1

2

Créditos Kath

Lvic15 Axcia Brisamar58 Clau Maria_clio88 Pancrasia123 AuRose Mimi Cassandra92 cjuli2516zc Valen Drtner Gigi Kath

Luvelitta Clau Kath Agustina Florpincha Srta.Ocst Maye Dabria Rose

Dabria Rose Dabria Rose

3

Índice Sinopsis Prologo

14

1

15

2

16

3

17

4

18

5

19

6

20

7

21

8

22

9

23

10

24

11

25

12

Epilogo

13

4

Sinopsis A ella le gusta rápido y sucio. A mí me gustan el orden y las reglas. Ella odia las conversaciones. Yo odio compartir. Ella es un libro abierto. Yo soy un baúl cerrado. Ella monta una Harley. Y eso me vuelve jodidamente loco. Annalyse y yo hemos vivido en nuestros infiernos personales por media década. Ella ha aprendido a amar el calor, y yo todavía soy consumido. Pero mi nueva vecina está avivando más que mi libido por estos días. Hicimos un acuerdo de solo placer. Pero ella cambió las reglas. Y ahora ni siquiera estoy seguro de cuáles son. Tal vez hay una razón para que me encontrara esa noche, tal vez hay una razón para que no pueda dejar de pensar en ella, tal vez hay una razón para el dolor. Tal vez no. Todos buscamos por razones en la vida. Razones para la muerte, el amor, el dolor. ¿Por qué una cosa sucede y no otra? Es la naturaleza humana. Hemos estado buscando el significado de la vida desde el principio de los tiempos. Pero tal vez la razón para todo esto; la vida, el amor, la perdida, el dolor; es la morena curvilínea viviendo en la casa de al lado.

5

Prólogo El dolor hace una de dos: o bien te rompe en pedazos o te hace dar cuenta de lo malditamente fuerte que eres. ¿Cómo defines infierno? El diccionario da un par de definiciones, ya sea un lugar de agitación o donde vive el diablo. La palabra infierno evoca imágenes de diablos y fuego. Mi propio infierno personal no implica un diablo, y no tiene fuego real. Aun así, después de todos estos años, esas llamas de dolor siguen moviéndose dentro de mi corazón, todavía carbonizando mi alma. Los restos quemados de mi antiguo yo son cenizas que voy a llevar por siempre. No importa cuánto lo intente, no puedo esparcirlos al viento. Así que he aprendido a amar el fuego, a anhelar la quemadura, a convertirme en el Fénix en lugar de en una pirómana que solo quiere quemarlo todo. Eso es lo que pasa con el infierno, nadie va a venir a salvarte. No hay blancos caballeros de brillante armadura. Uno tiene que salvarse a sí mismo. Tienes que aprender a no tirar gas en las llamas. Y lo máximo que puedes esperar es encontrar a alguien que se pare frente al fuego a tu lado. A veces, pueden protegerte de la quemadura, pero la mayoría, simplemente escucha tus gritos mientras el fuego quema tu alma maltratada. Y hay muy pocas personas dispuestas a entrar en el fuego contigo, alguien que camine por el fuego.

6

1 Halloween He pasado cinco años en mi propio infierno personal, mudándome cada mes o así por mi trabajo como escritora, como un nómada. Si te mueves mucho, entonces no te acercas mucho a nadie, lo que significa que no te lastimarás. Después de todo, amar a alguien es la mayor forma de auto-infringirse dolor. De una forma u otra, el amor va a hacerte daño. No hay verdaderos felices para siempre. Incluso los matrimonios de por vida acaban con uno de los dos muriendo, entonces ¿por qué nos tomamos la molestia de hacernos eso? ¿La respuesta? Esperanza. La esperanza de encontrar a alguien que entienda. La esperanza de saber que no estamos solos. La tuve una vez, por un breve momento, con Logan. El día en que me casé con Logan, hace cinco años, está grabado a fuego en mi mente. Con Logan habíamos estado juntos desde que teníamos dieciséis años, y no habíamos roto ni una vez. No éramos una de esas parejas adolescentes que rompen y vuelven a estar juntos una y mil veces. Logan era mi todo, mi mundo entero, y sabía que era el de él. Tuvimos una ceremonia de boda tradicional, pero la recepción fue todo lo contrario. Logan lo planeó todo. Algunas invitadas, incluida mi hermana, se enfadaron al tener una recepción con la temática de Halloween, pensando que era cursi, pero no me importó. A decir verdad, tampoco lo hizo mucho la boda. Solo quería ser su esposa. El vestido, las flores, y el alboroto no iban conmigo. No necesitaba nada de eso, siempre y cuando Logan estuviera esperándome en el altar. Y lo estuvo.

7

La ceremonia fue hermosa, o eso es lo que dijo todo el mundo. No recuerdo un solo momento de ella, aparte de la forma en que sus ojos marrones me miraron a la luz de las velas. La forma en que me miraba era como si el sol, la luna y todos los planetas girasen a mi alrededor. Era la misma forma en que me miraba en la parte de atrás de la limusina en el camino a la recepción. Le dijo al conductor que tomase la ruta larga y me tiró sobre el asiento. Recuerdo claramente el sonido que hizo mi vestido mientras él caía sobre mí. El trayecto desde la iglesia hasta la sala de recepción era de cinco minutos, y sabía que, si tardábamos mucho más que eso, sería bastante obvio lo que habíamos estado haciendo. No me importaba. Sus ojos eran tan brillantes mientras pasaba el vestido por encima de mi cabeza. ―Annalyse, ¿te has casado conmigo sin ropa interior? ―bromeó mientras su cabeza se asomaba por debajo del tul. Simplemente levanté las cejas hacia él. Apoyó su cabeza en la cara interna de mi muslo, sus dedos frotando suavemente la carne debajo de mi vestido―. Prometo que voy a amarte el resto de mi vida ―dijo. La ironía de esas palabras todavía parece cruel. ―Annalyse ―interrumpiendo mis recuerdos, mi hermana, Meg, me llama desde su patio. Diez años mayor, creo que se considera cincuenta más sabia. Y en su sabiduría, el matrimonio y los niños son males innecesarios. No es que no tuviera novios, los tuvo. Es hermosa, pero parece pertenecer a California con su cabello rubio, ojos marrones, cintura pequeña, y tetas lo suficientemente grandes como para llenar cualquier bikini. Es todo lo contrario a mí, con mis tetas que casi no llegan a una copa A, caderas grandes, y el cabello marrón y ordinario. Aunque Meg siempre estuvo celosa de mis ojos azules mientras crecíamos. Somos completamente opuestas de otras maneras, también. Es siempre el alma de la fiesta. ¿Yo? No tanto. Ha evitado el matrimonio toda su vida, así que no me entendió cuando me casé con Logan cuando apenas tenía veintidós años. No entiende mucho de mí, pero eso no le impide estar de pie ante el fuego conmigo. Meg siempre me apoya. ―Dos minutos ―grito desde detrás del muelle, luego giro y miro hacia el lago. Odio este día, Halloween. Nunca pensé que odiaría cualquier cosa que Logan amase, pero lo hago. Temo este día. Mientras un viento sopla a través del cielo oscuro, las lágrimas que he estado esperando todo el día no vienen, y me doy cuenta de que ya no puedo llorar más. Es momento de volver allí.

8

Miro hacia atrás a la casa de mi hermana, la mía durante los próximos meses. Como la mayoría en su vecindario, es una vivienda tradicional de ladrillo con ventanas enormes a lo largo de la parte posterior para maximizar la vista del lago. Hace un par de años, Meg se estableció con Patrick. Un gran tipo. Lo amo, y amo que Meg esté con él. Y a pesar de que se las arregló para que se fuera a vivir con él y que se comprometieran, todavía tienen que casarse; cosas de Meg. No entiendo por qué no quiere niños, siempre me ha cuidado y también a sus pacientes. Pero nunca los ha querido. Dice que se conoce a sí misma y sabe que no quiere ese tipo de responsabilidad. Espero que no tenga nada que ver con ella sintiéndose responsable todos estos años. Aun así, sé que Patrick está comprometido, y me hace feliz verla tan feliz. El trabajo de Patrick le obliga a viajar mucho, y esta vez estará en el extranjero durante un período prolongado. Meg tomó una licencia para ausentarse de su puesto de trabajo de enfermería y se irá con él, lo que significa que necesitan alguien que cuide la casa que construyeron en el lago hace un año, por lo que me ofrecí para hacerlo durante los siguientes meses. El momento no podría haber sido más perfecto. Finalmente vendí el condominio que Logan y yo compramos justo antes de casarnos. Me había quedado allí durante mucho tiempo, demasiado. Lo sabía, Meg lo sabía, diablos, incluso la familia de Logan lo sabía. Así que cuidar de la casa era perfecto. Ayudaré a mi hermana mientras busco un lugar. Vivir en Little Rock va a ser un gran cambio comparado con viajar por todo el mundo para mi trabajo, pero estoy preparada. Creo. ―Lyse ―Meg me llama desde su patio otra vez. Odio cuando me llama así. Suena como que me está llamando piojo. Me señala desde la casa y respiro profundamente. Solo es Halloween. Repartir caramelos. No es la gran cosa―. Vamos, tenemos que prepararnos. Yendo hacia la casa, pregunto: ―¿Prepararnos para qué? ―La fiesta ―dice, tirando de mí hacia el interior―. Te traje un disfraz y todo. ―Meg, yo no… ―La fiesta será en la casa del club ―dice―. Vamos. No recibimos muchos niños por aquí. Será divertido. No quiero decepcionarla. Se va mañana por la mañana para unirse a Patrick; que se fue hace una semana. Realmente solo tenemos esta única noche juntas. Además, sé que quiere ver a sus vecinos. Hay solo un puñado de casas alrededor del

9

lago, por lo que son un grupo muy unido. Tiene las llaves para casi todas sus casas, y ellos tienen la suya. ―Espera hasta que veas los disfraces ―dice, acercándose a un armario del pasillo y sacando dos bolsas de ropa―. Pensé que podía vestirme como tú, así podrías vestirte como yo. ―Riendo, saca un traje de enfermera sexy, y me lo entrega. ―Meg, no voy a ponerme esto. ―Es tan corto, que apenas cubrirá mi trasero, y esa es la menor de mis preocupaciones. También me da un liguero con medias de rejilla blancas y es tan bajo que quizás muestre mi ombligo. ―Sí, lo harás. Necesitas abrazar a tu puta interior ―dice, sacándome la lengua. ―¿Cuál es tu disfraz? ―pregunto. Abre la bolsa y saca la bata más espantosa. ―¡De ratón de biblioteca! Por supuesto, tengo que ponerme maquillaje blanco por todo el rostro, porque te ves como el primo de Casper. Meg siempre ha tenido un moreno muy sano. ¡Yo no! Me quemo, me salen ampollas, me pelo y vuelvo a estar blanca otra vez. ―Muy divertido. Y no soy un ratón de biblioteca. Soy escritora. ―Lo sé, lo sé. Meg es una persona de personas, y nunca ha entendido la soledad de la escritura. Puedo encerrarme durante días y no hablar con nadie, excepto a través de las páginas de mi portátil. Y soy buena en eso. He viajado un poco por la escritura, cosas para los blogs. Soy escritora independiente, pero hace casi un año, empecé mi propio blog. Escribo sobre todo tipo de cosas: libros, ropa, lo que estoy sintiendo, lo que pienso. Por alguna razón, a la gente le gusta, y ahora tengo como cien mil seguidores. Es nuevo y diferente, y estoy emocionada por ello. No gano un montón de dinero, pero entre la publicidad en el blog, las piezas independientes, y lo que he ahorrado en los últimos cinco años, no necesito hacer ningún trabajo de escritura que requiera de viajar. Meg creé que la escritura es solo otra manera para mí para evitar la vida. En realidad, es la única vez que siento que soy realmente yo, realmente capaz de decir lo que pienso y siento. Toda mi vida está en ese blog. No he retenido nada, y creo que por eso a la gente le gusta tanto. Es como echar un vistazo al diario de alguien. ―¿Cómo debemos peinar nuestro cabello esta noche? ―pregunta Meg, mientras suena el timbre. Se apresura a responder, y me tomo mi tiempo para examinar cuán de guarra es mi disfraz. Como si las medias de rejilla no fueran suficientemente malas, es piel

10

artificial y tiene un corsé. ¡Dios bendito! Lo sostengo a lo largo de mi cuerpo y me miro en un espejo. Tal vez mostrar tanta piel va a distraer la atención de los círculos oscuros bajo mis ojos azules. No, no hay esperanza. Además, no hay manera de que muestre a las niñas. Lo bueno es que mi cabello castaño es largo. Tal vez si lo tiro hacia un lado, cubrirá algo de mi inexistente escote. ―¿Has oído una motocicleta en la calle…? ―Una profunda voz masculina empieza a preguntar, pero Meg interrumpe. ―Sí, fue mi hermana. Espero que no te molestase. No viaja muy a menudo. ―Tiene razón, ni siquiera tengo auto. Utilizaré el de Meg, mientras que no está. Con todos mis viajes, no he necesitado uno. Espero que este chico no sea un mojigato que tiene algo en contra de las motocicletas. Porque si es así, vamos a tener un problema―. Debes venir y conocerla. ―Escucho que dice Meg, por lo que me acerco más a la puerta. ―No, solo estoy yendo a casa ―dice―. Pero dile que si necesita algo solo llame a la puerta. Hay algo en su voz profunda que me hace temblar, y no en el buen sentido. Reconozco algo, la naturaleza es amable, pero el tono es apagado, distante, quizás. Luego le echo un vistazo, es alto, cabello marrón, un extraño color de ojos que no puedo distinguir desde la distancia. Pero no es su cuerpo el que tiene mi atención. Tiene una sonrisa que nunca olvidaré, una que he dominado, también. Es perfecta y educada, y está completamente llena de mierda. La que utilizas cuando alguien te pregunta cómo estás, pero en realidad no quieren saberlo. Una máscara. Meg cierra la puerta, rompiendo mi visión. ―Ese era Holt. Vive justo al lado. ―Asiento, y sigue mirándome―. Es muy sexy, ¿eh? ―¿Qué? ―Por favor, Lyse, ¿no me digas que no te has dado cuenta cuán sexy es el hombre? ―Realmente no estaba… Sacude su mano en el aire. ―Se ve exactamente igual que Jake de Scandal. ―Las dos nos empezamos a reír. Ese programa es nuestro placer culpable. Nos llamamos casi todos los viernes por la mañana para hablar de lo que sucedió la noche anterior, y a las dos nos encanta Jake. Es sexy y dulce, con un poco de chico malo. ¿Quién no lo amaría?

11

―Lástima que no pude verlo bien ―bromeé. ―No importa de todos modos ―dice―. Está bien, pero… ―¿Qué? ―No sé. Sabes que todos los vecinos somos amigos. Pero Holt es… Bueno, es amistoso, pero no un amigo. ¿Sabes? Lo sé. Sé eso exactamente. Es la forma en que he funcionado con la sociedad desde hace mucho tiempo. Eres amable, educado, cordial, pero en realidad nadie te “conoce” de verdad. Es un lugar seguro, un lugar donde nadie se acerca lo suficiente como para hacerte daño. ―Además, Holt trabaja mucho, así que no está mucho por aquí. Y tengo la sensación de que le tiene miedo al compromiso. No es el tipo de hombre que necesitas ―dice Meg, un destello de malicia en sus ojos―. Ahora, otro de mis vecinos se acaba de divorciar, y también es súper lindo. Tal vez… ―Hoy no, Meg. ―Cierto, lo siento. ―Me da palmaditas en la espalda y empieza a hablar de alguno de los otros vecinos, pero la escucho solo a medias―. Judy y Carla viven en el otro lado. Son una pareja mayor de lesbianas. Te encantarán. A Carla le encanta cocinar, así que no te sorprendas si aparece en la puerta con galletas o algo así. Conocerás a casi todo el mundo esta noche en la fiesta. ―Meg se acerca a la gran isla de la cocina, mirando por encima de sus listas de cosas que necesitaba decirme y agarrando un sobre―. Casi lo olvido. ―No pagarás. Ya hemos hablado de esto. Pone sus ojos en blanco. ―Lo sé, pero te he puesto un montón de citas para mañana después de que me lleves al aeropuerto. ―¿Qué tipo de citas? ―pregunto, tratando de alcanzar la hoja de papel. Pero la tira hacia arriba por encima de mi cabeza antes de que pueda agarrarla. ―En primer lugar, el especialista, después el dentista para una limpieza, un examen de la vista, y finalmente el ginecólogo. ―¡Meg! ―Juro que mi hermana no tiene límites. Y se olvida de que no es mi madre. Y las dos nos olvidamos hace mucho tiempo que no es mi hermana real. Está bien. Con Meg no estamos relacionados por sangre. Yo era una huérfana colocada en su familia desde antes de que pueda recordarlo. En realidad, era uno de los

12

muchos niños de acogida que tomaron en el transcurso de los años, pero soy la única que se quedó. Algunos se reunieron con sus propias familias, otros eran simplemente delincuentes. Cuando la madre de Meg murió en un accidente automovilístico, el padre de Meg luchó para mantenerme bajo las objeciones de los servicios sociales, sabiendo que mataría a su hija el perder a otra persona. A él le gustaba contar la historia de cuando fui a vivir con ellos, y Meg fue a la escuela y les dijo a todos que le llevaban una Barbie real. Me vistió y me arregló el cabello y me llevó a todas partes con ella. Estoy convencida de que vivía en su casa y se fue a la universidad local solo para poder estar conmigo, y su padre me trató como su propia hija. Cuando cumplí los dieciocho, no me echó. Ya no era más su responsabilidad, pero continuó atendiéndome hasta que murió durante mi primer año de universidad. Meg se acercó, tomando el relevo, no perdiendo el ritmo. Me ayudó a pagar la matrícula, lo cual es mucho para una mujer soltera de veintitantos años con un grado de enfermería. Pero lo hizo, por mí. Pero ahora Meg tiene a Patrick, y estoy esperando contra toda esperanza que decidan formar una familia. Quiero eso más que nada, una familia. Logan y yo se supone que la íbamos a tener. Se suponía que debía ser mi familia. Eso se ha ido ahora. Así que estoy atascada con mi madre de facto, Meg. Por lo general, simplemente la apaciguo. La hace feliz, y sé que ella lo ama con locura. ―El día termina con un corte de cabello y manicura/pedicura ―me dice con una sonrisa―. Además, te conseguí un pase de invitado para mi gimnasio. Y siempre está la subdivisión de pistas de tenis y piscina, también. ―Meg, esto es demasiado ―digo, aunque sé que no tengo esperanzas de ganar. ―Hiciste todos esos viajes trabajando para revistas. Sé que algunas cosas no han ido bien. Y éste es un nuevo comienzo para ti. Además, sabes que debes ir a ver a la doctora Barbara más frecuentemente desde el… ―Está bien ―digo, lanzando las manos arriba. Empezar de nuevo no significa revivir todo mi antiguo dolor, especialmente en este, el día en que nació el dolor. ―Bien ―dice, su rostro radiante. Ama salirse con la suya―. Ahora, preparémonos para la fiesta.

13

2 Algunos días cambian tu vida para siempre. Como este día, Halloween. Pero voy a hacer mi mejor esfuerzo para olvidarlo. Girando la pequeña píldora blanca en mis dedos, agradezco que uno de los efectos secundarios de tomarla, sea pérdida de memoria, porque si hay algún día que quiero olvidar, es éste. Mirando por la ventana, veo las luces encendidas en la casa club de la subdivisión, todo el mundo listo para la fiesta, y beber y celebrar. Más poder para ellos. Todo lo que quiero hacer es quedarme dormido, olvidar, y fingir que este día no existe. No es de cerca lo suficientemente tarde como para ir a dormir, pero para eso es esta pequeña píldora, terminar este día, suspender mi sufrimiento, aunque sea por un tiempo. Halloween es conocido por los fantasmas y demonios, y los míos, definitivamente esta noche, planean obsesionarme. Así que esta es mi defensa. Tiro la píldora en mi boca y tomo un trago de agua, mi versión de un gran jódete a mis demonios. Sé que funciona rápido, debería estar fuera en veinte minutos o menos, así que empiezo mi rutina nocturna. Es la misma cada noche y la ha sido por años. Abriendo mi cajón de la cómoda, llego al interior.

Si no lo supiera mejor, pensaría que Meg tomó demasiado zumo feliz, pero esto es solamente quien es. Está en su elemento. ¿Alguna vez notas que en las fiestas, hay grupos de chicas en el centro de la pista de baile con la atención de todos? Y luego están las floreros, como yo. Garantizo, aunque de manera completamente diferente, que ambas chicas están tratando de ocultarse. El camino de Meg es un poco más socialmente aceptable.

14

Todos la quieren, y no creo que haya una sola persona con la que no hable. Pero no creo que hable con una sola persona que no sea para saludarme, después de que Meg me presente. Principalmente porque estoy demasiado ocupada tratando de mantener mi vestido, de deslizarse más allá de mi culo. ―Oye, Doug ―dice Meg mirando hacia arriba, elevando algo la voz. Y tan pronto como levanto la vista, sé por qué. Este debe ser el tipo de quien me estaba hablando antes. Meg tiene un excelente gusto en los hombres, siempre lo ha tenido. Pareciera como que debería estar en un anuncio de Polo, con cabello rubio, ojos azules, alto y con hombros anchos, todo el paquete realmente. Pero es demasiado bonito para mí. Quiero decir, parece que nunca ha visto un día de tristeza o soledad en su vida. De ninguna manera me entendería―. Doug, esta es mi hermana, Annalyse. Así que ahora soy Annalyse. Le doy mi educada y pública sonrisa, mientras sus ojos se balancean por mi cuerpo. ―Encantado de conocerte ―dice y hasta su voz es tan perfecta, que suena como si hubiera sido autoajustada. ―La familia de Doug construyó la mayoría de las casas del complejo ―dice Meg tan alegremente que estoy esperando un guiño y un codazo. Sé lo que está tratando de decirme. Tiene dinero, está cerca y puede cuidarme. Nada de eso es importante para mí. Otra sonrisa perfectamente educada ya viene. ―Supongo que pronto estaré sin trabajo ―dice Doug―. Ya que todos los lotes se han vendido ahora. ―¿Y qué hay del otro lado del lago? ―pregunto. ―Aquellos nunca serán desarrollados ―dice―. ¿Quién quiere mirar al otro lado del lago y ver otras casas? ―Es un buen lugar para caminar ―dice Meg. ―Podría mostrártelo alguna vez ―dice Doug, apoyándose en Meg. ¿Planearon esto? Parece como algo que Meg haría―. Hay un sendero que recorre todo el camino, alrededor de tres kilómetros o así. ―Um... ―Dudo, pero Meg está sonriendo, y sus ojos están enormes. Este es un trato más grande para ella que para mí. Quiere que vuelva a unirme a la tierra de los vivos, lo que incluiría a los hombres. ¿Cuál es el daño? Es solo un paseo. No es gran cosa. Puedo manejar un paseo―. Seguro. ¿Por qué no? Meg es llevada a la improvisada pista de baile por un grupo de mujeres. Trata de tirarme con ella, pero no soy una bailarina. Además, es su última noche de

15

diversión con sus amigos; no necesita cuidarme. Así que pruebo mi cóctel y espero por Doug a que se excuse. Afortunadamente, no es el tipo de chico demasiado directo o es pegajoso, y se va de regreso a la barra. Y gracias a Dios, porque se está poniendo más frío. Mi disfraz de enfermera no está haciendo una maldita cosa para mantenerme caliente, y por este punto, todo el mundo en la fiesta ha visto mis pezones erectos empujando a través del endeble material. Así que a la primera oportunidad que tengo, salgo de la fiesta. La casa de Meg es visible desde aquí. Realmente es un barrio pequeño. Nadie tiene cercas, por lo que las casas alrededor del lago parecen compartir un gran patio trasero, aunque cada una tiene su propio muelle privado para pescar. Meg tiene dos sillas reposeras en él, una rosa brillante y una azul. Y cada casa parece tener un gran patio trasero adjunto, algunos con fogones o chimeneas exteriores, otros con televisores de pantalla plana, cocinas al aire libre y muebles de salón. Es pacífico y exactamente lo que necesito. Un viento frío vuelve a soplar, y todo mi cuerpo se estremece mientras camino hacia su casa, envolviendo mis brazos alrededor y tratando de mantenerme caliente. Los tacones blancos de mi traje de puta se quedan atascados en la hierba húmeda, lo que hace muy difícil atravesarla. Podría caminar hasta la carretera, pero estoy a solo unas pocas casas de distancia, así que me dirijo más cerca de las casas, con la esperanza de que el suelo no esté tan húmedo allí. El tacón de un zapato se hunde profundamente en el suelo. ―Mierda. Ahora estoy atascada en el barro, oh, la ironía. Salgo de mi zapato de puta, dejándolo atrás. Es una mierda barata de todos modos. Lo encontraré mañana a la luz del día. En este momento, no quiero hacer nada más que instalarme en un montón de almohadas cómodas, y estoy casi allí, a una casa de llegar. ―Ugh. ―Un gemido escapa a la oscuridad. Salto un poco hacia atrás y miro alrededor. ¿De dónde vino eso? Lo veo, de pie en el muelle de mi hermana con vista al lago, e inmediatamente reconozco sus anchos hombros y su alto marco, el vecino de Meg, Holt. No estaba en la fiesta, pero por el sonido, parece que está muy borracho. No es mi problema, pero es el vecino de mi hermana. ¿Debería ayudarlo? No soy una de esas estúpidas mujeres de las películas de terror que siempre corren hacia el peligro, así que saco mi móvil de mi escote para llamar a Meg. Oye, era el único lugar para guardarlo en esta reunión. Justo entonces, comienza a caer.

16

―Mierda ―digo, corriendo hacia él. Pero se hunde en una de las sillas reposeras de mi hermana. No puedo dejarlo, al menos no estando vestida como una enfermera. ¿Las enfermeras no toman algún juramento para ayudar a la gente? ¿Qué pasa si tropieza con el lago y se ahoga?―. Hola, creo… ―Se inclina más y gruñe. Así que le pateo con el pie y se despierta―. Casi te caes en el agua. Sus ojos se abren ampliamente, y su color gris corta a través de la oscuridad. Meg tiene razón, es sexy como el infierno. Mira a su alrededor, con evidente confusión, luego se tropieza en sus pies, cayendo hacia mí. Agarrando sus antebrazos, lo ayudo a mantenerse erguido, sus ojos grises me miran fijamente. ―No puedo amarte ―susurra. ―Um, bien ―digo mientras su cabeza cae sobre mi hombro―. ¿Puedo ayudarte? Levanta la cabeza, tropezando otra vez un poco más adelante. ―Jodido Halloween. El peor maldito día. ―Luego desaparece en la oscuridad. ―El mío también ―susurro, oyéndolo gemir, y sé que está teniendo tantos problemas caminando en el barro como yo. No estoy segura de por qué, pero me deslizo del otro zapato y lo llamo―. ¡Oye! ―No está lejos. Ni siquiera llegó al límite de la casa―. Deja que te ayude. Sus ojos miran directamente a los míos. ―Nada ayuda. Una pequeña sonrisa salta. No puedo evitarlo. ―Pero tenemos que seguir intentándolo, ¿verdad? ―Asiente un poco y apoya su cabeza en mi hombro―. Um… ―Esto es lo más cerca que he estado de un hombre desde Logan. Olvidé lo pesados que son, lo duro que son sus cuerpos, lo genial que huelen―. Vamos a llevarte a casa. ―Levanta la cabeza y tropieza con el césped. Ya no se apoya en mí. Cuando llegamos a la escalera que conduce a su patio, gime al verla. Debe parecerle el Monte Everest―. Te ayudaré ―digo. ―Lo tengo ―dice. Mantengo mis brazos por si cae. No sé por qué. No hay forma de atraparlo. Está por lo menos doce centímetros sobre mi metro setenta, y es músculo sólido, todo tonificado. Afortunadamente, llega a la cima. ―¿Tienes las llaves? ―pregunto. Me da un pequeño encogimiento de hombros, cae de nuevo en su sofá del patio, y se inclina encima. ―Aquí está bien.

17

Sus piernas lucen como si estuviera sentado, pero la parte superior de su cuerpo está reclinada. De ninguna manera esta postura toda torcida puede ser buena. Ya va a despertar sintiéndose como una mierda, así que no necesita torcerse fuertemente para rematar todo. Me arrodillo y levanto sus pies. ―Ahí, así está mejor. ―¿Eres real? ―pregunta, sonriendo. ―No ―susurro, imaginando que no habría manera en el infierno de que recordara algo de esto. Está demasiado perdido―. Estás soñando. ―Eso explica la ropa de enfermera sexy ―dice, apoyándose en su codo―. Este es un buen sueño. Siento que mi rostro se sonroja. ―Así que cierra los ojos. ―Es mi sueño ―dice, sonando como un lindo niño pequeño, haciendo pucheros―. Eres tan hermosa. ―No soñarías con una chica fea, ¿verdad? Se encoge de hombros, diciendo: ―Ella estaba en mi vida real. De la forma en que lo dice, sé que no está hablando de apariencia física. Conozco sus ojos, lo que hay detrás de ellos. Lo vi en mi propio espejo durante mucho tiempo. Su mano se alza y juega ligeramente con un mechón de mi cabello. ―Te sientes tan real. Pensé que estaba borracho, pero no huele a alcohol. De cualquier manera, está muy confundido. Tal vez no debería haberle dicho que estaba soñando, pero no quiero torpeza cada vez que nos veamos. ―Ojalá fueras real ―dice, tirando de mí a sus labios. Aléjate, Annalyse. Aléjate. Pero no lo hago. No me han besado en mucho tiempo, y había olvidado lo increíble que se siente. Por otra parte, tal vez es solo este hombre. Incluso en su confuso estado, sabe lo que está haciendo. No se apresura. Besa ligeramente mis labios unas cuantas veces, luego simplemente besa solo mi labio inferior lento, haciendo que mi boca se separe, concediéndole un acceso que ni siquiera estoy segura que le estoy dando. Solo soy yo, en un gran momento. ―Tienes que ser real ―gime. Su lengua gentilmente rodea la mía. Su mano se enrolla en mi cabello, atrayéndome más fuerte hacia él, sus labios encontrando ese

18

punto dulce en mi cuello. Entonces de repente se detiene, sus dos manos sosteniendo mis mejillas. Una lágrima baja por su rostro, luego otra y otra―. ¿Por qué no puedes ser real? ¿Por qué no puedo tener algo bueno? ―Shh ―susurro suavemente―. Cierra tus ojos. ―Pero este sueño es mejor que nada en mi vida. Corro mis dedos por su rostro, cerrando sus párpados. ―Soy real.

19

3 Una niebla de confusión se arremolina a mi alrededor, mis ojos tratan de abrirse, pero está brillante, demasiado brillante. ¿Estoy malditamente afuera? El sol de la mañana me está cegando. Esa maldita píldora me ha hecho caminar dormido. Ha ocurrido antes, pero el efecto secundario vale la pena. Gimiendo, lucho por ponerme en pie. Maldita resaca de Ambien1. No suelo soñar con eso, pero a juzgar por la tienda que se forma en mi pantalón, el sueño que tuve anoche fue bueno. ¿Por qué nunca recuerdo los buenos? Revivo los malos una y otra vez. Maldito Halloween. Cerrando los ojos, lo único que recuerdo es un rostro: ojos azules, piel tan pálida que casi brillaba a la luz de la luna, y el cabello largo y oscuro. No importa cuánto lo intente, no puedo recordar nada más, pero claramente mi polla no lo ha olvidado. Mi erección mañanera no va a bajar en lo absoluto, recordándome cuánto tiempo ha pasado desde que estuve con una mujer. Y no parece que lo vaya a olvidar pronto. Algunas personas toman su café de la mañana, o su constitucional mañanero (que es como mi papá siempre llamó a cagar por la mañana), o si tienen suerte, consiguen sexo de desayuno. ¿Yo? Tengo una paja matutina. Eso es un hecho. Triste pero cierto. Por lo menos tengo a mi chica de los sueños como material nuevo para pajearme.

¿Meg al aeropuerto a tiempo? Listo. ¿Primeras citas médicas? Listo y listo. Ahora si la maldita ginecóloga no se apresura, voy a perder mi tiempo de spa.

1

Ambien: una píldora para dormir diseñada para casos de insomnio. Usarla sin dormir puede causar alucinaciones. Uno puede sentir que está soñando cuando realmente está despierto.

20

Además, he estado sentada por más de una hora usando esta pequeña bata de papel que te dan. Dime, ¿por qué siempre hay cero grados en la oficina de la ginecóloga? ¿Necesitan que tus pezones estén duros o algo así? Riéndome de ese pensamiento, saco mi teléfono para hacer algunas notas para el posteo del blog de esta semana. ¿Cuándo se convirtieron en fortalezas los consultorios médicos? Tienes que esperar a que te llamen para entrar a la habitación de atrás; hay un guardia en servicio a todo momento. Y apuesto a que el cristal es incluso a prueba de balas, nada de lo cual hace que ir al médico provoque menos ansiedad. Un golpe en la puerta y a continuación esta se abre rápidamente. Uf, es solo la enfermera. ―Disculpe la espera. La doctora Barbara fue llamada a un parto de emergencia ―dice con la voz más dulce y calmante, como si fuera la voz de uno de esos videos de meditación que ves en YouTube. Pero su tono dulce no cambia el hecho de que podría haberme dicho eso hace una hora. ―Voy a cambiar la fecha de la cita ―digo. ―Puedes hacerlo si quieres, pero el doctor Miller está aquí y podría entrar en cualquier momento. Odio ver a un nuevo doctor. La doctora Barbara conoce mi historia, pero la idea de volver otro día no es atractiva. Ya he afeitado, depilado con cera, y limpiado cada rincón. ―Está bien, lo espero. ―De nuevo, lo siento. El doctor Miller llegó tarde y la doctora Barbara tuvo que salir. Ha sido un día de locos ―dice, intentando cerrar la cortina. Noto que sus manos son del tamaño de balones. Debería de ser la doctora. Podría atrapar a un bebé de más de cinco kilogramos sin ningún problema―. Adelántese y recuéstese. El doctor va a entrar. Oh, la mejor parte, los estribos. ¿No te encanta cuando el médico sigue diciéndote que te deslices más hasta que sientes como que tu culo está colgando fuera de la mesa? Quiero decir, ¿realmente necesitan estar tan cerca de mi vagina? Oigo que la puerta se abre y la cortina se retira. ―Disculpa por la espera, señorita... ―¡Oh, Dios mío! ―grito, mis pies saliendo de los estribos―. ¡Eres tú! Sus ojos se agrandan y su cabeza se inclina. Esa misma mirada confusa cubre su rostro. ―Cristo.

21

―¿Doctor Miller? ―dice la enfermera, pero suena como si lo regañara. ―Hum, danos un minuto ―dice, sin quitar los ojos de mí. Los ojos de la enfermera pasan de uno a otro. Cuando ninguno de nosotros retira la mirada, se va con un resoplido. Él se acerca un poco más, y envuelvo mis brazos alrededor de mi pecho. ¿Qué haces cuando a quien besaste por azar resulta ser tu nuevo ginecólogo? Oh, dispárame ahora. ―Estaba soñando ―dice, sacudiendo ligeramente la cabeza―. Incluso me dijiste que estaba soñando. ―Pensé que sería más fácil ―le digo suavemente. Obviamente, no recuerda todo lo que pasó, o mi último susurro de que soy real―. No quería ningún momento incómodo en el vecindario. Su frente se arruga. ―¿Y esto es mucho mejor? ―No sabía que fueras... ―Sacudo mi mano en el aire―. Estoy aquí para ver a la doctora Barbara, no a ti. ―Espera ―dice―. ¿Eres mi vecina? ―Soy la hermana de Meg. Estoy cuidando de la casa por los próximos meses. ―Está bien ―dice, jugando con el estetoscopio alrededor de su cuello―. Mira, sobre lo de anoche. ―No fue nada ―dije―. Todos hemos tenido unas copas de más. ―No estaba borracho. Estaba sonámbulo. Pasa algunas veces. ―Deberías ver a alguien por eso. Casi te caes en el lago. ―¿Me salvaste? ―pregunta, sonriendo un poco, y es genuino. Tiene una sonrisa agradable, abriga por entero su rostro y hace que sus ojos se vuelvan más brillantes. Le doy un pequeño asentimiento―. No camino dormido a menudo. Solo ocurre unas pocas veces al año ―dice, y luego sus ojos bajan, su sonrisa se desvanece. Luego abre mi historia médica. ¿Seguro que no piensa que quiero que me examine?―. Veamos, dice aquí que... Le arranco el archivo de la mano, y sus ojos se mueven con rapidez hacia atrás. ―Regresaré y veré a la doctora Barbara. Sin ofender, pero no quiero que mi vecino conozca cómo son mis partes de chica. ―Vi bastante de ellas con ese pequeño traje que tenías anoche ―dice, la más linda sonrisa en su rostro.

22

Mi boca se abre. ¿Por qué tiene que ser esa la parte que recuerda? ―Fue por Halloween. ―No me lo recuerdes ―murmura. ―Estuvimos de acuerdo en eso anoche. Se muerde un poco en su labio inferior, y recuerdo la calidez de sus labios contra los míos. ―Es un poco nebuloso. No recuerdo esa parte ―dice. Me pongo de pie, sosteniendo cerrada mi bata con una mano y mi ficha médica contra mi pecho con la otra. ―Probablemente sea mejor si no tratas de recordar todo. ―Estoy seguro de que tienes razón ―dice―. Y me disculpo por todo lo que podría haber dicho o hecho. Asiento, pero mi corazón se encoge. No recuerda el beso. Es tonto, pero quiero que lo recuerde. Fue mi primer beso desde Logan, y sé que nunca lo olvidaré. Y sorprendentemente, no me siento culpable ni triste por ello. Tal vez estoy realmente lista para seguir adelante. Así que el momento incómodo entre vecinos que estaba tratando de evitar se fue al infierno, pero no hay forma de que me vaya a esconder en casa todo el tiempo. La casa de Meg se encuentra junto a un hermoso lago artificial. Sería una pena no disfrutar del entorno, usar su kayak, tal vez dar una caminata por el bosque. Estoy decidida a no dejarlos pasar. He dejado de participar en la vida por demasiado tiempo para seguir haciéndolo, y he decidido que la felicidad es una opción. ¡Elijo la felicidad! ¡Elijo la vida! Tan pronto como salgo al patio, me congelo. El guapo doctor de ojos grises está sentando en el escalón superior. ―Mira, si estás sonámbulo otra vez, entonces… Sonríe un poco. ―Esta vez estoy despierto. Quería disculparme otra vez por lo de anoche. No volverá a suceder. ¿Está hablando del sonambulismo o del beso? ―No creo que puedas realmente controlar...

23

―Puedo ―dice, mirando hacia el agua―. Estaba seguro de que soñé todo hasta que apareciste en mi consulta esta mañana. ―Mira hacia mí y levanta su mano―. Encontré esto en mi jardín. Mi zapato del disfraz de enfermera zorra. ―Simplemente puedes botar eso ―digo, caminando mientras me acerco un poco más. Se pone de pie. Meg tiene razón. Es un buen pedazo de ejemplar masculino: alto, hombros anchos y esos ojos asesinos. ―¿Qué hubiera pasado si Cenicienta le hubiera dicho eso al príncipe? ―No soy Cenicienta. ―No soy un príncipe. Los dos nos miramos el uno al otro por un segundo, sus ojos bajando a mis labios. Puede que no se haya acordado esta mañana, pero ahora definitivamente recuerda que me besó. ―Soy Annalyse Reynolds, por cierto. ―Holt Miller ―dice, girando y bajando las escaleras―. Gracias de nuevo por ayudarme. Me aseguraré de no molestarte otra vez. ¿Qué? ¿He estado alejada de las citas durante tanto tiempo que me olvidé de cómo leer las señales de los hombres? La decepción aprieta mi pecho. ―¿Por qué odias Halloween? ―pregunto. Se vuelve hacia mí, su postura se vuelve rígida, pero sus ojos están vacíos mientras da vuelta a las cosas, esquivando totalmente mi pregunta. ―¿Por qué lo odias tú? ―Es mi aniversario de boda ―digo suavemente. ―¿Estás casada? ―No, Logan está... Quiero decir, soy... ―Odio la palabra. La odio cada vez que tengo que decirla. Parece poco natural. Así no es como la vida se supone que es―. Viuda. ―Me mira por un minuto. Es extraño. Por lo general, la gente dice algo estándar y educado como: lo siento por tu pérdida; pero solo me mira, profundamente. Solo alguien que ha sufrido puede reconocer la oscuridad en el alma de otra persona. La única manera que puedo explicar es como en la película de Harry Potter. No recuerdo cuál creo que La Orden del Fénix. Luna y Harry son los únicos que pueden ver el Thestral porque son los únicos que han visto la muerte. Es así. Su alma está sintiendo la oscuridad en mí, causando escalofríos que cubren mi

24

piel pálida. ―Es una puta mierda ―dice. Dio en el clavo. Es la respuesta más sincera que alguien me ha dado. ―Sí, maldita sea. Ríe. Es la primera vez que lo oigo reír, y puedo decir que no lo hace muy a menudo. Se detiene bastante rápido, aparentemente incómodo con esa pérdida momentánea de control. Mira hacia su casa y luego hacia mí. ―Solo soy sonámbulo si tomo algo que me ayude a dormir. Maldita pastilla. Lo siento ―dice. ―Tal vez podrías probar con leche caliente en su lugar. Sonríe un poco. ―Solo las tomo un par de veces al año, cuando sé que no podré dormir. ―¿Recuerdas todo lo de anoche? ―No hablas de cosas sin importancia, ¿verdad? ―No si no tengo que hacerlo. La vida es demasiado corta para perder el aliento en palabras sin sentido ―digo. ―Bueno, hablo de tonterías durante todo el día. ―Quizás no deberías hacerlo ―le digo, sonriéndole―. Quiero decir, hablar de cualquier cosa no ayuda en los estribos. Se ríe de nuevo, se mete las manos en los bolsillos y empieza a caminar. Me mira de nuevo, indicando que quiere que camine con él. ―¿El silencio sería mejor? ―pregunta. Muerdo la esquina de mi boca, con la esperanza de que pueda recordar cómo coquetear, o al menos no parecer una idiota completa. ―No, quizás algo de música romántica y luz de las velas. La sonrisa en su rostro se hace cada vez más grande, y dice ―Tal vez algunas rosas o dulces. ―Absolutamente, me refiero a que es un poco como aquí-te-agarro-aquí-temato. ―¿Es tan terrible? ―pregunta. ―No, pero es por eso que veo a una doctora. ―Hmm, ¿sospechas de los ginecólogos varones?

25

―Bueno, vamos. Quiero decir, ¿por qué, de todas las especialidades, elegirías esa? ―pregunto. Deja de caminar y me mira, el tono de su voz se vuelve muy serio. ―¿Tal vez porque quiero ayudar a las mujeres? ―De acuerdo, pero tal vez podrías inventar mejores vestidos que esos pequeños pañuelos que nos hacen usar. ―Voy a trabajar en eso. Entonces, ¿a qué te dedicas? ―pregunta. Le hablo de mis escritos, de los viajes y lo típico de lo que se habla cuando se está conociendo a alguien. ―¿Estás trabajando en algo ahora? Tenía dudas en contarle sobre el blog. Hay mucha información personal allí, y no estoy segura de que quisiera que lo leyera. Ni siquiera permito que Meg lo lea. Es raro. No tengo ningún problema en compartirlo con extraños, pero no estoy seguro de querer que Holt conozca todos mis pensamientos íntimos. ―Hago muchas cosas como escritora independiente para revistas, así que ya no viajo mucho. También empecé un blog. No sacas mucho dinero de un blog, pero está bien. ―¿Cómo se llama el blog? ―pregunta. ―Si te digo, no puedes leerlo. ―De acuerdo. No tenía que estar de acuerdo tan rápido. Quiero que al menos esté un poco interesado. ―The Dirty Truth. ―Lo juro, solo sonrió―. Y no, no es de ese tipo de contenidos.2 Se ríe en voz alta. Es completamente devastador cuando sonríe y se ríe. Su mirada normal es cálida, pero la sonrisa es aún mejor. Sobre todo, porque sospecho que está reservada para unas pocas personas. ―Supongo que solo soy cliché, un ginecólogo varón pervertido ―dice. ―¿Así que sabes lo que es recibir cartas navideñas de personas, donde todo es feliz y falso, todo es maravilloso? ―le pregunto. ―Sí, odio eso ―dice. ―Yo, también. Nunca he enviado una carta de Navidad, pero si lo hiciera, sería 2

Juego de palabras The Dirty Truth: La sucia verdad o La Verdad Obscena

26

lo bueno, lo malo y lo feo. Así que pensé, ¿por qué no empezar un blog que haga eso? ―Así que ahora, quiero leerlo ―dice. ―¿Qué? Dijiste que no lo harías. ―Es un blog, ¿verdad? Así que las cosas se clasifican por fecha. Dame una fecha, y esa es la que voy leer. Solo leeré las fechas que me digas que puedo. Hay docenas de entradas que podría dejarle leer. Algunas publicaciones del blog destacan en mi mente más que otras. De esos son los que tiendo a recordar las fechas, y no estoy segura de que quiero que los lea todavía. ―Puedes leer el de hoy ―dije―. Se titula: “Mi Viaje al Mecánico del Coño”. Su boca se abre. ―¿En serio? Me encogí de hombros. ―Es la sucia verdad.

27

Blog La Sucia Verdad 01 de noviembre Mi Viaje al Mecánico del Coño

Generalmente cuando visitas al doctor, no le das mucha importancia. Pero ir al ginecólogo requiere mucho trabajo de preparación. Está el afeitado total, la limpieza de cada centímetro cuadrado de tu cuerpo. ¿Y para qué? Para llegar y esperar. Y esperar. Y esperar. Te dicen que debes vaciar la vejiga, pero para cuando llega el doctor, tienes que orinar de nuevo. Así que finalmente regresas al consultorio, solo para que te hagan una serie de preguntas que comienzan con “¿Cuándo fue su último período?” ¿Soy solo yo? Pero nunca lo recuerdo, a menos que sea un día festivo o unas vacaciones. Entonces es una garantía de que mi pequeña "amiga" me visitará. La enfermera se va, y es hora de desnudarse. Atención, ginecólogos de todo el mundo, ¡escuchen! Por favor, desháganse de los malditos focos fluorescentes. No son amigos de ninguna mujer. Y tomen nota de que deben tener un lugar para colgar nuestra ropa. No puedo ser la única que dobla la ropa interior y la pone debajo de sus otras ropas o las mete en su bolso. ¡Dios no permita que el ginecólogo vea mis bragas! Colocándome mi muy pequeña bata de papel, tomo asiento para esperar un poco más, maldiciendo que no llevo calcetines, porque al parecer al mecánico de coño le gustan las temperaturas bajo cero. Lo que me lleva a una de mis mayores quejas: ¡por el amor de Dios, calienta tus manos antes de tu maldito toque con los dedos en mis partes de chica! En serio, ¿estás buscando oro por ahí o qué? Y solo para que lo sepas... sí, duele. No hay necesidad de volver a hacer esa pregunta. Y deja de decirnos "relájate", trata de relajarte con las piernas abiertas de par en par y un gran espéculo de plata brillante listo a tu entrada. ¡Esto es tan relajado como se oye! Pero mi cita de hoy ni siquiera llegó tan lejos. Escucha esto: mi nuevo mecánico de coño resultó ser el desconocido que besé anoche. ¿Recuerdas que antes escribí sobre él? La primera vez que beso a un extraño al azar y mira lo que pasa. Los dioses de las citas están en contra de mí. ¿Qué sucede cuando tu cita al azar resulta ser tu nuevo ginecólogo? ¡Estén atentos!

28

4 Cada escritor que conozco tiende a ser noctámbulo, sin distracciones, supongo. Además, tienden a perder inhibiciones por la noche. ¿Alguna vez notaste eso? El sexo es más obsceno por la noche. Te encuentras diciendo y haciendo cosas que nunca harías bajo la dura luz del día. Si quieres ser un buen escritor, tiene que ser de la misma manera, obsceno. Lo bueno es que escribí la pieza del mecánico del coño durante el día, el Señor sabe lo que yo habría escrito. Sin embargo, probablemente no debería haberle dicho a Holt que leyera ese. ¿Por qué lo tuve que terminar así? ¿Quién sabe si lo leerá? ¿Quién sabe si está enojado de que él está en ello? Abro mi laptop y un correo electrónico de él aparece. Tengo un correo electrónico de contacto en el blog, así que es bastante fácil encontrarme. Holt: Terminé mi tarea de leer el blog de hoy. Eres muy talentosa. Me echo a reír. Él lo firmó El mecánico del coño, MD3. Y me dejó su número de teléfono. No le pegaba ser un bromista o un coqueto. Y no he flirteado en la mitad de una década. Somos muy parecidos. Mi valentía nocturna está entrando y agarro mi móvil para enviarle un mensaje de texto. ¡Vamos allá! Agrietando mis nudillos, mi dedo se cierne sobre el teclado de mi teléfono. Yo: Querido ginecólogo masculino pervertido. Tan contenta de que puedes apreciar la gracia de tener un espéculo de quince centímetros extendiendo mis partes privadas de par en par. Ahora estoy muy sospechosa de tu profesión elegida. Me pregunto si aún está despierto. No tengo que pensar mucho. Holt: ¿¿¿Quince centímetros??? ¡Hmmm! ¡Santo cielo! Este tipo de coqueteo está muy por encima de mi nivel. Tan lejos de mi timonera, estoy en una grave mente jodida. Mi móvil suena con un texto. Holt: A pesar de lo que podrías pensar, ser ginecólogo no es una cosa sexual. No examino a una mujer y pienso en enterrarme en su coño. Simplemente no sucede. Soy un hombre, sin embargo: puedo apreciar un cuerpo agradable, pero es trabajo. Estoy pensando acerca de la sensación de bultos de cáncer, no por otros paseos. 3

Doctor en Medicina.

29

El cerebro masculino es un lugar confuso. La sociedad enseña a las mujeres que los hombres piensan en una cosa y sola en una cosa, que están gobernados por sus pollas. La mayoría de las comunicaciones en la mitad de la noche con chicos sería una invitación sexual, pero Holt y yo nos hemos enviado mensajes de texto durante más de cuatro horas y aparte de algunos coqueteos, ha sido un completo caballero. Y no estoy segura de cómo me siento acerca de eso. Se siente bien tener la atención de un hombre de nuevo, pero al mismo tiempo, hay cosas sobre mí, mi pasado, que hará que sea imposible para mí tener el tipo de relación que quiero. Si Holt busca a alguien con quien pasar la vida, tener hijos con él, está perdiendo su tiempo conmigo. No puedo darle a otro hombre eso. Probablemente estoy pensando demasiado lejos. Tal vez es mejor cortar esto en el brote. ¿Por qué empezar algo que no puedo terminar? Sólo nos haremos daño. Entonces, escribo. Yo: Se está haciendo tarde. Será mejor que lo apague por la noche. Holt: ¿Qué tal otra cita? ¿Cita? ¿Quiere una cita? Me masco mi labio inferior, mis ojos mirando en la dirección de su casa. Ahora, a menos que haya desarrollado una visión de rayos X, no hay manera de que lo vaya a ver. Esto es muy diferente para mí. Sintiéndome coqueta, rápidamente escribo de nuevo. Yo: ¿Cuándo fue nuestra primera cita? Mis ojos permanecen pegados a la pantalla del teléfono. Debo actualizarlo cien veces. Nada vuelve. No está respondiendo. Releí nuestros intercambios. ¡Santo cielo! ¡No me estaba invitando a una cita! Estaba pidiendo otra cita de blog para leer. ¡Eso es! ¡Se confirma! Soy una imbécil social. Tengo que hacer esto bien. No quiero más momentos raros con él. Incluso mientras camino a través de nuestros patios en la oscuridad, sé que estoy cometiendo un error, pero no puedo evitarlo. Cuando estoy equivocada, me disculpo. Subiendo a su patio, levanto la mano hacia la puerta, pero se queda allí, sin poder tocar. En su lugar, me muevo alrededor de su patio trasero durante un minuto, debatiendo. ¿Por qué no me puse por lo menos ropa de verdad? Estoy en pijama y Uggs, por amor de Dios. La luz del patio chasquea encendida. Ahora estoy quebrada. Me ha visto. ―Annalyse ―dice, abriendo la puerta y pasando su mano por su desordenado cabello. Mi boca empieza a moverse como si estuviera en modo de disparo rápido en uno de esos videojuegos de disparos. ―Bien, entonces supongo que es mi turno de estar avergonzada. Quiero decir, no me estabas pidiendo salir. Por supuesto, no me estabas pidiendo salir. Estabas hablando del blog. Estabas pidiendo otra cita de blog, no una cita cita. Dios, estoy mortificada. Quiero

30

decir, lo siento. ―Si estuviéramos en una película, esta sería la parte donde él me besa para callarme. Lástima, que esta es la vida real. ―No salgo en citas ―dice. Mi mandíbula golpea el suelo, y mi mano vuela a mi cadera. ―¿Eso es todo? Quiero decir, me estoy poniendo en ridículo, ¿y eso es todo lo que tienes? Bueno, yo tampoco salgo. ―Así que no salgamos ―dice, caminando hacia mí, su zancada apuntalándome contra su puerta trasera. Tengo que estar leyéndole bien esta vez. Está obviamente atraído por mí. Sus ojos están clavados en mí como si fuera su postre favorito, queriendo devorarme. Pero él retrocede y desaparece de nuevo dentro, dejándome de pie allí como que estoy esperando un taxi en la lluvia, mojada y frustrada.

31

5 No tengo problema en salir de la cama esta mañana. Cuando no era asolado por los malditos sueños, estaba despierto, consumido por Annalyse. Sí, ella es real. Ayer en la mañana, pensé que sólo era un sueño, un producto de mi imaginación, posiblemente mi psique dándome algo bueno por lo que esperar. Un par de horas después, la encontré sentada sobre mi mesa de exámenes. Me volvió loco. Y todo el día de ayer, pedazos y recuerdos de la noche anterior regresaron; las puntas de sus dedos cerrando mis ojos, su dulce voz y esos labios rosados y llenos, tan cálidos. No he besado a una mujer en cinco años. Claramente, la píldora para dormir me hizo perder el control. Y gracias a Dios por eso. Sólo que ahora no puedo dejar de pensar en ella. Y eso es una verdadera mierda. No puedes dejar de saber algo. No dejar de saber la suavidad de sus labios, su sabor, la sensación de su cuerpo, el azul de sus ojos, su beso. Ese beso. La clase de beso que empieza en los labios y termina en su cuello mientras gime, su cuerpo laxo en tus manos. La clase de beso que te hace saber que lo que está sucediendo es serio en la mejor de las formas. La clase de beso que hace que tu corazón lata rápidamente, que tu mente quede en blanco y que tu pene palpite a la vez. La clase de beso que te hace no querer besar a ninguna mujer nunca más. Ese beso. Ese beso que empieza todo. Cinco años de ayuno, negación, de hambre salen por ventana con una pequeña probada de ella. Todo el control que pensé que tenía se desvanece en humo con un movimiento de su lengua. La energía entre nosotros es abrumadora. Hay una conexión. La siento. Va más allá de mi pene deseándola. Ella me ve, ve a través de la mierda de feliz fachada que

32

coloco cada día. No estoy seguro de que pueda negar la atracción que siento por ella, o que quiera hacerlo por completo. Veo docenas y docenas de mujeres a diario. Coños y tetas son mi trabajo, así que pensé que era inmune a ellas ahora. Ha sido tan fácil no involucrarse, porque adjunto al bonito paquete del cuerpo de una mujer hay un corazón, un alma y una mente que quieren conocer mi corazón, alma y mente. Esa es la cosa con las mujeres; sienten. Y para un hombre quien ha intentado no sentir nada en cinco años, eso es jodidamente peligroso. De hecho, no hay nada más peligroso para un hombre que una mujer. Tienen el poder de destruir. Tenemos bombas, armas, puños, toda clase de armas de destrucción masiva, pero no hay ni una sola cosa que pueda destruir más rápido a un hombre que una mujer. La historia está llena de ejemplos que datan hasta la Biblia, Adán y Eva. Es como si los hombres ven un coño y quedan obnubilados. Cientos de años de historia y evolución y juro que no hemos cambiado eso en absoluto. En nuestros corazones, todos somos tentados por el fruto. No importa que lo hayamos visto antes, no importa que lo hayamos probado antes, no importa que haya otros placeres en el jardín. Nop, cuando el coño correcto viene, nos volvemos idiotas. Todos hacemos cosas estúpidas en su honor, escribir canciones y poemas, cometer asesinato, empezar guerras… Cualquier cosa para protegerla. Y una pequeña belleza habladora con un cuerpo curvilíneo viviendo al lado no es sólo peligrosa; es letal, armada y lista para destruir los muros que he construido tan cuidadosamente.

Al abrir la puerta del garaje, la corriente del frío aire me golpea. Claramente, no es lo suficientemente cálido para hacer esto ahora, pero necesito sentirme cerca de Logan hoy. Y la única forma de hacerlo es subiéndome a su Harley. Solía encantarme aferrarme a él mientras intentaba darme un susto de muerte, acelerando alrededor de una curva. La moto es la única cosa suya que no pude soportar dejar. No monto muy seguido y ciertamente no monto como él lo hacía. Pero, aun así, me ayuda a sentirme cerca de él. Y necesito eso hoy. La última noche con Holt me hizo sentir terrible. Al momento en que siento que estoy lista para salir o tener citas o sólo dejar de pretender que el sexo opuesto no existe, el universo suelta a un hombre cerrado y

33

dañado en mi regazo. ¿Qué demonios? El hombre es caliente un minuto y frío al siguiente. Esa es una combinación que no necesito. Sacando la moto del garaje y montándola, paso los dedos a lo largo de las barras del asiento, bajando mi cabeza; abrazando la moto como si estuviera abrazando a Logan. Cierro los ojos, recordándolo enseñarme como montar. Él era todo sobre la seguridad, haciéndome poner guantes, botas y un casco. Sus manos se ponían sobre las mías, mostrándome el freno, el acelerador, el embrague. Sus dedos bajaban por mi pierna, mostrándome como cambiar la velocidad. Todos sus amigos se burlaban de él por dejar que su chica condujera su moto, pero no le importaba. Confiaba en mí con las cosas que más quería. Levanto mi cabeza y me pongo el casco, asegurándolo, luego mis ojos ven a Holt. Se detiene de repente y marcha hacia mí, luciendo enojado como el infierno. ―¿Qué demonios es eso? ―grita. ―Voy a salir a dar un paseo. ―¿Montas una Harley? ―Era de Logan. Él y su hermano aman las motocicletas ―digo, sin estar segura de por qué me estoy explicando―. Me enseñó como montar. ―Bájate ―dice, haciendo señas con su mano―. Bájate. Me quito el casco y pregunto. ―¿Pasa algo malo? Hace señas de nuevo. ―Tú. Sobre esa cosa. Bájate. ―No puedo creer lo que estoy escuchando. ¿Cómo se atrevía?―. ¡Bájate! ―Por favor dime que estás sonámbulo otra vez, porque no tienes derecho a ordenarme hacer nada. ―Estoy muy despierto. Acabo de recibir gemelos. Bien, entonces mi corazón se derrite, no me disparen. ¿Gemelos? Quiero tanto un bebé, pero… No puedo ir ahí. Esa es una parte de mí con la que no he podido llegar a términos. Perder a Logan y perder… ―¿Me escuchaste, Annalyse? ―dice con preocupación en su voz―. Necesito que te bajes de esa moto. Sostengo su mirada y me vuelvo a poner el casco. ―Deberías leer el ocho de agosto.

34

Blog La Sucia Verdad 8 de agosto ¡Eligiendo ser feliz!

Estaba caminado en Whole Food hoy cuando un anciano se me acercó frente al aparador de los postres (su pastel de chantillí es buenísimo, por cierto). Como sea, se me acerca y dice: “Te ves triste”. ¿Era este hombre un psíquico? ¿O algo en la forma en que me movía demostraba tristeza? Muchos de ustedes saben que perdí al amor de mi vida cuando tenía veintidós años de la forma más horrible que se pueda imaginar. Me pregunto si eso se nota, como una letra escarlata. He estado diciendo que soy feliz, que estoy bien, pero este anciano me miró una vez y supo que estaba mintiendo. De verdad creo que hay algo que decir sobre el viejo adagio “Finge hasta que lo logres”, pero aparentemente ni siquiera estoy fingiéndolo bien (no es un juego de palabras. No es que tenga que fingirlo. Mi vagina no ha sido usada en tanto tiempo que probablemente tiene motas de polvo allá dentro). Así que me di cuenta, que todavía estoy aferrándome a muchas cosas. Me di cuenta que ser feliz no es sobre hacer cosas, comprar cosas. Ser feliz es sobre dejar ir la oscuridad, el dolor, la tristeza a la que te aferras. Me estoy deshaciendo de eso esta noche, ahora mismo. Esa última pizca de oscuridad está siendo arrojada a las llamas de la felicidad. No estoy diciendo que nunca seré triste de nuevo. No es eso. Es sobre el agarre que la tristeza tiene sobre mí. ¡No más! ha pasado mucho tiempo. Pregúntate a ti mismo: ¿cómo se vería tu vida si simplemente dejarás ir toda tu mierda? Sé cómo quiero que se vea la mía, así que esta noche, me elijo a mí. Elijo la felicidad.

35

Con una mano en el acelerador, la otra en el embrague, cambio las velocidades en la moto. Por lo general no voy tan rápido. Tal vez es porque estoy molesta con Holt, o tal vez es porque estoy intentando huir de mis sentimientos otra vez. De cualquier forma, hay poder en montar una Harley en un camino abierto. Es completamente diferente a manejar un auto. Es lo diferente entre verdaderamente vivir y sólo observar la vida pasar por la ventana. Todos tus sentidos se vuelven más ricos, más reales. Los sonidos te golpean uno tras otros. La temperatura puede cambiar en pocos segundos. Sólo tienes una mejora visual de lo que viene al frente. Comúnmente se refieren a montar como lo más divertido que harás con la ropa puesta, y Logan solía decirlo todo el tiempo. Y ninguna otra vez eres uno con algo más, moviéndose juntos, vulnerables. Decía que si querías simplemente ir a alguna parte podías tomar un taxi, pero si quieres algo más que eso, montas una Harley. Montar era sagrado para él. No contiene ese mismo sentimiento para mí. Para mí, es sólo sobre estar cerca de él, pero no está funcionando hoy. No llego muy lejos antes de decidir dar vuelta, dándome cuenta que estoy haciendo lo mismo que siempre hago, trato de huir de mis sentimientos y me prometí que esa parte de mí misma se terminó. Así que voy a casa, estaciono la moto y tomo mi teléfono. ¿Tal vez Meg pueda conversar? Podría servirme algún consejo de hermana, pero en cambio encuentro un mensaje de Holt. Holt: No sé por dónde empezar. Prefiero el tiramisú de Whole Foods. ¿Me estoy preguntando cómo murió tu esposo? Por favor nunca finjas nada conmigo, ni una sonrisa… nada. No voy a hablar del comentario de tu vagina. Ya he sido acusado de ser un pervertido. Finalmente, elegir ser feliz no es tan fácil como lo haces parecer. De hecho, tiene razón sobre la última parte. No es fácil elegir la felicidad, pero no es más que una opción. Al final del día, no importa qué esté sucediendo en tu vida. Hay personas ricas verdaderamente miserables. Hay algunas personas pobres verdaderamente felices. Hay personas enfermas que sonríen todo el día y hay personas que tienen cada razón para sonreír que ni siquiera lo hacen. La única diferencia entre esas personas es una elección que cada uno de ellos hizo. Una elección entre concentrarse en el estrés, la negatividad, los monstruos en su cabeza. Si quieres ser feliz, debes elegirlo, pelear por eso. Yo: También me gusta el tiramisú. No estoy lista para contarte cómo murió mi esposo. Creo que establecimos que mi vagina está fuera de tus límites. Y nunca dije que la felicidad fuera fácil.

36

Esta soy yo eligiendo ser feliz, flotando en el tranquilo lago atrás de la casa de mi hermana. Miro hacia el cielo azul desde el pequeño kayak y tomo aire profundamente. Me ha tomado un largo tiempo llegar a este punto… Ser capaz de sentarme en silencio y sólo quedarme quieta. Moverme rápido había sido mi modo de operación los últimos años; evitaba que el fuego me quemara. Pero durante esos años, he aprendido cómo sentarme ante el fuego y disfrutar la calidez, al menos a veces. Pero no hay mucha calidez en las noches de noviembre en Arkansas, así que el frío del aire me obliga a remar de regreso. Es lo mejor, porque veo a un montón de vecino afuera hablando y jugando bádminton. Ese no es mi escenario normal. Por lo general soy tímida y los deportes de equipo nunca fueron lo mío. Aun así, me prometí empezar a vivir de nuevo y esto es parte de eso. No puedo esconderme detrás de las palabras en mi portátil para siempre. Logan no querría eso. Llego al muelle de mi hermana, pero estoy perdida sobre qué hacer ahora. Esta es la parte difícil, salirme de esta maldita cosa sin volcarla. Miró a la derecha y a la izquierda, tratando de determinar a qué lado ir, luego de repente soy lanzada hacia adelante. Agarrando los lados del kayak, miro detrás de mí. Los ojos de Holt están enfocados mientras jala el kayak conmigo hacia la orilla. ¡Maldición, es fuerte! El kayak pesa, al menos, veinte kilos más mi peso. El cual no estoy compartiendo, por cierto. ―Gracias ―digo, tratando de organizar mi alborotado cabello. Bajo un poco mis lentes de aviador sólo un poco para captar un brillo de gris en el color de sus ojos. ―Claro ―dice, ofreciéndome su mano. La tomo, saltando a la orilla. Sus ojos se deslizan por mi cuerpo―. Deberías tener un chaleco salvavidas. ―¿Cuándo estoy en el kayak o en la moto? ―pregunto. Trata de no sonreír, pero lo hace. ―¿Enojada, eh? ―Observadora, ¿no lo eres tú? ―Los motociclistas tienen un veinticinco por ciento más de probabilidades de morir y cinco veces más probabilidades de salir heridos que el pasajero de un auto ―dice. ―Buscaste eso sólo para darme un sermón, ¿verdad? ―No es el punto ―dice―. No más moto.

37

¿De verdad creía que se podía poner todo alfa conmigo? Por lo general, sería sexy como el infierno ver a un hombre en control, dominante, ¡pero ahora alfa es igual a imbécil! Nota para mí misma: debería hacer una publicación sobre eso. ¿A dónde se han ido todos los buenos alfas? ―¿Quién crees que eres? ―digo, alejándome―. No eres mi esposo o mi padre. Ahora que lo pienso, no dejaría que mi padre o mi esposo me ordenaran de esta forma. Sus dedos tocan ligeramente mi codo. No es un agarre. Apenas lo siento y tan rápidamente como me tocó, se acaba. ―Soy doctor. He visto lo que… ―¡Eres un ginecólogo! ¿Has visto lo que una moto puede hacerle a una vagina? Oh Dios, estoy en problemas. Él tiene la mirada más sucia en su rostro. ―Me imagino que la vibración puede sentirse muy bien. No puedo evitar estallar en risas. ―Eres imposible. ―Y la normal: cargar un chaleco salvavidas para cada persona en un kayak ―dice. Pongo los ojos en blanco. ―Te gustan las reglas. ―Me gusta el orden. ―Ordenar a la gente ―digo. ―Sólo a ciertas personas ―dice. No me pregunten por qué, pero la idea de él “ordenándome” hace que mis piernas se aprieten juntas, o tal vez fue la mención de vibraciones. De cualquier forma, la idea de él tomando el control de mi cuerpo no sonaba mala en absoluto. Sería agradable no pensar tanto todo el tiempo y sólo sentir algo bueno para variar. ―Holt ―grita alguien―. Ven con nosotros. ―Vamos ―dice, metiéndose las manos al bolsillo―. Te presentaré. Dos pequeñas mujeres de la edad de abuelas emparedaron a Holt en un abrazo. Él es mucho más alto que ellas, sus cabezas encajan bajo sus axilas. Pero la sonrisa de Holt es de verdad. Le caen bien estas mujeres. ―Annalyse ven a conocer a Judy y a Carla.

38

¿Judy y Carla? Sé que me contó sobre sus otros vecinos, pero no puedo recordar qué. Ambas me abrazan con fuerza, como si fuéramos viejas amigas. ―Debo ir a registrarme con el servicio. Tengo turno esta noche ―dice Holt―. Probablemente estaré en mi teléfono toda la noche. ―Me muestra una pequeña sonrisa mientras pasa a mi lado. Supongo que quiere hablar un poco más, o tal vez sólo seré su compañera de mensajes de texto, o tal vez quiere que sea su puta de cámara… ¿quién sabe? ―¿Qué tal un pastel, cariño? ―dice Carla―. Hice de limón hoy. Ahora recuerdo lo que Meg me contó. Carla es a la que le gusta cocinar. Meg me advirtió que ella me mantendría suplida con cosas horneadas. ―Que dulce ―digo―. Pero no se moleste. ―Ya lo hice ―dice Carla, girando hacia su casa―. Sólo déjame ir a la casa y traerte una rebanada. Judy pone los ojos en blanco y dice: ―Es así como se relaciona con la gente… con comida. ¿Entonces qué otros vecinos has conocido? ―pregunta Judy―. Veo que ya conociste a Holt. Hago mi mejor esfuerzo por no sonrojarme. ―Oh, sólo lo ayudé la otra noche. No fue nada. ―Me mira con incredulidad. Soy una mentirosa terrible, ni siquiera me creo a mí misma―. Oh y conocí a Doug la otra noche en la fiesta. ―Eso será interesante ―dice, con un brillo en sus ojos―. Los dos chicos solteros del lago y tú. ―Los tríos no son lo mío ―digo, intentando poner una cara seria. Ella suelta una carcajada. ―Oh, ya me caes bien. ―Judy, ¿qué le estás haciendo a esa pobre chica? ―dice Carla, extendiéndome el pastel. ―Sólo hablábamos de Holt y Doug ―dice Judy. ―Mantente lejos de Doug ―dice Carla―. Pero Holt es un buen chico. ―Carla considera a Holt como su nieto. ―Ahora tenemos dos jovencitos que vigilar ―dice Carla―. Holt y tú. Aunque él cree que está cuidando de nosotras. ―Ambas empiezan a reírse. Miro hacia su casa.

39

―¿Cuál es su historia de todos modos? ―No estoy segura ―dice Carla―. Se mudó hace como un año y medio. Es un chico dulce. ―Debo de sonreír. Holt debe de estar a principio de sus treinta―. Trabaja mucho. Ni una mujer. Nunca lo hemos visto en una cita o llevar una mujer a su casa, ni siquiera las noches del viernes o el sábado. Siempre está aquí. Pero no creo que sea gay. Judy golpea a Carla en el brazo. ―El chico no es gay. Dos ancianas lesbianas como nosotras sabríamos si lo es. El pastel de limón se va por la tubería equivocada y comienzo a ahogarme. ¡Son lesbianas! ¡Eso fue lo que Meg me dijo! ¡Santo Dios, soy tan despistada! ―¿Necesitas agua, cariño? ―pregunta Carla. ―No, necesita un radar gay ―dice Judy, riéndose―. No tenías ni idea, ¿eh? ―Meg me dijo ―chilló―. Pero me olvidé. Judy sólo se encoge de hombros. ―Eso es bueno. Quiere decir que no te importa un comino el trasero de quién está en mi cama. Como otro bocado del pastel. ―Tienes razón. De verdad no me importa. ―Entonces debes venir a nuestra reunión de esta noche ―dice Carla. ―¿Reunión? ―pregunto. ―Tenemos un grupo social de lesbianas que se reúne una vez al mes ―dice Carla―. Judy quiere darle un nombre ridículo como lesbiamigas, pero sólo somos un montón de lesbianas que se reúnen para beber y hablar. ―Pero no soy lesbiana ―digo. Judy pasa su brazo sobre mi hombro. ―No te juzgaremos por eso. Entonces si nunca has estado en un cuarto lleno de mujeres lesbianas, lo recomiendo mucho. Juro que estas mujeres son las más graciosas que he conocido. Y Judy y Carla me han adoptado ya como su nieta. En cinco minutos de conocerlas, me he enterado de que Carla estuvo casada por veinticinco años y tiene dos hijos, ambos se han negado a hablar con ella desde que se declaró homosexual. Y Judy es

40

a lo que Carla se refiere con afecto como una lesbia “estrella dorada”, lo que quiere decir que nunca ha estado con un hombre. Así que después de convertirme en miembro honoraria del club de lesbianas, me encuentro vertiendo mi alma a Carla y Judy en el patio trasero. Es raro en mí ser tan abierta, pero estas mujeres batallan con un fuego que ni siquiera puedo imaginar, tengo la sensación de que no tendrán problemas en frenar el mío. No sé por qué estoy sorprendida. Las mujeres son buenas parándose al fuego. Lo he visto alrededor del mundo. Mujeres sosteniendo las manos de los moribundos, cuidando de los enfermos y arriesgando sus vidas por aquellos que aman. No ves muy a menudo esa clase de coraje en la especie masculina. Es más, sobre quién tiene la bomba más grande. Carla tiene una de mis manos, Judy la otra y estamos sentadas derramando nuestros secretos en una especie de momento Cumbayá 4. ―Estás luchando contra el buen fuego, cariño ―dice Carla. ―¿Sí? ―pregunto―. Porque algunas veces se siente más como correr en el mismo punto. ―El mundo tiene una forma de ponernos exactamente donde debemos estar en el momento exacto en que debemos estar ―dice Carla, asintiendo en dirección a la casa de Holt. Girando mi casa, veo el contorno de su cuerpo en la oscuridad. ―Mejor nos ponemos a limpiar ―dice Judy, llevando a Carla dentro. ―Vuelve cuando quieras, cariño ―dice Carla―. La puerta está siempre abierta y siempre tengo algo bueno cocinando. Después de darles a ambas un abrazo, cruzo el patio hacia la casa de Meg, o la casa de Holt. Todavía no estoy segura. Dios, necesito una señal de qué hacer aquí. Es obvio que nos gustamos. Bueno, tal vez gustar no es la palabra correcta. Tal vez es obvio que ambos nos deseamos. Él no está interesado en una relación y yo no estoy lista para saltar a eso, tampoco. Mi estómago deja salir un gruñido. Dos rebanadas de pastel y media botella de vino no hacen una cena. Tomo mi hambre como la señal que estaba buscando y voy hacia mi patio, viendo su sombra deslizarse por su puerta trasera. ¿Tomé la decisión equivocada? Parada frente al refrigerador de mi hermana, ya no tengo hambre. Pero siendo la madre que Meg es, la nevera está llena con contenedores con comida casera, cacerolas, y sopas. En cambio, me hago una gran

4

Es una canción tradicional afroamericana cuyo nombre traduce “ven aquí”, se asocia con la cercanía, el abrazo, etc.

41

taza de chocolate, agarro mi teléfono y voy al patio para finalmente llamar a mi hermana. Nos ponemos al día por unos minutos, más que nada hablando sobre lo que ha estado haciendo. Su viaje. Me pregunta qué vecinos he conocido y sé que en realidad está tratando de enterarse si he visto a Doug de nuevo. No estoy segura siquiera que haya algo para contar, así que omito todo lo de Holt. Mi teléfono timbra y bajo la mirada para encontrar un mensaje. ¿Adivina quién? Holt: ¿Tienes una publicación para que lea esta noche? Ignorándolo, continuó evitando las interminables preguntas de Meg lanzando un par mías. ―¿Qué te parece Londres? ¿Ya fuiste a la Torre del Londres? Ese lugar es divertido. Te encantará. Meg pica la carnada y comienza a contarme sobre todas las cosas turísticas que planea hacer mientras Patrick está trabajando y me encuentro a mí misma buscando en la oscuridad por un par de ojos grises. ―Lyse, Patrick acaba de volver. ¿Hablamos en unos días? ―pregunta Meg. Después de los te amo y el adiós, cuelgo cuando el celular timbra otra vez. Holt: ¡Vamos, dame algo! Yo: ¿Qué clase de algo quieres? Ese fue un muy buen coqueteo, si debo decirlo. Pero si responde con otra publicación del blog, me voy arrancar el cabello. ―Cosas que no debería. ―Lo escucho decir en la oscuridad. Aparece en mi patio bajo la luz. ―¿Por qué no deberías desearme? ―pregunto y sólo sacude su cabeza un poco. Y en alguna parte dentro de mí, sé lo cerrado que es este hombre. He estado en ese mismo lugar yo misma―. Claro, la primera cosa que me dijiste fue “no puedo amarte”. ―Estaba tropezando con el Ambien. ―Me besaste. ―Estoy listo para besarte de nuevo. ¿Esta es la parte donde se suponía que debo derretirme? ¡A la mierda con eso!

42

―No beso hombres que están buscándome para salvarlos o rescatarlos. He pasado cinco años volviendo a armar mis piezas. No busqué a nadie para que me arreglara, así que no voy a intentar rescatar a un hombre que no quiere ser salvado. ―Bien, porque estoy más allá de la salvación. ―¿De verdad lo crees? ―pregunto, acercándome a él. ―Algunos dolores son muy profundos para volver de ellos. Es como si mi cuerpo todavía estuviera aquí, pero mi alma murió cuando… ―Y por segunda vez en dos días, se aleja de mí. ―Diecisiete de agosto ―susurro en la oscuridad, insegura de si me escucho.

43

Blog La Sucia Verdad 17 de agosto Esperanza

Lloré casi todo el día de hoy. Me dije que no. Me dije ser feliz, pero hoy Logan habría cumplido veintisiete años. Así que me permití este día para estar triste, y mañana elegiré algo diferente. Luché todo el día con esta publicación. Si pudiera publicar mis lágrimas lo haría. Leí en alguna parte una vez que las lágrimas son la expresión de emociones cuando todas las palabras te han abandonado. Y las palabras me han fallado hoy. Logan era todo para mí. Y no he estado en una sola cita desde que murió. Ningún hombre ha sostenido mi mano o me ha besado. No he querido eso, hasta ahora. Creo que es por eso que lloré tanto hoy. Hoy, me di cuenta que quiero otro amor como el que Logan y yo tuvimos. Quiero que un hombre me bese, me ponga las rodillas débiles, me haga el centro de su mundo. Sé cuántas personas esperan por eso todas sus vidas y tal vez es egoísta de mi parte quererlo de nuevo. Pero lo hago. De verdad lo hago. Tengo la esperanza que ese hombre esté ahí afuera. Tengo la esperanza de que esté esperando por mí. Tengo la esperanza de que cuando me bese, no lloraré. No me sentiré culpable. Supongo que sólo tengo la ESPERANZA.

44

Diciéndome que no revise mis mensajes para ver si Holt respondió, me baño, cepillo mis dientes, peino mi cabello y me pongo una sudadera y camiseta. ¿Qué más puedo hacer? Mi estómago está retorciéndose, pero todavía no tengo hambre. No hay nada bueno en la televisión. Podría leer un libro, pero leo en mi iPad, la cual está conectada a mis mensajes. Estoy siendo ridícula, así que agarro mi teléfono y encuentro su mensaje esperando. No puedo evitar notar la hora. Es de hace una hora. Debió de haber leído mi publicación de inmediato y eso me hace sonreír como una tonta. Holt: Lo siento. Sé que soy un hijo de puta malhumorado. Y tienes razón, no vale la pena salvarme. No soy el hombre por el que has esperado. Y lamento que te haya besado de esa forma. De verdad me gustaría regresar el tiempo. Yo: Eres un malhumorado hijo de puta. Este mensaje lo prueba. Primero, nunca dije que no valía la pena salvarte. Sí lo vales. Sólo debes hacerlo tú mismo. Segundo, eres tan caliente y tan frío que siento que tengo un resfriado. En una frase escribes que no eres el hombre para mí, y en la siguiente frase quieres besarme. ¿Cuál es? Holt: ¡Encuéntrame afuera! ¿Alguna vez tus piernas se han movido sin siquiera notarlo? Eso es lo que está pasando. Es como si fuera una marioneta y Holt es el titiritero moviendo las cuerdas. No me molesto en cambiarme de ropa, todavía con la sudadera vieja y camiseta. Ni siquiera me molesto con zapatos. Encendiendo la luz de mi patio, lo veo atravesando nuestros patios y subiendo las escaleras del mío. ―¿Te sentiste triste o culpable cuando te besé antes? ―pregunta. ―No ―susurro. En un paso, cierra la distancia entre ambos―. No puedo… ―Como tú, no he besado a nadie en cinco años ―dice, pasando sus dedos por el contorno de mi mandíbula. Abro mi boca para discutir con él, pero es muy rápido y acerca su boca. No me resisto. De hecho, lo jalo con más fuerza, mis manos recorren la longitud de los músculos de su espalda. Esto es muy diferente a nuestro primer beso, el cual fue dulce y suave. Sujetada contra la puerta y su duro cuerpo, sus caderas chocan contra mí. Y Dios me ayude, mi zorra interna toma el control, me aprieto contra él. Seguro, no he hecho esto en un largo tiempo, pero este hombre sabe cómo mover su cuerpo. Sujeta mis manos sobre mi cabeza y se aleja un poco, ambos jadeando. Su pene se presiona contra mi estómago, sé exactamente lo que quiere. ―Di que sí ―susurra contra mi boca.

45

¿Quiero eso? ¿Sí? ¿No? ¿Tal vez? ¡Mierda! ¡No lo sé! Y él sólo está mirándome con esos penetrantes ojos suyos. Suelta mis muñecas, su mano se desliza por las curvas de mis pechos a mis caderas. ―Oh Dios ―gimo suavemente, estirando mi mano para tomar el pomo―. Buenas noches. ―No ―ruega, acercándome a él―. No buenas noches. ―Holt. ―Su nombre es mi susurrada objeción. ―No he estado con nadie hace tanto como tú. Han pasado cinco años. Y hasta Halloween, nunca siquiera pensé en eso. Pero ahora no puedo dejar de pensar en ti. ―Eso es sólo tu pene hablando. Suelta una carcajada. ―No te guardas ni un solo pensamiento, ¿verdad? ―Estarías sorprendido ―coqueteo y bajo mi cabeza a su pecho, mientras sus dedos juegan con mi cabello. ―¿Te sientes mal o culpable? ―pregunta. ―No. Siento esperanza ―digo, entonces en mi turno de desaparecer dentro.

46

6 Todas y cada una de mis pacientes parecen dar a luz a sus bebés a mitad de la noche o al amanecer. No duermo mucho o muy bien, así que usualmente no me molesta. Pero mientras voy hacia el hospital, solo puedo pensar en Annalyse, anoche, su boca, su aliento, su cuerpo frotándose contra el mío, y el increíble nudo en mi estómago cuando me dejó solo en su patio. Ella no es como ninguna mujer que haya conocido. Ni siquiera estoy seguro qué es lo que me pasa con ella. Tiene curvas asesinas y un cerebro que le hace juego. Cada pequeña cosa de ella hace que mi polla palpite. Sin embargo, es más que eso. Ella se niega a ser falsa, a esconderse, a conversar civilizadamente. Sé que esta mujer no va a conformarse con menos que mi alma. El problema es, que mi alma duele en lo más profundo, en un lugar que no dejo que nadie toque. Mi alma nunca descansará. Pero la presión de Annalyse tampoco lo dejará ir. Estoy claramente jodido. Y todo esto está pasando demasiado rápido. ¿Cómo? Un par de días, dos besos, un par de entradas de blog, y ya tiene mi estómago anudado. Una mujer no debería poder afectar a un hombre tan completamente con tanta facilidad. Tengo que establecer límites claros con esta mujer, o arrasará con todas mis defensas, lo cual solo puede hacerme daño. Sé lo que quiero. Lo he sabido desde la primera noche. Pero primero necesito saber dónde está su cabeza. Alcanzando mi laptop, abro su página de blog.

47

Blog La Sucia Verdad 3 de noviembre Los penes y vaginas mágicos no existen

Seamos claros en esto. No hay penes o vaginas mágicas en este mundo. Ningún hombre, independientemente de cuán bueno sea en la cama, va a componer lo que sea que esté herido o dañado en ti. Lo mismo aplica a mi vagina. Entonces, ¿qué haces cuando te sientes completamente atraída a alguien que no se sanará a sí mismo? Hace unos meses, hice una entrada respecto a que estaba preocupada en relación a salir y besar a otro hombre. Bueno, finalmente pasó. Bueno, pasó lo del beso, no la cita. Él dijo que no iba a citas. Pero parece gustarle besarme. Y de seguro parece que quiere hacer más que besarme. Primero lo primero, se siente bien besarlo. Realmente bien. Casi demasiado bien. No me sentí triste o culpable. No sentí que estaba engañando a Logan. No pensé en Logan para nada. Escribir esto me hace sentir mal y triste, pero creo que así es como se suponía que fuera. Se supone que debo seguir adelante. No se supone que tenga que comparar a nadie con Logan. Sé que estoy lista para algo más. Pero el “algo más” que me están ofreciendo no es lo que pensaba. Este chico no quiere una relación. Me lo dijo, más o menos. No lo dijo en voz alta, pero creo que solo está buscando un cuerpo caliente con quien compartir su cama. Me pregunto si siquiera es conmigo. ¿Es a mí a quien quiere allí, o a cualquiera? Dios, esto es demasiado malditamente duro. En verdad me gusta este chico, pero no quiero ser esa chica que cree que un hombre va a cambiar por ella. Y no quiero malgastar mi tiempo tratando de salvarlo de sí mismo, sea lo que sea que lo persigue. Pero al mismo tiempo, me siento tan aliviada cuando me toca. Cada una de las terminaciones nerviosas de mi cuerpo arde. Tiene estos hermosos ojos grises que cuando me miran, juro que descubren el dolor por el que he pasado. Sé que entiende. Entonces, ¿me doy permiso de enamorarme de este hombre, este hombre que sé que no desea un futuro? ¿De sentirme viva por cuanto sea que dure, sabiendo que me lastimará? ¿Tal vez este sea un buen primer paso? ¿De verdad no puedo ofrecerle a un hombre el cuento de hadas? ¿Ven cuán confundida estoy?

48

Re-leo mi entrada antes de presionar “publicar”. Siempre me pone nerviosa exponer mi corazón de esa manera, pero se siente bien, como soltárselo todo a tu mejor amiga comiendo helados. Extraño hacer eso con Meg, y realmente su consejo podría serme útil en este momento. Es obvio que Holt tiene algunos problemas con las mujeres. No tengo idea de cuáles, o por qué es de la forma que es. Fue en serio cuando dije que no lo arreglaría. Realmente no puedes arreglar o salvar a nadie. Si pudiera, lo haría. La cosa es: una vez tuve un verdadero amor. No me habría esforzado tanto en recomponerme solo para caer de nuevo en la oscuridad de alguien más. Y eso podría pasar fácilmente. La tristeza es contagiosa. Supongo que la felicidad también lo es. ¿Pero es mi recién encontrada seudo-felicidad suficiente como para sacar a Holt de su oscuridad, o me absorberá de nuevo en ese agujero negro en el que viví por tanto tiempo? El teléfono suena, y me estiro para agarrarlo, esperando que sea Meg. Ella tiende a saber cuándo la necesito. Espero que esta sea una de esas veces. ―Annalyse ―dice Holt―. Estoy en el trabajo, así que no tengo mucho tiempo, pero necesito dejar algunas cosas claras ―Está bien. ―Primero, también me gusta besarte. Se siente realmente, realmente bien besarte. Y segundo, no creas ni por un segundo que cualquier otra haría lo mismo. Han pasado cinco años ¿recuerdas? Tienes que ser tú. Santo cielo, el hombre que tiene pequeñas charlas como forma de vida simplemente lo leyó en línea. ¡Espera un minuto! ―¿Leíste mi entrada hoy? Silencio. ―¡Tuviste que haber leído mi entrada! ¿Cómo pudiste? ¿Cómo se supone que confíe en ti? Dijiste que solo leerías cuando te dijera que lo hicieras ―digo. ―Supongo que realmente lo jodí. ―¿Qué más leíste? ―pregunto. Mi voz tan baja que casi no se escucha. ―Jesucristo, ¿estás llorando? ―pregunta. ―Si. ―No voy a mentirle para hacerlo sentir mejor. Hay cosas en ese blog que no estoy preparada para que sepa todavía.

49

―No llores ―dice. ―¿Qué más leíste? ―Nada. ―Entonces, ¿por qué lo leíste hoy? ―pregunto. ―Quería saber qué estabas pensando en relación a lo que pasó anoche. ―Podrías haberme preguntado ―digo. ―Tienes razón. ―Maldición, claro que la tengo ―escupo, y cuelgo. ¡Escoge ser feliz, maldición! ¡Practica lo que predicas! Pero en su lugar, he estado molesta todo el día. Creyendo que la brisa fresca de la noche me haría bien, salgo y cuelgo mis pies en el muelle sobre el lago. Solo quiero algo de paz y quietud, pero Doug me ve, se deja caer a mi lado y comienza a conversar. Parece lo suficientemente agradable, pero mi mente está centrada en Holt. Estar molesta con él me parece más apropiado que reírme falsamente de las bromas de Doug. Sin embargo, me río de todas maneras. No me criaron en una cueva. Pero luego lo siento. Sí, siento a Holt, su intensidad. Me doy la vuelta, notándolo en el patio trasero. Es raro sentir a alguien antes de verlo o escucharlo, pero sabía que estaría allí. Y me siento un poco culpable. Probablemente parece que estoy coqueteando con Doug o provocándole celos a Holt de alguna manera, pero no. La verdad es, que preferiría estar sola. ¡Mierda! Solo te sientes culpable si la otra persona te importa. ¡Doble mierda! Ahora me importa el cretino sobrealimentado. ¿Cómo pasó eso? Y Holt tiene que saber que no hay ninguna competencia entre él y Doug, pero la forma en que está atravesando el patio me dice que Doug está por conseguir su culo pateado. ¿Y por qué? ¿Por hablar conmigo? ―Hola Holt ―comienza Doug―. ¿Ya cono…? ―Hola nena ―dice Holt, besándome en la cima de la cabeza. Mi mandíbula llega hasta el muelle. ¿Qué demonios fue eso? Me da una pequeña sonrisa, se sienta detrás de mí y me hala entre sus piernas, envolviendo sus brazos a mi alrededor. Luego le dispara una mirada a Doug como diciéndole que es mejor si se larga. Doug sacude su cabeza ligeramente. ―Supongo que ya se conocen.

50

No puedo decir si Doug piensa que su coqueteo ha terminado. Las mujeres deben caer rendidas a sus pies, pero yo no seré una de ellas. ―Halloween ―dice Holt, entrecruzando sus dedos con los míos―. No he dejado de pensar en ella desde entonces. ―Se acerca a mi cuello y susurra―: Eso es cierto. Giro mi rostro hacia el suyo, nuestros labios casi se tocan. Se supone que sea mala con él. No puedo perder eso de vista, pero justo ahora, la única cosa en mi mente es cómo se sienten sus labios cuando me besa. ―Supongo que hoy no conseguiré un paseo en tu Harley ―dice Doug. El cuerpo entero de Holt se tensa, y luego responde: ―¿Estuviste en esa cosa de nuevo hoy? Pensé que te había dicho… Salto de sus brazos, esa es la rabia que estaba buscando. Holt atrapa mi mano. ―Doug, ¿podrías darnos un minuto? ―Seguro ―dice, alejándose del muelle. ―No digas nada ―dice Holt suavemente―. Déjame arrastrarme primero. ―Sonrío un poco, a pesar de que trato de no hacerlo―. No debí haber leído tu entrada del blog. Lo sé. Fue un movimiento tonto, y lo lamento. Segundo, Doug no es un tipo con quien tener una relación. Así que aunque no quieras nada conmigo, por favor no dejes que él te lastime. ―Solo estábamos hablando. ―Tú solo estabas hablando. Doug estaba planeando la manera de follarte primero. ―¿Y qué? ¿Tú quieres ser el primero en follarme? ―No ―gruñe, halando mis caderas hacia las suyas―. Quiero ser el único hombre que te folle. Lo empujo lejos de mí, medio excitada, medio enfadada. Mi corazón golpea tan fuerte que sospecho que pueda escucharlo. ―No necesito que me protejas de Doug, o de las motocicletas o… ―Es peligroso ―Tienes que darme más que eso. Da un paso más cerca, arrastrando sus dedos por mi cabello.

51

―He perdido a mucha gente cercana a mí. No podría sobrevivir si perdiera a alguien más. ―También he perdido mucho. No me vez tratando de forrarte en papel de burbujas y encerrándote en una torre. Me atrapa en sus brazos. ―Esas son buenas ideas. ―Me río, mi cabeza cayendo en su hombro, y susurra―: Por favor, no corras riesgos innecesarios. ―¿A quién perdiste? ―No ―dice, su voz tan fuerte como el acero―. Tienes que estar bien conmigo sin hablar de ciertas cosas. ―Mi corazón salta. ¿Qué clase de relación involucra no compartir información ni honestidad?―. No seré bueno en eso. Te lo advierto con suficiente antelación. ―Creo que he tenido mucho de eso ―me quejo. Extiende su mano hacia mí, y miro su palma abierta, sabiendo que si la tomo, estaría abriéndole la oportunidad a un corazón roto. Le dije que no iba a salvarlo o arreglarlo y él dijo que había cosas que no iba a compartir. No me iba a dejar a entrar. Sé que dejar que alguien vea tu dolor es la forma más profunda de amor. Él no quiere eso, y no puedo obligarlo a hacerlo. Si tomo su mano, ¿estaría escogiendo felicidad o corazón roto? Mientras deslizo mi mano en la suya, no estoy segura. Damos unos pocos pasos antes de que me detenga. ―Espera ―digo, retirando mi mano de la suya. Algo simplemente no se siente bien. Sé que no está buscando una relación, pero necesito dejarle clara mi situación por mi propia paz mental―. Holt, ¿sabes que dije que no iba a arreglarte? ―Sí. ―Bien, hay partes de mí que tampoco pueden arreglarse. Necesito que lo sepas. Su cabeza asiente, y sé que está viendo las partes oscuras de mí, las partes que el fuego ennegreció. Es como si estuviera viendo a través de mí, pero no le diera miedo lo que ve. ―¿A eso es a lo que te refieres con lo de no poder ofrecer el cuento de hadas? ―Solo puedo asentir. Él busca en sus bolsillos y saca su teléfono, el cual no había notado que estaba vibrando―. Joder. ―Está bien ―digo. Sacude su cabeza y escribe una respuesta.

52

―Es del hospital. Tengo que irme, pero esto es más importante. ―Ve ―digo―. Puede ser más fácil para ti si lo lees, de todas maneras. ―No eres nada como pensé que serías ―dice―. La chica que odia las pequeñas pláticas y que retuerce mis bolas cada vez que puede es realmente callada, tímida y un ratón de biblioteca. ―¡Que puede conducir una Harley! ―me burlo. Sacude un poco su cabeza, sus manos buscando mi cintura. ―Y que es la mejor del mundo besando. ―¿De verdad? Se acerca, pasando sus dedos alrededor de mi boca. ―Lo único que hago es pensar en tus labios. Dios, son tan suaves y cálidos. Sabes, ¿como la piel de un bebé recién nacido? Así se sienten tus labios. Como si nadie más los hubiera tocado nunca. ―31 de octubre ―digo, luego me volteo y me alejo.

53

Blog La Sucia Verdad 31 de octubre Feliz quinto aniversario de bodas, Logan

Todavía te extraño cada día. Especialmente hoy, que debía haber sido nuestro quinto aniversario de matrimonio. Duele. Ni siquiera llegamos a tener un primer aniversario. Demonios, ni siquiera tuvimos un día. Pasamos menos de una hora como marido y mujer. Eso me molesta más que nada en estos días. Todavía puedo recordar la forma en que lucías en la limo mientras íbamos de la iglesia a la recepción. Todas las cosas que nos dijimos e hicimos en esos pocos minutos. Tus últimas palabras para mí. “Te amaré por el resto de mi vida”. Intento centrarme en esas cosas y no en el chirrido de los neumáticos, o la mirada de miedo en tus ojos mientras lanzabas tu cuerpo sobre el mío, protegiéndome. O los minutos que siguieron, sentada a un lado del camino con tu cabeza en mi regazo, y tu cuerpo a cinco metros de distancia. Mi hermoso vestido de novia hecho tirones y cubierto de rojo, de sangre. Algo irónico, dado que era la noche de Halloween. Odio este día. Todo mi dolor sale a la superficie. Lo estoy intentando, Logan. De verdad lo intento. Sin embargo te necesito. Necesito que me ayudes. Envíame una señal, o algo. Estoy intentando seguir adelante. Leí en algún lugar un cartel que decía “las cicatrices que no puedes ver son las más difíciles de sanar”. Dios sabe que es cierto.

54

Llorando, froto las crestas dentadas en mi estómago, las únicas cicatrices externas que me quedaron de ese horrible día. Nuestra limo fue golpeada a un costado por un camión de construcciones. El otro conductor no estaba ebrio. No fue culpa de nadie, fue un jodido accidente. La llanta del camión explotó, causando que el conductor perdiera el control. Nos golpeó con tanta fuerza que la limo giró por encima de la isla y en el tráfico. Logan fue lanzado fuera de la limo y se estrelló contra otro auto. Meg nos seguía hacia la recepción y lo vio todo, y pudo ser la única razón por la que no morí por el shock ese día. Ella reconoció las primeras señales: ansiedad, sed, confusión. Sostuvo mi mano y envolvió una manta a mi alrededor porque me negaba a dejar que nadie más me tocara. Me negaba a dejar a Logan. Sabía que esa sería la peor cosa que vería en toda su vida. A su niña sosteniendo la cabeza de su recién esposo a un lado de la carretera. Pero Meg pudo soportar el calor del más intenso de los fuegos, y se quedó conmigo. Nunca me dejó. Y hasta este día, nunca hemos hablado al respecto. Ella sabe que no puedo, ni siquiera con ella. Pero necesito que Holt conozca la clase de fuego en la que se está metiendo. Y aunque esa no es toda la historia, es suficiente. Es suficiente con que se dé cuenta de que Logan siempre estará en mi corazón, y que cualquier hombre que vaya a estar conmigo no puede asustarse por eso. Tiene que ser capaz de soportar el calor y no sentirse amenazado por mi amor por Logan, porque no se irá a ningún lado, nunca. Y Holt necesita saber que lo que me pasó ese día no puede ser arreglado por él ni por nadie más. Estoy tan arreglada como puedo. Mi teléfono suena, y contesto de inmediato. ―Lo leí ―dice Holt, y lo único que puedo hacer es sollozar―. Sé que no quieres hablar al respecto. ―Otro sollozo en respuesta―. Ven ―dice. Permanece en silencio por un largo rato, lo suficientemente largo como para que la mayoría de las personas comiencen a sentirse incómodos y traten de llenarlo con palabras estúpidas y carentes de significado. Pero él no. No está usando su pequeña plática usual, y sé que no ha colgado. Solo está sentado en el fuego conmigo. Tal vez sea un caminante en el fuego después de todo―. No tenemos que intentar arreglarnos el uno al otro. ―¿Entonces qué? ―pregunto. ―Déjame entrar, y te lo mostraré. ―Escucho un leve sonido en la parte trasera de la puerta. Vestida solo con una camiseta y bragas, camino con mi teléfono aún en mi oreja y abro la puerta. Sus ojos grises están tan oscuros que dan miedo. Aquí es donde él vive, en lugares oscuros. Y si vives en la oscuridad demasiado tiempo, se convierte en tu amiga―. ¿Dime qué quieres?

55

―Solo quiero sentirme bien ―digo, bajando el teléfono―. He llorado demasiado tiempo. Luego solo me volví insensible. Quiero sentir algo. Algo bueno. ―Puedo hacerte sentir bien ―dice y le doy un pequeño asentimiento. Da un paso dentro y cierra la puerta. ―Está bien. Entonces, regla número uno ―dice. ―Te gustan las reglas. Hace una mueca hacia mí. ―Una regla: solo nos haremos sentir bien, solo placer, no dolor, ni tristeza, ni ninguna insensibilidad. Nuestra única regla: placer. Toca mi barbilla y la inclina hacia arriba para mirarme a los ojos. Bajando mi cabeza un poco, tomo su pulgar en mi boca y chupo, mis ojos nunca dejan los suyos, una promesa de lo que vendrá. Si eso no es un sí, no sé de qué otra manera decírselo. ―Condón ―susurra. ―Tengo eso cubierto ―digo. Y dado que ninguno de los dos ha estado con nadie media década, supongo que estamos sanos. No pierde un segundo, levantándome y empotrándome contra la pared. Ni siquiera se molesta en quitarme la ropa. Solo se desabotona y se abre la cremallera, corre mis bragas hacia un lado y choca contra mí. No puedo evitarlo, lloro. Él toma mi barbilla de nuevo y fija sus ojos con los míos. Luego, lentamente comienza a deslizarse dentro y fuera. Casi había olvidado cuán bueno era el sexo. Mi cuerpo claramente lo extrañaba. Y él me sostiene allí mientras lo hacemos. Es la cosa más ardiente que he experimentado jamás. Nuestra batalla de lenguas, sus caderas chocando contra mí, rápido y duro. Mis manos clavadas en su espalda, arrugando su camiseta. Y maldición si ya no me siento a punto de entrar en combustión. Bajando el ritmo, susurra otra orden. ―Todavía no. No quiero que acabes todavía. ―Por favor ―ruego, sabiendo que sueno necesitada, pero en verdad no me importa. Ha pasado tanto tiempo desde que me sentí así de bien. Mis manos y piernas están moviéndose como si estuviera tratando de escalar a este hombre. No tengo ni idea de cómo está sosteniéndome. Y no quiero que termine, pero tengo tantas ganas de correrme. ―Está bien, nena. Dámelo. No lo aguantes ―dice, metiéndose otra vez en mí. Grito su nombre, mis uñas se entierran en su camiseta, sorprendida de cuán rápido me llevó allí. O ese hombre es un dios, o mi cuerpo estaba hambriento de

56

sexo. ¿Tal vez ambos? Mis ojos se abren lentamente. Sus ojos son suaves, buscando en mí, mientras sus dedos acarician mi mejilla, retirando una lágrima. Acabo de ser follada como a nadie le importa y estoy llorando. Llorando porque él no es Logan, llorando porque no pensé en Logan ni una vez. Llorando porque Logan ya no es el único hombre en mi vida. ―Lo siento ―susurro―. Es solo… ―¡Shhh! ―dice con ternura―. Lo sé. Es lo último que estás dejando ir. Mi pecho se contrae. Dios, en verdad lo entiende. Intento sonreír, obligar a mis lágrimas a permanecer dentro, pero comienzan a caer, y casi en pánico, lo halo hacia mí. ―No te vayas. ―No contigo llorando ―dice. Secando mi rostro, me aprieto a su alrededor. ―Sé lo que quiero. ―¿Qué quieres? ―Placer ―gimo, apretando mi agarre a su alrededor. Me hala hacia él y lo abrazo con fuerza mientras me lleva hasta la habitación. Lo siento deslizarse mientras trata de bajarme a la cama. Debe sentir mi preocupación, o tal vez mis uñas clavándose en él fueron una gran pista, pero de cualquier forma, se detiene. ¡Genial, ahora soy oficialmente una adhesiva! Cuando su polla se desliza fuera de mí, siento que las lágrimas comienzan de nuevo. ¿Qué demonios pasa conmigo? Quiero decir, es una polla agradable y el orgasmo me voló la cabeza, pero no como para llorar. Pero no puedo evitarlo. Me pone emocional hacer el amor con otro hombre. Eso no significa el final de algo que solo compartí con Logan, y mejor lo disfruto, porque ¿qué clase de hombre va a regresar para repetir después de una reacción como esa? Él ni siquiera ha acabado todavía. Y en mi desastre emocional, no me doy cuenta de que está desvistiéndome. Y ahora solo me está mirando con esos hermosos ojos suyos. ¡Mierda, la cicatriz! Su atención está justo en la cresta dentada de mi abdomen. ―¿El accidente? ―pregunta. Asiento. No necesita más información que esa, especialmente justo ahora. Me arrastro bajo mis sábanas, y se desliza a mi lado. Las sábanas comienzan a caer e intento agarrarlas, hasta que me doy cuenta de que Holt las está halando fuera de mi cuerpo―. Necesito verte ―dice.

57

―Yo también ―digo, alcanzando la parte inferior de su camiseta. Él la sube un poco para ayudarme. Oh, dulce Jesús, el hombre está completamente marcado. Un abdomen dulce, pecaminoso, y grandes brazos. Supongo que se cansa de verme mirándolo y babeando porque se quita el pantalón. Y antes de que incluso pueda darle una buena mirada a su paquete, me hala hacia él, levantando mi pierna y enterrándose profundamente dentro de mí. Estamos sobre nuestro costado, mirándonos. Para mí, esa siempre ha sido la posición sexual más íntima: los ojos fijos en el otro, cada uno con una mano libre para explorar a la otra persona. Y justo está haciendo esta cosa con mi pezón que hace que mi cabeza dé vueltas. ―¿Te gusta? ―pregunta, bajando su cabeza para introducir mi pecho en su boca. Se retira ligeramente, viendo su polla moverse dentro y fuera de mí. ¿Por qué a los hombres les gusta ver?― ¿Te das cuenta de cuán malditamente sexy eres? ―Sus ojos dejan los míos―. Mira ―dice, su voz sonando como si me estuviera dando otra de sus órdenes. Pero esta vez no desobedezco. Hace más lento el ritmo, enterándose en mí despacio, asegurándose de que vea cada centímetro de él. Vernos moviéndonos juntos, así de conectados, provoca algo en mí. Hay cierto poder en esto. Encontrándome con él en cada empuje, mis músculos lo empujan más profundo. ―Joder, eso es tan bueno ―gruñe. Está bien, ahora me siento realmente poderosa. Su mano aprieta mi trasero, duro, forzándome a acercarme a él. Baja el ritmo de nuevo, sus ojos fijos en los míos, y coloca su dedo en mis labios. Manteniendo mis ojos en los suyos, halo su dedo a mi boca y succiono. Si está pensando en un trabajo oral justo ahora, tendrá que esperar. No creo que pueda hacer eso con mi humedad cubriéndolo todo. Llámame mojigata si quieres. Desliza su dedo fuera de mi boca y lo desliza justo entre las mejillas de mi trasero. Soy una virgen anal, así que eso es completamente nuevo para mí. ―Holt, nunca lo he hecho. ―Necesito todo de ti, Annalyse ―susurra, presionándolo contra mí. No me da tiempo a pensar en ello. Gracias a Dios, porque lo único que puedo sentir, oh maldición, es asombroso. Mi orgasmo me golpea, sintiendo mientras lo hala fuera de mí. Todo mi cuerpo se eriza. ―Joder, Anna… ―Me hala hacia él, enterrándose mientras su orgasmo erupciona.

58

Y esta vez, no hay lágrimas. Levanta su cabeza, me besa con delicadeza y sonríe, una sonrisa real de las que casi nunca salen a la luz. En vez de descansar en el brillo de los orgasmos múltiples, la ansiedad se apodera de mí. Sin mucho pensamiento, dejo salir. ―¿Soy de uno y ya? ―Al menos que hubiese contado mal, te corriste dos veces ―bromea, pero cae plano como un pancake. Su cabeza se inclina, sus dedos alcanzan mi mejilla―. No escatimes, ¿una, dos, diez veces? Nunca será suficiente. Dándole mi corazón en una bandeja de plata, me estoy enamorando, pero ¿qué esperabas si dice cosas como esas? ―Entonces, ¿te vas a quedar? ―Si quieres que me quede ―dice. Desearía que él hubiese dicho que quería quedarse, pero de pronto estoy pensando demasiado. Tiendo a hacer eso. Le doy un pequeño asentimiento. ―Bien, pero necesito ir a mi casa por un minuto. Dudo por un minuto. ―Está bien. ―Y siento que el peso de la cama se aligera mientras él se está levantando. Había olvidado cuán cansada quedo tras el sexo. Es bueno, estoy cansada. No puedo analizar lo que acaba de pasar, cómo me siento al respecto. Pero puedo dormirme, la cama se siente fría de pronto, sola. Halo los cobertores sobre mí, un pobre sustituto de estar envuelta en los brazos de un hombre. Con suerte, Holt regresará en un minuto y podremos acurrucarnos. ―Oye, regresé ―susurra en mi oído. Retiro el cobertor. ―Bien, ven a la cama. Levanta mi barbilla hacia él y pregunta: ―¿Te has levantado desde que me fui? ―No ―digo―, estoy dormida. Me da una pequeña sonrisa. ―Necesitas levantarte y hacer pis. ―No tengo que hacer pis. ―Sí, sí tienes.

59

―No, no tengo. ―Todas las mujeres tienen que hacer pis después del sexo ―dice. ―¿A qué escuela de medicina dijiste que habías ido? ―Duke. ―Bien, creo que no fue eso lo que te enseñaron, pero… Me levanta, caminando hacia el baño. ―Si no haces pis, tendrás una infección urinaria. ―¿Qué? ―pregunto. ―Una infección del tracto urinario. ―¡Sé lo que es una infección urinaria! Me sienta en el inodoro. ―Entonces, haz pis. ¿Acaba de ordenarme que orine? Se gira hacia la bañera. ―¿Oye? ―digo―, eso no es justo. ―¿Qué? ―dice, actuando inocente. ¿Acaso olvidó que acaba de poner su dedo dentro de mi trasero? Inocente… no tanto. ―Cretino ―murmuro―. Sabes que abrir el agua hace que todo el mundo tenga que orinar. Y se ríe con esa maravillosa risa suya y dice: ―Vamos, déjame lavarte. ―¿Lavarme? Se acerca a mi oído, su aliento haciéndome cosquillas. ―Hay más de una manera en la que te puedo dar placer.

60

7 Debería haberme vestido y salido, pero prefiero quedarme aquí y verla dormir. Es obvio que no está acostumbrada a compartir la cama, robándose los cobertores toda la noche, sus brazos y piernas extendidos por todo el lugar. Si eres parte de una pareja, tienes un lado en la cama. No Annalyse, ella duerme justo en el medio. Esto está bien para mí. Sus pies fríos encuentran mis piernas, y gime mi nombre. Todavía está dormida. No puede ser bueno para ella que sueñe conmigo. Me imagino que de soñar con cualquier hombre, sería con su esposo muerto. Cristo, sé en el fondo de mí que esto no es bueno, pero estoy sonriendo abiertamente de todas maneras. Tiene que ser por las endorfinas del sexo que te vuela los sesos. Traté de convencerme durante la mitad de la noche de que no había sido tan bueno. Que solo había sido porque no había tenido sexo en mucho tiempo. Esa teoría se fue por la ventana cuando se despertó unas horas más tarde y follamos otra vez. Tal vez el universo se había volteado y me había enviado una ninfómana, lo cual aparecía justo después de toda la mierda en mi vida. Pero tuve que recordarme que el sexo es lo que es. ¡Solo placer! Eso fue lo que dije. Esa fue mi regla. Entonces, ¿por qué todavía estoy aquí en esta cama?

―Tengo rondas ―susurra Holt, besando gentilmente mi cuello. Manteniendo los ojos cerrados, asiento. Siento que la cama baja mientras él gatea sobre mí―. Abre los ojos. ―Y a pesar de que lo susurra, suena como una orden. Necesitamos trabajar en su entrega. Odio abrir mis ojos temprano en la mañana, pero hoy la vista no está tan mal. Él se acerca a mí, sus manos van a mi mejilla. Es difícil describir la manera en que Holt me mira cuando está así. No es como si estuviera leyendo mi mente, sino leyendo mi alma, explorando la oscuridad, el nivel de calor de las llamas. No tengo que darle ninguna certeza o falsedad, ni

61

sonrisa diplomática; simplemente lo sabe y me sonríe―. ¿Podrías mantener la noche pasada fuera de tu blog? ―pregunta. No es una orden, ni una regla, simplemente una dulce petición. ―Seguro ―digo, pero continúa mirándome―. ¿Mi cabello está haciendo esa cosa loca en la que es plano de un lado y el otro lado está todo alborotado? Eso me hace ganar una sonrisa verdadera, y sus dedos peinan mi cabello. ―No, luces… ―su cabeza se sacude un poco―, no pensé que sería tan difícil dejarte después de anoche. ―Holt pequeñas charlas todavía debe estar dormido, porque esto es real, y grande, y me asusta―. Es difícil de describir ―dice, mirando a lo lejos, arrepintiéndose de esa pequeña apertura. La mañana después puede ser bastante incómoda, al menos eso es lo que había escuchado. Así que decido aligerar las cosas. ―Fue Orgasmobuloso. Su cabeza cae cerca de la mía, riendo. El sonido es tan maravilloso, y duradero. No lo reprime esta vez. Escucharlo reír en mi oído es tan asombroso como fue escuchar su orgasmo recorriéndolo anoche. ―Es perfecto ―dice, con un destello travieso en sus ojos―. Yo pensaba decir “mágico”. ―¡No se suponía que leyeras eso! Se carcajea. ―Creí que después de anoche, querrías enmendar ese post. Porque definitivamente debes tener una vagina mágica. Riendo, le doy una palmada en el trasero. ―Tú y tu varita mejor se van a trabajar. Un rápido beso en la frente, y todavía se está riendo cuando se va. Rodando, miro un vaso de agua y una banana en la mesita de noche. No es exactamente un desayuno en la cama, pero creo que puede contar. Normalmente cuando algo grande me pasa, escribo al respecto o llamo a Meg. Postearlo en el blog está fuera de la ecuación, y no estoy lista para compartirlo con Meg todavía. Mis ojos se fijan en el techo, y me giro hacia la persona que siempre ha estado allí para mí. Buenos días, Logan. Por Dios que espero que no estuvieses viendo anoche. Me pregunto qué pensarías de mí esta mañana.

62

Un profundo dolor se inicia en mi pecho. Me ocurre cada vez que hablo con Logan. Es casi como si él extendiera su mano y apretara mi corazón cuando digo algo que le molesta. Es injusto que lo diga. Sé que querías que fuera feliz. Sé que crees que te he guardado luto por mucho tiempo. El dolor se va. En verdad desearía que regresaras a mí. Dime que estoy en el camino correcto. Dime que estoy haciendo lo correcto. Prométeme que no voy a resultar herida de nuevo. Por primera vez desde que moriste, me siento viva. He viajado por todo el mundo, montado en las montañas rusas más rápidas del mundo, llegado a la cima de volcanes, buceado en la Gran Barrera de coral, ese agujero que me hizo sentir obnubilada por toda la belleza a mi alrededor. Pero anoche, en la casa de mi hermana en Little Rock, me desperté. Duele un poco despertar, ―mi cuerpo, mi corazón― después de años estando dormida, esperando. Dios, ¿qué estoy haciendo? Por años, he definido mi vida en dos partes: antes y después de ti. Y ahora, siento que comienza una nueva parte, y tú no eres parte de ella. ¿Eso está bien? De pronto, oigo a un perro ladrar enfrente de la casa, realmente ladrar. Me levanto para asegurarme de que todo está bien. Colocándome un pantalón de yoga y una camiseta, todavía me estoy sujetando el cabello en una coleta alta cuando abro la puerta de enfrente. No puedo sino echarme a reír. Ese perro bruto está mirando un árbol en mi jardín delantero, ladrando como un tonto. La mayoría de las hojas del árbol se han caído, y no hay nada allí: ni aves, ni ardillas. Por lo que puedo decir, le está ladrando a las hojas remanentes moviéndose con el viento. ―Lo siento. Lo lamento tanto ―dice una mujer. Levanto la vista hacia una mujer corriendo hacia mí. Lleva un bebé apoyado en su cadera, empujando a otro en un cochecito y una correa de perro colgando de su hombro―. Se soltó de la correa. Lo lamento mucho. Agarrando al perro ladrando por el collar, me reúno con ella en la calle. ―No hay problema, estaba despierta. Ella forcejea tratando de colocarle de nuevo la correa al perro. ―¿Te importaría? ―pregunta, sosteniendo hacia mí al bebé en su cadera―. Su nombre es Samuel. Sam, para acortarlo. ―Hola, Sam ―digo, hablando con él en mis brazos. Es uno de esos perfectos y regordetes pequeñines que se derriten en tus brazos―. ¿Cuántos años tienes? ―Tiene trece meses ―dice ella, logrando finalmente colocar la correa y luego señalar al coche―. Y este pequeñito tiene cuatro meses. Se llama Nicholas. Nic.

63

―Son hermosos ―digo ajustando el cuello en el abrigo de Sam―. Soy Annalyse, soy… ―La hermana de Meg, lo sé. Soy Rachel. He estado lidiando con venir a presentarme, pero… ―Señala con su mano sobre los niños y el perro. Sonrío. ―¿Solo tienes dos? ―¡Oh, Dios! ¡Sí! ―¿Quieres que te ayude a regresar a casa? ―Eso sería maravilloso ―dice mientras comenzamos a empujar el cochecito lentamente―. Nic tiene cólicos, y lo único que lo hace sentir mejor es salir, lo que significa que Sam también tiene que venir. Y el perro araña la puerta si salimos sin él. ―¿Cómo se llama el perro? ―Bestia ―dice riendo―. Al menos es como yo lo llamo cuando mi esposo no está cerca. Oficialmente su nombre es Cooper Loverbull ―Es adorable. ―Sí, babea, se tira pedos y estornuda tan fuerte que sacude la casa. Si Nic no está llorando por los cólicos, el perro está estornudando en mi oído. ―Ambas nos reímos un poco―. ¿Has conocido a alguien más que viva en el lago? ―pregunta. ―Creo. Tú y tu esposo son los últimos. ―¿Entonces has escuchado chismes de todos? ―pregunta, señalando una casa―. Carla y Judy harán cualquier cosa por cualquier persona. ―Sí, las conozco. Son muy dulces. Asiente, señalando otra casa. ―Allí es. Doug también es dulce, sin embargo, creo que un poco demasiado dulce. ―Entendido ―digo esperando que llegue a Holt, pero no lo hace. En su lugar, un incómodo silencio cae entre nosotras―. ¿Algo más que deba saber respecto a los vecinos? ―pregunto. Llegamos a su puerta delantera, hace entrar al perro y toma el bebé de mis brazos. ―Yo camino mucho con Nic para arriba y para abajo por esta calle ―dice―. Vi a Holt salir de tu casa esta mañana.

64

―Oh ―digo, sintiendo el calor llegar a mis mejillas―. Por favor… ―No te preocupes. No se lo contaré a todos los vecinos. ―¿Holt te vio? ―No lo creo. Él es un buen tipo, sabes ―dice, besando a sus bebés―. Él recibió a estos dos chicos. ―¿En serio? ¿No sientes extraño vivir en la misma calle de tu gineco-obstetra? ―Su compañera, la doctora Barbara, era quien se suponía recibiera a Sam, pero entré en labor un domingo, y Holt estaba de guardia. En realidad, pedí otro doctor, porque pensaba lo mismo, demasiado raro. Luego el latido cardíaco de Sam bajó. Era peligroso porque la falta de oxígeno podía causar daño cerebral. Te juro, Holt estuvo allí en menos de dos minutos. Ha sido mi doctor desde entonces. ―Vaya. Mira a sus hijitos. ―Mejor intento hacerlos dormir. ―Seguro, fue un placer conocerte ―digo―. Y si en algún momento necesitas compañía mientras los paseas, solo toca mi puerta. O envía a Cooper Loverbull a mi árbol, lo que sea que funcione. Se ríe. ―Te tomo la palabra. Paso el día trabajando en una pieza independiente, limpiando la casa y tratando de no obsesionarme con lo que sea que estoy haciendo con mi vida. Por primera vez desde que enterré a Logan, no tengo plan; ninguna ciudad a la que viajar, ninguna pieza que escribir, ninguna manera de mantener mi mente ocupada. Me dirijo al lugar que siempre me salva: los libros. Hay una librería local grandiosa en la zona alta de la ciudad a la que me encantaría ir. Solía venir aquí todo el tiempo cuando estaba creciendo. Es una de esas librerías clásicas de viejos vecindarios, llena de encanto. Es como si la tienda en sí tuviese su propia historia que contar. Generalmente me sumerjo en libros de viajes, investigando mi nueva asignación y escapando de mi realidad. Pero no hago eso el día de hoy. En su lugar, me encuentro merodeando la zona de romances. Sí, ¡romance! Típicamente evito cualquier cosa que tenga que ver con la materia. No leo romance, no veo películas románticas. No hago mucho más que conseguir una

65

revista Cosmopólitan, los artículos sobre tener el mejor orgasmo de tu vida son crueles. Claramente no estoy siendo guiada por mi cerebro el día de hoy. Paso un par de horas perdida en el mundo del “fueron felices para siempre”, donde reinan los penes y vaginas mágicas. Y jodidamente, me encuentro sonriendo. Sé mejor que nadie que ese vivieron felices para siempre no pasa, y aquí estoy, sonriéndole a las páginas, esperanzadamente. ¡Esto es malo! ¡Muy, muy malo! Holt no puede igualar esa esperanza. Mis ojos aterrizan en una placa, algunas veces, juro que Logan me está hablando. Grabada en una placa de madera, está una cita de Pearl S. Buck: “Su corazón se marchita si no responde a otro corazón”. Claramente, he pasado demasiado tiempo en la sección de romance. ¿Dónde está la sección de cinismo? No le estoy respondiendo al corazón de Holt, más bien es a su polla. Sí, esa es la parte a la que le estoy respondiendo. Recolecto los libros extendidos en mi mesa, los coloco de nuevo en la repisa, en orden. Está bien, soy realmente meticulosa respecto a los libros de otras personas. No con mis libros, pero sí con los libros de otras personas. Sé que todos mis compañeros adictos a los libros me matarían al saber esto, pero yo doblo mis páginas, sí, lo hago. También los subrayo, resalto, y escribo en los márgenes. Creo que soy de una minoría de amantes de libros que hacen esto, pero esto solo hace que los libros parezcan aún más amados. Los libros no están hechos para permanecer inmaculados en un estante. Están hechos para ser amados, apreciados. Sus palabras deberían seguirte a través de tu vida, y la vida es un desastre. Así que una mancha de café, o una página un poco desgarrada no es el fin del mundo. Simplemente significa que amas el libro lo suficiente que lo llevas contigo a través de tu vida, como un querido amigo. Está bien, no me aceches y me dispares. Así que tuve un buen día. Mientras doy un paso fuera en el patio, mi ritmo cardíaco se dispara. Quiero ver a Holt. Probablemente no debería estar tratando de verlo. Esa no es parte de nuestro arreglo, estoy segura. Pero no puedo evitarlo. ―Annalyse. ―Escucho a Judy llamándome―. Todo el mundo viene a ver el juego de Razorback. Acompáñanos. Carla hizo cupcakes. ―¿Debería llevar algo? ―le pregunto. Me dice que no. No me importa una mierda un juego de fútbol universitario. No tengo una camisa de los Razorback, mucho menos uno de esos tontos sombreros de puerco que todos están usando. Además, el equipo no es tan bueno; siempre parecen quedarse cortos. Pero no tiene nada que ver con eso. Felizmente, me les uno enfrente de su televisor exterior y veo que allí está Rachel con los niños, el perro y

66

encuentro a su esposo, Chad. Doug también está aquí, pero mantiene su distancia. Para el medio tiempo, estamos perdiendo. Lo cual explicaría por qué el pequeño Nic está llorando hasta desgarrar sus pulmones. Rachel luce tan cansada y continúa disculpándose con todos. ―Supongo que lo llevaré a casa ―dice ―Yo voy ―ofrece Chad. Ambos lucen como si no hubiesen dormido en años. Sé cómo se siente. ―¿Qué tal si lo llevo a dar un pequeño paseo? ―pregunto. ―Oh, no podemos… ―empieza Chad. ―Sí, podemos ―gimotea Rachel―. Aquí, tómalo. No puedo evitar sonreír mientras me pasa al bebé llorando con la cara roja. Está envuelto apretado y cómodo, así que lo acerco a mi pecho y camino hacia el agua, rebotándolo mientras avanzamos. He viajado por todo el mundo, y no importa en qué países he estado, hay un rebote universal que las madres de todo el mundo hacen cuando sus bebés están llorando. Es como si estuvieras caminando, pero los brazos están haciendo el rebote. Es un buen ejercicio para la parte alta de los brazos, y está empezando a funcionar un poco. Luego recuerdo una pequeña canción que Meg y yo solíamos cantar en la noche: “Ángeles mirando sobre mí, mi Señor”. Así que voy caminando, y rebotando, y cantando y estoy tan perdida en este pequeño bebé que no escucho la televisión, ni los vítores cuando anotamos un tanto, nada más que sus pequeñas respiraciones. Y luego esa conexión familiar con ojos grises mirándome me golpea. Me giro hacia sus ojos encontrando los míos a través del patio. Por alguna razón, estamos así de conectados. Cada uno de nosotros parece ser siempre capaz de detectar cuando el otro está alrededor. Es raro, pero esta vez Holt gira su cabeza, rompiendo nuestra conexión y desaparece dentro de su casa. Diciéndome que tengo que estar bien con eso, sigo rebotando al bebé. Pero la cosa es, que no estoy bien con eso. Incluso si esto entre nosotros es solo sexo, no quiero sentirme utilizada. Al menos podríamos ser agradables el uno con el otro. Ahora que el bebé se queda dormido, camino de regreso a la fiesta. Rachel y Chad creen que soy algo así como una encantadora de bebés, y les prometo enseñarles la cancioncita que le canté, pero creo que solo tuve suerte. Holt de repente aparece a mi lado, pero no se fija en mí. Carla le da la bienvenida con un plato de comida. Él los saluda a todos menos a mí, y comienza a hacer predicciones respecto a los resultados del juego con Chad y Doug. ¿Tal vez

67

Holt solo quería ese encuentro de una noche? ¿Tal vez el que hubiese llorado lo enloqueció? Inclino mi cabeza un poco, tratando de ocultar mi rostro, insegura respecto a de quién me estoy escondiendo exactamente. ―¿Estás bien? ―pregunta Holt tocando mi brazo. Levanto la mirada y escondo mi dolor. ―Por supuesto, ¿alguna razón para no estarlo? ―No quise ignorarte, solo… ―Sí, lo hiciste ―digo bajito―. Y creo saber por qué. ―Hay un grupo pequeño aquí ―susurra―. No quiero iniciar ningún rumor. ―Rachel te vio saliendo de mi casa esta mañana. Hiciste un gran espectáculo delante de Doug ayer. Todo el mundo ya lo sabe. Así que no seas un jodido idiota. Se inclina hacia mí, su aliento hace cosquillas en mi oído. ―Para ser un ratón de biblioteca, dices muchas palabrotas. ―¿Vas a ordenarme dejar de jurar? Sus ojos se bloquean con los míos. ―No, resulta que como que me gusta tu… ―Esto no va a funcionar ―le grito-susurro―. ¿Piensas que simplemente puedes ser todo atractivo y sexy, y que con eso voy olvidar cuán cretino has sido? ―¿Quieres tener una pequeña charla falsa ahora? ¡Está bien! ―dice, creando una pequeña distancia entre nosotros―. Entonces, Annalyse, ¿te gusta estar de vuelta viviendo en Little Rock? ¡Cretino! Sabe que odio ese tipo de charla estúpida. ―Oh, sabes. Es mejor que una infección urinaria o una prueba de Papanicolaou. Comienza a reírse, y justo así, se rompe el hielo, y me trata justo como cualquiera de los otros vecinos el resto de la noche. Mi corazón salta, no soy como los otros vecinos, a menos que los haya follado a todos. Sé que Carla y Judy no se mueven de esa manera. Me giña un ojo desde el otro lado del patio, y en silencio me insto a dejar de pensar demasiado las cosas. Nos prometimos solo placer, nada más. Esa puede ser la mayor mentira que me haya dicho en la vida.

68

Después de que Razorback perdiera brutalmente en el tercer tiempo extra, los casi homicidas vecinos se disipan, Holt y yo caminamos a nuestras casas. Protegidos por la oscuridad, sus labios aterrizan en los míos. ―Eso fue más difícil de lo que pensé. Toda la noche quise besarte. Ven a mi casa ―dice, dándole a mi trasero una pequeña palmada. ―¿Es una orden o me estás invitando? Besa suavemente mi frente. ―Te estoy invitando. Tomando mi mano, me guía a su casa. Es de ladrillos como todas las demás casas en la zona, y toda la parte trasera es prácticamente de ventanas, pero su casa es probablemente la más pequeña de todas las casas en el lago. Y mientras paso a su patio trasero, sé que probablemente también es la más limpia. No hay manera de que aquí viva un hombre soltero. Todo está impecable, brillante, ordenado, ¡imagínate! Apuesto a que ni siquiera tiene un cajón de basura. Esto confirma lo que había pensado desde el principio: definitivamente es del tipo de hombre maestrodel-universo, fuerte, siempre controlado, mandón como el infierno. Permanezco congelada en su puerta trasera, observando la cocina comedor y salón de concepto abierto. Quitándome los zapatos, los coloco cerca de la puerta. ―¿Cuánto tiempo has estado viviendo aquí? ―Más o menos un año ―dice, tomando mi mano y guiándome dentro. Me lleva más allá de las fotografías en la consola de mesa que estoy tratando de espiar. Tomo una foto―. Esos son mis hermanos menores gemelos. ―¿Tienes hermanos gemelos? ―pregunto, colocando el marco en su lugar. Sonriendo, mueve el marco un poco y me dice que estudian en Fayetteville y que están en su último año de universidad. Holt es casi diez años mayor que ellos―. ¿Cómo se llaman? ―Ethan y Eli. ―¿Los ves con frecuencia? ―pregunto, pasando mi mano por el respaldo de su sofá, levantando el borde de una manta tejida solo un poco. ―Trato. Voy a los juegos de fútbol y esas cosas. Ellos pasan aquí muchos días de vacaciones. Este año irán a esquiar en las vacaciones de Acción de Gracias, así que no los veré hasta Navidad. ―¿Qué me dices de tu mamá y tu papá?

69

Noto que mi pregunta inocente toca alguna fibra. Siendo un producto del sistema de bienestar infantil, debería saber que no es una pregunta tan inocente. ―Mi mamá murió hace unos años. Cáncer. Acercándome a él, toco suavemente su mano. ―Ella es la razón por la que me convertí en ginecólogo. ―Me cuenta que su mamá desarrolló cáncer por primera vez cuando él estaba en la escuela secundaria, que fue cuando decidió convertirse en médico. Sus ojos caen, mientras me cuenta que más tarde el cáncer regresó, y en última instancia, el cáncer de ovario le quitó la vida. Señala otra fotografía, una en la que salen su mamá y su papá―. Ella siempre estaba fría. Se envolvía en esa bufanda todos los días. ―La esquina de su boca se curva un poco hacia arriba, toma mi mano y la frota entre las suyas, sabiendo que me parezco a su mamá en ese aspecto. ―Lamento lo de tu mamá. ―Era la mejor ―dice―. Y el amor de la vida de mi papá. Él murió apenas un mes después que mamá. Sin razón alguna. Estaba perfectamente sano. Simplemente no se levantó en la mañana. Lo encontraron en la cama, sosteniendo unas cuentas de rosario negras. Simplemente creo que no sabía cómo vivir sin mamá. Vaya, eso es desgarrador y romántico de una manera extraña y jodidamente enferma. ―¿Entonces, eres responsable de tus hermanos? ―Tenían dieciocho cuando ocurrió, así que no legalmente, pero… ―dice, sonriendo un poco―. Sí, lo soy. Conduciéndome hacia un pasillo, mis ojos captan la manta en el sofá, ahora doblada de nuevo. Sé que estuve jugando con el borde. Sé que no la dejé completamente acomodada. Debió arreglarla sin que yo lo supiera. Me muestra los dormitorios, ambos desocupados, y el baño de doble puerta que los conecta. Incluso su cuarto de lavandería está organizado e impecable. ―¿Tienes un ama de llaves? ―No, ¿por qué? ―Eres muy ordenado. ―Se encoge de hombros y abre la puerta de su dormitorio. Tiene una hermosa vista al lago desde su cama―. Vaya, ¿te despiertas así cada mañana? ―La vista esta mañana fue mejor ―susurra.

70

Está bien, tal vez soy una blanda, pero eso hizo que mi corazón hiciera un aleteo extraño en mi pecho. Y no cualquier aleteo, el peligroso aleteo de amor. Vamos, ya sabes cuál. Ese que pasa cuando de verdad te gusta un tipo. No lo he sentido en toda una vida, pero lo reconoces cuando te pasa. ¡Ignóralo! ―¿Qué hay por allí? ―El cuarto de seguridad ―dice―. Para los tornados y otras cosas. ¿La casa de tu hermana no tiene uno? ―No lo creo. ―Bueno, deberían. Nunca sabes cuando algo puede pasar. Este hombre realmente parece pensar que puede prepararse y prevenir que las tragedias sucedan. Antes de que pueda preguntarle, su celular vibra en su bolsillo. ―Es una paciente ―dice, deslizando la puerta y dejándome de pie en la perfección. Fisgoneo alrededor de su baño. Ni siquiera deja fuera su cepillo de dientes. Creo que sin duda su armario sería un desastre, pero no. Todas sus ropas cuelgan en la misma dirección, codificadas por color, y por temporada. Regreso a su baño y desarreglo un poco su toalla de mano. No puedo evitarlo. Pero no es suficiente. Muevo el rollo de papel higiénico para que cuelgue parte del papel. Espero que no sufra de TOC, porque mi comportamiento lo mataría, pero no puedo evitarlo. Me siento tan imperfecta aquí. Caminando hacia su closet, empujo la ropa para que no quede perfectamente alineada. No puedo cambiarlo todo, su cabeza explotaría. Luego camino de regreso a su habitación y me detengo ante su cama, apostando que debió tenderla como las camas del hospital. Muevo las almohadas, pero aún no parecen sostener vida. Intento desordenar las sábanas, pero están metidas bajo el colchón con demasiada fuerza. Frustrada, me lanzo en la cama y me muevo. ―No es exactamente como imaginé que lucirías en mi cama ―dice desde la puerta. ―Lo lamento, solo estaba… ―Desordenando mi cama ―dice, mirando su closet y baño―. Y el resto de mi casa. ―¿Te llamó una paciente? ―pregunto, pero mi voz es tan baja que apenas puedo escucharme―. ¿Tus pacientes tienen el número de tu celular? ―Algunos ―dice―. No le doy mi número a todas, pero esta mujer acaba de perder involuntariamente a su bebé. ―Eso es muy amable de tu parte.

71

―Es mi trabajo. Además, estoy de guardia de cualquier manera ―dice apoyándose en mi cuello, sus labios rozando mi piel. ―Así que no deberíamos comenzar nada que no podemos terminar ―digo, poniendo cara de falsa protesta. ¿Debería hacerlo esforzarse un poco? Supongo que realmente es demasiado tarde para eso. ―No hay peligro de que eso pase ―dice, presionándome hacia abajo sobre la cama. Retira mi cabello de mi hombro, se acerca a mi cuello y susurra―: Si te corres rápido, simplemente me das más tiempo para hacerte correr otra vez, y otra vez, y otra. Ese es un buen argumento. Su lengua hace un camino por todo mi cuello, y los músculos entre mis piernas se contraen. ―Siento eso ―dice presionándose contra mí. ―Holt ―gimo. Su teléfono vibra de nuevo. ―¡Joder! Rueda sobre su espalda, contestando la llamada y dando cortas y torpes respuestas. Cuando cuelga, me da una mirada de disculpa más profunda. ―¿Tienes que irte? ―pregunto. ―Sí. Mujer en trabajo de parto ―dice, apretando mi mejilla―. Dios, lamento tener que irme. ―Ese es el precio de tener citas con un doctor. Tan pronto como la palabra cita sale de mi boca, se congela. Pero no me corrige. Me quedo esperando que se vuelva loco cuando dice: ―Quédate. ―Pero podrías estar afuera por horas. ¿No es así? ―Tal vez ―dice rozando mi nariz con la suya―. Pero no hay nada que quiera más que gatear dentro de la cama a tu lado cuando regrese. Quédate. No hay absolutamente manera alguna de que me vaya ahora que Holt me pidió tan dulcemente que me quedara, pero han pasado horas. Al principio, se sintió extraño estar en su casa sola. No soy el tipo de chica que fisgonea. Desordenar su cama y su closet, absolutamente. Pero no voy revisando nada alrededor. Pero desde que me pidió que me quedara, me imaginé que él quería que me sintiera en casa. Así que tomé un pequeño refrigerio en la cocina, lo cual fue demasiado raro. Fue como

72

si supiera dónde estaba todo, solo que nunca antes había estado allí. Todo estaba colocado justo en el lugar perfecto, como si tuviera sentido que el colador estuviese bajo el fregadero. Tomé un baño en su impresionante ducha con todas esas boquillas de pulverización por todas partes. Luego escogí una de sus camisas manga larga que se sentía muy usada, sabes, cuando son cómodas y acogedoras, y me metí en la cama. No tengo idea de a qué hora llegó Holt a casa. Estaba oscuro, pero aún dormida, su presencia me despertó. La silueta oscura de su cuerpo enmarcado por la luz de la luna que venía desde el lago llenaba la habitación. Su espalda estaba hacia mí, y solo estaba mirando. Puedo decir que está sosteniendo algo, pero no puedo saber qué. ―Holt ―susurro. Sin darse la vuelta, me dice: ―Vuelve a dormirte. Su humor es más oscuro que anoche. Y a pesar de que el inverno no ha llegado oficialmente, hay un claro soplo frío en el aire. Bostezo y me inclino sobre mi codo. ―¿Todo bien en el hospital? Simplemente asiente, cierra las cortinas, levanta hacia su rostro lo que sea que está sosteniendo, y luego camina y lo coloca sobre la cómoda de su vestidor. La chica insegura dentro de mí levanta su horrible cabeza, y me pregunto si es la foto de una ex amante. Probablemente una mujer que rompió su corazón. La chica de la que hablamos en Halloween.

¿Qué demonios estoy haciendo? Trato de mantenerme alejado de ella y termino pidiéndole que se quede a dormir. Y se despertó en el peor momento. Prefiero que se despierte y me atrape masturbándome que me atrape abriendo esa gaveta, mi caja de Pandora personal. Espero que se atenga a la regla y no pregunte. ¿Tal vez haya una forma placentera de distraerla? Puedo ver las preguntas en sus ojos. Desnudo, me arrodillo en la cama, ayudándola a levantarse, su cuerpo presionado contra el mío, y saco su camisa por encima de su cabeza. No puedo evitar sonreír cuando descubro que es una de las

73

mías. Mis manos se deslizan por la curva de su cintura y bajo el algodón de su ropa interior, retirándola. Su mano acaricia suavemente mi mejilla, y como un cretino, retiro mi cabeza hacia atrás, su suave tacto lastimando las fuertes defensas que he construido. ¿Cómo es eso? ¿Cómo algo tan suave, tan dulce, puede ser mi perdición? Y maldición, la manera en que me mira. No puedo tenerla mirándome así justo ahora. En un movimiento, le doy la vuelta y levanto su trasero en el aire. Su aliento se atrapa. Maldición, algunas veces desearía ser uno de esos tipos que solo piensan en sí mismos durante el sexo, pero no soy así. El placer de Annalyse siempre será más importante que el mío propio, y ese es solo un pequeño maldito paso para que todas sus necesidades estén por encima de las mías. Estoy en una pendiente resbaladiza. Con la punta de mi polla, dibujo sus pliegues, sintiéndola abrirse, dejándome entrar. Recorro con mi dedo la curva de su espalda, su cuerpo rueda, su trasero presionando contra mí. Tiene el mejor culo del mundo, blanco puro, piel suave, firme, y suficiente que agarrar. ―Holt ―ruega suavemente. Es muy impaciente cuando se refiere a sus orgasmos. Es una grandiosa cualidad en una mujer, quiere lo que quiere y no pide disculpas por eso. Mientras me deslizo dentro de ella, suelta un gemido sin aliento. Es impresionante cuán bien conozco sus sonidos, su cuerpo, tan pronto. Sosteniendo sus caderas, me deslizo dentro y fuera, lentamente. Sonriendo, sé que va a amarlo y odiarlo al mismo tiempo. Le gusta correrse rápidamente. Es casi como si le asustara no contar con suficiente tiempo. Comienza a moverse rápido, queriendo que llegue más profundo, más duro. Soy incapaz de resistirme, incapaz de no darle exactamente lo que desea. Y cuando grita mi nombre, me corro detrás de ella. Mi cuerpo cubre al suyo mientras nos derrumbamos y colapsamos en nuestra resaca orgásmica. Retirando el cabello de su rostro, miro a sus ojos cerrados, perdiéndome de mirarla cuando se corre. ―Cada noche ―digo suavemente―. Te quiero en mi cama, desnuda, esperando. No abre sus ojos, pero una pequeña sonrisa cruza sus labios. ―Órdenes, órdenes. Beso su cuello, mordisqueo el lóbulo de su oreja. ―Dime que estarás aquí. Ella rueda, sus ojos encontrando los míos por primera vez. Un ápice de culpa se eleva en mi pecho, acabo de follarla para sentirme mejor, para olvidar. Y quiero hacerlo de nuevo.

74

Blog La Sucia Verdad 9 de noviembre ¿A quién amas?

¿Alguna vez te has hecho esa pregunta? Creo que se puede decir mucho sobre una persona en función de su respuesta. ¿Su lista es larga o corta? ¿Les tomará un rato responder? ¿Estará compuesta en su mayoría de familia y amigos? ¿O te has preguntado en qué lista estarías tú? ¿En qué lista de alguien más te gustaría estar, pero no estás? Amar a alguien que no te ama, sea un padre, hermano, amante, ¿cómo vives con eso? He leído que enamorarse es la cosa más peligrosa que jamás podrías hacer. Eso puede ser cierto. Porque no hay garantía de que te amen de vuelta. Amar a alguien es estar expuesto, rendirse, ceder el control. ¿Control? Qué mierda es. ¿Por qué nos engañamos pensando que tenemos control sobre algo en esta vida? Un billete de lotería y podemos ser millonarios, un conductor borracho y podríamos estar muertos, un hombre sexy de ojos grises y podríamos estar enamorados o en lujuria. Y amar a alguien es un juego de azar. ¿Entonces, tu lista es larga o corta? ¿Eres un gran apostador que toma sus oportunidades una y otra vez, o juegas las probabilidades, esperando que alguna vez puedas apostarlo todo, con la esperanza de la gran recompensa? Te voy a decir que la lista de las personas a las que he querido ha sido corta. Si estás en ella, entonces te amo con fuerza. Y cuando la vida te saca de mi lista, me duele aún más fuerte. Pero he aprendido que el corazón es flexible. Se rompe, se dobla, se salta latidos y truenos en el pecho, pero sigue adelante, esperando y con esperanza, y luchando. Así que para todos aquellos cuyo corazón está sufriendo... Recuerda, el corazón es flexible. Cuando piensas que nunca podrías sobrevivir a eso, amar a esa persona, o perdonar, allí es cuando tu corazón se voltea y se encoje. Podría ser peligroso, pero ¿quién no necesita un poco de peligro de vez en cuando?

75

8 Despertar con Holt es como despertar en medio de una película erótica. Se las arregló para desnudarme y hacerme humedecer antes de que siquiera abriera mis ojos. Mis brazos se hunden en su colchón mientras sujeta mis muñecas, el delicioso peso de su cuerpo presionándose contra el mío. Sé que dije que hacer el amor de lado es la cosa más íntima, pero hay algo sobre sentir el peso del cuerpo de un hombre sobre ti que hace que una mujer se sienta segura y cálida. Y me he despertado así todos los días de esta semana. Cada mañana, deja el desayuno sobre la mesa de noche, y cada noche, viene a mí si no estoy en su casa. Algunas veces me despierto con su cabeza entre mis piernas. Otras veces me despierto para encontrarlo en su buró, de mal humor. Esas son las noches en que azota mi trasero, me da vuelta, y se entierra profundo dentro de mí… lo suficientemente profundo como para olvidarse de lo que sea que lo atormenta. Estoy segura de que cree que no me doy cuenta de lo que hace, pero soy consciente de él. Y sé que piensa que está usándome… puedo ver la culpa en sus ojos. Y si me sintiera usada, lo detendría. Pero no es así. Nos hacemos sentir bien el uno al otro. No hay nada de malo en eso. Además, si de verdad estuviera usándome, llegaría al clímax y se iría. Pero él no es así. No podría vivir consigo mismo. Sé qué clase de hombre es, incluso si intenta ocultarlo. En cambio, me abraza el resto de la noche. Y no lo típico de pasar un brazo sobre la chica para tranquilizarla. No, envuelve ambos brazos alrededor de mí, con fuerza, con su cabeza enterrada en mi cabello. No estoy segura de que el hombre duerma alguna vez. Todavía debo despertarme antes que él. Y esta mañana no es diferente, mientras estoy sujetada debajo de él. Muevo mis muñecas, y él me libera. Su cabello oscuro es un desorden en esa forma perfecta. Odio a los chicos que se ponen toda clase de productos en su cabello. Holt simplemente parece verse siempre sexy sin siquiera intentarlo. Y tiene esa sombra de barba en su rostro que es muy sexy. Creo que ni siquiera sabe lo sexy que es. Rueda debajo de mí, la sabana lentamente deslizándose por mi cuerpo desnudo,

76

y por instinto, me muevo para cubrir la cicatriz en mi vientre. La brillante luz de la mañana por la rendija en la cortina parece un faro sobre esta. ―No odies tu cicatriz ―susurra. Alcanzando mis bragas, me las pongo y me levanto. Este no es un tema que quiera discutir, en especial cuando estoy desnuda y vulnerable. Dando un paso hacia el baño, Holt me alcanza, enganchando su dedo en mi tanga, halándome de regreso a él. Santo Dios, ese pequeño tirón en mis bragas me roza de la forma correcta, y él lo sabe. Sus cálidos labios aterrizan en la parte baja de mi espalda mientras sus manos acarician mi trasero. ―Eres una mujer muy fuerte, Annalyse. Tus cicatrices sólo son una señal de eso. ―Girando mi cabeza hacia él, sus ojos parecen suaves. Sus manos se deslizan de mi cadera hacia mi vientre, un lugar que nadie ha tocado. Agarro su mano. ―No. Me gira en sus brazos. ―¿Sabes qué es el tejido cicatrizado? ―Holt, no estoy de humor… ―El tejido cicatrizado es imposible de desaparecer, y es una perra difícil para atravesar. Es muy fuerte. Así que miro tu cicatriz y sé que eres alguien rudo. Puedo sonar tonta, pero que él crea que soy fuerte crea un cambio en mí. Creo que por lo general las personas me miran y piensan, “pobre viudita, Annalyse. Qué triste historia”. Pero no Holt. Me ve y ve fuerza. Sosteniendo su mirada, me quito mis bragas y lo acerco a mi boca. Nuestras lenguas, labios, nuestro mismo aire mezclándose en la mejor clase de fuego. Me sube sobre él y me mira completamente desnuda. Tiene visión completa de mí… incluyendo mi cicatriz. Pero es mis ojos lo que mira. Es mi maldita alma. Estoy respirando tan fuerte, que puedo ver mis pechos subiendo y bajando. Lo deslizo dentro, sin tomarme el tiempo para pensarlo… sin tomarme el tiempo para explorar su cuerpo aun sin descubrir. Sólo quiero sentirme bien, ¡ahora! Postergar la gratificación no es lo mío esta mañana. Él se sienta y se apoya contra el cabecero. ―Hazte venir. ―Sólo me toma esas palabras el darme cuenta que no puedo recordar la última vez que estuve arriba durante el sexo. La incertidumbre me hace desacelerar―. Mmmm ―gime.

77

Sus manos van a mis caderas, ayudándolo a levantarme y bajarme sobre su longitud. Es una poderosa sensación poner a un hombre de rodillas de esta forma. Su cuello se arquea, y se muerde el labio inferior. Lo quiero ver perder el control. ―Córrete, Holt. Sus ojos se abren, y tira mis caderas hacia él, deteniéndome. Me da vuelta, sus ojos quemando en mí. Al hombre sí que le gusta estar en control. Y por el momento, eso está perfectamente bien por mí. Supongo que de cualquier manera voy a ganar. Y tengo razón. Puede que no lo haga tener un orgasmo primero, pero recibo tres orgasmos por uno suyo, ¡así que lo tomo! Y más que eso, nos reímos y hablamos en la cama toda la mañana. Finalmente puedo pasar mis dedos por los bordes de sus músculos. Él besa mi frente, toma mis dos manos, y me alza. ―Vamos. No te he hecho el desayuno esta mañana. Alcanzo la sábana, riéndome. ―Estoy desnuda. Y toda la parte de atrás de tu casa tiene ventanas. ―Mierda, no podemos dejar que eso pase ―dice, buscando mi ropa alrededor. Apunto a la cima de su buró, donde la dejé perfectamente doblada. Ambos nos vestimos y vamos a la cocina. El viento está azotando afuera, un par de hojas giran en su patio y contra sus ventanas. Obviamente, el clima está cambiando y el otoño ha llegado. Pero la última cosa de la que quiero hablar es el clima. No lo habría hecho de todos modos, sabiendo que odio las charlas improductivas. Además, es bueno no tener que hablar con alguien. Además, la vista es asombrosa. Y no estoy hablando del lago, rodeando de los vibrantes colores de las hojas de otoño, creando un marco rojo, amarillo y naranja alrededor del agua. Estoy hablando de Holt. Incluso aunque está vestido con pantalón corto y una camiseta, cada uno de sus músculos se flexiona mientras se mueve. Las enfermeras babean por él. ¿Cómo es que el hombre no tuvo sexo en cinco años? Él es la razón por la que se inventó el sexo. Baja un plato de pancakes enfrente de mí y luego sale hacia su oficina. ―Debería registrarme en el servicio. ―Come primero ―digo. Rápidamente se deja caer de rodillas frente a mí, con su cabeza entre mis piernas, haciéndome estallar en risas. Él me sonríe, y mis dedos suavemente rozan la pequeña barba de su rostro.

78

―Desayuna conmigo ―susurro. Gruñe un poco. ―Eres difícil de resistir. ¿Lo soy? Mi estómago cae. ¿Qué va a pasar después del desayuno? Las otras mañanas que estuvimos juntos, tuvo que ir a trabajar. Eso hizo que la parte de despedirse fuera fácil, pero ahora es fin de semana. Ninguno de nosotros tiene ningún compromiso obligándonos a salir por la puerta. No debería quedarme. Los amigos con derecho no se quedan, ¿verdad? ―Puedo hacerte algo más ―dice Holt, viendo que no he tocado mi comida―. Supongo que debería haber preguntado qué querías. Sonrío porque no tiene ni idea de qué demonios hacer, tampoco. Cortando un gran trozo de pancake, mi apetito regresa. ―Amo todos los carbohidratos. Si alguna vez no me haces nada más, estaría bien. El pobre hombre luce tan aliviado. Es hora de tantear las aguas. ―¿Qué haces por lo general el fin de semana? Una ceja se levanta en mi dirección. ―Ese fue el peor intento de conversación trivial que he escuchado jamás ―dice, sonriendo. ―Tienes razón. ―Me río―. Estoy tratando de adivinar cuándo es el momento apropiado para irme. ―Cuando estés lista ―dice. Tomo un par de bocados más, no queriendo ser grosera, pero lo encuentro difícil de tragar. ―Entonces debería irme ―digo, tratando de ser un valiente soldadito. Esto es lo que acordamos. Tan rápido como puedo sin llamar la atención a lo enferma que me siento, voy a la puerta. De repente, sé por qué se llama el paseo de la vergüenza. De ninguna manera podría hacer esta caminata con la cabeza en alto. Y de verdad espero no ver a ningún vecino en el camino. ―Annalyse ―me llama Holt cuando tengo la mano en el pomo. Sus brazos se deslizan en mi cintura, y puedo sentir su corazón latiendo contra mi espalda. Me da vuelta en sus brazos e inclina mi barbilla hacia arriba―. No rompas nuestra regla. ―Yo… ―Te dije que no fingieras conmigo.

79

―¿Y qué si lo que me da placer no te da…? Me acerca con fuerza a él, su pene presionándose contra mí, y mi respiración se atora. ―¿Quieres irte? ―Sacudo un poco mi cabeza. Él sonríe y me dice―: Me gusta jugar tenis los fines de semanas. ¿Juegas? Salvada por la pequeña charla, digo: ―Un poco. Después de un rápido viaje a mi casa por un cambio de ropas, y él llamando a su oficina, Holt y yo vamos a los campos de la subdivisión de tenis, el cual queda al lado de la casa club. Él lleva un bolso con raquetas y pelotas, pero aun así toma mi mano mientras caminamos. Nunca antes sostuvo mi mano así. Claro, ha enlazado nuestros dedos durante el sexo, pero esto se siente como algo más, como algo que hacen los novios. Y tomó mi mano como si fuera la cosa más natural en el mundo. De verdad espero que mi palma no empiece a sudar. Hace viento y frío, lo cual estoy segura no ayudará en mi juego. No soy la chica más coordinada, incluso en un buen día. Holt toma un par de raquetas y pelotas de su bolsa y pregunta: ―¿Alguna vez has jugado? ―Una o dos veces. Conozco las reglas y eso. Tiene un brillo travieso en sus ojos y coquetea. ―Estoy seguro de que puedo enseñarte una o dos cosas. ―Sus manos se deslizan en las mías, mostrándome los diversos agarres, finalmente asentándose en un estilo más occidental, lo que sea que eso quiera decir―. Empecemos con el revés. Holt se hace detrás de mí, envolviendo su brazo alrededor de mí, sus manos sobre la mía en la raqueta. Inclina su cabeza en mi cuello, dándole un pequeño mordisco a mi lóbulo. Su voz baja a un susurro mientras tira mi brazo y la raqueta hacia atrás con su mano y lentamente lo mueve hacia adelante. ―Relájate, no te tensiones. Ahora intenta. ―Me suelta y da un pequeño paso atrás. Muevo la raqueta hacia atrás y la balanceo. ―¿Qué tal? ―pregunto, sonriendo sobre mi hombro. Colocando las manos en mis caderas, me da un suave apretón. ―Se ve bien desde aquí atrás. ―Moviendo mis caderas contra él, se ríe―. Sólo una cosa más. ―Se desliza bajo mi cuerpo, arrodillándose tras de mí, y pasa sus manos por mis piernas―. Debes doblar un poco las piernas ―dice.

80

¿Por qué todo lo que hace es excitante? ―¿Qué tal los derechos? Se toma su tiempo poniéndose de pie, admirando mi culo, luego coloca sus manos en mis caderas, halándome hacia él. Su pene se presiona contra mi trasero, mientras una de sus manos se desliza sobre la mía, mostrándome el movimiento de arriba abajo. A menos que quiera follar al hombre en el campo, mejor detengo esto. ―Creo que lo tengo. Sonriendo, Holt agarra un par de bolas y camina al otro lado de la malla. ―Empezaré despacio. Hacia adelante primero. Asiento y me agacho un poco en posición lista, raqueta al frente. Holt sólo sonríe ante mi seria postura, y lanza la primera bola. Me giro hacia un lado, me echo hacia atrás, y de alguna forma doy un perfecto golpe con un gran giro, aterrizando en la esquina superior, tiro cruzado. La cabeza de Holt se gira, siguiendo mi llamativo tiro. ―¡Mentirosa! ―Eso fue pura suerte. ―Me río―. Debes ser un muy buen maestro. ―Muy bien, veamos que tienes ―dice, rebotando la pelota, preparándose para sacar. Me preparo. No tengo idea de lo bueno que es, pero parece que puede jugar. Me pregunto qué tan duro puede lanzar. Por favor no me golpees en la cara, rezo en silencio. Pero no le daré la satisfacción de parecer asustada. ―No te contengas ―bromeo. ―Es imposible contigo ―coquetea en respuesta. Y antes de saber qué está pasando, la bala viene zumbando hacia mí―. 15 - 0 ―dice. ―Idiota. ―¿Qué fue eso, cariño? ―¡Idiota, cariño! ―grito con fuerza. ―Ese fue mi segundo servicio, pero desde que me llamaste de esa forma, ahora voy a poner esto en llamas. ―Estoy segura de que nada de lo que tengas es muy caliente para que lo maneje. ―Estalla en risas, justo en medio de su servicio, dándome la oportunidad de preparar mi raqueta a tiempo para hacer contacto. Desafortunadamente, mi respuesta al servicio vuela por el aire, pasa sobre su cabeza y golpea la cerca. Sé que

81

no está jugando como mejor lo hace, pero no importa. Gana ese juego sin que haga contacto de nuevo. Cruza de lado, y me pasa las pelotas mientras pasamos al lado del otro. ―Buena suerte, cariño. ―Estaré manejando tus pelotas en un minuto ―digo. ―Puedes manejar mis pelotas cuando quieras. Ruedo mis ojos mientras él me atrapa en sus manos, y de manera juguetona lo empujo. ―¡Presumido! Me hala hacia él de nuevo. ―Solo porque quiero impresionarte. Esa es la única razón perdonable para su arrogancia. Me levanto en las puntas de mis pies para besarlo suavemente. ―¿Eres uno de esos locos por el ejercicio que practican hasta en vacaciones? Porque si lo eres, podríamos tener un problema. Me atrapa en sus manos. ―El único ejercicio que estoy haciendo es contigo. ―Lo sé, ―digo riendo―. Meg me dejó su pase de gimnasio, y no he ido ni una sola vez. El Sexjercicio es mejor que cualquier gimnasio. Se ríe. Adoro hacerlo reír, incluso si se ríe de mí. Toma mis dos manos y comienza a frotarlas. ―Estás fría. ―Estoy bien. Quiero mantener… ―Su teléfono suena, y se retira un poco para contestarlo. Dándome una mirada de disculpa, escucha por un momento. ―Probablemente mastitis ―dice―. Pasaré a darle una mirada, solo dame unos segundos. Dile que estará bien. Cuelga, dándome un pequeño encogimiento de hombros. ―Necesito ir a revisar a Rachel. Comenzamos a dirigirnos de vuelta a su casa. Son solo un par de minutos a pie, pero toma mi mano de nuevo. Probablemente no debería notarlo, pero lo hago.

82

Cuando entramos, Holt guarda sus cosas de tenis y me da un beso rápido en los labios. ―Regresaré pronto. ―Creo que caminaré por el sendero alrededor del lago mientras no estés ―digo. ―El tiempo se está poniendo frío ―dice―. Quédate dentro, y encenderé la chimenea para ti. ―No me iré por mucho rato. ―digo y luego me burlo― Además, tú estarás jugando con las tetas de Rachel, de todas maneras. ―De verdad esperaba que no supieras qué es una mastitis. ―Está bien. Ve a apretar pechos ―digo, y me atrapa desde atrás, cada una de sus manos cubriendo mis pechos. Las aplasto juguetonamente mientras se ríe―. Sabes que solo me estoy burlando de ti, ¿cierto? No me molesta. ―Lo sé ―dice―. Gracias por entender. Espérame aquí. Luego desaparece para ser un inspector de pechos. Limpio un poco, sabiendo lo obsesivo que es, pero todavía no regresa. Así que decido salir y recorrer el sendero. Debo decir que me alegra no estar haciendo esto con Doug o incluso con Holt. Es agradable estar sola. He pasado la mayor parte de los últimos cinco años sola. Simplemente soy la clase de persona que necesita tiempo para mí. No estoy lejos de las casas, pero lo suficientemente lejos como para que el único sonido sea el crujido de las hojas bajo mis pies y los pensamientos en mi cabeza. Apenas he tenido tiempo para pensar. Por lo general, es durante la noche cuando me encuentro despierta y pensando… pensando demasiado. Pero ahora, mis noches se pasan envueltas en los brazos de Holt, soñolienta por compensar todo el sexo que perdí. Sigo el camino que conduce alrededor del lago, pero no llego muy lejos antes de que mi teléfono suene. Es Meg. Podría dejarlo pasar, pero no hemos tenido una conversación real desde que se fue. Tomando asiento en una roca junto al lago, le respondo. ―Me estoy muriendo de hambre ―grita Meg―. Nunca me dijiste que la comida aquí era tan simple. ¿Olvidaste que papá era cajún? ¡Necesito condimento! Empiezo a reírme. ―Te enviaré una lista de lugares fabulosos para comer. Lo prometo.

83

Nos ponemos al día durante la siguiente media hora. Meg hace la mayor parte de la conversación. Es agradable escuchar la voz de mi hermana. Es cómodo hablar así. Y ni siquiera consideramos una video llamada. Hablamos por teléfono mientras hacemos algunas cosas extrañas, sentadas en el inodoro, cambiando los tampones, limpiando. Lo juro, una vez Meg estaba teniendo sexo con Patrick y hablando conmigo. Ella dijo que sólo estaba dándole un trabajo manual y lo llamó multitarea. Hasta el día de hoy, no sé si hablaba en serio o no. ―¿Cómo va el blog? ―pregunta―. Realmente deseo que me dejes leerlo. Es demasiado personal para que Meg lo lea. Lloraría, lo sé. No quiero eso, así que le doy una breve actualización de lo que he estado haciendo, algunas piezas independientes en las que estoy trabajando. ―¿Doug te invito a salir? ―pregunta No va a dejar ir esto, así que digo: ―No, pero he estado pasando el rato con alguien. ―¿Pasar el rato? ¿Qué tienes, catorce? Se llama citas. A menos que, por supuesto, solo estés revolcándote. En ese caso sería un amigo con derechos. ¿Y cuál es? ―Ni uno ni otro ―le digo―. Quiero decir, no estamos saliendo, pero es más que sexo. ―Oh, santo infierno, dejé que se escapara. ―¡Sexo! ―Juro que gritó tan fuerte que probablemente hizo sonar el Big Ben―. ¿Has tenido sexo? ¿Con alguien más que no seas tú? ―¡No hago eso! ―No lo entiendo ―dice Meg―. Nunca lo he entendido. Patrick es genial y todo, pero todavía necesito… ―¡Cállate! ―grito―. No quiero escuchar eso. ―Bien, ¿entonces con quién estás follando pero no saliendo? Espero por casi un minuto o dos y susurro: ―Holt. ―¿Holt, como mi vecino sexy como el infierno, Holt? ―Sí. ―Bueno, demonios. Él tiene “sexy” en marcación rápida, pero no está realmente disponible. Quiero decir, él trabaja mucho y nunca sale. ―Correcto, no estamos saliendo ―digo.

84

―¿Tú… quien sólo ha estado con un hombre en toda su vida, simplemente estás follando? ―Ugh, sí, está bien. ¡Simplemente lo estoy follando! ―Oigo un chasquido y me giro. Holt está mirándome directamente, pero no puedo medir lo que piensa―. Meg, tengo que irme. No quito mis ojos de Holt mientras Meg habla por unos minutos. Está escupiendo una lista de reglas sobre amigos con derechos. Número uno: No quedarse a dormir, oops, ya rompí esa. Número dos: Sólo vernos cada dos semanas, oops, rompí esa también. Número tres: Nada parecido a una cita, como comer juntos, tres de tres. Antes de escuchar más formas en las que soy un fracaso como amiga con derecho, cuelgo. Holt va hacia mí en dos pasos, y ahora sé lo que veo en sus ojos. Está enojado, realmente enojado. ―Esa era Meg y… ―¿Pensé que estabas esperando en mi casa? ―pregunta, su voz dura. ¿Espera, que? ¿A él no le importa el comentario de follar? ¿Sólo que vine a caminar? ―Te habías ido un buen rato, así que salí. Libera una respiración profunda y toma mis manos, poniéndolas en su cuello. Casi quema. ¿Alguna vez pusiste tus manos frías bajo el agua caliente? Eso es lo que se siente, pica muchísimo. ―Tus manos están como el hielo ―dice, y me doy cuenta de que no está enojado, sólo preocupado. ¿Estaba preocupado por mí? Meto mi cuerpo en el suyo, clavando mi nariz en su camisa―. Te dije que se estaba poniendo más frío. ―Mantiene su brazo alrededor de mí, volviendo a la fila de casas. ―Entonces es mejor que me lleves adentro y me calientes. Lo llevo a la casa de Meg. Después de todo, se supone que debo estar cuidando la casa. Al menos debería pasar algún tiempo allí. Tan pronto como el aire caliente de la casa me golpea, me doy cuenta de lo realmente fría que estoy y me apresuro hacia la cocina. ―¿Café, té, chocolate caliente? ―pregunto, rebuscando en la despensa de Meg. ―No, gracias. Tomando las cajas de chocolate caliente y malvaviscos, rápidamente empiezo a hacer un poco. Normalmente me gustan las cosas caseras, pero instantáneo

85

funcionará muy bien. Tengo demasiado frío para preocuparme. Meto la taza en el microondas, levanto la mirada, y encuentro a Holt mirando algunas fotos en la estantería de Meg. Las sostiene para que vea. ―Esa soy yo con las coletas. Al padre de Meg le encantaba llevarnos a pescar ―digo, riendo. ―¿Eso en tus anzuelos son bolas de queso? ―pregunta, la idea de mí siendo niña lo hace sonreír. Asintiendo y sonriendo, le digo: ―Sí. Esa foto fue tomada justo antes de que Meg derramara el cubo de pececillos en el fondo del bote. Holt se ríe, colocándola de nuevo exactamente donde estaba. Saca algo más de la estantería de Meg. Parece a la cubierta de cuero del libro de recuerdos que Meg guarda con todos mis artículos. ―Meg guarda todo lo que he publicado ―digo, tomando mi taza y vertiendo algunos malvaviscos. Pero no responde. Cuando camino y miro con él, veo por qué. No era el libro de recuerdos. Colocando la taza, tomo el álbum de él, mi álbum de bodas. Nunca lo he visto. No sabía siquiera que lo tenía. Ni siquiera miré las pruebas de ese día. Meg debe haber hecho esto por su cuenta, pensando que algún día lo querría. Sumergida en los cojines del sofá, mis dedos pasan sobre el rostro sonriente de Logan. El hombre siempre sonreía. Incluso mientras dormía, tenía una pequeña sonrisa pícara. Reviso cada página desde el principio hasta el final, recordando cómo dormí tan pacíficamente la noche anterior. Lo que comí para el desayuno. Mi estómago salta recordando las mariposas en mi estómago cuando vi a Logan esperando en el altar por mí. Los recuerdos de cómo me sentía ese día son tan reales. Hay una imagen cercana de solo nuestras manos, su simple banda de oro, y mi anillo de bodas y anillo de compromiso. Mis anillos habían sido de su bisabuela. Después del accidente, decidí devolverlos a su familia. Su madre había protestado, pero era lo correcto. Doy vuelta la última página, la foto de nosotros entrando en esa maldita limusina. Ahí es donde la historia se detuvo para mí. Ahí es cuando mi vida se paró. Nada más después de eso fue importante. Hasta ahora. El peso cambia en el sofá, y me recuerda que no estoy sola. ―Ese es mi Logan ―susurro. ―Te veías hermosa ―dice―. Feliz.

86

―Lo estaba ―digo y sacudo la cabeza―. Estoy segura de que no quieres ver esto. Su mano cae sobre la mía. ―No te preocupes por mí ―dice. ―Estoy segura de que no quieres escuchar de Logan y yo ―le digo―. Debe ser extraño que veas fotos de mí con otro hombre. ―Un poco, pero él era una gran parte de tu vida, y es natural que hables de él a veces. Lo entiendo. ―No te sientes celoso o… ―Por favor, no te preocupes por eso ―dice Colocando el álbum al final de la mesa, no puedo creer lo perfectamente que está manejando esta situación. Es como si de alguna manera entendiera. Fue honesto respecto a que esto es extraño para él, pero entiende que Logan siempre será alguien de quien voy a hablar. El hecho de que no se sienta amenazado por eso es enorme para mí. No podría estar con alguien que no pudiera manejarlo. ―Enterré a mi esposo y luego me subí a un avión y no regresé excepto por visitas rápidas hasta este Halloween ―le digo. ―Entonces ¿qué hacías? ―pregunta. ―Tomé un trabajo independiente de escritura tras otro. Sobre todo cosas de viajes, así me mantuve en movimiento. ―Entonces, ¿qué te hizo volver? ―pregunta. ―Mi largo viaje ha terminado. ―¿Cómo sabes que se acabó? ―Porque puedo pensar en Logan y no llorar. Puedo recordar los momentos felices y sonreír. Sus ojos lucen vacíos, como si estuviera en un agujero negro y no tiene ni idea si logrará salir. Halándome hacia él, sus labios chocan contra los míos. En cuestión de segundos, nuestra ropa está fuera, estamos en el suelo, y él está enterrado profundamente dentro de mí. Hay algo desesperado en la forma en que se está moliendo contra mí. Como si follarme fuera lo único bueno que ha conocido en cinco años. ¿Soy yo su salida del fuego? Le dije que no podía ser eso. No soy lo suficientemente fuerte como para sacarme a mí misma. Muevo su rostro entre mis manos, y sus ojos se abren mientras

87

sus caderas disminuyen la velocidad. Ruedo encima de él, sus dedos cavando en mis caderas, duro. ―Elige la felicidad ―susurro. ―Muéstrame cómo ―dice suavemente. Me inclino y dejo mi cabello caer alrededor de su rostro. Y en ese momento, sé que mentí. Sé que haré cualquier cosa para tratar de arreglar a este hombre. Para tratar de mostrarle lo que he aprendido, incluso si las llamas me queman viva.

88

9 Pasamos todo el día otra vez juntos, terminando la noche en su casa con un largo y tranquilo baño en su bañera de gran tamaño. Holt usa su pie para girar la manilla del agua caliente, negándose a interrumpir mi cómoda posición en su pecho, con sus brazos envueltos alrededor de mí. Hay algo respecto a estar envuelta en los brazos del hombre adecuado que hace que tu corazón crea que todo es posible. Pero el corazón es un mentiroso, un cruel y vicioso mentiroso. Me hace sentir cosas que mi cabeza sabe que no debería. Holt me dijo que no podía amarme. Fue la primera cosa que me dijo, así que ¿por qué mi corazón me está diciendo que crea lo contrario? Abruptamente, me siento y me limpio el agua del rostro antes de cubrirme el pecho con las manos. Él simplemente se inclina y me frota suavemente la espalda. ―¿Frío? ―pregunta. Asiento y me pongo de pie, su mano corriendo por mi nalga mientras salgo de la bañera y alcanzo una toalla. Holt se levanta y me detiene, sus dedos rodeando mis caderas. ―Tienes moretones ―dice, haciendo que mire hacia abajo. Tiene razón. Un par de minúsculos moretones adornan mis caderas. Agarra ligeramente mis caderas, sus dedos alineándose con las marcas en mi piel. ―No duele ―digo acercándolo, pero él retrocede. ―Estás herida por mi culpa. No puedo explicarlo, pero puedo ver la oscuridad caer en cascada sobre él, como una tormenta que ves venir sobre el horizonte. Sus ojos se oscurecen; su cuerpo parece más pesado. El peso que lleva este hombre, sea lo que sea, es tan grande, incluso el aire de la habitación parece cambiar. Debería estar asustada, pero no lo estoy. Puedo verlo en sus ojos: el dolor, el arrepentimiento, la culpa. ―Sólo quiero protegerte ―dice, con voz baja.

89

―Holt, te diría si hubieras sido tan duro ―digo, acercándome a él y acariciando el rastrojo en su rostro. Sus ojos chispean, y cae de rodillas, besando cada magulladura suavemente. ―Creo que debo mostrarte lo bien que se siente ser gentil ―dice, levantándose y recogiéndome. Me lleva a la cama y me acuesta, besando mi cabello y susurrando―: Quiero que cada centímetro de tu cuerpo me recuerde. Recuerde el placer que te doy. ―Un pequeño gemido se escapa, y él ríe bajo en su garganta―. Te voy hacer esperar esta vez. ―No. ―Hago un puchero. Levanta la cabeza y me mira fijamente. ―Te gusta rápido y sucio, ¿no? ―pregunta. Antes de Holt, esperé cinco años para tener sexo de nuevo, así que mi cuerpo debe pensar que va a ser privado de sexo otra vez, porque tiene razón―. Dilo. Dime que te gusta. ―Rápido ―suplico―. ¡Necesito venirme ahora! ―Exigente. ―Me sonríe, sujetando mis brazos por encima de mi cabeza―. Soy el que da las órdenes, ¿recuerdas? Sorprendentemente, muestro mis dientes. Es como si fuera un animal salvaje en celo. ¿Sabes, el tipo que ves en Discovery Channel cuando el sexo parece una pelea? Él solo se inclina y besa la punta de mi nariz. Meneo mis caderas, oprimiéndome contra su longitud, con la esperanza de que pueda captar sólo el ángulo correcto para empujarlo dentro. Su punta se detiene en mi entrada... ¡Sí! Pero justo cuando empiezo a empujarlo, él levanta sus caderas. ―Chica mala. ―Luego él levanta sus ojos a los míos y dice―: Te lo dije, esta vez no será rápido y sucio. Esta es una dulce follada. ¿Dulce follada? Esas palabras no van juntas, pero algo en ellas hacen que mi cuerpo se relaje. Y Holt también lo siente, soltando mis muñecas, su lengua encontrando la mía y explorando lentamente mi boca. Esta es la forma en que me besó aquella primera noche en su patio, suave y dulcemente. Ya me está ganando. Definitivamente hay algo que decir respecto a un hombre paciente. ―Cristo, eres tan hermosa ―susurra entre besos. ―Holt ―digo, mi voz se quiebra. Es mucho más fácil tenerlo hablándome sucio que escucharlo decir cosas dulces. Charla sucia es igual a una follada, no a hacer el amor. Al menos, es más fácil engañarme a mí misma de eso. Supongo que cuando amas a alguien también haces charla sucia. Pero la charla dulce no sucede cuando es sólo sexo. Significa algo más.

90

Su cabeza baja hacia mi pecho, su lengua rodeando mi pezón, y entonces lo siento mucho más bajo, mis piernas apretándose juntas. Su mano va a mi otro pecho, ligeramente levantando el pezón mientras chupa, lame, y rodea al otro con su boca caliente. Una tensión se acumula en mis muslos, y una ola de calor destella sobre mi cuerpo. No sé cómo, pero sé que estoy cerca. Otra ola me invade, y digo algunas palabras sucias en mi cabeza. Él mantiene sus ojos fijos en los míos mientras se desliza hacia abajo por mi cuerpo. Claramente, no ha renunciado a tomarse su tiempo. Besa mis pliegues suavemente, como si estuviera besando mi rostro, y mis piernas se presionan juntas, pero él lleva mis muslos a sus hombros y corre ligeramente su lengua sobre mí. ―No te contengas ―dice―. Sabes que me encanta cuando hablas sucio. ―Sus ojos se cierran, y gime, enviando esta increíble vibración a través de mí. Está siendo tan gentil, tan lento. Me está haciendo perder la cabeza. ―¡Fóllame con tu lengua! ―Mis ojos se abren. Estas sucias palabras susurradas en mi cabeza han salido de mi boca. Sus ojos capturan los míos, y hace exactamente lo que pedí, deslizando su lengua dentro de mí. Ah, me gusta este juego. Pide y recibirás. Es caliente como el infierno ver su boca trabajar en mí, sintiéndolo besarme tan íntimamente. Separa mis piernas más abiertas para profundizar el beso. Siento que me contraigo alrededor de su lengua una y otra vez. Él me chupa, duro. Eso es exactamente lo que necesito. ¿Cómo lo sabía? Mi espalda se arquea, un destello de luz blanca derramándose sobre mí. Y antes de bajar de esa ola, él se desliza dentro de mí, enviándome enseguida arriba otra vez. La siguiente ola me destroza. Todo mi cuerpo se contrae, y luego cae débil. Mi cuerpo temblando, mis piernas se abren cuando el peso del cuerpo de Holt me empuja más profundo en el colchón. Envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, me empujo hacia él en un lento y suave beso mientras se desliza profundamente en mí. Sus manos acarician mi rostro, y nuestros ojos se miran fijamente. En este momento, nada nos puede tocar. El único fuego que sentimos es el del otro. La acumulación es lenta esta vez. Y cuando me vengo otra vez, Holt me sigue inmediatamente. ―¿Todavía te gusta rápido y sucio? ―se burla, acariciándome con su boca. ―Me gusta todo ―admito. Se echa a reír, y yo también. Me doy la vuelta y él me acerca―. Me encanta cuando te ríes ―digo. ―Mira quién es dulce de repente ―dice. Juguetonamente lo golpeo y luego me levanto. ―Voy a orinar para que no tengas que ordenármelo esta vez. ―No te vistas ―dice, sonriendo.

91

Poniendo los ojos en blanco, camino al baño. Supongo que quiere que me quede esta noche de nuevo ya que no voy a vestirme. Busco en su baño un peine, mi cabello es un desastre. Todavía está húmedo del baño, pero todo anudado y con un aspecto de locos por andar rodando en la cama. Típico de Holt, sus gavetas de baño son ordenadas con cosas alineadas perfectamente. Ser obsesivo como el infierno hace que sea fácil encontrar el peine. Terminó y camino hacia su dormitorio. Está de espaldas, y parado frente a su cómoda con una camisa y pantalón corto. El cajón superior está abierto, al igual que las otras noches. Creo que escucho su voz, pero no estoy segura de lo que está diciendo. ¿Hace esto todas las noches? Sintiendo que estoy invadiendo algún momento íntimo, doy un par de pasos hacia atrás, y el piso chirrea. Menea bruscamente su cabeza mientras su mano cierra el cajón. ―Te vestiste ―digo. ―¿Estás haciendo una pequeña charla ahora? ―pregunta. Sé que me está retando a preguntarle. Su voz suena casi amenazante, pero de una manera más defensiva que en modo de ataque. ―Tratando. Quita su mano, señalando hacia la cama, y ambos nos arrastramos a ella. Rueda hasta su lado y me tira hacia él, mi espalda contra su dorso. Nos quedamos allí en silencio durante unos minutos. ¿Alguna vez notaste cómo el silencio puede ser a veces imponente? No puedo soportarlo. ―¿Cómo se llama? ―preguntó. ―¿Quién? ―La mujer que hizo que te controles. ―Annalyse ―susurra. Me río y ruedo sobre mi espalda para poder verlo. ―¿Qué hay en el cajón? ―Se mueve para levantarse, y agarro su hombro―. Supongo que son fotos de una ex-novia o de otros recuerdos. ―Esto no es parte de nuestro acuerdo ―contraataca. Me cubro con el cobertor hasta la barbilla, sintiéndome de repente muy pequeña. ―Te mostré todas esas fotos de Logan. Sólo pensé que podría hacerte sentir mejor hablar…

92

―¿Necesito recordarte lo que estamos haciendo aquí? ―grita―. ¿No le dijiste a tu hermana que simplemente estamos follando? Eso es todo, ahora estoy enfadada. Vuelo fuera de la cama, buscando mi ropa. ―Sí, pero aquí está la cosa sobre ser el amigo con derechos de alguien, Holt. Obviamente tienes la follada clara, pero te estás perdiendo la parte de amigos de la ecuación. Pensé que al menos también éramos amigos. Me pongo la ropa. No puedo salir de aquí lo suficientemente rápido, pero cuando llego a la puerta, me doy cuenta de lo que acaba de suceder y vuelvo atrás. ―Sé lo que estás haciendo. ―Sus ojos se vuelven hacia mí y sé que tengo razón. Puedo ver el dolor en ellos―. Hice lo mismo durante mucho tiempo. Alguien empieza a acercarse demasiado y los empujas lejos de cualquier manera que puedas. Duele demasiado estar cerca de alguien otra vez. Es demasiado aterrador. Así que estás siendo un odioso bastardo para alejarme. ―Sus ojos parpadean, y sé que he llegado a él, pero no se mueve ni habla―. Felicitaciones, estás haciendo un gran trabajo en joder esto.

93

Blog La Sucia Verdad 11 de noviembre El peso de un hombre

Me encanta la sensación del cuerpo de un hombre encima de mí. Hay algo inexplicable al respecto. Es poder, protección, calor y amor todo al mismo tiempo. No hay otro sentimiento como ese en el mundo. Esa deliciosa sensación de él hundiéndose en ti. No, este post no se está convirtiendo en un artículo porno. Tengo un punto. Es una de las pocas veces que un hombre realmente te permite sentir su peso, e incluso entonces, no es todo, de lo contrario, te aplastaría. Pero por un tiempo, por un momento, sientes su pesadez. La mayoría de los hombres no comparten su peso, su pesadez, las cosas que cargan. Solamente durante el sexo te dejarán sentir el peso de sus cuerpos, pero no la carga que está realmente en sus hombros, en sus corazones. ¿Por qué? ¿Por qué nos pueden aplastar con cada gramo de su cuerpo, pero no compartir un gramo de su alma? ¿No saben que liberar algo de ese peso con nosotras les traería un tipo completamente diferente de placer? Un orgasmo emocional, si lo deseas, ese sentimiento de completo amor y conexión con otra persona. ¿Por qué nos pueden dar múltiples orgasmos físicos, pero son impotentes en el departamento de orgasmos emocionales? ¿Hacen una píldora para eso?

94

10 No todas las cosas en el universo giran en torno a las mujeres. Sólo porque tenga un pasado no significa que sea solamente por otra mujer. Y sé que eso fue lo que Annalyse pensó, no importa lo que dijese. Y entonces se fue corriendo y, como un completo idiota, me quedé allí en silencio. Estoy seguro que tendré que asumir la culpa por todo este desastre, a pesar de que fue ella quien se fue. Pero no importa quién hiciera qué. En este punto, lo único que importa es que se ha ido. Y la verdad del asunto es que mi vida gira en su mayoría en torno a las mujeres… en el trabajo, y Annalyse. ¿Cuándo se volvieron las mujeres tan complicadas? No siempre fue así. La secundaria, la universidad, fue mucho más fácil. Sí, me rompieron el corazón. Sí, rompí algunos corazones, pero siempre fue bastante rutinario. Incluso en la tortura e infierno de la residencia y la escuela de medicina, me las arreglé para mantener mis relaciones simples. Si eres honesto y no mientes a las mujeres, las cosas con el sexo opuesto tienden a funcionar mejor. Aun así, no es tan fácil abrirte. Mis antiguos colegas de residencia, Jason y Brent, no siempre mantuvieron el mismo código que yo. Brent hacía cualquier cosa por echar un polvo… decirle a una chica que la amaba, hacer promesas que no tenía intención de cumplir, mentir. Jason y yo éramos más honestos. No digo que nunca tuviera un polvo de una noche; lo tuve. Aunque no en mucho tiempo. Era del tipo al que le gustaba algo más regular. Mientras estaba en la escuela, sin embargo, no podía tener a la chica siendo toda pegajosa y queriendo tener bebés y casarse. Pero no importaba. Las mujeres y esos chicos fueron probablemente la única cosa que me mantuvo cuerdo durante toda la escuela de medicina y la residencia. Mientras que todos teníamos diferentes campos de estudio, todos terminamos quedándonos en Duke para la residencia: Brent en pediatría, Jason en anestesia. Cada uno teníamos una reputación en la escuela por estar a la cabeza con nuestras

95

actuaciones dentro y fuera de las clases, así que naturalmente nos convertimos en los mejores amigos. Hubo competencia amistosa en la escuela, pero nunca por mujeres. La escuela y las mujeres eran el centro de nuestro universo. Ni una sola vez permitimos que una mujer se metiera entre nosotros. Y eso no cambió hasta que Celeste apareció en nuestro tercer año de residencia. Todos sabíamos quién era antes de que pusiéramos los ojos sobre ella. No pasa a menudo que conocías a alguien que sacó un perfecto cuarenta y cinco en su prueba de admisión a la escuela de medicina, lucía como una modelo perfecta, logró entrar en una de las mejores escuelas de medicina, cuyos padres eran leyendas en Duke y que decía “a la mierda” a todo eso y se convertía en enfermera de maternidad. Era una rebelde y no soportaba nada de nuestra mierda. A pesar de que era unos años más joven, tenía nuestros números antes de que pusiera los ojos en nosotros. Supongo que nuestra reputación con las enfermeras nos precedía. No importaba. Ella y Brent se enamoraron a primera vista. Brent consiguió una mirada de ella y estuvo completamente ido. Ido de una manera que Jason y yo pensamos que rompía nuestra banda de hermanos. No habíamos visto mucho de Brent en semanas. Juro que los dos apenas salían para respirar. Mientras que Celeste trabajaba en mi planta del hospital, realmente no la conocía muy bien, razón por la cual me sorprendió cuando un día me detuvo en el hospital, apenas unas semanas después de que ella y Brent se juntaran. ―Hola, Holt ―dijo, atrapándome en el pasillo―. Quiero decir, doctor Miller. ―Está bien. Puedes llamarme por mi nombre. Sonrió. ―Creo que no debería. Al menos no aquí en el hospital. ―¿Necesitabas algo? ―Brent dijo que ustedes solían salir todos los jueves por la noche a algún bar. ―Seguramente no le dijo todo sobre esas noches de jueves―. Algo sobre llevar sus batas y usarlas para ligar con mujeres. ―Sonrió y alzó una ceja. Síp, supongo que le contó todo. Debía ser verdadero amor. ―Algo así ―dije, riendo. ―¿Limitaría su estilo si me uno? ―preguntó―. Brent extraña salir con ustedes. ¿Tal vez hacer un cuarteto? ―Su rostro inmediatamente se puso rojo brillante―. No… Me refiero…

96

Exploté en carcajadas. Debía realmente haber amado a Brent, queriendo asegurarse de que no perdería a sus amigos sólo porque estaban en una relación. Definitivamente no era el tipo de novia loca y excesivamente pegajosa, lo cual no funcionaba con ninguno de nosotros. ―Sé a lo que te referías ―dije―. Esta noche sería… ―Mi teléfono vibró en el bolsillo de mi bata de laboratorio, el número pertenecía a uno de mis hermanos gemelos. Sabían que no debían llamarme en mitad de las horas de trabajo. Pensé en no responder, pero algo dentro de mí sabía que algo pasaba. Levanté un dedo hacia Celeste, luego respondí a la voz frenética de Eli. Lo escuché, las palabras salieron como vómito, rápidas y duras y llenas de agonía. Y no estoy seguro de cómo lucía mi rostro, pero fue suficiente para que Celeste me tomara de la mano, llevándome a una habitación vacía y luego me dejara solo por privacidad. Pasé los siguientes quince minutos escuchando a Eli y mi otro hermano, Ethan, decirme que el cáncer de nuestra madre había vuelto, esta vez en sus ovarios, fase cuatro. Y supe exactamente lo que eso significaba, un índice de supervivencia de menos del veinte por ciento. Iba más que probablemente a perder a mi madre y no había una maldita cosa que pudiera hacer al respecto. Ninguna cantidad de estudio, largas noches o buenas notas iban a salvarla, y eso jodidamente dolía. Mi madre fue la razón por la que entré en obstetricia y ginecología. Estoy seguro de que un loquero diría eso, que en lo profundo de mi subconsciente, estaba esperando salvarla. Diablos, probablemente tendría razón. La había visto sufrir por el cáncer mientras estaba en la secundaria, perder ambos pechos, superar la quimioterapia. El cáncer es una perra, pero los tratamientos no son mucho mejor. Tiene que haber una mejor manera. La puerta de la habitación se abrió y Celeste entró con una taza de café. Uno pensaría que todos los estudiantes y residentes de medicina bebían café para resistir las largas horas, pero nunca lo hice. Aun así, fue un gesto dulce y lo tomé de ella. ―¿Hay algo que pueda hacer? ―preguntó. No estaba seguro de por qué lo hice, pero dije: ―Mi madre se muere. Rápidamente me abrazó. Esa fue una cosa que aprendí sobre ella realmente rápido. Celeste era una abrazadora. Te abrazaba cuando la hacías reír, cuando estaba feliz o triste. Simplemente era ese tipo de persona… dulce. ―Mi madre es todo sobre sus chicos… mi padre, mis hermanos y yo. Soy el único que no está allí. Debería estar allí para ella.

97

―Apuesto a que quiere que estés donde estás. Apuesto a que no querría que te agobiaras por ella. Sonreí. Tenía razón. A mi madre no le gustaría eso. ―Déjame llamar a Brent y Jason ―dijo. Negué. ―Estoy bien. Pero cuando aparecí en el bar esa noche, sabía que se lo había contado. No me importó. No era un gran secreto, pero como chicos, realmente no nos metíamos en nada demasiado profundo o emocional. Además, Brent se veía demasiado malditamente feliz con Celeste y no podía arruinar eso. ―Así que, ¿cómo funciona esto? ―preguntó Celeste―. ¿Las mujeres simplemente ven sus batas y caen al suelo con sus piernas abiertas? ―Casi ―dijo Jason con una risita, tan lleno de sí mismo. Pero tenía razón. Desarrollamos una técnica para ligar con mujeres. Entrar a un bar llevando batas, y bum, coño garantizado. ―A mi derecha en la barra. ¿Ven esa chica con el vestido rojo? ―preguntó Jason, y Celeste asintió, siendo muy discreta―. Voy a ir al pasillo que lleva al cuarto de baño. Me seguirá. ―¡De ninguna manera! ―dijo Celeste, aparentemente intrigada. Brent y yo asentimos. Reconocíamos a una mujer cachonda cuando la veíamos. ―Veinte dólares ―dijo Jason. ―Acepto ―dijo Celeste. Fue realmente demasiado fácil. Jason esbozó una sonrisa, tragó su bebida, luego caminó hacia el pasillo. Menos de un minuto después, la pequeña señorita Vestido Rojo se dirigía en ese camino. ―Maldición ―dijo Celeste lanzando veinte dólares sobre la mesa. Alcancé el billete para devolvérselo, pero empujó mi mano―. Pago mis deudas. ―Funciona cada vez ―comentó Brent, volviendo su gorra de béisbol en formación de lanzamiento. Ella entrecerró sus ojos en él, quitando la gorra de su cabeza. ―Tu gorra de la suerte, ¿eh? Brent llevaba esa maldita gorra a todos los exámenes. Solíamos burlarnos de que tenía las respuestas escritas en la visera. Obviamente, Celeste pensó que le daba

98

“suerte” de otras maneras también. Aun así, era divertido ver a mi amigo jugador establecerse. Supongo que la mujer correcta puede hacer eso por un chico. Celeste se volvió hacia mí. ―Entonces, ¿estás esperando a que el pasillo se quede libre? Riendo, negué. ―Holt se está reservando para la mujer correcta ―se burló Brent. Algunos jugadores no pueden ser asustados. Otros, sólo se asustan con un roce con el embarazo o una ETS. Otros, como Brent, encuentran una mejor razón. Y en última instancia, eso también era lo que yo quería. Sólo tenía que superar el último año y todo con mi mamá. Ahora no era momento de enamorarse, a pesar de cuán felices se veían Brent y Celeste. Celeste me dio un golpecito en el brazo. ―Bien, sólo tenemos que encontrarte la mujer correcta entonces. ―No dejes que su acto inocente te engañe, cariño ―dijo Brent―. Holt ha tenido su parte… Ella lo desdeñó. ―Qué tal Nina de… ―Jason la folló el mes pasado ―dijo Brent―. Nunca estamos con la misma mujer. Es nuestra regla. Ella le puso los ojos en blanco. ―Oh, está esa linda chica que trabaja en la tercera planta. ¿Cómo se llama? ―Amy ―respondí. ―Sí, ¿qué tal ella? ―Tampoco es una posibilidad ―dije, intentando no contar que Brent se acostó con ella el año pasado. ―Tina, que trabaja en el departamento de contabilidad. ―Negué―. ¿Hay alguna mujer de menos de cincuenta años que ustedes tres no hayan follado? ―preguntó. Justo entonces, Jason volvió pavoneándose, tomando su dinero de la mesa y recostándose en su silla, con una sonrisa arrogante en su rostro. Puto bastardo. No hay nada mejor que tener esa mirada, de haber sido satisfecho. Eso no es cierto. Era lo bastante viejo para saber que la mirada en los rostros de Celeste y Brent eran mejores.

99

―¿Y? ―inquirió Celeste. Él inclinó su cabeza. ―¡Terminé con ese coño! ―Mejor tranquilízate ―dijo ella, golpeándolo juguetonamente―. O no alcanzarás tu equinoccio sexual hasta que seas un miembro de AARP 5. Tenía que ser la mujer más genial en el planeta. ¿De qué otra manera puedes explicar que sepa que el equinoccio sexual es cuando tu edad coincide con el número de personas con las que te has acostado? Entonces echó un vistazo a Brent, moviendo su cabeza. ―Ni siquiera quiero saber. Eres muy afortunado de que no te haya cortado las pelotas mientras duermes. Todos estallamos en risas y, sólo así, Celeste se convirtió en una de nosotros, en una de mis mejores amigas. Estoy compartiendo esto porque no importa lo que Annalyse dijera, sé cómo ser amigo de una mujer y sé cómo follar a una mujer. ¿Pero tal vez tenía razón? Es con jugar ambos roles con lo que tengo el problema.

5

ARPP: organización estadounidense independiente sin ánimo de lucro, que atiende las necesidades e intereses de las personas mayores de 50 años.

100

11 Soy una escritora. Se supone que soy capaz de escribir mis emociones, describirlas con vivido detalle. Pero la única cosa con la que no puedo es con “Argh”. Parece que no puede abarcar la cantidad correcta de frustración, rabia y dolor que sentí con lo que sucedió con Holt hace un par de noches. Y no puedo quitarme la sensación. Por lo general cuando empiezo a sentirme mal, sé que es tiempo de saltar del barco, continuar, encontrar otra misión, mantenerme un paso delante de mis malditas emociones. No haré eso ahora. Me niego, y mi cuerpo está sufriendo por ello. Todo parece dolerme, mi cuerpo, mi pecho, mi corazón, mi cabeza. Y cada minuto que paso sin escuchar algo de él, mis síntomas empeoran. Pensé que seguramente me habría llamado para este momento o al menos me enviaría un maldito mensaje de texto o un correo. Pero nada, nothing, zilt. Ni siquiera un apestoso emoticón, no es que él sea del tipo de emoticones. No puedo imaginarme a Holt enviándome un guiño. Su “guiño” es mucho más grande que eso. Y déjenme decir, solo para que quede claro, que los hombres adultos no deberían usar emoticones. No es lindo, ni es sexy. Sé que los hombres suelen apestar en la comunicación, así que usarlos puede ser tentador. Por favor, se los ruego. No lo hagan. Pero ahora mismo, habría recibido una carita feliz de Holt. ¿Tal vez debería enviarle el temido emoticón del popó? Así que, sin llamadas, ni mensajes, y tampoco lo he visto. No ha salido a su patio o pasado tiempo con ninguno de los vecinos; lo cual es lo que hago hoy. Judy, Carla, Rachel y sus niños insistieron en que fuera al mercado de granjeros con ellos al centro. Aparentemente, van cada semana. Creo que sólo es una excusa para que Judy y Carla estén con los bebés. Hemos estado caminando alrededor desde hace una hora, y cada una ha estado cargando un bebé y no han mirado ni un pedazo de fruta. Rachel, sin embargo, no ha dejado de comer de todas las muestras. ―Vi a Holt ayer ―dice Rachel―. Se veía como la mierda. ¿Están peleados? ―¿Dónde lo viste? ―pregunto.

101

―Su oficina ―dice Rachel. ―¿Te sientes mejor? Estaba ahí cuando llamaste la semana pasada. ―¿Qué pasa? ―pregunta Carla a Rachel―. ¿Estás enferma? ―No, estoy bien ―dice Rachel―. Pensé que tenía un ducto mamario cerrado o algo, pero estoy bien. Nic no quería amantarse, y mis senos estaban adoloridos, así que sólo asumí que algo malo pasaba. ―¿Pero estás bien? ―pregunta Judy. De repente, lágrimas empiezan a fluir por las mejillas de Rachel. Rápidamente la rodeamos, porque eso es lo que las mujeres hacen. Nos congregamos. Meto la mano a mi bolso y le doy un pañuelo. ―Estoy bien ―dice―. Es sólo que, ¡estoy embarazada de nuevo! Holt dice que mi leche está secándose y probablemente sabe diferente, es por eso que Nic no se alimenta. ―Está sollozando entre palabras―. No puedo hacer esto. ¡Tendré tres bebés de menos de dos años! ―¿Qué dice Chad? ―pregunta Carla. ―Oh, ya saben. Está tan feliz. Dice que será una niña esta vez. Cree que es un semental. Lo juro, ¡nunca tendré sexo de nuevo! ―Es por eso que tengo sexo con mujeres ―dice Judy, sus labios en una fina línea. Abrazamos a Rachel con fuerza, prometiendo ayudarla con lo que podamos, diciendo lo buena mamá que es, y lo afortunados que son sus niños de tenerla. Se limpia el rostro y toma aire profundamente diciendo: ―Holt quiere que descanse. Dice que estoy presionando los límites de mi cuerpo. Me dio un sermón de que se necesitan dos años para que el cuerpo de una mujer se recupere de un embarazo. ―A él le gusta seguir las reglas ―digo, resoplando. Creo que he desarrollado una alergia a los hombres―. Pero sabes que estás en buenas manos con él. ―Lo amo. Le dijo a Chad que me contratara una ayudante doméstica, que necesitaba tomármelo con calma. Eso sí que es un buen OBSTETRA. ―¿Annalyse? ―Escucho mi nombre y busco de donde viene. Reconocería esa voz en cualquier parte. Suena igual que su hermano―. ¿Annalyse? ―Su brazo se mueve mientras se quita el casco de la moto.

102

―Denme un segundo ―digo, casi corriendo hacia él―. ¡Grant! ―Se baja de su moto justo a tiempo para atraparme, abrazándome con fuerza. Es casi como ser abrazada por Logan otra vez. ―Creí que eras tú ―dice, soltándome―. Pasaba en la moto, y sólo sucedió que miré. No sabía que estabas de regreso en la ciudad. ―Lo siento, Grant. Sólo… Le resta importancia con un movimiento de la mano. ―Lo entiendo. ¿Cómo estás? Su voz suena muy parecida a la de su hermano. Si mis ojos estuvieran cerrados, juraría que Logan está de pie frente a mí. Pero no se parecen en nada, gracias a Dios. No creo que pudiera manejar eso. Nos ponemos al día con lo que ha estado pasando, y le cuento que estoy en la ciudad por un tiempo cuidando la casa por Meg. ―¿Todavía tienes la vieja Harley de Logan? ―pregunta Grant. ―La saqué el otro día. ―Todavía no puedo creer que te dejara montarla. Nunca me dejó siquiera dar una vuelta. ―¿Por qué no vienes? Te dejare montarla ―digo. Sus ojos de hecho se ponen llorosos. Sé lo mucho que montar significaba para él y Logan. ―Me gustaría ver esa moto de nuevo. ―Cuando quieras. ―¿Annalyse? ―Judy me llama―. Rachel debe llevar a los niños a casa. Le doy la espalda a Grant. ―Supongo que debo irme. Voy a estar en casa el resto del día, si quieres ver la moto. ―Tengo una mejor idea ―dice―. Súbete. El único hombre con quien he montado alguna vez fue Logan. Montar con su hermano sería como montar con él de nuevo, y no puedo decir que no. Además, no me siento de lo mejor, y llegar a casa rápido a una cálida cama y pijamas suena perfecto para pasar el resto del día. ―Sólo déjame decirle a mis amigas.

103

¿Se supone que debes matar de hambre a la fiebre y alimentar un resfriado? ¿O viceversa? ¿A quién demonios le importa? Me siento como una mierda. Extraño que Holt me deje el desayuno en la mesa de noche. No tengo la energía para ir a la cocina por mi cuenta. Además, mis ganas de orinar son más grandes que el hambre o la sed. Llego a mitad de camino del baño antes de arrodillarme y arrastrarme el resto del camino. Mi cabello está empapado en sudor, y el cuarto da vueltas. Olvida orinar, sólo voy a recostarme en el frío suelo de baldosas del baño. Es la única cosa que se siente un poquito bien. Todo mi cuerpo duele. No tengo ni idea de qué horas es. Me acosté después de que Grant me dejó ayer. Mi teléfono suena. Sé que es Meg. Les dije que tenía un sexto sentido sobre mí. Aun así, no hay forma de que vaya a pararme del suelo para responder. En cambio, sólo cierro mis ojos y rezo para sentirme mejor cuando despierte. ¿Por qué está Meg gritando? Debo estar alucinando ahora porque sé que Meg está en Inglaterra. Pero suena demasiado enojada para que me la esté imaginando. Levanto mi cabeza ligeramente cuando la maquina contestadora suena. ¿Cuánto tiempo he estado en el suelo? Debo de llegar al teléfono y llamarla antes de que se suba en un avión de regreso casa. Muy bien, aquí vamos. Me apoyo en el inodoro, luego descanso mi mano en la tapa. Sé que es asqueroso, pero estoy haciendo lo mejor que puedo aquí. Después, logro ponerme de rodillas, medio parada. Puedes hacerlo, Annalyse. Sólo es pararse y caminar. Aferrándome a la pared, me pongo en pie y luego cierro los ojos tratando de detener el mareo… sólo un pequeño paso a la vez. Uso la pared, el lavabo, el aparador de la toalla, cualquier cosa que pueda ayudarme a sostenerme mientras tropiezo. No sé cuánto tiempo me toma, pero llego a la puerta y me inclino por un segundo para descansar, sin poder ver claramente. Todo está dándome vueltas, como si estuviera en las tazas de té de Disneyland. Mis pies empiezan a resbalarse debajo de mí. ―¡Mierda, Annalyse! ―Escucho a Holt decir antes de que todo se ponga negro. ¿Por qué está temblando mi cabeza? ¿Quién está haciendo eso? Abriendo mis ojos ligeramente, encuentro que Holt es el culpable. ―Joder ―dice. ―Estoy muy enferma para joder ―contesto.

104

―Ahí estás ―dice, llevándome a su pecho y besándome la frente―. Dios, estás ardiendo. ¿Tienes un termómetro? ―Solo me encojo de hombros. Me apoya contra la puerta y empieza a buscar frenéticamente en el baño. ―No es tan ordenado como el tuyo ―digo. ―Lo encontré. ―Inclina mi cabeza en su mano y la pasa de mi frente a mi sien―. Santo Dios, 40.2. ¿Te duele algo? ―Mmmm. ―Annalyse, bebé. ¿Cuáles son tus síntomas? ¿Tos, dolor de cabeza, dolor? ―Todo me duele ―digo. Se vuelve a levantar y busca de nuevo, luego me pasa dos pastillas y un poco de agua. ―Esto debería ayudar con la fiebre. Tragando las píldoras digo: ―Muy bien, puedes irte ahora. Me ignora y saca su teléfono, balbuceando una lista de cosas y la dirección de la casa de Meg. Luego abre la llave de la bañera y cuelga con una última orden. ―¡Rápido! ―Va por mí de nuevo y tira de mi camisa―. Vamos, bebé. Vamos a desvestirte. ―No ―digo, golpeando su mano―. No puedes volver a verme desnuda. ―Eres una cosita agresiva, ¿verdad? Apunto mi dedo a su rostro. ―¡Idiota! ―Lo sé ―dice―. Pero intento ayudarte. ―Me lastimaste ―digo. ―¿Es demasiado tarde para decir que lo siento? ―pregunta. ―¡Sólo me quieres meter a la cama de nuevo! Me ignora, otra vez. ―El agua templada ayudará con la fiebre y los dolores… ―Mi corazón es lo que más duele ―digo. Exhala y entonces me levanta y baja en la bañera. Al menos todavía tengo mi ropa puesta. Anoten un punto para mí. Mis hombros empiezan a temblar y lágrimas

105

a bajar por mi rostro. Me siento tan horrible, no quiero que sea amable conmigo. Cualquiera menos él. Limpia mi rostro con su mano. ―¡Shhh! Voy a cuidarte, ¿está bien? Haré que te sientas mejor. ―Se quita sus zapatos y sube a la bañera completamente vestido y me envuelve en sus brazos. ―¿Y qué hay de mi corazón? ―Sollozo. ―Haré que también se sienta mejor. Aferrándome a su camiseta mojada, sólo lloro. No hay nada más que hacer. Y él sólo me sostiene con fuerza. Tal vez es la enfermedad o tal vez es algo más, pero mis pensamientos y sentimientos están por todas partes. Ningún hombre ha cuidado de mí en años, y ahora es alguien aparte de Logan. Aun así, se siente bien tener a Holt aquí, incluso aunque me lastima. Dios, es demasiado para analizar ahora. No estoy segura de cuánto nos quedamos ahí, mis ojos se cierran varias veces mientras me quedo dormida. Pero debe haber pasado mucho tiempo porque el agua se ha enfriado. ―¿Cómo sabías que estaba enferma? ―pregunto. ―No lo sabía ―dice―. Meg me llamó. Dijo que no estabas respondiendo, y estaba preocupada. ―Pone sus labios en mi piel de nuevo―. Ya te sientes un poco más fría. Vamos a secarte y a meterte a la cama. No quieres pescar una neumonía. Salé primero y se quita su ropa mojada, atando una toalla alrededor de su cintura. Incluso en mi estado de enfermedad, puedo apreciar lo completamente delicioso que es. Me ayuda a levantarme y a quitarme la ropa. Y no tengo la energía para discutir con él esta vez. Me ayuda a ponerme un pijama limpio y me mete en la cama. ―¿Dónde está el armario de Patrick? ―pregunta―. Debo tomar prestada algo de ropa. ―Puedes ir a casa ―digo―. Sólo voy a dormir. ―No hay ni una oportunidad en el infierno de que te vaya a dejar ―dice, su voz con ese tono mandón de siempre. El timbre suena―. Es mi enfermera. ¿Ahora, donde está el armario de Patrick? No quiero atender la puerta así. ―Al final del pasillo, primera puerta a la derecha. ―Sólo un segundo ―grita a la puerta antes de correr por el pasillo. Cierro mis ojos por un segundo, sabiendo que estaré bien ahora. Tengo a un doctor cuidando de mí, incluso si todavía estoy enojada con él.

106

Lo escucho atender la puerta. ―¿Trajiste todo? ―pregunta Holt. ―Sí, doctor Miller. ―Escucho la voz familiar de su enfermera responder. Siento algo pegarse a mi oído y abro mis ojos. Holt tiene su mano en mi mejilla, revisando mi temperatura. ―Mierda, todavía está en 40. Hora de ir a urgencias, bebé. ―No hospitales ―digo. ―Tenemos que… ―No recibo ordenes de ti ahora. ―Nunca lo hiciste ―dice, riéndose―. Pero tu fiebre es muy alta. ―Por favor, Holt. La última vez que estuve en un hospital fue después de Logan. Exhala y mira a la enfermera. ―¿Trajiste el kit de muestras para el resfriado? ―Asiente y le pasa algo que parece como un copito extra largo―. ¿Tienes la vacuna contra la gripe? ―me pregunta. ―No. ¿Crees que es una gripe? ―Probablemente, ahora abre ―dice, suavemente frotando el hisopo dentro de mi mejilla y luego pasándoselo a la enfermera―. Muy bien, vamos a colocarte líquidos por intravenosa y comenzaremos con medicinas antivirales. ―Se hace a un lado, y la enfermera se acerca, sacando cosas de su bolso y sacando un aparador para intravenosa que trajo la enfermera. ―No me gustan las agujas. ―Debemos mantenerte hidratada. Los fluidos ayudarán a bajar la fiebre y te ayudarán a sentir mejor ―dice él. La enfermera empieza a limpiar mi piel con alcohol y cuelga los líquidos. Sus gigantes manos de futbolista destellan en mi mente. ―¡Espera! Holt, quiero que lo hagas tú. Toma asiento en la cama a mi lado, con su brazo en mi regazo. ―No he puesto una intravenosa desde la escuela de medicina. Confía en mí, no quieres que lo haga. ―¡Auch! ―grito, mi cuerpo se sacude ligeramente por la aguja.

107

―Todo listo, cariño ―dice la enfermera luego pega con cinta la intravenosa en mi brazo. ―Hazme saber tan pronto como tengas los resultados del hisopo ―le dice Holt. ―¿No viene a la oficina? ―pregunta la enfermera. ―No, por favor haga que la doctora Barbara me cubra hoy y mañana, regresaré el lunes. ―Ve a trabajar ―digo―. Estaré bien. ―Alguien debe monitorear tu fiebre. Si no baja en la próxima hora más o menos, entonces irás a urgencias. Genial, ahora volvemos con las órdenes. ―Llama a Carla y Judy. Ellas… ―Ya son mayores. Si contraen el resfriado, será mucho peor para ellas ―dice y entonces revisa la maleta que trajo la enfermera, le agradece, y la acompaña a la puerta. Regresando al cuarto, me pasan unas pastillas y un vaso de agua―. ¿Cuándo empezaron los síntomas? ―Ayer ―digo. ―Debiste llamarme. ―¿Por qué? ―espeto―. ¿Sólo estábamos follando, recuerdas? Sus dientes rechinan juntos. De verdad está enojado, pero de la forma típica de Holt, encierra esas emociones de inmediato y las aparta, probablemente al lado de lo que sea que tiene en su mesa de noche. Tomando aire profundamente dice: ―Porque la medicina para el resfriado funciona mejor mientras más pronto empieces a tomarla. ―Deberías irte ―digo, rodando a un lado dándole la espalda―. No quieres contraerlo. ―Me puse mi vacuna ―dice, girándome hacia él. ―Aun así, es mejor si… ―Annalyse, deja de reventarme las pelotas lo suficiente para tomar una siesta. Dije que lo siento ―dice, poniendo más mantas sobre mí, hasta que parezco un burrito. ―Decir que lo sientes no arregla todo ―digo. ―Entonces lo diré de nuevo y…

108

―No necesito que lo sientas. Necesito que te… ―Abras. ―Termina mi frase, y asiento―. Lo sé, ¿pero podemos empezar contigo perdonándome? Trato de no sonreír, digo: ―Una siesta suena bien. ―Necesito que te mejores. ―Exhala una profunda inhalación y acaricia mi cabello, inclinándose contra mi cuello. Las últimas palabras que escucho antes de quedarme dormida son de él susurrando―: No te rindas conmigo. Me despierto con gotas de agua cayendo en mi rostro. Abriendo los ojos, encuentro a Holt presionando un trapo mojado en mi frente. ―Hola ―digo, mi voz sale suave y débil. ―¿Cómo te sientes? ―Terrible ―gimo. Se sienta a mi lado y le da vuelta al trapo. El lado frío se siente maravilloso contra mi piel. ―Lo sé, pero la fiebre está bajando. 39.5 ahora. Y los resultados del hisopo salieron positivos para el resfriado. ―¿Llamaste a Meg? ―pregunto. ―Sí, le prometí que no me separaría de tu lado, así que estás atrapada conmigo ―dice. Me muevo para sentarme, y él extiende sus manos protectoramente―. Oye, ¿a dónde crees que vas? ―¡Orinar! ―espeto―. A menos que quieras meterme un catéter. ―¿Cuánto tiempo estarás molesta conmigo? ―Veamos. No me hablaste durante tres días, así que creo que debería estar enojada al menos el mismo tiempo. ―Eso es justo ―dice. Aparentemente, hay cierta forma de la que debes salir de la cama o al menos ellos deben hacerlo de esta forma en el hospital porque Holt tiene un proceso de tres pasos. Primero, me hace rodar a un lado. Luego me siento. Luego después de esperar que el cuarto deje de dar vueltas, se me permite ponerme en pie, sosteniéndome de mi soporte de intravenosa para equilibrarme. Después de todo eso, no tengo la

109

fuerza para golpearlo en el brazo. No querría golpearlo en el rostro. Es demasiado lindo para eso; no querría arruinarlo. Odio sentirme débil. ¡Jodidamente lo odio! Y ahora mismo, ni siquiera puedo usar el baño sin su ayuda, apoyándome contra él para dar los diez pasos al baño. Me detengo en la puerta y cierro los ojos. ―Podría hacer que alguien traiga una bacinilla… ―dice. ―No. Sonríe y lleva mi cabeza a su pecho. ―Sólo descansa aquí un minuto. El peso de todo mi cuerpo descansa contra él. ―Todavía estoy enojada contigo. ―El rugido en su pecho por su risa hace eco en mi oreja―. Holt ―susurro, alzando la mirada a él, mi barbilla descansando en su pecho―. Gracias. ―Quiero tanto besarte ahora mismo. ―No tanto como yo quiero orinar.

110

12 No recuerdo mucho de ese primer día. Básicamente dormí, desperté encontrando a Holt cuidándome, tomé la medicina, luego volví a quedarme dormida. Inserta la visitar casual al baño y eso es básicamente todo hasta alrededor de la medianoche. ¿Alguna vez te despiertas y sabes que estás solo? Ni siquiera tuve que abrir mis ojos para saber que él no estaba, y no me tomó mucho tiempo para saber a dónde había ido; a hacer su ritual nocturno con lo que sea que estuviera en ese maldito cajón del buró. Lo que sea que haya en ese cajón tiene el suficiente poder para alejarlo de mí. E incluso aunque no quiero, eso me asusta. La medicina debe estar funcionando, porque por primera vez desde que esto comenzó, estoy un poco hambrienta. Me las arreglo para pararme sin ayuda, pero caminar a la cocina bien podría ser una excursión por el desierto. Empujando el perchero de mi intravenosa, sólo llegó a medio camino antes de sentarme en el sofá de la sala. Tal vez la próxima vez que despierte, terminaré el resto del camino. Las puertas traseras se abren suavemente. ―¿Qué haces fuera de la cama? ―pregunta Holt, corriendo hacia mí y tocando mi frente. ―Tenía hambre, y no estabas ―digo, colocando cada onza de la energía que me queda en mi tono de perra. Pero no está sorprendido. Supongo que está acostumbrado a cosas mucho peores. Las mujeres de parto deben de gritarlo y maldecirlo todo el tiempo. Mi pequeño tono es nada. ―Bueno, ya volví. ¿Qué puedo hacer por ti? ―pregunta. ―Estoy cansada para comer ahora. ―Bien, te ayudaré a volver a la cama ―dice. ―Sólo me quedaré aquí. Está muy lejos ―digo―. Por favor ve a trabajar mañana. Me siento mal de que faltes por mi culpa. Puedo llamar…

111

―¿A ese chico de la moto? ―¿Quién? ―El tipo en cuya moto estabas montada ayer. ―Ese es Grant. ¿Cómo…? ―Vine a casa a almorzar ―dice―. De hecho, vine a casa porque quería hablar contigo, pero entonces estabas con él. El hecho de que viniera a casa en su descanso del almuerzo para hablar conmigo tiene algo de peso, me hace sentir como si de hecho se preocupara y estaba molesto por como terminaron las cosas. ―¿Entonces no viniste a hablar conmigo porque estabas celoso? ―pregunto. ―No ―dice―. Te conozco, Annalyse. ¿Quien sea que sea ese tipo? Sé que no debo estar celoso. ―¿Entonces por qué no me hablaste? ―Porque estaba enojado. Te dije que no te montaras. Odio que tomes riesgos, lo sabes. Y ahí estás en la parte de atrás de esa moto. Y apenas y estabas agarrándote a ese tipo. ―Ese tipo es el hermano de Logan ―digo―. Y no sé de qué crees que me estás protegiendo porque estaba perfectamente bien en esa moto, pero este maldito resfriado me ha pateado el trasero. No puedes protegerme de todo, y ni siquiera estoy segura de porqué quieres hacerlo. ―Puedo intentarlo ―dice con resolución. ―¿Pero por qué quieres hacerlo? ―¿Por qué no puedes tener una simple conversación? ―pregunta. El sueño se apodera de mí. Ni siquiera tengo energía para esto, así que inclinó mi cabeza sobre su hombro y digo: ―Tendré conversaciones triviales el resto del fin de semana si respondes un par de preguntas. ―¿Qué tantas? ―Bueno, fueron tres días de ser un idiota, así que tres. ―Bien, pero debes hacer lo que te diga los siguientes tres días ―dice. ―Claro, como sea. ―No puedo creer que aceptara. Seguiría sus órdenes por el resto de mi vida sólo por la oportunidad de husmear un poco en su cerebro. Bien, tal vez eso es exagerado―. ¿Por qué sientes la necesidad de protegerme?

112

―Es mi trabajo cuidar de las mujeres ―dice. ―Esa es una respuesta de mierda ―digo, cruzando los brazos sobre mi pecho―. ¿Entonces tratas a todas las mujeres así? ―No exactamente ―dice―. ¿Estás preguntándote si eres especial? ―¿Lo soy? Inclina mi barbilla hacia arriba. ―Cinco años, Annalyse. Sin citas, sin sexo, sin mujeres. Diría que eso te hace muy especial. ―¿Por qué sin mujeres? ―pregunto. ―Tus tres preguntar terminaron. Comienzo a discutir, pero simplemente repite las preguntas que hice para recordármelo. Son las drogas. Nunca habría caído en eso si no fuera por este maldito resfriado, así que comienzo mi protesta. ―Esas fueron para hacer seguimiento a tus vagas respuestas. Él sólo se ríe y baja mi cabeza a su regazo. ―Hora de dormir. ―Pero… Sus dedos se mueven suavemente a través de mi cabello. ―Descansa. Me acurruco más en su regazo y pregunto: ―¿Una pregunta extra? ―¿Luego te duermes? ―Mmm, lo prometo. ―Bien ―dice, soltando un profundo suspiro. Hay tantas cosas que quiero saber. ¿Cómo se siente con respecto a mí? ¿Siente algo? ¿Por qué es tan jodidamente prolijo y ordenado? ¿Por qué no ha tenido citas? ¿Por qué necesita Ambien, pero sólo unas noches? La lista es interminable… arriba de todo eso: ¿qué hay en ese cajón? Me da miedo preguntar. Mi corazón está diciéndome que tiene algo que ver con una mujer, y eso no debería molestarme. Tengo cosas de Logan, y Holt no está amenazado por nada de esto. Pero el misterio de Holt de alguna forma le da a lo que sea que sea eso más poder. Al demonio con estar asustada.

113

―El cajón ―digo, y su cuerpo de inmediato se tensa―. Dime lo que sea que estés dispuesto a decir. ―No se mueve o dice ninguna palabra. ―Yo… ―Aparta la mirada―. Es parte de mi rutina nocturna. Quiero decir, es más que eso. No es como cepillar mis dientes o… Su cabeza se sacude un poco, y me siento y sostengo su rostro en mis manos. Sus ojos son una hoja de hielo gris y duro invierno. Un paso en falso y toda la cosa se derrumbará. Y no puedo ser responsable por eso. Él no está listo para hablar de esto, y soy la última persona que lo obligará a hacerlo. Debe ser a su tiempo, en sus términos. Y sé eso mejor que nadie. ―Bien ―digo―. Gracias por decirme. Su frente baja contra la mía. ―Pero no respondí… ―¿Alguien más sabe sobre ese cajón, tu rutina? ―pregunto, y sacude su cabeza―. Entonces diría que me dijiste mucho.

Sabía que quería a Annalyse de regreso desde el segundo en que la puerta se cerró tras ella. Sólo necesitaba una forma de volver a entrar. Odiaba que se enfermera, pero eso pavimentó el camino… porque sabía que una simple disculpa no lo haría. Conozco a Annalyse, y no va a quedarse de la forma en que las cosas eran. Quiere más. No lo ha dicho exactamente, pero no es eso lo que todas las mujeres quieren, ¿más? No voy a preocuparme por eso ahora. Bajando la mirada a su cabeza en mi regazo, suavemente tocó su mejilla y su frente. Todavía está ardiendo en fiebre. Recuerdo a mi madre diciéndome que podía mirarme a mí o a mis hermanos y saber si estábamos enfermos; podía olerlo incluso. Annalyse no huele a enfermedad, pero sí lo parece, su rostro está hundido, su cabello opaco. Y es hora de otra dosis de medicina, pero no voy a despertarla. Dormir es más importante; además, voy a disfrutar de tenerla acurrucada en mi regazo. La última mujer que tuve acurrucada contra mí fue Celeste, y fue por una razón completamente diferente. Fue justo antes de Navidad en nuestro tercer año de residencia. Celeste se había convertido en parte de nuestro grupo de chicos, y encajaba bien. No se había rendido en encontrarme a la mujer “correcta” y todavía

114

estaba perdiendo apuestas con Jason, regularmente, sin poder creer que las mujeres soportaran su mierda. Ya que trabajaba en mi piso, probablemente la veía más de lo que Brent lo hacía. Nos habíamos vuelto cercanos, y nunca dejó de preguntarme como estaban mi mamá y mi familia. Era dulce. Y sucedió tan gradualmente, que apenas y me di cuenta que comencé a esperar verla de nuevo, razón por la cual pregunté por ella cuando no la vi en el piso un día. No esperaba encontrarla cuando empecé a bajar la escalera trasera que nadie nunca en verdad usaba aparte de mí. Estaba sentada en los escalones, con la cabeza entre las manos, llorando. ―¿Celeste? Me miró y simplemente derretida, rompiéndose en lágrimas. Esta vez, fui yo quien la abrazó, y se acurrucó en mi pecho, sollozando. ―Por favor no le digas a Brent que me encontraste aquí así ―rogó. ―Bien ―dije, inseguro de si debería hacerle tales promesas a ella―. ¿Qué pasa? Su pecho se levantó mientras hablaba. ―Estoy embarazada. Nada congela más a un hombre en su sitio que esas dos pequeñas palabras. “Te amo, te odio”… esas son fáciles de manejar comparadas con otras. Recuerdo que mi corazón empezó a latir muy rápido, y ni siquiera hice la pregunta del papá. ―Debes decirle a Brent ―dije. No había forma de que pudiera ocultar este secreto de uno de mis mejores amigos. ―Lo sabe ―dijo, llorando. ―Bien, está bien. Ustedes dos… ―Quiere que aborte ―soltó. Este es un gran problema para cualquier convirtiéndose en obstetra. Cada doctor debe decidir por sí mismo o sí misma si practicarán o no abortos como parte de su práctica. ―¿Qué quieres tú? ―pregunté, sospechando que era lo que todas las mujeres querían, encontrar al correcto. El que dure y perdura. Y no hablo de la longitud de la polla. Me refiero a relaciones… el único, el que sabes que será el último. No es sólo sobre encontrar “al único”. Es sobre encontrar el correcto, la persona que sabes que será tu vida. El que cambie tu enfoque. Hace que el trabajo, el dinero todo se

115

conviertan en cosas que haces en lugar de quien eres. Quien eres se convierte en ella… la vida que construyen juntos. Conocerla cambia el enfoque de un “yo” a un “nosotros”. ¿Eso es lo que está buscando? Aterrador para algunos tipos, incluyendo a Brent, parecía. Ella me miró. ―Brent nunca me preguntó qué quería. ―Debería haberlo hecho ―dijo. ―Lo único que dijo fue que mi fecha de parto sería en septiembre y que él tendría todo un año más de residencia, y que no puede mantenernos a mí y a un bebé y… Se disolvió de nuevo. ―Estoy seguro de que tiene miedo ―dije―. Dale tiempo. Podría hablar con él. ―No ―dijo―. No se suponía que le dijera a alguien. ―Bien. No le diré nada a él o nadie más ―dije―. Pero debes pensar sobre lo que quieres. ―Quiero tenerlo ―dijo, frotando su vientre plano―. Pero no quiero hacerlo sola, tampoco. ―Todavía es muy pronto. No debes decidirlo ahora. ―Soy su novia, no una chica al azar de un revolcón de una noche. Se supone que me ama. ―¿Celeste? ―Si fuera tu novia, ¿qué harías? ―preguntó. ―No soy Brent. ―Por favor responde ―dijo. ―Me casaría… Ni siquiera terminé la frase cuando sus labios aterrizaron sobre los míos. Inmediatamente retrocedí, y ella tocó sus labios, sorprendida, aparentemente sin creerse que hiciera eso. ―Lo siento ―dijo―. Oh Dios, Brent no ha hablado sobre casarnos, ni una sola vez. Y yo sólo… yo… ―Se levantó subiendo las escalas corriendo. ―¿Celeste? No fue nada ―mentí, corriendo tras ella, capturando su brazo―. Estás alterada. Con las hormonas por todo lado.

116

Sabía que era más que eso, pero de ninguna forma ninguno de los dos estaba listo para reconocerlo. Así que ahora estoy mirando a una mujer diferente, y esta vez debo reconocer lo que está pasando con Annalyse. Esto va mucho más allá del placer, mucho más allá de sólo sexo. Siempre fue algo más… a pesar de lo que nos dijimos… pero ella estando enferma está forzando la situación. No habrá nada de sexo durante un tiempo, y lo extrañaré. Créanme, lo extrañaré, pero no querría estar en ninguna otra parte, no querría a nadie más que a mí cuidando de ella. Se necesitó que se alejara de mí la otra noche para finalmente saber qué pasaba con ella. Fui célibe durante cinco años. ¿Entonces por qué esta mujer? ¿Por qué ahora? ¿Es hermosa? Sí, pero veo mujeres hermosas cada día. Annalyse es una mujer sexy bajo los estándares de cualquier hombre, pero veo mujeres desnudas a diario, así que, qué la hace tan jodidamente especial. ¿Por qué es ella la única mujer que me ha dado ganas de hacer algo diferente? No es el sexo. He intentado decirme eso, pero podría haber tenido sexo en cualquier momento. Traté de decirme que fue la maldita píldora para dormir lo que me hizo besarla y eso fue mi caída. Es como tratar de dejar un mal hábito. Estás bien hasta que consigues una pequeña olida, una pequeña probada, y entonces devoras todo. Pero no fue eso tampoco. Me gustaría decir que era su cerebro lo que me atrajo, pero también sería una mentira. Cuando cerró mi puerta la otra noche, me golpeó. Ella me hace sentir. Me hace no querer estar solo. La respuesta simple es: no quiero estar sin ella… su beso, su calidez, sus locas publicaciones en el blog, la sensación de su cuerpo, los sonidos que hace al dormir. Así que gracias a Dios me perdonó por actuar como un completo imbécil. Tengo que compensar las cosas con ella. Algunas cosas van a tener que cambiar; ella querrá eso y se lo merece. Simplemente no sé qué tantos cambios sea capaz de hacer.

117

13 Nada como despertar con una polla dura como una piedra en tu rostro, pero supongo que eso es lo que sucede cuando te quedas dormida con tu cabeza en el regazo de un hombre. La protuberancia en su pantalón corto está a sólo unos centímetros de mi nariz. Si no me sintiera tan mal, quizás podría tener algo de diversión con esto, dejar que mi cálido aliento lo despertara, bajar su... ¡Espera! Debo estar sintiéndome al menos un poco mejor si estoy fantaseando con darle una mamada de buenos días. Por supuesto, un oral de buenos días sería mejor para mí. Mete un mechón de cabello detrás de mi oreja. ―¿Cómo te sientes? Que empiece la charla. ―Mejor, creo. ―Te sientes más fresca ―dice. Me giro levemente para poder verlo mejor. Me encanta la forma en que se ve en la mañana. Sí, tiene ese cabello desordenado y la barba incipiente, pero es más que eso. Parece relajado, como si el peso de su vida no le hubiera golpeado aún. Eso solía pasarme mucho. Despertaba olvidando que Logan estaba muerto. Luego de un minuto o así, más tarde, las llamas se alzaban y me tragaban entera. Las llamas de Holt no están allí esta mañana. ―Necesito ducharme. Me siento tan... ―Solo quédate ahí ―dice suavemente, acercándome más―. Quiero abrazarte por unos minutos más. Girando mi cabeza para acurrucarse, su polla se alinea perfectamente con mi boca. Se levanta ligeramente, ajustándose. ―Lo siento, estoy seguro de que lo último que quieres es mi polla en tu cara. ―En realidad, estaba pensando en cómo nunca... Él rompe a reír y me tira hacia arriba, plantando un pequeño besito en mi cabeza y dice: ―Me conformaré con un beso de buenos días.

118

Me ayuda a sentarme y luego pasa por su régimen médico conmigo; tomando mi temperatura, que sigue estando en 39, dándome mis medicamentos y un poco de agua, luego tomando mi presión arterial y mi pulso. ―¿Puedes sacar la IV? ―pregunto. ―Aún no. Dándole mi mejor puchero, le ruego. ―Por favor, es tan difícil hacer algo con esta cosa en mi brazo. ―Está bien, porque no harás nada hoy ―dice. ―Ah, vamos. Hace que sea muy difícil bañarse o ir al baño, por favor. ―De acuerdo, te desengancharé, pero dejaré el catéter de la intravenosa sólo en caso de que necesites más líquidos más tarde. Pero tienes que beber mucha agua y jugo hoy. ¿De acuerdo? Prometo que seré una buena paciente, así que pone fin a la intravenosa, empujando el soporte a un lado, y envuelve mi brazo para que pueda ducharme. Holt mantiene su brazo alrededor de mi cintura mientras camino al baño y luego abre la llave de la bañera. ―No, quiero bañarme y lavar mi cabello ―le digo. Sacude su cabeza. ―Podrías caer en la ducha. ―Me ducho desde que tenía siete años. Creo que sé cómo hacerlo. ―Está bien ―dice, cerrando el agua de la tina y quitándose su pantalón cortos―. Entonces me ducharé contigo. ―Holt... Su dedo aterriza suavemente en mis labios y se burla: ―Prometiste seguir mis órdenes. ―No me dijiste lo ridículas que serían ―digo. Él sostiene mi rostro entre sus manos, mirando hacia mí. ―Si algo pasara, no podría perdonarme a mí mismo. Algo acerca de sus palabras, sus ojos, me hace saber que es su problema. No se ha perdonado a sí mismo por algo. Me quita mi ropa, abriendo la puerta de la ducha y abriendo el agua caliente.

119

Entrando en el interior, el vapor me golpea, y respiro profundamente. Sus manos en mi cintura, él me da la vuelta así estoy frente a él, el agua de la ducha deslizándose por mi espalda. Mirar a Holt desnudo es intimidante. Es tan condenadamente perfecto, y el agua deslizándose por los bordes de sus músculos sólo resalta su perfección. Él me da la mirada más sucia y dice: ―Vamos a hacer esto como te gusta… rápido. ―Oh, Dios mío. ―Me río. Se ríe entre dientes. ―Simplemente no quiero que el calor te maree. ―No es el calor de la ducha lo que me preocupa ―susurro. Me empuja hacia él, su dureza presionando en mi vientre. Pero sólo me sostiene, su cabeza apoyada sobre la parte superior de la mía. Sus manos no se mueven ni se deslizan arriba y abajo de mi cuerpo. En vez de eso, me está apretando firmemente contra su duro pecho. Corriendo mis manos por su espalda, lo sostengo más apretado. Retrocede levemente, toma mi champú, vierte algo en sus manos, lo hace espuma y empieza a lavarme mi piel y mi cabello. ¿Debo decirle que las chicas no se lavan su piel con champú? Tengo todo tipo de geles de ducha y jabones para eso. Sus manos se deslizan sobre mis pechos, y de repente no me importaba un bledo qué tipo de jabón está usando. Él no está tratando de excitarme, a pesar de que lo está. No está jugando con mis pezones ni haciendo algún tipo de juego previo sexual. Simplemente me está lavando. Y sus ojos nunca dejan mi cuerpo, únicamente enfocados en mí. Y eso tal vez es lo más excitante que hay. Tal vez se trata de ser un médico, tener que ser láser centrado en tu paciente y nada más. Sólo que ahora no me siento como su paciente. Sus manos se deslizan hasta mi estómago, mi cintura y caderas, y esta vez, cuando sus dedos rozan mi cicatriz, no me estremezco. Una pequeña sonrisa adorna sus labios mientras su mano se desliza hacia mi culo y sube por mi espalda. Ha perdido algunos puntos importantes, y me alegro de que sea lo suficientemente inteligente como para saber que el sexo y la gripe no se mezclan bien, y lo suficientemente desinteresado como para no querer saltar a mis huesos en este momento. Bueno, eso no es totalmente cierto. La longitud de su polla indica que realmente quiere eso, pero es lo suficientemente inteligente como para saber que ahora no es el momento. Además, cómo está cuidando de mí es mucho más íntimo. Sólo espero que él se dé cuenta de lo que siente por mí por su cuenta, y que no sea demasiado tarde cuando lo haga. Porque no importa lo que dijo la otra noche, sé que no soy sólo un polvo para él. ―Ya no quiero rápido ―confieso.

120

―¿Qué quieres? ―pregunta en un susurro. Esa es una pregunta cargada y una de la que no sé completamente la respuesta. ―Una oportunidad de ser feliz ―digo suavemente. Su pecho se desinfla, y me mira, sonriendo. ―¿No puedes simplemente pedir una cita de verdad? ―También quiero eso ―digo, sonriéndole. Apoya su frente en la mía. ―Tan pronto como estés mejor. ―La sonrisa torpe en mi rostro probablemente está asustando la mierda fuera de él porque se aleja y luego sonríe. Ahueca mi culo con ambas manos y me atrae hacia él―. Me haces más feliz de lo que he estado en mucho tiempo. Sacudo mi cabeza y digo: ―No te estoy haciendo feliz. Lo estás eligiendo por ti mismo. ―Joder, estoy tratando ―dice. Suena ridículo, pero ducharse completamente me agotó. Así que tan pronto como cepillé mis dientes y me puse mi pijama, Holt me pone de vuelta en la cama con agua, jugo y un poco de desayuno esperando en la mesita de noche. Siendo una paciente perfecta, tomo unos cuantos sorbos y cierro mis ojos. Es sólo una pequeña siestecita esta vez. Y a juzgar por lo que atrapo a Holt haciendo cuando me despierto, tengo la sensación de que él pensó que dormiría más tiempo, también. ―¡No lo estás haciendo! ―grito. Él mira hacia abajo a lo que está en su mano. ―Nunca voy a escuchar el final de esto, ¿verdad? ―Estás caminando alrededor con una lata de desinfectante ―digo. ―El virus de la gripe puede vivir hasta veinticuatro horas en... ―Su nerd actitud sobreprotectora es adorable y dulce―. Tengo que conseguirte un nuevo cepillo de dientes, también. ―Tú y Meg. No sé quién es peor ―digo. Sostiene el vaso de agua para que beba. Una orden silenciosa, pero una orden todavía―. ¿Podrías entregarme mi laptop? Realmente necesito hacer una entrada en el blog. Pasa los próximos minutos rociando todo en la casa mientras miro a mi pantalla en blanco. No sé si es la gripe o el horrible olor de desinfectante, pero mi

121

cabeza empieza a palpitar demasiado. Frotándome mis ojos, trato de reenfocarme, pero sólo hay un dolor cegador en mi cráneo. ―¿Qué pasa, bebé? ―pregunta Holt, sentándose a mi lado―. ¿Te duele la cabeza? Asiento. ―Pero realmente necesito hacer esto. Sólo tengo que obligarme. ―No ―dice, empujando la laptop sobre la cama y poniendo el vaso de agua en mi mano―. El dolor de cabeza podría ser un signo de deshidratación. Siéntate aquí y sorbe lentamente. ¿Cuál es el tema? ―Pene versus vagina; el gran debate. En realidad, quizás podrías ayudarme. Siendo un experto en vagina y todo eso. Él levanta una ceja hacia mí. ―Soy experto, ¿verdad? ―¡Oh, cállate! Este es un periodismo muy serio el que tiene lugar aquí ―digo. ―Está bien, pregúntame. Aclarando mi garganta, me ajusto para mirar directamente a sus ojos. ―¿Todas las vaginas lucen igual? ―¿Qué? ―Me escuchaste. Quiero decir, sólo he visto la mía, y sólo haciendo esa extraña cosa de sostener el espejo entre tus piernas. ―¿Has sostenido un espejo entre tus piernas? ―Sí, todas las mujeres en un momento u otro. ―Su cabeza sólo se sacude hacia mí―. Mira, los penes están por todas partes. Chicos aparecen en las fiestas, en Mardi Gras, novios, porno... ―¿Porno? ¿Ves porno? ―Sí, cada vez que puedo ―digo, rodando mis ojos―. Estás perdiendo el punto. El punto es que, como mujer, he visto un número de penes, pero sólo una vagina; la mía. ―Espera, ¿de cuántos penes estamos hablando aquí? ―¿De cerca y en persona? Dos, ya lo sabes. ―Solo compruebo ―dice. ―De todos modos, el pene de un chico tiene un estilo distinto.

122

―¿Un estilo de pene? Casi muere de risa ahora mismo. Es el sonido más maravilloso del mundo. ―Sí, quiero decir, hay chicos con enormes, salchichas doble reloj de pulsera, pitos de elefante, vergas de burro, pollas de caballo, y el siempre aterrador muñón. Y luego tienes a los pobres tipos con micro penes como las rarezas de dos centímetro, los tornados de cinco centímetros, los penes teenie weenie6, y los siempre populares pollas agujas y lápices. ―¿Cuántos nombres tienes para la anatomía masculina? ―pregunta. ―Dejé fuera muñeco, pito, pija, chizito, y… ―Gracias, los conozco a todos ―dice Holt―. No hay casi tantos para la anatomía femenina. ―Lo sé, lo que me hace preguntarme aún más si todas las vaginas se ven igual. Por ejemplo, ¿podrías escoger mi vagina de una fila? ―Necesito revisar tu temperatura de nuevo ―bromea―. Estás delirando. ―Lo digo en serio. Vi este video en línea donde estos niñitos estaban con los ojos vendados y los metieron en una habitación llena de mujeres. Ellos fueron capaces de escoger a su madre solo por el tacto. Se trataba de cuán fuerte es el vínculo madre-hijo. Los ojos de Holt miran por la ventana por un segundo. ―A juzgar por todos los engaños en el mundo, no creo que los hombres estén particularmente vinculados a una vagina específica. ―Oh, en serio, ¿así que no podrías escoger mi vagina de una fila? ―¿Crees que podrías escoger mi polla de una fila? ―Reconocería tu perilla en cualquier parte. Se echa a reír. ―¿De dónde sacas estas cosas? Encogiéndome de hombros, digo: ―Nunca respondiste a mi pregunta. Has visto como miles de vaginas; ¿todos ellos lucen iguales? ―¡No, algunos están perforadas! ―dice, riendo más fuerte. Empiezo a reír. 6

Algo de tamaño pequeño.

123

―¿Has visto eso? ―Lo he visto todo ―dice―. Y no, todas no lucen igual. Hay diferencias en el color, la forma del clítoris y los labios. Así que sí, supongo que hay estilos de pene y coño. ―Gracias. ―Suspiro. Se inclina, presionando sus labios contra mi cabeza. ―Y para que conste, reconocería tu coño en cualquier lugar. ―Él ladea una linda sonrisa―. Conozco cada centímetro de ti de memoria. Desearía que fuera cierto. Alcanzando mi laptop y abriendo la tapa, la luz en la pantalla hace que mi cabeza duela peor. Holt toma de nuevo la laptop. ―¡Descansa! El mundo puede vivir sin saber que no todas las vaginas lucen igual. ―Tengo que escribir... ―Lo escribiré ―dice―. Dime lo que tengo que decir y lo digitaré. Me estiro a mi laptop otra vez, y él me detiene una vez más. ―No funciona de esa manera para mí. No puedo pensar sin... ―¿Qué tal si escribo un post invitado? No sobre vaginas, pero... ―¿Ha perdido completamente su cabeza?―. No tienes que publicarlo. Sólo déjame darle un intento. Si lo odias, entonces puedes rehacerlo cuando te sientas mejor ―dice. Empuja el vaso hasta mis labios, y le doy una sonrisa de aprobación. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Bueno, no esperaba lo malo que sería la espera. Esa es lo peor cosa. He estado acostada aquí bebiendo a sorbos durante una hora, escuchando el clic-clic de las teclas, seguido de largos periodos de silencio, luego sacudidas de cabeza, y el golpeteo del botón de borrar.

124

14 Blog La Sucia Verdad 14 de noviembre

El mecánico del coño aquí. Me voy a encargar de La sucia verdad mientras nuestra chica se recupera de la gripe. Y creo que es momento de aclarar unas cuantas cosas. Lo primero es lo primero, los ginecólogos fuimos criticados en una publicación anterior. Sí, deberíamos calentarnos las manos y supongo que las batas podrían ser un poco más bonitas, pero por favor recuerden que el propósito de su viaje anual es para posiblemente salvar su vida. No es que disfrutemos metiendo un torno de metal por su vagina, es un requisito laboral. Lo que me recuerda algo que nuestra bloguera de la Sucia verdad y yo hemos debatido muchas veces; el ginecólogo pervertido como me llama cariñosamente. La verdad es que no comprobamos nuestros penes en la puerta. Intento apagar esa parte de mi cerebro, pero a veces, simplemente no ocurre. Sé que lo quieren saber, así que, sí, he tenido una erección examinando a una mujer. Tenía unas tetas bonitas, ¿qué puedo decir? Pero actúo de manera profesional, siempre. No ligo con mis pacientes, aunque a veces ellas ligan conmigo. Confíen en mí, los chicos no se convierten en ginecólogos por las tetas y los traseros. De hecho, es lo contrario. La mayoría de los chicos en la universidad de medicina evitan ginecología, asustados de que las vaginas siempre estarán arruinadas para ellos. Así que, ¿por qué elegí esta profesión? Bueno, perdí a mi madre de cáncer. Esa fue la fuerza motriz, pero hubo otras razones. Honestamente, pasé las suficientes horas en la sala de emergencia para determinar que las mujeres son mejores pacientes que los hombres. Tienden a decirte exactamente qué están sintiendo y siguen con el tratamiento. También la profesión es gratificante por sí misma. Cuatro de cinco cánceres en mujeres son curables si se detectan temprano. Me gustan esas extrañezas. De acuerdo, número dos. Supongo que, si siguen este blog, ya habrán averiguado que soy el beso al azar de Halloween y, ¡el vecino con fobia a las citas que a nuestra bloguera realmente le gusta besar! Estoy feliz de comunicarles que estoy dejando mi fobia a un lado y llevándola a una cita real. Y no he hecho esto en mucho tiempo, así que necesito algunas ideas. Y por favor no la usual cena y película. No hay nada usual o corriente en ella. Necesito tener éxito. Ella se lo merece y yo se lo debo porque he sido un completo imbécil. Así que déjenme sus comentarios debajo y estoy seguro de que uno de nosotros los mantendrá al día.

125

Sonriendo, leo su post dos veces. Holt está tumbado a mi lado, leyendo sobre mi hombro. Está intentando parecer tranquilo, pero sé que está nervioso sobre lo que pienso. Es lindo que lo que piense signifique tanto para él. Pulso publicar y luego aplasto juguetonamente su pecho. ―¡Tuviste una erección durante una exploración mamaria! ―Esa única mujer. Cada maldito año. ―¡Oh Dios mío! ―Estoy bromeando ―asegura. Inclinándome, lo beso en la mejilla. ―Gracias por escribir por mí. Me acoge entre sus piernas, sosteniéndome apretadamente. ―¿Cómo está tu cabeza? ―Un poco mejor ―respondo, apoyando la cabeza en su hombro―. Cena y una película estaría bien. Permanecemos callados, observando llegar los comentarios. Algunos son realmente asombrosos: una competición de videojuegos, saltar de bungee o salir de copas. Luego alguna gente se entusiasma demasiado y escribe una maldita tesis sobre comenzar la cita con flores y chocolate, contratando un chef privado. Me parece un poco excesivo. Pero Holt y yo nos divertimos mirándolo todo desarrollándose. Pasamos el resto del fin de semana de la misma forma. Se queda conmigo constantemente, excepto por sus breves visitas nocturnas a su casa, que no vuelvo a sacar a colación. Me cuida excelentemente y cuando llega el domingo por la noche mi temperatura vuelve casi a la normalidad, treinta y siete y medio. Camino alrededor sin ayuda y me ha quitado la vía intravenosa. El único síntoma persistente es la falta de energía. Holt asegura que es normal y que probablemente tomará un par de semanas recuperar toda mi fuerza. Hay un efecto secundario de estar enferma, Holt no me ha besado de verdad en días. Lo sé, lo sé; he tenido gripe, pero echo de menos sentir su cuerpo, su lengua. No, no quiero que enferme. Pero es una tortura estar tan cerca de él y no besarle realmente.

126

Salgo al patio donde Holt está sacando un montón de mantas. He estado atrapada en el interior durante días y estaba esperando que un poco de aire fresco me diese un poco de energía. Meg y Patrick tienen una gran televisión y una chimenea exterior en el patio de atrás, así que imaginé que podíamos mirar algo. Al menos, el cambio de escenario estará bien. Miro a Holt encender el fuego. Hay una cosa sobre el fuego. Es una de esas espadas de doble filo. Lo necesitas para seguir vivo. De hecho, es una de las necesidades básicas para la supervivencia humana; pero también puede matarte. Así que, ¿cuánto es demasiado cerca? ¿Una pequeña quemadura está bien? La mayoría de nosotros ha conseguido al menos una mala quemadura por el sol antes de que aprendiésemos la importancia de protegernos. E incluso después de esa lección, aún seguimos atraídos por el calor del sol, el destello de las llamas. Holt vuelve la mirada hacia mí, su mirada ardiente, su silueta enmarcada por el fuego y me pregunto cuánto necesito protegerme a mí misma. ―¿Qué deberíamos ver? ―pregunta, caminando hacia mí. Pienso en sugerir Scandal, ya que Meg piensa que Holt se parece a Jake, pero no creo que a los chicos les guste mucho ese programa. ―Cualquier cosa, menos drama médico ―pide. ―Pero me encanta La Anatomía de Grey ―protesto―. Las primeras temporadas con McSueño y McHúmedo. ―¿Sabes que ser médico o estudiante de medicina no es nada como eso? ―No arruines el sueño ―bromeo―. Además, tú podrías ser McOrdenado. Me hace cosquillas en los costados. ―¡Ordenado! ¿Eso es lo mejor que se te ocurre? Nos decidimos por Sons of Anarchy. Holt lo sugiere por los motoristas, creo. Sé que simplemente le gusta la lucha, pero quién soy yo para quejarme… siete temporadas de Charlie Hunnam. ¡Sí, puedo soportarlo! Pero a mitad de la primera temporada, se me empiezan a cerrar los ojos. Tumbada en el sofá exterior, ajusto la almohada, poniendo la cabeza en el pecho de Holt y aparto la manta. Pasa lentamente los dedos por mi cabello, lo que me adormece más. Empiezo a luchar contra el sueño. Sé que, en algún momento, por alguna razón, Jax Teller está desnudo. No quiero perdérmelo, pero se me cierran los ojos. ―Oye, hombre. ―Escucho la voz de Doug. Está bien, soy una cobarde, pero mantengo los ojos cerrados. Sé que Doug estaba interesado en mí y aquí estoy,

127

acurrucada con su vecino. Siento a Holt tensarse, sin duda mirando para ver si estoy dormida o no―. Está dormida ―indica Doug. ―Ha estado enferma ―comenta Holt. ―Judy y Carla mencionaron algo sobre eso. ―Sí, trajeron algo de comida. ―Mira, hombre. No quiero que esto sea extraño entre nosotros. Nunca dijo nada sobre ustedes en Halloween o ese día en el muelle. No me di cuenta de que estaban comenzando a salir. ¿Comenzando a salir? Estoy fingiendo estar dormida, así que realmente no puedo decirle que no es asunto suyo lo que estemos haciendo. Espero que mi gesto hostil esté en pleno vigor. ―Estamos bien ―susurra Holt. ―Bastardo afortunado ―dice Doug. El cuerpo de Holt se tensa y vuelve a cubrirme con las mantas, sin duda manteniendo la mirada sobona de Doug lejos de mí. ―No quiero despertarla ―explica Holt. ―Claro hombre ―responde Doug―. Nos vemos luego. ―Está bien, se ha ido. Puedes dejar de fingir ―indica Holt. Alzo la cabeza, apoyando la barbilla en su pecho. ―¿Por qué demonios querría Meg emparejarme con él? ―Tiene a todas las mujeres de los alrededores engañadas, excepto Carla y Judy. ―Además, Patrick y él son amigos, así que había pensado que Patrick habría advertido a Meg. ―Holt lo sigue con la mirada―. ¿Qué? ―Nada. Lo miro fijamente. ―¡¿Es algún tipo de código de chicos?! ―No. Pero sé que Patrick era un mujeriego antes de Meg. ―Lo sé. Ese es el por qué no se han casado. ―Y estoy seguro de que no quiere que Meg sepa que está quedando con alguien como Doug. Meg puede pensar que está cayendo en viejo hábitos ―razona Holt.

128

―Patrick no ha engañado a Meg, ¿o sí? ―pregunto, porque si lo ha hecho, le cortaré las pelotas con un cuchillo mellado y se lo daré de comer a los peces del lago. ―No que yo sepa. Parece feliz con ella, pero he escuchado historias de cómo solía ser. ―¿Salías mucho con Patrick y Doug? Quiero decir, no eres así. ―Un poco. Me recordaban mucho a mis compañeros de universidad de medicina ―contesta, bajando la mirada―. Patrick es un buen tipo y también lo es Doug. Simplemente es un infiel en serie. Colapso en el sofá. ―Nunca me hagas algo así, ¿de acuerdo? Quiero decir, si quieres follar con alguien más, simplemente dímelo. No lo hagas a mis espaldas. Si no quieres follar más conmigo, simplemente dímelo. Justo así: Annalyse, estoy cansado de tu coño, hemos terminado. ―Su risa es tan alta que juro que la casa tiembla. ―Cuando estés aburrida de mi polla, por favor no me lo digas así. Miénteme. ―Me río, dándome cuenta de lo loca que sueno―. ¿Vas a estar bien cuando vuelva a trabajar mañana? ―Por supuesto. ―Les pedí a Judy y Carla que te comprueben. No creo que siga siendo contagioso, pero esperaré un par de días más antes de que estés alrededor de Rachel y los chicos. ―Asiento mientras me acaricia suavemente la mejilla con los dedos―. Voy a echarte de menos. Escucharle decir eso, calienta mi corazón. No nos hemos hechos grandes promesas el uno al otro. No ha habido una definición formal de lo que somos, pero en sus pequeñas formas, está empezando a abrirse. Y sé lo duro que es para él. ―¿Alguna parte en particular? ―pregunto. ―No me tortures. ―La gripe es la mayor aguafiestas que hay. Me pone sobre su regazo, así que estoy a horcajadas sobre él. ―Sé que necesitas unos cuantos días más ―menciona, con la mirada fija en mi boca. Has pasado días desde que hemos hecho algo. No puedo culparlo. He sido un desastre, pero estoy un poco cansada de los besos platónicos en la mejilla y frente. Y por la forma en que está pasando sus ojos sobre mí, sé que el también―. A la mierda ―maldice, chocando sus labios con los míos. Tomando un puñado de mi cabello, da un pequeño tirón, haciendo que abra la boca, permitiéndole el acceso por el que está

129

desesperado. Tan pronto como su lengua encuentra la mía, su agarre se relaja y ablando mi cuerpo contra el suyo. Cada vez que Holt me besa, es como si me estuviese besando por última vez. Es increíblemente sexy y atemorizador al mismo tiempo. Es como si estuviese planeando que terminásemos o tal vez, no tiene ninguna esperanza de que las cosas duren. Conozco el sentimiento. Y conozco el sentimiento de aferrarse a la última vez que besas a alguien. Se aparta, mirándome a los ojos. ―¿Qué demonios me estás haciendo? ―murmura. ―Solo te estoy besando ―contesto. ―No, me estás devolviendo a la vida.

130

15 Es lunes por la mañana y significa que Holt está de regreso en el trabajo, y Meg está en plena modalidad de madre, y sencillamente no hay manera de apaciguarla cuando se pone así. Sólo tienes que aceptarlo. Llamó alegre y temprano a las nueve de la mañana. Es la tarde allí, y sabía que estaba matándola el no haber hablado conmigo mientras estaba enferma. Así que después de asegurarle una docena de veces que estoy mejor, tomando mi medicina y descansando, finalmente me pone al corriente de Londres y todo lo que ha estado haciendo. ―Creo que Patrick y yo estaremos de vuelta para Navidad. ―¡Eso es genial! ¿Para siempre? ―Su proyecto va bien, pero no estoy segura todavía. De cualquier manera, quiero que te quedes. Patrick y yo ya hablamos de ello. Por favor, no sientas que tienes que apresurarte a conseguir tu propia casa. ―Gracias, eso es dulce ―le digo. ―No planeas tomar más trabajos de escritora que te hagan viajar, ¿verdad? ―Te lo dije. Ya he terminado con todo eso. Sólo no he pensado mucho en el largo plazo. ―¿Holt es a largo plazo? ―pregunta. ―Lo dudo ―digo, mi corazón se estruja como lo hace cuando hablo de a Logan. ―¿Por qué? Me llamaba todos los días mientras estabas enferma. Parece que te cuida bien. ―Lo hace. Pero no estoy segura de que esté interesado en algo serio. ―Entonces haz que se interese. ―Meg se ríe. ―No es tan simple. ―¿Por qué? ¿Quieres algo serio? ―pregunta. ―Tal vez, pero con mi historia, mis problemas, simplemente no veo cómo. El

131

tipo de hombre que quiero va a querer cosas que no puedo darle. ―Annalyse, habla con Holt. Él es un doctor. Él lo entenderá y tal vez... ―Tengo que irme. ―Cuelgo rápidamente sin esperar incluso el escucharla decir adiós. Es grosero, lo sé. Pero también sé que Meg no me hubiera dejado colgar el teléfono. Y hay ciertas llamas para las que no soy lo suficientemente valiente como para entrar. Es casi como si pudiera sentir las llamas mordisqueando mis talones, y por primera vez desde que he vuelto a casa, quiero correr.

Lo único que está salvando su culo de lo que estoy seguro sería una agradable azotaina es que no vino en la moto hasta aquí. No sé qué parte de descansa y tómatelo con calma no entiende. Días de luchar contra la gripe y vigilarla, y la primera vez que está fuera de mi vista, ¿qué hace? Ir de compras. Tuve un descanso de mis pacientes y me fui a casa para ver cómo se encontraba, sólo para encontrar que había desaparecido. Afortunadamente, Judy y Carla habían ido a verla esta mañana y sabían a dónde se dirigía. En mi mente, sabía que ella debía sentirse mejor si salía, pero también sabía que no me relajaría hasta que viera que estaba bien por mí mismo. Tan pronto como detuve mi auto en la esquina, la vi por el ventanal de la librería, toda acurrucada en una silla, con un libro en su mano y otra docena más rodeándola. Parece totalmente perdida, pero de la mejor manera, como si estuviera en las mejores vacaciones. No quiero arrastrarla de vuelta a la realidad, así que estoy un minuto observándola, deseando poder ir a donde quiera que esté en su cabeza. Antes de que ella me vea, entro, un chico joven me saluda. ―¿Puedo ayudarle? Señalo a la ventana. ―¿Ves a esa joven que está allí? ―No me molestaría si fuera usted ―dice―. Ella me rechazó. Mi pecho se hincha un poco, y digo: ―Bien por ella. ―Mi cuerpo se relaja al pensar que ella está conmigo―. Me

132

arriesgaré. ―Está bien, como quieras ―dice. Miro hacia ella de nuevo, pensando. ¿Cómo debo jugar esto? ¿Cómo me acercaría a ella si nunca nos hubiéramos conocido? Demonios si lo sé. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve que conquistar a una mujer, y, de todos modos, ellas generalmente solo caían en mi regazo. Pero Annalyse es diferente. Merece que un hombre se esfuerce por ella. Sí, dormimos juntos rápidamente, pero está poniéndolo jodidamente duro para otras partes de mí, aparte de mi polla. Está abriéndose paso en mi corazón y la cabeza, haciéndome pensar en cosas que he evitado pensar durante años. Camino hacia el empleado. ―Me gustaría comprar una copia de cada libro que tomó. ―Genial ―dice y extiende la mano por un puñetazo, lo cual ignoro. Él desaparece por unos minutos, asomo la cabeza por una estantería, dándole una mirada furtiva. Dios, ella es hermosa. ¿Cuál era mi maldito problema? Esta dulce y hermosa mujer sólo quiere que la lleve a cenar, que pase tiempo con ella fuera de la cama. Sus ojos miran hacia arriba, y retrocedo. No estoy listo para que me vea todavía. Y ese ha sido todo mi maldito problema... no estar listo para que me vea. ―Aquí tienes ―dice el empleado, entregándome una bolsa llena de libros. Le doy mi tarjeta de crédito y respiro profundamente. Sosteniendo la bolsa, camino hacia ella. Como de costumbre, me siente venir antes de que yo llegue allí. Su sonrisa cubre todo su rostro, y no hay manera de preocuparme ni enojarme cuando me mira así. ―¡Te atrapé! ―digo juguetonamente―. Se supone que debes estar descansando. Salta a mis brazos, me besa fuerte, y le doy un pequeño golpe a su culo. Ella se ríe. Sé que le encanta cuando hago eso. Y no me importa una mierda quién nos vea; su culo me pertenece, al igual que el resto de ella. ―¿Cómo sabías que estaba aquí? ―Fui a casa para ver cómo estabas, y Judy y Carla te delataron ―le digo. ―A veces me encanta lo protector que eres. Es muy dulce ―susurra, alzando una ceja hacia mí―. Cuando no eres arrogante y ridículo.

133

Todavía se ve pálida, con la piel enrojecida. Sé que probablemente todavía tiene un poco de fiebre, y no hay un vaso de agua a la vista, así que también sé que no sigue mis instrucciones de mantenerse hidratada. Mirando hacia abajo a su pila de libros, veo que son todos libros de viaje. Eso significa una cosa para Annalyse; está queriendo escapar. Pensé que estábamos en mejores términos, pero tal vez no. ―¿Vas a alguna parte? ―pregunto. Ella se encoge de hombros. ―Viejos hábitos. ¿Qué hay en la bolsa? Mierda, compré estos malditos libros sin siquiera darme cuenta de lo que estaba comprando. Así que básicamente, le compré libros para que ella pudiera elegir un lugar para escapar. Muy inteligente. Los entrego a ella. ―Cómo te quiero en la cama descansando, pensé que podía sobornarte. Mira dentro, sacudiendo la cabeza hacia mí. ―Para un hombre que no ha tenido citas en tanto tiempo, está claro que tienes algunos buenos movimientos. Sonriendo, la atraigo hacia mí. ―Me alegra que te gusten. De lo contrario, vi un libro llamado Citas para Tontos que podría necesitar. Mira por el gran ventanal, susurrando. ―Tampoco sé lo que hago, Holt. Esto no es usual en ella. Suele estar muy segura de sí misma. Me siento en la silla, la coloco en mi regazo y recojo el libro que había abierto. ―¿Qué estabas leyendo? ―Estaba leyendo sobre las montañas de Santa Mónica. Nunca he estado allí, pero me gustaría verlas. ―¿Qué es tan especial sobre ellas? Has estado en todo el mundo, pensé… ―Hubo un incendio allí ―dice―. ¿Sabes que en California hay muchos incendios forestales? ―Sí. Ella se encoge de hombros, esa mirada lejana vuelve otra vez. ―La gente siempre piensa en los incendios como destructivos. Que destruyen todo en su camino, pero en partes de estas montañas que fueron destruidas por el fuego, estas flores silvestres han comenzado a crecer. ―Ella da la vuelta la página y

134

me muestra una fotografía de flores de color rosa, azul, morado y amarillo que cubren la ladera de la montaña―. Ellos llaman a las flores “seguidoras de fuego”. Ellas sólo crecen donde ha habido fuego. No florecerían sin él. ―Nunca he oído hablar de eso ―digo. Me mira con sus grandes ojos azules. ―Algo hermoso saliendo de algo carbonizado y negro…―Se detiene por un segundo―. Eso es algo que me gustaría ver un día. Belleza de la muerte, levantándose de las cenizas. Eso es de lo que está hablando. Ambos hemos enfrentado la muerte. Ahora tenemos que elegir la vida.

135

16 La residencia es un trabajo, no una escuela. No hay vacaciones de verano. Si tienes suerte, obtendrás al mes cuatro días de descanso, y tal vez tres semanas de descanso al año, cuando es conveniente para los médicos, no para ti. No importa si es Navidad, verano, o tu madre está en estado terminal, es una residencia de trabajo. Así que eso es lo que hice, y Celeste hizo lo mismo. Trabajó muchas horas para ser una mujer embarazada. Tal vez soy anticuado, pero no me gustaba verla sobre sus pies en los turnos de doce horas, y ella trabajaba horas extras cada vez que podía. Incluso la enfermera encargada del piso, que era del tipo trabajar hasta el límite, estaba preocupada. Y cuando la enfermera Wicks estaba molesta, estábamos todos molestos. Las enfermeras realmente manejan el espectáculo. Los doctores entran y salen, pero son las enfermeras las que sostienen todo y a todos juntos. Todos nosotros los médicos lo sabemos. Así que cuando llaman, venimos corriendo. Eso va el doble para los residentes. Recuerdo haber pasado más allá de la estación de enfermeras, arrebatando mi habitual caramelo del escondite de la enfermera Wicks cuando ella grito mi nombre, e inclinó la cabeza hacia Celeste, que estaba sentada en la estación de enfermeras tecleando y comiendo un caramelo, sus ojos hinchados y rojos otra vez. Había sido educado con ella, pero evitaba mucho el contacto desde el beso en la escalera, y me sentía culpable como la mierda por eso. Me preguntó por mi madre casi todas las semanas, y yo no había preguntado por la de ella en absoluto. Por supuesto, escuché la versión de Brent varias veces. Debía estar cerca de las veinte semanas para un aborto en Carolina del Norte, así que el reloj estaba marcando. Me incliné sobre el escritorio y le sonreí. ―Es mejor que eso no sea tu almuerzo. Ni siquiera miró hacia arriba. ―Vete, Holt. Estoy ocupada.

136

―No, no lo estas. ―La enfermera Wicks intervino, dándome una sonrisa alentadora―. Vas a dejar que el Dr. Miller te lleve a la cafetería por un almuerzo. No hubo discusión con la enfermera Wicks. Celeste se puso de pie, con un pequeño indicio de su barriga a través de su uniforme rosado. No podría decirte cuántas mujeres embarazadas he visto, pero mi estómago daba un extraño giro mirándola. Agarró un suéter de la parte trasera de su silla y se dirigió hacia la escalera. Señalé hacia los ascensores. ―Deberías… ―Te gusta usar las escaleras ―dijo, abriendo la puerta y empezando a bajar. La detuve justo en el escalón donde me besó. No me preguntes cómo recuerdo cuál fue el escalón. Ella miró sus pies. ―Tendré veinte semanas el lunes. Brent está tan enojado. El hombre estaba estudiando pediatría. Sabía que esto no estaba planeado, pero no entendía su reacción en absoluto. Creía que la amaba. ―Está asustado. Está solo diciendo… ―No lo hagas ―dijo―. No importa. Él fijó la cita para mañana. ―Me empujó en un abrazo, y yo envolví mis brazos firmemente alrededor de ella mientras ella resoplaba―. Dice que podemos tener otros bebés cuando estemos listos. ―¿Es por eso que no te estás cuidando? ―pregunté―. ¿Trabajando como un perro y comiendo barras de caramelo para el almuerzo? ―Al bebé le gusta el turrón ―dijo, encogiéndose de hombros. ―¿Y el trabajo? ―Pensé que podría quedarme con el bebé. Estaba tratando de ahorrar. ―¿Y tus padres? ―pregunté. No se lo contó hasta unos días antes. Para empezar su relación era un poco áspera. Nunca apoyaron su decisión de convertirse en una enfermera en lugar de un médico, y ahora estaba embarazada y soltera. ―Están de acuerdo con Brent ―dijo―. Creo que siempre han esperado que regrese y me convierta en médico. ―Celeste, ¿a quién tienes que te apoye? Porque sé que no es Brent. Solo negó. ―Estoy asustada.

137

―Hay una frase que mi madre solía decir todo el tiempo. Es de una escritora, Elizabeth Stone. “Tomar la decisión de tener un hijo, es trascendental. Es decidir que tu corazón estará caminando afuera de tu cuerpo por siempre”. ―Celeste me miró, sus ojos mojados con lágrimas―. Tener un bebé es algo que asusta. Le cogí la mano, la llevé de vuelta arriba a una habitación vacía, diciéndole que esperara y que regresaría enseguida. Luego busqué por los pasillos buscando la máquina, finalmente preguntándole a la enfermera Wicks donde podía encontrar una, luego volví, encontrando a Celeste mirando por la ventana, perdida. ―¿Quieres ver a tu bebé? ―pregunté. Asintió, su sonrisa cambiando su estado completo. No me molesté en preguntar si debería llamar a Brent. Necesitaba este momento para sí misma. ―No he tenido un ultrasonido ―dijo, acostándose y levantando su camisa. Mis ojos debieron haberse quedado demasiado tiempo en la suave piel de su vientre―. Sé que me veo como si estuviera hinchada de gases. Se veía impresionante, pero yo no le diría eso. En su lugar, puse el gel en su vientre y comencé a mover la sonda alrededor de su barriga para obtener una buena imagen. El sonido de los latidos del corazón del bebé llegó fuerte y claro. Sus manos volaron a su boca, lágrimas felices llenaron sus ojos. ―Ese es tu bebé ―dije. ―Muéstrame todo ―dijo. Sonriendo, me tomé todo mi tiempo mostrándole todo, desde el corazón ondeando a las manos, los pies y la columna vertebral. Medimos la longitud del bebé y tratamos de contar todos los dedos de las manos y los pies, pero no pudimos. Y ella sonrió todo el tiempo con esa característica sonrisa de Celeste. ―¿Puedes decir el sexo? ―preguntó mientras tomaba unas cuantas fotos para ella. ―¿Quieres saber? ―¿Estás bromeando? ¡Sí! ―¿Qué hay de Brent? ―pregunté. ―Le diré cuando le diga que cancele la cita mañana ―dijo, estirándose y envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello, el gel de su vientre llenando todo mi uniforme. Se echó hacia atrás, riendo―. Lo siento. Secándola y entregándole las fotos, le dije: ―Eres la mamá de una niña perfectamente sana.

138

Agarró mi mano, mirando las fotos que le di. ―Una niña. ―Luego me miró a los ojos―. Gracias, Holt. Asentí, soltando su mano. ―Puedes apoyarte en mí. También soy tu amigo. No lo olvides. ―A veces desearía haberte conocido primero ―susurró con su voz llena de culpa. ―A veces también deseo eso ―dije en voz baja. ―¡Celeste! ―gritó Brent, entrando en la habitación―. ¿Holt? Empecé a limpiar y juguetear con la máquina de ultrasonido. ―Le estaba dando a Celeste un pequeño vistazo a su… ―Estaba preocupado ―dijo Brent―. La enfermera Wicks dijo que no te veías bien. ―Estoy perfecta ―dijo, saltando de la mesa con un brillo sobre ella del que no me había percatado―. Vamos a tener un pequeño… ―Pensé que habíamos decidido que era mejor… ―Tú decidiste. Más como forzado, amenazado, intimidado y manipulándome. Brent me miró. ―Holt, ¿te importaría darnos un minuto? Te veré más tarde. ―Holt me llevará a almorzar ―dijo Celeste, pasando por delante de él―. Órdenes de la enfermera Wicks. ―Maldita sea, Celeste ―dijo―. Nosotros lo acordamos. Se volvió y lo miró directamente a los ojos. ―Me quedare con este bebé. ―Luego giró sobre sus talones y caminó hacia la puerta. ―¡Joder! ―gritó Brent, pasándose una mano por el cabello. Me quedé allí congelado entre dos de mis mejores amigos. Brent me hizo un gesto con la mano. ―Por favor, ve a hacerla entrar un poco en razón. Salí de la habitación y la alcancé en la escalera. ―¿Celeste? ―Almuerzo. Alimentar al bebé. Eso es. No quiero hablar de él.

139

―Bien, pero no está bien que me utilices contra él ―dije. ―No, ¿pero está bien que él te pida que vengas a hablar conmigo? ―Abrí la boca para decir algo―. Ni siquiera te molestes en negarlo. ―Mira, no importa lo que me pidió que hiciera porque estoy feliz por ti. Serás una madre increíble. Ella me lanzó una hermosa sonrisa. ―Gracias. ¿Cómo está tu mamá? Y así, nuestra amistad estaba nuevamente en camino. Ese camino donde evitamos el beso, nuestros sentimientos, y, sobre todo, la culpa.

140

17 El siguiente par de día transcurre igual. Rápidamente nos asentamos en nuestra rutina de pasar cada noche juntos. Y en unos días, casi estoy de regreso a mi viejo yo. Desafortunadamente, Holt mantiene las manos para sí mismo; aunque todo eso salió volando por la ventana esta mañana. Se despertó antes de que la alarma siquiera sonara, y ha sido un perro en celo desde entonces, besando mi cuello y frotándose contra mí. ―Ha pasado mucho jodido tiempo ―gruñe. ―Holt, esta mañana no. Levanta su cabeza. ―Dijiste que te sentías mejor. ―Así es, pero esperaste demasiado. Empecé mi periodo. ―No me importa ―dice, inclinándose contra mi cuello. ―A mí me importa ―digo, y él rueda sobre su espalda, murmurando un par de maldiciones que sé que no debo oír. Inclinándome, lo beso suavemente―. Buenas noticias, mis periodos generalmente no duran mucho. Tres, tal vez cuatro días. ¡Máximo cinco! Me sonríe. Pero no solo cualquier sonrisa; es una malvadamente sucia. Rueda sobre mí y sujeta mis manos contra la cama. ―Podemos ser creativos. ―¡Quieres decir, que puedo chuparte el pene! ―Sus ojos se ensanchan. Él olvida lo mucho que odio las pequeñas charlas. Solo di lo que quieres decir, no te andes con sigilo. Me siento, obligándolo a bajar de mí―. ¿Por qué todos ustedes creen que el periodo de una chica es igual a mamadas por una semana? ―Son más como esperanzas. ―Se ríe. Mis ojos se apartan. Parece estúpido ser tímida con Holt, el hombre me mantiene desnuda la mayor parte del tiempo, pero algunas cosas simplemente son

141

vergonzosas. No le he hecho eso a un chico en mucho tiempo. ¿Siquiera recordaré que hacer? ―Oye ―dice, alzando mi barbilla―. ¿A dónde fuiste? ―Estoy bien. Es sólo que estoy… ―Rueda sobre su costado acariciando mi rostro―. Nerviosa. No he hecho eso en un largo, largo tiempo. ―Está bien ―dice, pero la decepción está sobre todo su rostro, y lo escucho en su voz―. Pero no es como si no hubiéramos estado teniendo sexo a cada oportunidad que tenemos, entonces… ―El sexo es diferente ―indico―. Digo, se requiere habilidad para succionar un pene correctamente. ―Cae hacia atrás, riéndose tan fuerte que la cama está temblando. Me río y lo abofeteo juguetonamente―. Es en serio. Una solo puede recostarse para el sexo, y él chico aun así se correría, pero una mamada requiere de una coordinación mano-boca. ―Sigue riéndose―. ¡Holt! Estoy dando mis confesiones de las felaciones aquí. ―¿Confesiones de felaciones? ―pregunta, riéndose más fuerte. ―Sí, no soy una de esas chicas que cree que no hay tal cosa como una mala mamada. Sé que algunas mujeres creen que siempre y cuando estén de rodillas, sus hombres deberían estar felices, pero si voy a hacer algo, voy a hacerlo bien. Me acerca, sacudiendo su cabeza hacia mí. ―Bebé, ha pasado media década desde que una mujer chupó mi polla. Siempre y cuando no me la muerdas, estaremos bien. ―Ahora soy yo quien se ríe―. Hay otras formas de ser creativos aparte de las mamadas ―dice, apretándose contra mí, y maldita sea si no se siente maravilloso―. Déjame mostrarte. ―Desliza sus dedos entre mis piernas, pero sobre mis bragas, rodeándome―. Me alegra que no hagas esto para ti misma. Siempre me necesitarás. ―Mis piernas se abren, mi aliento se pone rápido y pesado, pero se detiene, sus labios se mueven por mi clavícula, lentamente y deliberadamente. Gimiendo suavemente, levanto mi camisa, mi piel caliente ruega por su toque. Sus ojos recorren mi cuerpo, como si estuviera memorizando mis curvas. Todo el tiempo sus dedos trazan círculos suaves, encendiendo un profundo y dulce fuego entre mis piernas. Sus ojos buscan los míos mientras su lengua pasa suavemente sobre mi pezón. Mi espalda se arquea ligeramente, ansiosa de que vaya más rápido, más duro, que succione más profundo, más largo. ―Rápido, Holt.

142

Pero sus dedos se detienen. Antes de que pueda protestar, cierra su mano en un puño, sus nudillos moviéndose a lo largo de mí con fuerza. ―¡Oh Dios mío! Oh, mi… ―Mi orgasmo me atraviesa, dejando mi cuerpo tembloroso. Holt no ha terminado. Engancha sus piernas en mi cintura, rodándonos a los costados, frotándose contra mí, sin dejar que mi orgasmo termine. Sus manos se deslizan bajo mis palmas a mi trasero, su dedo se presiona contra mí. Enterrando mi cabeza en su cuello, grito, temblando. Pone mi cabello tras mi oreja y bromea. ―Siempre rápido y sucio contigo. Lo sé, estoy roja, pero me inclino y lo beso suavemente. ―Extraño nuestras dulces folladas, también. ―También yo. Esas son mis favoritas ―dice, mostrándome la sonrisa más gloriosa. Metiendo mi mano bajo la cinturilla de su pantalón, comienzo a deslizarme por su cuerpo. ―Tendrás que conformarte con una dulce mamada, en cambio. ―Dios ―gime cuando mi mano encuentra la suave piel de su pene. Baja la mirada a mí―. Sé que debería ser un tipo amable y decirte que no tienes que hacerlo, pero he pensado en tus labios demasiadas jodidas veces. Sé que, si me detengo ahora, no me presionaría o me haría sentir mal. Además, quiero verlo perder el control. Quiero ser su ruina. Nuestros ojos se enfocan mientras quito su ropa interior. No es muy normal que lo vea así. Tiene razón; por lo general estoy apurada, pero no hoy. Hoy voy a tomarme mi tiempo y disfrutar cada centímetro de él. Pasando mis dedos por el interior de su muslo, cada músculo de su cuerpo se tensiona. Comienzo en su cuello, pero no pasa mucho hasta que me jala a su boca. Y tan pronto como su lengua encuentra la mía, soy pura masilla. El hombre podría convencerme de que hiciera cualquier cosa cuando me besa. Su beso es una increíble combinación de fuerza y dulzura a la misma vez. ―Annalyse ―gime suavemente, y suena como una oración… es un deseo susurrado qué pides en la oscuridad cuando nadie está escuchando. La forma en que dice mi nombre es con tal pasión. Y para un hombre que usa una máscara de formalidad todo el tiempo, es el sonido más hermoso. Besando un camino por su cuerpo, olvido mis nervios. Solo somos él y yo y nadie más. Sin esposos muertos, sin

143

fantasmas en el armario, sin máscaras falsas, sin inseguridades. Solo somos él y yo en la más hermosa de las llamas. Estoy feliz de reportar que dar mamadas es una habilidad que nunca se olvida. O tal vez Holt es fácil de complacer. De cualquier forma, está totalmente relajado, rizando mi cabello mientras mi cabeza reposa en su pecho; el ritmo de su corazón es fuerte y estable en mi oído. ―Entonces te debo una cita ―dice―. Estaba pensando en este fin de semana. Odio que use la palabra “deber”. Quiero que quiera llevarme a una cita, no por alguna estúpida obligación. Tal vez simplemente estoy pensándolo demasiado. ―¿No tienes turno? ―No, tengo turno el día de Acción de Gracias, así que estoy libre. Pero lo que he planeado para nuestra cita significará pasar una noche lejos. ¡Una noche lejos! Esto perdona el comentario de que “debe”. ―¿En serio? ―¿Está bien la noche del viernes? ―pregunta. Mi cabeza está dando vueltas un poco demasiado emocionada mientras pregunto: ―¿A dónde me vas a llevar? ―Es una sorpresa ―dice. Tal vez soy yo, pero se ve tan feliz, como si estuviera también emocionado por esto. Me encuentro esperando que mi periodo se termine para ese entonces. ¡Una noche romántica lejos! Es más de lo que alguna vez esperé. Es la esperanza y la felicidad envueltas a mi alrededor.

144

18 No he tenido esta sensación hace una eternidad. La sensación de que no puedes simplemente esperar a compartir algo con alguien. Y no voy a compartirlo por teléfono. Estoy prácticamente saltando cuando la camioneta de Holt estaciona en su entrada. Gracias a Dios, porque no podría haber esperado otro segundo para decirle. De inmediato me ve y no estaciona en su garaje. Parece tan emocionado como yo por verlo, y tengo grandes noticias hoy. No me pregunta qué pasa. Estoy segura de que puede ver mi sonrisa desde la mitad del camino. ―Entonces sabes que he estado haciendo lo del blog y cosas independientes, pero en realidad no tenía ningún plan a largo plazo… ―Continúo mi emocionada diatriba. De verdad debería aprender a hacer de una larga historia algo corto―. ¡Quieren convertir mi blog en un libro! Me levanta, besándome con fuerza. ―¿Por qué no querrían? ¡Eres asombrosa! Me encanta que haya dicho eso. Continúo diciéndole cómo recibí la llamada de una agente quien escuchó sobre mi blog y ha estado siguiéndome durante un tiempo, y de verdad le gusta lo que ve y cree que podría vendérselo a un publicista. Debo de viajar para ir a discutir un par de cosas con ella. Por supuesto, no es un trato cerrado, y miles de cosas podrían salir mal, ¡pero a quién le importa! Voy a deleitarme con estas noticias y la cereza del pastel es, que tengo a alguien con quien compartirlo. Le da una palmada a mi trasero, besándome de nuevo. ―Voy a llevarte a celebrar. Vamos a mi agujero favorito de comida china. De hecho, queda al lado de la estación de gasolina. Lo sé, estación de gasolina china no suena muy bien. Nadie puede acusarme de ser una esnob con la comida, eso es seguro. Ordenamos suficiente comida para alimentar a un ejército.

145

Sentados en la cabina completamente llenos, Holt me pasa una galleta de la fortuna. Abriendo el plástico, la parto y saco el pequeño papel blanco. De hecho no me gustan las galletas de la fortuna, así que se la doy a Holt para que la coma. El hombre se comería cualquier cosa. ―¿Qué dice? ―pregunta. ―Eres la conductora de tu vida ―digo, frunciendo un poco el ceño―. Lee la tuya. Saca el pequeño papel sin romper la galleta. Luego lo desdobla, riéndose. ―Al parecer no tengo fortuna. Está en blanco. Tomando el de él, digo: ―O significa que estás escribiendo tu propia fortuna. Sonriendo, se inclina y me besa. ―Si el libro no funciona, deberías conseguir trabajo escribiendo las fortunas. Hashtag “Elige ser feliz” sería algo grande. Lo codeo con suavidad, mirando mi fortuna. ―¿Conductora? Tal vez está diciéndome que es hora de comprar un auto. No puedo conducir el de Meg para siempre. ―Y la moto está permanentemente fuera ―dice, y pongo los ojos en blanco―. Puedo llevarte a mirar algo. ―Quieres decir que quieres vigilar mi decisión. ―Ya está sacando su teléfono buscando las camionetas más seguras en carretera―. No creo que quiera una camioneta ―digo―. De verdad… ―Las camionetas son más seguras en choques de frente que los autos. Pueden imaginarse cómo siguió el resto de la tarde. El hombre molestó tanto a cada pobre vendedor hasta que estuvieron tan mareados, que uno de hecho sacó una botella de bourbon y se sirvió una copa. Holt no preguntó sobre ahorro de combustible, precio o garantía. No, lo único que le preocupaban eran las bolsas de aire, el auxilio en la carretera, los indicadores de punto ciego, los frenos antibloqueo, cámaras de repuesto, y algo que llamaban la advertencia/mitigación de cambio de carril, lo cual aparentemente puede girar el auto por ti si vas muy lejos en tu carril. Algunas mujeres pueden cansarse de su sobreprotección, pero en realidad no me molesta. Si Holt preocupándose al extremo por mí es su peor defecto, entonces puedo vivir con eso. Además, sé que haré lo que quiera, de todos modos. ¿Por qué romper su burbuja?

146

Para el momento en que llegamos a su casa, podría decirte la diferencia entre un auto de dos y cuatro puertas, pero no puedo resistirme a tener un poco de diversión a expensas de Holt. ―Estoy pensando que quiero uno de esos autos pequeños. Ya sabes, los que parecen pequeños cuadrados. Eso sería bueno para el estacionamiento en paralelo en el cual no soy muy buena. Sonriendo, me levanta rápidamente y me suelta sobre su cama, subiéndose sobre mí y haciéndome un poco de cosquillas. ―¿Estás burlándote de mí? ―Sí. ―Me río. ―Tal vez exageré un poco ―admite. ―O tal vez solo te gusta decirme qué hacer. ―Mmmm ―gime, sus dedos deslizándose bajo mi camisa―. Te lo compensaré. Te dejaré decirme qué hacer. ―Bien ―digo―. Porque voy a comprar ese Jeep descapotable que me gustó. Sacude su cabeza hacia mí, jugando con el botón de mis jeans. Tal vez es mi experiencia, pero nunca antes he tenido que decirle a un hombre qué hacer. Holt sabe, y Logan siempre supo cómo leerme perfectamente, así que nunca ha sido necesario. Y honestamente, me gusta que el hombre esté en control en la cama, pero acaba de revertir los roles. Nervios o no, este es un juego que no quiero perderme. Así que mi primera orden para él es que se desvista. Estira una mano y se pasa la camiseta por su cabeza, los bronceados y duros bordes de su pecho y abdominales aparecen a la vista. Sentándome, paso mis dedos por su camino de la felicidad, plantando besos en el punto justo en que desaparece. Sonriéndome, sé que le gusta nuestro pequeño juego. Sus dedos encuentran el botón de mis jeans. Se baja los suyos y su bóxer en un rápido movimiento, parándose ante mí como un jodido dios. Parece no tener ni una sola onza de auto consciencia, pero no es arrogante tampoco, solo cómodo en su propia piel. De verdad es la propia definición de lo que significa ser un hombre. Tiene un poco de vello en su pecho, pero no demasiado, y cuando se da vuelta, los músculos de su espalda se flexionan y ondulan. Y sus brazos son fuertes y duros. A algunas chicas le gustan los abdominales; a algunas los ojos, a algunas se les debilitan las rodillas por los brazos. Con Holt, no debes elegir. Lo tiene todo, y ahora mismo, es mío para hacer lo que quiera.

147

Estirándose por mí, suelta el botón y baja la cremallera de mi jean. ―No te dije que hicieras eso ―bromeo. Toma mi pantalón, bajándolo y se sube sobre mí, acechando mi cuerpo. ―Dime qué quieres ―gruñe. Con mi periodo todavía estando por ahí, el sexo no está en las cartas esta noche. Sólo tendré que usar algo de esa creatividad de la que Holt habló. ―A ti ―susurro, agarrándolo. ―Estoy nerviosa ―digo, mientras Holt estaciona frente al aeropuerto. Es muy temprano en la madrugada. Voy a tomar el único vuelo hacia Nueva York que sale desde el aeropuerto de Little Rock hoy. Es la única opción, porque el aeropuerto no es tan grande, así que hago lo que debo hacer para llegar a la cita de la tarde con mi potencial agente. Y haré lo mismo mañana para llegar a casa a tiempo para mi primera cita oficial con Holt―. Desearía que pudieras venir conmigo. ―También yo ―dice―. Será una primera cita genial. Tomando aire profundamente, reviso mi bolso una vez más y luego miro mi ropa. Afortunadamente, el aeropuerto no está lleno, así que nadie está tocando la bocina o haciéndonos apurar. Él se inclina tomando mi mano. Se ve tan jodidamente lindo con su bata mostrando los músculos de sus brazos. ―Recuerda, estarán mirándote tanto como tú a ellos. Ellos deberían ser los que intenten impresionarte. ―Está alucinando. Los agentes rechazan a miles de personas al mes, pero es dulce escucharle decir eso, con tanta convicción en su voz―. ¿Empacaste tu medicina? ―pregunta―. Recuerda, estás recuperándote de… ―Asiento obligándolo a detenerse, pero él sigue―. Es frío allá, así que mantente abrigada. ―Y te llamaré cuando aterrice ―digo, haciéndolo antes que él. ―Te extrañaré ―dice dulcemente, sus dedos acariciando mi rostro―. ¿Puedo leer tu blog mientras estás lejos? Asintiendo suavemente, digo: ―Llegaré para nuestra cita. ―Envuelvo mis brazos a su alrededor, enterrando mi cara en su cuello. La sonrisa en mi rostro no desaparecerá. Nunca pensé que tendría a alguien a quien extrañar de nuevo. Se siente genial ser extrañada, tener a alguien a quien extrañar, alguien esperando por mí al volver a casa.

148

No dice nada, pero debe estar sintiendo lo mismo que yo, eligiendo mostrarme cómo se siente con acciones. Todavía usa su boca para comunicarse, pero no es con palabras. Acercándome a él, su mano se enreda en mi cabello. Nuestras lenguas batallan mientras me besa con tanta fuerza, como si estuviera intentando tatuar su emoción en mi memoria. Pero no debe preocuparse; mi corazón es incapaz de olvidar.

149

Blog La Sucia Verdad 18 de noviembre Tu corazón tiene memoria

Tu corazón tiene una memoria, y es más fuerte y duradera de lo que tu cerebro alguna vez será. ¿Has notado alguna vez cómo puedes tener problemas para recordar ciertas cosas, detalles? Pero siempre puedes recordar cómo te sentiste en cierto momento, en cierta situación. Cuando tu mente está confundida, tu corazón se mantiene claro. Recuerda. Puede que no recuerdes las cosas específicas de una persona, pero siempre recordarás cómo te hacía sentir esa persona. Es como si las emociones estuvieran quemadas en tu corazón, incluso si los detalles no lo están. Funciona con personas, lugares, y eventos. No importa. Si hizo destellar una emoción en ti, se quema a sí misma en tu corazón y nunca te deja.

150

―¡Lo juro, es como si quisieras que rompa contigo! ―gritó Celeste. Ella y Brent están de pie fuera del bar donde siempre pasamos el rato, pero podíamos escucharla clara como el día desde dentro. Y ella tenía un buen punto. Brent estaba coqueteando con otras mujeres enfrente de ella. Tenía seis meses de embarazo; no estoy seguro de qué es lo que estaba pensando él. A menos que Celeste tenga razón, y esté intentando que ella lo termine así no tiene que parecer un imbécil por dejarla después de embarazarla. Éramos residentes de cuatro años, así que él estaría terminando pronto y las cosas serían más sencillas. Jason había terminado su residencia en anestesia, y habíamos tomado demasiados tragos celebrando. Quiero decir, Jason era una prueba viviente de hay una vida esperando al otro lado. Celeste había sido cuidadosa con lo que me contaba sobre Brent. Desearía que Brent hubiera sido igual. El tipo se quejaba continuamente de sus antojos, su deseo de discutir cada detalle de su embarazo, comprar cosas para su hija. Intenté explicarle que esas eran las cosas normales, pero simplemente no podía ver más allá de lo jodidamente asustado que estaba. ―¿Holt? ―gritó Brent, abriendo la puerta del bar. Mis ojos se levantaron, viendo a Celeste agachada. Jason y yo corrimos a la puerta―. Mierda, estábamos discutiendo. ¿Qué pasa? ―Me preguntó Brent, con sus manos moviéndose salvajemente, pero sin tocarla o reconfortarla de ninguna forma. Me arrodillé, colocando mis manos en su vientre, su estómago tenía una dura y tensa bola. ―Duele, Holt. De verdad duele ―gritó, con los ojos llenos de lágrimas. ―Sé que sí ―dije, frotando suavemente su barriga―. Jason, ve por un gran vaso de agua y apresúrate. ―¿Va a estar bien? ―preguntó Brent. Los ojos de celeste se enfocaron en mí. ―¿Yo o el bebé? ¿O no te preocupas por ella? ―Oye ―dije, dirigiendo mis ojos a ella―. Sólo en mí. Sólo quiero que te enfoques en mí, en mi voz, en lo que estoy diciendo. ¿Bien? ―Asintió un poco―.

151

Creo que todo el mundo está bien, pero quiero llevarte al hospital para estar seguros. ¿Puedes caminar? ―Mi auto esta justo ahí ―dijo Brent, estirando el brazo para rodearla. Me hice a un lado, dándole a Brent el espacio que le correspondía. La puerta del bar se abrió, y Jason me pasó un vaso de agua. ―¡Argh! Mi cabeza se giró, mientras Celeste se doblaba de nuevo. ―¡Dios! ―grité. Sin pensarlo, le pasé el vaso de agua y la cargué, llevándola el resto del camino, dejándola en el asiento trasero. Brent se apresuró al asiento del conductor, y le di un golpecito en la pierna―. Estaré justo detrás de ustedes chicos. Los veré… ―No ―gritó ella, estirándose por mi mano―. No me dejes, Holt. Por favor. ―Ve ―dijo Jason, empujándome dentro―. Me encargaré de la cuenta y los veré en el hospital. Soy bien pasado el metro ochenta. No sé cómo me metí en el asiento trasero, acurrucado entre el asiento delantero y donde ella estaba recostada, pero me hubiera metido dentro de una caja de zapatos si fuera necesario. Sabía que no estaba más incómodo que ella. Animándola a beber levantando el vaso a su boca, dije: ―Creo que parte del problema es que puedes estar deshidratada. Miró la parte de atrás de la cabeza de Brent, un recordatorio de que no estábamos solos. ―Háblame ―dije―. Cuéntame de tu mamá. ¿Cómo está? ―Por el amor de Dios, Celeste. Ahora no es el momento ―dijo Brent. Hizo una mueca como si fuera golpeada por otro dolor. Estiré mi mano hacia su vientre y comencé a frotar de nuevo. ―¿Ya tienen algún nombre elegido? ―pregunté. ―Un par ―dijo―. Bueno, tengo al menos diez. ―Dime. Inclinó su cabeza hacia atrás, su mano encontrando la mía sobre su vientre. ―De verdad me gustan las cosas diferentes. ―Raro ―repicó en nuestro momento. Ella puso los ojos en blanco.

152

―Gigi ―dijo. Debió de haber leído mi expresión―. ¿Qué? ¿No te gusta? ―Es bonito ―dije―. ¿Pero no es ese el nombre de unos vibradores populares para mujeres? Se rió y juguetonamente me golpeó. ―Eso pensarías tú. Muy bien, táchalo. ¿Qué tal Kennedy? ―Pero ese es tu apellido. ―Lo sé, pero creo que es un nombre bonito ―dijo. ―Lo es. ―Hasta donde podía decir, Brent no iba a casarse con ella, así que eso quería decir que su bebé sería Kennedy. Ella me sonrió con tristeza, luego apretó mi mano, todavía frotando su vientre, y la movió bajo su camisa. Pude sentir su ombligo sobresaliendo mientras frotaba mi mano sobre mi piel―. ¿Qué más tienes? ―Bueno, probablemente mi nombre más normal es Hannah. ―Mi mamá iba a nombrarme Hannah si era una niña. Empezó a reírse, llenando el auto con su dulce sonido. ―Estamos aquí ―apuntó Brent. ―Esto continuará ―dije, haciendo un movimiento de Matrix para salirme del auto. Brent corrió y tomó una silla de ruedas, y nos apresuramos rápidamente al piso de Maternidad e Infantil. No había forma de que fuera a exponerla a los virus de la sala de urgencias. ―No me quedaré la noche, ¿verdad? ―preguntó. ―Síp ―dije. ―Pero… ―Vas a quedarte ―expliqué firmemente. ―Pero debo ir a trabajar mañana y… ―Brent, ayúdame aquí ―dije. ―No me escuchará ―expresó Brent. Llevándola en la silla a un cuarto, quise golpear a Brent. Un hombre se supone que debe cuidar de su chica. ―No trabajas mañana ―dije―. Te quedarás la noche. Te quedarás aquí en la cama y todo el día de mañana donde Brent y yo podamos revisarte. Entonces, si todo está bien, puedes ir a casa mañana. ―Pero… yo…

153

Me incliné, con las manos a los lados de la silla de ruedas. ―No soy tu amigo ahora. Soy tu doctor. Y te digo de la forma en que son las cosas… necesitas descansar. Sé que puedo ponerme terco como una mula, gritando órdenes, pero siempre es con la mejor de las intenciones, tratar de ayudar, de proteger. ―Bien ―susurró. Me volteé a Brent. ―Ayúdala a ponerse una bata y a entrar a la cama. Voy a hacerle saber a las enfermeras que la voy a admitir, e iré por una máquina para el ultrasonido. Ya regreso. Lo juro, no me fui ni por diez minutos cuando regresé al cuarto, ya estaban peleando de nuevo. ―Brent ―grité. Sus ojos se cerraron, sus manos empuñadas―. ¿Por qué no vas al apartamento de Celeste a buscarle algunas cosas para quedarse la noche? Estoy seguro de que necesitará algunas cosas, y tú también. ―No me quedaré ―dijo Brent―. Debo de levantarme en seis horas, y terminaremos peleando toda la noche de todos modos. ―Bien, entonces vete ―lloró Celeste―. Ni siquiera esperes para ver si tu hija está bien. ¡Sólo vete! ―No iba a irme en este mismo instante ―expresó―. Mierda, no puedo seguir con esto. Lo llevé hacia la puerta. No quería sacarlo al pasillo sin privacidad de aquí. ―Hombre, ¿qué estás haciendo? ―pregunté. ―No lo sé ―dijo―. Pero toda esta pelea no es buena para ella y el bebé. ―¿La amas? ―indagué. Se encogió de hombros. ―Pensé que sí. Quiero decir, al principio, era tan divertido y sencillo. Sexo todo el tiempo, y… Me desconecté por un momento. No quería escuchar nada de eso. ―¿Y ahora? ―Ahora es así todo el tiempo. Nada de lo que hago o digo es suficiente. Todo lo que hago la molesta. Tal vez estaría mejor sin mí.

154

Probablemente lo estaría, pero no era mi lugar decirlo. Y sin importar qué tanto sintiera que Celeste estaría mejor conmigo, no sabotearía su relación. Miré a Brent a los ojos. ―¿Sabes cuántos futuros padres me han dicho eso? Este es tu trabajo ahora, amarla sin importar qué. Ella necesita saberlo. Asintió un poco, y mi pecho se apretó. Puede que acabara de salvar su relación. Esto es lo que los amigos hacen. Estaba siendo un buen amigo para ellos, pero que me maldigan si no sintiera como si acabaran de patearme en las bolas. Se dio vuelta y caminó al borde de la cama. ―Lo siento ―dijo. Celeste me miró. ―Está bien, sólo… ―No ―repitió―. Lo siento. No puedo hacer esto. ¿Qué demonios, Brent? ¿Qué demonios está haciendo? ―¿Estás rompiendo conmigo ahora? ―sollozó―. ¿Mientras estoy en una cama de hospital? Alzó la mirada hacia ella. ―Lo siento. Podemos encontrar alguna especie de manutención infantil y… ―¿Qué? ¿Dinero? ¿Quieres hablar de dinero? ―Sólo no quiero que pienses que no apoyaré al bebé. Sé que es mi responsabilidad y… Me miró completamente incrédula. ―Puedes quedarte con tu maldita manutención, y yo me quedaré con mi hija. ¿Qué tal eso? Puedes pretender que esto jamás sucedió, vete a tu bar, y mete la polla donde sea que quieras. ―Se inclinó apoyándose en sus codos y lo miró a los ojos―. Pero tienes que saber. Nunca serás un padre para este bebé. Asintió y se marchó. ―Brent ―lo llamé, yendo tras él. ―Déjalo ir ―dijo Celeste. ―Celeste, te juro que estaba diciéndole que… ―Escuché todo lo que le dijiste ―expresó.

155

No lloró como esperaba. Sólo se quedó recostada en la cama del hospital tomando aire profundamente. Y yo sólo me quedé ahí de pie incómodo, buscando por algo que decir o hacer. ―Bien, ¿qué tal si vemos a nuestra pequeña? Levantó su camisa y dijo: ―Mira mi barriga. Coloqué mi mano a los lados de su vientre. ―Ya no está tenso. Me miró con esos ojos suyos. ―Dejó de doler cuando dijo que se iba. ―Vamos a mirar de todos modos ―dije. Hice un doble examen de gama en ella. No iba a dejar ni una sola piedra sin levantar. Resultó que el bebé y ella estaban bien. Me quedé con ella toda la noche, durmiendo en una silla para asegurarme. No importó que tuviera que trabajar al día siguiente. No iba a dejarla sola. La mañana llegó con un pequeño golpe en la puerta. La cabeza de Jason apareció. Me miró, a mi lugar para dormir, y le dio un beso platónico en la mejilla, pasándole unas flores. ―Gracias ―dijo, inclinándose para darle un abrazo―. ¿También me trajiste una barra de dulce? Solté una carcajada y dije: ―Al bebé le gusta el turrón. Jason sonrió un poco, luego me llevó al pasillo. ―¿Tienes un minuto? ―Claro ―dije, dándole una palmadita a ella en la pierna―. Te veré después. Debo empezar a organizarme, pero tienes mi teléfono si necesitas algo. Jason cerró la puerta tras nosotros. ―Mierda hombre, ¿qué estás haciendo? ―Estoy seguro… ―Rompieron ―dijo. ―Lo sé. Vi toda la maldita cosa.

156

―Brent volvió al bar anoche ―dijo Jason, y no necesitó entrar en más detalles. Ambos sabíamos qué sucedió después―. Él fue nuestro amigo primero. ―¿Qué esperas que haga? ―pregunté―. ¿Qué la abandonara como Brent? Porque te diré, por la forma en que está actuando, no estoy seguro de que quiera salir con esa clase de persona. ―Tal vez será porque estás enamorado de su novia ―dijo Jason. Todo el aire dejó mi pecho. Ni siquiera yo lo había dicho antes en voz alta, pero no lo negué. ―No he cruzado esa línea con ella. No haría eso. Y no lo hice; incluso aunque Celeste y yo comenzamos a pasar más y más tiempo juntos. Comíamos juntos en el trabajo, salíamos después. Nunca fui a ese bar nunca más. No podía soportar ver a Brent. Sabía que estaba dolido, y era por eso que estaba actuando de esa forma, pero no quería un asiento en primera fila. Sí tuve un asiento en primera fila para el embarazo de Celeste.

157

19 No puedo creer que estuviera en Nueva York esta mañana y ahora tengo que prepararme para mi cita de esta noche con Holt. Hablando sobre cambiar el chip. Pero es todo bueno. La reunión con el agente fue mucho más tranquila de lo que pensaba. Pero todavía hay algunos obstáculos que superar antes de que firme cualquier trato. Específicamente, quieren que entregue mis primeras treinta páginas. Supongo que quieren ver cómo planeo trasladar un montón de publicaciones del blog al azar en un libro coherente. ¡Diablos, quiero verlo también! Me causa un poco de estrés… buen estrés, sin embargo. Desde que las vacaciones han llegado, me han dado hasta finales de enero, así que tengo tiempo. Para lo que voy corta de tiempo es para prepararme para mi noche con Holt, así que recluté algo de ayuda. Estoy cuestionando esa decisión. No sé en qué estaba pensando para pedirles a dos lesbianas de la tercera edad y una hormonal madre embarazada de dos que me ayudaran a prepararme para mi cita. Fue una seria falta de juicio por mi parte, pero Meg no estaba en el país, así que tomé lo que pude lograr. Tal vez abrir esa tercera botella de vino no fue tan buena idea. ―¿Está tu selva cortada? ―pregunta Rachel, y ni siquiera está bebiendo. ―¡Estás loca! ―Tienes que ocuparte de esa situación ―dice Rachel―. Holt es ginecólogo, así que probablemente ha visto todo tipo de selvas fuera de control. ¡Toma un cuchillo para tu conejo! ―Basta ―digo, riendo descontroladamente. Judy solo mueve su cabeza hacia nosotras y pregunta: ―A él le debe gustar cómo se ve si quiere más. ¿Y qué vas a ponerte? ―No tengo ni idea. No puedo pasar de mi ropa interior. Quiero decir, ¿a los chicos realmente les importa si tu sujetador y bragas combinan? ―No, no les importa en absoluto, pero es agradable hacer el esfuerzo. Muestras que te importa ―dice Rachel.

158

―Está bien ―digo, luego saco un bonito conjunto de bragas y sujetador azul pálido para ponerme y un conjunto rosa para empacar. Me imagino que voy a dormir desnuda, así que eso lo soluciona―. No me dice qué vamos a hacer, así que no sé qué llevar. Carla baja su copa de vino, dirigiéndose al armario. ―Este vestido jersey es bonito. ―Es sin espalda ―digo, sujetándolo sobre mi cuerpo. ―Bueno, si no tienes en el frente, presume en la parte de atrás ―dice Rachel. Está completamente en lo cierto con que no tengo nada de lo que sentirme orgullosa en el departamento de las tetas. ―Supongo que eso resolverá el debate del sujetador y las bragas también. Simplemente iré sin sujetador. ―Ahora estás hablando, hermana ―dice Carla. ―Tienes que darme algo jugoso de Holt. ¿Es tan intenso en la cama como parece? ―pregunta Rachel―. No tienes que decirme su tamaño ni nada. Simplemente, ¿es polla de novio o polla de vacaciones? ―¿Qué? ―Me río. ―Ya sabes, ¿es tan grande que solo podrías manejarlo por un tiempo breve, como en vacaciones? ¿O es su polla tan perfecta en tamaño y forma que podrías montarla para siempre? ―¿No sería una polla de marido? ―bromeo. ―Me las he arreglado para evitar los penes toda mi vida ―dice Judy―, y una noche con ustedes, chicas, y tengo imágenes recorriendo mi mente. Pequeñas pollas de dibujos con placas identificativas. Hola, mi nombre es… ―No puede terminar su frase, se está riendo demasiado duro. Carla pone los ojos en blanco. ―Es agradable que estés saliendo de nuevo, Annalyse. ―Se siente bien. Y espero que dure.

159

Blog La Sucia Verdad 19 de noviembre Construyendo amor

Un antiguo proverbio dice: “Los ojos son la ventana del alma”. Así que me pregunto por qué los suyos siempre están cerrados. ¿Es para evitar que mire dentro? ¿O para evitar que la oscuridad salga? He oído que un corazón promedio es del tamaño de un puño. ¿Es por eso que si quieres amor, tienes que luchar por ello? Oscar Wilde decía: “Las mujeres están destinadas a ser amadas, no a ser entendidas”. Pero eso no te concede un pase para no intentar entender. Cher decía: “Los hombres son un lujo, no una necesidad”. Esa me gusta mucho. El amor… se han escrito incontables canciones sobre él, poemas, películas, programas de televisión. Es el centro de quienes somos como personas. No creo que estemos en esta tierra por fama o fortuna. Creo que estamos aquí para aprender a amar. Entonces, ¿cómo vamos a construir este amor por el que estamos tan desesperados? Como poco, tienes que poner los cimientos. No puedes empezar desde la cima e ir bajando. ¿Has visto alguna vez a dos personas enamorarse? ¿Sucedió rápidamente o fue a fuego lento? ¿Empezaron como amigos que se volvieron amantes? ¿Eran follamigos que terminaron como compañeros para toda la vida? ¿Fue el encuentro estándar, cita, enamorarse? ¿Estaban asustados o fueron por ello? Ese es el problema con el amor… no hay una manera correcta o incorrecta de hacerlo. Y puedo decir, creo que el término “enamorarse” es totalmente equivocado. Deberíamos decir “construir amor”. Enamorarse y desenamorarse parece pasar cada día. Lo que deberíamos hacer es construir amor que dure. Construirlo sobre confianza, risas, honestidad, ¡y, sí, sexo! No voy a sentarme aquí y enlistar todas las sensibleras emociones que necesitas para hacer que una relación funcione. Sí, necesitas esas cosas, pero enfrentémoslo. Si tu hombre no sabe cómo besarte, follarte, debilitarte las rodillas, entonces no hay nada sobre lo que trabajar. Y deberías ser capaz de hacer esas cosas por él también. La pasión es igual de importante que cualquier otra cosa. Es por eso que no hay manera correcta de construir el amor. Un polvo de una noche puede convertirse en el amor de tu vida. La pasión puede ser la primera capa de los cimientos sobre los que construir. ¿Pero y si te atascas?

160

Desafortunadamente, el amor es difícil. Duele. Pero el amor también es el sanador definitivo. He caminado por ahí entumecida durante años. La única cosa que ha disminuido mi dolor es amor. Amor de mi hermana, mis amigos. Pero no es solo ser amados lo que nos sana. Es cuando damos amor cuando más somos sanados. Creo que nos llevamos amor con nosotros cuando morimos. Los que han muerto tienen nuestro amor con ellos. Tengo que creer eso. Así que a toda la gente que amo en mi vida, vivos y muertos, espero que sepan que en mi corazón, no importa la distancia entre nosotros. Tal vez ese es el punto. El punto de todo. El amor vive para siempre.

161

Holt llega tarde. Esa no es una buena señal para nuestra primera cita oficial. Llamó, así que cuenta para algo. Además, no tiene control sobre cuándo una mujer entra en labor de parto. Reviso de nuevo mi bolsa para la noche para asegurarme de que no he olvidado nada. Solía vivir fuera de una maleta, así que he hecho de empacar una ciencia, y no he perdido mi toque. Compruebo que he empacado mi cepillo de dientes, maquinilla de afeitar y desodorante. Más de una vez, he olvidado el desodorante y tuve que usar gel antiséptico. No me juzguen, funciona en un aprieto. Lo peor es olvidar los tampones cuando estás viajando al extranjero. ¿Saben que en un montón de países los tampones no tienen cordón? ¡Asqueroso! De repente, me doy cuenta de que he olvidado mis gafas de sol. Empieza a oscurecer fuera ahora, pero las voy a necesitar mañana. Estoy segura de que se encuentran en el auto de Meg. Yendo al garaje, enciendo la luz. Los fluorescentes iluminan el cromo de la moto de Logan. La maldita cosa parece estar sonriéndome. Logan está obviamente feliz por mi cita. Pasando una mano por el asiento, rodeo la moto. Es una vergüenza que esté encerrada todo el tiempo. También merece recuperar su vida. ―Annalyse. ―Oigo a Holt gritar. Hablamos mientras estuve fuera. Le di los detalles lo bien que las cosas iban en Nueva York con el agente, pero no es lo mismo cuando estoy con él. Y no puedo esperar para llegar a él. Solo han pasado un poco más de veinticuatro horas desde que lo he visto, pero al parecer, mi corazón no puede decir el tiempo. Me encuentra en la puerta del garaje, sujetándome contra el marco de la misma, pero no me besa. Sus ojos se fijan en los míos. No hay palabras, no beso, sus ojos me cuentan toda la historia, sin embargo. Empieza con cuánto me ha extrañado, convirtiéndose en cuánto me desea y termina con que nunca quiere estar sin mí de nuevo. Todo está justo allí, exponiéndose en la ventana abierta de su alma. ―Yo también ―susurro, inclinándome cerca, mis ojos mirando a sus labios, luego de nuevo a sus ojos. Deslizo mis manos alrededor de su cintura, le doy a su boca una última mirada―. Yo también ―digo de nuevo. Me besa lentamente, como si estuviera intentando besarme lo bastante largo y profundo para compensar todos los besos que nos perdimos mientras no estuve. Entonces hace algo que nunca ha hecho. Termina el beso con un abrazo, atrayéndome hacia él, con sus brazos envueltos completamente a mi alrededor, intentando decirme que ha extrañado todo de mí.

162

―No me gusta llegar tarde, hoy de todos los días. Lo siento ―dice en voz baja, toqueteando mi cabello. ―Está bien ―digo. ―¿Qué haces aquí? ―Creo que podría estar diciendo adiós ―comento, caminando de nuevo hacia la moto―. Tal vez es el momento de deshacerme de ella. ―No hagas eso por mí ―dice, quedándose en su lugar junto a la puerta. no creo que quiera interrumpir o entrometerse en mis recuerdos de Logan. ―No tiene nada que ver contigo. Estoy siguiendo con mi vida, y ella debería también. ―Paso mi mano por los manillares, luego me vuelvo hacia Holt―. Todavía no lo he decidido; solo lo estoy pensando. Extiende su mano hacia mí. ―Realmente necesitamos irnos. ―Estoy lista ―digo, tomando su mano. Nada podría haberme preparado para la más romántica cita por siempre. Había tenido horas en el vuelo a casa para pensar sobre lo que había planeado. Pensé en cena y tal vez una noche en un hotel del centro. No estaba preparada para la cantidad de pensamiento que él había puesto en esto. Tomamos su auto hacia Hot Springs, lo cual está casi a una hora al oeste de Little Rock, y nos registramos en un hotel spa, que sabía que era el mejor en la ciudad. Entonces, me llevó a ver las luces de Navidad en Garvan Gardens. Era el fin de semana abierto al público para la exhibición. Hay algo así como cuatro billones de luces que cubren el bosque de diecisiete acres. Es completamente hermoso. Hay algo sobre las luces de Navidad y el chocolate caliente que te hace sentir como un niño de nuevo, que te hace creer en la magia y todas las cosas que no puedes ver, como el amor. Holt baja mi gorro de invierno, cubriendo mis orejas, y ajusta mi bufanda. Entonces presiono mis labios en los suyos. ―Quiero verlo todo, las luces, los cantantes de villancicos. Podría incluso sentarme en el regazo de Santa. Golpea mi culo. ―Ahí es donde dibujo la línea. Tu culo es mío.

163

Pero me siento en el regazo de Santa, de todos modos. Holt incluso compra la estúpida foto, pero no me importa. Estoy pasándomela muy bien y puedo decir que también él. No ha dejado de sonreír desde que nos fuimos de Little Rock. Lo juro, incluso lo atrapé silbando, pero lo negó. ―Ojalá nevara –digo mientras Holt mete calentadores de manos en mis guantes. Vino preparado para todo, como es habitual. Probablemente tiene paraguas, salvavidas, y un extintor en el maletero de su auto. Me guía a lo largo de un pequeño camino y abre una enorme puerta de madera y cristal. ―¡Vaya! ―Entrando, me siento como si me hallara en una casa árbol. Es tan alta como un pequeño edificio de oficinas, la capilla está cubierta por ventanas del suelo al techo, el resto por finas vigas de madera. Y en el altar, hay un enorme árbol de Navidad cubierto por luces blancas―. Creí en Santa hasta que tuve doce años. Se ríe. ―Yo también. Mi madre me dio la charla sobre sexo y las noticias sobre Santa al mismo tiempo. Me marcó de por vida. Nunca pensaré en Santa y en la señora Claus de la misma manera. Me acurruco en su regazo. ¿Por qué los chicos siempre son tan cálidos? ¿Alguna vez lo notan? Yo casi siempre estoy fría. No Holt. Hemos estado caminando por ahí a temperaturas heladas toda la noche y todavía se siente caliente. Y nunca le importa que ponga mis manos o pies fríos sobre él. Amo eso de él. Acurrucándome más profundo, digo: ―Creo que pondré un árbol este año. Nunca lo he hecho. Nunca tuve uno propio, quiero decir. ―No he puesto árbol en años ―dice Holt―. Pero conozco un lugar. Está en el camino de vuelta. Puedes talar tu propio árbol y todo. ―¿Podemos ir? ―pregunto. Me besa la parte superior de la cabeza. ―Seguro, creo que conseguiré uno también. ―Podemos decorarlos el día de Acción de Gracias ―le digo. ―Estoy de guardia para las fiestas. ―Sintiendo mi excitación hacerse pesada, empiezo a ponerme mi bufanda nuevamente―. Sabes, tal vez deberíamos conseguir un árbol juntos ―dice Holt.

164

―Lo mantendré en mi casa. Meg y Patrick están regresando, así que debería haber un árbol ―Eso funciona ―dice―. Perdón por el día de Acción de Gracias. Solo no puedo planear nada. Odiaría planear una comida grande y hacer que las cosas se arruinen. ―He estado sola muchas festividades. No me molesta. Su nariz se arruga de esta pequeña manera linda. Obviamente, el pensamiento de mí sola en los días festivos le molesta. ―¿Y si solo lo mantenemos simple? Tener comida para llevar, tal vez ver una película ―dice. ―Aporta en la decoración del árbol, y tienes un trato. Me besa en acuerdo. ―Debemos ponernos en marcha. Tengo planes especiales para ti. Realmente espero que estos planes involucren desnudarnos. No hemos tenido sexo en semanas debido a la gripe y mi período. No estoy segura de cómo pasé todos esos años célibe. Lo extraño. No, lo extraño a él. Siendo una escritora de viajes, me he alojado en un montón de hoteles. Algunos glamorosos, otros no tanto. Y Holt sin duda tomó más la ruta de glamour cuando reservó esta habitación. Una enorme cama King, bañera de hidromasaje, pero la mejor parte es la chimenea doble que se puede ver desde el dormitorio y el baño. La habitación fabulosa no era ni siquiera la sorpresa. Tan pronto como llegamos a la habitación, veo las velas que rodean la enorme bañera y me doy cuenta de su sorpresa. El nombre Hot Springs lo delata, pero la ciudad es nombrada por estas aguas termales naturales que han sido conocidas durante siglos para aliviar dolores comunes del cuerpo. La gente viene de todas partes para tener uno de estos baños termales de minerales naturales. En realidad, hay un área entera en la ciudad llamada "fila de casa de baño". Nuestro hotel es uno de los pocos que tiene una de estas fuentes naturales dentro de él. No pasa mucho tiempo antes de que él me esté sujetando en la bañera, la chimenea la única luz en la habitación. Las llamas bailan, mostrando sus vibrantes colores-rojo, amarillo, naranja. Y si se mira lo suficientemente cerca el fondo de la llama, donde el fuego más caliente quema blanco, casi se ve azul. A pesar del fuego, el agua caliente comienza a enfriarse. Nuestra conversación es ligera y divertida, pero mi corazón se está volviendo loco... y las voces en mi

165

cabeza de repente se hacen ruidosas. ¿Por qué tenía que pedir una cita? Como si importara, de todos modos. Parece que no puedo parar lo que estoy sintiendo. Y aunque sé que va a terminar en un desastre, no quiero que se detenga. Nada podría dañarme tan mal como ya lo he hecho, ¿verdad? Salimos de la bañera, y Holt me envuelve en una toalla blanca y esponjosa Holt debe haber oído mis locas voces. ―No empieces a ocultarme algo ahora. ¿Qué es? ―pregunta. ―Creo que estamos rompiendo nuestra regla ―le digo en voz baja. ―¿Cómo? Esta noche es todo acerca del placer. Los músculos entre mis piernas se aprietan. El hombre sabe exactamente qué decirme. Su boca encuentra la suave carne de mi cuello, y la toalla cae al suelo. Sus dedos acarician la húmeda piel de mis muslos. ―No tienes idea de cuánto te quiero ―susurra, plantando pequeños besos arriba y abajo de mi cuerpo. Cada beso se siente como una pequeña promesa siendo susurrada a mi corazón. Sintiendo mi piel ruborizarse, muevo mi cabeza hacia abajo, vislumbrando mis cicatrices. Nunca me he considerado sexy o hermosa. Logan solía decirme que lo era, pero desde que murió, casi me di por vencida. Ni siquiera pensé mucho en cómo me veía. Holt inclina mi barbilla hacia arriba y sus ojos se fijan en los míos. ―Pienso que eres hermosa. Trago duro para conseguir no llorar. ¿Por qué significa tanto para mí oírle decir eso? Porque estoy construyendo amor por él. Sé que puede ser demasiado rápido, y sé que estoy rompiendo nuestra regla. Pero él me lo está haciendo. Sí, él es cerrado sobre algunas cosas, pero luego dice cosas así. Me trae aquí, se ocupa de mí, me da órdenes estúpidas y sobreprotectoras, y mi corazón me traiciona. Sé que debería decirle que me joda, rápido y sucio, pero no puedo hacerlo. Dios me ayude, no lo quiero de esa manera. ¿Qué me está pasando? Bajándome a la cama, susurro: ―¿Me quieres? ¿Lento y dulce? ―No. ―La mirada en su rostro mientras acecha sobre mi cuerpo es perversa―. No te quiero. Jodidamente te necesito, Annalyse. ―No digas eso ―digo en voz baja―. Eso significa que morirías sin mí. ―No, significa que no te voy a dejar ir nunca. ―Sus ojos se mueven a lo largo de las curvas de mi cuerpo como si estuviera buscando algo perdido. Sus manos

166

siguen el mismo camino sobre mí, y me pregunto si él encontrará lo que está buscando en mí. Me pregunto si encontrará la parte más importante de mí, mi corazón. Mis piernas se separan y él se hunde en mí. Todo acerca de este momento es abrumador: la sensación de él dentro de mí, la forma en que los músculos de su espalda se mueven bajo mis dedos, el ritmo de nuestros cuerpos, la plenitud en mi corazón. No quiero apurarme ni huir de lo que estoy sintiendo. ―Haz que dure ―susurro. ―Por favor ―añade, solo que suena como una oración. La mañana viene y me pregunto: ¿Cómo hablar de lo que pasó anoche? Porque sucedió algo seriamente diferente. Y tampoco estoy hablando de la maratón tántrica de sexo. Las emociones estaban volando de un lado a otro anoche, emociones grandes, aterradoras, comprometedoras. Necesito saber dónde está su cabeza, aunque actualmente está descansando entre mis senos. Él está en un perfecto abrazo de pechos. Dormir con Holt siempre es interesante, ya sea el drama de cómoda, o una escena porno, o el niño que está enrollado alrededor de mí tan fuerte que apenas puedo respirar. Esta mañana no es diferente. Una mano sostiene posesivamente mi pecho, mientras que su cabeza está sobre mi pecho, y su pierna esta sobre mí, así que su erección mañanera está presionada contra mi muslo. De repente su agarre en mí se aprieta, sus uñas cavando en mi carne, pero él no está despierto. Parece que cuando sus defensas están abajo, sus demonios salen a jugar. Se despierta disparado, sentándose derecho. ―¡Annalyse! Me siento y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura. ―Aquí estoy. ―Cristo. ―Jadea. Me tira hacia su regazo, acunándome. ―¿Era real? ¿Fue el sueño de algo real? ―No ―dice―. Era sobre ti. ―¿Has tenido un mal sueño sobre mí? ¿Qué era? Pensándolo bien, si muero en mil muertes horribles o algo así, no quiero saberlo.

167

Toma algunas respiraciones profundas. ―No fue nada de eso. Es estúpido ahora que estoy despierto, pero en el sueño, los sentimientos eran tan reales. ―Bueno, ahora tienes que decírmelo ―le digo. ―No ―dice, haciéndome un poco de cosquillas. ―Por favor ―digo. ―No es una opción ―dice luego me golpea el culo―. Vamos. La granja de árboles de Navidad abre en una hora. No pasa mucho tiempo antes de que nos vayamos. Y como una adolescente que quiere el último y más grande artefacto, acoso a Holt todo el viaje en auto acerca de su sueño, pero no me lo dirá. Alguna cosa de chico macho, creo. No sé por qué me molesta tanto; él nunca me dice nada, de todos modos. Pensé que habíamos dado una vuelta a la esquina anoche. Supongo que la única esquina que dimos vuelta fue de la Sucia Calle de Sexo a la Dulce Calle de Sexo. ―Esa fue la primera vez que me he despertado antes de ti ―le digo―. Nunca te he visto dormir más que cuando estabas sonámbulo esa primera noche. Se encoge de hombros y dice: ―No necesito mucho sueño. ―Tal vez has dormido más porque no abriste el cajón de la cómoda. Él no se aleja, pero siento la picadura de su infierno levantándose. ―Tal vez. Podría poner mala cara, ser perra y tal vez incluso intimidarlo para que me diga, pero ¿qué bien haría eso? Entonces lo sabría, pero no sería porque confiaba en mí lo suficiente como para decirme, y probablemente se sentiría molesto por ello. Y arruinaría nuestro pequeño viaje. Pero mi paciencia tiene límites. Dándole a su mano un pequeño apretón digo: ―No estoy segura de haberte agradecido por anoche. Tuve un gran momento. Me muestra una sonrisa torcida y agradecida. Entonces él acomoda su camioneta en el estacionamiento de la granja árbol y abre mi puerta. ―Entonces, ¿qué tipo de árbol quieres? ―Me gustan los árboles cortos y gordos.

168

―Yo estaba hablando de Frasier Fir o Douglas7 o… ―Bajo y gordo. No me importa nada más ―le digo Sus dedos se cierran con los míos, y una mujer se nos acerca. De acuerdo, así que tal vez solo soy yo, pero no confío en las mujeres que pintan sus cejas. Ahora, obviamente, las mujeres que se someten a quimioterapia o con alopecia no tienen otra opción, pero esta mujer tiene una cabeza llena de cabello grueso y oscuro, sin embargo, ella ha elegido quitarse las cejas y pintar otras nuevas. Discúlpenme si no confío en la gente con ese tipo de juicio. Quiero decir, parecen como bigotes delgados sobre sus ojos. ―¿Cómo puedo ayudarte? ―pregunta, claramente mirando directamente a la mano izquierda de Holt. Te dije, no puedes confiar en las cejas calvas. Me tira a su lado. Buen movimiento, amigo. ―Estamos buscando nuestro primer árbol juntos. Ella hace un gesto hacia el terreno, alejándose. ―Mira a tu alrededor. ―Feliz Navidad ―digo, ganándome una bofetada en el culo de parte de Holt. Comenzamos a caminar alrededor de la granja de árboles, pero no llegamos muy lejos porque estamos besándonos más que mirando alrededor. Holt me empuja entre una hilera de árboles lejos de las miradas indiscretas. ―Creo que sé lo que quiero para Navidad este año ―gruñe. Colocando mi mano en su pecho, retrocedo y me burlo. ―El intercambio de regalos de Navidad parece que está en contra de nuestras reglas. Me empuja a sus caderas, fuerte. ―Nunca he sido bueno en seguir las reglas. ¿Significa eso que quiere desechar nuestra regla de solo placer? Antes de que pueda preguntar, me tiene pegada al costado de un granero, me besa tan fuerte que mi cuerpo se debilita. ―Podría haber niños alrededor ―le digo, empujando contra su pecho. Me besa una vez más, largo y lento.

7

Son tipos de árboles.

169

―A ti completamente desnuda durante veinticuatro horas. Eso es lo que quiero para Navidad. La Navidad todavía está a un mes de distancia. ―Y si nosotros no estamos… Él retrocede. ―¿Quieres dejar de vernos? ―¡No! ―grito―. No. Su frente se arruga. ―¿Todavía quieres saber cuál era mi sueño? ―Doy un pequeño asentimiento, preguntándome a dónde va esto―. Soñé que estaba buscándote. Fui por todo el mundo, Gran Muralla de China, Gran Cañón, Pirámides. Llamaba tu nombre una y otra vez, pero nunca estabas allí. Me sentí como si estuviera loco, como que tal vez te soñé. ―Te dije la primera noche que estabas soñando. ―Sí, así. Solo soñé que todo había sido un gran sueño, y que en realidad no existías ―dice. ―Estoy aquí. ―Estaba frenético cuando no pude encontrarte en ninguna parte ―dice. ―De acuerdo, ¿qué significa eso? ¿Para ti? Sacudió su cabeza. ―Dolor. ―Mi ritmo cardíaco sube y mi respiración aumenta su velocidad. Si no soy un placer, si me asocia con dolor, ¿entonces qué? Puede que necesitemos un psiquiatra para entender esto. Sus manos van a mi rostro, lágrimas corriendo por mis mejillas―. ¡Shh! No llores. Lo estás malentendiendo. Estoy tratando de decirte que dolería perderte. ―Entonces, aférrate. ―Lo estoy intentando, cariño. Por favor, entiende que lo intento.

170

El blog La Sucia Verdad 20 de noviembre ¿Rotos juntos?

He oído todos los dichos. "Hay gente que te rompe el corazón, y hay gente que lo reconstruye pieza por pieza". O qué tal: "Un día alguien te abrazará tan fuerte que todas tus piezas rotas se ajustarán de nuevo". O quizás, "hasta que hayas sido dañado, no sabes de qué estás hecho". Las redes sociales están llenas de estas pequeñas enseñanzas de mierda. Lo peor de tener un corazón roto es que sigue latiendo, y cada latido es un recordatorio terrible de lo que perdiste. Sí, a veces serás capaz de mantenerte unida, pero a veces solo tienes que hacerte pedazos completamente, romperte como un vaso. Y nadie te va a volver a armar. Si se acercan demasiado, serán cortados con tus piezas rotas. Solo tú puedes armarte. Porque te garantizo, todo el mundo está roto. Ellos están lidiando con su propio quebrantamiento, lo cual plantea la pregunta: ¿Es posible estar rotos juntos?

171

20 Una de las primeras cosas que aprendí como residente obstetra es que un gran efecto secundario es la indecisión. Las mujeres embarazadas tienden a necesitar mucha tranquilidad y lo entiendo completamente. Nunca he conocido a una mujer embarazada que no se preocupara por arruinar o estropear a su hijo de por vida y Celeste no fue diferente. ―¿Qué piensas? ―preguntó Celeste, mirando por la ventana de la tienda. Me había pedido que viniera con ella, necesitando una segunda opinión―. ¿Cereza o blanco para los muebles de cambio del bebé? ―Miré por encima de su hombro, su olor dulce atrayéndome. Mis ojos permanecieron en la curva de su cuello―. ¿Holt? ―Umm. ―Me aclaré la garganta―. Me gusta la madera más oscura. Ella exhaló. ―No lo sé. Estaba pensando que un cuarto todo blanco sería tan bonito. ―De acuerdo, el blanco. Me miró, sus ojos azules brillando. ―No te importa esto. ―Creo que deberías conseguir lo que quieras ―dije. Agarrándome la mano, me llevó por la puerta, una campana sonando. ―Realmente me gusta el blanco que tienen. Es redondo ―dijo―. Sería tan bonito en el centro de la habitación y también ahorraría espacio. ―No pude evitar sonreírle. Esta era la que amaba, era obvio―. Lo único es que es más dinero y no tan practico. Las cunas rectangulares se convierten en camas para niños, de modo que son más útiles. ―¿Cuál te hace feliz? ―pregunté―. Porque pasaras mucho tiempo mirándolo en medio de la noche. Había pensado que se reiría, pero se echó a llorar. ―¿Qué si no puedo hacer esto por mi cuenta?

172

―Todas las madres sienten miedo ―dije―. Serás asombrosa, lo sé. Mira cuánto cuidado e importancia le estás dedicando a las cunas. Pasó los dedos por la cuna blanca, soltando una respiración profunda. ―Entonces, necesito ser práctica. Empezó a hablar con el empleado de ventas sobre el pedido de la cuna y cambiador a juego. La escuché hablar de la mesa de cambiar, optando por una cuna mecedora en su lugar y podía verla calculando mentalmente lo que estaba gastando. Me sentía cada vez más enojado. No tenía idea de si Brent le había dado dinero, o si incluso estaban hablando. Coloqué las manos en la cuna redonda, mirando dentro, a la sábana blanca pura que Celeste quería. ―La entrega es gratis, pero con cien dólares por la instalación ―dijo el vendedor. ―Lo haremos nosotros ―dije―. Será divertido. Celeste me abrazó fuertemente y susurró: ―Gracias. ―Luego se excusó para ir al baño. Juro que orinaba cada quince minutos estos días. ―¿Puedo ayudarles con algo más? ―me preguntó el vendedor. ―Sí, cancela la cuna que acaba de ordenar. Y ordena todo esto. Sábanas y todo. ―Pero su esposa… ―Ella realmente ama este ―dije―. ¿Podemos mantenerlo como una sorpresa? ―El vendedor sonrió y rápidamente tomó mi tarjeta de crédito. Cuando Celeste regresó, todo estaba listo. Ella no tenía ni idea de cuándo iba a programar la fecha de entrega de lo que vendría y yo lo quería de esa manera. Se merecía algo bueno y el hecho de que acabara de hacer la mayor compra de mi vida aparte de mi auto no importaba. No tuve ni un poco de remordimiento de comprador. Lo único que importaba era su felicidad y que supiera que podía contar conmigo. Y lo sabía, pidiéndome que fuera con ella a todas las citas con su doctor, que eran en el hospital, así que fue fácil ir también. Escuchó sobre mi madre y escuché sobre su acidez. Se rió de mis bromas y me reí de su necesidad sin fin de barras de caramelo con turrón. Miró películas de acción conmigo y vi al bebé moviéndose en su vientre, el vientre con el que hablábamos constantemente.

173

Todo el tiempo, un lento e intenso deseo se estaba construyendo entre nosotros. Ambos lo sentimos e hicimos todo lo posible para ignorarlo. Desafortunadamente, otras personas aparte de Jason empezaron a notarlo. Era un día como cualquier otro y estaba en la habitación de una paciente revisándola. La Sra. Dodd había estado en trabajo de parto la mayor parte del día y era la mitad de la noche. Celeste tenía turno de noche y compartíamos la misma paciente. ―Sra. Dodd, le traje algunos trozos de hielo fresco ―dijo Celeste. ―Por favor, llámame Stephanie ―dijo―. ¿Para cuándo esperas? ―Mitad de septiembre ―respondió Celeste. ―Apenas y te ves embarazada ―dijo la Sra. Dodd―. Mírala, Adam. Mira lo diminuta que es. Su esposo pasó la mano sobre el vientre de su esposa. ―Eres hermosa. Eché un vistazo a Celeste, preguntándome cómo se sentía para ella ver a los esposos siendo de apoyo para sus esposas embarazas cuando ella estaba sola. ―Algunos bebés primerizos pueden tomarse su tiempo ―dije―. No hay razón para preocuparse. ¿Cómo está tu nivel de dolor? ―Bien ―dijo―. Quiero una de esas epidurales para llevar a casa. ―Sigo tratando de decirle eso a la enfermera Celeste, pero ella insiste en natural ―dije. ―Y sigo diciéndole al Dr. Miller que… ―¡Oh, Dios mío! ―exclamó la Sra. Dodd―. Ustedes son una pareja, ¿verdad? Es tan lindo lo enamorados y sonrientes que son. Celeste y yo nos miramos, ninguno de nosotros sin saber qué decir, pero ninguno negándolo. Habíamos estado negando nuestros sentimientos por meses. No estoy seguro de por qué no podíamos decirlo en voz alta a extraños. ―Cariño ―le dijo el Sr. Dodd a su esposa―. Probablemente es en contra de la política del hospital o algo y aquí los estás delatando. ―Oops, lo siento ―dijo. El monitor del bebé empezó a volverse errático, desacelerado. ―Vamos a rodarte hacia el lado ―dije, haciendo un gesto a Celeste para que me ayudara.

174

―¿Qué está pasando? ―preguntó el Sr. Dodd. ―Algunas veces el cordón se comprime un poco y un cambio de posición ayuda ―le dije, manteniendo mis ojos en el monitor, esperando una mejora, pero ninguna vino. Intentamos moverla en posiciones diferentes, pero nada funcionó―. Escúchame ―dije, manteniendo mi voz tranquila pero firme―. Creo que el cordón está alrededor del cuello del bebé. Tenemos que sacarla lo antes posible. Necesitas una cesárea. El ritmo cardiaco del bebé tomó un descenso. No había tiempo para discusión o promesas. Teníamos que irnos, y teníamos que irnos ahora. Celeste me dirigió una mirada preocupada y luego volvió su atención hacia el padre primerizo asustándose por ella. Higienicé mis manos y agradecí que Jason fuera el anestesiólogo de guardia. Sabía que él cuidaría bien de ella. A pesar de que ya tenía epidural, no había tiempo suficiente para dosificar de nuevo, así que Jason tenía que dormirla por completo. Era una pesadilla para una mujer embarazada. Todas quieren estar despiertas para saludar a su nuevo bebé, pero no tuve elección. Tampoco tuve elección sobre lo que pasó después. No te conviertes en un obstetra para entregar este tipo de noticias. Mientras caminaba a la habitación del hospital, Jason me dio unas palmaditas en la espada. ―Hiciste todo lo que pudiste, Holt. Todo el mundo en el piso sabía lo que pasó. Incluso Brent estaba allí para apoyarme. El único que no tenía ni idea era el esposo esperando por su esposa e hija. Podría haber dejado que el médico de cabecera entregara las noticias, pero yo fui el que había estado con ella todo el día. Yo fui el que tenía el bisturí en la mano. En mi mente, ella era mi paciente, mi responsabilidad. Celeste me encontró en la puerta con la cuna. Puse mis manos sobre las suyas, tomándolo, envolviendo una niña perfectamente sana dentro para conocer a su papi. Y decirle que su esposa estaba muerta. No hay manera de describir los próximos minutos: estómago desgarrado, corazón roto, e incluso eso no era suficiente. Él había venido al hospital esperando recibir una nueva vida, pero de repente había perdido al amor de su vida. Saliendo de esa habitación, mis ojos aterrizaron en una mujer que podría ser mía. Celeste.

175

¿Qué demonios estaba haciendo? Brent era mi amigo, pero ella y ese bebé podrían ser mi mundo entero. Ella, Jason y Brent me rodearon. Brent empezó la charla. ―Sabes que no había nada que pudieras hacer. Las aneurismas son… ―Lo sé ―dije, cortante―. Pero tú no estabas allí. ―Yo sí ―dijo Jason―. Fuiste una estrella de rock. Sacaste a esa niña en un tiempo record. Me pasé los dedos por el cabello y me recosté en la pared. ―No viste el rostro de su esposo. Le di las mejores y peores noticias de su vida con segundos de diferencia. ―Miré a Celeste, quien estaba llorando―. No deberíamos hablar de eso ahora mismo. Brent la miró y dijo: ―Este tipo de cosas son tan raras. Eso es cierto, pero Celeste estaba a solo un par de meses de su fecha de parto. No necesitaba tener esto en mente. ―Ven a la barra con nosotros ―dijo Jason. Esta noche no iba a ser arreglada con una bebida. ―Aún estoy de guardia. Además, yo… ―La enfermera pidió a ese idiota de tercer año para cubrir las últimas horas por ti ―dijo Brent―. Esta muy tranquilo por aquí esta noche, de todos modos. Negué, dirigiéndome a las escaleras. ―Solo quiero irme a casa. Gracias a Dios, mañana es mi día libre. Había visto gente morir antes, pero este fue el primer paciente que perdí en un parto. El medico asistente, que estaba en la sala de operación conmigo, me aseguró que todo lo que hacía era un libro abierto. Me ayudó saber que no fue mi error lo que le quitó la vida, pero eso no cambió el hecho de que ella había muerto en mi turno. Tal vez por eso soy tan estricto con mis órdenes; quiero prevenir tantas cosas malas como sea posible. Pero algunas cosas no se pueden prevenir. Me contuve hasta que cerré la puerta de mi aparta-estudio de mierda. ―¡Joder! ―grité, golpeando mis manos contra la pared, una y otra vez. Para alguien cuyas manos son su sustento, probablemente esa no era la mejor decisión. Estaba enojado de que estuviera muerta. Estaba enojado de que esa pequeña niña no conociera a su madre. Estaba enojado porque Celeste no era mía. Estaba

176

enojado porque mi propia madre estaba muriendo. Y estaba enojado de que no podía hacer nada para la mayoría de eso. ―Holt ―su voz llegó a través de la puerta de madera―. Es Celeste. ―Respirando fuerte, bajé la cabeza, tratando de tranquilizarme, no queriendo que ella fuera testigo de mi rabieta―. Estaba tranquilo en el hospital, así que me enviaron a casa. Quería comprobarte. Abrí la puerta abrió sus brazos y esa era la única cosa que importaba. La atraje hacia mí y la besé con fuerza. El tiempo de adivinar y vacilar había terminado. Yo la quería. Era así de simple. Mi lengua encontró la suya, y nuestro ritmo desaceleró, dándonos cuenta que el otro no se iba a detener esta vez. ―Te amo ―susurró. Me aparté, mirándola a los ojos. ―También te amo. Sus ojos se alzaron cuando sus brazos se deslizaron alrededor de mi cintura, abrazándome. ―Es un desastre. Estoy llevando al hijo de tu mejor amigo. ¿Qué vamos a hacer? ―Esto ―dije, besando su cuello suavemente. Dejó salir un pequeño ronroneo―. Y esto ―dije, moviéndome al otro lado. ―Oh Dios ―gimió―. Holt, estoy tan grande y… ―Eres completamente sexy ―le dije, continuando besando un sendero a lo largo de su clavícula. Puso una mano en mi pecho. ―No quiero decepcionarte. ―Dime ―dije―. Dime todas las cosas negativas que tienes en la cabeza en este momento. Bajó la mirada. ―No me he depilado en años. No puedo ver allá abajo, así que probablemente sea un bosque. ―No me importará. ―Estoy enorme, como un elefante. No puedo hacer ciertas posiciones. Solía ser flexible, pero ahora… ―Levantó las manos―. Esto no es sexy.

177

―Puedo pensar en una docena de posiciones en las que me encantaría tenerte, y eso es solo en lo alto de mi cabeza. ―Ella rió, bajando su cabeza a mi pecho―. Te amo. Eso significa que te amo sin importar qué, ¡arbusto completo o no! ―Me dio juguetonamente un codazo―. Te amo ―le dije de nuevo, poniendo una mano en su vientre―. A las dos. ―Estaba sonriendo cuando sus labios aterrizaron en los míos. Y esa sonrisa no salió de su rostro hasta que se quedó dormida en mis brazos, desnuda, satisfecha y completamente amada. Pasamos todo el siguiente día confinados en mi apartamento. Ojalá pudiera decir que tuvimos sexo sin parar, pero ella estaba embarazada de seis meses. El segundo trimestre es conocido por poner a las mujeres calientes como el infierno, pero acababa de comenzar su tercero. Perdí el barco. Habría un montón de tiempo para compensar más tarde y el par de veces que tuvimos sexo estaban fuera de las listas. No importaba que fuera más lento y más dulce. No importaba que no pudiera follarla contra la pared. Todo lo que importaba era que finalmente estábamos juntos. ―Lulu ―dijo ella―. ¿Qué te parece el nombre Lulu? ―Me encanta ―dije, colocando sus piernas en mi regazo, tratando de pintarle las uñas, ya que ella no podía alcanzarlas. ―Holt ―susurró, extendiendo la mano, sus dedos jugando con mi cabello―. ¿Qué pasará mañana? Cuando volvamos al trabajo. ¿Qué pasa con Brent? ¿Con nosotros? ―¿Qué quieres que pase? ―pregunté. ―No quiero decírselo. Va a ser terrible. ―Yo le diré ―le dije. ―Ojalá pudiéramos quedarnos así ―dijo, sonriendo al dedo que conseguí pintar. ―Podemos mantenerlo así por un tiempo ―dije. ―¿Cuánto tiempo? ―preguntó. Me encogí de hombros. ―Unas semanas, un mes. Sin embargo, me gustaría decirle a mi familia. Sonrió. ―Eres un niño de mamá. Riendo, pasé las yemas de mis dedos por la piel de sus piernas.

178

―Creo que mamá estará feliz de que haya encontrado a alguien. Quiero darle eso antes… ―¿Qué pasa con la bebé? ―preguntó Celeste, inclinando la cabeza―. ¿Quieres decirles? ―Creo que debería. Sus ojos bajaron. ―No van a pensar que soy lo suficientemente buena. Ninguna madre querría que su hijo saliera con una mujer embarazada de otro… ―Deja de decir eso ―dije, poniendo el esmalte en la mesa―. Ella será mi hija y eso es lo que le diré a mi familia. Levantó la cabeza y preguntó: ―¿Vas a decirles que es tu bebé? ―Pienso en ella como mía ―le dije. ―¿Lo haces? La besé de nuevo. No podía dejar de besarla. Esperamos tanto tiempo. ―Quiero que seamos una familia. Te quiero aquí conmigo. Después del nacimiento de la bebé, quiero que nos casemos. Quiero que te mudes conmigo a Little Rock cuando haya terminado mi residencia. He pasado meses pensando en todo, en nosotros, en mi vida sin ti frente a una contigo. ―Eso es tan dulce. ―Podemos tomarnos unas semanas para acomodarnos, pero no soy Brent. Sé lo que quiero. No tengo miedo de esto ―dije. ―Entonces sí ―dijo, inclinándose para abrazarme fuertemente―. Sí a todo lo que acabas de decir. ¡Sí!

179

21 Nunca me acostumbraré a que Annalyse se despierte antes que yo, sobre todo porque es muy temprano, y me han llamado al hospital para asistir a un parto. Me gusta verla dormir en mis brazos, dejando el desayuno junto a la cama para ella. Así debe ser. Debería estar en la cama a mi lado, pero no lo está. ―¡Joder! ―La oigo maldecir. La puerta del baño está cerrada, pero aun así lo escuchó, claro como el día. ―Annalyse ―grito. Ella saca la cabeza por la puerta del baño―. ¿Por qué estás gritando en el baño? ―Sin motivo. ¿Llamó el hospital? ―pregunta y doy un cansando asentimiento―. Ve a trabajar. Te veré más tarde. Las mujeres son las criaturas más confusas del planeta. Me doy la vuelta para salir y luego la escucho diciendo: ― No, no, no. ¿Por qué demonios está tan molesta? Me regreso, me detengo fuera de la puerta del baño, esperando que esté bien. ―Eso no puede estar bien. Hagámoslo de nuevo. ―La escucho decir. ¿Qué está haciendo allí que tiene que hacer otra vez? ¿Y por qué lo hace en medio de la noche? Rascándome la cabeza, coloco mi oreja más cerca de la puerta, escuchando un ruido de tintineo. Ella me va a matar si sabe que escuché eso. Una enorme sonrisa en mi rostro, trato de no reír, pero luego mi corazón se detiene. ¡Está haciendo una prueba de embarazo! Pongo mi mano sobre la manija pero no puedo girarla. Déjame pensar por un maldito minuto. Está molesta, dijo que no puede estar bien, va hacerlo de nuevo. Santa mierda, ella no está haciendo una prueba de embarazo. Ella está haciendo otra prueba de embarazo. ¿Porque la primera fue positiva? Mi cabeza comienza a girar; Mi corazón todavía no ha empezado a latir. Ella acaba de tener su período. A menos que ella mintiera sobre eso, no deseando que me asuste.

180

―¡No estás bien! ―grita. Rompo la puerta la veo completamente desnuda y su cabeza se vuelve hacia mí. ―¡Fuera! ―grita, pero no la hago caso. Normalmente, mis ojos recorrerían por todo su voluptuoso cuerpo desnudo, pero esta vez la miro a sus ojos. La estrechó en mis brazos y le acaricio su mejilla. ―No te preocupes, cariño. Sé lo que estás haciendo aquí. ―¿Lo sabes? Asintiendo con la cabeza, digo: ―Estoy muy sorprendido, pero no tienes que preocuparte. El momento no es el mejor y estoy seguro que Meg va a cortar mis bolas, pero... ―¿De qué estás hablando? Meg estará encantada ―dice. ―No estoy seguro de eso. ―¿Me veo tan mal? ―pregunta Annalyse―. ¿Se nota tanto? Puse suavemente mi mano en su vientre. ―No, nadie lo diría, pero estás tan hermosa. ―Holt... La beso suavemente en los labios y luego la miro a los ojos. ―Elige feliz. ―¿Feliz? Me siento gorda ―dice Annalyse. ―¿Qué? ―pregunto. ¿Cuál es el problema con las mujeres embarazadas? Atención, todas las mujeres embarazadas en el mundo: ustedes están haciendo una persona. No están gordas. Sacudiendo la cabeza, le digo―: Eso es una tontería, pero probablemente deberías sentarte y permitirme hacerte algo de comer. ―¿Comer? ―dice Annalyse, colocándose su camiseta―. Es lo último que quiero hacer. ―Realmente no quiero pasar nueve meses discutiendo sobre esto ―digo. ―¿De qué estás hablando? ―Las mujeres embarazadas necesitan comer y... Ella comienza a reír. ―¿Crees que estoy embarazada?

181

―¿No lo estás? ―No, ¿por qué pensaste eso? ―Estás aquí gritando que algo no puede estar bien y luego te oigo gritar hagamos esto de nuevo y luego haces pis y entonces gritas que no estás bien. Ella señala a sus pies y miro hacia abajo. ―Estaba gritándole a la báscula. Gané kilo y medio. ¿Quién gana peso cuando acaba de tener la gripe? Miro hacia abajo a la escala. ―¿Por qué hiciste pis? ―Pensé que estaría más liviana después de orinar. Ya sabes, la delgadez mañanera8. ―Pero dijiste que Meg estaría feliz ―le digo―. ¿Por qué estaría feliz de que ganaste peso? ―Ella es como una madre, siempre piensa que estoy demasiado flaca. Necesita que le revisen los ojos. Me desplomo en el borde de la bañera. ―Jesucristo, pensé que iba a ser papá. Se baja de la balanza, dando vueltas las puntas de su cabello. ―Lo siento, kilo y medio es mucho. ―No, en realidad no lo es ―digo, sintiendo a mi corazón volviendo a un ritmo normal. ―Estabas tan tranquilo ―dice―. ¿Por qué no estabas más asustado? ―¡Eh!, casi me cago. ―Ella sacude la cabeza―. Probablemente es porque asisto a partos cada semana. Estoy acostumbrado a escuchar noticias de embarazo. Es solo que por lo general yo estoy dando la noticia. ―No ―dice ella, frotándose la cicatriz en su vientre a través de la camiseta―. Parecías feliz. ¿En serio? Me gustan los niños, los bebés, pero no creo que pareciera feliz. Además, hay una mejor pregunta aquí. ¿Por qué se ve tan triste? ―¿Qué tipo de anticonceptivo usas? ―le pregunto. Sus ojos vuelan hacia los

8

Morning skinny: delgadez mañanera: ese momento mágico por la mañana luego de haber evacuado y no haber comido nada todavía.

182

míos―. No es la píldora porque nunca te he visto tomar una. ―¿Por qué importa? ―pregunta, su voz es suave. ―Esa primera noche tuvimos relaciones sexuales, me dijiste que tú te hacías cargo ―le digo―. Probablemente debería haber preguntado antes. ―Ella ni siquiera puede mirarme. Miro a su alrededor. No hay caja de prueba de embarazo ni palo y de verdad, creo que realmente estaba aquí quejándose por su peso. Estaba de pie en la balanza―. ¿Annalyse? ―¿No hay una mujer en labor de parto esperando o...? ―Ninguna mujer es más importante que tú ―le digo. ―Deberías leer mi historial médico ―dice Annalyse. Libero una respiración profunda. ―No voy a leer tu historial médico. No importa cuánto quiera saber algo. Ese es tu historial médico privado y tú no eres mi paciente. ―Por favor, solo lee... ―No. No quiero saber algo sobre ti porque leo tu blog o tu historial médico. Dímelo tú misma. ―Esto de parte del hombre que no me dice una maldita cosa. ―Sus ojos se cierran, y sé que se arrepiente de esas palabras y quiere retirarlas. También sé que está tratando de voltear las cosas hacia mí para evitar su propio miedo―. 31 de octubre ―susurra. ―Ya he leído eso ―digo, dándole un abrazo―. Esa era la publicación por tu aniversario en el blog. ―31 de octubre, hace cinco años ―dice ella, luchando por salir de mis brazos. ―Tu blog tiene menos de un año... Se da la vuelta. ―No en mi blog. Mi historial médico. Lee mis registros del 31 de octubre. Los archivos del hospital fueron puestos en una base de datos en línea hace varios años, así que puedo acceder al sistema desde casa. De lo contrario, tendría que ir a la oficina y sacar su archivo de papel. Y no confío en que Annalyse no tenga un billete de autobús para salir de la ciudad si la pierdo de vista. Reviso sus archivos. Está sentada en mi sofá frente a mí, con las manos juntas sobre el estómago, como si yo estuviera a punto de darle las peores noticias de su vida. Y odio leer sus registros. Sé que me dio su permiso verbal, pero técnicamente, debería tenerlo por escrito. Pero eso no es lo que me molesta.

183

Lo que me molesta es que tengo que leer algo sobre ella, algo que ella simplemente no me dirá por sí misma. Quiero decir, le conté mi sueño. Todo el tiempo desde que la conozco, ella quería que me abriera, pero cuando quiero saber algo sobre ella, tengo que leerlo. Es una mujer joven y sana, que podría... Los registros de Halloween de hace cinco años emergen. Nunca me habló de sus heridas, solo de las de Logan. Qué estúpido de mí por no preguntar, incluso después de haber visto su cicatriz. Recorrí las páginas, leí todo el informe quirúrgico, los seguimientos de la doctora Barbara, etc. Un pedazo de metal se había alojado en su abdomen durante el accidente de auto. Había entrado en shock en la escena. Recuerdo a Annalyse diciendo que se sentó en el lado de la carretera sosteniendo a Logan. Recuerdo esa parte vívidamente. Le echo un vistazo, enroscada en una pequeña pelota, tratando de esconderse de la verdad, la parte de ella que me dijo que no se puede arreglar. Ella permaneció sentada allí sosteniéndole todo el tiempo mientras se lastimaba a sí misma. Sigo leyendo. Jesucristo, ella perdió su bazo, su riñón tuvo que ser reparado quirúrgicamente y una serie de otros problemas. Ella lo hizo parecer como que saltó a un avión al día siguiente, pero debe haber estado en el hospital por semanas. ―Casi me perdí el funeral de Logan ―susurra―. Tuve que rogarle a la doctora Barbara que me dejara ir... Ella no puede terminar y sé por qué. Pocos días después de su primera cirugía, fue llevada a una segunda cirugía cuando un quiste se rompió en uno de sus ovarios. La Dr. Barbara tuvo que quitarlo. ―Tengo muchos problemas. La Dr. Barbara cree que mis posibilidades de quedar embarazada son muy bajas. Soy doctor; conozco las probabilidades. Sé que no son buenas. ―Pero todavía tienes uno y las mujeres con un ovario todavía pueden... ―Y sin bazo, un riñón dañado, grandes cantidades de tejido cicatricial, adherencias. ―Podría pasar ―digo―. ¿Qué pasó con toda esa charla acerca de la esperanza? ―A veces es demasiado difícil tener esperanza ―dice―. Es mejor aceptar las cosas como son. ―Siempre estarán disponibles las sustitutas. Todavía tienes un ovario que trabaja, así que... Ella se enfurece.

184

―¡Para! ¡Solo para! No puedo. No puedo permitirme querer o tener esperanza o desear o soñar ser una madre. ¡He perdido demasiado! Nunca la he visto así. Claro, antes me ha hablado en tono malicioso, se ha enojado. Pero esto es algo completamente diferente. Lo veo todo el tiempo en el trabajo de parto. Es el dolor que está gritando, exigiendo ser escuchado. ―Por favor, solo ve a trabajar ―dice, llorando. Ella está en lo correcto. Los bebés no esperan, pero no puedo dejarla así. Limpio su rostro con las manos. ―No quiero perderme una lágrima. Sacude la cabeza, sonriendo a través de su dolor. Jalándola a mis brazos, le digo: ―Esta es la no cerca de estacas blanca, cuento de hadas de que hablaste en tu blog. ―Todo lo que he querido durante toda mi vida fue una familia propia. Supongo que eso es lo que la mayoría de los niños en acogida quieren. Y yo estaba tan cerca y todo desapareció. ―No ―digo, levantándome y buscando en mi maletín―. Sé que tengo algunas muestras de paquetes de control de la natalidad en algún lugar. ―Holt, puedes leer mi historial. Estamos... ―No estoy preocupado por eso ―le digo―. Pero me niego a dejar que te rindas. Necesitas vivir como si tuvieras una posibilidad. Si no crees que algo puede suceder, no lo hará. ―Encuentro las pastillas y las coloco en su mano―. Tienes que creer.

―Cree ―me digo, mientras estoy frente al lavabo del baño de Holt ―. Elige feliz. ―Saco una píldora, sosteniendo un vaso de agua en mi mano. No he tomado la píldora desde Logan y fui constante en tomarlas todos los días. No he visitado estos recuerdos en mucho tiempo. Algunos lugares son demasiado oscuros; me podría perder allí. Pero esto era lo último que necesitaba decirle a Holt, mi último pedazo de infierno. Y me alegro de haberlo hecho. Me alegra que él sepa todo ahora. Parece estúpido, pero tomar esa pequeña píldora significa creer que el embarazo es posible. Es la esperanza en forma de píldora. No estoy llena de

185

esperanza en este momento, pero a veces estas cosas tardan en hacerse a la idea. Por ahora, estoy eligiendo simplemente seguir la corriente. Mi teléfono celular suena, el nombre de Holt aparece iluminando la pantalla. Se fue y sé que llegó muy tarde. Espero que su paciente no tuviera que dar a luz sin él. Sé por qué está llamando. Está preocupado por mí. Preocuparse por mí se ha convertido en un segundo trabajo para él. Tiro la píldora en la boca, tomo un sorbo de agua y la trago. Sonriendo, respondo. ―Estoy entrando al hospital, pero tuve que ver cómo estabas ―dice. ―Estoy bien ―digo, mirando el reloj―. Feliz día de Acción de Gracias, por cierto. ―Para ti también, bebé. Ahora lleva de regreso tu pequeño trasero sexy a la cama ―ordena. Las órdenes son las mismas, pero ha habido un cambio en él. No está exactamente abierto, pero la puerta está definitivamente un poco entreabierta. ―Siempre pensé que si me ordenarás ir a la cama, no sería para dormir. ―Puedo imaginar la sonrisa sexy en su rostro, pero escucho a alguien diciendo su nombre en el fondo―. ¿Tienes que irte? ―pregunto. ―Sí―dice―. Prométeme que volverás a dormir. ―Sí, doctor ―le digo con la voz más sexy que puedo mostrar, arrastrándome ya de vuelta a su cómoda cama. Cuelga con una risita. Mis ojos se cierran, pero mi corazón se abre, lleno de esperanza, para mí, para él, para nosotros. ¿Alguna vez han tenido una de esas noches cuando se despiertan, luego se quedan dormido y cuando se despiertan de nuevo, esperan que sean solo unos minutos más tarde, pero realmente son horas más tarde? Escuchando que se abre la puerta principal, reconozco la casa de Holt. Espero que haya llegado al parto a tiempo. Atendió la llamada en el día de Acción de Gracias para compensar por perder todo ese trabajo cuando yo tenía la gripe. Echo un vistazo al reloj. Son casi las diez de la mañana. Estoy tan contenta de que esté en casa. Nos comprometimos a tener un perezoso Día del Pavo juntos, sin hacer nada más que comer sobras de comida para llevar, decorando el árbol y mirando una película. Las cobijas se deslizan por mi cuerpo, sus manos se deslizan por la carne desnuda de mis muslos. Solo estoy usando un par de bragas indiscretas. ―Quédate así ―susurra, dándole a mi trasero un fuerte apretón―. Tengo que

186

tomar una ducha rápida. Rodando sobre mi costado, acurruco una almohada en mi pecho y vuelvo a un estado de semi sueño, escuchando que se abre la ducha. De repente, la puerta se abre. ―Levántate, pedazo perezoso de… ―dice la voz de un chico. Algo aterriza a ambos lados, haciéndome rebotar ligeramente. ―¡Mierda! ―dice una voz masculina diferente. Mis ojos se abren de par en par cuando frenéticamente alcanzo las sábanas, llamando a gritos a Holt. Primero, miro a mi izquierda, luego a mi derecha. Estoy viendo doble. A cada lado hay una versión rubia de ojos azules de Holt. Holt irrumpe en el dormitorio, solo su bata quirúrgica abajo. ―¡Annalyse! ¿Qué pasa? ―Hola, hermano mayor ―dicen los dos mini galanes al unísono. ―¡Salgan de esa cama ahora, los dos! ―grita Holt. ―¿Hermano? ―pregunto. Pero solo se acomodan en el colchón, colocando los brazos detrás de sus cuellos. ―Ethan ―dice el de la izquierda. ―Eli ―dice el de la derecha. ―Annalyse ―digo, mirando de un lado al otro entre ellos y halando la sábana un poco más arriba. Holt agarra a Eli por su cuello. ―Relájate ―dice Eli. ―No me gusta ver a mi novia en la cama con otros dos chicos, especialmente con mis hermanitos ―dice Holt. ¿Novia? Sé que nota la sonrisa en mi rostro y levanto las cejas. ―Bueno yo y dos chicos que podría ser... ―Maldición, ella me gusta ―dice Ethan. ―A mí también ―asiente Eli―. Su culo era... Esta vez, Holt tira de Eli y lo lanza fuera de la cama. La mirada amenazadora en el rostro de Holt hace que Ethan se levante antes de que se convierta en la próxima víctima de su hermano.

187

―¿Qué están haciendo aquí, de todos modos? ¿No les compré billetes de avión para que vayan a esquiar? ―No hay nieve en Aspen este año ―dice Ethan―. Quisimos sorprenderte. Holt sacude la cabeza y deja escapar una sonrisa. ―Diablos, por supuesto que lo hiciste. ―Los atrae a sus brazos y les da a ambos un enorme abrazo. Él es solo unos centímetros más alto que ellos, pero no hay duda de quién es el hermano mayor, o cuánto se aman los tres. ―¿Tienes algo para comer? ―pregunta Ethan―. Eli no se detuvo en el restaurante con servicio al automóvil desde Fayetteville. ―Te dije con anticipación que comieras ―dice Eli. Y los dos comienzan a meterse el uno con el otro. Holt los empuja a la cocina, diciéndoles que estará allí en un minuto, luego cierra la puerta del dormitorio, dándome una sonrisa de disculpa. ―Lo siento. No sabía que iban a venir ―dice Holt. Doy un vistazo bajo las sábanas a mi estado de desnudez, con la esperanza de que no consiguieran un buen vistazo. ―Está bien. Me voy. ―Lo siento ―dice de nuevo. Acabo de salir de la cama, buscando mi ropa, y me visto tan rápido como puedo. Es un día de fiesta, un día para pasar con la familia. ―Llámame más tarde. ―Con mi cabeza hacia abajo, salgo por la puerta del dormitorio, encontrando a sus hermanos en la isla de la cocina, cada uno con una caja de cereal delante de ellos. ―No te vas, ¿verdad? ―pregunta uno de ellos, pero no sé quién es quién. ―Bueno, solo vivo una casa más allá... ―No puedes hacer la caminata de la vergüenza el día de Acción de Gracias. ―Quiero decir, ¡maldita sea, qué pena que no te quedes! ―¡Eli! ―grita Holt detrás de mí, haciéndome saltar un poco. Regresando su atención a sus cuencos. Holt se acerca a mí, sus dedos recorren mi mejilla y dice―: Quédate. Miro hacia atrás, a sus hermanos que obviamente están tratando de no mirarnos. ―Pero...

188

―¡Quédate! ―dice de nuevo, pero esta vez suena como una orden. Y me hace feliz―. Te quiero conmigo. ―Bueno. ―¿Ethan? ¿Eli? ―dice―. Annalyse se queda. No me hagan escuchar que la mencionan y joden en la misma frase. ¿Entienden? ―Los dos se ríen. Holt da un pequeño apretón a mi mano―. Tengo que ducharme. Vuelvo enseguida. Holt apenas salió del alcance del oído cuando uno de los gemelos pregunta: ―¿Cuánto tiempo llevas follando a nuestro hermano? Supongo que siguen las órdenes de Holt tan bien como yo. ―No es tu maldito asunto ―digo, y ambos se ríen de nuevo―. ¿Cómo les puedo distinguir a los dos? Un gemelo señala su ceja izquierda, una pequeña cicatriz. Me acerco para ver más de cerca. ―Esa es la manera más fácil. Caí de mi moto todoterreno cuando tenía ocho años. ―¿Entonces tú eres Ethan? ―pregunto y él asiente. ―Mi polla también es más grande que... Eli le golpea el brazo. ―De ninguna manera. Ellos continúan debatiendo la longitud y grosor de sus genitales hasta que se vuelve tan intenso, que temo que van a darse una paliza. Justo cuando creo que el nivel de madurez no puede llegar más bajo, Eli sale con una broma de penes. ―Oye, ¿sabes la diferencia entre un pene y un bono? ―Ethan se muerde el labio inferior, sacudiendo la cabeza―. ¡Tu esposa siempre tocará tu bono! ―¿Debería estar ofendida? ―pregunto, pero no escuchan. ―Eres tan aburrido. Annalyse ni siquiera se rió ―dice Ethan, palmeando mi hombro―. ¿Qué le dijo el pene a la vagina? Creo que he tropezado con una casa de fraternidad. ―No lo sé. ―¡No me hagas terminar allí! ―dice Ethan, sonriendo. Debo tener el humor de un chico de fraternidad porque me río a carcajadas. Choca los cinco conmigo mientras hace ademán de dispararle a Eli―. Así que no solo tengo el pene más grande, sino que digo mejores bromas.

189

―Todos sabemos quién tiene el pene más grande en esta familia. ―Holt se ríe, entrando en la habitación. ―¿Quieres decir, quién es el imbécil más grande!9 ―dice Eli, ganándose una golpe en la cabeza―. Oye, yo no soy el que folla con mi vecina. Holt parece que está a punto de reventar y grita: ―¡Eli! ¡Ethan! Necesito hablar con ustedes. ―Fuiste demasiado lejos, idiota ―dice Ethan, dando un codazo a Eli mientras siguen a Holt afuera hacia el patio trasero. En este momento, parecen más sus hijos que sus hermanos menores, con los ojos hacia bajo y los hombros caídos. Espero que Holt no sea demasiado duro con ellos. Son los típicos chicos de la universidad. Lo que también significa que estarán muriendo de hambre en aproximadamente dos horas. De ninguna manera el cereal va a sostenerlos. Estoy revisando para ver si Holt tiene algo para un almuerzo improvisado cuando veo una foto de mí en el regazo de Santa en la puerta del refrigerador. Me veo ridícula y no puedo creer que la haya puesto allí. Sonriendo de oreja a oreja, abro su congelador, esperando que tenga un pavo ahí dentro. No hay suerte. Tiene unos filetes, unas patatas congeladas y helados. Su nevera no está mucho mejor. Nuestro plan para comer las sobras no va a funcionar. Y sé que mi congelador y nevera no están mucho mejores. La reserva de Meg se ha acabado hace tiempo. Los chicos vuelven a entrar. ―No estoy segura de lo que vamos a hacer por el día de Acción de Gracias ―digo. Eli y Ethan me miran. ―Lo siento ―murmuran al mismo tiempo. ―Eso no es necesario ―digo. Ambos se animaron de inmediato, cada uno colocando un brazo alrededor de mi hombro. El peso de sus brazos me empuja hacia abajo, miramos juntos el congelador abierto y nevera. ―Ahora, tengo hambre ―dice Ethan―. Hay filetes, papas fritas y huevos. ―Voy a asar los filetes ―dice Holt. ―Tomo los huevos ―dice Ethan.

9

Juego de palabras: dick significa pene pero también imbécil.

190

―Estoy en la patrulla de las frituras. ―Se ríe Eli. De repente, hay una frenesí de movimiento y músculos a mi alrededor. ―Me encargaré del postre y pondré la mesa ―digo. Holt silba a mi lado, dándome un pequeño guiño y plantando un beso en mis labios. Recojo mi teléfono envío un texto a Judy y Carla. Estoy rodeada de pollas. ¡Ayúdenme! Gracias a Dios están en casa. Me salvan por completo mi culo con una masa para galleta congelada. Luego corro a la casa de Meg para conseguir algunas cosas para la mesa. Dudo que Holt tenga un mantel o algo para un centro de mesa. Lanzando las galletas en el horno, me reclino contra el mostrador y observo a los chicos. Holt se ve tan relajado, bromeando con sus hermanos. Se siente como una familia, y extrañamente, no me siento como una mujer ajena. Evité la mayoría de las fiestas después de que Logan muriera, excepto cuando Meg rogó y suplicó. Sin embargo, de alguna manera, me parece natural estar aquí, como si fueran mi familia también, estos tres tipos, dos de los cuales acabo de conocer. Extiendo el mantel y comienzo a hacer un centro de mesa con algunas piñas de pino, una vela, y algunas ramitas, luego termino de poner los platos y las servilletas. Doy unos pasos hacia atrás, falta algo. Rápidamente, enciendo la vela y luego levanto la vista, encontrando a los chicos que me miran. ―No sabía que estabas haciendo todo eso ―dice Holt en voz baja y también veo un cambio en sus hermanos. ―Es Acción de Gracias ―digo, tratando de mantener mi voz optimista, lo cual es difícil teniendo en cuenta cómo se demacran sus rostros. ―Parece la última Acción de Gracias que mamá hizo ―dice Eli. ―No hemos colocado la mesa de esa manera para una comida desde entonces ―añade Ethan. Holt pone una mano en cada uno de sus hombros y me inclino para apagar la vela. ―La quito… ―No ―dicen todos juntos. ―Parece que mamá está aquí ―dice Eli, caminando y envolviendo sus brazos alrededor de mí. Ethan se mete en el abrazo y miro a Holt, sonriendo a los tres. No tengo edad suficiente para ser una figura materna para estos muchachos, pero al menos ya no hablan de mi culo ni de sus pollas. Holt toma mi mano, sacándome de su abrazo y me rodea con sus brazos. Se inclina, besando la parte superior de mi

191

cabeza. ―¿Deberíamos cambiarnos? ―pregunta Eli―. ¿Recuerdas que mamá solía hacernos usar ropa bonita? ―¡Odiaba eso! ―dice Ethan. ―Yo también ―dice Holt―. Sin cambiarse. No comemos la comida tradicional de Acción de Gracias, pero eso no importa a ninguno de nosotros. No había celebrado un día de Acción de Gracias en mucho tiempo y ellos tampoco. Así que lo hicimos a nuestra manera y fue perfecto. Y tuve un bebé de comida para probarlo, después de comer demasiadas galletas. ―¿Entonces quieren decirme la verdadera razón por la que no están en Aspen? ―pregunta Holt, mirando a sus hermanos―. Revisé el clima. Había veinticinco centímetros de nieve fresca esta mañana. ―Ethan mira a Eli, cuyos ojos están en el suelo―. Juro por Dios, que mejor que no estén faltando a la escuela o apostando mi dinero. Ya están en el plan de cinco años para la universidad. ―Hablemos de ello más tarde ―dice Ethan. ―Eli, ¿quieres decirme qué está pasando? ―pregunta Holt. ―Solo olvídalo ―dice―. No estamos faltando y te devolveré lo de los billetes de avión. ―No se trata del dinero ―dice Holt―. Tú lo sabes. ―Su novia lo dejó ―dice Ethan. Eli exhala. Pobre niño parece que su corazón es un desastre sin solución. ―Lo siento Eli. Apesta, lo sé ―dice Holt, dando a mi mano un pequeño apretón. Eli empuja su plato y mira hacia Holt. ―Ahora entiendo por qué maldecías a las mujeres todos estos años, después de lo que Celeste hizo. ¿Celeste? Suena como un agradable, normal, bonito nombre. Los ojos de Holt corren hacia los míos. No dice una palabra, pero su orden es clara ―No preguntes. ―Deja de deprimirte ―le dice Ethan a Eli―. Ella no es la única chica en el mundo. ¡Es hora de superar ese encaprichamiento de virginidad! Eli sacude la cabeza, riendo un poco. ―Ella va al viaje de esquí. Simplemente no quería lidiar con eso.

192

―¡A la mierda! ―dice Ethan, levantando su copa a Eli y Holt―. Los chicos Miller no necesitan mujeres ni su drama. ―¡Cierto, a la mierda con ella! ―repite Eli, chocando las copas con sus hermanos. ¿Olvidaron que estoy en la habitación? ¿Olvidaron que soy una mujer? Cuando Meg y yo necesitamos animarnos una a la otra, normalmente eso implica hablar, llorar y tal vez un poco de helado o vino. No tengo ni idea de lo raro que es este ritual masculino, pero claramente Eli necesita a sus hermanos ahora mismo. Salgo de mi silla para darles un poco de espacio y empezar a limpiar. Holt agarra mi cintura, colocándome en su regazo. ―Yo haré eso. ―No lo harás bien, de todos modos ―dice Eli―. ¿No sabes lo malditamente perfeccionista que es Holt? ―Lo sé ―dije. ―Simplemente me gustan las cosas en su lugar ―dice Holt, sus ojos grises repentinamente nublados. ―¿Siempre has sido así? ―pregunto. De repente, la habitación se congela. Ethan y Eli me miran con los ojos muy abiertos―. ¿Qué me estoy perdiendo? ―Nada ―dice Holt, sacándome de su regazo―. Simplemente me gusta que todo y que todos estén donde se supone que deben estar. No te preocupes por nada. ―De acuerdo, pero estoy preocupada ―digo, tocando su brazo―. Por ti. ―No lo estés ―dice, alejándose y comenzando a limpiar. Eli y Ethan se miran el uno al otro luego me dan las miradas más simpáticas. Nadie me ha mirado así desde el funeral de Logan. Lo que sea a lo que me enfrente con Holt debe rivalizar con ese tipo de dolor. El estado de ánimo de Holt permanece bastante sombrío durante el resto del día. Ni siquiera está tratando de ocultarlo, lo que es impropio de él. Las personas que viven en el fuego, como nosotros, son muy buenas en fingir emociones. Tienes que serlo, o de lo contrario todo el mundo a tu alrededor se sentiría incómodo. No quiero que Ethan y Eli se sientan así, por lo que estoy fingiendo para los dos. Miramos partidos de fútbol, bebemos cerveza, e intercambiamos anécdotas divertidas de Holt. Mi favorito fue el de su primera cita en el zoológico cuando un pájaro defecó encima de él. Los gemelos y yo nos reímos a carcajadas, pero Holt apenas sonrió.

193

Sus llamas ardientes, las siento extendiéndose, siento que mi propio estado de ánimo se oscurece. No quiero que me halen para atrás. No puedo dejar que eso suceda. ―Creo que iré a la cama ―digo, dirigiéndome hacia la habitación de Holt. ―Te llevaré a casa ―dice Holt. ¿Qué? No hemos pasado una noche separados en semanas. Ni siquiera me molesto en ir a buscar mi computadora portátil. Solo me dirijo a la puerta, me pongo los zapatos y salgo. Holt me atrapa justo cuando llego al fondo de su patio. ―¿Qué pasa? ―pregunta. ―¡Me despediste como si fuera un juguete del que estás harto! ―digo. ―Annalyse, eso no es justo, en lo absoluto. Mis hermanitos están aquí. Sería un mal ejemplo para ti pasar la noche. ―¿Un mal ejemplo? ―grito―. Noticias de última hora, me encontraron desnuda en tu cama esta mañana. Creo que ya descubrieron el pastel. ―Que ellos lo sepan y hacerlo cuando están durmiendo al lado son cosas diferentes ―dice. Puedo ver su punto, pero sé que hay más. ―¿Así que esto no tiene nada que ver con quién es Celeste? ―No, no tiene que ver ―dice, sus palabras sin emoción. ―¿Qué hay en el cajón? ―pregunto. Estoy harta de no saber qué le hace enojar. Nuestra relación comienza a sentirse como un ménage à trois terriblemente malo, él, yo y el pasado. Me da un pequeño ligero movimiento de cabeza―. ¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que tienes? ―Solo me mira con esos ojos suyos. ―Te dije que tenías que estar de acuerdo conmigo sin hablar de... ―Bien, charla intrascendente y follar, ese era nuestro trato. ―Lo fulmino con la mirada―. Mírame y dime que eso es todo. Eso es todo lo que soy. Recuerda lo que te dije. Cuando estuvieras harto de mi coño, solo dímelo. ―Estás exagerando completamente. Me río de verdad. ¿Por qué los chicos siempre dicen mierdas como esta cuando las mujeres están disgustadas? ―Necesito más, Holt. No puedo seguir viviendo en la oscuridad. No me dices ni una mierda y ya no puedo hacerlo. A veces siento que ni siquiera te conozco. ―Me conoces mejor que nadie ―dice.

194

―Tu polla ―grito―. Esa es la parte de ti que conozco. ―Bebé ―dice de esa manera sé que es solo una manera de aplacarme pero no va a funcionar. Me alejo y digo: ―El placer no valía el dolor. Las lágrimas comienzan tan pronto como le doy la espalda. Estoy agradecida por eso. Al menos no me vio llorar. Desafortunadamente, Judy y Carla vieron todo desde su patio trasero. Me emboscaron antes de llegar a mis escaleras. ―De ninguna manera ―dice Judy―. No vas a estar sola después de eso. Tratando de ocultar mi rostro, me aparto. ―No, por favor, quiero… ―Veo a Holt desaparecer de regreso en su casa. A él realmente no le importa una mierda. ―Vamos ―dice Carla―. ¡Tal vez podamos convertirte ahora! ―Judy la golpea―. Las pollas son el diablo. Fíjate en los cuernos del diablo, dos grandes pollas rojas que salen de su cabeza. Me río tan fuerte, que los mocos salen disparados de mi nariz. ―Dios, soy un desastre. ―Judy y Carla me hacen reír a través de mis lágrimas el resto de la noche. Pero cuando sale el sol a la mañana siguiente, también lo hace la realidad de que voy a tener que vivir junto a Holt por el próximo mes hasta que Meg vuelva a casa. Y eso no va a ser fácil. Hay algo de juego anual de voleibol post Acción de Gracias que está llevándose a cabo hoy en los jardines conectados por el lago. Judy y Carla ya están fuera ayudando a Doug y Chad a preparar la red. Para empeorar las cosas, es chicos versus chicas. Cuando camino fuera, los ojos de Holt ya están sobre mí. Él, Ethan, Eli y Doug están jugando contra Judy, Carla, yo y Chad, que está tomando el lugar de su esposa embarazada. No parece un juego justo. Rachel y sus bebés están sirviendo como apuntadores oficiales. Nos amontonamos en nuestros lados, pero no estoy prestando ni la más mínima atención. En su lugar, Holt y yo nos miramos. Bueno, Holt está mirando. Yo le estoy lanzando puñales y otras armas con mis ojos. ―¿Cómo quieres jugar esto? ―pregunta Judy.

195

―No me importa si ganamos ―le digo―. ¡Solo apunta todo a la cabeza de Holt! ―Buen plan ―dice Carla. ―¿De qué me perdí? ―pregunta Chad. ―Si vas a ser una mujer honoraria, ¡no puedes hacer preguntas estúpidas! ―dice Carla, lanzándome la pelota de voleibol. Nunca he sido buena en los deportes. Esa siempre fue la fortaleza de Meg, así que cierro los ojos brevemente y pido ayuda. ―De acuerdo, Logan, ayúdame a salir aquí ―susurro suavemente. Sosteniendo la pelota delante de mí, estiro mi otro brazo hacia atrás y luego la golpeé con toda la fuerza que pude. Logan debe haber estado escuchando y debe estar enojado con Holt, también, porque la bola se dispara directo hacia Holt, quien apenas la esquiva a tiempo. El bastardo tiene las pelotas para sonreírme. Así que hago lo mismo de nuevo, solo que esta vez está preparado y la manda de vuelta fácilmente. Por suerte para mí, Judy está enojada y la clava directo a su cabeza. Mantenemos esto durante los próximos quince minutos o algo así, incluso Chad ataca a Holt. Fue maravilloso. Ethan, Eli y Doug casi no tocaron el balón durante todo el partido. Perdemos, pero no me importa. Holt tuvo que salirse del camino de la pelota con la suficiente frecuencia para estar hecho un maldito desastre. Él puede haberme jodido, pero yo acabo de aporrear su culo contra la tierra. Sonriendo, paso por delante de él hacia mi casa. ―Annalyse, ¿podemos…―Empieza Holt, pero no me detengo. ―Lo que sea que le hiciste a ella ―dice Ethan―. Deberías arreglarlo. ―Acordamos no arreglarnos el uno al otro ―dice Holt.

196

22 Mi humor es tan terrible que mis hermanos pequeños deciden volver a la escuela un día antes. Los acompaño hacia su auto y escucho a Annalyse gruñir. Normalmente, eso sería música para mis oídos, sus pequeños gemidos y quejidos de placer, pero actualmente está sacando nuestro árbol de Navidad por su puerta delantera, agujas y ramas volando por todas partes. ―¿Qué demonios está haciendo? ―pregunta Eli―. La Navidad todavía está a un mes de distancia. ¿No debería estar metiendo el árbol? Mi corazón jodidamente duele tanto. Se suponía que decoráramos ese árbol juntos. ―¿Deberíamos ayudarla? ―pregunta Ethan Simplemente niego, observándola luchar contra el árbol. Ethan y Eli se acercan y ella se levanta, apartando su cabello de su rostro. Ni siquiera se molesta en mirarme, pero sé que sabe que estoy aquí. Ambos le dan un gran abrazo y mis brazos empiezan a doler. No puedo apartar mis ojos de ella mientras Ethan y Eli se acercan de nuevo y nos despedimos. Echan un vistazo hacia ella, ahora levantando nuestro árbol en dos caballetes, yendo al garaje y volviendo con una maldita sierra. ―Va a talar nuestro árbol ―digo, incapaz de creerlo. ―Es mejor a que tale tus bolas ―comenta Eli. Tiene razón. Ha pasado tanto tiempo desde que he estado en cualquier tipo de relación, que había olvidado cuán loca puede estar una mujer enojada. ―Perdió sus bolas hace tiempo ―dice Ethan. Voy a patear su culo por ese comentario y ve la furia en mis ojos. Alza sus manos―. En serio, hombre, es perfecta para ti y estás jodiendo por ahí. ¿Qué demonios? Eli asiente en acuerdo. ―En caso de que ambos lo olvidaran, soy el que cuida de sus culos. Así que no necesito…

197

―Necesitas que te pateen el culo ―dice Eli―. Si mamá o papá estuvieran vivos, ellos… ―¡Bueno, no lo están! ―grito―. Están muertos como… Ambos miran sobre sus hombros a Annalyse ignorando mi estado de humor. Supongo que están acostumbrados a mí. ―Ella no está muerta. Echo un vistazo a Annalyse, que está cortando las ramas restantes con sus manos. Al menos lleva guantes. Un poco de protección y ayuda para mantenerla caliente, ya que siempre tiene frío. Supongo que esto es terapéutico para ella, destruir cualquier futuro, cualquier esperanza, para nosotros. Mis hermanos tienen razón. No puedo permitir que suceda. Una camioneta estaciona, un hombre sale justo enfrente de la casa de Meg. Annalyse detiene su asalto sobre el árbol, permitiéndole envolver sus brazos a su alrededor. ―¿Quién es ese? ―pregunta Ethan. ―Es Grant ―respondo, viéndola entregarle unas llaves―. Realmente lo va a hacer. ―¿Hacer qué? ―inquiere Ethan. ―Se va a deshacer de la Harley ―digo. ―¿Monta una Harley? ―comenta Eli―. Es la mujer perfecta. Mis estúpidos hermanos tienen razón de nuevo. Ambos me empujan un poco hacia su casa, pero les doy un gran abrazo antes de enviarlos de vuelta a la escuela, haciéndoles prometer conducir con cuidado y llamarme cuando lleguen allí. No lo harán, pero lo digo de todos modos. Salen de mi entrada unos segundos después de que Grant se vaya con la Harley, dejando a Annalyse mirando la carretera. Debería dejarla sola. Puedo decir que está teniendo un momento con Logan, pero en cambio, cruzo nuestros céspedes. ―¿Te has deshecho de la moto? ―Su cabeza asiente un poco, pero me fulmina con la mirada, unas pocas lágrimas caen por sus mejillas y claramente no está de humor para mi pobre intento de comunicación―. Las cosas se salieron de control la otra noche ―digo―. Y… ―¿Qué quieres? ―pregunta, levantando su sierra.

198

―Esto no ha terminado ―respondo, haciendo un gesto entre nosotros―. No me importa lo mucho que mutiles nuestro árbol de Navidad. Ponlo en una trituradora de madera si quieres, pero tú y yo no hemos terminado. ―Tienes razón ―dice, tirando la sierra al suelo, marchando hacia mi casa―. Tengo que recuperar mi ordenador portátil de tu casa, luego hemos acabado. La sigo mientras busca. ―Está en mi dormitorio, donde la dejaste. ―No digo que no podía dormir allí sin ella. Está demasiado jodidamente frío sin ella. ―Por supuesto ―murmura, dirigiéndose en esa dirección. Tan pronto como abre la puerta, destellos de nosotros desnudos se reproducen en mi mente. Pero son las emociones recorriéndome las peores, sabiendo que ambos jugamos un juego en el que somos terribles y la herí. Alcanza su ordenador portátil pero se detiene, con sus ojos en el cajón de mi cómoda. Se acerca, colocando sus manos en las manijas. De inmediato, mi pecho empieza a golear tan fuerte que lo siento por todo mi cuerpo. En este punto, no estoy seguro de qué hacer… detenerla o no. y puedo decir que está debatiendo consigo misma, con sus manos temblando ligeramente. Finalmente, se aleja; o ya no le importa, o simplemente es demasiado buena persona para invadir mi privacidad. Toma su ordenador, fijando sus ojos en los míos. Amo que nunca se acobarda. Ve dolor y le sostiene la mirada como el mismo diablo. Admiro eso de ella. Gentilmente, doy un paso delante de ella, colocando mis manos en su ordenador. ―Si te vas con esto, nunca te voy a ver de nuevo, ¿verdad? Lo aparta. ―No puedes tomarlo como rehén. ―He estado escribiendo. Está ahí. No todo, pero… ―Doy un paso más cerca―. No puedo hablar de ello. Duele demasiado. Sé que si alguien sabe cuán profundo es mi dolor, cuán dura ha sido mi lucha, eres tú. ―Tienes que sentir cosas que duelen ―dice―. Literalmente pones tu dolor en un cajón, lo sacas, luego lo miras durante cinco minutos un día. No funciona así. Tienes que vivir con ello. ―Me pasa caminando―. Adiós, Holt.

199

Aguanté durante cinco días antes de romperme y leer la carta de Holt para mí. El primer día, la moví hacia mi papelera. El segundo día, la saqué de ahí. El tercer día la abrí, luego la cerré de inmediato. El cuarto día, la moví de nuevo a la papelera, pero no pude vaciarla. El quinto día, finalmente la leí. Empezaba hablando de sus colegas de la escuela de medicina. Leí todo sobre cuán lentamente se enamoró de la novia de su amigo. Explicó que él y sus amigos eran un montón de mujeriegos, pero pude decir que realmente amaba a esta chica. Era físicamente doloroso leer acerca de cuán enamorado estaba de ella. Por suerte, mencionó por encima el sexo, pero era obvio que quiso casarse con ella y ser el padre de ese bebé. Lloré cuando leí sobre perder un paciente y las partes en las que habló sobre su madre enferma. Aun así, nada de eso me hizo querer perdonarlo, y solo me quedaban unas páginas para terminar.

200

Debería haber sabido que algo pasaba cuando estaba en sus últimas semanas de embarazo y todavía no le habíamos dicho a Brent que estábamos juntos. Pero el amor nos hace ciegos. Y no ciegos de leer con gafas, o incluso de lentes de botella. No, nos hace legalmente ciegos, así que no tenemos ni idea de que lo se avecina. Una vez mis padres superaron la sorpresa, sabía que mi madre se estaba aferrando a la vida, esperando conocer a su nieta. No me gustaba que no supieran toda la verdad, pero quería que los últimos recuerdos de mi madre fueran felices. Con el tiempo, dejaría que el resto de la familia supiera la verdad. Celeste no los había conocido, pero tomó parte en nuestras llamadas semanales y ya la amaban. Su lugar era más grande que el mío, con una habitación para el bebé, así que el plan era que me mudara con ella una vez que el bebé naciera. Estábamos juntos todo el tiempo, de todos modos y mi contrato de arrendamiento se vencía antes que el suyo. Nos inscribimos para clases de preparación para el parto del método Lamaze y teníamos su plan de nacimiento listo. Todo era finalmente perfecto. Los dos meses más felices de mi vida. Hasta. Abrí la puerta de mi apartamento después del final de un largo día, encontrando a Celeste esperándome con una bolsa a sus pies. Ya había traído mis cosas de su lugar y empacado las cosas que se había dejado en mi apartamento.

No hay necesidad de entrar hasta el último detalle. Brent quería recuperarla y se sintió obligada a hacer que las cosas funcionaran con el padre de su hija. La cosa divertida es que en realidad pensaba que era yo. Me gustaría decir que lo manejé bien, pero no lo hice. Me gustaría poder retractarme de las horribles cosas que dije, especialmente cuando la llamé estúpida por volver con él. Y la cosa que realmente rompe mi corazón es que simplemente se quedó allí y lo soportó, cada insulto, cada maldición, cada bronca. Se quedó allí, embarazada, con las lágrimas cayendo por su rostro, y lo soportó. Era como si creyera que lo merecía. Sus últimas palabras para mí fueron que me amaba. Mis últimas para ella fueron…

201 ¿Es todo? ¿Qué demonios sucedió? ¿Cuáles fueron las malditas últimas palabras? ¿Me salté una página? Odio los finales abiertos. Odio que le rompieran el corazón, de verdad. Es triste, pero no compensa el resto de la mierda. No cambia el hecho de que necesitaba más de él. Más de lo que creo que está listo para dar. Abro mi blog y empiezo a teclear, dejando todo salir. Ya no reprimo las cosas, así que solo dejo que fluya, como mis lágrimas. Entonces cierro mi ordenador portátil y dejo que mi corazón se rompa. No queda nada más por hacer.

Blog La Sucia Verdad 1 de diciembre El horrible llanto

Aquí hay algo de sucia verdad para ustedes. Saben que realmente se preocupan por alguien o algo si lloran por ellos. Si no, simplemente sigues adelante sin perder un latido. Había derramado muchas lágrimas sobre Logan, soy una experta en llorar, el horrible llanto en particular. Ya sabes, con el que has perdido todo el control. Tu rostro hace todo tipo de formas raras; tienes mocos saliendo de tu nariz, goteando a tu boca, y tu cabello está enredado en todo ese desastre. Síp, ese es. Así que aquí está mi experto consejo sobre llorar. Lo primero es que no lo contengas. Simplemente ríndete a ello. De otra manera, tu rostro solo continúa arrugándose más hasta que pareces algo que el gato arrastró. Y personalmente, creo que llorar puede ser una cosa hermosa, catártica. Así cuando necesites un buen llanto, tenlo. Pero un buen horrible llanto toma su peaje. El mejor consejo que tengo es respirar profundamente. Sí, puedes salpicar agua fría bajo tus ojos y sonarte tu congestionada nariz, pero respirar profundamente es la mejor medicina. Uno de los mejores consejos que he visto alguna vez fue en una página web, y decía que cuando no quieres verte como si hubieses estado llorando, deberías fingir un resfriado. De esa manera la gente asume que es el resfriado el que causa los ojos llorosos. ¡Brillante! Pero me estoy apartando del tema. La verdad detrás de las lágrimas yace en lo que las causa. Como dije, debe ser algo por lo que te preocupes profundamente; de otra manera, ¿a quién le importa una mierda? No sé tú, pero cuando lloro, me siento expuesta. Y mi respuesta natural es correr de esa sensación, pero estoy intentando no hacerlo más. Estoy tratando de recordarme que no me ahogaré en mis propias lágrimas. Que mi fuego interior es más brillante que las llamas a mi alrededor, iluminando la oscuridad. Oscuridad. Viví en lugares oscuros por un largo tiempo, las cenizas, las ruinas. Podría haberme quedado atascada allí. Hay una adicción a la oscuridad. Te acostumbras a ella. ¿Como cuando has estado en un cine oscuro y sales a la luz? Tus ojos duelen un poco. Así que a veces nos quedamos atascados en lugares oscuros para evitar el dolor. Igual que cualquier otro adicto, es más fácil quedarse allí, entumecerse, que sentir el dolor que necesitamos sentir. Y es muy difícil para dos adictos tener una relación sana; el riesgo de que pudieran regresarse a la oscuridad es muy grande. Nunca pensé que lloraría por un hombre de nuevo. Eso significaría que tenía que preocuparme por un hombre de nuevo. Nunca pensé que sucedería. Pero lo hizo. Y ahora, lo

202

he perdido. Le dije que el dolor no valía el placer, pero mentí. Sabía que no íbamos a durar, pero lo hice de todos modos. Porque valía este dolor, estas lágrimas. Solo deseo que él pensara que yo valía el dolor. Deseo que diera un paso fuera de la oscuridad, aunque duela. Deseo que supiera: A veces tienes que soportar el dolor para llegar al placer.

203

23 Muy bien, entonces soy un imbécil, pero al menos deberías escuchar mi lado de las cosas. Annalyse cambió mi vida con un beso. Me puso de rodillas y cada muro que construí, cada defensa que pensé que tenía, se derrumbó en ese momento solo. Pero no estoy acostumbrado a todas estas malditas emociones y ella se niega a hablar conmigo. He hecho de todo llamar, enviar mensajes y tocar a su puerta. Ha pasado una semana y nada; ni una palabra de ella. He vivido solo por años y nunca se sintió de esta forma. La casa está tan callada. Annalyse no está aquí metiéndose con mi armario, mis sábanas. Su risa no hace eco en las habitaciones. No hay platos sucios extra o ropa para lavar. Soy solo yo de nuevo y nada sobre eso se siente bien. He tenido unas grandes cagadas en mi vida, pero esta situación con Annalyse definitivamente llega al tope de los mejores diez; tal vez de los cinco. Escucharla decir adiós hizo que todo mi cuerpo doliera. Mi garganta se cerró, probablemente para evitar decir adiós en respuesta. No podía hacerlo. En mi mente, sé que se terminó, pero mi corazón no ha recibido el mensaje. No puedo dejarla ir, pero parece que no puedo tampoco, aferrarme a ella. Salgo a mi patio y comienzo a asar mi cena y luego miró hacia la casa de Annalyse. Pero no está afuera. Estúpidamente, he asado afuera cada noche. No importa que haga cuatro grados. Si hay alguna posibilidad de verla, vale la pena. El viento sopla. Esta seco y frío esta noche. ¿Qué clase de idiota hace una barbacoa cuando hacen cuatro grados, de todos modos? No hay señal de ella por una semana. He sido reducido a leer sus malditas publicaciones en el blog, eso simplemente no es suficiente. Hasta ahora, he aprendido qué hay en su bolso, lo cual es todo un descubrimiento. La chica podría sobrevivir tres días en cualquier ambiente con esa cosa. Leí sobre la vez que le coqueteó una mujer y sobre la vez que se agachó en décimo grado y accidentalmente se tiró un pedo. Todo divertido y bien escrito, pero solo ha habido uno en que ha dado indicios de que ha estado sintiendo.

204

“Algunas veces debes pasar por el dolor para llegar al placer”. Eso fue lo que escribió. Y sé que escribió eso para mí. La chica es la mismísima definición del coraje. Se necesita a una persona jodidamente valiente para dejar tu corazón en una línea como esa, en el internet, no menos, donde estará para siempre. Pero sus dichos de galleta de la fortuna no serán suficientes esta vez. Necesito saber cómo recuperarla. He considerado leer todo su blog para buscar por pistas, pero le prometí que no lo haría. Sé que estoy rompiendo las reglas leyendo todo lo que está publicando, pero a la mierda con esto. Es la única forma en que puedo sentirla cerca. Me encuentro releyendo algunas de esas primeras publicaciones de cuando nos conocimos. Aquella sobre elegir la felicidad, debo haberla leído dos veces. Y cada vez que lo hago, mis manos agarran la computadora tan fuerte. Una de estas veces, se romperá en dos. ¿Qué me ha hecho? ¿Cómo se verá mi felicidad? Lo único que sé es que Annalyse está incluida en esa imagen. Pero el dolor siempre supera cualquier felicidad, la oscuridad inunda la luz. Así como Annalyse dijo. De alguna forma ella me entiende. Sabe que algunas cosas duelen mucho para mostrarlas, así que en cambio ataco; digo cosas horribles, la aparto. Ella apela a toda esa tontería. Conoce mi juego porque ha sido una jugadora ella misma. Entonces veo movimiento de reojo. Mierda, está ahí. ¡Finalmente! La he extrañado saliendo. Está acurrucada en el sofá del patio, la chimenea de afuera encendida, con un libro en la mano. Por favor, mira en mi dirección. Solo una vez. Vamos, bebé, gira esos ojos azules hacia mí. No lo hace. Cada tantos minutos me encuentro rogando al universo por una mirada de ella, pero la decepción me inunda cada vez. Tal vez es lo mejor, es la forma del universo de decirme que me mantenga lejos. He vivido sin una mujer por media década antes de Annalyse. Y estaba bien; más o menos. Claramente, ya no. toda mi mierda está revolviéndose dentro, es un constante recordatorio de lo jodido que estoy. No puedo darle lo que sé que se merece. Ya probé eso. Tomé más de lo que di. Soy generoso. Mi polla, mi lengua, puede tenerlo todo. Todo menos las cosas que exige; mi corazón, mi jodida alma. Abrió su alma para mí, su dolor. Compartió su cuerpo, sus pensamientos, su corazón. Tomé todo eso y no le di nada más que mi pene. Sí, soy un idiota. Sé que tiene sus propios demonios. Pero de alguna forma hace que lo roto se vea hermoso.

205

¿Recuerdan cuando son niños, y rompen algo, como tu juguete favorito? Así que lo pegas o lo armas con cinta. ¿Alguna vez eso se convirtió en algo mejor? ¡Un súper auto inclinado o un hombre del ejército que ahora es un ciborg! Tal vez es un mal ejemplo. Annalyse es más como un mosaico de azulejos que forma una imagen. Las baldosas en si están rota. Pero la imagen general es asombrosa. Eso es lo que espero que suceda con mi corazón algún día. Que de alguna forma, los pedazos rotos se juntaran en algo más fuerte que antes; como le dije a Annalyse sobre sus cicatrices. Dios, de verdad es la mujer más hermosa. Solo está sentada ahí retorciendo su cabello marrón, leyendo un libro; tal vez uno que le compré. No puedo evitar mirarla, esperando que alzara sus ojos y me dispare esa sonrisa suya. Debo de haberme distraído porque de repente me doy cuenta que no está. Miro alrededor del lago, una lenta neblina cubre el agua. Buscando en la niebla, mis ojos la encuentran de pie en el muelle de su hermana, usando una de mis camisas. Está tragándosela por completo. El viento sopla, el aire olía tan salvaje como el viento, su cabello se arremolinaba en su rostro. Se gira, sus ojos buscándome en la niebla. Apago mi parrilla y voy hacia ella. No me apresuro o corro porque conozco a Annalyse. Había sido una corredora durante los últimos cinco años; corriendo de sus sentimientos. Está determinada y empecinada a no hacerlo más. Espero que se apegue a eso y no desaparezca por mí. No aparta la mirada mientras me acerco. Me congelo a unos pasos de ella, la distancia es una tortura. Lo único que puedo decir es un patético “Hola”. ―Vete ―dice. Bueno, maldita sea. ¿Quién habría pensado que decir “hola” la molestaría? Eso parecía una forma segura de empezar. ―No estoy interesada en una conversación casual contigo, Holt. ―Solo estaba calentando ―digo, tratando de aligerar las cosas. No muestra más que una retorcida mueca―. ¿Qué estabas pensando? ¿Ahora? ―pregunto. ―Que tus ojos son del color de la niebla ―dice―. Grises y misteriosos, como si contuvieran muchos secretos. ―Sé que quiere saber hasta el último de ellos. Espera, tal vez a que diga algo, lo cual no hago, luego empieza a regresar a su casa―. Lo lamento por cualquiera que sea el infierno en que estás. La sigo. ―Maldita sea, lo siento. Lo siento por lastimarte. ―No es del todo tu culpa ―dice―. Rompí nuestras reglas. ―Solo teníamos una.

206

―Claro, pero compartí mi dolor contigo. Y al momento en que te dejé ver eso, confíe en ti, me enamoré de ti. Me detengo sobre mis pasos. Seguramente, no la escuché bien. ¿Me ama? ¿Y ella lo dijo primero? ―¿Estás enamorada de mí? Por primera vez, estoy agradecido de que odie las pequeñas charlas. No aparta la mirada, o se sonroja y no hay duda. En cambio, sostiene mi mirada, y con la voz más segura que he escuchado, dice: ―Te amo. Maldición, se hace cargo de sus sentimientos, los posee, así como me posee a mí. Caminando hacia ella, abro mis brazos. ―Ven aquí. ―¡No! solo porque te amo no quiere decir que voy llegar a un acuerdo. Las mujeres son tan jodidamente confusas. ―¿Por qué decirme que me amas si no quieres nada que ver conmigo? ―Porque la muerte de Logan me enseñó lo importante que es decir lo que hay en mi corazón antes de que sea muy tarde. No muy tarde para ti. Estoy hablando de mí. No estoy diciendo que “te amo” por ti. No soy tan tonta para pensar que el amarte va a arreglarte o salvarte. Tú lo dijiste por mí. ―Si me amas, entonces dame otra oportunidad ―digo. ―¿Estás listo para abrirte conmigo, en lo bueno y lo malo? ¿Estás listo para enfrentar tus demonios? ¿Estás listo para elegir la felicidad? Si no lo estás, Holt, no hay razón en alargar más esto. ¿Por una vez podría simplemente molestarme? ¿Lanzarme una pequeña diatriba? ¡No! todo con esta mujer no es ninguna tontería. Le doy la respuesta más honesta que tengo. ―No sé cómo. ―Su única respuesta es agachar su cabeza. Ella hace que todo parezca tan fácil… ¡resolver la mierda, elegir la felicidad!―. No puedo… ―¿Recuerdas la primera cosa que me dijiste? ―pregunta. ―No, estaba… ―Dijiste no puedo amarte. ―Se dirige hacia la puerta y luego se voltea―. Debí haberte creído. ―No voy a rendirme ―grito―. No me rendiré.

207

―Entonces será mejor que aprendas a abrirte porque me merezco algo mejor que esta mierda ―dice. ―¡Annalyse! Me mira por encima de su hombro con tanta tristeza, pero entonces me da una chispa de esperanza. ―Julio veintitrés ―susurra, desapareciendo dentro. ¿Qué demonios acaba de pasar? Vine para disculparme y terminé empeorando las cosas. Podría cargar dentro y exigirle que hable conmigo, pero tengo la sensación de que eso podría explotarme en la cara. Necesito un plan de juego primero. ―De verdad la cagaste con ella ―grita Judy. ―Síp, la cagué en grande ―respondo. Judy se ríe y me hace señas. Hago lo que quiere y Carla ya tiene comida frente a mí. ―Siéntate. Tal vez podamos ayudar ―dice Judy. ―De verdad no creo… ―¿Quién mejor para darte consejos que dos mujeres? ―pregunta Carla. ―Es difícilmente lo mismo. ―Solo porque no tengamos cicatrices de embarazos o hayamos dado mamadas no significa que no podamos entender. ―Me río―. Vamos. ¡Puedes ser nuestro lesbo-hermano! ―Se ríe Judy. Carla pone los ojos en blanco y coloca un brazo a mi alrededor, animándome a sentarme. ―Eres un doctor de mujeres. Deberías conocer mucho mejor a las mujeres ―dice, moviendo una mano en dirección a la casa de Annalyse. ―Teníamos algo bueno. Digo, ¿por qué las mujeres siempre quieren más? ―Porque somos más listas que los hombres ―dice Judy―. ¿Qué está pidiendo? ¿Una locura? ―Ese no es el punto. Si solo estas teniendo sexo, ella quiere una cita. Si están teniendo citas, quiere casarse. ―¡Qué tontería! ―grita Judy. ―Bien, ¿entonces qué quieren las mujeres? ―¿La respuesta larga o corta? ―pregunta Carla.

208

―La corta. ―Ser queridas ―dice Carla―. Tener la certeza de que alguien te respalda sin importar qué. Eso es lo que es amar a alguien… saber que tienes su espalda y que ellos tienen la tuya. Si eso es cierto, todo lo demás solo funciona. Es la segunda vez que el amor ha sido mencionado. ―De verdad jodí esto. ―Estás tan asustado de perderla. ¿Estás a punto de orinarte en el pantalón, verdad? ―pregunta Judy. ―Prácticamente. Carla apunta un dedo a mi rostro. ―Eso es todo lo que la amas. La idea de una vida sin ella es la cosa más aterradora que has enfrentado.

209

Blog La Sucia Verdad 23 de julio El amor espera

“Tu tarea no es buscar por amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has construido en su contra”. Rumi. ¿En serio, qué más hay que decir? Esa frase básicamente lo resume. Debemos salir de nuestro propio camino, dejar de buscar hacia afuera y buscar dentro porque… El amor está esperando. Tan paciente como un ladrón en la noche, el amor espera. Tan inesperado como la primera nevada, el amor viene. Escucho a personas decirlo todo el tiempo. Cuando no estás buscando por el amor, finalmente te encuentra. Tal vez está ahí todo el tiempo, yaciendo a la espera, esperando a que estés listo, esperando por la más ligera brecha para entrar. El amor espera… ¿Estás listo?

210

El amor espera. ¿Pero cuánto esperará ella? Boto mi cena y camino a mi armario, diciéndome que no abra el maldito cajón esta noche. Solo hacer esta pequeña cosa diferente. Aprendí eso en alguna parte. Creo que se llama el efecto mariposa. Un pequeño cambio puede llevar a uno más grande en algo más… cambiar la dirección de las cosas. Pero no puedo hacerlo. Meto la mano en el cajón del armario y dejo mi mano dentro, cerrando mis ojos. ―Lo siento. Atrapado entre el infierno de mi pasado y un cambio a la felicidad, la opción parece fácil. ¿Entonces por qué no puedo marchar a su casa y besarla? Judy y Carla tenía razón. La respuesta es simple. Miedo. Miedo es la peor jodida palabra de cinco letras que hay. Es la única que te mantiene cautivo y te estrangula como un nudo. Mierda, tonto, joder, polla… ninguna de ellas paraliza tanto como el miedo. Ninguna otra emoción parece tan abrumadora. Preferiría sentirme cualquier otra cosa, menos asustado. Vergüenza… Por lo general puedes hacer bien o mal. Rabia… a menudo te empuja a hacer algo mejor. Pero el miedo es enfermo, un jodido punto muerto. No puedes ir a ningún lado o hacer algo. ¿Así que cómo sales de esto? La mayoría de las personas probablemente diría coraje. El coraje es lo opuesto al miedo. Aun así, no es coraje lo que necesito. Paz de la segunda peor palabra de cinco letras… dolor. El dolor y el miedo son una mala combinación. Confía en mí, lo sé. No hay medicinas para curarme. Solo hay una cosa para curar. Es una palabra de cuatro letras. La que Annalyse usó esta noche… Amor. Y a diferencia del miedo, el amor es una acción. Tener sexo es llamado hacer el amor por una razón. Es un movimiento de dos personas; un tira y jala; un deseo por siempre estar cerca a otra persona. ¿Entonces por qué demonios ella está allá, y yo aquí?

211

24 Mi maleta está abierta en mi cama, llena con la mitad de mis cosas. Nací con un caso de pasión por viajar, y ahora mismo, el impulso de huir es tan fuerte que estoy teniendo dificultades en controlarlo. A la mierda quedarse en una casa. Podría ir a visitar a Meg por unas semanas, sólo el tiempo suficiente para no volver a debilitarme por Holt. Si él aparecía en mi puerta esta noche, no estoy segura de ser lo suficientemente fuerte como para mantenerlo fuera de mi casa, mi cama, mi corazón. Amo a ese maldito hombre, y lo está jodiendo todo. Algunas personas pueden decir que no puedes enamorarte en un mes, pero estarían equivocados. He protegido mi corazón durante mucho tiempo, nadie entró. A Holt le gusta burlarse de mí acerca de que me gusta el sexo rápido y sucio, y eso es probablemente cierto. Pero creo que es cierto para mi corazón, también. Mi corazón se enamoró rápido, y por desgracia, eso significa que también puede estar sucio. Ambos cargamos con una cantidad jodida de mierda, así que tal vez él no es el único culpable. Quizá también es mi culpa. Sabía en lo que me estaba metiendo con él, y lo hice de todos modos. No puedo culparlo por eso. Y mientras decía que no creía en penes y vaginas mágicas, y que no podía ayudarlo, en el fondo, esperaba que mi amor, tan rápido como durara, sería suficiente. Tal vez mi error no fue no querer ayudarlo, sino que debería estar sosteniendo su mano mientras se ayuda a sí mismo. ¿No es eso lo que haces cuando amas a alguien? Pero no puedes hacerlo a menos que la otra persona te deje entrar, y Holt parece obligado y decidido a no dejar que eso suceda. Eso es lo que duele. Compartí mucho con él en tan poco tiempo, más de lo que nunca compartí con alguien, y, sin embargo, nunca se abrió a mí. Quizás no debería haber estado tan abierta. El viejo dicho es cierto: "Si juegas con fuego, te quemarás". ―¿Annalyse? ―Escuché mi nombre, y me di la vuelta, encontrando a Holt parado junto a la puerta del dormitorio, sus ojos fijos en mi maleta.

212

―No puedes simplemente entrar en mi casa ―dije. ―¿Te vas a algún lugar? Echo un vistazo a mi ropa doblada cuidadosamente en la maleta. No debería, pero la culpa se instala en mi pecho. ―Estaba pensando que una escapada podría ser algo bueno. ―No me digas tonterías ―espeta. ―Oh, pensé que era lo que te gustaba ―espeté en respuesta. Sus ojos penetran a través de mí. ―Necesito hablar contigo. ―¿Ahora quieres hablar? ―Me río. No dice nada. Volviendo mi atención a mi maleta, levanto la parte superior y empiezo a doblar más ropa y colocarla dentro. Su mano aterriza suavemente sobre la mía, deteniéndome. ―Te necesito. Ese simple toque de su mano comienza a calmar mi ansioso corazón, pero también tengo necesidades. Y van más allá de lo que hay entre mis piernas. Él satisface esas necesidades muy bien. Son las necesidades de mi corazón lo que olvida. ―Holt… ―Y no puedo hacer esto sin ti ―dice. Y no por no intentarlo, no puedo pensar en nada que decir a eso. ―Sé que tengo que arreglar mi mierda ―dice―. No puedo de repente sentirme mejor. No puedo trabajar en sentirme mejor. No puedo quedarme entumecido hasta que pase. Sólo necesito saber que estás ahí. ―Quieres que esté en tus llamas ―susurro y puedo ver que nunca ha pensado en su miedo, dolor y tristeza como fuego antes. ―Un infierno ―dice suavemente. ―Sé todo sobre eso. Su mirada va rápidamente hacia la mí. ―Haré todo lo posible por no volver a quemarte. ―Puedo soportar quemarme ―le digo. ―Pero no puedo. Sabiendo que te hice daño… ―Niega―. Esa mierda destroza mi jodido corazón.

213

―¿Qué quieres de mí? ―pregunto. ―¿Recuerdas cuando me dijiste que yo era bueno en parte de follar, pero necesitaba trabajar en la parte de amigos de nuestra relación? ―me pregunta, y asiento―. Bueno, tenías razón. Necesito ser un mejor amigo para ti. ―¿Quieres ser mi amigo ahora? ―Quiero ser todo lo que jamás necesitarás ―dice. Siento que mi decisión se debilita. Es por eso que necesito salir de aquí. No soy lo suficientemente fuerte. Es demasiado fácil regresar a él. Eso es lo que sucede cuando amas a alguien. Quieres creer cada sílaba que sale de su boca, pero tengo que recordar todas las veces que estuvo en silencio, sin dejarme entrar. ―Estoy harto y cansado de solo ir vivir sin realmente estar, dar una pequeña charla y fingir una sonrisa ―dice, extendiendo la mano y tocando ligeramente mi mano―. Quiero más que eso y lo quiero contigo. Inhalo lentamente, deseando respirar eso. Sus manos suavemente acarician mis brazos. ―Necesito salir de la ciudad por unos días ―dice―, así que no tienes que huir. ―¿Vas hacia ella? ―pregunto, y la forma en que lo digo me hace sonar como si estuviera celosa―. ¿Celeste? ―No ―dice, usando sus pulgares para limpiar algunas de mis lágrimas. ―¿Cuáles fueron las últimas palabras que le dijiste? ―pregunto―. ¿Ese día en tu apartamento? ―¿Leíste la carta? ―pregunta, tragando con fuerza. Le doy un pequeño asentimiento―. No te cases con él. ―¿Lo hizo? ―pregunto, y él asiente―. Holt, no entiendo. Apesta lo que pasó, pero… ―Hay más ―dice, bajando la mirada. Pero no dice nada más, y puedo sentir mi cólera aumentando de nuevo. ―¿Alguna vez voy a tener más que un gruñido o un asentimiento? ―Estoy tratando ―dice. ―Es sencillo. ¿Alguna vez vas a enfrentar tu pasado? ¿Por lo que sea que pasó? ¿Por lo que sea que hay en ese jodido cajón? ―Lo haré, por ti. ―Promételo ―exijo, lágrimas cayendo por mis mejillas.

214

―Lo prometo ―dice, limpiando mi rostro. Y esa pequeña palabra parece curar tanto en mí, hay tanta esperanza en esa pequeña palabra. ―Las promesas hechas en lágrimas son las más fuertes ―digo, levantando las manos y tomando su rostro entre ellas. Una sola lágrima cae a mis dedos: su silenciosa promesa.

Tomo a Annalyse de la mano, llevándola a mi casa. Tengo que hablar con ella, es ahora o nunca. Y no la perderé. ¿Vivir sin Annalyse? Incluso la idea hace que me duela el pecho. Todo por lo que he pasado. Todo lo que he hecho. Todas las vidas que he destruido. Nada duele más que el pensamiento de una vida sin ella. Hasta ahora, he evitado este momento a toda costa. Nunca le conté a Brent acerca de Celeste y de mí. No tenía sentido hacerle daño o empeorar las cosas para ella. Había elegido un camino que le causaría suficiente daño, y ese camino incluía una boda rápida en el Palacio de Justicia, con una banda de oro. Eso selló el trato para mí. No había manera de luchar para recuperarla una vez que caminó hacia el altar hacia a Brent, si siquiera tenían altar. Romper un matrimonio, incluso uno condenado al fracaso, era una línea que nunca cruzaría. Les di mis bendiciones que ellos olvidaron, y no tuve que estar allí. Pero no pude evitar decirle a mi familia lo que pasó. Les dije toda la verdad, que el bebé no era mío, toda la mierda. No estoy seguro si fue el peso de todo o la decepción, o que ella ya no tenía algo para vivir, pero mi madre murió unos días más tarde. Los residentes no tienen mucho tiempo libre, así que mi viaje a Arkansas fue más corto de lo que me hubiera gustado. Mi papá era un desastre, mis hermanos estaban devastados y tuve que regresar a Carolina del Norte en unos días. Y durante esos pocos días, Celeste y Brent se convirtieron en padres. Y para frotar sal en la herida, nombraron a la niña Lulu, el nombre que Celeste y yo elegimos juntos. No estaba allí y parte de mí estaba agradecido. Celeste estuvo con licencia de maternidad por unas pocas semanas, así que no tuve que verla, lo cual era bueno. Brent trajo a su hija al hospital para mostrarla, la bebé era linda, seguro. Estaba un poco aliviado que trajera a la niña al hospital

215

porque eso significaba que no tenía que ir a su casa, no tenía que ver a Celeste. Y tal vez la maternidad estaba ocupándola lo suficiente, porque ella tampoco me llamó ni me mandó un mensaje. No tuve tiempo de pensarlo demasiado. Exactamente un mes después que mi mamá murió, mi papá falleció durmiendo. Sin razón médica. Ethan y Eli me llamaron frenéticos. Apenas llegaron al primer semestre de la universidad, dieciocho años, apenas listos para lidiar con esto, y no pude ayudarlos mucho a mil trecientos kilómetros de distancia. Otro viaje rápido a casa, otro funeral, y mi mente fue completamente un lío. Mis hermanos pequeños decidieron no volver a la universidad, optando por un año libre, lo cual estaba bien. Entendí. No era una opción para mí, sin embargo. Hablamos diariamente sobre las pólizas de seguro, planificación financiera, cómo cuidar la casa. Siempre había planeado regresar a Little Rock, pero ahora no podía llegar lo suficientemente rápido. Necesitaban a su hermano mayor, pero tuvieron que hacerlo por su cuenta por varios meses más hasta que mi residencia terminó, y eso era sólo si podía encontrar un trabajo en Little Rock después. Era demasiado para procesar, demasiado con lo que lidiar, así que me lancé al trabajo. Hasta Halloween. De pie en mi patio trasero, no puedo creer que esté a punto de hacer esto. Mis rodillas comienzan a temblar y una delgada capa de sudor cubre mi cuerpo, a pesar que está casi helando afuera, el viento azotando el lago. Odio cuando estoy sudando y corre aire frío; sólo te hace sentir mucho más frío, y húmedo, como un cadáver. Pero no es tan malo como el golpeteo en mi pecho, resonando en mi cabeza. El dolor y el miedo me paralizan. No era mi intención guardar un secreto de Annalyse. No se trata de eso en absoluto. Se trata de evitar esto: este horrible pánico que se asienta en mi alma. Miro a Annalyse, sabiendo lo que me diría. Me dijo que estuviera feliz. Algunos de los momentos más felices de mi vida me han llevado a algunos de los lugares más oscuros. Mis recientes buenos recuerdos están relacionados con el trabajo, y sé que dicen que un hombre se define por su éxito, pero eso no es de lo que Annalyse está hablando. Maldita sea, incluso pensar en su nombre hace que se levante ligeramente la comisura de mi boca.

216

Sin duda, la mejor noche de mi vida fue nuestra cita en Hot Springs, la noche en que finalmente ella fue lento. No me malinterpretes, follar rápido y sucio seguirá siendo un elemento básico en nuestro repertorio sexual, si puedo convencerla de darme otra oportunidad. Pero esa noche fue diferente. Por el riesgo de sonar como un completo marica, la única manera de describir lo que pasó esa noche era hacer el amor. Lo sabía, ella lo sabía, y ambos evitábamos discutirlo. Esa es la parte que realmente me hace un cobarde. Porque ella lo es todo. Es la más chica más sexy, adorable, inteligente, de mente sucia, y yo sería una idiota de mierda por perderla. Entramos, y sé que estoy pensando demasiado. Hago lo único que puedo: inhalar profundamente y llevarla a mi dormitorio. Si no hago esto, la perderé para siempre. De pie delante de mi cajón, Annalyse me mira, pero sólo puedo pensar en lo que voy a decirle, buscando las palabras. Me duele en el alma, en un lugar tan profundo que el dolor se ha convertido en el centro de mí, indeleblemente atado a quien soy. Soy un esclavo. Es mi dueño. Sé que estoy enfrentando mucho. Sé que nunca seré lo mismo, que siempre sentiré el dolor, pero estoy cansado de este sentimiento, el poder que tiene sobre mí. Comienzo a abrir ese cajón, y mi pasado resucita. Es como si estuviera otra vez de pie frente a las puertas automáticas, el aire todavía oliendo a muerte. Todos los sentidos de mi cuerpo reconocen este lugar, esta oscuridad, y mi respuesta de lucha o huida entra en acción. Puedo imaginar el ascensor hasta el piso de maternidad, más allá de la estación de enfermeras, más allá del pequeño cubículo donde solía escribir mis notas. Más allá de todos los pequeños rincones y recovecos donde Celeste y yo nos robábamos besos, e incluso teníamos un rapidito de vez en cuando. En mi mente, puedo ver tan claramente el final de la sala, la ventana, el lugar donde dejé de vivir. La noche da una vuelta al pasado, la misma noche que he intentado evitar todos estos años. Había estado mirando la computadora, escribiendo mis notas por la noche. Estaba agradecido de que mi turno estuviera casi terminado porque era Halloween, y eso siempre traía a los locos. El hospital no era la excepción. Desconectando la computadora, me acerqué y robé un caramelo de la estación de la enfermera Wicks, y ella me dio una sonrisa de aprobación. La voz de Brent resonó por el pasillo. ―Pensé que esta noche estabas fuera, usando el truco de bebé o lidiando con…

217

―Hijo de puta ―dijo, rechinando los dientes―. ¡Te follaste a Celeste! Miré alrededor, esperando que nadie oyera esto. Todo el mundo parecía ocupado o haciendo un buen trabajo de fingirlo. Había esperado que este día nunca llegara, pero ahora que lo había hecho, sería un hombre y sería honesto. No tenía sentido mentir, pero deseaba que Brent tuviera un poco de tacto. No podía dar una mierda sobre mi reputación, pero él estaba lastimando a su esposa también. ―¿Ella te dijo eso? ―pregunté. ―No ―gruñó en respuesta―. Estaba pagando algunas cuentas y cosas y vi el papeleo y el recibo de la cuna de Lulu. ¿Por qué diablos comprarías la cuna de mi hija a menos que estuvieras follando a su madre? ―¿Le preguntaste? ―pregunté. ―Dijo que fue breve mientras ella y yo rompimos y que se acabó ―dijo. ―Entonces tienes la respuesta. ―Quiero oírlo de ti ―dijo y empujó mi hombro ligeramente. Me puse de pie. No quería una pelea en el piso del hospital, pero tampoco iba a ser avasallado. Siempre he sabido que hay dos tipos de hombres en el mundo. Los que han estado en una pelea, y los que no lo han hecho. Estos últimos a menudo piensan que saben cómo lanzar un puñetazo, pero rara vez lo hacen. Sabía que Brent estaba en esa categoría. Yo estaba en la primera, quiero decir, era uno de tres chicos, y peleábamos a veces. Había pasado un tiempo para mí ―probablemente desde la escuela secundaria― pero algunas habilidades nunca te dejan. ―¿Cuántas mujeres follaste mientras ustedes dos estaban separados? ―pregunté. ―Ninguna de ellas era tu mejor amiga ―dijo. ―Mira, yo… De repente, oímos la voz de Celeste. ―Por favor, no hagas esto ―dijo, acercándose hacia nosotros con Jason. Y, maldición, si mi corazón no perdió unos latidos al verla, su cuerpo ya de vuelta a la forma pre-embarazo. ―Vete a casa ―grito Brent―. Deberías estar con el bebé. ―Está con tus padres ―dijo Celeste―. Por favor, Brent, me prometiste que no lo harías… ―Mierda ―dijo, mirándome―. Todos estos años, nunca fuimos tras la misma mujer. Nunca, ni una vez. Y tú…

218

―Vamos ―dijo Jason, atrayendo a Brent por el pasillo―. Este no es el lugar. Ni siquiera debes estar aquí esta noche. Celeste se volvió hacia mí. ―Nunca pensé en decírselo. ―¿Por qué estás aquí? ―pregunté. ―Sabía que Brent iba a enfrentarte y yo… ―Tengo que irme ―le dije y miré lejos de ella, dando una mirada más a Brent y Jason por el pasillo. Me alejé, pero Celeste me siguió, pisando delante de la puerta de la escalera. No podía evitar hacer contacto visual ahora, y vi sus ojos enrojecidos, como había visto tantas veces antes cuando estaba con Brent. ―¿Podemos hablar un minuto? ―preguntó. ―Habla con tu marido. ―Por favor, te extraño. ―Te casaste con él. Te dije que si caminabas por el pasillo, eso era todo. ―Pensé que si nos casábamos, cambiaría ―dijo―. Por favor, no tiene por qué ser así. ―Sí, lo hace. ―Holt ―dijo ella, alcanzándome, lágrimas corriendo por su rostro―. Todo lo que pasó fue real. No te estaba usando. Realmente te… te amo, pero Brent es su padre, y tuve que intentarlo por Lulu. No tenía idea de cómo esperaba que reaccionara o lo que ella quería de mí en este momento. ¿Esperaba que siguiera escuchándola quejarse acerca de Brent, observándolos destrozarse el uno al otro, esperar a que ella recuperara sus sentidos y luego rescatarla? Fuera lo que fuera, estaba agotado, y no iba a quedarme allí y verla llorar más. Me di la vuelta, dejándola allí, y la oí gritar mi nombre mientras me alejaba. Seguí moviéndome al área del ascensor, inseguro de cómo iba a hacerlo a través del resto de mi residencia, viéndola cada día una vez ella volviera de la licencia. Simplemente tenía que reenfocar. Con mis padres desaparecidos, necesitaba ser fuerte para mis hermanos. No había lugar para Celeste y su drama. Esperé en el área del ascensor, retrocedí cuando algunas personas bajaron, un par de tipos disfrazados, uno de pirata, otro como Drácula. Pobre bastardos, todos

219

disfrazados para Halloween, sus esposas deben de haber entrado en labor de parto inesperadamente. Parecía que estaba saliendo del trabajo justo a tiempo. Entré en el ascensor y presioné el botón hasta el piso principal, viendo los números marcar uno por uno. Cuatro… Tres… Antes de que pudiera hacer los cinco pisos del vestíbulo, lo oí por el sistema de intercomunicación del hospital. Código Plata. Los hospitales tienen muchos códigos. Rosa para bebé desaparecido. Rojo para el fuego. Azul para emergencias cardiacas. Negro para bomba o amenaza terrorista. Varían de un hospital a otro. Vino de nuevo. Código Plata, quinto piso. Plata significa disparos. Mi corazón se detuvo. Mi cuerpo se congeló. Celeste. Golpeé los botones del ascensor una y otra vez, deseando que la cosa se detuviera. Tenía que salir. Finalmente se detuvo, después de lo que parecía una hora. Salté en el segundo piso y volé por la puerta de la escalera. Subí corriendo las escaleras, sólo tres tramos hasta llegar a ella. Estaba corriendo tan rápido, dando dos pasos a la vez, agarrando el pasamanos para hacer giros cerrados en la esquina. Cuando me acerqué, desde el interior de la escalera, empecé a oír gritos de ayuda de hombres y mujeres que resonaban en las paredes. Podía oír Código Plata todavía aullando también, y una fuerte alarma de algún tipo. No oí disparos, sin embargo. El personal del hospital y los pacientes empezaron a descender por las escaleras pasándome. Ignoré a todos ellos, sólo había una persona en mi mente. ¿Qué diablos estaba pasando? Abrí la puerta del quinto piso y, con los ojos abiertos y frenéticos, buscaba su rostro, a través de los gritos de personal y pacientes que intentaban escapar o temblaban de miedo. Me moví a través de la multitud, probablemente golpeando a algunas personas a lo largo del camino. No puedo decir con certeza si eso sucedió; no lo sé. Y para ser honesto, incluso mirando hacia atrás ahora, no me importa. Tenía una cosa en mi mente. Y no la veía, ni a Jason, ni a Brent.

220

Los llantos y los gritos lentamente comenzaron a desaparecer, sólo quedó un pesado silencio junto con un rastro de sangre delante de mí. Mis ojos se centraron en el sólido rastro y me pareció que me invitaba a seguirlo. No, ella no podía estar en esa dirección. No podía estar. Pero algo en el interior me estaba diciendo que lo siguiera, como que estaba siendo llamado por la muerte, un nuevo sentido todo suyo. Su sabor: metal. Su olor: dulce enfermizo. Su sonido: completo silencio. Su aspecto: rojo carmesí. Su sensación: frío que hiela los huesos. Seguí la pista de la muerte, viendo los cuerpos de unos cuantos compañeros de trabajo revistiendo el pasillo. Me agaché, revisando cada uno de ellos por pulso. Un agradecimiento culpable me venció cada vez que no era Celeste ni mis amigos. Unos cuantos pacientes estaban asomando por sus puertas, e hice un gesto para que se quedaran quietos y volvieran a entrar. Luego vi a la enfermera Wicks caer sobre la estación de enfermeras, su cabeza descansando cerca de su cuenco de caramelos, sus ojos abiertos, la conmoción permanentemente capturada en su interior. No había necesidad de controlar su pulso. Miré alrededor de la esquina, mi corazón palpitando desesperadamente, mis piernas pesadas. Dos cuerpos aparecieron a la vista con el rostro cubierto de sangre. Sabía que eran ellos. Mis dos mejores amigos, sus cuerpos retorcidos en el suelo. Avancé hacia ellos. Mientras me agachaba junto a ellos, se me ocurrió de repente que el tirador todavía podría estar en el piso. Mierda. Mis ojos dieron vueltas, buscando a alguien, cualquiera, y luego se volvieron a mis amigos. Dios mío, que estén vivos. Rodé a Jason y vi que todo el lado izquierdo de su cabeza estaba desaparecido. Me aparté con horror, pero mis ojos rápidamente encontraron dos agujeros de bala en el pecho de Brent. Él se había ido también. Mis pecados, mi traición eran todos conocidos por él, y mi oportunidad de reparar desaparecida. ¿Cómo diablos sucedió esto? Estuvimos hablando hace un minuto. Y ahora las únicas palabras en mi mente eran: Lo siento. Nunca había visto algo así en mi vida. Perder a mis padres era terrible, ver a mi mamá sufrir, tener a mi papá muerto sin advertencia o razón, todo horrible. Pero esto era algo completamente diferente. No podía comprender lo que estaba viendo. No podía procesarlo. No podía haber sido real. Y esto tampoco era una película. Colgué la cabeza en incredulidad. Esto no podría estar sucediendo. ¿Dónde estaba la policía? ¿Dónde estaba Celeste? ―¡Holt! ―La oí gritar, y todavía puedo oírla hoy, haciendo eco de los pasillos.

221

Rápidamente me levanté y la encontré en el pasillo frente a mí, con el cañón de una pistola apuntando a su cabeza; y todavía puedo decir el número exacto de lágrimas en sus mejillas, dónde estaba cada mechón de su cabello. El pirata del ascensor estaba sosteniendo el arma, el mismo tipo al que había pasado unos momentos atrás. Si tan sólo lo hubiera detenido. Pero era Halloween, y yo no había pensado en ello, y tampoco había nadie más. ―Dr. Miller ―dijo el hombre, levantando el parche del ojo. Lo reconocí de inmediato. Tenía el estómago apretado, sabiendo por qué estaba aquí, sabiendo que mis amigos, todas estas otras personas, estaban muertas por mí. ―Señor Dodd ―dije, extendiendo mis brazos para tratar de calmarlo―. Por favor, déjala ir. Es a mí a quien quieres. Soy yo con quien estás molesto. ―No, Holt ―gimió Celeste. Apretó más fuerte. ―Tú la mataste, a mi esposa, mi Stephanie. Eso no era cierto, por supuesto. No había nada que yo o cualquier otro médico hubiera podido hacer. A veces suceden cosas de mierda. Asesinos silenciosos. Pero no era el momento de discutir ese punto. No habría importado. Necesitaba culpar a alguien, hacer que alguien pagara, y ese alguien era yo. Oí pisadas detrás de mí, pero no quité mis ojos de Celeste. ―Piensa en tu hija ―dije. ―Lo hago todos los días ―dijo, presionando el cañón de la pistola en el cráneo de Celeste―. No tiene a su madre. ―Seguridad ―gritó una voz fuerte―. La policía está en camino. Baja tu arma. ―Lo siento ―dije―. Pero ahora todas estas personas inocentes han muerto. ―¡Cállate! ―gritó. ―Yo era el médico de tu esposa. Realmente me quieres muerto, ¿verdad? Puedes dejarla ir. Con mis palabras tal vez llegando a él, el señor Dodd giro la pistola hacia mí y solté un suspiro de alivio. Habría muerto de buen agrado para salvar a Celeste. ―¡Deja el arma! ―gritó de nuevo seguridad. ―Estás equivocado ―dijo―. No quiero que estés muerto. Quiero que conozcas el dolor que conozco, el dolor de vivir sin la mujer que amas. ―Sus ojos sostuvieron los míos, mientras giraba la pistola hacia Celeste.

222

― ¡No! ―grité―. No lo hagas. ―Y ahora lo harás ―dijo y le disparó con calma una bala en la cabeza. Grité y me lancé hacia adelante, tratando de atraparla antes de que cayera al suelo. Pero no pude llegar a tiempo. Cuando seguridad depositó al señor Dodd en el suelo, cogí a Celeste del suelo y sujeté su cuerpo sin vida en el suelo blanco y gris del hospital. Nunca había gritado tan fuerte, tan violentamente, no palabras, sino inquietantes gemidos huecos tan profundamente dentro de mí que sentía como si mi alma estuviera siendo fracturada y luego quemada viva. Había tanto dolor mientras la sostenía, que estaba pidiendo mi propia muerte. Después de un minuto o dos, la policía llegó e intentó alejarme de su cadáver, pero no pude dejarlo ir. A Celeste le encantaba abrazar a la gente, y lo único que quería hacer era abrazarla una vez más, una última vez, todo el tiempo que pudiera. Así que eso es lo que hice, besándola suavemente y acariciando su piel mientras la sujetaba en mi regazo en el piso frío, manchado de rojo con su sangre. No había forma de dejarla ir. A pesar de los muchos funerales de la semana siguiente, nunca fui a ninguno de ellos. No había descanso para sus almas ni para la mía. Por supuesto, el funeral de Celeste fue el peor. En la medida en que la mayor parte del mundo sabía, yo sólo era un amigo. No tenía derecho a sentir como me sentía, a ser arrodillado de dolor. Así que me encontré siendo estoico, mientras mis amigos, compañeros de trabajo, y la mujer que amaba eran puestos en el suelo frío y oscuro. En cuanto al señor Dodd, el maldito abogado del distrito pidió el caso. Los abogados de mierda del Sr. Dodd usaron su dolor como defensa, y discutieron trastornos emocionales extremos o algo de mierda. Así que en lugar de ser condenado por asesinato y obtener la pena de muerte o por lo menos perpetua sin libertad condicional, fue condenado por homicidio a cinco años. Estaba enfurecido. La comunidad estaba enfurecida. Era obvio que lo que el señor Dodd hizo fue premeditado. Pero supongo que resultó bien ya que el cabrón se ahorcó en la cárcel al siguiente Halloween.

223

25 Annalyse susurra mi nombre. Estoy seguro de que ella puede ver el estado en el que estoy, mi ritmo cardíaco hasta el techo, el sudor mojando mi frente, mi respiración superficial, en un completo ataque de pánico. ―Me duele el corazón de verte así ―dice, acariciando mi rostro. ―Estoy bien ―digo―. Pasará. ―¿Esto sucede mucho? Sacudo mi cabeza. ―He aprendido a controlarlos a través de los años. Si mantengo mi vida simple, las cosas en orden, sin lugar para el error. Básicamente si me siento en control, no suceden. Ella sonríe un poco, como si entendiera. Pegando mis manos en el bolsillo delantero de mis vaqueros, no puedo creer que le dije todo. Las palabras salieron más fáciles de lo que pensé que lo harían, como si estuvieran agradecidas de ser liberadas. Todo lo que nunca he dicho en voz alta, todo lo que me ha perseguido durante años. No lo endulce; no dejé nada fuera. No había ni una pizca de charla trivial o porquería. Toda la basura en mi cabeza, simplemente la tendí para ella. ―Todos están muertos por mi culpa ―digo. ―No ―dice, sujetando mi rostro, forzándome a mirarla. ―Lulu nunca conocerá a sus padres por mi culpa. ―Holt, nada de lo que pasó fue tu… La interrumpo y procedo a confesarle todo a ella de nuevo. ―Es mi culpa… ―No ―Annalyse dice otra vez, deteniéndome―. Sólo hay una persona responsable, y no eres tú. ―¿No me has oído? Sólo estaban en ese piso porque me enamoré de…

224

―No. ―Tal vez no fui claro… ―No ―dice por cuarta vez―. Tal vez deberíamos culpar a Celeste. Te besó primero. ―No fue culpa suya. Estoy… ―O quizás deberíamos culpar a Brent. Si él hubiese tratado mejor a Celeste, entonces tampoco hubiera pasado nada de eso. ―No es culpa suya. Soy yo. ¿No lo entiendes? Ninguno de ellos habría estado en ese piso esa noche si no hubiera sido por mí. Celeste y Brent deberían haber estado haciendo dulce o truco, pero Brent encontró ese maldito recibo. Jason estaba fuera esa noche. Él sólo estaba allí para tratar de ayudar… ―Holt ―dice con fuerza―. Esta es la culpa del sobreviviente. Tu paciente no murió por ti. No tenías razón para pensar en nada de un hombre vestido como un pirata. Brent estaba en ese piso por las elecciones que hizo. Y no había nada que pudieras hacer para salvar a Celeste. ―No, debería haberlo hecho… ―Sólo porque viviste no significa que no seas una víctima también. Tal vez eres la mayor víctima. El que ha tenido que cargar con todo esto solo ―dice, apretando mi mano. Durante mucho tiempo, he estado solo. Tuve a mis hermanos, pero nadie más lo entendió. Era lo que pensaba que necesitaba ser, pero estaba equivocado. Miro hacia Annalyse, viendo las ruedas girar en su cabeza. Ella está destinada a tener preguntas, y sé que la está matando no preguntarme. ―Nunca has retenido un maldito pensamiento de mí, así que no empieces ahora. ¿Qué estás pensando? ―¿Estás seguro? ―pregunta, y yo asiento―. ¿Crees que Celeste de verdad te quería? Esa es una pregunta en la que tengo una respuesta diferente cada día. Algunos días creo que sólo me estaba usando. Supongo que estaba teniendo una de esas noches cuando conocí a Annalyse, diciéndole que Celeste era "fea". Otras veces, estoy convencido de que me amaba. Tal vez la respuesta no es lo que es importante. ―Lo importante es que la amaba. Los quería a todos, y ahora se han ido. Sacude un poco la cabeza, buscando algo que decir, pero no hay nada. Decir que lo lamenta o que no es mi culpa no ayudará, no cambiará nada. Y no es una

225

persona de lanzar sin sentido, tristes condolencias. Tal vez ella piensa que necesito terapia. Lo intenté justo después, porque el hospital insistió, y no funcionó. Sé que ella tampoco tomará esa ruta. Sin embargo, si ella quiere que hable con alguien, lo haré. ―Quiero enseñarte algo ―digo. Lo último y quizás lo más importante que necesito compartir, lo que ha mantenido mis secretos durante años, todas las cosas que no quería ver, pero que me sentía obligado por la culpa. Es la última cosa que necesita ver. De lo que se ha estado preguntando durante semanas. Sosteniendo su mano, y de pie delante del cajón abierto de la cómoda, me mira con esos grandes ojos azules. Lentamente, tiro el cajón más lejos y luego doy un pequeño paso hacia atrás, haciendo gestos para que mire dentro. Ella me mira y luego coloca sus manos en el cajón abierto, dando un vistazo dentro. No hay duda. Si hay temor o nerviosismo, ella simplemente pasa a través de ello. No hay infierno, ni demonios, ni llamas que Annalyse no pueda soportar. ―Holt ―dice ella, su voz se quiebra mientras saca un hilo de rosario de cuentas negras. ―Mi papá ―digo―. Él murió sosteniéndolo. ―Lo recuerdo ―dice, sacando otro objeto. ―Ese es el vaso de tequila, de la fiesta de Jason cuando terminó su residencia ―le digo―. Lo guardó en su escritorio. Lo tomé cuando limpié su oficina y envié sus cosas a sus padres. ―Y la gorra de la suerte de Brent ―dice, volteándolo para ver si realmente tenía las respuestas escritas dentro―. Recuerdo haber leído sobre eso en la carta que dejaste en mi computador. ―Su mamá y papá me lo dieron en su funeral. ―Busco dentro y saco una bolsa de caramelos―. Eran los favoritos de la enfermera Wicks ―le digo. ―Son recuerdos hermosos ―dice, colocando la gorra en mi cabeza. Ella revisa dentro y saca la bufanda de mi madre. Aún huele como ella, y la envuelvo suavemente alrededor de los hombros de Annalyse. ―Siempre tenía frío. Se la lleva a su nariz, sonriendo un poco, pero sus ojos se mueven hacia los míos, mi amor por una persona aún queda dentro de ese cajón. ―¿Celeste? ―pregunta.

226

Me muevo de nuevo al cajón, y ella alcanza dentro sin apartar sus ojos de mí. Pone una pequeña botella en sus manos, buscando en su memoria una explicación de por qué tendría una botella de esmalte de uñas rosa. ―Sus dedos de los pies ―dice, apenas un susurro―. Le pintaste los dedos de los pies cuando no pudo alcanzarlos. Dios mío, eso es todo lo que te queda de ella, una botella de esmalte de uñas. Me envuelve en sus brazos, llorando, sus manos pasando por mi cabello. ―Nadie sabía de nosotros. Sus padres guardaron todas las cosas de su apartamento. Lo único que me quedó fue esa pequeña botella que se olvidó de empacar la noche que se fue. ―No puedo imaginarlo. Me he aferrado a las cosas de Logan durante tanto tiempo. No puedo imaginar si no hubiera tenido su ropa para oler, nuestro lugar juntos, su motocicleta. Me ha llevado años dejar de lado algunas de sus cosas, y ¿esto es todo lo que te queda de ella? Tomé la botella, girándola en mi mano como la he tenido tantas noches. Nunca me propuse tener el cajón, abrirlo cada maldita noche, pero descubrí que no podía dormir si no lo hacía. Los recuerdos de alguien en ese cajón siempre me llamaban. Y en un principio, justo después de que todo ocurriera, pensar en ellos por sólo unos minutos era todo lo que podía tomar. Luego, con el tiempo, se convirtió en parte de lo que soy. Todavía tengo un lugar más al que tengo que ir, una cosa más que enfrentar. ―¿Recuerdas que te dije que me iba de la ciudad por unos días? Voy a ver a Lulu. No la he visto desde que era una bebé. Le prometí a Celeste que estaría allí para Lulu, y no lo he estado. Ahora tiene cinco años. ―¿Quién tiene la custodia de ella? ―Los padres de Brent. Todavía viven en Carolina del Norte ―digo, pero ella no responde. Algo sigue molestándola. Sé que lancé mucho sobre ella, pero es más que eso―. Es importante para mí… ―Lo entiendo ―dice, su voz en un susurro―. Ella era casi tu hija. Lo sabe todo ahora. Bueno, ella sabe todo sobre mi pasado. Necesito contarle sobre mi presente, mi futuro. ―En su momento, yo estaba listo para eso. Pero no sucedió ―le digo, tomando su mano―. Pero ahora estoy listo otra vez. ―Holt ―se queja en un susurro suave, sus ojos llenos de lágrimas.

227

―Lo quiero todo, todo. Y lo quiero contigo. En la forma típica de Annalyse, no hace lo que yo espero. Ella no se derrumba en mis brazos, y me besa. No caemos en la cama, y tenemos el mejor sexo de reconciliación de nuestras vidas. En vez de eso, me suelta la mano y se aleja de mí. ¿Qué está pasando? Esto es exactamente lo que Celeste me hizo. ―Sé que te he hecho daño. Y sé que no querías, pero tú me arreglaste y… ―Tal vez mi trabajo era arreglarte para que alguien más te llegue a amar. ¿De qué demonios está hablando? Me acabo de abrir a ella, y ¿esto es lo que tengo? Está empezando a alejarse de nuevo, hacia la puerta trasera. Dejé que una mujer hiciera eso antes, no volveré a cometer ese error. No puedo. No creo que pueda sobrevivir. Pasé mis brazos alrededor de su cintura por detrás, apoyando mi cabeza sobre la de ella. ―Sólo quiero que me quieras. ―Lo hago ―llora, bajando su cabeza―. Pero tal vez nunca pueda ser capaz de… Se desmoronó completamente, y empiezo a entender. Debería haberme dado cuenta antes, pero como de costumbre, soy un poco lento con estas cosas. Era estúpido pensar que podía darle una receta para el control de natalidad, hacer un pequeño discurso sobre la esperanza, y las cosas serían mágicamente mejores. No hay píldoras mágicas, al igual que no hay pollas y vaginas mágicas. Y luego seguí y seguí hablando de Lulu. Le doy la vuelta en mis brazos. ―¿Te acuerdas de lo que me dijiste cuando te devolví tu zapato de disfraz? ―Mira hacia arriba a mis ojos, sus azules con el más mínimo destello. Puedo decir que recuerda―. Me dijiste que no eras Cenicienta y te dije que no soy un príncipe. Entonces ¿quién demonios necesita un cuento de hadas? Ella está luchando, pero una sonrisa retenida comienza a aparecer. ―Quieres hijos, y no puedo… ―¿Quieres darme el cuento de hadas, con la cerca blanca? ―pregunto, y asiente―. Entonces, el día que te pida que te cases conmigo, ¡mejor que digas que sí! ―Se empieza a reír un poco―. Y qué mejor final que adoptar un gran número de niños y darles un hogar. Se tapa la boca, tratando de retener sus sollozos. ―¿De verdad quiere decir eso?

228

Que fuera biológica no era importante para mí con Lulu, y no es importante para mí ahora. Quiero decir, ¿cuántos cuentos de hadas contienen una mamá, papá y 2.2 hijos biológicos, de todos modos? Esta vez se ríe en voz alta. ―Realmente te… Puse mi dedo sobre su boca. ―De ninguna manera voy a dejar que lo digas primero otra vez. Y sé que te gusta rápido y sucio, así que esto está muy atrasado. ―Inclino su barbilla hacia arriba, dándole una pequeña sonrisa―. En caso de que no me haya hecho entender. Te amo. ―Su cuerpo entero se suaviza en mis brazos―. No quiero tomar otro respiro sin ti ―digo, inclinándome cerca, mi boca flotando sobre la suya, nuestra respiración, nuestras vidas, convirtiéndose en una. Esta es mi recompensa, y estoy listo para esto, para la felicidad, para la esperanza, pero sobre todo para ella. Mientras envuelvo mis brazos alrededor de ella, siento que las cadenas de control que me han encarcelado caen a un lado y siento un calor que abarca todo mi cuerpo. No es que crea que toda esta mierda ha terminado. Sé que no es así. Nada va a borrar esa noche, ni siquiera el amor de Annalyse, pero este es un comienzo, una brasa. La beso como si nunca la volviera a besar. La beso como si fuera mi razón de vivir. La beso hasta que me olvido dónde empieza ella y dónde comienzo yo. La beso como si fuera nuestro primer beso, como si todavía estuviera tratando de hacerla mía. La beso como si me perteneciera y yo a ella. La beso hasta que ella sepa que nunca besaré a otra mujer, sino a ella. Este beso es el beso que significa para siempre y finalmente. El beso que termina con todos los demás.

229

Epílogo Cinco meses después Sosteniendo mi maleta, miro alrededor de la casa de Holt. Bueno, mi casa, también. Oficialmente me mudé a su casa cuando Meg y Patrick regresaron a su casa en diciembre. Es un poco extraño vivir en la casa al lado de mi hermana, pero a ella le encanta. Y Holt y yo hemos aprendido a cerrar la puerta y correr las cortinas, y confiscamos la llave de Meg. Revisando dos veces para asegurarme que puse el correo, mis ojos aterrizan en la puerta del refrigerador, ahora cubierto con fotos y dibujos de Lulu. De verdad es una niñita preciosa. Holt dice que se ve exactamente como Celeste, el mismo cabello rubio, sólo que el de Lulu es rizado. El pasado diciembre, hice un viaje a Carolina del Norte con él para que pudiera conocerla oficialmente. Me preocupé de que pudiera romperle el corazón verla, pero pareció comenzar a sanar algo dentro de él. Finalmente estaba cumpliendo su promesa de ayudar a cuidar de Celeste. La chica seguro es una abrazadora, así como su mamá. Sé que Holt ama eso de ella. Los días oscuros todavía aparecen a menudo, cuando la culpa empieza a pesarle, pero soy bastante buena leyendo su estado de ánimo. Y sólo estar ahí con él; no arreglándolo, no salvándolo; sólo amando bien y de la manera antigua, parece ayudarlo. Y es bueno para él mantenerse en contacto con Lulu, verla tan feliz. El día que me mudé, despejó ese cajón del armario. Inventó una excusa de que el cajón era para mis cosas, pero finalmente estaba listo para hacerlo. Todas las cosas ahora estaban puestas en la estantería de su sala. Estoy tan orgullosa de él. Todos deberíamos hacerlo, usar nuestro dolor, nuestra tristeza. Mostrarla al mundo. Alguien debería hacer una camiseta con una línea que diga eso. Eso nos permitiría poner a nuestro verdadero ser ahí sin esconder detrás de educadas sonrisas, charlas casuales, falsos “estoy bien”; y publicaciones en las redes sociales que nos hacen a todos parece como si estuviéramos viviendo la gran vida.

230

Tal vez esa sería la siguiente aventura para mi blog. Puedo verlo ahora. La línea de camisetas sería llamada: ¡Tengo problemas! ¿Y tú? ―¿Lista para irte? ―pregunta Holt, deslizando sus manos alrededor mi cintura. ―No lo sé ―bromeo―. Podría ayudar si supiera a dónde vamos. ―He viajado alrededor del mundo, pero nunca he ido al aeropuerto sin saber a dónde me dirigía. Hasta hoy. ―Tú eras quien no quería ninguna de las cosas tradicionales de una boda ―dice Holt. Ahí me tiene. Había hecho todo eso con Logan, y se sentiría raro hacerlo de nuevo. ¿Tal vez era por como había terminado? Cuando sospeché que Holt estaba preparándose para pedirme matrimonio, le dije que no quería un anillo de compromiso o una gran ceremonia de bodas. Estaba muy ocupada tratando de convertir las publicaciones de mi blog en un libro, de todos modos. Síp, me ofrecieron el contrato, y he estado agonizando durante meses. Afortunadamente, a Holt parecía no importarle la idea de una boda no tradicional. Soltó la pregunta de la forma más inusual que alguna vez había escuchado… con dinero. Bueno, eso no es exactamente verdad. Fue un martes al azar. En serio, ¿quién se declara un martes? Llegó a casa de recibir un parto. Había estado esperando por él, y era cerca de la una de la mañana. No se puso sobre una rodilla; en cambio, me puso de pie y me entregó un sobre. Dentro había un depósito del banco por diez mil dólares, y decir que estaba confundida era un jodido eufemismo. Cuando vi que la cuenta se llamaba “Nuestro fondo de bebé”, me derretí en ese punto, y nunca olvidaré lo que me dijo. ―Un anillo de compromiso es un símbolo de eternidad. ¿Pero qué es más eterno que una familia? No quería un diamante. Holt me dio lo que de verdad quería… una familia. Así que suceda o no naturalmente, a través de fertilidad o adopción, tenemos un pequeño avance. Fue la mejor declaración, y por supuesto, mi respuesta fue “sí”. Aun así, puede que esté llevando mi declaración de que no quería una boda tradición un poco demasiado lejos. ¿Qué novia ni siquiera sabe dónde se llevará a cabo su boda? He oído de lunas de miel sorpresa, pero esto es ridículo.

231

Blog La Sucia Verdad 11 de mayo Todo es una decisión.

¿Adivinen qué? Oficialmente soy la señora Mecánico del coño, MD. Síp, así es. ¡Nos casamos! La tradición diría que él no debería verme el día de la boda, pero fuimos en contra de la tradición. No salió muy bien para mí la última vez, así que hicimos las cosas a nuestra manera. Bueno, a su madera. No tenía ni idea de que estaba llevándonos a California para casarnos entre las flores “seguidoras del fuego”. Él entiende el simbolismo de las flores para mí, pero sé que se hubiera casado felizmente en nuestro patio trasero o en una Sala de Justicia. En realidad no le importaba siempre y cuando fuera su esposa al final. Tampoco tenía idea de que llevó a nuestros amigos más cercanos y familia, incluso la pequeña Lulu, para compartir el día con nosotros. Compró simple bandas de titanio para nosotros, y un vestido de bodas rojo para mí. Síp, así es… rojo. Podría haber mentido y dicho que escogió el color por algún simbolismo del fuego, pero en realidad es porque cree que me veo “jodidamente sexy” de rojo. Es un gran hombre. Mi hombre. El hombre que amo. La vida está llena de decisiones. Algunas veces tomamos las correctas. Algunas veces tomamos las equivocadas. Algunas veces una decisión que parece tan trivial termina cambiando la dirección de nuestra vida para siempre. Y algunas veces una decisión que parece monumental no significa ni mierda, ¿Entonces qué hacemos? Tomamos una decisión y otra. He tomado algunas malas decisiones en mi vida, pero la peor que alguna vez tomé fue no hacer nada en absoluto, pasar años sólo atravesando las emociones de la vida, paralizada por el dolor, la tristeza, la depresión y la pérdida. Básicamente, no estaba viviendo en absoluto… sólo atorada en el lodo. Mirando hacia atrás, todo me hace reír ahora. Decidí caminar en el lodo con tacones de aguja de plástico, y bueno, mi vida cambió esa noche de Halloween; justo como había hecho antes. Esa decisión aparentemente irrelevante, de caminar, moverme, avanzar; se volvió más importante que cuál auto comprar, a qué universidad ir, y todas las decisiones tontas sobre las que parecía agonizar. Así que ir a la izquierda, a la derecha. En realidad no importa. Qué importa que hagas algo, que decidas algo. Y si debes decidir algo, ¿por qué no decidir algo genial?

232

Como la esperanza, el amor. Como la felicidad. Los últimos meses me han enseñado mucho sobre mí misma, sobre el amor, mi corazón. Recapitulemos lo que he aprendido… El corazón es flexible. Tiene memoria. Es un cruel mentiroso. Y tal vez más importante, tiene necesidades. Necesita un amigo, un amante, y más que cualquier otro órgano, necesita tiempo… para sanar, para llorar, para hacer las paces con los sin sentidos, para hacer espacio para aceptar, para latir con fuerza lo suficiente para que escuchemos. El cuerpo tiene necesidades; fuego, comida, agua, pero el corazón necesitaba mucho más. Y mi corazón lo necesita a él.

233

Dejando el desayuno sobre la mesa de noche, me deslizo a su lado, mirándola dormir como he hecho tantas noches antes. Esta mañana es diferente, sin embargo. Esta mañana, es mi esposa. ¿Todavía daré órdenes locas cuando respecte a su seguridad? Maldita sea, sí, lo haré. De hecho, creo que tengo la responsabilidad legal de hacerlo. ¿Todavía la enloqueceré con las conversaciones casuales? Síp, es el deber de un esposo enloquecer a su esposa. Creo que lo leí en algún lado. ¿Todavía le daré palmadas en el trasero a cada oportunidad que tenga? Demonios, sí. ¿No es una de las mejores partes de estar casado…el sexo viene incluido? ¿Todavía tiene el poder de destruirme? Absolutamente. Pero sé que no lo usará. Las personas siempre le preguntan a las parejas, “¿Cómo se conocieron?” es gracioso pensar que la conocí mientras caminaba dormido, porque eso era lo que había estado haciendo con mi vida antes de Annalyse. Me pateó y me despertó esa noche, literal y figurativamente. Y nunca supe que podía ser así, al menos no para mí. Mis padres tenían esta clase de amor… la clase que supera incluso la muerte. Mirando su vestido rojo puesto sobre la silla, la imagen de ella de pie entre las flores de fuego está grabada en mi cerebro. Puso en vergüenza a todos los pétalos. Tal vez es por eso que es la cosa más hermosa que creció de la destrucción. Ciertamente encendió una luz para mí, me ayudó a mostrarme el camino. Y se veía como una diosa de pie ahí en un mar de colores vibrantes, con la belleza y la ruina rodeándola. Y pensar que soy el afortunado hijo de puta con que eligió ir al altar. Lentamente abre sus ojos azules, encendiendo algo dentro de mí… un fuego, pero no las llamas del infierno. No, esta vez es un suave ardor, como un calor bienvenido de una chimenea en una noche fría de invierno. Por mucho tiempo, no pude descifrar qué tenía ella que me atrajo. Pero ahora no era yo siendo atraído. Era ella. Era ella parándose en el fuego conmigo y sin miedo a quemarse, del calor. No puedo darte una razón por la que Logan murió, o Celeste, Jason o Brent. Tal vez no hay ninguna. Pero pensando de regreso en las flores, sé la razón por la que está el fuego para que puedan crecer y florecer. La destrucción puede parecer

234

como una completa y total mierda, pero debajo de esta, una semilla crece, luchando por atravesarla, luchando por la vida. Supongo que eso es lo que Annalyse y yo hemos estado haciendo por un largo tiempo. Seguro, soy un doctor, pero también un hombre… lo que quiere decir que no soy muy profundo. No tengo todas las cosas resueltas. No siempre puedo hablar de mis sentimientos. Y definitivamente no los publico en un blog, pero sé esto con certeza. Annalyse es la razón por la que soy el hombre que soy. Era menos que medio hombre sin ella. Ella es la razón por la que no quiero estar más solo. Es la razón por la que puedo dormir y soñar. La razón por la que sonrío. Es la razón para todo eso. Ella es la razón para mí.

235

Prescott Lane

236

Prescott Lane es la autora de First Position, Perfectly Broken, Quiet Angel y Wrapped in Lace. Es originaria de Little Rock, Arkansas, y tiene un título en sociología y un Master en Trabajo Social de la Universidad de Tulane. Se casó con su novio de la universidad, y actualmente viven en Nueva Orleans con sus dos niños y dos perros locos. Prescott comenzó a escribir a la edad de cinco años, y vendió su primera historia sobre una tortuga parlante a su padre por un cuarto de dólar. Después cambió a escribir novelas románticas porque no hay suficientes finales felices en la vida real.

237

Prescott Lane - The Reason For Me.pdf

There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Prescott Lane ...

2MB Sizes 4 Downloads 108 Views

Recommend Documents

Prescott Floorplan.pdf
Sign in. Loading… Whoops! There was a problem loading more pages. Retrying... Whoops! There was a problem previewing this document. Retrying.

Reason without Reasons For
This example illustrates what I'll call the valence account of reasons. ... at the 2016 Iowa Philosophical Society conference, and the folks I button-holed ..... be any way to single out one of the facts as the genuine reason for the conclusion.

download ePub Enlightenment Now: The Case for Reason, Science ...
age of science or read online here in PDF or EPUB Enlightenment Now makes the ... Instead, follow the data: In seventy-five jaw-dropping .... Language : English.

PDF Enlightenment Now: The Case for Reason ...
Download Enlightenment Now: The Case for Reason, Science, Humanism, and Progress, PDF Enlightenment Now: The Case for Reason, Science, Humanism, and Progress , Read Best Book Online Enlightenment Now: The Case for Reason, Science, Humanism, and Progr

Lane, 1 Marty Lane Will Temple GD 572 12.04.07 Modern Myth: The ...
Dec 4, 2007 - Modern Myth: The Role of Orientalism, Representation of the “Other”, ... Orientalism is not a modern day development, as it can be traced back to the ..... 9Mission Accomplished: http://www.sourcewatch.org/index.php?title=% ...

Critique of Pure Reason
accomplishments of the I 77 os leading up to the Critique. The philosophical works of 1762-6+ Around the time of the Nova dilw:idatio, Kant published two other ...... He thus assumed as incontrovertible that even in fire the mat ter (substance) never

Critique of Pure Reason
general introduction in which two of the world's preeminent Kant schol ars provide a succinct summary of .... ship in the English-speaking world during the second half of the twen tieth century, and serving as both ...... cluded a fourth part, which

prescott 533 motherboard manual pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. prescott 533 ...

Lane Change Form.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Lane Change ...

DiaryofaNanny sunny lane
Windows 7 x86 esd.Sea Wife 1957.The universein ... is Available on this site. PDF File: Whisky In Your Pocket: A New Edition Of Wallace Milroy's The Origin 2.

Park Lane -
Photo Booth – Take home a photographic souvenir of our special evening together. • Time to “Catch Up” – from 7:00 until 9:00 PM – greet, talk and eat with ...

pdf-1367\the-prescott-memorial-or-a-genealogical-memoir ...
... apps below to open or edit this item. pdf-1367\the-prescott-memorial-or-a-genealogical-memoi ... milies-in-america-in-two-parts-by-william-prescott.pdf.

Prescott SQR Final Report.pdf
Loading… Page 1. Whoops! There was a problem loading more pages. Retrying... Prescott SQR Final Report.pdf. Prescott SQR Final Report.pdf. Open. Extract.

Ebook THE THREE CRITIQUES: The Critique of Pure Reason, The ...
Ebook THE THREE CRITIQUES: The Critique of Pure Reason, The ..... by a critique of pure reason: "I do not mean by this a critique of books and systems, but of.

kacy lane alsscan.pdf
horny lesbian game with. Alsscan.com15 ... All pervmann 2000 postings page 421. Janice ... hq babes. Kacy lane video clips, pics gallery at define sexy babes.

Palmer v. City of Prescott
1 Tendered his resignation September 18, 2009 after Notice of Claim filed regarding this matter. Page 2 of 11. OAKS, are, at all times relevant, husband and wife residing in Yavapai County,. Arizona. At all times relevant, Defendant Randy Oaks held t

prescott microbiology 7th edition pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. prescott ...

Reason, Reasons & Normativity
of 2006, and at a conference in Bowling Green, and at CUNY's Graduate Center in the same ... The point is probably limited to practical reasons and reasons for emotions, and does not apply to ... reasons by rational creatures can nevertheless be iden

Reason, Reasons & Normativity
take one of the eligible options our intentions are based on the reasons for the ..... confidence in one's beliefs, and also degrees of belief meaning degrees of ...