía demasiado aturdida para preocuparse. O pensar. —¿Quién es? —preguntó Jacks. Miraba al hombre con su perro. —No sé —dijo Maddy—. Un vecino, supongo. —¿Cuánto tiempo ha estado allí? —Su tono de voz era severo. De repente, las luces dentro de la casa saltaron a la vida. El refrigerador zumbó de nuevo, y el televisor en la sala parpadeó a la vida. —Caza en curso del Ángel Jackson Godspeed… —Un periodista anunciaba bajo un anuncio de noticias de última hora. Afuera, los barrios de Ciudad Ángel se encendían uno por uno a lo largo de la red mientras la energía era restaurada. El hombre con el perro súbitamente miró directamente a Maddy de pie en la ventana abierta y se desvaneció. Desapareció literalmente, dejando al perro mirar en su alrededor con curiosidad y oler su inerte correa. Maddy se volvió hacia Jackson, sin aliento. El rostro de él lleno de desesperación repentina. —¿Cuánto tiempo tenemos? —preguntó ella. La agarró por la parte de atrás de su sudadera con capucha y la apartó de la ventana.

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—Ya es demasiado tarde.

* Traducido por Mery St. Clair Corregido por MaryJane♥

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esde el punto de vista de Maddy, tres cosas parecían ocurrir simultáneamente. Primero, la casa misma parecía a punto de estallar. Las ventanas, las cuales un momento antes habían estado frías y silenciosas y cubiertas de gotas de lluvia, de pronto se desintegraron en mil piezas brillantes. La puerta principal desapareció, lanzando afiladas esquirlas como cuchillos a través de la sala. En la cocina, los utensilios, tazas de té y platos eran lanzados al aire como confeti mortal. En segundo lugar, algo chocó violentamente con Jacks. Maddy sólo lo vio por el rabillo del ojo. Atravesó la ventana, moviéndose tan rápido que no era más que un borrón en su vista periférica. Un borrón con alas. Jacks fue impulsado hacia atrás a través de los muebles y hacia la vieja televisión, la cual zumbó mortalmente mientras se hizo añicos.

Tenía que estar imaginando al fantasma frente a ella. La necesitad de oxígeno trajo a Maddy de vuelta al presente. Miró fijamente la inexpresiva máscara oscura con brillante y computarizados ojos. El Ángel era mucho más alto que Jacks por unos centímetros, tenía una construcción muscular, y vestía un tipo de armadura futurística negra que cubría su cuerpo entero. Sus alas estaban blindadas y oscuras, como alas de murciélago. Lo que sea que Maddy imaginó como sería un Ángel Policía, así no era. La máscara hacía que la mirada del Ángel fuera como la de un malvado robot. Su boca se abrió para gritar, pero la mano alrededor de su garganta apretó el agarre y ahogó el sonido. Ella se estremeció. Clavó las uñas en esos enormes brazos y deseó que sus pies patalearan, pero el control del Ángel la

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En tercer lugar, cuando se volvió para mirar a Jack, Maddy sintió los dedos de una mano de hierro alrededor de la garganta. Otra mancha alada había entrado por la ventana de la sala, y ésta venía por ella. Voló hacia atrás como un pinball, golpeando la pared de fotos escolares y enviando la mayoría de los marcos rotos al suelo. El impacto fue tan violento que estuvo desorientada momentáneamente. Ángel de sangre… perversión de la naturaleza… el Consejo te mataría si pudieran. Las palabras se mezclaron con una extraña imagen de una oscura figura con brillantes ojos. Ella debía estar soñando.

*

envolvía como una serpiente. Sus rodillas cedieron bajo ella, Maddy sintió su cuerpo rendirse. El Ángel la levantó por el cuello y la lanzó contra una pared lejana. Escuchó el crujido cuando su cabeza golpeó contra la chimenea de piedra. Un zumbido agudo comenzó en su oído izquierdo. Intentó girarse y escabullirse, pero el Ángel estuvo sobre ella otra vez, sujetándola contra el suelo. Su velocidad y fuerza eran espectaculares. Abrumado y absoluto. Vio un pisapapeles de cristal posado sobre una pila de papeles en la mesa de la esquina, lo agarró, e intentó lanzarlo hacia la cabeza del Ángel. Él atrapó su brazo. Oyó el crepitar de una radio en alguna parte dentro de la máscara. La voz era fría e indiferente. —Tengo a la chica. Prepárense para la extracción. Esto había terminado. Detrás de ella, en dirección a la cocina, Maddy escuchó un grito masculino. Lo reconoció de inmediato. Kevin. Nunca lo había escuchado gritar antes. El sonido hizo que su sangre se enfriara. Todo esto era su culpa. Los dirigió hacia una trampa. Maddy miró los electrónicos y brillantes ojos del Ángel enmascarado. Su boca no se veía, pero Maddy tenía la extraña sensación de que le sonreía. En un instante, los brillantes ojos levantaron la mirada, como si estuviera sorprendido. La mano de Jacks silbó a través del aire, atrapando el brazo del Ángel y doblándosela en un ángulo imposible. El puño de Jack fue un borrón, su Anillo Divino iluminó la oscura habitación, aterrizando un golpe aplastante en la oscura máscara. La mirada en el rostro de Jackson era algo que nunca había visto antes. Sus ojos brillaban ferozmente. Ardían con un tipo de fuego. Maddy sólo podía pensar en una palabra para describirlo: ira. Su boca se abrió para dejar escapar un rugido inhumano. Alas estallaron detrás de él, amplias y amenazantes. La mente de Maddy parpadeó para recordar lo que Jacks le dijo anteriormente: una Batalla de alas entre Ángeles. El Ángel negro llegó hasta Jacks nuevamente. Empujó sus manos hacia adelante, como vio a Jacks hacerlo en el restaurante y en la esquina de la calle, pero Jacks fue más rápido. Por un momento, los Inmortales brillaron en el tiempo, como la estática en una televisión. Maddy vio el borrón de la mano de Jack envolverse alrededor de la pierna del Ángel, y con un grito de rabia en sus labios, lanzó a la criatura alada hacia la pared.

—¿Estás bien? —preguntó. —Creo que sí. El sonido de los gritos de Kevin vino hacia ella otra vez. Se levantó y se tambaleó hacia la cocina. Maddy encontró a Kevin sentado contra las alacenas debajo del fregadero. Un corte irregular en su frente se hallaba cubierto de sangre.

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Los asesinos ojos de Jackson regresaron de nuevo hasta Maddy.

*

Las velas que él tan cuidadosamente había colocado ahora estaban destruidas y rotas en el suelo, alrededor de él. El libro de recuerdos destrozado en la esquina, sus páginas arrancadas, las fotografías esparcidas por todas partes. Una de las fotos había caído sobre una vela y comenzaba a arder. —¡Kevin! —gritó Maddy. —¡Estaré bien! —gritó Kevin. Otra explosión sacudió las paredes mientras más siluetas aladas se estrellaban contra la casa. Los pasos tronaban en las escaleras mientras bajaban desde el techo. El peligro se acercaba. —Tienes que irte ahora —dijo Kevin, y miró a Jacks—. ¡Vuela! Tenían que escapar ahora o nunca. Los salvajes ojos de Jacks estuvieron sobre Maddy, pero no se movió. Esperó a su decisión. Maddy miró a Kevin a los ojos. Algo en ellos no quería que se marchara, pero le rogaba que se fuera al mismo tiempo. —De acuerdo —dijo Maddy, girándose hacia Jacks—. Vámonos. Sintió su fuerte brazo levantándola y sólo tuvo un segundo para enterrar las uñas en su piel antes de dirigirse hacia el cielo. Ellos le siguieron a través de la apertura irregular de la ventana. Las alas de Jacks golpeaban el aire, y se elevaron en la brumosa noche.

Los músculos de Jacks subían y bajaban por el esfuerzo de sus alas. Maddy miró hacia atrás, contra los azotes del viento. No vio nada al principio, sólo la niebla y la noche oscura como la tinta. A continuación, el inconfundible perfil de las alas de un Ángel emergió. Tres oscuros cuerpos se acercaban a ellos en la oscuridad, sus ojos amarrillos brillaban con maldad. —¡Hay tres! —gritó por encima del rugido del viento. Lentamente, con seguridad, los Ángeles parecían acercarse. Maddy observaba impotente como comenzaban a cerrar la distancia. Entonces, atravesando la niebla, lo vio. La línea de Los Ángeles. En la nublosa noche, los centelleantes edificios se cernían transatlánticos en un mar de niebla. Cuando Jack volvió a hablar, su voz era un poco más que un susurro en el viento. —Escucha, esto será probablemente el peor dolor que habrás experimentado en tu vida. Todo tu cuerpo te dirá que te des por vencida, pero tienes que aferrarte

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El aire húmedo ardía contra el rostro de Maddy. Comparándolo ahora, la primera vez que volaron fue como dar un paseo. Ahora, volaban disparados a través de la noche, ferozmente, dolorosamente. Ciudad Ángel retrocedía por debajo de ellos, hasta que no fue nada más que un diminuto resplandor. La noche los envolvió.

*

a mí. Tienes que sostenerte. Maddy, sin importar qué. No importa cuánto duela. Nunca, nunca te sueltes. ¿Puedes hacer eso por mí? —Maddy asintió. Cruzó los brazos alrededor de su cuello y se agarró los codos con tanta fuerza como podía. Jacks envolvió los brazos alrededor de los de ella, acercándola tan fuertemente a él que su cuerpo se estremeció. Ascendieron verticalmente, hacia las torres de vidrio. Los Ángeles detrás de ellos seguían acercándose. Maddy no necesitaba echar un vistazo. Podía oír el silbido del viento en sus alas. Jacks se lanzó hacia adelante con una velocidad desconcertante. Observó como un edificio emergió de la niebla como un fantasma. Esto rápidamente eclipsó su visión, una pared de cristal los saludaban. Jacks no cambió de rumbo. No se detuvo. Maddy sintió un pánico primario creciendo dentro de ella. Observó la pared hasta que pudo ver su reflejo en ella. El crudo terror dominaba a sus pensamientos racionales, y gritó. En ese exacto momento, Jack la tomó fuertemente de la cintura, sus alas bombeando con fuerza, y apretó a Maddy junto a él. Descendieron. Con fuerza. El viento era tan fuerte que casi hace que se soltara de Jacks. Era como la primera bajada en una montaña rusa —excepto que aquí no había diversión. Cada célula de su cuerpo gritaba que se diera por vencida. Imploraban. La sensación de dolor en sus brazos y dedos era abrumadora. La sangre descendió de su cabeza. Volaron directamente en la superficie de la torre, tan cerca que casi podía tocarla, tan rápido que parecían como un borrón sobre el vidrio al pasar. Una ola de cristales rotos los perseguía mientras su vuelo descendía con rapidez hacia el suelo. Maddy abrió los ojos en rendijas y miró la calle. Era como correr directamente hacia la muerte. Luego, con una precisión imposible, Jacks frenó y cambió de posición, volando hacia adelante sobre el suelo. Las farolas, señalamientos, autos: todo voló a una velocidad mortal, casi rozándolos. La aceleración fue constante y Maddy descubrió que podía respirar de nuevo. Miró atrás. Efectivamente, el primer Ángel cayó en la trampa de Jacks. Él no era tan ágil —o tan fuerte— como Jacks, y mientras trató de frenar, su ala quedó atrapada en una farola, haciéndolo caer en el pavimento y llevándose consigo varios autos estacionados. Uno menos, pensó ella.

—Sí —exclamó Maddy. Se arriesgó a mirar detrás de ella. —¡Hay dos más! —gritó. —Espera. Zigzagueando a través de la jungla de la ciudad, Jack voló rápido y bajó. Maddy miró con la boca abierta el hormigón. Se dirigían hacia un túnel.

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—¿Estás bien? —La voz de Jacks era tensa por el esfuerzo.

*

Oyó el chasquido en el aire mientras uno de los Ángeles se posicionaba justo detrás de ellos. El túnel se hallaba bañado en un misterioso azul-verde. Los focos reflejaban la luz brillante del techo en el túnel, dándole una sensación fría y futurista. Más adelante, Maddy pudo ver una fila de luces anaranjadas que venían directo a ellos. Escuchó el estruendo de la bocina de la camioneta. El sonido parecía venir de todas partes a la vez. Jacks aumento la velocidad. El gran camión se abalanzó sobre ellos, acercándose más y más, con un remolque detrás que se encontraba a unos centímetros de pegar con el techo del túnel. Maddy notó con una certeza escalofriante que iban a tener que pasar por allí. Tendrían que pasar por el pequeño espacio entre la cima del remolque y el techo del túnel. —¿Confías en mí? —gritó Jacks. Maddy apretó los labios contra su oreja. —¡Sí! En un instante, Jack rodó para que así pudiera volar cerca del techo. Maddy presionó su cuerpo contra el pecho de Jack, sabiendo que si se movía, podría terminar muerta. Se deslizaron sobre la cima de la camioneta, a centímetros de una segura muerte. Maddy sintió, más que escuchar, el impacto detrás de ellos mientras el agente se estrellaba contra la camioneta. El choque del cuerpo del Ángel contra el parabrisas se escuchó como una bomba. Jacks se movió de un lado a otro para esquivar los techos de los autos detrás del remolque. Se acercaron al final del túnel, el aire húmedo de la noche cada vez más cerca. Dos menos. Maddy miró hacia atrás. Nada. —¡No veo a nadie! —¡¿Qué?! —gritó Jacks. Maddy volvió a mirar hacia atrás para asegurarse. Antes de que Maddy pudiera responder, sintió un aplastante impacto desde arriba.

Una mano enguantada se cerró alrededor de la muñeca de Maddy. La voz era mayor y sorpresivamente elegante a través de la máscara negra. —Hola, Madison. Jacks embistió al Ángel con fuerza. El agarré del agente sobre el brazo de Maddy se aflojo, y él cayó detrás de ellos. Mientras hacía maniobras evasivas, los

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Debió de haber rodeado el túnel.

*

ojos de Jacks escudriñaron el cielo, con la cabeza moviéndose de un lado a otro, hasta que una luz borrosa parpadeó por encima de ellos. Una oportunidad. —Maddy —gritó, abrazándola fuertemente y preparándose para subir—. Necesito que te aferres a mí una vez más. ¿Lo harás por mí? —Lo intentaré —dijo con voz débil. Jacks la presionó contra él, como empuñadura y, con su último gramo de fuerza, subió como un cohete dirigiéndose al cielo nocturno. El peso de la aceleración fue agotador para Maddy. Rápido. Alto. Sus ojos ardían mientras la sangre escapaba de su cabeza. —¡Sólo un poco más, Maddy! ¡Un poco más! La voz de Jacks resonó en algún lugar lejano. Ella ya no tenía la fuerza suficiente en sus dedos, ya que comenzaron a resbalarse. El mundo comenzaba a retroceder. Sus ojos se cerraron mientras la oscuridad se apoderó de ella. Apenas escuchó el sonido de los motores acercándose o sintió el sofocante calor, ya que pasaron muy cerca de los motores. Lo siguiente que supo Maddy, es que podía sentir el metal bajo sus pies. Aturdida, abrió los ojos. Miró el metal remachado y las redondas y brillantes ventanas. Estaban en el ala de un avión. Jacks mantuvo el equilibrio en el ala mientras el avión se ladeó para aterrizar en el aeropuerto. Dejó a Maddy firmemente apoyada contra un costado, esperaron sin moverse. El metal de la aeronave era frío contra la piel de Maddy. Observo a una mujer dentro del avión mientras ella miraba por la ventana. Los ojos de la pasajera se ampliaron, y su boca cayó abierta a la vez que tomaba una fotografía de ellos dos en el ala. Se marcharon momentos antes de que el avión aterrizara. Jacks voló a baja altura sobre las palmeras hasta que los silenciosos canales estuvieron a la vista. El olor de agua estancada llenó la nariz de Maddy mientras Jacks la dejaba bajo un puente peatonal. Se sentaron el uno al lado del otro, sin escuchar nada. El canal era el único sonido que se escuchaba. Por lo demás, era silencio. Nada. Por el momento, se encontraban a salvo.

—Creo que sí. ¿Qué hay de ti? —preguntó Maddy. —Lo estoy. —¿Esos eran…? —Sí —dijo—. Esos eran los Agentes del Consejo de Disciplina.

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—¿Estás bien? —preguntó Jacks, jadeando, exhausto.

—Todo esto es mi culpa —dijo Maddy en voz baja.

*

—No, no lo es. Tú no tenías idea. —Te obligué a ir a ver a mi tío cuando tú sabías cuan peligroso era, y ahora… —se le cortó la respiración—, te he puesto en peligro a ti también. —Él va a estar bien, Maddy. Se sentaron allí, escuchando el agua correr. —¿Qué hacemos ahora? —dijo Maddy. —Ocultarnos. Encontrar un lugar seguro y seco donde pueda recobrar mi fuerza. No puedo confiar en ningún Ángel. Ni siquiera en mi padrastro. Necesitamos un lugar donde no nos buscarían. Maddy pensó en el único lugar donde se sintió segura toda su vida. La imagen de su tío Kevin agazapado en la cocina mientras un agente irrumpía en su casa la hizo estremecerse. También estaba Gwen. Pero vivía a sólo una cuadra de distancia de su casa, y la familia entera de su amiga podría estar allí. Y por lo que Maddy sabía, los Ángeles podrían estar vigilando a su mejor amiga, también. Un momento después, Maddy tuvo una idea. Estaba lejos de ser ideal. Pero dadas las circunstancias, era el único lugar a donde podían ir. —Conozco un lugar. Estaremos a salvo allí, creo. —¿Dónde? —Con… un amigo. Él no estará del todo feliz de verte, pero creo que me ayudara.

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Jacks la miró. —¿Quién?

* Traducido por Mery St. Clair Corregido por KatieGee

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e abrieron camino por las calles, teniendo cuidado de mantenerse lejos de la luces de las farolas. Las lesiones de Maddy palpitaban. Su hombro y espalda con moretones del casi-accidente y ahora su cuello donde la mano del Ángel intentó estrangularla. Notó que Jacks había comenzado a dar pasos desiguales. No se había herido exactamente (ni siquiera sabía si los Ángeles podían lastimarse) pero su fuerza lo abandonada en este momento. Ambos necesitaban un lugar seco y seguro para descansar. Cuando llegaron a la calle residencial, la niebla se había levantado. El aire era claro y frío. Los charcos de agua estaban extrañamente quietos mientras reflejaban la luz de las farolas. Se detuvieron en la sombra de un auto estacionado y miraron la enorme y rustica casa. La casa se hallaba ahora oscura y silenciosa. Un par de vasos rojos cubrían el césped como la única evidencia de la fiesta de esa noche. Para Maddy, eso ya parecía un pasado muy lejano. Como el recuerdo de otra vida. —¿Quien es esta persona? —dijo Jacks, escudriñando la casa. —Umm… un amigo —repitió Maddy, manteniendo su tono neutral. Él se volvió hacia ella y buscó su mirada. Con la poca luz de la farola, parecía como un viejo súper héroe. Una vez más, se odió a sí misma por encontrarlo tan atractivo, incluso cuando se encontraba exhausto, golpeado, y sucio.

Maddy lo consideró. —Sé que nunca haría algo para lastimarme —dijo finalmente. La respuesta no pareció satisfacer a Jacks, pero asintió. Se dirigieron a un costado de la casa, deslizándose entre la ladera arbolada, hasta que llegaron a una ventana con poca luz. Maddy miró dentro. Ethan se encontraba sentado contra la pared, la lámpara de su escritorio encendida. La caja de fotos a su lado. Él miraba las pinturas.

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—¿Podemos confiar en él? —dijo Jacks.

*

Maddy reconoció la habitación, por supuesto. Allí fue donde estuvieron a punto de besarse. Se encontró pensando en cómo se habían sentido sus labios mientras rozaban los suyos. Luego, pensó en su última conversación, cuando le dijo cómo murió su padre. Quizás esta no es una buena idea después de todo, pensó, pero ya era demasiado tarde para echarse para atrás. Alargó una mano y tocó el vidrio. Ethan saltó, luego miró hacia la ventana. —¡Ethan! —siseó Maddy en voz alta—. Por aquí. Él se quedó mirando la oscuridad por un momento, luego se levantó cautelosamente y se acercó al cristal. —Ethan, soy yo —susurró Maddy. —¿Maddy? —Abrió la ventana y la miró con los ojos muy abiertos. —¿Puedo… podemos entrar? —¿Podemos? —Miró las sombras detrás de ella y vio a Jacks. Su expresión se endureció. —Por favor —dijo Maddy, encontrándose con su mirada avellana—. No sé a quién más recurrir. Ethan vaciló mientras lo consideraba. —Ve a la parte trasera —dijo—. Nos encontraremos allí. Les dejó pasar por una puerta corrediza de cristal en la parte trasera de la casa. Todavía vestía sus vaqueros rotos y sandalias de la fiesta, pero ahora usaba una camisa blanca térmica debajo de su camisa a cuadros y su cabello oculto por una gorra de béisbol. —Gracias —dijo Maddy, frente al umbral de la puerta.

—No, no debiste —dijo Jacks. Sus ojos se veían cansados. Ethan se estremeció al oír las palabras del Ángel. —Ethan, esto… —Sí, lo sé —dijo Ethan. Estudió al Ángel. —Maddy me ha dicho que ustedes son… ¿Amigos? —dijo Jacks. Ethan asintió.

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—Me alegro de que estés bien —dijo Ethan, alivio genuino en su voz—. Te fuiste de la fiesta y escuché a esos dos idiotas corriendo por la calle. Nunca debí haber dejado que te fueras así.

—¿Y ustedes son…?

*

—Amigos —dijo Maddy con rapidez. Podía imaginarse lo que ocurría debajo del exterior de Ethan. Se preguntó si debió haber invitado al Ángel a su casa. —Entren —dijo Ethan finalmente. Ethan los condujo por el pasillo hacia la cocina. Había limpiado todo desde la fiesta. —Me gustaría tener algo que ofrecer —dijo Ethan mientras caminaban—. Pero no quedó nada. Hay algo de comida chica en el congelador, creo. —Estamos bien —dijo Maddy. Entraron en la cocina y Ethan se apoyó en el mostrador. —Entonces —dijo—, ¿cómo puedo ayudar? —Ethan, necesitamos… un lugar donde ocultarnos. —Maddy hizo una pausa—. Esperaba que pudiéramos quedarnos contigo. La mirada de Ethan iba de Maddy a Jacks. —Mira, Maddy —dijo honestamente—, me gustaría que te quedarás aquí, pero no se puede. Y no es porque yo no quiera. Maddy bajó su cabeza. —Ya han estado aquí —dijo Ethan. El corazón de Maddy martilleó contra su pecho. —¿Quiénes? —preguntó Jacks, alarmado. —Los Ángeles. Se fueron, pero estoy seguro de que regresaran. Te buscaban a ti y a… él. —Señaló a Jackson. —Ethan, por favor —dijo Maddy—. Jacks salvó mi vida.

—¿Qué quieres decir? —dijo Maddy, sus cejas se fruncieron—. ¿Qué has escuchado? —Que él te secuestró, por supuesto. —Eso es ridículo —dijo Maddy en voz baja—. ¿Quién diría eso? Ethan arqueó una ceja.

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—¿Te salvó la vida? —dijo Ethan, incrédulo—. Eso no es lo que he escuchado.

*

—¿Realmente no lo sabes? —Caminó hacia la televisión en la sala. Tomó un control del sofá, y encendió la enorme pantalla. El cansado rostro de Tara Reeves llenó la pantalla mientras continuó reportando las noticias de última hora. —Te traemos las últimas novedades sobre la situación de Jackson Godspeed en esta continuación del informe especial. En este momento, la búsqueda por Godspeed continúa, él presuntamente secuestró a la chica Maddy Montgomery, de apenas diecisiete años, en Ciudad Ángel hace unas horas, y ahora se cree que podría estar relacionado con las desapariciones de tres Ángeles durante la semana pasada. Maddy se paralizó por el shock. ¿Qué ocurría? —Ya ha comenzado —murmuró Jacks, como si fuera una respuesta. —¿Qué es todo esto? —El encubrimiento —dijo Jacks. —La situación es peor en internet —dijo Ethan. Asintió hacia su portátil, la cual se hallaba abierta en el mostrador de la cocina. Maddy fue hacia la computadora. Golpeó la barra espaciadora para activar la máquina, y allí estaba: el navegador de Ethan se encontraba abierto en los blogs de Ángeles más populares, con titulares llamativos como: “EL NOMBRAMIENTO VA MAL”, “UN ÁNGEL PERTURBADO”, y “¡ESCANDALO EN CIUDAD INMORTAL!” Hizo clic en varios sitios. Todos tenían su propia versión retorcida de la historia. Cómo Jacks había desaparecido de su propio Nombramiento, y supuestamente secuestrado, y que él estaba detrás de los asesinatos de Ángeles. Incluso había algunos rumores de que trabajaba con los extremistas que querían derribar a los Ángeles. —Pero nada de esto es cierto —dijo ella, sus ojos como dardos en la pantalla—. Esto no es justo; Jacks no mató a nadie. Y no fui secuestrada. —Bueno, eso no es lo que se dice de ti en todo el mundo. —¿Qué? —jadeó Maddy—. ¿Cómo? —Has estado actualizando tu página de Facebook.

—¿Facebook? Yo no tengo una página de Facebook. Ethan se acercó y, pasando su brazo alrededor de ella, navegó en Facebook y escribió el nombre de Maddy. Y allí estaba ella, su foto de perfil era una horrible foto de su primer año en el instituto, y las fotos que les tomaron los paparazzi en el restaurante, la fiesta con Jacks, y el paseo a la escuela al día siguiente. Su estado era catalogado como una relación complicada, y su perfil se encontraba llenó de

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Los ojos de Maddy se entrecerraron.

*

comentarios simpáticos de “amigos” de los cuales vio que tenía 560. Debajo de “¿Qué piensas?” ella había escrito: “Actualmente secuestrada por Jackson Godspeed”. Maddy no pudo evitar apoyarse en el pecho de Ethan mientras absorbía las noticias. Jacks vino detrás de ellos, notándolo y molestándose. —Oh, tienes una cuenta de Twitter, también —dijo Ethan. Navegó a la página principal de Twitter, tecleó su nombre, y allí estaba de nuevo. Su Tweet más reciente fue sólo quince minutos atrás: Todo está bien, me pondré en contacto con todos pronto. ¡Gracias por su amor y apoyo! —Están vendiendo camisetas —dijo Ethan. Rápidamente tecleó celebritytee.com. La boca de Maddy cayó abierta. Había una camisa a la venta con su rostro en ella—. Team Maddy o Team Jacks —dijo, leyendo el título—. Así que supongo que tú comprarías la tuya. Hay incluso “Team Macks” si no puedes decidirte o te gustan ambos, supongo. —¿Todo esto sucedió… esta noche? —preguntó con incredulidad Maddy. —Es el mundo donde vivimos ahora —dijo Ethan. Dio un paso atrás y se apoyó en el mostrador nuevamente—. Felicidades, Maddy, ahora eres una celebridad. —Y ahora están cazándome —dijo Jacks, casi para sí mismo—. Lo que sea o quien sea que está allí afuera matando Ángeles, quiere conseguir su pase para que los Arcángeles puedan cubrir su suciedad. —Se volvió hacia Maddy—. Él tiene razón. No podemos quedarnos aquí. Si ya estuvieron aquí buscándonos, regresaran. Maddy pensó en los Ángeles rompiendo las ventanas de su casa. Era una imagen que no quería volver a ver. Ethan se giró hacia ella. —Quizás no es de mi incumbencia, Maddy, pero ¿crees que quedarte con Jackson sea una buena idea? —murmuró Ethan. —Eso no es de tu incumbencia —dijo Jacks, su mandíbula apretada.

—Déjame checar la calle, entonces nos iremos. —El Ángel se dirigió rápidamente al pasillo. Maddy se preguntó si él no quería dejarla mucho tiempo a solas con Ethan. ¿Se sentía realmente… celoso? Ethan y Maddy se quedaron en silencio.

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—Como su amigo, la seguridad de Maddy es de mi incumbencia —replicó fríamente Ethan. Jack se alejó de él.

*

—Sé lo que debes estar pensando —dijo Maddy finalmente—. Pero si no fuera por Jacks, estaría muerta en este mismo instante. Me salvó la vida, Ethan, más de una vez esta noche. Las cosas son más diferentes de lo que yo pensaba. Los ojos de Ethan brillaron. Eran tan vulnerables, casi dolía. —Sé que las cosas son diferentes —dijo Ethan—. Como dije antes, no pareces el tipo de chica que se mezcla con esos chicos. —Parecía triste y cansado—. Pero supongo que me equivoqué. Ella mordió su labio. No sabía que le dolía más, sus lesiones o la decepción de su amigo por su culpa. Jacks volvió a la habitación. —De acuerdo, debemos irnos. —¿A dónde? —A cualquier lugar. Ellos regresaran, te lo garantizo. Jacks se dirigió hacia la puerta principal. Ethan los observaba. Luego suspiró y sacó un manojo de llaves de un cajón. —Te dije que te lo prestaría cuando sea que quisieras, así que puedes pedirlo prestado ahora. Puede que no sea el lugar más cómodo del mundo —dijo, quitándole una de las llaves—, pero está seco, y no creo que nadie más vaya a revisarlo. Quiero decir, aparte de ti, Tyler es la única persona que sabe que lo tengo, y duerme en mi dormitorio. —Caminó hacia Maddy—. Esta llave abre la puerta de mantenimiento del lado este, ¿lo sabes? —Sí —dijo Maddy, dándose cuenta de lo que él hablaba. Ethan bajó la mirada a la llave, luego la levantó hacia Jacks, mirándolo fríamente. —Lo siento, Maddy, pero no confío en él. Pero si ésta es tu decisión, haré todo lo posible por ayudar. —Se giró hacia ella—. ¿Estás segura de estar bien? — Mientras hablaba, dio un paso hasta ella. Acercándose. Los ojos de Jacks brillaron con ira.

—Cualquier cosa por ti, Maddy —replicó en voz baja Ethan. —Vamos —dijo Jacks bruscamente. Se abrieron camino cuidadosamente por la adormilada calle. Maddy miró hacia atrás por encima del hombro. Las ventanas de la casa se hallaban oscuras, pero podía ver la silueta de Ethan, inmóvil, mientras los veía partir. Su idea fue muy buena. A nadie se le ocurriría buscarlos allí. Realmente los ayudó, y su

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—Sí —dijo, ruborizándose—. Y gracias.

*

decisión debió matarlo por dentro. Ethan. Constantemente allí para ella. Se encontró preguntándose, otra vez, qué sentía por él. ¿Qué pensaría él si le contara la verdad sobre sus padres? ¿Estaría furioso? ¿Y se volvería tan frío con ella como lo era con Jacks? ¿O aceptaría lo que era, sin importar la sangre que corría por sus venas? Tenía el presentimiento de que la apoyaría, sin importar lo que pasara. Se preguntó si Jacks haría lo mismo. Jacks se volvió hacia ella en ese momento, con una sonrisa que hizo que su corazón se derritiera.

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—De acuerdo, Maddy, ¿a dónde iremos?

* Traducido por munieca Corregido por KatieGee

Ángel.

L

os grillos cantaban de manera constante en la hierba. Las palmeras inmóviles, mirando. —¿Aquí? —preguntó Jack, mirando la durmiente Secundaria Ciudad

—Sí, aquí. —Se rió Maddy—. No puedo imaginar que alguien podría pensar buscarte en una escuela pública. —Sus pies aplastaron la hierba húmeda cuando Maddy condujo a Jacks en torno a los salones de clase por el lado de la escuela. Llegaron a la puerta de servicio sin marcar, y Maddy deslizó la llave de Ethan en la cerradura. Conteniendo la respiración, le dio vuelta. Oyó el clic mientras el cerrojo se retiró. El pasillo se hallaba oscuro y silencioso. Carteles de la fiesta de bienvenida colgaban adormilados de las paredes. La única luz provenía de una máquina expendedora en el pasillo, de un rojo suave y brillo azul fluorescente. Miró a su alrededor y obtuvo su orientación. —Es por aquí —dijo. Maddy pasó la mano por los bordes de los casilleros, mientras caminaban. Ella se había paseado por este pasillo mil veces antes, pero ahora era diferente, y no era sólo la oscuridad. Todo había cambiado. Llegó a su casillero y se detuvo. Pensó en sí misma en ese casillero hace sólo unos días. Esa vida sencilla, cómoda que había conocido durante tanto tiempo. Un día regresas a tu entorno normal y todo se siente diferente, pensó. Excepto que el entorno no es diferente. Tú lo eres.

—No es nada —dijo Maddy. En verdad, lo era todo, porque se dio cuenta de que nunca sería lo mismo otra vez. Las taquillas y el rayado de linóleo y Gwen cotilleando sobre los Ángeles, todo parecía irremediablemente desaparecido. Incluso si las cosas hicieran algo para volver a la normalidad, no habría olvido de la verdad de la identidad de sus padres o de sus muertes horribles. No había

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—¿Qué es? —preguntó Jack.

*

escapatoria. Ya sea que ella se sintiera preparada para ello o no, su infancia estaba, oficialmente, terminada. —No está mucho más lejos —dijo Maddy, y comenzó a caminar de nuevo. Luego se quedó inmóvil. Oyó una voz. Venía desde el pasillo, desde el interior de una de las habitaciones. Sus ojos se lanzaron hacia Jacks. Él ya escuchaba con atención. —Tenemos que irnos —dijo Jacks, en voz baja. —Espera —dijo Maddy, y escuchó de nuevo. Reconoció la voz. Era una chica, una chica que conocía. La voz le dio una extraña, sensación de hundimiento que no podía ubicar. ¿Quién podría estar allí con ellos? ¿Y en este momento de la noche? Dio una mirada a Jack, y luego se arrastró hacia delante, manteniéndose cerca de la pared. Más lejos, una tenue luz se filtraba a través de la ventana de vidrio esmerilado de la sala de profesores. Con el corazón galopando en su pecho, sin hacer ruido, hizo girar el picaporte y abrió la puerta. La habitación se encontraba vacía. Había unas cuantas tazas de café a medio beber todavía sobre la mesa. Y un televisor brillando a la izquierda en la esquina. Alguien debe haberse olvidado de apagarlo. Maddy registró la cara en la pantalla. Era Vivian Holycross. Ella se veía radiante en un vestido Alexander McQueen de plata pura, sentada en un sofá frente a la incontenible Tara Reeves. Era una entrevista exclusiva en ANN. A pesar de que una lágrima corría por su mejilla, era una lágrima perfecta. Se había hecho un gran trabajo en cabello y maquillaje dándole un aspecto lo suficientemente angustiada. —Es un gran malentendido —dijo Vivian, tomando un pañuelo de papel que le ofreció Tara y limpiándose los ojos. El garabato en la parte inferior de la pantalla indicaba: “CACERÍA DEL ANGEL por la sospecha del asesino en serie Jackson Godspeed”.

—Ven a casa, Jack, y vamos a conseguir que todo esto funcione. Aún llorando, se veía increíble. Maddy miró la pantalla, y celosamente se retorció a través de ella. Se había casi acostumbrado a la tentadora idea del afecto de Jacks. La imagen perfecta de Vivian fue una comprobación helada de la realidad. ¿Cómo podía competir? Ella, una abominación. ¿Cómo había podido

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—¿Te gustaría decir algo a Jacks, si sucede que está viendo? —preguntó Tara. Vivian sorbió sus lágrimas.

*

dejarse pensar que Jack verdaderamente sentía algo por ella cuando él tenía a Vivian para volver a casa? Jacks miró a Maddy, parecía adivinar lo que pensaba. —Vamos —dijo, caminando hacia la televisión y golpeando un botón. Se apagó con un leve zumbido—. Estoy seguro que para hacer eso, Vivian hizo una gran aparición por una tarifa. Maddy lo miró perplejo. —Antes de que colapse aquí mismo en el pasillo, ¿por qué no me enseñas a dónde vamos? —dijo Jacks, llevándola fuera de la habitación. El mural desvanecido pintado en el lado del gimnasio representaba un musculoso, un dibujo en rojo y negro de un Ángel driblando una pelota de baloncesto bajo su ala. La pancarta decía: “¡Este es el territorio ALAS!” Maddy tiró de la manija. La puerta se abrió con un ruido metálico. El gimnasio estaba oscuro y fresco y olía a madera y solvente de limpieza. Sus pasos resonaban en la oscuridad cuando entraron. Jacks avanzó y se sentó pesadamente en el suelo. Maddy buscó a tientas por la pared hasta que encontró un panel de control de metal y una fila de interruptores. Tiró los interruptores de una vez, y poco a poco las luces del gimnasio comenzaron a brillar. Jacks se sentó allí en la penumbra, con los brazos apoyados en las rodillas y la cabeza gacha. Incluso para un Inmortal, se veía totalmente agotado. Maddy sabía muy bien que la escuela era sólo una solución temporal, que el lunes, los maestros y estudiantes estarían entrando a raudales en las salas de nuevo. Pero por ahora lo haría, simplemente tenía que hacerlo. Jacks necesitaba descansar. Incluso Maddy se sentía demasiado cansada para pensar con claridad. Podrían planificar sus próximos pasos en la mañana.

—Vamos descansar —dijo. Dio unos pasos y cayó con fuerza en la colchoneta. —¿Realmente vas a estar bien? —preguntó ella. —Lo estaré, sólo necesito algo de tiempo —dijo con cansancio.

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Ella encontró una pila de colchonetas en la esquina y tiró de la parte superior de una hacia abajo. Torpemente la desplegó, la arrastró a la mitad de la cancha.

*

Maddy se sentó a su lado y apretó las rodillas hasta el pecho. Escuchó la respiración profunda de Jacks. La cara llorosa de Vivian todavía se reproducía en su mente. —¿Puedo hacerte una pregunta —dijo Maddy finalmente—, si prometo no ser testaruda al respecto? —Claro —dijo. —Lo que dijiste en la azotea —dijo, con voz suave—, acerca de estar... destinados a estar juntos. ¿Era realmente la verdad? Quiero decir, ¿de verdad crees eso? Jacks la miró. Maddy se hallaba muy quieta, con los ojos en sus pies. —Simplemente no lo entiendo. ¿Por qué pasarías por todo este problema cuando tienes a alguien como ella? —Sopló en derrota—. No estoy ciega, Jacks. Ella es... increíble. —¿Vivian? —preguntó Jacks. Maddy asintió con la cabeza. Jacks la estudió por un momento en esa forma que tenía, escudriñándola, se acostó lentamente sobre la colchoneta y miró las luces. —Cuando llegué a casa esa noche después de que tú y yo nos conocimos, las cosas estuvieron caóticas en mi casa. La policía se encontraba allí, mi mamá lloraba, Mark estaba gritaba, pero mi mente, Maddy, mi mente seguía regresando a ti. No podía entender por qué. Fui y me senté en la terraza de mi habitación y busqué las luces de la ciudad hasta que encontré el restaurante de tu tío. Miré la señal hasta que se encendió. La expresión de Maddy se había vuelto incrédula. —¿No me crees? —No creo que tu habitación tenga su propia terraza —gruñó ella.

—Pensé en nuestra conversación. Ni siquiera entiendo por qué. Mi mente seguía volviendo a ese destello en tus ojos, y lo que había sentido cuando nos tocamos. Nunca había sentido nada igual en mi vida. Tenía que volver a verte. Así que... —Hizo una pausa, de pronto avergonzado—. Al día siguiente hice un poco de investigación y averigüé dónde ibas a la escuela. —Me preguntaba cómo me habías encontrado. —Maddy se rió. —Los Ángeles tienen sus formas —dijo, sonriendo—. Fui, esperando que te emocionaras al verme, pero me rechazaste. Nadie había hecho eso antes. Hizo que

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Jacks se rió un poco.

*

me volviera loco… y sólo más determinado. Fui a tu ventana esa noche, sin saber lo que hacía allí, casi inconsciente. Sólo tenía que hacerlo. Entonces te despertaste, y empezamos a hablar. Me dije que fui allí porque sólo quería ganar, ya sabes, sólo quería que digas que me perdonaste. Entonces habría terminado. Pero luego después que te llevé volando, me apartaste de nuevo. —Meneó la cabeza—. Y cada vez que me apartabas, Maddy, sólo me hacía más... fascinado por ti. Más interesado. —Eso es difícil de creer —dijo Maddy—. Aunque tengo que admitir que yo estaba siendo imposible. Intenté tantas veces de insinuar que quería estar sola, pero tú ni siquiera parecías darte cuenta. O importar. —¿Lanzabas indirectas? —Por supuesto. Las chicas hacen eso. Supongo que no tengo mucha experiencia en el departamento del rechazo, pero cada chica sabe cómo deshacerse de los chicos no deseados. Creo que es parte de nuestro ADN. —Ay —dijo Jacks en una mueca burlona. —Sabes lo que quiero decir —dijo Maddy, y sintió sus mejillas ruborizarse. —Tienes que entender cuan predecibles son las personas para mí. Todos los días, todos hacen lo que digo. Sonríen y dicen que sí a todo lo que quiero. Están ya sea asustados de mí, o fanatizados de mí, o pagados por mí. Así que una vez que superé estar furioso al respecto, y yo me sentía furioso, te acostumbras a conseguir lo que quieres de la gente todo el tiempo, me di cuenta de algo. Tú actuabas de esa manera porque no me tratabas como una celebridad. Tú tan sólo me tratabas como cualquier otra persona. —Hizo una pausa—. Nadie nunca me había visto por mí, Maddy, ni Vivian, ni nadie. Maddy se encogió de hombros. —No lo hice conscientemente. Nunca he entendido cuál era la gran cosa acerca de los ángeles. —Lo sé —dijo Jacks, y se rió—. Ya me has dejado ese punto muy claro. — Rodó en la cubierta, tratando de ponerse cómodo, e hizo una mueca.

Los ojos abiertos de Jacks miraron hacia arriba a la oscuridad del techo del gimnasio. —No lo sé. No lo creo. Maddy se incorporó un poco.

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—¿Tienes miedo?

*

—Tal vez sólo podamos de alguna manera averiguar quién es el verdadero asesino y demostrar que eres inocente. Y voy a explicar que no fui secuestrada. Tendrían que creerme. Yo les haría creer. Todo esto podría desaparecer. — Esperanza bordeó su voz. —No funcionaría. Aún queda la salvación no autorizada. No se detendrán. El NAS vendría con algo más. Siempre lo hacen. —Pero podría ser... menos malo de alguna manera, si supieran parte de la verdad por lo menos. Tú no eres un asesino, Jack. Él silenciosamente asintió. —¿Quién podría ser? —preguntó Maddy. Los pensamientos de Jacks inmediatamente trajeron a la memoria la cosa extraña que Sierra Churchson le había dicho en la fiesta que había llevado a Maddy. —No puedo esperar a tu estrella. Y la forma en que los gemelos lo habían mirado en el Nombramiento, la malicia en sus ojos. ¿Era algo más que celos? Los gemelos siempre habían sido un poco intensos. Y luego estaba lo que Jacks había aprendido esta noche sobre el pasado de Mark y la chaqueta manchada que su mente no le permitía olvidar. ¿Cómo podía confiar en Mark sobre cualquier cosa? Algo mucho más grande sucedía, y el cerebro de Jacks trató de hacerse con algo, cualquier cosa que haría las cosas claras. Pero se le escapaba. —No lo sé, ¿pero realmente importa? —dijo Jacks, suspirando—. Por ahora el mundo piensa que soy yo. —Vivian tiene razón, sin embargo —dijo Maddy, insegura otra vez—. Nada de esto es tu culpa. Es mía. Jacks meneó la cabeza.

—Me refiero a todo —dijo Maddy—. No debería haber ido a la fiesta de Ethan, no debería haber dicho que sí a esa cita contigo, y definitivamente no debería haberte llevado conmigo a la habitación en el restaurante. —Jugó con los cordones de su sudadera con capucha—. Cada decisión que he tomado ha sido un error, y ahora mira lo que ha ocurrido. —¿Por qué fuiste a la fiesta de Ethan? —preguntó Jack, su tono de curiosidad.

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—No, no lo es. Yo seguí la decisión de ir a ver a tu tío.

Maddy se encogió de hombros.

*

—Sólo fui porque me molesté contigo. Trataba de... olvidarte. —¿En serio? —En serio. Las chicas hacen eso también. —Bueno. Parece agradable. Incluso si me mata admitir eso. Jacks rodó otra vez, tratando de ponerse cómodo. —Aquí —dijo Maddy. Se sentó cerca de él y se inclinó en los codos—. Descansa tu cabeza sobre mí. —Con delicadeza apoyó una mano en la parte posterior de su cuello y tiró su cabeza contra su hombro. La cabeza de Jacks se movió pesadamente del hombro hasta su pecho. Podía sentir el peso de él a medida que inhalaba. Maddy se echó hacia atrás completamente y se abrazó a él, sosteniéndolo contra ella. Se quedó en silencio, como si estuviera escuchando los latidos de su corazón. Ninguno habló. Ninguno quería. Después de unos minutos, el oleaje de su pecho se calmó. Maddy miró a la cara contra su pecho, a las divinas características sin defectos que aún le quitaban el aliento. Alargó la mano y, con la punta de su dedo, tocó su frente. Entonces, como si se tratara de un instrumento de sanación, trazó con el dedo a lo largo de su piel, a través de la sien, abajo de la línea de su mandíbula, sintiendo el rastrojo de su barba. Por último, trazó la barbilla y rozó sus labios.

Él la besó completa y profundamente. Ella se apretó contra él. La electricidad comenzó a latir con fuerza como un martillo entre ellos, de ida y vuelta, creciendo. Sus cuerpos entrelazados en la luz polvorienta del gimnasio, a mitad de la cancha, las gradas vacías sus únicos testigos. Maddy jadeó de placer cuando Jacks la levantó sobre su regazo. Él envolvió con sus alas alrededor de su cuerpo y ella envolvió sus piernas alrededor de él. Entonces, de repente, se detuvo.

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Los ojos de Jacks se abrieron. Se sentó y la miró, sus alas expandiéndose detrás de él, bañando a los dos con la débil luz azul. Ella lo observó con cuidado y esperó a que la detuviera. No lo hizo. Lo tocó de nuevo, esta vez en el brazo. Siguió su dedo a lo largo de su antebrazo, hasta más allá de su bíceps, en su hombro. Entonces, después de vacilar un instante, con delicadeza, trasladó el dedo sobre la cresta de su ala. Jacks dejó escapar un profundo suspiro, y de pronto, más rápido de lo que Maddy podía ver, sus poderosas manos se encontraban en sus brazos. El agarre era casi doloroso.

—No podemos —dijo, separándose de ella.

*

—¿Qué pasa? —dijo a través de jadeos. —No sería correcto. No aquí. No así —dijo. El corazón de Maddy corría en su pecho, su respiración rápida e irregular. Tenía que concentrarse en hacer respiraciones lentas y controladas antes de que pudiera volver a hablar. —¿No quieres? —dijo al fin. Sus ojos brillaban. —Por supuesto que sí. Es sólo que es más complicado... para nosotros, Maddy. Hay mucho más que eso. —Entonces, en voz baja, casi para sí mismo, murmuró—: O al menos eso me han dicho. Maddy asintió con la cabeza, sintiendo la excitación comenzar a drenar fuera de ella. Se sentó sobre la alfombra, sintiéndose de pronto fría y sola sin su toque. —Nunca he hecho algo así —dijo ella con una sonrisa avergonzada. —Yo tampoco —dijo Jacks. Se quedó pensativo otra vez. Él miró a su Anillo Divino y pasó los dedos sobre la inscripción sagrada. Entonces sus ojos se posaron de nuevo en Maddy. —Quiero darte algo. —Deslizó el anillo de su dedo—. Hasta esta semana, nunca he querido nada más en mi vida que llevar este anillo. No como una pieza de joyería, sino porque pensé que podría encontrar sentido en salvar a otros, en ser un héroe. Pero el significado que finalmente he encontrado en mi vida proviene de conocerte a ti. —Se puso el anillo en la palma de su mano y se lo tendió—. Quiero que lo tengas. Maddy miró el anillo. La luz creó un millón de pequeños reflejos que bailaban alrededor de la palma de la mano. —No puedo tomarlo —dijo ella, y cerró los dedos de nuevo a su alrededor.

Tomó la mano de Maddy y deslizó el anillo en su dedo. Era impresionante, pero demasiado pesado para que se lo ponga. Ella alcanzó su cuello y desabrochó el simple collar de cadena que colgaba allí. —Esto era de mi madre —dijo, tomando la cadena y enhebrando el anillo a través de ella—. Es una de las pocas cosas tengo para recordarla. —Tiró la cadena

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—No te lo estoy pidiendo —dijo.

*

de nuevo alrededor de su cuello y lo apretó. El anillo se apoyó pesadamente en la cuenca de su pecho, justo debajo de la clavícula. Miró a los ojos de Jacks. —¿Me lo explicarás alguna vez? —preguntó Maddy en voz baja—. ¿Qué más hay que hacer? Para... ti. Jacks sonrió. —Te lo prometo. Más tarde. —Contrajo sus alas, haciendo una mueca mientras lo hizo—. Están doloridas —dijo. —Ven aquí —dijo Maddy. Se sentó con las piernas cruzadas, y le tendió los brazos. Apoyó la cabeza en su regazo. Se encontraba allí sentada sosteniendo su cabeza, jugando suavemente con su cabello con los dedos. En respuesta, él levantó una mano y la pasó por su espalda. —¿No se siente extraño? —preguntó. —No ¿qué? —El no tener alas. Maddy consideró. —Creo que si nunca las has tenido, no las extrañas. Jacks le sonrió. —Supongo.

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Sus respiraciones se convirtieron lentas y medidas. Después de un minuto, Maddy se dio cuenta de que dormía. Incluso los Ángeles tienen que dormir, pensó. Luego, antes de que ella fuera consciente de ello, su cabeza se había sumergido, sus párpados se cerraron y se durmió también.

* Traducido por munieca Corregido por Vericity

E

l letrero de neón del Restaurante de Kevin hacía tiempo que se había extinguido, pero el aparcamiento se hallaba poblado de autos de la policía DPCA, así como un número extrañamente uniforme de camionetas negras Escalade. Una sola luz se filtraba desde el comedor casi vacío. Kevin se sentó en uno de los reservados, la lámpara por encima de su cabeza haciendo que sus ojos se viesen hundidos y huecos. Miró por la ventana hacia la ciudad oscura y brumosa. Un parche de gasa estaba adherido en la frente, donde la ventana destrozada le había cortado, pero por lo demás, se encontraba bien. Volvió su atención de nuevo y miró al Agente del Consejo Disciplinario sentado frente a él. El Ángel era imponente, con un físico de al menos treinta centímetros más alto que el de Kevin, un rostro perfectamente simétrico, y una mandíbula fuerte y cuadrada. Otros agentes se encontraban en torno a ellos o daban vueltas en los alrededores del oscuro restaurante. Kevin suspiró y miró al Ángel, quien no se había movido. —Incluso si supiera a dónde iban, no te lo diría. Ya le dije a la policía todo lo que sé. Ni siquiera tienen derecho a interrogarme. —Estamos trabajando con la policía ahora —dijo el agente con una voz suave y articulada—. Jackson es sospechoso de secuestro, así como de tres homicidios.

La puerta principal se abrió con su habitual timbre. Una figura sombría caminó entre las mesas negras hacia ellos, oculto en la oscuridad hasta que la luz de la lámpara cayó sobre su rostro. Era Mark Godspeed. —Puedo ocuparme desde aquí —dijo Mark al agente. El agente asintió con la cabeza y salió de la cabina. Mark se sentó en su lugar.

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—¿Eso es lo que la policía o el NAS piensa?

—¿Cómo estás, Kevin?

*

—¿Qué quieres? —preguntó Kevin con frialdad. Mark lo miró. —Siento por lo que le pasó a la casa. Los agentes vieron una oportunidad, y la tomaron. —Metió la mano en su chaqueta—. Creo que esto probablemente debería cubrirlo. Tomó un sobre del bolsillo de su chaqueta y lo deslizó por el mostrador. Kevin vaciló, luego lo tomó y miró dentro. Era un cheque de cinco mil dólares. —Puse un poco más por los daños y perjuicios que Jacks hizo a tu restaurante, también —dijo Mark, mirando a su alrededor—. Como que pensé que este lugar podría tener una renovación de todos modos. Kevin miró el cheque por un momento, luego dejó el sobre de vuelta en el mostrador y lo deslizó a Mark. Mark lo miró sorprendido. —Si eso no es suficiente, estoy seguro de que podemos hacerlo un poco mejor. —No quiero tu dinero —dijo Kevin—. Te dije a ti y a tu hijo que permaneciesen lejos de mi sobrina. Ese fue el acuerdo. El silencio colgaba pesado entre ellos. —No he venido aquí para pelear, Kevin —dijo Mark—. Lo hecho, hecho está. Vamos a hablar de lo que podemos acordar. —¿Y qué es eso? —Creo que estamos de acuerdo en que los dos no queríamos que esto pasase. Nada de esto. Y los dos no queremos que pase a algo más grande. ¿Tengo razón? Después de un momento, Kevin asintió a regañadientes.

—¿Por qué? ¿Para que así puedas cazarlos a ambos? ¿Terminar lo que empezaste hace veinte años? Mark se echó hacia atrás en la cabina, exasperado. Dio un largo suspiro, sus ojos intensos. —Sólo quiero que las cosas vuelvan a ser como eran antes, Kevin. Antes de que las alas de ángeles comenzaran a aparecer en el bulevar, antes que la policía estuviera persiguiendo a mi hijastro y que él estuviera llevando camareras a

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—Así que por favor, Kevin, sólo dime a dónde iban. Cualquier idea que puedas tener de donde podrían estar, donde Maddy pudo haberlos llevado, sería vital. Cualquier cosa que nos pueda ayudar.

*

las fiestas de Nombramiento. —Kevin pareció indignarse ante la palabra camarera, pero se quedó en silencio. —Por favor —continuó Mark, casi implorando—, ¿no la quieres de vuelta aquí? ¿Trabajando en el turno de la mañana? ¿Yendo a la escuela, preparándose para la universidad, viviendo la vida que estaba destinada a vivir? Kevin levantó las manos en derrota. —Sí, Mark. Por supuesto. Pero la verdad es que no sé donde fueron o lo que planeaban. No habíamos llegado tan lejos cuando tus agentes entraron haciendo destrozos. Esa es la verdad. Mark asintió, aceptando esto. —¿Ella sabe ahora? —preguntó. —Sí. Lo sabe todo ahora —dijo Kevin, haciendo una pausa—. Y también Jackson. El cuerpo de Mark se tensó casi imperceptiblemente. —¿Qué vas a hacer cuando finalmente lo atrapes? —preguntó Kevin. La expresión de Mark se endureció, y miró por la ventana a la oscuridad. Otro silencio cayó sobre la cabina mientras Kevin miraba al Arcángel. Los ojos de Kevin siguieron a los de Mark hasta el estacionamiento, donde había algún movimiento—más de los Agentes del Consejo Disciplinario llegando. Lo que parecía tal vez una chica, junto con un tipo de espalda ancha, ninguno en uniforme, pero ambos claramente Ángeles, fueron iluminados por un momento por la luz del estacionamiento. Pero desaparecieron en las sombras. Kevin se frotó los ojos. Se sentía agotado. —No has cambiado nada, ¿verdad, Mark? —dijo Kevin—. Tu propio hijastro. El hijo de tu esposa. ¿Cómo pudiste? —Jacks fue Nombrado un Ángel de la Guarda y, como tal, está sujeto a las mismas leyes que rigen a todos los Guardianes. Incluido yo.

Mark lo miró con frialdad, y luego metió el sobre en la parte posterior de la chaqueta. —No es tan simple como eso, Kevin —dijo Mark mientras se deslizaba fuera del reservado y se levantó—. La situación ha cambiado. No puedo hablar de ello, pero lo único que puedo decir es que espero que los encontremos. Espero que podamos encontrarlos antes de que algo más lo haga.

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—¡Fuera de aquí! —dijo Kevin—. Lleva tu soborno contigo.

La cara de Kevin se oscureció en confusión y preocupación.

*

—¿Algo más?

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Pero Mark se volvió sin responder y desapareció en la oscuridad.

* Traducido por Liz Holland Corregido por Vericity

M

addy se despertó en una completa oscuridad. Le costó un momento recordar donde se encontraba. El gimnasio. Secundaria Ciudad Ángel. Se escondió con Jacks, y los dos se debieron quedar dormidos. Algo era diferente de cuando se durmieron. Entonces lo descubrió: las luces estaban apagadas. Alcanzando a Jacks, descubrió, con un pánico repentino, que no se hallaba allí. De repente el aire a su alrededor se sentía más difícil de respirar. Sus manos tantearon a ciegas en la oscuridad. Abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiese hacerlo, sintió un dedo presionado delicadamente pero firmemente en su boca. Era Jacks. Silenciándola. Apenas podía verlo ahora en la tenue luz que se filtraba por las grietas de las puertas del gimnasio. Estaba sentado y completamente inmóvil. Algo iba mal. En ese mismo momento, Maddy se dio cuenta de que no había sido sólo su pánico —el aire a su alrededor era realmente difícil de respirar. Quemaba sus pulmones cuando lo aspiraba. La temperatura de todo el gimnasio había subido mientras dormían. Era sofocante. ¿Qué ocurría? Una gota de sudor bajó por la frente de Maddy y salpicó la estera. Tenía el pelo húmedo y pegajoso. Se volvió hacia Jacks. —¿Qué es eso?—susurró. —No estoy seguro —respondió Jacks en un susurro—. Hay algo aquí con nosotros. He apagado las luces, pero sabe que estamos aquí.

—No lo sé. Nunca había sentido nada como esto. Es como pura maldad. No es amistoso —dijo Jacks. Maddy empezó a temblar. Cogiendo sus manos, Jacks los envolvió alrededor del anillo que ella tenía en el cuello. —Vamos a ir juntos al pasillo, y entonces quiero que corras. No mires atrás. No importa lo que oigas, sólo sigue corriendo. —¿Qué? ¿Qué vas a hacer tú?

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—¿Qué es?

*

Jacks quedó en silencio. —Vas a despedirte ¿verdad? Vas a intentar luchar.

—Lo que sea que sea eso, sabe que estamos aquí. Nunca nos dejará simplemente salir de aquí. Es nuestra única oportunidad. —¿Y si hay otra manera de salir? —¿Una manera de salir sin utilizar los pasillos? Maddy quiso que su Racionalmente. Entonces lo vio.

mente

aterrorizada

pensara

lógicamente.

—Sí. Algunas aulas están conectadas. Si salimos por el vestuario, podremos ir a través de las aulas para llegar al otro lado del colegio. Una vez estemos allí, esperemos que la puerta esté abierta. Ella apenas podía ver la silueta de su cara en la oscuridad. —¿Por dónde se va? Maddy los dirigió silenciosamente hacia la puerta del vestuario de las chicas. Cuando la pasaron, se aseguró de que el cerrojo se cerraba sin hacer ningún ruido. En la oscuridad, las filas silenciosas de taquillas parecían estar vivas y amenazantes, como un laberinto horroroso y alucinante. Todos los espejos se hallaban cubiertos de vaho. La condensación goteaba por los espejos, que a Maddy le recordaban a riachuelos de sangre. ¿Podía haber algo escondido en este laberinto, esperándoles? Miró las taquillas que estaban abiertas, las pocas toallas que quedaban en el suelo. Todo se encontraba completamente inmóvil. Maddy cogió la mano de Jacks y lo dirigió por delante de una de las filas. Pasaron la oficina del entrenador. Una voz les llamó desde la oscuridad. Maddy sintió la mano de Jacks aplastar la suya. Él se volvió para protegerla de cualquier cosa que pudiera saltar sobre ellos desde la oscuridad.

Era la radio del entrenador, sin duda alguien de la limpieza se la dejó encendida después de limpiar el vestuario. Jacks relajó el agarre de su mano. —Ain't gona just stand around while you run off with somebody new-ew-ew. Entonces, desde el otro lado del gimnasio, oyeron el click del cerrojo de la puerta. Esto no era la radio, ni la televisión. Algo intentaba entrar en el vestuario. Maddy empujó a Jacks a las duchas.

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—Baby, when I think of you-ou-ou, I get so blue-ueue

Ella pudo ver, por primera vez, un destello de miedo en sus ojos.

*

La puerta del gimnasio empezó a abrirse. Lo que sea que fuera lo de ahí afuera, en otro segundo estaría en la habitación con ellos. Rodearon las duchas y Maddy vio la puerta al final del corto pasillo. Tenía una ventana pequeña y cuadrada, que dejaba entrar la luz del pasillo de afuera. Estaban cerca. Y ahí fue cuando Maddy lo oyó. Pasos en el vestuario, detrás de ellos. El pánico le subió por la garganta. Lo que sea que fuera, tenía pies. Se oyó un golpe, seguido de dos chasquidos, como hojas de cuchillo contra el suelo de linóleo. Paso, click click. Paso, click click. Jacks apretó su mano y articuló una sola palabra. —Vamos. Se deslizaron por el suelo en silencio. Maddy alcanzó la puerta y aplicó la presión justa en la manija para verificar el cierre. La manija se movió y la puerta de movió sin esfuerzo. No se encontraba cerrada. Abrió la puerta y se deslizaron fuera, dejando lo que sea que fuera —la cosa— detrás de ellos en el vestuario. Salieron al vestíbulo que estaba al lado de las maquinas expendedoras. El zumbido de los refrigeradores hizo imposible escuchar algo detrás de ellos. Maddy escaneó el sofocante pasillo. El calor y la humedad habían empañado las ventanas de las aulas. No había manera de ver dentro. —Vamos —susurró ella, moviéndose a la puerta más cercana—. Tengo clase en esta aula. Creo que está conectada al laboratorio de biología. El laboratorio va a un pasillo que nos puede llevar al otro lado de la escuela.

Entraron en el aula y Jacks cerró la puerta silenciosamente detrás de ellos. Maddy casi podía oír el parloteo de sus compañeros de clase mientras se movía por los pupitres y el hablar monótono del Sr. Rankin en la pizarra. Eran los sonidos de la seguridad, los sonidos del maravillosamente común bienestar. Si salía de esta con vida, prometió no volver a tomar nunca esos sonidos mundanos por sentado otra vez. Pasaron el escritorio del Sr. Rankin y de repente Jacks agarró a Maddy por la sudadera y tiró de ella hacia abajo hasta el suelo. Sus ojos se clavaron en la ventana, donde una silueta negra se movía a través de la luz. Era larga, más alta

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—Vamos, vamos —susurró Jacks con urgencia. Maddy puso una mano en la manija y tranquilizó su corazón tembloroso. Abriendo la puerta, miró dentro. Los pupitres vacíos proyectaban largas sombras en la luz del pasillo. Era su clase de historia. En la pizarra todavía seguía escrita la tarea para el fin de semana: Leer Nueva Historia de los Ángeles, páginas 220-256.

*

que las ventanas. Grande. Maddy contuvo la respiración mientras pasaba el aula. Su corazón latía con fuerza. Entonces la cosa paró y volvió, ensombreciendo la ventana otra vez. Olía, pensó Maddy. Cazando. El picaporte de la puerta empezó a volverse. —No mires atrás —susurró Jacks mientras avanzaban hacia la puerta al final del aula. Jacks cerró la puerta detrás de ellos justo cuando la entrada del pasillo se abría. Sabía donde se encontraban ahora, pensó Maddy. Se acercaba. Jacks empujó a Maddy hacia abajo detrás de un largo mostrador. Escuchó el sonido de sus respiraciones rápidas y superficiales, intentando controlarlas. El laboratorio se hallaba dividido por cuatro mostradores a lo largo del aula, bordeados por estrechos pasillos en cada lado. Los tubos de ensayo, vasos, y demás cristalería encima de las mesas esperaban el uso de la siguiente semana. Maddy se asomó a la puerta del fondo, al otro lado del aula. Podía ver el pasillo a través de la ventana cuadrada de la puerta. Sabía que el pasillo llevaba directamente a la entrada lateral del colegio. —Vamos —dijo Maddy—. Podemos conseguirlo si corremos. Jacks agarró su brazo con un agarre férreo. —No. No podemos —dijo calladamente. —¿Por qué no? —susurró ella, casi suplicando. —Porque está aquí con nosotros. Maddy oyó cerrarse la puerta del aula. La oscuridad de repente parecía viva a su alrededor. Entonces lo escuchó. El más tenue sonido de aire. Podía escuchar respirar a la cosa. Un calor sofocante impregnaba la oscuridad como un fuego creciente que no daba luz. El acre olor a tierra, putrefacción y algo peor flotaba fuera de la oscuridad. Olía a muerte, pensó Maddy. Muerte pestilente en sí misma.

Paso, click click. Paso, click click. Jacks subió un dedo. Maddy miró a la señal de silencio, esperando que su mente aterrorizada entendiera. Entonces lo entendió. Uno. Estaba detrás del primer mostrador. Jacks se puso en cuclillas y le hizo señas. Maddy sacudió la cabeza. El miedo la congelaba.

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Un grito subió por su garganta y se cerró la boca con la mano. Tomó toda su fuerza pararlo. Maddy escuchó mientras la cosa empezó a moverse a través del aula.

*

Jacks apuntó hacia la puerta. A través de una niebla roja de terror, Maddy se dio cuenta de lo que señalaba. Habían atraído a la cosa al laberinto del laboratorio, y ellos iban a escaparse mientras los buscaba. Se arrastraron sobre sus manos y rodillas, escuchando los pasos de la criatura. Paso, click click. Paso, click click. Entonces los pasos pararon. El silencio descendió sobre el aula. Jacks puso una mano en el antebrazo de Maddy, una señal para estar absolutamente quieta. Ella contuvo la respiración. Al final, Jacks señaló hacia arriba. Se hallaba justo encima de ellos, en el mostrador. Maddy sintió el grito subir otra vez dentro de ella, y esta vez no sabía si iba a poder pararlo. Presionó sus temblorosos labios, pero estaban entumecidos. Sintió cómo perdía el control de su cuerpo. Su boca se abrió para gritar. La mano de Jacks cerró en su boca como un tornillo. Su otra mano se envolvió alrededor de su cintura y la empujó contra él. La sostuvo en la oscuridad mientras el grito moría silenciosamente en su boca. Los segundos pasaban como horas. Después de lo que pareció una duración de tiempo imposible, Maddy escuchó dos pisadas mientras la cosa se bajaba del mostrador. Paso, click click. Paso, click click. Bajó al suelo de muevo, continuando su investigación metódica del laboratorio. Jacks soltó a Maddy de su agarre y articuló una sola palabra. —Muévete.

Perrrrrrring. Sonó como el tintineo de una campana delicada. El sonido pareció rodar y luego desapareció. Con el chute de adrenalina, Maddy reconoció ese sonido al instante. Un tubo de ensayo había rodado en el mostrador, y se dirigía al suelo. Metió las manos a ciegas frente a ella. Era terrible en cualquier deporte que requiriese agarrar cualquier cosa—o realmente, en cualquier deporte. Milagrosamente, sintió el golpe del delicado cristal cilíndrico contra su palma. Saltó otra vez, y por un momento bailó a través de las yemas de sus dedos. Entonces se había ido. El sonido de la rotura del tubo fue como un disparo en sus oídos. Fue seguido del sonido más horrible e inhumano que jamás había escuchado. Sonaba como el

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Otra vez sobre sus manos y rodillas, rodearon el segundo mostrador y se dirigieron al tercero. Una pequeña chispa de esperanza saltó en su interior. Podían hacerlo, pensó. Podían conseguirlo. Se deslizó rápidamente alrededor de la esquina y su hombro chocó silenciosamente con el mostrador, sacudiéndolo.

*

desgarro del metal, como el gruñido de un animal rabioso, hambriento y gutural. Era tan ruidoso que era doloroso. Al instante, Maddy sintió que algo la agarraba por la capucha. Escuchó la tela desgarrándose. Era una garra. Maddy chilló y echó los brazos hacia atrás, escurriéndose de la sudadera mientras la garra la cortaba limpiamente por la mitad. Sintió las fuertes manos de Jacks alrededor de su pecho, tirando de ella fuera de la bestia. —¡Corre, Maddy! —gritó.

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Maddy irrumpió en el pasillo negro. Ahora se encontraba sola, aterrorizada y ciega, corriendo a través de la oscuridad. Unos brazos que no eran los de Jacks se envolvieron alrededor de Maddy. Ella gritó.

* Traducido por DaniO y Anna Banana Corregido por Nats

E

stá bien, está bien —susurró una voz—. Estás a salvo ahora. — Maddy alzó la mirada hacia el hombre que la sujetaba. Era mayor y llevaba gafas. Su rostro lucía arrugado y desgastado.

—¡Tiene a Jacks! —protestó Maddy, su voz amortiguada contra la chaqueta del hombre—. Tenemos que ayudarlo. —Escapó de su agarre y regresó corriendo por el pasillo. El hombre la siguió rápidamente. Encontraron a Jacks agazapado como un animal preparándose para atacar. Sus alas se estremecieron en el aire, listas. En un borrón, tiró al hombre contra los casilleros. Los ojos del Ángel ardieron con miedo, prácticamente irreconocible. —¡Jacks, espera! —dijo Maddy. —Ha… desaparecido. —El hombre se atragantó—. Por favor, se ha ido. — Pasaron varios segundos antes de que Jacks aflojara su agarre de la garganta del hombre. Éste colapsó, tosiendo contra los casilleros. El pecho de Jacks subía y bajaba pesadamente. Sus ojos se dispararon hacia Maddy y luego de vuelta al hombre. —Espere un minuto, le conozco —dijo Jacks furiosamente. —Mi nombre es Sylvester. Soy un detective con la DPAC. Nos conocimos cuando le entrevisté en su casa a principios de esta semana —El rostro de Jacks se tensó. Sylvester alzó una mano en rendición—. Estoy solo. Si mi intención fuera arrestarte, este lugar estaría lleno de policías ahora mismo.

—Hasta esta noche encabezaba la investigación de los ataques contra los Ángeles en el bulevar. Empecé a seguir al demonio hace dos días. Lo seguí hasta aquí. Demonio, pensó Maddy. Había escuchado la palabra antes pero nunca creyó que fuesen reales. —Simplemente se fue —dijo Jacks, sus ojos desconcertados—. Estaba justo aquí, enfrentándome, y luego simplemente desapareció.

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—¿Qué está haciendo aquí? —preguntó Jacks. Sylvester aclaró su garganta.

*

Sylvester asintió. —Esperaba que esto funcionase si alguna vez establecía contacto, y lo hizo, pero probablemente no lo hará de nuevo. —Abrió su puño. Un pequeño amuleto con una antigua inscripción yacía en la palma de su mano. Sacó una caja ornamental de bronce del bolsillo de su chaqueta y depositó cuidadosamente el objeto sobre el terciopelo púrpura del interior. Cerró la caja con seguridad. Jacks estudió al alto, cansado hombre frente a él. Sus ojos se entrecerraron. —Es un Ángel —dijo Jacks incrédulo. Sylvester asintió de nuevo. —Sí, lo soy. —¿Cómo es posible eso? —No todos los Ángeles siguen siendo Guardianes, Jackson —dijo Sylvester—. Y no todos son leales al Concejo. Jacks retrocedió. Sylvester se enderezó y alisó su abrigo. —¿Tiene una teoría? —dijo Jacks—. ¿Acerca de esta… esta cosa? Sylvester se encogió de hombros. —Sólo una corazonada. Jacks consideró sus palabras. —Necesitamos hablar —dijo después de un momento. La frente de Sylvester se arrugó. —Técnicamente debería llevarte conmigo. —Pero usted no hará eso —dijo Jacks cuidadosamente—. ¿Cierto? Sylvester suspiró. —No, no lo haré —dijo el detective. Se quitó las gafas y frotó su rostro. Alternó su mirada entre Jacks y Maddy.

Viajaron en la parte trasera del cruiser sin marca de Sylvester a través de las dormidas calles de Ciudad Inmortal. El coche circuló por calles con delincuentes y personas sin hogar, letreros fluorescentes de tiendas de donuts abiertas las veinticuatro horas, las ocasionales ventanas empañadas con luces brillando detrás de las cortinas. Negocios ilegales ejecutándose por el lugar. El inframundo de Ciudad Ángel. En una hora o así, empezaría a amanecer, los barrenderos limpiarían las aceras y callejones, y Ciudad Inmortal estaría lista para las cámaras de nuevo. Maddy se hundió silenciosamente en el asiento junto a Jacks y dejó que el alivio fluyera por sus venas. Nunca experimentó tal terror como en ese laboratorio de biología. No estaba segura de confiar en el arrugado detective que los llevaba a

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—Mi coche está estacionado en frente. Lo traeré hasta aquí.

*

quién sabía dónde, pero al menos se alejaban de la escuela. Por ahora se encontraban a salvo. Maddy bajó la mirada a la pequeña brecha de vinilo entre ella y Jacks. Cuando se deslizaron en el asiento trasero, dejó instintivamente espacio entre ellos, como siempre hizo. Un mínimo acto de protección contra la intoxicante presencia de Jacks. Con el terror del momento casi había olvidado el nuevo trato que se había hecho a sí misma. El de creer que de verdad él tenía sentimientos por ella. El dejarlo entrar. Cuidadosamente, se inclinó hacia él y cerró la brecha entre ellos. Su corazón latía irregularmente mientras su hombro tocaba el suyo, y la ola de su calor la empapaba. Era tan maravilloso estar cerca de él. Jacks se aproximó y puso su mano en la rodilla de Maddy. El toque casual era emocionante. Como si fueran cercanos. Ella se sentó allí sintiendo el calor de su mano a través de sus jeans, escuchando el sonido de su palpitante corazón, y tratando de controlar su repentina respiración errática mientras Sylvester se desviaba por un camino señalado y estacionaba. El bloque fue construido al estilo español de 1930. La antigua Ciudad Ángel, pensó Maddy, un recuerdo de un olvidado pasado. Lo siguieron escaleras arriba hacia su piso. El apartamento era simple y sin decoración. Tenía una sala con una chimenea en el centro en vez de un televisor y sillas para sentarse en vez de un sofá. A través del cristal de la puerta del diminuto balcón podía ver una antigua iglesia católica. Nunca antes la había notado; era hermosa. Recortes de periódicos y artículos escogidos al azar cubrían las paredes. El apartamento debía ser también una oficina, pensó Maddy. Fue hacia la pared y leyó alguno de los recortes. Bizarros avistamientos, tragedias inexplicables, desastres naturales. Descripciones de una extraña criatura en llamas con alas. Comenzó a inquietarse. Cuando Sylvester habló, la sobresaltó.

—No es como si tuviese a un Godspeed y a una Godright en casa todos los días —dijo Sylvester mientras se sentaba en su silla. —¿Lo sabe? —dijo Jacks, sorprendido. —Por supuesto —dijo Sylvester, mirándolos a ambos—. Soy uno de los pocos que saben.

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—Sé que no es mucho —dijo Sylvester, un poquito consciente de sí mismo— . Pero por favor siéntanse como en casa. —Maddy se dio la vuelta y observó a Jacks. Él asintió como si dijese que pensaba que las cosas iban bien. Se sentaron en las viejas sillas.

*

Jacks asintió. Estuvo en silencio un momento mientras consideraba esto. —Esa cosa —dijo Jacks finalmente—. En la escuela. Nunca he sentido nada como eso. Nunca he visto algo como eso. —La mayoría de nosotros no lo ha hecho —dijo Sylvester sombríamente—. Han pasado años desde que alguien ha encontrado un Ángel Oscuro. —¿Un qué? —preguntó Maddy. —Un demonio —dijo Jakcs. La palabra colgó inquietantemente en la pequeña habitación. —Pero no existe tal cosa —dijo Maddy, como si diciendo las palabras hiciese al asunto realidad. Sylvester le dedicó una mirada plana. —Si puedes aceptar que hay Ángeles en el mundo, entonces deberías darte cuenta de que también hay demonios. —Su rostro se veía mortalmente serio—. Igual que existe un mundo por encima de nosotros, también lo hay debajo, Maddy. —Pero fueron destruidos. Hace miles de años —dijo Jacks. —El mundo es un lugar más oscuro de lo que piensas, Jackson. Maddy pensó en la cosa. Sintió de nuevo la garra deslizándose por su espalda. Un demonio. Eso envió un escalofrío por su cuerpo. —Puedes encontrarlos en los rincones más oscuros de nuestro mundo. Están en las sombras, causando catastróficos terremotos, tsunamis, incluso huracanes. Creo que si alguien va en busca de un Ángel Oscuro y busca lo suficientemente bien, puede encontrarlo.

La cara de Sylvester vaciló. —No lo sé. Las antiguas escrituras, incluso la biblia, describen a los demonios atacando ciudades y destrozando aldeas. Provocando caos. Lo que está sucediendo en Ciudad Ángel es totalmente diferente. Este demonio está atacando a Ángeles en específico. Está eligiendo sus objetivos. Rastreó a Jackson hasta allí. Me parece premeditado, como si hubiese un motivo detrás de eso. Se siente como un buen, antiguo, crimen regular. Jacks miró a Sylvester atentamente. —¿A qué se refiere? Sylvester se quitó las gafas y empezó a limpiar los cristales con su camisa. —Me refiero a que creo que alguien podría estar controlándolo. Esa es mi teoría por lo menos. Hablamos acerca de los demonios en nuestras vidas, y hablamos sobre controlarlos. ¿De dónde vienen esas metáforas? Creo que hace

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—Incluso si lo que dice es cierto —dijo Maddy—, y siguen existiendo, ¿qué hacía uno en mi escuela?

*

mucho tiempo era posible contratar a un demonio, al igual que los Ángeles son contratados hoy en día. No con dinero, por supuesto, sino con algo más valioso. Algo que el demonio quiera. Todavía puede ser posible. Alguien pudo traer al demonio a la cuidad y estar utilizándolo para llevar a cabo los ataques. —Terminó de limpiar los cristales y se puso las gafas nuevamente—. Sé que suena increíble, pero creo que alguien está jugando a un juego muy peligroso con una fuerza que ni siquiera puede comprender. El corazón de Maddy latía rápidamente. —¿Pero quién lo haría? ¿Quién lo usaría para matar a los Ángeles? ¿Y por qué lo envió a por nosotros? —Los Arcángeles —dijo Jacks miserablemente, pensando en la mancha de sangre en la chaqueta de Mark—. Tienen que ser los Arcángeles. Deben estar usándolo para eliminar a sus enemigos, y ahora eso nos incluye a nosotros. —Yo no saltaría a conclusiones —dijo Sylvester—. Es una posibilidad. Aunque… hmm. —Se levantó y comenzó a caminar—. No he sido capaz de poner mi dedo sobre el por qué el NAS querría eliminar a Godson, Templeton, y Crossman. No se encontraban con el movimiento anti-Ángel. No he encontrado evidencia de lazos entre ellos y el senador Linden, por ejemplo, o la HDF. Pero Godson era conocido por ser un mujeriego y un borracho, y Templeton tenía una adicción secreta a las drogas. Podría ser que los Arcángeles estén podando el árbol, cortando las ramas embarazosas. Pondré a García a investigar los antecedentes de Crossman. —Es la única posibilidad —dijo Jacks entre dientes—. Kevin nos dijo que los Arcángeles harían lo que fuera para mantenernos separados. Bien, ahora eso es exactamente lo que están haciendo. Nos matarán como a Jacob y Regina. Al igual que mataron a mi padre. El detective miró sin parpadear al joven Ángel frente a él.

—Sí, el NAS me quitó las alas. Castigo —dijo Sylvester. Los ojos de Maddy se abrieron como platos—. No por perder una salvación, como la mayoría de la policía en DPCA piensa. —¿Por qué fue? —preguntó Maddy. —Fue por salvar a alguien que no era una Protección. —¿Los Arcángeles le permitieron vivir? —dijo Jacks, asombrado. —No fue en público. No me consideraron una amenaza. Les pareció un mejor castigo desacreditarme, enviándome como un “fracaso” al mundo humano.

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Jackson le devolvió la mirada, entrecerrando los ojos. —¿Qué le pasó a usted? ¿Le quitaron…?

*

—Sylvester lo estudió seriamente—. Puedes estar seguro que no tendrán esa indulgencia contigo. Estás demasiado involucrado con Maddy, todo el mundo vio tu Nombramiento. Eres simplemente demasiado grande, Jackson. Maddy contuvo el aliento. El detective se quedó en silencio. Jacks se sentó muy quieto. Pudo verlo pensando intensamente. —¿Qué debemos hacer? —dijo Maddy finalmente. —Nos iremos lejos de aquí —dijo Jacks. Los sorprendió a ambos—. Quiero alejarnos de Ciudad Ángel y de la NAS tanto como sea posible. Se volvió a Sylvester. —Tenemos que encontrar una manera de salir de la ciudad. ¿Nos ayudará? Sylvester miró entre ellos con ojos escrutadores, después asintió. —Sí, por supuesto. —Gracias —dijo Jacks, dándole un asentimiento de agradecimiento. Maddy miró como la desesperación cruzaba por su cara. Se preguntó si pensaba en las palabras del detective, en las de Kevin, o tal vez incluso en las de Mark. ¿Recordaba la persecución a través de la línea del horizonte o el demonio? Maddy deseó poder saber lo que pensaba. Que pudiera ayudar. Jacks se levantó y se fue de la habitación. Salió al pequeño balcón y se dejó caer en una silla. Después de un momento, Maddy lo siguió. El balcón daba a la calle, con una vista a Sunset y East Ciudad Ángel. Jacks se sentó en una silla de metal oxidado. Unas plantas muertas en macetas se hallaban sobre una mesa de alambre. Maddy se sentó en la silla junto a él. Vieron la primera luz del amanecer extendiéndose a lo largo de las calles. —Todo en lo que creía es mentira, Maddy —murmuró Jacks—. Todo por lo que he trabajado desde que tenía diez años. Los Ángeles no somos los héroes. Somos los villanos. Maddy sacudió su cabeza firmemente. —No eres un villano —dijo.

Era todo lo que quería. Siempre pensó que sería con sus maletas llenas para ir a la universidad, y no escapando como un fugitivo. Pero aún así era irse. —Sí —dijo ella. Fue su única respuesta. No sólo porque era lo que siempre quiso, sino porque de repente se dio cuenta, iría a dónde sea que Jacks fuese. Fue

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La miró con buscadores, intensos ojos. —¿Vendrás conmigo? Dejarás la ciudad. Quiero decir, ¿nunca antes deseaste simplemente salir de aquí?

*

exactamente como cuando la invitó a la fiesta y le pidió que lo acompañara en la azotea lluviosa. Siempre hubo una sola respuesta. —Bien. Saldremos esta mañana y nunca volveremos a Ciudad Ángel de nuevo. Sonrió hacia Maddy, pero su sonrisa fue opacada por la tristeza. Estirándose, puso su mano sobre la de él en la mesa. Igual que había hecho él por ella en su casa, lo apoyó diciéndole lo más importante que pudo decirle. Nada en absoluto. Sintió el contorno de su mano alrededor de la suya y se dio cuenta que ya se sentía familiarizada con ella. Con él. Sentada a su lado en silencio, Maddy se sorprendió al darse cuenta de que era totalmente feliz en ese momento. Era increíble. No estaba acostumbrada a ser feliz. No quería que terminara. —Va a ser peligroso —dijo Jacks, interrumpiendo el silencio. —Lo sé —replicó Maddy. Pensó en lo que sería intentar escapar de Ciudad Ángel sin ser reconocidos. Su estómago se llenó con una sensación de pesadez. Había algo que olvidaba, incluso si no podía poner su dedo en la llaga. —Estoy dispuesto a correr el riesgo si tú también lo estás —dijo él. —Sí —dijo Maddy—. Yo también. —Vamos a estar bien, siempre y cuando estemos juntos —dijo, inclinándose y poniendo sus labios en su pelo. Maddy se acercó y puso su mano sobre su rostro. —Lo haremos, juntos. Se quedaron en silencio un momento más antes de que Maddy oyera a Sylvester revolver alrededor por dentro. —Hay que ponernos en marcha —dijo Jacks, alejándose.

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Se levantaron y volvieron a entrar al apartamento, dejando el balcón y el amanecer, silenciosamente detrás de ellos.

* Traducido por Panchys Corregido por July

K

evin permanecía inmóvil en el mar de mesas vacías en Kevin’s Diner. No abriría hoy. El sonido del silencio en el comedor generalmente ruidoso, era tan fuerte que era casi abrumador.

Después de que los Ángeles se fueron, sólo vagaba por las mesas y cabinas abandonadas. Pensó en regresar a casa, pero no sabía si podría enfrentarla sin Maddy, si podía ver las ventanas abiertas y dentadas que la habían tragado a la noche. Así que había decidido quedarse en el restaurante, pero no era mucho mejor. Todavía no había dormido.

Se acercó a la libreta y la recogió. Hojeó las páginas. Miró sus garabatos, por los que siempre la criticó. Incluso ahora apenas podía leerlo. ¿Eso decía con cebolla? ¿O sin cebolla? Es ilegible, solía regañarla. No puedo cocinar la comida si no puedo leer tu escrito. Estaría de acuerdo con esto ahora, pensó. Iba a estar bien con ella escribiendo las órdenes, si sólo estuviera aquí para escribirlas. Dejó la libreta de nuevo y se apoyó en la freidora, luchando contra las primeras lágrimas que había sentido en años. El bloqueo de acero de la puerta delantera golpeó mientras alguien trataba de abrirla, seguido por un golpe en el cristal.

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Cuando por fin llegó el amanecer, se levantó de su asiento y se fue de nuevo a la cocina. No había demasiada prisa. La fría cocina olía a grasa rancia y solvente de limpieza. Tomó la cafetera para enjuagarla, pero ya estaba limpia. Revisó los quemadores de nuevo para asegurarse de que se hallaban apagados. Lo estaban. Tomó la escoba de la esquina y la pasó por el suelo. Las cerdas contra el linóleo hicieron el único sonido en el restaurante. Se detuvo un momento y después volvió a colocar la escoba. Silencio nuevamente. Quietud absoluta. Su mirada se desvió hacia el mostrador, donde se sorprendió al ver la libreta de Maddy. No debió haberla notado en la pasada noche oscura. Puesta al azar donde ella la había tirado después de su último turno. ¿Cuándo había sido eso? No podía recordar. Parecía como hace siglos. Otra vida.

*

—¡Está cerrado! —gritó Kevin desde la cocina. Llamaron de nuevo. Kevin levantó la mirada. Se podía ver una silueta en el otro lado de la puerta enmarcada por el resplandor incoloro de la mañana. —¡Dije que está cerrado! —gritó una vez más, la ira superando su voz. Más golpes en el cristal. Insistentes. Con un suspiro molesto, Kevin dobló la esquina de la cocina y se dirigió a la puerta principal. La abrió con un sonido y miró hacia afuera. Allí de pie, había una mujer sumamente hermosa que jamás había visto antes. Parecía ser de mediana edad, pero era delgada e imposiblemente llamativa. Había algo que le era extrañamente familiar. —Lo siento, pero está cerrado —dijo Kevin en un tono más suave de repente, casi sorprendido por su belleza. La mujer se quedó allí, un pañuelo de Hermes oscuro envuelto alrededor de su cabello. —¿Señor Montgomery? —preguntó. —Si usted es un periodista, no tengo ningún comentario —dijo. —No soy periodista. Tengo que hablar con usted acerca de su sobrina, Maddy. Y mi hijo. Es importante. —¿Su hijo? —preguntó Kevin. Ella asintió con la cabeza. —Jackson. Kevin la miró parpadeando. Era Kris Godpeed. Sólo había oído hablar de ella, y tal vez visto unas cuantas fotos con los años. Nunca la había conocido. Ahora sabía por qué le había parecido familiar. La semejanza entre ella y Jack era casi sobrenatural.

Kris miró alrededor del comedor. Parecía algo nerviosa, insegura de sí misma. Se encontraba claramente fuera de lugar. Kevin le indicó que tomará asiento en una cabina cercana. —Por favor —dijo. Ambos se sentaron —¿Le gustaría un café? —ofreció. —No. Gracias —dijo Kris amablemente—. ¿Cómo está su cabeza?

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—Adelante —dijo de mala gana. Entró rápidamente y Kevin cerró la puerta detrás de ella.

*

—¿Mi cabeza? Oh. —Tocó la gasa en la frente. Se le había olvidado por completo—. Sobreviviré. La miró. Debajo de la capa de maquillaje aplicado a toda prisa, podía ver las líneas del miedo y la preocupación enmarcando su cara. Se preguntó si había dormido. —¿Qué es lo que quiere? —preguntó. Parecía considerar sus palabras, tal vez incluso reconsiderando su decisión de venir a verlo. Por un momento pensó que podría incluso levantarse, disculparse y pedir marcharse. Entonces, finalmente, habló. —Nadie sabe que estoy aquí —dijo—, pero tenía que venir a verlo. —No sé dónde están —dijo Kevin preventivamente. —No le estoy preguntando. Sé que los Agentes del Consejo de Disciplina ya han estado aquí, al igual que mi marido. Kevin asintió. —También sé su opinión general acerca de los ángeles, Sr. Montgomery. — Hizo una pausa, sus ojos fijos en él—. Vine aquí esperando que usted pudiera escucharme, no como un ángel, sino como madre. ¿Podemos hablar de un padre a otro? —Vamos —dijo Kevin después de un momento. —No me importa la ley. Es sólo que no quiero que mi hijo salga herido. No quiero que Maddy se lastime tampoco. Quiero terminar esto antes de que vaya más lejos, antes de que algo terrible suceda. A cualquiera de ellos. —Cuando hablé con Mark anoche, parecía decidido a seguir la ley al pie de la letra, sin importar qué —dijo Kevin—. Y sin importar quién. Kris asintió. —Como Arcángel, ese es su deber. Pero como padre, tiene el deber también y se las ha arreglado para hacer algo extraordinario. Ha hablado con el Consejo.

—Hay una oportunidad ahora, una oportunidad para Jacks, alejarse de todo esto y ser perdonado. Una oportunidad para Maddy de volver a casa, y que todo esto terminé. —No entiendo por qué me necesita entonces —dijo Kevin. Kris lo miró. Se preguntó de repente si entendía algo de lo que pasaba que él no hacía.

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El rostro de Kevin mostraba sorpresa, pero aun así, se mantuvo escéptico.

*

—Sé la forma en que mi hijo se siente por su sobrina. —Sacudió la cabeza y se miró las manos sobre la mesa—. Es algo que Mark nunca pudo entender, y por eso es que he venido a usted. Lo necesito para enviarle un mensaje a ella. Cuando lo miró de nuevo, sus ojos se veían húmedos. —Sólo usted puede hacer que esto suceda. Sólo usted puede salvar a mi hijo. Así que vengo a usted, y… —Tragó saliva—. Se lo ruego. Por favor, ayúdeme. Por mi hijo. Por mi único hijo. Por favor, ayúdeme a salvar su vida y regresarlo a casa. Su rostro volvió a caer y sus hombros se estremecieron cuando ahogó su llanto. Kevin la consideraba, no consideraba el Ángel, sino la madre delante de él. Respiró hondo y habló.

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—¿Cuál es el mensaje?

* Traducido por Panchys Corregido por LuciiTamy

L

as palmeras se hallaban quietas en la mañana sin viento. La capa marina se había establecido y colgaba a baja altura sobre la ciudad mientras conducían. Maddy y Jacks sentados en la parte trasera del crucero sin marcas de Sylvester. Jacks llevaba un abrigo largo, gafas oscuras y un sombrero que le había prestado el detective para ocultar su identidad. Maddy había tomado una gruesa bufanda y otro par de tonos oscuros. Se veían un poco extraños vestidos, pero esperaban que no tanto como para que pudieran llamar la atención. Sylvester tenía la más leve de las sonrisas, mirándolos a los dos en el espejo retrovisor mientras conducía. —Va a funcionar —dijo. Jacks miraba por la ventana mientras pasaban por debajo de las enormes vallas publicitarias de Ángel. El mayor anuncio de todos era el de él, por supuesto, pegado en todo el lateral de un edificio. Allí estaba él, veinte pisos de altura, vestido con el último par de alas de Nike. —¿Se siente diferente ahora? —preguntó Maddy, mirándolo también. —Sí —dijo Jacks pensativo—. Así es. Después de unos minutos se detuvieron en Union Station. —Ten cuidado —dijo Sylvester cuando salieron—. Llámame si me necesitas, pero recuerda, nada de teléfonos celulares. —Escribió su número y se lo pasó.

La estación de tren se encontraba llena y ruidosa. Maddy había, de hecho, estado allí antes, cuando Kevin solía llevarla en viajes de un día a San Diego cuando era una niña pequeña. La estación tenía un vestíbulo único y extenso bajo una bóveda de madera de techo, con piso de mármol y ventanas en arco que daban a patios. Siempre le recordaban a una escena de una película antigua. Justo delante había un quiosco de publicidad que Maddy no podía dejar de notar con fastidio. Sobre ella, había una foto de Vivian pasando la mano por el pelo seductoramente para mostrar el resplandeciente reloj Cartier de diamantes en la muñeca. ¿Podría

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Dijeron un adiós rápido y entraron en la terminal.

*

alguna vez alejarse de ese Ángel? Más allá del quiosco, un pasillo adornado, en forma de arco prorrogado en virtud de un túnel en el que se leía: A TODOS LOS TRENES. Maddy miró la poblada estación, emociones iguales de miedo y excitación. El terror de ser reconocido en un lugar público luchó en su corazón con la emoción de finalmente salir de Ciudad Ángel. Con Jacks a su lado. Maddy se preguntó cuántas veces había soñado con esto, de ver desaparecer en la distancia a Ciudad Ángel. Era todo lo que había deseado, y sin embargo, se sorprendió cuando Sylvester accedió a llevarlos a la estación que no se sintió más bien, excitado. Por más que trató de negarlo, algo le inquietaba. Una vez más. Se dijo que era sólo el miedo a salir durante el día y el riesgo de ser reconocido, pero en verdad, sabía que había algo más. Era otra voz en la parte de atrás de su cabeza, como la noche en la fiesta de Jacks, hablando palabras de advertencia que no podía entender. —Vamos —dijo Jacks, tomándola de la mano—. Sólo actúa con normalidad.

Recogió los fragmentos de conversaciones a medida que pasaban las abarrotadas salas de espera. La mayoría de la gente hablaba de ellos, al parecer, charlando animadamente sobre el escándalo y la persecución en curso. Observó atentamente televisores de pantalla plana distribuidos por toda la habitación mientras la ANN informaba sobre los últimos acontecimientos. Maddy intentó levantar la mirada discretamente y coger un trozo de la emisión, pero miró lejos rápidamente cuando notó a una niña mirándola con curiosidad. La chica tenía una camisa Team Maddy. Su hermana llevaba una de Team Jacks. Maddy no podía dejar de mirar fijamente por un momento. Era irreal. La niña miró a Maddy y abrió la boca para decir algo, pero luego fue retirada rápidamente por sus padres. Con una sacudida horrible, Maddy pensó en el demonio que habían encontrado apenas unas horas antes. En su mente, cada persona que pasaba los miraba. ¿Quién podía confiar en ellos? ¿Y si se trataba de una trampa? —Jacks —dijo en voz baja—. ¿Y si el detective nos lleva a algo? ¿No fue conveniente que llegó justo cuando el Ángel Oscuro estaba allí? ¿Cómo lo supo? — La mente de Maddy regresó a los mapas, los artículos sobre la pared en el apartamento de Sylvester. No los había inspeccionado de cerca, ¿Podrían haber

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Se dirigieron hacia el gran departamento y a las ventanas de entradas en el extremo más alejado del vestíbulo. Algunas personas miraban con recelo a su aspecto demasiado elegante, pero a nadie le importaba lo suficiente como para decir algo o realmente tomar un segundo vistazo. Jacks dejó a Maddy dirigir por una vez. Ella ya conocía el terminal, y además él sólo había viajado en aviones privados, ella no estaba segura de si se hallaba familiarizado con el concepto de transporte público.

*

sido los que se trababan sobre planear los ataques? ¿Que él era el que lo controlaba? Una sombra cruzó el rostro de Jackson mientras lo tomaba en cuenta. Su pulso se aceleró. El detective sabía tanto. Pero ¿no habría tenido la oportunidad de matarlos allí mismo, en la escuela? —No. Quizás. Es demasiado tarde de todos modos, Maddy. Tenemos que seguir adelante, es nuestra única esperanza de salir de Ciudad Ángel. —Maddy escaneó el amplio vestíbulo. Corrientes de viajeros se movían pasando, no dándose cuenta de ellos. Respiró hondo y se tranquilizó un poco. Jackson tenía razón. Pero aún tenía esa sensación persistente de que había algo que olvidaba. —Está bien. Maddy lo llevó a los puestos de boletos. Sylvester les había dado una tarjeta de débito pre-pagada para usar en las máquinas, no podían comprar las entradas de las ventanas dotadas de personal o tendrían que mostrar una identificación. Se detuvieron delante de las tarjetas electrónicas que muestran la partida y llegada. —Voy a buscar un teléfono público y llamar a mi tío —dijo Maddy. Jacks le dirigió una mirada dura—. Tengo que asegurarme de que está bien después de la noche pasada. Y... quiero decir adiós. Jacks dudó por un momento, luego su rostro se aclaró en la comprensión. —Está bien. Yo compraré los boletos, entonces —dijo él, apretándole la mano—. Va a ser una sorpresa.

Se acercó a una hilera de teléfonos públicos. Cada teléfono puesto en su propia cabina de vidrio, otra reliquia de la antigua estación. Dio un paso dentro de la más cercana y cerró la puerta detrás de ella, cortando el ruido del terminal en un murmullo silenciado. Tomó el teléfono y escuchó el tono de marcado. ¿Qué iba a decir? ¿Qué podía decir? ¿Después de diecisiete años de ti cuidando de mí, sólo estoy dejándote para siempre? ¿Un placer conocerte? A través del cristal, Maddy miró de nuevo a donde Jack se encontraba de pie delante de la salida y llegada. Lo vio rascarse la cabeza mientras consideraba los destinos. San Diego. San Luis Obispo. Bakersfield. Maddy suspiró. Era demasiado tarde para adivinar algo ahora. Habían formado su plan; ahora tenían que seguir adelante con ello. Puso unas monedas y marcó. Kevin contestó después del primer timbre.

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—Nos vemos en la plataforma del tren —sugirió Maddy—. Es mejor no pasar más tiempo aquí en el espacio abierto más de lo necesario. —Jacks estuvo de acuerdo.

—Kevin, soy yo —dijo.

*

—¿Maddy? —Su voz era entrecortada, como si no hubiera dormido en absoluto—. ¿Estás bien? —Sí, estoy con Jacks. ¿Estás… bien? —Estoy bien. Sólo un rasguño en la frente. Maddy, ¿dónde estás? Miró por la ventana hacia la estación, pero se mordió el labio. —No te puedo decir. —Necesito hablar contigo, Maddy —dijo, en tono de urgencia—. La madre de Jacks entró en la cafetería esta mañana. Maddy se quedó helada. Había estado esperando que tratara de convencerla de que vuelva a casa o tal vez ir a las autoridades. Pero no se sentía preparada para esto. ¿La madre de Jacks? Sus ojos se movieron en dirección de la salida, pero Jack se había desvanecido. Comprando los boletos, lo más probable, o hacia abajo en la plataforma del tren. —¿Q-qué? —Acertó a balbucear por fin. —Ella quería mi ayuda para hacerte llegar un mensaje. —¿Cuál es el mensaje? —El corazón de Maddy de repente se aceleró. —El padrastro de Jacks ha logrado negociar un acuerdo con el Consejo y el resto de los Arcángeles. Es una oportunidad para Jacks de salir de esta situación Inmortal y vivo. Están dispuestos a perdonar todo, siempre y cuando ustedes nunca se vean de nuevo. Jacks irá a su casa esta mañana, solo, y se convierte en un Ángel de la Guarda, tú vienes a casa y vuelves a ser Maddy Montgomery, estudiante de último año en la escuela Cuidad Ángel. Los dos viven sus vidas por separado, ya que estaba destinado a ser. —Kevin pausó—. Ellos sólo quieren que todo esto se vaya, Maddy. La cabina telefónica de repente se sentía claustrofóbica y asfixiante.

—Nunca dejarán de perseguirlos —dijo Kevin, su tono abruptamente duro—. Van a seguirle la pista. Ya has visto lo poderosos que son. Los dos lo hemos visto. ¿De verdad crees que puedes huir de los Ángeles para siempre? Esta es la única oportunidad de Jacks, y está en tus manos. —Es su decisión —dijo Maddy con rapidez—. ¿Por qué está en mis manos?

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—Nos vamos, Kevin —dijo Maddy, tratando de sonar firme—. Es por eso que estoy llamando.

*

—Porque tú eres la que tiene que dejarlo. Él cree que te está protegiendo, por lo que nunca se irá de tu lado. Pero si te quedas con él, lo vas a matar. —Maddy escuchó en silencio el zumbido y el crepitar de la línea. —No lo entiendo. ¿Qué es lo que esperas que haga? —Déjalo. —Fueron las palabras de Kevin como dagas—. Dile que has cambiado de opinión. Sal de allí y llévalo a casa. —¿Cómo podría hacerle daño de esa manera? —Hiérelo para salvarlo —espetó Kevin—. Si no lo haces, van a encontrarlo, y cuando lo hagan, lo harán mortal. Si te preocupas por él, harás esto por él. —Su tono adquirió una especie de atractivo desnudo que Maddy nunca había escuchado antes—. Maddy, escúchame, ¿qué crees que estás haciendo? Nunca podrás ser parte de su mundo, y nunca podrá ser parte del tuyo. Es un Ángel de la Guarda y eres mi sobrina y te quiero, pero eres… —¿Nadie? Kevin suspiró. —Normal, Maddy. No eres más que normal. No estamos hechos para lo que está destinado. Él va a ser el Guardián Jackson Godspeed y aquí es donde tiene que estar, en la ciudad de Los Ángeles. —Hizo una pausa—. La verdad es que no me importa lo que le suceda a Jacks, pero me importa lo que te pase. Traté de decirle a mi hermana lo que te estoy diciendo ahora, y no me escuchó. Mira lo que le pasó, Maddy. Mira lo que le pasó a los dos. Por favor, no cometas el mismo error. No quiero perderte. Y si te preocupas por Jackson, hazlo por él también. —Las palabras de Kevin hicieron eco en la cabina minúscula. De repente se dio cuenta de la idea que había sido persistente en ella desde que Jacks había llegado con el plan en el apartamento de Sylvester. Era la misma verdad inevitable de la que su tío le hablaba: nunca podría huir de los Ángeles. No habían pasado doce horas desde que Jack le salvó la vida, y apenas había llegado tan lejos. ¿Sólo se engañaban a sí mismos al creer que podían escapar?

Vio el bullicio de los viajeros del exterior. Cuando volvió a hablar, su voz era apenas un susurro. —Si… lo hago, ¿tengo tu palabra, y la palabra de Mark, que nada malo le va a pasar a Jacks? —Sí —dijo Kevin.

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—Esto es lo mejor para los dos —dijo Kevin—. Pero, por supuesto, depende de ti. Es tu decisión.

*

Maddy dejó que el agua helada de la realidad pasara sobre ella. Esta era la única manera de salvar a Jacks. Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas. —Está bien —dijo. —Buena chica —dijo Kevin—. Ahora, ¿dónde estás? —Union Station —dijo Maddy. —Voy a llamar a Kris en este momento y mandará a alguien a recogerte. Puedo estar allí en diez minutos para ti. Es lo mejor, Maddy. Ahora ve y dile que te vas. Hazlo ahora. Nos vemos pronto. La línea se cortó. Maddy se quedó con el teléfono pegado a la oreja. El tono de marcar zumbó. Se llevó una mano a la sien y apoyó la frente palpitante contra el cristal. Náuseas vinieron con el dolor, rodando y rodando contra las paredes de su estómago. Comenzó a temblar. De repente se oyó un golpe en el cristal. Maddy se volvió y vio a un guardia de seguridad mirándola. El corazón le saltó a la garganta. Tal vez esto era, y había sido capturada, y se salvó de lo que sabía que tenía que hacer. Abrió la puerta. —No merodear en las cabinas, señorita —dijo en un tono molesto. Maddy asintió, moviéndose torpemente por delante de él.

Allí de pie por un momento, Maddy sólo lo observó. Tomó una imagen en su mente que iba a guardar para siempre después de que esto hubiera terminado y volviera a ser sólo otra chica. Sabía que volvería a verlo en la televisión y en las revistas y en vallas publicitarias, ya se había preparado para eso, pero esta imagen de él sería diferente porque este momento era de ella y sólo de ella. Jackson Godspeed, esperando en un andén de niebla junto a una locomotora silbando, esperando llevarla lejos a un futuro imposible que nunca compartiría. Se dio la vuelta y la vio. Su rostro se iluminó. Permitió dejarse llenar de su enigmática presencia una última vez.

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Entró en el túnel al final del vestíbulo bajo el signo: A TODOS LOS TRENES. Poco a poco, sus pensamientos empezaron a romper el muro de ladrillo de shock y a planear. Iba a hacerle daño. Ella tenía que hacerlo. Luego se iba a ir a casa y ser Maddy Montgomery otra vez, y olvidar que había conocido a Jackson Godspeed. Ansiedad brotó de ella cuando salió al andén y se encontró sola. Miró a su alrededor. Tal vez se había ido sin ella. Casi lo esperaba. Entonces lo vio, de pie en el borde opuesto de la plataforma gris, esperándola.

*

—El tren debería llegar en cualquier momento —dijo Jacks—. Traté por California, pero había sólo viajes cortos a Anaheim y la playa de Solana. De todos modos, nunca he estado en… —Comprobó el ticket—. Kansas. Maddy se encontraba tranquila. —¿Qué pasa? —preguntó él, al ver la expresión de su rostro. Ella lo había empujado lejos tantas veces antes, pero ahora no sabía si podía. Su cabeza palpitaba en señal de protesta. Ella le sostuvo la mirada. —Jack, no puedo hacer esto. Dio un paso hacia ella, confundido. —¿Qué te preocupa? Ya casi estamos ahí. —Miró por la pista—. Creo que esto es lo que se acerca ahora. Podemos hacerlo aquí mismo, nadie nos verá. —No. —El tono de Maddy fue frío—. Esto no está bien para mí. Jacks se pausó. Un anuncio de Kansas se hizo eco en la plataforma. —¿Qué quieres decir? —Lo que quiero decir es que quiero que me dejes en paz, Jacks —dijo con voz apagada. Casi robótica—. Me voy a casa y quiero que te alejes de mí. Era como si las palabras la hubieran golpeado físicamente. —Nuestras vidas están en peligro, Maddy —dijo en voz baja y urgente, el color drenando su cara. —Mi vida está en peligro, porque estoy contigo, Jacks —espetó—. Es como dijo Sylvester. Nunca se nos permitirá estar juntos. Si vuelvo a ser una chica normal de…

—Lo soy, Jacks. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de eso? —dijo con voz casi histérica ahora—. Venimos de dos mundos diferentes, Jackson, y nunca se me permitirá ser parte del tuyo. Tú perteneces aquí, en Ciudad Ángel, salvando la vida de las personas. Yo pertenezco al comedor de mi tío. Es simplemente cómo son las cosas. —Ahora temblaba. Las náuseas se levantaron en su estómago y su cabeza gritó. Jacks negó también. —Fuiste tú quien me dijo que tengo el control de mis propias acciones. Es sencillo, ¿recuerdas? Así que he hecho mi elección. Quiero estar contigo. Voy a mantenerte a salvo. Vamos a llegar lejos.

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—Pero tú no eres una chica normal —dijo Jacks.

Le tendió la mano con el billete.

*

—¿Confías en mí? Maddy pensó en la noche en que le tendió la mano antes de que salieran volando por primera vez y después de anoche, cuando la había ofrecido a ella en la lluvia. No quería nada más que tomarla ahora, pero al hacerlo, lo sabía, sellaría su destino. —Jacks, no quiero seguir con esto. Quiero volver a cómo eran las cosas — dijo las palabras claramente y con cuidado. Su mano bajó a su lado. —¿Me escucharás sólo esta vez? —Casi gritó—. Yo… Me gustas, Maddy. Es decir, más que como una amiga. ¿Eres tan obstinada que no puedes ver eso? Tal vez anoche no significó nada para ti, pero eso significó algo para mí. —Sus ojos eran vulnerables, casi torturados—. ¿Alguna vez incluso consideraste que podría amarte, terca e imposible chica? Las palabras la golpearon. Otro anuncio sonaba por los altavoces de la plataforma. Fue la llamada de embarque final para el tren de Kansas. Las palabras salieron de Jacks. —Sabes, hay algo que sólo sabes que encaja entre sí. Lo hago contigo. No me importa lo que eres, humana o cualquier otra cosa. Es como una necesidad, Maddy. Así que por favor. —Se detuvo y la miró con desesperación. Desnudamente—. Dame una oportunidad, Maddy. Ella se dio la vuelta. Las lágrimas amenazaban con derramarse de sus ojos, no podía dejar a Jacks verle la cara. Empujó el dolor violentamente. Tenía que mantener sus emociones bajo control. Cuando sus palabras salieron, estaban sin arrepentimientos y duras. —Eres una superestrella, Jacks. La única persona que sabes cómo cuidar es de ti mismo. No me amas. Sólo estás… enamorado de la idea de amarme. Es todo acerca de ti, Jacks, ¿no lo ves? Él no se movió o hizo un sonido. Luego habló.

—Lo has hecho —dijo—. Y ahora estoy salvando la tuya. No necesitaba decir más. Ni siquiera hubo tiempo. En ese momento, algo enorme y poderoso aterrizó en la plataforma, empujó una pared de viento más allá de ellos. Maddy casi cayó a sus pies. El pánico se disparó a través de su sistema. Levantó las manos en defensa, esperando que se repitiera el ataque a su casa, que el Ángel la agarrara por el cuello otra vez. Pero no pasó nada.

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—¿Todo sobre mí? Salvé tu vida.

*

Pasó un momento antes de que pudiera abrir los ojos y ver el Ángel que acababa de aterrizar. Era Mitch. Gritos de sorpresa y temor dieron paso a gritos de emoción en la plataforma, todos los ojos se volvieron hacia ellos. —¡Oh, Dios mío! —gritó alguien en la siguiente plataforma, y señaló—. ¡Es Mitch Steeple! Mitch miró a su mejor amigo. —Vamos, hombre —dijo Mitch—. Hay un coche esperando por nosotros en el frente. Los ojos de Jacks se posaron en Maddy. Ella vio la plena realización cuando su traición lo golpeó. —¡Jackson Godspeed! —gritó una niña—. ¡OMD, es Jackson Godspeed! El caos era brusco y abarcaba todo. La gente comenzó a gritar “¡TE QUEREMOS, JACKS!” y “¡LIBEREN A JACKS!”. Maddy vio caer los bolsos de viajeros y empujar hacia ellos como una ola de marea. —¡Maddy! Ahí está Maddy —gritó alguien más. Una multitud se abalanzó sobre ella, empujándola lejos de Jacks. —¡Espera! —llamó Maddy frenéticamente—. ¡Jacks! Pero era imposible hacerse oír por encima del alboroto. La multitud se cerró alrededor de ella, y Jacks desapareció de su vista. Los teléfonos se hallaban en alto y cámaras brillaban cuando los viajeros presionaban desesperadamente para conseguir una foto con ella. Maddy empujó su camino a través de la multitud, tratando de volver a Jacks, pero cuanto más se esforzaba, más lejos se sentía. Era como si la llevaran aparte en un mar violento.

—¡Quiero una foto! —exigió una niña. Maddy se volvió y echó a correr. Fue por el túnel y en el —ahora vacío— vestíbulo. Detrás de ella, oyó docenas de pies y miró por encima del hombro para ver a una multitud de gente corriendo literalmente detrás de ella.

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Cuando lo alcanzó a ver de nuevo, Mitch le alejaba hacia su coche. La cara de Jacks todavía seguía en shock. Inexpresiva. En blanco. Maddy le gritó su nombre una y otra vez, pero Jack ya no estaba. Todo lo que quedaba era un mar de extraños gritando y tratando de alcanzarla. Su cabeza fue tirada hacia atrás mientras una mano detrás de ella tiró de su cabello.

*

—¡Espera! ¡Somos tus fans! —gritó una mujer de mediana edad—. ¿Vas a firmar mi camiseta?

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Maddy no se atrevió a mirar hacia atrás otra vez. Corrió hacia la puerta principal y vio a Kevin allí, al ralentí en la acera en su camioneta. Maddy no dijo nada cuando se desplomó en el asiento del pasajero y cerró la puerta de la horda de gente. Kevin rápidamente puso el coche en marcha y se alejó de la estación, sin palabras.

* Traducido por Annabelle Corregido por LuciiTamy

M

addy había pensado que nunca vería su habitación de nuevo, y ahora aquí se encontraba, de vuelta sentada en su cama como si nada nunca hubiese sucedido. Sus ojos miraban distraídamente la pared. Y escuchó el tictac de su viejo reloj de alarma en la mesita de noche. Si no fuera por el dolor en su espalda y el insistente dolor de cabeza, Maddy podría haberse convencido a sí misma de estar soñando, y de que en cualquier momento despertaría y se encontraría de vuelta en la estación de tren. Con Jacks. El viaje de regreso se hizo en completo silencio, Kevin miraba fijamente hacia el tráfico delante mientras ella sólo se quedaba allí sentada, sintiéndose entumecida y desconcertada en el asiento del pasajero. Ya en casa, se había dirigido directamente hacia el piso de arriba.

Vagamente, Maddy se preguntó si eso sería lo que le ocurriría a ella también. Kevin y Gwen, y tal vez Ethan limpiarían el desastre emocional, y luego las heridas irreparables, el recuerdo de haber roto el corazón de Jacks en la estación, simplemente serían cubiertas en plástico hasta que las partes dañadas pudieran ser reemplazadas. El tiempo haría su trabajo al borrar los recuerdos, pulir los bordes afilados y esfumar los colores que solían ser vibrantes. Y muy pronto, regresaría a ser esa que siempre había sido. Habitual, promedio, de vuelta a su rutina. Era una idea aterradora, pensó. Algunas heridas eran hechas para ser recordadas. Algunas cicatrices nunca deberían desaparecer.

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Cuando pasó por la sala de estar, se dio cuenta que la casa se encontraba mucho menos dañada de lo se había imaginado. Parecía que sólo las ventanas y la puerta de enfrente habían sido destruidas por completo, junto con algunos portarretratos y platos, y, por supuesto, el viejo TV, por el cuál Maddy se sentía algo contenta de que al fin hubiese sido sacado de su miseria. Aparte de eso, la casa se encontraba bien. Kevin debió haber limpiado la mayoría del desastre en la mañana, y algún tipo de compañía debió haber venido a cubrir con plástico los marcos de las ventanas en preparación para vidrios nuevos. En un día o dos, la casa volvería a ser la misma de siempre. Normal.

*

Luego de estar sentada sin moverse durante una hora, Maddy se sobresaltó al oír un golpe en la puerta. Era Kevin, en su bata escocesa. Se sentó en el borde de la cama. —Ordené pizza. Está abajo, por si quieres un poco. —Estoy bien —dijo Maddy. —Hiciste lo correcto —dijo Kevin, luego de un rato—. Sólo quiero que lo sepas. —Lo sé. Suspiró y comenzó a explicar algo sobre la sanación, pero Maddy no podía concentrarse en sus palabras, así que eventualmente lo ignoró. Sus ojos enfocaron su mochila en el suelo. Era sábado. ¿Se esperaba que el lunes fuera a la escuela como lo había hecho casi todas las mañanas de su vida? Se preguntó si en verdad podría levantarse, trabajar en la mañana, y luego ir a clases como si nada hubiese pasado. ¿Acaso era capaz de hacer eso? De repente, algo de lo que dijo Kevin llamó su atención, rompiendo la gruesa capa de sus pensamientos. —¿Qué? —dijo Maddy. —Sólo digo, sé que crees que estás enamorada de él, pero... —No estoy enamorada de él —dijo Maddy, a la defensiva. Vio como él se encogió por su tono, e inmediatamente deseó poder retractarse. La miró con ojos impotentes, luego se encogió de hombros. —Bueno, como dije, la pizza está abajo. —Ahora con su labor de padre hecha lo mejor que pudo, Kevin se levantó y arrastró los pies fuera de la habitación.

Ella sabía que era verdad, a pesar de su reacción tan violenta al escuchar las palabras en voz alta. Estaba enamorada de él. ¿Sería posible que hubiese cometido el peor error de su vida? Su mirada recorrió la habitación, buscando alguna distracción, algún escape, y fue a sentarse al borde de su ventana. Como siempre, allí se encontraba la señal para darle la bienvenida. Pensó en lo que Kevin le había dicho la primera semana de escuela. Que su suerte iba a cambiar. Había tenido razón, meditó con amargura, simplemente no se dio cuenta

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Sus palabras se quedaron grabadas en aire, ése que una vez estuvo en silencio. Enamorada. De. Él.

*

de que iba a cambiar para peor. Eso es lo gracioso, pensó. Siempre quieres que las cosas mejoren, pero nunca sabes lo buenas que son las que ya tienes. Definitivamente Maddy no lo había hecho. No se había dado cuenta de que era feliz, con un tío que la amaba, una leal mejor amiga, y la oportunidad de una buena vida. Era más de lo que muchas personas podrían decir. No había lastimado a nadie antes, y no había sabido lo que era querer a alguien y que te lo quitaran casi al mismo tiempo. Y no conocía nada de su propio pasado traumático. ¿Acaso alguna vez podría ser capaz de vivir sabiendo lo que fueron sus padres y lo que en verdad les ocurrió? Al menos, ahora había una pequeña y agridulce satisfacción que venía con conocer la verdad. Su mano se levantó hasta el collar de su madre y lo sintió entre sus dedos. Cuando lo tocó, descubrió algo pesado colgando contra su pecho, cerca de su corazón. Sacó el collar debajo de su blusa. Allí, colgando de su cuello, se encontraba el Anillo Divino de Jacks. Por un momento, se quedó mirándolo fijamente, con una entumecida incredulidad. Con todo lo que había sucedido, se le había olvidado completamente. Sostuvo el anillo en su mano e inspeccionó su exquisita belleza. Vio cómo la luz se reflejaba en su palma y cómo esos reflejos bailaban cuando giraba el anillo. Eso era lo único que él siempre había querido, y se lo había entregado a ella. Los segundos pasaron mientras luchaba por mantener sus emociones. ¿Sentía tristeza? Sí. ¿Pero también había arrepentimiento? ¿Y desesperación? Maddy tomó una decisión. Él merecía saberlo. Aunque nunca pudiera estar con él, y aunque nunca volviera a verlo, merecía saber la verdad de cómo se fue. Luego de lo que hizo en la estación, le debía al menos eso. Levantándose, rebuscó entre sus vaqueros sucios en el suelo hasta que encontró su viejo móvil. Lo encendió, navegando por las llamadas recientes, y marcó el número de Gwen.

—¿Maddy? —preguntó Gwen, escéptica. Su voz tan familiar causó que la garganta de Maddy se encogiera. —Hola. —Logró decir. —¡Dios Mío! ¿Dónde estás? —Regresé a casa. Gwen, tengo que pedirte un favor.

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El teléfono sonó tres veces, luego contestaron.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea.

*

—Claro, cualquier cosa. ¿Qué necesitas? Maddy miró al Anillo Divino en su mano. —Necesito ir a llevar algo. ¿Crees que podrías pedir prestado el auto de tu mamá y llevarme? —No puedo —dijo Gwen. —Oh —dijo Maddy, su corazón se hundió—. De acuerdo, entonces... —Pero puedo llevarte y regresarlo antes de que mamá se entere, ¿Qué te parece eso? Maddy sonrió con alivio. —Suena perfecto. ¿Puedes esperarme más abajo en la calle? No sabía si Kevin la dejaría ir, así que no iba a arriesgarse. —No hay problema —dijo Gwen—. Ya salgo para allá. Maddy colgó el teléfono. Soltó el collar y el Anillo Divino debajo de su blusa otra vez, y lo sintió golpear contra su pecho ligeramente. Encontró un viejo bloc de notas y un bolígrafo en una de las gavetas. Pensó sólo por un segundo, y luego comenzó a escribir:

Jacks, lamento ser tan obstinada e imposible, y lamento lo que pasó. Ahora sé que estoy tan atraída hacia ti como tú lo estás hacia mí, y que sin ti, siempre me sentiré incompleta. Mentí en la estación, pero lo hice por una buena razón. La verdad es que… me importas muchísimo. Por favor, no dudes de eso—y por favor, nunca intentes encontrarme o contactarme de nuevo.

Sacando un sobre en blanco de su escritorio, Maddy introdujo todo en el bolsillo de sus vaqueros. Luego se detuvo. No sabía dónde él vivía. Nunca la había llevado allí, y ni siquiera sabía por dónde comenzar a buscar—además de la suposición de que sería en algún lugar de las colinas de Ciudad Ángel. Caminó de un lado a otro por casi un minuto hasta que algo se le ocurrió. Se puso de rodillas y rebuscó debajo de su cama. Se hallaba demasiado oscuro para poder ver bien, así que introdujo la mano y la movió por toda la

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—M.

*

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alfombra. Lazos para el cabello, tarea vieja, su reproductor de iPod. Luego, sus dedos se encontraron con un folleto, y lo sacó. Bingo. Volvió a colocarse su capucha, introdujo el folleto en su bolsillo junto con todo lo demás, y se deslizó tan silenciosamente como pudo por la ventana de su habitación.

* Traducido por Annabelle Corregido por LuciiTamy

¿

Vamos a ir a dónde? —El tono de Gwen estaba lleno de incredulidad mientras conducía. Acababa de recoger a Maddy en el Volvo azul de su mamá, saludándola con un abrumador abrazo de mejores amigas por siempre. Usaba una blusa que decía Team Maddy y que había sido creada para combinar a la perfección con su falda de jean y sus sandalias altas. —Relájate —dijo Maddy—. Sé cómo llegar ahí. —¿Oh, en serio? ¿Y cómo es eso? Maddy sacó el arrugado mapa Ángel cubierto de polvo de su bolsillo trasero, ése que Gwen había comprado el verano pasado, y que casi provocó que las castigaran a ambas. —Ésta cosa funciona en verdad, ¿cierto? —Cruzaron hacia la Calle Outpost de Franklin y se dirigieron por el camino hacia las Colinas de Ciudad Ángel. —¿Y cómo es que te enteraste de esas camisas, de todos modos? —preguntó Maddy, mirando de nuevo el atuendo de Gwen. —¡Da! —chilló Gwen—. Publicaste un tweet al respecto. —Esa no soy yo, Gwen —gruñó Maddy—. Es alguien pretendiendo ser yo. —¿En serio? Oh, Dios Mío, ¿tienes imitadores? ¡Es tan genial! Mientras Gwen conducía con el mapa, Maddy tomó el sobre y colocó la nota dentro. Desabrochó de su cuello el collar de su mamá y sacó el pesado anillo.

—Lo estoy devolviendo —dijo Maddy, guardando el anillo dentro del sobre—. Sólo voy a dejarlo en el portón de enfrente. Gwen parecía a punto de hiperventilar, pero al ver la expresión de Maddy, hizo lo mejor que pudo para opacar su entusiasmo, y sólo asintió solemnemente. Maddy volteó el sobre y escribió JACKS enfrente.

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—¿Es eso un Anillo Divino? —jadeó Gwen con incredulidad.

*

Casi habían llegado hasta la cima de la colina cuando se encontraron con una cerca alta y pintada de verde. Detrás de ella, lo único que Maddy pudo ver fueron los chapiteles de la asombrosa mansión. La cerca iba por casi una cuadra entera antes que un portón apareciera. Gwen estudió el mapa, y luego miró por el parabrisas. —Creo que llegamos. Se estacionaron y Gwen apagó el auto. Al estar tan cerca de Jacks otra vez, Maddy se sorprendió de no sentir todas esas emociones dolorosas que había estado esperando sentir. Todavía sentía el remordimiento y la desesperación, el dolor de lo que había ocurrido, pero éstas eran opacadas por un sentimiento completamente nuevo. Se sentía insegura. Ya para ese momento, había esperado encontrar la calle llena de gente, una multitud de paparazzi y reporteros de televisión en vivo, una gran bienvenida para el hijo pródigo. En vez de eso, la calle se encontraba vacía, y era casi inquietante. ¿Acaso Darcy había olvidado avisarle a los medios de comunicación que Jacks regresaba a casa? Era posible, pero aún así, molestó a Maddy. —¿Quieres que vaya contigo? —preguntó Gwen. Maddy sacudió su ansiedad. —Eso sería genial, gracias.

Maddy caminó hacia el espacio entre las puertas de acero y miró por allí. Lo debieron de haber dejado abierto a propósito, pensó. ¿Pero por qué dejarías un portón de seguridad abierto? La respuesta llegó de inmediato: para que así alguien pudiese entrar. —Sólo déjalo dentro del portón y vámonos, Maddy. Maddy miró el sobre en sus manos. —Lo lamento, Jaks —susurró—. Adiós. Y allí fue cuando escuchó el grito.

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Saliendo del auto, se dirigieron hacia el portón amenazador. Todo se encontraba en completo silencio. Maddy alcanzó el buzón y descubrió que estaba cerrado con llave. Debió habérselo imaginado. ¿Y ahora qué? Miró el portón, sin esperar ningún tipo de solución allí, y se detuvo. Lo miró fijamente. Habían dejado abierto el portón. La intuición de Maddy parpadeó de nuevo. ¿Por qué habría de estar abierto el portón? Alguien debió haber olvidado cerrarlo, pero eso era tonto. Estaba segura que la familia de Jacks tenía un personal que se encargaba de monitorear toda el área.

*

Hizo eco por el largo camino de entrada y pareció morir dentro del portón. Si no hubiese estado tan cerca, estuvo segura de no haberlo podido escuchar. Era el grito de una mujer, uno de tristeza, no de dolor. Un sonido miserable que envió escalofríos por la columna de Maddy. —¿Escuchaste eso? —preguntó Gwen, sorprendida. Maddy dudó sólo un segundo antes de entrar por entre los portones y hacerle señas a Gwen. —Vamos —susurró—. Sígueme, y mantente en silencio. Se mantuvieron agachadas contra la pared de entrada y avanzaron silenciosamente por el camino lleno de curvas. —Espera —murmuró Maddy, y sacó el Anillo Divino de Jacks fuera del sobre y lo colocó de nuevo alrededor de su cuello, para mantenerlo a salvo. Siguieron avanzando, y la espectacular estructura apareció a la vista, adornada con jardines inmaculadamente cuidados. —Oh, Dios Mío, esta casa es sorprendente, ¿cierto? —susurró Gwen detrás de ella. —¡Shhhh! —siseó Maddy. Se detuvo cuando la pared fue lo suficientemente alta para ocultarlas y miró a la casa otra vez. El Ferrari de Jacks se encontraba en la entrada, pero también había tres Escalades negros con vidrios ahumados aparcados en frente de la casa. Se detuvieron, con un mal presentimiento. Habían dejado abierta la puerta principal de la casa. Pudo escuchar una discusión viniendo desde algún lugar del interior. —Necesito acercarme más —susurró Maddy. Avanzando más, se escondió detrás de una fuente circular junto a los autos, justo enfrente de la casa. Ahora, Maddy si podía entender las palabras de la discusión. Se encogió ante su hostilidad, su agonía.

—¡Es tu hijo! ¡Lo prometiste! ¡Haz algo! —Otra vez era la mujer, su voz era áspera como vidrios rotos. —Sólo estoy haciendo mi trabajo, Kris —respondió la voz profunda. Maddy sintió cómo su corazón se retorcía. Kris. La madre de Jacks. Justo entonces alguien salía de la casa, o era escoltado fuera de la casa. Maddy se congeló.

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—Era la única forma de traerlo en silencio —ladró una voz profunda y autoritaria.

*

Era Jacks. Llevado por cuatro hombres en trajes negros. Tenían rostros perfectos y cincelados. No eran hombres. Éstos eran ángeles. Uno de ellos tenía su mano sobre el hombro de Jacks. Otro se giró para decir algo por encima de su hombro, y Maddy vio un hoyo hecho a la medida en la parte trasera de su chaqueta. Para las alas. Ángeles Policía, pensó Maddy. Su corazón se encogió. Todo había sido una mentira. Kevin no pudo haber sabido, o la mamá de Jacks, pero todos habían sido engañados por ello. El “acuerdo” no debió haber sido nada más que un truco para hacer que Jacks se entregara y así poder lidiar con él en silencio. Sin ninguna batalla enorme de Ángeles con todo el mundo observando. Ninguna marca oscura contra los Inmortales. Ningún escándalo. Sylvester había tenido razón, pensó Maddy. Los Arcángeles estaban dispuestos a hacer lo que fuera por protegerse a sí mismos. Y ella los había ayudado. Les había llevado a Jacks. Ahora se encontraban caminando en su dirección, dirigiéndose hacia los autos. El rostro de Jacks no mostraba ninguna expresión. Sus ojos se habían vuelto opacos y sin color. Sus brazos colgaban inmóviles a sus costados. —Pelea —susurró Maddy furiosamente—. Maldición, Jacks, pelea. Pero no lo hizo. Permitió que se lo llevaran. Su rostro había sido la misma máscara seria que había visto en a estación. Maddy luchó contra un remordimiento paralizador. Ella le había quitado toda su defensa. Una vez más, todo era su culpa. Maddy enfocó toda su energía en superar la parálisis. Tenía que pensar. Debía hacer algo. Miró cuidadosamente cómo metían a Jacks en el auto del medio, y memorizó en cuál asiento, de cuál lado. Todos los autos se encendieron y comenzaron a moverse. Yéndose rápidamente.

Mientras Maddy miraba, súbitamente los ojos desenfrenados de Kris cayeron sobre ella. Maddy se congeló. Vio como el reconocimiento pintaba el rostro de Kris. Ella sabía que Maddy se encontraba allí, de cuclillas detrás de la fuente, y sabía quién era. Maddy luchó contra la urgencia de girarse y correr. ¿Kris la delataría? ¿Enviaría los Ángeles en su dirección? En vez de eso, algo brilló en los ojos de Kris.

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Una nueva conmoción estalló desde la casa. Los ojos de Maddy se volvieron hasta allá. Una mujer de edad media luchaba contra su esposo y otro Ángel vestido con traje. Intentaba salir de la casa. Si no hubiese estado gritando con su cabello enmarañado sobre su rostro, hubiese sido sorprendentemente hermosa. Incluso real. Tenía que ser Kris Godspeed. Detrás de ella, en el pasillo, se encontraba Chloe llorando e indefensa, su rostro forjado de dolor.

*

Un mensaje no hablado. Algún tipo de acuerdo pasó entre ellas, pero con todo el flujo de adrenalina del momento, Maddy no estuvo segura de qué trataba. Kris empujó con fuerza a los dos Ángeles sosteniéndola, y con un pequeño lloriqueo, se lanzó junto con ellos hasta la sala. Maddy escuchó el inequívoco sonido de llaves cayendo al piso, mientras los tres Ángeles compasaban al piso en un caótico desplome. Los ojos se Kris se entrecerraron al concentrarse. Su pierna libre dio una patada. Las llaves, las cuales había tumbado de la pared a su lado, las empujó por las baldosas del piso hasta la abierta puerta de entrada. Maddy no pensó. No tenía tiempo. Se puso de pie y corrió hasta el frente de la casa. Escuchó a Gwen gritar de tras de ella, pero el fuerte viento y el golpear de su corazón le impidió escuchar lo que decía. Llegó hasta la puerta en un santiamén, corriendo sin detenerse nunca, y apoyó su cuerpo contra la pared exterior. Kris había hecho suficiente desastre para mantener ocupados a sus captores. Maddy se deslizó sobre sus rodillas, deslizó su brazo por la puerta y tomó las llaves. La llave de un auto con un caballo brincando en el escudo amarillo le devolvió la mirada. Los ojos se Kris fueron en su dirección y le lanzó a Maddy una mirada significativa. Ve. En sólo un instante, Maddy estuvo de pie otra vez y corrió hasta el Ferrari. Mientras corría, manoseó el control, encontrando el botón que abría el auto. El Ferrari sonó al abrirse. Miró rápidamente hacia la entrada. Las camionetas ya se encontraban pasando por el portón. En sólo un segundo, ya se habrían ido. Vio a Gwen correr detrás de la pared. Debió haber visto el frenético arranque de Maddy para conseguir las llaves. Gwen llegó al auto primero, saltando hasta el asiento del conductor justo cuando Maddy llegaba. —¿Qué crees que estás haciendo? —jadeó Maddy. —¿Qué paree que estoy haciendo? —dijo Gwen. Maddy abrió la puerta.

—Necesitas toda la ayuda que se pueda —siseó Gwen—. Es en serio, entra ya. —Luego colocó ambas manos sobre el volante—. Dios, éste auto es tan sexy. —Entonces, muévete —dijo Maddy mientras se subía, empujando a Gwen hasta el asiento del pasajero—. Yo conduzco. —Puede que no tenga su propio auto, pero nunca había obtenido menos de una A en cualquier clase que haya tomado, y eso incluía las clases de manejo.

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—Ni lo pienses. No quiero que te involucres en esto.

*

Introdujo la llave en la ignición y ajustó el espejo retrovisor. En el reflejo, podía ver al esposo de Kris mirando en su dirección. Puede que sólo tenga unos pocos segundos. Golpeó el botón de encendido del Ferrari, y cien caballos de fuerza rugieron. La máquina rugió como un animal salvaje, preparada. Maddy quitó el freno de mano y movió la palanca a primera. El Ferrari bramó de anticipación. Gwen levantó un dedo para dar instrucciones. —Siempre ajusta los espejos de los lados antes de avanzar el vehículo… Maddy soltó el freno y empujó su pie sobre el acelerador. El Ferrari se lanzó hacia adelante muchísimo más rápido de lo que Maddy hubiese pensado posible, tirando a ambas chicas contra sus asientos. Maddy escuchó una voz a su espalda, pero no se atrevió a mirar atrás.

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—Colócate el cinturón —demandó Maddy. Gwen obedeció inmediatamente. Maddy volvió a empujar la palanca, cambiándola a segunda, y empujó el acelerador. El Ferrari corrió por el camino de entrada como un látigo, y pasó los portones como un pedazo de mármol propulsado por un tirachinas. Giró el volante, dirigiendo el rugiente auto sobre sus ruedas delanteras, y volvió a empujar el acelerador. En sólo un instante, se encontraban recorriendo las calles en búsqueda de la caravana.

* Traducido por LizC Corregido por July

M

addy no miró hacia atrás para ver si la perseguían. No importaba ahora. Está era su única oportunidad.

—Está bien, pero su casa fue, como, muy sorprendente, ¿no? — dijo Gwen de nuevo mientras se miraba en el espejo retrovisor. —Necesito concentrarme —dijo Maddy con brusquedad. Maddy redujo la marcha y el motor del Ferrari rugió. Las agujas saltaron sobre los indicadores a medida que retumbaba calle abajo en Outpost, vislumbrando la caravana de Escalas negras y luego perdiéndolas de nuevo en el camino sinuoso. Las resplandecientes mansiones de Ángeles volando en un borrón. —Así que ¿ahora sería un buen momento para preguntar qué está pasando? —preguntó Gwen, aferrándose desesperadamente a la manija de la puerta. —Se lo están llevando —dijo Maddy miserablemente. —¿Quién se lo está llevando? —Los Ángeles. El acuerdo debe haber sido una mentira y ahora se lo están llevando.

—Jacks me salvó la vida, lo cual está en contra de su ley. Mark supuestamente llegó a un acuerdo con el Consejo y los Arcángeles por la vida de Jacks. Pero el acuerdo era una trampa, ahora lo han capturado, van a matarlo y todo es mi culpa. —¿Qué? —Gwen se ahogó ante el desconcierto de toda la información—. Pero no pueden matarlo. ¡Él es un Ángel! —Lo van ha convertir en mortal —dijo Maddy—. Luego van a matarlo. Maddy alcanzó a ver la caravana de nuevo. Habían llegado al final de la carretera y giraban a la izquierda hacia Franklin.

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—¿Acuerdo?

*

—¿Los Ángeles pueden ser mortales? —exclamó Gwen—. ¿Y hay una ley? Y espera, ¿quién es Mark otra vez? —Honestamente, Gwen —expresó Maddy mientras frenaba para el giro—, ¿cómo puedes vivir en esta ciudad y no saber estas cosas? Lanzó el volante por completo y retumbaron fuera de la sinuosa carretera hacia la calle transitada. —Dios mío, ¿son estos calentadores de asiento? —preguntó Gwen mientras jugueteaba con los botones del tablero. —¡Si tan sólo pudieras no tocar nada...! Gwen frunció el ceño y cruzó los brazos sobre su pecho. Maddy miró hacia el resplandor del sol de la tarde, presa del pánico. Había perdido el rastro de ellos. Maddy enterró los engranajes en cuarta y apretó el acelerador hasta el piso. El motor rugió un agudo ruido a medida que salían disparadas hacia adelante como una bala carmesí. —¡Aférrate a algo! —ordenó Maddy. La luz se había vuelto roja. Volaron en la intersección. Los neumáticos chirriaron cuando algunos autos se desviaron, fallándolas por centímetros mientras se abría paso por la luz. —¿Dónde están? —Los ojos de Maddy estudiaron la calle por delante mientras pasaba a toda velocidad los otros autos, las bocinas resonando—. ¡Los he perdido! —gritó—. ¡He perdido a Jacks! —¡Sólo sigue todo recto! —dijo Gwen, estirando el cuello. —Tal vez están yendo a la autopista. —Maddy entró en el carril de buses y voló más allá del tráfico de turistas.

Maddy arrojó el volante de nuevo. Bocinas rugieron en señal de protesta mientras se desviaba delante del tráfico que se aproximaba, a través de los carriles de tráfico hacia la rampa de acceso por tierra. —¡Vamos a lograrlo, sostente! —dijo Maddy. Sus cabezas salieron arrojadas hacia atrás cuando golpearon la acera en la esquina de la rampa, pero Maddy enderezó el volante y remontaron hacia la autopista elevada. Gwen había palidecido en el asiento del pasajero.

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—¡Ahí mismo! ¡Justo ahí! —gritó Gwen mientras señalaba hacia donde estaban las Escaladas subiendo la rampa de entrada a la autopista de Ciudad Ángel—. ¡Están entrando en la autopista! ¡Hacia el sur!

*

—¡Vas a perder absolutamente tu licencia después de esto! —dijo.

El centro le esperaba adelante en la neblina roja del anochecer a medida que emergían en el tráfico de la autopista. El mismo cielo parecía estar ardiendo. La caravana se trasladó al canal rápido. Maddy los siguió. Pudo contar cinco automóviles entre ellos. Comenzó a entretejer a través del tráfico utilizando los dos carriles de la izquierda, metódicamente acortando la distancia. —¿Cómo aprendiste a conducir de esta forma? —gritó Gwen sobre el aullido de los 600 caballos de fuerza. —Viendo a Jacks. —Aceleró el motor y se deslizó alrededor de otro auto. —¿Qué? —Ya sabes, observándolo usar su palanca de cambios. Gwen jadeó. —¿Has estado viendo en su palanca de cambios? —¡Podrías callarte! —Giró alrededor de otro auto. Sólo había tres autos detrás. Miró a la parte posterior de la Escalada con sus ventanas tintadas de color negro. La placa no tenía números. Esto le envió un escalofrío por su columna vertebral. Se preguntó a dónde lo llevaban. Fuera de la ciudad, tal vez. No importaba. Los inicios de un plan se formaban en su mente. Era simple, pero eficaz. Les ofrecería algo. Algo en lo que, estaba segura, estarían interesados. Maddy cambió de carril y saltó otra longitud de auto adelante. La Escalada sólo se hallaba a dos autos por delante, aunque el tráfico estaba repleto. —Ya casi estamos allí —dijo, sintiendo un repentino aumento de esperanza. Y entonces sucedió.

Su mente lo registró sólo como una forma, una forma oscura aterrizando en el techo de la última Escalada. Oyó el crujido de metal colapsando, seguido por una lluvia de cristales de seguridad roto que salpicó contra el parabrisas del Ferrari. Poco a poco, su cerebro comenzó a aceptar las imágenes que sus ojos enviaban, y la forma se hizo más clara. Tenía un cuerpo reluciente negro y unas alas enormes, como de murciélago.

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Lo que Maddy vio, su cerebro no pudo procesarlo al principio.

*

Tenía más de una cabeza, se dio cuenta, como serpientes negras brotando de su cuerpo, cuernos que surgían de su espalda como ramas de árboles retorcidos. Una larga cola negra azotaba contra las palmeras. Enmarcado por el famoso horizonte, cerniéndose sobre el tráfico de la autopista concurrida, la cosa llameante se volvió a mirarla con un par de extrañas ojos iridiscentes. Una sensación repentina y abrumadora la golpeó. Era la misma sensación que había sentido en el laboratorio de bio la noche anterior. Una especie de mortal terror sofocante. Maddy ahora sabía lo que veía. Sabía lo que acababa de aterrizar en el techo de la Escalada. Se quedó inmóvil en el asiento del conductor, paralizada por el terror. —¿Qué es eso? —exclamó Gwen, el sonido de su voz como arrancar metal. —Un Ángel Negro —susurró Maddy. —¿Qué? —gritó Gwen. Maddy vio como el demonio saltó de la Escalada en movimiento y en la siguiente. La Escalada se curvó y giró violentamente contra la mediana de hormigón antes de rodar de nuevo en el tráfico, directo a ellas. —¡Maddy! —gritó Gwen. La destruida SUV cayó hacia ellas como una bola de boliche de la muerte. Maddy giró bruscamente el volante hacia la derecha y desvió el Ferrari. El auto gruñó como un animal salvaje a medida que rodeaban al vehículo rodante. Gwen empezó a gritar algo, pero Maddy no podía oírla. Se encontraba hipnotizada, impactada con miedo. Observó al demonio rasgar el techo de la camioneta con sus varias bocas y comenzó a extraer a los Ángeles fuera del vehículo y tirarlos a la autopista. Guardianes fueron despedazados, sus alas arrancadas de sus cuerpos. Partes de inmortales cayeron sobre la carretera. El demonio metió la mano y sacó un Ángel luchando como si fuera una muñeca. El corazón de Maddy martilló en su pecho.

Podía verlo ahora. Estaba en los brazos de esa cosa en llamas, con los ojos desorbitados. Se está llevando a Jackson. Fue el primer pensamiento racional que Maddy tuvo desde que el demonio apareció. Lo tiene ahora y se lo va a llevar. El demonio se levantó de la camioneta y se elevó. Ascendiendo a través de Ciudad Ángel en el crepúsculo, se había ido.

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—¡Jacks! —gritó ella.

*

Maddy apenas podía enfocar a través de la niebla de la conmoción y el terror cuando la segunda Escalada chocó contra la primera y ambos vehículos dieron vuelta y cayeron al otro lado de la carretera, golpeando los autos entre sí. No había tiempo para pensar en nada más, sólo para reaccionar. —¡Nos va a estrellar ese auto! —gritó Gwen cuando un Civic rebotó hacia ellas. —¡Lo veo! —gritó Maddy, y tiró del volante. —¡Otro auto, vamos a estrellar! —gritó Gwen, y señaló a un camión que se precipitaba hacia ellas. Maddy giró en torno a él; el metal retorcido no las alcanzó por centímetros. —Dime dónde está, Gwen —dijo Maddy, manteniendo sus ojos en el caos frente a ella, tratando de arrebatar vistazos hacia el cielo. —¿¡Dónde está qué!? —jadeó Gwen, sus uñas clavándose en el asiento de cuero. —El demonio. Dime dónde está. —¿Es un demonio? —Gwen jadeó de horror—, ¿cómo en los viejos tiempos? —¡Sí! ¡Ahora dime dónde está! —gritó Maddy. Gwen miró hacia arriba a través del techo solar. —No veo nada, Maddy —dijo sin aliento, mirando por la ventana donde el demonio había desaparecido con Jacks—. Se ha ido. El corazón de Maddy tocó fondo. La desesperación radiada a través de ella mientras el Ferrari continuó gruñendo por la autopista. A pesar de todo, había fracasado. Incluso los Ángeles no pudieron proteger a Jacks del horror que había venido por él. —¡Espera, lo veo! —chilló Gwen de repente—. ¡Está adelante de nosotros!

—¿Por dónde va? —Hacia el centro de la ciudad. Se está moviendo tan rápido. La boca de Maddy se convirtió en una línea sombría determinación. Aplastó el acelerador hasta el piso y el Ferrari cantó cuando el velocímetro subió pasado 100. Autos giraron a su alrededor, los conductores sin duda paralizados por la imagen de un demonio volando sobre Ciudad Ángel.

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Gwen señaló fuera del parabrisas. Una imagen oscura cruzaba el cielo todavía iluminado.

*

—Yo... creo que va a la parte superior de ese edificio muy alto por delante de nosotros —anunció Gwen. —¿Qué edificio? —El… el más alto. Tal vez aterrizó, porque ya no puedo verlo. Maddy miró hacia el horizonte, un rascacielos semicircular se elevaba sobre el resto de los edificios en el horizonte. En su parte superior, tenía un diseño de ventanas a manera de corona. Maddy no podía ver si había alguien allí, pero pensó en las palabras de Sylvester una vez más. Contratarían a alguien, o algo, para hacer el trabajo sucio por ellos. Cualquiera que fuera la trampa de los Arcángeles en esto, Maddy estaba a punto de ver el final del juego. Con un movimiento del volante el Ferrari se empujó a la rampa de salida por el centro. Maddy azotó a lo largo de las calles, haciendo caso omiso de las señales de alto, las luces, y el tráfico aproximándose. Todo a su alrededor, las sirenas empezaron a rebotar en los edificios. Podía ver las luces en el retrovisor. La policía iba tras de ellas ahora. La entrada de la torre quedó a la vista. Maddy redujo la marcha y se lanzó hacia ella, frenando bruscamente se detuvo justo en frente del edificio. Su corazón galopaba sin control en su pecho. Miró hacia las escaleras de mármol que conducían hacia la entrada. —Vamos —gritó Maddy mientras abría su puerta de golpe. Gwen saltó con ella, dejando el Ferrari todavía retumbando detrás de ellas. Corrieron escaleras arriba hacia una fila de puertas de cristal. Maddy no tuvo necesidad de darse vuelta para saber que los autos de policía se estacionaron detrás de ellas. Oyó las pisadas y los gritos de los oficiales a medida que emergían de sus vehículos. Llegando a las puertas de cristal, tiró con furia los mangos hasta que encontró una puerta a todo el camino a la izquierda que no estaba cerrada todavía.

Gwen se volvió hacia ella, sin aliento. —Ve. Los voy a retrasar —jadeó. —¿Qué? ¡No! —gritó Maddy. Los ojos de Gwen de repente, inexplicablemente se tranquilizaron.

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La abrió cuando las pisadas golpearon por las escaleras.

*

—Maddy, soy tu mejor amiga, y no hay nada que no haría por ti. Hay algo que puedes hacer para ayudarlo. Siempre me ha asombrado de ti, Maddy, puedes hacer cualquier cosa que te propongas. Sé que se te ocurrirá algo. Ahora, ve a él. Te necesita. Maddy miró a los ojos de Gwen. Las palabras inesperadas habían apretado su garganta. —Gwen… —empezó. —No digas nada, sólo daté prisa —dijo Gwen, y empujó a Maddy en el interior del vestíbulo. Al cerrar la puerta, Gwen le echó los brazos a través de las asas, usándose a sí misma como un escudo humano. Maddy pudo ver a los policías correr por las escaleras. Desaceleraron, avanzando hacia Gwen.

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Maddy se volvió y corrió hacia el grupo reluciente de ascensores.

* Traducido por LizC Corregido por Vero

S

ylvester se abalanzó a Wilshire Bulevar en su automóvil camuflado, entretejiendo alrededor del repleto tráfico de Beverly Hills.

Por encima, las palmeras se balanceaban ansiosamente en el viento, las hojas brillaban en la penumbra naranja ardiente. Corriendo a toda velocidad a través del tráfico contrario en Beverly, sin molestarse con la luz roja, entrando en el edificio NAS, raspando la parte inferior del auto con la rampa del garaje. Hizo rechinar el caucho en el estacionamiento y salió del auto sin esperar por un boleto. Subió las escaleras hasta el vestíbulo. La animada recepcionista parecía sorprendida de verlo otra vez mientras caminaba a toda velocidad por el elegante vestíbulo. —¿Puedo ayudarlo, señor? —dijo en su pseudo-educado tono. —Ahórratelo, cariño —se quejó Sylvester mientras pasaba frente a ella. Ella se levantó de la silla, derramando su café con leche por toda la mesa. —¡Espere! ¡No puede entrar ahí! —gritó. Él la ignoró.

Los Arcángeles se encontraban sentados alrededor de la mesa de conferencias en una intensa discusión. Sus chaquetas estaban arrojadas sobre los respaldos de sus sillas, sus corbatas aflojadas. Un asistente había traído al parecer café y bandejas de sushi que fueron depositadas en el centro de la mesa, junto con vasos de agua mineral con gas importada. En la pantalla plana, imágenes de noticieros en helicópteros de ataque en la autopista se reproducían. Ante la entrada de Sylvester los Arcángeles se quedaron en silencio, mirándolo con expresión de sorpresa. Sylvester les devolvió la mirada. Observó a

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Al doblar la esquina, Sylvester voló más allá de las filas de asistentes en sus auriculares. Estos le dieron curiosas miradas sin comprender al pasar. Podía oír el chasquido de los tacones de aguja de la recepcionista en el azulejo detrás de él, lo más probable tratando de activar una alerta, pero no se molestó en mirar hacia atrás. Llegó al final del pasillo, se volvió, y abrió las puertas de cristal de la sala de conferencias.

*

los rostros de los Arcángeles, eje principal de la NAS. Sus ojos encontraron a Mark, quien aún llevaba su chaqueta del traje puesta y parecía aturdido. Finalmente, Mark habló. —¿Qué podemos hacer por ti, David? —dijo con calma. Sylvester entró en la habitación, dejando que la puerta se cerrará con un fuerte ruido detrás de él. En el exterior, los asistentes miraban a través del cristal, horrorizados. Uno de los Arcángeles levantó una mano hacia ellos, como para indicar que todo iba bien. Sylvester se sintió repentinamente inseguro de sí mismo. Sus manos instintivamente fueron a las gafas para limpiarlas, pero se contuvo, y en su lugar las dejó caer de nuevo a sus costados. Dio un suspiro tembloroso y habló. —Sabes lo que siento por ti y el NAS. Hizo una pausa. Se quedaron en silencio. —Sabes que creo que todo esto está mal —dijo, haciendo un gesto en torno a los alrededores lujosos de la sala de conferencias—. Creo que nunca debió ser de esta manera, salvar vidas mortales por dinero mortal, por vicios mortales. Creo que nos has llevado por mal camino. Creo que tú codicia y corrupción es directamente responsable de la amenaza que enfrenta esta ciudad. Mark se quedó en silencio, escudriñando a Sylvester intensamente. Sylvester sintió que su pasión le hacía fácil hablar. —Ahora quiero que me demuestres que estoy equivocado. Quiero que me demuestres que aún recuerdas las viejas costumbres. Que todavía recuerdas quién eres. Quiero que me demuestres que puedes defender a aquellos que no pueden defenderse a sí mismos, las víctimas, los que sufren, y el peligro de muerte. Demuéstrame que puedes cumplir con tu deber. —Miró alrededor a sus rostros sin defectos—. Esta ciudad te necesita. Ahora levántate y protégela.

—David. Estamos trabajando en ello. Estas cosas tienen que ser discutidas primero. Los planes tienen que ser aprobados con la ciudad, así como, por supuesto, el precio. El rostro de Sylvester se ensombreció. —Tienen que entender que no podemos pedirle a los Guardianes que arriesguen sus vidas…

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Una Arcángel rubia, con rostro cincelado se levantó.

*

Pero Sylvester había dejado de escuchar. Alcanzando su cintura, sacó su revólver de servicio. Los ojos de la Arcángel rubia se abrieron como platos. Sylvester apuntó con la pistola a la gran vitrina de cristal en la esquina, la caja guardaba la armadura antigua y la espada de un Ángel de Batalla, y disparó. El cristal cayó al instante en una cascada de resonantes piezas. La bala rebotó en la armadura y se hundió en las tejas del techo. La habitación quedó en un ensordecedor silencio. La armadura y el arma permanecieron en la caja rota. Listo. Sylvester metió la mano y cerró su puño en torno a la empuñadura de la espada antigua. El peso de ésta se sintió pesada en su mano mientras la sacaba. Se volvió hacia los Arcángeles y tiró la espada sobre la mesa de conferencias, enviando rollos de sushi dispersándose, rompiendo vasos de agua bajo su enorme peso. Sylvester miró a los rostros asustados de los Arcángeles alrededor. Todos se habían quedado en silencio.

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—Ahora —dijo, con tono firme—, ¿dónde están los otros?

* Traducido por DaniO Corregido por Nats

E

l frío contra su rostro. Esa fue la primera sensación que sintió, el primer pensamiento coherente que tenía Jacks desde que se había montado en la parte trasera de la SUV. Sus dedos se hicieron conscientes del suelo y el frío absoluto debajo de él. El viento silbaba en sus oídos. Mientras yacía ahí, fragmentos de una pesadilla empezaron a regresar. Terribles imágenes se arremolinaban en su conciencia. Los Arcángeles siendo arrancados de sus asientos junto a él. Autos chocando violentamente entre sí. Negras y naranjas bolas de fuego de la muerte. Y algún tipo de cosa horrible. Un monstruo. Pero la peor imagen de todas era más sencilla que las otras. Se repetía una y otra vez como una película de terror, rehusándose a detenerse. Una estación de trenes y un adiós. Abrió los ojos y miró de reojo al mundo. Las luces de Ciudad Ángel parpadeaban alrededor. La luna, pálida e hinchada, había empezado a salir. Debía encontrarse en una azotea. Luego se dio cuenta de que no estaba solo, la presencia del demonio lo rodeaba. Podía sentir el calor de su terrorífico cuerpo y saborear su brillante presencia. Fue entonces cuando notó la otra figura, su silueta en contra de la luna, enmarcada por la inmensa oscuridad creciente. La figura se adentró en la luz y sonrió. —Tú… —dijo Jacks incrédulo.

Maddy se paseaba de un lado a otro en el claustrofóbico ascensor, escuchando su corazón palpitante y el mecánico sonido del ascenso de los setenta y tres pisos. Las paredes con espejos creaban un sin fin reflejos de ella. Miró alrededor de todas las Maddys que le devolvían la mirada. Sus cabellos

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—Sí —dijo la figura—. Yo.

*

enmarañados, sus rostros tensados con miedo, determinación, dolor y culpa. El Anillo Divino de Jacks colgaba cerca de su corazón. Golpeó la palma de su mano contra el brillante acero de la pared. —¡Vamos, vamos! Atrapada en el ascensor, no había nada más que hacer que enfrentarse a sus acelerados pensamientos. No importaba quién, o qué, lo llevaron allí arriba, querían a Jacks mortal y muerto. Hizo su decisión. Realmente no era del todo una elección difícil. Se ofrecería a sí misma. Su vida a cambio de la de él. En vez de hacer mortal a Jacks, les ofrecería una vida mortal. A un extraño nivel, parecía tener sentido… nunca imaginó que el final vendría de ese modo, y tan pronto, pero se sorprendió al encontrar que estaba bien con ello. En verdad, ¿qué más le quedaba? Estaría engañándose a sí misma si pensaba que podía regresar de vuelta a su antigua vida en la secundaria y al Kevin’s Diner. No con el conocimiento de lo que les había sucedido realmente a sus padres, quién era en realidad. Aunque tampoco había ningún lugar al que ir. Para los Ángeles, era una perversión por naturaleza, un revuelto de sangre mestiza, y para el resto del mundo era una broma infame. Se enfrentaba a una amarga verdad: nunca podría ser aceptada por nadie. Tal vez era realmente una abominación. Si el mundo era mejor sin ella, al menos podría causar algún bien con su muerte.

El pasillo en el que se encontraba era oscuro, frío y silencioso. Las luces de los censores de movimiento de seguridad parpadeaban ante su presencia. Sus ojos buscaron el hueco de las escaleras mientras pasaban preciosos segundos. No había nada más que monótonas puertas de oficina. Bajó por el pasillo y dobló una esquina. Más oficinas, pero al final del corredor vio el resplandor verdoso de una señal de salida. Corrió hacia ella y presionó su hombro contra la puerta, casi cayendo por la oscura escalera. Luego se estabilizó y usó el pasamanos para impulsarse, y empezó a subir.

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Sin alarma alguna, el zumbido del elevador se detuvo. El estómago de Maddy saltó hacia su garganta mientras que el aparato empezaba a desacelerar hasta detenerse. Los números que marcaban los pisos se detuvieron en el sesenta y las puertas se abrieron. Presionó el botón setenta y tres una y otra vez, pero el ascensor no se movió, el botón no se encendía. El elevador sonó y las puertas empezaron a cerrarse. Los últimos deben estar restringidos, pensó con pánico. Me llevará de vuelta al lobby. Con un grito, Maddy se impulsó hacia adelante y se deslizó a través de las puertas del ascensor, las cuales se cerraron justo después de que pasara a través de ellas.

* El ardiente dolor se hallaba en todas partes, indescriptible. El demonio lo envolvía, asfixiándolo en llamas. Jacks gritó mientras sentía sus alas emerger de su espalda, engullidas por el fuego. Las negras llamas no dejaban quemaduras. El fuego no consumía su cuerpo. Se apoderaba de su inmortalidad. Se comía literalmente al Ángel dentro de él. El dolor era como cristal corriendo a través de sus venas. La bestia lo tiró de arriba hacia abajo en el techo. Se arrugó contra el concreto, indefenso. De repente, pudo sentir su cuerpo mortal. Se sentía débil. Rompible. Incluso el suelo debajo de él era repentinamente duro e incómodo. Observó mientras la figura se aproximaba, sus oscuros ojos sin piedad. —¿Qué ocurre, Jacks, no vas a resistirte? ¿No vas a luchar? —Jacks no dijo nada—. Me sorprendes Jackson. Pensé que tenías más en ti, pero, supuse, bueno… El puño se aplastó contra el rostro de Jacks, enviando su cabeza violentamente contra el suelo. Algo húmedo goteó de su nariz. Luego sintió la patada de una bota debajo de una costilla, encajándola. Lloró. No pudo evitarlo. Nunca había sentido su cuerpo romperse. —El gran Jackson Godspeed. —Rió la figura—. Mírenlo ahora.

Blanca y caliente agonía finalmente rompió a través de la fantasía. Su cabeza era golpeada contra el concreto una y otra vez. La sangre se derramaba a través de sus destrozados labios. Dejó que el dolor fluyese libremente en su interior. Bienvenido sea. Lo anhelaba. No duraría mucho más tiempo. El final vendría pronto. Fue empujado en sus rodillas, y la figura permaneció sobre él, una sonrisa brutal en su cara.

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Los ojos de Jacks se volvieron distantes mientras era golpeado. Su mente dejó el lugar, dejó la azotea, y fue al único sitio en dónde quería estar. Con ella. Imaginó que habían conseguido montarse en ese tren. Imaginó que habían escapado. Pensó en estar sentado junto a ella, viendo Ciudad Ángel deslizarse lejos por la ventana. Él habría bromeado acerca de vivir sin su Ferrari, y ella habría rodado los ojos y se lo habría puesto difícil. Al final simplemente le miraría a los ojos como siempre hacía. Los miraría y sólo le vería a él. No a la celebridad famosa, sino a él.

*

—No te preocupes —dijo la voz—. A pesar de tu verdaderamente patética actuación esta noche, me seguiré asegurando de que tus alas consigan una estrella. —Jackson alzó la vista a través de sus borrosos ojos y vio un vicioso cuchillo. La hoja de diez pulgadas resplandeció a la luz de la luna.

Maddy corrió escaleras arriba tan rápido como se lo permitían sus pies, sus zapatillas saltando sobre los escalones de concreto. Adrenalina corría por sus venas mientras veía un pálido resquicio de la luz de la luna filtrándose sobre su cabeza. Se acercaba. Finalmente, vio una puerta al final de las escaleras con una señal que advertía: ACCESO A LA AZOTEA. CUIDADO: HELIPUERTO. No había tiempo para pensar ahora. No había tiempo para imaginar qué podría estar esperándola al otro lado de la puerta. Alcanzó la manija y se precipitó en la azotea. Vio la luna, pálida y enorme, elevándose detrás de la torre. Luego sus ojos se ajustaron y vio a Jacks. Se encontraba sobre sus rodillas, como si estuviera rezando o arrodillándose ante un altar. Lo que quedaba de su ropa colgaba hecha jirones alrededor de su destrozado cuerpo, y sus alas estaban envueltas flojamente sobre su espalda. Su hermosa luminiscencia azul casi se había reducido a nada. —¡Jackson! —gritó. No se movió. Ni siquiera parecía escucharla. El Jacks que conocía se había ido de su cuerpo. Luego vio la siniestra figura frente a él. Mientras observaba, esta se dio la vuelta y la miró. Maddy se sentía tan conmocionada que le tomó varios segundos poder hablar.

Ethan se enderezó, y los rayos de la luna cayeron de lleno sobre su cara. Usaba sus habituales vaqueros desgarrados, y su cabello arenoso se agitaba al viento. La mente de Maddy se tambaleó. Las piezas del rompecabezas se negaban a encajar. No podía encontrarle sentido a lo que veía. —¿Maddy? —dijo, sorprendido. Su expresión se tornó pensativa, casi disculpándose—. No… No quería que vieras esto. —¿Qué estás haciendo? —dijo sobre su entumecido shock. Conflicto jugaba en sus ojos. El Ethan que conocía luchando con alguna otra parte que no. Luego bajó su mirada hacia Jacks, y su expresión se endureció.

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—¿Ethan? —susurró finalmente sin entender.

—Estoy cumpliendo mi deber.

*

Elevando el cuchillo por encima de la espalda de Jacks, lo llevó rápidamente hacia abajo. Hubo un sonido como un pop mientras la hoja perforaba la carne del Ángel en la base del ala, luego un húmedo chasquido mientras el cuchillo cortaba el ala del cuerpo. Se volvió sin vida y cayó al suelo con un sonido sordo. —¡No! —gritó Maddy. Reaccionó por instinto y corrió hacia Jacks. Un brillo negro y oscuro cruzó su visión. Un bajo e inhumano gruñido hizo que su sangre se tornase fría. La última vez que lo había escuchado, fue en el instituto. El demonio emergió de la noche frente a ella. Era enorme, al menos tres metros de altura, pero no tenía características definidas. Su figura continuaba desplazándose y cambiando. Maddy se congeló, sus extremidades negándose a moverse. —Veo que ya has conocido a mi Ángel Guardián —dijo Ethan, sonriendo. Maddy se dio cuenta de que la cosa era difícil de ver porque su piel brillaba en realidad. Era más que sólo brillando. Ardía. La criatura se quemaba literalmente; las llamas envolventes negras en vez de naranjas. El monstruo en llamas se movía en círculos alrededor de Ethan, agazapándose junto a él, listo para atacar. —No sabes lo que estás haciendo Ethan. —Maddy se sacudió con miedo y furia—. ¿Crees que puedes controlar a esa cosa? —¿Si las personas pueden contratar Ángeles, por qué no demonios? —dijo Ethan—. Tal vez el precio sea diferente, pero… —Empezó a elevar el cuchillo de nuevo. —¡Déjalo en paz! —gritó Maddy a través de sus entumecidos labios. Los ojos de Ethan se encendieron con enojo.

—¿Por qué Jacks? —Su voz a duras penas era un susurro ahora—. Nunca te hizo nada. O a tu papá. Pudo ver a Ethan hacer una mueca ante la mención de su padre, pero rápidamente la ocultó, su boca torciéndose en una cruel sonrisa. —Tengo que agradecerte por eso, Maddy. Al principio sólo quería matar Ángeles, cualquiera de ellos. Hacerlos sufrir. Todos son culpables. Luego te vi con Jacks —se burló, permaneciendo sobre su débil forma—. Te quería, Maddy. Se suponía que

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—¿Por qué debería? —demandó—. ¿Qué hay acerca de nuestras discusiones en la cafetería y la escuela? Todos los Ángeles son iguales, Maddy, poco profundos, insulsos, criaturas que hacen más el mal que el bien. —Su tono tenía un toque de histeria ahora. Su máscara de calma empezaba a romperse—. ¿No lo entiendes? No son los héroes, son los villanos. Estoy dándoles lo que se merecen.

*

estábamos destinados a estar juntos, pero aún así no lo viste. ¿No era suficiente para ti? ¿No lo suficientemente Ángel? —Ethan escupió la palabra como si fuese veneno—. No me tendrías, así que quise asegurarme de que no le tuvieras a él tampoco. Las palabras apuñalaban como cuchillos. Maddy luchaba por respirar mientras la verdad se hundía y el mundo giraba alrededor de la azotea. —Has sido tú todo el tiempo. No el NAS. Has estado asesinando Ángeles en el bulevar. —Su cuerpo entero se sacudía mientras las piezas finales caían en su lugar—. Fuimos a ti por ayuda, y enviaste al demonio detrás de nosotros en el instituto. Los ojos de Ethan se entrecerraron. —No me culpes, Maddy. Cúlpate a ti misma. Fuiste tú quien hizo esto. La verdad es, que él es demasiado poderoso. Si no lo hubieras abandonado en la estación de trenes, nada de esto habría ocurrido. Maddy palideció. Él tenía razón. Todo era su culpa. Ethan pareció sonreír ante eso. —Lo sé todo. Sé cómo le dejaste en la plataforma como si no fuera nada para ti, en manos de los Arcángeles. —Se encogió de hombros—. Pensé acerca de dejar que el NAS lo mortalizara, pero no sé. Supongo que después de verlo otra vez contigo, me lo tomé un tanto personal. —Alzó el cuchillo sobre la destrozada y sangrante espalda de Jacks—. Así que, de todos modos, desde que demostraste que no te importa en absoluto, sigamos con esto, ¿no? —¡Le amo! —gritó. Las palabras simplemente salieron. Nunca las había dicho antes. Dirigió su mirada de Ethan hacia el tembloroso Ángel debajo de él—. ¿Me escuchaste Jacks? Vine para decirte que te amo. —Vio un brillo de reconocimiento en los ojos de Jacks. El gris se tornó de nuevo en una pálida sombra azul.

—Tanto por amor verdadero. Bajó el cuchillo rápidamente de nuevo. Maddy escuchó el silbido de la hoja a través del aire. Luego el golpe mientras Jacks tomaba el brazo de Ethan. Ethan gruñó. Un sorprendido y doloroso sonido. Los ojos vacíos de Jacks se llenaron de color. La coloración azul ardió. El puño del Ángel chocó contra la

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Ethan sonrió como si fuese el diablo en persona.

*

mandíbula de Ethan en el lado izquierdo y la hizo añicos. El cuchillo cayó de las manos de Ethan y chocó estruendosamente contra el piso. El brillo negro cruzó la visión de Maddy casi al instante en el que el demonio se lanzó hacia Jacks. —¡Jacks cuidado! —gritó Maddy. Luego sucedió. Mientras el demonio saltaba hacia adelante, fue lanzado rápidamente por algo que salió del cielo, algo que se movía tan rápido que sólo era un borrón en la noche. El demonio cayó a través del techo, gruñendo. Ethan se encontraba en el piso, arrugado como una muñeca de trapo, mientras que Jacks estaba encima de él, descargando una lluvia de puños. El demonio trató de levantarse, pero fue golpeado de nuevo por una mancha, esta vez desde otra dirección. La mancha se detuvo en el techo por un momento, y Maddy vio al Ángel. Vestía una armadura de combate negra y desenvainó una espada de aspecto primitivo. ¿Una espada? Maddy alzó la vista. Vinieron volando a través de la noche, aparentemente de la nada, una legión de Ángeles de Batalla en estricta formación. Todos eran futuristas, con armaduras negras del ADC. Los ángeles rodaban uno por uno como jets de combate y volaban hacia el infierno que los esperaba en la azotea. Dándose la vuelta, el demonio se escapó, desapareciendo en la oscura noche sin ningún rastro. La legión se disparó sobre los techos de la ciudad, persiguiéndolo. Maddy miró de vuelta al Ángel y al chico luchando en frente de la luna llena. Jacks gruñó con furia mientras sus puños de hierro encontraban su camino una y otra vez. Maddy se dio la vuelta mientras la nariz de Ethan explotaba.

—Hazlo Jacks —murmuró la ensangrentada boca de Ethan—. Hazlo y prueba que tengo razón. Prueba que no eres un héroe. Por un aterrorizante momento, Maddy peleó contra su propia urgencia de correr hacia delante y empujar a Ethan al vacío. —No Jacks —gritó finalmente Maddy desde donde se encontraba—. ¡No! Jacks la miró. Pudo ver el conflicto en los ojos asesinos y en llamas del Ángel. Luego lenta, muy lentamente, se suavizaron. El alivio la atravesó mientras

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En un movimiento tan rápido que fue casi invisible, Jacks recogió a Ethan del suelo y lo empujó al borde de la azotea. Ethan dejó salir un lloriqueo sorprendido mientras sus talones se balanceaban en el abismo. Luego su expresión se endureció, y sonrió.

*

Maddy observaba al viejo Jacks que conocía. Empujó a Ethan lejos del borde y lo dejó ir. El cuerpo roto de Ethan se curvó en el suelo. Tosió, y luego inhaló bocanadas de aire húmedas por la sangre. Jacks se volvió hacia Maddy. El ala que aún permanecía cayó detrás de él. —¿Maddy? —dijo Jacks, aún incrédulo—. ¿Viniste por mí? —Por supuesto —suspiró. Dio un paso hacia él, luego se encontró a sí misma corriendo. Quería colapsar en sus brazos. Como una tonta fanática de los Ángeles, pensó. Como Gwen. No le importaba. Maddy lo observó sonreír mientras él caminaba hacia ella. Luego vio un extraño destello moverse detrás de él. Jacks se detuvo. Y se tensó. Sus ojos la miraron desesperadamente. —¿Jacks? —dijo Maddy. Luego lo vio. La punta del cuchillo saliendo de su pecho. Ethan permanecía de pie, tembloroso, detrás de Jacks, sosteniendo la empuñadura de la hoja con ambas manos. Enterró el cuchillo una vez más y luego lo dejó ir. Jacks empezó a caer. Maddy se precipitó hacia delante justo a tiempo para atrapar a Jacks en sus brazos. Cayó mientras el peso de su cuerpo la golpeaba, colapsando en el cemento. Apenas estaba consciente del sonido de la puerta de la azotea abriéndose y la policía precipitándose a través de ella, dos oficiales tirando a Ethan al suelo. Se las arregló para sentarse y tomó el rostro de Jacks en sus manos. —¿Jacks? —jadeó, histéricamente. Sus ojos ya perdían el color de nuevo, tornándose del mismo gris ciego. Podía verlo intentando sonreír.

Tosió, y la sangre empezó a derramarse por un lado de su boca, cada vez más rápido. —Estarás bien, tan sólo aguanta —dijo desesperadamente. Pero mientras ella observaba, la luz de sus ojos disminuyó y luego finalmente se fue, extinguiéndose. Su cuerpo se volvió imposiblemente pesado. Maddy gritó su nombre una y otra vez. No podía haberse ido. No podía. Lo sacudió violentamente, pero sólo se movía sin vida como una muñeca. En algún

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—¿Me amas? —preguntó, su voz ronca—. Pensé que… nunca entenderías el gran asunto sobre los Ángeles.

*

lugar cercano, una chica sollozaba descontroladamente. Maddy miró a los perfectos, divinos rasgos que se habían vuelto tan familiares para ella. Aún seguían igual de hermosos, pero fríos y vacíos ahora, como una casa abandonada. Trató de aferrarse a la sensación de su presencia, pero ésta también se desvanecía y, en un instante, se iría para siempre. Maddy escuchó a la sollozante chica otra vez antes de asfixiarse y darse cuenta de que era ella. Había llegado muy tarde después de todo. Cerró sus ojos y dejó que la agonía la invadiera. En la oscuridad escuchó una voz. —¿Maddy? Era Jacks. Debía estar alucinando. Su mente se había ido con él mientras moría. Saboreó el sonido de su voz. Luego habló otra vez. —¿Viniste por mí? Los ojos de Maddy se abrieron. Su visión se centró. Allí se encontraba Jacks, al borde de la azotea de nuevo. Ethan yacía en el suelo, tosiendo sangre en donde Jacks lo acababa de arrojar. Maddy permanecía donde había estado antes. —S-sí —tartamudeó—. Por supuesto. Jacks caminaba hacia ella de nuevo. La mente de Maddy se cristalizó alrededor de un simple pensamiento. Era una premonición final. Una premonición de la muerte mortal de Jacks. El momento se volvió imposiblemente claro para ella. Maddy tenía la sensación de una casi perfecta clarividencia. Sintió a su cuerpo y alma uniéndose. Con perfecta claridad, podía notar cada mota de polvo en la azotea. Su audición captaba cada respiración, cada roce de tela, cada soplo de viento.

Maddy corrió. Aceleró sus pies cada vez más rápido. Era lo más rápido que había corrido en su vida. El resto del mundo se hizo borroso a los lados mientras se centraba en una única cosa. El rostro de Jacks se llenó de confusión. Maddy voló junto a él. Corrió hacia Ethan, chocando con toda su fuerza mientras él se aproximaba hacia Jacks con el

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Aún podía salvar a Jacks.

*

cuchillo. Maddy cayó sobre él, y ambos rodaron por el suelo hasta el borde de la azotea. Ethan se hallaba encima de ella, jadeando sorprendido. Maddy sintió algo tirando de su costado, como si su ropa se hubiese enganchado a algo. Luego una sensación de calor, no del todo placentera. Bajó la mirada. Sus manos y las de Ethan estaban envueltas alrededor del mango del cuchillo. La hoja estaba enterrada profundamente en su costado. Miró a Ethan. Sus ojos se veían ciegos de rabia. Si él pudiera sacar el cuchillo fuera, pensó, iría tras Jacks de nuevo. Estaba segura de ello. Tenía un instante para tomar una decisión. Cerró sus manos fuertemente alrededor de las de él y empujó el cuchillo tan profundo como podría ir. Luego dejó salir un roto y agonizante aliento. La sangre empezó a fluir. El dolor fue sorprendente al principio, luego insoportable y finalmente la envolvió, chupando su conciencia y cerrando sus ojos. Escuchó el sonido metálico cuando la puerta se abrió. Forzando a sus ojos a abrirse por un momento, vio al Detective Sylvester precipitarse en la azotea con un arma en la mano, seguido por una flota de policías. Sus ojos se cerraron de nuevo. Muchas voces, y el golpeteo de las pisadas sobre la azotea. Escuchó a Ethan gritar algo mientras el detective lo llevaba al suelo y lo esposaba. Luego todo se volvió negro. En la oscuridad de su mente, viajó en la deriva. A esa primera noche cuando Jacks entró en la cafetería. De vuelta a la noche cuando volaron juntos, y como se había visto reflejada la ciudad en sus ojos. El gimnasio, y el modo en el que se habían sentido sus labios contra los de ella. Bajando la mirada, se dio cuenta de que flotaba sobre la azotea ahora. Estaba en silencio allí arriba. Pacífico.

Luego vio a Jacks. Gritaba algo mientras se arrodillaba sobre su cuerpo. En su espalda había un sangrante muñón. Le observó tomarla entre sus brazos y sostenerla. Gritaba su nombre una y otra vez. Estoy aquí arriba, trató de decir, pero él no parecía escuchar nada. Jacks sacudió su cuerpo. El zumbido de un helicóptero llenó sus oídos, y de repente, sintió que la empujaban de vuelta. Continua y dolorosamente, empujada de vuelta hacia el suelo.

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Podía ver su cuerpo y la piscina oscura creciendo debajo de ella. La policía se encontraba por todas partes. Veía con curiosidad mientras empujaban a Ethan a sus pies y se lo llevaban. Los Ángeles empezaron a aterrizar en el techo. Vio a Mitch, usando la armadura negra del ADC, una antigua espada brillando en sus manos. Maddy reconoció también a un par de Ángeles más mientras aterrizaban, envolviendo sus espadas. El demonio debió escaparse.

*

Sus ojos se abrieron. Jacks la sostenía. Un reflector brillaba sobre ellos desde un helicóptero. Maddy parpadeó hacia Jacks ante el resplador de los reflectores. —Sólo aguanta, están llegando —dijo. Observó sus ojos deslizarse impotentes sobre su cuerpo—. ¡Te curarán, Maddy! Ella movió sus labios. —Lo siento por lo que dije… en la estación. Siento ser tan imposible todo el tiempo. ¿Puedes… perdonarme? —No tienes nada por lo que disculparte —dijo Jacks urgentemente—. Todo esto es por mi culpa. Si nunca te hubiera convencido de que te fueras conmigo. Si nunca te hubiera molestado. Si nunca hubiera entrado en la cafetería de tu tío. —Se calló, su garganta cerrándose. El dolor la perforó. —Estoy contenta de que lo hicieras. La oscuridad la tomó de nuevo. Bailaba con él en la fiesta ahora. Maddy ni siquiera podía sentir sus pies moviéndose en el piso. No supo cuánto tiempo bailó. Podrían haber sido minutos o unos pocos segundos. Cuando abrió sus ojos y encontró la mirada de Jacks de nuevo, la miraba con terror grabado en sus ojos. —No hagas eso —dijo—. Quédate conmigo. —Lo intentaré —dijo. Su respuesta era apenas un susurro. —Dime cómo puedo ayudarte Maddy —dijo desesperadamente—. ¿Qué puedo hacer? —Sostén mi mano. Sintió sus dedos enlazarse en los de ella. Su mano era pegajosa contra la de él. La mano de Jacks temblaba. Se recostó en un codo. Su fuerza lo dejaba. Maddy sintió la oscuridad de nuevo, y esta vez, estaba segura de que no volvería. Era casi imposible mover los labios. Cuando las palabras salieron, eran arrastradas. —Prométeme algo —dijo.

—Sé el mejor Guardián que puedas ser. Salva a montones de personas. Y cada vez que salves a alguien, piensa en mí. —No, no te atrevas a decir eso. Estamos juntos ahora; todo estará bien. — Miró alrededor de la azotea—. Puedo verlos llegar. Vienen a por ti, Maddy. Maddy se dio cuenta de que ya no sentía dolor. Se convertía en paz de nuevo.

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—Cualquier cosa.

—Jacks —dijo—. Creo que me tengo que ir ahora.

*

—Por favor. No me dejes, Maddy —le rogaba. —Está bien —dijo—. De verdad que sí. ¿Recuerdas mi recuerdo inventado? —El parque —dijo Jacks. —Puedo verlo. Estoy viéndolo ahora. Puedo ver a mis padres; son hermosos, Jacks. Creo que voy ahí ahora. Y si soy afortunada, me dejarán quedarme con ellos. Para siempre. —Las lágrimas se derramaron de sus ojos—. Te esperaré, Jacks —susurró Maddy—. Te estaré esperando. Sus ojos se cerraron. Sintió las manos de Jacks descender y desabrochar algo de su cuello. Luego sintió el frío y duro peso de un anillo en su dedo. —Tú eres mi Ángel Guardián, Maddy —dijo una voz, pero se encontraba lejos de ella. Todo se hallaba lejos ahora. Trató de sonreír, pero su cuerpo ya no obedecía órdenes. Todo pasaba tan rápido. Luego la oscuridad vino y la tomó. Jacks colapsó junto a Maddy. Permanecieron ahí, juntos, en el frío suelo de la azotea. Los paramédicos descendieron sobre ellos. Maddy no respiraba ya, pero Jacks pensó que aún podía verlo. Un médico desenvolvió sus manos. Observaba mientras trataban de revivirla una y otra vez. Si pudiese hablar, les habría rogado que se detuvieran. Pero no podía. La fuerza lo había abandonado. Miraba a los vacíos ojos sin vida de Maddy, pero ella seguía yaciendo ahí, mirándolo, de algún modo viéndolo. Parecía feliz de estar con su Ángel, finalmente en paz.

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—Llámenlo —escuchó decir a uno de los paramédicos. Luego dejaron de tratar de revivirla y, finalmente, la dejaron ir.

* Traducido por DaniO Corregido por Deeydra Ann’

B

eep. Beep El sonido al principio era distante, luego se acercó y se volvió más claro. Beep.

Jacks gimió débilmente. El sonido de su propia voz parecía extraño. Trató de tragar, pero su lengua se sentía entumecida y paralizada. Luchando por abrir sus ojos, sintió gasa rodear su costado izquierdo. Luego, sus ojos se dispararon cerrándose, el esfuerzo era demasiado. Gimió suavemente de nuevo. Su conciencia empezó a alejarse. —¿Jacks? ¿Puedes oírme? —dijo una voz. Beep. Beep. Jacks hizo otro esfuerzo para abrir sus ojos y tuvo más éxito esta vez. Vio una cortina blanca con gris y parpadeantes máquinas. La mancha tomó forma mientras enfocaba la mirada. Era su madre. Kris. Su forma se centraba y descentraba. Sintió que ella le tomaba la mano. —Hola, cariño —dijo.

—Maddy —susurró Jacks. —Descansa Jacks —dijo Kris y apretó su mano. Moviendo su cabeza como mejor pudo, se dio cuenta que se encontraba en una cama de hospital. La habitación era limpia e imposiblemente blanca. —Estabas… herido —dijo Kris—. Los doctores se preocuparon. Pero todo estará bien. Tú estarás bien. Han realizado una cirugía de emergencia en tu ala.

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Como por un choque eléctrico, Jacks se sacudió alcanzado su espalda, en un intento de alejar el cuchillo de Ethan. Su mente se arremolinó con pánico. Le tomó a Kris y tres enfermeras más contenerlo, las últimas forzándolo para que se volviera a recostar sobre su costado de nuevo. Jacks estiró su brazo hacia atrás y tocó el lugar donde el cuchillo había cortado el ala. En lugar de una Marca Inmortal, ahora sólo sentía una masa de carne destrozada y vendajes. Permaneció allí temblando, mientras los horribles recuerdos regresaban. El demonio. Ese chico, Ethan. Y los ojos vidriosos y sin vida de Maddy.

*

Jacks miró su cuerpo. Estaba cubierto con vendajes. Forzó la entrada y salida de aire por sus fosas nasales, tratando de permanecer consciente, tratando de mantener esa única cosa en su mente de todo lo que lo abrumaba. La chica que había muerto en sus brazos. —Ese chico —dijo Kris. —Lo sé —respondió Jacks con voz áspera. —Él estaba en problemas. Parece que su padre murió en un accidente en el cuál una Protección fue salvada. Usó el dinero del seguro de vida de su padre para viajar alrededor del mundo buscando… venganza. —El Ángel Oscuro —dijo Jacks. Kris asintió. —Parece que su madre ni siquiera vivía con él. Ha estado internada desde que su hijo regresó. Cuando ella vio en lo que se convirtió. Jacks escuchó la puerta del pasillo abrirse y una voz familiar habló. —El demonio debió haber sabido que le tomaría más que eso para mortalizar a un Godspeed. Jacks giró la cabeza con rigidez. Era Mark. Jacks trató de sentarse de nuevo, los cables de los monitores enredándose a su alrededor. —Vete —graznó Jacks—. Sé lo que hiciste. Todo. Vete. Su padrastro no se movió, aunque algo ilegible parpadeó en sus ojos.

—¿Nada malo? —dijo Jacks incrédulo, la rabia bordeando su debilitada voz—. Ella está muerta. —Kris puso una mano sobre Jacks para calmarlo—. Maddy está muerta por mi culpa —dijo Jacks otra vez, su voz agrietada por la miseria. Mark sonrió. Por un instante, Jacks lo odió. —Sólo un Ángel puede matar a otro Ángel, Jackson. Las lágrimas llenaron los ojos de Kris mientras miraba a su hijo. Mark caminó hacia adelante y empujó las cortinas a un lado.

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—Lo haré. Tan pronto te cuente algo. —Dio un paso dentro de la habitación—. El NAS y el Concilio han reducido su caso contra ti. Hice una petición personal, basada en las especiales circunstancias, no has hecho nada malo.

*

Maddy yacía en la otra cama. Sus respiraciones eran largas y pausadas, sus signos vitales estables. Kevin dormía en la silla junto a ella. Una revista estaba abierta en su regazo, bocabajo. El sonido de la cortina lo despertó. Sus ojos se veían rojos y agotados por mantener la mirada sobre su sobrina, pero sonrió cuando vio a Jacks despierto. —Es bueno verte despierto —dijo Kevin. Sacudió gentilmente el brazo de Maddy. Los ojos de Maddy revolotearon abiertos. Ella permaneció ahí, parpadeando hacia su tío por un momento, luego volvió su cabeza y vio a Jacks. —Hola —suspiró. Jacks intentó levantarse, cables y tubos enredándose mientras lo hacía. Sus pies tocaron el suelo y casi cae. Se encontraba mucho más débil de lo que había pensado. Kris lo ayudó a ponerse de vuelta en la cama. —Creí que te había perdido —dijo Jacks, su voz saturada de alivio. Maddy tan sólo lo miró cansada, pero radiante, sus ojos nunca dejando los de Jacks. Él sintió que podía vivir en esos ojos para siempre. —Me he encargado de todos los gastos de Maddy —dijo Mark—. Los doctores me aseguraron que estará bien. Aparentemente hay más Ángel en ella de lo que pensamos en un principio… Más de lo que cualquiera pensó. Debido a que es mitad humana, aunque sus rasgos angélicos sólo han empezado a desarrollarse desde hace unos pocos años. Así que fue eso lo que discutí con los otros Arcángeles. Técnicamente no fue una salvación ilegal, un Ángel salvando a otro Ángel. Hay mucho de lo que hablar, pero puede esperar para más tarde. Jacks quitó su mirada de Maddy lo suficiente para ver a Kevin mirar fríamente a Mark. Hubo un suave toque en la puerta. Se abrió y Mitch metió su cabeza a través de ella.

—Pasa Mitch. —¡Estás despierto, hombre! —Mitch sonrió. Entró en la habitación. Detrás de él estaba Gwen. Ambos cargaban tazas de café de la cafetería del hospital—. Esta es la amiga de Maddy, Gwen —dijo Mitch. Gwen entró, totalmente asombrada. Por un momento, Jacks se preocupó de que se desmayara.

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—¿Estamos interrumpiendo?—Jacks sonrió.

—Hola, soy Jacks—dijo Jacks.

*

—Lo sé —dijo Gwen, imposiblemente roja—. Soy… Gwen. —Es un gusto conocerte, Gwen. —He oído tanto de ti —dijo Gwen, luego se corrigió—. Mmm…. De Maddy, quiero decir. Me gusta tu auto, por cierto. Mitch se rió y Gwen lo golpeó juguetonamente. La puerta se abrió otra vez. Aparentemente, este visitante no veía la necesidad de tocar. —Una vez que tenga esto listo, ellos te darán una Medalla de Honor, Jackson —dijo Darcy mientras entraba. Como siempre, tenía su cabeza enterrada en su BlackBerry y golpeaba furiosamente el teclado. En su otra mano sostenía una bolsa de ropa negra de apariencia pesada. Dirigió su mirada hacia la cama de Maddy. —Oh, que bien. Tú también estás despierta. Tengo a Teen Vogue y Angel Weekly en guerra por la propagación de tu moda de otoño. Iremos con Teen Vogue por supuesto, pero dejemos que suden un poco. Y ANN quiere tu primera entrevista en televisión, pero estamos esperando por Today Show el cual, créeme, vamos a conseguir. —Lanzó la bolsa de ropa en la silla de la esquina—. Y Free People esperaba que usaras esto cuando dejes el hospital. No sabían tu estilo o tallas, así que hay cuatro opciones en la bolsa. Consérvalos todos si quieres. —¿Qué? —dijo Maddy débilmente. Darcy se detuvo y, por primera vez, alzó la mirada de su teléfono. —Maddy, soy la perra más feroz en relaciones públicas. Siempre consigo lo que mis clientes quieren, y nunca te verás mejor a los ojos del público o harás más dinero que conmigo. ¿Qué dices? Mareada, Maddy sólo parpadeó.

—Espera un segundo, nena —dijo y contestó. Sus cejas se juntaron mientras escuchaba—. ¿Qué? Olvídalo. Si piensas que Maddy Montgomery se estará mostrando por esa tarifa aparente, entonces estás desperdiciando nuestro tiempo. —Levantó un dedo a modo de disculpas y se precipitó fuera de la habitación. Jacks sonrió ante la expresión desconcertada de Maddy. —Confía en mí, ella no tomará un no por respuesta.

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Luego, el teléfono de Darcy sonó.

*

Maddy tragó y habló con una voz sorprendentemente fuerte. —Por favor, dile que estoy agradecida, pero que no tengo la intención de hacer entrevistas. O aparecer en espectáculos. Jacks se volvió hacia Mark. —¿Qué le pasó al demonio? —El Ángel Oscuro se ha ido. —¿Cómo es eso posible?—preguntó Jacks. La expresión de Mark se tornó pesada. —Tiene el alma por la cual ha venido. —¿Ethan?—preguntó Maddy. Mark quedó en silencio. —Los Ángeles Oscuros, demonios, han sido mantenidos a raya por miles de años. Ahora que Ethan ha hecho esto… —Se quedó en silencio. Los ojos de Mark eran distantes—. Sólo podemos esperar que ésta sea la última vez. —¿Mark?—preguntó Jacks. La mirada de su padrastro se enfocó. —¿Sí, hijo? —Esa noche que llevé a Maddy a la fiesta, cuando tú estabas en mi habitación. ¿Qué era lo que había en tu chaqueta? Se veía como… bueno, sangre.

Kris alejó la mirada de Mark mientras caminaba hacia el pasillo. Jacks se preguntó qué tanto le tomaría a ella, a ambos, confiar completamente en su padrastro de nuevo, más allá de lo que sea que le haya dicho al NAS. Después de unos pocos minutos de charla, Mitch y Gwen se fueron por más café, Kris se levantó para hacer una llamada y revisar a Chloe. Kevin, sintiéndose incómodo por ser el único que quedaba en la habitación, se disculpó diciendo que tenía que ir al baño.

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Mark permaneció en silencio por un segundo, viéndose genuinamente entristecido. —Siento darme cuenta de que sospechabas de mí —dijo finalmente—. Pero supongo que mi conducta ha sido tal para merecerlo. La verdad es que ese demonio dejó el cuerpo de Lance Crossman en el vestíbulo del NAS para que lo encontráramos esa noche. Me apena decir que lo escondí en lugar de avisarle al detective Sylvester. Pensé que nos las podríamos arreglar para encontrar al asesino nosotros mismos. Obviamente, ese no fue el caso. David y yo hemos hablado detenidamente sobre ello. —Luego, el rostro del Arcángel se iluminó—. Pero no te preocupes por nada de eso ahora. Lo que importa es que ustedes dos se recuperen. Los dejaré.

*

Maddy y Jacks se acostaron sobre sus costados, enfrentándose el uno al otro, y dejando que el silencio los sobrepasara. Maddy se perdió en la mirada de los pálidos ojos azules de Jacks mientras él le devolvía la mirada. —Gracias —dijo Jacks finalmente. —¿Por qué? —preguntó Maddy. —Por salvar mi vida. —Maddy se ruborizó levemente—. ¿Recuerdas… lo que hiciste allí arriba cuando me salvaste? —preguntó Jacks. Maddy asintió. —Lo sé. Eso es lo que hacen las perversiones de la naturaleza, supongo. —Maddy, por favor. —Rodó sobre su espalda, haciendo una pequeña mueca, sus ojos volviéndose cansados otra vez—. Bueno, no me importa —dijo Jacks. —Pero a los demás sí. Siempre seré un fenómeno. Incluso si dicen que soy un poco más Ángel de lo que pensaban. —¿Podrías no ser imposible por un solo día? —preguntó Jacks. Maddy soltó una pequeña risita. —Estoy muy cansada para discutir de todos modos. Sus ojos se cerraron. Otro silencio cayó y Jacks la observó, aún feliz y sin poder creer que ella seguía aquí, viva. Luego, habló. —¿Era verdad? —dijo silenciosamente. —¿Qué era verdad? —dijo Maddy, sus ojos aún cerrados. —Lo que dijiste en la azotea. Cuando Ethan iba a matarme. Jacks esperó por su respuesta. Esperó hasta que escuchó lentas y pausadas respiraciones. Él suspiró.

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Ella se había dormido de nuevo.

* Traducido por Deeydra Ann Corregido por Nats5

L

as credenciales del DPCA y las autorizaciones que el Detective Sylvester consiguió ayudaron a atravesar cada puesto de control que él necesitó. Un guardia de cárcel montó con el detective en el ascensor, hasta el nivel de máxima seguridad. Las Tumbas10. El ascensor zumbó. Sylvester simplemente se quedó mirando al frente, el viaje transcurriendo en silencio. El guardia intentó mantener sus manos en calma durante todo el tiempo, pero no dejaba de temblar. Eventualmente, el guardia sacó su pistola. —No será necesario, Oficial —dijo Sylvester tan tranquilamente como pudo. Había estado esperando esto. Pero eso no quería decir que se sentía preparado para ello. Con un ding, el ascensor llegó a su destino. La puerta se abrió, revelando el caos en las entrañas de la cárcel. Los prisioneros gritaban que los dejaran salir, golpeando contra el interior de sus celdas con lo que podían. Rogando. Dos guardias con elaborados rifles se colocaron a cada lado del ascensor, esperando a Sylvester. Gotas de sudor se habían formado en sus frentes. —Por aquí, señor —dijo un oficial con voz temblorosa, llevándolo al corredor de la derecha. —¡Sáquenme de aquí! —gritaba un preso mientras Sylvester pasaba—. ¡Por el amor de Dios, déjenme salir! ¡Son asesinos por dejarnos aquí!

—Estoy seguro de que lo hicieron —dijo Sylvester. Caminó de manera constante, a pesar del hedor a miedo que flotaba en el aire. Las celdas de aislamiento tenían pequeñas y gruesas ventanas con vistas al pasillo. 10

The Tumbs: Conocidas como “mausoleo para los vivos” son las celdas, usualmente acolchadas y con sólo una mini-ventana, de aquellos con cadena perpetua.

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—Deben haber visto algo —dijo el guardia, indicando a los prisioneros.

*

—Esta es —dijo el guardia. Sylvester se acercó a la puerta de acero, respirando profunda y cuidadosamente. Su zapato se pegó al suelo, dejando una huella. La sangre se había filtrado por debajo de la puerta. El guardia se asomó en la ventana rápidamente. —¿Está listo? —preguntó. El detective asintió con la cabeza. La puerta se abrió con un chirrido metálico. Los guardias permanecieron con sus rifles en la mano. Sylvester entró en la celda, seguido por dos de los guardias. Su rostro se mantuvo en calma, inescrutable, mientras absorbía la vista. El cuerpo de Ethan, o lo que quedaba de él, yacía en la esquina. El único rasgo reconocible era su rostro. Donde sus ojos habían estado alguna vez, se hallaban dos pozos negros descompuestos, más grandes que las cuencas de sus ojos. Las venas que huían de ellos se habían vuelto negras y grises. Era como mirar a un abismo. El resto de su cuerpo parecía haber sido volteado de adentro hacia afuera. Como si lo hubiesen desgarrado desde el interior. Sangre cubría las paredes de las celdas. Profundas huellas de arañazos habían penetrado en el cemento. El demonio había tomado su pago. —Nunca había visto nada como esto antes —dijo uno de los guardias, recogiéndose a sí mismo. Se pasó la manga por su boca. —Tenía la esperanza de no tener que hacerlo nunca —dijo Sylvester. Miró los horribles restos de Ethan por unos momentos más—. Gracias, oficiales, eso es todo. —Girando sobre sus talones, Sylvester salió de la celda.

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El guardia echó un último vistazo antes de salir de la celda de Ethan. La puerta se cerró, resonando en toda la cárcel.

* Traducido por Andreani Corregido por Deeydra Ann’

K

evin’s Diner se hallaba inusualmente lleno esa tarde. Las mesas estaban inundadas, el comedor repleto de parloteo y de risas de los clientes. En la esquina, la polvorienta televisión sintonizaba, como de costumbre, ANN. Un hombre de barba blanca anunció las noticias del día. —Noticia de última hora: la identidad del adolescente responsable de los asesinatos de los tres Ángeles ha sido revelada. Ethan McKinley de Ciudad Ángel fue detenido sin posibilidad de fianza en una cárcel de Los Ángeles, pero murió en un misterioso incidente el cual actualmente las autoridades están investigando. En una historia relacionada, los rumores dicen que Jackson Godspeed resultó herido en el incidente de la semana pasada, después del Nombramiento. Mark Godspeed, así como la publicista de Jacks, no confirman ni niegan nada. Y en Washington, el senador Linden ha sido presionado por una Comisión Especial del Congreso para manejar los asuntos de los Ángeles en América. Maddy casi no volteó a ver la televisión cuando pasó entre las mesas, dejando platos de comida al vapor y tazas de café. Todavía podía sentir un poco donde le había penetrado el cuchillo, pero considerando todo lo que había pasado, había sanado sorprendentemente bien. Parecía que no tenía secuelas del incidente del centro. Bien, ninguna secuela física, por lo menos. Recogió los platos sucios de una mesa y se dirigió hacia la cocina. Kevin se encontraba detrás de la freidora, como de costumbre, cumpliendo con su responsabilidad y sirviendo las órdenes.

—Está bien —dijo Kevin mientras cocinaba otra hamburguesa especial—. Pero tendrá que ser rápido. Estamos bastante ocupados por aquí. Maddy entró en la trastienda y se sentó pesadamente en la vieja silla. Le dolían los pies. Sentía que aún no había tenido la oportunidad de respirar desde que ese primer grupo de turistas llegó en el autobús de Ángel Tours al comienzo de su turno. Se estiró por su mochila en el escritorio y sacó su BlackBerry Miracle. Desbloqueó la pantalla y lo revisó. No había mensajes nuevos. Todavía. Hizo lo mejor que pudo para ignorar su decepción.

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—Oye, Kevin, ¿puedo tomar un descanso? —preguntó Maddy.

*

—Oye, tienes un nuevo cliente —llamó Kevin desde la cocina. Maddy suspiró. Apagó el Berry y lo volvió a dejar caer en su mochila. Iba a ser una larga noche. Caminó de regreso a través de la cocina y salió al bullicioso comedor. Y se detuvo. Ahí estaba Jacks de pie, bañado por la dorada luz solar de la tarde que entraba a través de las ventanas. Incluso en una simple camiseta y jeans, era maravilloso. Vio a Maddy y le dio una encantadora y modesta sonrisa. —Parece que podría necesitar una mesa —dijo Kevin. Maddy volteó a ver a su tío. Sus ojos grises se arrugaban alrededor de los bordes. Luego le apretó el hombro y desapareció en la cocina. Maddy recogió un mechón de cabello detrás de su oreja y acomodó su uniforme. Luego se le acercó. —¿Puedo ayudarle? —dijo. Una pequeña sonrisa se asomó en los labios de Jack. —Sí —dijo—. Una mesa para uno, por favor. —Sus ojos bailaban. —Por supuesto —dijo ella, bajando la mirada—. Por aquí, por favor. Sacó un menú de detrás del mostrador y guió a Jacks a la mesa que acababa de limpiar. Mientras caminaban juntos, ella dejó que su presencia la empapara como una ola. No podía evitarlo. Cada vez que lo sentía, la sangre aun corría a toda prisa por sus venas. —Aquí —dijo ella. Jacks tomó asiento y Maddy le entregó el menú. Hizo un espectáculo para abrirlo con ceremonia e inspeccionarlo. Una pequeña risa se escapó de los labios de Maddy. Luego, él bajó el menú. —En realidad, creo que me gustaría solicitar empleo —dijo. Ella le dio una mirada incrédula. —Bien, lamento decirle que no estoy tan segura de que califique —dijo Maddy.

—¿Cómo en qué? —Muchas cosas. —Jacks se encogió de hombros—. Y conozco a la camarera más linda de Ciudad Ángel; eso tiene que contar algo, ¿no? Maddy sintió que sus mejillas comenzaban a arder mientras enrojecía. —Creo que sólo quieres llevarme a la parte de atrás. —Bueno, tal vez —confesó.

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Él arrugó su frente. —Oh, tengo mucha experiencia —dijo.

Ambos se rieron.

*

—En realidad, estoy preocupado —dijo Jacks, luciendo apenado. —¿Preocupado? ¿Por qué? —Sí, quiero decir, vas a tener que contratar a alguien rápido, o de lo contrario el restaurante estará con poco personal el lunes. Maddy le sonrió, pero estaba confundida. No recordaba que eso hubiera sido parte de su intercambio hasta donde podía recordar. Lo miró a los ojos. —Y, ¿por qué estaríamos con poco personal el lunes? —preguntó. Una campana sonó en la cocina. Era una orden lista. —Porque he hablado con los Arcángeles —dijo Jacks suavemente—. Y me han pedido que te diga que tu entrenamiento empieza el lunes. Él ya no bromeaba. Su mirada buscó la suya intensamente. —¿Entrenamiento? —dijo Maddy—. ¿Entrenamiento para qué? Jacks le sonrío.

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—Entrenamiento para convertirte en un Ángel Guardián.

* Traducido por Andreani Corregido por Max Escritora Solitaria

M

addy alcanzó la cima de las escaleras, entró en el baño y cerró la puerta. Ella había estado esperando por esto todo el día. Después de la visita de Jack y sus noticias inesperadas, aún no había tenido tiempo para procesar lo que le había dicho porque había estado muy ocupada. Para el momento en que cerraron, había estado de pie durante casi ocho horas y olía como a sudor, comida, y quién sabe qué más. Había estado esperando el poder ducharse durante todo el día —y pensar en lo que Jack le dijo. Maddy se deshizo, sin contemplaciones, de su uniforme y lo tiró en el piso del baño. Abrió el agua caliente primero y esperó hasta que le escalara en su mano para agregar la fría. Cuando la temperatura era perfecta, sacó el émbolo de la grifería y la ducha tosió a la vida. El agua caliente quemaba maravillosamente contra su piel. Maddy dejó escapar un suspiro al igual que lo había hecho cuando terminó su turno. Inspeccionó sus golpes y moretones. Todavía había algunos restos del incidente en la azotea y aún le dolían en algunos lugares pero se sentía casi bien. Maddy se permitió permanecer diez minutos completos, un lujo que rara vez se había otorgado a sí misma. Todavía no se sentía completamente preparada para hacer frente a la decisión que estaba delante de ella. Cuando terminó, salió hacía la alfombra de baño y se envolvió en una toalla.

Gotas de agua caían ruidosamente contra la alfombra de baño mientras se quedó de pie allí, congelada. Bajo sus omóplatos, había desaparecido el hematoma enojado que se había formado como resultado de su choque contra el poste de luz —o simplemente evolucionado— en el comienzo de lo que sólo podría describirse como marcas. Se

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El vapor había empañado el espejo alrededor de sus bordes, pero había quedado un círculo en el medio que mostraba su reflejo un poco claro. Maddy dejó caer la toalla de su cuerpo y luego la de su cabello. Se dio vuelta y miró el espejo sobre su hombro para revisar lo mal que lucía uno de los moretones que tenía en la espalda.

*

veían agraciados tatuajes que corrían paralelos a su espina dorsal y descansaban en dos elegantes ornamentos en la parte baja de la espalda. Eran más simples que otros que Maddy había visto, pero al mismo tiempo, eran inconfundibles. Ella los vio brillar bajo la luz fluorescente del cuarto de baño.

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Eran Marcas Inmortales.

* La vida de Maddy Montgomery dio un vuelco cuando se enteró que era medio Ángel y fue catapultada en la escena de los flashes, paparazzi, la adulación ferviente que viene con estar en el mundo de la celebridad Ángel. Ella está tratando de hacer malabares en su vida normal —Escuela, familia, amigos— con las demandas intensas de estar en el ojo público como la novia del galán Ángel Jackson Godspeed.

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Y ahora Maddy debe enfrentarse a la elección más difícil de su vida. Le han ofrecido la posibilidad de convertirse en Guardián. Lo que significaría entrar en el peligroso y riesgoso entrenamiento, sin ninguna garantía de que pueda tener éxito. Pero más que eso, significaría dejar atrás su vida mortal—para siempre— y aliarse con los Ángeles en el momento en que su relación con los humanos se dirige a la guerra...

Scott Speer

*

Scott Speer es un director de videoclips nacido en San Diego, California. Speer es un graduado de la Universidad del Sur de California; se graduó en el 2004. Speer tiene un título en Estudios Críticos de Cine y Televisión. También fue al Mt. Carmel High School en California graduándose en el 2000.

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Actualmente es uno de lo mejores directores de videos musicales de Estados Unidos. Immortal City es su primera novela.

* Traducido, Corregido y Diseñado en:

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