Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y para fans. Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas regiones en las que no es posible su publicación ya sea por motivos relacionados con alguna editorial u otros ajenos. Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte de los staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores que están adentrándose y que ya están dentro del mundo de la lectura. Recuerda apoyar al autor/a de este libro comprando el libro en cuanto llegue a tu localidad.

Staff

Parte 3

Sinopsis

Capítulo 13

Dedicatoria

Capítulo 14

Prólogo

Capítulo 15

Parte 1

Capítulo 16

Capítulo 1

Capítulo 17

Capítulo 2

Capítulo 18

Capítulo 3

Capítulo 19

Capítulo 4

Parte 4

Capítulo 5

Capítulo 20

Parte 2

Epílogo

Capítulo 6

Adelanto Cherry Girl

Capítulo 7

Cherry Girl (The Blackstone

Capítulo 8

Affair #3.5)

Capítulo 9

Cherry Girl

Capítulo 10

Cherry Girl (The Blackstone

Capítulo 11

Affair #3.5)

Capítulo 12

Sobre La Autora

Nanami27

Clajace

Alilamere

Sandra289

Nessied

Alejandra Lopez

VicHerondale

Nanami27

Lizz_Herondale

Eva Gomez

Katiliz94

Dulales

Apolineah17

JessiicaM

Lectora

Pily

Katiliz94

Apolineah17

Key

Marta_Rg

Lexie

Lucero

Nanami27

Pily

Nanami27 Pily

Lectora

La cuarta parte de la serie New York Times, The Blackstone Affair: Un comienzo brillante para dos almas dañadas que luchan por su amor duramente ganado, y la promesa de una nueva esperanza para asegurar su felices para siempre. Recién salidos de una luna de miel idílica en la costa italiana, los Blackstone se preparan para el nacimiento de su precioso bebé y los retos de establecerse en un nuevo hogar. Pero las cosas se complican cuando los espectros del pasado reaparecen para amenazar la base misma de su relación. Ethan y Brynne tendrán que luchar más que nunca el uno por el otro. Rare and Precious Things es la historia de dos personas que necesitan de la otra con el fin de estar completos, pero aprenden lo "rara" que es su marca de amor cuando tienen que arriesgarlo todo con el fin de aferrarse a él.

A: El valor, y a los soldados que luchan la batalla de los buenos.

Todas las cosas excelentes son tan complicadas como raras. ~Baruch Spinoza, Siglo 17

Traducido por Clajace Corregido por katiliz94

7 de Mayo de 1837 Hoy visite a J. Hablé con él y compartí mis noticias. Más que nada desearía tener su comprensión a mi arrepentimiento, pero sé que está fuera del reino de las posibilidades hasta tal momento en que encuentre a mi creador. Entonces, puede que conozca sus sentimientos sobre el tema. ¿Cuál debería ser el precio de la Culpa? Solo cinco letras en una palabra que me entierra con su peso. Vivo, pero aun no merezco el regalo. Puedo pasar los días y las emociones de la vida diaria, pero ¿para qué propósito? ¿Qué bien puedo traer a aquellos que amo, y quienes me amarían a cambio, si pudieran conocer mi secreto? No actué correctamente cuando la posibilidad estaba en mi poder para hacerlo. Mantuve silencio porque tenía miedo de refrenar a quien amaba más que a nada. Mi amargo arrepentimiento ahora siempre nace de un eterno silencio que ha roto los corazones de todos aquellos a los que alguna vez amé. Hoy también di mi consentimiento para casarme con un hombre que dice que no querer nada más que cuidar de mí y permitirse quererme. Él me ve a los ojos y toca una parte de mi alma de una manera que me aterroriza, sin embargo, al mismo tiempo me atrae en lo más profundo entender su motivación. Creo que él puede ver en parte mi secreto. Me entiende, porque sus palabras cortan justo en la esencia de mi problema, dejándome sin más opción que ceder a sus demandas. Así que viviré en la Corte Stonewell y haré mi vida con él... pero estoy muy asustada por lo que me espera. ¿Cómo voy a alcanzar alguna vez el estándar que se espera de mí? No lo merezco, y temo que mi cuidadosamente resguardado corazón esté en gran peligro de ser destrozado más allá de su capacidad de continuar latiendo dentro de mi pecho. Darius Rourk todavía no entiende que no merezco ser querida por algún

hombre. Estoy destrozada, y él todavía es persuasivamente insistente en continuar asegurándome que todo va a estar bien, y que confíe en él. Me encuentro a mí misma incapaz de rechazar a Darius en sus deseos por mí, así como fui incapaz de rechazar a mi amado Jonathan… MG

Traducido por Nanami27 Corregido por Pily

VERANO Así que brillemos resplandecientes, esta noche tú y yo Somos hermosos como diamantes en el cielo Frente a frente, tan vivos Somos hermosos como diamantes en el cielo Rihanna ~ Diamonds

Traducido por Sandra289 & Alejandra Lopez Corregido por katiliz94

24 de Agosto Somerset —Puedo oír el océano —dijo ella contra mí, su mano detrás de mí cuello acariciando suavemente atrás y adelante, su suave aroma floral volviéndome loco. —Mmm mmm. —Me detuve al sentir que era el lugar perfecto para la sorpresa—. Hemos llegado a nuestro destino nupcial, Señora Blackstone. Voy a bajarte para que veas el efecto completo —le advertí, antes de inclinarla para que se bajara por sí misma. La puse en frente de la casa y le cubrí los ojos cuidadosamente con las manos. —Quiero mirar. ¿Vamos a dormir aquí? —No estoy muy seguro de que dormir sea lo que vayamos a hacer… pero pasaremos aquí la noche. —La besé en la parte posterior de la cabeza y aparté mis manos—. Para ti, mi bella. Ya puedes abrir los ojos. —La Corte Stonewell —dijo en voz baja mientras observaba la vista de la gran casa iluminada por completo desde la entrada a la azotea—. Me imaginé que aquí es donde estaríamos. Recuerdo el olor del mar y el sonido de la grava cuando caminamos aquí ese día. Es tan bonito. No-no puedo creer que estemos realmente aquí. —Abrió los brazos de par en par—. ¿Quién hizo esto, Ethan?

Todavía no lo entiende. Llevé mis manos a sus hombros desde atrás y besé un lado de su cuello, la necesidad de tener mis labios sobre su piel me gobernaba en este momento. —Hannah en su mayoría —murmuré—. Ella ha estado intentando hacer un milagro a larga distancia para mí. Agradezco a Cristo por las reuniones virtuales y la firma electrónica en los documentos jurídicos. —¿Qué? —Preguntó, volviéndose hacia mí con una mirada perpleja rompiendo sobre su hermoso rostro. Me encantaba sorprenderla, y hasta ahora parecía ser algo que iba a ponerla contenta. Hacer feliz a Brynne me hacía feliz. Fin de la historia. Ambos habíamos terminado con el segundo y tercer lugar en el mostrador de registro del Hotel Heartbreak1 durante los últimos meses, y cualquier cosa que pudiera aliviar ese sufrimiento, venía con retraso. Así es como lo racionalicé al menos. —Esta noche la casa es para nosotros —dije, cogiendo un rizo de su cabello sedoso para metérselo detrás de la oreja mientras inhalaba un poco más de su embriagador olor y, me permitía la aceptación y satisfacción de saber que realmente lo habíamos hecho. Que verdaderamente lo habíamos conseguido. Habíamos sobrevivido y lo habíamos hecho hasta el punto de estar justo aquí, justo ahora. Casados. Marido y mujer. Un bebé en camino. Propietarios de una casa jodidamente grande en el país. Difícil creer que todas estas cosas pudieran estar bajo mi nombre, cierto, pero aquí estaba yo mirando la prueba tangible de ello. Una cosa era cierta. Lo quería todo. Sin dudas. Ni una. Todo mío. Brynne tiró de su labio inferior entre sus blancos dientes y lo mordió en un lado. Tuve que ahogar un gemido al verla hacer eso. Esa boca deliciosa… necesitaba esa boca sobre mí. Desesperadamente. Mientras rodaban por mi cabeza imágenes pornográficas sobre cómo íbamos a pasar las próximas horas, ella dijo en voz baja:

Hotel Heartbreak: En español: Hotel Corazón Roto. Ethan usa esa paradoja para decir que pasaron por muchas dificultades y sufrimientos. 1

—Bueno, creo que tu hermana ha tenido éxito, y algo más. Me quita el aliento, Ethan. Este es el lugar perfecto para pasar nuestra noche de bodas… nada podría ser más perfecto para mí. —Tú eres más perfecta. —Cogí su rostro entre mis manos y me incliné, poniendo mis labrios sobre los suyos, empujando mi camino hasta el fondo de su dulce sabor mientras estábamos parados en frente de la casa, rodeada por el brillo de las antorchas y la brisa nocturna de verano. La convencí a abrirse para mí, y por supuesto lo hizo. Tomé una buena, larga y profunda probada de mi chica, replanteando mi reclamo de posesión, como siempre había estado impulsado a hacerlo con ella, desde el mismísimo comienzo. Mi mujer. Tan. Malditamente. Sexy. —¿Te gusta? —Pregunté cuando conseguí sacar mi lengua de ella. Había pasado mucho tiempo desde que había tenido el placer de dejarme llevar, sin tener que tomar las riendas. Y mis bolas estaban en perfecto tono azul para demostrarlo. Ella había estado durmiendo en la casa de su tía Marie para los preparativos de la boda. Me quedé sorprendido de cómo en el maldito infierno había aguantado ser célibe y seguir funcionando con normalidad. Bueno, en realidad lo sabía. Eso apestaba a masivos cojones y apenas era capaz de hacerlo. —Más que gustarme, Ethan. Me encanta aquí. —Se dio la vuelta y se enfrentó a la casa de nuevo, ajustando sus deliciosas curvas justo entre mis caderas. ¡Oh, joder sí! Ella iba a sentir cómo de dura como una roca estaría mi polla contra su hermoso culo debajo del encaje de su bonito vestido de boda en un minuto, también. Estaba más allá de la capacidad de parar las cosas en este punto. Dos semanas era mucho maldito tiempo de estar sin ella… especialmente cuando me había vuelto completa y totalmente adicto a que estuviera en mi cama. No dormiría bien sin ella nunca más. Simplemente ahora no funcionaría para mí si Brynne no estuviese justo a mi lado en la cama… respirando, y envolviéndome. Y si tuviera uno de esos sueños de mierda. Por mucho que odiara que ella fuera cargada con los despojos del tren emocional de mi maldito equipaje personal, mi parte vulnerable se dio cuenta de que sólo su presencia junto a mí podría hacer algo para calmar a esos hijos de puta. Brynne era mi único consuelo, y sin embargo, agonizaba por asustarla

con toda esa horrible mierda, trataba de hacer todo lo posible para evitar que mis terrores nocturnos sucedieran. A veces me salía con la mía. A veces no. Hasta ahora me las he arreglado para evitar otra mala noche como aquella antes de que ella fuera tomada por Karl Westman. Él. Sentí mi sangre hervir ante la mera sugerencia de él. Esa mancha de semen nunca volvería para lastimarla, o a nadie más para el caso, pero incluso el pensamiento de cómo había tratado de llevársela consigo me puso físicamente enfermo… —¿Ethan? ¿Qué sucede? Empujé mis pensamientos lejos y meneé la cabeza, abrazándola un poco más fuerte. —Lo siento. Estaba… yo… nada está mal, nena. —La besé detrás de la oreja. —Te estaba diciendo lo mucho que me gusta que podamos quedarnos aquí esta noche y no respondiste… La interrumpí antes de que pudiera llegar más lejos. Mi chica era muy intuitiva conmigo. Ella se daría cuenta por dónde iban mis pensamientos y se preocuparía. Brynne sabía más sobre mi lugar oscuro que cualquiera, pero al mismo tiempo no podía meterla más profundo de lo que había hecho ya. Simplemente no le podía hacer eso a ella, no a mi dulce e inocente chica, ahora a mi adorada esposa y la madre de mi hijo. Y ciertamente no ahora, no con nuestra luna de miel frente a nosotros. Iba a disfrutar nuestro tiempo juntos. O morir en el intento. Mayormente follando, definitivamente. Así que la distraje sutilmente en su lugar. —Estoy muy contento en cuanto a eso, Señora Blackstone, porque después de haber estado aquí juntos no podía sacar este lugar de mi mente. Quería traerte aquí. Los interiores necesitan un poco de atención, pero las tejas están bien y los cimientos sólidos como una roca mostrándose aquí con el mar debajo. Esta casa ha estado aquí un largo tiempo, y con suerte lo seguirá estando a partir de ahora.

Deslicé el pequeño sobre de mi bolsillo y lo puse frente a ella para que lo pudiera ver. —¿Qué es esto? —El dulce sonido de su voz cuando formuló la pregunta hizo que mi corazón resonara en mi pecho. —Es tu regalo de bodas. Quiero que lo abras. Ella levantó la solapa e dejó caer la extraña clasificación en su mano, algo moderno, algo antiguo. —¿Llaves? —Se volteó hacia mí de nuevo, su cara se transformó en admiración, sus labios se abrieron—. ¡¿Compraste la casa?! No pude evitar sonreír ante su reacción. —No exactamente. —Le di la vuelta para que apreciara la casa una vez más y puse mis brazos alrededor de los suyos, descansando mi barbilla en su cabeza—. Nos compré un hogar. Para ti y para mí, y para los melocotones, y algunas otras moras rojas o moras azules que pudieran venir con el tiempo. Este lugar tiene bastantes cuartos para ponerlos ahí. —De cuántas moras hablamos aquí, porque estoy buscando una casa realmente grande y debe tener muchos cuartos para llenar. —Eso, Señora Blackstone, está por verse, pero puedo asegurarle que le daré mis mejores esfuerzos para llenar algunos. —Oh sí, lo haría. —Ahh, ¿entonces qué estás haciendo ahí afuera? ¿No sería mejor que te pusieras manos a la obra? —Sonó muy presumida ahora y claro que me gustó cómo sonó aquello. La levanté en brazos y empecé a caminar. Rápido. Si ella estaba lista para la Tierra de la Luna de Miel, entonces no sería un tipo lo suficientemente idiota como para estar retrasando asuntos. De nuevo, no un idiota. Mis piernas se tragaron el resto del camino rápidamente, y luego los escalones de piedra de nuestra nueva casa de campo.

—Y la novia atraviesa el umbral —dije, empujando la pesada puerta de roble con el hombro. —Se está volviendo más y más tradicional todo el tiempo, Señor Blackstone. —Se rio suavemente hacia mí. —Lo sé, como que me gusta. —Oh espera, mi equipaje. Quiero que abras tu regalo también, Ethan. Bájame. El iluminado vestíbulo será perfecto para que lo veas. Me entregó una caja negra atada con una cinta plateada que había estado sosteniendo cuidadosamente, mostrándose muy contenta, y adorable en su encaje de boda, usando el pendiente de corazón en su garganta. Tuve un pequeño destello de lo que tuvo que soportar con Westman cuando se la llevó, porque recuerdo que ella lo usaba cuando la recuperé y revisé cada centímetro de su cuerpo por alguna señal de maltrato o abuso. Era la única cosa que ella había usado en el momento que nos metí a la ducha. Solo una joya de corazón en una cadena, adornando a mi hermosa chica Americana… Mentalmente me pateé a mí mismo y me sacudí de ello, enfadado de haber permitido los malos pensamientos otra vez. Acallé el recuerdo lo más lejos posible en los recovecos de mi mente. No había lugar para lo feo esta noche. Esta era nuestra noche. Solo lo bueno y maravilloso iba a ser permitido para nosotros en este momento especial. Levanté la tapa de la delgada caja y saqué un papel negro tejido. Las fotografías reveladas debajo me quitaron el aliento. Brynne hermosamente desnuda en muchas poses artísticas, usando nada más que el velo de bodas. —Para ti, Ethan. Para tus ojos solamente —susurró—. Te amo con todo mi corazón, toda mi mente, y con todo mi cuerpo. Todo te pertenece a ti ahora. —Las fotos son hermosas —susurré mientras las estudiaba con detalle. Creo que finalmente la entendí mientras observaba las imágenes. Estaba tratando con todas mis fuerzas de entender su motivación al menos—. Son hermosas, nena, y yo… creo que ahora puedo ver por qué quieres tenerlas. — Brynne necesitaba hacer hermosas fotos con su cuerpo. Era su realidad. Yo necesitaba poseerla, y cuidar de ella para llenar un dominante requerimiento en mi conciencia. Mi realidad. Sabía que tampoco podía evitarlo. Solo sabía que no

había otra forma para mí de estar con ella. Yo era quien era, y no podía cambiarme para encajar en ningún otro espacio en lo que respecta a Brynne. —Quería que tuvieras estas fotos. Son solo para ti, Ethan. Solo tú verás alguna vez estas fotos de mí. Son mi regalo para ti. —Apenas tengo palabras. —Observé las poses más lentamente, absorbiendo las imágenes y saboreando cada una de ellas—. Me gusta ésta, en donde estás mirando sobre el hombro y tu velo cae sobre tu espalda. —Estudié las fotografías un poco más—. Tus ojos están abiertos… y me están mirando. —Lo están, pero mis ojos sólo han estado realmente abiertos desde que nos conocimos. Tú me diste todo. Tú me hiciste querer abrir realmente los ojos a lo que estaba a mi alrededor, por primera vez en mi vida de adulta. Tú me haces quererte. Tú me haces querer… vivir. Tú eres el mejor de mis regalos, Ethan James Blackstone. —Se estiró para tocar mi rostro y sostuvo su palma ahí, sus claros ojos marrones me mostraron tanto de lo que ella sentía. Me ama. Cubrí su palma en mi mejilla con la mano. —Al igual que tú... eres el mío. Besé a mí esposa en el vestíbulo de nuestra nueva y vieja casa de piedra durante un largo tiempo. No estaba apurado, ni ella lo estaba. Sentí como si tuviéramos el lujo del para siempre. Cuando estuvimos listos la cogí en brazos otra vez, amando su liviano peso contra mi cuerpo, y la tensión de mis músculos cargándola escaleras arriba. Aferrándome a ella para poder aferrarme a mí. El concepto simplemente tenía sentido para mí. No se lo podía explicar a nadie más, pero entonces, no lo necesitaba. Era algo que sólo yo necesitaba saber. Brynne era mi mejor regalo. Ella fue la primera persona en realmente ver dentro de mí. Sólo sus ojos parecían ser capaces de hacerlo. Sólo los ojos de mi Brynne.

Traducido SOS por Eva Gomez & Nanami27 Corregido por Marta_rg24

Ethan me llevaba por las escaleras, sus fuertes brazos sosteniéndome firmemente. El aroma especiado y la dureza de sus músculos llenaron mis sentidos con su masculinidad, doliéndome terriblemente de deseo. ¿Nervios de la noche de bodas? Puede que un poco, con algo de saludable cansancio emocional espolvoreado por encima. No habíamos estado juntos en más de dos semanas y echaba de menos la intimidad. Después de todo, hacer el amor con Ethan era parte de nuestra conexión con la tierra. Era lo suficientemente honesta para admitir que nuestra primera atracción explosiva había sido todo sobre sexo… y no había nada malo en ello. Sin embargo, la expresión de su rostro era diferente ahora, mientras me llevaba. Me pregunté qué estaba pasando en esa cabeza detrás de su hermoso rostro esculpido. El hombre tras la máscara. Mi hombre. Mi esposo. Aunque no estaba preocupada, sabía que él me diría exactamente qué era. Ethan normalmente no tenía problemas para decirme lo que pasaba por su mente. Parte de su encanto especial. Tuve que sonreír ante el pensamiento de algunas de las cosas locas que me había dicho desde que lo había conocido. —¿A qué viene esa sonrisa sexy? —Preguntó, sin siquiera un atisbo de estar sin aliento a pesar de estar cargándome por toda una escalera de roble impresionantemente tallada. El interior de esta casa era precioso y no podía esperar para ver más de ella, pero tenía la sensación de que no iba a ver mucho más allá de nuestra habitación en un futuro próximo.

—Estaba pensando en su marca especial de encanto, señor Blackstone. Él arqueó una ceja y me dio una sonrisa maliciosa. —¿Mi encanto tiene algo que ver con usted y conmigo desnudos en nuestra noche de bodas, Señora Blackstone? Porque estoy muriendo por usted aquí. Me reí de su indirecta queja por la reciente falta de sexo. Moría por él también, pero imaginé que esto había sido una buena prueba para nosotros. En cualquier caso, la anticipación del momento era mucho más intensa porque habíamos cogido el descanso de sexo antes de la boda. Planeaba compensárselo muy pronto. —Por supuesto, desnudos y noches de boda van de la mano, estoy segura. —¿Algo más que hacer rechinar los engranajes, mi bella? —Oh, nada más aparte de recordar cómo se veía mi hermoso esposo de pie al final del pasillo, a la espera de que caminara hacia él —hice una pausa—, y cómo voy a recompensarlo por ser tan paciente conmigo durante las dos últimas semanas. Aspiró un rápido aliento y empezó a caminar deprisa. Llevé mi mano hasta su mejilla, sintiendo el rastro de su barba, recordando cómo le había dicho que bajo ningún término tenía que estar afeitado para la boda. Me encantaba su barba rasposa abrasando mi piel cuando me besaba y arrastraba sus labios sobre mi cuerpo. Era, de nuevo, una de las muchas partes que componían a mi Ethan. Lo amaba como si lo hubiera conocido desde el primer momento, y lo quería justo de la misma forma como dijimos en nuestros votos. Me había escuchado, al parecer. Cuando llegamos a la parte superior de las escaleras, nos llevó a la izquierda, por un largo pasillo. Al final de este había una habitación. Nuestra suite de noche de bodas, supuse.

—Hemos llegado, mi señora. —Murmuró el resto—. Gracias maldito infierno. Ahogué otra risa. Ethan me puso cuidadosamente sobre mis pies de nuevo, pero mantuvo su cuerpo cerca, su mano acariciando arriba y abajo mi brazo. Siempre tocándome. Él necesitaba hacerlo, y para mí, su contacto constante era algo que me ayudaba a prosperar. Estaba segura de que era una de las razones por las que habíamos conectado de forma tan explosiva desde el primer día. Él hizo aquellas cosas que necesitaba para despertar la parte de mí que estaba demasiado rota. ¿Pero ahora? Ya no sentía que rota me definiera como mujer. Y solo podía agradecérselo a Ethan. —Sí, ya veo. Esto es muy bonito aquí. —Le eché un vistazo a la habitación, parándome en lo que parecían ser al menos cincuenta velas blancas parpadeantes en recipientes de vidrio de todas las formas y tamaños, su cálido brillo se reflejaba sobre las paredes y los muebles, haciendo parecer todo un poco de otro mundo. O, como si hubiéramos retrocedido hacia un tiempo y lugar que existieron hace muchos años. Mientras me fijaba en los alrededores, sentí como que podía estar caminando en otro siglo, sobre todo usando mi vestido largo formal—. Todavía no me creo que hayas comprado esta casa — dije, mirando hacia atrás—. Te amo tanto, Ethan. No podía dejar de preguntarme acerca de la gente que había vivido aquí antes que nosotros, y lo que podrían haber hecho en esta preciosa habitación, en tiempos pasados ¿Había habido otras noches de bodas como la que Ethan y yo estábamos a punto de tener? Ocupé todo el largo de la cama, situada justo en el centro, intimidando a cualquier otro mueble en la habitación. Una enorme, tallada y con dosel, con sábanas blancas y cortinas de gasa desplazándose muy suavemente en la brisa de verano que flotando desde la ventana abierta. El roble brillaba con la fina artesanía de los artesanos de una época perdida. —Créetelo… y te amo mucho. La profunda voz de Ethan detrás de mí rompió la silenciosa tranquilidad.

Me quedé quieta y esperé. Mi velo fue levantado de mi cuello, y luego la cortina de mi cabello fue barrida a un lado. Entonces sentí sus suaves labios tocando mi nuca con firmeza, como si quisiera marcarme. Sentí su cálida lengua rodando sobre el terreno en una espiral, dejándome sin aliento y temblando de deseo en un segundo. Ethan apenas me había tocado y ya me encontraba reducida a una criatura desenfrenada, desesperada por su toque. Pero él conocía bien eso sobre mí. —Sin embargo, no tenías que comprarla —susurré—. Solo tú, Ethan. Tú eres todo lo que realmente quiero o necesito. Se quedó quieto y luego habló en voz baja: —Y esa… es la razón por la que tú eres la única chica para mí. —Dio suaves besos en el lateral de mi cuello—. No te preocupas por los demás atavíos. Solo me ves a mí, supe eso de ti desde el principio. Me dio la vuelta y sostuvo mi rostro en sus grandes manos, los pulgares recorriendo hacia atrás y adelante, sus ojos azules abrasándome con intensidad. —Te necesito como necesito al aire para respirar. Te has convertido en mi aire, Brynne. Y entonces su boca envolvió la mía, sumergiendo su lengua en profundos remolinos mientras él afirmaba su demanda. Sentí la parte baja de mi cuerpo inundarse con un calor instantáneo, deseo y anhelo brillando ante la furiosa vida. Ethan me demostró lo mucho que en realidad me necesitaba. Mis manos se sumergieron en su cabello y apreté los mechones, llevando la pasión a otro nivel. Me oí gemir mientras él me devoraba con besos aún más profundos, que me tenían literalmente temblando de deseo. Sabía que tenía que ralentizar las cosas antes de que fuera imposible detenernos. Mis manos dejaron su cabello y encontraron el camino hacia su pecho, donde apenas me las pude arreglar, con esfuerzo hercúleo, para empujarlo hacia atrás, lo suficiente como para romper nuestro beso. No era fácil, ya sea física o emocionalmente. No quería nada más que estar envuelta en él durante

toda la noche, pero también tenía un plan, y tenía la intención de llevarlo a cabo. Los dos nos quedamos allí jadeando, nuestros rostros tan cerca, pero aún sin tocarse; él en su traje con el chaleco de brocado morado, yo en mi vestido de novia de encaje inspirado en vintage, la tensión sexual crepitando en el aire, entre nosotros, como una tormenta eléctrica que estaba a punto de estallar. Le dije a Ethan lo que quería. —Te-tengo que prepararme para ti... ¿Por favor? —Logré decir en un suspiro tembloroso, esperando que él entendiera que era algo importante para mí. Tragó saliva con fuerza, haciendo subir la manzana de Adán en su garganta. —De acuerdo. —Dijo sin alterarse, como si fuera un esfuerzo calculado para él responder a mi petición, sin mostrarme lo que realmente pensaba de ello. Tuve la sensación de que no le gustaba que le pidieran que esperara un poco más, pero estaba aceptando porque era yo, porque él era así de dulce conmigo—. Entonces haré lo mismo, Señora Blackstone. —Gracias, Ethan. Haré que valga la pena. —Me puse de puntillas y besé el lado de su cuello con barba. —Oh, no tengo ninguna duda de eso. —Mis labios sintieron la vibración de su gruñido cuando habló sus pensamientos—. Todo lo que tú haces vale la pena, nena. Lo liberé y miré de nuevo hacia donde la luz del cuarto de baño de la suite me mostraba el camino. —¿Adónde vas a ir para prepararte? —Me sentí un poco más que culpable por echarlo a patadas fuera del dormitorio, aunque sea solo por un corto tiempo. —El dormitorio adjunto también es muy agradable. —Hizo un gesto hacia una puerta en la pared, a la izquierda de la cama—. Estas viejas casas señoriales siempre tenían habitaciones conectadas para el señor y la señora, así

podían encontrarse para realmente privadas e importantes cosas que pasaban en la noche. —Pasó un dedo por el escote de mi corpiño, moviéndolo especialmente despacio sobre la oleada de mis pechos sujetos contra el encaje de mi vestido. —¿Ah, sí? ¿Cosas privadas e importantes, dices? —Sin lugar a dudas, nena. Follar... es... muy... muy... muy... importante. —Me dio besos suaves y seductores entre cada una de las palabras. —¿En qué habitación estamos ahora mismo? ¿En la del señor o la señora? —Pregunté sin aliento, sintiendo como si todo el aire de repente hubiera sido succionado fuera de la habitación. Él se encogió de hombros. —Ni idea. No importa, tampoco. Yo follo y duermo en donde sea que esté mi señora. Y siempre lo haré. Elige una habitación, Señora Blackstone. Tomó mi mano y la besó en la parte posterior, con su manera tan galante, sus ojos deslizándose hacia arriba seductoramente para capturar otra parte de mi corazón. ¿A quién estaba engañando? Él ya tenía la porción entera… y siempre la tendría. Suspiré de deseo y me obligué a dar un paso hacia atrás, creando una cierta distancia entre nuestros cuerpos. Mi brazo se estiró mientras me deslizaba hacia atrás, mi mano todavía entrelazadas en la suya, mucho más grande. —Bien... ¿qué tal suena en esta habitación en quince minutos? —Di un paso hacia atrás de nuevo, acercándome a la puerta del baño, mis ojos nunca dejando los suyos azules mientras rastreaban mis movimientos. Esos mismos preciosos ojos azules que también brillaban con todo el silencioso calor de un hombre que estaría embelesándome muy pronto. Permitió que mi mano fuera liberara de su control; el calor de su piel notablemente ausente al segundo en que el contacto se perdió. Me dio la mirada seria de Ethan, la que había visto tantas veces y con la que ya estaba bien familiarizada a estas alturas… la cruda con destreza masculina y dominación sexual irresistible que me hacía arder.

—Como que quince minutos es demasiado jodido tiempo, mi bella. Tuve que suprimir el leve gemido que se escapó de mi garganta ante el efecto que sus palabras tenían sobre mí. Sólo era una mujer mortal, después de todo. Ethan era el único que parecía y actuaba como un dios Griego para mí. Me abrasó con otra mirada que emanaba la promesa del ardiente sexo que estaba por venir, antes de alejarse, atravesar la puerta, y cerrarla con un suave clic. Una vez que estuvo afuera, la habitación se quedó instantáneamente tranquila y me sentí más que un poco desprovista sin él. Simplemente me quedé allí y absorbí la realidad de dónde estaba en ese momento. Estoy preparándome para hacer el amor con mi esposo. La idea me sacó de mi estupor y me puso en acción bastante rápido. Corrí hacia el baño y me puse a trabajar en sacarme el vestido, lo que gracias a Dios no fue difícil en absoluto, con la cremallera de fácil acceso en el lateral. Lo colgué cuidadosamente en la percha del tocador que habían dispuesto, para lo que asumí, especialmente ese fin. Tendría que recordar hacer algo bueno por Hannah. Ella había pensado en todo. Puse el velo a un lado mientras me cepillaba los dientes y bebía un vaso de agua. Me quité la lencería, a excepción de las medias y un cinturón en seda color lavanda pálido, y miré mi perfil lateral en el espejo. Tenía un bulto. No uno grande todavía, pero sin duda estaba ahí. Le di una caricia a nuestro dulce y pequeño melocotón y alcancé mi velo de nuevo. Me lo volví a poner y fui al dormitorio. Me subí a la elevada cama y me dejé caer en la suavidad aterciopelada de la manta sobre mis rodillas. Tuve cuidado en arreglarme a mí misma, con la espalda hacia la misma puerta que Ethan había usado cuando dejó la habitación. Él pasaría por ella cuando volviera, quería que tuviera una primera visión de mí, tal y como lo había planeado en mi cabeza. Estaba lista, a pesar de que mi corazón estaba acelerado. Cerré los ojos. Y esperé a que Ethan viniera a mí.

El sonido de la puerta abriéndose y luego cerrándose me dijo cuando él estuvo de vuelta en la habitación. Sentí su mirada fija y la idea me dio un escalofrío al saber que estaba viéndome. Volví la cabeza y lo encontré con mis ojos. —Solo quiero mirarte por un momento —dijo, permaneciendo quieto, a pocos metros de distancia. Podía decir que estaba afectado, debido a sus encapuchados ojos y la presión de su mandíbula, y ese conocimiento me envalentonó. —Sólo si puedo hacer lo mismo. Mi Ethan se había preparado para mí también. El hermoso esmoquin con el chaleco de brocado púrpura se había ido, probablemente de la misma forma que mi vestido de novia. En su lugar había solo una prenda de vestir. Sedosos pantalones de pijama negros colgaban en su cintura. El contraste de la tela negra contra su piel resaltaba su musculoso pecho dorado y abdomen esculpido a la perfección. Y quedé atrapada en él. Los cortes musculares que terminaban en una espectacular V debajo de su cintura me hicieron agua la boca, obligándome a tragar. Una de las partes más bonitas de mi hombre. Necesitaba a mi boca allí. Así de magníficamente hecho en cuerpo, tan lleno de poder masculino y fuerza... casi dolía mirarlo a veces. Bajé mis ojos a un lado. —Date vuelta. El profundo dominio de su voz me calentó al instante, dejándome completamente esclavizada bajo su dominio implacable cuando se trataba de esta parte de nosotros. El control de Ethan en nuestro sexo. Su control sobre mí. Me puso más caliente que el infierno. Se acercó más, su cuerpo irradiaba poder y deseo, mientras esperaba a que cumpliera su mandato.

Hice girar mi cuerpo hasta que estuvo frente a él totalmente, mi cuerpo completamente desnudo a excepción de mis medias y mi velo de novia. Puse mis manos planas sobre la cama y enderecé los brazos, en efecto, empujando mis pechos hacia arriba y afuera. Ellos se estremecieron bajo su intensa lectura, mis ahora ultrasensibles pezones se endurecieron de excitación casi hasta un punto doloroso. Mi gesto de ofrecerme a mi marido como una novia en nuestra noche de bodas me había excitado a un increíble nivel de anticipación. —Sólo para ti —dije en voz baja, elevando mis ojos a los suyos. Vi los músculos de su cuello tensarse a medida que avanzaba. —Nena... te ves tan hermosa y sexy en estos momentos. No te muevas. Quédate como estás y déjame tocarte. Sabía cómo se juagaba este juego. En el que yo era felizmente recompensada por seguir instrucciones. El borde del colchón se sumergió cuando él se unió a mí en la enorme cama, de rodillas delante de mí, tan cerca que podía sentir el radiante calor que su cuerpo estaba emanando. Permanecí inmóvil, pero me tensé en anticipación de lo que haría primero. Él se detuvo ahí, ante mí por un momento, solo estudiándome, reclamando mi cuerpo con sus ojos. A Ethan le gustaba un toque de voyeurismo en nuestros encuentros. Un poco travieso a veces, y mucho de dominante, pero le daba la bienvenida a esa parte de él. Finalmente, después de lo que parecieron eones, dejó caer su cabeza hacia mi esternón y aspiró profundamente contra mi piel. Entonces sentí su lengua dibujar en toda la curva de un pecho hasta que llegó al capullo apretado de mi pezón. Lo tomó todo en su boca y lo tiró dentro de él. Jadeé por un poco de aire y me obligué a mí misma a permanecer inmóvil durante su ataque. —Solo siente, nena. Déjame chupar tus hermosas y perfectas tetas por un rato. He estado hambriento de ellas.

Se tomó su tiempo para llegar a saciarse mientras me trabajaba con necesidad. Arremolinó su lengua en círculos incesantes sobre la tierna carne, hasta que se sintió con ganas de darme una gratificante sensación de sacudida al apretar mi pezón entre sus dientes para una mordida suave. Me estremecí contra su boca, doliendo desesperadamente por más, pero a sabiendas de que tendría que esperar hasta que él me lo diera. Esas eran las normas. Y yo siempre era una buena chica. A pesar de eso, gemí: —Ethan... —¿Qué? —Preguntó, trabajando afanosamente un pezón con la boca, y al otro con la mano y dos dedos para ofrecer el delicioso pellizcar que me volvía casi incoherente. Cómo es que Ethan sabía cuán sensibles eran mis pechos, no lo sabía, pero él lo había averiguado desde la primera vez que estuvimos juntos, y había utilizado ese conocimiento como su ventaja conmigo cada vez que podía. Por favor y gracias, Señor Blackstone. Gemí, echando la cabeza hacia atrás, empujando mis pechos con más fuerza contra él. —¿Quieres algo más que mi boca sobre tus jodidamente hermosas tetas? —Sí. —Así lo pensé. —Se rió sombríamente—. Mi bella. He estado muriendo por ti durante semanas —ronroneó, mientras arrastraba su boca a mi cuello y mordisqueaba— y tengo que advertirte, que probablemente voy a ser una bestia la primera vez que folle a mi hermosa esposa con sus perfectas tetas. —Sí, Ethan... —¿Te gustaría eso? —Preguntó en tono de broma, mientras su mano dejaba mi otro pecho y se deslizaba por mi caja torácica, por encima de mi vientre, hasta justo entre mis piernas.

Flexioné las caderas hacia delante para encontrar su mano, muriendo por alguna gloriosa presión que aliviara el dolor que florecía en mi núcleo. —Sí, me gustaría. Amo cuando eres una bestia —dije con voz áspera. Él se rió malvadamente, su dedo hundiéndose en medio de los labios de mi sexo para deslizarse sobre mi clítoris, haciendo que me sacudiera bruscamente. —Oh, Dios... He echado de menos tocarte —advirtió con una ceja levantada, regañándome suavemente por revolverme cuando se suponía que debía estar controlando mis movimientos. —Te necesito, Ethan —protesté como forma de disculpa, jadeante contra el vórtice ascendente que agitaba la vida dentro de mí, luchando por mantenerme quieta como él había demandado, a pesar de que estaba trabajando mi clítoris, volviéndolo un paquete de placer a punto de explotar. —Oh, te necesito también... demasiado, y ahora mismo, quiero ver a mi esposa venirse por primera vez. Tantas muchas primeras veces… Me miró fijamente y trabajó magia con sus dedos mientras yo me deslizaba por el borde, tensándome y arqueándome en envolventes oleadas de placer apoderándose de mí de adentro hacia afuera. —Ahhh... Ethaaaaaan. —Me estremecí mientras las respuestas de mi cuerpo se hacían cargo y fui incapaz de hacer otra cosa que aceptar. Ethan tragó mi boca en un beso envolvente mientras llegaba al clímax, casi doloroso por la presión, pero aún, profundamente sensual y romántico como sólo él podía expresarse conmigo. Era la sensación más gloriosa ser sostenida de esa forma mientras me venía. A medida que la ola de orgasmo rodó sobre mí y las réplicas seguían precipitándose, él empezó a hablar. —Te amo tanto, y voy a darte todo lo que tengo esta noche, nena. Cada parte de ti será reclamada y tocada por mí esta noche. Cada parte. Tomada. Donde sea que tu cuerpo pueda tenerme, yo quiero estar allí... llenándote. —Me miró a los ojos entonces, los suyos penetrándome intensamente, pidiendo mi

permiso, asegurándose de que estaba totalmente cómoda con lo que estaba pidiendo de mí esta noche. Lo estaba. Completamente. Momentos como este me hacían amarlo tanto, que era realmente muy difícil para mí procesar todo. A pesar de que Ethan era un exigente amante, siempre me ponía primero, con cuidado y respeto. Y amor. La dominación en la cama era simplemente una preferencia sexual, sin nada que ver con él y conmigo como individuos. Ethan no era machista en la forma en que se conducía en nuestra vida juntos. Era solo masculino. Todo masculino y todo mío. Mi falta de una respuesta debe haberlo estimulado porque dijo más para mí. —Porque si no lo hago, Brynne, no estoy seguro de que pueda funcionar otro día y no ser un loco. —Me mordisqueó el hombro y el cuello—. Te amo tanto que me quema. Déjame mostrarte cuánto. —Recorrió sus manos por todo mi cuerpo, mis pechos, mi vientre, sobre mis ligas y medias—. Tan hermosa... esperando aquí por mí como una diosa... Le respondí en un suspiro tembloroso: —Yo.... yo q-quiero que me muestres. T-Tómame como desees. Él gimió su respuesta a la mía, el roce áspero de su barba incipiente en mi cuello otra vez, saboreando y chupando en esa área con sus labios, haciéndome temblar de deseo. —¿Sabes por qué tengo que hacerlo? —Sí… lo sé… —Entonces dime. Di las palabras que quiero escuchar salir de tus lindos labios. —Porque soy tuya, Ethan. Mi declaración le llevó a actuar de inmediato. Fui presionada de nuevo en la cama suave con él cerniéndose sobre mí, sus ojos azules buscando los

míos, encapuchados por el oscuro deseo del poder sexual. Y eso fue todo para mí. Pude ver el amor en sus ojos, también. Una vez más, todo para mí. —Sí, lo eres —respondió con aire de suficiencia, sentándose sobre sus rodillas—. Pero tengo que asegurarme de que estés lista para mí primero, nena. Ábrete y déjame ver ese espectacular coño que amo tanto. Lo he echado de menos. Mi voyeur estaba de vuelta. Alcancé mi espalda y tiré de los panales de mi velo fuera de mi cabello y lo levanté a un lado, antes de lanzarlo fuera de la cama, hacia el suelo, donde aterrizó con un chasquido suave. Los ojos de Ethan se abrieron mientras me miraba, la parte delantera de sus pantalones de pijama de seda cubriendo su erecta polla. Necesito esa polla. Poco a poco, deslicé mis piernas abiertas, primero una y luego la otra, manteniendo los pies planos sobre la colcha con las rodillas flexionadas. El impulso de retorcerme bajo su descarada inspección tuvo que ser suprimido con esfuerzo, pero lo logré, comprendiendo su fantasía de tenerme expuesta ante él, lista para ser tomada, por su voluntad y deseo. La idea de ello sólo sirvió para hacerme, aún más, una criatura traviesa. —Tan hermosa. Tan perfecta. Tan... mía —dijo él, acercando su rostro más cerca de mi sexo. El hambre intensa, la anticipación que había surgido en mí hasta ese punto, ahora me tenía ardiendo de deseo y lujuria. Si él no me ayudaba pronto, podría estar muerta dentro de una hora a partir de ahora. —Oh, mierda, sí —gruñó en un descenso rápido, hundiendo su lengua dentro de mí bruscamente. Grité su nombre, incapaz de reprimir mi volumen, terriblemente agradecida que estuviéramos solos en esta casa esta noche, porque no pude contener lo que dije, o hice, después de que Ethan puso su boca sobre mí.

Devoró mi sexo, usando su lengua para penetrar, y sus dedos para llevarme a la cima de otro orgasmo explosivo que, sin duda, me haría gritar más que simplemente su nombre en un minuto. Hasta el punto de que temía por mi capacidad para soportar más, Ethan me consumía, llevándome a la cima del clímax una y otra vez, solo para retroceder y hacerme esperar. Pero él sabía lo que quería, tan bien como era hábil con lo que estaba haciéndome. Lo sentí mover su cuerpo, y luego el roce de la seda mientras se despojaba del pantalón del pijama. Lo observé colocar su enorme polla en mi entrada y deslizarse dentro lo suficiente para lubricar la punta. Ethan se detuvo, su hermosa y apretada polla justo en el borde de mi puerta, latiendo contra mí. Yo estaba delirando por ella. Por él. El pagano dios del sexo vino para emparejarse conmigo y me llevó al cielo. La visión de él, tan eróticamente potente, casi me hizo llegar al orgasmo en ese mismo momento y allí mismo. —Todavía no, mi bella. Tienes que esperar —advirtió. —No puedo esperar más. —Empujé mis caderas para tomarlo dentro de mí. Arrastró sus manos hacia arriba y se agarró a los lados de mi cabeza, empuñando mi cabello, reuniéndonos cara a cara, ojos con ojos, como era su requisito. —Quieres mi polla. —No era una pregunta. Solo una simple verdad. —La quiero —rogué. —Entonces, mi bella la tendrá —gruñó él, mientras se enterraba hasta las bolas y me llenaba. Justo como había prometido. Los dos gritamos por la intensidad de nuestra unión, mirando el uno al otro por un segundo mientras él yacía encerrado dentro de mí, pulsando de calor. Nuestros corazones se fundieron juntos en ese momento. Estaba tan segura de ello como de mi próximo aliento.

Llenó mi boca con su lengua mientras empezaba a empujar, las dos partes de él moviéndose en tándem para tomarme. A medida que nuestros cuerpos conectaron en un frenesí de sexo, calor y la lujuria carnal, me dijo todas las cosas que amaba oír de mi hombre. Ethan me abrazó a él, sus manos ahuecando mi rostro, y susurrando palabras contra mis labios mientras me tomaba. Sobre lo mucho que me amaba, lo hermosa que era, lo mucho que le complacía que me entregara a él, cómo pensaba follarme así todos los días, cuán bien se sentía mi "coño" se apretando alrededor de su polla... Todas las bellas y sucias cosas que me había dicho antes, y sin duda, me diría de nuevo. Ethan también mantuvo la promesa que me había hecho antes, al igual que yo sabía que lo haría. Mi marido fue una bestia viril cuando folló a su esposa por primera vez.

Traducido por Dulales Corregido por Key

Me desperté bruscamente, respirando en ahogantes bocanadas de aire. Brynne. Odiaba que el primer pensamiento en mi mente fuera lo que podría haber hecho en mi sueño, y cuál sería su reacción a ello esta vez. ¿Grité furiosas cosas que la asustaron? ¿Me agité alrededor de la cama, perturbando su sueño? ¿Traté de follarla como un loco, en una manera de venirme abajo? Mis temores eran muy reales. Sabía que eran reales, porque había hecho todas esas cosas antes frente a ella. Me atreví a mirarla por encima del hombro, yaciendo junto a mí, tratando de frenar mi corazón acelerado. Allí estaba ella, de su lado en toda su desnuda gloria, el cabello derramándosele salvajemente sobre las almohadas, y oliendo al perfume floral que utilizaba, combinado con la esencia inconfundible del sexo y el semen. Su barbilla inclinada hacia mí como si me estuviera respirando. Pacíficamente dormida. Gracias al puto infierno. Desastre evitado. Otra vez. No recordaba nada de lo que había soñado, pero el brusco despertar ocurría de vez en cuando, y malditamente lo odiaba, casi tanto como a los sueños que a veces recordaba. Me moví sobre mi costado, mirando hacia Brynne y deleitándome con la magnífica vista que hacía para mí. Me encantaba verla dormir después de que nos hubiéramos follado mutuamente sin sentido. Y sin ninguna duda había disfrutado cada indiscutible y orgásmico segundo de la follada que habíamos

consumado en nuestra noche de bodas. El impulso de levantarme y salir a fumar hacía cosquillas en mi cerebro, pero me dije a mi mismo que era sólo mi cerebro deseando la nicotina, mi adicción de elección. Mi cuerpo seguro que no lo necesitaba, y tampoco lo hacía mi esposa e hijo. Mi esposa era hermosa cuando dormía. Era hermosa todo el tiempo, a pesar de que ella no hacía alarde de su belleza como las demás mujeres que había conocido. Brynne era diferente de todas ellas. Un tipo de belleza tenue. No llamativa como para atraer la atención a sí misma, sino naturalmente hermosa, provocando interés sin ningún esfuerzo en absoluto. Lo supe en el instante en que la vi en la Galería Andersen aquella noche en el evento, donde compré su retrato. Mi mente sabía que era especial antes de que mi cuerpo lo hiciera. Ahora, me aferraba a la primera visión de ella en mi cabeza. Fue un momento decisivo en mi vida. El lugar adonde regresaba cuando necesitaba nivelar las torturas demoníacas que vivían en mi subconsciente. Solo recordaría la noche en que nuestros ojos se reunieron a través de la sala. Era un lugar muy seguro en mi mente cuando lo necesitaba. Sólo verla ahora mismo era suficiente para hacerme quererla otra vez, pero el saber que ahora me pertenecía por completo, tanto emocional como legalmente, realmente lo hacía para mí. Sabía que algunos dirían que estaba completamente dominado por casarme tan rápido y haberla dejado embarazada, pero no me importaba lo que cualquiera pudiera pensar. Si el término se adecuaba a mí, pues bien, eso era exactamente lo que tenía que ser, porque sin duda, mi vida antes de Brynne no había estado funcionando para mí. Al menos con ella a mi lado, sentía como si tuviera alguna pequeña posibilidad de ser normal.

La segunda vez que me desperté, supe que era de mañana, y también que alguien más estaba despierta. Lo sabía porque ella estaba acariciando mi polla con la mano y chasqueando su caliente lengua sobre mis tetillas. —Buenos días. —Suspiré de satisfacción. Ella levantó la cabeza y me sonrió.

—Buenos días, esposo. —Me encanta el sonido de eso, nena. Y me encanta la forma en que me estás despertando en nuestra primera mañana como marido y mujer. —Empujé mis caderas hacia su mano para crear más fricción. —Sin embargo, apenas estoy empezando contigo. Tú tuviste anoche para estar al mando. Ahora es mi turno —dijo. —Bueno, soy un maldito bastardo con suerte entonces. —La arrastré encima de mí totalmente, para así tener su boca y besarla profundamente. Después de un momento, me aparté y sostuve su rostro, en busca de cualquier signo de problemas. —¿Todo bien, mi bella? —Solo quería asegurarme de que no había ido por la borda con ella la noche anterior. Me preocupaba follarla demasiado rudo, sobre todo ahora que estaba embarazada. Sabía que tendríamos que bajar el ritmo conforme se acercara el final del embarazo, pero el Dr. B me había asegurado, que al menos por ahora, todo estaba sobre la mesa. —Sí. Todo perfecto, creo. —Me sonrió, sus ojos brillando en un hermoso color dorado. —Ayer por la noche... fue tan increíble. —Le di un beso de nuevo—. Tú estuviste totalmente increíble. Ella tenía un poco de ese tímido rubor que tomaba lugar cuando pensaba en las cosas realmente sucias que hacíamos en la cama. Aquello me hacía estar mucho más caliente para ella. Brynne me permitía tenerla como deseaba y confiaba en mí para tratarla bien. Su confianza hacía caer de rodillas, y nunca lo daría por sentado. —También lo estuviste. —Ella acarició mi longitud con un agarre firme, tirando de él en un pequeño giro en el glande del pene, lo que me puso dolorosamente duro. —...se siente tan jodidamente bien —hice rechinar los dientes. —Lo sé —dijo con picardía, y luego gateó hacia abajo para tomarme en su boca.

—Ahh... ¡joder sí! Sí, así es... —Perdí la capacidad de formar palabras, por lo que sólo me calle y tomé lo que ella me daba tan generosamente. Brynne sabía cómo chupar mi polla a la perfección. Ella tenía todos los movimientos. Desde los largos tirones que me llevaban hasta la parte trasera de su garganta, dejando lamidas alrededor de la vena que lo alimentaba, hasta el apretón a mis bolas justo en el momento en que tenía que sentir la presión. La dejé hacer su magia, eché mi cabeza hacia atrás y le permití tomar el control de mi placer. Por poco tiempo. Hasta que me viera obligado a hacer el cambio y tomar el control de las cosas. Ella me estaba trabajando hábilmente, su húmeda y cálida boca chupándome profundamente en su garganta mientras sentía a mi polla hincharse y mis bolas apretarse. Decidí que quería estar enterrado dentro de su dulce coño cuando me viniera esta mañana. La tiré fuera y arriba de mi cuerpo para que me montara a horcajadas. La levanté rápidamente y encontré mi objetivo. Ella entendió lo que quería sin preguntar y guió mi polla a casa, soportando el tragarme todo completo hasta la raíz. Hermosa. Jodida. Perfección. Gritó por mi invasión, echando la cabeza hacia atrás, haciendo caer su cabello detrás de ella, arqueando la espalda de manera que podía conseguir una muy buena vista de mi polla perforando su coño una y otra vez, mientras follábamos como si nuestras vidas dependieran de ello. Ella sabía. Sabía exactamente lo que me gustaba y cómo me gustaba. Mi perfecta diosa sexual. Mientras cabalgaba mi polla, hacía sonidos tan cargados con sexo que sólo servían para presionarme más. Agarrando sus caderas, la trabajé perversamente rápido hasta que los pequeños gritos que ella hacía cambiaron

su tono, allanando en la desesperación, lo cual me dijo que estaba muy cerca de venirse. —Mírame, nena. Dame esos hermosos ojos tuyos cuando te vengas alrededor de mi polla. Déjame sentir tu crema por todo mi cuerpo. Quiero ver tu rostro cuando suceda. Lo que pasó entre nosotros después de eso fue el tipo de cosas que crea los recuerdos que nunca olvidarás. Sabía que nunca olvidaría cómo lucía Brynne para mí en este momento de completa posesión… con el rostro encendido de placer, sus pezones brotando apretados, temblando encima de sus costillas, su cabello reposando sobre sus hombros y fluyendo hacia abajo, los ojos ardiendo con una mirada de satisfacción. Absolutamente impresionante. Ella llevó la cabeza hacia adelante y me miró. Sus humeantes ojos marrones se ensancharon y se aferraron a los míos. Sentí los espasmos comenzar dentro de ella, agarrándose reflexivamente a mi alrededor mientras se venía. Sentí mi polla endurecerse e hincharse, preparándose para lanzarme hacia el olvido, en un viaje de placer, reaccioné con apenas un pensamiento de lo que haría con ella cuando la explosión golpeó. Mi polla en su coño, mi boca en su piel, mis manos en su cabello… Ethan dentro de Brynne. No había nada más existiendo en ese momento. No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando pude hacer coherentemente un balance del momento presente, ella estaba reposando encima de mí, todavía sosteniéndome dentro de su cuerpo, respirando profundamente. Mi boca estaba pegada a un punto en su cuello, succionando suavemente y acariciando con mi lengua. Me aparté y me concentré. En la marca en su elegante cuello que acababa de hacer. Parecía como si la hubiera mordido, lo que había hecho antes, y probablemente haría de nuevo. No podía evitar algunas de las cosas que le hacía cuando me perdía en ella. Afortunadamente, nunca parecía estar molesta en absoluto por las marcas que hacía en su piel. Siempre me sentía culpable por perder el control con ella, sin embargo, pero me di cuenta de que la capacidad para que esto ocurriera era exclusiva y específicamente con ella. Brynne era mi única experiencia en perder el control de esa manera durante el sexo. Ella era la única que me había llevado a tal nivel de exponer mi alma. Era la única persona

en que confiaba lo suficiente para incluso atreverme a dar un paso hacia ese lugar. —Te he dado una enorme mordedura de amor esta vez, nena. Siento mucho marcar... —No me importa, ya lo sabes —me interrumpió, levantando la cabeza hacia mí. —Es posible que te importe esta vez —me adelanté—, porque tenemos que ir a la casa grande y saludar a todos los huéspedes que pasaron la noche en la casa de Hannah y Freddy. —Pasé mi pulgar sobre el chupetón que florecía entre la base de su cuello y la oreja, preguntándome lo que realmente diría cuando obtuviera un buen vistazo de él—. Soy una bestia, ¿qué puedo decir? —Eres mi preciosa bestia y estoy segura de que, lo que sea que hayas marcado en mí, está muy bien. Solo lo cubriré con mi pelo. —Ella puso su cabeza hacia abajo y se acurrucó contra mí con un sexy bostezo. —Alguien tiene sueño. —Bueno, sí, eso sucede cuando no pasas mucho tiempo durmiendo en realidad la noche anterior —respondió sin pausa, llevando una mano a mis costillas como si fuera a ir por cosquillas. Tomé su mano en una de las mías y neutralicé su potencial ataque, agarrando un encantador pedazo de su precioso culo con mi otra mano y apreté. La sensación de sus suaves curvas en mis manos hacía que cada cosa se sintiera bien en el mundo. —Pero probablemente deberíamos ponernos en marcha, nea —le recordé amablemente, molesto porque no pudiéramos simplemente quedarnos aquí en la cama y dormir durante unas cuantas horas más. —Espera un minuto, ¿te estoy oyendo bien? ¿De quién fue la idea de la extravagante boda de fin de semana con un desayuno en la mañana siguiente, de todos modos? Porque estoy segura como el infierno que no fue mía. Ella tenía un punto. Nuestra boda había sido mucho más que un evento que cualquiera de nosotros hubiera preferido, pero cuando los planes se

pusieron en movimiento, las razones detrás de cada cosa eran muy válidas. A medida que las ideas se establecían, quería toda la exposición para ella como fuera posible; cuanto más alto perfil la boda de una celebridad de sociedad conllevara, habría mayor aislamiento para proteger a Brynne de su acosador. En ese momento ninguno de nosotros sabía que él era un loco hijo de puta llamado Karl Westman. Había temido en niveles mucho más altos que estuviéramos involucrados... y que estuvieran al final de su limpieza. De eso estaba seguro. Westman había sido eliminado por el Servicio Secreto de los EE.UU. Amenaza eliminada y extinguida... por expertos profesionales que podrían hacer que una persona solo desapareciera si querían. En el momento en que Westman estuvo fuera de la foto, nuestros planes de boda ya estaban en un profundo movimiento, y los comunicados de prensa habían salido en las columnas de chismes. Demasiado tarde para dar vuelta atrás, o cambiar las listas de invitados, así que sólo habíamos seguido, justo como se había previsto inicialmente. Gran boda, numerosas fiestas, los huéspedes de fin de semana, una ruidosa despedida para nuestra lujosa luna de miel italiana. Todo cuidadosamente construido para dar a conocer el estado de Brynne como la esposa de un guardia de élite, conectado a los niveles más profundos con el gobierno británico. Y al parecer, la tendencia de invitar a miembros selectos a pasar la noche para desearle a la feliz pareja a la mañana siguiente, era lo “de moda” en este momento. Contuve las ganas de burlarme de la idea. No podía esperar por irme con ella. Sólo nosotros. Solos en nuestro pequeño mundo, en el que cada cosa era segura y tranquila y podríamos tomar un respiro. Le sonreí y le di un beso en la punta de la nariz. —Fue mía, mi bella. Cúlpame a mí. Ella inclinó la cabeza hacia arriba y abrió un ojo. —¿Culparte por el hecho de que tengo sueño debido a una muy ocupada noche de bodas, o por la gran boda de locos que ninguno de los dos queríamos? Me reí de su lógica. —Por las dos cosas. Culpable de todos los cargos, Señora Blackstone.

—Bueno, así que tu castigo es tener la ducha preparada y llevarme allí, porque no creo ser capaz de caminar en este momento. Sabes lo que tus orgasmos me hacen. Lo sabía muy bien. Por lo general se quedaba dormida por unos minutos. —Tampoco sé si pueda después de ese épico polvo, pero voy a dar lo mejor de mí. —La hice rodar cuidadosamente fuera de mí y me arrastré hasta sentarme en un lado de la cama—. Más que un poco motivado aquí, nena. Mi plan es llevarte adonde pueda tenerte toda para mí. —Cogí mi móvil de la mesa de noche y miré la hora—. Y para que eso suceda, tengo exactamente cinco horas para subirte en un avión conmigo, con destino a la costa italiana. Si tengo que tomar el desayuno con un montón de gente con el fin de largarnos de aquí, entonces que así sea, pero necesitas saber esto... si pudiera manejarlo, ya nos habríamos escabullido lejos e ido para ahora. La única respuesta de Brynne para mí fue observarme desde la cama mientras me alejaba para ir a preparar el agua para nuestra ducha, y no se había movido en absoluto para el momento en el que regresé; tendida allí, enredada en las sábanas, luciendo suave y enrojecida por estremecerse en mis brazos sólo unos momentos antes. Tan hermosa para mí, no tenía nada más con que compararla. Brynne era la definición de belleza cuando lucía así, después de que la había tenido. Sus ojos se arrastraron por mi cuerpo, viendo y evaluando, como solía hacer cuando estaba desnudo. A mi chica le gustaba mirar un poco lascivamente cuando la oportunidad se presentaba. Y si no hubiéramos follado un poco de nuestras vidas, mi maldita polla habría estado de pie en posición firme y suplicando en estos momento, con la forma en que sus ojos estaban puestos en mí. Brynne podía expresar mucho sin decir una sola palabra. Cómo demonios se las arreglaba para estar tan fuera de los diagramas de malditamente sexy con sólo mirarme, nunca lo sabría. Yo era solo el bastardo con suerte que cosechaba los beneficios, supuse. Nos miramos el uno al otro, ninguno dispuesto a apartar la vista, cuando ella dio una de sus características casi-sonrisas. El tipo de sonrisa que muestra sólo un toque de alegría, pero con Brynne, me dice que estaba felizmente complacida con cielos soleados en nuestro futuro inmediato.

—Eres absolutamente adorable en este momento, Señor Blackstone. Negué con la cabeza hacia ella. —Puedo pensar en algunas otras palabras para describirme en este momento, nena, y adorable definitivamente no está entre ellas. —Loco de remate tal vez, pero no hay una maldita manera en que “adorable” se ajuste. —Pero para mí lo eres —dijo—. Tan frustrado por verte obligado a ser social y tener que montar un espectáculo para esa gente, como tú los llamas, que justamente sucede que son nuestros amigos y familiares más cercanos, y sólo quieren desearnos bien y mandarnos a nuestra luna de miel con estilo. —Lo sé —admití—. Es solo que no quiero compartirte ahora... con nadie. —Y no lo quería. Por lo menos era honesto al respecto. Brynne extendió los brazos hacia mí, y me agaché para recogerla, acomodándola contra mi pecho, acunando su trasero en mis manos mientras ella envolvía sus piernas alrededor de mis caderas. Nos metí en el cuarto de baño, besando sus dulces labios en todo el camino, contando las horas hasta que se concediera mi deseo.

Por supuesto que hubo burlas y silbidos cuando llegamos a Hallborough para el desayuno tardío de la mañana siguiente. Ethan nos habría echo trepar la ventana para escaparnos, si hubiera podido salirse con la suya, pero lo había convencido de que no tenía más remedio que aparecer. Le recordé lo feliz que haría a todos vernos esta mañana, y al final estuve bastante segura de que estaba de acuerdo conmigo, porque tenía mis métodos de persuasión, y sentí que era mi derecho utilizarlos si lo necesitaba. Pero a medida que entramos para unirnos a los demás, las miradas deliberadas en sus rostros, las especulaciones internas sobre lo que Ethan y yo habíamos estado haciendo la noche anterior era demasiado invasivo para mi gusto. Odiaba que la gente tuviera pensamientos privados sobre mí. Entendía muy bien por qué me

obsesionaba con esa idea en particular; pero eso no cambió nada para mí. Todavía me sentía de esa manera. Mientras trataba de sonreír y parecer feliz, el darme cuenta de que la gente en la sala estaba imaginándose todo el sexo que acababa de disfrutar con mi marido, me puso a la defensiva. Tuve que estar de acuerdo con la sugerencia anterior de Ethan. El plan de escape, sonaba muy malditamente atractivo en este instante. Él debió sentir mi reticencia, porque me dio un pequeño apretón y susurró: —Cuatro horas más, mi bella. Podemos hacerlo. —Presionó un beso a un lado de mi cabeza y entramos. Con los deberes para con nuestros huéspedes a un lado, era muy consciente de cómo Hannah había ido más allá en sus esfuerzos para nuestro bien, junto con nuestra planificadora de bodas, y la asistencia perfectamente sincronizada de Elaina, se habían asegurado de que nuestra actuación fuera a pedir de boca y no podría estar más satisfecha con la forma en que todo había resultado. Sólo faltaba una cosa. Bueno, una persona... pero no había nadie que pudiera ayudar con eso. Te quiero, papá. La sala formal en Hallborough se instaló casualmente con varias mesas revestidas con manteles crema, flores de color violeta, y plata vieja, que tenían que valer una pequeña fortuna. El hecho de que Ethan y yo pronto seríamos vecinos de Hannah y Freddy, y sus tres hermosos hijos, era algo que me hacía muy feliz. Tener una familia que te ame y apoye significaba todo para mí. Habían hecho tanto por nosotros ya. Esperaba estar más cerca y pasar más tiempo juntos. Así que me encontré parada en medio de todo el esplendor, con mi esposo a mi lado, haciendo de las suyas, dando las gracias a todos los que se quedaron en Hallborough para celebrar con nosotros. Se veía hermoso, como siempre sin apenas esfuerzo alguno, su rizado cabello húmedo en el cuello de su fino suéter crema, emparejado con jeans desteñidos y mocasines suaves de color camel. El Ethan casual lucía tan hábilmente como lo hacía con trajes. Exquisito.

Después de nuestra ducha, nos habíamos vestido rápidamente y dirigido a saludar a nuestros invitados una última vez antes de despegar. Habíamos insistido en una reunión muy casual e informal esta mañana, la razón de nuestros simples atuendos, jeans para Ethan, y un vestido blanco ojal con calzado de cuero para mí. Terminé usando mi cabello suelto, porque de hecho él había dejado un significativo chupetón en el lado de mi cuello, y ciertamente no tenía ganas de compartirlo con los demás la mañana después de mi noche de bodas. Sólo serviría para alimentar con más combustible a sus imaginaciones de cómo me lo gané. Nop. Era demasiado reticente para ese tipo de tonterías. Y el remordimiento de Ethan más tarde por haberme marcado, después de los hechos, siempre me parecía también un poco sorprendente. Para un hombre tan dominante durante las relaciones sexuales, seguro que se preocupaba por mí mucho. Le había dicho una y otra vez que si alguna vez iba demasiado lejos, se lo haría saber, pero no estoy segura de que real y verdaderamente me creyera. Oh, Ethan, ¿qué voy a hacer contigo? Todo el tiempo, nunca quitó sus manos de mí. Mientras charlábamos de un lugar a otro en la sala, él siempre tenía un brazo alrededor de mi cintura, o una mano en mi espalda. Colocaba besos en mi cabello y lo cepillaba con la mano hacia arriba y abajo a un lado de mi brazo desnudo como si estuviéramos en reposo. Él sólo parecía necesitarlo, y por la razón que sea, la idea de que necesitara tocarme para sentir comodidad, era extremadamente poderosa en mi propio viaje de curación emocional. Me sentí muy querida y apreciada mientras hacíamos nuestro camino alrededores para agradecer a todos. Incluso mi madre se las arregló para estar feliz por nosotros. —Oh, cariño, pero qué bonito vestido que elegiste para irte. Me encanta el punto2 en el dobladillo —chirrió. ¿El punto en el dobladillo? ¿En serio? —Ahhh, gracias, Mamá. Tú me conoces, me gustan las cosas brutalmente simples —le dije mientras aceptaba un abrazo. No se me escapó que Ethan y mi madre en realidad no se reconocían el uno al otro. Tenían una especie de tregua, cautelosos por el momento, ambos lo suficientemente inteligentes como para 2

Punto: Originalmente, cutwork. No tiene una traducción al español pero es una técnica de bordado conocida como Punto Tagliato en Italia.

pasar a través de la boda sin aumentar el drama. Pobre Ethan; había heredado un monstruo-en-ley3 y ahora tenía que tolerarla de por vida. Mi madre frunció el ceño ante mi respuesta, sólo un poco, pero aún así clasificó como un gesto para mis estándares, con el rostro sin arrugas ni siquiera haciendo alusión a su verdadera edad de cuarenta y cuatro. Se veía mucho más joven. —Pero puedes usar cualquier cosa ahora, Brynne. Debes tomar ventaja de ello mientras puedas. —Tan pronto como las palabras salieron de su boca, mi madre se dio cuenta de su error y comenzó a juguetear con mi cabello. Se las había arreglado para sacar el tema mi embarazo, y evadirlo como al elefante blanco en la habitación que definitivamente era, ambos al mismo tiempo. Bravo, Mamá. ¿Por qué no podía aunque sea un poquito como tía Marie? Marie no juzgaba, no me hacía sentir como una puta irresponsable por embarazarme antes de casarme, y no pretendía que no iba a ser abuela dentro seis meses—. No sé por qué no usas tu cabello levantado, cariño; te daría el toque justo de elegancia a ese escote… Los ojos de mamá se agrandaron. Y luego dejó caer el moño de cabello que había estado arreglando como si fuera residuos radiactivos. Cuando mi cabello se asentó alrededor de mi cuello, ella empujó a Frank hacia adelante, para que diera sus felicitaciones. Supongo que el chupetón gigante la había asustado la mierda de ella. ¿Era malo que tener que reprimir las ganas de decirle lo bien que se había sentido cuando Ethan me lo dio? Deseé por un pequeño momento poder disfrutar de una de esas mimosas que la gente estaba bebiendo con su desayuno. Mi padrastro, Frank, me dio un beso en la mejilla y me dijo que era una hermosa novia. Por más que traté de apreciar su gesto, sentí un dolor repentino arañando por mi propio padre, quien no estaba aquí. Y al que nunca volvería a ver. Ethan les agradeció a ambos por venir y sintió mi necesidad de seguir adelante. Era tan bueno leyéndome. No sentí más que alivio cuando nos dirigíamos hacia Neil y Elaina. 2

Monstruo-en-ley: Originalmente mother-in-law, en este caso monster-in-law. Un juego de palabras para las palabras “Monstruosa suegra”.

—Todavía caminas, compañero —bromeó Neil, dando una palmada cordial en la espalda de Ethan. —De hecho lo estoy. —Ethan le devolvió un medio abrazo, media palmada en la espalda a su amigo y compañero. Pero Neil no había terminado con las bromas, estaba bastante segura. Había visto a estos dos en acción durante los últimos meses, e iban de ida y vuelta todo el tiempo. —Entonces, ¿cómo lo hizo él, Brynne? —Me preguntó Neil, antes de estallar en una sonora risa—. Te ves absolutamente brillante esta mañana por cierto. Elaina golpeó el brazo de su novio y le dijo que se callara. Me reí de nuevo y le dije a Neil que una dama nunca cuenta, antes de aceptar los abrazos y besos de nuestros amigos más cercanos como una pareja. Neil trabajaba con Ethan como socios en Blackstone Security, mientras que Elaina y yo habíamos congeniado desde casi el primer día. Ellos vivían al otro lado de nuestro pasillo en Londres, así que teníamos un montón de cenas y pasábamos tiempo juntos. —En seis semanas más o menos haremos esto de nuevo, sólo que entonces serán ustedes dos los que se defiendan de comentarios insinuantes de la noche de bodas —le dije a Neil, recordándole que su propio día especial estaba a la vuelta de la esquina. Neil sonrió ampliamente y acercó a Elaina contra su gran cuerpo. —Lo sé, y estoy contando los días hasta que pueda hacer de esta una mujer honesta. —Ja, es más como que Elaina hará a un hombre honesto de ti, amigo mío —replicó Ethan. —Eso es cierto, pero finalmente conseguirás llevar a Brynne a Escocia para que pueda ver el lugar.

—Confía en mí, Neil, daría casi cualquier cosa para estar allá, en la bella Escocia en estos momentos, ver tu casa y disfrutar de tu desayuno después de la boda —le dije con sinceridad. Miré a Ethan y compartimos una sonrisa cómplice, ya que había sido originalmente idea de ellos tener la celebración durante el fin de semana en primer lugar. Neil era dueño de una gran finca en Escocia, y puesto que la gente iría todo el camino hasta allí, se había organizado una fiesta con estadía para los invitados de su boda, también. Sonaba como una buena idea en ese momento. —¿Por qué es eso?— Neil y Elaina preguntaron juntos. —Ya lo verás —contestamos Ethan y yo inocentemente.

—Y Gaby, ¿dónde está? Necesito decir adiós. —Examiné la habitación varias veces por mi mejor amiga, pero ella no estaba en ningún lugar que yo pudiera ver. —Esa es una muy buena pregunta —respondió Ethan—. De hecho, ¿en qué parte del infierno está Ivan? Me encogí de hombros. —Parece que nuestro padrino y dama de honor han abandonado esta fiesta por pastos más verdes. —Me reí—. Puede ser que la hayan abandonado juntos. Eso sería interesante. — Lo sé, ¿verdad? Gabrielle es del tipo de Ivan sin duda. —Podría jurar que estaba percibiendo vibras entre ellos anoche, cuando estaba con Ben, y estábamos acechándolos mientras Simon tomaba fotografías espontáneas. ¿Crees que tu primo y mi amiga podrían tener algo “pasando” entre ellos? —Si lo hacen, Ivan no ha dicho ni una palabra al respecto. Pero, hubo esa noche en la Gala Mallerton cuando sonó la alarma. Siempre me pregunté qué pasó con ellos dos, porque yo los vi, solo con segundos de diferencia entre ellos,

salir de la misma dirección cuando todos estábamos corriendo. Puede ser que estuvieran juntos... —Nunca me dijiste eso, Ethan. —Sacudí la cabeza con incredulidad—. Honestamente, ustedes los hombres no cuentan bien los detalles en absoluto. —Bueno, no era importante en ese momento, nena. Estaba un poco preocupado por encontrarte. —Él me atrajo hacia sí y me besó firmemente en los labios, haciéndome olvidar que estábamos en una habitación muy pública, con personas que nos observaban, hasta que el tintineo de los cubiertos contra el cristal sonó para recordárnoslo. Sentí mi rostro sonrojarse, y oí Ethan gemir cuando nos separamos, murmurando algo entre dientes—: Cuatro jodidas horas más. —Ahí están. El Sr. y la Sra. Blackstone han llegado por fin. —El padre de Ethan, Jonathan, abrió los brazos y nos unió en un abrazo de tres vías—. Lo hicieron, queridos míos. Y muy bien también, por cierto. —Él me dio un beso en la mejilla y dio una palmada en la espalda a Ethan, encontrándose ojos con ojos, hombre a hombre, en un momento de comunicación silenciosa, que ambos entendían sin una sombra de duda. Sólo podía tratar de adivinar lo que ambos estaban pensando, pero tenía mis teorías. Ellos estaban pensando en la madre de Ethan como si estuviera aquí con ellos, en esta ocasión especial a lo largo del viaje de su vida. Jonathan miró hacia el techo por tan sólo una fracción de segundo, antes de asentir a Ethan. Vi a Ethan devolver el gesto a su padre, y en ese momento sentí un apretón de su mano. Mi mano que se había mantenido unida tan fuertemente en la suya, porque él nunca la soltaría. Así que comenzamos nuestro matrimonio, en un día de verano a finales de agosto, apenas cuatro meses después de que nuestros ojos se pusieran el uno sobre el otro por primera vez. Todo había comenzado a través de una habitación llena de gente, una noche de primavera en una galería escondida en una calle de Londres, cuando el destino había intervenido y cambiado para siempre el curso de nuestras vidas.

Traducido por JessiicaM Corregido por Key

30 de Agosto Riviera Italiana El sol italiano brillando sobre la villa de Porto Santo Stefano me puso cálida y aunque la vista de las islas rocosas en la pequeña cubierta era impresionante, no quería abrir los ojos y verla, estaba demasiado cómoda y adormilada, demasiado perfectamente contenta para siquiera pensar en algo además de permitirme esta paz que por fin habíamos encontrado. Increíble la diferencia que podía hacer una semana. Ethan y yo estábamos en un lugar perfecto en ese momento… donde no teníamos que entrar en pánico por lo que necesitamos hacer, o las cosas malas que nos podían pasar, o estar conmocionados por las cosas que ya nos habían pasado. Sí, mi vida no se podía comparar con la que había sido hace solo cuatro meses, pero entonces otra vez, estaba felizmente enamorada de mi nuevo esposo y, después del choque inicial de saber que íbamos a ser padres, estaba enamorada de esa idea también. Alcancé mi barriga y la froté gentilmente. Tendríamos un durazno por dos días más, ¿después de eso? Estaríamos en el territorio del limón. No tendría mi próxima cita con el Dr. Burnsley hasta el próximo mes, y aunque en la ecografía podría mostrarnos el sexo del bebé ya mismo, estaba determinada a no saberlo. Quería ser sorprendida, y nadie me haría cambiar de opinión. Le dije a Ethan que podría averiguarlo si quería, pero que sería mejor que se guardara el conocimiento para sí mismo. Él solo me había dado una mirada desconcertada que probablemente significaba algo como, Te amo pero ahora mismo me estás asustando, nena, y había cambiado de

tema. Qué hombre. Pero era mí hombre, y eso era lo más importante. Ambos íbamos a pasar por el proceso aterrador de convertirnos en padres juntos. Entonces ahí estaba yo, tomando el sol en una playa privada italiana en una exclusiva villa, esperando a que mi hombre me trajera una bebida fría cuando terminara de nadar. Nada mal, Señora Blackstone. Aún me costaba creer que el nombre era real, la parte de Señora Blackstone era algo que Ethan se tomaba a pecho porque sin duda lo decía mucho. Miré hacia mi anillo de bodas y lo giré alrededor de mi dedo. Estoy casada ahora. Con Ethan. Vamos a tener un bebe a finales de febrero. Me preguntaba cuándo, y si la incredibilidad nunca desaparecería. Giré mi cabeza hacia el otro lado, reajustándome en mi lado, volviendo a cerrar los ojos, preparada para tomar más del glorioso sol italiano, tan abundante aquí, y tan escaso donde vivíamos. El otoño estaba a la vuelta de la esquina, y los días tristes del invierno Londinense llegarían rápido. El tiempo para disfrutar el sol maravilloso era ahora, así que eso era lo que hacía. Dejé mi mente vagar, yendo a un lugar donde todo era fácil y maravilloso e intentando dejar las otras cosas no tan fáciles y maravillosas lejos, en sus respectivas estanterías, encerradas en un armario espeluznante que odiaba abrir. Aquel donde ponía a descansar todas las cosas malas para que se empolvaran por un tiempo: las preocupaciones acerca de los arrepentimientos de la vida, las pérdidas y el dolor, las desesperantemente pobres decisiones que tomé y sus consecuencias.

Gotas heladas cayeron a mi hombro, sacándome de mi adormilado estado en la playa. Ethan debía haber vuelto con mi bebida. Abrí un ojo y lo vi, estaba bloqueando el sol de mi cuerpo, sin apreciar el saludo impactante, y asimilando su expresión severa. Dios, era un hombre hermoso de piel dorada y líneas duras de musculo. Podría mirarlo por años y nunca estar satisfecha con la vista. Y la completa indiferencia a lo que otros pudieran pensar de él, hacía la combinación más atractiva. Ethan no era un niño bonito que obtenía satisfacción de las aduladoras admiradoras. Las que estaban malditamente en todas partes. Y no solo mujeres. Muchos hombres admiraban a mi esposo también. Él era consciente de todo.

—¿Qué me trajiste? —Murmuré. Ignoró mi pregunta y me entregó una botella de agua fría. —Es hora más bloqueador, te estás poniendo un poco rosa. —Solo dices eso para que puedas recorrer tus manos por todo mi cuerpo —le contesté. Se sentó en la toalla junto a mí y alzó una ceja. —Estás malditamente en lo cierto, mi bella. Bebí un poco de agua y cerré los ojos mientras él aplicaba bloqueador por todos mis hombros y brazos, saboreando el contacto de sus manos por mi cuerpo. Sus manos. Su toque. La sensación de las manos de Ethan en mí todavía me dejaba débil. No era de extrañar que fuera incapaz de resistirme a él cuando me persiguió al principio. Había sido así desde la primera vez para mí… con Ethan. Su mirada abrasadora en mí a través de la sala, esa noche en la Galería Andersen, la coacción en la calle para que aceptara un viaje a casa de un virtual extraño, la manera en la que me dirigió con una mano firme en mi espalda hacia su Rover, y la demanda de que debería consumir el agua y la comida que me había comprado, aquel primer beso demandante en el pasillo del Edificio Shire, la manera en la que se otorgó el derecho de tocarme como si le correspondiese, sin disculpas por sobrepasar los límites sociales. Esa era la manera en la que Ethan siempre había sido conmigo. El “reclamo” de Ethan sobre mí, ocurrió de una manera que entendí desde el principio, incluso si parecía ridículo e increíble que aquel hombre me persiguiera a mí personalmente, y siguió teniendo sentido cuando acepté mi destino con Ethan James Blackstone. Él tenía una manera de marcar su territorio conmigo, cada vez que me tocaba se sentía como el cielo. —Eso se siente tan bien. Habló bajo su aliento: —Estoy de acuerdo, ahora date la vuelta. Me di la vuelta para él y tapé mi rostro del sol con el brazo. Él trabajó con el bloqueador cuidadosamente, asegurándose de cubrir muy bien cada área. Cuando llegó a mi pecho, sumergió los dedos debajo del sujetador de mi

bañador y rozó mis pezones sensibles, una y otra vez hasta que se levantaron y endurecieron, haciéndome estremecerme por más. —¿Ahora estás tomando ventaja de mí bajo la vista pública? —Pregunté. —Para nada —respondió, deslizándose sobre mi toalla para besarme—, estoy tomando ventaja de ti en una playa muy privada, donde nadie puede molestarnos. Movió sus manos para quitarme las tiras de mi top. Cayó abierto y su gloriosa barba rozó la zona alrededor de mi pezón cuando lo probó. Hubo una chispa interna fuerte ante su primer toque; gracias al embarazo con seguridad. Mis pezones se sintieron diferentes cuando él empezó, pero después de que esa primera sacudida se desvaneció, que me chupara y me mordisqueara se sentía igual de bien que siempre. Corrí mis manos por su cabello mientras él llovía besos por mis pechos, amando sus atenciones. —Solo para que lo sepas, Blackstone, no va a haber nada de sexo en esta playa ahora mismo. —Aww, nena, me acabas de despedazar. Estaba planeando tener un caliente polvo en la playa contigo por toda la luna de miel. —Bien, si tienes alguna oportunidad mejor inténtalo después de que se oculte el sol. Estamos a mitad del día y estamos afuera, donde cualquiera puede vernos. Y no voy a ponernos para el consumo público. ¿No has visto esos shows donde esconden cámaras que filman sexo en las playas? Él rodó los ojos y sacudió la cabeza. —Pero si no hay ni un alma por aquí en kilómetros. Solo la arena y el mar… y dos almas. —Dijo meneando las cejas. —Estás completamente loco, ¿lo sabías? —Tiré de su barbilla y lo besé en los labios. Se rió de mí, viendo cómo me acomodaba las tiras del bañador y me cubría nuevamente. —Estás completamente hermosa hasta la locura, acostada en esa toalla con tu bikini. Estoy bastante seguro de que debería ser ilegal que uses eso.

Le sonreí por la frase, esperando que sea de verdad y llevé mi mano hacia mi estómago. —Muy pronto, no voy a querer utilizar un bañador. Cubrió mi mano con la suya. —Pero eres perfectamente hermosa así. Incluso melocotón lo piensa. — Le habló a mi estómago—. ¿Melocotón? Papá aquí. Dile a mamá cuán hermosa se ve con su bikini, ¿de acuerdo? Me reí por cuán adorable y dulce estaba siendo, amándolo incluso más que antes, si eso era siquiera posible. Puso una oreja contra mi estómago e hizo una pausa como si estuviese escuchando, asintiendo con la cabeza algunas veces en acuerdo. —Bien. Melocotón está de acuerdo de que te ves hermosa, y tengo que decir como persona de autoridad, que argumentar contra un bebé que no ha nacido es completamente inútil. Suspiré de felicidad. —Te amo, loco esposo. —Te amo, hermosa esposa —dijo con una mueca maliciosa—, pero aún creo que deberíamos tener sexo en la playa al menos una vez antes de dejar este lugar. —Oh Dios mío, solo puedes pensar en eso. —Negué con la cabeza lentamente, una y otra vez—. Tenemos que encontrarte un pasatiempo. Echó la cabeza hacia atrás y se rió. —Nena, mi pasatiempo es follarte, en caso de que no te hayas dado cuenta aún. Le hice cosquillas en las costillas. —Creo que deberías tomar jardinería, o quizás caza, o algo. Él atrapó mi mano fácilmente y bloqueó mi estrategia de las cosquillas. —Jugaría en tu jardín en cualquier momento —murmuró entre suaves y rápidos besos en mis labios—, cazaría tu ave, también.

Me acurruqué contra él y puse mi cara en la parte superior de su pecho, respirando su esencia, lo suficientemente cerca para sentir las cosquillas de los vellos esparcidos allí. —Me haces muy feliz, Ethan. Mis palabras le hicieron algo, porque nunca lo había visto moverse tan rápido. Ethan me sacó fuera de la toalla y me dijo: —Pon tus piernas a mí alrededor. Lo hice mientras preguntaba y me ajusté a su cintura, cruzando mis tobillos en su espalda Nos besamos todo el tiempo mientras nos sacaba de la playa, como si nuestros cuerpos dependieran de ello para sustentarse. La fuerza de Ethan siempre me dejaba sin aliento, y tenerlo cargándome en brazos de vuelta a la villa, tuvo el mismo resultado. Sin aliento y muy encendida. Otra vez. Las siguientes horas las pasamos enredados en cama, donde él me hizo el amor, lentamente y sin prisa…

—¿Qué quieres de cenar? ¿Debería cocinar? —Nop —respondió. —Realmente no me molesta, Ethan. Es agradable estar en la cocina y además todo está disponible. Ethan jugó con mi cabello, pasando sus dedos por los mechones una y otra vez. Le gustaba hacerlo. Parecía ser una tarea sin sentido, algo que hacía cuando estábamos despiertos en la cama juntos, pero yo sentía que significaba mucho más para él. Calma. Parecía como si lo calmara, y era una manera de tocarme sin ser sexual. Ethan adoraba tocarme todo el tiempo, sexualmente o no. —Tienes hambre. Asentí contra su mano en mi cuero cabelludo.

—Mi apetito está de vuelta, necesito comida para hacer crecer a este niño que hicimos. Y postre. —Le hice cosquillas en las costillas para que se moviera. —Tan luchadora… e impaciente —dijo en broma—. Estoy bastante lejos de ser tan estúpido como para negarle comida a una mujer embarazada… —No olvides el postre —le recordé, con otra ronda de cosquillas, que él controló fácilmente. —Te estoy llevando fuera esta noche. No quiero que cocines. Y… por supuesto, debe haber un decadente postre para mi chica. —Aww, gracias, cariño, eres tan bueno conmigo. —Le ofrecí mis labios para un beso. Sin embargo no me besó, en su lugar, sus ojos adquirieron un brillo que solo podía describirse como perverso, cuando sentí que su mano me daba una palmada juguetona en el trasero. —Será mejor que muevas tu precioso coño a la ducha antes de que decida tenerlo de nuevo. Me bajé de la cama, pero antes de dejarlo allí, me incliné sobre mi amado pero controlador esposo, en toda su magnífica masculinidad, y coloqué un dedo en medio de su pecho manteniéndolo echado. Le di la mirada más apasionada que pude reunir, agarré mis senos y empecé a dibujar sobre los pezones lentamente con pequeños giros en las puntas. Lamí mis labios exageradamente, usando mi lengua para contornearla por el borde de mi boca. Él estaba completamente hipnotizado por todo, y tan quieto, ni siquiera parecía estar respirando mientras miraba mi pequeño show sexual, baile de regazo. Puse nuevamente mi dedo en una de sus tetillas antes de comenzar a dibujar un camino hacia abajo con mi uña, muy suavemente, sobre sus abdominales, su estómago, entre su musculosa V y directamente sobre la base de su polla. Su torso se puso rígido y se flexionó mientras lo arañaba, probándolo sin piedad. Ethan era mi esbirro sexual en ese momento y ambos los sabíamos. No pude resistirme a lo que hice después. Le guiñé.

—Yo gano —susurré, antes de dirigirme a la ducha. Me alcanzó, por supuesto, haciéndome cosquillas, haciéndome reír mientras nos lavamos para nuestra cena, pero no antes de pagarme lo que le hice en la cama. Con orgasmos.

—Alguien está disfrutando su cena esta noche. —Ethan me miró comer con una sonrisa plasmada en su hermoso rostro. Gemí ante el sabor de la pasta deliciosa en mi boca. —Oh Dios, oh Dios, este es el ziti horneado más delicioso que he probado en mi vida. Desearía hacerlo de esta manera. —A lo mejor puedas. Toma una foto con tu móvil para que puedas recordar algo sobre cómo prepararlo. —Es una gran idea, ¿por qué no lo pensé antes? —Alcancé mi bolso. El brillo de su mirada se convirtió en uno de burla. —Probablemente porque estás muy ocupada atiborrándote. Le golpeé en el pie debajo de la mesa. —Idiota. —Solo estaba bromeando —gruñó—. Estoy agradecido de que ya seas capaz de comer. Estaba preocupado sobre tu pérdida de peso, pero ahora es una cosa menos sobre qué preocuparme. Le lancé un beso en el aire. —Número uno, me desgastaste más temprano; número dos, creo que mi cuerpo está poniéndose al día por el tiempo que no podía mantener nada. Si me permito siempre estar con este apetito, vas a descubrir que tienes una Gorgona irritable como esposa en tus manos. —Hice una cara—. Créeme, no quieres que pase.

El ziti estaba bien para mí, pero mayormente era el hecho de que ahora podía comer y no sentirme enferma inmediatamente. Nuestro bebé estaba definitivamente haciendo saber su presencia a pesar de ser tan pequeño o pequeña, y la comida era lo que hacía que todo funcionara. Él puso abajo el cuchillo y el tenedor, y encontró sus ojos con los míos. —Bien, primero, amé desgastarte más temprano; segundo, amo verte disfrutando la comida otra vez. No soy estúpido. Cuando mi chica dice que necesita comer, entonces malditamente comerá bien. —Tomó un sorbo de su copa de vino—. Y tercero, eres una Gorgona hermosa como el infierno, incluso cuando estás asustando la mierda de mí. —¿Soy tan aterradora ahora, Ethan? Puedes ser honesto. —Sabía que mis subidas y bajadas emocionales tendían a asustarlo, pero el embarazo había sido duro para mí también, y me preocupaba los cambios que me habían ocasionado. No podía controlarlos, y sin embargo, no quería ser la esposa loca y hormonal que lo hacía desear sus días de soltero. —Nunca. —Cogió mi mano libre y besó la palma, sus ojos sonriéndome con amor—. Lo que de verdad sería terrorífico es no estar con mi hermosa Gorgona y nuestro pequeño melocotón. —Te amo. —Me las arreglé para decir las palabras sin ponerme a llorar, pero no tomaría mucho. Ethan podía ponerme emocional solo mirándome. —Te amo más —dijo suavemente, alcanzando su vino y tomando un sorbo saludable—. Y creía que era evidente por el hecho de que te permití traernos aquí esta noche. —Se terminó su copa de vino en un solo sorbo—. Aún estoy reponiéndome del paseo de los nudillos blancos. —¿Estás tratando de tomarme el pelo, como dicen ustedes los Británicos, con todos los comentarios y con el vino porque sabes que no puedo tenerlo? Abrió la boca con sorpresa al principio y luego la convirtió en una sonrisa de un millón de dólares que tanto me deslumbraba. —¿Crees que estoy tratando de tomarte el pelo a propósito, nena? No dije nada, solo me senté en mi asiento y lo estudié a fondo; la camisa azul casual resaltando sus ojos, el simple pantalón de lino que resaltaba las poderosas piernas debajo, el Rolex y su anillo de boda, los únicos accesorios que

utilizaba. Ethan no necesitaba accesorios, ya que su rostro y cuerpo eran más que suficientes. Mi esposo era un hombre precioso. No era lo suficientemente estúpida para creer que esa característica remarcable no me causaría preocupaciones en el curso de nuestra vida juntos. Otras mujeres intentarían atraparlo y me volvería loca cuando lo intentaran. —He descubierto que amo hacerte bromas —dijo finalmente, la manera en la que barrió sus ojos por mi cuerpo me dijo que la reacción que me produjo lo encendió un poco. —¿Qué hace por ti? —Pregunté en un susurro, mi cuerpo tensándose en preparación por lo que podría decir. —Me pone duro cuando tus ojos empiezan a parpadear y te pones luchadora conmigo. —Sus ojos llamearon y su voz se redujo—. Solo puedo pensar en una cosa, Brynne. —Con su dedo alcanzó mi dedo anular y empezó a acariciarlo, enviando un hormigueo por mi brazo—. ¿Quieres saber qué es? —Sí. —Cuánto tiempo pasará antes de que estemos follando otra vez y te extiendas debajo de mí cuando estés a punto de venirte. De acuerdo, así que lo encendió mucho. Cerré mis ojos y suprimí el escalofrió de deseo que pasó por todo mi cuerpo para terminar en la piscina entre mis piernas. El vaso italiano lleno de agua frente a mí se secó de un solo trago, y no me preocupé ni un poco por no tener ningún postre después de la cena. ¿Por qué en el mundo acepté salir esta noche? Me aclaré la garganta e intenté sacudirme de la onda de calor que Ethan estaba emanando, intentando volver a la conversación que teníamos antes. —Entonces, estabas aludiendo mi forma de conducir hace un minuto… Cogió mi mano y frotó su pulgar sobre mis nudillos, sus ojos diciéndome que volvería buenos sus malvados pensamientos tan pronto como volviéramos a la villa. — ¿Sí, mi bella?

—Yo… yo no conduje tan mal. —Incliné la cabeza—. ¿Lo hice? —Ethan consintió mi pedido de conducir otra vez. Estábamos en Italia, donde conducían en la parte derecha de la carretera y tenía la suficiente confianza para hacerlo aquí. Mi licencia de conducir de California aún era válida y no quería olvidar cómo conducir. Durante los cuatro años que había vivido en Londres no había tenido un auto o conducido por mí misma, mayormente debido al asunto de conducir a la izquierda. Era demasiado aterrador para intentarlo, y realmente, no necesario con el excelente transporte público de la ciudad. Así que nunca tuve la necesidad de conducir en Inglaterra. Además teníamos un precioso convertible BMW 650 color azul medianoche rentado… y planeaba utilizarlo. —Pues no, no eres realmente mala en nada… —evadió—. Es solo que conducir a la derecha no es ni de cerca mi zona de confort. Y por supuesto no quiero que salgas herida. Siento más alivio contigo en un vehículo más grande, con mejores medidas de seguridad. —No creo que alguna vez vaya a conducir en la ciudad. En serio, no creo que esté cómoda conduciendo por mí misma en Londres aunque viva allí por el resto de mi vida. Él me sonrió pensativamente, el azul de sus ojos oscureciéndose hasta convertirse en un profundo azul medianoche. —Vas a vivir conmigo por el resto de tu vida, por lo que no tendrás que preocuparte mientras estemos juntos. Y no tienes que preocuparte por conducir en Londres tampoco, ya que es una maldita pesadilla, y no quiero que lo hagas. Me tienes a mí para llevarte. —Atrajo mi mano hasta sus labios y presionó otro beso seductor en mi palma—. Ya lo sabes… si quieres conducir, puedo hacer que ocurra… El mesero que nos había servido la cena nos interrumpió justo en ese momento, con un regalo de otra mesa. Una botella de vino. Una botella muy cara de Biondi Santi, la que tristemente no podría beber en mucho tiempo. Ambos miramos en la dirección donde el mesero señaló a un hombre que me parecía vagamente familiar. Alto, piel bronceada y muy guapo, él se movió con la elegancia de alguien que usaba su cuerpo como solo un atleta podría, todos los movimientos calculados con precisión, con un aire inequívocamente lleno de confianza que exudaba a cada paso que daba hacia nuestra mesa.

—Bueno, hola a ti también. —Ethan lo saludó, mostrándole la botella—. Y gracias por esto, muy bien hecho. —Los dos hombres se sacudieron las manos enérgicamente. —Con mucho gusto —respondió él, en un sofisticado acento Británico mezclado con diversión. Ethan hizo las presentaciones. —Dillon, mi esposa Brynne. Y este amigo de aquí, cariño, es Dillon Carrington. —Qué tal, Brynne. Encantado de conocerte en persona. Solo había visto fotos de ti en las páginas de chismes. —Extendió la mano y yo le ofrecí la mía. Había algo muy familiar acerca de Dillon Carrington, pero no podía decir qué era, incluso aunque era obvio que él y Ethan eran muy cercanos. —Encantada de conocerte también, Dillon. Gracias por el vino. Estoy segura de que estará delicioso, pero siento que te he visto en algún otro lugar. ¿Nos hemos conocido antes? Dillon sacudió la cabeza, riendo. —No, nunca. Estoy seguro que recordaría conocerte, Brynne. —¿Ethan? —Lo miré por ayuda, pero aparentemente estaba teniendo mucha diversión a mi costa porque él solo me guiñó un ojo. —Sabes, Dillon, es gracioso porque Brynne y yo estábamos hablando acerca de enseñarle a conducir como en Londres, siendo ella una yanqui de nacimiento. —Ahhh, eso es montones de diversión. Una diestra aprendiendo a conducir con la izquierda. ¿Quieres pedirme mi traje de accidentes, colega? — Le preguntó Dillon. ¿Traje de accidentes? No sabía quién era ese tipo, pero definitivamente debía conocerlo, especialmente ya que él sabía quién era yo. En serio necesitaba prestar más atención a las páginas de chismes. Ethan conocía montones de personas famosas, y nuestro compromiso y boda estuvieron por toda la prensa Británica.

—¿Te gustaría unírtenos? ¿Estás solo esta noche? —Ofreció Ethan con cortesía. —No, gracias. No quiero interrumpirlos, pero te vi cuando llegué y quise decir hola, y por supuesto darte mis felicitaciones. Estoy encontrándome con alguien en un minuto, en realidad. —Ahh claro, bueno, me alegra que lo hicieras. Te extrañamos en la boda, pero sé que estabas muy ocupado ese día. Dillon se rió por el comentario. —Sí, un poco. Me tuvieron conduciendo en círculos todo el fin de semana. Vine aquí por un poco de diversión en cuanto pude. —Felicidades por tu triunfo. Observé los artículos más destacados y la rompiste. Una presentación extraordinaria. —Podía decir que Ethan estaba muy impresionado con lo que sea que Dillon haya ganado. —Gracias. Por el patrocinio, también. Espero que hayas recibido los regalos firmados que te envié. —En serio, es un dinero muy bien gastado en todo aspecto. Ver el logo de Blackstone en el número ochenta y uno fue un momento definitivo para mí. De verdad. Hice una conjetura e interrumpí: —¿Eres un corredor de autos, Dillon? —Hago

carreras,

sí.

—Inclinó

la

cabeza—.

Puedo

imaginarte

conduciendo por la izquierda en poco tiempo, Brynne —respondió, con una sonrisa encantadora y un brillo iluminó sus ojos mientras se burlaba de mí—. Solo tienes que decir la palabra si quieres una lección de conducir. —Una probabilidad bastante gorda de que pase, Dillon. Creo que yo haré los honores de enseñarle a mi esposa a conducir al estilo Británico, muchas gracias. —Bien, veremos cómo de bien resultas con tus lecciones para octubre, donde nos encontraremos de nuevo para la boda de Neil y Elaina, porque estaré mirándote Brynne —retó Dillon, con un guiño en mi dirección.

—Oh, ¿vas a estar allí? —Le pregunté. —Estaré. —Dio un lento asentimiento—. Neil y yo nos conocimos en nuestros días de escuela. Al hermano de Elaina, Ian, también. Grandes amigos míos. —Dillon miró sobre su hombro en dirección a su mesa—. Mi invitada está aquí, así que debería irme y dejarlos a ustedes dos en paz. Fue encantador conocerte finalmente, Brynne. —Bajó su cabeza hacia mí—. Y tú, Blackstone, lo has hecho muy bien, bastardo con suerte. —Sacudió la cabeza con una sonrisa malvada. —Astuto como siempre, Carrington. Gracias otra vez por el vino, nos veremos en Escocia muy pronto. Dillon nos dio un gesto de despedida y volvió a su mesa, su aspecto llamativo atrayendo la atención de otros clientes en el restaurante mientras él saludaba a su cita, una exótica morena de largas piernas con obvias mejoras de silicona, mirándonos intensamente, probablemente molesta porque habíamos monopolizado a su novio. —Parece agradable —dije—. Es muy famoso ¿verdad? —Ah, sí, ligeramente. Te ofrecieron lecciones de conducir por parte de un Campeón de Fórmula Uno, cariño. —Guau. Él es legendario. Sabía que lo había visto antes, solo que no caí en cuenta que había sido en la televisión, en los deportes. —Miré hacia la mesa de Dillon—. No creo que a su novia le gustara que hablara con nosotros, sin embargo, porque nos está enviando una vibras muy toxicas. —No creo que ésa sea su novia. —El sarcasmo en el comentario de Ethan fue imposible de perder. —¿Por qué dices eso? —Nena… —La mirada censurada que me dio, habló en voz alta—. Puedo decirlo porque conozco al tipo. Dillon Carrington no tiene novias. Tiene citas. —Ethan asintió hacía la mesa de Dillon—. Y ésa es su cita. —¿Cómo es que tú sabes eso, exactamente? —Insistí.

—Porque yo solía ser así... —Se removió en su asiento y parecía que deseaba haberse mordido la lengua—. Oh, olvídalo. Realmente no quiero hablar sobre la vida social de Carrington en mi luna de miel. —Yo tampoco —dije. Y realmente no necesitaba saber nada más, porque estaba segura de que Ethan sabía exactamente de lo que estaba hablando, porque había dejado escapar la razón. Después de todo, él solía ser como Dillon Carrington antes de encontrarme.

Traducido SOS por alilamere Corregido por Key

—Por mucho que amaría quedarme nadando contigo, deberíamos entrar y prepararnos para la fiesta. Tengo que lavarme el cabello. Gemí en protesta con mucho desagrado, esperando que funcionara. —No esa jodida cosa, por favor. —Ethan, vamos, sabes que tenemos que ir. Yo tengo que estar allá. Marco dijo que éramos sus invitados de honor, y espera que estemos allí, específicamente nosotros. ¿Qué tan grosero puede verse si no aparecemos? Puse sus piernas alrededor de mi cadera y la sostuve contra mí mientras andaba por la brillante agua de nuestra pequeña playa. Tal vez la negación seria más efectiva ya que ella no iba a escuchar mis quejas. —Te voy a mantener aquí afuera, en este hermoso mar conmigo para siempre. —Mordí la punta de su oreja y le di un golpecito a su lóbulo con mi lengua, probando la mezcla de su piel y la sal del agua. —Para siempre, ¿eh? —Respondió, dándome acceso a su cuello al inclinar su cabeza a un lado. —Así es. —Aproveché su oferta y succioné su hermoso cuello, la marca que hice en nuestra noche de bodas ahora era solo un ligero rubor. Con sus manos agarrando mis hombros y sus largas piernas alrededor de mi cadera, la tenía exactamente donde la quería. Ahora, solo si pudiera sacar de su cabeza la jodida fiesta de cócteles a la que estaba exigiendo que asistiéramos, mi futuro cercano sería perfectamente arreglado. Flotando en el océano y absorbiendo el

sol con mi dulce chica en mis brazos—. Sip. Aquí contigo para siempre, no en una puñetera fiesta arrastrándome con idiotas. Ella suspiró pesadamente, más como si estuviera totalmente llena de mí, pero descansó su frente contra la mía, y la sacudió de lado a lado. —¿Qué voy a hacer contigo, Blackstone? —Tengo algunas buenas ideas si tú realmente te quedaste sin ellas. — Apreté las dos mitades de su delicioso culo y la presioné contra mi polla. —¿Así que, sexo a cambio de llevarme a la fiesta? —Movió sus caderas hacia arriba y abajo, empujando contra mi longitud bajo el agua, dándome una erección instantánea, y me dirigí hacia la orilla. Ya había hecho este coger y cargar desde la playa hasta la casa un par de veces desde que habíamos llegado aquí. Siempre terminaba de la misma manera. Sexo volcánico. Jodidamente extraordinario. El premio final en la intimidad con la persona que amaba, llevándome al nirvana4 con ella. Un lugar que solo había encontrado con Brynne. Con ella agarrada a mi cuello y acariciándola mientras nos llevaba a nuestra villa, estaba bastante seguro de que no tendría que preocuparme por esa estúpida fiesta en unos minutos más.

—¿Eso es lo que vas a usar para la fiesta? Mi pregunta me hizo ganar un ceño fruncido, y una espalda rígida se volvió hacia mí con un movimiento de su sedoso cabello. Demasiado para la agradable cogida después-de-nadar de hace dos horas. Bien podría haber sido hace dos años, porque justo entonces estábamos alistándonos para ir a la puñetera fiesta de cócteles de Carveletti en la ciudad. —¿Por qué, Ethan, estás diciéndome que no me veo bien con este vestido? —Su tono frío, mientras se aplicaba sombra de ojos en el espejo del baño.

4

Nirvana: Es un estado absoluto de bienaventuranza y felicidad suprema.

—Luces mucho mejor que bien, y esa es la parte que me preocupa. — Brynne estaba sexy y fuera-de-los-limites todo el tiempo, pero ese pequeño vestido negro iba a matarme esta noche. Énfasis en pequeño. Era una creación sedosa similar a una túnica amarilla y azul, con una impresión del Partenón5 en ella. Esa parte estaba bien. Era la corta longitud de la cosa, exhibiendo sus largas y bronceadas piernas de una manera que cualquier hombre que la viera tendría un pensamiento… y solo uno. Como amaría tener esas piernas envueltas alrededor de mi polla. —Te preocupas demasiado. Es solo un vestido babydoll de verano. Estamos de vacaciones en la playa, por el amor de Dios. Estoy vestida para la ocasión. ¿Un vestido babydoll? Jodido infierno y condena. Estaba seguro de que esta noche envejecería permanentemente. Por unas cuantas razones. Una era la casualidad de tener una esposa hermosa que atraía la atención cada vez que estábamos en público, sin importar cuán apagado estuviera su ánimo. Otro era el destino, y la multitud con la que estaríamos mezclados esta noche. No podía pretender estar feliz sobre eso, pero sabía que estaba en minoría y debilitado cuando se trataba del modelaje de Brynne. Me imaginé lo que podría decir a la gente que conociera en la maldita fiesta, mientras me sentaba en la cama y metía lo pies bruscamente en mis zapatos. Hola, soy Ethan Blackstone, encantado de conocerlo. Mi esposa es una de las modelos de Carveletti. ¿No es encantadora sin su ropa puesta? Estupendos senos, lo sé. Oh, confié en mí, lo sé. *Guiña* ¿Qué foto de ella prefiere? ¿La de sus senos o ésta donde realmente puedes ver la curva de su sexy trasero? Arrastré la mano sobre mi barba en señal de frustración. Simplemente absorber el contenido de mi encuentro social imaginado era un poco más de lo que podía soportar, así que traté de distraerme pensando en esta tarde de nado con ella, en su lugar. No ayudó mucho… Carvaletti, uno de sus amigos fotógrafos, nos había invitado a su casa, que había resultado estar en Porto Santo Stefano. Jodida y maravillosa suerte. Brynne estaba decidida a llevarnos allí, así que supongo que me perderé una malditamente buena noche disfrutando con mi chica debajo de las estrellas.

5

Partenón: Templo dórico ubicado en Grecia.

Fui sacado de mis pensamientos por su mano fría en mi cuello y una expresión preocupada en su hermoso rostro. ¿No sería maravilloso si pudiera besarla sin sentido hasta que se olvidara sobre ir a esa fiesta? —Por favor, no dejes que esta fiesta arruine nuestra noche. Es solo gente de la industria a la que se le ocurrió organizar una reunión mientras estamos aquí. —La mirada suplicante que me dio tiró de mí, haciéndome sentir culpable por no apoyarla con su trabajo. —Lo siento, nena. Estoy tratando de apoyarte aquí, pero me temo que soy muy malo en eso. Me enfurezco cuando otros hombres se fijan en ti. Quiero matar primero y preguntar después cuando veo cómo te observan. —Sacudí la cabeza hacia su vestido “babydoll”—. Y contigo usando eso, sé que estoy bien y verdaderamente jodido para una noche de tortura. —Muchos de mis fotógrafos son gays, Ethan. —Pude sentir que en sus pensamientos internos me llamaba idiota posesivo, a pesar de que sabía que llegaba a ese punto todavía. No todavía… pero suponía que la presionaría a hacerlo si seguía con eso. —¿Sin embargo Carveletti no lo es, o sí? Ella suspiró pesadamente y presionó sus labios en mi cabello. La alcancé y la puse en mi regazo, enterrando mi cara en su cuello. —No tenemos que quedarnos demasiado, Ethan. Solo lo suficiente para parecer educados y saludar a todos. —¿Lo prometes? —Sabía que estaba actuando como un idiota, pero por lo menos estaba siendo honesto acerca de lo que sentía—. No te comparto con los demás del todo bien, y no me voy a disculpar por eso —murmuré en su oído. —Lo prometo, dulce esposo. —Me ofreció sus labios—. Solo dame una palabra clave cuando estés listo y nos iremos. —¿Ves? Tú vas y me dices algo como eso, y me haces sentir como un bruto insensible. —Metí un rizo suelto detrás de su oreja—. Eres tan hermosa, y no únicamente en el exterior. —Puse mis dedos sobre su corazón—. Aquí eres hermosa. Su expresión se suavizó.

—Te amo demasiado, Ethan, incluso cuando estás siendo un bruto insensible. —Me condujo hacia sus labios con una mano debajo de mi barbilla. —Lo sé… y cuento mis bendiciones cada día que lo haces. —¿Así que, cuál es tu palabra clave? Lo pensé por un momento y vino a mí en un destello brillante. —Simba. Se rió y sacudió la cabeza despacio hacia mí. —Entonces, es Simba.

—Bella,

luces

maravillosa,

el

brillo

en

tus

mejillas,

todo,

es

completamente perfecto. —Marco, me besó en las dos mejillas como de costumbre, luego me sostuvo en un abrazo—. Hermoso vestido. Puedo ver que el matrimonio y la maternidad armonizan contigo, querida. Pude sentir la mano de Ethan en mi espalda, suave y relajada ante mi amistad con Marco, un encuentro apropiado. Tal vez perdió su paranoia de que Marcos trataría de tener algo conmigo cada vez que me fotografiara. Ethan no entendía que Marco no era de esos. Él era un fotógrafo profesional haciendo un trabajo conmigo, y nada más. Bueno, nada más que un trabajo y amistad platónica. Siempre había sido amable conmigo, y me gustaba trabajar mucho con Marco Carvaletti. Esperaba que Ethan pudiera ver eso, esta noche, mientras interactuábamos. —Lo hace, Marco, y creo que no podría ser más feliz. —Me incliné hacia Ethan, alentándolo a que hablara. —Sr. Carvaletti, gracias por la invitación. Hemos estado esperando por esto todo el día. —Mintió Ethan con fluidez, ofreciendo su mano, jugando el rol del caballero social a la perfección, con lo cual era muy hábil. Supongo que lo hizo por su amor hacia mí. Sabía que él no quería estar aquí más de lo que me

quería modelando. Gesticulé un gracias, solamente visible para él. Me besó en el cuello y susurró en mi oído—: No te olvides de Simba, nena. —Luego se fue a conseguir bebidas para nosotros. Marcos me dio un tour por su elegante villa resort del siglo XVII mientras que yo quedé maravillada con todo el arte. Él tenía un cuarto completo dispuesto como galería de sus fotografías. Había un par mías allí. Una donde estaba en una silla formal con una rodilla subida, estratégicamente colocada, mi expresión lejana y pensativa. La otra pose era una recreación vintage de una chica Ziegfeld Follies con una boa de plumas y algunas zapatillas de satén. Era uno de los primeros retratos para los que había posado y realmente pensé que estaba muy bien organizado. —Es una hermosa pieza, bella. Supe cuando hicimos esas series, que tenías un don. —Marco se paró detrás de mí, admirando la imagen que había creado conmigo como tema. —Estaba tan nerviosa al posar, pero me hiciste reír cuando me dijiste que imaginara a Iggy Pop en un vestido. —Me encogí de hombros—. Eso rompió el hielo y después de eso estuve bien. —Eso funciona para mí todo el tiempo, bella. —Bueno, Iggy Pop en un vestido es divertido, así que buen trabajo, Marco. —Reímos juntos e hicimos nuestro camino de vuelta al salón principal. ¿Dónde estaba Ethan con mi bebida? Escaneé la sala buscándolo, pero no vi su alta forma entre la multitud en ningún lugar. Y necesitaba agua. —Él está hablando con Carolina y Rogelio, mis amigos —dijo Marco, comprendiendo correctamente mis problemas para encontrar a Ethan—. Creo que han descubierto que ya se eran familiares. ¿En serio? ¿Ethan conocía gente en esta fiesta? Supuse que no era tan malo como él había dicho que sería. No podía esperar por echarle en cara sus quejidos por venir aquí. —Oh, eso es genial. Los iré a conocer. Pero primero, necesito algo de agua. Estoy realmente sedienta después de pasar demasiado tiempo nadando en el mar hoy. Debe ser por toda la sal.

—Ven conmigo, bella, cuidaré de ti.

Una hora después estaba preparada para dejar este puesto de tacos. Desafortunadamente, era la única que me sentía de esa manera. Ethan y su vieja amiga, Carolina, se sentaron lado a lado en un sofá riendo y hablando de las elecciones Italianas y todo en medio; desde las mejores pistas de esquí en los Alpes Italianos hasta los zapatos Ferragamo. Se veían como si estuvieran teniendo un gran tiempo juntos. Yo, por otro lado, estaba atrapada esquivando las miradas inapropiadas que venían de Rogelio, quien aparentemente no se rendía al tratar de conseguir una buena vista de lo que había debajo de mi vestido. Él no estaba con Carolina como había asumido, tampoco. Rogelio estaba con otra mujer llamada Paola, una modelo Italiana que había visto en fotos, pero que no había conocido antes de esta noche. Ella me miraba fijamente también, casi tanto como Rogelio, pero por diferentes razones. Rogelio era solo un cretino, pero Paola me veía como una amenaza. Ella no tenía que preocuparse por mí, sin embargo; estaba segura de no estar interesada en lo que estuviera haciendo: prácticamente despatarrándose sobre Rogelio, dejando que la manoseara. ¿Iban a empezar a follar en frente de todo el mundo? ¿Ese cretino lujurioso y la zorra exhibicionista son con los que tengo que conversar? No era justo. Ethan era ajeno ante eso. Me moví en el asiento y jugueteé con el dobladillo de mi vestido. Deseando que fuera más largo para cubrir más de mis piernas. Quería ir a casa y arrastrarme dentro de la cama, pero Ethan no había entendido mis insinuaciones sutiles cuando había frotado su pierna o apretado su mano. Él solo se mantenía flotando alrededor como si pudiera hacer esto por horas. ¿Qué demonios le había pasado? Usualmente no era hablador, pero por todas las intenciones y propósitos que tenía seguramente esta noche sí lo era, en esta fiesta, a la que me había rogado que no lo arrastrase. No se me escapó que Carolina era una mujer hermosa, tampoco. Elegante, y esbelta, es esa forma Europea que intimidaba como el infierno a mis curvas de embarazada, las cuales solo crecerían más, y se pondrían más curvadas en los meses siguientes. Acaricié la pierna de Ethan.

Se volvió hacia mí y sonrió, cubriendo mis manos con las suyas. Y volvió a su conversación con Carolina, descartándome con una cepillada afectiva de su pulgar sobre mi mano. Un camarero trajo una bandeja con helado y no pude resistirme a tomar uno, mientras que todo el mundo lo rechazó. El rico helado de chocolate congelado sabía como el paraíso. Por fin pude disfrutar algo aquí, mientras que el resto apestaba. Paola chasqueó hacia mí. —Demasiadas calorías en el helado. Yo nunca me lo permito. Bueno, de seguro te permites ser una gran perra, Paola. —¿En serio? Yo lo hago. En realidad, mi doctor en Londres me dijo que empezara a ingerirlo. Entre más calorías pueda ingerir, mejor. Será más saludable para mi bebé si gano algo de peso. —Sonreí cálidamente y metí otra cucharada llena de helado en mi boca. ¡Pon eso en tu pipa y fúmalo, estúpida vaca! Ella entrecerró sus ojos hacia mí. —¿Estás embarazada? Froté sobre mi vientre, que debido a la forma de mi vestido, era casi invisible. —Sip. Y casada. —Levanté mi mano y mostré mi anillo—. Soy muy afortunada; a veces pienso que debí haberme ganado la lotería de la vida. —Me apoyé en el brazo de Ethan con una caricia afectuosa de mi mejilla. Sentí más que una pequeña satisfacción cuando puso los ojos en blanco hacia mí y resopló al irse a conseguir una bebida. Rogelio simplemente rió disimuladamente de manera silenciosa y ajustó su erección, ahora que eso estaba a la vista. Ugh. Sáquenme de este maldito lugar. Ethan estaba tan sumergido en lo que estaba diciendo, la mirada en su rostro era vacía cuando lo interrumpí y dije: —Simba llamó y dijo que es una emergencia. —¿Qué? —Preguntó, parpadeando.

Endurecí mi expresión e intenté de nuevo. —Simba necesita que vayamos a casa. —¿Lo necesita? —Él dijo ahora, Ethan.

Ethan nos condujo a casa mientras yo hacía en puchero en el asiento. —¿No te estás sintiendo bien, cierto? —Preguntó después de largos minutos de silencio. —¿Qué te ha hecho pensar eso? —Miré por la ventana, a las bonitas luces en jarrones fuera de las casas. Era una decoración local que habíamos descubierto en nuestro viaje aquí. Deseando cosas en las jarras. Ponías tus deseos en pequeñas tiras de papel que ardían por la vela dentro de la jarra. Mientras las palabras eran consumidas por el fuego, tu deseo era mostrado en el mundo espiritual para tal vez ser cumplido. Deseo nunca haber ido a esa fiesta. —Bueno, no parecías estar en modo social allí. —Bueno, tú seguro lo estabas. —Crucé mis brazos y lo miré. —¿Qué? Solamente estaba teniendo una conversación con una vieja amiga. Gracias a Dios que había alguien con quien pude hablar, o hubiera enloquecido. Recordemos que no quería ir a esa jodida fiesta en primer lugar, Brynne. Solo se convirtió en algo más bueno de lo que imaginaba. —¿Cómo conociste a Carolina? —Odiaba ese sentimiento de inseguridad preguntándole sobre ella. No quería saber si habían sido más que “amigos”, pero tenía que ser consciente de esa fuerte posibilidad. —Nos conocimos cuando estaba en un importante trabajo para Italian PM hace años. Ella es una asesora cultural para el gobierno —lo dijo un poco demasiado rápido, como si estuviera listo para decirlo cuando yo lo preguntara. Sentí cierta evasión de su parte. La forma en la que estaba actuando me recordó esa noche en la Gala Mallerton cuando la rubia “él sale con alguien solo una vez” estaba compitiendo por su atención.

Mi corazón dio un pequeño salto y sentí celos ante el pensamiento de Ethan y Carolina estando juntos en algún punto del pasado. Se la había follado. Lo sabía. —Oh… —No podía pensar en una mejor respuesta. Solo quería ir a la cama y alejar los desagradables pensamientos de mi mente. No esperé a que Ethan viniera y abriera mi puerta cuando llegamos a la villa. Solamente salí y me dirigí hacia los escalones. No fui más lejos cuando unos brazos fuertes me agarraron por detrás, presionándome contra su plano y duro cuerpo. —¿Adónde crees que vas? —Él acarició mi cuello y presionó sus pulgares contra mis clavículas seductivamente. Mi cuerpo respondió inmediatamente, mis pezones de endurecieron y convirtieron en picos que me dieron la ahora familiar picada de dolor cuando sucedió. —A la cama, Ethan. —Sabía que había notado que estaba poniendo mala cara. No me importó. No podía evitar la forma en la que me sentía: celosa, insegura, y más que un poco herida. —No aún, mi bella. —Besó detrás de mi oreja, el sonido áspero del deseo evidente en su tono—. Fui a tu fiesta y me comporte bien, y ahora tendré la cita que quería contigo en la playa en primer lugar. Mi rigidez se derritió con sus palabras, y giré para darle la cara, metiendo mi rostro en su cuello, respirando su aroma de especias y colonia que me habían capturado desde el primer día. —Fue una fiesta desagradable —murmuré—. La odié. Acarició mi cabello y besó la parte superior de mi cabeza. —Lo puedo notar, pero puedo mejorarlo ahora —prometió—. Olvídate de la pretenciosa fiesta y ven conmigo. —Así que, ¿no querías quedarte más tiempo para hablar con Carolina? Ustedes eran obviamente viejos amigos pasando un buen rato. —Mis palabras rencorosas se me escaparon ates de que pudiera detenerlas. Me dio esa mirada vacía de nuevo e inclinó la cabeza.

—Nena, ¿eso qué significa? Me encogí de hombros. —Tengo el presentimiento de que tú y ella en el pasado… que ustedes dos tuvieron… Sus ojos se abrieron como platos antes de que empezara a reír. —Bien, lo entiendo ahora. Pensaste que Carolina y yo habíamos salido juntos. —Sacudió la cabeza lentamente hacia mí—. No, nena. Éramos solo amigos y colegas. Además, me lleva una década. —Bueno, sigue siendo hermosa. Creo que su edad no le molestaría a ningún hombre. Se rió un poco más. —El hecho es que solo las mujeres lo harían para ella. —Oh… bien, eso es bueno. Quiero decir… entonces eso tiene sentido. Espera, ¿Carolina es lesbiana? ¿A esa hermosa mujer no le interesan los hombres? —Nop. Ella batea para tu equipo, nena. ¿Por qué crees que me senté entre ustedes? No quería que tuviera la oportunidad de estar demasiado cerca de mi hermosa esposa. —Me besó suavemente, dando pequeños mordiscos a mis labios—. No es que esté preocupado de que tú puedas cambiar de equipo, ¿Pero por qué correr riesgos? —Oh, Dios. Como si eso pudiera pasar. —Empujé su pecho y sacudí la cabeza—. Es la cosa más ridícula que he escuchado en mi vida. —¿Acaso no has aprendido que no corro riesgos contigo, querida? No lo hago, y nunca lo haré. —Su mirada era firme. —Supongo que he aprendido un par de cosas esta noche… —Me sentí como una tonta, pero aún así, el hecho de que Ethan me había estado cuidándome en la fiesta en lugar de ignorarme, hacía que mis temores se dispararan—. Una de ellas es que el vestido no fue muy buena elección para llevar a la fiesta. —Levanté la mirada hacia él tímidamente—. Es demasiado corto, y no lo usaré más cuando salgamos.

Él dejo escapar un suspiro de alivio. —Bueno, luces muy bien en él, pero no voy a negar que aprecio tu oferta. —Puso sus manos es mi trasero en un gesto posesivo—. Porque esto es mío — gruñó, mientras se inclinaba por otro beso lento, empujando su lengua dentro de mi boca en un enredo exigente que me mostró que estaba hablando en serio. Yo era suya. Cuando a regañadientes sacó su lengua de mí, me di cuenta de que no había acabado con su explicación. —Pensé que iba a tener que sacar los ojos de Rogelio de sus cuencas en algún momento. Ver a ese chupapollas observarte casi me mató. Tuve que apartar la vista o probablemente él ya estaría ciego ahora… y yo estaría encerrado por eso en una cárcel Italiana. —Se encogió de hombros, no ofreciendo disculpas por lo que sentía. Ethan era un hombre muy honesto. Era algo que admiraba de él, y que amaba. Acababa de aprender una valiosa lección sobre la confianza. —Oh Dios mío, Rogelio era repugnante. Lo odié. —Concuerdo con eso. —Me besó en la nariz—. Ahora dejemos de hablar sobre esa horrible fiesta, y tengamos la cita en la playa que tanto quería contigo. Quítate los zapatos, Sra. Blackstone. Mientras nos quitábamos los zapatos, me di cuenta de que Ethan había disfrutado cada momento de mi incomodidad. La titilante diversión en sus ojos azules me lo dijeron. No podía negar que la orientación sexual de Carolina me dio alivio, pero no era lo suficientemente tonta como para pensar que no me encontraría con una de las ex amantes de Ethan en el futuro. Pasaría, y yo tendría que lidiar con eso cuando sucediera. —¿Qué estamos haciendo en la playa? —Pregunté, mientras él me conducía sobre la fría arena bajo mis pies. —Teniendo nuestra cita. Confía en mí, nena. Esto es algo que había estado planeando para nosotros. —Apuesto a que sí. Estoy consciente de que cuando dices cita te refieres a sexo…

Mis palabras se perdieron cuando dimos un giro en el camino de la playa y llegamos a la orilla. Las olas lamían la arena con los relajantes sonidos del agua moviéndose contra la tierra. Una luna plateada se elevaba sobre el agua, pero lo realmente hermoso era la gran cantidad de jarras de vidrio iluminadas con velas establecidas sobre la suave arena de la playa. Lo que parecían cientos de parpadeos a la distancia alrededor de una pila de mantas y almohadas. En un lado había un cubo con hielo y bebidas y lo que parecían ser pequeños postres y fruta fresca en una bandeja. —Es hermoso, Ethan. —Apenas pude hablar al darme cuenta de lo que había hecho—. ¿Cómo hiciste… esto? Nos condujo hasta las mantas y atrajo para sentarme a su lado. —Fue mi idea —empezó—, pero necesité algo de ayuda para ponerlo todo. Franco lo organizó mientras estábamos en la fiesta. Observé alrededor de nosotros, imaginando si el cuidador de nuestra villa estaba en la oscuridad, esperando por un vistazo. —Sé lo que estás pensando, pero no tienes que preocuparte, nena, Franco no está en los arbustos observándonos, confía en mí. Reí nerviosamente. —Bueno, si Franco está en algún lugar en los arbustos, creo que va a ser espectador de un jodido bueno show. —Ahora eso es lo que me gusta oír. Mi chica aceptando la idea de una cogida caliente en la playa —susurró burlonamente en mi oído, su lengua chasqueando hacia afuera para lamer la punta—. Te gusta mi sorpresa. Mi cuerpo cobró vida instantáneamente, necesitándolo demasiado. Ethan podía ponerme caliente con una simple mirada o un toque. Levantó la mano y trabajó en el nudo desordenado que sostenía mi cabello y lo desató. Se estaba volviendo bueno en desatar mi cabello. Sonreí al verlo encontrar los ganchillos y jalar de ellos, sabiendo cómo iba a coger mi cabello en puñados y utilizarlo para dominarme cuando estuviéramos adentrados en el sexo. —Estás sonriendo —murmuró, mientras seguía trabajando en mi cabello. —Amo verte haciendo cosas simples.

Mi cabello cayó libre. —Esta no es una cosa simple para mí —susurró, pasando los dedos de sus dos manos por la longitud enredada. Su mirada se oscureció mientras se centraba en mis labios—. Lo es todo. Dejó caer sus labios contra los míos, buscando la entrada con su lengua, trazando mi boca abierta con gran cuidado. Con sus dos manos cogió mi cabello y tiró, forzándome a arquearme contra él, a ofrecerme. —Lo eres todo, Brynne —susurró bajo, arrastrando su boca hasta mi garganta, y luego moviéndola más abajo, sobre la seda de mi vestido hacia un pecho. Se concentró en mi pezón y lo encontró con sus dientes, sujetándolo entre las capas de tela y sus dientes. —Oh… Dios. —Gemí ante la aguda mordida de placer. Ya caliente por su tacto mientras me escurría rápidamente. En un momento, él me había trasladado al lugar en el que no quería pensar en nada excepto el viaje sensual al que me estaba llevando. Era tan bueno amándome, tan bueno en todo lo que hacía—. Tú eres mi todo, Ethan. —Mi propia voz sonó jadeante incluso para mis oídos. Sentí sus manos levantando mi vestido, y luego una fresca brisa pasando sobre mi piel cuando él lo pasó sobre mi cabeza. Y estuvo fuera. —Eres mi diosa. Aquí mismo, ahora… de esta manera. —Me acostó sobre las mantas y se cernió sobre mí, sus brazos rectos a los lados, encerrándome, devorándome con ojos hambrientos—. Adónde debo ir primero… —murmuró—. Quiero todo de ti a la vez. No me importaba qué tomara primero. No importaba. Nunca importó. Cualquier cosa que hiciera, yo la quería. Lo necesitaba en ese momento. Moví mis manos hacia los botones de su camisa y empecé a desabotonarlos. Él sonrió perversamente hacia mí. Ethan amaba que lo desvistiera. Amaba verme succionando su polla. Amaba ver su polla penetrándome. Donde fuera.

Empujé su camisa por sus hombros, desistiendo cuando no se movió más porque sus palmas sobre las matas evitaban que pudiera quitarla, y empecé con sus pantalones, frustrándome más cuando solo pude empujarlos debajo de su tenso trasero. —Mi nena está frustrada… dime qué es lo que quieres —ordenó. —Te quiero desnudo para que pueda verte —jadeé, moviendo mis manos dentro de sus bóxers hasta agarrar su polla que estaba dura como una roca. Dura como hueso y envuelta en piel aterciopelada, quería esa perfecta parte de su cuerpo en mi boca donde podría succionarla y acariciarla hasta que él se viniera abajo por lo que le había hecho—. Quiero tu polla. Te quiero a ti. —Jodido infierno —gimió, sus ojos con una salvaje necesidad mientras su cuerpo se sacudía, se deshizo de la camisa violentamente, y pateó los pantalones y los bóxers en un giro agresivo que lo dejó respirando hacia mí con una mirada de cruda y furiosa posesión—. Te amo demasiado. Ethan empujó hacia arriba mi sostén y cogió ambos senos en sus manos, inclinándose para chupar la punta de los picos, enviando un camino de calor fundido directo hacia mi centro. Estaba completamente lista para su polla, pero sabía que aún no la conseguiría, sin importar cuánto rogara. Ethan se hizo cargo del ritmo. Arqueando mi espalda con sus manos, encontró el cierre de mi sostén, abriéndolo fácilmente, antes de arrojarlo a algún lugar de la playa. Él gruño de placer cuando volvió a mis pechos, probándolos implacablemente con las puntas de su barba enmarcando la lengua más suave que sabía exactamente cómo chupar y lamer, llevándome a una frenética y desesperada necesidad. Sus manos se enredaron en el vestido de baño blanco que usaba debajo de mi vestido y encontró mi sexo con un toque demandante. —Todo mío —dijo ásperamente, empujando un largo y grueso dedo en mi interior. Me arqueé en su mano y grité cuando dobló su dedo para encontrar mi punto dulce, cerrando la brecha entre el placer y el orgasmo que me había hecho desear desesperadamente. Él me hizo todo esto en pocos segundos.

—Ethan, por favor —supliqué. Su respuesta fue deslizar su pulgar sobre mi clítoris mientras trabajaba con su dedo mi pasaje hacia un orgasmo cegador. Uno que me dejó estremeciéndome y temblando debajo de él, jadeando por aire. —No mires hacia otro lugar. Quiero tus ojos en mí después de que te hice venir. —Rechinó los dientes—. Quiero ver tus ojos emitiendo fuego y tus piernas sacudiéndose cuando entre en ti, haciéndote gritar mi nombre. —Sus dedos me acariciaron suavemente ahora, trayéndome del placer torrencial, totalmente cautivada por su necesidad de poseerme. —Quiero hacer que te vengas. —Jadeé hacia él, tomando su polla en mi mano y acariciando arriba y abajo la cubierta aterciopelada, amando el fuerte siseo que emitió cuando hice contacto. —Lo harás —prometió oscuramente. Mi parte inferior fue bajada por mis piernas y un beso fue reverentemente plantado en mi montículo. A menudo era la última cosa gentil que hacía antes de que las cosas se pusieran sucias y perversas. Casi como una afirmación final para hacerme saber que me amaba, y para no olvidarlo cuando las cosas se pusieran salvajes. Mi dios del sexo rabioso tenía una consciencia preocupante, había aprendido. Eso solo me hacía amarlo más, cuando mostraba su cuidado hacia mí. Él no tenía que preocuparse, sin embargo. Lo aceptaba malvado o gentil… o como fuera. Ethan me giró sobre mi costado y puso su cuerpo opuesto al mío, alineándonos de tal manera que podía tener su polla en mi boca y su boca podía tenerme. Levantó mi pierna y se tomó su tiempo besando el interior de mi muslo, probando lentamente mi sexo como si fuera un manjar que quería saborear. Tomé su gruesa longitud en mi mano y lo acaricié, añadiendo un pequeño giro en la punta, sabiendo cómo lo volvía loco. Gimió contra mi sexo cuando lo llevé a mi boca y la cerré alrededor de la amplia cima de su polla. Lo atraje hondo y deslicé mi mano en tándem para tomar el ritmo que sabía que amaba. Chupar… giro… acariciar… deslizar.

Lo llevé conmigo, disfrutando la tensión en sus muslos y abdomen, los sonidos y palabras que salían de su boca, amortiguados por sus labios presionados entre mis piernas, construyéndome hasta que alcancé un pico donde todo se convirtió en un remolino de sexo y placer imposible de describir con palabras. Los dos nos perdimos en un hermoso frenesí de camino a encontrar nuestra cima juntos. —Tan bueno… oh mierda, esto es tan bueno. Chupas mi polla… tan bien, nena… —Los jadeantes gemidos de Ethan me sacaron de mi propio remolino de placer, lo suficiente como para mover mi cuerpo. Amo chupar tu hermosa polla. Me revolví alrededor y me arrodillé entre sus piernas, tomando su dura carne, en largas chupadas que llegaron a chocar contra la parte posterior de mi garanta. Cogí sus bolas en mi otra mano y las apreté, sintiéndolas tensarse, preparándose para darme lo que quería de él. —Mierda, mierda, mierda…voy a venirme en tu boca. Brynne... —se atragantó, sacudiendo sus caderas en cortos balanceos, follando mi boca. Sus manos agarraron mi cabello en puñados, sosteniéndome contra su polla… mientras vaciaba su esencia masculina caliente por mi garganta. En ese instante final, mientras esperaba por él, porque así era como Ethan lo necesitaba de mí; dijo mi nombre en un desesperado grito para que lo mirara. Levanté mis ojos y encontré el azul de los suyos empezando a bajar sobre mí, hechos trizas en una ardiente brillantez, llenos de amor… por mí. —Te… amo —me dijo en un rugido, que sólo podía ser descrito completamente como un éxtasis agónico. Lo supe porque eso era exactamente lo que él me hacía. Horas después, y más orgasmos de los que creí posibles, estaba recostada entre los fuertes brazos de mi hombre con el suave sonido del mar contra la arena, y el parpadeo de las velas en las jarras iluminando la noche a nuestro alrededor, con un suave resplandor. Tenía más felicidad y amor del que había experimentado en toda mi vida, y ahora entendía lo afortunada que era de tener ese amor.

¿Cómo podía alguna vez vivir sin él ahora? ¿Qué me sucedería si alguna vez lo perdía? ¿Podría sobrevivir a algo como eso? Ethan me había cambiado para siempre y no habría mal tono de esa campana. Nunca. Cerré mis ojos y me concentré en donde estaba ahora. En nuestra propia cama-del-amor al lado de la playa, con Ethan abrazándome por detrás, sus manos acunando mi vientre mientras dormía. Sosteniéndonos contra su corazón, protegiéndonos… amándonos. Una cosa hermosa… Estaba casi asustada de creer que eso me había pasado a mí.

Traducido por Nanami27 Corregido por Pily

OTOÑO ¿El viento frío te mordió, le diste cara al miedo? ¿Cuándo las hojas giran en Octubre y se azotan alrededor de tu cola? ¿Te sacudió la ráfaga, te estremeció la ventisca? Jethro Tull ~ Veleta

Traducido por alilamere Corregido por Lexie

30 de Setiembre Somerset Mientras la madre caía muerta en la calle, el niño lloraba sobre el cuerpo que habían dejado abandonado en la tierra. Las horas se arrastraban tan despacio mientras el sol se elevaba. Se volvió más y más difícil para mí sacarlo de sintonía. Los lamentos pasaron por mis oídos directamente hacia mi jodido corazón. Ese niño era yo. Estuve en donde él estuvo. No pude quedarme oyéndolo por otro maldito segundo. Así que me abalancé para agarrarlo. Una decisión de la que no pude retractarme, porque lo que hice fue su sentencia de muerte. Él nunca tuvo una oportunidad. Ninguna. Ellos lo usaron como un señuelo para atraerme. No podía retractarme de lo que hice… Desperté jadeando por aire. Como una película en cámara lenta, entonces se adelantó rápidamente, desafiando a la lógica, pero tomando un sentido aceptable por dónde había estado en mi sueño. En un momento estaba siendo aplastado por el peso de la oscuridad y desesperación, y luego en una fracción de segundo, empujado al exterior cara a cara con la cegadora luz de la libertad. Maldición, odiaba eso. Los sueños jodían mi cabeza. Yo estaba jodido por ellos.

Estaba durmiendo en la misma cama que mi esposa embarazada. Esta era la parte que más temía. El momento cuando tenía que quedarme allí, demasiado asustado para mirarla y ver si estaba pacíficamente dormida... perturbadamente despierta. ¿Me había atrapado esta vez? ¿O me había deslizado por la red de nuevo? Me atreví a mirar. Girando mis ojos hacia ella sin mover demasiado mi cabeza, asustado de causar algún movimiento —lo que era absurdo porque la gente se movía siempre mientras dormía— con la esperanza de que ella no hubiera visto, escuchado… que no lo supiera. Dormida en su lado dándome la espalda. ¡Jesús bendito, gracias! Mi chica dormía más profundamente ahora que estaba embarazada, y yo deseé profundamente no poder decir lo mismo. Tratar de racionalizar los motivos de mis pesadillas, intentar averiguar por qué se habían desencadenado de repente después de haber estado enterradas por años, no era imposible de resolver. Brynne era la razón. Encontrarla, enamorarme de ella, había activado cada instinto posesivo dentro de mí. Ella me había hecho cambiar, eso era. Había estado determinado a tenerla, sí, pero fue Brynne amándome también, poniéndome en una posición donde estuve preocupado por primera vez, fue ella ofreciéndome consuelo lo que la había hecho tan diferente. Antes de Brynne, podía simplemente enterrar lo malo y horrible, desconectarme a mí mismo de lo que me había sucedido, y no permitiéndome sentir. Estaba desconectado, distante, sin emociones. Ahora no. Ahora que tenía un flashback, la secuencia de eventos era incluso más desquiciada de lo usual. En mi cabeza, el pasado y el presente se mezclaban juntos en un confuso racimo de porquería que se agitaba alrededor de mi subconsciente, pero no estaba para nada cerca de la realidad. Mierda que había pasado, mezclada con lo que podría haber pasado, pero no lo había hecho. Y luego estaba el jodido futuro… Ese bastardo seria la muerte para mí, estaba seguro.

Había un montón de mierda por la que preocuparse en el futuro. Estar enamorado de alguien lo cambia todo. Aprendí esto, después de los hechos, por supuesto, porque rápidamente te das cuenta que no habías tenido nunca algo de lo que preocuparte, antes de que tuvieras a alguien que perder. ¿Una vez que lo tenías? Noticia de último momento, hijo de puta. Podías perderlos. Y de muchas más maneras que solo una, también. Tienes un montón de malditas cosas por las que preocuparte. Como si fueras o no a ser capaz de respirar otro día si algún lunático toma a la única persona en la tierra sin la que no puedes vivir. Brynne era esa persona para mí. La necesitaba para vivir. Y gracias a Dios, estaba durmiendo ahora mismo, sin ser molestada por mis incoherencias y segura en la cama conmigo. Respiré profundamente y me dije a mi mismo que podía hacer esto. Estaba mejorando en separar el pasado del miedo a lo desconocido en el camino hacia el futuro. Así que me concentré en su confortable aroma y me deslicé para acurrucarme a su cuerpo, poniendo mi rostro al lado de su cabello en la almohada, donde podía respirar el embriagador olor floral y cítrico que parecía único en ella. Dejé que mi mano descansara en su vientre, que había crecido más desde nuestra luna de miel, pero no lucia tan grande para mí. Solo un montículo curvado donde ella solía ser plana. Dieciséis semanas y ahora teníamos una linda patata de acuerdo con ElVientre.com, el cual estaba marcado en “favoritos” en todos mis dispositivos. Me gustaba saber qué esperar. Brynne no quería saber el sexo de nuestro bebé. Y de todas formas no lo podíamos saber aún porque era demasiado pronto para decirlo, pero me impresionó con su habilidad de esperar por algo por lo que la mayoría de la gente rogaría por saber, si la información estaba disponible. Dijo que quería ser sorprendida. Tenía que respetar eso. Además, si yo lo supiera, indudablemente lo jodería y arruinaría la sorpresa, de cualquier modo, y luego estaría en serios

problemas. Era mejor si los dos estábamos en la oscuridad acerca de si teníamos a un Thomas o una Laurel viniendo. Cualquiera sería perfecto. Empecé a quedarme dormido de nuevo, despacio y dulcemente pacifico con su suavidad contra mí, cuando se revolvía. Su respiración se agitó y su cuerpo se tensó. Ella tocó su abdomen y encontró mi mano ya ahí. —¿Ethan? Su voz sonó agitada, casi asustada, y en un tono extrañamente apagado me dijo que había estado durmiendo y soñando. —Shh… Justo aquí a tu lado, nena. —Gentilmente froté lentos círculos sobre su camisón, y acaricié con mi nariz la parte trasera de su cuello y a través de su cabello hasta que se tranquilizó de cualquier cosa que hubiera estado soñando que la haya perturbado. Cerré mis ojos, finalmente listo para dormir, cuando ella habló de nuevo, ésta vez, tan claramente como una campana… —Siempre estaré aquí para ti, Ethan. Mis ojos se abrieron de golpe. Quedé anonadado con su revelación, no por lo que había dicho, sino por el hecho de que incluso cuando dormía, incluso en sus sueños donde la conciencia es confusa, mi chica estaba ahí para amarme, para mostrarme su afecto y preocupación por mí todo el tiempo. Estábamos tan profundamente conectados. No importa lo que el destino tenía guardado para mí, jamás podría dejarla ir.

Esta casa era realmente grande. Demasiado grande para nuestras necesidades, decidí. Esto fue confirmado por el tamaño del moderno garaje en

el que estaba parqueando mi auto ahora. Seguía teniendo su fachada original, luciendo en el exterior como la casa señorial que había sido construida originalmente hace alrededor de doscientos años. Como si gigantescos coches y carruajes hubieran sido puestos aquí por grupos de caballos y manejados por cocheros. Era un poco extraño para mí, porque siempre había vivido en la ciudad. Nacido y criado. Pero, ya amábamos esta casa, y en mi interior había sabido que éste era el lugar adecuado para que nosotros hiciéramos un hogar. No podríamos vivir aquí todo el tiempo, sin embargo, pero tres o cuatro días a la semana servirían por ahora. Además, no podíamos abandonar Londres completamente porque los negocios estaban allá, y los estudios de Brynne, a los que estaba decidida a regresar una vez que el bebé naciera. El agente inmobiliario había compartido un poco de la historia de la Corte Stonewell con nosotros. Había sido fundada alrededor de 1761, después de varios años de construcción, antes de ser ocupada por un caballero Inglés que quería una casa de campo para pasar los perezosos días de verano en la playa cuando el calor de la ciudad fuera demasiado opresivo. Y el hedor de la ciudad, probablemente. La Londres de los siglos pasados no era tan agradable como lo es en la era moderna, así que tenía sentido cómo se habían construido las mansiones de los grandes países en primer lugar. Era divertido pensar que estábamos haciendo lo mismo que los otros propietarios de hace siglos. Viviendo en Londres y visitando el campo por un descanso. Estábamos teniendo diversión jugando en la casa y eso era todo lo que me importaba. Aún me hacía reír el pensar que se habían referido a esta monstruosidad de piedra como una “casa de campo.” Sacudí la cabeza mientras me dirigía a la parte trasera de la casa para encontrarla. Le di a Robbie estrictas instrucciones de mantenerla ocupada mientras yo estaba en la cautelosa misión de recoger su regalo de cumpleaños. Sí, mi chica cumplía veinticinco años hoy, y tenía una celebración preparada para ella esta tarde. Pasé a través del arco que llevaba a los jardines y la busqué, y allí estaba. Jugando con las flores. Ella no lo llamaría jugar, pero lucía como si estuviera teniendo un buen momento, con guantes de jardinería y pala en mano, plantando una vieja jarra con algunas vides verdes.

Los jardines habían atraído a Brynne desde el primer día que habíamos puesto un pie en la propiedad. Pensé que era interesante, aunque ella había afirmado no saber mucho sobre plantas. Había estado hablando sobre querer aprender desde que vio el jardín de la casa de mis padres en Londres. El lugar donde le había pedido que se casara conmigo. Robbie James, el jardinero que habíamos heredado cuando compramos Stonewell, estaba ayudándola con diferentes

cultivos y plantaciones,

refrescando todo por los años en los que la casa había estado vacía. Estaba feliz de ver que había escogido un montón de flores moradas, las cuales eran sus favoritas. Lo sabía, por supuesto. Le había enviado flores moradas la primera vez… y ella me había dado una segunda oportunidad. Levanté la mirada hacia las nubes y di un silencioso gracias a los ángeles que creían en las segundas oportunidades. Así que Brynne realmente estaba asimilando esta parte de su nueva vida, y eso me alegraba. Si ella quería jugar en la tierra, entonces que lo hiciera. Pero, era estrictamente una observadora en el aspecto laboral mientras tanto. Me aseguré de que Robbie entendiera que no cargara algo que pesara más que una manguera de jardín. Si ella trataba de hacer demasiado, sería mejor que escuchara sobre ello, así podría ponerle un alto. Lo saludé desde el otro lado del césped, haciéndole saber que había regresado y que sus tareas con Brynne habían terminado. Le mostré los pulgares levantados y él saludó de vuelta. El regalo de cumpleaños estaba ordenado y toso estaba listo. Sonreí ante lo que podría decir cuando viera lo que había hecho. Me acerqué por detrás y cubrí sus ojos con mis manos. —Adivina quién. —Llegas tarde, lo sabes. No tendremos absolutamente nada de tiempo para nuestra cita romántica ahora. Mi marido estará de vuelta en cualquier minuto y enloquecerá si te encuentra aquí. Demonios, es rápida con la boca. —Trabajo rápido. Estaré adentro y afuera antes de que se entere de algo.

—Oh, mi Dios. —Giró y puso sus manos en mi pecho, riendo y sacudiendo su cabeza hacia mí—. Tú simplemente no me hiciste esa broma. —¿Qué broma? —Dije, inexpresivo—. Si queremos tener un revolcón rápido antes de que tu marido llegue tendremos que apurarnos. Ella rió y se alejó de mí, haciendo un gran show al quitarse sus guantes de jardinería, disfrutando el jodido juego que estábamos jugando. Su cabello estaba recogido de nuevo, justo como me gustaba que estuviese, así tendría el placer de soltarlo cuando la tuviera en la cama. La tímida y traviesa en su rostro era una clara señal de que estaba tramando algo. Esperé a que hiciera su movimiento, ambos en pie de guerra, a la espera, intrigados y riendo como idiotas. Ella dejó caer sus guantes a mis pies. Mi polla despertó. Sus ojos bajaron seductoramente… y luego giró sobre sus talones y echó a correr a la casa. ¡Sí! Le di dos segundos de ventaja antes de correr detrás de ella. Atraparla iba a ser el jodido paraíso.

Brynne me montó con experiencia, girando sus caderas en un círculo que hizo que las paredes de su coño me apretaran tan duramente que supe que no pasaría mucho tiempo antes de que me viniera. —Oh, Ethan… estás tan duro —dijo sin aliento—, te sientes tan bien. —Tú me pones duro, para que pueda follarte así. —Agarré sus caderas e incliné su espalda ligeramente. Me gustaba vernos follar, nuestros cuerpos colisionando, conectando. Eso me mataba. Pero tenía que hacer que Brynne se viniera primero, antes que nada. —Agarra tus tetas en tus manos para mí.

Y como la perfecta amante que era, acunó uno en cada palma, como ofreciéndomelos, como si fueran una preciada pieza de fruta. Jodidamente perfecta analogía la de aquí. Los senos de Brynne siempre habían sido suculentas obras de arte, pero estaban cambiando por su embarazo. En una muy buena manera. Eran incluso más suculentos ahora. Mientras apretaba los pezones rosados que estaban apretados en el centro de esas voluptuosas bellezas, gritó. Pude ver las claras señales de su placer combinado con un delgado filo de dolor, e hice mi movimiento para traerla el resto del camino. Llevé mis dedos a su clítoris y trabajé en su nudo resbaladizo mientras ella continuaba recibiendo los arponazos de mi hinchada polla. Explosión nuclear inminente. Esperé a que la primera convulsión en su interior que succionara y tirara de mi miembro. Eso era todo lo que tomaría ahora. Que ella se viniera me llevaría a seguirla en cuestión de segundos. Sabía lo que me hacía y siempre era jodidamente magnífico. —Ooooohhh… Me vengo… —canturreó en un hermoso gemido. Tan hermosa en toda su completa y gloriosa desnudez, ella encontró su placer, esos grandes ojos marrones brillando con fuego ámbar hacia mí. —¡Oh sí, oh sí! —Seguí a mi chica por el camino explosivo del placer en el instante en que sus ojos hicieron contacto con los míos, sus estremecimientos internos y el duro agarre succionaron hasta la última gota de esperma de la punta de mi polla. Seguí follando, trabajándola a fondo. Sabía que era burdo de mi parte, pero quería mi semen en ella. Como si de alguna forma pudiera quedarme dentro de suyo sin estarlo realmente. Colapsó sobre mi pecho, los dos agitados, la respiración pesada que se sentía tan bien después de que te venías. La giré y cerré mis ojos. Éramos un desastre de dulzura, semen y su excitación. Un hermoso, sucio, y jodido desastre. —Ése fue el mejor regalo de cumpleaños que una chica podría recibir — susurró—. Pero es mejor que te vayas antes de que mi marido te encuentre aquí Reí y acaricié su mandíbula.

—Estoy feliz de que te gustara. Y tu marido debería vigilarte mejor. —Lo que él debería hacer es mantener un ojo en asegurarse de que esté satisfecha —resopló—. Estar embarazada me hace casi insaciable. —Yo puedo cuidar de ti, nena. Olvídalo. Es un jodido idiota. —Sí, también tienes una polla mucho más grande que la de él. —Joder, mujer, eres un poco energética. —Le hice coquillas hasta que chilló y me pidió que parara. Reímos y nos acostamos de nuevo, disfrutando el momento de cercanía juntos. Esto era pura felicidad para mí. No necesitaba mucha, pero ahora que había experimentado el amor de Brynne, estaría perdido sin él. Amor. Una cosa que jamás había buscado, me había capturado, atrapado completamente… a tal manera que ahora era dependiente de él para mi supervivencia emocional. Respiré en su olor celestial, acariciando sin rumbo arriba y abajo por su espalda, cuando sentí un hormigueo en mi pecho donde ella tenía su mejilla. Pasé mis dedos por el lugar y encontré un charco de cálida humedad. ¿Qué demonios? Levanté mi mano para encontrar mis dedos llenos de sangre Mi corazón simplemente cayó al puto suelo. —¡Oh Dios, Brynne, estás sangrando!

—¿Qué? ¿Lo estoy? —Me erguí para encontrarme con la expresión aterrada de Ethan, con la sangre en su mano suspendida entre nosotros mientras resbalaba por su piel. Llevé la mano a mi nariz, entendiendo rápidamente lo que había sucedido—. Está bien, Ethan. Estoy bien —dije, viendo claramente cómo mi sangrado de nariz lo había enloquecido. —Eso es un montón de puta sangre —ladró—. Llamaré a Fred —dijo, tomando su teléfono de la mesita de noche.

Incliné mi cabeza hacia atrás y apreté el puente de mi nariz. —Es solo una pequeña hemorragia, Ethan. No llames a Freddy por esto, por favor. —Me levante de él y me bajé de la cama. Y no fue fácil mientras trataba de evitar todo el goteo del sangrado. Entré al baño y encontré un paño que usar. Ahora estaría arruinado, pero no tenía opción. Lo sostuve contra mi nariz con una mano y abrí el grifo del agua fría con la otra. Ethan estaba justo detrás de mí, aún asustado con ojos como platos. —Aquí, déjame hacerlo. —Inclinó mi cabeza y me revisó—. Sigue saliendo —dictaminó, su cara pálida. Presioné la prenda de vuelta en mi nariz. —Cariño, esto no es algo por lo que preocuparse. Es solo un sangrado de nariz. No es el primero que he tenido. —¿No lo es? —Gritó—. ¿Cuándo? ¿Cuáles otras veces? —Una expresión enfadada se mostró en su hermoso rostro. Mi dulce hombre bromista de hace unos momentos se había ido. —Tranquilo macho, tienes que relajarte… no son nada serio. Tuve uno ayer mientras estabas en el trabajo. —¡¿Por qué no dijiste algo?! Mierda, Brynne. —Pasó una mano por su cabello despeinado, agarrando la parte de atrás en un puño apretado. —Bien. —Levanté una mano, empezando a molestarme ante su reacción exagerada—. Quiero que respires profundamente, y luego vayas al sitio web y busques por “dieciocho semanas de embarazo”. Con una mirada penetrante, sacudió la cabeza hacia mí, pero retrocedió para buscar su teléfono. Las manchas de sangre en su mano lucían espantosas, mientras entraba al sitio y revisaba la información. Sus ojos se movieron rápidamente mientras leía la sección de “Síntomas del embarazo”. Su cuerpo perdió algo de tensión y se sentó en un lado de la cama. Después de un momento de silencio, lo leyó en voz alta para mí, su voz plana:

—Aumento de la presión en las venas de su nariz podría causar sangrados nasales. —Él estaba claramente enojado—. ¿Estás segura que no es nada de lo que preocuparse? Cuando Ethan levantó la mirada hacia mí, la expresión en su rostro hizo que mi corazón se parara. Estaba triste, molesto, frustrado y preocupado, todo al mismo tiempo. Pobre chico, iba a necesitar tranquilizantes cuando entrara en labor de parto. —Estoy bien, realmente lo estoy. —Me giré hacia el espejo y quité el paño. El sangrado se había detenido. Mi labio y mejilla eran un desastre, pero mi nariz estaba seca ahora. Ethan saltó y vino hacia mí. —Déjame hacerlo. —Sabía que no debía discutir con él. Me quedé quieta para que suavemente limpiara la sangre, mojando el paño y lavando cuidadosamente parte por parte hasta que ya no hubo nada. Cerré mis ojos y dejé que trabajara, sintiéndome muy amada y apreciada a pesar del “trauma” que mi pobre Ethan había soportado. —¿Cómo mierda voy a sobrevivir el nacimiento de este bebé, Brynne? Sostuve su rostro en mis manos y lo hice enfocarse. —Lo harás. Puedes hacerlo. Minuto a minuto, como yo. —No sabía que más decirle. También estaba asustada. Me atrajo a sus brazos y me abrazó contra él, besando la parte superior de mi cabeza y alisando mi cabello. Nos bañaríamos y estaríamos limpios para mi cena de cumpleaños con su familia en un momento, pero ahora los dos necesitábamos esto. Él solamente me abrazó.

—Así que tuvimos un pastel. Lo que fue realmente delicioso, gracias, Hannah. —Ethan le dio una inclinación de cabeza en agradecimiento—. Hemos

tenido regalos… excepto por uno. —Rió disimuladamente a todos, luciendo demasiado engreído para mi gusto. ¿Qué demonios tenía planeado? Imaginé que podría ser algo grande, y eso me hizo ponerme ansiosa. No necesitaba regalos extravagantes de él. Ni siquiera los quería. Me conocía a mí misma. Era una chica simple. —Quiero ver el regalo de la tía Brynne. —Zara alzó la voz. Mi sobrina de cinco años no tenía problemas expresando sus opiniones sobre la vida en general. Era seguro decir que los regalos extravagantes no molestaban a Zara ni un poco. Ethan la adoraba, y yo la adoraba. De hecho, ella había venido a vernos bastante seguido. Uno de sus hermanos mayores la acompañaba si el clima era agradable y ella corría por la casa y jugaba con sus Barbies. Zara era graciosa. —Bien, vayamos a verlo —dijo Ethan, con aire de suficiencia—. Ahora, Zara, necesito tu ayuda. Tu trabajo es asegurarte de que Brynne no abra sus ojos hasta que yo diga que puede. —Zara lo miró, su pequeño cuello inclinado sobre su columna vertebral. —Está bien —dijo, tomando mis manos en las suyas—. No puedes mirar, Tía Brynne. —Trato —dije—. Cuando dices, “vamos a verlo”, ¿dónde es eso exactamente? Ethan rió y los otros sonrieron misteriosamente. —Vamos al frente de la casa. —Me ofreció su brazo y lo tomé, dejando que me llevara con la pequeña Zara en el otro. Antes de que pasáramos las puertas frontales, hice un gran espectáculo cerrando mis ojos y les permití que me llevaran. No tenía que preocuparme por tropezar, porque Ethan me sostenía firmemente, dirigiendo cada paso. Claro que él se aseguraría de que no cayera. Tenía mucho sentido para mí como el rubro que había elegido para su carrera. Mi hombre había nacido para proteger y servir, y esos cargos eran demostrados en todo lo que hacía. El sonido de la grava resonó bajo los pies de todos mientras caminaban, y seguía sin tener idea qué clase de regalo tenía para mí.

Nos detuvimos. Escuché susurros, y luego Zara dijo con su adorable voz de niña: —¡Puedes ver tu auto blanco ahora, Tía Brynne! ¿Un auto? Abrí mis ojos, para encontrar un nuevo y sorprendente Range Rover HSE Sport blanco. El trato completo, conducción zurda y todo. Sagrada mierda. Me volví hacia Ethan. —¡¿Me compraste un auto?! La sonrisa en su rostro era peor que tener que aprender a conducir zurdamente. —Lo hice, nena. ¿Te gusta? —Amo mi Rover. —Estoy tan intimidada por este Rover. Puse mis brazos a su alrededor y susurré en su oído porque teníamos audiencia—. Estás jodidamente loco por comprar un regalo tan extravagante para mí. Debes detenerte. Se retiró un poco y sacudió la cabeza lentamente. —Totalmente loco por ti… y nunca me detendré. Sabía que no lo haría, tampoco. La firme mirada en sus ojos me lo dijo. Quería golpearlo y besarlo al mismo tiempo. Gastaba demasiado dinero en regalos para mí. No tenía que hacerlo, pero siempre había sido demasiado generoso conmigo desde el principio. Me mimaba y disfrutaba hacerlo. Miré a mi nuevo auto y tragué. Tenía una idea de su precio y sabía que era un montón de dinero Jesucristo, ¿qué si destruyo la cosa? Mejor aún, ¿cómo manejaría esa maldita cosa? —¿Qué voy a hacer contigo, Blackstone?

—No vas a hacer nada conmigo, pero creo que vas a hacer algo con tu nuevo auto. —Lucía preocupado, como si tal vez yo no estuviera feliz con mi regalo. No podía herirlo, sin embargo. Estaba fuera de cuestión alguna vez hacerle eso a Ethan. Además, seguía un poco asustado por mi problema del sangrado. Podía decir que había provocado algo en él. No estaba segura de qué era, pero sentí que tenía un poco que ver con mi embarazo, y más que ver con su pasado traumático. Suspiré internamente y guardé eso por ahora. Este no era el momento para adentrarse en eso. Lo miré. Luego a Freddy y Hannah, a Colin y Jordan, quienes esperaban con una sonrisa que tomara posesión de mi regalo. Zara, bendita sea, rompió la tensión saltando arriba y abajo. —Quiero un viaje en él. Vámonos, Tía Brynne. Reí nerviosamente por un momento, y luego pensé: ¿por qué demonios no? Estaba casada con Ethan ahora. Inglaterra era mi hogar, y teníamos una casa en el campo. No podía tomar un tren hasta la ciudad. Necesitaba salir y conseguir cosas como la gente normal lo hacía cada día. Sería madre pronto, y tendría que ir a lugares con mi bebé. Mejor aprender ahora que tarde. Les di a todos mi mejor sonrisa confiada y fui a por ello. Sintonizando al Hombre del Clima por aquí, gente. —Bien… realmente despacio por el camino. Soy una conductora excelente. —¿Quién va primero? —Preguntó Ethan. Zara y Jordan se ofrecieron y saltaron a la parte trasera. Fui al lado del conductor y abrí la puerta, oliendo el aroma a auto nuevo y encontrando difícil de creer que esta hermosa pieza de maquinaria ahora me pertenecía, junto con todo lo demás. Ethan, la casa, su familia, el bebé… todo era difícil de asimilar con mi lastimero ser, especialmente en mi estado hormonal.

Me metí adentro, el cinturón de seguridad siendo el menor de mis problemas en cuanto miré al tablero. Más como un panel de control de una bomba. Miré hacia Ethan en el asiento de pasajero y extendí mi mano. —¿La llave? Me sonrió. —Presionas aquí para encenderlo. —Se inclinó hacia delante y apuntó hacia el botón redondo. —¡¿Me estás jodiendo?! Jordan rió disimuladamente. Zara gorjeó. Ethan mordió sus labios como si estuviera conteniéndose de decir algo que lamentaría después. Esposo inteligente. Presioné el maldito botón. Sólo dejé salir una bomba más con “j”, y dos o tres “mierda” en el transcurso de mi primera conducción zurda, con Ethan como mi paciente instructor. Los niños en la parte de atrás estaban divirtiéndose, y amaban recordarme que debía “mantenerme en la izquierda” en el camino, lo que era estúpido porque era la única en la vía. Ethan, como el sabio hombre que es, mantuvo su boca cerrada. Le di una verdadera muestra de agradecimiento por mi generoso y hermoso regalo de cumpleaños, tan pronto como estuvimos solos.

Traducido SOS por alilamere & Nanami27 Corregido por Lexie

4 de Octubre Londres —Aquí estamos. ¿El bebé se ve bastante diferente esta vez, verdad? Es aproximadamente del tamaño de un plátano ahora, y a las veinte semanas, habrán pasado oficialmente la mitad del recorrido. Las medidas parecen estar bien para un embarazo saludable. Cordón umbilical, perfecto. Latidos, fuertes. —El Dr. B narró los detalles sobre lo que estábamos viendo en la pantalla. La mágica visión de nuestro bebé moviéndose irregularmente por todos lados, piernas y brazos empujando y tirando con una claridad impresionante. Ni siquiera pude apartar mis ojos por un instante para preguntarle algo al buen doctor. El realismo había mejorado notoriamente desde el último escaneo, no lo podía creer. Estaba viendo a una pequeña persona de forma plena, sin duda alguna sobre la humanidad de lo que habíamos creado. Brynne se quedó mirando la pantalla conmigo, en completa admiración, observando un pequeño pulgar dentro de una diminuta boca siendo succionado. Tan rápido cono fue succionado, el pulgar fue liberado. —¿Viste eso? —Pregunté. —Oh. —Brynne rió suavemente, sin dejar de mirar—. Succionando su pulgar… Ethan, él estaba succionando su pulgar… o ella estaba. —Apretó mi

mano, la tímida emoción en su expresión la hizo brillar de una forma que era nueva para mí. Se veía como… una madre. —Lo sé. —Momentos como este demostraban lo buena que Brynne sería como mamá. No había dudas. Froté mi pulgar en su palma. —Ahh, sí, puedo intentar averiguar el sexo del bebé para ustedes… —¡No! No lo quiero saber, Dr. Burnsley. No… me lo diga, por favor. — Brynne sacudió la cabeza hacia él. Su decisión era definitiva. Cualquier tonto lo podría ver, y el doctor no era un tonto. El Dr. B lanzó una mirada en mi dirección, y luego inclinó la cabeza preguntando si yo lo quería saber. Pensé por un instante en decir sí, pero en su lugar sacudí mi cabeza en un no. —Está bien, Ethan, si quieres saber. Me daré vuelta y el Dr. Burnsley podrá mostrarte. La tranquila belleza y absoluta confianza en su firme decisión de ser sorprendida sobre el sexo de nuestro hijo, era cautivante. Estaba tan segura sobre la manera en que quería descubrirlo. Brynne no lo quería saber hasta que el bebé naciera, y eso era todo lo que había. Mientras que yo me hubiera simplemente encogido de hombros y dicho, “Claro, dígame.” Hubiera averiguado si teníamos una hija o un hijo en camino, y eso habría sido emocionante para mí. ¿Thomas o Laurel? —No, seré sorprendido contigo —le dije, sacudiendo mi cabeza hacia el Dr. B de nuevo, transmitiéndole la negativa. Nada más que respeto absoluto para mi chica. Llevé su mano a mis labios y la besé. Compartimos una mirada sin palabras. Ninguna era necesaria. El doctor interrumpió: —Bien, entonces. La sorpresa será para ambos. —Imprimió algunas fotos para nosotros, y limpió la gelatina del vientre redondeado, antes de apagar la máquina que gestionaba el notable negocio de tomar fotografías ultrasónicas de nuestro bebé no nacido. Buen Dios, el hombre era más fuerte que yo. No había suficiente dinero en el jodido mundo que me tentara a hacer su trabajo—.

Bueno, les diré esto con completa certeza —dijo el Dr. B secamente—, su bebé, será niño o niña.

—A mitad de camino de la línea final, nena. —Al terminar nuestro almuerzo en Indigo, acepté que estaba tratando de hacer demasiadas cosas a la vez, y fracasando en todas. Revisando mensajes en mi teléfono, viendo las noticias destacadas del fútbol en la TV en el bar del piso debajo de nosotros, y haciendo conversación con Brynne. Mejor dicho, siendo un idiota. Dejé mi teléfono, paré de ponerle atención a lo que el comentarista deportivo estaba diciendo sobre Manchester United contra Newcastle, y le di a Brynne mi completa atención. Tenía esa media sonrisa que hacía a la perfección, la tranquila observación que me dijo que se estaba divirtiendo con mi falta de modales. —¿En qué estás pensando ahora? —Pregunté. —Hmmm, solo disfrutando de la vista. —Levantó su agua y le dio un sorbo, sus ojos asomándose por el borde del vidrio—. Viéndote trabajar, pensar en el Plátano Blackstone, preguntándome cuándo te darías cuenta de que no te estaba respondiendo. —Perdón. Estaba distraído por mierda que no importa demasiado. Entonces, aquí está una mejor pregunta, ¿cómo te estás sintiendo sobre lo que dijo el doctor? —¿Que necesito caminar en vez de correr? Asentí. Algunas veces Brynne no mostraba mucha reacción ante las cosas. Sabía que ella había oído lo que el doctor había dicho sobre sus hábitos de ejercicio, pero no sabía lo que pensaba sobre eso. Se encogió de hombros hacia mí. —Puedo hacer un poco de caminata. Además, te tengo a ti para que me des el montón de ejercicio para compensar lo que me estaré perdiendo. Estoy segura de que estaré bien. —Su media sonrisa se convirtió en una completa, con una pequeña risa sexy al final de ésta.

Ella no estaba bromeando sobre el sexo, tampoco. El embarazo elevaba la libido en una gran cantidad de mujeres, y yo estaba real y jodidamente agradecido de que mi mujer tuviera uno intenso ahora mismo. El médico había dado su bendición, así que estábamos follando casi como locos. Y amando cada minuto de ello. —Entendiste bien eso. El Dr. B es mi nuevo mejor amigo. Ella rodó los ojos. —¿Es así? Cosas típicas del club de hombres con "el coito es perfectamente seguro, siempre y cuando estés dispuesta a ello —se burló del discurso elegante del médico con un movimiento de su cabeza—, con la insinuación del pene deslizando dentro”. Tan inteligente y original del Dr. Burnsley. Me pregunto cuántas veces ha dejado caer esa línea. —No me importa cuántas veces lo ha dicho. Dar la luz verde en el sexo es todo lo que importa, nena. —Levanté una ceja—. Y siempre estoy ahí. —Sé

que

lo

estás

—susurró

sensualmente,

un

ligero

rubor

expandiéndose por su hermoso cuello, haciéndome desear tener mi boca sobre ella. La mirada que me estaba dando en este momento... Una hermosa, fugaz y sensual mirada, de ella para mí, sobre una mesa finamente vestida. Y yo estaba deshecho, en un restaurante al mediodía, almorzando, deseando poder comerla en su lugar. No se necesitaba nada más que eso con nosotros. Una mirada, una caricia, un comentario en voz baja, y estaría al instante atrapado en los pensamientos de cuándo y dónde. Así que traté de cambiar de tema a algo un poco más apropiado para el consumo público. —También me gustó lo que dijo sobre las hemorragias nasales. —Ella había estado en lo cierto. Nada de qué preocuparse, solo normales efectos colaterales—. Lo siento por exagerar. Inclinó la cabeza y me lanzó un beso al aire, pronunciando las palabras: —Está bien.

Brynne aguantaba mi mierda con la paciencia de un santo. No estaba bajo ningún concepto erróneo acerca de que mi rampante idiotez era fatigosa la gran parte del maldito tiempo. Y tampoco lo estaba Brynne. Ella me hacía saber que me estaba comportando como un idiota, pero sobre todo me amaba, y calmaba todas mis asperezas. Una hacedora de milagros. Incluso estaba haciéndolo bien en disminuir la cantidad de humo. Realmente me había estado presionando a mí mismo para finalmente hacerlo. Terminar mi adicción a la nicotina era simbólico en varias cosas. Una ruptura con el pasado, una resolución de vivir una vida más sana, y un compromiso a que al menos dos personas necesitaban que me quedase allí durante otros sesenta años más o menos. Había bajado a solo un cigarrillo por día. Casi todos los días, en la noche, justo antes de dormir. El simbolismo de esa costumbre era algo que deseaba que no fuera tan obvio, pero cualquier cosa que pudiera hacer para ayudar a mantener lejos los sueños y algún recuerdo era útil para mí. Brynne se excusó para ir al baño de damas, y yo volví a deslizar mi atención a los resultados del fútbol y los mensajes en mi teléfono móvil. Todo indicaba que estaría dirigiéndome a Suiza para los Juegos de Invierno de Europa XT en enero. Normalmente, saltaba por un trabajo como ese, pero este tenía algunas preocupaciones. La calificación del Príncipe Christian de Lauenburg en snowboard emocionaba al joven príncipe, sin duda. A su abuelo, el Rey de Lauenburg, no tanto. La realeza era difícil, y en esta situación, más aún. El nieto era el único heredero. Los herederos lo eran todo para la realeza. Si ése muchacho resultaba herido, mi reputación se dispararía al infierno. Y no podíamos olvidar la amenaza de terrorismo que ganaba impulso como un aparato de relojería en cualquier evento internacional de alto perfil que se realizara. Habría una ronda de amenazas veladas puestas al respecto, predije. Los locos no podían resistir la oportunidad de alguna prensa fiable en todo el mundo. Me resigné a hacer funcionar el trabajo como siempre lo hacía, pero la chispa de interés no estaba realmente allí para mí. Siempre que mi agenda de viaje estuviera limpia para febrero, estaría bien, decidí. El bebé no debía llegar hasta el final del mes, pero no tomaría el riesgo de estar fuera del país cuando llegara el momento de Brynne. Sentí mi estómago apretarse de sólo pensarlo. Si era honesto, estaba jodidamente aterrado por el nacimiento. Hospitales,

médicos, sangre, dolor, Brynne sufriendo, el bebé luchando. Existía una puta infinidad de cosas podrían ir mal. Un texto de Neil me alertó de que algo requería mi atención inmediata y total. Teníamos tonos sincronizados de alerta para las emergencias. Leí su texto. Y sentí que se me heló la sangre. El centro de las noticias en la televisión había cambiado el deporte por la política. No. Oh, mierda no.

La mirada en el rostro de Ethan cuando regresé del baño, me dijo que algo estaba muy mal. Seguí los ojos de Ethan al televisor y sentí mis rodillas debilitarse cuando vi su cara. Escuché lo que dijo el periodista sobre él. Leí su nombre en letras por la pantalla. Siete años era un largo tiempo. Habían pasado siete años desde que había visto su cara. Más de siete años, en realidad. Estaría mintiendo si dijera que nunca había pensado en él a lo largo de ese tiempo. Por supuesto, pensaba en él algunas veces. Cosas como, "¿Cómo pudiste hacerme eso?" O, "¿Me odiabas tanto? O, la mejor de todas, "¿Acaso sabías que intenté matarme por lo que me hiciste?” El periodista contó toda la historia para mí, con palabras eficaces y perfectas que no quería oír, o enfrentar tener que comprenderlas. El segundo teniente, Lance Oakley, fue uno de los heridos críticamente ayer, cuando frente a la sede del Ministerio del Interior en Bagdad, una bomba mató a cinco personas e hirió a ocho más, en lo que se cree que fue un incidente terrorista. El atentado

se produjo en la mañana, justo cuando los trabajadores llegaban para pasar su día en un bloque de edificios del gobierno, donde él se había estacionado como uno de los pocos restantes de las tropas estadounidenses que trabajaban en capacidad de embajadores sobre el terreno en ese país. Ninguna organización terrorista ha reclamado la autoría del ataque hasta el momento, pero se espera que cambie debido a la naturaleza de la conexión del teniente Oakley con el círculo interno de la política estadounidense en los más altos niveles. El teniente Oakley es el único hijo del senador de los Estados Unidos, Lucas Oakley, candidato a la vicepresidencia junto a Benjamin Colt, en las próximas elecciones de Estados Unidos que se llevan a cabo a principios de noviembre, cada cuatro años. La oferta de campaña de Colt para el más alto cargo en los Estados Unidos ha estado plagada de tragedia desde su comienzo. La muerte de Peter Woodson, Congresista de los Estados Unidos, a principios de abril en un accidente aéreo fatal, llevó a Oakley a estar vetado como reemplazo de Woodson. Se dijo que el Senador está en camino a ver a su hijo, quien está recibiendo atención médica en el Hospital Lord Guildford en Londres. El teniente Oakley, y los demás heridos, fueron transportados por aire fuera de Bagdad hacia el Reino Unido para atención especializada y rehabilitación. Hay informes de que las lesiones del teniente Oakley han hecho necesaria la amputación de parte de su pierna derecha, debajo de la rodilla. Las agencias de noticias están inundando a los funcionarios aquí, en Lord Guildford, por cualquier información sobre el estado del teniente Oakley. Los analistas políticos ya están ponderando, teniendo en cuenta el efecto que esto tendrá en el resultado de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos en menos de un mes. Reportando en vivo para CNN en Londres...

Ethan nos llevó directamente al apartamento después de nuestra comida en Indigo. Ambos silenciosos de camino a casa. Me preguntaba qué pensaba de todo, pero realmente no quería hablar de ello con él. Me leía bien. No preguntó nada ni hizo alguna demanda. Mi hombre solo me llevó a casa y me dejó ser. Este era territorio de la Dra. Roswell sin duda. Ethan estaba trabajando en su oficina cuando mi teléfono sonó. Sabía quién era antes de que siquiera revisara. —Hola, mamá. —Cariño, ¿viste las noticias sobre Lance?

—Sí. —¿Y cómo te sientes al respecto? Tomé una respiración profunda y estuve muy agradecida de que mi madre viviera en San Francisco y que estuviéramos separadas por un océano, porque rápidamente me di cuenta adónde esta conversación se dirigía, y no me gustó. —Me siento como que no quiero oír su nombre, o ver su foto, o escuchar acerca de su padre postulando para vicepresidente, o saber que estará en todas partes en las noticias… —…Brynne, escúchame. El senador Oakley querrá que vayas y visites a Lance como una muestra de apoyo y vínculo a su amistad, y puesto que vives en Londres creo que deberías considerar… —¡No! ¡No hay manera en el infierno, Mamá! ¿Has perdido la cabeza? Silencio. Podía imaginar sus labios frunciéndose de frustración conmigo. —No, Brynne, no he perdido la cabeza. Estoy pensando en ti, tratando de hacerte ver que por el bien de tu felicidad y futura paz mental, deberías ir y hacer una visita a un viejo amigo de la familia. —¿Cómo puedes pedirme eso, Madre? ¿Quieres que vaya a visitar al hombre que me hizo daño e hizo un video que casi me destruyó? ¿Quieres que haga esto? ¿Por qué? ¿Porque su padre es candidato a vicepresidente y se vería muy bien para nuestra familia estar conectada a su familia? ¿Es… por eso? — Me dolió hacer la pregunta, pero tenía que saber. Esperaba que me dijera si era cierto. Lo dudaba, sin embargo. Las lágrimas que quería llorar no salieron. En su lugar, mi corazón se endureció un poco más por la mujer que me había dado la vida. Ella decía que me amaba, pero ya no lo creía más. —No,

Brynne.

Solo

estoy

pensando

en

ti

y

preocupada

de

que distanciarte de esta oportunidad para dejar atrás el pasado... sea un error. —¿Dejar atrás el pasado? —Ahora, esto era lo que llamarías ser sorprendida ahí mismo. Sólo arrastrada al infierno, sin previo aviso en absoluto, por el inminente golpe a punto de rasgarte en dos. Me encontré tambaleándome

de dolor y conmoción, en total incredulidad suspendida, antes de que me las arreglara para encontrar mi voz de nuevo—. ¿Cómo puede ser eso posible, Mamá? Tú… ¿crees que debería ir a visitarlo en el hospital y fingir que no me violó, que no dejó que sus amigos abusaran de mí en esa mesa de billar? ¿Qué… que debo perdonarlo? —Así es, cariño. Deja atrás el pasado, y podrás seguir adelante con tu vida. No está ayudándote al aferrarte a ello. Ahora las lágrimas salían. Mi madre no podía amarme. No había manera de que ella lo hiciera. Tuve que contener un jadeante aliento ante el agudo dolor que atravesó mi corazón. —No, Mamá. —Mi voz se agrietó mientras hablaba, pero las palabras eran ciertas, y ella entendería lo que quería decir—. Ojalá Papá estuviera aquí para ayudarme. Él me amaba. Papá me amaba. ¿Sabes cómo lo sé, Mamá? ¡Porque nunca me pediría hacer lo que tú acabas de pedirme! No le di la oportunidad de responder. Colgué en su lugar y resistí la tentación de tirar el teléfono contra la pared. Mientras estaba en nuestra habitación, fui incapaz de hacer mucho más que respirar adentro y afuera constantemente. Me sentía curiosamente adormecida, y fuerte. Esto sería cierto si no hubiera lágrimas corriendo por mi rostro. Los brazos musculosos de mi marido me rodearon por detrás y me apretaron a su cuerpo. Jalé mis manos para aferrarme a sus brazos y... sólo lo perdí. —Ethan… ella-ella me dijo que debía ir y v-visitar a Lance y pperdonarlo... —Las abundantes lágrimas habían mojado mi rostro hasta el punto en que ni siquiera podía ver—. Ella-ella piensa que me va a ayudar dejar ir mi mala experien... —Shh, silencio. —Él me dio la vuelta y me abrazó contra su pecho, su bienvenida esencia envolviendo mis sentidos, y por lo tanto consolándome en mi estado miserable—. Lo sé —canturreó—. Escuché algo de lo que te dijo. No

tienes que ir a ningún lugar, nena. No tienes que ver a nadie que no quieras ver. O hablar con nadie con quien no quieras hablar. —Yo-yo no puedo creer que ella me pidió que hiciera e-eso... echo de menos a mi papá... —arrastré las palabras, mi lloriqueo ganando impulso con cada nueva lágrima que se escapaba de mí, hasta que Ethan se hizo cargo de la desagradable tarea de intentar estabilizarme. —Tienes que ir a la cama. Esto no es bueno para ti o nuestro hijo, así que te recostarás ahora. —Me llevó a la cama y me sentó a un lado de la misma. Se inclinó para quitarme los zapatos, trabajando silenciosa pero eficazmente, maniobrando para meterme en la cama en menos de un minuto. Él se inclinó sobre mí, trayendo su rostro muy cerca—. Me puedes decir todo si quieres, pero te necesito fuera de tus pies y descansando cuando lo hagas. Estás exhausta y molesta, y eso está jodidamente mal. —Sus acciones eran suaves, pero el tono de su voz era cualquier cosa menos eso. También lucía el ceño fruncido que me demostraba lo enojado que estaba por la situación. Y con mi madre. Los dos tenían absolutamente ninguna posibilidad de ser amigos. Me burlé interiormente. No te hagas ilusiones. Ni siquiera tú eres amiga de ella. Después de traerme una toalla fresca para limpiar mi rostro, y un vaso de agua, se unió a mí en la cama. Permaneciendo muy quieto, Ethan me consoló, acunando su gran cuerpo detrás del mío, acariciando mi cabello una y otra vez, y me escuchó reproducir la conversación con mi madre con todos los detalles chillones. Cuando por fin terminé, él me hizo una pregunta. Su tono cambió de uno de consolación y gentileza a uno mucho más firme y grave. —Brynne, ¿alguna vez le dijiste a tu madre lo que pasó con Karl Westman? —No, dijiste que nunca hablara de él con nadie. —¿Y no le has dicho nada? —No, Ethan, ni una palabra. Ni siquiera se lo mencioné a la Dra. Roswell.

—Bueno. Eso es bueno. —Continuó frotando mi cabeza y haciendo senderos con sus dedos a través de mi cabello durante un minuto antes de decir—: Nena, sé que esto es difícil de sacar a colación, y en qué pensar, pero nadie puede saber nunca lo que pasó con Westman la noche que te tomó. Nunca. Tienes que tomar esa experiencia y sólo ponerla en la basura, en alguna parte de nuestra mente como si nunca hubiera sucedido. —Lo-Lo sé. Porque lo mataron, ¿no? La gente del senador Oakley mató a Karl porque estaba tratando de chantajearlos y conservaba el video como daño colateral sobre ellos, ¿verdad? Siguió frotando mi cabeza con sus fuertes dedos, masajeando el cuero cabelludo a través de mi cabello. Se sentía divino, y era un contraste radical con el tema desagradable que estábamos discutiendo. —Creo que está muy cerca de lo sucedido, aunque nunca habrá ninguna prueba o evidencia para demostrarlo. Su cuerpo nunca se encontró. Westman ha sido borrado de la faz de la tierra. Asentí. Realmente no podía expresar mis sentimientos, pero entendía. La elección de las palabras de Ethan me golpeó justo en el corazón. Borrado de la faz de la tierra. Porque eso es lo que había pasado con mi papá. Se había ido. No estaba más aquí para mí. No más de escuchar el amor por mí en su voz cuando hablábamos. Y la razón por la que él había desaparecido, era por algo que había permitido pasar hace años. Las consecuencias de mis acciones. Lance estaba ahí también, sí, pero fue mi decisión lo que hizo sus malas acciones posibles. Fui a la fiesta. Me emborraché y no respeté mi cuerpo. Fui usada y abusada, y dejé que la experiencia me llevara al punto que estaba dispuesta a ir por esta vida. Patética. Pero al final, fue la vida de mi padre la que fue sacrificada. —¿Qué estás pensando? —Me preguntó en voz baja, por segunda vez en el día. —En cómo echo de menos a mi papá —espeté, mis emociones tan crudas que sentí otro llanto viniendo fuerte.

—Nena... —Ethan puso su mano sobre mi vientre y empezó a frotar. El gesto fue muy dulce, pero sólo me hizo añorar a mi papá aún más. Las palabras empezaron a trastabillar fuera de mí y no podía detenerlas. —Hoy fuimos a los médicos y vimos fotos de nuestro bebé. Si Papá todavía estuviera aquí, lo habría compartido con él, y habría querido escuchar... y habría estado emocionado de ser abuelo. Le habría mostrado las fotos… querría saber cómo me sentía. Sólo le echo tanto de menos... —Hice una pausa para tomar aliento—. No puedo hablar con él ahora, y no puedo hablar con mi madre tampoco. No tengo a nadie... me siento como una huérfana… — Finalmente me rompí, en silencio esta vez, pero no menos emocionalmente lastimada, compartiendo mi dolor por algo que dolería durante mucho tiempo. Ethan sintió mis silenciosos estremecimientos sollozantes, pero su respuesta fue simplemente abrazarme un poco más fuerte, mostrándome que incluso con mi gran pérdida, todavía lo tenía. El roce sobre mi vientre debe haberse vuelto un poco más fuerte también, porque es entonces cuando sucedió. Un pequeño cosquilleo oscilante desde el interior de mi vientre. Una frotadura a lo largo de la parte delantera de mi vientre, que me recordó e golpeteo de las alas de una mariposa. Me quedé inmóvil, y cubrí la mano de Ethan con la mía, presionando en el lugar donde lo sentí. —¿Qué? —Preguntó con preocupación—. Te duele… —Sentí a nuestro bebé. Moverse dentro de mí. Como alas de mariposa golpeteando. —Como el mensaje de un ángel. Él mantuvo su mano sobre mí, probablemente con la esperanza de que pudiera sentir lo que yo estaba sintiendo, pero dudaba de que fuera posible todavía. Mientras nos recostábamos en la cama juntos, preocupándonos acerca de las cosas malas que no se podían cambiar, me di cuenta de algo muy importante. Nunca podría pasar por esto sin Ethan. Su fuerza me empujaba a través de las partes difíciles. Ethan nunca me dejaba rendirme.

Las palabras que salieron de su boca después, me mostraron lo bendecida que había sido porque él me había encontrado, a pesar de mis pérdidas. —Te amo —arrulló en mi oído—, y esta pequeña persona te ama… mucho. —Explayó sus dedos abiertos, centrándolos sobre mi estómago en una demostración de posesión cariñosa cuando me dijo la última parte—. Él está allí viéndote. Tu padre. Él te ama desde otro lugar ahora, pero su amor sigue ahí, Brynne, y siempre lo estará.

Oakley no perdió ni un día. Había pensado que pasaría unos días antes de que llegara una petición. Pero, no, supongo que no. El Senador no tenía mucho, en sentido de tiempo, con que trabajar. La elección en los Estados Unidos tenía menos de un mes de distancia, y el tiempo no se detenía para nadie. Lo había reproducido en el escenario en mi mente tan pronto como vi el informe de prensa en el restaurante durante el almuerzo. Ese hijo de puta iba a usar a su hijo herido para impulsar a su socio de campaña hacia la silla presidencial. E iba a funcionar. La llamada se produjo a través de mi móvil mientras estaba fumando mi cigarrillo de la noche. —Blackstone. —Sí. ¿Qué quieres? —Quiero un seguro que ponga el pasado a descansar de una vez por todas. —Por supuesto que quieres un seguro. Todos lo queremos. ¿Cómo propones que eso ocurra, Senador? —Me temía lo que él podría sugerir. Probablemente porque no tenía la menor idea de lo que podría ser. La llamada anterior de la madre de Brynne era una buena puta idea.

—Una simple muestra de apoyo de una vieja familia amiga debería hacerlo. Visiten el hospital. Los medios serán convocados. Bingo. Me encogí ante la idea. —Mi mujer nunca estará de acuerdo —le dije, imaginando cómo la había dejado en la cama después de llorar hasta quedarse dormida. Drenada y agotada, y muy emocional por la discusión con su madre. Esa perra insensible había estirado mi paciencia hasta la última reserva de hoy. ¿Qué clase de jodida vaca piensa tan poco en el bienestar físico y emocional de su hija? Y ahora éste idiota. Apagué mi cigarrito y encendí otro. —Haz que esté de acuerdo, Blackstone. —Sé que no te interesa nada a excepción del éxito de tu campaña, Senador, ni siquiera lo que le ha pasado a tu hijo, pero no doy una jodida mierda sobre tu política, o tu hijo violador. Le daría a Oakley puntos por explicarse en una línea. No desperdició nada en palabras. Simplemente fue directo a la cuestión en ese tonal acento americano suyo que parecía casi desprovisto de humanidad. —¿No crees que es mejor llamarlo una pareja de indiscretos adolescentes que tuvieron un lapso de juicio hace años, y que lo han puesto firmemente detrás de ellos, en lugar de preocuparse por la extorsión que debería traer su vergonzoso secreto al salir a la luz? Si todavía son amigos, entonces nunca se produjo ningún delito. Un simple seguro, Blackstone. Creo que debería importarte mucho. Por mucho que odiara admitirlo, el esquema de "seguro" de Oakley era realmente muy inteligente. Pero la inteligencia de ello no ayudaría a Brynne. Le haría daño. —Me importa el bienestar de mi mujer embarazada, que cayó enferma esta noche por toda esta tormenta de mierda que sopla en los medios de comunicación. Y eso, Senador, no va a ayudarte ni un ápice. No puedo hacer que vaya y lo vea. Ella no lo hará. Él respondió:

—Dentro de la semana, por favor. —Y se cortó la línea. Jodido hijo de puta. Me quedé mirando mi móvil, seguro de que el número del que había llamado ya estaba desactivado. El cosquilleo de temor rascó su camino por mi espina dorsal. Encendí otro Djarum6 y llené mis pulmones. No sabía cómo solucionar este problema, y había crecido de manera exponencial en cuestión de horas. La elección presidencial de los Estados Unidos estaba impulsando esto. ¿Cómo por la maldita mierda en el infierno, alguien pelearía con esa bestia monstruosa? Así que me levanté y salí de mi oficina. Fui a sentarme afuera en el balcón, donde empecé a fumar en serio. Un Djarum después de otro, hasta que estuve drogado de bombeante nicotina y especias que alimentaban la adicción que no podía negar. El humo se alejó en la brisa fresca de la noche en perezosos remolinos flotantes. Tuve un destellante deseo de que mis problemas pudieran mágicamente hacer lo mismo. Deseándolo en mi mente. Pero la vida real nunca funcionaba de esa manera. Mi mano estaba siendo forzada en esto. A veces mi experiencia con el póquer era una maldición... porque conocía las probabilidades aquí. Podía ver cuán plegada era la única opción. No evitaría que Brynne llegara al círculo de Oakley, pero me temía que ya era demasiado tarde para eso. Mi pobre niña iba a ser lastimada.

Djarum. Más conocido como Djarum Black. La marca de cigarrillos favorita de Ethan.

6

Traducido SOS por Nessied Corregido por Lexie

—Encontré a Ethan fuera en el balcón fumando, hace unas pocas noches. Había estado molesta antes por… la situación con Lance Oakley… y desperté en medio de la noche encontrando la cama vacía. Me levanté para ir al baño, y luego fui a buscarlo. Él había intentado dejar de fumar, y lo estaba haciendo bien por lo que sabía, pero hace un par de noches… me di cuenta que se había salido de la carreta. —La adicción a la nicotina no es más difícil de superar de lo que son las drogas o el alcohol —dijo la Dra. Roswell sin prejuicios. —Creo que es más que solo la adicción a la nicotina en su caso, sin embargo. —¿Cómo es eso, Brynne? —Umm, me dijo una vez sobre el tiempo que pasó como prisionero de guerra en Afganistán. —No estaba segura de qué contarle, porque sentía que era como una traición compartir la historia de Ethan sin su permiso. Decidí que mi necesidad de información superaba su vida privada—. Fue captivo y torturado durante veintidós días. Durante su tiempo en cautiverio, sufrió necesidad por los cigarrillos hasta el punto de que casi se volvió loco. Me dijo que los cigarrillos eran un recordatorio de que había sobrevivido. De que él estaba vivo después de todo lo que tuvo que soportar… para poder fumar un día más. Él tiene terribles pesadillas y sufre a través de ellas, y cuando intento

ayudarlo se cierra. No me dice mucho, y creo que se siente avergonzado. Es horrible… Me preocupo mucho por él. —Me imagino que es muy difícil para Ethan. Muchos soldados sufren de Trastorno de Estrés Postraumático. —Me di cuenta que ella lo escribió en su libro. —Entonces, ¿qué puedo hacer por él? —Lo que tienes que entender acerca de las víctimas de traumas, y por lo que acabas de decirme, Ethan ha sufrido y sobrevivido a un trauma en extremo, por el cual ellos harán casi cualquier cosa para no tener que recordar lo que le provocó el trauma en primer lugar. Es demasiado doloroso. —Así que, cuando lo presiono para que me diga, ¿sólo lo hace más difícil para él? Pedirle que hable de lo sucedido, ¿le dolerá aún más? —Bueno, pensando en tus términos, Brynne. Tú has sufrido un trauma. Y eso afectó tu vida en todos los sentidos. Me acabas de decir acerca de cómo la cobertura de las lesiones de Lance en los medios de esta semana te ha molestado muchísimo. —La Dra. Roswell nunca fue de aquellos que endulzaban las cosas—. ¿Qué tan duro trabajas en evitar recordar lo que te pasó? Real y jodidamente duro, Doctora.

Len sostuvo la puerta para mí cuando salí de la oficina de la Doctora Roswell. —¿Quiere que la lleve a casa, Señora Blackstone? Suspiré hacia mi gentil y gigante conductor. —Len, por favor. Ya hemos pasado por esto una y otra vez. Quiero que me llames Brynne. —Sí, Señora Blackstone. ¿A casa entonces?

Le lancé una lenta inclinación de cabeza, y murmuré: —Me rindo. —El hombre era tan estoico, y sin embargo todos los días sentía que me estaba tomando del pelo, jugando a este pequeño juego nuestro. Me acomodé en el asiento y medité lo que la Dra. Roswell y yo habíamos hablado sobre el TDEP7. Tenía mucho en qué pensar. Por Ethan y por mí misma, pero sobretodo, sólo quería ser una buena esposa y un apoyo para él. Haciéndole saber que estaba allí, y que lo amaba, no importaba lo que él había gritado durante un mal sueño, o necesitaba de mí para que se sintiera mejor. Si se necesitaba un poco de sexo duro para ayudarlo a relajarse después de un mal sueño, entonces podía hacer eso. El sexo era siempre excelente, y ahora mismo mi cuerpo era una gran unidad llena de hormonas, así que… Mi teléfono sonó y lo saqué de mi bolso. Era Benny. ¿Estás bien, cariño? Sonreí cuando lo leí. Ben no había debajo de preocuparse por mí solo porque estaba casada con Ethan ahora. Nos manteníamos en contacto religiosamente. Él era un amigo que me amaba con todo el corazón, y sabía que sólo podía ser yo misma cuando estábamos juntos. Ben y yo éramos diferentes de una manera que no podía ser con Gaby. Ben y Gaby eran muy cercanos, pero ella tenía sus propios demonios también. Las dos le tomábamos el pelo a Ben con que atraía a amigas con montañas de problemas emocionales. Él dijo que le daba “puntos de marica” saber que nos hacía mujeres motivadas. No podía estar en uno, pero hacía girar al mundo, por lo que valía la comprensión. Tristemente, su broma era cierta. Ben había visto la historia de Lance salpicando en todas las noticias. Diablos, una persona tendría que vivir bajo una roca para no haberlo escuchado. Así que sólo estaba haciéndome saber que estaba en mi esquina. Le respondí: Lo estoy :) Te extraño también. ¿Me llevarás a comprar unas cuantas prendas de maternidad algún día pronto? Sonreí ante su respuesta rápida.

7

TDEP: Trastorno de estrés postraumático.

Sí, mamá sexy. XO Tenía el mejor gusto, en cuanto a todas las cosas de la moda y diseño. Ben haría que lo haga bien en el departamento de ropa, no tenía ninguna duda. El tráfico de Londres dictó que el tiempo dedicado para llegar a casa iba a tomar mucho más de lo que debería, así que comprobé los correos electrónicos y los respondí, hasta que mi bandeja de entrada quedó limpia. Len no era un charlatán, así que no tenía que mantener con él una conversación mientras conducía el Rover expertamente a través de las calles obstruidas y la llovizna de otoño. No se me escapó el conocimiento de que mi madre nunca trató de llamarme tampoco. No era una sorpresa realmente. Yo había dicho algunas cosas bastantes duras y le había colgado. Pasaría un tiempo antes de que volviéramos a hablarnos. Nuestra relación estaba hecha un asco. Odiaba creer eso, pera la verdad a menudo era fea, y para mi madre y para mí, la verdad era un súcubo con intenso SPM8. Mi teléfono me alertó sobre un texto entrante. Cavé dentro de mi bolso una vez más y lo leí. Era un mensaje multimedia que incluía una captura de pantalla de mi perfil de Facebook. Miré más de cerca, sintiendo a mi corazón hundirse como una piedra cuando descifré exactamente lo que me habían enviado. Una publicación que habían hecho de mi perfil, cuando había usado el GPS en Facebook para que Ethan diera con el lugar en donde Karl me tenía. También había etiquetado a Karl Westman en ¿Con quién estás? Así que Ethan supo quién me habían llevado. Debajo de la pantalla había solo una frase: Karl Westman ha estado desaparecido desde el 3 de Agosto y el último contacto conocido eras tú.

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SPM: Síndrome Pre-Menstrual

Histérica, era la única manera de describirla cuando llegó a mi oficina. Len hizo subir a Brynne hasta el piso cuarenta y cuatro, y nos encontramos en la recepción. A partir de ahí la llevé directamente a la suite adyacente en donde trabajaba. Ella miró alrededor del estudio con confusión, preguntándose probablemente por qué nunca estuvo aquí, o me oyó hablar de él. Decirle que este era el lugar donde me había follado a todas las mujeres antes de que ella llegara, no parecía apropiado en ningún momento, ¿pero ahora mismo? Estaba fuera de puta cuestión. Así que la sostuve entre mis brazos en su lugar. —Dime que estás bien, nena. —Ethan, ¿por qué me hacen esto? ¿Cuándo, alguna vez, van a parar?— Sus preguntas me rompieron el corazón. Como si me clavaran un cuchillo en el pecho dándole un golpe cordial, rompiendo mis huesos y arrasando mi carne. —Brynne, necesito que te calmes y que me escuches. —Tomé su rostro entre mis manos y lo levanté, obligándola a concentrarse en mí—. El senador Oakley me llamó esa noche después de que la noticia estallara. Él quiere que tú visites a su... hijo en el hospital, y mostrar al mundo lo buenos amigos que son. —Me puso enfermo tener que decirle eso, pero me había dado cuenta hace un par de noches, que no había manera de salir de este lío. —¿Él te llamó? ¿Hablaste con él y no me lo dijiste?—Gritó en tono acusador. Sacudí la cabeza. —Lo siento, pero hice un juzgamiento de la llamada… —Pero, ¿por qué? No quiero ver a Lance Oakley otra vez, jamás mientras esté viva. No te atrevas a pedirme que vaya con él —espetó—. ¡No eres mejor que mi madre! Con sus ojos quemándome violentamente, me di cuenta de que ella hablaba en serio, así que cerré esa idea de una puta vez.

—No, no es cierto —dije, agarrándola con ambos brazos, obligándola a enfocarse en mí—. Le dije que no. Le dije que no iba a pedirte que hagas algo que te molestaría, pero entonces me mandaron esa captura de Facebook. —Bajé la voz y le dije la brutal verdad—. Esa mierda no va a desaparecer hasta que vayas y registres que eres una amiga cercana de la familia. —No… —dijo lastimosamente. —Brynne, nena… hay otros que saben acerca del video, tú misma me lo dijiste. Esta visita para ver a Oakley en el hospital hará que sea inútil. No puedo arriesgarte más de lo que ya he hecho. Por favor, sólo escucha el porqué. ¿La mirada que me dio? Esa expresión trágica en su hermoso rostro, surcado de lágrimas y devastación… Jodidamente lastimándome. Después de un momento, cerró los ojos y asintió con la cabeza casi imperceptiblemente. La besé largo y lentamente. Sólo para acercarnos, y mostrarle primero y ante todo, lo mucho que la amaba. Entonces la hice sentarse y le hablé de mi conversación con el Senador. Acerca de lo importante que era evitar que algún otro que supiera de la existencia del video, intentara hacer lo que había hecho Karl Westman. El punto degenerado chantajista. Y, también neutralizar cualquier efecto negativo al declarar la amistad con Lance Oakley. Perro violador con dos pollas. Como si verlos siendo amigos, entonces un crimen nunca pudo haber ocurrido… sólo una indiscreción juvenil entre dos niños, en caso de que el video alguna vez saliera a la superficie para avergonzar al futuro Vicepresidente de los Estados Unidos. Gusano inmoral chupapollas. Brynne lo asimiló todo, escuchándome hablar sin interrumpir o arrastrar cada cosa con más preguntas. Sus claros ojos marrones me seguían, procesando silenciosamente la situación. Dios, admiraba su fuerza. Nunca dudaría de la valentía de mi chica, o su inteligencia. Pero también estaba haciéndole daño en este momento. Sabía cómo era enfrentar las cosas que te asustaban. Para Brynne, ser obligada a visitar a Oakley en cama la asustaba. Está jodidamente matándome también.

Ella pareció pensar en cada cosa que le había dicho, y se levantó dirigiéndose al cuarto del baño, deteniéndose ante el espejo. Se quedó allí observándose, con aparentemente poca emoción, luciendo, en algunos aspectos, en nada similar a la chica apasionada que había conocido en mayo. Finalmente se dio la vuelta para mirarme. Sus labios temblantes, con los ojos llenos de lágrimas, abrió la boca para hablar. Su garganta tragando reflexivamente, su voz quebrada: —Yo-Yo tengo que ir a ver a Lance… ¿no? Me encogí ante su pregunta, sabiendo que solo había una respuesta que le podía dar. Puta situación llena de mierda.

Quien diga que el gobierno se mueve lentamente no está hablando de la gente que trabaja para el futuro Vicepresidente de los Estados Unidos. Las cosas se movieron a la velocidad de la luz tan pronto como di mi acuerdo para visitar a Lance Oakley. Tienes que hacer esto. Me puse de pie en el pasillo del hospital, a la espera de entrar, el olor a antisépticos y alimentos impregnando el aire esterilizado me daba ganas de vomitar. El ramo de flores que me habían dado se sacudía ligeramente en mi mano mientras trataba de salir del auto. No tienes elección. La mano de Ethan en mi espalda se sentía posesiva, pero no podía hacer frente a ninguna emoción que él sintiera en el momento. Tienes que hacerlo para proteger a tu bebé. Sabía por qué Ethan se estaba volviendo loco. Pero no había nada que pudiera hacer por él ahora mismo. En el momento en que Ethan había enviado mi acuerdo para visitar a Lance en un mensaje de texto desde mi teléfono, un bien organizado show mediático se puso en movimiento. Limosinas, escoltas policiales, entradas secretas, fotógrafos personales, regalos para el paciente, sesiones informativas sobre qué hacer, cuánto tiempo debía quedarme, qué decir. Cada cosa fue arreglada hasta el milésimo segundo. Vas a hacer esto. La mano de Ethan

acarició la parte baja de mi espalda. Él estaba siendo forzado a ser parte de este circo también. Mi marido estaba a punto de conocer mi pasado. Todo lo que quería olvidar. No es más que un soldado que ha sido lesionado por servir a su país. —Sr. Blackstone, se quedará a su izquierda hasta después de su introducción al Teniente Oakley, entonces se excusará de la habitación para tomar una llamada telefónica. Su esposa va a terminar la visita por sí sola con el Teniente Oakley. —La secretaria de prensa que se dirigió a Ethan, palideció ante la mirada que él le dio. Hizo una mueca de dolor. No pude verlo lanzándole la mirada de aléjate-maldita-pretenciosa, ya que estaba un poco fuera de mi campo de visión, pero pude imaginar cómo lucía su rostro ahora. Y no, Ethan no se llevaba bien con las instrucciones en absoluto, ¿lo haría ahora? Especialmente cuando le había dicho que me dejara en manos de otro hombre. Lance no es solo cualquier otro hombre. Ethan podría ni siquiera seguir sus instrucciones. Supongo que la Señorita Secretaria de Prensa estaba a punto de averiguarlo. —¿Ya estamos listos? —Me preguntó, evitando deliberadamente el contacto visual con Ethan. No. —Sí. —Él es un soldado que ha sido lesionado por servir a su país. Lo conociste hace mucho tiempo… puedes hacer esto.

Mis piernas me impulsaron hacia delante. No sé cómo. Sentía la sensación de estar fuera de mi cuerpo para ser honesta, pero de alguna manera me moví en lentos pasos cortos que me llevaron a su habitación privada de hospital. No sabía lo que esperaba. Sabía que Lance había sido horriblemente herido y que su pierna había sido amputada debajo de la rodilla derecha, pero la persona acostada en la cama era casi irreconocible para mí. El Lance Oakley que recordaba era un chico de preparatoria, la costa oeste de la sociedad de chicos. Limpio y ambicioso. Había sido un estudiante en Stanford encabezado por el título de abogado cuando estábamos juntos. Él no se veía como el estudiante de Derecho de Stanford ahora.

Los tatuajes cubrían sus brazos como mangas hasta los nudillos de sus manos. Su cabello castaño estaba corto como el de un oficial militar, pero mezclado con la barba sin afeitar, parecía tosco e inquieto. Tenía un gran cuerpo, musculoso y firme, vestía una bata de hospital y yacía en la cama, con la mirada fija hacia el frente en la pared. No a mí. Se veía despojado, y en absoluto como el misógino frío que había llevado en mi cabeza en estos largos años. Debo de haberme detenido, porque la mano de Ethan en mi espalda presionó con más firmeza. Di otro paso, acercándome. Él levantó la vista. Los oscuros ojos marrones como los recordaba. Ya no estaba aplomo arrogante que también recordaba. Ahora, veía en él algo que nunca había visto antes. Había arrepentimiento, pesar, y vergüenza por la forma en que se presentaba ante mí, en la camilla, sin una de sus piernas. En algún momento de los últimos siete años, quizá solo desde su lesión, Lance Oakley había encontrado su conciencia.

—Brynne. —Lance. Su rostro se suavizó. —Gracias por venir… aquí —dijo claramente, como si él también hubiera sido informado por el secretario de prensa de su padre. —Por supuesto. —Me acerqué y coloqué las flores en el lado de la manta y extendí mi mano. Sus dedos tatuados agarraron mi mano extendida, y milagrosamente… nada terrible sucedió. El mundo no se acabó, ni la puesta de sol se volvió oscura. Lance llevó mi mano hasta su mejilla y la mantuvo allí. —Estoy tan feliz de verte de nuevo.

El fotógrafo disparó el infierno en ese momento, y supe que iba a ver las imágenes en la prensa, en la televisión, las revistas, en todas partes. Estaba en esto ahora, y no había vuelta atrás. Para ninguno de nosotros. Podía sentir a Ethan a mi lado, tan rígido como la cuerda de un arco a punto de romperse. Él estaba, sin duda, furioso de que Lance me estuviera tocando de una manera íntima. Extrañamente, no me afectaba de todos modos. Me sentía entumecida más que cualquier cosa. Así que me obligué a mí misma a continuar con la farsa, a empujarla hacia delante para que todos pudiéramos ponerle fin a la tortura. Recuperando mi mano de su agarre, dije: —Lance, este es mi esposo, Ethan Blackstone. Ethan, Lance Oakley, un viejo… amigo de San Francisco. Lance le dio a Ethan toda su atención y le tendió la mano a modo de saludo. —Mucho gusto en conocerte, Ethan. Hubo una larga pausa en la que no estuve segura de si Ethan devolvería el apretón de mano. El tiempo se detuvo cuando todo el mundo contuvo la respiración. Después de lo que pareció una eternidad, Ethan llevó su mano hacia delante y le dio una fuerte sacudida. —¿Cómo estás?— El saludo fue expresado sin ningún problema, pero yo conocía a mi hombre, y él odiaba cada segundo que estaba aquí. Tener que fingir. Entonces, como si de un director de cine estuviera llamando a escena, alguien se acercó y tocó a Ethan en el hombro, pidiendo disculpas por la interrupción, pero él tenía una llamada importante que requería de su atención. Y así como así, se excusó. Vi salir a Ethan, el modo rígido me demostró lo difícil que era para él, dejarme sola. Puedes hacerlo. —¿Quieres sentarte?

—Sí, claro. —Seguí el guión, asombrada de que mi cerebro recordara lo que debía decir y hacer. Una vez que estuve sentada junto a él, extendió la mano y tomó la mía de nuevo. Lo permití solo porque podía oír el clic de las cámaras, capturando fotos de nosotros charlando juntos como amigos, cuando uno de ellos estaba herido en el hospital. Estás haciéndolo y ya casi has terminado. Termínalo, y saldrás por la puerta para nunca volver a mirar hacia atrás. —Luces tan maravillosa. Te ves feliz, Brynne. —Soy feliz. —Y como si necesitara recordar, mi pequeño ángel mariposa, eligió ese momento para asegurarme su presencia. Cerré los ojos y me permití sentir los movimientos oscilantes de mi bebé en crecimiento, a salvo dentro de mí. La belleza de esa especie de milagro hizo que toda la incomodidad de ese momento se desvaneciera de mi enfoque, permitiéndome soportarlo. —Brynne… lo siento mucho por esto… que tengas que venir aquí. Lamento que tuvieras que hacerlo, pero estoy tan agradecido por finalmente volver a verte. —Su voz era tan diferente ahora. La forma en que hablaba era diferente. Sentí sinceridad… Abrí los ojos y lo miré, encontrando muy difícil dar con una respuesta. Finalmente lo hice. —Espero... que te recuperes rápido, Lance. T-Tengo que irme. —El momento del golpe seguro, la parte que sería la más difícil para mí atravesar. Pero sabía que se esperaba que lo hiciera. Y así lo hice. Me levanté de la silla y me incliné hacía él. Su rostro cayó, su expresión cambió a una de desagrado porque estaba terminando la visita. Tomé una respiración profunda y presioné mi mejilla contra la suya en un sencillo abrazo. Sostuve el abrazo mientras la cámara explotaba en otra ronda de clics furiosos. Lance llevó sus brazos alrededor de mi espalda. Cerré los ojos otra vez… y pensé en Ethan y en mi ángel mariposa para ayudarme a superar el momento.

Mi misión estaba casi completa, la bandera cuadriculada a punto de caer, cuando Lance me susurró al oído. Las palabras fueron pronunciadas apuradamente, y audibles sólo para mí, pero sólo había una manera de describir la forma en que sonaba. Desesperado. —Brynne, por favor vuelve a visitarme. Tengo que decirte cuánto lamento lo que te hice.

Traducido por Sandra289 Corregido por Nanami27

Sabía que Ethan estaba en mal estado al segundo en que salí de la habitación de Lance. Podía ver las líneas de preocupación alrededor de sus ojos y el duro gesto de su mandíbula. Y más que definitivamente, sentí la tensión de su cuerpo cuando se negó a que el auto nos llevara casa e hizo a Len esperar por nosotros en su lugar. Ethan no aceptaría otro bocado de nada del senador. Había terminado. Al momento en que Len nos dejó en el vestíbulo de nuestro edificio, Ethan me empujó dentro con pasos rápidos. No desperdició ni un segundo en un simple saludo a Claude, nuestro conserje, como siempre hacía. Nos movió con un singular propósito, arrastrándome al ascensor sin pronunciar una sola palabra. Me llevó a una esquina y apretó su cuerpo contra el mío, dejando caer su cabeza en mi cuello e inhalando. Aún en silencio, simplemente me sujetó ahí y respiró de mí. Podía oler la esencia masculina y seductora emanando de él. El olor de deseo sexual, y las ardientes ganas de aparearse. —Ethan —gemí su nombre. —Shh. —Llevó un dedo a mis labios y lo mantuvo allí—. No hables. Podía sentir la longitud de su polla presionando mi cadera y un largo escalofrío rodó por mi espina dorsal. Ya estaba mojada y él aún no me había hecho nada excepto presionar su cuerpo contra el mío y expresar su descontento por la conversación. Todo estaba en el poder de sugestión en sus

maneras, la forma en que me comunicaba con su mente y cuerpo lo que quería, era tan persuasivo. Ethan quería follar. A mí. Sabía que él solo estaba frenando la tormenta de fuego que vendría hacia mí en el momento en que las puertas estuvieran cerradas.

El clic del pestillo de la puerta sonó increíblemente fuerte contra el tenso silencio. Con mis sentidos en máxima alerta, me preparé para cuando viniera a mí. No tuve que esperar mucho. En menos de un segundo, estaba cubierta desde detrás por un duro cuerpo absorto en otro y con sólo una meta. Entrar en el mío. Ethan tenía las manos debajo de mi falda y sus dedos deslizándose sobre mi clítoris antes de que pudiera dar un paso. Su contundente sondeo en mi sexo fue primitivo, y me envió a una lujuria instantánea. Fue su desesperación animal lo que accionó el interruptor. Ethan era una bestia salvaje justo detrás de mí, y la erótica imagen que evocaba en mi mente me volvía igual de salvaje. —Así que ya empapada —ronroneó con aire de suficiencia en mi cuello, sus caderas empujando en mi trasero mientras tocaba mi coño, trabajándome hasta que mi cuerpo se hizo cargo, y mi mente no tuvo que pensar en otra cosa más allá de esto. Me empujó hacia adelante, encima de la mesa del vestíbulo. —Pon tus manos ahí y mantenlas —ordenó. Cuando tomé mi lugar, sentí mis bragas bajar bruscamente, una pierna levantada fuera de ellas y entonces… sus mágicos dedos estaban de vuelta en mi coño. Gracias. Esta vez, él saqueaba desde el frente para poder triturarme desde atrás. Extendiendo mis jugos arriba y bajo, trabajándolos talentosamente alrededor con los dedos, acariciando y lubricando mi carne hasta que estuve cerca del orgasmo. Ethan era bien versado en los signos, y sabía por eso que él podía subir de marcha las cosas. Me dejó ir hasta que empecé a balancearme

con el ritmo que él había marcado, montando su mano como una libertina. Entonces se detuvo. —No —grité en protesta cuando sus dedos me dejaron. —Te tengo, nena. Aguanta. —Golpeó mi nalga con una firme bofetada, el escozor aumentando mi placer a un nivel superior. Mis músculos se tensaron y se estremecieron, desesperada por él dentro de mí. ¿Cómo lo sabe? El ruido de él bajándose la cremallera era el mejor sonido que había oído en todo el día. Todavía temblando, gemía en anticipación mientras sentía la punta de la cabeza de su polla en mi entrada, caliente y listo. Apoyando los brazos en la mesa, miré hacia el suelo hecho de hermoso mármol Travertino9. La escena debajo sólo podía ser descrita como sexo personificado. Piedra forrada cremosa, creada por la naturaleza, y yuxtapuesta con un desorganizado grupo de ropa abandonada. Los pantalones gris oscuro de Ethan y el cinturón de cuero amontonado debajo de sus rodillas, mis bragas rosas de encaje enrolladas todavía en mi tobillo izquierdo, mis altos zapatos Gucci de punta abierta sosteniendo mis piernas. Un espectáculo realmente asombroso para la vista, debido a lo que representaba. Salvaje, sexo sucio entre dos amantes demasiado desesperados como para molestarse en desnudarse. Y también que estaba a punto de ser follada hasta quedarme sin sentido. Ethan me llenó con un empuje constante, sus manos en mis caderas para impulsarse. Hizo ese gemido entrecortado de placer que adoraba escuchar de él cuando se hundía en mí. —Siéntelo, mi bella. Todo esto… sólo para ti. —Siguió con un glorioso deslizar de su gruesa polla—. Te ves tan bien, tan jodidamente hermosa en este momento, doblada sobre la mesa… —se sumergió más profundamente en mi interior— tomando mi polla. Dios, se sentía tan bien dentro de mí.

Travertino: Tipo de roca usada actualmente en la construcción de espacios comerciales, centros de trabajo, y zonas residenciales. Sobretodo destaca su uso en baños. 9

—¡Sí… ohh! —No podía responder a sus eróticos desvaríos con ninguna coherencia. Todo lo que podía hacer era tomarlo. —¡Me perteneces! —Ladró con empujes más duros, su ritmo casi castigador mientras golpeaba más rápido. Sí, lo hago. Mi hombre intentaba restablecer su reclamo sobre mí después de dejarme en el hospital. Él necesitaba esto. Yo lo necesitaba. Una y otra vez bombeaba dentro de mí, su carne caliente hundiéndose y retrocediendo en un endiablado avance que me dejó casi sin poder respirar. —Quiero escucharte decirlo —gruñó él. Mi orgasmo construyéndose, apenas podía pensar, y mucho menos hablar, pero su demanda siempre lo sacaba de mí. —¡Oh Dios mío, Ethan… sí… sólo te pertenezco a ti! Sentí la primera convulsión empezar, llevándome a la cima cuando me cerré sobre su polla martilleando tan duro como pude. —Oh, mierda, sí. ¡Apriétame justo así! —Su mano agarró mi cabello en un enorme puñado y tiró de mi cuello hacia atrás. Entendía por qué. Ethan necesitaba la intimidad de nuestras bocas y ojos encontrándose, no sólo la unión de nuestros sexos. Llevó su otra mano alrededor de mi garganta y me sostuvo inmovilizándome, su polla golpeando sin descanso desde atrás mientras tomaba mi boca. Su beso fue abrasador, devorante y voraz. Me mordió y succionó con sus labios ásperos y dientes, poseyéndome en todos los sentidos, demostrando que yo era, de hecho, suya. Justo como yo necesitaba serlo. Cuando llegué al clímax en una bendecida explosión de intensidad, su lengua se hundió profundamente en mi boca reclamando mi aliento, mi alma, mi todo. Sentí que se endurecía y se hinchaba dentro de mí. Grité su nombre en un largo y bajo gemido, incapaz de vocalizar otra cosas que no fuera una palabra. “Ethan” era la única palabra que conocía.

—Te amo —dijo él con voz áspera contra mis labios, justo antes de que empezara a correrse.

Brynne apretando y aferrándose a mi alrededor mientras se corría… era tan bueno. Malditamente bueno. Cada convulsivo apretón y cada temblor viniendo de su sexo, poseía mi polla. Sentí el endurecimiento acelerar en mis pelotas cuando empecé a correrme. —Uhn…uhn…uhmm —gruñí, con cada sumergida en su coño apretado. Mi hermosa chica se entregó a mí con exquisita rendición. —¡Joder, SÍ! —Dije entre dientes, con una caliente inundación de semen saliendo a borbotones, corriéndome buena y suciamente en ella. Seguí follando a través del éxtasis, sosteniéndola contra mí por partes de su hermoso cabello. Follar. Amar. Mía. Brynne… Pensamientos aleatorios se filtraron en mi consciencia mientras me fundía en ella, pero sin embargo sólo una idea permanecía conmigo. No importa cuán lejos alguna vez iba, no perdía de vista la verdad: esta mujer me pertenecía de la cabeza a los pies, con todo lo demás en medio. Y siempre lo haría. Solté mi agarre de su cabello, enderecé su cuello, y enterré mi cara detrás del mismo. Inhalando su aroma floral, mezclado con el olor de su coño, tracé la parte posterior de su espalda con mis labios, susurrándole, acariciándola, besando entre las palabras. Puede que estuviera calmado ahora, pero era plenamente consciente que acababa de follar a mi esposa como un loco en el recibidor de nuestra casa. —¿Estás bien? —Mmm hmm —ronroneó sensualmente.

Me preguntaba qué estaba pensando. Aun así, sabía que no había nada que podría haber hecho diferente. Después de dejar a Oakley en el hospital, me había metido en un lugar muy oscuro dentro de mi cabeza. Entendía que la visita era necesaria, pero odié cada segundo de ella. Todo lo que quería era proteger a mi preciosa chica de las cosas que pudieran herirla. Y no fui capaz de hacer eso hoy. Tuve que hacerme a un lado y permitirle poner sus manos en ella… otra vez. No pienses en esa mierda chupapollas. Saliendo, subí mis pantalones, solo molestándome para que pudiera ser capaz de caminar. Ellos no estarían en mí en unos dos minutos. Barrí mi mano sobre la magnífica imagen de su trasero y apreté una nalga, disfrutando de la vista. —Eres tan… malditamente… hermosa. —La palabra ni siquiera hacía justicia a como lucía en este momento. No había palabras. Y nunca podría cansarme de mirarla. Ella rodó su cuello como un gato consiguiendo un buen estiramiento a su manera. Mi chica parecía agradablemente saciada, pero yo no había terminado con ella todavía. La desesperada follada en el recibidor era simplemente un calentamiento. —Creo que necesito estar de pie —dijo, desde su posición doblada en la mesa, su coño rosa enmarcado entre sus piernas abiertas, permaneciendo largas y rectas, todo el camino hacia los zapatos de tacón al final de sus delicados pies. La culpa atravesó mis entrañas. Por supuesto que debía estar de pie. Estaba embarazada. Eres un maldito idiota a veces. La ayudé a enderezarse y la giré hacia mí. —Lo siento por eso, nena. Déjame recompensártelo. —La recogí en mis brazos y la besé, aliviado de ver la sexy sonrisa burlona en sus labios cuando nos llevé hacia el dormitorio—. Voy a masajearlos durante largo tiempo. —Bastante, por favor —tarareó en mi pecho.

Y eso es todo lo que tomó para que todo estuviera bien en el mundo. Sólo necesitaba una señal de ella. Una sonrisa, una palabra, una caricia… algo que me dijera que no estaba preocupada por mi pérdida de papeles, y que todavía me amaba. Eso, y el hecho de que tuviera al menos otro orgasmo cegador saliendo de mí. Brynne, por otro lado, se merecía al menos dos más, además de un masaje muy agradable de pies. —Lo será —le dije mientras la acostaba en nuestra cama.

En las FE10, los Capitanes lideran tropas de cinco hombres. Los escuadrones pequeños para operaciones tácticas requieren cero detecciones. Mis hombres fueron los mejores que el EB11 tuvo para ofrecer. Mike, Dutch, Leo, Chip y Jackie. El día que encontramos al chico y a su madre muerta en medio de la carretera fue el último que estuvimos todos vivos al mismo tiempo. Por última vez que hermanos, maridos, padres e hijos de Gran Bretaña cogieron aliento. Veinte días después, ese número se redujo a… uno. Mike fue el único además de mí en lograr salir de la emboscada en la calle. Hubiera sido mucho mejor si no lo hubiera hecho…

Inmersa en la bañera con agua perfumada de lujo calentando mi cuerpo, procesé las últimas doce horas. Jesucristo, tomaría más que un baño entender todo ello. Ethan se había dormido tan profundamente, después de haber terminado la segunda vez, que ni siquiera se movió cuando me deslicé fuera de la cama. Normalmente me hubiera seguido en cuanto escuchara la bañera llenarse, si no hubiera sido él quien lo hiciera en primer lugar. Pero no esta noche.

FE: Siglas para Fuerzas Especiales. EB: Siglas para Ejército Británico.

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Imaginé que Ethan estaba exhausto por la simulación en el hospital. Podía decir que él estaba desgarrado por dentro, por tener que pedirme que fuera. Pero no teníamos opción. Lucas Oakley iba a asegurar la presidencia de Benjamin Colt debido a un giro del destino que hizo a su hijo un héroe de guerra en el momento justo. Un apuesto y joven oficial del Ejército consigue una pierna amputada en la guerra. Ah, y el guapo y joven oficial resulta ser el hijo del candidato a vicepresidente de los Estados Unidos de América. Las encuestas ya pronosticaban una victoria aplastante, y todo el mundo lo sabía. ¿La parte escalofriante de esto? Una vez que el senador Oakley fuera el vicepresidente, solo estaría a un paso de ser… el Presidente. La sola idea hacía doler a mi corazón. La respuesta normal sería frotar el área para aliviar la picadura, pero acuné mi vientre en su lugar, mi primer instinto siendo proteger a mi pequeño ángel mariposa. Había terminado con lo que tenía que hacer hoy. Tenía que conseguir algún tipo de garantía de que mi sórdido pasado con Lance no dañara el futuro de su padre, o el mío. Y voluntariamente lo haría de nuevo, también. Cualquier cosa por mi ángel mariposa. Lance… Cuando había despertado esta mañana, él era la última persona que alguna vez imaginé ver. No estaba preparada para lidiar con él todavía, pero era lo suficientemente realista para ver que Lance Oakley no iba a desaparecer. Especialmente ahora. “Brynne, por favor ven a verme otra vez. Tengo que decirte cuán arrepentido estoy por lo que te hice.” Lo que me llevó a mi segundo shock. ¿Estaba arrepentido? No sabía qué pensar de su petición, pero entendí que Lance solo quería que yo lo escuchara, porque lo dijo en un secreto susurro. No importaba. No volvería allí para verlo de nuevo. No tenía que hacerlo. Extrañamente, estaba bien con lo que estaba pasando. Con todo, la forma en que la visita tuvo lugar, no fue traumático para mí como pensaba que sería. Estuve fuerte durante la reunión, e hice todo lo que me pidieron hacer. Como lo hizo Lance. Realmente no me iba a obsesionar con la idea de lo que esto significaba respecto a mi salud emocional, porque no tenía el tiempo o la inclinación de profundizar en ello. Tenía una vida que vivir, con un marido que me amaba y necesitaba mi apoyo, y un bebé que me necesitaba para todo. Toda la mierda del pasado con Lance sólo tendría que ocupar un asiento trasero en el motor que era ahora mi vida. No veía otra manera de seguir adelante.

Y estaba decidida a seguir adelante. Llevé la mano a mi estómago otra vez y traté de sentir un mayor movimiento, pero el bebé no estaba de humor, supongo. No podía dejar que Lance, o su padre político e intrigante, me detuviera de hacer lo que tenía que hacer. La reunión realmente me había sorprendido por la manera en que Lance parecía tan diferente de lo que había sido cuando estábamos juntos. Parecía a ciento ochenta grados de diferente. Todavía tenía algunos problemas conectando al hombre que había visto hoy, con el que había conocido antes. Ni siquiera se sentía como si fuera la misma persona. Quizá había ido cambiando con el curso de los años. Su cuerpo sin duda había cambiado con todos esos tatuajes… —¡Noooo! Mike, lo siento, hermano. ¡No lo haré de nuevo! Awww, mierda no. ¡MIKE! Dios, por favor no. ¡MIERDA! NO, POR FAVOR NO LO HAGAS. ¡NO….NO…NO! Ethan. Le oí gritar desde el dormitorio y comprendí inmediatamente. Mi hombre tenía otra noche de pesadillas. Me puse de pie en el baño, el agua chorreando por mi piel, y tomé la bata. La ceñí en mi goteante cuerpo y salí corriendo del baño. Él me necesitaba, y yo tenía que ayudarlo. Tan simple como eso.

Salté sobresaltado de la cama, jadeando, con ambas manos alrededor de mi garganta, simplemente necesitando tener oxígeno. Respira, hijo de puta. Adentro, afuera, adentro, afuera. Ese flashback era el peor. Mi más profundo tormento, uno que nunca podría ser borrado de mi mente. Sabía que estaba condenado a llevar esto dentro de mí siempre. Él está en paz ahora. Me decía a mí mismo, siempre que la culpa me llevaba al punto en el que estaba entonces. No ayudaba mucho, sólo un poco. Y era lo mejor que podía hacer.

Adentro, afuera, adentro, afuera. —Ethan, cariño… —Su amable voz me dijo que estaba despierta en ese momento. Me daba miedo mirarla. Malditamente aterrorizado de levantar la cabeza y enfrentar a mi dulce chica. Si lo hiciera, podría ver mi vergüenza y debilidad. Jodía todo lo que sabía que había gritado. Me sentía como si estuviera enfermo. Pero Brynne no hizo lo que había hecho en otras ocasiones. No se molestó o exigió que comenzara a hablar. No me juzgó o me cuestionó. Sólo puso su mano suave contra mi pecho y se acercó a mí para que pudiera sentir su aroma, y supiera que estaba aquí y ahora, y no perdido en mi pasado. Me dejó ver que estaba seguro a su lado. —Estoy aquí, y te amo —canturreó ella en mi oído—. ¿Cómo puedo ayudarte? Puro e inundante alivio cayó en cascada sobre mí ante sus palabras. La atraje hacia mí y la sostuve para salvar mi vida. El idioma era una descripción perfecta para mí. Me aferré a mi chica para salvar mi vida.

El cabello en la parte posterior de su cuello estaba un poco húmedo. Podría estar enredado en su cabello durante horas. Me encantaba la suavidad del mismo, su textura, su olor, todo. Tan pronto como ella me preguntó cómo podía ayudarme, le mostré exactamente como. Pensé que lo sabía porque me había “ayudado” antes, permitiéndome encontrar una pequeña cantidad de confort en su cuerpo al usar el sexo para exorcizar mis demonios. Ahora venía la parte difícil. La parte donde me disculpaba por mi brusca reacción de usarla como tranquilizante. Recostándonos en forma de cuchara, respiré de ella y acuné a nuestro pequeño bulto encubado con mi mano. Estaba esperando sentir una patada o un bombeo, pero no había tenido tanta suerte todavía. Brynne llevó su mano para cubrir la mía en su estómago y suspiró con satisfacción. Eso me hizo sentir mil veces mejor. Una Brynne satisfecha era un buen comienzo.

—Lo siento, nena —susurré finalmente en su oído—. Perdóname… —No tienes nada porqué sentirlo, Ethan, nunca. Todo lo que importa es que sepas que estoy aquí para ti y que te amo. Eso es lo importante para mí. — Bostezó dormilonamente y dio unas palmaditas sobre mi mano—. Ve a dormir ahora. Mis ojos se abrieron de golpe. ¿Acababa de oír bien? ¿No iba a interrogarme sobre la pesadilla, o exigir que fuera a “hablar” con algún loquero sobre la mierda en mi jodido pasado? Sus acciones me dieron curiosidad. —¿Brynne? —Acaricié la parte posterior de su hombro. —¿Hummm? —¿Por qué no estás trastornada por lo que… hice

esta noche? ¿Mi

pesadilla? —Pregunté con cuidado, mis labios presionándose en su piel con un beso, tan pronto como la pregunta estuvo fuera de mi boca. —Hablé con la Dra. Roswell sobre tu TEPT12. Mi cuerpo se tensó mientras luchaba con los sentimientos de traición por un momento, pero los alejé, porque estaba seguro de que había más de una explicación. Brynne no era tan impetuosa como yo. Pensaba las cosas antes de decirlas. La mayor parte del tiempo. Y si estuviera en sus zapatos, probablemente haría lo mismo. Mi condición no era un secreto para nadie. ¿Por qué fingir con la única persona en la que podía confiar? —Bueno, no le conté mucho, sólo que tienes malos recuerdos de tu tiempo como prisionero en el ejército. Le pregunté cómo podía ayudarte. —Ella rodó para enfrentarme, su expresión diciendo la verdad de sus palabras—. Porque te amo, Ethan, y haré cualquier cosa para sacarte de ese oscuro lugar si puedo. —Ya lo haces. Lo has hecho desde el principio —le dije—. Tú eres lo único que me ayuda. —Tracé su pómulo con mi dedo, deseando poder decirle que nunca tendría otro flashback, o la despertaría de un profundo sueño con

TEPT: Trastorno de Estrés Post Traumático

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delirios de un loco chiflado por la noche. Lo haría de nuevo. Podría nunca dejar de hacerlo. —Así que la Dra. Roswell me contó un poco de la forma en que los recuerdos traumáticos funcionan —comenzó con cautela, su voz una caricia suave. —¿Qué dijo? —Me las arreglé para preguntar. —Ella me dijo que las personas con TEPT harán casi cualquier cosa para no tener que recordar los acontecimientos. Es demasiado doloroso y aterrorizante. La Dra. Roswell está en lo cierto. Ella negó con la cabeza lentamente. —Así que no voy a preguntar más… Sólo voy a estar aquí para ti. Para todo lo que necesites de mí. Estoy aquí para ti. ¿Sexo? Para traerte de vuelta si es lo que necesitas. Sin presión para hablar si no quieres. —Tragó saliva y su garganta se presionó en el hueco de su cuello. El tacto fresco de su mano en mi mejilla vino después—. Ahora sé que cuando te empujaba a hablarme de tus pesadillas lo hacía más difícil para ti. Lo siento, Ethan, pensé que hablarlo te ayudaría. No sabía que te estaba hiriendo al intentar forzarte a… La besé, cortando sus palabras. Había oído demasiado. Sus hermosas palabras de aceptación iban más allá de sanarme de lo que cualquier otra cosa probablemente haría. Sabía que esto era cierto. Mi chica me había ayudado a dar el primer paso. Quizá ahora, con su apoyo incondicional, podría encontrar el valor para salir y encontrar algo de ayuda en alguna parte. Brynne llevó sus manos a mi cabello y se agarró con fuerza, haciéndome saber que iba a estar bien conmigo, en lo bueno y en lo malo. Dios, la amaba tanto, más de lo que jamás podría expresar. Era algo que solo tendría que mantener dentro de mí. Era el único que podría alguna vez saber cómo de profundo era mi amor por Brynne.

Cuando por fin terminé nuestro beso, todavía la tenía abrazada contra mí porque no podía soportar la idea de dejarla ir fuera de mis brazos. No sabría cómo mierda soportarlo. Me aferré a ella durante el resto de la noche.

Traducido SOS por Nanami27 Corregido por Nanami27

19 de octubre Escocia Brynne y yo estábamos vestidos para una boda, pero no éramos la novia y el novio. Ese honor era para Neil y Elaina hoy. Eso si Neil no caía muerto de ansiedad antes de que pudiera recitar los votos a su novia. —Vas a hacer un agujero en este antiguo suelo de piedra si no dejas de andar de un lado a otro como un lunático. ¿Vas a sentarte en la esquina y balancearte de atrás hacia adelante, también? —No pude contenerme, la oportunidad de darle cuerda era demasiado dulce para ser pasada por alto. Neil me lanzó una mirada asesina y se mantuvo en marcha de atrás hacia adelante. —Es fácil para ti decirme eso, ahora que ya estás casado. Recuerdo cuán loco estabas en esa habitación antes de que dijeras tus votos a Brynne. Te habrías fumado tus Blacks13 de tres en tres si no los hubiéramos escondido lejos de tu guarida, donde no pudieras encontrarlos. Negué con la cabeza. Así que ahí era donde se habían ido mis cigarrillos. Hijos de perra.

Blacks: Más conocido como Djarum Black. La marca de cigarrillos favorita de Ethan.

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—Escucha compañero, todo irá bien en muy poco tiempo. Estás empezando a preocuparme. Neil dejó de andar. —Me siento mal —chilló—. Necesito agua. —Creo que necesitas una jodida botella de whisky, pero de verdad, todo va a estar bien. Él asintió débilmente y tragó grandes bocanadas de aire. —¿Qué hora es? —Alrededor de dos minutos después de la última vez que preguntaste. —Tuve pena del pobre diablo. Él era una ruina miserable. Así que me le acerqué y lo golpeé con fuerza en la espalda, bajo el disfraz de amor fraternal, y le dije una pequeña mentira—. Vi a Elaina en su vestido, toda lista para ti cuando robé un vistazo de mi chica en esa habitación lateral, donde están todas esperando. —Realmente no había visto a Elaina, pero él no necesitaba saber eso. Había visto a Brynne en su vestido azul pálido, sin embargo. Deliciosa. Necesitaba asegurarme de que se sentía bien, porque había despertado con un dolor de cabeza por la mañana. Neil comenzó rápidamente a disparar preguntas, demasiado desesperado para esperar alguna respuesta, la cual sería inventada, pero mi mezcla de la verdad no venía al caso, necesitaba llevarlo al altar de pie y consciente, en lugar de sobre su espalda. —¿La viste? ¿Cómo estaba ella? ¿Parecía nerviosa? ¿Lucía preocupada por alguna…? Mentí bien, lo que no era difícil en absoluto. Elaina estaría encantadora como siempre. —Ella se veía preciosa y como si no pudiera esperar a estar atada a ti, el más grande de los simios. ¿Tengo que tranquilizarte o algo así? Mi comentario hizo el truco, porque él volvió a la vida y escupió de inmediato en respuesta:

—Voy a recordar esto, cuando Brynne esté lista para dar a luz a tu bebé, y seas una temblorosa masa de jalea en el suelo. No te preocupes, te devolveré el favor con la oferta de tranquilizantes. Bueno, mierda. Él tiene un punto. Me negué a pensar en el nacimiento en ese momento. Si empezaba a bajar por esa pista, estaría en el suelo junto con Neil. Estoy seguro de que mi boca se parecía mucho a la de Simba cuando quería un kril14; colgando abierta por un momento antes de que pudiera conseguir un agarre y cerrarla. Neil me sonrió y negó con la cabeza. Miré el reloj y decidí darle la brutal verdad. Era mi mejor amigo, y merecía saber lo que venía. Sobreviviría al igual que el resto de nosotros. —Está bien, voy a ser honesto. La ceremonia es una puta bola de tensión de mierda, y no puedo ayudarte ni siquiera un poco. ¿La buena noticia? En cerca de cinco horas más, podrás empezar la noche de bodas y esa parte completamente vale oro. —Manipulé mi mano como un avión en un viaje suave. Neil me miró como si yo fuera el idiota más grande jamás visto para tomar aliento. Me encogí de hombros ante él y ambos rompimos en carcajadas por lo jodidamente ridículo que era esto, alejando toda la tensión. Se veía mejor y ése era el propósito principal de mi confesión. Neil iba a estar bien. No conocía a nadie más fuerte que él, o más leal. Las dos razones por las que era mi compañero y confidente. Estaba consiguiendo a su chica después de años y años de esperar por ella, y yo estaba feliz de ver que sucediera. Honrado de estar parado arriba para mi amigo en el día de su boda. Llamaron a la puerta, y la madre de Elaina asomó la cabeza. —¿Está bien que entre? —Te dejaré hasta entonces, hermano. —Me excusé, dejando a Neil y su futura suegra en paz. Neil se había sacado la lotería con ella. Caroline Morrison era una señora dulce y una madre amorosa. El polo opuesto de mi suegra, pensé con una mueca. Debe ser agradable. Salí y miré mi Rolex de nuevo. Si lo hacía rápido, tenía el tiempo justo para tener un poco de humo antes de la llamada de paneles. 14

Kril: Un tipo de crustáceo malacostráceo.

El impresionante paisaje en toda su cruda robustez enmarcaba la casa perfectamente. La casa de Neil aquí en Escocia era muy similar al establecimiento de un hombre campestre. Me puse de pie debajo de un árbol en flor y encendí un clavo. Mi decisión de trabajar en conseguir algún tipo de tratamiento para mis problemas había ayudado con la ansiedad de los sueños en flashback gracias a Brynne, y sólo a ella. ¿Tanto como hacer algo para ayudarme a terminar con las uñas en los ataúdes? No tanto. Un paso a la vez, me dije a mí mismo, mientras aspiraba. Apagué mi cigarrito y busqué un lugar para deshacerme de la colilla. No quería ponerlo en mi bolsillo, lo cual parecía un poco crudo teniendo en cuenta la ocasión, pero podría verme obligado a hacerlo. —¿Ethan? Me di la vuelta para encontrar a alguien que nunca pensé alguna vez volver a ver. Mi corazón se dejó caer como una piedra, y luego rebotó a lo largo de los adoquines, propulsado por un impulso que parecía no tener un puto final. Mi pasado viene para su debida notificación, supongo. —Sarah... —Mi voz se quebró al decir su nombre cuando la capté, justo delante de mí, después de tanto tiempo. Ella se veía tan hermosa como siempre; no parecía haber envejecido ni un poco. La sonrisa que me dio, hizo cosas a mi corazón que no quería hacer frente de nuevo. No me jodidamente sonrías, Sarah. No lo merezco. Cuando sus brazos vinieron a abrazarme, cerré los ojos, aterrado de lo que sentiría… y también, de la ironía del destino, que justo ahora, la ponía de nuevo en mi camino.

—¿Estás bien? —Preguntó Brynne en voz baja, sus ojos mirándome con preocupación. En realidad no. —Sí. ¿Por qué lo preguntas?

Ella se encogió de hombros y movió su tenedor por el plato de la cena, haciendo un buen trabajo en no comer. —Parecías preocupado durante la ceremonia, e incluso ahora —dijo con tristeza. Recupera el control. —No, nena. —Puse mi mano alrededor de su cuello y tiré de ella debajo de mi barbilla para besar la parte superior de su cabeza—. ¿Todavía tienes dolor de cabeza? Asintió contra mi mandíbula. Froté arriba en la parte posterior de su cuello, masajeando profundamente sobre los puntos de presión. —Mmmmm, eso realmente ayuda —gimió ella, enderezando su cuello en mi mano para que pudiera trabajar las torceduras. —Bueno. Quiero que lo tomes tranquila en el… —Ethan, no me has presentado a tu nueva novia —nos interrumpió Sarah desde atrás, con una expresión agradable que simplemente era una máscara por el amor al decoro. Mierda.

Yyyyyy así comienza. Así que, Sarah iba de mártir hoy. Solo arrojándose a los rieles ante un tren pasando a toda velocidad. Traté de envolver mi cabeza alrededor de sus motivos, pero no estaba funcionando. Ella deseaba conocer a Brynne... ¿mi esposa? ¿Quería saber todo acerca de nuestra elegante boda y luna de miel? ¿Disfrutaba escuchar del bebé, y encontraba divertido que no íbamos a saber de antemano si tendríamos un niño o una niña? ¿Necesitaba felicitarme por mi buena fortuna con Blackstone Security? ¿Por qué? ¿Cómo podía soportar hacer algo de eso? Seguramente yo no podría. Tenía que largarme.

Pero no había ningún lugar donde esconderse aquí, a excepción de la parte inferior de una pinta. O cuatro. Lo mejor en que podía pensar dada la situación. La boda de un ex soldado con mi novia embarazada a mi lado... Emborracharme, posiblemente, podría opacar el borde lo suficiente para que pudiera quitar el ánimo feliz-y-agradable requerido para la celebración de un matrimonio. O quizá no. Más bien era una bendición que Brynne no se sintiera mucho en el ambiente de fiesta realmente. De esta manera, no podría darse cuenta qué tan jodida estaba la cabeza de su marido. Pensé que había manejado la visita sorpresa de Sarah bastante bien, teniendo en cuenta que no tuve absolutamente nada de tiempo para procesarlo, antes de que se esperara que estuviera de pie para mi amigo delante de una multitud de personas. Y con Brynne ahí, brillando con una nueva vida y disfrutando del momento. No era malditamente justo. No digas eso. Nada de esto es justo. No para Sarah. Y ciertamente no para Mike. Había estado demasiado distraído durante la ceremonia para prestar mucha atención a lo que podría notar Brynne. Mi chica podía leerme tan bien. Ella no necesitaba esta preocupación añadida a su plato, además de ya sentirse enferma. No podía permitirlo. Había pensado que podría, de alguna manera, lograr pasar esta noche, hasta que Sarah me atrapó mientras estaba consiguiendo agua helada fresca para Brynne. Vino a decirme que tenía que irse... con lágrimas en los ojos. Dijo que había esperado poder quedarse por el bien de Neil, pero una vez que llegó y nos vio a los dos, fue demasiado difícil. Demasiado. Demasiado doloroso. Así que debía irse. Y yo empecé a beber.

—¿Cómo está tu dolor de cabeza? —Preguntó Gaby. —Por desgracia para mi cabeza, todavía está conmigo —le contesté irónicamente—. Una de las partes no tan agradables del embarazo, y el hecho de que no puedo tomar nada para ello, apesta a lo grande. —Levanté el agua helada y presioné el lado del vidrio en mi frente. —Bueno, te ves hermosa si eso ayuda —dijo ella, recogiendo la falda de su vestido de gasa de dama de honor—, y tienes un vestido nuevo bastante lindo para agregar a tu colección de vestidos lindos. —Se encogió de hombros— . Yo estoy consiguiendo toda una variedad. —Elaina nos había pedido a ambas estar en su boda, lo que aterrizó a Gaby en su segunda tarea como dama de honor en tan sólo siete semanas. Primero mi boda, y ahora la de Elaina… ella debía estar ahogándose en un mar de acaramelados, rogando por un rescate. —Desearías poder estar en cualquier lugar menos aquí, ¿eh? —Por supuesto que no. Quiero estar aquí, Bree. —Me dio una mirada que me dijo mucho más que las palabras que acababa de pronunciar. Conocía a mi amiga, y por consiguiente, estaba al tanto de la información que confirmaba porqué esto sería difícil para ella. —Eres una hermosa mentirosa, querida. —Le palmeé la mano cariñosamente—. Pero sé que Elaina aprecia que estés aquí para ella. —No, no estoy mintiendo —dijo ella tercamente, tomando un sorbo de algo alcohólico que se veía maravilloso, y yo no iba a tenerlo—. No quiero estar en ningún otro sitio más que aquí mismo, para Elaina, en el día de su boda. Me reí de mi mejor amiga, quien nunca parecía reconocer su propia belleza. Gabrielle Hargreave era una absolutamente preciosa mujer, con su cabello caoba y ojos verdes, y un cuerpo que no se quedaba corto, pero ella no lo veía. Los hombres jadeaban tras ella todo el tiempo. Y habían hombres justo

aquí, mirándola en este mismo momento. El primo de Ethan, Ivan, era uno de ellos. —Entonces, ¿qué pasa contigo e Ivan? —Lancé una mirada hacia la barra, donde Ethan e Ivan estaban charlando con cervezas. Un montón de cervezas. Mi marido podría emborracharse en esta recepción de boda. A ambos se nos había pedido estar en esta boda, al igual que Neil y Elaina habían estado en la nuestra. Supongo que se estaba dejando relajar un poco, y tenía derecho a eso. Durante la ceremonia había parecido un poco tenso para mí. Me pregunté por qué. Era un momento feliz. Su mejor amigo acababa de casarse con la chica que había amado por años. El comportamiento de Ethan no tenía sentido, incluso para él. —¿Qué quieres decir? —Los ojos de Gaby ahora estaban enfocados hacia donde Ethan e Ivan estaban instalados. No me perdí cómo Ivan la encontró en el instante en que ella miró hacia la barra, tampoco—. Nos conocimos en tu boda, obviamente como dama de honor y padrino. Hemos… hemos estado forzados a estar en la compañía del otro. —Forzados, ¿eh? Ivan es tan dulce... y caliente. ¿Por qué no querrías estar cerca de él? —Olí a una canalla con su explicación poco convincente. Pero también, estaba pescando con mi mejor amiga. No había olvidado lo que Ethan me había dicho acerca de la noche en la Gala Mallerton cuando la alarma se accionó y todos tuvieron que huir del edificio a toda prisa. Ethan los había visto todo revueltos, como si quizá podrían habían estado juntos. Ethan también parecía conocer el tipo de mujer que le gustaba a su primo, y me había dicho más de una vez que Gaby tenía todas las cualidades necesarias. —Bueno, creo… creo que él es-está muy... um... Ivan es un hombre interesante. —Torció la servilleta de papel en la forma de un palillo—. Me contó todo sobre los Mallerton en su finca en Irlanda. Él quiere que vuelva allá y trabaje en la catalogación de toda la colección. Ahhh, ahí estaba. La nerviosa destrucción de la servilleta, el tartamudeo, el rubor en sus mejillas, todo sugería que la predicción de Ethan era un objetivo en la mira. —¿Que vuelvas allá? —Pregunté.

—¿Hmmm? —Su mirada inocente no me engañó. —Dijiste, “que vuelva allá” como si ya hubieras estado en su finca irlandesa. —Incliné la cabeza hacia ella—. Gaby, ¿has ido a ver las pinturas de Ivan y no le dijiste a tu mejor amiga al respecto? —Um... sí, fui enviada allá por Paul Langley para comprobar lo que estaba ahí. —Ella negó con la cabeza—. No pude quedarme, sin embargo. El tiempo era… malo para mí. —Tomó otro sorbo de su copa y miró hacia abajo, evitando el contacto visual. —Bueno, quizá encuentres un mejor tiempo para volver allá luego. Apuesto a que las pinturas son magníficas si se parecen en algo a mi Lady Percival. —Decidí dejar mi sondeo, por ahora. Me di cuenta de que ella había terminado con la confesión, y no quería hacerle daño al traer a colación remembranzas de cosas que no necesitaba recordar. —Sí. Espero que sí. —Levantó la vista y preguntó sinceramente—: ¿Cómo estás lidiando con tu celebridad política? Bonito cambio de tema, Gab. Ahora era mi turno para abrazar lo esquivo. —Trato de no prestarle atención —mentí—. Los dos teníamos que montar un espectáculo, y lo hicimos. Ahora, sólo quiero seguir adelante y dejar que mi pasado permanecer allí, ¿sabes? —Lo sé, amiga mía. —Me apretó la mano cariñosamente antes de irse a buscar a Benny, que estaba haciendo las fotografías de boda.

—¿Puedo sentarme contigo? —Una voz sedosa preguntó a mi oído. Dillon Carrington estaba de hecho aquí, justo como había prometido cuando lo conocimos en Italia. Era uno de los padrinos de boda de Neil y tenía a todas las damas desmayándose. Me imaginé que no era nada a lo que no estuviera ya acostumbrado, al ser un campeón de carreras famoso y todo. Las oscuras y buenas miradas no lastimaban sus posibilidades, tampoco. El hombre era sencillamente precioso. Pero él lo sabía.

—Claro, si pasar el rato con una chica embarazada e irritable por la falta de vino es lo tuyo. —Le guiñé un ojo. Se rió y acercó una silla. —Bueno, eres preciosa, embarazada o no, incluso si la falta de vino te ha vuelto un poco chiflada. ¿Cómo puedo ayudarte? Negué con la cabeza y sonreí. —Estoy bien, solo sentándome y observando a la gente. Es mi cosa favorita. —¿En serio? Sé que a la gente le gusta mirarte en fotografías. ¿Estaba coqueteando conmigo? Y si era así, ¿por qué demonios estaba prestándome atención a mí, cuando él podría tener su opción en cualquier mujer soltera en la sala? —¿Has visto mis fotografías, Dillon? Frunció los labios como si estuviera tratando de contener una sonrisa. —Sí, Brynne, lo he hecho. —Él inclinó la cabeza en deferencia—. Las apruebo de todo corazón. Resoplé una carcajada. —Ethan no lo hace. Asintió con la cabeza inclinada como si estuviera considerándolo. —Creo que puedo ver por qué se sentiría de esa manera. Ethan tiene tendencias territoriales. Tiene que hacerlo, en su profesión, además de que acaba de arrebatarte fuera del mercado, así que puedo imaginarlo. —Sí, lo sé. —Respiré profundamente y pensé en ello desde la perspectiva de Ethan. ¿Y si él fuera el modelo y las mujeres lo vieran desnudo en fotografías? No me gustaría. Honestamente, lo odiaría. Decidí que era necesario un cambio de tema rápido para levantar el estado de ánimo—. ¿Dónde está tu linda novia, Dillon? ¿Por qué no estás allá, bailando con ella en este momento?

—Oh, ¿Gwen? Ella no es mi novia, es sólo mi cita para este fin de semana. —Me dedicó una sonrisa diabólica que me dijo más de lo que quería saber sobre la habilidad sexual de Dillon Carrington con las mujeres. Él escribía PROBLEMA en capas rectas, y Ethan tenía razón en objetar que Dillon sólo tenía citas—. Y no estoy bailando con ella en este momento porque tu marido lo está.

Dillon se rió de mi reacción. Ethan estaba, de hecho, con la “cita” de Dillon, la piernas largas Gwen, que parecía estar realmente muy metida en el baile con mi marido. Él simplemente parecía ebrio. Oh, no me gustas en absoluto, Gwen. —Iba a pedirte bailar conmigo, pero cuando me acerqué, parecía como que quizá no estabas dispuesta a dar una vuelta, y no pude enfrentar el posible rechazo. —Sus ojos ámbar brillaron con picardía. Con mi decisión tomada, eché un vistazo de lado a Ethan, y me levanté para alisar mi vestido. —Dillon, me encantaría bailar contigo. Las habilidades de Dillon eran tales que me hizo quedar bien allá afuera. Y fue divertido. Cuando me hizo girar, la falda se acampanó en una ola de gasa y me encantó. Me sentí bonita y deseable por primera vez hoy, en lugar de ser la dama de honor embarazada y torpe que observaba todos los demás divertirse mientras se sentaba alrededor de su enorme trasero. Cuando la canción cambió a Bloodstream de Stateless, di gracias a Dillon por hacerme compañía, y miré a mi alrededor en busca de Ethan. Era una de mis canciones favoritas y me recordaba mucho la forma en que Ethan era conmigo. Creo que podría haber inhalado de ti… Puedo sentirte detrás de mis ojos… Te has metido en mi torrente sanguíneo… Puedo sentirte fluyendo en mí. Bailar lento esa canción en particular con alguien que no fuera mi hombre, estaba fuera de cuestión. Ni siquiera lo vi bailar con Gwen más. ¿Adónde demonios se había ido? Mi marido debía estar bailando conmigo en esta boda. No con una mujer cualquiera, que era delgada y hermosa... Mi cuerpo está cambiando muy rápido.

Francamente, estaba irritada. Básicamente me había abandonado para beber en la barra con los chicos, y luego se había ido a bailar con otra mujer. No me gustaba sentirme de esta manera, y por primera vez, desde que había conocido a Ethan, pude imaginar que me estaba evitando. Pero, ¿por qué? Esta mañana había estado muy bien, y más tarde antes de la ceremonia había venido a ver cómo estaba, preocupado por mi dolor de cabeza. Mi cariñoso y atento hombre, como siempre era conmigo. Pero entonces, después que la ceremonia se trasladó a la recepción, pareció distante, y se fue con Ivan y el hermano de Elaina, Ian, para algún tiempo de bromance15, supuse. ¿Era posible que todos los corazones de la boda y el amor floreciente estuvieran molestándolo? Bueno, él fue quien insistió en casarse, me recordé a mí misma. Yo nunca exigí un anillo. Todo Ethan, todo el tiempo con la ridiculez de vamos-acasarnos-ahora-mismo. Si él estaba teniendo segundos pensamientos sobre su nuevas pelotas-en-cadenas, entonces estaba un poco malditamente tarde para descubrirlo. ¿El juego de Ethan hasta el momento? Idiotez en niveles insospechados al millonésimo poder. Y una amarga decepción por parte de su, embarazada y de mal humor, esposa. Besé a la novia y el novio, hice una excusa para Gaby y Ben acerca de mi dolor de cabeza, y me imaginé que vería al resto de la multitud mañana en el desayuno tardío. En este momento, estaba lista para que mi cabeza se encontrara con mi almohada. El crecimiento de un pequeño ser humano hacía que requiriera una tonelada más de horas de sueño de lo habitual. Mientras me dirigía por las escaleras, me invité a hacer una mini rabieta —dentro de mi cabeza, por supuesto— por lo poco romántica que esta noche había sido para mí. Hablando de aguafiestas. Mi decisión a favor de sueño, por sobre la búsqueda de dondequiera que se hubiera perdido Ethan fue realmente muy fácil para mí. Debido a que se sentía como si hubiera estado sola toda la noche, de cualquier manera. Cuando llegué a la habitación, me puse un camisón cálido y acogedor, y me recosté en la solitaria cama, sintiéndome despojada, preguntándome cuándo él iba a arrastrarse arriba para unirse a mí. Pero sabía que lo haría eventualmente.

Bromance: Apelativo coloquial para una muy cercana amistad entre hombres.

15

Esa era la cosa con nosotros. Confiaba en Ethan aunque estaba siendo un idiota. Él conocía la disposición de la tierra conmigo. La honestidad y la confianza eran requeridas, o no habría nada que nos mantuviera unidos. El buen sexo no era amor. Para mí, honesta devoción y lealtad era amor. Si Ethan me engañaba alguna vez, saldría por la puerta y nunca miraría hacia atrás. Yo lo sabía. Él lo sabía.

Traducido por VicHerondale Corregido por Nanami27

Le di media hora antes de seguirla por las escaleras. Quería esperar más tiempo, de manera que el zumbido del alcohol ensordecería mi ventaja un poco más, haciéndome más seguro de tener alrededor. Pero no podía soportar estar lejos de ella por otro momento más. Necesitaba mi tranquilizante. Neil me lo había dicho antes. Brynne es tu cura. Nada me podía sacar del infierno cuando me sentía así... excepto ella. Respiré más tranquilo sabiendo que no tendría que decir mucho. Su nueva regla de dejarme con mis demonios en soledad ayudaba mucho. Cada cosa sobre Brynne me ayudaba. Cuando entré en la habitación, estaba oscura y ella estaba durmiendo justo como había esperado. Me deshice del esmoquin y me metí debajo de las sábanas, colocándome en su espalda. La primera inhalación de su aroma reconfortante subió a mi nariz y directamente a mi cerebro, calmándome inmediatamente, dándome esperanza de que la fealdad desaparecería. Lo mejor que me había sentido durante toda la noche, fue el instante en caí contra la parte posterior de su cuello y hundí la nariz en su cabello. Brynne era tan generosa conmigo, a ella nunca le importaba cuando la despertaba y quería follar. Necesitaba follar ahora mismo. Ahogar el sentimiento de culpa.

Cuando me moví hacia abajo en la cama y aparté las mantas, la encontré envuelta en una especie de camisón que la cubría de la cabeza a los pies, y de un estilo que podía ser usado por mi abuela... cuando ya estaba bien entrada en sus ochenta. La fea cosa era un candidato a basura, sin duda. Ocultar toda esa belleza lejos de mis ojos sólo me frustró. Estar medio cabreado no ayudaba a mi juicio, probablemente, pero tampoco me detuvo. Encontré el lugar dónde desabrocharlo, aproximadamente a la mitad de su pecho, clavé los dedos entre los botones, y dividí el maldito trapo en dos, todo el camino hasta el dobladillo. Sus senos desnudos aparecieron a la vista primero, y luego el resto de ella. Me sentí mejor al instante. Mi polla estaba jodidamente dura como un hueso. Ella se despertó con un jadeo y un grito. —Shhh. —Apreté una mano sobre su boca y mis labios fueron a su mandíbula. No quería que los visitantes hacer la vieja rutina del “¿Está todo bien ahí?'' en esta fiesta, ya que el lugar estaba repleto hasta el tope con ellos. Sus ojos se encendieron, y percibí que no estaba contenta con lo que acababa de hacer, pero una vez más, eso no me detuvo—. Soy sólo yo deshaciéndome de ese feo camisón por ti. Lo detestaba. —Saqué mi mano y cubrí sus labios con mi boca en su lugar. Murmuró bajo mis besos al principio, y se tensó debajo de mí, pero una vez que consiguió sentir mi lengua dentro de ella, respondió hermosamente, suavizando su cuerpo, dejándome jugar mis juegos, dejándome tomarla—. Detestaba ese camisón, pero te amo a ti. —Besé su garganta hasta el hueco de su cuello, seguí por su esternón y luego justo entre sus pechos. Chasqueé mi lengua y la arrastré hasta un pezón. Ella arqueó la espalda para acercarse más. Rodeé mi lengua sobre su pequeño y rosado pezón, dando vueltas y vueltas hasta que prácticamente estaba retorciéndose debajo de mí. —Eso está mejor —le dije—. Tengo que ver a mi bella esposa... cada centímetro de ti. —¿Ethan? —Shhh, nena —la tranquilicé—, sólo siente lo que te voy a dar. Besé mi camino hacia abajo, dándole una caricia a su estómago cuando fui más abajo. Separando el interior de sus muslos con firmeza, la abrí y disfruté

de la magnífica vista. Ella me dejó sin aliento, y siempre lo hacía. Su coño... no había palabras para describirlo. Inhalé, embriagándome con su intoxicante aroma. Único de Brynne, y absolutamente delicioso, lo que me provocó una instantánea necesidad de tenerla. Lamí el interior de sus muslos, dando la misma atención a cada uno de ellos hasta que no pude privarme de ello un segundo más, y tuve que tener su dulce coño bajo mis labios. Empecé poco a poco, con pequeñas lamidas a lo largo de sus suaves pliegues y trabajé en círculos, apuntando mi lengua como una pequeña polla. Ella se flexionó contra mi boca y se meció rítmicamente mientras la construía. Podría hacer esto toda la noche, por tanto tiempo como disfrutara de mi banquete, o me dijera lo contrario. Los hermosos sonidos de su respiración acelerándose calentaron mi ansiedad, derritiendo lejos mi tormento, hablándome de su placer. Metí dos dedos dentro de su calidez empapada, retorciéndolos para deslizarse en esa pequeña cueva especial, en el área rasposa de su piel donde sucedía la magia. Ella se arqueó bruscamente, gimiendo bajo el ataque de mis dedos y de su punto G en combinación con mi lengua y su clítoris. Una mezcla explosiva. La tuve viniéndose para mí en menos de dos minutos, jadeando mi nombre justo como me encantaba que lo hiciera. Totalmente perfecta y jodidamente bella. Después de que un segundo orgasmo trajo su estremecimiento debajo de mi lengua, ella presionó una mano a la parte superior de mi cabeza. Sabía lo que eso significaba. Estaba lista para una polla. Arrastré mi boca lejos de su coño y monté hacia arriba, envolviendo sus largas piernas sobre mis brazos. Mi chica suspiró ante mí con impaciencia cuando levanté su trasero hasta encontrarlo con mi polla. Me reí de su frustración cuando deslicé el eje de mi polla a lo largo de su clítoris durante unas arrastrantes estocadas. —Voy a follarte ahora, nena —susurré, empujando hacia adelante. Plenamente consciente, perdí gran cantidad de mi control al instante en que el extremo del capullo de mi polla besó su calor resbaladizo, salí flotando en una nube de sexo y lujuria, y una excelente follada.

El apretado ajuste en su agarre alrededor de mi polla mientras me deslizaba más hondo, extrajo la respiración fuera de mí. Desde la base hasta la punta, ella me tomó, aceptando la invasión que no podía frenar. Nunca había frenado mi torrencial necesidad de estar dentro de ella. Imposible. Ese era mi único lugar verdaderamente seguro en el mundo. A medida que el frenesí se construía, la sentí apretarse con cada penetración de mi polla en su resbaladizo coño. Comenzó a jadear y rodar sus caderas para conseguir la fricción donde ella necesitaba que estuviera. Empujé más profundo con cada estocada y vi la mirada que ponía cuando estaba a punto de suceder. Triunfo. Se esforzaba en hacerme venir tanto como yo lo hacía con ella. Mi polla se hinchó preparándose para la explosión. Sus ojos ardieron en los míos, agarré su cuello y lo mantuve en su sitio, girando mi pulgar alrededor y hacia abajo en su boca. Ella envolvió su lengua alrededor de mi pulgar y lo chupó. Mis bolas se apretaron y lo dejaron ir, un torrente de puro y cegador placer lavó sobre mí, mientras me vaciaba en ella. Me las arreglé para moverme a un lado antes de desplomarme, consciente del bebé, y el no querer aplastarlo. Brynne respiró pesadamente contra mí, en silencio mientras bajaba de la cima, junto con mi polla aun latiendo en su interior. Saqué mi mano de su cuello, la pasé por debajo de un seno y llené mi palma. Sentí claramente que su corazón latía debajo de la barrera súper suave de carne. Mi corazón. —¿Qué fue eso? —Preguntó después de un momento, su expresión difícil de leer cuando sus ojos quemaron más verdes en la luz de la lámpara. —Eso fue tú siendo bien y verdaderamente follada por tu hombre, mi bella —bromeé, soltando de golpe el pecho que sostenía en la mano y dándole una lento apretón de mis caderas. —No la follada, Ethan. Eso, entendí perfectamente cuando rasgaste mi camisón. Quiero saber por qué me abandonaste durante toda la noche para emborracharte en la boda de tu mejor amigo.

Mi polla se marchitó cuando gané algo de claridad acerca de lo que ella podía estar sintiendo. Había dolor y tristeza en sus lastimeros ojos, e incluso el acuoso relucir de las lágrimas. El sentimiento de euforia se desvaneció cuando me di cuenta de lo que acababa de hacerle a ella. Yo no la merecería, y nunca lo haría.

Observé su sonrisa satisfecha apagarse para ser reemplazada por remordimiento. —¿Ha pasado algo, Ethan? ¿Decidiste que cometiste un error al casarte conmigo? ¿Eres infeliz... conmigo y el bebé... porque mi cuerpo está ccambiando? Tenía que preguntarle. Sabía cómo operaba, y era por la verdad. La cosa era que, me sentía así todo el tiempo sobre Ethan. Él siempre había sido tan directo y sincero conmigo desde el primer día. Amaba eso de él. Me decía lo que estaba en su mente, compartía sus deseos, me ayudaba a entender lo que él quería y necesitaba. Pero este comportamiento individual e incómodo realmente me confundía y lastimaba. —Oh, nena... ¡no! ¡Joder, no! —Sacudió la cabeza con vehemencia—. Casarme contigo fue lo mejor que me ha pasado alguna vez, Brynne. ¿Crees que soy infeliz contigo y el bebé? ¡¿Por qué?! Él apretó su mano de mi pecho y se inclinó sobre mí, con el rostro muy cerca, sus ojos azul oscuro buscando, parpadeando sobre mí, como si mirarme fijamente le revelaría algunos misterios. —Has herido mis sentimientos. Me dejaste allí en la mesa, te fuiste y empezaste a beber. Nunca haces eso, Ethan. ¿Por qué bailase con Gwen y no

conmigo? —Las lamentables preguntas salieron de mi boca, humillándome, pero no pude evitarlo. Culpa de las hormonas. —¿Quién? —Gwen, la rubia delgada. No parecía nada más que confundido. —La cita de Dillon —dije con énfasis, preguntándome si todavía estaba borracho. —Ahh... sí, ella —gruñó con desdén—, me empujó hacia allá, y estaba demasiado destrozado, y demasiado distraído para decir que no. —Esto no hace que algo de lo que hiciste esta noche esté bien conmigo. — Él necesitaba escuchar mis pensamientos no filtrados y saber que este tipo de comportamiento jamás funcionaría. —Lo siento tanto, nena —dijo con seriedad, antes de dejar caer su boca sobre la mía. Me besó suavemente; muy suave y cariñosamente, estableciéndose en su patrón de nuestra sesión de besos post-sexo. Largas y atrayentes barridas de lengua y labios, sin otro propósito que no fuera mostrarme que, efectivamente, me amaba. Me sentí mucho mejor, admitiré, pero todavía estaba confundida acerca de lo que había ocurrido esta noche en la recepción. Cuando por fin se echó hacia atrás y concedió sus ojos de nuevo, me di cuenta de que algo grande iba a ser revelado. —Te amo tanto, Brynne, y no puedo hacerlo en esta vida sin ti. Nunca me arrepentiré de nuestro bebé, y nunca dejaré de amarte a ti o a nuestros hijos. Eres mi vida, y estás atrapada conmigo. Eres la mujer más bella del mundo. ¡En el jodido mundo! ¿Me entiendes, Brynne? —Sonaba duro, pero la expresión de su rostro era suplicante. —S-sí. —Contuve un sollozo, sintiéndome demasiado emocional y aliviada, pero todavía necesitaba algunas respuestas de él—. En-Entonces, ¿qué pasó esta noche? Algo pasó, ¿verdad?

Él se quedó en su lado y me enfrentó poniendo su mano en mi cadera, como si tuviera que tener contacto físico con mi cuerpo para poder decirme lo que tenía que decir. —Sí, nena, algo sucedió. —Me atrajo hacia él, apretó sus labios contra mi cabello y respiró profundamente—. ¿Recuerdas a la mujer que quería conocerte en la cena? ¿Sarah? —Sí. Parecía muy agradable y amable. ¿Cómo la conoces, Ethan? —Sarah era una mujer hermosa y encantadora en conversación. Recordé su aparentemente genuino interés en la forma en que Ethan y yo nos habíamos conocido. Había preguntado acerca de mi fecha de parto, pero todo se había sentido socialmente normal para mí, no había nada raro. —Ella vino a la boda de hoy para presentar sus respetos, supongo, pero tuvo que irse porque era demasiado difícil para ella ver a Neil y Elaina, y a ti y a mí, viviendo nuestras vidas felices con la gente que amamos. —Empezó a frotar su mano en mi cadera con un movimiento lento—. Sarah Hastings estaba casada con alguien que sirvió en las FE con Neil y yo. Él no... logró salir de Afganistán. —Oh... eso es horrible. Me imagino Neil y tú eran cercanos a él… —Sí. Él estaba bajo mi mando... en mi equipo. Ethan parecía calmado mientras hablaba, pero sentía que estaba albergando alguna pena profundamente arraigada o la culpa de la muerte de ese hombre en la guerra. Sólo el poder imaginar lo que la experiencia debió de haber sido para él, era horrible. —Te preocupabas por él —dije suavemente, no queriendo hacer preguntas que le hicieran daño adicional. Era mejor que hiciera declaraciones en lugar de preguntar más de lo que se sentía cómodo para compartir. —Mike Hastings era el mejor de los soldados. Fuerte, leal... un luchador hasta el amargo final. El tipo de soldado que quieres en la espalda cuando la

mierda llegar a estar FUBAR16 —dijo Ethan, con una voz lejana, ponderada con respeto y honor por su camarada caído. —Yo... te he oído llamar su nombre una vez... cuando tuviste un mal flashback... —Barrí mis labios contra su pecho y besé justo sobre su corazón. Apoyé mi oreja allí, así podía oír los latidos de su corazón valiente latiendo contra mí. Mi corazón. Él llevó su mano a la parte posterior de mi cabeza y frotó mi cabello, manteniéndome en su contra, lo que le permitía comodidad. —Mike. Sí. Esa... me-memoria sobre Mike... es la peor de todas. —No tienes que hablar de él, Ethan, si no quieres. Cariño, por favor no te hagas pasar por eso de nuevo sólo por mi beneficio. —No, debes saberlo. Eres mi esposa, y debes saber por qué… por qué soy de esta manera. Cerré los ojos y me preparé para la explicación, sabiendo que sería algo verdaderamente terrible. —Te amo, Ethan —le susurré. —Mike fue tomado prisionero junto conmigo. Él sufrió lo que sufrí por veinte días en lugar de mis veintidós. Entonces lo ejecutaron delante de mí. Ellos lo usaron como una… una p-práctica para lo que estaban planeando hacerme. Lo sentí tragar, pero su voz no cambió. Sonaba extrañamente tranquilo y me tensé cuando imaginé cómo Mike Hastings había encontrado la muerte. Recordaba muy bien lo que Ethan me había dicho una vez. Los talibanes iban a decapitarlo y mostrarle al mundo un video de ellos haciéndolo. —Utilizaron un jodidamente grande cuchillo y me obligaron a mirar. Me dijeron que si cerraba los ojos o apartaba la vista, harían que Mike sufriera más tiempo, cortando partes de él que lo mataría, para alargar la agonía y prolongar

FUBAR: Acrónimo para Fucked Up Beyond All Repair. En español, Jodido Más Allá De Todo Reparo. 16

lo inevitable. Esto era diversión para nuestros captores, en su guerra jodida, piadosa y sinsentido de la que son tan fanáticos. Lloré lágrimas silenciosas mientras me contaba su experiencia, incapaz de decir nada, sin saber qué hacer, excepto aferrarme a él y ser lo que necesitaba que yo fuera. —Pero le fallé a Mike. Traté... traté tan jodidamente duro, Brynne, no apartar la vista, pero no pude evitarlo... Dejó de hablar. El silencio se hizo ensordecedor encima del martilleo constante de su corazón contra mi mejilla, ahora bañada por mis lágrimas calientes... por él, por su amigo, por la culpa impotente que llevaba sobre las cosas más allá de su control. —Te amo, y siempre lo haré. —No había nada más que decirle. Él respiró en mi cabello, cerca de mi sien, y pareció relajarse un poco. Después de un momento de silencio me hizo una pregunta. Fue dolorosamente difícil para él hacer salir las palabras. Pude oír el miedo mientras luchaba para forzar a las palabras a salir de sus labios. —¿Crees que hay algún lugar, o una persona en algún lugar que me pueda ayudar? —Sí, Ethan, sé que la hay.

Traducido por Lizz_Herondale Corregido por Apolineah17

23 de Noviembre Somerset Mi oficina era la mejor habitación de la Corte Stonewell. Ricos paneles de roble en las paredes enmarcaban la magnífica vista de la ventana al océano. Me recordaba a All Along the Watchtower, la versión de Hendrix de la canción de Dylan. ¿Qué princesa observaba desde aquí? ¿Cuántos sirvientes tenía? Sin duda me sentía como una princesa en esta casa. La Bahía de Bristol se extendida delante de mí, y en un día claro podía ver todo el camino hasta la costa de Gales en el otro extremo de la bahía. Somerset tenía una vista impresionante del país en todas direcciones. Había descubierto que el paisaje interior tenía campos comerciales de lavanda. Kilómetros y kilómetros de flores moradas perfumando el aire, y tan hermoso, tu mente apenas podía aceptar lo que tus ojos veían. Me encantaba venir aquí para los fines de semana largos, y sabía que era bueno para Ethan, también. Él prosperaba en la paz del lugar. Cuando Ethan y yo habíamos revisado todas las habitaciones de la casa intentando averiguar para qué las usaríamos, había sabido en el instante en que entramos en ésta, que la quería. Y lo sorprendente fue el impresionante escritorio que ya se encontraba en la habitación, confirmando que otros habían pensado en esta habitación como un excelente lugar para trabajar mucho antes que yo.

El escritorio era la segunda mejor parte, después de la vista. Uno enorme, de roble inglés tallado, pero perfectamente equilibrado con artísticos detalles que suavizaban su grosor, haciéndolo perfectamente diseñado ante mis ojos. Me gustó imaginarme sentada delante de esta espléndida vista del mar y trabajando en mis proyectos para la universidad, o simplemente como un lugar para hacer una llamada telefónica o navegar por la red. Pura perfección. Bebí a sorbos mi té de granada y me entregué al profundo azul brillante del océano bajo el cielo justo fuera en mi ventana. Podía sentarme aquí por horas me di cuenta, pero eso no me ayudaría a llevar nada a cabo —y tenía mucha cosas por hacer. Creo que estaba entrando muy pronto al modo de “anidación” del embarazo. Ethan me molestó sobre mi anidación cuando leyó de ello en el Qué esperar cuando estás esperando que mantenía en su mesita de noche y estudiaba religiosamente. Y mi esposo no era un gustoso lector como yo. Él leía noticias sobre el mundo y los deportes, y publicaciones especializadas, pero no ficción. Leía para aprender e informarse. Pensaba que era adorable la manera en que seguía el sitio web y leía el libro para saber lo que le estaba sucediendo a mi cuerpo y lo que estaba por venir. Ethan era tan bueno en la preparación y la planificación, y en muchas más cosas, pero sobre todo a cuidar de mí. Suspiré después de otro momento de ensoñación, sabiendo que tenía tareas que necesitaban atención. No mis favoritas, eso era seguro. Pero entonces, dudaba que acomodar cables de computadora fuera la tarea favorita de alguien. Me puse sobre mis manos y rodillas y me arrastré debajo del escritorio para ver si había un agujero taladrado en la parte posterior para que pasara un cable de alimentación eléctrica. Alguien debía haberlo utilizado en la época modera, racionalicé. Pero podía ser que no. Me pregunté si Robbie me podría ayudar. Puse mi mano en la esquina interior cóncava y empujé, salí de debajo de mi escritorio, cuando escuché un chasquido mecánico, a continuación, el polvoriento deslizamiento de la madera.

Diarios. Tres de ellos se apilaban en la parte superior del escritorio. Encuadernados de cuero, dorados y atados con un cordón de seda, las páginas

que compartían los pensamientos privados de una joven mujer que había vivido hace mucho tiempo en esta misma casa. Cuando había desatado el endurecido cordón por los años, fui cautivada desde la primera página. Al punto en que me olvidé de todo lo demás y me perdí en sus palabras…

07 de mayo de 1837 Hoy visité a J. Compartí mis noticias con él. Más que nada me gustaría tener su comprensión de mi arrepentimiento, pero sé que eso está fuera del ámbito de posibilidades hasta el momento en que me encuentre con mi creador. Entonces podré conocer sus sentimientos sobre el asunto… …¿Cuál será el precio de la culpa? Solo cinco letras en una palabra que me entierra con su peso. ...Mi amargo pesar que ahora siempre debe nacer en un silencio interminable que ha roto los corazones de todos aquellos que alguna vez amé. …Hoy también di mi consentimiento para casarme con un hombre que no quiere nada más que cuidar de mí y permitirle que me ame. …Así que iré a vivir a la Corte Stonewell y haré mi vida con él, pero estoy muy asustada de lo que me espera. ¿Cómo alguna vez estaré al nivel de lo que se espera? …Darius Rourke todavía no entiende que no merezco ser apreciada por ningún hombre. Estoy rota, por desgracia, y soy incapaz de negar sus deseos por mí, al igual que fui incapaz de negarme a mi amado Jonathan… MG

Marianne George, quien más tarde se convirtió en Rourke, después de su matrimonio con el Sr. Darius Rourke, en el verano de 1837.

El vello en la parte posterior de mi cuello escocía cuando levanté la vista del diario hacia la pintoresca vista. La coincidencia era increíble. Mi libro de Keats, la primera edición de poemas, que me había dado Ethan la noche en que se me propuso, había pertenecido a esta misma Marianne también. ¿Cómo podría siquiera olvidarlo, Para mi Marianne. Siempre tuyo, Darius. Junio de 1837, en la elegante letra escrita en una época anterior, como una inscripción? El regalo de un amante. Aprecié lo que Darius le había escrito a Marianne. Tan simple y a la vez tan puro en el sentido en cómo él la veía. La amaba, y sin embargo, por las razones que fueran, Marianne se sentía indigna de su amor. La culpa pesaba sobre ella. Como lo hacía conmigo. Como lo hace con Ethan. ¿Y ahora estábamos viviendo en su casa? Casi no lo podía creer. Ella mencionó a Jonathan, el nombre grabado en la estatua del ángel sirena abajo en el jardín, viendo conmovedoramente hacia el mar. Comprendí ahora, que la estatua era un monumento conmemorativo para su Jonathan perdido, y no una tumba. Porque él no tenía ninguna tumba. Jonathan se había perdido ahí afuera en el hermoso y a veces terrible mar. Ella lo amaba… y entonces él se había ahogado. Y Marianne sentía que era la única responsable de lo que había ocurrido con él. Ella lo amaba... y entonces él se había ahogado. Entendía el dolor de Marianne mejor de lo que la mayoría de las personas podrían. Lo entendía porque yo también deseaba la liberación de mi propia culpa. Probablemente nunca me sucedería. Algunas cosas sólo hay que aceptarlas, aun si el resultado nunca va a cambiar. Porque, de hecho, sabía lo que significaba sentirse responsable por la pérdida de alguien amado… y que nunca volvería a ver en esta vida. Sí, lo sentía observándome, pero eso no se llevaba la enorme pérdida que sentía al echarlo de menos. El agujero en mi corazón que su muerte había creado, todavía era una caverna. La culpa con la que luchaba a diario, que todavía se sentía en su mayoría como mi culpa, permanecía dentro de mí. Echaba de menos a mi papá. No me había dado cuenta hasta qué punto su amor y apoyo me habían protegido hasta que experimenté la pérdida de ello. Extrañaba su presencia. Extrañaba su amor. Simplemente lo extrañaba. Papá, te extraño tanto...

Como si me intentara sacarme de mis pensamientos tristes, sentí una patada y luego un codazo. Sonreí y froté mi vientre en crecimiento. —Bueno, hola allí, ángel mariposa. Mi ángel empujó mis costillas en respuesta, haciéndome reír ante el momento oportuno. Los movimientos ya no se sentían como alas de mariposa a las veintiséis semanas, pero el nombre se había quedado pegado en mi cabeza. —Se supone que estás diciéndome que quieres comer, lo que significa que necesito poner algo de comida dentro, ¿verdad? —Brillante hijo el que tenemos, nena y yo coincido plenamente. Tienes que comer —dijo Ethan detrás de mí, cubriendo mis hombros con sus manos e inhalando profundamente. Rozó su barba a lo largo de mi cuello mientras acariciaba el punto sensible con besos. Me incliné atrás hacia él y ladeé mi cuello para facilitarle el acceso, e inhalé por mi cuenta, él siempre olía increíble. A mi hombre también le gustaba olerme. En todos lados. Un poco pervertido, pero me demostraba cuán pura era su honestidad conmigo. Me gustaba la honestidad. Necesitaba honestidad para que funcionara nuestra relación. —Ahh, me has atrapado hablando conmigo misma de nuevo. —No contigo misma, sino con la pequeña lechuga, y eso hace toda la diferencia. No creo que necesitemos enviarte al Hospital Bethlem todavía — bromeó. —¿Tenemos un bebé lechuga esta semana? —Sacudí mi cabeza ante lo divertido que era para mí que él pudiera memorizar cada fruta y verdura que salía en ese sitio web prenatal. Él estaba en lo correcto cada vez, también. Empezaba a pensar que podría tener una memoria fotográfica. Ethan recordaba todo, mientras que yo estaba teniendo “cerebro de embarazo” y simplemente olvidaba cada cosa había aprendido alguna vez. Sentí otro golpe—. Aquí, siente. El bebé está pateando ahora mismo. Él giró la silla y se arrodilló delante de mí, rápidamente levantó mi blusa hacia arriba y bajó la cinturilla de mis mallas, para dejar expuesto mi vientre. Apunté hacia el lugar donde estaba ocurriendo la acción y ambos observamos. Tardó un minuto, pero luego el lento movimiento de lo que era más como un

pequeño pie, empujó mi piel tan claro como el día, antes de retirarse hacia dentro en un lapso de tiempo igual de rápido. —Oh, ¿viste eso? —Preguntó con asombro. —Um, sí —asentí—. También lo sentí. Besó muy suavemente por encima del lugar y murmuró: —Gracias por echarle un vistazo a tu mamá y ver que coma a tiempo. — Entonces levantó la mirada hacia mí con una expresión seria, no severa, pero tampoco sonriente, sólo intensa y llena de emoción. —¿Qué pasa? —Le pregunté. —Eres absolutamente increíble, ¿sabes? Llevé mi mano hasta su mejilla y la mantuve allí. —¿Por qué lo soy? —Debido a todo lo que me has dado. Debido a todo lo que puedes hacer. —Bajó su mirada de nuevo, enmarcando mi vientre con sus palmas—. Crear vida aquí dentro. —Sus ojos se deslizaron de nuevo hacia mí—. Por amarme como soy. Mi corazón se encogió en una pequeña punzada del dolor con la última parte que mencionó. Ethan todavía estaba luchando, con lo que me había revelado de la horrible tortura de Mike cuando fue un prisionero. Odiaba pensar en ello, pero sólo podía imaginar lo exponencialmente más doloroso que era para Ethan recordar, lo que para mí era sobre escuchar e imaginar. Ethan lo había vivido. Y no podría olvidarlo, porque su subconsciente lo obligaba a revivir el terror a su antojo. Pero estaba trabajando en la búsqueda de una terapia para él a través de la Dra. Roswell, algo con lo que él se sintiera cómodo, y pudiera conducirlo por técnicas y métodos útiles para aliviar algunos de sus tormentos. Me negaba a aceptar cualquier otra alternativa para él. Ethan iba a encontrar algo de alivio, estaba determinada y decidida. —No te quiero de ninguna otra forma más que como eres. Eres lo que se suponía que fueras. —Me incliné por darle un beso en los labios, pero me

encontró primero, sumergiéndome en un beso profundo que me dejó sin aliento cuando finalmente se retiró. —Ahora, si la pequeña lechuga no está insistiendo en comer ahora mismo, tendría que cargarte a algún lugar, esposa, y mostrarte cómo pasar un rato verdaderamente agradable. —Levantó las cejas sutilmente hacia mí antes de acomodar mis mallas y mi blusa de nuevo a su estado original con una eficacia determinada—. Pero, por desgracia, ese no es el caso. —Se puso de pie primero, luego me ayudó a levantarme dándome la mano y después la llevó a su boca para un suave beso—. Después de ti, mi señora. —Tan caballero en este momento, Sr. Blackstone —dije mientras iba delante de él—. ¿Cuál es la ocasión? Me palmeó bruscamente en el trasero como respuesta. —¡Ah! —chillé—. ¡No nalguees simplemente mi trasero, Blackstone! Se rio con esa profunda risa me encantaba escuchar y saltó fuera de mi alcance. —Me temo que lo hice, nena, ahora mueve ese espectacular culo americano tuyo hasta la cocina para que así podamos alimentarte. —La venganza va a ser divertido para mí —dije, mirando hacia atrás sobre mi hombro y entrecerrando los ojos. —¿Es una promesa? —dijo en mi oído—. ¿Qué es lo que vas a hacer? —Oh… no sé. Puede ser algo… como esto… —giré y agarré su entrepierna, encontrando mi objetivo fácilmente, dándole un pequeño apretón a sus preciadas posesiones—. Un tirón en tus pelotas por una palmada a mi trasero suena justo. Su cara no tenía precio. Y su boca muy abierta en una mueca de sorpresa. —Te tengo por las pelotas, Blackstone —le recordé. Se rio y se inclinó para besarme. —Esta no es información nueva para mí, mi hermosa.

—Es una sorpresa, te lo dije. Tienes que confiar en mí. —La conduje caminando cuidadosamente, una bufanda de seda sirviendo como venda—. Quiero mostrártelo antes de que todos comiencen a arremolinarse alrededor de nosotros para celebrar tu Día de Acción de Gracias. Mi chica había decidido que quería hacer una cena del Día de Acción de Gracias en nuestra casa e invitar a cada uno de nuestros amigos a participar en la tradición estadounidense que nosotros oficialmente no celebramos en Inglaterra, pero con tan fuerte influencia de nuestros amigos americanos al otro lado del chaco, ésta ciertamente estaba ganando fuerza en Reino Unido. Brynne quiso que una fiesta agradable en casa para que sirviera como fiesta de inauguración de la casa, así que éramos anfitriones y nos rodearíamos de gente a medio día. Mi papá y Marie viajaban juntos, como Neil y Elaina. Fred, Hannah y los niños por supuesto, además de Clarkson y Gabrielle. Tendríamos la casa repleta de invitados y yo tendría que compartir mi chica con todos y cada uno de ellos durante unos pocos días. Nunca quería compartirla. Ella olió el aire. —Huele a clavo, ¿así que debemos estar cerca de tu oficina? No más cigarrillos en la casa. Estuve de vuelta a mi hábito de una vez al día después del ultimátum por mi resbalón en noche del Senador, maldita jodida víbora. Hacer eso, el vicepresidente de los Estados Unidos de América. O llegaría en enero, una vez que el nuevo presidente se instalara en la Casa Blanca. Colt-Oakley había ganado efectivamente las elecciones en Estados Unidos el mes anterior por un amplio margen. Teniendo un soldado horriblemente herido por hijo fue una manera de agitar el patriotismo y ganar votos. Y por lo visto, era intrascendente

si el mismo hijo abusaba de jovencitas con sus amigos en fiestas y hacía videos del acontecimiento. La victoria aplastante no era una sorpresa para ninguno de nosotros. Brynne parecía resignada a dejar su pasado atrás por su bien, y por eso estaba muy agradecido. No compartió mucho sobre Oakley, ni sobre su reunión conmigo. Había dicho que se había sentido menos preocupada por la visita de lo que había esperado, pero esperaba que hubiera trabajado en ello con el Dr. Roswell, porque no podía soportar la idea de ella sufriendo más debido a sus problemas. La visita al hospital fue bastante dura para mí, así que no podía imaginar cómo se sentía tener que verlo, hablarle... y tocarlo. Cerré mis ojos y empujé los pensamientos de Lance Oakley lejos. Inhalé la intoxicante esencia de mi chica frente a mí y me concentré en lo que quería mostrarle en su lugar. —Ustedes son implacables ahora mismo. A veces me olvido de lo competitiva que eres. —Lo que completamente verdad. Brynne es una luchadora en su corazón. Una chica que iba con sus puños arriba lista para dar un golpe, o recibir un golpe en la barbilla. Me encantaba y a mi parecer eso la hacía mucho más caliente—. Y creo que es jodidamente caliente, nena. Ella se rio suavemente con mi último comentario, el sonido sexy de su risa haciendo que mi polla se pusiera dura y mi mente se llenara de un sinfín de posibilidades. —Está bien, estamos aquí —le dije al oído, posicionando su cuerpo exactamente como quería para que la vista fue perfecta cuando viera la sorpresa—. Y creo que deberías saber que he estado esperando por esto durante seis meses. Por seis largos meses, he pensado en este momento —dije dramáticamente. —Eso es mucho tiempo, Ethan, estoy de acuerdo contigo. Me siento como si hubiera estado esperando seis meses para quitarme esta venda. Le di golpecitos a sus labios con un dedo y después tracé su contorno lentamente. —Qué boca tan lista, nena, y tengo planes para ella más tarde… pero ahora quiero que veas la sorpresa, así que supongo que te quitaré esa venda ahora. —Comencé desatar el pañuelo mientras su respiración se aceleraba. Mis

palabras le habían excitado—. Este pañuelo de seda es sexy como el infierno, por cierto. Creo que debería recordar a usarlo nuevamente en algún momento —susurré en su cuello. —Mmmm —gimió muy suavemente. Un bajo sonido entrecortado que me dijo mucho sobre sus verdaderos sentimientos con respecto a los ojos vendados. No lo olvidaría. —Tu sorpresa —dije, quitando la venda. Ella parpadeó levantando la mirada hacia el retrato de sí misma, observando en silencio. Me pregunté si ella veía lo mismo que yo. Las largas piernas apuntando hacia arriba con los tobillos cruzados, los brazos cubriendo sus pechos, los dedos estratégicamente extendidos entre las piernas, el cabello esparcido en el suelo a un lado. La misma imagen que Tom Bennett me había enviado junto con un correo electrónico, pidiéndome ayuda para mantener a salvo a su hija. La fotografía cautivante de ella que había visto en la galería la noche que la conocí, y que compré por impulso, sin saber que la galería requería seis meses de exhibición antes de entregármela. El retrato de mi hermosa chica americana ahora en mi exclusiva posesión. Absolutamente impresionante. —Finalmente la tienes. —Su voz era baja y suave mientras estudiaba el enorme lienzo ocupando la pared más grande de mi estudio-oficina en Stonewell. —Sí. —Tener esta imagen mía realmente significa mucho para ti, Ethan. — Inclinó su cuerpo hacia el mío mientras juntos veíamos la imagen. —Oh, sí. —¿Por qué? —Pregunté. —Bueno, esta imagen fue la primera parte de ti que mis ojos alguna vez contemplaron. Vi esta foto y supe que tenía que tenerla. Fue un momento

decisivo que no puedo explicar correctamente, pero que lo entiendo perfectamente. Acaricié sus brazos lentamente de arriba hacia abajo, dejando caer mis labios en la base de su cuello. La rocé con mi lengua para saborear su piel, amando cómo se inclinó y expuso su cuello para mí. Tan generosa todo el tiempo, nunca dejaba de sorprenderme. —Nunca había conocido a un coleccionista antes de esa noche que te conocí —dijo con nostalgia—. La idea de que habías comprado mi retrato y luego te había conocido en persona… fue un momento muy decisivo para mí, también. Esa noche, tú ahí parado en tu traje gris oscuro, la manera en que me miraste a través de la habitación, fue algo que nunca olvidaré mientras viva. Sus palabras se dispararon directamente hacia mi centro. —No podría olvidar ese momento aún si lo intentara, Brynne. Arde en mi memoria. —¿Por qué, Ethan? —Ven aquí. —La giré de forma que podía ver en esos hermosos ojos marrón-verde-gris y froté mis pulgares sobre sus pómulos—. No podría olvidarte esa noche porque cuando te vi en persona por primera vez... volví a la vida de nuevo. Sus ojos consiguieron una mirada vidriosa. Cuando sentía una gran cantidad de emoción lo veía en ella, así que sabía que mis palabras significaban algo para ella. Eran ciertas. Ver a Brynne esa primera vez... me trajo a la vida de alguna manera, de alguna forma, y nada de eso fue planeado o era lo que esperaba. Simplemente sucedió así. —Es verdad. Me hiciste querer vivir, en un momento cuando supe que realmente nunca había pensado en ello, o me había preocupado por ello, por lo que el futuro me deparaba —repetí. —Te amo, Ethan. —Te amo más, mi hermosa.

Su expresión cambió de emoción a algo más. Algo tan maravilloso en mi opinión, una mirada seductora de te-deseo. —Así que, dijiste algo sobre tener planes para mantener mi boca ocupada —canturreó en voz baja, sus ojos oscureciendo mientras bajaba los párpados ligeramente. —¿Te estás ofreciendo, nena? —Me las arreglé para preguntar sin que mi voz se entrecortara demasiado. Ella se arrodillo sobre la gruesa alfombra oriental debajo de nosotros, y me dio la respuesta más excelente. Con su igualmente excelente y muy ocupada boca.

—Brynne, querida, hay que felicitarle por haber dado una excelente comida de Acción de Gracias —dijo mi papá con entusiasmo con su copa de vino—, lo que digo es que es una idea encantadora que creo que deberíamos repetir cada año. Hacerla una tradición para esta familia. —Estoy completamente de acuerdo, Jonathan —comenzó Marie—. Sí, mi dulce Brynne, fue encantador. Ha pasado un largo tiempo desde que he disfrutado de una comida de Acción de Gracias estadounidense como la que has preparado con las papas dulces y la salsa de arándanos. Me trae de regreso unos recuerdos realmente felices para mí. Estoy tan contenta de que hayas decidió traer el Día de Acción de Gracias para nosotros, y me encantaría hacerla nuestra nueva tradición, tal y como dijo Jonathan. —Ella miró a mi papá con una mirada de devoción total. Sabía que la tía abuela de Brynne era mitad de americana de nacimiento, pero había pasado toda su vida adulta en Inglaterra. Marie también captó la atención de mi padre. No sabía exactamente lo que estaba pasando entre ellos, pero tenía una muy buena idea. Seguramente lo sabría después de esta noche, dependiendo de qué habitaciones utilizarían o no para dormir.

Todos fueron alrededor de la mesa, dando sus agradecimientos y reconociendo mi chica por sus esfuerzos, como debían hacerlo. Zara incluso dio su sincera apreciación por el pastel de calabaza, que le hizo recordar un poco al pan de jengibre pero mucho más "blando". Brynne les agradeció a todos por venir a compartirlo con nosotros, el rubor había aparecido tras sus alabanzas, tan elegante y humilde. Era una cocinera consumada, pero eso ya lo sabía. Ella había estado cocinando para mí tan pronto como habíamos estado juntos y sólo lo apunté en mi enorme suerte de conseguir a una chica que era buena en todo lo que hacía. Hay dos áreas de mi vida en las que he sido bendecido con un poco de suerte. Uno de ellas fue en las cartas, por un tiempo, hasta que lo dejé atrás. La otra fue al encontrarla. Y ese regalo era para siempre, hasta mi último aliento. —Tengo un brindis —dije, levantando mi copa. Mirando todos los rostros de mi familia y nuestros amigos que habían venido para estar con nosotros, y compartir esta celebración de agradecimiento juntos, todo parecía muy adecuado. Me di cuenta de que mi agradecimiento era real por primera vez. —Por mi hermosa chica americana, por recordarnos a todos ser agradecidos. —Puse mis ojos exclusivamente en ella—. Pero sobre todo a mí... porque me ha ayudado a ver todas las bendiciones en mi vida que no había notado antes. Ella es la razón por la que tengo algo para estar agradecido. — Hablé en voz alta para que cada uno pudiera escuchar—. Ella es mi Acción de Gracias.

Traducido por Nanami27 Corregido por Pily

INVIERNO Así como los vientos invernales ensucian Londres con corazones rotos. Oh, la calidez en tu mirada me arrastró hacia tus brazos ¿Fue amor o el miedo del frío lo que nos condujo a través de la noche? Por cada beso, tu belleza triunfó sobre mi duda Mumford & Sons ~ Winter Winds

Traducido por clajace Corregido por Apolineah17

13 de Diciembre Londres LE Envíe un mensaje de texto a Ethan y le pregunté si llegaría antes de que mi nombre fuera pronunciado por la recepcionista del Doctor Burnsley. No era como si a él le gustara perderse una revisión prenatal. La verdad, Ethan probablemente estaba más en todos los detalles que yo. Pasaba más tiempo en sitios web y leyendo libros que yo también leía, con seguridad. Siempre estaba diciéndome pequeños fragmentos y hechos que aprendía de sus búsquedas, sobre cómo nuestro bebe se estaba formando y las etapas de desarrollo. Me burlaba de él incansablemente acerca de ser un súper nerd que sabía “todo sobre nacimientos de bebés”—para citar a Prissy de lo Lo Que El Viento Se Llevó— y mientras él era el experto simplemente podía darme toda la información, ahorrándome el trabajo de buscarlo por mi cuenta. Dejando de lado las bromas, realmente no era de los que olvidara mandarme mensajes o llamar. Lo intenté una vez más con un mensaje texto ¿Hay algún problema? ¿Dónde estás? Me pregunte si todavía me encontraría para almorzar. Teníamos una pequeña rutina después de ver al Doctor Burnsley —almuerzo en algún lugar de la ciudad, antes de que él tuviera que regresar a su oficina, lo que lo mantenía más ocupado que nunca. Él estaría partiendo a los XT Juegos de Invierno Europeos en una importante asignación del Rey de Algo-burg justo después de Año Nuevo. Ethan no parecía emocionado sobre el trabajo de cuidar

a un heredero príncipe real en un evento deportivo internacional, pero cuando el rey se lo pidió personalmente, pienso que prácticamente no tuvo más opción que aceptar. No podría ir con él a Suiza de ninguna manera porque volar en el último trimestre no era bueno. Estaría aquí por mi cuenta, pero era solo por una semana. Planeaba usar el tiempo para dar los últimos retoques en la habitación del bebé y terminarla. Hacer eso, habitaciones de bebé en plural. Tenía dos casas por preparar para finales de febrero. Decidí que iría de compras una vez que terminara aquí, con o sin Ethan. En un principio, había pensado que sería un buen día para tener hechas algunas compras navideñas. Solo quedaban doce días para ponerlos todos juntos, y los regalos no se envolverían por sí mismos. —Brynne Blackstone. —La enfermera marco algo en su planilla, y sostuvo la puerta abierta para mí—. Adelante deje una muestra de orina y luego registraré su peso. —Sonrió dulcemente, probablemente para contrarrestar la horrible mirada que

usualmente

recibía de mujeres embarazas que

desesperadamente necesitaban hacer la primera tarea, por mucho que prefieran tener que hacer la segunda. Tiempos divertidos.

RECORDANDO las estadísticas que el Doctor Wilson acababa de recitar para mí realmente no inspiraron mucho optimismo para mi futuro. Uno de cinco bomberos; uno de tres adolescentes sobrevivientes de accidentes automovilísticos; una de dos mujeres víctimas de secuestro; dos de tres prisioneros de guerra. Especialmente los últimos dos puntos de esta despreciable lista ¿Qué diablos decía eso sobre Brynne y yo? Pacientes de TEPT17. Almas dañadas que de alguna manera han caído en la vida del otro por un giro del destino. Brynne estaba admitiendo sus demonios, y trabajaba con la Doctora Roswell para encontrar una manera de superar lo que le había pasado. 17

TEPT: Trastorno de Estrés Post-Traumático.

Ella me sorprendía con su fortaleza —muy Británica en sus métodos— al igual que el póster de WWII que el doctor tenía ubicado sobre su escritorio: MANTÉN LA CALMA Y CONTINÚA. Mi chica era valiente y hermosa. Honesta en verdad. ¿Había alguna esperanza para mí también? Quería que la hubiera. Ahora, ansiaba encontrar una forma de liberarme de la maldita maldición que había entretejido en las oscuras cuevas de mi mente. Necesitaba ayuda desesperadamente. La necesitaba para poder ser el esposo y padre que tenía que ser para Brynne y para nuestro pequeño. —Así que, escucho. —Le di al doctor mi punto de vista y pensamientos de por qué estaba aquí con el Psiquiatra de Combate de Estrés, Gavin Wilson, en su insulsa oficina en Surrey, discutiendo los méritos de cursar una Terapia de Comportamiento Cognitivo. —La meta no es forzarte a que te mortifiques por eventos de tu pasado, sino para llegar a comprender tu estado emocional en el presente. Esta no es el tipo de terapia de “tirarse en el sofá y contarlo todo”, Ethan. Joder, gracias por eso. Tomé un lento respiro y me sentí aliviado por lo que me dijo. Hablar me aterrorizaba. Si hablara de ello, me entumecería, congelado de vuelta en el tiempo en ese lugar, escuchando esas voces, oliendo la orina, el vómito y la mierda, sintiendo el frío, viendo el cuchillo y los… ríos de sangre. Solo le había contado a Brynne una fracción de la peor parte, porque sentí fuertemente que ella se merecía saber lo que había soportado, pero me incomodaba terriblemente compartir todo lo feo con ella. La mierda era muy oscura, demasiado horrible, solo jodidamente mucho para que ella tuviera que cargar con ello. —Eso es bueno entonces, creo. Así que ¿cómo funciona el programa para alguien como yo? —pregunté. —La TCC tiende a tratar con el aquí y ahora, sobre los eventos durante tu servicio en el Ejército Británico que llevaron a que estés sentado aquí hablando conmigo.

—Mi esposa… ella también tuvo un evento traumático en su pasado. Me preocupa que si le paso esto —mierda, ni siquiera sé cómo llamarlo— mi peor recuerdo, entonces no seré lo suficientemente fuerte para ella cuando necesite mi apoyo. Estamos esperando nuestro primer hijo a finales de febrero… —Me callé, deseando no haber sonado tan patéticamente débil, pero supuse que debería ser honesto con el doc. —Felicitaciones a los dos. —Escribió algo en su bloc de notas—. ¿Está tu esposa en terapia? Asentí. —Hace más de cuatro años. Me dice que no se puede imaginar no tener sus visitas al médico. —¿Y apoyas a tu esposa en su búsqueda de tratamiento y ayuda a través de la terapia psiquiátrica? —preguntó el Doctor Wilson. Tuve una idea de hacia dónde estaba yendo con su línea de cuestionamientos. —Por supuesto que la apoyo. Le ayuda y eso es lo más importante. Su boca se torció hacia arriba en un lado. —Estoy seguro que tu esposa desea que tengas el mismo nivel de apoyo que ella tiene, Ethan. Pero la decisión tendrá que ser suya, por supuesto. Sé que ella lo hace. —Entonces ¿qué vamos a hacer cuando venga aquí? —La TCC reconoce que los eventos en tu pasado le han dado forma a la manera en que actualmente piensas y te comportas. En particular, para ti, por lo que me has dicho, es, aparición tardía de TEPT. Vamos a explorar qué está trayendo tus recuerdos de regreso ahora más intensamente en comparación con el momento inmediatamente posterior del evento. —Sé por qué—. Incluso si la TCC no reside en el pasado, vamos a apuntar a buscar soluciones sobre cómo cambiar tus pensamientos y comportamientos actuales para que puedas funcionar mejor ahora, y en el futuro. Es el procesamiento emocional de tu pasado, más que simplemente revivirlo, esa es la clave.

Asentí

y

absorbí

su

explicación.

Me

sentía

ambivalente,

no

particularmente optimista de que esto funcionaría en mí, pero no en una forma crítica tampoco. Me gustaba el doc. Especialmente su forma de no-tonterías explicando las cosas. No prometía un milagro. Porque no habría uno viniendo de ti. Mi milagro había sido usado hace más de siete años… en el día veintidós. Sabía eso. Acepté el regalo como lo había recibido. El Doctor Gavin Wilson había servido en el mismo ejército que yo. Era una especie de camarada en armas. Si alguien podría ayudarme, probablemente iba a ser alguien como él. Llegamos a los elementos básicos de las cosas y para el final de nuestro tiempo, me sentía de alguna forma más claro acerca de ni decisión. Me habían dejado un poco de tarea que hacer también.

VIENDO mi reloj mientras me apresuraba fuera del edificio, supe que tenía al menos una hora de viaje por delante para hacer todo el camino hacia la ciudad para encontrar a Brynne con el Doctor B. Dudaba enormemente que pudiera lograrlo. Palmeé por mi teléfono y recordé que no lo tenía conmigo. Había estado tan distraído por mi primera visita al Centro para Combatir el Estrés, que lo había dejado en algún lugar. Maldito y jodido infierno. Esta era precisamente el tipo de estupideces que no necesitaba ahora —mi preocupación número uno. Distracción. La jodida peor cosa en mi línea de trabajo. Absolutamente no podía permitirme distracciones, o no sería capaz de funcionar en mi trabajo. Imposible. Todos estos desenterrados recuerdos fantasmales estaban jodiendo mi rutina del día a día. Debería tener mi teléfono conmigo ahora mismo, así podría contactar con Brynne. Necesitaba hacerle saber que llegaría tarde, o ella se preocuparía. Mientras entraba al vestíbulo la vi otra vez —saliendo de otro consultorio, un terapista diferente del Doctor Wilson, pero obviamente alguien que hacia un trabajo similar con sus pacientes. En realidad tenía sentido. Ahí está tu tarea. Buscar el perdón de aquellos a los que creo que he hecho daño. Mi primer paso hacia la responsabilidad en lidiar con mis problemas me conduciría al mismo lugar que ella. —Sarah, espera —grité.

SALIENDO del consultorio de Doctor Burnsley, me dirigí a los elevadores. Todavía nada de Ethan, y solo podía imaginar cuan disgustado estaría por haberse perdido mi chequeo. Tendría que molestarlo — recordándole todo el tiempo de vinculación emocional geek con el Doctor B y los aburridos chistes sexuales que él había empleado. No le presté atención a la persona que entró en el elevador conmigo porque estaba ocupada revisando mis mensajes sin respuestas y escribiendo un mensaje a Len para hacerle saber que había terminado con el doctor. No hasta que él dijo mi nombre. —Brynne. Sin embargo sabía quién era. Alcé la vista lentamente, comenzando desde el piso. Vi sus piernas, ambas, la de prótesis y la real, sus musculosos muslos, el bajo cuerpo y los anchos hombros, los muy oscuros ojos, el atractivo rostro que ahora me parecía tan diferente. —Lance. ¿Qué… qué estás haciendo aquí? —Mi voz se quebró. —No te molestes, por favor, pero te vi yendo a tu cita, así que esperé a que salieras. —¿Estás… estás siguiéndome por todo Londres? —No. —Sus ojos parpadearon por un instante pero luego sacudió su cabeza—. Estaba con mi propio doctor, sacando medidas para una prótesis permanente. —Oh. —No sabía que decirle. Lance había perdido su pierna, y a pesar de nuestra dolorosa historia, todavía sentía compasión por lo que le había sucedido. Fue como si mi cerebro no pudiera apagar la parte “empática” por completo. Todavía estaba conectada, funcionando, removiendo emociones y recuerdos de hace mucho tiempo. Lance Oakley acaba de seguirme al elevador y me

dijo como ha estado esperando a que saliera. Mi cita había durado una hora y media con toda la espera en el vestíbulo, y después más espera en la sala de análisis ¿Por qué había esperado por una hora y media? Dije un mental mierda y pregunté: —Así que, ¿por qué me estabas esperando, Lance? —Te lo dije antes, en el hospital, pero tú no regresaste. —Bajó la mirada al piso y luego de regreso a mí—. Sé que es mucho pedir, pero Brynne, realmente necesito hablar contigo. La pregunta es ¿hablarás conmigo? —Escuché lo que me susurraste antes en tu cama del hospital, pero no sé si pueda. —Y realmente no lo sabía. Parte de mí estaba curiosa en cuanto a por qué quería decirme que estaba arrepentido de lo que había hecho. Honestamente, estaba completamente confundida por el giro de toda la cosa. Lance viniendo a pedir perdón nunca estuvo en el menú de posibilidades dentro de mi mente. Nunca jamás. Así que cuando él apareció ante mí, como lo hizo en el elevador, luciendo muy sincero, estaba realmente debatiéndome el verlo otra vez. Instintivamente puse mis manos sobre mi vientre. La puerta del elevador sonó y se abrió. Salí y él me siguió hasta el vestíbulo, su andar cojeando muy pronunciado por su lesión, haciéndome sentir incómoda y completamente confundida sobre qué hacer. —Entiendo —asintió tristemente—. S-sé que estás embarazada… y no quiero molestarte ni mucho menos, pero… —Dejó de hablar y levantó una mano en señal de derrota. —¿Pero qué Lance? —No iba a dejarlo librarse tan fácilmente. Se acercó a mí, así que pensé que debería explicarlo. —Tú no me debes nada, Brynne. No quiero lastimarte o perturbar tu vida, pero realmente me molesta que no sepas la verdad sobre mí, sobre qué pasó esa noche. —Mmm… bueno, sé lo que me pasó a mí, Lance. Lo vi en un video. — Miré hacia otro lado, incapaz de mirarlo cuando dije la última palabra.

—Lo sé —dijo suavemente—. Siento mucho el haberte lastimado y me gustaría tener la oportunidad de explicarme. —Dejó salir un profundo suspiro—. Sé un poco de lo que has pasado. Tu madre me contó algo de ello cuando intenté ponerme en contacto contigo, pero tu padre no me permitió verte en absoluto, y luego te fuiste a Nuevo México. Acepté que probablemente no podías verme, así que permanecí alejado de ti a propósito. De todas maneras estaba en Irak —dijo amargamente. Después de un momento de silencio continuó—. Y-yo… escuché sobre la muerte de tu padre. Recuerdo que cercana fuiste a él. Lamento mucho tu perdida. Mis malditas lágrimas serán mi muerte. Me limpié los ojos y traté de reponerme, así podría lograr salir de este edificio y no lucir como si hubiera estado llorando por si Ethan aparecía. O Len. De hecho ahora, Len estaba caminando hacia mí, con una expresión en su rostro que significaba que mi encuentro con Lance había llegado a su fin. Lance también lo vio. —L-lo siento, tengo que irme ahora. Lance, buena suerte —dije débilmente. No tenía nada más que darle. Me sentía vacía y confundida. Quería a Ethan. —Está bien. —Me miró estoicamente, y asintió una vez. Luego presionó una tarjeta en mi mano—. Por favor, piénsalo —susurró, antes de darse la vuelta y alejarse, su desigual andar era un signo tangible de lo mucho que Lance Oakley había cambiado en los últimos siete años.

Le dije a Len que me dejara en Knightsbridge, así podría hacer mis compras. No había forma de que pudiera ir a casa en este punto. Necesitaba despejar mi cabeza y procesar mis sentimientos. Una cosa era cierta —no quería compartir con Ethan mi encuentro con Lance. Solo lo molestaría y lo haría territorial, y eso no le haría a él, o a mí, ningún bien. Sin embargo, debería llamar al Doctor Roswell y conseguir una cita lo más pronto posible. Necesitaba un consejo imparcial, y Ethan sería cualquier cosa menos imparcial. Todavía no sabía dónde estaba o por qué se había perdido mi chequeo hoy, pensé con tristeza, sintiendo lástima por mí misma.

Fui a través de los movimientos de seleccionar regalos para la gente, enfocada con determinación en una simple tarea que completar. Una bata de seda para mi madre en un amarillo traicionero parecía apropiada. Era realmente muy hermosa y ella probablemente la amaría. Si pudiera enviarlos directamente desde la tienda, quizás incluso podría llegarle a tiempo para Navidad. Ahora no sabía cómo me sentía acerca de mi madre, especialmente después de la confesión de Lance de que había hablado con ella sobre mí hace años. Me preguntaba cómo habría sido esa conversación ¿Ella sabía algo que yo no? La exasperante duda raspó en mí como una picazón persistente. Su tarjeta estaba en mi bolsa. Su número estaba ahí. Podría llamarle y preguntarle, y él probablemente me lo diría. Solo habíamos hablado una vez desde nuestra explosiva conversación. Me preguntaba cuán decepcionada estaba ella de que el padre de mi antiguo novio fuera ahora el vicepresidente, y podría de una manera realista ser el presidente algún día. Debía ser un trago amargo para ella. Si había tenido que soportar lo que Lace me había hecho durante todos estos años, supongo que ella esperaba que pudiéramos reconciliarnos en algún momento. Creía que esa era la razón por la que resentía tanto a Ethan. Sabía que sus planes se arruinaron y que no habría ningún tipo de fiestas en la Casa Blanca para que ella asistiera. Fui raptada por un británico que no daba una jodida mierda por la reina —directo de su boca— si el padre de Lance Oakley era emperador del maldito mundo, ni hablar de una figura política EE.UU. Ethan me había embarazado y se había casado conmigo; incluso mi madre podía ver que su fantasía no era más que polvo en el viento. Esos dos eran como gasolina y fósforos listos para arder cuando se vieran obligados a estar juntos de alguna manera. Tan triste para mí. Ella sería la abuela de mi hijo y no podía estar del lado de mi esposo. Mi teléfono sonó. Finalmente, pensé mientras rebuscaba en ni bolso ¿Número desconocido? Nena, lamento mucho haberme perdido nuestra cita. Larga historia. Estoy sin mi teléfono en este momento. Es el teléfono de Sarah Hasting el que estoy usando ¿Dónde estás ahora? E. ¿Sarah Hasting? Sabía exactamente quién era ella. Y parecía muy extraño que Ethan estuviera con ella cuando debería haber estado conmigo. Recordé cuan terrible había sido para él su presencia en la boda, por consiguiente me

preocupaba que ella tratara de clavarle las uñas para calmar su dolor. Respetaba la lealtad militar, pero no era justo para Ethan sufrir más por su perdida. Si ella estaba culpándolo al hablar de su esposo, tendría que poner en su lugar a esa mujer. Me sentía enfurecida mientras contestaba su mensaje, pero recordé que no era el teléfono de Ethan el que recibiría mi mensaje, así que me mantuve neutral. Pero me aseguré de agregar el número de Sarah a mis contactos, antes de contestarle. Está bien. Estoy de compras navideñas en Harrod. Len está aquí conmigo. B. Me contestó inmediatamente. Estoy en camino a encontrarte. ¿Nos vemos en Sea Grill? E. Bien, si tú lo dices, Sr. Blackstone, pensé, mientras respondía con un brusco: Está bien. Traté de moderar mi irritación pero algo se sentía fuera de mí, y una vez más, mis inseguridades salieron a la superficie para llenarme de dudas. Pagué por mis compras y las entregué a Len para que las llevara a casa por mí. Luego me las arreglé con las envolturas de los regalos y la entrega para los presentes para mi madre y Frank con el conserje, y me dirigí hacia el See Grill para esperar a Ethan. Tomé mi té de arándano en el restaurante y reflexioné sobre mi extraño día. Recordando la tarjeta que Lance había presionado en mi mano; la saqué y la estudié. Teléfono celular y correo electrónico en la parte de enfrente junto con su nombre y su información de contacto del ejército de Estados Unidos. Le di vuelta y vi un mensaje escrito a mano que no había notado antes. Por favor déjame hacer lo correcto, Brynne. Levanté la mirada y vi que Ethan había llegado y estaba haciendo su camino hacia mi mesa, un enorme ramo de flores lavanda en sus manos. Empujando rápidamente la tarjeta de Lance a un lado, me pregunté cuánta culpa estaba sintiendo mi esposo, decidiendo que necesitaba traer flores como ofrecimiento de paz.

Debería apreciar su gesto, me regañé a mí misma. Excepto que no lo hacía.

—ASÍ QUÉ, ¿qué pasó contigo? —preguntó, sus ojos sin revelar nada de la naturaleza de sus verdaderos sentimientos. Las flores fueron aceptadas y olfateadas apreciativamente, pero estábamos en público y Brynne era reservada. Quizás ella realmente quería golpear todo el ramo sobre mi cabeza. La jodiste. Todo lo que podía hacer era esperar a que me perdonara por mi enorme lío. —Esta mañana salí del departamento sin mi teléfono. Perdón por eso. —Eso no suena como tú, Ethan. —No levantó la vista de su menú cuando habló. Sí… estás en un lío de mierda. —No, no lo es. Me temo que estaba distraído cuando salí. —¿Y por qué fue eso? —Le dio vuelta a su menú, estudiándolo como si fuera un raro libro en la Colección de la Biblioteca Británica. Desesperadamente deseé haber tenido la oportunidad de fumar antes de correr hacia aquí. —Bueno, no te lo dije porque no estaba seguro que sería aceptado —bajó su menú y finalmente me miró—, pero tuve mi primera consulta con el Doctor Wilson en el Centro para Combatir el Estrés esta mañana. —Sus ojos marrones me miraron fijamente sobre la mesa—. De acuerdo, bien… el centro está todo el camino fuera de Surrey, y estaba saliendo del consultorio para encontrarme contigo para la cita del Doctor B y me encontré con Sarah. Ella también utiliza el CCE. Estaba horriblemente atrasado para ese momento y no tenía ninguna manera de contactar contigo, así que le pedí prestado el teléfono a Sarah… —¿Encontraste alguien? —interrumpió ella, su cara llena de la chispa y el fuego que amaba ver. Me sentí mejor al instante.

Asentí. —Lo hice, nena. Le estoy dando una oportunidad al Doctor Wilson de rasgar a través de mí. Ella estiró su mano sobre la mesa. —Estoy muy contenta. Tan contenta de oírte decir esto, Ethan. Es la mejor noticia que he escuchado en todo el día —dijo tirando de mi mano hacia su mejilla. Sentí que algo más que mi tardanza estaba preocupando a mi chica. —¿Por qué? ¿Estuvo todo bien con el Doctor B? ¿Algo que necesite saber, Brynne? Ella frunció sus labios y lentamente sacudió su cabeza de un lado al otro. —Nada que reportar del Doctor B. El bebé calabacín de veintinueve semanas está creciendo adecuadamente. Todos sus sistemas están bien. —Me dio un lento guiño. Esa es mi chica sexy. —Así que, ¿estás diciendo que el Doctor B es todavía mi mejor amigo? — Ella se río de mí silenciosamente, amando burlarse de mí en lugar de interrumpirme. Era gracioso —y no lo era. Solo teníamos que ser más creativos cuando llegaba el momento de que disminuyera el sexo. No me podía resistir si la tenía cerca de mí, para acariciar y para olerla. La intimidad era mucho más que solo hacerlo. Había aprendido bien esa lección en un corto tiempo desde que había encontrado a mi Brynne. —Sí, él todavía es tu amigo. Pero, quiero saber sobre tu visita al Centro para Combatir el Estrés. —Me sonrío completamente de vuelta a su feliz y brillante naturaleza—. Cuéntame sobre el Doctor Wilson. Quiero saberlo todo. ¿Cómo puedo contarte todo, mi querida hermosa? ¿Cómo? ¿Cómo puedo hacerte algo así?

Deseé poder contarle todo. Pero dudaba de que alguna vez fuera capaz de hacerlo.

Traducción SOS por Nessied Corregido por Apolineah17

24 de diciembre Londres —ES hermosa, inteligente, sexy como el infierno, y es genial con la comida. —Llegué a ella por detrás pegándome a su cuerpo mientras trabajaba en la encimera de la cocina—. Trata en otros lugares —dije, apropiándome de un bizcocho de azúcar en forma de pájaro y haciéndolo estallar en mi boca—. Dulce y… tú. —Agarré un puñado de su trasero y le di un apretón mientras el dulce de mantequilla se derretía en mi boca. —Ladrón —dijo. —Me quieres a pesar de mi robo. —Froté mi nariz con la parte posterior de su oreja. —Lo hago, es cierto. La primera cosa que robaste fue mi corazón —dijo dirigiéndose a mis labios por un beso dulce—, y nunca quiero que me lo devuelvas. —Eso es algo bueno, porque es todo mío —murmuré antes de que saqueara sus labios con mi lengua. —Dices las cosas más agradables para mí.

—Pero todas son verdaderas —dije, haciendo que me mirara, con las manos ligeramente entrelazadas bajo su espalda—. Eres hermosa. —Otro beso profundo—. Retorcidamente inteligente. —Arrastré mis labios por su mandíbula y su cuello—. Tan sexy que me haces arder. —Moví mi boca más abajo, hacia el escote que día tras día estaba creciendo más—. Y una brujacocinera experta. —Molí mis caderas en las suyas, dándole una buena sensación de exactamente cuánto apreciaba todos sus talentos.

—Fue hace un año cuando nos cruzamos en una tienda de acuarios, sin tener idea de que llegaríamos a este lugar en nuestra vida juntos. —Arrastré mis dedos sobre el brazo de Ethan mientras estábamos tendidos en el sofá en nuestros costados, mirando las luces en el árbol enmarcado por las luces de la ciudad de Londres—. ¿Te acuerdas? —Oh, sí. He recordado muy bien cada día desde que apareciste. Cada vez que veo a Simba en su tanque, lo recuerdo. —Frotó mi vientre en un círculo, con sus manos tocándome en cualquier lugar que cómodamente pudiera alcanzar en nuestra posición—. Sobre todo con mi regalo de cumpleaños, que es perfecto, por cierto. Estoy seguro de que incluso Simba está de acuerdo. —Me alegro que te guste, cariño. Eres un tipo duro de comprar. Sin embargo, Dory es la novia perfecta para Simba, él definitivamente necesitaba a una buena mujer para mantenerlo a raya. Él se rio entre dientes. —Justo como yo. —Eso es cierto, pero todavía falta mucho para mi cumpleaños. Tú me compras un carro de lujo y obtienes un nuevo pez. —Me encanta mi nuevo pez —dijo indignado—, un pez cirujano azul para mi cumpleaños era mi mayor deseo.

Me reí de su estupidez, era encantador que mi chico serio pudiera bromear y burlarse de mí tan fácilmente. A pesar de sus experiencias de vida, Ethan fue bendecido con un maravilloso sentido del humor, que yo apreciaba en él. Podía hacerme reír tan fácilmente como podía hacerme arder. Un hombre con un talento único. —Así que, realmente, hoy es una especie de aniversario entre nosotros si piensas en ello —dije. —Un año. —Inhaló fuertemente en mi cuello—. Ni siquiera puede verte bien, pero sí recuerdo tu sombrero púrpura y la bufanda, y por supuesto, cómo fuiste alcanzada por la tormenta de nieve en Noche Buena. Teniendo en cuenta que era invierno y estábamos desnudos en el sofá de la sala de estar, me sorprendió lo caliente que me sentía, sin ningún tipo de frío incómodo en la habitación. Sexo caliente y un horno radiante pegado contra mi trasero, en la forma de mi esposo, funcionaban de maravilla, al parecer. —Bueno, la nieve era mágicamente hermosa, y tienes que entender que una nevada de Navidad para una chica de Cali es probablemente un acontecimiento de una vez en toda su vida. —Nunca se sabe, ahora que vives aquí, podrían nevar de nuevo algunas Navidades. —Sus labios rozaron la parte de atrás de mi cuello. —Es cierto. —Me estremecí bajo sus labios haciendo trazos sobre mi piel desnuda—. También me acuerdo de estar celosa de esa mujer que llegaba a olerte todo el tiempo, y era divertido, pero yo tampoco te veía a ti. Si lo hubiera hecho, habría sabido que eras el chico de la noche del espectáculo de Benny. Me besó a lo largo de la parte superior de mi hombro. —El espectáculo de Ben, la mejor noche de mi vida. —No para mí —dije, acurrucándome más profundamente contra él—. Estoy bastante segura de que ahora mismo es la mejor noche de mi vida. —Mmmm… ¿no te importa que no estemos en alguna noche festiva por la temporada?

—Umm, no, no en absoluto. Además, vamos a tener un día completo de ello mañana en la casa de tu papá. —Preferiría haber pasado la Navidad en Stonewell en vez de aquí —dijo en voz baja, con una mano deslizándose hacia arriba de mi torso y acariciando un pecho, levantando el peso y rodeando el pezón—. Pero no podríamos haber hecho esto… así que tal vez no. Me reí de su lógica. —Sí, cubos de pinturas y poderosas herramientas plantean un problema para poder encontrar lugares cómodos para echar un polvo. —En realidad habíamos considerado pasar las vacaciones en el país, pero las renovaciones en curso en Stonewell nos ayudaron a tomar la decisión de quedarnos en Londres en su lugar. Aquí, las cosas estaban en su mayoría organizadas, con la excepción de la conversión de un dormitorio vacío en el cuarto del niño. —Imagino que habría encontrado una manera de violarte en medio de todo ese equipo gigantesco —dijo susurrando en mi oído, mientras empujaba contra mi culo, con una longitud caliente de masculinidad queriendo más de lo que ya habíamos hecho. Una vez nunca era suficiente para Ethan, y estaba perfectamente bien con eso. Tenía esperanza de que su necesidad no se fuera a ningún lado. No creía que pudiera prosperar sin ella.

—Quiero esto —dijo con voz áspera, introduciendo dos de sus dedos en mi entrada trasera con una presión determinada, enviando sacudidas de excitación, disparándose por todas mis zonas erógenas. —Sí… está bien. —Dos palabras y ya había terminado de hablar. La mayoría de las conversaciones que podía manejar en mi creciente estado de estimulación. La anticipación de lo que iba a hacer con mi cuerpo me enviaba dentro de una neblina sexual de necesidad y deseo, dejándome incapaz de vocalizar demasiado. Nunca importaba lo que fuera que hiciera, lo haría bien. Ethan se aseguraría.

—Me dejas sin aliento —ronroneó por detrás, donde se encontraba trabajando para prepararme para tomarlo dentro. Sabía que estaba mirándome fijamente, excitándose por la visión de verme de rodillas e inclinada hacia adelante. Sentía las gotas del lubricante que bombeaba desde la botella para ayudarle a facilitar el camino. Era grueso, ancho y perfecto, pero aun así apreciaba la lubricación. Sus manos se apoderaron de mis nalgas y las abrieron. Me di cuenta de lo que se avecinaba el instante antes de que lo sintiera. Su gloriosa lengua. Ethan usó eso en mí primero, la suave burla de mi estrecho agujero, conduciéndome a una especie de estado indefenso donde me estremecía, flotando entre este mundo y otro lugar. Detuvo su lengua y se colocó en posición. —Lo haces, nena. Me dejas sin aliento. —La cabeza de su pene fue contra mi carne—. Cada vez. —Empujó hacia adelante, penetrando con solo la punta de su pene—. Mierda. —Sentía la enormidad de su carne tratando de fusionarse con la mía, la intensidad de su necesidad de hundirse en mí y las ansias que sentía por que lo hiciera— ¡TIEMPO! —gritó en un gemido fuerte, y su pene se deslizó dentro, llenándome en todo su camino hasta la raíz, sus bolas golpeando contra mi sexo con una sacudida. —¡Oh! —Di un grito ahogado ante su dura, pero hermosa invasión, deshaciéndome por la calidez sexual y la extrema sensación de saciedad que rayaba en dolor, pero sin cruzar la línea. Justo mostrándome la verdadera intensidad que estaba por venir, una vez que empezó a moverse dentro y fuera de mí en largos movimientos a propósito. Comencé a temblar, casi fuera de mi mente con sensaciones tan intensas que apenas podía respirar. —¿Estás bien, hermosa? —dijo con voz áspera en la parte posterior de mi oreja, con su barba raspando mi piel mientras clavaba su barbilla en mi hombro para contenerse, esperando mi respuesta. Buscando mi aprobación, para él, de él tomándome, de la dominación física de mi cuerpo. Yo siempre se la daría. Lo deseaba tanto.

—Síííí. —Rodé mi cabeza hacia atrás, incapaz de decir más de una palabra más. Tenía que concentrarme en mantenerme entera antes de que explotara en millones de pedazos. Nuestra unión se sentía tan abrumadora. —Oh, mierda, sí. —Llenó una de sus manos con mi cabello y empezó a moverse dentro de mí, largos y cuidadosos deslizamientos de carne masculina perforándome con exquisita deliberación—. Tan bueno, nena… —Gimió con cada embestida, llenándome profundamente, llevándome a lo largo de un viaje erótico, un viaje lleno de lujuria y de sensación—. Eres tan hermosa… y jodida e increíblemente sexy —canturreó, trabajando su pene con la habilidad que había llegado a conocer y a amar. Poseyéndome por completo, cada parte de mí al descubierto. También escuché algo más en su voz. Una especie de desesperación —un frenético deseo de fundirse conmigo. Un deseo oscuro ansiando que su cuerpo envolviera el mío completamente, no podía haber ninguna delimitación dónde empezaba y terminaba. Su pene, sus dedos, su lengua, su aliento, su semen —su todo, lo quería dentro. Y así, Ethan me tomó hasta que me elevó a los más altos picos de la liberación, y me sostuvo cuando me rompí en billones de fragmentos de gloria resplandeciente. Tragó mis gritos con su boca, y me dio más de él, su pene hinchándose con irracional dureza, preparada para estallar. Dijo cosas mientras se venía, estremeciéndome con declaraciones de amor y adoración… solo para mí… y así me llenó de sí mismo.

3 de enero Londres VIENDO a Brynne poniéndose su maquillaje no podía apartar los ojos de ella. Tenía la esperanza de que no me viera mirándola, porque no quería que se sintiera cohibida. Sabía que estaba un poco preocupada, porque su cuerpo

había cambiado mucho. Pero para mí, mi chica estaba más hermosa que nunca. Nuestro pequeño arándano estaba creciendo junto con ella, y ahora era una personita diminuta de treinta y dos semanas, que pateaba y se retorcía alrededor de mí todo el tiempo. —Será mejor que empieces a prepararte o vamos a llegar tarde. Los planes de tía Marie no esperan a ningún hombre... —se interrumpió, sin apartar su concentración del espejo donde se estaba aplicando algún tipo de mancha oscura alrededor de los ojos. Llevaba un atuendo corto de encaje negro que me ponía duro con solo mirarlo, pero solo estaba medio vestida. Me di cuenta rápidamente, que sería mejor apegarnos al plan o nunca llegaríamos a tiempo a la cena de cumpleaños de papá. Así que me obligué a pensar en algo no muy interesante, como el trabajo en su lugar. No tomó mucho tiempo. El pensar en el joven príncipe Christian de Lauenburg XT de Europa sin duda ayudó a enfriar mi pene. Mi viaje era solo en dos días y ya temía dejar a Brynne. Ridículo trabajo de mierda. —Pero me gustaría mucho más observarte —dije. Ella hizo un sonido suave. —Bueno, mi trasero está creciendo cada segundo, en competencia directa con mi vientre. Espero que mi trasero no gane. Al final de esta carrera, solo quiero al bebé y no el culo extra. —Me miró por el espejo, su expresión me regalaba un poco de lo que estaba en su mente. Aun así era mi chica. Sin embargo, me encantaba ese aspecto de ella. Me hacía incluso más determinado a estar tan cerca de ella como me fuera posible,

para que pudiera tocar,

saborear y absorber cada molécula disponible. Mi necesidad de Brynne seguía siendo tan fuerte como siempre. No tenía dudas de que jamás cambiaría. —Tu culo es la perfección y nunca me escucharás quejarme de tener un poco más de ti para agarrar. —Le di un guiño lento y una sonrisa lasciva—. Desde aquí, ni siquiera parece que estuvieras embarazada. —Llegué detrás de ella, mis manos deslizándose por el resto de su panza—. Tengo que hacer esto, para comprobar si realmente tienes algo aquí. —Extendí mis palmas sobre la firme protuberancia redondeada de nuestro bebé creciendo fuerte en su interior.

Se inclinó hacia atrás y descansó su peso contra mí. —Oh, algo de esto es cierto —dijo— que tú lo pusiste allí. Me reí en voz baja detrás de ella. —Realmente disfruté haciéndolo, por cierto. —Creo recordar que lo hiciste —dijo secamente. —Oh, tú lo disfrutaste también. —Deslicé mis manos hacia arriba, hasta sus deliciosas tetas y levanté una en cada mano, apretando suavemente—. Ahora, éstas… son una historia diferente. Han cambiado en el buen sentido y malditamente amo la transformación. —Me he dado cuenta. —Cerró los ojos por un momento e inclinó su cuello, permitiéndome que la tocara a mi antojo. Siempre dándose a sí misma y a mis locas necesidades. —Mmmm… eso se siente perfecto para mí, Sra. Blackstone y siempre lo será. —¿Te he dicho alguna vez lo mucho que me encanta cuando me llamas Sra. Blackstone? —preguntó perezosamente, mirándome con esos hermosos ojos. —Un par de veces, sí. Y estoy encantado de que te guste tu nuevo nombre. —Le sonreí en el espejo—. Sabes que amo decírtelo. Sabes que amo que mi nombre sea tu nombre ahora. Amo un montón de cosas… ahora. Alargó la mano para sostener mi mejilla, sin dejar de mirarme en el espejo. —Pero tú también estás consiguiendo un nuevo nombre. Ya tenemos a alguien que pronto llegará con nosotros y te conocerá por un solo nombre y no será Ethan. —Papá.

—Sip. Serás el papá de alguien ahora. —Sonrió suavemente, una mezcla de felicidad y tal vez un poco de tristeza ante el pensamiento de su propio padre—. Serás el mejor de todos… —susurró. Brynne siempre me sorprendía con su generosidad —su capacidad para ser tan amorosa incluso al enfrentarse con el dolor y la pérdida. Valiente. Fuerte. Magnífica. La besé en la parte posterior de su cuello y apoyé mi barbilla en su hombro, los dos nos miramos en el espejo. —Me encanta como suena, papá. Yo soy un papá y tú eres una mamá. —Lo somos, sin duda Regresé mis manos a su estómago. —Amo a nuestra pequeña piña. —La giré para que me mirara y tomé su sonriente rostro en mis manos—.Y te amo, Sra. Blackstone. —Yo te amo más —dijo.

Traducido por katiliz94 Corregido SOS por Pily

4th de Enero Londres La caridad que mi padre defendió cuando estaba vivo envió una notificación a donde sea que una donación hubiese quedado en su nombre. La cantidad de gifs en el mensaje que acababa de leer dejaron molestos a mis globos oculares. Lo revisé de nuevo, contando los dígitos para asegurarme. Todos los seis. La segunda sorpresa fue el mensaje que quedó del donante en la sección de comentarios. Por favor déjame hacerlo bien, Brynne. Lance. No podía creer lo que estaba viendo. ¿Lance había hecho esto? ¿Había hecho una obscenamente gran donación en nombre de mi padre a la Fundación Meritus College? ¿Asistencia desamparada, pero motivada para que los niños consigan una educación universitaria? ¿Por qué haría él eso? En verdad no podía imaginar porque lo haría, pero sabía que necesitaba averiguarlo. Así que fui por mi monedero y rebusqué alrededor en el lado y en los bolsillos del exterior hasta que encontré la tarjeta que me había dado. Le di la vuelta y leí el mensaje que había escrito a mano con bolígrafo azul, solo para asegurarme.

Por favor déjame hacerlo bien, Brynne. Le envié un mensaje con las manos temblando y un corazón latiendo, por miedo a escuchar lo que él quería decirme, pero sabía que el momento de saberlo había llegado. Ethan estaba en las oficinas, preparándose para su viaje a Switzerland al día siguiente. Tampoco le había hablado sobre el intento de Lance por intentar encontrarse conmigo, en su cama de hospital, y después de mi chequeo prenatal. Había encontrado que cuanto más tiempo pasase, simplemente no quería sacarlo a la luz. ¿A qué propósito serviría? Necesitaba continuar y lidiar con el aquí y el ahora en lugar de morar en la mierda que había ido mal hace años. No se lo dije a Ethan, a pesar de que sabía que probablemente debería haberle dado una advertencia. No estaría cómodo conmigo viendo sola a Lance, y sería excesivamente territorial hasta el punto de cualquier encuentro, incluyendo su presencia, esto lo haría inútil. No, necesitaba encontrar a Lance por mi cuenta. Ese era mi territorio. Mi pasado. Y yo era la única que necesitaba enfrentarlo, y ponerlo a descansar. Así que en su lugar le dejé una nota corta en el mostrador de la cocina. En caso de que llegase a casa antes que yo, encontraría mi nota diciendo que me fui a caminar.

En favor de algo de ejercicio, caminé hasta el Hot Java, la cafetería alrededor de la esquina del apartamento. Lance llegó antes que yo y estaba esperando en una ventana ladeada, en una mesa para dos. Se veía como lo hizo la última vez que lo vi —completa y totalmente diferente al chico que había conocido hace una eternidad. En tantas formas que era verdad. Ahora era una celebridad política, el tatuado, hijo-héroe de guerra del Vicepresidente Electo. También había tenido un escolta esperándole —mayormente del Servicio Secreto, considerando el riesgo terrorista. Para alguien como él, debía ser enorme.

Se veía miserable sentándose frente a mí, y me preguntaba si aún tenía algún dolor físico por su herida. —Regresaré a los Estados Unidos muy pronto. Representación de orden por la inauguración. —Se dio golpes en la pierna con un dedo tatuado—. Pero extrañaré Londres. Es un buen lugar en el que desvanecerse. Si, lo es. —¿Por qué enviaste esa gran donación en nombre de mi padre? ¿Es de verdad algo en lo que quieres gastar tu dinero, Lance? —pregunté, poniendo la bolsa de té de frambuesa en mi taza en un pequeño vértice de lo sobreestimulante. Sin importar cuánto había pensado en ello, no podía por mi vida, ver su motivación por el dinero. Así que, todo con lo que me quedaba era la inimaginable idea de que él realmente podría estar arrepentido. Importa. Mierda. Lance miró fuera de la ventana del café, mirando la concurrida calle con tráfico, y los igualmente ocupados peatones del tráfico, arreglándoselas con la llovizna invernal para ir a sus asuntos. —Gracias por encontrarme, Brynne. Esto es algo que he querido durante mucho tiempo… y además, temido. —Puso los ojos en negro al mirarme cuando terminó de hablar. —Dijiste… dijiste que querías decirme lo que ocurrió en realidad en la fiesta. —Podía sentir a mi corazón latiendo erráticamente profundo en mi pecho. —Sí. —Se movió en su asiento y pareció abrazarse a sí mismo por lo que quería decir—. Pero primero, quiero que tengas mis más profundas disculpas por cómo te traté, las cosas que te hice, por cuanto te herí. No tengo justificación por todo lo que hice, ni excusas, solo arrepentimiento. Sus ojos me golpearon, un rastro de anhelo en su expresión —por qué, no estaba segura. ¿Anhelo por mí? ¿Por lo que podría haber ocurrido con nosotros? —Así que, antes de que te cuente el resto, quería que al menos escuchases esa parte.

Sentí algo extraño más brillante en mi interior, como una grieta cortándose de un lago congelado. No podía siquiera hablar, pero me las arreglé para comprender sus disculpas al asentir con la cabeza. —¿Viste el video, Brynne? Asentí de nuevo con la cabeza de nuevo y mantuve los ojos en mi taza de té de frambuesas. —Una vez. Eso fue todo lo que pude ver… —Mi mente se puso en blanco ante las imágenes recordadas que destellaron en mi cabeza. Los otros chicos, yo siendo usada, la risa, la letras de la canción, el tormento de mi cuerpo con objetos, como me hablaban como si fuera una puta que quería todo lo que ellos me estaban haciendo. —Lo siento mucho… no tenía intención de ir tan lejos —dijo. —¿Entonces qué maldita intención tenías al filmarnos? —Espeté, levantando la cabeza—. ¿Siquiera recuerdas lo que ese video me hizo? ¿Cómo cambió mi vida? ¿Qué intenté matarme debido a eso? ¿Eres consciente de todo eso, Lance? —Sí. —Cerró los ojos y parpadeó—. Brynne, si pudiese regresar… solo… estoy muy arrepentido. Me senté ahí y lo miré, casi sin creer lo que estaba esperando. Durante tanto tiempo había entendido mi oscuro lugar por lo que era. Un hecho malvado, hecho para mí por gente malvada, desprovisto de arrepentimiento, o incluso humanidad por sus acciones. Pero con Lance ante mí, disculpándose con tanta sinceridad, no parecía tan malo para nada… y era un concepto muy difícil de aceptar. —Entonces… ¿cuál era tu intención esta noche, Lance? Si sientes que debes hacer las cosas bien conmigo, entonces imagino que tendré que intentar escucharlo. —Gracias —susurró, golpeando la parte superior de la mesa con la mano delicada, rítmicamente, solo sus dedos levantándose y bajando. Los tatuajes que le decoraban cubrían toda la superficie de su mano derecha —un esqueleto de

huesos en la mano intercalado con telarañas entre los huesos individuales de los dedos. Me preguntaba lo que Papi-O pensaba de toda la tinta en su hijo. Después de un momento comenzó a hablar. —Fui un completo idiota contigo —comenzó—, sé eso, y no tengo excusas, pero cuando salí de Stanford y averigüé que estabas con otros chicos cuando me fui, enloquecí de celos porque cualquier te tendría. Quería castigarte por ello ya que así es como mi mente funcionaba por entonces. —Comenzó a girar el pulgar al lado de su taza de café—. Me emborraché en la fiesta con la intención de filmarnos teniendo sexo, así te lo enviaría como un recordatorio de que eras mi novia, y nadie más se metía en lo que era mío cuando estaba lejos en la universidad. —Se aclaró la garganta y continuó—. Ese fue el alcance de lo que planeé para el video, Brynne. Nunca lo habría publicado en algún otro lugar, o mostrárselo a otras personas. Era un recordatorio mío… para ti. —Pero, esos otros… Justin Fielding y Eric Montrose, estaban ahí. —No podía mirarle, así que en su lugar simplemente miré fuera de la ventana a la lluviosa acera y a las personas ocupadas. Sin embargo, seguí escuchando. —Sí —dijo con tristeza—. Te emborraché, pero estaba incluso más agotado hasta el punto de que pasé después de que… terminé. Esos dos habían venido a casa conmigo durante las vacaciones de fin de semana y sabían que estaba inclinado a enseñarle a mi novia una lección que ella nunca olvidaría. Les dije lo que iba a hacer con el video de sexo. Como un idiota. Era tan arrogante que nunca imaginé que intentarían entrar. Puedes ver con claridad en el video que después de que follo, después de que termino, no estoy de nuevo ahí en la pantalla. Hay un corte en la filmación, y ahí están solo Fielding y Montrose… y tú. Confía en mí, lo vi una y otra vez, horrorizado por lo que hicieron. —Aparté la mirada de la ventana y estudié su rostro. Encontró mi cabeza sin protegerse. Vi culpa y arrepentimiento en él—. Brynne, yo… yo nunca quise… Sabía que Lance me estaba diciendo la verdad.

—Nos vieron… y entonces cuando me marché, se quedaron al cargo. Ni siquiera recuerdo dejarte en esa habitación de juego, Brynne. Me desperté a la mañana siguiente en la parte trasera de mi coche. El video ya había sido posteado en una página de compartir y era demasiado tarde. Se distribuyó durante todo el fin de semana.

—Se abrazó la cabeza y la sacudió con

lentitud—. Y esa música que pusieron ahí… Intenté recordar la secuencia de imaginería, pero había estado tan traumatizada por mi video visto una sola vez, que en realidad no podía sacar muchos recuerdos de la involucración de Lance para nada. Sabía que había estado enfadado conmigo por salir con Karl. Ser una inmadura zorra de diecisiete años no me había dejado con buenas habilidades en donde iba, lo que hice, o con quien lo hice. Tristemente, aprendí la lección de una forma dura, pero aún era remarcable a escuchar esta nueva información de Lance. —Entonces, ¿no lo hiciste porque me odiabas? —le hice la pregunta que siempre había querido que se respondiese. Era lo que nunca tuvo sentido para mí. Habíamos tenido problemas, pero nunca me había sentido odiada por Lance antes de esa noche. El video se había sentido como odio hacia mí por todo el intermedio de siete años, y había sido difícil soportarlo porque era demasiado confuso. —No, Brynne. Nunca te odié. Creí que me casaría algún día contigo. —Sus oscuros ojos parpadearon hacia mí, la culpa y tristeza claramente legibles en ellos. Jadeé, incapaz de responder a lo que acababa de decirme. No tenía opción, así que me senté ahí en silencio y lo miré, incapaz de hacer algo más. Deslizó su mano hacia adelante como si fuese a coger la mía, pero la apartó a tiempo, dejando a sus dedos a unas pulgadas de distancia de la mesa. Era tan extraño que cogí mi taza de té y lo sostuve con ambas manos para que pudiese darles utilidad. —Intenté llamarte y verte, pero tu padre y el mío, lo detuvieron. Mi padre me informó de que yo moriría antes de que él me permitiese destruir su carrera política. Me retiró de la universidad y me alistó en el Ejército en dos días. Fui enviado en barco hasta el Fuerte de Benning para Entrenamiento Básico, y no había nada que pudiese hacer. Ni siquiera podía llamarte para

decirte que lo sentía, o averiguar cómo estabas. —Extendió la palma arriba en pregunta—. Y ahora con las aspiraciones políticas de mi padre… estoy atrapado en todo ello, realizado sin una forma de salir. Y con él en el Ala Este, estoy más atrapado que antes… —se detuvo con tristeza. Guao. Solo Guao. Nunca en mis más salvajes sueños habría imaginado esta realidad. No sabía que decirle, o como responder así que nos sentamos ahí en silencio juntos durante un minuto. Él ni siquiera sabía sobre la otra sórdida historia que conectaba todo el desastre —el motivo detrás de las muertes de Montrose y Fielding, el intento de chantaje de Karl, el asesinato de mi padre — todo era debido al video. Lance no lo escucharía de mí, tampoco. Los eventos habían evolucionado, y era el momento de ponerlos en el suelo para bien. Nunca nada cambiaría mi más grande perdida, devolverme a mi padre. Mecí mi estómago protectoramente, necesitando consuelo de algo puro e inocente. Con tanta maldad en mis veinticinco años —sin duda podía encontrar algo hermoso y pacífico moviéndose hacia adelante. Y como un mensaje desde arriba, fui recompensada con un pequeño empujón justo debajo de mis costillas como si dijese “aún estoy aquí y sé que eres mi mamá.” Sí, mi pequeño ángel mariposa, lo soy. —Entonces, tu vida cambió después de esa noche… al igual que la mía, —dije después de un momento. —Sí. Las elecciones que hice esa noche cambiaron todo.

NOS despedimos en la concurrida calle con más del medio circo que había experimentado antes, con seguridad, y conductores, y fotógrafos. En realidad necesitaba regresar al apartamento para comenzar la cenar para Ethan ya que esta era nuestra última noche juntos durante un fin de semana. Tenía que marcharse a Suiza muy pronto por la mañana. Todo el encuentro con Lance había sido un lado bizarro de las cosas, pero me sentí mucho más ligera de culpa después de escuchar su revelación. Aún avergonzada por mi conocimiento de lo que me llevó a estar en esa mesa de billar hace siete años, pero una gran auto carga me era liberada. Me sentí

tremendamente aliviada, y por primera vez, sentí como la sensación en realidad podría quedarse conmigo. —Gracias, Lance. Me miró con curiosidad. —¿Por qué, Brynne? —Por hablarme de tu historia. Por algún motivo, me ayuda a dejar ir… eso. —Descansé la mano sobre mi vientre, incapaz de explicar tal pensamiento privado con algún tipo de comprensión clara, pero lo hacía sentir perfecto para mí—. Pronto seré madre, y quiero que mi bebé tenga una madre que pueda mantener su cabeza en alto, y que sepa que no hará nada malo, que es una buena persona, quien hizo estupideces a lo largo de una línea de estupideces. —Eres una buena persona, Brynne… y desafortunadamente todos hacemos estupideces. Y a veces las cosas malas nos ocurren sin ninguna intervención de las estupideces que hacemos. —Miró a su prótesis. —¿Qué harás ahora, Lance? —Regresaré a casa e imagino que ahora puedo hacer lo que terminé con el Ejército. Aprender a vivir con una pierna. Tal vez regresar a la universidad y finalmente graduarme en un grado de derecho. —Entonces deberías hacerlo, si eso es lo que quieres. —Sonreí—. Apuesto a que a los estirados profesores de derecho en Stanford les encantarán tus tatuajes. Se rió. —Sí, tanto como a las personas en D.C., pero es bueno sacudir las cosas una vez en un tiempo. —Su conductor abrió la puerta del coche, señalando que era el momento de irse. —Creo que estás siendo convocado —dije, gesticulando hacia el coche. —Sí. —Parecía que tenía más que decir mientras sus ojos me estudiaban—. ¿Brynne?

—¿Sí, Lance? —Decirte que tú también me ayudaste. Más de lo que nunca sabrás. Merecías escucharlo de mi parte desde hace mucho tiempo. Así que de nuevo, gracias por verme. —Cogió un profundo respiro como si estuviera reuniendo fuerza—. Eres más hermosa ahora que antes, cuanto tenías diecisiete años, y estoy tan contento de verte embarazada. Vas a ser una maravillosa madre. Y quiero que recuerdes que eres preciosa a pesar de cómo nos vemos a veces. Voy a recordarte justo como eres ahora. —Finalizó con una sonrisa, pero podía ver como toda la confesión estaba comenzando a llegarle. Este encuentro había sido emocional para él, para mí, y ahora era el momento de despedirnos el uno del otro. No estaba muy segura de cómo responder a sus cumplidos, pero de nuevo, eran alentadores al venir de él. —Te deseo lo mismo, Lance. —Extendí la mano hacia él—. Espero que consigas la oportunidad de perseguir tus propios sueños ahora. Tomó mi mano ofrecida y se inclinó hacia mí para un medio abrazo, incluso a presionar su mejilla contra la mía. Entonces regresó a la limusina, la ventana tintada tan negra que le hacía invisible para mí en el instante que la puerta se cerró detrás de él. Y así, Lance Oakley se fue.

LA llovizna era extrañamente cómoda de camino a casa. Me recordaba a los días sombríos a los que aprendí a acostumbrarme cuando el clima aún era nuevo para mí. Al comienzo, cuando primero me trasladé a Londres, extrañé los rayos del sol de California. Pero mientras florecía en mi nuevo ambiente, sumergiéndome con la universidad y las pesadas influencias culturales a mí alrededor, me encantó más la lluvia de Londres. Así que mientras las gotas de llovizna caían sobre mi sombrero morado y bufanda, no me importó ni un poco. La lluvia siempre se había sentido purificadora para mí. Caminé más rápido, apresurándome para llegar a casa antes de que Ethan descubriese mi ausencia, y la pregunta que haría sobre dónde había

estado. Sabía que aún no estaba lista para hablar de Lance con él. Poseía la verdad de lo que me había ocurrido hace siete años en la fiesta, y remolerlo de nuevo en una conversación no era algo para lo que estuviese muy preparada por compartir, incluso con Ethan. Él tendría que entender que necesitaba hacer esto a mi manera, y confiar en mí era la mejor decisión para mí. Y, en muchas formas, para nosotros. Ethan debería entender el proceso ahora mientras finalmente estaba en terapia de sí mismo. Ser forzado a volver a vivir eventos traumáticos no siempre ayudaba a la víctima. A veces dolía mucho. Me empujé a través de las pesadas puertas de cristal de nuestro edificio y saludé a Claude mientras me dirigía al ascensor. Presioné el botón y esperé, sintiéndome un poco más sudada ahora que cuando estuve fuera de la lluvia. Me quité el sombrero e imaginé que ahora llevaba un mega sombrero de pelo, y tuve la esperanza de que no tendría que subirme con alguien, para evitarle a él o a ella la visión de mí. Las puertas se abrieron y salió una rubia alta a la que había visto antes. Sarah Hastings estaba cubriéndose la esquina del ojo con un pañuelo floral, como si estuviera secándose las lágrimas. Se detuvo abruptamente, dándose cuenta de que la había visualizado, y era demasiado tarde para fingir que no lo hice. —Oh, Brynne, hola. Soy yo, Sarah. ¿Me recuerdas de la boda de Neil? —Sí, por supuesto. Te recuerdo. ¿Cómo estás? —Lo que realmente quería preguntarle era un poco diferente: ¿Por qué estás saliendo de mi edificio, y estabas arriba con Ethan? Tenía mis motivos para ser precavida con Sarah, sin embargo. Los mensajes de Ethan en su teléfono eran desagradables, pero cuando ella le llamó más tarde esa tarde, mi intuición de esposa se despertó. ¿Y ahora estaba aquí en nuestra casa encontrándose con él? Tenía la sensación de que ella estaba usándole, o posiblemente algo más, y no me gustaba ni una pizca. También sabía cómo de difícil era para Ethan interactuar con ella. El peor trauma de Ethan había sido la perdida de Mike mientras eran prisioneros. Había sido forzado a ver el asesinato y fue torturado emocionalmente con eso. Era horrible para él tener que revivir los sucesos a través de Sarah cada vez que llamaba, o

quería recordar, o lo que maldita sea que ella estuviese intentando hacer con mi marido. Posó los ojos sobre mí, posados en mi abultado vientre, y demasiado para mi irritación, el pelo revuelto y la piel mojada. Sabía que me veía horrible. —Oh, ahora me voy, pero estoy bien, gracias. —Parpadeó y miró al suelo. Sus ojos estaban rojos y a mi parecer había estado llorando. —¿Estás segura? Te ves molesta. —En realidad, acabo de dejar a tu marido, había, algo que necesitaba… darle. —¿Puedo preguntar lo que era? —pregunté, con audacia. —Um… creo que tendrías que preguntárselo a Ethan, Brynne. No estoy en la libertad de decirlo. —Sacudió la cabeza y pareció dolida al estar de pie y hablándome. Sarah Hastings estaba resentida conmigo, y si tenía que empujarla más lejos, diría que también se sentía culpable por ello. Tal vez envidiaba la vida que Ethan y yo estábamos viviendo juntos… mientras que ella solo tenía recuerdos de Mike. Exactamente lo que temía. La sensación de maldecirme no era bienvenida ni complaciente. Me sentía celosa e inútil en el mismo momento. No sabía que decirle por lo que solo asentí y entré en el ascensor. Sarah ya se había marchado cuando las puertas se cerraron. Cuando llegué al apartamento anticipé que Ethan estaría ahí quitándose los zapatos, pero no lo estaba. Las cosas estaban tranquilas. No era el día de Annabelle así que no estaba esperándola por los alrededores, pero Ethan sabía que planeé cocinar esta noche para que pudiésemos tener una tarde tranquila juntos antes de que se marchase a su viaje. Revisé nuestro dormitorio, pensando que podría estar ahí empacando, pero no lo estaba. Me dirigí a la habitación grande hacia el otro lado del apartamento, cuando olí dientes de ajo. La puerta de su oficina estaba cerrada,

pero miré sin tocar. La habitación estaba oscura a excepción de dos formas de iluminación: el acuario y la punta ardiente de su Djarum Black18. —Estás aquí. —Mis ojos se adaptaron a la tenue iluminación y capté un destello de su rostro a través de las sombras. Se veía sombrío mientras se sentaba ahí fumando en su estudio. No feliz de verme. Sin autentica aceptación—. ¿Está todo bien? —pregunté, entrando. —Estás de regreso —dijo perezosamente. Se sentó ahí mirándome, las brillantes luces del tanque enmarcándole desde detrás, Simba y Dory nadando pacíficamente entre los trozos de brillante coral, mientras él ignoraba mi pregunta. —¿Por qué estás sentándote en la oscuridad? —Me preguntaba si me hablaría sobre la visita de Sarah. Estaba muy claro que estaba enfadado por eso. Tenía a fumar después de un mal sueño o un flashback. Encontrar o hablar con Sarah parecía traerle el mismo tipo de reacciones de copia, pero ahora fumaba exclusivamente fuera, así que hacerlo dentro de su oficina era la primera pista de que algo no estaba bien. Quería que me hablase sobre sus conversaciones, pero de lejos él no las habría compartido. No le empujé, como prometí, pero me dolía que Ethan al parecer pudiese hablar con Sarah sobre cosas que no podía conmigo. ¿Ella podía ayudarle pero yo no? No estaba feliz con como su acercamiento a Sarah me hacía sentir, pero se sentía como que no podía reclamarle o molestarle con ello porque solo haría las cosas más difíciles para él. Nunca quise ser la responsable por traer a Ethan más dolor y estrés que con el que tenía que lidiar. —¿Cómo fue tu paseo? —preguntó, apagando el cigarrillo y poniéndose en pie—. No te quiero aquí respirando esta mierda. —¿Entonces por qué estás fumando en casa? —Su actitud era muy fría, sentí un temblor de nerviosismo atraparme. —Mi culpa. —Caminó hacia mí y me condujo fuera con una firme mano en la espalda. No había resistencia o discusión, podía ver eso simple como el día en la rigidez de su postura mientras se movía a mi lado.

18

Djarum Black: Marca de tabaco.

Fuimos a la cocina donde me dejó sentarme en el bar. Él solía sentarse ahí mientras yo preparaba la cena, tanto a trabajar en el portátil como para preguntarme por mi día. Pero no parecía querer hablar cuando puso el teléfono en la encimera de granito con un ruido seco. Me miró y se cruzó de manos. Sus ojos me decían que estaba enfurecido, volviéndose de un azul oscuro y agudo. Tragué e intenté de nuevo. —¿Ethan, ocurrió algo para molestarte? Levantó una ceja hacia mí, pero no respondió a la pregunta. Me di cuenta de que no había respondido una sola pregunta de las que le había hecho desde que hube llegado a casa. —¿Dónde fuiste a caminar, nena? —Está respondiendo a todo con preguntas por su cuenta. —Caminé hasta el Hot Java —dije con lentitud, pero teniendo la sensación de que él ya lo sabía—. ¿Tienes algo que decirme, Ethan? —No, querida, no, pero pienso mucho en lo que haces. —Cogió su teléfono y levantó la pantalla para que lo viese. Lance Oakley abrazándome en la calle.

Traducido SOS por Nanami27 Corregido SOS por Pily

9 de enero Suiza El joven príncipe era un hombre del Renacimiento, había descubierto. Tenía habilidades en las pistas, y con las mujeres también. No era de extrañar que su abuelo estuviera preocupado por él. El muchacho podría muy bien estar en un peligro realmente serio aquí, en XT Europa. De muerte-por-follar. La ruidosa folla-fiesta en que se había metido ahora mismo, en el otro lado de la pared, obstruyó mi estado de ánimo aún más. Estaba en un verdadero infierno aquí… el adolescente de al lado seguía en su cogetlón, sin embargo. Lo que necesitaba era hablar con Brynne y oír su voz. La única cosa que podría hacer los días venideros marginalmente soportables. No nos habíamos despedido bien en absoluto. Con una horrible pelea por guardar secretos. Cuando las fotos de su reunión con Oakley me fueron enviadas en un Tweet, recibí la alerta de inmediato. Estaba totalmente impresionado, por supuesto, pero cuando llegó a casa, y me di cuenta de que no iba a decirme por qué había ido a mis espaldas a encontrarse con el hombre que arruinó su vida y casi la había matado… lo perdí. Perdido. Exactamente cómo me sentía en este momento, sin mi chica.

Llené mi vaso de la botella de Van Gogh y tomé un trago. Mi bebida favorita… cuando la necesitaba. Seguro como la mierda necesitaba llegar a dormir esta noche si los "oh, mierda sí" y "sí, bebé" no se acababan pronto. Seguramente Su Alteza Real estaría follando una pulgada de su vida pronto, y el silencio podría ser una posibilidad. Por favor, bendito Cristo. Brynne no me dijo nada acerca de su visita con Oakley, durante o incluso después de nuestra pelea. Todavía no sabía por qué había ido a reunirse él. Puede que nunca lo supiera. Solo seguía diciéndome la misma cosa una y otra vez. No puedo hablar de eso ahora, Ethan, y vas a tener que aceptarlo hasta que algo cambie para mí. Cuando la presioné para decirme, se enojó y mordió a cambio con acusaciones acerca de Sarah y nuestras reuniones "privadas", diciendo que estaba censurándola para salir a favor de Sarah. ¿Lo estaba? No lo creo, pero luego, cuando Brynne me preguntó por qué Sarah había estado en el piso para verme esa noche, no pude decirle. Aún no estaba preparado. Su rostro había revelado lo herida que estaba, pero imaginé que el mío lo hacía, también. Nunca antes habíamos estado ni cerca de esta posición en nuestra relación. Ambos parados sobre nuestra propia tierra, con silenciosos asuntos que habían dado forma a gran parte del modo en que habíamos sido hechos. Eso malditamente apestaba. Creo que podríamos haber arreglado las cosas si hubiéramos tenido más tiempo. No habíamos tenido tiempo, sin embargo. Tuve que venir a este trabajo de mierda y dejarla atrás, embarazada y triste, y sola. Bueno, no totalmente sola. Neil y Elaina mantenían una estrecha vigilancia en ella por mí. Mi chica y yo teníamos que concederle seria atención a nuestros problemas cuando volviera, y le había dicho lo mismo cuando tuve que salir muy temprano a la mañana siguiente. Tenía lágrimas en los ojos, estaban rojos e hinchados, cuando asintió y estuvo de acuerdo conmigo.

Cuando besé sus dulces labios en un adiós, se fundieron bajo los míos y sus brazos subieron para abrazarme fuertemente contra su aromática suavidad. Odiaba a alejarme. Tuve que hacerlo, sin embargo, y malditamente dolió tener que hacerlo. Tenía fe en que resolveríamos nuestras diferencias, y trabajaríamos en las dudas que ambos estábamos cargando. No aceptaría ninguna otra alternativa. Ella me cogió el rostro con las manos y me dijo: —Vuelve a mí. —Sabía que sus palabras significaban algo más que mi presencia física. Entendía lo que quería decir. —Nada podrá alguna vez detenerme de volver a ti —dije—. O a ti, pequeñín —susurré contra su vientre. Y creía en eso.

Los golpes que me despertaron no fueron del tipo agradable. De hecho, quien sea que estuviera haciéndolo puede que necesitara una lección de etiqueta, a través de mis puños si no se jodidamente detenían ya. —¡Ethan! ¡Levántate, hombre! ¡Queremos ir a hacer esquí de travesía! Parpadeé al el reloj de la mesilla. 3:12 a.m. Tropezando fuera de mi cálida cama, abrí la puerta para encontrar a mi joven carga preparado y sonriendo ampliamente. —¿Ahora? —Ladré—. ¿Vas a subir ahora, Christian? —Podría haber esperado estar soñando que él se encontraba frente a mí, pero por desgracia, sabía que no lo estaba. Él se echó a reír: —Sí, hombre, adáptate. Es un día muerto de otra manera. Nos iremos ahora y podremos estar en la cima para la luz del día. Tengo que descargarme un poco antes de mañana.

—¿No lo has hecho ya? ¿Qué fue todo el jaleo de la follada de antes, entonces? —Era una pregunta válida. Cuándo carajo dormía este niño era otra. Tenía el mundo a sus pies con su dinero, buena apariencia, estatus real, y además una celebridad. Lo tenía todo a su favor. Realmente no podía culpar a Christian por nada de eso, pero él se las había arreglado para molestar la jodida mierda fuera de mí. —Eso fue solo mi historia antes de dormir. —Se encogió de hombros con alegría y se tambaleó sobre los dedos de los pies, luciendo raro y ansioso por ponerse en marcha. Dudaba altamente que estuviera bajo el efecto de algo porque si él lo estuviera sería desclasificado por dopaje y su carrera con el snowboard terminaría. Creo que era solo su exuberancia natural... y el tener jodidos diecinueve años. Buen Dios de los Cojones. Si nuestro hijo es así de hiperactivo, estoy jodido. Bien podría arrastrarse a una muerte temprana y acabar de una vez. Sacudí la cabeza hacia él y rodé los ojos. —Dame un minuto para reunir mi equipo, ¿de acuerdo? —Claro que sí, hombre. —Sonrió de nuevo, y por primera vez en mi vida me sentí bastante viejo.

Christian y su séquito de cuatro compatriotas eligieron la nieve profunda, no muy lejos fuera de pista, pero no permití que eso me diera una falsa sensación de seguridad, porque era muy consciente de que había riesgos al hacerlo. Les dije directamente antes de salir, que tuvieran las palas y el kit de sogas en sus paquetes, además de sus balizas con ellos. Había visto cómo la gente se vuelve eufórica en el esquí de travesía, y perdía de vista el peligro. La acumulación de nieve podría cambiar tan rápidamente, y un lapso de solo algunos pocos metros podría tener diferentes condiciones. Había sido testigo de los esquiadores en las laderas justo al lado de avalanchas deslizantes como si fuera una cosa completamente normal de hacer. Algunos terminaron muertos al final, de justo ese tipo de mentalidad, también. —Recuerden lo que dije… dirijan su tabla de esquí hacia cualquier árbol o a la cresta de la montaña si escuchan un sonido rugiente detrás de ustedes. —

Miré fijamente a cada uno—. Y no detengan su ritmo. Sigan adelante, no importa qué. Christian se carcajeó, sus ojos riéndose de mí. —Sí, Papá —dijo. Me di cuenta de que el color de sus ojos era como los de Brynne… cambiaban con la luz, y con diferentes tonos de ropa. Eso me hizo extrañarla aún más. —Lo digo en serio. No la jodas cuando venga una avalancha.

La tercera fuera de pista que eligieron no era un buen prospecto. Les dije que no. El exceso de polvo fresco, con poco tiempo para instalarse, se igualaba demasiado al riesgo. Los muchachos no estaban de acuerdo, y estaban empeñados como el infierno en ir hacia abajo. Lukas y Tobias gritaron las primeras pistas y salieron antes de que pudiera gritarles que volvieran. Jakob y Felix comenzaron justo detrás de ellos. —Lánzate, Ethan… si no es ahora, ¿cuándo? —gritó Christian alegremente antes de zarpar hacia abajo, su chaqueta verde neón a mi vista. Mi elección fue hecha por mí en ese momento y tuve que seguirlo. No estoy seguro de quién lo desencadenó, pero oí el rugido antes de que viera la nube. Malas noticias. Corté hacia un matorral de árboles y cogí el más grande que pude encontrar y me aferré. Una agitada ráfaga de nieve me despegó del árbol y me envió de culo por la montaña. Perdí la vista de alguna cosa, o alguien, y solo podía rezar para que los muchachos estuvieran viajando por los lados hacia lo seguro. Fui sacudido violentamente debajo de la cintura, escuché un chasquido. No había dolor, solo una conciencia de llegar a descansar en un afloramiento de

roca. Un voladizo me salvó de ser enterrado por la segunda ola que siguió un minuto más tarde.

Cuando abrí los ojos pude ver el cielo, eso era una buena señal. Significaba que no estaba enterrado bajo un metro de nieve. Podía respirar. Miré hacia abajo y descubrí a qué se debió el sonido chasqueante. Mi bota izquierda había girado 180 grados. Sabía que era muy probable que hubiera sufrido una fractura abierta. Mierda. Luché para sentarme y hacer un balance de mi ubicación. Había sido empujado muy lejos de la diapositiva principal, mi campo de visión no ofreció más allá de franjas en blanco. Gotas brillantes de color rojo salpicaron en la nieve. Sentí un cosquilleo a lo largo del lado de mi cara, pero no podía decir a través de los guantes de dónde provenía la sangre. El primer asunto era activar la baliza, así que lo hice, y luego revisé mi pierna. La jodida cosa estaba tan golpeada. Esquiar no iba a suceder. La tabla de esquí estaba perdida de mi voltereta por la montaña. Tomé una respiración profunda y agarré mi pantorrilla. Conté hasta tres, y torcí a donde se suponía que debía estar... y me desmayé.

Mucho frío. Registré la temperatura helada, pero no tenía idea de cuánto tiempo había pasado. Podrían ser minutos. U horas. Probablemente no horas, sin embargo. Estar horas aquí me mataría de hipotermia. ¿Estaba muriendo? No. ¡No! Me negué a creer que lo estaba. Mi cuerpo podía soportar más que esto, lo había hecho en el pasado. Era fuerte. No podía morir. Tenía que volver a Brynne... y nuestro bebé. No podía dejarlos solos. Ambos me necesitaban. Le prometí que volvería. No iba a morir aquí. Todo lo que necesitaba era entrar en calor. Calidez. Brynne era cálida. El lugar más cálido que podía imaginar era a Brynne envuelta a mí alrededor cuando estaba haciendo el amor con ella. Brynne era mi lugar cálido y seguro, desde el primer momento. Y aunque mi mente consciente no lo supo en ese momento, mi corazón ciertamente lo hizo.

Fui a donde yo podía sentir su calidez… ...Lo supe en el momento en que entró a la habitación. La verdadera Brynne Bennett era aún más cautivante en carne y hueso que en su retrato, el que gratamente, ahora me pertenecía. Ella tomó un sorbo de una copa de champán y estudió su imagen en la pared de la galería. Me pregunté cómo se veía a sí misma. ¿Era confiada? ¿Implacable? ¿O algún punto intermedio? —Ahí está mi chica —dijo Clarkson, abrazándola por detrás—. ¿Es imponente, no? Y tienes los pies más bellos que cualquier mujer en el planeta. —Todo lo que haces se ve bien, Ben, hasta mis pies. —Se dio la vuelta y le preguntó—: ¿Así que, ya vendiste algo? Permíteme parafrasear. ¿Cuántos has vendido? Podía oír todo lo que se decían el uno al otro. —Tres hasta ahora y creo que éste se irá muy pronto —dijo Clarkson—. No seas obvia, ¿pero ves al tipo alto en traje gris, de cabello negro, hablando con Carole Andersen? Es interrogado. Parece que ha sido atrapado por tu maravilloso y desnudo ser. Probablemente se irá para una buena sesión de palma tan pronto como pueda conseguir el lienzo para él solo. ¿Cómo te hace sentir eso, Brynne cariño? Algún rico majo jalándosela ante la vista de tu belleza sobrenatural. Malditamente lo deseaba. Se quedarían con él durante seis largos meses. —Cállate, eso es desagradable. No me digas cosas como esa, o voy a tener que dejar de tomar trabajos. —Ella sacudió la cabeza hacia él como si estuviera chiflado—. Es una malditamente buena cosa que te quiera, Benny Clarkson. —Es cierto, sin embargo —divagó Clarkson—, y ese tipo no ha dejado de mirarte desde que llegaste aquí. Y él no es gay. —Te irás al infierno, Benny, por decir esas cosas —le dijo mientras levantaba la vista y me revisaba. Podía sentir sus ojos en mí, pero seguí mi conversación con el director y aparenté indiferencia. —Estoy en lo cierto, ¿eh? —Le preguntó Clarkson. —¿Sobre lo de masturbarse? ¡No es posible de ninguna manera, Benny! Es demasiado hermoso para tener que recurrir a su mano para tener un orgasmo.

Oh, mierda. No pude evitar mirarla entonces. Era imposible apartar la vista cuando acababa de oír esas palabras salir de su boca. A ella le gusta lo que ve. Las referencias a mi pene y masturbarme —por ella— y un plan de juego totalmente nuevo se reorganizó en ese momento. Tenía que conocerla esta noche, y eso era todo lo que había. Pero ella se asustó, se bebió su copa de champán, y se despidió de su amigo. Espera, no te vayas todavía. La vi contemplar la posibilidad de llamar a un taxi o caminar. Sus piernas eran largas y jodidamente magníficas, cualquiera podía ver eso, y cuando se volvió hacia la estación, supe que había tomado su decisión. No podía permitirlo. Si alguien estaba detrás de ella, tendría la oportunidad perfecta mientras caminaba sola, y el pensamiento de que alguien quisiera hacerle daño hizo algo a mi interior que nunca había sentido antes. —Es una muy mala idea, Brynne. No te arriesgues. Déjame llevarte. Se quedó inmóvil en la acera, y se volvió rígidamente para enfrentarme. —No te conozco en absoluto —dijo. Lo harás, hermosa chica americana… lo harás. Le sonreí e hice un gesto hacia el Rover, ni siquiera muy consciente de qué carajo estaba haciendo. Solo necesitaba estar más cerca. Pero ella tragó profundamente y tomó una postura defensiva, y llamó mi atención. —Incluso me llamas por mi nombre, y… ¿y esperas que me meta en un auto contigo? ¿Estás loco? Casi loco. Me acerqué y le ofrecí mi mano. —Ethan Blackstone. —¿Cómo es que siquiera sabes mi nombre? —Dios, amaba el sonido de su voz... sexy como el infierno.

—Acabo de comprar el Reposo de Brynne de la Galería Andersen por una buena suma no hace ni quince minutos. Y estoy bastante seguro de que no estoy mentalmente deteriorado. Suena más PC19 que loco ¿no crees? Ella tentativamente alargó la mano. La tomé. Me agarré de ella y cubrí su mano con la mía. En el instante en que nuestros cuerpos se tocaron algo pasó dentro de mi pecho. Una chispa, calor… no sé qué, pero era algo. Dios, sus ojos eran inusuales. No podía decir cuál era precisamente su color. No me importaba, sin embargo, solo quería mirarlos durante un jodidamente largo tiempo y averiguarlo. —Brynne Bennett. —Y ahora que nos conocemos, como Brynne e Ethan. —Hice un gesto con la cabeza hacia el Rover—. ¿Me permitirás llevarte a casa? Tragó saliva de nuevo, su adorable cuello moviéndose en un tirón lento. —¿Por qué te preocupas tanto? Respuesta fácil, esa. —¿Porque no quiero que nada te suceda? ¿Porque esos tacones se ven encantadores al final de tus piernas, pero será un infierno caminar con ellos? ¿Porque es peligroso para una mujer estar sola durante la noche en la ciudad? —No pude evitar mirarla, de la cabeza a la punta de los pies, para justificar mi punto. Ella debía saber lo jodidamente caliente que era—. Especialmente una que luzca como tú, Señorita Bennett. —¿Qué pasa si tú no eres seguro? Si ella supiera por qué estaba aquí. Me pregunto qué me diría entonces. —Todavía no te conozco, o alguna cosa de ti; o si Ethan Blackstone es tu verdadero nombre. La Señorita Brynne Bennett era una chica inteligente. Admiraba su honestidad y reticencia en no ceder a subirse al auto de un completo desconocido, sin tener ningún problema con ello. Era la hija de Tom Bennett después de todo.

PC: Acrónimo para Políticamente Correcto.

19

—Hay un punto en eso. Y es uno que puedo corregir fácilmente. —Le mostré mi carné de conducir y le entregué una tarjeta de negocios—. Puedes conservarla —le dije—. Estoy muy ocupado con mi trabajo, Señorita Bennett. No tengo absolutamente nada de tiempo para una afición como ser un asesino en serie, se lo prometo. Ella se echó a reír. Era el sonido más jodidamente hermoso que había escuchado alguna vez. —Bien hecho, Señor Blackstone. —Apartó mi tarjeta, y luego dijo algo que realmente me complació—. Bien. Puedes darme un aventón. Oh sí, nena, puedo. Los pensamientos de cómo podría darle un aventón hizo que mi pene se levantara y tomara nota. No pude evitar mi sonrisa. La Señorita Bennett no tenía absolutamente ninguna idea de lo que estaba haciéndome con sus comentarios inocentes. Si alguna vez tenía la oportunidad de darle un aventón en mi cama, sería uno largo y memorable con seguridad, porque no llevaba mujeres a mi cama. Creía que ella podría ser la excepción a mi regla, sin embargo. ¡¿Qué en la puta madre está mal contigo?! Pensé, mientras ponía la mano en su espalda y la llevaba hacia el Rover. Me gustó cómo me permitió hacerlo. Y por fin pude olerla. Florido, femenino y malditamente increíble. Me pregunté si el olor era perfume o algo que usaba en su cabello. Fuera lo que fuera, quería enterrar mi nariz contra su cuello y obtener una bocanada de ello… olía tan bien para mí. La acomodé en su asiento, y sentí emoción una vez que me encerré con ella. Tenía a esta hermosa chica sola en mi auto, conmigo. Estaba a salvo y nadie iba a llegar a ella mientras caminaba sola en la oscuridad. También podía hablar con ella y escuchar su voz. Podía olerla, y mirarla, admirar sus largas piernas dobladas en el asiento de al lado, e imaginar cómo sería tener esas hermosas piernas divididas a ambos lados de mi pene... Le pregunté dónde vivía. —Plaza Nelson en Southwark. No la mejor locación, pero podría ser peor. —Eres americana —dije, sin pensar en nada mejor.

—Estoy aquí con una beca de la Universidad de Londres. Programa de postgrado. Sabía eso, por supuesto, pero realmente quería saber acerca de su otro trabajo. —¿Y el modelaje? Mi pregunta la aturdió. Comprensible, supuse. Sabía cómo se veía desnuda. Jodidamente espectacular. —Um, yo… posé para mi amigo, el fotógrafo, Benny Clarkson. Él me lo pidió, y ayuda a pagar las cuentas, ¿sabes? —En realidad no, pero amo ese retrato tuyo, Señorita Bennett. —Mantuve mis ojos en el camino. No le gustaba que la interrogara. La ponía a la defensiva. Lo juro, literalmente chisporroteaba en su asiento antes de dejarme tenerlo. —Bueno, mi propia corporación internacional nunca llegó como la suya, Señor Blackstone. Recurrí al modelaje. Me gusta dormir en una cama en lugar de un banco del parque. Y el calor. ¡Los inviernos aquí apestan! Oh, mierda, sí, ella es increíble. —En mi experiencia, he encontrado muchas cosas aquí que apestan20. —Miré y fijé sus relucientes ojos, bajando a sus labios, imaginándolos envueltos alrededor de mi pene, disfrutando profundamente agitarla por mi respuesta. —Bueno, estamos de acuerdo en algo, entonces. —Se frotó la frente y cerró los ojos. —¿Dolor de cabeza? —Sí. ¿Cómo lo supiste? Tuve la oportunidad de tomar otra mirada larga y pausada de ella.

Apestan: Del verbo suck, que también puede ser traducido como “chupar”.

20

—Simplemente una suposición. Sin cena, solo el champán que te tomaste en la galería, y ahora ya es tarde y tu cuerpo se está levantando en protesta. —Incliné la cabeza—. ¿Cómo lo sabría? Ella me miró como si se le hubiera secado la boca. —Solo necesito un par de aspirinas, un poco de agua y estaré bien. Eso no era bueno en absoluto. —¿Cuándo fue la última vez que comiste algo, Brynne? —Así que, ¿volvemos a los primeros nombres de nuevo? Sí, lo estamos, nena. No me gustaba que ella no cuidara de sí misma. Tenía que comer como todos los demás. Después de un momento, dijo algo acerca de preparar comida cuando llegara a casa. ¿A esta hora de la noche? Por el amor de la mierda, eso simplemente no iba a suceder, Brynne. Entré en una tienda de esquina y le dije que se quedara en el auto, que estaría de vuelta. Le conseguí una botella de agua, un paquete de Nurofen y una barra proteínica que parecía agradable al paladar. Solo esperaba que los aceptara de mí. —Qué necesitabas conseguir en la tienda… Sin preocuparse. Tomó el agua tan pronto como la vio y empezó a beber. Quité las píldoras del paquete para ella y las sostuve en mi mano abierta. Tomó esas también y las tragó, drenando la botella rápidamente. Dejé la barra proteínica en su rodilla. —Ahora cómelo… por favor. Ella suspiró un largo y estremecedor aliento, que hizo que mi pene se contrajera de nuevo, y abrió la barra lentamente. Pero algo cambió en su actitud cuando le dio un mordisco y comenzó a masticar. Sentí la melancolía en ella cuando bajó la cabeza y susurró: —Gracias. —El gusto es mío. Todo el mundo necesita lo básico, Brynne. Alimentos, agua... una cama.

No respondió a mi sutil reprimenda. —¿Cuál es tu dirección real? —pregunté. —La 41 de Franklin Crossing. Me dirigí de nuevo a la carretera y en un momento, oí su móvil chirriar. Respondió a un texto y pareció relajarse un poco después de eso. Algunos momentos más tarde, cerró los ojos y se durmió. Tenerla cómoda y sintiéndose a salvo conmigo, volcó una especie de interruptor en el interior de mi cabeza. No podría decir qué exactamente, porque era algo que nunca había experimentado antes. Solo sabía me gustaba malditamente ese sentimiento. Hice algo imprudente entonces. No estaba orgulloso de lo que hice, pero eso no me impidió hacerlo. Tomé cuidadosamente el móvil de su regazo y llamé a mi número con él. —Brynne, despierta. —Me incliné y toqué su hombro, hablándole lo suficientemente cerca como para oler su aroma natural. Sus párpados temblaron erráticamente, las largas pestañas barriendo sobre la piel cremosa con una pizca de aceite de oliva en ella. ¿Estaba soñando? Sus labios eran llenos y de un rosa oscuro, apenas se separaban cuando respiraba. Unos mechones de su largo cabello castaño caían sobre una mejilla. Quería levantar a mi nariz y olerlo. Sus ojos se abrieron, abriéndose amplios cuando fue consciente de mí. —¡Mierda! Lo siento, yo… ¿me quedé dormida? —Forcejeó con el pestillo de la puerta frenéticamente, el sonido del pánico en su voz. Cubrí su mano con la mía y le calmé. —Tranquila. Estás a salvo, todo va bien. Solo te quedaste dormida, es todo. —Está bien... lo siento. —Ella jadeó profundamente, miró por la ventana, y luego de nuevo a mí con cautela. —¿Por qué sigues pidiendo disculpas? —Parecía muy sacudida, y no quería nada más que calmar sus temores, pero al mismo tiempo… estaba molesto con la extraña sensación de que no tenía absolutamente ninguna razón intencionada de estar sintiendo eso.

—No lo sé —me susurró. —¿Estás bien? —Sonreí, esperando no estar asustándola. No me gustaba la idea de ella teniendo miedo de mí, pero quería que me recordara después de esta noche. Quería que confiara en mí, también. —Gracias por traerme. Y el agua. Y el otro… La interrumpí, sabiendo que tenía que hacerme cargo para que hubiera una nueva oportunidad para encontrarme con ella otra vez. —Cuídate, Brynne Bennett. —Abrí la puerta—. ¿Tienes tu llave lista? Voy a esperar hasta que estés dentro. ¿Qué piso es? Sacó la llave de su bolso y puso su móvil dentro. —Vivo en el estudio del apartamento superior, quinto piso. —¿Compañero de cuarto? —Bueno, sí, pero ella probablemente no está adentro. ¿Qué estaba pensando? Quería saber lo que ella pensaba de mí, si estaba interesada en saber algo más acerca de mí. —Esperaré a que la luz se encienda entonces —dije. Ella abrió la puerta y salió. —Buenas noches, Ethan Blackstone —me dijo antes de cerrar la puerta. La seguí con la mirada mientras se dirigía a la puerta, usó su llave y entró. Esperé hasta que vi la luz encenderse en su apartamento del quinto piso antes de arrancar. No sabía exactamente lo que sentía, o lo que podría suceder mientras me alejaba de su casa. Pero sabía esto: Vería a Brynne Bennett de nuevo. Más que definitivamente. No había otra opción que aceptara al respecto… Sonreí para mí mismo, porque ya no me sentía el frío. Mi pierna dolía, pero sabía que realmente no importaba ahora. Me sentía cálido, y estaba en mi

lugar seguro con mis recuerdos de Brynne, donde todo era bueno y correcto. Ella era mi luz y lo había sido desde el primer momento en que miré en su belleza. Me había amado y mantenido entero, cuando yo no creía que fuera posible para alguien lograr ese milagro. Íbamos a tener un bebé pronto. Pensar en nuestro bebé me ponía feliz, pero muy triste al mismo tiempo. No podría ver a mi hijo en el lugar al que iría. Él o ella nunca me conocerían. Pero Brynne le contaría a nuestro hijo o hija acerca de mí. Sería una madre maravillosa. Ya lo era. Brynne era buena en todo lo que hacía y la maternidad no sería diferente. Sabía que no había mucho tiempo para mí. No podría mantener mi promesa. Eso arrancó a mi corazón, peor de lo que cualquier cosa podía. Le había prometido que volvería a ella. Había dicho que nunca nada podría evitar que volviera a ella. Desesperadamente quería decirle lo mucho que la amaba, y lo feliz que me había hecho en nuestro tiempo juntos. ¿Cómo podría desaparecer, sabiendo que había sido amado por la mujer más perfecta del mundo? Que ella era la única persona que realmente vio dentro de mi oscura alma para encontrarme… y todavía me hacía sentir como si hubiera ganado la jodida lotería nacional de la vida. No me dolía tanto saber que mi vida iba a ser corta. La plenitud estaba en saber que Brynne había sido una parte de ella. Brynne era mi vida. La última pieza de mi rompecabezas, que finalmente me había completado. Solo necesitaba una forma de decírselo, de alguna manera, para que no se preocupara por mí. Quería que supiera lo feliz que fui al final de mi vida... porque había sido bendecido con el raro y precioso regalo... de amarla.

Traducido por Apolineah17 Corregido SOS por Pily

10 de enero Londres NEIL y Elaina no aceptaban un no por respuesta. Me tenían en su casa para la cena o iban a nuestra casa todas las noches desde que Ethan estaba lejos. Sabía que él había arreglado que ellos me cuidaran, y supongo que tenía sentido ya que estaban justo al otro lado del pasillo. Era algo bueno que ambos me encantaran tanto. Pero eran recién casados, y necesitaban su tiempo a solas juntos, argumenté. Neil y Elaina estaban tratando de hacer su propio bebé, y pasar el rato conmigo no les estaba haciendo mucho bien en esa sección. Cuando se los dije, ambos se rieron de mí e hicieron comentarios crípticos que tuve que preguntarme si ya lo habían logrado y simplemente no estaban anunciando la noticia todavía. Eso esperaba. Ambos eran tan perfectos juntos, y se conocían tan bien, había aprendido cómo habían formado parte de la vida del otro desde que eran niños. Los dos estaban destinados a estar juntos desde el principio. Me hacía muy feliz saber que el verdadero amor había triunfado para ellos. La directiva de Ethan me molestaba, pero al mismo tiempo, era tan típica de él. Tan protector, cuidadoso… y cauteloso. Me preguntaba cómo le iba con el Príncipe Christian en los Alpes Suizos. Él había temido ir tanto como yo odiaba que se fuera. No habíamos tenido tiempo para trabajar en nuestro propio desliz y ése era la peor sensación para mí.

Extrañaba terriblemente a mi hombre y lo necesitaba de regreso en casa. Quería desahogar todo lo que Lance me había dicho con él. Y esperaba oír cualquier cosa que Ethan estuviera dispuesto a compartir conmigo, para llevarnos de regreso a dónde habíamos estado antes de aquella horrible noche en que peleamos por cosas que no valían la pena, hiriendo al que amas. No para mí. Y, lo sé, tampoco a él.

Tacos de pollo con aguacate y salsa de maíz, eran mi nuevo alimento reconfortante de embarazada. Intenté conseguir que Neil y Elaina abandonaran sus planes de cenar conmigo dos veces a la semana, pero no se lo creyeron, diciendo que amaban mi versión de comida mexicana. Bendiciones a sus corazones británicos. Porque la versión británica de comida mexicana apestaba, en mi opinión. Tal vez si mi carrera en conservación del arte fracasaba, podría hacer tacos callejeros y ganar una fortuna. Me reí por dentro ante de la idea de Ethan nunca permitiéndome entretenerme en tal cosa. Podría establecerme junto al puesto de periódicos de Muriel en la calle de Seguridad Blackstone, y él podría bajar y tener su almuerzo. Neil amaba cocinar, así que era él quien me ayudaba en la cocina. Elaina estaba fuera en el cuarto del bebé trabajando en el mural que había planeado con su ayuda. Por el momento solo era un árbol con pájaros y mariposas. El color y el tema aún estaban por determinarse, una vez que supiéramos si era niño o niña… Thomas o Laurel. —¿Sabes que esta fue la primera comida que le hice a Ethan? —Metí un trozo de aguacate en mi boca y lo saboreé—. Él trajo consigo algunas cervezas XX, y terminó siendo adicto a la cerveza y a la comida mexicana —dije. —Lo sé —respondió Neil con una sonrisa, mientras añadía algunas especias al crepitante pollo—. Él hablaba de ti todo el tiempo. Decía que eras una brillante cocinera y que le dabas a probar cerveza XX con un trozo de limón. —¿Lo hacía? —Sí. Supe que él estaba hecho para ese punto. No por la comida mexicana, sino debido a la cerveza. Terminó con el récord Guinness

prácticamente toda la noche —dijo con un chasquido de sus dedos y una abatida sacudida de cabeza. —Ese sería Ethan para ti. Él toma una decisión sobre algo y eso es todo. —Suspiré lastimosamente, pensando en nuestros “problemas” sin resolver. Neil dejó de cortar los jitomates y levantó la mirada hacia mí. —Regresará pronto a casa, Brynne. No hay ningún lugar en que el que quiera estar, excepto aquí contigo. —Lo sé, pero se fue cuando las cosas… no estaban bien entre nosotros. ¿Sabes por qué, Neil? —pregunté, dándome cuenta de que era completamente probable que él lo supiera. Asintió. —Sí. Vi las fotografías de ti y Oakley en la cafetería. Publicidad de twitters es todo lo que era de esperarse en realidad. —No pensé en esa parte. Solo era algo que tenía qué hacer, y cuando Ethan venga a casa le explicaré todo, pero simplemente no era el momento para mí en ese entonces, ¿sabes? Los ojos marrones oscuro de Neil eran cálidos y comprensivos. —Ustedes dos lo arreglarán, Brynne. Conozco a Ethan y no hay nada que él no haría por ti. Caminaría a través del fuego para volver contigo. Ahogué un sollozo y trabajé en la salsa de maíz. —Neil, ¿cuál es el trato con Sarah Hastings? Cuando Ethan volvió a verla en su boda, estaba realmente afectado por su presencia, y no en el buen sentido. Me dijo algo de lo que sucedió con su esposo, Mike, y de lo horrible que su muerte fue para presenciar. Entiendo esa parte de su trauma… y, al mismo tiempo, no puedo imaginar lo devastador que es para él recordar cuando tiene una re experimentación de un hecho traumático. —¿Sarah? Ella está bien y solo puedo suponer que tiene algo que ver con su terapia, pero él no lo ha dicho, y no voy a preguntárselo.

—Entiendo —dije sombríamente, dándome cuenta de que simplemente tendría que ser paciente con él, y esperar hasta que llegara el momento en que Ethan pudiera decirme qué papel jugaba Sarah en su salud emocional—. ¿Ethan te dijo sobre sus sesiones de terapia con el Doctor Wilson en el Centro para Combatir el Estrés? —Lo hizo, Brynne, y me alegra que finalmente haya conseguido algo en el camino del apoyo. Sé que solo es por ti que ha sido capaz de llegar hasta allí. —Lo que le pasó fue tan horrible… —Me callé, incapaz de expresar mis sentimientos sobre lo que Ethan había soportado. Neil dejó de preparar la comida por completo. —Fue malo, Brynne, jodidamente malo. —Sé que él se siente culpable, me lo dijo, pero ¿por qué? Haber sido capturado y torturado no fue su culpa. Neil bajó la cabeza y cerró los ojos solo por un momento. Se quedó con la cabeza gacha sobre la encimera de la cocina por un largo rato. Me imaginé que no me diría nada o no podría decirme nada debido a las estrictas reglas del Ejército Británico. Pero, finalmente, levantó su cuchillo y volvió a cortar verduras, y luego comenzó a hablar. —No lo sé todo, pero sé lo suficiente para poner todas las piezas juntas. Compartió lo que pudo conmigo, y el resto lo sé porque escuché a través de los intercomunicadores cuando ellos llegaron —las comunicaciones entre la base y el escuadrón cuando estás en campo. Yo comandaba mi propio equipo, como Ethan lo hacía. Yo no estaba allí, solo E y sus hombres. Había cinco escuadrones y Mike Hastings era uno de ellos. Ninguno regresó con vida. Mike sobrevivió la emboscada junto con Ethan… y sabes lo que sucedió allí. E pasó por un interrogatorio una vez que estuvo de regreso, y me dijo que el día en que tenía planeado ejecutarlo, el edificio donde se encontraba fue bombardeado y quedó hecho un montón de escombros. Nadie sabe cómo E logró salir de allí con vida. Ni siquiera él lo sabe. Dijo que no tenía una explicación de cómo o por qué no fue aplastado por pedazos de la explosión. Fue algo verdaderamente milagroso.

Contuve la respiración mientras Neil explicaba el “por qué” de muchas de mis preguntas. Cosas de las que Ethan simplemente no podía hablar. Ahora entendía por qué, y eso solamente destrozaba mi corazón por él y por lo que había tenido que sufrir. —No me extraña que tenga alas de ángel en su espalda —susurré. —Sí. —Neil le dio al pollo otra removida y me dijo el resto—. La tortura de Mike y su ejecución fue brutal, y sé que Ethan siente una enorme perdida y culpabilidad. Cree que debido a su llamada como comandante, los puso en peligro y como resultado de su decisión cinco hombres jóvenes perdieron la vida. —Pero era la guerra. ¿Cómo lo que sucedió puede ser su culpa? —Sufría por Ethan aún peor que antes, y quería más que nada tener mis brazos alrededor de él, y su pecho, con su ferozmente valiente y hermoso corazón, golpeando contra el mío. —La guerra es una mierda sin importar cómo la veas. Lo que les sucedió a sus equipos fue realmente indescriptible. Fueron atraídos por una madre muerta con la garganta cortada en medio de la carretera y con su hijo llorando histéricamente aferrándose a su cuerpo. Él no tenía más de tres años de edad. Horas pasaron y los comandos seguían llegando. Ethan quería entrar y rescatar al niño. Y después de muchas horas de negociación, finalmente le fue dado el visto bueno. Pero todo era una trampa. El Talibán utilizó a una mujer y a su hijo como señuelo para eliminar a todo un escuadrón de soldados de élite — occidentales compasivos que nunca concebirían tal trato para nadie o nada. Funcionó. Ethan entró, agarró al niño, pero le dispararon y lo mataron solo unos segundos después, mientras aún estaba en los brazos de E. Se produjo un tiroteo y al final del mismo, dos civiles inocentes fueron sacrificados, cuatro de los nuestros estaban muertos, y Mike y E fueron atrapados. —Oh, Dios mío… Ni siquiera tenía palabras para Neil. ¿Qué podría siquiera decirle? ¿Incluso había palabras para ser dichas? No… no había palabras que pudieran hacer que esa historia se sintiera mejor, no importaba cuantos años pasaran. Froté mi vientre y pensé en Ethan, y en lo mucho que lo amaba. Él era mucho más de lo que jamás podría haber sabido cuando nos conocimos la primera vez.

Era un verdadero héroe en todo el sentido de la palabra, que había servido honorablemente y había sufrido debido a ese servicio. —Gracias por decirme, Neil, esto me a-ayuda a… saber. Y en verdad me ayudaba, pero saber la verdad también era horrible. Me sentía enferma y sabía que no podría comer la comida que había estado preparando con Neil. ¿Cómo cualquiera de ellos comía de nuevo, cuando se enfrentaban con los recuerdos de las experiencias de la guerra que acababa de escuchar? Sabía cómo funcionaba la mente de Ethan, y sinceramente, lo veía sintiendo la carga de la terrible culpa de todas esas muertes… cómo sufría cuando revivía los acontecimientos en sueños. —Simplemente lo amo mucho. Haría cualquier cosa para ser capaz de ayudarlo —dije finalmente. —Pero lo haces, Brynne. Tu amor ya lo ha ayudado, más que cualquier otra cosa.

CUANDO me desperté temprano la mañana siguiente por un sonido en mi solitaria cama, me sorprendí. Cuando me di cuenta de que Elaina se había permitido entrar al apartamento para despertarme, supe que algo malo había pasado. Cuando alcancé a ver un vistazo de Neil asomándose por la puerta, comencé a llorar y mi pecho se apretó. Cuando escuché las palabras diciendo que algo le había pasado a Ethan, grité. Les grité a los dos y les rogué que no me dijeran.

Suiza VERDE neón quemaba en mis ojos. ¿Qué diablos? Traté de empujar lo que sea fuera de mi rostro, pero no se movió.

—Ethan… oh, mierda, hombre. Solo nos tomó un tiempo encontrarte. —¿Qué? —traté de enfocar, pero el maldito sol se estaba ocultando y la luz era malditamente brillante. Todo lo que podía ver era el resplandor y la electricidad de las llamas verdes —el color me recordaba la chaqueta de Christian cuando él se lanzó hacia abajo de la montaña delante de mí, justo antes de… —¿Eres tú, Christian? Estás bien —balbuceé—, eso es bueno. —Estaba tan aliviado de que él hubiera sobrevivido que podría haber besado a la pequeña mierda, si incluso pudiera sentir mi rostro. El rey todavía tenía a su heredero. Jodidamente gracias—. Dime, quiero saber… ¿si los otros chicos lo lograron? —¡Sí! Lo logramos y tú también, Ethan. ¿Lo había hecho? No se sentía como eso en absoluto. —Pero estoy aquí arriba en esta montaña y no puedo caminar, mi pierna está jodida. —Me alegraba que Christian y los chicos estuvieran bien, pero no veía cómo conseguiría salir de este lío intacto, especialmente si no era pronto. Estaba en muy mal estado y lo sabía. Realmente no podía ver el rostro de Christian, todo estaba muy borroso y yo estaba cansado… tan cansado. —Lo sé —dijo él, antes de presionar algo duro contra mis labios—. Bebe esto. Te ayudará. Succioné un poco de líquido, pero no podía decir lo que era. No podía sentir mucho, solo agotamiento. Entonces me acordé de lo que tenía que hacer. Más importante que nada. Empujé la bebida lejos. —Pero… ¿tienes un teléfono móvil contigo, Christian? El mío se ha perdido. Tengo que decirle… a mi esposa, necesito dejarle un mensaje… —Espera, Ethan, ellos están viniendo a buscarte. Vas a estar bien, hombre. —No…

Tengo

que

llamar

desesperadamente hacerlo entender.

a

Brynne.

¡Ahora!

—Necesitaba

—No hay celular. No llegará a ella. —Eso está bien… lo enviaré una vez que consigas cobertura de servicio. Mensaje de voz… eso… funcionará… —Traté de llegar a él para hacerlo entender—. Ayúdame, por favor. —Está bien, Ethan, está bien. ¿Cuál es su número? Dije los números cuidadosamente porque no quería cometer un error. Esto era tan importante, y no quería joderlo. —Ahora, ponlo para voz… y déjame hablar. Christian puso la cosa en mi mano, la cual era difícil de agarrar con los guantes, pero me ayudó a sostenerlo y me dijo cuándo empezar a hablar. —Brynne, nena… no quiero que te asustes o estés triste, ¿de acuerdo? Te amo y ahora mismo soy feliz. Muy, muy feliz… porque conseguí estar contigo… y te amo. Todavía estaré aquí, solo amándote desde otro lugar y también a nuestra pequeña Laurel-Thomas. —Me esforcé para mantener la compostura para terminar mi mensaje, pero era tan difícil decir adiós. ¿Cómo incluso era posible que tuviera que hacer una cosa así? Pero de todos modos necesitaba decírselo. Nada iba a detenerme—. ….Me hiciste real, mi hermosa, y te amo por eso, y siempre lo haré… hasta el final de los tiempos. Allí. Me las había arreglado. Ella lo escucharía de mí una última vez, y sabría… mi verdad. Ahora, podría cerrar los ojos e irme a dormir. Tan desesperadamente cansado… Floté por un tiempo, pacíficamente a la deriva… en alguna parte, no sé dónde. Una idea llegó a mí y recordé a mi mamá. Conseguiría verla de nuevo, y esa era una idea muy agradable. Me sentía inusualmente libre y ligero, como si estuviera siendo sostenido por… algo luminoso. ¿Alas? Pero eso era exactamente lo que se sentía —alas sosteniéndome, acunando mi espalda. Sedosas plumas fluían en dos arcos. Suaves, pero tan

poderosamente fuertes. Me di cuenta de a quién le pertenecían después de un tiempo. Eran alas de ángel. Estaba siendo sostenido por un ángel.

12 de enero Londres REGRESA a mí… Estoy justo aquí, Ethan. Siempre. Solo tienes que regresar a mí cuando estés listo. Estaré aquí esperando por ti con Laurel-Thomas. Te necesitamos. Te necesito para poder hacer esto. Solo te necesito y nunca te dejaré ir. Nunca lo haré. Permanecí con mi hombre junto a su cama en el hospital. Regresa a mí, cariño. Era el mismo hospital al que había venido a visitar a Lance. Sin embargo, estaba tan agradecida. Él estaba aquí conmigo ahora, y podía tocarlo, verlo y los médicos podían ayudarlo. Neil movió algunos hilos importantes con alguien y arregló todo para que Ethan fuera trasladado en helicóptero a Londres. Ivan también ayudó. No sé qué hubiera hecho sin estos dos. Sabía que las personas podían hacer que las cosas fueran hechas. Si Ethan estuviera atrapado en Suiza en este momento, donde no podría dejarlo, necesitaría ser atada. Creo que Jonathan y Marie estaban a punto de ordenarme que fuera a casa pero no iba a ir a ningún lugar. Ellos finalmente se fueron a conseguir comida y dijeron que regresarían más tarde. Podrían quejarse y probar sus fuertes tácticas del ejército todo lo que quisieran en mí, pero no serviría de nada. Sabía dónde tenía que estar. No voy a dejarte, mi querido. Voy a estar aquí cuando despiertes. Aun así, no podía hacer mucho por él. El hospital tenía todo cubierto. Puntadas para cerrar la herida al lado de su ojo derecho, en la parte superior de su pómulo. Él tendría una cicatriz allí ahora. La cirugía para reparar su pierna

izquierda. La tibia y el peroné se fracturaron, pero ahora estaban arreglados, y se curarían rápido debido a los clavos que habían puesto en sus huesos. Mi hombre estaba simplemente “durmiendo” en este momento. Necesitaba un profundo descanso para que su cuerpo pudiera regenerarse. Así que me senté a su lado y lo llamé para que regresara a mí. Recibí el mensaje que me dejaste en el teléfono de Christian. Él fue muy dulce y estaba muy preocupado por ti. Llamó y me habló porque no quería que me asustara por el mensaje de texto que me enviaste desde su teléfono. Me dijo lo que había pasado, cómo querían hacer una carrera en zona agreste, y cómo les dijiste qué hacer si se metían en problemas allá arriba. Él dijo que hicieron todo lo que les instruiste hacer, y debido a ello, todos estaban bien. Se siente terrible de fueras el que resultó lesionado… Sentí una mano pesada descansar en mi hombro. —Tenían sabor mora. Espero que esté bien. —Ivan empujó una taza de té caliente hacia mi mano—. Oh, y también conseguí esto para ti. —Me tendió una barra de proteína—. Cómela, por favor. Poco a poco, levanté mis ojos en estado de shock. Sus palabras —el gesto, era casi idéntico. Miré a Ivan donde estaba de pie frunciéndome el ceño. Alto y con los ojos verdes, con el cabello más largo —justo tan guapo como su primo, pero diferente. Ivan tenía una mirada un poco más refinada, donde Ethan fue bendecido con una dureza que lo hacía parecer un poco más fuerte. ¿Pero la genética que compartían? Tan claramente visible como agua en un vaso. Ellos eran de la misma sangre y de la misma opinión. Ivan ofreciéndome una barra de proteína me trajo recuerdos vívidos de esa primera noche, cuando Ethan me llevó a casa desde el espectáculo de Benny, todo en una fracción de segundo. Podía oler su aroma y sentir la calidez de los asientos con calefacción del Rover. Podía verlo perfectamente en mi mente, la forma en que había puesto esa barra de proteína en mi rodilla y había esperado a que me la comiera antes de que moviera el carro. La actitud de “nojodas-conmigo”. Y la fuerte dosis de dominación persuasiva que no podía negar. Regresa a mí, Ethan… —Está bien. —Asentí, y sentí mis ojos llenarse de lágrimas, luchando por mantenerme entera, queriendo ser fuerte por Ethan.

—Buena chica —dijo él en voz baja, tirando de mí hacia un lado en una silla—. Él tendría una rabieta si pensara que no fuiste bien cuidada. —Lo sé —dije tristemente, tomando un bocado y masticando. Sabía como aserrín, pero me la comí de todas formas, y tomé un sorbo de té. Mi ángel mariposa necesitaba comida incluso si yo no quería ninguna. —Gracias, Brynne —dijo él con una sonrisa amable. Este era un lado diferente de Ivan, el que estaba viendo junto a la cama de Ethan. Ivan Everley era una devastadora combinación de sexy encanto mezclado con cinismo ingenioso, pero no en este momento. Era evidentemente obvio que también estaba preocupado por Ethan. Ellos se comportaban más como hermanos que como primos, pensé, y siempre había sentido eso con ambos. Eran hermanos en su corazón, donde importaba. —La primera noche que conocí a Ethan me compró una barra de proteína y me hizo comerla —le dije. Sentí que las lágrimas caían por mis mejillas y traté de limpiarlas con el dorso de mi mano. Ivan puso su brazo alrededor de mí y me acercó a su lado. —Él te ama demasiado. Sé que está luchado para regresar. Lo conozco. Sé cómo funciona su mente. E está luchando para regresar a tu lado en este momento, Brynne. Asentí en acuerdo. No podía hablar, lo único que podía hacer era creer. Las palabras de Ivan eran mi cuerda salvavidas hacia Ethan ahora mismo, y no podía permitirme cualquier otro tipo de pensamientos o dudas. Así, nos sentamos juntos, y le dimos a él un poco más de tiempo para que volviera a nosotros.

FINALMENTE. La olí de nuevo. Su olor estaba en mi nariz y lo respiré. Una bocanada de Brynne. Pero ¿cómo podía ser eso? Le había dicho adiós arriba de esa montaña. Sin embargo, se sentía diferente. Muy diferente. Ahora podía sentir mi cuerpo. Mis manos, mis pies, mi cabeza. Eso quiere decir… ¿qué lo he logrado? ¡Oh, jodida mierda, sí! Sentí euforia. Estaba vivo… y Brynne estaba cerca. Era tan bueno… lo que fuera que estuviera haciéndome. Masajes de dedos a través de mi cabello, una y otra vez. Dedos que conocía bien. Pertenecía a una mano que había sentido, sostenido y besado. La mano frotaba lentamente mi cuero cabelludo. Su mano, la mano de Brynne me tocaba, y eso era la cosa más maravillosa y jodidamente perfecta. Quería decirle lo mucho que la amaba, y que iba a estar bien, pero aún no podía hablar. Todo lo que podía hacer era respirarla y saborear la sensación de ella tocándome. De alguna manera, por alguna milagrosa intervención, había sobrevivido. Recordé las alas del ángel sosteniéndome cuando estaba flotando entre la vida y la muerte. Era un enorme recordatorio de otra época cuando eso me había sucedido. Gracias, mamá. De nuevo. Sentía un completo y total alivio, y sabía que podía dejar de luchar ahora… y solo dormir un poco más, con mi chica a mi lado.

PEQUEÑAS patadas y codazos retumbaban contra mi mano. Me encantaba. Siempre me hacía sonreír. Sabía exactamente lo que estaba sintiendo. Laurel-Thomas estaba hablando con papá. Te has vuelto más fuerte, pequeño. Froté mi mano sobre el bebé, tratando de imaginar qué parte de su cuerpo era cuál. ¿Eso era un pequeño trasero o la corona de la cabeza? Más patadas golpearon mi palma y me hicieron reír. Era el mejor maldito sentimiento en el jodido mundo. Al igual que una bendición —un regalo que no esperaba— perfectamente hermosa. —Ethan se rio. ¿Lo escuchaste, Ivan? Se está riendo por las patadas del bebé. —Conocía esa voz. Esa era mi Brynne hablándole a Ivan.

Abrí los ojos. —Funcionó —dijo ella en un susurro—. Regresaste a mí. El rostro de Brynne era un desastre de lágrimas y preocupación. Lucía exhausta con círculos oscuros debajo de sus ojos y su cabello todo revuelto. Sus ojos estaban vidriosos por llorar. Pero la visión de ella tan cerca de mí, era la vista más hermosa que mis lamentables ojos jamás habían contemplado en toda mi vida. —Brynne… nena… —sonreí y me quedé mirando cada centímetro de su rostro, empapándome de la visión de ella por un momento—. Te imaginé en la cima de esa montaña, para que me ayudaras a entrar en calor… y a encontrar un lugar seguro a dónde ir. Simplemente te imaginé, y supe que las cosas estarían bien, y que estaba feliz, no tenía miedo. —Oh, Ethan, Ethan, Ethan… —sollozó, aferrándose a mi pecho y meciendo su frente hacia atrás y hacia adelante. Tomé nota de dónde estábamos y me imaginé que era una cama de hospital, y ambos estábamos acostados en nuestros costados, el uno frente al otro. Mi chica se había arrastrado a la cama del hospital conmigo, al parecer, porque podía olerla. Ella incluso había dado un paso más lejos poniendo mi mano en su vientre para que pudiera sentir a Laurel-Thomas pateando lentamente desde su interior. Ambos me habían llamado de regreso. Levanté la mirada hacia mi primo y capté las palabras, bienvenido de regreso, murmuré hacia mí. Gracias, murmuré de regresó, agradecido de que hubiera ayudado a Brynne mientras estaba fuera. Entonces él me sonrió y salió por la puerta, moviendo rápidamente la mano en su oreja con el universal gesto de “llámame”. —Te amo tanto —susurré, intentando mantener mis emociones bajo control. Llevé mi mano a su barbilla y la forcé a levantar la cara para encontrarse con la mía. Necesitaba mirar sus ojos primero. Luego, una vez que me hubiera sumergido en toda su gloria multicolor, tendría que besarla durante un muy, muy largo tiempo.

Creo que ella estaba un poco en estado de shock porque seguía diciendo la misma cosa una y otra vez. —Regresaste a mí. —Lo hice, mi hermosa, porque tú me trajiste de regreso. Tú lo hiciste… y un ángel también ayudo.

15 de enero ETHAN estuvo muy callado en el viaje de regreso a casa desde el hospital. Nos sentamos en el asiento trasero juntos mientras Len conducía. Me cogió la mano con fuerza, agarrándola tan duro que en realidad se sentía incómodo, pero no estaba dispuesta a apartarme de él. Ethan necesitaba tocarme, aunque fueran solo nuestras manos. Su papá me había llamado y me había preguntado acerca de tener una cena para celebrar su regreso a casa, pero había dado una excusa para posponerla para la siguiente semana. Ethan no estaba para socializar, y francamente, yo tampoco. Su accidente me había hecho paranoica, y si me permitía pensar en lo cerca que había estado de morir, era probable que tuviera un ataque de pánico. Sabía que no sería bueno para el bebé, así que me negué a que aterrador pensamiento entrara en mi mente. Por ahora, solo lo quería cerca de mí, donde pudiera cuidar de él y donde pudiera sanar. Ethan entró al apartamento el mismo usando las muletas, pero en su propio poder. Cerró y bloqueó la puerta detrás de él y lo seguí a la habitación principal. Se detuvo en medio y se quedó justo allí, con sus ojos sobre mí, una crudeza brutal en su expresión ahora que estábamos los dos solos. —Ven aquí —dijo en un áspero susurro.

Fui hacia mi Ethan. Me alzó en sus brazos de inmediato, sujetándome tan fuerte contra su cuerpo, que me quedé sin aliento por la sorpresa. Sus muletas cayeron al suelo con una explosión cuando las soltó para aferrarse a mí. La desesperación de Ethan me llevó cerca, gobernado por el momento, y entendí el por qué. Mi hombre había sido traumatizado, una vez más, por el peligro inminente de la muerte. Había estado seguro de que moriría en la montaña, sin siquiera conseguir una oportunidad para verme de nuevo, o para conocer a nuestro bebé, o para decirnos que nos amaba, o para despedirse apropiadamente. Recuerdos de mí habían sido su consuelo para ayudarlo a atravesar la experiencia, y entonces cuando él no murió, fue empujado de regreso a la realidad y obligado a procesar que había sobrevivido. Una completa jodida de mente para él. —Ethan. Estoy aquí, cariño. Déjame ayudarte. —Necesito… necesito estar contigo —dijo con voz ronca en mi cuello, su barba picando mi piel mientras se presionaba más profundamente. Me aparté, forzándolo a mirarme y a concentrarse en mis palabras. —Vamos a ir a nuestra cama y a olvidarnos de todo lo demás por el momento. Solo tú y yo juntos. —Una expresión de dolor se extendió por su rostro—. Y luego, más tarde, podemos hablar de las cosas que necesitábamos decirnos el uno al otro antes de que te fueras a Suiza. Pero ahora mismo, los dos necesitamos estar cerca y sentir por un momento. Él cerró los ojos por un segundo y luego los abrió de nuevo, una mirada de total alivio en sus ojos. —Sí… por favor. —Bajó la mirada hacia el suelo donde yacían las muletas. Me incliné para recuperarlas y se las entregué una a la vez. Su endurecida y herida expresión se suavizó mientras tomaba las muletas—. Me gustaría poder decirte lo mucho que te amo… pero no hay suficientes palabras para jodidamente expresarlo. —Lo sé.

Me siguió hacia el interior de nuestra habitación y se sentó en el borde de la cama. Esta vez, colocando las muletas donde fuera capaz de alcanzarlas cuando quisiera levantarse de nuevo. Me puse de pie entre sus piernas y sentí sus manos levantarse inmediatamente para acercarme. Su rostro enterrado justo debajo de mis pechos, sus manos ahuecando mi trasero y su nariz inhalando mi olor natural. Ethan estaba intentando desesperadamente trepar sobre mí. Sabía que lo que él realmente necesitaba era una follada dura y salvaje de mi parte, pero también sabía, tal como él lo hacía, que yo no le daría nada más de que lo que fuera capaz de darme. Tendríamos que encontrar otra manera. Di un paso hacia atrás hasta que estuve fuera de su alcance, pero aun así cerca. Pateé fuera mis sandalias y mantuve mis ojos en él. —Quiero recordarte la primera vez que estuve aquí en esta cama contigo —la primera vez que estuvimos juntos. Desabroché mi chaqueta de punto y la dejé caer en el piso. Sus ojos la siguieron hasta donde la dejé caer, y luego los levantó de nuevo para encontrarse con los míos. —Lo recuerdo —dijo. —Entonces vamos a volver a ese momento juntos —le dije—. Fuimos cuidadosos con el otro porque no estábamos seguros de lo que la otra persona podría querer o necesitar. Sus ojos azules se oscurecieron. —Apenas podía creer que hubieras accedido a venir a casa conmigo. Estaba muriendo por ti esa noche, Brynne. Nunca había deseado a alguien como te deseaba a ti. Tragué profundamente y me moví de nuevo entre sus piernas. Cogí el dobladillo de su camisa y la saqué por su cabeza.

Él hizo lo mismo con mi vestido gris oscuro —solo lo sacó por mi cabeza cuando me incliné por la cintura para ayudarlo. Me enderecé. —Te deseo tanto como la primera vez, Ethan. Tanto así. —Desabroché mi sostén y lo dejé caer. El casi inaudible sonido de éste golpeando el piso incrementó la tensión. Sus ojos se ensancharon mientras echaba un vistazo de mis mucho más pesados pechos, y extendió la mano para tocar uno. Trazó la carne con la punta de un dedo en un amplio círculo, haciéndolo cada vez más pequeño con cada rotación hasta que terminó en mi pezón. Deslizó sus ojos hasta los míos. —Quería complacerte más que nada. Quería hacerte venir y escuchar los sonidos que hicieras cuando llegaras. Me agaché en el suelo y desaté su zapato derecho. Se recostó en sus codos y estiró su largo cuerpo, levantando sus caderas hacia mí para que pudiera bajar los sudados pantalones por sus piernas y sacarlos. Mi hombre se veía absolutamente precioso, con las piernas abiertas, desnudo con su pene completamente erecto. Sabía lo que haría primero. Me arrodillé en el piso justo en el borde de la cama, entre sus piernas. Le pregunté en un susurro: —¿Y qué dije cuando me hiciste venir? —Tomé su duro pene como una roca en mi mano y la acaricié de la base hasta la punta, poniéndolo completamente erecto arriba de sus abdominales. Él contuvo el aliento y bajó los párpados en placer, pero respondió a mi pregunta: —Ethan… dijiste… Ethan. Cubrí la cabeza de su pene con mi boca y lo deslicé hasta la parte posterior de mi garganta.

ELLA me dio todo lo que necesitaba. No sé cómo supo que eso era precisamente lo que necesitaba, o cuando lo necesitaba, pero Brynne siempre sabía lo que se debía hacer. Después de que me sacó de su hermosa boca, le devolví el favor, saboreando la exquisita sensación de su calidez y su muy seguro lugar, estremeciéndose bajo mis labios y convulsionándose alrededor de mi lengua. La oí gritar mi nombre un par de veces más antes de que hubiera terminado de darle placer. Más tarde, nos quedamos dormidos juntos, haciendo cucharita a nuestros costados mientras todavía estaba dentro de ella, y me dormí así durante horas. El mejor sueño de mi vida —con mi preciosa chica envuelta alrededor de mí. No olvidé estar agradecido.

Traducido por Lectora Corregido por Lucero

24 de enero Somerset Land Rover sabía cómo hacer vehículos de lujo, y lo había aprendido de primera mano. Amaba a mi coche, y ahora que había conseguido manejar del lado izquierdo, estaba aventurando más que nunca. Creo que a veces, Ethan podría haberle dado un segundo pensamiento a su regalo de cumpleaños. Ahora es demasiado tarde, Blackstone. Pero él solo tendría que lidiar con eso. Yo era la conductora en la familia por el momento. Tenía un yeso con el que podía caminar, pero solo usando muletas. Necesitaba un par de semanas más de tiempo de consolidación ósea antes de poner mucho peso en su pierna izquierda. Todavía lo tendría cuando naciera el bebé. Algo que le molestaba enormemente, lo sabía, pero no se quejaba al respecto. No me puedo quejar tampoco. Ambos sabíamos cuánta bendición era que tuviera el yeso... sobre la alternativa insoportable de que él no esté aquí en absoluto. Infierno, amaba ese maldito e inconveniente yeso. Deje a Ethan a la misericordia de Zara. Hoy, fiesta de té. No creo que a él realmente le importara un poco. De hecho, había parecido bastante dentro de todo el asunto, incluso poniéndose una chaqueta de terciopelo y una elegante pajarita con su cuello. Tomé fotos de ellos juntos con mi cámara. Serían guardadas con incalculable valor. La esposa de Robbie, Ellen, había hecho la propagación más bonita para ellos, magdalenas y fresas heladas, y el té, por supuesto, con leche y azúcar. Me hubiera gustado quedarme y unirme, pero

necesitaba mi masaje de dos veces por semana más de lo que necesitaba el té y tarta. Especialmente ahora que era más grande y experimentaba todo tipo de dolores y molestias. El dolor de espalda, dolor pélvico, e incluso el dolor de cabeza ocasional. Los masajes me ayudaban muchísimo. Había disfrutado masajes regulares desde Navidad, cuando Ethan compró una cantidad decadente de tratamientos para mí. Dios, mi hombre me dio los mejores regalos. Pero después de que habíamos tomado la decisión de pasar su tiempo de recuperación en Stonewell, estaba en necesidad de alguien local, para ayudarme a pasar a través de las últimas semanas del embarazo. Entró Diane, quien cuidaba muy bien de mí con sus talentos, Aromaterapia y Reflexología y gracias a Hannah apuntándome en la dirección correcta. Salí a su pequeña tienda llamada Treats, y estacioné en la calle. El histórico pueblo de Kilve era pequeño pero completo con una posada del siglo XVII llamado The Hood Arms, una iglesia del siglo XIII llamada Saint Mary, y su famosa costa-fósil orillando en Kilve Beach. Parecía una postal vieja para mí, y era muy tranquilo. Creo que tanto Ethan como yo comprendimos instintivamente que la paz de este lugar, junto con su belleza natural al aire libre, era exactamente lo que necesitábamos, y haciéndonos más bien que cualquier cosa. Planeamos vivir en Stonewell hasta mediados de febrero. Por lo tanto, estaríamos en Londres, donde el Doctor Burnsley estaba de pie junto con su experiencia superior médica, para entregarnos a nuestra Laurel-Thomas, esperemos que por mi fecha prevista, el 28 de febrero. Mientras caminaba a entrar en la tienda de Diane, un perro joven hermoso se levantó de debajo de la mesa de la vereda donde había estado sentado. Movió la cola con entusiasmo y se agachó para saludarme en esa manera que los perros universales han de mostrar que son amistosos. ―Bueno, ¡hola, guapo! ―Me agaché y acaricié la parte superior de la cabeza, el pelo grueso y oscuro alrededor de su cara, pero más ámbar en el pecho y panza. No era un pequeño cachorro, más bien como un perro adolescente, y era definitivamente un macho. Conocía su raza, pastor alemán y pensé que era absolutamente precioso―. ¿Cuál es tu nombre, muchacho precioso? ¿Estás esperando a tu dueño? ―Hablé con él mientras me frotaba a través de su piel sedosa, amando el color oro de sus ojos. Me lamió la mano y se

inclinó hacia mí, mientras le daba un poco de atención, preguntándose ¿por qué no tenía correa o collar? Seguramente pertenecía a alguien. Me miró con solemnidad cuando me levanté para ir dentro de la tienda para mi cita. ―Me tengo que ir ahora, amigo ―le dije. Ladró una vez, como si fuera a decirme: "No te vayas..." Más bien, me rompió el corazón dejarle.

―AHORA necesito una siesta muy larga, Diane. Dios, eso fue maravilloso. ―La felicité y rodé mi cuello, inhalando los aceites aromáticos que utilizada en la tienda. Mientras le entregaba mi tarjeta para pagar, oí el ladrido de nuevo. Y ahí estaba él, mirando a través del cristal de la ventana de la tienda, moviendo la cola para mí. ―Parece que tienes un admirador, Brynne ―Diane se rió entre dientes―. Apuesto a que iría a su casa contigo si le permitieras. ―¿Lo haría? ―Pero ¿qué pasa con su dueño?―. ¿A quién pertenece? ―Es un perro callejero. Solo se presentó hace algunos días, y ha sido persistente en torno a las tiendas por las sobras. Es muy triste lo que hace la gente por animales inocentes. Especialmente los grandes, como será cuando alcance su pleno crecimiento. Los perros más grandes se abandonan, dejados al lado de la carretera. ―Ella sacudió la cabeza e hizo una mueca de disgusto―. Cabrones deben ser abandonados al frío, sin comida ni abrigo, y ver cómo les gusta. ―Diane lo miró por la ventana―. He estado poniendo algo de comida, al igual que Lowell de al lado, porque no queremos que se muera de hambre, pero él realmente necesita un hogar y una familia. Un perro grande que necesita espacio abierto donde poder correr. ―Me guiñó un ojo con sus bonitos ojos avellana―. Sería un excelente perro guardián y protector. Me imagino que tu esposo lo aprobaría mucho.

―DÉJAME toda la conversación, ¿de acuerdo? ―Compartimos una mirada entre sí, con los redondos ojos oro levantados para sostener la mía como si entendiera. El nuevo collar de cuero y una correa se veían bien en él. Y estaba mullido y limpio ahora, gracias a Diane que nos dirigiera en los suministros y peluqueros de mascotas, donde su hijo, Clark, acababa de empezar a trabajar. Con la asistencia útil de Clark, elegí alimentos para perros, una cama, platos para alimentos y agua, e incluso algunos juguetes masticadores, mientras estaba siendo bañado y arreglado. Luego Clark cargó cada cosa en la parte posterior de mi Rover, y saludó alegremente y me saludó mientras me alejaba. Y así como así, la decisión estaba hecha. El regreso a casa fue muy divertido, y no creo que jamás dejé de sonreír ni una vez. Había un pasajero peludo sentado en la parte delantera junto a mí con un cinturón de seguridad atado sobre el pecho. Mi perro. Podía decir que ya me amaba. No queda nada, solo dejar caer la bomba sobre mi marido. ―Tengo que averiguar un nombre para ti ―le dije, mientras íbamos en busca de Ethan y Zara. Sus uñas de los pies hacían clic en el piso de madera mientras caminaba a mi lado. Juro que estaba en su mejor comportamiento, tratando de mostrarme el perro bueno que sería. No estaba preocupada, no sabía lo que Ethan diría cuando me presentara con un gran pastor alemán, y anunciaba que me lo quedé. Estaba a punto de averiguarlo. Les oía antes de entrar, y sabía lo que estaban haciendo antes de ver la evidencia. Estaban jugando un juego que Zara amaba, y Ethan, probablemente no tanto, pero era un buen jugador al respecto. Pretty Pretty Princess. Me encantaba el juego, también... cuando yo era pequeña. Había fotos de mi papá con la corona y otras joyas, feliz como podría ser, complaciéndome jugando un ridículo juego de niñas de vestirse solo porque me gustaba. Eras tan bueno conmigo, papá. Y estaba Ethan luciendo un collar de turquesa y pendientes a juego, luchando contra Zara para la victoria.

―¡Ajá, el anillo negro se ha ido! ―se jactó a través mesa de Zara, con su vestido de fiesta azul y amarillo. ―Pero no tienes la corona —sonrió, metiendo el dedo en el glaseado en su magdalena y lamiéndolo. ―Probablemente la voy a ganar, sin embargo ―bromeó―. Creo que me veo bien en una corona. Zara se rió de él, y mi corazón se derritió en un charco de baba. Sabía que Ethan sería un padre increíble. Solo viéndolo a él interactuando con Zara era una cosa hermosa. Esto hizo a mi corazón tan feliz, que tenía que frotar mi vientre para recordarme que cada cosa era todavía real. Sí, eso era la parte de arriba de la miniatura debajo de mi mano. Sonreí mientras me daba cuenta de la posición de la cabeza contra las piernas y decidí que mi ángel mariposa estaba al revés. Era divertido averiguar cosas como eso. A veces mi nueva vida se sentía más que un poco irreal. Muchas cosas habían cambiado en tan poco tiempo. Pero, seguir adelante era mi única opción, y el deseo. Con el compromiso de Ethan a mí, su devoción y amor, y nuestro hijo, ¿cómo podría yo desear cualquier otra cosa más? Mi compañero se quejó en voz baja a mi lado. Ethan y Zara miraron y nos descubrieron. Revisé la reacción de Ethan, y decidí simplemente quedarme allí, y sonreír. Esperando lo mejor, y esperándolo a que entienda todo esto.

―SU perrito parece Sir Frisk ―me informó Zara. ―¿Y quién es Sir Frisk, puedo preguntar? ―Un perro en un cuadro en mi casa. ―En serio. ―Estaba muy intrigada por esta información. Había registrado la mayor parte del arte de Hannah y Freddy en Hallborough pero no recordaba una pintura del perro. ―Te voy a mostrar cuando vuelva a casa. Es una muy buena pintura de un perro, tía Brynne. ―Ella asintió con la cabeza en serio, y lo acarició todo el

camino por la espalda, con largos y cuidadosos barridos―. Y se parece mucho a él ―me recordó. Mi nuevo perro debe de haber pensado que había muerto y aterrizó en el cielo de los perritos, mientras yacía a los pies de Ethan con una niña muy dedicada trabajando sobre su piel recién lavada con un montón de caricias suaves. No creo que podría haber sido engatusado fuera de la casa si nuestras vidas dependieran de ello. ―Así que, mientras estoy luchando para llevarme la corona en este juego, tu recoges animales abandonados y los traes a casa ―preguntó secamente, dándome inclinación adicional de la cabeza con un levantamiento de ceja. Y tan devastadoramente sexy al hacerlo, que podría lamerlo. ―Me temo que es así, Blackstone ―repliqué con confianza―. Es bueno. ―Bueno, eso es obvio, mi querida. Lo elegiste, por lo que debe ser bueno ―dijo Ethan, inclinándose para rozar bajo su barbilla―. ¿Va a proteger a nuestra señora y guardarla de peligro, jovencito? ―Habló seriamente con el perro, ojo a ojo, de hombre a hombre―. ¿Hmmm? Porque, es un cargo muy importante, pero alguien tiene que hacerlo. Si quieres el trabajo, es tuyo. Me reí de lo dulce que era sobre todo lo que intentaba hacer. ¿Podría haber algún hombre en la tierra más perfecto que mi hombre? Muy dudoso. ―¿Por tanto lo apruebas para que sea nuestro nuevo perro de guardia aquí en el campo? ―Lo hago, mi bella.

―¡Qué hermoso perro¡. Oh, Dios mío, que se parece a Sir Frisk. ―Hannah se inclinó para acariciarlo y mantuvo su rostro mientras lo estudiaba a fondo―. Podría ser su descendiente. ―Todos me lo dicen. Quiero ver esa pintura. ―Te voy la voy a mostrar ―dijo Zara, agarrando mi mano.

Ethan estaba en la cocina con su hermana. No estaba lo suficientemente listo para caminar por las escaleras de mármol como las de Hallborough todavía. ―Cuidas muy bien de tu ama, jovencito ―le dijo Ethan al perro en un tono serio―. Y se cuidadosa, también ―me dijo, con una palmadita a mi vientre, y un beso en mi frente. ―Lo haré. ―Me llevé la mano a la mejilla y articulé, te amo. ―Yo también ―susurró. Ese fue mi Ethan, aun controlando y protegiendo incluso mientras estaba en muletas semi-móviles. Estaba determinado a estar fuera de las muletas para el tiempo en que llegara el bebé y solo tener la bota para caminar. Sabía que él estaba decepcionado porque no podía hacer algunas de las cosas que quería, pero no había pronunciado ni una sola queja. Las piernas rotas sanan. Zara nos llevó al ala de invitados de la casa. La parte que se utiliza para la cama y desayuno, que era por eso que no había visto el retrato de Sir Frisk antes. Había estado en la galería, por supuesto, que en las casas señoriales como Hallborough, era simplemente un elegante salón en el que había un escaparate de la colección privada de arte de la familia había adquirido con el tiempo. La galería de Hallborough tenía un buen número de esculturas de mármol, y algunos cuadros preciosos, pero yo no había pasado mucho tiempo estudiando cada cosa en detalle. No había tenido tiempo, y había estado trabajando en mi propio jardín y decoración de proyectos en Stonewell. Ella nos dejó al final de un pasillo, con puertas con abertura lateral en habitaciones. Justo encima de una mesa tallada colgaba una gran pintura de un pastor

alemán

con

gran

detalle,

casi

fotográfica

en

su

ejecución.

Inmediatamente pensé en la cámara oscura y descubrí que el artista debió emplear su uso al hacer este retrato. El sujeto, en efecto, parecía mi nueva mascota, en color y en la forma del cuerpo. Una placa de oro se había hecho y se adjuntaba en la parte inferior del marco adornado con el título de la obra de Sir Frisk grabado en el latón. ―Bueno, eso es algo, ahora, ¿no? ―Sonreí a Zara―. Se ven casi exactamente iguales.

Ella se rió. ―Lo mismo digo, tía Brynne. ―Me gusta el nombre. ¿Te gusta, Zara? Ella me dio un guiño serio. ―Ese es su nombre. Sir Frisk ―dijo con autoridad, como si la decisión hubiera sido tomada desde el principio. ―Él puede jugar con Rags y van a ser los mejores amigos. ―¿Qué dices Sir Frisk? ―le pregunté. Le colgaba la lengua fuera, feliz, y ladeó la cabeza hacia mí―. Puedo llamarte Sir, para abreviar. Le rasqué debajo de la barbilla y estaba bastante segura de que estaba enamorado con su nueva vida de perro, independientemente de lo que nosotros le llamaremos. Pero aun así, él debía tener un nombre real para ir con su magnífico movimiento. ―Sir Frisk es entonces ―anuncié. En ese momento sentí que el bebé pateaba. ―Oh, él bebé se movió ―le dije a Zara―. ¿Quieres sentirlo? ―Sí, por favor. ―Traje su manita a poco menos de la camisa y se lo puse debajo. Sus ojos se agrandaron y se emocionó―. Sentí su movimiento. Le gusta Sir Frisk y ella quiere jugar con él. Me reí de sus travesuras. ―Bueno, no sabemos si el bebé es una niña. Puede ser que sea un chico que estoy teniendo. Zara ignoró esa posibilidad y dijo: ―Es una niña, tía Brynne. —¿Cómo sabes?

Se encogió de hombros. ―Porque quiero una niña. Deja a un niño decir cómo deberían ser las cosas. Desde que nos conocimos, he aprendido que Zara tenía comentarios sobre las cosas. En un montón de cosas. Y ella no tuvo reparos en expresar sus opiniones. Era, sencillamente, adorable hasta los cabellos de su cabeza. No importa cuál sea el sexo de mi bebé, Zara sería la mejor prima de todas. Me sentí muy feliz con ese pensamiento. Entonces mi segunda sorpresa. Tomé otra mirada a la pintura de Sir Frisk, porque había algo en él que era muy familiar... Algo también me dijo que conocía la mano de ese artista. Yo había trabajado en otras cosas muy similares. Cuando conservas el arte, pasas muchas horas tranquilas con una pintura y conoces al artista a pesar de que han estado muertos por mucho tiempo. Ves cómo asentaron las imágenes que crean, y su proceso se vuelve reconocible cuando pasas con las obras. ¿Era posible? Miré más de cerca y recorrí la parte inferior de la firma. El esmalte se había oscurecido con los años y, oscureciendo parcialmente las letras, por lo que no era fácil de hacer, pero estaba allí. Las letras también se hicieron más pequeñas que la típica para el artista en particular que tenía en mente. Pero sabía lo que estaba buscando. Podía oler la victoria cuando hice la letra T seguida por MALLERT – aunque el resto estaba oculto por el borde de la trama. Mi corazón latía con fuerza profundamente cando me di cuenta de lo que estaba mirando. Una pintura hasta ahora desconocida, de un perro muy guapo llamado Sir Frisk, pintado por la mano hábil de nada menos que el célebre, Tristan Mallerton, creador de Lady Percival, y cientos de otras obras maestras. Jesucristo, ¡¿qué más tienen en esta casa?! Así necesitaba llamar a Gaby y decirle de esta fantástica e increíble noticia.

6 de febrero BRYNNE era tan hermosa. Estaba admirándola desde la cama, donde tenía una gran vista de ella delante del espejo mientras se cepillaba el pelo. Siempre había sido hermosa para mí, pero mi relación con ella ahora era mucho más profunda de lo que había sido antes. Más sentimientos internos. Mi accidente había roto a través de la parte más impenetrable de mí, cuando me enfrenté a decirle adiós en esa montaña en Suiza. Cada cosa parecía restablecerse o realinearse, dentro de mi rejilla emocional. Así lo horrible de mi pasado se hace ahora menos importante, por lo que yo tuve con ella. Brynne, y nuestra vida en común, era la parte más crucial en la toma de mí, del hombre en que me había convertido hasta este punto en mi vida. Era un concepto difícil de explicar con palabras, pero yo sabía lo que sentía, y era mucho mejor —de lo que podía conseguir más allá de los eventos que habían dado forma tanto de mí en la última década, y, finalmente, ponerlos en su lugar. Y dejarlos allí. Esto incluyó a Sarah Hastings para mí, y Lance Oakley para Brynne. Paz, a falta de un término mejor, se había hecho y aceptado dentro de las construcciones de nuestras relaciones con esas personas. Por mí, había perdonado a Sarah por mi parte en la muerte de Mike, y tan difícil como había sido, era crucial dejar ir algo de esa culpabilidad. Eso es lo que me había dado el día anterior a Suiza. Perdón. El Doctor Wilson parecía saber lo que estaba haciendo cuando se le asignó la tarea. Estaba dándome la terapia de mi mejor camino, y esperando lo mejor, también. Brynne tenía sus propias razones para reunirse con Lance Oakley y escuchar su versión de las cosas. Yo no podría creer que una palabra de lo que le decía era la verdad, pero también sabía que no importaba lo que creía. Yo nunca había visto el video de ella y de él, y nunca lo haría. Brynne era la persona a cargo de su destino, y era quien tenía la última palabra cuando se trataba de su curación emocional. Si lo que había revelado la ayudó a sentirse

mejor acerca de sí misma, entonces yo estaba en pleno apoyo de la misma. No podía negar que estaba jodidamente entusiasmado con Oakley yéndose de Londres, tampoco. Ese hijo de puta habría sido un gran problema para mí si hubiera decidido quedarse y ser su nuevo amigo. Podría ser razonable para un punto, y él estaría jodiendo pasándolo bien. Al final, tanto Brynne como yo aprendimos una valiosa lección acerca de la confianza y el respeto por las parte de nosotros que necesitaban para mantenerse separados. Y que nada era más importante que la felicidad de la otra persona. Ella me quiso, y yo sabía al igual que ella lo mucho que la amaba. Traté de mostrarle todas las posibilidades que tengo. ―¿Qué estás pensando? ―preguntó mientras salía del baño vestida con un camisón transparente a través del cual se podía ver. Mucho mejor que esa cosa fea que destruí. Ella había crecido con más curvas, pero su figura era todavía de forma delgada como antes, y con excepción de su vientre y los pechos, se veía la misma para mí. Mi hermosa chica americana. ―Nada más que lo hermosa que eres. ―Le tendí los brazos―. Ven aquí, cariño. ―Ella sonrió con su media sonrisa y se arrastró hasta la cama, con cuidado tirando de la sábana y manta para exponerme. No creo que el estado de mi pene fuese una sorpresa para ella, tampoco. Todavía funcionaba bien, incluso si no podía estar de pie, o llevarla cuando estábamos en el calor de mierda. Mi pierna sanaría con el tiempo sin embargo, y eventualmente volvería a la normalidad con la forma en que me gustaba hacer el amor con Brynne. ―Eso pensé ―ronroneó, antes de ir de excursión por el camisón y extendiéndomelo. Se sentó encima de mi longitud dura como una roca, con las piernas abiertas por lo que los pliegues de su coño besaban la longitud de mi pene. Empujé contra el resbaladizo calor de ella y gimió desde el contacto. ―Oh, mierda, te sientes muy bien. ―Yo luchaba con el dobladillo de su bata y la puse sobre su cabeza, tirándola fuera―. Eso está mucho mejor ―le dije, mis ojos vagando sobre su cuerpo desnudo. Nunca podría cansarme de mirarla, embarazada o no, ella me cautivó. Me sumergí en su pecho y chupé el

pezón en la boca mientras comenzaba a mecerse arriba y abajo del eje de mi pene. Empujó sus tetas contra mi boca para que yo pudiera trabajarlas muy bien, chupar y morder los pezones hasta que estuvieron apretados y duros, y ella estaba a punto de llegar deslizándose su clítoris contra mi pene. ―¿Quieres venirte, cariño? ―Encontré sus ojos y vi la desesperación con la boca abierta en su expresión―. Dime lo que quieres, y voy a dártelo ―le dije. ―Ahhh... quiero venirme con… quiero tu pene en mí cuando me venga... aquí mismo. ―Ella hizo girar sus caderas y realmente trabajó bien su sexo sobre mí, el olor de su excitación en el aire haciendo que me encienda más. Luego se levantó sobre sus rodillas y tomó mi pene en su mano. ¡Oh, mierda, sí! Se movió lentamente hacia abajo y se empaló sobre mí. Se sentía tan jodidamente bien que gruñí del placer de la empuñadura caliente de sus paredes interiores de sujeción alrededor de mi pene convulsionando. Tomé su boca y la saqueé con mi lengua, barriendo en un círculo tan profundo como pude. Todos los días quería estar dentro de ella en el mayor número de lugares como sea posible. Algo condujo esa necesidad en mí, y solo sabía que me vi obligado a ser de esa manera con ella y no podía frenarme. También sabía que ella me quería de esa manera. Acomodé mis manos bajo su trasero y empezamos a follar en serio —yo empujándome hacia arriba y elevándome, montándome a caballo y mi pene con un pequeño apretón de sus músculos y un giro de sus caderas. Hicimos que durara tanto tiempo como pudimos, frenándonos lo suficiente para mantenernos en el borde. Dejé mantener el ritmo que le gustaba. Estaríamos en esto durante todo el tiempo que quisiera. Yo siempre haría todo por complacer a mi chica, y pensaba que era tan condenadamente sexy cuando ella estaba desesperada por mi pene y no quería esperar. Me encantaba trabajarla en un jodido-frenesí tirando de nosotros tanto sobre el borde cuando era hora de que nos cayéramos.

Extendió su mano alrededor y encontré mi salida, apretando mis bolas y mi pene al mismo tiempo, moviendo de un tirón mi interruptor. Y propulsar el ritmo de nuestra follada a toda marcha. ―Eres tan perfecta, bebé. ¡Mi pene se siente tan bien en tu interior! Te quiero así para siempre. Nunca pararé de avanzar lentamente... dentro... TUYO. ―No pares nunca, Ethan. No quiero que pares nunca. ―Nunca, nena... Estoy haciendo esto por el resto de mi vida. Llevé una mano hacia adelante para encontrar su clítoris mojado y lo rodeé mientras continuaba mi paseo. Esta noche quería venirme con ella — ambos al mismo tiempo. Era importante para mí. Quería sentir sus espasmos cuando la parte superior de mi pene saliera disparada dentro de ella. Quería tragar sus gritos cuando mi lengua se adueñara de su boca, saboreando el dulce sabor de ella. Por supuesto, tuve que parar eventualmente, después de que la hice correrse, gritando mi nombre. Y después me eché todo lo que tenía profundo dentro de ella. El significado detrás de nuestras palabras era significativo, no la definición literal. Yo nunca dejé de amar a Brynne, y follarla salvajemente a veces era definitivamente parte de la demostración de ese amor. Todos los días estábamos en la misma página con el sexo. Gracias a los dioses por lo que uno de ellos nos bendijo en esa parte. No tenía ninguna duda acerca de lo inusual y raro era encontrar a alguien tan compatible. La levanté de mis caderas, acomodándola a su lado para que pudiéramos enfrentarnos entre sí. Todavía tenía que ser capaz de mirarla a los ojos y besarla después. Tenía sueño y después de haber alcanzado el clímax, y me preocupaba que lo que acababa de hacer fuera demasiado, y demasiado peligroso para su etapa más avanzada en el embarazo. ―¿Está todo eso bien, nena? Puede ser que no debería haber sido tan duro. ―Seguí sus labios con el dedo. Abrió la boca para mí y deslicé mi dedo entre sus labios. Ella los cerró sobre mi pulgar, envolviendo su cálida lengua alrededor, chupando suavemente. Sentí contraerse mi pene y comenzar a endurecerse de nuevo. No está sucediendo, tú jodido Neanderthal. No puedes.

―Mmmhmm, no te preocupes. Me siento muy bien en este momento ―murmuró con sus ojos apenas abiertos―. Necesitaba el orgasmo. Malamente. Y te amo… ―Y tengo que besarte ahora ―le dije, metiendo mis labios a los de ella, con la cabeza apoyada en la almohada. Así que di un beso a mi chica, y le dije todas las cosas que eran importantes para mí decirle, y necesarias para que ella las escuche de mí, hasta que nos quedamos dormidos, enredados, nuestros cuerpos tocando allí donde podíamos conectar cómodamente. Sentí algo diferente. Satisfacción absoluta... y paz. Era la primera vez que podía recordar la sensación de esa manera, y oré que no fuera la última.

Traducido por alilamere Corregido por Lucero

Febrero 7 Somerset ―ESA sería la última entrega de Londres, Sra. Blackstone. Tendré que ensamblar la cuna esta noche cuando mi ayudante tenga algo de tiempo libre. —Robbie guiñó un ojo hacia mí. Su “ayudante” sería Ethan, quien quería ser parte del ensamblaje de la cuna. —Oh, lo sé, Robbie, él ha estado recordándomelo. Estoy segura de que te lo ha estado recordando, también. Ethan simplemente quiere estar seguro de que la cuna se ensamble correctamente así será cien por ciento segura. Es el tipo de seguridad en él. Se cruza sobre todos los aspectos de nuestras vidas, pero estoy segura que ya lo sabes —dije sarcásticamente. Robbie rió y se marchó, pero se giró antes de dejar la habitación. —¿Quiere Sir Friskneed tener un paseo afuera antes de que tenga que irme? —preguntó. —No lo sé, tal vez quiere, aunque se ve muy feliz donde está ahora. — Miré hacia abajo a Sir que estaba tendido en la nueva alfombra, mirándome con sus hermosos ojos dorados, y pregunté―: ¿Quieres ir afuera con Robbie? No se movió. Y estuvo claro que había entendido mi pregunta. Mi Sir era muy inteligente, y me amaba demasiado. Amor canino como el ganador.

—Supongo que ahora no, Robbie. Me hará saber cuándo necesite salir, y de todas formas, quiero caminar más tarde. —Muy bien, Sra. Blackstone. Volví a la pintura del mural para la enfermería después de que Robbie se fue. Él y su esposa, Ellen, cuidaban Stonewell muy bien, cuando los dos estábamos aquí, y cuando estábamos en Londres. También había ido creciendo una cierta debilidad de Robbie por Sir Frisk, que era una cosa buena, mientras él permaneciera aquí. Ninguno de nosotros podía imaginar encerrar a una criatura como esa en un penthouse en Londres. No estaría bien. Lo extrañaría demasiado, y planeábamos regresar en unas semanas así que no había oportunidades conmigo entrando a labor pronto. Ethan estaba paranoico sobre eso, y como era usual, yo dejaba que lo tuviera a su manera. Este mural era del mar en vez de un árbol. Algunos de los elementos seguían en duda hasta que supiéramos si íbamos a tener a Thomas o a Laurel. Sonreí mientras trabajaba en algunas formas de nube, recordando como Ethan me había interrogado esta mañana sobre las pinturas que estaba usando para el proyecto, y ¿son a base de agua, sin mezclas toxicas? Él siempre había sido tan cuidadoso con todo, pero sabía que era porque me amaba demasiado. También había estado preocupado la noche pasada después de la megaasombrosa sesión de sexo, lo cual pensé era injustificado. Me sentía bien, y de todos los libros que había leído sobre maternidad y nacimiento, el sexo era completamente seguro para parejas mientras no hubiera complicaciones, y sentías hasta pedir. Bueno, yo ciertamente lo hice. Y Ethan siempre estaba ‘’arriba’’ para eso. Creo que los dos estábamos realmente desesperados por la intimidad y el acercamiento después de nuestro susto con su accidente. Nada más rápidamente priorizado en la vida, o más eficaz, que la muerte cercana de un ser amado. Habíamos estado cerca de perdernos. Me estremecí ante el pensamiento y volví verdoso.

a sombrear las tenues nubes blancas sobre un brillante mar azul-

SIR se cernió en sus cuatro patas, listo para saltar en el segundo en que dejé su hueso de trapo favorito volar. ―Ve por él, chico. ―Lo dejé ir, usando mis habilidades de lanzamiento de bala. Arrancó a buscarlo en las plantaciones naturales en el borde del césped, felizmente rebuscando y disfrutando. Me senté en uno de los muros del jardín y esperé a que volviera. Sintiendo un poco del dolor de espalda de antes, había esperado que la caminata con el perro ayudara, pero no fue así. El dolor sordo seguía allí, y quería una bebida caliente.

Puse mi chal más cerca para protegerme del frio.

Después de todo era tiempo de invierno y estaba agradecida por el día seco, pero viendo las oscuras nubes encima, parecía como si fuera a llover en otra hora o algo así. Llamé a Sir, y me levanté para volver a la casa. La extraña sensación de calor me golpeó entre las dos piernas. Duró alrededor de dos segundos antes de dejar de sentir el calor. Estaba húmedo allí abajo. Demasiado húmedo. Como si me hubiera orinado en los pantalones, pero sabía definitivamente que no lo había hecho. Enloquecí por un momento, asustada de que pudiera ser sangre, pero cuando toque el área de mis leggings, en mi mano se veía algo claro y húmedo, no sangre. Puse mis dedos cerca de mi nariz y lo olí. No era orina, solo… agua… ¡Mierda! Me di cuenta de que era muy probable de que mi fuente se hubiera roto. ¡Doble mierda!

MANEJANDO

la

seguridad

Blackstone

desde

Somerset

estaba

funcionando muy bien. Había puesto el mismo sistema de comunicación que tenía en el apartamento de Londres, y conducía mis negocios de la misma forma que antes. Neil estaba manejando las oficinas ejecutivas de la ciudad, y manteniendo los engranajes funcionando sin problemas hasta el punto que pensaba que yo no era ni siquiera extrañado. Tuve que pensar seriamente cual sería mi rol en Londres en el futuro. La idea de permanecer aquí en Stonewell por más que solo semanas era una idea atractiva. Sabía que Brynne amaba el país, y había estado en contacto con su tutor de arte en la Universidad de Londres sobre organizar algún estudio evaluativo de las pinturas en Hallborough. Después de su descubrimiento de la pintura Sir Frisk perteneciente a Mallerton, había estado empeñada en descubrir que otros secretos escondía la vieja casa. Ella me dijo que era un trabajo que la mantendría ocupada por años, si la propuesta era financiada. El ladrido de un perro asaltó mis pensamientos. Incesante, sin pausas, frenético ladrido. No sonaba para nada como Sir. Que era usualmente tranquilo, lo que era algo que me gustaba de él. Era un buen perro, pero lo que estaba escuchando sonaba como si estuviera agitado. Pensé si había alguien fuera en la propiedad. Me levanté de mi escritorio y usé las muletas para ir a la ventana. Estudiando los jardines traseros y luego el mar al lado de estos. Podía ver a Sir, ladrando frenéticamente en dirección a la casa con su cabeza dirigida hacia el cielo. Estaba al lado de Brynne. Ella estaba sentada en los muros del jardín sosteniéndose entre las piernas. Sus leggings verde claro tenían una mancha oscura en el interior de sus muslos…

¡Mierda.! ¡NO! ¡NO! ¡NO!

―¿FRED, qué está pasando? ¡Dime algo útil! ―Tenía a mi hermano por el cuello y lo empujé cerca de mi cara, sintiendo como mi corazón explotaría en un minuto o dos. ―Deja de maltratar al doctor para que pueda recibir a tu bebé ―dijo calmadamente, empujándome lejos de él―. Ve con Mary Ellen. Ella va a hacer que te relajes para la obra. Estas a punto de ser padre, idiota. ―¿Sección de cesárea? ¿En serio, Fred? ―dije con voz ronca. ―Me temo que sí, hermano. El bebé está en una posición de nalgas y no podemos tomar ningún riesgo con una primeriza como Brynne. No está lista para eso. ―Me dio unas palmaditas en la espalda―. Va a estar bien. Deja de molestarme y ve a prepararte. ―Fred me dejó en el pasillo y desapareció por una puerta marcada con “solo personal.” Tragué saliva y seguí a Mary Ellen, esperando que no me desmayara antes de que llegara al lugar donde me estaba dirigiendo. ―¿A dónde han llevado a mi esposa? ―pregunté. ―Está siendo preparada para la cirugía ahora y recibiendo su epidural. El Doctor Greymont te guiará a través del proceso mientras él hace el procedimiento. Podrás mirar todo, y hablarle a tu esposa a través de este. ―Sonrió amablemente―. Felicidades, papá. ―En serio. ¿Era yo el que estaba hablando? No sonaba como mi voz para mis propios oídos. ¿Por qué había dicho en serio como un idiota? Creo que estaba en un shock por procesar la demasiada cantidad de eventos en las últimas 2 horas. Después de que Sir me alertara sobre la situación de Brynne en el jardín. Había llamado al 999. Mientras esperábamos por la ambulancia, llamé por el servicio del Doctor B en Londres, al igual que a Fred, en un completo pánico sobre qué hacer o a donde ir. Luego el maldito y horrible viaje, con Brynne en la parte trasera de la ambulancia todo el camino hacia el Hospital Bridgwater —

alrededor de trece, largas, ondulantes, y campestres millas. Demasiado para planear. Nada de elegante hospital de Londres, o doctores de sociedad, sería la entrega de nuestro bebé después de todo. La peor parte había sido no ser capaz de cargar a Brynne dentro de la casa para esperar. Tuve que cojear alrededor como un jodido renco con ninguna de lo que estaba pasándole hasta que ellos la llevaron lejos para evaluarla. Después de todo el bebé no estaba para otras tres semanas… ―¿Señor Blackstone? ―¿Qué? ―Giré hacia la voz y parpadeé. ―Necesita quitarse su ropa y ponerse esta, incluso el sombrero. Luego lave sus manos hasta los antebrazos al igual que en las instrucciones en la placa de la pared, cuando esté listo, me encontrará aquí. ―La enfermera Mary Ellen apuntó hacia donde yo iba a terminar―. Lo llevaré a la sala y usted se reunirá con su esposa, y verá cómo nace su bebé. ―Ella lucía feliz. ―Oh… en se… está bien. ―De nuevo, seguramente el bloqueo que estaba haciendo hablar con una patética débil voz era alguna otra persona, no podía ser yo. Mary Ellen sonrió más. ―Respire profundamente, Sr. Blackstone. ―¿Todo va a estar bien? Es demasiado temprano para… Sacudió su cabeza y me dijo en un tono sensato. ―Los bebés tienen sus propias ideas sobre cuando venir. Nada de estar seguros sobre eso. Su esposa esta en las mejores manos posibles. El Doctor Greymont lo hace todo el tiempo, pero estoy segura de que ya lo sabe. ―Me miró extrañamente, probablemente dándose cuenta de que habían más cosas malas conmigo que solo mi pierna rota, dejó el cuarto así podía cambiarme. No sé cómo caminé en la sala de operaciones porque estaba malditamente asustado, pero al mismo tiempo, necesitaba ver a Brynne y asegurarme de que estaba bien. El cuarto estaba frio y había un fuerte olor a antiséptico que inundaba el aire. Fui a donde todos estaban reunidos. Cojeando

lentamente sin mis muletas. Una cosa que había decidido. Iba a caminar en la sala con mis propias piernas, jodidamente quebradas o no. ―Allá esta —dijo Fred, mostrándome sus pulgares levantados. ―¿Ethan? ―llamó Brynne. Cerré mis ojos y me alivié con el sonido de su voz, caminé hacia ella. Todo lo que podía ver era su cara y una pequeña porción de su estómago. Todo lo demás estaba cubierto con sabanas médicas azules. ―Estoy aquí, nena. ―Me incliné y la besé en su frente―. ¿Cómo estás? ―Estoy bien ahora que esas aquí. ―Te amo, articuló. Gracioso, como yo sentía exactamente lo mismo. Todo el estrés y el pánico se habían esfumado tan pronto como nos vimos y pudimos estar juntos. Brynne era fuere, y valiente. Se veía completamente lista para lo que venía. Y… tan hermosa. Si ella podía hacer esto, después de todo yo podría permanecer consciente. ¿Cómo pude haber encontrado esta maravillosa y extraordinaria mujer? ¿Cómo se había enamorado de mí? Bastardo suertudo. ―Te amo más ―dije. ―¿Listos para convertirse en mamá y papá? ―preguntó Fred alegremente. Sí.

—BIEN, puedes ver ahora, si quieres, E. —dijo Fred en un tono metódico, lo que me dijo que estaba concentrado en su trabajo con las manos, justo como debería ser. Mantuve mis ojos en Brynne mientras él hacía la incisión, acariciando su mano con mi pulgar, sabiendo que no había manera en el infierno de que yo viera una cuchilla rebanadora contra su perfecta piel. Ella estaba tan calmada, de hecho sobre todo. No aparentaba ninguna clase de miedo; solo una sólida

determinación de conseguirlo y ver como terminaba. Es maravillosa. Las mujeres a punto de dar a luz eran serias en la manera de resolverlo y valientes, y era absolutamente espectacular ver a Brynne de esa manera. El sonido de monitores palpitando en el fondo, contra el chillido de los instrumentos médicos y los empujones de su cuerpo en la mesa mientras trabajaban su camino cerca del bebé. —No puedo sentir dolor, Ethan. Solo tirar y empujar. Se siente extraño, pero estoy bien. —Asintió y sonrió hacia mí―. Solo quiero conocer a nuestro bebé ahora. —Yo también, mi hermosa. Yo también. —Aquí viene ―dijo Fred con firme autoridad. Me asomé por encima de la sábana y vi cabello castaño emergiendo del vientre de Brynne, luego una cara arrugada luciendo furiosamente indignada por el duro trato de ser traído a un mundo con brillantes luces y fuertes sonidos, luego diminutos hombros y brazos se deslizaron por la abertura, y después… el resto de su delgado y diminuto cuerpo. Todo el proceso tomo alrededor de diez segundos en total. Y luego tan rápidamente… ella estaba finalmente aquí con nosotros.

LAUREL Thomasine Blackstone nació el 7 de febrero precisamente a las tres cuarenta y cuatro. Pesó dos kilos y noventa gramos, y era cincuenta centímetros de larga. Vino al mundo con un llanto saludable, y algunos hermosos, oscuros rizos en su perfecta cabeza. Los últimos dos vinieron de su padre, por supuesto. Mi ángel mariposa era una hermosa y pequeña niña que me eligió para que cuidara de ella, y la ayudara a crecer, y la amara incondicionalmente, con su padre, quien haría todas esas cosas por ella también. Él las haría bien.

Porque Ethan Blackstone era un hombre maravilloso, con un hermoso corazón, lleno de amor para mí, y para su hija. Lloré lágrimas de felicidad y alegría cuando la pusieron en mis brazos por primera vez. No podía separar mis ojos de ella, incluso cuando estaba tan exhausta que habría podido dormir por todo un día. En su lugar quería ver sus pequeñas manos, y dedos, y dedos de los pies, y pies. Y lo hice por horas. Su nariz, ojos, y sus labios capullo de rosa, y sus mejillas de querubín eran hermosamente cautivadoras. Cuando nació, Ethan pudo verla primero que yo, porque la sábana tapaba toda mi vista. Miró hacía mí de vuelta y me dijo que teníamos una hija. Y por primera vez desde que lo conozco, vi lágrimas en los ojos de mi Ethan.

Febrero 14 Somerset —Solo un minuto, uno pequeño, Papi te vestirá, y luego te llevaré con tu mami. Debes ser una buena chica, y parar de retorcerte, y déjame poner tu brazo. Oh, mierda, no puedo poner esta tonta cosa en ti. Es completamente estúpido. ―Cantó para ella con una voz suave―. Así que en su lugar solo vamos a envolverte con esta manta. Sí, lo haremos… Los sonidos más hermosos de Ethan hablando con Laurel en la noche me hicieron contener el aliento así podría escuchar cada suave palabra, cada sonido de bebé, cada sonido del roce al cambiar los pañales, y la frustrante lucha de él al tratar de envolverla con la manta. Ethan hizo todo eso porque quería, porque acogía la paternidad en la manera en la que acogía todo en su vida. Con completa atención, lealtad, y dedicación a aquellos que amaba. Descubrí algo más acerca de mi hija en el corto tiempo desde que había nacido. Era una niña de papi, como yo. La voz de Ethan la confortaba cuando estaba inquieta, y la arrullaba hasta que se durmiera cuando estaba cansada. Él era quien le susurraba a Laurel, y deseé que mi papá la pudiera ver, o saber sobre ella, de alguna manera… donde sea que estuviera en el vasto universo.

—Ahh, estás despierta —dijo mientras atravesaba el cuarto hasta mi lado, el yeso seguía en su pierna, sosteniendo nuestro bebé contra su pecho. Mi hermoso hombre, en toda su gloria revuelto—adormecimiento—todos su cincuenta centímetros, su buen físico, fuertes, y esculpidos músculos— sosteniendo un pequeño bultito como si fuera el más precioso tesoro en la tierra. Quería una fotografía de los dos. Agradecida de haber mantenido mi cámara en la mesita de noche, la recogí y tome una foto. —Va a ser perfecto. —Le sonreí cuando la puso en mis brazos―. Gracias por cambiarla. —No hay de qué ―dijo, metiéndose en la cama a nuestro lado. Ethan me había ayudado mucho los primeros días cuando llegamos a casa desde el hospital. La incisión en mi sección C seguía doliendo y las medicinas para el dolor me daban sueño. Así que había entrado en la rutina de despertar y traerla a mí para alimentarla en la noche. Esperaba hasta que hubiera terminado, y luego la llevaba de vuelta a la cuna. Algunas veces le sacaba los gases por mí. Una vez que había conseguido el truco de las cosas, era muy bueno cargándola, con una excepción. Sus grandes manos y dedos no funcionaban demasiado bien poniéndole sus ropas con mini broches y cierres. —¿Tuviste problemas con el pijama de nuevo? —dije, mientras abría la solapa del sostén de lactancia que ahora llevaba todo el día. Usarlo era mejor que despertarse en un baño de leche. —Sí. Es difícil meter sus brazos por las mangas. —Lo sé, te escuché. —Tan rápido como Laurel olió la leche ella empezó a succionar de mi pezón. Sus pequeños labios se aferraron mientras succionaba, su pequeña mano en mi pecho―. Escuché esa pequeña y dulce bomba que le diste, también. —Mierda ―murmuró. Lo miré y reí―. Voy a tener que trabajar en eso con ella. Perdón. Mi boca es obscena. —Amo tu boca, pero sí, es obscena, y este pequeño ángel va a copiar todo lo que digas y hagas. Ella es la niña de papi.

Él lucia feliz con mi predicción, sus ojos azules iluminados con su sonrisa. —¿Lo crees? ―preguntó suavemente. ―Estoy segura, cariño. ―Las amo demasiado ―dijo lentamente, sus simples palabras estaban llenas de profunda emoción, y sincera verdad. Acercó sus labios a los míos y me besó cariñosamente, luego se dejó caer de nuevo en las almohadas y nos observó.

AMANECÍA cuando desperté. Estaba sola en nuestra habitación. Cuando vi las rosas lavanda, recordé el día y sonreí. Día de San Valentín. Nuestro primer día, de hecho. Miré lo que mi romántico esposo había dejado para mí. Debajo del florero con las flores, un sobre estaba apoyado junto a una caja de joyería de terciopelo negro. Abrí la caja primero. No había duda, era otra pieza vintage de su colección familiar, y era hermosa ―Una mariposa filigrana21 colgante con un gran rubí en su cuerpo. Perfecto para mí. Deslicé la cadena por mi cabeza y la admiré. Amaría usarla como recordatorio de mi ángel mariposa. Tomé la carta y la leí. Mi hermosa, Todos los días desde el primero, has hecho mi vida digna de ser vivida. Haces que despierte cada día sabiendo que soy un hombre afortunado. Contigo, soy real. Me hiciste real cuando caminaste dentro de esa galería y me viste. Eres la indicada. La única persona que realmente puede verme. Quiero pasar cada día del resto de mi vida amándote. Es todo lo que quiero, todo lo que necesito. Tuyo para siempre,

21

Filigrana: La filigrana es una técnica orfebre que consiste en fabricar finísimos hilos con un

metal, generalmente oro o plata, que conforman elaboradas piezas de joyería. .

E. Quitando las lágrimas de felicidad de mi cara, salí de la cama, y fui a buscar a mi cariñoso esposo, así podría agradecerle por el precioso regalo.

Febrero 28 Londres —¿SABES qué día es? —pregunté desde mi lugar en la alfombra. —Por supuesto que lo sé. Soy buena con las fechas —dijo ella con aire de suficiencia. —Está bien entonces, ¿qué día es hoy, señora? —Es la fecha original del nacimiento de Laurel, señor. No era una sorpresa que lo supiera. Brynne recordaba las cosas importantes. Nuestra bebé cumplía tres semanas hoy, y crecía como una hierba. Había ganado casi medio kilogramo, lo que era una cosa buena, porque era demasiado delgada cuando nació, en mi opinión. Pero era fuerte. Una luchadora, igual a su mami. Ahora, los dos estábamos complaciendo a Mami mientras ella nos organizaba para una fotografía que quería. Brynne estaba convirtiéndose rápidamente en la fotógrafa, tomaba fotos de Laurel y yo todo el tiempo. Ésta en particular era una que ella había visto en un sitio web y me había mostrado, preguntándome si podía recrear la escena con nuestra bebé cuando naciera. Aparentemente, hoy era el día. El primer paso había sido inducir a Laurel a un coma-lácteo. Luego Brynne la había estratégicamente colocado en mi espalda mientras ella dormía, así mis alas tatuadas parecían ser suyas, haciéndola ver como un pequeño bebé ángel. Ella ya lo era, ¿así que por qué no tener una fotografía?

―¿Cómo nos vemos? ―pregunté, su cámara haciendo click en la distancia. ―Como un caliente papi fumador con su recién nacida bebé durmiendo en su espalda ―dijo con descaro. ―Creo que alguien necesita mantener su boca ocupada. Se rió. ―Espero que sea una promesa que mantendrás hasta después —dijo seductoramente. ―Mi pene oyó eso, nena. ―Bromeé, esperando alguna respuesta sarcástica. Pero la cuestión con Brynne era que ella era terriblemente impredecible. Y realmente rápida con la creación de respuestas. Así, usualmente, cuándo creía tener la sartén por el mando en una pelea verbal se abalanzaba y golpeaba mi mano. Lo hacía todo el tiempo. Escuché que retuvo su aliento. Me hizo preguntarme si estaba pensando en mi pene, y si la estaba haciendo considerar otras cosas. Estaba seguro sobre eso, pero la porción razonable de mi cerebro se dio cuenta de que seguía recuperándose de la cirugía. Solo tenía que esperar hasta que ella me dijera que estaba lista. —Termine aquí ―dijo, abruptamente, poniendo su cámara en la mesa―. Y alguien está lista para su cuna mientras duerme. La bebé fue levantada, y luego el sonido de la puerta me dijo que estaba solo. Giré sobre mi espalda y miré hacía en techo, pensando en cómo había cambiado mi vida desde hace un año. El hombre del último año estaba dos meses lejos de recibir el correo de Tom Bennett. Él era alguien que no había reconocido más. Y gracias a Dios por eso, porque no tenía deseos de volver a esa vida vacía. La puerta se abrió de nuevo, y Brynne entró, interrumpiendo mis pensamientos.

Subestimación. Del. Año. Me estudió con sensuales ojos verdes que lucían incluso más verdes ahora, y lentamente alcanzó el dobladillo de su camisa. Sentí mi respiración salir pesada de mis pulmones. Quitó su camisa por su cabeza, y la tiró al suelo. Después se quitó los suaves leggings y los tiró por sobre su hombro. Quedándose en nada más que diminutas bragas rosadas y sostén, lucía casi de la misma forma que lo hacía antes de quedar embarazada, con excepción de su cicatriz y el magnífico conjunto de tetas que eran incluso más espectaculares ahora. Puse mis manos detrás de mi cabeza y sonreí hacia ella, incapaz de decir algo particularmente inteligente o ingenioso, pero más porque mi boca estaba seca cuando ella buscó en su espalda y desabrochó su brasier. Mi hermosa chica me hizo saber, y me mostró, incluso ahora, la rareza que poseía su amor, como lo había hecho desde el principio. Raro. El amor de Brynne era algo raro… un regalo. Un precioso regalo que se me había dado, por algún giro divino del destino que la había llevado a mi mundo… y cambiado todo acerca de mí. Sobre como veía las cosas, sobre como soñaba el futuro, sobre mi capacidad de moverme lejos de las sombras de mi pasado. Brynne había cambiado absolutamente todo.

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PRIMAVERA Llévame, llévame a través del agua, del agua Sumérgeme hasta que vea la luz Deja que me ahogue, deja que me ahogue en ti, cariño, cariño En tu amor, quiero ser bautizado Daughtry ~ Baptized

Traducido por Nanami27 Corregido por Lucero

26 de abril Somerset Fue una boda sencilla, celebrada en el jardín, con vistas al mar. La novia y el novio se veían muy felices, como deberían. Guiñé un ojo Brynne, admirando lo deliciosa que estaba en su encaje bígaro. El mismo vestido que había llevado la noche de la Gala del Mallerton, y ahora conseguía una doble función como dama de honor. Ella me lanzó un guiño en respuesta, junto con una de sus sexys medias sonrisas. El vestido de Hannah era de un colorido rosa y mirarla me recordó las fotografías de mi madre. A menudo me preguntaba cómo era para mi padre ver a su hija, la viva imagen de su mujer, en la forma en que se veía cuando la perdió. Había mantenido sus pensamientos en estricto privado durante estos años, entonces me imaginé que si existían, se quedarían de esa manera. El día de hoy era para celebrar algo nuevo, y por ello, estaba muy agradecido, porque después de encontrar a Brynne y aprender lo que significaba amar a alguien tan profundamente, finalmente entendí la profundidad de lo que él había perdido, y por qué le había tomado tres décadas seguir adelante hacia un nuevo amor. Hoy era el día de mi padre, y fue finalmente capaz de dar el paso hacia adelante... con su encantadora Marie.

Una de mis mayores sorpresas fue el dramático cambio en alguien de quien no tenía absolutamente ninguna esperanza de que alguna vez se apareciera. Pero, las cosas más extrañas habían pasado, supuse. No importaba por mi parte, desde luego, pero para Brynne era crítico, y si era completamente honesto, sería bueno para mi hija también. Ver a mi suegra sostener a Laurel cautiva en el regazo de su vestido de diseñador, era prueba de que su corazón efectivamente latía, y no estaba hecho de piedra como habría jurado que estaba. Parecía... una abuela real. De hecho, me buscó durante la recepción, lo que conmocionó la mierda de mí porque era lo que menos esperaba. —¿Ethan? Me di la vuelta para encontrarme con su pregunta, con la postura más neutral que pude manejar. —Laurel se está poniendo exigente y Brynne me dijo que la llevara contigo. También dijo que Laurel es una niña de papá. —Me entregó a mi inquieta hija. —Es cierto —dije, ajustando a Laurel hacia afuera contra mi pecho como le gustaba, y meciendo su pequeño cuerpo suavemente de lado a lado—. Gracias, Claire. —Ella es absolutamente hermosa, al igual que Brynne —dijo en voz baja. Asentí de acuerdo, pero no sabía qué decir a eso, así que me quedé callado. —Gracias, Ethan. —¿Por qué, exactamente? —Por mantener a mi hija a salvo, por amarla tanto y hacerla tan feliz. Sentí mis ojos ampliarse, sin poder creer lo que acababa de oír.

—Oh, y por este pequeño milagro de aquí. —Claire tomó una de las manos de Laurel y la besó, antes de darse la vuelta y sentarse al lado de su esposo. No podía imaginarme alguna vez llevándome bien con Claire, ni formando relación alguna con ella. No quería ser implacable, tanto como... recordar las muchas veces que había herido a mi hermosa chica demasiado, y no estaba listo para dejar ir todo aún. Pero por Brynne, y ahora por Laurel, tendría que intentarlo.

Los dos fuimos a nuestro lugar especial. Me di cuenta desde el principio, que cuando Laurel estaba de mal humor y cansada, se aliviaba con palabras suaves y la estimulación de simplemente mirar objetos de belleza. Así que, mientras la fiesta de boda todavía estaba en su apogeo, me escapé con mi pequeña princesa y la llevé dentro de la casa. En el camino, nos detuvimos a mirar cosas de interés como cuadros en la pared, flores en un florero, o la vista del mar brillando afuera desde una de las ventanas. Cuando pasamos por la puerta de mi estudio, ella pateó sus pies e hizo un sonido arrullo como si me dijera que apresurar mi culo y llegara ahí ya. Me hacía reír con sus travesuras de bebé, y tenía solo tres meses de vida. ¿Cómo serían las cosas una vez que empezara a hablar? Oh Dios... ¿o caminar? Aspiré y no pude encontrar más el aroma de mis cigarrillos de clavo. Esto era muy bueno. Estaba decidido a hacerlo sin ellos esta vez. No había tenido un humo desde Suiza, y ya no ansiaba el aroma de la especia. Me gustaba pensar mi terapia me estaba ayudando a disociar los humos con estar vivo. Tenía razones reales ahora. —Ahí está, pequeña. Tu favorito. —Laurel pateó sus piernas hacia afuera e hizo sonidos de arrullo ante el retrato de Brynne en mi oficina—. Sabes que esa es Mami, ¿no? Ella gorjeó alegremente y pegó dos de sus dedos. —¿Alguna vez te conté sobre la primera vez que la vi en la galería de arte?

Dos pequeñas patadas golpearon mi abdomen en rápida sucesión. —Entró en la habitación y se dirigió directamente hacia este mismo retrato colgando en la pared, y levantó la mirada hacia él. Mami no lo sabía en ese momento, pero ya había comprado el retrato para mí. —Me reí en voz baja—. Pícaro Papá, lo sé, pero simplemente no pude evitarlo. Fue la forma en que me miraba desde el otro lado de la habitación lo que me llamó la atención. Y ella era tan hermosa. Tan hermosa...

3 de mayo Somerset —Ahora es mi turno detrás de la cámara, creo que puedo ver tu atracción por la fotografía, nena —me dijo Ethan, mientras usaba mi cámara para tomar montones de fotografías que no podía esperar para ver. Mi espalda desnuda se enfrentaba a la lente, pero Laurel miraba a Ethan por encima de mi hombro. No sabía cuánto tiempo más podría aguantar posando para él, sin embargo. No había mucho que pudiera hacer con una pequeña retorcedora de tres meses de edad en mis brazos. Ethan se rió suavemente mientras pulsaba el disparador. —Te veo, Princesa —le dijo a Laurel. —¿Qué está haciendo, además de tratar de saltar de mis brazos? — pregunté. —Oh Dios mío, está sonriendo mucho. Es como si estuviera posando para la cámara. —Bueno, estoy segura de que sabe exactamente lo que estás haciendo con esa cámara. La ha visto apuntando hacia ella constantemente desde que nació. —Lo sé, pero solo se ve tan feliz en este momento —dijo él.

Tomó algunas fotos más de nosotras. Las fotos eran su idea. Me preguntó si podía hacerlas y yo estuve de acuerdo, por supuesto. No había muchas cosas que le podía negar, y esto era algo que había pedido específicamente, solo para él. Me lo había pedido poco después que le dijera que había terminado con el modelaje. Sé que mi anuncio lo complacía. Ethan había aceptado el modelaje al desnudo antes, porque no había tenido ninguna entrada en mi elección como para hacerlo. Ahora, me había dado la oportunidad de respetar mi decisión de renunciar a ello. Él seguía siendo el mismo, deliciosamente posesivo, guapo, dominante, y a veces irracional hombre que había conocido hace exactamente un año, y la idea de no más fotógrafos hombres viéndome desnuda, era un claro corte positivo para él. ¿Por qué había renunciado al modelaje? En pocas palabras, no tenía necesidad de ello más. Las cosas que me definían eran mucho más que físicas, además había cambiado y crecido a lo largo del año pasado mientras descubría el conocimiento acerca de mí misma. Y había aprendido a amar. Pero lo más importante, me había permitido a mí misma ser amada. No creo que nada de lo bueno que me había sucedido en el año pasado habría ocurrido si no fuera por Ethan. Creía eso con todo mi corazón. Nadie podría haber hecho por mí lo que hizo él. Solo el amor de Ethan había encontrado su camino en mi desolado corazón. Solo el amor de Ethan me dio la seguridad de que necesitaba volver a confiar y amarme a mí misma de nuevo. Solo él. —Por supuesto que está feliz. Ella está mirando a su precioso papá.

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28 de mayo de 1838 He escrito del peso de mi culpa muchas veces en estas páginas. Momentos en que era consumida a gran medida, no podía ver que un futuro de ningún tipo alguna vez se volviera una posibilidad. Una pesada carga, llevada durante años hasta que una persona me ayudó a desecharla. Sé que habrá ocasiones en que sienta la culpa todavía encubrirme, pero por primera vez, tengo un poco de claridad de la previsión para entender cómo mis cargas no hacían nada para ayudar a alguno de los que había perdido. Darius me salvó de mí misma. De esto, soy muy consciente. Sin su amor, estoy segura de que no respiraría hasta este día, ni tampoco mi corazón latería en mi pecho. Hay una gran belleza en la simplicidad de entregarse a otro en confianza, y permitirle sostenerte. Mi Darius me enseñó esta lección. Desde el principio, él realmente pudo verme. Creo que es la única persona que vio alguna vez dentro de mi alma. Un regalo raro, que ha servido para ser dado de nuevo a mí… mi vida. Me dio a nuestro precioso Jonathan, y también el don de la serenidad en dejar que mi J. se vaya. Ahora sé que J. se encuentra en un lugar tranquilo, donde lo que se trasluce en este reino terrenal, no es más que una mota flotando en los océanos del tiempo. En las horas de la clase más oscura, Darius ha sido siempre mi luz. Mi amante, que vio dentro de mi alma maltratada y me liberó. MR

Dejé el diario y miré a la estatua del ángel sirena frente al mar. A Brynne le encantó desde la primera vez que la vio. La atipicidad del diseño era convincente, pero ahora que conocíamos la historia detrás de su creación, era mucho más que un pedazo atractivo de piedra tallada decorando la pared del jardín. Había leído este pasaje en particular muchas veces. Probablemente lo tenía cerca de memorizado para ahora. Los pensamientos privados escritos por una mujer que vivió en esta casa hace casi doscientos años. Encontrado por Brynne en el cajón secreto de un viejo escritorio. Cuando ella me mostró los diarios, los leí, claro. Ellos eran una novedad, una visión de vuelta en el tiempo sobre la vida cotidiana en la misma casa en la que ahora vivíamos. Ésta entrada en particular se quedó conmigo, sin embargo. Era relevante. Me di cuenta desde el primer momento en que lo leí, el nombre de Darius podía ser intercambiado por Brynne, y se convertiría en mi verdad. En las horas de la clase más oscura, Brynne ha sido siempre mi luz. Mi amante, que vio dentro de mi alma maltratada y me liberó.

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Recuerdo la primera vez que lo vi. Ese primer momento en que nuestros caminos se cruzaron. La memoria está marcada en mi cabeza con indeleble claridad. Tan clara como el fino cristal con la brillante luz del sol destellando a través de él. Tenía diez años cuando mi hermano, Ian, lo trajo a casa para la cena. Se sentó frente a mí en nuestra mesa familiar. Probablemente parecía una total idiota embobada ante él, pero no pareció importarle mi mirada fija. Algo bueno, porque incluso entonces no podía apartar mis ojos. Neil era hermoso para mí cuando puse mis ojos de niña él por primera vez. Pura y simplemente hermoso. No importaba que fuera siete años mayor y estuviera totalmente desinteresado en una niña desgarbada con prótesis en los dientes que estaba definitivamente nada cerca a hermosa. Me guiñó un ojo cuando me pilló intentando ver a través de una mordida de los deliciosos bollos de mamá. Recuerdo que su gesto me hizo sentir extraña por dentro, como si todo fuera aplastado junto y se volviera una papilla. Sintiéndome tímido y cohibida, traté de luchar a brazo partido con el conocimiento de que había conocido al chico con el que tenía toda la intención de casarme algún día. Sí, es cierto. Me enamoré de Neil McManus cuando era una niña. Estoy segura de cómo me sentía, así como estoy segura que los sentimientos no iban por ambas partes. Lo vi pasar por un montón de novias durante los años, también. Lo que no recuerdo es si él me dijo algo la primera vez que nos conocimos. Sé que miró a mi madre a los ojos con respeto, y le dio las gracias por la deliciosa cena. Eso me impresionó, incluso entonces. Incluso en mi mente de diez años de edad, pude leer en él el profundo agradecimiento que sentía

por lo que mamá había ofrecido fácilmente a un invitado en nuestra casa. Me di cuenta de que Neil no estaba acostumbrado a acogedoras cenas en una mesa familiar. Apreciaba algo que yo daba por sentado todos los días. No era más que un joven amigo que mi hermano había arrastrado a casa de Dios sabe dónde, y de algún problema en que se hubiera metido, pero se convirtió en algo más que eso desde el principio. Al menos, para mí lo hizo. Neil apareció a cenar muy a menudo después de esa primera reunión. Algunos días se sentía como si fuera mi nuevo hermano que acababa de mudarse a vivir con nosotros. Otras veces, aparecería después de la ausencia de algunas semanas, con una expresión hueca en sus oscuros ojos. Su vida en casa era una mierda, al parecer. No tenía mamá, solo un padre del tipo que no se preocupaba por él. Mi padre no estaba mucho tampoco, pero no era porque no nos quisiera, sino porque viajaba mucho por su trabajo. Extrañaba a mi padre, por supuesto, así que supuse que era natural para mí conectar con una figura masculina mayor que siempre era agradable conmigo, y no actuaba como si yo llevara la peste. Neil me llamó Cherry Girl22, por el color de mi cabello. Tenía que estar de acuerdo con él por eso. Mi cabello era más o menos del color de una de esas cerezas casi negras con un matiz de color rojo oscuro que las atravesaba. Neil me dijo que mi cabello era muy hermoso, y que ese pequeño gesto era suficiente para que mi auto-confianza floreciera. Tomé su elogio y corrí con él. Recuerdo cuando me tocó el cabello por primera vez, también. La memoria era tan perfecta como el día en que ocurrió y no podía olvidarlo aún si quisiera. Porque también era la primera vez que me había rescatado…

El campo de cricket extendía hasta encontrarse con el borde del bosque, a una distancia considerable de regreso. Cuando tenía once años, en una veraniega tarde del domingo, había estado sentada en la valla, viendo al equipo local jugar cricket. Neil e Ian estaban allí también. Los había visto paseando alrededor, hablar con chicas y alguno que otro amigo que conocían. Estaba contenta de ver el partido desde mi posición en la valla, y mezclada en el fondo. El día cálido dio cabida a la multitud y mi espacio se había convertido en uno Cherry Girl: Chica Cereza.

22

preferencial, supongo. Cuando un grupo ruidoso y desagradable llegó, siendo tan pequeña, fui absorbida en lo que resultó un cuerpo a cuerpo. Una llamada en disputa por parte del funcionario comenzó el alboroto. Entonces se desató una pelea en frente de mí con dos tíos golpeándose entre sí, sin tener en cuenta a quién podrían incluir en sus golpes fallidos. No me escabullí del camino lo suficientemente rápido, y fui golpeada por un puño que quitó de mi lugar de primera fila en la valla. Y justo en mi antebrazo izquierdo, que se las arregló para encontrar una gran roca en la que aterrizar. Qué suerte la mía. Oí el crujido de los huesos, sentía el dolor, vi los brutales golpes de los dos luchadores, y olí la cerveza que había sido derramada cuando fue lanzado el primer golpe. Agarré mi brazo y traté de respirar, llorando a través del dolor, segura de que nadie me iba a ver, y mucho menos ayudarme. Estaba equivocada, sin embargo. El sonido más dulce fue la voz de Neil diciendo en mi oído: —Te tengo, Cherry Girl, y vas a estar bien. —Me duele el brazo —le dije a través de las lágrimas. —Lo sé, cariño. —Escuché un ruido... como que algo se rompió. ¿Eso significa que se ha roto? —Gemí. Él me levantó y le gritó algo a mi hermano, el enojo en su expresión oscureciéndose sus ojos a un negro aterrador mientras miraba fijamente a los dos que había causado mi lesión. Yo no querría ser uno de esos idiotas, confirmado por lo que me enteré un día después. Neil me acarició el cabello y se sentó conmigo hasta que el médico enyesó mi brazo. Y después, cuando realmente recolocó el hueso. La recolocación de hueso dolía, pero la tranquilidad apacible y el suave toque de la mano de Neil en mi cabello casi lo hicieron nulo.

—Mírame, Cherry. Mantén tus ojos en mí —había dicho con una sonrisa, su mano moviéndose lentamente por mi cabeza una y otra vez. Al día siguiente, Neil trajo algunos visitantes a mi casa. Armados con la humildad y la evidencia inequívoca de una segunda ronda de golpes, cortesía de Ian y Neil, los dos tontos responsables de mi brazo roto llegaron con flores y disculpas para mí y mi presa de pánico mamá. Mi papá también tuvo su ronda con ellos cuando regresó a casa de su viaje de negocios. Pobres desgraciados, no tenían una posibilidad, y era seguro decir que estuvieron lo suficientemente asustados como para andar por el buen camino después de eso. Las acciones de Neil conmigo, en mi momento de necesidad, cimentaron su lugar en nuestra familia para siempre. Básicamente se convirtió en un segundo hijo para mis padres y todos parecían entender y dar por hecho ese conocimiento. Tuve que aceptar que papá y mamá amaran a Neil también... lo que significaba que tuve que compartirlo con todos en mi familia. Ni siquiera dejé que mi mejor amigo firmara en mi yeso hasta que Neil lo hizo primero. Mi caballero de brillante armadura. En aquel entonces. Cuando tenía catorce años, y él veintiuno, se unió al ejército y se fue lejos a luchar por Gran Bretaña. Mamá y papá hicieron una fiesta de despedida para él, y recuerdo cómo parecía totalmente normal que nosotros hiciéramos la celebración de despedida para Neil y no su propia familia. No es que alguna vez hubieran mostrado una pizca del interés que habíamos visto expresado. Me ponía triste darme cuenta de que no podía recordar ni una sola conversación en la que Neil aluna vez hablara acerca de cualquier cosa personal en todo el tiempo que estuvo en torno a nuestra familia. La información que yo sabía de él siempre había venido de mi hermano, Ian. La familia Morrison había reclamado a Neil McManus como suyo, y esa era simplemente la forma en que iba a ser. Cuando llegó el momento de decir a nuestros adioses me puse tímida, luchando con las palabras que quería decir, pero sabía que tenía la oportunidad de una bola de nieve en el infierno de que se formaran en mis labios. No quería que Neil se fueran sin una despedida adecuada, pero también era totalmente

consciente de que ninguna jovencita estaría con un hombre adulto al que adoraba, y el pensamiento caminó sobre el agua. Además esperé hasta su novia, Cora, hubiera ido al baño. No me preocupada por Cora en absoluto y sin duda no la tendría ensuciando mi adiós codiciado para Neil. No era estúpida, solo estaba en desventaja. —Así que, Cherry Girl, no te caigas de ninguna valla o te metas en medio de un montón de idiotas peleándose mientras estoy fuera, ¿de acuerdo? —Sus ojos oscuros brillaron burlones, de manera que no pude evitar devolverle una sonrisa mientras me tragaban. —No lo haré. —Tendré un tiempo difícil rompiendo cabezas todo el camino hasta aquí cuando termine en Afganistán. Miré al suelo y tragué el nudo que se había formado de repente en mi garganta. —Nadie se molestará conmigo. Nunca lo hacen —dije. Él bajó la cabeza hasta encontrarse con mis ojos, esperando a que levantara la vista. —Creo que eso está a punto de cambiar, Cherry. Estás creciendo demasiado bonita para tu propio bien. Todos los tipos van a estar sobre ti y más les vale que sean buenos. Ian tiene instrucciones estrictas de evitarte a las multitudes de cabrones en la bahía y asegurarse de que sea informado regularmente. Me sonrojé hasta la raíz del cabello y reuní el coraje para darle mi regalo. —Te hice algo. —Le entregué el paquete pequeño y esperé mientras lo abrió, sus grandes manos moviendo el papel de seda cuidadosamente a un lado—. Es una pulsera —espeté—, para la suerte... para mantenerte a salvo. — Levanté mi propia muñeca—. Hice una para mí, también. Tiene el símbolo de infinito y dos búhos de la suerte... Voy a rezar por ti todos los días y esto me ayudará a recordar… —me interrumpí, sintiéndose tímida de nuevo—. Ten mucho cuidado allá, Neil, quiero que vuelvas.

Él rozó el cuero negro trenzado con los talismanes que había añadido y sonrió antes de mirarme. —Lo haré —dijo en un susurro. La expresión que Neil llevaba era diferente esta vez. Una que nunca había visto en él antes, al menos no dirigida a mí personalmente. Sus ojos parecían estar un poco acuosos también. Sin duda estábamos teniendo un momento. Llevó una mano a mi mejilla y la mantuvo allí durante un momento. —Gracias. —Se puso el brazalete en la muñeca y lo ajustó—. Voy a extrañarte mucho, Cherry... y me pondré esto, y seré el tipo más afortunado del Ejército Británico. —Sostuvo su muñeca en alto, para mostrar mi brazalete antes de envolverme en un abrazo con sus grandes brazos. —Voy a extrañarte también, Neil. —Y, te amo. Aspiré su olor y me aferré a él, con la esperanza de que volvería a salvo algún día, de que la guerra no lo alejaría de nosotros para siempre. Sentí sus labios suaves contra el costado de mi sien y tuve la sensación esponjosa en mi interior una vez más. No quería apartarme, pero la torpeza de mis emociones juveniles rebotando por todo el lugar me hizo auto-consciente. —Nunca cambies, Cherry Girl. Quédate justo como estás ahora mismo. Eres completamente perfecta. Esas fueron las últimas palabras de Neil para mí antes de que se fuera, para ser un soldado.

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Nada permanece igual, sin embargo, y cambié. Mucho. Es imposible que la vida se detenga de su curso, por supuesto, nunca lo hará. Cambiar es inevitable en todos nosotros. El año en que Neil se unió al ejército, fue también el mismo año en que todo cambió en casa para mi familia. Infiernos, todo cambió para el mundo. El 11 de septiembre había ocurrido. Mi padre estaba en el vuelo que se estrelló contra el edificio del Pentágono en Washington DC durante los ataques. Él había estado allí por negocios y de camino a Los Ángeles cuando el avión fue secuestrado en el aire y derribado. Uno de los sesenta ciudadanos británicos que perdieron sus vidas en ese fatídico día. Mi padre había sido arrancado de nosotros y nunca lo vería de nuevo. Supongo que ese fue el momento en que pasé de la infancia y la dejé detrás de mí. La inocencia de mi vida anterior había desaparecido. Para siempre. Era hora de crecer. El horror de ese año estuvo realmente nublado para mí. Hay algunas cosas que recuerdo claramente, que eran insignificantes en ese tiempo, y otras cosas de las que debería tener memorias, pero simplemente se habían… ido. Al igual que el funeral de mi padre, por ejemplo. Sé que tuvimos un servicio para él, había visto las fotos en un álbum, pero no recordaba nada acerca de ello o de estar allí, o que llegaron a presentar sus respetos, o si incluso hablé con ellos. No tengo más que vacuidad de ese día. Sin embargo, recuerdo cosas estúpidas, como qué zapatos llevaba puestos cuando vimos las noticias en la televisión, y vimos las fotos de los incendios, restos y partes de avión estrelladas, que me habían arrebatado a mi tierno y amoroso padre.

Mis Chuck’s rojos con cordones negros. Es curioso cómo nuestro subconsciente puede aferrarse a algunos recuerdos y no a otros. Como la carta que Neil me había enviado, personalmente, poco después de que ocurriera. Recuerdo eso muy bien, porque todavía lo tengo seguro en una caja con todos mis otros recuerdos preciosos. Querida Elaina, No hay palabras adecuadas para expresar la profundidad de mi tristeza por tu insoportable pérdida. Quiero estar en casa, en Inglaterra, más que nada en este momento, pero está fuera de cuestión por el momento. Tu padre fue el mejor de los hombres. Él amaba a su esposa e hijos y trabajó duro por todos ustedes, para que pudieran tener una vida segura y cómoda. Era un verdadero hombre en todo el sentido de la palabra. En este mundo loco en el que vivimos, debería albergar a más grandiosos hombres como George Morrison en él. Será echado mucho de menos. Deseo locamente que pudiera estar allí para ti, Ian, y tu dulce madre en estos momentos. Por favor, recuerda que estoy pensando en ti y enviando mi amor para todos ustedes. Jamás estás lejos de mis pensamientos, Cherry. Nunca lo olvides. Siempre tuyo, Neil Su carta había sido escrita a toda prisa en una estación militar, que hablaba del ritmo frenético en que el ejército se mantenía justo después de los atentados. Neil estaba ocupado luchando en una guerra contra el terrorismo, y yo estaba ocupada tratando de crecer, e intentando aceptar el hecho de que tenía un solo padre restante en mi vida. Ian estaba ocupado en la universidad y su carrera de leyes. Nuestra madre estaba ocupada ahogando su dolor en vasos de ginebra. Todos estábamos muy, muy ocupados siguiendo adelante con nuestras vidas y haciendo nuestro trabajo. Aislados. Solos. Mi papá lo había hecho bien por nosotros, sin embargo, y había asentamientos de su seguro de vida, de las compañías aéreas, y el gobierno de los Estados Unidos, por lo que el dinero no era el problema. No, era más el

vacío y la brusquedad con la que nos vimos obligados a aceptar que él nunca iba a volver a nosotros. Nunca. Comprendí la finalidad de la muerte entonces, y llevé ese nuevo conocimiento a mi corazón, cerrando un poco de mí misma, en un esfuerzo por evitar que tal terrible dolor me sucediera de nuevo. Tonta, niña tonta.

Mi madre siempre ha amado cocinar. Todavía lo hace, y al igual que la primera noche, cuando Neil se unió a nuestra familia para la cena, lo abrazaba como a un hijo cada vez que tenía un permiso del ejército, con enormes cenas caseras. Era un hecho que vendría a vernos, pero ahora, cuando mamá cocinaba en la cocina, una copa llena de ginebra tónica permanecía lista para que ella viera a través de la misma. No puedo quejarme de mi madre. Todavía era una buena madre y dedicada a mi hermano y a mí con todo su corazón, solo no era "presente" o consciente de mis actividades siguientes a la tragedia, como normalmente habría sido. Tenía el camino abierto a la libertad arrojada en mi regazo, en un momento en que necesitaba censura. Como una adolescente confundida y afligida, abracé la oportunidad. Infierno, me agarré a ella con todo lo que tenía y algo más. En el verano de mis diecisiete años, había experimentado casi todas las cosas que no querrías que tu hija adolescente experimentara. Sí, esa era yo. Fiestas, alcohol, cigarrillos... chicos. Probé casi todo, y salía de mi experiencia un poco mayor, un poco más sabia, y demasiado insegura de mí misma, y sin la menor idea de lo que quería para mi vida. Bueno, sabía una cosa que yo quería. Neil. Todavía lo quería. Y Neil había tenido razón en una cosa.

Los chicos estuvieron sobre mí cuando crecí. Creo que él habría deseado que fuera más selectiva con quienes permitía estar “sobre mí”. En realidad, sabía que él quería fuera más selectiva. Noté las miradas duras por parte de él cada vez que estaba en casa con un permiso, evaluando a mi novio del momento, sus ojos oscuros siempre vigilantes. El hecho de que él no se fijara en mí para nada era ambos, maravilloso y la pesadilla de mi existencia. Está tomado, ya ves. Neil tenía una novia que no dejaría sus garras fuera de él. Nunca me miraría como una mujer mientras ella estuviera envuelta alrededor de su pene. Eso era lo que creía, de cualquier manera. Había pasado a través de una serie de tipos desde que se había ido a la guerra, mientras que Neil se había atascado con Cora y había sido su hombre leal. Por qué, no lo sabía. No podía soportarla y sabía que se liaba con otros, descaradamente a su espalda, cada vez que él volvía a la acción miliar. A menudo me preguntaba cómo no podía ver a través de ella. O si veía, y no le importaba. Me imaginé que sus compañeros le habían estado diciendo lo que hacía cuando él no estaba cerca. Ian lo sabía y le debía de haber dicho, razoné. Fue ¿Neil estaba con Cora solo por sexo? Ugh. Odiaba pensar en ellos juntos, y al mismo tiempo, trataba de olvidarme de él. Olvidar que jamás me pertenecería. Olvidar que nuestro tiempo podría nunca llegar. Olvidarme de tener al hombre que amaba para mí. El verano siguiente, después de haber terminado la escuela, fue cuando nos cruzamos en un territorio nuevo y extraño. El "zumbido" de nuestra campana proverbial aconteció, por así decirlo. La chispa que inició una llama, la que inició un incendio, que inició un incendio forestal, ¿que dejaría quemaduras y marcas ardientes en su estela? Esto se convirtió en parte de nuestro paisaje. Neil llegó a casa con un permiso del ejército de ese verano. Cuando todavía tenía dieciocho años, y él tenía veinticinco. Ese fue el momento cuando finalmente sucedió para nosotros...

Elaina Morrison ha amado a Neil McNus toda su vida. No recuerda un momento cuando no le amase. A pesar de su desgarradora tragedia y años de separación, su amor sostiene la verdad... hasta que la vida pasa a través de su corazón, destrozando su sueño perfecto, mostrándole como de difícil es dejarlo ir. Sin embargo, la vida real no tiene sueños románticos, mientras que estos dos lo han aprendido repetidamente. El gran momento apesta, dejando dolorosas costras en su despertar. Pero Neil no va a darse por vencido. Se ha endurecido durante años de anhelo y sacrificio por esperarla. Siempre como un soldado, conoce su camino entorno al campo de batalla, y ganar a Elaina no es diferente. Así que eso es precisamente lo que Neil va a hacer. Irá para luchar, y hará a Elaina ver lo que él ya sabe. Que ella siempre será su Cherry Girl.

Raine Miller es americana y vive en California. Profesora en un colegio durante el día, su tiempo libre lo dedica a escribir novelas románticas. Está casada y tiene dos hijos que saben que escribe pero que nunca han mostrado mucho interés en leer sus libros. Antes de Desnuda, Miller escribió dos romances históricos, The Undoing of a Libertine y His Perfect Passion.

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