Créditos Moderadora nElshIA y Sttefanye

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Recopilación y Revisión Kuami

Diseño Jenn

Índice Prólogo

Capítulo 18

Capítulo 1

Capítulo 19

Capítulo 2

Capítulo 20

Capítulo 3

Capítulo 21

Capítulo 4

Capítulo 22

Capítulo 5

Epílogo

Capítulo 6

Capítulo Extra

Capítulo 7

Playlist

Capítulo 8

Otros Trabajos

Capítulo 9

Sobre el Autor

Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17

Sinopsis

M

i nombre es Ally Prince y siempre he tenido mala suerte en el amor. No sé por qué, sólo… siempre la tengo.

Cuando todos mis mejores amigos estaban enamorándose de sus compañeros del alma en la universidad, me quedé atrás. Yo era Ally, la bonita prima del mariscal de campo estrella, Romeo Prince. Era Ally, la mejor amiga del más increíble grupo de chicas que he conocido, un título que me encantaba, pero uno que me cansé de "sólo" ser. Y era Ally, aquella de la que todos podían depender. Pero a mí, era Ally, la chica con el corazón que nadie había reclamado... Y era, Ally, la chica, que debajo de todo, estaba desgarradoramente sola. AMO el amor; el pensamiento de él, la excitación nerviosa de enamorarse del Sr. Perfecto, el deseo de alguien convirtiéndose en todo mi mundo… de un yo convirtiéndose en suya. Siempre he querido un romance apasionado, vertiginoso, épico, que te cambie la vida… siempre he querido el cuento de hadas… siempre lo he querido todo. 1

Simplemente parecía que nunca lo conseguiría. En los últimos años me he enfocado en mi carrera como conservadora de museo. Soy la mejor de los mejores, la persona que cada museo quiere contratar, así que cuando una oportunidad se presenta de mudarse a Seattle, no dejó pasar la oportunidad. Mi primo y mi mejor amiga vivían en Seattle y necesitaba un cambio. Necesitaba un nuevo comienzo. No esperaba conocer a nadie en la Ciudad Esmeralda. No me esperaba trabajar estrechamente con el nuevo escultor solitario en el que estaba enfocado el diseño de suma importancia de mi galería. Y desde luego no esperaba enamorarme de él…, con un amor épico, vertiginoso y que te cambia la vida. Mi verdadero cuento de hadas hecho realidad. Pero, como en todos los cuentos de hadas, hay un villano, un alma oscura y torturada… simplemente no tenía ni idea que el villano y el héroe en mi historia acabaría siendo el mismo. Novela de Romance New Adult, contiene contenido para adultos, situaciones sexuales y temas maduros. Adecuado para las edades de 18 años en adelante.

Prólogo

U

na espesa niebla me tragó en la oscuridad. —Ayúdame —su voz gritó. Traté de avanzar, pero mis piernas no me sostenían.

—Por favor, ayúdame... —su voz débil y rota rogaba una vez más. El miedo me empujó a cambiar de volverme, pero todo estaba muy oscuro. Estaba ciega. No tenía ninguna luz para mostrar el camino. La densa niebla se espesó y penetró en mi garganta, obstruyendo mis pulmones. No podía respirar, no podía moverme... no podía ayudarla. —Tengo miedo... Tengo tanto miedo... —sollozó. Sus palabras se arremolinaron con el fuerte viento, azotando mi cara. Mis ojos se cerraron, incapaces de hacer frente al dolor en su voz. —No puedo llegar a ti —le grité mientras la niebla espesa me obligaba hacia el suelo frío. Mis manos amasaron la tierra dura mientras luchaba por liberarme. —No puedo... no puedo... seguir... estoy tan cansada... —gritó ella. Podía oírla desvanecerse. 2

El pánico llenó mi cuerpo. No podía perderla. Tenía que despedirme. —¡No! —grité—. ¡No me dejes! —Arañé con más fuerza la tierra, rompiendo mis uñas bajo la presión. No importó cuánto luché para seguir hacia adelante, no pasó nada. Mi corazón latía al ritmo del estruendo del trueno por encima. La sangre fría corría por mi cuerpo. No podía salir adelante. No pude liberarme... no pude liberarme... Las lágrimas ardientes llenaron mis ojos mientras un dolor agonizante se apoderó de mi corazón. —Tengo que despedirme —grité en la nada—. ¡Déjame decirte adiós! La piel de mis dedos se desgarró y sangró mientras la tierra dura se convirtió en vidrios rotos, con los bordes afilados cortando profundamente mi piel. —Protégelos... siempre protégelos... por favor... por favor... —rogó ella. Podía oír la derrota en su voz. Se estaba dando por vencida. Se estaba desvaneciendo. —¡No! ¡Espera! —Traté de gritar, pero ningún ruido salió de mi boca. Forcé mi garganta, pero no pude hacer ni un sonido. Una luz apareció en la distancia, pero estaba demasiado lejos de mi alcance. El pavor llenó mi mente. Ella se iba. Se iba... y no podía decirle adiós. —¡Espera! —grité en silencio...—. ¡No me he despedido! —Pero estaba atrapado aquí, enjaulado bajo el peso de la niebla negra en esta fría tierra, desesperadamente enmudecido y mi cuerpo paralizado.

La niebla se volvió más y más espesa y la luz más adelante se atenuó de blanco a gris. —No —clamaba, silenciosamente—. ¡No! La niebla se cerró implacablemente, eliminando la mortecina luz de la vista y con ella toda mi esperanza. Ella se había ido... Agobiado por la pena, luché por recuperar el aliento. Pero ya no había más aire, el vacío de la niebla lo consumió todo. Las lágrimas llenas de rabia corrían por mi cara mientras permanecía aquí, derrotado. Traté de cerrar los ojos, traté de empujar el dolor en la parte posterior de mi mente, pero la culpa se quedó, fragmentándome desde el interior. La niebla me empujó con más fuerza, envolviéndome herméticamente en sus garras. La oscuridad me estaba consumiendo. La oscuridad estaba tomando mi alma. —Adiós —murmuré con mi último aliento—: Sólo quería decir adiós... Me incorporé de golpe sobre mi cama, jadeando con fuerza por el sueño que acababa de tener, cuando escuché: —Tienes una llamada telefónica. 3

Limpiando el sueño de mis ojos, respiré profundo tratando de borrar el sueño que me perseguía. Mis manos estaban húmedas de sudor, simplemente les limpié en mis pantalones, saqué mis pies de la cama y me dirigí por el pasillo hacia el teléfono. ─¿Hola? ─Está pasando. ─¿Qué está pasando? ─Tú, Elpi, tú estás pasando, tu debut. Cada centímetro de mí se congeló, y agarré el teléfono con tanta fuerza que pensé que podría romperse bajo la presión. ─Vin… ─Estás listo. Tu trabajo está listo. Tu colección es una obra maestra y debe compartirse con el mundo. ─Vin... te agradezco todo lo que estás tratando de hacer por mí, pero… ─No hay peros. Todo está arreglado. Ya he resuelto completamente todo para ti. Necesitas esto, Elpi. Me esforcé con todas mis fuerza para tranquilizarme; la sangre caliente corría por mis venas. Dejé escapar un largo y profundo suspiro. ─Estás listo ─Vin presionó, su voz está menos potente, menos coercitiva, y más comprensiva.

Pero no quiero esto. Nada de eso. ─¿Dónde es la maldita exposición? ─espeté. ─Elpi. No seas así. Eres un artista… —¡No soy un maldito artista! —interrumpí con los dientes apretados. —¡Eres un artista! —Vin instó—. Eres el maldito mejor escultor con quien he trabajado. Tu trabajo supera todo lo que he visto en mi vida, incluyendo mi propio trabajo. Eres alguien, Elpi. Créeme, eres alguien. —Vin… —Va a ser en una pequeña galería, en un museo pequeño, en un ambiente académico. Es tu primera exposición, y no debe abrumarte. —¿Dónde, Vin? —pregunté, exasperado, y pasé la mano por mi cabello largo. —En Seattle. El aire salió de mis pulmones mientras Vin continuó diciéndome todas las cosas buenas de Seattle, el mundo artístico, la gente, la cultura... —Elpi, sé que probablemente vas a discutir sobre que la exposición se desarrolle en Seattle, pero… —Cuenta conmigo —interrumpí bruscamente, y me encontré con el silencio sorprendido de Vin detrás del crujido del receptor. 4

—¿Estás de acuerdo? —Estoy de acuerdo. —¿Sin discusión? ¿Sin decirme que tu arte es sólo para ti y nadie más? ¿Sin decirme que no quieres tener nada que ver con el mundo del arte y su gente? —No. —¡Muy bien... eso es... perfecto! He programado un vuelo para que vengas aquí en dos semanas. Te recojo del aeropuerto. Te conseguiré un apartment… —No te molestes. —¿Qué no me moleste? —Vin cuestionó lentamente. —Tengo un lugar para quedarme. —¿En Seattle? —Sí. —¿Dónde? ¿Con quién? —No es asunto tuyo —le dije con frialdad. Sentí una mano dando un golpecito en mi espalda. Me volví y asentí al tipo detrás de mí y me volví para hablar al teléfono—. Me tengo que ir. —Correcto. Bueno, supongo que te veré en dos semanas. Pero si necesitas algo, si tu lugar no te funciona, llámame. Me detuve, cerré mis ojos y golpeé con mi mano dos veces la desconchada pared pintada ante mí.

—Entendido. Inmediatamente después de colgar el teléfono, un horrible estremecimiento atravesó mi estómago y me dirigí por el pasillo oscuro y tranquilo. Recogiendo el cabello largo de mi rostro, arañando con mis uñas arañó la espesa sombra de barba oscura de mi cara. Dos semanas... En dos semanas, estaría en Seattle, listo para que empiece la siguiente parte de mi vida, pero no antes de tener que enfrentarme a un camión lleno de mierda de mi pasado...

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Capítulo 1 Ally Ciudad de New York

C

ruzando abruptamente de la izquierda y a derecha por las calles, esquivé a gente en mi prisa por llegar a mi entrevista a tiempo. El clima en Nueva York era húmedo y sofocante. Estaba muy contenta de haber atado mi cabello largo en un moño. Agarrando firmemente mi bolso, corrí por la acera, revisando frenéticamente mi reloj. Mi avión se había retrasado y prepararme en el pequeño cubículo de baño de un avión Boeing 737 no era exactamente lo ideal para mostrar un maquillaje y cabello impecables.

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Pero valió la pena. Esto era todo para la exposición de mis sueños. Tenía la intención de concretar esta entrevista. No había otra opción. Haría cualquier cosa para encargarme de esta exposición... incluso volar a la costa este a última hora desde California para lograrlo... incluso dejar mi hermosa galería Arte Contemporáneo recién restaurada en la Universidad de California en Los Angeles en manos del director de arte. Al llegar finalmente frente al Met1, corrí por las escaleras en mis zapatos Louboutin negros favoritos, enderezando mi vestido negro sin mangas mientras llegaba a la parte superior. Deteniéndome un momento, inhalé y exhalé lentamente por mi boca, enderecé mis hombros y caminé hacia la entrada. En cuestión de minutos fui guiada a las oficinas privadas por el asistente del director del museo, y me indicaron que esperara en una pequeña sala dominada por una gran mesa de madera y seis sillas. Las obras de arte, de nuevos artistas, colgaban de las paredes blancas aleatoriamente. Me dejé caer en una silla, jugando nerviosamente con mis manos. Al oír pasos fuera de la habitación, me obligué a relajarme y sentarme derecha cuando un hombre mayor entró en la habitación. Vin Galanti. El famoso escultor en persona. Vin vestía completamente de tweed, con el cabello gris formando un halo esponjoso envolviendo su cabeza. Cada centímetro de él se veía como el excéntrico artista que era. Sus ojos azul claros se unieron a los míos y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro. —¡Srta. Lucia! —saludó. Me levanté de mi asiento para tomar su mano extendida.

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MET. Museo Metropolitano de New York.

—¡Sr. Galanti! Es un placer conocerlo, señor. He estudiado su trabajo en profundidad. El Sr. Galanti hizo un gesto para que me sentara. Se sentó frente a mí. —Por favor, llámeme Vin. Y estoy muy feliz de conocerla también, Srta. Lucia. Tuve el honor de ver la exhibición de Arte Contemporáneo que organizó en Toronto el año pasado y me quedé muy impresionado. —Gracias, Vin —le dije en respuesta, genuinamente sorprendida por el cumplido. —No, gracias a usted. Es verdaderamente un honor conocer a alguien tan joven y tan apasionada por el arte. —Lo soy, señor —le dije alegremente—. Es el centro de toda mi vida. Vin se inclinó hacia delante como un niño emocionado. Tuve que controlarme para no reírme de la sonrisa en su rostro. —Entonces —dijo con complicidad—, Elpidio... —Sí —dije con voz ronca y apenas audible. La simple idea de organizar su obra me hizo sentir débil mis rodillas. —Por fin estoy poniendo en marcha su primera exhibición y estoy buscando el conservador adecuado para organizarlo. —Sus ojos se estrecharon—. ¿Cree que podría ser usted? 7

—Sí, señor —le repliqué con confianza—. Tan pronto como me enteré de la situación, dejé todo para volar aquí y conocerlo. Sé que soy la mejor persona para este trabajo. He estudiado su obra. He escrito revistas académicas de sus métodos y de sus temas. He escrito artículos de su ascenso a la fama. Vin se apoyó en el respaldo de la silla, juntó las manos y asintió. Parecía haber perdido mi entusiasmo. Mi estómago dio un vuelco. Quería demasiado esta exposición. —He leído sus artículos y revistas, Srta. Lucia —dijo. Esperé a que dijera más—. Es una estudiosa del arte excepcional y claramente tiene una pasión por mi discípulo. —Sí, señor —respondí—. Es uno de mis escultores contemporáneos favoritos. —Hice una pausa en lo que acababa de decir y bajé los ojos para inspeccionar la mesa de madera—. No, perdón —dije nerviosamente—, Elpidio es absolutamente mi artista contemporáneo favorito, y punto. La cabeza de Vin se inclinó hacia un lado. —¿Por qué? —Los ojos de Vin se habían iluminado con interés. —Porqué... —susurré, contemplando cómo podría expresar mi amor por su trabajo en palabras. Suspiré profundamente, pensando mi respuesta, y opté por hablar desde el corazón. Cerré los ojos imaginando sus esculturas y dejé que mis palabras fluyeran: —Sus obras... son a la vez las piezas de arte más tristes y más bellas que he visto en mi vida. Cada curva del mármol viene de lo profundo de su corazón. Los

temas de sus obras son tanto provocativos como desgarradores al mismo tiempo. Podría perderme en todas y cada una de ellas, todo el día, todos los días durante el resto de mi vida y nunca cansarme de ellas. Son crudas y poéticas... tan trágicas, pero a la vez tan hermosas. La más mínima mirada a cualquiera de las piezas evoca un caleidoscopio de emociones desde lo más profundo del alma. No sé qué más decir, excepto que su obra se comunica conmigo como ninguna otra. —Di unas palmaditas a mi pecho sobre mi corazón—. Le habla directamente a cada fibra de mi ser. Siento su trabajo. Lo siento, como si se viviera y respirara, igual que usted y yo. Al abrir los ojos, me sonrojé de vergüenza al darme cuenta de lo perdida que estaba en mis pensamientos. Vin se inclinó de nuevo hacia delante y tocó mi mano con la suya. —Bueno, Srta. Lucia, esa fue una barbaridad de respuesta —dijo Vin, con un toque de humor en su tono. Dejando escapar una risa nerviosa, acomodé un mechón cabello suelto de mi rostro. —Él es una barbaridad de escultor. —Sí que lo es —dijo Vin, luego dejó escapar un profundo suspiro—. Es un genio, un hombre brillante, muy brillante, a pesar que nunca jamás piensa eso de sí mismo.

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Pareciendo a olvidar que estaba en mi compañía, Vin se recompuso de su repentina tristeza. Después de varios segundos de silencio, dijo: —Soy un hombre pasado de moda, Srta. Lucia. No me importan las entrevistas de trabajo formales y no soy alguien para las típicas respuestas que deben darse. Quiero un conservador que entienda el trabajo de Elpidio, alguien que sea tan apasionado sobre él como lo soy yo. —He estudiado cada una de esas piezas más que nadie, nadie, Vin. Estoy convencida de que soy la única conservadora que puede diseñar esa galería, la única persona que puede crear una historia digna de su obra. Sé que puedo diseñar el espacio perfecto para mostrar su talento. Puedo hacer esto, Vin, créame que puedo. Nunca he fallado en una entrega antes, y ciertamente no fallaré con esta exhibición. Vin rió y una vez más me dio unas palmaditas en la mano. —Srta. Lucia, después de leer sus revistas y hablar con usted hoy, estoy tan convencido de esto como usted. Pero incluso si no hubiera estado; al escucharla describir cómo el trabajo de Elpidio la afecta, bueno, eso habría hecho que ganara la exposición sin importar qué. Por un momento dejé lo que él acababa de decir colgar en el aire. Incapaz de resistir la necesidad de una aclaración, le pregunté: —¿Tengo... tengo el puesto? Vin asintió y se levantó. —Lo tiene de hecho. Srta. Lucia. No soy de los que posponen las cosas. Ya he revisado sus credenciales académicas y me puse en contacto con sus anteriores

jefes. Viene muy recomendada y ha dedicado su vida a la conservación por lo que visto. El calor se extendió en mi pecho, y me dejé sentir un momento fugaz de orgullo. Había dedicado cada minuto de mi vida desde la universidad a esta carrera. Incluso en la universidad, siempre supe cuál sería mi camino. Poniéndome de pie, le ofrecí mi mano a Vin, quien gentilmente la aceptó. —Gracias, Vin —le dije humildemente. Le dio a mi mano un apretón firme como para sellar el contrato. —¿Cuando me necesita aquí en Nueva York? Puedo estar de regreso desde California en los próximos días si es necesario. ¿La exhibición es aquí en el Met? ¿En el Guggenheim? —En ninguno de ellos —dijo Vin con un gesto informal de su mano mientras se abría camino hacia la puerta. Fruncí el ceño confundida—. Va a ser pequeña, académica y cerca de mí. —Está bien —le dije vacilante. Vin miró hacia atrás desde la puerta. —Será en Seattle, Srta. Lucia, en el museo de arte de la Universidad de Washington. Soy un patrocinador allí y quiero reunir cierta exposición para ello. Además, Elpidio no toleraría una gran galería de renombre. Quiere intimidad. 9

Intimidad... El sonido de Elpidio junto a la palabra intimidad evocó un brillo cálido en todo mi cuerpo. Estaba obsesionada con un hombre que nunca había conocido, no era más que un concepto. Y aquí me estaba poniendo a trabajar físicamente con sus obras maestras, las expresiones de mármol de su alma, las huellas de su corazón... en Seattle. —Seattle es perfecto —le dije, el entusiasmo enlazado en cada letra de mis palabras—. Tengo la sensación, a juzgar por su trabajo, que Elpidio no está en esto por la fama o el reconocimiento de otros artistas. No es el prestigio del lugar. Es la exquisitez de la técnica, lo que es el foco. —Sonreí y me perdí en mi cabeza solo imaginando esas esculturas que había admirado en imágenes, solamente después de haber tenido el placer de ver una pieza en vivo—. Va a ser increíble; una experiencia impresionante para tanta gente. —Habla como una verdadera conservadora —dijo Vin con cariño. Podía oír la sonrisa en su voz. —No —le dije y me sonrojé—. Eso fue dicho por una verdadera fan. Vin me miró con curiosidad. —Ha descrito perfectamente a Elpidio, Srta. Lucia. Un pequeño museo es ideal para su primera exhibición, y usted es ideal como su organizadora. Tengo una muy buena sensación sobre esta asociación, Srta. Lucia. Una sensación muy buena en realidad. Sonriendo, respondí: —Al igual que yo, Vin.

—Mi asistente se pondrá en contacto en breve con todos los detalles más específicos. Mientras tanto, si puede llegar a Seattle tan pronto como sea posible, podemos retomarlo desde allí. —Gracias, Vin —le dije de nuevo, y con el más mínimo movimiento de su mano salió de la habitación. Minutos más tarde, el mismo asistente me acompañó fuera del museo. Mientras estaba en la parte superior de la impresionantes escalera del Met, levanté mi cabeza hacia atrás para contemplar el cielo claro de verano y traté de contenerme con todas mis fuerzas para no gritar de felicidad. Lo había hecho. Estaba a punto de empezar a trabajar con el mejor escultor en la era moderna. Había conseguido el trabajo de mis sueños. Volviendo al aquí y ahora, saqué mi celular y desbloqueé la pantalla. Por un momento me quedé mirando el fondo de pantalla, mi pieza favorita de Elpidio, un ángel de mármol blanco de Carrara2 sin nombre. Un rayo de emoción cruzó por mi cuerpo mientras presionaba el dos en mi marcación rápida, solo para luego escuchar a un familiar y amado acento inglés decir: —¡Hola, extraña! 10

—¡Molls! —saludé con entusiasmo—. ¿Tienes una habitación libre en sea mansión tuya? ¡Porque tu mejor amiga va para quedarse!

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Carrara, es un municipio italiano de la provincia de Massa-Carrara, en la región de Toscana. Centro de una importante industria marmolística, gracias al famoso mármol blanco que se extrae en sus proximidades, que se conoce como «mármol de Carrara»

Capítulo 2 Ally Seattle, Washington

E

l taxi se detuvo justo en el borde del lago Washington. Me quedé mirando fijamente la impresionante mansión de piedra blanca situada al otro lado de un par de hectáreas de tierras protegidas por enormes puertas de hierro. La nueva casa de Molly y Rome. Rome... pensé y sonreí. De ninguna manera Molly elegiría esta casa. Agarrando mis maletas, me do la vuelta hacia las puertas, cuando de repente empezaron a abrirse. Esbocé una sonrisa y saludé a una cámara grande en la cima de un poste recargado en la pared de piedra blanca circundante. Mientras andaba por el camino de entrada, me maravillé de los jardines: exuberante hierba verde, fuentes de agua ornamentales, árboles de todo tipo, y un millón de flores iluminando los jardines. 11

Un gran conjunto de peldaños pavimentados apareció a la vista, que conducían a una puerta blanca. Esta se abrió justo cuando levanté mi mano para llamar a la puerta. Mis labios se abrieron con una sonrisa de oreja a oreja cuando mi primo, Rome Prince, apareció en la puerta, su habitual cabello rubio arena enredado y sus ojos marrones brillantes. Seguía siendo el epítome del estilo pueblerino mientras permanecía de pie, con los brazos cruzados, vestido con una camiseta blanca ajustada y vaqueros desgastados. —Hola, prima —saludó con una amplia sonrisa, su fuerte acento tan Bama como siempre mientras daba un paso hacia adelante, con los brazos extendidos y me levantaba del suelo en un abrazo de oso. No pude dejar de reír mientras lo abrazaba de vuelta. Rome me plantó en el suelo, y me dio un beso en la mejilla. —¡Hola a ti también, Sr. Mariscal de Campo Todopoderoso! Rome puso los ojos en blanco y pasó delante de mí para tomar mi equipaje. Lo seguí dentro de la casa. Mis ojos se ampliaron mientras asimilaba el vestíbulo, porque así era como todo podría describirse, vestíbulo. El lugar era enorme. —Rome… —Iba a continuar, cuando fui interrumpida. —Ridículo, ¿no es así? Mi cabeza se volvió hacia la escalera. Molly Prince bajaba, cubierta con un vestido de verano largo, sin mangas de cintura imperio color púrpura. Su largo

cabello castaño se posaba sobre sus hombros y su bonito rostro portaba una sonrisa de felicidad. —¡Molls! —grité de emoción y, mientras Molly descendía el último escalón, la envolví en mis brazos. Inmediatamente me devolvió el abrazo—. ¡Te he echado de menos! —confesé, y la dejé ir, para que pudiéramos caminar de regreso al vestíbulo. —Te he echado de menos también, cariño —dijo Molly, apretando mi mano, solo para dejarme ir cuando Rome extendió la mano y la atrajo hacia su pecho, con sus brazos envolviéndose alrededor de sus hombros desde atrás. Las manos de Molly se levantaron para aferrarse a sus brazos, y esa mirada que ambos tenían cuando estaban el uno con el otro se deslizó en sus rostros. Un dolor momentáneamente apuñaló mi pecho. Viendo lo felices que eran solo destacaba lo sola que me sentía. Trabajar hasta altas horas de la noche podría ser una buena distracción, pero por mucho que adoraba mi trabajo, nunca podría sustituir al amor vertiginoso y apasionado que ansiaba tan desesperadamente. —Vamos. ¡Vamos a tomar una copa! —dije alegremente, luchando contra mi momento de tristeza, y dejé a Rome y Molly liderar el camino hacia su cocina blanca de estilo rústico. Molly debió haberme visto jadeando ante la opulencia de la habitación y se sonrojó. 12

—Es demasiado, ¿no es así? Mi atención se deslizó hacia mi tímida amiga y su expresión avergonzada. —No, en absoluto, cariño. Es Hermosa. Molly se unió a mí mientras miraba alrededor de la habitación. Me encantaba que todavía encontrara incómodo tener dinero. No creía que alguna vez se acostumbrara. Pero no podía dejar de pensar que era un rasgo adorable de poseer. —Ella discutió conmigo por la compra de este lugar, pero quería un lugar seguro para vivir... algún lugar para empezar una familia —declaró Rome. Los ojos de Molly, que habían estado pegados en la mesa, se dispararon a su esposo y comenzaron a llenarse de lágrimas. Rome levantó la mano de Molly hasta sus labios. Me sentía como una intrusa en su momento privado y significativo. Molly pareció recomponerse y me dio el atisbo de una sonrisa. —Ally, debes tener sed. ¿Puedo ofrecerte una bebida? —No te preocupes, querida. ¡Lo tengo todo controlado! —declaré con entusiasmo, corrí hasta mi equipaje de mano y saqué la botella de champán que había comprado de camino a su casa. Cuando levanté la mirada, noté que Molly se había puesto verde y corrió fuera de la habitación.

—¡Eh... estaré de vuelta en un momento! —Molly salió corriendo al pasillo. Me puse de pie en medio de la cocina, frunciendo el ceño. Me volví hacia Rome, que estaba inquieto en su asiento. —¿Ella está bien, cariño? —le pregunté—. Parecía que iba a vomitar. Los ojos de Rome siguieron la dirección en la que Molly había desaparecido. —Está bien. —Pude ver la preocupación en su rostro. Pero Rome siempre había sido todo serio y posesivo con Molly. Su necesidad de mantenerla a salvo y cuidarla permanecía por encima de cualquier otra cosa en su vida. Sintiéndome incómoda por el silencio que siguió inmediatamente, le pregunté: —¿Dónde están tus copas de champán? Rome salió de su preocupación y se acercó a un aparador. Extendiéndose hacia arriba, sacó dos copas de champán y las puso sobre la mesa mientras yo sacaba el corcho. Cuando fui a verter, me quede inmóvil. —Rome, se te olvidó una. Solo hay dos aquí. Rome se puso tenso a mi lado, y cuando levanté la vista, sus ojos miraban fijamente la dirección en que Molly había desaparecido. Mis ojos se estrecharon, y le di un empujón con el codo. —¡Oye, primo! ¿Estás conmigo? Rome giró la cabeza hacia mí y se pasó la mano por el cabello. 13

—Sí, lo siento, Al. —¿Qué pasa? —le pregunté—. Porque están actuando verdaderamente extraños. Bajé la mirada a las dos copas de champán y dejé escapar un suspiro emocionado. —¿Por qué ella no se lo bebe? Rome abrió la boca, pero... —Estoy embarazada. —La tranquila voz de Molly flotó desde la puerta de entrada hacia donde estaba. Tanto Rome como yo rápidamente giramos la cabeza para mirarla. Estaba pálida, y me di cuenta de que acababa de vomitar. El aire salió de mis pulmones en un silbido y mi mano voló sobre mi boca. Molly se adelantó, y su labio se curvó de felicidad. —Estoy de dieciséis semanas... —Miró a Rome y las lágrimas de felicidad llenaron sus ojos—. ¿Puedes creerlo? ¡Vamos a tener un bebé de nuevo! Entonces las lágrimas se derramaron por sus mejillas. Las mías hicieron exactamente lo mismo mientras corría hacia mi mejor amiga, sus manos ahora dando forma a la pequeña protuberancia redonda bajo el vestido holgado. La tomé en mis brazos. —Estoy tan feliz por ti, cariño —le susurré mientras sentí a Molly aferrarse a mí con fuerza.

Ella temblaba. Me aparté y sequé las lágrimas con mis pulgares. —Estoy tan malditamente feliz por ti. —Gracias, Ally —dijo con una risa emocionada. Todo su rostro resplandecía de emoción. Pero esa expresión vaciló cuando sus ojos se dirigieron a Rome, que todavía no se había movido de su posición encorvada cerca de la encimera. Nos miraba de cerca, pero había dolor en su mirada oscura. Molly se alejó de mí, apretando suavemente mi brazo en señal de agradecimiento antes de soltarme y se dirigirse a su marido. Levantando la cabeza, puso sus dedos bajo su barbilla y levantó la cabeza de Rome antes de presionar un beso en sus labios. —Voy a estar bien —susurró con dulzura. Rome la miró durante lo que pareció una eternidad antes de tirar de ella en su regazo y envolverla en sus brazos. Molly me vio mirarlos confundida y explicó: —Tengo preclamsia, Ally. El embarazo puede ser difícil, ya que no debería haber desarrollado preclamsia tan pronto. Nuestro médico me ha dado una lista de cosas que tengo que hacer para ayudarme a estar bien, pero este de aquí está aterrorizado. —Se pasó la mano por el cabello largo de Rome para enfatizar su opinión—. Es la razón por la que no se lo hemos dicho a nadie. Ya sabes, por si acaso algo sale mal de nuevo. Lexi y Austin lo saben, pero quería esperar y decírtelo cara a cara. Por supuesto Rome no puede dejar de preocuparse. 14

Esa espiral en mis entrañas estaba de vuelta de nuevo. —Estoy aterrorizado de perderte —dijo Rome con voz profunda y áspera, luego bajó su voz—: Ningún bebé vale eso. La cabeza de Molly se inclinó lentamente hacia un lado mientras lo observaba. —No me vas a perder. Todo va a ir bien. Vamos a tener un bebé y todo estará bien. Se miraron a los ojos y parecieron hablarse el uno al otro simplemente a través de su conexión. Me balanceé torpemente en mis pies y me moví hacia mis maletas. Molly me vio por el rabillo del ojo y se levantó del regazo de Rome. —Rome, muéstrale a Ally su cuarto, cariño. Voy a ir a acostarme. —Ella puso los ojos en blanco—. Órdenes del médico. Muchísimo descanso y nada de estrés. Le sonreí y vi como salió de la habitación. Molly se detuvo entonces y se volvió. —Ah, casi se me olvida. Hemos organizado una cena de celebración para ti esta noche, cariño. Todo el mundo viene. Una gran bienvenida para ti y tú llegada a la Ciudad Esmeralda.

—Moll, yo… —empecé a discutir, preocupada por si la estaba presionando demasiado. —Tú también no, Ally! Tengo suficiente con mi melancólico y corpulento semental de Futbol, tratándome como si fuera una muñeca frágil. —Molly señaló a Rome y le hizo una mueca juguetona. Los ojos de Rome se estrecharon, siendo juguetones de nuevo—. Estoy bien. —Su mano fue a su estómago—. ¡Ambos estamos bien, y no voy a tenerlos a todos pisando huevo alrededor de mí durante los próximos meses! —Sí, señora —le dije y simulé un saludo militar. Molly se rió y sacudió su cabeza. —Y después quiero escuchar todo sobre esta nueva galería que estás diseñando en mi colegio, ¿de acuerdo? —Claro que sí —le contesté, divertida. Molly asintió en señal de triunfo, luego caminó con cuidado subiendo las escaleras, dejándome sola con Rome. Rome tomó mi equipaje, se dirigió rápidamente hacia la escalera, y lo seguí. Me llevó a una habitación al final de un largo pasillo. Cuando abrió la puerta, mi boca cayó abierta. Era hermosa, espaciosa y luminosa, una habitación totalmente blanca con un enorme cuarto de baño, con la bañera más grande que jamás había visto. 15

—Rome... esto es... —susurré y me volví hacia mi primo, que estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho. —Puedes quedarte todo tiempo que quieras, ¿me oyes? A Molly le encanta tenerte alrededor. Y no me parece nada mal tampoco. Me quedé mirando a mi primo, al oír el trasfondo en su voz mientras trataba de cubrir su aprehensión sobre su esposa con una broma. Me acerqué a su cuerpo alto y agarré sus brazos tensos. —Ella va a estar bien, lo sabes. Este bebé es algo bueno. Es una bendición. Rome bajó la mirada hacia el suelo. —Sé que lo es, Al, y estoy feliz. Hemos querido un bebé durante mucho tiempo. Lo sabes. Pero, Cristo, Al, escuchar a ese doctor hablar sobre los riesgos de nuevo y recordar constantemente que su madre murió de lo mismo que Molls tiene... y... —Rome dejó de hablar, y apretó mi mano en su brazo. Sus fosas nasales se dilataron y continuó—: …recordar a mi chica en esa maldita cama del hospital rota y perdida, me mata. Podría volver a ocurrir. O podría ser peor. —Eso no va a pasar, Rome. Todo es diferente esta vez. Estás en una posición mucho mejor, eres más maduro, no tienes a tus padres respirando en tu nuca y toda esa tensión con la que lidiar. Y te conozco. Tú no vas a dejar que nada le suceda a esa esposa tuya nunca más. El labio de Rome se curvó en una sonrisa renuente, y le devolví la sonrisa.

—¡Voy a ser una tía! —grité con entusiasmo, y Rome se echó a reír. Mi corazón se rompió por lo preocupado que estaba, pero luego por lo emocionado que estaba cuando por fin dejó brillar su felicidad. —Sí, sí, vas a ser. Tía Ally. —Y tú vas a ser papá. Dejó escapar un suspiro, pasando las manos por su rostro. —Sí... mierda... —Y vas a ser uno malditamente bueno, Rome. El mejor maldito papá en el planeta. Rome me dio una enorme sonrisa agradecida, y pude ver la alegría pura en su expresión. Pude ver lo mucho que quería a ese pequeño bebé que Molly cargaba. Rome sacudió su cabeza divertido y revolvió mi largo cabello color marrón con la mano. —¡Rome! —grité—. ¡Mierda, aléjate! —Traté de darle un manotazo, pero saltó hacia atrás fuera de mi alcance. —Me alegro de que estés aquí, prima. Ha pasado jodidamente demasiado desde que te vimos —dijo, cada vez más serio—. Vamos a salir a celebrar en unas pocas horas, así que tienes que estar lista a las siete. 16

Rome se alejó antes de que pudiera alegar, dejándome en esta enorme habitación de invitados. Me senté en la cama. Estaba en Seattle, a punto de hacerme cargo de la exposición de mi vida, y además, iba a ser tía. Este cambio parecía completamente perfecto…

Capítulo 3 Ally

U

nas horas más tarde entramos al restaurante, y el camarero nos llevó a un espacio privado en la parte trasera. Me alegré, porque cuando atravesamos por el concurrido comedor, la gente comenzó a mirar fijamente a Rome susurrando entre sí, fanáticos de las celebridades reconociendo al mariscal titular de los Seahawks. Molly agachó la cabeza y trató de seguir a toda prisa hacia adelante, claramente avergonzada, pero Rome la tomó de la mano, acercándola a su lado. Él odiaba ser el centro de atención también. Cuando entramos en el espacio privado, el cual daba a la gran vista de la hermosa noche de The Sound, exhalé, alisando mi vestido sin mangas con rayas negras, solo para escuchar a alguien gritar mi nombre desde el otro lado de la sala. —¡Ally!

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Esbocé una sonrisa hacia Lexi, una de mis mejores amigas, quien se había levantado de su asiento y corría hacia mí. Mi corazón se llenó mientras se acercaba, aún pequeña y delgada figura, pero de aspecto saludable ahora que había estada comiendo más desde la universidad. Su cabello negro ahora era largo y liso, hasta la mitad de la espalda. Llevaba un vestido verde largo hasta las rodillas con mangas largas y botines. Se veía hermosa. Extendiéndome, tomé las manos de Lexi entre las mías y me incliné para besarla en la mejilla. Apreté sus dedos con fuerza y di un paso atrás. Tuve que reprimir las ganas de acercarla en un abrazo. Lexi no podía ser tocada de esa manera a causa de su anorexia. A pesar de que estaba en recuperación, todavía era un detonante para ella que la tocara en la espalda. —Te he echado de menos —dijo Lexi suavemente, sonriéndome tiernamente. —También te he extrañado, cariño. ¡No puedo creer que estén viviendo en Seattle también! ¡Es una locura! ¡Dos chicos de Bama jugando para los Seahawks! En ese momento, Austin Carrillo, el mejor amigo de Rome, apareció detrás de su esposa y se inclinó sobre ella para darme un beso en la mejilla. —Ally —saludó y, retrocediendo, envolvió sus brazos completamente tatuados alrededor de los hombros de Lexi y la apretó contra su pecho. Austin era la única excepción a los detonantes de Lexi, la única persona que podía tocarla. Austin había salvado su vida hacia cinco años cuando casi perdió la batalla con su trastorno alimenticio, pero el amor entre ellos demostró ser más fuerte. Él era su razón para vivir, y ella la de él.

Divisando una cabeza de cabello rubio desordenado detrás de Austin y Lexi, me incliné rodeándolos, solo para ver a un chico joven y guapo de pie nervioso. Era musculoso y atlético. Me miró sonriendo tímidamente, y mi boca se abrió cuando me di cuenta de quién era... —¿Levi? ¿El pequeño Levi Carillo? ¿Eres tú, querido? —le pregunté. Me encontré con sus ojos grises cuando levantó la cabeza, con un profundo rubor rojo recubriendo inmediatamente la piel aceitunada de sus mejillas. —Hola, Al. —Fue su respuesta tranquila mientras corrí hacia él y lanzaba mis brazos alrededor de su cintura, apretándolo con fuerza. Levi exhaló una risa tranquila por encima de mí, abrazándome de vuelta. Me empujé hacia atrás y extendí los brazos, estudiando lo mucho que había cambiado. —¡Levi, estás tan grande y me has superado! —bromeé, y él bajó sus ojos para evitar mi mirada, con una tímida sonrisa en sus labios—. ¿Cuántos años tienes ahora, cariño? —Diecinueve, señora —respondió. Rome caminó detrás de él y le alborotó el cabello. Levi le dio un codazo alejándolo. —¡Bueno, mierda! ¡Diecinueve!

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—Y uno de los mejores receptores abiertos que he visto en mi vida —lo elogió Lexi al estirarse para acariciar su mejilla con su esbelta mano. Levi le dio una amplia sonrisa, y uno simplemente podía ver el amor que sentía por nuestra pequeña amiga irradiar de cada uno de sus poros. —Igual que tu hermano, entonces, ¿eh? —bromeé, viendo a Austin tomar asiento a la mesa junto a Rome, Molly y Lexi se movieron para sentarse al lado de cada uno de sus maridos. Entrelazando mi brazo a través del de Levi, le dije: —Bueno, parece que eres mi cita de esta noche, Lev. Puedes sentarte a mi lado. Levi caminó junto a mí y nos sentamos. —¿Así qué, estas en la universidad, Lev? ¿Estás aquí en Seattle para visitar a Austin y Lex? —No, señora, todavía vivo con ellos. Asisto a la Universidad de Washington; me trasladé de la UCLA. Lo miré, sintiéndome de algún modo confundida. —¿No querías quedarte en Los Ángeles? Austin se movió en su asiento mientras miraba a su hermano menor. Levi bajó la cabeza. —Quería estar cerca de mi hermano y Lexi. Eso es todo. Los Huskie no son tan malos, y lo estamos haciendo muy bien este año. Mi corazón se hundió cuando vi un dejo de vulnerabilidad pasar rápidamente a través de su hermoso rostro.

—El mejor maldito jugador en ese campo, ¿eh, hermanito? —dijo Austin, rompiendo el silencio, y Levi levantó la cabeza, sonrojándose ante la expresión de orgullo de Austin. —¿Por lo tanto, Al, Moll y Rome dijeron que estás organizando una exhibición extravagante en la Universidad? —dijo Austin quitando la atención de Levi, justo después que Rome ordenó una ronda de bebidas del camarero que estaba justo fuera de nuestra línea de visión. Me reí de la forma en que lo expresó. —Sí, estoy organizando una exposición extravagante. —¿Qué? Es extravagante, ¿no? —dijo Austin, mientras Lexi sacudía la cabeza con exasperación a su lado. —Ignóralo. Él es todo el fútbol, fútbol, fútbol, no es exactamente un aficionado al arte —provocó Lexi a Austin, ganándose un ceño amenazador. Lexi agitó su mano y me miró otra vez. —Háblanos de ella, Al. —Sí, cuéntanos al respecto Srta. Aliyana Lucia —dijo Rome, secamente. Había utilizado el nombre de soltera de mi madre para los negocios, y Rome siempre se burlaba por eso. Simplemente no quería el estigma de Prince Oil siguiéndome. Quería conseguir el éxito de forma independiente, sin estar conectada con el apellido. 19

Mis ojos se llenaron de emoción al instante. —¿Qué puedo decir? Es mi sueño hecho realidad. Esta exposición es la exposición debut del artista, y me escogieron a mí como su organizadora. ¡Todavía no me lo puedo creer! —¿Qué es lo que pinta? —preguntó Molly. —No. Es un escultor. —Solté un largo suspiro—. Es el escultor más valiente, torturado, talentoso, inspirador y oscuro que me he encontrado... —Miré fijamente el panorama oscuro de The Sound, perdida en las imágenes de sus esculturas dando vueltas por mi cabeza, cada una más poética y trágica que la anterior. Meneando la cabeza, me encontré con las miradas de asombro de mis amigos y con ansiedad retiré el cabello de mi rostro. —Su obra, es... es... es mi alma. Esa es la única manera que puedo explicarlo. Es la vida, la muerte, el amor, tragedia, y todo lo demás, cada condición humana... todo. Su obra habla directamente a mi corazón. —Ally... —expresó Molly con lágrimas contenidas en los ojos. Cuando sentí una humedad en mis mejillas, me di cuenta de que estaba llorando. Rápidamente enjugándome las lágrimas, respiré hondo y expulsé una risa nerviosa. —Realmente me encanta su trabajo. —Se nota —dijo Rome cariñosamente.

—Estoy tan feliz por ti —dijo Lexi con entusiasmo y se inclinó hacia delante—. ¿Cómo es él? ¿Es guapo? —Austin le lanzó una mirada incrédula a Lexi, pero ella o no la vio o de plano no le hizo caso. Me encogí de hombros. —De eso se trata, nunca lo he visto. Nadie lo ha hecho. Es un ermitaño total. Fui comisionada por otro artista, su mentor, quien está al frente de todo. Es un patrocinador del museo de arte de la universidad y reside en Seattle. Realmente debería haber estado en un museo más grande, pero dijo que querían mantenerlo pequeño. —¿Vin Galanti? —ofreció Molly. —Sí, ¿lo has conocido? —Una o dos veces. —Una sonrisa se extendió en su rostro—. Es un personaje peculiar. Él trajo algunos de los escritos originales de Platón al museo de arte para una exposición temporal de muestra filosofía y arte de la que formaba parte. Ayudé con la historia y la traducción del latín para los tableros de texto. Lo adoro. —Entonces, ¿cuál cómo se llama? —preguntó Lexi cuando el camarero volvió con nuestras bebidas. —¿Nombre? —cuestioné mientras una copa de champán era colocada delante de mí. 20

—¡El escultor, el nombre del Sr. Dueño De Tu Alma! —subrayó, e hizo un puchero con sus labios para detener la sonrisa que iluminaba su rostro. —Oh, cierto, lo siento. Ahh... Elpidio. Él responde por Elpidio —le contesté. Austin resopló a mi lado. —No he oído ese nombre en mucho tiempo. —¿Has oído hablar de él? —le pregunté. —Era el nombre de nuestro nonno —respondió Austin—. El nombre del padre de nuestra mammá. No es muy común ahora... —¿Así que es italiano? —le pregunté, emocionada de al menos se hubiera rebelado algo más sobre el solitario artista. Austin asintió, ahora demasiado ocupado comiendo sus palitos de pan como para añadir más. —Bueno, Al —dijo Rome y se inclinó, agarrando su copa de champán y levantándola en el aire—. Tengo que decir, me alegro que estés aquí con nosotros en Seattle, y buena suerte con tu nuevo trabajo. Todos levantaron sus copas y tomaron un sorbo. —¡Estoy muy contenta de estar aquí también!

Capítulo 4 Elpidio

Seattle, Washington

V

in estacionó el auto delante a la dirección que le había dado. La dirección a la que me aferré todo el viaje en avión hasta aquí, la tinta de esa dirección ahora manchada en el pedazo de papel gastado en

mi mano.

Mis manos temblaban mientras miraba hacia adelante, demasiado asustado como para mirar directamente a la casa que sabía estaba allí esperándome. Todo permanecía silencioso mientras trataba de respirar a pesar de los nervios. Podía sentir los ojos de Vin mirándome. ―¿Estás bien, Elpi? ―preguntó, rompiendo el silencio. 21

Abrí la boca para responder pero no salió ninguna palabra. Asintiendo una vez, solté un largo suspiro y moví mi mano temblorosa hacia el pomo de la puerta. Mientras esta se abría, y sin mirar a Vin, dije: —Gracias por recogerme. ―No hay problema, Elpi ―replicó―. Nos vemos en el estudio mañana, ¿de acuerdo? Te mostraré el lugar que te conseguí para que sigas con tu trabajo. ―Bien ―le dije en un tono cortante y salté fuera del auto, dando un portazo tras de mí. Tirando la mochila sobre mi hombro, me forcé a levantar la cabeza y vi una gran mansión de ladrillos frente a mí. Mi corazón palpitaba demasiado rápido, el camino de entrada parecía un maldito paredón. Di un paso hacia adelante, con las manos temblando más fuerte mientras pensaba en lo que me esperaba al otro lado de la puerta negra. Forzándome a moverme, la grava crujía bajo mis botas. Mi estómago se retorcía y el sudor corría por mi rostro bajo mi espeso cabello largo. Todo lo que había dejado en el mundo estaba en el otro lado de esa puerta. Todo lo que había dejado, pero nada de lo que merecía. Un montón de preguntas comenzaron a bombardear mi mente: ¿Y si me rechazaban? ¿Y si las únicas personas a las que amaba ya no me amaban? No los había visto en tres años, corté con ellos sin ninguna explicación. ¿Y si no podían perdonarme por eso? ¿Y si de verdad estaba solo? ¿Qué diablos haría entonces?

Tratando de deshacerme del miedo, mis pies siguieron moviéndose hacia adelante con mi respiración agitándose más a medida que me acercaba a la casa. Todo se hallaba en silencio, solo un par de aves cantaban entre los altos árboles que rodeaban la propiedad. Odiaba la tranquilidad, hacía que los pensamientos de mierda sonaran más fuerte en mi cabeza. Alcanzando la puerta, traté de escuchar algún signo de vida adentro, pero no pude oír una mierda. Adentro estaba tan silencioso como afuera. No estaba acostumbrado a eso. Estaba acostumbrado a los gritos, a las puertas metálicas haciendo ruido, a las órdenes gritadas... no este silencio. No a esta inquietante paz. El sonido de mi sangre corriendo tronaba en mis oídos y levanté la mano para llamar. Pero no podía dejar de temblar. ¡Joder! No podía dejar de temblar. Inmediatamente bajé la cabeza. No pensé que pudiera hacerlo. Después de todo este tiempo… ¿Y si no me querían? Cerré los ojos con fuerza. ¡Era un marica de mierda! Apretando la mano en un puño, respiré profundamente, abrí los ojos y antes de que pudiera convencerme de no hacerlo, llamé a la puerta dos veces, dejando caer la mano para esperar una respuesta. Demasiados pensamientos corrieron por mi mente mientras estaba ahí parado, con los pies pegados al suelo, temblando como una niña, ¡joder! Luego, escuché pasos del otro lado. 22

Conteniendo la respiración, escuché cómo las cerraduras se abrían lentamente y, como si el tiempo pasara en cámara lenta, vi el picaporte girar. El cabello me cubría el rostro mientras trataba de calmar mis nervios, pero cuando vi un par de pies, supe quien estaba ahí… justo delante de mí… finalmente, después de todos estos años. ―¿Puedo ayudarte? Cerré los ojos cuando escuché la voz familiar. Levantando lentamente la cabeza, vi que era incluso más grande de lo que recordaba. Estaba vestido con un holgado chándal gris y una camiseta blanca de manga corta, sus brazos expuestos estaban cubiertos de tatuajes oscuros. Me forcé a levantar la vista y encontrar sus ojos y me tambaleé hacia atrás. Fue como si lo hubiese visto tan solo ayer, y dándome cuenta de eso, una tonelada de recuerdos desagradables inundaron mi mente, recuerdos que trataba de bloquear para no ahogarme en la culpa. Su cabello oscuro estaba más largo, no demasiado, pero más largo de lo que hubo estado la última vez que nos vimos. Exhalando, me pasé la mano por el cabello, tirándolo hacia atrás, mostrándole más de mi rostro barbudo. Y entonces lo vi, el momento en que se dio cuenta exactamente de quién estaba de pie en su puerta. Sus ojos marrones se abrieron tanto que parecían antinaturales. Dio un paso hacia atrás, sorprendido, boquiabierto como si tratara de decir algo pero no le salían las palabras.

―Austin ―saludé con voz áspera, mirando a otro lado, sintiéndome más nervioso de lo que había estado en toda mi puta vida. Esperando… solo esperando a que me alejara. Austin agarró el borde de la puerta, mirándome, hasta que cambié de postura y asentí. Entendí el significado de su silencio: no era bienvenido. ―Entendido ―dije secamente. Me di la vuelta para irme justo cuando dio un paso adelante y susurró: —¿Axel? La voz de Austin era tensa, mezclada con emoción. Me quedé helado y de mala gana miré por encima de mi hombro. ―Chico ―le respondí y vi como la sorpresa en su rostro, ahora más crecido, se fundía en la sonrisa más grande que había visto alguna vez. Austin se lanzó fuera de la puerta y tiró sus brazos alrededor de mi cuello. Nunca me había abrazado tan fuerte. La mano temblorosa de Austin sostenía la parte de atrás de la cabeza, apretándome contra su cuerpo. ―Mierda… no puedo… no puedo creer que seas tú… ―Su voz era áspera y mi garganta estaba tan apretada que no podía hablar. Acariciando a Austin en la espalda, esperé que se apartara, pero cuando sentí que su espalda también temblaba, sabía que no lo haría. El chico estaba llorando. 23

Y joder si no me rompió. ―Fratello, mírame ―le dije luchando contra mis propias lágrimas. Como siempre, mi hermano pequeño hizo lo que le pedí, siempre lo hacía. Austin mantuvo los ojos hacia abajo mientras me enfrentaba, sus manos permanecieron en mis hombros pero pude ver las lágrimas cayendo de sus ojos. Agarrando la parte de atrás de su cabeza, lo llevé de nuevo hasta mi pecho susurrando: —¡Joder! Te extrañe, muchacho. ―¿Lo giuri? ―preguntó Austin tembloroso, con la voz ahogada por mi camisa. Resoplé con una risa. ―Lo giuro. Retrocediendo, Austin me miró, sacudiendo la cabeza sin poder creerlo. ―¿Cómo... qué... Axe? ¿Cómo diablos saliste? ¿Cómo es que estás aquí? ―Buen comportamiento, Aust. El orgullo que brilló en sus mejillas sin afeitar casi me deshizo. Por qué siempre había tenido tanta fe en mí, no lo entendía. No lo merecía. No lo merecía a él… nada de esto. Austin lanzó su brazo alrededor de mi hombro y dijo:

—Siempre supe que podías hacerlo. Agachar la cabeza y enderezarte. Comenzó a guiarme hacia la casa y empujó su mano sobre mi cabello largo. ―¿Qué diablos te pasa con el cabello largo y la barba? Nunca te había visto con nada más que el cabello casi rapado. ―No lo sé. Solo que nunca me molesté en cortarlo. Austin se detuvo, y pude sentir su dura mirada. Finalmente levanté la vista y alcé una ceja. ―¿Qué? ―Solo que casi no te reconozco, eso es todo. Es como si fueras otra persona. Y… ―Sus ojos marrones se clavaron en mi mejilla izquierda y levanté la mano hacia donde mi Stidda, mi estrella negra tatuada, solía estar, la marca que le decía a todo el mundo que era un Heighter para toda la vida―. La cubriste… Aparté la mirada. ―Sí… ―contesté, no necesitaba más información. ―¿Por qué? ―presionó. ―Porque sí, muchacho. ―¿Por un crucifijo? ―preguntó, pero solo me encogí de hombros. Austin todavía me seguía mirando, pero no iba a entrar en detalles. ―Tú te quitaste la tuya ―dije con orgullo. 24

―Esa ya no es mi vida, Axe. Era hora de dejar pasar toda esa mierda. ―Asentí, entendiéndolo, y Austin lo tomó como una señal para movernos dentro de la casa. A medida que entrábamos por la puerta, pude sentir que Austin todavía me miraba como si pensara que desaparecería si no seguía vigilándome. Su brazo nunca dejó mi hombro. Austin tomó mi bolsa y la colocó en el suelo de mármol negro. Eché un vistazo alrededor y tuve que respirar a través de la inquietud que sentía al estar en tal lugar. Estaba acostumbrado a las delgadas paredes, techos de zinc, y ventanas de plástico de remolques o los suelos de piedra y puertas metálicas de las celdas, no las putas mansiones como en la que estaba ahora... una mansión que mi hermanito compró con su esfuerzo, por su propio talento. Era increíblemente surrealista. Austin me dio una palmada en la espalda y yo sacudí la cabeza. ―¿Qué? ―me preguntó mientras yo hacía un gesto hacia el gran pasillo y la sala de TV que parecía una puta sala de cine. ―Lo hiciste bien, muchacho. Austin agachó la mirada. ―Dije que lo haría. Te dije que tendría una casa a la que podrías venir y en la que podrías vivir también, cuando salieras.

Esa maldita garganta obstruida estaba de vuelta otra vez, y supe que Austin entendía que no pudiera hablar. ―¿Austin? ¿Cariño? ¿Quién estaba en la puerta? Una voz femenina llegó desde la derecha, por un pasillo que vi que llevaba a la cocina. Poco después, una chica pequeña, delgada y con el cabello negro apareció. Se me revolvió el estómago. Mierda. Lexi. ―¿Cariño? ―lo llamó otra vez, caminando con la cabeza gacha mientras secaba un vaso con un paño de cocina. Austin se tensó a mi lado. Cuando Lexi levantó la mirada, saltó, asustada de lo que le daba la bienvenida. ―Ax... ¿Axel...? ―susurró. Sus manos comenzaron a temblar tanto que el vaso que sostenía se cayó al suelo y se rompió en pedazos. ―Pix ―dijo Austin y pude oír la preocupación en su voz―. Mierda, Pix, ¿estás bien? Sus grandes ojos verdes fueron de mí a Austin mientras asentía, pero no pasó ni un maldito segundo antes de que volvieran a mí. Austin se detuvo delante de ella y acunó sus mejillas, obligándola a mirarlo. ―Pequeña, mírame. —Lo hizo―. ¿Estás bien?

25

Despacio asintió y Austin la envolvió en sus brazos como si la estuviera manteniendo a salvo. A salvo de mí. Sabía que ella tenía problemas. Joder, sabía que casi murió. Lev me lo había dicho cuando me llamó desde el hospital hace cinco años y me gritó por haberlos decepcionado a todos. Mi pulso palpitaba en mi cuello mientras veía cuanto me temía. ¡Joder! Estaba aterrada. ―Lexi ―saludé, pero mi voz fue áspera. Sus ojos verdes nunca dejaron los míos mientras Austin la abrazaba más fuerte. ―Axel ―respondió con voz temblorosa. No pude soportarlo. Dando un paso adelante, observé cómo se tensaba su cuerpo así que me detuve y levanté las manos. ―Mira, Lexi, quiero disculparme por la manera en que te traté. Fue muy malo. Fui un estúpido imbécil. ―Bajé la cabeza, sintiendo la tensión de Austin desde donde yo estaba parado―. Ya no soy ese tipo. Levantando de nuevo la cabeza, Lexi me observó en silencio durante un momento demasiado largo. Luego, finalmente, dejó escapar un largo suspiro, echándole un vistazo a Austin. ―¿Pix? ―preguntó Austin. Lexi levantó la mano y, con el pulgar, secó la humedad que todavía quedaba en las mejillas de Austin. Vi las lágrimas llenar sus ojos también.

Hundiendo los hombros derrotada, se volvió hacia mí y bajó la barbilla. ―Eso pertenece al pasado, Axel. Ninguno de nosotros se hallaba en un buen lugar en aquel entonces. Todos estábamos haciendo lo que pensábamos que teníamos que hacer para sobrevivir. Tiene que quedarse en el pasado. Sentí como si un enorme peso hubiera sido levantado de mis hombros. ―Pix ―susurró Austin, y pude oír el nivel de gratitud en su voz. Gratitud por dejar que su hermano ex convicto entrara en su casa, joder, que irrumpiera de nuevo en sus vidas. Austin abrazó a su esposa y no pude parar de mirarlos. Realmente nunca había visto cuánto amaba mi hermano a Lexi, o siquiera me importó una mierda cuánto ella, obviamente, lo adoraba también. Cuando ya estás arrastrado en el infierno, supongo que no piensas en cómo podría ser del otro lado. Pero mi hermano lo tenía. Lo tenía todo. Había salido de nuestro inmundo parque de casas rodantes y estaba viviendo el jodido sueño americano. ―¿Austin? ¿Lexi? ¿Han visto mis botas de fútbol? Necesito ir a entrenar. La voz grave sonó desde el piso de arriba y mi estómago se hundió. Mi corazón pareció haberse saltado un latido como si tuviera un maldito soplo en el corazón o alguna mierda así, porque sabía exactamente a quién pertenecía esa voz. ―¿Lex? ¿Has visto mis botas? 26

Los pasos sonaron arriba en el primer piso, y Austin y Lexi se miraron enseguida el uno al otro y luego a mí, con la misma expresión de preocupación en sus rostros. Justo entonces, un par de piernas comenzaron a bajar las escaleras, poco a poco revelando la alta y atlética estructura del cuerpo de mi hermano pequeño, Levi. Mis labios se abrieron cuando me di cuenta de que había crecido un montón, su cabello rubio oscuro se encontraba revuelto como si acabara de salir de la cama. Usaba un chándal azul marino y una camiseta con las letras "Huskies Fútbol Universidad de Washington" escritas en el pecho. Permaneció cabizbajo mientras buscaba en las escaleras sus botas, cuando comenzó levantar la mirada una sonrisa tímida tiraba de su boca. En un instante, sus ojos grises se abrieron, su sonrisa se convirtió en una mueca, apretó las manos en puños y su pecho comenzó a agitarse. Levi bajó las escaleras y Lexi lo encontró en el último escalón, moviendo su mano para agarrar su brazo. ―Levi… ―¿Qué demonios está haciendo aquí? ―dijo Levi fríamente con los dientes apretados y tiró de su brazo para liberarse. Austin se adelantó y le agarró el brazo. ―Lev... —¿Qué coño está haciendo él aquí?

Un enorme sentimiento indeseado se incrustó en mi pecho. Levi estaba jodidamente ardiendo de rabia. —¡Levi, diablos, cálmate! —le exigió Austin, pero Levi sacudió la cabeza con incredulidad. —¿Calmarme? ¿Calmarme, maldita sea? ¿Me estás tomando el pelo? —¡Es nuestro hermano, Lev! ¿Qué diablos te pasa? —gritó Austin, parado delante de Levi. Pero Levi no se calmaría. Levi empujó a Austin a un lado y dio un paso adelante, sus ojos encendidos con fuego, y espetó: —¿Qué coño estás haciendo aquí? ¿Por qué no sigues pudriéndote en esa celda donde deberías estar? Lexi se apresuró y tomó los brazos de Levi entre sus manos: —Levi, por favor… Pero los ojos de Levi siguieron fijos en los míos. El adolescente que había venido por esas escaleras buscando sus zapatos de futbol hacía un minuto, ahora cada milímetro de él parecía un verdadero Carrillo, cada milímetro como el ex miembro de la pandilla Heighter y como a la pequeña mierda que le había obligado a ser. Al ver el odio que ahora sentía por mí, cuando esos ojos color gris claro solían mirarme solo con el más absoluto respeto y amor, me destruyó. 27

—Levi, mírame —le presionó Lexi de nuevo, pero tomé inspiré profundamente y di un paso hacia adelante, enfrentando una vez más la mirada de mi hermano pequeño. —Lexi, está bien —dije. Su cabeza se volvió en mi dirección. Pude ver el pánico y la molestia en su expresión, pero le di un vistazo a Austin y asentí. Él me regresó el gesto. Estirándose, Austin tomó la mano de Lexi y la atrajo hacia él, susurrándole algo en su oído. Respirando profundamente, me volví hacia Levi: —Lev, sé que estás cabreado… —¿Cabreado? —espetó y se acercó aún más, sus nudillos blancos de lo tensos que sus puños estaban apretados—. Cabreado ni siquiera se acerca a lo que estoy sintiendo por el hecho de que estés aquí, en nuestra casa. —Lo vi tomar una respiración larga—. Se suponía que ibas a estar lejos durante otros cinco años. Se suponía que tú no ibas a venir aquí. —Se suponía que siempre iba a venir aquí, Lev. Una vez que saliera, está siempre iba a ser la casa de Axel… con nosotros —dijo Austin detrás de Levi, y Levi miró hacia atrás. Austin estiró el brazo y puso su mano en el hombro de Levi: —Es nuestro hermano, Levi. Estamos aquí para él pase lo que pase. Somos Carrillo.

Quería hablar, traté de hablar, pero sabía que si abría la boca, me derrumbaría como un cobarde. Austin, este chico siempre me cubría la espalda. Incluso ahora, después de haber cortado todo el contacto desde hace años, actuaba como que no tuviéramos nada excepto cosas buenas en nuestro pasado. La boca de Levi se apretó y una mirada de pura repulsión se estableció en su rostro. —Sí, ¿tenemos que estar ahí para él? —Trató de dar un paso hacia mí, pero la mano de Austin lo retuvo. Eso solo pareció cabrear más a Levi—. Dime, Austin. ¿Dónde estuvo nuestro hermano después de la sobredosis de Porter y huyó? ¿Dónde estuvo nuestro hermano cuando te dejó trabajar junto a Gio y sacrificaste tu título? ¿Dónde estuvo nuestro hermano cuando la mammá se estaba muriendo y casi perdimos a Pix? ¿Y dónde estuvo nuestro hermano cuando esparcimos las cenizas de la mammá en Florencia, el único lugar al que ella había llamado hogar? —Levi dijo la palabra “hermano” como si significara una mierda para él, como si yo significara mierda para él, y cada vez que me echó en cara mis pecados, esa mierda solo me mataba un poquito más en el interior. ¿Por qué diablos había regresado? ¿En qué diantres estaba pensando? —Nah, Aust —dijo Levi, mostrándome su labio curvado como si fuera un montón de mierda que acababa de pisar—. Él no es un hermano para nosotros. No es un Carrillo… Simplemente es un jodido perdedor ex convicto que no va a ninguna parte en la vida, y ha venido aquí para utilizar tu dinero y arruinarnos de nuevo también. 28

Con el rostro enrojecido, Levi golpeó la mano de Austin, camino hacia el armario debajo de las escaleras para recoger una bolsa de entrenamiento, y sin volver a mirar, caminó directamente hacia la puerta principal, dejando a Austin, Lexi y a mí estupefactos en silencio. Lexi pasó a Austin y corrió hacia la puerta: —¡Levi! ¡Espera! —Escuché su grito desde la calzada, pero el sonido de un auto alejándose en la grava la ahogó, y entró corriendo. —¡Austin! Tenemos que ir tras él. Austin pasó la mano por su rostro y negó: —Nah, Pix, déjalo. Necesita enfriarse. Viendo a Lexi limpiarse los ojos y a Austin claramente estresado, sacudí mi cabeza. No debería estar aquí. Caminando hacia la puerta, me dirigí afuera, agarrando mi bolsa del suelo. —¡Axe, espera! —gritó Austin, y me detuve a regañadientes con los hombros caídos. Solo quería largarme de una puta vez. Ya no era bienvenido aquí—. Axe, ¿qué estás haciendo? —preguntó Austin, poniéndose delante de mí y bloqueando mi camino. —Mira, muchacho, debí de llamar antes y decir que salí. No debí haber venido aquí y punto… solo pensé… mierda, no lo sé… no creí que…

—Pensaste que tus hermanos querrían verte. Manteniendo mis ojos en el suelo, asentí: —Sí, debí haberlo sabido mejor. Arruiné sus vidas, no te hablé durante años, después aparezco cinco años antes de lo que debería. Lo entiendo, chico, lo sé. Austin se apoderó de la correa de mi bolsa y la recogió del suelo, haciéndome levantar la vista. Iba a protestar, cuando levantó su mano y me interrumpió. —Conseguiste salir de la mierda, Axe —dijo con fuerza y le echó un vistazo a Lexi, quien le lanzó a él, después a mí, una sonrisa acuosa. Fijando sus ojos oscuros de nuevo en mí, agregó—: De la forma en que lo veo, saliste antes por hacer algo bueno. El Axe que conocía siempre tuvo algo bueno en él. Solo que nunca tomó buenas decisiones. Austin se colgó la bolsa al hombro y se dirigió a las escaleras, hablando mientras caminaba. »Pero el que vinieras aquí directamente de prisión me dice que finalmente, por primera vez en tu vida, piensas con claridad. Apartando el cabello largo de mi rostro, vi a Austin subir las escaleras: —Austin, puedo conseguir otro lugar para quedarme. Lev expresó sus sentimientos sobre mí condenadamente claro. No me quiera. No quiero estar donde no me quieren. 29

Austin se detuvo a medio paso pero mantuvo su enfoque directo. No dijo nada durante unos veinte segundos y el silencio fue jodidamente sofocante. —Te he extrañado, Axe —dijo finalmente. Un bulto obstruyó mi garganta cuando la voz de Austin se quebró, y mis ojos se llenaron de lágrimas. —Eres mi hermano mayor, Axe. Siempre fuimos tú y yo. Lev era demasiado pequeño para entenderlo, pero todo recayó en ti y en mí cuando éramos niños… te quiero. Eres de mi sangre. Y no quiero que vayas a ningún lugar sin mí otra vez. Apartando la mirada, incapaz de ver a Austin romperse, de repente sentí a Lexi junto a mí. Cuando levanté la mirada hacia las escaleras, Austin había desaparecido dejándonos solos a su esposa y a mí. —Él estaba destrozado cuando empezaste a rechazar sus solicitudes de visita hace unos años, nunca explicaste la razón del por qué… Giré mi cabeza a la derecha solo para ver a Lexi mirando fijamente detrás de Austin, antes de mirarme de nuevo. —Ha tenido mucho con lo que lidiar: la muerte de reclutamiento, mudarse a San Francisco. —Sus ojos se llenaron limpió sus mejillas—. Y yo… tuvo mucho con que lidiar rehabilitaba… mientras mejoraba, lo que no fue un camino fácil. descansando una mano en mi brazo.

tú madre, el de lágrimas y mientras me —Lexi sorbió,

»Todos los días habla de ti. Cada día se pregunta qué estás haciendo, si estás a salvo… si tu madre cuida de ti. —Lexi… —susurré, apagándome mientras la emoción se secaba en mi garganta. No podía manejar el imaginar a Austin haciéndose cargo de todo mientras me pudría en una maldita celda, incapaz de hacer una mierda sino desperdiciar mi vida. —Y ha estado contando los días hasta tu liberación para poder estar allí, en las puertas de la prisión, cuando salieras. No podía esperar para traerte a casa. Cerré los ojos brevemente e inhalé por la nariz: —Mierda, Lexi… pero Levi. —Todavía está tratando de superar la muerte de su madre. Es demasiado callado, no expresa sus sentimientos. —¿Sí? Bueno, no tuvo problema en lo que siente por mí lo suficientemente claro —repliqué. —Y esa es la razón de que el que estés aquí es una bendición. Mis cejas bajaron por la confusión, y Lexi se encogió de hombros: —Eso es lo más apasionado que he visto hacer a Levi desde que regresamos todos de Bama. Cinco años de guardarse todo dentro. Acabas de liberar algo en su interior. —Odio —dije, sintiendo la verdad de esas palabras en el fondo en mi pecho. 30

Lexi apretó mi mano y empezó a alejarse, solo para mirar hacia atrás y decir: —Amor. Solo el sentimiento de amor sacaría eso en Lev. Lo conozco lo suficiente para saber eso. Solo lastimas a los que amas. Creo que el que estés aquí lo obligará a enfrentar cosas que ha tratado de enterrar profundamente. Tenerte aquí lo hará enfrentarse a su dolor. Lexi se dirigió a la cocina de nuevo, y pregunté: —Oye, ¿Lexi? Se volvió y sonrió tristemente. —¿Por qué no me estás echando? —Agaché mi cabeza avergonzado—. Te amenacé, te asusté… mierda, quise callarte la boca. —El remordimiento, un remordimiento verdadero corrió a través de mí cuando me encontré con sus ojos—. Y tampoco hubiera dudado, si Aust no me hubiese detenido. Yo… yo lo habría hecho, Lexi. ¿Entiendes eso? Te habría lastimado para proteger a los Heighters. Lexi tragó saliva y pude ver un destello de puro miedo cruzar su rostro: —Lo sé, Axel. Recuerdo tus amenazas tanto como tú y recuerdo la intención en tus ojos mientras lo hacías. Pero estoy trabajando en ser más fuerte y el aferrarme al odio solo me mantendrá débil. —Su mirada se desvió a las escaleras de nuevo, en donde podía escuchar lo que sonaba como las puertas de un armario abiertas y cerradas—. Y Austin te quiere. Fruncí el ceño.

Lexi se dio cuenta. —Austin me pone a mí en primer lugar. Soy todo para él. Lo he sido durante mucho tiempo ahora. Él es mi protector y se niega a dejarme recaer o estar en cualquier clase de peligro. Me quedé mirándola en silencio y Lexi se ruborizó sonrojó. Pude ver en su rostro lo mucho que amaba a mi hermano. Me hizo sentir incómodo. Nunca había sido testigo de esa clase de amor antes y sabía al cien por cien que nunca podría ser tan importante para nadie mientras viviera. Lexi suspiró: —Axel, si Austin pensara que de alguna manera fueras un peligro para mí o para Levi, no estarías aquí en este momento. Mi Austin confía en ti, implícitamente, y porque sé que mi esposo nunca me dejaría caer, también confío en que has cambiado… confío en que el Axel que llevas incrustado profundamente dentro de ti, el que tiene el amor de Austin, finalmente se está abriendo camino hacia la superficie. Lexi rodeó el anillo de bodas en su dedo. Encontrando mi mirada, movió rápido su barbilla en dirección a las escaleras: —Será mejor que subas y le digas que te vas a quedar. Por los sonidos, ya ha desempacado por ti. Ha estado guardando tu habitación desde que nos mudamos. 31

Lexi desapareció en la cocina y me quedé en la puerta de entrada solo durante un rato. Sus palabras daban vueltas en mi cabeza y antes de siquiera darme cuenta, me dirigí hacia la larga escalera de caracol y llegué a un enorme pasillo con puertas que conducían en todas direcciones. Siguiendo el pasillo con el sonido de los cajones abriendo y cerrándose, no pude dejar de mirar las fotografías alineadas en las paredes: Austin cuando fue seleccionado, vestido con traje, sosteniendo su camiseta de los 49ers, después este último verano firmando aquí con los Seahawks. Levi graduándose de la secundaria, sin su stidda en su mejilla. Sentí una mezcla de remordimiento y orgullo ante eso. Avergonzado de que él se hubiera ganado una en primer lugar, pero orgulloso de que no fuera aquel chico ahora. Me acerqué más hacia la habitación, pero una foto al final, una más grande que todas las demás, paralizó mis pasos. Mammá. La Mammá, aproximadamente con la misma edad que Levi tenía ahora, cantando sobre un escenario en Verona. No sé cuánto tiempo me quedé allí, pero cuando mi barba estuvo húmeda con lágrimas y mis pies se hubieron vuelto insensibles, supe que había pasado mucho tiempo. La vergüenza llenó de pena mi estómago y casi caí de rodillas. Le había fallado a mi mammá. Ella me había pedido —no, rogado— que me enderezara, que salvara a mis hermanos. En cambio, los había condenado a la vida de pandilleros mientras ella estaba atrapada en su cama con su enfermedad,

incapaz de hacer nada al respecto. Ellos le habían disparado a gente, traficado con drogas… y yo los había aclamado todo el tiempo. —Es mi favorita —habló Austin detrás de mí, pero no me di la vuelta. No podía apartar la mirada del rostro sonriente de mi mammá. —Estaba guardada en un baúl que tenía bajo su cama. No sabía nada él. Esta, las fotos de nuestros abuelos que nunca conocimos. —Austin se detuvo junto a mí—. Fotos de nosotros cuando éramos niños… tantas malditas fotos. Continué sin decir nada. No podía. —Ella sabía que la amabas —dijo Austin en una voz ronca como si supiera lo que me mataba por dentro. No podía soportarlo más. No podía soportar más dolor… no podía hablar de mi mammá, mirándola tan joven y saludable, cuando mi último recuerdo de ella estaba enjaulado en su cuerpo roto en su pequeña cama de mierda. Así que limpié mis ojos y me volví hacia Austin. Él parecía igual de roto a como yo me sentía. Abrí la boca para hablar, cuando me interrumpió: —Te vas a quedar, Axe. No voy a permitir que te vayas. Lo único que pude hacer fue asentir.

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Suspirando profundamente, pasé mi brazo alrededor del cuello de Austin, y él me llevó al dormitorio más grande que había visto en mi vida. Solía sentirme claustrofóbico en una celda de metro ochenta por dos y medio. Esto era un sueño. —Todo está desempacado. —Gracias, muchacho —dije en voz baja mientras caminaba hacia la ventana, una ventana que daba a un lago tranquilo y silencioso. Podía sentir a Austin cerniéndose en la puerta, podía sentir su mirada en mi espalda: —Solo pregunta, Austin —le dije sin girarme. Escuché chirriar el parquet. —Solo… solo me pregunto cuáles son tus planes, ya sabes, ¿aquí en Seattle? Me reí en silencio para mí mismo. ¿Qué demonios diría si le dijera el verdadero motivo por el que estaba en Seattle? —Está todo arreglado, trabajaré en algún mercado de pescados de la zona costera. —Me encogí de hombros—. Las condiciones de mi libertad condicional. Empiezo mañana. Mi hermanito suspiró con alivio: —Estoy orgulloso de ti, Axe —dijo, y pude escuchar la sinceridad en su voz—. Todavía tengo tu viejo El Camino3 en mi garaje. Cuando me mudé, no

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Camino: Chevrolet Camino del 69

podía soportar la idea de deshacerme de él. Hice que lo afinaran, repintaran y lo volvieran a tapizar. Mi corazón se hundió al saber que había hecho eso con mi auto viejo. Un auto, que en mi época, probablemente cuidaba más que a mi familia. Cuando me volví para agradecérselo, se había ido. Mientras me quedaba mirando de nuevo por la ventana, capturé un vistazo de un estadio de fútbol Husky a lo lejos y pensé de nuevo en Levi… Él no es un hermano para nosotros. No es un Carrillo… Simplemente es un jodido perdedor ex convicto que no va a ninguna parte en la vida, y ha venido aquí para utilizar tu dinero y arruinarnos de nuevo también. No había ninguna jodida esperanza.

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Capítulo 5 Ally Una semana después...

L

impiando mi frente, me senté, mirando la última caja de madera que acababa de abrir. Almacenaba la última de las esculturas de Elpidio enviadas para la exhibición.

Contuve la respiración cuando retiré suavemente el envase de protección para revelar la única pieza de mármol que simplemente me devastaba cada vez que la veía en una revista o una imagen. Y que una vez volé unos cuantos kilómetros para verla de cerca. Mientras el embalaje de espuma dio paso lentamente a un suave mármol blanco, las lágrimas llenaron mis ojos. En realidad estaba viéndola en vivo de nuevo. Para serte sincera. En toda su perfección devastadora. 34

Mientras echaba un vistazo a mi reloj, vi que pasaban quince minutos de la medianoche. Había estado aquí todo el día, tratando de colocar las esculturas en la posición correcta para que la exhibición fuese fluida. El tema de la exhibición estaba resultando difícil de diseñar. Sentía que había un patrón, una historia natural para las esculturas, pero todavía tenía que descubrirla. No estaba segura de poder hacerlo sin alguna referencia del propio artista. Atrapando un movimiento por el rabillo de mi ojo, vi a Christoph, el guardia de seguridad de noche, haciendo sus rondas. Poniéndome de pie, Christoph saltó hacia atrás asustado. —¡Srta. Lucía, casi me dio un ataque al corazón! No la vi ahí abajo. —¡Lo siento! —le dije disculpándome—. Estoy tratando sacarle el embalaje a la pieza final para poder posicionarla correctamente mañana. Está hecha de mármol y es muy alta, así que… Christoph sonrió, y vino a ayudarme. En pocos minutos, removimos la caja de madera y el embalaje. A medida que la escultura fue revelada, ambos retrocedimos, y mi mano voló a mi boca ante la vista. Esta pieza era perfecta. Durante un rato, todo lo que pude hacer fue mirar… observar el ángel blanco de doble faz de metro ochenta de alto, con las manos extendidas como si estuviera suplicando. Ella sostenía una pila de cenizas negras en sus palmas. Sabía por mi investigación que lo que estaba viendo era la parte rota del ángel.

Sus alas estaban resquebrajadas y recortadas y su hermoso rostro estaba contorsionado por el dolor… no, agonía. Su cuerpo estaba curvado hacia adentro, casi como si estuviera luchando para mantenerse erguida. Lo que debería ser un hermoso vestido, estaba desgarrado y roto, manchado con parches de suciedad. Su cabello estaba revuelto y débil, colgando hasta la mitad de la espalda, y la mirada desolada en sus anormalmente ojos grandes… era inquietante. Rompió mi corazón. Era como si esta escultura tuviera alma, proyectando cada emoción que el artista sintió cuando laboriosamente talló cada curva y la expresión en el rostro del ángel. Podía sentir el dolor desesperante, la tortura interna del ángel roto corriendo a través de mi sangre. Ninguna imagen que hubiera visto antes le hacía justicia a esta pieza. Ser testigo de ella, realmente, era como recibir un regalo del cielo mismo. Tomando aliento profundamente, poco a poco moví mis pies y me dirigí hacia el otro lado, donde mis emociones tomaron el control por completo y las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

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Este ángel era increíblemente hermoso, en completo contraste con su alter ego. El cuerpo de este ángel estaba erguido, voluptuoso y saludable, envuelto en un prístino vestido de estilo romano. Su rostro sereno y sonriente estaba inclinado hacia el cielo, con su cabello largo y espeso cayendo hasta la cintura. Pude sentir la sensación del sol besando sus mejillas, la calidez que envolvía su cuerpo como un abrazo. Sus delicadas manos se encontraban levantadas como emprendiendo vuelo, sus alas de ángel extendidas. Las cenizas negras que su alter ego sostenía tan desesperadamente, en esta creación, estaban esparcidas en el suelo. Ella estaba liberándose. Mi corazón latía cada vez más rápido con cada minuto que pasaba. No sabía cuánto tiempo me quedé allí, cautiva de esta estatua. Sacudiéndome de mi trance, limpié mis ojos y reí por el alcance en que esta escultura me desgarraba. —Lo siento, Christoph, reconozco que me emociono a veces un poco con el trabajo de Elpidio… Miré alrededor de la escultura sin nombre, solo para ver la galería completamente vacía, los sonidos de mi risa resonando en el techo de cristal abovedado. Riendo de nuevo por la forma en que debí haber asustado a Christoph, me pasé las manos a través de mi coleta desordenada y di una palmada en mis mejillas. Necesitaba llegar a casa. El agotamiento me estaba volviendo loca. Con nostalgia, eché una última mirada a la escultura y me dirigí al baño para salpicar un poco de agua en mi rostro. Mientras miraba el reflejo del espejo del baño, mi corazón se aceleró por estar en este trabajo. Me encontraba completa y absolutamente cautivada por esta exhibición. Estaba convencida que ninguna otra exhibición que había organizado podría llegar a mi entusiasmo por esta. Estaba obsesionada con estas piezas. Más

que eso, no podía deshacerme de mis pensamientos sobre lo que el artista debió haber pasado en su vida para crearlos. Nada bueno, eso era seguro. Debido a esto, mi corazón se acongojaba por él. Contrólate, Ally, me regañé a mí misma e me moví para salir del baño e ir a casa. Justo cuando estaba a punto de salir del museo, me di cuenta que había olvidado mi bloc de notas. Tenía que trabajar en el diseño de piso cuando llegara a casa; todavía tenía que modificar el diseño. Nada de lo que había hecho hasta ahora había funcionado. Algo me faltaba, lo que nunca me había pasado. Girándome sobre mis talones, rápidamente regresé a la galería. Viendo mi bloc de notas apoyado en la parte superior de una caja vacía, corrí para recuperarlo, cuando por el rabillo de mi ojo, vi a un hombre en la galería, al lado de la pieza del ángel. Temerosa de lo que estaba haciendo aquí tan tarde por la noche, me moví con cautela hacia adelante para llamar a seguridad pero inmediatamente me detuve en seco. El hombre era alto, fornido y vestido completamente de negro: jeans negros, una camisa de manga larga negra, el cabello largo y castaño recogido en un moño bajo. Pero eso no fue lo que me hizo detenerme y mirarlo fijamente. El hombre estaba tan quieto como la noche mientras permanecía de pie con la escultura principal. Su mano se estiró y se posó sobre una de las alas extendida, su cabeza gacha ocultaba su rostro. Sus hombros temblaban, como si estuviera llorando. Como si estuviera llorando por el ángel. 36

No me podía mover, y mi pecho apretado se tensó cada vez más al ver a este gran hombre aparentemente descomponerse. Decidí hablar con Christoph, di un paso hacia adelante, pero el talón de mi bota hizo clic en el suelo de cemento pulido. Mis ojos se dirigieron bruscamente hacia el hombre, que ahora se había enderezado, ocultando su rostro con la gran escultura. La sala estaba en silencio, mientras ambos nos quedamos allí inmóviles, tan silenciosa que se podría oír un alfiler caer. —Esta es una galería privada —dije finalmente encontrando mi voz. Los hombros del hombre se tensaron. Estirando mi cabeza, traté de tener una mejor visión de él, pero pareció anticipar el movimiento y dio un paso alejándose de mi visión. —La galería está cerrada a los visitantes. Realmente no deberías estar aquí —añadí, nerviosamente. En un segundo, el hombre soltó la mano del ala rota de la escultura como si casi lo matara hacerlo. Con su cabeza firmemente hacia abajo, se dio la vuelta y salió corriendo de la galería. Mi corazón latía con fuerza cuando lo vi retirarse. ¿Qué demonios fue eso? ¿Por qué de repente siento como si estuviera de pie en el vacío, sin aire de mis pulmones? Y más concretamente, ¿por qué estaba aquí a estas horas de la noche, derrumbándose delante del ángel?

Sacudiéndome enérgicamente, aferré mi bloc de notas y bolso, y me dirigí hacia el mostrador de seguridad, donde Christoph estaba monitoreando las pantallas. —¿Christoph? —lo llamé, y miró hacia arriba. Suspiré y me incliné sobre el escritorio—. No puedes permitir que los estudiantes se cuelen en el museo después de la hora, especialmente en mi galería. Muchas personas quieren ver estas piezas de cerca y harán cualquier cosa para conseguir echarles un vistazo. Christoph frunció el ceño. —Le aseguro, Srta. Lucía, que ningún estudiante está escabulléndose o ha estado entrando. Cerré mis ojos un breve momento exasperada. —Christoph, lo hicieron hace un momento. Acabo de atrapar a un estudiante en la galería, y estaba tocando la escultura principal. ¿Y si se hubiera roto? Christoph se puso de pie y se apoyó en el mostrador de granito negro delante de mí, con la confusión aún grabada claramente en su rostro. Levantó el libro de registro y leyó los nombres de la página. —No, solo fueron ustedes dos los que han estado aquí hasta tan tarde. Estaba por discutir cuando sus palabras finalmente penetraron en mi cerebro. 37

—¿Nosotros dos? —pregunté, sin entender a quien se refería. Christoph comprobó la hoja de nuevo. —Sí, usted y el artista. Mi cabeza se sacudió bruscamente hacia el libro que sostenía. —¿El... Elpidio? —solté sorprendida. Algo parecido a mariposas revoloteó en mi estómago, y luché por hablar—: Elpidio, ¿el artista cuya exposición estoy organizando estaba aquí? Christoph me miró como si estuviera loca. Estaba empezando a preocuparme de eso también. —Sra. Lucía, Elpidio ha estado viniendo cada noche alrededor de esta hora para comprobar el progreso. Pensé que lo sabía. Vin Galanti lo estipuló antes de que ambos llegaran a Seattle. El bloc de notas en mi mano estaba temblando al ritmo de mi estremecimiento, y lo bajé. ¿Elpidio había estado viniendo todas las noches? Eso significaba… —¿Christoph, estaba vestido él de negro esta noche? ¿Tiene el cabello largo y oscuro? Christoph asintió.

—Siempre viste de negro. Nunca dice nada. —Christoph se inclinó hacia delante—. Es un artista del tipo melancólico y oscuro. Y, honestamente, asusta como el infierno. Es un tipo intimidante. —¡Oh, Dios mío...! —susurré. Acababa de verlo... Él estaba aquí... Había estado viniendo aquí y no lo había sabido... De repente, cubrí la mano de Christoph con la mía. —Christoph, ¿por dónde se ha ido Elpidio? —Por la puerta trasera hacia el estacionamiento del personal. Es donde estaciona cada noche. Inmediatamente comencé a correr hacia la puerta de salida del personal. Mientras hacía pivotar la puerta abierta y salir al frio de la noche, vi impotente como un auto deportivo negro se marchaba del estacionamiento y del museo acelerando. Permanecí allí dejando que la brisa fresca acariciara mi rostro enrojecido y calmara mi frenético corazón, apreté mis ojos cerrándolos. Pensé en él de pie junto a la escultura, con la cabeza baja, la espalda tensa y su mano agarrando el ala del ángel, como si su toque fuera lo único que le impidiera caer al suelo. Mi mirada siguió las luces desvaneciéndose de su auto y susurré en voz alta: —¿Qué ha sucedido en tu vida para destruirte tanto? 38

Capítulo 6 Ally

N

adie podía saber de este momento nunca. Este momento de auténtica locura, lo guardaré para mí.

Eso estaba bordeando lo ridículo. A pesar de todo, me encontraba en el baño del museo, aplicando brillo labial de un tono rosa pálido en mis labios, y cepillando mi cabello largo y oscuro hasta que cayó contra mi cintura. Iba vestida sencillamente con una camiseta gris con los hombros descubiertos y jeans negros ajustados que realzaba mi figura. Nunca me vestía bien para galería, demasiado polvo y desorden. Lo que llevaba puesto no era mucho más de lo que normalmente vestiría. Pero no había duda, que pasando media hora de la medianoche entre semana, normalmente no me estaría aplicando maquillaje por la remota posibilidad de que un artista solitario mostrara su rostro.

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Ese artista solitario que no podía sacar de mi cabeza. Ese artista solitario con el que soñé la pasada noche. Ese artista solitario que había estado llorando mientras se aferraba al ala rota de un ángel de mármol. Ese alto, robusto y hosco artista que había huido en el momento en que escuchó el sonido de mi voz. Era un manojo de nervios, simplemente pensando en cómo sería encontrarme con Elpidio en persona. Recé a todo los santos para que no fuera un capullo pedante. No quería que mi sueño de este hombre se destrozara. Comprobando una última vez de que me luciera bien, me dirigí de vuelta a la galería, mirando hacia la mesa de seguridad para ver si Christoph estaba allí. No estaba. Lo que probablemente significaba que Elpidio no apareció. Maldita sea. Anoche, al verme, debí de haberlo asustado. Si hubiera sabido que había estado viniendo por la noche, podría haberme presentado... podría finalmente haber conocido al hombre cuyo trabajo me había robado el corazón. Cabizbaja por la decepción, me acerqué lentamente a la galería y trasladé a un lado las cortinas oscuras, entrando en el espacio de trabajo privado. Bridgette, la directora del museo, había ordenador poner las cortinas esa misma tarde después de mis muchas quejas sobre los estudiantes de arte y los visitantes que trataban de disfrutar de una de las primeras muestras de la exhibición. Mientras las cortinas se cerraban detrás de mí, me sobresalté sorprendida cuando capté el movimiento adelante. Mis ojos recorrieron lentamente hacia arriba a un par de piernas vestidas con vaqueros negros, una cintura esculpida y el torso cubierto con una camisa de manga corta negra salpicada de lo que parecía polvo de mármol.

Mi corazón estaba en mi garganta mientras observaba atentamente los grandes brazos musculados, esculpidos y pronunciados bajo la piel olivácea extremadamente tatuada. Mi mirada se desvió al musculoso cuello tatuado, parcialmente cubierto por una desaliñada barba corta y largo cabello castaño hasta los hombros. Elpidio... Tuve que parpadear para creer que el hombre con el que había querido reunirme durante años estaba realmente justo delante de mí. Olvidé cómo respirar. Olvide cómo hablar, moverme, o cualquier otra cosa que cualquier ser humano haría naturalmente. Elpidio agachó la cabeza, evitando mi mirada, pero estaba segura que sabía que yo estaba aquí. Cada milímetro de su cuerpo estaba tenso, como si estuviera listo para saltar. Mi voz no funcionó correctamente mientras observaba su ancho pecho subir y bajar. Después, con deliberada lentitud, exhaló con dureza por la nariz y levantó la cabeza. Casi me tambaleé hacia atrás. Era... misterioso. No había ningún otro adjetivo que se me ocurriese para hacerle justicia. Misterioso, intensamente tatuado, y absolutamente poco convencional... hermoso. Elpidio era tan inspirador para mirar como sus esculturas, y cuando sus ojos casi negros perforaron los míos, solté un suspiro tembloroso reprimido. Pensé que mis piernas cederían cuando vi esos curiosos, iris de color ónice vagar por todo mi cuerpo. Temblaba bajo su escrutinio, con las rodillas débiles y el corazón revoloteando. 40

Italiano, pensé. Austin había estado en lo cierto. Elpidio definitivamente parecía italiano. Se sintió como si los minutos pasaran en silencio mientras estuvimos inmóviles, sin saber qué decir. Tratando de salvar un mínimo de profesionalidad, salí de mi estupor y di un paso hacia adelante, tímidamente tendiéndole mi mano. ―Hola... ―dije con voz quebrada. La mirada severa nunca ni una sola vez se desvió de la mía, con sus ojos oscuros, punzantes. ―Soy Aliyana. ¿Usted... usted debe ser Elpidio? En un segundo, fui testigo de la palidez que se propagaba por sus mejillas y sus ojos cayeron al suelo, con el cabello castaño largo hasta los hombros cayendo para ocultar su rostro. Estaba protegiendo su anonimato. Vin me había dicho lo incómodo que era con cualquier aclamación o reconocimiento. Su mentor claramente no estaba mintiendo. ―Está bien. ―Me apresure a decir―. Soy la conservadora de la exposición. Tu presencia aquí se queda conmigo. Estoy éticamente obligada a proteger tu anonimato si así lo deseas. Los hombros de Elpidio parecieron relajarse un poco, y suspirando a regañadientes, pasó hacia atrás su cabello largo despejando su rostro y levantó la cabeza.

Esta vez pude verle más claramente. Era toscamente atractivo, y en la mejilla izquierda, llevaba el tatuaje de un crucifijo negro justo debajo de su ojo. Él simplemente gritaba peligro. Tenía los ojos desconcertantemente evaluadores como si no confiase en mí, o en alguien más en realidad. De repente, Elpidio se adelantó y estrechó su mano con la mía. Cuando nuestras manos se tocaron, me quedé sin aliento, ligeramente jadeé ante el calor de su abrasadora palma. Se me había olvidado que había estado sosteniendo mi mano para saludarlo, demasiado prendada de su aspecto y temperamento silencioso. ―Aliyana ―dijo con voz ronca. Mi corazón dio un vuelco al oír su acento ronco. ―Elpidio ―respondí nerviosa―. No te puedo decir lo feliz que estoy de conocerte por fin ―dije sin aliento. Su boca se apretó, como si mi entusiasmo se perdiera en el o lo irritase. No lo podría decidir. Aclarando mi garganta, me soltó e hice un gesto hacia la exposición en vías de desarrollo. ―¿Qué piensas? ―le pregunté nerviosamente, temblando sutilmente en mi voz. Me posicioné a su lado para hacer frente a la galería―. Soy una admiradora entusiasta de tu trabajo, así que esto es realmente un sueño hecho realidad para mí, diseñar esta exposición.

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Elpidio permaneció en silencio, así que me volví hacia él, y sus ojos oscuros se estrecharon como en desagrado mientras nuestras miradas chocaron. Una oleada de calor se extendió por todo mi cuerpo bajo su pesada atención. Podía sentir mis mejillas ardiendo. ―¿Pasa algo malo? ―le pregunté, enhebrando nerviosamente mis dedos por mi largo cabello. La expresión de Elpidio se quedó en blanco, el mayor estrechamiento de sus ojos fue el único cambio en su mirada. Elpidio volvió la mirada hacia la extensión de la galería y lentamente inclinó la cabeza, estudiadamente escudriñando algo delante de nosotros. Reflejando su postura, traté de seguir su mirada y ver lo que estaba mirando. Elpidio me miró de nuevo, y por un momento, sentí que lo había visto antes. Esa fracción de segundos vislumbrando sus ojos oscuros revelaron una familiaridad en su rostro. Pero entonces el momento se fue tan rápido como llegó y caminó hacia adelante. Elpidio se detuvo ante su escultura de un hombre inclinado con la cabeza apoyada en sus manos, las piernas metidas en el pecho... y trágicamente, cada centímetro de su cuerpo perforado con cuchillos de mármol pintados de negro, los cuchillos agrietando el mármol carrara blanco como si estuviera siendo desgarrado por las cuchillas. ―¿Elpidio? ―pregunté, y me miró. ―Elpi ―dijo con frialdad, y un escalofrío recorrió mi espina dorsal con su tono dominante.

―Elpi... está bien ―susurré en respuesta. La forma en que se quedó mirando mis labios un poco demasiado largo, me aturdió. Extendiendo su mano, pasó sus callosos dedos tatuados a largo de la curva de la espalda de la escultura y miró a un espacio vacío en la esquina de la habitación. Lo vi examinar de cerca sus piezas con cuidado preciso. Elpidio de repente se levantó y señaló hacia el rincón más alejado. ―Esto debería ir allí. Mi corazón se aceleró por la emoción mientras me movía para reunirme con él, inclinándome por encima del hombro para ver el lugar exacto al que estaba apuntando. Mientras estaba allí respirando suavemente, sentí su cuerpo tensarse en nuestra cercanía. En esta cercanía, olía ligeramente a humo de cigarrillo y al almizcle de cedro con roble de su colonia. Olía bien... demasiado bien. Tan bien, que estaba sobrepasando los límites de mi conducta profesional. Los fuertes músculos y tendones en los brazos de Elpidio se tensaron. Se pasó la mano por el cabello una vez más. Supuse que lo hacía cuando se sentía nervioso. ―¿Hay alguna razón en particular para que quieras la pieza en esa esquina? ―le pregunté. 42

Elpidio inclinó la cabeza hacia atrás y miró hacia el techo abovedado de cristal. Hice lo mismo, frunciendo el ceño confundida. ―El sol pasa a través del techo durante la mayor parte del día. Si lo movemos en ángulo justo a la derecha, los rayos atravesarán la escultura y reflejan los cuchillos en el suelo, justo como había planeado. Cuanto más hablaba, más me recogí en la devastación del profundo timbre de Elpidio. Al final de su explicación, me di cuenta de que ya no estaba mirando al techo abovedado, sino a él y a la expresión de profunda tristeza grabada en su rostro. Por un breve momento, Elpidio cerró sus ojos y pude sentir la tristeza fluyendo de él. En un instante, mi corazón se rompió por él. No tenía ni idea de por qué, pero definitivamente parecía estar sufriendo. Los Segundos pasaron en silencio, sin embargo, no podía dejar de mirar su rostro. Este misterioso escultor era más intrigante en persona de lo que jamás podría haber imaginado. Intrigante pero problemático... intimidante... un hombre de quien todos mis instintos me decían que me mantuviese al margen. Como no quería entrometerme en lo que pareció un momento personal, me obligué a centrarme en la escultura. ―¿Estás de acuerdo? ―Elpidio finalmente preguntó. ―Me encanta ―dije en voz baja y me moví bajo la luna plena y toda su luz que estaba a la vista. Mientras miraba las sombras proyectadas en el suelo, con los ojos como platos.

Mi atención volvió a Elpidio, que estaba de pie con los voluminosos brazos cruzados sobre el pecho. Su dura mirada se centró en mí. —Estoy de acuerdo con lo que quieras, pero... —Me callé, inclinándome más para comprobar que estaba en lo cierto. Elpidio se tensó. —¿Qué? —espetó. Retrocedí un poco ante su agudeza. Él suspiró, sus mejillas se ruborizaron de un tono rojo mientras se mecía inseguro sobre sus pies. Era como si estuviera inseguro, como si no estuviera acostumbrado a tener a alguien hablando de su arte a nivel personal con él... como si estuviera completamente fuera de su zona de confort. Pero eso no podía ser cierto. Aunque esta era su primera exhibición, seguramente debería estar acostumbrado a tener gente discutiendo sobre su arte, tanto académica como públicamente. Había estado esculpiendo durante un par de años. Suspirando, me enderecé. —Bueno, con los rayos del sol brillando, parecerá como si estuviera sangrando. Elpidio estiró el cuello hacia la escultura, pero no se movió. 43

—Ven aquí y mira —insté, y de mala gana, Elpidio se movió a mi lado y se agachó, cuidadoso de que nuestros cuerpos no se tocaran. Supe el instante en el que vio a lo que me refería, cuando una exhalación tranquila escapó de sus labios. Elpidio se pasó la mano por el rostro. —Eso parece —concordó con una voz ronca. —¿Encaja ese efecto de sangrado en lo que originalmente inspiró la pieza? No queremos cambiar su significado a lo que representa —le pregunté. Elpidio no había nombrado a ninguna de sus obras maestras, ni aportado antecedentes sobre lo que inspiraban, lo que el arte estaba destinado a retratar. Como escultor, su concepción podría sólo alguna vez se explica por una persona, él. Pero como la conservadora, el no saber nada acerca de los antecedentes de las esculturas hacia que fuera una pesadilla acomodarlas en una presentación. —Totalmente —respondió sin aliento. Pareciendo totalmente desconcertado, Elpidio se sentó en el suelo, contento al ver la luz proyectada de la luna crear sombras que parecían riachuelos negros arrastrándose a lo largo de la continuación de hormigón. Cayendo de rodillas junto a él, esperé a que hablara. Estaba acostumbrada a los artistas que tenían métodos no convencionales al exhibir su trabajo, pero Elpidio parecía estar completamente perdido con este proceso. Inclinándome hacia adelante, tracé una larga sombra negra en el suelo de hormigón pulido con mi dedo para obtener algún tipo de compostura. Cuando levanté la vista, Elpidio estaba mirándome. Su mirada era un toque más suave que antes y su expresión era cálida.

—Lo siento —le dije rápidamente—. Sé que puedo dejarme llevar por momentos. Tu trabajo... —suspiré y me sonrojé avergonzada— me vuelve algo loca. —Farfullé con una risa nerviosa y volví a trazar las sombras cerca de mis rodillas. Elpidio no habló durante unos segundos, pero luego preguntó: —¿Por qué crees que está sangrando? —Sorprendida, lo miré. Elpidio hizo un gesto con la barbilla a la estatua de mármol del hombre ante nosotros. —¿Por qué creo que está sangrando? —pregunté, confusa. Asintió secamente. Mientras estudiaba la escultura, su forma inclinada como en agonía, le dije: —¿Por dolor? ¿Sangre? ¿Rechazo? Los ojos de Elpidio estaban desenfocados, perdidos en la concentración. —¿Estoy en lo cierto? ¿Es dolor? ¿Sangre? ¿Algo más? Los ojos de Elpidio abruptamente se encontraron con los míos. —Culpa. Culpa... Miré la escultura de nuevo, esta vez con nuevos ojos. Ahora sentía la culpa. Cada daga, un pecado que el hombre no debería haber cometido... el hombre de mármol se estaba rompiendo en pedazos por su culpabilidad. 44

—Tú... ¿alguna vez sentiste culpa de esa manera, Aliyana? Mi corazón se agitó ante la manera en que Elpidio pronunció mi nombre, su lengua envolviéndose alrededor de la pronunciación del español perfectamente. Cuando encontré sus ojos, su mirada me imploró que respondiera a su pregunta. Tristemente negué. No llevaba nada cerca del nivel de culpabilidad retratada en esta pieza. De hecho, dudaba que muchos lo hicieran. Con los dientes apretados, Elpidio repentinamente se puso de pie y corrió hacia la salida. —¿Te vas? —pregunté, mi voz mezclada con decepción. Elpidio se detuvo en seco. —Sí —refunfuñó. Su voz estaba rota, pero no creí que fuera de enojo, sino más bien de pena. Sentí lo mucho que quería irse. Sus manos se apretaron en puños a sus costados y su ancha espalda musculosa estaba imposiblemente tensa bajo la fina tela de su camisa. No quería que se fuera. Quería que me explicara cada pieza como lo hizo con el hombre destrozado por las dagas. Quería ver el mundo que había creado a través de sus ojos. Quería hablar con el hombre cuyo trabajo apreciaba más que cualquier colección que hubiese estudiado o visto. Quería que explicara su viaje de la vida, para así poder crear la exposición que un genio como él merecía. Y si era honesta conmigo misma, quería llegar a conocerlo también.

—Por favor —le susurré desesperadamente y Elpidio con cautela volvió hacia mí. La expresión que llevaba no era acogedora. De hecho, sólo podría ser descrita como francamente amenazante. Pero yo tenía una insaciable necesidad de saber más. No conocía a Elpidio, en absoluto. Pero algo dentro de mí quería que le ayudara a sanar. Una cosa era cierta. Conocía su trabajo. Había tenido una visión del hombre de verdad a través de cada curva de sus creaciones de mármol. Él podía esconderse detrás de los tatuajes y cabello largo, pero no podía ocultar lo que aparecía a simple vista. Sus esculturas le gritaban al mundo que él era imperfecto. —Nunca pones nombres a tu trabajo —dije mientras los ojos de Elpidio se tensaron con agitación manifiesta. Di un paso hacia adelante, mirando nerviosamente a través de mis largas pestañas—. Tu trabajo... nunca les das títulos. Elpidio se encogió de hombros, pero ese atisbo de inseguridad, o ¿era la reticencia?, que había visto antes, apareció de nuevo en su rostro. Di un paso adelante de nuevo. Él no dio marcha atrás a medida que nos quedamos cara a cara. Me temblaban las manos. Era tan maravillosamente fascinante... la piel latina, esos tatuajes faciales prohibidos, la espesa capa de tinta que cubría al verdadero hombre que yacía debajo. 45

—¿Por qué? —le pregunté—. ¿Por qué dejar tus hermosas piezas sin nombre? Nombrarlas les da vida. Un bautismo de su creación, por así decirlo. Me miró. Tragué saliva, temblando. Pero Elpidio, esta vez, se inclinó adelante hacia mí, y un escalofrío me recorrió la columna vertebral en previsión de lo que iba a hacer. —Ponerles nombre las hace jodidamente demasiado reales —susurró, su aliento caliente recorriendo mi rostro. —No entiendo… —Empecé a discutir, pero Elpidio me cortó con su expresión severa. —Joder, no merezco todo esto. Me merezco nada de esta mierda... créeme... nunca quise esto... pero lo obtuve de todas las malditas maneras. Aspiré entrecortadamente mientras su gran cuerpo se alzaba sobre mí. Mis ojos revolotearon para encontrarse con los suyos. Sus ojos casi color ébano se encendieron con fulgor. —Eso no es cierto —le susurré. Su obra, más que la de nadie, merecía estar en la exhibición. La gente debía ver a sus obras de arte. —No me conoces, chica —estuvo en desacuerdo con los dientes apretados. —Conozco tu trabajo —repliqué, mi corazón rompiéndose un poco ante el aumento de su agresión y su uso condescendiente de la palabra "chica"—. Más que nadie, conozco tu trabajo...

Elpidio me miró con tanta atención que pensé que podría derrumbarme bajo el peso de su mirada. Entonces, para mi total sorpresa, dejó caer su ceño fruncido y sus ojos con la derrota. Su mano se acercó y tomó un mechón de mi cabello largo entre su índice y su pulgar, frotándolos, antes de que su mirada se fijara en la mía. El aire parecía tan espeso como la niebla más densa rodeándonos, hasta que Elpidio dejó caer mi cabello como si fuera una llama. Una expresión de sorpresa incrédula se estableció claramente en su rostro, como si estuviera sorprendido de haberme tocado. Rápidamente se dio la vuelta. Esta vez supe que se iba, a pesar de mi protesta. Cuando abrió las pesadas cortinas, le pregunté: —¿Los títulos...? El puño de Elpidio se envolvió alrededor de la tela negra y su cabeza cayó. —¿De verdad los necesitas tanto? —preguntó brevemente. Un destello de esperanza se desató en mi pecho. —Me ayudarían... inmensamente. A la gente le gusta poner un nombre a una escultura, y les encanta si hay alguna explicación detrás de su creación. A la prensa le gusta también, por lo que pueden hacer referencia a su pieza favorita en sus críticas. Ya he tenido solicitudes de que algunos de los principales pesos pesados de la industria. 46

—A la mierda —siseó entre dientes, pero lo oí. Esperé en vilo por su respuesta, cada parte de mí temblaba por nuestro extraño encuentro, cuando por fin dejó caer sus hombros—. Bien, como quieras. —Gracias —le contesté, con mi estómago arremolinándose con mariposas. Elpidio corrió las cortinas. —Voy a venir alrededor de esta misma hora mañana por la noche. —Está bien —le contesté, calor infundiendo mi sangre ante la idea de trabajar con él de nuevo. Justo cuando se volvió para irse, rápidamente pregunté: —¿Elpidio? Se detuvo, pero no se volvió. —¿Hay alguna posibilidad de que seas de Bama? —Sus hombros se tensaron—. Sólo te pregunto porque soy de Birmingham, y reconocí tu acento también. Dudó.

—De Mobile4 —respondió a regañadientes tranquilamente. Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios al pensar que éramos del mismo estado, cuando añadió—: Es Elpi. Elpi —subrayó. —Está bien —susurré, queriendo decir más. Pero entonces Elpi salió rápidamente a través de las cortinas abiertas, dejándome al lado de la escultura que acabábamos discutir. Cuando me senté bajo el resplandor de la luz plateada de la luna, solté un suspiro prolongado y un escalofrío de compresión me envolvió. Elpidio, Elpi, es este hombre dolido y herido tirado en el suelo, el hombre sangrando su culpa...

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Mobile: Ciudad del suroeste de Alabama en la desembocadura del río Mobile, con cerca de 61 kilómetros de largo, en la orilla norte de la bahía de Mobile.

Capítulo 7 Axel

—T

ú no me conoces, chica. —Conozco tu trabajo. —Los ojos españoles de Aliyana estallaron con convicción—. Más que nadie, conozco tu trabajo...

Mientras rodeo la inmaculada losa de mármol delante de mí, con mi pecho desnudo y sudoroso por el entrenamiento reciente, las palabras de la conservadora se mantenían dando vueltas en mi cabeza. —Conozco tu trabajo... Más que nadie, conozco tu trabajo..." Aliyana. La maldita Aliyana Lucía por meterse en mi puta cabeza. Desde el momento en que la había vi hace dos noches en la galería, atrapándome junto al ángel de mármol, me había sorprendido dejándome jodidamente estupefacto. 48

Nunca había visto a ninguna chica parecida a ella. Nunca había visto a nadie con ojos tan brillantes, el cabello tan oscuro, o una sonrisa tan jodidamente cegadora. En el pasado, había conseguido un coño siempre que había querido. Un montón de putas italianas cerca del parque de caravanas dispuestas para hundirse en un coño mojado rápidamente. Pero nunca tuve a una chica de su porte dándome ni un poco de atención. Joder, apenas he visto a una mujer en cinco años, y mucho menos tener sexo... Por lo que ella es la primera que me hace caso, dándome cuenta con sus palabras que pensaba que era la cosa más grande del mundo. Entonces anoche, Aliyana esperó a que apareciera. A mí. Apenas podía ocupar mi jodida cabeza en ese hecho. Debería haberme mantenido al margen. Nunca quise a nadie involucrado con esta exposición de mierda, y mucho menos saber cómo me verían. Pero la morbosa curiosidad de cómo podría lucir mi exhibición me atrajo de nuevo a esa jodida galería, noche tras noche... curiosidad por ver las esculturas que había pasado meses creando, esculturas que no había visto en mucho tiempo... y allí estaba ella, mirándome con su jodido rostro impresionante, toda emocionada por conocer al maldito Elpidio. Elpidio, un artista ficticio. Elpidio, el escultor del que el jodido mundo remilgado del arte se había enamorado. Pero nadie, nadie "excepto Vin" sabía que Elpidio en realidad era Axel Carillo. Un jodido ex convicto de un parque de caravanas. Y ningún hijo de puta tenía tiempo para él. Axel Carillo, un ex convicto de treinta años, que consiguió una reducción de pena por vender a un proveedor de drogas a los federales. Axel Carillo, él una vez famoso segundo al mando de los Heighters, el miembro más duro y brutal de esa

pandilla, una vez famoso de poseer ese pedazo de territorio. Y Axel Carillo, el maldito hombre que rompió el corazón de su mammá moribunda y llevó a los dos mejores hermanos que un chico podría pedir a la ruina. Axel Carillo merecía vivir en la miseria de mierda por lo que había hecho. Axel Carillo merecía ser tratado como escoria. Axel Carillo no merecía otra oportunidad en la vida. No, Aliyana Lucía puede pensar que el sol brillaba a través del culo de Elpidio, pero mis hermanos conocían el verdadero yo. Sabían quién era realmente en el fondo. Mierda, la forma en que Levi me trataba cada vez que me veía me lo decía. Hace sólo dos horas él me había demostrado lo mucho que no me podía soportar, y no contuvo sus palabras mientras lo hacía...

*** Sentado en la mesa del desayuno, me bebí mi café negro, como lo hacía todos los días, mientras Lexi cocinaba en los fogones, con los brazos de Austin envueltos alrededor de su cintura. A ellos no les importa una mierda que estuviera aquí, o al menos Austin no. Allí estaba con sus labios besando a lo largo del cuello de Lexi. Por mucho que no quisiera ver a mi hermano pequeño babeando sobre su delgada mujer, me encantó verlo tan feliz. 49

En ese momento, Lexi volvió la cabeza hacia mí e inmediatamente se sonrojó. Austin siguió su mirada y se echó a reír cuando vio lo que tenía a su mujercita tan avergonzada. —Eres malditamente linda, Pix —dijo Austin y presionando un beso en la mejilla de Lexi, se sentó frente a mí, después. Lexi sirvió sus huevos y se sentó junto a su marido, poco a poco levantando su tenedor para cortar su comida. Mantuvo los ojos bajos mientras masticaba metódicamente cada bocado de huevos. Atrapé a Austin mirando hacia ella de vez en cuando, con la mano de descendiendo por su pierna. Durante un minuto, se me encogió el estómago al pensar en lo mucho que a mi mammá le hubiera gustado haber visto a su orgullo y alegría así de feliz. Ella jodidamente habría adorado a Lexi. Habría sido la hija que mamma nunca tuvo. Ese único pensamiento de mi mammá, me tenía con los ojos cerrados y a mi garganta luchando contra un enorme bulto. —¿Estás bien, Axe? —preguntó Austin. Mis ojos se abrieron de golpe, y pude ver sus cejas juntas mientras me miraba. —Sí —le contesté con voz ronca, tosiendo y cambiando de posición en mi asiento. Austin me miró con escepticismo, pero no me presionó. —Entonces —dijo Austin, levantándose de la mesa para darnos más café. Mientras llenó mi taza y se sentó de nuevo, esperé a ver qué quería decirme—. Has

estado trabajando largas horas en realidad en ese mercado. Parece que todo el maldito tiempo. Como siempre mi corazón latía con fuerza cuando Austin sacaba a colación mi cubierta. Jodidamente odiaba mentirles a todos, pero no podía decirles lo que realmente estaba haciendo en Seattle. —Tomando más turnos. Trabajando tanto como puedo —murmuré vagamente. —¿Durante la noche? —Austin cuestionó. —Un tipo con el que trabajo tiene un lugar cerca. A veces me quedo allí. Pero tomo turnos de noche también. —¿Un tipo con el que trabajas? —Austin sondeó y Lexi miró hacia arriba, con preocupación en sus ojos. Austin se movió en su asiento—. ¿Un ex convicto? Mis ojos se estrecharon sobre mi hermano pequeño. —¿Y si él lo es? —le pregunté—. Yo lo soy, Aust. Austin abrió la boca para responder, cuando otra voz cortó en su lugar. —Por supuesto que lo es, Aust. Axe solamente pasa el tiempo con putos perdedores. ¿Recuerdas a Gio? Era maestro titiritero de Axel allá en Bama, ¿no? Cerré los ojos un instante y traté de respirar a través de la diatriba de Lev que se aproximaba. Las lanzaba a diario, sus palabras tratando de fustigarme cada puta vez. 50

—Probablemente no están trabajando hasta tan tarde. Probablemente regresó a vender coca. La única cosa en la que él era bueno. Un empresario de la coca. Cada parte de mí se quedó inmóvil ante la mención del tráfico de drogas, y me volví para mirar a Levi, que estaba apoyado contra la encimera de granito, haciendo un batido de proteínas. Mi hermanito estaba disparando dagas hacia mí con sus ojos grises. Había sido así desde que llegué. La mayoría de los días me ignoraba, el resto del tiempo trataba de derribarme, tratando de hacerme sentir como el puto perdedor que todos creían que era. Los primeros días, soporte su mierda, tratando de calmar la ira. Sin embargo, recientemente, había estado quedándome en mi estudio más veces. Vin puso una cama para mí ahí. No quería estar aquí, donde no me querían. No quería joder la vida de Lev más de lo que ya lo había hecho. —¡Levi, detente! —dijo Lexi con cansancio, pero levanté mi mano para detenerla. Cerré la mirada con mi fratellino. —Lo creas o no, chico, ya no estoy en esa mierda. Una sonrisa se extendió sobre la boca de Levi. —¿Sí, Axe? ¿Estás reformado ahora?

—Sí, Lev, lo estoy. Sólo trato de seguir adelante con mi vida. Levi agarró la coctelera en su mano y dio un paso adelante, con el rostro de un radiante rojo. —Sabes, solía creer que Dios cuida de la gente buena, pero viéndote sentado aquí en esta casa después de todo lo que le hiciste a Aust, a Lex y a mí, simplemente no se siente bien. —Lev se inclinó hacia adelante, y por unos minutos, pensé que el chico iba a intentar golpearme, pero se retiró en el último momento—. Has matado a personas, Axe, por nada más que territorio. Hiciste que Austin y yo disparáramos a chicos de los King, y lo que me pone más enojado que nada es que Mamma está muerta. Mamma, la mejor mujer que jamás haya existido, jodidamente murió mientras tú vives. ¡Tú! Mi pecho se apretó mientras veía las lágrimas llenar los ojos de Lev. No quería hacer nada más que levantarme y jodidamente llevarlo a mi pecho y decirle que lo sentía. Pero de ninguna manera iba a dejarme hacer eso. —Lev, será mejor que cierres la boca en este maldito instante. —Austin advirtió. Lev lanzó sus ojos hacia Austin, a continuación, se centró de nuevo en mí. —Está bien, Aust. Déjalo que diga lo que quiera. Obviamente, quiere sacarlo de su pecho —le dije con frialdad, lo que sólo sirvió enojar más a Lev. —Axel, nadie merece que le hablen así —dijo Lexi en voz baja, y fue la única vez en toda esta actuación que vi a Lev perder su duro acto de matón. Sin romper la mirada de Levi, giré la cabeza hacia Lexi. 51

—Que diga lo que quiera decir, Lexi. Se veía venir desde hace mucho tiempo. Los ojos grises de Levi se encendieron con fuego, y estaba seguro que si tuviera un arma, me habría disparado en la cabeza. Se inclinó más. —Trabaja en tu mercado de pescado de mierda, Axe. Pero sabes que nada de lo que hagas nunca hará que te perdone. No eres más que basura. Levi salió de la casa, y me senté a la mesa, sin soltar mi café, la taza casi agrietándose bajo mi puño apretado. —Axe, joder, no debería haber dicho eso de Mamma… —Austin trató de decir, pero lo interrumpí, lavé mi taza en el fregadero, y la coloqué en el escurridor. Cerré los ojos e inhalando, para luchar de nuevo contra la devastación que me atravesaba, le dije: —Él tiene razón, Aust. Todo lo que dijo fue correcto. —Levanté la mirada para ver a Austin y Lexi mirándome con ojos comprensivos. No quería ninguna jodida lastima. Sólo me molestó más. No era un maldito caso de caridad. Saliendo del mostrador, camine más allá de mi hermano y su esposa, pero no antes de decir: —Si pudiera cambiar de lugar con la Mamma, lo haría en un sin pensarlo. Merezco estar muerto. Nunca he hecho nada bueno en toda mi vida. Lev tiene razón. Soy basura.

*** Sintiendo el frío metal del martillo en mis manos, comencé a golpear los grandes trozos de mármol Pavonazzo veteado gris que no era necesario en esta escultura. Con cada golpe sentí cada una de las palabras de Levi golpeando mi pecho como si me estuviera desgarrando. ¿Qué demonios le he hecho a ese niño? Mierda lo había destruido, eso es lo que hice. Yo, el hombre que estaba destinado para protegerlo, lo había jodidamente destruido. El polvo de mármol nubló la habitación. Mirando los restos de arcilla que había creado como una plantilla para la escultura, tomé mi martillo y golpeé directamente a través del centro, dos piezas de arcilla se estrellaron contra el suelo. El martillo colgaba a mi lado. Jadeaba por el esfuerzo, los músculos de mis brazos palpitaban con el peso de la herramienta. Permanecí inmóvil, mirando fijamente el mármol. Antes de darme cuenta, había recogido mi cincel puntiagudo y comencé a esculpir un nuevo esquema. Una determinada imagen se abrió paso en mi mente, dándole vida con mis manos. Trabajé como un hombre enloquecido. Horas y horas pasaron mientras esculpía en el mármol, finalmente tomando la forma definida. 52

Trabajé tanto tiempo que los cielos grises dieron paso al negro de la noche y un fuerte viento sacudió las largas ventanas del estudio con vistas al Sound. Con dolores musculares y el cuerpo agotado, di un paso atrás, evaluando la escultura. Tuve que darle la espalda. No podía soportar mirarla. Cuando volví, mis ojos se llenaron de lágrimas. Mi ira normal incontrolable se afianzó, provocado por un camión cargado de odio por mí mismo. Entonces, me di cuenta de que Vin estaba de pie en la puerta, mirando fijamente a la escultura sin finalizar, una expresión en blanco en su viejo rostro. —¿Cuánto tiempo llevas ahí? —le pregunté, apretando los dientes mientras iba a recoger una toalla que había arrojado sobre mis herramientas. Me limpié el rostro. —Hace un rato —dijo Vin, mientras arrastraba los pies de su cuerpo envejecido en la habitación, con su bastón de madera a su lado. Me tensé mientras se acercaba. Odiaba que alguien viera mi trabajo en cualquier momento, pero especialmente cuando estaba en progreso. No podía soportar el juicio. Vin se acercó a la escultura con las cejas dibujadas y lentamente la rodeó. No le hice caso y me fui a recoger mi paquete de cigarrillos. Encendí uno y di una larga calada. Vin se arrastró hacia mí, pude ver mirándolo a través del escaso estudio. Sus ojos se dirigieron a la gran cama doble en la esquina más alejada.

—¿Te has quedado aquí mucho? —preguntó. —Trabajo hasta tarde. Vin asintió, pero pude ver la preocupación en sus ojos. Solté una larga nube de humo. No entiendo por qué le iba a importar a alguien. —Sé que trabajas hasta tarde, Elpi. Es cerca de la una de la madrugada. Me pasé la mano por el rostro. Mierda, había estado aquí todo el maldito día. Poco a poco levanté la cabeza para mirar a Vin. —¿Casi la una? —Sí, son las doce cuarenta y cinco —respondió confuso—. He salido a cenar con unos amigos y pensé en pasar por aquí. Sólo sabía que estarías despierto. Tengo que volver a Nueva York en la mañana, por lo que quería decirte un adiós rápido. Mi trabajo me mantendrá lejos hasta cerca de la apertura de tu exhibición. Apagando el cigarrillo, alcancé mi camisa negra que estaba llena de polvo de mármol y arcilla, y me deslicé en mis botas negras. —Bueno. Adiós. —¿A dónde vas con tanta prisa? —preguntó Vin cuando me extendí por mi cartera y las llaves del auto. 53

—A la galería. —Ah. Todavía vas todas las noches —Vin comentó, y me detuve en seco. —¿Sabes que he estado yendo? Asintió con la cabeza. —Te inscribí como visitante nocturno antes de que incluso llegaras. Sabía que no lo podrías resistir. Es algo bueno. Me dice que no eres tan indiferente a esta exposición como intentas aparentar. Mantuve mi silencio, sintiéndome como un maldito idiota. Sí, me importaba una mierda. —¿Y vas a revisar su progreso ahora? Miré fijamente a Vin y supe que el bastardo no dejaría de presionarme hasta que hablara. —Voy a darle nombres a mis piezas La boca de Vin se expandió volviéndose la puta sonrisa más grande. —¡Elpi! Estoy tan feliz. ¡Los nombres les darán vida! —Entonces frunció el ceño— ¿Pero por qué ahora? Te has negado todo este tiempo. Mi estómago se estremeció mientras el rostro de Aliyana venía a mi mente. Bajando la mirada, me froté la barba.

—La conservadora me atrapó allí anoche y me pidió que las nombrara. Acepté. Ella fue… persistente. —Me quede callado; por alguna razón me sentía más ligero cuando pensaba en su rostro ansioso. Mirando la escultura sin terminar de yeso en el medio del estudio, ya sabía que nombre le daría a esa… —¿Has conocido a Aliyana? —La pregunta de Vin me trajo de vuelta al presente. —Anoche. Algo cercano a diversión pasó por los ojos de Vin mientras luchaba por no reír. Esa mirada conocedora simplemente me molestó. —¿Qué? —pregunté con aspereza. Vin levantó las manos. —Nada. Lo miré fijamente, entonces tome otro cigarrillo y lo deslicé entre mis labios. Al salir pasé empujando a Vin. —Me voy. Mientras me iba del estudio, juro haber escuchado la risa de Vin.

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Abriendo la puerta a la oscura y húmeda noche, agaché la cabeza mientras corría bajo la lluvia y salté dentro de mi auto El Camino del 69 negro. Respiré profundamente mientras la lluvia golpeaba el techo de mi auto. El humo de mi cigarrillo llenó la cabina recién tapizada. Mirando en el retrovisor, me quité la banda que mantenía mi cabello largo recogido hacia atrás y dejé que mi cabello húmedo cayera hacia abajo. El polvo de mármol me cubría por todas partes. Sacudí la cabeza preguntándome por qué siquiera me importaba una mierda cómo me veía. Por supuesto que sabía porque me importaba tanto. La razón era de alrededor un metro sesenta y cinco. Tenía un maldito cuerpo por el que morir, cabello largo castaño oscuro que caía a media espalda, y los más grandes ojos hispanos que haya visto jamás. Sí, por eso malditamente le importaba. Por una atractiva mujer que se hizo cargo de mi trabajo. Dejando mi cigarrillo colgando de mi labio inferior, miré mi reflejo. Termina con esto de una vez, Axe. Deja a la chica en paz. Nombra las esculturas. Dale suficiente información a fondo para que la use sobre los tableros de texto. Luego vete y no regreses.

*** Entrando por la puerta de personal trasera, le eché una mirada al guardia de seguridad nocturno, que siempre estaba en su escritorio. Agachó su cabeza detrás del escritorio para romper cualquier contacto visual. Me tenía miedo. No me sorprendía, la mayoría de la gente lo tenía. Todos excepto Vin, y tal vez Aliyana. Vin porque no estaba del todo cuerdo, ¿y Aliyana? Quién diablos sabrá por qué.

Notando que las cortinas negras estaban cerradas, fue entonces cuando escuché el sonido de música pop en español en el interior. Inhalando profundamente y rogándole a Dios para tener otro cigarrillo para calmarme, abrí las cortinas y entré en la galería. Se veía muy diferente de la última noche. Todas las cajas de madera y los embalajes de las esculturas habían desaparecido. Solo quedaban mis esculturas y las plataformas para posicionarlas. Las notas manuscritas estaban dispersas en el suelo alrededor de cada pieza. Escuchando el canto fuera de tono desde la parte trasera de la habitación, seguí el brutal jodido sonido. Mientras rodeaba la esquina, Aliyana Lucia estaba allí vestida con una gran camisa blanca, leggings negros ajustados, Dr. Martens rosa y con su cabello oscuro atado en un nudo desordenado encima de su cabeza. No pude quitarle los ojos de encima. Pero su ropa y cómo se veía no era lo que me tenía fascinado. Ella estaba sosteniendo una brocha de pintura en su mano, pintando lo que parecía ser una prueba de tonos de blanco en la pared posterior, mientras sacudía sus caderas, cantando desafinadamente —amor Prohibido murmuran por las calles. Porque somos de distintas sociedades…—en un español perfecto. Estaba divirtiéndose, dejándose llevar… Mis cejas bajaron. En toda mi vida, no creo que alguna vez haya estado cerca de alguien que tuviera algo de diversión. Nunca he tenido diversión…

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Un sentimiento cálido y desconocido se extendió en mi pecho cuando miraba a Aliyana. La veía cantando a todo pulmón la letra, haciendo pinceladas al ritmo de la canción. Por primera vez en mi vida, quería sentir esa felicidad, solo por un minuto, quería saber cómo se sentiría ese nivel de libertad. Se veía… agradable… en Aliyana, allí de pie balanceando sus caderas, sin una maldita preocupación en el mundo, era como sentir un rayo de luz brillando sobre tu rostro cuando has estado atrapado en un pozo oscuro durante toda tu vida. Después de solo unos minutos observándola, hipnotizado, me enderecé, dejé de sonreír, crucé los brazos sobre mi pecho y aclaré mi garganta. Aliyana se congeló a mitad de una pincelada y giró lentamente su cabeza. Su hermoso rostro estaba salpicado con pintura blanca, y sus ojos café estaban tan grandes como los de un personaje de Disney mientras aterrizaban en mí. Su piel oliva se ensombreció con un brillante rojo. Con cuidado bajó la brocha en la bandeja sobre el carrito que estaba a su lado, susurrando algo para sí misma en voz baja. Mis mejillas se contrajeron, y tuve que abstenerme de reír a causa de su reacción al encontrarme aquí. Mierda, parecía mortificada. —Elpidio, no sabía que vendrías —dijo ella, completamente nerviosa, sosteniendo su mano en su pecho. Que me jodan, era hermosa. Pensé lo mismo anoche, pero ahora, ¿justo así…?

Sostuve su mirada, viendo como su pecho empezaba a subir y bajar ante mi atención, fue más y más rápido cuanto más tiempo sosteníamos miradas. Sus oscuras pestañas largas revoloteaban nervios y mis puños involuntariamente se apretaron juntos contra mi pecho ante la acción. —Elpi —le recordé fríamente. Los ojos de Aliyana brillaron con vergüenza y su rostro se sonrojó aún más que antes. Levantó su mano para jugar con su cabello. En el repentino movimiento, su camisa desabotonada se abrió en su cuello, Permitiéndome darle un vistazo a su piel bronceada y la parte superior de sus pechos firmes bajo su sujetador de encaje blanco. Casi gemí ante la vista, pero estaba clavado al suelo, jodidamente estupefacto por esta chica. —Lo siento, Elpi —se apresuró a decir—. Me recordaste sobre tu nombre anoche. No estaba pensando. Inmediatamente me sentí como un idiota al escuchar la disculpa en su voz suave, pero me mantuve en silencio mientras Aliyana se apresuraba a cambiar la música. Me quede congelado en el lugar mientras ella tomaba una larga y profunda respiración, de espaldas a mí, con hombros tensos y un silencio ensordecedor que nos golpeaba a los dos. Pero se recompuso y se volvió a mí con esa hermosa sonrisa suya en su rostro.

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—Estoy tan feliz que lo hayas logrado —dijo ella, acercándose a mí. Sus ojos oscuros recorrieron mi cuerpo, desde mi largo cabello desordenado hasta mi camisa negra cubierta de arcilla y mis Jeans negros rasgados. Los labios llenos y rosados de Aliyana se extendieron, mostrando dos hoyuelos en cada mejilla. Con vacilación, llevó su mano a los extremos de mi cabello. Cada parte de mí se congeló y la respiración se me atascó en mi garganta mientras la veía tragar nerviosamente. Habían pasado años desde que una chica me había tocado. Y nunca fue una que se viera como ella. Cuando su delgado dedo se desvió a mi mejilla, atrapé su esencia… de jazmín. La mamma solía encender incienso de Jazmín en el remolque. No sabía si esa era la razón, pero por primera vez en mucho tiempo, me sentí relajado alrededor de alguien. Extrañamente, parecía como estar en casa. Aliyana tomó parte de mi cabello entre su dedo índice y el pulgar. Sus labios rosados se separaron ligeramente y su cálido aliento se extendió por toda mi rostro. Me... gustaba su cercanía... su toque. Un segundo después, Aliyana apartó su mano y la sostuvo frente a mis ojos, para que pudiera verlo. —Mármol —susurró, sus hoyuelos se profundizaron y sus labios hicieron un delicado puchero, sus ojos se estrecharon con sospecha—. Debiste haber estado realmente ocupado hoy. Estás completamente cubierto.

Algo en mi rostro debió haber causado que se alejara, porque soltó mi cabello y retrocedió. Apreté los dientes. No tenía idea de cómo hacer toda esta mierda. Mujer, deja que la exhibición… sea jodidamente normal. —¿Lo has estado? —¿Qué? —Trabajando todo el día. Pude ver la emoción en sus ojos. Asentí antes de mirar a otro lado, colocando las manos en mis bolsillos. Entonces fui hacia la pieza de la daga sobre la que discutimos anoche. Ahora estaba en la esquina que había sugerido, en lo alto de un pedestal y un gran proyector estaba brillando debajo de este. Fruncí el ceño. —Si no lo quieres realzado, podemos cambiarlo —Aliyana dijo de repente detrás de mí. Su esencia de Jazmín me hizo ir a la deriva de nuevo. Mis labios se tensaron al tenerla tan cerca. Pasó la mano por el pedestal blanco, estudiando la pieza—. Pedí que fuera puesto más alto para maximizar el efecto de los riachuelos. Y puse los proyectores esta noche para que así pudieras ver como se vería de día. ¿Ves? Me agaché y de inmediato vi que tenía razón. Mientras me levantaba de nuevo, Aliyana se mordía el dedo, manteniéndolo entre sus dientes. 57

—¿Y bien? —preguntó. —Es perfecto —dije secamente. Realmente lo era. Con el resplandor de los reflectores, corrían riachuelos por el hombre esculpido, acomodado en el pedestal y rodeado por una sombra de unos sesenta centímetros a lo largo del suelo. La piel de mi espalda me picaba al sentir la mirada de Aliyana en mí. —¿Entonces lo apruebas? —Mierda… si… es... —Me fui quedando en silencio sin saber cómo expresar cómo me hizo sentir. Nunca fui bueno con las palabras. No, a menos que te estuviera amenazando a alguien para pagar por crack o le rompería las malditas rodillas. Aliyana entrelazó sus manos y una expresión de orgullo se instaló en su rostro, lo cual me hizo retroceder. Necesitaba un poco de distancia. La hice feliz. Sólo que no estaba seguro de cómo manejarlo. La felicidad y yo no nos llevábamos bien. —Entonces… —dijo mientras se volvía, dirigiéndose a la estatua— ¿Has pensado en cómo llamarla? Mirando a ese hombre, con lo riachuelos casi ahogando su cuerpo y con la sombras que parecían borbotones de sangre, sólo un nombre me vino a la mente. —El Desangramiento —susurré antes de tener tiempo para pensar en ello. Aliyana se tensó. Mierda. Ese probablemente era un título estúpido, era una mierda con eso de nombrar el arte.

—¿Drenando la sangre? —reflexionó Aliyana en voz baja. Mis ojos fueron a los de ella, pero estaba mirando la escultura, una empática mirada en su rostro—. El Desangramiento… —murmuró bajo su aliento. Sus ojos brillaban mientras miraba los míos. —De culpa —expliqué, con mi voz quebrándose—. De cada pecado que ha cometido este hombre… de las acciones que han causado dolor a las personas… acciones que no puede deshacer. Esas dagas estarán allí de por vida. Aliyana contuvo el aliento, y bajé mi rostro, sintiendo la verdad en cada que palabra que cortaba mi negro corazón. —¿Y cuál fue la inspiración? —empujó tentativamente. Suspiré y me aparté el cabello de mis ojos. Miré a Aliyana, pero no podría ver la mirada de dolor en su jodida hermosa rostro. —Mierda, chica —dije sin ninguna precaución. Mis ojos se cerraron brevemente mientras trataba de retener estos sentimientos, estos jodidos sentimientos que nunca me atrevía a perder. —¿Realmente necesitas saber cómo pensé en esta jodida pieza? ¿Necesitas cada maldito detalle? —Salió más duro de que quería, pero no estaba realmente cómodo al revelar esta mierda a nadie. —Solamente algo estaría bien —Aliyana se movió nerviosamente más cerca de mí, su voz apenas más audible que un susurro—. Algo como… ¿cómo pensaste en eso? Eso sería suficiente para los tableros de texto. 58

Lentamente inhalé por la nariz, dejé caer mi cabeza y mi cabelló me cubrió el rostro. —El tipo es un pecador. Un tipo que ha hecho cosas realmente jodida, pero para el momento en el que se dio cuenta del dolor que había causado, era demasiado tarde. Ya había hecho lo peor. Ya había arruinado a personas… arruinado vidas… destruido la inocencia de las personas, cambiando a la gente, cambiando el alma de las personas… En mi mente vi a Levi como un niño de catorce años, yo de pie detrás de él, apuntando a un miembro de la pandilla rival, un King. Levi sosteniendo en sus manos una Beretta. Sus dedos pequeños estaban jodidamente temblando, el rostro blanco por el miedo, pero ignoré todo eso. Gio había asentido hacia mí, ordenándole a mi pequeño hermano a ganarse una Stidda de Heighter, el tatuaje de una estrella en la mejilla de un Heighter que mostraba que habías pasado la iniciación… al dispararle a un Rey. Miré a mi yo de veinticinco años detrás de Levi como un maldito demonio en su espalda, susurrando en su oído que se apresurara. Apuntando su brazo hacia nuestro rival y ordenarle ahora mientras Levi hacía lo que le decía y disparaba una bala directo al hijo de puta. Pero más que nada, podía ver a Levi girándose hacia mí. Aun podía sentir cuan jodidamente orgulloso estaba de él, que se hubiera probado a sí mismo ante mis hermanos, la pandilla que era mi todo y siempre lo había sido desde que tenía doce años. Pero también podía ver el cambio en el rostro de Levi. El niño al

que Austin y la Mamma querían, cambiado para siempre, como su víctima yacía sin vida en el suelo. —¿Elpi? —preguntó Aliyana ante mi silencio. Sintiendo una lágrima caer por mi mejilla, sobre el tatuaje del crucifijo que ahora cubría mi stidda, añadí: —Cada daga es un crimen que cometió, con la culpa inundando a todo y todos a su alrededor. Una culpa que jodidamente nunca termina. —Un sentimiento de reverencia se asentó en mis entrañas, y miré hacia la escultura—. Pero las dagas nunca se van a ir. La culpa va a seguir descosiendo. Las heridas nunca se van a cerrar… las grietas, las fracturas en su cuerpo, nunca van a sanar. El repentino silencio en la galería me sofocó, provocándome tan sólo querer salir corriendo, abandonar esta maldita exhibición y mi dolor para que alguien más trate con ella. Pero mientras escuchaba la respiración silenciosa de Aliyana a mi lado, no podía moverme. Por primera vez desde siempre, alguien estaba compartiendo este dolor conmigo. Un extraño virtual. Y no sabía qué demonios hacer con lo malditamente bien que se sentía. Había prometido no dejar entrar a nadie. No entendía por qué había roto esa promesa con ella. Levantando mis manos sucias, sutilmente quité unas lágrimas que había fallado en impedir que cayeran por mi rostro y me volví hacia la escultura, a la escultura que era toda yo. 59

Echando hacia atrás mi cabeza, miré hacia el techo en forma de cúpula hacia los millones de estrellas. De repente no me sentía tan torturado; cuando me imaginaba a Austin y a mí de niños, a Levi sólo un bebé en mis brazos. Sólo un par de jóvenes hermanos, los mejores amigos, sentados en el techo de nuestra caravana bajo nuestras espaldas y mirando las estrellas…

*** La manita de Austin señaló hacia el cielo oscuro. —Esas tres justo ahí son el cinturón de Orión. ¿Puedes verlas, Axe? ¿Las tres estrellas en una fila? Y esas de allí son las Pléyades, o las Siete Hermanas. Pero para ver las siete estrellas a la vez, tienes que cerrar los ojos, y luego abrirlos muy rápido, porque algunas de ellas se desvanecen al instante, dejando sólo unas pocas —me dijo. Miré a mi hermanito de ocho años, mientras sostenía a Levi en mis brazos. Austin no era más que desgarbadas extremidades y grandes ojos marrones, un mini yo, y me reí. —¿Cómo sabes todo esto, Aust? Él se encogió de hombros y sus mejillas se volvieron de color rojo brillante. —Lo leí en un libro en la escuela. He leído un montón de ellos. —¿Te gustan las estrellas? —le pregunté.

Se sonrojó aún más. —Sí. Me hacen sentir feliz. Se quedó en silencio, sabía que estaba avergonzado por decirme eso. Austin era un pensador; era inteligente. Mirando al cielo otra vez, señalé una estrella. —¿Cuál es esa, chico? Austin se acercó más a mí y siguió mi dedo. —Esa es Sirius, Axe —me dijo con entusiasmo. Su rostro se volvió hacia mí. —¿Te gustan las estrellas, Axe? —Me gusta que me hables sobre de ellas, chico —le contesté, sonriendo. Austin se recostó, mientras escuchábamos a nuestro padre llegar a casa borracho del bar del parque de caravanas y empezar a gritarle a la mamma. La mamma inmediatamente comenzó a llorar, rogándole que no la lastimarla. Sentí a Austin tensarse a mi lado y su respiración cambió. Estaba aterrorizado. Él siempre se asustaba de nuestro padre cuando llegaba a casa destrozado. Esa era la razón por la que lo llevaba ahí, para distraerlo.

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Inclinándome, envolví mi brazo alrededor de su hombro y tiré de él a mi lado. Malditamente odiaba a nuestro perdedor padre. Todo lo que él quería hacer era lastimarnos. Así que me hice una promesa a mí mismo de que siempre haría cualquier cosa para proteger a mis hermanos. —Vamos, chico. Dime más. —lo presioné, sintiendo a Austin agarrarse a mi camisa y apretar realmente fuerte cuando un vaso de vidrio se rompió en el interior del remolque y mi mamma gritó de dolor. Con una voz temblorosa, Austin señaló a una estrella brillante. —E… esa es M… Marte... —No, ¿en serio? —le pregunté—. ¿Está hecha de chocolate también? Sentí a Austin empezar a reír débilmente a mi lado. —No, Axe, pero es de color rojo y grande, y algunas personas piensan que los extraterrestres viven en esta... —¿En serio? ¿Extraterrestres? —pregunté con entusiasmo, tirando de Austin y Levi más cerca. Austin soltó mi camisa, sabía que él había logrado bloquear la paliza de la mamma adentro y exhalé con alivio. —Veras, Marte, está hecha de roca roja, Axe...

*** Y así es como llegamos atravesar los malos tiempos. Nosotros tres perdidos en las estrellas, el cielo de la noche llevándonos lejos de la caravana de mierda a la que llamábamos hogar. Mirar el cielo de la noche se convirtió en lo nuestro, hasta que todo mi afán se convirtió en la banda, mi equipo de hermanos los Heighters haciéndose cargo de mi vida... y arrastré al pequeño e inocente Austin lo largo del paseo. Él había confiado en mí, y yo lo había convertido en un matón traficante de coca a la edad de doce años... justo como yo. Austin, Levi y yo nunca miramos las estrellas así otra vez. Lo extrañaba. Jodidamente extrañaba a Austin y la relación que solíamos tener... que nunca llegué a comenzar con Levi cuando él tenía la edad suficiente para entender. Mientras miraba al cielo a través del cristal, mis ojos se posaron en el Cinturón de Orión. No podía ir allí ahora mismo. No podía seguir pensando en nuestras vidas antes de que todo saliera mal.

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Una mano corriendo suavemente por mi espalda me hizo girar. Los ojos preocupados de Aliyana estaban muy abiertos mientras miraba hacia mí, su mano tranquila en mi espalda. Podía sentir el calor de su huella en mi piel como si fuera un hierro de marcar candente abrasara mi piel. —¿Estás...? —Sus dedos se movieron, acariciando mi musculosa espalda, haciendo que mi piel se sintiera como si estuviera en llamas—. ¿Estás bien? Mi instinto fue apartarme y decirle que se fuera al infierno. Apartarla como lo hacía con todo el mundo, pero a medida que miré sus ojos, no pude moverme... Quería esas manos moviéndose más abajo, para tocar cada parte de mí. La mano de Aliyana subió, sus dedos rozando mi cabello hasta que su dedo índice corrió sobre mi barba rasa. —¿Elpi? Alcanzándola, agarré su mano para apartarla de mi rostro. Su respiración se entrecortó cuando nuestras manos se tocaron, pero la mantuve... mierda, a saber por qué, pero mantuve su mano contra mi mejilla, con mi corazón palpitando locamente con rapidez en mi pecho. Un rubor de color rojo subió corriendo del pecho de Aliyana a su cuello y mejillas. Su lengua pasó por encima de sus carnosos labios rosados y sus párpados bajaron mientras me miraba, sólo respirando... nosotros dos jodidamente respirando. —Elpi... —Aliyana susurró y comenzó a moverse hacia mí. Me quedé mirando esos labios carnosos y quería nada más que besarla, levantarla de golpe contra la pared y follarla hasta que ninguno de nosotros pudiera estar en pie.

Pero no podía... nosotros no podíamos. Apretando su mano, la saqué de mi rostro y la puse a su lado. La decepción se mostró en su expresión adolorida, y de mala gana me moví hacia la mitad de la galería, dándonos algo de espacio. —¿Elpi? —llamó Aliyana desde detrás de mí. Cuando la enfrenté, estaba jugando con un mechón suelto de cabello que se había caído de su banda. Se veía tan malditamente linda e inocente, mirándome con esos enormes ojos exóticos, sus largas pestañas revoloteando contra sus altas mejillas—. ¿Estás bien para hablar de las otras? —preguntó ella con timidez. Quería decirle que no. He terminado con toda esta mierda de exposición, desenterrando cosas de mi pasado que no quiero enfrentar jamás. En su lugar, tomé una respiración profunda y asentí. Una sonrisa de alivio se extendió en su rostro, y se movió a mi lado. Inmediatamente sentí su calor, y el aire rodeándonos se volvió espeso. Aliyana bajó la cabeza y se sonrojó, sabía que ella sintió el tirón extraño entre nosotros también. ¿Por qué todo en mi vida tiene que ser tan jodidamente complicado? —Entonces, ¿cual debemos hacer ahora? —preguntó ella. —No me importa —le dije, con mis manos en los bolsillos, sintiendo mis cigarrillos... realmente quería un maldito cigarrillo. 62

Aliyana comenzó a caminar directamente hacia mi pieza más grande, la pieza, y me detuve en seco. Le tomó a Aliyana un segundo para darse cuenta de que no estaba detrás de ella. De hecho, había dado la espalda, sintiéndome como si una maldita grieta hubiera dividido mi pecho. No podía lidiar con hacer frente a lo que la escultura significaba para mí en este momento. —Elpi, que… —No voy a ir ahí —le espeté. —Está bien —dijo con cautela—. ¿Quieres elegir otra? Cerré mis ojos y sentí relajarme. Analizando la sala, me di cuenta que casi todas las piezas me destrozaban. Todas ellas tenían algún significado... significados que eran demasiado difíciles de enfrentar. Pero podría revisar unas pocas. Caminando hacia una pieza más pequeña, un reloj de arena con una mano extendida a través de la arena, le hice señas con un movimiento de mi cabeza para que Aliyana se uniera a mí. —¿Esta está bien? —preguntó, le lancé un sencillo asentimiento—. ¿Tenemos un título? Mientras miraba la mano del hombre ahogándose en la arena, sentí la asfixia, la situación imposible en la que estaba... la arena pesada tirando de él más y más abajo...

—La caída —solté. Al igual que antes, sentí los ojos de Aliyana escudriñando mi rostro, probablemente tratando de leer más, pero esta vez me quedé estoico. —La caída —repitió, garabateando en su libreta—. ¿Y la inspiración?

*** Después de la sexta pieza, me sentía emocional y físicamente agotado. —¿Quieres dejarlo por esta noche? —preguntó Aliyana seguido de un bostezo. Exhalando un suspiro de alivio, me pasé las manos por mi rostro agotado. —Sí —le contesté, y por primera vez desde que había llegado a la galería, mis músculos parecieron perder la tensión... entonces empezó a doler como la mierda. Mientras me aliviaba la tortícolis de mi cuello, escuché a Aliyana moverse a mi lado. Miré hacia ella. Se estaba sonrojando. Estaba afectada por mí... Y eso me gustó más de lo que debería haberlo hecho.

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—Así que... —dijo en voz baja, acercándose aún más. Mis palmas comenzaron a sudar mientras se acercaba. Y mi corazón palpitando en mi pecho—. Gracias por hacer esto esta noche. No puedo creer lo poderosas que son tus palabras en tus ya impresionantes obras de arte. Luché contra una sonrisa. Viniendo de cualquier otro conservador, estaba seguro que con solo una frase hubiera sido suficiente para arrastrarse delante del escultor, pero no de ella. Vi en sus ojos que le encantaba toda esta mierda. Y aún más descabellado, adoraba mi trabajo... las retorcidas y jodidas esculturas de mi mente. Cómo era posible, no tenía ni idea. Estaba convencido de que si ella realmente supiera quién era él, lo que había hecho, vería las esculturas con una luz completamente diferente; repulsión, y un pobre intento de mierda por obtener el perdón. —Es tarde, o temprano, dependiendo de cómo desees mirarlo. —Se rió tímidamente y miró al suelo. Fruncí el ceño, preguntándome por qué seguía hablando. Cuando me miró a través de sus largas pestañas, la vista de su rostro a la luz de la luna me robó el aliento. Si fuera un pintor, habría creado una maldita obra maestra de solo ese impresionante recuerdo. —¿Tienes hambre? —Mi ceño se profundizó, y la observé tragar. Su mano se levantó para retorcer ese mismo mechón de cabello suelto alrededor de su dedo—. Yo... quiero decir… ¿querrías desayunar conmigo? Esto es, ¿si tienes hambre? —preguntó con nerviosismo.

Abrí la boca para decir que no, cuando mi estómago gruñó. La verdad era, que estaba jodidamente hambriento. Aliyana, oyendo mi estómago, hizo una pausa, luego esbozó una poderosa sonrisa con hoyuelos, la belleza de esta casi me golpea hasta la mierda. Esta vez, no hubo sonrisa desdeñosa, sólo una sonrisa reacia extendiéndose en mis labios. Se sentía extraño sonreír. No lo había hecho en mucho tiempo. —Elpi —dijo Aliyana través de una risa incontenible—. ¡En realidad sonreíste! —Su rostro estaba iluminado como luces en navidad, negué con la cabeza. —Sí, no te acostumbres. Es una rara ocurrencia. Aliyana dio un paso atrás y puso su mano en su pecho. —¿Y tienes sentido del humor también? La vi reír, y mi pecho se encogió hasta el punto en que pensé que los músculos se desgarrarían debajo de mi piel. Cuando Aliyana perdió gradualmente su risa, dio un paso aún más cerca de mí, con sus tetas rozando mi camisa. Ya no estaba sonriendo. No, ahora estaba respirando con fuerza, luchando contra el impulso de tomarla en mis brazos y aplastar mis labios en los de ella. Aliyana parpadeó, luego volvió a parpadear sin decir una palabra, sólo para luego ofrecer: 64

—¿Desayuno? Levantando mi mano, no podía dejar de tomar ese largo mechón de cabello que caía sobre su mejilla y meterlo de nuevo en su desordenado nudo. Oyendo la respiración de Aliyana entrecortándose ante mi tacto, no pude resistir inclinarme, inhalando el olor de su cabello... lavanda. Las tetas firmes de Aliyana rozaron mi camiseta fina, su delgado muslo se presionó firmemente contra mi polla dura. Su cálido aliento mentolado sopló sobre mi mejilla, erizando mi barba, cuando metí la mano en mi bolsillo de atrás, sacando las llaves de mi auto. —Yo conduzco —le dije ásperamente, moviéndome hacia atrás, rompiendo la insoportable tensión en que estábamos inmersos. Sin aliento, Aliyana presionó su mano contra su estómago, reorientándose. —Está bien. —Se las arregló para decir y se puso a caminar detrás de mí cuando me lancé a través de las cortinas, saliendo rápidamente y jadeando al aire frío de Seattle, la lluvia ligera salpicaba contra mi rostro caliente. Oyendo la puerta cerrarse detrás de mí, saqué un cigarrillo y lo coloqué entre mis labios. Aspiré una larga y dulce bocanada, el humo llenaba mis pulmones, calmándome de una puta vez. Sin mirar a mis espaldas, pisoteé el pavimento hasta mi auto y abrí la puerta del pasajero, dejándola abierta para Aliyana. Mientras me dejaba caer en el

asiento del conductor, Aliyana se dejó caer a mi lado, con sus ojos marrones aún vidriosos de nuestro momento debajo de la bóveda Levantando mi cigarrillo, inhalé una larga calada, luego eché la ceniza en el cenicero del salpicadero. —¿A dónde vamos? —le pregunté, mirando hacia delante a través del parabrisas borroso con la lluvia—. No conozco Seattle todavía. Aliyana contuvo el aliento. —Yo tampoco. Sólo puedo pensar en un solo lugar. —¿Es privado, ya sabes, no está abarrotado de gente? —Es pequeño. Encendido el motor, apagué mi Marlboro cereza, encendí otro cigarrillo, y lo dejé reposar sobre mi labio inferior. —Indícame.

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Capítulo 8 Axel

C

uanto más tiempo no desplazábamos en el auto, más sabía que no debería estar aquí con esta mujer. Pero estaba y, honestamente, no me iba a ir a ninguna parte. Iba a desayunar con Aliyana por la sencilla razón de que no podía ir a otro lugar. Ella me lo había pedido y yo había aceptado. No había otra opción. ―Es un poco más allá —dijo Aliyana, señalando una pequeña cafetería escondida en el paseo marítimo. Me reí para mis adentros. Estaba a tan sólo tres manzanas de mi estudio. En minutos, había estacionado El Camino y salimos, con el sol empezando a asomarse. No había nadie alrededor, excepto los trabajadores del mercado organizándose para el día y los primeros compradores esperando el pescado fresco que venía en los barcos.

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Aliyana y yo entramos en la cafetería con vistas al Sound, donde nos dejaron elegir dónde sentarnos. Los chicos que llevaban el lugar aún estaban preparándose, así que caminé por delante de Aliyana hasta el último rincón y me senté. El lugar estaba repleto de banderas italianas, los camareros con rasgos latinos y, sin duda, italianos también. Me pregunté si ella había elegido este lugar porque había descifrado mi herencia o, simplemente, porque le gustaba el café. Mientras me dejaba caer en el asiento, Aliyana se sentó frente a mí y echó otra ojeada a la cafetería vacía. Estábamos solos. Bien. ―Esto, ¿te parece bien? ¿Esta cafetería vacía? ―preguntó con una sonrisa burlona. ―Sí ―respondí, y sonrió más ampliamente ante mi respuesta cortante. Y, de nuevo, se encontraba divertida por mi actitud. La mayoría de la gente ya se habría dado por vencida en tratar de hablar conmigo, pero era como si no entendiese que me gustaba estar solo. Que no quería gente alrededor... joder, simplemente quería que me dejaran estar. ―No eres alguien con quien tener una pequeña charla, ¿verdad? Los ojos de Aliyana parecían cansados. Joder, sabía que los míos también, pero los de ella no perdieron su brillo juguetón cuando me miró, esperando mi respuesta. ―En realidad, no. Se echó a reír de nuevo.

Entonces, un camarero que venía hacia nosotros, llamó a otro en la cocina para acondicionar el patio. Había hablado en perfecto italiano. Llegó a nuestra mesa, su mirada ardía cuando se fijó en Aliyana. El chico se ruborizó de color rojo brillante y agarró torpemente su bloc de notas y bolígrafo en su mano. Algo se apretó en mi estómago cuando Aliyana le sonrió y el hijo de puta le dirigió una ancha sonrisa. Sintiéndome muy cabreado con ese imbécil que estaba revoloteando, me recosté en mi silla y lo fulminé con la mirada. Pronto, se encontró con mis ojos y, cuando lo hizo, los suyos cayeron de inmediato al bloc de notas y, nerviosamente, nos preguntó qué queríamos. ―Café doppio e una brioche alla crema ―pedí. El camarero levantó la vista y, aunque su expresión seguía siendo cautelosa, preguntó: ―¿Tu parli Italiano? ―Sí ―respondí. ―¿Da dove vieni? ―preguntó, queriendo saber de dónde era. ―No, sono Americano. Yo miei genitori loro sono Italiani ―dije, explicándole que mis padres eran italianos, no yo.

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Joder, apenas había hablado italiano en años. No podía hacerlo. Sólo hablaba italiano con la mamma y mis hermanos. Pero desde que había salido de prisión, no me parecía adecuado. La mamma se había ido. No podía ponerme a hablar su lengua materna mucho más de un par de frases sin que eso me destripara por dentro. El camarero debió haber visto mi cuerpo endurecerse y mis ojos caer a la mesa mientras se movía para hablar con Aliyana. Ni siquiera escuché lo que ella ordenó, estaba demasiado ocupado tratando de respirar a través del dolor que me rasgaba por la mitad. La sensación de la cálida mano de Aliyana colocada sobre la mía me hizo levantar mis ojos para encontrarme con los suyos. ―¿Te encuentras bien? Estás realmente silencioso. Te he llamado, pero te has perdido en tus pensamientos. ―Estoy bien. Nos sentamos en silencio mientras el camarero nos trajo nuestros cafés. Una vez que nos dejó solos, Aliyana tomó un paquete de azúcar, lo vertió en el café, luego jugueteó con el paquete. ―Entonces. ―Rompió el silencio―. ¿Hablas con fluidez italiano? ―Sí. ―Me han dicho que Elpidio es un antiguo nombre italiano. ―Levantó su café con leche hacia sus labios, pero sus ojos nunca dejaron los míos, implorándome para que respondiese a su pregunta.

―Mis padres eran italianos, así que lo hablo. Bilingüe ―contesté evasivamente, bebiéndome mi doble expresso y haciendo una señal al camarero para que me trajese otro. ―A mí también5 ―dijo Ally, y juro que mi polla se endureció en respuesta a su ronroneo en ese maldito español. Su rostro se iluminó y añadió: ―Hablo español, nada de italiano, aunque puedo entender algo de lo que dijiste6. Jodido porno. Una chica tan sexy como Aliyana Lucia sentada frente a mí, el cabello revuelto en un desordenado nudo y la camisa abierta, hablándome en español, era la cosa más ardiente que había visto nunca, joder. Me di cuenta por ciertas palabras en esa frase de que hablaba español y no italiano, aunque ella podía entender mucho de lo que yo había dicho. No podía dejar de dar un golpecito a mi barbilla en apreciación. También podía entender lo que había dicho. Por lo menos un poco. Se rió de mí y me percaté de que ella había impedido que me ahogara en los oscuros sentimientos sobre mi mamma. Me alejó de ellos... de nuevo. El camarero estaba junto a nuestra mesa con una bandeja llena de pasteles y café. ―Puedes bajar eso, ragazzo ―le dije, y puso la bandeja delante de nosotros. 68

―Gracias7 ―dijo Aliyana con amabilidad mientras le entregaba un croissant cubierto con Nutella. No podía quitar mis ojos de ella mientras recogía trozos de hojaldre del croissant y los ponía en su boca, lamiendo el chocolate que se extendió por sus dedos. No tenía ni puta idea de lo hermosa que era... y el efecto que tenía sobre los hombres. ―¿Tienes pareja? ―espeté de repente. Aliyana se congeló, con su lengua a punto de lamer una gota de Nutella de su pulgar. Un rubor cubrió sus mejillas, bajó la mano y agarró una servilleta. Aclarando su garganta, negó y susurró: ―No. Cuando musitó la palabra, me relajé. Ni siquiera me había dado cuenta de que me había tensado ante la idea de que me dijera que tenía un jodido novio rico y guapo... alguien que la trataba como a una reina. ―¿Por qué? ―pregunté bruscamente, y Aliyana se echó hacia atrás en su silla. Me moví en la mía también, notando un segundo demasiado tarde lo agresivo que soné. Los ojos de Aliyana habían caído sobre la mesa. 5

En español en el original. En español en el original. 7 En español en el original. 6

Era un imbécil. Inclinándome hacia delante, con los codos sobre la mesa, añadí: ―Sólo pensé que una mujer como tú tendría una fila de hombres de un kilómetro de largo siguiéndola.―Me pasé la mano por la barba muy avergonzado, joder. Cada vez estaba diciendo más estupideces. Y esto era por lo que prefería que me dejaran solo como el infierno. Una sonrisa tiró de la boca de Aliyana y se encogió de hombros. ―Simplemente nunca conocí a un hombre con el que realmente conectase, ¿sabes? Nunca sentí ese rayo que me dejase sin aliento, supongo. ―¿No hay novios? ―pregunté, ahora con curiosidad. Su nariz se arrugó, apareciendo sus hoyuelos. ―En realidad, no. Me he volcado un poco en mi trabajo en estos últimos años. Nunca conocí a un hombre que fuese mi tipo. ―La forma en que se sonrojó y jugueteó de nuevo con el paquete de azúcar vacío, me tenían con ganas de preguntarle cuál era su tipo. Después de segundos deseando saber, joder, finalmente pregunté: ―¿Y cómo es? Aliyana respiró hondo, empujando sus tetas plenas contra su camisa, y se encontró con mis ojos. 69

―Un hombre que sea protector, fuerte, misterioso... artístico, apasionado... culto... ―Se interrumpió, frotando juntos sus labios de color rosa, y me congelé. Sus ojos marrones perforaban los míos como si pudiera ver a través de mi maldita alma oscura. Me removí ante su escrutinio y sentí mi corazón comenzar a acelerarse. Obligándome a mirar hacia otro lado, agarré mi brioche y me lo comí en silencio. La tensión nos envolvió de nuevo, pero la saqué de mi mente. Sólo tenía que conseguir aguantar hasta que acabara este desayuno. ―¿Puedo hacerte una pregunta? ―inquirió Aliyana, y me recosté en mi silla, mi brioche ahora demolido. Asentí con mi barbilla en respuesta, dándole el visto bueno―. ¿Por qué no quieres que nadie sepa quién eres? Y allí estaba. La única cuestión que todos querían saber. ¿Por qué Elpidio era un recluso? Me encogí de hombros. ―Porque no me interesa eso de la fama y el éxito. ―¿Entonces para qué la exposición? ¿Y por qué ahora? ―me presionó. Mirando a lo largo del Puget Sound, eché mi cabello hacia atrás con los dedos. ¿Qué se suponía que tenía que decir? Que estuve encerrado por distribuir drogas de “clase A” dentro de la propiedad de la Universidad de Alabama y, en el proceso, casi arruiné a mi hermano impidiéndole llegar a la NFL. Ah, por cierto, no lo sabes. Mi hermano es Austin Carillo, el número ochenta y tres de los Seahawks y

considerado uno de los mejores receptores abiertos del país. Pero eso es ahora. Hace unos años, yo dirigía un equipo que distribuía drogas en la calle. Ah, y vendí algo de jodida nieve a un jugador de los Tide y tuvo una sobredosis. Así que estaba cumpliendo diez años en prisión, pero salí hace un par de semanas después de cinco años, solo porque delaté a un gran proveedor de cocaína. No podía decirle nada de esa mierda, así que respondí: ―Vin quería y le dije que, siempre y cuando no tuviera que tratar con la gente, joder, podría hacer lo que quisiera. Aliyana ladeó la cabeza mientras me miraba. ―¿Y cómo y dónde conociste a Vin? No me puedo imaginar que se muevan en los mismos círculos. Si sólo supiese. Se echó hacia delante, esperando mi respuesta. ―Por ahí. ―¿Por ahí? ―preguntó. ―Por ahí —contesté un poco más firme para hacerle saber que no iba a decir más mierda. Echándose hacia atrás, empezó a comer de nuevo, sólo hizo una pausa para decir en voz baja: ―Me tienes aún más intrigada, Elpi. 70

Fruncí el ceño. Debió haber visto mi expresión y añadió: —Tus obras me apasionan, tan trágicamente hermosas. —Mis entrañas se apretaron cuando dijo esas palabras. Trágicamente hermosas... Bajó su croissant, dejando escapar una sola carcajada. —Recuerdo la primera vez que vi una foto de una de tus esculturas. Era una pieza en una revista de Vin Galanti y él no hacía más que hablar de su protegido, el solitario y misterioso Epidio. Acababa de prestarle una de tus piezas al Met, como parte de una exposición contemporánea de estatuas de mármol, una exposición de escultores que aún utilizaban las obsoletas técnicas de martillo y cincel. —Los ojos de Aliyana perdieron su enfoque cuando pasó sus dedos a través de un pequeño montículo de gránulos de azúcar que había caído del paquete que usó antes—. Vin mostró tu primera pieza, el único trabajo que había visto en fotos de ti. —Una pequeña sonrisa tiró de sus labios—. Y la pieza sigue siendo mi favorita hasta hoy. Sabía a cuál se refería. La única pieza que apenas podía mirar ahora sin romperme. —El ángel... —dijo, y pude oír el amor por ella en su voz. Esperaba sentir el golpe habitual de dolor que nunca dejaba de experimentar cada vez que pensaba en esa pieza y lo que representaba.

Pero el que Aliyana estuviera sentada aquí ahora, diciéndome que adoraba la pieza, que era su favorita de entre todas mis esculturas, me hizo sentir orgulloso... humilde... jodidamente extasiado. Extasiado de que, de todo lo que había creado, a Aliyana le encantara más la pieza dedicada a mi mamma. —Me encontraba en Austin, Texas, en el Museo de Arte Blanton, pero cuando me enteré de que tu pieza estaría en el Met, subí a un avión y volé hasta allá para un mini viaje de cuarenta y ocho horas sólo para verla de cerca. —Se echó a reír—. Lo mismo que hice para conseguir este trabajo, en realidad. Ese rubor estaba de vuelta en sus mejillas, sólo que esta vez disfruté cada arruga en sus ojos, su sonrojo, los suspiros silenciosos que exhalaba. Estaba disfrutando de Aliyana y punto. —Suena estúpido, Elpi, pero ver a tu ángel me cambió. No sé lo que fue, pero... pero... ah, no importa —dijo avergonzada. —Dímelo —pedí con brusquedad. Realmente necesitaba que terminara esa maldita frase. Necesitaba entender lo que veía en mis esculturas que la conmovían tanto. Aliyana tragó fuerte y largamente, pero me miró con sus ojos marrones y dijo: —Te sentí. Te sentí en cada una de sus curvas. Sentí como si estuviera mirando directamente a tu alma. Sentí el amor que vertiste en aquella escultura... Me hizo reevaluar todo en mi vida... Me hizo querer más... es difícil de explicar. 71

Inhalé fuertemente, subiendo mis manos para frotar mis ojos. —Aliyana... —gruñí, pero no enojado, sino por el hecho de que me estaba diciendo cosas que no merecía... cosas en las que no querría verse envuelta. —¿He hablado demasiado? Pasé mis manos por mi rostro. —Aliyana... si vieras al verdadero yo... si vieras directamente en mi alma, no estarías sentada aquí, conmigo, ahora. Los ojos de Aliyana se agrandaron. —¿Qué quieres decir con eso? —Su voz ahora temblaba. La había asustado. Bien. Debería tenerme miedo. No era el hombre adecuado para ella. Recién acababa de conocerla, pero sabía que debería fijar sus estándares como a un jodido kilómetro por encima de mí. —Exactamente lo que dije. Si conocieras mi verdadero yo, lo que he hecho en mi vida, estarías huyendo como alma que lleva el diablo. —¿Q-qué has hecho? —Sus cejas se fruncieron—. ¿Por qué eres tan duro contigo mismo? —Penitencia. Un montón de jodida penitencia que necesito pagar. —Pero, no puedo creer eso de ti. —Te equivocas. Sacudió la cabeza firmemente.

—Pero… —empezó a discutir. Estampando mi puño sobre la mesa, apreté los dientes, cortando todo lo que iba a decir. —No sabes una mierda sobre mí, chica —susurré, con mi voz demasiado baja como para ser algo más que una amenaza retumbante—. Puede que conozcas mi arte, pero no sabes nada de mí. Enderezándome en mi silla, agité mi mano para conseguir la atención del camarero, pidiendo la cuenta. Aliyana no dijo nada más. De hecho, agarró su bolso y se dirigió directamente fuera de la cafetería. Los camareros la vieron marcharse, empujándose unos a otros mientras le miraban el culo. Salté de mi asiento, saqué un billete de cincuenta, salí corriendo hasta donde los idiotas italianos permanecían boquiabiertos y estampé el dinero en la barra. Tan pronto como pusieron los ojos en mí, retrocedieron con las manos en alto. Sus rostros palidecieron al ver lo mucho que me enfurecieron; salí de la cafetería para ver a Aliyana al lado de mi Camino. Saqué un cigarrillo y, como siempre, lo coloqué entre mis labios, dando una calada calmante. Por una vez, le di la bienvenida al baño de lluvia que se vertía desde el cielo siempre gris. Al llegar al auto, Aliyana mantuvo la cabeza baja y se deslizó silenciosamente en el asiento del pasajero. 72

Mi estómago se apretó. Joder, la había lastimado. En el momento en que regresamos a la galería, había quemado tres cigarrillos y un jodido montón de culpa. Pero era lo mejor. No era apto para tener una relación, especialmente con una chica tan buena como ella. Cuando estacioné el auto en la entrada lateral sombreada, esperé a que saliera. Pero no se movió. El aire en la cabina del Camino parecía crujir con electricidad y el calor del aire lleno de tabaco se espesó hasta que fue insoportable. Podía oír cada respiración que salía de la boca de Aliyana, y con cada suave inhalación y exhalación, mi polla pareció endurecerse cada vez más, la sensación de estar atrapada debajo de mis pantalones vaqueros era casi dolorosa. Me arriesgué a darle un vistazo. Aliyana tenía la mirada al frente, agarrando con fuerza su bolso en su regazo con ambas manos. Sólo estaba pretendía echar un vistazo, una última mirada antes de salir de mi auto. Sólo tenía la intención de dejarla aquí en la galería, irme y no volver nunca más. —Necesito el título y los datos de la escultura del ángel. ¿Puedes venir una noche para terminar todo? —preguntó Aliyana. No podía soportar lo triste que sonaba, joder. Asentí en silencio, incapaz de hablar, y me volví para mirar por el parabrisas otra vez. Pero cuando Aliyana comenzó a estirarse para alcanzar la manija de la

puerta, algo dentro de mí se rompió. No podía soportar lo molesta que estaba conmigo. No podía aceptar que se fuera sin conocer su sabor, joder. Antes de darme cuenta, mi mano se extendió y envolviendo mis dedos alrededor del brazo de Aliyana, la atraje contra mi pecho, capturando brevemente sus ojos abriéndose y su boca soltando un grito de asombro, antes de que aplastara mis labios en los suyos. Moviendo mis manos de sus brazos, envolví una en la parte posterior de su cuello delgado y la otra sujetó su cabello. Cuando forcé mi lengua en su boca, ambos gemimos con nuestras lenguas chocando entre sí. Sabía increíble, y cualquier parte de mí que quería llevar esto lento fue anulada al segundo en que sus manos tiraron su bolso al suelo y levantaron la parte inferior de mi camisa para tocar mi estómago. Gruñendo mientras sus palmas quemaban mi piel, la acerqué aún más con la mano en su cuello hasta que sus tetas se presionaban contra mi pecho. Aliyana soltó un gemido entrecortado, sus dedos se tensaron hasta que sus uñas se clavaron en mi estómago, mi piel ardía por las marcas que estaba haciendo... marcas que se arrastraban por mi vientre hasta la parte superior de mis vaqueros. Mi polla se presionaba contra la cremallera, rogando desesperada por su mano, mi lengua luchando contra la de ella por el dominio. Pero tan pronto como los dedos de Aliyana comenzaron abrir el botón, me quedé helado. Mierda. 73

Teníamos que parar. ¿Qué demonios estaba pensando? Aliyana se separó de mi boca, sus labios carnosos y lengua húmeda se movieron hacia abajo para lamer y morder mi cuello. En sus manos, el botón en la parte superior de mis vaqueros se abrió y empezó bajar mi cremallera... los pantalones erran la única barrera entre ella y mi polla. Cerrando mis ojos con fuerza, sabiendo que lo que iba a hacer sería doloroso, atrapé sus manos entre las mías. La cabeza de Aliyana se alzó de golpe e, incapaz de resistirme, apreté mis manos en sus mejillas y presioné mi boca sobre la suya por última vez, antes de apartarla y ordenar: —Vete. Aliyana luchó por respirar mientras permanecía sentado con mi camisa hacia arriba y mi cremallera medio abierta. —Pero… —¡VETE! —grité, moviéndome para abrochar mis vaqueros, levantando mis manos para agarrar el volante. Aliyana inhaló con fuerza, pero no miré en su dirección. Si lo hacía, la presionaría contra este asiento y su coño estaría estrangulando mi polla en unos diez segundos como máximo. Un momento después, oí la puerta abrirse y cerrarse silenciosamente.

Cerrando los ojos, luché contra la sensación de malestar atravesando mi cuerpo. Pero todo lo que vi fue un par de grandes ojos marrones que me decían que podían mirar directamente a mi alma, que me sentían. En treinta minutos, estaba de vuelta en mi estudio, dejé preparándose una jarra de café fuerte, me quité mi camisa y vaqueros, me metí en la ducha. A medida que el agua caliente caía sobre mi cabeza y el vapor ondulaba por la pequeña habitación, en todo lo que podía pensar, era el rostro de Aliyana sonriéndome como si no viera todos mis pecados. Hablándome en español, dejando escapar las palabras con fluidez, el gusto de su boca con sabor a Nutella en mi lengua, y la sensación de sus manos bajando para agarrar mi polla. ¡Mierda! ¿Qué tenía esta chica? ¿Por qué me afectaba tanto? Agarrando el gel de baño, eché el líquido verde en mi mano y deslicé el jabón perfumado por mi cuerpo. Pero mientras más lavaba los restos de mármol de mi piel, más imágenes de Aliyana pasaban por mi cabeza: sus ojos, su boca, sus hoyuelos jodidamente lindos apareciendo en sus mejillas mientras me sonreía... su voz jadeante cuando me dijo que había volado por todo el país sólo para ver una de mis esculturas de cerca... esas tetas presionadas contra su camisa, su pecho enrojecido al mirarme y esos gemidos que se perdieron en mi boca mientras nos besábamos.

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Sin ser consciente, mi mano se envolvió alrededor de mi polla dura y empecé a acariciarme de arriba a abajo. Gemí en voz alta, imaginando los largos dedos delgados de Aliyana agarrando mi polla en lugar de la mía y apoyé mi frente en los azulejos húmedos. Moviendo mi mano más rápido, empecé a jadear, me la imaginé desnuda debajo de mí, yo sujetándola para que no pudiera moverse y follándola duro... y eso fue todo. Con tan solo un pensamiento de hundirme en su coño mojado, mi semen salió a borbotones sobre mi mano, resonando un largo gruñido en la cabina de ducha de azulejos. Sacudiendo mi polla más lento, me masturbé, con mis piernas todavía temblando por lo condenadamente bien que se sentía... lo mucho que me excitaba apenas imaginar tenerla tendida sobre su espalda con sus delgadas piernas envueltas alrededor de mi cintura. Pero entonces la realidad me golpeó y los demonios de mi pasado llegaron tronando de nuevo en mi pecho, sacando el aire de mis pulmones, trayendo los habituales sentimientos de odio, tristeza y culpabilidad a cada célula... Después de secarme, me puse unos pantalones holgados y regresé, exhausto pero sin poder dormir, a mi trabajo actual en progreso y empecé a esculpir la cara del niño pequeño... el joven, con la cara desgarrada llorando balas… balas que yo le había hecho disparar cuando él no quería... arruinando así su maldita vida. Mientras golpeaba el martillo contra la cabeza del cincel puntiagudo, aparté el rostro sonriente de Aliyana y sus ojos inquietantes de mi mente. Tenía que olvidar lo que había pasado entre nosotros. Joder, de ninguna manera iba a arruinarla también a ella.

Capítulo 9 Ally Dos semanas después...

¿A

sí que es éste? ¿Éste es el lugar donde se hospeda? Pensé, mirando el estudio de escultura desde mi auto. La dirección que Vin me había dado, me llevó a lo largo de la costa, no muy lejos de Pike Market.

La noche era oscura y, a mi lado, en el asiento de mi auto de alquiler, había una caja llena de borradores y títulos. Había llamado a Vin para pedirle que los terminara, pero insistió en que estaba demasiado ocupado en la Costa Este y que debería llevárselos directamente a Elpi… en su estudio… el estudio con vistas al Puget Sound... después de dos semanas de no de escuchar nada de él. Como siempre, el cielo estaba nublado, había una ligera brisa en el aire, pero el día se mantuvo sin lluvia. Comprobando de nuevo la dirección que Vin envió a mi correo electrónico, suspiré. Este era el lugar correcto... 75

Estaba postergándolo. Un gran edificio cuadrado blanco se levantaba delante de mí. Parecía una pequeña fábrica, las ventanas eran grandes, pero estaban oscurecidas en este lado. Estaba escondido en un pequeño camino que ofrecía unas vistas hermosas al océano. Vin había dicho que este había sido su estudio, el que había usado durante años, pero se lo había regalado a Elpidio por su exhibición. Mi corazón latía más rápido a medida que miraba las puertas dobles de madera buscando alguna señal de vida. No había nada, lo que significaba que tenía que salir del maldito auto y llamar a la puerta, mostrarle a Elpi los borradores y conseguir que me diera permiso para usarlos. Tomando aliento para darme fuerzas, abrí la puerta del auto, temblando por el frío que se filtraba a través de la tela fina de mi vestido largo lila y la corta y ajustada chaqueta de cuero negra. Mi cabello estaba lacio y suelto, la suave brisa hacía que flotara a través mi rostro. Agarré la caja que contenía los borradores del asiento del pasajero y cerrando con llave el auto, me dirigí lentamente por la calle hasta situarme ante la gran puerta de madera. Desde el interior, venía el sonido de música alta y mi estómago se apretó con los nervios. Quería ver a Elpi más que nada en el mundo, pero dudaba de que él, en realidad, quisiera verme. Mis rodillas temblaban cuando levanté la mano y llamé a la puerta.

Mientras esperaba, miré alrededor del callejón, notando que había un silencio sepulcral. Era completamente apropiado para Elpi. Un estudio solitario en una calle solitaria para un escultor solitario. La música a todo volumen resonaba en el interior y no había ni rastro de Elpi. Intenté de nuevo, pero golpeando más fuerte esta vez, esperé unos cinco minutos antes de que me diera cuenta de que no podía oírme. Sintiendo más y más frío a cada minuto, miré hacia la calle vacía otra vez antes de meter la caja debajo de un brazo y tratar de girar el picaporte. Giró. La puerta crujió al abrirse, traicionando la edad del estudio, y revelando un pasillo largo y vacío que llevaba en una sola dirección. Sujetando la pesada caja con las dos manos, me adentré en el pasillo, pateando la puerta para cerrarla con el pie, y grité: —¿Hola? Mi voz no era contrincante para la música de rock duro a todo volumen que provenía de la habitación al final del pasillo. Enderezando los hombros, me obligué a dar un paso hacia delante y suprimí mis nervios. Cuánto más me acercaba al final, más dudaba de la decisión de venir aquí. Este era su espacio privado. Definitivamente, no querría que me entrometiera. Pero, mientras pensaba en irme, oí el poético sonido de un cincel picando el mármol y me quedé quieta. 76

Quería verlo trabajar. Observar a un artista en su trabajo era un raro privilegio. Y más que eso, quería, no, necesitaba ver a Elpidio otra vez. No podía evitarlo. Sentía un tirón dentro de mí que me impedía dar la vuelta e irme. Apretando los labios, me incliné para colocar la caja con los borradores en el suelo y avancé lentamente hasta estar en el umbral sin puertas... y la vista que me recibió me dejó sin aliento. Elpidio estaba de pie en el centro de la habitación, vestido solamente con unos vaqueros negros rasgados, su torso desnudo, cada centímetro de su piel oliva estaba cubierta de lo que parecían cientos de tatuajes. Era imposible ver una pizca de piel sin ellos. Nunca había visto a alguien tan cubierto de tinta en toda mi vida. Pero, aparte de los tatuajes, que me hacían agarrarme del marco de la puerta con los dedos rígidos, estaban los gruesos músculos definidos que sobresalían sobre sus omóplatos, cada trocito de piel estaba húmedo y brillante del sudor, flexionándose con cada golpe del martillo en sus manos. Sus muslos abultados estaban rígidos mientras se mantenía firme, esculpiendo cuidadosamente la parte posterior de una losa de mármol que parecía ser la imagen de un joven con un chico más mayor a su espalda, susurrándole algo al oído. La música de rock duro llenaba la sala y, antes de darme cuenta, mis pies me estaban llevando hacia adelante como una polilla a la llama. Cuánto más me acercaba, más me di cuenta.

La espalda de Elpidio estaba cubierta de cicatrices. De hecho, toda su piel tenía cicatrices, tanto antiguas como nuevas, con relieves y planas, rojas y blancas. Pero una larga cicatriz recorría irregularmente a lo largo de la parte posterior de su cuello grueso... un cuello visible ahora que estaba libre de la cortina de su cabello oscuro, atado en la mitad de su cráneo en un moño flojo. Eso me hizo sonreír. Siempre había pensado que su cabello largo era su protección, su máscara. Me complacía ver que cuando esculpía lo apartaba de su rostro... como si estuviera libre de todas las restricciones, derramando su alma en sus obras maestras cuidadosamente elaboradas. Era abrumador ver a un hombre tan desgarrado y torturado, tan crudo y desaliñado, pero apasionado, todo al mismo tiempo... Sintiéndome segura de dar un paso aún más cerca, curiosa de echar un vistazo a lo que estaba creando, avancé justo cuando hubo un cambio en la música. La pausa de tres segundos entre canciones delató mi presencia cuando mi pie pisó una vieja tabla chirriante del suelo, el sonido del crujido hizo eco en las paredes en el amplio espacio. Como si estuviera esperando un golpe en la espalda, Elpidio giró, con su cincel en ángulo como un arma. Me quedé inmóvil, una sensación de miedo descendió por mi columna vertebral. Los ojos de Elpidio se agrandaron brillando con sorpresa cuando me vieron clavada en el lugar. Su expresión dura y violenta cambió en un instante. Dejó caer su cincel al suelo mientras su oscura mirada me perforaba. 77

No nos movimos. No hablamos. Sólo nos miramos, acelerándose nuestra respiración. Mientras rozaba mi labio inferior con mis dientes, permití que mis ojos bajaran hasta su tatuado y voluminoso pecho musculoso, a sus abdominales definidos y prominentes, brillantes por los efectos de su trabajo. Su cintura estrecha contaba con una sexy y definida “V”, exhibida por sus vaqueros negros de cintura baja. Cuando mi mirada ascendió, un calor se propagó entre mis piernas y gemí en voz alta sintiendo la presión insoportable palpitando en mi núcleo. Unos mechones de cabello cayeron sobre el rostro de Elpi, provocando que se viera como un sueño prohibido. Cuando nuestros ojos se encontraron una vez más, la temperatura en la habitación pareció elevarse con la intensa atracción que crepitaba entre nosotros. Me tambaleé, sin saber qué decir o qué hacer, cuando, con un gemido dolido, Elpi se precipitó hacia adelante, presionando su gran cuerpo contra el mío, y estampó sus labios contra los míos, agarrándome con una mano del cabello y la otra aferrándose a mi trasero firmemente. No podía moverme. No podía hacer nada más que dejarme arrollar por este hombre, este hombre fuerte y dominante que me hacía perder todo pensamiento racional. El sabor a tabaco y cerveza llenaba mi boca mientras movía su mano de mi trasero para empezar a quitarme la chaqueta. Jadeé cuando mis labios dejaron su boca, mi chaqueta aterrizó en el suelo mientras otra canción de rock resonaba a través de los grandes altavoces del sistema de sonido, por toda la habitación.

Elpi no perdió el ritmo, descendió por mi cuello con sus labios, sus manos liberaron mi cabello para rasgar los tirantes de mi vestido y del sujetador. Mis pechos se endurecieron al instante en que quedaron expuestos a la sala fría. Puse los ojos en blanco cuando Elpi soltó un gruñido de satisfacción y, juntando mis pechos con sus manos grandes y ásperas, chupó mi pezón fruncido. La sensación de sus dientes raspando mi pecho hizo que mi coño se humedeciera incluso más. ―¡Elpi, sí! ―siseé mientras succionaba con fuerza, haciéndome gritar, con mis piernas temblando de necesidad. Totalmente saciado de mi carne, liberó el pezón con un pop y, con sus manos planas, me empujó hasta que mi espalda golpeó la pared. Detuvo su asalto sólo para quemarme con una mirada desesperada, su expresión hambrienta casi derritiéndome en un charco en el suelo. A medida que sonaba un crescendo en la canción de heavy metal, utilizó ambas manos para bajar mi vestido hasta el suelo, llevándose mis bragas de seda con él. Estaba completamente desnuda para él. Elpi dio un paso hacia atrás, en silencio; su pecho tatuado estaba levantándose con dificultad a causa de su agitada respiración. No me había atrevido a alejarme de la pared, sus duros ojos de color marrón oscuro me mantenían fija en el lugar. 78

Solté un suspiro tembloroso mientras me absorbía con su gran cuerpo, sintiéndome más que hermosa, sus fosas nasales se ampliaban a medida que sus ojos trazaban cada una de mis curvas. Al ver un bulto hinchado debajo de sus vaqueros, apreté los muslos, buscando la liberación mientras él abría el botón del pantalón y bajaba la cremallera. Una capa delgada de vello oscuro casi rapado apareció cuando sus vaqueros bajaron por sus muslos. Su larga polla quedó libre, dura y lista para follarme. ―Elpi... ―susurré y me preparé mientras pateaba sus vaqueros hacia un lado, su moño sostenía su cabello largo dándome la oportunidad de ver cada ángulo de su hermoso y serio rostro. Irrumpió hacia adelante, sujetándome contra la pared fría con su pecho húmedo mientras el fuerte ritmo de Tainted Love de Marilyn Manson asaltaba la habitación. Bajando la mano, me levantó del suelo agarrándome de los muslos, mi espalda rascaba contra la pared. En ningún momento, rompió el contacto visual ni dijo nada mientras su polla comenzó a pasar por mi coño, haciéndome gritar con la fricción en mi clítoris. Estaba lista. Estaba mojada y lista y más que ansiosa para que me tomara y me follara contra esta pared con la ferocidad que sabía que albergaba profundamente en su interior. Una ferocidad que sabía que necesitaba soltar. Una ferocidad que quería que descargara dentro de mí.

―¿Tomas algo? ―gruñó mientras se presionaba hacia adelante, sus duros pezones rozando los míos. Mis ojos revolotearon mientras trataba de formar una respuesta. Pero cuando apretó sus caderas más fuerte, su polla frotó mi clítoris haciendo que le clavara las uñas en el cuello, y no podía ni siquiera hablar. Elpi se congeló y traté de mover las caderas para aumentar esa sensación adictiva de casi llegar a la cima. ―¿Tomas algo? No tengo un condón ―espetó, repitiendo su pregunta. Su voz había caído una octava, sonando más gutural, como si hubiera tragado vidrio roto, haciendo que unos escalofríos de excitación cubrieran cada centímetro de mi cuerpo expuesto. ―Inyección ―susurré―. Me doy la inyección. ―Bien. ―Fue toda la advertencia que tuve antes de que usara su fuerza para levantarme más alto y, luego, con un solo movimiento rápido, me empaló con su polla. Gemí al sentir su espesor llenándome tan increíblemente por completo. Su olor masculino almizclado llenó mi nariz y hundí mis dientes en su hombro mientras un tsunami de placer me envolvía.

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La cadencia de la canción se incrementó, Elpi usaba el ritmo de los tambores para controlar sus embestidas. Sus gruñidos eran guturales mientras golpeaba con fuerza, la punta de su polla empujando implacablemente en mi interior. Sus sólidos músculos temblaron bajo su piel y metió la cabeza en el hueco de mi cuello, subiendo de volumen sus fuertes gruñidos. Mis muslos dolían por la fuerza de su agarre. Mi espalda ardía por la pared dura contra mi piel desnuda. Dentro de mí, encendido con fuego, mi núcleo se alzaba cada vez más alto, tanto, que sentía que no podría soportarlo. Cuando la voz de Marilyn Manson elevó el tono, las caderas de Elpi se volvieron frenéticas mientras me destrozaba contra la pared, mi coño sintiendo cada centímetro de su carne desnuda empujando profundamente en mi interior. Mis dedos arañaron sus hombros, cambiando mis gemidos de cortos y jadeantes a fuertes y prolongados. ―¡Elpi! ―grité mientras una presión imposible se construía entre mis piernas. No dijo nada en respuesta a mis plegarias, sus caderas ahora estaban golpeándome furiosamente. Gimió con tanta fuerza que sonó como si estuviera gruñendo en mi cuello. Cuando se retiró una última vez y, después se sumergió de nuevo en mí el doble de fuerte que antes, siendo mi perdición. La espalda y las piernas se me tensaron, grité mi liberación, mi canal estaba contrayéndose ordeñando a Elpi aunque nunca, ni una vez, vaciló en sus embestidas. Mis ojos se cerraron por voluntad propia mientras metía la nariz en su cuello, lamiendo su piel enrojecida. Sus movimientos se hicieron más erráticos, sus gruñidos cada vez más altos. Abriendo la boca, sus labios se aferraron a la

parte inferior de mi cuello. Chupando fuerte, rugió contra mi piel, tirando de la carne cubierta en su boca caliente mientras su polla se hinchaba. Sentí vértigo ante la sensación de su liberación. Mi clítoris palpitaba mientras sus caderas se mecían lentamente contra mí, su polla se sacudía al mismo ritmo que su respiración contra mi cuello. A medida que la niebla de placer comenzó a disiparse, agarrando con mis manos todavía su resbaladiza piel tatuada, parpadeé ante la sorpresa de lo que acababa de suceder Me había follado a Elpidio... Me había follado a Elpidio… sexo frenético, duro y sin protección… el mejor sexo de mi vida. Sin estar segura de cómo reaccionaría, me preparé para su rechazo, pero, para mi completa sorpresa, echó la cabeza hacia atrás, chocando su mirada con la mía. Como siempre, no dijo nada, pero por la expresión sorprendida en su duro rostro, sabía que se estaba sintiendo tan desnudo y expuesto como yo. Cuando inclinó su cabeza hacia adelante, pasando su nariz suavemente por mi mejilla enrojecida, cerrando sus ojos mientras lo hacía, haciendo que se me anegaran los ojos. Nunca había visto este lado de él antes… el lado casi tierno que siempre había creído que estaba enterrado debajo de ese duro exterior.

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Mientras el cálido aliento de Elpi se deslizaba por mi cuello, dio un paso atrás, apartándome de la pared. Girándonos, con su polla todavía dentro de mí y mis muslos todavía envueltos alrededor de su cintura, caminó lentamente por la habitación. A medida que avanzábamos, no pude resistir sonreír y poner un mechón de pelo detrás de su oreja. Dándome una mirada rápida, sus ojos oscuros brillaron con calidez ante mi gesto y su boca se torció. Le gustaba que lo tocara de esta manera. De repente, nos encontrábamos al otro lado de la habitación, Elpi me bajó hasta una cama blanda debajo de unos largos ventanales, del techo al suelo, que mostraban una vista panorámica del Sound. Esa vista no podía igualarse a la del hombre que se cernía sobre mí mientras estaba acostada sobre sábanas blancas perfectamente planchadas. Me miró durante unos segundos antes de inclinarse y presionar su boca contra la mía, sus caderas finalmente se movieron mientras se deslizaba fuera de mí. Sujetando mis muñecas, sin romper el contacto de mis labios, envolvió cada uno de mis brazos detrás de su cuello, sus labios lánguidamente acariciando los míos. Sintiendo una oleada de emoción embriagadora hinchándose en mi pecho ante ese acto inesperado, pasé los dedos a lo largo de su cuello, encontrando el camino de la larga cicatriz. Descartando las preguntas que se formaban en mi mente acerca de cómo se hizo una lesión tan horrible, me fundí en su abrazo, disfrutando de la agradable sensación de haber hecho el amor... gozando del simple placer de yacer aquí, fusionando mis labios con el hombre que me había afectado como ningún otro.

Capítulo 10 Axel

E

lla sabía a menta. Olía a jazmín.

Había perforado a través de mi maldita alma… el alma contaminada que nunca quise que nadie viera. La lengua caliente de Aliyana luchaba contra la mía, sus manos se arrastraban perezosamente arriba y abajo por mi espalda. Pero la no quería perezosa. Quería que se retorciera debajo de mí. Quería que gritara mi nombre, que me arañara la espalda, que me devolviera a la vida después de cinco años de estar sin nada más que mi propio jodido corazón como compañía… después de años de nada más que entumecimiento.

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Restregando mis caderas contra su coño húmedo, comí sus gemidos que me llenaban la boca. De repente, nos di vuelta hasta que Aliyana estuvo a horcajadas en mi cintura, sus ojos vidriosos entrecerrados y su boca hinchada abierta mientras me miraba. Tomando una toalla limpia de al lado de mi cama, se la paseé entre sus piernas, eliminando cualquier evidencia de mí de dentro de ella, amando cómo su rostro se sonrojaba ante la acción. Nunca había visto algo tan jodidamente sexy en toda mi vida como ella a horcajadas en mi cintura. Sus tetas eran del tamaño perfecto para mis manos, y las levanté para sentirlas contra mis duras palmas. Aliyana echó su cabeza hacia atrás y gimió, mi polla se endureció mientras la presionaba contra su prieto trasero redondo. Necesitaba saborearla. Necesitaba sentir su coño húmedo contra mi lengua. En menos de un segundo, agarré los muslos de Aliyana, y con un solo tirón, usé la fuerza de mis brazos para arrastrarla hacia arriba por mi pecho hasta cubrir mi cara. Agarrando fuertemente sus muslos, aplasté su coño contra mi boca. Mi lengua inmediatamente se sumergió en su agujero, retirándose solo para encontrar su clítoris hinchado y lo chupé en mi boca. ―¡Joder! ¡Elpi! ―gritó Aliyana. Miré hacia arriba justo para ver sus palmas golpear contra la pared blanca detrás de la cama mientras sus caderas comenzaban a mecerse contra mi lengua, sus muslos apretándose con cada lamida y cada succión. Sintiendo mi polla más dura que antes, gruñí, necesitaba desesperadamente que la tocara. Mirando hacia atrás a mis caderas moviéndose contra el vacío, la cara enrojecida de Aliyana miró la mía. Sacó sus manos de la pared y susurró:

―Déjame dar la vuelta. Estaba demasiado ocupado comiéndome su coño, su sabor era adictivo, que no me moví. Pero mientras mis ojos se cerraban, sentí un dedo acariciar suavemente mi frente, haciéndome abrirlos de golpe. El hermoso rostro de Aliyana encontró los míos, pasando su lengua por sus labios rosas. Jadeando mientras succionaba largamente su clítoris. Aliyana soltó un gran gemido y sentí su clítoris palpitar contra mi lengua plana. ―Elpi... por favor… quiero saborearte también… Quiero tu polla en mi boca mientras me lames. Quiero que te corras en mi garganta mientras yo me corro en la tuya. ¡Joder! Oír esas palabras salir de esa boca jodidamente perfecta hacía que mi pene se sacudiera, se moviera y se tensara buscando sentir sus labios alrededor de su punta. Sin querer perder el ritmo, solté el férreo agarre de sus muslos, y levantando sus caderas, usé toda la fuerza de mis brazos, girándola por la cintura para que se sentara de espaldas sobre mi rostro. Agarrando las suaves mejillas de su trasero y encontrando su hendidura hirviendo, estrellé mi boca contra ella mientras le metía el pulgar.

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Las tetas de Aliyana presionaban contra mis abdominales y gruñí fuerte mientras sus suaves manos se envolvían alrededor de la base de mi polla. Con un gemido, Aliyana tomó la punta de mi pene en su boca caliente, tomándome tan profundo como podía. La sensación de su boca succionando mi polla casi me deshizo, la presión ya se estaba construyendo en mis bolas mientras Aliyana las acunaba en su palma. Mi lengua se movió más rápido contra su clítoris, manteniendo el ritmo con su lengua moviéndose de arriba a abajo en mi pene. Queriendo escucharla gritar mi nombre, sumergí otro dedo en su coño. Aliyana gimió, separando sus muslos cada vez más en mis hombros, machacado su coño contra mi rostro tanto como podía. Todo lo que podía sentir era a ella. Todo lo que podía pensar era en su cuerpo desnudo, en su mirada que no veía a un ex convicto perdedor debajo de mí, sino mi yo real. La cabeza de Aliyana de repente bajó y la punta de mi polla golpeó la parte trasera de su garganta. Al sentir sus manos apretando mi escroto, el líquido pre seminal goteó en su boca, Aliyana gemía mientras se lo tragaba. Estaba a punto de correrme. Que ella hiciera ruidos así garantizaban que me estaba por correr… duro. Podía sentir el calor construyéndose, el dolor sordo arrastrándose hasta mis muslos. Necesitando que ella también se corriera, moví la lengua con más fuerza contra su clítoris y curvé los dedos en su coño.

Aliyana se movió contra mi rostro y dejó salir un grito. Sus muslos se tensaban y sus caderas se mecían furiosamente contra mi cara mientras mis dedos se hundían de atrás para adelante. Su mano, que estaba envuelta en la base de mi polla, me bombeó más rápido. Su palma estaba resbaladiza contra mi piel caliente mientras su lengua me lamía la punta. Cuando sus labios envolvieron mi polla, dio una última succión, y rugí contra su clítoris, sintiendo mi corrida dispararse en su boca. Aliyana gimió alrededor de mi polla, su coño apretándose mientras se contraía alrededor de mis dedos. Bebí de su coño, tragando su sabor mientras Aliyana envolvía su suave lengua de arriba a abajo en mi polla. Me desplomé sobre la almohada y saqué los dedos de su coño. Nuestra respiración pesada parecía llenar cada centímetro del estudio, mis grandes altavoces crujían por la falta de música que se estaba reproduciendo desde mi teléfono, que todavía seguía conectado. Con un suspiro de satisfacción, Aliyana cayó presionando su mejilla en el interior de mi muslo derecho.

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Durante unos minutos, mientras miraba al techo, me permití disfrutar de este momento. No dejé que el dolor de mi pasado me golpeara en el pecho. No dejé que el rostro demacrado de la mammá rondara mi mente o que el odio que Levi me tenía me revolviera el estómago… simplemente permanecí acostado aquí, todavía saboreando a Aliyana en mi lengua, oliendo su esencia a jazmín en mi piel húmeda, disfrutando de la sensación de su aliento cálido fluyendo sobre mi pierna. Joder, ella era la perfección. Ella era la luz. Una luz de oro ardiente. Cuando estás encerrado en la oscuridad perpetua, harás cualquier cosa para perseguir esa luz. La mia luce... Los minutos pasaban y ninguno de los dos habló. Pero un impulso extraño bombeaba a través de mi sangre… Quería mirarla a los ojos. Quería ver esos hoyuelos en sus mejillas mientras me miraba a través de sus pestañas estúpidamente largas, con una enorme sonrisa cegadora en su boca. Y por primera vez en la historia, quería que alguien estuviera en mis brazos… No, la quería a ella en mis brazos. Quería que esta chica subiera por la cama y sencillamente estuviera en mis brazos. Actuando por impulso, me senté, me incliné hacia adelante y pasé mi brazo por debajo del plano estómago de Aliyana. La levanté, posicionándola para que se acostara a mi lado. Sonreí cuando Aliyana jadeó sorprendida mientras movía su cuerpo somnoliento para que se acostara a mi lado. Entonces mi corazón estalló en mi pecho cuando un rubor tímido tiñó sus mejillas cuando enganché mi brazo

alrededor de su cuello y la tiré para que se acostara con medio cuerpo sobre mi pecho. Miré hacia arriba, sintiéndome perturbado por lo mucho que me gustaba su mano presionada sobre mi pecho. Mi cuerpo se congeló al estar tan cerca de una mujer. Pero mis dedos agarraron una delgada hebra del cabello largo de Aliyana, rodando la suavidad entre el pulgar y el dedo índice. Pasaron más minutos en silencio y pensé que se había quedado dormida. Con mi mano libre, me acerqué a mi mesita auxiliar y agarré los cigarrillos. Poniéndome un Malboro Red en la boca, lo encendí e inhalé, echando el humo por la nariz. Cuando estaba a punto de tomar otra calada, un dedo me golpeó en la barba y me guió a mirar a mi derecha… directamente a los ojos cariñosos de Aliyana. Mierda. ¿Cómo era posible que un par de ojos pudieran decirte tanto? ¿Cómo era posible que un par de ojos oscuros pudieran hacerme caer de rodillas con una sola mirada? ―Hola ―dijo, con sus mejillas sonrojadas. Tomando otra calada, dejé que el humo llenara mis pulmones, pasé mis dedos por la suave piel desnuda de su hombro. ―Mmm… ―gruñí con brusquedad. Sus ojos revolotearon hacia abajo, luego parpadearon y me miraron de nuevo. 84

―No esperaba que pasara esto cuando vine esta noche. ―Su rubor se intensificó y me di cuenta de que estaba nerviosa. Nerviosa por mi rechazo. La mano de Aliyana bajó por mi esternón hasta mis abdominales, e hizo una pausa antes de acariciar de un lado al otro en la parte baja de mi estómago, justo por encima de mi polla. Mis músculos se tensaron ante la sensación y Aliyana me sonrió, luego presionó un solo beso en mi pectoral. Equilibrando el cigarrillo en mi labio inferior, puse mi mano en su mejilla y le dije: ―Tampoco yo. ―Aliyana frunció los labios, sus ojos muy abiertos por el dolor, cuando agregué―: Pero seguro como el infierno que me alegra que haya pasado. Aliyana sonrió ampliamente, sus dientes blancos brillaban. Luego, hizo lo imposible… Me hizo reír, una maldita sonrisa feliz de ella me hizo reír, ¡joder! No era mucho, un gruñido que apenas si podría pasar como una risa, pero ella la consiguió. De alguna manera, podía traerme un montón de emociones. Aliyana se apoyó en el codo, empujando sus tetas contra mi bíceps. Tomando el cigarrillo de mi boca, dio una calada. Y sí, ¿ella fumando? No había nada más sexy que ver esos labios carnosos envueltos alrededor de la colilla. Mientras ponía de nuevo el cigarrillo entre mis labios y se volvía a acostar sobre mi pecho, tomé otra calada, y exhalando, pregunté: —¿Fumas?

Negó. ―No realmente. Solo ocasionalmente cuando bebo. ―Se dio golpecitos en la barbilla―. O cuando he tenido sexo. Sabía que estaba bromeando, pero una puta ola enferma de celos barrió a través de mí, y escupí: —¿Te follas a muchos tipos? La cabeza de Aliyana retrocedió como si la hubiera golpeado, pero no pude evitarlo. Pensar en ella con otro hombre me hacía dar vueltas. ―No, ¡no lo hago! ―dijo entre dientes―. ¿Tú jodes a muchas chicas? Sintiendo el espiral comenzar a relajarse en mi estómago, tiré el cigarrillo todavía encendido en el piso y le respondí: —No desde hace años. Aliyana quedó boquiabierta y sus pestañas revolotearon sorprendida. ―¿No has estado con nadie en años? No respondí su pregunta, pero apreté mi boca y entrecerré mis ojos. Aliyana no se desanimó. Inclinándose más cerca, puso su mano en mi mejilla y preguntó: —¿Por qué? ¿Por qué no has estado con nadie durante tanto tiempo? No dudo que podrías atraer bastante interés. 85

Negué, diciéndole sin palabras que no íbamos a ir allí, y soltando mi brazo de su hombro, me senté, pasándome la mano por el rostro. Esta conversación se estaba acercando demasiado a cosas que no quería, nunca, hablar con ella. Escuché a Aliyana suspirar derrotada detrás de mí, después sentí su mejilla presionarse contra mi espalda. Cerré mis ojos y respiré. Me gustaba mucho la sensación de su tacto. —¿Por qué no me hablas? —susurró. Sentí el dolor en su voz cortar a través de mi corazón—. No le diría a otra alma nada de lo que me revelaras. Dejando caer mi cabeza y finalmente perdiendo el muro que mantenía alrededor de mí en todo momento, susurré: —Porque realmente no podría soportar la maldita idea de que me odies. Aliyana rodó su mejilla hasta que su frente se presionó contra mi omoplato: —Nunca podría odiarte. —Podrías y lo harías si supieras la mierda jodida que he hecho. No respondió durante varios segundos, pero entonces sus brazos se deslizaron alrededor de mi cintura y me tiraron a la cama. Aplanándome en el colchón, sus manos en mis hombros, se sentó a horcajadas sobre mi cintura, se inclinó y presionó sus labios sobre los míos. Pero el beso fue más suave esta vez; no dejándome tomar su boca agresivamente como lo había hecho cada vez que

nos habíamos besado antes… No, esta chica estaba decidida a hacerme sentir, a sacar la mierda que había enterrado en lo más profundo de mí. Rompiendo su beso, Aliyana puso sus manos en mis mejillas y dijo: —Vales tu peso en oro, Elpi. Eres alguien, alguien realmente especial. Mis fosas nasales se ensancharon mientras luchaba contra el bulto que estaba obstruyendo mi garganta. Ella no tenía ni una puta idea de lo mucho que significaba para mí. Estaba completamente equivocada. Pero aun así, esas palabras me traspasaron jodidamente. Desplazando sus piernas de mi cintura, Aliyana saltó de la cama y envolvió una sábana alrededor de su pecho. No me moví de mi lugar en la cama, decidí mirarla mientras caminaba por la habitación. Sus ojos inquisitivos observaron cada parte de mi estudio: mi puesto de herramienta, el área donde moldeaba las plantillas de arcilla de mis esculturas, el escritorio que normalmente contenía mis bosquejos… y finalmente, sus ojos se fijaron en mi trabajo actual en progreso. Mi estómago se encogió mientras la veía acercarse cautelosamente a la pieza casi terminada, sus ojos experimentados de curadora evaluando cada centímetro de ella. Y vi cada emoción deslizarse a lo largo de su mirada: entusiasmo, curiosidad… después tristeza, el instinto de tristeza real.

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Mientras Aliyana rodeaba la escultura, se detuvo cuando llegó a la parte delantera, y observé su boca como su boca se abría mientras el efecto completo de la escultura apareció a la vista. Sus ojos se humedecieron y se acercó al terminado joven tambaleante sosteniendo un arma en sus pequeñas manos, sus extrañamente ojos grandes llorando sangre y balas. Entonces vi cuando su mirada se desplazó hasta el hombre de veintitantos detrás de él, sosteniendo el arma del chico con brazo firme, empujándolo al fuego. El hombre de mármol todavía no estaba terminado. Su rostro aún no estaba esculpido. No me había añadido bastante en sus características. Mis características en ese jodido chico que ya no reconocía, obligando a su hermano pequeño a matar… Me tensé, esperando por la condenada tormenta de preguntas que Aliyana no dudaría en preguntar acerca de mi inspiración, pero para mi sorpresa, simplemente se limpió los ojos, sin ni una vez mirar en mi dirección. En su lugar se movió al otro lado más lejano de la habitación, al piano grande que Vin había colocado aquí. Mientras Aliyana pasaba la mano por el piano de cola negro brillante, su cabeza se volvió hacia mí: —¿Es tuyo? —preguntó sin aliento. —De Vin —respondí, mis cejas fruncidas con curiosidad cuando la vi acariciarlo como si fuera una piedra preciosa. Aliyana se giró de nuevo hacia el piano y se dirigió al frente. Levantó la cubierta para revelar las teclas. —Es hermoso —admiró con asombro y me miró de nuevo—. Es un piano de gran cola Steinway.

Arrastrando los pies más adelante hacia la cama, rodé sobre mi lado, apoyando mi cabeza sobre mi mano. —¿Tocas? Aliyana asintió, todavía deslumbrada por el condenado piano, y se rió una vez. —He tocado toda mi vida. Mi madre también sabe y ella me enseñó. Pero sólo teníamos un piano normal… nada como esto. —Aliyana se sentó en el taburete de piano y acarició las teclas blancas y negras. »El piano era mi vida cuando era una niña. Y todavía me gusta tocar. Todavía me gusta perderme en la melodía de mi pieza favorita. —Aliyana se inclinó hacia adelante e inhaló, su rostro iluminándose—. Es precioso. No sabía lo que era, tal vez la pasión y la alegría que vi bailando en sus ojos, pero no podía apartar mi mirada de ella mientras se sentaba en ese polvoriento taburete de cuero cubierta sólo por una sábana, una sábana en la que acabábamos de follar. Su largo cabello estaba desordenado y caía libremente por encima de su hombro. Parecía una pintura.

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Aliyana liberó sus dos manos de la sábana, dejándola caer hasta su cintura. Me mordí un gemido mientras sus tetas redondeadas estaban al descubierto. Pero Aliyana no se dio cuenta de que la estaba mirando. En su lugar, flexionó sus manos, y con una sonrisa emocionada apareciendo por la comisura de sus labios, colocó sus dedos sobre las teclas. Contuve el aliento ante la primera nota que sonó, sus ojos enfocados mientras probaba el sonido, sus pies cambiando hacia adelante para presionar los pedales. Después, cerrando sus ojos, una expresión serena se extendió por su hermoso rostro. Aliyana empezó a tocar… a tocar a la perfección una pieza de música como si estuviera entrenando con Mozart o alguna mierda. Una pieza de música que no podría haber sido mejor adaptada a ella y a su actitud contagiosa. Las notas estaban enlazadas con esperanza, amor y alegría… como una canción de cuna, pero más poderosa. Las notas melódicas me hicieron sentir como que mi vida podría mejorar. Porque eso es lo que Aliyana hizo, me hizo sentir que mi vida podía mejorar. No tenía idea de por qué, pero esta pieza musical que estaba tocando, empezó a traer lágrimas a mis ojos, como un maldito cobarde. Era como si me estuviera diciendo con la canción cómo se sentía acerca de mí… de nosotros… de lo que acabábamos de hacer. Me concentré en Aliyana tocando esa música, sus expresiones faciales cambiando con cada nueva sección: de feliz a triste, de lloroso a completa adoración. Nunca había visto a nadie parecer como que pertenecía a algún lugar tanto como ella lo hizo en el taburete enfrente de ese piano, tocando la más jodidamente hermosa pieza de música que había escuchado en mi vida.

Estaba completamente envuelto en todo lo que ella era. Sus dedos largos y esbeltos se desaceleraron para tocar una sección más tranquila y menos complicada de la canción, su cabeza meciéndose de un lado a otro, perdida en las notas. Ante ese espectáculo, algo se apoderó de mi cuerpo, corrió como lava a través de mi sangre. Una cosa que nunca me había atrevido a dejarme sentir por… no sabía honestamente si alguna vez había sentido antes… Esperanza. Estando con Aliyana así… su alma tolerante sólo viéndome a mí y no a mi pasado, una jodida fe ciega injustificada… ella me llenaba de esperanza. Lei era speranza… Ella era la esperanza. La mia luce… mi luz. Me recordó a lo que mi mammá esperaba de mí cuando la pandilla me tenía en la profundidad de sus garras. Le había dado un beso de despedida, partiendo a encontrarme con Gio y mi pandilla mientras la mamma yacía inmóvil en su pequeña cama, su ELA mantenía como rehén de su cuerpo. Me miró con esos enormes ojos tristes, unos ojos que rezaron para que nuestras vidas fueran mejores, y ella había susurrado con palabras entrecortadas, Io prego perché tu possa trovare la tua luce, mio figlio smarrito… Rezo para que encuentres tu luz, mi hijo perdido… Mi corazón latió más rápido cuando el recuerdo invadió a mi mente, apretando a mi pecho. Los dedos de Aliyana desaceleraron como si pudiera sentir que estaba jodidamente desmoronándome por dentro, el dulce sonido de la melodía gradualmente llegó a su fin. 88

Algo dentro de mí se hizo cargo, e incapaz de detenerme, me deslicé fuera de la cama y crucé en silencio la habitación. Me moví hasta detenerme a un lado de Aliyana justo cuando los dedos en una mano bailaban sobre las teclas superiores en el piano, la nota final aguda colgando en el aire. Antes de que siquiera hubiera tenido una oportunidad de mover sus manos de las teclas y sus pies descalzos de los pedales, tomé su barbilla en mi mano por la espalda, girando su cara para presionar sus labios contra los míos. La presión en mi pecho desapareció tan pronto como su dulce sabor entró en mi boca. Sorprendida por mi acción, Aliyana gimió en mi boca, levantando su brazo para envolverlo alrededor de mi cuello. Sin romper el beso, enganché mi brazo alrededor de su cintura y la levanté del taburete, su espalda alineada con mi parte delantera. Incapaz de esperar más, la incliné hacia adelante para presionar su estómago contra la madera fría del piano, todavía manteniendo sus labios sobre los míos. Enganchando su pierna derecha sobre el interior de mi codo, la levanté lo suficiente para abrir su coño y en un empuje firme, deslicé mi polla profundamente en su interior. No estaba apresurando esto. Ahora no la estaba follando… era algo más… porque ella era más… Aliyana deslizó su boca de la mía mientras gritaba en voz baja mi nombre: —Elpi… Deslizándose poco a poco por mi brazo, su mano libre estaba encima de mí sobre su estómago. Mientras me impulsaba dentro de ella, mis muslos ardían por la sensación, Aliyana levantó mi mano y entrelazó sus dedos dentro de los míos.

Arrastrando el aliento al sentir su mano pequeña apretando la mía tan suavemente, me tenía luchando para no dejarme caer de rodillas y rogarle jodidamente que nunca salga de esta habitación. No necesitábamos el mundo exterior. Teníamos esta habitación. Sólo estábamos ella y yo en esta habitación. Cuando Aliyana llevó su mirada de nuevo hacia la mía, me detuve en su interior y me quedé mirándola de regreso. No había música tocando para ahogar todo, sin palabras dichas para romper el silencio… Fue el momento más intenso y significativo de mi vida. Aquí, enterrado en el interior de esta mujer que sólo conocía al hombre que era ahora, no al hijo de puta insensible que era antes, era mi más. Nunca había pensado que merecía una segunda oportunidad, nunca quise una. En lo que a mí respecta, merecía pasar el resto de mi vida miserable por lo que había hecho. Pero aquí, en el interior de la mujer más hermosa que alguna vez había visto en mi vida, la mujer que simplemente me tenía, estaba negociando con Dios para que me permita tenerla… sólo por un tiempo… para seguir sintiendo… esto… lo que sea que fuera esto… —Tu sei bella… —Eres hermosa, susurré y me di cuenta que los ojos de Aliyana brillan. Ella se inclinó hacia adelante y presionó un beso breve en mis labios, después inclinó su cabeza hacia un lado, instándome a besar su cuello. Mis caderas empezaron a mecerse de nuevo, Aliyana jadeando ligeramente con cada empuje interminable. 89

Aliyana apretó su agarre alrededor de mi cuello y con nuestros dedos entrelazados aferrándose fuertemente, construí la velocidad, llevándonos más y más hasta el borde. Unos minutos después, con nuestra piel húmeda hirviendo, Aliyana gimió en voz baja mientras se corría. Sus ojos se cerraron, y después de dos empujes más, metí mi nariz en su cabello y también me corrí. —Elpi… —murmuró Aliyana en voz baja y apreté mi brazo alrededor de su cintura. La abracé lo más cerca que podía físicamente. Y Aliyana me dejó. Me dejó sostenerla en nuestra conexión sin decir una palabra. —¿Cuál era esa música que tocaste? —pregunté de repente—. Justo ahora, ¿qué fue eso? —Beso la lluvia de Yiruma —respondió sin aliento, la flacidez de su cuerpo cansado en mis brazos. Guardé el título de esa canción en la memoria. —Beso la lluvia. Me salí de ella, la alcé en mis brazos, sólo deteniéndome para levantar la sábana del piso y la llevé de regreso a mi cama. Mientras nos acostamos, Aliyana salpicó suavemente besos por toda mi cara antes de apoyar su mejilla cariñosamente en mi pecho. —Te he extrañado, Elpi… —susurró adormilada. La apreté más cerca a mi lado, deseando poder decirle que también la había extrañado. En cambio, le ordené bruscamente:

—Te vas a quedar aquí esta noche. Aliyana acarició mi pecho con su nariz y sentí los músculos de sus mejillas estirarse en una sonrisa. —Desde la primera vez que vi tu escultura del ángel, quemó mi corazón… siempre supe que si pudiera conocerte en carne y hueso, tu alma haría lo mismo. Las palabras que dijo bien podrían haber sido un jodido Ave María de Dios mismo, un pase libre para los jodidos pecados de mi pasado. Pero eso nunca podría ser cierto. Tenía que pagar las consecuencias. Había arruinado vidas. El karma no funciona de esta forma, dándote todo lo que podrías soñar sin pagar algún tipo de precio. Presioné mi mejilla en la parte superior de su cabeza y cerré mis ojos. Era la primera vez que había dormido durante toda la noche sin despertar con sudores fríos e ira insoportable matándome por dentro.

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Capítulo 11 Ally

M

ientras despertaba con el sol brillante que se filtraba a través de los grandes ventanales del estudio, los rayos iluminaban su cuerpo desnudo y musculoso, parecía como si estuviera atrapada en un

sueño.

Los fuertes brazos de Elpidio me mantenían cerca; no me había soltado en toda la noche. Atesoraba el toque de este cercano y torturado hombre, pero sentí un oleaje profundo en mi estómago. ¿Qué escondía de sí mismo que era tan terrible? ¿Qué estaba atormentando su mente de genio, apartando a todo aquel que se acercaba demasiado? ¿Advirtiéndome que me mantuviera alejada? Levantando mis dedos, tracé suavemente sobre sus facciones fuertemente marcadas, centrando mi atención en el crucifijo negro que dominaba su mejilla izquierda. Las líneas parecían como si se las hubiera hecho él mismo, el centro de la cruz parecía como si cubriera algo debajo. 91

Los dedos siguieron con los ojos, bajando por su barba corta y suave de su cuello, los tatuajes que cubrían cada centímetro de su piel. Símbolos desconocidos, imágenes de Italia y crípticas palabras destacan en la mayoría de los diseños. Estos diseños condujeron a obras similares en el pecho, la pieza central un rosario intrincado cayendo a su esternón. Era hermoso. Pero en una inspección más cercana, mis cejas se fruncieron mientras estudiaba una serie de cicatrices y lo que parecían heridas de arma blanca en su abdomen y estómago. Todas se veían feas, pero ninguna tan dolorosa de ver como la que está en la parte posterior de su cuello. ¿Cómo demonios se las hizo todas? Volví a pensar en las numerosas preguntas sobre su pasado que habían quedado sin respuesta: los trágicos los antecedentes de sus esculturas, la prístina cama hecha cuando entré en el estudio anoche, las cicatrices, y el hecho de que no había estado con una mujer en años. Mientras pongo mis ojos sobre su escultura actual, el chico con una pistola, llorando lágrimas de sangre y balas, un pensamiento vino a la mente: ¿Era militar? ¿Era por eso que era tan cerrado? ¿Tan hastiado de la gente... de la vida? Un pitido estridente sonó del otro lado de la habitación, el ruido estridente despertó a Elpi, sus soñolientos ojos oscuros parpadearon hasta abrirse. Contuve

la respiración mientras miraba hacia abajo. Frunciendo el ceño como si estuviera confundido por verme tumbada sobre su pecho. Pero cuando un atisbo de sonrisa enganchada en la esquina de su labio superior apareció, sentí un enjambre de mariposas invadir mi estómago. —Hola —le susurré. —Muy bien —susurró de vuelta en su acento atractivamente profundo. Inclinándose boca abajo para encontrarse con los míos, nuestros labios se tocaron justo cuando mi teléfono sonó de nuevo. Gimiendo por la interrupción, me eché hacia atrás. —Me tengo que ir —anuncié, a regañadientes. Elpi miró hacia el gran reloj colgado en la pared del fondo y asintió. Su rostro se oscureció como si un mal pensamiento hubiera corrido por su mente, pero luego desapareció tan rápido como llegó. Presionando un último beso juguetón en su duro abdomen, rodé a un lado de la cama, siseé mientras mis pies descalzos tocaron el frío suelo de baldosa congelada. Mientras me levantaba, la mano de Elpi atrapó mi brazo, haciendo que lo mirara. El conflicto que jugó en su rostro me confundió, pero después de un reticente suspiro, dijo:

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—Vuelve esta noche. —Parecía que le dolía pronunciar esas palabras. Mi corazón se derritió, sabiendo que mostrar tanta vulnerabilidad debía de haberle costado emocionalmente. Las mariposas en mi estómago se abalanzaron y sumergieron de nuevo y, sonriendo, asentí: —Voy a llegar tarde, sin embargo. Saldré con unos amigos todo el día y parte de la noche. Me lanzó una breve inclinación de cabeza, con el rostro impasible y serio. Tomando mi mano, enrosqué sus dedos con los míos. —Me gustaría no tener que irme. Mientras apretaba mis manos, me sonrojé. Sabía que era su manera de decirme que deseaba no tuviera que irme tampoco. Indignada por tener que asistir al primer partido de la temporada de los Seahawks, me obligué a salir de la cama y vestirme. Elpi se sentó en la cama, la sábana bajo a sus caderas mientras encendía un cigarrillo y lo sostenía entre sus labios, viéndose como una versión más siniestra y perturbada de James Dean. Él vivía respirando poesía. No los poemas de amor, sino la poesía que te arranca el corazón, lo hace pedazos, lo devuelve de nuevo en tu pecho, y hace que te preguntes, ¿qué demonios te ha destrozado el alma? No podía apartar mi mirada de él mientras situaba mi vestido sobre mis pechos, su varonil cola de caballo seductoramente desordenada, su tatuaje

cubriendo sus abdominales tensos mientras su brazo se movía arriba y abajo para sostener el cigarrillo mientras inhalaba. Cuando dejó escapar el humo, unas pequeñas arrugas se grabaron alrededor de sus ojos; el efecto severo gritaba peligro. Estaba completamente enamorada de este hombre. Elpidio me pilló mirando mientras rascaba sus uñas sobre la piel de su amplio pecho. Sus ojos se iluminaron con el deseo evidente, y movió su barbilla. —Vete de una maldita vez de aquí o no irás a ninguna parte. Exhalando un suspiro tembloroso a su demanda cortante, me dirigí hacia la cama, donde Elpi balanceaba el cigarrillo en su voluptuoso labio inferior, una acción que empezaba a demolerme por lo malditamente sexy que era. Cuando me detuve a centímetros de distancia, Elpi extendió la mano para agarrar mis caderas, y luego tiró de mí más cerca hasta que yací sobre su cuerpo. Liberando una de sus manos, trasladó el cigarrillo de la boca y exhaló el humo, la espesa nube ondulante delante de mi cara, el rico aroma del tabaco mezclado con el almizcle natural provocó un gemido desde el fondo de mi garganta. —Malditamente regresarás esta noche —gruñó, asegurándose de que sabía que tenía que obedecer sus órdenes. Con la intensidad sin censura en sus ojos, lo único que pude hacer fue asentir de acuerdo en cuanto su mano en mi cadera se arrastró hacia abajo para pasar un dedo por el contorno de mi coño. Obligándome a morder un gemido y alejarme, recogí mi bolso del suelo y salí sin mirar atrás. 93

Cuando abrí la puerta del estudio, absorbí fuertemente el aliento, dejando que el aire frío me calmara. Mientras exhalaba, levanté mi cabeza al cielo y reí de felicidad. Mi corazón se sentía vivo. Mi alma se sentía... mi alma se sentía... fundida... fusionada a la de Elpidio. No había otra explicación en donde entendí que había un buen hombre debajo de todos los tatuajes y la barrera que despliega para mantener a la gente a un brazo de distancia. Un buen hombre cuya alma sonrió cuando toqué mi pieza favorita de música en el piano, una pieza que significaba mucho para mi corazón. Había tenido que hacerme el amor... Fundida. Nada más describía esta nueva sensación de culminación en mí. Al escuchar el teléfono sonar de nuevo, gruñí por la interrupción. Corriendo hasta mi coche, abrí mis mensajes. Había dos. MOLLY: ¡¡¡ES EL DÍA DEL PARTIDO!!! Y otra vez... MOLLY: He intentado llamarte tres veces, pero no hay respuesta. Y me di cuenta de que no has venido a casa anoche... después de que te fuiste a casa de Elpidio... ¿Así que estoy asumiendo que las cosas están bien? ¡SÍ! Pero tenemos que salir en una hora si vamos a ir al partido. A Rome le encantaría verte allí.

Sonreí cuando leí el último mensaje de Molly y envié una respuesta rápida de que estaba de camino a casa. Ella iba a interrogarme intensamente para más detalles. Simplemente lo sabía.

*** —¡Mierda, Moll! Cómo vive la gente rica, ¿eh? —le dije, sacudiendo la cabeza ante la opulencia de la decoración mientras Molly me conducía a la suite privada de Rome, en el estadio CenturyLink. Me acerqué a la pared acristalada del suelo al techo, que ofrecía una perfecta visión del campo y di un silbido bajo. Era increíble. Desde esta posición, tendríamos la mejor vista del partido. Típico de Rome. La compra de una suite carísima sólo para que su esposa embarazada estuviera a salvo y caliente mientras jugaba. Por un momento, miré hacia abajo a mi vestido rosa hasta la rodilla, mi chaqueta negra, y mis botas marrones de cowboy favoritas que había tenido durante años. Mi cabello estaba atado con palillos y llevaba grandes aros de plata en las orejas.

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Había preguntado a Molly un millón de veces si lo que llevaba puesto estaba bien. Me aseguró que sí. Pero Molly realmente no podría dar una mierda sobre lo que ella o yo parecíamos, nunca fue así. Lo que no vio, sin embargo, era que siempre se veía hermosa, sin importar lo que llevara. Y hoy no fue la excepción, ya que ella lucía un vestido negro largo, el paño de su chaqueta ceñida mostraban su creciente vientre y figura imponente. Su largo cabello castaño rizado y estaba fluyendo por su espalda, con sus gafas cuadradas de Chanel complementaban su cara bonita. Al escuchar a alguien entrar en la habitación, me di la vuelta para ver a Lexi y a Levi entrar. Lexi tenía una sonrisa enorme hacia todos nosotros, saludando con entusiasmo mientras llevaba su camiseta local “Carillo” Seahawks con unos pantalones vaqueros. Levi llevaba la camiseta azul marino y verde también. Esperaba que viniera y dijera hola. En cambio, hizo un gesto con la barbilla en un breve saludo y caminó hasta el otro lado de la suite para sentarse en una silla. Con el ceño fruncido ante su comportamiento extraño, extendí mis manos a Lexi y besé su mejilla. —¿Cómo te va, cariño? —le pregunté. —Bien, ¿tú? —respondió, pero podía ver que estaba distraída por algo. Sonrojándome, agaché la cabeza. —Estoy muy bien. Lexi ladeó la cabeza hacia un lado mirándome. —Qué… —Ha estado fuera toda la noche, Lex —Molly interrumpió desde nuestro lado, y los ojos de Lexi se ampliaron en interés.

—¿Con quién? ¿Dime? —preguntó Lexi, llevándome a un sofá en la esquina de la habitación. Molly nos siguió y todas nos sentamos. Tomando una respiración profunda, no podía luchar contra la sonrisa tirando de mi cara. —Elpidio —confesé, y la sonrisa emocionada de Lexi reflejaba la mía. —¿El artista solitario? —preguntó con curiosidad. —Sí —le contesté riendo. —¿Y? —preguntó Molly—. ¿Qué pasó anoche? No has dicho nada al respecto todavía. ¡Me tienes en vilo! Me encogí de hombros. No estaba segura de cómo explicar lo que Elpi y yo habíamos compartido. No era normal para cualquiera podía imaginar, y honestamente, tanto por su aspecto y actitud cerrada al parecer a todo el mundo excepto a mí, sabía que mis amigos me advertirían que me mantuviera alejada. Lexi y Molly estaban esperando ansiosamente mi respuesta, por lo que simplemente dije: —Fue la mejor noche de mi vida. Está más allá de lo que jamás podría haber imaginado. Molly se acercó y me tiró en un abrazo feliz, y Lexi no podía hacer nada más que sonreír. Me reí ante la reacción de Molly cuando un camarero vino a entregarnos copas de champán. 95

Mientras extendía la mano para mi copa, me di cuenta de que Levi se desplomó aún más en su silla, con vista sobre el campo y los auriculares puestos, con la música a todo volumen a bloqueando el mundo, perdida en sus pensamientos. Parecía triste. Mis cejas bajaron interrogantes. —¿Lex? —le llamé y, deteniendo su conversación sobre el debut de Austin hoy con Molly, ella se volvió hacia mí. Le di un codazo y mi cabeza en dirección de Levi. —¿Qué le pasa a Lev? Se ve tan desolado como el pecado y apenas dijo hola cuando entraron. Lexi corrió su pequeña mano por su cara, luciendo esmalte de uñas negro, mirando con simpatía a Levi, a continuación, de nuevo a nosotros. —Axel —dijo en un suspiro de exasperación. Hice una mueca. —Mierda. Sí. Molly y Rome me dijeron que había salido de prisión. ¿Cómo va todo? No he tenido tiempo para preguntarte mucho al respecto. —Axel está, no dice mucho a nadie. Todo lo guarda para sí mismo. De hecho, me siento un poco mal por él. Siempre está solo. —Me incliné hacia delante para acariciar la mano de Lexi. Ella apretó mis dedos—. Pero Levi... Levi simplemente está enojado todo el tiempo. Y me rompe verlo de esta manera... a los dos de esta manera. Axel intenta hablar con Levi, está realmente tratando de hacer las paces, pero Lev simplemente explota si lo hace. No hay esperanza.

—¿Y qué le pasa hoy? Es el debut de Austin en los Seahawks. Pensé que estaría emocionado. Y están jugando con el equipo de Reece también, por lo que van a llegar a verlo de nuevo. —Lo está —respondió Lexi—, pero Axel estará por aquí en cualquier momento. Austin quería a Axel aquí tanto que le rogó para que apareciera. Me destrozó ver lo emocionado que Austin estaba de que Axel fuera a finalmente verlo jugar en la NFL. Mi marido adora a su hermano mayor. Incluso después de todo lo que han tenido que pasar, lo ama hasta la muerte. —¿Axel va a venir aquí hoy? —le pregunté con voz cautelosa, con mis ojos muy abiertos. Al instante me sentí incómoda. Nunca había conocido al tipo o mirado a los ojos, pero sabía que no era nada más que problemas con P mayúscula. Mierda, acababa de salir de la cárcel, por el amor de Dios. Lexi asintió.

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—Como he dicho, Austin quería a Axel aquí. Y no hay que quitarle mérito, Axel está realmente esforzándose. Se está manteniendo fuera de problemas y pasando desapercibido. Está trabajando en ese mercado de pescado que la prisión organizó como parte de su libertad condicional, todas las horas que Dios quiere. Pero aun así, Levi simplemente no puede perdonarlo todavía. Creo que tiene miedo de confiar en él y amarlo como necesita, sólo para tener a Axel volviendo de nuevo a las andadas. Levi perdió demasiadas cosas a una edad muy temprana. Creo que está tratando de proteger su corazón para que no salga herido. Pero quiero tanto que sean una familia otra vez. Que haré lo que sea para que esto suceda, por el bien de todos. Mientras escuchaba a mi pequeña amiga, sentí una oleada de orgullo llenándome el pecho. Ella había conquistado mucho cuando fue joven, se recuperó a sí misma desde el borde de la muerte, en dos ocasiones, logró convertirse en una exitosa mujer de negocios al ayudar a otros que sufren de trastornos de la alimentación, y ahora, estaba tratando desesperadamente de reunir un grupo de hermanos destrozados desde hace años por nada más que actos de egoísmo y dolor. Los tres estábamos sentados en silencio cuando el teléfono de Lexi sonó. Miró hacia abajo y se puso de pie. —Axel está afuera. Voy a bajar a su encuentro. Lo traeré aquí para ver el partido. Lexi cruzó la suite hasta llegar a Levi y le dio un golpecito en el hombro. Levi se quitó los auriculares de sus oídos. —Axel está afuera, cariño. ¿Quieres venir y recogerlo conmigo? Los ojos de Levi se helaron con veneno y, poniendo los auriculares en su cabeza, dijo: —Sólo déjalo malditamente afuera, Lex. Los hombros de Lexi se hundieron, y sin mirar en dirección de Molly o hacia mí, salió de la habitación para encontrarse con Axel. Solté un largo suspiro, y Molly negó.

—Es un desastre —dijo, y tomando un sorbo de mi champán, asentí. —Así que, cuéntame los pormenores de esta galería que estás diseñando. Se siente como que han pasado décadas desde que hemos tenido una verdadera oportunidad para ponernos al día. —Bueno... —empecé y lancé todo lo que había pasado en las últimas semanas y los pormenores de la idea esquemática de la exposición de Elpidio. Al estar demasiado ocupada hablando con Molly, de espaldas a la entrada de la suite privada, no vi a Lexi caminando detrás de nosotros hasta que los ojos oro-marrón de Molly miraron por encima de sus gafas y estos adoptaron una expresión nerviosa. Echándome hacia atrás en mi asiento, vi a Lexi delante de mí. —Ally, Molly —dijo Lexi, y me quedé en el sofá, viendo a alguien entrar en la suite desde mi visión periférica. De repente, mi teléfono sonó desde el interior de mi bolso, y vi que era el museo. —Lo siento, Lex, déjame contestar esto —le dije y corrí hacia el lado opuesto de la habitación, fuera de la vista. La llamada terminó diez minutos más tarde, algo sobre que un carpintero arruinó las medidas de un zócalo que estaba construyendo.

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Caminando de regreso a la habitación, mi mirada se perdió en la multitud de los Seahawks gritando y las animadoras animando en el campo. Me dirigí hacia donde Lexi se sentaba, viendo su cara de duendecillo girarse hacia mí. Lexi inmediatamente se puso de pie, y vi Molly elevar sus cejas hacia un individuo que se sentaba detrás de Lexi. Casi no podía verlo mientras se encontraba en un rincón oscuro, solo su cabeza apoyada sobre su voluminoso brazo en el brazo de la silla visible desde donde yo estaba. —Lo siento, cariño —le dije—. ¡Estoy ocupada las veinticuatro horas del día! —No hay problema —dijo Lexi e hizo señas a sus espaldas—. Ally, me gustaría que conocieras a Axel, el hermano mayor de Austin. Sintiéndome nerviosa de conocer al chico responsable de gran parte del dolor de mis amigos, mis manos temblaban. El hombre detrás Lexi de mala gana se puso de pie. Su ancha espalda estaba cubierta con una camiseta negra, las mangas enrolladas hasta los codos, y su cabello estaba cubierto por un gorro negro de gran tamaño que colgaba bajo en la espalda, cubriendo su cuello. Mierda, pensé. Era enorme. Probablemente más grande que Austin en términos de tamaño muscular. Lexi se movió a un lado, y tomé una respiración profunda cuando el notorio chico malo de Bama se volvió hacia mí, y mientras mis ojos se encontraban con un par de ojos oscuros italianos... un familiar par de ojos oscuros italianos que estaban grabados en mi corazón... Toda la sangre se drenó de mi cara. No... Es... no es posible... El barbudo rostro curtido de Elpi palideció mientras me miraba fijamente, boquiabierta y los ojos abiertos en alarma.

Los dos nos quedamos allí, congelados en nuestros lugares. Inmóviles. Callados. Simplemente mirándonos... ¿Elpidio es... Axel Carillo? Lancé una mirada a la izquierda y vi la cara preocupada de Lexi. Obligándome a reaccionar, tendí una mano temblorosa. La boca de Elpi, me refiero a la de Axel, se apretó. —Hola —le susurré con voz temblorosa, estremeciéndome cuando su cálida palma tocó la mía y envió una corriente habitual de electricidad disparándose por mi columna vertebral. Axel bajó la cabeza en señal de saludo, justo cuando Lexi añadió: —Esta es Ally Prince, Axel, la prima de Rome Prince. La mano de Axel apretó la mía ante el anuncio de Lexi, y pude ver el desdén por mi primo escrito en su rostro. Retiré mi mano y deslicé mi mirada involuntariamente por el cuerpo de Axel. Un cuerpo que ahora conocía íntimamente.

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El locutor tomó el micrófono a través del campo, elevando su voz fuertemente sobre la multitud en un frenesí enloquecido. El equipo Seahawks estaba saliendo. Pero no podía moverme. —¡Ally! Rápido, ven, o no verás a Rome y Austin saliendo del túnel —dijo Molly, y Lexi se apresuró a sentarse a su lado, dejando a Axel y a mí encerrados en una mirada tensa. —¡Ally! —Molly llamó de nuevo. Finalmente capaz de mover mis pies, me tambaleé hacia donde mi mejor amiga se encontraba sentada, mirando hacia atrás para ver a Axel trasladarse al lugar más lejano en el otro lado del cristal con paneles... el asiento que le ofrecía una perfecta visión de mí. Y él seguía mirando. Sentí sus ojos sobre mí tan claramente de la misma manera que podía sentir el calor sutil de la ventilación al lado de mis pies soplando el aire caliente. No lo podía creer. Mi corazón lloraba mientras miraba por la ventana... Estaba completamente enamorada de Axel Carillo. Sintiendo su mirada quemar a través de mí, me negué a levantar la vista, justo cuando Molly y Lexi se pusieron de pie. Levi se había movido al lado de Lexi, dejando a Axel sentado en el lado opuesto de la habitación solo. Eso por sí solo hizo que mi corazón se apretara. Lucía como el marginado, su propio hermano descaradamente lo rechazaba... la oveja negra de los Carillo, perdido y despreciado, obligado a estar solo. Una mano de repente estuvo en mi hombro. Molly me estaba mirando.

—Ally, están a punto de anunciar a Austin y Rome. Reece ya está en el campo de los Redskins. Me concentré en el campo y el orgullo corrió por mis venas al ver las banderas y camisetas que decían “Prince 7”. Mi primo había pasado por demasiado y merecía todo esto. También vi a Reece, pavoneándose a un lado del campo, siempre ególatra. No lo había visto ni una vez desde la universidad. Sonreí con entusiasmo forzado cuando los fuegos artificiales y la pirotecnia irrumpieron a través del CenturyLink, la música a todo volumen por los altavoces. Estirándome, tomé la mano de Molly, agarrándola con fuerza. Necesitaba su apoyo. No por la emoción del primer partido de Rome de la temporada, sino para mantenerme serena ante la revelación que acababa experimentar. Elpidio era Axel. Mi corazón estaba destrozado. Tanto como Molly y Lexi tenían lágrimas en sus ojos, esperando a que sus esposos salieran al campo, y cuando miré al lado de Lexi, Levi estaba agarrando su mano también. No había nada más que adoración en su hermoso rostro por su hermano, Austin, mientras esperaba el anuncio del nuevo Seahawk. Pero un pozo se tragó mi estómago cuando vi su claro desprecio por Axel. Pensé en la pequeña escultura del chico, y luché para no romperme en llanto y sollozar al comprender todo lo que pasaba por mi mente. 99

Son Axel y Levi... El locutor emocionó a la multitud cuando comenzó su introducción de Austin. Oí a Lexi contener la respiración mientras pasaban a través de los elogios futbolísticos de su marido. Levi levantó la mano de Lexi y la apretó contra su pecho, una gran sonrisa apareció en su cara normalmente tímida mientras la multitud rugía su aprobación y le daba la bienvenida a su nuevo receptor abierto. Segundos más tarde, con una fila de llameante pirotecnia, Austin Carillo entró corriendo al campo. Lexi lloró silenciosamente de felicidad a mi lado, pero eso no es lo que casi me hizo llorar también... No, ese honor le pertenecía a un hombre alto, a una solitaria figura de pie solo en el lado más alejado de la habitación. Una figura solitaria con sus brazos musculosos cruzados sobre su ancho pecho, con la expresión más conmovedora de orgullo en su rostro, mientras observaba a su hermano sostener su casco hacia arriba para la multitud. El fantasma de una sonrisa tiró de sus labios mientras veía el rastro de unas lágrimas deslizarse por sus mejillas. Axel Carillo se preocupaba... Axel Carillo se preocupaba más de lo que todos pensaban, por su hermano... por su familia... más de lo que alguna vez podría haber pensado ser posible debido a la reputación infernal que viajaba con él. El dolor se acumuló mi cuerpo. Traté de asimilar que Elpidio era realmente Axel Carillo. ¿Cómo diablos podía ser esto posible? Parecía como si el universo estuviera jugándome una mala pasada.

Como si hubiera sentido mi dura mirada, los ojos de Axel se dispararon hacia los míos, su orgulloso atisbo de sonrisa cayó por la vergüenza de haber sido atrapado, y se limpió rápidamente sus ojos apartando su mirada de mí. La mano de Molly apretó la mía, y cuando me miró a los ojos, estaba mirándonos a Axel y a mí con una extraña expresión en su rostro. Inclinándose cerca de mi oído, me puse rígida cuando Molly fue a decir algo, pero justo el estadio levantó positivamente el volumen, el locutor apenas audible sobre los gritos de los fans. Molly se apartó, sus ojos fijándose inmediatamente en túnel de los jugadores cuando se anunció a Rome. Desde la fila de animadoras con poca ropa agitando pompones y fuegos artificiales iluminando el estadio, Rome Prince salió a la cancha. Molly exhaló, y vi sus ojos observando a su marido mientras él se detenía en medio de la locura, el amor puro en su mirada mientras su mano pasaba por encima de su redonda barriga. Rome miró directamente hacia nuestra suite, y sosteniendo su casco en su mano, apretó los dedos en sus labios en su dirección. Molly sorbió sus sollozos y le devolvió el gesto. Rome sonrió y golpeó su pecho donde estaba su corazón. Corrió hacia Austin, lanzando su mano sobre sus hombros. Molly se rió, ahogándose con la emoción. —Lo siento, chicas, son mis hormonas —dijo, secándose las mejillas. Soltando su mano y secándole las mejillas con mi pulgar, le dije: 100

—No, así es como simplemente son ustedes dos. Molly se rió, y nos sentamos. La verdad era que quería un amor como el de ellos... un amor demoledor que te llega hasta el alma, el tipo de amor que te dejaba sin aliento... Ese pensamiento tenía mis ojos instintivamente buscando a Elpi bajo mis pestañas e inmediatamente nos miramos fijamente. Todavía me estaba mirando intensamente. El silbato sonó en el campo, haciéndome saltar, y me obligué a apartar la mirada del hombre que temía que ya me había robado mi corazón. Me obligué a ver el partido y traté de no pensar en todas las cosas malas que había hecho en su pasado... la montaña de errores... y agravios, que no estaba segura si alguna vez podría conseguir superar...

Capítulo 12 Ally

L

os Seahawks ganaron. Austin incluso anotó un touchdown en su debut, pero no me atreví a mirar la reacción de Elpi. De hecho, cuanto más tiempo estaba sentada en esta silla, menos podía soportar la ola de tensión entre nosotros. —¿Ally? Parpadeé rápido, al darme cuenta de que Lexi estaba diciendo mi nombre, miré a mi lado. Ella se inclinó hacia delante, haciéndome un gesto para que también lo hiciera. —¿Estás bien? —susurró, y miró cautelosamente a Axel mientras él miraba por la ventana hacia el campo desalojándose. Asentí, pero Lexi dijo: —No te hará daño, sabes. Fruncí el ceño, desconcertada. 101

—Qué estás… —Has estado mirando a Axel todo el partido, y sé que es porque le tienes miedo. Se ve aterrador, con todas esas cicatrices y tatuajes, y esos ojos oscuros que parecen que pueden incinerar a la gente a la que mira. Pero no te hará daño. Puedes estar segura de eso. Conmocionada porque obviamente le estuve prestando mucha atención a Axel, simplemente asentí y me senté en mi asiento, rezando para que Rome y Austin se apresuraran y llegaran aquí para que pudiéramos irnos. Necesitaba tiempo para pensar. Sólo necesitaba tiempo para lidiar con esta maldita… Entonces Axel se levantó de su silla y me congelé. Mis manos se pusieron húmedas mientras veía a Axel escanear la habitación. Molly y Lexi también lo miraron. Axel se veía desanimado y sus puños se abrían y cerraban. Actuaba nervioso por algo, y la razón de ese nerviosismo pronto se descubrió cuando caminó hacia Levi. —¿Quieres ir a buscar una bebida o algo para comer conmigo, chico? — preguntó, y mi pulso se aceleró, viendo el destello de esperanza brillar en sus ojos. Pero Levi lo ignoró y mantuvo la cabeza baja. El rostro de Levi era de piedra mientras su mandíbula se apretaba. —¿Lev? —insistió Axel y estiró la mano para tocar el hombro de Levi.

Levi movió su hombro bruscamente. —No voy a ninguna parte contigo. La expresión de puro dolor que cruzó el rostro de Axel fue mi perdición. Eso me afectó hasta la medula y excavó un pozo de simpatía en mi estómago del tamaño del Gran Cañón. Y luché contra el impulso de ponerme de pie y abrazarlo en mis brazos. —¿Me traes una botella de agua, Axe, si vas a la barra? —dijo Lexi, y Axel asintió, aparentemente agradecido por algo que hacer después de ser tan duramente rechazado. Se movió para dejar la habitación, pero no antes de echarme un vistazo, con un destello de dolor desesperado en su mirada. Cuando Axel dejó la habitación, Lexi enfrentó a Levi. —Lev, ¿tenías que ser así? —dijo, la decepción era evidente en su tono. Levi se encogió de hombros. —No quería una maldita bebida. Lexi suspiró y dejó caer la cabeza. Molly se movió hacia adelante para consolar a Lexi, cuando Rome entró en la sala. Rome, como siempre, fue en línea recta hacia Molly y, envolviendo sus brazos a su alrededor, tiró de ella para darle un beso. 102

Austin entró en la sala poco después de Rome, e inmediatamente sus ojos comenzaron a buscar en la suite. Todos sabíamos que buscaba a Axel. Austin, viendo a su esposa aplaudiéndole para felicitarlo, se rió y, tomando su cara entre sus manos, la acercó para un beso. Cuando se alejó, susurró en su oído: —Ti amo tantissimo. —Haciéndola ruborizar, continuación tomó a Levi en sus brazos. —Estuviste jodidamente increíble, Aust —dijo Levi con orgullo. —Gracias, Lev —respondió Austin, y justo en ese momento, la puerta se abrió y Axel entró llevando un botella de agua para Lexi. Rome, que justo acababa de abrazarme, se tensó. Pero Austin, toda su cara se iluminó mientras cruzaba la habitación y lanzaba los brazos alrededor del cuello de Axel. Los ojos evaluadores de Axel nos miraba a todos observándolos, y torpemente le devolvió el abrazo a Austin. —Viniste, Axe —dijo Austin con alivio. Axe palmeó la cara de Austin con la mano. —Lo sabes, chico —respondió Axel—. Sei stato grande, fratello8. —Grazie, Axe, grazie —respondió Austin.

8

Sei stato grande, fratello: Estuviste genial hermano.

Deslizando un brazo por el hombro de Axel, Austin lo dirigió hacia nosotros. —Tomemos algunas bebidas aquí primero, ¿luego vamos por la cena? — preguntó, mirando a Rome. Los ojos de Rome se estrecharon y se enfocaron en Axel. Los ojos de Axel fulminaban a mi primo con la misma ferocidad. —Axe —saludó Rome con frialdad. —Rome —respondió Axel. Austin se tensó mientras miraba entre su hermano y su mejor amigo, pero Rome rompió la tensión cuando se giró hacia Austin y dijo: —La cena suena bien. —Y se sentó, tirando de Molly para sentarla en su regazo. Lexi se movió junto a Austin donde él de inmediato pasó el brazo alrededor de su cuello. Axel se quedó junto a Austin, bebiendo una cerveza, y escuchó el resumen de su hermano sobre el partido. Levi observaba, poco dispuesto a unirse a ellos, pero por la expresión de su rostro, claramente quería hacerlo. —No me gusta esa mierda —dijo Rome a mi lado, demasiado bajo para que Axel lo escuchara y mi corazón se hundió por sus palabras. —Rome —lo regañó Molly. 103

—¿Qué? Después de todo lo que él hizo, ¿Austin simplemente lo vuelve a recibir? ¿Sin hacer preguntas? Una ira repentina se construyó dentro de mí mientras escuchaba a mi primo ser tan implacable con Axel, y justo cuando estaba a punto de saltar en su defensa, alguien entró en la suite. —Bueno, mira esto, ¡es como una maldita reunión de UA9! Mi atención siguió la voz y, allí en la puerta, estaba Reece. No pude evitar sonreír cuando lo vi ahí, cerveza en mano luciendo tan universitario como siempre con su impecable cabello rubio y sonrisa de mil dólares. Se había engordado un poco desde la universidad, pero aun así era muy guapo. Reece entró y chocó las manos con Austin, Levi y Rome, abrazó a Molly, luego giró su enorme sonrisa hacia mí. —Ally —dijo juguetonamente—. No has cambiado ni un poco —agregó mientras me envolvía en sus brazos. Cuando miré por encima del hombro de Reece, devolviéndole el abrazo vagamente, Axel nos miraba, y en esa mirada vi al verdadero Axel Carillo. Vi al infame ex-líder de los Heighters, el tipo que no aceptaba ninguna mierda. Y a esta versión de él, realmente le temía. Tirándome de nuevo por mis brazos, Reece se inclinó, y tomándome por sorpresa, plantó un beso en mis labios.

9

UA: Universidad de Alabama.

Empujando su pecho, rompí el beso. —¡Reece! ¡Aléjate de mí! Reece me guiñó un ojo. —Mierda. Sigues siendo mi chica soñada, Al. Tan sexy como siempre. — Negué hacia él en reprimenda, pero no pude evitar reírme. A los veintitrés años, todavía era un coqueto sin esperanza. Extrañé un poco tenerlo alrededor. —Reece, aléjate de mi prima, pedazo de mierda cachonda —dijo Rome, divertido. Reece se rió, levantando las manos. —Ya me voy. No pude evitarlo. —Se giró hacia mí y subió las cejas. Me reí de nuevo. Siempre me hacía reír. El chico era tan relajado siempre. Reece lanzó sus brazos alrededor de mi cuello y nos giró para mirar a toda la vieja pandilla. —Así que, ¿vamos a salir esta noche? Vuelo de regreso a D.C. 10 mañana y quiero ver cómo es la vida nocturna en Seattle. —Podemos ir a cenar, pero voy a llevar a Molls a casa después —dijo Rome. —Lo mismo para nosotros —Escuché decir a Austin. Reece suspiró dramáticamente. 104

—Todos ustedes se están poniendo realmente aburridos mientras envejecen. Nunca los veo y ya me están echando. —Me apretó más fuerte—. Entonces somos tú y yo, Al —bromeó y me besó en la mejilla—. Estoy seguro de que podemos encontrar algo entretenido que hacer. Abrí la boca para excusarme por la noche, incluida la cena, cuando escuché a Austin gritar: —¿Axe? ¿A dónde vas? Cuando miré alrededor vi a Axel saliendo por la puerta, con su paquete de cigarrillos agarrado con fuerza en su mano. —¿Qué pasó? —le preguntó Lexi a Austin. Él negó, confundido. —Ni maldita idea. Mi corazón latía con fuerza cuando todo el grupo se movió para sentarse alrededor de una mesa y el camarero nos trajo bebidas. Pero no pude alejar mi mente de Elpi… Axel… como sea que quiera llamarse. Sabía que se había ido a causa de Reece. El aire en la habitación se hizo sofocante. Necesitando tomar un descanso y hacer frente a las revelaciones de esta noche, me excusé y hui en dirección al baño. Cuando salí del baño e iba por el largo pasillo vacío, doblé en la esquina del cuarto de baño, donde Axel se dirigía en mi dirección.

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D. C.: Se refiere a Washington Distrito de Columbia.

Ambos nos detuvimos de golpe. Nuestras miradas chocaron. Se veía furioso. Nuestros pechos jadeaban intensamente, y cuando me obligué a caminar hacia la izquierda, Axel me agarró del brazo y me arrastró hasta el baño, cerrando la puerta detrás de nosotros. Retrocedí hacia la pared más lejana mientras su oscura mirada se giraba hacia mí; parecía como el mismo diablo, con el pecho hinchado y los labios en una línea tensa. —¿Quién es ese hijo de puta que estaba sobre ti? —exigió, avanzando lentamente. Retrocedí contra la fría pared de azulejos—. ¿Quién era ese pequeño imbécil rubio? ¿Estás follándolo? ¿Por qué demonios tenía sus labios en los tuyos? —¿Quién es él? —susurré con incredulidad, entrelazando con ira mi voz por su actitud—. ¿Quién es él? —chillé más alto—. ¡Es un viejo amigo! ¡Alguien que no he visto en años! Axel pasó los labios sobre sus dientes, temblando visiblemente. Di un paso adelante cuando me miró, echando chipas por sus ojos. —¿Quién demonios eres tú, Elpidio? —No —me advirtió, con frialdad. 105

—¿No? —espeté—. ¿No? ¡Eres Axel Carillo! ¡El maldito Axel Carillo! ¡Jesús! —Me pasé la mano por la frente cuando Axel no dijo ni una palabra—. Eres la razón de que mi amigo casi perdiera su beca con los Tide. Huiste y lo dejaste para lidiar con todo por sí solo. ¡Lo dejaste traficar con drogas sólo para hacer dinero para tu familia! ¡Amenazaste con “cerrarle la boca” a mi mejor amiga que luchaba contra la anorexia! Y odias a mi primo, ustedes se matarían si tuvieran la oportunidad, ¡se odian! Y… Me atraganté con el sollozo que empezaba a subir por mi garganta. —¿Y qué? —preguntó con los dientes apretados—. Jodidamente no pares ahora cuando estás tirando toda esa mierda encima de mí. Encontré sus ojos inexpresivos y dije: —¡Y has estado en la cárcel! ¡Mierda, Elpi! Lo que compartimos estas últimas semanas… lo que compartimos anoche… ¡y eres el maldito Axel Carillo! ¡Se suponía que eras Elpidio! Eras el único hombre por el que alguna vez sentí ese maldito alivio en mi corazón, y resultó que eras… ¡él! ¡Tú! Axel se echó hacia atrás como si lo hubiera abofeteado y mi respiración tartamudeó por la cantidad de dolor grabado en su rostro. —Y tú eres Ally Prince —dijo con rudeza, pero podía oír el dolor irradiando en su voz. Lo lastimé. Realmente lo lastimé—. He oído hablar de ti, Ally. Conozco a tu maldito primo, recuerdas. Sé de qué familia vienes. Tu presumida familia.

Abrí la boca para hablar, para decirle que no sabía ni una mierda sobre mí, cuando dijo: »Se suponía que tú eras Aliyana Lucia… la mujer de la que traté de alejarme, pero seguiste volviendo de todos modos, jodidamente derritiéndome. Debías ser Aliyana, la única mujer, no, la única persona que sabe lo que he estado haciendo con mi vida durante los últimos años, mientras que en el interior trato de mantener la cabeza gacha y no ahogarme bajo mi culpa. Se suponía que eras la mujer que afirmaba sentir mi trabajo. Y eras la mujer que me dijo que valía mi peso en oro a pesar de que te dije que tenía un jodido pasado. ¡Te lo advertí! Te dije que era menos que escoria. Mi corazón se hundió mientras decía esas palabras, porque lo hice decir eso. Yo era esa persona. Pero todo este tiempo, ambos pretendíamos ser alguien más. No estaba segura en este momento si algo de lo que compartimos fue real. Estaba tan malditamente herida… tan sorprendida… tan confundida de que perdí mi corazón por un criminal. Un hombre que me auto convencí de que era un imbécil despiadado y sin alma. Nuestra fuerte respiración llenó el cuarto de baño. Y, después de que una expresión penetrante cruzara por su rostro, giró sobre sus talones y fue hacia la puerta, girando la cerradura. De repente me dio pánico que se fuera, mi corazón hizo caso omiso de mi cabeza y grité: —¡Elpi! 106

Se detuvo, miró hacia atrás, y con puro dolor en los ojos, dijo: —Resulta que tenía razón, Aliyana. Ningún hijo de puta puede perdonar mi pasado, sin importar cuánto me esfuerce en seguir adelante. No hay redención para mí. Mentiste cuando dijiste que podía ser perdonado, Aliyana. Me mentiste en la maldita cara. Lo peor es que te creí. Creí que podrías ser mi luz en todo este jodido desastre. —Sus cejas cayeron, su expresión facial se volvió severa—. Eso es lo que malditamente duele más. Abrió la puerta y se fue, antes de que pudiera reunir las palabras para rogarle que esperara, para hablar de esto. Deslizándome lentamente por la pared, me desplomé desmadejada. Sin poder contener el fuerte flujo de lágrimas.

Capítulo 13 Axel

—¿Q

uién coño eres tú, Elpidio?

El no de Aliyana, las palabras de Jodida Ally Prince acechaban mi mente. No, habían tomado posesión de mi maldita mente mientras conducía mi Camino como alma que lleva el diablo hacia mi estudio. Había dejado a Austin y Levi. No le dije a nadie que me iba. No pude. No podía hacer frente a todo el mundo en esa maldita suite, todos deseaban que yo no me encontrara allí. Las personas que creían que era basura, me miraban como si no quisieran nada más que desapareciera... Aliyana y Molly me miraba como si fuera a caminar hacia ellas, sacar una pistola y asesinarlas. ¡Aliyana! Cristo, ¿cómo iba a temerme ahora? ¿Ahora que le había mostrado mi verdadero yo?

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¿Acaso ninguno de ellos entendía que hice lo que hice en mi pasado fue por mi famiglia? Tomé el único camino disponible para mí y mantuve a mi famiglia, conseguí que no le faltara la medicación de mi mamma. Y sí, pagué con sangre, sangre King... pero ¿qué demonios se suponía que debía hacer? Era solo un joven tratando de arreglar los malditos problemas que no podía solucionar... Al ver un letrero de neón rojo de una tienda de licores, giré bruscamente a la derecha y detuve mi auto. Saltando hacia la tienda, me dirigí directamente a las filas de whisky y agarré una botella de Patrón y Jägermeister. Necesitaba ahogarme en licor por un tiempo. Quería olvidar quién era por un momento... al menos por esta noche. Olvidarme de todo. Las últimas semanas, los últimos años... todo... sólo por un rato. Pero mientras caminaba hacia la caja registradora, la maldita grabación en español a todo volumen por los altavoces de hojalata cambió, la familiar melodía latina me hizo detener en seco. Parecía que mientras quería olvidar, Dios tenía otros planes. Cerrando los ojos, todavía podía ver bailando a Aliyana esta canción, "Amor Prohibito", de pie en su camisa blanca y botas rosa Doc Martin, balanceando sus caderas mientras pintaba la pared de la galería. Al oír al pequeño individuo mexicano moverse detrás del mostrador, abrí los ojos para encontrarlo observándome, con una expresión de terror en sus ojos. Su mano estaba escondida bajo el mostrador cerrado. Realmente tuve que esforzarme por no enloquecer.

Había tratado con todas mis fuerzas aprender a frenar la ira que acumulaba en mi interior. Pero a veces, me esforzaba, realmente luchaba contra ella. Caminando hacia delante, la cara del hombre palideció cuando dejé las tres botellas sobre el mostrador y saqué algo de dinero. Tragó saliva, y luego extendió la mano temblorosa para tomar el dinero en efectivo. Estrechando los ojos, espeté: —Quédate con el cambio. —Antes de agarrar las botellas y salir por la puerta. Cuando el aire fresco de la noche golpeó mi rostro, me detuve, tensando los músculos mientras trataba de calmarme. Sin aliento, me dirigí a mi auto. Me deslicé en el asiento del conductor y miré a mi derecha al ver a un grupo de chicos en la parte trasera del centro comercial. Mi estómago se revolvió. Cada uno de ellos estaba vestido con oscura ropa holgada, con los tatuajes de pandilla cubriendo cada centímetro de su piel... y lágrimas entintadas corrían por sus mejillas, demostrando a quien pertenecían. Mirar a los hermanos riendo mientras estaban juntos, intercambiar coca o la mierda que fuera, sentí un momento de nostalgia. La única vez que sentí que pertenecía en esta vida fue con los Heighters. Con Gio.

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Un dolor agudo cortó mis entrañas ante la idea de Gio. Me sacó de mi vida de mierda y me dio algo por qué vivir. Pasé todos los días con él, era mi mejor amigo... e hice que lo mataran. Ese hecho me obsesionaba cada minuto de cada día. Tuve que dejar que mi mejor amigo muriera para proteger a mis hermanos. Nadie sabe lo que la culpa de eso me hace. Me reí para mí mismo. Mis hermanos hicieron todo lo necesario para ni siquiera quererme. La muerte de Gio enterró cualquier vínculo con mi pandilla. Y ahora mi cabeza tenía un precio... y una horrible cicatriz en la parte posterior de mi cuello para mostrar lo cerca que mis antiguos hermanos de pandilla llegaron a sacar provecho de ello. Moviendo mis botellas de licor al asiento del pasajero, metí la mano en la guantera y saqué un rollo de cincuenta. Seguía allí. Me quedé mirando a la pandilla de nuevo, y antes de cambiar de idea, me dirigí hacia ellos. Uno de sus miembros me vio mientras me acercaba y se colocó delante de sus hermanos, con su rostro serio y preparado para enfrentarme. Sonreí cuando lo hizo. El imbécil no tenía ni idea de quién era yo, quién iba a perder si las cosas se ponían feas. —¿Qué coño quieres? —preguntó el diminuto punk cuando me uní a ellos en las sombras. Sonriendo con frialdad por la actitud valiente del pequeño líder hispano, metí la mano en mi bolsillo. Todos los hermanos retrocedieron, llevando las

manos a la parte delantera de sus pantalones vaqueros para sacar sus armas. Sin inmutarme, saqué mi rollo de los años cincuenta y lo levanté. —Nieve —dije con frialdad. El líder se relajó e hizo un gesto, calmando a sus muchachos. Dándome un par de bolsas llenas de polvo blanco, el líder las presionó en mi palma, la sensación de esos paquetes de plástico tan familiares, extrañamente, me tranquilizó. Girando sobre mis talones, el líder gritó: —¿Estás en una pandilla? Tienes suficientes marcas que dicen que lo estás. Deteniéndome, miré hacia atrás, al ver la camaradería entre los chicos colocados protectoramente alrededor de su líder. Perdí eso. Esa mierda era una familia para mí. Esa era la vida. —No, ya no —contesté bruscamente, sintiendo la larga cicatriz en la parte posterior de mi cuello ardiendo como el día en que se hizo. Caminando rápido, llegué a mi auto, metí las bolsas de coca en mis vaqueros, abrí el Jim Beam y volví al estudio. Abriendo la puerta de madera vieja del estudio, la atravesé sosteniendo el alijo de licor contra mi pecho, whisky ya abierto, medio vacío de mi viaje a casa. El líquido de color ámbar calentaba mi pecho, y me daba un zumbido perfecto. El estudio estaba oscuro, frío y completamente silencioso. Silencio... no podía soportar el silencio. 109

Tropezando a través del pasillo, con cajas y bultos de mármol viejos, finalmente llegué a la entrada de mi estudio, pero no antes de golpear mi pie con una caja grande justo al lado de la puerta. Con el ceño fruncido por la confusión, me tambaleé hacia mi puesto de trabajo, al lado de mi labor en progreso, tiré del licor en la repisa de madera, saque la mitad de mi coca, dejando la otra bolsa para después. La tiré al lado de las botellas de vidrio adormecedoras de mentes. Encendiendo una lámpara en el puesto de trabajo, me dirigí de vuelta al pasillo, agarré el cuadro extraño y lo llevé al estudio. Dejando caer la caja junto a mi escultura actual, agarré la botella de whisky y la dejé caer al suelo. Tomando cuatro largos tragos de Beam, coloqué la botella a mi lado y abrí la caja. El contenido de inmediato apareció a la vista y se llevó el aliento de mis pulmones. Los títulos y los textos para mi exposición. Cerré los ojos, respiré profundamente, y usé mis manos para ponerme de pie. Silencio... todo estaba jodidamente silencioso. Metiendo la mano en el bolsillo de atrás, saqué mi teléfono, tratando de abrir mi música, cuando lo único que podía ver era un montón de llamadas perdidas y mensajes de texto de Austin... AUSTIN: ¿Dónde estás, Axe? ¿Todavía estás aquí en el estadio?

AUSTIN: Te he buscado por todas partes. ¿Dónde estás? Quiero llevarte a cenar. AUSTIN: Vuelve a casa ahora. Estoy preocupado. ¿Por qué te vas sin decírmelo? ¿Pasó algo? Sintiendo una oleada de culpabilidad recorrer mi pecho, la empujé de mi mente al momento en que me imaginé a ese rubio Redskin besando a Aliyana en los labios, su maldita sonrisa brillante y enormes ojos marrones mirando después hacia él, y su mano presionando su pecho. Entonces... Eras el único hombre con el que alguna vez he sentido este maldito rayo en mi corazón, y resultaste ser... ¡él! ¡Tú! Sintiéndome como si hubiera recibido un golpe en mi estómago ante la repetición de sus palabras, palabras que eran muy reales, conecté los altavoces y dejé que los sonoros acordes de Linkin Park resonaran a través del estudio. Mirando la caja asentada en el suelo, me dirigí hacia adelante, agarrando la botella de Patrón en el camino. Dejándome caer en el suelo de baldosas, la sala comenzó a girar, quité la parte superior y tomé un largo trago como si fuera agua y no realmente un buen jodido Tequila. Alineando el Patron junto al whisky, metí la mano en la caja, sacando el título que decía "El desangramiento". Mis músculos del estómago involuntariamente se apretaron al ver el título de una de mis piezas allí en blanco y negro. 110

De alguna manera hacía toda esta mierda real. Colocando la placa titular a mis pies, recogí un tablero más grande. Las letras eran del mismo tipo, el esquema de color negro contra el blanco. Pero había mucho más escrito, y empecé a leer... —La inspiración del escultor para su obra misteriosa y altamente emocional; "El desangramiento" nació del intenso conflicto interior del hombre con la culpa. La posición fetal del sujeto se debe a su incapacidad para hacer frente a su dolor, su confusión interna lo fuerza físicamente a arrodillarse. Cada daga pintada cuidadosamente de negro enterrada en el agrietado mármol de Carrara retrata la pesada carga del pecado en su alma, la reparación de la deliberada violación del hombre a la moralidad. Las dagas castigadoras son inamovibles y son un recordatorio permanente para el sujeto de que sus crímenes no pueden ser olvidados o redimidos. Tampoco puede ser salvado. Él sangra su culpabilidad en un eterno y constante flujo de desolación. Cuando terminé de leer la última palabra, solté el tablero al suelo y me dejé caer contra mi escultura más nueva, sintiendo que mi pecho se había desgarrado, expuesto para que todo el mundo observara mi interior. ¿Cómo diablos sabía escribir la columna de esa manera? ¿Cómo escribir lo que sentía de esta forma? ¿Cómo diablos sabía cómo entender mi trabajo y a mí a la perfección? Como un maldito y jodido libro. Sintiendo que mis pulmones estaban siendo exprimidos en un puño, saqué mis cigarrillos y encendí uno. Tomando largas caladas de mi Marlboro y enormes

tragos de mi whisky, levanté la mirada y observé al joven muchacho de mármol con una pistola, llorando balas rojas pintadas y una rabia incontrolable se extendió en mí. Con cada calada de mi cigarrillo y cada trago de whisky, me empujé cada vez más lejos del borde. Las imágenes del rechazo de Levi torturaban mi mente. La maldita cara de asco de Aliyana cuando se dio cuenta de que era yo, Axel Carillo, no su precioso Elpidio, la mano de Molly temblando de puro miedo cuando tomó la mía en la suya. Y ese estúpida mueca de Rome Prince mientras me miraba con nada más que odio, actuando como si él fuera de la sangre de Austin, no yo. Que se jodan. ¡QUE SE JODAN TODOS! Poniéndome de pie, empecé a caminar de un lado a otro del estudio, agarrando el cuello de vidrio de la botella de whisky más fuerte en la mano y la ceniza de mi casi terminado Marlboro cayendo sobre mi pecho. Mi corazón latía cada vez más rápido al ritmo del heavy metal de “Walk” de Pantera ahora haciendo vibrar las paredes. Estaba harto. Harto de intentar demostrar a todos que había cambiado. Había terminado con esta mierda del arte, ¡con el jodido Elpidio!

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No sabía cómo ser “normal”. ¡Porque no era normal! Nunca lo había sido. Tener un padre abusivo, una lisiada como madre, y obligado a ser el hombre de la casa a los diez años de edad arruina un poco a un niño "normal". Drenando el resto del whisky, tiré mi cabeza hacia atrás y grité mi ira, lanzando la botella contra la pared, la oír romperse. Escupiendo mi cigarrillo acabado en el suelo, me dirigí a al puesto de trabajo y coloqué un paquete de coca en la encimera, metiendo la mano en el bolsillo de atrás agarré mi licencia de conducir. Tomando la pieza rectangular de plástico, corté el polvo en líneas, esa sensación de emoción se arremolinaba en mi estómago sólo de imaginar el éxtasis que seguiría. Nunca me hice adicto a esta mierda, estaba demasiado ocupado vendiéndolo en las calles, pero me aseguraba de inhalar una raya de vez en cuando, cuando las cosas se ponían mal. Me gustaba el zumbido, el zumbido adormecedor de mentes que el polvo mágico lograba. Y necesitaba eso ahora más que nunca. —¡... has estado en la cárcel! ¡Mierda, Elpi! ¡Lo que hemos compartido estas últimas semanas... lo que compartimos anoche... y eres el jodido Axel Carillo! Las palabras de Aliyana latían en mi cerebro, su decepción se sentía como el peor tipo de migraña. Levanté la cabeza para tratar de quitarme de encima el maldito dolor, sólo para que mi mirada llegara a la imagen de esa maldita escultura. Levi...

Levi que no podía mirarme con algo distinto al jodido desprecio... El recuerdo de su rechazo hoy me partía el alma. Con el whisky corriendo en mi sangre y esa escultura torturando mi mente, algo dentro de mí se quebró. Viendo mi martillo tendido en el puesto de trabajo, lo recogí, sintiendo el frío metal en las palmas de mis manos, y giré hacia la escultura casi terminada. Deseando nada más que tenerla fuera de mi vista... desaparecida de mi puta vida, me coloqué detrás de ella, levanté mi martillo y… —¡¡¡¡¡ELPI!!!! ¡NO! Paralizándome al oír su voz superar el fuerte sonido de la música y mi mente borracha hasta el culo, giré mi cabeza hacia la puerta, sólo para ver a la jodida Aliyana Lucia mirándome fijamente, con la boca abierta y sus manos extendidas tratando de detener la destrucción de esta patética escultura. Al primer momento en que la vi allí parada con ese corto vestido rosa, botas vaqueras y su cabello oscuro tirado hacia atrás, mi polla se endureció a un nivel doloroso dentro de mis jeans. Pero luego, cuanto más la miraba, más se prendía el fuego en mi pecho. Mis manos comenzaron a temblar violentamente. Dejando caer el martillo al suelo, me giré para mirarla, con los brazos rígidos a mi lado. —¿Qué coño quieres?—gruñí. 112

¿Toda la gente de mi pasado esperaba que fuera Axel Carillo? ¿El oscuro jodido gilipollas que sólo trajo dolor? ¡ESTE era el maldito Axel Carillo! ¡Podría SER el maldito Axel Carillo! Aliyana abrió su boca ante mi pregunta y su rostro palideció. Di un paso más, y ella dio un paso atrás. Mi labio superior se curvó en humor negro. Casi podía oler su miedo todo el camino hasta aquí. —¿Qué pasa, niña? ¿Tienes miedo? —dije en voz baja y áspera, con los ojos entrecerrados—. ¿Tienes miedo de mí? Aliyana inhaló una respiración aterrorizada, levantó su mano para apartar el cabello de su rostro, y por un momento, por esa simple acción, me di cuenta de que estaba realmente asustada... y, por ese maldito momento, mi enojo pareció jodidamente desvanecerse en vapor. Parte de mí no quería que esta chica realmente me temiera. Pero recordar al rubio cabrón besando sus labios, y la puta repulsión en sus ojos al descubrir que su precioso Elpidio era realmente la oveja negra de los Carrillo, me volvieron a enfurecer. No necesitaba a ninguno de ellos. Había sobrevivido hasta ahora por mi cuenta. Podía hacerlo de nuevo. Podía hacerlo todo por mi jodida cuenta. Pareciendo armarse de valor de algún lado, Aliyana avanzó, con su rostro nervioso. —Elpi, por favor...

Y eso fue todo. Su súplica susurrada usando ese jodido nombre falso me arruinó. Sabía quién era realmente, pero aun así no se atrevía a decirlo. Axel Carillo. Axel. Carillo. ¡SOY EL MALDITO AXEL CARILLO! Avanzando furioso, luché con todas mis fuerzas para aflojar la constricción de mi pecho por lo jodidamente bien que lucía. Quería que se fuera. Jodidamente fuera de mi vida y no me tortura al estar parada aquí en mi estudio... en mi maldito espacio personal, después de que no había hecho más que escupirme en la cara durante el partido. Yendo hacia adelante, Aliyana retrocedió, los tacones de sus botas vaqueras chasqueando en el suelo hasta que su espalda chocó contra la pared. Levantando mis manos sobre su cabeza, la enjaulé esos enormes ojos de cierva casi me destruyen. —¿Por qué estás aquí? —exigí. Incluso para mí mi voz sonaba letal. —Elpi... has estado bebiendo —dijo, oliendo claramente mí aliento. Pero me quedé inmóvil, no porque hubiera descubierto que acababa de tomarme una quinta parte de Jim Beam, ¡sino porque me había llamado nuevamente por ese puto nombre! —¡Joder, no soy ELPI! —Rugí, Aliyana se encogió debajo de mí—. Mi nombre es AXEL. ¡A-X-E-L! ¡EL JODIDO AXEL CARILLO! 113

La respiración de Aliyana se aceleró cuando grité. Esperaba su huida. Quería que huyera del miedo. Cagada del miedo por Axel Carillo de los Heighters... como lo haría cualquier otro hijo de puta. Pero en cambio, mientras mis ojos se clavaron en sus lívidos ojos, levantó su mano temblorosa y la colocó nerviosamente en mi pecho, justo encima de donde mi corazón estaba jodidamente corriendo. Estaba estupefacto... podía lidiar con su miedo, con ella huyendo asustada... incluso con sus gritos, estaba acostumbrado a causarle miedo a la gente. Pero lo que no podía manejar, lo que no podía malditamente aceptar era su afecto en un momento como este... no podía aceptar la maldita comprensión de sus llorosos ojos oscuros. Tragando con dificultad, siseé cuando su caliente palma atravesó la tela de mi camisa y un rubor rosa coloreó sus mejillas perfectas. —Axel... —susurró, con su acento claro y fuerte— Axel Carillo... No… ¡NO! ¡NO! No me podía hacer esto. No podía darme esperanza... realmente no podía lidiar la condenada esperanza... todo menos esperanza... Tambaleándome hacia atrás como si me hubieran quemado, dando tumbos tropecé con las tablas de texto en el suelo. Aliyana me siguió, sus ojos nunca se apartaron de los míos. Incapaz de seguir mirando su rostro triste, me di la vuelta, entonces me paralicé... no tenía otro-puto-lugar a donde ir.

Una mano se presionó contra mi espalda, mientras oí una breve inhalación brusca. Tensándome por el jadeo de Aliyana, cerré mis ojos y me preparé para que me dijera que había terminado. Que se iba y nunca regresaría. Que iba a decirles a mis hermanos lo que había estado haciendo. Pero eso es lo que quería, ¿no? ¿Que desapareciera y saliera de mi vida? Me pregunté a mí mismo, sabiendo que la verdad a esa respuesta era un enorme jodido NO. —Axel... —Aliyana dijo con un suspiro de dolor, su mano abandonando mi piel. Se sentía como si hubiera perdido toda la calidez cuando esa mano fue retirada. Girando lentamente, vi a Aliyana en mi puesto de trabajo. Su atención estaba en las botellas de licor alineadas... pero entonces mi estómago cayó cuando vi que no era lo que había captado su atención. Las rayas de coca... Parado inmóvil, esperé a que me mirara, y cuando lo hizo, no había nada más que una dolida decepción en su expresión. Nunca me había sentido tan parecido a la basura italiana como en ese momento. Lucía exactamente como el hombre que pensaba que era. Un perdedor drogadicto de mierda. —Axel... —susurró con tristeza— ¿Qué has hecho?

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Mientras miraba sus ojos llenos de lágrimas, sacudí mi cabeza, y tropecé hacia el otro extremo del estudio cerca de mi cama. Pero mientras trataba de conseguir algo de maldita distancia, el fuerte agarre de su mano sobre mi brazo me hizo girar. Estaba harto. Harto de todo. —¿Qué? —grité, liberando mi brazo. Aliyana tragó su aprehensión y dio un paso hacia mí, su aroma a jazmín llenó inmediatamente mis pulmones. —¿La has consumido? —me preguntó en voz baja, señalando las rayas de coca. Las llamas corrieron por mis venas y me incliné, para gruñir: —¿Por qué coño te importa? ¿Por qué coño incluso estás aquí, Ally Prince? Sólo vete a la mierda de regreso a donde tus amigos pijos e imbéciles y con el cabrón rubio para un fácil polvo. Porque eso parece ser lo tuyo, ¿no? ¿Follar tipo tras tipo? ¡Era sólo anoche cuando me encontraba en tu coño húmedo, entonces dejas que el mariscal de campo de los Redskin consiga todo en ese coño ni siquiera doce horas más tarde! Fue rápido, casi tan rápido como un destello de luz, pero el rostro de Aliyana se llenó de ira incontrolable y, antes de que incluso me diera cuenta, me abofeteó con fuerza en la cara. Por instinto, con mi rostro jodidamente ardiendo por la fuerza de su golpe, extendí mi mano y agarré su delgada muñeca, tirando su pecho contra el mío.

—Joder, ¿tienes deseos de morir? —siseé entre los dientes apretados. Los ojos marrones oscuros se encendieron, y Aliyana espetó: —¡Vete a la mierda, Axel! Mis labios se tensaron. —¿Ahora soy Axel? ¿Ahora qué estás malditamente enojada, soy Axel? —Mi respiración era fuerte, al igual que la de ella, sus grandes y firmes tetas rozando contra mi cuerpo. Bajé mi boca cerca de su rostro y dije bruscamente—: Lárgate. Apartando su brazo, me giré para dirigirme hacia mi cama, con mi maldita cabeza dando vueltas con demasiado whisky, cuando Aliyana gritó: —¡No follé con Reece, bastardo insensible! Mis pies se detuvieron abruptamente pero no la enfrenté. ¿Bastardo insensible...? Eso era una jodida broma. Daría cualquier cosa para no sentir por sólo un maldito minuto.

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—¡Eres un completo maldito gilipollas! ¡He venido aquí para verte! ¡Tenía que verte! Aun sabiendo que eres el jodido Axel Carillo, un hombre del que sé debo mantenerme lo más lejos posible... —respiraba rápido, pero mi corazón estaba corriendo más rápido esperando por cualquier otra cosa que tuviera que decir—, yo sólo... —La oí acercarse, luego sentí su cálido aliento en mi espalda filtrándose nuevamente a través de mi camisa, los escalofríos corriendo por mi espina dorsal—. Simplemente no pude… Cristo, Axel, Simplemente no pude permanecer lejos… Fue entonces cuando me di cuenta de que realmente no había respirado desde que me había ido de ese partido, desde que habíamos discutido en ese baño. Pero oírla susurrar esas palabras tenía a mis hombros debilitándose. Me volví lentamente hacia ella. Cuando nuestras miradas se encontraron, pude ver que estaba tan acelerada como yo, un maldito loco veneno corriendo por nuestro cuerpo manteniéndonos cerca. La mirada de Aliyana perforó la mía y añadió, con voz derrotada. —¿Cómo diablos podría alguna vez querer a alguien más ahora que te he tenido? El aire a nuestro alrededor parecía completamente inmóvil, el pulso latiendo en mi cuello haciéndome sentir tan jodidamente vivo. Sintiendo un rayo quemando a través de mi cuerpo, ambos nos tambaleamos hacia adelante al mismo tiempo, nuestra bocas fundiéndose instantáneamente mientras sus manos me empezaron a atacar, arrancándome la ropa. Brevemente rompiendo nuestro beso, Aliyana arrastró mi camisa por encima de mi cabeza, mi gorro yendo con ella. Incapaz de saborearla en mi lengua, enrollé su cabello en mi mano y tiré su boca contra la mía, mi lengua empujando dentro. Gemí en su húmeda y caliente boca que rozaba furiosamente la mía mientras sus uñas arañaban mi piel desnuda. Levantando mis manos, rasgué la camisa de Aliyana, haciendo volar los botones hasta el suelo, siguiéndolos su sostén un segundo más tarde. Mientras

me movía para quitar el resto de su vestido enrollado en su cintura, Aliyana empujó mis hombros, mi boca se separó de la suya mientras caía en la cama, golpeando mi trasero contra el colchón con un ruido sordo. Casi me vine al verla de pie sobre mí, con sus ojos marrones brillantes y su cabello desordenado y cayendo sobre su hombro. Y esas jodidas y perfectas tetas desnudas, con lo que quedaba de su vestido colgando lánguidamente alrededor de su cintura, eso simplemente me desarmó. Sus botas vaqueras estaban enraizadas al suelo, con sus piernas ligeramente separadas. Relamiéndose sus labios mientras me apreciaba, sus hoyuelos luciendo tan condenadamente grandes en sus mejillas rosadas. Con un gemido, Aliyana se lanzó, subiéndose en mi regazo, sus manos instantáneamente bajaron mi cremallera liberando mi polla dura. Cristo... Gruñí cuando su caliente palma comenzó a acariciar mi polla arriba y abajo. La boca de Aliyana se estrelló contra la mía. No era suave o amable; no, estaba follando mi boca con su lengua. Justo cuando levantó sus caderas, apartó sus bragas a un lado, y poniendo mi polla en su húmedo coño, se estrelló con fuerza, tomándome en su apretado coño en un movimiento rápido. —¡Joder! —grité, levantando su vestido para dar una palmada en su prieto trasero con mis manos. Gimiendo fuertemente por mi toque, Aliyana se clavó sobre mi polla, girando sus caderas de manera que casi me vine en cuestión de segundos. 116

Esta chica me estaba follando. Me estaba follando duro... me estaba poseyendo... me estaba follando como Axel Carillo... Al comprender a través de mi mente borracha eso, usé mis manos sobre su trasero para bajarla aún más sobre mi polla. Sus dientes mordieron mi labio inferior mientras su respiración se tornó errática, y sus manos tiraron de mi cabello desordenado, casi hasta el punto del dolor. Pero me gustaba esto. Mierda... jodidamente me encantaba esto, con ella malditamente salvaje sobre mi regazo. Echando su cabeza hacia atrás, con sus ojos cerrados mientras gemía y gritaba por la sensación de nosotros juntos. Me incliné hacia adelante, tomé un duro pezón de color rojo en mi boca y lo chupé. Cuando mis dientes rascaron contra su piel, Aliyana apretó mi cabeza aún más contra sus tetas mientras su coño empezaba a apretar mi polla. Tirando mi cabeza hacia atrás, vi su cara sonrojarse tan condenadamente sexy cuando se vino, clavando sus uñas en mis hombros. Sabía que me había hecho sangre, pero no me importaba. Sintiendo mis bolas tensarse, apreté aún más su trasero mientras abría su boca, sus ojos se estrellaron con los míos y gritó: —Axel —mientras se corría. Su coño se sentía como una mordaza mientras me ordeñaba hasta secarme, mi semen llenándola tan rápido que los nervios de mi cuello se apretaron con la tensión.

—¡Mierda! —susurré con un jadeo, mis caderas se sacudieron con la fuerza de lo malditamente bueno que se sentía. Las manos de Aliyana se apretaron alrededor de mi cabeza, y mi mejilla descansaba sobre sus tetas húmedas mientras trataba de ralentizar mi pulso, mi corazón, demonios, un millón de pensamientos corrían por mi cabeza. Justo cuando José González comenzó a cantar "Heartbeats" a través del altavoz, Aliyana puso sus manos en mis mejillas barbudas y me empujó hacia atrás, inclinando mi rostro para mirarla directamente. —Debería, pero no me importa que seas Axel. Sólo quiero estar aquí contigo… así... sintiendo este rayo entre nosotros. Exhalando fuertemente, aparté la mirada y cerré los ojos. —Joder, chica... —Me callé—. No estoy acostumbrado a todo esto. —¿Qué? —Aliyana preguntó nerviosamente, tratando de usar sus dedos debajo de mi barbilla para girar mi cabeza—. ¿Acostumbrado a qué? Pero no podía mirarla. No estaba seguro de que querer ver cuánto deseaba sentir esto... tan fantástico... simplemente me aterrorizaba. —Axel... por favor... —rogó Aliyana. Levantando mi cabeza, encontré su amplia mirada. Tomando su mano de la palma de la mía, la rocé a través de mis labios, dándole un beso a su piel tibia, deslizándola después por mi cuello y sobre mi corazón. 117

Aliyana contuvo el aliento y un rubor inundó sus mejillas. —Está latiendo muy rápido —susurró. No reaccioné, pero cuando sus ojos sondearon, suspiré y dije con voz áspera. —No solía sentir cosas buenas... No puedo enfrentar la sensación de disfrutar mucho de algo... He hecho demasiada mierda mala, lo suficiente como para ahogarme... —Los ojos de Aliyana brillaban e, inclinándose, presionó tres ligeros besos a lo largo de mi mejilla. Cerrando mis ojos ante ese extraño acto de ternura, algo en mí se derrumbó, y susurré: —Pero contigo... tengo la sensación... de sentir... todo, cada jodida mierda... directamente aquí... —Apreté su mano con más fuerza contra mi corazón. No era un sentimental. La verdad es, que yo era un bastardo de corazón insensible. No era realmente bueno con las palabras, confesando mis sentimientos o toda esa otra mierda cursi que las chicas adoraban. Pero eso no significaba que mi corazón de delincuente no sintiera, no corriera cuando ella estaba cerca... cuando me sonreía... cuando de lleno entendí lo que estaba sintiendo en el fondo, sin siquiera decir una maldita palabra. Ella le dio a este frío corazón, vida. Le dio luz. Ella era su maldito golpe rítmico. —Axel... —murmuró Aliyana, antes de presionar suavemente sus labios en los míos. Este beso era diferente a cualquier cosa antes. Porque este beso se dio incluso con todas nuestras cartas puestas sobre la mesa.

Rompiendo el beso, Aliyana presionó su frente con la mía, entonces cuidadosamente se puso de pie. Solté un largo suspiro cuando mi polla dejó su coño, pero yo no podía apartar los ojos de ella mientras empujaba su vestido hacia abajo hasta que este quedó a sus pies. Mis puños apretaban la ropa de cama cuando se presentó delante de mí tan sólo con su ropa interior de color rosa pálido y botas vaqueras. Sabía que durante el resto de mi vida, la imagen de la chica más perfecta del planeta, desnudándose sólo para mí, permanecería para siempre en mi cerebro. Quitándose las botas marrones, Aliyana después enganchó sus dedos a los lados de las bragas y las empujó lentamente por sus piernas. Una vez completamente desnuda, dio un paso hacia mí, tendiendo su mano. Poniendo mi mano en la suya, y confiando en alguien completamente por primera vez, me levanté. Aliyana me miró a través de los párpados pesados, liberando mi mano, sólo para dejarlas caer a mis vaqueros ya desabrochados. Poniendo sus manos sobre mi pecho, pasó sus dedos por mis abdominales, por encima de mi estómago y enganchó sus dedos en mi cintura. Poco a poco, Aliyana me bajó los pantalones hasta que se unieron a su ropa en el suelo. Retomando mi mano, retiró la sábana de la cama y se metió, guiándome para seguirla. Lo hice sin rechistar. Mierda. Seguiría a esta chica a cualquier lugar. Mientras me acosté de cara hacia Aliyana, ella apretó mi mano y me lanzó una sonrisa nerviosa. 118

—Mierda, Aliyana —dije, llevando nuestras manos unidas a mis labios. —Eres Axel Carillo —susurró ella con incredulidad, haciendo que mis labios se congelen en la piel suave del dorso de su mano—. Se supone que no tengo que quererte... —dijo con voz temblorosa, y sentí mi corazón hundirse. Aliyana debió de haber visto algo en mi cara, porque se acercó más hasta que nuestros cuerpos estuvieron al ras y compartimos el mismo aire—... pero no puedo evitarlo. No eres el hombre que todos dicen que eres... ¿verdad? Sintiendo mis latidos acelerarse, peiné hacia atrás el pelo de su cara y dije: —Soy exactamente quién ellos creen que soy. Aliyana tragó, una gota de sudor de nuestra follada rodó por su delgado y aceitunado cuello. —No... te estás castigando a ti mismo por las acciones que desesperadamente tomaste para salvar a tu familia, no abrazando al hombre bueno que eres ahora. —Mi estómago se apretó ante la creencia sincera que tenía en mí y cerré los ojos. La mano de Aliyana presionó mi mejilla. —Mírame —instó. Cuando no hice como ella quería, me rodó sobre mi espalda, presionando sus pechos contra mi pecho—. Axel, mírame —me instó con más fuerza. Abriendo a regañadientes mis ojos, la mirada escrutadora de Aliyana estaba evaluando mi cara.

—Responde esto —dijo. Esperé a su pregunta—. ¿Tomaste esa cocaína que compraste esta noche? Mis cejas se fruncieron y traté de alejarme, pero sus manos en mi cara se negaron a ceder. —Contéstame —insistió— ¿La tomaste? Mi mandíbula se apretó, pero viendo que no iba a ceder, dije con voz áspera. —No, no lo hice. ¿Estás malditamente feliz? La sonrisa que luego siguió a mi reacia confesión me derribó. Sosteniendo suavemente sus muñecas, añadí: —Pero si no hubieras aparecido, lo habría hecho. Esa sonrisa desapareció y sus ojos miraron a lo lejos. —No creo que lo hubieras hecho —estuvo en desacuerdo. —Tú no me conoces tan bien como crees entonces, ¿verdad? El rostro de Aliyana se fundió en una expresión triste y asintió, moviendo su dedo para pasarlo por encima de mi ceño fruncido. —Si lo hago. Dime. —Observó cómo su dedo trazó los bordes de mi barba—. ¿De dónde la sacaste? ¿La coca? Estrechando mis ojos, me encogí de hombros y dije: 119

—De una pandilla callejera que vi cerca de una tienda de licores. Los ojos de Aliyana brillaron por un segundo, antes de verse completamente tristes de nuevo. —¿Qué? —espeté. Odiaba la maldita lastima. Podía tratar con el odio, con la lástima, no podía jodidamente soportarla. —¿Una pandilla callejera? —preguntó ella—. ¿Cómo los Heighters? Mis músculos se tensaron. —¿Y qué pasa si lo era? ¡Mierda! ¿Por qué preguntas de todos modos? —Axel —dijo suavemente, pasando su dedo sobre mi crucifijo... el crucifijo que solía ser mi stidda. Yo solía estar tan condenadamente orgulloso de ese tatuaje de la estrella negra en mi mejilla izquierda, orgulloso de que mi pandilla tuviera mi lealtad, mi confianza. —Estabas dolido después del partido... después del rechazo público de Levi... después del mío... —su expresión cayó ante eso, una expresión culpable en su rostro— y tú corriste de nuevo hacia la única cosa que conocías. A la única vida que has vivido aquí en fuera. Mi respiración se detuvo ante cuán bien me comprendía. Siempre lo hacía, desde el momento en que vio por primera vez mi arte. —¿Axel? —instó, esperando mi respuesta. Dejando caer mi mirada a sus uñas pintadas de rosa, le confesé:

—Yo no sé cómo hacerlo... —¿Hacer qué, querido? —Ally se sonrojó cuando me llamó así. No tenía idea de lo que había dicho, pero de seguro como el infierno que me gustó la forma como que sonaba. Sonaba como una expresión de cariño... sonaba como si le importara. Ninguna mujer había dado una mierda por mí antes. Levantando mi mano, saqué los palillos de su cabello, cayendo largos y oscuros mechones sobre mi pecho. Pasé mis dedos a través de los hilos de seda. —Axel, ¿no sabes cómo hacer qué? Oliendo el champú de lavanda en su pelo, le dije: —Ser normal... conseguir que la gente confíe en mí... crea en mí... me den una segunda oportunidad. ¿Cómo existes en este mundo sin tener que luchar? ¿Sin dolor? Los ojos de Aliyana se empañaron y se movió hasta estar totalmente tumbada encima de mí, entrelazando sus piernas con las mías. —Nunca has sabido cómo liberarte del dolor, ¿verdad? ¿Alguna vez has sido feliz? Odiando la simpatía en su mirada, volví la cabeza, prendiendo fuego en mis entrañas. —No lo hagas —siseé. Pero ella siguió: 120

—Te criaste luchando toda tu vida, uniéndote a una pandilla porque eso es lo que los chicos hacían de donde venías, después pasaste tu tiempo cuidando a tu mamma enferma, a Aust y Lev. Y entonces... Tragando mi orgullo, terminé: —Entonces me encerraron. —Axel... Nunca has conocido la verdadera felicidad... —Una lágrima cayó de los ojos de Aliyana. La sequé con la yema de mi pulgar. No podía creer que estuviera llorando por mí. No podía creer que esas lágrimas fueran por mí. Nadie más que mi mamma lloró por mí antes. Pero la mamma lloró por el estado de mi alma, por los padres de los hombres que había matado... pero no Aliyana, ella lloró por el jodido hombre que nunca conoció la felicidad. Incapaz de ver a Aliyana romperse, y por una vez, hablando sin cuidarme, dije suavemente: —Sono felice insieme a te. Aliyana se quedó quieta y sus ojos marrones se encontraron con los míos, su boca ligeramente abierta en estado de conmoción. —Axel... ¿Tú...? —Me encogí de hombros y Aliyana apretó su mano sobre mi acelerado corazón. Una sonrisa tembló en sus labios carnosos al claramente sentirlo correr y ella preguntó—: ¿Eres... tú eres feliz conmigo? Exhalando un suspiro reprimido, le confesé:

—Sí. —Axel —exclamó y sus pestañas parpadearon rápidamente mientras luchaba por contener las lágrimas. Levantando su cuerpo más arriba, pasó su dedo sobre mis labios, y me dijo—: Bésame. —Antes de que supiera lo que había dicho, aplastó su boca con la mía. Sosteniendo a Aliyana contra mi boca, nos besamos perezosamente mientras recorría mis dedos por su espalda, amando la sensación de su temblor ante mi tacto. Debería haber una escultura creada para ella. Era perfecta. Cuando Aliyana separó sus labios de los míos, nos di la vuelta hasta que estuvimos enfrentados y acariciando con sus manos la parte posterior de mi cuello. Su expresión cambió y pude sentir sus dedos trazando mi cicatriz. —¿Axel? —gruñí en respuesta, mi pecho se apretó por lo que yo sabía que iba a preguntar—. ¿Cómo te hiciste esta cicatriz? Debió de haberme sentido tensarme. Me acercó más y susurró: —Por favor, dime... deja de guardarte todo. Puedes confiar en mí. Acostando mi cabeza contra la almohada, Aliyana se arrastró más cerca. —Me la hice en la cárcel —le dije vagamente. Los ojos de Aliyana se agrandaron. —¿Cómo? ¿Qué pasó? 121

Cerrando los ojos, pensé en ese día y sin necesidad de abrir los párpados, me quedé en la oscuridad y le dije: —Mis viejos hermanos de la pandilla que estaban dentro de la cárcel me encontraron solo y vinieron hacia mí. Sabía que llegaría el día en que ellos conseguirían vengarse de mí. Nadie traiciona a un hermano de la pandilla, pero yo lo hice, y querían sangre por sangre. Podía oír la respiración de Aliyana acelerándose. Pero como una maldita fuente, esta mierda sólo comenzó a verterse fuera de mí. —Estábamos en el patio, ellos de un lado y yo del otro, mientras trataba de mantener mi cabeza abajo. Había conseguido mantenerme al margen de ellos, cerca de dos años, pero cuando Alessio, el hermano mayor del líder de los Heighter le declararon cadena perpetua, supe que era sólo cuestión de tiempo antes de que vinieran a matarme. Ese hijo de puta era malo, y quería verme muerto por lo que le sucedió a su hermano pequeño, Gio… —¿Qué pasó con su hermano? Mis ojos se abrieron de golpe y mis manos empezaron a temblar. Joder, ¿por qué estaban temblando mis manos? Aliyana notó mis manos y las apretó entre las suyas. Perdiendo el color de su rostro, presionó: —¿Axel? ¿Qué pasó con Gio?

No quería decírselo, pero ella necesitaba saber lo que había hecho en mi pasado. Necesitaba saber quién era el maldito tipo con el que estaba acostada. —Tuve que matarlo —susurré. Las manos de Aliyana agarraron las mías tan fuerte que empezó a detener el flujo de sangre. —Tú... tú... —Tuve que matarlo —confesé. —Axel, ¿por qué? —susurró con incredulidad. Podía oír la sorpresa en su voz. La verdad era, que nunca entendería completamente cómo podía matar. Sólo la gente que crece en una pandilla lo haría. ¿Cómo podría la gente educada en un jodido dulce hogar con legales padres saludables, comprender jamás cómo un niño tiene que luchar, a veces hasta la muerte, por la supervivencia? Miré por la ventana hacia la noche oscura, las estrellas brillantes en el cielo y mi estómago cayó mientras pensaba en mi mejor amigo, en todo lo que habíamos pasado juntos. —Para salvar a mis hermanos —dije con voz áspera—. Tenía que matarlo para darles a mis hermanos la oportunidad de una vida mejor. Gio era mi mejor amigo, mi hermano de armas. Era la persona más cercana a mí, pero sabía que cuando entrara en prisión, iría detrás de Austin y Levi. Estaba obsesionado con tener a los Carillo de su lado. Y una vez que tú has conseguido la stidda, estabas en la pandilla. Eras Heighter de por vida. La única salida era la muerte. Si tratabas de irte, era… 122

—Muerto... —interrumpió ella y, encontró mis ojos, y asentí. —Sí. Si Levi y Austin eran plenamente iniciados, miembros de pleno derecho, la stidda se tatuaría en sus mejillas izquierdas, unidos a la pandilla para toda la vida. Sabía que la única manera de que pudieran ser libres era eliminar a Gio. Así que llamé al líder de nuestro rival. La pandilla de los King, contra la que me había dedicado toda mi vida a luchar y le dije cuándo y dónde encontrar a Gio. Mi mejor amigo y hermano de pandilla murió exactamente cuando y donde yo le había dicho a los King que podían encontrarlo. Gio fue asesinado a tiros por mis manos, pero Austin y Levi estaban libres. —Suspiré—. Fue la mejor cosa que he hecho por ellos. La sangre en mis manos nunca va a desaparecer, pero al menos mis hermanos están fuera y viviendo buenas vidas... la que yo nunca podría haberles dado. Yo los había arrastrado a esa banda, era justo que los sacara de esa mierda. Simplemente me llevó demasiado maldito tiempo ver la jodida luz. Aliyana se quedó en silencio, “Labios de un ángel” de Hinder sonaba a través de los altavoces, el único sonido en el estudio. —Tuviste que matar a tu mejor amigo... —murmuró ella sombríamente. Tuve que mirar hacia otro lado, consumido por la pena de repente. —No me puedo imaginar teniendo que tomar esa decisión. Sería como elegir matar a Molly para salvar a Rome. Sería... imposible. No podría vivir conmigo misma. El peso constante que presionaba sobre mi pecho se aligeró algo cuando ella comprendió lo que era mí día a día. Oí la tristeza en su voz. Jodidamente

entendió lo que haber matado a Gio me hizo, todavía me hacía. Comprendió la gravedad de la decisión más difícil que jamás haya tomado. Los labios de Aliyana presionaron en mi piel dándome fuerza y preguntó: —¿Cómo conociste a Gio? ¿Cómo incluso te involucraste con esa pandilla? Tanto si quería o no, esa pregunta me llevó directamente hacia el pasado...

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Capítulo 14 Axel Lado oeste del parque de caravanas Heights Tuscaloosa, Alabama Hace dieciocho años...

E

ntrando al remolque con un Levi de dos años retorciéndose en mis brazos, vi a Austin sentado en el sofá, con la cabeza agachada y llorando.

Al acercarme pude ver sangre en su rostro y una contusión en su ojo.

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—¿Austin? ¿Qué pasó? —pregunté y me apresuré a agacharme delante de él. Puse a Levi en el suelo, pasándole un camión de juguete roto, luego me volví hacia Austin y lo obligué a retirar sus manos de su rostro. Austin trató de poner resistencia, pero yo era más fuerte y no pudo luchar contra mí. Mientras bajaba sus manos, Austin no me miró, pero pude ver el estado de su rostro. La ira me hizo temblar—. ¿Quién te hizo esto? —espeté. Austin parpadeó cuando apreté mis dedos contra su ojo hinchado. ―¡Austin! —grité, Levi saltó sorprendido por mi tono airado mientras jugaba en el suelo. —No quiero hablar sobre eso —dijo Austin, casi sin voz mientras lloraba. —Bueno, yo si quiero hablar de eso —dije y limpié sus lágrimas con mis pulgares—. ¡Dime quien te golpeó! ¡Los voy a matar! Austin levantó su cabeza y suspiró. —Algunos chicos mayores de la escuela. Axel. No los conoces. —¿Por qué te golpearon? —pregunté. Tomando una toalla, empecé a limpiar la sangre de su rostro. Levi, fue gateando hacia Austin y se aupó hasta apoyarse en el sofá, —Hola, fratellinio —Austin saludó a Levi y lo atrajo contra su pecho, los gorditos brazos de Levi le devolvieron el abrazo. —¿Austin? —insistí de nuevo—. ¿Por qué te golpearon? Los ojos de Austin se entrecerraron. —¿Me has visto, Axel? —Austin usó su mano para apuntar su ropa—. Soy pobre. Todas mis ropas me quedan pequeñas, mis zapatillas deportivas están

viejas y me lastiman los pies, pero papá no dejará a mamá comprarnos ropa nueva. Los chicos en la escuela… ellos se burlan de mí… Tirando la toalla en el suelo, presionó mi mano sobre mi estómago. Se sintió como si alguien me hubiera pateado… ellos se burlan de mi… —Todos los días es lo mismo, Axel. No soy tú, nadie se asusta de mí. — Austin bajó la cabeza. Sus lágrimas cayeron en sus sucios jeans—. ¡Odios nuestras vidas! Odio a papá. Odio que golpeé a la mamma, la hace trabajar todo el tiempo y se gasta el dinero en emborracharse. Mientras miraba a mis hermanos pequeños, los dos vestían ropas desgastadas, todos pasábamos hambre, algo en mi estalló. Poniéndome de pie, mis entrañas parecían que estaban ardiendo. —¿Axel? —El rostro magullado de Austin me miraba desde el sillón. Estaba asustado. —Quédate con Lev. —le ordené y salí corriendo del remolque. Estaba tan enojado. ¡Tan malditamente enojado! Antes de que me diera cuenta, estaba corriendo por el parque de caravanas. Mantuve mis ojos mirando hacia delante mientras corría al bar del parque, ignorando a los Heighters, ignorando a todos los Heighters que me miraban pasar corriendo y atravesaba la entrada del bar. Me detuve y busqué a mi padre. Escuchando a una mujer reír, mis ojos siguieron el sonido. La sonriente mujer estaba sentada en el regazo de papá. 125

Irrumpiendo donde él estaba, me paré a su lado y toqué su gran brazo. Sus ojos se encontraron con los míos y su rostro se llenó de disgusto. —¿Qué diablos estás haciendo aquí, chico? —Arrastró sus palabras, con tono ebrio. Respirando profundamente, dije. —Necesito dinero. Austin y Levi necesitan ropas y necesitamos comida. La mirada de papá se oscureció mientras yo hablaba y me empujó fuertemente en mi pecho. Tropecé hacia atrás mientras él y la mujer se reían. Apretando mis dientes, corrí hacía mi padre y lo empujé de vuelta. —¡Ellos necesitan ropa! ¡No es justo! —grité—. ¡A Austin le están pegando en la escuela por eso! El bar se quedó en silencio mientras papá me miraba. Su piel empezó a enrojecer y empecé a retroceder. Mi estómago dio vueltas mientras me di cuenta de lo que acababa de hacer. Lo hice enojar. Realmente enojar. En segundos papá había echado de sus piernas a la mujer semi desnuda y estiró su mano para tomarme del cuello. Me arrastró fuera del bar y se abrió camino por las puertas hacia la fría noche. La mano libre de papá agarró mi cabello y tiró de mí para mirarlo. —¡Tú pequeño cabrón! ¡Vas a pagar por estar jodiéndome! Su mano soltó mi cabello y me golpeó en la mandíbula, el dolor hizo que mis piernas se debilitaran y luego caí al suelo. Mi cuero cabelludo ardía mientras

papá mantenía su firme agarre de mi cabello, golpeándome de nuevo en mi estómago. Soltó mi cabello y me dejó caer. Cerrando mis ojos, me doblé en el suelo tratando de protegerme de la patada que sabía que vendría, cuando de repente, escuché a alguien deteniendo a mi padre. Abriendo mis ojos, vi a Remo Marino el líder de los Heighters, agarrando a mi padre de los brazos. —¿Qué diablos le estás haciendo a ese niño, viejo? —preguntó. Pude notar que papá luchaba para soltarse. —¡Suéltame, pedazo de mierda! —gritó de vuelta. Pero entonces más integrantes de los Heighters lo rodearon y empezaron a lanzar golpes. Traté de sentarme, sin saber qué hacer, cuando una mano presionó mi hombro. Mi cabeza giró a mi derecha, cuando vi a Gio Marino a mi lado. Traté de alejarme de él. La mamma me había dicho que me mantuviera alejado de la pandilla Heighter, decía que no solo causaban problemas. —Relájate ragazzo —dijo Gio—. No te voy a lastimar. —¿No? —pregunté. Mi voz estaba ronca y mis ojos se volvieron al resto de la pandilla quienes estaban golpeando a mi padre en el suelo. —Papá —susurré y me tambaleé para ponerme de pie. Gio se unió a mí y envolvió su brazo alrededor de mi hombro, forzándome a quedarme donde estaba. 126

Los Heighters empezaron a alejarse de mi padre y mis ojos se abrieron al verlo rodar de dolor en el suelo, cubierto en sangre. Nunca antes había lo visto tan vulnerable. Mi mirada nunca dejo mi Papá, pero alguien se puso frente a mí y levanté la mirada. Remo Marino. —¿Axel Carillo, verdad? —preguntó y asentí, mirando detrás de Remo a todos los otros Heighters que me observaban. Sabía que todos eran Heighters por las estrellas negras en la mejilla izquierda. —¿Te pega así con frecuencia? —me preguntó Remo. Mi atención volvió al viejo líder Heighter y asentí. No me atrevía a mentirle. —Yo… yo necesitaba dinero para mis hermanos pequeños. Ellos necesitan ropas. Papá no me lo iba a dar. —Dejé caer mi cabeza por la vergüenza—. Me enojé y vine detrás de él… fui un estúpido. Fue culpa mía que me pegara. Remo miró hacia atrás sobre su hombro a mi padre tratando de levantarse y sacudió su cabeza. —Odio a los malditos imbéciles como él. Y tú no eres estúpido, niño. Hiciste bien. —El brazo de Gio afirmó su agarre en mi hombro y vi a Gio asentir en dirección a Remo quién levantó su ceja. No sabía qué significaba esa mirada. —Filippo, dale al chico un poco de efectivo —Remo le dijo a un chico que estaba a su lado. Filippo metió la mano en su bolsillo, sacó un rollo de efectivo y lo puso en mis manos.

Mi boca se abrió ante la cantidad de dinero que me dio. Debió haber sido como cientos de dólares. Me encontré con la mirada de Remo de nuevo. —¿Quieres seguir reuniendo efectivo así? Mirando el dinero de nuevo, asentí. —Bien —dijo Remo. Giró su mentón hacia Gio—. ¿Conoces a mi primo pequeño Gio, Axel? Miré a Gio. —Un poco. —Velaré por él, Rem. Le enseñaré como se hacen negocios. Remo asintió. —Bene. —Gio quitó su brazo de mi hombro y Remo se alejó—. Vuelve aquí mañana después de la escuela, Axel, y nosotros podemos hacer que ganes una maldita tonelada de dinero, mucho más que eso. La emoción de ganar más efectivo me paralizó. Podía ayudar a mi mamma. Podía ayudar a mis hermanos. Los Heighters empezaron a alejarse a excepción de Gio. —¿Por qué? ¿Por qué me ayudan? No entiendo. —pregunté y Gio me sonrió. 127

—Eres Italiano, fratello. Nosotros cuidamos de los nuestros. —Encogió sus hombros—. Y la forma en que hoy enfrentaste a tu viejo muestra que tienes pelotas. No tienes miedo de luchar por una causa. Lo harás bien con nosotros. Te cuidaremos la espalda. A sus palabras, dejé salir un largo suspiro. —Grazie —dije sinceramente—. Grazie mille. Gio vino a mi lado y tiró su brazo alrededor de mi cuello de nuevo. Empezamos a caminar hacia mi remolque, de vuelta con mis hermanos, cuando miré hacia atrás, a mi padre en el suelo. —¿Qué pasará con mi padre? Nos volverá a pegar después de esto. Pagaré por lo que hicisteis. Gio se rió. —Él no va a tocarte de nuevo, Axel. Sabe que es mejor no joder a un Heighers. Ahora estás con nosotros, ragazzo. Si incluso respira a tu alrededor, Remo se asegurará de que no lo vuelva a hacer nunca más. —¿Papá no tocará a mi mammá y mis hermanos de nuevo? —pregunté aliviado. Gio negó y sentí una sonrisa aparecer en mis labios. Gio se rio ante mi reacción y asintió. —Estaré junto a ti siempre, ragazzo. Ahora, vamos a buscar nueva ropa para esos hermanos tuyos…

*** Aliyana guardó silencio mientras terminaba de hablar, sintiendo mi maldito corazón herido al pensar en ese día. El día que los Heighters cambiaron mi vida. —¿Ellos te protegieron de tu violento y borracho padre...? —dijo Aliyana—. ¿Ellos te ayudaron a vestir a Austin y Levi? —Sí —le contesté con brusquedad. —Axel... —dijo la voz acuosa de Aliyana—. Tu vida era tan triste. No me extraña que te fueras con ellos. Te dieron la esperanza de que todo fuera a estar bien. Negué. —Fue más que eso. Ellos me salvaron. Mantuvieron a mi familia adelante, cubrían mi espalda... Maldición les debe todo. —¿Y tu padre? —Se fue dos semanas después. Se mudó con esa zorra que estaba en su regazo. Fue el mejor día de mi puta vida. Sabía que fue Remo y los Heighters quien lo había obligado a irse. —Solté una carcajada—. Ellos nos salvaron a todos. —Dios, Axel. No sé qué decir. Eras tan joven. Tan joven para tener que lidiar con todo eso tú solo. 128

—No me sentía joven en ese momento. Tenía doce años, pero me parecía como si tuviera veintisiete. —¿Y Gio? ¿Os hicisteis buenos amigos? No podía evitarlo, pero ante su pregunta, todavía sentí ese lazo que había tenido con mi mejor amigo. —Él siempre estuvo conmigo después de ese día. Nunca me dejó solo. Me enseñó todo lo que necesitaba saber para sobrevivir, para ganar dinero. Fue la única persona que nunca me defraudó. Desde el día en que nos conocimos, hasta el día en el que murió, cuidaba mi espalda sin dudar. —Mi cuerpo se tensó al recordar el momento en que había oído que había muerto… Murió por causa. Había sentido como si me hubieran cortado en dos, al recordar nuestra amistad. Me había sentido como el mayor desgraciado en la faz de la tierra—. Y yo se lo entregué a nuestros rivales para salvar a Aust y Lev... Todavía no he podido reconciliarme con eso. Creo que nunca lo haré. Nunca he tenido a nadie tan cerca de mí, desde entonces, dudo que alguna vez lo tenga de nuevo. Oí a Ally sorber, y cuando miré a sus ojos llenos de lágrimas, sentí cada pedacito de tristeza por la pérdida de mi amigo que había mantenido encerrada durante tanto tiempo, salir fuera de mí. Era culpable de matar al chico que me salvó la vida para salvar a la sangre de mi sangre. —¿Y la cicatriz? —Señaló Ally de repente—. En tu cuello.

Me encogí de hombros. —Una pelea estalló en el patio. Alessio y el resto de los Heighters lo usaron para encubrir el llegar hasta mí. —Hice una mueca, aun viéndolos a todos acercarse, ocho malditos de ellos contra mí—. Luché contra ellos lo mejor que pude, pero dos de los hijos de puta me inmovilizaron contra la valla. Alessio sacó el cuchillo y, justo cuando los guardias comenzaron a inundar el patio, pasó el cuchillo por mi cuello. —Agarré más con más fuerzas la mano de Aliyana, por alguna razón, necesitaba su maldito apoyo—. Corrieron mientras yo caía al suelo y comenzaba a sangrar. —Dios mío... —dijo Aliyana—. ¿Cómo no moriste? Mi pecho se apretó. —Estuve cerca. Me operaron y pasé semanas y semanas en la enfermería. —Cristo, Axel... ¿Y Austin y Levi? ¿Por qué no se lo dijeron? No puedo creer que a ellos no les importara. Mi visión se desenfocó mientras miraba al vacío. —Axel, por favor. —Presionó Aliyana. Viendo su rostro necesitado de respuestas, me maldije en voz baja. —Cuando averigüe que Alessio entraba en prisión, corté todos los lazos con mis hermanos. Dije a la prisión que no tenía familiares. 129

—¿No entiendo? —dijo Aliyana. Su lindo y preocupado rostro estaba todo arrugado. Levantando mi mano pasé mi dedo tatuado por su mejilla, rodeando un hoyuelo profundo y dije—: Alessio es un imbécil sádico, un loco hijo de puta. Asesinaba por algo más que una simple apuestas, ese bastardo mataba por diversión. Y yo había conseguido que le dispararan a su muchacho, a su hermanito. Ese tipo iba a venir por mí, de cualquier forma que pudiera. —Austin y Levi... —dejó morir las palabras, entendiendo por qué hice lo que hice. —Lev había dejado de venir a verme para entonces, era solo un niño y me odiaba, pero Austin aún seguía viniendo cada vez que podía. Sabía que él, Levi y Lexi estaban viviendo una buena puta vida en Cisco. Lev estaba en una buena escuela, Austin estaba empezando para los 49ers, Lexi estaba comiendo mejor y comenzó su propio centro de tratamiento... —Las lágrimas llenaron mis ojos y tosí para aclarar mi voz—. Estaba tan condenadamente orgulloso. —Oh Axel —dijo Aliyana y besó mi hombro. Agarrando el cabello de Aliyana, terminé. —De ninguna manera iba a comprometer todo lo que ellos tenían ahora, la vida que mi mamma quería para ellos, así que corté todos los lazos. Alessio y sus malditos chicos no tendrían ninguna posibilidad de llegar hasta mis hermanos, a menos que cruzaran el país y sabía que los cabrones no tenían los fondos para ir tan lejos. Si llegaban a mis hermanos, sería cuando vinieran a verme. Esa mierda no iba a pasar. —¿Así que Austin nunca supo que dejaste de verlo para salvarlos?

Sacudí la cabeza para indicar —No. —¿Tampoco nunca supieron que estabas herido... que podrías haber muerto? —No, y nunca lo sabrán —le dije con severidad. Acercándose, Aliyana presionó sus labios en los míos, besándome en tres ocasiones. Levantándose justo por encima de mi rostro, dijo: —Ellos deben saber lo que pasaste para salvarlos, Axel. Si tan solo lo supieran, si Lev supiera… —No los salvé, Aliyana, los condené. Cuando eran niños, hice tratos con los Heighters para llevarlos a pelear a mi lado en la guerra callejera, pensando que era jodidamente importante. Como si un maldito pedazo de mierda del parque de caravanas fuera malditamente importante. Pero mis hermanos, nah, ellos no eran como yo. Eran inteligentes, talentosos... iban a tener algún lugar de la vida. Es decir, una vez que llegaran a alejarse malditamente de mí. El rostro de Aliyana se oscureció. —Axel, eres la persona más talentosa que conozco, mira lo que creas —dijo. Tuve que contener una sonrisa ante la convicción de su voz mientras señalaba mi trabajo en progreso. Pero esa sonrisa rápidamente cayó cuando agarré sus mejillas y le dije: 130

—No soy una buena persona, Aliyana. Estoy maldito. Tengo un alma realmente oscura y muchos más pecados amontonados en mi puerta que el mismo diablo. Deberías estar alejándote de mí, no deseando correr hacia la oscuridad que hay en mis manos de mierda. —Es demasiado tarde —dijo en voz baja—. Ya me has consumido. No hay vuelta atrás contigo, no ahora. Mi mano nunca va a soltar la tuya, oscuridad eterna o no. —Entonces te compadezco. La boca de Aliyana se separó y contuvo el aliento de forma brusca. Pasé la yema de mi pulgar por su labio inferior y dije: —He matado gente. ¿Entiendes eso? He mandado hombres al hospital. He arruinado muchas vidas... no hay redención ahí fuera para mí. No hay belleza, ni cuento de hadas que se encuentre vinculada a mí. Aliyana negó y una expresión determinada se extendió por su rostro. Pero entonces, algo pasó sobre su rostro mientras miraba a mi chico de mármol llorando balas, y encarándome otra vez, ella dijo en voz baja. —El arte más hermoso a menudo nace de la más desesperada de las circunstancias. —Y con esa única frase, destrozó mi corazón de piedra en pedazos. —Joder, chica… —gruñí, luchando contra el exceso de emoción, pero Aliyana apretó su dedo en mis labios antes de que pudiera decir nada más.

—Tu arte es tu redención, Axel. Elpidio es tu renacimiento, tu segunda oportunidad en la vida. Eres una víctima de las circunstancias, no un pecador por elección. Sintiendo mi garganta obstruirse tan fuerte que sentí que iba a ahogarme, luché por tomar aire, sólo para susurrar. —La mia luce. —Mientras me quedé mirando a esta mujer a mi lado, completa y jodidamente asombrado por su defensa de un perdedor como yo. El rostro de Aliyana se sonrojó y bajó la cabeza hasta mi pecho, con sus brazos alrededor de mi cintura. Llegando a mi mesa auxiliar, agarré un cigarrillo y lo encendí. Tomé una larga calada. —No puedo oler el humo ahora sin pensar en ti —murmuró Aliyana. Pasé la mano a través de su cabello y me preguntó—. ¿Por qué hay un crucifijo ahora cubriendo tu estrella Heighter? Tensándome, tomé otra calada y dije: —Un par de años después de que me encarcelaran, mis compañeros reclusos Heighter entraron en mi celda y la borraron con una aguja y tinta. Habían oído que Alessio venía y no querían que pensara que me habían dejado tranquilo durante dos años sin desquitarse de alguna forma. Ni siquiera me molesté en luchar, los deje borrar el símbolo de una banda a la que ya no quería pertenecer de todos modos. Después del ataque, unos pocos meses más tarde, conseguí una aguja y tinta de mi compañero de celda y lo cambié por completo. 131

—Pero ¿por qué un crucifijo? —preguntó Aliyana cuidadosamente. Suspirando, le dije: —La mamma acostumbraba ungir mi frente con agua bendita cada noche cuando era pequeño. No sé por qué, pero cuando levanté esa aguja que había borrado mi pasado, la imagen estaba en mi cabeza y antes de darme cuenta, una cruz estaba en mi cara. —Axel —dijo Aliyana, y levantó su cabeza—. Acerca de tu mamma… Cubriendo su boca, sacudí mi cabeza. —Ya no más. Joder, chica, no puedo soportar hablar más de toda esta mierda esta noche. Te he dicho más de lo que había planeado decirle alguna vez a alguien. Necesito que me dejes en paz ahora. Yo solo no podía seguir con lo de mi mamma. Era una parte de mi permanecería encerrada en mi corazón y nunca quería abrir. No sería capaz de soportar la culpa. Aliyana asintió, entendiendo que no podía hablar más. Mi cabeza estaba girando con el whisky, pero más que eso, daba vueltas porque Aliyana volvió a mí sabiendo quién era yo. Suavizando el ceño en mi frente Aliyana confesó: —No puedo creer que esté total y absolutamente enamorada de Axel Carillo.

Me quedé inmóvil ante su confesión, mi corazón palpitaba contra mis costillas y, sonriendo, mientras ella besaba por todo mi cuello. —Nadie va a estar feliz acerca de nosotros. No van a entenderlo. Pero no puedo evitar que no me importe. A ella puede que no. Pero a mí sí. Podía oír la tristeza en su voz cuando pensaba en sus amigos, en su primo de mierda que descubrieran que ella era mi mujer. Ellos no lo tolerarían. Necesitando protegerla, le dije: —No pueden saberlo nunca, Aliyana. Es mejor para todos si ellos nunca se enteran de lo nuestro. No quiero que piensen mal de ti por quererme. Aliyana asintió, luego su cabeza se inclinó hacia un lado y sonrió. —Te quiero, Axel. Con defectos y todo. Y llámame a Ally, ¿de acuerdo? Fuera del trabajo solamente mi madre me llama Aliyana. Tomé una última calada de mi cigarrillo, apagué el filtro en el suelo, luego rodé a Ally sobre su espalda, colocando mis caderas entre sus piernas. —No más charla. Quiero ese coño mojado de nuevo.

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Capítulo 15 Ally Un mes más tarde...

—¿E

stás bien, querida, no te ves muy bien?

Había estado de pie en el pasillo esperando a que Molly bajara por las escaleras para ir a casa Austin y Lexi, y fruncí el ceño cuando ella apareció en lo alto de las escaleras viéndose débil y frágil. Molly sacudió su mano delante de su cara. —Ally, estoy bien, sólo estoy cansada —dijo, pero mis ojos se estrecharon con preocupación.

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En los últimos días había estado muy callada y cansada. Yo estaba preocupada, y por cierto Rome no la dejaría sola, mimándola las veinticuatro horas del día, por lo que sabía que él lo estaba también. —¿Lista para irnos? —preguntó ella. Asentí, sin querer mostrar mis preocupaciones. A Molly no le gustaba que la mimaran o se compadecieran de ella. Cassie y Jimmy Don habían llegado desde Texas de visita y estaban quedándose en casa de los Carillo. En casa de los Carillo... incluyendo a mi Carillo. Mi oscuro y torturado Axel Carillo. El hombre por el que había perdido la cabeza. Esta noche, Lexi estaba haciéndoles a su mejor amiga y su marido, Cassie y Jimmy Don, una pequeña fiesta para darles la bienvenida a Seattle. Por supuesto que iba, ellos eran unos de mis mejores amigos después de todo, pero después de no ver a Axel en casi dos días debido a compromisos laborales, no podía esperar para ir a verlo... para robar esperanzadoramente un momento para abrazarlo... estar sólo en las cercanías. Después de semanas de estar casi todas las noches en su cama, era adicta. Más que eso, estaba cautivada, obsesionada y completamente enamorada. Se estaba convirtiendo rápidamente en mi todo, mi sol, mis estrellas, mi luna, mi todo. Aunque pensaba que él sentía lo mismo por mí, nunca estaba completamente convencida. Axel Carillo era una fortaleza, un enigma. Su actitud fría decía que él era de una manera, pero conmigo, en la cama, cuando acariciaba mi cabello o me abrazaba después de hacer el amor en el refugio de sus gruesos brazos, sentía más en él. Aunque no se abría mucho, nunca había hablado

nuevamente de su pasado, mantenía sus sentimientos enterrados, sabía que lo hacía feliz, y en una ocasión, tuve la oportunidad de hacerlo sonreír... No había nada más hermoso que un sonriente Axel Carillo. Anhelaba que se abriera a mí. Podía ver que estaba atormentado. Apenas dormía. Trabajaba todas las horas que podía en sus desgarradoras esculturas, como si purgara su pasado. Sabía que si compartía sus demonios conmigo, tal vez podría comenzar a sanar, pero por ahora, estaba contenta con sólo tenerlo en mi vida. Sabía, que para muchos, la idea de estar en compañía de este hombre sería una pesadilla viviente. Pero, para mí, estar en sus fuertes brazos era el más dulce de los sueños... mi más sincero deseo hecho realidad... mi rayo de luz. —Estoy lista, cariño —le dije a Molly. Traté de no mostrar mi creciente excitación ante el hecho de ver a mi hombre en cuestión de minutos, mientras caminábamos hacia mi auto de alquiler bajo el cielo lluvioso de Seattle. Caminando lentamente junto a Molly, nos metimos en el coche y mi corazón empezó a palpitar mientras me imaginaba su dura mirada penetrando la mía. Sólo nosotros dos conscientes de nuestra relación prohibida. Esto hacia que todo lo que compartíamos fuese mucho más intenso, como sabíamos cada momento que pasábamos besándonos, discutiendo arte y unidos porque así era únicamente para nosotros. —Te ves hermosa esta noche —dijo Molly, apoyando su cabeza contra el reposacabezas de cuero, pasando su mano suavemente sobre su creciente barriga. 134

Me sonrojé mientras pasé las manos por mi falda estrecha hasta la rodilla, de color negro, cintura alta; mi corta camisa blanca de mangas tres cuartos que mostraba unos tres centímetros de piel entre esta y mi falda. Mi cabello estaba suelto y rizado, sujeto a un lado, y en mis pies tenía mis Louboutins de cuero negro, de diez centímetros. Me había vestido para Axel. Y, literalmente, no podía esperar a que me viera. Quería ver esa llama de desesperación en sus ojos, la que mostraba cuando estaba desnuda ante él y sus manos de escultor acarician cada centímetro de mi cuerpo como si fuera una musa. —Sólo pensé en hacer un esfuerzo —le dije con un encogimiento de hombros indiferente cuando atrapé a Molly mirando mi rostro con curiosidad. Molly sonrió en respuesta, pero me di cuenta por su mirada evaluadora que su mente de genio estaba trabajando de más. Cambié la conversación a los últimos avances en la galería, tratando de apartarla del rastro. En escasos diez minutos, llegamos a la residencia de los Carillo. Me hizo reír cuando me di cuenta, hace semanas, cuán cerca vivían de Molly y Rome. No es que Axel se quedara mucho aquí ahora, prácticamente se había mudado a su estudio, huyendo de sus problemas no resueltos con Levi... pero sobre todo para que pudiéramos estar juntos. Sabía que Austin y Lexi se preguntaban dónde estaba casi todas las noches, los había oído hablar en susurros apresurados, preocupados de que Axel estuviera metido en nada bueno de nuevo, pero no lo presionaban. Creo que Austin tenía miedo de que si él

preguntaba, Axel se cerraría en banda por completo. Probablemente tenía razón; los escudos de Axel era tan fáciles de romper como el Fuerte Knox. Deseaba que les hablara sobre su arte, sobre el hecho de que había cambiado su vida y que era… un hombre excepcional, con un talento inigualable, pero no lo haría. En cambio, prefería que ellos pensaran que trabajaba en un mercado de pescado, retribuyéndole a la sociedad por sus agravios ilegales. Se mantenía en un estado de auto-odio que me rompía el corazón. Se merecía el mundo, pero hasta que llegara el día en que le diera la bienvenida a ese mundo, yo le otorgaba toda la gracia que podía reunir. Mientras Molly y yo salíamos del coche, la puerta principal se abrió. Rome llegó a toda prisa, buscando con sus ojos de inmediato a su esposa. Había estado en el entrenamiento de los Seahawks con Austin, después vino directamente aquí. Jimmy Don había ido con ellos, y yo había acordado traer a Molly. —Nena, ¿estás bien? —Oí a Rome preguntarle a Molly mientras la ayudaba a salir del coche—. No te ves muy bien. —Rome, no empieces. Estoy bien —comentó Molly exasperada, pero Rome lanzó una mirada preocupada hacia mí. Me encogí de hombros. Honestamente, no pensaba que se viera bien tampoco, pero era una mujer testaruda que insistió en venir.

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Andando detrás de Molly y Rome, miré las ventanas en busca de signos de vida. Entramos a la casa lentamente, y tan pronto como lo hice, mis ojos buscaron a Axel. Mi estómago cayó ante la desilusión cuando vi que no estaba en ninguna parte, que se viera. Era como una adicta, anhelando sólo un vistazo de su entrenada forma. Rome tomó el liderazgo, sosteniendo a Molly, y llevándonos hacia la izquierda a una enorme sala de televisión. En el sofá justo en frente de mí estaba una Cassie embarazada, su rubio cabello y rojas mejillas tan brillantes como siempre. Tan pronto como sus ojos se encontraron con los míos, apresuradamente se levantó del sofá y plasmó la sonrisa más grande. —¡Ally maldita Prince! —gritó alto con su acento tejano, sus acostumbrados vaqueros con diamantes de imitación y camisa a cuadros cubriendo su gran barriga. —¡Cassie! —grité de emoción y crucé la habitación para tomarla en mis brazos—. ¡Te he echado mucho de menos, niña! —le dije al oído y ella me sostuvo en su fuerte y apretado abrazo. Cassie me apartó y, mirando mi cuerpo, silbó bajo. —¡Mierda, chica! Justo cuando pensaba que no podías ser más sexy, vas y la sacas fuera del estadio. Me haces querer comprar un consolador con correa y follar tu trasero. Con el ceño fruncido, negué con la cabeza y traté de aceptar sus palabras por lo que eran: ¡un cumplido!

Inclinándome, froté mi mano sobre su barriga y levanté la vista hacia su rostro sonriente. —Te ves increíble, querida. ¡No puedo creer que estés embarazada de nuevo! ¿Cuál es este ahora, el tercero? Ella se encogió de hombros en un "eh", y señaló a JD. —Sí, el tercero. Culpa a éste, que no puede mantener sus malditas manos fuera de mí. Lo cual entiendo por cierto, ya que soy una jodida perra caliente. Riéndose de sus habituales y escandalosas travesuras, miré alrededor de Cass para ver a JD de pie junto a Austin y Levi, todos bebiendo cervezas y viendo un partido de baloncesto en la pantalla gigante de Austin. Moviéndome en torno a Cass, me trasladé hacia el siempre sonriente JD y me aplastó en un abrazo de oso. —¿Cómo estás, querido? —le pregunté, y di un paso atrás. —Nada mal, Al, ¿cómo estás? Oí que estás dirigiendo una jodida y lujosa exposición aquí en Seattle. Rodé los ojos y miré a Austin que sonreía. —Déjame adivinar, ¿Austin te dijo eso? A mi lado Levi comenzó a reír mientras Austin se encogía de hombros. —Bueno es así, ¿verdad? Jodida y lujosa, quiero decir. 136

Sacudiendo mi cabeza, pero sonriendo por cómo ellos veían el mundo del arte, lancé mi brazo alrededor del hombro de Levi, alborotando su cabello color arena. —¡No te rías, Lev, estás destinado a ser más culto que estos pobres hombres! Levi se rió, después su rostro se iluminó de un rojo brillante mientras miraba mi traje. —Te ves muy bonita, Ally —dijo en voz baja, y mi corazón se llenó. Él era un buen chico. Pero entonces mi corazón se desinfló rápidamente cuando deseé poder hacerle ver que Axel era un buen hombre también. Un hombre que había hecho más por sus hermanos de lo que sabían. Un hombre que los amaba tanto, pero no sabía cómo expresarlo, porque nunca le habían mostrado cómo hacerlo. Fingiendo una sonrisa, lo abracé con fuerza y le respondí, —Y tú no estás nada mal, Lev. Dime, ¿tienes una chica ya? Las chicas en la universidad deben estar clamando detrás de ti. Si yo fuera más joven, habrías estado en mi radar. —Guiñé un ojo. Me dio su tímida sonrisa habitual y sacudió la cabeza. —No, señora, no hay chicas por el momento. —Austin estaba observando a Lev mientras su hermano menor se cerraba en sí mismo. Pude ver la preocupación acumulándose en su mirada.

—¡Hola Ally! —Oyendo a Lexi entrar en la habitación, me di la vuelta y caminé para besarla en la mejilla. A los pocos minutos tenía una copa de Moscato en la mano y estaba aplastada junto a Cassie en el sofá, con Molly y Lexi sentadas en sillas delante de nosotras. Vislumbré algo parpadeando en el oscuro pasillo, mi corazón comenzó a correr cuando vi a Axel, escondiéndose en las sombras, observándome. Sabiendo que podía verme, sonreí en su dirección y noté en sus labios una sonrisa mientras daba un paso más hacia la luz. Dios, era hermoso. Como siempre, estaba vestido todo de negro, con el cabello largo cayendo como una cortina sobre su rostro, pero esos ojos oscuros que me gustaban tanto se quedaran en mí, bebiéndome, haciéndome sentir como la mujer más bella del mundo. Dios, quería ir con él. Quería que mis amigos le dieran la bienvenida a la sala, hablaran con él porque les gustara y me pertenecía. Quería que me vieran caminar abiertamente hasta él y besarlo sin vergüenza. Quería que lo aceptaran porque pertenecíamos el uno al otro, no importa lo difícil que fuera para ellos entender. Pero sabía que no podía ser. Mis amigos y sus hermanos, no lo entenderían. Así que en su lugar, tuve que conformarme con ojeadas furtivas a las sombras, donde el hombre que sostenía mi corazón se escondía del mundo... el mundo que lo había rechazado... el mundo que, a los treinta años de edad, no lo entendía. —¿Axel? 137

Cada músculo se me congeló al oír pronunciar el nombre de Axel detrás de mí. Me volví para ver Austin corriendo hacia delante, una enorme sonrisa en su rostro. Mirando de nuevo hacia las sombras, vi a Axel tratando de agachar la cabeza y escapar, pero era demasiado tarde, Austin ya lo había visto. —¡Axe! —dijo Austin—. Ven a tomar una cerveza con nosotros... conmigo. —Se corrigió tardíamente, claramente avergonzado por su desliz. Los ojos de Rome se estrecharon mientras permanecía de pie junto a Lev y JD. Levi bajó los ojos al ver a su hermano mayor y Rome murmuró algo para sí mismo. La ira ardía en mis venas ante el cambio de estado de ánimo de mi primo. Afortunadamente, Austin se puso delante de Axel, con una mirada esperanzada en su rostro. —No pensé que bajarías cuando te invité a unirte a nosotros antes. Estoy tan malditamente feliz de que lo hayas hecho, fratello. Mi corazón se hundió cuando escuché lo feliz que Austin era de que Axel hubiera mostrado la cara. Porque sabía que Axel nunca habría llegado hasta aquí para sentarse con nosotros. Él evitaba cualquier contacto con la gente o multitudes. Sin embargo, allí estaba, merodeando en la seguridad de la oscuridad sólo para poder verme. De pronto sentí ganas de llorar. Axel debería sentirse bienvenido en la casa de su propia familia. No debería tener que guardarse lo que sentía por mí en

secreto, por miedo a que mis amigos me dieran la espalda... a causa del hombre que yo había elegido… Mi mano voló hacia mi pecho mientras me daba cuenta de lo que había estado a punto de admitir. No podía... no, todavía no, ¿verdad? Era imposible... Era... Mierda... era verdad... Eché un vistazo para comprobar que nadie había notado mi extraña reacción, y nadie lo había hecho... hasta que me encontré mirando a un par familiares ojos dorados, la mirada de Molly Prince estaba firmemente pegada en mí. Forzando mi atención al pasillo a oscuras, estaba convencida de que Axel se negaría a entrar. Inventaría alguna pobre excusa y saldría. Sabía que esta era su idea del infierno, así que tuve que evitar que mi boca cayera abierta cuando él, más bien torpemente, caminó de lleno hacia la luz. Se veía tan condenadamente sexy y melancólico que, por un momento, no pude recuperar el aliento. Lo amaba. Amaba a este hombre torturado delante de mí con una intensidad sin aliento. Austin, claramente también sorprendido por el aspecto de su hermano, pasó un brazo alrededor del hombro de Axel y lo condujo hacia un cubo de las cervezas, entregándole una botella de Bud. 138

—¿Ese es Axel? —susurró Cassie a mi lado. Girando en mi lugar hacia el sofá para hacer ponerme frente a ella, asentí en silencio. Quería decirle que era mi Axel, mi Elpidio, el hombre que me había devuelto a la vida con su profunda alma y magnética fuerza oscura, pero no pude. Viendo a Cass evaluar a mi hombre, me preparé para que hablará mierda sobre él, sintiendo como si estuviera apuñalándome con una daga en el proceso, pero en la manera típica de Cassie, hizo justo lo contrario. —¡No me jodas, ese tipo es el pecado en un palo! —exclamó Cassie con un suspiro apasionado. Molly y Lexi sacudieron sus cabezas hacia Cassie cuyos ojos estaban desorbitados en Axel. Sus ojos azules revisaron cada centímetro de su cuerpo formado, un cuerpo que ahora conocía mejor que el mío, cada tatuaje suyo grabado en mi memoria. —Quiero decir, ese largo cabello casi negro, la barba, los tatuajes en el cuello y la cara... toda la cosa de ¿soy un ex-pandillero, podría matarte en cualquier momento y he pasado un tiempo difícil? ¡Cielos! —Cass se abanicó con la mano—. ¡Si no estuviera embarazada y casada estaría toda en esa mierda de chico malo! ¡Me aseguraría malditamente de rehabilitarlo! Jimmy Don miraba a Cass, exasperado. Después de todo, ella estaba mostrando su típico yo en voz alta. Me obligué a bajar un trago de mi vino por temor a echarme a reír... especialmente cuando miré a Austin y Axel, quienes estaban mirando a Cass con expresiones mutuas de incredulidad. Al menos Austin lo estaba; Axel simplemente la miraba con su mandíbula apretada.

Austin, decidiendo ignorar a Cass, hizo un gesto con la cabeza a Axel en la dirección de JD, Rome y Lev. Cuando Axel a regañadientes miró a los tres hombres, todos estaban mirándolo con expresiones cautelosas, ninguna de las cuales parecían exactamente acogedoras. Axel apuntó con su cerveza al asiento más cercano a mí, debajo de la televisión. —Solo voy a ver el partido —dijo con voz ronca. Sonaba con su acostumbrada fachada dura y áspera, pero podía detectar el dolor y el daño en su mirada y su voz. Las acciones de Levi dejaron en claro que no quería a Axel en ninguna parte cerca de él. Oyendo a Cass suspirar de nuevo, miré en dirección a ella y todavía estaba abanicándose, mirando con avidez en mi hombre. Se volvió hacia mí y murmuró. —¡Esa voz! Una parte de mí se alegró de que Cass se sintiera de la forma en que lo hacía yo. Eso me daba la esperanza de que Axel y yo no fuéramos una causa perdida. —Así qué, Ally —dijo Cass, recostándose contra el sofá mientras Axel se dejó caer en la silla... la silla que ofrecía una vista perfecta de mí. Demonios, él estaba sentado exactamente en el lado opuesto. Me volví hacia Cass. —¿Sí, querida? 139

—¿Se rumora que, te tienes un nuevo novio? —Las cejas de Cass bailaban, pero mis mejillas llamearon cuando vi a Axel congelarse en mi visión periférica. —Sí —susurré y tomé un sorbo de mi vino, tratando de evitar las preguntas que seguirían. —Entonces, ¿cómo es? Algún artista solitario, ¿no? Sintiendo mi respiración escapar, asentí con la cabeza. —Sí. Cassie golpeó su muslo con un sonido fuerte y gimió de frustración ante mis respuestas cortas. —Ally, estoy embarazada y he estado con JD por lo que parece una eternidad. Molly está embarazada también y Lexi y Austin… bueno, ella es su pequeña pix y él es su chico malo. Ellos no ven a nadie más, así que necesitamos vivir la vida de solteros indirectamente a través de ti. ¡Así que suéltalo, necesito detalles! ¡Mamá necesita algunos chismes! Lanzando un vistazo a Axel, debatí qué decir. Estaba preocupada de que fuera demasiado transparente y nuestro secreto saliera a la luz. Axel levantó su botella de cerveza hacia su boca y lanzó una mirada hacia mí. Esa sola mirada hambrienta me derritió en el acto. Pensé que tal vez había un destello de diversión en sus ojos oscuros, pero desde aquí no podía estar segura. Mierda. No tenía ni idea de cómo salir de esta.

Sintiendo la mirada puntillosa de Cass quemando a través de mí, suspiré con la derrota y pregunté: —¿Qué quieres saber, Cass? En realidad no quiero hablar de eso... es privado. Cuando sonrió con entusiasmo, sabía que no debería haber hablado. Hizo una mueca, sumida en sus pensamientos, a continuación, frunciendo los labios, preguntó: —¿Cómo es él en la cama? ¿Dotado? ¿La follada del siglo? Ahogado en mi sorbo de vino, tosí y miré a Lexi y Molly que estaban tratando de no reírse de Cass. —¡Cass! —Lexi la amonestó, con los labios fruncidos con humor— ¡Basta! El rostro de Cassie se arrugó por la confusión. —¿Qué? —No puedes preguntas ese tipo de cosas, Cass —dijo Molly con cansancio, haciéndome olvidar momentáneamente mi exasperación por Cass y preocuparme por ella en su lugar.

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—Sí puedo. ¡Todos somos amigos aquí! Y malditamente escuché a ti y Bullet follando y gritando más de lo que quería cuando regresaba de la universidad, así que ¡no hay necesidad de la timidez ahora, Mol! ¡No es ningún secreto que ellos están en ello como conejos! —La mano de Cass se posó en mi brazo mientras los ojos de Molly estaban desorbitados. Rome tosió detrás de nosotras, y Cass siguió independientemente—. ¿Y bien? ¿El sexo? ¿Cómo es? Dejando escapar un suspiro, pude sentir mi rostro en llamas, pero contesté en voz baja: —El mejor de mi vida, Cass. Es... es, increíble. ¿Estás feliz ahora? Cassie sonrió y me metió la cabeza para mirar a Axel, que estaba mirando hacia mí, su mirada se encendió con la calidez que había llegado a adorar. Él me quería. Y, Cristo, yo lo quería también. —Y… ¿qué aspecto tiene? Necesito visualizar —preguntó Cass. —Es oscuro, hermoso, musculoso... prácticamente casi perfecto —susurré, dándome cuenta de que estaba traicionando más lo que sentía por Axel de lo previsto—. Poniéndolo simple, es el hombre más increíble y asombroso que he conocido, en todos los sentidos, no sólo físicamente, a pesar de que está más allá de las palabras en ese departamento también. —¡Vaya, mierda, Al! —dijo Cass, por una vez, su voz a un volumen bajo—. No sabía que te habías enamorado de ese hombre. Pensé que era sólo ¿sexo? Mi ritmo cardíaco se aceleró hasta igualar la velocidad de las alas de un colibrí, y parpadeando demasiado rápido. El brazo de Cass se enroscó sobre mis hombros. —Realmente te gusta este chico misterioso, ¿eh?

Inhalando un suspiro tembloroso, eché un vistazo hacia Axel que estaba agarrando el cuello de la botella con una intensidad feroz, esperando con gran expectación por mi respuesta. —Me ha robado el corazón —le desesperadamente fusionado con el suyo.

susurré—.

Está

irreparable

y

—Ally... —Lexi la hizo callar y vi las lágrimas llenar sus ojos—. No tenía ni idea... Sintiendo la habitación adquirir un silencio ensordecedor, miré hacia arriba para ver a todos mis amigos mirándome con sorpresa. Aclarando mi garganta, nerviosamente pregunté: —¿Por qué estáis todos mirándome así? Ella me preguntó, sólo estaba siendo honesta. Molly se inclinó hacia delante capturando mi atención. —Simplemente nunca te he visto así de enamorada de un chico antes, cariño. Es una bendición el presenciarlo. Mientras miraba a los ojos dorados de mi mejor amiga, le dije: —Eso es porque él no es cualquier hombre, él es mi más, mi rayo, el que he estado esperando toda mi vida. —Una sonrisa tiró de mis labios mientras miraba al suelo y le susurré—. Él es mi corazón11. 141

Sabía que no podían entender que acababa de llamar a Axel mi corazón, y me alegré, era una admisión para mí misma. Cuando miré a través del cuarto, Axel estaba sentado en su silla, con los codos sobre las rodillas. Entonces, como si ya sintiera mi mirada, y siendo incapaz de hacer frente a tal declaración, sin decir palabra, se levantó y salió de la habitación. Sintiendo como si el aire hubiera abandonado mis pulmones, apuré el resto de mi vino y me puse de pie también. —Si me disculpan un momento —dije—. Voy al baño. Dejando mis amigos reflexionando sobre mi confesión, entré en el pasillo y, a mi izquierda, vi a Axel entrar en la cocina. Al mirar hacia abajo en mi copa vacía en la mano, sabía que podría usar eso como mi excusa para estar en la cocina con Axel. Simplemente necesitaba más vino. Eso era creíble, ¿no? Sin pensármelo dos veces, entré en la enorme cocina, de inmediato vi a Axel. Estaba inclinado, con manos colocadas firmemente en el mostrador. Su espalda estaba subiendo y bajando con respiraciones profundas controladas. Comprobando que no había nadie detrás de mí, me dirigí hacia adelante y me detuve a su lado. Axel saltó sintiendo mi presencia. Su expresión cautelosa cambió, cuando vio que era yo se relajó.

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Español en el original.

Sin quitar las manos de encima del mostrador, sus ojos me desnudaron lentamente. Podía sentir mis pezones endurecerse bajo su duro escrutinio. —Joder, Ally —dijo con voz áspera, su voz profunda y gutural, y pude ver una protuberancia formarse debajo de sus pantalones vaqueros—. Me estás matando al verte así. Casi te tomó en la sala de TV. Apretando mis muslos por el efecto que sus palabras estaban teniendo sobre mí, me volví y fingí buscar un armario alto. Podía sentir la dura mirada de Axel en mí cuando me alcé, fingiendo buscar más vino, sabiendo que mi estómago se estaba mostrando y mis pechos presionaban hacia fuera mientras mi espalda se arqueaba. Al oír un gemido, mi respiración se detuvo cuando Axel pasó junto a mi espalda con su frente como si estuviera pasando inocentemente por mí lado para llegar a un vaso. Los escalofríos corrieron por mi columna vertebral con su duro toque y ahogué un gemido mientras su cálido aliento flotaba por mi cuello. Como si presionarme encima del mostrador no me tuviera anhelando que me follara justo allí, el roce de sus labios y los dientes sobre la piel de mi nuca seguro lo hicieron. Golpeando mi palma en la superficie de granito para calmarme, ordenó con voz casi inaudible.

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—Será mejor que te dejes esos zapatos puestos esta noche cuando llegues. Te quiero sin nada más que ellos, tu cabello como lo está ahora y esos tacones golpeando en mi espalda. Abrí la otra puerta del armario, temblando; seguí fingiendo buscar cualquier cosa, cuando su brazo empujó hacia el mío, con su piel rozándome. —¿Me tendrás a solas? —le pregunté, sabiendo que él, y sólo él, sería capaz de oírme. La cabeza de Axel se acercó más a la mía. Lamiendo lo largo de la concha de mi oreja con su lengua caliente, mis ojos aletearon cerrados, gruñó. —Malditamente apuesta a que sí. No te tuve anoche y no me gustó. Yo... — Se aclaró la garganta y le oí hacer una pausa en su respiración—. Te extrañé, carina... Completamente sorprendida por la confesión sincera que salió de su boca, que por lo general no admitía nada. Una confesión tan tierna, con palabras honestas, cuando rara vez me daba algo, me hizo entrar en lágrimas. —Axel... Me obligué a mantenerme tranquila, pero mi corazón estaba tan lleno de emoción y mi sangre tan cargada de necesidad que no creí que fuera posible. Axel no se movió de mi lado. De hecho su gran mano flotó a través de mi estómago, vagando sus dedos primero a lo largo de mi piel expuesta, a continuación, a la deriva hasta trazar el contorno de mi coño mientras sus labios a la deriva de mi oreja pellizcando en mi cuello. —¿Lo dijiste en serio? —susurró y mis ojos se abrieron.

—¿En serio qué? —pregunté sin aliento. —Que he robado tu corazón —dijo suavemente. Podía escuchar la reticencia en su voz de lo mucho que quería saber—. Que está irremediablemente fusionado con el mío. La calidez llenó mi pecho mientras repetía mis palabras completamente honestas. Deslizándose detrás de mí, con su brazo alrededor de mi cintura inquebrantable rozando mi trasero contra su dura entrepierna. —Bueno, ¿es verdad? Necesito saber... Podía sentir su corazón latiendo rápidamente contra mi espalda. Sonreí. Estaba nervioso. Axel Carillo, conmigo envuelta en sus fuertes brazos tatuados, desesperadamente quería que mis palabras fueran ciertas. Necesitaba a alguien que cuidara de él con tanta fuerza... necesitaba ser... querido. —Sí —murmuré en voz baja, sabiendo que yo le podría decir mucho más si yo no estuviera tan asustada—. Quise decir cada palabra. Me has consumido por completo, poseído y me hiciste tuya, querido. Toda tuya12... El agarre de Axel en mi cintura bordeaba lo doloroso y sus caderas se apretaban contra mi trasero con más fuerza, lo que se convirtió en un gemido. Su duro pene se estaba burlando de mi coño ya húmedo.

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Jadeando y rozando las uñas contra sus manos, Axel fue súbitamente arrastrándome a través de la habitación hacia la despensa. Una vez allí, estrelló mi espalda contra la pared, con las manos manteniendo mis muñecas puestas por encima de mi cabeza. Mi pecho se movía y gemía al ver mis pechos hinchándose con su atención. —Siento que quiero follarte duro, aquí mismo, ahora mismo, contra esta pared, la mia luce. Quiero sentir que estrangulas mi polla tan jodidamente bien. Lamí mis labios, por lo encendida que estaba, no podía soportar la tortura, la más dulce de las torturas, pero tortura no obstante. Quería lo que ofrecía también. Yo lo necesitaba dentro de mí. Necesitaba esa sensación de un rayo atravesando mi cuerpo, la que sólo he sentido cuando llegué con él. —Axel... —Suspiré, mis párpados entre cerrados mientras boca húmeda descendía sobre la mía. Los cortos pelos de su barba se burlaban de mis labios mientras que ligeramente se acercaba a mí, el sabor de la cerveza siendo prominente alrededor de su boca. Luego, en un gemido sin restricciones, Axel se lanzó hacia delante y tomó mis labios con los suyos, sus movimientos furiosos. Ofrecieron una promesa... una promesa de lo que le esperaba para nosotros esta noche, cuando estuviéramos solos... cuando podríamos estar juntos sin restricciones. Necesitando más, necesitando cada vez más a este hombre, empujé mi lengua insistente a través de sus labios hasta que mi lengua acarició la suya.

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Axel, mostrando una fortaleza que fallé en poseer, se separó con un gruñido de dolor. Dejando caer una de sus manos para enmarcar mi rostro con la otra, que tenía un intrincado tatuaje de telaraña que cubría su piel, dijo. —Mándame un mensaje cuando quieras irte, voy a estar fuera esperando. Te quiero para mí solo esta noche. Asintiendo con la cabeza aturdida, mis piernas temblando como un potro recién nacido, retiré mis brazos del agarre de Axel, enderezando mi falda y cabello. La dura mirada de Axel estaba observándome todo el tiempo. Levanté mi mano para descansar sobre su pecho y confirmé. —Esta noche, querido. Justo cuando me di la vuelta para marcharme, Axel dio un codazo a su barbilla en la dirección de mis zapatos. —Recuerda, malditamente se quedan. Asentí en silencio, luchando contra el impulso instintivo que tenía para no caer en sus brazos y rogarle que me llevara en ese mismo segundo, me obligué a caminar de nuevo a la sala de televisión donde todo el mundo seguía hablando. Ellos no sabían que acababa de experimentar uno de los momentos más eróticos de mi vida con el hombre que acababa de comprometer mi corazón. Lanzando una sonrisa, me dejé caer junto Cass, ella enlazó su brazo con el mío, y me preguntó: —Entonces, ¿qué me he perdido? 144

*** La noche parecía arrastrarse al escuchar todas las conversaciones que mis amigos tuvieron, pero me sentía desconectada. En mi cabeza, estaba de vuelta en esa cocina con Axel. Estaba siendo despojada de mi ropa. Estaba siendo devorada por su boca hambrienta y húmeda lengua... Y yo estaba agarrando su espalda mientras lloraba por mi liberación. Molly y Rome se fueron después de unas horas, Molly finalmente admitió que no se sentía muy bien. Parecía incómoda durante toda la noche. Estaba realmente preocupada por ella. Por último, alrededor de la medianoche, me levanté de la silla, retirándome antes de tiempo con el pretexto de tener que levantarme temprano para ir a la galería. No era completamente una mentira, estaría en la galería mañana, pero primero tenía que pasar tiempo de calidad con el escultor. A medida que salía, una sombra se movió a mi lado y sonreí sabiendo que Axel había recibido mi mensaje. Mientras pulsaba el llavero para abrir mi auto, subí en el interior, mi pulso atronador cuando la puerta del lado del pasajero se abrió también. Axel se deslizó rápidamente en el asiento, apagando las luces interiores, sumiéndonos en la oscuridad. El aire en el auto parecía estar cargado de electricidad. Colocando su mano en mi rodilla, Axel me apretó la pierna y gruñó un solo comando.

—Conduce. Lamiendo mis labios junto al calor de su toque, le dije: —Sólo tengo que ir a tomar mi bolsa de viaje a casa de Rome. Iré a la galería mañana temprano para colocar tu escultura más reciente. Estamos por finalizar. La mano de Axel se congeló en la mía. —No puedo ir contigo a casa de Rome, el hijo de puta me odia, y si te ve conmigo... —Se detuvo. Podía escuchar la preocupación por mí en su voz. Llevando mis dedos por su mejilla, le dije. —Sólo quédate en el coche, estaré fuera en menos de cinco minutos. Él y Molly estarán en la cama de todos modos. Ellos nunca lo sabrán. —Miré a Axel. Su expresión facial era glacial. Inclinándose sobre el asiento, me dio un beso en la mejilla sintiendo su barba y le aseguré—. Va a estar bien. Nadie sabrá que estás conmigo… —Sonreí y añadí—. Entonces me puedes llevar de nuevo al estudio donde voy a ser toda tuya, para que hagas lo que quieras... Axel me agarró la cabeza con las manos y me llevó en un breve beso duro. Sin aliento, ordenó. —Malditamente conduce rápido. Salí de la calzada de los Carillos tan rápido como pude, y en un tiempo récord, llegué a las puertas eléctricas de Rome donde furiosamente presioné el timbre para que se abrieran. 145

Cada vez que nos deteníamos en una señal de stop, había tenido que luchar para no tirar hacia atrás el asiento y mendigar a Axel para que me follara en el auto. Nunca antes había tenido, ni había sentido alguna vez una necesidad irracional de entregarme a un hombre con todo el corazón, por ninguna otra razón que desear estar lo más cerca que pudiéramos llegar físicamente. Las puertas se abrieron lentamente. Al ver el agarre de Axel sobre sus piernas, arranqué por el camino de grava y coloqué el auto en el estacionamiento. Mirando a Axel, le dije: —Vuelvo en cinco minutos. —Así mientras abría la puerta del conductor, la puerta de la casa se abrió de golpe. Oí un gemido de dolor de Rome y se me heló la sangre. Mis ojos se estrecharon en la entrada a oscuras, tratando de ver lo que estaba sucediendo. De repente Rome salió corriendo por la puerta... con Molly tumbada sin vida en sus brazos. —¡ALLY! —gritó mientras se dirigía a mi auto, con terror rezumando en su voz. Corrí desde el auto... —¿Rome? —le pregunté nerviosa. Atrapé su expresión asustada, mientras Molly, vestida con un camisón de seda largo, colgaba pálida y no respondía en sus brazos. —¡Ayúdame! —suplicó—. ¡Ella no despierta! ¡No puedo malditamente despertarla!

Las lágrimas comenzaron a bajar por mi cara. Me congelé sin saber qué hacer. Rome estaba temblando mientras presionaba a su esposa en su pecho, los sollozos rasgados de su garganta. —Cariño —susurró, sus dedos corriendo por su rostro—. Cariño... por favor... despierta... Ahogada en mis gritos, Rome me miró. La impotencia absoluta grabada en su rostro me hizo caer de rodillas. —Ally —exclamó—. No puedo perderla, no a mi Mol, no puedo... —se interrumpió y la meció contra su pecho. Traté de pensar, intenté descifrar mi mente frenética mientras miraba a mi amiga inconsciente. No podía pensar racionalmente, no podía pensar con claridad. De repente, el sonido de la puerta de mi auto abriéndose hizo girar mi cabeza hacia donde Axel estaba caminando alrededor del auto. La cabeza de Rome se levantó cuando vio el movimiento. Sus ojos se helaron. Antes de que mi primo pudiera hablar, Axel abrió la puerta trasera del auto, y miró a Rome. —Entra —ordenó—. Voy a llevarlos a todos al hospital. Rome, necesitando claramente que alguien que se hiciera cargo, corrió hacia adelante y se deslizó con mucho cuidado en el asiento de atrás, todo el tiempo murmurando a Molly para que se despertara. 146

Encontré los ojos de Axel mientras abría la puerta del lado del pasajero. Mi boca se abrió, pero las palabras no salieron. Frotando rápidamente las lágrimas de mi rostro con las yemas de los pulgares, su expresión se suavizó y dijo: —Entra, carina. Tenemos que irnos. Asentí aturdida, me dejé caer en el asiento del pasajero y me volví para ver a Rome presionando besos a lo largo de la frente, las mejillas y los labios de Molly. Su rostro se contrajo de dolor agonizante. Un fuerte grito escapó de su boca mientras se mecía con Molly en su regazo, mirando cada pedacito tan indefenso justo como me sentía. En segundos, Axel estaba acelerando por el camino, en dirección al hospital. —Va... Va... va a es-tar bien —tartamudeé a Rome entre sollozos. Me miró a los ojos. —¿Y si... y qué si ella muere? Cristo, Ally, ¿qué pasa si los pierdo, a ella y al bebé? No puedo... no puedo... no podré sobrevivir... yo... Levanté mi mano, la puse sobre la suya y apreté con fuerza. —Ella va a estar bien. —Mis ojos bajaron a mirar la prominente barriga de Molly. Agregué—: Ambos lo estarán. Lo prometo. Sintiendo un golpe dulce con la mano a lo largo de mi muslo, mi mirada se lanzó hacia Axel que estaba concentrando intensamente en la carretera. Mi corazón se sentía como si fuera a estallar. Él no era alguien que demostrara

afecto, pero ese solo gesto, un toque de apoyo hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas de gratitud por tenerlo en mi vida. —Manda un mensaje de texto a Austin y Lexi, carina —susurró Axel. Asentí, haciendo lo que me pidió. Mis manos temblaban como hojas en una tormenta mientras buscaba en la pantalla táctil. Me las arreglé para encadenar una oración junta, diciendo a nuestros amigos lo que había sucedido. Segundos después, la respuesta vino de Lexi diciendo que iban a reunirse en el hospital. Cuando volví mi atención de nuevo a Rome, se veía... roto. Los recuerdos de la noche en la universidad cuando Molly había perdido a su primer hijo pasaron por mi mente. No podía hacer eso otra vez. Molly era su universo... ella era su más. Cuando me senté, mire fijamente a Rome rogar a su esposa para que estuviera bien. Sabía que no había registrado exactamente quién nos conducía al hospital o por qué Axel estaba en mi auto para empezar. Pero sabía que una cosa era segura; cuando Molly saliera de esta, porque ella lo haría, Rome sabría quien había capturado mi corazón... y antes de que terminara la noche, todos mis amigos lo harían...

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Capítulo 16 Ally

R

ome y Molly fueron trasladados directamente a la unidad de obstetricia, tan pronto como llegamos. Molly había comenzado a moverse ligeramente, sus dedos inquietos, y a soltar suaves gemidos entrecortados, pero eso era suficiente para darme esperanza de que iba a estar bien. Axel y yo estacionamos el auto y nos dirigimos dentro, una enfermera nos dijo que fuéramos a la sala de espera. Mientras caminaba aturdida, Axel me guió a través de un laberinto de pasillos estériles, empecé a percatarme de las enfermeras y los médicos observaban con cautela a Axel. Mantuvo la cabeza gacha, como si bloqueara todo, pero me di cuenta. Lo estaban juzgando. Estaban viendo los tatuajes en su rostro, brazos y manos intrincadamente entintados. Añadiendo esto al hecho de que era muy musculoso y formidable en tamaño, obviamente, lo consideraban peligroso.

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Cada guardia de seguridad que nos cruzábamos, giraba su cabeza mientras Axel caminaba, evaluándolo. Y con cada encuentro, me sentía más y más molesta. Mi mejor amiga apenas podía despertar, mi primo se estaba cayendo a pedazos y el hombre que había mantenido la calma y nos prestó su ayuda, era juzgado como amenaza por la gente en este hospital. Sintiendo mis manos apretarse con frustración, mi corazón comenzó a acelerarse. Al pasar dos guardias de seguridad en un pasillo vacío, giraron sobre sus talones y comenzaron a seguirnos mientras caminábamos a la unidad donde se habían llevado a Molly. Mis emociones estallaron, decidí que había tenido suficiente. Dando la vuelta, me encontré con los ojos asombrados de los dos hombres y, con confianza, pregunté: —¿Por qué nos siguen? Permanecieron estoicos tratando de sostenerme la mirada. Cuando Axel puso su mano en mi brazo para hacerme retroceder, sus ojos se centraron en él. Me rompió. La forma en que contemplaban a este hombre que se estaba convirtiendo rápidamente en mi mundo, que no había recibido nada más que caos y tragedia en su joven vida, bueno, destrozaba mi corazón. Apartando mi brazo del agarre firme de Axel, di un paso adelante imaginando cómo debía verme con mi cabello desordenado y rímel negro seco manchando mis mejillas. —¿Es por él? —pregunté fríamente apuntando a Axel, cuyo rostro no expresaba ninguna emoción. —Sólo hacemos nuestro trabajo, señorita —respondió el mayor de los dos.

Me reí sin humor y di un paso adelante de nuevo. —Bueno, antes de juzgar a mi novio, sepan que este hombre ha salvado la vida de una mujer embarazada que no podía despertar. Es un buen hombre. Tiene más talento en su dedo meñique del que ustedes dos podrían soñar. ¿Y sólo porque se ve de la forma en que lo hace, les parece oportuno vigilarnos, mientras nos dirigimos a saber si nuestra amiga va a estar bien? —susurré furiosa mientras sus rostros permanecían impasibles. —La mia luce —dijo Axel detrás de mí, su voz severa y baja—. Vieni qua. — Mi corazón se aceleró más y más rápido mientras me quedaba quieta, fulminándolos con la mirada. Entonces, la mano de Axel cogió la mía, sorprendiéndome. Mi mirada se dirigió automáticamente a nuestras manos unidas. Aspiré una bocanada ante su exhibición pública de afecto. Axel nunca había sostenido mi mano. Nunca se acercaba a mí cuando había gente alrededor... no es como si estuviéramos realmente siempre cerca de personas, de todos modos, pero esta acción sorprendente me dejó sin palabras. Axel utilizó su poder sobre mi mano para atraerme a su pecho y pasó su mano libre por mi cabello. Nuestras miradas oscuras chocaron y susurró: —Tenemos que ir arriba a ver a Molly. Tenemos que encontrarnos con Lexi y Austin. No hagas esto, déjalo. 149

Las lágrimas llenaron mis ojos por lo tranquilo y comprensivo que era ante la manera en que la gente lo observaba sin siquiera conocerlo. No podía soportarlo. Valía mucho más de lo que la gente pensaba. Sí, tenía tatuajes de pandillas. Lucía siniestro y oscuro para la mayoría, pero era mucho más que la armadura que llevaba. ¡Quería gritar a los cuatro vientos que había mucho más! Era creativo, artístico... y, aunque trataba de retratarse a sí mismo de otro modo, era un buen hombre que se preocupaba por los suyos. Le importaba... de alguna manera tenía que hacerle comprender también. Tenía que abrir una grieta en el muro que había construido a su alrededor. Queriendo envolver mis brazos alrededor de su cuello y acercarlo, me resistí. —Pero no debes permitir que te miren y te juzguen como un peligro. ¡No pueden hacer eso! ¡No es justo! Los ojos de Axel se cerraron un instante e inhaló. ―Ally ―dijo mientras exhalaba despacio―. Que se jodan. Deja que nos sigan. No son nada para mí... Estoy acostumbrado... Mientras una lágrima caía por mi mejilla ante esta injusticia, dejé que Axel me alejara, mirando hacia arriba, a su rostro inexpresivo mientras sus dedos sostenían los míos con fuerza. Estaba tan acostumbrado a ser despreciado por todos fuera de su pandilla que ni siquiera pestañeaba cuando ocurría, incluso cuando estaba tan fuera de lugar. En ese momento, entendí a este hombre tan cerrado un poco más.

Él no sabía cómo existir en este mundo día a día. Se crió en un infame parque de caravanas en el lado equivocado de la ciudad. Era el hijo mayor de un padre alcohólico y violento, quien lo golpeaba a él y a su madre constantemente. Se unió a los Heighters cuando era un niño porque eso era todo lo que estaba a su disposición en ese momento… ¡pero sólo era un niño, joder! Condicionado a vivir de esa manera… cometió errores, grandes errores. Lo entendía, aunque todavía no podía comprender la mayoría de las cosas. Pero ya había cumplido su condena. Había sobrevivido a ser un objetivo, atacado en la cárcel por abandonar a su pandilla para salvar a sus hermanos. Sus hermanos, quienes no tenían idea de lo que había tenido que soportar para asegurarse de que pudieran escapar de sus vidas de mierda y ser libres. Y, a pesar de todo esto, este hombre perdido, cuya vida había sido tan injusta, había encontrado su vocación y cambió por completo con las simples herramientas de un martillo y un cincel. Ya había influido en tantas vidas con su arte… incluida la mía. Todavía no se daba cuenta, pero había cambiado completamente mi vida en cada manera concebible. Este hombre, que estaba agarrando mi mano como un tornillo para salvarme de meterme en problemas por defenderlo, merecía que la gente le diera una oportunidad. Estaba enfurecida de que aceptara con tanta indiferencia la conducta despectiva y el comportamiento hostil de la gente hacia él. 150

Arrastrando mis pies hasta frenarme, mis emociones empañando mi lógica, miré hacia atrás y me di cuenta de que los guardias de seguridad ya no estaban siguiéndonos. Axel se había detenido también, su atención todavía estaba enfocada hacia adelante, pero pude ver su mandíbula moviéndose por debajo de su barba. Pude ver los músculos de su cuello tensados por la ira. ―¿Por qué dejas que la gente te trate de esa manera? ―pregunté, escuchando el filo cortante alimentando mi voz. Los músculos inferiores del cuello de Axel se apretaron, sus brazos gruesos parecían aumentar de tamaño mientras cerraba los ojos fuertemente. Exhaló despacio por la nariz, para tranquilizarse, su piel oliva enrojecida. Cuando no respondió nada, agregué: —No es justo cómo te miran. Porque te ves así, asumen que eres un pandillero que sólo va a causar problemas. ¡Me enferma! ―Todavía no respondió nada, así que me acerqué más e hice que me mirara a los ojos―. ¿Por qué te quedas en silencio? Di algo. ¡Por Dios! ¿Por qué no dices una puta palabra? La mano de Axel comenzó a lastimar la mía. Con un gruñido de frustración, dio la vuelta, arrastrándome por el pasillo vacío hasta que se detuvo frente una puerta con el cartel "Depósito". Girando el picaporte, me hizo entrar y me soltó la mano. Comenzó a caminar de un lado a otro. Lo observé con cuidado, pero la adrenalina todavía estaba bombeando salvajemente en mi sangre. Pasándome una mano por el rostro, pregunté:

—¿Por qué estamos aquí? Axel se quedó completamente quieto, girándose para mirarme, su rostro estaba retorciéndose de rabia. Pasó la mano por encima de mi hombro hasta la puerta y trabó la cerradura. Usando su pecho, me empujo contra una estantería de metal. ―¿Crees que no me importa? ―dijo entre dientes, en voz baja. Tragué saliva... lo empujé hasta su punto de ruptura. ―¿No crees que cada vez que uno de esos maricas, como esos estúpidos guardias, me miran como si no fuera nada más que basura, no quiero darme la vuelta y hacerlos mierda? ¡Porque sí! Odio a todos, joder. Odio a la gente y sus actitudes de mierda del tipo “soy más que tú", la opinión que tienen de "este tipo va a lastimarme" cuando me ven caminar por la calle. Tengo una furia dentro de mí que estoy absolutamente seguro que nunca se irá, una furia que, si la desatara en idiotas como esos, terminaría cometiendo asesinato. Y los mataría, lo sé. No sería capaz de parar. ¡Porque eso es con lo que he estado luchando toda mi vida, idiotas como esos! Juzgándome y deseando desesperadamente que fracase para así desaparecer y ya no ser un problema de la sociedad. ―Axel, eso no es verdad... Levantando las manos a la estantería de metal, golpeó una contra el estante superior y gritó: —¡Y, joder, no necesito que me defiendas! 151

Mis ojos se abrieron ampliamente y toda la ira que estaba conteniendo se disipó, solamente sentía tristeza arrastrándose mientras internalizaba sus palabras. ―No pude soportarlo. ¡No eres el hombre que ven! ¡Están tan equivocados sobre ti! Axel se rió en mi rostro, pero era una oscura risa burlona. Negó, mirándome como si fuera estúpida. ―¡No están equivocados! ―bramó―. ¡Tienen razón! ¡Soy el hombre que ellos creen que soy! He sido ese hombre por tanto tiempo que no sé cómo ser otro. ¡Es solo que tú no te permites ver el verdadero yo! ¡Estás cegada por todo este arte, toda esta mierda de Elpidio! ―Se lanzó hacia adelante y acunó mi cara entre sus manos—. ¡Joder, despiértate, Ally! Soy Axel Carillo. Soy malo, no soy bueno para ti... ¡Por Dios! ¡Soy un jodido traficante de cocaína! Sigues tratando de creer que soy este tipo genial, mirándome con esos grandes ojos de gacela como si fuera tu sol, ¡pero soy lo opuesto! ¡Soy la medianoche! ¡Soy un puto eclipse que se roba la luz! ¡Se lo he hecho a todos en mi patética vida de mierda! ¡Mira a Austin! ¡A Levi! A mi mam... La voz de Axel se detuvo, quebrándose por la emoción mientras trataba de pronunciar el nombre de su madre. Palideció; incluso decir su nombre lo destrozaba irreparablemente. Le afectaba…

―Eres más que eso ―discutí, agarrándole el brazo y tirando para que diera la vuelta y me mirara―. No te atrevas a decirme toda esa mierda, Axel. No a mí. ―Respiré hondo entrecortadamente mientras me miraba con una expresión dura e inmóvil cincelada en su férreo rostro―. No te atrevas a hacer esto. El hombre con el que estoy es un buen hombre. Sus manos agarraron su largo cabello. —No tienes ni puta idea. Te gusta pensar que soy el reformado chico malo transformado en escultor al que le has dado tu corazón. La verdad es que no hay reparación para mí, Ally. Sólo escondo el demonio en mi interior, muy bien. Cuando fui a la cárcel, tuve que aprender a lidiar con la vida de allí muy rápido, maldita sea. Tuve que aprender a controlar la ira, o arriesgarme a ser asesinado. Tuve que fingir que era un buen chico, así podría conseguir salir vivo, joder… no tienes idea de cómo fue… —Cállate —espeté. Los músculos de Axel empezaron a crisparse por lo extremadamente tenso que se estaba poniendo debido a mi actitud. —¿Qué cojones acabas de decir? —preguntó, apretando los dientes. Sin miedo, me enfrenté a él, mirándole directamente a los ojos, y repetí: —He dicho que te calles.

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Axel Carrillo se quedó allí, su enorme cuerpo irradiando ondas de pura amenaza, pero no me asustaba. Esto era lo que hacía. Intimidaba. Causaba temor. Ahuyentaba a la gente. Pero, en el fondo, era un niño pequeño asustado que no supo hacer otra cosa en la vida salvo pelear; pelear para proteger a su familia y los que amaba, pelear contra una sociedad que se había olvidado de él, que lo había dado de lado desde el nacimiento. —Tienes que retroceder de una puta vez, Aliyana. Ahora mismo. Te estoy advirtiendo —dijo, amenazante. Lentamente, sacudí mi cabeza enterrando mi nerviosismo profundamente, así no se mostraría. Las fosas nasales de Axel se ensancharon. Sabía que le tenía donde lo necesitaba. Él no tenía ni idea de qué hacer conmigo ahora mismo, ahora que estaba resistiéndome a sus típicamente exitosas formas de intimidación. Porque le conocía. No me lastimaría… podía verlo en sus ojos… podía sentirlo con cada latido de mi corazón. —No voy a retroceder. No te dejaré hacer esto. —Lo empujé con fuerza. Sus ojos se entrecerraron, unas pequeñas arrugas apareciendo en las comisuras de sus ojos. —Déjame preguntarte algo. Y esta vez, realmente dame una respuesta —le pedí. Axel me miró como un cazador mira a su presa, pero no iba a permitirme flaquear—. ¿Por qué empezaste a traficar con drogas para los Heighters? No por qué te uniste a la pandilla, eso lo sé, sino ¿por qué empezaste a traficar con cocaína cuando eras adulto? En esta habitación silenciosa, escuché sus dientes rechinando. Podía ver su pulso acelerarse en su cuello. Sabía que esto era justo lo que necesitaba.

Necesitaba ver por sí mismo que no era inherentemente malo. Ser malo por naturaleza y tener malos impulsos en ti, eran cosas completamente diferentes. —Respóndeme —espeté. Apretando sus puños, siseó: —Porque era parte de la pandilla y eso era lo que hacíamos para proteger nuestro territorio. Los mejores vendíamos la coca, el resto vigilaba a la policía, por la amenaza de nuestros rivales. —Tonterías —le desafié. La furia prendió en sus ojos. Empujé su pecho—. Dime el verdadero motivo. ¿Por qué vendías tú drogas? No la pandilla, tú. ¿Por qué reclutaste a Austin y Levi en la pandilla, tan jóvenes? —Por dinero —respondió con frialdad y un rayo de esperanza brotó en mi pecho. No me estaba mintiendo descaradamente, simplemente evadía la verdad. —¿Dinero para qué? —continué. Un destello de dolor atravesó su pétrea expresión. Sus ojos comenzaron a brillar. —No —insistió. Esta vez, casi me detuve. Podía ver el dolor al que no quería enfrentarse saliendo a la superficie. —¿Por qué, Axel? —insistí, agarrando la tela de su camiseta con mis manos. Permaneció en silencio. Estaba bastante segura de que no podía hablar. 153

¿Fue para conseguir dinero para el tratamiento de tu madre después de que fuese diagnosticada con esclerosis lateral amiotrófica? ¿Fue para conseguir todo dinero que fuera posible para salvarla de tener que sufrir tanto dolor? ¿Fue para que no muriese en agonía? ¿Es por eso que necesitabas el dinero? La boca de Axel se entreabrió. Soltó una respiración entrecortada mientras una sola lágrima descendió por su rostro, con sus labios temblando ligeramente. En comprensión, las lágrimas cayeron por mis mejillas también. Axel no lo sabía, pero había visto a su madre… estuve allí, en la habitación, cuando murió. Quería decírselo, pero sabía que no estaba listo para esa confesión todavía. Pero no podía parar ahora. Había provocado una pequeña grieta en su impenetrable armadura; había llegado el maldito momento de que la armadura fuera derribada. Era el momento de permitir entrar a la luz. —Lo hiciste —dije con firmeza—. Metiste a tus hermanos en los Heighters porque no podías hacerlo tú solo. Necesitabas ayuda, pero te asustaba pedirla. No tenías a nadie, de todos modos. Estabas solo, eras "Axel Carrillo" el hombre que los Heighters utilizaban para intimidar. El tipo que todas las pandillas rivales temían por encima de cualquiera. Por lo tanto, ¿cómo podrías pedir la ayuda de alguien cuando fuiste siempre el chico que no mostraba ninguna emoción o remordimiento? Sí, una parte de ti quería a Austin y Levi involucrados, porque amabas a esa pandilla. Eran tu familia. Te cubrieron cuando nadie más lo hizo. Matarían por ti, sin hacer preguntas. Estaban siempre allí cuando no había nadie más. Y querías este sentimiento de familia para Austin y Levi. Porque los amas.

Los amas más que a nada y a nadie en este mundo. Son todo lo que te queda y era la única manera que conocías para mantenerlos cerca e intentar salvar a tu madre al mismo tiempo. Pensaste que eso os mantendría a todos juntos como una familia. El corazón de Axel estaba palpitando contra su pecho mientras miraba por encima de mi cabeza, incapaz de mirarme a los ojos. Pero sabía que estaba escuchando, porque su mano agarró las mías y apretó con fuerza mis muñecas. Las sostenía como apoyo. —Pero no pudiste salvar a tu madre —dije en un tono tranquilo y comprensivo, usando mi pulgar para acariciar suavemente la piel su mano—. Los Heighters estaban arruinando la vida de Austin y Levi. Te fugaste de la policía cuando Porter tuvo una sobredosis, e impropio de ti, dejaste a Austin y Lev lidiaran con los últimos días de tu madre. Pero regresaste y salvaste a Austin de ir a la cárcel. Volviste para salvar a tus hermanos por encima de la pandilla que había sido tu única verdadera familia durante tanto tiempo. Porque lo hiciste todo por la familia. Todo lo que haces es por la familia. Una y otra vez, has sacrificado tu oportunidad de ser feliz para que ellos tengan la suya. Deslicé mis manos alrededor de su cuello y tracé la larga cicatriz, la de la cuchillada que casi lo mató.

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»Has sufrido cinco malditos años por tus hermanos. Y, aunque has encontrado la pasión de tu vida dentro de esa pesadilla, tus esculturas gritan desesperadas súplicas de perdón. Son culpables y atormentados gritos de dolor… profunda pena… profunda angustia y tristeza por las cosas que crees que no puedes superar… o afrontar... Me estaba refiriendo específicamente al ángel de mármol. Todavía era la única pieza terminada que nunca me explicó. Pero sabía acerca de qué trataba el ángel. El doble rostro roto y el ángel liberado era su madre. —Ally… —susurró, sus manos temblado mientras me sostenían. Curvando mi palma para descansar en su mejilla, le dije: —Te conozco, Axel Carillo, querido. No eres el villano en esta historia, eres el maravillosamente imperfecto héroe. El héroe en la oscuridad, que ha estado sacrificándose durante toda la vida por los demás, para que estuvieran a salvo… y lo hiciste plenamente consciente de que nunca nadie lo sabría. Pero yo lo sé y no me importa lo que cualquiera piense de mí por entregarte mi corazón. —Todos lo van a saber ahora —dijo con aspereza, su voz sonando como si se hubiera tragado metros de alambre de púas—. Tus amigos, mis hermanos, todos sabrán que estamos juntos después de esto, después de esta noche... y no van a entender por qué. Cuando toda esta mierda con Molly se arregle, van a intentar convencerte de que me dejes. Van a querer separarnos. Ladeando la cabeza, pude ver el dolor y la aprensión... ¿y eso fue... miedo, en su voz? La comprensión calentó mi alma... no quería perderme. Mi corazón se llenó de tanto amor que apenas podía respirar... él no quería perderme...

Avanzando hacia su boca lentamente, rocé mis labios por los suyos, escuchándole suspirar con ese mismo sentimiento que siempre sacudía nuestros cuerpos cuando nos tocábamos. —Rayo... —susurré contra su cálida boca, incapaz de detener mi sonrisa. —¿Qué? —preguntó mientras su mano acariciaba mi espalda. Sonreí ampliamente, la acción provocándole inhalar una respiración rápida. —Relámpago —esclarecí—. Juntos, provocamos... relámpagos... es la única manera en que puedo explicar la sensación que me atraviesa cuando te veo, cuando hablo contigo... te toco... hago el amor contigo... Axel se quedó en silencio ante mis palabras, hasta que su mano se envolvió con fuerza alrededor de mi cintura. —Fulmine —tradujo al italiano. Mis piernas flaquearon ante su pronunciación perfecta, ante tan hermoso lenguaje deslizándose de sus labios—. Si... —dijo en un suspiro profundo— La mia fulmine... la mia luce13... —Bésame —dije. Axel nos presionó más cerca, fusionando nuestros cuerpos una vez más. Nuestros labios vagaron a lo largo de las mejillas y el cuello hasta que al fin se encontraron en un beso sensual... el más perfecto beso suave. Más fue dicho en este único beso que en nuestras interminables noches de hacer el amor. 155

Cuando nuestros labios se separaron, nuestras respiraciones se volvieron fuertes, le aseguré a Axel: —Nadie puede hacer que te deje. No me importa lo que digan. Eres mío, todo mío. Tus problemas son mis problemas. Tus pecados son ahora mis pecados. Axel sacudió la cabeza como si no pudiera creer lo que acababa de prometer. Levantó la mano, girando mi brazo para besar el interior de mi muñeca. —Eres mi sacramento. El agua bendita que mi madre usaba para consagrarme, una plegaria de bendición deslizándose de sus labios, y, ahora, corre por tus venas… —Dejó caer mi brazo y recogió mis lágrimas con sus pulgares, chupándolas con su boca. Cuando sus labios liberaron la almohadilla de su pulgar, finalizó—… cae con cada lágrima que derramaste por mí. —Axel —sollocé en voz baja. Me dio un beso en ambas mejillas antes de envolverme en sus brazos. Fue un sencillo abrazo. Un abrazo que la mayoría de las parejas inocentemente comparten casi distraídamente, pero Axel nunca me había permitido antes compartir un acto tan amoroso. Significaba algo... no, significaba todo... significaba que me había dejado entrar... finalmente. Cuando envolví mis brazos alrededor de su cintura y me derretí contra su pecho, me dijo: —Eres mi renacimiento. 13

Mi relámpago. Mi luz.

Casi ahogándose al final de la frase, me apretó más fuerte. Fruncí el ceño ante lo que le tenía tan molesto, cuando se abrió a mí... sobre el tema que nunca había podido hablar antes de este momento. —Eres el deseo que mi… mamma... tenía para mi oscurecida alma...lo que ella me decía todas las noches antes de dejarla para traficar... io prego perché tu possa trovare la tua luce, mio figlio smarrito... rezo para que encuentres tu luz, mi hijo perdido... El dolor me embargó ante el afilado y desolado timbre de su voz. Lloré. Con palabras tan conmovedoras, ¿cómo no iba a hacerlo? Axel besó mi cabeza y añadió: —Y la he encontrado, carina. La mia fulmine... la mia luce... la mia vita... la única persona que ve mi reflejo nítido en el empañado espejo que es mi vida.

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Capítulo 17 Axel

N

o quería dejar este almacén y enfrentarme al mundo real, así que, con renuencia, aparté mis brazos de Ally e instantáneamente sentí frío.

—Será mejor ir a ver cómo está Molly —sugerí, acariciando con mi dedo su barbilla. Ally retrocedió y, silenciosamente, asintió. Bajó su mano y tomó la mía. Sus pestañas revolotearon y preguntó: —Está... ¿está esto todavía bien? Llevando nuestras manos unidas a mis labios, besé el dorso de la suya mientras estudiaba su rostro esperanzado... su rostro esperanzado. Examiné cada línea y curva, una imagen excitante. Una impresión, una chispa... como siempre empezaba. 157

Pensé en cómo Ally siempre me había mirado así. Volví a pensar en el momento en que vi la escultura de mi mamma, la única en esa galería vacía, luciendo tan solitaria que me hizo desmoronarme. Y luego, por detrás del mármol, allí estaba ella, como una maldita luz brillante, su bello rostro, el más hermoso que había visto en mi vida, observándome en silencio... haciéndome sentir que ya no estaba solo. Debería haberlo sabido entonces, tal vez lo hice de alguna manera, que ésta sería la mujer que cambiaría mi vida. Meses atrás, me encontraba perdido, ahogándome en un mar de culpa y una devastadora tristeza. Aunque estaba luchando por salir a la superficie, nunca pude liberarme. Cada hijo de puta que conocía, me observaba desde la banda, permitiéndome hundirme, pero no ella. No la mia luce. Pensé que ella podría lanzarme un salvavidas, o, por lo menos, tratar de tirar de mí hacia arriba. Lo que no esperaba que hiciera era saltar y nadar a mi lado... esperando, sólo esperando hasta que estuviera listo para seguirla hasta la orilla. Apreté la mano de Ally. —Joder, está más que bien —contesté. Y allí estaba, esa sonrisa cegadora. Esa sonrisa dándome la esperanza de que tal vez esta vida funcionaría, después de todo. —¿Listo? —preguntó Ally, con una sonrisa nerviosa. Una parte de mí, decía que debería dejarla ir, que no debería hacerla pasar por la mierda que, sin duda, todo el mundo le iba a dar por estar conmigo. Pero la otra parte de mí, la egoísta, la que por una vez en mi vida quería tener algo sólo mío, se negaba a dejarla ir.

Iba a hacerle caso a la parte egoísta. No iba a renunciar a ella por nada ni nadie. —Listo —respondí. Juntos, salimos del almacén y por el pasillo hacia la unidad de obstetricia. Cuando llegamos, la sanitaria en el mostrador de enfermeras nos dirigió hacia la sala de espera. Mientras nos acercábamos a la puerta cerrada, miré hacia abajo y pude ver la aprehensión en el rostro de Ally. Estaba nerviosa y me sentí culpable. Suspirando, dejé caer mi cabeza y traté de soltarla. Ally me miró alarmada y apretó nuestras manos con más fuerza. —No —dijo con firmeza—. Vamos a enfrentar esto juntos. Estoy dispuesta a soportar lo que nos digan. Atrayéndola a mi pecho con fuerza, besé la parte superior de su cabeza. Ally giró el pomo de la puerta, enderezó los hombros y caminó, tirando de mí detrás de ella. Se oían murmullos de conversaciones. Cuando levanté la vista, Austin, Lexi, Levi, JD y Cassie se encontraban sentados en sillas de plástico... hablando... pero todos se hallaban realmente silenciosos ahora, mientras nos observaban. El silencio se prolongó y Ally se acercó más a mi lado. Cuando levanté mis ojos, cada hijo de puta en la habitación nos estaba mirando... a nuestras manos unidas... a Ally Prince con Axel Carillo.

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La primera persona a la que se enfrentaron mis ojos fue Austin, quien se encontraba frunciendo el ceño con confusión, Lexi estaba sentada en su regazo, boquiabierta. Aclarando su garganta, Ally preguntó: —¿Cómo está Molly? Pasé de Austin para mirar a Levi, que se encontraba observando entre Ally y yo, de ida y vuelta, ida y vuelta. Nadie parecía feliz. Nadie contestaba la pregunta de Ally. Mi estómago se hundió y el rostro de Ally palideció cuando escuchamos: —Molly está estable. Su condición avanzó a eclampsia, es por eso que colapsó. Su presión arterial era demasiado alta. Reconocí la voz de Rome Prince detrás de nosotros. Ally se tensó. Tirando de su mano para colocarla a mi costado, nos giramos, para que todos pudieran vernos. Envolví mi brazo alrededor de sus hombros y levanté mi barbilla retando a cualquiera de estos hijos de puta dijera algo. Ally se fundió en mi costado y agarró mi camiseta. Miró a Rome con alivio. —¿Molly va a estar bien? Él tenía sus brazos cruzados contra pecho y me di cuenta que estaba a punto de estallar. —Está durmiendo, pero va a estar bien —respondió fríamente. Oí a Ally suspirar profundamente y le susurré al oído: —Ella va a estar bien, carina.

—En primer lugar —dijo Rome, mirándome—, quiero agradecerte por traernos a Molly y a mí aquí. Joder, me vine abajo, pero nos acercaste aquí y ella está a salvo ahora. No puedo pagar eso. Ally se relajó al escuchar el agradecimiento sincero de su primo, pero, entonces, Rome dejó caer sus manos y la miró. »Pero, en segundo lugar —sacudió la cabeza con incredulidad—, ¿estás con Axel, Al? ¿Me estás jodiendo? Los ojos de Ally se endurecieron y me miró. —Sí, estoy con Axel —respondió, con orgullo en su voz. —Nos dijiste que te veías con ese artista. Joder, ¿nos mentiste? —medio preguntó, medio desafió, luciendo como si no pudiera entender todo lo que estaba sucediendo. La mano de Ally se congeló en la mía. Mi corazón latía con fuerza, preguntándome qué demonios iba a decir a eso. —Sí —susurró—, mentí... Les mentí a todos porque sabía que no lo aprobarían. Exhalé bruscamente cuando Ally mintió a su primo para proteger mi secreto. Entonces, Rome abrió la boca. —Ally, ¿qué coño estás pensando? —preguntó en voz alta. Ally inhaló un aliento herido—. ¿Has perdido tu jodida mente? 159

—No —susurró—. Estoy muy cuerda. Por primera vez, estoy pensando perfectamente claro... y lo quiero. Estoy con él. Los ojos de Rome se estrecharon, cuando Lexi habló: —¿No hay artista? ¿Axel es el hombre del que realmente te has enamorado? —Sólo había preocupación en el rostro de Lexi. Esa clase de mierda me destripó. Sabía que no éramos cercanos, que ella todavía esperaba que fracasase en la vida, pero nunca creí que vería el miedo en sus ojos porque yo estuviera con su amiga. —Sí —dijo Ally a Lexi, quien lanzó una mirada a Cassie que, sorprendentemente, por una vez, no parecía tener nada que decir. —Nunca tienes novio y, cuando por fin consigues uno, ¿eliges a un jodido traficante de drogas ex convicto? —espetó Rome. La ira comenzó a correr por mi sangre mientras escuchaba a Ally empezar a llorar. Mi respiración se estaba volviendo más y más rápida, y, cuando los ojos de Rome se encontraron con los míos, di un paso adelante. Iba a matar a este hijo de puta por molestar a mi mujer. Ally se interpuso, poniendo sus manos en mi pecho. —No, querido, para. —¡Mierda, Ally! —exclamó Rome. Di un paso adelante justo cuando Austin se puso frente a mí y encaró a su mejor amigo.

—Déjalo, Rome, ahora —ordenó Austin. Rome se detuvo en seco y, por su expresión, me di cuenta que no podía creer lo que mi hermano pequeño estaba haciendo... cubriendo mi espalda... Yo casi no podía creerlo, tampoco. —¿Hablas en serio, ochenta y tres? Después de todo lo que les hizo a ti, a Lexi, a Lev, ¿vas a defenderlo por estar con mi prima? ¡Mi prima! Austin tensó su mandíbula y me sentí como una mierda. Sabía que odiaba el hecho de lastimar a Rome, pero también veía lo mucho que quería defenderme. —Rome, estoy tan sorprendido como tú de que estén juntos y, honestamente, no estoy seguro de qué pensar de esto justo ahora. Pero Axel ha estado haciéndolo muy bien. Así que para de una jodida vez con todo ese odio, por un maldito segundo, ¿sí? —¿Que pare de una jodida vez? —repitió Rome con los dientes apretados—. ¿Que pare de una jodida vez? Él es basura. Siempre ha sido basura. Siempre será basura... y ¿Ally? —Rome la miró directamente y dijo—. Él te va a hacer basura también. Ya has estado mintiendo por él a tu familia y mejores amigos. Y eso me rompió. Ally era cualquier cosa menos basura. Y sabía que el tipo estaba sufriendo, su esposa estaba enferma, y se veía como una mierda. Pero nadie llamaba a Ally basura, primo o no.

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Saltando hacia adelante, casi pude partirle el rostro a Rome, pero Austin consiguió detenerme. JD paró a Rome cuando trató de lanzarse hacia mí. Justo cuando lo hizo, la puerta de la sala de espera se abrió y los dos guardias de antes entraron. Tan pronto como me vieron siendo refrenado, sus ojos se ensombrecieron. Ally se precipitó hacia mí y puso sus manos en mi rostro. —Axel, por favor, cálmate —susurró. Al contemplar su rostro, pude ver que estaba más que molesta, entonces miré hacia abajo a mi mano, todavía en un puño. Me deshice de Austin y envolví mis brazos alrededor de los hombros de Ally. —Señor, necesitamos que se vaya —dijo el más grande de los dos guardias. Podía sentir a Ally llorando en mi pecho. Asentí hacia el tipo. Mirando hacia atrás, vi a Austin con las manos detrás de la cabeza, observándome... pero también me di cuenta de que incluso él no aprobaba mi relación con Ally. Joder, la única persona que pensaba que cubría mi espalda, realmente no lo hacía. Cuando llegó el momento, él todavía me consideraba indigno. —Carina —dije—. Quédate con tus amigos. Me iré. Tienes que estar aquí para Molly. La cabeza de Ally se alzó de golpe y sus ojos se veían enormes. —No —replicó. Atrapé a Cassie maldiciendo desde atrás. Ally entrelazó sus manos con las mías y se volvió hacia sus amigos, Rome nos miraba como un halcón. Enderezándose, anunció:

—Mentí acerca de con quién estaba porque sabía que actuarían de esta manera. Sí, estoy con Axel, y no me importa lo que cualquiera de ustedes tenga que decir. —Miró a Rome y él sacudió la cabeza con incredulidad—. Sé lo que ha hecho mal en su pasado. Sé que todos ustedes lo encontrarán difícil de olvidar, pero es un buen hombre. —Su rostro se sonrojó y añadió—: ¡Y tengo veintisiete años, por el amor de Cristo! Soy lo suficientemente adulta para elegir a quien quiero. Y lo elijo. No necesito, ni busco, su aprobación. Todos sus amigos jadearon. Joder, nunca había visto a tanta gente luciendo tan conmocionada. Entonces, para empeorar las cosas, Rome se adelantó y dijo: —Preferiría que estuvieras con cualquiera excepto él. Cualquiera es mejor que un adicto traficante de crack que te llevará directamente al infierno. La cabeza de Ally se giró de golpe hacia Rome, sus ojos se oscurecieron y dijo: —¿Sí? Bueno, no quiero a nadie más, salvo a Axel. —Me miró y me golpeó con una sonrisa acuosa—. Posee mi corazón por completo. —Ally... —susurró Lexi a nuestro lado, sus manos en su boca y lágrimas en sus ojos. Y no podía hablar, mi pecho estaba demasiado apretado ante ella orgullosamente de pie a mi lado. Estaba orgullosa de estar a mi lado. ¿En qué clase de jodido mundo aterricé que Ally Prince estaba de pie orgullosamente a mi lado? Ally se volvió hacia Lexi. 161

—Por favor, ¿puedes mantenerme informada de la recuperación de Molly, Lex? Dile que la veré muy pronto y que lo siento, pero no me puedo quedar. — Lexi asintió, observando preocupada a Austin. Entonces, Ally miró a su primo—. Sé que no lo apruebas, Rome. Y quiero quedarme por Moll, pero me doy cuenta que estás enojado conmigo en este instante y necesitas que nos vayamos. Porque, si Axel se va, yo también. Pero no soy esa chica a la que sientes que tienes que proteger, ya no más. Y no necesito que apruebes mis elecciones. —Tomó aire y continuó—. Si quieres que me vaya de tu casa, lo haré. Lo entiendo. La mandíbula de Rome se apretó mientras me miraba, pero cuando sus ojos se posaron en su prima, se suavizó un poco. —No tienes que irte, Al. Lo sabes, pero no puedo estar bien con ustedes estando juntos. No tengo idea de cómo sucedió o durante cuánto tiempo ha estado pasando. Pero sé que él es un jodido veneno, Al. Puede estar haciéndolo bien ahora, pero lo joderá de nuevo. Lo he visto hacerlo desde que éramos niños. Es un Heighter de por vida. —No lo es, Rome —dijo ella con frialdad—. No tienes idea de lo increíble que es en realidad. Con eso, se volvió y caminó por el pasillo, dejando a todos sus amigos atrás. No hablamos cuando nos subimos al coche ni mientras íbamos a mi estudio. No había mucho que decir, de todos modos.

*** Cuando entramos en el estudio, Ally tenía sus brazos alrededor de su cintura como si tuviera frío. Di un paso atrás, observándola mientras ella se quedó inmóvil mirando fijamente por la ventana. Maldita sea, era tan hermosa que casi no podía soportarlo. Poniendo las llaves de su coche de alquiler en la mesa, me moví para estar detrás de ella y la giré en mis brazos. Su rostro, normalmente brillante, se encontraba muy pálido y la mayor parte de su maquillaje había desaparecido de tanto llorar. Mientras absorbía su rostro inusualmente triste, mi estómago se giró. Le hice esto. Le hice esto a todo el mundo. Joder, destruí sus vidas, los entristecí... los hice dejar a la gente que amaban. Rome tenía razón, yo era veneno. Y, probablemente, la jodería de nuevo. Es lo que hacía mejor. —No lo hagas —dijo Ally, de pronto, con voz ronca, devolviendo mi atención a este momento. No contesté nada. No le gustaría lo que tenía que decir, de todos modos. 162

La mano de Ally se presionó en mi mejilla, acercándome. —Lo que sea que estés pensando, para. —No deberíamos estar juntos —repliqué, aunque me desgarrara por dentro. Dejando caer su mano de mi rostro, Ally se acercó a la cama y comenzó a desvestirse. Mi polla empezó a endurecerse inmediatamente cuando se quitó su top, un sostén de encaje blanco debajo. Y cuando sus manos empezaron a bajar la cremallera de su falda, su trasero firme y bronceado apareciendo, cubierto únicamente con un pequeño tanga blanco, tuve que cerrar los ojos para no lanzarme sobre ella. Logrando ganar algún tipo de compostura, avancé por la habitación hacia Ally, luchando por respirar mientras se desabrochaba el sujetador y caía al suelo... sólo quedó su tanga y esos jodidos tacones sexys en sus pies. Me quedé paralizado, completamente incapaz de moverme. Entonces, Ally se volvió y me miró. Tiró las horquillas de su cabello en el suelo para que cayera por su espalda. Parecía una maldita sirena y estuve tan completamente jodido. Pude ver en sus ojos que sabía lo que yo estaba tratando de hacer. Claramente, había anticipado que me encontraba de pie aquí, a punto de alejarla. Para salvarla de perder a sus mejores amigos porque se había enamorado de mí. Pero también podía decir, por la mirada determinada en esos ojos, que no me iba a dejar hacer esa mierda.

Moviendo sus manos hasta el dobladillo de mi camiseta, la levantó por mi cabeza y se adelantó para presionar sus labios contra mi piel caliente. Sus hinchados y suaves labios pasaron por mis pectorales y hacia mi pezón, que succionó en su boca. Luego, continuó hacia abajo, hasta que llegó a la cremallera de mis vaqueros. Bajando la cremallera con cuidado, empujó mis vaqueros hacia abajo y agarró firmemente mi dura polla. Respiré a través de mi nariz mientras se enderezaba para susurrarme al oído: ―Deja de tratar de huir de mí. Te elijo. Quiero estar contigo, Axel Carillo. Y si sigues intentando alejarme, voy a dar rienda suelta a la ardiente latina que vive dentro de mí y te haré escuchar, joder. Echó hacia atrás la cabeza, elevando su ceja con desafío y sus mejillas recuperando su color natural. No pude evitar curvar mi labio en una sonrisa y Ally tuvo que fruncir los suyos para dejar de reírse, también. ―¿Dar rienda suelta a la ardiente latina? ―pregunté con voz ronca, mientras su experta mano de latina comenzó a moverse por mi polla de un lado a otro. ―Sí ―susurró, en su orgásmico acento español y, tomando mi mano, la llevó al pequeño triángulo de su tanga, deslizando mis dedos por su coño mojado, encontrando finalmente su clítoris. Usando la yema de mi dedo, empecé a moverlo en círculos, amando oírla jadear. 163

A medida que nuestras manos se movían más rápido, empujé su cabello a un lado para murmurar: ―No olvides que también soy latino. Puedo dar tanto como reciba. Los ojos de Ally se veían hambrientos cuando eché la cabeza hacia atrás y me encontré con ellos. ―Es... es... el porqué de... esto... entre nosotros... ―dijo entre respiraciones superficiales. ―¿Mmm? ―Fue todo lo que pude decir. Sostuve su pelo agrupándolo en mis manos, mis caderas comenzando a mecerse mientras un rubor cincelaba su piel. ―Esta... explosividad que tenemos... es por eso que luchamos... gritamos... entonces follamos como si no hubiera un mañana... follar con toda esa ardiente pasión... es la sangre latina... dentro de nosotros... es el... fuego latino... ―se las arregló para decir, antes de que un grito cortara sus palabras cuando hundí un dedo en su agujero. Tenía razón. Habíamos peleado, discutido, gritado... pero eso sólo alimentó la atracción que teníamos el uno por el otro. Estábamos encendiéndonos… Incapaz de ver más allá de la maldita niebla sexual en la que ella me había envuelto, aparté su mano de mi polla y, retirando la mía de su coño, desgarré su tanga, hasta que todo lo que llevaba era su bronceado natural y esos jodidos tacones de aguja.

Los ojos de Ally se ampliaron cuando di un paso hacia ella, carne contra carne. ―Te dije que iba follarte en esos tacones ―murmuré, y vi cómo se le ponía la piel de gallina. Las tetas de Ally se levantaron con su respiración, y, en un suspiro, dijo: ―Fóllame, entonces. Sonriendo ante la latina siendo desatada, la alcé por sus muslos. Caminando a través de la habitación, Ally arrastró sus dientes a lo largo de mi trapecio, haciéndome gemir. Alcanzando mi área de trabajo, usé una mano para limpiar el escritorio y bajé a Ally sobre él, su espalda inmediatamente rociándose con polvo de mármol. Lo ojos marrones de Ally estaban vidriosos por la lujuria cuando ella me miró. Incapaz de resistirme a tocarla, chupé su teta, haciendo rodar su pezón en mi boca. ―Axel... Mi dios... ―gimió, su coño frotándose contra mi dura polla. Cuanto más rápido se movían sus caderas, más necesitaba penetrarla. Soltando su teta, agarré sus muslos y la atraje hacia el borde del mostrador. Sin apartar mis ojos de los suyos ni una sola vez, envolví sus piernas alrededor de mi espalda, siseando cuando los tacones de aguja de sus zapatos se clavaron en mi piel. Mis ojos se ensancharon y Ally sonrió en señal de victoria. 164

―Dijiste que los querías clavándose en tu espalda... bueno, están en tu espalda, ¿y ahora qué? Gruñendo cuando tensó sus piernas, el agudo aguijón de dolor de sus tacones yendo directamente a mi polla, me preparé en su entrada y empujé. ―¡Cristo! ―gritó mientras sus manos arañaban mis bíceps, pero estaba demasiado ido, tan envuelto en esta chica debajo de mí, la única que alguna vez había estado de pie orgullosamente a mi lado. La embestí, mi estómago apretándose y mis muslos tensándose mientras su cabeza se revolcaba en el polvo. Su cabello oscuro se estaba llenando de polvo blanco, manchas palideciendo su rostro enrojecido. Pero cuanto más se revolvía, más fijamente la miraba. Parecía una escultura viviente. Lucía como la mejor escultura que había visto nunca. Arqueando la espalda, sus gemidos se hicieron más prolongados, sus brazos cayeron de mi bíceps y los extendió sobre su cabeza. El polvo se asentó en su estómago plano y tonificado e, incapaz de resistirme, extendí mi mano sobre su piel cubierta, embistiendo más y más fuerte. Los ojos de Ally se cerraron mientras sentía su coño apretarse y empezar a contraerse. Entonces, todo su cuerpo se tensó, su boca se abrió mientras gritaba por su liberación. No pudiendo resistirme a la vista de ella debajo de mí, mi polla no siendo capaz soportar la presión de su apretado coño, me corrí más duro de lo que nunca lo había hecho en mi vida, con los ojos de Ally contemplándome.

Jadeando por aire, levanté mi mano y, con mi pulgar, tracé ligeramente con mis dedos el polvo que cubría el rostro de Ally, y sabía, sin ninguna duda, que estaría añadiendo una pieza final a la exposición. Ally me permitió tocar su rostro, me dejó mover su cabeza de lado a lado mientras estudiaba sus ángulos y características. Y supe en ese instante, que esta pieza cambiaría todo. Esta pieza sería la primera en romper el molde. Sería la que me liberase. Cuando mi mano cayó de su rostro, mi corazón comenzó a acelerarse por la emoción de lo que iba a crear, y Ally apartó sus tacones de mi espalda. Inmediatamente, sentí el goteo de la sangre en la parte posterior de mis muslos. Siseé y los ojos de Ally se ampliaron. ―Mierda... Axel, lo siento mucho. Bajando mi cabeza para tomar su labio inferior entre mis dientes, la embestí una última vez y solté su labio para decir: ―No lo sientas. Joder, eso fue increíble. La sonrisa que esbozó Ally, casi me hizo caer de espaldas. Alzándola de nuevo, nos llevé a la cama, pero no antes de que Ally agarrase la botella de whisky que había en mi mesa, trayéndola para nosotros. Lo sostenía firmemente en sus brazos. Se encogió de hombros. ―Creo que lo necesitamos esta noche. 165

Mientras nos bajé a la cama y nos arrastré bajo las sábanas, comenzó a amanecer. Ally esperó hasta que me senté contra la cabecera y, entonces, pasó sobre mí hasta mi mesita de noche. Tomó un cigarrillo de mi paquete casi vacío, lo colocó entre sus labios y lo encendió. Cuando el extremo brilló anaranjado, Ally tomó una calada, quitándolo de sus labios y poniéndolo entre los míos. Cuando se cernió sobre mí a cuatro patas y tomé una larga calada, su ceja se levantó. ―Son muy malos para ti, ya sabes. Agarrando el cigarrillo con el índice y el pulgar, exhalé. ―Sí, lo he oído alguna vez. Ally se echó a reír más fuerte esta vez, pero se detuvo para presionar besos por mi estómago. Pasé mi mano por su cabello y levantó su cabeza para decir: ―Nunca puedo tener suficiente de ti. Es imposible. Mi corazón latió más rápido y alcancé la botella de whisky. Cuando Ally ladeó su cabeza para mirarme, dije: —Soy muy malo para ti, ya sabes. Ally contuvo el aliento por un momento, perdiendo su sonrisa. Bajó su boca a mi pecho y se movió hasta mis labios, sólo para susurrar: —Sí, he oído eso alguna vez. Resoplé una risa mientras Ally se sentaba, mirándome juguetonamente.

—¿Sólo una vez? —pregunté. Fingió pensarlo, su dedo en sus labios. —O dos, o tres veces... —Se rió, pero rápidamente perdió su humor—… o un millón. Mi estómago se tensó ante el tono triste en su voz. Equilibré el cigarro entre mis labios y agarré la botella del paraíso de Tennessee de sus manos. Desenrosqué la tapa, quitando el cigarro de mis labios tomé un trago de whisky y se la entregué a Ally. Bebió tres tragos largos antes de sacarlo bruscamente de su boca para jadear ante la quemadura en su garganta y pecho. Mientras yacía sobre sus tobillos, después de beber el whisky, sus ojos recorrieron la habitación. Al ver el estado de la estación de trabajo, miró su cabello y levantó sus manos. Se rió. —Soy un desastre —dijo, tratando de sacudir el polvo de su cabello y su piel. No era un desastre. De hecho, si no estuviera aquí ahora mismo, yo estaría agarrando una nueva losa de mármol y comenzando a esculpir la imagen que ya frecuentaba mi maldita cabeza. Los hombros de Ally se desplomaron. Pasando su dedo por la cima de la botella, dijo: —La exposición ya está casi lista, Axel. 166

Esa tristeza estaba de vuelta en su voz y no podía mirarme. —¿Sí? Ally asintió, con los ojos bajos. Levantó la cabeza y, mirándome, dijo: —Voy a conseguir otro encargo después de que termine este. La comprensión me golpeó... ella dejaría Seattle. —¿A dónde vas a ir? —pregunté. —A donde pueda conseguir un trabajo. —Asentí, incapaz de hablar, sintiendo como si mil puñales se clavaran en mi pecho. Realmente no quería que se fuera. —¿Y tú, Axel? ¿A dónde irás? Mi espalda se tensó y me envaré. Ni siquiera lo había reflexionado. Sólo pensaba en el aquí y ahora. Que tenía que estar en Seattle... —No lo sé —contesté. Ally me observó. —¿No vas a volver a Bama? Negué con firmeza. Ally frunció el ceño. —¿Por qué?

Aparté la mirada, no quería hablar de ello, pero Ally se arrastró hacia adelante y se puso a horcajadas sobre mi cintura, alejando el cabello de mi rostro con las manos. —Axel, dime por qué. Por el amor de dios, tienes que empezar a compartir cosas conmigo. Háblame de tu vida. ¿Qué está pasando en esa compleja cabeza tuya? Suspirando, puse mi mano en el muslo suave de Ally y dije: —Me matarán. Su mano dejó de acariciar mi cabello y el color desapareció de su rostro. —Te mat... —Matarán —terminé por ella y le di una larga calada a otro cigarrillo. Ally me miró. Pude ver su mano comenzar a temblar—. Oye —dije, tomando su mano en la mía—. No… —¿Quién te va a matar? —interrumpió. Podía ver el miedo en su rostro. Dudé, porque no quería meterla en esto, pero se inclinó hacia delante y presionó su frente contra la mía. —Dime... comparte esto conmigo. No lidies con ello tú solo. Estoy aquí... Estoy aquí... contigo... para ti. Mis dedos se apretaron en sus muslos y me di cuenta de que, finalmente, quería decirle lo que siempre había mantenido en mi interior. 167

—Axel, por favor —rogó y, sin querer estar solo más, la miré a los ojos. —¿Sabes cuántos años me dieron, Ally? —Diez —dijo. —Pero sólo cumplí cinco —añadí. Las cejas de Ally cayeron. —Asumí que saliste por buena conducta. —Esa fue una parte —expliqué—. Mantuve mi cabeza abajo, traté de mantenerme fuera del camino de todos. —Entonces, ¿qué más? ¿Qué más hizo que salieras antes de tiempo? —Delaté nombres. La frente de Ally se frunció en confusión. —¿Qué nombres? Pasando mi mano por mi rostro, dije: —Los traficantes de drogas que abastecían a los Heighters. Los federales sabían que les podía dar sus nombres y direcciones y dónde guardaban su alijo. No tenía nada que perder al delatarlos. Los federales me prometieron cumplir la mitad de la condena si lo hacía, así que acepté. Los proveedores fueron los que nos dieron esa coca en mal estado que hizo que Porter tuviera una sobredosis. Esos cabrones merecían caer.

—¿Y ellos son los que te quieren muerto? Me reí sin humor. —Probablemente, pero no son los que sé que tienen la intención de hacerlo. Si los federales han hecho bien su trabajo, los distribuidores no sabrán que fui yo quien los entregó. Van a estar cumpliendo de por vida ahora, de todos modos. —Entonces, ¿quién...? —Ally se fue apagando. —Remo. El primo mayor de Gio, el viejo líder Heighter. Era tan cercano a Gio como Austin y Lev son para mí, así que está cabreado. Tuvo que huir del estado hace años cuando un problema con los Kings se salió de control. Necesitaba pasar desapercibido durante un tiempo. Ahí es donde estaba cuando toda la mierda se hundió con los Heighters y la sobredosis de Porter. Gio me dijo que tenía que salir de la ciudad por un tiempo y pasar desapercibido, también. Así que me fui y me quedé con Remo. Fue muy bueno conmigo. Me ayudó a esconderme sin ser detectado. Pero, cuando Lev me llamó y me dijo que la mamma había muerto, que Lexi sufría de anorexia y estaba en el hospital, y que Austin había sido arrestado, supe que tenía que volver a casa. Nunca debí huir como un jodido marica, de todos modos.

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»Cuando le dije que iba a volver a casa, Remo trató de detenerme, sabía que Gio me necesitaba para mantener el equipo fuerte. Yo era la razón principal por la que la mayoría de nuestros rivales nos dejaban en paz. Sabía que serían vulnerables sin mí alrededor. Así que le di una paliza para escapar, regresé a Tuscaloosa y me entregué. Sabía que Remo vendría tras de mí. Nadie jodía con él. Entonces, después de que organicé el golpe contra Gio... Remo se aseguró de que recibiera un mensaje dentro de la cárcel: si salía, podía darme por muerto. Joder, los arruiné a todos. Me habían salvado de mi padre, de esa vida de mierda y, ahora, Remo va a hacerme pagar por todo, joder. Ally hizo un gesto de dolor cuando le mencioné la muerte de Gio, y tal vez la mía, pero lo ignoró y preguntó: —Y Remo, ¿sabe que estás fuera de la cárcel ahora? ¿Sabe que estás en Seattle? —Su voz se había vuelto más y más alta cuanto más hablaba. Me encogí de hombros. —Lo sabrá a estas alturas, no hay duda. Algunos de los guardias eran fáciles de sobornar. Alguien se lo habrá hecho saber. —¡Entonces, tienes que decírselo a alguien! —medio gritó, sus mejillas pálidas y su rostro lleno pánico—. La policía, alguien. Acuné su rostro para calmarla. —No tiene el dinero para venir aquí y está buscado por los federales. No se atreverá a correr el riesgo. No sabe en qué parte de Seattle estoy y, definitivamente, no sabe nada de la exposición y... Elpidio y toda esa mierda. —Cristo, Axel... —dijo Ally, con la voz quebrada—. Yo... tengo tanto miedo por ti... Mi estómago se retorció por el dolor en su voz.

—No lo tengas. He atravesado peor mierda. La gente me ha querido muerto durante años. Me he vuelto muy bueno en esquivar balas. —Traté de hacer que sonara como una broma, pero Ally no le vio la gracia. Agarrando el whisky, lo puse en sus manos. —Es mejor que tomes un trago. Haciendo lo que le dije, Ally bebió un largo trago del líquido ámbar. Pero cuando bajó la botella, todavía podía ver la preocupación en su expresión. —Joder, Ally —dije y, sosteniendo sus brazos, la empujé abajo y aplasté mi boca en la suya. En cuestión de segundos, se había derretido debajo de mí y me aparté un poco—. No pienses sobre todo esto. Sus ojos se llenaron de lágrimas y sus dedos se envolvieron alrededor del largo cabello cayendo delante de mi rostro. —Nunca tienes un descanso, ¿verdad? Siempre hay algo que te atormenta. La tristeza en su voz me cortó profundo. Tragando el nudo que estaba obstruyendo mi garganta, dije: —Me busqué esto, carina. Causé la guerra, estas son las consecuencias. Es el karma. —Te mereces lo mejor —susurró. En su expresión pude ver lo mucho que lo creía. No tenía ni idea de lo que hice para merecerla. Cerré los ojos mientras interiorizaba sus palabras. 169

—Tengo más de lo que merezco. Un hermano que está casado con una chica que ama más que a la vida y está jugando en la NFL. El otro está en camino a la NFL. Tengo una mujer y nunca voy a entender por qué mierda quiere estar conmigo. Y tengo la oportunidad de crear lo que me gusta para ganarme la vida. ¿Qué más puedo pedir? —Que las personas confíen en ti. Que tus hermanos sepan que eres un escultor, que te acepten de nuevo... para que estés en paz, para ser feliz. Soltando un tembloroso aliento, dije: —No estoy seguro que nada de eso vaya a suceder y, si no lo hace, está bien. Conseguí más de lo que la mayoría de la gente hace. Me di cuenta de que Ally deseaba decir más, pero, realmente, no quería seguir hablando de esta mierda. Pudo verlo en mi expresión. —Acuéstate a mi lado —dijo, con un suspiro exasperado. Desplomándome a su izquierda, casi esbocé una sonrisa cuando puso mi brazo alrededor de sus hombros y se acurrucó. —Noche loca, ¿eh? —comentó, su dedo trazando el tatuaje del rosario en mi pecho. —Y que lo digas. —Lo aceptarán —habló, manteniendo esa positividad que parecía exudar. Me quedé en silencio. No estaba tan convencido.

—¿Axel? —llamó Ally en voz baja. —¿Mmm? —¿Vas a decirme ahora cómo comenzaste a esculpir? Ya sabes, ¿en la cárcel? Me encantaría saber más acerca de tu lado creativo. La calidez llenó mi pecho cuando me acordé del primer día que entré en el salón de clases de la prisión. Un tipo estaba allí para enseñarnos arte. El alcaide, joder, y el estado, esperaban que ayudaría a los presos a lidiar con nuestra ira. Ally se movió en mis brazos para descansar su barbilla en su puño, mientras yacía sobre mi pecho. Sus ojos estaban llenos de anticipación y emoción. Estaba a punto de abrirme a ella sobre mi arte. Y, finalmente, hablaría de eso. Había pasado un tiempo desde que había visto esa mirada en sus ojos. Cuando yo era sólo Elpidio para ella, estaba allí todo el tiempo. Ahora que sabía que era Axel, la mayoría de las veces lucía preocupada o, peor aún, triste. —¿De verdad quieres saber toda esta cosa tan aburrida? —pregunté. Ally asintió contra su puño. —Nada es aburrido cuando se trata de tus esculturas. Averiguar cómo un artista comenzó su viaje es siempre una de las cosas más interesantes para mí. Cómo encontró la chispa que desató su pasión. —Está bien —bromeé, como si ella fuera rara. Ally me dio un codazo, riendo. 170

—Sé que soy una friki, pero quiero saberlo todo. Su mano libre cogió la mía, que estaba puesta casualmente en mi estómago. Entrelazó sus dedos con los míos. Cuando miré hacia abajo, Ally mostró una sonrisa enorme. —Cómo me inicié... —dije y, respirando profundamente, comencé—: Acababa de ser atacado y estaba en la enfermería recuperándome. —Sacudí la cabeza ante el recuerdo—. Mierda, estuve allí lo que pareció ser una eternidad; una tonelada de guardias y psicólogos viniendo día y noche para intentar que hablara y delatara a mi antiguo equipo, pero no lo haría. La primera regla para sobrevivir en ese lugar era mantener cerrada tu maldita boca. Así que lo hice. No hablé con nadie, estaba constantemente a solas con mis pensamientos. Encontrándome confinado a la cama, incapaz de moverme, fue donde realmente comencé a cuestionármelo todo. Ya sabes, qué había hecho con mi vida, todas las equivocaciones, pocos aciertos... y mi familia, lo que le había hecho a las únicas tres personas que realmente alguna vez habían dado una mierda por mí… incondicionalmente. Pero cuanto más pensaba sobre mi pasado, más culpa me inundaba, y empezó a destrozarme. Ally apretó mi mano, como para animarme. Continua: »No podía manejar ver la jodida luz, supongo. Fue la primera vez en mi vida que me habían obligado a yacer allí y pensar. Es muy fácil no sentir un poco de maldita culpa por las opciones que has tomado cuando estás en continuo movimiento, trapicheando, vendiendo droga, ya sabes, lo de siempre.

Ally me lanzó una sonrisa irónica ante eso. Joder, se veía tan perfecta mirándome en este momento, su maravilloso rostro colocado en su puño, abierto y aceptando todo lo que estaba diciendo. Era un maldito sueño hecho realidad. —Sigue —me instó, y levanté nuestras manos unidas para besar su suave piel. Mirando sus dedos, continué: —Cuanto más pensaba acerca de todo lo que había hecho, más enojado me sentía. Realmente enfadado, Ally. No podía hacer frente a todos los recuerdos. Empezaron a producirme malditas pesadillas, todavía lo hacen. La culpa era insoportable. Mientras mejoraba físicamente, una de las enfermeras, que era muy buena conmigo, me preguntó sobre mis tatuajes, acerca de quién los diseñó, y le contesté que fui yo. Los ojos de Ally recorrieron mis tatuajes y su mirada se encontró con la mía. —¿Diseñaste todo esto? —Asentí y la boca de Ally se abrió—. Son tan hermosos, tan intrincados. En realidad, podía sentir mis mejillas ardiendo por su alabanza. —Diseñé la mayoría de los de Austin, también. Ally sacudió la cabeza y sonrió. —Así que, ¿sabes dibujar? 171

Me encogí de hombros otra vez y Ally se inclinó para besar mis labios, susurrando contra mi boca: —Me impresionas, todos los días hay algo nuevo. Retrocediendo, volvió a su anterior postura, con su rostro en su puño, su oscuro cabello ahora colocado a un lado, cayendo sobre su hombro. Y ese era el cuadro. Esa, justo ahí, era la imagen. Era ella en su forma más bella. —Axel, ¿qué estabas diciendo de la enfermera que habló contigo acerca de tus tatuajes? Volviendo al aquí y el ahora, dije: —Sí... eh... bien, así que, sí, la enfermera sabía que podía dibujar. Les dijo a los doctores, al psiquiatra, y lo siguiente que sé es que me habían inscrito en un programa de arte. Al principio, estuve cabreado. Había tomado una clase de comercio y estaba haciéndolo bien. Aust estaba orgulloso de eso, así que quería seguir adelante. Pero, a partir del primer día en esa clase, algo dentro de mí sólo encajó. —Me quedé mirando mis herramientas colgadas en mi pared—. Durante toda mi vida había estado tan ocupado traficando, trabajando para la banda, que no había intentado averiguar en lo que podía ser bueno. Diez segundos en esa habitación y supe que había encontrado "lo mío". —Asombroso... —Ally suspiró—. Una bendición disfrazada. —Sí... Empecé a dibujar todo lo que podía. Estaba bien con el dibujo, a la mierda de la pintura, pero cuando el profesor, un tipo llamado Daryl, llevó arcilla, eso y yo, simplemente encajamos. En poco tiempo, estaba haciendo esculturas de

arcilla. Vertiendo toda mi rabia en esas piezas. —Me reí, recordando la expresión del rostro de Daryl cuando había terminado la primera pieza adecuadamente—. Daryl continuó enseñándome más y más, hasta que, unos meses más tarde, le preguntó al alcaide si me podía mostrar cómo esculpir mármol. No tenía ningún interés real en eso. Pero, entonces, un día, me trajo un libro de estatuas de mármol. Lo abrí en una página al azar. La primera que vi fue la de Antonio Canova… —Psique resucitada por el beso de Cupido —interrumpió Ally, su rostro animado y brillando. —Sí —concordé, entonces, fruncí el ceño—. ¿Te gusta, también? La pasión encendió sus ojos oscuros. —Es mi segunda escultura de mármol favorita desde siempre. Mis ojos se estrecharon cuando su rostro enrojeció de vergüenza. Me pregunté cuál era su favorita, pero algo me detuvo de averiguarlo. —De todos modos, cuando vi esa escultura, busqué al artista, un italiano. Un italiano que trabajó con mármol de Carrara. —Bajé mi mirada. Los tatuajes de la bandera italiana y la flor de lis Firenziana en mi brazo llamaron mi atención. Mientras miraba el verde, blanco y rojo, un sentimiento de orgullo fluyó por mis venas; el mismo que tuve al saber que el hombre que talló esa escultura, también era italiano. 172

»Sentí una conexión con mi herencia mientras miraba esa escultura. Pero, más que eso, entendí todo lo que el escultor quiso retratar en su trabajo. No sabía una mierda de la historia de Cupido y Psique, pero, por esa escultura, comprendí que se amaban... desesperadamente. Aprendí mucho de esa única estatua. Le dije a Daryl que quería intentarlo y seguir desde allí. Hice un montón de desastres durante el siguiente año. Daryl quería que utilizara herramientas más modernas, pero me negué. Me había obsesionado con Antonio Canova, así que insistí en utilizar solamente las herramientas que él usó. —Resoplé—. Resulta que fue lo mejor. Me dio una marca, una singularidad frente a otros escultores modernos de hoy en día. —Pero, ¿cómo llamó la atención tu trabajo? —preguntó Ally, su rostro impresionado. Podía sentir el amor por el arte irradiando de su sonrisa. —Daryl tenía un amigo que conocía a Vin Galanti. Tomó fotos de mis esculturas y las envió a su amigo, quien se las envió a Vin. Lo siguiente que supe es que tenía una solicitud de visita de Vin y eso fue todo. Se convirtió en mi mentor, se hizo con mis esculturas de la prisión, las almacenaron en su estudio de Nueva York... luego me enteré de que estaba mostrando una en el Met. Joder, me enfurecí. Nunca quise que mi trabajo se expusiera. Eran mías, mi culpa, mi pasado, todo. —Pero Vin lo hizo de todos modos —confirmó Ally. Sacudí la cabeza.

—Sí, el hijo de puta lo hizo. Y, después de eso, todo cambió. La gente me conocía. Al menos, conocían el trabajo de “Elpidio”, ese nombre repentinamente fue conocido en el mundo del arte. —¿Y “Elpidio”? —inquirió Ally—. Era tu… —Nonno... el padre de mi mamma. Nunca lo conocí, pero... —La habitual puñalada se arrastraba por mi estómago al pensar en mi mamma. Se estaba haciendo más y más difícil contener toda la mierda que rodeaba a la mujer que lo que más deseaba era que tuviera éxito. En cambio, todo lo que hice fue fallar, una y otra y otra vez... Había sido una cagada épica como hijo. —¿Querido? ¿Estás bien? —preguntó Ally en voz baja. Cuando me encontré con sus cálidos ojos, supe que entendió lo que estaba pensando. Pero todavía no podía ir allí... ni siquiera con Ally. Todavía no. —Mi... la mamma solía hablar sobre Nonno todo el tiempo. Lo amaba. Dijo que fue un hombre bueno y trabajador. Estaba usando la técnica italiana, me encontraba utilizando mármol de Carrara, por lo que me parecía bien emplear su nombre. Joder, el nombre de mi propio padre sería una maldición, simplemente. —Elpidio... Es perfecto, realmente lo es —murmuró Ally. De repente, pude ver que la forma en la que me estaba mirando, había cambiado. Eché mi cabeza hacia atrás y pregunté: —¿Qué? 173

Ally se arrastró sobre mí y metió su cabeza en mi cuello. Parecía que quería decirme algo, pero, por alguna razón, lo estaba reteniendo. —Eres mucho más de lo que nadie sabe. Debes darte más crédito del que te das. No dije nada mientras yacíamos allí. Durante un buen rato, pensé que Ally se había quedado dormida, hasta que dijo: —Voy a hacer todo lo posible para persuadir a tus hermanos de que vean el hombre que eres hoy. Me puse rígido. —No quiero que sepan acerca de mis esculturas. Ally suspiró. —Lo sé. No voy a pretender entender por qué, pero lo acepto... a regañadientes. Aunque aun así voy a intentar todo lo demás. Sentí que mi corazón estallaría a través de mi pecho mientras decía eso. El celular de Ally sonó. En un instante, estaba al otro lado de la sala abriéndolo. El alivio se propagó por su rostro. —¿Buenas noticias? —pregunté. —Es Rome. Molly va a estar bien. Va a tener un par de meses difíciles, pero, por ahora, está bien.

Ally regresó a la cama y se sentó en el borde del colchón. Mirando atrás hacia mí, dijo: —Estoy cansada, pero, al mismo tiempo, no creo que pueda dormir. —Tengo una idea, entonces —dije, y vi como el fuego encendió los ojos oscuros de Ally. —¿Sí? —inquirió, y se giró para trepar sobre mí. Después de que me besara, sostuve su cabeza entre mis manos y susurré: —Toca para mí. Ally se echó hacia atrás, sorprendida. —¿Qué? Sintiéndome como un maldito marica, dije: —Toca el piano... para mí. La expresión de Ally cambió de sorprendida a avergonzada y a maravillada. —¿Quieres que toque el piano para ti? Le di un pequeño asentimiento. Ally lanzó una mirada al piano y, luego, de nuevo a mí. —¿Qué quieres que toque? —Lo que me tocaste antes... Beso la lluvia. 174

Su sonrisa borró cualquier vergüenza que sentía y me dijo: —¿Recuerdas el título? Presionando besos por sus mejillas y cuello, musité: —Me acuerdo de todo, cada maldita cosa de esa noche. Cada maldita cosa... Ally, sorprendiéndome mucho, envolvió sus manos alrededor de mi cuello y me apretó en el maldito abrazo más grande que jamás había sentido... Nunca quería dejarla ir. —Estás en cada parte de mi corazón, señor Carillo, en cada parte... —dijo soltándome, antes de levantarse de la cama y dejarme tumbado como un tonto pasmado. ¿Qué quiere decir con eso?... ¿Qué estoy en todo su corazón? Antes de que tuviera la oportunidad de pensar en ello, escuché a Ally sentarse al piano y probar las teclas, al igual que la última vez. Allí estaba, desnuda, su bronceada piel sonrojada, su cabello oscuro cayendo hasta su cintura. Sus ojos estaban cerrados, las manos estiradas sobre las teclas. Entonces, los primeros acordes de esa maldita canción enviaron una flecha a través de mi corazón. La imagen de mi mujer sonriéndome dulcemente, con su barbilla en su puño, grandes ojos marrones contemplándome, como nunca nadie me había mirado antes, llenó mi mente. Mis manos escocían para crear.

Mi corazón se aceleró para que hiciera un esbozo. Mientras los ojos de Ally se cerraban y una sonrisa feliz se extendió en sus labios, cogí un bloc de dibujo y un lápiz de mi mesita de noche... Y empecé a dibujar... a dibujar el contorno de la única escultura que sabía que nunca me cansaría de mirar.

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Capítulo 18 Ally

—E

so es todo, amigos. Las únicas dos cosas que me quedan por hacer es conseguir las tableros con el texto final redactado y ¡organizar el servicio de limpieza pulir la galería hasta que esté reluciente! Me puse de pie en el centro de la galería de arte con mi equipo. Me quedé observando la exposición terminada con un nudo en la garganta... fue simplemente impresionante. La piezas de Axel ocupaban exquisitamente el espacio en blanco abierto; cada una a una altura diferente, cada una iluminada perfectamente con color o con telones de fondo sutilmente pintados. Era un viaje, un viaje a través de las complejas emociones torturadas de un escultor... un escultor que aún tenía que ver su belleza... sin embargo, quiere ver sus conmovedoras creaciones en la exposición en la que todo el mundo las verá. 176

Mientras mi equipo se reunía alrededor, un suave aplauso resonó cuando todos nos felicitamos unos a otros por un trabajo bien hecho. Pero un aplauso más fuerte proveniente de la parte trasera. Cuando nos giramos, Vin Galanti surgió a través de las cortinas negras con lágrimas en su rostro. Estaba de vuelta desde Nueva York a tiempo para la noche de la apertura, ahora sólo a unos días. —¡Vin! —le llamé, mientras él se abría camino a través del grupo en dispersión. Fijando su atención en mí, corrió hacia mí con la mano sobre su corazón. —Srta. Lucía... estoy sin palabras... —dijo, claramente con admiración, y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro. —Estoy muy contento con ella también. Es mi mejor trabajo. Vin me miró, con sus ojos claros. —¿Y Elpidio? Me sonrojé, pensando en Axel, y respondí: —Espero mostrarle la exhibición esta noche. Vin sonrió dulcemente. Fue entonces cuando supe que él sabía que estábamos en algo. Me pregunté si Axel se lo había dicho. —Tal vez finalmente vea la luz, ¿eh? Finalmente se dé cuenta de que vale la pena todo este esfuerzo —dijo esperanzado.

Inhalé profundamente, compartiendo en silencio la esperanza de Vin. Esperaba que el ver toda su obra presentada en un hermoso entorno le ayudaría a aclarar las cosas con sus hermanos acerca de lo que había estado haciendo... sobre todo... Echando un vistazo al reloj de la pared, me volví hacia Vin. —Me tengo que ir, Vin. Nos vemos en un par de días para la apertura, ¿no? Vin me dio unas palmaditas en la mano, pero estaba demasiado perdido en la exposición para responder. Mientras caminaba hacia adelante, de repente miró hacia atrás para decir con cariño. —Desde la primera vez que me enviaron una foto de su escultura del ángel, supe que él era especial. Supe que era algo más que un pandillero cumpliendo condena. —La emoción brotó en mí cuando vi los ojos de Vin brillaron—. Estaba tan cerrado cuando lo conocí, roto y enfadado con el mundo. Sus esculturas fueron tan tristes, tan desgarradoras... pero el hombre que vi hoy, tallando el mármol con vistas al Sound, bueno, él cambió. Incluso podría atreverme a decir que estaba en paz... quizás incluso feliz. Vin me sonrió para indicar que sabía que yo era la razón del cambio emocional de Axel... el sentimiento me creó un nudo en la garganta. —¿Has visto lo que estaba tallando? Se niega a decírmelo. Lo mantiene escondido fuera del estudio bajo una lona cerrada con candado, así que no puedo ni siquiera echar un vistazo —le pregunté. 177

La sonrisa acuosa de Vin se extendió en una amplia sonrisa. —Lo vi... pero mis labios están sellados. Gruñí en frustración e hice un saludo a Vin cuando agarré mi bolso y salí corriendo por la puerta. Logré llegar al estudio de Axel en un tiempo récord. Desde el momento en que entré, sentí un escalofrío en la habitación. Las puertas se abrieron llevando al sendero de hierba con vista al agua. Podía escuchar a Axel astillando el mármol. Estaba desesperada por salir a la calle, pero él me había pedido que no lo hiciera. Como conservadora respetaba su proceso creativo y su necesidad de privacidad. Pero como su novia, ¡no podía soportarlo! Axel entró un segundo después, vestido con una camisa de manga larga negra con un chaleco acolchado encima. Su gorra negra de gran tamaño cubría su cabeza. Y, como siempre, un cigarrillo Marlboro equilibrado entre sus labios. Era tan condenadamente sexy. Caminando hacia mí, sacó el cigarrillo de su boca para que pudiera besar sus labios. —Mmm... Eso está mejor —murmuré cuando nos separamos. Juguetonamente, le regresé el cigarrillo entre sus labios. Agitando mis llaves, Axel dio un largo suspiro y asintió con la cabeza. Con eso me dijo que estaba listo para ir, pero que al mismo tiempo, de hecho, no lo estaba.

Levi tenía un partido hoy para los Huskies. Axel había estado desesperado por ver jugar a su hermano. Sabíamos que era el jugador estrella. Como era de esperar, Leví no había pedido que fuera alguna vez a Axel. Había decidido que era una mierda. Había logrado que Axel fuese hoy. Quería ver a Levi jugar, por lo que me había asegurado absolutamente de que sucediera... con un poco de ayuda. Pude ver la aprehensión arder en el rostro de Axel. Acariciando con mis dedos su mejilla fría, le dije: —Al final, apreciará que fueras. Axel volvió su mejilla en mi mano, pero sus ojos se quedaron en los míos. —No, odiará que yo esté allí, pero vamos a ir de todos modos. Nada más ha funcionado.

*** El estadio estaba lleno cuando llegamos a las puertas. Axel estaba tenso y mantuvo la cabeza baja mientras pasamos a través de una multitud de fans emocionados. Odiaba las multitudes, prácticamente se aterrorizaba cada vez que teníamos que estar cerca de muchas personas. Dirigí el camino. Axel desconocía que lo había arreglado para que nos sentásemos en la sección familiar. 178

Al ver una pequeña multitud reunida en torno a dos personas, agité mi mano hacia Lexi. Estaba de pie al lado de Austin mientras firmaba autógrafos para los fans de los Husky. Axel, viéndome saludar, levantó la cabeza. Sus dedos sujetaron los míos con un apretón de muerte al ver que Austin y Lexi nos esperaban. Sin mirar hacia él, me encaminé hasta donde se encontraban. Lexi me lanzó una sonrisa nerviosa. Austin sacudió su barbilla hacia mí, luego a su hermano con mayor ansiedad. —¡Hola, chicos! —saludé, la mano de Axel se negaba a soltar la mía mientras flotaba a mi lado. Lexi se adelantó y le dio un beso en la mejilla. Axel bajó la cabeza a Lex, y su mirada vagó hacia Austin que seguía firmando autógrafos. De repente inhaló y sus ojos oscuros se suavizaron. Mi corazón palpitó con más rapidez por su reacción a Austin, que ahora estaba hablando con los fans con una especie de sonrisa en la cara. Axel estaba tan orgulloso de él. Sabía cómo entender los ligeros cambios de Axel en su expresión ahora. Eran sutiles, pero eran muy reveladores. Austin miró a los ojos de Axel y sonrió más ampliamente, pidiendo a sus fans que esperaran un segundo. Austin se acercó a Axel y lanzó sus brazos alrededor de él. Torpemente, Axel le devolvió el abrazo con una mano. Austin retrocedió. —Me alegro de verte, fratello. No has contestado mis llamadas desde el hospital la otra noche. —Austin me miró y sus ojos se tensaron. Fue como si estuviera resolviendo cómo había llegado a estar con su hermano.

Dando un paso adelante, me abracé a Austin. Un fan apareció a su lado y preguntó: —Austin, ¿es tu hermano? Axel se puso rígido mientras el fan lo miró. El fan se alejó tan pronto como Axel cambió automáticamente a su "habitual" expresión intimidante. —Sí, es mi hermano mayor. —Austin respondió con orgullo. La mejilla de Axel se crispó. Se estaba emocionando. Los ojos del fan se estrecharon sobre Axel. —¿Juega al fútbol? Austin se detuvo en la firma de su camiseta. —Nah. —Entonces, ¿qué hace? —preguntó con emoción y los ojos de Austin se ensancharon. Axel maldijo en voz baja y miró hacia otro lado. Justo cuando pensaba que Axel iba a girar y alejarse, Lexi se adelantó y puso su mano en el brazo de Austin. —Cariño, tenemos que irnos. Axel y Austin se relajaron cuando los fans se alejaron después de unas cuantas fotos de última hora. Atravesando las puertas del enorme estadio. 179

Axel se detuvo en seco cuando llegamos al lado del campo y observamos la atmósfera, la gente, la música, los canticos... los estudiantes y aficionados que llevan el nombre de "Carrillo" en sus espaldas. —Mierda... —dijo Axel en silencio y cuando miré a mi derecha, Austin y Lexi estaban mirando a Axel. Pude ver la felicidad en sus ojos porque finalmente era testigo de esto. Su hermano pequeño jugando a este nivel. —Una locura, ¿eh? —dijo Austin, pero Axel no miró a su hermano. En cambio, su rostro adquirió una expresión de pesar y le susurró: —Debería haberte visto a ti con los Tide. Me mordí mi labio inferior sólo para tratar de evitar que temblara. La mano de Axel apretaba férreamente la mía y sabía que le había costado su orgullo admitir eso a Austin. Estaba tan orgulloso de él. Austin estaba estupefacto. También llevaba una mirada de incredulidad... pero no había emoción real en esa mirada. Para Austin, yo tenía claro que cualquier cosa que Axel dijera del pasado sería una sorpresa. Los ojos verdes de Lexi aparecieron enormes en su cara de hada y su boca estaba un poco separada. Obviamente sintiendo mi mirada, se encontró con mis ojos y sus labios se ensancharon en una sonrisa temblorosa pero agradecida. Austin soltó el brazo alrededor de su esposa y se acercó a Axel. Traté de sacudir la mano de Axel, pero continuó con su agarre. Sabiendo que necesitaba este rato con Austin, apreté mis dedos como apoyo y la levanté para presionar un beso en su mejilla.

—Habla con Austin —susurré, por lo que sólo él podía oír. Cerrando los ojos abatido, Axel los abrió de nuevo y de mala gana me soltó. Austin le puso la mano en el hombro de Axel. —Me hubiera gustado que estuvieras allí, Axe —dijo con voz áspera. La cabeza de Axel se dejó caer. Austin se adelantó y puso su mano en la cara de Axel. —Pero puedes verme jugar ahora, Axe. Tendrás la oportunidad de ver a Lev jugar también. Eso es todo lo que importa. Incapaz de detener una lágrima deslizándose por el rabillo de mi ojo, me di la vuelta y fingí comprobar nuestro ticket para ver dónde nos sentábamos. Un brazo delgado pasó a través del mío. Cuando miré hacia un lado, Lexi estaba mirándome. Se inclinó y apretó su mejilla contra mi bíceps. Contuve la respiración. Lexi nunca dejaba que nadie se acercara a ella a excepción de Austin y, en ocasiones, Levi. Sólo sirvió para hacer que la situación fuera mucho más especial. —¿Querida? —Me las arreglé para soltar mientras Lexi y yo comenzamos a caminar hacia nuestros asientos, Axel y Austin nos seguían detrás. Lexi apretó su agarre en mi brazo y dijo:

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—No voy a fingir entender lo tuyo con Axel, y no soy nadie para decir nada. Dios sabe que Austin y yo tuvimos nuestros secretos cuando nos enamoramos. — Mirando hacia mí, suspiró y dijo—: pero... solo... gracias... Mis cejas se fruncieron en confusión, pero Lexi no dijo nada más. Al llegar a nuestros asientos, hice señas para sentarme junto a Lexi cuando Axel se acercó y tomó mi mano. —No, te sientas a mi lado —dijo con voz cortante y ronca. Lexi lo miró con alarma. Sabía que era debido a su demanda aguda. Pero sólo yo sabía que Axel se sentía incómodo entre la multitud... sabía que solo me necesitaba para ayudarle a relajarse. Austin se reclinó en su silla mientras pasé a sentarme al lado de Axel. Pude ver en su expresión que estaba furiosamente tratando de averiguar mi estrecha relación con Axel, pero me ignoró. Mientras estaba delante de Axel, vi sus hombros relajarse con alivio. Justo cuando fui a sentarme a su lado, se inclinó hacia adelante y presionó sus labios contra los míos. Podía sentir la fija atención de Lexi y de Austin en nosotros, pero no me importaba. Nadie sabía lo que compartíamos. Nadie sabía lo que quería decir el uno al otro. Sentada al lado de Axel, puso su brazo musculoso alrededor de mi hombro y me acercó a él. Lo amaba. Amaba cómo me necesitaba… Solo lo amaba, más de lo que jamás podría comprender.

Mientras las animadoras y la banda terminaban su espectáculo previo al juego, Austin preguntó: —Entonces, Axe, ¿cómo es el trabajo en el mercado? Los músculos de Axel se tensaron. Mantuve mi mirada hacia adelante. Odiaba que estuviera a punto de mentir a su hermano. —Bien. vagamente.

Ocupado.

Manteniéndome

desapercibido

—respondió

Axel

Arriesgué una mirada a Austin cuya cabeza fue a dar a un lado con los ojos entrecerrados. Me asustó que supiera que algo estaba pasando con la mentira de Axel. Axel apenas iba a su casa; Austin tuvo que darse cuenta de que eso era más que extraño. —Es bueno saber eso, fratello. —Austin respondió y se recostó en su asiento. Casi me reí mientras Austin y Lexi seguían mirándonos como si fuéramos un par de animales enjaulados en un maldito zoológico. —¿Cómo está hoy Molly, Ally? —preguntó Lexi, inclinándose sobre Austin para hacerlo. —Mejor. Ya ha firmado los papeles de su alta. Rome no está feliz con eso, pero ambos sabemos que va a darle todo lo que ella quiera. Está con medicación más fuerte. Diría que ya se siente como su antigua yo.

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Molly había sido dada de alta del hospital hoy. Me aseguré de estar allí para saludarla. Rome, obviamente, le había hablado de Axel, y con su típica manera de hacer las cosas, Molly me dijo que estaba contenta de que fuera feliz. Rome se burló de eso, pero Molly nunca había sido una persona que juzgara a los demás. La amaba por eso. Justo en ese momento, la multitud se levantó de golpe, cuando el equipo se anunció. Axel se levantó, tirando de mí con él. Levanté la mano para sostener la suya que me cubría por encima de mi hombro. Su corazón latía mientras esperaba que su hermano saliera. Cuando Levi apareció en el campo, le oí exhalar con fuerza. Mientras Levi corría a la línea de banda, las lágrimas llenaron los ojos marrones de Axel. A medida que caían por sus mejillas, extendí mi mano y las sequé con mi pulgar. Axel me apretó con más fuerza, al igual que el brazo de Austin envuelto alrededor de Axel a su otro lado. Cuando levanté la vista hacia Austin, las lágrimas corrían por sus mejillas también. Poniendo su mano en el lado de la cabeza de Axel, se inclinó hacia él. Vi a los dos hermanos mayores Carillo, rotos interiormente por la tragedia y las circunstancias. Ambos eran similares en ese aspecto y personalidad italiana y mi corazón estaba lleno de esperanza. Los puentes se estaban construyendo, los corazones destrozados estaban uniéndose de nuevo... los lazos de sangre se estaban fortaleciendo. La multitud rugió cuando los jugadores tomaron sus posiciones. Levi estaba a la vista. Justo antes de que se pusiera su casco, sus ojos grises buscaron a Austin y Lexi, una sonrisa tirando de sus labios... hasta que vagaron a Axel en los brazos

de Austin. Aquellos ojos grises que eran normalmente tan dulces y cautelosos, repentinamente ardieron con desprecio. No estaba segura de sí Axel y Austin lo habían visto, pero yo sí. Cuando miré a Lexi, la tristeza y el estrés en su cara me dijo que ella también. Mi estómago se hundió. No estaba segura de que fuera a ir tan bien como esperaba.

*** El partido llegó al final con una ventaja de diez para los Huskies. Levi había jugado increíblemente bien. Anotó dos touchdowns y fue nombrado "el mejor jugador". No podría haber imaginado un mejor día para Axel que ver a su hermano pequeño jugar. Pero a pesar de que Levi había jugado bien, también había sido agresivo. Excesivamente agresivo. Luchó contra otros jugadores, de arriba abajo por la línea de banda. Todo el tiempo, Austin maldijo a su hermano para que se calmara. Sólo una vez Axel me miró durante el partido, y pude ver arrepentimiento en su expresión. Él lamentaba que hubiéramos venido aquí.

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Mientras la multitud empezaba a dispersarse, los cuatro nos sentamos y vimos a Levi en el campo central, se agachaba sobre una rodilla con la cabeza baja. Sus compañeros de equipo y entrenador pasaron junto a él, pero todos lo dejaron solo. Nosotros cuatro y Levi parecíamos ser las únicas personas que quedaban en el gran estadio. Todos sabíamos que Levi estaba enojado porque Axel y yo estuviéramos aquí sin su permiso. No pude evitar pensar que todo lo que había entre ellos se tendría que enfrentar finalmente... —Mejor bajemos y veámoslo —dijo finalmente Lexi. Austin estuvo de acuerdo, aunque con vacilación en su voz. —Mejor vámonos —dijo Axel, y suspiré. Él y Levi apenas habían interactuado desde que estuvo fuera de la cárcel. Diablos, Levi dejó de ver a Axel en la cárcel después de sólo unas pocas visitas, por lo que prácticamente no se dijeron una palabra en más de cinco años, Levi destrozaba a Axel apartándolo. La tensión entre ellos era palpable. Era horrible estar cerca. Siguió un silencio. Austin, que apoyaba los codos en las rodillas, miró a su izquierda y dijo: —Sabe que estás aquí, Axe. Ambos tienen que enfrentar esto algún día... ¿por qué no ahora? —Joder, Aust —dijo Axel con voz áspera. Austin dejó caer la cabeza entre sus manos, respirando con dificultad. Finalmente, Austin miró a Axel, con sus ojos oscuros llenos de emoción y dijo:

—Quiero que los tres seamos hermanos de nuevo. Quiero que todo este maldito odio entre ustedes termine... —Austin torció los labios, sus fosas nasales se abrieron y las lágrimas llenaron sus ojos. Con la respiración entrecortada, añadió—: Destrozaría a la Mamma ver a sus hijos actuar así. Todo lo que siempre quiso fue que nos tuviéramos los unos a los otros... piensa en su cara orgullosa cuando nos veía juntos, Axe, y dime que no es verdad. Parpadeé rápidamente, para así no llorar. Sólo podía imaginar cómo una declaración como esa afectaría a Axel. Su mammá y Levi eran las dos paredes restantes por caer en todo su corazón fuertemente custodiado. El brazo de Axel rodeó mis hombros, acercándome más y, cuando nuestras miradas se encontraron, pude ver su mirada herida. Sabía que quería mi apoyo, así que le di una sonrisa y asentí. —Es hora, querido. —Está bien —dijo Axel con la voz quebrada, cuando su atención volvió a Levi que todavía no se había movido de su posición en el centro del campo. Austin soltó un largo suspiro de alivio. Juntos caminamos hacia Levi. Cuando nos acercamos, la cabeza de Levi se levantó y sus ojos grises se fijaron en Axel que sostenía mi mano. Nos detuvimos detrás de Austin y Lexi. —Buen partido, Levi —dijo Lexi tratando de ser optimista. Levi no le hizo caso, solo tenía ojos para una persona. 183

La mano de Axel apretaba la mía. Cuando Levi siguió mirando a Axel, su mano tuvo una ligera sacudida. Cerré los ojos anticipando brevemente cómo ocurriría. Levi se puso de pie, dejando caer su casco en el campo. Su cabello color arena estaba desordenado, su rostro enrojecido aún por el esfuerzo dl partido. Elevándose a la misma altura que Axel y Austin, con el torso ligeramente más delgado, cada milímetro de Levi se veía como un Carillo. —Lev —dijo Austin con cautela—: Sabía que Axe venía, ayudé a planearlo. Quería verte jugar. No hay nada malo con que tu hermano quiera eso, ¿verdad? El rostro de Levi se volvió de color rojo brillante y apretó los labios. —Sí, pero todo depende de cual hermano, ¿no, Aust? Tú o el puto perdedor. Axel se estremeció ante el veneno en el tono de Levi. Austin sacudió la cabeza con disgusto ante su hermano pequeño. Casi dije algo cuando Axel mantuvo su silencio. Pero de repente soltó mi mano y dio un paso adelante. Lexi me lanzó una mirada de pánico y rápidamente se movió a su lado. Austin se puso tenso al ver a Levi prepararse para pelear. No tenía ni idea de lo que haría si Axel arremetía contra Levi. Axel lentamente se acercó a pocos centímetros de Levi. Levi echaba humo, sus piernas eran incapaces de estar quietas. —Regresa a la mierda, Axe —espetó Levi, pero Axel no se movió.

—No voy a ir a ninguna parte, fratellino. Eres mi hermano pequeño y quería verte jugar. Levi se burló y avanzó hacia adelante. —¿Sí? ¿Querías verme jugar? Querías verme jugar de la misma manera que querías verme en tu valioso equipo. —No era mi valioso equipo, Levi. Ahora lo entiendo. Levi se rió en la cara de Axel. Mi sangre se le heló ante su tono condescendiente. —¿Te das cuenta ahora? Señor puto Heighter del siglo, ¿entendió que esos cabrones por los que hizo cualquier cosa son veneno? Dime, Axe, ¡por qué no entendiste eso antes de hacerme dispararle a alguien! Axel palideció, luego fue a decir algo. Levi lo interrumpió:

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—¡No! ¡Escucha lo que digo! —gritó, y su voz resonó en todo el estadio—. Tú, mi hermano mayor, el hermano que admiraba, el que debería haberme cuidado, ¡me hizo dispararle a alguien! ¡Tenía catorce años y me hizo dispararle! ¿Te das cuenta las horas de sueño que he perdido recordando aquella noche? ¿Cuántas pesadillas me persiguen, torturándome mientras me pregunto si lo maté? —Levi se pasó las manos por su rostro, con lágrimas en sus ojos—. Mierda, Axe, ¡estabas detrás de mí presionándome para que lo hiciera! ¿Qué clase de hermano hace eso? Maté a alguien porque me dijiste que lo hiciera. ¡Te adoraba, confiaba en ti y me hiciste matar a alguien! ¿Pero ahora? ¡Ahora TE ODIO! Axel dejó caer la cabeza. Me imaginé la escultura con las dagas; "El Desangramiento". Cada una de las palabras de Levi era una daga que no podía quitar, rompiéndolo lentamente. Pude ver el dolor en la cara de Axel. Levi se acercó más aún, y esta vez con los puños apretados mientras su cuerpo se tensaba... iba a luchar contra Axel. —¿Nada que decir, fratello? —escupió Levi, la palabra "fratello" sonó como un disparo en sus labios. Cuando Axel no dijo nada en respuesta, Levi se lanzó hacia adelante y empujó el pecho de Axel—. ¡Habla, maldito seas! —gritó Levi y empujó en Axel de nuevo―. ¡HABLA DE UNA PUTA VEZ! —Levi bramó. Entonces vi algo a presión en el interior de Axel. Levantando la cabeza, Axel agarró el cuello de las almohadillas protectoras de Levi en sus puños y lo sacudió, y luego arremetió contra él con su pecho. Levi palideció cuando la cara de Axel se encontró con la suya. —No me presiones, Lev, no me presiones, joder. Entonces, para mi sorpresa, Levi sonrió, pero había pura rabia detrás de esa sonrisa falsa. —¿Por qué, Axe? ¿Porque me matarás también, me arruinarás también? — Levi se inclinó hacia delante hasta que sus narices casi se tocaban, y luego susurró fríamente—: Bueno, es jodidamente tarde. Morí cuando tenía catorce años... ¡cuando lo perdí todo por tu culpa!

Axel, reaccionó como si hubieran quemado, dejó caer las manos de las almohadillas de Levi y se tambaleó hacia atrás unos pocos pasos. Levi se rió al ver a Axel derrotado. Y continuó: »Vaya, ¿qué te pasa, Axe? ¿Sientes lástima por ti mismo ahora? ¿El gran "Axel Carillo" se compadece de sí mismo? Axel respiraba agitadamente para controlar su respiración. Miró a Levi y con voz áspera dijo: —Lo siento, Lev. Estoy tan jodidamente arrepentido por lo que te hice... lo que te obligué a hacer. Estoy tan jodidamente arrepentido. Lexi se quedó sin aliento a mi lado y extendió la mano para tomar la mía. Austin dejó caer la cabeza, y me di cuenta de que era probablemente la primera vez que Axel se había disculpado por sus elecciones pasadas. Levi apretó sus dientes con furia. De repente, se tambaleó hacia atrás como si hubiera recibido un disparo. Sus ojos grises mostraban pánico ante la confesión de Axel. Su mirada se posó en el resto de nosotros y pasó sus manos por su cabello. —No lo hagas —le advirtió a Axel—. ¡No te atrevas a pedir disculpas! Pero Axel se movió hacia delante, con sus manos extendidas en señal de rendición, y repitió: —Fratellino, lo siento. Lamento mucho todo. Te quiero, Lev. Te quiero jodidamente demasiado. 185

Las lágrimas corrían como ríos por las mejillas de Levi. Ahogó un sollozo, apretando sus puños de nuevo. —¡No! No me digas eso, Axe. Apártate. ¡Vete a la mierda! Pero no lo hizo; Axel siguió: —Te quiero, chico. Siempre lo hice. La jodí, pero te amo, siempre te he amado, más que a mi propia vida... Levi levantó la cabeza hacia el cielo oscuro y gritó. Interrumpió a Axel y lo empujó hacia atrás. —¡Te dije que no dijeras eso! ¡No me amas, no amas a nadie más que a ti mismo! ¡Nunca nos antepones! ¡Nos llevaste al infierno! Axel se mantuvo firme, sacando pecho repitió: —Sé que lo hice, pero te amo... jodidamente mucho... Levi estaba roto, su cuerpo temblaba. Apretando el puño, retiró su mano y golpeó directamente a la mandíbula de Axel. Axel se tambaleó hacia atrás, pero no tomó represalias. Los ojos de Levi se oscurecieron. —¡Lucha contra mí! ¡Lucha contra mí, maldito idiota! —retumbó Levi cuando golpeó a Axel de nuevo. La cabeza de Axel retrocedió; aceptó golpe tras golpe. Las acciones de Levi se volvieron frenéticas cuando Axel se negó a pelear, y

gritó—: Soy lo suficientemente grande ahora para que enfrentarte, ¡lucha conmigo, joder! La sangre corría de la boca de Axel, pero mantuvo sus manos a su lado. Tosió a través de su boca magullada. —Te quiero, y lo siento, Levi. Levi golpeó a Axel de nuevo y lloré abiertamente mientras la sangre continuaba saliendo de los labios y la nariz de Axel. Austin, por fin, saltó hacia adelante, pero Axel, al ver su acercamiento, le tendió la mano abierta para detenerlo. —¡No! —gritó, mientras se inclinaba escupiendo sangre. —¡A la mierda! —Austin siseó y plantó los pies en el suelo delante de nosotros... se estaba rompiendo al ver a sus hermanos pelearse. Los gritos de Levi eran bajos y ruidosos, y se paseaba delante de Axel como si no pudiera soportar toda esta emoción, como si lo enloqueciera. Cuando Axel, ensangrentado y golpeado, se acercó a él de nuevo, Levi rugió y le dio otro golpe, pero Axel lo esquivó esta vez. En lugar de ello, Axel envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Levi, negándose a dejarlo ir. Levi giró, tratando de deshacerse de su hermano, pero Axel era más fuerte y mantuvo un férreo control, repitiendo: —Lo siento, Lev, te amo. —Una y otra vez. 186

Cada vez que Axel decía esas palabras, el rostro de Levi se contorsionaba de dolor cada vez más, sollozando cada vez más fuertes. —Te amo chico, te quiero mucho... —Cuando Axel gritó esas palabras al oído de Levi, algo cambió repentinamente en Levi. Dejando toda lucha, Levi se apoyó en Axel quien sostuvo a su hermano pequeño en sus brazos. Los ojos de Levi se cerraron fuertemente mientras su llanto lo consumían. Después de resistir durante tanto tiempo como pudo, Levi de repente envolvió sus brazos alrededor de Axel. El impacto emocional causó que Axel cayera al suelo con Levi todavía en sus brazos. Axel lloraba con fuerza. Incapaz de aguantar un sollozo atrapado en mi garganta, puse mi mano sobre mi boca y lloré con ellos. Austin y Lexi hicieron lo mismo. —Axel —gritó Levi y apretó más sus brazos contra el cuello de Axel—. Me dejaste, me abandonaste —dijo entrecortadamente—. Nos abandonaste a todos... te necesitábamos... y nos dejaste... solos... —Lo siento —lloró Axel—. Lamento haberlos jodidos, chico... —Y a la mammá... —dijo Levi rompiéndose cuando dijo su nombre—. La mamma te necesitaba allí cuando falleció. Ella te amaba. Eras su hijo mayor, su corazón... y nos dejaste solos... la dejaste sola mientras se desvanecía, mientras se quedaba allí muriendo preguntándose dónde estabas... nunca llegaste a decirle adiós... nunca llegaste a besarla y despedirte... a rezar con nosotros... a besar su mejilla... —se lamentó Levi. Axel se rompió aún más.

Axel se apoyó en Levi mientras se derrumbaba y Levi, sintiendo esto, se sentó y acunó Axel en sus brazos. Sus papeles de repente se intercambiaron. Obviamente sin poder soportarlo más, Austin corrió junto a sus hermanos sentados en el suelo y rodeó con sus grandes brazos a los dos. Los tres hermanos Carillo purgaban su pasado y se sanaban a través de sus estremecedoras lágrimas. —¡Oh Dios, Al...! —gimió Lexi a mi lado, enterrando su cara en mi costado. Miré hacia arriba al claro cielo nocturno. Las estrellas brillaban, pero cerré los ojos. Di gracias a Dios porque esta noche sucediera realmente. Miré a los tres chicos Carillo, envueltos en el dolor, pero finalmente... juntos. Entonces oí el sonido más dulce de todos... —Yo... te quiero, también, Axe... te perdono —dijo Levi mientras los sollozos de los hermanos se convirtió en un suave llanto—. Te he echado de menos condenadamente mucho... nada estaba bien desde que te fuiste... Suspirando, Axel levantó la cabeza. Sosteniendo la parte posterior de la cabeza de Levi, le dio un beso en la frente de su hermano menor, luego a Austin. Por primera vez desde que había conocido a Axel, parecía poder respirar, como si su tonelada de carga se hubiese desaparecido de su alma. Axel envolvió sus brazos alrededor de Levi, y Levi lo miró con los ojos enrojecidos. La adoración que vi en la mirada de Levi casi me arrodilló. —Yo maté a ese King, Lev —admitió Axel en voz baja. Los ojos grises de Levi se abrieron sorprendidos. 187

—¿Q-Qué? —tartamudeó en voz baja. —Era imposible que ese pecado recayera en ti, así que yo lo maté antes. Puedes dormir a pierna suelta, fratellino. Tu conciencia está tranquila. Mi corazón dio un vuelco ante la confesión. Siempre sería lo más difícil de escuchar decir a Axel. Sabía que lo había matado, me dijo que sí, pero tenía que limitarme al pasado, junto con todo lo demás. —Axe... —gritó Levi mientras se desplomaba hacia delante. Austin envolvió su brazo alrededor de los hombros de Axel—. ¿Por qué no me lo dijiste? Me ha perseguido durante tanto tiempo. El dolor cruzó el rostro de Axel. —Yo... no sabía que tú... no sabía que te sentías así... estaba... mierda, Lev, lo arruiné... lo siento... joder... Axel apretó a Levi, y Levi levantó la mirada hacia Axel como si fuera un milagro, su salvador. —¿Lev? —dijo Axel—. ¿Estamos bien ahora, chico? Pude ver la esperanza en la mirada de Axel. Suspirando, Levi asintió. Se puso de rodillas y acercó a Axel fuertemente contra su pecho. Resoplando en silencio y de manera constante por mi boca, traté de relajarme. Apreté la diminuta mano de Lexi. Ella me miró, luciendo la sonrisa más grande que jamás había visto en su cara y en voz baja dijo:

—No me importa lo que digan de ustedes dos juntos. Has salvado a Axe... — Dio un beso en la palma de mi mano y continuó—: Los salvaste a los tres. Luché por tragar mi emoción, pero no pude. Estaba tan feliz de que Levi hubiera venido, tan feliz de que Axel por fin recuperara a su hermanito. Austin se puso de pie, acercando a Levi. Mirando hacia abajo, Levi le tendió la mano a Axel. Con una gran sonrisa, Axel la tomó y se puso de pie, agitando el pelo de Lev. Levi no podía apartar los ojos de Axel. Con los tres hermanos Carillo delante de mí, los imaginé como niños, Levi y Austin viendo a Axel como su héroe. Axel controlando el mundo para asegurarse de que estaban a salvo. El rostro de Levi cayó, y luego dijo: —Lamento haberte golpeado, Axe. Axel, como si recordara su robusto labio y mandíbula amoratada, se llevó la mano a la boca, limpiándose la sangre. Dejando escapar una carcajada. —No te preocupes, chico. He soportado cosas peores. —Sus ojos se encontraron en los míos entonces. Sólo yo sabía lo que había sufrido. —Entonces —dijo Lexi, dando un paso adelante—. ¿Vamos todos juntos a cenar? Los tres Carillo, todos altos e intimidantes en tamaño miraron a mi pequeña amiga. Los ojos de Austin mostraban todo el amor que sentía por su esposa en su mirada, y todos comenzaron a reír. 188

—Sí, Pix —dijo Austin, moviendo su cabeza hacia un lado, instándola a ir hacia él. Lexi se rió y corrió a los brazos abiertos de Austin, pero no antes de detenerse a abrazar a Levi fuertemente... Nerviosa, se acercó a Axel y, colocó sus manos en cada una de sus mejillas, bajando su cabeza para besarlo en la frente. Axel sonrió sorprendido. Lexi le devolvió la sonrisa, tan amplia que era contagiosa. Todavía conmocionado, Axel tendió su mano, mirándome. Ignoré su mano para envolver mis brazos alrededor de su cintura. Axel suspiró ante mi toque y me besó en la cabeza. Cincuenta minutos más tarde, estábamos todos sentados en un restaurante, los hermanos Carillo compartiendo el pan por primera vez en años. Todo parecía ir bien... por fin.

Capítulo 19 Axel

M

ientras estaba sentado en la mesa del restaurante con Levi, Lexi, Austin y Ally a mi lado, me costó creer que esto fuera verdad. Sabía que teníamos mucho camino por recorrer, pero estábamos todos aquí, tratando; tratando de reconstruir lo que quedaba de esta familia de nuevo. Y sabía a quién agradecer por todo esto... al jodido ángel que se había estrellado en mi vida con la fuerza de un tornado T1114. Y de alguna manera, contra todas las probabilidades, lo había hecho muy bien. Mi pecho se contrajo mientras la veía reír de algo que Levi había dicho, su bello rostro resplandeciendo. No podía respirar mientras la miraba, se había convertido en mi todo... joder, era lo más importante de mi vida. Moviéndome en mi asiento, traté de no perder la cabeza, pero sorprendí a Austin mirándome con una sonrisa de comemierda. Estúpido... 189

Mientras salíamos del restaurante más tarde esa noche, caminábamos hacia el auto de Ally mientras Levi, Austin y Lexi iban al suyo. Cuando dijimos buenas noches, Levi de repente corrió detrás de mí. Torpemente, tiró de mí para abrazarme. Suspirando de jodida felicidad, le devolví el abrazo. Apartándose, bajó la cabeza con timidez, diciendo rápidamente: —No hagas nada que te aparte de nosotros de nuevo, de acuerdo, Axe. Asentí firmemente. —Lo giuro, fratellino —le dije, queriendo decir cada maldita palabra. Levi sonrió. —Bene, molto bene. Buono notte, fratello. Austin, Lexi y Levi se despidieron mientras Ally volvió a mi lado. Presionó un beso en mi cuello, usando la distracción para arrebatar sus llaves de mi mano. Levanté una ceja preguntando. Ella bamboleó las llaves de su auto hacia mí. —Quiero mostrarte algo —dijo emocionada. —Está bien —accedí, y la mayor sonrisa burlona se extendió por su rostro.

14

T11: Escala TORRO que mesura la velocidad e intensidad del viento. Siendo la T11 la de mayor intensidad.

Ally me llevó hasta el auto y saltó en el asiento del conductor. Justo cuando me fui a deslizar en el asiento del pasajero, noté un auto aparcado a la distancia. Fruncí el ceño. Había visto ese auto negro alrededor de la ciudad en el último par de días. —¿Axel? —Ally me llamó desde el interior del auto. Bajé la mirada hacia ella frenéticamente haciéndome gestos. Echando una mirada más al auto estacionado, mi pecho perdió tensión cuando lo vi salir a la carretera y alejarse del restaurante. Suspiré con alivio y sacudí la cabeza. Estaba siendo paranoico. Mientras me deslizaba en el auto, Ally preguntó: —¿Todo bien? Tomando su mano, la llevé a mis labios, presionando un beso en su piel suave. —Bien. Después de un corto paseo, llegamos a la galería. Mi corazón empezó a palpitar en mi pecho tan pronto como llegamos y Ally metió el auto en el parking. La exposición era en un par de días y sabía que ella había terminado el diseño. No sabía por qué, pero había sido demasiado cobarde para venir aquí últimamente, para ver todo terminado, ver la exposición totalmente diseñada. 190

Supongo que esto solo hacía todo este cambio en mi vida un poco más real. Como si estuviera finalmente dejando atrás mi pasado. Todavía tenía miedo de creer que esta vida que ahora estaba viviendo era real; que de alguna manera me sería arrebatada, justo en el momento en que me permitiera ser feliz. Tenía mi escultura, tenía a Ally, y ahora, después de esta noche, tenía a mis dos hermanos de vuelta en mi vida. No podía soportar la idea de perderlo todo de nuevo. —Querido, ¿vas a venir conmigo? —instó Ally suavemente. Respirando profundamente, bajé del auto y caminé detrás de ella hacia la entrada de personal. Cuando entramos, el guardia que estaba por lo general en servicio saludó con la mano a Ally, y como siempre, apartó su cabeza de mí. Ally miró hacia atrás y rodó los ojos juguetonamente haciendo que mi labio se torciera en una sonrisa. Jodidamente adoraba a esta mujer. Cuando nos acercamos a las cortinas negras, me sobresalté mientras miraba hacia el gran título colgando encima de la entrada, "Elpidio". Mi estómago se volcó con una sensación desconocida cuando vi mi nombre artístico escrito en una sencilla letra negra. Entonces me di cuenta de que el sentimiento desconocido era emoción. Estaba malditamente entusiasmado con la exhibición. Oliendo el aroma a jazmín de Ally, bajé la mirada para verla sonriendo hacia mí. Pero también podía ver la ansiedad en su impresionante rostro. Estaba nerviosa de que no fuera a gustarme lo que había al otro lado de las cortinas. Eso era imposible. Me conocía mejor que incluso yo mismo. Sería, sin duda, perfecto.

—¿Estás listo? —preguntó. —Listo —le contesté, y Ally corrió las cortinas para revelar la galería, completamente cambiada desde la última vez que la había visto. Mis pies comenzaron a moverse hacia adelante mientras mis ojos absorbían el espacio. Era… increíble... surrealista... aparte de la jodida locura que todo esto era para mí. Mis esculturas se veían perfectas en todas sus diferentes alturas. Fueron distribuidas para que los visitantes fueran capaces de ver cada una de ellas tanto de atrás y adelante. —¿Y bien? —preguntó Ally con ansiedad. Tomando su mano en la mía, la levanté a mi boca y besé a lo largo de su piel caliente. —Joder, Ally. —Fue todo lo que podía pensar en decir. Su sonrisa en respuesta casi me hizo caer de espaldas. —¿Puedo guiarte? ¿Puedo llevarte en el viaje? Fruncí el ceño sin entender qué quería decir con "el viaje". Ally, viéndolo claramente en mi cara, me empezó a llevar hacia adelante.

191

—Definí el flujo de la galería de una determinada manera, en los temas. Como me dijiste lo que significaba cada escultura, y lo que lo inspiró, las puse en un cierto orden. Empecé con esta pieza primero porque parecía ser el comienzo para mí. Ally nos llevó a la estatua que hice de nosotros, los chicos Carillo de pequeños. Austin y yo estábamos acostados, Austin apuntando hacia arriba al cielo, y en mis brazos, sostenía a un bebé, Levi. Debajo de nosotros había fuego y rostros gritando de dolor... esas caras pertenecían a mi Mamma, gritando desde el interior del remolque a causa de mi padre, mientras yo trataba de mantener a mis hermanos a salvo de sus puños. Ally tiró mi mano y nos llevó a la siguiente, a una stidda de mármol, una stidda de mármol cuyas esquinas estaban asfixiando un corazón, de sus bordes afilados supuraba sangre. —La siguiente es cómo las cosas empezaron a ir mal, un corazón inocente perforado por esta estrella. No dije nada, no podía, mientras nos trasladábamos a la próxima, hacía los tres hermanos de pie en un círculo, con las cabezas hacia abajo, el hermano mayor agarrando los cuellos de los dos más jóvenes, arrastrándolos a su lado. —Luego viene la desaparición de los niños del principio, el mayor llevándolos por el camino equivocado. Mi corazón había fue perforado por la vergüenza cuando Ally dijo eso, pero sólo estaba repitiendo mis palabras de nuevo a mí. La siguiente a la que llegamos era a mi escultura más nueva, el niño llorando balas. Ally se detuvo junto a mí y dijo: —Necesitamos un título para ésta, Axel. ¿Alguna idea?

Asentí mientras miraba el rostro del chico, demasiado aterrorizado para disparar. Las palabras de Levi de hoy daban vueltas en mi mente, de cómo tenía pesadillas creyendo que había matado a alguien. —Hamartia —dije ásperamente. Ally me miró confundida—. Significa pecado, hacer el mal, errar el blanco. Es un acontecimiento excepcional que les sucede a los personajes principales en una historia que arruina sus vidas o los sitúa en un camino que sólo puede terminar mal. —Axel... —Ally susurró con tristeza. Miré a Ally y le dije: —Sabes la inspiración detrás de esta. No necesito explicarlo, ¿verdad? Ally asintió hacia mí comprendiendo. Caminamos alrededor del resto de mis esculturas, cada una más desgarradora que la anterior. —Así que empezamos con miedo, luego desesperación, después pecado, culpa, y finalmente... esta... —Las palabras de Ally se desvanecieron. No necesitaba levantar la mirada para saber que estábamos ante el ángel. —Querido —dijo Ally con dulzura, su mano en mi espalda—. Necesitamos un título, necesitamos algo para los tableros de texto. Es la última pieza de la que hablar. Los sentimientos que ya no era capaz de contener se lanzaron hacia delante, sofocándome. Me quedé sin aliento, mis ojos cerrados apretados mientras trataba de recuperar el aliento. 192

—Querido —susurró Ally en voz baja y empujó hacia atrás mi pelo, abriendo mis ojos. —No puedo, Ally, no puedo hablar acerca de... ella... —le dije, quebrándose mi voz en mi última palabra. Ally de repente estaba delante de mí, agarrando con sus manos mis muñecas, apartándolas de mi cara. —Cariño —dijo en voz baja—. Ya es hora de que lo enfrentes. Necesitas hablar sobre tu mamma. Esto te está comiendo vivo. Mi corazón se hinchó en mi pecho y luché por respirar, con mis pulmones constriñéndose. Pero sabía que tenía razón. Durante cinco largos años había bloqueado a mi mamma de mi cabeza para mantener mi cordura. Pero eso me estaba matando. No podía soportarlo más. Me estaba haciendo daño, no ser capaz de recordar las cosas buenas: su rostro, su sonrisa, lo mucho que me amaba, sin sentir como si estuviera siendo torturado lentamente en el proceso. Forzándome a inhalar profundamente, me obligué a mirar esa estatua. Una ola de dolor y culpa se precipitó a través de mi cuerpo, incapacitándome hasta caer de rodillas. De repente, Ally se arrodilló en el suelo a mi lado, envolviendo sus brazos alrededor de mi espalda. Las lágrimas comenzaron a derramarse de mis ojos mientras me imaginaba la última vez que había visto a mi mamma. Estaba acostada en su cama, su discurso casi inexistente y su frágil cuerpo débil e

inmóvil. Me miraba salir para ir al después de la fiesta del Campeonato Nacional de los Crimson Tide en la universidad de Austin. Le había dado sus medicamentos, y recogí su ropa de su habitación. Durante todo el tiempo solo me había mirado con lágrimas en sus enormes ojos desde su rota posición en su cama. Se preocupaba por mí. Siempre estaba preocupada por mí. Pero esa noche, había algo diferente en su mirada. Era como si supiera que era la última vez que estaríamos juntos... como si supiera que iba a joderlo tan mal que iba a cambiar todo para todos nosotros...

*** Mientras colgaba los camisones limpios de la mamma en su armario, me di la vuelta para encontrarla mirándome, con su cara empapada de lágrimas. Mi corazón se quebró al verla tan pequeña y triste en esa cama. Siempre estaba triste. Siempre acostada, incapaz de moverse, llorando cubos de lágrimas. Mientras estaba allí de pie mirándola quebrarse, recordé como mi mamma se había visto antes. Había sido hermosa, tan llena de vida, pero el ALS le robó cada músculo y lo peor de todo, robó su sonrisa. Todo lo que se mantuvo sin cambios fueron sus enormes ojos marrones. Los mismos ojos marrones que podían decirte todo lo que estaba sintiendo con una sola mirada. Esos ojos marrones que me estaban destripando mientras miraban hacia mí, en este momento. 193

Caminé hacia donde estaba, con mi corazón acelerándose en mi pecho, algo dentro de mí me hizo sentar en el borde de su cama y tomar su huesuda mano fría en la mía. A medida que nuestras miradas se encontraron, las lágrimas escaparon por la comisura de mis ojos justo a la vista de las suyas. No podía malditamente soportar verla llorar, esto me partía el corazón. Rompía mi corazón saber que esas lágrimas eran de preocupación... de decepción por mí. Levanté la mano de la mamma hasta mis labios y presioné un beso en su delgada piel. —Lo siento, mamma —susurré mientras miraba hacia mí, su cuerpo inmóvil, sus lágrimas volviéndose más y más gruesas cuanto más hablaba—. Sé que no soy el hijo que querías que fuera. Lo siento, soy un gran y jodido fracaso. Mamma cerró sus ojos, parpadeando para alejar la tristeza que llenaba su mirada cuando le dije esas palabras. Mi cabeza cayó en su mano y susurré: »Sólo quería ayudarte, mamma. Incluso cuando era pequeño, con papá pegándote, siempre quise protegerte, mantenerte a salvo... salvarte de tener una vida tan mierda. Pero sé que todo lo que soy para ti ahora es una decepción. No soy una estrella del deporte como Aust. No soy como el chico joven y dulce en el cuarto de al lado que sabes que va a ser alguien algún día... —Me atraganté con un suspiro y miré sus ojos de nuevo, moviendo mi dedo para apartar las frescas lágrimas calientes de su mejilla y el cabello húmedo de su cara—. Pero te amo igual, Mamma. Te amo tanto que no sé cómo lidiar con toda esta mierda por la que estás pasando, esta maldita enfermedad. No puedo soportar lo que te está pasando. No

puedo soportar no ser capaz de hacer una mierda acerca de esto. Siempre nos he protegido, pero no puedo protegerte de esto... y no puedo malditamente manejarlo. —Apreté la mano de mi mamma más fuerte y me detuve, para poder respirar—. Y no estoy seguro de qué demonios voy a hacer cuando me dejes... cuando nos dejes... —Un sollozo arrancó en mi pecho cuando pensé en cómo sería vivir en un mundo donde ella no existiera y esa mierda me rompió. La respiración de la Mamma aumentó, y cuando miré su rostro, a pesar de que sus músculos no podían moverse, vi el dolor en su expresión... Vi la cruda verdad de que no quería dejarnos, tampoco... que eso la estaba consumiendo, que no tenía más remedio que desvanecerse lentamente. —No estoy seguro de cómo seguir en esta vida sin ti, mamma. He luchado durante tanto tiempo para mantenernos, para mantenerte, que no sé qué demonios voy a hacer cuando te vayas... cómo voy a hacerle frente... Lloré un montón en esta cama con la mano de mi mamma tan débil entre la mía. No creía que pudiera moverme de estar sentado aquí, sólo sosteniendo la mano de mamma, pero Gio golpeó la puerta de nuestro remolque, diciéndome que teníamos que irnos. Limpiando mis mejillas, me levanté y limpié la cara de la mamma con el paño húmedo que mantenía junto a su cama. Inclinándome, la besé en la frente y susurré: —Ti voglio bene, mamma... sempre. 194

Justo antes de irme, me dirigí hacia su viejo tocadiscos y lo encendí. "Ave María" comenzó a sonar de inmediato desde el altavoz. Caminando hacia la puerta, salí sin mirar atrás. Y nunca la volví a ver de nuevo...

*** —Shhh... —Ally me susurró al oído mientras me mecía, llorando en mis manos. Levantando mi cara, me encontré con la mirada comprensiva de Ally y le dije: —Nunca llegué a decirle adiós, Ally... Nunca jodidamente tuve la oportunidad de despedirme de mi mamma... —grité cuanto pude y luché sólo para respirar a través de la culpa que me carcomía. —Era egoísta... tan jodidamente egoísta, y me fui, hui y la dejé sola, los dejé solos. Debió de haber estado muy asustada por mí, tan preocupada por dónde estaba cuando se quedaba allí sin poder levantarse y venir a buscarme. Porque siempre se preocupaba por mí, Al. A pesar de que se estaba muriendo, durante años consumiéndose lentamente, no le di ningún tipo de paz. ¿En qué demonios estaba pensando? Murió en esa habitación de hospital sin mí allí para decirle que la amaba, para decirle que saldría por fin esta vida de mierda y que se quedara en

paz... que la echaría de menos el resto de mi vida... Cristo, Ally, ¿cómo diablos dejé pasar eso? No hay vuelta atrás y no sé cómo seguir. Las lágrimas de Ally salpicaron sobre mi cabeza y dijo con voz cansada: —Sabía que la amabas, cariño... ella sabía que un día serías alguien. —Pero no vivió lo suficiente para ver nada de eso, ¿verdad? Lo único que conocía de mí era decepción. Murió pensando que todo lo que había criado era un pedazo de mierda que traficaba coca. La culpa... la culpa de eso condenadamente me destroza. Debió morir pensando que había fallado como madre... pero la verdad era que yo había fallado como hijo... —Axel... —Ally iba a hablar, pero la miré y dije: —No sé ni cómo lucía cuando falleció. Nunca he sido capaz de preguntarle a Austin eso. No sé cómo se veía, a qué hora fue su muerte, lo que dijo. Nunca podré perdonarme a mí mismo por ello... mientras viva, nunca me lo perdonaré. Todo el color desapareció del rostro de Ally y sus brazos se apretaron alrededor de mí. Entonces abrió la boca y confesó en voz baja: —Yo estaba allí, Axel... Todavía tratando de evitar que mi pecho se asfixiara, no entendía lo que quería decir. Las temblorosas manos de Ally acunaron mis mejillas y explicó: —Cariño, estaba allí cuando tu mamma murió... la vi... estaba en la habitación cuando tomó su último aliento. 195

Confusión me congeló. La cara de Ally se rompió en un suave llanto. —He querido decirte esto desde hace mucho tiempo, que estaba con Austin y Levi cuando tu mamma falleció. Estábamos todos en el hospital por Lexi cuando recayó y tu madre fue ingresada. Austin casi se rompió por tener a su madre muriendo y su alma gemela desvaneciéndose. Él no podía hacerle frente, por lo que todos nos quedamos para apoyarlos a él y Levi. Todo lo que podía hacer era mirar a Ally mientras hablaba. Nuevas lágrimas llenaron sus ojos. —Nunca hablabas de ella y tenía miedo de que si la mencionaba, te ahuyentaría. Pero estaba allí, querido. Estaba allí cuando pasó. Sin saber cómo reaccionar ante lo que estaba diciendo, le pregunté: —¿Estaba tranquila? ¿Estaba sufriendo? No puedo soportar la idea de que luchara para morir, tratando desesperadamente de vivir. Los labios de Ally se fruncieron mientras luchaba para no romperse aún más. Luego añadió: —Tu mamma estaba durmiendo pacíficamente y luego se desvaneció... fue indoloro, Axel. Parecía que estaba durmiendo... se veía hermosa... como un ángel... La imagen del hermoso rostro dormido de mi mamma inundó mi mente, y fui incapaz de contenerme, me derrumbé en el regazo de Ally, dejando escapar cinco años de pena reprimida. Lloré hasta que mi garganta y pecho se

encontraban en carne viva y dolorida. Durante todo el tiempo, Ally me sostuvo en sus brazos, acariciando mi cabello y llorando conmigo... —Quería decirle adiós, y ahora que sé que fue es imposible... —grazné, purgando mi culpa. La mejilla de Ally se recostó en mi cabeza y susurró: —La muerte no es un adiós; es simplemente un hasta pronto. Jadeé y levanté mi cabeza para mirar directamente en sus ojos oscuros. —¿De verdad crees eso? ¿Que esto no es el final? Ally acarició mi cabello. —Con cada parte de mi corazón. No sé cuánto tiempo me quedé envuelto en sus brazos, pero cuando finalmente levanté mi cabeza, mi pecho se sentía más ligero. Y cuando miré los ojos amorosos de Ally, mis manos en su rostro perfecto, sabía que las plegarias de mi mamma por mí se habían hecho realidad... Io prego perché tu Possa trovare la tua luce, mio figlio smarrito... Ruego para que encuentres tu luz, mi hijo perdido... Lo hice.

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—La Mia luce... —murmuré a través de mi garganta adolorida y cruda. La cara de Ally se suavizó en adoración. Las siguientes palabras que dije salieron directamente de mi corazón sin ni siquiera pensarlo consciente—. Ti amo, carina... te amo malditamente tanto que a veces no puedo soportarlo. Ally jadeó sorprendida, y con su labio inferior temblando, se inclinó para besar mis labios secos y murmuró respondiendo: —Yo también te quiero, Axel. Mucho. Eres todo mi corazón. Mierda. Ella también me amaba... Nuestro beso se hizo más profundo, hasta que me retiré. Sintiéndome agotado, puse mi cabeza en el regazo de Ally, mis ojos mirando directamente su cara. Mientras la miraba feliz acariciando mi cara, pensaba sobre la plegaria de mi mamma y me quedé helado. Ally, sintiendo que algo estaba mal, preguntó: —¿Qué pasa, cariño? Sacudiendo su cabeza con incredulidad, le dije: —Sólo es algo que me vino a la mente. Las cejas oscuras de Ally se elevaron. —Dime —instó. Miré al ángel de mármol de mi mamá y le dije: —¿Crees en el destino? Todavía confundida, se detuvo y se encogió de hombros.

—No lo sé, tal vez. Creo que a veces pasan cosas que parecen tan planeado por una fuerza externa que lo que ocurre no puede ser simplemente una coincidencia. —Su cabeza se ladeó—. ¿Por qué lo preguntas, cielo? Aclarándome la garganta, y sintiéndome muy muy estúpido por decirlo, me decidí contarle mi versión. —Mi mamma solía rezar para que un día encontrara mi luz, la luz que lograría que cambiase, para salvarme. Siempre me llamaba su hijo perdido, y su mayor deseo era que encontrara mi camino. Ally sonrió y extendió su mano para tomar la mía, jugando con mis dedos. —Pero no lo hice. De hecho, las cosas sólo empeoraron. Ella murió y fui a la cárcel. —Axel... —dijo Ally con simpatía, pero detuvo lo que iba a decir levantando la mano. —Ally, el ir a la cárcel, me alejó de los Heighters, lo que provocó que me atacaran. Ally parpadeó rápido y se apresuró para entender.

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—Carina, si no hubiera pasado por todo eso... todo ese dolor, esa rabia... Yo nunca habría hablado con la enfermera en la enfermería sobre mis diseños de tatuajes. Nunca me habría visto obligado a ir a clase de arte para frenar mi enojo. No me hubiera enamorado de la escultura de arcilla, que luego me condujo a esculpir mármol, en el que derramé mi dolor. Nunca me habría encontrado con Vin, quien publicó fotos de mis obras, que luego usaron mi ángel de mármol en una exposición en el Met… —…Donde la vi en una revista y volé a Nueva York para verla en persona. Donde entonces escribía artículos y entradas de tus obras y métodos… —Donde Vin los leyó, y cuando fue a preparar todo para la exhibición, te contrató para que la elaboraras... la mujer que era amiga de mi hermano... la mujer que entendió mi alma antes de que yo mismo lo hiciera... —Tomé una tranquila respiración—. La mujer que estaba en la habitación con mi mamma mientras moría cuando yo no pude estar... esa misma mujer que respondió a la plegaría de mi mamma... ella se convirtió en mi luz, ella salvó al hijo perdido de la mamma. —Axel... yo... no sé qué decir... —susurró Ally a medida que más lágrimas caían de sus ojos. La atraje a mi pecho y respiré el aroma de champú de lavanda de su cabello. —Siempre he querido esto —dijo con fuerza—. Siempre he querido este tipo de amor, este amor intenso... nunca me di cuenta de que podría ser mucho más... hasta que te conocí. Cerré mis ojos mientras decía esas palabras, y por primera vez en mi vida me sentí... sin fuerzas. Fijé mi atención en la estatua de mármol de mi mamma y le dije en voz baja:

—Ave María. Ally se tensó contra mi pecho, y preguntó: —¿Qué? —El ángel, su título debe ser "Ave María". —Axel —Ally suspiró—. Es hermoso... es perfecto. Ally presionó besos a lo largo de mi cuello y cerré mis ojos, relajándome con su toque. —El ángel roto es mi mamma en esta vida. Atrapada en un cuerpo del que no podía escapar, rezando por la muerte antes que vivir en aquel infierno. Las cenizas que está sosteniendo son un símbolo de la muerte. Los labios de Ally habían dejado mi cuello, su cuerpo muy quieto. —¿Y el otro lado? Sonreí, casi sintiendo el calor del sol en la cara de mi mamma. —Esa es la próxima vida, el cielo, el paraíso, como quieras llamarlo. Esa es mi mamma despertando después de la muerte, totalmente sanada, sintiendo el sol brillante en su cuerpo sano... libre... Siempre fue mi sueño desde que se enfermó. Que iba a volver a ser libre. Una sensación de paz me llenó mientras miraba la estatua y tomé una respiración profunda. Toda la información y títulos se habían completado. Había conseguido atravesarlo. La exposición estaba finalmente completa. 198

—¿Axel? —dijo Ally. —¿Mmm? —murmuré, fijando mi atención en las brillantes estrellas del cinturón de Orión a través del techo de cristal. —Es hora de contarle a tus hermanos sobre de tus esculturas. Esperé a que la aprehensión, vergüenza y temor se instalaran en mi pecho. Por una vez, no vinieron. Mientras miraba las estrellas, me di cuenta de que estaba preparado para contarle acerca de la verdadera razón por la que estaba en Seattle, y lo que realmente había estado haciendo con mi vida. —Sí —le dije en respuesta—. Se lo diré mañana. Podía sentir a Ally sonreír contra mi pecho, y susurrando: —Te amo, querido. Una ráfaga, un sentimiento casi paralizante de amor me recorrió el cuerpo, llenando cada uno de mis músculos y susurré: —Ti amo, carina. Sempre.

Capítulo 20 Axel

M

ientras lijaba la curva final de la mano, y después lavaba el mármol de Carrara con agua, di un paso atrás en la orilla del río y suspiré. Esta ya era mi pieza favorita.

Había trabajado todo el día durante la semana pasada para conseguir terminar esto, nunca había conseguido completar una escultura tan rápidamente, pero no tenía elección. Tenía que sacar la imagen de mi cabeza y colocarla en el mármol... necesitaba esta pieza para poder verla siempre. La necesitaba para completar mi primera exhibición. Era el final perfecto para el viaje que Ally había creado. A medida que el viento de la tarde soplaba a mí alrededor, cubrí la escultura con su lona,asegurándola al zócalo y envié un mensaje a Vin de que la había terminado. Sólo él sabía que la iba a añadir a la exposición a última hora. Tenía las tablas de texto hechas en privado, la tabla del título, el telón de color del fondo y todo lo que necesitaba para hacer esto perfecto. 199

Un pitido llegó desde de mi celular, era Vin diciéndome que estaba en camino con sus hombres. Le dije dónde estaba y que estaría fuera. Más que eso, confiaba en él para lograr colocarla en la galería. Vin me aseguró que todo estaría bien y que Ally nunca sabría de la escultura hasta la noche del estreno. Era mi sorpresa para ella. El regalo de mi alma para la suya. Entrando en mi estudio, sonreí a la ropa de cama todavía echa un desastre. Cada mañana habitualmente despertaba y hacía mi cama antes de cualquier cosa. Años de estar en prisión me dieron hábitos demasiado difíciles de quitar. Pero después de anoche, después de hacer el amor con Ally anoche, ella me decía que me amaba una y otra vez en mi oído mientras nos veníamos juntos... yo no me atreví a cambiar nada. Viendo las llaves del Camino en el puesto de trabajo, me acerqué, las recogí, así como mis cigarrillos y me dirigí a mi auto. Los nervios estaban destrozando mi estómago. La idea de contarle a Austin y a Lev todo sobre mis esculturas; más que eso, acerca de mi apertura mañana por la noche me hacía casi vomitar. ¿Qué diablos pensarían? Yo. Un escultor con su propia muestra en un verdadero jodido museo. Una ola de algo nuevo me golpeó mientras me imaginaba sus reacciones. Felicidad... alivio, emoción... orgullo. Joder, eso era; quería que estuvieran orgullosos de mí. Quería que ellos finalmente me vieran como algo más que su hermano mayor, quien sólo había mostrado habilidad para vender cocaína.

Mientras pasaba a través de las calles de Seattle, pensé en cuando Ally me dijo que estaría fuera para hacer su próxima comisión después de mi presentación. La idea de no tenerla a mi lado todos los días hacía que cada parte de mí doliera jodidamente. Quería que se quedara. Quería que se quedara aquí en Seattle conmigo. Tenía que encontrar una manera de hacer que ocurriera. No podía dejarla irse. Habíamos llegado condenadamente demasiado lejos. Mientras me acercaba a la casa de Austin, los nervios volvieron a hacer que mis manos temblaran. Me reí por estar tan nervioso. Era un maldito maricón. En cuestión de minutos había estacionado el Camino y entré por la puerta delantera... entonces me detuve inmediatamente al ver a Levi y Austin sentados en las escaleras, con mi bolsa llena de ropa colocada a sus pies. Mis dos hermanos tenían sus cabezas gachas, pero cuando oyeron la puerta abrirse, Austin levantó la mirada, con una expresión pétrea en el rostro. —¿Qué es todo esto? —pregunté, sintiendo la temperatura en la sala caer unos diez grados. Austin se puso de pie y caminó hasta situarse en la parte inferior de las escaleras, con los brazos cruzados sobre el pecho.

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Cuando sus ojos se encontraron con los míos sólo pude ver dolor en ellos. Casi me adelanto para envolver mi brazo alrededor de sus hombros para preguntarle qué le pasaba, pero la manera jodida en que me estaba mirando me mantuvo clavado en el suelo. Austin levantó el pie, y lo apoyó en la parte superior de mi bolsa. —Fuimos al mercado de pescado esta mañana, Axe, en el que tú dijiste que estabas trabajando. La sangre se drenó de mi rostro. —Sí, Axe. El mercado en el que los gerentes no tenían ni puta idea acerca de quién estaba hablando. Austin miró a Levi. Levi mantuvo la cabeza baja, agarrando su cabello con sus manos. Abrí la boca para explicar, pero… —Yo no podía creerlo, Axe, así que fui a todos los mercados que pude encontrar. En ninguno de ellos te conocían. Ninguno de ellos. Uno de los hombres recordó haber visto a alguien de tu descripción. Dijo que pensaba que te había visto dando vueltas, pero de seguro como el infierno que no estabas trabajando. Austin peinó su cabello oscuro, sus ojos estaban brillantes. Encontrando de nuevo mi mirada, dijo: —Pensé que tenía que haber algún error. Tenía que haberlo, porque mi hermano había cambiado. Había salido de prisión cinco años antes y estaba haciéndolo muy bien. Era un tipo diferente del que solía ser, del inflexible Heighter. —Respiró entrecortadamente y su rostro enrojeció de dolor.

Di un paso adelante. —Yo… —Luego llegué a casa, jodidamente discutiendo conmigo mismo por lo que rezaba que no fuera cierto, y entré en tu habitación, esperando que estuvieras allí para explicar toda esta mierda. No estabas, como siempre. Así que empecé a buscar en tus cosas, buscando alguna razón por la que me mentirías. ¡Nos mentirías a todos nosotros durante estos malditos meses! Austin metió la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros y sacó la segunda bolsa de coca que había comprado después de su partido. Debí de haberla dejado en mis pantalones vaqueros. Mi estómago cayó, y al instante supe lo que ellos estaban pensando. —¿Estás traficando de nuevo, Axe? ¿Después de todo? —El rostro de Austin se contorsionó en una mezcla de ira y dolor. Tiró la bolsa de coca a mis pies. Luché por respirar mientras lo miraba. Mientras miraba hacia arriba, Austin estaba mirándome, toda la ira desaparecida, simplemente aplastante decepción en su rostro. Pero no podía hablar. No podía conciliar en mi cabeza cómo había venido aquí hoy para decirles acerca de mi exhibición, y en lugar de ello, que mis hermanos pequeños me estuvieran pidiendo explicaciones de por qué no estaba en el mercado, por qué tenía esta coca. Y Por supuesto ellos inmediatamente pensaron lo peor. Austin de repente empujó la bolsa de lona a mis pies. 201

—Vine a verte hoy para decirte que vas a ser tío, un Zio, Axe. Lexi está embarazada. Lo hemos estado intentando durante dos años, pero debido a los daños en su cuerpo a causa de su anorexia, no estábamos seguros de sí seríamos capaces de tener niños. Ella me despertó esta mañana para decirme que iba a ser papá. Un puto papa, Axe. Contra todo pronóstico, vamos a tener un bebé. Es un puto milagro... y las únicas dos personas a las que no podía esperar para decírselo era a ti y a Lev. Mi corazón latía más rápido... Austin iba a ser papá. Una maldita sonrisa por la emoción se asomó a mis labios, pero Austin no la vio, estaba demasiado ocupado mirando el suelo. —No puedo tenerte aquí más, Axe. Tengo cosas más importantes que considerar ahora que a ti. —Sus ojos oscuros se encontraron con los míos— Necesito que te vayas. No puedo tener a mi bebé, a mi esposa, arrastrada a todo el tráfico y la mierda de pandilla... mi hijo va a tener una vida mejor de la que nosotros tuvimos... ellos tienen que estar a salvo. Todos tenemos que estar a salvo. Levi levantó su cabeza, sus ojos inyectados en sangre, con el rostro pálido corrió por las escaleras. —Lev... Puedo exp… Levi se detuvo de inmediato en la escalera, pero no miró hacia atrás.

—Me juraste que no harías nada que te alejara de nosotros otra vez. Te dejé entrar, te abrí mi corazón de nuevo, ¡y tienes que arruinarlo todo! Te dejé entrar, Axe... y ahora te he perdido otra vez... —exclamó, y desapareció de la vista. Austin me dio la espalda y caminó detrás de Levi. Sintiendo temor real corriendo por mis venas, me adelanté y dije: —Aust... —Pero mi pie aterrizó sobre la bolsa de coca, reventando la maldita cosa y esparciéndola por todo el suelo. Austin, oyendo la bolsa desgarrarse, suspiró y, sin mirar atrás, dijo: —Sólo vete, Axe. Sólo vete maldita sea... Todo mi cuerpo se heló ante lo frías que esas palabras sonaron viniendo de su boca. Miré hacia abajo, al lío de coca a mis pies y no sentí más que vergüenza... vergüenza de que hubiera tenido un momento de debilidad y comprara esa coca hace semanas. Pero estaba tan jodidamente enojado de que no me hubieran escuchado. Ellos ni siquiera me dejaron hablar, mierda. Volviendo sobre mis talones, dejé mi bolsa de ropa donde estaba y jodidamente corrí fuera de la casa, con mi cabeza dando vueltas. ¿Qué diablos estaba pensando al volver aquí? Había terminado. Tan jodidamente terminado con tratar de hacer la mierda correcta. 202

Conduje mi Camino rápido a través de la lluvia, una mierda perfecta reflejando mi estado de ánimo, y me dirigí a mi estudio. En mi prisa por decirle a Austin y Levi sobre mi arte, no había traído nada conmigo, ni siquiera mi maldita billetera o el celular. Estaba buscándolos y luego saliendo de la mierda de Seattle. Y quería que Ally viniera conmigo. Sólo ella, yo, y el puto Camino. Dejando que la música heavy metal de mi equipo alimentara mi creciente rabia, no me di cuenta durante unos cuantos kilómetros del auto negro que me estaba siguiendo. Con el ceño fruncido, mi sospecha volvió, me metí por algunas calles al azar para ver si me seguía, esta vez lo hizo. Sintiendo mi pulso elevarse, entrecerré mis ojos y subí la velocidad. El auto siguió, su parachoques casi tocando el mío. —Mierda —susurré en voz baja. Sólo había un hijo de puta que estaría detrás de mí de esta manera: Remo. ¡MIERDA! Saqué mi auto para estacionarlo en una calle tranquila, sentí un nudo en mi estómago cuando me di cuenta de que era él. Estaba aquí por mi sangre. La fuerte lluvia rebotó en mi parabrisas como balas, corté la música, con los ojos pegados en mis manos. Siempre pensé que moriría a manos de mi pandilla. Pero lo que me estaba destrozando justo ahora era imaginar a Ally. Ni siquiera podía llamarla para

decirle adiós. ¡MIERDA! Había puesto mi mierda junta, finalmente haciendo algo de jodido avance en mi vida... y ahora... El sonido de la puerta de un auto abriéndose me hizo sentarme más derecho, y, por primera vez, sentí miedo. Miedo real. Hoy tenía algo que perder, la idea de dejar atrás a Ally, me aterrorizaba jodidamente. Empujando para abrir la puerta de mi auto, salté del auto justo a tiempo para ver a Remo Marino pavoneándose en mi dirección. Parecía mayor. Había aumentado de peso, ganó arrugas en su rostro, pero él seguía siendo la misma mierda intimidante que siempre había sido. Mi estómago cayó... Este hijo de puta me había estado siguiendo durante días. Me mantuve firme y observé como los labios de Remo formaban una sonrisa. —¡Joder, ragazzo! —dijo, fingiendo una risa y sonriendo—. Casi no te reconocí con el jodido cabello de hippie y la barba cubriendo tus tatuajes de los Heighter en tu cuello. Me ha tomado unos días asegurarme de que la pista que me dieron no era una mierda. —Hizo un gesto con la mano hacia mí—. ¿Y tú stidda, Axe? ¿Perdiste eso también? —Asintió en señal de aprobación—. Hiciste un buen trabajo en ocultarte de mí. Casi me tenías pensando que mi informante estaba equivocado. Pero cuando vi a Austin y a Lev de nuevo, supe a ciencia cierta que eras tú. Mostrando mis dientes hacia él al mencionar mis hermanos, escupí: 203

—¿Qué coño estás haciendo aquí, Rem? Remo dejó caer su sonrisa come mierda. —Estoy aquí para cobrar la deuda de mi familia, ragazzo. Ya sabes eso... deberías haber estado esperándolo. Conoces el código de la calle: sangre por sangre. —Estás huyendo, Rem, buscado jodidamente por todo tipo de delitos, aun así, ¿viniste hasta aquí por mí? Los federales te habrán rastreado al cruzar los límites estatales. Estarás preso de por vida. Remo extendió sus manos. —Ya estoy con tiempo prestado, Axe. Voy a estar preso el resto de mi vida... ¿qué es un delito más cuando no hay posibilidad de liberación de todos modos? Los ojos de Remo se estrecharon mientras se acercaba a mí. —Pero tú, tú asesinaste a mi primo. ¡A tu condenado mejor amigo! ¿Cómo pudiste, ragazzo? Gio malditamente te amaba. —Estaba protegiendo a mi familia —le dije tenso. Remo incluso asintió como si lo entendiera. —Lo entiendo. Y ahora yo estoy vengando a la mía. Nos miramos el uno al otro bajo la lluvia durante lo que parecieron horas, cuando de repente, Remo me atacó, conectando su puño con mi cara, antes de que me tumbara contra mi auto. Arreglándomelas para alejarlo, lo golpeé en

respuesta, Remo me enfrentó con la sangre corriendo por su rostro. Él sonrió y se me heló la sangre. El bastardo estaba loco. Corriendo hacia adelante, nos arrastramos hacia el medio de la carretera, fui a golpear la cara del hijo de puta de nuevo, cuando el sonido de un arma de fuego disparándose sonó a través de la noche. Por un segundo me quedé quieto, sólo mirando fijamente a Remo que estaba delante de mí... entonces mientras mis ojos viajaban hacia abajo, vi una pistola en su mano tendida, su arma con el cañón presionado contra mi estómago. Un repentino dolor agudo se deslizó a través de mi estómago robando mi aliento y la sangre comenzó a empapar mi camisa. Remo dio un paso atrás, y levantando mi mano hasta mi estómago, la aparté y vi brillante sangre roja recubriendo la palma. Mis piernas se doblaron debajo de mí y golpeé sobre el asfalto. El sonido de sirenas sonó en la distancia, mientras Remo se paraba por encima de mí y escupía mi rostro. Mis pulmones se sentían como si estuvieran vacíos mientras trataba de levantarme... pero no podía mover las piernas. —Sangre por sangre, Axe —dijo Remo de nuevo y desapareció de mi vista. Colocando la parte posterior de mi cabeza plana sobre el pavimento, me quedé mirando el cielo gris, litros de lluvia golpeando sobre mi cuerpo. Imágenes de Austin y Levi pasaron por mi cabeza y sentí mis ojos escocer con las lágrimas.

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Nunca los vería otra vez... nunca llegué a decirles una vez más cuanto jodidamente los amaba... El tiempo pareció detenerse y mis pensamientos derivaron de nuevo a cuando éramos niños. A una promesa que le había hecho a mi mamma... Yo estaba reviviéndola como si fuera ayer...

*** “Dormi, Dormi, O Bel Bambin…15(1)” Levi yacía en mis brazos, envuelto en su manta azul desteñida, sus grandes ojos grises mirándome mientras me balanceaba hacia atrás y adelante en el suelo del dormitorio. Tranquilamente, canté su canción de cuna favorita, una canción navideña, una que siempre lo calmaba, una que lo ayudaba a relajarse y olvidar este mundo horrible durante un rato. “¿Perche piangi, o mio tresor? Dolce amor, dolce amor, Fa la nanna, o caro figlio16,

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"Duerme, duerme, oh hermoso Bebé…""¿Por qué lloras, mi tesoro? Dulce amor, dulce amor,

Tanto bel, tanto bel, Fa la nanna, o caro figlio.” Cuando terminé l última estrofa, escuché su suave respiración y suspiré. Inclinándome, presioné un beso en la suave frente de mi hermanito. Finalmente estaba dormido. Tomando un gran respiro, me apoyé contra la pared de mi habitación y sostuve a Levi apretadamente en mis brazos. Mientras miraba su rostro dormido, cerré los ojos y le recé a Dios para que todo este miedo terminara pronto. Que papá dejara de venir a casa ebrio, que dejara de golpear a la mamma… y así él dejaría de intentar callar a Levi porque no podía soportar que llorara. Todas las noches traía a Levi a nuestra estrecha habitación. Todas las noches lo bañaba, le daba de comer, lo cambiaba y lo mecía hasta dormirlo cantándole una canción de cuna… todo eso para que mi mamma pudiera evitar que papá lo lastimara cuando viniera golpeando la puerta, buscando una razón para pelear. Le rezaba a Dios cada noche para que un día papá simplemente dejara de venir a casa. Que nos dejara solos así podríamos vivir en paz. Justo cuando me permití relajarme, el ruido de pasos vino a través del angosto pasillo, y un segundo después, Austin entró corriendo por la puerta. Su rostro estaba sonrojado y sus ojos marrones oscuros muy abiertos. Cada parte de mí se congeló y escuché la puerta principal cerrarse de un golpe. 205

—Está de vuelva —dijo Austin, luchando contra su miedo. Sólo tenía ocho años, yo tenía once y Levi, sólo unos meses—. Y está verdaderamente ebrio esta noche. Lo vi balancearse por el camino del parque. Estaba gritándole a todo el mundo. Mi estómago cayó y, mirando a Levi otra vez, gruñí cuando escuché a la mamma gritar desde la otra habitación. Los ojos de Levi se abrieron de golpe con el ruido y su carita se arrugó cuando comenzó a llorar en mis brazos. Mi mirada encontró a Austin, quien estaba congelado en la puerta. —Llévate a nuestro fratellino —ordené. Corrió hacia adelante y tomó a Levi de mis manos, y se dejó caer en nuestra pequeña cama compartida. Un ruido sonó en el cuarto de estar y Austin me miró, las lágrimas también caían de sus ojos. Lucia tan indefenso que se atragantó con un nudo en su garganta. —Él va a lastimarla otra vez, ¿verdad? —dijo con voz temblorosa—. Luego nos lastimará. Tomando una respiración profunda, dije:

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hijo”.

Va a dormir, mi querido hijo, Tan hermoso, tan hermoso, Él se va a dormir, mi querido

—No lo hará. Lo juro. —Señalé a mis dos hermanitos sentados perdidos y asustados en esa cama y dije—: Cuida de Lev, ¿está bien? Intenta mantenerlo en silencio. Austin asintió mientras dejaba la habitación, cerrando la puerta. Mi corazón latía rápido en mi pecho, cuando los gritos de mi mamma vinieron por el pasillo. Podía escuchar a mi padre maldiciendo y a mi mamma rogándole que se detuviera. Cuando alcancé el final del pasillo, vi a papá sujetando a Mamma contra el suelo, su rostro estaba ensangrentado mientras intentaba con sus manos alejarlo. Los ojos de ella estaban cerrados, pero como si pudiera sentirme de pie allí mirando, se abrieron. Su mirada encontró la mía y negó lentamente. Sabía que quería que me fuera, sabía que quería que corriera y me escondiera. Pero no podía. Él estaba lastimándola, y sabía que iría a por mis hermanos después. Tenía que protegerlos. Debía hacer que quisiera solo golpearme a mí. Levi gritó desde nuestro dormitorio justo cuando papá pateó a Mamma en el estómago. Escuchando el llanto del bebé, mi padre se dio la vuelta, con su rostro furioso. —¡Ese maldito niño! —Arrastró las palabras dirigiéndose hacia mí. Iba por mis hermanos… no podía dejar que llegara a mis hermanos. Dando un paso adelante, mi padre me vio e intentó apartarme del camino.

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—¡Muévete! —gruñó. Pero no lo hice. Miré a mi madre jadeando por aire en el suelo, su cuerpo enroscado, escuché a mi hermano pequeño llorando en la habitación, y escuché a Austin rogándole que se detuviera. Encontrado los ojos oscuros de papá, intentando no temblar, di otro paso adelante y observé una lenta sonrisa esparcirse en su rostro. Sin palabras. Sin decir nada levantó su puño y golpeó mi rostro. Sin una palabra me levantó del suelo y me arrojó contra la pared, quebrando con mi espalda el frágil yeso. Intenté bloquearlo. Me enfoqué en mis hermanos y mi mamma llorando… me enfoqué en que papá me usara como un saco de boxeo para que no se acercara a ellos. No supe cuánto duró esta paliza, pero se sintió como una eternidad. Finalmente, la respiración de mi padre disminuyó y sus golpes se volvieron débiles y lentos. Me arrojó al suelo y pude probar la sangre en mi boca. Yací quieto, rezando para que éste fuera el final de su ira, cuando la puerta se abrió y se cerró de un golpe. Se había ido… al menos por ahora. —Mio caro —gimió mamma y sostuve mi cabeza lo suficiente para verla levantarse. Usando mis manos, me puse de pie y me moví a través de la pequeña habitación para ayudarla a caminar. —Ayúdame a llegar a mi habitación, mio caro —dijo en un susurro y, envolviendo mi brazo alrededor de su cintura, la ayudé a entrar a su habitación y en la cama.

Fui al baño y humedecí una toalla, llevándola de vuelta para limpiar la sangre de su rostro. Mientras limpiaba su labio hinchado, levantó su mano temblorosa para pasarla por mi rostro. Me estremecí cuando las puntas de sus dedos tocaron un corte en mi mejilla y las lágrimas cayeron por su rostro. —Lo siento mucho, mio caro, —dijo dolorosamente, pero yo negué. —Está bien, mamma, no estoy herido. Una sonrisa triste tiró de sus labios y sus dedos pasaron por mi cabello. —Un chico tan valiente. Estás herido, aun así no muestras miedo o dolor. Alejé la toalla de su labio así no sentiría mis manos temblar. No quería que supiera que estaba asustado… que mi rostro dolía. —No estoy herido, mamma. Lo juro. Mamma me observó en silencio y, todo el tiempo que lloró intenté no llorar también. Sabía que si lo hacía, rompería su corazón… ella ya estaba lo suficientemente triste. Sólo quería hacerla sonreír otra vez. Extrañaba su sonrisa. —Ahí tienes, mamma, estás limpia ahora, —dije y la mamma se recostó en su cama, sosteniendo su estómago magullado, pero sus ojos tristes nunca dejaron los míos. Me volví para al baño a limpiarme cuando se estiró y tomó mi brazo. 207

Cuando miré hacia atrás, ella dijo: —Axel, mio caro, no tienes que ser siempre tan duro, tan fuerte. Observando a mi madre rota en la cama, dije: —Pero tengo que serlo. Tengo que protegerlos a ustedes de papá sin importar como. La mamna gimió flojito. —Ese no es tu trabajo, mio caro. No dije nada y el remolque se quedó en silencio. Pero entonces escuché a Austin cantando silenciosamente la canción de cuna favorita de mamma a Levi y asentí. —Sí, mamma. Este es mi trabajo. Necesito cuidar de todos ustedes, y prometo que siempre lo haré… Nunca dejaré que alguien los lastime a ti o a mis hermanos otra vez. Siempre los mantendré a salvo…

*** Unas gruesas lágrimas cayeron por mis mejillas, mezclándose con la lluvia fría mientras ese recuerdo se reproducía en mi mente. Siempre los mantendré a salvo…

Mientras pensaba en Axel y Levi, me sentí de pronto en paz. Sin mí, estarían a salvo. No habría más vínculos con nuestro pasado. Sin mí, la nueva familia de Austin estaría a salvo y Levi ya no sentiría más dolor. Siempre los mantendré a salvo… Sonreí mientras la lluvia caía más fuerte. Finalmente lo había hecho. Finalmente estarían a salvo. Cerrando mis ojos, el entumecimiento se apoderó de mí. Vi a Ally con la barbilla en su puño, su cabello suelto a un lado mientras sonreía en la cama. Le agradecía malditamente a Dios cada segundo que ella estuvo conmigo… que la había tenido, incluso si fue por poco tiempo. Al menos llegué a sentir como era ese tipo de amor, incluso aunque fuera por un breve momento. Intenté aferrarme a la visión del rostro de Ally, hasta que ya no pude aferrarme a la imagen… hasta que todo se desvaneció en la nada.

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Capítulo 21 Ally

—¿T

ampoco lo has visto Vin? —No desde ayer —respondió.

—Muy bien, gracias —dije y terminé la llamada. Mientras miraba al suelo, una extraña sensación volvió a mi estómago. Había esperado en el estudio de Axel durante horas, pero no se presentó. Había intentado llamarlo a su celular, pero la batería debió haber muerto. Vin no lo había visto, así que supuse que estaba en la casa de Austin.

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Un asomo de sonrisa se dibujó en mis labios mientras pensaba en lo nervioso que Axel estaba por contarles a sus hermanos acerca de su exhibición, sus imágenes... lo que había estado haciendo durante años. En mi bolso tenía sus invitaciones para la inauguración de mañana por la noche, una para Austin, Levi y Lexi. Tenían que estar allí. Todavía no estaba segura de sí Axel haría acto de presencia. Adiviné que no, todavía estaba en contra de que la gente supiera quién era, pero su familia debía ver su trabajo... después de todo, ellos eran la fuente de su inspiración. En cuestión de minutos entre en el estacionamiento de Austin y estacioné mi coche. Llamé a la puerta y después de una corta espera bajo la lluvia, Austin abrió. Agachándome desde el aguacero, corrí por el pasillo sacudiendo mi gabardina. —¡Que maldito diluvio! —grité y finalmente miré a Austin. Su rostro estaba pálido y me miraba con ojos tristes. —¿Estás bien, Aust? —le dije y miró hacia arriba. Levi estaba caminando melancólico con los ojos enrojecidos. Mi estómago cayó. —¿Qué? —susurré. Lexi entró desde la cocina— ¿Que está pasando? ¿Dónde está Axel? Unos escalofríos recorrieron mi columna vertebral por la forma en que estaban todos mirándome, cuando Austin puso su mano en mi brazo. —No es quién crees que es, Al. —Su voz sonaba ronca como si hubiera estado llorando durante horas. Mi mirada se precipitó alrededor de los tres y pregunté: —¿De qué demonios estás hablando?

—Axel —dijo Austin—. Ha estado vendiendo coca de nuevo. Sentí que la tierra desaparecía debajo de mí, y dije: —¿Qué? ¿De qué diablos estás hablando? Nunca lo haría de nuevo. Austin negó. —Lo siento, Al, pero es verdad. No quiero malditamente creerlo tampoco, pero fui a ese mercado de pescado donde estaba trabajando desde su libertad condicional y ni siquiera habían oído hablar de él. Mintió, Al. Ha estado mintiendo todo este tiempo. —¡No! —dije sacudiendo mi cabeza, tratando de imaginar qué diablos había ocurrido aquí esta tarde. Austin levantó la mano. —Encontré una bolsa de coca en su habitación, Al. ¡Cocaína! Ha estado traficando desde que llegó aquí, y peor aún, trajo esa mierda a mi casa. Le dije que se fuera. No puedo tener más esa mierda entre nosotros. No puedo dejar que mi familia se involucre en ese tipo de vida nunca más. Una mezcla de miedo y simpatía inundó mi pecho y mi mano voló sobre mi boca. —Tú... ¿tú le pediste que se fuera? Austin asintió. —¿Al menos dejaste que hablara contigo? ¿Le diste la oportunidad de explicar lo de la bolsa de coca? 210

Los ojos de Austin cayeron. Cuando miré a Levi, este dejó caer su cabeza también. —No lo hiciste, ¿verdad? —pregunté. Las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos. Dios mío, él vino aquí hoy para explicarles todo acerca de su obra y lo echaron, lo acusaron porque habían encontrado una bolsa de coca... esa maldita coca que una vez compró porque se estaba ahogando en esta nueva vida... ahogándose en su rechazo hacía él, en mi rechazo a él. —Dios... —Lloré y presioné mi mano mi frente. Austin dio un paso adelante, pero di un paso atrás. —¿Dónde está ahora? No he sido capaz de ponerme en contacto con él durante todo el día. Un destello de preocupación pasó por el rostro de Austin, pero rápidamente se convirtió en piedra cuando dijo: —Le dije que se fuera. Lo hizo. Ni siquiera tomo sus cosas, simplemente salió corriendo. —La respiración se me cortó— Al, se habrá ido lejos. Es lo que hace cuando las cosas de ponían feas. Huye. La ira se arremolinaba dentro de mí, y retrocedí hacia la puerta. —No tienes ni idea —dije a todos ellos destrozada—. No tienen ni idea de lo que ha hecho por ustedes, ni idea de lo mucho que ha sacrificado y lo mucho que ha cambiado su vida.

Las cejas de Austin bajaron con mis palabras, pero antes de que pudiera hablar, metí la mano en mi bolso y saqué las invitaciones. Si Axel no era capaz de decirles a sus hermanos lo que había estado haciendo, entonces lo haría yo. Colocando rápidamente las invitaciones en la mesa auxiliar, miré a cada uno de ellos a los ojos y dije: —Los invito a la apertura de la galería mañana en la noche. Tienen que estar allí. Austin negó y Lexi se dirigió a reunirse con él a su lado. —Al, estoy muy feliz y orgullosa de ti, pero, joder, no creo que sea el momento adecuado… —Tienen que estar ahí —le dije interrumpiéndolo y Lexi frunció el ceño hacia mí. —¿Por qué Ally? —preguntó ella y mi ira se redujo un poco. Mierda, nunca podría estar enojada con Lexi. No había hecho otra cosa que aceptar a Axel en su casa, y en la de todo el mundo. —Solo por favor, Lex. Por favor, ve allí... hay algo que ustedes necesitan ver. Alcanzando mis llaves, di vuelta a la manija de la puerta, mientras Austin decía:

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—Sé que te gusta, Al, pero Axel siempre ha sido de esta manera. Siempre le ha atraído el lado oscuro de la vida, la mierda ilegal. Solo lamento que salieras lastimada por todo esto. Mirando hacia atrás a Austin con incredulidad, le contesté: —No sólo me gusta, Austin. Estoy locamente enamorada de él. Ha cambiado mi vida en todos los sentidos para bien, de verdad siento que estés tan cegado por su pasado que no puedas ver el maldito hombre honorable que es hoy. —Al tocar mi mano en las invitaciones, exigí—, estén allí mañana por la noche. Salí corriendo hacía mi auto, saqué mi celular y marqué el número de Axel de nuevo. La llamada fue directamente al correo de voz. Presioné FIN y miré a través del parabrisas mojado. Las lágrimas corrían por mis mejillas y mis manos temblaban de pánico. Cerré los ojos, apoyé la cabeza contra el respaldo y susurré: —Axel... ¿A dónde diablos has ido?

*** La siguiente noche me quedé en el cuarto de baño del museo, mirándome en el espejo. Me veía cansada y pálida; los efectos de sentir que mi corazón se había roto. Axel no había aparecido. Estaba empezando a ser más que evidente que se había ido. En realidad me había dejado. Una parte me gritaba que no era posible,

que no podía haberme dejado, a pesar de que Austin y Levi estaban convencidos de que era su modus operandi habitual. Me amaba... no me dejaría atrás. Pero entonces otra parte de mí decía que era totalmente posible. Había sido rechazado por sus hermanos de nuevo. Por supuesto que no le gustaría quedarse. ¿Cuánto rechazo podía recibir una persona? Pero pensé que al menos me llamaría. Me habría dicho que se iba por un tiempo, que me amaba y, en algún momento, vendría de nuevo a mí. Además de eso, Vin había estado en la Galería todo el día, trabajando en una sección cerrada de la parte posterior... ¡para la inauguración de la noche! Estaba pálida, agotada, y agobiaba por la preocupación. No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero como un patrón y la única fuente de financiación de esta exposición, realmente no tenía otra opción. Al oír el bullicio del museo y las partes interesadas de la universidad, los aficionados y estudiantes por igual a la espera de que la exhibición comenzara, me obligué a mantenerme erguida y sacudí mis hombros. Puedes hacer esto, eres una profesional, traté de convencerme. Cepillé hacia atrás mi cabello largo y oscuro, de estilo recto, y lo dejé colgando por mi espalda, entonces pasé las manos por mi vestido negro que me llegaba hasta la rodilla. Por último, comprobé que mis Louboutins estuviesen limpios. Estaba lista. 212

Salí del baño, me dirigí a Bridgette, la directora del museo, y le aseguré que estaba lista. Recorrí la multitud buscando a Vin, preguntándome dónde diablos podría estar, pero no había ni rastro. Mis manos estaban húmedas mientras trataba de pensar como arrancar mi introducción esta noche. Bridgette me presentó con el comisario, y se acercó al micrófono, un mar de ojos ansiosos mirando hacia mí. —Buenas noches a todos —comencé—. Mi nombre es Aliyana Lucía, y estoy contenta de estar aquí esta noche para celebrar el inspirador y verdaderamente único en la vida; el talento de Elpidio. Me detuve cuando vi a Lexi, Levi y Austin entrar en la galería, junto con Molly, Rome, Cass y JD. Mi corazón se cayó por lo triste y perdidos que estaban los dos hermanos Carillo. Pude ver que el dolor por su confrontación con Axel ayer estaba pesando fuertemente en sus corazones. Centrándome de nuevo en la multitud, continué: —Elpidio comenzó su viaje con el mármol de Carrara hace sólo unos años. En este momento se ha convertido en un maestro en su campo, capturando nuestros corazones con su alma, sus demoledoras imágenes de desesperación, dolor y culpa; de hecho todas las facetas de la emoción cruda y la condición humana. —Esta noche podrán ver obras que aún no han sido publicadas en revistas, y también verán esculturas recientes que se... —lágrimas llenaron mis ojos al

pensar en el niño llorando balas—, que pondrá a prueba las emociones de incluso el más estoico entre nosotros. Tomando una respiración profunda, agregué: —Esta noche, también serán capaces de leer lo que inspiró la creación de sus perfectas esculturas. Elpidio es notoriamente solitario, y como tal, no va a hacer aparición esta noche. —La multitud murmuró decepcionada—, pero ha compartido conmigo sus inspiraciones para las piezas que estoy segura será tanto asombrosas como alentadoras para ustedes. Asentí con la cabeza hacía Bridgette que estaba de pie sobre las grandes cortinas de terciopelo rojo para revelar la exhibición. Volviéndome de nuevo a la multitud, dije: —Es un placer para mí presentarles a ustedes, ¡Elpidio! Bridgette corrió las cortinas, dejando al descubierto el blanco brillante de la serie y me hice a un lado cuando parte del público ansiosamente entró en el espacio. Obligándome a permanecer estoica, observé a Austin, Levi, Lexi, Molly, Rome, Cass y JD acercándose a mí. Molly se acercó y me envolvió en sus brazos. Tuve que luchar con el nudo en la garganta y mi corazón para la comodidad de mi mejor amiga. Mi corazón estaba roto y estaba tomando todo en mi poder no ceder a la profunda tristeza. 213

Axel debería estar aquí. Debería estar viendo cómo muchas personas habían venido para ver su exhibición. Debería estar viendo la reacción de su familia. —Estoy tan orgullosa de ti —dijo Molly y se trasladó a un lado para dejar que Rome me abrazara también. No había dicho nada acerca de la huida de Axel. Pude ver en su expresión que siempre había esperado que cayera de nuevo en sus viejas costumbres. Toda la pandilla me felicitó por el éxito de la serie, pero sólo tenía ojos para Levi y Austin. Austin me vio observándolos y me pregunto: —¿Por qué insististe tanto para que viniéramos aquí Al? —Su voz era ronca y todavía se veía cansado. Mi corazón se encogió al pensar en el daño que Axel debió de hacerle. Austin amaba a Axel, todo era un maldito lío enorme. —Se trata de Axel, Aust —dije y caminé hacia él, puse mi mano sobre la suya y en la espalda de Levi. Los lleve hacia delante de la galería, ambos hermanos me fruncieron el ceño confusos. Deteniéndome en el camino de entrada, me volví a ellos, y a mis otros amigos que estaban detrás, y le dije: —Tenías razón, Austin, Axel no ha venido a Seattle para trabajar en el mercado de pescado como parte de su libertad condicional. —Levi estaba tenso, al igual que Austin, luego añadí—: Pero tampoco estaba vendiendo drogas... — Dejé caer mi cabeza y resople una carcajada sin humor—. Ya ves, Axel es excepcional... es tan talentoso y sorprendente, sin embargo, nunca sentía que podía decirlo. Sentía que no merecía ninguna alabanza o aclamación después de lo que les había hecho pasar a ustedes.

—¿Elogios por qué? —Austin dijo, mientras Levi asentía. —Elogios por su trabajo. —¿Qué trabajo? Al, ¿de qué coño estás hablando? —dijo Austin secamente. En lugar de decirle, me hice a un lado hasta estar frente a la galería e hice un gesto hacia la impresionante exposición con mi mano. —Este trabajo, Austin... Axel... Axel es Elpidio... Recorrí los rostros de asombro de mis amigos y vi, que notaron la exquisitez de las esculturas de mármol. Lexi dio un paso adelante, con la mano sobre su boca y dijo: —Axel... Axel creó todas estas... Axel es... ¿Elpidio...? —Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas y giró la cabeza hacía Austin—. Dios mío, Austin... Axel hizo todo esto... y todos pensábamos... ¡oh Dios! —exclamó. —Nos has mentido —dijo Molly. Conocía esa mirada. —No, me enamoré de Elpidio... fue casualidad que fuese Axel Carillo también; tanto el héroe como el villano. La expresión de Molly se llenó de simpatía y Rome se puso de pie a su lado con la boca abierta mirando la galería. —Vengan a ver —le dije a mis amigos, conteniendo las lágrimas. Caminando hacia adelante, nos encontramos cara a cara con los chicos de mármol que apuntaban hacia las estrellas. Oí a Austin tomar aire. 214

—Stelle —dijo, revelando el título. Austin dio un paso hacia adelante, mirando hacia abajo a los chicos de mármol que descansan sobre sus espaldas, con sonrisas en sus rostros. —Mierda... —dijo a través de una estrecha garganta—. Esos somos nosotros. —Miró a Levi, que estaba pálido y clavado en el suelo, completamente atónito por todo—. Lev, ése eres tú de bebé. Lexi envolvió su brazo alrededor de Austin que necesitaba su apoyo y le preguntó: —¿Solías mirar las estrellas con Axel, cariño? ¿Al igual que lo haces conmigo? Austin asintió, incapaz de apartar la mirada de la escultura. —Sí... Axe solía llevarnos a la parte superior del remolque cuando mi padre llegaba a casa borracho y golpeaba a mi mamma. —La cara de Austin se arrugó como si no pudiera soportar la idea de recordar aquellos tiempos, pero, añadió—: Él hacía que mirara a las estrellas y le dijera las constelaciones... él me distraía, para que no escuchara los gritos de mi mamma. —Austin miró a Levi, y envolviendo un brazo alrededor de su hombro, se refirió al bebé—. Ese eres tú, Lev. Por la noche, Axel te tomaba de la Mamma así cuando papá llegaba a casa enojado y borracho, él no te hiciera daño. Axel te mantenía en nuestra habitación, te alimentaba, cambiaba y bañaba... joder, él te mantenía toda la

noche en sus brazos por si acaso papá entraba por nosotros. Cuando la pelea era muy fuerte, él nos llevaba al techo y mirábamos las estrellas... Los ojos grises de Levi estaban enormes mientras se inclinaba hacia delante para inspeccionar el bebé en los brazos de Axel. —¿Él... él me cuidaba? ¿Me protegió cuando era un bebé? —preguntó inocentemente Levi. Vi como las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. —¿Yo... yo no sé por qué se me olvidó todo eso? —dijo Austin aturdido. Miró a Levi, a continuación, a su esposa—. Prácticamente crio a Levi hasta que papá se fue... y yo... él siempre cuidaba de mí. Aclarando mi garganta, mi corazón se rompía ante el amor que brillaba en sus rostros, los llevé a la más reciente pieza de Axel. Mientras caminaba delante de Levi, oí un gemido doloroso escapar de su boca. Me puse de pie delante de la escultura y miré a mis amigos. Romeo estaba pasando su mano por la cara. "Mierda," atrapé el susurrar de Molly que estaba leyendo el texto del tablero. —Hamartia —anuncié, señalando la estatua. —Ese soy yo —afirmó Levi. Pude ver la agonía en su rostro mientras se apaciguaba ese momento—. Mierda, Aust, soy yo y Axe cuando era más joven. Austin estaba admirando la pieza con ojos incrédulos. —¿Qué significa Hamartia? —preguntó con voz ronca. 215

—El pecado —Molly dijo desde detrás de nosotros y todo el mundo se volvió para mirarla. Ella se sonrojó al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta—. Es de la filosofía aristotélica. Significa llevar a alguien a un lugar oscuro, perder el blanco, errar, o hacer el mal cómo se interpreta normalmente hoy. —El pecado... —dijo Levi. Oí el silbido de Cass. —Eso es un poderoso, jódete, ahí mismo —dijo en voz baja. Quería mirar hacia ella, pero no podía apartar los ojos de Levi. Las lágrimas corrían por su hermoso rostro. Como si sintiera mi mirada, Levi me miró y preguntó: —¿Cómo, Al? ¿Cómo pasó de los Heighters, a la cárcel... a esto? ¿Cómo es posible? Apartando la vista de su mirada penetrante, me debatí cuánto decirles. Pero decidí que ya que los secretos y mentiras habían sido la fuente de tantos malentendidos, lo aclararía todo. —Axel... pasó por algunas cosas cuando estuvo en la cárcel. —¿Qué cosas? —Austin espetó, con el cuerpo en aprehensión. —Las palizas, ser marginado por sus antiguos miembros de la pandilla. Los Heighters dentro lo marcaron como un traidor. Lo inmovilizaron y borraron su Stidda con una aguja y tinta. —Austin palideció y apretó a Lexi con más fuerza.

—Un tipo llamado Alessio fue enviado a la misma prisión que él —expliqué. Levi se quedó sin aliento, disparando con los ojos a Austin. —¿Sabías eso, Aust? ¿Sabías que Alessio estaba dentro también? Austin negó. —Ally, cuán… —Dos años después de su condena. Fue la razón por la que empezó a denegar tus visitas. Estaba preocupado de que Alessio llegara a ti cuando volviste a Bama, por lo que cortó todos los lazos. Austin parecía que iba a enfermarse, así que decidí a contarle todo a la vez. —Para resumir, Alessio lo atacó por la muerte de Gio y Axel salió herido... muy grave. Ellos lo apuñalaron en el cuello, lo sujetaron y acuchillaron. Lexi volvió la cabeza y le acarició el pecho de Austin. Ella lloró. —Es la razón por la que tiene el pelo largo —me informó—. Escondió la cicatriz para que no le hicieran preguntas. —Cristo... —dijo Austin con voz áspera.

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—Estuvo a punto de morir —le dije con tristeza—. Estuvo en la enfermería durante mucho tiempo. Estaba tan enojado, tan amargado con el mundo... tan enojado consigo mismo por todo lo que había hecho... especialmente por faltar a la muerte de su mamma. Para tratar de ayudar a lidiar con su ira, lo enviaron a una clase de arte. Él tenía talento, y rápidamente se ganó el favor del maestro, quien envió fotos de su primera pieza a Vin Galanti, un escultor de mármol. Tomó a Axel bajo su tutela y el resto es historia. —Miré a los ojos de todos y cada uno de mis amigos y les dije—: Él vino a Seattle para esta exhibición. Nunca sintió que lo suficientemente bueno para decirlo, está paralizado por la culpa y la vergüenza. —Austin —Levi con voz ronca, incapaz de contener sus gritos—. Nos equivocamos. Hicimos que se fuera y ¡no había hecho nada malo! Austin estaba quieto todavía, hasta que sus ojos miraron a los míos. —¿Pero la coca que encontré? Buscando en mi cabeza, me esforcé para no dar con mi ira un espectáculo, pero le espeté: —Él la compró después del partido de los Seahawks... cuando todo el mundo lo ignoró... incluyéndome a mí. Yo no supe que él era Axel Carillo hasta ese día. Había conocido y me había enamorado de Elpidio, después cuando me lo presentaron como Axel, me asusté. Lo lastimé. —Yo sabía que vi algo entre ustedes ese día —dijo de pronto Molly. Le sonreí débilmente—. La forma en que ambos no podían mantener los ojos apartados el uno del otro... Debí sumar dos más dos, pero nunca jamás habría soñado que Axel podía hacer esto. —Ella hizo un gesto hacia la galería con sus obras—. El talento que posee es asombroso. Asentí y mis lágrimas caían espesas y rápidas.

—Lo lastimé, Levi lo lastimó... todos nosotros lo hicimos, y él estúpidamente compró las drogas de alguna pandilla. Sólo quería escapar del dolor por un tiempo... estaba tan perdido y volvió a lo único que él conocía. —Pero él no tomó la coca, ¿verdad? —preguntó Austin, casi asegurándolo. —No... no lo hizo. —¡Mierda! —dijo Levi—. ¿Cómo le decimos que lo sentimos? ¿Cómo conseguimos que vuelva? Todo el mundo parecía tan indefenso como yo misma, cuando de repente Austin preguntó: —¿Cuál fue su primera pieza? ¿Por la que fue reconocido? ¿Cuál es? Tomando aliento con calma, los conduje hacia el ángel, que era estudio de muchos admiradores. Pero oí el momento en que los Carillo lo habían visto. Los sollozos y gritos de angustia arrancados de sus gargantas. —Es la mamma... —dijo Levi, con voz quebrada. —Se llama Ave María —expliqué—. Es la forma en que veía a su mamá en esta vida... —Señalé hacia el otro lado de la escultura—, y cómo él soñaba que buscaría reunirse en la próxima. Extendiendo la mano, Austin aplastó a Levi en su pecho, ya que ambos se rompieron a los pies de la representación de mármol de su madre. 217

Fue desgarrador, te removía y no podía soportar mirarlo. Alejándome, traté de respirar a pesar de que mi pecho estaba firmemente anudado, cuando me di cuenta de que muchos de los invitados estaban mirando hacia mí, sonreían mientras salían de una pantalla acorralada a oscuras. Una puerta separada del resto de la galería. De repente me acordé de que Vin estuvo poniendo algo ahí. Infiernos. Había estado tan preocupada por la desaparición de Axel que me había olvidado por completo de ello. Caminando hacia la puerta, escuché a Molly y Romeo siguiendo detrás de mí, pero no me di la vuelta, no podía girar. De repente, oí el sonido melódico de mi pieza favorita de música sonando en el fondo al otro lado de la pared. Mi corazón martilleaba en el pecho mientras poco a poco abrí la puerta, el sonido de Yiruma de "Beso la Lluvia" se filtraba en cada una de mis células. Un flashbacks de mí tocando esto, mi pieza favorita de música, para Axel en su estudio se agolpaba en mi mente. Con cada recuerdo, sentí que mi corazón se rompía un poquito más. Una multitud considerable se había reunido alrededor de la escultura, las luces de color lavanda, creaban un suave resplandor desde arriba y el aroma de jazmín impregnaba el aire. Mientras me acercaba a través de la multitud, muchos me sonreían mientras "Beso la Lluvia " volvía a repetirse. Como si los visitantes sintieran que necesitaba estar sola, se dispersaron en silencio. Mis pies abruptamente llegaron a lo alto... Mirando hacia atrás, estaba... yo... —Oh, Ally —oí a Molly suspirar detrás de mí, pero yo no podía apartar la mirada. Estaba paralizada por la escultura delante de mis ojos.

Una escultura de Carrara, de mi cara sonriente, mi barbilla en equilibrio sobre mi puño y mi cabello largo que fluía a un lado estaba mirándome. Un escalofría recorrió por mi espina dorsal y las mariposas sonaron alrededor de mi estómago, cuando me di cuenta de que esta debía de haber sido la pieza en que estaba trabajando esta semana, en las afueras... esto era lo que tan desesperadamente quería tallar... esta cara maravillosamente hecha a mano... era cómo me veía... —La esperanza —dijo Molly. Mis ojos brillantes siguieron el sonido de su voz y ella me miró, con los ojos llorosos por debajo de sus gafas mientras añadió—: Esta pieza se llama Esperanza. Conteniendo un sollozo, me di cuenta de que la habitación se había despejado, aparte de mis amigos, un atormentado y hosco Austin, Levi y Lexi entraban en la habitación. Vi como miraron la escultura, y Austin tuvo que darle la espalda. —¿Qué he hecho? —Le oí susurrar a su esposa—. ¿Qué demonios he hecho? Mira lo que ha creado. Mira todo esto, lo que ha logrado y eché porque saqué unas conclusiones erróneas de mierda... ¡Nunca le di la oportunidad de explicarse! Dirigiéndome hacia el título, recorrí con mi dedo la palabra "Esperanza", y luego me di cuenta del texto en la tarjeta... 218

La esperanza es un deseo ferviente, silencioso de que todo va a salir igual que sueñas... Incapaz de ocultar nada, lloré cuando leí las palabras que Axel había utilizado para explicar la inspiración para esta pieza. Dos fuertes brazos se envolvieron a mí alrededor, y yo sabía que era Rome. —Mierda, Al, yo... yo no sé qué diablos decir —dijo en tono de disculpa y lloré con más fuerza en su pecho—. Estaba malditamente equivocado. Me equivoqué sobre él. La habitación estaba en silencio, aparte de las lágrimas que se derramaron por todos los errores sobre el amor de mi vida. Al apartarme de Romeo, miré a Austin y Levi y les dije: —Axel, o Elpidio, es visto como uno de los artistas modernos contemporáneos más talentosos e inspiradores en el mundo. Pero Axel no lo ve. No ve cómo alguien puede pensar que él es digno de cualquier cosa. No ve que se merece una segunda oportunidad porque no puede dejar atrás todo el daño que ha cometido en su pasado. Suspirando, miré atrás, hacia mi cara de mármol y les dije: —Es hora de dejar el pasado. Dejar de juzgar el día de ayer, y aceptar al hombre que es hoy... el hombre más increíble que he conocido, que jamás conoceré.

Austin y Levi bajaron la cabeza, aparentemente con pesar. De repente, Vin se precipitó por la puerta. Al verme al lado de mi escultura, corrió hacia mí, aturdido y sin aliento. La expresión en su rostro... —¿Vin? ¿Qué pasa? —Salí corriendo. El rostro de Vin se ruborizó y su mano estaba sobre su pecho. —A... acabo de recibir una llamada del hospital. Es Elpi... Mis manos empezaron a temblar al instante. —¿Qué?... ¿Qué ha pasado? —le pregunté sin aliento. Vin se quedó inmóvil. —A Elpi le han disparado. Tambaleándome hacia atrás con sus palabras, me encontré con el pecho de Rome. Sus fuertes brazos no me dejaron caer al suelo. —¿Qué? —le susurré. Austin y Levi corrieron hacia adelante. Austin agarró los brazos de Vin y dijo: —¿Axe? ¿A Axe le dispararon? Vin, viendo claramente el parecido familiar, asintió con la cabeza.

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—Ayer por la tarde. Le dispararon en el estómago. Está en el hospital ahora. No tenía ninguna identificación con él. Ellos tomaron sus huellas digitales y porque estaba aquí en Seattle bajo mi asesoramiento, me llamaron. Me tomó un tiempo conseguir encontrarlo, ya que he estado aquí todo el día para recibir esta pieza acabada para la exposición. Todo lo que podía visualizar era sangre y armas de fuego, cuando de repente un nombre entró en mi cabeza. —Remo... —dije aterrorizada—. Remo debió de haberlo encontrado. Las cabezas de Austin y de Levi se giraron hacia mí. —¿Remo? ¿Qué quieres decir con Remo? ¿Qué tiene que ver Remo Marino en todo esto? Mis labios y voz temblaron, pero fui capaz de decir: —Le dijo a Axel que iba a matarlo. Él le dijo a Axel en la cárcel que lo mataría como venganza por la muerte de Gio. —¡MIERDA! —gritó Austin, su voz profundamente quebrada, haciendo eco en las paredes de la galería—. ¿Por qué no nos dijo? ¿Por qué coño no pudo contarnos esto? —Él... él nunca quiso que te preocuparas por él... estaba tratando de protegerte... lo único que quería hacer era mantenerte a salvo. Volviendo la cabeza hacia Vin de nuevo, Austin preguntó: —¿Qué hospital? Nervioso, Vin lo dijo. Y en segundos todos estábamos saliendo por la puerta.

Capítulo 22 Ally

—E

l señor Carillo recibió un disparo directo en el estómago. Perdió mucha sangre. Cuando fue ingresado tuvimos que operar inmediatamente. Nos la arreglamos para reparar la herida y retiramos con éxito la bala. Le hemos hecho una transfusión de sangre y ahora está estable. El doctor tenía que dejar que viéramos a Axel. Mis nervios estaban destrozados. Me sentía asqueada mientras el doctor explicaba la extensión de sus heridas y cómo pudo haber muerto si la policía no lo hubiera encontrado cuando lo hizo. —Dennos unos minutos para llevarlo a su nueva habitación y estará listo para recibir visitas, pero sólo dos a la vez.

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El doctor dejó la habitación. Cuando intenté respirar, un oficial de policía entró. —¿Son familiares de Axel Carillo? —preguntó y miró a Austin. —Sí, señor —dijo Austin levantándose—. ¿Sabe que le sucedió? El oficial de policía cerró su libreta y asintió. —¿Conocen al señor Remo Marino? Cerré mis ojos sintiendo que mi mundo se derrumbaba. Estaba paralizada, totalmente paralizada sabiendo que pude haber perdido al amor de mi vida. El amor de mi vida quien merecía esta nueva vida que había —literalmente— esculpido a sí mismo. Remo… Remo Marino. Ese bastardo casi me arranca el corazón. —Sí, conozco a Remo —dijo Austin, el tono de su voz cayendo hasta temperaturas árticas. El oficial levantó su ceja. —¿Un antiguo miembro de la pandilla? Austin miró al oficial, pero no dijo nada. El oficial suspiró y asintió. —Está bien, lo entiendo. —¿Qué le sucedió a Remo? —preguntó Levi, luciendo como si se hubiera sorprendido. El oficial se pasó una mano por el rostro.

—El señor Marino era buscado por cinco cargos relacionados con drogas y dos homicidios. Ha estado huyendo durante años. Cruzó las fronteras estatales en un vehículo robado y sólo era cuestión de tiempo antes de que lo atrapáramos… desafortunadamente se las arregló para atacar al señor Carillo antes de que descubriéramos su paradero. Otro auto que pasaba vio el incidente y lo denunció. —¿Y? —preguntó Rome—. ¿Dónde está el idiota ahora? —El señor Marino abrió fuego contra los oficiales. No tenía intención de ir a prisión. Fue asesinado a tiros en el escenario del crimen. El silencio que siguió a las noticias del oficial colgó pesadamente en la habitación. Pero no pude evitar estar agradecida de que Remo hubiera muerto… eso significaba… eso significaba que Axel finalmente era libre. Finalmente era libre de su pasado. El oficial abrió la puerta y dijo: —Lamento que su hermano fuera herido. Parece que cambió su vida. Espero que pueda recuperarse. Cuando la puerta se cerró, Austin se desplomó contra la pared, deslizándose hasta el suelo. Cubrió su rostro con ambas manos. —Cristo… —dijo con una voz consumida que hizo que nuevas lágrimas brotaran de mis ojos—. Ese maldito idiota de Heighter. Si no estuviera muerto, lo mataría yo mismo. 221

Austin levantó su cabeza hacia mí. —¿Ally? Me encontré con su mirada. —¿Alessio? —interrogó. Sabía lo que estaba preguntando. Quería saber si era un peligro para sus hermanos. —Cadena perpetua. Tres cargos por homicidio —contesté, y vi una tonelada de tensión abandonar sus músculos—. Nunca va a salir. Justo entonces, el doctor entró por la puerta. —El señor Carillo puede tener visitantes ahora. Inmediatamente me puse de pie, como también lo hicieron Levi y Austin. El doctor nos miró a los tres y sus hombros se hundieron. —Nadie más que ustedes tres, ¿está bien? Lo seguimos por la puerta y con cada paso que daba, mi corazón latía más y más rápido. Quería ver a Axel tan desesperadamente que casi eché a correr. Claramente sintiendo mi ansiedad, Levi se estiró y tomó mi mano. Sorprendida, me encontré con sus ojos grises y vi el miedo y la tristeza en su profundidad. Estaba tan asustado como yo de entrar en esa habitación. El doctor nos guió a una habitación en la esquina del pasillo. Con el pecho oprimido y sintiéndome entumecida, lo seguí a través de la puerta, cuando inmediatamente me congelé en mi paso, como todos nosotros, la mano de Levi apretando fuertemente la mía.

Axel… Como una presa rompiéndose, las lágrimas cayeron por mi rostro cuando vi a mi amor roto en una cama de hospital. Los cables estaban entrando y saliendo de su piel, y la sangre trasfundida por su brazo. Sus ojos se estaban cerrados, sus labios hinchados y amoratados y su largo cabello estaba echado hacia atrás de su rostro. Incluso así era hermoso… mi oscuro y torturado anti-héroe… el hombre que siempre estuve destinada a adorar. Mientras la espalda de Austin se apretaba ante la visión de su hermano mayor, también sostuve su mano. Los ojos de Austin se cerraron brevemente ante mi toque pero se abrieron y mantuvo su atención en Axel. Ninguno podía mirar hacia otro lado… habíamos estado tan cerca de perderlo. —Ha estado despertando más y más, así que podrán hablar con él pronto. En alguna parte de mi cerebro, registré al doctor irse, dejándonos solos, pero mis ojos se encontraban pegados a la otra mitad de mi alma yaciendo en esa cama. —¿Cómo va a perdonarnos alguna vez, Aust? —dijo Levi a través de su garganta apretada—. Lo tratamos como una mierda, nunca le dimos una maldita oportunidad de explicar nada… y mira lo que había estado haciendo… mira lo que hizo por nosotros y nunca supimos. Casi murió en esa prisión tratando de protegernos, y lo ha hecho de nuevo… nos ha protegido de nuevo… 222

La voz de Levi se cortó. »Siempre nos ha estado protegiendo, ¿no es así, Aust? Desde que éramos niños, siempre ha tratado de mantenernos cerca… y le dimos la espalda cuando más nos necesitaba… Después de la confesión de Levi, el goteo de la intravenosa sonaba como el choque de truenos mientras caían dentro del líquido al mezclase en el dispensador. Abrí mi boca para decirle que todo estaría bien, cuando escuchamos: —No hay… nada… que… lamentar… El tiempo pareció detenerse cuando el timbre áspero de la voz ronca de Axel sonó a través de la tristeza de la habitación. Al unísono, saltamos hacia adelante. Axel y Levi corrieron hacia un lado de su cama, y yo hacia el otro. Pasando mi mano a través de la frente de Axel, lo observé luchar por tragar y abrir sus ojos. Una lágrima de mi ojo salpicó sobre su mejilla, justo en el crucifijo de su tatuaje. Utilicé mi pulgar para limpiarla. Mientras pasé la almohadilla mojada de mi pulgar a lo largo de la línea de su mandíbula, sentí esa deliciosa sensación de un par de oscuros ojos italianos mirándome. Inhalando un fortalecedor aliento, parpadeé y levanté mi mirada para encontrarme con esos hermosos ojos. Con su labio superior curvándose en una sonrisa enganchadora, Axel abrió sus labios y carraspeó:

—Carina… —dijo con un aliviado suspiro. El nombre de cariño sonó como una oración contestada para mi alma mientras llegaba a mis oídos. Aspirando mis emociones, le di una sonrisa acuosa. —Bienvenido de vuelta, querido… —¿Qué… qué? —trató de preguntar. Lo callé y sacudí mi cabeza. —Todo está bien, tú estás bien. —Levanté la mirada hacia Austin y Levi ansiosamente de pie al otro lado de la cama. Y reaseguré—: Todos estamos bien. Axel lentamente siguió mi mirada, llevándolo hacia Austin y Levi. —Fratelli… —dijo tranquilamente, levantando lentamente su mano. Austin fue el primero en estirarse por la mano de Axel, su cabeza agachándose hasta que su frente tocó sus dedos. —Axel… jodidamente lo siento… —Vai bene —contestó Axel. Luego miró hacia Levi—. Lev… —dijo con sentimiento. Pude ver los ojos de Axel brillando con lágrimas sin derramarse. Amaba a ese chico hasta la muerte. Levi se desplomó sobre una silla como si sus piernas ya no pudieran sostener su peso, luego su cabeza golpeó el colchón, su espalda temblando con la fuerza de sus lágrimas. —Lo siento, Axe… Lo siento tanto… —lloró. Austin liberó la mano de Axel. Axel la posó sobre la cabeza de Levi. 223

Levi levantó la mirada cuando lo hizo y la envolvió con sus dos manos. —Debimos haber confiado en ti. Axel cerró sus ojos, después los abrió un segundo después. —Nunca… les di… mucha razón… para confiarme con sus vidas… lo… entiendo. Austin sacudió su cabeza. —Todo lo que hiciste fue protegernos, Axe… lo entiendo ahora… —Austin limpió sus ojos con la palma de sus manos y preguntó—, esas esculturas, Axe… ¿por qué no nos dijiste…? —Vergüenza… —contestó apenado—. No lo merecía… —Su cabeza giró en la almohada hacia mí, sus ojos diciéndome sin palabras lo mucho que me amaba—, nada de esto. He sido… injustamente bendecido. Sintiendo mi corazón agrandarse, me incliné y besé sus labios. —Estás equivocado. —Soy un pecador —dijo Axel. Pude oír cuanto creía esa aseveración. Podía verlo en su expresión honesta. —No. —Lo tranquilicé—. Un pecador es un hombre que no reconoce sus errores. Lo has hecho, querido, los has reconocido y has hecho todo en tu poder para arreglarlos… no eres un pecador. Eres un redimido.

—Tiene razón, Axe —dijo Levi y su aliento se atrapó—. La mamma… estaría muy orgullosa de ti. —Lev —susurró Axel. Austin se sentó junto a Levi, añadiendo su mano encima de las suyas. —Estoy tan orgulloso de ti… Tengo el honor de que seas de mi sangre Aquellas palabras parecieron resonar en Axel, significando mucho para ambos y las lágrimas escaparon de los ojos de Axel. La visión de los tres Carillo juntos fue mi perdición. Después de algunos minutos de los chicos Carillo arreglando las cosas, Levi dijo repentinamente: —A partir de ahora sólo cosas buenas para nosotros, ¿de acuerdo? Axel exhaló y pude ver el orgullo por la demostración de fuerza de Levi brillando en sus ojos oscuros. Levi levantó su mirada y se encontró con los ojos tanto de Austin como de Axel. —Júrenlo. Austin envolvió un brazo alrededor del hombro de Levi, presionando en beso en su cabeza y dijo: —Lo giuro. 224

Ambos miraron después a Axel. Axel sonrió a través de sus hinchados labios partidos, una genuina sonrisa completa que no le había visto mostrar antes y susurró: —Lo giuro.

*** Pasaron las horas mientras los tres nos manteníamos de vigilia de en la cabecera de Axel. Estaba cansado, entrando y saliendo del sueño, pero nos quedamos allí. Los tres hermanos hablaron sobre el tiempo que Axel estuvo en prisión, Austin renuente a creer que Axel no le hubiera dicho cuanto había sufrido. Pero se las arreglaron para superarlo. Levi habló de sus miedos de perderlos a ambos, pero admitió que había contenido sus sentimientos durante demasiado tiempo, culpando erróneamente a Axel de todo su dolor. Se rieron, lloraron y cuando la noche llegó, una paz había sido encontrada. Cuando el doctor entró a decirnos que las horas de visita habían terminado, Austin y Levi de mala gana se pusieron de pie, pero antes de que pudiera unirme a ellos, Axel agarró mi mano. —No te vayas —pidió adormilado, y mi corazón se derritió. Miré al doctor y le lancé mi sonrisa más dulce. —¿Puedo quedarme a pasar la noche? Me necesita. —El doctor suspiró y rogué—: ¿Por favor? Casi… lo pierdo…

Viendo compasión en su expresión, dijo: —Sólo tú. —Austin y Levi lo besaron en la frente y prometieron verlo mañana. Mientras alcanzaban la puerta, pregunté: —¿Pueden por favor decirle a Molly y Rome que los veré mañana? Austin asintió y me sonrió. Me pasmé ante el poder de esa sonrisa, y lanzando una última mirada hacia su hermano en cama, dijo para que sólo yo pudiera escuchar: —Cuídalo, Al. Nunca pensé que vería el día, pero ese hermano mío jodidamente te ama a muerte. Puede que no muestre mucho sus sentimientos, pero no puede esconder lo mucho que te adora. Levantándome en la punta de mis pies, presioné un beso sobre la mejilla de Austin y susurré: —Siempre. Austin se rió. También besé a Levi antes de cerrar la puerta. Todos excepto los dos habíamos quedado en la habitación. Mientras me movía hacia la cama, Axel estaba mirando mis zapatos y encontró mis ojos con una sonrisa.

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—Adoro esos jodidos zapatos —dijo adormilado. Me moví hacia la cama, y justo cuando estaba a punto de sentarme en la silla cercana, Axel sacudió firmemente su cabeza y palmeó débilmente la cama. Empezó a moverse hacia un lado para hacerme más espacio y brinqué hacia adelante ante la visión de dolor que cubría su rostro. —¡Axel! —siseé cuando hizo un gesto de agonía y sostuvo la herida en su estómago. Gotas de sudor se formaron sobre su frente cuando se relajó de vuelta en el colchón… un espacio para mi ahora estaba en su lado izquierdo. —Recuéstate —dijo a través de sus dientes apretados y sacudí mi cabeza. —¡No! Mira el dolor que sientes. —Ally, me dispararon y pude haber muerto. Por favor, joder sólo recuéstate… Te necesito. Me quedé ahí de pie debatiéndome sobre qué hacer, pero cuando vislumbre vulnerabilidad en su mirada, cedí y cuidadosamente me recosté junto a él. Mientras apoyaba mi cabeza en su almohada, me estiré y enredé mi mano a través de la suya. Axel apretó mi mano fuertemente y cuando levanté la mirada, pude ver las arrugas de preocupación en su frente. —Oye —pregunté—. ¿Qué pasa? Axel se quedó quieto y estaba segura que no me iba a responder. Pero con un jadeo, miró hacia arriba y tiró de mi mano para que quedara bajo su mejilla. —Anoche, por primera vez en mi vida, estuve jodidamente asustado.

Mi corazón se hundió cuando vi lo mucho que le había costado reconocer eso. —Amor… —susurré, y con mi otra mano, acaricié su mejilla—. Es entendible. Te dispararon. Axel se inclinó ante mi toque y besó mi palma. —No estaba asustado por recibir un disparo, Ally, estaba jodidamente aterrorizado de que no volver a verte nunca de nuevo. Mi respiración se atrapó. Me incliné para besarle sus pálidos labios amoratados. —Axel —lloré—, también estaba muy asustada. Austin y Levi me dijeron que te habían echado y que habías escapado. Sentí como si mi alma hubiera sido desgarrada. No podía creer que me dejarías así… sin siquiera decir adiós. —Me iba a ir —dijo tristemente. Su mano apretándose alrededor de la mía—. E iba a llevarte conmigo. —Axel…

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—Pero Remo me siguió. —Axel respiró a través de su nariz como si estuviera reviviendo todo en su cabeza—. Me había seguido durante días… Supe que no escaparía de él vivo. Estaba ahí por venganza, y todo en lo que podía pensar era que Austin y Levi no me volverían a ver de nuevo después de haberme ido bajo un malentendido… y que tú… nunca vería este jodidamente hermoso rostro de nuevo… que nunca llegaría a vivir la vida que no podía creer que finalmente me había sido regalada. Las lágrimas corrieron por su incipiente mejilla hacia su barba. —Shhh… —lo tranquilicé—. Estás vivo. Sobreviviste y Remo está muerto… todas las amenazas contra ti y tus hermanos han desaparecido… de una vez por todas. Axel inhaló profundamente como si pensará que no podía comprender ese hecho. Moviéndome incluso más cerca de él en la cama, siendo cuidadosa con sus heridas, añadí: —Y me tienes… todo de mí… para siempre, si eso es lo que quieres. Los ojos de Axel se ampliaron y liberando un largo suspiro, asintió. —Joder, Ally, eso es todo lo que quiero. Eres todo para mí. Eres mía para siempre. —Y tú eres mío para siempre también —contesté. La imagen de mi escultura de repente vino a mi mente y dije—: Axel… tu nueva escultura… —Dejé de hablar, incapaz de encontrar las palabras para expresar cómo me sentía. —¿Te… gustó? —preguntó dudosamente, su rostro duro por un momento luciendo un nerviosismo inocente. —¿Me gustó? —pregunté con una sola risa—. No puedo… no puedo creer que así sea cómo me ves… tu esperanza… tu deseo hecho realidad…

—Eres mi esperanza, Ally. Eres cada esperanza que alguna vez me haya atrevido a tener… la mia luce. —Axel —murmuré. Inclinándome cuidadosamente hacia su amoratada boca, gentilmente presionando mis labios con los suyos. El beso fue todo lo que quise expresar, pero fui incapaz de decirlo con palabras. Mientras nos separábamos, sonreí—. Tu exhibición fue un éxito, amor. Vin ya ha tenido ofertas para llevarla de gira. Sólo piensa, tu exhibición en lo más grandes museos de arte del mundo… todo el mundo será testigo de tu genialidad. Axel alejó la mirada, luego me miró de nuevo, una expresión nerviosa sobre su rostro. —¿Axel? ¿Qué pasa? —pregunté—. ¿No estás feliz? Es algo que cambia la vida. Es un sueño hecho realidad. —No lo sé —contestó y fruncí el ceño—. Toda mi felicidad depende… Echándome hacia atrás, pregunté: —¿De qué? Rodando sus labios, haciendo gestos ante los dolorosos cortes, dijo: —En si vas a ser la comisaría oficial de la gira. Parpadeé, después parpadeé de nuevo, antes de que una ancha sonrisa jubilosa se extendiera por mis labios. —Axel, ¿me estás pidiendo que vaya alrededor del mundo contigo? 227

Axel me sonrió de esa forma devastadora que sólo él había dominado y dijo: —Jodidamente no iré a ningún lado sin ti, carina. Sé lo que quiero… y eso eres tú. Eres la única que alguna vez me tuvo. Joder, nena, realmente me tienes en cada posible manera. Sintiendo que podría morir de felicidad, incliné mi cabeza y dije: —¿Lo giuro? Resopló una risa y asintió. —Jodidamente lo juro por todo lo que soy. —¿Y dónde viviremos? —pregunté, el tono surreal de esta conversación se estaba convirtiendo en algo difícil de seguir. —Donde tú quieras, pero… —¿Pero qué? —Pero como que me gustaría estar cerca de mis hermanos aquí en Seattle. Extrañamente, me estoy acostumbrando a las nubes grises y la lluvia. Me relajé con alivio. —Bien, porque también quiero estar aquí. Quiero estar aquí cuando Molls tenga a mi sobrino o sobrina en unos cuantos meses. —Entonces vas a vivir conmigo —instruyó Axel firmemente. La calidez inundó mi cuerpo y asentí.

—Por supuesto. Te amo —dije en un estado de perfecta alegría, y me enrosqué en los brazos de Axel. Escuchando también un suspiro pacifico de Axel, susurró de regreso: —Ti amo, carina. Tienes todo mi amor. Mientras cerraba mis ojos, segura con el hombre cuya alma estaría por siempre fusionada con la mía, envié una oración silenciosa a la mamma de Axel. Lo tengo ahora, Chiara. Tu hijo perdido ha sido encontrado. Finalmente puedes descansar en paz.

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Epílogo Axel Seattle, Washington Tres años después…

—E

stá bien, carina, puedes hacerlo. —Estoy muy cansada —susurró Ally, con su hermoso rostro pálido y su cuerpo agotado. Pasé mis manos por su mejilla.

—Un empujón más, nena. Un empujón más y estará aquí. El amor brillaba en los ojos de Ally. Ella asintió. El médico miró a mi esposa. —Esto es todo, Ally, un empujón más y conocerás a tu hija. 229

Agarrando su mano en la mía, Ally apretó mis dedos y empujó tan fuerte como pudo. Mi corazón latía tan rápido que pensé que iba a estallar de mi pecho. Ally jadeó en busca de aire, y el sonido más increíble golpeó mis oídos, el sonido de un llanto agudo. Mis piernas se convirtieron en gelatina cuando vi al doctor sostener un pequeño bebé. Las enfermeras lo limpiaron, justo antes de que la levantaran y la colocaran sobre el pecho desnudo de Ally. La cara de Ally tenía lágrimas mientras miraba a nuestra hija recién nacida, con un poco de cabello negro ya en la cabeza. Cuando me moví a la cabecera de la cama, mirando a mis dos hermosas chicas, no podía describir la abrumadora sensación de hogar que me golpeó con la fuerza de un camión Mack. El rostro resplandeciente de Ally me miró y esbocé una sonrisa de incredulidad. —Axel... tenemos una hija —me dijo, su voz ronca a causa de todas las horas de esfuerzo. Incapaz de hablar, me incliné y le di un beso en la cabeza, y luego, con nerviosismo me agaché y besé a mi hija en la mejilla. Cuando me alejé, se retorció en los brazos de Ally, y abrió los ojos para mirar directamente hacia mí... sus ojos marrones oscuros encontraron los míos... y me derribó de donde estaba. Jadeando, miré hacia ella y un miedo repentino me recorrió. ¿Era jodidamente digno de ser su papá? ¿Merezco que me pase algo tan bueno?

—Ella te adorará, Axe —me aseguró Ally, capturando mi mirada, deteniendo inmediatamente los pensamientos agobiantes en mi mente. —Te adorará tanto como yo. Tragando el nudo en la garganta, me obligué a relajarme y me senté en la cama. Envolví mis brazos alrededor de mis dos razones para vivir. —Ti amo, carina. Sempre —le dije entrecortadamente y giré la cabeza de Ally para besarla. —Yo también te amo, querido —susurró y pasó el dedo por el sonrosado rostro de nuestra hija durmiendo. —Necesita nombre —dijo en voz baja Ally, pero guardé silencio. Sólo había un nombre que quería darle. Un homenaje, un honor que quería que mi hija tuviera. Nos sentamos allí durante una hora antes de que Ally me apretara la mano. —Será mejor que vayas y des a todos la buena noticia, mi madre y mi padre papá deben estar subiéndose por las paredes. Sonriendo ante la idea de la madre española de Ally causando estragos en la sala de espera, exigiendo que la dejaran entrar, pasó por mi mente. —Está bien, cariño —le dije, y besé a mi esposa e hija por última vez, salí de la habitación hacia la zona de espera, donde se reunía toda nuestra familia. 230

Cuando abrí la puerta, la madre de Ally estuvo de pie en cuestión de segundos y se precipitó en mi dirección. —Axel —dijo ella con alivio, con su fuerte acento español tan pesado como siempre—: ¿Cómo están mis niñas? —Su cara bonita era sólo una versión anterior de Ally. Pude ver la aprehensión preocupada en sus ojos marrones. No pude dejar de sonreír, contesté: —Están perfectas... jodidamente perfectas. Mama Alita rompió a llorar y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello. Cerré los ojos y respiré hondo, riéndome de su respuesta aliviada. Alita y Gabe se habían convertido en mis padres. Nunca me habían juzgado, sólo me aceptaron como el hombre que amaba a Ally y me dieron la bienvenida como su hijo. Eran tan perfectos como suegros como la esposa perfecta que era su hija... y adoraban a Austin y a Levi también. —Ella está esperando —le dije. En un santiamén, Alita fue por el pasillo, casi corriendo hasta la sala de partos. Pude oír su grito feliz todo el camino desde aquí. Gabe, el padre de Ally se me acercó y me estrechó la mano. —Felicitaciones, hijo. Bienvenido al club de los padres de una hija. —Se rió como si fuera una broma. Acercándome a su pecho, me dio una palmadita en la espalda y susurró—: Buena suerte. Al salir, dos personitas de repente corrieron debajo de mis piernas y yo los levanté.

—¡Zio Axe! —gritó Dante, con sus mofletes rojos y sus enormes ojos verdes. —Hola amigo —le dije y le di un beso en la mejilla. Él se rió, pero tal como lo hizo, Taylor golpeó mi cara con ganas atención también—. Yo también, Tío Axe. ¡Quiero un beso también! Riendo, di un beso en su mejilla y empujó el brazo de Dante haciéndole fruncir el ceño. —Está bien, está bien, señorita, ya es suficiente —dijo Molly con severidad y levantó a su hija de mis brazos, pero no antes de besar mi mejilla—. Felicidades, cariño. No puedo esperar para conocerla. Lexi se adelantó y tomó junto a su hijo de los brazos que seguía mirando a Taylor. Lexi negó con la cabeza a su hijo y me sonrió. Inclinándome la besé en la mejilla. —Estoy tan feliz por ti, Axe —dijo ella. Rome se acercó y tendió la mano. —Felicidades, Axe —dijo y me apretó la mano—. Asegúrate de cuidarlas, ¿de acuerdo? Asentí y se alejó. Nunca estaría totalmente de acuerdo con ese tipo, ni el conmigo, pero al menos superamos la etapa de querernos matar y podríamos al menos estar en la misma habitación... incluso ayudarnos, en algunas circunstancias. 231

Mis ojos buscaron a Levi y Austin. Al unísono, se acercaron y ambos envolvieron sus brazos alrededor de mi cuello. Riendo, también los abracé con fuerzas. —¡Auguri, Fratello! —dijo cada uno de ellos y se apartaron con una orgullosa sonrisa feliz. Vi a la novia de Levi, Elsie, por encima del hombro. Se levantó y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura. —Me alegro por ti, Axe —dijo y me reí en la cara linda de la rubia. —Gracias, Elsie. —¿Y entonces? —pregunté—. ¿Quién quiere conocer a mi hija? Todos mis amigos y familiares se dirigieron a la sala de partos, Dante y Taylor una vez más se dirigieron a mis brazos. Mi hermosa hija los enamoró en cuestión de segundos.

*** Cuando cayó la noche, me quedé mirando a mi esposa mientras dormía en la cama del hospital y me acerqué para besar su mejilla. Ally se agitó, sus párpados se separaron. Sostuve a mi hija en mis brazos, sus ojos marrones incapaces de dejar de mirarme. Ally levantó la mano y la envolvió en mi cabello largo.

—¿Estás bien, papá? Sonreí y miré a nuestra hija. —Estoy perfecto, carina. Jodidamente perfecto —susurré. Eché un vistazo a la puerta, sintiendo la necesidad de aire fresco. Ally debió ver mi cara. —Anda, cariño, muéstrale el cielo de la noche. Incliné la cabeza hacia un lado, y le dije: —Te amo, Aliyana Carillo. Sonriendo somnolienta, murmuró: —Yo también te amo, Axel Carillo. Eres todo mi corazón. Colocando un último beso en su cabeza, me dirigí a la puerta. Justo cuando estaba a punto de salir, Ally susurró: —Tienes que escoger un nombre, papá. Tu hija no puede ser bebé Carillo siempre... y creo que sé el que quieres que sea. Simplemente no has reunido el valor suficiente para preguntar, ¿verdad? Cerré mis ojos brevemente. Como siempre, mi esposa me conocía demasiado bien.

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Mirando a mi hija envuelta en una manta de color rosa, tomé una respiración profunda y me dirigí hacia la puerta. El pasillo estaba tranquilo y me dirigí a jardín privado de la unidad obstetricia. Al pasar junto el mostrador de enfermeras, la enfermera más mayor que había cuidado de mi pequeña familia levantó la mirada y su rostro se fundió en una sonrisa. Levanté la banda alrededor de mi brazo que estaba electrónicamente vinculada a la etiqueta en el tobillo de mi hija. Diciéndole a las enfermeras que era su padre. —¿No se pitará esto si entro en ese jardín justo ahí? —Incliné mi barbilla hacia la entrada del jardín. La enfermera negó con la cabeza. —No, puede salir ahí. Todo está cerrado y seguro. Así que a menos que le broten alas y vuele lejos, no se encenderá ninguna alarma. —No, no tengo alas —dije mientras caminaba hacia adelante. Sintiendo todo tan surrealista mientras sostenía a mi hija en mis brazos, hija mía y de Ally, seguí mirando a mi hija para asegurarme de que no estaba soñando. Soñar que todo esto, mi vida, no era sólo un verdadero buen sueño del que no quería despertar. Cómo diablos un pecador como yo merecía todo esto no tenía ni maldita idea. Cuando abrí la puerta del jardín de la azotea, la noche de verano me envolvió, el aire caliente se filtró en mi piel. El pequeño jardín privado estaba desierto a esa hora, por lo que me trasladé hacia el césped y me senté apoyado contra una pared, sosteniendo a mi hija en mis brazos mientras miraba hacia el

claro cielo nocturno. Todas las estrellas estaban fuera esta noche y una sonrisa nostálgica levantó mis labios. Mirando hacia abajo, la nariz de mi hija se arrugó en su sueño. Pasando un dedo por su mejilla, abrí mi boca y canté: —Dormi, Dormi, O Bel Bambin... —canté la canción de cuna italiana suavemente, meciéndome hacia adelante y hacia atrás al igual que había hecho hacía tantos años con Levi. Mientras cantaba cada palabra, no pude contener la lágrima que escapó de la esquina de mi ojo. Ella era mía. Esta perfección dormida era la mejor cosa que jamás había hecho en mi vida. Al oír la puerta del jardín abrirse, me senté con la espalda recta, limpiándome los ojos, sólo para ver a Austin y Levi entrar, Dante colocado feliz en los brazos de Austin. —¿Qué demonios estás haciendo todavía aquí? —pregunté con voz áspera. Debía ser al menos las dos de la mañana. Incliné mi barbilla a Dante—. ¿Y cómo diablos está todavía despierto? —Se negó a irse, montó una trifulca cuando Lexi trató de alejarlo de nosotros. No me importó, nunca duerme todos modos. Es el maldito conejito de Energizer —bromeó Austin agitando la cabeza, pero abrazando más fuerte a su hijo en sus brazos. Dante agitó sus manos delante de las mejillas de Austin. 233

—En-er cone... cone-jii —trató de repetir, sonando jodidamente lindo. Austin asintió juguetonamente a su hijo. —Sí, lo eres. El conejito de Energizer. Dante chilló de la risa, echando la cabeza hacia atrás, haciéndonos reír a todos también. Austin se sentó a mi lado en la hierba seca, Dante se encaramó en su rodilla, mirando a mi hija con fascinación. Levi se dejó caer al otro lado de mí y envolvió su brazo alrededor de mi hombro. —No pensarías que nos vamos a ir, ¿verdad? Sentí mi pecho encogerse, iba a contestar, cuando Austin dijo: —Somos tus hermanos, nos iremos cuando tú lo hagas. Lo sabes, Axe. Aclarando de la emoción de mi garganta, miré a mi hija dormida, sosteniéndola en mis brazos y pregunté: —¿Cómo sabían que estaría aquí? —Pasaste junto a nosotros, Axe. Mirabas tanto a tu hija que no nos viste sentados justo en frente de ti. Dante se inclinó para mirar a mi hija y luego me miró, sus labios rosados se fruncieron.

—¿Cómo se llama? —preguntó en su linda forma de hablar de bebé. Era tan jodidamente adorable. —Sí, Axe —dijo Levi—. ¿Cómo llamarás a nuestra sobrina? Mientras miraba a mi hija, me perdí en su durmiente cara bonita de color de rosa y dije: —Quiero llamarla Chiara. El silencio siguió a mis palabras y me tensé. No estaba seguro de si mis hermanos estarían de acuerdo con que mi hija se llamara como nuestra mamma. Fue hasta que levanté la mirada y ambos me miraban con lágrimas en los ojos. —Axe —dijo Levi, la voz quebrada. —La mamma estaría tan condenadamente orgullosa de que tu hija compartiera su nombre. Sólo puedo imaginar lo feliz que sería si estuviera aquí ahora mismo. —Sí —dijo Austin, con un nudo en la garganta. —La mamma la mira ahora y está jodidamente sonriente, Axe. Sonriendo mucho. Austin miró a mi hija. Se inclinó y la besó en la frente. —Chiara —dijo amorosamente. Luego Levi siguió su ejemplo. —Pequeña Chiara Carillo. 234

Mi corazón estaba tan lleno mientras los cinco nos sentábamos aquí en silencio. Los tres hermanos nos quedamos mudos, hasta que Dante de repente señaló hacia el cielo y dijo: —¡Papá... gran estrella! Austin se rió de su hijo destrozando nuestro conmovedor momento y lo apretó contra su pecho, alborotándole el cabello oscuro. —Sí, Dante. Una gran estrella. Le stelle grande —dijo en italiano. Dante vio los labios de Austin y dijo: —Lee stel ee gan de. Todos nos reímos cuando Dante trató de hablar italiano. —¡Bene! —le dijo Austin a su hijo, y le hizo cosquillas a Dante hasta que estalló en un ataque de risa—. ¡Molto bene! En cuanto a Leví, lo vi entrecerrando los ojos hacia las estrellas y me di cuenta que él nunca llegó a recordar observar las estrellas con Austin y conmigo todos esos años atrás, era demasiado joven. Pero debía ser algo que tenía que compartir con nosotros ahora. Cerré los ojos, tomé una respiración profunda y apoyé espalda en la pared con mi hija acunada en mis brazos, y dije: —Austin, dinos cuáles son esas estrellas.

Austin miró hacia mí, y pude ver sus ojos analizar la petición. No habíamos hecho esto desde que éramos niños pequeños que trataban de escapar de nuestro padre abusivo. Austin colocó cuidadosamente a Dante en su regazo, Dante chilló de emoción. Él miró hacia el cielo nocturno. Me volví a Levi. —Mira hacia arriba, Lev. Sacudiendo la cabeza y sonriéndonos, Levi se echó hacia atrás y miró hacia arriba. Austin señaló tres estrellas en una fila. —Esas tres estrellas son las llamadas el Cinturón de Orión. Puedes decir que es el Cinturón de Orión por la forma en que todas están en fila. ¿Lo veis? Escuché a Austin explicar constelación detrás de constelación, Dante y Chiara ahora formaban parte de nuestra tradición Carillo. Y a medida que pasaban los minutos, una sensación de paz y tranquilidad se apoderó de mí. Lo habíamos conseguido. Los tres, yaciendo aquí mirando las estrellas como lo hicimos hace mucho tiempo atrás, lo habíamos conseguido.

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Éramos los chicos Carillo. Tres hermanos nacidos en el caos y dolor. Tres hermanos que habían soportado la tragedia y la pérdida. Hermanos hasta el final, unidos por lazos de sangre, nuestros lazos irrompibles por el amor incondicional. Y estaba seguro de que en ese cielo, un ángel miraba a sus hijos, con una sonrisa en su rostro y una felicidad orgullosa en su corazón.

Fin

Capítulo Extra Museo Guggenheim Ciudad de Nueva York Quince años más tarde.

E

sta mierda nunca era fácil. Mientras estaba detrás de las escenas de mi exposición, escuchando cientos de voces en el otro lado de la pared, mi corazón se aceleró.

El director del museo estaba allí ahora, dándole a la multitud su charla presentando mi exposición. Después de años de hacer esto no me habían quitado los nervios de la noche de la presentación y mi aprensión sobre cómo sería recibida la muestra. Cerré los ojos y respiré profundo.

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Justo en ese momento, una mano familiar acarició mi espalda, el aroma de jazmín llenó el espacio alrededor. Mis hombros inmediatamente perdieron su tensión y exhalaron en relieve. —Ally —Exhalé con un suspiro. Cuando abrí los ojos, vi que mi bella esposa se había trasladado hasta estar delante de mí, vestida con un largo vestido rojo ajustado, su largo cabello cayendo sobre su hombro. Puso sus manos en mi cara. —Respira, querido. La gente las adora. La mayoría están demasiado ciegos por las lágrimas al hablar incluso. Envolviendo mis brazos alrededor de su cintura, la atraje hacia mi pecho y presioné mis labios contra los suyos. Ally se fundió en mis brazos y sus dedos recorrieron mi cabello largo. Tirando hacia atrás, su mirada oscura encontró la mía y las lágrimas llenaron sus ojos. —Estoy muy orgullosa de ti —me susurró y presionó suavemente su frente en la mía—. Una exposición permanente en el Guggenheim. Axel. Es el sueño de todo artista contemporáneo. No hay mayor honor. Asentí y deje escapar un largo suspiro. —Lo sé —dije y di un codazo con mi barbilla a dirección de la galería—. ¿Está lleno? ¿Consiguieron la participación que querían? Ally —Lleno —respondió con entusiasmo.

Justo en ese momento, se abrió la puerta detrás de nosotros. Volví a ver a mis dos hermosas hijas entrar en mi escondite. Sus rostros se iluminaron con sonrisas hasta sus orejas mientras corrían hacia mí, casi me llevan contra el suelo. Incapaz de contener una risa, las envolví en mis brazos. Cuando levanté la vista, Ally estaba mirando hacia nosotros con una sonrisa aguada en su rostro. Después de todos estos años todavía era mi mayor animadora... y esto, mi pequeña familia, que me rodeaba... eran mi todo... mi luz, mi mundo y mi esperanza que me devolvía la vida. Con un último apretón, Chiara, mi hija de quince años, se retiró; Violeta, mi hija menor, hizo lo mismo. A los doce años hacía todo lo que su hermana hacía. Parecía ser un rasgo Carillo. —Papa —dijo Chiara con sus ojos oscuros brillantes—. Es hermoso. Las personas se están volviendo locas por las esculturas... —su rostro se sonrojo mientras las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas—. …tus esculturas, papá—anunció con orgullo. Sintiendo mi garganta estrecha al ver su muestra de emoción, levanté mis manos y limpie sus mejillas con las yemas de mis pulgares. Al oír un resoplido a mi derecha, miré hacia abajo para ver a Violeta mirando hacia su hermana mayor, también derramando lágrimas. Inclinándose, le pregunté: 237

—Oye, tú no, mia cara. ¿Qué es todo esto? —Mi voz se quebró, mi garganta apretada al ver las reacciones de mis hijas. Violeta, que era la viva imagen de su madre, me miró y frunció los labios, apareciendo sus hoyuelos profundos en sus mejillas mientras trataba de recuperar el aliento. —Estamos muy orgullosas de ti, papá. Todas estas personas... ellos están aquí por ti. Mamá nos dijo lo especial que ellos creen que eres. Y eres nuestro padre... que... me hace sentir muy orgullosa—. Se las arregló para decir y destruyó completamente cualquier esperanza que tenía de no descomponerme. Mi mirada estaba borrosa ahora, envolviendo mis manos alrededor de la parte posterior de las cabezas de mis hijas, tiré de ellas hacia mí, las lágrimas ahora corrían por mi cara. —Grazie —dije con voz áspera—: Estoy muy orgulloso de ser su padre. Inmediatamente, sentí a Ally a mi lado. Mirando hacia arriba, sacudí cabeza hacia mi esposa que estaba mirando hacia mí y mis niñas, con su expresión llena de amor. —No puedo verlas llorar, carina, esa mierda me rompe. Ally sonrió cuando me retire para ver a nuestras hijas. Sus enormes ojos nunca dejaron los míos. —Todo es para ustedes, ¿lo saben no es así? Todo esto, ustedes me inspiran. Ustedes dos, y mamá. Todo lo que hago es para ustedes.

Mis dos hijas asintieron con la cabeza con mis palabras y limpiaron sus mejillas. —Ti voglio bene —le dije, y besé a cada uno de ellas en la cabeza. —Ti voglio bene, papá —respondieron al unísono. Mi corazón se derritió un poquito más. Ally se inclinó sobre mí y besó a Chiara, luego en la cabellera oscura de Violeta. Envolviendo sus brazos alrededor de sus hombros, su mirada se encontró con la mía. —¿Has oído lo suficiente? ¿Estás listo para ir? —preguntó, sabiendo que mi tradición era escuchar las reacciones de la multitud en la noche de inauguración mientras me escondía detrás de la galería. No podía permanecer en las galerías más de unos treinta minutos y mis nervios se trituraban. Todavía no tenía ni puto deseo por que el mundo del arte sepa quién era yo. Me gustó que me las arreglado para mantener mi anonimato, incluso después de todos estos años. Deseoso de salir fuera del museo como del infierno y lejos de toda la locura, asentí. Mire a Ally de nuevo, y le pregunte: —¿Nuestros amigos ya se fueron? —Se fueron hace unos diez minutos. Les di un tour personal por la exposición sin aglomeraciones —me informo Ally. 238

Echando un vistazo por el escenario, una oleada de nervios se extendió a través de mi estómago y, mirando hacia atrás a Ally, le pregunté: —¿Qué piensan? Ally inclinó la cabeza hacia un lado. Entonces esa maldita mirada impresionante que siempre me da cuando necesitaba calmarme derivó en su cara. —Lo adoraron, querido. Tus hermanos... estaban impresionados por tu talento, como siempre. —Cerré los ojos mientras Ally añadió: —Están muy orgullosos de ti. Al abrir los ojos, exhalé un suspiro de alivio y tendí la mano. Ally colocó su mano en la mía. Chiara fue al lado de Ally y Violeta llegó a mi lado, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura. Tuve que hacer una pausa durante un segundo. Solo tenía que tomar un momento para respirar jodidamente. Escuchar las voces impresionadas del otro lado de esa pared, mierda, abrumaba mi trabajo, me quedé allí con orgullo, con mi esposa y mis dos hermosas chicas a mi lado. No podía creer que esta fuera mi vida. Tenía una mujer que me amaba más de lo que merecía. Durante el tiempo que viviera, nunca tendría sentido para mí. Y tenía dos hijas que me adoraban... Dos hermosas hijas brillantes, a las que adoraba también. Un apretón en mi cintura me hizo mirar hacia abajo. Violeta estaba mirando hacia mí. —¿Estás bien, papá?

Aclarando mi garganta, Asentí. —Nunca he estado mejor, mia cara. Mejor que nunca.

*** —¿Reservaste todo el lugar? —le pregunté a Ally mientras entramos en el restaurante vacío de Nueva York. Ally se encogió de hombros. —No te gustan las multitudes, y todo el mundo voló aquí para ver la exposición. Quería que fuera especial. Así que reservé todo el lugar. Sacudiendo la cabeza a mi esposa, tomé su mano extendida. Chiara y Violeta entraron en el restaurante primero. Ally y yo las seguimos rápidamente detrás. Entrando en el rústico restaurante tradicional italiano, nuestros amigos y familiares dejaron sus conversaciones y se volvieron hacia nosotros. Cuando Ally agitó los brazos, se pusieron de pie y comenzaron a aplaudir. Todos y cada uno de ellos... No me podía mover. Cassie, al ver que no estaba llevando muy bien sus felicitaciones, se deslizó de la silla y se levantó. 239

—Bueno, si no te vas a mover, ¡yo jodidamente voy a ir a ti! Se movió hacía hacia adelante. Antes de que tuviera la oportunidad de hacer algo, envolvió sus manos alrededor de mi cuello. —¡Pateaste sus traseros cariño! —gritó y me dio un beso en la mejilla. JD no estaba muy lejos detrás de ella, junto con sus cinco hijos... todos chicos, que se alinearon para felicitarme por mi exhibición. Molly y Rome Prince vinieron después. Molly me abrazó con fuerza, Rome sacudió mi mano. —Que jodido exposición hiciste —dijo, y nos dimos la mano. Antes de darme cuenta, Rome me había tirado hacía su pecho y me dio unas palmaditas en la parte posterior. —Lo hiciste bien, Axe, jodidamente bien. De inmediato dio un paso atrás ya que sus cuatro hijos vinieron y me dieron abrazos y besos. Me quedé estupefacto mierda. ¿Rome y yo? A pesar de que estábamos bien, nunca habíamos estado cerca. Lo miré mientras se alejaba... luego miró por encima del hombro y me dio un guiño orgulloso. No tenía ni puta idea de qué hacer con esa mierda. Sintiendo una mano en mi brazo, miré a mi lado para ver Levi con su mujer, Elsie. Cada uno de ellos me tomó de la mano con uno de sus gemelos de cinco años; un niño, Jackson, y una niña, Penélope. Sacudiendo la cabeza, Levi me abrazó con fuerza en sus brazos grandes. El Seahawk número uno clasificado receptor de banda ancha me apretó tan fuerte que casi dejé de respirar. Dando un

paso atrás, lo vi tragar saliva mientras luchaba por hablar a través de su apretada garganta. Dándole una palmada en la mejilla, besé su frente. —Grazie, fratellino —dije con voz áspera, no necesitaba palabras para ver lo orgulloso que estaba. Mientras Leví dio un paso atrás, Elsie se adelantó y me dio un beso en la mejilla, antes de envolver su brazo alrededor de la cintura de Levi. Austin vino después. Sin decir palabra, me acercó hasta su pecho. —Mierda, Axe —dijo a través de su garganta obstruida—. No tengo ni una maldita palabra. Estoy jodidamente orgulloso —me dijo y mis ojos se llenaron de lágrimas. —Grazie, fratello —Luché por decir. Austin se apartó, sus ojos oscuros se encontraron con los míos. Negó. —No puedo creer todo esto... —Lo mismo digo, chico —estuve de acuerdo. —¿Puedo obtener un beso? —preguntó una voz desde detrás de Austin. Un segundo más tarde, Lexi se abrió paso, haciendo que Austin riera. —Hola, Lex —dije con una carcajada cuando llegó hasta envolverme en sus brazos. 240

—Es hermoso, Axel, de verdad. No había un ojo seco en esa galería que estuviera mirando esas esculturas, como todos nosotros. —Gracias, Lex —dije, mientras que Dante llegaba a estar al lado de su padre. Dante tenía casi dieciocho años y era el doble de Austin... mierda, el doble de mí. Golpeando mi mano, me acercó más y tocó mi espalda. —Zio, es increíble. Siempre supe que lo sería. Lance mi brazo alrededor de sus hombros, y palmeé mi mano sobre su pecho. —Lo vas a ser un día, chico. —¿Eso crees? —preguntó. Austin y Lexi asintieron con la cabeza en acuerdo y llenos con orgullo. Ally se inclinó sobre mí para besar la mejilla de Dante. —Claro que sí. —Adoraba a nuestro sobrino. Adoraba que quisiera ser escultor como yo. Siempre estaba con nosotros en nuestra casa en Seattle, viéndome trabajar. —Lo sé. Mi sobrino está aprendiendo de mí a ser escultor. No hay manera que vayas como mi aprendiz. Eres un Carillo. Siempre salimos adelante. —¡Soy un Carillo también! —Una vocecita aguda gritó desde atrás Lexi. Daisy apartó a Lexi fuera del camino para llegar hasta mí. Pero tan pronto como

vio a Ally, Daisy cambió de rumbo y se lanzó en sus brazos. Ally levantó a nuestra sobrina de seis años. De inmediato comenzó a jugar con el cabello largo de Ally. Justo en ese momento, Levi se acercó con sus gemelos, y preguntó: —¿Vamos a comer o qué?

*** Un par de horas más tarde, después de que comiéramos, el sonido sobre vidrio llamó la atención de todos. Cuando miré a mi izquierda, vi que Molly Prince estaba de pie. Rome la miró con una sonrisa irónica. Cuando todos alrededor de la mesa la vieron, Molly respiró hondo. —Perdón por interrumpir, chicos. —Ally se agachó para tomar mi mano, con una sonrisa de felicidad en sus labios, mientras adivinaba lo que su mejor amiga estaba a punto de decir. —Vamos, Moll, ¡bestia sexy! —gritó Cassie y dio un trago de cerveza. Molly agitó su cabeza, riendo, y tomó una respiración larga y profunda. —Realmente no sirvo para hablar en público, al menos no fuera de las aulas. Pero no podía dejar pasar esta noche sin un brindis o dos cosas que compartir. Molly fijó sus ojos en mí. 241

—En primer lugar, quería ofrecer enormes felicitaciones a Axel por lo que es uno de los mayores logros que un escultor podía esperar... su propia exposición permanente en el Guggenheim. Estoy realmente orgulloso de ti, cariño. Todos lo estamos. —Molly levantó su copa. Ally me apretó la mano mientras todos levantaron sus copas y tomaron un trago. Cuando Molly bajó la copa, miró a su marido y le tendió la mano. Rome la tomó inmediatamente. Volviendo de nuevo a nosotros, Molly continuó: —Esta misma semana estuve trabajando en mi oficina, tratando de planear una fecha de lanzamiento para mi próximo libro de texto. Cuando miré el calendario, de hecho me senté en mi silla en estado de shock. —Una pequeña sonrisa tiró de sus labios y empujó sus gafas negras hasta la nariz—. Hace veinticinco años este mismo mes volé a los EE.UU... a la Universidad de Alabama... para estudiar mi Master. —¡Dios, Moll! —exclamó Ally. Sacudiendo la cabeza con incredulidad—. ¿Veinticinco años? Molly asintió con incredulidad y Lexi se rio. —Recuerdo ese día como si fuera ayer, Moll Se mudó conmigo y Cass. Estabas tan nerviosa. —Sí, pero pronto sacudimos esa mierda tuya, ¿verdad, Moll? Pronto se convirtió en una de nosotros. Molly se rió.

—Seguro que lo hiciste, Cass —dijo ella felizmente, luego miró hacia abajo sobre la mesa—. Saco esto a colación porque... cuando miro alrededor de esta mesa, a todos nosotros... No puedo creer lo lejos que hemos llegado. Lo que hemos logrado... y los obstáculos que hemos tenido que superar. El rostro de Molly se puso serio. —La razón por la que decidí ir a Alabama fue porque no tenía a nadie en Inglaterra, sin familia, sin amigos reales... nada. La mano de Ally apretó la mía mientras miraba a su mejor amiga, la tristeza era evidente en su rostro. —Cariño... —susurró Rome, acercándose hacia adelante en su asiento. Molly levantó la mano para cortarlo. —No, no estoy buscando simpatía, Rome. Todo lo contrario. —Se enfrentó al resto de nosotros de nuevo—. Mi primer día en Bama conocí a Lexi y Cass. Y sin juicio o expectativa, se convirtieron en mis mejores amigas y cambiaron mi vida. —Luego miró a Rome. —Luego de mi primer día de estudios, me encontré contigo... literalmente... y eso fue todo. Era tuya y tú eras mío desde ese día en adelante. Esta vez, nada detuvo a Rome de inclinarse y besar a su esposa. Molly se pasó la mano por la cara. Luego se volvió hacia Ally diciendo:

242

—A través de Rome me encontré con la muchacha más encantadora del mundo... su prima, Ally. Ally, se convirtió con rapidez, y todavía lo es, en familia para mí. Eres la hermana que nunca tuve, pero que siempre quise. —Tú también, Moll —Ally accedió rápidamente a través de un nudo en la garganta por la emoción. Molly se rio mientras se limpiaba una lágrima perdida. Inclinándome más cerca de mi esposa, puse mi brazo alrededor de los hombros de Ally y ella inmediatamente se derritió en mi costado. —Recuerdo el día que mi profesora me pidió que viniera a Estados Unidos. Recuerdo haber pensado qué... preguntándome si sería la decisión acertada. Al final pensé ¿qué diablos? y salté con ambos pies. Y debido a ese salto de fe, ahora estoy viviendo una vida que apenas podía haber imaginado. En realidad, sinceramente, creo que todos lo somos. Molly señaló Cassie y JD. —Cass y JD se conocieron la misma noche que Rome y yo... y ahora son los orgullosos padres de cinco hermosos chicos... y llevan uno de los ranchos más exitosos en Texas. Ella miró al lado, hacia Lexi. Las lágrimas caían por sus mejillas. —Lex, ya sabes lo que pienso de ti. Sin duda, eres la más valiente... la persona más valiente que he conocido en mi vida. Te sobrepusiste a una enfermedad a la que ni siquiera puedo imaginar cómo hacer frente. Sin embargo, lo hiciste con gracia... y con una determinación feroz. Eres mi inspiración, mi fe en que una persona puede superar cualquier cosa.

—Moll —gritó Lexi, incapaz de hablar más. Austin abrazó a su esposa con fuerza entre sus brazos y la besó en la cabeza. Mi pecho se tensó al ver... con mis jodidas emociones haciendo horas extras. —Es cierto, Lex —aseguró Molly—: Y en su viaje te enamoraste de Austin. Austin quien, junto con sus dos hermanos, se enfrentó a una especie de infierno que ningún ser humano debería tener que soportar—. Molly fijó sus ojos en mí, en Austin y Levi—. Ustedes tres han superado tanto dolor... mucho dolor de corazón. Pero al final, el amor como hermanos... su amor por los demás... los sacó adelante y los hizo los hombres que son hoy en día. Molly sonrió a Ally, Elsie y Lexi. —Junto con sus esposas, por supuesto... tres mujeres cuya tenacidad y capacidad de amar con fiereza mostraron que no era solo felicidad y alegría que se tenía en esta vida... y que la vida es demasiado corta para estar anclado en el pasado. —Levi juega la liga nacional de la NFL... Austin y Lexi en Seattle para ayudar a los adolescentes con problemas... y por supuesto, Axel y Ally, que por sorpresa han tomado el mundo del arte. —Molly miró su marido—. Y nosotros, Cariño. Eres el entrenador de los Tide. Y yo, profesora... y nuestros hermosos cuatro hijos completan nuestras vidas. Molly se rió para sus adentros y sacudió la cabeza, sonrojándose.

243

»Estoy divagando. Sé que estoy divagando. Pero sentada aquí en este restaurante esta noche hace que mi corazón esté a punto de estallar de felicidad y orgullo. —Se quedó en silencio y vi una lágrima bajar por su mejilla y caer sobre la mesa. Todo estaba en silencio mientras Molly mantuvo la cabeza baja. Inhalo lentamente y continuó—: Hace veinticinco años no tenía familia... Tenía pocas esperanzas. ¿Y ahora? Hoy he sido bendecida con l mejor familia y amigos en mundo y... y una carga de esperanzas y sueños. Levantando la cabeza, una sonrisa se extendió en sus labios y resopló una carcajada acuosa. »En mi cabeza, me imagino a todos nosotros envejecer, nuestras amistades. Me imagino las bodas de nuestros hijos, compartiendo juntos navidades y cumpleaños... el pasar de los años llenos de amor y felicidad... y me imagino a todos nosotros como abuelos contando nuestras historias a nuestros nietos acerca de cómo nos reunimos todos, sobre todos los viajes que hicimos en nuestras vidas, lo bueno y lo malo. Ally estaba llorando a mi lado. De hecho, echando un vistazo alrededor de la mesa, todo el mundo estaba luchando para mantener no hacerlo. Incluso los niños estaban observando en silencio el discurso de Molly, su hija, Taylor y sus tres hijos, Isaac, Archie y Elias, la miraban como si fuera su sol. »Lo que estoy tratando de decir es que el día que me arriesgué para mudarme a Alabama fue la mejor cosa que he hecho... porque me llevó con ustedes. Les quiero tanto a todos que algunos días es casi imposible de contener —anunció Molly—: Un brindis... por la oportunidad, por esta posibilidad de ponerme en su camino para siempre.

Todos elevamos nuestras copas, brindando con champán y todas las chicas corrieron hacia Molly para abrazarla. Mientras observaba a Ally dando besos y celebrando con sus mejores amigas, miré a mi derecha, solo para ver a Austin y Levi trasladarse junto a mí. En silencio, puse mis brazos alrededor de los hombros de mis hermanos. Fue en ese momento cuando supe que no podía lamentar nada. Ninguna de las cosas que sucedió en mi vida, porque este momento, ahora mismo, este sentimiento, valió la pena cada pizca de dolor y de angustia. En ese momento, Ally se volvió y llamó mi atención. Dejando a sus amigos, se acercó se veía tan malditamente impresionante como el día en que la conocí. Levi y Austin palmearon mi espalda y se apartaron. Mientras mis hermanos regresaron con sus esposas, Ally envolvió sus brazos alrededor de mi cuello. Sosteniéndola con fuerza en mis brazos, movió de nuevo su hermoso rostro. Buscando mis ojos, me pregunto: —¿Eres feliz, querido? Suspirando, sintiendo la mayor parte del contenido que tuve en toda mi puta vida, presioné mis labios a los de ella, tirando hacia atrás sólo para susurrar: —Sono felice insieme a te... Sempre.

244

Playlist

L

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puede

encontrarse

Tainted Love — Marilyn Manson

Amor Prohibido — Selena Live With Lonesome — Little Big Town Kiss The Rain — Yiruma Boot of Spanish Leather — Amos Lee Roses — James Arthur (ft. Emeli Sande) Mess Is Mine — Vance Joy Bright — Echosmith You Hurt The Ones You Love/I Don"t Believe That — Maria Mena Brother — NEEDTOBREATHE (ft. Gavin DeGraw) 245

Tutto L"Amore Che Ho — Jovanotti The Prayer — RyanDan Heartbeats — Jose Gonzales Run — Leona Lewis Lips Of An Angel — Hinder Something Good This Way Comes — Jakob Dylan Brother — Edward Sharpe & The Magnetic Zeroes What I"ve Done — Linkin Park Sweet Dreams — Beyonce El Camino — Emos Lee My Silver Lining — First Aid Kit Sigh No More — Mumford & Sons L.I.F.E.G.O.E.S.O.N. — Noah and The Whale Say Anything — Tristan Prettyman Shattered & Hollow — First Aid Kit

en:

Sobre la autora

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T

illie Cole oriunda de Teesside un pequeño pueblo del nordeste de Inglaterra. Creció en una granja con su madre inglesa, padre escocés, una hermana maya y una multitud de animales recogidos. En cuanto pudo, dejó sus raíces rurales por las brillantes luces de la gran ciudad. Después de graduarse en la Universidad de Newcastle, Tillie siguió a su marido jugador de Rugby Profesional alrededor del mundo durante una década, convirtiéndose en profesora de ciencias sociales y disfrutó enseñando a estudiantes de secundaria durante siete años. Vive actualmente en Calgary, Canadá dónde finalmente puede escribir (sin la amenaza de que su marido sea transferido), adentrándose en mundos imaginarios y las fabulosas mentes de sus personajes. Escribe comedia Romántica y novelas nuevos adultos y felizmente comparte su amor por los hombres—alfa masculinos (principalmente musculosos y tatuados) y personajes femeninos fuertes con sus lectores. Cuando no está escribiendo, Tillie disfruta en la pista de baile (preferentemente a Lady Gaga), mirando películas (preferiblemente algo con Tom Hardy o Will Ferral, ¡por muy diversas razones!), escuchando música o pasar tiempo con amigos y familiares.

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