SALVADOR RODRÍGUEZ BECERRA* Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos (Sevilla) [email protected]

EL FRANCISCANO JUAN LASSO DE LA VEGA, OBISPO DE CUBA Resumen: Juan Lasso de la Vega y Cansino, franciscano, natural de Carmona (Sevilla), de familia hidalga, ocupó varios cargos en la provincia Bética y se dedicó pastoralmente a la Venerable Orden Tercera, sobre la que escribió una obra sobre su naturaleza, funciones y privilegios; sus grandes dotes oratorias determinaron la designación por Felipe V como obispo de Santiago de Cuba, aunque residió en la Habana, donde murió. Palabras clave: franciscano, obispo, séquito, familia episcopal, orden tercera, limpieza de sangre, evangelización, Carmona, Santiago de Cuba y La Habana. THE FRANCISCAN JUAN LASSO DE LA VEGA, BISHOP OF CUBA Abstract: Juan Lasso de la Vega y Cansino, a Franciscan, a native of Carmona (Seville) and a man of noble origins, held various positions in the Provincia Bética and devoted himself pastorally to the Venerable Third Order, about which he wrote a work dealing with its nature, functions and privileges. His considerable gifts as an orator were responsible for Philip the Fifth naming him Bishop of Santiago de Cuba, although he resided in Havana, where he died. Keywords: Franciscan, bishop, entourage, episcopal family, Third Order, “cleanliness of blood”, evangelisation, Carmona, Santiago de Cuba and Havana.

Aunque los propósitos de la Corona y la Iglesia españolas, de las que las órdenes religiosas fueron su avanzadilla en Indias, concurrieron en el intento de recrear la sociedad y cultura hispánicas en el Nuevo Continente, la realidad fue bien distinta en función del nuevo y variado medio geográfico, los diversos tipos de sociedades y culturas indígenas que allí encontraron y de los intereses contrapuestos de castellanos e indios y entre los nuevos pobladores y los misioneros; todo ello determinó que la resultante fuera bastante diferente del ideal propugnado por las leyes y algunos idealistas1. El franciscano Juan Lasso de la Vega, electo obispo para la catedral de Santiago de Cuba en el primer tercio del siglo XVIII fue un actor más en este complejo entramado que se creó en la América hispana en la que los obispos eran considerados una pieza clave en la estructuración de la sociedad civil y eclesiástica. El hecho de que fuera miembro de una orden religiosa constituye una nota característica en la provisión de los obispados americanos y en otros tantos peninsulares de menor entidad. Lasso de la Vega siguiendo las directrices reales y eclesiásticas y las normas consuetudinarias en la elección de los obispos por la Corona de España, se hizo acompañar de un séquito que incluía docena y media de personas: miembros de su orden, parientes y paniaguados, destinados a su servicio y cubrir los cargos necesarios para desarrollar la labor administrativa y pastoral del amplio territorio * Catedrático de Antropología de la Universidad de Sevilla 1 Entre los que cabe mencionar al dominico Bartolomé de las Casas que pretendió colonizar Centroamérica con campesinos españoles que no aspiraran al beneficio de las encomiendas. XIX CURSO DE VERANO PRIEGO DE CÓRDOBA-JAÉN, 2013

ISBN: 978-84-938148-6-1

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que constituía la diócesis, con sede en la ciudad de Santiago de la isla de Cuba. Juan Lasso de la Vega y Cansino nació en Carmona el 3 de Abril de 1674, hijo legítimo de D. Martín Lasso de la Vega y Millán y de Dª. Mencía Cansino y Quintanilla, familia con ascendientes notables en la ciudad por ambas ramas y emparentada con regidores de la ciudad de Sevilla2; fue bautizado en la parroquia de San Bartolomé de dicha ciudad3, profesó como era frecuente en alguno de los miembros de este tipo de familias en el convento sevillano de la Orden de los Frailes Menores Observantes, donde ejerció labores de gobierno y apostolado, especialmente con la Venerable Orden Tercera4. En el momento de marchar a Indias tenía 56 años y era alto con cerquillo entrecano y nariz algo larga, según consta en la documentación. Un retrato suyo se conserva en la capilla del antiguo convento de San Francisco de Carmona (García y González, 1993). Fue ordenado de presbítero y alcanzó en la provincia observante de Andalucía cargos de importancia como los de lector jubilado, guardián (1715), provincial (1721), además de definidor general de la orden, teólogo de la Real Junta de la Inmaculada Concepción, calificador de la Suprema Inquisición y comisario visitador de la Orden Tercera. Tomó posesión del obispado en 1733 y murió en La Habana el 19 de agosto de 1752 (Méndez Bejarano, 1922:363)5. Poco conocemos de su vida hasta la mediación de la cincuentena larga de años en que fue promovido a la sede episcopal. Previsiblemente su trayectoria vital generó numerosos documentos que son hasta ahora desconocidos, tales como los expedientes de limpieza de sangre exigidos para su ingreso en la orden, sermones y, desde luego, sus actuaciones en el gobierno de la provincia. Estos documentos aguardan pacientemente en los archivos de la orden franciscana de la provincia de Andalucía, en el Archivo General de Indias y en el General del Arzobispado de Sevilla, en el Municipal de Carmona y en algunos otros. Parece que destacó por sus dotes de gestión en la provincia, que incluía solo los reinos occidentales de la región. Pero a la espera de poder ofrecer datos más completos sobre esta etapa de su vida, sabemos que dedicó algunos años de su vida al impulso de la Orden Tercera de su orden, fruto de cuyo trabajo fue una obra, síntesis de otra mucho más amplia, que analizaremos6 y de un expediente generado ante la casa de Contratación por su nombramiento de obispo de Cuba existente en el Archivo General de Indias7. 2 El extenso linaje de los Lasso de la Vega se estableció en Carmona en el siglo XV y en ella ocuparon diversos cargos edilicios, fueron propietarios de numerosas propiedades rústicas y recibieron diversos títulos nobiliarios. Actualmente se conserva la casa-palacio convertida en hotel. Por su parte el linaje de los Cansino está vinculado a Carmona desde la toma de la ciudad por los castellanos pues ya don Pedro Hernández Cansino recibió bienes en el repartimiento de la misma. Miembros de este linaje participaron en la conquista de Granada y en la de Méjico. El escudo de armas del linaje puede verse en la portada de la casa solariega en la calle de la Puerta de Córdoba y tiene panteón propio en la iglesia parroquial de Santiago. 3 En el acta de bautismo de la parroquia de San Bartolomé consta: “En Carmona en diez y ocho días del mes de Abril de mil y seiscientos y setenta y cuatro años, yo D. Andrés de Ojeda, Presbítero, Cura de la Iglesia Parroquial del Sr. San Bartolomé de esta dicha Ciudad catequicé, crismé y bauticé á Juan, Cristóbal, Antonio, Isidro, hijo legítimo de D. Martín Lasso de la Vega y Milla y de Dª. Mencía Cansino y Quintanilla. Fue su padrino D. Cristóbal Lasso de la Vega al cual advertí la cognación espiritual y obligación de la doctrina cristiana. Nació a tres de dicho mes y lo firmé.- Andrés de Ojeda [rubricado].” 4 Este obispo franciscano no debe confundirse con otro fraile de la misma orden y apellidos, probablemente sobrino nieto, también relacionado con la V.O.T. y al que se le sitúa en Cádiz. 5 Según otros autores fue varias veces guardián del convento de en Sevilla y dos veces provincial (Dedieu, 2008: 203-230). 6 Ya tuvimos ocasión de ocuparnos en este mismo foro (Rodríguez Becerra, 2006). 7 Ejecutoriales de la Iglesia Catedral de la ciudad de Santiago de Cuba para Don Fray Juan Lasso de Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

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Obispo de Santiago de Cuba Antes de seguir adelante conviene hacer unas breves reflexiones acerca de la designación de obispos durante el Antiguo Régimen, especialmente los procedentes de órdenes mendicantes, que tanta importancia tuvieron en la colonización y cristianización de las tierras americanas. Por privilegio concedido al rey de Castilla y a sus sucesores por Alejandro VI en 1493 a través del Regio Patronato, los monarcas castellanos y posteriormente la Corona española tenían la potestad de proponer a Roma los obispos, ciertas dignidades catedralicias y beneficiados de los reinos peninsulares y trasatlánticos, en razón del carácter misional y de integración a la Cristiandad que se dio a la conquista de Granada y posteriormente a las Indias. El proceso de selección del episcopado estaba en manos del rey y sus consejeros que se atenían a los privilegios de la sociedad estamental la española en la que los cargos de importancia estaban reservados a los linajes nobiliarios y entre ellos se seleccionaban los que tenían capacidades intelectuales. En consecuencia, numerosos frailes de las órdenes mendicantes y algunos clérigos en busca de fortuna fueron a Indias y paulatinamente fueron creando la superestructura eclesiástica necesaria, sostenida con las aportaciones del trabajo indígena y de los colonos y apoyada en la financiación y fiscalizada de la Corona. El Instituto Misionero Pontificio o Sagrada Congregación de Propaganda Fidei, creada en 1623, no intervino en la evangelización de América pues esta misión estaba encomendada a la Corona que delegaba en gran parte en los encomenderos8. Las órdenes religiosas predominaron en la acción misional directa sobre los indios así como en los cargos de gobierno eclesiástico durante toda la época virreinal, aunque desde principios del siglo XVII se introdujeron miembros del clero secular y de la Compañía de Jesús; ésta por poco tiempo, pues a pesar de las fructuosas experiencias comunitarias desarrolladas, fueron expulsados en el XVIII. En todo caso, las cifras del número de frailes no admiten comparación con el resto de los eclesiásticos9. Quizás pueda hablarse de la intervención exclusiva o mayoritaria de una orden en un determinado territorio, como lo prueban los episcopologios de las diócesis consultadas, pero su generalización exigiría una estadística más precisa. Los frailes pertenecientes a las órdenes mendicantes, especialmente franciscanos, agustinos, dominicos y carmelitas descalzos, fueron preferidos para regir los obispados creados en Indias, en lugar de canónigos y otras jerarquías medias del clero secular hispano, por ser tierra de misión, disponer estas prebendas de escasas rentas y por ser los frailes el clero mayoritario en estos territorios. Esta situación irá cambiando con el tiempo hasta que fueron creciendo las nuevas ciudades y el clero secular y algunas otras órdenes fueron creciendo. Otro tanto ocurrió con los cargos civiles de los nuevos reinos para los que se elegía a la nobleza menor, a la titulada con hacienda maltrecha y a funcionarios que no encontraban acomodo en la Península. la Vega… (AGI. Contratación, leg. 5480, núm. 1, ramo 25). 8 “La encomienda [en Indias] es un derecho concedido por merced real a los beneméritos de Indias para recibir y cobrar para sí los tributos de los indios que se les encomendasen por su vida y la de un heredero, con cargo de cuidar de los indios en lo espiritual y temporal y defender las provincias donde fueren encomendados” (Rodríguez Demorizi, 1971: 25-26). 9 Las órdenes religiosas son desplazadas parcialmente en el primer tercio del siglo XVII por el clero secular, canónigos y jesuitas. No obstante, los frailes aumentan de 800 a 3000 en el arzobispado de México (1559-1650) mientras que el clero secular pasa de 158 a 451 entre 1575 y 1622 (Marzal, 2002: 265- 291). Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

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Para las órdenes mendicantes constituía un tinte de gloria el que alguno de sus miembros fuera elevado a la dignidad episcopal, como también que fueran designados para los altos tribunales, incluido el Santo Oficio de la Inquisición, los consejos regios, confesores de la familia real y de la alta nobleza y para las cátedras universitarias. Las biografías de los frailes propuestos para obispos se refieren invariablemente a la reiterada negativa de éstos a aceptar la mitra, aunque finalmente la aceptaban. Esta actitud aunque pudiera responder a la realidad objetiva en algunos casos, bien pudiera considerarse una construcción prototípica de los biógrafos, verdaderos hagiógrafos en muchos casos, pues a los votos de obediencia y pobreza habría que unir la humildad que se les suponía y el apego a la regla y vida conventual. Estas biografías persisten en la negativa a aceptar la mitra, hasta que finalmente consentían por “santa obediencia”, valor considerado no solo una necesidad para regir la orden sino una virtud cristiana. Hay que tener en cuenta que los frailes electos obispos lo eran a edad madura y una vez contraídos ciertos méritos y con la mitra quedaban liberados de cumplir la regla conventual, al menos en partes importantes, dejaban de estar supeditados a la obediencia a sus superiores y, como todos los obispos, tenían la posibilidad de adquirir bienes y propiedades y disponer de ellas para sus herederos, amén de proteger y favorecer a sus deudos. Estos alicientes debían pesar a la hora de aceptar la dignidad episcopal por parte de los frailes. Las órdenes religiosas se beneficiaban del prestigio e influencia que emanaban del ejercicio del cargo episcopal de uno de sus miembros, además de favorecer la creación de nuevos conventos, engrandecer a otros y enriquecer sus iglesias con retablos, imágenes y alhajas, sin olvidar los apoyos espirituales y materiales que daban a las devociones de su orden en la diócesis. A título de ejemplo, citaremos el caso del convento franciscano reformado de Nuestra Señora de Loreto (Aljarafe, Sevilla), uno de cuyos frailes profeso, Francisco de San Buenaventura [Martínez de Tejada y Díez de Velasco] OFM (1686 1760), fue elegido como obispo auxiliar de Lasso de la Vega con sede en la Florida. Fray Francisco había sido guardián del convento sevillano por dos veces y tras su paso por la Florida, lo fue de Yucatán con sede en Mérida y finalmente, de Nueva Guadalajara (México) donde murió. Este obispo ayudó a remodelar y ampliar el convento de Loreto (Espartinas) al que dotó de un nuevo retablo mayor y camarín de la Virgen con los envíos que hizo desde Indias (Ortega, 1907, cap. VI; Palomero, 1987).

Colonización y Evangelización De esta forma, contribuyeron los frailes, obispos y misioneros no solo al sostenimiento de sus conventos peninsulares y americanos sino también y a la par, a la expansión del cristianismo, la lengua y la cultura castellanas en Indias en un proceso de aculturación entre españoles e indígenas que en el campo religioso conocemos como sincretismo. Simultáneamente, contribuyeron decisivamente al proceso de institucionalización de la Iglesia en Indias con la creación de diócesis y otras instituciones. Colonos y misioneros que constituían el grupo dominante, tenían intereses comunes y contrapuestos a los de los indios que los veían con “la misma piel y la misma lengua” (Marzal, 2002:265). No obstante, la Iglesia y las órdenes religiosas jugaron como instituciones un papel mediador entre ambos segmentos sociales, aunque con frecuencia se dieron alianzas entre los clérigos y los cargos de la Corona. Como resultado se recreó un catolicismo diferente con raíces americanas. La evangelización Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

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dio paso a un catolicismo popular, ibérico revertido con formas americanas, en palabras de Manuel Marzal10. Los misioneros enculturados en la lengua y cultura indígenas, adaptaron el mensaje cristiano al indio, resultando un sincretismo indígena que en parte mantuvo su religión y se adaptó a la nueva, como aún puede comprobarse en los países de mayor densidad de población indígena. El punto de partida era que el Catolicismo era la verdad única revelada y las religiones indígenas eran de origen diabólico, pero la resultante fue una piedad popular y un sincretismo indígenas que compartían misioneros e indios, lo que Marzal ha llamado la “real inculturación” (Marzal, 2002:265-268). En una primera etapa en la que los conquistadores van en busca de riqueza y los misioneros son fundamentalmente destructores de “ídolos”, procesos que se dieron con mayor intensidad en México y Perú, seguirán otras etapas en las que, como hizo el jesuita José Acosta (1540-1600), recomendara para la evangelización el respeto por todo lo indígena que no se opusiera a la justicia y la religión. Las coincidencias entre las dos religiones eran según unos, obra del demonio y, según otros, obra de Dios para acercarlos. Acosta se inspiró en el texto que el papa Gregorio dirigiera a san Agustín de Canterbury sobre la evangelización de los anglos, en que recomendaba discernir con caridad qué hay que consentir y qué no hay que tolerar (Marzal, 2002:265-268). Igual pudiera decirse de la actitud del franciscano fray Bernardino de Sahagún (14991590) que en cumplimiento de las ordenes de sus superiores estudió en profundidad la sociedad azteca con el propósito de mejor evangelizarla, con una metodología cuasi antropológica a través de los nobles indígenas del Imperial Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, cuyos resultados plasmó en la monumental obra: Historia general de las cosas de la Nueva España o Códice Florentino, principal fuente de conocimiento de la cultura nahua, que no sería publicada hasta comienzos del siglo XX por las suspicacias que despertara en el Consejo de Indias. Pero no faltaron los religiosos que persiguieron a los indios y sus religiones pues veían idolatrías en lo que no era sino tradición cultural que no había desaparecido por el mero hecho de haber recibido el bautismo. La misión de la Iglesia en último término era la salvación de las almas pero puesto que se consideraba a las religiones indígenas como diabólicas, la respuesta por tanto no podía ser sino la conversión pacífica o forzada que inevitablemente, aunque a largo plazo, conduciría en ambos casos a la destrucción cultural del otro. Estos objetivos sin embargo rara vez se consiguieron plenamente y la resultante ha sido un cristianismo diferenciado. Poco a poco se admitieron elementos y contenidos religiosos indígenas, por ejemplo en la procesión del Corpus11, y aunque explícitamente se prohíbe la identificación de los dioses nativos con los cristianos en el III Concilio de 1584, se toleran ciertos ritos porque se interpretan como acciones religiosas no idolátricas (Marzal, 2002:270-271). Los indios aceptaron el culto a los santos y a la Virgen como intermediarios “matriz cultural” del catolicismo popular, recurso catequético fácil y propio de la Iglesia de la época. De esta suerte, los santos son equiparados a las huacas móviles peruanas; de forma que aquellos y éstas favorecían a los creyentes mediante milagros a cambio de actos de culto y ofrendas. Recordemos que el concilio de Trento 10 Manuel Marzal (Olivenza, 1931- Lima, 2005) Jesuita, destacado antropólogo, catedrático de la Pontificia Universidad Católica del Perú y creador y rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya en Lima y autor de varias obras sobre Antropología de la Religión. 11 En Andalucía para la fiesta del Corpus se contrataban gitanos para las danzas y ello no significaba otra cosa que aquellos prestaban un servicio para el éxito de la fiesta. Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

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impulsó la devoción a las imágenes, especialmente a la Virgen y los santos, por lo que la virgen se incorpora a la cultura americana y se “aparece” en numerosos lugares siguiendo la tradición hispánica.

El obispo Lasso de la Vega y su séquito Juan Lasso de la Vega fue propuesto para obispo por Felipe V, movido por el prestigio de su elocuencia y tras su aceptación fue presentado a Roma en 1729 para la diócesis de Santiago de Cuba, siendo designado obispo en 1731 por bula de Clemente XII para sustituir a fray Gaspar de Molina y Oviedo, agustino, anterior titular de la diócesis americana promocionado al obispado de Barcelona. Una vez emitida la bula papal de nombramiento fue consagrado el 20 de abril de 1732 por Luis de Salcedo y Azcona, arzobispo hispalense (1722-1741) en el convento de San Francisco de Sevilla. En la misma real cédula dirigida al Gobernador y Capitán General de Santiago y al Gobernador y Capitán a Guerra de La Habana se nombra asimismo como su obispo auxiliar, a fray Francisco de San Buenaventura [Tejada], obispo titular de Trícala12 que sería consagrado en México, con residencia en San Agustín de la Florida. Lasso de la Vega, según establecía la cédula real, debía fijar su residencia en Santiago de Cuba, aunque lo hizo en la ciudad de La Habana. El objetivo del nombramiento de obispos, según establece la real cédula citada, era el culto divino, el que la iglesia estuviese asistida por un prelado y prebendados, así como el de dar buen ejemplo y enseñanza; también se señala la conveniencia de erradicar ciertos vicios existentes, que aunque el documento no los reseña, se refería a la prostitución y al juego de naipes. En la cédula se preconiza como parte de su labor la buena enseñanza y ejemplo que debería redundar en la creación de sujetos preparados para cubrir las canonjías que quedaran vacantes. Igualmente se le ordena que tome posesión dentro de un tiempo fijado, designe provisores, vicarios y oficiales de la curia diocesana y no se oponga al cobro de los derechos pertenecientes a la Corona. La misma real cédula establece la fianza que habrá de depositar por su nombramiento que se fijará por Real Provisión dada en Sevilla el 28 de Enero de 1732. Aunque la cabecera de la diócesis era Santiago, La Habana era una ciudad con gobernador y allí fijó su residencia definitiva el obispo previsiblemente buscando el apoyo del convento de su orden existente en esta ciudad. La diócesis de Santiago de Cuba junto a la de Puerto Rico (1511) y la de Concepción de la Vega (1512) en La Española que se extinguió pronto, eran sufragáneas de la archidiócesis de Santo Domingo. Cuando un obispo era nombrado para ocupar una diócesis en América iba acompañado de su “familia” o conjunto de personas bajo la jurisdicción personal del prelado, y cuya composición incluía sus colaboradores oficiales: vicarios, visitadores, secretarios, y sus criados, mayordomos y pajes, y su tamaño dependía de la importancia de la sede episcopal. “Estos grupos fueron criaderos donde se formaron jóvenes de gran porvenir que luego tuvieron importantes carreras en los ámbitos eclesiásticos, en el mundo intelectual, en la administración y la economía”. El pasaje a Indias es una de las pocas ocasiones en las que se describe la composición de la familia del obispo, ya que sus componentes figuran en el pasaporte del mismo. En ella figuraban los nombres 12 Ciudad al noroeste de Tesalia (Grecia). Como es habitual en la Iglesia católica los obispos auxiliares recibían el título de antiguas diócesis extinguidas. Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

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y datos personales que permitían identificar con seguridad a los interesados (Dedieu, 2008:203)13. El obispo electo Lasso de la Vega había solicitado que de su séquito, dos de ellos, el mayordomo y el repostero fueran sustituidos por dos frailes de su orden, uno como predicador y confesor y el otro como compañero. Estos cargos se fijaban en la real cédula en cuanto al número y funciones pero, la designación de los mismos era potestad del obispo, que los elegía entre aquellos que cumplieran los requisitos para desempeñar estos cargos y no estuvieran impedidos legalmente de pasar a Indias. La Real Audiencia de la Contratación de Cádiz accede a su solicitud de cambio el 18 de enero del mismo año. En el séquito elegido por el obispo figuraban compañeros de la orden, miembros de su familia: tres eran parientes con los apellidos Lasso de la Vega y Cansino y varios eran naturales de Carmona con apellidos tan enraizados en la ciudad como Briones o Quintanilla y el resto procedían de Sevilla y otras villas andaluzas: Morón, Los Palacios, Vejer, Écija, Arahal, Umbrete, Arcos, Baena y La Puebla de Guzmán. Recordemos que el obispo era natural de Carmona, ciudad muy relacionada con Sevilla de la que dista poco más de 30 kms. En cuanto a la edad, los frailes que le acompañan, oscilan entre los 56 años que tenía Lasso de la Vega y los 40 del más joven de ellos; por su parte la edad de los eclesiásticos seculares, todos con tratamiento de don por ser de familia noble y con títulos universitarios, y los laicos, oscila entre 8 y 23 años, destacando los pajes de 8, 13 y 14 años respectivamente; los capellanes, ordenados de menores y corona de 11, 14 y 22 respectivamente, y los provisores y fiscales de 19, 20 y 23 años. El grupo de seglares y eclesiásticos seculares lo formaban jóvenes que al amparo del obispo pretendían hacer carrera eclesiásticas y/o civil en Indias encontrando así oportunidades que no hubiesen logrado en la Península14. En la relación de las personas que le acompañarán, incluido el obispo auxiliar, figuran el lugar de nacimiento, estado civil y legal, edad, y los cargos a desempeñar: un padre predicador, compañeros para cada uno de los obispos, por exigirlo así la regla de la orden, dos provisores, dos fiscales, un caballerizo, dos pajes y un tercero para el auxiliar, capellanes y confesores para ambos, además de un mayordomo y un repostero para Lasso de la Vega, que fueron sustituidos por dos frailes de su orden. El obispo certifica ante las autoridades que todos los clérigos seculares están ordenados de cuatro grados y corona y que los frailes pertenecen a la orden de san Francisco; las autoridades locales certifican la limpieza de sangre de los seleccionados de la que estaban exentos los frailes, que la habrían presentado a la hora de profesar, y otros requisitos. Llama la atención, aunque era común en aquellos tiempos, que los pajes eran niños y aún más que entre los capellanes figuraran dos eclesiásticos con 11 y 14 años, respectivamente. Estas gestiones las realizaba el obispo a través de su mayordomo o procurador que se entendía con la Casa de Contratación. Unos iban destinados a formar parte de la curia diocesana y otros como miembros de su casa. Los pajes daban compañía al obispo, recibían formación y realizaban ciertas funciones como las de acompañarlo en las visitas pastorales, en el desempeño de estas tareas iban revestidos con ropas clericales. Los miembros de la familia episcopal eran personas de confianza, lo que en tierras extrañas, y probablemente 13 Los expedientes sobre los que se fundamentan estas generalizaciones se conservan en el Archivo General de Indias. Sección de Contratación. 14 Hasta hace poco tiempo a los secretarios de los obispos se les denominaba “familiares”. Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

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hostiles, donde les tocaba vivir eran un gran consuelo. El obispo creaba a su alrededor un ámbito amigable que le protegía y proporcionaba los medios imprescindibles para su acción administrativa y evitaba así el aislamiento en su casa y diócesis, en la que era necesariamente un forastero, lo que lo distanciaba de todos y así podía actuar de árbitro entre contrincantes. El obispo Lasso recibió el documento para el embarque en el próximo flete emitido por la Real Casa de la Contratación de Cádiz el 30 de julio de 1732, por lo que embarcaría poco después15. En él figura la relación definitiva de sus colaboradores formada por dos provisores o jueces, uno para Cuba y otro para la Habana, dos fiscales para los tribunales eclesiásticos de las mismas ciudades, dos capellanes, dos pajes, un caballerizo, un mayordomo y dos religiosos franciscanos, uno para confesor y otro como compañero, así como la autorización para llevar los baúles necesarios para los pontificales, libros y ropa. El equipo del obispo auxiliar incluía: capellán, confesor, compañero y los baúles. En síntesis, viajaron a Indias formando parte del séquito el propio obispo titular, el obispo auxiliar, seis frailes de la orden, cinco eclesiásticos ordenados de menores y corona con grados universitarios, y seis seglares. Para formar parte del personal al servicio del obispo y en este caso pasar a Indias se exigía a los seglares ser solteros, -los casados eran excepción y debían tener licencia de la esposa y garantizar la vida marital-, acreditar limpieza de sangre de sus padres y abuelos, es decir ser de “ilustre sangre” y “limpios de toda mala raza y raíz infecta” y no pertenecer a ningún grupo de los “no cerrados en estos reinos”; en suma, ser “cristianos viejos sin mácula ni mancha alguna”. O lo que es lo mismo, no pertenecer a las etnias judía, morisca o gitana que tenían prohibido ejercer ciertos cargos y viajar a Indias. Los eclesiásticos y religiosos por su parte tenían que acreditar los títulos, dimisorias o nombramientos e informaciones “moribus et vita”, según el documento, y “vita et moribus”, según la Real Academia, es decir la indagación que se hacía de la vida y costumbres de aquellos que habían de ser admitidos en una comunidad religiosa o antes de obtener una dignidad o cargo eclesiástico. Ocurrió en este caso, como era frecuente, que algunos miembros del séquito del obispo, llegada la hora de embarcar a Indias, no tuvieran toda la documentación acreditativa, éste salió al paso acreditando que aquellas personas eran de las que no tenían prohibido viajar a América. El fiscal de la Real Casa de la Contratación aceptó su petición a condición de que la entregaran en el plazo de seis meses. Esta sería emitida por la justicia ordinaria en unos casos y por el vicario general de la diócesis en otros, basada en los informes de los visitadores del arzobispado. Tras las consiguientes autorizaciones y controles embarcó en Cádiz el mes de julio o agosto de 1732 rumbo a Cuba. Desembarcado en Santiago de Cuba, celebró la primera misa en el convento de su orden y tomó posesión del obispado el 2 de octubre del mismo año. Tras unos pocos meses marchó para la ciudad de La Habana que no sería creada sede episcopal hasta 1787, estableciendo en ella su residencia. Mostró gran apego a su orden pues restauró el convento de La Habana y dispuso ser enterrado en el mismo, reedificó asimismo la parroquial mayor de esta ciudad que enriqueció con alhajas y ornamentos y visitó pastoralmente toda la Isla en dos ocasiones administrando la confirmación y revisando 15 En dicho día [30 de julio de 1732] se dio el despacho de embarcar al mencionado Sr. Obispo de Cuba, a su auxiliar, seis religiosos y otras 11 personas de su familia para cualquier navío de la presente flota en la conformidad que expresa la minuta de despacho que acompaña. Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

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los libros parroquiales16. Ordenó, así mismo que se siguieran registrando las partidas de bautismo en libros separados para indios, negros y blancos. Se manifestó contra los juegos de carnaval y estableció las conferencias morales semanales. Fue un gran defensor de los privilegios eclesiásticos. Rigió la diócesis hasta su muerte en La Habana en 1752 y fue sepultado en el pavimento de la capilla de San Francisco Javier de la iglesia conventual de San Francisco de aquella ciudad, lugar señalado por él mismo, en cuya lápida se escribió el siguiente epitafio: “Aquí espera la resurrección Fr. Juan Laso de la Vega y Cancio, ingratísimo hijo de la orden de menores y de la provincia de Andalucía. El más pequeño entre ellos y el mayor de los pecadores, indignísimo Obispo, clama en este oscuro lugar. Oídle: Apiadaos de mí. Apiadaos de mí. Vosotros hermanos y amigos, rogad por mí. Descanse en paz. Amén. Murió el día 19 de Agosto de 1752. Casi un siglo después los franciscanos de La Habana se trasladaron al nuevo convento de San Antonio de la villa de Guanabacoa y se llevaron los restos mortales del obispo al nuevo templo; poco después y por orden del obispo Jacinto María Martínez, capuchino, fueron trasladados a la capilla de la Purísima Concepción de la catedral de la Habana donde, fue colocado el siguiente epitafio: “Descanse en paz. Iltmo. Sr. Juan Lazo y Cancia [sic], en otro tiempo dignísimo Obispo de esta Diócesis, el cual murió el día 19 de agosto de 1752 de nuestra Redención. Cenizas que por algún tiempo estuvieron borradas de la mente y corazón de los hombres en estos míseros tiempos, mas encontrados por disposición de Dios, fray Jacinto María, Obispo de La Habana, en 1867 les dedicó dentro de esta Santa Iglesia Catedral este reducido lugar, pobre por su pequeñez, rico por los restos de tan excelso varón, en él finalmente depositados”.

La obra escrita Hombre hábil con la palabra y con la pluma, debió ofrecer numerosos sermones en cuantas ocasiones se le requería en la ciudad de Sevilla y en otras que por su cargo o por invitación visitara. Conocemos solo una obra titulada: Compendio de las obligaciones, excelencias, privilegios e indulgencias del Venerable Orden Tercero de Penitencia de Nuestro Padre San Francisco, sacado de mayor volumen, que escribió y sacó a luz el Ilmo. Señor D. Fray Juan Lasso de la Vega, obispo de Santiago de la ciudad de Cuba [sic], siendo comisario del V. Orden Tercero del Real Convento de N.S.P. San Francisco, casa grande de esta ciudad de Sevilla”, publicado en Sevilla en 173417. Esta obra comprende siete capítulos18, síntesis de 16 Este apego a la orden no se dio siempre como lo ejemplifica el testamento del cardenal franciscano Fray Cirilo Alameda, arzobispo de Sevilla, que no favoreció gran cosa a los franciscanos (San Garzón, 2012). 17 Libro impreso en cuarto, 128 páginas, s. l., s. i., ejemplar de la Biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla. Colección J. Hazañas. Signatura Ha / 4798/40. Hay un grabado de san Francisco con la iconografía tradicional: hábito, tonsura, corona de santidad, crucifijo en la derecha y calavera en la izquierda. 18 Índice: Capítulo Primero. Origen del Tercero Orden de Penitencias y sus excelencias. Capítulo Segundo. Regla y obligaciones de los Hermanos Terceros. Capítulo Tercero. Algunos privilegios de los muchos que gozan los Hermanos Terceros. Capítulo Cuarto. Algunas advertencias necesarias para las gracias e indulgencias, jubileos y absoluciones que ganan y de que gozan los Hermanos y Hermanas de el Venerable Orden Tercero. Capítulo Quinto. Indulgencias que ganan los Hermanos y Hermanas Terceras por hábito, procesión, misa, comunión, visita de iglesias y otros actos virtuosos. Indulgencias de los Regulares que ganan los Terceros: Indulgencias de los Cordigeros que ganan los Terceros; Indulgencias concedidas a la Archicofradía de Confalón que ganan los Hermanos Terceros; Otras indulgencias que gozan los Hermanos Terceros; Absoluciones plenarias. Capítulo Sexto. Origen de la Corona de Nuestro Señora y de sus Indulgencias. Capítulo Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

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otra obra más extensa, que desconocemos, dedicada a la recopilación y exégesis de los privilegios que gozaban los hermanos seglares de la orden tercera franciscana otorgados por los papas. Consta de dos capítulos introductorios, el primero dedicado a establecer los orígenes de la orden tercera que el autor adjudica a san Francisco, a defender la igualdad espiritual con las órdenes primera y segunda y la primacía de la tercera franciscana (V.O.T.) sobre las demás órdenes terceras por su antigüedad. El segundo, establece las reglas de vida para hombres y mujeres en relación a uso del hábito, prácticas religiosas y normas de organización y gobierno de los hermanos. Los tres capítulos siguientes están dedicados a especificar las diversas formas de ganar indulgencias, orígenes de tales privilegios y fundamento jurídico de las mismas, así como las condiciones para lograrlas y las ventajas que tenía como orden franciscana, por lo que era beneficiaria de todos los privilegios de la primera y segunda reglas, tanto de naturaleza eclesiástica como civil, tales como enterramientos, tribunales, impuestos, testamentos, etc. Los dos últimos capítulos tratan de dos prácticas de piedad eminentemente franciscanas, al menos en su origen: la Corona de la Virgen y las visitas al Santísimo Sacramento. Con esta obra se pretendía difundir y engrandecer el ámbito de influencia del franciscanismo entre los seglares incorporándolos a la orden tercera, con lo que ello conllevaba de apoyo moral, protección y ayudas económicas a los conventos de frailes y monjas menores, que constituían el núcleo central de la institución franciscana, y lograr mayor esplendor en los cultos, que era tan del gusto de la sociedad barroca. Dicho con palabras actuales, la tercera orden franciscana, aparte de los objetivos generales de cristianización, propios de toda institución eclesiástica, era una organización creada para la fidelización de los seglares a la orden de san Francisco en un mercado espiritual, pero también material, donde tenían que competir con los privilegios de las parroquias, que tenían asignado un territorio del que se nutrían, y con las demás órdenes mendicantes que también crearon órdenes terceras y otras formas de fidelización tales como hermandades y cofradías, asociaciones, escapularios y otras. Para concluir diremos que fray Juan Lasso de la Vega, franciscano de la Bética, es un ejemplo más de aquellos frailes que fueron promovidos a la dignidad episcopal para una diócesis de Indias en razón de la calidad de su familia y sus cualidades intelectuales y morales. Éste franciscano, como otros muchos frailes mendicantes, fue preferido para una diócesis americana por la escasez de recursos de que estas disponían y por las menores exigencias que plantearían. Una vez electo, favoreció a miembros de su orden y a parientes y amigos integrándolos en su séquito para el servicio de la diócesis y su propia casa, dándoles de esta forma oportunidades de promoción personal. Fuentes: Ejecutoriales de la Iglesia Catedral de la ciudad de Santiago de Cuba para Don Fray Juan Lasso de la Vega, del Orden de San Francisco (Archivo General de Indias. Contratación, leg. 5480, núm. 1, ramo 25). Episcopologios de las diócesis de Santiago de Cuba, La Habana, Yucatán y San Agustín de la Florida. Séptimo. Origen de la Estación del Santísimo Sacramento y su grandes Indulgencias. Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

EL FRANCISCANO JUAN LASSO DE LA VEGA, OBISPO DE CUBA

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Hierarchia Catholica Medii et Recentoris Aevi. Il Mesaggero di San Antonio, Patavii, 1958. Lasso de la Vega, Juan, Compendio de las obligaciones, excelencias, privilegios e indulgencias del Venerable Orden Tercero de Penitencia de Nuestro P. San Francisco, Sevilla, 1727. Bibliografía: Aguilar Piñal, Francisco, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, tomo V, CSIC, Madrid, 1989. Aldea Vaquero, Quintín; Tomás Marín Martínez y José Vives Gatell, Diccionario de Historia Eclesiástica. CSIC, Madrid, 1972, voz: Franciscanos. Álvarez Gómez, Jesús (C.M.F.), Historia de la vida religiosa, II. Desde los Canónigos regulares hasta las reformas del siglo XV, Publicaciones claretianas, Madrid, 1978. Aspurz, Lázaro de (OFM cap.), Manual de Historia franciscana, Compañía Bibliográfica Española, Madrid, 1954. Castañeda Delgado, Paulino y Marchena Fernández, Juan, La jerarquía de la Iglesia en Indias, el episcopado americano (1500-1850). Mapfre, Madrid, 1992. Dedieu, J. P., “El séquito de los obispos que pasaron a Indias en la primera mitad del siglo XVIII”, en La Iglesia hispanoamericana de la Colonia a la República, Aguirre, Enríquez (Eds.), 2008, pp. 203-230. García Rodríguez, Antonio y González Isidoro, Juan, Carmona: ciudad y monumentos. Carmona, Sevilla: S & C Ediciones, 1993. González Echenique, Julio, “Los obispos de Indias como funcionarios de la Corona”, Revista Chilena de Historia del Derecho, 1970, núm. 6, pp. 143-151. Guitarte Izquierdo, Vidal, Episcopologio español (1700 -1867): españoles obispos en España, América, Filipinas y otros países. Ayuntamiento de Castellón de la Plana, 1992. Leiseca, J. M., Apuntes para la Historia Eclesiástico de Cuba, La Habana, Talleres de Caraso y Cia., 1938. LeRoy y Cassá, Historia del Hospital San Francisco de Paula, La Habana, 1958. Marzal, Manuel M., El Sincretismo Iberoamericano. Un estudio comparativo sobre los quechuas (Cusco), los mayas (Chiapas) y los africanos (Bahía), Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1985. Marzal, Manuel M., Tierra encantada, Trotta, Madrid, 2002. Méndez Bejarano, Mario, Diccionario de Escritores, Maestros y Oradores naturales de Sevilla y su actual provincia, Sevilla, 1922, p. 363 (Edición facsímil, Padilla, Sevilla, 1989). Ortega, Antonio (OFM), Historia de la Imagen y Santuario de Nuestra Señora de Loreto en la Provincia y Archidiócesis de Sevilla, Lérida, Imprenta Mariana, 1907. Palomero Páramo, Jesús Miguel: “Donaciones artísticas de obispos franciscanos de América a instituciones españolas: el legado del Padre San Buenaventura y Tejada”, en Actas del I Congreso Internacional sobre los Franciscanos en el Nuevo Mundo. Editorial Deimos, Madrid, 1987, pp. 981 – 996. Rodríguez Becerra, Salvador, “San Francisco Solano y el convento de Nuestras Señora de Loreto”, en El Franciscanismo en Andalucía (Peláez del Rosal, coord.), Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, Priego de Córdoba, [2013], tomo XVI. Rodríguez Becerra, Salvador, “Los privilegios espirituales de la Orden Tercera de San Francisco”, en El Franciscanismo en Andalucía: La Orden tercera seglar (Peláez del Rosal, Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

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SALVADOR RODRÍGUEZ BECERRA

coord.), Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, Priego de Córdoba, 2006, pp. 457-454. Rodríguez Demorizi, E., Los Dominicos y las encomiendas de Indios de la Isla Española, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, 1971. Sanz Garzón, C. M., Biografía del Cardenal Franciscano Fray Cirilo Alameda y Brea, AEHF, Córdoba, 2012 Stallaert, Christiane, Ni una gota de sangre impura. La España inquisitorial y la Alemania nazi frente a frente. Galaxia Gutenberg, Madrid, 2006.

Casa-Palacio de los Lasso de la Vega, hoy hotel. Carmona. (Cortesía de M. Morales).

El Obispo Lasso de la Vega y Cansino, situado en el presbiterio de la capilla de San Francisco. Carmona. (Cortesía de M. Morales).

Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

EL FRANCISCANO JUAN LASSO DE LA VEGA, OBISPO DE CUBA

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Casa-Palacio de los Cansino, conocida como Casa de las Aguas, cercana a la iglesia de Santiago. (Cortesía de M. Morales).

Cripta de los Cansino en el presbiterio de la antigua iglesia parroquial de Santiago. (Cortesía de M. Morales). Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 237-250

ACTAS CURSOS DE VERANO XVIII - XIX

MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL DIRECCIÓN Y EDICIÓN

APORTACIONES AL DICCIONARIO BIOGRÁFICO FRANCISCANO DE ESPAÑA, PORTUGAL, IBEROAMÉRICA Y FILIPINAS Priego de Córdoba-Jaén (25-27 de julio de 2012 y 24-26 de julio de 2013)

ASOCIACIÓN HISPÁNICA DE ESTUDIOS FRANCISCANOS CÓRDOBA, 2014

A.H.E.F. Sede de Priego de Córdoba

MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL (Dir. y ed) XVIII Y XIX CURSOS DE VERANO Primera Edición: Junio, 2014 Páginas: 520; tamaño 17 x 24 cm; resolución: 150 - 200 ppp. Tipografía: Texto realizado en tipo Times New Román 10 ptos., notas y cabeceras en 8 pts. Papel: Estucado de 90 grs. Encuadernación: Rústica, cosido con hilo vegetal y cubierta plastificada Motivo de la cubierta Entrada al antiguo convento de San Francisco de Priego de Córdoba (Hoy: Hotel-Hospedería San Francisco) Motivo de la contracubierta: Texto del vítor dedicado al prof. Galera en el Refectorio del convento

ISBN: ISBN: 978-84-938148-6-1 Depósito Legal: CO-831-2014 © Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos (A.H.E.F.) © Manuel Peláez del Rosal © El autor de cada artículo Impresión: Digital Asus, S.L. (Córdoba) IMPRESO EN ESPAÑA - PRINTED IN SPAIN

ÍNDICE

Págs. Presentación, por M. Peláez del Rosal .........................................................................7 I.- APORTACIONES BIOGRÁFICAS .................................................................... 11 Alberto Aguilera Hernández & Manuel Gracia Rivas Miembros ilustres de la familia franciscana de la comarca de Borja (Zaragoza) ......13 José M.ª Alonso del Val, ofm Aventuras apostólicas de fr. Silvestre Vélez de Escalante, explorador y misionero franciscano en las regiones del río Colorado de los Estados Unidos de Norteamérica ..........................................29 Elena Bellido Vela Sor Ana de la Cruz Ponce de León ..............................................................................39 Agustín Boadas Llavat, ofm Ética y vino: san Junípero Serra, los franciscanos y California .................................57 Gloria Centeno Carnero Semblanzas de la vida de la venerable madre sor María de san Bernardino, abadesa en el monasterio de Fuenteovejuna (1667-1747) ..........................................67 Carmen Díez González Franciscanos relacionados con la arquitectura y engrandecimiento de san Francisco de Plasencia ....................................................77 Justo García Sánchez El obispo Antonio del Águila, un terciario franciscano mirobrigense, benefactor de su convento .............................93

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ÍNDICE

Antonio Gil Albarracín Religiosos franciscanos en tierras almerienses: intento de relación de frailes y monjas que han servido a la Orden durante más de medio milenio .................................................................109 Jaime González Rodríguez Fr. Alonso Ponce, comisario general de Nueva España (1585-1589) .......................131 Juan Luque Carrillo Fray Diego de Estella (1524-1578), escritor místico de la provincia seráfica de Santiago ..........................................................................159 Manuel Morales Morales Fray Bernardino de Laredo .......................................................................................171 Manuel Morales Morales El ministro general franciscano fray Juan del Hierro. cuatrocientos años de su muerte y enterramiento en Villaverde del Río ...................185 Rafael Osuna Luque Tres franciscanos de vidas ejemplares y piadosas, naturales de la Villa de Carcabuey ............................................................................193 Manuel Peláez del Rosal Franciscanos observantes del convento de san Esteban de la villa de Priego de Córdoba ................................199 Francisco Javier Quintana Álvarez Breves notas biográficas de franciscanos gibraltareños (Ss. XVI-XVIII)..................219 Salvador Rodríguez Becerra El franciscano Juan Lasso de la Vega, obispo de Cuba ..........................................................................................................237 María del Amor Rodríguez Miranda El beato Nicolás Alberca de Torres, mártir de Damasco ....................................................................................................251 M.ª Teresa Ruiz Barrera Fray Manuel José Fagundez, franciscano descalzo de la provincia de san Diego. Maestro, misionero apostólico y restaurador .....................................261 Cayetano Sánchez Fuertes, ofm Juan Duárez de Santa Cruz, ofm, “fundador” del pueblo de Daraga (Filipinas) y del Seminario de Misiones de Montilla (Córdoba) .................................................271 Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 509-511

CURSOS DE VERANO XVIII - XIX (2012 - 2013)

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Mª. Victoria Triviño Monrabal, osc Sor Eularia Anzizu i Vila, historiadora, biógrafa y poetisa, (1868-1916), clarisa en el monasterio de santa María de Pedralbes (Barcelona) .........................301 Manuel Villegas Ruiz Escritores franciscanos descalzos de la provincia de S. Pedro de Alcántara (1) .............................................................309 Manuel Zurita Chacón Taumaturgia, ascetismo y misticismo en conventos de la Tor de la provincia de san Miguel: el paradigma de fr. Pedro Sánchez ..........................331 II.- OTROS TEMAS ................................................................................................349 Albertina Belo Ordens terceiras do seráfico Padre são Francisco na província franciscana de santo António do Brasil: suas edificações, aspectos humanos e culturais ...........351 Montserrat Moli Frigola Sant Francesc. La catedral del Pla de Girona y los retablos de Joan Boris y Rodrigo de Molina, Pau Costa, Onofre Boet, Josep Germà y Joan Sentís (1641-1703) ...................................................................355 Antonio Moreno Hurtado Dificultades en las primeras expediciones franciscanas al Japón ............................393 José María Palencia Cerezo Santos franciscanos españoles en la iglesia de la Annunziata del Vastato, emporio capuchino de la pintura barroca genovesa ................................................. 411 Salvador Rodríguez Becerra & Salvador Hernández González La religiosidad popular y los mendicantes en Andalucía en el Antiguo Régimen.....425 Maria do Céu Simões Tereno Conjunto monástico de são Francisco de Évora notas sobre a sua conservação ..................................................................................469 Manuel Villegas Ruiz El convento franciscano descalzo de Guadix según una crónica latina inédita del siglo XVIII (1)............................................................481 Manuel Villegas Ruiz El convento franciscano descalzo de Guadix según una crónica latina inédita del siglo XVIII (y 2) .........................................................497

Cursos de verano XVIII - XIX 2012 - 2013, XVIII, 509-511

R. BECERRA (Curso18-19,2012-2013), pp. 237-249.pdf

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