1

2

Créditos Moderadoras Mona y Crys

Staff de Traducción Olivera

Melusanti

Crys

Gigidreamer

Mona

Boom

Agus901

LVIC15

MollyBloom

Kyda

Maria_clio88

Lectora

Annabrch

Rihano

Nelly Vanessa

Bluedelacour Kath

Staff de Corrección Maye

Crys

Lila

Agustina

Clau

ivettelaflaca

3

Revisión Final Maye

Diseño Lectora

4

Índice Sinopsis

18

36

1

19

37

2

20

38

3

21

39

4

22

40

5

23

41

6

24

42

7

25

43

8

26

44

9

27

45

10

28

46

11

29

47

12

30

48

13

31

49

14

32

50

15

33

51

16

34

Epílogo

17

35

Sobre la Autora

5

Sinopsis

M

i nombre es Jack Sutton, director ejecutivo de la revista Sutton Fashion y tengo en mundo al alcance de mi mano. Una carrera exitosa, cantidad de dinero y mujeres hermosas que siempre están esperando mi llamada. ¿Mi problema? Vivo bajo la sombra de mi madre, quien empezó la compañía hace casi treinta años. Si mencionar que ha estado casada y divorciada seis veces, deja un mal sabor en mi boca a todo lo que se refieren las relaciones. “Las mujeres para mí no eran más que meros juguetes. Fueron hechas para ser utilizadas en mi propio placer personal y cuando termino de jugar, me deshago de ellas”. Luego llegó Lorelei Flynn. Ella era hermosa, y tan equivocada para mí. ¿El problema? Ella era mi asistente personal y muy conservadora, por no decir más. A pesar de ser la hermosa mujer que era, tenía una abrumadora necesidad de descubrir que había debajo de toda esa belleza. Era algo que no podía explicar. Era algo sobre Lorelei. Mi nombre es Lorelei y era la quinceava asistente personal de Jack Sutton en poco menos de un año. Mi novio fue asesinado hace siete años en un accidente de tráfico. Antes de morir, me dio un regalo: mi hija Hope. Mi vida no hacía más que girar a su alrededor. No tuve una cita ni sexo en siete años. Entonces Jack Sutton llegó a mi vida y era sexy como el pecado, pero no era más que un mujeriego y mi jefe. La línea estaba allí el día que tomé el trabajo y era una que no podía ser cruzada. O no debería ser cruzada. Pero lo fue, y ahora el único mundo que conocía fue cambiado de pronto y asustó el infierno fuera de mí.

6

1 Jack

―¿H

as encontrado ya a alguien? ―le pregunté a mi amigo y jefe de Recursos Humanos, Garrett. Tomó asiento delante de mi escritorio y suspiró.

―Todavía no. Tu reputación apesta, Jack. Cambias de asistentes personales más rápido que yo de calzoncillos. Me encogí de hombros. ―No es mi culpa que contrates mujeres tan incompetentes que no pueden con una simple tarea. Garrett puso los ojos en blanco. ―Las mujeres que contrato son más que capaces que cumplir con sus obligaciones necesarias para el trabajo. Eres tú el que las asusta a todas. Amber estuvo en mi despacho hace unos días llorando porque fuiste tan malo con ella. Le has dicho que si no corregía los errores que tenía ibas a enterrarla viva. No puedes decir mierdas como esa, Jack. ¿Estás buscándote una demanda judicial? Levanté mi taza de café, sorbí de ella y me reí. ―Mi opinión es que si no puedes con el calor, sal de la cocina. Soy un perfeccionista y quiero que las cosas se hagan bien. Si estas mujeres no lo pueden hacer exactamente como lo digo, entonces que se vayan a la mierda. ¿Por qué es tan difícil de entender una simple tarea? ―Las personas tienen errores, Jack. ¿Cuántas veces tengo que decirte esto? ―No hay lugar para errores en este negocio. Mi madre nunca soportó esto y tampoco lo haré yo. Ahora encuentra a alguien competente rápido. No me gusta usar la secretaria de Coco porque no es nada mejor que las últimas empleadas que he tenido. Pago bien a estas personas. Más de la paga normal de la industria y espero de ellos que hagan un buen trabajo. Movió su cabeza en negación mientras se levantaba de su asiento. ―¿Alguna vez alguien va hacer bien el trabajo a tus ojos? Me encogí de hombros. ―Probablemente no. ―Muy bien. Me voy a encontrar tu nueva víctima. ―Suspiró, saliendo de mi despacho.

7

Me reí porque esto era exactamente lo que mis previas asistentes personales eran. Cada vez que pasaba por delante de sus escritorios, se encogían y bajaban la mirada. Me encantaba aquel control sobre ellas. Pero si hubieran hecho sus trabajos bien en primer lugar, no hubiera tenido que ser tan mezquino. Mientras miraba la puesta de la revista para aprobar, mi hermana Coco entró. ―Franny me ha contado que la has tenido corriendo por la ciudad haciendo tus recados personales ―habló con irritación. ―Buen día a ti también, hermana. ―No tengo una buena mañana, así que vamos a dejar esto claro ahora. Solo porque eres un capullo con tus asistentes personales y las obligas a renunciar, no te da derecho a usar a mi secretaria para tu propia satisfacción personal. Es una de las mejores que he tenido en mucho tiempo y no voy a perderla por culpa de tu pretencioso culo. ―Tranquilízate. No voy a dejarla renunciar. Solo estoy realmente ocupado y necesito que recoja algunas cosas para mí. Prometo que si me dejas usarla hasta que Garrett me encuentre una nueva asistente personal, voy a ser tan dulce como una tarta. Entonces, ¿tiene algo que ver esta mala mañana con Joshua? ―pregunté con la esperanza que haya roto con aquel idiota. ―Tal vez. ―Bajó la mirada―. No ha venido a casa anoche. ―¿Dónde demonios estuvo? ―espeté, reclinándome hacia atrás en mi silla. ―Se lo pregunté esta mañana cuando finalmente decidió pasar por la puerta. Dijo que se quedó dormido en el sofá de su oficina. ―¿Le crees? ―fruncí el ceño. ―Una parte de mí, sí. Ha estado trabajando muchas horas y sé que está muy estresado con lo de hacerse socio en el despacho de abogados. Moví la mano delante de mi cara. ―Cree lo que quieras, hermana. Conoces mis sentimientos por él desde el primer día. Es un infiel, mentiroso y una escoria chupa bragas que continuamente te hace daño. ―Hmm. Suena como alguien más que conozco. ―Me miró fijamente. ―Eso no fue bonito y nunca te he hecho daño. Te digo lo que veo para que despiertes y te des cuenta que estás cometiendo un error siguiendo con él. ―Afróntalo, Jack. Nunca aprobarás ninguna de mis citas. Nunca lo hiciste. ―Es verdad. Así que tienes que dejar de escoger tipos malos. ―Sonreí maliciosamente. Rodando sus ojos, salió de mi despacho. Adoraba a mi hermana y todo lo que deseaba era que sea feliz. No estaba feliz con Joshua, por mucho que intentara convencerse. Era una mujer hermosa de un metro ochenta,

8

con largo cabello castaño y ojos marrones grandes. Era esbelta y en forma y podía tener el chico que quisiera. Entonces, ¿por qué demonios estaba conformándose con Joshua? El tipo era un abogado y tan sinvergüenza como todos. Supe en el momento que la engañaba, porque lo vi una vez saliendo de un hotel con otra mujer. Amenacé su vida después de pegarle y me rogó no contarle a Coco. Me dijo que la amaba, pero estaban teniendo problemas y se había equivocado. Le di una oportunidad y supo no cruzarse conmigo otra vez. En cuanto a mí, no me involucraba en relaciones sentimentales. Nunca funcionaban y no valían la pena la molestia de peleas, celos y furia. Mi madre era un buen ejemplo de esto después de casarse y divorciarse de su sexto marido. Las mujeres para mí eran como juguetes. Estaban para jugar con ellas para mi propio placer personal y cuando terminaba de jugar, eran dejadas de lado. Sabían exactamente qué estaban consiguiendo metiéndose en la cama conmigo. A algunas les importaba, a otras no. Aquellas a las que no les importaba las follaba más que a las que sí.

9

2 Lorelei

―A

hora es momento de ir a dormir. Tienes colegio por la mañana. ―Sonreí mientras le daba a Hope un golpecito en la nariz. ―Un cuento más, mami. Porfa. ―Se quejó.

―La hora del cuento se ha acabado por esta noche, cariño. ―Me agaché y besé su cabeza―. Duérmete y cuando despiertes, tendré panqueques con trozos de chocolate esperándote. ―De acuerdo. ―Sonrió―. Te quiero. Buenas noches. ―Yo también te quiero, cariño. Buenas noches. Me levanté de la cama, apagué la luz y cerré la puerta, dejando una rendija abierta. Me serví un vaso de vino y fui hacia el sofá, donde abrí mi ordenador portátil y empecé a buscar de nuevo un trabajo. Habían pasado dos meses desde que perdí mi trabajo en Praline Inc. La compañía estaba teniendo pérdidas y tenían que recortar gastos; siendo yo uno de esos gastos. Mi cuenta del banco estaba seca y tuve que pedir prestado dinero para el alquiler a mi madre y a Nick. Me sentí mal al tener que pedirles porque habían hecho mucho por mí en los últimos siete años desde que Hope nació. Me había estado manteniendo sola el último par de años hasta que se produjo este despido repentino. No había sido capaz de encontrar un trabajo desde entonces porque la industria de la moda estaba inundada de gente que tenía las mismas ideas que yo. Mientras estaba buscando en línea, mi teléfono sonó. Era mi mejor amiga, Stella. ―Hola ―contesté. ―He encontrado algo que te podría interesar ―habló muy excitada. ―¿Oh? ¿Qué? ―Una chica con la que trabajo estaba diciendo que había una vacante para el trabajo de asistente personal en la revista Sutton Magazine. ―¿De verdad? ¿Por qué no lo he visto en internet? ―Solo se hizo disponible hace un par de días. Quizás no lo han publicado todavía. ―¿Cómo sabe ella sobre esto? ―pregunté. ―Una amiga suya es una de las secretarias allí y le contó que la última asistente personal

10

se levantó y se fue sin avisar ni nada. Imagino que el tipo para el que trabajaba es un auténtico idiota. ―A mí eso no me importa. Necesito un trabajo ahora. Le tuve que pedir a mi madre y a Nick dinero prestado para el alquiler. ―Mierda. Sé que eso debe de haber sido duro para ti. Deberías de habérmelo pedido. Te lo hubiera prestado. ―Gracias, sé que lo hubieras hecho, pero no quería pedir. Sabes que intento hacer todo por mí misma. ―Lo sé, cariño. Aquí está el número de Sutton Magazine. Llama a su departamento de Recursos Humanos y a ver qué pasa. ―Lo haré. Gracias Stella. ―De nada, y si necesitas algo, mejor me llamas. ―Lo haré. Hablamos más tarde. Stella Bay y yo hemos sido súper amigas desde que teníamos diez años y nos tirábamos del pelo en el patio del colegio. Fue un odio a primera vista, pero luego, después de que el director nos hiciera sentarnos y hablar la una a la otra, no nos hemos separado desde entonces. Stella se convirtió en una segunda hija para mi madre y pasaba mucho tiempo en mi casa porque su padre era un alcohólico abusivo. Murió hace unos años de una insuficiencia hepática y ella ni siquiera fue al funeral. Dijo que si hubiera ido, habría escupido en su tumba. En cuanto nos graduamos en el instituto, entró en la universidad de Nueva York, tenía dos trabajos, se mantenía por sí misma, vivía en el campus y ha estado sola desde entonces. Hasta que conoció a Sebastián, el amor de su vida que apareció hace tres años y la salvó. Tenía el tipo de amor que yo misma tuve una vez, el cual me fue quitado rápidamente a la edad de dieciocho. Luego, un nuevo amor apareció en mi vida; mi hija, Hope. Lo fue todo para mí y mi vida gira alrededor de ella y por ella solamente. *** A la mañana siguiente, después de dejar a Hope en el colegio, decidí ir a Sutton Magazine en persona en vez de llamarles por teléfono. Mientras entraba en el gran edificio, el agradable portero me sonrió. ―¿Cómo puedo ayudarla, señorita? ―Estoy buscando Sutton Magazine. El departamento de Recursos Humanos, para ser exacta. ―Tome el ascensor hasta el décimo piso. Ahí es donde está Recursos Humanos. ―Gracias. ―Le sonreí dirigiéndome al ascensor. Saliendo en el piso diez, abrí la puerta que estaba marcada como “Recursos Humanos” y

11

entré. Cuando caminé hacia una pelirroja con unos rizos realmente apretados, me sonrió. ―¿En que podría ayudarle? ―Estoy aquí para informarme acerca de la vacante para la posición de asistente personal. ―¿Tiene cita? ―preguntó. ―No. Una amiga mía me dijo que había una vacante, así que pensé que vendría aquí para aplicar en persona. ―Lo siento… ―Me miró inexpresivamente. ―Lorelei Flynn. ―Lo siento, Lorelei, pero debes llamar para concertar una cita. No atendemos sin cita. De repente, un hombre apareció y metió una carpeta en el archivador. ―¿Qué está pasando por aquí, Amanda? ―cuestionó. ―Esta chica estaba preguntando por el trabajo de asistente personal y le he dicho que tiene que llamar para concertar una cita. ―Ya veo. ―Sonrió y me miró fijamente―. ¿Acabas de entrar aquí? ―Sí. Pensé que a lo mejor podía aplicar en persona. Siento hacerles perder su tiempo. ―Empecé a alejarme y luego me paró. ―Espera. Lorelei, ¿correcto? ―Sí. ―Me giré. ―Ven conmigo. Llena una solicitud y luego te haré la entrevista. Ya que estas aquí, ¿para qué hacerte volver? ―Me guiñó. ―Gracias, señor. Me tendió su mano y la sacudí en saludo. ―Soy Garrett Sullivan. Amanda, coge una solicitud y tráela a mi oficina. Sígueme, Lorelei. Lo seguí por el pasillo hasta su oficina. ―Por favor toma asiento y en cuanto Amanda traiga la aplicación, puedes rellenarla. ―Se lo agradezco, señor Sullivan. Esto es muy importante para mí. ―Sin problema, y puedes llamarme Garrett. La pelirroja llamada Amanda entró y me dio la solicitud y un bolígrafo. Garrett se sentó detrás de su escritorio mientras la completada. Una vez que terminé, me levanté de mi silla y se la entregué. ―Toma asiento, por favor. ―Indicó que me sentara frente a él.

12

Estudió mi solicitud un momento antes de hablar. Garrett Sullivan era un hombre muy guapo. Medía casi un metro noventa, pelo corto rubio y ojos verdes. Debía de rondar los treinta y llevaba un traje azul bien cortado. Había algo en él que me hacía sentir cómoda. ―¿Qué hacías exactamente en Praline? ―preguntó con una sonrisa. ―Era la secretaria administrativa. Hacía de todo un poco. ―¿Eres organizada? ―Soy un poco compulsiva y obsesionada cuando se trata de organización. ―¿Eres una perfeccionista? ―Sonrió. ―Mi madre dice que lo soy. No me llamaría exactamente perfeccionista a mí misma ―respondí mientras alcanzaba y ponía recta la estatua de la libertad que tenía de pisa papeles en su escritorio. La sonrisa en su rostro se ensanchó. ―¿Estudiaste diseño y moda en Parsons? ―Sí. Me encanta la moda y adoro diseñar ropa. ―Y estabas trabajando como asistente administrativa. ¿Por qué? ―Tuve que dejar Parsons porque mi hija enfermó y necesitaba estar con ella todo el tiempo. ―¿Tienes una hija? ―Sí, tiene siete años. Su nombre es Hope. ―Espero que ahora esté mejor ―dijo. ―Lo está. Eso fue hace un par de años. Quise volver a Parsons, pero perdí mi beca cuando abandoné. Soy madre soltera y cada moneda cuenta cuando estás criando un niño. ―Lo entiendo. Tienes veinticinco años, ¿correcto? ―Sí. ―Te voy a ser franco, Lorelei. Este trabajo es para Jack Sutton, Jefe Ejecutivo de Sutton Magazine. Pareces una gran mujer con la cabeza sobre los hombros y me parece que has crecido rápido. No estoy seguro si el señor Sutton es la persona correcta para que trabajes para él. ―Señor… Garrett, he oído acerca del señor Sutton y, para ser honesta, no me da miedo. No soy una chica débil y frágil. Como ha dicho, tuve que crecer deprisa porque tuve a mi hija a los dieciocho. Solo quiero lo mejor para ella, ahora mismo, necesito un trabajo desesperadamente. Han pasado dos meses y mi cuenta bancaria está casi vacía. ―Vives en Harlem, lo que es casi cuarenta y cinco minutos de viaje. Tendrás que estar

13

aquí a las ocho de la mañana y tu jornada terminará a las cinco de la tarde con una hora de descanso para la comida. ¿Te será eso posible con una hija? ―Haré todo lo que tenga que hacer para asegurarme de que mi hija esté bien cuidada. Así que para responder a su pregunta, sí, será posible. En un mundo perfecto, me encantaría quedarme en mi casa y dedicar cada minuto del día a mi hija, pero no vivimos en un mundo perfecto, ¿no? Así que tengo que hacer lo que haga falta para dar a Hope todo lo que necesite. Me estudió por unos momentos antes de hablar. ―Estoy seguro de que recibes ayuda por parte del padre de Hope. Eso debería de ayudar un poco. Le sonreí gentilmente. ―Hope no tiene padre. Murió en un accidente de auto antes de que naciera. Enfocó la vista hacia abajo y luego a mí otra vez con lástima. ―Siento tu perdida. ―Gracias. ―Miré hacia abajo a mis sudadas manos. ―Estás contratada, Lorelei. Mis ojos saltaron hacia él con alegría. ―Gracias. Muchísimas gracias, Garrett ―exclamé. ―De nada. Escucha, te voy a dar un cheque por separado mensualmente para gastos de taxi. Es por tu propio bien. Créeme. Si tomas el metro para venir, probablemente acabarás llegando tarde. Esto se queda entre tú y yo, el señor Sutton no necesita saberlo. ―Prometo que no se lo diré. Esto es muy considerado de tu parte. ―Bien. ¿Puedes empezar mañana? Está realmente ansioso de tener su propia asistente personal de nuevo. ―Sí. Mañana será perfecto. ―Sonreí mientras me levantaba de mi silla y le daba la mano.

14

3 Jack

M

e encontré con Garrett en Ai Fiori en la Quinta Avenida para la cena. Cuando entré, ya estaba sentado en una cabina. ―Entonces, ¿acerca de qué es esta cena urgente? ―le pregunté mientras

me sentaba.

―Te contraté una asistente personal y comienza mañana. ―Excelente. Tal vez debería haberla conocido antes de que la contrataras. Tu historial no es muy bueno. ―Sonreí. Una camarera con un escotado top negro y senos turgentes se acercó. ―¿Podemos empezar con una copa? ―Sonrió. Podía empezar conmigo con lo que sea, pero una bebida no era lo que tenía en mente. ―Sí. Un whisky en las rocas, por favor. ―Viene corriendo, señor. Miré a Garrett cuando comenzó a hablar. ―Mi historial está muy bien. Eres tú, Jack, quien tiene el problema. Suspiré. ―Sabes que si no fuéramos mejores amigos desde el tercer grado, te hubiera despedido hace rato. Puso los ojos en blanco y dejó escapar una risita. ―Estoy seguro de que lo hubieras hecho. Pero déjame decirte, que si no fuéramos mejores amigos desde el tercer grado, habría renunciado. ―Touché, mi amigo. La camarera con senos turgentes dejó mi bebida delante de mí y procedió a tomar nuestra orden de cena. ―Así que dime acerca de mi próxima víctima. ―Sonreí. ―Su nombre es Lorelei Flynn y tiene habilidades organizativas excepcionales. Incluso enderezó el pisapapeles de mi escritorio.

15

―Oh. Creo que me gusta ya. ¿Es atractiva? Inclinó la cabeza hacia mí con una mirada. Sonreí. ―Es una mujer muy atractiva. ―¿Qué edad tiene? ―Veinticinco. ¿Por qué? Me encogí de hombros. ―Por nada. Veinticinco está bien. ¿Hay un marido o un novio? ―Sé que no es casada. En cuanto a un novio, no tengo ni idea. ¿Por qué lo preguntas? ―Porque no necesito a un pequeño idiota viniendo tras de mí cuando la envíe a su casa llorando incontrolablemente como las últimas dos asistentes. ―Entonces tal vez no deberías ser tal idiota. ―Sonrió. ―No lo puedo evitar. Está en mi naturaleza. ―Levanté mi vaso. ―En realidad, no está en tu naturaleza. Te conocí cuando no eras tan idiota. *** Después de cenar con Garrett, llegué a mi ático y me serví una copa. Me sentía estresado del día y necesitaba descansar. Saqué mi teléfono y le envié un mensaje de texto a Adriane. ¿Puedes venir? Por supuesto. Estaré allí en quince minutos. Te espero con ansiedad. Yo también. Adriane era mi chica-para-llamar cuando necesitaba sexo de última hora. Era del tipo que no le importaba y siempre estaba buscando un buen momento. Subí a mi habitación y abrí el cajón de mi mesita de noche asegurándome de que tenía condones. Me sobraban dos y necesitaba conseguir un poco más lo antes posible. Oí el ascensor, así que fui hacia abajo mientras ella salía. ―Buenas noches. Gracias por venir con tan poco tiempo. ―Sonreí. ―El placer es mío, Jack. Pero tenemos que hablar de algo después. Oh, oh. No me gustaba el sonido de eso y, al instante, mató mi estado de ánimo. ―Acabas de matar mi estado de ánimo, Adriane. ¿Qué pasa? Se acercó a mí y comenzó a desabrocharme la camisa, pasando su dedo por mi pecho. ―Sexo primero. Hablar más tarde. ―Sus labios rozaron los míos. Necesitaba saber de lo que quería hablar porque tenía miedo de que quisiera algo de mí.

16

El miedo se extendió por mi cuerpo, haciendo de una erección algo imposible. ―Lo siento, Adriane. Lo mataste. Tienes que decirme de lo que quieres hablar. Ella suspiró. ―Bien. Empecé a ver a alguien y creo que realmente le gusto. Así que después de esta noche, no podemos seguir con esto, siempre y cuando esté con él. Negué. ―Espera. ¿Conociste a alguien y aun así viniste aquí? ¿Por qué? ―No lo sé. Un último buen polvo contigo por los viejos tiempos. Tenía una regla con la que siempre me solidarizaba. Nunca me acostaba con la chica de otro hombre. Y si me acostaba con ella esta noche, estaría rompiendo mi regla y no estaba a punto de hacerlo sin importar lo mucho que quisiera sexo. ―Lo siento, Adriane. Si estás con alguien, no podemos. Pensé que no estabas en las relaciones ―hablé y me acerqué al bar y nos serví un whisky a cada uno. Mientras le entregaba la copa, dijo:

17

―No lo estoy. Quiero decir, no lo estaba, pero Riley llegó y me tiró a mis pies, supongo que se podría decir. Es un buen hombre y realmente me gusta. ―Si realmente te gustara, no estarías aquí con ganas de acostarte conmigo ahora, ¿verdad? ―Estoy confundida, Jack. Tal vez estaba usándote para ver cuáles eran mis verdaderos sentimientos por Riley. ―Muchas gracias, Adriane. ―Sonreí. Se tomó la bebida y me entregó la copa. ―Buenas noches, Jack. Nos vemos en algún tiempo. ―Igualmente. Espero que las cosas funcionen entre ustedes dos. ―Gracias. ―Me lanzó una sonrisa mientras entraba en el ascensor. Suspiré y me bebí mi whisky. ―Parece que somos solo tú y yo y porno esta noche ―hablé mientras miraba a mi pene. ***

Lorelei Después de que dejé la Revista Sutton, me dirigí a la casa de mi mamá para decirle sobre el trabajo.

―Hola, cariño. ―Sonrió mientras besaba mi mejilla―. Acabo de poner una olla de café e hice un pastel de manzana. ―Suena bien, mamá. La seguí a la cocina y me senté en la mesa. ―Entonces, ¿qué te trae por aquí? ―Conseguí un trabajo. ―Oh, Lorelei, eso es maravilloso. ¿Dónde? ―En la Revista Sutton. A tiempo completo, más dinero del que ganaba en Praline, e incluso conseguí beneficios para la salud. ―Felicidades. Estoy tan feliz por ti. ¿Vas a necesitar ayuda con Hope? Miré hacia abajo debido a que pedirle ayuda era tan difícil para mí. ―Creo que sí. Tengo que estar allí a las ocho y no saldré hasta las cinco. Puedo llevarla a la guardería en las mañanas antes de la escuela, pero me preguntaba si podrías recogerla después. ―Por supuesto que puedo, cariño. Esa es la ventaja de trabajar desde casa. Puedo establecer mi propio horario. ―Sonrió. ―Desearía poder hacer eso. Puso una taza de café y una rebanada de pastel de manzana en frente de mí. ―Lo harás algún día. Mis emociones estaban corriendo en su punto más alto de todos, porque los últimos dos meses con Hope habían sido los mejores e iba a ser difícil estar alejada de ella de nuevo. ―Escucha, Lorelei. ―Mi mamá puso su mano sobre la mía―. Eres una excelente madre y Hope sabe eso. Entiende que tienes que trabajar duro para darle todo lo que necesita. ―Sé que lo hace, pero todavía me siento culpable. ―Sé que lo haces porque yo me sentí culpable también dejándote cuando tuve que trabajar. Pero saliste bien y Hope también lo hará. Tiene una familia amorosa que se hará cargo de ella. Después de terminar mi café y pastel, tenía que irme para buscar a Hope en la escuela. ―Tal vez con este aumento salarial, pueda encontrar un apartamento cerca de mi trabajo y de ti. ―Todavía me gustaría que vivieras conmigo y Nick. ―No puedo, mamá. Espero y tengo que tener nuestro propio lugar. Se acercó y me dio un abrazo.

18

―Sé que lo haces y estoy muy orgullosa de ti. *** Me quedé de pie fuera de las puertas del salón de clases de Hope, a la espera de que la dejaran salir. Tan pronto como sonó la campana, las puertas se abrieron y salió un aluvión de niños. Hope me vio y corrió a mis brazos. ―Hola, calabaza. ―Besé la parte superior de su cabeza―. ¿Cómo estuvo la escuela hoy? ―Bien. ¿Qué tal tu día? ―Fue bueno y te diré todo sobre él mientras comemos pizza. ―Sonreí. ―¡Sí! ―exclamó. Caminamos de la mano a nuestro lugar favorito de pizza y tomamos asiento en una pequeña mesa redonda. Después de colocar nuestro pedido, miré los ojos felices de mi hija. ―Conseguí un trabajo hoy. ―¡¿Lo hiciste?! ―Sí. Empiezo a trabajar mañana, y vas a tener que ir a la guardería en las mañanas antes de que empiecen las clases, pero la abuela estará allí para recogerte todos los días después de clases. ¿Cómo te sientes sobre eso, nena? Se encogió de hombros. ―No me importa ir a la guardería. Addison va allí en la mañana y dice que es divertido. ―Vas a tener que empezar a levantarte más temprano porque no puedo llegar tarde a este trabajo. No tengo flexibilidad como lo hice en Praline. ―Deja de preocuparte tanto, mami. Voy a estar bien. ―Sonrió. Una cosa sobre Hope, era muy inteligente para su edad. Pero no era más que una niña y no quería que se preocupara o creciera demasiado rápido. Oí mi teléfono sonando en mi bolso. Era Stella, así que contesté. ―Hola. ―Siento haber perdido tu llamada anterior. Estuve en reuniones todo el día discutiendo una nueva línea de zapatos. ―Está bien. ¿Puedes venir más tarde? ―Por supuesto. Iré después de las seis. ¿Suena bien? ―A las seis es grandioso. Te veré luego. ―¡Hola, tía Stella! ―Hope expresó sobre la mesa. ―Dile a esa dulzura hola y que la veré pronto.

19

―Lo haré. Nos vemos pronto. ―Clic. Nuestra pizza estaba lista y tomé un trozo y lo coloqué en el plato de Hope. ―¿Por qué no sales en citas? ―preguntó de la nada, claramente. La miré con sorpresa porque nunca me había preguntado eso antes. ―¿Por qué me preguntas eso? ―No lo sé. La mamá de Addison comenzó a ver a alguien y a Addison realmente le gusta. Solo quiero que sepas que no me importaría si comenzaras a ver a alguien. Sentí como si un huracán pasara sobre mí cuando dijo eso. La idea de las citas me aterrorizaba y era algo en lo que ni siquiera había pensado desde Brett. Él fue el amor de mi vida y no podía ver a alguien sustituyéndolo. ―No he conocido a nadie digno de salir en citas, supongo ―expliqué mientras miraba sus ojos azules de bebé. ―No creo que lo intentes. ―Eso es porque eres todo lo que necesito. ―Sonreí. ―Tal vez deberías probar un sitio de citas. Ahí es donde la mamá de Addison conoció a su novio. Me quedé anonadada con esta conversación que tenía con mi hija de siete años. ―Bueno. Basta de hablar de eso. Empecemos a comer nuestra cena, así podremos estar en casa a tiempo para cuando la tía Stella llegue.

20

4 Lorelei

T

an pronto como llegamos a casa, Hope se metió en la bañera mientras limpiaba la cocina con lo que había quedado del desayuno. Stella tenía una llave y entró.

―Hola por ahí. ―Sonrió―. Espero que todavía tengas aquella botella de vino que abrimos la otra noche, porque necesito una copa. Sonreí. ―Está en la nevera. Me estiré hacia el armario y bajé las únicas dos copas de vino que tenía mientras Stella agarraba la botella de vino desde el frigorífico. ―¿Llamaste a la Revista Sutton hoy? ―preguntó, sirviendo el vino. ―Hice más que eso. ¡Tengo el trabajo! ―chillé. ―¿¡Que!? Oh, Dios mío, ¡felicidades! ―Me abrazó. ―Gracias. Empiezo mañana. ―Vaya. Fue rápido. ¿Has pestañeado estos magníficos ojos azules hacia él o algo así? ―No conocí al señor Sutton. Solo me encontré con el director de recursos humanos y me contrató en el momento. ―Esto es maravilloso. ¿Le has contado a Hope ya? ―Sí. Hemos hablado sobre esto y está encantada. Hope llegó corriendo a la habitación y abrazó a Stella. ―¡Tía Stella! ―Hola Hopester. ¿Cómo está mi muñeca? ―Estoy bien. ¿Te dijo mi mamá que encontró trabajo hoy? ―Por supuesto. Estoy muy feliz por ella. ―Yo también ―exclamó Hope―. Hablaremos más tarde. Tengo deberes por hacer. ―Muy bien, pequeño cerebrito. ―Le dio una palmada en el trasero. Tomamos nuestro vino y nos sentamos en el sofá. ―He oído que Jack Sutton es un imbécil total y es muy difícil trabajar con él. ¿Estás

21

segura que podrás manejar esto? ―Puedo soportar al señor Sutton. Lo que no puedo manejar es a mi hija de siete años diciéndome que me una a una página web para conocer un hombre. ―¿Qué? ―Se rio Stella. ―Aparentemente, la madre de su amiga Addison encontró a este tipo en una página de internet y a la niña realmente le gusta. Stella hizo un gesto de desdén. ―Tal vez Hope tiene un punto. No has tenido una cita desde Charlie y eso fue hace como tres años. ―Fue una vez y tú me obligaste a salir con él. Ni siquiera fue una cita y no me hubiera molestado si no hubieras estado persiguiéndome. ―Era un buen chico. ―¡Era gay! ―Bueno, no sabía eso en aquel momento. ―Sonrió. Terminamos nuestras copas de vino y Stella tuvo que irse. Se encontraba con Sebastian para una cena tardía. ―Hope, la tía Stella se va ―grité desde el salón. Llegó corriendo de su habitación y le dio un abrazo de despedida a Stella. ―Te veré más tarde, lagarto ―sonrió Stella mientras levantaba su puño. ―Hasta dentro de un rato, cocodrilo ―el puño de Hope golpeó el de ella. Era su cosa, lo que siempre me hacía sonreír. Le agradecí a Stella por pasar y cuando la acompañé a la puerta le di un abrazo. ―Mejor llámame mañana y déjame saber cómo ha ido tu primer día. Me muero por escuchar todo sobre el señor Imbécil Sutton. Me reí. ―Lo haré.

Jack Me desperté con una buena sensación. Hoy tenía una nueva asistente personal y no podría ser más feliz. La primera cosa en la agenda eran condones. Espero que no se sienta ofendida. Pero si lo estaba, no me importaba. Me metí en mi traje Armani y me dirigí escaleras arriba donde Madeline, mi empleada de hogar, tenía el desayuno esperándome.

22

―Buenos días Madeline ―sonreí. ―Buenos días Jack. Parece que estas de buen humor esta mañana. ―Lo estoy. Mi nueva asistente personal empieza hoy. ―Suspiró. ―¿Quieres apostar cuánto va a durar? ―No, no Madeline. No vamos a ser negativos. No hoy. Garrett me dijo que es extremadamente organizada e incluso enderezó sus pisa papeles en su escritorio. Así que, esto me dice que va ser buena. ―Bien, posee las mismas cualidades que tú. ―Rodó sus ojos. Madeline era una buena mujer con buen corazón. Estaba en sus cincuenta y había trabajado para mí unos tres años. No había aceptado mi mierda y la respetaba por ello. Tony, mi chofer y amigo, entró en la cocina y le dio una mirada. Estaba seguro que tenía algo por ella. Me encogí al pensarlo. Los había sorprendido charlando esta mañana temprano antes de ir a desayunar. Una vez le pregunté sobre ello y dijo que me estaba imaginando cosas. Sabía bastante bien que no estaba imaginándome cosas. Ninguno de los dos se había casado y, aparte de trabajar para mí, no creía que tuvieran una vida. Mientras me llevaba a mi oficina, lo hice parar en el Starbucks para poder coger un café. Llamé a Coco antes de dejar la casa para preguntarle si se detenía para mí y me dijo que fuera yo mismo y que mejor no llamara a su secretaria. Su voz era amenazante, lo cual me dijo que estaba de otro humor. Haciendo cola en el Starbucks no era la manera en que quería empezar mi mañana. De hecho será la última vez, ya que mi nueva asistente personal va estar trayéndome mi café de ahora en adelante. Cuando miré hacia abajo a mi teléfono, mis ojos se fijaron en un par de esbeltas, largas piernas delante de mí, tan bonitas como el entallado culo que estaba unido a ellas. Miré la mujer de arriba abajo en su ceñida falda negra y chaqueta a juego. Su largo y rubio cabello ondulado caía perfectamente por encima de su hombro. Era la clase de cabello que era perfecto para agarrar durante el sexo. Quería darle una mirada rápida de frente, pero no podía decirle “Perdóname, pero hueles delicioso por detrás, así que por favor gírate para que pueda ver el resto de tu equipaje”. Intenté no pensar en ello. Hizo su pedido y pasó a un lado. Después de hacer mi pedido, la miré antes de tomar mi sitio detrás de ella. Era hermosa. Tenía aproximadamente un metro sesenta y cinco con un diminuto cuerpo. No pude pillar rápido el color de sus ojos porque estaba mirando hacia abajo mientras el chico de la barra preparaba su café. Cuando puso su taza en la barra, la agarró y rápidamente se dio la vuelta, derramando algo de café en mi nuevo traje Armani. ―Oh, Dios mío. Lo siento mucho. ―Sus cautivadores ojos azules miraban los míos. Cautivadores o no, estaba enfadado como el demonio. Di un paso atrás y examiné mi traje. Rápidamente recogió una servilleta y empezó a frotar mi traje.

23

―¡Para! ―pedí―. Dejarás toda la pelusa de la servilleta en mi traje. ―Lo siento tanto. Por favor déjame pagar para que te lo limpien. ―No te preocupes por ello. Solo toma tu café y vete ―hable con irritación. Podría decir que estaba avergonzada, pero no me importaba. Era patosa y la quería fuera de mi vista. ―Una vez más, lo siento. ―Solo vete. ―Hice una señal con mi mano. Murmuré por lo bajo cuando entré en la limusina. ―Tony, tienes que llevarme de vuelta a casa para que pueda cambiar mi traje. Una patosa rubia derramó café sobre mí. ―¿Esta sería la rubia que acabo de ver prácticamente corriendo fuera por la puerta? ―Sí, era ella. ―Suspiré. ―Al menos era una hermosa rubia quien derramó café sobre ti. ―Sonrió con malicia. 24

5 Lorelei

Q

ué manera de empezar la mañana. No podía creer que había derramado café en el traje de aquel tipo. Oh bueno, no debería haber estado tan cerca de mí y no debía haber sido tan rudo sobre ello. En todo la locura, me di cuenta cuan asombrosamente sexy era. Había algo en el que enviaba un aleteo en mi estómago. Era alto, probablemente un poco por encima de un metro ochenta, con corto cabello castaño, ojos de azul claro, labios perfectamente marcados y una fuerte mandíbula masculina que tenía una sombra de barba. Dios, probablemente era el hombre más sexy que había visto en mucho tiempo. Estaba furioso y le rogué a Dios no volver a verlo nunca más. Tenía el presentimiento que no me va olvidar nunca, derramando café encima de su traje de diseñador. Caminando dentro del edificio, encontré a Garrett, quien me llevo arriba a la duodécima planta y me enseñó mi escritorio. ―Este es tu escritorio y justo delante está el del señor Sutton. Espera un segundo y déjame ver si está dentro. Coloqué mis cosas y esperé. ―Hmm. Nunca tarda. Debería estar aquí a esta hora. ―Hola. ―Una amable voz femenina me habló―. Debes ser la nueva AP de Jack. ―Sonrió mientras extendía su pequeña mano. ―Soy Lorelei Flynn. ―Sonreí mientras la apretaba ligeramente. ―Soy Coco Sutton. La hermana de Jack. Encantada de conocerte. ―Encantada también de conocerte. Me encanta tu nombre. ―Gracias. Apuesto que puedes adivinar de donde viene. ―Sonrió. ―Estoy pensando en Coco Channel. ―Muy bien. Mi madre estaba, o debería decir está, obsesionada con ella. ―Aquí estás ―habló Garrett al hombre caminando fuerte por el pasillo―. Conoce a tu nueva asistente, Lorelei. Miré por encima del hombro de Coco y me quede inmóvil. Oh mierda. Oh, mierda. Oh, mierda. Mis rodillas empezaron a temblar. ―Tú. ―Señaló hacia mí.

25

―Una vez más, lo siento. ―Mordí mi labio inferior, mi estómago empezó a torcerse. ―En mi despacho ¡ahora! ―exclamó. ―¿Qué demonios, Jack? ―dijo Coco. Entró como un huracán en su despacho y miré a Coco. ―Puede que le haya derramado café encima esta mañana en Starbucks. No sabía que era mi jefe. ¡Mierda! Se rio. ―Lorelei, vamos a ser buenas amigas. Palmeó mi hombro, caminando dentro del despacho de Jack. ―Cierra la puerta ―gritó. Estaba temblando literalmente cuando me senté. Tomó asiento y plegó sus manos en su escritorio, mirándome sin decir una palabra; solo mirándome con esos ojos azul claro que enseñaban tanta furia. ―Tuve que ir a casa y cambiarme por ese pequeño incidente de esta mañana. ¿Siempre eres tan torpe? ―Lo siento, señor. Fue un accidente. ―Bajé la mirada. ―Mírame cuando hablas. De acuerdo, este hombre estaba jodidamente loco y ¿quién demonios se creía que era? Actuaba como si hubiera cometido un crimen. De repente, la rabia me cubrió mientras me levantaba y plantaba mis dedos en su escritorio. ―Tal vez no debías estar tan cerca de mí. Si no hubieras invadido mi espacio personal, no habría derramado café sobre ti. Como dije, fue un accidente y lo siento. Pagaré para que su traje sea limpiado. Me miró pasmado mientras se apoyaba atrás en su silla. Me estudió por un momento, su mirada pasando por mi cuerpo, desde cabeza hasta la punta de los pies. ―Tienes razón. Pagarás para que el traje sea limpiado. De hecho, este es tu primer trabajo como asistente personal. Vas a llevar mi traje a la tintorería de esta calle. ―Sí, señor ―hablé tranquilamente. ―Ahora siéntate otra vez. Quiero repasar algunas cosas contigo. ―Alcanzó el cajón de su escritorio, sacó un teléfono y me lo entregó. ―Esto es para ti. No es para uso personal. Es para que yo tenga un control sobre ti cuando no estás en la oficina. Mi número ya está agendado. Cuando suena, espero que me respondas. Si te envío un mensaje, tienes que responder inmediatamente. ¿Entiendes, señorita Flynn?

26

―Sí señor. Entiendo. ―Bien. También vas a estar aquí a las ocho de la mañana en punto. De hecho, preferiría que estuvieras aquí unos minutos antes y tienes que estar disponible a toda hora. Incluso después del horario laboral. ―Pero señor… ―Sin peros, señorita Flynn. Has aceptado este trabajo como mi asistente personal y tomo esto muy en serio. Si esto va ser un problema para ti, entonces tal vez deberías reconsiderar. ―No va ser un problema, señor. ―Por el amor de Dios, por favor deja de llamarme señor. Llámame solo señor Sutton. ―Sí, señor Sutton―dije. ―Bien. Ahora que hemos aclarado el ambiente, mi traje está encima de la silla. Llévalo a la tintorería y vuelve de prisa. Me levanté de la silla y agarré el traje. Abriendo la puerta del despacho, observé a Garrett cerca de mi escritorio, con una mirada de pánico en su rostro. Sonreí. ―No te preocupes. Puedo manejar al señor Sutton. Dejó salir un suspiro de alivio. ―Me estaba preparando para buscarte un reemplazo.

Jack Miré cómo sus largas y esbeltas piernas y esculpido culo caminaban fuera de mi despacho. Maldita sea, era hermosa y era mi secretaria. No estaba muy seguro como iba a funcionar esto. Mis otras asistentes estaban bien, pero realmente nada para mirarlas. Pero Lorelei Flynn era definitivamente algo para mirar. Qué jodido estaba que me puse duro cuando se puso de pie, colocó sus dedos en mi escritorio y me levantó el tono. Garrett caminó dentro moviendo su cabeza. ―Tienes que dar algunas explicaciones ―dije, mientras le apuntaba con el dedo. ―¿Yo? Qué demonios Jack. ¿No estuvo más de dos minutos aquí y estabas gritándole así? Pudo oírte toda la maldita oficina entera. ―Dijiste que era atractiva. No dijiste que era caliente como el infierno. Esto podría muy bien plantear un problema para mí y mi pene. Puso su mano en la cabeza.

27

―Ni siquiera pienses en ello. Jesucristo, Jack, ¿sabes la demanda que podía poner si incluso pensaras follarla? Es una chica agradable. Déjala en paz. Incline mi cabeza hacia él. ―¿Tienes algo por ella? ―No. Absolutamente no. Necesita este trabajo, hombre. ―¿Por qué lo necesita tan desesperadamente? ―Lo miro. Tengo la sensación que hay algo que no estuvo diciéndome. ―¿Por qué todos necesitan un trabajo? Está manteniéndose sola y vive en Nueva York. Suficiente para decir. Escucha, durante el año pasado has cambiado catorce asistentes personales. Te has ganado una reputación, Jack. Vamos a intentar darle la vuelta y mantener ésta un tiempo. Rodé mis ojos. ―Hago lo mejor que puedo. Suspiró y salió.

28

6 Lorelei

E

ntré a la tintorería y le entregué al encargado el traje de Jack. ―Esto es para el señor Sutton. ―Ah. Usted no es Amber ―dijo.

―No. Soy Lorelei, la nueva asistente personal del Sr. Sutton. ―Ya veo. Otra, ¿eh? Ese hombre sabe cómo hacer sufrir a las asistentes. Tendré esto listo mañana por la tarde. Buena suerte Lorelei. ―Sonrió. Le di una pequeña sonrisa de regreso y escuché el teléfono que Jack me dio sonando. Lo saqué de mi bolso y conmoción invadió mi rostro mientras leía su mensaje de texto. Olvidé decirte. Cuando vuelvas, para en la farmacia y me compras una caja de condones. Esta era una broma, ¿verdad? Realmente no me haría comprar condones. ¿Verdad? Le escribí rápidamente. ¿Habla en serio? Muy en serio. ¿Tienes algún problema con eso? Mierda. Hablaba en serio. Esta era una pesadilla. No. No hay problema en absoluto, señor Sutton. Entré en la farmacia, me dirigí al pasillo donde tenían los condones y me quedé mirando el abrumador exhibidor que estaba delante de mí. Habían pasado años desde que miré condones. De hecho, no creo que alguna vez lo haya hecho. Brett siempre los compró. ¿Por qué demonios había tantos tipos diferentes? Mi mente estaba abarrotada, así que llamé a Stella. ―Hola. ¿Por qué me estás llamando? No renunciaste, ¿verdad? ―No ―le susurré―. Me envió a comprarle una caja de condones y no sé cuáles comprar. Hay tantas clases diferentes que está haciendo que me duela la cabeza. Una explosión de risas llegó a través del teléfono. ―Esto no es divertido, Stella. Necesito tu ayuda. ―Lo siento, Lorelei, pero no uso condones. Tengo un Dispositivo Intrauterino, ¿recuerdas?

29

―Mierda. Lo olvidé. ―Está bien, vas a tener que elegir una caja o preguntarle cuáles prefiere. ―Se echó a reír incontrolablemente. ―Gracias. ―Lo lamento. Realmente lo siento. ―Continuaba riendo. ―Te llamaré más tarde. ―Clic. Bueno, entonces querría ¿delgado, sensible, o tal vez más fuerte? ¿Con textura o sin textura? ¿Era un fanático de los condones de colores? ¿Condones desensibilizados? ¿Lubricados o no lubricados? Joder si supiera. Maldito por hacerme hacer esto. Agarré uno de los ultra-acanalados Ecstasy y llevé la caja hasta el mostrador. ―¿Si estos no son los correctos, puedo devolverlos? ―le pregunté al vendedor. ―¿Usted no sabe si va a comprar los condones correctos? ―preguntó con una sonrisa. ―No son para mí. Son para mi jefe, un hombre con el que acabo de comenzar a trabajar hace aproximadamente una hora. Mi primera misión fue llevar su traje a la tintorería y luego me envió a comprar sus condones. El empleado inclinó su cabeza. ―No serán por casualidad para el Sr. Sutton, ¿verdad? Mi corazón empezó a correr. Tienes que estar bromeando. ―Sí, lo son. ―Fruncí el ceño. El empleado asintió. ―Vuelvo enseguida. ―Llevó la caja con él y, unos segundos más tarde, regresó con una caja de Magnum XL―. Estos son los que utiliza el señor Sutton. Sacudí mi cabeza con disgusto. ―¿Y cómo lo sabe? Rio. ―Usted no es la primera asistente personal que ha enviado a comprar sus condones. ―Gracias. ―Pagué por los condones, los metí en mi bolso y salí. ¿XL? Ahora tenía curiosidad, pero conseguí sacar rápidamente ese desagradable pensamiento de mi cabeza. Él era mi jefe y no debería estar pensando en su pene. Cuando llegué a la oficina, toqué la puerta y me dijo que entrara. Metí la mano en mi bolso, saqué la caja de condones y los puse sobre el escritorio. ―Gracias, y escogiste los correctos. ―Sonrió―. ¿Cómo lo supiste?

30

―Un buen hombre detrás del mostrador me lo dijo. ―Ah, debes haber conocido a Juan. Buen tipo. Empecé a salir de su oficina y me detuve cuando llegué a la puerta. Dándome la vuelta, dije: ―¿Extra-grande? Arqueó la ceja y me sonrió. Respiré profundamente y tranquilamente fui a mi escritorio.

Jack Ella estaba pensando en mi pene y eso me hizo feliz, pero mis pensamientos felices desaparecieron tan pronto como mi madre entró en mi oficina. ―Hola Jack. ¿Aprobaste el diseño final de la revista para la edición del próximo mes? ―Sí, lo hice. ―Bien. Ahora, ¿quién está fuera de tu oficina? ―Es mi nueva asistente y su nombre es Lorelei. ―¿Qué pasó con Amber? Me encogí de hombros. ―Renunció. ―Demonios. Eres tan malo como yo. De todos modos, quiero hacer el lanzamiento de la revista del próximo mes con la presentación de Vidal. Así que organizaremos algo. Esto es importante porque es una nueva y prometedora diseñadora con un ojo increíble y su trabajo debe ser observado. Es nuestro trabajo hacer que eso suceda. ―Claro. Me encargaré de eso de inmediato. ―Bien. Además, voy a cenar en casa esta noche y te quiero allí. Coco y Joshua también estarán allí. A las siete en punto. ―Tengo planes para esta noche. ―Cancélalos. La familia es lo más importante. Ta-tá, cariño. Puse los ojos en blanco y llamé a Lorelei a mi oficina. ―Vamos a estar haciendo un lanzamiento para un diseñador el próximo mes. Aquí hay una lista de lugares que normalmente utilizamos. Llámalos y ve si algo está disponible para el viernes, dos de octubre. Una vez que tengamos el lugar de celebración, tendrás que pedir las invitaciones. Hay una lista de personas que debes invitar en un archivo en tu computadora. ―Sí, señor Sutton.

31

―Eso es todo, Lorelei. Puedes volver a tu escritorio. Me dio un pequeño asentimiento y, mientras salía de mi oficina, no pude evitarlo. ―Ejem, Lorelei. ―Sí. ―Se dio la vuelta y me miró con sus hermosos ojos azules. ―¿Sigues pensando en mi pene? ―Sonreí. ―En realidad, ya me olvidé y no me interesa pensar en ello de nuevo. La pequeña sonrisa en mi rostro se disipó rápidamente cuando dijo eso. Ella iba a ser un desafío. Pero muy pronto, se quebraría.

32

7 Lorelei

L

levé mi cuaderno de dibujo al Central Park y me senté bajo el árbol a dibujar y comer mi almuerzo. Era un hermoso día de septiembre y necesitaba salir de la oficina. Entre el derrame de café y la compra de condones, estaba exhausta y mi día solo iba a la mitad. No podía dejar de pensar en Hope y cómo deseaba poder estar allí después de la escuela y recogerla. Regresar a la rutina del trabajo después de haber estado fuera dos meses era difícil. Mientras estaba dibujando, mi teléfono de negocios timbró. ―Hola. ―¿Dónde estás? ―preguntó Jack. ―Estoy en el almuerzo. Le dije que me iba. ―Es cierto. Lo olvidé. Al regreso, para en un Pickle Deli y cómprame un sándwich de carne. Solo diles que es para mí. Saben exactamente cómo me gusta. ―Sí, señor Sutton. Clic. Me quité el teléfono del oído y lo miré. ¿No podía decir gracias o adiós? Este trabajo iba a ser un desafío. Corrección, Jack Sutton iba a ser un desafío, pero no tenía opción. Necesitaba este trabajo, en especial si estaba pensando en avanzar. Regresé a la oficina y coloqué la bolsa de papel marrón en su escritorio. ―Gracias, Lorelei. ―Sonrió. Mmmm. ¿Por qué estaba siendo tan amable? Tal vez estaba sintiéndose mal por lo de antes, pero lo dudaba. ―De nada. ―¿Cómo estuvo tu almuerzo? ―preguntó. ―Bien. ―¿Qué hiciste? ―Fui a Central Park. ¿Por qué estaba preocupado por lo que hice en mi propio tiempo? ―¿Y qué hiciste?

33

―Comí mi almuerzo. ―Fruncí el ceño. ―¿Entonces trajiste tu propio almuerzo? ―Sí. ¿Hay una regla en contra de eso? ―No. ―Sacudió su cabeza―. Solo tenía curiosidad. ―¿Por qué? ―No lo sé. Ahora vuelve a tu escritorio y déjame comer. Finalmente eran las cinco en punto y no podía estar más feliz. Corrí hacia la casa de mi mamá. Los tres se habían sentado recién para la cena. ―¡Mami! ―gritó Hope mientras se paraba de la mesa y corría hacia mí. ―Hola, bebé. ¿Cómo estuvo tu día? ―Estuvo bien. La abuela me llevó por helado después de la escuela. ―Te mima. ―Sonreí. ―Siéntate y come algo ―me dijo Nick. Caminé hasta ahí, besé su mejilla, y entonces fui donde mi mamá. ―Pareces cansada, cariño. ―Lo estoy. Fue un largo primer día. Después de terminar la cena, llevé a Hope a casa y la metí en la bañera. Una vez que le leí un cuento, la besé por las buenas noches y fui a mi cuarto. Después de cambiarme a mis pijamas, me subí a la cama y hojeé la Sutton Magazine que había traído a casa. De repente, mi teléfono sonó. Extendí la mano y la agarré de la mesa de noche. Mierda. Era mi teléfono del trabajo que se apagó. Me bajé de la cama y tomé mi bolso. Sacándolo y subiéndome de nuevo a la cama, noté un mensaje de texto de Jack. Antes de que vengas a la oficina mañana, de hecho, hazlo cada mañana, quiero que pares por Starbucks y me consigas un Venti Americano con un triple expresso. Pero asegúrate de estar en la oficina a las ocho en punto. Sí, señor Sutton. Disfruta el resto de tu noche, Lorelei. También usted. Trata de no derramar el café sobre mí mañana. Él nunca dejaría pasar eso. No invada mi espacio personal y tampoco lo haré yo. Bien. Esa declaración lo callaría. Tuve mi cuota del señor Jack Sutton por el día y todo lo

34

que quería hacer era irme a dormir y olvidarme de él.

Jack No pude evitar reír cuando vi su respuesta. Era la primera de todas mis asistentes en responderme y eso me excitaba. No era como las demás. Las numerosas veces que pasé por su escritorio, me sonreía. Pero no estaba del todo seguro si era una sonrisa genuina o una sonrisa de púdrete. Incluso después de gritarle en la forma en que lo hice, aun así me sonrió. Tenía una hermosa sonrisa que hacia juego con su pequeña nariz bonita y su hermoso rostro. ―¿A quién, si puedo preguntar, le estás escribiendo? ―preguntó mi madre al entrar a la sala de estar. ―Mi asistente personal. Necesito asegurarme que me consiga el café en la mañana. ―Será mejor que seas amable con ella ―habló Coco mientras entraba detrás de mi madre. ―¿Por qué todo el mundo me sigue diciendo eso? Soy amable. ―Ja. No después de lo que vi hoy. ―Eso fue solo un malentendido, hermanita. ―Un malentendido cuando todo el piso te escuchó gritándole a la pobre chica. Franny estaba prácticamente escondiéndose bajo el escritorio. ―Dios, deja de exagerar. De todos modos, me voy a ir. ―Besé a Coco y a mi madre en sus mejillas y me encontré afuera con Tony. *** A la mañana siguiente, aproximadamente a las siete con cincuenta y ocho, estaba sentado en mi escritorio esperando por mi entrega de café. Tenía exactamente dos minutos. Dejé la puerta de mi oficina abierta así podría solo traerlo sin tocar. Eran las ocho en punto cuando ella entró por la puerta. ―Buenos días. Aquí está su café. ―Sonrió mientras dejaba la taza en mi escritorio. ―Estaba comenzando a preocuparme de que llegarías tarde. ―¿En serio? He estado aquí hace como diez minutos. Incliné mi cabeza hacia ella y entrecerré los ojos. ―¿Dónde? No estabas en tu escritorio. ―No, no lo estaba. Dijo que estuviera aquí a las ocho en punto. ―Miró el reloj en la pared―. Las ocho en punto. ―Sonrió.

35

―¿Entonces dónde estabas? ―pregunté con irritación. ―Por ahí. ―¿Entonces has estado caminando por ahí con mi café por lo últimos diez minutos? ―Síp. ―Lentamente asintió con su cabeza. Arrugué mis labios juntos con fuerza e inhalé severamente. ―Será mejor que no esté frio, Lorelei. ―No lo está. ―Sonrió mientras salía y cerraba la puerta detrás de ella. Estaba haciendo mi mejor esfuerzo por no gritar. Tomé mi café y le di un sorbo. Todavía estaba caliente. Qué bueno para ella que así era.

36

8 Lorelei

E

staba sentada en mi escritorio, mirando invitaciones para el lanzamiento cuando Coco caminó hacia mí.

―¿Cómo van las cosas con mi hermano? ―preguntó, sentándose en la esquina de mi escritorio. Le di una pequeña sonrisa. ―Está bien. Es exigente, grosero, rudo y un poco degradante pero nada que no pueda manejar. Dejó una escapar una risa. ―Me gustas Lorelei. ¿Te ha enseñado Jack al resto de los que hacen la revista Sutton? ―No. ―Moví mi cabeza. ―Vamos entonces. Te haré el gran tour. ―Pero preguntará dónde estoy. ¿Y si me necesita? Hizo una señal con la mano delante del rostro, se levantó de mi escritorio y abrió la puerta de su despacho. ―No puedo creer que grosero eres por no darle a Lorelei el gran tour. Si necesitas algo tendrás que hacerlo tú mismo, porque te la estoy robando por un rato. ―Cerró la puerta de golpe antes de que tenga la oportunidad de responder y me sonrió. La revista Sutton empezaba en el décimo piso e iba hasta la planta decimoquinta. Ahí estaba todo lo del departamento de arte y diseño. Una planta llena de ropa y diseños, un hermoso salón, el departamento comercial y el piso editorial, el cual estaba situado arriba, donde la madre de Jack tenía su despacho. Estaba fascinada por todo la moda y estaba en el cielo. Nos acercamos a un despacho con puertas de cristal y en estas puertas leí “Kit Sutton”. ―Este es el despacho de mi madre. ¿Te han presentado ya? ―No. Entramos y Kit levantó la mirada hacia nosotras. ―Madre, esta es Lorelei Flynn, la nueva asistente personal de Jack.

37

Se levantó de su asiento y extendió su mano, pero no antes de mirarme de arriba abajo. ―Encantada de conocerte. Espero que permanezcas por aquí mucho más que las ultimas catorce. Tragué. No tenía idea que Jack había tenido tantas asistentes. ―Eso pretendo y el placer es mío. ―Le sonreí mientras apretaba ligeramente su mano. ―Espero que te guste trabajar para nosotros en Revista Sutton. ―Gracias. Podría decir que Kit Sutton no era una potencia para desestimar. Era tranquila con una alta autoestima y tenía una postura de mujer de negocios como nadie que había conocido; bueno, excepto su hijo. Era de aproximadamente un metro setenta y cinco de alta con un cuerpo voluptuoso. Su cabello rubio estaba cortado por encima del hombro con puntas onduladas y tenía una mirada seria en sus ojos marrones. Mentiría si no dijera que me había intimidado por completo. Pero teníamos algo en común, las dos compartíamos el amor por Coco Channel. Después del tur, Coco y yo nos dirigimos hacia la duodécima planta. Cuando estaba volviendo a mi escritorio, Jack estaba de pie en la puerta de su oficina. ―¿Necesitas algo? ―pregunté. ―Sí. Necesito que vengas a mi despacho. Entrando, tomé asiento en la silla delante de su escritorio. ―No me has dicho si has reservado un lugar para el lanzamiento del mes que viene. ―Lo tengo. Será en el Lincoln Center a las siete. Estoy consiguiendo las invitaciones impresas y los sobres dirigidos a las personas de la lista de invitados. Entrecerró sus ojos hacia mí y se echó hacia atrás en la silla. Dios mío, era sexi y cada vez que lo miraba, me sentía como perdida en su mirada. ¿Qué demonios pasaba conmigo? Podría tener un aspecto algo especial, pero sus modales en general definitivamente apestaban. ―¿Hiciste todo esto sin decírmelo? ―Sí. Me pediste que haga algo y lo hice. ¿Querías que te molestara con todos los pequeños detalles? ¿No confías en mi habilidad para terminar algo que me has pedido hacer? ―Para ser sincero, no. He tenido malas experiencias con mis anteriores asistentes. ―Ya veo. Bueno, puedo asegurarle, señor Sutton, que no lo decepcionaré. Si tengo alguna pregunta, vendré a preguntarle y hablaremos sobre ello. La comisura de su boca se curvó ligeramente hacia arriba. ―Hasta que confíe totalmente en tus habilidades, quiero que todo pase por mí primero. ¿Entiendes?

38

―Totalmente. ―Mis labios dieron paso a una sonrisa forzada―. ¿Algo más? ―No. Eso será todo.

Jack Había algo en Lorelei que estaba provocándome querer conocerla mejor. Quizás era por cuan hermosa era. Quizás era por lo que me imaginaba que llevaba debajo de la ropa que llevaba. Quizás era su colonia Joe Malone que se filtraba en el aire cada vez que estaba cerca. Le daré crédito, sabía cómo elegir su perfume. Mi última asistente, Amber, olía siempre como colonias baratas de droguería. Me encogía cada vez que entraba en mi oficina. Sea lo que sea que era esto, que me provocaba tener esta ardiente necesidad de llegar a conocerla mejor, estaba sacando lo mejor de mí y me volvía loco. No debía sentirme de esta manera. Era mi asistente personal pero todo lo que podía pensar era mil maneras para que ella me asista personalmente en otras cosas que las de oficina. Verás, era esta clase de pensamientos que tenía que parar. Más tarde aquella noche, llevé una amiga conmigo, Jamie Walters, para cenar y después de vuelta a mi casa para follarla. Nunca llevaba la mujer que traía escaleras arriba hasta mi cama. Tenía un dormitorio extra en la primera planta que utilizaba y nunca les permitía pasar la noche. No estaba interesado en acurrucarme, sostenerlas, acariciarles el pelo; ninguna de estas estupideces románticas. La única cosa que quería era un buen sexo que me dejara satisfecho y luego las enviaba a sus casas. Algunas se iba llorando y otras se iban muy enfadadas. Era su problema, no mío.

39

9 Lorelei

G

racias a Dios que era viernes. Mi último día de trabajo por dos días y luego podría pasar todo el fin de semana con mi hija. Jack no estuvo en la oficina la mayor parte de la mañana porque estaba en reuniones consecutivas. Finalmente fue la hora de comer, así que agarré mi cuaderno de dibujo, que estaba encuadernado en un estuche de cuero con cremallera, mi almuerzo y me dirigí al Central Park. Sentada bajo el mismo árbol en el que había estado, trabajé en mis bocetos y comí mi almuerzo. No pasó mucho tiempo antes de que mi teléfono de la empresa sonara con un mensaje de texto de Jack. Sé que estás en tu hora de almuerzo, pero cuando hayas terminado, necesito que vayas a Banana Republic y recojas los trajes que había separado. Llama a Tony cuando los tengas y él te recogerá. También, para en el Starbucks y traes mi café. Sí, señor Sutton. Cuando mi hora de almuerzo terminó, hice lo que Jack me pidió. Después de recoger los trajes y parar en Starbucks, entré en su oficina y dejé la taza sobre su escritorio. ―Cuelga la ropa en ese estante de allá. ―Señaló. Se levantó de su escritorio y sacó el plástico de cada uno de los trajes. ―¿Qué carajo? ¡Esto no es lo que pedí! ―gritó―. ¿Quién carajo prepara estos atuendos? ―Se paseó por la habitación con rabia. Me puse de pie y miré los conjuntos de ropa, luego me acerqué a ellos y cambié algunas cosas. ―¿Qué demonios crees que estás haciendo? ―preguntó. ―Reorganizando algunas cosas. Creo que se ven mejor de esta manera. Dio un paso atrás con las manos en las caderas y miró los trajes que combiné y luego me miró. ―¿Crees que se ven mejor? ―Sí ―le hablé suavemente. ―Bueno, no lo sé. Coco entró en la oficina. ―Oh, perfecto. Conseguiste la ropa de Banana Republic. Luce bien, Jack. ―Sonrió

40

mientras sacaba el estante de su oficina. Lo miré y me encogí de hombros. ―Le dije que se veían bien. Él suspiró y puso los ojos en blanco. ―Fuera de mi oficina. No sabía cuál era su problema, pero no tenía necesidad de desquitarse conmigo. Finalmente fueron las cinco. Agarré mi cuaderno de dibujo, mi bolso y salí del edificio. Mientras estaba tratando de llamar un taxi, mi teléfono de la empresa sonó. Era Jack. Me espanté. ―Hola. ―Necesito que te reúnas conmigo para cenar esta noche. Tengo algunas cosas que quiero revisar contigo con respecto a la fiesta de lanzamiento. ―¿No pueden esperar hasta el lunes? ―No, señorita Flynn. No pueden. Nos vemos en The Four Seasons a las ocho en punto. ―Pero, señor… ―Nada de peros, Lorelei. Debes estar allí o de lo contrario. ―Clic. No podía creer esto y su atrevimiento. Rápidamente llamé a Stella. ―Hola amiga del alma. ¿Qué pasa? ―Siento tanto pedirte esto, pero ¿crees que tú y Sebastian puedan venir y cuidar a Hope esta noche? Mi estúpido jefe está haciendo que me reúna con él para cenar en The Four Seasons. ―Buen lugar. Pero ¿por qué está haciendo que te reúnas con él un viernes por la noche? ―Dijo que necesita revisar algunas cosas conmigo en relación a la fiesta de lanzamiento. ―Finalmente paré un taxi y subí. ―Hmm. A mí me parece que está usando eso como excusa para verte. ―Oh por favor. Me has hecho vomitar en la boca, quiero que lo sepas. Se rio. ―Por supuesto que iremos a cuidar a Hope. Voy a llevar algunos juegos de mesa. Será divertido. ―Gracias. Te lo debo. ―No, no lo haces. ―¿A qué hora nos quieres allí?

41

―Tengo que encontrarlo a las ocho en punto. Así que en mi casa a las siete y quince. ―Está bien, cariño. Bueno, nos vemos más tarde. Recogí a Hope de la casa de mi mamá y esperé hasta que llegamos a casa para contarle sobre mis planes para la cena. ―Nena, tengo que reunirme con mi jefe para cenar esta noche, pero la tía Stella y el tío Sebastián van a venir y quedarse contigo. ―Está bien. ―Miró hacia abajo con decepción―. ¿Por qué te estás reuniendo con él? ―Quiere revisar algo de la planificación para un evento que su revista está auspiciando. ―Pasé la palma de mi mano por su mejilla. ―Parece un hombre malo. ―Lo es. Pero no te preocupes. Tenemos todo el fin de semana para nosotras. ―Bueno. ―¿Entiendes, verdad? ―Sí. Sé que es tu trabajo. ―Gracias nena. Te lo compensaré. Se fue y se sentó en mi cama mientras preparaba la cena. The Four Seasons era un lugar elegante y tenía que vestirme de manera apropiada. Fui a la parte posterior de mi armario y saqué un vestido corto negro que hice algunos meses atrás, pero nunca tuve la ocasión de usar. ―¿Qué piensas? ―le pregunté a Hope mientras lo levantaba hacia mí. ―Me gusta. ―Sonrió. Después de ponerme el vestido, torcí mi cabello recogiéndolo arriba con un clip y retoqué mi maquillaje. Escuché la puerta principal abrirse y Hope saltó de la cama para correr y ver a Stella y Sebastián. ―Mírate, chica sofisticada. ―Stella sonrió mientras entraba en el dormitorio―. Luciendo toda caliente para el jefe. ―Oh por favor. Ya sabes, The Four Seasons es de lujo. ―Lo sé, pero de alguna manera, tengo la sensación que la mandíbula del señor Sutton va a caer cuando entres. ―Oh, caerá, y estoy segura que algunos gritos saldrán cuando lo haga. Ella se rio y me puse mis tacones. ―Gracias otra vez por venir. Entré en la sala y Sebastian silbó cuando me vio. Lo golpeé en el pecho con una sonrisa, besé a Hope despidiéndome y me dirigí al The Four Seasons.

42

Cuando llegué al restaurante, la anfitriona me llevó a la mesa donde ya estaba sentado Jack. ―Guao ―habló―. Te ves genial. Me gusta ese vestido. ¿Dónde lo conseguiste? ―Lo hice ―contesté mientras me sentaba en el asiento frente a él. Sus ojos se abrieron. ―¿Tú hiciste eso? ―Sí. Ladeó su cabeza. ―¿Hay algo que no sé de ti? Dejé escapar una risa ligera. ―¿Qué quiere decir? ―Reorganizaste los trajes en mi oficina para que se vean mejor y ahora estás usando un vestido que luce espectacular, que tú misma hiciste. Cogí el vaso de agua que estaba en frente de mí y tomé un sorbo. ―Estudié en Parsons durante un par de años. ―Interesante. ¿No te graduaste? ―preguntó. ―No. Tuve que retirarme debido a una emergencia familiar, por lo que perdí mi beca. No podía permitirme el lujo de volver. ―Ya veo. ¿Cómo fue que no sabía que eras una chica fashion? ―Nunca preguntó, supongo. ―Entonces voy a tener que empezar a hacer más preguntas. ―Me guiñó. Estrechando mis ojos hacia él, hablé: ―Dijo que no le gustaban los trajes que combiné. ―A mi hermana le gustaron y eso es todo lo que importa. Y no es que no me gustaron. Estaba enojado porque no eran exactamente lo que pedí.

43

10 Jack

U

tilicé la fiesta de lanzamiento como excusa para cenar con Lorelei. Después de decirme buenas noches, y mientras la miraba caminar por el pasillo y entrar en el ascensor, la idea de no verla otra vez hasta el lunes me molestaba. Ya tenía planes esta noche con Katie pero los había cancelado para cenar con Lorelei, a pesar de que el sexo no sería parte de nuestros planes. ―¿Puedo ver tu mano? ―pregunté. ―¿Perdone? ―Ladeó su cabeza. Mis labios dieron paso a una pequeña sonrisa. ―Déjame ver tu mano. ―Coloqué la mía cara arriba encima de la mesa. ―¿Por qué? ―Lorelei, no muerdo. Vacilando la extendió por encima de la mesa y colocó su mano en la mía. Joder. Su mano estaba tan suave y mi polla tan levantada. Pasé los dedos suavemente a lo largo de ella. ―Tienes dedos largos y delgados, lo cual indica creatividad. ―Sonreí. Lo único que podía pensar en aquel momento era cuan buenos serían estos dedos envueltos alrededor de mi polla. Mierda. ―Me han dicho eso antes. ―Me sonrió de vuelta. Acariciarla era demasiado y el quemar de la rabia manando por mi cuerpo era insoportable. Solté su mano y tomé un trago de mi bebida. ―¿Garrett no le ha contado nada sobre mí? ―preguntó. ―No, y sabe que no tiene que hacerlo. Confío en él para contratar a las mejores personas para mí. ―Pero usted ya ha cambiado catorce asistentes. ―¿Y cómo sabes eso? ―Sonreí con indiferencia. ―Me lo contó su madre. Dijo que tiene la esperanza de que permanezca más que tus últimas AP. Solté una carcajada.

44

―Bueno, no puedo culpar a Garrett, o tal vez sí. Quién sabe. Pero tengo la sensación de que ha hecho la mejor elección esta vez. ―Lo veremos. ¿No? ―Sonrió y mi polla alcanzó su tope. ―¿Qué otras cosas hay sobre ti que debería saber? ―Señor Sutton, me invitó aquí esta noche para hablar sobre la fiesta de lanzamiento, no sobre mi vida personal. Así que, si no le importa, me gustaría pasar a ello. Arqueando mi ceja, miré en sus azules ojos. ―Parece que tienes prisa. ¿Hay un novio esperando en casa por ti? ―No. Silenciosamente dejé escapar un suspiro de alivio. Sin marido y sin novio. Esto era bueno, pero impactante. ¿Por qué una chica tan hermosa e inteligente como ella no tenía un novio? Cuando estábamos comiendo nuestra cena, saqué el teléfono de mi bolsillo y vi que mi madre estaba llamando. ―Hola. ―Jack, tienes que venir a la oficina ahora mismo. Vidal acaba de juntar la línea de ropa para el despliegue de diciembre y necesitamos repasarla. Coco también está aquí. ―Estoy en medio de una cena. ¿No puede esperar hasta mañana? ―Ponla para llevar y te la comes más tarde. Y no, no puede esperar hasta mañana. En caso de que te hayas olvidado, me voy a Los Ángeles. Suspiré. ―Vale. Estaré ahí lo más pronto que pueda. ―Click―. Lo siento, Lorelei, pero tendremos que hablar del resto de los detalles el lunes. Mi madre me necesita. ―¿Está todo bien? ―preguntó. ―Si. Me necesita en la oficina. Ese es el motivo por el cual la mujer se ha divorciado seis veces. Intentó no reír, pero lo hizo de todos modos. Sonreí. ―Acompáñame en el auto hasta la oficina y después Tony te llevará a casa. ―No importa señor Sutton. Puedo ir en metro. ―No irás en metro tan tarde. No es seguro. A decir verdad, no es seguro nunca. Hice una seña con mi mano a la camarera y ella nos puso la comida para llevar. Lorelei salió del reservado y coloqué mi mano en la parte baja de su espalda mientras salíamos del restaurante. Entrando en la limusina, le dije a Tony que nos llevara a la oficina y

45

luego las instrucciones para llevar a Lorelei a su casa. Cuando llegamos a la oficina, salí de la limusina y me incliné para ver a Lorelei una última vez. ―Por cierto, puedes llamarme Jack. ―Sonreí y cerré la puerta.

Lorelei Permanecí ahí con una mirada confusa en mi rostro cuando él cerró la puerta. ¿Quería que le llamara Jack? ¿Por qué? La manera en que pasó sus dedos por los míos en la cena envió un torbellino por mí. Su toque y la sensación que sentí hicieron a mi cabeza dar vueltas. Empecé a sudar y mi corazón empezó a latir más rápido. Había perdido incluso la respiración por un momento y no podía explicar por qué. Tal vez era porque él era tan malditamente sexi. Era confiado, demasiado confiado. Era el tipo de persona a la que le gustaba el control. Odiaba a la gente así. Pero había algo en Jack Sutton que provocaba un dolor entre mis piernas. Un dolor que no había sentido en muchos años. El tipo de dolor que me asustaba y podría volverse potencialmente peligroso. Él se sentía atraído por mí. Eso era más de lo que podía decir, pero, ¿yo quería esto? ¿Quién no quisiera un buenorro y sexi empresario millonario atraído por ella? Pero éramos totalmente opuestos y estaba bastante segura de que solo se sentía atraído por mi aspecto exterior. Otra muesca en su cinturón era algo en lo que yo no iba a convertirme. ―Tony, ¿Jack siempre te ha ordenado llevar a casa sus AP? ―No Lorelei. Eres la primera. ―Sonrió a través del espejo retrovisor. ―Ya veo. ―Bajé la mirada a mis manos. Tony se detuvo en mi edificio y me abrió la puerta. Saliendo, le di las gracias y me fui a mi apartamento. ―Regresas temprano. ―Me sonrió Stella cuando caminé por la puerta. ―Él tuvo que ir a su oficina a encontrarse con su madre. Algo sobre la edición de diciembre. ―Oh. ¿Entonces de que hablaron? ―Sonrió con superioridad. Puse los ojos blancos mientras caminaba a la cocina y me servía una copa de vino. ―¿Hope está en la cama? ―Si. Ha estado dormida más o menos una hora ―contestó Sebastian. ―Él quería hablar sobre mi vida personal. Stella sonrió mientras envolvía su brazo alrededor mío.

46

―Él no puede apretar todo lo que quiere. Es un mujeriego y en lo único que piensa es en sexo. ―¿Y? No has tenido sexo en siete años y él se pone condones extra largos. ―¡Espera un momento! ―Sebastian puso las manos en alto―. ¿Cómo coño sabes tú eso? ―¿No te lo he dicho? ―Se rio―. La mandó a comprarle una caja. Sebastian entornó sus ojos. ―Este tipo suena como un idiota. ¿Quién hace esa mierda? ―Jack Sutton. Este es quien ―dije.

47

11 Jack

L

legué a la oficina a las seis a.m., y cerca de las siete, Garrett entró, tomando asiento frente a mí. ―¿Cómo estuvo tu fin de semana? ―preguntó

―Estuvo bien. Trabajé la mayor parte. Sabes que me iré por la Semana de la Moda a París en algunos días y siempre es agitado por esas fechas. Me dio un ligero asentimiento mientras cruzaba sus manos y las llevaba a sus labios. ―Temo preguntar cómo le está yendo a Lorelei. ―Está trabajando bien. Tiene mucho talento. ¿Por qué no me dijiste que estudió en Parsons? ―¿Hubiera importado? No te importaba una mierda lo que hicieran tus AP siempre y cuando fueran capaces de trabajar para ti. Me encogí de hombros. ―Todavía creo que deberías habérmelo dicho. ¿Qué más sabes de ella? ―Nada. Eso es todo. ¿Por qué? ―Por nada. La llevé a cenar el viernes por la noche para discutir los detalles de la fiesta de lanzamiento e intenté que hablara de su vida personal, pero no lo hizo. Inclinó su cabeza, entrecerrando los ojos. ―¿Tu, Jack Sutton, llevaste a tu AP a cenar? Nunca has hecho eso. Me encogí de hombros otra vez. ―Quería aclarar los detalles. Se sentó allí y me miró por un momento, sus ojos buscando dentro de mí por algo. ―Jesús Cristo, Jack. ¡No! ¡De ningún maldito modo! ―¿Qué? ―Levanté mis manos. ―Ni siquiera pienses en acostarte con ella. ¡Joder, Jack! ¿Qué mierda pasa contigo? ―¿Dije que quería dormir con ella? Solo dije que quería conocerla mejor.

48

―Y tú conociéndola mejor terminará con los dos en tu cama y, antes de que lo sepas, ella estará lastimada y no merece eso. Coco entró y, al instante, Garrett cambió su tono y una sonrisa adornó su rostro. Había estado notando eso a menudo y comenzaba a molestarme. ―¿Qué está sucediendo aquí, caballeros? ―Sonrió Coco. ―Nada. Solo estamos teniendo una pequeña conversación de negocios ―respondí. ―Jack quiere conocer mejor a Lorelei. ―Soltó Garrett. Coco arqueó una ceja. ―¿Por qué? Tú nunca quieres conocer a alguien personalmente. Me apoyé en la silla. ―Por Dios santo. Es una buena AP y me gustaría conocerla mejor. Eso es todo. ―Hmm. Aléjate de ella, Jack. Es una buena chica y sucede que me gusta, lo cual es más de lo que podría decir de las otras mujeres que te acompañan. ―¿Qué mierda se supone que significa eso, Coco? ―Solo estoy diciendo que las mujeres superficiales con las que eliges dormir son justo eso. Falsas y de plástico. Lorelei es una persona real y no merece ser tratada con un poco respeto por los que son como tú. ―Ustedes dos dejarán mi oficina en este instante. De hecho, les mostraré cuan amable puedo ser con ella. Voy a decirle que irá a París con nosotros. Necesitaré una AP allí para manejar algunas cosas. Coco rio. ―Nunca has tenido una AP en París o en algún otro lugar, de hecho. La única cosa que necesitas controlar es tu pene. Garrett estalló en risa. ―Está bien. Está bien. Ya tuvieron su diversión. ¡Ahora salgan de mi oficina! Miré el reloj. Eran las siete y cuarto. Tomé mi teléfono y le envié un mensaje a Lorelei. ¿No estás por casualidad dándole la vuelta al edificio con mi café, no? No. Estaré allí en cinco. Starbucks fue una locura esta mañana. ¿Y que tiene eso de diferente con cualquier otra mañana? Mientras miraba mi teléfono, esperando una respuesta, escuché la voz de Lorelei. ―Bien. Fui a tomar el café del mostrador, lo derramé accidentalmente y tuvieron que hacerme uno nuevo ―habló mientras estaba parada en la puerta.

49

―Bueno, al menos no fue en mi traje. ―Tendí una mano por mi café―. Ve a dejar tus cosas y luego ven aquí y siéntate. Tengo que hablarte de algo.

Lorelei Después de entregarle a Jack su café, fui a mi escritorio y acomodé mis cosas. Pasé todo el fin de semana pensando en él y no podría decir por qué. Lo único que sabía era que él estaba en mi mente cuando no debería haber estado y eso en verdad me molestó. Después de encender la computadora y tomar mi bloc de notas, un niño pequeño, de unos cinco años vino a mi escritorio. ―Bueno, hola allí. ―Sonreí. ―Eres bonita, ―habló. ―Gracias. Y tú eres un niño muy apuesto. ―¿Qué es esto? ―preguntó, mientras tocaba el papeleo en mi escritorio. ―Algo que no deberías estar tocando ―dijo Jack con irritación mientras salía de su oficina. El niñito corrió por el pasillo y hacia su madre. ―Eso no fue muy agradable. Es solo un niño. ―No me gustan los niños. Tráeme la lista de invitados a mi oficina y terminemos la ubicación de los asientos. Tomando la lista de invitados de mi escritorio, lo seguí a su oficina. ―¿Qué quieres decir con que no te gustan los niños? ―Exactamente eso. No me gustan los niños. ―Su tono era plano. ―Fuiste niño alguna vez. ―Y no me gustaba a mí mismo. Ahora que soy adulto, me agrado mucho más. ―Guiñó un ojo. ―Eso es algo terrible de decir, Jack. ―Le entregué la lista de invitados y él la miró. ―¿Te gustan los tiburones? ―preguntó. ―No. No particularmente. ―Y a mí no me gustan los niños. Negué y me senté allí sin poder creer que comparase un niño con un tiburón. ―¿Entonces no planeas tener una familia?

50

Rio. ―¿Quién, yo? ¿Parezco un hombre de familia para ti? ―Supongo que no. ―Está bien, ahora que establecimos que no soy un hombre de familia, terminemos la lista de asientos. Una vez que la lista de asientos estuvo arreglada, Jack me miró. ―Tengo buenas noticias para ti. ―Sonrió. ―¿Oh? ¿Y cuáles serían? ―Vendrás a París conmigo. Bueno, con nosotros. Mi madre, Coco, un par de otras personas y yo. Juro que el color se drenó de mi rostro. Mierda. Mierda. Mierda. No había forma de que pudiera ir a París. Él se iba en unos días y no podía dejar a Hope. No podía decirle eso porque acababa de despotricar sobre cuánto odiaba a los niños y no lo entendería. ―Lo siento, Jack. No puedo. ―¿Disculpa? ―Inclinó su cabeza. ―Me encantaría pero… ―Piensa, Lorelei, y hazlo bien―. Mi madre está enferma y no puedo dejarla ahora. ―Oh. Lamento escuchar eso. Espero que no sea nada serio. ―Todavía no lo sabemos. Es por eso que no puedo dejar el país. ―Entiendo. Quizás el próximo año. Eso será todo ―dijo. Salí de su oficina y, cuando me senté en mi escritorio, me hundí en la silla. No podía creer que le mentí sobre mi madre estando enferma. ¿Qué demonios estaba mal conmigo? No había forma de que dejara a mi hija atrás y volara a París. A medida que el día avanzaba, su actitud hacia mí fue diferente. Entraba y salía de reuniones todo el día y apenas me habló.

51

12 Lorelei

E

n lugar de ir a Central Park para almorzar, me encontré con Stella en la tienda de café al final de la callé. Mientras ella hablaba de cuan horrible estaba siendo su día, dejé escapar:

―¿Puedes creer que odia a los niños? ―¿Huh? ―Me dio una mirada en blanco mientras mordió su croissant. ―Jack. Hoy me dijo que odia a los niños. ―¿Por qué odia a los niños? ―No lo sé. No lo dijo. Solo dijo que no le gustan. ―Nunca le contaste sobre Hope, ¿cierto? Tomando un sorbo de mi café, suspiré. ―No. ¿Por qué lo haría? ―¿Por qué no lo harías? Él es tu jefe y como que pienso que debería saber que tienes una hija. Pero entonces otra vez, ya que el odia los niños, quizás te despida porque tienes uno. ―Sonrió―. Mantén a Hope para ti misma. ―No tienes que preocuparte por eso. No tengo intenciones de decirle nada sobre mi vida personal. ―Buena chica. ―Tomó su bolso y lo arrojó sobre su hombro―. Tengo que correr. Tengo una reunión en diez minutos. ―Me dio un ligero beso en la mejilla―. Intenta no matarlo. ―No lo haré, porque si lo hiciera, me quedaría sin trabajo. ―Sonreí. Antes de volver a la oficina, me detuve en Starbucks y le conseguí a Jack su usual café del mediodía. Cuando entré a su oficina, estaba al teléfono, así que lo coloqué en su escritorio. ―Espera, James. ―Lo escuché decir―. ¿Lorelei? ―Si. ―Me detuve y me di la vuelta. ―¿Te pedí que me trajeras esto? ―No, pero siempre quieres uno a esta hora. ―Hoy no, por favor llévatelo.

52

Mi Dios, el hombre era un idiota. Tomé la taza de su escritorio y la llevé al mío. Si él no lo quería, yo sí. Desde que le dije que no podía ir a París, tiene la peor actitud conmigo. Es como si tuviera rencor contra mí por no ser capaz de ir. Salió de su oficina y no dijo una palabra sobre a dónde iba. Buena forma de deshacerse de mi fue lo que pensé. Cuanto menos estuviera cerca, mejor estaba. De hecho, no podía esperar a que su tonto trasero se fuera para París. Garret me sonrió mientras se dirigía hacia la oficina de Jack. ―No está allí dentro ―dije. ―¿Dónde está? ―No lo sé. Por el momento, no me habla. Garret dejó salir una risa. ―¿Por qué? ¿Derramaste café sobre él otra vez? ―No. Quería que fuera a París con él y le dije que no podía. Ahora está todo enojado. ―¿Le dijiste por qué no podías ir? ―Mentí y le dije que mi madre no se sentía bien y no podía dejar el país. ―En realidad no puedes ir por tu hija, ¿cierto? ―Si. Nunca le dijiste a Jack acerca de Hope. ¿Por qué? ―pregunté. ―Hay ciertas cosas que Jack no necesita saber y sentí que si le decía sobre tu hija, me hubiera dicho que te despidiera. No es exactamente un amante de los niños y hubiera sentido que tener un niño se hubiera mentido en los negocios. ―Lo sé. Ya tuvimos esa discusión sobre que no le gustaban los niños. ―Escucha, Lorelei. No dejes que Jack se meta contigo. Solo ven, haz tu trabajo, y todo estará bien. Jack hablará contigo otra vez cuando vuelva de París. ―¿De veras? Porque me gusta cuando no me habla. Rio. ―Eres la mejor AP hasta ahora. Tengo que irme. Tengo una reunión. Si ves a Jack, dile que pasé por aquí. ―Eso quiere decir que tendré que hablar con él. Garrett me señaló y me guiñó un ojo antes de alejarse.

Jack Mientras estaba en el registro del aeropuerto, noté que mi pasaje de abordaje decía “asientos económicos”. ¿Qué mierda? Saqué mi celular y llamé a Lorelei.

53

―Oficina del señor Sutton. ―Soy yo. ¿Por qué mierda estoy sentando en económica? ―No lo sé. Yo no hice sus reservaciones. Mierda. Tiene razón. Amber lo hizo. Esa perra. ―Puedo cambiar mi vuelo de ida yendo para allá. Llama a las aerolíneas y cambia para mi vuelo de regreso. No tengo tiempo para tratar con esto. ―Lamento eso, Jack. Quizás tu última AP lo hizo porque estaba planeando renunciar y tú la enojaste ―habló Lorelei. ―¿Disculpa? ―Solo una observación. Tendré el vuelo de regreso cambiado. ―¡Más te vale! ―Click. Había estado al borde toda la semana porque Lorelei no estaba uniéndose a nosotros en París. Esta hubiese sido una experiencia fantástica para ella y todo hubiera estado pagado. Ya que ella amaba la moda y la industria, podría haber aprendido algunas cosas en este viaje, además de que hubiera estado con ella y hubiese tenido oportunidad de pasar mucho tiempo con ella. Quizás llegar a conocerla mejor. Mientras hablaba con la chica del mostrador, me informó que todos los asientos de primera clase estaban reservados. Ahora estaba realmente enojado y tenía que encontrar un modo de conseguir un asiento en primera clase. Maldita perra esa Amber. Lorelei tenía razón. Apostaba a que lo hizo a propósito y probablemente estaba sentada en su casa justo ahora riéndose, sabiendo que estaba atrapado en clase económica. Tomé asiento en mi puerta entre mi madre y un hombre mayor. Miré su pasaporte de abordaje, que estaba en su mano, y vi que él estaba en primera clase. ―Discúlpeme, señor. ―Si. ―Me miró. ―Veo que usted está en primera clase. Le reembolsaré su boleto, además le daré unos cinco mil dólares si cambia asientos conmigo. Arqueó una ceja y me miró. ―¿En serio? ―Si. Y llamaré a mi asistente ahora mismo y le transferiré su dinero. ―Acabas de comprar un boleto en primera clase muy caro, hijo. ―Sonrió. Le devolví la sonrisa y saqué mi teléfono, marcando a Lorelei. ―Oficina del señor Sutton.

54

―Soy yo otra vez. Necesito que transfieras cinco mil dólares al señor Thomas Burkhart. Lo pondré al teléfono así podrá darte su número de cuenta. ―Umm. Está bien. Una vez terminó de darle a Lorelei su número de cuenta, me devolvió el teléfono. ―Asegúrate de que se haga lo más pronto posible. Como justo ahora, Lorelei. ―Lo estoy haciendo ahora. Entonces, déjame adivinar. Acabas de comprar el asiento del hombre en primera clase, ¿cierto? ―Si. ―Ten un buen vuelo, Jack. ―Lo haré ahora. ―Click

55

13 Lorelei

Q

ué agradable y tranquila fue la semana con Jack fuera. Lástima que estaba llegando al final y el estaría de vuelta en la oficina el lunes. Incluso algunos días me había escabullido antes y recogido a Hope en el colegio.

Era sábado por la noche y Hope y yo empacamos nuestra comida del último picnic del año y nos encontramos con mi madre, Nick, Stella y Sebastian en Central Park. El tiempo estaba empezando a cambiar y se estaba poniendo frío. Después de comer, Sebastian y Nick llevaron a Hope hasta los columpios. ―¿Cuándo se espera que vuelva Jack? ―preguntó Stella. ―Su vuelo sale esta noche y estará de vuelta en la oficina mañana. ―Suspiré. ―Este hombre parece una persona horrible ―dijo mi madre―. No sé cómo puedes soportar trabajar para él. ―No tengo opción, mamá. Puede llegar a ser una persona difícil, pero nada que no pueda manejar. ―Creo que el señor Sutton tiene un enamoramiento con tu hija. ―Sonrió Stella. ―¡Para con esto! No lo tiene. ―Bueno, si lo tiene, Lorelei no es tan estúpida como para involucrarse con un hombre así. ¿Verdad cariño? ―Sí, mamá. ―Pero… tal vez un poco de sexo casual no le haría daño. ―Sonrió con autosuficiencia. ―¡MAMÁ! Es mi jefe. Ella se encogió de hombros. ―Y qué. Sexo es sexo. No tiene que ser algo más. He tenido un montón de sexo con diferentes tipos después de que tu padre murió. Cubrí mis oídos con mis manos. ―¡PARA! Stella cayó hacia atrás en la hierba con un ataque de risa. ―Relájate Lorelei. ¿De verdad crees que no he tenido relaciones sexuales hasta Nick?

56

―Ella no ha tenido ―dijo Stella cuando se sentó. La mirada en el rostro de mi madre mostró gran estupefacción cuando me miró. ―¿De verdad? ¿No has tenido relaciones sexuales desde Brett? ―No voy a hablar sobre esto. ―Cariño. ―Se estiró y agarró mi mano―. Eres demasiado joven como para pasar tanto tiempo sin sexo. ¿Qué pasa contigo? ―¿Qué? ¿Cómo puedes preguntar esto? Nada está mal conmigo. Solo que no he tenido interés en nadie desde que Brett murió. Hope es mi vida y no voy a cagarla saliendo y teniendo sexo sin sentido con hombres extraños. ―No estas cagándola, ¿verdad? ―Sonrió con malicia. Gracias a Dios que Nick, Sebastian y Hope estaban caminando de vuelta porque no podía soportar más la conversación con mi madre. ―¿Lista para irnos, cariño? Tenemos que meterte al baño. ―¿Vas a recogerme de nuevo mañana en el cole? ―preguntó ella mientras ponía las manos alrededor de mi cuello. ―No dulzura. El señor Sutton estará de vuelta en la oficina mañana ―hablé mientras pasaba la mano por su cabello. ―Ehh, Hope, tengo una idea ―dijo Stella mientras le agarraba la mano―. Da la casualidad de que no trabajo mañana, por lo tanto que te parece si te recojo del colegio y vamos de compras. Necesito algunos maquillajes nuevos y me gustaría que me ayudaras elegir colores nuevos. Los ojos de Hope brillaron y le dio una pequeña sonrisa a Stella. ―Me encantaría. ¿No te molesta, abuela? ―preguntó. ―Por supuesto que no, pequeña. ―Gracias. ―Modulo con mis labios a Stella. *** Después del baño de Hope, nos sentamos en la mesa de la cocina y empecé a garabatear un nuevo vestido mientras Hope hacía sus deberes. De repente, escuché mi teléfono sonar desde mi bolso. Era el teléfono de trabajo y había un mensaje de Jack. Estoy de vuelta en New York. Espero que no me hayas echado demasiado de menos... Tenemos mucho que repasar mañana, así que estate preparada para un día muy ocupado. Maravilloso. Bienvenido de vuelta. Te veré mañana.

57

No te olvides de mí café. Puse los ojos blancos. No lo haré. Se ha vuelto una parte de mi rutina matinal. Muy bien. Intenta no derramarlo esta vez. Haré lo mejor que pueda. Ten una buena noche, Jack. Tú también. ―¿A quién le estas escribiendo mami? ―preguntó Hope mirándome. ―A mi jefe. ―Oh. La madre de Addison y su novio llevaron a Addison al zoológico ayer. Me dijo el viernes que estaba ansiosa por ir. ―Que bien. Podemos ir al zoo si quieres. Se encogió de hombros y volvió a sus deberes. Pude notar que algo pasaba con ella y me molestaba. La mañana siguiente me preparé para ir a trabajar a la jaula del león. Entrando en el despacho de Jack, me di cuenta de que no estaba ahí, así que deje el café en su escritorio y estaba saliendo cuando choqué directamente con él en la puerta. Quiero decir, literalmente choque con él. Ligeramente me tomó mi brazo. ―Buen día. ―Sonrió. ―Buenos días. Lo siento. ―No lo hagas. Me encanta cuando mujeres hermosas chocan conmigo. ―Guiña. Mierda. Sentí un hormigueo bajo y mi estómago empezó a tener mariposas. Me había llamado hermosa. La simple vista de él era intoxicante. Supongo que no verlo durante una semana realmente había elevado su factor sexi. ―¿Cómo estuvo París? ―pregunté. ―París estuvo bien, pero podría haber sido mejor si hubieras estado ahí ―dijo mientras tomaba asiento detrás de su escritorio―. ¿Cómo está tu madre? ―Oh, ella está mucho mejor. ―Ya veo. ¿Fue un virus o algo? ―Si. Eso creemos. Sus ojos me miraron fijo. Una mirada que me decía que sabía que estaba mintiendo. ―Hey Jack ―dijo Coco mientras metía la cabeza en su oficina―. Mamá nos necesita arriba. Buenos días Lorelei. ―Sonrió.

58

―Buenos días. Jack suspiró mientras se levantaba de su escritorio. ―Lorelei, repasaremos unas cuantas cosas cuando este de vuelta. Le di un pequeño asentimiento y lo seguí fuera del despacho. Tomando asiento en mi escritorio, encendí mi ordenador. La curiosidad pudo conmigo así que googleé Paris Fashion Week y apareció un montónde fotos con un señor Jack Sutton acompañado de una espectacular morena. Algo dentro de mí se rompió en pedazos. Un toque de furia, o quizás celos. No sabía exactamente y no me gustaba. Mi cabeza empezó a llenarse con imágenes de él y ella en la cama. Algunas de las fotos eran de los dos sentados en el balcón sorbiendo café en sus batas temprano en la mañana, mirando la belleza de París. “Habría podido ser mejor si hubieras estado ahí” seguía resonando en mi mente. Si él estuvo con ella, ¿cómo cojones hubiera sido mejor? Sacudí mi cabeza, volví a mis sentidos y cerré el navegador. Cuando estaba intentando centrarme en mi trabajo, Jack vino caminado pavoneándose y me pidió entrar en su despacho. ―Lo primero en la agenda es que necesito que vayas a CHANNEL y recojas su nuevo bolso plegable en color borgoña. También elige unos guantes a juego y una bufanda. Después te diriges hasta Ralph Lauren y escoges una de sus chaquetas de lana masculinas en negro. También escoge una bufanda, pero asegúrate de que tenga un diseño en ella y guantes negros. ―¿Esto es todo? ―pregunté. ―Si. Puedes irte ahora. Me levanté de mi silla y cuando estaba a punto de salir de su despacho, Jack me llamó por mi nombre. ―Oh, Lorelei, necesito otra caja de condones. Me detuve en seco y no me di la vuelta. ―Vale. Apuesto a que necesitaba otra caja de condones después del fin de semana en París con aquella puta delgada. Después de Channel y Ralph Lauren, me detuve en la droguería y fui directamente al mostrador. ―Hola Lorelei. ―Sonrió Juan. ―Hola Juan. El señor Sutton necesita más condones. ―Te los traigo en seguida. ―Hazme un favor y tráeme diez cajas. ―¿Diez? ―preguntó sorprendido. ―Sí.

59

Unos minutos más tarde, había vuelto con los condones ya embalados. Agarrando la bolsa, salí y me dirigí directamente a la oficina. Dejando las bolsas en mi mesa, con excepción de la de los condones, entré en el despacho de Jack, donde él estaba teniendo una conversación con Garret. Vacié la bolsa en su mesa y deje caer todas las diez cajas delante de él. ―Aquí tienes. Ahora deberías estar abastecido por un tiempo. Me di la vuelta, dije hola a Garret quien estaba sentado con una gran sonrisa en su rostro y salí furiosa del despacho.

60

14 Jack

―¿Q

ué carajo acaba de pasar? Garret no podía contener la risa.

―Eso es lo que pasa cuando mandas a tu asistente a comprarte condones. Supongo que se está asegurando de no volver a tener que comprarte durante un buen tiempo. Suspiré mientras levantaba las cajas y las volvía a poner en la bolsa. ―¿Ya está todo listo para la fiesta de cumpleaños de Coco el viernes por la noche? ―Sí. Mi mamá se ha encargado de todo. O mejor dicho, sus asistentes. Irás, ¿no? ―Claro. No me lo perdería por nada del mundo. ¿Vas a invitar a Lorelei? ―Sí, y mejor que venga. ―Seguro que sí. Tengo una reunión. Hablamos después, Jack. Después de que Garret se fue, pegué un grito para que Lorelei volviera a entrar a la oficina. Entrando con las bolsas, las puso en la mesa y me miró. ―No me gusta tu sentido del humor en lo que concierne a mis condones. ―No traté de ser graciosa. Solo me estaba asegurando de que tuvieras de sobra y no tuvieras que preocuparte por quedarte sin condones hasta dentro de un buen tiempo. ―De acuerdo, Lorelei. El cumpleaños de Coco es el viernes y le estamos organizando una fiesta, estás invitada. Es en el 48 Lounge en el Theater District a las siete en punto. ―Vale. Suena bien. ―¿En serio? ¿De verdad puedes ir? ―le pregunté sorprendido. ―Sí, Jack. Es el cumpleaños de Coco. No me lo perdería. ―Bien. Sé que le agradas mucho y significaría mucho que fueras. Puedes llevar a alguien si quieres. ―¿Como quién? ―preguntó confundida. ―¿Una cita? ―No tengo una cita. Ya te dije que no tengo novio.

61

―Cierto. Me olvidé ―mentí. No me había olvidado. Solo quería estar seguro de que nadie había entrado en su vida mientras estaba en París. Pensé en ella cada minuto que pasé allí. Le habría encantado y a mí me habría gustado pasar tiempo con ella. Eso quería decir que tendríamos que pasar tiempo juntos en Nueva York, empezando con la fiesta de cumpleaños de Coco. Mirando el reloj, me levanté del escritorio. ―Tengo una reunión, te veré luego. ―Muy bien. ―Sonrió mientras la acompañaba a salir de la oficina. *** La semana pasó bastante tranquila. Cada vez que Lorelei salía a almorzar, siempre llevaba un libro de 30x35 cm de cuero en sus brazos. Era viernes y decidí acompañarla a almorzar. La vi entrar al restaurant y sentarse al lado de la ventana. No sabía que la estaba siguiendo, así que iba a hacer de cuenta que iba al mismo restaurant a comer. Entré, fingí no verla y pedí mi comida para llevar. Agarrando la bolsa del mostrador, di la vuelta y traté de tomarlo tranquilo. ―¿Lorelei? ―dije mientras me acercaba a su mesa. Cerró rápidamente el libro y me miró sorprendida. ―Jack, ¿qué estás haciendo aquí? ―Almorzando. ―Miré el reloj―. Tengo algo de tiempo. ¿Te molesta si te acompaño? Negó y puso el libro negro de cuero en su bolso. ―¿Desde cuándo vas tú mismo a comprar el almuerzo? ―preguntó arqueando una ceja. ―Me estaba muriendo de hambre y sabía que te habías ido a almorzar y no quería esperar. Sabes que no me gusta esperar las cosas. ―Sonreí―. No sabía que venías aquí a almorzar. Pensé que siempre comías en el Central Park. ―Hace un poco de frío últimamente y no traje almuerzo. ―Veo. Bueno, esto es agradable, los dos comiendo juntos. ―Sonreí. ―¿Qué te propones, Jack? ―Contrajo el rostro. ―Nada. ¿Por qué preguntas? ―Porque desde que comencé a trabajar para ti, nunca pediste tú mismo el almuerzo, mucho menos ir a buscarlo. ―Siempre hay una primera vez para todo, ¿no? ―Sonreí. Mierda. No se lo creía. Me daba cuenta con solo ver su bello rostro. ―En fin, estaba pensando en pasarte a buscar para la fiesta.

62

―Gracias, Jack, pero tomaré un taxi. ―Pero Lorelei, insisto. ―Seguí. ―Voy a estar en casa de mi mamá antes de ir a la fiesta. Así que sencillamente tomaré un taxi. Suspiré. Era una chica dura de roer y no entendía por qué. Las mujeres no solían rechazarme. NUNCA. Me senté allí y me quedé mirándola fijamente, tratando de entenderla. ―¿Por qué me miras así? ―Frunció el ceño. ―Porque eres hermosa Lorelei, y estoy tratando de entenderte. ―No hay nada que entender, Jack, y gracias. ―De nada. ―Miré el reloj―. El almuerzo termina en unos minutos. ¿Deberíamos volver a la oficina? ―Sí. ¿Quieres que me detenga en un Starbucks para tu dosis de la tarde? ―Sonrió ampliamente. ―Nah. Hoy no lo necesito.

63

Levantó su bolso y salimos del restaurant. ―¿Vas a decirme qué hay en ese libro negro que siempre llevas contigo? ―No. Me reí. ―Eso creía.

Lorelei ―¿Cómo me veo? ―le pregunté a Hope mientras daba un giro en mi vestido baby doll de gasa color crema con tres capas y tiras tipo spaghetti y un corsage rosa claro. ―Bella. ―Sonrió―. ¿Puedes hacerme un vestido así? Podemos hacer juego. ―Seguro. ―Le di un golpecito en la nariz―. ¿Tienes la mochila hecha para pasar la noche en casa de los abuelos? ―Síp. Ya está esperando en la puerta. Pasé mis dedos por las puntas curvadas de mi pelo rubio por última vez antes de ponerme el perfume Joe Malone y mis tacones color crema. Agarré el bolso de Hope y salimos. Antes de dejar la casa de mi mamá, me agaché y le di un abrazo fuerte a Hope. ―Quiero que seas buena con la abuela y el abuelo. Te traerán a casa mañana por la tarde.

―Sí, mami. Diviértete en la fiesta. ―Gracias, bebé. Respiré hondo mientras me levantaba y abrazaba a mamá y a Nick. ―Bien, ahí voy. ―Diviértete, cariño, y no te preocupes por Hope. Tenemos planeada una noche genial. ―Gracias mamá. ―Esta noche no eres madre. Ve y sé esa jovencita a la que siempre le gustó divertirse. ―Eso haré. ―Sonreí suavemente. Entré al taxi que estaba esperando en la acera y me dirigí a la fiesta.

64

15 Lorelei

M

i estómago era un manojo nervios mientras entraba en el 48 Lounge. ¿Por qué? No estaba segura. No es como si no conociese a nadie. Entonces lo vi, Jack Sutton, apoyado contra el bar y hablando con una mujer, sonriendo y riendo. Mi estómago revoloteó, pero algo más se deslizó en mi interior. Si estuviese hablando con alguien que yo conociese de la oficina, el sentimiento no existiría. Pero ella no era alguien de la oficina y no era alguien que conociese. Esta noche no vine por él. Vine por Coco. Él simplemente era un bono añadido. ¿Por qué demonios estaba pensando eso siquiera? Caminé en dirección contraria al bar para evitarlo cuando vi a Coco sentada en uno de los sofás, hablando con Franny. Su rostro se iluminó cuando me vio. ―¡Oh, Dios mío, viniste! ―exclamó ella mientras se levantaba y me daba un abrazo. ―Feliz cumpleaños, Coco. ―Le tendí el pequeño bolso rosa brillante que había comprado. ―Mira ese vestido. Da la vuelta. ―Sonrió―. ¿Quién es el diseñador? Parece un diseño de Betsy Johnson. Me reí. ―Lo hice yo. Supongo que lo podrías llamar un Lorelei Couture. ―¿Tú lo hiciste? ¿En serio? ¿Tú diseñaste e hiciste este vestido? ―Puso una mano en la cadera mientras sostenía su bebida con la otra. ―Sí. ―Sonreí y asentí. ―Es fabuloso. No tenía idea de que diseñases ropa. ¡Madre! ―gritó Coco y levantó la mano, haciéndole gestos a Kit. ―Sí, querida. ―Mira este vestido que Lorelei lleva. Lo diseñó e hizo ella. Kit me miró de arriba abajo y luego extendió una mano y tocó el tejido de mi vestido. ―Precioso. Sencillamente precioso. ―Sonrió―. Tienes bastante talento, Lorelei. ―Gracias. Coco me tomó la mano.

65

―Venga, vamos a conseguirte una bebida ―comentó mientras me llevaba hacia el bar. Antes de que alcanzásemos el bar, Jack levantó la mirada y nos miramos a los ojos. El corazón empezó a latirme rápidamente mientras veía cómo sus labios se curvaban en una atractiva sonrisa. Mi estómago saltó un par de veces y de repente, me volví a sentir como una chica de instituto. Cuando alcanzamos el bar, el dejó a la mujer con la que estaba hablando y caminó hacia donde estábamos paradas. ―Te ves deslumbrante. ―Sonrió. Su esencia selvática masculina llenó mi espacio personal y el dolor entre mis piernas golpeó fuerte. ―Gracias. ―¿Es otra creación Lorelei? ―preguntó. ―Sí. Lo es. ―La apruebo altamente. ―Guiñó un ojo. Tragué saliva. ―¿No está hermosa? ―Le preguntó Coco mientras me entregaba un Cosmopolitan. ―Por supuesto. ―Su sensual mirada me quemó. ―Por favor, perdónenme ―pidió Coco―. Parece que Joshua necesita que lo rescaten. Jack puso los ojos en blanco mientras ella se alejaba. ―Así qué, ¿quién es tu cita? ―cuestioné. ―¿A qué te refieres? ―La mujer de allí con la que estabas hablando ―indiqué. ―No es mi cita. Es amiga de Coco. La conozco desde que tenía doce años. Ups. Asumí y no debería haberlo hecho. No. Debería, porque era Jack Sutton. Pero toda mi actitud y humor cambiaron cuando afirmó eso. Había una parte de mí que estaba satisfecha de que no estuviese aquí con una cita. Jack se apoyó contra el bar y no podía dejar de mirarme. Estaba haciéndome sentir un poco incómoda. ―¿Por qué me estás mirando así? ―pregunté con una pequeña sonrisa. ―Porque estás increíblemente hermosa y parece que no puedo apartar los ojos de ti. Me sonrojé mientras bajaba la mirada a mi bebida. Era mi jefe y no debería estar diciéndome esas cosas. ―Jack, eres mi jefe. No creo que se te permita decir esas cosas.

66

―No, esta noche no lo soy. Esta noche, solo soy un hombre y tú eres una hermosa mujer con la que estoy teniendo una conversación. ―Sonrió y se me humedecieron un poco las bragas. Acabé mi Cosmopolitan y le hice señas al camarero para que me sirviese otro. Cuando me giré, Garrett estaba de pie al lado de Jack. ―Buenas noches, Lorelei. Estás preciosa. ―Gracias, Garrett. ―¿No lo está? ―Jack sonrió burlonamente. Me di cuenta de la mirada que Garrett le dio. ―¿Te importa si te lo robo un momento? ―preguntó Garrett. ―No. Adelante. Simplemente voy a mezclarme y socializar un poco. ―Sonreí mientras me levantaba del taburete y me alejaba.

Jack ―¿Qué demonios Garrett? ―pregunté con irritación. ―Tenemos un problema, Jack. ―¿Qué sucede? ―Lindsey, la secretaria de Bradley, me contó que él ha estado malversando dinero de la compañía. Encontró algunos documentos que dejó en su escritorio. Cuando trató de preguntarle sobre ello, ella comentó que se puso nervioso. Así que empecé a hacer algunas indagaciones. Sutton Magazine está en un verdadero problema. Las cuentas no han sido pagadas en meses y los acreedores están amenazando con demandar. ―¿Mi madre sabe algo de esto? ―No. Vine a ti primero. Ya ha malversado unos ocho millones de dólares. ¿Sabes qué pasará si esto se filtra a la prensa? ―¿Dónde cojones está? ―pregunté enfadado. ―Ese es el problema. Nadie lo sabe. Lindsey dijo que no se ha presentado los últimos días y no ha llamado. Cuando trató de ponerse en contacto con él, su teléfono estaba desconectado. ―Ponte en contacto con nuestro investigador privado y llama a Finn, Muir, & Abernathy. Vamos a necesitar un abogado para calmar a esos acreedores. No se lo menciones a nadie más esta noche. No quiero arruinar el cumpleaños de Coco. Lo discutiremos el lunes por la mañana cuando volvamos a la oficina.

67

―De acuerdo. Iré a hacer unas cuantas llamadas ahora mismo. La furia empezó a rugir a través de mi cuerpo, como una bestia salvaje. Detuve al camarero y le ordené un escocés doble. En cuanto me lo sirvió, lo tomé tan rápido como pude. ―¿Está todo bien? ―preguntó Lorelei mientras caminaba hacia mí. ―Sí. Todo bien. ¿Te estás divirtiendo? ―Sí, lo estoy. Es una fiesta genial. Sintiéndome del modo que lo hacía, no podía permanecer sin tocarla. Se volvió una obsesión y no solo hizo que la quisiese desesperadamente, la necesitaba. Tomé su mano sin decir una palabra y la llevé a una habitación privada por el pasillo. ―¿Dónde vamos? ―cuestionó mientras la llevaba detrás de mí. ―Ya verás. Abrí la puerta y entramos. ―¿Qué hacemos aquí? ―preguntó nerviosa. ―Solo necesitaba estar lejos de todo el mundo durante un momento. Pensé que quizás podíamos hablar aquí en privado. ―¿Sobre qué? ―No lo sé. De lo que quieras ―susurré mientras paseaba por la habitación―. Escucha, Lorelei, voy a ser completamente honesto contigo. Odio los juegos y no los juego. Estoy extremadamente atraído por ti y no tienes ni idea de las muchas ganas que tengo de besarte ahora mismo. ―Oh ―respondió. ―¿Oh? ¿Eso es todo lo que vas a decir?

68

16 Lorelei

M

ientras permanecía allí nerviosa, no sabía qué pensar. De acuerdo, mentí. Estaba más que feliz que Jack estuviese interesado en mí. Me atraía Jack tanto como yo a él. No importaba lo mucho que tratase de luchar contra ello, era una batalla perdida. Cada día que lo veía, la atracción crecía con más fuerza. Seguía escuchando la voz de mi madre en mi cabeza: Esta noche no eres madre. Ve y sé esa jovencita a la que siempre le gustó divertirse. Caminé hacia donde él estaba de pie. Sus ojos estaban suplicantes y tenía una mirada de angustia. Era una mirada que no había visto desde que lo conocí. El coraje encontró su camino en mí mientras le rodeaba el cuello con los brazos y suavemente pasaba mis labios sobre los suyos, un movimiento que finalmente llevaría a un mal final. Me puso la mano en la mejilla mientras nos mirábamos a los ojos intencionadamente. Inclinando su cabeza y bajándola, sus labios se encontraron suavemente con los míos. Estaba inseguro. Podía notarlo. Pero lo comencé y él iba a acabarlo. Al poco tiempo, nuestro suave y amable beso cambió a uno apasionado. Su mano se posó en mi nuca y me acercó. Sus labios eran suaves y calientes, el tipo que mandaba las sensaciones más alegres entre mis piernas. Estaba hecho. La línea había sido cruzada y no había vuelta atrás.

Jack Besarla era todo lo que había soñado que podía ser. La forma en que nuestros labios se movían sincronizados y el modo en que nuestras lenguas se enredaban me arrollaban. Había besado a un millón de mujeres en mi vida, pero besar a Lorelei era diferente. Mi polla se endureció para la ocasión sin vacilación. Necesitaba estar en su interior. Necesitaba sentir su cuerpo desnudo contra el mío. Estaba deseando abandonarlo todo por esta única noche. Una noche con ella era todo lo que necesitaba. Pero aún no. No ahora. No aquí. Rompí nuestro beso y moví la mano a su mejilla. Con una sonrisa, hablé: ―Será mejor que volvamos allí antes de alguien note que no estamos. ―Buena idea. ―Sonrió dulcemente. ―Ve tú primero, así nadie sospechará nada. Saldré en un par de minutos.

69

―De acuerdo. ―Asintió como si estuviese a punto de huir. Tomé su mano. Se giró y me miró. Nos miramos a los ojos y no se necesitaron palabras. Le solté la mano y se marchó. Tomé una brusca respiración y esperé a que mi polla bajase. Me sentí sin aliento. Si me hacía sentir eso con un beso, no podía esperar para averiguar cómo me haría sentir mientras estaba profundamente hundido en su interior. Salí de la habitación y vi a Garrett al final del pasillo. Me miró con preocupación. ―¿Qué estabas haciendo ahí? ―cuestionó. ―Solo tenía que alejarme de todo el mundo y reunir mis pensamientos después de lo que me contaste. ―Llamé a Ron Lee, el investigador privado. Va a empezar con esto ahora mismo y encontrar a ese hijo de puta. ―Bien. ¿Y sobre Finn, Muir, & Abernathy? ―Llamé a Tim y va a ponernos en contacto con Avery Lewis, una asociada de allí. ―¿Por qué demonios se va a encargar de esto uno de los socios? ―Dijo que si alguien podía hacer el trabajo, era ella. Suspiré. ―Será mejor que tenga razón. Caminamos al bar, juntos, justo cuando el equipo sacaba la tarta de cumpleaños de Coco y todo el mundo se reunía y cantaba Feliz Cumpleaños. Miré al otro lado de la habitación a Lorelei, como su sonrisa brillaba más que las veintinueve velas de cumpleaños que iluminaban la tarta. Una vez que se apagaron las velas y todo el mundo aplaudió, caminé hacia Lorelei y le tendí una copa. ―Me imaginé que probablemente podrías soportar una más. ―¿Está tratando de emborracharme, señor Sutton? ―Las esquinas de su boca se alzaron. ―Por supuesto que no. ¿Por qué haría tal cosa? ―Le di un guiño.

Lorelei Coraje líquido. Era lo que necesitaba después del intenso beso que compartimos. Él me dejó sin aliento y a mi cuerpo ansiando por más. Un ansia que no había sentido en mucho tiempo, ni nunca, para ser honesta. Había algo en Jack Sutton que me fascinaba. Era un campo magnético y yo era la carga eléctrica que estaba atraída a él. ―Creo que necesito un poco de aire fresco ―comenté.

70

―¿Te sientes bien? ―Sí, solo que hace un poco de calor aquí. Empecé a salir del club y Jack siguiéndome. Una vez que abrí las puertas y caminé en el aire frío, sentí como si pudiese volver a respirar. ―¿Mejor? ―Sí. Mucho mejor. ―Sonreí―. No tienes que quedarte aquí. Vuelve dentro y disfruta de la fiesta. ―Nah, estoy bien. ¿Qué te parece si llamo a Tony que traiga el auto y vamos a mi casa a tomar una copa? ―No estoy segura que eso sea una buena idea, Jack. Creo que simplemente voy tomar un taxi y volver a casa. Se está haciendo tarde. Metió las manos en los bolsillos y miró el suelo. ―Sí. Tal vez tengas razón. Pero por favor déjame llevarte a casa. Creo que regresaré a casa. ―¿Estás seguro? No me importa tomar un taxi. Me miró con una pequeña sonrisa. ―Estoy seguro. Sacó el teléfono del bolsillo y llamó a Tony para que trajese el auto. Después de volver a poner el teléfono en el bolsillo, se quitó la chaqueta del traje y me la puso sobre los hombros. ―Perece como si tuvieses frío ―comentó con las manos apretando mis brazos. ―Gracias. ―Llevé mi mano a la suya e, inmediatamente, mi cuerpo se calentó. También lo sintió mientras tomaba una respiración entrecortada. Un momento después, Tony estacionó y Jack me abrió la puerta. Después de entrar, cerró la puerta, rodeó el auto y se deslizó a mi lado. ―Creo que deberíamos hablar sobre lo que pasó antes ―indiqué mientras lo miraba. ―De acuerdo. Si es lo que quieres. ―Pasó una mano por mi mejilla. Tragué saliva. ―Yo... yo... ―Manejé con torpeza mis palabras. ―Te gustó y lo disfrutaste ―aseguró mientras vi las esquinas de su boca alzarse ligeramente. ―Bueno, sí. Lo hice. Pero... ―Shh. ―Puso un dedo sobre mis labios―. Yo también y quiero hacerlo de nuevo.

71

Se inclinó hacia mí y mi respiración se entrecortó. El corazón se me aceleró y mi piel empezó a subir de temperatura, como si alguien me prendiese fuego. No le dije que no. No podía decirle que no, porque la verdad era que quería que me besase. Acarició suavemente sus labios contra los míos y, en seguida, su suave beso se volvió apasionado. Nuestros labios se engancharon y se movieron juntos, como si nos hubiésemos besado desde siempre. Tomó mi rostro entre sus manos y su lengua se encontró con la mía. Dejó escapar un gemido bajo, incrementando mi deseo de más. Rompiendo nuestro beso, me miró a los ojos. ―Por favor, ven a casa conmigo ―susurró. No quería hacer otra cosa que hacer el amor con él, pero estaba asustada. Había pasado mucho tiempo y me asustaba disgustarlo. Pero asentí, diciéndole que lo haría. Sonrió. ―Tony, cambio de planes. Vamos a volver a mi ático. Me besó una última vez y me acercó a él. Descansando la cabeza en su hombro, no podía eliminar el miedo que residía en mí. Estaba acostumbrado a tener sexo y estaba segura que todas las mujeres con las que había estado eran experimentadas. Menos yo, que solo había tenido sexo con una persona en mi vida. Estaba atrapada en él, fascinada por este hombre como nunca lo había hecho antes. La limusina estacionó en el edificio de Park Avenue. Saliendo, Jack me abrió la puerta y extendió la mano. Después de ayudarme a salir, nunca me soltó y me llevó dentro de las dos grandes puertas de cristal. ―Buenas noches, señor Sutton ―saludó un distinguido hombre. ―Buenas noches, Blaine. Esta es la señorita Flynn. Blaine asintió hacia mí y sonrió. ―Encantado de conocerla, señorita Flynn. ―Gracias. Encantada de conocerte. Jack me guió hasta el ascensor e insertó su llave, que nos llevó a la quincuagésima planta. En cuanto las puertas se abrieron, entramos a un vestíbulo débilmente iluminado. ―¿El ascensor es el único modo de llegar aquí? ―No. Tengo una puerta de entrada justo allí. Este ascensor es privado, funciona con una llave o un código. Bienvenida a mi casa, Lorelei. Miré alrededor, a las paredes gris claro, que estaban completamente adornadas elegantemente con molduras blancas. Quitándome su chaqueta de los hombros, se la entregué y la tiró sobre una silla mientras entrábamos en el salón. Muebles modernos de color gris, que estaban perfectamente colocados, rodeando la zona. Ventanas que iban del techo al suelo

72

ocupaban toda la habitación, creando una vista panorámica de la ciudad de Nueva York. Era, probablemente, la vista más hermosa que había visto en toda mi vida.

73

17 Jack

V

er a Lorelei de pie en mi sala de estar me hizo feliz. Tomé la decisión correcta al traerla a mi casa. Caminando hacia ella, suavemente besé su hombro desnudo desde atrás mientras ella estaba de pie en frente de la ventana y miraba hacia las brillantes luces de la ciudad. Su cabeza se inclinó hacia un lado, permitiéndome acceder a su hermoso cuello. Mis labios viajaban alrededor de su suave piel mientras ella levantaba su mano y la colocaba en mi nuca. Mis manos no podían controlarse más a sí mismas mientras viajaban de arriba abajo por su costado, sintiendo su cuerpo esbelto y doliendo por sentirla desnuda contra ellas. ―Eres tan hermosa, Lorelei ―susurré mientras besaba la punta de su oreja. Cuando se dio vuelta para mirarme, me perdí en sus ojos azules. Nuestros labios se encontraron una vez más y me incliné y la levanté, cargándola por las escaleras hasta mi habitación. Esta era una primera vez para mí y mis instintos me dijeron que estaba bien. Colocándola frente a la cama, la rodeé y le bajé el cierre de su vestido, dejándolo caer al suelo. Jadeé cuando vi sus perfectamente redondeados pechos y mi boca instantáneamente viajó hacia ellos. Cuando envolví mis labios alrededor de su endurecido pezón, ella gimió. ―Hay algo que tengo que decirte, Jack ―habló. ―¿Qué es, cariño? ―Continué explorando su seno. ―Estoy muy nerviosa. La miré con preocupación. ―¿Sobre qué? ―Esto. Lo que va a suceder en unos minutos si seguimos con esto. ―¿Quieres decir con el sexo? ¿Por qué estarías nerviosa por tener sexo? ―Porque ha pasado un tiempo. ―Frunció el ceño. ―¿Cuánto? ―Incliné mi cabeza.

Lorelei

74

Me paré ahí nerviosamente debatiendo si debería decirle o no la verdad. Podría solo decir un año. Eso no sonaría tan mal. Pero en cambio, opté por dejar todo sobre la mesa. ―Siete años. Sus ojos se abrieron mientras miraban dentro de los míos. ―No has tenido sexo desde que tenías… ―Se detuvo por un momento―. ¿Dieciocho? Tomé mi labio inferior entre mis dientes y lentamente asentí. ―¿Por qué? ―preguntó mientras colocaba una mano en mi mejilla. ―Es una larga historia y preferiría no entrar en ella ahora. ―No tenemos que hacer esto, Lorelei. Digo, si no estás lista. Entiendo. ―Lo estoy. Creo que he esperado mucho tiempo. Las esquinas de su boca se curvaron en una hermosa sonrisa mientras pasaba los dedos a través de su cabello. ―Prometo ser muy gentil contigo. Si en algún momento quieres que pare, solo dímelo y lo haré. Mis manos alcanzaron su cinturón abriéndolo y quitándoselo. Sus labios besaron los míos y mis manos bajaron su pantalón. Rompiendo nuestro suave beso, bajé mis bragas mientras él desabotonaba su camisa y la deslizaba por sus hombros. Santa mierda, apenas sus abdominales duros como una roca casi me dan un orgasmo. Pateando sus zapatos fuera, salió de su pantalón y lo arrojó a un lado. Sus manos vagaron por mi cuerpo mientras sus labios viajaron a lo largo de mi cuello. ―No tienes ni idea lo mucho que te deseo. ―También te deseo ―hablé con el aliento contenido. Él apartó las sábanas y me recostó. Cerniéndose sobre mí, sus manos barrieron sobre mis senos, bajando por mi torso, y hacia mi adolorido punto mojado. Siseó cuando me acunó y entonces lentamente hundió un dedo dentro. Mi cuerpo se sacudió con excitación mientras abría mis piernas más amplio y empujaba las caderas hacia arriba. Él sonrió hacia mí y sus labios se aferraron alrededor de mi seno. ―Estás tan mojada y te sientes tan bien ―gimió mientras su pulgar hacía círculos alrededor de mi clítoris hinchado. Esa sensación, emoción y euforia que rasgó a través de mi cuerpo era enloquecedora. Había pasado tanto tiempo desde que sentí esto. Su dedo se movió dentro de mí, luego lentamente de adentro hacia afuera. Eché mi cabeza hacia atrás cuando un orgasmo irrumpió a través de mí y gemí como nunca antes. Cuando coloqué mis manos en su cabeza, su lengua se deslizó bajando por mi estómago y hacia mi coño, donde habilidosamente exploró mi húmeda área con su boca. Inhalé aire con fuerza y luego gemí su nombre.

75

―Oh Dios, Jack. Me olvidé de todo sobre mí en ese momento. Estaba perdida en él y no pude encontrar el camino de regreso. Él se levantó y se bajó su bóxer de seda, liberando su gran polla palpitante y dura. No estaba bromeando con lo de los preservativos talla XL. Dios. Con que don estaba bendecido este hombre. Lo observé mientras iba a la mesa de noche y sacaba un condón. Mi mano se extendió y mis dedos lentamente se envolvieron alrededor de su erección. Un gruñido retumbó en su pecho cuando su respiración se entrecortó. Mientras rompía el envoltorio con sus dientes, solté su virilidad y él lentamente se puso el condón. Cerniéndose una vez más sobre mí, se inclinó y me besó apasionadamente. ―¿Estás lista? ―preguntó. ―Sí. ―Llevé mi mano a su cara. Él colocó su pene en mi entrada y lentamente se empujó dentro de mí. Ambos gemimos. ―Mierda, Lorelei. Te sientes tan malditamente bien. ―También tú ―hablé mientras envolvía mis piernas alrededor de su cintura, obligándolo a ir más profundo dentro de mí. No mentiré y diré que no dolía porque sí. Pero era un dolor bueno y uno que había estado sintiendo desde hace un tiempo. Él se movió dentro y fuera de mí con facilidad mientras su boca exploraba mi cuello. Mis brazos se envolvieron alrededor de él con fuerza como si tuviera miedo de soltarlo. Pequeños gemidos se me escaparon mientras mi corazón corría y mi piel se ponía humada. Su ritmo, su movimiento, y toda su pasión me enviaron en otro orgasmo. ―Oh, Lorelei. Eso es lo que me encanta sentir, cariño. Dame todo lo que tienes. ―Jadeó mientras gritaba y me liberaba para él. Él desaceleró sus empujes y empujó una vez más con fuerza dentro mientras se tensaba y pronunciaba mi nombre. Su cuerpo colapsó sobre el mío y nuestra piel mojada nos derritió en uno. Podía sentir su cuerpo corriendo con el mío cuando entrelazó nuestros dedos y los puso sobre mi cabeza. Nos recostamos así en silencio mientras recuperábamos nuestras respiraciones normales.

Jack No quería nada más que quedarme enterrado profundamente dentro de ella. Me molestó que no tuviera sexo en siete años. No debería, pero así fue. ¿Qué secreto estaba escondiendo? ¿Qué era lo que no me estaba diciendo? Nadie pasa tanto tiempo sin tener sexo. No es humanamente posible. Levanté mi cabeza y miré dentro de sus ojos azules. Ellos mostraban una felicidad interna. Sonriéndole, solté nuestras manos y cepillé una hebra de cabello lejos de su cara.

76

―¿Cómo te sientes? Ella tomó aire profundamente. ―Maravillosa. ―Bien. Así es como quiero que te sientas. Me retiré de ella, me bajé de la cama, y caminé dentro del baño. Después de deshacerme del condón y regresar al dormitorio, me detuve y la miré mientras yacía recostada sobre su lado, con su espalda hacia mí y la sábana cubriéndola. Esta era la parte que me estaba temiendo; echarla y enviarla a casa. Caminando hacia el otro lado de la cama, me senté y pasé mi dedo por su brazo. ―No te lastimé, ¿verdad? ―No ―sonrió―. En absoluto. Estuviste asombroso. Puedes hacerlo, Jack. Dile que la pasaste muy bien. Gracias por venir y envíala a casa en un taxi. ―Gracias, también estuviste asombrosa. ―Acaricié su cabello. Ella se sentó, dejando la sábana caer. ―Debería irme ―dijo. ―Sí, supongo. Esto no significó nada. He querido follarla desde el momento en que la vi, y ahora que lo he hecho, puede irse como hicieron el resto de las mujeres. Se bajó de mi cama y tomó sus bragas del suelo. La miré mientras se las colocaba y agarraba su vestido. La había traído hasta mi cuarto. Eso significaba algo. No quería que se fuera y no quería estar solo. El pensamiento de ella marchándose me hizo algo dentro. Creó un dolor que no me gustó. ―Lorelei. ―¿Sí? ―Se dio vuelta. ―No te vayas. Por favor quédate la noche conmigo. ―¿Estás seguro, Jack? Extendí mi mano hacia ella. ―Nunca he estado tan seguro de algo en mi vida. Me dio una pequeña sonrisa mientras volvía a bajar su vestido sobre la tumbona y se subía de regreso a la cama. Envolviendo mis brazos alrededor de ella, la tiré contra mí mientras se acurrucaba apretadamente contra mi pecho. Encajaba perfectamente contra mí. Casi como si estuviera hecha para estar ahí. Besando la cima de su cabeza, le hice la pregunta que estaba seguro no respondería.

77

―¿Por qué no has tenido sexo en siete años?

78

18 Lorelei

Q

uería tanto decirle lo de Hope. Él necesitaba saber, pero tenía miedo. Él odiaba a los niños y lo que acabábamos de compartir era más allá de mágico. Nunca había sentido ese tipo de conexión antes. No me malinterpreten, amaba a Brett con cada fibra de mi ser. Él era el amor de mi vida. Pero esta conexión que tenía con Jack era algo diferente. Algo que no podía explicar. ¿Quería abrir la herida que nunca se curó siete años más tarde? No esta noche. ―¿Podemos hablar de ello en la mañana? Estoy muy cansada en este momento. ―Por supuesto. Duerme un poco. Levanté la cabeza de su pecho y le besé los labios. Él me dio una pequeña sonrisa y mi interior se llenó de felicidad. Este era el lado tierno de Jack Sutton. Un lado que no hubiera estado tan segura de que existía. A la mañana siguiente, abrí los ojos y miré alrededor, tratando de concentrarme en recordar dónde estaba, olvidando por el momento que no estaba en mi cama en mi apartamento. Dándome la vuelta, me quedé mirando el espacio vacío donde Jack había estado la noche anterior. El arrepentimiento comenzó a establecerse dentro de mí mientras yacía allí. ¿Qué demonios hice? ¿Ahora qué? Me senté, sosteniendo la sábana sobre mí mientras mis ojos miraban alrededor de su habitación. Las paredes grises eran las mismas que las del resto de la casa, al igual que la moldura de corona blanca que las acentuaba. Sus muebles de dormitorio eran negros y en gran parte del mismo estilo que los de la planta baja. Saliendo de la cama, usé el baño y luego tomé una camiseta azul que Jack había tumbado en la silla. Después de deslizarla sobre mi cabeza, bajé y fui hacia la cocina, donde el aroma del café despertó mis sentidos. ―Buenos días. ―Sonrío Jack―. ¿Café? ―preguntó mientras sostenía la taza. ―Si, por favor. Él café es necesario en este momento. Sirvió café dentro de la taza y me la entregó. Sus ojos barrieron sobre mí desde la cabeza a los pies. ―Te ves estupenda en mi camiseta. Muy sexy. ―Se inclinó y me besó en los labios. ―Gracias. Espero que no te importe. No quiero volver a ese vestido.

79

―No me importa en absoluto. Me gusta mucho la vista. ―Me guiñó un ojo. Sentándome en el taburete negro de la isla, tomé un sorbo de mi café, Jack dejó una pequeña cesta marrón llena de medialunas, magdalenas y pequeños pasteles. ―Aprovecha. ―Sonrió mientras tomaba una medialuna―. Mi criada, Madeleine, está fuera los fines de semana por lo que se asegura de recoger todo esto los viernes. ―¿Tienes una criada? ―Sí. Ella es genial. Sin embargo, es más que una criada. Es mi cocinera, mi amiga, mi confidente, mi sastre si algo necesita reparación, y ella es solo una gran mujer en general. Entre tú y yo, creo que ella y Tony tienen algo entre sí. Reí. ―¿De verdad? ―Sí. A pesar de que no van a admitirlo, sé que algo está pasando. ―Dejó su café y se sentó en el taburete junto a mí―. ¿Cómo has dormido? ―Excelente. ¿Qué hay de ti? ―Bien. ―Asintió lentamente con la cabeza―. ¿Estás lista para decirme por qué no has tenido sexo en siente años? Incliné mi cabeza, mientras lo miraba fijamente. ―Te estás muriendo por saber, ¿verdad? ―En realidad, lo estoy, porque no puedo imaginar a alguien tan hermoso como tú, sin tener sexo durante todos esos años. Tomando otro sorbo de mi taza, suspiré. ―Cuando tenía dieciséis años, conocí a un tipo llamado Brett. Nos enamoramos y teníamos grandes planes para nuestro futuro juntos. Íbamos a ir a la universidad, graduarnos, casarnos, formar una familia y vivir felices para siempre, hasta que murió en un accidente de auto dos años más tarde por un conductor ebrio. ―Lorelei, lo siento. ―Se acercó y puso su mano sobre la mía. ―Después de su muerte, no estuve interesada en conocer a otros chicos. Brett no era solo mi novio y mi amante; él era mi mejor amigo y no me podía ver a mí misma con cualquier otra persona. ―Miré hacia abajo. Le dio a mi mano un suave apretón. ―No puedo imaginar por lo que tuviste que pasar pero no tener sexo durante siete años parece un poco ridículo.

80

No había manera que él pudiera entender. Era Jack Sutton y al parecer no es un hombre muy emocional. Volví mi cabeza y lo miré por unos minutos. Nuestros ojos se encontraron entre sí. ―¿Alguna vez has estado enamorado, Jack? ―No. No puedo decir que lo he estado. ―Entonces nunca podrás entender. Hazme un favor. Cuando te enamores en algún momento de tu vida, vuelve a mí sobre cómo te sentirías si algo le pasara a esa persona. Como todo tu mundo se viene abajo en una fracción de segundo y te resulta difícil respirar y seguir adelante sin ellos en tu vida. Me levanté del taburete y subí a vestirme e irme. Mientras me ponía el vestido, Jack entró en el dormitorio y apretó mis hombros. ―Lorelei, lo siento. Estaba siendo insensible. Para ser honesto contigo, no soy una persona muy sensible. Déjame preguntarte algo. ¿Por qué yo? Después de siete años, ¿Por qué finalmente decides tener sexo conmigo? ―Sí me hubiese preguntado eso anoche, te hubiera dicho algo diferente de lo que voy a decir ahora. La verdad es que no lo sé. Me tengo que ir. Agarre mis zapatos del piso, mi bolso de la mesita de noche y bajé las escaleras. Esperaba que me siguiera abajo, pero no lo hizo. Caminando por la calle, tratando de ponerme los zapatos, esperé hasta que llegué a la esquina para tomar un taxi. Mi estómago se sentía enfermo y mis sentimientos estaban heridos. Tal vez Jack no era el hombre que pensaba que era. O en realidad, tal vez realmente lo era y solo opté por verlo como alguien diferente. ¿Quién diablos sabía y a quién diablos le importa? Estaba feliz de que no haberle dicho acerca de Hope. Jack Sutton no era nada para mí sino una aventura de una noche que resultó ser mi jefe.

Jack Lorelei se fue con ira, y solo la dejé ir. Debería haber ido tras ella, pero no me gustó lo que me dijo. Sigo sin entender por qué no tuvo sexo. Supongo que eran cosas de mujeres. Sabía que yo nunca iba a estar sin tener sexo durante siete años. Por Dios, ni siquiera podía hacerlo por una semana. Suspiré mientras me metía en la ducha. Una vez que terminé, fui a mi armario para conseguir algo de ropa. Mientras me estaba vistiendo, miré a las sábanas arrugadas donde Lorelei yació entre mis brazos y durmió anoche. Ella no lo sabía, pero estuve allí por un tiempo y la observé mientras dormía. Se veía tan tranquila y tan angelical. Me hizo sentir cosas anoche mientras hacíamos el amor, que nunca había sentido antes y que ella acabara saliendo como lo hizo hoy, realmente me molestó. Excelente. Ella estaba enojada y las

81

cosas iban a ser tensas, en la oficina, el lunes. Necesita rectificar las cosas y tenía que hacerlo ahora. Caminé por la calle a la floristería. Mientras estaba buscando en su enfriador el más hermoso arreglo de flores, una mujer se me acercó. ―Hola. ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar? ―Necesito enviar unas flores a una mujer que he cabreado. ―Ah. Flores de disculpa. Entiendo. Enviamos una gran cantidad de ellas. Sugeriría nuestro ramo de disculpas, que consta en rosas rojas y blancas dispuestas en un florero de cristal con verdes y ramitas de respiración de bebé. ―Bueno. Eso suena bien. Enviaré uno de esos. ―Muy bien. Si me sigue hasta el mostrador, voy a conseguir algo de información para usted. Cuando me acerqué al mostrador, la mujer me mostró las tarjetas que tenían en exhibición. ―Estas son el tipo de tarjetas para enviar esas flores y aquí está la lapicera. ―Ella sonrió―. ¿El nombre de la destinataria es? ―Me preguntó. ―Lorelei Flynn. ―Respondí mientras tomaba una de las tarjetas blancas del exhibidor. ―Dirección, por favor. ―Oh, mierda. No sé su dirección. Espera un segundo. ―Metí la mano en mi bolsillo y saqué mi teléfono, marcando a Garret. ―Hey, ¿Qué te pasó anoche? ―respondió. ―Hablaremos de eso más tarde. No tengo tiempo ahora mismo. Necesito la dirección de Lorelei. ¿La tienes? ―Está en la oficina y ¿por qué necesitas su dirección? ―Solamente la necesito. No puedo explicarlo ahora. Pero tengo que enviarle unas flores. ―Jesucristo, Jack. ¡NO! ―gritó y la mujer me miró. Entonces me di cuenta. Tony la había conducido a su casa para poder tener su dirección. ―Acabo de recordar algo. Te llamaré más tarde. ―Click. Llamé a Tony. ―Hola Jack. ―Tony, necesito la dirección de Lorelei. Tú la tienes, ¿Verdad? ―Sí. Espera un segundo y la conseguiré para ti.

82

Después de un momento, recitó su dirección mientras la escribía en la tarjeta blanca. ―Gracias. ―Click. Le entregué a la mujer la tarjeta y saqué otra del exhibidor. Ella me miró. ―¿Qué? Me puedes cobrar por esa tarjeta. Ella escribió la información en su ordenador y le di mi tarjeta de crédito mientras le escribía una disculpa a Lorelei. Lorelei Lo siento por lo que te dije. Espero que puedas perdonarme. No quiero que las cosas sean tensas entre nosotros el lunes en la oficina. Jack. ―Necesito que sean entregadas hoy tan pronto como sea posible. ―Muy bien, señor Sutton. Espero que ella acepte su disculpa. ―Sonrió. ―Yo también. 83

19 Lorelei

C

uando llegué a casa, lo primero en mi mente era tomar un relajante baño caliente. Mi mamá y Nick no podrían llevar a Hope a casa por un par de horas, así que tuve un poco de tiempo para mí misma. Al entrar en el cuarto de baño, puse el agua y vertí un poco de baño de burbujas con olor a vainilla bajo el chorro. Torcí mi pelo, me miré en el espejo. ¿A quién veo mirándome? A una mujer estúpida llena de pesar. Antes de subir a la bañera, mi teléfono sonó. Era Stella. ―Hola. ―He estado esperando toda la mañana con mi teléfono pegado a la mano por tu llamada para contarme todo lo de anoche. ―Lo siento. Ha sido una mañana de locos. Solo estoy en la bañera. Ven aquí. Necesito hablarte. ―¿Estás bien? ―No lo sé. Dormí con Jack. ―¡Oh, mierda! ¡Estoy en camino! ―Click. Me metí en el agua burbujeante y me hundí hasta llegar a la parte superior de mi cuello. No pasó demasiado tiempo antes de que Stella se acercara corriendo al cuarto de baño, y sin aliento. ―¿Qué hiciste? ¿Corriste aquí? ―pregunté. ―Más o menos ―habló sin aliento. Poniendo su bolso sobre el mostrador del baño, acercó el taburete que tenía en el cuarto de baño y se sentó junto a la bañera. ―Dímelo todo. Quiero todos los malditos detalles jugosos. Suspiré. ―En un momento estábamos conversando en el bar y al siguiente estábamos en una habitación privada besándonos. Luego nos fuimos a su casa y tuve algo de sexo realmente alucinante. ―¡Eeek! ¿Qué tan grande era? ¿Era realmente digno de ser extra grande? ―Sonrió. ―Sí. Él es extremadamente bendecido en el departamento del producto. Estaba muy asustada de que no fuese a encajar.

84

Ella agitó su mano delante de su cara. ―Oh por favor. Sacaste un niño. Hablando de eso, ¿le dijiste sobre Hope? ―No. No pude. Alguien llamó a la puerta y Stella me miró. ―¿Estás esperando a alguien? ―No. Mi mamá no va a traer a casa a Hope por unas horas más. ―Iré a ver quién es, y luego, cuando vuelva, quiero oír más acerca de esta increíble noche. Se levantó del taburete y salió del cuarto de baño. Agarrando la esponja de la estantería, la empapé en el agua burbujeante y la corrí a través de mi brazo. ―¡Mira lo que tienes! ―Ella sonrió mientras caminaba hacia el baño sosteniendo un hermoso arreglo de rosas rojas y blancas. ―¿De quién son? ―Hmm. Me pregunto. ―Sonrió―. Aquí está la tarjeta. ―Ábrela tú. Mis manos están mojadas. Uno pensaría que solo le había dado un regalo para su reacción vertiginosa. ―"Lorelei, lamento lo que dije. Espero puedas perdonarme. No quiero que las cosas sean tensas entre nosotros en la oficina el lunes. Jack.” ¿Qué demonios te dijo? Oh, Dios mío, ¿te fuiste enojada? ¿Ustedes dos tuvieron una pelea? Acaban de tener sexo. ¿Cómo pueden tener una pelea? Tomando una respiración profunda, le dije que se calmara. ―Le hablé de Brett y de que yo no había tenido relaciones sexuales en siete años. ―Oy. ¿Por qué le has contado la parte de no tener sexo? ―Me miró mientras cruzaba sus ojos. Ella sabía que odiaba cuando hacía eso. ―En primer lugar, deja de hacer eso, y en segundo lugar, solo le dije. Procedió a decirme lo ridículo que era. Así que le pregunté si alguna vez había estado enamorado y él me dijo que no. Lo que no me sorprende porque no creo que el hombre sea capaz de amar. Llegó a admitir que era un poco insensible. Solo le dije que cuando se enamorara de alguien en su vida, volviera a mí sobre sobre cómo se sentiría si algo llegara a sucederle a esa persona. Luego me fui. ―Maldita sea. Qué imbécil. Pero te envió flores y se disculpó. ―Ella arrugó el rostro. ―Solo porque no quiere que las cosas sean tensas en la oficina el lunes. Él mismo lo dijo.

85

―Cierto. Pero podría haber haberte enviado un mensaje de texto diciendo eso. Él tomó el paso extra y envió flores, y tú sabes su Asistente Personal no lo hizo por él. ―Sonrió―. Lo hizo solo. ―¿Por qué lo defiendes? ―No lo hago. Es un gilipollas total. Has tenido sexo. Por primera vez en siete años, puedo agregar, y dijiste que fue alucinante. Tómalo como lo que es y sigue adelante. ―Fácil para ti decirlo. No tienes que sentarte y mirarlo todo el día. Stella suspiró. ―Volveré contigo en un minuto. Voy a salir de la bañera antes de que me convierta en una ciruela pasa. ¿Nos puedes servir un vaso de vino y llevar esas flores fuera de aquí? ―Por supuesto. ―Puso su mano en el agua y reventó una burbuja de mí.

Jack Ella ya debía haber recibido las flores. ¿Por qué no me llama? Tiré mi teléfono a mi escritorio. Sonó. Lo agarré. Era Garrett. ―¿Qué? ―le contesté. ―¿Esperabas a alguien más? ―preguntó. ―Lo siento. ¿Qué pasa? ―Estoy en camino a tu casa con una pizza. Vamos a sentarnos y hablar acerca de por qué necesitabas enviarle flores a Lorelei. ―Garrett, ahora no es un buen momento. ―Lo lamento. ¿Qué dijiste? No te puedo escuchar. Parece que tenemos una mala conexión. ―Click. Sacudiendo la cabeza, puse mi teléfono y me hundí de nuevo en mi silla. Él iba a matarme. No pasó mucho tiempo después de que me colgó que oí las puertas del ascensor abrirse. Entré en el vestíbulo solo para atrapar a Garrett mirándome mientras llevaba la pizza a la cocina. ―Voy a asumir que las flores que enviaste a Lorelei fueron un bonito gesto por un trabajo bien hecho. ―Metió la mano en el armario y sacó dos platos. Alcanzando la mano en el refrigerador, saqué dos botellas de cerveza y las puse sobre la mesa. ―Un trabajo bien hecho en verdad, amigo mío. Pero no, eran flores de disculpa.

86

―¿Qué diablos hiciste ahora, Jack? Llevamos la pizza a la mesa y nos sentamos. ―Fui insensible y dije algo que probablemente no debería haberlo dicho. ―Lo que no me sorprende. Pero de todos modos, sigue adelante. ¿Qué dijiste? ―Ella me dijo esta mañana que no había tenido relaciones sexuales en siete años desde que su novio murió en un accidente de auto. Yo podría haber dicho que era ridículo pasar tanto tiempo sin sexo. Garrett sacudió la cabeza. ―Espera un minuto. ¿Le dijiste eso esta mañana? ―Sí. ―Mordí mi pizza. ―¿Y qué estaba haciendo aquí esta mañana? Tragué saliva y me encogí de hombros. ―¡Por el amor de Dios, Jack! ¡¡¿Tuviste sexo con ella?!! ―Sí, y entonces me dijo eso, y se fue de aquí toda cabreada. Dejó la pizza y puso su mano en la frente. ―¿Por qué, por el amor de Dios no puedes mantener tu polla en tu pantalón? Solo una vez, Jack. Esta vez fue todo lo que pedí. ―Porque la deseaba y ella me deseaba a mí. Era completamente mutuo. ―Tú, mi amigo, haz cruzado la línea. Ella es tu asistente. Tú eres su jefe. ―¿Entonces qué? Me gusta Lorelei. Envié las flores y le dije que lo sentía. ―¿Ella te llamó? ―No. ―Excelente. Mejor empiezo a publicar un anuncio el lunes a primera hora de la mañana. ―Deja de saltar a conclusiones. Ella no va a ninguna parte. ¿Y por qué no me dijiste que vivía en Harlem? Dios mío, esa zona no es segura. ―No estoy en posición de decir esto. ―Entrecerró sus ojos en mí―. ¿Te dijo algo más? ―¿Cómo qué? ―No lo sé. Me preguntaba si te dijo más acerca de su novio. ―Solo dijo que lo amaba y que él era su mejor amigo y que no podía verse a sí misma con nadie más. ―Es terrible que sufriera esa pérdida. Así que tú eres el primer hombre con el que ha tenido relaciones sexuales desde él y vas y abres tu idiota, grosera, boca insensible.

87

―Sí. Bastante. Le dije que no quería que las cosas fuesen incómodas entre nosotros el lunes. ―Te acostaste con ella, así que es un poco tarde para eso. ―Pateó su cerveza.

88

20 Lorelei

N

ick y mi madre trajeron a Hope a casa al mismo tiempo que Stella salía. ―Hola, Hopester. ―Levantó la mano para chocarla con la de Hope a manera de saludo. ―Hola tía Stella. ¿Qué estás haciendo aquí?

―Solo visitando a tu madre. ―Se agachó y la besó en la cabeza―. Tengo que irme corriendo. Te veré pronto. ―Vale. ―Rio a carcajadas y después corrió a mis brazos―. Hola mami. ―Hola chiquita. ¿Cómo fue tu día? ―Bien. Hemos tenido un montón de diversión. ―Eso me hace feliz. ¿Por qué no dejas tu mochila en tu habitación? ―Vale. ―Sonrió. Miré a mi sonriente madre. ―Así que, ¿cómo te fue anoche? De ninguna manera le contaría lo que había pasado entre Jack y yo. ―La fiesta fue muy divertida. ―¿Así que lo pasaste bien? ―preguntó Nick. ―Lo hice, fue una noche maravillosa. Gracias por cuidar de Hope. Mi madre se acercó a abrazarme. ―Con gusto, sabes cuánto la queremos. Tenemos que irnos amor, nos encontraremos con unos amigos para cenar. ―Espero que disfruten su cena y gracias otra vez. ―Besé a los dos en la mejilla―. Hope, los abuelos se van, ven a despedirte. Vino corriendo de su habitación, abrazándoles y besándoles. Después de haber cenado, la ayudé con su baño y nos sentamos en el sofá viendo Cenicienta. Acurrucada a mi lado, me miró. ―Cenicienta consiguió su príncipe ―afirmó sonriendo.

89

―Seguro que lo hizo ―respondí besando su coronilla. ―El príncipe encantado nunca renunció hasta encontrarla. ―No, no lo hizo. ―Deseo que encuentres un príncipe encantado. Incliné la cabeza para mirarla a sus azules ojos. ―¿Por qué, Hope? ―Porque te lo mereces. Me dolió el corazón cuando lo dijo. ―Tuve mi príncipe encantado, chiquita. Tú papá. ―Lo sé, pero ya no está, así que tal vez hay otro príncipe encantado en algún lugar ahí fuera. ¿No crees que era el único príncipe encantado en el mundo? ―No sé qué creer chiquita. Pero es tiempo que te vayas a la cama. ―Toqué su nariz. Metí a Hope en la cama y le di un beso de buenas noches. ―Dulces sueños, pequeña ―murmuré. ―Buenas noches, mami. Entré a mi habitación y me acosté. Yací ahí mirando las flores que estaban en mi cómoda. Tomando mi teléfono de la mesita de noche, le mandé un mensaje de texto a Jack. Gracias por las flores. Son preciosas. No esperaba que contestara un sábado por la noche, segura que habría salido, pero me equivocada. Con gusto. Disfruta el resto de tu fin de semana y te veré el lunes. Tú también. Lorelei… ¿Si Jack? Quiero que sepas que gocé de verdad de nuestra noche y no me arrepiento de nada de lo que ha pasado. También yo. Buenas noches. Dijo que nunca había estado enamorado y eso me hizo compadecerlo. Tener treinta y dos años y no haber experimentado nunca la belleza del amor por alguien era triste. No podía pensar más en él; anoche fue un error; un maravilloso error, pero no quería nada más que sacarlo de mi cabeza y seguir adelante. ***

90

Mientras caminaba nerviosamente hacia el edificio de oficinas, la única cosa que podía escuchar era el sonido de mis tacones sobre la acera. Mi estómago hormigueaba al pensar en verlo. Inhalando profundamente, entré al elevador y miré el reloj, eran las siete y media de la mañana. Cuando las puertas se abrieron, tragué grueso mientras salía y me acercaba a mi escritorio. Después de organizar mis cosas, entré al despacho de Jack y al ver que no estaba dejé salir un suspiro de alivio. Poniendo su café sobre el escritorio, inhalé bruscamente al escuchar su voz a mis espaldas. ―Buenos días Lorelei. ―Buenos días, Jack. Al pasarlo para salir del despacho, sujetó ligeramente mi brazo para detenerme. Miré la mano que me tocaba y después a él. ―Una vez más, lo siento. ¿Era sincero? Estaba ochenta por ciento segura que lo era. Eran dos cosas diferentes escucharlo decir que lo sentía en comparación con leerlo en una tarjeta. ―Estás perdonado. ―Señalé asintiendo brevemente. Me dejó ir y caminé hacia mi escritorio.

Jack Sentándome tomé mi taza de café y cuando sorbí lo escupí. ―¡Lorelei! ―grité. ―¿Por qué gritas? ―preguntó mientras entraba en mi oficina de nuevo. ―¿Qué es esto? ―interrogué mostrándole la taza la taza. ―Un americano triple expresso, como todas las mañanas. ―¡NO es un AMERICANO! Es dulce y asqueroso, pruébalo ―le ofrecí la taza. La llevo a sus labios y tomó un sorbo. ―Oh. Tienes razón, no es un americano, sabe a bombón de latte macchiato. Puedes claramente ver en la taza que pone “Americano triple expresso”. ―Ya lo veo. Obviamente, lo han jodido. ―¿Quieres que vaya y te consiga otro? ―No. Tengo que ir a una reunión. ―Lo siento Jack. Supongo que a partir de ahora lo tendré que probar antes de irme.

91

―No es tu culpa. Lo siento por haberte gritado. Me sonrió y salió de mi oficina. Después de tomar mi teléfono, me dirigí escaleras arriba hasta el despacho de mi madre.

Lorelei Mientras Jack se iba a su reunión, me senté con una gran sonrisa en el rostro; Starbucks no había jodido el café de Jack, yo lo hice. Pedí un bombón latte macchiato pero les hice escribir Americano en la taza. Lo consideraba una pequeña venganza por ser un insensible hijo de puta. A pesar de que el día comenzaba, consideré que mi trabajo ya estaba hecho.

92

21 Jack

E

ntré a la oficina de mi madre, sentándome en la mesa redonda frente a Coco, también se encontraban allí Garrett y nuestra madre.

―¿Qué está pasando? ―preguntó mamá mientras se quitaba las gafas y me miraba―. Tenía una reunión muy importante con el equipo editorial y la cancelé debido a esta reunión de “emergencia”. Estos dos no dicen nada. ―Yo ni siquiera sé de qué se trata, Madre ―expresó Coco mientras tomaba un sorbo de su café. ―Estamos aquí para hablar de Bradley Shaw ―indiqué. ―¿Qué pasa con él? ―interrogó mamá. ―Ha malversado dinero de la empresa. Coco se atragantó con su café mientras sus ojos se abrieron como platos. ―¡¿Qué?! ―¿Sabes eso a ciencia cierta, Jack? ―Mi madre me miró, pero habló con un tono tranquilo. ―Sí, su secretaria encontró unos documentos que lo inculpaban sobre su escritorio y cuando lo interrogó al respecto, se puso muy nervioso y no ha sido visto desde entonces. Contraté a un investigador privado a fin de ubicarlo y nos reuniremos con los abogados de Finn, Muir y Abernathy. Tengo a alguien arriba en este momento pirateando su maldita computadora para tratar de averiguar dónde está el dinero. ―¿Cuánto ha tomado? ―preguntó Coco. ―Más de ocho millones de dólares. ―¡¿QUÉ?! ―gritó tan fuerte que hizo que mi oídos dolieran. Me quedé mirando a mi madre, quien tomó una respiración profunda y se cruzó de brazos. ―Mantenme informada y que esto sea lo más discreto posible. Asegúrate de que Lindsey no hable ni una palabra del asunto con nadie. ―Levantándose salió de la oficina. Garrett me miró y entrecerró los ojos, estaba pensando lo mismo que yo. Me paré y le hice un gesto con la cabeza, indicándole con este que me siguiera fuera de la oficina.

93

―No te preocupes, Coco. Vamos a llegar al fondo de esto. Me siguió, y cuando entramos en el ascensor, me miró. ―¿Qué pasa con Kit? ―Si te refieres a por qué no parecía molesta, no tengo ni idea. ―¿Tal vez está en estado de shock? ―sugirió. ―Lo dudo. Voy a hablar contigo más tarde. ―Puse la mano en su hombro mientras salía del ascensor. ―Lorelei, llama a contabilidad y haz que traigan los informes de los últimos seis meses ―demandé mientras pasaba por su escritorio y entraba en mi oficina. Suspiré mientras me sentaba y encendía el ordenador. Acunando mi cara en mis manos, oí la voz de Lorelei. ―Aquí están los informes ―anunció mientras los colocaba en el escritorio. Pasándome la mano por el rostro, la miré. ―Gracias.

94

―¿Estás bien? Con una pequeña sonrisa, indiqué: ―Lo estaré si me das un beso. ―No, gracias, Jack. He estado allí, hecho eso, y vimos cómo terminó. ―Creo que resultó a la perfección. ―Las comisuras de mis labios insinuaron una media sonrisa. ―¿En serio? ―Se irguió frente a mi escritorio con sus manos en las caderas, encendiéndome más de lo que ya estaba. Me levanté acercándome poco a poco donde estaba parada. Pasando el dorso de mi mano por su mejilla, afirmé―: Sí. De verdad.

Lorelei Mi cuerpo estaba en llamas ante el simple contacto de su mano en mi mejilla, y el dolor que había estado sintiendo abajo, desde nuestra noche juntos, se intensificó. Tragué cuando nuestros ojos se encontraron. ―Nunca olvidaré la manera en que tu cuerpo temblaba bajo mis dedos o cómo tus ojos bailaban de alegría cuando mi polla se empujó profundo dentro de ti. ―Se inclinó acercándose

hasta que sus labios estaban a milímetros de los míos―. Nunca olvidaré la manera en que tus labios se sentían contra los míos. Quiero sentirlos de nuevo, Lorelei. Estaba atrapada por su mirada mientras acariciaba mis labios con su pulgar. Su mano sujetó mi nuca mientras nos besamos suavemente. ―Dije algo indebido. Te envié flores para disculparme y tú me perdonaste. Ahora sé que quieres sentir mi polla dentro de ti otra vez ―susurró. ―No, yo no ―jadeé. ―Sí, tu sí. Puedo decirlo por la forma en que estás temblando en este momento. Mis bragas ya estaban empapadas y mi corazón latía rápidamente. Estaba en lo correcto, quería sentirlo dentro de mí otra vez. Cuando me tocó, me olvidé de lo idiota que podía ser. De repente, tocaron la puerta y solté un suspiro de alivio. ―Maldición. ¡QUÉ! ―gritó. Me apresuré a sentarme frente a su escritorio. Se acercó a la puerta y la abrió, dejando entrar a Coco. ―¿Por qué gritaste así? ¿Estaba interrumpiendo algo? ―Lo miró. ―Sí. En realidad, sí. ¿No puedes ver que estoy en una reunión? Le rodó los ojos y me reí. ―Hola, Lorelei. ―Hola, Coco. ―Siento interrumpirlos, pero tengo que hablar con mi hermano. Me levanté, aun temblando interiormente por sus caricias. ―No hay problema. ―Sonriendo salí de la oficina. Era la hora del almuerzo, así que tomé mi cuaderno de bocetos y me dirigí a un café llamado LaRue. Poco después de sentarme en una mesa junto a la ventana, mi teléfono empresarial sonó. Era Jack, rodé mis ojos cuando contesté. ―Hola. ―¿Dónde estás? ―Almorzando. Sabes que lo hago todos los días a esta hora. ―Sí, lo sé. Pero, ¿dónde estás almorzando? ―¿Por qué? ―Porque soy tu jefe y quiero saberlo, maldición. Aparté el teléfono de mi oído y lo miré como si no pudiera creer que acaba de decir eso.

95

―Estoy bajando por la calle en LaRue. ―Bien, te acompañaré, llego en unos pocos minutos. Clic. Joder. ¿Por qué demonios tenía que unirse a mí para el almuerzo? Necesitaba superar el hecho de que mi cuerpo todavía lo anhelaba. Ya que sintió la necesidad de arruinar mi almuerzo, guardé mi cuaderno de bocetos en mi bolso y miré por la ventana. ―Buenas tarde. ¿Está lista para pedir? ―preguntó la camarera llamada Jennifer. ―Hola. Voy a tomar la ensalada Cobb, por favor, y estoy esperando a alguien. ―Ensalada Cobb será y traeré otros cubiertos para acomodar a su invitado ―indicó sonriendo. Unos momentos más tarde, Jack entró en la cafetería y de inmediato crucé mis piernas. El dolor en mi entrepierna tenía que parar. ―¿Ordenaste ya? ―interrogó mientras se sentaba frente a mí. ―Sí. ―¿Qué pediste? ―Levantó un menú de detrás del servilletero. ―Ensalada Cobb. ―Suena bien. Creo que voy a tomar lo mismo. ―Guiñó un ojo. ―Entonces ¿por qué estás aquí, Jack? Entrecerró los ojos. ―Para almorzar con mi hermosa asistente personal y hablar acerca de la fiesta de lanzamiento. Es dentro de unos días. ―Todo está listo. Lo único que tienes que hacer es presentarte ―señalé. ―Me lo imaginé. Ahora que tenemos eso fuera del camino, vamos a hablar de lo que casi sucedió. Mierda. ¿Por qué no puede dejarlo? ―Salvada por Coco ―afirmé con una sonrisa. ―Cena conmigo esta noche y después podemos regresar a mi casa, así puedo hacerte temblar de nuevo. ―No puedo, lo siento, tengo planes. ―¿Haciendo qué? ―Mi mejor amiga, Stella, viene a cenar esta noche. ―Mentí. ―Oh. Bueno, ¿no puedes posponerlo? Estoy seguro de que la ves todo el tiempo ya que es tu mejor amiga.

96

―Y a ti te veo todos los días ―apunté. La camarera se acercó y sirvió mi ensalada. ―¿Qué desea comer, señor Sutton? ―preguntó con una gran sonrisa. ―Voy a tomar lo mismo que ella. ―Una ensalada Cobb va saliendo. ―Le guiñó un ojo.

97

22 Lorelei

―A

sí que, ¿conoces a la camarera? ―pregunté. ―No personalmente. Vengo mucho aquí. ¿Estás celosa? ―interrogó sonriéndome con satisfacción. ―¿Por qué estaría celosa? ―pregunté en respuesta a mi vez.

―¿Por qué no lo estarías? ―replicó Ugh. Realmente me estaba poniendo a prueba. No me estaba sintiendo cómoda, me estaba poniendo nerviosa con su actitud engreída. Me incliné sobre la mesa y amonesté: ―Escucha, Jack. El hecho que hayamos dormido juntos no significa nada. Si piensas con esa cabeza dura tuya que estoy loca y perdidamente enamorada de ti, estás equivocado, fue sexo. ―Fue más que simplemente sexo, Lorelei ―señaló alzando las comisuras de sus labios. ―No lo fue. ―Sí. Lo fue. Inhalé con brusquedad. ―Entonces por qué no me aclaras en qué fue más que sexo. ―Sé a ciencia cierta que no puedes dejar de pensar en esa noche; lo veo en tus ojos cada vez que me miras. Quieres más, igual que yo. Oh Dios mío, era tan engreído. Me quedé sentada, sorprendida por sus palabras. ―Eres un jugador, Jack. Tienes mujeres que quieren tener sexo contigo haciendo fila en tu puerta. ―Cierto. Pero quiero más sexo contigo ―indicó. ―¿Por qué? ―pregunté inclinando la cabeza confundida. ―Porque hay algo en ti, Lorelei. ―Su teléfono sonó y lo buscó en su bolsillo señalando―: Tengo que responder. Volveré en seguida.

98

Me hundí en la silla. Estaba en lo cierto, quería más sexo con él, pero era demasiado peligroso debido a que no le había hablado sobre Hope y estaba asustada de su reacción cuando lo averiguase. Estaba asustada por mi trabajo, el cual realmente me gustaba. Me estaba enamorando de Jack más y más cada día, aunque luché muchísimo por no hacerlo. ―De acuerdo, ahora volviendo a lo de tener sexo. ―Extendió la mano sobre la mesa y tomó la mía, frotando suavemente piel con el pulgar―. Como dije, hay algo sobre ti que me intriga; eres diferente y creo que es necesario más sexo. Simplemente digamos que te has metido bajo mi piel Lorelei. ―Y tú te has metido bajo la mía, Jack. Pero no en el buen sentido. ―Sonreí. ―Tienes derecho a continuar negándolo. Ya que tu amiga, Stella, se reunirá contigo esta noche, voy a dejar que salgas del trabajo a las tres. Cuando dejes la oficina, quiero que vayas al Hotel Trump y consigas la llave de mi habitación. Espera por mí, estaré allí poco después. ―¿Tienes una habitación en el Trump? ―Aún no. Pero la tendré en par de minutos ―contestó guiñándome un ojo. ¡Maldita sea! Mi cuerpo estaba fuera de control por el deseo sexual y lo quería. Lo intenté todo para resistirme. Mi corazón me estaba gritando desde el interior que parase, pero mi cuerpo estaba gritando ve... ve... ve. ―Déjame aclarar algo. ¿Me dejas salir del trabajo dos horas antes para que podamos tener sexo? ―Sí ―respondió con una sonrisa. Iba contra mi mejor juicio, pero la forma en que su mano estaba sujetando la mía me volvía loca. Ya sabía de lo que eran capaces sus manos y las quería sobre mí. ―De acuerdo. Te estaré esperando en el Trump. ―Te prometo que no te arrepentirás. Mirando mi reloj me percaté que la hora de comida había acabado. ―Tengo que volver. ¿Vienes? ―pregunté. ―Me encontraré contigo en la oficina. Tengo un par de cosas que necesito hacer antes de volver. ―señaló soltando mi mano.

Jack Lorelei salió del café y llamé al hotel. ―Buenas tardes, gracias por llamar al Hotel Trump Internacional. Soy Natasha. ¿En qué puedo ayudarle?

99

―Buenas tardes, Natasha. Soy Jack Sutton. ¿Está libre la suite ejecutiva Parkview? ―Déjeme comprobarlo, señor Sutton. Sí, está libre. ―Excelente. Quiero reservarla por el resto del día. Por favor, también tenga fresas cubiertas de chocolate y una botella de su mejor champán en la habitación. ―Desde luego, señor. ¿Cuándo pasará para registrarse? ―Regístreme ahora. Tiene mi tarjeta de crédito archivada; una dama llamada Lorelei Flynn llegará poco después de las tres. ―Esperaremos su visita, señor Sutton. ―Gracias. Click. Saliendo del café, subí en la limusina y le pedí a Tony que me llevase a Victoria’s Secret. ―¿Jack? ―Arqueó la ceja y me miró. Suspiré. ―Simplemente llévame allí. Necesito escoger algo para Lorelei. ―Nunca has puesto un pie en Victoria’s Secret. ―Sonrió burlonamente. ―Sé que nunca lo he hecho ―comenté con irritación. ―La señorita Lorelei debe ser alguien bastante especial. ―Lo es, Tony. Lo es. Estacionó junto a la acera y salí del auto; cuando entré en la tienda, cegado por lencería sexy, una mujer llamada Ashley caminó hacia mí. ―Hola. ¿Puedo ayudarle en algo? Me aclaré la garganta, sentí vergüenza apoderándose de mí. ―Estoy buscando algo de lencería. ―Bueno, ha venido al sitio indicado ―afirmó―. ¿Es para su esposa? ―No. No estoy casado. ―Oh, entonces para su novia. ―No. No es mi novia. Es mi asistente personal. Mierda no debería haber dicho eso. ―Oh ―masculló mirando hacia abajo. Ahora era ella la que estaba avergonzada. ―Necesito algo sexy para que se ponga mientras está conmigo. Si sabe a qué me refiero. ―Por supuesto. Sígame.

100

Me llevó a una sección donde exponían un baby doll. Todo lo que quería era salir corriendo de allí antes de avergonzarme aún más. ―¿Está buscando un color en especial? ―preguntó. ―No lo sé. No había pensado realmente en ello. Tomó una prenda de una percha y lo sostuvo. ―Este es nuestro nuevo modelo de baby doll, muy sexy de encaje chantilly, nos acaba de llegar hace pocos días. Como puede observar es muy fino con transparencias reveladoras y un poco de encaje. ―Perfecto. Me lo llevaré. ―Este en particular lo hay en seis colores. ¿Qué color preferiría? ―No lo sé. ¿Qué color es el que está sosteniendo? ―Este se llama Todo al descubierto. ―Puedo ver por qué se llama así. Ese color está bien. ―Genial. Tenemos un tanga a juego. ¿También le gustaría? ―Umm, sí, estaría bien. ―¿Qué talla en el baby doll y tanga? ―Pequeña. ―Excelente. ¿Eso sería todo? ―Sí. La seguí a la caja registradora y le di a la cajera mi tarjeta de crédito. ―Me gustaría que lo empaquetaran y lo llevaran al Hotel Trump lo antes posible. ―Lo siento, señor, pero no hacemos entregas. Puse los ojos en blanco. ―Bien. Simplemente empaquételo y démelo. Lo llevaré yo mismo. Cuando entré en la limusina, Tony empezó a reír. ―¿Te divertiste ahí dentro, Jack? ―Fue muy humillante. Llévame al Trump antes de dirigirte a la oficina. Tony estacionó en el Trump y salí con la caja de Victoria’s Secret en la mano. ―¿Puede darme la llave de mi habitación? De hecho, deme dos llaves. ―Por supuesto, señor Sutton. Disfrute su estancia y bienvenido de nuevo. ―Gracias. Lo intentaré ―respondí dándole un giño.

101

En cuanto entré en la suite, dejé la caja sobre la cama de la habitación y tomé una hoja de papel del escritorio. Lorelei, Un detalle para que te lo pongas antes de que llegue. Jack.

102

23 Lorelei

A

l entrar al hotel Trump, tomé el ascensor hasta la suite que Jack había reservado. Los nervios se apoderaron de mí cuando abrí la puerta y entré. Me sentí como una prostituta y no podía creer que había accedido a esto. Después de dejar la oficina, llamé por teléfono a mi madre para decirle que iba a llegar un poco tarde a recoger a Hope porque estaba trabajando en algo y no iba a salir a tiempo, otra mentira. ¿Qué me estaba pasando? parecía como si en los últimos días, todo lo que salía de mi boca eran mentiras. Observando la habitación, quedé fascinada por la clase y belleza de la misma. Al percatarme de las fresas cubiertas de chocolate, apoyadas en el mostrador, tomé una y la mordí con una sonrisa. Cuando entré al dormitorio, noté, apoyada en la cama con una nota, una caja con el logo de Victoria Secret. Me senté, leí la nota y miré la caja. Estaba demasiado asustada de ver lo que había dentro para abrirla. Saqué mi teléfono de mi bolso y llamé a Stella. ―¿Qué pasa, Chicky? ―preguntó. ―No tengo tiempo para explicar, así que necesito que me escuches. No hagas ninguna pregunta. Estoy en una suite que Jack reservó para nosotros en el hotel Trump. Apoyada en la cama junto a mí, hay una caja de Victoria Secret y tengo miedo de abrirla. ―Lo siento, pero tengo que preguntar. ¿Por qué estás en el Trump? ¿Están ustedes dos teniendo sexo otra vez? ―Sí y dije sin preguntas, no está aquí todavía. Quería que fuera a su casa esta noche, pero le dije que nosotras íbamos a encontrarnos. Así que reservó una habitación y me dejó salir del trabajo dos horas antes. Un repentino estallido de risa fluyó a través del teléfono. ―Lo siento. Eso es simplemente impresionante. Abre la maldita caja Lorelei, estoy segura de que es lencería sexy que quiere que uses. ¡Es un hijo de puta pervertido! ―Oh Dios mío, ¡detente! ―Lorelei, abre la caja, toma una foto y envíamela. Quiero ver lo que compró. ―Bien. Te enviaré una foto.

103

Respiré profundamente mientras levantaba la tapa y desenvolvía el papel seda de color rosa que revelaba un sexy baby doll. Tragué saliva mientras lo sacaba, extendiéndolo en la cama con las bragas a juego, tomé una foto y se la envié a Stella. Oh. ¡Me encanta!, tiene un gran gusto. ¡Ve a ponértelo y siéntete sexy! Envíame un texto más tarde. Quiero todos los detalles jugosos. Al entrar al cuarto de baño, me quité mi ropa de negocios y me vestí con la lencería que Jack me compró. Mientras me levantaba y miraba mi reflejo en el espejo de cuerpo entero, pasé las manos por mis costados. La prenda de ropa interior, lo poco que había de la misma, era hermosa. Me encantaba especialmente que coincidieran con las bragas estilo tanga. Oí la puerta de la habitación abrirse y a Jack llamarme. Mis entrañas se retorcieron y, de repente, me sentí muy avergonzada. No debería estarlo, ya que me había visto completamente desnuda. Cuando salí del baño y apagué la luz, Jack entró en el dormitorio. ―Wow ―exclamó recorriéndome con los ojos desde la cabeza a los pies―. Te ves increíble en eso. ―Gracias. Es hermoso. No tenías por qué comprarlo. Lentamente se acercó a mí con una sonrisa en su cara y puso su mano en mi mejilla. ―Quería verte en lencería y maldita sea, ―espetó negando lentamente―, valió la pena la extrema vergüenza de entrar en Victoria Secret. No podía dejar de reír. ―¿Nunca habías estado en esa tienda antes? ―Nunca ―respondió, mientras se quitaba la chaqueta y la corbata. Toda mi vergüenza acerca de usar lencería en frente de él se desvaneció cuando dijo eso. Estaba bastante segura de que acababa de caer un poco más duro por Jack Sutton. Su sonrisa me cautivó cuando sus manos acunaron mis nalgas con fuerza. Sus labios suavemente rozaron los míos y, de repente, estaba sin aliento. ―Hueles tan bien ―susurró mientras su lengua se deslizaba hasta mi cuello―. He estado soñando con esto desde nuestra primera noche juntos. Sus manos se movieron de mi trasero y recorrieron mi pecho. Sus dedos se burlaron de mis pezones ya endurecidos sobre el tejido del baby doll. Mi entrepierna palpitaba de deseo mientras movía lentamente una mano hacia abajo y frotó el material de la seda de las bragas contra mí. Deslizó el borde de la seda a un lado, y lenta y suavemente metió un dedo dentro de mí mientras se le escapaba un gemido. ―Ya estás tan malditamente mojada. ¿Te estoy encendiendo, Lorelei? ―preguntó sin aliento. ―Sí. ―Incliné mi cabeza hacia atrás mientras su lengua acariciaba mi garganta.

104

Comencé a desabrocharle la camisa, deslizándosela por los hombros, acariciando cada milímetro de sus musculosos y bien definidos brazos. Mientras su dedo me exploraba, su otra mano desató el baby doll y se inclinó para explorar con la lengua mis pechos desnudos. Vibraciones me recorrieron mientras sus labios se envolvían alrededor de mi pezón, chupando al principio, y luego mordiendo suavemente. Cuando puso su pulgar sobre mi clítoris e hizo pequeños círculos, sentí que mis piernas cederían. El placer era increíble y no quería que terminara. ―Antes de bajar y probar tu dulce coño, necesito que te vengas para mí ―demandó, mientras su boca plantaba pequeños besos en mi torso―. Estás tan cerca. Puedo sentirlo. Estaba en lo cierto, y un par de golpes más tarde, mi cuerpo dio paso a un increíble orgasmo. Comencé a temblar mientras rasgaba a través de mí con su mano sosteniendo la parte baja de mí espalda. ―Eso es lo que me gusta ―exclamó sonriendo mientras el dedo que estuvo dentro de mí se apoderaba de mis labios Alzándome de golpe me llevó a la cama, me acostó y se paró frente a mí mientras se quitaba los zapatos y bajaba el pantalón, liberando su endurecida polla. Me moví al otro lado de la cama mientras se deslizaba entre mis piernas y movía su lengua delicadamente en la cara interna de mi muslo. La anticipación era emocionante y no quería nada más que sentir su boca.

Jack Sabía aún mejor que antes, estaba más que listo para entrar y sentir su calor envolviendo mi polla. Estaba tan duro que casi dolía, tenía que estar dentro. Después de explorar su coño con mi boca, me cerní sobre ella. ―Tu turno ―murmuró. La miré con sorpresa. ―¿Estás segura? ―Sí ―afirmó para luego lamerse los labios, casi me vine ante eso. Parándome frente a la cama, se sentó, envolvió sus cálidos labios alrededor de mi polla y empezó a chupar arriba y abajo de mi eje. Tiré mi cabeza hacia atrás mientras mis manos agarraban su cabello en puños. Su movimiento rítmico era increíble y me tuvo al borde del orgasmo. ―Ah, bebé. Harás que me corra. Eso es. Oh Dios. Te sientes muy bien. Aceleró sus movimientos mientras su cabeza se balanceaba arriba y abajo sin esfuerzo. Me envió al olvido cuando envolvió su mano alrededor de la base de mi polla y su

105

movimiento de succión se volvió impecable, la presión se estaba construyendo y yo estaba casi allí. Sacándome de su boca, me acarició de arriba abajo cuando me vine en toda su mano. Cerré los ojos por un momento, tomando una respiración profunda. ―¿Estás bien? ―preguntó riendo ligeramente. ―Estoy increíblemente maravilloso ―respondí mientras la miraba. Entré en el baño y tomé una toalla del estante. La envolví alrededor de su mano y la besé en los labios mientras la limpiaba. ―Tienes una boca muy talentosa, Lorelei. Dios mío, fue increíble. ―Igual que tú, Jack ―admitió. Tiré la toalla a un lado y la puse de pie mientras acariciaba sus pechos perfectamente redondos. Mi polla se levantó rápidamente una vez más y la necesidad de estar dentro de ella se hizo más fuerte. Subió sobre sus manos y rodillas y todo lo que vi fue su hermoso culo mirándome. Giró su cabeza y me observó mientras sus labios formaron una pequeña sonrisa. Esa era la forma en que lo quería y estaba más que feliz en aceptar su petición. Desgarrando el envoltorio del condón con los dientes, lo deslicé sobre mi polla y la penetré. Después de que terminamos, ambos nos acostamos de costado mirándonos ―¿Te arrepientes de venir? ―pregunté mientras acariciaba su cabello. ―No, en absoluto. ―Paseó su dedo en círculos alrededor de mi pecho. ―Bien. Porque no quiero que tengas, jamás, algún remordimiento. Escucha, sé que te tienes que ir a encontrarte con tu amiga, así que tal vez deberíamos tener una copa rápida de champán y un par de fresas en primer lugar. ―Bueno. Salimos de la cama y nos pusimos las batas que el Trump suministraba. Al salir a la sala de la suite, descorché el champán y serví una copa a cada uno. Mientras le entregaba a Lorelei la suya, tomó una fresa con cubierta de chocolate y la llevó a mis labios. Fue en ese momento, cuando tomé un bocado y vi la más hermosa sonrisa en sus labios, que Lorelei Flynn se convirtió, para mí, en más que solo mi asistente personal.

106

24 Lorelei

L

e di un beso de despedida a Jack y contraté un taxi hasta la casa de mi madre para recoger a Hope. Camino a casa, nos detuvimos y compramos comida chica para llevar con nosotras.

―Pareces diferente, mamá ―apuntó Hope mientras mordía su rollo primavera. ―¿Lo hago? ―Sí, pareces feliz. Mierda. Supongo que el sexo increíble te hace eso. ―Siempre estoy feliz, bebé.

107

―Lo sé, pero hoy pareces súper feliz. ―Es porque estoy aquí contigo ―expliqué dándole un toque en la nariz. Rio. Una vez que terminamos de comer, le dije a Hope que se sentara en el sillón y mirara televisión mientras yo tomaba una ducha. Después de desvestirme, me quedé allí mirándome al espejo; Hope tenía razón, lucia súper feliz hoy. Necesitaba decirle a Jack sobre mi hija y mañana lo haría; entendería, especialmente después de hoy. La primera vez que tuvimos sexo, algo pasó entre nosotros, pero hoy, se hizo más fuerte y se convirtió en más que solo mi jefe. Me enamoré completamente y ahora no había vuelta atrás. Tenía un lugar en mi corazón y me hacía feliz.

Jack Mientras me preparaba para dejar el hotel, vi el libro de Lorelei en el suelo junto a la silla. Debió caerse de su bolso; lo tomé y me senté en el sillón, abriéndolo, mis ojos revisaron los diseños de varios vestidos; algunos casuales y algunos muy elegantes. Sonreí mientras pasaba las páginas, era extremadamente talentosa y sus diseños eran impresionantes. Me hizo preguntarme porque me lo ocultaba. Cerré el libro y llamé a Tony. ―¿Estás cerca? Estoy listo para irme. ―Estaré allí en cinco minutos, Jack. ―Está bien. Gracias Tony.

Tomé mi chaqueta y bajé al vestíbulo para pagar. Mientras salía del hotel, Tony estacionó. ―Necesito que me lleves al apartamento de Lorelei. Olvidó algo y probablemente lo quiera esta noche. ―¿Estás seguro de que esta en casa? ―preguntó. ―Dijo que su amiga iba a cenar con ella esta noche, quiere decir que estará en casa. ―Muy bien, Jack. Cuando Tony se detuvo en la acera del departamento de Lorelei. Miré alrededor del área. Me molestó que viviera en esta parte de Harlem. Mientras subía los escalones del edificio, una señora mayor estaba saliendo por la puerta con su caminador. Corrí y tomé la puerta y la mantuve abierta. ―Gracias, jovencito ―agradeció. ―De nada. ¿Sabe cuál es el departamento de Lorelei Flynn? ―¿Quién quiere saberlo? ―interrogó mirándome. ―Soy Jack Sutton, su jefe en Sutton Magazine. Metí la mano en mi bolsillo, saqué mi tarjeta de negocios y se la entregué. ―Olvidó su cuaderno de dibujos en la oficina y se lo estoy devolviendo. Estudió mi tarjeta de negocios y luego me miró. ―Está en el departamento 2C. Es muy amable de tu parte traérselo, ese libro es de sus posesiones más preciadas. ―Lo sé ―contesté―. Gracias. Simplemente asintió y se alejó. Tomé el ascensor hasta el segundo piso donde estaba el apartamento. Golpeando la puerta, escuché una voz del otro lado. ―¿Quién es? Fruncí el ceño. No sonaba como Lorelei. ―Es Jack Sutton. Podía escuchar las cerraduras destrabándose y la puerta se abrió. Me quedé allí sorprendido mientras miraba una niñita. ―Lo siento. Debo tener mal la dirección. Estoy buscando a Lorelei Flynn. ―Esa es mi madre ―indicó. Tragué y de pronto todo se volvió muy caliente mientras miraba a la pequeña niña con largo cabello rubio y grandes ojos azules.

108

―Mi nombre es Hope. Es agradable conocerte. ―Me tendió su pequeña mano. Estaba confundido y en shock. Sacudí suavemente su mano y me invitó a entrar. ―Puedes esperar adentro. Mi mamá está en la ducha, pero saldrá pronto. Siéntate en el sillón. Estoy mirando una de mis películas favoritas, Cenicienta. Había quedado sin palabras, pero entré al pequeño apartamento de todos modos. Hope corrió y se arrojó en el sillón, palmeando el lugar a su lado. Me senté observándola mientras me miraba. ―¿Cuántos años tienes, Hope? ―Siete. ¿Cuántos tienes tú? ―Treinta y dos. No deberías abrir la puerta cuando no sabes quién está del otro lado. Eso es muy peligroso. ―Lo sé. Tú eres el jefe de mi madre en el trabajo. Dice que eres malo. Arqueé una ceja. ―¿Te dijo eso? ―Sí ―rio. De pronto, escuché la voz de Lorelei detrás de mí. ―¿Con quién estás hablando…? Jack. ―Sus ojos se agrandaron mientras se paraba allí, en su bata de seda y su cabello mojado, mirándome. Me levanté del sillón. ―Eso debe haberse caído de tu bolso. No quería que te preocuparas por perderlo, así que decidí traértelo. ―Jack, puedo… Levanté mi mano. ―No Lorelei, por favor. Solo no. ―Coloqué su cuaderno de dibujos en la mesa de café y me dirigí hacia la puerta. ―¿Se va señor Sutton? ―preguntó la pequeña voz de Hope. ―Sí, hay un lugar donde necesito estar. Fue lindo conocerte Hope. ―Abrí la puerta y salí del apartamento, cerrándola tras de mí. Sentía como si me hubiesen sacado todo el aire. Subí a la limusina, e instantáneamente, Tony supo que algo estaba mal. ―¿Qué está mal, Jack? ¿Estaba en casa? ―Sí. Estaba en casa. Tiene una hija.

109

―¿Qué? ¿Lorelei tiene una hija? ―Sí. Su nombre es Hope y tiene siete años. ―¿Nunca te lo mencionó? ―No, ni una palabra. Eso cambia todo, Tony llévame a casa necesito una bebida.

110

25 Lorelei

M

e quede allí, prácticamente temblando. ―¿Mami, estás bien? ―Sí, bebé. Estoy bien. Es hora de dormir. ¿Está bien?

―Está bien. ―Ve a tu habitación y estaré allí en cinco minutos para meterte en la cama. Tan pronto como Hope fue a su cuarto, fui a la cocina y me serví una copa de vino, terminándolo en segundos. Tomando mi teléfono del mostrador, le envié un mensaje a Jack. Lo siento, Jack. Por favor déjame explicarte. No hay nada que explicar, Lorelei. Lo que sucedió entre nosotros fue un error y no sucederá otra vez. Sugiero que olvidemos todo y sigamos adelante. Las lágrimas cayeron mientras las limpiaba para ir a la habitación de Hope. Después de acostarla y darle un beso de buenas noches, serví otra copa de vino y la llevé a mi habitación. Jack, por favor. Solo escúchame. Si estás preocupada por tu trabajo, no lo estés. Eres una buena asistente personal y no te despediré. No hay nada entre nosotros, Lorelei, excepto una relación profesional. Ten una buena noche. Estaba destruida y las lágrimas comenzaron a caer sin control mientras yacía en mi cama. Llamé a Stella. ―Ya era hora de que llamases. ―Stella. ―Sollocé en el teléfono. ―Lorelei. Oh Dios mío, ¿qué sucedió? ―Jack vino esta noche sin avisar y conoció a Hope. Ahora está enojado conmigo y me dijo que lo que hubo entre nosotros fue un error. ―Que idiota. ¿Necesitas que vaya? ―No. Hope está en la cama y voy a intentar dormir un poco. ¿Cómo demonios se supone que lo enfrente mañana? Estar con él antes fue asombroso y ambos sentimos algo. Me he enamorado, Stella ―gemí.

111

―Cariño, tranquilízate. Escucha, estoy yendo y no quiero escuchar otra palabra. Estaré allí en quince minutos. Solo quédate donde estas. Click. Me quedé en la cama, apretujando las sábanas que me cubrían. Habían pasado cerca de quince minutos cuando escuché la puerta principal abrirse y a Stella entrando en la habitación. Subió junto a mí y me envolvió en sus brazos. ―Todo va a estar bien ―afirmó, mientras besaba la cima de mi cabeza. ―No lo creo. Me dijo que no me despediría porque soy una buena asistente, pero que no hay nada entre nosotros más que una relación profesional. ―Bueno, entonces es más idiota de lo que creíamos. Lorelei, está mostrando sus verdaderos colores. No quieres estar con un hombre así. Mereces algo mucho mejor. ―Pero en verdad me gusta. Mi Dios, dormí con él. El primer hombre en siete años y mira lo que sucede. Todo es mi culpa por no decirle sobre Hope. Iba a decirle mañana. Juro que iba a hacerlo. ―Lloré. ―Lo sé. No lo vale, Lorelei. Una vez que te calmes, lo verás. Lloré en el hombro de Stella por la siguiente hora y luego me quedé dormida.

Jack Apenas dormí anoche. Pensamientos de Lorelei llenaban mi mente. ¿Cómo pudo no decirme que tenía una hija? Tuvo muchas oportunidades pero eligió mantenerlo en secreto. Maldita sea. Salí de la cama, me duché y fui directo a la oficina. Sacando mi celular, le envié un mensaje a Garrett. ¿Ya estás en la oficina? Estoy en camino, ¿Por qué? Necesito hablar contigo. Ven directo a mi oficina. Seguro, Jack. Estaré allí pronto. Mientras pasaba el escritorio de Lorelei, negué moviendo la cabeza. Quizás debería despedirla. No sabía si podría soportar estar cerca después de lo que hizo, o no hizo, debería decir. Poco después de sentarme, Garrett entró. ―¿Qué sucedió? ―¿Sabías que Lorelei tenía una hija? Se quedó estático y me miró. La expresión en su rostro me dijo que sabía.

112

―¡Joder! ¡Sabías y no me dijiste! ―Jack, cálmate. ―No te atrevas a decirme que me calme. ¿Cómo demonios pudiste ocultarme algo como eso? ―No me correspondía decírtelo. ―¿Te pidió que no me dijeras? ―No, ¿te lo dijo? ―No. Tuvimos una hermosa tarde en el Trump ayer, y dejó su cuaderno de bocetos en el hotel, así que Tony me llevó a su departamento para poder dárselo. Ahí fue cuando conocí a Hope. ―Oh. ¿Cómo salió eso? ―¿Cómo mierda crees que salió? ―Arrojé un lapicero sobre el escritorio. ―Estaba sorprendido. Sabes cuan traicionado me estoy sintiendo, sabiendo que me mintió todo el tiempo. ―¿Alguna vez le preguntaste si tenía un hijo, Jack? ―No. ¿Por qué mierda lo haría? Tiene veinticinco años. No debería tener niños aún. ―¿Acaso te escuchaste? ―gritó―. No preguntaste y ella no se ofreció. ¿No le dijiste que odiabas a los niños? ―Quizás. ―¿Entonces por qué demonios te diría sobre la suya? La pobre chica probablemente estaba aterrada de ser despedida. ―Sí, bueno, ahora que lo estoy pensando, quizás despida su trasero mentiroso. ―¿Por qué? ¿Tener un hijo? No puedes hacer eso, Jack. Sin mencionar el hecho de que la has follado más de una vez. ¿Sabes la maldita demanda que podía interponer? La revista ya tiene bastantes problemas. Si la despides, quizás también quieras darle un beso de despedida a la compañía. Te advertí que te alejaras de ella, Jack. ¡Te lo advertí! Hiciste tu propia cama, ahora puedes acostarte en ella. ―Me señaló―. No tienes a nadie a quien culpar excepto a ti mismo. ―Debiste habérmelo dicho, Garrett. Eres mi mejor amigo, no hubiera hecho lo que hice si supiera que tenía una hija. ―Como dije, no puedes culpar a nadie excepto a ti mismo. Ahora cálmate y hablaré contigo más tarde. ―Salió de mi oficina. Pasé las manos por mi cabello y respiré profundo. Estaba enojado, pero había otro sentimiento que residía dentro de mí, dolor. Garrett tenía razón; no podía despedir a Lorelei.

113

No solo sería malo para la compañía si decidía demandarme, sino que tenía un niño que mantener. Las cosas de ahora en adelante solo consistirían en una relación profesional.

114

26 Lorelei

M

is ojos estaban hinchados por todo el llanto de la noche anterior. Temía ir a la oficina y encontrarme con Jack. Si jamás lo veía de nuevo sería feliz. Lo que debía hacer era empezar a buscar otro trabajo y salir como el infierno fuera de Sutton Magazine. La línea que nunca debería haber sido cruzada lo fue, y ahora estaba pagando el precio. ―¿Qué pasa con tus ojos, mami? ―preguntó Hope mientras entraba en mi cuarto de baño. Me agaché y besé su cabeza. ―Buenos días cariño. No hay nada malo. Solo están un poco hinchados. Debe ser una alergia. ―Me pareció oírte llorar anoche. ―Hizo un mohín. ―Debiste haber estado soñando. No estaba llorando. No tengo nada porque llorar. Ahora ve a vestirte y prepararte para la escuela. Voy a hacer tu desayuno. No podía dejar que mi hija me viera así. Siempre habíamos sido solo ella y yo desde el principio y no iba a dejar que cualquier hombre, especialmente Jack Sutton, me destruyera delante de mi hija. Después de vestirme, hice el desayuno de Hope y luego la dejé a buen resguardo. En cuanto estaba camino a Starbucks para conseguirle al idiota su café de la mañana, sonó mi teléfono. Era Stella. ―Hola. ―¿Cómo estás hoy? ―Estoy tratando de estar bien. Tengo que estarlo por Hope. No puedo dejar que me vea desmoronarme por un hombre. ―Lo entiendo, pero no lo fuerces. Si necesitas tiempo para ti misma, para pensar las cosas o reorganizarte, házmelo saber y Sebastián y yo cuidaremos a Hope por un par de días. ―Gracias, Stella, pero voy a estar bien. Hey, escucha, acabo de llegar a Starbucks. Hablamos más tarde. ―Está bien, dulzura. Llámame y asegúrate de pedirle el café equivocado o derrámalo sobre su estúpido trasero.

115

Sonreí. ―Lo haré. Pedí su maldito Americano tal como le gustaba y me dirigí a la oficina. Mi estómago se retorció y me sentí enferma. Observar la ira y la decepción en sus ojos la noche anterior fue insoportable. Vi otro lado de Jack cuando pasamos tiempo juntos. Era tierno y dulce. Solo quería complacerme y me defraudó. Mientras caminaba por el pasillo con su café en la mano, estaba literalmente temblando. Recé para que no estuviera en su oficina, pero lo estaba. ¡MIERDA! Tomé una respiración profunda mientras entraba y ponía el café en su escritorio. ―¿Es el correcto esta vez? ―preguntó con un tono brusco. ―No lo probé. Así que espero que lo sea. ―Salí de su oficina y me senté en mi escritorio. El lanzamiento era dentro en unos pocos días y necesitaba terminar el vestido que estaba haciendo. Solo tenía que conseguir pasar este día. En cuanto me senté en mi escritorio, el teléfono sonó. ―Oficina de Jack Sutton. ―Lorelei, es Garrett. Quiero que vengas a mi oficina en unos treinta minutos. Jack tiene una reunión, así que no sabrá que te has ido. ―Te lo dijo, ¿verdad? ―Sí. Solo ven a mi oficina y hablaremos. ―Está bien. ―Click. Jack salió de su oficina sin decirme una palabra acerca de su reunión. Siempre me decía a dónde iba. Pero no hoy. Todavía podía ver ira en sus ojos y eso me molestó. Me levanté y fui a la oficina de Garrett. ―Hey ―saludé en cuanto asomé la cabeza por la puerta. ―Hey ―saludó a su vez―. Entra y toma asiento. Suspiré mientras me sentaba frente a su escritorio. Mirando hacia abajo, jugué con mis manos. ―¿Cómo te va? ―No tan bien, Garrett. Me siento muy mal por la forma en que se enteró de Hope. Iba a decirle hoy. ―Bueno, quiero que te olvides de Jack. Puede ser un auténtico gilipollas a veces. Lo superará, Lorelei, solo tienes que seguir adelante. Haz tu trabajo y todo va a estar bien. No puede permanecer enojado contigo para siempre. ―No importa si lo hace o no. Quiero que sepas que voy a empezar a buscar otro trabajo.

116

―No quiero que te vayas. Tal vez puedes transferirte a otro departamento. ―Eso lo enfurecería aún más. Es mejor si dejo la compañía completamente. ―Lo entiendo, pero necesitas hacerle frente, no va a despedirte, lo puedo prometer. Tienes influencia, puedes hacerle un gran daño y a la empresa si te deja ir. ―Gracias, Garrett, pero no quiero usar nada en su contra. No soy esa clase de persona. Voy a empezar a buscar otro trabajo y, si encuentro uno, te lo haré saber. ―Me levanté de mi asiento. ―Está bien, Lorelei. Si sientes que es necesario, hazlo. Él volverá a rondarte cuando pase algo de tiempo. Le di a Garrett una pequeña sonrisa y volví a mi escritorio. Cuando regresé, Jack estaba en su oficina. Mierda. Su reunión no duró demasiado. ―¿Dónde estabas? ―gritó desde su escritorio. ―Baño. ¿Está bien o quieres que orine sobre todo mi escritorio? ―espeté. ―Ven a mi oficina. ¡AHORA! ―ordenó. Mierda. Mierda. Mierda. Tomando una profunda inhalación, entré a su despacho. ―Cierra la maldita puerta. Cerré la puerta, luego gire y miré su cara enojada. ―No necesito tu maldita boca inteligente. ¿Me entiendes? ―Señaló directamente a mí. ―Sí. Entiendo. ―¿Fue Hope la razón por la que no fuiste a París? Necesitaba sentarme porque mis rodillas temblaban terriblemente. ―Sí. No podía dejarla. ―¿Entonces jodidamente me mentiste otra vez? ―Sí. ―Miré hacia abajo mientras cruzaba mis manos. ―¿Así que tu madre nunca estuvo enferma? Negué sin decir una palabra. ―Eres toda una pequeña mentirosa, ¿verdad? Las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos. Oh diablos no, no había manera de que lo dejaría verme llorar. ―Supongo que lo soy y lo siento, Jack. ―¿Tú lo sientes? ¿Lo sientes por qué? ¿Mentirme? ¿Dejarme follarte y conseguir estar cerca de ti? ¿Qué? ¿Por qué cosa lo sientes, Lorelei?

117

De repente, la rabia comenzó a llenar mi cuerpo cuando me preguntó eso. Una rabia que no sabía que existía hasta ahora. Mi cabeza volteó hacia él como si estuviera poseída y mis ojos estaban enfocados directamente en los suyos. ―Siento que estés enojado y siento que no puedas entender por qué no te dije sobre Hope. Pero iba a decirte hoy. ―Por supuesto que lo ibas a hacer. Qué conveniente ahora que ya me enteré. ¿Fue tu novio asesinado el padre de Hope? ―Sí, y ¿sabes cuál fue la parte más difícil de todo eso? ni siquiera sabía que estaba embarazada. Estaba de camino a mi casa la noche en que iba a decirle. Hice su cena favorita y compré un par de escarpines de bebé y los puse sobre su plato en la mesa. Seguí tratando de llamarlo porque estaba tomando más tiempo de lo habitual, pero respondía su buzón de voz. Sabía muy dentro de mí que algo había sucedido. Tomé mi auto y conduje por la ruta desde la tienda donde trabajaba a mi casa. Fue entonces cuando vi las luces intermitentes de los coches de policía, camiones de bomberos y ambulancias. Cuando me acerqué a la escena, vi su vehículo. ―Me limpié una lágrima―. Grité su nombre y comencé a correr hacia el accidente. Un policía me sujetó, y me dijo que estaban tratando de sacarlo del auto. Todo lo que quería hacer era ir con él, pero no me dejaron. Fue entonces cuando oí al paramédico decir que estaba muerto. Así que hay tres cosas en mi vida que lamento, no tener la oportunidad de decirle a mi novio, a quien amaba profundamente, que iba a ser padre, no decirte sobre Hope desde el principio, y que no sepas lo que es amar a alguien de verdad. La única cosa que NO lamento es tenerla. Es mi mundo y la amo más que a la vida misma. Es un regalo de Dios que me salvó a través de su muerte, me dio la fuerza para seguir adelante y haría cualquier cosa para protegerla. ―Me levanté, me incliné sobre su escritorio, y lo señalé con mi dedo―. Así que si quieres sacar el tema de tener una hija en contra de mí, entonces adelante. ¡ME IMPORTA UNA MIERDA! ―grité. ―No lo estoy sacando en tu contra. ―Su voz era tranquila―. Me hubiese gustado que me dijeras desde el principio, eso es todo. Te dije antes que odio los juegos y no los practico. Así que, vamos a calmarnos y solo tratar de seguir con nuestra relación profesional. ―¿Puedes hacer eso, Jack? ―Sí, Lorelei, puedo. Tuvimos nuestra conversación y ahora podemos trabajar profesionalmente. ―Bien ―hablé con actitud. ―Bueno. Puedes regresar a tu escritorio. ¿O necesitas salir? ¿Quizás tranquilizarte o algo así? ―No. Estoy bien. ―Bueno. Puedes irte ahora.

118

Salí de su oficina y me senté en mi escritorio. Ahora que lo dejamos salir, me sentí un poco mejor, pero estaba enojada conmigo misma por decirle todo sobre el accidente.

119

27 Jack

M

aldita sea. Escuchar su historia me afectó. ¿Por qué demonios estaría incómodo? Tal vez porque me preocupaba por ella y no debería hacerlo. Incluir a un niño en la mezcla cambiaba todo. No había forma en el infierno que me involucrara si tenía un hijo. Planeé pasar de todo, seguir con mi vida y mi negocio como lo hice antes de que pusiera mis ojos sobre Lorelei. Me levanté y le dije que iba al departamento de contabilidad. Cuando entré en la oficina de Bradley, le pregunté a Wes, la persona trabajando en la computadora de Bradley, si había encontrado algo ya. ―Así es, señor Sutton. Estaba por ir a su oficina. Algo no parece correcto. Las cuentas en el extranjero en las que Bradley puso el dinero están a nombre de Kit Sutton, su madre. ―¿Qué? ¿Estás seguro? ―Sí, fui capaz de penetrar en el sistema del banco y las cuentas están a su nombre. Así que técnicamente, Bradley no ha malversado nada. Ha estado depositando el dinero para su madre. Me paré incrédulo mientras miraba la pantalla de la computadora, reflexionando por qué mi madre haría tal cosa. ―Gracias. Aprecio tu esfuerzo. ―No hay problema, señor Sutton. Es mi trabajo. ―respondió. Tomé asiento tras el escritorio de Bradley y llamé a Lindsay a la oficina. ―Sí, señor Sutton. ―¿Mi madre ha venido aquí a ver a Bradley? ―Un par de veces. Pero sé que se ven afuera de la compañía. ―¿Cómo sabes eso? ―Los vi una noche cenando en Sage y estaban discutiendo. Su madre estaba apuntándole con el dedo. No pude escuchar la conversación, pero puedo decir que estaba enojada. ―¿Te vieron? ―No. No me vieron.

120

―¿Hace cuánto fue esto? ―Hace un mes. Me acuerdo porque llevé a mi novio ahí por su cumpleaños. No voy a estar en problemas, ¿verdad? ―Por supuesto que no, aprecio que me hayas dicho. No tienes que preocuparte por eso. ―Gracias, señor Sutton. Mientras regresaba a mi oficina, vi a Lorelei salir del baño. ―¿Estás bien? ―pregunté. ―¿Tú estás bien? ―Estoy bien. ¿Tú? ―Sí. ―Bien ―exclamó con un indicio de beligerancia y se sentó en su escritorio mientras entraba a mi oficina y cerraba la puerta. *** Pasaron un par de días y aún no había hablado con mi madre sobre las cuentas, ni le había contado nada a Coco. Estaba esperando a que el investigador privado hubiera encontrado a Bradley primero. Lorelei y yo tuvimos pequeñas charlas durante el día, principalmente sobre el trabajo. Tenía algo de papeleo para darle, y cuando abrí la puerta de mi oficina para hacerlo, vi a Hope correr hacia Lorelei y darle un abrazo. ―Hola, bebé, ¿qué hace aquí? ―preguntó. ―Queríamos saber si quieres ir a almorzar con nosotros. La tía Stella dijo que estaría bien venir aquí y preguntarte. Además, quería ver donde trabajabas. Hola, señor Sutton ―saludó sonriendo cuando miró hacia mí con sus ojos azules. ―Hola. ―Está es mi tía Stella. Me recogió de la escuela hoy porque salí temprano. ―Mucho gusto, Stella ―asentí. Sus ojos me dispararon dagas y supe que Lorelei le había contado todo. Vio que Hope la observaba, y luego volvió a mirarme. ―Mucho gusto, señor Sutton. Lorelei me ha contado mucho sobre usted ―manifestó sin expresión. ―Apuesto que sí. ―Coloqué los papeles sobre el escritorio de Lorelei―. Necesito que examines estos y hagas las correcciones. ―Seguro.

121

Caminé de regreso a mi oficina y para el momento que llegué a mi escritorio, Hope me había seguido dentro. ―Me gusta su oficina, señor Sutton. Es muy grande. Suspiré. ―Gracias, Hope. ―Hope, deja en paz al señor Sutton. Lo siento, Jack. Voy a ir a almorzar ahora ―indicó Lorelei. ―No tienes que disculparte. Disfruta tu almuerzo. ―¿El señor Sutton puede venir con nosotras? ―preguntó Hope mientras agarraba la mano de Lorelei. ―No, Hope. ―¿Por qué? ―Miró hacia ella. ―Gracias por la oferta, pero tengo una reunión. Tal vez en otra ocasión, Hope. ―Bien. Antes de salir de mi oficina, Hope giró la cabeza y me miró por sobre su hombro. ―Fue un gusto verlo de nuevo ―afirmó y se despidió con un gesto de la mano. ―También fue un gusto verte. ―Me incliné en mi silla y ondeé mi mano. Era la viva imagen de Lorelei e incluso tenía la misma sonrisa. Aunque todavía estaba herido porque no me había dicho que tenía una hija, no podía dejar de pensar en ella. En especial en la noche. ―¿Quién era la niña con Lorelei? ―preguntó Coco mientras entraba en mi oficina. ―Esa sería Hope, la hija de Lorelei. ―¿Disculpa? ―Se sentó frente a mi escritorio. ―Su hija. ―No sabía que tenía una hija. ―Tampoco yo hasta hace unos días ―señalé. Entrecerró su mirada hacia mí mientras se mordía el labio inferior. ―¿Qué pasa? Puedo decir que algo está molestándote. ―Nada ―contesté. ―Mierda, Jack. ―Sacudió la cabeza―. Te acostaste con ella. Bajé la mirada, tomé un clip de mi escritorio y comencé a jugar con él.

122

―Síp. Lo hice. Cometí un terrible error. Coco arqueó su ceja. ―Nunca has dicho que cometiste un error al dormir con una mujer. ―Se detuvo por un momento cuando alcé la mirada―. Oh no, ¡Jack! Tienes sentimientos por ella, ¿verdad? ―No importa si los tengo. No puedo involucrarme. ―¿Por qué? ¿Por qué tiene una hija? ―Sí, Coco. ―¿Por qué? No entiendo. ―Porque los niños arruinan las relaciones. Tú de todas las personas debería saberlo. ―¿Eh? ―preguntó confundida―. ¿Esa es la razón por la que no te gustan los niños? ―Tal vez. No lo sé. El teléfono de Coco sonó. ―Tengo que contestar esta llamada. Hablaremos sobre esto de nuevo. Pero si quieres mi opinión honesta, creo que Lorelei es exactamente lo que necesitas, aun cuando tenga una hija o no. Te veré esta noche en la fiesta de lanzamiento. Tomé mi teléfono y le envié un mensaje a Isla. Te recogeré esta noche a las seis y media. Estaré lista y esperando por ti, Jack. Compré el vestido Valentino más espectacular. Te va a encantar. Seguro que sí. Bajé mi teléfono y Lorelei entró con mi café. ―Gracias. ―De nada. Cuando comenzó a salir, hablé. ―¿Cómo estuvo el almuerzo? ―Estuvo bien. ―Bien. Por cierto, puedes irte a las cuatro hoy. ―¿De verdad? ―preguntó sorprendida. ―Quiero asegurarme de que tienes tiempo para prepararte para la fiesta de lanzamiento esta noche. ―Gracias, Jack. Es muy amable de tu parte.

123

―De nada. Solo asegúrate de hacer esas correcciones antes de irte.

124

28 Lorelei

—G

racias de nuevo por recoger a Hope de la escuela hoy ―murmuré

mientras me aplicaba una sombra gris. ―No hay problema. Te dije que Sebastián y yo podíamos cuidarla esta noche mientras estás en la fiesta de lanzamiento. ―Lo sé, pero mi mamá y Nick están muy entusiasmados con ello. De hecho, deberían estar aquí pronto. Después de maquillarme y peinar mi cabello, fijándolo a los lados mientras que el resto caía en rizos marcados sobre mi hombro, me deslicé en el vestido de color rojo vino que había hecho. ―¿Y bien?―Di la vuelta y me enfrenté a Stella. ―Vas a hacer que cada polla en ese maldito lugar se levante buscando acción. Es espectacular. ―Gracias ―contesté sonriendo. ―¿Así que Jack y tú ahora están siendo civilizados? Al entrar en el cuarto de baño, tomé mi labial color vino y coloreé con cuidado mis labios antes de responder. ―Supongo. Para ser honestos, ha estado bien en los últimos días. Pero todavía lo echo de menos, si sabes lo que quiero decir. ―No necesitas a alguien como él Lorelei. ―Estoy bien, no necesito a nadie, nunca voy a estar tan cerca de alguien otra vez. ―Ahora no digas cosas así. Conocerás al hombre de tus sueños, tarde o temprano. Al salir del baño, me calcé un par de zapatos plateados con incrustaciones de diamantes de imitación en el tacón. ―Ya lo hice, dos veces, y mira lo que pasó. Uno murió y el otro me odia por tener una niña.

125

Cayó de espaldas en la cama y luego se apoyó sobre sus codos. ―Jack Sutton no es el hombre de tus sueños. Tuvieron relaciones sexuales, por lo que pensaste que lo era. Somos mujeres, nos ponemos emocionales a la primera señal de un hombre prestándonos atención. ―Me gustó desde la primera vez y es por eso que decidí tener relaciones sexuales con él. *** Al entrar en el Lincoln Center, sonreí; hasta el momento, todo parecía perfecto y rogué para que el evento saliera adelante sin problemas. Vi a Coco hablando con Garrett y, cuando me miró, su boca cayó abierta. ―Te ves increíble. ¡Oh Dios mío! ¿Es otro original Lorelei? ―preguntó mientras caminaba a mi alrededor, inspeccionándome de la cabeza a los pies. ―Sí, lo es, y gracias. ―Te ves hermosa, Lorelei. ―Garrett sonrió alabándome mientras besaba mi mejilla. ―Gracias. Coco extendió la mano y tocó ligeramente mi vestido. ―Me encanta el aspecto y la forma en que utilizaste el escote con forma de corazón. Mira estas costuras y la forma en que la parte inferior se ensancha ligeramente hacia fuera, al estilo sirena, pero no del todo. Es una preciosidad, Lorelei. Realmente necesitas mostrar más tu trabajo, eres muy talentosa. ―Gracias, Coco. Cuando miré a la izquierda, mi estómago cayó al ver a Jack con su mano en la espalda de alguna morena. Coco se dio cuenta de mi reacción y puso su brazo alrededor de mí, haciéndome girar. ―No le hagas caso, Lorelei. Es un mujeriego y no es digno de ti o tu atención. Me contó que durmieron juntos y me habló de tu hija. Avergonzada, bajé la mirada. ―Escúchame. Organizaste esta fiesta y debes estar orgullosa. Mantén la cabeza en alto y que todos sepan exactamente quién eres. No dejes que mi hermano arruine tu noche solo porque decidió traer a una mujerzuela de acompañante. Hay un montón de hombres calientes, sexys y elegibles a los que les encantaría conocerte. ―No voy a dejar que arruine mi noche, y en cuanto a los hombres, no me interesan. Cometí un error acerca de tu hermano y no voy a cometerlo otra vez. ―Cariño, no dejes que un pescado podrido estropee el resto del océano para ti ―señaló guiñándole un ojo.

126

―Oh, ahí está Vidal. ―Me tomó de la mano, llevándome hasta el diseñador. ―Vidal, cariño ―saludó besándolo en ambas mejillas. Él me miró y luego a mi vestido. ―Lorelei, ese vestido es clásico. ¿De quién es? ―preguntó. ―Gracias. Yo lo hice. Su frente se alzó mientras miró a Coco. ―¿Diseñaste e hiciste el vestido sola? ―indagó. ―Sí. ―Fabuloso. No sabía que diseñabas. ―Es algo que hago en mi tiempo libre. Hizo un gesto con la mano delante del rostro. ―Trabajas para Jack, me sorprende que tengas algún tiempo libre en absoluto. ―También tiene una hija ―señaló Coco. ―¿Oh? Apuesto a que es tan hermosa como su mamá. ¿Tienes una foto? Saqué mi teléfono del bolso de mano y le mostré una foto de Hope. ―Tu viva imagen. Es hermosa, Lorelei. ―Gracias, Vidal. ―Su papá es un hombre afortunado de tener a dos hermosas mujeres en su vida. Apreté los labios. ―Su padre murió antes de que naciera. Puso su mano en mi brazo. ―Lo siento mucho. Yo y mi gran boca. ―No te disculpes. No podías saberlo. ―Bueno, de todos modos, tengo que ponerme al día con Kit. Bellezas, hablaré con ustedes dos, más tarde. Lorelei, deberíamos trabajar juntos en algún momento. Necesitaba una copa, así que me acerqué a la barra, a sabiendas de que Jack y su mujerzuela estaban allí. No me importaba, estaba tomando el consejo de Coco y sosteniendo mi cabeza en alto, a pesar de que me dolía verlo con ella. Después de ordenar un cosmopolita, sentí una mano tocando ligeramente mi brazo. ―Lorelei ―llamó Jack. ―Hola, Jack.

127

―Te ves… ―¿Hermosa? Me lo han dicho unas cuantas veces ya. Las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa dulce. Una sonrisa que no había visto desde aquella tarde en el hotel. Una sonrisa que siempre hacía que mi ropa interior se mojara. ―Si Hermosa. ¿Es este otro de tus diseños? ―Sí. ―Se ve bien en ti. ―Jack, querido. ―La mujerzuela enganchó su brazo en el suyo. ―Isla, esta es Lorelei, mi asistente personal. Es la responsable organizar el evento de esta noche. Lorelei, ella es Isla. ―Encantada de conocerte, Lorelei. Me encanta tu vestido. ―Extendió su mano huesuda. Ofrecí la mía siendo cordial, y respondí. ―Encantada de conocerte también. ―Tenía muchas ganas de arrancarle los ojos. El camarero finalmente puso mi cosmopolita en la barra. Lo tomé y miré hacia ellos. ―Si me disculpan, tengo que ir a asegurarme de que todo está listo. ―Me alejé, sosteniendo mi cabeza en alto y fingí que no estaba rota por dentro.

Jack La observé irse y tomé un sorbo de whisky mientras se alejaba. Se veía increíble y joder si no empezaba a endurecerme. Había hecho todo a la perfección para la fiesta y, hasta el momento, era un gran éxito. Era casi la hora de que Vidal mostrara su colección, así que todo el mundo empezó a tomar los asientos que le fueron asignados. Acompañado por Isla me acerqué a mi mesa y me senté al lado de Lorelei. Tuve que hacer un cambio de último minuto en la disposición de los asientos para asegurar que hubiera suficiente espacio para mi cita. Lorelei se inclinó y me susurró al oído. ―Veo que cambiaste la disposición de los asientos. ―Sí. ―Yo lo habría hecho por ti. ―Lo sé. Cogió su copa y bebió un sorbo. Isla se excusó para ir al baño. ―Es bonita ―señaló.

128

―Supongo. ―Estaba haciéndome sentir incómodo. ―¿Le preguntaste si no tenía un hijo antes de pedirle salir? ―Es suficiente ―susurré con voz severa. Lorelei empezó a toser y volvió la cabeza hacia otro lado. ―¿Estás bien? Aquí, ten mi agua. ―Tomé mi vaso y se lo ofrecí. ―No quiero tu agua. Pero gracias de todos modos. Isla volvió del baño y mi madre se puso de pie en el escenario y presentó a Vidal antes de tomar su asiento frente a mí. El desfile fue un éxito, y después, Coco y yo nos quedamos con mi madre y Vidal, mientras que los invitados al evento conversaban y nos felicitaban. No podía dejar de observar a Lorelei mientras esta conversaba con Stiles Lang, CEO de Lang Industries. Estaba sonriendo y tocándole el brazo. Podía sentir la ira gestándose dentro de mí mientras apretaba la mandíbula. ―Discúlpenme un momento ―indiqué mientras miraba a mi madre. Iba a averiguar de qué diablos hablaban. Caminando hacia donde estaban parados, Stiles me tendió la mano. ―Jack, excelente lanzamiento. Estreché su mano en vez de darle un puñetazo como quería. ―Gracias por venir, Stiles. Veo que has conocido a mi asistente personal, Lorelei. ―Sí. Es toda una joven y talentosa mujer. Si fuera tú la vigilaría, alguien puede venir y arrebatártela justo bajo tu nariz. ―Le guiñó un ojo, lo que me enfureció aún más. Me reí. ―No va a ninguna parte, Stiles. Necesito hablar con Lorelei por un minuto, por lo que si nos disculpas. ―Claro. Fue maravilloso conocerte, Lorelei. ―Sonrió cuando la tomó de la mano y se la llevó a los labios―. Esperemos que nuestros caminos se crucen de nuevo pronto. Lo vi alejarse y luego miré a Lorelei. ―No quiero que hables con él. ―¿Por qué? ―preguntó y de inmediato comenzó a toser de nuevo. ―Porque es una serpiente. ―¿No lo son todos? ―Arqueó las cejas y se alejó de mí. Isla se acercó y puso su mano en mi espalda. ―¿Qué tal si salimos de aquí y regresamos a mi casa?

129

―No puedo, Isla. Tengo que quedarme con mi madre y Coco. Contraté un servicio de autos para que te lleve a casa. ―¿Hablas en serio, Jack? ―Sí. Lo digo en serio ―afirmé mirándola. ―Bien. Gracias por nada ―espetó y se alejó pisoteando. Vi a Lorelei de pie en la barra bebiendo un vaso de agua, así que me acerqué a ella. ―¿Estás segura que estás bien? ―Estoy muy cansada. Creo que puede ser un resfriado o algo así. Me voy a casa. ―Déjame llevarte, no quiero que tomes un taxi. ―No Jack, puedo llegar a casa sola. ―Sé que puedes, pero Tony te llevará. Fin de la discusión Lorelei. Suspiró mientras dejaba su vaso en el bar. ―Bien. Hizo sus rondas y se despidió de todo el mundo antes de caminar hacia la limusina. Me deslicé a su lado. ―Gracias ―aventuré. ―¿Por qué? ―Se volvió y me miró. ―Por hacer un gran trabajo con la fiesta de lanzamiento. ―De nada. ―Tosió un par de veces. ―Si no estás mejor en un par de días, debes consultar a un médico. ―Voy a estar bien, Jack. ―Miró por la ventana.

130

29 Lorelei

L

e agradecí a Tony por el viaje a casa y me despedí de Jack. ―Buenas noches, Jack. Te veré el lunes. ―Descansa, Lorelei.

Entré a mi departamento y liberé a mi madre y Nick de sus deberes como niñeras. Tenían mucho que hacer en el fin de semana ya que se iban en un crucero el lunes. ―¿Segura que tienes las cosas cubiertas con Hope mientras no estamos? Me siento mal. ―No te preocupes, mamá. Stella la tendrá un par de días y luego irá a la guardería después de la escuela. Ella entiende y estará bien. ―Lo sé, cariño, pero aun así me siento mal. No tenías trabajo cuando Nick y yo reservamos el viaje. ―Deja de preocuparte. Estaremos bien. ―Tomé sus hombros y besé su mejilla―. Diviértete en tu viaje y nos veremos cuando vuelvas. No podía sacarlos lo suficientemente rápido. Todo lo que quería hacer era ir a la cama. *** Desperté el lunes con un resfriado. Goteo nasal, tos, congestión y dolor de cabeza. Stella me había llamado ayer para decirme que ella y Sebastian tenían que volar a Arizona porque el padre de él había empeorado y el doctor solo le daba algunos días más. Ella se disculpó muchísimo por no ser capaz de recoger a Hope de la escuela. Le dije que no se preocupara y que Hope podría ir a la guardería un par de días extra. Entrando a la oficina, tosiendo y con mocos, coloqué el café de Jack en su escritorio. ―Estas peor ―habló―. ¿Viste a un doctor el fin de semana? ―No. En realidad solo empeoró ayer por la noche. Estaré bien. Acabo de tomar medicina para resfriados. ―Quizás deberías ver a un doctor en tu almuerzo. ―Jack, es un resfriado. Un resfriado común. No necesito ver un doctor. ―Si tú lo dices. Necesito que lleves esto a la oficina de mi madre. ―Me entregó algunas carpetas con folios.

131

Cuando salía de su oficina, estaba un poco sorprendida por lo que dijo. ―Espero que Hope no se contagie tu resfriado. Me di la vuelta y le di una pequeña sonrisa. ―También espero que no lo haga. Antes de recoger a Hope de la guardería, decidí llevarla a cenar ya que no me sentía lo suficientemente bien para cocinar cuando llegáramos a casa. ―¿Podemos ir a comer a Ellen’s hoy? ―Eso es bastante lejos, Hope. ¿Por qué no eliges algo más cerca de casa? ―Por favor, mamá. Podemos tomar el metro. Mientras miraba sus ojos azules, me sentí mal porque tuvo un día tan largo y seguiría teniéndolos por el resto de la semana. ―Está bien. Será Ellen’s. Después de terminar nuestras cenas, Hope y yo salimos a Broadway. Mientras nos dirigíamos por la calle hacia la estación del metro, escuché a alguien decir mi nombre. ―¡Lorelei! Miré la calle y vi a Jack parado fuera de su limusina. Levantó su dedo, indicándonos que nos quedáramos allí mientras el cruzaba la calle. ―Hola, señor Sutton. ―Sonrió Hope. ―Hola, Hope. Lorelei. ¿Qué están haciendo en Time Square? ―Cenamos en Ellen´s. ―Tosí―. ¿Qué estás haciendo aquí? ―Acabo de tener una reunión con alguien por la revista. ¿Están yendo a casa? ―Sí. Estábamos dirigiéndonos a la estación del metro. Suspiró. ―Vamos. Tony las llevará a casa. Levanté mi mano. ―Podemos tomar el metro, Jack. ―Lorelei. Hace frío y no tomarán el metro. ―Se inclinó y le habló a Hope―. ¿Preferirías tomar el metro o subirte a ese auto negro en la otra cuadra? ―Señaló. ―¿Es ese tu auto? ―preguntó. ―Sí. Ese es mi auto. ―Ese auto es mejor que el metro. ―Rió.

132

Se enderezó y me miró. ―Está arreglado. Tony te llevará a casa. Puse los ojos en blanco y tomé la mano de Hope mientras cruzábamos la calle y subíamos dentro de la limusina con Hope sentándose entre Jack y yo.

Jack Bajé la vista y vi un par de ojos azules mirándome. ―¿Qué? ―¿Tuviste un buen día? ―preguntó. Lorelei me miró. ―Sí. ¿Y tú? ―Sí. Saqué una A en mi examen de matemática. Fui la única en clase que hizo todos los problemas bien. ―Felicitaciones. ―Gracias. Me recuerdas al Príncipe Encantador de Cenicienta. ―Sonrió. ¿Esta niña era real? No podía creer que acabara de decir eso. Escuché a Tony reír. ―Puedo asegurarte que no soy el Príncipe Encantador. ―Puedes decir esto otra vez ―murmuró Lorelei y le di una mirada. ―¿Por qué? ―preguntó ella. ―¿Por qué, qué? ―¿Por qué no eres un Príncipe Encantador? Lorelei comenzó a toser incontrolablemente. ―En verdad deberías ir a ver un doctor por esa tos. ―Si no se detiene en un par de días, lo haré ―habló. Tony se detuvo en el departamento de Lorelei y dejé salir un suspiro de alivio. ¿Cómo se suponía que respondiera las preguntas de Hope? ¿Cómo le explicaría a una niña de siete años que estaba muy lejos de ser el Príncipe Encantador? ―Gracias por el viaje. ―Lorelei sonrió un poco. ―Gracias, señor Sutton. Fue divertido hablar con usted. ―Hope colocó su pequeña mano en la mía y Lorelei me miró con miedo en sus ojos. ―Fue agradable hablar contigo, Hope, y gracias.

133

Miré por la ventana mientras las dos caminaban de la mano y subían los escalones del edificio de apartamentos. ―Es una niña adorable ―dijo Tony. ―Ella está bien.

134

30 Jack

A

la mañana siguiente, tuve una conversación telefónica con el investigador privado en relación con Bradley. Tenía una ventaja sobre su paradero y me iba a llamar más tarde. Miré el reloj. Faltaban diez minutos para las ocho. Abrí la puerta de mi oficina y me di cuenta que Lorelei no estaba en su escritorio. Bajé a la oficina del Coco y pregunté Franny si sabía algo de ella. ―No, señor Sutton. ¿No ha llamado? ―No. No lo hizo y no es de ella llegar tarde. Me dirigí a mi oficina y saqué el teléfono de mi bolsillo. Marqué el teléfono de la empresa que le di. No hay respuesta. Llamé a Garrett. ―¿Qué pasa, Jack? ―¿Tienes el número de celular de Lorelei? No se ha presentado a trabajar y no ha llamado. Traté de llamar al teléfono de la empresa que le di y no me respondió. ―Eso es raro. Espera; déjame sacar de su archivo. Unos momentos más tarde, él recitó su número mientras lo escribí en un pedazo de papel. Marqué. ―Hola ―respondió una voz suave. ―¿Lorelei? ―No. Esta es Hope. ―Hope. Es el señor Sutton. ¿Dónde está tu mamá? ―Ella está durmiendo. Cuando entré en su habitación estaba tendida en el suelo, por lo que la ayudé a volver a la cama. Está realmente enferma, Sr. Sutton. De repente, una ola de miedo se apoderó de mí. ―Hope, estoy de camino. Así que cuando se oigas un golpe en la puerta, pregunta quién es primero. ¿Lo entiendes? ―Sí, Sr. Sutton. ―Te veré pronto. Agarré mi saco y salí rápidamente fuera del edificio. Tony ya me estaba esperando.

135

―Tenemos que llegar al apartamento de Lorelei rápido. ―Voy a hacer mi mejor esfuerzo, Jack, pero es hora pico. ―Me importa un carajo si es hora pico o no, llega a Lorelei tan rápido como sea posible. A pesar del tráfico, Tony me llevo hacia lo de Lorelei en una cantidad de tiempo decente. Mierda. Olvidé la puerta de seguridad. Apreté el botón para el apartamento de Lorelei. La puerta sonó y abrió, volando por las escaleras hasta el apartamento de Lorelei. ―Hope, es el señor Sutton. ―llamé. Ella abrió la puerta y me dejó entrar. ―¿Puedes mostrarme donde es el dormitorio de tu madre? La seguí por el pasillo y cuando llegué a la habitación de Lorelei, corrí a su lado y puse mi mano en su frente. ―Oh, Dios mío, estás ardiendo. Lorelei lentamente abrió los ojos. ―¿Jack? ―susurró. ―Shh. Vas a estar bien. Te voy a llevar al hospital. Hope, ve a vestirte. Vamos a llevar a tu madre al hospital para que los médicos pueden comprobarla. ―¿Va a estar bien? ―Sí. Ella va a estar bien. Ve a vestirte y de prisa. Puse mis brazos por debajo de ella y la levanté de la cama. Apoyó la cabeza en mi pecho. ―Hope, ¿estás lista? ―Sí. ―Entró corriendo en la sala de estar. Como estaba en mi camino a la puerta, me di cuenta de que las llaves de Lorelei estaban en la mesa. Las agarro y tan pronto en cuanto bajamos del apartamento, Hope cerró la puerta. Para el momento en que llegué a la limusina, Tony estaba allí de pie con la puerta del pasajero abierta. ―Hope, necesito que te sientes al frente con el Sr. Tony. ¿Bueno? ―Está bien. Tony me ayudó a colocar a Lorelei en el asiento trasero y subí a su lado mientras ella apoyó la cabeza en mi regazo. ―Te dije que vayas al médico. Ahora mírate. Ella gimió. ―Hope

136

―Está con nosotros. Está adelante con Tony. ―Le acaricié el pelo. Tony se detuvo en las puertas de la sala de emergencias. Salí y me fui dentro, diciéndoles que necesitaba ayuda. Dos enfermeras sacaron una camilla mientras recogía a Lorelei y la acosté. ―¿Qué está pasando con ella? ―preguntó una de las enfermeras. ―Ha estado tosiendo mucho el último par de días y no se siente bien. Está ardiendo. ―¿Eres su marido? ―No. Soy su jefe. Está es su hija. La llevan dentro y al final del pasillo. Una de las enfermeras nos dijo a Hope y a mí que tomemos asiento en la sala de espera y que estarían fuera en breve. Hope envolvió su pequeña mano alrededor de la mía y cuando miré, lo único que podía ver eran los ojos llenos de miedo. La llevé a las sillas de la sala de espera. ―Va a estar bien, Hope. No quiero que te preocupes. Los médicos van a cuidar bien de ella y hacer que se mejore. ―Quiero a mi abuela y abuelo. ―Puedo llamarlos. ¿Tienes por casualidad su número? ―No, no puedes. Están en un crucero. ―Oh. Bueno. ¿Hay alguien más a quien pueda llamar? ―Mi tía Stella está fuera de la ciudad visitando al padre de su novio, que está muy enfermo. ―Bueno. ¿Qué pasa con tus otros abuelos? ―No tengo otros abuelos. Saqué mi teléfono que timbraba en mi bolsillo. Era Coco. ―Hola ―contesté. ―Jack, ¿dónde diablos estás? ―En el hospital. Tuve que traer a Lorelei. Está muy enferma. ―¡Oh, no! ¿Qué pasa? ―Todavía no estoy seguro. Te llamaré cuando sepa más. ―Está bien. ―Click. Puse mi teléfono en mi bolsillo y miré a Hope. ―¿Tienes hambre o sed? ―pregunté. ―Más o menos. No tuve mi desayuno.

137

Miré a mí alrededor y vi una máquina expendedora. ―Vamos a ver lo que tienen en la máquina. Nos paramos en frente de ella y Hope miró a través del cristal. ―Hay Pop Tarts. ―Solo me gusta la de fresa. Esos son de arándanos. ―¿Qué tal una barra de granola? ―Ew. Esos son asquerosos. ―Bueno. ¿Qué hay de esas pequeñas magdalenas? Se ven bien ―mentí. ―Por supuesto. Me gustas las magdalenas de chocolate. ―Sonrió. Metí una mano dentro de mi bolsillo y saqué mi cartera, sacando dos billetes de un dólar y ponerlos en la máquina. ―Pulsa los botones para las magdalenas ―dije. Ella lo hizo y llegó en el interior y las sujetó. ―¿Qué tal una bebida? Hay zumo de naranja aquí en esta máquina. ―Quiero manzana. ―No tiene manzanas. ¿Qué tal un poco de jugo de arándanos? ―Yuck. ―Hizo una mueca hacía mí y sonrió. ―Ve a sentarte. Voy a buscar un poco de jugo de manzana. Me acerqué a la estación de enfermeras. ―Disculpe, pero necesito a alguien para ir a encontrarme un poco de jugo de manzana para esa niña de allí. ―Tenemos jugo de manzana en la cafetería ―dijo una de las enfermeras. ―Bueno, no puedo dejarla en este momento. ―Busqué en mi bolsillo y saqué un billete de veinte dólares―. Quienquiera que vaya y le traiga a la niña un poco de jugo de manzana puede mantener el cambio. La enfermera llamada Samantha tomó los veinte de mi mano. ―Voy a conseguir un poco de jugo de manzana para usted. ―Gracias. ―Sonreí. Me senté junto a Hope mientras se sentaba allí y comió sus magdalenas. ―Tu jugo de manzana está en camino. ―¿Quieres uno? ―preguntó mientras sostenía mini muffins hacia mi cara.

138

―Umm. No, gracias. ―Pruébalos. Son buenos. Sé que te van a gustar. ―No. No. ―Agité mi mano―. Come todos. ―Por favor, Sr. Sutton. ―Se quejó―. Solo pruébelo. Suspiré mientras tomaba la magdalena de la mano y la puse en mi boca. Dios, era lo peor que he probado. Hope me vio comer. ―Te gusta, ¿no? ―Rió. Asentí. ―Sí ―mentí. La enfermera regresó y le entregó a Hope su botella de jugo de manzana. Unos momentos más tarde, un hombre en bata de color azul entró en la sala de espera. ―¿Para Lorelei Flynn? ―Miró a su alrededor. ―Sí. ―Me puse de pie. ―Lorelei tiene neumonía y un caso muy serio de la misma. La hemos estabilizado y estamos tratando su fiebre. Está muy débil y deshidratada. Es una buena cosa que la trajo cuando lo hizo. Voy a admitirla. Estará aquí los próximos días. ―¿Podamos verla? Se trata de su hija. ―Pueden verla, pero solo por unos minutos. Necesita descanso total. ―Gracias doctor. ―Sígame. Lo llevaré a ella. Hope una vez más envolvió su mano alrededor de la mía mientras seguíamos al médico al final del pasillo y la habitación donde estaba Lorelei. Cuando entramos, abrió los ojos y trató de sonreír cuando Hope corrió hacia ella. ―Estás en un buen lugar, mami. Van a hacer que todo se mejore. Me quedé en la puerta y mire a Lorelei tumbada en la cama del hospital. Me dolía el corazón verla así. Entonces pensé en otra cosa. Si ella estaba siendo ingresada en el hospital, ¿quién iba a cuidar a Hope? Mierda. Caminando hacia la cama de Lorelei, puse mi mano sobre su brazo. ―Me quiero ir ―susurró con voz débil. ―Hay que mejorar primero. ―Hope. ―No te preocupes por Hope. Voy a ver que ella sea atendida mientras estás aquí.

139

Lorelei negó con la cabeza hacia mí. Me sentí ofendido. ―Lo siento, pero vas a tener que irte ahora. Nuestro paciente necesita descansar ―dijo la enfermera. ―No te preocupes. Estaré bien ―dijo Hope mientras apoyaba la cabeza sobre el brazo de Lorelei―. Mejórate, mamá. Una lágrima corrió por la mejilla de Lorelei. Saqué un dólar del bolsillo y se lo entregué a la enfermera. ―¿Podría llevar a Hope a la máquina expendedora y comprarle una barra de chocolate? ―Claro. ―Ella sonrió. Cuando salieron, puse mi mano sobre la cabeza de Lorelei y me incliné más cerca de ella, secándole la lágrima de la mejilla. ―No quiero que te preocupes por nada. Hope va a estar bien atendida. Me encargaré de eso. Solo céntrate en mejorar. Necesito a mi asistente personal en la oficina. ―Sonreí. Asintió lentamente y luego cerró los ojos. Apreté los labios contra su frente. ―Volveremos a visitarla tan pronto en cuanto nos permitan.

140

31 Jack

T

uve a Tony conduciéndonos de regreso al apartamento de Lorelei. Tan pronto como abrí la puerta, le dije a Hope que fuera y empacara un bolso. ―¿A dónde vamos? ―preguntó ella.

―Vienes a casa conmigo por unos días ya que tus abuelos y Stella están fuera de la ciudad. Ella se fue a su habitación y yo estaba de pie en la sala de estar preguntándome si había tomado la decisión correcta. No tenía otra opción, pero no sabía absolutamente nada de niños. Tomé una respiración profunda. No podía dejar abandonada a Lorelei. Me preocupaba por ella y necesitaba mi ayuda sin importar si la quería o no. Llamé a Madeline. ―Hola. ―Madeline, asegúrate que la habitación de invitados esté lista. Vamos a tener un visitante por unos pocos días. ―Claro que sí, Jack. Me ocuparé de ello ahora. ―Gracias. Vamos a llegar en breve. ―Click. ―Ya empaqué todo ―dijo Hope cuando salió de su habitación sosteniendo su bolsa de color rosa y una muñeca de trapo. Agarré su bolso y bajamos a la limusina. Cuando estábamos en nuestro camino a mi ático, miré a la muñeca de Hope. ―¿Cuál es su nombre? ―le pregunté. ―Luna. La he tenido ella desde que era un bebé. Mi mamá dijo que fue un regalo de mi padre y que él siempre estará conmigo. ―Ella es una muñeca especial. ―Sonreí y ella la abrazó. Cuando llegamos al ático, los ojos de Hope se abrieron enormes tan pronto como nos bajamos del ascensor. Madeline entró en el vestíbulo y se detuvo en seco cuando vio a Hope. ―Hope, esta es mi criada, Madeline. Madeline, esta es nuestra huésped, Hope. Ella es la hija de Lorelei. ―Es un placer conocerte, Hope.

141

―Es un placer conocerte también. ―Ella se rio. ―¿Por qué no le muestras a Hope su habitación? Ellas subieron las escaleras y me serví una copa. Hope estaría bien aquí con Madeline. Sabía una cosa o dos acerca de los niños, así que sería la niñera perfecta para ella. Cuando entré en la cocina, Madeline me siguió. ―Ella es adorable. Pero estoy muy confundida, Jack. ―Lorelei está en el hospital con neumonía. Estará allí por unos días, por lo que te necesito para cuidar de Hope por mí. ―Umm. ¿Has olvidado que me voy mañana por la mañana para visitar a mi hermana en Nueva Orleans? He tenido estas vacaciones planeadas por dos meses, Jack. ―Por Dios santo. Me olvidé. ¿No puedes cambiarla? Por favor, Madeline. Te necesito. ―Lo siento, pero no. Tú sabes que ella no está pasándolo bien. Hablamos de esto y dijiste que estaba bien con que me fuera. ―¿Qué demonios pasa con todo el mundo sintiéndose mal? Lo siento, Madeline. Tienes razón. Ve a visitar a tu hermana. Voy a llamar a Coco por ayuda. Ella rio. ―No estoy segura de que vaya a ser mejor que tú. Escucha, Jack, es instinto. Puedes hacer esto. No es como si fuera un bebé. Diablos, esa niña probablemente podría cuidar mejor de ti. ―Muy divertido. ¿Podrías al menos cuidar de ella mientras voy a la oficina durante un par de horas? ―Por supuesto. ―Sonrió. Hope entró en la cocina y me arrodillé frente a ella. ―Tengo que ir a trabajar por un tiempo, pero Madeline va a cuidar de ti. ―Está bien. ¿Regresarás más tarde? ―Sí. ―Está bien. ―Sonrió. Justo cuando estaba a punto de salir de la cocina, Hope dijo mi nombre. ―¿Sr. Sutton? ―Sí. ―Me volví y la miré. ―Yo no creo que usted sea malo en absoluto. Le di una pequeña sonrisa y me fui a la oficina.

142

*** Entré en la oficina de Coco y cerré la puerta. ―Oye, ¿cómo está Lorelei? ―preguntó ella con preocupación. ―Tiene neumonía. Va a estar en el hospital durante unos días. ―Ella va a estar bien, ¿verdad? ―Sí. Están tomando buen cuidado de ella. Escucha, necesito hablar contigo acerca de Bradley. ―¿Lo han encontrado? ―No. Aún no. Pero Ron tiene una pista. Bradley no era el que estaba robando el dinero de la empresa. Ella me miró confundida cuando inclinó la cabeza hacia un lado. ―Él lo estaba poniendo en cuentas en el extranjero para nuestra madre. ―¿Qué? Eso es absurdo. ―Vi las cuentas, Coco. Están a su nombre. ―¿Por qué ella lo tendría haciendo eso? ―Creo que está llevando a esta empresa a la ruina por alguna razón. ―¿Ya la has confrontado sobre esto? ―No. Estoy esperando hasta que Ron encuentre a Bradley y hablemos con él. Te quiero conmigo cuando la enfrente. ―Esto no tiene ningún sentido. ―Lo sé. Pero vamos a llegar al fondo de esto. En otro asunto, tengo a la hija de Lorelei, Hope, quedándose conmigo mientras ella está en el hospital. Coco rompió en carcajadas. ―Sí, claro. ¿Tú y un niño? Encuentro eso difícil de creer. ―No tuve elección. Los padres de Lorelei y su mejor amiga están fuera del estado. No había nadie más para cuidar de ella. ―Tú no sabes cómo cuidar de un niño, Jack. Mierda. Odias a los niños. ―Supongo que voy a tener que improvisar en los próximos días. ¿Querrías venir y ayudarme? ―Sonreí. ―Umm. No. Estoy saliendo para Los Ángeles mañana. ¿Lo olvidaste? ―Maldición. Lo hice. ¿Qué diablos está pasando con todo el mundo saliendo de la ciudad, excepto yo?

143

Ella rio de nuevo. ―Puedes hacerlo. De nuevo, ¿qué edad tiene ella? ―Siete. ―Es autosuficiente. Solo tienes que mantener un ojo en ella. Puede mantenerse entretenida. Nosotros lo hacíamos cuando niños. Suspiré mientras me levantaba de mi silla. ―Diviértete en LA. Te veré cuando vuelvas. ―Oh, lo haré. ¡Diviértete jugando al papá! ―Sonrió. ―¡Eso ni siquiera es gracioso! ―Señalé hacia ella mientras caminaba hacia la puerta. Después de pasar un par de horas haciendo algo de trabajo, llamé al hospital para comprobar a Lorelei. La enfermera dijo que ella había estado durmiendo todo el día y que Hope y yo podríamos visitarla esta noche, pero solo por un tiempo corto. Odiaba dejarla allí sola. Salí de la oficina alrededor de las cuatro y, cuando llegué a casa, Hope y Madeline estaban en la cocina horneando galletas de Halloween. ―¿No es un poco pronto para Halloween? ―pregunté cuando bajé mi maletín. ―Halloween es en dos semanas y media. Nunca es demasiado pronto. ¿No es así, Hope? ―preguntó Madeline. ―Nop. Nunca es demasiado pronto para Halloween. No puedo esperar para probarme mi traje. ―¿De qué te estás vistiendo? ―pregunté. ―Cenicienta. Mi mamá está haciendo mi disfraz. ―Apuesto a que va a ser muy bonito. ¿Tú cocinaste la cena? ―le pregunté a Madeline. ―No. Lo siento, Jack. Conseguimos involucrarnos tanto con estas galletas que me olvidé de la cena y tengo que salir en media hora para estar lista para irme mañana. ―No te preocupes. Hope y yo pararemos y conseguiremos algo antes de encaminarnos al hospital para ver a Lorelei. Voy a ir arriba a cambiarme. ―Sr. Sutton ―habló Hope. ―Sí. ―Me di la vuelta. ―¿Le gustaría una galleta? ―Ella extendió una hacia mí. Me paré allí por un momento y miré a Madeline, quien me estaba sonriendo. ―Claro, Hope. Me encantaría una. Gracias.

144

―De nada ―dijo mientras tomaba la galleta de ella.

145

32 Jack

L

levé a Hope a uno de mis restaurantes italianos favoritos llamado Maialino, él cual no estaba demasiado lejos del hospital. Mientras el camarero nos acomodó, ella me dio una mirada extraña. ¿Cuál era su problema?

Hope levantó su menú y lo ojeó. ―¿Sabes leer? ―le pregunté. ―Tengo siete años. Por supuesto que puedo leer. ―Negó mientras me miraba. No pude evitar sonreír, porque en ese momento, me recordaba muchísimo a Lorelei. Ella bajó su menú y me miró. ―No puedo leer este menú. Las palabras son demasiado grandes. ―Bien. Déjame ayudarte. Justo mientras lo decía, nuestro camarero se acercó. ―¿Puedo traerles algo para beber? ―Tomaré un escocés a las rocas, por favor. ―¿Y para usted, señorita? ―preguntó mientras le sonreía a Hope. Hope me miró por un instante y luego al camarero. ―Podría tomar una Coca-Cola, ¿por favor? ―Por supuesto. ―El camarero le hizo una pequeña reverencia. ―¿Entonces que te gustaría comer? ―le pregunté mientras dejé mi menú. ―Espaguetis con salsa sencilla. ―Oh. Bien, no estoy seguro de si ellos tienen eso aquí. ¿Qué tal unos espaguetis con almejas y salsa con vino blanco y ajo? ―¡Puaj! ―Ella arrugó su nariz. ―Bueno. ¿La pasta con ragú de cordero, tomate y grana Padano? ―¿Qué?

146

El camarero nos trajo nuestras bebidas y nos preguntó si podía tomar nuestra orden. Después de pedir la mía, le pregunté por los espaguetis con salsa simple para Hope. ―¿Tienen espaguetis con solo salsa simple? ―Umm. No estoy muy seguro. Le tendría que preguntar al cocinero si él puede hacerlo. ―Gracias y por favor dígale que pagaré cualquier que sea el coste para él por hacer una salsa simple. ―Muy bien, señor. ―Sonrió. Saqué mi teléfono del bolsillo y comencé a revisar mis correos electrónicos y mensajes. ―Mi mamá dice que es de muy mala educación tener tu teléfono en la mano durante la cena y que deberías estar hablando con la gente que tienes delante de ti en lugar de estar con el teléfono. Miré hacia arriba, le di una mirada en blanco y muy lentamente deslicé mi teléfono de vuelta a mi bolsillo. ―¿Me llevarás al colegio mañana? ―preguntó. ―Supongo que tengo que hacerlo. ―¿Tengo que ir a la guardería? ―¿Qué es una guardería? ―fruncí el ceño. ―Voy a allí en las mañanas antes de que el colegio empiece porque mi madre tiene que estar en el trabajo a las ocho en punto y el colegio no comienza hasta las ocho y quince. Las señoras de allí me vigilan hasta que el colegio empieza. ―Ya veo. Bien, supongo que no tendrías que ir a la guardería mientras te estés quedando conmigo. Puedo dejarte cuando abra el colegio. Me dio una sonrisa y el camarero se acercó y colocó nuestra comida delante de nosotros. ―Unos espaguetis con salsa simple para la pequeña señorita. ―Sonrió. ―Gracias. ―Se rio. Mientras estábamos comiendo nuestra cena, oí una voz detrás de mí. ―No me lo puedo creer. Alcé la vista de mi plato y vi a Coco y a Garrett de pie allí. Entrecerré mis ojos y los dirigí hacia ellos dos. ―¿Qué están haciendo ustedes dos aquí? ―les pregunté. ―Acabamos de venir de visitar a Lorelei y decidimos conseguir algo de comida ―respondió Garrett. ―¿Cómo está ella? Nos íbamos a dirigir allí tan pronto como hubiésemos terminado.

147

―Ella está aún muy dormida y no se siente bien. Estuvimos allí solo unos quince minutos. Le llevamos algunas flores ―dijo Coco. Ella miró a Hope―. Hola, cariño. Soy Coco, la hermana de Jack. Este es nuestro amigo, Garrett. ―Hola ―dijo sonriendo. ―Necesito una foto. ―Coco sonrió mientras le entregaba su bolso a Garrett―. Hope, me haces un favor y vas a sentarte al lado de Jack y así puedo tomarles la foto. ―¡Coco, para! ―ordenó Jack. ―Oh no, hermano mayor. Esta es una oportunidad demasiada buena para dejarla pasar. Hope se deslizó junto a mí y se giró para quedar de frente a Coco. ―Jack, inclínate un poco. ―Coco, te lo advierto ―le dije apretando los dientes. Hope me miró sonrió y Coco tomó la foto. ―Quedó hermosa. Una más con los dos mirando a la cámara. Respiré con frustración.

148

―Sonríe, Jack. ―Hope puso su mano en mi mejilla. Miré a Coco y forcé una sonrisa mientras tomaba otra foto. ―Bien. Nuestra mesa nos está esperando ―dijo mientras recogió su bolso de Garrett―. Encantada de haberte conocido, Hope. *** Entramos en la habitación de Lorelei y ella estaba durmiendo. Le dije a Hope que se estuviera muy callada para que no la despertásemos. Se veía pálida y me dolía verla así. De repente, no me importaba nada excepto ella. No me importaba la compañía, lo que estaba sucediendo, nada. Solo quería que mejorase. ―Hope, ven conmigo ―le dije mientras salimos al pasillo―. Tenemos que irnos a casa ahora. Se está haciendo tarde. Le diré a la enfermera que le diga a tu madre que estuvimos aquí y prometo que te traeré de nuevo a visitarla mañana después del colegio. Me dio una mirada triste mientras asentía lentamente. ―Espera ―dijo―. ¿Puedo poner a Luna junto a ella? ―Claro que puedes hacerlo, pero asegúrate de hacerlo sin despertarla. Tu madre necesita todo el descanso que pueda conseguir justo ahora así se puede recuperar mejor. Seguí de nuevo a Hope dentro de la habitación de Lorelei y cuidadosamente colocó a Luna junto a ella. ―Ahora mi papi puede estar con ella mientras se pone mejor.

Mi corazón se encogió cuando dijo eso. Me inundó un sentimiento que nunca había sentido antes. Esta niña, la pequeña niña de Lorelei, era probablemente la persona más considerada que alguna vez hubiera conocido. Caminamos hasta la mesa de la enfermera, le dije a la enfermera de Lorelei que se asegurara de contarle que habíamos estado allí cuando se despertase. Nos reunimos con Tony fuera y nos dirigimos a casa. Envié a Hope al primer piso para que se pusiese su pijama. Mientras estaba sirviéndome un whisky escocés, ella bajó y se sentó en el sofá. ―¿Todo listo para ir a la cama? ―le pregunté. ―Sí. ¿Puedes leerme un cuento? Mi mami me lee cada noche. Oh mierda. Ella estaba bromeando, ¿verdad? ―Umm. Claro. ¿Trajiste algún libro? ―Sí. Traje la Telaraña de Charlotte. Wilbur acaba de conocer a Charlotte. ―Me sonrió. ―¿No deberías estar leyendo eso por ti misma? ¿Practicando? ―Leo muchos otros libros, pero cada noche, mi mamá me lee para dormir. Ella dijo que es nuestro tiempo juntas. Esto era algo que no quería hacer. La única cosa que leo era el periódico o el internet. Suspiré. ―Solo un par de páginas, ¿de acuerdo? ―Está bien. Subí las escaleras y Hope me seguía detrás. Cuando llegamos a su habitación, ella apartó las mantas y se metió a la cama. La miré y entrecerré mis ojos. ―¿Te lavaste los dientes? ―le pregunté. ―Sí. Justo después de que me puse el pijama. Ella me tendió el libro de la telaraña de Charlotte y lo abrí en la página donde estaba la marca páginas. ―Nunca he leído este libro. Hope apoyó la cabeza sobre la almohada, me senté en el borde de la cama y empecé a leer de las páginas. Había leído diez páginas del libro cuando Hope me pidió que parase. ―Me voy a dormir ahora. Situé la marca páginas en la página donde lo había dejado y acomodé las mantas sobre ella. Cuando me levanté de la cama, extendió su mano y agarró la mía. Me giré y la miré. ―Buenas noches, señor Sutton ―me dijo con voz somnolienta. Me quede mirándola fijamente unos instantes mientras cerraba sus ojos.

149

―Buenas noches, Hope.

150

33 Jack

A

la mañana siguiente, me levanté, me duché y desperté a Hope para que se prepare para la escuela. Me dirigí escaleras abajo e hice una taza de café. Unos momentos más tarde, entró en la cocina.

―¿Qué hay para desayunar? ―preguntó. Oh, mierda. ―Umm... ¿qué quieres? ―De todos los momentos justo Madeline se va en este. ―Panqueques ―dijo mientras se subía a la banqueta frente a la isla. ―No tengo panqueques. ―¿Qué tiene? ―apoyó los codos sobre el mostrador. ―Déjame ver. ―Abrí la despensa, me pareció que era bastante básico. Me acerqué a la nevera y la abrí―. Tengo los huevos. ― Bueno. Comeré huevos revueltos y tostadas. ― Solo tengo pan de trigo. ―Yuck. ―Ella hizo una mueca―. Solo los huevos entonces ―Suspiró. Saqué la caja de cartón de huevos y agarré una sartén del armario inferior. Después de romperlos en un bol, calenté la sartén y las puse. ―¿Café? ―le preguntó mientras sostenía el bol. ―No bebo café. ―Se rio. ―¿No? Pensé que todos los niños bebían café. ―Sonreí. ―Voy a tomar jugo de naranja por favor, porque estoy segura que tomara el de manzana. Un olor a quemado lleno de repente el aire. ―¡Oh, mierda! ¡Los huevos! ―Corrí a la sartén. ―Dijo una mala palabra. ―Lo lamento. No se lo digas a tu mamá. ―Traté de raspar los huevos de la sartén. ―¿Sabe que se pone manteca en la sartén antes de poner los huevos? ―preguntó. ―No. ―Suspiré y miré el reloj―. Toma tus cosas de la escuela. Vamos a desayunar.

151

―Pero voy a llegar tarde a la escuela. ―No, no lo harás. Date prisa. Tiré la sartén en el fregadero y agarré mi teléfono del mostrador. ―Hola Jack. ―Tony, estoy llevando a Hope a comer el desayuno. Recógenos allí en unos cuarenta y cinco minutos. Tenemos que darnos prisa o ella llegaremos tarde a la escuela. Oí risitas en el otro extremo. ―Estaré allí. ―Listo ―dijo Hope mientras entraba en la cocina con su abrigo y su mochila sobre su hombro. Salimos del edificio y hasta el restaurante. Cuando nos sentamos, le dije a la camarera que estábamos apurados y le puse un billete de veinte dólares para acelerar nuestros desayunos. Hope tuvo sus panqueques y zumo de naranja y yo solo ordene un bagel y café. ―Voy a recogerte de la escuela hoy y vamos a ir a visitar a tu madre, pero tenemos que ir al almacén después de conseguir algo de comida. ―Bueno. ¿Sr. Sutton? ―Sí, Hope. ―No me empacó un almuerzo. ―¡Mierda! ―Usted dijo una mala palabra de nuevo. ―Estoy estresado, Hope. Puedo decirlo cuando estoy estresado. No se lo digas a tu mamá. ¿Puedes comprar tu almuerzo? ―No me gusta la comida de la escuela. ―¿Solo esta vez? ¿Por favor? ―le supliqué. Se sentó frente a mí sacudiendo la cabeza. ―Bueno. No te preocupes. Me aseguraré de que tu almuerzo se entregue. ¿Qué te gusta? ―La mantequilla de maní y jalea está muy bien. O me gusta el jamón y el queso. Después de apresurarse a través del desayuno, le dije a Tony que pise el acelerador. ―Vamos a llegar tarde ―dijo Hope. ―No, no lo haremos. ―Sí lo haremos. ―Hope, no vamos a llegar tarde.

152

Llegamos tarde. Justo cuando Tony se detuvo en el edificio, las puertas se cerraron y estábamos bloqueados. ―¡Uf! ―Puse mi mano sobre mi cabeza. ―Dije que íbamos a llegar tarde. Basta con pulsar este botón. Lo hice y la puerta se abrió. A medida que entramos dentro, había una mujer de aspecto masculino de pie en la entrada con los brazos cruzados. ―Me disculpo. El tráfico era malo. La mujer me miró y luego a Hope. ―Puedes ir a tu salón de clases, cariño. ―Adiós, señor Sutton. ―Sonrió Hope mientras se despedía. ―Adiós, Hope. Ten un buen día. *** Para cuando llegué al hospital, estaba agotado. No tenía ni idea de cómo Lorelei hacia esto a tiempo completo y por sí sola. Abrí con cuidado la puerta de su habitación y vi que estaba despierta. Mientras entraba, me miró. ―Jack ―habló en voz baja. Caminando hacia su cama, puse mi mano sobre la suya. ―¿Cómo te sientes? Ella se encogió de hombros. ―Como la mierda. Le di una pequeña sonrisa. ―¿Cómo está Hope? ―Está bien. Recién le dejé en la escuela. ―Gracias. ―Agarro a Luna―. Lo siento, los extrañé tanto anoche. ―No te disculpes. Necesitas descansar. Voy a traerla después de la escuela. ―No te está dando un mal rato, ¿verdad? ―Nah. Es una buena chica. ―Bien. Las palabras no pueden expresar lo agradecida que estoy de que estés cuidando de ella. No sé cómo alguna vez te pagaré. Le di una sonrisa tierna mientras ligeramente apretaba su mano. ―Es lo menos que puedo hacer ya que haces tanto por mí.

153

―¿Qué hago para ti, Jack? ―Dios, no creo que haya tiempo suficiente para enumerar todo. Consigues mi café cada mañana, te pones al día con mis gritos, recoges la ropa de la tintorería. Infierno, Lorelei, incluso compras mis condones. ―Todas esas cosas son parte de mi trabajo. ―Tal vez sea así, pero esta es mi manera de pagarte de vuelta. ―¿Me puedes hacer un favor? ―preguntó. ―Cualquier cosa. ―¿Podrías volver a mi apartamento y conseguir mi teléfono? Está en mi mesita de noche. ―Claro. Lo traeré más tarde. Mejor que me vaya. Necesitas tu descanso y tengo que ir a la oficina. ―Me incliné y presioné mis labios contra su frente―. Te veré más tarde, Lorelei. ―Adiós, Jack. Después de que Tony me dejara en la oficina, le entregué las llaves del apartamento de Lorelei y le pedí que tome su teléfono y me lo traiga. También le pedí que tome su cuaderno de bocetos. Quizás una vez que se empiece a sentir un poco mejor, ella lo querría. Mi primera misión era conseguirle a Hope su almuerzo. Sentado en mi escritorio, llamé a la tienda de la cuadra. ―Tengo que pedir un sándwich de jamón y queso en pan blanco. También, ponga una bolsa de papas. ―¿Hay algo más, Sr. Sutton? ―¿Tiene usted alguna fruta? ―Tenemos manzanas. ―Ponga una manzana en la bolsa y una de sus galletas de chocolate recién horneadas. Necesito que sea entregado a Hope Flynn en la Escuela Primaria Sunnyview en Harlem. ―No entregamos tan lejos. Suspiré. ―Bueno. Entréguenlo aquí a mi oficina a las once y quince en punto. ―Lo haré, señor Sutton. Después de finalizar la llamada, llegó un mensaje de texto de Coco. Camino a LA. Pensé que te gustaría tener estos. Son dulces, Jack. Envió las dos imágenes que tomó de mí y Hope. Las cerré mientras Garrett entraba en mi oficina.

154

―¿Cómo está Hope? ―preguntó. ―Está bien. ―Es una niña adorable. Sonreí. ―Sí. Se parece tanto a Lorelei. ―De todos modos, ¿tengo que llamar a la empresa de trabajo temporal para enviar a alguien hasta Lorelei vuelva? ―Nah. Lorelei es tan buena PA, me temo que me ha echado a perder. Cualquier persona que la reemplazara no sería lo suficientemente buena y las terminaré haciendo llorar. ―Bueno. Eso es todo lo que quería saber. ―¿Cómo estuvo la cena con mi hermana anoche? ―Estuvo bien. ¿Por qué? Me encogí de hombros. ―Tenía curiosidad. Eso es todo. Fue extraño toparse con ambos allí. Él entrecerró sus ojos en mí. ―Hablamos al principio del día y le dije que iba a visitar a Lorelei. Ella dijo que iba también y que deberíamos ir juntos. Ninguno de nosotros había comido, así que decidimos parar y cenar después. ¿Es eso un problema, Jack? ―No. No hay problema. Poco después de que Garrett salió de mi oficina, Tony entró con el teléfono de Lorelei. ―Ah bueno. Voy a necesitar que lleves el almuerzo de Hope para ella en la escuela tan pronto como llegue aquí. Tony me dio una pequeña sonrisa. ―¿Qué? ¿Qué es esa mirada? ―le pregunté. ―Nada, Jack. ―Él continuó sonriendo.

155

34 Jack

H

ope salió de la escuela y se me acercó con cara triste. Acariciándole la cabeza, le pregunté: ―¿Qué sucede?

―Soy una de los diez mejores alumnas de la escuela que llegó hasta la última instancia del concurso de deletreo. Es mañana para todos los padres y mi mamá no puede estar allí porque está en el hospital. ―Miró hacia abajo y dejó caer sus hombros mientras nos dirigíamos hacia el coche. No sabía que decirle. Parecía tan triste. ―¿A qué hora es el concurso? Quizás pueda ir a verte. ―Tony me miró por el espejo retrovisor. Buscó en su mochila, sacó una nota y me la dio. ―Aquí dice que es a la una en punto. Me queda bien. Ya te agendo. ―Le guiñé el ojo. ―¿De veras? ―dijo contenta―. ¿De verdad puedes venir? ―Por supuesto. Como tu madre no puede estar allí, yo sí. Pero hazme un favor, no vamos a mencionárselo porque se sentirá muy mal de no poder estar allí y no quiero que se preocupe por eso. ―Trato hecho. ―Sonrió―. ¿Estudiarás las palabras conmigo después de visitar a mamá? ―Creo que sí. Pero después de visitar a tu mamá vamos a tener que hacer que el señor Tony nos lleve a la tienda. Tenemos que llevar algo de comida a la casa. ―Muy bien. ―Llegamos al hospital y Hope corrió hacia la cama de Lorelei y la abrazó―. Te he extrañado tanto, bebé. ―La besó en la cabeza―. Gracias por dejar a Luna aquí conmigo para hacerme compañía. ―De nada. ¿Cómo te sientes? ―Un poco mejor. ¿Cómo estuvo la escuela? ―Genial. El señor Sutton se olvidó de hacerme el almuerzo, pero después me lo mando a la escuela con una galleta. Lorelei me miró y sonrió.

156

―Quemó los huevos esta mañana, asique tuvimos que apurarnos e ir a tomar el desayuno al restaurante de la esquina. Llegamos tarde a la escuela. ―Se rió. ―Ya veo. Bueno, al menos llegaste. Saqué el celular de Lorelei de mi bolsillo y se lo di. ―Gracias Jack. ―De nada. ¿Alguna noticia del doctor? ―Dijo que me quedaré un par de días más. ―Tosió y se llevó la mano al pecho. ―Mejor así, Lorelei. Tienes que mejorar al cien por ciento. No quieres tener una recaída. ―Eso es lo que dijo el doctor. ¿Cómo va todo en la oficina? ―En la oficina está todo bien. No quiero que te preocupes por eso. Te traje algo más. ―¿Ah, sí? ―Espera un minuto que lo agarre. ―Salí de la habitación y me encontré a Tony en el pasillo donde me dio el cuaderno de dibujo de Lorelei. Su rostro se iluminó cuando volví a entrar a la habitación y se lo di. ―Pensé que te gustaría tenerlo en caso de que te aburras. ―Gracias Jack. No puedo creer que me lo hayas traído. Después de visitar Lorelei durante un rato, Hope y yo fuimos a la tienda. Yo no sabía nada sobre hacer las compras porque nunca lo había hecho. Madeleine siempre se encargó de eso por mí. Agarré una cesta y a Hope y caminé alrededor mientras lanzaba algunos bocadillos en ella. ―¿Qué quieres cenar? ―pregunté. ―Perros calientes y macarrones con queso. ―Puedo preparar un perro caliente. En cuanto a los macarrones con queso, no lo sé. Agarró una caja azul de Macarrones con queso marca Kraft y me la dio. ―Las instrucciones están al costado. Todo lo que tienes que hacer es seguirlas. Levanté una ceja y la miré. ―¿Son buenos? ―Sí. Uno de mis preferidos. ―Sonrió―. ¿Nunca los probaste? ―No. Nunca. Pero si tú dices que son buenos, te creo. ―Le guiñé el ojo. Cuando volvimos al pent-house, hice un par de perros calientes a la parrilla y los macarrones con queso de acuerdo a lo que decía la caja, mientras que Hope estaba sentada a la

157

mesada y estudiaba las palabras para el concurso de deletreo. Puse nuestros platos y me senté a su lado mientras comíamos y la ayudaba con sus palabras. De repente, oí las puertas del ascensor abrirse y cuando me di la vuelta, mi madre entró a la cocina con una expresión de asombro en su rostro. ―¿Que está pasando aquí? ¿Y quién es esa? ―preguntó. ―Madre, esta es Hope, la hija de Lorelei. Hope, ella es mi madre. Se acercó a la mesada y se quedó mirando nuestros platos. ―¿Están comiendo perros calientes y macarrones y queso? ―preguntó con una mirada de disgusto en su rostro. ―Sí, así es. ―Tomé una cucharada de macarrones y la metí en la boca con una sonrisa en mi cara. ―Oh, por Dios, Jack. ¿Puedo preguntar por qué esta niña está aquí, en tu casa? ¿Dónde está Lorelei? ―Mi nombre es Hope y mi mamá está en el hospital con neumonía. ―Oh. Lamento escuchar eso. ―Sr. Sutton está cuidándome mientras ella mejora. ―¿Ah, sí? ―Mi madre me miró. ―Sí. Movió la cabeza despacio sin poder creerlo y luego pidió hablar conmigo en mi oficina. Siguiéndola, cerré la puerta. ―¿Que está pasando? ―Bradley no robó el dinero de la compañía. Yo hice que pusiera el dinero en una cuenta fuera del país para Joshua. ―¿Joshua? ¿Qué demonios tiene que ver con esto? ―Me está chantajeando. Hubo un golpe ligero en la puerta. ―¿Sr. Sutton? ―escuché a Hope. ―Vamos a estar terminado en un minuto, Hope. Ve a estudiar tus palabras. ―Bueno. Me volví hacia mi madre. ―¡Será mejor que me digas lo que está pasando ahora mismo! Respiro hondo y se sentó detrás de mi escritorio.

158

―Él se enteró de algo que hice. Incliné mi cabeza y entrecerré los ojos mirándola. ―¿Y qué descubrió? Miró hacia abajo y cruzó sus manos. ―¿Madre? ―Se dio cuenta de que había contratado a alguien para ir a trabajar para la revista de moda Flourishing Fashion. Hice que espiaran a Dee Sanders y luego me informaran acerca de sus planes para su debut de temporada. ―¿Qué? ―Di un grito ahogado―. ¿Enviaste espías para robar sus ideas y te las contaran? ―No estoy orgullosa. Pero hay que entender que era una revista nueva que estaba despegando demasiado rápido y la revista Sutton estaba sufriendo a causa de ellos. No iba a dejar que la empresa que he construido desde cero entrara en ruinas La ira llenó todo mi cuerpo. ―¿Así que le robaste sus ideas y te aseguraste que la revista Sutton saliera antes? ―Sí, y no tengo nada que lamentar. ―Así que tú fuiste la responsable de que Flourishing cerrara sus puertas. ―Sí. Supongo que sí. ―Dios mío, madre. ¿Cómo puedes vivir contigo misma? ―Este es un negocio salvaje, Jack. Tú lo sabes. He sacrificado mi vida entera por esta empresa. ―Lo sé y también has sacrificado a tus hijos. ―Eso no es justo, hijo. Me pasé la mano por el pelo mientras paseaba alrededor de mi oficina. ―¿Entonces Joshua te está chantajeando para quedarse callado? ―Sí. Me dijo que si no le pago, irá a la prensa. ―No puedo hablar contigo acerca de esto ahora mismo. Tengo una niña por ahí que necesita que la ayude a estudiar para su concurso. Hablaremos de esto mañana. ―Nuestra compañía podría estar en juego, ¿y todo lo que puedes pensar es en esa niña y un concurso de ortografía? ―Sí. Porque su mamá está en el hospital y ella necesita a alguien. Al igual que yo necesitaba a alguien cuando estaba creciendo. Pero, por desgracia, a Coco y a mí siempre nos dejaban de lado.

159

―Esa niña no es su responsabilidad, Jack. Es la hija de tu asistente personal, ¡Por Dios! ―No importa hija de quien es. Ahora te sugiero que te vayas. Hablaremos de esto más adelante, cuando Coco regrese de Los Ángeles. Abrí la puerta y salí a la sala. Hope estaba sentada en el sofá con su lista de palabras en la mano. ―Fue un placer conocerte ―dijo Hope. Mi madre se dio la vuelta, frunció el ceño y se metió en el ascensor. ―Parece un poco mala ―dijo Hope mientras me miraba. ―Lo es.

160

35 Jack

M

iré mi reloj. Era casi las doce y media. Mierda. Agarré mi maletín y tomé el ascensor bajando justo antes de cerrarse las puertas. Corriendo por el vestíbulo y saliendo por las puertas, me deslicé detrás en la limusina y le dije a Tony que se ponga en marcha. No había manera que pueda llegar tarde al concurso de deletreo. Llegué aproximadamente a las 12:35 y solo había asientos en la parte de atrás. Examiné las personas sentadas en los asientos, mirando por alguien quien pueda ser lo bastante bueno por dejar el suyo y cambiarse detrás. Caminando por el pasillo, mis ojos se desviaron a la segunda fila donde un joven estaba sentado. ―Perdóneme, señor. ―Sí. Levantó la mirada hacia mí a través de sus gafas de montura marrón. Busqué en mi bolsillo y saqué un billete de cien dólares. ―Si me dejas tu asiento, esto es tuyo. ―Le ventilo el billete―. Hay un montón de asientos detrás. ―Es todo tuyo. ―Sonrió mientras se levantaba de su asiento y le tendía el dinero. ―Gracias. ―Asentí y tomé asiento justo cuando los diez alumnos salían a escena. Saqué mi teléfono del bolsillo y lo establecí en video así podía grabar esto para Lorelei. Hope estaba situada en la segunda fila y sonreía mientras me saludaba con la mano nerviosa. Un niño fuera. Dos niños fuera. Tres niños fuera. Cuatro niños fuera. Cinco niños fuera. Seis niños fuera. Siete niños fuera. Esto era totalmente estresante. Hope era una de los últimas tres alumnos que quedaban. Ocho niños fuera.

161

Era el turno de Hope y la palabra que le fue dada era una de las que había practicado anoche. Apreté mi puño y lo llevé a mis labios. Se veía asustada e insegura y yo estaba aterrado que lo falle. Estaba aguantando mi respiración y con el teléfono puesto. Deletreó la palabra correctamente y yo dejé escapar un suspiro de alivio. Esta ronda siguió otros quince minutos hasta que el otro niño falló en una palabra y Hope la deletreó correctamente. Hubo silencio en la sala hasta que yo me puse de pie y grité: ―¡¡Síí!! Todos aplaudieron cuando anunciaban a Hope como ganadora y le colocaron una medalla dorada en su cuello. No creo que haya estado más orgulloso alguna vez en mi vida como estaba por Hope. ―¡Lo hiciste! ―Me agaché y abrí mis brazos. ―¡Lo sé! No me puedo creer que he ganado. ―Envolvió sus brazos alrededor de mi cuello. ―Tu madre va sentirse muy orgullosa de ti. ―La besé en la cabeza. ―¿Señor Sutton?

162

―Sí, Hope. ―¿Podemos ir a verla? ―Claro que podemos, pero primero una cosa. Quiero que me llames Jack. No más señor Sutton. ―Vale, Jack. ―Sonrió. *** Aquella noche más tarde metí a Hope en la cama, tomé La telaraña de Charlotte de la mesita de noche y la abrí en la página donde nos habíamos quedado. Había llegado a la parte donde Charlotte estaba muriendo y no mentiré y diré que no me había quedado sin habla. Mirando a Hope, vi que lágrimas estaban bajando por su rostro mientras leía. ―¿Por qué se tuvo que morir? ―Suspiró. No sabía que contestarle, pero estaba igual de roto por dentro como ella. ―Vamos a seguir con el libro para ver cómo termina ―dije mientras limpiaba las lágrimas de su rostro. ―Entonces Wilbur va cuidar de los niños de Charlotte y será amigo de ellos. Más o menos como tu Jack. Cerré el libro y la miré. ―Sí, eso creo. ―Sonreí. Apagué la luz y me dirigí hacia mi habitación. Metiéndome en la cama, tome mi teléfono y le llamé a Lorelei.

―Hola ―respondió en voz baja. ―Hola. ¿Cómo te encuentras? ―Me siento un poco mejor. El médico estuvo aquí antes y me dijo que puedo ir a casa en un par de días. ―Son magníficas noticias. Estoy seguro que estas ansiosa de salir de ahí. ―Lo estoy. Solo quiero ir a casa. Echo de menos mi cama y mi hija. ―Lo sé. Ehh, escucha, estaba pensando que podía quedarme ahí un rato mañana después de dejar a Hope en el cole. ―No tienes por qué hacerlo Jack. Sé que eres un hombre ocupado. ―Sé que no tengo. Quiero hacerlo. Y en cuanto a la oficina, el trabajo puede esperar. Te dejo así puedes descansar. Te escuchas muy cansada. ―Buenas noches Jack. ―Buenas noches Lorelei. Bajo el teléfono y suspiro. La he echado de menos y no puedo esperar para pasar el tiempo con ella mañana, aunque fuera en un hospital.

163

36 Lorelei

J

ack entró y sonreí cuando vi la taza Starbucks en su mano. ―He pensado que podrías necesitar algún verdadero café. ―Sonrió mientras me entregaba la taza. ―Eres el mejor. Gracias ―digo mientras llevo la taza a mis labios―. ¿Cómo está

Hope? ―Está bien. Hemos terminado de leer La telaraña de Charlotte anoche. ―Incliné mi cabeza cuando lo mire a los ojos. ―¿Le has leído La telaraña de Charlotte? ―Sí. Me pidió que le leyera mientras se duerme. ¿Querías que le dijera que no? ―Por supuesto que no. ―Me reí. ―¿Has leído este libro antes? ―pregunta con seriedad. ―Sí. Lo leía siempre cuando era niña. ―Eso es bastante dramático. Me tragué las lágrimas, Hope estaba llorando. Fue una noche triste. ―Tú, señor Jack Sutton te tragaste las lágrimas con La telaraña de Charlotte. ―Sí, lo hice. Cuando Charlotte murió, era un poco demasiado para mi aguantarlas. Wilburg perdiendo su mejor amiga de esta manera y todo. Qué pena. Era una magnifica araña. ―¿Lo era no es así? ―Incliné mi cabeza en él, intentando aguantar la risa. ―¿Te estás divirtiendo a mi costa, Lorelei? ―No. ―Resoplé. Cuando estábamos los dos riendo, el médico entró. ―Buenas noticias Lorelei. Te enviaré a casa hoy. ―¿De verdad? ―Sonreí. ―Sí. De verdad. Tus radiografías del pecho salieron bien y tu tensión es buena. La fiebre se ha ido y puedes terminar de reponerte en casa pero con restricciones. No vas a salir a

164

ninguna parte. Esto incluye el trabajo. Te estoy escribiendo la baja médica para el resto de la semana. Podrás volver el lunes si te estás sintiendo mejor. ―No tienes que escribir nada doctor. Este de aquí es mi jefe. ―Ah, bueno. Lorelei va estar de baja el resto de la semana. ―No la dejaré volver hasta que esté cien por cien recuperada. ―Voy a conseguir tus papeles de alta. Cuando él salió de la habitación, hice un pequeño contoneo en la cama. ―No me puedo creer que me voy a casa. ―Es una cosa buena que he estado contigo aquí hoy. ―No puedo esperar para estar en casa con Hope. La echo de menos tanto. ―Ella también te echa de menos. Una hora más tarde ya tenía el alta del hospital. La primera cosa que hice fue cambiarme en mi caliente pijama de algodón y acurrucarme en una manta al sofá. ―¿Puedo hacerte algo? ¿Café? ¿Té? ¿Siquiera bebes té? ―preguntaba Jack. ―Bebo té y me encantaría una manzanilla. Las bolsitas de té están en el armario encima de los fogones. ―¿Sabes algo de tu padres? ―preguntó mientras alcanzaba el té y sacaba la caja. ―Mi madre me ha enviado un mensaje diciendo que están muy bien pero nos echan de menos a Hope y a mí. No le he escrito en respuesta por la hora y porque no quería preocuparles. ―Buena idea. ¿Qué hay de Stella? ―Iba a contarle sobre mi enfermedad hoy pero me ha enviado un mensaje diciendo que el padre de Sebastian ha fallecido y tiene muchas cosas que hacer con el funeral, que hablará conmigo cuando pueda. Acurrucándome en el sofá, mire a Jack mientras estaba en mi cocina y ponía el hervidor de té en el fuego. El hecho que había cuidado de Hope, leerle por la noche, fue a su competición de deletrear para que alguien estuviera ahí con ella, me sobrepasaba. Este no era el hombre para el cual trabajaba. Este no era el hombre con quien me había acostado y después me había dicho que fue un error y me olvidara de ello y seguir. Era diferente en tantas maneras que casi me asustaba. ―Aquí está tú té. ―Sonrió Jack cuando me entregaba la taza―. ¿Tienes hambre? ―No. No realmente. Volvió a la cocina y abrió el frigorífico y después miro en los armarios.

165

―¿Que estás haciendo? ―pregunte. ―No tiene nada de comida. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a comprar? ―Iba a ir este pasado fin de semana, pero me sentí tan mal que no tuve la oportunidad de ir. ―Entonces supongo que un viaje al supermercado está en la lista. Después de recoger a Hope del cole, iremos y traeremos algunos alimentos a la vuelta. ―No tienes que hacer esto, Jack. Has hecho bastante ya. ―Necesitas comida, Lorelei. Especialmente para Hope. No es gran cosa. ¿Por qué no me haces una lista con las cosas que quieres? ―Vale. Hay papel y lapicero en el cajón de ahí. ―Señalé. Caminó hasta la mesa y sacó un trozo de papel y un boli y me los entregó. Tan pronto como escribí unas pocas cosas se lo entregué de vuelta. ―Esto debe ser suficiente. Deja a Hope elegir algo que le guste. ¿Puedes entregarme el bolso? Te daré algo de dinero. Levantó su mano. ―No me vas a dar dinero. Puedo comprar tus alimentos. ―No Jack. ―Final de la discusión, Lorelei. Ahora me voy a ir y recoger las cosas de Hope de mi casa así cuando la recogeré podemos ir directo a la tienda y dirigirnos de vuelta aquí. ¿Necesitas algo más antes de irme? ―No. Tengo mi té, así que estoy bien. ―Le di una sonrisa. Tan pronto como se fue, me levanté y agarré mi cuaderno de bocetos para terminar los dos trajes que había empezado en el hospital. De repente la puerta se abrió y Jack entró dentro. ―¿Has olvidado algo? ―pregunté. ―No. Quiero decirte una idea. ―Vale. ―Creo que deberías empacar una maleta y venir a vivir en mi casa. Al menos hasta domingo. ―¿Por qué? ―Fruncí en ceño. ―Porque no puedes llevar y recoger a Hope del colegio. Necesitará ayuda en las mañanas, especialmente con el desayuno y por la noche con la cena. Estas todavía recuperándote, así que sería más fácil que estuvieras en mi casa. De esta manera, puedo seguir

166

llevarla por la mañana al cole y recogerla después. Desayuno, comida y cena estarán cubiertas, así que no tendrías que preocuparte por esto. Suspiré. Por lo mucho que todo tuviera sentido, no estaba segura. ―No lo sé Jack. Esta es nuestra casa y estoy cómoda aquí. ―Y te sentirás cómoda en mi casa. Me aseguraré de ello. Las cosas serían más fáciles. Además, tengo mucha comida. ―Sonrió. ―¿Tienes todo tipo de té? ―Entrecerré los ojos hacia él. Se dirigió a la cocina y tomó tres cajas que había en el armario. ―Ahora tengo. ―Me guiñó un ojo. La cuestión era que realmente no tenía otra opción. No podía llevar a Hope a la escuela y luego no podía recogerla. Con Stella y mis padres estando fuera de la ciudad, Jack era mi única opción en el momento y él lo sabía. ―Está bien. Iré a empacar un bolso. ―¿Necesitas ayuda? ―preguntó. ―No. Puedo hacerlo sola. ―Me levanté del sofá y fui hacia el dormitorio.

167

37 Jack

C

uando llegamos a mi piso, le mostré a Lorelei la otra habitación de arriba. ―Aquí está tu cuarto. ―Dejé su bolsa sobre la cama―. Hope está cruzando el pasillo. Siéntete como en casa. ―Gracias, Jack. ―Me da una pequeña sonrisa.

Mirando mi reloj, me di cuenta de que casi era hora de recoger a Hope. ―Hope saldrá de la escuela pronto, así que voy a irme ahora. ―Está bien. No puedo esperar a verla. ―Regresaremos pronto. Bajé hacia la limo y me subí. ―Buen trabajo haciendo que Lorelei se quedara contigo ―dijo Tony. ―Fue la forma más fácil. No está en condiciones de cuidar a Hope por su cuenta ahora mismo. Me paré afuera de las puertas principales de la escuela y Hope salió con una sonrisa en su cara. Una sonrisa que me hizo sonreír. ―¿Cómo estuvo la escuela hoy? ―Le di unas palmaditas en la cabeza y tomé su mochila por ella. ―Bien. ¿Vamos a ir a visitar a mamá ahora? ―preguntó. ―Sí. Pero no vamos a ir al hospital ―repliqué mientras me deslizaba junto a ella en el asiento trasero. ―¿A dónde vamos? ―Me miró con esos ojos azules. ―Tu mamá salió hoy del hospital y se va a quedar con nosotros en mi casa hasta que esté completamente recuperada y pueda cuidarte por su cuenta. Sus ojos se abren. ―¿Está en casa? ―Sí y no puede esperar para verte. ―¿Entonces me voy a quedar contigo y con ella hasta que esté mejor?

168

―Sí, Hope. Ella se estiró y me lanzó sus brazos alrededor de mi cuello. ―¡Esa es la mejor noticia del mundo! ―exclamó. Cuando salimos del elevador, Hope corrió hacia la sala de estar y encontró a Lorelei sentada en el sofá con su cuaderno de dibujo. ―¡Mami! ―gritó mientras corría y la abrazaba con fuerza. ―Hola, bebé. ¿Cómo estuvo la escuela hoy? ―Estuve bien. ¿Cómo te sientes? ―Me siento mejor, cariño. Te extrañé muchísimo y también Luna. ―También te extrañé. Estoy muy feliz de que hayas salido del hospital. ―Se subió sobre su regazo. Mi teléfono sonó y cuando lo miré, vi que Coco estaba llamando. Me disculpé y entré en mi estudio. ―Hola. ―Hola. Mi viaje se acortó, así que saldré en el siguiente vuelo. ¿Cómo está todo? ―Bien. Lorelei salió del hospital hoy y se va a quedar conmigo un par de día hasta que esté completamente recuperada. ―¿Quién eres y dónde está mi hermano? ―Se rio. ―Muy graciosa. Necesitamos hablar mañana, así que ven directamente a la oficina. No, de hecho, ven derecho a mi piso en la mañana. No quiero que nadie en la oficina nos escuche. ―Me estás asustando, Jack. ¿Qué está pasando? ¿Esto tiene algo que ver con Bradley? ―Sí. Hablaremos de eso mañana. ―Está bien. Estaré ahí. Regresé a la sala de estar y tomé asiento al lado de Hope y Lorelei en el sofá. ―¿Qué quieren todos para la cena? Lorelei arqueó una ceja hacia mí. ―¿Vas a cocinar? Me encogí de hombros. ―Puedo tal vez cocinar algo. Hago unos fantásticos perros calientes y macarrones con queso. ―Sonreí. ―Es cierto ―dice Hope.

169

―Pero, ¿qué tal si ordenamos algo? Tal vez pizza, comida thai, china, italiana, mexicana, solo dilo. ―¡Quiero tacos! ―dijo Hope. ―Tacos suena bien, señorita Hope. ¿Qué piensas, Lorelei? ―Tacos será. ―¿Tienen hambre ahora o deberíamos esperar un rato? ―les pregunté. ―Podemos comer después. Voy a comer algo y entonces haré mi tarea así podemos ver una película después. Solo los tres. ―Sonrió Hope. ―¿Y qué película sería esa? ―pregunté. ―Cenicienta. Alcé mi ceja. ―¿No la has visto como un billón de veces? ―Sí. ―Se rio―. Pero me encanta y jamás la has visto, ¿verdad? ―No. No la he visto. ―Bien. Entonces todos la podemos ver juntos. ―Tomó a Luna y se fue. La seguí a la cocina y le corté una manzana. Coloqué las rodajas en un plato con algo de mantequilla de maní y ella se sentó en la mesa y comenzó sus deberes. Tomé otro plato de manzanas y se lo pasé a Lorelei. ―¿Manzanas? ―pregunté. Ella sonrió y tomó una del plato y la mordió. Después de la cena, Hope se puso su pijama y me llamó para sentarme a ver Cenicienta. ―Puedes sentarte a mi lado, Jack. ―Sonrió mientras le daba palmaditas al sofá. Lorelei se quedó dormida a más de media película. Deseé poder haber hecho lo mismo. ―¿No es el príncipe encantado el mejor? ―preguntó Hope mientras me miraba. ―No lo es para nada. ―Sonreí. Ella se rio. ―Sí, lo es. Nunca se rindió en encontrar a Cenicienta, su verdadero amor. Entonces la hizo su princesa. Es por eso que es el mejor. ―¿Tienes un enamoramiento por el Príncipe encantado? ―pregunté. ―Tal vez. ―Se rio. Justo cuando la película terminó, Lorelei se despertó. Lucía como un ángel mientras dormía y no pude evitar lanzarle miradas de a momentos.

170

―Está bien, niña. Es hora de dormir. Ve a lavarte los dientes y subiré a meterte en la cama. ―Está bien, Jack, pero quiero que mi mamá me meta en la cama también. Subió las escaleras y miré a Lorelei. ―Te perdiste media película. ―La he visto un millón de veces. ―Sonrió―. Prácticamente puedo decir cada dialogo. ―Apuesto que sí. Ambos subimos y metimos en la cama a Hope. Cuando llegamos a su cuarto, ya estaba en la cama. Lorelei puso las mantas sobre ella y la besó con las buenas noches. ―Buenas noches, niña. ―Le di una palmadita en la cabeza. ―No olvides decirle buenas noches a Luna. ―Sostuvo la muñeca para mí. ―Buenas noches, Luna. ―Sacudí su pequeño brazo de trapo. Hope se rio mientras apagábamos las luces y salíamos del cuarto. Seguí a Lorelei hasta su cuarto para asegurarme de que estuviera cómoda. ―¿Vas a meterme en la cama, Jack? ―Levantó su ceja. ―¿Quieres que lo haga? ―Sonreí con malicia mientras me paraba frente a ella. ―Soy más que capaz de meterme yo sola. Pasé mi pulgar a lo largo de su mejilla y miré dentro de sus ojos cansados. ―Gracias por quedarte aquí. Sé que querías tu propia cama, pero de esta forma es más fácil para todos. Todo lo que quería hacer era subirme a la cama con ella y sostenerla por el resto de la noche. Esas emociones que me consumían eran nuevas y no estaba muy seguro de cómo manejarlas. ―Lo siento, Lorelei ―susurré mientras acaricié su cabello. ―¿Por qué? ―Por todo. ―Me incliné más cerca y rocé mis labios contra los de ella. Ella colocó su mano en mi pecho y me apartó. ―Estoy cansada, Jack. Buenas noches. ―Buenas noches. Salí de su cuarto, frustrado como el infierno, bajé las escaleras y me serví un escocés.

171

38 Lorelei

M

etiéndome en la cama, puse mis dedos en mis labios, todavíasintiendo la sensación cosquilleante de su suave beso. Olvidé tomar mi última píldora antibiótica para la noche, así que salí de la cama y fui abajo donde vi a Jack sentado en una silla frente a la chimenea, sosteniendo una bebida. ―Creí que habías ido a la cama. ―¿Por qué estás levantada? ―preguntó. ―Olvidé tomar mi píldora. Fui a la cocina y tomé una píldora de un frasco que estaba en el mostrador. Jack me siguió, abrió el refrigerador y me entregó una botella de agua. ―Gracias. Asintió y volvió a la sala de estar, sirviéndose otro vaso de escoces. ―¿Qué está mal, Jack? Puedo decir que algo está molestándote. ―Nada. Ve a la cama, Lorelei ―habló con un tono áspero. ―No hasta que me digas qué está mal. Inhaló rápidamente. ―Está bien. Siéntate. Me senté en el sillón y procedió a decirme sobre lo que su madre había hecho. Estaba sorprendida, por decir algo. ―Ahora tengo que decirle a Coco mañana y no estoy seguro cómo reaccionará. Desafortunadamente, ella está enamorada de ese idiota. ―No sé qué decir. ―Ni tú ni yo. ―Caminó alrededor de la habitación, tomando su bebida―. Escucha, lo siento por besarte antes. Fue un error y quedé atrapado en el momento. Solo estoy contento de que estés sintiéndote mejor. Te veré en la mañana. ―Colocó su vaso en el bar y subió las escaleras.

172

¿Un error? Otro error que cometió conmigo. La única razón por la que me alejé es porque no me podía permitir quedar atrapada con él otra vez. Si le hubiera devuelto el beso, lo hubiese hecho. Todavía estaba intentando lidiar con el hecho de que no le dije sobre Hope desde el principio. Nunca olvidaré la mirada en su rostro la noche que vino a mi departamento. La decepción que apareció en sus ojos mientras me miraba, se reproduce una y otra vez en mi cabeza. La jodí, pero también lo hizo él con las cosas que dijo y no estaba segura que alguna vez pudiéramos superarlo. *** La mañana siguiente, me duché y me puse mallas y una larga camiseta. Cuando entré a la cocina, Hope estaba sentada a la mesa comiendo waffles y Jack estaba sirviéndose una taza de café. ―Buenos días, bebé. ―Besé a Hope en la cabeza. ―Buenos días, mami. Jack me hizo waffles. ―Veo eso. ―¿Café? ―preguntó él con tono amargo. ―Sí, por favor. ―Caminé hacia donde estaba parado. ―¿Te gustaría desayunar? Hice unos waffles bastante malos. Solo pregúntale a Hope. Ella rio. ―Quemó los primeros dos waffles y tuvo que tirarlos. ―Puedo hacer mi propio desayuno. Tú ya has hecho bastante. ―Toqué ligeramente su brazo y se alejó. ―Déjame. Tu siéntate y no quiero escuchar otra palabra acerca de ello. ―Será mejor que hagas lo que dice, mami. ―Sonrió Hope. Suspiré y llevé mi café a la mesa, donde me senté junto a Hope. Después de colocar el plato de waffles frente a mí, Jack se sentó frente a nosotras. ―Coco quizás esté aquí cuando vuelva ―dijo, mientras bebía su café. ―Está bien. Voy a estar pendiente de ella. Tan pronto como Hope acabó de comer, le di un beso de despedida y la acompañé a ella y Jack al ascensor. ―Ten un buen día, bebé. ―Lo haré, mami. Tú también. Me quedé allí y observé mientras Jack tomaba la mochila de Hope y colocaba su mano en la cima de su cabeza. Me invadió un sentimiento que no podía describir. Por un breve

173

momento, se sintió como si fuéramos una familia. Todavía estaba enojado conmigo por anoche y su actitud seguía esta mañana. No estaba feliz cuando me alejé de él. Me sacudí el sentimiento, volví a la cocina y me serví otra taza de café. Unos minutos después, escuché las puertas del ascensor abrirse y Coco entró. ―Lorelei, estoy tan feliz de verte fuera del hospital. ―Se acercó y me abrazó. ―Es bueno verte, Coco. ¿Cómo va todo? ―Meh. Tan bien como puede esperarse, supongo. Tomó una taza de la alacena y sirvió algo de café en ella. ―¿Dónde está Jack? ―Llevó a Hope a la escuela. Volverá pronto. ―Ah. Está bien. ¿Huelo waffles? ―Si. ¿Te gustarían algunos? ―Me encantaría. No he comido waffles en años. ―Sonrió. Tomé dos waffles del refrigerador y los coloqué en la tostadora. ―Debo decir que, es bueno verte en la cocina de Jack. La única mujer que he visto aquí es Madeline. ―¿En serio? ―Incliné mi cabeza con incredulidad. ―Sí. Jack nunca dejó que la mujer con la que estaba pasara la noche. Siempre era sexo y adiós. Una patada en la puerta. ―Sonrió. ―Ya no estamos teniendo sexo. Solo soy una invitada en su casa. ―Quizás no estés teniendo sexo ahora, pero estoy segura que lo tendrás otra vez. ―Me guiñó. Podía sentir mis mejillas enrojecerse mientras me miraba. ―No te avergüences, cariño. Entre tú y yo, creo que eres un soplo de aire fresco para Jack y él lo sabe. Poniendo los waffles en un plato, los llevé a la mesa. ―Bueno, Jack lo arruinó cuando descubrió lo de Hope y me dijo que había cometido un terrible error y que me olvidara de lo que sucedió entre nosotros. Justo mientras decía eso, escuché las puertas del ascensor abrirse y a Jack entrar en la cocina. ―Hola, Coco. ―Entró y la besó en la mejilla. ―Hola, Jack. Entonces, dime qué sucede.

174

39 Jack

S

irviéndome una taza de café, me senté a la mesa frente a Coco. No sabía cómo decírselo. Esto iba a ser un doble golpe. No solo involucraba a su madre, sino también a su novio, a quien, por alguna maldita razón desconocida, ella amaba.

―Nuestra madre está siendo chantajeada. Es por eso que hizo que Bradley tomara el dinero de la compañía y lo pusiera en una cuenta en el extranjero. Inclinó su cabeza mientras la sorpresa llenaba sus ojos. ―¿Quién chantajearía a nuestra madre? Y mejor aún, ¿por qué? Miré hacia Lorelei, quien me dio una dolorosa mirada. Sabía que esto era algo que me costaba decirle a mi hermana. Esto la lastimaría profundamente y me asustaban las palabras a punto de salir de mi boca. Lo último que quería hacer era lastimarla. ―¿Jack? ―Hizo una pausa mientras miraba a Lorelei y luego de nuevo a mí―. ¿Qué mierda pasa? Respiré profundo mientras me preparaba para decirle la devastadora noticia a mi hermana. ―Joshua está chantajeándola. ―¿Qué? ―Sus labios dieron una pequeña sonrisa insegura―. ¿Por qué? ¿Por qué mi novio chantajearía a nuestra madre? ―Joshua descubrió algo suyo y la amenazó con hacerlo público a menos que le pagara para quedarse en silencio. ―Esto no tiene sentido. ¿Qué descubrió sobre ella? ―Aparentemente, nuestra madre contrató a alguien para trabajar para la Revista Flourishing Fashions y espiarlos. Ellos le reportaban y ella les robaba sus ideas, las usaba en nuestra revista y sacaba las ediciones antes que Flourishing pudiera. ―Eso es una locura. Mamá nunca haría algo así. ¿De dónde mierda estás sacando esa información? Te estás pasando, Jack. ―Se levantó de su asiento y fue hacia la sala de estar. ―Saqué la información de nuestra querida madre misma. Vino aquí la otra noche y me contó. Sabía que solo era cuestión de tiempo antes que lo descubriera, así que decidió confesarlo.

175

Se paró en el medio de la sala con sus brazos cruzados, negando. ―¿Cuándo sucedió esto? ―Hace algunos años. ―¿Cómo no pudimos saber lo que estaba haciendo? ―gritó Coco. ―¿Cómo podríamos? Tú sabes cómo es ella. Cómo siempre ha sido. La revista es su compañía y si ella no quiere que sepamos algo, llegará a donde sea para asegurarse que no lo hagamos. ―¡Ese maldito desgraciado de Joshua! ¡Lo mataré! ―Apretó sus puños―. Sabía que algo estaba pasado con él. Te apuesto un millón de dólares a que después de conseguir ese dinero, iba a dejarme. Ha tenido una aventura, Jack. ―¿Qué? ―grité. ―No me importa. Él ni siquiera sabe que lo descubrí. ―¿Por cuánto tiempo lo has sabido? ―Cerca de dos semanas. ―¿Por qué no viniste a hablar conmigo? ―Porque sabía queirías tras él y quería manejarlo a mi modo. ―¿Qué planeabas hacer? ―No lo sé. He estado intentando pensar en algo. ―Bajó la vista. ―Escucha, Coco. ―Caminé hacia ella y tomé sus hombros―. Aún no puedes decirle que sabemos sobre esto. Tenemos que pensar una forma de detenerlo para que no consiga ese dinero. ―¿Cómo? Si él hace pública la información sobre mamá, destruiría a la compañía. Suspiré. ―Lo sé. ―Tenemos que hablar con ella, Jack. ¿Iras a la oficina? ―Sí. ―Te veré allí. ―Colocó su mano en mi brazo―. Estoy contenta que estés sintiéndote mejor, Lorelei. Hablaremos pronto. Tan pronto como Coco se fue, me di la vuelta y miré a Lorelei. ―Jack, yo… ―Ahórratelo, Lorelei. Te veré después que recoja a Hope de la escuela.

176

Lorelei Pasé el día descansando y para ser honesta, estaba aburrida. La única cosa en mi mente era la actitud de Jack, porque no se salió con la suya conmigo. Solo porque estaba ocupándose de Hope y yo, no significaba que tenía derecho al sexo. Mientras estaba reflexionando sobre mis sentimientos, mi teléfono sonó. Sonreí cuando vi la foto de Stella aparecer en la pantalla. ―Hola. ―Hola, amiga. ¿Cómo están las cosas en Nueva York? ―Las cosas están… bueno… interesantes, supongo. ―¿Qué quieres decir? ¿Qué está pasando y no me estás diciendo? ―Nada. ―Mentiras, Lorelei. Cuando dices las cosas en ese tono, quiere decir que estás escondiendo algo de mí. No lo olvides; soy la única persona que te conoce por completo. Suspiré. ―He estado enferma con neumonía y estuve en el hospital por un par de días. ―¡¿QUÉ?! ¿Por qué no me llamaste? ―Porque estabas con Sebastian y su padre enfermo. Estoy en vías de recuperación ahora, así que todo está bien. ―Espera un minuto. Si estabas en el hospital, ¿quién se ocupaba de Hope? ―Jack. Un grito vino del otro lado. ―¡¿QUÉ?! Él odia a los niños. ―Sintió que no tenía elección. Me llevó al hospital, luego llevó a Hope a su casa y ha estado cuidando de ella desde entonces. De hecho, estoy aquí hasta el domingo. ―Estás quedándote en la casa de Jack Sutton y él está cuidando de ustedes. Estoy tan confundida, Lorelei. Mi cerebro no puede entender lo que estás diciéndome. ―Te lo explicaré todo cuando vuelvas. Por cierto, ¿cuándo volverás? ―Estaremos en casa el domingo y será mejor que creas que el primer lugar al que iré es tu departamento. Reí. ―Está bien. Hope y yo estaremos allí. ―Cuídate. Tengo que irme. Estamos en el almuerzo del funeral y me escabullí por un minuto.

177

―Dale a Sebastian mis condolencias. ―Lo haré. Te amo, amiga. ―También te amo. Bajé mi teléfono y fui a la cocina a hacerme una taza de té. Mirando el reloj en la cocina, noté que casi era la hora de que Jack y Hope estuvieran en casa. No había sabido nada de él en todo el día y no estaba sorprendida, considerando su comportamiento juvenil. Escuché las puertas del ascensor abrirse, así que tomé mi té y caminé hacia el vestíbulo. Hope salió del elevador con una mirada triste en su rostro. ―Hola, bebé. ¿Cómo estuvo tu día? ―Mal. ―Hizo un puchero―. Si me disculpas, voy a subir a mi habitación. Mientras Hope subía las escaleras, miré a Jack. ―¿Qué está mal con ella? ―No lo sé. No me lo ha dicho. ―¿Hablaste con tu madre? ―No. ―Entró a la cocina y lo seguí―. Estuvo todo el día en reuniones. Está evitándome a mí y a Coco. Sé que lo está haciendo. Podía decir cuán estresado estaba Jack. No podía imaginar descubrir algo así sobre mi madre. Colocó sus manos en el mostrador y me miró. ―¿Cómo te estás sintiendo? ―Estoy mucho mejor. ―Bien. Entonces podrás volver a tu departamento en un par de días. Vaya. Eso dolió. ―Está bien. ―Le di un pequeño asentimiento y subí para revisar a Hope.

178

40 Lorelei

S

entándome en el borde de la cama de Hope, metí una hebra de su cabello detrás de su oreja. ―Por qué no me dices lo que sucedió hoy. ―Addison se mudará y cambiará de escuela ―habló con voz triste.

―¿A dónde está mudándose? ―Ella y su madre se mudarán con el novio de su madre. Y todo de lo que hablaba era de que serían una familia. Maldita la mamá de Addison. ―Lamento que esté mudándose, cariño, pero aún puedes seguir en contacto con ella. ―No es lo mismo y no quiero hablar más con ella. Dijo algunas cosas malas. ―Una lágrima cayó por su mejilla. ―¿Qué dijo? ―Todo de lo que hablaba era de que iban a ser una familia y hacer cosas de familia y que yo estaba celosa de ella. ―¿Por qué pensaría que estás celosa de ella? Bajó la vista y otra lágrima cayó de su ojo. ―Porque le dije que no me importaba. No me importa. ―Cruzó sus brazos. ―Eso no es lindo, Hope. Ella está muy emocionada sobre algo y tú solo le quitaste importancia. Eso no es ser una buena amiga. ―Ya no quiero hablar de esto. ¿Puedes solo dejarme sola por un rato? ―Claro, bebé. Salí de su habitación y vi a Jack venir por el pasillo. ―¿Cómo está? ―Triste porque su amiga Addison se mudará y cambiará de escuela. ―Eso está muy mal. Estoy seguro que lo superará. Tengo algo de trabajo que hacer en mi oficina y no quiero ser molestado. ―Bajó las escaleras.

179

Aproximadamente una hora después, Jack entró a la sala de estar donde estaba sentada trabajando en uno de mis diseños. ―Voy a salir por un rato. Les he ordenado una pizza y una ensalada a ti y a Hope. Ya está pagado, así que no se preocupen por eso. ―¿A dónde vas? ―pregunté mientras lo seguía al ascensor y el aroma de su colonia cruzó mi rostro. ―Tengo una cita. Te veré en la mañana. Dile a Hope que dije buenas noches. ―Puedes decírselo tú mismo. ―Regresaré tarde. ―Entró en el ascensor. ¿Una cita? ¿Tenía una cita? ¿Estaba bromeando? Un flujo de emociones llenó mi cuerpo y las lágrimas brotaron de mis ojos. Lágrimas que nunca deberían haber salido en primer lugar. Él no era nada para mí. Jack Sutton no era más que mi jefe y un par de noches de sexo caliente. Yo no era nada más que un error que él cometió. Cuanto más escuchaba sus palabras en mi cabeza “Tengo una cita” más me enojaba. Pisoteé hasta el sillón, tomé mi portátil de la mesa de café y escribí Match.com. Tal vez era el momento de volver al mundo de las citas. Si la madre de Addison pudo conocer al señor Indicado, entonces yo también podía. Creé mi perfil y cuando terminé, cerré mi portátil. ¿Qué demonios estaba haciendo? La pizza fue entregada y fui arriba para buscar a Hope para la cena. Cuando entré a su habitación, noté que estaba durmiendo. Caminé hasta el costado de su cama y la llamé por su nombre suavemente. Abrió sus ojos y luego los cerró otra vez. ―Nena, ¿qué está mal? ―No me siento bien y mi garganta duele. Puse mi mano en su frente y se sentía verdaderamente caliente. Oh Dios, ¿qué si se había contagiado mi enfermedad? Jack estaba afuera con su cita y yo estaba aquí sola con nada. Sin Tylenol para niños. Nada. Quería ir a casa. No era como si el idiota estuviera aquí cuidando de nosotras. Me levanté de la cama y puse las cosas de Hope en su bolso, luego atravesé el pasillo hacia mi habitación e hice lo mismo. Corriendo escaleras abajo y tomando mi teléfono de la mesa, llamé un taxi. Después de terminar la llamada, volví arriba para llevar a Hope. ―Vamos, Hope. Iremos a casa ―hablé mientras la levantaba. ―¿Nos iremos? ¿Dónde está Jack? ―respondió, adormilada. ―Tuvo que salir por la noche. Puedo cuidar mejor de ti en casa. Vamos; el taxi estará aquí pronto. Envolvió sus brazos alrededor de mi cuello mientras la levantaba y la cargaba por las escaleras. Le dije que se sentara en el sillón mientras le escribía una nota a Jack. Jack,

180

Hope está enferma con fiebre y no hay nada aquí para que le dé, así que empaqué y fui a casa. Lorelei. Mi teléfono sonó y era el taxi llamando para dejarme saber que estaba esperándonos. ―Hope, tienes que caminar hasta el taxi porque tengo que cargar tus bolsos. ―No me siento bien, mami. ―Lo sé, bebé, pero estaremos en casa pronto. Sostuve su mano mientras tomábamos el ascensor hacia el salón y subíamos al taxi.

Jack Llegué a casa a la una de la madrugada y me dirigí a la cocina. Ahí fue cuando vi la nota que Lorelei había dejado. ¡MIERDA! Nunca debí haber salido. Golpeé mis puños en la encimera. Me había encontrado con Holly, una chica que follaba ocasionalmente, para cenar. Me había llamado más temprano y preguntado si quería salir. Me dije, por qué demonios no. No era como si Lorelei me fuera hacer caso. El problema era que no podía dejar de pensar en ella. Holly estuvo hablando y me desconecté. Intenté actuar como si estuviera interesado en lo que tenía que decir, pero no lo estaba. Holly no me podría haber importado menos. Esto continuó por casi tres horas. Después que terminamos de cenar, la subí a un taxi para ir a casa y fui a sentarme en un bar, tomando un par de bebidas y pensando en Lorelei y este desastre en el que Sutton Magazine estaba metida. Nunca soñé con que volvería a casa y ella y Hope no estarían. La preocupación por Hope se apoderó de mí. Ella había tenido fiebre y no estuve allí. Quería desesperadamente llamar a Lorelei para saber cómo estaba, pero no podía solo llamar a esta hora de la noche. Maldita sea ella por dejarme y maldita por salir de mi vida y dejar mi jodido mundo patas arriba.

Lorelei La mañana siguiente, mientras estaba en la cocina dándole a Hope más Tylenol para su fiebre, mi teléfono sonó y era Jack. Me debatí si responder o no, pero lo hice de todos modos. ―Hola. ―¿Cómo está Hope? ―Está enferma. ―¿Todavía tiene fiebre?

181

―Sí ―respondí escueta. ―No estuve contento cuando volví a casa anoche y descubrí que Hope y tú no estaban. ¿Lo decía en serio? ¿Salió en una maldita cita y luego se enojó conmigo por irme? ―Tenía que llevar a mi hija a casa donde estaban sus medicinas. Esta es su casa Jack y aquí es donde está más cómoda. ―Debiste haberme llamado. ―¿E interrumpir tu cita? No gracias. Hice lo que era mejor para nosotras y eso era ir a casa. Tengo que darle a Hope su Tylenol. Click. Sí. Eso es. Le colgué a su estúpido trasero. ¡Cómo se atreve! Después de darle a Hope su medicina, llamé a la oficina del doctor y afortunadamente, tenían una cita disponible en una hora. La ayudé a vestirse y salimos.

182

41 Jack

A

rrojé mi teléfono sobre el escritorio después de que Lorelei me colgó. ¿Quién demonios se creía que era después de todo lo que había hecho por ella? Mientras me apoyaba en mi silla, mirando el escritorio vacío que estaba fuera de mi oficina, Coco entró. ―Me sorprende que estés aquí. Es sábado ―dijo. ―Le di una patada en el trasero a Joshua y terminé con él. ―¿Qué? ―Me enderecé rápidamente. ―Le dije anoche que sabía sobre la mujer con la cual estaba viéndose y que se fuera. ―¿Qué dijo él? ―Dijo que ya era hora y ni siquiera sabía porque se había molestado en quedarse tanto tiempo porque nunca estuvo enamorado de mí. Comenzó a llorar. Me levanté de mi silla, caminé hacia donde ella estaba y la abracé. ―No lo hagas, Coco. Él es un idiota. Lo sabes. No vale una sola lágrima. ―Sé que no lo vale. Estoy llorando porque no terminé con el antes. Rompí nuestro abrazo y le entregué un pañuelo. ―Las cosas con él se esfumaron rápidamente, Jack. No he estado enamorada de el por mucho tiempo. ―¿Entonces por qué te quedaste con él? ―Porque temía que nadie más me quisiera. Todos los hombres que había conocido en estos años estaban intimidados por mí y mi carrera. Joshua fue el primer hombre que no lo estuvo, porque tenía el mismo deseo de éxito. Todavía no puedo creer que él esté chantajeando a nuestra madre. ―¿Ya la has visto hoy? ―No. No lo he hecho. Intenté llamarla y no respondió. ―Estoy justo aquí ―habló mi madre mientras entraba en mi oficina y cerraba la puerta. Lucia cansada y agotada. Toda esta cosa estaba costándole.

183

―¿Dónde estabas? ―Estaba haciendo algunas diligencias. Quiero que los dos se sienten. Dejaré el país en algunas horas e iré a París. ―¿QUE? ―grité. ―Siéntate y tranquilízate, Jack. ―Señaló mi silla con su dedo cuidado―. No voy a pagarle a Joshua. Ese cobarde baboso puede irse al infierno. ―¿Así que vas a irte y dejar que nosotros limpiemos tu desastre? ―Le pregunté con voz severa. ―Ya me he ocupado de eso. No te dije esto antes, pero esa mujer que está viendo es Shae, la mujer que contraté para ir a trabajar en Flourishing. La está usando y le dije eso. También le dije que tan pronto como tenga el dinero, la dejará. Así que le ofrecí dos millones y medio de dólares para mantenerse callada y negar todo. Aceptó y se ira de la ciudad esta noche. ―¿Cómo puedes confiar en ella? ―habló Coco. ―Puedo. Más que en Joshua. ―Terminé con él anoche ―dijo ella. ―Lo sé. El bastardo me llamó anoche para decirme que tenía veinticuatro horas para darle el dinero o iba a ir con la prensa. Hice que Shae vea que el solo la está usando. Planté las ideas en su cabeza y la hice pensar un par de cosas. Así que si Joshua hace pública la información, no tendrá pruebas y parecerá como algo por venganza, por decir algo, porque tú, mi querida hija, echaste su culo a la calle. ―Si está arreglado, ¿entonces porqué iras a París? ―pregunté. ―Porque, cariño, necesito esconderme hasta que todo esto pase. Bradley está cerrando las cuentas mientras hablamos y el dinero será devuelto a nuestra cuenta a primera hora de la mañana del lunes. ―Dime, madre, ¿por qué algunos proveedores no fueron pagados? Agitó una mano frente a su rostro. ―Pff, le dije a Bradley que no le pagara a algunos vendedores porque estaban jodiendo conmigo. Puedo jugar tan sucio como ellos. De todos modos, hablé con ellos y llamé a esa chica abogada que contrataste. Alcanzamos un acuerdo y todo está bien. Ahora, si me disculpas, tengo un par de cosas que hacer antes de irme. ―¿Solo vas a irte como si no fuera la gran cosa? ―escupí. ―Deja de exagerar, cariño. Todo está bien ahora. Abrazó y besó a Coco de despedida. Cuando comenzaba a acercarse a mí, levanté mi mano. Su ceja se arqueo justo antes de saliera de mi oficina como si no tuviera ninguna

184

preocupación en el mundo. Una mala sensación se arrastró dentro mí. Una tormenta de mierda se avecinaba y ella estaba buscando seguridad en París mientras nos dejaba atrás para para encargarnos. Cuando golpeé mi puño en el escritorio, Coco tembló. ―Escuchaste lo que ella dijo, Jack. Se encargó de la situación. ―Como la mierda que lo hizo, Coco. Tengo la sensación de que esto está lejos de terminar. *** Después de pasar el día intentando tranquilizarme y terminar algo de trabajo, me dirigí a la juguetería para comprar algo para Hope. Le envié un mensaje a Lorelei más temprano y el doctor dijo que Hope tenía faringitis. Mientras caminaba por la tienda, sin saber qué demonios iba a comprarle, me topé con la pared de películas infantiles. Mis ojos recorrieron las filas y se quedaron en una película en particular que atrapó mi atención: La telaraña de Charlotte. Sonreí mientras la recogía y la miraba. A ella le gustaría esto. Después de comprarla, tuve a Tony llevándome al departamento de Lorelei. ―¿Ella sabe que pasaras por ahí? ―preguntó él. ―No. ―¿No crees que deberías decirle? ―No. ―Después de los recientes eventos, quizás cierre la puerta en tu cara. O tal vez ni siquiera pases la puerta de seguridad. ―Tal vez y quizás no pueda. Pero no me iré hasta darle esta película a Hope y vea yo mismo como está. ―Ella ya no es tu responsabilidad. ―Me miró a través del espejo retrovisor. ―No importa. Aun así necesito asegurarme de que está bien. Me dio una pequeña sonrisa y no dijo otra palabra. Hope no era la única razón por la que quería venir. Después del día terrible que tuve, necesitaba ver a Lorelei. No hablar con ella necesariamente; solo verla era suficiente para hacer todo bien. Toqué el timbre de su departamento. ―¿Qué estás haciendo aquí, Jack? ―Su voz llegó a través del intercomunicador. ―Quiero saber cómo esta Hope. ―Podrías simplemente haber llamado. ―Tengo algo para ella, Lorelei y me gustaría dárselo.

185

La puerta sonó y suspiré de alivio. Cuando llegué a la puerta de su departamento, ella estaba de pie allí con esta abierta. ―No tenías que traerle nada ―dijo, mientras se movía a un lado para que pudiera pasar. ―Lo sé. Quería. ―¡Jack! ―Hope saltó del sillón y se abrazó a mis piernas ―Hola tú. ¿Cómo te encuentras? ―Me incliné y la tomé en mis brazos. ―No muy bien. Pero sobreviviré. ―Sonrió. Cargándola hasta el sillón, le entregué una bolsa rosa de regalo con una foto de Cenicienta en ella y un papel rosa dentro, escondiendo el DVD. Metió su pequeña mano en la bolsa y sacó La telaraña de Charlotte. Sus ojos se agrandaron con emoción. ―¡No sabía que había una película! ―exclamó―. Gracias, Jack. Sus brazos se envolvieron alrededor de mi cuello. ―De nada. ―¿La mirarías conmigo? ―Por supuesto que lo haré. Eso sí, si está bien con tu madre. Miré a Lorelei mientras estaba allí, con sus brazos cruzados y ojos entrecerrados mirándome. ―Por favor, mami ―se quejó Hope. Dudó con la respuesta por unos minutos mientras no dejaba de mirarme. ―Supongo. Pero tan pronto como termine la película, es hora de dormir. ―Está bien. Lo prometo. ―¿Vas a mirarla con nosotras? ―pregunté, intentando cortar algo de la tensión que había en la habitación. ―Tengo que terminar el disfraz de Halloween de Hope, así que estaré sobre la mesa mientras vosotros dos la miran.

186

42 Lorelei

P

use el DVD y me acerqué a la mesa donde tenía colocada mi máquina de coser. No podía negar que lo que Jack hizo por Hope era cariñoso. Realmente lo era, pero todavía estaba cautelosa con lo que a él se refería.

Estaba trabajando en el traje de Hope, sonreí silenciosamente con la risa y la ligera conversación que provenía el sillón. De pronto, el sonido de llanto se escuchó. Me di la vuelta y vi a Jack poner su brazo alrededor de Hope y acercarla a él. No tuve más opción que ver que Jack también estaba llorando por la muerte de Charlotte. Lo llamé. ―Oye, ¿Jack? No se dio la vuelta. Simplemente dijo: ―¿Sí? ―¿Puedes venir aquí por un segundo? ―Lo siento, Lorelei. Tendrá que esperar. ―Llevó un dedo a su ojo. ―Está bien. ―Sonreí, me di la vuelta y continué trabajando en el disfraz. No pasó mucho tiempo antes que la película terminara y pude escuchar la sutil conversación entre Hope y Jack. ―Jack, ¿cuál es el propósito de la muerte de Charlotte? Ella podría haber vivido y todos podrían haber sido felices. ―Estoy de acuerdo, Hope, pero la historia de Charlotte y Wilbur era sobre la verdadera amistad. Incluso después que la mejor amiga de Wilbur murió y ella ya no pudo ayudarlo, el aun así la ayudó. ¿Tiene sentido? ―Supongo. Eres muy inteligente, Jack. Puse los ojos en blanco. ―No tan inteligente como tú. ¿Estás lista para la cama? ―Creo que necesito mi medicamento. Me levanté de mi silla. ―Sí, necesitas tu medicamento. Ve a la cama y te lo llevaré. ―¿Puede Jack meterme también en la cama? ―preguntó.

187

―Si. Jack puede. Hope se escabulló en su habitación y fui a la cocina para conseguir su medicamento del frigorífico. ―Asco. Recuerdo esa cosa. ―Jack hizo una mueca cuando vio la botella. ―Es bastante mala, ¿verdad? Lo bueno es que a Hope no parece importarle. Después de poner el medicamento con la dosis correcta, Jack tomó un vaso de agua de la encimera y fuimos a la habitación de Hope. ―Mami, mi cabeza duele otra vez. ―Hizo una mueca. Jack puso su mano en su frente. ―Se siente caliente. Le di a Hope la medicina y le dije que la tome mientras fui al baño para conseguir el termómetro. Leí 39 grados. ―La fiebre siempre empeora por la noche. Con suerte, para mañana, se habrá ido. Iré a buscarte algo de Tylenol. ―Yo puedo traerlo ―dijo Jack―. En la encimera de la cocina, ¿cierto? ―Sí. Gracias. Después de darle a Hope algo de Tylenol, beso su cabeza y le doy las buenas noches. Cuando salí de la habitación, Jack me siguió y empujó la puerta hasta que solo estuviera abierta una rendija. ―Gracias, Lorelei. ―¿Por qué? ―pregunté, mientras me sentaba en la mesa. ―Por dejarme entrar y darle a Hope esa película. ―Como si hubiera tenido elección. Ya estabas en la puerta de mi edificio. ―Me llamaste antes, durante la película. ¿Qué necesitabas? ―No importa. Lo hice para mí. ―Reí silenciosamente. Se sentó en la silla junto a mí. ―Mi madre se fue a París hoy. Lo miré desde mi máquina de coser. ―¿Qué? ¿Por qué? ―Aparentemente, tuvo una charla con la chica que Joshua se está tirando esta mañana. Vengo a enterarme, que fue ella a quien mi madre contrató para espiar a Flourishing y resulta

188

ser la que le contó todo a Joshua. Mi madre le pagó y luego salió del país. De acuerdo con ella, ahora que la chica tiene su dinero para callarse, Joshua no tiene nada que lo pruebe. Lo miré con confusión. ―¿Entonces por qué se fue a París? ―Para escapar de ser el centro de atención de lo que está a punto de venir. Aunque la gente pensará que él está inventando la historia, ella no quiere estar aquí para responder preguntas de la prensa. ―¿Entonces escapó y los dejó a ti y a Coco para que se encargaran? ―Sí. Otra vez la madre del año. Tengo un mal presentimiento sobre todo esto y siento como si hubiera algo que no nos está diciendo. ―¿Cómo qué? ―No lo sé. Todavía no lo he descubierto. Podía ver el enojo y la preocupación que consumían sus ojos. Incluso aunque él nunca lo admitiría, podía decir que estaba herido. ―Suficiente de eso. Pareces estar sintiéndote mejor. ―Lo estoy. Todavía estoy cansada, pero bien en general. ―Debería irme para que puedas terminar el disfraz de Hope. Tan pronto como se levantó de su silla, sonó su teléfono y lo respondió. ―¡¿Que?! ―habló con voz asustada―. ¿Cuándo? Dios mío, estoy en camino. Terminó la llamada. La mirada en su rostro era aterradora. ―¿Qué sucedió? ―pregunté. ―Esa era Coco. Joshua fue asesinado. Puse mis manos sobre mi boca, sorprendida. ―Tengo que ir a casa de Coco. La policía está allí, interrogándola. ―Dios mío, Jack. Lo siento. ―Hablaré contigo pronto, Lorelei. ―Salió por la puerta.

Jack Esto era increíble. Contraté un taxi y fui directo a la casa de Coco donde las luces de un auto de policía iluminaban el lugar normalmente sombrío. Después de entrar por la puerta, me

189

dirigí directo a la sala de estar y encontré a mi hermana sentada en un sillón, llorando mientras dos hombres policías la interrogaban. Corrí a su lado y me abrazó, sollozando. ―Pueden ver claramente que está llorando. ¿Pueden por favor volver mañana? ―Lo siento. ¿Usted es? ―Jack Sutton, su hermano. ―Discúlpenos, pero tenemos que preguntarle donde estaba alrededor de la seis de la tarde. ―¿Qué? ¿Lo dice enserio? ―Lo siento, señor Sutton, pero tenemos que comprobar todas las pistas posibles. ―Coco, ¿dónde estabas? ―Estaba en la oficina. ―¿Estaba sola, señorita? ―preguntó uno de los oficiales. ―No. ―¿Me puede decir el nombre de la persona que estaba con usted? ―El oficial tomó un bolígrafo de su bolsillo. Ella dudó por un momento y me miró. ―Garret Sullivan estaba conmigo. Se volvió hacia el oficial mientras hablaba. ―¿Por qué estaba Garret en la oficina un sábado? ―pregunté. ―Gracias, señorita Sutton. Estaremos en contacto si tenemos más preguntas. Podemos salir solos. Coco se puso de pie y respiró profundo. ―Es mucho trabajo intentar llorar y fingir estar triste. Secándose las lágrimas con un pañuelo, fue hasta el bar en la sala de estar y se sirvió un vaso de vino. ―¿Te gustaría un poco? ―me preguntó. ―No. Lo que me gustaría es que respondas mis preguntas.

190

43 Jack

A

puré mi vaso de whisky escocés cuando Garrett entró en la sala de estar. Dejé mi vaso sobre el bar y le apunté con mi dedo mientras me dirigía hacia él. ―¡Cómo demonios te atreviste! ―le grité.

―Jack, ¡para! ―Coco le gritó. ―¡Te has estado acostando con mi hermana y no me lo contaste! ―Jack, cálmate. ―Levantó sus manos en modo de defensa. ―¡No me digas que me calme! ―Le di un puñetazo. Se tambaleó hacia atrás y se sujetó la mandíbula. ―¿Te sientes mejor ahora, amigo? ―me preguntó con calma. Fui a darle otro puñetazo. ―¡Jack, no! ―Coco me agarró del brazo y detuvo―. Te juro que nunca te hablaré de nuevo si no te detienes. ―Ella es mi hermana, hombre. Mi maldita hermana. La has conocido de toda la vida. ―¡Y he estado enamorada de ella toda mi vida! ―gritó. Cerré mis ojos y lentamente negué. Tomando asiento en el sofá, cubrí mi rostro con las manos para intentar procesar todas las cosas que estaban sucediendo. ―Jack. ―Coco se sentó a mi lado―. ¿Quieres que sea feliz? Me quedé mirándola fijamente mientras las lágrimas caían por su rostro. ―Por supuesto que lo quiero. ―Garrett me hace feliz. Él siempre lo ha hecho. A veces, la persona a la que estás destinada a amar está de pie enfrente de ti todo el tiempo. ―Coco, es como un hermano para nosotros. ―Pero no es nuestro hermano. Él me hace sentir viva y completa. No puedes entenderlo porque nunca permites que alguien se te acerque. Estoy enamorada de él, Jack. Le eche un vistazo a Garrett, el cual estaba aún de pie en el mismo lugar, sujetándose la mandíbula.

191

―¿La amas? ―Sí. La amo. Me levanté del sofá y me serví otra copa. ―¿Por qué estabas con Joshua si estabas viéndote con Garrett? ―le pregunté―. Lo que me lleva a otra pregunta. ¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo esto? ―Hemos estado viéndonos un poco más de un mes. ¿Porqué la gente que está casada engaña y todavía permanecen casados? Negué mientras tomaba un sorbo de whisky escocés. Después lo bajé, miré a Coco y luego a Garrett. ―Los veré a ambos el lunes en la mañana en la oficina. Necesito salir de aquí y pensar. Agarré mi chaqueta y salí. Mientras estaba de camino a casa, me senté en la parte de atrás del taxi y pensé en lo que Coco dijo sobre que no permito a nadie entrar. Tenía razón. Nunca he dejado entrar a nadie excepto a una mujer: Lorelei. La única mujer que metí a mi cama lo cual estaba fuera de los límites para cualquiera. La única mujer a la cual sostuve en mis brazos durante toda la noche. ¿Y qué ocurrió? Ella me ocultó una parte vital de su vida.

Lorelei Mi madre y Stella estaban sentadas a la mesa con unas expresiones de sorpresa en sus rostros mientras les contaba sobre mi semana; lo de haber estado enferma y Jack cuidando de Hope. Ellas no pudieron decir nada ya que Hope estaba justo allí. Mi madre extendió su brazo y tomó mis manos. ―Ojalá nos hubieras llamado, cariño. ―¿Por qué, mamá? Estabas en un barco en medio del océano. No habría habido nada que pudieras haber hecho. ―Aun así. Siento mucho que no hubiéramos estado aquí para ti y Hope. ―Está todo bien, abuela. Me gustó que Jack me cuidase. Él es divertido. ―¿Lo es? ―Stella le dio una mirada con una mueca en su rostro. ―Sí. Él me leyó y vimos La Cenicienta. Me llevó y recogió del colegio. Vino a mi concurso de ortografía cuando mi mami estaba en el hospital y cocinó. No es un buen cocinero, sin embargo. Quema todo ―dijo con una risa nerviosa. ―Fue muy amable de parte del señor Sutton que cuidase de ti, Hope. ―Mi madre la abrazó―. Y estoy feliz de que te sientas mucho mejor.

192

Hope se fue a su habitación a tomar una siesta y mi madre se fue a casa a deshacer las maletas de su viaje. ―Bueno. ¿Qué está pasando entre Jack y tú? ―preguntó Stella. ―Nada. ―Nada, mi culo. ¿Por qué un hombre el cual te admitió que odia a los niños, cuidaría de tu niña mientras estabas incapacitada en una cama de hospital? ―Porque él sabía que no había nadie más que pudiera cuidar de ella. De nuevo hizo una mueca. ―Pienso que el señor Sutton tiene un corazón y creo que está locamente enamorado de ti. ―No, no lo está, Stella. Él me dejo a mí y a Hope la otra noche para ir a una cita. ―Oh. ―Se mordió un poco el labio inferior―. ¿Por qué haría eso? ―Quién diablos sabe. Probablemente porque necesitaba saciar su adicción sexual. ―¿Tiene una adicción sexual? ―Déjame reformular esa frase. Probablemente porque necesitaba saciar su apetito sexual. ―Es un hombre. Ellos siempre están cachondos. ―Sonrió―. Veo una posible relación aquí. ―No puedo y no quiero. ―Me levanté de la mesa y me dirigí a la cocina. ―¿Por qué no, Lorelei? Es obvio que el hombre tiene sentimientos profundos por ti o no habría cuidado de Hope de la forma que lo hizo. Esa niña lo adora. ―Por supuesto que lo hace. Él es el primer hombre que alguna vez le ha prestado atención. ―¿Y de quién es la culpa? ―Frunció el ceño. ―Le entregué mis sentimientos una vez antes y no querría volver a cometer ese error de nuevo. Mira cómo me trató cuando supo de Hope. Las cosas que dijo. Si realmente tuviera sentimientos por mí, no habría dicho esas cosas. Brett nunca me habría dicho esas cosas. ―Ah, cariño. Tienes que parar de vivir en el pasado. Tal vez Brett nunca te habría dicho esas cosas. Diablos, ni siquiera sabía que estabas embarazada, Lorelei, así que realmente no sabes con seguridad cómo habría reaccionado. Has crecido ahora y estás jugando en un mundo de adultos. ―¿Así que me estás diciendo que estaba bien que él me hablase de esa manera? ―No. Eso no es lo que estoy diciendo. Pero también necesitas entender que estaba dolido. Se enteró por accidente de una de las cosas más personales sobre ti. Probablemente se sintió traicionado ya que no confiaste lo suficiente en él para contárselo.

193

―¿Cómo podía confiar en él cuando rotundamente me dijo que odiaba a los niños? Inclusive me dijiste que no se lo contara. Diablos, Garrett ni siquiera se lo dijo porque estaba asustado de que me hubiese despedido. ―Bien. Bien. Tienes tu punto. Pero aun así. Acerqué nuestros cafés al sofá, me senté y crucé mis piernas. ―No quiero hablar de esto más. Nunca vas a creer lo que hice. ―Oh Dios mío, ¿qué hiciste? ―He creado un perfil en Match.com ―¡Cállate! ¡No lo hiciste! ―me gritó. Agarré mi portátil de la mesa del café y accedí a mi cuenta. Esa fue la primera vez que lo había hecho desde la noche que lo creé. Tenía más de cincuenta solicitudes. ―Oh mierda. Mira esto. ―Me reí. Nos pasamos la siguiente hora yendo a través de los perfiles y riéndonos. ―Este chico no está mal. Es un ejecutivo de publicidad. Tiene una hija de once años y su hobby es la observación de aves. Puse los ojos en blanco. ―También tiene cuarenta años. ¿Qué diablos es lo que quiere hacer con una chica de veinticinco años? ―¿De verdad necesitas preguntar eso? ―dijo Stella―. Solo piensa en todos los diferentes tipos de aves que podrías aprender. Me pregunto si hace que esos pájaros canten para ellas. ―Se rio.

194

44 Lorelei

M

e paré en Starbucks para recoger el café de la mañana de Jack. No había tenido noticias suyas desde el sábado por la noche y no respondía a mis mensajes de texto. Mientras caminaba por el pasillo hasta mi mesa, varios de mis compañeros me dieron la bienvenida de nuevo. Tomé una profunda respiración mientras entraba en la oficina de Jack. ―Buenos días ―dije. Me miró por encima de los papeles que estaba hojeando y murmuró: ―Buenas. Cuando dejé el café en su mesa, esperé a que dijera algo, pero no lo hizo. Volvió a mirar a sus papeles y actuó como si ni siquiera estuviera allí parada. ―¿Recibiste mis mensajes de texto? ―pregunté. ―Sí ―respondió sin alzar la mirada. ―¿Por qué no me respondiste? ―Realmente no tuve tiempo. ―Oh. ―Me quedé allí sintiéndome como una idiota―. ¿Cómo está Coco? ―Está bien. ―¿Alguna noticia más sobre Joshua? ―No. ―¿Sabe tu madre lo que ha pasado? Suspiró y alzó la mirada mientras cogía la taza de café. ―¿Qué es esto? ¿Un millón de preguntas? Si quisiera hablar contigo sobre esto, lo haría. Tienes un montón de trabajo por hacer dado que estuviste toda la semana pasada fuera. Sugiero que vayas a tu mesa y comiences a trabajar. Vaya. Vaya. Vaya. ¿Cuál era su jodido problema? Silenciosamente salí de su oficina y me senté en mi mesa. Idiota. Saqué la pequeña foto enmarcada que tenía de Hope y me senté al lado de mi ordenador. Unos momentos después, Garret entró y no pude evitar fijarme en el gran moratón en su cara.

195

―¡Ay! ¿Qué pasó? ―pregunté preocupada. ―¿No te lo ha contado Jack? ―No. Jack no me dice mucho estos días. ―Me pegó. ―Oh, Dios mío. ¿Por qué haría eso? ―Preferiría no entrar en eso ahora mismo. ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo está Hope? ―Las dos estamos mucho mejor. Gracias por preguntar. ―Bien. Me alegro de oír eso. Ahora si me disculpas, tengo que hablar con Jack. Esperemos que no vuelva a golpearme. ―Guiñó su ojo. Sentada allí, vi como Garret entraba en la oficina de Jack y cerraba la puerta. ¿Qué demonios le estaba pasando para hacer que golpeara a su mejor amigo? Momentos después, la puerta se abrió y Garret salió. ―Escapé sin asalto. ―Guiñó el ojo con una sonrisa y después se fue por el pasillo. Garret había dejado la puerta de la oficina de Jack abierta y no pude evitar mirar desde mi mesa. Jack estaba sentado en su silla, mirando por la ventana. ―¡Oh, mierda! ―exclamó mientras saltaba y corría por el pasillo. Necesitaba saber qué estaba pasando, así que le seguí hasta la entrada y cuando alcancé la puerta, Coco estaba parada fuera atrapada por un grupo de periodistas que le estaban tomando fotos y empujando pequeñas grabadoras en su cara. Jack la cogió y la llevó adentro del edificio. Me di prisa y me metí en el ascensor antes de que me vieran. La tormenta de mierda había llegado y Jack y Coco estaba solos para lidiar sin ningún tipo de ayuda por parte de su madre. Volví a mi mesa y vi a Jack llevar a Coco a su oficina. Estuvo allí dentro por una hora. Antes de volver a su oficina, se paró delante de mi mesa. ―Debes atender cualquier llamada que pueda llegar sobre cualquiera preguntado por Joshua o la compañía. ―Sí, Jack. No te preocupes. Cogió la fotografía de mi mesa y se quedó mirando la imagen de Hope. Sin decir una sola palabra, la dejó, entró en su oficina y cerró la puerta de un golpe. Me estremecí. Después de trabajar en un par de proyectos, miré el reloj y vi que era la hora de comer. Cogiendo mi cuaderno de bocetos y mi bolso, llamé a la puerta y le dije a Jack que me iba a comer. ―Jack, solo quería decirte que me voy a comer ahora.

196

―De acuerdo. No te olvides de mi café. Suspiré y cerré la puerta. ―No te olvides de mi café ―murmuré mientras me encaminaba hacia los ascensores. Con la actitud que tenía conmigo, tendría suerte si no lo derramaba por toda su mesa y le dejaba para que lo limpiase. Saliendo del edificio, me fui hacia la cafetería a por un sándwich. Después de acabar de comer, fui a Starbucks y le cogí a Jack su café de la tarde. Cuando volví al edificio, los periodistas habían aumentado en número y me empezaron a rodear. ―Eres la AP de Jack Sutton, ¿no? ―preguntó un hombre. ―Sí. Así es. ―¿Te importaría decir algunas palabras acerca del asesinato del novio de su hermana? ―Lo siento, pero no sé nada sobre eso. ―Los rumores dicen que Kit Sutton se ha ido del país. ¿Sabía ella algo? Suspiré. Estaban a mi alrededor, invadiendo mi espacio personal y no dejándome entrar al edificio. Miré el café de Jack y después de vuelta a la gente que me rodeaba. Di un paso atrás como si hubiera sido empujada y accidentalmente derramé un poco de café en el chico enfrente de mí. Después derramé un poco más en la persona que estaba a su lado y después en la persona a su lado. Se retiraron mientras comenzaban a gritar. ―Si no hubieran invadido mi espacio personal, no hubiese derramado el café. ―Sonreí. De repente, sentí una mano cogerme del brazo y empujarme hacia atrás. Jack me llevó al interior del edificio mientras sostenía su mano hacia los periodistas. ―Gracias, pero no necesitaba que me salvaras. ―Si no te hubiera parado, no me quedaría café para beber. ―Sonrió. Le di una pequeña sonrisa y nos subimos en el ascensor en silencio. *** Durante los dos días siguientes, poco cambió. Los periodistas aún acampaban fuera esperando por su siguiente víctima. Pero cuando me veían venir con café en mis manos, lentamente se retiraban y me dejaban pasar. Mientras estaba sentada en mi silla haciendo un poco de trabajo, Daniel del departamento de edición entró. ―Hola, Lorelei. ―Sonrió. ―Hola, Daniel. ―Vi tu perfil en Match.com ―dijo más bien alto. Oh, mierda. ―¿De verdad? ―incliné mi cabeza.

197

―Sí, y dado que nos conocemos, pensé que en vez de enviarte un mensaje, podía venir a hablar contigo en persona. Doble mierda. ―Oh. ―Elevé mis cejas en señal de sorpresa. ―Estaba preguntándome si querrías salir a cenar conmigo alguna noche. Tomé una respiración profunda cuando vi a Jack saltar de su silla y venir hacia mi mesa. ―Lorelei, a mi oficina, ¡AHORA! ―gritó―. En cuanto a ti, Daniel, ella no va a ir a cenar contigo. ¡Ahora vuelve al trabajo antes de que te despida! Me senté del otro lado de su mesa y el cerró la puerta de un golpe. ―¿Qué demonios estás haciendo? ―preguntó. ―¿A qué te refieres? ―¿Estás en Match.com? ¿En serio, Lorelei? Mis rodillas estaban temblando y necesitaba sobreponerme. ―Sí. ¿Qué hay de malo en eso? ―¿Qué hay de malo en eso? ¿Sabes cuántos psicópatas hay en el mundo buscando a alguien como tú para cazar? ―Sí. Claramente, estaba enfadado por el hecho de que estaba en una página de citas. No era de su jodida incumbencia y ahora me estaba enfadando. ―¿Sí? ¿Eso es todo lo que puedes decir? Aclarándome la garganta, hablé. ―Lo que hago con mi tiempo personal no es de tu incumbencia, Jack. Sus ojos estaban ahora plenamente consumidos por el enfado. ―¡Es de mi jodida incumbencia si algo te pasa y me quedo sin AP! ―gritó. ―¡Entonces tendrás que contratar a otra! ―grité de regreso, perdiendo el control. ―No quiero otra. Eres de lejos la mejor que he tenido. Tanto personalmente como profesionalmente. ―Se dio cuenta de lo que había dicho, me dio la espalda y se quedó mirando por la ventana con sus manos en sus bolsillos. Estaba asombrada ante sus palabras y no pude encontrar nada en mí para devolvérselo. ―Gracias. Si has terminado de gritarme, tengo trabajo que hacer. ―Me levanté de mi silla y me encaminé hacia la puerta.

198

―¿Lorelei? ―me llamó―. ¿Te citarías con un extraño al azar que podría hacerte daño, pero no me darías importancia? Mi estómago se hundió y mi corazón empezó a doler. ―Ya me has hecho daño, Jack. ―Salí y con cuidado cerré la puerta. Lágrimas empezaban a formarse en mis ojos, así que fui al baño a reponerme.

199

45 Jack

C

erré los ojos después de oír a Lorelei decir esas palabras. Incluso después de todo lo que hice por ella, aún no me ha perdonado por las cosas que dije después de enterarme sobre Hope. Tomé asiento en mi silla y puse el rostro entre mis manos. La perdí y perdí a Hope. No solo Lorelei tuvo un impacto en mi vida en el momento que derramó el café sobre mí, también lo hizo Hope. Alcé la vista cuando escuché la puerta abrirse y Coco entró con dos hombres vestidos de traje. ―Jack, estos son el detective Henley y el detective Sloan. Tienen algunas noticias con respecto al asesinato de Joshua. ―Encantado de conoceros, caballeros. Soy Jack Sutton. Por favor, siéntense. ―Encontramos a la persona que mató a Joshua. Su nombre es Shae Sanders. Miré a Coco con sorpresa. ―¿Por qué mataría Shae a Joshua? ―pregunté a los detectives. ―Aparentemente, tuvieron una fuerte discusión ese día y ella le dijo que se iba. Cuando intentó marcharse, la agarró y la golpeó. Ella tomó un cuchillo de cocina y lo apuñaló repetidamente. ―Entonces fue defensa propia ―comenté. ―Supongo que puede decir eso, pero le corresponde al jurado decidirlo. De todos modos, queríamos hacerle saber que no volveremos a molestar a su familia. Que tenga un buen día. Los detectives abandonaron mi oficina y Coco se sentó frente a mí con una pequeña sonrisa en su rostro. ―Siempre supe que él estaba loco. Bien por ella por defenderse ―aseguró. ―Va a necesitar un buen abogado defensor y nosotros lo pagaremos. ―¿Estás loco, Jack? Mamá simplemente le dio todo ese dinero. ―Exactamente. Y va a necesitarlo para estar callada. No podemos arriesgarnos a que diga algo sobre lo que nuestra madre hizo hace un par de años. Voy a llamar a Avery Lewis y ver si tomará el caso.

200

―Si tú lo dices. Pero necesitas recordar que era la mujer que se estaba acostando con mi novio. ―Y tú necesitas recordar que Garret era el hombre que se estaba acostando con su novia. Puso los ojos en blanco y se levantó de su asiento. ―Supongo. Hablaremos luego. Tomé mi teléfono y llamé a mi madre en París. ―Hola, querido ―respondió. ―Solo quiero hacerte saber que Shae fue la que mató a Joshua. ―Oh, querido. Esa chica siempre tuvo un poco de coraje. Recuérdame darle las gracias cuando vuelva. ―Fue en defensa propia, madre. Él le estaba dando una paliza. Escuché una suave risa a través del teléfono. ―¿Crees eso hijo? De todos modos, estaré en casa en pocos días. ―Voy a contratarle un buen abogado defensor y tú vas a pagar las costas legales. ―¿Qué? ¿Por qué? ―Porque no necesitamos que pueda tener la oportunidad de que vaya a contar todo sobre ti. Es lo mínimo que podemos hacer. Creo que es hora de que te retires de Sutton Magazine. ―¿Disculpa, Jack? ―Su voz tomó un tono severo. ―Hablaremos más sobre esto cuando vuelvas. Tengo que marcharme. Click. Ahora que la situación estaba un poco bajo control, necesitaba trabajar en que Lorelei me perdonara y aceptara a salir conmigo. Mientras estaba considerando las opciones, la puerta de mi oficina se abrió y ella entró mientras mantenía la mano sobre la manilla de la puerta. ―Siento molestarte Jack, pero necesito saber por qué golpeaste a Garret. Dejé escapar una suave risa entre dientes. ―¿No tienes ni idea de porqué lo hice? ―No. No la tengo. ―Porque se está acostando con mi hermana. ―Oh. ―Regresó al pasillo y cerró la puerta. *** Mi nuevo traje de Bloomingdale’s estaba listo para ser recogido y pensé en mandar a Lorelei para conseguirlo, pero decidí hacerlo yo mismo porque quería salir de la oficina.

201

―Me marcho por el resto del día, Lorelei. Tengo un par de cosas de las que necesito ocuparme. Te veré por la mañana. ―De acuerdo. Que tengas buena noche, Jack. ―Tú también. Subí a la limusina y le di instrucciones a Tony que me llevase a Bloomingdale’s. Mientras estaba en la sección de hombres, mirando su línea de jerséis, escuché una voz a mi lado. ―Bueno, si es el señor Jack Sutton. ―Hola Stella. ―Sonreí―. ¿Qué te trae por Bloomingdale’s esta tarde? ―Simplemente haciendo unas compras para mi novio. ¿Tú? ―Recogiendo un nuevo traje. ―Estoy sorprendida de que no mandaste a Lorelei hacerlo por ti. ―El pensamiento cruzó mi mente pero decidí hacerlo yo mismo. ―Escucha Jack, quiero agradecerte por cuidar de Hope mientras Lorelei estuvo en el hospital. Eso fue muy amable de tu parte. ―De nada. Hope es una gran niña. ―Lo es. ¿No? Y también la madre. ―Sonrió ligeramente. ―Sí. Lorelei es genial. Oye, ¿tienes tiempo para tomar un café? Quiero hablarte de algo. Me miró de forma extraña. ―Umm. Claro. Supongo.

Lorelei A la mañana siguiente mientras caminaba hacia la oficina de Jack, noté que había un ramo de rosas amarillas perfectamente arreglado en un jarrón situado al bore de mi mesa. Dejé mis cosas y entré en la oficina de Jack con su café. ―¿Sabes de dónde vienen esas flores? ―pregunté dejando su taza. ―De mí. ¿Te gustan? ―Son preciosas. ¿Cuál es la ocasión? ―Entrecerré mi ojo. ―De nuevo, son flores de disculpa. ―¿Por qué? ―cuestioné.

202

―Quiero pedirte perdón por el modo en que hablé ayer sobre toda la cosa del sitio de citas. Estuvo fuera de lugar y lo siento. Por supuesto, lo que hagas con tu tiempo no es problema mío. Es tu vida y no tenía derecho. ―Gracias, Jack. Lo aprecio. ―De nada. Caminó hacia donde yo estaba y me apretó los hombros. ―Escucha Lorelei, le he estado dando vuelta a mi conducta y acciones. Sé que te hice daño en el pasado y lo siento. Somos amigos y así es como quiero que las cosas sigan entre nosotros. Así que como amigo, voy a ser honesto contigo. Creo que deberías empezar a volver a tener citas. Eres una mujer increíble y sé que no tendrías problema en encontrar a tu Príncipe Azul si simplemente te lo permitieras. De hecho, conozco a un par de tipos que estarían encantados de salir contigo. De repente, sentí como si estuviese jadeando por aire. ¿Lo decía en serio? Tragué saliva. ―Gracias Jack, pero puedo encontrar mis propias citas. ―De acuerdo. Si cambias de idea, házmelo saber. Otra cosa, si no te importa, me gustaría darle alguno de tus bocetos al departamento de costura. ―¿Por qué? ―Porque creo que tienes verdadero talento y estoy pensando que, tal vez, deberíamos presentar alguno de tus diseños en nuestro número de enero. No pude evitar reír. ―Sí, claro, Jack. ―Lorelei, no estoy bromeando. Ahora lleva tu trasero al departamento de costura y diles que ordené que trabajen en tus diseños inmediatamente. Espera ―indicó, mientras caminaba hacia su teléfono―. Soy Jack Sutton. Voy a mandar a mi asistente personal, Lorelei, para darte algunos diseños que quiero que se empiecen inmediatamente. Cuando acaben con el conjunto quiero que los traigan directamente a mi oficina. ―Me miró y sonrió―. Está listo. ―No sé qué decir, Jack. ¡Gracias! ―Impulsivamente le rodeé el cuello con los brazos y le di un abrazo. Me rodeó con los brazos. ―De nada. Ahora vete. Sentir otra vez sus brazos a mí alrededor se sintió bien. Pero lo que no se sentía bien era mi corazón. Escucharle decir que solo quería una amistad me hizo algo. Me hizo sentir triste y sola. No podía explicarlo si lo intentase. Hubo un tiempo en el que me quiso y lo alejé. Lo alejé tanto que ahora, ya no estaba interesado en mí y eso dolía increíblemente. Más tarde, esa noche, mientras estaba tumbada en mi cama, pensé en Jack. Sabía que Hope lo echaba de menos, porque lo expresó durante la cena. Aún me dolía el corazón porque

203

estaba enamorada de él. Fui estúpida al alejarlo esa noche que me besó en su casa, pero quería que supiese que no iba a ser tan fácil. Estaba jugando, haciéndole pagar por las cosas que me había dicho. Pero al final, acabé perdiendo. Una lágrima caía de mi ojo cuánto más pensaba en ello. Mañana sería un nuevo día y un nuevo comienzo en mi búsqueda tratando de conseguir que Jack vea que era el único para mí y yo era la única para él.

204

46 Lorelei

―B

uenos días, Jack. ―Sonreí cuando puse la taza de café en su escritorio. ―Buenos días. Pareces estar de buen humor.

―Es Halloween. Hablando de eso, sé que esto es realmente aleatorio, pero Hope me pidió que te preguntara si te gustaría venir con nosotros a la casa de mis padres esta noche. Ella tiene esta loca idea de que tal vez te gustaría ir a pedir dulces con nosotras. Arqueó una ceja. ―¿De verdad? ¿A Hope le gustaría que fuera? ―Sí. Pero si tienes planes, no te preocupes por eso. Ya le he explicado que era aviso de tan poco tiempo y que probablemente estabas ocupados. ―No tengo ningún plan esta noche. Además, si ella me invitó, ¿cómo iba a decir que no? ―Bueno. Ah, otra cosa. Lamento decírtelo a último minuto, pero, ¿estaría bien si salgo temprano para asistir a la fiesta de Halloween de Hope en la escuela? Comienza a las dos. ―Por supuesto. ―Sonrió―. Le diré a Tony que te lleve. Me estaba dejando llevar aquí, pero no pude evitar preguntar. ―Sabes, creo que Hope estaría encantada si vinieras. ―¿Para la fiesta de Halloween de su escuela? ―preguntó con sorpresa. ―Sí. Solo una idea. No te preocupes por eso. ―Agité mi mano. ―Bueno. Iré. Me quedé allí de pie en estado de shock porque en realidad dijo que sí. En el interior, estaba bailando. ―Bueno. Excelente. Gracias. Ella va a estar muy sorprendida. *** Llegamos al sala de clases de Hope y la expresión de su rostro cuando nos vio a Jack y a mí entrar no tenía precio. Corrió y nos abrazó a ambos. ―¡Jack! ¿Qué estás haciendo aquí?

205

―Tu mamá me invitó. Mírate. Eres una hermosa Cenicienta. ―Sonrió. ―Gracias, Jack. Ven a conocer a mi maestra. ―Lo tomó de la mano y lo llevó a la señorita Strong. ―Señorita Strong, este es mi amigo, Jack. Él es el jefe de mi madre. ―Ya veo. Es un placer conocerte, Jack. ―Sonrió. ―Es un placer, señorita Strong. ―Le devolvió una sonrisa encantadora y quería vomitar. Mientras los niños jugaban juegos y corrían por el salón de clases, Jack me miró. ―La maestra de Hope es muy sexy. Me pregunto cuáles son mis posibilidades de conseguir que salga conmigo. Una ola de celos se estrelló sobre mí. ―No es tan sexy y creo que está saliendo con alguien. ―Qué pena, pienso que es muy atractiva. ―Sonrió. Mientras estaba allí y me enojaba por sus comentarios, la mamá de Addison se acercó a nosotros. ―Hola, Lorelei. Me gustaría que conocieras a mi novio, Curtis. ―Hola, Jane. ―Le di una sonrisa falsa―. Encantada de conocerte, Curtis. Este es mi jefe, Jack Sutton. Jack, esta es Jane, la madre de Addison. ―Ah, encantado de conocerte, Jane. Curtis. ―Todos se dieron la mano y yo puse mis ojos en blanco. ―Hope nos contó que Addison cambiará de escuela. ―Sí. Este hombre maravilloso nos invita a su casa y para ser honesta, el distrito escolar de allí es mucho mejor. No pude evitarlo y no me pude resistir. ―¿Cuánto tiempo hace que se conocen ustedes dos? ―Un par de meses. Pero fue amor a primera vista. Nos conocimos en Match.com. Él es mi alma gemela. ―¿En serio? ―habló Jack―. Lorelei acaba de unirse Match. ―¿Lo hiciste? ―preguntó Jane con un tono sorprendido. Que te jodan, Jack. ―Sí, lo hice. ―¿Ya conseguiste a alguien especial? ―No. Aún no. Espero que pronto. Sigo viendo entre candidatos.

206

―Bueno, buena suerte. Espero que tengas la misma suerte que yo. ―Gracias. ―Mi sonrisa falsa se hizo más amplia. Ellos dos se alejaron y Jack comenzó a reír. ―¿Te duele el rostro? ―preguntó él. ―Sí. “Fue amor a primera vista. Él es mi alma gemela”. ¡Lo que sea! ―A mí me suena como si estuvieras un poco celosa. ―¿Quien? ¿Yo? ―Me señalé―. No estoy celosa en absoluto. Es solo la forma en que lo dijo. ―Claro ―Se rio entre dientes. ―Ahora, si quieres hablar de alguien que es guapo, echa un vistazo a aquel papá de allí. No se ve como si estuviera llevando un anillo tampoco. Oye, Hope. ―La llamé. ―Sí, mamá. ―¿Quién es ese hombre de ahí con ese niño? ―Ese es el padre de Jonathan. Jonathan era el chico del que te hablé el año pasado, cuya madre murió de cáncer. ―Oh, sí. Pobre chico. ―Me mordí el labio inferior. ―¿Así que coquetearás con el pobre que probablemente todavía está de duelo por la muerte de su esposa? ―interrogó Jack con una sonrisa. Golpeé su brazo y me alejé. Nos detuvimos en el ático de Jack, primero para que pudiera cambiarse de ropa antes de ir a casa de mis padres. No tenía sentido que él nos llevara a su casa, fuera a su casa, se cambiara y luego volviera a recogernos. Le dije que lo encontrábamos allí, pero él insistió en llevarnos. Había llamado a mi madre antes de hacerle saber que Jack iba a venir. Ella parecía muy emocionada porque quería darle las gracias por cuidar de Hope, además de que se estaba muriendo por conocerlo. Cuando nos sentamos en mesa comiendo la cena, Nick y mi mamá hablaron con Jack como si lo hubieran conocido por años. Era extraño, pero agradable de ver a la vez. Cuando la cena terminó, Nick, Hope y Jack se fueron a la sala de estar, mientras que mi madre y yo limpiamos la cocina. ―Él es un hombre muy agradable. Nada como dijiste que era. ―Siempre y cuando no trabajes para él, supongo. ―Adora a Hope.

207

―Sé lo que hace. ―¿Así que no hay realmente nada entre ustedes dos? ―No. No hay. Jack y yo solo somos amigos. De hecho, me he unido a un sitio de citas. ―¿Qué? No creo que eso es seguro, Lorelei. ―Tengo que salir y empezar a tener citas de nuevo mamá y es difícil encontrar a alguien cuando no puedes ir al azar porque tienes un niño que cuidar. ―Podemos cuidarla si quieres salir. Tú sabes. ―Lo sé, pero me sentiría culpable simplemente saliendo por diversión e intentar conocer a un chico. Hope corrió a la cocina. ―Vamos, mamá. ¡Es hora de ir a pedir dulces! ―Sonrió. Me puse el abrigo y los tres nos dirigimos hacia la puerta. Como Hope estaba ocupada corriendo a las casas de la gente, Jack y yo nos quedamos en la acera y esperamos por ella. ―¿Dime por qué me dijiste que odiabas los niños? ―comenté. Me miró por un momento y luego miró hacia el frente. ―No odio a los niños, Lorelei. No sé cómo explicarlo. Crecer con Kit fue difícil. Ella nos culpaba de todo, incluyendo la ruptura de sus tres primeros matrimonios. Cuando te han dicho eso tantas veces, empiezas a creer. Recuerdo estar sentado en mi habitación una noche y la escuché a ella y Peter, su segundo marido, discutir. Él le dijo que debería enviarnos a Coco y a mí a un internado porque solo nos meteríamos en el camino de su relación y las cosas estarían mejor si no estábamos alrededor. ―Eso es horrible. Ella no los envió lejos, ¿verdad? ―No. Pero nos envió a vivir con la abuela por todo el verano, después que se casaron. Ese fue el compromiso que hicieron. Siempre me sentí como una carga para mi madre y sus relaciones. Peter no era muy agradable con nosotros. De hecho, él me golpeó un par de veces y me dijo que Coco y yo estábamos arruinando su relación y él deseaba que simplemente nos fuéramos. Digamos que él y el alcohol eran mejores amigos. ―Oh, Dios mío, Jack. ¿Cuántos años tenías? ―Tenía doce años en ese momento. Mi madre nos culpó que mi padre se fuera porque no podía aceptar el hecho de que él no podía manejar su carrera. Nada era su culpa. Así que cuando Peter la dejó, por supuesto que nos echó la culpa. Ella nos dijo que fuimos desobedientes y que debería haberlo escuchado y enviarnos lejos. Me odiaba a mí mismo en ese entonces porque ella era mi madre y le creía. ―¿No crees eso ahora? ¿Verdad? ―le pregunté.

208

―No. Ella tenía la culpa de todos sus fracasos matrimoniales. Pero, en el fondo de mi mente, cada vez que veía a un niño, pensaría en mi infancia y las cosas que se me dijo. ―¿Alguna vez buscaste terapia? Se rio entre dientes. ―No. Pero tal vez debería haberlo hecho. ¿Qué tal contigo? ―Mi padre falleció cuando tenía diez años. Mi madre conoció a Nick cuando tenía quince años y se casó con él cuando tenía dieciséis años. ―Parece un gran tipo ―dijo Jack. ―Lo es y ha hecho tanto por nosotras. No fue sino hasta después del funeral de Brett que les dije que estaba embarazada. Mi madre estaba sentada en su mecedora y lloró durante horas, pero Nick fue la voz de la razón y le dijo que éramos una familia y que íbamos superarlo. ―Lo siento mucho por el padre de Hope. Quiero que sepas eso. ―Gracias. ―Puse brevemente mi cabeza en su hombro. Después de caminar unas pocas cuadras, Hope nos dijo que estaba cansada y quería ir a casa. Jack la recogió y la llevó de vuelta a casa de mis padres. Al verlo con ella fue agridulce. Después de comprobar todos los dulces de Hope y comer un par de piezas, dijimos adiós a mis padres y nos dirigimos de nuevo a mi apartamento. ―¿Tienes algún plan este fin de semana? ―le pregunté con la esperanza de que no y tal vez los tres podríamos hacer algo. ―En realidad, tengo una cita mañana por la noche. ―Oh. ―Mi corazón empezó a doler―. Eso es bueno. ―¿Qué hay de ti? ―No hay planes en realidad. Solo pasar el rato con Hope. No dijo una palabra y yo tampoco después de escuchar que iba a una cita. Tony se detuvo en mi edificio y Jack llevó a Hope hasta el apartamento y la acostó en la cama. ―Gracias de nuevo por venir esta noche. Sé que significó mucho para Hope. ―De nada. Gracias por invitarme. Que tengas un buen fin de semana Lorelei y te veré el lunes. ―Buenas noches, Jack. Cerré la puerta y me apoyé en ella. El pensamiento de que fuera a una cita mañana por la noche me hizo sentir enferma y también enojar. Debería ser yo a quien estuviera llevando a una cita, pero arruiné esa oportunidad.

209

47 Lorelei

E

ra lunes en la mañana y la misma rutina había comenzado de nuevo. Entrando en la oficina de Jack coloqué su taza de café. ―Buenos días, Lorelei. ¿Cómo estuvo el fin de semana?

―Estuvo genial. Hope y yo hicimos algunas compras. Nos la pasamos muy bien ―mentí. No iba a decirle que me había pasado todo el fin de semana revolcándome en autocompasión. ―Bien. Me alegra escucharlo. ―¿Cómo estuvo tu cita? ―Estuvo bien. Nos divertimos mucho. Mi sangre estaba hirviendo porque era positivo que se acostó con ella. La idea de él con otra mujer me hacía querer arrastrarme a un rincón y esconderme. No pude evitar las siguientes palabras que salieron de mi boca. ―¿Necesitas que corra a la tiendas y te compre condones? Él se rio. ―No. Está bien. Todavía estoy abastecido desde cuando me compraste diez cajas. ―¿Debería enviarle flores a la mujer de tu parte? ―No. ¿Por qué le enviaría flores? ―No lo sé. Solo estaba preguntando. Por lo general, si una cita sale muy bien, el tipo envía flores. ―¿Lo hace? ―Bueno, al menos eso hacen en las películas. Se rio. ―No necesito que hagas ninguna de esas cosas, pero cuando las tiendas abra, si necesito que vayas a Banana Republic. Te haré una lista de las cosas que necesito que recojas. ―Está bien. Por cierto, ¿tu madre al fin regresó de París? ―Decidió que se quedaría otro par de semanas más. Parece que ha conocido a alguien ahí.

210

―Que bien por ella. ―Asentí y salí de la oficina. Un par de horas después, Stella llamó. ―Hola. ―Hola, tú. Así que, no me odies. ―¿Qué hiciste? ―Suspiré. ―¿Prométeme que no me odiarás, primero? ―No te odiaré, Stella. ―Entonces, puede que haya iniciado sesión en tu cuenta de Match y pude haber hecho un par de ajustes en tu perfil. ―¡QUÉ! ¿Por qué hiciste eso y cómo sabes mi contraseña? ―Usas la misma contraseña para todo. Solo escucha. Este chico apareció y creo que es perfecto para ti. ―Continúa. ―Tiene veintiocho años y nunca ha estado casado. Es un gerente de empresas y espera la mejor parte: le encantan los niños. Creo que al menos deberías conocerlo, Lorelei. ―No lo sé, Stella ―me quejé. ―Escucha, dijiste que era tiempo de salir al mundo de las citas. Así que aquí está tu oportunidad. Parece un chico genial. Divertido y extrovertido. ―¿Cómo sabes eso? ―Puede que hayamos hablado un poco y que pretendiera ser tú. ―¡STELLA! ―No puede esperar a verte el viernes en la noche. ―¡OH DIOS MÍO! ¿Fijaste una cita? ―Sí, lo hice. Recuerda, no me odias. Te amo y eres como mi hermana. No podía creer que hubiera hecho una cita para mí con un tipo al azar en línea. Pero entonces de nuevo, esa era Stella. No sabía si podía hacerlo. ―No lo sé, Stella. Estoy asustada. ―Es un romántico. Quiere que se encuentren en lo alto del Edificio Empire State. Un lugar público donde hay mucha gente, así que sentirás más cómoda. Le dije que eso era muy dulce de su parte. ―Gracias. Aprecio que le dijeras eso. ¿Cómo demonios sabré a quien estoy buscando? Y por cierto, ¿cómo se ve este tipo?

211

―Será el tipo alto, moreno y apuesto sosteniendo una sola rosa roja. Ya le dije que sí, así que se verán a las ocho en punto. La cosa buena es que si no te gusta o no hacen conexión, puedes irte. No tienes que ir a cenar ni nada. Puedes ir a casa y tener algo de tiempo contigo misma. Hope va a pasar la noche en mi casa. Sebastian estará fuera de la ciudad en una despedida de soltero, así que ella y yo podremos tener una noche de chicas. Si no tomaba esa oportunidad ahora, podría jamás hacerlo. Si Jack podía salir en una cita, entonces también yo. No había caso en sentarse y llorar por el hombre que dejó muy claro que éramos solo amigos. ―Bien. Iré. ¿Cuál es el nombre del tipo? ―¡Yeah! Sabía que irías. Su nombre es Aiden. Después de colgar con Stella, entré a la oficina de Jack. Estaba esperando que decirle que iba a una cita lo enojara, pero estaba equivocada. ―Parece que tengo una cita el viernes en la noche. Alzó la mirada y sonrió. ―Bien por ti, Lorelei. ¿Necesitas que revise a este tipo para ti? ―No. Está bien, Jack. ―Si cambias de opinión, házmelo saber. ―Guiñó el ojo. Él y sus malditos guiños. Envían aleteos a mis áreas más sensibles. *** Mi vientre era un manojo de nervios mientras me metía dentro de mi vestido ajustado negro. Puse algunos rizos en las puntas de mi cabello y ligeramente los rocié. ―Bueno, ¿cómo me veo? ―le pregunté a Hope, quien estaba sentada en la cama. ―Te ves hermosa, mami. ¿A dónde vas de nuevo? ―Solo a salir con un amigo. Nada importante. ―¿Vas a salir con Jack? ―preguntó. ―No, bebé. No voy a salir con Jack. ―¿Cuándo puedo verlo de nuevo? ―Lo llamaré el fin de semana y veré si quiere salir. ―Está bien. ―Sonrió. Escuché la puerta abrirse y cuando salí del dormitorio, Stella se detuvo en seco. ―Oh. Mírate. Estás hermosa. Aiden no va a saber que lo golpeó. ―Gracias. Todavía estoy enojada contigo.

212

―No, no lo estás. Ahora ponte los zapatos y sal de aquí. No quieres llegar tarde o el pobre tipo pensará que lo dejaste plantado. Le di un beso a Hope y me despedí. ―Te veré mañana. Diviértete con la tía Stella esta noche. ―Lo haré. Va a hacerme una manicura y un pedicura y me va a enseñar los sí y los no de un bolso de diseñador. Miré a Stella y rodé lo mis ojos antes de darle un beso en la mejilla. *** Llegué al Edificio Empire State aproximadamente a las siete y cincuenta y cinco. Tomando el elevador hacia la parte superior, sentía como si fuera a vomitar. Mi estómago estaba un nudo y podía sentir la ansiedad notándose. Tomé pequeñas respiraciones tratando de calmarme. Era ridículo estar así de nerviosa. Era solo otra persona. Solo éramos dos personas encontrándose por primera vez. Conocía personas todos los días y esto no era muy diferente. ¿Y qué si era de la especie masculina? Como Stella dijo, si no me gustaba o si no hacíamos conexión al instante, podía irme. Sin daños. Solo separaríamos caminos como si jamás nos hubiéramos conocido. Las puertas del elevador se abrieron y mientras me abrí camino en la multitud, busqué alrededor por el hombre alto, morenos y apuesto con la rosa roja. Tal vez él me plantó. Solo podía esperar. De repente, escuché una voz baja desde atrás. ―Hola, Lorelei. Me quedé congelada en el lugar por un segundo antes de darme vuelta. Mi corazón estaba latiendo a la velocidad de la luz. Cuando me di vuelta y miré al hombre sosteniendo la rosa roja, jadeé. ―¿Jack? ―Incliné mi cabeza―. ¿Qué estás…? ―Soy tu cita para esta noche y con suerte, para cada noche. ―Sonrió. Lágrimas llenaron mis ojos. ―¿Cómo…? Me pasó la rosa roja y luego pasó su pulgar por mi mejilla. ―Pude hacer esto con la ayuda de Stella. Tragué. ―¿Entonces, eres Aiden? ¿El hombre de veintiocho años, gerente de empresa que ama a los niños? ―Sí, Stella tuvo esta idea. ¿Estás enojada? ―No. Claro que no. Estoy aliviada de que no seas un extraño, pero no entiendo.

213

―La única cosa que necesitas entender ahora, en este momento, es que quiero estar contigo y solo contigo. ―Sus ojos azules miraron los míos. ―Pero dijiste que solo querías que fuéramos amigos y acabas de estar en una cita. ―Sé lo que dije, pero todo fue parte del plan y nunca salí en ninguna cita. Solo te llevé a que creyeras eso para que el plan funcionara. ―¿Por qué pasaste por todo esto? ―Porque, Lorelei, quería que comenzáramos de nuevo. Un nuevo comienzo. Ya te había lastimado una vez y me dejaste eso muy claro. Pero te prometo, que si me das otra oportunidad, nunca te lastimaré de nuevo. Esa noche que salí del piso, la noche que Hope se enfermó, salí con alguien, pero solo a cenar. Después de que terminamos de comer, la mandé a casa y me fui y me senté en un bar porque no podía dejar de pensar en ti. Estás en mi mente 24/7 y cuando no estoy contigo, me siento solo. Por primera vez en mi vida, me siento solo. Todo lo que estoy pidiendo es una segunda oportunidad para mostrarte que puedo ser tu príncipe encantado, Lorelei, eres mi Cenicienta. ―Sonrió mientras nuestros ojos se quedaban fijos en el otro. Una lágrima cayó de mis ojos y él amablemente la limpió con su pulgar. Estaba atónita, pero feliz más allá de las palabras. ―Hola, soy Lorelei Flynn. ―Sonreí. ―Hola, señorita Flynn. Soy Jack Sutton. ―Es un placer conocerte, Jack. Creo que debes saber que si quieres una relación conmigo, tengo una hija de siete años y su nombre es Hope. ―Estás de suerte porque resulta que me encantan los niños.

214

48 Jack

M

e rodeó el cuello con los brazos mientras la atraía hacia mí. Sostenerla en mis brazos se sintió tan bien y tan correcto. Rompí nuestro abrazo y acaricié suavemente sus labios con los míos, reclamando lo que era mío una vez más.

―Entonces, ¿eso quiere decir que saldrás conmigo? ―Sí, Jack, me encantaría salir contigo. ―Gracias Lorelei. No tienes ni idea lo feliz que me hace. ―La sujeto apretadamente―. Vamos, salgamos de aquí. ―¿Dónde vamos? ―Ya lo verás. ―Sonreí mientras la besaba de nuevo y subíamos al ascensor. Tony nos llevó al TheTrump y Lorelei me miró. ―¿Un hotel para nuestra primera cita? Me reí. ―En realidad, hice una reserva para cenar en su restaurante llamado Jean Georges. ―Oh. Pensé que, tal vez, solicitaste una habitación, porque te haré saber que no me acuesto en la primera cita. ―Y, siendo el caballero que soy, nunca lo habría esperado de ti. En cuanto nos sentamos en el restaurante la camarera rubia se dirige hacia nosotros. ―Buenas noches. Bienvenidos a Jean Georges. ¿Puedo traerles una bebida para empezar? ―Una botella de su mejor champán, por favor. ―Muy bien, señor. ―Sonrió―. ¿Están celebrando algo especial esta noche? ― En realidad, sí. Estamos celebrando la primera noche de una hermosa relación. ―Estiré la mano sobre la mesa y puse mi mano en la de Lorelei. ―Oh, eso es muy dulce. Ahora mismo es traeré el champán. Cuando llegó el champán, alcé mi copa hacia Lorelei. ―Por nuestro nuevo comienzo. Te adoro, Lorelei y planeo hacerte una mujer muy feliz.

215

―También te adoro, Jack y ya me has hecho la mujer más feliz del mundo. ―Chocó su copa con la mía. Lo que Lorelei no sabía era que, de hecho, separé una habitación. No planeé tener sexo con ella, porque quería esperar hasta que estuviese preparada. Pero planeé pasar la noche con ella y sostenerla en mis brazos. Ahora mismo, eso sería suficientemente bueno para mí. Cuando acabamos de comer, hice que nos levantásemos y le tendí la mano. Una vez entramos en el pasillo del hotel, paré y puse mis manos en su cintura. ―Escucha, reservé una habitación pero no para sexo. Tienes que confiar en mí en eso. Todo lo que quiero es pasar la noche contigo. El sexo no está incluido. Solo nosotros dos sosteniéndonos el uno al otro toda la noche y hablando. No te presionaré a nada que no quieras hacer. ―¿No podíamos hacer eso en tu piso? ―Sonrió. ―Podíamos, pero pensé que la suite era un poco más romántica. Además, de todos modos, pasaremos mucho tiempo en mi casa. ―Oh. ¿Eso es así, señor Sutton? La acerqué y besé sus labios. ―Sí. Así es, señorita Flynn. ―De acuerdo. Que sea la suite. ―Sonrió. Tomamos el ascensor hasta la planta alta y entramos en la suite, que estaba llena de arreglos de rosas rojas, champán y fresas cubiertas de chocolate. ―Este sitio es muy hermoso ―comentó Lorelei mientras olía las rosas colocadas en la mesa. ―No tan hermoso como tú. ―Le rodeé la cintura con los brazos desde atrás y le besé la mejilla―. ¿Puedo servirte una copa de champán? ―pregunté. ―No. Pero puedes llevarme a la habitación y hacerme el amor ―respondió mientras se giraba para enfrenarme. ―¿Hablas en serio? Estás jugando conmigo, ¿cierto? Dejó escapar una suave risa. ―No, Jack. No estoy jugando contigo. No quiero nada más que sentirte en mi interior. ―Pensé que no tenías sexo en la primera cita. ―Normalmente no. Pero eres la excepción de mi regla. Gruñí mientras la alzaba y la llevaba a la habitación. Tumbándola en la cama, me saqué los zapatos y la camisa. Cerniéndome sobre ella, pasé el dorso de la mano sobre su mejilla.

216

―No tienes ni idea lo mucho que he echado esto de menos, a nosotros. ―Lo hago, porque yo también. Pasé los labios sobre su cuello mientras desplacé mi mano entre sus muslos y subí su vestido hasta que mis dedos tocaron el material de sus bragas. Podía sentir la humedad que desprendía, lo que hizo que mi polla enloqueciese. Subiendo aún más, logré bajárselas con una mano y dejé vagar mis dedos en su suave zona. Ambos gemimos cuando hundí mi dedo en su interior. ―Dios, he echado de menos esto ―gemí. ―Yo también, Jack. Yo también. Nuestros labios se enredaron, moviéndose en sincronía mientras nuestras lenguas se encontraban. Introduje otro dedo. Jadeó mientras la exploraba. Echó la cabeza hacia atrás y deslicé mi lengua sobre su suave piel. Su respiración empezó a ser superficial y sus gemidos se incrementaron. ―¿Vas a correrte, nena? ―Sí, no pares, Jack. No pares. ―Nunca voy a dejar de hacerte sentir bien. Un gemido final y noté la humedad derramándose contra mis dedos. ―Eso es. Córrete para mí. Enséñame lo bien que te hago sentir. Una vez que fue derribada por su orgasmo, me levanté y rápidamente me quité el pantalón. Sin aliento, Lorelei se levantó y bajó la cremallera de su vestido, dejándolo caer en el suelo. Desenganchando su sujetador sin tirantes, lo tiré a un lado mientras tomé en un firme agarre sus hermosos pechos redondos. Mientras tomaba su pecho en mi boca, rodeé su espalda baja con el brazo y la bajé hacia la cama. Exploré sus pechos con la boca, metiendo cada uno de sus endurecidos pezones en mi boca antes de besarle el torso hasta llegar a su coño. La devoré con la boca, lenta y provocativamente. Golpeé su clítoris con la lengua, haciendo que su cuerpo enloqueciese. La probé con la lengua, con la que rodeé su punto más sensible, hasta que cedió a otro orgasmo. ―Jesús, Jack. Oh Dios mío ―jadeó. Sonreí mientras me cernía sobre ella. ―Tengo que ponerme un condón. ―La besé en los labios. Cuando empecé a levantarme, me detuvo. ―Sin condón. Por favor. Quiero sentirte sin nada. ―¿Estás segura, nena? No podré correrme dentro de ti. ―Sí, puedes. Tomo la píldora. Lo he hecho durante años.

217

Arqueé una ceja por la sorpresa. ―Nunca me dijiste que tomabas la píldora. ―Pensé que te gustaban los condones, así que no dije nada. ―Dios, Lorelei, odio esas malditas cosas. Pero los uso por protección ante todo tipo de cosas. ―Lo sé. Pero ahora, no tienes que preocuparte de eso conmigo, ¿lo haces? ―Sonrió. ―No, no lo hago. No tienes ni idea de lo feliz que me has vuelto a hacer. ―Besé la punta de su nariz. Mi dura polla ya estaba entre sus piernas y no tardé en introducirme en ella. El calor me rodeó y gemí de puro placer. Entrando y saliendo de ella repetidamente, la presión empezó a construirse en ambos. Descansaba sus manos en mi espalda y me clavó las uñas en la piel mientras llegó al orgasmo una vez más. No podía retenerlo más y me hundí profundo en ella, desacelerando mi ritmo mientras derramaba hasta la última gota en su interior. ―Joder, Lorelei. ¡Oh, joder! ―gemí de puro placer. Cuando me derrumbé encima de ella, pude notar su corazón latiendo tan rápido como el mío. No quería moverme porque no podía soportar dejarla ir, así que solo descansé allí encima de ella hasta que nuestra respiración volvió a la normalidad y nuestros corazones bajaron el ritmo. ―Siento que no puedo moverme. Parece que me has paralizado. ―Sonreí con satisfacción mientras miraba su sonriente rostro. ―Divertido, parece que me siento del mismo modo. Me las arreglé para encontrar la fuerza para salir de ella y acostarme sobre la espalda. Tomando su mano, la llevé a mis labios. ―Estoy enamorado de ti, Lorelei. ―Giré la cabeza para mirarla. Una sonrisa brillante cruzó su rostro. ―También estoy enamorada de ti, Jack. ―Puso su otra mano en mi mejilla. ―¿De verdad? ―Sí. Lo he estado. Simplemente no quería admitirlo porque estaba asustada. ―No tienes que volver a estar asustada, Lorelei, porque siempre voy a hacerte sentir segura, querida y amada. Te amo y siempre te amaré. Me miró con sus hermosos ojos y se inclinó más cerca de mí y me besó en los labios. ―También te amo, Jack. ―Pasó la mano por mi mejilla. ―¿Te gustaría que nos diésemos un buen baño caliente? ―pregunté

218

―Me encantaría. Salí de la cama y entré en el baño para abrir el agua de la bañera. Lorelei sirvió champán para ambos y llevó las copas al baño.

219

49 Lorelei

J

ack entró en la bañera primero y tendió su mano hacia mí. Puse mi mano sobre la suya, me metí y apoyé mi espalda contra su pecho musculoso. Él me rodeó con un brazo mientras me entregaba una copa de champán.

―Tengo una pregunta para ti. Es algo que me ha estado molestando por un tiempo. ―¿Qué es, nena? Puedes preguntarme cualquier cosa. ―¿Quién era esa mujer con la que estabas en París? ―¿Qué mujer? ―Vi una foto de ustedes dos en internet en el balcón de la habitación de tu hotel. Ambos estaban bebiendo café y llevaban puestos albornoces. ―Esa era mi prima, Meredith. Ella estaba en la semana de la moda y su habitación estaba junto a la mía. Ella salió a la puerta en la mañana para recoger el periódico y la puerta se le cerró. Llamó a mi puerta porque nuestras habitaciones estaban pegadas y justo acabamos tomando café y hablando. ¿Creías que me acostaba con ella? ―Bueno, sí. ¿Qué pensarías si vieras una foto mía con un hombre con nuestros albornoces en el balcón? ―Cierto. ¿Por qué no me preguntaste por ella cuando viste la foto? ―Porque no era asunto mío. Ni siquiera habíamos dormidos juntos en ese instante. ―Siento que pensaras eso y llevaras esa duda siempre contigo todo este tiempo. Dios, lo que debiste haber pensado de mi. Me reí. ―Pensé algunas cosas muy malas sobre ti. ―Estoy muy seguro de que lo hiciste. Así que, ¿Cuándo le vamos a contar a Hope que estamos saliendo juntos? ―Podemos decirlo mañana. Ella te echa de menos, Jack. Hoy me preguntó cuándo podría verte de nuevo y le dije que te haría una llamada para ver si querías pasarte un rato el fin de semana. ―Quiero estar con las dos cada día. Amo a tu niña, Lorelei. Puedo decir honestamente que ambas han cambiado mi vida.

220

―Y tú has cambiado nuestras vidas, Jack. ―Quiero llevarlas a ti y a Hope a un viaje. ―Con delicadeza apretó mi brazo. ―¿Dónde? ―Disney World. Lo miré con asombro. ―¿Te das cuenta que ese sitio estará lleno de niños? Él se río a carcajadas. ―Sí, me doy cuenta. A Hope le encantaría. Especialmente el castillo de la Cenicienta. Nunca he estado allí. Nuestras vacaciones a medida que crecíamos siempre consistían en Hawái o las Islas Vírgenes. Mónaco, Aruba y Bahamas. ―Bien―. Sonreí. ―Eso suena realmente como una infancia increíble. ―Fue buena. Pero nunca tuve la experiencia de Disney World como la de muchos niños. Así que quiero ir. ―Siempre he querido llevar a Hope allí, pero no podía permitírmelo. ―Bueno, ahora no tienes que preocuparte por eso. Estuve buscando cosas por internet y ¿sabías que puedes desayunar con las princesas? Hope va a adorar eso. ―¿Y sabes que tienes que reservarlo al menos con un año de antelación? ―Le sonreí mientras me giré y lo enfrenté. Él alzó sus manos y puso mi cabello detrás de mi oreja. ―No te preocupes por eso. Hope va a tener su desayuno con las princesas. Me aseguraré de ello. Le sonrío mientras lleve mis labios hacia los suyos. ―Sé que lo harás. La mañana siguiente, Jack y yo hicimos el amor un par de veces antes de bajar a desayunar. Saqué mi teléfono de mi bolso y vi un mensaje de Stella. No necesitas darme las gracias. ¡De nada y te quiero mucho! Sonreí y le enseñé el mensaje a Jack. ―¿Cuándo planearon todo esto y cómo? ―Me encontré con Stella en Bloomingdale cuando estaba recogiendo mi traje. Ella estaba buscando un jersey para Sebastian. Nos pusimos a hablar y luego fuimos a tomar un café. Nosotros lo planeamos allí. ―Me guiñó un ojo.

221

Entramos en la limusina nos dirigimos de nuevo al apartamento, donde nos estaba esperando Stella para llevar a Hope a casa. Tan pronto como ella pasó la puerta, vio a Jack y corrió hacia él. ―¡Jack! ¿Qué estás haciendo aquí? ―Tu mami me dijo que querías verme, así que aquí estoy. Sonrió con nerviosismo mientras él le daba unos toquecitos en la nariz. ―Voy a irme ahora. ―Stella nos guiñó un ojo―. Llámame más tarde, Lorelei. ―Lo haré. Gracias de nuevo. ―Fui hacia a ella y la abracé. Cuando se fue, nos sentamos con Hope en el sofá. ―Hay algo que tenemos que decirte, Hope ―le dije mientras peinaba su cabello. ―¡Espero que sea que están saliendo juntos! ―gritó con entusiasmo. ―Lo estamos, Hope ―Jack le respondió con una sonrisa. ―¡SI! Lo sabía. Sabía que nunca nos abandonarías, Jack. Ambos nos quedamos mirándola con sorpresa. ―¿Qué quieres decir? ―le preguntó. Se giró hacia él puso sus pequeñas manos sobre sus mejillas. ―Eres un Príncipe Encantado, Jack, y un Príncipe Encantado nunca abandona. No solo hizo que se me aguaran los ojos, sino que también los de Jack llegaron a ponerse llorosos. Él la atrajo hacia él y le dio un gran abrazo. ―Tú eres una niña especial. ¿Te gustaría ir a Disney World? Los ojos de Hope se abrieron como platos mientras me miraba y luego a Jack. ―¿Estás hablando en serio, Jack? Porque no es agradable jugar con los sentimientos de una chica. Jack y yo nos echamos a reír al mismo tiempo. ―Lo digo muy en serio, Hope Flynn, y nunca jugaría con los sentimientos de una chica. ―¡SÍI! Cuando. ¿Cuándo vamos a ir? ―Estaba pensando que en un par de semanas, justo después de Acción de Gracias. ―Eres el mejor, Jack. ¿Podemos ir, mami? ¡Por favor! ―Por supuesto que podemos ir. ―Le sonreí mientras le hacía cosquillas. ―Entonces será mejor que empiece a reservar este viaje ―dijo Jack. ―¿No quieres que tu asistente personal lo haga por ti?

222

―No. Esto es algo que quiero hacer completamente por mi cuenta. ―Me sonrió mientras se inclinaba y me besaba.

223

50 Jack

A

cción de Gracias estaba justo a la vuelta de la esquina, así como nuestro viaje a Disney World. Pasaba los fines de semana en el apartamento de Lorelei, pero durante la semana las recogería a ella y a Hope. Llevábamos a Hope a la escuela, parábamos en Starbucks juntos para nuestro café de la mañana y luego, entrábamos juntos en la oficina. Incluso salíamos con Garret y Coco y Stella y Sebastian. Coco y yo convencimos a nuestra madre de que era hora de que se retirase. Le dijimos que si no lo hacía, ambos dejábamos la compañía y empezaríamos algo por nuestra cuenta, lo que yo aún quería hacer, pero en cambio, decidimos que incorporar una división llamada Lorelei Desings sería para mayor interés de la compañía. Con nuestras conexiones y ayuda la ropa de Lorelei estaría en las tiendas de todo el mundo. Lo malo de eso fue que Lorelei ya no iba a poder seguir siendo mi asistente personal. Garret suspiró cuando se sentó en la silla frente a mi mesa. ―Aquí estamos de nuevo, Jack. ―Las cosas serán diferentes esta vez, Garret. Claramente, puedes ver que soy un hombre cambiado. ―Le di un guiño. Lorelei se sentó a su lado y rio. ―Cuando tengas una lista de potenciales candidatas, me gustaría estar contigo en las entrevistas ―comentó ella―. De ese modo, puedo ayudarte a decidir quién sería y quién no conveniente para Jack. ―Me parece una buena idea. ―Garret sonríe―. Trabajaré en algunas entrevistas y te lo haré saber. Pasamos Acción de Gracias en la casa de los padres de Lorelei. Coco y Garret pasaron las vacaciones con la familia de Garret en Tribeca. Mientras que nuestra madre regresó a París. Nos contó que desde que estaba retirada de los negocios, que probablemente se mudaría allí, ya que era donde Jacque estaba. Eso fue música para mis oídos. Realmente solo quería que fuese feliz y si Jacque la hacía feliz, eso nos hacía felices a Coco y a mí. *** Llegamos a Grand Floridian y fuimos acompañados a la suite de dos habitaciones que reservé. Dos habitaciones eran obligatorias si Lorelei y yo queríamos tener tiempo juntos a

224

solas. La expresión de felicidad que rebasó a Hope fue la mejor cosa que he visto jamás. Estaba muy feliz y entusiasmada de estar en Disney World. Tenía una sorpresa para ella y era algo que ni siquiera Lorelei sabía. Mientras estábamos estableciéndonos en nuestra habitación, llamaron a la puerta. ―Hope, ¿puedes responder, por favor? ―pregunté. ―Puedo hacerlo yo, Jack ―intervino Lorelei. ―No, nena. Deja que lo haga ella. ―Sonreí. ―¿Qué hiciste? ―cuestionó, entrecerrándome los ojos. ―Nada. Hope abrió la puerta y chilló cuando vio a Cenicienta allí de pie. ―Hola, princesita. ¿Eres Hope? ―Sí. Juro que ella estaba a punto de llorar. ―Soy Cenicienta. Es un placer conocerte. Estoy aquí para acompañarte a comer y luego pasar un tiempo contigo y enseñarte mi castillo. ―Le tendió la mano. Hope se quedó allí, paralizada por un momento, luego se giró hacia mí y Lorelei con la boca abierta, solo que no le salían las palabras. ―Ve con Cenicienta, Hope. Estaremos justo detrás. ―Le di una sonrisa. Tome la mano de Lorelei y mientras las seguíamos por el pasillo, Lorelei susurró en mi oreja: ―¿Cómo demonios lograste eso? Oh Dios mío. ¿Viste la mirada en su rostro? ―Hice un par de llamadas. No fue gran cosa. Y sí, por un minuto pensé que iba a desmallare. ―¿Cuánto de costó? ―No quieres saberlo, nena. No quieres saberlo. Me rodeó con un brazo y me besó en la mejilla. No había precio demasiado alto por la felicidad de mis chicas. Tuvimos una comida privada con Cenicienta y, después, nos mostró su castillo. Fue un viaje maravilloso y mereció la pena cada penique gastado.

Tres meses después. Las Navidades habían llegado y habían pasado, y fueron las mejores Navidades que he pasado en toda mi vida. Había llegado la primavera y hoy era el cumpleaños de Lorelei.

225

―¿Dónde vamos? ―preguntó mientras nos sentábamos en la parte de atrás de la limusina. ―Lo verás cuando lleguemos allí. ―Llevé su mano a mis labios y le di un beso. Tony estacionó en 110 E. 64th Street y Lorelei miró por la ventana. ―¿Qué estamos haciendo aquí? ―Ya lo verás. ―Sonreí mientras tomaba su mano y los tres salíamos de la limusina. Atravesamos las puertas de hierro forjado negras y las hermosas puertas de cristal que conducen a la casa de seiscientos metros cuadrados. ―Vaya. Eso es hermoso. ¿Quién vive aquí? ―preguntó Lorelei mientras miraba el vestíbulo. ―Estoy esperando que lo hagamos nosotros. Los tres. Se rio y frunció el ceño. ―¿Qué quieres decir, Jack? ―Feliz cumpleaños, nena. Su expresión se tornó en sorpresa mientras me miraba. Le sujeté ambas manos. ―Te amo muchísimo, Lorelei, y quiero que este sea nuestro hogar. Pero solo si te gusta. Vamos, he estado muriendo por enseñarte este lugar. ―Jack, no sé qué decir. ―Mami, mira esto. ¡Tiene un ascensor! ―exclamó Hope. ―Estaré justo allí bebé. Le enseñé a Lorelei la casa de seis habitaciones. La expresión de su rostro me llenó de felicidad cuando entraba en cada habitación. Hope corrió por la casa como si ya lo hubiese convertido en su castillo. ―¿Te gusta, Lorelei? ―Me encanta, Jack. ―Me rodeó con los brazos y me dio un fuerte abrazo―. ¡Te amo! No puedo creer que hicieses esto. ―¿Eso significa que aceptarás vivir aquí? ―Sí. Sí. ¡Sí! ―respondió con entusiasmo. Me incliné y choqué la mano con Hope. Lorelei nos miró con los ojos entrecerrados. ―¿Ella ya sabía esto?

226

―Sí, Mami, lo sabía. Jack me trajo aquí el otro día. ¡Me explicó que si decías que te gustaba, entonces eso significaba que tenía que cambiar de escuela, lo que me parece bien! Me encanta esta casa. Ya elegí habitación. ―Es perfecto, Jack. Elaine, la corredora de bienes raíces, entró en la casa y me sonrió. ―¿Y bien, señor Sutton? ―Le encanta, Elaine. Realmente le encanta. ―Excelente. Todo lo que necesito es su firma en esta línea y la casa será suya. Tomé los papeles y los firmé sobre la barra de la cocina. ―Bienvenidos a su nueva casa. Más tarde ese día, tenía otra sorpresa para Lorelei. Dejamos a Hope en casa de sus padres y luego la llevé a la planta superior del Empire State Building. ―¿Por qué estamos aquí de nuevo? ―preguntó Lorelei. ―¿Por qué tienes que hacer tantas preguntas? Solo sígueme la corriente, nena. Solo sígueme la corriente. Cuando salimos del ascensor, llevé a Lorelei a la esquina para mirar la ciudad intensamente iluminada. ―Es tan hermoso desde aquí arriba ―comentó. ―No tan hermoso como tú. ―Busqué en mi bolsillo y mantuve la pequeña caja azul detrás de la espalda―. ¿Crees en las almas gemelas, Lorelei? ―cuestioné. ―Sí. Tú eres mi alma gemela, Jack. Tomé su mano. ―Porque fue amor a primera vista cuando te vi. Nunca había visto a una mujer más hermosa en toda mi vida. Eres mi alma gemela y eres la única persona con la que tengo pensado pasar el resto de mi vida. ―Oh, Jack. ―Empezaron a llenársele los ojos de lágrimas. ―Te amo tanto, nena. Nunca supe que era posible amar tanto a alguien. Abriste una parte de mí que nunca supe que existía, y te lo agradezco. Tú y Hope hicieron mi vida completa y tú me completaste. Tú, Lorelei Flynn, eres el aire que respiro. Sin ti no podría respirar. ―Me puse sobre una rodilla y extendí la caja frente a ella. Se puso a mano derecha sobre la boca y estiró la izquierda. ―¿Te casarás conmigo Lorelei? En este momento, las lágrimas le caían por el rostro y asintió.

227

―¿Eso es un sí? ―bromeé. ―SÍ, Jack. Sí, me casaré contigo. Deslicé el anillo de oro blanco de dos kilates en su dedo y me levanté, abrazándola lo más apretadamente que pude. ―Te amo muchísimo y prometo darte el mundo. ―Yo también te amo, y ya me has dado el mundo, Jack. Los clientes del piso de arriba empezaron a aplaudir y a felicitarnos mientras entrábamos en el ascensor.

228

51 Lorelei Seis meses más tarde

E

ra una tarde perfecta de septiembre. No solo por el tiempo sino porque también era mi día de boda. Estos seis meses pasados fueron extremadamente ocupados con mudarnos en la nueva casa, diseñar un vestido de boda y planificar la boda

perfecta.

―¿Estás emocionada? ―preguntó Stella mientras fijaba mi velo. ―Solo un poco. Solo piensa, vas a hacer esto también en menos de un año. ―Lo sé. No puedo esperar. Se trata del tiempo que necesita Sebastian para tener el sentido común y proponerse. Mi madre entró en la habitación con Hope y sus ojos estaban llenos de lágrimas. ―Mamá. No lo hagas. No puedes desmoronarte en el día de mi boda. Caminó hasta mí y tomó mi mano. ―Estas son lágrimas de felicidad y eres mi hija y puedo llorar si quiero hacerlo. ―Sonríe. Grace, la planificadora de la boda, entró y nos dijo que era tiempo de empezar a alinearnos para la ceremonia. Íbamos a tener una ceremonia al atardecer y la recepción en Lighthouse de Chelsea Piers, la cual incluía más de quinientos invitados. Cuando estaba de pie detrás de las puertas al final de la alfombra blanca, Nick me apretó la mano. ―Es un buen chico Lorelei. ―Sé que lo es. ―Apoyé mi cabeza en su hombro. La música empezó tocar y Nick me llevó por la sala hacia mi futuro marido. Era la única persona que miré cuando hice lentamente mi camino hacia él. Se veía tan guapo y sexi en su traje negro y no podía esperar para volverme su esposa. ―Te ves tan guapa ―me susurró cuando tomó mi mano de la de Nick. ―Tú también. La ceremonia fue perfecta, hasta con Hope entregándole a Jack mi anillo de boda. Una vez la ceremonia hubo terminado, nos dirigimos hacia la recepción, donde recibimos a

229

nuestros invitados, bebimos, comimos excelente comida y bailamos toda la noche. Cuando estábamos hablando con Garrett y Coco, Hope llegó y tiró del traje de Jack. ―¿Qué pasa cariño? ―preguntó mientras se agachaba. ―Tengo una pregunta. ―Bien. Dispara. ―¿Ahora puedo llamarte papá en vez de Jack? Tragué y Coco colocó su mano en mi hombro. ―Nada me gustaría más que me llamaras papá, Hope. ―La atrajo en un abrazo mientras me miraba con lágrimas en los ojos. Coco y yo nos limpiamos las lágrimas que bajaban por nuestros rostros. Hope rompió su abrazo y puso sus manos en cada lado de su cara. ―Te quiero papá. ―Yo también te quiero cariño. ―La levantó y la abrazo fuerte contra él. ―Mama, ¿por qué estás llorando? ―preguntó. ―Solo porque estoy muy feliz, Hope. Por esto. ―Yo también. Somos una familia ahora. *** Jack y yo pasamos nuestra luna de miel en Hawái. Mientras estábamos en la playa, disfrutando del sol y sorbiendo cocteles con fruta, el me miró detenidamente. ―Creo que quiero un niño, Lorelei. ―¿Ehh? ―Lo miré pasmada―. Creo que has bebido demasiado. ―Me reí. ―Estoy hablando en serio. Creo que deberíamos darle a Hope un hermano. ―¿Ahora? Hemos estado casados tres días cariño. ―Lo sé. Pero piensa en ello. ¿Cuán maravilloso sería tener un bebé en la casa? ―Creo que sería maravilloso, pero no estoy preparada aun para tener otro bebé. Dejo salir un suspiro de alivio. ―Está bien. Yo tampoco. Solo estaba intentando ver cómo te sentías en cuanto a ello. Vi como mirabas las ropas de bebé en aquella tienda ayer. ―Jack, me encanta la ropa de bebés, pero no quiere decir que estoy buscando tener uno ahora. Inclinó su cabeza y me besó. ―Prométeme una cosa.

230

―Cualquier cosa. ―Que podemos tener uno dentro de un par de años. ―Suena perfecto. ―Sonreí mientras continuaba con el beso.

231

Epílogo Jack

―¡M

amá, papá, llegó! ―Hope entró corriendo en la casa moviendo un sobre en el aire. ―¡Ábrelo! ―exclamé. Rompió el sobre al abrir y sacó la hoja de papel doblado.

―¡He entrado! ―Saltó arriba y abajo. ―Sabíamos que lo harías cariño. ―Lorelei la abrazó. ―Felicidades Hope. ―Gracias papá. No puedo creer que realmente voy a estudiar en Parson el siguiente otoño. ―Tienes el talento de tu madre cariño. No dudamos ni por un segundo que te iban a aceptar. ―Tengo que ir a llamar a Graham. Los veré más tarde. Lorelei caminó y envolvió sus brazos alrededor de mí. ―Soy tan feliz que se quede en Nueva York. ―Yo también. Y quién es Graham ―pregunté. ―Su nuevo novio. ―¿Desde cuándo? ¿Qué paso con Jace? ―¿Dónde has estado Jack? Jace era el novio de ayer. Graham es el de hoy. ―Se rio. ―¿Por qué no he conocido a este chico aún? ―Todo a su tiempo, cariño. ―Sabes que no me gusta que Hope se vea con todos estos chicos. ―Bueno, mejor pasa del tema porque igual lo tendrás que atravesar con tus otras dos hijas. Suspiré. ―Nunca me acostumbraré a ello, Lorelei.

232

Y esta era mi vida. La línea de ropa de Lorelei se había lanzado y se había expandido desde mujeres y niñas hasta una línea para hombres y niños. Su carrera rápidamente había arrancado y estaba muy orgulloso de ella. La parte de la revista de la empresa estaba aún en top y estaba orgulloso de decir que había tenido la misma AP desde que había reemplazado a Lorelei. Hace diez años, nunca me habría imaginado felizmente casado con la mujer de mis sueños y el padre de tres increíblemente guapas hijas, las cuales se parecían a su madre. Hope tenía ahora diecisiete años, Lexi tenía ocho y Alyssa tenía seis. Nuestra perfecta familia de cinco miembros era completa. El día que Lorelei derramó café sobre mí en Starbucks fue el día que cambió mi vida para siempre. Un día que no cambiaría por nada en el mundo. Entré en la cocina, donde Lorelei estaba cocinando la cena con Madeline. Lexi y Alyssa llegaron corriendo peleando una con la otra. ―Eres idiota ―le dijo Lexi a Alyssa. ―Tú eres idiota ―replicó Alyssa. ―Chicas, nadie es idiota y esto no es bonito. Las dos corrieron a mi alrededor intentando atrapar la una a otra. Hope entró y se metió en ello persiguiendo a las otras dos chicas alrededor de la cocina y después le preguntó a Lorelei si podría entrar en control de natalidad. Casi tengo un ataque de corazón. Entre las dos chicas más jóvenes corriendo alrededor gritando y Hope deseando estar en control de natalidad, Lorelei se dio cuenta de mi nivel de estrés subiendo hasta el techo. Caminó hasta mí, envolviendo sus brazos a mi alrededor y suspiró. ―Estoy embarazada otra vez Jack. Le sonreí mientras la abrazaba. Y ahí lo tienes. Mi loca familia de cinco miembros iba a cambiar a una perfectamente loca familia de seis. Por el lado bueno, tal vez este va ser un chico.

233

Sobre el Autor

S

andi Lynn es según el New York Times, USA Today y Wall Street Journal, el autor más vendido que pasa todos sus días escribiendo. Publicó su primera novela, Forever Black, en febrero de 2013 y no ha dejado de escribir desde entonces. Sus adicciones son las compras, ir al gimnasio, novelas románticas, café, chocolate, margaritas, y dar a los lectores una vía de escape a otro mundo.

234

235

Something About Lorelei .pdf

Retrying... Something About Lorelei .pdf. Something About Lorelei .pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu. Displaying Something About Lorelei .pdf.

2MB Sizes 4 Downloads 227 Views

Recommend Documents

SOMETHING ABOUT US.pdf
Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. SOMETHING ABOUT US.pdf. SOMETHING ABOUT US.pdf. Open.

Something to Cheer About
Trade between sustainable agriculture producers and colleges and universities ... to allow partial-year bidding to facilitate seasonal supply and to establish .... At the conclusion of Phase 1, a total of eight schools were dropped from the study.

Something to Cheer About - Semantic Scholar
consideration including the development of a web-based marketing format that .... other barriers such as one-call shopping, producer storage, transportation and ...

Something to Cheer About - Semantic Scholar
Funding provided by The Center for Integrated Agricultural Systems at the University of ..... are not likely to materialize until the insurance certificate is on file. ..... boxed meat from the more conventional meat production and distribution syste

Something Continues to Smell about the So ... - Automotive Digest
2. Is the scandal just about VW or also about the EPA system, the testing and regulatory infrastructure, and ... emissions-scandal-explained.html. 2) Wall Street ...

Something about Credit Derivatives Risks under the ...
[email protected], or call C.201.232.1950. ... Fraunhofer-Chalmers Research Center for Industrial Mathematics (March 2007) ... Risk Magazine (June 2006).

Something To Know About 4th Grade Bulldog Bulletin
Do you want to know something? “The fourth grade class rocks!!!” We have made huge gains from August to January and it really shows. Our teacher could-.

Forbidden Fruit: Something About a Mangosteen ...
Karen Caplan, president of Frieda's, a wholesaler of specialty produce in Los Alamitos,. Calif., said she could not believe her senses at age 16 when her mother ...

Something Continues to Smell about the So ... - Automotive Digest
Most recently examples of press reports-- Keith Crain editorial in the July 24 issue of Automotive News; BMW making denials about their diesel vehicles; FCA.

Something To Know About 4th Grade Bulldog Bulletin
Math is and we will tell you, “The game we play with the flash cards. ... Being the first meeting of the new year, the school board room was full of people waiting to ...

Something to Cheer About - Center for Integrated Agricultural Systems
can best be applied to maximize returns on the marketing effort. .... An E-mail inquiry posted on the Internet yielded reports of local food system initiatives at .... that also owns Canteen, Batemans, Chartwell, and other food service companies.

something - CrossFit
And not in a good way. My mind is restless, hungry, desperate for a constant flood of input. At traffic lights, I reach for my phone to check Twitter. I click a hyperlink ...

something - CrossFit
And not in a good way. My mind is .... speed of this process, to get us the “best” results more precisely ... email, but we might not return to our original task until.