Moderadora y Traductora Nelly Vanessa

Correctoras Osma

Maggiih

Nanis

Pachi15

marta_rg

Lucero Rangel

Dabria Rose

Recopilación y Revisión Nanis

Diseño Francatemartu & Móninik

Sinopsis

Capítulo 16

Capítulo 1

Capítulo 17

Capítulo 2

Capítulo 18

Capítulo 3

Capítulo 19

Capítulo 4

Capítulo 20

Capítulo 5

Capítulo 21

Capítulo 6

Capítulo 22

Capítulo 7

Capítulo 23

Capítulo 8

Capítulo 24

Capítulo 9

Capítulo 25

Capítulo 10

Capítulo 26

Capítulo 11

Capítulo 27

Capítulo 12

Epilogo

Capítulo 13

Próximamente

Capítulo 14

Sobre la Autora

Capítulo 15

Gretchen Hendricks pasó la mitad de su vida enamorada de un hombre que terminó más dedicado a su trabajo que a ella. Después de un divorcio que la dejó desolada, puso todas sus energías en construir su carrera como psicóloga. Ahora, bien entrada en sus treintas ha logrado el éxito profesional, y lleva una vida ejemplar. Ha tratado de dejar de lado sus sueños de juventud de un matrimonio y niños para complementar su carrera. Después de quemarse tan a fondo por el chico al que le había dado su joven corazón de chica, es más feliz sola. Hasta que un día se encuentra con su amigo de la adolescencia Tony Lindstrom, y se da cuenta de las circunstancias catastróficas que terminaron con su servicio en el ejército de Estados Unidos. Han pasado dos años desde el final de la carrera profesional de Tony, y la vida como la conocía. Pero él no ha hecho nada para aceptar lo que le pasó, o incluso saber cómo comenzar a vivir con ello. Está escondido en la casa de sus padres, sin oficio ni perspectivas de ningún tipo, y la cosa es: que es muy bueno en eso. Se imagina que le pagó su deuda a la sociedad más que la persona promedio; merece que lo dejen solo para hacerle frente a las cosas como quiera. Pero luego se encuentra con una mujer a la que siempre amó y nunca tuvo, porque siempre fue la novia de su mejor amigo. Gretchen no aceptará en quien Tony se ha convertido, o que haya renunciado completamente a una vida digna. Tony no puede contemplar nada con Gretchen porque para él, ¿qué tan bueno es un hombre que está incompleto en el exterior, y completamente roto en el interior?

Gretchen Hendricks navegó por el pasillo de la tienda de comestibles, buscando un poco de fruta orgánica que no se viera totalmente poco apetitosa o podrida. Revisó las peras, tratando de encontrar las que no estuvieran demasiado magulladas o deformes. Colocó unas pocas en su cesta, preparándose para ir al siguiente pasillo a buscar un poco de gel para el cabello. Al girar la esquina, se detuvo en seco. ¿Tony? ¿Tony Lindstrom? Su boca se abrió en shock. Sorpresa. No, en el total y absoluto horror. ¿Cuándo había regresado? ¿Y cuando pasó eso? Se tragó al instante el bulto que se alojó en su garganta. Will, su ex esposo y el mejor amigo de Tony, no le habían dicho nada al respecto. ¿Cómo pudo no hacerlo? Las lágrimas punzando sus ojos fueron inmediatas y reales. Retrocedió rápidamente y se escondió detrás del anuncio de soda, regañándose a sí misma por su cobardía. No podía esconderse de él, pero tampoco podía, en conciencia, a su vez ignorarlo después de verlo. Esa sería una cosa desconsiderada, mala, y sin corazón por hacer. La haría la peor persona. Pero… ¿qué demonios podía decirle? Hola, Tony, ¿cómo estás? ¿Cómo perdiste el brazo? Por supuesto, ya sabía que Tony había perdido su brazo: a partir de un combate en la guerra. No sabía los detalles todavía, pero obviamente, se había lesionado y perdido su brazo izquierdo. ¡Oh, Dios! No, Tony. No era justo. Era horrible. Él era bueno, un hombre decente. O al menos, lo había sido. No había visto mucho de él en más de cinco años; pero lo había conocido desde que estaban en la escuela intermedia. A menudo él se hospedaba en su casa después de que él y Will iban a beber, o simplemente para pasar el rato. Ella estaba casada con su mejor amigo y él había sido el padrino de su boda. Fue y se emborrachó con ella después de que su divorcio con Will fue sentenciado, cuando estuvo en su casa brevemente, visitando a sus papás estando de permiso. Sabía que los soldados iban a la guerra, y algunos soldados no volvían. O volvían cambiados irrevocablemente. ¿Pero Tony? No. No él, y no podía haberle sucedido a Tony. Pero… lo hizo.

Enderezó los hombros y levantó la barbilla. Si él podía pelear por el país y sacrificar su brazo, ella podía reunir el valor para enfrentarse a él. No era una persona insensible. Debería poder enfrentar a un viejo amigo, sin importar lo que le hubiera pasado a él. Pero la agitación de su estómago pronto tuvo a su bilis subiendo por su garganta. Le temblaban las manos. ¿Podía hacerlo? ¿Podría mirarlo? Y finalmente, ¿cómo no iba a hacerlo? Echó a andar por el pasillo, pero vaciló a un par de metros detrás de él. Él estaba de pie detrás de su carro, mirando fijamente las marcas de salsa de espaguetis. Su mano derecha, la que resultó ilesa, subió mientras elegía un frasco y lo puso en su carrito. Ella inhaló un profundo suspiro cuando vio su manga de la camisa clavada en su pecho. ―¿Tony? Él se dio la vuelta. Ella probablemente debería haber sido más fuerte y no haberse deslizado detrás de él. Tenía que ser una cosa común para cualquier soldado no apreciar a alguien acercarse sigilosamente desde detrás. Recordó cuán nervioso a menudo estaba Will después de su regreso de las misiones especiales. Odiaba estar casada con un soldado. Él había estado fuera todo el tiempo, siendo heroico. Y ella estaba encerrada en casa, quejándose y odiando su despliegue; y actuando completamente opuesta a lo heroico. Se armó de valor y sus nervios le hicieron apretar los dientes para evitar una sonrisa cortes de saludo y sus ojos se fijaron directamente en los suyos. Se negó a mirar hacia abajo o a evitar sus ojos. No iba a actuar como si Tony y ella no hubieran compartido veinte años de historia. La pérdida de su brazo no cambiaba eso. Él estaba casi irreconocible. Tenía el cabello largo y recogido con una banda de goma. Solía ser de corte definido, a veces incluso se afeitaba la cabeza por limpieza. Tenía una barba completa que ahora cambiaba por completo su aspecto. Le hacía parecer más viejo, más duro y más siniestro. Su cabello y su barba eran ligeramente marrones y los ojos castaños tenían una pequeña cicatriz sobre la ceja derecha. Recordó cómo él y Will solían jugar en el bosque cerca de su casa cuando él se cayó y se cortó con una pieza caprichosa de alambre de púas sobre un viejo muro. Sabía mucho de las cosas personales acerca de Tony. Pero no cómo perdió su brazo. Parecía mucho más viejo ahora. Más duro. Más inflexible. Vistiendo una camisa de franela sobre una camiseta y pantalón gris, recordó cuán meticulosamente pulcro y bien organizado siempre era en el pasado, tan diferente de ahora. Su expresión no cambió a pesar de que sus ojos se abrieron apenas un milímetro de

reacción al verla. ¿Él no la reconocía? No había cambiado tanto. Tenía el cabello largo y ahora era corto. ―Hola ―le dijo a él directamente. Brillante. Estaba manejando esto con total clase y dignidad. Él no le respondió. ¿Alguna otra cosa le pasaría? ¿Sus facultades mentales seguirían intactas? ¿Habría sufrido de una lesión cerebral traumática o algo? Finalmente, él asintió y dijo: ―Hola Gretchen. ―Su tono era profundo y bajo. Le recordó a él. Su voz le recordaba a un locutor en la radio nocturna. Tipo hipnótica, casi sexy. Su alivio no se hizo esperar. De acuerdo, todavía podía hablar y se acordó de su nombre. ―Eh, hola. Ha pasado un largo tiempo. No sabía que habías vuelto a casa. Sus penetrantes ojos marrones perforaron dentro de ella. ―Sí. Oh Dios, sus ojos seguían queriendo lanzarse hacia abajo. Para mirar. Era insoportable de resistir. Era como tener a un elefante completamente crecido sentado entre ellos. La ausencia de su brazo era tan obvia, ¿pero cómo iba a mencionarlo educadamente? No tenía idea. Se mordió el labio y sonrió. ―Will no mencionó que estabas… de regreso. Él levantó una ceja. Gretchen nunca fue capaz de hacer eso, levantar una ceja, pero no la otra. Se sintió como si estuviera perdiendo la cabeza, aferrándose a un clavo ardiendo, o a cualquier otra cosa para no mirar, para no dejar que su mirada cayera a su brazo amputado. No podía hacer eso sin ser una completa y absoluta canalla, así como cualquier otro terrible cliché que hubiera allí. Era realmente duro para ella no robar un vistazo. Pero eso era tan malo como preguntarle a alguien en un funeral si él o ella se sentían mejor. ―Will no lo sabe. No he hablado con él en varios años. ―¿Qué? ¿Desde cuándo? ¿Por qué? ¿Por qué no has estado en contacto? Ustedes dos eran mejores amigos. Hermanos de armas, soldados… ―Gretchen dejó la frase a la mitad, deseando no haber mencionado “armas”. Él se encogió de hombros, girando su cuerpo para que su brazo derecho quedara hacia ella. ―Las cosas cambian.

¿Qué pudo haber cambiado? ¿Cómo podría Will darle la espalda a Tony? Era Tony, por el amor de Dios. Will y él eran los mejores amigos desde… siempre. Desde mucho antes de que Gretchen entrara en escena, así como después de que salió. ―Mierda, ¿es esa Gretchen Moore? Gretchen se volteó, sorprendida. Allí, caminando hacia ella, estaba Donny Lindstrom, el hermano menor de Tony. Sonrió y permitió que Donny se inclinara y le diera un beso en la mejilla mientras la abrazaba. ¿No era esa la forma en que Tony debería haberla recibido? Solía hacerlo. Solía sonreír y bromear con ella, provocándola sin piedad. Solía ser divertido y encantador. Pero eso fue todo antes de que perdiera el brazo. ―No puedo creer que seas tú. Han pasado años. Demasiado tiempo, de hecho. Donny era tres años menor que Tony y ella. Siempre fue el bromista sonriente en la secundaria, sacando risa de todo, pero nunca desagradable o malicioso. Era probablemente la mejor persona que Gretchen había conocido. Sin dejar de sonreír, ella dio un paso atrás del abrazo entusiasta de Donny. ―Es Hendricks ahora. ―Ahh, mierda. Eso es correcto. Te fuiste y te casaste con el hijo de puta. Él fue el loco HDP1 quien te dejó ir, ¿eh? ¿Por qué mantienes su apellido? Tony se movió incómodo, y Gretchen le vio en su visión periférica. Se sentía extraño discutir de Will enfrente de él, lo que era irónico. Tony era la persona con quien solía debatir periódicamente sobre Will. Él dio un discurso de romper-elcorazón en la recepción de su boda. Fue al primero que llamó para anunciarle su compromiso. Y el primero en tomarse con ellos una cerveza y brindar por sus próximas nupcias. Ahora, ¿fruncía el ceño viendo el cálido, cariñoso saludo de Gretchen hacia su divertido, inocente, pequeño hermano? ―Seguí con su apellido porque es legalmente mi nombre ahora. Él y yo enterramos desde hace mucho tiempo el hacha de guerra. Donny asintió. ―Eso es porque eres la mejor persona con vida, y la única que conozco que querría seguir siendo amiga de un ex. Mantener una amistad con su ex era lo de menos. También había ayudado a tratar a la segunda esposa de Will, Jessie, por el abuso sexual, y a su cuñada Lindsey, por abuso doméstico. Lindsey incluso había vivido con Gretchen brevemente 1

HDP: Abreviatura para hijo de perra.

mientras huía de su marido. Así era de agradable la naturaleza de Gretchen. Pero no, eso no era cierto. Mira lo mucho que había sabido con tan sólo mirar a Tony a los ojos y decir: ¿Qué pasó? ¿Estás bien? Siento mucho que perdiera tu brazo. En cambio, no dijo nada, sino que charló como si acabaran de encontrarse en el supermercado después de una separación corta, y nada hubiera cambiado para él. Donny sonrió mientras sus ojos la recorrían de arribo a abajo. ―Te ves tan bien como siempre. ¿Qué demonios estás haciendo? Ella sacudió la cabeza, sonriendo hacia él. ―Todavía eres incorregible. Soy psicóloga infantil. Trabajo sobre todo con niños que tienen problemas de aprendizaje o trastornos de comportamiento. Donny suspiró. ―Eso suena… bastante impresionante. Como años de estudio y esa mierda. ¿Qué eres ahora? ¿Doctora o algo así? ―Bueno, sí, lo soy. Él puso los ojos en blanco. ―Claro, doctora y te ves como una. Claro. Uhhuh. Nunca pierdes el tiempo, ¿no? Ella puso los ojos en blanco mirando de nuevo hacia él, sonriendo ante su tono burlón. ―¿Qué haces tú? ―Lo creas o no, soy un chico IT2 ahora. ―Que pudiera quedarse quieto el tiempo suficiente para escribir en una computadora, realmente la sorprendió. ―Donny, tenemos que seguir. Los dos se volvieron hacia Tony quien se quedó allí mirándolos. Donny saltó como si recordar a Tony lo hubiera electrocutado. ―Oh, cierto. Claro. Tenemos que conseguir al doctor. No fue la mejor respuesta. Los labios de Tony se crisparon y sus ojos se estrecharon con disgusto hacia su hermano pequeño. ―Cierra la boca, Donny. Donny no se dio cuenta o no le importó. El calor llenó la cara de Gretchen como si ser testigo de la impaciencia e ira de Tony fuera demasiado para ella. Rápidamente, dijo: 2

IT: Técnico informático.

―Siento haberte entretenido. Fue agradable verte, Tony, Donny. Donny puso los ojos en blanco y agitó una mano hacia Tony. ―No hagas caso de su amargura. Culpa su falta de modales, y de cortesía… entre otras cosas, a la pérdida de su brazo izquierdo. El silencio que siguió se sintió sofocante. ¿Qué podría añadir a eso, sin hacer aún peor el momento? Le dejaría a Donny decirlo. Se aclaró la garganta y jugueteó con el asa de su cesta, firmemente se negó a levantar la mirada del mango de plástico de color rojo que aferró demasiado fuerte. Tony giró sobre sus talones y se fue caminando, dejando el carro medio lleno de comida. Donny lo vio alejarse y suspiró. ―Él no está demasiado bien. ―¿Qué pasó? ―Su equipo fue golpeado. Un terrorista suicida tomo una pequeña sección de su base en Afganistán, donde estaba destinado. Él fue derribado y quedó con una metralla incrustada en el brazo izquierdo. Perdió a tres buenos amigos ese día también. Por supuesto, regresó a casa, pero no ha estado bien desde entonces. Como probablemente puedes imaginar. ―Tal vez deberías ser un poco amable al respecto y darle más tiempo. Donny se encogió de hombros. ―Mierda, lo intentamos. Lo hemos intentado todo. Fuimos a tientas alrededor de él en un principio. Éramos toda amabilidad y simpatía. Lloramos y le dijimos lo contentos que estábamos de que todavía estuviera vivo. Lo hicimos todo, pero nada penetra el escudo que tiene ahora. Es un idiota. Todo el tiempo. Nunca se detiene. Nunca vacila. Sería más fácil si estuviera en estado de shock o emocionalmente deteriorado. Infiernos, sería bueno saber si quedaron emociones en su interior. Es como si su corazón hubiera sido arrancado junto con su brazo. Ella se quedó sin aliento. Donny era demasiado, demasiado atrevido. ―Tiene que ser insoportable. Perdió una extremidad. El dolor. El shock. La impotencia para cualquier persona sería demasiado para tratar. Por no hablar de un soldado como Tony. Él y Will vivían principalmente para ser soldados. Vivían para su siguiente misión. Y por el otro, mucho más de lo que se sentían obligados con nada ni con nadie en casa. Él tiene que tener algún trastorno de estrés postraumático. Donny asintió. ―Claro, claro. No somos nuevos en esto, Gretchen. Mis padres y yo, atravesamos todo eso con él. Ya pasaron dos años. Y nada mejora. Ha estado con los

veteranos de Afganistán como apoyo, así como con terapia. También ha estado en terapia intensiva, tanto mental como física. Nada de eso hace alguna diferencia para él. Es como un completo desconocido. Y es un montón de mierda con la cual vivir. ―Lo siento. Por él y por ti. Debe ser frustrante presenciar eso todos los días. Él se encogió de hombros. ―Él más o menos vive con mis padres desde que sucedió. Fue dado de baja, por supuesto, ya que la falta de un brazo termina más o menos con tu carrera como soldado. No ha trabajado desde entonces. El maldito se sienta alrededor, sin hacer nada y siendo nada. Es difícil de ver, pero aún más difícil es tolerar su actitud de mierda. Todos tratamos. Honestamente, lo hacemos. Vengo y estoy con él casi a diario y lo llevo a sus médicos y a sus diversas terapias. Igual que mis padres. Pero todos somos tan apreciados como mierda de perro debajo de sus zapatos por cómo nos trata o reconoce nuestros esfuerzos. Estuvo bien al principio. Incluso comprensible. Le lanzaron una bola curva horriblemente cruel. No hay duda. Y todos entendemos eso. Pero… hay tanto que uno puede decirle a la gente, y a ti mismo, antes de que sea demasiado. Y la gente es solamente entendida hasta cierto punto. Ella negó mientras las lágrimas llenaban sus ojos y obstruían su garganta. ―¿Qué pasa con Will? ¿Hace dos años? ¿Cómo podría no querer decirme nada acerca de él? ―Mierda, no ha hablado con Will en incluso más que eso. No quería hablar con nadie. Prácticamente cortó todos los lazos con sus amigos. Y si alguien de su unidad o de sus días de soldado, incluso intentaba ponerse en contacto con él, lo alejaba al instante. ―Lo siento, Donny. ―Sí. Oye, ¿por qué no vienes a cenar? ¿A cenar? ¿Sólo Donny y ella? Era demasiado raro. Ni siquiera podía imaginar la incómoda cita que podría ser con el chico que solía tomar placer en la frecuencia con la que podía eructar su nombre, o el de la luna. Así que… no. No podía imaginar salir con Donny. Sus ojos se abrieron y él lanzó la cabeza hacia atrás en una carcajada. Debía haber leído la sorpresa y desagrado en su cara. ―No. ¡No es una cita! Sólo ven a la casa de mis padres. Les encantaría verte. Y, honestamente, me pregunto si tal vez no podrías al menos tratar de conseguir que Tony hable. Siempre tuvo un enamoramiento por ti. Tal vez eso corte a través de

algo que sigue vivo en él. Tal vez pierda algo de la apatía. Hacerlo un poco menos idiota. Un rubor se deslizó en sus mejillas. ¿Tony tenía un enamoramiento por ella? ¿Cuándo? Sí claro. No. No, no había manera de que Donny pudiera tener razón en esa declaración. Ellos nunca habían tenido una relación de ese tipo. Ni siquiera había habido un momento de incomodidad entre Tony y ella. Así que no, no, nunca ni una vez le había gustado. No de esa manera, por lo menos. No como un flechazo. Siempre había sido Will y ella. Comenzó a beber los vientos por Will Hendricks en séptimo grado. Y Tony lo sabía. Nada nunca podría haberse sentido romántico de él hacia ella. Ella siempre fue de Will. Y Tony era el tipo de hombre que vivía por reglas firmes, como nunca codiciar a la chica de tu mejor amigo. ―Estás equivocado en eso. Donny sonrió. ―¿Qué? ¿Acerca de Tony enamorado de ti? No. No es así. Le gustaste, siempre. Desde séptimo grado. Pero siempre estabas colgada de Will, por lo que tuvo que conformarse con sólo ser tu amigo. ―¿Él te dijo eso? ―Sí, claro. No. Es sólo un hecho. Yo lo sabía. Mis padres lo sabían. Will lo sabía. ―Will no lo sabía. ―Will no era mudo ni ciego. Seguro como la mierda que lo sabía; simplemente lo ignoró para aún poder ser el mejor amigo de Tony. Así como Tony lo ignoró para poder estar con Will. Y contigo. Su cerebro se sentía como si estallara en su cabeza. En cinco minutos, Donny se las arregló para rescribir la totalidad de su adolescencia y el principio de sus veintes. Esas no eran sus verdades y experiencias. Simplemente no había forma. ―Bueno, seguro que no quiere verme ahora. ―No quiere ver a nadie. No lo tomes como algo personal. De hecho, trata de ser diferente a todos los demás. No dejes que tire esa mierda sobre ti. Todo es una mierda, diseñada para proteger su herido, frágil ego porque perdió su brazo. La cosa es: que perdió el brazo, no su vida, pero vive como si lo hubiera hecho, y parece preparado para seguir viviendo el resto de su vida de esa forma. Ella apretó los labios, su corazón se retorció con las trágicas circunstancias de Tony y su antigua personalidad. Solía sonreír todo el tiempo. Le gustaba beber cerveza y lanzar dardos. Le gustaba bailar. Le gustaba jugar al golf. Le gustaba disparar sus armas en el campo de tiro. Le gustaba hacer un millón de cosas.

―Iré. Si puedes convencerlo de que me lo permita, y claro de antemano con tu mamá. Aquí está mi número. Llámame si de verdad crees que podría ayudar. Donny se volvió hacia su carro con un encogimiento de hombros. ―Bueno, seguro como la mierda que no podrá lastimar a nadie. Nada podría ser peor para él.

* * *

Maldito estúpido hermano. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué se tardaba tanto tiempo? Sólo deja de ver los malditos ojos de Gretchen y ven ya. Quería irse. Estaba cansado de estar allí. Estaba cansado de que lo miren. Estaba cansado de ver a su hermano alegre y feliz ligando. Él, sin duda, conseguiría su maldito número. Bueno, seguro. Bien. Grandioso. Ella probablemente era una gran apuesta. Era bueno para Donny. Él sólo quería irse… ahora. Donny finalmente dobló la esquina del pasillo, empujando el carro y deteniéndose donde Tony estaba esperando en una caja registradora. ―Te tomó suficiente tiempo. ¿Qué hiciste? ¿Conseguir su número? ―Tony gruñó. Volvió la cara para que su hermano no pudiera ver su disgusto. Como si le importara. ¿Por qué debería importarle con quién salía Gretchen? ¿O follara? ¿O con quién se metiera? Ya había tolerado ser su mejor amigo durante años. Incluso lo había discutido con Will. Y a menudo los escuchaba, por el amor de Cristo, muchas veces había pasado la noche con ellos en su muy pequeño apartamento y con paredes muy delgadas. Will Hendricks. El nombre sabía a ceniza en su boca. Will y él habían sido mejores amigos durante toda su vida. Incluso después de que Gretchen Moore entró en su esfera. Eran jóvenes, chicos llenos de hormonas y los dos la desearon. Se metieron en una pelea a puñetazos por ella en octavo grado. Pero… Gretchen simplemente eligió a Will, y comenzaron a salir en su primer año, y nunca rompieron. Eso fue todo. Tony los llevaba a los bailes y hacían citas dobles con mujeres de las que nunca podía recordar los nombres. Brindó por su compromiso y les habló en su boda. Cuando Will se unió al ejército, también lo hizo Tony. Siguió a Will porque Will y él eran inseparables y ambos querían servir a su país. Parecía la única cosa para hacer después de la secundaria, y siempre habían hablado de ello. Era todo lo que había para Will: ser soldado. Y Tony no tenía ninguna otra perspectiva, así que, ¿por qué no convertirse en soldado?

Sus notas apestaban; no había ninguna universidad reservada para él. Pensó entrar en una escuela de comercio, y convertirse en fontanero como su padre, pero eso nunca le llamó la atención. Ir a la guerra para matar al enemigo parecía mucho más interesante para él a la edad de diecinueve años. Su madre lloró cuando llegó a casa y les dijo que se uniría. Se fue durante días, y cada vez regresaba después de un permiso. Ella se preocupaba por él año tras año. Nunca se acostumbró a eso. Estaba orgullosa, pero no obstante aterrorizada por él. No la entendía. Nada podía ocurrirle. De ninguna manera. Sorprendentemente, en especial para él, se convirtió en un maldito buen soldado. No era un Will Hendricks tal vez, pero sí un sólido, confiable, soldado trabajador. Will pasó a unirse a las fuerzas especiales; y Tony sirvió orgullosamente como soldado de infantería de la División Aerotransportada 82. Se convirtió en sargento y estaba orgulloso de ello. No era como Will, quien era un héroe, un soldado que cumplía con abundante ambición subiendo a lo más arriba de la cadena de mando en el ejército como pudo. Tony no tenía tales ideas o deseos; sólo quería ser un buen soldado. Quería a Will. Como si fuera su propio hermano. Pero entonces… Will renunció. Putamente abandonó el ejército. El día en que Will lo anunció, Tony se volvió y se alejó sin otra palabra. ¿Cómo podría simplemente renunciar? Él era la razón por la que optó hacerlo. Era al que le encantaba. Estaba destinado a convertirse en un gran líder de alto rango en el ejército. Era tan bueno en eso. Pero él solo se levantó y renunció. Después de eso, se trasladó a malditamente quién sabe dónde, y ahora tenía esposa y una hija. Tenía un trabajo de nueve a cinco, como un civil. Se convirtió en una persona trabajadora y en un hombre de familia que Tony jamás imaginó que sería. Will ni siquiera intentó eso por Gretchen, sino sólo por su segunda esposa. Tony no tenía ninguna opinión sobre ella. Jessie Bains era simplemente el nombre de la mujer con la que su mejor amigo se casó antes de salir de su vida, y del ejército. Nunca había escuchado o entendido la historia entera. Tenía que haber algo más de lo que Will decía. Tal vez no quería saberlo. Lo importante era que ella hizo que Will abandonara el servicio, que abandonara la única vida y llamado que había conocido. Y ahora, era la forma de vida y la carrera que Tony también quería. Pero Will la había dejado atrás, y Tony no tuvo ninguna correspondencia más con Will desde ese día. Él seguro como la mierda no trató de explicarle a Will cómo se sentía tener su brazo arrancado mientras lanzabas una pelota de fútbol de ida y vuelta con la mitad de tu pelotón. En un momento, se reía mirando la pelota girar hacia él, con los brazos

extendidos para atraparla, el sol frió sus globos oculares, y al siguiente… todo estaba negro. Se despertó en una cama de hospital con su brazo izquierdo fuera. ¿Qué podía uno decir después de tal descubrimiento? Nada. A veces deseaba que hubiera sucedido de una manera más noble. Tal vez si hubiera tenido un arma en la mano, en lugar de una pelota de fútbol, o si hubiera estado peleando en ese tiempo, tal vez se hubiera sentido diferente. Tal vez incluso un poco mejor. Se burló, sí claro. Como si las circunstancias pudieran hacer que la sensación de tu carne derritiéndote de tus huesos se sintiera un poco mejor. Aun así, volver a casa, y tratar de vivir entre la población civil de nuevo, no iba muy bien. La gente corría alrededor, preocupada por sus trajes de Halloween, de qué comprar para la cena, si sería orgánica o no, o de qué color pintar sus sobrevaloradas casas. Eso era tan estúpido para él. No podían ser más mundanos de lo que parecían. Sus propios padres y su hermano también estaban preocupados por las hipotecas de viviendas que no eran necesarias. Se preocupaban del tráfico, o de si iba a llover mañana. ¡Qué mierda! Nada real y nada de lo que importaba. Nada acerca de su existencia aquí importaba. Donny empujó el carro en la línea para el cajero. Rara vez fruncía el ceño, fulminaba, e incluso dejaba de sonreír, excepto con Tony. ―La invité a cenar. Con mamá. Pensé que a mamá le gustaría verla. No te preocupes de tu sentido trasero, ya que es muy probable que ya la hayas asustado y alejado. Él se estremeció. Gretchen. Realmente nunca había querido volver a verla. No con el agujero de su manga vacía, y su desigual camisa. Joder no. Sin embargo… ―¿Qué te dijo? Donny comenzó a poner los comestibles en la cinta transportadora, sólo deteniéndose para mirar a Tony. ―Dijo que sí. Sí, si estaba bien con tu trasero de niña sensible. ¿Entonces, Tony? ¿Está bien? ¿Crees que podrías permitir que una vieja amiga viniera sin dejar que tu mierda habitual salga libremente de tu boca? Tony se giró sobre sus talones y salió de la tienda de comestibles. Dejando la bolsa con Donny de sus estúpidos propios alimentos. Eso era por demás; la mayor parte de los víveres eran para él; y su madre pagaba la factura.

―No vas a creer lo que me pasó. Gretchen suspiró profundamente, dando un paso detrás mientras su hermana menor entraba por la puerta principal mientras la abría. Detrás de ella estaba Tracy, su otra hermana. ―Hola Tracy. Y hola a ti también, Vickie ―murmuró Gretchen a la espalda de Vickie. Ella ya estaba dando vueltas en el salón de Gretchen con agitación mientras sus rubios rizos, similares a los de Gretchen, rebotaban sobre sus hombros. Vickie se detuvo y agitó la mano en el aire. ―No seas tan mojigata. Somos hermanas. No tenemos que ser corteses entre nosotras. De todos modos, ¿quieres saber lo que pasó o no? Ella puso los ojos en blanco y cerró la puerta principal. ―¿No lo sé? ¿Quiero saberlo, Tracy? Vickie miró mientras Gretchen y Tracy intercambiaban una mirada cansada. Tracy reprimió una sonrisa. Algo estaba por lo general sucediendo con su hermana menor. ―Bueno, ya me lo dirás de cualquier manera. Entonces, ¿qué es? Vickie estaba caminando de nuevo. ―¡Cortaron mi tarjeta de crédito! Justo ahí. En la tienda. Delante de todo el mundo. Gretchen hizo una mueca. No por las noticias de su descuidada hermana, una vez más, no pagando sus facturas, sino porque debía sentir lástima por ella. ―¿Dónde? Tracy puso los ojos en blanco. ―No fue delante de todos. Había solo una persona. Ella estaba en Clothes Closet, en el centro. ―Había más de una persona. ¿Cómo se atreven?

―¿Pagaste tu factura? Vickie dejó de pasearse y fulminó a Gretchen. ―Es una tarjeta de crédito. ¿De qué sirve si no se puede utilizar para tener crédito? Se supone que puedes conseguir un poco de tiempo a la hora de pagar. Gretchen cerró los ojos. Señor, la economía del pago de las compras era algo que totalmente escapaba de Vickie, además de su incapacidad para mantener cualquier tipo de trabajo, siempre. Vickie nunca lo veía como su culpa, sin embargo. ―Hemos hablado de esto. ¿Por qué estabas incluso en Clothes Closet? Ese lugar está mucho más allá de tu presupuesto. Gretchen, Tracy, y sus padres pasaron años tomando turnos y tratando de conseguir que el gasto letal de los hábitos de Vickie estuviera bajo control, mientras la alentaban para que mantuviera un trabajo. Ella los captó lo suficientemente fácil, pero nunca podía aferrarse a ellos. Nunca se preocupó por ellos o de cómo pagaría sus facturas. De alguna manera, de alguna forma, por lo general Vickie aterrizaba sobre sus pies. Vickie se puso rígida y le lanzó una sucia mirada a Gretchen. ―Tú haces compras allí. Tracy salvó a Gretchen de tener que señalar lo obvio. ―Gretchen trabaja a tiempo completo en una oficina ejerciendo su profesión. Tú incluso no tienes un puesto de trabajo. Vickie casi gritó. ―Bien, ¿cómo voy a conseguir un trabajo decente sin ropa decente? Es una inversión para mí, y cómo me proyecto a mí misma. Gretchen tosió para cubrir su risa. Como si Vickie nunca consiguiera una entrevista en cualquier tipo de lugar que le importara mientras se “proyectaba” a sí misma. ―Dile el resto de ello. Vickie frunció el ceño a Tracy. ―¿Por qué suenas tan sarcástica? Bueno, acabé utilizando otra tarjeta de crédito. ―¿Todavía compraste tus cosas? ¿Incluso después de que tu tarjeta de crédito fue rechazada? Vickie puso los ojos en blanco.

―Por supuesto. Te lo dije, es una inversión para mí. Me lo merezco después de todo lo que he sufrido con Parker. El cansancio de Gretchen volvió y comenzó a andar hacia su cocina. No podía discutir ni razonar con Vickie. Su hermana de veintiocho años, nunca aprendió, nunca maduró, y nunca captó la pista. Tenía una hoja de vida de cuatro páginas de sus pasadas listas de empleo. Se las arregló para trabajar en cada puesto de trabajo concebible, desde asesora de belleza a comida rápida. No había nada que Vickie no hubiera hecho. También había estado casada tres veces, hasta ahora, con tres divorcios bajo su cinturón. La primera fue a los veinte años, duró menos de un año. La segunda fue a la edad de veinticuatro años, duró año y medio. Sus más recientes nupcias duraron menos de nueve meses. Para cada boda, tenía todos los adornos, y en voz alta afirmaba que “este era el correcto”, por lo que, ¿su amor no merecía la más grande de las celebraciones? Después de todo, era la última boda que tendría. Cada uno de sus pobres novios desprevenidos no se había casado antes, así que para todos ellos, era su primera boda. Era así como Vickie lo justificaba; ¿sus novios no merecían experimentar una primer gran boda? Los padres de Gretchen dejaron de pagar la cuenta después de la segunda. El último novio, Parker, pagó por ella. La familia de Parker se alegró con la noticia de que Vickie se uniría a su familia y se casaría con su hijo. Ella era un encanto, una delicia, y una muchacha hermosa. A todo el mundo le gustaba Vickie. La mayoría, sin embargo, no se daba cuenta, hasta que era demasiado tarde, que invariablemente los sangraba hasta secarles su dinero, su amor y su paciencia. La peor parte era que: ni siquiera sabía que lo hacía. No quería ser tan materialista, frívola, manipuladora, descuidada o perezosa. Sólo lo era. Gretchen no tenía ganas de discutir la misma vieja batalla de nuevo. Vickie dejó a Parker, alegando que era demasiado aburrido y lo puso en su camino. Necesitaba más color y emoción. Estaba pagando actualmente la pensión alimenticia por su aburrimiento. ―¿Quieren café? ―Por supuesto. ―Tracy dejó el descomunal bolso en el sofá y se paseó más cerca a la barra de desayuno. Tracy tenía treinta años, con dos niños, de nueve y ocho años, y un amoroso esposo por diez años. No podía haber sido más diferente a Vickie que si hubieran nacido de diferentes madres. Por otra parte, tampoco Gretchen. Vickie fue una bebé prematura y a punto de morir a causa de complicaciones pulmonares. Permaneció en el hospital durante cinco semanas. Desde el momento

en que llegó a casa, sus padres nunca, ni una vez, la trataron como a las otras dos niñas mayores. Vickie era frágil, vulnerable, y por lo tanto, especial. Por desgracia, esa etiqueta nunca cambió, no en sus veintiocho años. Gretchen amaba a Vickie. Ambas hermanas también la mimaban y la protegían. Hasta que se estaba divorciando de su tercer marido comenzaron a ver realmente a la narcisista, necesitada, siempre infeliz, siempre buscando lo que no tenía, monstruo que todos habían ayudado a crear. Pero odiarla era como odiar a un niño pequeño. No importaba qué tan enojados se hubieran puesto, o cuánto ella hubiera metido la pata, y cuán hartos estaban de su teatralidad, nunca dejaban de tratar de ayudarla. No podían darle la espalda a su dulce, de buen corazón, casi estúpidamente ingenua y egoísta, hermanita. Vickie revolvió alrededor su nevera. ―¿Tienes algo de soda dietética? Gretchen sirvió el café. ―Hay alguna en la parte de atrás. ―Entonces, ¿qué hay de nuevo contigo? ―preguntó Tracy, sorbiendo el café y viendo a Gretchen por encima del borde de su taza. Gretchen se acercó al grupo de ventanas que inundaban su condominio con la luz natural brillante del sol. Los grandes haces parecían charcos calientes de luz sobre la alfombra. Mirando a través de las ventanas, se quedó mirando la hierba, los árboles, y las motas de personas ahora disfrutando del parque verde de la ciudad debajo de ella. ―Tuve un día interesante en el mercado, también. Tracy se giró en su taburete. ―¿Ah, sí? ¿Qué pasó? ―Me encontré a Tony Lindstrom. ―Oh, eso es un nombre del pasado. ¿El mejor amigo de Will? ¿Cómo está? Gretchen asintió. ―Sí, de hecho, era a la vez mi mejor amigo y de Will ―dijo soltando un profundo, cansado aliento antes de continuar―. Es decir, él… perdió su brazo izquierdo. Y estaba tan sorprendida por eso, que me quedé helada y actué como una idiota inmadura. Fingí que no sucedió. Ni siquiera le pregunté al respecto. La mandíbula de Tracy se abrió con incredulidad. Vickie dejó de servir su lata de refresco en una taza y parpadeó aturdida en shock, preguntando: ―¿Lo perdió? ¿Qué quieres decir con que lo perdió?

―Que lo perdió en la guerra. Que le fue amputado. ¿Qué más podría querer decir con eso? Vickie le sacó la lengua. ―No tienes que ser tan perra. Sólo no estaba segura de que querías decir eso. Wow. Santa mierda. ―Eso es tan trágico ―dijo Tracy, mucho más apropiado. Gretchen se quedó mirando las manos. ―Él no es así. Quiero decir, no es nada como el Tony que recuerdas. Vickie deambuló y se sentó en el sofá de dos plazas, tirando de sus piernas debajo de ella. ―Era tan caliente y tan dulce. ¿Te acuerdas? Siempre andaba junto a ti y Will. Siempre era el primero en ayudarte con cualquier cosa. Eso es tan horrible. ¿Lo era? Gretchen frunció el ceño y trató de imaginar su pasado. No podía obtener una imagen mental de Tony haciendo esas cosas para ella. ¿Él? ¿Realmente nunca lo había visto antes? Él siempre había estado ahí para ella… por años y años. Él y Will se acercaban juntos a ella para salir; para hacer cualquier cosa desde ir a cenar, ir al cine, simplemente a pasar el rato y para hacer nada. Los tres solían pasar todo su tiempo junto. Will nunca se deshacía de sus amigos sólo porque tenía novia. Gretchen y él solían pelear por eso, incluso después de casarse. Ella necesitaba más tiempo a solas con él, aunque él no lo necesitara con ella. ―¿No es así? ¿Cómo? Gretchen negó y se sentó abajo frente a sus hermanas. ―Su entera actitud, supongo. Quiero decir, está bien mentalmente. Parecía… tan enojado. La rabia goteaba fuera de él. Su desdén al hablar conmigo era tan evidente mientras su brazo no estaba. Dejó bastante claro que no quería verme. ―Eso es raro. Vickie tiene razón. Él siempre fue tan solícito contigo. ¿Lo fue? ¿Dónde estaba yo cuando todo eso sucedió? Y si Vickie incluso lo notó, ¿cómo falló en verlo? ―Su hermano, Donny, estaba allí también. Era exactamente como lo recordaba. Vickie de repente se sentó. ―¿Donny Lindstrom? No lo he visto en años. Oh, era para morirse de atractivo. ¿Recuerdas?

Gretchen rodó los ojos en blanco. Vickie pensaba que todo hombre que respiraba era para morirse de atractivo. ―¿Donny? Sí, es lindo todavía. Divertido. Amable también. Me invitó a cenar. Vickie frunció el ceño. ―¿A ti? ¿Qué? ¡No! No puedes salir con Donny Lindstrom. Gretchen miró a su hermana. ―Bueno, no lo haré. Pero si lo hiciera, ¿por qué te opones de esa manera? ―Porque estás como en la edad de ser responsable, y la mierda. Donny es divertido y con vida útil como material de fiesta. No puede estar interesado en tu tipo, sin ofender. ―Oh, no me ofendo. Además, no parece de esa manera. Donny está todo crecido. Estaba muy bien, normal, y sonaba mucho más responsable. ―¡Vickie! No puedes hablarle así a Gretchen. ―Tracy le advirtió a su hermana. Vickie miró a su alrededor, con los ojos grandes. ―¿Qué? No quise decir nada negativo con eso. Sólo que Donny era del tipo como para salir. Ni siquiera tuve una oportunidad con él. Y, sin embargo, ¿tú sí? Gretchen no sabía si estrangular a su hermana pequeña o reírse de lo ajena que era cuando insultaba a alguien. ―No, no te preocupes, no quiere salir conmigo. Fue una invitación a ir a la casa de su madre, donde Tony aparentemente ahora vive. No creo que Tony vea a demasiada gente. Donny quería que lo intentara y… bueno, no sabía qué quería que hiciera, en realidad. ―¿Irás? Gretchen acunó su taza de café, tirando de un pie debajo de ella. ―No lo sé. Fue tan difícil los cinco minutos que hablamos. Él está muy enojado. Y diferente. ¿Cómo sería una cena entera? Sin embargo, fue un gran amigo mío durante tantos años. No tenía ni idea de que esto incluso le sucedió. Ahora que lo sé, ¿cómo no intentar volver a conectar con él? ―Bueno, eres terapeuta. ―Terapeuta infantil. Hay una gran diferencia. Tracy se encogió de hombros. ―Mismos principios. Eres una persona sensible, cariñosa. Debes hacer esto, Gretchen.

―Esa es la otra cosa. ¿Qué está mal con Will? ¿Cómo no me dijo al respecto? Y sepan esto: Will y Tony ni siquiera se hablan más. Nunca soñé que Will podría ser tan cruel. Vickie resopló y casi escupió el nombre de Will. ―Will Hendricks. ¿Por qué estás tan delirante acerca de él? Te contrató para salvar a su segunda esposa. Eso no sólo es raro, sino tan egoísta. Pedirte lidiar con su nueva esposa. Piensas que soy narcisista, pero nunca te haría eso. Una de las razones por las que Gretchen encontraba considerablemente fácil perdonar el descuido de Vickie a veces era a causa de su lealtad sin fin. Odiaba a Will Hendricks por la forma en que trató a Gretchen, aunque Gretchen lo había perdonado por romper su corazón. Vickie, sin embargo, no lo había hecho. ―Vickie, fue mucho más profundo que eso. Que no viene al caso. ¿Por qué le daría la espalda a Tony? Primero, tengo que hablar con él, supongo. Tracy asintió. ―Creo que deberías hacer esto. Él fue un buen amigo durante mucho tiempo. Él y Will prácticamente vivieron con nosotras cuando éramos todas jóvenes. Así que si le puedes ayudar, sin duda deberías hacerlo. La expresión de Vickie de repente se iluminó. ―Hey, ¿puedo ir? ¿A la cena? Pregunta si puedo ir. Todos me conocen. Y me encantaría ver a Donny. ¿Se casó? Gretchen no pudo contener sus ojos en blanco. Todo iba de vuelta a Vickie. ―No tengo idea. No estaba usando ningún anillo. Vick, no vas a tratar de salir con Donny Lindstrom, ¿verdad? Simplemente estoy tratando de reavivar una vieja amistad con alguien que se convirtió en víctima de una lesión horrible. Vickie agitó su mano alrededor. ―Oh, debes hacer eso, Gretchen. Debes tratar de salvar a Tony. Debes ser su amiga. Mientras tanto, voy a disfrutar de un buen caramelo de ojo con Donny Lindstrom. ¿Por favor? Seré una gran rompe hielo. Los labios de Gretchen tiraron a una sonrisa renuente. Sí, Vickie podría ser una gran rompe hielos. ―Voy a pensar en ello y te avisaré. Vickie se levantó para ir al baño y Tracy se sentó rápidamente junto a Gretchen. ―¿Algo nuevo sobre Olivia?

―Nada nuevo. Helen se está volviendo muy débil. Tuvo que dejar de trabajar, por fin. Tracy le agarró su mano. ―Lo qué vas a hacer… es maravilloso; sabes eso, ¿verdad? Eres la persona perfecta para hacer eso. Gretchen se quedó mirando sus manos unidas y las dudas pesando en gran medida se quitaron de su pecho. Sólo Tracy, Lindsey, sus padres y Helen sabían de la inminente adopción. Helen Carver, la abuela paterna de Olivia, sufría la etapa cuatro de cáncer de mama. Recientemente le pidió a Gretchen convertirse en la tutora adoptiva de Olivia cuando ella muriera. Gretchen trató de discutir, y le aseguró a Helen que le ganaría al cáncer, pero rápidamente se detuvo cuando Helen le contestó que simplemente “fuera realista”. Necesitaba saber que Olivia estaría bien, y la única manera que podría ocurrir era si Gretchen prometía adoptarla de forma permanente. Gretchen estaba aturdida. Pero, ¿cómo podía negarse a la calva, flaca, pastosa y débil Helen, ahora pidiendo un poco de paz con el conocimiento de que su nieta, a quien crió desde la bebé, no terminaría en el cuidado de crianza? Gretchen consultó primero con sus padres y luego con Tracy por consejo. Todos conocían a Olivia, y todos incondicionalmente la animaron a hacerlo. Olivia llegó por primera vez al radar de Gretchen cuando era sólo una niña. Helen se la llevó a Gretchen porque su padre había muerto recientemente, y pensaba que el asesoramiento podía ayudar a Olivia a aceptar su muerte más fácilmente. Y lo hizo; mientras estaban en el proceso, ella y Helen se volvieron amistosas. Después de que Olivia estuvo mucho mejor, se quedaron en contacto simplemente porque se volvieron más cercanas y Olivia pronto se convirtió en una más de sus amigas además de una simple ex paciente. Cuando Helen notó por primera vez el bulto en su pecho hace dos años, nadie consideró que podría matarla. Gretchen permaneció allí para Helen, primero como niñera de Olivia, y más tarde comenzó a acompañar a Helen a sus citas, mientras Tracy vigilaba a Olivia. Pero Gretchen nunca consideró convertirse en la madre adoptiva de Olivia. Primero, la idea la paralizó. Pero ahora, la verdad comenzó a pesar más que el miedo, así como los cambios de la vida y las cargas. Lo había sabido durante unos dos meses, pero no fue lo suficientemente largo para que pasara de pensar en sí misma como una adulta a aceptar el cuidado de una joven lastimada, que pudiera, en sólo cuestión de meses, estar exclusivamente en sus manos. Sin embargo, debido a la sensibilidad de la cuestión, Helen y Gretchen todavía no habían incluido a Vickie en el plan. No confiaban en ella para no decirle algo a

Olivia. Podría haber sabido que su abuela estaba enferma, y podría estar muriendo, pero no podía concebir todos los horribles detalles de eso. Dejaron de hablar cuando Vickie volvió a la sala, describiendo su último intento por conseguir un puesto de trabajo. Terminando sus bebidas, pronto se fueron y Gretchen deambuló hacia su patio para contemplar el parque mientras el sol desaparecía de la vista. Calliston era una pequeña ciudad en California que se extendía también en el horizonte, y estaba bordeada por montañas distantes y un tanto oscurecidas por las innumerables copas de los árboles. Era un pequeño y tranquilo pueblo, en el borde de la frontera de Oregón/California. Gretchen había nacido y se había criado allí. Como Tony y Will. Los dos eran mejores amigos desde el jardín de niños. Y ahora… no lo eran. ¿Cómo había podido suceder? ¿Por qué había pasado? Se volvió y se dirigió de nuevo al interior. El sol de agosto se quedaba para siempre en esta época del año. Era un domingo por la noche y tenía que trabajar mañana. ¿Quería enfrentar ese tema ahora? Sí, eso quería. Will no tenía derecho a tratar a Tony así.

* * *

―¿Cómo pudiste no decírmelo? Cuando Will contestó el teléfono, Gretchen habló sin preámbulos. ―¿Gretchen? ―Sí, habla Gretchen ―dijo groseramente―. ¿Por qué no me hablaste de Tony? Podía oír a Will arrastrando los pies y vacilar cuando ella dijo “Tony”. ―¿Tony? ¿De qué hablas? Jesús, no he hablado con él en años. ―Ahora lo sé. Pero, ¿por qué? ¿Por qué no has hablado con él? ¿Y cómo, por lo menos, me dijiste que perdió su brazo? Me debes mucho, Will Hendricks. ―¿Qué él qué? ¿Qué acabas de decir? ―El tono de Will se elevó bruscamente. Ella inmediatamente se arrepintió de darle así la noticia a Will y apoyó la cabeza en sus manos. Finalmente, le susurró con audible pesar: ―¿No lo sabías? ―No. Obviamente. ¿Qué mierda, Gretchen? ¿Qué? ¿Qué pasó? ―El tono de Will se volvió casi de pánico.

Ella dejó escapar un largo suspiro. Hizo que se sintiera un poco mejor al saber que Will no era tan cruel que no le importaba lo que sucediera con Tony o simplemente se olvidara de decírselo. Había más ruidos mientras Will obviamente tenía su mano sobre el receptor, hablando en murmullos, y sin duda, actualizando a su esposa, Jessie. Gretchen esperó hasta que regresó. No tenía ningún problema con Jessie. Jessie apareció mucho después de que ella y Will se habían separado y divorciado. Con quién tenía un problema era con Will Hendricks. Pero nadie sabía realmente eso. Ya no, eso era. Will Hendricks robó su corazón cuando ella era sólo una niña. De trece años, para ser exactos. Lo amó desde la edad de trece hasta que tenía casi treinta años. Se casaron cuando ambos tenían veintitrés; y se divorciaron cuando tenían veintiséis. Sin embargo, todavía lo amó durante años después. Sólo recientemente había dejado de hacerlo totalmente, definitivamente y para siempre, sobreponiéndose a él. Lo adoraba y apreciaba, lo que finalmente dio como resultado que se enamorara de él. Todo mientras que, en realidad él nunca sabía lo que le hacía. Del mismo modo que nadie más realmente sabía lo mucho que lo amó. Diecisiete años fue mucho tiempo para amar a una persona. La primera vez que la invitó a salir fue en su primer año de secundaria, en el pasillo del edificio de ciencias. Will pronto se convirtió en su novio a lo largo de sus años de instituto. Compartieron amigos, citas, bailes, juegos, balones de fútbol y veranos. Fue dueño de la totalidad de su juventud, y había pocas cosas en las que no hubiera participado. Will no tenía familia con quién hablar, y, en consecuencia, pasó la mayor parte de sus años de adolescencia siendo parte de su familia, o de la de Tony. Sus padres fácilmente lo aceptaron. Venía a casa con ella casi todos los días después de la escuela, y se quedaba allí la mayor parte de los fines de semana. También era invitado a cada vacaciones que la familia tomaba. Sus padres querían a Will, y casi lo consideraban el hijo que nunca tuvieron. Confiaban en él para estar con Gretchen mucho más que la mayoría de los padres. Will y Gretchen comenzaron a dormir juntos en su tercer año de secundaria. Hasta que se divorció, Will fue el único para ella. Y era tan bueno en eso. Aprendió del divorcio que no todos los hombres eran tan satisfactorios o generosos al hacer el amor como Will Hendricks. Will y ella eran muy diferentes. Él era físico, jugaba cualquier y todos los deportes que podía encontrar. Levantaba pesas todos los días, y estaba en una forma ideal que la mayoría de los chicos de secundaria envidiaban. Ella, por otra parte, era tranquila, escolar, y tímida incluso. Estudiaba duro por el honor y las clases de ir a la universidad. Tenía toda la ambición de ir a la universidad y más allá. ¿Y Will? Él decidió entrar al ejército. Se lo dijo cuando estaban en séptimo grado. La cosa es: que

ni una sola vez se retractó; incluso después de que se graduó y ella le rogó que no lo hiciera. A los diecinueve años, Will Hendricks y su mejor amigo, Tony Lindstrom, se unieron al ejército de los Estados Unidos juntos. Se enlistaron apenas un año después de graduarse, y no le dijeron a nadie lo que estaban haciendo. Ni a la familia de Tony. Ni a sus amigos en común. Y, ciertamente, no a Gretchen. Lloró la noche en que Will llegó y admitió que se había enlistado. Cuándo se fue al entrenamiento básico, se quedó en cama durante días. Estaba aterrorizada de que Will pudiera morir. Con tan sólo diecinueve años, no sabía mucho acerca de la guerra, o de la vida de conflictos, o de la política, o incluso del infierno que uno tenía en el ejército. Sólo sabía que él la había dejado. Se había ido físicamente, y no podía volver a menos que el ejército se lo permitiera. Y podía morir. Nunca fue algo con lo que ella eligió vivir. Deseó en vano durante años que Will simplemente hubiera ido a la universidad con ella, o hubiera conseguido un trabajo en torno a su ciudad natal, y siguiera saliendo con ella. Pero no, su destino iba mucho más que eso. Después de casi cuatro años, logró convencer a Will de casarse con ella. Ella había terminado la universidad y quería iniciar su trabajo de posgrado. En ese momento en que necesitaba saber qué estado debía pedir. Para mudarse por todo el país para estar cerca de Will, requería su voluntad de pleno compromiso con ella. Quizás lo presionó demasiado, pero se casó con ella, y a lo largo de su breve unión, Will estuvo dentro y fuera de su vida. Se fue con él a Carolina del Norte e hizo su trabajo de posgrado allí. Pero para el momento en que comenzó su doctorado, se dirigían a un divorcio, y se mudó a casa en California para terminar. El bebé fue lo que finalmente rompió todo. Estaba embarazada. Fue inesperado, pero estaba bien, de todos modos. Pronto se emocionó y aceptó la idea de tener al bebé de Will. Desafortunadamente, eventualmente abortó. Will se había ido a una misión cuando sucedió. Ella trató de mostrar más cuidado y él fue ultra sensible y amable con ella, pero fue en vano. Eso fue lo que hizo por ella: ver lo que la pequeña pérdida de su bebé significaba para él. Ni siquiera podía comprender de forma remota o sentir el trauma emocional de lo que ella había tenido que soportar. Su bebé no era más que un concepto abstracto para él, porque se había ido durante todo el embarazo. Como se había ido la mayor parte de su vida de casados. Ella nunca estaba por encima de sus misiones o de su entrenamiento en lo que se refería a sus prioridades. Él siempre era, ante todo, un soldado. Y Gretchen nunca venía primero.

A pesar de que solicitó el divorcio, fue su corazón, y no el de Will, el que se rompió en mil pedazos, tomándose años para volver a juntarse. Él nunca lo supo. ―¿Gretchen? Ella sacudió la cabeza y regresó por el tono ansioso de Will. ―Me encontré con él en la tienda de comestibles hoy. Su brazo se ha ido. Su brazo izquierdo fue completamente amputado. Ya han pasado dos años. Donny estaba con él. Él me habló, pero Tony apenas lo hizo. Es… diferente. No puedes ni siquiera imaginar cuán diferente. Pensé… pensé que no me lo habías dicho a propósito. Will se quedó en silencio. Luego dijo en voz baja: ―Te lo hubiera dicho, Gretchen. Tienes que saber eso. Te lo habría dicho si lo hubiera sabido. Sé lo mucho que significaba para ti. Para nosotros dos. Nosotros. A veces, de vez en cuando, Will le hablaba como si recordara todos los años que pasó como su esposo. Y amante. Y mejor amigo. Y el amor de su vida. A veces, actuaba como si realmente hubiera sucedido entre ellos. Tenían una historia compartida que nada podía borrar, ni siquiera su nueva vida y mujer. Ella dejó escapar un suspiro y cerró los ojos mientras las lágrimas los llenaban. ―Oh Will, él no era Tony. No era nuestro, Tony. Estaba enojado. Y fue tan grosero. Fue… horrible, en realidad. Donny él y casi llegaron a las manos. Lo que le pasó lo cambió totalmente. ¿Y qué pasó entre ustedes dos? ¿Cómo es posible que pasara tanto tiempo sin que supieras de él? Era tu mejor amigo. ¿Cómo puedes no saberlo? Suspirando pesadamente en su oído, cuando por fin habló, ella podía decir que amortiguó su voz para que nadie más pudiera oírle. Lo más probable, Jessie. ―¿Para ser honesto? Jessie pasó. Estaba tan obcecado con ella, que inadvertidamente dejé ir las cosas con Tony. Él no sabía en su mayoría a lo que me enfrenté con ella. Y no entendía lo que estaba haciendo. Cuando dejé el ejército, perdió su maldita mente con su resentimiento hacia mí. No sé muy bien por qué se puso tan enojado. Honestamente, sólo opte por dejarlo ir entonces y no le perseguí. Estaba tan enojado conmigo, que ni siquiera traté de argumentar sobre eso. El tiempo pasó. Y de repente, pasaron los años. No tenía idea de que incluso se había hecho daño, y mucho menos, tan catastróficamente. Ella se deslizó hacia abajo y se sentó en su cama, sintiéndose abatida. ―Siento haberte atacado. Estaba tan furiosa y pensé que deliberadamente no me lo habías dicho.

―Lo sé. Lo entiendo. Lo hago. Mira, voy a tomarme unos días para cuadrar las cosas aquí, pero estaré allí tan pronto como pueda. Ella sacudió su atención. ―¿Vendrás? ¿Aquí? Él se rió entre dientes. ―Bueno, no a tu condominio. Pero sí, a Calliston. Es única forma de verlo. Demasiado tiempo atrasado. Ella exhaló. Era bueno saber que no todo en la vida de Will era tan fácilmente reemplazado por su nueva vida. ―Eso es bueno. Es realmente bueno. ―Estaré ahí tan pronto como pueda. Gracias por llamar, Gretchen. ―Su tono volvió a la normalidad. El breve momento de un pasado compartido había terminado. ―Sí, claro. Hasta pronto entonces. Ella colgó y tiró el teléfono sobre la cama, y luego se quedó mirándolo en frustrado silencio. Todo su apartamento estaba silencioso. Suspiró con cansancio. Tony. Will. Ella. Las cosas no habían salido como ninguno de ellos había previsto. Sacudió la cabeza y se levantó para buscar una distracción. ¿Cómo podía sentir lástima de sí misma? No era como si hubiera perdido una extremidad.

Tony sacudió la camisa alrededor de su hombro y el cuello volteado antes de abotonarse rápidamente la primera fila de botones hábil, expertamente, con una sola mano con facilidad. Se había vuelto muy hábil en hacer casi todo sin necesidad de su otra mano. Era tan jodidamente irritante, a veces fingía que no podía en frente de otros. Rápidamente prendió la manga vacía de su pecho. Odiaba ver a la hija de puta colgando y dejándose caer por todas partes. Se quedaba atrapada en sus cosas, y se sumergía en la comida o se atascaba en las puertas del coche. Así que la sujetaba. Se había metido por un tiempo con prótesis los primeros meses en casa. Incluso usó una de cuerpo completo, pero odiaba la forma tan notable que lo hacía sentir y lo incómodo que era llevar el arnés sobre él. También probó una cosmética, pero decidió que no era ni remotamente digno de llevarla. No hacía nada, excepto darle la apariencia de ser “normal”. No tomaría más de un minuto antes de que la mayoría de la gente se diera cuenta de que era un brazo falso. No valía la pena. Ninguno de ellos la valía. Después de varias infecciones en la piel, y de numerosos accesorios incómodos, decidido mandar al diablo toda la cosa. No habría ninguna prótesis para él. La cantidad de su brazo que le faltaba era casi hasta el hombro, lo que no dejaba mucho para fijar una prótesis. Tirando la toalla que usó en la lavandería, que su madre continuaba haciendo para él, pasó la mano por su largo cabello. Perlas calientes de agua volaron alrededor de él. Pasando la mano por su barbilla, sintió la barba picar su palma. Hábilmente tomó una banda de goma, que rápidamente ató alrededor de su cabello. No era tan fácil como abotonarse la camisa. Frustrante, su cabello no se quedaba cuando llevó la banda alrededor y la enrolló dos veces. Era por eso que siempre parecía una mierda. La mitad de las hebras se pegaban, o se quedaban atrapadas en un lío alrededor de la banda. Lo bueno era que no le importaba. El timbre sonó en la casa. Él hizo una pausa y esperó un momento, escuchando algunos sonidos. Nada. Ningún paso sonó. Sus padres podrían no haber estado en casa. Suspiró. Maldita sea. ¿Quién iba a presentarse a las dos en un miércoles? La mayoría de la gente estaba en el trabajo.

¿Dónde estaba su madre? Debería haber escuchado más duro, cuando ella gritó antes mientras estaba jugando Xbox. Doble puntuación se le debería de dar a él, sin importar lo que jugara, porque lo hacía con una sola mano. Una vez más, no es tarea fácil. Ahora ocupaba el sótano de la casa de dos pisos de sus padres. Estaba equipado con una pequeña cocina, con una nevera-cocina-fregadero de tamaño mediano, y tal vez un espacio en el mostrador de un metro. Su cama estaba a casi dos metros del sofá que estaba frente y al centro de su televisor. Era espacio suficiente. Tenía la alfombra original de la década de los ochenta y podría haber tenido una renovación importante. Pero era barato y fácil. Además, su madre hacía la mayor parte de la cocina y la lavandería de todos modos. Tomó dos escalones a la vez. Salían a la cocina, la sala, y el comedor, los cuales fluían juntos en un espacio grande. El timbre sonó de nuevo. ―Sí. Sí, ya voy ―gritó mientras alcanzaba el pomo de la puerta y lo retorcía. Will Hendricks estaba de pie en su puerta. Se miraron uno al otro por unos treinta segundos hasta que Tony negó. ―Ella te llamó. La boca de Will se torció a un ceño enojado. ―Tienes toda la razón que lo hizo. ¿Por qué no lo hiciste tú? Puso los ojos en blanco y dio un paso lejos de la puerta. No había duda de que el honorable Will Hendricks se sentiría obligado a entrar. Se quedó de pie atrás mientras Will cerraba la puerta detrás de él. Estaban de pie a cinco metros de distancia, y se miraron. Miró hacia Will escrutando su rostro. Los ojos de Will se estrecharon sobre su brazo perdido, igual que todos los demás hacían. Pero Will no miró hacia otro lado, ni se sonrojó como la mayoría de los observadores, sólo frunció su ceño más profundo. ―¿Cómo? Tony se encogió de hombros. Will, a diferencia de la mayoría de las personas, no necesitaba una gran cantidad de detalles para entender. ―Un bombardero le dio a una sección del campamento. Algunos chicos y yo lanzábamos una pelota de fútbol cerca de él. La siguiente cosa que supe, es que estaba acostado en una cama y mi brazo había desaparecido. La metralla se había incrustado en él. ―¿En qué área? ―En la provincia de Kandahar.

Will asintió. ―Lugar duro. ―Sí. ―¿Hace cuánto tiempo? La mandíbula de Tony se movió atrás y adelante. Era extraño para él ser tan fácilmente entendido. ―Dos años, un mes y catorce días. Will cerró los ojos y respiró profundamente, luego parpadeó de repente. Tony dio un paso atrás. Las lágrimas estaban llenando los ojos de Will. ―Debiste haberme llamado. ¿Por qué no lo hiciste? ¿Por una estúpida pelea juvenil? ¿Decidiste que no me llamarías sobre esto, por eso? Venga ya Tony… ¿por qué? No entiendo por qué no me pudiste llamar. Se dio la vuelta y se dirigió a la cocina. ―No necesito esta mierda, Will. No te llamé porque no somos más amigos. ¿Por qué debía llamarte? Will fue tras él. ―¿Cómo diablos sabes que ya no somos amigos? Hemos sido mejores amigos desde que teníamos cinco años. Así que tuvimos una pelea. No cambia nada. Simplemente estuvimos fuera de contacto por un tiempo. ―Vete a tu casa, Will. Vuelve a tu mujer bonita. No te necesité entonces, y no te necesito ahora Will tomó aliento agudo. ―¿Lo dices de verdad? ¿Crees que sólo voy a salir de aquí como si nada te hubiera pasado? ―Sí, quiero que te vayas como si nada me hubiera pasado. Will enderezó la espalda y arqueó las cejas, utilizando su músculo superior para influir en él. Tony meramente se quedó de pie erguido. Maldita sea, si lo único que tenía en Will Hendricks eran unos pocos centímetros. No era tan musculoso como Will. Tony tenía una larga, estructura magra que era eclipsada por Will por unos pocos centímetros. ―Vete a tu casa, no te quiero aquí. ―No te creo ―dijo Will finalmente después de que se miraron el uno al otro con miradas medias duras. Se encogió de hombros.

―Realmente no me importa si me crees. No me voy a comer mi corazón, deseando que vengas a hablar conmigo otra vez. Jesús, no somos chicas de trece años. Tony finalmente puso los ojos en blanco antes de expandirse en el sillón reclinable de su papá. Hizo clic en la TV y la miró. Después de tres minutos de silencio, Will preguntó: ―¿Tienes TEPT3? ―Bueno, mierda, debo tenerlo. No quiero hablar contigo Will gruñó y finalmente caminó alrededor del sofá, donde se sentó, sin haber sido invitado. ―Bueno, ciertamente te volviste un imbécil. Quise decir, a lo mejor… Tony le interrumpió: ―Sé lo que quisiste decir. Es lo que todos quieren decir. No, no tengo el TEPT. Sólo… perdí mi maldito brazo y resulta que tengo una actitud de mierda. Hablé de ello. Me afligí por ello. Derramé una carga de cubo de dolor sobre ello, ¿de acuerdo? Simplemente no me siento como un refrito por eso. Will apoyó su mano sobre el apoyabrazos y movió sus dedos hacia el televisor. ―¿Esta es la clase de mierda en la que te metes en cuando te ocultas en el interior de la casa de tus padres?¿Qué clase de mierda estás viendo? Tony levantó la vista hacia el televisor y maldijo al ver una telenovela. Se encogió y rápidamente cambió el canal. Bien, tal vez estaba demasiado molesto por la aparición de Will para ser consciente de la programación durante el día. ―No me estoy escondiendo ―refunfuñó―. Tengo cheques por incapacidad viniendo. Estoy deshabilitado ahora. Will le disparó una mirada, entonces suspiró. ―Claro Tony. Sí, estás deshabilitado ahora. Supongo que realmente lo estás, ¿eh? ―¿Qué? ¿Quieres decir algo? ―No creo que enterrarte a ti mismo aquí sea la respuesta. ―No, no es el gran plan que Will Hendricks tendría. Tú probablemente te inventarías un nuevo brazo biónico. No soy tú. Sólo quiero ser dejado en paz.

3

TEPT: Trastorno de estrés postraumático.

―Bueno, ¿no hay prótesis que puedas usar? ¿No hay armas de plástico que usan microcomputadoras y se mueven con tus nervios o algo así? ¿No hay algo que puedes hacer, que sea más que nada? ―Del tipo que necesito, las prótesis de extremidades superiores son las más difíciles de encontrar con toda la mierda de fantasía. ―Tony se encogió de hombros y echó un vistazo a la TV―. Traté unas pocas al comienzo. Eran incómodas y difíciles de llevar. Requerían de todo tipo de terapia y entrenamiento. No me gustaba verme ni sentirme como un maldito robot. Es más fácil para mí simplemente estar sin ellas. ―Prescindir. Sin embargo, no estás haciendo nada. No pareces estar logrando algo con esto. ―No quiero cambiar el mundo. Traté de hacer eso y perdí mi brazo. Estoy cansado, ¿de acuerdo? No quiero levantarme y encarar lo último de la electrónica y las terapias especiales. Sólo quiero vivir el resto de mi vida tal como está ahora. ―Pero parece que no es así. ―¿Por qué? ¿Por qué me viste veinte minutos, y por lo tanto, sabes lo que es mi vida ahora? ―No… pero… ―Pero Gretchen te dijo que no fui muy educado; y eso quiere decir que estoy de algún modo deprimido y triste y sufriendo. Entonces, ¿qué, Will? ¿Qué vas a hacer al respecto? ¿Venir aquí y motivarme para ir buscar todas mis opciones? Lo creas o no, no soy tonto ni incompetente. Conozco mis opciones, y sé lo que quiero hacer y por qué lo elegí. Will frunció el ceño. ―¿Cuando decidiste que eras el idiota designado? ―Sólo… Él dejó de hablar cuando la puerta se abrió y su madre se precipitó, llevando una brazada de comestibles. Will se disparó y aceleró para agarrarlos de ella antes de colocarlos con gentileza en el mostrador. Leila Lindstrom se quedó sin aliento. ―Will Hendricks, ¿eres realmente tú? Oh querido chico, no te he visto en años. Las lágrimas llenaron los ojos de su madre y llevó una mano a su mejilla. Tony se mordió la lengua para no reírse interiormente. Mierda, su madre era sentimental. ¿Y qué si ella medio crió a Will durante la mayor parte de su infancia? ¿Y qué y si Will vivía allí o con Gretchen más de lo que lo hacía en casa con su no buena madre? ¿Y qué? Leila jaló a Will para un largo, sincero abrazo.

Will le dio unas palmaditas en la espalda. ―Hola, Sra. Lindstrom, ¿cómo está? Siempre adecuado. Siempre el caballero. Siempre el valiente Will. Tony puso sus ojos al cielo y levantó el sillón reclinable para elevar los pies y descansar. Se rascó el pecho y bostezó mientras su madre adulaba de todo a Will. Leila miró a Tony con el ceño fruncido, luego se volvió a sonreír con alegría hacia Will. ―Estoy bien. Muy bien. Estoy encantada de verte. Ha pasado demasiado tiempo. Will asintió. ―Ha sido demasiado. Estoy de acuerdo. Debería haber vuelto a casa cuanto antes, señora. ―Sé que te divorciaste de Gretchen, pero siempre esperé que te asentaras de regreso aquí. Esta visita debió haber sido hace mucho tiempo. Él sonrió. ―Tengo un nuevo hogar ahora. Pero estamos de visita aquí por unos pocos días. ―¿Nosotros? ―Sí, mi esposa e hija. Tony se quejó. ―¿Las trajiste a todas simplemente para echarle un vistazo a mi amputación? Él se puso rígido y miró enojado en su dirección. El rostro de su madre cayó con horror mientras decía tal cosa. ―Mi esposa y Gretchen se encuentran cerca, por razones que no son de tu incumbencia. La hermana de Jessie es aún la mejor amiga de Gretchen. Y trajimos a mi bebé porque pensé que podrías posiblemente desear conocerla. Tony se rió. ―Espera. ¿Tu ex esposa es la mejor amiga de tu actual cuñada? ―Sí, y mi esposa también, en realidad. ―El tono de Will era muy educado en contraste con el grosero de Tony. ―¿Cómo se hace eso? ¿Cómo cagas completamente en Gretchen y termina ella siendo agradable con tu nueva esposa? Leila se quedó sin aliento.

―Por el amor de Dios, ¡Tony! Will no le hizo caso y dijo sin problemas. ―Deje que le ayude con el resto de sus alimentos, señora Lindstrom. Leila sonrió y le palmeó el brazo. ―Siempre has sido un chico tan educado. Gracias. Tony casi se ahoga con todo lo del beso de traseros. Finalmente, Will trajo la última carga y su madre cloqueó suavemente, poniendo todo lejos, y hablando con más profundidad con Will. Quería saber todo sobre el nuevo trabajo civil de Will, la ciudad en la que vivía, y por supuesto, de su esposa y la niña. Tony se retiró abajo para hacer pis. Cuando regresó, Will estaba sosteniendo la mano de su madre diciendo: ―Hasta entonces. ―Hasta entonces, ¿qué? ―preguntó mientras se acercaba a ellos. ―Hasta la cena de mañana por la noche. Todos vendremos. Mi familia. ―¿Y Gretchen? Eso es jodido. ―Bueno, muy bien, nos vemos entonces. ―Will le sonrió a Leila como si Tony nunca hubiera hablado. Empujó el hombro de Tony, debería haber sido una palmadita amistosa, pero casi lo derribó. Él captó el mensaje. Tony se volteó hacia a su madre. ―¿Los invitaste a todos a cenar? ―Sí, Donny lo hizo. Yo ya estaba planeando cenar con Gretchen. Estoy tan emocionada. Me encanta que tú y tus amigos vengan a la casa. Echo de menos aquellos días. ―Mamá… Ella se dio la vuelta de apilar los productos enlatados en el gabinete. ―No lo hagas Tony. No digas ni una palabra. No más de lo que ya hiciste. Sé por qué lo haces. También Will. Pero es condenadamente cansado vivir así. Así que por favor, no más hoy, Tony. Se puso rígido y miró fijamente la espalda de su madre. Tenía los hombros desplomado mientras se apoyaba en el mostrador. Su respiración era entrecortada. Él la avergonzaba y lastimaba. Finalmente, le tocó el brazo. ―Es que no esperaba verlo.

Ella no se volvió en su dirección, pero agarró su mano y la apretó entre las suyas. ―Ninguno de nosotros esperaba nada de esto. Pero… le agradezco a Dios, todos los días por traerte de vuelta a mí. A pesar de perder tu brazo izquierdo. ¿Por qué no puedes alguna vez, aunque sólo sea una vez, esperar eso, también? Él retrocedió. ―Porque no eres la que perdió su brazo izquierdo. No sabe lo que se siente mirar donde algo se supone que debe estar, y recordar que se fue. Completamente. Sin embargo, me duele tanto, y puedo sentir todo como si todavía estuviera allí a veces. Pero la cruel broma es, que cuando veo no está allí. Sin brazo. Sin muñeca. Ninguna mano. No hay dedos. ―Pero tu corazón aún está aquí. Y tu mente. Y ambas piernas. Sólo quiero que un poco de tu antigua personalidad que se fue a la guerra vuelva. ―Leila negó―. Tengo que ir a preparar la cena. Tony se volvió y corrió por las escaleras. Se apoyó contra la puerta y respiró profundamente. La agitación hizo que su cabeza le diera vueltas y le dolía el pecho. Había fallado. Le había fallado a su padre, a su hermano, y ahora podía añadir a Will y compañía a la mezcla. Les falló a todos. Pero no podía encontrar la voluntad de regresar al hombre que era antes de ir a la guerra. Y eso era algo que nadie entendía.

* * *

―¿Hiciste que Will viniera aquí? Gretchen sonrió cuando Donny comenzó a hablar incluso antes de decirle hola en su celular. Era la hora del almuerzo en la escuela intermedia local. Tenía una consulta con un estudiante y sus padres. El estudiante de séptimo grado estaba teniendo problemas en el aula y el consejero le sugirió a la familia reunirse con Gretchen y obtener ayuda privada. La práctica privada de Gretchen trataba un grupo de trastornos de la infancia y condiciones emocionales que iban desde la conducta a problemas neurológicos, a traumas emocionales derivados de la muerte, el divorcio, o el abuso. ―Sí. Con una llamada telefónica. Irá a la cena de esta noche. ―Diablos, sí. No me perdería esto por nada. Además, espero que realmente le haga a Tony algún bien. Algo tiene que romper su caparazón. ―Will dijo que su reunión con Tony no había salido tan bien.

Donny resopló. ―Por supuesto que no lo hizo. Puedo imaginarlo. Creo que soy mucho más inmune a él ahora, pero estoy seguro de que debe venir como una sorpresa para todo el mundo. Como tú y Will. Estén preparados, ¿de acuerdo? Es casi imposible agradarlo o entenderlo. Sólo… tal vez podrías tomarte unos minutos e intentar conectarte con él. Tal vez incluso empujar la idea de verlo de nuevo. Agarró el teléfono mientras sus palmas se volvían sudorosas. La idea de estar uno a uno con la furia desenfrenada de Tony era desalentadora y desagradable. Algo de lo que no podía imaginar ser voluntaria; pero de nuevo, no era una persona horrible y sabía que tenía que hacer algo. ―Está bien, Donny. Lo intentaré. Pero sin garantías. ―Sé que no es tu problema. Sólo… estoy al final de mi ingenio aquí. Esto matará a mi madre. Y no puedo seguir permitiéndolo. Sólo necesito a alguien para llegar a Tony. Tal vez tenerte a ti y a Will participando pueda lograr eso. ―¿De verdad crees que le importa? ―Creo que podría cambiar la totalidad de su vida. Pero sólo si puedes llegar más allá de su mierda de amargura. Desalentadora tarea. ―Hablando de dureza, ¿te acuerdas de mi pequeña hermana, Vickie? ―Eh, vagamente. Era varios años más joven que yo en la escuela, así que no le prestaba mucha atención. ―Sí, teníamos planes para esta noche. ¿Te importa si ella va también? ―Nah. No, en absoluto. Cuantos más, mejor. Hasta entonces. ―Adiós, Donny. Deslizando su teléfono en su bolsillo, el estómago de Gretchen ya estaba saltando con los nervios a la espera de esta noche.

* * *

Gretchen siguió a Vickie a la puerta principal de una casa en la que no había entrado durante casi una década. ¿Cómo había dejado que pasara tanto tiempo? Después de que se divorció de Will, ella y Tony lograron verse otro par de veces cuando estaba en casa de permiso. Más tarde, sin embargo, parecieron perderse uno al otro hasta que no hubo ningún contacto en absoluto. Pasó la mitad de su vida en

su casa durante su adolescencia. Solía caminar dentro de la casa sin tener que llamar. Leila y ella fueron una vez muy cercanas. Leila era como su segunda madre cuando adolescente, y sin embargo, a pesar de vivir en la misma ciudad, Gretchen no la había visitado en muchos años. Leila abrió la puerta. Se parecía mucho a Tony, Gretchen casi dio un paso atrás con sorpresa. Ella tenía el mismo tono de cabello castaño, e irónicamente, ahora lo llevaba del mismo largo que él. Era tan alta como Gretchen con su metro ochenta, así que cuando Gretchen fue al interior por un abrazo, se pararon hombro a hombro. Con una sonrisa, Gretchen palmeó la espalda de Leila. ―Hola Leila. Leila negó y sonrió brillantemente hacia ella. ―Han pasado demasiados años. ―Empujó a Gretchen lejos y la miró de pies a cabeza―. Dios mío, sólo te volviste aún más impresionante. Eras una joven encantadora, y ahora creciste a una impresionante mujer. Aunque, siempre supe que lo harías. Ella se sonrojó. ―Eres un poco prejuiciosa. ―Y tú todavía no tienes ni idea de tu hermosura, que es, quizás, la mejor parte de ti. Ahora ven, pasa, no puedo creer que todos estén aquí otra vez. Vickie se introdujo rápidamente antes de encontrarse dentro de la casa de la familia que Gretchen recordaba tan vívidamente, y vio que apenas había cambiado. Eran el tipo de padres que mantenían las cosas limpias como una patena, pero nunca tanto como si no movieran ni un solo candelabro, o volvieran a apilar los innumerables libros en sus estantes. La continuidad era valorada aquí. Leila era la única en la cocina, además de Will y Jessie. Era un poco desconcertante entrar y encontrar a Will de pie con una cadera contra el mostrador. Casi un déjà vu. ¿Cuántas veces, probablemente cientos, había encontrado a Will en esta misma cocina, inclinándose casualmente contra ese mismo mostrador? Pero esta vez, sin embargo, su esposa estaba de pie junto a él y tenía una niña pequeña acurrucada contra sus piernas, tambaleándose precariamente. El corazón de Gretchen se hinchó por un breve momento antes de que pasara a Jessie y estallara en una gran sonrisa de saludos cálidos. Incluso caminó delante de Will. Agarrando los brazos de Gretchen, Jessie la abrazó con fuerza. ―Gretchen. Me alegro mucho de verte. Ha pasado demasiado tiempo. Apretó a Jessie en un sincero abrazo. Por extraño que pareciera, Gretchen sentía una oleada de instinto protector hacia Jessie. Jessie tenía sólo veinte años

cuando la conoció. Fue entonces cuando era la más trágica, rota, perdida persona que Gretchen había conocido. Despreciarla por casarse con su ex estaba en el fondo de la lista de cosas que Gretchen podía haber sentido sobre Jessie. Gretchen había visto las irregulares cicatrices de cuando Jessie se cortaba a sí misma con el fin de enfrentar los abusos que tenía que soportar a diario. Gretchen supervisó a Jessie en su largo, lento y laborioso viaje y cuando volvió a la primera apariencia de la salud. Algo que ni Will compartió con Jessie. Él nunca vio cómo Jessie luchaba por aprender a canalizar su inconsolable dolor y las emociones de una manera positiva, y sin cortarse su propia piel. No la vio utilizar bandas de goma o de hielo, en lugar de cuchillas de afeitar, para sustituir lo que realmente anhelaba hacer. Gretchen y la hermana de Jessie, Lindsey, la llevaron a una instalación de tratamiento hospitalario para comenzar. Más tarde, se fue a un nuevo hogar para vivir y trabajar, pero al mismo tiempo, continuó su intensa terapia. En cuanto a Gretchen sabía, todavía iba a terapia. Simplemente no había espacio para feos celos o envidia entre Jessie y Gretchen. Además, Gretchen le dio a la querida hermana de Jessie, Lindsey, un lugar para recuperarse cuando estaba huyendo de su abusivo esposo. Jessie casi veneraba a Gretchen por toda su generosidad de una manera que a veces era casi embarazosa para Gretchen. Jessie vio a Gretchen, que era un total de ocho años mayor que ella, como una figura de madre en algunos aspectos. Sin embargo, Gretchen sabía que las necesidades de Jessie no eran su culpa, así que no había manera de echarle la culpa o incluso que no le gustara. Mientras se abrazaban, Tony de repente apareció en la parte superior de las escaleras que conducían desde el sótano. Se paró en la entrada y se encontró con los ojos de Gretchen, quien de inmediato se encerró en un profundo caliente cambio. Estaba mirándola. ¿Por qué? No podía empezar a comprender a este nuevo Tony. Su mirada finalmente se desplazó de sus ojos para aterrizar en Jessie. Jessie se echó hacia atrás, finalmente, pero todavía estrechaba la mano de Gretchen. Tranquilamente, dijo: ―Sé que esto es raro. Yo estando aquí. Nuestra hija… Gretchen sonrió fácilmente. ―Fui a visitarte a ti y a Lindsey la última vez, ¿recuerdas? Así que detente. Ahora, es hora de que conozcas a mi hermana. ¿Vickie? Ven aquí y conoce a Jessie, la esposa de Will. Gretchen se volvió y asintió hacia Vickie dando un paso más cerca, pero Vickie se situó en su espalda, mirando con dagas hacia ellos durante la conversación entera. ―Maldito Hendricks ―murmuró Vickie mientras se acercaba.

―Vickie ―amonestó Gretchen a su hermana. Will se puso rígido detrás de Jessie y puso una mano en su hombro. Sabía cómo se sentía Vickie por él. Antes de que finalmente se divorciara, cuando las cosas estaban deslizándose hacia abajo, Vickie más de una vez expresó su total desprecio por Will. Jessie simplemente rompió en una gran sonrisa. ―No es una fan, lo entiendo. Creo que esta debe ser la primera vez que sucede. Gretchen sintió el tirón de una sonrisa al ver la reacción sin ofenderse de Jessie por los insultos de su hermana. Vickie la miró de arriba a abajo. ―Hmm, podrías no ser tan mala. Soy Vickie. Jessie se echó a reír a carcajadas. ―Hola Vickie, es un placer conocerte. ―Es extraño que estés aquí, sabes eso, ¿verdad? ―¡Vickie! Déjalo ir ―declaró Gretchen lentamente. ―Bueno, la demasiado agradable Gretchen nunca se defiende a sí misma ―dijo Vickie mientras ponía los ojos en blanco. Jessie se limitó a asentir. ―Entonces, raro… pero tu hermana me salvó y salvó la vida de mi hermana, a pesar de haberme casado con su ex. Así que para mí, la mayor parte es una maravillosa, amable, increíble mujer con vida. Estamos de acuerdo en eso. De todos modos, es por eso que estoy aquí. Will gimió en voz alta. El rubor de Gretchen comenzó en su cuello y cubrió su rostro al instante. ―Ustedes dos, por favor, simplemente saluden a los demás. Jessie miró a su alrededor con una sonrisa. ―¿Por qué no? Es cierto. Eso es por lo que Vickie está tan preocupada. ¿Por qué la segunda esposa estaría aquí? Tengo que estar de acuerdo. Pero quiero a Gretchen, así que quería venir y verla también. Tony finalmente se adelantó, alertando a los demás con su presencia. El grupo se volvió hacia él y un grueso silencio finalmente cayó entre todos. Leila llegó de repente desde detrás del mostrador, sonriendo nerviosamente mientras se interponía entre ellos. El corazón de Gretchen pareció pegarse en su pecho. ¡Oh Dios! Era tan sorprendente verlo. Impactante. Tenía el cabello torpemente recogido en una cola de caballo baja.

Las hebras errantes estaban metidas al azar detrás de sus orejas, e iban mucho más allá de sus hombros. Llevaba sudadera de nuevo. Ni siquiera unos jeans para la compañía que esperaba esta noche. Una camiseta y una sudadera redondeaban su ocasional atuendo. Su manga vacía estaba asegurada a un lado como de costumbre. Las emociones de Gretchen se revolvieron en sus entrañas como un cuchillo girando en su interior. Su manga vacía era todo lo que sus ojos podían ver. Y tuvo la reacción equivocada. La reacción típica. Una reacción del tipo de cada dos imbéciles. No se suponía que sería su reacción, pero le resultaba muy difícil no ser de esa manera. La barba de Tony era también distracción y verdaderamente cambiaba la totalidad de su look. Se humedeció los labios y dio una forzada sonrisa mientras limpiaba sus manos en el pantalón que llevaba. Estaba más nerviosa de lo que podía recordar haber estado en años, una reacción extraña de cenar con los amigos más cercanos con las que había crecido. Había asistido a reuniones importantes durante su carrera con colegas, con miembros de la junta escolar, con pacientes, con padres de pacientes, y en cualquier número de situaciones que llamaban su atención, y en los que estaba a cargo. Pero esta ocasión, aquí mismo, ahora, saludando a Tony Lindstrom lisiado, tenía su estómago en nudos. ¿Por qué? ¿Por qué su reacción al verlo fue tan rápida, tan brutal y tan mala? Se comportaba completamente equivocada en torno a Tony. Él se merecía que diera un paso adelante para darle un abrazo y charlar. O actuar remotamente normal. Pero su lengua parecía hincharse en su boca y su mente se quedó completamente en blanco. No podía encontrar la manera de responder a él. No tenía ni idea de cómo actuar normal con un Tony lisiado. Jessie dio un paso adelante. ―Ha pasado mucho tiempo Tony. Le tendió la mano, y Tony se le quedó mirando antes de ver hacia sus ojos. Jessie encontró su mirada sin pestañear. De mala gana le dio su mano. Su única mano. ―Sí, hola. Sonrió. ―¿Sabes? ayudaste a salvar mi vida una vez. Movió la cabeza hacia atrás con sorpresa. ―¿Cómo mierda hice eso? Leila se aclaró la garganta como una advertencia, y Jessie sonrió. ―Le enviaste a Will mis cartas. No puedes saber lo que eso significó para mí. Estoy segura de que nunca te expliqué por qué te pedí hacerlo… Sólo quería darte las gracias por hacerlo.

Se encogió de hombros. Le importaba muy poco, o al menos eso parecía. Gretchen tuvo que morderse la lengua. ¿Tenía alguna idea acerca de la magnitud de la pena de Jessie vertida en esas cartas? Gretchen nunca las había leído, pero podía fácilmente imaginarlo. Utilizaron a Tony como un enlace con el fin de evadir el control abusivo del padre de Jessie. Will extendió la mano entonces, y Tony tuvo que devolverle el gesto o verse como un completo idiota. Luego se quedó mirando a Gretchen. Ella tragó y dio un paso más cerca. Enderezando la espalda y preparándose, hizo todo lo posible para no reaccionar de manera completamente inapropiada hacia él. Estaba asustada por los obvios cambios; pero por primera vez en su vida, no era capaz de superarlo. La cosa era: que no sabía por qué estaba tan molesta por lo que le sucedió a Tony. Se lamió los labios, y se forzó a dejar salir otra sonrisa antes de estirar la mano para tocar la suya, que fue a su lado. Él casi se estremeció de sorpresa antes de que sus ojos se estrecharan y brillaran en su cara. Ella se tragó su ansiedad de nervios. Estable. Tenía que ser estable y normal cuando hablara. ―Hola Tony. Es tan agradable verte de nuevo. Ya está. Su voz no tembló. Sonaba como su tono habitual. Sonaba casi como si tuviera los treinta y cinco años que se suponía debía tener. Él hizo un gesto con la mano discretamente a la de ella y asintió. ―Gretchen. ―Luego se apartó de ella como si no fuera más que una extraña que pasara. Su absoluta sorpresa ante la leve de él no se hizo esperar. Realmente la había despreciado. ¿Por qué? No sabía sobre el conflicto interno que tenía al enfrentarse a él; así que, ¿por qué actuaba de manera extraña con ella? Will y él empezaron a hablar, aunque el tono de Tony sonaba como lo mitad de amable o interesado que el de Will. Leila llevó a las mujeres a la cocina e inició una conversación, rebotando entre todas. Quería ponerse al día primero en la vida de Gretchen y aprender cómo había conocido a Jessie. Pronto el padre de Tony, que era incluso más alto que Tony entró con su distinguida y tranquila forma con que Gretchen lo recordada con cariño. La abrazó efusivamente. Donny irrumpió. Llevaba una caja, que contenía el postre. Cuidadosamente equilibrándola sobre su mano mientras los abrazaba a todos, haciendo una pausa brevemente cuando Gretchen le presentó adecuadamente a su hermana. Vickie se quedó en un extraño silencio con su no anunciada entrada, algo que Gretchen estaba bastante segura nunca había visto a Vickie hacer. La cena fue casual, fácil de llevar mientras se servía en la mesa. Consistía en chuletas de cerdo, ensaladas, frijoles y rollos. Leila era una experta cocinera; y la

comida, así como su acomodo en la mesa, había sido tan acogedora como Gretchen recordaba de su juventud. La conversación fue animada y en su mayoría se centró en ponerse al día en la vida de todo el mundo, y en remontarse, al menos, a una década. Anécdotas e historias fueron un refrito con humor y sentimentalismo. Excepto de algo sobre Tony. El terriblemente opresivo elefante4 en la habitación estaba de vuelta. Era difícil para Gretchen no tratar de colar miradas y asomarse a Tony. No podía cortar su propia carne, por lo que su madre se inclinó y en silencio lo hizo por él. Nunca levantó los ojos de los utensilios que ella usó. Era difícil para cualquier persona pasarle varios platos a él. El pesado tazón de ensalada tembló en su antebrazo bajo su peso, a pesar de que se las arregló para pasarlo. Gretchen sintió las ondas de mareos superarla mientras veía en repetidas ocasiones su manga vacía. Donny era un salvavidas. Su trato fácil y encantador y sus historias mantuvieron la luz de la conversación y sin esfuerzo, yendo de un tema a otro. Ansiosamente alentaba a todos a participar, excepto a Tony. Tony no decía más de tres palabras, si Gretchen las había contado correctamente. Vickie, también, estaba extrañamente callada. Eso era algo inaudito. Estuvo a punto de extender la mano y tomar el pulso de Vickie. Después de que todos se apartaron de la mesa, Leila, Jessie y hasta Vickie fueron a la cocina, a limpiar los platos. Gretchen seguía ordenando la mesa cuando oyó hablar a Will directamente con Tony. ―Entonces, ¿qué diablos harás ahora? Tony pasó la mano por su barba. Donny se congeló. Estaba a punto de verter agua helada de la jarra de vidrio. El padre de Tony, Lewis, se puso rígido cuando Tony se encogió de hombros despreocupadamente. ―¿Qué en el infierno? ¿Qué haré? Vivir con esto. ―Hizo un gesto levantando el hombro afectado hacia arriba. Will se aclaró la garganta. ―Sí, sé eso. Pero, ¿qué haces todo el día? La feroz mirada de Tony podría haber parado un misil. ―¿Crees que algo de mi vida es fácil de hacer después de esto? Tiende a mantenerme muy ocupado sólo hacer todo lo que damos por sentado. ―Así que… ¿no trabajas?

4

Opresivo elefante: Se refiere a un problema muy grande del que todo el mundo es muy consciente, pero del que nadie quiere hablar.

La mueca de Tony profundizó las líneas alrededor de sus ojos. ―Te lo dije: estoy con discapacidad. ―¿En nada? ¿Nada? ¿Te levantas por la mañana y no tienes nada que hacer? ―Will. ―El tono de Gretchen fue bajo y no muy sutil de advertencia. Tony la miró, y sus ojos se quedaron en blanco. No tenía ni idea de lo que estaba pensando, pero vio el temblor en los músculos alrededor de su boca. Todo el mundo estaba callado también y observando la conversación. Se sentía como si el grupo colectivamente hubiera sostenido sus respiraciones con anticipación. La mandíbula de Tony se movió de nuevo ida y vuelta, pero finalmente murmuró: ―No. ―¿Por qué? ―¿Qué quieres decir con por qué? ―¿Por qué no haces algo? ¿Qué tan bueno puede ser no hacer nada? ¿O de no ser responsable de nada? ¿Ni de alguien? Donny deslizó su silla, apoyándose en el respaldo mientras cruzaba sus brazos sobre el pecho. ―Will tiene razón. No te está haciendo ningún bien. Gretchen retrocedió lejos de la mesa, horrorizada de que tuvieran esta conversación ahora y en frente de ella. Lewis giró la cabeza entre sus hijos, y asintió, finalmente, también. ―Bueno, ahora, chicos, simplemente no saben cómo se siente. Ustedes no tienen que vivir con ello. Nosotros sí. Déjenlo en paz. Eso fue un shock. Lewis seguía llevando su empresa de fontanería. Después de cuarenta años en la profesión, no mostraba señales de desacelerar. Sorprendió a Gretchen que no pudiera ver ninguna necesidad de que Tony hiciera algo también. ―Ese es exactamente el problema. Nosotros lo dejamos solo durante tanto tiempo, que él piensa que está en lo correcto al no hacer nada. O incluso no actuar cortés nunca más. La mirada de Tony se disparó y cubrió la de ella. Dio un paso atrás de nuevo antes de congelarse. Se sentía como si estuviera atrapada en la mira de un francotirador. No sabía lo que debería haber hecho o dicho, ni mucho menos, por qué la estaba mirando cuando no había dicho nada. Finalmente se puso de pie lentamente, empujando la silla hacia atrás. ―No necesito tu mierda, Will. Nadie te pidió que vinieras aquí.

Will se puso de pie. ―Gretchen me pidió que viniera. Y Donny le pidió a ella venir. Así que eso es un montón de mierda. Nos necesitas. Nos necesitas a todos aquí. Necesitas hacer algo. Apretó un puño. Gretchen no pudo evitar que su mente se concentrara. Cada vez que se movía, se concentraba en mirar fijamente su único brazo y los movimientos de su mano. Su mirada de nuevo osciló en su dirección, casi incinerándola con su calor. ―¿Sí? Bueno, nadie le pidió que hiciera eso. ―No te desquites con Gretchen. Trajiste esto tú mismo con tu pésima actitud. Lo único que todos intentan hacer es ayudarte. O ser cariñosos y sensibles contigo. Basta con mirar lo que todos han conseguido manejar por ti ―dijo Donny mientras se levantaba con ira también. Lewis sacudió la cabeza. ―Basta, hijo. No es el lugar. ―¿Por qué? ¿Por qué no señalé lo maldito obvio? Mamá y tú no están ayudándolo. Están impidiendo su recuperación completamente. No habrá ninguna recuperación para él. Sólo está escondiéndose del mundo. Tony pateó la silla detrás de él contra la pared, lo que abolló el yeso. ―No hay una recuperación, ni idea, pedazo de mierda. No hay forma de que esté mejor. Ya no queda nada para mejorar. ¿Tú y Will vinieron aquí, pensando que necesito hacer más para sentirme mejor? Bueno, ¿qué diablos saben de algo de eso? ¿Tu madre te tuvo que cortar hasta la maldita cena? ¿No? Bueno, entonces no vengas a mí con ninguna de tus buenas intenciones y tu mierda. Nada de eso. Si no te gusta, vete a la mierda lejos de mí. Donny se adelantó. ―No puedo. Vives en el sótano de mis padres. Son mi familia también, tú, gran, mudo imbécil. No puedo simplemente evitar venir sólo porque eres demasiado sensible para manejarlo. Ahora todo el mundo estaba de pie en la entrada del comedor, después de haberse levantado cuando la silla se estrelló en la pared. Donny y Tony estaban allí, respirando con dificultad, a un brazo de distancia el uno del otro y, sin duda, a segundos de distancia de uno de ellos balanceándose sobre el otro.

―¡Basta! ¡Chicos! ¡Basta! ―Leila llegó rápidamente hacia adelante y se paró directamente entre ellos. Se miraron el uno al otro maliciosamente sobre su cabeza―. Esta sigue siendo mi casa, a pesar de que vivas aquí o no. Y los haré salir a los dos, miserables, asnos ingratos. Sus miradas giraron hacia ella con obvia sorpresa. ―Ahora, siéntense, después de que cortésmente recojas esa silla, Tony Lindstrom. Será mejor que nunca te vea causarles daño a una de mis paredes o muebles de nuevo en uno de tus berrinches, ¿me entiendes? Su boca se abrió en aturdido shock. Al parecer, Leila no gritaba a menudo, juraba, o decía “me entienden”. Will tosió detrás de su mano y levantó la vista. Estaba tratando de contener una risa. También lo hizo Lewis y, después, Donny. Tony se dio la vuelta después de que enderezó la silla. Finalmente, se curvó lentamente un lado de su boca. Leila farfulló. ―¿Por qué están los cuatro sonriendo ahora? Estaban a punto llegar a las manos en mi comedor. ―Porque es una muy eficaz herramienta en las negociaciones exitosas, Sra. Lindstrom ―dijo Will, totalmente sonriendo. Se quedó allí con sus manos en las caderas y se dirigió a Tony de nuevo―. Mira, fui un idiota por cómo expresé las cosas. Es sólo que… como que te lo merecías. Has sido nada más que un trasero conmigo desde que escuchaste que abandoné el ejército. No lo abandoné. Me necesitaban más en otros lugares. Tony se sentó con las piernas tumbadas delante de él, y su brazo colgó a un lado. Soltó un bufido. Cuando volvió a hablar, su tono era más tranquilo, pero aún atado con el beligerante sarcasmo que parecía ser su nuevo status quo5. ―No fui un trasero porque me sentí abandonado. Fui un trasero porque dejaste el ejército por tu segunda esposa.

5

Status quo: Estado del momento actual.

Will frunció el ceño, viéndose perplejo. Miró a su alrededor. ―Bueno, sí. Lo hice. Me necesitaba. ―Sí, bueno, también lo hizo la primera, y nunca una vez consideraste eso. Ni siquiera por un momento. Todo el cuerpo de Gretchen se puso rígido. Tony estaba mirando directamente a Will sin mirar en su dirección para reconocerla o su capacidad para oírlo. ¿Él terminó su amistad con Will a causa de ella? Dejó caer el plato que sostenía. Todos los ojos se volvieron en su dirección. Sintiéndose culpable, agarró un paño de cocina para limpiar la salsa salpicada, pero no antes de que se diera cuenta de la conmoción en los ojos de Will. Brillaban con algo como remordimiento en su dirección. Sin duda, nunca debió haber considerado ese ángulo. Gretchen estuvo en lágrimas cuando oyó que dejó el ejército para estar con Jessie. Era difícil aceptar el rechazo del hombre al que amó por casi dos décadas, que no la amara lo suficiente como para hacer algo así, pero que sí lo hizo por otra mujer. ―¿Es por eso que me odiaste? ―Sí. Nunca la pusiste primero a ella. Pensé que era lo que eras. Sabes, súper soldado Will Hendricks. Pero entonces… lo hiciste. Y no fue por Gretchen, quien lealmente se puso de pie por ti por más de una década. Will dejó escapar un suspiro y se sentó atrás. ―Nunca lo consideré desde ese ángulo. ―Miró a Gretchen y la cubrió con su mirada. Ella estaba sin habla allí de pie, pero sintiéndose totalmente en el piso a donde iba la noche. Todo el mundo en la habitación estaba mirando hacia ella ahora, incluyendo a la nueva esposa de Will. ―Sí, nunca ni una vez la pusiste primero. Fue una cosa de mierda de hacer. Los ojos de Will se movieron sobre su cara. ―Lo siento, Gretchen, por haber hecho eso. Nunca consideré… Gretchen sintió la escalada de calor a su cara una vez más. Jessie de pronto dio un paso adelante y tocó el brazo de Will. ―Oh, Dios mío. Detente. Estás avergonzándola completamente. Si tienes algo que decir, háganlo en privado, los dos. Las cejas de Tony se dispararon y murmuró algo incomprensible. Se aclaró la garganta. ―Sí, bueno, ¿podríamos por favor pasar a otra cosa? ¿Algo que no ocurrió hace una década?

Vickie de repente dio un paso adelante y le preguntó a Jessie: ―¿Cómo es que eres tan impresionante? Jessie sonrió. ―Debido a que a veces, los hombres simplemente no tienen ni idea. Ahora, no se hablará más de molestar a nadie. ¿Entienden? Todos se callaron y miraron alrededor uno al otro, pero finalmente, asintieron su consentimiento. Pronto, la tensión en la sala se calmó, mientras las mujeres acababan con los platos y los hombres tuvieron una ronda de bebidas. Jessie rápidamente la llevó aparte. ―¿Es verdad? ¿Lo que dijo Tony? Ella vaciló. ¿Siquiera importa ahora? ―Sí. Le pedí que renunciara después de que aborté. Ni siquiera quiso hablar de ello. Nunca me amó como te ama a ti. Jessie se mordió el labio. ―¿Por qué eres la mejor persona y no me odias? Yo me odiaría si fuera tú. Entonces, eso ilustra por qué nunca fui la mejor elección. Ella negó. ―Es agua bajo el puente para mí. Ha pasado mucho tiempo. Miro a Will y recuerdo a una más joven, muy diferente versión de Will de la que conoces. Así que, ya déjalo, ¿de acuerdo? ―Está bien. Gracias por no odiarme. ―Es imposible odiarte. Donny y Vickie no tardaron en coquetear en tonos tenues. Vickie era generalmente audaz e inconfundible en sus atracciones. La conversación giró en torno a un nuevo club local que acababa de abrir en el centro de Calliston. Era la primera discoteca en la zona. ―Todos debemos ir ―dijo Vickie, sonriendo directamente hacia Donny. Sus ojos brillaron con interés recorriendo la longitud de las piernas de Vickie, que seductoramente cruzó, permitiendo que su falda subiera más alto de lo que tenía que estar. ―¿Ir? ―preguntó Gretchen, que se había sintonizado lejos de la conversación. ―Sí, a Essence. Es impresionante. Bueno, para Calliston, es decir. ―Vickie en realidad se lamió los labios mientras miraba los ojos ávidos de Donny.

Gretchen casi gimió en alto. Donny no había mostrado mucho interés en ella al inicio… ¿ahora lo hacía? No estaba ansiosa por ver al dulce Donny pasar por el tornado en que se convirtió su hermana, y seguramente lo torcería, y escupiría en su despertar. Ese era sólo el modus operandi de Vickie. ―Todos debemos ir allí ―dijo Donny, mirando a su alrededor con una sonrisa―. Incluso tú, Tony. Tal vez podrías conocer a alguien y tener sexo. Podría cortar algunas de tus tonterías y estupideces. Gracias a Dios que sus padres habían salido de la habitación. Gretchen realmente deseaba no estar presente para esto. ―Estamos en el juego, si podemos obtener una niñera. Donny sonrió y gritó tras sus padres. ―¿Hey, ma? ¿Cuidarías a Christina mientras todos salimos este fin de semana? Leila apareció en la puerta, sus manos casi aplaudiendo de alegría. ―Sí, por supuesto. Vayan. Todos. Tengan un poco de diversión. Jessie sonrió. ―Bueno, entonces es una cita. Gretchen contuvo la mueca de disgusto para sí misma. En realidad no estaba de acuerdo con eso. Tony y Will miraron hacia ella con el mismo gesto y los rechazó. Era mucho más confuso que se reunieran después de todos estos años de lo que jamás hubiera soñado. De nuevo juntos, los tres de repente tenían mucho más equipaje entre ellos, y las personas que ahora estaban con ellos. Gretchen sabía que no era una buena amiga. Solía ser amiga de Tony; y, sin embargo, no podía entender cómo serlo ahora, hoy. ¿Por qué demonios no podía simplemente actuar natural? Se quedaron pasada la medianoche. La tensión finalmente se disipó y bromearon y hablaron de una manera más relajada. Los Lindstrom se metieron en la conversación. Gretchen se sintió muy mal por el largo lapso de no haberlos visto. Estaban sin duda encantados de verla, así como de tener a Will ahí con Donny y Tony. Todos se estaban volviendo maestros en ignorar la presencia hosca de Tony. No estaba muy divertido, y rara vez sonreía. No participaba con nadie y rara vez comentaba. Aunque, Tony nunca habló con Gretchen, habló extrañamente de ella. Casi de una forma clínica. Era tan malditamente extraño. Desapareció en la planta baja una hora antes de que los demás se fueran. Ella se disgustó cuando Vickie susurró que iría a dar un paseo con Donny. Agarró la mano a su hermana.

―Por favor, no lo hagas, Vickie. Esta familia significa mucho para mí. ―No, ¿qué? Actúas como si fuera a comérmelo o algo así. Aligérate, hermanita. ―Besó la mejilla de Gretchen mientras corría hacia Donny, sonriendo. Gretchen ya estaba en su coche cuando se dio cuenta con molestia que había dejado su bolso en el interior. Corrió hacia la casa, pero no encontró a nadie allí. Llamó, pero nadie respondió. La puerta todavía estaba abierta, y se deslizó dentro después de un momento de consideración. ¿Dónde habría dejado Leila los abrigos? Creyó verlos abajo. Se mordió el labio, ¿se atrevería a ir abajo? ¿O simplemente le gritaría a Leila? Pero entonces… algo le dijo que fuera al sótano. Hizo una pausa en el primer escalón y sintió como si estuviera entrando en la guarida del dragón, pero en silencio descendió hasta que estuvo en el rellano de la escalera con poca luz. Miró a su alrededor. Mierda, estaba exactamente igual. Vio el mismo sillón en el que solían ver películas. El sofá donde lo hizo con Will mientras Tony estaba afuera haciendo sólo Dios sabía qué. Nunca había sido demostrativa con su afecto en público. Siempre había sido discreta. Excepto en torno a Tony. Ella y Will eran mucho más informales y cariñosos a su alrededor. Llamó bajo. ―¿Tony? Tal vez estaba en el baño. Pero no. La puerta estaba abierta y la luz estaba apagada. Dio un paso más dentro de la habitación y caminó hacia el sofá donde se detuvo en seco. Tony estaba acostado ante ella, en el suelo, haciendo flexiones con un solo brazo. Audífonos llenaban ambas orejas, que era obviamente por lo que no le respondió. Su camisa estaba fuera, y se movía arriba y abajo con la agilidad de un caminador. Era increíble. Simplemente se quedó allí, mirándolo fijamente, con la boca colgando abierta en asombro. ¿Cómo? ¿Cómo podía posiblemente levantar todo su peso y bajarlo en un solo brazo?, y santa madre de Dios, ¡su pecho! Su boca casi salivó. Su atuendo poco atractivo ocultaba el cuerpo de Adonis puro que ocultaba debajo. Tenía el estómago marcado por los abdominales duros que eran casi extraños en su perfección. Suaves como de plástico. Vello salpicaba su pecho ligeramente. Su mirada terminó en su brazo. Fue eliminado limpiamente, por supuesto. El hombro simplemente terminaba casi perfecto por la incisión. Eso le hizo perderse momentáneamente. Pero sus ojos se dirigieron directamente a la ondulación de músculos que vio allí. Santo Cristo.

Volvió su atención cuando de repente él se detuvo y se puso de nuevo en sus rodillas. Tiró de los auriculares. ―¿Qué demonios estás haciendo? Ella alzó los ojos hacia su rostro. Él estaba sentado sobre sus talones, con el pecho reluciente de sudor. Tragó, aún muda. ―¿Gretchen? Se echó hacia atrás en ese momento. ―Lo siento… estaba buscando mi bolso. Pensé que tu mamá lo había dejado aquí. Y entonces… Él se puso de pie con la facilidad y agilidad de un joven de dieciocho años. Gretchen perdió la mayor parte de su facilidad y agilidad hace unos cuatro años. La rodeó, agarrando una camisa de la cama que dejó sin abrochar a sus espaldas. Se encogió en ella, tirando de ella para cubrir su cicatriz. ―¿Y decidiste mirar boquiabierta? ―¿Qué? ―Levantó los ojos hacia él finalmente. Seguía mirándolo alinear su camisa abierta. Los abdominales se doblaron mientras se movía―. No. No te miraba boquiabierta. Estaba sorprendida… ―¿De mí? Obviamente. Su boca se abrió en shock. ―No. No. Estaba sorprendida por eso. ―Bajó la mirada hacia sus pies mientras agitaba la mano hacia él. ―Sí, por mi amputación. ―No por tu amputación. Tu… pecho. ¿De acuerdo? Siento si es difícil mirar tu amputación con esos fuera. ―¿Esos? Sintió el calor profundo de rubor llenando sus mejillas. ―Tus abdominales. Quiero decir, mi Dios, ¿me estás tomando el pelo? Cuando por fin levantó la mirada, él fruncía el ceño hacia ella. ¿No era esa su expresión normal en los últimos tiempos? ―¿Mis abdominales? ¿De qué estás hablando? ―Ah, bueno, sí. Simplemente ha pasado un tiempo desde que vi a alguien tan… bien acondicionado. ―Caliente. Sudoroso. Con chorros de sudor. Tuvo que contener el impulso de tocarlos, y lamerlos…

Se dio cuenta de por qué él estaba tan enojado. Tonta. Pensaba que estaba mirando la cuenca de su brazo vacío con repulsión, y no hablaba por la torsión extraña en su intestino que ocurría cada vez que observó todos los músculos juntándose sobre su torso. ―No estaba viendo tu amputación. Estaba mirando tu esculpido pecho, ¿de acuerdo? Estaba un poco aturdida, es todo. No sabía que te verías así. No sabía que te verías tan bien, para ser honesta. Él no contestó, así que mantuvo su mirada pegada a la costura de su camisa, sin dejar de echar un vistazo a sus músculos. Continuó, a pesar de su mejor juicio. ―No puedo sostenerme de esa manera con las rodillas sobre el suelo, mucho menos, con una sola mano. No estaba sorprendida ni en shock por tu brazo faltante, Tony. Me quedé de piedra y en estado de shock al verte haciendo eso. Él se quedó en silencio por un momento, y luego dos. Ella tragó y dio un golpecito de su dedo contra su pierna. Mierda, la hacía sentir tan inestable, y solía quererla, ser su dulce amigo. Finalmente, él dijo bajo: ―Me gustaría ver eso. ―¿Qué? ¿Forcejeando como una ballena varada tratando de hacer una lagartija? Porque eso es lo que, sin duda, parecería. Sabes, nunca he tenido un gramo de fuerza, de agilidad o de adecuado acondicionamiento. ―No, no lo parecerías. Siempre fuiste la peor en la clase de gimnasia. Solía sacarte por lástima. Lo que quise decir fue, que me gustaría verte a cuatro patas delante de mí. Su mirada se disparó a la suya. ¿Realmente acababa de decir eso? No. De ninguna manera. ¿Y esa maldita sonrisa que ahora estaba al acecho en las esquinas de su boca? Se aclaró la garganta, pero decidió ignorar eso. ―Así que, ¿sabes dónde está mi bolso? Finalmente volvió la mirada de su cara. Revolviendo unas cosas en el sofá, pronto lo levantó en su mano. Ella dio un paso hacia adelante para tomarlo, pero él no lo soltó. Sorprendida, miró arriba, con el ceño fruncido. ―¿Por qué viniste aquí esta noche? ―le preguntó. ―A todos nos importa lo que te sucede. ―¿Nosotros? ¿A quiénes, a Donny? ¿A Will? ¿Eso es por lo qué viniste? ¿Por Will Hendricks? ―No. Porque me importa lo que te pasó. ―Tomó un lento aliento―. Mira, manejé esto mal desde el primer momento en que te vi. Siento mucho haber actuado

como si nunca te conociera antes. Y siento mucho saber de esto que te pasó. Siento que hayas perdido tu brazo. Debería habértelo dicho cuando te vi en el supermercado. En su lugar, conversé, como una cabeza hueca, que nunca te conoció. Cualquiera puede ver que te habían amputado un brazo. Debería haber respetado eso y limitado a decirlo. En su lugar, se puso raro entre nosotros, cuando nunca hemos sido raros juntos. Siempre fuimos muy buenos amigos. Así que… lo siento. Su rostro permaneció glacial, pero una ceja se levantó otra vez. Ella tragó y se aclaró la garganta, tratando de calmar sus nervios y recuperar el cómodo ambiente de amigos que siempre habían compartido. Pero nada. No hubo respuesta. De acuerdo, esta no era la manera de llegar a él. Todavía tenía su bolso y ella todavía se aferraba al otro extremo del mismo. Tiró de él, atrayéndolo. Él la miró a los ojos, bajando los ojos a su boca. ¿Qué estaba pasando? ¿A dónde estaba llegando esto? No. De ninguna manera. Nunca había experimentado un momento tan incómodo entre ellos. ¿Por qué estaba mirándola de manera tan extraña? ―No quiero ser tu amigo, Gretchen. ―Su tono era tranquilo e intenso. Sintió que se había convertido en un imán que era inexplicablemente atraída hacia él. Se lamió los labios. ―¿Q… por qué no? ¿Por qué no quieres ni remotamente que seamos amigos? ―Tú siempre has confundido mi amistad y lo que yo quería ser. Sus ojos se abrieron y dio un paso atrás. No. No. No. Donny no estaba en lo correcto. Él nunca tuvo una cosa por ella. No podía querer decir eso. Actuaba como si ni siquiera le gustara. De repente soltó el bolso y le devolvió la sonrisa, liberando la tensión que ella estaba teniendo, y haciendo que tropezara hacia atrás. ―Vete a casa. Ella recuperó su equilibrio, agarrando su bolso, mientras él sonreía con forzada cortesía. Le tomó todo su valor encontrar su mirada y sostenérsela, como si no acabara de hacerle una oferta, un agradable, adiós cortés. ―Te veré este fin de semana entonces. Se volvió bruscamente con el brazo bueno hacia ella. ―Lo dudo mucho. Luego se dirigió al cuarto de baño y cerró la puerta. Se le quedó mirando, sintiéndose conmocionada. Girando sobre sus talones, huyó de la que de repente se convirtió en la persona más difícil con la que hubiera tenido que lidiar.

Gretchen llegó a casa del trabajo y se quedó mirando su armario con asombro. De todas las cosas, ¿qué demonios iba a usar en un club de baile? No había estado en uno en años. Su vestuario estaba lleno de trajes conservadores. Tenía unos jeans casuales y camisas para los fines de semana, pero nada sería adecuado para un club de baile. Suspiró y empujó sus ropas alrededor. Finalmente, se encontró con un elegante pantalón negro, que combinaría con una blusa roja. Mientras estaba empujando sus pies en sus tacones negros de siete centímetros oyó la puerta. Rápidamente dejó a Vickie entrar antes de insertar aros por sus orejas. Su hermana la siguió al interior. ―¿Qué estás usando? Ella miró a su hermana pequeña. ―¿Qué quieres decir, con qué traigo puesto? ―Bueno, te ves como si fueras a ir a trabajar. Ella bajó las manos de sus orejas y vio el traje de Vickie. Bueno, Vickie ganaría al mejor traje del club, con las manos hacia abajo. Llevaba pantalón vaquero con roturas en las rodillas y destellos de su firme y pequeño trasero. Su sujetador de color neón se veía a través de los recortes en su top negro y parecía como si alguien hubiera tomado las cintas y las hubiera envuelto alrededor de ella. ―No puedo llevar algo como eso y lo sabes. ―Pocos años después de su divorcio, Gretchen había salido bastante y había tenido un montón de citas y unas pocas parejas sexuales ocasionales. Pero dejó todo cuando se acercó a los treinta y su carrera comenzó a despegar. Se comía todo su tiempo libre, y los fines de semana, estaba cansada y con ganas de acostarse con una copa de vino y un buen libro o una película en lugar de salir por la noche para emborracharse en una multitud. ―No. No puedes. Pero tú no puedes usar eso. ¿No tienes jeans o algo que no te transmita como una directora?

Ella suspiró, yendo tras Vickie de regreso a su habitación, donde Vickie comenzó a buscar a través de su selección de pantalones. Finalmente, levantó uno. ―Estos funcionarán. Póntelos. Caray, y por favor, déjame llevarte de compras este fin de semana. ―No quiero ir de compras. Me gusta la forma en que me visto. No quiero cambiar. Vickie se rió disimuladamente. ―No quieres tener sexo tampoco. Pero algunas de nosotras sí. Gretchen puso los ojos en blanco mientras se ponía sus tacones, luego se quitaba el pantalón y jalaba los jeans. ―Por favor no lo hagas con Donny. A menos que... ¿ya lo hiciste? Vickie se sentó en su cama y observó a Gretchen cambiarse el pantalón. ―No. Me llevó a casa y me acompañó hasta la puerta principal. Fue tan dulce, incluso caballeroso. Se inclinó como si quisiera besarme. Oh, ¡Dios mío! Gretchen, eso es algo. Te lo digo, esta noche será épica. El comienzo de algo enorme para mí. Tengo esa extraña sensación. Gretchen casi se ahogó, manteniendo la risa confinada a su garganta. Algo enorme siempre parecía estar pasando para Vickie. Cepillarse los dientes en la mañana evocaba casi la misma respuesta de ella, por lo que Gretchen no puso demasiada atención en su anuncio. Echó un vistazo a su trasero en el espejo, ahora vistiendo jeans. No muy bien. Pero no terrible. No era tan delgada como Vickie, pero tenía las piernas largas para ayudar a llevarlo. Era más de un peso medio, y había trabajado para seguir siendo así. Vickie no comía nada más que mierda todo el día, sin embargo, nunca ganaba ni un gramo. Vickie era una de esa gente extraña bendita que no hacían nada por la forma que tenían, y sin embargo, casi todo lo que necesitaba había venido a ella fácilmente, de una u otra manera. Gretchen se echó el cabello rubio en la espalda. Los rizos eran largos hasta los hombros. Después de veinte años de tenerlo largo, y cayendo más allá de su hombro, decidió cortarlo por encima de sus orejas poco después del divorcio. Ahora, lo llevaba en un elegante nudo inverso que terminaba en sus hombros. Vetas oscuras marrón contrastaban en la capa inferior, creando un efecto de-aparecer-y-desparecer

con la luz, y de tonos oscuros. Había sido idea de Vickie y lo único que consideraba remotamente “grandioso” sobre Gretchen. Pero era lo suficientemente bueno para reencontrarse con viejos amigos de una vida anterior. Desde su juventud. Para encontrarse con Tony Lindstrom. El extraño hormigueo de sus dedos comenzó de nuevo con la idea de Tony. ¿Aparecería? Podría salir de cualquier forma. ¿Lo deseaba? Había sido tan grosero. Enojón. Negativo. Pero atractivo. Bueno, ¿y qué? Ser caliente, e incluso ser manco, no le daba a ninguna persona el derecho ser tan terrible con los que le rodeaban que sólo estaban tratando de ayudar. No lo disculpaban ni excusaban su comportamiento. Aun así, Gretchen tenía ese tinte de emoción a la espera de esta noche, no era de sólo ver a Will, o a Jessie, o a Donny, o a Vickie. Agarró el bolso y siguió a su hermana afuera.

* * *

Tony miró a Gretchen pasear en el club, completamente ajena al efecto que tenía sobre las personas que la rodeaban mientras se abría paso entre la multitud. Todos los ojos de los hombres se arrastraron tras ella. Y ciertamente no por su amplia visualización de piel. Esa nunca fue la manera de Gretchen, y no lo que cautivaba a la mayoría de los chicos a su alrededor. Era simplemente, que ella los atraía, usando su personalidad, su aspecto, y el resto de su actitud. Era una mujer alta y elegante, que mantenía su postura recta y erguida. Caminaba con una confianza única en su porte, manteniendo los hombros retraídos, y las caderas alineadas con ellos. Su postura rígida reflejaba su vida entera. Siempre había sido ese tipo de chica. La buena. La de un solo tipo. La responsable. Ni una sola vez se había saltado una clase en la secundaria o se había perdido una asignación. Mientras tanto, Tony siempre había sido un estudiante de mierda. Gretchen incluso trató de darle clases más de una vez. Se sentó a la mesa de la cocina de sus padres, tratando de explicarle sus tareas, pero él nunca se había preocupado mucho sobre el trabajo escolar. En aquel entonces, le gustaba tener su tutoría, no por la estupidez de mejorar su grado, sino para poder tratar de mirar hacia abajo en su camisa. Eso nunca fue una hazaña fácil, ya que ella solía vestirse modestamente. Siempre era muy formal y particularmente dulce, que iba bien, junto con sus buenas calificaciones y asistencia perfecta. Ella parecía la bondad completa y la amabilidad con todo el mundo que alguna vez conocía. Se convirtió en una chica muy popular simplemente porque no había

otra manera de que alguien pudiera odiarla. Era agradable con todos. Siempre. Incluso con aquellos que no lo merecían. Algo así como la forma en que se quedaba inmóvil. Con él. Y seguro como la mierda no lo merecía. Trataba de no merecerlo. Tony tocó el dedo contra la mesa. Donny se sentó junto a Tony, Will y Jessie estaban frente a ellos. Todos estaban hablando sobre la fuerte música. Tomó un trago de cerveza para darse coraje; Tony sabía que no debería haber ido. A pesar de la presión de Donny para incluirlo, no era por eso que eligió hacerlo. Lo sabía. Era porque quería volver a verla, sin importar cuán estúpido fuera el impulso. Ella sentía lástima por él. Ella estaba allí sólo por culpa de la pérdida de su maldito brazo. Si hubiera estado completo y bien, no habría hecho más que sonreírle y besar su mejilla en el supermercado, siguiendo adelante con su vida como lo había hecho durante los últimos ocho años. Nunca habría sentido ningún tipo de obligación de velar por él, o por su familia de nuevo. Como siempre, reservaba el tipo, cálida amiga generosa que era, para él. Y joder. Detestaba eso de ella. Siempre había sido así hacia él. Era el buen amigo y el compañero de Will. El cachorro de perro que podrías acariciar a tu paso. Al que nunca mirabas, ni por el que te sentías atraída. Así pues, sabía muy bien que no era más que compasión sobre su manga vacía lo que había llevado a Gretchen Moore allí. Hendricks. A Gretchen Hendricks. Incluso después de todos estos años conservaba el apellido de su mejor amigo, su cerebro se negaba a aceptar que era verdaderamente Gretchen Hendricks. Vickie y Gretchen se acercaron a la mesa y sonrieron y saludaron a todos. Vickie se deslizó al lado de su hermano, dejando a Gretchen de pie, cambiando su peso de un pie al otro. El único lugar estaba junto a Tony. Él deslizó la silla con el pie e hizo un guiño descuidado. Ella le lanzó una mirada antes de bajar lenta y elegantemente su trasero en la silla y moverse rápidamente más cerca de la mesa. Estaba sentada al lado de su brazo amputado. Él debió haber anticipado eso y haberse sentado en el otro lado. Ella lo vio desde el rabillo de sus ojos y sonrió levemente, sólo una pequeña y dulce inclinación de labios. ―Hola, Tony. Me alegra que hayas venido. Él se movió y se inclinó hacia adelante. ―¿Ah, sí? ¿Así podrás seguir tratando de cuidarme la espalda en la salud y la enfermedad otra vez? Ella tiró de su labio inferior con sus dientes delanteros. Él se quedó totalmente perplejo, la intimidó. Ella era demasiado jodidamente agradable para decirle que se fuera al infierno como quería, que era lo que sin duda merecía.

La camarera pasó y él le hizo señas para interceptar a Gretchen, sin duda, con una réplica enojada a su respuesta hosca y comportamiento. ―Hey, ¿pueden mis amigos de aquí conseguir algunas bebidas? Ella le sonrió y se volvió para tomar las órdenes de Gretchen y de Vickie. Gretchen miró hacia adelante para poder hablar con el resto de la mesa y evitar los ojos de Tony. Él se echó hacia atrás y apenas escuchó. Ella estaba hablando de algo sobre lo que hacía en el trabajo. Miró alrededor, sintiéndose aburrido. La pista de baile estaba sorprendentemente llena. La multitud no era sólo de jóvenes. Había parejas de mediana edad en citas que estaban bailando. Eso era porque simplemente no había otro lugar para ir en Calliston. Tony nunca debería haberse acomodado allí. Pero, de nuevo, cualquier otro lugar y estaría haciendo su propia maldita lavandería y teniendo que pagar sus propias cuentas. Observó la conversación como si estuviera muy lejos de allí. Cuando llegó la bebida de Gretchen, tomó varios tragos rápidos, como si se fortificara a sí misma. Estaba bastante seguro de que era una reacción natural a lo incómoda que estaba. Jugueteó con el vaso y movió el popote arriba y abajo mientras hablaba con Will acerca de sus clientes. Algo sobre las escuelas y las consultas especiales, y alguna otra mierda bastante impresionante. Ella nunca dejaba de impresionarle. Su talento e inteligencia eran evidentes desde la vez que se postuló para presidente de la clase de primer año. No era una sorpresa para él que siguiera siendo tan notable. Era elocuente, bien hablada, y mantenía la voz bien modulada. Él nunca era notable con nadie. Ni en la escuela. Ni siquiera, particularmente, en las fuerzas armadas. Seguro como la mierda no ahora, viviendo en su casa, mientras su mamá lavaba su ropa y le cortaba la comida. Su única esperanza de escapar a la tediosa mediocridad era su maldito brazo amputado. Jessie se levantó, tirando del brazo de Will, antes de dirigirse a la pista de baile para unirse a los cuerpos moviéndose y cantando en voz alta, la música divertida y las luces que rebotaban. Donny se levantó e invitó a Vickie a bailar. Ella casi saltó en sus botas negras de tacón en su afán de hacerlo. Dejándolos solos, Tony ni siquiera podía cruzar los brazos sobre el pecho para mostrar su malestar. Echaba de menos hacer eso. Extrañaba lo cómodo que solía sentirse cuando levantaba los brazos por encima de su pecho. Uno de sus brazos sobre su pecho parecía estúpido, pero a veces se cansaba de dejar que simplemente pasara el rato a su lado. En lugar de ello, se inclinó más hacia la mesa y agarró su bebida. Después de varios largos, momentos de tensión, asintió hacia Will y Jessie. ―Entonces… ¿cómo lo hace? ¿Cómo se las arreglas para hacer que tú, su ex, y su nueva esposa se vuelvan amigas?

Gretchen terminó de tragar y bajó la copa antes de limpiar las esquinas de la boca con su lengua. El dardo de su lengua rosada hizo que su pene se contrajera, como un reflejo Pavloviano. Haciendo una mueca, se dio la vuelta. Se sentía como un caliente chico de dieciséis años con ella. Siempre era así. Invariablemente reaccionaba de la misma manera, a pesar de que ella nunca se sentía igual hacia él. Ni una sola vez. Ni un pensamiento errante o espontáneo de atracción podría atraerla más cerca de él. En todos los años que había estado entrando y saliendo de la vida de Gretchen, ella nunca abrigó nada más que fraternal amor platónico hacia él. Ella giró su cuerpo, por lo que estuvo más cerca y él podía oír mejor. ―¿Sabes cómo se conocieron Jessie y él? Él frunció el ceño. ¿A quién le importa? ―Sí, esa mierda torcida de México. Las cosas que Will Hendricks hizo siendo el último chico-del-póster por el valor, la integridad y la honorabilidad del ejército. ―Sí, pero ¿sabes cómo la encontró primero? Él se encogió de hombros. ―Nah. No en específico. ―Ella estaba atada y fue violada por una pandilla. ―Los ojos de Tony al instante buscaron a Jessie, quien ahora se encontraba sonriéndole a Will. Ella echó la cabeza hacia atrás para reír antes de envolver sus brazos alrededor de su cuello y apretarse más a él. No. No sabía eso. Su estómago se anudó al escuchar la simple oración que contenía tanto horror―. Así que, como ves, nunca hubo ninguna razón para que odiara a Jessie. ―Sí, pero él no tuvo que hacer que le ayudaras a realizar todo lo que hiciste por ella. ―Quizás. Él me llamó porque soy terapeuta con licencia, Tony. Hago esto para vivir. Ayudó a financiar mis estudios mientras estuve casada con él. Y me llamó en estado de pánico, porque en ese momento, estaba desesperado por salvarla. Tenía miedo de que ella terminara perjudicándose a sí misma de nuevo. Le ayudé por nuestra historia, y también porque pagó el billete de avión para llevarme allí, estaba tan desesperado. Después me encontré con ella, y realmente desde el principio, mi ayuda tuvo poco que ver con Will, y todo que ver con humanidad. Cualquier ser humano con un gramo de compasión habría querido ayudarla. ¿Crees que sabes sobre el dolor? Lo siento, pero el tuyo no es como el de Jessie. El dolor de nadie puede compararse con su experiencia. Él se aclaró la garganta.

―Oh… Supongo que pensé que lo habías hecho por tu pura devoción sin fin hacia él. Ella negó. ―Eso fue hace diez años. Me moví de eso hace mucho tiempo, Tony. Realmente no soy tan patética para estar detrás de él todavía. Volví a mi vida. Y Will volvió a la suya. Dime, Tony, ¿por qué no lo hiciste tú? ¿Por qué te importa lo que Will y yo hagamos juntos ahora? Si a Jessie no le importa, y confía en que estemos juntos, sabiendo que nunca habrá nada menos que una verdadera amistad entre nosotros, ¿por qué te importa a ti? Él se centró en los cuerpos moviéndose para ignorar sus aburridos ojos verdes en él. ―Porque nunca te trató bien. Supongo que, pensé que todavía estaba haciéndolo, eso es todo. ―¿Nunca me trató bien? ¿De qué hablas? Will siempre fue bueno conmigo. ―Nunca, ni una vez, te puso primero o antes de lo que prefería hacer. Desde el principio. Desde la primera vez que le pediste ir a un baile, y no pudo porque había una fiesta de fútbol del equipo que no quería perderse. Siempre se trató de lo que Will quería. Su cuerpo retrocedió como si hubiera intentado tocarla. Ella negó. ―Eso es… no es cierto. Él sintió el impulso de cruzar sus brazos de nuevo; sólo que esta vez, el sentimiento fue tan fuerte, que tuvo que mirar hacia abajo para recordarse a sí mismo por qué no podía hacerlo. ―Es cierto. Y sigue siendo cierto. Siento lo de Jessie. Pero debería haber estado allí al menos una docena de veces para ti como siempre está para ella. ―No, Will me amaba. Acabamos separándonos porque maduramos. Nunca supe exactamente por qué salió mal… ―Todo salió mal porque él nunca te amó como debía hacerlo. Nunca debió haberse casado contigo. Pero después de que lo hizo, debería haberte puesto primero, y por encima de todo lo demás. Él dio un vistazo en su dirección. Ella se mordió el labio y arrugó las cejas, mostrando evidente angustia por lo que estaba diciendo. ―¿Él te dijo eso? Él se movió y apoyó su único codo en su rodilla.

―No, por supuesto que no. Probablemente pensó que te estaba poniendo primero. Nunca una vez te trató como te merecías. Y tampoco entendió nunca por qué tú sí lo hacías con él. Deportes. Amigos. Ejército. Haz tu elección; siempre eran más importantes que tú. Tal vez porque sabía que siempre estarías allí para él. ―¿Estás diciendo que él asumió que siempre estaría allí, y en consecuencia, haría lo que quisiera? ¿Crees que tenía algún tipo de apego patético de felpudo? Él hizo girar su talón en el suelo y lo miró para evitar mirar su hermoso rostro. ―No, tú no fuiste patética ni aferrada. Tu devoción por todo vino antes de que lo fueras. Ella se quedó en silencio por un largo momento. Él sintió su mano tocando la parte superior de su hombro un par de centímetros por encima de la amputación. Él se estremeció y se sacudió lejos de sus dedos, finalmente miró hacia ella. ―No tenía ni idea que pensabas eso sobre nosotros. ―Nunca tuviste idea de lo que pensé alguna vez… y punto. ―¿Cómo es eso, Tony? ¿Por qué nunca supe lo que pensabas? El calor fue una espiral en sus entrañas y su cara se calentó. Nunca había querido tener este tipo de conversación con ella. Sin embargo, ella continuando con su cortesía y amabilidad hacia Will, era difícil de tragar; después de todos los años que Will tan descuidadamente la descuidó, sin mencionar lo poco que respetaba el don de su amor, como realmente era. Él enfocó su mirada de nuevo en Will. ―Porque nunca quisiste saberlo. En realidad no. Ella se quedó en silencio de nuevo. Le había revelado demasiado. Él se volvió y agarró su bebida, tomándosela de una manera rápida. Cuando ella volvió a hablar, su tono era más suave. ―Parte de eso fue mi culpa. Lo presioné para que se casara conmigo. No estaba listo. Sabía eso, incluso entonces. Estaba desesperada por retenerlo. Todo el tiempo estaba fuera y viajando en sus misiones… bueno, temía que nuestra relación no pudiera manejarlo. Para mantenerlo, pensé que si nos casábamos, estaríamos aislados contra las tensiones de la agitada vida militar. La cosa era: que fui una pésima esposa para el ejército. No estaba comprometida, ni lo entendí ni fui tolerante. Si te consuela en absoluto, solía masticar su trasero regularmente por haber desaparecido, dejándome sola, y estando emocionalmente no disponible. Tony le hizo señas a la camarera y apuntó a su copa vacía; ella asintió y se dirigió hacia el bar.

―Bueno, supongo que no fue un buen marido. ―Fue mutuo. Mucho de eso de todos modos. Me concentré en la escuela, y no salió nada antes de eso. Había mucho más que podría haber hecho para ser una mejor esposa del ejército. No quería ser una, así que me aseguré de ser una mierda. Y te aseguró que Will sabía lo mucho que detestaba el papel. No fue tan agradable para él vivir conmigo. Éramos… tan jóvenes. Y no estaba listo para el matrimonio aunque tratamos de sobrevivir. Sin ofender, pero tal vez no lo deberías juzgar con esa dureza. No trataste de casarte en tus veinte años y hacer un nombre por ti mismo en el ejército. No fue una tarea fácil. Y te agradecería mucho si trataras de dejar de odiar a Will, en mi nombre. Si sientes la necesidad de mantenerte ventilando tu odio por él, hazlo en tu propio momento. Actúas como si fuera una débil, triste, pequeña felpudo, siendo pisoteada por Will. No lo fui. No lo soy. Simplemente me distraje. Me ocupé en mi propia carrera. Había un montón de culpas para darles la vuelta; y llegamos a un acuerdo con eso. Así que realmente no es necesario que lo sopeses. No estuviste allí cuando estuvimos solos, y por lo tanto, no sabes todo. Él se inclinó hacia la camarera mientras dejaba su copa en la mesa, después de haber sido debidamente castigado. Mirando su bebida, murmuró: ―Está bien. Lo que sea. Will es maravilloso, y te dio exactamente lo que te mereces. Ella tamborileó con sus rosas, pulidas uñas sobre la mesa. Él no miró su cara, sino que mantuvo los ojos fijos en sus dedos tamborileando. Estaba molesta. Pero se sentía mejor que recibir compasión. ―¿Por qué? ¿Por qué eres así? Yo no hice nada para merecer esto ―dijo agitando la mano hacia él. Suspirando, negó―. Ni siquiera sabes quién eres. Esta grosera última versión de ti. Me gustaba mucho más el viejo Tony. Él sacudió la copa hasta que encontró un cubo de hielo, con lo cual ladeó la copa hasta que se deslizó en su boca. Masticando ruidosamente, contempló la multitud delante de él. Finalmente, se encogió de hombros. ―A decir verdad, nunca te gustó la versión antigua tampoco, Gretchen. Así que trata de considerarla una extensión por todos los veinte años que te conozco. Pretende que soy parte de la pared. Siempre lo hiciste. No la miró, pero oyó el susurro de su ropa mientras se retorcía alrededor con evidente enojo hacia él. ―¡No te ignoré! Éramos amigos. Siempre. Y buenos amigos. Hasta ahora. Hasta que perdiste el brazo, y junto con él la última gota de la persona dulce, cariñosa y divertida a quien solía conocer y amar.

Él levantó los ojos con sorpresa, ya que rara vez ella se ponía a la ofensiva. No podía pensar en alguna una vez que hubiera sido testigo de Gretchen siendo sarcástica, grosera, o insolente con nadie. Incluso si las persona se lo merecían. Como él. De pronto ella dio una palmada con su mano sobre su boca mientras sus ojos se abrían con horror, y empezó a sacudir la cabeza. ―No quise decir eso. No debería haber dicho eso. ―No te disculpes. Prefiero honestidad a tu débil mierda cortés. ―No es una mierda. Soy educada. Y siempre lo digo en serio. Actúas como si deliberadamente tratara de sonar trillado. No es así. Y no es falso. No, no lo era. Y, por supuesto, lo sabía. Era parte de por qué siempre sentía la necesidad de protegerla. Ella era demasiado amable con todos a su alrededor, incluso con aquellos que no se lo merecían. Cuando era joven, le pedían a menudo que hiciera mucho más que su justa parte de cualquier trabajo o se comprometía a hacer las tareas o trabajos que nadie más quería, simplemente porque era demasiado buena para rechazarlos. Demasiado del tipo genuino incluso para encararlos sola. Ni una sola vez se dio cuenta de lo condescendiente que era Will con ella; o la frecuencia que le daba a todo lo demás mayor prioridad sobre ella. Siempre era sobre él juntando su mierda, en lugar de no hacerle esto o aquello a Gretchen. Ella, sin embargo, nunca se daba cuenta de que Tony siempre cuidaba su espalda. De repente ella se puso de pie y empujó su silla detrás. ―Si me perdonas ahora, iré al baño. Se marchó a la multitud y él suspiró profundamente mientras la miraba irse.

Will se unió a Tony mientras Gretchen, Jessie y Vickie bailaban junto con un grupo de sonrientes y felices chicas. Ellos miraron a las chicas por un tiempo, cuidando sus bebidas. Finalmente, Will asintió hacia Gretchen y le dijo. ―¿Tengo que decirlo? ―¿Decir qué? ―Lo que debería haber dicho hace diez años. Se terminó. Terminamos. No hay nada entre nosotros. No lo ha habido en mucho tiempo. Su boca se secó. ―¿Por qué me debe importar? ―Porque te importa. Siempre lo ha hecho. Los dos sabemos eso. Lo ignoramos durante demasiado tiempo. No estoy seguro de cuál es tu estrategia aquí, ser un idiota y todo no es el medio habitual para conseguir que una mujer se fije en ti; pero infiernos, supongo que ella está aquí, así que tal vez está funcionando. Pero cualquiera que sea que estés haciendo, no tiene nada que ver conmigo. Mira, debería haberte dado ese derecho después de que se divorció de mí, pero tal vez no estaba preparado para ello. Lo que sea. Lo digo ahora. Invítala a salir. Lo has deseado por más de veinte años. Eres libre de hacerlo ahora. ―Desenróscate, Will. No estaba esperando tu permiso. Créelo o no, la cosa del brazo funciona a mi favor. Muchas jóvenes, chicas dulces. Llenas de lástima, casi cayendo de rodillas con simpatía por mí. Simpatía, la cual confunden fácilmente con sexo. Ve a la camarera. No ha dejado de mirar mi manga desde la primera vez que me vio. Me invitará a casa esta noche. Will fijó sus ojos en él. ―Simplemente no te detendrás, ¿verdad? No estaba hablando de cualquiera. No me importa lo que pretendas, o la forma en que juegues, quieres mucho más que eso. Quieres mucho más que echar un polvo con la camarera, y los dos lo sabemos. No capto tu insistencia en ser un tarado, pero está bien, yo me encargo de eso. Sólo tienes que saber esto, ahora somos amigos, e independientemente del tiempo que elijas castigarme por Gretchen. Tanto por la forma en que lo arruiné con ella, y

porque siempre la deseaste. Supongo que es más fácil odiarme en cierto modo. Me alejé, sin importarme lo que más quería. Pero en mi defensa, era un atleta idiota y estúpido, que realmente no conocía nada mejor. Nunca tuve una relación real antes de Gretchen. Y en realidad, Gretchen nunca me necesitó. No exigió mucho de mí. La única cosa que cambió mi perspectiva fue atestiguar lo que Jessie atravesó. Así que infiernos, ¿no puedes perdonarme? ―No deseo a Gretchen. ―Nunca lo dijiste en alto, pero eso nunca cambió; siempre estuvo allí entre nosotros. Estiró las piernas ante él. ―Muy bien, muy bien. Somos amigos. Sólo cierra la mierda con todos tus gemidos y lamentaciones sobre las relaciones y sentimientos. ¿Comenzaste a asistir a terapia con tu esposa? ¿O siempre fuiste tan sensible? Will se rió, y golpeó su espalda. ―Te has convertido sin lugar a dudas en un completo y total pendejo. La boca de Tony finalmente se curvó en un lado. Las chicas volvieron a la mesa. Se hizo muy evidente que las bebidas habían trabajado su magia en Vickie. Estuvo a punto de caer mientras caminaba. La sonrisa de Gretchen parecía menos forzada, pero todavía podía caminar de manera constante. Se sentó con la suave elegancia que tanto definía quién era. Will era un tonto por perderla. Un tonto, al que quizás, debía perdonar. Tal vez ver a Will más a menudo no sería tan malo. Esa era una parte contribuyente a su confusión. Como amigo, no había nadie mejor que Will. Nadie más leal. O fiable. O que siempre sostendría tu espalda. Ese era Will. Sin embargo, nunca le había demostrado eso a Gretchen, y Tony no entendía por qué. Aun así, ya era hora de dejarlo ir. Antes que cualquiera, excepto Will, pensara lo que realmente sentía por Gretchen durante todos estos años. La camarera regresó y le dio otra copa. Se quedó charlando un rato. Cuando se fue, Tony le dio a Will un codazo y le entregó la servilleta con el número de teléfono de la chica en ella. El número que nunca pidió. ―¿No me digas? ―dijo Will, con los ojos ampliados de sorpresa. ―¿Qué? ―preguntó Gretchen, asomándose sobre la mesa para ver a lo que Will estaba frunciendo el ceño. Will la deslizó de regreso a Tony. ―Él consiguió su número de teléfono sin siquiera pedírselo.

Tony sonrió a la mueca de sorpresa de Will. ―Te lo dije. Funciona de maravilla. ―¿Qué lo hace? ¿Qué hiciste? No te vi mirar siquiera hacia ella. ―El brazo. O la falta de él. A algunos les gusta el factor de monstruo, mientras otros lo sienten por el pobre de mí, y no les importa otra cosa. La boca de Gretchen se abrió. ―Tú recoges mujeres porque estás… ―¿Amputado? Sí. ―Eso es… horrible. Esa es una terrible cosa de hacer. Y es una cosa terrible utilizar a una mujer por eso. Él se echó hacia atrás y sonrió. ―No, en realidad es una cosa hermosa. Y casi la única maldita cosa buena al respecto. Finalmente Will se rió junto con él mientras Gretchen resoplaba con desdén. ―No puedo creer que estés alentando eso, Will Hendricks. Es una terrible, engañosa cosa para hacer. Todo esto. Y mucho menos, buscar a una mujer que ni siquiera captaría cuán cambiante es la vida. La sonrisa de Tony se desvaneció. ―No quiero que vean cómo es que cambia la vida. Sólo quiero ir a la cama. Donny se unió. ―Tiene razón. A veces no quieres que una joven se quede contigo; lo que deseas es que te desee. Infiernos, tienes que utilizar todo lo que puedas. Los labios de Gretchen se fruncieron con desaprobación. ¿Qué otra cosa era nueva? Tony o bien decepcionado, molesto, o con personas francamente enojadas alrededor el día de hoy. Él aventó unas monedas de cambio en la mesa como propina antes de que la conversación oscilara hacia cosas más genéricas. Trabajos, rutinas diarias, las trivialidades que los mantenían tan ocupados a todos, y querían decir menos, incluso en la estimación de Tony. Él se echó hacia atrás y dijo muy poco con su mano metida en el bolsillo de los vaqueros. Mierda. No tenía nada que agregar. No tenía trabajo. No tenía hipoteca. No tenía coche. Ni amigos. Ni tareas. Ni eventos diarios. Nada. Nada.

Pronto se aburrió, especialmente después de que Will y Jessie se fueron temprano, diciendo que estaban preocupados acerca de llegar demasiado tarde por Christina. Otra de las cosas que nunca tendría: niños. ¿Quién necesitaba tales cargas? ―Vámonos, Donny. Estoy cansado. Donny se echó hacia atrás, sorprendido, y con el rostro enrojecido. ―Oh, eh, iba a llevar a Vickie casa. ¿Te importaría dar un paseo con Gretchen? ―¿Qué? ―Gretchen habló antes de que Tony pudiera protestar. El horror en su rostro era evidente. Vickie se inclinó y susurró algo en la oreja de Gretchen y ella otra vez, frunció los labios. Por lo menos, Tony no era la única fuente de su culpa y decepción; al parecer, también lo era su hermanita. Ella asintió y miró hacia Tony mientras Vickie se levantaba para tomar el brazo de Donny, quien se ofreció a sostenerla. Gretchen tragó y dijo: ―Así que supongo que fuimos abandonados. No vi eso venir. Tony deseaba haber golpeado a su hermano. En cambio, se limitó a asentir. ―¿No deduces que ambos estaban trabajando para echar un polvo? Ella se sonrojó, aunque tenía treinta y cinco años. ¿No veía lo que Donny y Vickie estaban haciendo? ¿Frotándose uno sobre el otro, mientras pretendían bailar? La camisa convenientemente desgarrada de Vickie dejaba poco a la imaginación. Donny estaba probablemente teniendo un infierno de noche. Gretchen parecía fuera de eso. Incluso molesta. Gretchen se puso de pie y Tony la siguió después de dejar caer la servilleta de la camarera en su bolsillo. Ella sonrió y le hizo un guiño, manteniendo un ojo vigilante sobre él. Se dio cuenta de ello, y trató de no lastimar sus sentimientos, fingiendo que el número era importante para él. Muy mal, porque no lo era. No más. Sexo incluido. Lo tenía a veces. Pero no tan a menudo como podría. O debería. O acostumbraba. Sólo no podía reunir suficiente maldita energía para que le resultara digna la persecución o la molestia. Siguió a Gretchen al frente, no sin advertir el balanceo de su trasero en los vaqueros que llevaba. Sus largas piernas temblaban mientras caminaba. Sin embargo, podía imaginarse a sí mismo, molestándose con Gretchen. Se detuvo junto a su sedán. ―¿Quieres conducir? Estoy bien, pero no me importaría sólo subirme. Él sacudió la cabeza y apoyó el brazo en el capó y respondió. ―No puedo. No tengo licencia.

―¿Qué? ―Su voz se elevó. ―Sin licencia. Nunca me molesté en renovarla después de volver. Hay restricciones a la conducción con discapacidad. Nunca me sentí como para lidiar con eso. Así que renuncié a conducir. ―Oh. ―Ella se mordió el labio de nuevo. Obviamente, ahora se arrepentía de haber preguntado. Como la mayoría de la gente, el pensamiento acerca de cualquier restricción que ahora tenía nunca había pasado por su cabeza. Podía conducir, probablemente; sólo parecía más un dolor que no hacerlo. Sin decir una palabra, ella entró y se sentó. Él hizo lo mismo. Hizo clic en el cinturón de seguridad cuando ella encendió el coche y se echó atrás, él se quedó mirando por la ventanilla del pasajero. Después de varios minutos de silencio, ella puso su señal de giro y cambió de carril. Los faros que pasaban recorrieron su perfil. ―Para que lo sepas… mi hermana, probablemente, causará problemas para Donny. Odio tener que decirlo. Pero es la verdad. ―¿Qué tipo de problemas? ―Ella es… un poco conocida por ser melodramática. Y por causar problemas. ―Donny es inteligente. No es tonto, mudo ni melodramático. Probablemente simplemente se acostará con ella, y eso será todo. Ella es atractiva. La boca de Gretchen se apretó. ―Lo es. Pero es mucho más que eso. ―Irán juntos a casa a tener sexo. Lo sabías, ¿verdad? Quiero decir, no estoy diciendo nada que no sea verdad. ―Sí. Me doy cuenta de eso. No tienes ni un solo hueso sentimental dentro de ti, ¿verdad? A veces es más que eso, sabes. ―Supongo. Pero estabas viendo los mismos golpes y giros que yo vi. ¿De verdad crees que están al borde del comienzo de un dulce romance? Ella ahogó un gemido. ―No. Pero, la cosa es que los hombres se meten realmente con Vickie. No sé por qué. Ella tiene un efecto sobre sus novios que es difícil de explicar. Termina por usarlos a veces. Por dinero. O por atención. O por regalos. Sólo adviérteselo a Donny, ¿de acuerdo? Es un buen tipo, y probablemente, no va a verlo venir. ―Me sorprende que hables mal de tu propia hermana.

―No quisiera hacerlo. Ha estado casada tres veces y ha tenido novios de paso. Ella no quiere ser tan… tan necesitada, a falta de una palabra mejor. Simplemente lo es. Y sólo quería decirte cómo es, para que se lo digas a Donny. Quiero a Vickie, pero nunca saldría con ella. Tenía la esperanza de que Donny pudiera ver a través de ella. Pero parece que la toma como todos los demás hombres. Tony negó. ―Yo no. Pude ver su juego a tres metros. Donny, sin embargo, estaba más que fascinado por toda la atención que ella estaba dirigiendo en su camino. Se lo advertiría, pero él no me escuchara. Además, está un poco enojado conmigo ahora mismo. Ella se burló. ―¿Me pregunto por qué? Deliberadamente intentas antagonizar con todos a tu alrededor. Él, obviamente, ha estado haciendo mucho por ti en los pasados dos años. Igual que tus padres. Entonces, sé amable con ellos. Quiero decir, aparenta al menos que podrías hacerlo. ―Sí, Donny ha sido bueno conmigo. ―Entonces, deja de culparlo y a todos los demás por lo que te pasó. Ellos no lo hicieron. Obviamente. Y Will no lo hizo. Sin ofender, pero te alistaste en el ejército de Estados Unidos, y tenías que saber que había algo de riesgo en eso. No te inscribiste para un trabajo de fabricación de sopa enlatada; firmaste para ser un soldado de infantería. Tony dejó escapar un silbido largo y lento a través de sus dientes. ―Jesús, tira los guantes a Gretchen Hendricks, y mira en quién se convierte. Gretchen apretó los dientes. ―Veo lo que haces. Desvías a todo el mundo como un espejo en el sol. Bien, decidí después de nuestra última divertida, pequeña refriega, que no vas a hacerlo conmigo. Respóndeme una pregunta: ¿por qué actúas de esta manera con las personas que no te hicieron nada malo, excepto ofrecerte su amor y apoyo? Él se volvió y miró hacia fuera por la ventana del pasajero, sorprendido de cómo Gretchen lo había llamado. Hizo un puño con la mano y lo soltó, una y otra vez, era algo que había aprendido en la terapia para aliviar su ira, que ahora amenazaba explotar en su garganta. ―¿Tony? ―presionó ella―. Por favor, ¿no me vas a responder? ―Porque no puedo soportar su compasión. Como no puedo soportar la tuya.

―Pena, dolor, condolencia. Aquellas son reacciones o respuestas no naturales a lo que te pasó. Las tiene por ti mismo también. Te estás ahogando en cantidades poco saludables de sarcasmo y de amargura. Es de esperar por un tiempo. Pero no puedes seguir tratándolos a todos como lo haces. Donny está tan harto, que va a renunciar a ir a tu alrededor, Tony. Incluso tus padres están exasperados. Sé que parece imposible, pero puedes matar su amor. Incluso el amor incondicional. ―¿Ah, sí? ¿Cuánto te debo por esta sesión improvisada dirigida a la recuperación de mi salud mental, Dra. Hendricks? Ella respiró hondo. ―No merezco eso. No estaba psicoanalizándote. Estaba señalando que eres un idiota con tu propia familia, si no te detienes, todo el mundo dejará de intentarlo, y finalmente todos te dejarán para que te guises en tu propio pozo negro virulento. ―¿Captaste todo eso de una cena? No te ofendas, pero no sabes una mierda sobre mi vida. ―¿Sin ánimo de ofender? Me ofendo. Me ofendo por cómo me hablas y a todo el mundo que te rodea. Me ofenden tus frases crudas, groseras que no hacen avanzar las conversaciones y logran nada más que lo que la otra persona sienta sea pequeño y malo. ―Se volvió ligeramente y se reunió con su mirada antes de mirar al tráfico en frente de ellos―. Las personas sólo quieren volver a conectarse contigo. Gente como yo. Pero no me voy a molestar si continúas actuando así. Él soltó aire por los labios. ―Sólo quieres estar cerca de mí por lo triste que te hace sentir. Mi brazo se fue y el tuyo no. Es culpa, Gretchen. Culpa es lo que cada uno siente cuando se encuentra conmigo. Ella negó mientras las sombras pasaban por su cara. ―No. No es eso. Pensé en lo que dijiste antes. Acerca de mí no dándome cuenta de ti como nada más que parte de la pared. ¿Y sabes qué? Tienes razón; pero eso no me hace una mala persona. Estuve involucrada con alguien durante más de una década. Estaba en una relación. No se suponía que notara a otros chicos. Ni a niños. Ni a hombres. La edad no importa. Estaba comprometida con Will. Desde que estuve comprometida no miré alrededor, y podría ser considerado como un aspecto positivo de mi personalidad. No es un fallo grosero como tratas de hacerlo parecer. Me niego a pedirte disculpas por ser digna de confianza. O monógama. O leal. No voy a ser castigada por ser una buena novia. El silencio se espesó en la oscuridad entre ellos. Él mantuvo su puño cerrado y sus ojos clavados en la ventana.

Finalmente, ella dijo en voz baja: ―La cosa es, que también tienes razón en otra cosa. Fue ver tu brazo faltante lo que me impulsó a hacer algo más que decirte hola y acabar por pasarte en la tienda de comestibles, sin nunca volver a verte. Creo que dijiste eso correctamente. Si no fuera por la amputación, habría pensado que estaba bien correr de ti otra vez y simplemente seguir adelante. No habría sido invitada a cenar por Donny, o tener algún interés en ir. El coche giró hacia la calzada de sus padres. Ella se detuvo y volteó su cuerpo para quedar frente a él. ―Es decir, la amputación fue tan horrorosamente triste e injusta, que quería hacer algo por ti. Cualquier cosa. Lo que sea que pudiera hacer para ayudarte. Así que, sí, estás en lo correcto; es lástima. Lo siento si no te gusta. Pero la razón principal por la que vine a la cena era porque sentía lo que te pasó. Justo en sus labios, quería gruñir vete a la mierda a ella. En su lugar, apretó la mandíbula y mantuvo su mirada centrada en el exterior. Todo su cuerpo se congeló cuando sintió algo en su pierna. Al mirar hacia abajo a su lado, vio sus blancos dedos largos y delgados, con sus uñas pintadas, descansando sobre su rodilla. ―¿Tony? Por fin levantó los ojos hacia ella. Ella se humedeció los labios y su enfoque se estrechó a su lengua. De repente levantó la mano de él y sonrió mientras echaba los hombros hacia atrás, diciendo: ―La cosa es que no siento lástima por ti ahora. Es difícil para mí compadecerte. Incluso ni me permites tenerte simpatía. Así que eso está bien. No tienes mi simpatía. No conseguirás mis disculpas, o mi ayuda o mi lástima. Simplemente tienes mi atención. Felicitaciones Tony, ahora me importa un carajo lo que te pase. Y a diferencia de tu hermano o tus padres, no creo que me preocupe qué tan amable soy más. Nadie más que Donny alguna vez lo había llamado a su mierda. Y no una vez. Nunca había oído a Gretchen utilizar la palabra con C. Nunca. Ella rara vez juraba. Sus ojos se encontraron con los de ella, y ella de repente sonrió con dulzura, pero inclinó la cabeza, lo que indicaba que debía irse. Abrió la manija de la puerta y salió, casi tropezando rápidamente y perdiendo su equilibrio. Se quedó mirando su coche. ¿Qué diablos quiso decir? ¿Qué tenía su atención? ¿Qué iba a hacer? No sabía qué hacer ni qué pensar. Negó, sin creer por cinco minutos que Gretchen se molestaría para mirarlo por el espejo retrovisor.

Nunca lo había hecho antes. ¿Por qué iba a empezar ahora? Un brazo que le faltaba sólo tenía tanto poder cuando la gente estaba preocupada.

El teléfono sonó a primera hora del sábado por la mañana. Gretchen estaba apenas fuera de la cama, cortando un melón para comer. Respondió sin dejar de masticar la jugosa fruta. ―Gretchen, estoy enamorada. Vickie. Gretchen agarró su frente para aliviar el dolor de cabeza que repentinamente se estaba gestando por la voz chirriante de su hermana y el siguiente melodrama no haría nada más que exacerbarlo. ―Han pasado menos de doces horas. ―Vickie raramente captaba el seco, tono sarcástico de Gretchen. ―El tiempo no es relevante. Incluso no nos acostamos todavía. Estuvimos despiertos toda la noche. Hablando… y oh, el sexo. Bueno, es algo inaudito. Todo lo es. Nunca me sentí así antes. Sí, lo había hecho. O por lo menos había hecho la misma declaración en seis diferentes ocasiones en las que Gretchen podía pensar de improviso. Sin embargo, no eran por lo general a la mañana siguiente. Eran normalmente después de un par de semanas, o más. Suspiró, anticipando de repente, la gigante explosión y después el choque. Pobre Donny. Pero, ¿qué podía hacer? Advertirle que la evitara iba en contra de su hermana. Y además, como Gretchen sabía por experiencias pasadas, Donny no le creería. Pensaría que estaba simplemente exagerando la sórdida historia de Vickie, o que estaba celosa. Habiendo llegado a estar tan atraído por el resplandor de su hermana, como una polilla a una llama, simplemente se negaría a ver lo que estaba allí delante de él. ―Vickie, tal vez necesitas frenar un poco. No hay prisa, ¿verdad? Sólo a salir y ver lo que pasa… Vickie no oyó una palabra de lo que dijo. Estuvo fuera de funcionamiento durante más tiempo de media hora, dándole a Gretchen el resumen detallado de casi todo lo que ella y Donny habían hecho en las últimas doce horas. Gretchen apartó el teléfono de su oído para no escuchar algo de eso. ¡Señor! ¿Vickie nunca

aprendería? En poco tiempo estaría allí, limpiando el pequeño lío de su hermana de nuevo. El dolor de cabeza se amplió a sus sienes. Pronto colgó, frustrada y un poco desanimada por el ciclo de nunca acabar de su hermana pequeña. Hizo otras llamadas de teléfono, tanto a Tracy como a su mamá, quienes también recibieron informes entusiastas similares de Vickie, y estaban tan preocupadas y agotadas del ciclo como Gretchen. Puede que fuera la hora de simplemente cortar a Vickie. Aquí estaba ella, criticando al hermano de Tony y a sus padres por permitir que su escandaloso comportamiento continuara, mientras que, irónicamente, ella y su familia hacían lo mismo con Vickie. Habilitándola. Tal vez era tiempo de que Gretchen tomara su propio consejo. Pero entonces… su madre le suplicaría que la comprobara de nuevo y que se asegurara de que Vickie estaba bien. Y así, el ciclo continuaría, porque Gretchen no podía decepcionar a nadie en su familia.

* * *

Tony aceptó la insistencia de Will de estar alrededor de él durante una semana más, hasta que fueran programados para volar de regreso al estado de Washington, a la nueva casa de Will. Tony casi a regañadientes tuvo que admitir que era un poco… bueno, pasar el rato con Will de nuevo. Jessie no era tan mala tampoco. Era un poco rara; especialmente cuando ponía a Will en su lugar de tal forma que Tony podría apreciarlo. También era muy amable con él y sin verse incómoda, como la mayoría de la gente estaba. Se irían el sábado, y su madre los invitó a tomar el desayuno, junto con Donny, Vickie y Gretchen. Tony contuvo un suspiro al enterarse de la noticia. Había hecho más socialización en los últimos diez días de lo que había tenido durante los dos últimos años. No era aficionado a eso tampoco. Esperaba a que llegara el domingo, cuando todos volverían a sus hogares, a sus trabajos, así como a sus vidas, y se olvidarían de todo acerca de él. Gretchen siguió a su hermana. Ella agachó la cabeza con una sonrisa tímida cuando su mirada captó la de Tony. Él sintió su presencia y su sonrisa, lo que lo emocionó hasta que le hormiguearon los dedos del pie. ¿Qué había en ella? ¿Por qué seguía causando tal reacción física dentro de él sólo por estar en la habitación? Había reaccionado a ella de la misma manera desde que tenía trece años. Era ridículo. Y todo lo que hacía ahora era ilustrar al idiota en el que se había convertido. Donny y Vickie se abrazaron mientras hablaban en voz baja entre ellos. Los ojos de Donny estaban vidriosos con algo que Tony nunca había visto en general en

su inteligente hermano. Era así que nevaba Vickie Moore, ni siquiera podía levantar la cabeza para unirse a la conversación. Ella era, al parecer, la mujer más deslumbrante en su existencia. Tony podía oír sus risas, y puso los ojos en blanco ante sus interacciones de ojos de vaca. Gretchen y él intercambiaron una mirada al otro lado de la mesa. Tal vez ella había llamado a las cosas por su nombre, y él debería haber tratado de, al menos, advertirle a Donny. Pero, mirándolo ahora, temía que ya fuera demasiado tarde. Donny y Vickie tenían la atención de su madre. Ella los miraba con una expresión que casi parecía alegría en su rostro. Pronto hizo un enorme esfuerzo por atraer a Vickie a la conversación. Tony sabía cómo anhelaba que sus dos hijos se casaran y formaran una familia. Esta vez en la comida no hubo ningún pleito cerca. La conversación fue ligera, fácil y casual. Pronto terminarían y se dispersarían en la sala o en la cocina para comenzar a limpiar. Solo en ese momento, Tony estiró las piernas y miró hacia abajo para encontrar a Christina arrastrándose hacia él. Trató de pasar por encima de sus piernas, pero no podía y casi se cayó. Él movió su pierna suavemente y se inclinó para sostenerla de manera que pudiera agarrar su pantalón deportivo para jalarse hacia arriba. Acariciando su cabeza, le ofreció un dedo al cual agarrarse. Ella alzó la vista hacia él, la saliva corrió sobre su barbilla antes de que su pegajosa boca sonriera con deleite. Ella usó su pierna como pasamanos y caminó casi todo el camino a su silla antes de detenerse y se rió. ¿Por qué estaba sonriendo con esa alegría? No tenía idea. Ella balbuceó y gritó, por lo que él se echó a reír y puso una mano en su cabeza para acariciarla. Ella balbuceó aún más, luego agarró su mano, y guió su dedo a su húmeda y pegajosa boca, donde procedió a morder su dedo. Él se estremeció, pero con paciencia le permitió babear sobre él. Ick. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Tirar de su mano? Ella no entendería su razón y podría incluso hacerla llorar. Así que dejó que sus mandíbulas gomosas masticaran su dedo. ―Mira eso. Puedes sonreír. Él levantó la vista para encontrar a Jessie sonriéndole, con una ceja levantada por la sorpresa. Se aseguró de fruncir el ceño de nuevo. ―Sí, puedo sonreír. ―No me hubiera imaginado que te gustaran los bebés. ―Me gustan mucho los bebés. No se les puede culpar si dicen o hacen algo estúpido.

Jessie se echó a reír. ―Dios, aún me vences siendo el súper cínico. Eso es algo que no creí que fuera posible. Él la miró. ―Admito que me sorprendió que el incesante optimismo de Will no hubiera lavado tu cerebro por completo todavía. Es muy bueno en eso. Ella se sentó en la silla junto a él y estiró los brazos a Christina para sostenerla mientras empezaba a contonearse en su dirección. Christina alcanzó los brazos de su madre con un chillido. ―No puede evitar ser tan bueno. Ya lo sabes. No puedes reprochárselo. Tony sacudió la cabeza con algo muy cercano a la diversión. ―En realidad, no eres nada como me había imaginado a su esposa. Ella apartó el cabello oscuro detrás de su oreja. ―No. Yo siempre vengo como una sorpresa para la gente. Pero, de nuevo, tú también, como su amigo. Tony inclinó la cabeza. Lo atrapó allí. ―Estoy seguro de que no piensas demasiado bien de mí. ―Fuiste amable con mi bebé cuando nadie estaba mirando. Es suficiente referencia de carácter para mí. Además, Will piensa un mundo de ti, y eso significa algo. ―Will ha sido un buen amigo. Supongo que me olvidé de eso por un tiempo. ―Tal vez podrías recordarlo y tratar de perdonarle por todas las cosas que piensas que hizo mal. Él asintió. ―Eres buena, esposa de Will. Sí. Podría hacer eso. Ella sonrió y suspiró mientras Christina se alejaba a gatas. ―Bueno, aquí vamos de nuevo. Tony vio a Will moverse rápidamente para bloquear a Christina antes de que pudiera llegar a las escaleras. Ella se rió y se dejó caer sobre su trasero. Sonriendo hacia ella, Will la levantó para que estuviera por encima de su cabeza. Ella buscó su cara y se rió a carcajadas. Su saliva corría en cadenas a la cara de Will, pero no se inmutó, ni se la frotó quitándosela. Le sonrió de vuelta a su hija y le hizo cosquillas suavemente para maximizar su risa ya contagiosa. Ick. Tony se estremeció un poco ante la saliva. Pero Will lo soportó y ni siquiera hizo una mueca de dolor o se

estremeció. Era un espectáculo poco común para él: ver a su musculoso, antiguo amigo guerrero, arrullando con extrañas palabras sin sentido, usando una voz como de bebé, mientras sonreía y la saliva de la bebé se aferraba a su cara. Huh. Parecía que había más muchas cosas que un giro de ciento ochenta grados de la antigua vida de Will. Gretchen entró y sonrió mientras palmeaba la espalda de Christina. ¿Le dolería ver a la bebé? ¿Tendría la imagen de la bebé que podría haber tenido con Will? ¿O Will como el padre que podría haber sido de su bebé? Una vez más, el quid de por qué su relación al final siempre había sido tan complicada para él: Gretchen. Sin embargo, Gretchen nunca se puso entre ellos en la mente de Will. Solo en la de él. Los Hendricks pronto recogieron sus pertenencias y a la pequeña Christina. Ambos abrazaron a Tony y le desearon lo mejor, mientras hacían la promesa de que vendrían de visita de nuevo pronto. Hicieron las rondas con el resto del grupo y pronto se fueron. Tony en realidad sintió un pequeño sonido cerca de su corazón. ¿Qué? Casi un dejo de tristeza al verlos irse. Era una sensación nueva. Normalmente se alegraba cuando los visitantes se iban. A medida que su auto salía del camino de entrada, miró hasta encontrar la mirada de Gretchen todavía fija en él. Ella le dijo unas palabras, y él evitó mirar o hablar con ella. No sabía por qué. No sabía lo que había querido decir la otra noche. Y él, seguro como el infierno, estaba listo para que nadie supiera nada más sobre él y lo dejaran en paz. Afirmó estar cansado antes de trotar por las escaleras, ansioso por alejarse. La visión de su hermano feliz, y la chica choque de trenes, ahora envuelta alrededor de su dedo, lo molestaban. Sobre todo, sin embargo, anhelaba alejarse de la única persona que en dos años podría hacer que su corazón latiera más rápido simplemente con su mera presencia.

* * *

―¿Gretchen? ¿Qué estás haciendo aquí?, Tony todavía está durmiendo. Rara vez se levanta tan temprano. Gretchen le sonrió a Leila, y asintió hacia Lewis antes de que Leila le extendiera el brazo, indicándole que entrara en la casa. Gretchen se presentó allí a las 9 a.m. Leila la llevó a la cocina y la saludó con la mano para que se sentara mientras le servía rápidamente un poco de café. Gretchen añadió algo de crema mientras contemplaba cómo abordar esto. Podía ser que no aceptara ni apreciara su entrada; pero, después de atestiguar la conducta de Tony, no le importaba. Se preocupaba,

sin embargo, acerca de lo que le sucedía a Tony y para Tony. Ya sea basada en su historia, o la pérdida de su brazo, o porque de repente se fijó en él como algo más que el mejor amigo de Will, las razones realmente no importaban; tenía la intención enfrentar la lesión de Tony y la vida que trataba de rehuir y evitar vivir. ―Está bien. Quería hablar con ambos de todos modos. Leila se inclinó sobre el mostrador y volvió a llenar de café su taza. ―Claro. Me alegro de que estés aquí. Siempre lo estoy. Espero que sepas eso. Significa mucho para mí, que vuelvas a la vida de Tony. Ella sonrió. Eso era lo que pensaba ahora; sólo tenía que esperar hasta que oyeran lo siguiente que saldría de su boca. ―Creo que Tony necesita ayuda. La sonrisa de Leila vaciló ligeramente. ―Lo sé. Lo sabemos. Tratamos, pero él se niega a aceptar la mayor parte de ella. Gretchen sorbió el líquido caliente para ocultar la mirada de asombro al pensar: ¿Podrían realmente creer que Tony no aceptaría ayuda? Todo lo que hacía era sentarse sin hacer nada, disfrutando de la piedad y de nadar en odio por sí mismo, mientras su madre realizaba todas las actividades que él no podía, o que no quería hacer. ―Sin ánimo de ofender, pero lo único que Tony requiere es ayuda. Tienes que echarlo. Tiene que encontrar algo significativo para hacer, algo de lo que debe ser responsable. Necesita un propósito y una razón para motivarlo y obligarlo a ocuparse de su amputación. Permitirle enconarse; como un forúnculo, de brazos cruzados pasando el tiempo sin hacer nada en tu sótano, no está ayudando. Lewis dejó caer la taza que tomó del armario de arriba; y Leila se atragantó con el sorbo de café que acababa de tomar. ―¡Qué! Gretchen se aclaró la garganta y desvió la mirada; ahora miró por la ventana. Dio unos golpecitos con el dedo en la encimera y decidió que era mejor ser rápida y llegar directamente al grano con ellos. ―Tienen que dejar de hacer todo por él. Eso incluye lavarle, y comprarle la despensa y cocinar sus comidas. Tienen que obligarlo a hacer algo. Cualquier cosa aunque sea con poco valor. Ya se trate de un trabajo, o de la entrega de folletos en el hospital local. No me importa. Sólo ínstenlo a encontrar algo que hacer que sea un maldito punto para él. Y no más mimos. Él no hace nada, porque se lo permiten. Es intencionalmente grosero y abrasivo, ya que se siente como una mierda cuando piensa en su estilo de vida. Creo que todos llegamos eso. Así que, si él no va a tomar

ninguna iniciativa y dar el primer paso hacia la vida sin el brazo de una manera constructiva, creo que tenemos que obligarlo. Leila negó. ―Has estado alrededor de él exactamente tres veces. No tuviste contacto con él durante más de cinco años. Cómo te atreves a volver ahora y a decirnos que nuestros métodos para tratarlo están fallando. Tú no sabes. No sabes nada. ¡Así que no te atrevas a sentarte allí y a sugerir que corra a mi hijo discapacitado, irrevocablemente herido fuera de mi casa! ¡NO QUIERO! ¿Me oíste? Nunca le haría una cosa así. Soy tan afortunada porque volvió a mí vivo, y estoy agradecida por ello todos los días. Una docena de pasos a un lado o al otro, y Tony habría muerto. Mi hijo, no tuyo, estaría muerto. Ni siquiera te mantuviste en contacto con él. Buena amiga fuiste. Así que no te atrevas a sentarte allí y a decirme lo que tengo que hacer. Nunca voy a darle la espalda a mi hijo, que apenas volvió a mí. La boca de Gretchen cayó a mitad de camino por el apasionado discurso. Leila casi gritó mientras caminaba por la cocina. Lewis puso una mano en su hombro y miró a Gretchen con una sonrisa amable. ―Sé que piensas que sabes, pero realmente no lo sabes. No sabes de esto. Todo el asesoramiento de las escuelas en el mundo no puede realmente enseñarte lo que es esto. No sabes lo que es para un hombre como Tony. O para padres como nosotros. Tú simplemente no puedes hablar en serio acerca de venir aquí sólo para decirnos que corramos a nuestro hijo. Olvídalo. Gretchen lentamente cerró la boca. Luego, con un gesto apresurado, pasó los dedos por su cabello con ansiedad. ―Está bien, tal vez tengan razón. Pero no pueden ver que esto no le está haciendo ningún bien. Ya no es Tony. Ya ni siquiera es amable. ―No necesito que sea agradable, sólo necesito que sobreviva. Gretchen apretó los labios y sofocó su respuesta. De acuerdo, tal vez no podía evaluar el grado de dolor que esta catástrofe creó no sólo para Tony, sino también para sus padres. Sin embargo, no había tal cosa como ser permisivo con alguien. Y también amor duro. O hacer a alguien más independiente. Optó por una táctica diferente. ―Lo viste, ¿verdad? ¿Cuándo Donny y él casi llegaron a las manos la otra noche? No me imaginé eso. No esperé eso. Donny lo tenía ahí ―dijo mientras llevaba las manos al nivel de su barbilla―. Se los digo ahora: están a punto de perder un hijo, si no empiezan a tratar de cambiar al otro. Es posible que crean que es bueno, pero no lo creo. Y sé que lo que están haciendo actualmente no es en el mejor interés

de Tony. Pueden odiar mis razones, odiarme por cómo digo esto, odiarme por decir esto, pero no le están haciendo un favor. Leila se aferró al mostrador. Su respiración se aceleró de forma audible. ―¿Sabes la tasa de suicidio para los veteranos de Afganistán? ¿La sabes, doctora Gretchen? ¿Sabes con qué frecuencia pasa? ¿Sabes lo que se siente comprobar una habitación cada mañana, y sentirse inundada de alivio al encontrar que la persona dentro de ella no ha llevado una pistola a su cabeza durante la noche? ―Leila ―advirtió Lewis en voz baja. Gretchen se quedó sin aliento con la viva imagen removiéndose en su estómago. ―No. No lo sé. ―El treinta por ciento, Gretchen. Treinta por ciento de los veteranos de Irak y Afganistán han contemplado o intentado suicidarse. Ves lo infeliz que es Tony. ¿Puedes comenzar a ver mi mayor temor? Ella cerró los ojos y respiró profundamente. No. Sus pensamientos nunca habían ido allí. Nunca consideró cuánto temía Leila que Tony se matara. Él parecía triste, perezoso, desmotivado, pero no suicida. Entonces de nuevo, Leila estaba en lo cierto, y ella había perdido contacto completo con él; y sólo había estado alrededor de él de nuevo un puñado de veces. Tenía… ―No voy a suicidarme. Gretchen se dio la vuelta en su lugar cuando la tranquila voz de Tony, en el fondo, sonó detrás de ella. Estaba de pie en lo alto de la escalera, completamente inmóvil, vistiendo pantalón deportivo y una camiseta. Era de manga corta y dejó que la manga izquierda se quedara suelta. Su cabello estaba suelto, cayendo mucho más allá de sus hombros, y despeinado. Su barba descendía justo abajo de su cuello, estaba segura de que no se había afeitado o la había recortado en días. ―¡Tony! ―gritó Leila, de pie más erguida―. Estábamos… ―Sé lo que estaban haciendo. Él dio un paso adelante y ella esperó la inevitable letanía, explosiva, de maldiciones encontrando a Gretchen allí, discutiendo sobre él, con sus padres a su espalda, como si fuera un adolescente travieso necesitando disciplina apropiada. En cambio, no dijo nada, pero pasó junto a Gretchen con sólo una rápida mirada vacía antes de ir en dirección a su madre, a quien envolvió en un abrazo con un solo brazo. Leila se marchitó en él, su cabeza llegaba tan alto como su clavícula, y las lágrimas llenaron sus ojos cuando aferró su camisa.

―Lo siento. No deberíamos haber estado hablando de ti. Estaba tratando de explicarle algo a Gretchen. Por favor, no te enojes, Tony. Él le dio unas palmaditas en la espalda. ―No estoy enojado, mamá. Está bien. ―Miró a Gretchen sobre la cabeza de su madre y sus ojos marrones envueltos en ira. Pero su mandíbula se mantuvo cerrada. Gretchen bajó la mirada mientras la vergüenza la llenaba por trastornar a Leila así. Era obvio que Tony tenía mucho que decir acerca de cómo acababa de poner a su madre. Gretchen estaba un poco humillada ante la primera muestra de afecto y preocupación genuina que le había visto mostrar hacia Leila. Para ser honesta, le calentó el corazón, ya que estaba convencida de que él no sentía nada, por nadie. Pero sí le importaba su madre. Él le murmuró a Leila: ―Está bien. Gretchen estaba siendo una amiga. Hablaré con ella. No tienes nada de qué preocuparte. Ninguno de los dos tiene porqué hacerlo. Se los prometo. Su mirada seguía clavada en la de ella, cuando dijo “amiga”. Lewis palmeó su hombro y Leila finalmente se limpió los ojos y asintió. ―Vamos a dejar que ustedes dos se queden solos. Al salir de la cocina, sus padres se fueron a la sala por el pasillo. Tony los miró y su mirada se detuvo hasta que la puerta se cerró. Luego se volvió hacia ella, y la silenciosa y controlada actitud desapareció con el chasquido de la puerta. Su mirada ardió de forma inesperada en ella. Flameando. Tratando de incinerarla. Ella tragó el intimidante nudo de miedo ahora alojado en su garganta, dándose cuenta de que no sólo había provocado al tigre, sino que probablemente había encendido su cola en llamas. ―¿Qué diablos estabas haciendo? ―Su tono se mantuvo bajo y tranquilo para que sus padres no pudieran oírle; pero la desagradable réplica sonó profunda y amarga―. ¿Cómo pudiste hablar de eso con ella? ¿Sabes lo mucho que ha sufrido? Gretchen se puso de pie lentamente, deslizándose fuera de la mierda. Bueno, obviamente calculó mal lo bien que Leila estaba con Tony. No debería haberse acercado a ella con esto. Pero… bien. Se acercaría a él en su lugar. ―Lo siento. No sabía que ella consideraría eso tan duro. No tenía ni idea, para ser honesta. O que te importara tanto cómo se siente. Me alegra ver que todavía tienes algunos sentimientos dentro de ti. ―Me desperté con mi madre gritando sobre que iba morir. ¿Crees que me gustó eso? ¿Qué estabas haciendo? ¿Qué le dijiste?

Gretchen miró a los ojos furiosos de Tony. Leila era su talón de Aquiles. Él se preocupaba más por Leila de lo que hacía por su brazo perdido. No, eso no era cierto… ambos padres le importaban, y todavía se preocupaba por ambos. Hasta ahora, era lo único que le daba una visión del viejo Tony. Ahora, Gretchen entendía por qué sus padres dejaban las cosas de la manera en que estaban. Tenían razón, también. Ella no había tomado en cuenta lo que debería. No se había dado cuenta plenamente del miedo con que aún vivían cada día. La pesadilla que casi se llevó a su hijo de ellos estaba lejos de haber terminado. Se humedeció los labios, poniendo rígida su columna, y asintió. Lo captaba ahora; y sabía de dónde venía, así como por qué no podían obligar a Tony a hacer nada ni a aceptar ninguna ayuda. Pero ella sí podía. Sí. Podía hacer eso. Él podría terminar odiándola por eso; pero podía lidiar con eso. Tony pensaba que era tan buena. Bueno, tendría una gran sorpresa ahora. En el nombre de la curación y de la terapia, Tony nunca había tratado a gente como ella. Debería haberle preguntado a Jessie sobre lo que Gretchen hizo por ella. Tan cruel como podía ser. Era lo que ahora haría para él. ―Le dije que tenía que patearte y echarte a la calle. Él apretó la mandíbula y ella esperó la explosiva respuesta. En su lugar, él se retrocedió hasta que su trasero golpeó el mostrador contra el que se inclinó, mientras la evaluaba. Levantó la ceja y preguntó. ―¿Y esperabas que mis padres hicieran eso, simplemente porque se los pediste? Ella frunció el ceño. Dicho de esa manera, era completamente irrazonable que hubiera venido aquí esperando que hicieran eso, simplemente porque lo había sugerido. Debería haber comenzado sus sugerencias para Tony con algo más pequeño, y más fácil de lograr. Algo mucho más sano, y mucho menos abrumador. Como tal vez, que Tony pudiera tratar de lavar sus propias camisetas. Venir aquí exigiendo que Leila y Lewis le echaran… bueno, había sido un error colosal. ―Bueno, no… supongo que no harían eso sólo porque se lo sugerí. Él negó, y su expresión parecía perpleja. ―¿Por qué? ¿Por qué viniste aquí a primera hora sólo para decirles eso? ―Te lo dije antes. Voy a ayudarte. Lo más probable es que no vayas a aprobar mis métodos de ayuda. Él se volvió y revolvió en el gabinete, sacando una caja de pasteles para la tostadora. Los metió en la tostadora y los contempló.

―No necesito ayuda. No hay nada con lo que me puedas ayudar. Esto sólo es lo que es. Además, ¿qué es exactamente lo que harías? No se dio vuelta hacia ella, así que ella contempló su espalda. Era larga y estrecha, estrechándose hacia su delgada cintura. El pantalón deportivo gris, su uniforme estándar de la tarde, apenas colgaba sobre sus caderas. La camiseta se estiraba a través de sus amplios hombros y abrazaba su espalda baja y firme. Perfecto, salvo… que era desigual. Su brazo derecho se veía fuerte y bien desarrollado en un lado, y en el otro no tenía nada. Todavía lograba sorprenderla. Incluso aunque sabía que se había ido y que esperaba eso, su falta todavía la sobresaltaba. Rara vez la dejaba mirarlo sin fruncirle el ceño, con miradas groseras negativas. Así que trataba verlo cuando él no lo sabía. Su corazón se retorcía con la manga floja cada vez que la veía. Ella había estado tan mal. Nunca tuvo en cuenta lo molestos y preocupados que sus padres todavía estaban por él. Había tenido un error de juicio y dejado que sus emociones gobernaran su mente, en lugar de ser objetiva y basarse en su formación clínica. Se olvidó temporalmente de la psicóloga que era. Necesitaba comenzar con pasos manejables. Casi golpeó su cabeza contra la mesa. ¿Cómo no pudo acercarse a los Lindstrom con un enfoque más normal, más sano? Con un programa en mente en el que Tony pudiera lograr pequeñas cosas antes de exigir los grandes, los grandes gestos, como mudarse y vivir solo. Se encogió por su falta de previsión. Había metido la pata. Pero ya que todavía estaba allí, quería hacerle frente. Sin importar si los Lindstrom ―cualquiera de ellos― la quería o no. La tostadora sonó y los pasteles aparecieron. Tony tomó uno para comerlo. Después, murmuró: ―¿Quieres uno? ―No. Gracias. ―Se puso de pie y bajó del taburete―. ¿Tony? ―¿Qué? ―Siento por cómo me acerqué a esto. Me… no sé, emocioné, supongo, involucrándome; y sin darme cuenta empujé mi agenda demasiado lejos. ¿Me perdonarás por eso? ¿Y por trastornar a tu madre? Te prometo que no lo haré de nuevo. Nunca así. Él asintió lentamente. ―No, no la molestes de nuevo.

No le pidió que se fuera, así que ella se mordió el labio inferior y reflexionó. Debería haber insistido técnicamente en que se fuera de su casa. Desde luego, podría ser bastante grosero logrando eso si lo deseaba. De alguna manera, incluso después de llevar a su madre hasta las lágrimas, no quería que Gretchen se fuera. Parecía… ¿qué? ¿Cómo ella? ¿Qué estaba enamorado de ella? No creía que tuviera ese efecto en ningún hombre. En nadie. Ni siquiera Will se había visto nunca particularmente golpeado por su belleza o personalidad. Pero Tony... ¿lo estaría? O lo había estado una vez. Bueno, ahora iba a utilizarlo. ―¿Harías algo por mí? ―Mantuvo su tono suave y dulce. ―¿Qué? ―gruñó él, con su espalda enderezándose. Conocía ese tono: ya había anticipado que ella estaba a punto de pedirle que hiciera algo que sabía que no le gustaría. ―¿Quieres venir conmigo a algún lugar esta semana? Digamos… ¿el jueves? Todo su cuerpo se congeló. ―¿A dónde? ―A mi oficina. Él respiró. ―¿Cómo en tu oficina de terapeuta? ¿Qué es lo que quieres hacer? ¿Hacerme tu nuevo paciente? ―No. Eso sería inapropiado. Y nunca funcionaría, tampoco. No soy el tipo de terapeuta que necesitas. Pero creo que lo necesitas. ―Tuve terapia. Y aprendí que ninguna cantidad de plática en el mundo puede regenerar una extremidad. ―Estás lleno de rabia no resuelta. Ira podría ser una mejor palabra. ―Tonta. Lo sé. No lo niego. ―Él se dio la vuelta. ―Tony, hay un médico en mi práctica que se especializa en este tipo de trabajos ampliamente. A menudo trabaja con veteranos de conflictos y trata todo tipo de cosas desde TEPT a los ajustes necesarios para volver a casa. Ansiedad. Depresión. Cualquier otra cosa que ocurriera como resultado de ser soldado. Por favor, ¿te reunirías con él una vez? ¿Qué daño podría hacer? ―No me puedo permitir eso ―murmuró él sin darse la vuelta. Agarró un vaso y un cartón de leche del refrigerador. Después de servirlo, puso el cartón de regreso y se movió rápidamente. Sus movimientos eran fluidos y seguros, aunque con una sola mano. Debió haber sido muy frustrante. Su corazón hizo un sonido de nuevo

con compasión. Era un hombre independiente, machista. ¿Cómo debió haber sido encontrarse de repente limitado y obstaculizado por su propio cuerpo? Un cuerpo que durante una década fue su arma principal y herramienta de trabajo que decidió tener. Y ahora… nada. ―No tienes que pagar por ello. Él ya acordó verte como un favor hacia mí. ―Gretchen no le informó que proporcionaría servicios gratuitos para un niño de uno de sus pacientes a cambio. Tony no necesita saber eso, sin embargo, le tomó toda la semana hacer los arreglos. Ahora sólo esperaba que la primera metedura de pata no lo hiciera tirarla por la puerta principal. Dejando su vaso en el fregadero después de bebérselo de tres grandes sorbos, él se volvió mientras hablaba. Apoyó su mano sobre el mostrador y cambió su peso hacia adelante, mientras sus ojos miraban por la ventana, a la escena de barrio normal, familiar desde su infancia. Él no le respondió así que tranquilamente se acercó detrás de él y, finalmente, le tocó la espalda. Él se estremeció y se retiró como si de repente hubiera enterrado un cuchillo en él. Alejándose de ella, metió su brazo contra su pecho. ―¿Por favor? ¿Sólo una vez? ¿No harás esto? Si no es por mí, o por ti mismo, hazlo por Leila. Ya la oíste. Ella estaba delirando de dolor después de una oración de mi parte. Yo no la acosé. Ella se perdió por una simple sugerencia que hice. Tiene realmente mucho miedo por ti. No la hagas vivir con ese miedo si puedes evitarlo. No puedes ser tan egoísta. No puedo creer eso. No puedes querer que tu madre tema continuamente encontrar tu cadáver en la planta baja. Si haces esta cosa, significará para ella que te importa tu vida, y ella, y por lo tanto, no simplemente acabaras con todo. Su ingesta de aliento fue aguda. ―No eres nada dulce, ¿no? ―¿Quieres decir, algo así como tú? Él echó un vistazo por encima del hombro hacia ella, levantando su labio con una media sonrisa de aprecio. ―Sí, como que me gusta. Bien. Lo que sea. Si va a aliviar la mente de mi mamá, bien; ¿por qué no? No hará daño en nada. Ni ayudar. Pero por lo menos, ella cree que sí. Gretchen asintió, resistiendo su instancia a discutir o a señalar que podría ayudar mucho. ―Estás programado para las cuatro. Te buscaré a las tres y media.

―Infiernos, ¿consigo un paseo gratis por intentarlo también? Grandioso. ¿Quieres llevarme a la farmacia? Tengo que tomar algunas cosas. Matar dos pájaros, ¿sabes? No había fin para su antagonismo. Le sonrió, a pesar de su molestia. ―Sí, te llevaré. Diligencias extracurriculares incluidas. Siempre y cuando te comprometas a verlo. Ella se dio la vuelta y rápidamente entró al sótano donde se disculpó con Leila y Lewis, antes de informarles acerca de la consejería. Las lágrimas llenaron los ojos de Leila, sólo que esta vez, fueron de alegría. ―¿Hiciste que estuviera de acuerdo? ―Sí. Lo hará. ―No le dio los detalles menos positivos o al menos la actitud tan positiva con la que Tony respondió, ya que no necesitaban saber nada de eso. ―Oh, Gretchen. Eso es tan maravilloso. Gracias. Sólo… gracias, por tomar un interés genuino en su bienestar. Por intentarlo. Por favor, no renuncies, sin importar lo duro que lo haga para ti. Gretchen apretó la mano de Leila, tocada por las lágrimas que vio brillar en sus ojos. ―No lo haré, Leila. Te lo prometo. No desapareceré de nuevo.

Tony entró en la sala de espera y retuvo un gemido de consternación. La ventana proporcionaba una vista panorámica de los jardines que rodeaban al edificio de oficinas donde trabajaba Gretchen. Obviamente, orientar a las personas daba sus frutos. Su oficina estaba justo al lado de la calle delantera en el centro Calliston. Tenía un nuevo exterior de ladrillo, tejas de cedro, una entrada llena de ellas, con techos altos, y estaba imbuida con mucha luz natural. Tony no le dijo más de tres palabras a Gretchen en el camino. No se molestó en ducharse para la cita y llevaba su sudadera favorita, camiseta y firme cola de caballo. ¿Cuál era el punto de ir más peinado que eso? Ella llevaba un traje de chaqueta y tacones bajos. Cuando su cabello giró alrededor de su cara, era tan limpio y perfecto como el resto de ella. Ella se quedó en silencio después de que él gruñó sus respuesta a sus dos preguntas sobre cómo había sido su semana; y sabiamente lo ignoró. Echando un vistazo a sus zapatos mientras la seguía al interior, sólo podía pensar, maldición no quería hacer esto. Vio a una pareja a través de la habitación, y una mujer sola a su izquierda, leyendo. Él se arrojó sobre una silla sola al otro lado. Gretchen le habló con tenues y tranquilos tonos a la recepcionista. Ella sonrió y tocó algo en el mostrador antes de girar y acercarse a él. Odiaba lo modulado del tono de voz que siempre usaba Gretchen. Cómo le sonreía de manera amable a todo el mundo a su alrededor. Y cómo sus piernas parecían no terminar nunca más allá del borde de su conservadora falda. Miró sus pies. Estaba repantigado en la silla, con las piernas extendidas y sus tobillos cruzados. Sus desaliñados tenis blancos de deporte rebotaron nerviosamente. ―Entonces, ya está todo comprobado. Debe ser sólo una corta espera. El Dr. Hart llegará unos minutos tarde. No tengo ninguna cita ahora mismo, por lo que podrás simplemente llamar a la puerta de mi oficina cuando hayas terminado. Él no levantó los ojos ni respondió. Ella suspiró. Sus caderas, muslos y pies eran las únicas partes de ella en su línea de visión. Finalmente se dio la vuelta y se rindió. Él se sentó allí por un largo rato, mirando con enojo sus pies, y sólo volviéndose al sentir una nueva presencia. Una niña estaba junto a él, con las piernas dobladas,

vestía pantalón corto de jeans y una camiseta. Le sonrió con dulzura antes de tomar la silla de al lado. Él frunció el ceño y miró a su alrededor. Había un montón de otros asientos. ¿Por qué iba a sentarse al lado de él? Después de tan sólo treinta segundos ella preguntó: ―Entonces, ¿cómo sucedió eso? Él miró hacia abajo. Ella tenía cabello oscuro, negro, era largo y liso, estaba agarrado en una descuidada coleta. Sus grandes ojos azules, muy abiertos y curiosos, estaban mirando directo a su hombro izquierdo. ―En la guerra ―murmuró él. Su boca formó una gigantesca “O”. ―¿En serio? ¿Cómo en Afganistán? Aprendimos acerca de eso en estudios sociales. ―Sí, como en Afganistán. ―¿Así que eres un soldado? ―Lo era. Ya no. ―Y… ¿perdiste tu brazo? Eso apesta. Ella sonrió y siguió mirando su manga, que estaba clavada en su costado. Él finalmente suspiró. ―Sí, es una mierda. ―¿Es por eso que estás aquí? ¿Para hablar con Gretchen al respecto? ―No. No estoy aquí para hablar con Gretchen al respecto. Ella se mordió el labio. ―¿Por qué no? Es muy, muy agradable. ―¿Supongo que estás aquí para hablar con ella? Ella sacudió la cabeza, enviando a su cola de caballo de un lado al otro. ―Oh, no. Ya no. Solía hacerlo. Ahora, sólo somos buenas amigas. Vengo aquí después de la escuela. Probablemente debería ir a su oficina. Solo quería preguntarte por qué no tenías brazo. La chica saltó, luego sonrió y lo saludó con la mano mientras caminaba hacia la puerta de Gretchen desapareciendo detrás. Él la miró, un poco sorprendido, y el fantasma de una sonrisa curvó sus labios. Deseó que toda la gente pudiera ser tan fácil, abierta, interesada y a gusto con su brazo desaparecido.

Frunció el ceño, una vez más, sin embargo, cuando oyó que lo llamaba un hombre mayor con gafas y cortas canas.

* * *

―¡Tipo del brazo! Tony se encogió mientras estaba de pie en la media puerta abierta del despacho de Gretchen. Apenas llegó allí antes que la niña de cabello oscuro, lo viera e hiciera la exclamación. Saltó del piso, donde una explosión de papel la rodeaba. ―Olivia. No debes hablar así. ―Gretchen se levantó de su escritorio a toda prisa. Rodeó su escritorio con una rápida y cansada mirada en su dirección―. Eso no es agradable. La carita de Olivia cayó cuando se mordió el labio. ―No quise que sonara malo. El rostro de Gretchen se suavizó mientras se ponía de rodillas delante de la chica, mientras se ajustaba la falda para que se quedara correctamente sobre sus piernas. Acarició suavemente la cabeza volteada de la niña. ―Lo sé, cariño. Pero realmente no debes hablar de esa manera. ―Gretchen se volvió hacia él―. Lo siento, Tony. Ella no quiso decir nada con eso. Él entró en la oficina de Gretchen y sus ojos se movieron alrededor en una encuesta rápida, sintiendo al instante lo evidente. Ella era tan impresionante, y él no. Su oficina era una gran habitación con ventanas que daban al patio, y permitían que la luz inundara el interior. La alfombra era calmante, de un ligero azul, con paredes y fotos a juego de bonitos paisajes adornándolas. El escritorio de Gretchen era enorme de madera oscura, que estaba organizado cuidadosamente y que estaba en un extremo de la habitación. El otro extremo parecía un cruce entre una sala de grabación y sala de juegos para niños. Una amplia variedad de juguetes se alineaban en las estanterías, con un montón de libros y una enorme variedad de coloridos juguetes educativos. Una mesa y sillas ocupaban un lado, con un sofá y sillas en el otro. Había cómodas sillas que estaban esparcidas sin orden ni concierto, igual que cestas de más clases de juguetes y una variedad de animales de peluche. ―Está bien. ―murmuró él. ―¿Cómo se conocieron ustedes dos? Olivia se levantó de un salto.

―Lo abordé en la sala de espera y le pregunté a donde se había ido su brazo. Gretchen se mordió el labio y Tony podía decir que estaba tratando de reprimir una sonrisa. ―Eh, probablemente no es la cosa más amable para preguntarle a alguien tampoco, cariño. ―¿Por qué? Sólo quería saber. Tony entró, sintiéndose arrullado por la pregunta en los ojos de la niña pequeña. Gretchen lo miró brevemente antes de volverse hacia la niña. Olivia miró a Gretchen, con grandes y sinceros ojos. ―Porque… puedes herir los sentimientos de las personas cuando dices algo con respecto a las cosas que son… diferentes en ellos. ―Pero, sólo quería saber. No quería herir sus sentimientos. ―Ella lo miró a los ojos―. No quería hacerte sentir mal por ello. ―¿Sabes qué? Gretchen está en lo correcto, y por lo general, es probable que no debas llamar la atención de las personas por sus diferencias; ¿pero conmigo? Me gusta. Prefiero que la gente me pregunté acerca de ello y sea honesta. Así que no tienes que disculparte. Te agradezco tu interés. Ella sonrió, y la sonrisa explotó hasta sus ojos. ―¿Quieres eso? Sr. Soldado, te prometo que jamás te haré preguntas sobre eso otra vez. ―Me puedes llamar Tony. Gretchen se puso lentamente en toda su altura. ―Tony, esta es Olivia Carver. Olivia estiró la mano. Él miró hacia abajo con sorpresa, y estiró la mano para estrechar la de ella. ―Encantado de conocerte, Sr. Tony. ―Tony. Sólo tienes que llamarme Tony. Estoy encantado de conocerte también. ―¿Te duele? ―Ella asintió hacia su hombro vacío. Él parpadeó sorprendido, pensando, que de una manera extraña, era un poco agradable conocerla también. Había pasado un largo tiempo desde que se había sentido remotamente interesado en cualquier persona nueva. Se preguntó por qué estaría viendo a Gretchen. Olivia era directa y fácil de tolerar porque no había incomodidad con respecto a su brazo. Sólo curiosidad juvenil.

―Eh… bueno, no. Realmente no me duele. Se siente un poco raro. La mirada de Gretchen subió a su rostro. Podía sentir sus ojos en él, buscando algo más para aclarar su declaración. ―¿Cómo podría sentirse extraño si no está ahí? ―Olivia ―le advirtió Gretchen. ―No, no pasa nada. Se siente raro porque a veces pienso que todavía está allí. Pero sé que no es así. Tengo sensaciones, como si pudiera mover mi brazo. Pero realmente no puedo. No tiene sentido. ―¿Es un poco como que sabes que sientes cosas en tu corazón, pero no puedes verlas? ¿Uno simplemente siente que esos sentimientos están allí, incluso si no lo están? Él dio un paso atrás. La chica era aguda. Intuitiva. Nunca lo oyó ser descrito de esa manera antes. ―¿Sabes qué? Sí, es un poco como eso. ―¿Por qué no te pones de esos falsos? ¿O un gancho? ¡Esos son geniales! ¡Cómo el Capitán Garfio! Podrías ser similar al Capitán Garfio. La boca de Gretchen cayó. ―Olivia, no. No hables así. Tony se rió entre dientes y se dejó caer sobre una rodilla para que Olivia y él estuvieran ojo a ojo. ―El Capitán Garfio es un trasero-malo, ¿no es así? Olivia estaba con la cara roja por la reprimenda de Gretchen y poco a poco levantó los ojos antes de que una tentativa sonrisa redondeara sus mejillas. ―¡No puedes decir malas palabras como esas! Tony revolvió con su mano su cabello. ―No puedo usar esos. Necesitan más de un tocón del que tengo. Ya sabes, si hubiera perdido mi brazo aquí o aquí ―dijo, indicando dos posiciones más bajas―, habría sido más fácil utilizar los falsos o los ganchos. No me gusta la sensación de ellos de todos modos, así que sólo voy con un solo brazo. Ella asintió. ―La amiga de mi hermana tiene un retenedor de dientes, pero lo odia y no lo usa porque le molesta.

Gretchen se mordió el labio y Tony podía decir que estaba tratando de reprimir una sonrisa. Una sonrisa se deslizó por sus labios mientras decía finalmente: ―Sí, casi es lo mismo. Él la miró por encima de la cabeza de Olivia. Ella apretó los labios y se encogió de hombros como diciendo, lo siento, no pude resistirlo. Él finalmente, inclinó la cabeza con entendimiento. ―Y me pregunté por qué no usas prótesis. ¿No hay respuesta en tus terminaciones nerviosas, o algo por el estilo? ―Lo hay. La mayoría funcionan mejor con un tronco más grande para adjuntarlos. Lo que tengo no es mejor para la mayoría de ellos. Sus ojos corrieron por su rostro, y por un lado de su lesión. ―No me di cuenta de eso. Entonces, habría sido mucho mejor tener algún tipo de… ―¿Muñón? ―suministró cuando ella desvió la mirada, sonrojándose―. Sí, habría sido un grado mejor que haber perdido unos centímetros más. Ella se lamió los labios. ―Eso no es lo que quise decir. No me refiero a mejor… ―Sé lo que quieres decir ―la interrumpió. Ella frunció los labios en un ceño. Gretchen se aclaró la garganta y finalmente, dijo: ―Empieza a limpiar todo, Liv. Tenemos que llevar a Tony a casa. Finalmente él encontró su mirada y ella lo miró fijamente durante un largo momento antes de ir a su escritorio y revolver papeles. Él la siguió de cerca. ―¿Eres chofer de todos tus pacientes? ―Olivia no es una paciente. Bueno, fue una paciente, hace años. Desde entonces, me hice amiga de su familia, y los ayudo a veces. La cuido en la mayoría de los días de escuela. Ella viene aquí. No es realmente emocionante para ella, pero es buena al respecto, sobre todo cuando tengo un paciente para atender, y tiene que quedarse en la sala de espera. ―Oh. ―Esperó a que ella le preguntara acerca de su sesión. Él estaba de pie con las piernas separadas, y su mano en su cadera, listo para decirle lo que pensaba de su viejo, indiscreto, molesto amigo médico. Finalmente, le preguntó―. ¿No vas a preguntar cómo me fue?

Ella levantó los ojos y vio su comportamiento enojado. Desde su cabello revuelto, miró por encima de su ropa arrugada y gastados tenis. ―No. Dudo que tuvieras algo bueno para decir. Tampoco soy la persona con la que debas compartirlo. Sólo estaba esperando que siguieras viniendo por un tiempo. Tu decisión llevó lágrimas a los ojos de tu madre. Él la miró con duro, y sus ojos se entrecerraron. Finalmente, resopló. ―Es un golpe bajo, usar a mi madre. Ella esbozó una sonrisa. ―Lo es. Es tan bajo. Pero si funciona, voy a utilizarlo. Él se volvió ligeramente y agitó la mano alrededor de la oficina. ―Impresionante. Este lugar. Tú. Ella se quedó inmóvil, sosteniendo un archivo en su mano. Él se sintió como un idiota cuando vio sus ojos verdes mirando profundamente en él. ―Gracias, Tony. Por decirlo. ―¿Podemos irnos, Gretchen? ―gritó Olivia desde el otro lado de la ahora ordenada oficina. ―Ya casi termino aquí. ―Ah, ¿por favor? ¿Podemos ir en el ascensor? ―Yo puedo ir con ella abajo ―intervino Tony. Gretchen se detuvo, mordiéndose el labio y arrugando la cara con desdén. ―Si confías en mí, es decir ―la desafió. Muy suavemente, ella dijo: ―Confío en ti. Sólo, que eh, no puedes hablarle cómo normalmente haces. Ella sólo tiene ocho. No puedes decir la palabra con M cada dos palabras delante de ella. Él no la decía cada dos palabras. Sólo a veces. Claro. Era una manera explícita para conseguir su punto. Pero no era un bárbaro. Sabía que no debía decirlo delante de una niña pequeña. Jesús. No sufrió también tenía un traumatismo cerebral en el ejército. ―No juro así delante de los niños pequeños. Hasta yo sé eso. Sus hombros se aflojaron y ella sonrió. ―Bien. Aquí están las llaves. Estaré allí en unos pocos minutos. Olivia estaba llena de preguntas. Habló durante todo el viaje en ascensor hasta el estacionamiento y por otros diez minutos en el coche. Le preguntó cada cosa

concebible que una persona querría saber sobre su brazo. ¿Cómo lo había perdido? ¿Cómo lo había hecho sentir? ¿Cómo se cepillaba los dientes? Una y otra vez, le preguntó mientras se quedaba fascinada por cómo se las arreglaba para hacer cualquier cosa. Gretchen no tardó en aparecer y se deslizó en el coche, con la falda levantándose por su muslo unos centímetros. Aún respetable, pero un poco más piel de la que nunca mostraba. Él miró por la ventana. Su cabello giró alrededor de su cara mientras ella miraba por encima de su hombro y de regreso hacia él. A él le gustaban las hebras oscuras de su cabello contra el rubio más ligero. Era un poco sorprendente para la conservadora Gretchen. Pronto se dio cuenta de que Olivia doblaba extrañamente la espalda, alcanzando el suelo y el asiento. Él la miró. Ella mantenía su brazo izquierdo firmemente al lado de su cuerpo. Gretchen también lo notó. ―¿Qué estás haciendo allá atrás? ―preguntó ella, mirando a Olivia en el espejo retrovisor mientras entraba al tráfico. ―Tratando de atarme el zapato. ―Oh. Olivia no había terminado. Tony ya adivinaba lo que estaba haciendo. Apretó los labios para ocultar la sonrisa. ―Manco. No es fácil ―comentó Olivia. Gretchen se quedó sin aliento. ―¡Olivia! ―¿Qué? ―Se encontró con la mirada de Gretchen en el espejo, completamente confundida de lo que había hecho ahora. ―No imites a las personas. Eso es grosero también. ―No estoy imitándolo. Lo estoy haciendo. Es realmente difícil. ¿Cómo lo haces, Tony? Gretchen deslizó una horrorizada mirada de disculpa en su dirección. Él giró hacia adelante y se desamarró su zapato antes de hábilmente enseñárselo. Olivia medio se puso de pie y medio se inclinó hacia delante para mirar. Incluso Gretchen quería ver, mirando entre él y la carretera. ―¿Cómo hiciste eso? ¡Muéstrame! ¡Enséñame! Él movió el pie hacia arriba.

―Cruza una de las agujetas sobre la otra. Envuélvela alrededor desde atrás para formar un nudo. Bien. Tengo que poner mi pie en el suelo para mostrarte el resto. Se inclinó de nuevo hacia delante y re hizo el proceso en ese punto, mirando de regreso a Olivia. ―Bien, ahora tira de la agujeta al interior hacia el otro zapato, y sostenla con ese zapato. ―¡Oh! Eso es lo que no pude conseguir hacer. El otro zapato. ―Sí, tienes que utilizar lo que sea que tengas. Bien, ahora tira de la parte exterior de los cordones apretado y mueve el pie hacia afuera hasta que el nudo esté seguro. Ahora, mete el cordón en la lengua de tu zapato. Toma el primer cordón y el lazo de regreso y atraviésalo con fuerza, con el dedo pulgar, índice y medio. ―Hábilmente lo terminó. Mirando hacia atrás a Olivia, se rió. Olivia apenas podía mantener el lío de cordones en sus pequeñas manos. ―Sólo tiene que utilizar la otra mano. ―No. Quiero hacerlo como tú. ―Bueno, tal vez pueda ayudarte en algún momento, pero no en un coche. Sintió la mirada de Gretchen en él y miró hacia arriba. Ella asintió hacia sus pies. ―Para ser honesta, me pregunté cómo hacías eso. Quiero decir, ni Leila ni Lewis estaban en casa cuando me presenté. No sabía si te los podías amarrar. La mirada fugaz a sus zapatos cuando ella lo vio, lo que él pensó era desdén, podría sólo haber sido curiosidad sobre cómo había logrado hacerlo. ―Siempre puedes preguntarme, sabes. Ella torció la boca en una mueca. ―No. Ya sabes, no sabía eso. No sabía que serían bienvenidas mis preguntas. Te ves como todo lo contrario. Oh. Bueno, diablos, sí, lo hacía. Eso era cierto. Excepto con Olivia. ―Bueno, puedes preguntarme. Deja de reprender a Olivia por tratar de averiguar lo del brazo. Es confuso para cualquier niño. Siempre son curiosos. Ella está tratando de procesarlo. Déjala. Ella giró la cabeza hacia él.

―¡Lo sé! Soy psicóloga entrenada en niños. Eres tú quien pensé quien no sería lo suficientemente sensible como para tolerarlo. Estoy… bien, agradablemente sorprendida de que lo seas. Así que, bueno, voy a dejar de reprenderla. Estaban en su casa. Él comenzó a salir de un salto cuando Olivia lo llamó. ―Adiós, Tony. ¿Te veré el próximo jueves? Estaré con Gretchen, ¿también vendrás de nuevo? ―Sí, Tony, ¿vendrás otra vez? ―preguntó Gretchen suavemente, con claro desafío en su tono. ―Eres buena. Te voy a dar eso. Como si pudiera rechazarte con orejitas escuchando. Ella sonrió con dulzura. ―Nos vemos la próxima semana, Tony.

―Así que oí que tienes a un enojado, soldado manco que ha estado enamorado por veinte años de ti. ¿Cómo es que nunca había oído hablar de él? Gretchen se mordió el labio y sonrió en el teléfono con el saludo de Lindsey. ―Hola a ti también, Lindsey. Hablaste con Jessie, veo. ―Oh, lo hice. Tenía mucho que decir sobre el amigo de Will, Tony Lindstrom. ¿Dime cómo tú no tuviste nada qué decir? ―No sabía que debía hacerlo. ―Deberías. ¿Es como Jessie lo describió? ―Depende. ¿Cómo lo describió? ―Dijo que estaba todo desaliñado, sucio, con una especie de actitud de patea trasero, pero que era sexy. Pareció pensar que era bastante atractivo. ¿Qué piensas tú? ¿Está en lo correcto, no? ―Sí. Supongo que si puedes llegar más allá de su gruñida, deslumbrante, terrible actitud. ―Entonces, está enamorado de ti, ¿eh? ¿Y lo ha estado, como digamos por veinte años? Gretchen se enderezó en la silla de oficina. ―¿Will dijo eso? ―Will dijo eso. Dijo que le había dicho a Tony que fuera por ti, y finalmente te pidiera salir. El corazón de Gretchen se congeló. Las palmas de sus manos al instante se volvieron pegajosas. Dio un soplo agudo. ¿Quería eso? ¿Su reacción era derivada del temor de que lo estuviera? ¿O de esperanza? ―Y… ¿qué dijo él? ―Al parecer, sacó algo acerca de no desearte. Al parecer, no le gusta que le digan qué hacer, o es lo que estoy percibiendo. Su corazón se soltó.

―No, no le gusta que le digan qué hacer. ―Especialmente Will Hendricks. ¿De verdad dejó de hablar con Will porque abandonó el ejército por Jessie y no por ti? ―T… tal vez. Quiero decir, dijo algo así la otra noche en la cena. Pero no puedo creer que estuviera ofendido en mi honor. Quiero decir, para entonces, no teníamos ningún contacto, excepto al azar, y, a veces pasando meses sin ningún tipo de correspondencia. ―Bueno, Gretchen, creo que deberías afrontar mejor los hechos: el hombre ha estado detrás de ti desde hace dos décadas. ―No puedo creer que ese sea el caso. ―A mí me parece que esa es la fuente de la mitad de su ira; tú nunca lo viste así. Solo viste a Will, incluso después de que Will más o menos descuidó tus necesidades. Wow. Es una pequeña adulación. ―No hay nada en él ahora que halague ni remotamente a nada ni a nadie. ―No puede ser tan malo. Jessie dijo que fue agradable con Christina mientras nadie estaba viendo. Vamos; un verdadero idiota no lo sería. ―Está tan enojado. A un nivel que no pude imaginar que pudiera llegar. ―¿Excepto que es un amigo? Es decir, no piensas en él en ninguna otra forma, ¿no? ¿Lo hacía? Al principio, solo se había molestado en saludarlo por su historia. Cuanto más tiempo estaba a su alrededor ahora, sin embargo, recordaba menos a su viejo amigo Tony, o al amigo de Will, Tony. Entonces, de repente, era el nuevo Tony. ¿Por qué? ¿Porque era tan abrasivo? ¿Y tan difícil de tolerar? ¿Era porque en realidad había algo entre ellos de lo que nunca se dio cuenta antes? De repente, Will no tenía nada que ver con Tony y ella. Y tampoco lo había tenido en su adolescencia. ―No lo sé. Primero, tendría que aprender a hablar conmigo con un lenguaje civilizado. Lindsey audiblemente suspiró sobre la línea. ―Solo asegúrate de que tenga su ira bajo control. Gretchen sonrió y miró por las ventanas de su oficina. Lindsey sobrevivió cinco años en manos de su primer controlador y abusivo esposo. Su desenfrenada rabia había dado como resultado que la golpeara con siniestra regularidad. ―Te lo prometo, no me lastimará. Will seguiría siendo la primera persona a la que llamaría. Puedes imaginar que en ese caso, no habría ninguna señal de daño hacia mí. Ex o no. Will sigue siendo bueno para unas pocas cosas.

―Y Noah. Noah haría eso por ti también. No es tan hábil para ello. Ella se echó a reír. ―Y Noah también. Noah Clark era ahora el novio de Lindsey. Él y Gretchen le ofrecieron a Lindsey un santuario cuando se escapó de su ex sádico y muy peligroso. ―Entonces, ¿qué hay de nuevo con ustedes dos? ¿Finalmente vas a sacar al pobre de su miseria y a casarte con él? Lindsey hizo un sonido estrangulado. ―Desearía. Es que… no puedo convencerme de hacerlo. Cuando pienso en el matrimonio, todas esas imágenes horribles me nublan el cerebro. Cuando pienso en Noah, por el otro lado, pienso en todo lo que es bueno en mi vida. ¿Por qué iba a querer fusionar los dos? No creo poder hacerlo. Él dice que lo entiende, y está muy bien con ello. ¿Crees que sólo esté diciendo eso? ―No. No hay nadie tan comprometido como Noah Clark. Simplemente asegúrate de que tus decisiones no estén determinadas por el fantasma de Elliot, sino por tus propios deseos. No tengas miedo de casarte por lo que él te hizo. ―Lo sé. Lo sé. Solo no lo deseo todavía. ―Creo entonces, que no deberías preocuparte por ello. Noah no se irá a ningún lugar. Ella dejó escapar un suspiro. ―Gracias. Hablando de Elliot, es por eso que te llamé. ―¿Sobre Elliot? ¿Por qué incluso mencionas ese nombre? ―Todo se aclaró en su testamento. Dado que todavía era legalmente su esposa, heredé su compañía, su fortuna, la casa, y todas sus inversiones. Su familia renunció a cualquier reclamo de su finca. No lo impugnarán; a pesar de que pensé que seguramente lo harían… Ahora, parecen pensar que lo gané. No sé, como pago por toda la miseria que sufrí, adivino. Sus padres ni siquiera me enviaron una disculpa. Juraron que no sabían lo que Elliot me hacía. Gretchen se rió en alto y se sacudió hacia adelante en su silla. ―¡Santo cielo! ¿Me estás tomando el pelo? ¿Eres rica ahora gracias a él? ―Lo soy. Es un montón de dinero, Gretchen. Estamos hablando de treinta millones de dólares. ―Wow. Ese es un gran número para imaginar.

―Sé lo que vas a decir. No debería tomarlo. No debería quererlo. Debo donarlo o algo así. Tiene un precio de sangre. Está contaminado. La cosa es que… lo quiero. No creía hacerlo hasta que me enteré de que lo tenía. Él me jodió en varias ocasiones a lo largo de la vida, y, finalmente, en la muerte, puedo conseguir algo más de él de lo que quería. Sé que es una forma terrible de pensar. No puedo evitarlo. Me alegro. Estoy tan contenta de que esté muerto. Estoy muy contenta de haber recibido su dinero. Estoy tan alegre que podría manchar su nombre y reputación por el resto de mi vida. Gretchen se recostó en su silla con un suspiro de satisfacción. ―No. Todo lo contrario. Creo que la ira es algo bueno. Creo que finalmente evitaste que te dejara gobernar tu vida y emociones. Y debes hacer lo que quieras con ese dinero. ―Él lo utilizó para encubrir sus abusos conmigo. Igual que cuando quería ser gobernador elegido, a pesar de que no tenía ni un activo decente para promoverlo. Usó el dinero tan claramente como me utilizó a mí. ―Míralo de esta manera: ahora, podrás utilizarlo para hacer lo que quieras. Si deseas postularte para gobernadora, podrás hacerlo. Puedes hacer lo que quieras ahora. Ella se burló. ―Como si pudiera postularme para gobernadora. Solo estaba siendo dramática. Excepto, que nada lo haría revolverse en su tumba más rápido que si realmente tuviera algo de poder. O algo de importancia. Si me las arreglara para llevar a cabo lo que él no pudo. Gretchen consideró esa declaración por un momento, y luego dijo bajo: ―Te olvidas de quién eres a veces. Tienes una gran plataforma, simplemente por lo que eres. Desde Will y Jessie, a todo lo que soportaste con Elliot. Eres conocida y respetada ahora. Y también eres una ex soldado, Lindsey. Como veterana, tienes tus propios logros que te definen. Y ahora, eres rica. Así, lo que quieras hacer, créeme, podrás hacerlo. No importa cuántas veces Elliot podría haberte dicho que no podrías. Ella respiró bruscamente. ―No puedo creer que hayas dicho eso. ―¿Qué? Creo que, cuanto más tiempo reflexiono sobre ello, más me convenzo de que realmente deberías considerarlo. Tu éxito sería la última venganza. Y mereces eso, Lindsey. Más que nadie que haya conocido. ―Estaba siendo sarcástica.

―Lo sé. Pero no creo que sea tan gracioso. Creo que es realmente posible. Estaba bastante en la raya. Tal vez algún día, Lindsey encontrara exactamente lo que quería hacer. Gretchen cambió de tema: ―Entonces, ¿alguna noticia de los investigadores que le dispararon a Elliot y a Cal? La risa de Lindsey fue extraña. Siempre era cautelosa acerca de ese asunto. Su ex marido, entonces el gobernador de Virginia, y su jefe de personal, fueron abatidos por un francotirador, mientras estaban esquivando el escrutinio público después de que Lindsey hizo una muy pública acusación hacia Elliot. El raro ataque del francotirador que mató a cada hombre con una bala a través de la frente, estaba en un punto muerto, era monstruosamente comparable a un golpe militar de un francotirador. Ninguna pista fue encontrada que pudiera empatar a cualquier sospechoso, sin embargo. ―No me importa quién lo hizo. Solo estoy alegre de que está hecho, y nadie a quien quiero nunca puede ir a la cárcel por ello, ya que no lo hicieron. Will no lo hizo. Yo no lo hice. Noah no lo hizo. El que me hizo el favor, bien, le estaré eternamente agradecida a él o ella o a ellos, pero la sangre está en sus manos, y no en las nuestras. Así que no me importa. ―¿Sabes qué? Creo que esa es una actitud muy saludable. ―Ah, ¿la doctora lo aprueba, entonces? Gretchen puso los ojos en blanco. ―No puedo incluso tratar de ser tu médico. No me escuchas de todos modos. ―Hmm, tienes razón. Pero, dime, ¿cómo juegas a la doctora con nuestro soldado con un solo brazo? ―Lindsey se rió de su propia broma. ―Deja de llamarlo soldado con un solo brazo. Es malo. Y suenas como Olivia. Ella lo llamó así también. ―Ah, así que nuestra pequeña Liv ya lo conoció, ¿eh? ¿Y cómo es él con ella? ―Algo así como con Christina. Es amable. Paciente. Tolerante. Aunque no es así con ninguna otra persona, nunca. Así que fue impactante. ―Bueno, eso solo significa que hay algo decente que le queda todavía. Sólo tienes que encontrarlo y cultivarlo. Como persuadir a un joven novato de dejar su nido. Gretchen se mordió el labio ante la analogía de Lindsey. Sí, Tony nunca sería considerado tan frágil que necesitaría alguna persuasión. ―No estoy tratando de cultivar nada.

Lindsey se echó a reír. ―Oh, de alguna manera, creo que sí. No puedes evitarlo. Yo. Jessie. Olivia. Ahora Tony con un solo brazo. Eres buena en eso, Gretchen. No te estoy insultando. Lo digo en serio. Si alguien puede ayudarlo, como dice Jessie que necesita, esa eres tú. Admiro eso de ti. Mi hermana y yo apenas podemos ayudarnos a nosotras mismas y a nuestros seres queridos, mientras que tú puedes ayudar a casi cualquier persona que sepas que lo necesita. Es un regalo, Gretchen. Y una cosa rara y hermosa. Simplemente no lo dejes tomar ventaja de eso, ¿de acuerdo? ―No hay peligro de eso; apenas le ayudo con cualquier cosa. ―Lo harás sin embargo. De alguna manera, siempre lo haces. Entonces, ¿cómo está Olivia? ¿Y cómo está Helen? Gretchen inmediatamente se puso seria. ―Helen se sostiene. Pero no está bien. Tiene un montón de dolor. Todo es mucho más difícil para ella. No sé por cuánto tiempo más… ―¿Y ya estás lista para eso? ―preguntó Lindsey en voz baja. Gretchen cerró los ojos por un momento mientras su ritmo cardíaco aumentaba. ¿Estaba lista para ser madre de una niña pequeña que pronto estaría desconsolada? ¿Una niña que realmente nunca tuvo una madre para empezar? No. Sí. No lo sabía. La realidad solo estaba pasando. No había dinero extra en los fondos de Helen, y vivía con prácticamente nada. Había criado a Olivia sola y no había recibido ninguna ayuda. El padre de Olivia murió en un accidente de construcción y su madre nunca estuvo siquiera en la imagen. No pasó mucho tiempo antes de que Gretchen y Helen se volvieran amigas fuera de terapia. Al poco tiempo, le transfirió a Olivia a Janis Hensley, una doctora en su práctica, y dedicó el tiempo que pasaba con ella más como una hermana mayor y mentora, que como terapeuta. Gretchen estuvo allí cuando Helen primero habló del escenario de su avanzado cáncer terminal. Trató de estar allí tanto como pudo para ellas desde entonces. Fue difícil para Gretchen imaginarlo e imposible para que estuviera preparada; pero también la cosa más importante, que le daba miedo, la tragedia que estaba contemplado. Olivia sabía que su abuela se estaba muriendo; y sabía que viviría con Gretchen algún día. Pero Olivia no sabía el devastador dolor que pronto tendría. Se le revolvió el estómago a Gretchen al pensar en lo que enfrentaría, y mucho más, en el dolor de Olivia. Pero Gretchen quería hacerlo.

Amaba a Olivia. Y había poca duda en la mente de Gretchen de que Olivia podía convertirse en su hija, lo que el estado pronto legalmente haría. Le mencionó sus planes a Lindsey casi de inmediato. ―Estoy lista en seguir simplemente adelante con eso. Pero por otra parte, no quiero decir eso, porque significaría que Helen estaría muerta. Por supuesto, no quiero que muera, o que Olivia tenga que lidiar con eso cuando suceda. ―Ella eligió bien a la madre de su hija. ―Nieta. ―Hija. Es como si fuera su hija. El ping de la nostalgia y el amor en su corazón se sentía tan fuerte, que parecía áspero. ―Es egoísta querer eso, porque sé que vendrá a costa del dolor de Olivia. Es confuso. ―Está bien estar confundida. Está bien que se vuelva complicado, porque es una jodida terrible situación. Pero también es lo que te hace la mejor candidata. Ya entiendes todas esas cosas, y no hay nadie que pueda hacerse cargo de ella mejor. Así como nadie podría enfrentar a nuestro héroe manco mejor. Eres una buena persona, Gretchen. Utiliza lo que sea que tengas. Úsalo para ayudar a los que te rodean que no siempre pueden estar ahí, o no saben cómo estarlo. Y si eso te hace sentir mejor hazlo de todos modos. No te sientas culpable por eso. Solo tienes que seguir y ser maravillosa. Viene tan fácilmente para ti. Ella hizo una mueca por teléfono. ―No es así. Me haces sonar como una aburrida, buena monja que no mataría ni a una mosca o algo. ―Eres una. Dios mío, recibiste a Jessie. ¿Quién más podría hacerlo? ―Tony dijo eso también. Era parte de por qué se puso tan disgustado con Will. ―Yo podría estar un poco detrás de alguien que no piense que tu natural tendencia a la amabilidad debería ser una ventaja. Sí, voy a tener que ir en esa dirección pronto para una visita. Ella se echó a reír antes de finalmente colgar. Olivia estaría allí de su escuela en solo unos minutos. Venía casi todas las tardes directamente a la oficina de Gretchen. Un autobús la dejaba cerca de allí y Gretchen corría rápidamente a su encuentro. Por suerte, la mayor parte de las tardes podía programar a sus pacientes con todas las visitas de Olivia. Olivia a menudo tenía que esperar a que terminara en la sala de espera. Pronto se convirtió en un accesorio común para muchos de los

pacientes de Gretchen. La curiosidad natural de Olivia y sus preguntas lograba crear más de una situación incómoda, más allá de lo que pasó con Tony. Con Olivia, Gretchen había sido testigo del cambio en el comportamiento de Tony como nunca antes. Él era amable y cariñoso, divertido y relajado, y actuaba como si la falta de su brazo no fuera nada con Olivia; mientras con Gretchen y el resto del mundo, hacía todo lo contrario. Era una gran chica, que apreciaba cualquier momento que Gretchen pasaba jugando o hablando con ella. Nunca se quejaba si Gretchen tenía una cita y tenía que esperar. El corazón de Gretchen se exprimió por lo poco que Olivia tenía para ser feliz. Estaba acostumbrada a estar y tener que jugar sola. Su abuela trabajó a tiempo completo hasta que se puso demasiado enferma. Así que nunca hubo un momento en que Olivia estuviera en su casa después de la escuela o en el centro un día cualquiera. Siempre había sido llevada al trabajo o a trabajar alrededor. Incluso con Gretchen. Su abuela estaba peor en los últimos tiempos. Le pidió a Gretchen mantener a Olivia hasta la hora de cenar ahora. No podía manejar mucho más que eso. Así que Gretchen ahora la tenía todas las tardes, así como cualquier día fuera de la escuela, hasta que la dejaba de vuelta en casa alrededor de las seis. Ni una sola vez Olivia se quejó de ello. Ni una vez se quejó si Gretchen tenía que ver a sus pacientes. Ni una sola vez demandó nada más de lo que ya tenía. Eso rompía el corazón de Gretchen también. La infancia de Olivia hacía tiempo que había estado en suspenso como una víctima más de la enfermedad de su abuela. Gretchen casi hizo a Tony a un lado y le explicó la situación. Si una niña de ocho años podía estar tan dispuesta a aceptar su vida, sin importar lo dura e injusta que fuera, mientras su única pariente con la que vivía moría ante sus ojos, y apenas podía cuidar de ella, por lo menos él podía tratar de mostrar una especie de resignación en aceptar la pérdida de su brazo. Pero Tony no parecía darse cuenta de eso.

* * *

Gretchen llevó a Tony a sus citas todos los jueves con el Dr. Hart en los siguientes dos meses y medio. Todos los jueves, a las tres y media con prontitud, Gretchen aparecía en la puerta delantera de Tony. Ni una sola vez él usó cualquier cosa que una sudadera o variaciones de la misma. Al principio, trató de entablar conversación con él, pero finalmente, renunció

después de varias monótonas conversaciones que siempre terminaban exactamente igual. Solo contestaba “bien”. Su semana siempre estaba “bien”. Sus padres estaban “bien”. Y no, no quería ir a terapia hoy, como era habitual. Nunca hablaba, excepto para decir eso; y por lo general encendía la radio para indicar el final de la conversación. Olivia estaba generalmente allí también. Gretchen la programó para poder encontrarse con su autobús. Él toleraba a Olivia sentada junto a él mientras esperaba al Dr. Hart. Era siempre agradable con Olivia, donde no podía mostrar la más mínima cortesía con nadie más. Era la maldita cosa más extraña. Y ni una sola vez le agradeció a Gretchen los paseos, o le preguntó cómo había ido su semana. O cómo estaba. Gretchen estaba bastante segura de que podría alejar cualquier suposición de que Tony estaba enamorado de ella todavía. Él parecía tener más interés en hablar de nuevo con la radio que estar en sus conversaciones. La única cosa que hacía que los paseos juntos fueran más soportables era la presencia de Olivia, quien lograba romper la horrible tensión e incómodo ambiente de camino a casa. Tony cambiaba alrededor Olivia. Se reía de sus investigaciones, y le explicaba la multitud de maneras en que funcionaba una persona con un brazo. Le demostraba muchas de las cosas que Olivia pedía ver. Nunca, ni una vez se molestaba, enojaba ni era autoconsciente de Olivia. No como con Gretchen. Sintiendo que no podía ganar, finalmente, optó por no decir nada, y se mostró satisfecha de que él siguiera viendo al Dr. Hart. Su elección de no ser incluso un ligero grado menos grosero u horrible no se perdió para ella, sin embargo. Para ese momento, Donny y Vickie se habían ido a vivir juntos. Vickie había estado viviendo con dos compañeras de cuarto en una casa a las afueras de Calliston. Solo podía pagar la casa con ayuda de sus padres. Gretchen se encogió cuando Vickie se presentó soltando la gran noticia de que se mudaría con Donny. ¡¿No era genial!? Oh, simplemente estupendo. ¿Dónde encontraría Vickie un lugar para vivir una vez que todo eso se estrellara y desintegrara? Al enterarse de la “grandiosa” noticia de Vickie, Gretchen comenzó a arrepentirse de alguna vez haberse vuelto a conectar con Tony y Donny Lindstrom.

* * *

Tony sintió su elevación de estado de ánimo tan pronto como Olivia apareció a la vista. Ella se bajó del autobús y sonrió de oreja a oreja, mientras les hacía señas a él y a Gretchen antes de entrar en el asiento de la parte de atrás.

―¡Hola! ¿Cómo estás, Tony? No vas a creer lo que tuvimos que hacer en la escuela hoy. Tuvimos a un tipo que se ocupa de bichos espeluznantes; su nombre es Kevin Tamer el Horrible. ¡No es hilarante! De todas formas, trajo serpientes, y lagartos y ranas e insectos. Todos enjaulados y esas cosas. Pero tuvimos una presentación en la que nos los mostraron a todos, y nos dijeron todo acerca de ellos, y todo eso. Entonces… no vas a creer esto. ¡Simplemente no lo vas a creer, Tony! Él se mordió el labio, tratando de ahogar la urgencia de sonreírle a sus grandes ojos con exclamación, lo que no era fácil. Sonreír era algo que nunca se sentía como para hacer más. O al menos, no en años. Ella solo tenía ese efecto. ―¿Qué? ¿Qué hizo? ―le siguió el juego Tony, con un tono tan genuinamente interesado como su sonrisa. Podía sentir la mirada de soslayo de Gretchen en él. La miró, solo para encontrar su expresión nublada con confusión, y las cejas arriba juntas. No sabía por qué estaba siendo tan amable con Olivia. Nunca había esperado eso, incluso después de todos sus viajes juntos. Casi le explicó una vez que si no fuera por Olivia, habría empujado su asesoramiento gratuito hasta su prístino, trasero perfecto desde la primera vez. Pero Olivia siempre estaba ahí, toda ojos grandes, y preguntándole si regresaría. Así que regresó. Solo por ella. ―Sacó a la serpiente y la toqué. ¡La toqué, Tony! Tenía un metro de largo. Y era toda marrón y resbaladiza… ¡y la toqué! No fue incluso viscosa. Fue un poco áspera y fría y seca. Me sorprendió. Fue taaan geeniiaal. ¿Alguna vez tocaste una serpiente? ―Síp. Solía recogerlas cuando niño y asustaba a mi madre con ellas. Unos ojos redondos miraron hacia él mientras su pequeña mandíbula caía abierta. ―¿Cómo en la casa? ―Sí, traté de colarlas más de una vez cuando era niño. Gretchen se volvió y miró a Olivia. ―¡Lo que ningún niño debe hacer si quiere estar en mi casa! Olivia puso los ojos en blanco. ―Eres tan cobarde, Gretchen. ―Olivia, no puedes hablar de esa manera. Ella echó los hombros hacia adelante. ―Pero Tony lo dijo. ¿Por qué no puedo hacerlo yo? Él se retorció debajo de la mirada de Gretchen estrechando los ojos.

―Bueno, Tony nunca debería haber dicho eso frente a ti. No es apropiado, jovencita, especialmente cuando te refieres a mí. Olivia le sacó la lengua a la parte posterior de la cabeza de Gretchen. Tony tuvo que volver la cara para ocultar la sonrisa de aprecio. Gretchen le lanzó una mirada como si supiera que, de alguna manera, estaban riéndose de ella. ―Bueno, sería tan bueno tener una como mascota. Debo pedírsela a mi abuela. ―No, no debes hacerlo. Ella tiene suficiente para enfrentar. ―El tono de Gretchen fue mucho más duro de lo que Olivia se merecía, y Tony frunció el ceño. Ella no miró en su dirección. El rostro de Olivia cayó. Entraron en el estacionamiento justo en ese momento, y Tony las siguió por las escaleras. Estaba molesto ahora, como cada semana, para comerse con los ojos las piernas largas de Gretchen, envueltas en medias y falda, mientras los músculos de sus pantorrillas se movían con cada paso. Él y Olivia se sentaron juntos. A estas alturas, ya no necesitaba anunciarse con la recepcionista, quien lo saludó con la mano, sin duda, sintiéndose contenta de que no se acercara al mostrador. ―¿Sabes una cosa más, Tony? ―¿Además de la increíble serpiente? ¿Qué? ―Vamos a tener una Asamblea del Día de los veteranos mañana en honor a los soldados. Como tú. Podemos llevar uno también. Si tenemos un padre o un abuelo que es veterano, lo podemos llevar. Pero debido a que no tengo ninguno, pregunté si podías venir tú, y mi profesor dijo que sí. ¿Puedes creerlo? ¿Estás ocupado mañana? ¿Puedes ir? ¿Por favor? De lo contrario, no tendré a nadie para llevar. Y Tara Barton llevará a tres con ella. Él sintió el ceño fruncido de Gretchen. De pie a unos pocos metros, discutiendo su horario con su recepcionista, obviamente escuchando la conversación. Dejó el libro de citas abajo y se volvió rápidamente. Hizo caso omiso de su evidente deseo de hablar con él y su estómago se revolvió ante la perspectiva de ser clasificado con otros “veteranos”. Pero Olivia estaba mirándolo con tal deleite inocente, contando con la perspectiva de que podía llevar a su propio “veterano” a la asamblea. Y, además, para responder a su pregunta: no, no haría nada. ―Bueno, eso no es justo de Tara Barton al llevar a tres. Pero, ¿alguno de los suyos tiene solo un brazo? ―No. ―Entonces creo que el tuyo superará a los tres suyos. Ella juntó las manos. ―Oh, Tony, ¡creo que tienes razón! Entonces, ¿vendrás?

―Estaré allí. Se encontró con la mirada de Gretchen y con sus labios fruncidos en una mueca amarga. No le gustó oír eso. Ella se dio la vuelta y casi pisoteó hacia su oficina. No confiaba en él. Él miró a Olivia. ―Ya vuelvo, ¿de acuerdo? Olvidé decirle algo a Gretchen. Se levantó y siguió a Gretchen. Ella estaba a punto de sentarse en su ergonómica silla de oficina demasiado extravagante cuando le habló: ―¿Tienes un problema con que vaya a la asamblea? Ella apartó la mirada hacia él. ―Oh, Tony. Me asustaste. No, solo estaba un poco sorprendida de que fueras. Ella ha tenido una gran cantidad de decepciones en su vida. Por favor, no contribuyas a ellas. ―No tenía la intención de hacerlo. Ella arqueó las cejas. ―No me gruñas. No es tan fuera de la caja que me preocupe. Tú exactamente no rindes cuentas a nadie ni a nada, y no quieres hacerlo. Ella es frágil y delicada. No quiero que la lastimes. ―No le haría daño a una niña. ―¿Solo a una mujer adulta? ―¿Qué? ―Él dio un paso atrás en shock. ¿De qué demonios estaba hablando? ―¿Puedes solo así alegremente lastimarme? Lo siento, si no comprendo del todo tu integridad. Esperaba que esa actitud se extendiera a Olivia. ―¿Cómo te lastimé? Ella echó un vistazo a su escritorio y empezó a rebuscar en sus archivos como si fuera indiferente al responderle a él. Pero cuando por fin lo hizo, su voz fue suave y vacilante. ―Tal vez una mejor pregunta sería: ¿cómo no lo has hecho? Su mandíbula cayó por la sorpresa. De repente ella empezó a sacudir la cabeza. ―Olvídalo. El Dr. Hart acaba de abrir su puerta. Que tengas una buena sesión. Él retrocedió y cerró la puerta. ¿Lastimarla? ¿Había lastimado a Gretchen Hendricks? ¿Cómo? ¿Porque no había querido hablar trivialidades? ¿Porque tan rara vez hacía nada el resto de la semana,

que tenía poco para contestar sus preguntas sobre cómo estaba o si algo había pasado? ¿Porque no podía respirar a su alrededor? ¿Porque, incluso después de todos estos años, sus malditos pulmones le dolían cada vez que estaba en su presencia? Ella volvió a abrir la puerta detrás de él. ―¿De verdad vas a ir a la asamblea por ella? Él asintió. ―Dije que lo haría. ―Te llevaré allí. Es a las tres en punto. Te iré a buscar a las dos y media. Para que estés listo ―terminó Gretchen antes de cerrar la puerta en su cara.

Olivia llamó a Tony esa noche desde casa de su abuela y le preguntó si le importaría decir algo en la asamblea de la escuela. El padre, veterano de Tara Barton, hablaría, ¿así que tal vez él podría? ¿Por favor? Él sintió un impulso fugaz de gruñir como habría hecho con cualquier otro, pero en cambio, estuvo de acuerdo y colgó antes de mirar la computadora y tratar de pensar en algo para escribir. ¿Qué decía uno acerca de la guerra? ¿Acerca de lesionarse gravemente? ¿Acerca de haber perdido su brazo en una campaña que pocos estadounidenses se molestaban en prestar mucha atención? Finalmente, comenzó a escribir. Se las había arreglado para dominar el teclado Dvorak en algún momento del año pasado, después de cansarse de seguir y picar en el teclado tradicional. No le gustaba mucho hablar de sus pensamientos en alto con el software de reconocimiento de voz. Este teclado, sin embargo, le permitía alguna velocidad y precisión. ¿Y Gretchen se preguntaba por qué estaba tan enojado todo el tiempo? Ni siquiera podía escribir con facilidad. Finalmente re-entrenó sus habilidades de escritura para utilizar el nuevo sistema. Era sorprendentemente decente en ello ahora, también. Escribiendo un discurso rápido, supuso que no lo mataría hablar con un grupo de niños menores de diez años. Era de los adultos de los que no disfrutaba mucho ya. Los niños eran simplemente curiosos por naturaleza. Por lo general, no eran mezquinos ni sentenciosos. Gretchen se presentó precisamente a las dos y media, y fue, como de costumbre, rápida. Como una funcional, decente, mujer, quien pagaba con fiabilidad su parte justa de impuestos y que mantenía un trabajo respetable, era la personificación del ideal, de la trabajadora, americana decente. Es curioso cómo la pérdida de un brazo en el servicio para proteger dichos valores no podía compensar la forma en que no participaba en la sociedad actual. Era menospreciado por no ser de la sociedad “normal”, sin embargo la gente “normal” nunca había pasado ni una hora con un arma dirigida a ellos. Su madre le gritó y él tomó los escalones de dos a la vez antes de salir a través de la parte superior, y apresurarse hacia el mostrador de la cocina en busca de su billetera. Su madre y Gretchen estaban charlando entre ellas. Habiéndose vuelto más cercanas en los últimos meses, casi cada semana, discutían las venidas de una y de

otra. La fascinación de su madre era interminable cuando se trataba de escuchar todo acerca de la práctica de Gretchen. Sin embargo, su madre respetaba su privacidad y nunca preguntaba cómo iba o si había logrado algo. Él hubiera odiado decirle la verdad si hubiera preguntado, porque no le mentiría. No había ninguna razón para que supiera que lo más que había conseguido cumplir era darle una ojeada al trasero de Gretchen cada semana como recompensa por el tiempo servido. De repente se dio cuenta de que la totalidad de la casa se había quedado totalmente en silencio. Miró hasta encontrar a Gretchen y a su madre mirándolo con la boca abierta mientras agarraba su cartera. ―¿Qué? Gretchen tragó visiblemente y cerró lentamente la boca. ―Yo… te ves maravilloso. Dios mío… Él echó un vistazo al completo uniforme de gala del ejército. Su pantalón estaba perfectamente desarrugado y almidonado; y su gorra lista en perfecta alineación. Su única violación al ejército era que tenía cola de caballo. Lo que era considerado grosero e irrespetuoso al uniforme. Tony, sin embargo, no veía por qué debería tener que cortarse el cabello por una asamblea escolar. Tampoco podía justifica ir allí sin llevar el uniforme al evento del Día de los Veteranos. No solo para sí mismo, sino por el respeto de tantos otros que se fueron antes que él. Su barba estaba recortada por primera vez desde hace tiempo, y aunque no era totalmente reglamentaria, no era tan evidente como su cabello. Los ojos de su madre se empañaron. ―No te había visto vestido así desde que fuiste dado de baja. Oh, Tony, te ves tan noble. Me haces sentirme muy orgullosa de ti. Verse noble no era ser noble. Él puso los ojos en blanco y besó la mejilla de su madre después de que envolvió los brazos alrededor de él en un abrazo sincero. ―Creo que deberíamos irnos. Soltando a su madre, se volvió y siguió a Gretchen a su familiar coche azul. Se metió más cuidadosamente ahora para evitar golpearse la cabeza, siendo casi demasiado alto para la maldita cosa. Sus zapatos, brillando a la perfección, casi la cegaron cuando reflejaron la brillante luz del sol. Casi tuvo que admitir que podría haber crecido una fracción de centímetros de alto, con su uniforme. Representaba toda su vida a la vez. Ahora, mientras seguía a Gretchen, en realidad se sentía más alto que cuando se vestía con sus sucias, manchadas, desgarbadas sudaderas y pantalones sueltos. Se veía diez veces más hombre también.

Menos mal que por lo general no daba una mierda. Gretchen condujo durante varios minutos hacia la escuela de Olivia antes de preguntarle: ―¿Es difícil llevar el uniforme otra vez? Él enfocó su mirada recta hacia delante, para evitar su mirada indiscreta. ―Sí, es difícil usarlo sin un brazo. No lo había usado desde mi baja. Ella respiró fuerte. ―Te ves muy bien, Tony. ―Me veo como cualquier otro veterano lastimado de los que conoces. Vamos, ni siquiera parezco más un maldito soldado. ―¿Lo extrañas? ¿Estar en activo en el deber? Él volvió la cabeza, con los ojos ciegos por la falta de definición del paisaje que pasaba afuera. Los árboles y los edificios juntos mientras su respiración era corta, con afilada agitación. ―Sí. Lo echo de menos. Fue lo único que siempre tuvo alguna importancia o que importaba un comino. ―Y ahora crees que nada más importa un comino. Es por eso que no eres cuidadoso si haces algo en absoluto. ―No lo dijo como una pregunta. Estaba concentrada en la carretera frente a ella. Era casi como si estuviera repasando un enigma en su cabeza. ―Gracias, Dra. Gretchen. Siempre me encantan sus descubrimientos conmigo. Ella sorbió, de alguna manera encontrando más difícil de ignorar sus comentarios. ―Tony Lindstrom, ¡puedes ser tan idiota! Creo que por fin entiendo lo que debes estar sintiendo. ―Pendejo es un término mejor. Idiota no tiene tanto punch como pendejo. Eso es lo que pretendías hacer, ¿no? ¿Insultarme? De verdad no eres muy buena en eso. ―No maldigo como hábito. Y es algo bueno, sabes, no ser especialmente hábil para insultar a la gente. ―Lo sé. ―Se rió entre dientes, finalmente―. No haces mucho que se podría considerar malo, y mucho menos un vicio. Tienes que ser una de las personas más bien portadas que haya conocido. ―Eso no es generalmente considerado como algo negativo tampoco. ―No por muchos, supongo.

―Oh, pero te molesta, ¿no? Créeme. Lo sabría. Ella dio vuelta en un lugar de estacionamiento y sus movimientos se hicieron secos. Él la había encajonado de nuevo. Tal vez algún día, podría dejar de actuar. Era como el niño travieso, tratando de tirar del cabello de la niña frente a él solo por llamar la atención. Tenía vergüenza de confesar que en realidad quería su atención negativa porque sabía que nunca podría interactuar con ella de ninguna otra manera. El refuerzo negativo era mejor que nada. Por supuesto, Tony habría preferido que se sintiera más inclinada a joder con él, contra querer salvar su alma. En lugar de ello, se conformó con una visión de sus senos que llenaban la blusa azul que llevaba hoy con tanta elegancia. Tenía una figura realmente agradable, y frunció el ceño cuando notó en lo que se fijaban sus ojos. Ella giró su cuerpo y salió del coche, cerrando la puerta para transmitirle su molestia por su descarada mirada. Él ni siquiera tuvo la decencia o la gracia de sonrojarse. ¿Qué le importaba si ella lo atrapaba? Pasó bastante tiempo hablando y haciendo lo que quería que hiciera. Además, era el único objeto sexual que podía siquiera remotamente excitarlo. Por supuesto, eso era algo que nadie necesitaba saber ni averiguar. Apenas podía hacer que se le parara más. Y aún más humillante, apenas se preocupaba por ello también. Eso fue lo que convenció a su prometida de finalmente dejarlo. Eso, y que no le gustaba cuidar a un manco, aburrido imbécil.

* * *

Está bien, Gretchen estaba lista para admitir que había estado completamente equivocada al respecto. Casi se sintió obligada a llamar Olivia varias veces y a cancelar la asistencia de Tony allí. Estaba segura de que sería grosero o simplemente se negaría a ir en el último minuto. No esperaba verlo caminando y viéndose más familiar, como el hombre que una vez conoció. El honorable, capaz hombre trabajador al que antes había sido tan aficionada. Inesperadamente, su aliento salió de sus pulmones casi como si un puño hubiera golpeado sus entrañas. Su uniforme del ejército casi sopló su mente. Él se veía increíble. Sexy. Guapo. El muchacho del cartel para el patea trasero malo del ejército. Su cabello le daba ventaja y definitivamente no era típico. Pero aun así, se veía increíble. Estaba echado hacia atrás, bien peinado con gel o con agua, y de alguna manera, tal vez por primera vez, no estaba retorcido a su alrededor como si hubiera

dormido de alguna forma divertida sobre él. Su gorra cubría la mayor parte de su cabeza, dando a su cola de caballo más respetabilidad. Tenía la barba recortada prolijamente. Ahora se sentía como que halagaba a su cara, en lugar de hacer que se viera como un hombre sin hogar con una resaca que carecía de higiene regular. Sus ojos castaños eran estables y muy intensos, lo que se ajustaba a la solemnidad de su uniforme adecuadamente. Su brazo bueno lucía los parches e insignias de su posición, y la otra estaba doblada prolijamente hacia arriba. El corazón de Gretchen comenzó a latir irregularmente. No podía dejar de mirarlo. Y Olivia prácticamente enloqueció. Corriendo de su clase cuando él entró en el gimnasio, se lanzó contra él, rodeando su cintura con sus brazos y enterrando la cara contra su estómago. Levantó la mirada hacia él, sonriendo tontamente. Olivia parloteó sobre cómo Tara Barton estaría, sin duda, babeando porque sus tres veteranos eran viejos y feos, mientras que el de Olivia era manco y guapo. Gretchen frunció el ceño, sintiéndose segura de que los tres veteranos de Tara Barton no tenían que ver con nada, pero Tony le dio a Olivia una enorme sonrisa de agradecimiento y se inclinó para decirle algo al oído que pronto la tuvo riendo. Él era tan diferente con Olivia. Era divertido, un hombre encantador, cariñoso. Se deslizaba fácilmente en el papel de protector, de amigo y de admirador de Olivia. Eso envió ondas de shock a través de las extrañas de Gretchen. No era bueno para Olivia venerar a Tony tanto. No era ningún secreto que nunca tuvo un padre, o incluso la figura de un padre. No había habido hombres en su breve vida. Así que, obviamente, hacía a Tony mucho más de lo que realmente debería haber sido para ella. Pero Gretchen no sabía cómo detenerlo. Tampoco podía, Tony debía detenerlo. Él simplemente sonreía y toleraba sus incesantes preguntas. Ella solo hacía un millón de ellas. Él le permitía abrazarlo tan a menudo como a ella le gustaba, y metía la pata por ahí con ella, lo que demostraba sus habilidades con un solo brazo. ¿Por qué, entonces, no podía siquiera decirle hola a Gretchen sin ser vil o con el ceño fruncido en una expresión llena de ardor e ira? ¿Cómo lo manejaría Olivia cuando Tony finalmente se enojara con ella sobre algo? Gretchen creía que sería solo era cuestión de tiempo, dada la personalidad de Tony. O de lo contrario, simplemente desaparecería de la vida de Olivia. Gretchen suspiró antes de tiempo temiendo el día en que eso pasara. Era inevitable y otra responsabilidad para ella: ayudar a Olivia a atravesarlo. Tony se sentó junto a Olivia, y Gretchen se unió a los otros espectadores en las gradas frente a los asientos para los niños. Una pequeña representación de la banda de la escuela también estaba allí. Comenzaron a tocar el himno nacional y el guardia de color hizo una ceremonia formal, presentando las banderas. Todos se levantaron para el Juramento a la Bandera. Fue todo un espectáculo. Ella abrió la boca en estado

de shock cuando el hermano de Tony y sus padres de repente sonrientes cuando se sentaron a su lado.

aparecieron,

―Yo los llamé ―explicó Leila―. Tenían que ver a Tony vestido de esa manera. Y haciendo esto… haciéndole un favor a alguien más. Ha pasado tanto tiempo desde que dio algo, y mucho menos, algo que valiera la pena. Te lo debo, Gretchen. Te lo agradezco. Estoy tan contenta de que no me escucharas ese primer día y decidieras perseguir esto por tu cuenta. Mira a nuestro hijo ahora. ―Leila tenía lágrimas desbordándose de sus ojos. Sonrió tan puramente, con orgullo por Tony. Donny se inclinó. ―Sabía qué harías maravillas. Gracias, Gretchen. Por hoy. No por el amor de Tony, sino por mi madre. No la he visto así de feliz en dos años. ―En realidad, fue más por Olivia que debido a mí. Ella es la niña a la que cuido, y Tony ha desarrollado un fuerte vínculo con ella. Donny le apretó la mano. ―Nah. Es debido a ti. Simplemente no te das cuenta de ello. Hubo más actuaciones musicales y el director dio un discurso desgarrador acerca de nuestros heroicos veteranos y del honor que es exaltar su lealtad y sus sacrificios. Entonces… Tony se puso de pie y el director mencionó que tales sacrificios podían ser tan extremos como la pérdida de partes del cuerpo. ―… Así como el sargento Tony Lindstrom, aquí. Todo el público estalló en fuertes aplausos, que parecieron resonar en el gimnasio, y la masa de cuerpos se puso de pie en un acto colectivo de alabanza. Tony caminó hacia el podio, sosteniendo una hoja de papel, que dejó ahí. Nunca sonriendo, miró hacia delante mientras el auditorio retumbaba con aplausos inusualmente altos y vítores hacia él y honrando su sacrificio. El ala de su gorra mantuvo sus ojos en su mayoría en la sombra, por lo que era difícil de leer. ¿La respuesta del público lo habría conmovido? Era una pantalla unánime de personas a quienes de hecho les importaba lo mucho que perdió y sacrificó. Pero espera… ¿qué era esto? ¿Cómo podría Tony hablar aquí? ¿Cómo había sucedido esto? ¿Cuándo se había arreglado? ¿Qué podría el grosero, maleducado y miserable Tony posiblemente tener que decirle a un amplio grupo de niños impresionables, ninguno de quienes tenían algo que ver con la forma en que había perdido un brazo? Donny miró a Gretchen con curiosidad; y Leila gritó más abiertamente cuando sacó su celular para tomar un video. Mientras tanto, Lewis solo miraba, sus ojos llenos de asombro mientras levantaba lentamente la mano y saludaba a su hijo. La

acción, tan pequeña y sutil, hizo un nudo en la garganta de Gretchen. Lo amaban tanto. Se preguntó si se él se daría cuenta de cuánto amor y orgullo su familia tenía por él. ¿Por qué no podía solo graciosamente apreciarlo? Luego empezó a hablar en una voz que era profunda y elocuente. Como siempre, Gretchen pensó que había perdido su llamado por no convertirse en comentarista de alguna emisora de radio en lugar de soldado. Él hablaba con tanta claridad y con tal profundo acento barítono, mientras se preparaba para dar su discurso, lo que fue… un shock para Gretchen. Habló con éxito de una maravillosa percepción del deber y del sacrificio. Explicó cuidadosamente la historia de la milicia; y lo que significaba normalmente para la persona común, para cada gente (o niño). Habló con sencillez y en términos que cualquier joven podía entender. Hizo que la mayoría de los profesores se secaran los ojos, hombres y mujeres. Todo el público estalló en un rugido de aplausos cuando terminó, que nadie pudo hablar por varios minutos después de que él se sentó. ―Mierda. ¿De dónde salió todo eso? ―susurró Donny en la oreja de Gretchen. ―No lo sé ―respondió ella, aturdida. La asamblea finalmente terminó y los estudiantes, el público y los invitados fueron despedidos. Olivia estaba radiante y se arrojó hacia Tony antes de retroceder en la fila para volver a clase. Tony frunció el ceño tan pronto vio quién más estaba presente. Donny felizmente le reconoció con un golpe de su puño en la espalda de Tony. ―Eso fue algo especial, hombre. Tony se encogió de hombros. ―Sólo complaciendo a Olivia. ―¿Cómo acabaste haciendo eso? ―Ella me lo pidió. Y después de que el director descubrió que tenía a un Veterano de Afganistán con un solo brazo, resultó que fui el elegido. Venía de una guerra que era un poco más reciente que la mayoría de los veteranos. Así que me pidió hablar y tratar de hacer mi discurso relevante. ―Fuiste absolutamente asombroso. Fue un hermoso discurso. Nunca habría soñado… ―comenzó Gretchen a decir. ―Sí, sí, estuve muy bien. Fue una asamblea de escuela primaria. No exactamente cambié al mundo hoy. ―Se volvió y la ignoró al aceptar el abrazo de su madre. Gretchen suspiró. Como siempre, rara vez aceptaba cualquier cosa de ella.

Sus padres entonces insistieron en llevar a Gretchen y a sus dos hijos a una cena temprana en honor del día de celebración. De mala gana, Gretchen acordó a pesar de que no era su acostumbrado momento para comer. Olivia se iría con una amiga después de la escuela, por lo que Gretchen estaba libre. Se dio cuenta de que Tony estaba cerca de la tortura también. A pesar de que podría haberse ido con sus padres o con Donny, se metió en su coche, sin decir una palabra. Ella entrecerró los ojos al ver su perfil. Si la desdeñaba tanto, ¿por qué eligió subirse en el coche con ella? Donny debió haber llamado a Vickie porque se presentó en la cena, arrastrándose felizmente junto a Donny. Se estaban convirtiendo en algo difícil de ver. Se reían y se daban miradas entre sí incesantemente y utilizaban términos banales de cariño en prácticamente todo lo que decían. Por ejemplo, a menudo gritaban, “Jinx” al unísono cuando decían inevitablemente, la misma cosa. Era como ver a un par de estudiantes de octavo grado. La familia de Tony, sin embargo, era de lo más casual que había observado nunca. Hablaron abierta y libremente. Incluso Tony era un poco menos Grim Segador de lo habitual. Cuando Donny se puso de pie inesperadamente, Vickie le miró fijamente, radiante, mientras levantaba un vaso de agua teatralmente. ―Siento que esto es todo. El momento en que deberíamos hacer esto. Íbamos a esperar y hacer un anuncio más formal… pero ya que estamos todos aquí ahora, y ha sido un gran día en general, quiero añadir un poco de hielo al pastel para terminarlo. Le pedí a Vickie si quería casarse conmigo y dijo que sí. Leila se quedó sin aliento cuando saltó, ya llorando y abrazando a Donny, antes de agarrar a Vickie e incluirla en su abrazo. Leila le levantó la mano suavemente para que vieran el anillo de diamantes que tenía, seguro como la mierda, con orgullo envuelto alrededor de su dedo anular. Gretchen tomó un largo trago de agua. Maldita sea. No era lo que quería oír. ¿No era Donny más inteligente que eso? ¿Por qué haría tal declaración a solo tres meses de su relación? Mierda, no. No podía ver a Vickie hacer esto, una vez más. Y, ¿cómo podría creer Donny que ser el novio número cuatro no era un poco trastornado, o probablemente a punto de incendiarse en muy poco tiempo? ¿Por qué exactamente, pensaba que sería diferente de los otros tres? Se encogió, temiendo lo que sus padres tendrían que pasar. Una vez más. Así como ella. ―Y Gretchen, simplemente tienes que ser mi dama de honor. Ella cerró los ojos y los abrió lentamente. Por supuesto. Sería la segunda vez para ella. Hasta ahora, Tracy y ella habían negociado por cualquier otra boda en

cuanto a quién desempeñaría el papel de dama de honor. Por suerte para ella, esta vez, era su turno. ―Y, Tony, ¿quieres ser mi padrino? ―Sí, por supuesto. Estaría honrado. Levantando sus ojos a Tony, Gretchen hizo un movimiento falso de estrangulamiento. Él miró a su alrededor, asegurándose, sin duda, de que nadie en su familia pudiera verlos. Retrocedió y luego fingió ahorcarse. Ella se rió en alto, pero apresuradamente puso una mano sobre su boca. ¿Desde cuándo se reía como Vickie? No lo hacía. Y ciertamente no con Tony Lindstrom. Él sonrió en respuesta ya que continuaron compartiendo una mirada. Su sonrisa se desvaneció lentamente en confusión por el repentino calor intenso que podía sentir chispas entre ellos. Fue sacada de eso por Vickie, ahora moviendo los dedos en la cara de Gretchen para darle una mejor vista del anillo. Del anillo número cuatro, en caso de que alguien hubiera perdido la cuenta. Gretchen seguro que no lo había hecho. Gretchen decidió que los Lindstrom debían haber estado desesperados por alguna buena noticia después de vivir con Tony por dos años, por lo que incluso Vickie se las había proporcionado. Aun así, que el Señor la ayudara, sería otro vestido de dama de honor… ―… en la víspera de Navidad. Gretchen regresó a la zona de nuevo en la parte final de la charla de Vickie. ―¿En la víspera de Navidad, qué? Vickie tenía las mejillas sonrosadas de emoción. Nada emocionaba más a Vickie que la planificación de otra boda. ―Nuestra fecha de boda, tonta. ―¡¿Qué?! No puedes contraer matrimonio en la víspera de Navidad. ―¿Por qué no? ―Bueno, en primer lugar, no es justo hacer que todos los demás cambien sus planes de ese día de fiesta en torno a tu boda. Y en segundo lugar, eso está a solo seis semanas de distancia. No puedes casarte tan pronto. ―Podemos. Cuando las cosas son correctas, son correctas. ¿No, Donny? Él asintió con ojos de amor de cachorro hacia su prometida. ―Sí, cariño. ―Se encogió de hombros y miró a su alrededor―. Ella siempre quiso casarse en la víspera de Navidad con velas.

Gretchen se mordió la lengua para no señalar que ya había tenido tres bodas, y tal vez no tenían que recrear cada fantasía infantil que hubieras podido soñar entonces. ―Sí, y es mi día de boda; la gente debe estar feliz de venir. ―Pero las niñas de Tracy no querrán pasar la Nochebuena en tu boda. ―Oh, también lo harán. No es todo acerca de ellas. O de Vickie. No debe ser todo sobre Vickie. Pero Gretchen no lo dijo. ―Pero… ―Pero lo que sea que quieran. ―Tony la cortó. Ella levantó la vista bruscamente, frunciéndole el ceño con desdén. ¿Cómo se atrevía a interrumpirla? ¿O decirle eso? Estar de acuerdo en sacrificar su celebración de Navidad para ir a otra boda sin sentido de su malcriada hermana. Culminando en un aún menos inútil matrimonio. Estaba casi pulverizándose de frustración acumulada. ¿Tony estaba tomando el lado de Vickie? ¿Cómo se atrevía? Gretchen se volvió a mitad de camino en su asiento de modo que no pudo oír ni tener más contacto visual con él. No hablaría con él por el resto de la frustrada comida. Ahora, por supuesto, la cena no se trataría del avance de Tony, o de sus exquisitas palabras, sino sobre la estúpida cuarta boda de Vickie. Todo el mundo tuvo que abrazar y besar a Vickie varias veces solo para estar lejos de ella, ya que estaba tan feliz. Gretchen se quedó a un lado; había terminado completamente con su hermana. Se volvió para salir, completamente harta de loa estúpida situación, y solo se detuvo cuando oyó la voz de Tony llamar tras ella. Se sorprendió mientras él caminaba hacia ella. El aliento se le quedó atascado en el pecho al ver la elegante, imponente, figura respetuosa cruzar el estacionamiento de un restaurante. ¿Por qué venía tras ella? ―¿Me olvidaste? ―Supuse que te irías a casa con tus padres. Él no contestó, pero fue alrededor de ella y esperó por su todavía cerrada puerta de pasajero. Huh. Al parecer, tenía la intención de venir con ella, aunque no podía ver por qué. No parecía gustarle ella particularmente. Los paseos eran por lo general en silencio, largos y tensos. Ella abrió la puerta, sintiéndose cansada del drama y de ser tratada como un felpudo, o como la guardiana fiel de Vickie. Casi arrancó con velocidad del lugar de estacionamiento, estaba tan enojada.

No tenía nada que decirle a Tony y estaba harta de su silencio, lo que se había convertido casi en una reverencia por sus agrios, estados de ánimo. Resentía ser la tarea semanal de Tony. Había terminado con gente como Tony y Vickie siempre siendo groseros o descuidados hacia ella. Detuvo su coche con un estridente chillido de neumáticos en su camino de entrada, antes de mover la palanca de cambios impaciente esperando a que él saliera. ―¿Enojada por algo? ―Malditamente correcto. ―Apretó sus dientes para no añadir más. ―¿Por qué? ―¡Por eso! En el restaurante. Fue muy estúpido. ¿Cómo pudo Donny ser tan ingenuo? ¿O tus padres? ¿O tú incluso? Oh, lo que quieras, Vickie. Mierda, podría echarte directo a la acera. Él giró su cuerpo y se quedó mirándola. ―¿Acabas de imitarme? ―Me abandonaste totalmente con eso. Quiero decir, ¿en la víspera de Navidad? ¿Por qué arruina mis vacaciones? Me encanta Navidad. Vamos a casa de mis padres y disfrutamos de una cena tradicional. Los niños de Tracy llegan para ver a Santa mientras corremos alrededor, tomando todos los regalos que son nuestros. Vemos que los niños abren los suyos, y después, nos damos uno el uno al otro. Espero todo el año por eso. Y ahora tengo que esperar la cuarta boda, ¿me oyes?, la cuarta boda de Vickie. Entonces, cómo te atreves hablar sobre mí, mientras traté de señalar, y muy racional, debo añadir, exactamente por qué ella no debería haber hecho eso. Alguien tiene que enseñarle, en algún momento, que no solo puede hacer lo que quiera, cuando quiera. ―Gretchen se sintió humillada cuando las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Sorbió, y empujó sus ojos para tratar de detener el flujo. Era tan frustrante. Estaba tan cansada de Vickie. Durante toda su vida, Vickie consiguió lo quería, y Gretchen se suponía que estaba bien con eso, sin importar qué. No importaba cómo se viera afectada o su influencia. No importaba lo injusto que fuera. No importaba cómo privaba a Gretchen de sus propios deseos y necesidades. La boca de Tony se abrió, por lo que Gretchen se volvió y se apoderó del volante. ―Eh. No era mi intención hacerte llorar. Yo… Ella empujó sus ojos. ―¡No estoy llorando por tu culpa!

Él cerró los labios y ella se burló. Él estaba tan despistado. ¿Podía decirle y hacerle cualquier tipo de cosas crueles, pero si ella se atrevía a reaccionar, solo una vez, a una de sus barbaridades, se quedaba sin palabras? De repente se puso rígida, antes de tirar de la palanca de cambios y volver a la calzada, aunque con un chirrido de neumáticos y sacudida de su coche, mientras cambiaba de velocidad. ―¿A dónde vas? Es decir, ¿no quieres estar sola o algo así? ―Parecía incómodo en el asiento, mostrando el evidente malestar sobre su comportamiento extrañamente errático con sus siempre lágrimas fluyendo. No podía evitarlo. Había tenido suficiente. Toda su vida siempre había hecho exactamente lo correcto. Cada maldita pequeña cosa la hacía de acuerdo a lo que la sociedad, sus padres, sus hermanas, e incluso lo que Will quería o se esperaba de ella. Will pensaba que era su trabajo, incluso ahora hacer algo sobre Tony. Él estuvo durante unos días, y llamaba de vez en cuando… pero no tenía que enfrentar la rudeza de Tony y su indiferencia todos los días. Ella no estaba arreglando a Tony. No, sino que se esperaba que hiciera eso por él, todo el rato, sonriendo y recibiendo la personalidad helada de Tony. Y ahora Vickie. Una vez más. Su vida entera había estado también al servicio de los caprichos y demandas de Vickie. Sus padres nunca podían decirle que no a su joven, hermosa, mimada hija. Nunca. Ni una sola vez. Esperaban que Gretchen entendiera porque era más grande y ya tenía su mierda junta. Siempre. Prácticamente había nacido con su mierda junta. Era una de esas personas que nunca jodían, nunca dudaban de quién o qué era, y siempre sabía lo que quería de la vida. Si todos los demás solo pudieran arreglárselas para conseguir su mierda junta, ella felizmente podría existir y mantener la suya junta. Pero nadie más lo hacía. Y eso no era todo: pensaban que era su derecho arruinarla todo el tiempo. Personas como Vickie que nunca ni una vez se sentían avergonzadas de que, cielos, ¿su cuarta boda? Tal vez no debería haber interferido en la vida de otros, ya que era la cuarta. ¿Y qué decir de Tony Lindstrom? El creía que debido a sus propias trágicas circunstancias, ya no tenía que participar en la vida, o mostrar cortesía común, como decirles hola a los demás. O gracias. O simplemente ser cortés. Estaba enferma y cansada de ser la única persona que actuara exactamente cómo se suponía. Como las normas de la decencia insistían en que la gente debía actuar. No era ciencia de cohetes, sino simplemente, modificación del comportamiento. Sabiamente, Tony no dijo nada más. Su mano derecha agarró el mango de la puerta y le echaba un vistazo periódicamente, preguntándose si tal vez había perdido el contacto con la realidad temporal en algún momento entre conducir del restaurante a su casa.

Ella estacionó el coche delante de su apartamento. Levantó la vista, después, vio todo alrededor. Salió del coche, cerrando de golpe la puerta y pisando fuerte a través de la entrada del vestíbulo hacia el ascensor. Él se quedó detrás de ella, pero ella podía sentir su vacilación, como si no estuviera seguro de si debería seguirla. El ascensor sonó y se abrió y ella pisoteó hacia adentro. Él se apoyó en el lado opuesto. Ella miró fijamente las puertas cerradas mientras subían hasta el quinto piso. Finalmente, sonó y ella marchó directamente a su puerta principal. Después de abrir la puerta con destreza, entraron. Tony cerró suavemente la puerta principal y se volvió, apenas permaneciendo dentro, viendo su condominio. La puerta tenía su propia pequeña entrada, y el resto del condominio, todo el camino a las ventanas panorámicas, era visible. ―¿Esta es tu casa, entiendo? Le irritó de repente que él ni una sola vez, no en los tres meses transcurridos desde que se volvieron a conectar, le hubiera preguntado acerca de su vida. O de lo que era ahora. O dónde vivía, o el tipo de cosas que elegía hacer como recreación. Ni siquiera le importaba. Era todo acerca de él y lo que sufría y ella no podía más. ¿Por qué no tenía ningún interés en ella? ―Lo es. No es que alguna vez me hayas preguntado dónde vivía o me relajaba, o aun si todavía respiraba. ―Su tono era innegablemente fuerte y sarcástico. ―Eeesstá bien ―dijo alargando palabra. Al entrar en el salón, se quedó mirando por los ventanales―. Bonita vista. ―Sí. Lo es. Es un buen apartamento. Lo compré con mi propio dinero, el mismo año en que me divorcié de Will. Lo hice con el dinero que gané por mi cuenta, y de mi parte de la práctica. No recibí ayuda de nadie. No de Will. Ni de mis padres. Ni de algún otro tipo. Él levantó una ceja, lo que la hizo enojar. Su desprecio por ella fue tan claro entonces. ―¿Y esto tiene que ver con tu hermana y Donny? ¿Cómo? Ella se volteó sobre sus talones y se marchó lejos, cerrando la puerta del dormitorio. Después de arrojar todo tipo de basura alrededor de su armario, encontró lo que buscaba. Por fin fue de regreso con Tony, sosteniendo los tres vestidos, los que eran deplorables en su mayoría, en su mano. Lanzándolos en el sofá, sostuvo uno sobre ella. ―Este es el vestido de dama de honor número uno, cuando Vickie se casó con un muchacho muy agradable con quien fue a la secundaria. Alguien como tú solías

ser. Ella la jodió, lo engañó, y él le pagó su pensión alimenticia. ¿Notas algo acerca de estos vestidos? Su enfoque se lanzó desde la exploración de su cuerpo a estudiar los otros dos vestidos. Finalmente se encogió de hombros. ―Lo siento, pero las modas de la mayoría de las mujeres son una pérdida para mí. Ella casi gritó con frustración. ―¡Son feos! Cualquier idiota podría ver eso. ¿Café, con esa extraña sombra de vómito-verde, de un verde azulado enloquecedor? Quiero decir, ninguna mujer adulta usaría malditos lazos en la cintura, o como este aquí que se doblan a la derecha por encima de mi trasero y lo hace verse el doble de grande. Y ella lo hace a propósito. Vickie escoge los vestidos más feos en los colores más pútridos que puede encontrar para poder verse aún más hermosa. Porque Dios sabe que es la más hermosa, niña encantadora. Quiero decir, ¿quién podría resistirse a ella? Y yo pagué por todos éstos. Todos y cada uno de ellos, fueron mi propia compra especial. Vickie quién nunca tiene más de veinte dólares juntos, elige el más feo, menos halagüeño vestido para que compre, por lo general de más de quinientos dólares. ¿Y adivina qué? Ahora tengo la oportunidad de hacerlo de nuevo. La boca de Tony tembló y ella lo vio. Estaba divertido por su indignación. Ella tiró el ofensivo vestido marrón al suelo y estaba lista para casi pisarlo. ―No te rías de mí. ―No me estoy… riendo a carcajadas, eso es. ―Su sonrisa, lenta y ancha, reveló sus dientes blancos mientras se quitaba su gorro y lo dejaba suavemente sobre la mesa de café cerca de sus rodillas. Cuando se enderezó, estaba sonriéndole descaradamente. Por lo general, apenas llegaba incluso a una mueca, ¿pero ahora le sonreía? No con ella. Se sentía segura de que estaba riéndose en su interior. Hizo un puño de sus manos, sintiéndose enferma a muerte de nuevo de él y su trágica, mala actitud de solo-tengo-un brazo que le permitía ser tan apestoso con ella. Estaba cansada de la gente que deliberadamente hacía todo mal, y que la tomaban contras los que trataban de hacer todo bien. Estaba cansada de quedarse con el extremo corto del palillo todo el tiempo. Los vestidos eran una metáfora de su cansada relación con Vickie y Tony en ese momento. Y estaba harta de los dos, así como de usar feos vestidos que tenía que comprar. La ponía aún más enojada que su estúpida sonrisa le hiciera un nudo en el estómago y provocara que su corazón dejara de latir en su pecho. ¡Maldita sea! No se sentía atraída por Tony Lindstrom. Nunca lo había estado. Nunca. Ni una sola

vez. Años atrás, accidentalmente lo había encontrado desnudo cuando tenían apenas dieciocho años, pero no sintió nada. Nada. Zilch. Excepto vergüenza total de ver su desnudo trasero. Ni siquiera había mostrado la más mínima curiosidad en cuanto a lo que su parte delantera ofrecía. Nunca le importó si tenía pene o no porque no era más que su querido amigo. El amigo de Will. Eso es todo. Ni siquiera lo consideraba un hombre. Ni siquiera una vez. Entonces, ¿por qué ahora, su estúpido corazón reaccionaba de tal manera a él especialmente cuando era tan malo, crudo, grosero y horrible? Bueno, no había suficientes adjetivos despectivos para describir a Tony hoy, ¿y ahora era cuando decidía que podría sentirse atraída por él? Eso hizo que el enojo ya creciente alcanzara su punto de ebullición incluso más caliente. ¡No! Simplemente había terminado con la gente terrible. O con la gente descuidada. Había terminado con ser dada por sentado y pasada de largo, ignorada, gritada, o sin evocar ninguna maldita reacción. De que su invariable respuesta fuera una de comprensión, de compasión y de cuidado. Bueno, no más. Si la gente no podía comportarse correctamente con ella más, entonces ella ya no lo haría. Obviamente, no podría vencer a ninguno de ellos. Así que, ¿por qué no unirse a ellos? ―Ojalá nunca me hubiera encontrado contigo de nuevo. Si no lo hubiera hecho, Donny no se estaría casando con mi hermana, y yo no estaría haciendo ésta cansada rutina de nuevo. Y para consolidar todo, tengo la oportunidad de pasar el rato con tu miserable negativa personalidad por los próximos… lo que sea el tiempo que dure. No más. No más paseos. No más cenas. No más. Encuentra tu propia forma de ir con el doctor. O no. Renuncio. Como hacen todos los demás. ¿Por qué me debe importar lo que hagas? ¿Por qué he estado incluso tratando de cuidarte? No te importa. A Vickie no le importa a quién lastima, así que, ¿por qué diablos habría de hacerlo yo? Se dio la vuelta y apoyó las manos en el mostrador. Respirando profundo y duro, comenzó a contar hacia atrás, tratando de calmar su ira. ¿De dónde había salido todo eso? Nunca hacía o decía cosas como esas. O actuaba de manera impulsiva y precipitadamente. Ni siquiera hizo eso cuando perdió a su bebé. O a Will, incluso después de que Jessie y Will encontraron la vida que no pudo tener con ella. Nunca actuó de esa manera antes. Entonces, ¿por qué ahora? ¿Durante el anuncio de la boda de su hermana? ―Eso es lo que te separa de mí y de Vickie. Que sí te importa. Su tono de voz era del mismo calmado, sedoso, barítono profundo, que había usado en su discurso de hoy. El discurso que consiguió que sus entrañas se levantaran con orgullo, esperanza, y bien… vaya, alegría de que Tony estuviera en

el escenario. No tenía idea de que él aún tenía eso. Que tenía a todo un adulto, maduro, hombre realizado y soldado retirado, de pie en el podio, expresando sus opiniones sobre la vida real. No era nada como su habitual, desgarbado, meimporta-un-maldito-comino comportamiento. Sus hombros se hundieron cuando la verdad de lo mucho que le importaba lo que le sucediera a Tony se estrelló inesperadamente sobre ella y se sintió impotente, como él a menudo la hacía sentir, por lo que lo rechazó. ―Bueno, ya no. Estoy cansada de que me importe. Estoy cansada de seguir caminado por todas partes. Estoy cansada de toda la cosa. Lo sintió arrastrar los pies alrededor detrás de ella. No tenía ni idea de cómo responder. Sonrió de alegría dura hacia sí misma. Le había servido bien cada incómodo momento que pasó, siendo vacilante e insegura en sus conversaciones con él. ―Gretchen tú… El golpe en la puerta principal lo interrumpió. Ella se puso rígida y lo miró con el ceño fruncido. Solo él podía tener suerte y no tener que responder debido a algún evento aleatorio. Ella no esperaba a nadie. Abrió la puerta y casi la cerró de nuevo con fuerza, apretando la mandíbula mientras exigió: ―¿Qué estás haciendo aquí? Donny miró más allá de ella e hizo una doble toma cuando vio a su hermano de pie allí. Se aclaró la garganta. ―¿Puedo entrar y hablar contigo? ―¿Acerca de Vickie? ―Bueno, sí. ―Olvídalo. No tengo ganas de hablar de ella más. ―Se volvió sobre sus talones y comenzó a dirigirse hacia su habitación, con la intención de bloquearlos a los dos, pero él la agarró del brazo. ―Espera. Por favor, Gretchen. Déjame hablar contigo. Ella le echó una mirada a Tony cuya expresión parecía tan segura de ella como su hermano. Apretando los dientes, fue a la cocina y se sirvió una copa de vino. Deliberadamente no les ofreció una a ninguno de ellos. ―Bueno, ¿qué? La boca de Donny se abrió también, y negó ante su ruda pregunta.

―Ah, bien, supongo que vine a ver por qué no fuiste muy receptiva con mi noticia y la de Vickie. Realmente te molestó. Así que decidí averiguar por qué fuiste tan grosera con ella. Gretchen sentía que se lanzaría a través del mostrador que la separaba de Donny y le sacaría los ojos. O aullaría en alto con frustración. Eso era exactamente de lo que había estado hablando. La reacción de Gretchen a su noticia hizo a Vickie llorar. Pobre Vickie. ¿Cómo podía ser Gretchen tan mala? y ahora, aquí de pie Donny, preguntando cómo Gretchen podría perjudicar a la dulce, pequeña Vickie. Por lo general, esa pregunta venía de su madre, de su padre o de Tracy en las raras ocasiones en las que le dio a entender Vickie cómo se sentía realmente por su flagrante comportamiento. Tony le dio un codazo a su hermano. ―Eh, no es el momento, hombre. Donny sacudió su cabeza. ―Bueno, eso no justifica ser mala con tu hermana cuando ella solo quería anunciar su compromiso. ―Sí. ¡Por cuarta vez! ―La exclamación de Gretchen fue innecesariamente fuerte mientras puso de golpe el vaso sobre el mostrador. Por suerte, no se rompió―. Está comprometida por cuarta vez en ocho años. Eso es un promedio de cada dos años. No eres especial, Donny. Eres simplemente normal y del promedio. Y los dos eligieron darse cuenta de ello el día que debería haber sido todo acerca de tu hermano. Era su día. Él logró algo grande. Estuvo extraordinario y tuvo éxito en algo en especial. Y tú y Vickie tuvieron el descaro de hacer girar toda la celebración de la cena y hacer que todo fuera acerca de ustedes. Las cejas de Tony se dispararon mientras Donny daba un paso atrás. ―¿Es por eso que estás tan enojada? No me importa si lo anunciaron hoy. Todo lo que hice fue hablar en una tonta asamblea. Ella negó. ―Fue la primera vez, desde que te vi, que hiciste algo completamente fuera de lo común. Algo especial por una razón no egoísta. Eso no fue solo cualquier cosa lo que hiciste hoy; estuviste genial. Y muy especial, y es totalmente merecido el gran acontecimiento que se estaba haciendo sobre eso. No debería haberse convertido en una oportunidad para anunciar el último fiasco de Vickie. Donny se mordió el labio y miró entre Gretchen y Tony, confundido. Gretchen se llevó una mano al pecho, y encontró que su corazón latía tan ferozmente por un

subidón inusual de adrenalina que realmente temía que fuera a tener un ataque al corazón. ―Mira… tal vez nos equivocamos al hacer esto hoy. Ahora me doy cuenta. No lo hice en ese momento, sin embargo; pero ¿por qué estás tan enojada? Vickie no se propuso arruinar nada para Tony. ―Vickie nunca se propone arruinar las cosas, solo invariablemente lo hace. ―Eso es muy injusto. ―¿Injusto? Todavía no sabes el significado de injusto. Pero lo harás. Confía en mí, aprenderás y completamente entenderás la definición de esa palabra. Felicitaciones, Donny. Está claro que sabes cómo escogerlas. El ceño de Donny era profundo mientras parpadeaba, en evidente estado de shock. ―Esa es una horrible manera de hablar acerca de tu propia hermana. No voy a repetirle nada de esto a ella. Pero hay más. No podrás hablar de ella de nuevo. ―¿Alguna vez has escuchado una vez cómo habla de mí? ¿Alguna vez te dijo la cantidad de dinero que le di? Doce mil dólares, Donny. Eso fue con el fin de pagar una parte de sus facturas y evitar que perdiera su vivienda. ¿Alguna vez te dijo cuántas veces se fue a vivir conmigo? Cinco. Cinco veces. ¿Alguna vez…? Él puso sus manos en alto, haciendo un gesto para que se detuviera. ―Está bien, entiendo a dónde vas aquí. Ella cometió un montón de errores en su pasado. Pero esto es diferente. Esto es… ―Lo mismo. Siempre es lo mismo. ―La amo, Gretchen. ―Ni siquiera la conoces. ―Sé lo suficiente. Sé que te necesita. Gretchen cerró los ojos mientras su ira poco a poco parecía disiparse a través de su tambaleante sistema óseo, mientras se desinflaba en su estatura. ―Ya lo sé, Donny. Sé lo mucho que me necesita. Lejos, muy lejos mejor de lo que nunca vas a entender. Así que por favor, no te quedes ahí y prediques conmigo acerca de Vickie. Donny miró a Tony, quien movió los pies, incómodo. Él suspiró profundamente y finalmente se sentó en su sofá, con los hombros caídos mientras miraba sus pies.

―Está embarazada. Es por eso que nos vamos a casar tan pronto. Y es por eso cuando digo que te necesita, quiero decir, como que realmente, realmente te necesita. Gretchen bordeó el mostrador y se movió más allá de Tony. Sintió sus ojos seguirla, mientras caminaba a las ventanas y contemplaba la vista. Más tranquila, sacudió la cabeza y su estómago se tensó. Malas palabras colgaban en la punta de su lengua y le dolía decirlas y asustarlo, ¿cómo pudo él dejar que esto sucediera? ¿Cómo no fue más inteligente que dejar a Vickie embarazada? ―No. ¿Sabes qué? Ella te necesita a ti. Tú hiciste esto. No fuiste cuidadoso, por lo que los dos deben resolverlo. Yo estoy cansada. Y terminé. No soy su poste de flagelación, ni su madre, ni su cónyuge. Solo soy su hermana mayor. Y ya terminé con tratar de hacerla crecer y actuar de su edad. Así que no, Donny, no vengas para entrar en una relación que me ha dejado seca durante veinte años, y me des lecciones sobre cómo le fallé. O lo mucho que me necesita. Todo lo que necesito es que no me necesite. Tiene que crecer. No puedo seguir con esto. El shock de Donny fue evidente en sus ojos redondos y mandíbula apretada. Estaba segura de que probablemente pensó que una vez que filtrara sus grandiosas noticias le cambiarían la vida, se suavizaría y volvería a su yo habitual. Simplemente no podía. No por Vickie. No por Will. No por Lindsey. No por Tracy. No por sus padres. Ellos, sin duda pronto estarían llamándola para tener la misma conversación que Donny acababa de intercambiar con ella. Y no por Tony. Simplemente no tenía más que ofrecerle a nadie. No en este momento. Lo único que quedaba en ella era para compartirlo con Olivia. Tal vez esa era la principal razón de que ya no sintiera la necesidad de entregarse a cualquier persona más. Podía sentir la mirada de Tony reduciéndose a cero en ella mientras su cabeza se movía para seguir la conversación. Tony de pronto se inclinó y agarró su gorro antes de tocar el hombro de su hermano. ―Ella necesita un descanso. Donny asintió lentamente. ―Ya veo. Supongo que me iré. Quiero decir, vámonos. ¿Por qué estabas aquí, Tony? ―Ella tenía algunos vestidos que quería mostrarme. ―La miró después de volverse hacia la puerta principal con una media sonrisa en su rostro―. Algunos vestidos que-hacen-ver-feo-su-trasero que debió haber tirado a la maldita basura. Pero esa es solo mi opinión, por supuesto. Liberando lentamente el agarre de su bebida, Gretchen sacudió la cabeza mientras una suave risa se escapaba de sus labios. Apreció, por una vez, el humor

de Tony. A pesar del lenguaje soez. Su extraña muestra de apoyo y comprensión, si bien carecía de la claridad de juicio, la sorprendió realmente. ―¿Qué? ―preguntó Donny. Su mente estaba completamente quemada por el testimonio de su inusual, no, inaudita rabieta infantil así como por la reacción de Tony. ―Vamos. ― Tony miró hacia atrás una vez más, y sus ojos buscaron los de ella―. Te veré el jueves. ―Te lo dije, terminé. Me refería a eso. No fue sólo una declaración en el calor del momento. Él levantó las manos como si estuviera rindiéndose. ―No te preocupes, lo entiendo. Tomaré el autobús. Solo pensé que te vería porque generalmente estás allí para recoger a Olivia. Poco a poco ella expulsó una bocanada de aire que pareció llevarse el resto de sus emociones. Su corazón se ralentizó, y la mirada de indignación que debió haber sido evidente en su rostro disminuyó. ―Bueno, sí, eso está bien. Entonces, tienes razón, podría verte. Los siguió a los dos a la puerta principal y la estrelló con un deleite inesperado. Por primera vez, estaba estableciendo límites a su alrededor. A nadie le gustaba. Nadie lo entendía. Bueno, tal vez a Tony. Pero nadie más tenía que hacerlo o podía. Finalmente lo había hecho. Había pasado mucho tiempo. Y desde hace mucho tiempo había averiguado lo que quería, en lugar de solo ayudar a otros a alcanzar lo que querían.

Tony extrañaba a Gretchen y odiaba la sensación. Después de acostumbrarse a verla los jueves para romper su semana, ya que no había mucho más que rompiera la rutina, nada ni la mitad de interesante como Gretchen Hendricks pasaba durante el resto de la semana. Pero ella, fiel a su palabra, nunca lo llevó a la terapia de nuevo. Él acudió a su madre, quién con mucho gusto lo llevó a sus citas de terapia. Leila se volvió casi vertiginosa sobre su implicación en que algo de eso era positivo y pudiera hacer palanca para sacarlo del sótano. Él le pidió a su madre que lo dejara un poco temprano para poder estar allí cuando Gretchen entrara en el vestíbulo con Olivia. Quería ver a Olivia. Ella era una patada en el trasero, que ahora lo veneraba aún más después de su desempeño en la asamblea de la escuela. Ella se convirtió en una pequeña reina unos días después. Verla mejoraba sus semanas, y por lo tanto, su vida, porque los jueves eran realmente lo único que esperaba con interés o que le importaba. Gretchen asintió obedientemente con un educado hola en su dirección, y eso fue todo. Más de una vez, tuvo la intención de ir a su oficina y pedirle disculpas, o decirle algo, o hacer algo. De alguna manera, esperaba encontrar una manera de expiar la explotación de sus gestos amables. Pero, invariablemente, con la garganta cerrada su mente se quedaba en blanco. En cierto modo, estaba un poco contento de que hubiera perdido la calma. Finalmente sucumbió a un impresionante despliegue de emoción que estaba seguro Gretchen nunca se había permitido disfrutar antes, incluso por Will. Se alegraba de que hubiera llegado a ese punto, finalmente. Ahora sabía lo que era perder el control, y lo difícil que era ser buena y tranquila y maravillosa por siempre. La dejó sola, ya que aún no había nada que pudiera decirle. Incluso aunque su presencia enviaba a su pulso a deslizarse a un latido extraño, y se le revolvía el estómago de forma extraña, solo podía mirarla fijamente durante un largo rato. Sin importar lo que ella estuviera haciendo, o lo que pudiera ver de ella, la miraba, y memorizaba cada detalle. Había estado haciendo eso desde la escuela media. La miraba, y miraba, luego la veía cada vez que captaba incluso una visión fugaz de ella. Ahora, como siempre.

Cuando eran jóvenes, estaba fascinado por ella, incluso si solo almorzaba con él, o cruzaba el campus con una amiga, o se sentaba en una clase. Siempre se fijaba en ella. Al parecer, a pesar de perder su brazo y soportar la indignación que siguió y el resentimiento, la antigua tradición de mirar obsesivamente a Gretchen no se vio obstaculizada en lo más mínimo. Mientras tanto, ella casualmente pasaba junto a él sin otro pensamiento. La semana después de la asamblea, Tony se sorprendió cuando empezó a recibir correos electrónicos y textos de personas de quienes no había escuchado en años… algunos, incluso en décadas. Al final resultó que, alguien filmó su discurso en la reunión y luego la publicó en YouTube. Estaba más que sorprendido cuando hizo clic en él y vio que tenía más de mil reproducciones en solo un día. Al parecer, estaba siendo llamado héroe, no solo por lo que decía, sino también por haber dejado el servicio sin un brazo. Sus padres se preocuparon de que estuviera molesto por la publicación, pero solo consiguió sacudirlo. En muy poco tiempo, comenzó a tener más espectadores, y a la semana siguiente, se le ofreció ir a un noticiero local antes de que las noticias estatales comenzaran. Finalmente, para Acción de Gracias, las noticias nacionales hablaron de eso, junto con su creciente multitud de seguidores. Era realmente muy extraño, como un reguero de pólvora esparciéndose fuera de control ya que todo había comenzado con un simple discurso que realizó en una primaria. Se le pidió ir a otras tres escuelas locales y hablar en sus asambleas. Se quedó perplejo con las invitaciones. ¿No había pasado el Día de los Veteranos? Nadie en Estados Unidos realmente se preocupaba más allá de sus veteranos que un día en noviembre, ¿no? Aceptó las tres. ¿Por qué no? Realmente no tenía nada mejor que hacer. Solo modificó un poco el discurso, lo cual no era muy difícil. Se ponía el uniforme y recitaba rápidamente unas palabras. No era como si estuviera haciendo nada valiente. Por unos cinco minutos, tal vez algunos niños podrían pensar en lo que era perder un brazo; o imaginar que en algún lugar allí, los jóvenes americanos luchaban en un combate real por una guerra que realmente tenía poco que ver con ellos, y que era mantenida abstracta y bonita. En varias ocasiones, fue cuestionado por los estudiantes más jóvenes, quienes ni siquiera sabían que Estados Unidos estaba en guerra. Pero a Tony no le importaba ninguna de las preguntas de los niños. Eran, después de todo, curiosos. No era como que si pudieran comprender las cosas tales como las guerras y las bombas, y las heridas que se infligían. Se limitaban a verbalizar lo que la mayor parte de los adultos hacía: se encogían y evitaban; aunque también querían saber. Y su interés era tan genuino. Tony prefería su genuino interés que sus tópicos falsos. No le importaba explicar cosas a Olivia, o responder sus

muchas preguntas acerca de cómo funcionaba con un solo brazo para lograr las tareas diarias más simples. Pronto, después de que Tony habló en las primeras tres asambleas escolares locales, otros lo invitaron a hablar: preparatorias, secundarias y primarias. Algunas estaban a través del estado, mientras otras estaban en Oregón e incluso en Washington. El papá de Tony se ofreció a dejar de trabajar y a llevarlo a las que estaban lejos. Tony aceptó ir a todas. ¿Por qué no? No obstaculizaba mucho su estilo de vida, ya que realmente no tenía uno. A principios de diciembre, echó un vistazo y vio a Gretchen en las gradas de una de las presentaciones de preparatoria que estaba haciendo. Ella se fue antes de que se despidiera de los estudiantes y se preguntó si habría imaginado verla allí. El Día de Acción de gracias vino y se fue, y Tony todavía tenía poco o ningún contacto con Gretchen. Ella cortésmente lo reconocía los jueves, y eso era todo. En el Día de Acción de Gracias, Tony trató de no poner los ojos en blanco cada vez que veía a Donny y Vickie juntos. Mientras tanto, su madre revoloteaba alrededor ansiosamente, casi mareada con los próximos planes de boda. Aún no sabía sobre el bebé, que deliberadamente había sido puesto en un segundo plano para no eclipsar la boda de Vickie. Tony tuvo que morderse la lengua para resistir decir algo sarcástico cuando Donny le dijo eso con cara seria. Tuvo que estar de acuerdo con Gretchen: cuatro bodas en ocho años eran muchas para que fuera “especial” para Vickie. Pero ninguna podría compensar por mucho que ahora extrañara a la mujer a la que mantuvo con bastante éxito sin saber lo mucho que le gustaba.

* * * ―Sabes cómo hacer páginas web, ¿no? Donny alzó la vista cuando Tony entró en su pequeña oficina, interrumpiéndolo mientras tecleaba furiosamente en el equipo. Tenía un auricular y estaba relajado al voltearse y reconocer a Tony. Tony raramente hablaba con Donny sobre su trabajo. Situada en Calliston, era una pequeña oficina donde él y otras tres personas elaboraban sistemas para computadoras todo el día. ―¿Cómo llegaste aquí? ―Tomé el autobús. Entonces, ¿sitios web? Donny frunció el ceño mientras Tony se acercaba y se sentaba. ―Sí, Tony, es lo que hago para vivir. Las diseño, actualizo, arreglo… quiero decir, dime que sabes eso acerca de mí.

―Sé que estás en el lenguaje de computadoras y esas cosas. Realmente nunca he entendido lo que haces. Donny frunció el ceño. ―¿Para qué exactamente necesitarías saber acerca de sitios web? Él se encogió de hombros y miró sus pies. ―Yo, eh, podría usar tu ayuda para lanzar uno. Donny de repente se enderezó y rodó en la silla del escritorio alejándose del teclado para enfrentar a Tony. ―Está bien, tienes mi atención. ¿Un sitio web para qué? Él frunció el ceño. ―No lo sé, pero todos mis discursos parecen del interés de las personas. Pensé que una página web podría hacer que fuera más fácil para la gente ponerse en contacto conmigo. Donny lo observó a través de la oficina con la boca abierta y los ojos amplios. ―Santo Cristo, ¿estás bromeando? ¿Quieres ponerte a ti mismo a disposición del público? ¿Cómo hacerte publicidad y voluntariamente hacer esto? Él se movió alrededor, ahora sintiéndose incómodo por la obvia incredulidad de Donny, maravilloso y aturdido como estaba, Tony no podría aportar nada de valor. ―No es una gran cosa. No es por dinero ni nada. Muchos niños solo tienen curiosidad y esas cosas. Y está bien. Quiero decir, no me importa eso. Donny finalmente asintió. ―Está bien, wow. Estoy sorprendido. No le dices hola a cualquier persona, pero no te importan un montón de niños imitando tu limitación y haciendo preguntas ofensivas. Te lo digo, hombre, no te entiendo. Él se encogió de hombros. ―No hay mucho qué entender. ―Y en cuanto a que no te pagan, ese no es el punto. Es simplemente que sientes una chispa de interés para hacer cualquier cosa que te importe. Esto es bueno, hermano. Realmente bueno. Sí, por supuesto, pondré esto en marcha para ti. Ahora mismo me pongo en esto. Esta noche incluso. Tony tragó, ahora incómodo con toda la atención y el interés en su idea. ―Mira, no he sido bueno contigo en los últimos años. Tú, eh, me salvaste, sabes. Después de todo eso con Audrey… de todos modos, gracias.

Donny se movió lentamente hacia delante, y lanzó un largo suspiro. ―Jesús. Nunca me diste ni una vez las gracias por nada. No en los últimos dos años, de todos modos. ¿Era cierto? Tony inclinó la cabeza hacia atrás y la sacudió. ―Estuve bastante absorto en mí mismo. No supe cuánto hasta… recientemente. No tenía derecho. No me habría soportado como lo hiciste. Fuiste un buen hermano. Mejor de lo que merezco, o de lo que he estado contigo. ―¿Esto es por lo que sucedió con Gretchen? ¿Lo era? Quizá. Sí. Por supuesto. La echaba de menos. La había tratado como mierda, y a diferencia de la mayoría, había permanecido con él. Por más que no se lo hubiera merecido. No podía culparla cuando finalmente renunció. Era lo que se merecía, y lo que la había llevado a hacer. Pero la echaba de menos sin embargo. Pero ahora, se sentía bien tener algo que hacer. ―Supongo. Quiero decir, ella tenía razón, por supuesto. Y me di cuenta de eso, igual que vi cómo el comportamiento de Vickie la afectaba. Bueno, yo soy Vickie para ti: un hermano podrido. Te hago lo que Vickie le hace a Gretchen. Y no creo que sea verdaderamente atractivo. Donny se atragantó con una carcajada. ―Sabes, acabas de insultar a mi prometida totalmente al tratar de pedirme disculpas. Eso como que derrota el propósito. Tony frunció el ceño, pero finalmente, rió. ―Sabes perfectamente bien lo que es Vickie. Sé eso acerca de ti. Evidentemente, decidiste vivir con ella. Donny apretó los labios en una sonrisa sombría. ―De acuerdo, admito que mucho de lo que dijo Gretchen es cierto. Pero Vickie tiene un corazón enorme, y una gran cantidad de lealtad. Solo tengo que ayudarla a crecer en algunas áreas de su vida. Creo que puede y lo hará, con mi guía, por supuesto. Tony estiró las piernas frente a él. ¿Cuándo fue la última vez que Donny y él simplemente se sentaron y hablaron civilizadamente de algo? ¿Especialmente de la vida de Donny? El gran peso de lo mucho que le había fallado a su hermano pequeño repentinamente impactó en su pecho mientras Donny simplemente se acercaba y le pegaba duro. Había tomado a su hermano por sentado, y al hacerlo, había extrañado tener a un hermano y a un amigo. ―Realmente tendrás un hijo, ¿eh?

Donny hizo una mueca. ―En serio. Es mucho, lo sé. Por lo que es. Pero… ―Hubiera pensado que eras más inteligente que eso. ―Por lo general lo soy. Gretchen está en lo correcto, hay algo en ella que hace que un chico pierda su maldita cabeza. ―Entre otras cosas. Donny negó. ―Es más que eso. Pero… está sucediendo. Así que puedo pelear o abrazarlo. Parece más fácil abrazarlo y encontrar una nueva vida, en base a los hechos, y no en lo que pudiera o debiera ser. Tony sostuvo la mirada de Donny y finalmente sonrió, estirando lentamente sus labios. ―Veo lo que hiciste allí. Y lo noté, Don. Oí lo que estás diciendo. ―Bueno, ya era hora. No puedo recordar cuándo escuchaste algo de lo que tenía que decir. Tony hizo una mueca. ―Sí, Gretchen señaló eso una vez o dos. Donny sonrió con una sonrisa secreta. ―Ella ha sido buena para ti. Él se encogió de hombros. ―Ella está bien. Donny sacudió la cabeza con una sonrisa. ―Simplemente no puedes ceder en nada, ¿no? Has estado aplastándola la mitad de tu vida. Pero claro, ella está “bien”. Tony decidió ignorar el comentario. ―De todos modos, hablando de Gretchen, ¿algún deshielo en ese frente hacia Vickie? ―No. Es una guerra de hielo proverbial. Sin embargo, nunca le dije a Vickie exactamente lo que pasó entre nosotros, por lo que no sabe cuán enojada está Gretchen. Todo lo que sabe es que Gretchen no está emocionada acerca de la planeación de la boda. Tony resopló. ―El eufemismo del año. ¿Ella estará ahí?

Donny suspiró. ―No lo sé. Y no tengo ni idea de cómo decírselo a Vickie si yo no lo sé tampoco. Ella no duda que Gretchen vendrá. ¿Cómo puedo decirle que su hermana podría no llegar a su boda? ―Te das cuenta, ¿verdad?, que es su cuarta boda, ¿verdad? Me refiero a que Gretchen no estaba siendo dramática. Esas son un montón de bodas para una mujer de veintiocho años. ―Lo sé. Pero funcionará en esta ocasión. Ya lo verás. Tengo esto, Tony. Pero, ¿crees que podrías hablar con Gretchen? ¿A ver si ella te escucha a ti? ―Ella no me va a escuchar. ―Podría hacerlo. Realmente podría. Vamos, estabas tratando de disculparte por el comportamiento idiota que he estado recibiendo durante mucho tiempo. Haz esto por mí: consigue que Gretchen vaya a la boda y todo se olvidará Estaremos a mano. ―¿En serio? ¿Perdonarás todo lo que hice? ―Sí. Todo esto. Incondicionalmente. A Tony no le gustaba la forma en que se las arreglaría para convencer a Gretchen de perdonar a su hermana. Pero le hacía alguna gracia verla de nuevo. Y la recepción de Donny sería su perdón incondicional. ―Lo intentaré. Él asintió. ―Gracias. Te lo agradezco por hacer esto. Gracias por finalmente hacer algo. Tony se levantó y movió sus pies, ahora incómodos con toda la buena voluntad. Estaba más acostumbrado a la inquietud. ―No voy a hacer mucho más. ―Es un ciento por ciento más de lo que solías hacer.

* * * ―¿Sr. Lindstrom? Tony frunció el ceño después de comprobar el identificador de llamadas de nuevo. Todavía no reconocía el número. ―Sí, ¿quién es?

―Soy la enfermera de la escuela primaria Calliston. Olivia se siente enferma. Me preguntaba si podría venir a recogerla. ―Eh, será mejor que llame a Gretchen Hendricks. ―Gretchen no está disponible. Lo intentamos. Usted está listado como contacto de emergencia suplente. Olivia dice conocerlo ―Claro. La conozco. ―Él tiró de la parte posterior de su cuello con la mano―. ¿Qué pasa con ella? La enfermera bajó la voz: ―Tiene dolor de estómago. Al instante, él también lo tuvo. ¿Olivia estaba enferma? No. No le gustaba que estuviera enferma o herida. ―Bueno, algo se me ocurrirá. Encontró a su madre limpiando afanosamente los pantalones de su padre. ―¿Podrías llevarme a alguna parte? Ella bajó la prenda. ―Claro. ¿A dónde? ―A recoger a Olivia. Sus cejas se alzaron casi hasta el nacimiento de su cabello. ―¿Perdón? ¿Por qué harías eso? Él se encogió de hombros. ―Es una chica suficientemente buena. Me acabo de enterar de que figuro en la lista de contactos de emergencia alternativos. Está enferma o algo así, y la enfermera de la escuela llamó. El cuerpo de Leila se quedó inmóvil, pero Tony no estaba seguro de cuál era el significado. ―Por supuesto, te llevaré allí.

* * *

Entró a la oficina de la escuela exactamente veinte minutos más tarde. ―Disculpe, estoy buscando a Olivia Carver.

La secretaria hizo un gesto a una puerta a la izquierda. Entrando, encontró a Olivia acostada de espaldas en un sofá color verde. Se animó cuando lo vio. ―Hola. ―¡Tony! Sabía que vendrías por mí. Él miró a la enfermera, quien sonrió. ―Ella puede estar sintiéndose una pizca mejor. ―¡No es así! ―dijo Olivia casi airadamente. La enfermera le indicó que saliera. ―Creo que es probable que solo sea una reacción a sus circunstancias. Pero a veces, los niños solo necesitan un descanso; y eso no le hace daño a nadie. ¿Circunstancias? ¿Cuáles circunstancias? ―Claro. Le llevaré a casa para descansar. Olivia deslizó su mano en la suya hasta que alcanzaron el coche de su madre. ―Mamá, esta es Olivia. Liv, mi madre, Leila. Olivia saltó en el asiento trasero. Tony sospechaba que la enfermera tenía razón; lo que estaba mal con Olivia no era totalmente físico. ―Hola señora Lindstrom. Leila volvió la cabeza con una especie de sonrisa. ―Por favor, llámame Leila, Olivia. Gusto en conocerte. Lamento que no te sientas bien. ¿Tal vez un vaso de leche y unas galletas ayudarían a tu estómago? Ella se rió. ―Se supone que debo comer sopa de pollo cuando estoy enferma, ¡no galletas! Mientras Leila hacía retroceder el coche, negó. ―Nop. Esas personas escucharon mal… son galletas cuando tienes dolor de estómago. Olivia volvió a casa con ellos, y pronto corría por toda la casa. Pasó una hora revisando con Tony el sótano, haciendo preguntas sobre todo, a pesar de que nada de eso era muy interesante. Leila le dio las galletas y leche prometidas; y se sentó y la contempló. Ella se sintió mucho mejor en poco tiempo. ―¿Vas a jugar a tirar al aro conmigo? ¿Por favor? Vi tu aro en el frente ―le preguntó a Tony, con los ojos cada vez más grandes y ansiosos, mientras terminaba su último bocado de galleta, y las migajas caían de su boca mientras hablaba. Él le sonrió a su astucia, y al polvo de galleta pegado en su barbilla y la emoción en sus

ojos. No había tirados aros durante años. Él y Donny solían jugar uno contra el otro casi todas las noches cuando eran más jóvenes. Will y él casi se mataron a sí mismos a veces, tratando de averiguar quién era mejor. Empapados en sudor, estaban tan húmedos, como si acabaran de estar bajo una lluvia. La única ventaja de Tony era ser más alto que Will, y el basquetbol era el único deporte donde lograba darle a Will algo de dinero. ―Claro. Supongo que podríamos hacer eso. ―Puesto que ella ya estaba sintiéndose mejor y todo. Ella sonrió y se limpió la boca con la manga mientras saltaba hacia arriba. ―¡Gracias! ¡Me encanta tirar al aro! Tenemos uno en nuestro complejo de apartamentos, pero la abuela no puede hacerlo, y no me deja ir allí y hacerlo sola… así que no lo hago con mucha frecuencia. Parecía que había una gran cantidad de cosas que Olivia no podía hacer. A menudo, en sus conversaciones, mencionaba las cosas que le gustaría hacer. Rara vez se quejaba, sin embargo, y era solo un hecho que optaba por decirle. Era una chica muy positiva, aunque era bastante evidente que se sentía sola. Pasaba una gran cantidad de tiempo a solas en el despacho de Gretchen y en la sala de espera. No había muchos otros niños pequeños con quienes jugara. Tal vez por eso encontraba a Tony tan emocionante. Tenía que admitir que era un poco halagador, ya que nadie en los últimos tiempos lo encontraba emocionante. La mayoría de la gente lo consideraba desagradable, incómodo de tener cerca, y francamente negativo. Pero a Olivia realmente le gustaba y había decidido estar cerca de él. Y sí, sospechaba que estaba triplemente intrigada con él, no enteramente por el brazo que le faltaba, sino porque era un hombre, con la edad de su padre, y por lo que podía ver, Olivia no tenía a nadie más en su vida que se acercara a esa descripción. Podría estar transfiriendo algunos de sus anhelos naturales de una figura paterna hacia él. Eso estaba bien. ¿Qué daño podría hacer? No era como si la viera además del jueves de cada semana. Sus fantasías de niña acerca de él estaban bien porque nunca habría ninguna realidad en ellas. Podía ser amable con ella, y decirle cómo era estar en torno a un hombre adulto, sin hacerlo una gran cosa. Ahora, si la buscaba para más que eso, por supuesto, estaría mal. La emocionaría y desarrollaría una relación con ella que nunca podría sostener o cumplir. Pero de vez en cuando, solo pasar el rato con él parecía lo suficientemente bueno. Rebotó la pelota de basquetbol y se la arrojó a ella en un arco suave para que no se lastimara. Se sorprendió cuando ella la agarró antes de que cayera y corriera,

luego se detuviera bajo el aro para aventarla y atinarle. Empuñó su mano y la bombeó en el aire. Él corrió y agarró la pelota, sosteniéndola, sonrió. ―Tratas de decirme que eres buena en esto, ¿no es así? No tengo que ser amable, ¿eh? Ella sonrió también. ―Bueno, tal vez un poco fácil al principio. Él le sonrió y comenzó a tirar atrás y adelante. Ella era sorprendentemente coordinada y atinó algunas canastas para su baja estatura. Tony estaba ligeramente sorprendido cuando se dio cuenta de que habían pasado más de dos horas. Podrían haber sido las dos horas más agradables y divertidas que había pasado en dos años. Ella era divertida y rápida, pasando con velocidad por toda la cancha con energía infinita. Él no tenía ninguna posibilidad de quedarse parado, y pensar o sentirse incómodo mientras imaginaba cuánto más fácil sería si tuviera otro brazo. A Olivia no le importa un comino que fuera manco y actuaba completamente natural a su alrededor. Totalmente apreciaba eso de ella. Él detuvo el balón cuando el coche de Gretchen se detuvo en el camino de entrada. Eran cerca de las cinco. Ella salió de su coche, con pantalón de vestir, tacones bajos y suéter. Su cabello rodeaba su rostro y brillaba, una miel rica de rubio a la luz del sol. Empujó sus gafas de sol arriba sobre su cabeza, deslizando hacia atrás su cabello. Olivia corrió hacia ella y le dio un abrazo. ―¡Gretchen! ¿Quieres jugar? Ella acarició la cabeza de Olivia, y su mirada se fijó en Tony. ―Lo siento, cariño, no traigo el calzado adecuado. ¿Por qué no corres al interior para ir por tu mochila? Le prometí a tu abuela que te llevaría a casa a las cinco treinta. Olivia obedientemente corrió hacia el interior. Gretchen se enderezó y miró a Tony. ―Así que supongo que Helen debió haber llamado a la escuela después de la reunión y añadido tu nombre al archivo de información de contactos de Olivia. No tenía idea de que lo había hecho. Solo recibí el correo de voz desde la escuela hasta tarde. Tuve pacientes durante toda la tarde. Bueno, claro, ella tenía un trabajo y responsabilidades reales.

―Está bien. Ella tenía dolor de estómago, que mamá curó en unos cinco minutos con galletas. Pienso que podría haber estado fingiendo un poco. Tal vez solo necesitaba un día personal. La boca de Gretchen se apretó. ―Sí. A veces lo hace. Su abuela está enferma. Eso pasa factura en ella. Él levantó la vista. ―No sabía eso. Ella nunca lo mencionó. ―No le gusta hablar de ello. Incluso conmigo. Finge que todo está muy bien. Helen se agota fácilmente hoy en día, y es por eso que tengo a Olivia tanto tiempo. Estoy empezando a pensar que Olivia sabía que tu nombre estaba en sus contactos, ya que le dije que estaría ocupada todo el día de hoy y que no estaría disponible. Estoy pensando que se “enfermó” solo para que pudieran llamarte. Creo que… tiene un poco de un enamoramiento por ti. Habla de ti todo el tiempo. Incluso te menciona, por amor de Dios. Tony rebotó la pelota para distraerse a sí mismo de la mirada fija de los ojos verdes de Gretchen. ―Bueno, es la primera. No muchas personas hacen eso. ―¿Quieres que haga que eliminen tu nombre? Tracy está en la lista, junto con mis padres, así que no hay razón por la que deberías estar. Él se encogió de hombros. ―Parece que Olivia pensó eso. No, está bien. Solo me aseguraré de explicarle que no me puede llamar de nuevo a menos que esté muy enferma. La próxima vez, no voy a dejar que se quede en casa. Gretchen asintió, su expresión se vio satisfecha. ―Me alegro de que veas eso ―dijo, con la cabeza inclinada en consideración. Estaba, sin duda, preguntándose si Tony pensaba que Olivia debía hacer lo que se esperaba de ella, ¿por qué no lo hacía? Hizo caso omiso de su mirada. ―¿Tony? Él tuvo que mirar hacia arriba a su tentativo tono. Ella se apoyó en el coche, cruzando los brazos sobre el pecho. Nada se mostraba, no había escote, ni mostraba estómago, o centímetros de la cintura. Sin embargo, el corazón de Tony se aceleró mientras la miraba, viéndose tan fresca, profesional y en su traje. ―¿Sí? ―Gracias por hacer esto hoy. Probablemente le hizo más bien que una tarde con un par de sesiones de terapia. A veces solo necesita un descanso.

Él se encogió de hombros, avergonzado por su alabanza. ―Sí, ¿no lo estamos todos? Además, ella es una buena chica. No es gran cosa. ―Bueno, en realidad lo es. No tenías que hacerlo. Especialmente, ya que no lo haces por lo general. Pero te lo agradezco. Significas mucho para ella… simplemente no dejes que se repita demasiado. ―¿Qué quieres decir? ―Quiero decir, que no la dejes imaginar una relación en su cabeza que no puedas sostener. No querrás esos enredos; has sido muy claro. Olivia es un enorme enredo. Está necesitada y solitaria y fácilmente influenciable. Especialmente por un hombre a quien le gusta jugar con ella, como un padre debería hacer. ¿Entiendes lo que estoy diciendo? ―Sí, ser agradable, pero no demasiado. Un lado de su boca se curvó hacia arriba. ―Sí, algo así. Una vez más, gracias por hoy. Él se encogió de hombros y lanzó el balón, que entró en la red sin tocar el borde. Era consciente, demasiado consciente, de que ella lo estaba mirando. ―Todavía eres muy bueno. Solía pensar que tú y Will se matarían el uno al otro, sólo al tratar de superarse mutuamente. ―Eso es porque era la única cosa en la que podía remotamente darle a Will alguna competencia. ―Eso no es cierto. Fuiste el único que siempre pensaba eso. Levantó la vista hacia ella. ¿Qué? ¿Él no le daba demasiado crédito a Will? ¿Era eso a lo que quería llegar? Olivia llegó corriendo desde atrás. ―¡Mira lo que la madre de Tony me dio! Tenía una bolsa llena de galletas caseras. Sin duda, Leila ya estaba practicando para lo de Donny y Vickie, en feliz anticipación a su primer nieto. Él estaba bastante seguro de que pensaba que iba a suceder, y pronto. Desafortunadamente, sabía que así sería. La crisis que veía con claridad, el lío al que Donny estaba galopando, que por suerte, su madre no veía. Olivia corrió hacia él. ―Adiós Tony; gracias por el juego. ―Ella le echó los brazos al cuello y él le dio una palmada en la cabeza.

―Sí, puedes volver y tratar de derrotarme de nuevo… pero solo después de la escuela, cuando te hayas quedado todo el día. No más saltártela, ¿de acuerdo? Ella sonrió tímidamente. ―Está bien, te lo prometo, Tony. Pero, ¿puedo volver pronto? Él se encogió de hombros con una mirada hacia Gretchen. ―Claro, solo consigue el permiso de Gretchen. Pero recuerda; solamente después de la escuela. Ella asintió. ―Después de la escuela solamente. ¡Lo tengo! ¿Qué tal el próximo martes? Tony asintió. ―Está bien, el próximo martes. Si Gretchen dice que está bien. Gretchen arrastró los pies a un lado de su coche. ―Sí. Podemos planear eso. ―Con la boca, le dijo gracias a Tony con una suave, dulce sonrisa. Hizo que a corazón sonar en su pecho. Maldita sea. ¿Por qué permitía que un poco de aliento, y amabilidad causara que casi se desmayara sobre ella? Se volvía una maldita chica cuando ella estaba involucrada. Mientras Gretchen y Olivia se iban, él continuó tirando al aro. Casi se olvidó de lo mucho que le gustaba hacerlo. Cuando su padre llegó y lo vio, salió de su camioneta y se quedó allí, casi en estado de shock. Entonces, acercándose, le hizo una seña para que Tony le tirara la pelota. La siguiente hora pasaron haciendo tiros, hablando, y dándose mierda por nada de importancia. Era lo más normal que sintió al estar juntos desde que había regresado a su casa. Tal vez debería haber estado haciendo más cosas de las que solía disfrutar. No era la peor idea del mundo. Y la sensación de la mano caliente de su papá en su hombro liberaba la más abrumadora sensación de orgullo que Tony había sentido en mucho tiempo.

* * *

El sitio web fue una completa y absoluta sorpresa. Desde el momento en que Donny lo lanzó por Tony, la respuesta casi se duplicó al día. Mucho de eso se promocionó por los vídeos personales que eran tomados por miembros de la audiencia, que también publicaban los discursos de Tony. Donny consiguió recolectarlos todos de alguna manera y se alzaron como testimonios de la eficacia y la integridad de Tony.

Lo siguiente que supo, es que tenía reservaciones para otras cosas, como almuerzos y conferencias. Muy pronto, incluso Veteranos de Afganistán lo notó. Él se contactó con ellos y le pidieron que hiciera unas pocas apariciones. Era aclamado como un héroe anónimo y el ejército hacía todo lo posible para animarle a continuar como tal. Lo que más le sorprendió fue el derrame de correos electrónicos y comentarios que tenía su sitio web. Algunos eran genéricos, sin cesar sobre agradecerle por su servicio y sacrificio importante. Algunos venían de otros veteranos, algunos de los cuales resultaron heridos, y algunos de los que no lo fueron. Y muchos le pedían ayuda. Tantos, que se sorprendió por las incesantes peticiones. Algunos eran como él, ya sea lesionados o con habilidades que no podían usar en un trabajo civil. Algunos no tenían los agradables, padres de clase media, como él, que podrían darles un lugar para dormir. Algunas eran personas sin hogar, y algunos casi estaban así también. La mayoría eran tan miserables como él. Tocaron una fibra profunda en él. Pero, ¿qué diablos podía hacer por ellos? Apenas podía evitarlo para sí. Hasta aproximadamente hace un mes, ni siquiera quería ayudarse a sí mismo. El hecho de que hubiera encontrado una razón para salir de la cama durante la semana pasada no significaba que estaba listo para ayudar a cualquier persona más allá de sí mismo. Era un maldito milagro que pudiera querer hacer algo que pudiera mejorar su vida. Tony no creía, ni por un segundo, que la poca admiración y atención del público continuarían en extremo. Pero se las arreglaría para mantenerla mientras durara. Y realmente haría a los días pasar rápido, así como un infierno de mucho más interesante.

―Hiciste todo esto por él, Gretchen. Cerrando los ojos, Gretchen expulsó una profunda bocanada de satisfacción. Sí, tal vez hizo algo por él después de todo. Su corazón podría literalmente, haber reventar de orgullo por él. Él había logrado tanto en las pocas semanas desde la asamblea del Día de los Veteranos. Debería haber sido más que un momento precioso para todos los que habían asistido, y realmente nunca esperó que proliferara en ninguna cosa más allá de esa asamblea. Cambió todo, por lo menos para Tony. Él estaba haciendo algo. Ella comprobaba su sitio web todos los días, a veces, múltiples veces al día. Donny tenía un pergamino en la parte superior que preguntaba: ¿Qué hace a un héroe? Era el título de uno de los discursos ya famosos de Tony, de los cuales había ahora diez. Hacía clic en cada uno de ellos y casi todos los había memorizado para ahora. Eran tan sorprendentemente elegantes, corteses, contritos, divertidos, dulces, y sí, muy heroicos. No eran sobre él, a pesar de que toda su personalidad surgía cuando hablaba. O más bien, el viejo Tony surgía, a quien no había encontrado desde su reencuentro. El sitio web estaba inundado de comentarios, y él les daba seguimiento. En casi nada de tiempo, Tony dirigiría un blog. Uno que Gretchen leía religiosamente. Lo encontraba sorprendentemente honesto y brutal allí. No estaba dirigido a los niños. Incluía fotos que había tomado, ya fuera en línea o fuera de ella, así como historias personales sobre sus experiencias. Contaba lo que era ser soldado, luego un soldado en combate, y por último, un soldado retirado de la guerra, quien estaba tratando de vivir en casa de nuevo. Gretchen finalmente comenzó a entender a Tony de una manera que no había podido hasta ahora. Realmente no se preocupaba por todas las cosas ordinarias, mundanas por las que ella y la mayoría de la gente a su alrededor se preocupaban. La amargura melancólica que parecía permear toda su actitud se debía a toda su percepción de la vida y de la sociedad, que cambió críticamente para él estando en la guerra; mientras la mayoría de los estadounidenses ni siquiera se daban cuenta de que se estaba librando una guerra. Eso la humillaba y le horrorizaba.

También, había llegado a la conclusión de que ella no estaba en lo correcto. Sobre nada. Al decirle a Tony qué hacer, o cómo “curarse”. Nunca consideró lo difícil que era para él vivir como cualquier otro adulto. Nunca tenía en cuenta los horrores que sufrió, que atestiguó, y por los que casi murió. No entendía nada, o cuán lejos estaban sus normas, para él. Él era mucho más que un hombre que solo vivía en el sótano de sus padres, y tuvo que leer sus propias palabras para finalmente entenderlo. Más de una vez, la hizo llorar así como a muchos otros también, de lo que sacaba de sus comentarios. Él tenía a unas treinta mil personas o más siguiéndole lealmente en menos de un mes. Lo que era algo inaudito, incluso para dejarte en shock. Pero cuando la noticia de su historia salió al aire hace una semana, sus seguidores, así como su nuevo personaje se volvieron locos, prácticamente en llamas. Honestamente, Gretchen lo único que podía pensar era: por fin está haciendo algo. En respuesta a la declaración de Will, se burló de lo poco que había hecho por Tony. ―Solo lo llevé a su consejero unas cuantas veces. Olivia desbloqueó a este extraño y chocante, talento inesperado de hombre grosero, brusco que conocíamos, y le permitió escribir y contar estos formales discursos a grandes multitudes. Articula sus sentimientos en tan hermosas cadenas de palabras cuando habla, mientras que para ti y para mí, siempre es “Mier… eso o aquello”. Así que, realmente, no. No hice nada de esto. ―Tú hiciste esto. ―El tono de Will era tan seguro, que rebosaba confianza. Ella puso los ojos en blanco. Will la había llamado un par de veces desde su visita solo para comprobar el progreso de Tony. Ahora, simplemente necesitaba hacer clic en el deslumbrante sitio web/blog de Tony―. ―Él me mencionó esa misma cosa cuando lo llamé para felicitarlo por todo eso. Ella se quedó helada. ―¿En serio? ¿Él me mencionó? ―Hiciste algo grande aquí, Gretchen. Por favor, no dudes continuamente de ti misma. Ella cerró los ojos. ―No. El día en que esto empezó, perdí mi maldita mente con él, debido al casamiento de Vickie con su hermano. Me negué a nunca más llevarlo ni ayudarlo. Así, que no. Realmente no hice esto. Fui terrible con él.

Él se rió entre dientes. ―Sí, bueno, él fue horrible primero. Tal vez, deberías ser horrible con mucha más gente que solo con Tony y haber comenzado hace mucho tiempo. ―¿Cómo contigo? No. No me gustó la forma en que me hizo sentir después. Claro, se sintió bien decir y hacer exactamente lo que mi pensamiento de niña desagradable interior me dictaba, pero la verdadera yo, una vez que se calmó, estuvo llena de remordimiento, y he tenido un nudo en el estómago cada vez desde entonces. No puedo ser esa persona. Él dejó escapar un suspiro. ―Tengo que decirte que me alegro de oír eso. Eres una de las pocas mujeres que he conocido que no quieren dejarse dar rienda suelta, y por lo tanto, no lo hace. Pero ¿de vez en cuando? Tienes que abrazar a la desagradable niña interior. Ella finalmente se echó a reír. ―Gracias, Will. Él se aclaró la garganta. ―Mira, nunca discutimos esto… pero Tony, te ha deseado desde hace tantos años. Dejó de hablarme, porque elegí a Jessie sobre el ejército y no a ti. Realmente siempre lo tuvo mal por ti. Muy mal. Miré hacia otro lado porque… bueno, ya sabes. Pero fue una cosa real. Y por lo que veo ahora, no se ha ido. No dejes que su mierda te engañe. Considéralo, Gretchen. Él podría cambiar, pero es realmente un buen tipo. ―Sé eso. No lo dudo. Simplemente no me gusta mucho ahora. ―Salvo que ahora, parecía albergar alguna extraña, atracción sin fin hacia él, a pesar de que la trataba mucho más grosero. Tal vez necesitaba asesoramiento para saber por qué un tipo tuvo que tratarla horrible para que se fijara en él sexualmente. No, no sexualmente. Solo lo notaba. Solo se fijó en él ahora. Pero ahora, este conjunto de Tony-haciendo-algo-de-gran-importancia, estaba lanzando una llave inglesa en lo que había decidido era el “nuevo”, pero no mejorado Tony. Ahora, él era profundo y elocuente y su escritura era hermosa. Sus palabras y descripciones sobre su vida, y vivirla ahora, casi hacían que su comportamiento pareciera excusable. Casi comprensible. Casi algo que podía liberar. Estaba encontrando cada vez más difícil, sin embargo, no admirarlo. Finalmente puso fin a la conversación con su ex marido sobre salir con su mejor amigo con un rápido: ―… saluda a Jessie y besa a Christina por mí. Él se burló.

―Como si Jessie no estuviera a punto de arrancarme el teléfono para que hables con ella. Pero voy a besar a mi hija por ti. Y Gretchen… solo considera a Tony. Apenas oyó una palabra de lo que Jessie dijo. Todo lo que podía pensar era en las palabras de despedida de Will… considera a Tony. Considerar la posibilidad de Tony. ¿Considerarlo para qué? ¿Qué bien saldría de considerar a Tony para algo? Ahora no estaba incluso segura de que podía llamarlo siquiera su maldito amigo.

* * *

Él llamó a la puerta de su oficina antes de entrar. Ella se echó hacia atrás en su silla, dejando la pluma que estaba utilizando para escribir algunas notas sobre un frustrante paciente con el que no podía hacer avanzar mucho. Una lluvia de ideas cayendo sobre el papel a veces le ayudaba a averiguar dónde tomar un próximo período de sesiones. Tony entró en su despacho. Llevaba lo habitual y su cabello estaba como de costumbre. Todo su aspecto era más como un vagabundo de la calle que un heroico ex soldado. Aun así, su pulso reaccionó golpeando a un nivel superior. Sí, tal vez realmente necesitaba investigar las razones por las que los buenos, hombres atractivos normales no podían despertar gran parte de una reacción física en ella; pero los hombres crudos, molestamente toscos y groseros, sí. ―¿Sí? ―dijo finalmente cuando él no habló inmediatamente. Era jueves. Estaba allí con el Dr. Hart, no por ella. Olivia llegó junto a él de repente, saltando sobre Gretchen, y dándole un beso en la mejilla. Le dio la vuelta al escritorio para robarse una barra de granola del cajón de abajo. Gretchen mantenía una gran variedad de bocadillos saludables allí para Olivia. Se fue a la zona de niños y comenzó a jugar, ajena a Tony de pie, con inquietud moviendo sus pies. Ella inclinó la cabeza. ¿Parecía de alguna manera nervioso con ella? ―Yo, eh, me preguntaba si por casualidad captaste algo de la basura que estaba alrededor de mí. De la asamblea. Tenía la cabeza agachada y los ojos recorrieron a Olivia, y luego la ventana, y, finalmente, sus armarios. ¿Le estaba preguntando si lo sabía? ¿Cómo si de alguna manera se lo hubiera perdido? Correcto. Pero, ¿no significaba algo que le importara si lo había hecho o no? Podía negarlo, y jugar a la tímida. O jugar como que no tenía idea de lo increíble que él y sus discursos eran. Sin embargo, su polo opuesto encontraba sus experiencias con él. Excepto que la mentira y el jugar juegos nunca fue su forma. No iba a ser falsa ahora.

―Sé todo sobre eso. Leo todo lo que escribes. Cada comentario que pones, y he visto todos los videos tuyos. Así que, sí, sé todo sobre eso. ―Oh. No estaba al tanto de eso. ―¿Y? Su mirada se disparó y él arrugó las cejas, como si estuviera confundido por su pregunta. Ella suspiró y meneó la cabeza. ―¿Y qué? ¿Por qué estabas haciéndome esa pregunta, Tony? ¿Quieres mi opinión? ¿Quieres mi comentario? ¿Realmente deseas tener una conversación conmigo? Porque pasé tres meses tratando de tener una contigo y no obtuve nada a cambio. Así que si se trata de ti haciendo un intento de mantener una conversación conmigo, tendrás que deletrearlo para mí. Él se arrastró alrededor. Y luego dijo: ―Sí, supongo que quería saber lo que pensabas. Ella se inclinó, cruzando sus brazos en la parte superior de su escritorio. ―Está bien. Entonces, lo que hiciste en el último mes es nada menos que un milagro. No solo estoy impresionada, sorprendida, aturdida incluso, sino sobre todo me siento muy humilde porque te las arreglaras para hacerlo. Realmente esperaba que hicieras algo. Cualquier cosa. Estaba pensando en ti embolsando comestibles en la tienda local. Nunca soñé que hicieras algo como esto. Es un trabajo importante. Y ayudaste a más de una persona. Desde mi punto de vista, eres digno de nuevo de llevar el uniforme que se llevó tu brazo. ―No me pagan. No es como un trabajo de verdad ni nada ―murmuró él finalmente. ―Es mejor que un trabajo remunerado. Tiene significado. Y vale la pena verdaderamente. Y significa algo para ti. Puedo decirlo por el cuidado de elección de palabras que utilizas. Quería eso para ti, que tuvieras un sentido de valor, que es mucho más valioso que un cheque de pago. Su mano acarició el dorso de su cuello mientras lo empujaba. Ella sabía muy bien de sus encuentros pasados, que cualquier tipo de conversación personal le daba un tic extrañó. Pero él se acercó a ella por esto y realmente no estaba de humor para discutir con él o tratar de hacer que lo hiciera. Finalmente él asintió. ―Gracias. Ella sonrió lentamente, tratando de ocultar su incredulidad. Qué descaro absoluto tiene al ser tan breve, y actuar casi conmovido por mi cumplido.

―¿Algo más? ―Sí, eh, Donny mencionó que las cosas no van demasiado bien contigo y ellos. Me preguntaba si irías a la boda. ―¿A la boda? Sí. ¿Tengo elección? Mis padres ya se aseguraron de que no la tuviera. Después de todo, Vickie está esperando un bebé. Hizo que me degradara, sin embargo, de dama de honor a criada de la novia. Y no te preocupes, el vestido que elegí es el más feo, y el más caro, a la fecha. Así, que todo está en el camino correcto. Y, oh sí, ella está arruinando mi Navidad. Celebraremos eso el fin de semana antes, para que la pobre Vickie no se lo pierda, ya que sale de luna de miel a Florida el día de Navidad. Por lo tanto, tengo la oportunidad de estar enloqueciendo sola en Navidad. Tracy se irá con la familia de su marido, y mamá y papá estarán celebrándola solos. Puedes estar seguro; El Día de Vickie será solo tan maravilloso como los otros tres días de la boda. Me comportaré como siempre hago. Además, ella ni siquiera sabrá lo enojada que estuve, ¿verdad? Donny nunca se lo dijo. Sé que no lo hizo. Tony sonrió. ―No, no lo hizo. Me pidió que me asegurara de que irías. ―¿A ti? ¿Y por qué iba a elegirte a ti? ―Se lo debía. ―¿Por qué? ―Ya sabes cómo te traté estos últimos meses. Bueno, así fui con Donny durante dos años. ―¿Y qué? ¿No actúas así ahora? Él se encogió de hombros. ―No tan lejos como eso. Pero estoy tratando de no hacerlo. Ella asintió y se levantó lentamente. ―¿En serio? Él sonrió lentamente y ella parpadeó, sintiéndose intrigada. Era un hombre diferente cuando lo hacía. ―En serio. ―Bueno, espero que continúes. El Dr. Hart está en su puerta, detrás de ti. Sus ojos viajaron sobre ella. ―Muy bien. Nos vemos. Adiós, Olivia. Nos vemos la próxima semana.

Ella saltó sobre sus pies y corrió para lanzar sus brazos alrededor de su cintura mientras le sonreía a los ojos. ―¿Me lo prometes? Él se encontró con la mirada de Gretchen: ―Si hago una promesa, lo digo en serio. Nunca rompo una promesa.

* * *

Vickie empezó a atravesar su puerta al segundo que la abrió. ―¡Dios mío! ¿Sabías acerca de la ex-novia? Gretchen dio un paso atrás antes de que Vickie casi le cayera encima. Vickie empujó una bolsa de ropa hacia ella y Gretchen la atrapó contra su pecho. Al parecer, el chisme debe haber pesado sobre el entusiasmo de Vickie al llevarle a Gretchen su recién alterado, presionado, y horrible, vestido de novia de color oro. ―¿Cuál ex-novia? ―¡La de Tony! Vickie se encontraba en la sala de estar ahora, casi saltando arriba y abajo. Gretchen colocó el vestido en la parte posterior del sillón reclinable. ―¿Qué? ¿De qué estás hablando? Los ojos de Vickie brillaron de emoción. ―Sabía que no lo sabrías tampoco, así que tenía que venir y decírtelo. Sé que estás un poco alterada por la fecha de la boda y todo, pero sabía que querrías saber esto. ―Estoy preocupada de que esté sucediendo demasiado rápido. ―Gretchen se cubrió, sin saber si quería entrar en eso, sobre todo cuando estaría en su mayoría mal entendida por Vickie de todos modos―. ¿Pero qué quieres decir con la ex-novia de Tony? ―Siéntate, siéntate. Esto es bueno. Donny y yo estábamos hablando de la boda, y de alguna manera, nos metimos en un pequeño desacuerdo sobre la cantidad de costos decentes del pastel de boda. Le expliqué que nunca planeó una boda antes, por lo que no sabe nada al respecto. No como yo. Así que él me interrumpió diciendo que planeó la mitad de la boda de Tony antes de que fuera cancelada. Bueno, eso terminó con nuestro argumento. Exigí saber todo, y quise decir todo lo que sabía, asumiendo que te gustaría saber todo también.

Los ojos de Gretchen se crisparon. Quería saber. Y quería saberlo todo tan dramáticamente como Vickie sugería. Estaba ansiosa y no podía esperar a que Vickie lo dijera. Era raro, considerando que Vickie no debía haber sabido que ella querría saber. Sorprendente, cuando su hermana a veces atrapaba a las cosas. ―¿Y? ―Entonces, estuvo comprometido por dos años con una chica llamada Audrey Vang. ¡Dos años! Quiero decir que nunca podría imaginar, que ese grosero, brusco, tonto Tony de ahora, estuviera comprometido. Estaban planeando su boda, cuando fue desplegado por tercera vez. Vivieron juntos en Calliston, en un pequeño apartamento sobre una librería. Entonces… después de que la cosa de un solo brazo entera pasó, y él regresó a su casa, ella lo dejó y canceló la boda. ¿Puedes creer eso? Quiero decir, el chico pierde su brazo, y ¿ella lo deja? Incluso yo nunca haría una cosa tan egoísta y despiadada. ¡Oh mi Dios! Realmente no puedo creer que alguna mujer pudiera hacer eso y vivir consigo misma. Así que después de eso, Tony se mudó de regreso al sótano de la casa de sus padres y Donny dice que su actitud fue de roto y molesto, hasta ser el chico que ambas vemos ahora. Gretchen simplemente se sentó allí, incapaz de moverse o de pensar o de hablar o de abrir y cerrar la boca. ¿Tony estuvo comprometido? No tenía ni idea. Y no podía haberlo sabido, porque paso pasó después de que él dejó de hablar con Will. ¿Y la chica lo dejó por el brazo que le faltaba? Todo se volvió bruscamente evidente para Gretchen en ese momento. Él no regresó al hogar de sus padres. Llegó a casa de su prometida, roto y herido, y sin un brazo. Vickie estaba en lo correcto, incluso ella no habría dejado a un hombre en esas condiciones. ―Ni siquiera sé qué decir. ―Lo sé. Quiero decir, es aún más trágico de lo que era antes. ¿Despreciado por la mujer que se suponía iba a amarlo sin importar qué? Por supuesto, está tan roto y enojado. Por supuesto, vive con sus padres. ¿Cómo se suponía que iba a confiar en alguien después de eso? Y, por supuesto, tiene que vivir con alguien, quiero decir, lo vi tratando conectar una extensión de cable para poder aspirar el coche de su madre. No podía hacerlo. No podía conseguir que el enchufe del cable de extensión se quedara quieto el tiempo suficiente para ponerlo en el enchufe eléctrico. Terminé haciéndolo por él. Él fue lo suficientemente agradable sobre eso, pero me imagino que, al ser un chico y todo, tiene que estar destrozando su ego. Así que teniendo en cuenta eso, por supuesto, no puede estar solo. Gretchen cerró los ojos cuando se dio cuenta de que Vickie logró entender todo esto, y ella no. Vickie tenía razón, sobre todo esto, y sin embargo, Gretchen, la

terapeuta capacitada, no había hecho más que juzgar a Tony. Era incluso desdeñosa con él. Y no tenía derecho. ―No puedo creer esto. Donny no me lo dijo. Me gustaría que me hubiera dicho eso. ―Tony le hizo jurar que guardaría silencio. Donny dijo que Tony lo instruyó específicamente de no mencionarlo. No quiere que lo sepas. Así que, por supuesto, tenía que decírtelo. El fantasma de una sonrisa se cernió sobre los labios de Gretchen. Vickie era solemne y ferviente. Solo fue allí para contárselo a Gretchen porque pensaba que Gretchen querría saberlo. Ignoró la advertencia de Donny y la privacidad de Tony, porque quería que Gretchen lo supiera. En cierto modo, podría compensar muchas de las cosas que hacía mal. Gretchen de repente arrojó los brazos alrededor de su hermana pequeña. Estaba, una vez más, confundida acerca de por qué totalmente había terminado con su hermana antes de que Vickie lograra redimirse. ―¿Terminaste de estar enojada conmigo entonces? Odio cuando estás enojada conmigo. Más que nadie. Sabes, solo no pienso a veces. Me enteré que estaba embarazada, y la solución de Donny fue casarse. Me sentía aliviada, y salté sobre eso, porque tenía miedo de que no pudiera querernos a mí ni al bebé. Así que debería habértelo dicho de una mejor manera. ―No estoy enojada. Solo… preocupada. Ustedes no tienen una historia compartida para basar un matrimonio. Vickie sonrió. ―Pero tendremos este bebé. Por favor, dime que me perdonas. Gretchen suspiró. ―Podría haber sobreactuado. Yo también lo siento. Vickie agitó la mano alrededor mientras decía: ―¿A quién le importa? ―Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? ¿Acerca de esto? ¿Acerca de Tony? Gretchen negó. No tenía ni maldita idea de qué hacer, pero sabía que tenía que hacer algo al respecto. Por Tony.

* * *

―¿Por qué no me hablaste de Audrey? Donny suspiró en el teléfono mientras Gretchen hablaba sin preámbulos, a pesar de que estaba en el trabajo. No le importaba qué o a quién estuviera interrumpiendo. ―¿Vickie te lo dijo? ―Corrió directamente hacia mí con la información. Como seguramente sabías que haría. ―Gretchen volteó su silla para mirar por la ventana de su oficina―. Gracias, por cierto. No se perdió para mí que sabías que me lo diría. Necesitaba esa información, y explica muchas cosas. Donny estaba en silencio. Luego dijo en un tono más suave: ―¿Qué cambia para ti, Gretchen? ¿Qué? ¿Estás ayudándolo como su amiga? ¿O hay algo más que sientes acerca de Tony? Se estremeció ante la idea de sentir algo más hacia Tony. Era imposible imaginar que se preocupaba profundamente. Probablemente la atropellaría con un coche antes que regresarle su afecto. Pero ninguna otra etiqueta servía para lo que sentía; y la verdad era que este último conocimiento sobre él cambiaba algo dentro de ella. Sentía una extraña fiebre de hacer algo al respecto, o con eso. ―No lo sé. Solo sé que importa. ¿Me puedes decir algo al respecto? Él suspiró. ―Dije demasiado ya. Él no me perdonará decir una palabra al respecto, y apenas acabamos de llegar a un lugar decente por primera vez en años. Simplemente… lo mejor, será que le preguntes al respecto. Dile que Vickie te lo dijo. Puedo defenderme porque Vickie te lo dijo, pero yo no. Ella se mordió el labio. Donny tenía un punto. ―Gracias. Voy a pensar en ello. Donny se aclaró la garganta. ―¿Así que tú y Vickie están bien otra vez? ―No creo que ella supiera que no lo estuviéramos. Nunca le dijiste lo que dije, ¿no? ―No. En realidad no. Solo que estabas preocupada por la cantidad de tiempo que habíamos pasado juntos. ―Supongo que es bueno. Realmente no quiero perderla como hermana. ―¿Así que estarás en la boda?

―Sí. Nunca estuve tan enojada. Solo… ¿estás seguro de esto? Estás asumiendo una gran responsabilidad después de un lapso muy corto de tiempo. ―Lo sé. Estoy en esto. En serio. La quiero. Quiero hacer esto. Quiero casarme, y estoy aún bien con el bebé. Sí, es demasiado pronto. Pero creo que podemos manejarlo. Sé sobre tus preocupaciones y sé por qué las tienes. Pero es diferente para mí. Será diferente. No, no lo sería. Pero tal vez, solo tal vez, Donny la amaba lo suficiente como para que así fuera. Pero, de nuevo, fue lo suficientemente descuidado como para dejarla embarazada, por lo que tendría que lidiar con las consecuencias. No importaba lo que pensaba Gretchen, Donny estaba mejor en esto con su actitud optimista. Tal vez sobreviviera mejor que los otros novios de Vickie.

* * *

No fue difícil encontrar el nombre de una Audrey Vang. Era un nombre muy poco común, y era la única que aparecía en el área. Ella se mudó a alrededor de cincuenta kilómetros de distancia y dirigía su propia agencia de seguros. Gretchen se quedó con la información por una semana. ¿Por qué tenía que quedársela? ¿Qué planeaba hacer con ella? ¿Hablar con Audrey? ¿A espaldas de Tony? Eso sería raro. Y malo. Y entonces, ¿por qué haría eso? Así que no lo hizo. Solo almacenó la información en su teléfono y se mantuvo confundida sobre lo que estaba planeando hacer con ella. Mientras tanto, la Navidad se acercaba rápidamente. Fue reclutada para terminar los últimos detalles para la boda de Vickie, mientras Vickie empezaba a entrar en pánico sobre todo y no tenía ni idea de cómo realmente atar todos los cabos sueltos. La madre de Gretchen no iba a ayudar a su hermana, por lo que, de mala gana, ella finalmente lo hizo. Olivia se volvió más y más una parte de la vida diaria de Gretchen mientras su abuela se ponía más enferma y apenas lograba cuidar de ella. Ella venía todas las tardes ahora, y por lo menos una noche o un fin de semana sí y otro no. Odiaba que Olivia pasara más tiempo lejos de su abuela, pero Helen ya no podía cuidarla muy bien. Gretchen no podía soportar la idea de esperar que Olivia dejara de ser una niña solo para que pudiera cuidar de su abuela enferma. Ya se estaba volviendo cada vez más afectada por ella. Olivia a menudo era callada y retraída. Incluso se metió en problemas dos veces en la escuela, lo suficiente para que Gretchen tuviera que ir a

hablar con la maestra. Aunque eran conscientes de las circunstancias de Olivia, no podían permitir que su comportamiento fuera indisciplinado tampoco. El estómago de Gretchen revoloteaba cada vez que pensaba en el día cuando Olivia no fuera a casa. Le dolían los brazos de abrazar y sostener a Olivia mientras observaba su creciente confusión y dolor, por no hablar del miedo sobre la disminución de la condición de su abuela. Gretchen trató de contenerse un poco, solo para dejar que Helen fuera su madre todavía, y cuidadora principal, guardiana y el primer amor de la vida de Olivia. Así que era un extraño camino escarpado el que pisaba ahora. El día de mañana, Gretchen legalmente adoptaría a Olivia como su hija. Gretchen esperaba empezar el proceso ya haciéndola emocionalmente consciente de su amor y de apoyo. Pero, por ahora, se quedaría como su fiel niñera y amiga siempre que la necesitara. Gretchen todavía veía a Tony cada jueves, y deliberadamente dejaba la puerta de su oficina abierta cada vez que él estaba allí. Incluso podría haber cerrado la brecha, no programando a ninguno de sus pacientes particularmente a esas horas. Era fascinante escucharlo y verlo con Olivia. Sonreía y bromeaba con ella. Verbalmente se enganchaba con ella, mientras su voz era monótona con cualquier otra persona. Y Olivia lo quería. Hablaba a menudo de lo que Tony decía o hacía, o cómo lograba esto o lo otro, utilizando un solo brazo. Aun así, Gretchen no sabía qué hacer con su último descubrimiento de información sobre Tony. ¿Revelaría algo de él? ¿Explicaría por qué era de la forma en que era ahora? ¿O sería todo un enlace directo a su amargura? En algunos momentos, Gretchen estaba bastante segura de que se merecía su recriminación y reprobación. Solo que ahora estaba empezando a entender la enormidad de lo que Tony tuvo que soportar. A veces, pero solo cuando no había nadie más alrededor, y en la intimidad de su propia casa, trataba de hacer las cosas con una sola mano. Era, encontró, extremadamente difícil hacer cosas que nunca había soñado se convertirían en un problema. Incluso tratar de girar la tapa de la pasta de dientes o quitársela era duro. Y olvídate de trabajar sin abridor de latas. Cuando se trataba de preparar la cena; desistió. Duró menos de un minuto tratando de cortar verduras antes de darse por vencida. Agarrando el final de una zanahoria, le dio un satisfactorio golpe mientras la cortaba con un cuchillo. Fue un trago amargo y humillante de deglutir; no podía soportar estar manca ni por un día. Había subestimado completamente la dificultad que era. No podía comprender cuán duro era vivir con una discapacidad como la pérdida de un brazo, sobre todo el día a día, como Tony tenía que hacer. Incluso erróneamente creyó

comprenderlo hasta que trató de pasar un día entero con solo su mano derecha. Resultó ser imposible que se comprometiera a eso. Entonces, ¿cómo lo hacía Tony? Una punzada de culpa se movió por su estómago al darse cuenta de que no podía manejarlo ni un solo día. Sin embargo, Tony había sido relegado con eso por el resto de su vida. ¿Cómo se atrevió a ser tan crítica con él? Recordó cuando le contó a Will que pasó todo el día tratando de hacer las cosas que todo el mundo daba por sentado. Tal vez… Tony no estaba siendo tan irrazonable. Realmente estaba imposibilitado. Pero para ella, era difícil contemplar o comprender a Tony Lindstrom de esa manera. No era la primera cara para que apareciera en tu cabeza cuando te acordabas de las personas con minusvalías y discapacidades. Aún más extraño, debido a que se enojó con Tony, y perdió los estribos justo en su cara, él empezó a comportarse mucho mejor hacia ella. Su vida en general parecía mejorar. No lo entendía. Nada de eso. Salvo que Tony era una de las personas más difíciles a la que alguna vez había tratado. Y no sabía por qué era, porque no tenía etiquetas para describir qué o quién era él para ella.

―Entonces, ¿cómo fue? ―preguntó Gretchen al tiempo que abría la puerta para Tracy. Tracy puso los ojos en blanco. ―Como era de imaginar. Igual que las otras tres. Gretchen no asistió a la cuarta despedida de soltera de Vickie. Simplemente no podía soportar otra. Fueron las mismas chicas, todas amigas de Vickie, quienes ella coleccionaba como animales salvajes de puestos de trabajo y situaciones de vida. Gretchen, por suerte, tenía a Olivia otra vez, que le dio la excusa perfecta. Tracy y Gretchen estaban haciendo los centros de mesa para las mesas de recepción. Eran velas adornadas con bastones de dulce y listón alrededor de ellas, de acuerdo con la temporada. Y también armándolo, ya que Vickie tenía accesorios de última hora y citas. Su madre las avergonzó haciéndoles sentir culpa, así que allí estaban, unos días antes de Navidad armando los centros de mesa. ―¿Crees que hay alguna esperanza para esta boda? ―le preguntó Gretchen a su hermana. Tracy se mordió los labios y su sonrisa finalmente se amplió. ―Creo que Donny es un hombre muy agradable, estable; y sólo tengo que preguntar, ¿cuándo fue que alguna vez Vickie probó eso? Quedó embarazada y ahora está cosechando las imprevistas recompensas. ―¿Crees que quería eso? ―Ella afirma que no, pero creo sí. Creo que ama enamorarse. Creo que le asusta estar sola, que es por lo que se enamora. No sé si en realidad alguna vez ha estado allí, sin embargo. Es triste, la verdad. Y a diferencia de la mayoría de las chicas que se mezclan con varios hombres, Vickie, siempre elige a los chicos buenos, y nunca a los chicos malos. Creo que inevitablemente, los deja porque no es el tipo de hombre que quiere, o la especie con la que puede relacionarse. En última instancia, creo que los deja antes de que terminen por dejarla ellos. Como ambas sabemos, es imposible vivir con ella, día tras día. Todos con el tiempo lo descubren… que debe

ser por eso que siempre pasa algo horrible y los deja atrás, antes de que ella sea dejada atrás. Gretchen dejó el caramelo que estaba en el falso arreglo. Con la boca abierta, se quedó mirando a Tracy con obvia sorpresa. ―Wow, ¿desde cuándo te convertiste en psicóloga? ¿Sabes qué? Tienes razón. Acerca de esto. Y sobre Vickie. Acerca de lo que, inevitablemente, sucede. Tracy asintió cuando hizo estallar un bastón de caramelo al morderlo en su boca. Tenía el cabello largo, rojo, recto y los ojos grises de tonos inusuales. Su color era de un marcado contraste con el de Gretchen y el de Vickie, que eran sorprendentemente similares. ―Tengo mucho tiempo en mis manos para pensar en ello. Micah ha estado trabajando mucho últimamente. ―Como siempre ―la corrigió Gretchen. Micah McKinley trabajaba largas horas perpetuamente. Tenía jornadas de trabajo de ochenta horas a la semana a veces, y estaba empleado en una empresa de inversiones. Siendo inteligente y centrado, siempre se las arreglaba para proporcionarle a Tracy y a sus dos hijas un sólido estilo de vida de lujo. Tracy hizo una mueca. ―Sí, está bien, como siempre. Los fines de semana, sobre todo. Así que cuando Vickie me llamó a hacer esto o lo otro para la boda, estuve de acuerdo. ―¿Te imaginas cómo manejara un bebé? Por otra parte, tal vez finalmente le hará rendir cuentas a otra persona, y tendrá que hacer algo. ―Espero que sí, hermana, realmente lo espero. Simplemente no creo que Donny tenga ni idea de lo que le espera. Pero el idiota se dirigió directamente a ella con los dos ojos abiertos, ¿no es así? Micah dice siempre que los maridos de Vickie no deberían ser tales imbéciles estúpidos que sólo piensan en lo que hay dentro de sus pantalones. Gretchen se echó a reír. ―Sabía que siempre me había gustado Micah. Tracy sonrió de acuerdo. ―Sé que siempre lo haces. Yo también. Sólo deseo verlo un poco más. Gretchen miró más de cerca a su hermana. ―¿Estás segura que todo está bien? Te ves más cansada que de costumbre.

Ella agitó su mano alrededor. ―Estoy bien. Sólo es un caso de pesadez de invierno. ―Puedes hablar conmigo; sabes eso, ¿verdad? Si se trata de alguna cosa más. Ella negó y el cabello cayó sobre su hombro. ―Lo sé, mi loca-exitosa, hermana psiquiatra. Sé con quién hablar, y sin duda no es Vickie. Gretchen volvió a los centros de mesa. Después de terminar tres más, se miró las manos mientras trataba de preguntar con voz casual: ―Entonces, ¿qué piensa Micah de Tony? Las cejas de Tracy se dispararon. ―¿Quieres decir del Tony que te mira como si te estuviera desnudando e imaginando todo tipo de cosas desagradables en su cabeza? Gretchen dejó caer el arreglo. ―¡Tracy! ―Su casada, y por largo tiempo establecida hermana, de buen comportamiento nunca hablaba así. Tracy sonrió y se rió con alegría mientras se estiraba hacia atrás y se acostaba en el suelo, empujando toda la basura a su alrededor. ―Oh, mi remilgada hermana, hace eso totalmente. Y tú no estás pidiendo la opinión de Micah, que, tengo que decir, es sorprendentemente buena. Le gustan ambos. Sino que estás preguntando en este momento porque estás pensando que tal vez deberías saber qué cosas desagradables piensa hacer Tony contigo. Gretchen abandonó los arreglos también, tumbándose junto a su hermana y mirando al techo. ―Ves lo que sería una colosalmente mala idea, ¿no? Tracy se encogió de hombros y se volteó para encontrarse con la mirada de Gretchen. ―Tú y yo nunca hicimos nada, sino lo más inteligente, por lo que siempre había una razón. Vickie experimentó todas las irracionales, locas, malas ideas. Así que tal vez, sólo por esta vez, deberías tratar eso. ―¿Te arrepientes? ¿De no actuar más como Vickie? Tracy sacudió la cabeza. ―No realmente. Amo a mis hijos y a Micah. Es solo… que siempre fuimos responsables e inteligentes y centradas. Así como Vickie nunca lo fue. Tal vez, después de hacer todo correctamente, deberías intentar un poco de locura.

―¿Con un enojado, veterano del ejército de un solo brazo que no es agradable o divertido? Eso no suena como loca diversión, suena estúpido y mal concebido. ―Tal vez… sólo podría resultar ser todo lo que siempre quisiste. Eres la mujer más bonita que conozco, tal vez no debes estar con los mejores hombres que conoces. Tal vez debería tratar de ser un poco más como Vickie. Gretchen se estremeció. ―Dios, no pensé que alguna vez me dieras un consejo tan terrible. Tracy se puso de lado, y puso las manos debajo de su cabeza. ―Creo que te mereces tener un poco de locura. Gretchen estudió la cara de su hermana, que ahora parecía más seria y decidida. ―¿Realmente crees que Tony Lindstrom es alguien con quien debería acostarme? ―Sí. Lo creo. No ha habido ningún hombre que hable como él lo hace. Es complicado y áspero y no tan agradable. Cualquier otro hombre con el que has estado es generalmente es agradable y sin complicaciones. Tal vez es hora de probar algo diferente. ―No estaba pensando en eso siquiera. Además, sabes por qué no puedo. No ahora. Estas cosas con Olivia no harán más que ponerse más intensas, y consumir más de mi tiempo. Será toda mi vida en cuestión de semanas o meses. Le debo a ella mi completa atención. ―Sí, y lo harás. Del mismo modo que lo haces con mis hijos. Pero, Gretchen, lo primero que hay que entender acerca de la maternidad, es que tienes una vida también. No debes renunciar a ella. No como estás pensando, o te quemarás en los primeros pocos meses. Ya es bastante agotador sin ser sobrehumana. Puedes querer a Olivia, y cuidar de ella, y todavía tener un lado sexual en tu vida. Te mereces tener una relación. No creo que Helen quiera que renuncies a toda tu vida. Olivia será una parte fundamental del conjunto más grande, igual que mis hijos están en mi vida. ―No lo sé. Simplemente no creo que ahora sea el momento de hacer algo diferente o poco común, ya que gran parte será diferente para ella pronto. ―Bueno, piénsalo. O bien, no pienses en ello. Déjate… simplemente ser. Permanece en el momento. Con este hombre. Sólo sé tú misma y deja que él lo sea, y ve lo que puedes encontrar. Ella frunció el ceño y estudió a su hermana. Era un consejo tan simple, pero serio. Y tal vez se trataba de algo que valía la pena considerar. Nunca había percibido

a Tony como alguien con quien pudiera estar. Obviamente, nunca fantaseaba con Tony. Parecía que todos los demás lo hacían, sin embargo. ¿Podría simplemente estar con alguien? Agarró la mano de Tracy y la apretó. ―Gracias. Si sólo pudiera juntar mi vida personal con mi vida profesional. Me gustaría ser la mitad de buena en eso como tú. Tracy sonrió e inclinó la cabeza antes de cerrar los ojos con un profundo suspiro. ―Ah, Gretchen, nadie lo entiende bien, no todo a la vez. Sólo trata de captarlo, para que sea viable.

* * *

Tony miró a Gretchen caminando por el pasillo hacia él. Cambió el peso sobre sus pies. Maldita sea. Estaba preciosa... pero el vestido era horrible. Era peor que los tres que le mostró ese día en su condominio. Era una extraña clase de dorado metálico en tela, que rozaba el suelo y que parecía ser una campana gigante. Brillaba y giraba cada vez que se movía, animada a su espalda, pero tiraba fuertemente a través de su pecho. La única característica positiva era la forma en que deliberadamente apretaba sus pechos juntos y formaba un profundo escote que hacía agua la boca. Creaba suaves, blancos globos que su mano le picó por tocar, y su lengua salivó al moverla. Su hermana tenía exactamente el mismo vestido, y su cabello color rojo se veía incluso peor que el rubio de Gretchen. A excepción del espectacular escote, Tony sintió lástima que tuvieran que usar las aberraciones doradas. Estaba parado junto a Donny en el altar y estaba a punto de dar un paso adelante para agarrar a su hermano. Donny parecía pálido y nervioso; y varias veces, Tony se preguntó si se desmayaría. O correría a una velocidad vertiginosa el camino opuesto desde donde estaba mirando, esperando a su nueva novia. Bueno, infiernos, Tony no podía culparlo. La semana pasada fue extra larga en preparación para esta noche. Vickie era una maldita persona loca, irresponsable, e imposible, igual que Gretchen intentaba explicárselo a él y a Donny. Lloraba acerca de todo. El catering fue grosero; y el color de las copas de champán estaba equivocado. Tony no sabía cómo algo de vidrio podría ser del color equivocado… pero al parecer, podría. Estaba hinchada, cansada, no le gustó la forma en que el peluquero cortó su flequillo… Y la lista seguía. Más de una vez, Tony casi cayó de

rodillas de alivio porque no era él quien iba a casarse con esta difícil, exigente, casi loca, pero malditamente hermosa chica. Cuando Gretchen se detuvo un momento delante de él y de Donny, sus ojos se encontraron. Una pequeña sonrisa secreta cruzó sus labios y ella inclinó la cabeza abajo y arriba como un sutil reconocimiento de su presencia. Incluso con el vestido más repugnante sobre el que jamás hubiera puesto los ojos, Gretchen podía usarlo, haciéndolo ver discreto, elegante y precioso. Él sonrió discretamente y levantó la mano e hizo un gesto de estrangulamiento en su cuello. Ella sonrió aún más ampliamente por lo que se llevó la mano a la boca, haciéndole saber que lo había entendido. Suponía que él le hacía señas de que preferiría ahorcarse que estar de pie allí en el altar. Se volvió y tomó su lugar frente a él, y al lado de su hermana. Los ojos de Tracy brillaban demasiado, y debió haber visto su leve gesto, pero al parecer, también lo apreció. A Tony siempre le gustó Tracy más que la hermana con la que su hermano decidió casarse. Los acordes de la marcha nupcial comenzaron y toda la congregación se levantó y se volvió a mirar a la parte posterior de la iglesia. Excepto Tony. Él se volvió y miró a Gretchen; pero más raro aún, ella se volvió y miró hacia él. Ella sonrió de nuevo, sólo que esta vez, fue una gran, tonta sonrisa, mostrando todos sus dientes mientras rodaba los ojos y se inclinaba para dirigirse hacia Donny. Tony asintió de acuerdo. Y entonces… se quedaron allí, sonriendo como gatos de Cheshire estúpidamente en su lugar el uno al otro. Tony no se dio cuenta de ello hasta que Vickie llegó justo entre ellos en su ensayada marcha por el pasillo. Se detuvo junto a Donny, quien aceptó su mano, antes de estrechar la mano del padre de Vickie como un símbolo de que su padre la entregaba. Tony se preguntó si su padre le ofrecería a Donny una factura esta vez, sólo por poder deshacerse de ella de una vez por todas. Desafortunadamente, Donny y Vickie bloquearon la vista de Tony de Gretchen. Sólo podía vislumbrarla cuando se inclinaba adelante o atrás. Cuando sucedió, ella inmediatamente se iluminó de felicidad, y más extraño aún, él también. ¿Cuándo fue la última vez que algo había podido lograr hacerle sonreír como un idiota total? No tenía ni idea de lo que se dijo en la ceremonia, y se desconectó del evento de dibujos animados. Para él, no era más que una farsa. Después de haber sido testigo de Vickie durante la semana pasada, sabía que Gretchen tenía razón sobre todo lo que originalmente intentó contarles a él y a Donny.

El matrimonio de Donny estaba condenado a ser cenizas frías igual que los tres anteriores de Vickie. La única parte repugnante era el bebé que ahora complicaría todo. De repente, su hermano completó el ritual, besando a su novia y tomando su mano antes de voltearse para hacer la presentación a la multitud que adoró al Sr. y señora Donald J. Lindstrom. Donny lanzó una extraña mirada vacilante a Tony justo cuando el ministro los anunció como “marido y mujer”. Asintiendo sólo ligeramente, Donny se volvió y sonrió. Tony parpadeó mientras se preguntaba si había imaginado eso. Esperó que su hermano y su esposa caminaran hacia la parte de atrás de la gran iglesia antes de empezar a caminar. Tomó el codo de Tracy y comenzó a dirigirse a la parte posterior de la iglesia. Ella era varios centímetros más baja que su hermana con una pícara sonrisa, y muy juvenil, a pesar de que era madre de dos niñas. ―¿Cuánto tiempo le das? ―Los labios de Tracy estaban pegados en una sonrisa congelada. Lo susurró para que sólo Tony pudiera oír. ―Estás de acuerdo con Gretchen, ¿eh? ―Estoy de acuerdo con la realidad. ¿Qué tal tú? ―Por desgracia, creo que ella tiene razón también. Pero Donny es un buen tipo. Puede con un montón. ―Tony no añadió que su declaración incluía que Donny tendría que aguantarla. La inquebrantable lealtad de Donny en su intento de ser un buen hermano, a pesar de lo difícil que Tony lo hizo para él, acertadamente ilustraba su capacidad para soportar a la mayoría de la gente insoportable. ―¿Mucho? Bueno, esto seguramente lo probará. No conoces a mi hermana. Pero conoces a la otra, ¿no es así? Dime, Tony, ¿cuándo vas a hacer tu movimiento? ¿Veinte años no es tiempo suficiente? Hasta yo sabía lo mucho que te gustaba; y tenía cinco años menos que ustedes dos. Él estuvo a punto de perder un paso, mientras llegaban al vestíbulo de la iglesia donde se ocultaban de la línea de visión de los demás invitados. ¿Acaso Tracy realmente acababa de decir eso? No, no con los buenos modales de Tracy, quien nunca decía nada fuera de lugar, y mucho menos, eso. ―Yo… ―Eres un cobarde. El brazo desaparecido. Will. Donny y Vickie. A cualquiera que quieras echarle la culpa… Creo que es sólo porque tienes miedo. Se puso rígido. ―No eres tan dulce como te ves.

Ella sonrió con malicia. ―No, no lo soy. Gretchen es la dulce. Entonces, ¿cuándo Tony? ¿Cuándo vas a finalmente a admitirlo ante ella? ―Tu marido te está buscando. ―Asintió hacia Micah quien estaba buscando en la multitud antes de encontrar a Tracy y sonrió mientras se acercaba caminando hacia ellos. Tony con gratitud los dejó sin responder a su pregunta. ¿Miedo? No tenía miedo. Él, a diferencia de Donny, sólo aceptaba la realidad tal como era. Veía la realidad más claramente, y con transparencia, y nunca escupiendo en la cara de lo que sabía que era verdad. Sin embargo, le había prometido a su madre que sería bueno, aunque sólo fuera por esta noche. Se comprometió a socializar, a sonreír y a no estar en su estado normal. Ella rara vez le pedía algo. Extrañamente, aceptaba sus solitarias, maneras rudas, y rara vez lo presionaba para hacerlo de otro modo. Pensó que se lo debía.

Finalmente, estuvieron listos para irse. Tony dejó escapar un largo suspiro mientras su hermano y Vickie desaparecían por la calle, con las luces de freno de su limusina iluminando la dispersa multitud antes de girar y desaparecer. Miró de reojo a Gretchen. Ella veía al coche también. Finalmente bajó la mano que agitaba y le miró con una sonrisa. ―Bueno, para bien o para mal, ahí va el número cuatro. Si Dios quiere, esa será la última. Él se rió entre dientes. Era difícil ver a Vickie como la hermana de Gretchen, pero de nuevo, la mayoría de la gente podría pensar de esa manera de él y de Donny. Donny, por supuesto, era el buen hermano, y él era más como Vickie. Eran libres de irse finalmente, después de decirles adiós a todos y de darles abrazos a todos. A excepción de Tony. La mayoría de la gente omitía abrazarlo ya que su actitud asustaba a la mayoría alejándolos. Se alegraba de ello. Abrazar a un hombre con un solo brazo era un poco incómodo para la mayoría de la gente. Parecía extraño para ellos, y no estaban seguros de cómo actuar. ―¿Tony? Se volvió cuando Gretchen le llamó. Ella caminó rápidamente hacia él, se había quitado los tacones y los llevaba en una mano, mientras usaba la otra para sostener la falda de su vestido de nuevo. Observó el roce de sus piernas, reveladas por la falda subida muchísimo. El viejo tic, conocido en su pene simultáneamente se produjo. Rara vez sucedía ya, pero por alguna razón con ella, lo hacía. ―¿Te vas? Él se encogió de hombros y no se sintió con ganas para darle la explicación de que esperaría fuera a que sus padres lo llevaran a casa. ―¿Quieres venir conmigo? ¿Contra tener un paseo con sus padres? Sí, no hay mucho conflicto. Asintió esta vez mientras la seguía y ella rápidamente se dirigió hacia su coche.

Arrojó sus cosas en la parte posterior y se soltó la falda temporalmente mientras encendía el coche y ponía el cinturón de seguridad alrededor de ella. La falda era una cosa pre-formada con un alambre cosido o algo para mantenerla rígida. Se levantaba torpemente cuando estaba sentada. La empujó, con el ceño fruncido mientras evitaba que interfiriera con el volante. Tony no pudo evitar reír. Ella deslizó una mirada en su camino, y, finalmente, también se rió, abriendo sus piernas, y metiendo el vestido entre ellas antes de juntarlas de nuevo. ―Necesito una correa para esta maldita cosa. ¿Puedes creerlo? Sus ojos no se apartaron de sus muslos hasta que los elevó a su cara, y se sonrojaba mientras se preguntaba cómo se sentiría estar sujeto entre sus muslos. Afortunadamente, debido a la semi-oscuridad del interior del coche, ella no se dio cuenta de lo mucho que lo afectaba. ―Bueno, no mentiste acerca de la cosa del vestido. Lo hace a propósito. ¿Qué es esa cosa? ―¡Lo sé! Quiero decir, tiene un aro en la falda. Es metálico, y, oh, Dios mío. Tiene tanto dorado, que me veo enferma. Pero, como siempre, ella se veía hermosa. ―Ella es la mitad de bonita que tú. Incluso con ese vestido. Ella giró la cabeza hacia él, parando su coche antes de retroceder. Su mirada vagó sobre él, estudiando sus ojos y bajando por su rostro, como si buscara la broma. Finalmente, sonrió suavemente: ―Gracias, Tony. No es frecuente que me digas cosas bonitas... ni a nadie, en realidad. Él miró por la ventana para romper la suave mirada que vio en sus ojos. Probablemente estaba contenta de ver que se estaba comportando tan bien. Él dio unos golpecitos con el dedo en el reposabrazos y vio las luces fugaces de Calliston pasar. Se incorporó un poco cuando se dio cuenta que no se dirigía a la casa de sus padres. ―Eh, ¿olvidaste dejarme? Ella deslizó una mirada rápida y vacilante hacia él. ―Me preguntaba si tal vez te gustaría venir por un momento. Es Nochebuena. Realmente no puedo imaginar nada más deprimente que esta noche volviendo sola a casa, después de asistir a la cuarta boda de mi hermana. Ya sé que tu familia no tenía planes tampoco, y pensé que podíamos pasar el rato un poco de tiempo. Y no estaré sola en Navidad si estamos juntos. Si no te importa, claro está.

―¿Importarme? ¿Preferiría ir a casa y sentarme en el sótano de mis padres a salir con una mujer hermosa? Creo que puedo saltarme el sótano por unas horas. No perdí la razón, sólo mi brazo. Ella sonrió, pero no lo miró. ―¿Ese fue humor? ¿Tony Lindstrom, está tratando de ser gracioso? ―Es difícil no sentir un poco de buen humor, mientras te sientas al lado de una dorada Scarlett O'Hara. Ella se echó a reír y sacudió su cabeza. ―Eso es todo. Así se debería llamar este vestido. No podía encontrar la manera de describirlo. Se detuvo en su estacionamiento y él la siguió escaleras arriba. La extraña falda giraba a su alrededor mientras se movía. Un arco en la parte superior en una especie de forma de caja burbujeaba sobre su trasero. Parecía que estaba vestida para Halloween, no sólo para la boda de su hermana. Una vez dentro, prendió sus luces, y un árbol de Navidad se encendió. Estaba en la esquina, frente al sofá, extendido en las ventanas. Estaba iluminado en su totalidad en luces blancas y cubierto de adornos y cintas. Pequeños puntos de colores se reflejaban a lo largo de la pared al lado de él. Santas y muñecos de nieve de colección estaban en fila en la chimenea, mesas y en una estantería. Otra cadena de luces comenzó con el simple accionamiento de un interruptor. Él se dio la vuelta, tomando todo. ―Así que molestarse por la fecha de la boda en Nochebuena fue algo más que tu hermana casándose de nuevo. Realmente tienes algo por la Navidad, ¿eh? Ella puso el bolso en el mostrador que separaba su pequeña cocina de la sala de estar. Un comedor contiguo estaba a la izquierda. Desabrochó su brazalete, y lo deslizó de su muñeca antes de dejarlo caer junto a sus cosas. Él tuvo que desviar la mirada para evitar mirarla fijamente. Era extrañamente sexy, y sorprendentemente íntimo verla quitarse sus joyas, y quedar menos arreglada. Se deshizo de un pendiente entonces. ―Sí. En serio. Me encanta. Y resiento no poder celebrarla este año con mi familia. Por lo general, estamos en casa de mis padres esta noche, y me quedo con ellos. La familia de Tracy viene también; y mañana, llegamos aquí para cenar el día de Navidad. ―Se estiró sobre su cabeza, clavando sus largos dedos en el montón de cabello de la parte superior de su cabeza. Entonces tiró de él y trozos de cabello comenzaron a deslizarse hacia abajo hasta que se masajeó la cabeza, la sacudió y suspiró, como si estuviera contenta por fin. Arrojó las pinzas para el cabello junto a

su pila de joyería―. Ponte cómodo. Tengo que quitarme esta aberración. Dios mío, me costó seiscientos dólares. ¿Puedes creerlo? Realmente no podía. Se deslizó su chaqueta del traje oscuro y su chaleco antes de aflojarse la corbata de moño y deslizarla en el bolsillo de su chaqueta. Se sentó el final del sofá más cercano a la ventana y se quedó mirando el festivo, feliz árbol de Navidad. A ella realmente le gustaban sus luces y decoraciones. Dio unos golpecitos con un dedo, y sus dedos del pie se agitaron mientras su garganta parecía reseca. Cristo. Se sentía como si tuviera dieciséis años y estuviera en la casa de una chica por primera vez. ¿De dónde habían salido todos esos nervios y ansiedad? No se ponía nervioso. Pero, extrañamente, ahora lo estaba. No estaba seguro de qué decir o qué hacer cuando ella reapareciera. Levantó la vista cuando ella regresó a la habitación, llevando un pantalón gris holgado, que se aferraba a su trasero y que exponía sus piernas. Su sudadera emparejaba lo que se suponía era una apariencia casual, nada-estereotipada. Excepto, que en Gretchen, nada era informal. ―¿Quieres un poco de vino? ―le preguntó mientras abría la puerta de su nevera y desaparecía detrás de ella. ―Por supuesto. ―No sabía lo que quería o por qué estaba allí. Ella estaba actuando más cómoda y casual. Era obvio que lo tenía allí en la capacidad estándar, como su normal, amigo cómodo. Volvió la cabeza para mirar por las oscuras ventanas. Ella se acercó más, dejando el vino sobre la mesa a su lado, donde cómodamente podría alcanzarlo. Mientras se inclinaba para ponerlo allí, miró hacia él, y sus ojos se encontraron por un segundo más. Sus cejas se arrugaron, como si estuviera confundida de por qué estaba mirándolo fijamente. Se enderezó de repente y pasó por encima de sus piernas antes de regresar a la cocina. ¿Retirándose? Tuvo la clara impresión de que lo que acababa de pasar debió haberla hecho sentir incómoda. Tomó el vaso y bebió abundantemente. No era muy entusiasta del vino, pero era mejor que nada. Ella regresó y apagó la luz del techo, así las luces de Navidad crearon un resplandor de capullo que era a la vez alegre y acogedor. Encendió el televisor, que colgaba de la pared a la derecha del árbol. Se sentó dejándose caer en el sofá, sin contemplaciones, sin elegir el extremo opuesto, pero no justo al lado de él tampoco. ¿Por qué estaba allí? Eso era lo que quería saber. ¿Por qué Gretchen, después de seis semanas de casi no tener contacto directo deliberadamente, lo invitaba a su casa en Nochebuena? Claro, estuvieron en la misma boda, y en el mismo lugar en la

vida, es decir, observando a sus hermanos casarse, pero encontrarse ahora mismo en su sofá en la víspera de Navidad, hacía que su cabeza diera vueltas y su corazón latiera erráticamente. No era lo que esperaba. ―¿Te importa? Él volvió su atención a ella. ―¿Importarme qué? Ella indicó la TV, y él se volvió y se dio cuenta de lo que quería saber. White Christmas, con Bing Crosby y Danny Kaye estaba comenzando. Se encogió de hombros. ―No, no me importa. Ella sonrió con agradecimiento. Moviendo el trasero a su alrededor, con destreza metió sus pies debajo de sí misma, antes de moverse de nuevo. La risa se le escapó antes de que pudiera detenerla. Ella miró en su dirección. ―¿Te cuesta trabajo encontrar una posición cómoda? Ella finalmente sonrió. ―Me siento… agitada, por falta de una palabra mejor. Es una noche tan extraña. La cuarta boda de Vickie. Que Donny y ella tengan un bebé… y todo ocurre en mi noche favorita del año, que no es ya mi noche favorita del año. ―¿Y yo aquí te pongo menos agitada? ¿No hago normalmente las cosas peor? Ella se mordió el labio. ―Sí. Puedes hacer un montón de cosas peores. Pero por alguna razón, esta noche, pareces el único que lo entendería. ―Eso, ¿y que no tenía casa a la cual ir tampoco? Así que por defecto, soy el candidato perfecto. Ella sonrió, y encontró sus ojos. ―Eso también. Él se echó hacia atrás y estiró sus piernas. ―Vaya, escúchate. Siendo tan honesta. Ella negó. ―Shh, la película está empezando. Así, que él se calló; y observó White Christmas en Nochebuena con Gretchen Hendricks. Ella se levantó hacia el final de la misma para volver a llenar su vaso, y

cuando se sentó de nuevo, quedó más cerca de él. Él se enderezó, sobresaltado. Eh. No podía haber querido acercarse a él. Nadie quería. Nadie nunca había tratado de acercarse a él. Ella bostezó y tiró de una manta que estaba doblada y sobre el respaldo del sofá, sosteniéndola alrededor de sí misma. Él no sabía por qué estaba allí. O por qué estaba tan tranquila casi acostada junto a él. ¿Estaba casi hiperventilando ahora porque la chica con la que había pasado veinte años fantaseando con tener sexo por fin, por una vez, estaba cerca de él? Y lo hizo todo voluntariamente y por su propia iniciativa. Esta vez, su mejor amigo no era la razón por la que estaba tan cerca de él. ―¿Deberías llamar a tu mamá? Él salió de su ensueño, confundido por la extraña pregunta. ¿Su madre? ¿Qué? Frunció el ceño y preguntó: ―¿Por qué debo llamar a mi madre? ―Podría estar preocupada. Acabo de darme cuenta de que no sabe a dónde te fuiste después de la boda. ¿Y si están preocupados por ti? Él suspiró y se inclinó hacia adelante, descansando el codo en su rodilla. ―Jesús, Gretchen, no tengo que reportarme con mi mami. Ella se quedó en silencio por un momento y eso lo sorprendió, haciendo que captara su atención cuando le tocó la mano con su rodilla sólo unos segundos más tarde. ―No estaba tratando insultarte. Quise decir, porque vives en el mismo hogar. No porque sea tu madre. Quise decir, como solía hacerlo con Will, o con Vickie, cuando vivían aquí. Sólo lo dije como una cortesía. Y es Navidad. Ella podría estar preocupada. Él dejó escapar un suspiro, sintiendo molestia antes de admitir: ―Ya le envié mensaje de texto mientras te estabas cambiando. ―Sabía que había un buen tipo escondiéndose detrás de todas tus… distracciones. Eres muy amable con tu madre ―dijo en voz baja, con los ojos mirando hacia arriba a los suyos. Su rostro estaba cerca, mientras ella se inclinaba para tocar su rodilla en lo que asumía, era una caricia fraternal. ―¿Distracciones? Su lengua rosada salió y mojó la parte superior de sus labios mientras su garganta tragaba visiblemente.

―Sí, la forma en que bravuconeas alrededor, tan grosero e indiferente, cuando pienso… no, estoy segura de que es sólo lo contrario. Te preocupas por aún estar vivo. Te preocupas por tus padres. Te preocupas por Donny. Te preocupas por no saber qué hacer contigo mismo, ya que tienes un solo brazo ―dijo en un susurro mientras miraba hacia abajo a su regazo, y agregó―: Y… te preocupas por mí. Te preocupas por mí. Todo el mundo lo sabía. Todo el mundo ya lo había adivinado. Hace veinte años o ahora, lo que fuera, dónde fuera: todos lo habían adivinado. Sus padres. Donny. Jessie. Tracy. Y Will. Will siempre lo había sabido. La única que nunca lo hizo fue Gretchen. Todo se congeló en el cuerpo de Tony. Mantuvo su expresión vacía e indiferente, fijando su mirada en uno de los adornos del árbol de Navidad que colgaban directamente ante él. Lo examinó y les dio instrucciones a sus pulmones para levantarse y liberar el aire a través de ellos; pero absolutamente no, siquiera dio un vistazo hacia ella y ver la piedad y la compasión en sus ojos para descubrir que el patético, manco, de Tony Lindstrom, su querido, amigo de muchos años, se preocupaba por ella. Lo que debería haber hecho era simplemente apoderarse de ella, y mostrarle exactamente lo mucho que se preocupaba por ella. No era el bonito, querido amigo y nunca dijo haberlo sido. La quería desnuda y temblando bajo él, sus muslos apretados con fuerza contra él, sus pechos desnudos y su mano agarrando uno entre sus dedos. Quería gritar de deleite y tener orgasmos de las cosas que le haría. Quería que ella se callara y dejara de hablar de sus sentimientos o mejoras, para dejar que se sintiera mejor, simplemente por estar en el interior de su cuerpo. Tal vez si no hacía algo de eso, ella tendría la idea de que, de hecho, no lo hacía, no se preocupaba por ella en el tono implícito que dio a entender. Pero, por supuesto, nunca intentó tal movimiento en Gretchen Moore cuando era sólo una adolescente, y ciertamente no lo haría ahora con Gretchen Hendricks. No como un ex soldado manco que vivía en el sótano de sus padres. ―¿Tony? ―Su voz tenía su familiar calidad suave y dulce. Finalmente, él inclinó la cabeza para poder ver sus ojos. Poco a poco ella se deslizó más cerca de él, con los ojos clavados en los suyos. Se sentó entonces, colocando su cuerpo junto al suyo, y metiendo sus piernas debajo de ella antes de inclinar lentamente la cabeza hasta que se puso en contacto con su pecho. Él tomó un fuerte aliento con el inesperado toque. Ella se quedó apoyada en su lado sin brazo. Nadie nunca lo tocó allí. Nunca permitía a nadie acercarse a esa parte. Todo su cuerpo se puso rígido. ¿Qué estaba haciendo? ¿Y por qué? ¿Por qué estaba haciendo eso? Los minutos pasaron. Cinco minutos. Diez minutos. Veinte. Finalmente él explotó dejando escapar un largo suspiro y sus músculos se relajaron lo suficiente

como para estar más cómodo. Amigo. Gretchen estaba simplemente apoyada en él como un amigo. Como siempre. Siempre amigos. Queridos, dulces, amigos de mucho tiempo. ¿No era sólo el bastardo más afortunado siempre?

El corazón de Gretchen martilleaba y su respiración se detuvo. ¿De dónde venía esta reacción física? Lo había conocido durante tanto tiempo, ¿cómo tocarlo ahora se sentía tan diferente de lo que era hace una década? Pero, de repente, extrañamente, todo cambió y sus sentimientos hacia Tony Lindstrom habían cambiado también. Por el camino, se sintió atraída hacia él. Desarrolló nuevos sentimientos hacia él que no eran como la amistad que compartían desde hace tanto tiempo. Trató de tragar el nudo de nervios alojado en su garganta. ¿Por qué estaba tan nerviosa? No era como cuando tenía catorce años y tenía la esperanza de que Will la besara. Era una mujer de treinta y cinco años, que había tenido un montón de compañeros y relaciones en los últimos años. Había salido con extraños, con amigos y con amigos de sus compañeros de trabajo. Salió en citas a ciegas y salió con gente que conoció en línea. Salió con todos. Pero ninguno de ellos podía hacerla sentir como él ahora. Se sentía suave como el barro, y tenía tanto miedo de moverse, que era como si hormigón sustituyera de repente sus músculos. Estaba tan nerviosa, no podía regular su respiración. Y estaba tan emocionada de estar finalmente cerca de él, no podía detener su cabeza de sacudirse. Excepto, que no habían hecho nada. Podía oír los latidos de su corazón debajo de su oreja. Sonaba más rápido de lo que debería. Él tenía que sentir la química también. El resto de su cuerpo, sin embargo, se puso tenso en lo que casi se sentía como desdén, pero tenía que creer que eran nervios. Ella respiró fuerte y lentamente movió sus piernas más cerca. Deslizó la cabeza más arriba en su pecho y se volvió más plenamente hacía él antes de descansar la cara en la curva de su cuello, cerca de su barbilla. No había brazo allí para hacer un círculo a su alrededor. Era extraño. Y diferente. Pero, eso no importaba.

Su aliento fluctuó y él pareció congelarse de repente. Ella deslizó su mano hacia el cuello de su camisa y levantó la cabeza lo suficiente como para poder contemplar los planos de su rostro. Vio sus profundos labios sensuales y boca, la barba bien recortada que cubría la mitad de su rostro, y su larga, nariz perfecta. Su mirada estaba centrada directamente en frente de él. Como si no fuera nada. Si esto fuera verdaderamente tan casual, habría mirado hacia ella. Habría hecho algo más que congelarse en shock. Sus dedos tocaron la desnuda piel de su cuello. Sintió las cuerdas vocales de su garganta en movimiento mientras tragaba. La piel era suave, y tan caliente. La línea de su barba estaba sólo a centímetros de sus dedos. Movió su mano ligeramente abajo, hasta el dobladillo de su blanca, fresca, camisa de vestir. Poco a poco, y con insoportable minuciosidad, desabrochó el botón, con una sola mano. No era algo para lo que tuviera alguna aptitud. Inclinó la cabeza hacia atrás y vio que sus labios se abrían. Pero aun así, su mirada estaba lejos, y no miraba hacia ella. Procedió hasta el siguiente botón. Una vez más, desabrochándolo. Entonces, el siguiente. Y el siguiente. Tardó varios minutos de tortura. Él no se movió. Ni un centímetro, pero mantuvo su brazo en el reposabrazos del sofá, con la mano cerrada en un puño en la parte superior del mismo. Sus pies estaban firmemente plantados en el suelo y su espalda estaba casi perpendicular al sofá. Parecía tan inamovible como una estatua de granito. Su mandíbula flexionada, pero su mirada se mantuvo al frente, como un novato en el campo de entrenamiento con su instructor. Ni una sola vez miró a Gretchen a los ojos. No tenía ni idea de lo que pensaba. O sentía. Pero, ¿no la detendría si quisiera? Su ritmo cardíaco se aceleró. Ajustando las pantorrillas y los pies debajo de ella, se sentó y retorció su cuerpo para hacerle frente al suyo. Empujó sus manos en su cabello, tirando de la banda de goma que utilizaba para frenarlo. La soltó, dejando que las hebras suaves, gruesas, cayeran libremente a través de sus dedos. Nunca había hecho eso con un hombre. Era extraño, y también erótico. Su rostro estaba a pocos centímetros del suyo. Sus fosas nasales se dilataron y su aliento se volvió irregular y desigual, mientras sus pupilas se dilataban. No tenía idea de que iba a hacer esto. Ni siquiera se daba cuenta de que realmente quería hacerlo. Pero sabía ahora que realmente lo deseaba. Quería tocarlo. Quería ver su expresión suavizarse con ella. Y que él participara y experimentara toda la suavidad que ella podía ofrecerle para reemplazar la dureza con la que ahora sabía había vivido su vida.

Cuando su camisa estuvo completamente abierta por la parte delantera, movió su mano por su pecho. La parte posterior de sus nudillos se deslizaron a lo largo de la piel de su pecho, y hacia abajo a los músculos ondulados de su abdomen. Su estómago se estremeció en respuesta. Su respiración se detuvo de nuevo cuando le abrió la camisa. Su pecho era esculpido y peludo. Lo tocó, permitiendo que sus palmas lo sintiera, y el vello arenoso bajo su mano. Se movió hacia adelante y sobre su regazo, a horcajadas sobre él, poniendo las piernas dobladas a cada lado de su regazo. Finalmente él tuvo que volver la cabeza del centelleante árbol de Navidad para poder mirar sus ojos. Su corazón se detuvo y dio un vuelco. Su mirada era intensa y exigente, pero también intimidante. Se tragó sus nervios y su miedo virtual. Él era demasiado. Podía sentirlo en su parte inferior, poniéndose más duro y reaccionando ante ella. Su cuerpo de repente gritó su respuesta. La sangre corrió a través de ella, y sintió como si su cuerpo, literalmente, se abriera para él. Comenzó a deslizar su camisa, cuando por fin él respondió. ―No lo hagas. ―El tono fue innecesariamente duro. Y de mando. Levantó la mirada hacia él, y encontró su mandíbula apretada y empujada hacia adelante con acerada determinación. Levantó las manos de su hombro en señal de rendición. Tomando su rostro, su mano tocó la barba. Era espinosa, pero suave y amable. Bajó la cabeza, finalmente, y tocó sus labios con los de ella, apenas aplicando alguna presión con sus labios en los suyos. Mientras lo hacía, todo su cuerpo reaccionó como si de repente hubiera encontrado su punto G. Su cuerpo respondido hinchándose y expandiéndose en anticipación de él y de su prácticamente nada de beso. Lo sintió abajo tan fuerte y quemador como una brasa caliente de carbón. Se apretó a sí misma en él. Jadeando por las sensaciones que de repente sacudían su entrepierna hasta el final de sus entrañas, fue hizo tan intenso, que fue casi incómodo para ella. Ella abrió la boca y metió la lengua en la suya. No fue suave o despacio. Estaba excitada y pensó que si se balanceaba lo suficiente, entre la lengua de ella y acariciar su pene endureciéndose por ella, tal vez se vendría. Él finalmente se movió y levantó el brazo para abrazarla de nuevo, con la mano en su cintura. Apretándola con fuerza, como si la anclara, él movió sus caderas hacia arriba a la de ella. Su lengua se encontró con la suya en un mojado, éxtasis deslizante mientras le acariciaba la boca y su lengua con la de él.

Ella casi gritó de alegría. Era tan bueno. Había pasado un tiempo, años tal vez, desde que había podido conseguir excitarse por simplemente besar a un hombre. Su última relación había sido de corta duración, un asunto casual que sólo duró cinco meses con el hijo de un vecino. Terminó de manera bastante amistosa y sin mala voluntad, ya que simplemente no tenían mucha conexión sexual. Tuvieron un buen momento juntos, y con frecuencia salían sólo porque que era mejor que estar solos. Pero sólo tuvieron sexo tres o cuatro veces cuando estuvieron juntos, simplemente porque no parecía importarle a ninguno si lo tenían o no. Nunca había sentido sexo así. Caliente. Ardiendo. Todo su cuerpo estaba comprometido, aunque sólo sus lenguas realmente se estaban tocando. Lo deseaba, y eso hacía que su corazón se sintiera como cantando. Había sido un largo, monótono tiempo que realmente había deseado a un hombre así. Ella gimió en alto cuando su lengua lamió sus labios y acarició el interior de su boca. Pasó la mano a lo largo de su pecho, dejando su rastro sobre la piel desnuda, y abajo, sobre su estómago. Su cuerpo se tensó y reaccionó. Su otra mano se aferró a su hombro, justo por encima de la amputación; y pudo sentir sus músculos contraerse. Él reaccionó a ella. Y lo había hecho desde el día en la tienda de comestibles. No, mucho antes de eso, desde que eran apenas adolescentes. Ella cerró los ojos cuando el calor de su cuerpo llenó cada una de sus terminaciones nerviosas. A medida que su boca húmeda rodeaba la suya, gimió ante el rayo de sensaciones que ahora apuñalaban sus regiones inferiores. Pero tenía que estar segura de esto. De hacer esto con él, y para él, tenía que estar segura. No sería justo de otro modo. Pero, ¿cómo no podía sentirse tan increíble si no estaba realmente con él? Tal vez no lo había estado antes, pero al parecer, en algún momento durante los últimos meses, había desarrollado una especie de química con él que estaba, literalmente, sorprendiendo sus sentidos. Realmente no sabía que se sentía de esta manera, tan intensamente de esa manera. Pero lo hacía. Su cuerpo se sentía como si estuviera en llamas. Sentía que estaba donde se suponía que debía estar. ¿O estaba simplemente evitando la soledad en Navidad? Ella se apartó de repente y se encontraron el uno al otro, ambos mirándose en las cálidas acogedoras luces del árbol de Navidad. Era tan romántico como a la luz de las velas. Era las cosas bonitas y suaves, que Tony no era. Él era duro y grosero.

Y caliente y mojado. Áspero y difícil. También estaba firmemente dispuesto a dejar que lo viera como algo más allá de eso. No quería su compasión, preocupación, comprensión o simpatía. Estaba bastante segura de que esa había sido su actitud desde el principio. La cosa era, que por supuesto, él sacaba esas cosas de ella. Ella no era un monstruo. Su maldito brazo había desaparecido. Como si pudiera pasarlo por alto y no importara. Como si pudiera aceptarlo tan bien. No estaba bien. Pero no de la manera en que Tony pensaba. No estaba bien porque era malditamente terrible que le hubiera pasado a él. Era tan injusto. Y su corazón se torcía y contorsionaba por el dolor de tratar de entender lo que él debía sentir. Cómo había tenido que cambiar su vida. Cómo cambió su personalidad. Pero eso no le impedía verlo como un válido y fascinante, atractivo, hombre sexy. Lo veía como todo eso. No como el proyecto o el caso de caridad que pensaba él. No. No había espacio para lo que sentía por Tony. Estaba claro ese hecho para ella. Incluso si él no lo sabía. Pero él se negó a dejar su carga acerca de él. No quería su simpatía y que se preocupara porque no tenía un brazo. No quería suavizar su comportamiento, ni sus sentimientos, ni siquiera en la forma en que hablaba con ella, sólo porque querían tener sexo. Ella tenía que saberlo antes de tener sexo, y tenía que estar segura de que podía manejar la reacción de Tony que era algo llena de emociones. Ella ya estaba comprometida con sus emociones, y la mayoría de ellas eran algo más que una reacción física a él. Su mirada no parpadeó, y sus ojos sostuvieron los suyos… esperando. Sus ojos color marrón eran oscuros, profundos y emocionados mientras él anticipaba su próximo movimiento. Pero su intensa mirada era dura e implacable. Ella contuvo el aliento que llenó sus pulmones e hizo que su cabeza se mareara. ¿Estaba lista para algo con Tony? Él ya estaba esperando que lo rechazara. De alguna manera, estuvo segura de forma instantánea de eso. Su mirada en blanco, y casi aburrida expresión eran engañosas. En el interior, su corazón estaba saltando. Podía sentirlo contra su mano. La deseaba, y quería que ella lo deseara. Y era la única forma en que sabía que su cuerpo reaccionaba a su tacto y a su presencia. Él probablemente pensaba que se había detenido a causa de la amputación. Pero eso era lo último en su lista de diez preocupaciones. Se preocupaba principalmente de que él la lastimara.

Pero tan cierto como que sabía su propio nombre, sabía que él no entendería eso. Que nunca iba a creer eso. Lo creería, sin embargo, si tenía sexo con él. Tendría que creer finalmente que no lo veía como el viejo amigo de Will. O incluso como su viejo amigo. Casi anheló los días simples cuando pensaba en él de esa manera. Al menos entonces, él no era la fuente de toda esta confusión, que ahora hervía en su pecho. Se humedeció los labios y trató de tragar el nudo en su garganta. Levantando sus manos de su pecho para juguetear con el cuello de su camisa blanca, bajó la mirada y deslizó sus manos a lo largo de la parte superior de sus hombros. Estuvo acariciando las arrugas hasta que sus manos bajaron de sus hombros. Por un lado, se mano se mantuvo deslizándose por su brazo, ahora rodeando su cintura. La otra cayó a la nada, pero deslizó su mano hacia abajo a lo largo de ese lado también. Ladeó sus ojos debajo de sus párpados apenas lo suficiente como para verlo cerrando los ojos mientras su rostro se desencajaba. Con horror. Estaba sorprendido de que le estuviera tocando ese lado. Sus dedos se clavaron en su cintura y él tuvo un agarre sorprendentemente fuerte. Suficiente para que se sintiera como que podía con una sola mano exprimirla por en medio. ―No me toques ahí ―dijo finalmente con dientes apretados. ―No lo hago. Estoy tocando tu camisa. Pero quiero tocarte. Sus ojos se abrieron antes de que hiciera una mueca. Finalmente encontró su voz y su valentía. Necesitaba conseguir atravesar esto con Tony. Eso significaba tener sexo con él y luego continuar viéndolo después. Si lo hacía, sabía que realmente quería hacerlo, entonces no tendrían sexo sólo una vez. Lo estaban haciendo como un medio de exploración, con la posibilidad de una relación. Él sólo no lo sabía todavía. Dado que probablemente no le creería de todos modos, no tenía sentido ni siquiera intentar explicárselo. Esperó un momento antes de mirarlo fijamente a los ojos y levantando una ceja como para desafiarlo. Movió la cabeza más cerca de él, por lo que sus narices se tocaron, y sus ojos casi bizquearon, mirándose el uno al otro. ―A menos que no quieras que te toque. ¿Quieres que me detenga, Tony? ¿Es eso lo que quieres? ―Su tono era suave, pero insistente. Su respiración se detuvo y se incrementó, y sus fosas nasales se dilataron. Ella se echó hacia atrás finalmente, y esperó, dudosa que la tirara de su regazo. Estaba tan duro como ella excitada. No debía negar eso, sin importar cuánto podría haberlo temido Tony.

Y no importaba lo duro que encontrara ser tan vulnerable, tenía que serlo para ella. Al menos para esto. Para el sexo. Después de haber tenido siempre algo físico por ella, no había forma en que tuviera la intención de rechazarla. ―¿Lo quieres? ―susurró ella. Él negó, finalmente, con la mandíbula apretada. ―No, no es lo que quiero. ―¿Porque me deseas? Él casi gruñó: ―Sabes que lo hago, y siempre lo he hecho. ―No. No sabía eso. No hasta hace poco. Así que, no, no lo sabía, Tony. Ella inclinó la cabeza hacia un lado y tocó sus labios de nuevo, esta vez suave y gentil. Pero casi lo inhaló. Sus labios se cerraron mientras los tocaba con los suyos. Él abrió la boca y ahogó un gemido, lo que ella claramente oyó cuando sus dedos se cerraron de nuevo en su cintura. Ella se echó hacia atrás, todavía cabalgando en su regazo, antes de liberarlo. Deslizó las manos a la parte inferior de su camisa y lentamente la levantó a través de su estómago, por su pecho y sus hombros hasta que estaba sobre su cabeza y la tiraba hacia abajo. Sus ojos se abrieron mínimamente. Tony nunca ofrecía mucho. No había palabras de amor tierno o lo mucho que adoraba sus rasgos. Tenía que confiar en las sutiles, pequeñas señales y dejar que ellas hablaran por él. Él todavía tenía que convencerla de que le gustaba en verdad y que la deseaba. Su sujetador negro era strapless para adaptarse bajo el ridículo vestido de dama de honor. Encaje la cubría, pero sus pezones asomaban a través, ahora acentuados y duros por el aire fresco, así como el casi físico alcance de la mirada de Tony en ella. Él de pronto se inclinó hacia delante y su boca cayó sobre su pecho izquierdo. Humedad caliente tocó su piel a través del encaje. Su cuerpo se sacudió en shock de respuesta. Su lengua tocó la punta de su pezón a través de la tela, paseándose arriba y luego hacia abajo. Ella se meció en su contra en una respuesta sin sentido. Su brazo alrededor de ella la apretó y la sostuvo de casi caer hacia atrás. Ella debería haber querido tomarlo con calma, y en su propio tiempo. Para tocar y besar

y lamer todas las diferentes áreas de erótico interés el uno por el otro. Pero no lo tomó lentamente en absoluto. Lo deseaba ahora. Aquí. En este mismo instante. No solía ir por los rapiditos. Nunca. No. Normalmente era extremadamente lenta y prolongada. Prefiriendo la pausada acumulación y la anticipación. La mitad del tiempo, le gustaba todo el juego previo más que el sexo real. Pero no esta vez. Quería hacerlo ahora. Justo ahora. Lo quería dentro. Pensaba que podría simplemente venirse mientras él la follaba con su boca sólo tocándola a través de su sujetador. No. Ella no tenía veinte años, e incapaz de controlar a su maldita persona. Agarró el borde de su sujetador y simplemente tiró de él hacia abajo de su cintura, empujándolo fuera del camino. Tony retrocedió un centímetro con sorpresa en su caliente, casi enojada, lucha con el sujetador. Ella entrelazó los dedos en su cabello, y tiró de él hacia ella. Sus labios su cerraron, húmedos y chupando, agarrando el final de su hinchado, duro, casi palpitante pezón. Su lengua la tocó al final de nuevo, pero esta vez, estaba desnudo. Él hizo girar su lengua sobre él, y arriba y abajo, hasta que hundió sus dientes suavemente alrededor de él y lo chupó. Lo aspiró hasta que ella comenzó furiosamente a empujarse sobre su erección y casi se volvió frenética y gritó. Empujó físicamente su otro pecho hacia él, con la esperanza de recibir el mismo tratamiento erótico que adormecía la mente. Sus dedos abandonaron su cabello y fueron directamente hasta el botón y la cremallera en su pantalón de esmoquin negro. Estaba tan llena de nervios, emocionada y con adrenalina, que sus dedos no pudieron cooperar. Estaban temblando y hurgando torpemente en su pantalón. Casi chilló su molestia. Finalmente, el botón cedió y se las arregló para abrir la cremallera con un suspiro ronco. Su instinto tembló en respuesta y con excitación, al exponerlo y liberarlo de su pantalón, para ella. Sus dientes y lengua salieron, tirando, lamiendo y la acariciaron, hasta que sus manos, finalmente, cesaron el movimiento. Entonces, cada pensamiento, sentimiento y gramo de conciencia dentro de ella, simplemente se detuvo. Ya no era una pensante, mujer funcionando. Era simplemente un lío de hormonas y sensaciones que se iniciaron en lo profundo de sus entrañas en alguna parte. Seguía siendo tirada y manipulada por su boca, simplemente estando en su pecho. Él estaba apenas haciéndole cualquier otra cosa. Estaba haciendo poco más, pero de repente, agarró su cabeza contra ella, y sus manos se enredaron en su cabello mientras gemía y se venía sin un pensamiento consciente de ello.

Se vino sorprendentemente rápido por el simple tirar de sus pechos. Apoyó su frente hacia abajo contra su cuello por las réplicas, siendo sorprendentemente fuertes, disparándose en su interior como fuegos artificiales que no explotaron con el evento principal. Contuvo la respiración profunda mientras el silencio de su condominio, finalmente cortó a través de su bruma borrosa. Al instante, un profundo sentido de modestia y timidez la llenó. Podía sentir el calor de un rubor que salía de su pecho, que se elevó rápidamente hacia su frente. Se vino sin hacer ni una cosa para que él se sintiera bien. Se vino con apenas su toque. ¿Qué era eso? ¿Cómo podía haber reaccionado de esa manera? ¿Tanto? Era casi ridículo. Él probablemente pensaría que no había tenido sexo en una década, y simplemente necesitaba una mano rápida para conseguirlo. Pero ese no era el caso en absoluto. Nunca se venía tan fácilmente. Por lo general, por lo menos tomaba un poco de trabajo con su pareja. Y con un poco de tiempo. Y con un poco de esfuerzo. Por lo general no se comportaba como un cable de alta tensión, simplemente esperando una conexión. Sólo se había venido porque lo había hecho específicamente con él. Inclinó la cabeza para que sus labios acariciaran su cuello. Podía ver todo los planos de su rostro. Enterrando su cara en su cuello otra vez, murmuró: ―No sé lo que fue eso. Nunca hago eso. Quiero decir, hago eso, pero simplemente no por… esto. Él sonrió por primera vez en aproximadamente una hora y movió el rostro para poder verla. ―¿Esto? ―Nada. No hiciste casi nada y mira cómo reaccioné. ―Tuvo que apartar la cara, demasiado avergonzada para ver cómo él, sin duda, sonreía a su revelación. En cambio, su tono fue tranquilo, y casi suave cuando le contestó: ―Si te sirve de consuelo, me sentí de la misma manera. Ella se quedó inmóvil y miró hacia él. ―¿En serio? ―En serio. ―Le sonrió cálidamente. Era la primera vez que lo había visto en su vida sonreír así. Era completamente diferente a lo habitual. Era suave y amable. Y específicamente para ella. Era una secreta, dulce, sonrisa casi coqueta. Era una manera en que no la había mirado nunca. Estaba segura de eso. No se trataba de que le faltara un brazo. O de su historia. O de la historia de ella. Ni nada… excepto este momento tan especial.

Que él podía hacerla sentirse así. Su reacción ante él, y la de él ante ella. Por una vez, el brazo que le faltaba no inhibía la forma en que reaccionaba a ella de forma natural. Su guardia habitual estaba abajo. Necesitaba que iniciara de nuevo. No había manera de que pudiera terminar así tan pronto. Tocó sus labios sobre su cálido cuello y le tomó el pulso a través de ellos. Él todavía estaba casi sentado rígidamente en el extremo de su sofá. Su columna era tan recta y perfecta, era casi como si se fusionaran juntas para seguir estándolo. Su brazo todavía la cercaba y su mano descansaba al lado de su cintura. Se puso sobre sus rodillas de repente. Casi rasgó su pantalón y ropa interior negra fuera, la dejó caer al piso antes de levantar sus pies y darle patadas lejos. Desabrochó su sujetador y lo dejó caer también, hasta que estuvo totalmente desnuda. La mirada de él se inició en sus rodillas y se deslizó centímetro a centímetro hasta su cuerpo. Quería tomar todo de ella lentamente, dibujándolo. Ella sintió la necesidad de cambiar su peso de un pie al otro porque era tan intensa. La forma en que se mantenía mirándola, con sus ojos color marrón oscuro brillante como chispas que pudieran dispararse y quemar su piel desnuda. Su mirada era intensa, mirando los vellos ligeros de su sexo, y por encima de su estómago antes de detenerse en sus pechos. Nunca había sido particularmente tímida con su cuerpo. Sabía que sus piernas atraían a algunos hombres, y eran su mejor característica. Su trasero estaba bien, si no un poco demasiado plano para llamarse a la moda. Su estómago no era totalmente plano, y estaba en el peso promedio. Nunca había declarado ser modelo o una muestra de perfección. Pero era por lo general suficientemente atractiva para los hombres con los que salía. Y le agradaba a la mayoría de ellos. Nunca había recibido ningún comentario acerca de perder peso o sugerencias para poner firme esa parte o la otra. Pero ahora, de repente, con Tony mirándola como si tuviera la intención de evaluar su estado físico, sintió que su confianza se hundía. Él era extremadamente cuidadoso en su lectura, y no hubo ni un centímetro de piel que pareciera brincarse. De la celulitis tenaz que se adhería a la parte posterior de sus muslos, al estómago que se moldeaba hacia afuera, no hacia adentro. No era considerada gorda por ningún medio, y no era como la mayoría de las mujeres, que asumían que eran gordas, sin importar nada. Sabía que no tenía sobrepeso. Pero también sabía que no era tan pequeña o delgada y fina, alguien como Vickie. Tenía algunas imperfecciones que estaban equilibradas por unas pocas de sus características comunes. Juntos, era un paquete bastante agradable.

No podía soportar su intensa atención sobre ella. Se dejó caer y la arrastró con él. Esta vez, la extendió en su pecho, con su cabeza en su hombro bueno y en su brazo en ella, sosteniéndola. ―No tienes que ser tan… tanto. ―¿Qué? Ella lo miró. Había algo diferente en él en ese momento. Su rostro era tan intenso, pero no tan duro como siempre. Él no estaba de forma automática frunciendo el ceño, y sus ojos eran vivos y brillantes. Normalmente, estaban apagados o enojados u oscuros. ―¿Pasé la inspección, sargento? Él la miró, pero después de un largo momento, sus labios se estiraron hacia atrás mientras una sonrisa juvenil, y casi encantadora, brillaba en su generalmente alineada, cara triste. Volvió la cabeza, y una vez más, su mirada se deslizó sobre su cuerpo hasta que sus ojos se posaron en los de ella. ―Bueno… supongo que pasaste. Ella tocó el hombro con sus nudillos en un falso, golpe ligero. ―No eres nada gracioso. Aunque, supongo que ya sabíamos eso. Dime, hasta este momento, ¿cuándo fue la última vez que sonreíste? Su tono seco y expresión se quedaron en blanco cuando respondió: ―Dime, ¿cuándo fue la última vez que alguien te desnudo correctamente? Su boca se abrió. ―¿Acabas de decir eso?

―¿No acabas de hacer eso tú? ―contrarrestó él. Sus cejas bajaron mientras ella trataba de averiguar por qué Tony estaba actuando tan raro. Tan diferente. Tan… casi simpático. Vaciló y finalmente preguntó: ―¿Estás bromeando… conmigo? Él sonrió y la carcajada sacudiendo su pecho. ―Lo hago. Te estoy tomando el pelo. Incluso su tono era diferente. Lo que era… bueno, tierno, por falta de una palabra mejor. La miró, con los ojos claros y amables mientras le sonreía acunada en su brazo. La suave, leve iluminación lo transformó. Ella alzó una mano en la parte posterior de su cuello y tocó su barba. Sus dedos acariciaron su cabello, como cepillándolo con movimientos rítmicos.

―¿Así que todo lo que se necesitas es que me desnude para que seas más agradable? ―Bueno, ciertamente no me hará enojar. ―Todo te hace enojar ―dijo ella en voz baja, con tono más serio que un momento antes―. Especialmente yo. Él levantó una comisura de su boca y sacudió ligeramente la cabeza, como si lo lamentara. ―Lo sé. Es simplemente difícil encarar a alguien como tú; sobre todo cuando

te ves de la manera que lo haces. ―¿Alguien como yo? ¿Cómo soy? ―Frunció el ceño ante la extraña declaración. ¿Qué había en ella que lo desencadenaba? Sus cejas bajaron y él inclinó el cuello hacia atrás. ―Perfecta. ―Su tono era frío y seguro, y sonó casi molesto de tener que decirlo.

Como si ella debería haber sabido eso… cuando era realmente lo último que nunca hubiera sabido de él. Su respiración salió de sus pulmones en una exhalación sorprendida, en shock. ―¿Crees eso de mí? ―No lo creo. Lo sé. ―Tú… ―No quiero hablar de Will. ―Al instante-uso un tono fuerte y frunciendo el ceño. Ella casi tuvo que ahogar su frustración. ―¿”Tú” como en, pasarás la noche aquí? Iba a pedirte que te quedaras, no quise decir el nombre de mi ex marido mientras estoy desnuda contigo. A menos, que se te hubiera perdido de alguna manera. Sus labios temblaron y ella pudo ver el comienzo de un hoyuelo en su mejilla. Estaba divertido por su desdén. ―No me lo perdí. Tampoco lo aprecié. Ella pateó sus pies y comenzó a sentarse, sintiéndose molesta ahora. Él apretó la mano en su estómago. Cómo diablos se las arregló para sostener su espalda, con una sola mano, mientras la mayor parte de su brazo estaba debajo de ella, era un misterio. Pero su maldito agarre era como una trampa de acero, apretando sus mandíbulas alrededor de su cintura. ―Me quedaré.

Ella se echó hacia atrás, dejando que sus palabras la calmaran. ―¿Y serás bueno? ―Si te quedas desnuda. Ella sonrió. ―No me quedaré desnuda. Así que tendrás que serlo en todo momento,

incluso cuando no esté desnuda. Finalmente él sonrió con su respuesta. ―¿Por qué te pondrías ropa de nuevo? ―Porque no tengo la intención de pasar Navidad con el trasero desnudo. Su rostro se oscureció. ―Estamos pasando la Navidad juntos. Ella inclinó la cabeza y dijo simplemente: ―Espero que sí.

Él asintió. ―Bien.

―Está bien, ¿serás bueno conmigo, incluso cuando no esté desnuda? O bien, ¿pasarás la Navidad conmigo? ―Las dos cosas. ―Vaya. Soy como una doble ganadora. ¿Quién sabía que la desnudez sería mi arma de elección contigo? Todos los médicos, pláticas, y terapia en el mundo no pueden romper tus defensas como una visión de pechos desnudos, ¿eh? Su pecho se movió de nuevo. ¿Dos veces? Lo hizo reír dos veces en una noche. ―Sólo los tuyos. He esperado mucho tiempo para verlos. Ella tiró de su cuello hasta que inclinó su rostro más cerca para poder besarlo. Ella se movió, y al instante, su cuerpo volvió a la vida, incluso más de lo que había estado bajo ella. Su conversación se perdió mientras sus besos avanzaban. Los minutos pasaron. Veinte minutos pasaron. Eran como adolescentes. Sus bocas, lenguas y respiraciones, se mezclaron juntos, el aire húmedo caliente y mojado de la saliva. Podía quedarse allí para siempre. Justo allí, tendida sobre su cuerpo, mientras su boca le hacía cosas a la de ella que olvidó lo que los besos podían hacer. Sintió sus sentimientos crecer de nuevo. Cosas que no deberían haber estado circulando en su interior tan pronto, tan fácilmente, y con casi nada encima. Con tan poco juego previo. Era ridículo. Cambió de lugar hasta que estuvo de nuevo sentada

a horcajadas sobre él. Se deslizó hacia atrás lo suficiente como para terminar el trabajo que empezó antes. Él se movió alrededor del sofá para dejarle bajar el pantalón antes de luchar con su bóxer; pero finalmente, consiguió sacarlos lo suficiente del camino. Envolvió su mano alrededor de él. Él gimió y cerró los ojos mientras sus dedos lo tocaban. Él detuvo su movimiento, y su respiración era fuerte, jadeante. Ella movió su mano a lo largo de él, tirando, acariciando y presionando. Su piel se sentía casi quemada por el intenso calor que irradiaba de él. ―Mi cartera ―murmuró él de repente. Su cabeza se echó hacia atrás en el sofá y su postura perfecta desapareció mientras parecía perdido en sus cuidados. Los sentimientos encendidos en su interior eran demasiado fuertes e inesperados para ignorarse. ―¿Qué? ―le preguntó, desconcertada por su petición. ―Hay un condón en mi cartera. ―Oh. ―Casi se sonrojó desde las raíces de su cabello. Como una olvidadiza, excitada adolescente, quien casi había cedido a no pensar. Buscó su pantalón hasta que encontró la cartera enterrada en su interior. Busco rápidamente en ella hasta que encontró su premio, lo sacó. Él la miró con la cabeza elevada cuando ella empezó a entregárselo. Él negó e hizo un gesto que indicaba que ella debía ponérselo. Eso parecía más íntimo que tocarlo. Ella se inclinó y puso la boca en él primero. Su cuerpo entero se puso rígido y casi cayó fuera del sofá. Chupó la punta de él y de su cabeza, y él finalmente se dejó caer hacia atrás mientras se deslizaba dentro de su boca. Su mano se hizo puño en su cabello, que se extendía sobre su regazo. Ella no podía creer lo que estaban haciendo ya. Ahora. Esta noche. No tenía intención de nada de esto, y mucho menos, de arrodillarse frente a él, completamente desnuda, con su boca semi-tragándose su pene. Sus senos se mantenían rozando sus piernas mientras se movía arriba y abajo en él. Estaban tan sensibilizados, que tuvo que gemir en respuesta. No había nada que él hiciera que no lograra excitarla y casi explotar. ―Por el amor de Dios, ponme el condón, Gretchen. ―Su voz sonaba estrangulada. Apenas atravesó sus sentidos. Deslizó la boca de él y él casi saltó, de lo duro y listo. Sus dedos temblaban mientras abría el paquete. No podía arreglárselas para abrirlo y, finalmente, tuvo que utilizar sus dientes para rasgarlo antes de rápidamente revestirlo sobre él.

Extendió sus rodillas y se acomodó a sí misma a ambos lados de su cuerpo, cerniéndose sobre él. Agarrando sus hombros para mantener el equilibrio, él miró hacia ella, pero ella no pudo sostener su mirada. Él parecía tan decidido a observarla. Ella cerró los ojos, cayendo en completa felicidad mientras lentamente se deslizaba sobre él con toda facilidad. Estaba allí. Finalmente. Tony estaba dentro de ella. Casi gimieron en perfecta armonía. Comenzó a moverse sobre él, usando sus rodillas como apoyo para empujar sus caderas arriba y abajo, lentamente al principio, pero aumentando el impulso hasta que estuvo casi saltando sobre él. Sus pechos se agitaron justo en su cara hasta que él tomó uno en su boca y ella gritó. Estaba dentro de ella y su boca estaba en su endurecido pezón. Él empujó sus caderas de nuevo anclado a su cintura una y otra vez, mientras ella flotaba en el Nunca Jamás, y con un gemido final, se unió a ella.

―¿Tony? ―susurró ella. Su cabeza estaba apoyada en su hombro, y su cuerpo estaba presionado contra la parte delantera de él. La casa estaba extrañamente callada después del ruido frenético, erótico de hace unos momentos. Ahora, una vez más, volvían a lo extraño. ―¿Qué? ―le masculló apenas de regreso, sonando medio dormido. ―¿Podemos ir a la habitación? Él empujó la cabeza hacia atrás y dejó caer su mano de su cintura. ―Sí. ―Su tono era ronco. Poco a poco ella sacó sus extremidades desde donde estaban envueltas alrededor de él. Realmente deseaba haber pensado en todo eso un poco más. Primero, tal vez no en su sala de estar con brillantes luces parpadeantes felices a su alrededor, y estando completamente desnuda mientras él estaba medio vestido. Tal vez en una cama, en la oscuridad; tal vez entonces, no se habría sentido tan rara. Poniéndose de pie, no había nada más que hacer, sino permitir que su cuerpo desnudo fuera analizado por él. Sus ojos se quedaron en ella y lo notó mirándola mientras se inclinaba tan cortésmente como pudo para recuperar su camisa y la dejaba caer sobre su cabeza. Se dio la vuelta alejándose para terminar su insoportable autoconciencia y hacer clic en el árbol y apagar las luces de Navidad, sumiendo al cuarto en su mayoría en la oscuridad. Un débil resplandor desde lejos de las farolas lo hicieron tenebroso mientras se apresuraba a su habitación con su trasero desnudo por debajo de su camisa. Hurgó en su tocador por una decente, sedosa, bata de color rosa suave. De alguna manera, el momento no pedía lencería. Tal vez era porque Tony era el hombre más intenso con el que alguna vez estuvo íntimamente, y estaba un poco insegura acerca de dónde se encontraban ahora. Había tanto calor entre ellos, que no tenía que molestarse nunca con una vestimenta seductora o con cualquier otro accesorio.

Pero también era el único hombre que no la mantenía completamente segura de lo que podría decir o hacer, por no mencionar, que tenía sentimientos acerca de ella. Él era tan impredecible, que no podía imaginar su reacción a hacer el amor. Él la siguió a la habitación unos minutos más tarde. Ella se atrevió a echar un vistazo en su dirección. Su camisa estaba todavía abierta, pero él y su pantalón estaban de vuelta también, donde se suponía que debían estar. Tragó su nerviosa ansiedad y rápidamente desapareció en el cuarto de baño para irse a la cama. Él estaba sentado en el borde de su cama cuando salió. Y todavía no decía nada. Bien. Silencio. Impresionante. Era como si fueran extraños. Su mirada estaba pegada a ella mientras apagaba la luz del cuarto de baño y rodeaba la cama. Finalmente él se levantó para ir al cuarto de baño. Ella esperó y no supo qué hacer. ¿Debería meterse en la cama? ¿Fingir que estaba dormida? ¿Preguntarle por qué no podía sólo ser un pequeñísimo, diminuto más amistoso o abierto, o simplemente bueno… agradable? Él salió y el aliento se quedó atrapado en su pecho. Era ridículo. Se sentía más nerviosa con él, en ese momento, que nunca antes. Después de que ya habían tenido sexo. No había razón por la que se sintiera tan rara. Él no se había abrochado el pantalón. Sin duda, no era una tarea fácil de hacer sólo con una mano. ¿No era por eso que tan a menudo llevaba pantalones de pants? Originalmente pensó que era una declaración anti-moda, anti-sociedad que iba con el resto de su nueva apariencia desde que se retiró del ejército. Pero tal vez era más una cuestión de función que declaración. Realmente había subestimado todos los obstáculos con los que él vivía. Su cuello y mejillas se pusieron calientes por su nueva deducción. ¿Cómo podía haber sido tan insensible al principio? Era una terapeuta capacitada, y sin embargo, todo lo que había pensado que Tony necesitaba para “mejorar” era salir y hacer algo. Había pensado que si se comprometía con la vida otra vez, sanaría automáticamente sus heridas. Había intentado minimizar completamente cada momento difícil de su existencia diaria en un nivel físico, y mucho menos, considero las consecuencias emocionales de sus limitaciones. Ni siquiera había considerado lo difícil que debía ser para un hombre que una vez fue atlético y activo, de repente estar discapacitado. Él mantuvo su camisa puesta y se deslizó en la cama a su lado. Se quedaron en silencio por un largo rato y no se tocaron. El aire parecía tenso con palabras no dichas, junto con sus nervios, y lo extraño de la situación. ―¿Estás bien? ―murmuró Tony en un tono vacilante. Ella levantó la cabeza de la almohada, asombrada por completo de que se le ocurriera preguntarle. ―Sí… ¿algún motivo por el que no debía estarlo? ―preguntó, perpleja.

―Esto no era parte de tus planes. Es una declaración. No una pregunta. Estaba seguro de que ella no quería esto. Y, probablemente, pensaba que lo lamentaba. Se deslizó por el espacio que los separaba. Estaba acostada sobre el lado sin su brazo. Ajustó su cuerpo al lado del suyo, llevando sus brazos a su alrededor. Era extraño. Podía estar con la cabeza en su pecho, con nada por debajo de ella para hacerla sentir incómoda. Tanteó hasta que encontró su mano y la estrechó entre las suyas. ―Los planes son a menudo sobrevalorados ―le susurró finalmente, sosteniendo su mano firmemente―. Además, eso fue… ―¿Qué palabra podría describirlo?―… nadie podría haber planeado alguna vez eso. Su pecho se movió mientras él soltó una respiración cargada de tensión. Se rió entre dientes finalmente y ella apenas vislumbro su asentimiento en la penumbra de su habitación. ―Sí, eso fue bueno. ―¿Bueno? Entonces, ¿qué es lo que debo hacer con el fin de lograr que sea increíble, fantástico, caliente, y orgásmico? Quiero decir, Jesús, ¿qué tipo de sexo tienes por lo general? ―Su tono sugería su consternación por su falta de entusiasmo. ―Tú. Lo hago contigo y es increíble, fantástico, caliente, y orgásmico. ¿Incluso esa es una palabra? ―Lo es. Y ahora por fin sé lo que significa. Lo qué significa la acción. ―Vaciló antes de añadir―: Entonces, ¿no fui sólo yo? Él tragó, pero tras otro momento, susurró de regreso: ―No, no se trató sólo de ti.

Soltó el aliento que había sostenido. Hubiera sido humillante que sólo ella hubiera estado tan excitada, después de haber tenido el mejor sexo de su vida, que Tony dijera que fue bueno, o que estuvo decente, o ya sabes, que fue sexo regular, sin duda le habría machacado. No… la habría arruinado totalmente. Pero pensó que había algo más también. Algo diferente y especial. Y maravilloso. ¿Qué decía eso de que estuvieran juntos? Lo que más la sorprendía en su mayor parte era que no tenía nada que ver con la amputación. Debido a eso hasta ahora, todo lo relacionado con Tony tenía algo que ver con su brazo. De pronto ella se incorporó. ―Deberíamos hacerlo de nuevo. A ver si no fue sólo una anomalía.

―¿Anomalía?

―Sí, ya sabes, una cosa rara de una sola vez. Y puesto que se sintió tan bien, ¿por qué no deberíamos hacerlo? ―Eh, ¿de acuerdo? ¿Creías que diría que no? No tienes que preguntármelo dos veces. Ella se subió a horcajadas sobre él, empujando su camisón. Era mucho más fácil con él plano debajo de ella y usando la cama como apoyo. Él estuvo listo de inmediato, simplemente de hablar con ella. Bien. Esto sólo podría ser orgásmico de nuevo si todo su cuerpo respondía. Se inclinó para empezar a besarlo. Podía sentir su boca volverse una sonrisa debajo de sus labios mientras murmuraba: ―No tenía ni idea de que estuvieras tanto… en ello. ―¿En qué? ¿En el sexo? ―Se levantó de nuevo, con el ceño fruncido―. ¿Por qué? ¿Por qué no iba a estar en el sexo? Él se aclaró la garganta. ―No lo sé. Eres reservada y conservadora en tu vida real. Simplemente no lo esperaba. Eso es algo bueno. De hecho, es una gran cosa. ―¿Will nunca te habló de nosotros? ―dijo, frunciendo el ceño con molestia infantil. Él se retorció debajo de ella. ―Realmente no necesito la imagen de Will en mi mente ahora mismo. Porque no es tan fácil para mí. ―Extendió su mano hacia arriba detrás de su cabeza para atraerla de nuevo hacia él. Ella se resistió, manteniendo su boca a centímetros de la suya. ―¿Qué quieres decir? ¿No es tan fácil para ti? Él suspiró. ―No quise decir eso. No hagas caso de eso. Vuelve a lo que estabas haciendo. ―No. ¿Qué quisiste decir? Él gimió su molestia y su estómago se contrajo bajo ella mientras trataba de incorporarse. Finalmente, deslizó la mano desde detrás de su cuello y utilizó su codo para conseguir un mejor movimiento. Pudo medio reclinarse, deslizando abajo un poco las piernas. Quedaron casi cara a cara. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello. ―¿Qué quieres decir, Tony? ―le preguntó de nuevo, su tono más serio. ―Quiero decir, que soy un idiota por arruinar el estado de ánimo. ¿No puedes olvidarlo?

―No. Quiero saber. Tal vez necesito saber. Me gustaría conocerte, Tony. Como eres ahora, no la forma en que eras. Estoy más atraída por ti como eres ahora, así que supongo que vamos a tener que ir con eso. Y eso significa que tienes que responderme. Sus ojos la evitaron mirando algún punto más allá de ella. ―Significa que desde que perdí mi brazo no me sentía mucho como… para hacer esto. Todo su cuerpo se sacudió con sorpresa ante sus palabras. ―¿Sexo? ¿No te sentías como para tener sexo? ¿Y la cosa con la camarera? Dijiste que las mujeres iban a ti por tu falta de brazo, y no a la inversa. Él alejó su cuello tenso de nuevo de ella, tratando, lo sabía, de establecer más distancia. Su tono fue gruñón cuando murmuró: ―Lo hacen. Ella lo hizo. Nunca llamé a ninguna de ellas. No las acepto. Yo, en realidad no sé por qué no. Ella exhaló un profundo suspiro y parpadeó. Santo Cristo. Él era… complicado, por decir lo menos. Su corazón revoloteó locamente en su pecho por la forma en que lo afectaba. A todo él. Cuando era grosero con ella. Cuando era amable con ella. Cuando estaba dando conmovedores discursos, o sonriendo hacia una niña solitaria. Gretchen se sorprendió y se sintió tocada de que hubiera sido tan honesto con ella. Ella apoyó la frente contra su toque. ―Arruinó todo para ti, ¿no? Él cerró los ojos e inhaló bruscamente. ―Sí. Así es ―respondió simplemente. Su tono era suave y crujiente. Le tocó la mejilla con su dedo índice y él abrió los ojos en respuesta. ―No arruinaste esto. Puedo dar fe de eso. Puede ser que hayas retrasado desear hacer esto, pero no lo arruinaste. Créame. Eso fue… fuiste mejor que cualquier hombre con dos brazos con el que haya tenido sexo. Will incluido. Los ojos de él se ampliaron. ―¿Realmente quisiste decir eso? ¿Un hombre con dos brazos? Gretchen, nadie me dice cosas como esa. Ella sonrió. Se alegraba de ver su incredulidad y media sonrisa divertida. ―Lo hice. Y lo dije en serio. Él la miró.

―¿Will incluido? ―Pensé que acababa de decir eso. Pero sí. Will incluido. Ahora que pareces interesado en mí, ¿podemos ver si fue simplemente una anomalía? Por fin él le dio una sonrisa plena que subió a sus ojos y que envió a su corazón a latir salvajemente. Mierda, le gustaba verlo tan feliz. Y pronto se dio cuenta que no había sido una anomalía. Parecía ser un hecho con el que tendrían que lidiar.

* * *

Tony se quedó mirando el techo de Gretchen. ¿Por qué hizo esto? ¿Por qué estaba allí? ¿Y por qué ella lo tenía aquí? La oyó en la cocina. No eran ni siquiera las ocho de la mañana de Navidad. Debería haber estado en su casa, solo, en el maldito sótano de sus padres. Debería haber hecho una mierda y sentir lástima de sí mismo porque era Navidad, y por estar solo en el sótano de sus padres a la edad de treinta y cinco años. Pero en cambio, estaba tendido en la cama de la mujer con la que había fantaseado por dos décadas. Era surrealista. Loco. Malditamente imposible que estuviera allí. Y todo por su insistencia. Y no era como si ella no supiera en lo que se estaba metiendo. Le pidió quedarse allí. Lo llevó allí. Fue a él. Él nunca habría llegado a Gretchen. No. De ninguna manera. Nunca habría creído que lo desearía. Nunca lo había deseado antes, ¿pero ahora lo hacía? No sabía qué hacer con eso. O qué hacer ahora con eso. O incluso cómo actuar. Suspiró y se dio la vuelta. Era más fácil mantenerse solo en el sótano de sus padres. No había situaciones incómodas. Ni momentos retorcidos con su brazo. Ni simpatía. Ni tristeza. Ningún sentimiento como bicho raro. Finalmente se levantó a orinar, localizando su ropa interior y pantalón, luchó por ponérselo. Odiaba los botones en los pantalones. Siempre eran un dolor, y la tela solía ser demasiado rígida y difícil de manipular con una sola mano. Le tomó unos cuantos momentos ponerse la camisa. En algún momento, el seguro que había mantenido prendida la manga se abrió. Lo buscó alrededor de la cama hasta que lo encontró y rápidamente ajustó todo. Bien. Bueno. Parecía un poco presentable. Gretchen estaba en la cocina, cocinando. ¿El desayuno? ¿Para él? Se puso de pie en el pasillo donde pudiera verla. Aún no sabía que él estaba allí. Estaba descalza, y todavía tenía el sedoso camisón. Terminaba un par de centímetros encima de sus rodillas. El color era suave, sutil, femenino y bonito. Muy parecido a como la habría descrito. La larga bata de franela le cubría los hombros, y debería haber arruinado el efecto del sofisticado, sexy camisón. La túnica era cómoda y

cálida; pero todo lo que hacía era causar que su maldito, estúpido, siempre codicioso corazón por Gretchen brincara extrañamente en su pecho. Su cabello estaba todo desordenado. No se había cepillado todavía. Se acordó de su mano atravesándolo mientras la agarraba y sujetaba su cabeza quieta para poder darle un beso antes de que ella le hiciera otras cosas a él… Era totalmente el responsable de crear el andrajoso, esponjado lío de su cabello esta mañana. Ella lo empujó detrás de sus orejas. Los mechones más oscuros estaban todos mezclados y contrastaban con los rubios. Descalza y cocinando tocino y panqueques, era la vista más deseable que alguna vez había contemplado. Se revolvió en su sala de estar y se detuvo en el bar. Ella levantó la vista y sonrió con una dulce tímida sonrisa que iba en desacuerdo con la emocionante mujer que recordaba de anoche. ¿Era de creer que la suave, soñadora mirada, feliz que tenía en su cara era sólo de verlo? Estaba bastante seguro de que no había hecho feliz a nadie en muchos años. Tal vez, podría haber hecho a Audrey un poco feliz, pero eso fue antes de salir en su última gira. ―¡Feliz Navidad! Él hizo una mueca. Ella estaba demasiado feliz acerca de que fuera Navidad. ¿Qué adulto se preocupaba tanto por esas malditas fiestas? ―Feliz Navidad ―le contestó con la mitad de su entusiasmo. Ella levantó la vista de su cocina. ―¿Te gustan los panqueques? ¿Y el tocino? ¿Qué le cocinara la mujer que había tenido sexo con él tres veces ayer por la noche? Sí, le gustaba eso. Le gustaba mucho. Pero eso sonaba raro, así que simplemente asintió. Las luces festivas estaban todas de vuelta. Villancicos sonaban en el fondo, y la mesa estaba puesta con vajilla temática de Navidad con manteles individuales. ―¿Esperabas compañía? ―Sólo a ti. Lo hice para ti. ―Su corazón latió más rápido al oír sus palabras. Eran suaves y dulces. Incluso sonaba sincera. ¿Lastimaría sus sentimientos por preguntar eso? ―Eh, bueno, gracias. No tenías qué meterte en problemas. Ella apagó los quemadores y colocó la comida caliente en los platos que había puesto. Se deslizó alrededor de la barra y los puso sobre la mesa. Su siguiente viaje trajo jugo de naranja y café. Finalmente alzó la vista hacia él.

―Siéntate. Y trata de recordar que debes ser cortés y agradecido para no arruinar un buen gesto hacia ti, ¿de acuerdo? Él apretó los labios para abstenerse de sonreír. Había pasado un largo tiempo desde que alguien, aparte de su madre, había hecho algo bueno para él. Ella comenzó a pasar junto a él, con su rostro fijo en su molestia. Él la sorprendió y a él mismo cuando puso su mano en su brazo y la detuvo. Ella se dio la vuelta con sus cejas levantadas en pregunta. La atrajo hacia él, y su cabeza fue a parar directamente bajo su barbilla. Ella encajaba perfectamente. Por lo general, tenía que inclinarse con las mujeres, pero no con Gretchen. Era lo suficientemente alta como para apoyarse en él y permanecer en su abrazo. Se inclinó y le tocó los labios en un suave beso con la boca cerrada que permaneció en una caricia lánguida. Cuando levantó la cara de la de ella, sus ojos estaban todavía cerrados y su boca aún fruncida. Ella finalmente levantó sus párpados y sus ojos verdes se vieron sorprendidos, así como suaves y húmedos de rocío. Finalmente, asintió y susurró: ―Ahora ya estás en ello. Él le acarició su cuello y murmuró: ―¿Qué? ¿Siendo amable? Ella sonrió. ―Sí. Eres bastante bueno en eso cuando eliges serlo. Se sentaron y se comieron el desayuno. No fue tan raro como pensó que podría haber sido. La comida era fácil de cortar, por lo que no hubo estrés. Dudaba que ella hubiera considerado eso cuando la preparó. Discretamente él podía recoger el tocino y comerlo mientras desgarraba los panqueques con el tenedor. Eran alimentos como carne, o mazorca, o incluso hamburguesas los que podían ser complicados. Si no podía cortar su comida, era la causa de que su estado de ánimo cayera en picada y se marchitara inevitablemente. Había algo acerca de ser un hombre hecho y derecho que no pudiera cortar su propia maldita comida que lo hacía sentirse como de un centímetro de altura. Y sin duda, todo había contribuido a su anterior falta de interés en el sexo. ¿Qué mujer se sentaría a considerar lo que podía o no podía preparar de comida? Su mente comenzó a vagar a todas las diferentes situaciones que podían surgir en las que su maldita amputación podría convertirse en un problema. Realmente no podía pasar el rato con ella más allá de esto. Nunca funcionaría. Era parte de por qué era tan solitario. No podía soportar la atención que despertaba su desventaja. Mucho menos, simpatía. Era parte de por qué era tan difícil a veces. Siempre estaba en el borde, esperando el siguiente obstáculo con el que tendría que

lidiar para superar su torpe incapacidad de hacer cosas. ¿Cuándo necesitaría tener su maldita comida cortada para él? ―Entooooonces… Él miró a Gretchen por el largo “entonces”, y levantó sus cejas, esperando su pregunta. ―Entonces, ¿qué harás hoy? ―Nada, hasta eso de las cinco cuando mi madre prepara la cena para mi papá y yo. ―¿Y ahora? ―¿Ahora qué? Sabía que había dicho algo equivocado porque ella frunció los labios, como si estuviera molesta. ―Ahora… ¿vas a invitarme a cenar contigo? Él bajó el vaso de jugo de naranja y la miró con el ceño fruncido, perplejo. ―¿Quieres que te lo pida? Ella puso los ojos en blanco. ―¿Vas a ser obtuso con todo? ¿Tendré que explicarte todo? ―¿Todo? Sobre… ―Nosotros. ¿Ves? Lo estás haciendo de nuevo. ―¿Nosotros? ―Él hizo una mueca cuando sus cejas bajaron en una tormentosa expresión. Está bien, lo había hecho una tercera vez. No sabía cuándo creerle. ―Nosotros, como en, mi Dios, ¡Tony! Capta la idea ―casi rechinó mientras se levantaba, raspando su silla en el piso de madera antes de agarrar su plato y casi romperlo cuando lo arrojó en el fregadero. ―Eh, Gretchen, ¿quieres venir a cenar esta noche? Ella se volvió hacia él, mirándolo. ―Sí. Obviamente. A pesar de que tuve que convencerte de pedírmelo. De todos modos, ¿irás a alguna parte conmigo primero? ―¿A dónde? ―Con Olivia. De hecho, tengo que llegar en diez minutos. Es por eso que el desayuno fue tan temprano. Ella y Helen me están esperando para un desayuno, y por supuesto, para darle algunos regalos.

―Sí, me encantaría verla. No tengo nada para ella, sin embargo. Ya se lo di el jueves pasado. Ella hizo una pausa de quitar la comida del plato que estaba limpiando. ―¿Le compraste un regalo? ―Por supuesto. ―¿Qué? ¿Qué le compraste? ―No sé, esta cosita de moda-de-muñecas de la que estuvo hablando hace unas pocas semanas. Por alguna razón, Gretchen sonrió. Arrojando el plato, se secó las manos y se acercó a él. Puso sus brazos alrededor de su cuello y lo besó profundamente en los labios. ―Sí, lo recuerdo. Realmente deberías renunciar a pretender que no eres un buen tipo, amable, y maravilloso. Él no tenía ni idea de por qué le acababa de decir eso o que lo besara por eso. ―Bueno, es una niña pequeña. Una chica agradable. Por supuesto, que soy amable con ella. ¿Y por qué no dejas que lave los platos, ya que cocinaste el desayuno? Ella dio un paso atrás y sonrió con aire de suficiencia. ―¿Ves? Ya estamos otra vez. Bueno, voy a ir a prepararme. Ella echó a andar por el pasillo y podría haber jurado que tenía un rebote feliz a su paso. ¿Por qué? ¿Porque se ofreció a lavar los platos? ¿O porque la invitó a cenar? ¿O porque le compró a Olivia un presente de Navidad? En realidad no estaba seguro de lo que había hecho para hacerla de pronto tan feliz con él. Podía ser que no fuera tan difícil de complacer como solía percibir que era. De hecho, tal vez era demasiado fácil de poner contenta. O tal vez, también era fácil que lo hiciera sentir feliz.

Olivia gritó y saltó arriba y abajo cuando vio a Gretchen y a Tony juntos. Todas las sonrisas fueron salpicadas de los penetrantes chillidos de Olivia quien pasó la primera hora mostrándoles sus nuevos juguetes de Santa. Tony se quedó atrás primero, tratando de ocultar su incredulidad. Olivia vivía en un pequeño apartamento, y aparentemente dormía en el sofá, mientras que su abuela con su enfermedad terminal, Helen, estaba ahora casi postrada en la cama, en el único pequeño dormitorio. Gretchen le explicó en detalle qué tan enferma estaba Helen; y aunque había conocido a Olivia durante tres meses, la niña ni una sola vez mencionó que su abuela se estuviera muriendo. ¿Cómo podría alguien tan joven mantenerse enfrascada con eso dentro? ¿Y cómo podía encontrar tanta felicidad en su vida todavía? Gretchen no estaba segura exactamente de cuánto entendía Olivia realmente acerca de lo que pronto estaría sucediendo con ella. Olivia no tenía otra familia: ni padres ni parientes. De repente Tony no sintió nada más que una profunda compasión por ella, así como enojarse consigo mismo por no captar las trágicas circunstancias tácitas de la historia de la inocente, niña dulce. Olivia estaba feliz de tenerlos a los dos allí. Tony descubrió un pequeño árbol falso en la esquina que estaba adornado con más adornos hechos a mano que comprados en la tienda. Gretchen proveía toda la comida. Para su sorpresa, había congelado todo el asunto para que pudiera ser fácilmente re-calentado y estuviera listo para servirse en la pequeña mesa para cuatro personas. Helen aún llegó a la mesa, con una sonrisa que era suave y tensa, pero genuina. Tony al instante se dio cuenta de que la falta de un brazo no era una sentencia de muerte. Estaba sentado ahora cerca de alguien que estaba muy cerca de eso y se encontró sintiendo un parentesco con Helen que rara vez sentía con alguien más. Ella parecía saberlo y probablemente sentía lo mismo hacia él también. Gretchen tenía un montón de regalos para ambas. Cuando llegó el momento de irse, Tony se preguntó si debían llevarse a Olivia, pero Gretchen le explicó que

Helen quería todo el tiempo que pudiera posiblemente compartir con la pequeña Olivia; y esta sería su última Navidad; así que, no había duda. Tomando cerca de cincuenta fotografías de cada cosa que sucedió durante las cinco horas que pasaron allí, Gretchen se centró principalmente en fotos sinceras de Helen con Olivia. Gretchen y Helen tuvieron una larga charla, que dejó a Gretchen a punto de las lágrimas. Finalmente se separaron y se dirigieron por la acera a su coche. Tony se mantuvo en silencio, sintiendo la gravedad de algo mucho más allá. ―¿Qué pasará con ella? Gretchen lo miró y aspiró una lenta bocanada de aire. ―¿Podemos hablar de ello más tarde? Es Navidad. Tuve un hermoso día con ellas, y estoy teniendo uno tan bonito esta vez contigo. Me gustaría que eso continuara. Él se removió en el asiento y miró fuera del coche. ―Sí, siempre hay tiempo para la realidad más tarde, ¿no? Ella lo miró bruscamente, pero no hizo comentarios. Entraron a la calzada de Tony. Al entrar a la casa de sus padres, Leila miró desde donde estaba mezclando una masa en la encimera. Lewis se encontraba en la sala de estar, leyendo el periódico; y ambos se detuvieron y se quedaron con la boca casi abierta cuando Tony y Gretchen entraron. Un extraño e incómodo silencio pendió entre los cuatro. Anteriormente él le había enviado un mensaje a su madre, haciéndole saber que no volvería a casa, y además, informándole de la invitada que iría a cenar. Sin duda, ella fácilmente descubriría por qué no fue a casa, y maldita sea, si no casi comenzó a ruborizarse bajo la atención de sus padres. La Srta. Modales, sin embargo, no permitiría simplemente que él ignorara la incómoda tensión en la sala. Rodeó hacia su madre, mientras él arrastraba los pies hacia el mostrador, para quedar detrás de Gretchen. ―Hola Leila, espero que esté bien si me uno a ustedes. ―Estoy muy contenta de tenerte, Gretchen… Él dejó de escuchar inmediatamente. Por supuesto, su madre estaba encantada de que un mujer se les estuviera uniendo, y mucho más, una hermosa, mujer normal, maravillosa como Gretchen. Se excusó para ir abajo y ponerse ropa limpia. A pesar de que se metió la camisa blanca para ir con Olivia, tratando de parecer un tanto respetable, ahora estaba arrugada y doblada. Se cambió de ropa y pronto se unió a su padre que estaba viendo el fútbol americano universitario. Después de unos simples saludos, Tony notó la sonrisa secreta de su padre. Era difícil no

sonreírle de regreso a su padre por lo que quería decir: Bien hecho, hijo. Ella es atractiva. Lewis, sin embargo, nunca habría hablado de una mujer así. Debería estar aliviado de saber que su hijo parecía aún tener algo de interés en el sexo. No había duda, de que sus padres sabían que no solía dejar la casa, por lo que tenían que saber que no estaba consiguiendo exactamente ninguna. Pronto, la comida estuvo lista y fueron llamados a la mesa. Su madre, como Gretchen, también estableció una formal, mesa festiva. Era algo que ni él ni Lewis se molestarían en hacer. El jamón de su madre, el pan recién horneado, los frijoles caseros al horno y la ensalada eran para derretirse-en-la-boca de deliciosos. Ella colocó el plato de Tony frente a él, con el jamón cortado en pequeños bocados. Se negó a alzar los ojos a Gretchen mientras se preguntaba, si ella o su madre lo habrían cortado. No era que importara. Tenía que ser hecho a pesar de que se las arregló para fruncir el ceño de nuevo. Odiaba tener un solo puto brazo y las restricciones que ponía a su vida. La conversación fue fácil y casual, y finalmente comió lo suficiente para tener una ligera molestia. Finalmente, la comida terminó mientras ambas mujeres se levantaban al unísono y comenzaban a limpiar la mesa. Él se echó hacia atrás y se acabó la cerveza que su madre le entregó, haciendo una pausa en la conversación cuando Lewis se fue de la habitación. Gretchen se sentó rápidamente junto a él. ―¿Por qué estabas con el ceño fruncido? ―¿Cuándo? ―En la cena. Estabas bien, entonces, de pronto, no lo estuviste. ―Oh. Sólo me pregunté quién habría cortado mi comida. ―Me lo imaginaba. Fui yo. Yo lo hice. Soy muy consciente de lo que puedes y no puedes hacer. Quiero decir, ¿tenemos que seguir pretendiendo que no es cierto? ¿O podríamos simplemente actuar como adultos ahora y enfrentarlo? ―No quiero hablar de ello. Ella cruzó los brazos sobre el pecho. Sus pechos se movieron contra sus brazos y su mirada se quedó allí un poco demasiado. Ella suspiró. ―No me hagas hacerlo. ―¿Hacerlo? ―Comenzar a desnudarme de nuevo. Si es el único momento en que puedes ser agradable, entonces tendrás un momento realmente interesante explicándoles a tus padres por qué estoy repentinamente de pie desnuda en su sala de estar. ―Al menos, su ultimátum le hizo sonreír.

Él sonrió y negó. ―No te atreverías. ―Lo haría, si mejora tu comportamiento. ―Mi comportamiento no es tan malo. ―Él levantó sus hombros en un encogimiento―. Adelante, desnúdate. Como si fuera a detenerte en eso. Estarías premiándome. ―Hasta que tu padre comenzara a ver mis pechos. Eso probablemente te molestaría. Sus ojos brillaron con humor y la sonrisa llenó su rostro. Al menos Gretchen podía encontrar una manera de finalmente hacerlo sonreír y no tomar cada situación, buena o mala, tan serio. ―Nunca lo harías. ―Ponme a prueba. Es Navidad, y no me gusta tu mal humor. Así que pruébame. ―Llevó la mano hasta el dobladillo de su camisa y comenzó a levantarla. Su mano tiró y luchó por la muñeca hasta que se quedó quieta. ―Está bien. Bien. Voy a sonreír. ¿Ves? ―Obligó a su boca a una sonrisa falsa. ―Mantén esta conversación en mente. Dejas de ser amable. Me desnudo. Él puso los ojos en blanco. ―Eres ridícula. Ella se levantó, llevando la ensaladera sucia, y besó su mejilla mientras decía: ―Me amas y lo sabes. Se volvió y paseó a la cocina y comenzó a lavar los platos con su madre. No se dio cuenta de cuánto se congeló él con horror con sus palabras. ¿Ella realmente había querido decir eso? Su estómago brincó y empuñó su mano. ¿Amor? No, sexo. Apenas estaban teniendo sexo. Sólo había dicho eso casualmente, y de una manera rápida. No era que pensara que ellos… No, no pensaría más en ello.

* * *

―¿Leila? ¿Hay algún problema? Leila levantó la vista rápidamente hacia Gretchen. Acababan de terminar el postre y los hombres estaban hablando y viendo la televisión. Leila estaba poniendo el pastel sobre un recipiente. Gretchen tenía la extraña sensación de que Leila estaba

actuando extraño debido a que no se encontraba con su mirada o hablaba directamente con ella. Era muy evidente que tenía su propia opinión sobre por qué estaba Gretchen allí con Tony. Su boca se apretó. ―¿Pasarás la noche aquí? ―Um, bueno, no lo sé. ¿Quizás? No he hablado de eso con Tony. Y no asumo nada con Tony. ―Él no lo necesita, sabes. ¿Qué?¿El sexo? ¿Leila pensaba que no necesitaba sexo? No tenía ningún sentido para Gretchen. No era que Tony tuviera dieciséis años. ¿Por qué Leila se preocupaba por su vida sexual? ¿La idea de eso realmente ofendía tanto sus sentimientos? ―¿Qué quieres decir? ―¡A ti! No necesita que hagas esto. ¿Qué piensas que lograrás? ―No estaba tratando de lograr nada. Me gusta tu hijo. No es inusual para dos adultos terminar juntos después de que eso ocurre. ¿Por qué estaban teniendo esta discusión? ¿A dónde iba Leila con ella? ¿Y por qué? Leila siempre había sido tan amable con ella, y casi la había tratado como a una hija adoptiva. ¿Ahora no era bienvenida allí? ―Oh, ¿ya te vas a establecerse con él? Él no trabaja y todavía vive con sus padres. Él… ―Es un poco pronto para decir algo acerca de nosotros, de cualquier manera. Así como con cualquier hombre que acabara de empezar a ver. Y ya todos sabemos cada obstáculo involucrado con él. ¿Por qué estás interrogándome? Actúas como si estuviera aquí como una especie de depredadora que tiene la intención de lastimarlo. ―Él no puede aguantar más daño. O más rechazo. Me gustaría que simplemente te detuvieras. Vete a casa. Déjalo en paz. Él estaba bien antes de que aparecieras. ¿Bien? ¿Cómo era que Tony estaba bien? ¿Infeliz, grosero, y encerrado en el sótano de sus padres? Él no estaba bien, como Leila misma sugirió en la primera cena que compartió con los Lindstrom. Y como Donny bien le recalcó a ella. ¿Cómo iba a pensar eso? ¿Y por qué había tanta animosidad en la mirada caliente de Leila? ¿En que estaba realmente? Gretchen por lo general tenía una lectura de la mayoría de personas, pero no esperaba recibir ese tipo de reacción por parte de la madre de Tony. En lo más mínimo.

Leila cerró la tapa del contenedor y casi lo estrelló en el refrigerador mientras se daba la vuelta. ―Él ha pasado por muchas cosas, y finalmente está llegando a un lugar decente. Tal vez no piensas que está bien, pero en realidad lo está. Es cien por ciento mejor que como estuvo el primer año después de que ocurrió. Lo último que necesita es una pequeña estúpida mujer involucrándose ahora y arruinándolo. Cuando está trabajado tan duro para llegar hasta aquí. Audrey. Esto tenía que ser por ella. Tenía que haber una historia que causaba que Leila se sintiera irracionalmente temerosa de que Tony se involucrara con alguien de nuevo, incluyéndola a ella. Gretchen se aclaró la garganta y preguntó bajo: ―¿Esto es sobre Audrey? Leila se congeló y se dio la vuelta. ―¿Audrey? ¿Cómo sabes de ella? Nadie tenía que decírtelo. Tony quería que enterráramos el pasado. ¿Él te lo dijo? ―No, me lo dijo Vickie. Donny se lo dijo a Vickie. ―Ese idiota. Debería haber respetado los deseos de su hermano. ―Casi lo hizo. No sé demasiado acerca de eso. ―Bueno, ciertamente no voy a iluminarte sobre la vida privada de Tony. ―¿Pero me dirás que me vaya? ¿No se llama eso intromisión? Nunca soñé que tuvieras un problema conmigo aquí. ―No tuve ningún problema contigo siendo su amiga. Nunca soñé que hicieras algo como esto. ―¿Por qué, Leila? ¿Por qué nunca consideraste que tal vez quisiera salir con tu hijo? ¿Por qué perdió un brazo? ¿Pensaste que no podría ver más allá de eso? ¿O desearlo sexualmente por eso? Tal vez deberías buscar en ti misma primero antes de empezar a echar piedras contra mí. ¿Por qué no crees que lo haría? ¿Y por qué no te alegra que lo haga? La mirada de Leila fue feroz. ―Porque no te quedarás con un hombre con un solo brazo. No seguirás con él. Y él está bien ahora, viviendo aquí. Está seguro. Está a cargo. No hay más preocupación. ¿Y no me lo merezco? ¿Después de todo lo que he pasado para traerlo de vuelta a un lugar seguro en su vida? La boca de Gretchen se abrió.

―No quieres que nada cambie para él. Quieres que se quede aquí, y siga viviendo contigo. ―Lo quiero a salvo para que nadie más lo lastime y pueda llegar a él. Si eso significa que viva aquí conmigo, entonces que así sea. Gretchen comenzó a discutir, pero Tony llegó vagando por la sala. Miró entre ellas. ―¿Todo bien? Gretchen forzó una sonrisa. Lo mismo hizo Leila. ―Claro, estábamos contemplando si deberíamos repetir o no. ―Justo lo que estaba pensando ―dijo con una sonrisa antes de girarse y buscar alrededor en la nevera para sacar el postre que Leila acababa de guardar. Su sonrisa era fácil, casual y feliz. Algo raro para Tony. ¿Cómo podría Leila no querer eso para él? ―Sí, bueno, si me disculpan, voy a mover mis pies. Tony frunció el ceño mientras la miraba salir de la habitación. ―¿Cuál es tu problema? Gretchen se mordió el labio. ¿Se atrevería a decírselo? No quería arruinar el día de hoy, pero tampoco quería mentirle a Tony. Esa no era una buena base para ninguna relación. ―Ella no me quiere aquí, no le gusta esto, quiero decir. ―Como en… ―Que me acueste contigo. Tengo que irme. Es tarde. Ha sido… un montón para un día. Para todo el mundo. Comenzó a tomar su abrigo colgado en el taburete de la barra y sus llaves. Su voz la detuvo en el acto. ―Deberías quedarte. Ella levantó la vista. ―¿Quedarme aquí? ¿Bajo el mismo techo que tu desaprobadora madre? Él asintió, fijando su mirada en la suya, intensa y brillante. ―En realidad, creo que terminé. ―Tomó el postre y lo puso de nuevo en la nevera antes de caminar hacia la parte superior de las escaleras y poner la mano en la de ella.

Su corazón brincó. Su madre aún podría verlo desde el sofá, incluso a pesar de que probablemente no podía oírlos. Lewis ni siquiera quitó los ojos de la televisión. ¿Debería decirles algo a sus padres? ¿Debería pedirle perdón a Leila? Sintió un fuerte impulso de hacerlo incluso aunque no tenía razón. Leila no tenía nada que ver con ellos. Era ridículo que le importara. Pero no podía evitarlo. Le importaba. Siempre se había preocupado acerca de lo que los padres pensaran de ella. De sus propios padres, así como de sus amigos y de todos los hombres con quienes había salido. La mayoría de los padres, especialmente las madres, la querían; y era un poco chocante que la madre de Tony, de todas las madres, no lo hiciera. Pero Gretchen endureció su columna y fingió ser la adulta que se suponía debía ser mientras tomaba la mano de Tony.

El sótano era tal como lo recordaba. Tenía la vaga, un poco sombría atmósfera que era típica de un sótano. Las ventanas eran altas, permitiendo algo de luz durante el día, y algunos destellos de los faros de los automóviles y de las farolas por la noche. Era tranquilo allí, amortiguando los ruidos del exterior por las gruesas paredes de concreto, que también contribuían a la frialdad, la cual era significativamente más que en el piso de arriba. No encendieron las luces. La pasarela llevaba a la cama a su izquierda, después de sólo unos metros, y la sala de estar yacía a la derecha de la sala. Él le soltó la mano y ella se quitó los zapatos. ―Esto me recuerda mucho a estar aquí en un momento muy diferente en mi vida. Él miró a su alrededor, y volteó su cuerpo del de ella mientras murmuraba: ―No ha cambiado mucho, ¿eh? ¿Demasiado raro? ¿Quieres irte? ―Su tono fue al instante cauto. Su corazón se congeló y derrumbó en su pecho. Siempre estaba tan dispuesto a ser rechazado por ella. No creía que Tony hiciera eso con la mayor parte de las personas. Tenía suficiente confianza en sí mismo para que no le importara mucho lo que otros pensaran. Tampoco solía asumir que lo iban a rechazar. Pero con ella, era su costumbre. Dio un paso hacia adelante y envolvió sus brazos alrededor de él, empujando su pecho contra su espalda mientras su mano hacía un círculo en su tronco. Una vez más, sí, era un poco… extraño por un lado. Pero no lo suficiente para que significara algo. O cambiara algo. O la disuadiera de desear a Tony a causa de ello. Apoyó los labios en la parte posterior de su cuello y le besó la base del cráneo. ―No, no es demasiado raro. Él inclinó la cabeza hacia sus caricias. Todo su cuerpo se quedó inmóvil como si estuviera conteniendo la respiración. ¿Esperando qué? ¿Su rechazo? ¿O que saltara sobre él? ¿Qué? No entendía por qué siempre se volvía tan intenso a su alrededor. Su mano se posó sobre la suya. ―¿No te molesta?

Su tono era tranquilo y sus ojos estaban cerrados, pero ella sabía lo que significaba. ―No, Tony. Realmente no me molesta. Me gustaría que no fuera así, obviamente, por tu bien, pero no por el mío. Él se estremeció cuando sus manos se deslizaron hasta la base de su camisa. Ella tiró, subiéndola y él dio un paso adelante. ―No. ―Su tono fue casi de pánico mientras agarraba su camisa y tiraba de ella hacia abajo de nuevo. Ella suspiró y se sentó en el borde de la cama. ―Sabes que ya te he visto, ¿no? Cuando te encontré haciendo esas increíbles flexiones de súper-héroe Su boca se levantó una fracción de centímetro. ―Eran las mismas flexiones que cualquier hombre podría hacer. ―No. Nop. No lo eran. Pero de todos modos, ya vi que te ves similar. Voy a aceptar que tu camisa permanezca sobre ti. Voy a aceptar todo lo que tienes que hacer, pero desearía no hacerlo. Me gustaría que acabaras de confiar en mí. Él se sentó junto a ella y su tono fue cansado. ―No es tan fácil. Me siento… incompleto. ―Sí. Lo entiendo. Pero no creo que estés incompleto. Es un poco raro agarrarte y no sentir tu brazo. Y es un poco raro que no se interponga en el camino cuando pongo mi cabeza en tu hombro. Pero está bien. Quiero decir que sólo es lo que es. Pero no es algo que me detenga. ―La mayoría de la gente no es tan abierta al respecto. Se encogen y tratan de averiguar cómo hablar de ello. ―¿Eso es malo? Quiero decir que es obvio que no tienes un brazo. Tan seguro, como que es un poco diferente. Pero diferente no significa cualquier cosa. No para mí, al menos. Sus cejas subieron con perplejidad. ―Entonces, ¿qué? ¿No te importa? ―Sólo en la forma en que te afecta a ti. Yo te encuentro atractivo. Creo que ya probé eso. Así que puedes mantener tus problemas de bloqueo, los que he atestiguado desde que regresé a tu vida… o podríamos saltárnoslos y estar juntos. Como una pareja normal. Como si pudiéramos cambiarnos uno frente al otro. Y tener sexo sin nuestra ropa puesta. Ya sabes… normal.

Sus labios temblaron. ―Entonces, ¿estoy teniendo suerte otra vez? Ella sonrió. ―Sí. Pero sólo si estás callado. Me marchitaría en una mortificada bola si pensara que tus padres podrían oírnos. ―Es extraño que te preocupes por mis padres en nuestra época. Ella le tocó la cara. ―Oh, Tony, tu vida ha sido arrancada a jirones y nada es muy fácil ahora. Lo entiendo. Probablemente aún más ahora que cuando te vi por primera vez. Me equivoqué por instarte a que hicieras algunas de las cosas que traté de obligarte a hacer. Pero no tienes nada de qué avergonzarte. No conmigo. No por perder tu brazo. No acerca de dónde vives o lo que puedes o no puede hacer. Él desvió la mirada, pero se encogió de hombros. ―El consejo no es tan malo. El Dr. Hart es un poco rígido y formal, pero es bastante bueno en llegar a la raíz de las cosas. Y viendo a través de la mierda. Ella asintió. ―Me alegro. Pero no es un requisito para que estés conmigo. No hay nada que necesites hacer o ser, nada más de lo que eres en este momento, aquí, hoy. Y espero que sientas lo mismo por mí. Él la miró y lentamente apartó su mano de su cara. ―Está bien. ―¿Bien? Bien, ¿qué? ―Está bien, podemos ser normales. Su corazón se hinchó y pareció llenar su pecho. Estaba repleto de nueva alegría y felicidad. Él confiaba en ella. Para verlo desnudo. Se permitiría a sí mismo ser vulnerable frente a ella. Y diferente. Su respiración se detuvo cuando ella tocó el borde de su camisa. Él cerró los ojos, pero no trató de detenerla de que le levantara la camisa hacia arriba mientras agachaba su cabeza por el agujero del cuello. La dejó quitársela y colocarla detrás de ellos. Sus ojos permanecieron evitándola. Ella puso su mano en la base de su cuello, en su clavícula y pasó las puntas de sus dedos hacia debajo de su hombro, primero dirigiéndose a la “normal”. Su cuerpo se estremeció ante su contacto. Trazó su brazo, luego volvió a subir y bajar por el frente a su pecho, a sus abdominales onduladas. Las trazó. ―Me gustan estas.

Sus ojos se abrieron de golpe y la miró por un momento antes de finalmente mostrar una lenta, media sonrisa. ―¿Sí? Bueno, tengo que hacer algo para contrarrestar el brazo que me falta. Ella sonrió a sus profundos y oscuros ojos, levantando su mano y dejándola en su hombro, a dos centímetros de su cicatriz. Él se puso tenso y todo su cuerpo se puso rígido. Sus músculos se tensaron bajo sus dedos. ―¿Puedo tocarte? ¿Ahí? Él cerró los ojos y su respiración sonó entrecortada, pero finalmente asintió. Casi jadeó y soltó un aliento cuando sus dedos rozaron suavemente el fruncimiento de la incisión. Mantuvo los ojos fuertemente cerrados. Ella no podía pensar en una cosa para decir. No sabía cómo hacer esto mejor para él. O cómo hacer que fuera más fácil para él encararlo con ella. No sabía qué palabras le harían sentir que podía confiar en ella con él. Así que simplemente se inclinó y lo besó. Justo ahí, un beso, en la incisión. Sus labios lo tocaron y se quedaron momentáneamente cuando lo besó suavemente encima y debajo de ella. Luego pasó la mano a lo largo de ella, y por el costado de su cuerpo donde el brazo debería haber estado en el camino. Familiarizándose más con él, como era y no como debería haber sido. Esto no le molestaba, pero su corazón se hacía añicos por Tony. Por lo que había sufrido y perdido. No tenía nada que hacer con su atracción hacia él. Como ahora verdaderamente él no tenía nada que ver con la forma en que deseaba mirarlo y tocarlo por todas partes. No quería curiosear sobre su amputación. Simplemente había querido poder tocarlo y mirarlo y besarlo libremente… y en todas partes. ―No creo que nadie nunca me haya tocado antes. ―Su tono era apenas un apretado susurro y su mandíbula estaba tensa. No le gustaba, pero la dejó tocarlo de todos modos. Se sentó en su regazo, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello. ―¿Incluso Audrey? Su corazón pareció golpear más fuerte debajo de su oreja mientras su cuerpo se tensaba y su agarre alrededor de su cintura se apretaba con más fuerza. Le tocó su mano en su cintura. ―Tranquilo. ¿Cómo diablos puedes tener un agarre como de tornillo de banco? Él relajó sus dedos al instante. ―¿Donny te lo dijo?

―No, ni una cosa. No me dijo nada. Vickie lo hizo. Él se lo mencionó. No me quiso decir nada más cuando específicamente se lo pregunté. Así que quiero saber lo que pasó. De ti. Él la apartó y se puso de pie. Lo miró, y por una vez, se sintió encantada de poder hacerlo. Su pecho era largo y esculpido. Mucho más tonificado y musculoso de lo que hubiera osado esperar. No había ni un rastro de músculo definido que pudiera ser encontrado en Gretchen. Su brazo perdido se veía casi sorprendente desde el perfil lateral. Él se volteó cuando se dio cuenta de que estaba frente a ella, entonces abrió y cerró el puño. ―No sabía que estuviste comprometido. ―Sucedió después de que Will se fue al estado de Washington, por lo que nunca se lo dije. No, no había motivos para saberlo. ―¿Quieres hablarme sobre ella? Ya sabes acerca de la relación fallida. Él soltó un bufido. ―Sí, jodidamente sobreviví. Ella se puso de pie también. ―No vuelvas a eso. Ni siquiera me gusta mucho la palabra con J. ¿Podrías no enojarte conmigo sólo por querer hablar contigo? Él rodó su cuello antes de sentarse. ―Eres demasiado lógica, sabes. Quitas todo el viento de las velas de cualquier persona que está tratando de estar enojado contigo por lo tranquila que eres. Y cómo nunca reaccionas. Y cuán malditamente correcta eres. Ella sonrió. ―Malditamente mejor. ―Se dejó caer de rodillas ante él y tomó su mano entre las suyas, besándola antes de apoyar la cabeza en su regazo. Él suspiró. Su mano cayó a su cabello y la pasó a través de él. Causo que la piel de gallina corriera por toda su piel. ―No haces o dices nada como esperaba. ―¿Vas a hablar conmigo, entonces? ¿Sin enojarte? Háblame de Audrey, y te diré acerca de Olivia. ―Tener sexo sin camisa sería más divertido. ―¿En serio? Porque no habrías dicho eso hace una hora. Hablar hubiera resuelto ese problema. Él suspiró.

―Sólo una de las trampas por salir con una terapeuta capacitada, ¿eh? Ella se sentó en la cama, antes de pasar rápidamente al centro donde cruzó las piernas y esperó. Él se inclinó finalmente para acostarse en la cama, con la mirada pegada al techo de palomitas. ―¿Qué quieres saber? ―¿Ella vivía en Calliston? ―Sí. La conocí en una licencia. Nos conectamos. Estaba estacionado en el norte de Carolina entonces, así que no pensé mucho de ello. La vi cuando estaba en casa por unos pocos años. Hasta que decidimos volvernos un poco más serios. ―¿Cuánto tiempo pasaron saliendo en serio? ―Alrededor de dos años. ―¿Le pediste que se casara contigo? Él dejó caer su mano sobre su estómago desnudo. ―Sí. Jugada brillante. Me quedé atrapado, me parece, en todo el drama de estar aquí, después de salir. Ella lloraba cada vez que me iba, y contábamos los meses hasta que podíamos volver a vernos. Sabes cómo es. ―Sí, sufrí por más de una separación militar. ―Bueno, añade un montón de drama también. De todos modos, el compromiso sólo sucedió. Supe que sería enviado fuera de nuevo y ella comenzó a planear la boda. Y entonces… esto sucedió. Él desvió la mirada del techo a su cara antes de descender a la pared. ―¿Qué pasó después de que regresaste a casa? ―Vivimos juntos después de que nos comprometimos. Así que volví a casa con ella. Así. No fue por mucho tiempo. Alrededor de tres meses más tarde, me mudé aquí. ―¿Qué hizo ella? Quiero decir, ¿cómo pudo hacerte eso después de lo que sucedió? Después de lo que sacrificaste. Él se sentó y los músculos de su estómago se juntaron mientras lo hacía sin la ayuda de sus brazos. ―No es cómo crees. O cómo piensan los demás. La puse en un infierno. Ella no me dejó porque no quiso enfrentar esto. Ella… lo intentó. No dejé que hiciera mucho. No hablé con ella. No hice mucho. Me senté allí en su mayoría; y había días en los que no me levantaba de la cama. No tenía sexo con ella. No la tocaba. Ni dejaba que me tocara. Me lo merecía, Gretchen. Sé lo que todos pensaron, que podrían

culpar la mala actitud de Tony con la chica que lo dejó después de que perdió su brazo. Ella agachó su barbilla. Sí, había pensado exactamente eso. Había pensado que era una perra voluble que simplemente lo dejó porque su amputación era demasiado para ver. O demasiado trabajo. O que él era demasiado imperfecto. ―¿Crees que soy bueno ahora? Fui mucho peor con Audrey. No la dejaba cerca de mí. Dime, ¿qué se suponía que haría con eso? Ella sólo tenía veinticinco. A veces me pregunto acerca de lo mucho que le infringí. Así que ya ves, no era como pensabas en absoluto. No la amaba lo suficiente como para confiar en ella cerca de mí. Fui malo y estaba deprimido, y lo tomé contra ella. Me mudé a casa para intentarlo y apartarme de la sociedad para no hacerle eso a nadie más. Sin embargo, todavía lo hice con Donny y mis amigos. Intenté hacértelo a ti. Es un pequeño problema para mí. ―Guau. Nadie puede culpar tu honestidad. Si realmente te sientes de esa manera, ¿alguna vez te disculpaste con ella? ¿O trataste de decirle que lo sentías? Él negó. ―No la he visto desde entonces. ―Tal vez deberías pensar en hacerlo. Él encontró su mirada. Asintió. ―Tal vez debería. ―¿Y Tony? ―¿Qué? ―“Esto” no es todo lo que hay para ti. ―¿Qué otra cosa podría haber? Ella le sostuvo la mirada. ―¿Yo? ¿Alguien más? No lo sé. No hay manera de saberlo, pero mira lo que hiciste en tan solo los últimos meses. Ese sitio web es fenomenal. Tus discursos trajeron lágrimas a mi cara. No eres la misma persona que describiste de hace dos años. Él jaló aire en sus mejillas antes de que lentamente lo dejara escapar a través de sus labios. ―Sí, tal vez tengas razón. Entonces, ¿qué ibas a decir sobre Olivia? ―Su abuela me preguntó el verano pasado si adoptaría a Olivia cuando ella muriera. No hay nadie más. Tendría que ir a una casa hogar. Le dije que sí. Y quiero

hacerlo. Quiero a Olivia. Simplemente no hay manera de que pudiera permitir que se perdiera en los cuidados de crianza. Ninguno. De ninguna manera. Sospecho que incluso si Helen no lo hubiera sugerido y comenzado a compaginarlo, habría solicitado su custodia, independientemente después de su muerte. No puedo permitir que Olivia se pierda en tan duro sistema. Es demasiado joven. Y demasiado frágil. Y demasiado maravillosa. Y significa también mucho para mí. Puedo ayudarla, así que tengo la intención de hacerlo. Él tiró para a sentarse y ensanchó los ojos. ―¿Vas a hacerte cargo de ella? ¿Cómo en ser su madre? Ella apretó los labios. ―Lo haré. Sé que es una especie de shock. Pero realmente no hay nadie más. Mira, no planeé esta cosa contigo. Ni siquiera sé a dónde vamos. Olivia será mía más temprano que tarde. Tú mismo viste cómo está Helen. Es por eso que este día era tan importante para ella. Él se pasó las manos por el cabello. ―Jesús, Gretchen. Eso no es lo que esperaba. ―Lo sé. ―Tú… ¿realmente harás eso? Ella le devolvió la mirada y sus ojos acariciaron su rostro, su barba, ojos marrones, el cabello recogido hacia atrás. Todavía podía sorprenderla a veces. Podía imaginar al viejo Tony viéndola con su mente. No a este nuevo, más greñudo, más descuidado Tony. Este Tony que aceleraba su corazón y le hacía sudar las palmas. ―Realmente haré esto. ―¿Y lo harás con nosotros? ¿Una última aventura? ―No. No planeé esto. ―Puedes ver que no estoy en condiciones de cuidar de mí mismo, ni de ti, ni de lo que sea, y no hay manera de que esté listo para involucrarme con una niña. Quiero decir… mierda. ―Se pasó la mano por el cabello nerviosamente. ―No nos preocupemos de eso esta noche. Ya lo sabes. No hay juegos. Tal vez debemos tratar el sexo sin camisa. Estamos ya a mitad de camino. Él bajó la mirada y frunció el ceño. ¿Se había olvidado que estaba medio desnudo? Ella sonrió ligeramente. Lo había hecho. Incluso se olvidó de ser consciente de sí mismo. Él asintió mientras lo jalaba más cerca y comenzaba a besarlo. Él tomó su rostro por un segundo.

―Entiendes entonces, que no hay manera de que vaya a… lo que sea, salir contigo, o algo así, con una niña involucrada. Ella puso su mano sobre la de él. ―Lo sé, Tony. Está bien. Eres la última persona que esperaría que lo hiciera.

Tony durmió hasta las nueve de la mañana siguiente. Cuando se dio la vuelta, encontró una nota sobre la almohada. Se sentó y se frotó los ojos, empujando su cabello enredado de su frente. Tomó la nota y la leyó; luego la arrojó a un lado. Se sintió disgustado porque no tenía por qué estar en ningún lugar y ella sí. Gretchen decía que lo sentía, pero que tenía que trabajar, y que se había ido a casa para prepararse. Que lo llamaría más tarde. Se dejó caer sobre su espalda y se estiró. ¿Era esto de verdad? ¿Acababa de pasar dos noches en fila con Gretchen Moore? Hendricks. Dios, no podía conseguir que se le pegara eso. No quería que se le pegara. Rápidamente se duchó y se vistió. Cuando subió corriendo las escaleras, se encontró a su madre sola en la cocina. Le besó la mejilla mientras estaba sentada leyendo una revista en el mostrador. Intercambiaron bromas, y, finalmente, volvió corriendo a la planta baja, encendió su computadora y, comenzó a trabajar. Era nuevo, en cierto modo, tener algo qué hacer, y tener a alguien tan interesado en lo que estaba haciendo. Ella llamó al día siguiente. ―Hola. ―Su voz era suave y entrecortada por teléfono. Podría fácilmente haber estado en uno de esos sitios de telefonía donde los hombres pagan para escuchar a las mujeres hablarles sucio. ―Hola. ―¿Tony? ―¿Qué? ―Te extrañé. Él movió la cabeza hacia abajo y apoyó el codo en su rodilla. Maldita sea, si sus palabras no hacían que su sangre corriera… y peor aún, sonaba del todo cierto. ―Creo que ha pasado sólo un día. ―Tony… ―Bueno, bueno voy a dejar de ser obtuso. Sí, yo también te extrañé.

Charlaron un rato sobre su día, su sitio web, y cosas por el estilo. Había pasado un largo tiempo desde que habló de cosas ordinarias con alguien además de su madre. ―¿Qué vas a hacer en Año Nuevo? ―Eh, menos de lo que había planeado hacer para Navidad. ―Tengo una reunión a la que tengo que asistir cada año. Es más que nada con los otros terapeutas con los que trabajo. No va a emocionarte y es probable que la odies; pero quiero que seas mi cita. Su corazón pareció detenerse y reanudarse. Era una declaración tan simple. Uno nunca espera que sea dirigida a él. Gretchen lo quería a él. Como su cita. Tan normal, como tipo de cita de salgamos en Año Nuevo. Él se aclaró la garganta. ―sí. Claro, iré. Su tono fue suave y él juró que debía haber estado sonriendo. ―Bien. Lo planearé. Te recogeré, ¿digamos a las seis en punto? ―Sí. Claro. Realmente tenía que hacer algo sobre los traslados. No podía pedirle que lo recogiera como si fuera un estudiante de primer año de la secundaria que tenía la suficiente suerte como para estar saliendo con una chica mayor en un auto. Tal vez era hora de arreglar eso.

* * *

Tony no pareció odiar la cena. Estaban en un restaurante francés y una veintena de sus colegas y de sus cónyuges/citas aparecieron. Era aburrido, estaba segura, para él. No era su tipo de gente, pero fue cortés, e incluso encantador un par de veces con las mujeres. A su alrededor, era inusualmente agradable para Tony. Cuando llegó a su puerta principal, su boca se abrió de nuevo. Podría haber sido la tercera vez que lo veía vestido con algo que más que sudaderas, pero todavía la sorprendía la forma en que podía limpiarse tan bien y verse tan prolijamente arreglado. Su cabello estaba recogido cuidadosamente, y su barba recortada. Su camisa estaba abotonada y era rayada con pantalón oscuro. La camisa fajada y se veía muy bien.

Hubo algunas miradas curiosas a su brazo perdido. Debía ser difícil ser mirado. Su boca se estableció en una línea sombría mientras lo contemplaba cuando comía el plato de fideos que ordenó, muy probablemente porque era lo más fácil para comer con una sola mano, y sin que lo ayudaran. No era que los que lo miraban estuviera tratando de ser crueles. Era sólo la naturaleza humana mirar lo que es diferente. Y la parte superior del cuerpo de Tony era diferente. Incluso era sorprendente. Y era difícil no mirar un poco, simplemente sólo por la curiosidad de cómo había sucedido. Pero no se trataba de crueldad o interés malicioso tampoco. Pero, maldita sea, debía sentirse cansado de sentirse diferente, y de ser siempre el centro de miradas extrañas. De nuevo, la magnitud de lo que tenía que vivir trituró el pecho de Gretchen. Cuanto más tiempo estaba a su alrededor, más entendía lo que era. Después de la primera vez que lo vio, que pensó que lo podía ayudar. Pero él realmente no necesitaba ayuda. Sólo necesitaba un poco de comprensión. Y su elección de quedarse en casa era para no destacarse por ser tan diferente, y para que no fuera tan manifiesto todo el tiempo. Él miró hacia arriba, mientras agarraba su vaso de agua, y la miró a los ojos. Ella sonrió lentamente y él medio respondió. Su boca se elevó a un lado y él le guiñó un ojo. El corazón le respondió con un rotundo golpeteo. Dejó la cuchara en el plato. Sorprendida, mirando hacia abajo y el calor llenó sus mejillas. Le importaba. Realmente se preocupaba por él. Él podría hacer que se sintiera inestable e incómoda, pero también hacía moverse su corazón de una manera extraña en el interior de su pecho. Lo deseaba físicamente, y sentía algo muy grande y profundo cada vez que sus ojos se encontraban con los de ella. Era una reacción emocional, que iba mucho más allá de su nueva, y muy evidente química. Podría haber sido duro para él tratar de estar en el mundo y ser parte de la sociedad, pero podía manejarlo. Mira esta noche. Él estaba perfectamente bien arreglado, educado, cortés, y bien informado hombre. Sostuvo conversaciones con hombres y mujeres por igual, a pesar de que sabía que ninguno de ellos, además de él, charlaba y sonreía con facilidad, no obstante. Él podía hacer esto. En realidad podía ser parte de su vida. Su pecho subió y bajó mientras su respiración se incrementaba a casi un jadeo. Mierda. ¿De dónde había venido todo eso? La golpeó como un camión Mack. Estaba bien entrenada en las emociones, en la observación, y en la lectura de los motivos detrás de las acciones y comportamientos de las personas; aún con Tony, estaba completamente golpeada. El hombre al que tan rápida, y deliberadamente había seducido también era el hombre del que podría haberse enamorado. Gretchen agarró su copa y cayó cerca del pánico. No. No. ¡No!

Este no era el momento en su vida para albergar sentimientos por ningún hombre. Habían pasado varios años desde que había tenido una relación significativa. No había estado enamorada, desde Will… y ahora estaba eligiendo a su mejor amigo, y el momento en su vida, cuando no había absolutamente ningún espacio para un hombre. O para una relación. O para un cambio. Sus palabras se filtraron a través de su cabeza. Entiendes entonces, que no hay manera en que vaya a ser… lo que sea, salir contigo, o algo así, con una niña involucrada. Todo regresaba a Olivia. En este momento, toda su vida era todo acerca de la preparación para Olivia. No era fácil. No tenía que empezar con un bebé y verla crecer. No llegó a compartir con un padre y tener ayuda. Estaría recibiendo a una joven cuya vida había tenido todo lo significativo destruido, lo que la dejaría desconsolada. No sería una transición fácil, ni una solución fácil. Sin duda, consumiría a Gretchen. ¿Quién podría lidiar con eso? ¿Cómo podía incluso pedirle a alguien que lo hiciera? Sobre todo, a alguien tan problemático como Tony. No podía ver que pasara. ¿Por qué la vida le daba todo lo que siempre quiso, pero exactamente en el momento equivocado? ¿O en el orden incorrecto? Sabía la respuesta, por supuesto; porque la vida no era justa. La vida era dura y larga. Las cosas buenas pasaban, y lo mismo las cosas malas. Fue entrenada para ayudar a jóvenes, niños inocentes a enfrentar los golpes de la vida errante, que eran todos muy injustos para ellos. Ahora tenía que crecer y hacer lo mismo para sí misma.

* * *

―Entonces, Tracy, Vickie y yo nos íbamos a tomar un fin de semana de chicas en enero. Pero ahora, Vickie no está, y Tracy dice que realmente no puede alejarse… entonces, ¿quieres venir en su lugar? Tony levantó la vista de la laptop de Gretchen. Había estado actualizando su blog y revisando sus mensajes. ―¿Para qué? ¿Fin de semana de chicas? ―No, lo vamos a llamar fin de semana con mi amante. Él entrecerró los ojos hacia ella. ―No tenía idea de que eras una idiota cuando quise conseguir meterme en tus pantalones todos estos años. ¿Fin de semana de un amante?

―Ja. Ja. ¿Cómo lo llamarías entonces? Él sonrió, y su corazón tuvo un espasmo, que era una reacción extraña. Era tan raro, por no hablar de hermoso, verlo sonreír y tan fácil de llevar. Agarró su brazo y la giró hacia él mientras sonreía. ―Sí, iré al fin de semana de un amante. Ella fingió tratar de deslizarse lejos, sólo para que él hiciera de súper-héroe y la aferrara para mantenerla atrapada contra él. La nostálgica mirada en sus ojos hizo estremecer su pulso. Sus ojos se centraron en su boca. Sin aliento, ella murmuró: ―Lo qué puedes hacer con un solo brazo es un poco extraño cuando quieres. ―Una vez más, hay cosas que no deberías decirle a un veterano de guerra herido. Podría tener que darte una lección sobre respetar a los héroes de nuestra nación. Él comenzó su descenso al piso de su casa y ella se aferró a su cuello con feliz abandono. ―Oh, podrías tener que hacerlo. Así que, ¿quedamos entonces? ¿El próximo fin de semana? ―Sí ―murmuró él mientras su boca encontraba su clavícula antes de empezar a chuparla.

* * *

Leila miró a Gretchen mientras se quedaba allí esperando torpemente por Tony. Gretchen no sabía por qué la odiaba tanto. Leila se limitaba a gruñirle las pocas veces que iba a recoger a Tony o que se quedaba allí. Rara vez se quedaba, sin embargo. Tenía mucho más sentido ir a su condominio. Pero las pocas veces que se cruzaba en el camino de Leila, sentía que cohetes podrían haber sido lanzados desde las miradas acaloradas que dirigía hacia Gretchen. ―Él no necesita eso. Gretchen suspiró y apoyó los codos sobre el mostrador. ―¿Qué, Leila? ¿Qué es lo que Tony no necesita? ¿Unas vacaciones? ¿Diversión? ¿Tiempo con alguien a quien le guste estar con él? ¿Qué te parece que estoy haciendo por él?

―Vas a lastimarlo finalmente, ¿y quién crees que va a recoger los pedazos de nuevo? Sus cejas bajaron. ―¿Por qué asumes que voy a lastimarlo? Tal vez él sea el que me vaya a lastimar. Tú lo subestimas totalmente. Él sigue siendo un completo adulto, hombre adulto de sangre roja. Podría cansarse de mí, o encontrar a alguien nuevo, o de repente despreciar cómo me ato los zapatos. No tengo ni idea, pero es un poco pronto para predecir que voy a lastimarlo. ―Creo que estás haciéndole tener esperanzas y no es justo. Vas a… ¿qué, Gretchen? ¿A establecerte con un hombre que todavía vive con sus padres? Ella miró a Leila. ―No estoy tratando de hacerle daño. Simplemente estoy saliendo con él. Algo que debería ponerte contenta. Es una cosa normal que un hombre de treinta y cinco años haga, con o sin ambos brazos. ―No deberías decir esas cosas de él. Te oí. ―Él también. No me toma en serio. Sabe que reír puede a menudo hacer las cosas mucho menos extrañas y no tan horribles. Leila negó y se volvió lejos. ―No sabes lo que podrías hacerle. ―Sólo sé que no estoy tratando de hacerle nada negativo. Leila dejó de hablar cuando Tony apareció en la parte superior de las escaleras, con su mochila en la mano. Sonrió cuando hizo contacto visual con Gretchen y su corazón se aceleró en su pecho. Todavía. Después de casi un mes de acostarse con él, todavía le hacía eso. Él acarició el hombro de su madre cuando la pasó. ―Hasta luego, mamá. ―Sí. Que se diviertan. ―Leila dijo todas las palabras correctas, pero su ceño fruncido en una mueca fue dirigida directamente a Gretchen, quien pensó en sacarle la lengua, también. En cambio, cortésmente siguió a Tony y trató de ignorar por qué su madre la odiaba tanto ahora. Gretchen consiguió su venganza al final al tener el fin de semana más fantástico de su vida con el hijo de Leila. * * *

―Recibí una llamada extraña hoy.

―¿Sí? ¿De quién? ―De algún veterinario que tiene que hacer un discurso para la graduación de la universidad de su hija. Fue invitado como portavoz. De todos modos me preguntó si escribiría algo para él; y capta esto, dice que me pagaría. Dice que vio algunos de mis videos en YouTube, y ese es el tipo de cosas que quiere decir. Gretchen se congeló. Era un día soleado, fresco de marzo y llegó a sentarse cerca de Tony, estirando las piernas a lo largo de su regazo. ―¿Qué quieres decir? ―preguntó cuándo se sentó de repente―. ¿Cómo contratarte como su escritor de discursos? Tony se encogió de hombros, sin apartar los ojos del partido de basquetbol que estaba viendo en la televisión. Se olvidó de contestarle mientras maldecía al equipo contrario. Era un gran fan de los Lakers y casi se metía en peleas a veces con la televisión por sus malas decisiones. Por fin, se volvió a mirarla mientras esperaba con sus cejas levantadas por su respuesta. ―Sí, supongo. Quiero decir nada es oficial. Lo haré para él. El pobre no sabía cómo encadenar dos oraciones en el papel. Me envió un correo electrónico con lo que escribió. Ella frunció las cejas. ―¿Tony? ¿Cómo sabes cómo unir dos frases juntas? ¿Cuándo aprendiste a escribir de esa manera? Yo debería saberlo. He dado suficientes discursos aquí y allí, pero no eran nada de elocuentes, articulados, como la poesía que escribes. Él apartó los ojos del juego con una expresión de sorpresa antes de reírse. ―¿Me estás tomando el pelo? No hago eso. Escribo alguna basura muy rápido y simplemente la memorizo. Ella negó. ―No. No. Eres muy talentoso en ello. ―Inclinó la cabeza, estudiando su perfil. Apenas estaba escuchándola, y sus ojos estaban de regreso en el juego. Él se estremeció y dobló y animó y gimió. Vigilaba los deportes activamente como si los practicara. Era tan físico, hombre activo. Todavía le dolía imaginar cómo sus límites actuales lo harían sentirse―. ¿Tony? Por fin volvió la mitad de su cara hacia ella, aunque sus ojos seguían estando pegados en la otra dirección. ―¿Hmm? ―Una vez me dijiste que nunca te noté antes. No te vi. ¿De acuerdo? Su mirada se volvió completamente y se enfocó en su rostro.

―Sí. ¿Y qué? ―Entonces, creo que la primera vez que realmente alguna vez te vi, fue cuando te escuché dar ese primer discurso. Cuando digo que tienes talento, quiero decir, más bien en la forma en que puedes encadenar palabras incongruentes juntas. Es algo divertido, viendo como no parece gustarte mucho la conversación… Pero eres una contradicción muy a menudo para mí. Odias a los adultos haciendo preguntas sobre tu brazo, pero toleras cualquier cosa que dice un chico, ya sea cruel o grosero incluso. Creo que deberías escribir para el hombre, pero debes cobrarle por ello. Su mano, que descansaba sobre su rodilla, comenzó a acariciar su muslo, deslizándose centímetros más alto. La miró a los ojos mientras decía en voz baja: ―Eso crees, ¿eh? ¿Porque ahora por fin me notaste? Ella se inclinó hacia delante, y su cuerpo respondió a su tono de voz así como su contacto. ―Sí. Realmente, realmente te noto ahora. Ahora mismo. Él sonrió mientras sus dedos se deslizaban hacia arriba y la punta apenas rozaban la piel de sus muslos. Arriba y abajo, la acarició hasta que ella dejó caer la espalda y casi gimió de frustración porque simplemente la tocaba. Donde realmente importaba. Pero sabía que no había sentido en que se apresurara. No, si no quería que lo hiciera. Por lo general, él no quería tener ninguna prisa. Podía volverla loca, hasta el punto de querer pasar las uñas en la pared para expresar su frustración. Pero también era parte de su don.

* * *

Las cosas eran una locura buena entre ellos. No había otra manera de que Gretchen pudiera describirlo. Se llevaban como si hubieran estado juntos desde hace décadas, pero las humeantes miradas calientes y toques se sentían nuevos cada vez. Perdía la cabeza sólo de pensar en él. Podía estar en medio de escribir, o de trabajar con un paciente, cuando en sus sueños de repente él se inmiscuía. Pensaba continuamente en él, y anticipaba verlo como no había hecho desde que era joven, esperando que Will la encontrara entre las clases. Iba a menudo a sus compromisos de pláticas y lo escuchaba, a veces cerrando los ojos para que su profunda voz pudiera viajar dentro de ella, levantando piel de gallina en sus brazos cada vez. Era emotivo y conmovedor de oír. Su corazón seguía

hinchándose y con frecuencia se sentía como si fuera a estallar con orgullo por Tony. Quería ponerse de pie y anunciar en alto: ¿No es maravilloso? Y es todo mío. Al menos, por ahora. No reflexionaba sobre eso demasiado. No pensaba mucho más allá de ahora, o de aquí, o de hoy. Vivía principalmente para verlo, y seguía con su vida si era necesario. Donny y Vickie se fueron de luna de miel, y al conocer la noticia de Tony y Gretchen, ambos los acorralaron por su cuenta para darles su aportación personal. Donny la abrazó como si acabara de salvarle la vida. Dándole las gracias en silencio y dejándolo así. Vickie, sin embargo, se mantuvo diciéndole varias veces si estaba segura de que una relación con Tony era buena idea. Era, por supuesto, un poco raro. Ellos estaban casados; y todos sus hermanos, incluso fueron a cenar con Leila y Lewis en varias ocasiones. Pero ni una de esas ocasiones Leila fue nada agradable, amable o casual al hablar con Gretchen. Siempre era educada frente a cualquier otra persona. Pero tan pronto como estaba sola con Gretchen, inmediatamente comenzaba. La única razón por la que Gretchen detenía su lengua era por el miedo que veía al acecho en los ojos de Leila. Ella verdaderamente temía lo que podría sucederle a Tony. Tony estaba de repente… muy ocupado. Estaba escribiendo discursos para otros veteranos que tenían compromisos donde darían discursos. También preparaba muchos más propios y los publicaba. Su blog había seguido y ahora tenía más de doscientos mil seguidores. Sus mensajes diarios y correos electrónicos solamente le tomaban horas. Sin embargo, todos los respondía. Todos y cada uno eran cuidadosamente contestados y/o les ofrecía algún tipo de ayuda. También conectó a más de un soldado con grupos de asistencia o a organizaciones que brindaban una muy necesaria ayuda. Iba a sus citas de terapia todos los jueves y hablaba con el Dr. Hart, a pesar de que en realidad nunca le decía a Gretchen mucho sobre ellas. Sólo sonreía y decía que iba bien. De alguna manera, sospechaba que hablaba de ella al Dr. Hart; aunque no sabía si eso era positivo o negativo. Ella tuvo una cita de emergencia un día con un paciente, y tuvo que llamar a Leila, ya que estaba desesperada porque alguien recogiera a Olivia. Leila, aunque grosera con ella, era buena con Olivia, y aceptó sin argumentos. Cuándo recogió a Olivia más tarde ese día, encontró a Tony haciendo disparos de basquetbol de nuevo con ella. Olivia corrió a buscar sus cosas mientras Tony besaba a Gretchen, dejando que su mano se quedara en su trasero. Era mucho más demostrativo con ella de lo que alguna vez había imaginado. Se volvió de nuevo para rebotar la pelota.

―No veo por qué ella no puede venir aquí después de la escuela regularmente. Quedarse en tu oficina no es muy divertido para ella. Una chica con sus necesidades necesita jugar afuera, o por lo menos, comer galletas con mi mamá. ¿Tony realmente se estaba ofreciendo voluntario para cuidar a una niña con la que no tenía relación o responsabilidad? ―¿Quieres que Olivia venga aquí después de la escuela? ―lo repitió Gretchen como si no comprendiera español. Tony se encogió de hombros mientras recuperaba la pelota. ―Tiene sentido. A ella le gusta mi mamá. Yo le gusto. Así que, ¿por qué no? Gretchen podía pensar acerca de cincuenta razones por las que no. La primera era que él se aseguraría de hacerle saber que no sería una figura paterna de relleno para la chica que estaba adoptando. En segundo lugar, era un maleducado, grosero, veterano manco que solo recientemente había salido del sótano de sus padres para tratar de emprender una nueva vida. En tercer lugar, le gustaban muy pocas personas e interactuaba con aún menos… ¿Por qué quería que esta niña fuera allí todas las tardes ahora y pasara el rato? ¿Por qué a Tony siquiera le importaba si Olivia era feliz en la oficina de Gretchen o no? El corazón de Gretchen se derrumbó justo entonces y allí. Tony seguía encestando la pelota de basquetbol y no parecía comprender la magnitud de lo que le acababa de proponer. No era solo para Gretchen y Olivia, sino también para sí mismo. Ese era un gran paso adelante. Ella se aclaró la garganta, tratando de ocultar cómo de repente se ahogó. ―Eh, sí. Eso sería maravilloso. Lo digo en serio. Sé que mi oficina no es la mejor respuesta. Pero Helen y yo siempre estuvimos de acuerdo en que la guardería no era para ella tampoco. Entonces… ¿tú y tu madre? Sí. Estaría eternamente agradecida. La pelota de basquetbol fue al aro. Él se volvió a besarla en la mejilla mientras Olivia corría y arrojaba sus cosas en el coche. Le gritó adiós a Tony y él simplemente la saludó y dijo: ―No es gran cosa. Solo planeémoslo. Pídele que tome el autobús aquí, en lugar de ir a tu oficina. Gretchen se sintió un poco mareada, casi como si acabara de bajar de una montaña rusa. ―Bueno, voy a organizarme de mañana en adelante. Ya era el mayor obstáculo para Tony emocionalmente tanto como ella podía pensar.

Él ponía las necesidades de otra persona antes de las suyas. Alguien de quien no tenía por qué preocuparse o que le debiera algo. Así que era una gran cosa. Pero mantuvo esa golosina para sí misma… junto con su esperanza de lo que este paso crucial podría significar. Tal vez algún día, Tony pudiera contemplar salir con una mujer con una niña adoptada.

* * *

―¿Quieres venir conmigo a alguna parte? Gretchen se detuvo de cortar las verduras y dejó el cuchillo. ―Sabes que lo haré. Pero, ¿a dónde? Tony miró hacia abajo a sus dedos, tamborileando el mostrador. ―Eh, estaba pensando en ir a ver a Audrey. El Dr. Hart piensa que sería bueno, no sé, pedirle disculpas o algo así. Quiero decir, tú me lo sugeriste antes. La salud mental de la gente parece grande en el cierre. Pensé que tal vez debería hacerlo. Ya sabes… darle un cierre. Su corazón se alojó en su garganta. Él estaba cambiando día a día. Oyéndolo instigar esto hizo que su agarre del borde del mostrador evitara que se catapultara sobre él y lo envolviera en sus brazos con desenfrenado entusiasmo. Era un gran avance. En cambio, se limitó a asentir y movió el cuchillo hacia arriba. ―Claro. Iré. ¿Cuándo? ¿Este fin de semana? Tengo a Olivia el viernes, por lo que tendrá que ser el sábado por la tarde. ―Sí, eso va a funcionar. Él se volvió en el taburete, evitando su mirada. Su corazón se apretó mientras se levantaba y caminaba por el pasillo. Cuando llegó el sábado, lo recogió. Él llevaba vaqueros y su cabello estaba más ordenado de lo habitual. Se deslizó en el coche, inclinándose sobre la consola para besarla. Él era mucho mejor novio que nunca imaginó ser. Él la besaba en el hola y adiós. La tocaba sólo con afecto. Dándole las gracias por todo lo que hacía por él. La llamaba. Hacía planes específicamente para verla. Cuidaba a su niña cada día por la tarde, por lo general jugaba al basquetbol con ella, o le ayudaba con sus deberes. Era totalmente… no el hombre que pensó que sería. Él estuvo muy callado en el paseo, pero a diferencia de meses anteriores, no hubo malestar. Miró por la ventana, obviamente, perdido en sus pensamientos. Lo hacía también a veces. Podía estar muy callado. Muy vigilante. Pero en el momento

que le preguntaba algo, o trataba de dialogar con él, se volvía hacia ella y le daba su plena atención mientras hablaba con ella. Se detuvieron en la entrada de la dirección que Gretchen ya había admitido que tenía. Él la miró divertido cuando le explicó cuánto tiempo había estado sentada con la información de la dirección de Audrey. ―¿Qué te poseyó para obtener eso? ―No lo sé. Yo sólo… la quise. Quería hablar con ella. Quería información acerca de ti. No creí que me la dijeras. ―¿Por qué nunca te pusiste en contacto con ella? La mayoría de las mujeres que conozco lo harían. Ella se encogió de hombros. ―Te lo dije, no soy buena en el juego. Él le tocó la barbilla y la besó. ―Realmente aprecio eso de ti. Ahora, sin embargo, sólo se sentaron en silencio frente a la casa de su ex prometida. Su estómago saltó con nervios. ―¿Tenemos que ir hasta la puerta? Él asintió. ―Sí. Ella se quedó atrás y a un lado de Tony. La mujer que contestó la puerta era bastante bonita, sana y joven. Miró por encima directo a Gretchen tan pronto como vio a Tony. Su boca se abrió lentamente mientras bajaba el teléfono de su oreja y colgaba. Pasó la mano sobre sus vaqueros y sus ojos dieron vuelta con curiosidad. ―¿Tony? ¿Qué… qué estás haciendo aquí? Tony se aclaró la garganta y miró a Gretchen, su malestar repentinamente fue muy evidente. Ella asintió hacia él por estímulo. ―Yo, eh, me preguntaba si podría comprarte un café. Una voz masculina gritó desde detrás de Audrey. Ella miró dentro y se apresuró a decir: ―Es un viejo amigo. Tony se movió sobre sus pies. ―Debería haber llamado antes, lo siento. Eh, tal vez no quieres oír lo que tengo que decir. Puedo irme si no estás cómoda con que esté aquí.

Ella sonrió suavemente. ―Me gustaría hablar contigo. Ese es mi novio; sólo déjame explicarle a dónde voy. ¿Quieres que conduzca yo? ―Sí, claro. Ella detuvo su cierre de la puerta para finalmente darle un vistazo a Gretchen. ―¿Eres Gretchen Hendricks? ―Eh, sí. ¿Cómo lo supiste? ―Una foto de Will y de ti estuvo colgada en mi casa durante dos años. Te reconocería en cualquier lugar. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué es esto de todos modos? Tony dio un paso más cerca de Gretchen y puso su mano en la parte baja de su espalda. La mirada de Audrey se concentró en su mano, y la espalda de Gretchen, antes de apoyarse en su amputación. ―Tenía la esperanza de poder disculparme contigo. Gretchen simplemente me trajo aquí. Ella asintió. ―Ya veo. Sí, está bien. ―Esperaré en el auto ―dijo Gretchen apresuradamente. Tony frunció el ceño y pareció a punto de protestar, pero ella negó y se inclinó hacia la muchacha de pie detrás de ellos. Ella merecía su atención. Incluso si la hacía un poco, poquito celosa porque la chica era tan joven, tan fresca y tan bonita. Y Tony estaba comprometido con ella. Gretchen realmente no era tan santa como la gente trataba de hacerla parecer.

* * *

Audrey jugueteó con su taza de café, que Tony ordenó, recordando exactamente cómo le gustaba. Era algo que hacían los sábados por la mañana juntos cuando él estuvo en casa antes irse. ―Entonces, ¿cómo estás, Tony? L… luces bien. Mejor de lo que… Se movió alrededor, obviamente, incómoda por lo que él empezó a decir: ―¿Mejor que la última vez que me viste? Sí, lo estoy. Ella sonrió suavemente.

―¿Debido a ella? ¿A Gretchen? Siempre sospeché que te gustaba como algo más que la esposa de tu mejor amigo. Él tomó la servilleta. ―He estado recibiendo algún tipo de asesoramiento últimamente. ―¿Con ella? ¿No es psiquiatra? ―No con ella. De todos modos, la cosa es que te debo una disculpa. Te la he debido por un año. Me equivoqué con lo que te hice después de que regresé a casa. Tal vez esto no es algo que quieras oír. Obviamente seguiste adelante, y tienes tu propia vida… Me sentía… mal por lo que te hice. Tenías razón. No yo. Tú lo manejaste bien. Yo no. Y por ello, lo siento. Ella sopló aire en sus mejillas para soltarlo lentamente. Se recostó en la silla. ―Wow, no puedes imaginar cuánto tiempo me estresé por dejarte. Quiero decir, sé lo que la gente está pensando. Sé lo que tus padres pensaron: la perra lo dejó después de haber perdido el brazo. ¿Cómo pudo ser tan horrible? Tan egoísta. Yo solo… Él se inclinó y tocó su mano con suavidad. ―Solo tenías razón. Fue horrible. Te rechacé. Ahora me doy cuenta de lo que te hice. Con mis acciones. Nadie debió ponerte ahí. No fue porque perdí un brazo que te fuiste y me dejaste, fue acerca de cómo te traté. Sé eso ahora. Las lágrimas llenaron sus ojos y cayeron por sus mejillas. Ella se las limpió. ―Realmente no creí que nunca… estarías mejor. O que hicieras esto. Pedirme disculpas. Nunca estuvo en tu personalidad antes. Su corazón se retorció con amargura. Se dio cuenta de la cantidad de destrucción que había creado a raíz de lo que le sucedió. La cosa era, que en ese momento, nunca lo notó. Ni siquiera un poco. Estaba tan centrado en sí mismo, y en lo que había sufrido, que se permitió arruinar las mejores partes de su vida. Y a esta joven que una vez lo amó. ―No. No lo fue. No tanto como ahora, pero estoy tratando. Ella sonrió. ―Eso es todo lo que cualquiera puede pedir de ti después de lo ocurrido. Yo simplemente, quería que lo intentaras. Y no pudiste hacerlo todavía. Quise ser más fuerte de lo que fui para lidiar con eso. ―Yo debí haber sido más fuerte para lidiar con eso, no tú.

Ella cerró los ojos durante un largo momento. ―Gracias por haber venido aquí para decirme esto. Nunca me lo esperé. Y ayuda. Tenía un montón de culpa por lo sucedido. Jodió mi cabeza mucho, y que me digas esto ahora me reivindica. ―Ha jodido con mi mente bastante mal también. Solo, que no debería estar culpándote a ti a causa de ello. Me di cuenta últimamente de que la pérdida de un brazo no me da el pase libre para ser lo horrible que fui con los que me rodeaban. Una pequeña sonrisa movió sus labios hacia arriba. ―De alguna manera, creo que es la impresionante rubia esperando en el auto la que te dio esa revelación y no tu consejero. Una pequeña sonrisa ladeó sus labios también. ―Quizás. Sí. Dime, ¿tu nuevo novio, es bueno? ¿Eres feliz? Ella sonrió. ―Lo soy. Acabamos de mudarnos juntos. Tony dejó que su sonrisa liberara parte de la culpa que constreñía su pecho. No podía deshacer nada, ni su trato hacia Audrey, o a sus padres o a Donny. Ni podía cambiar lo que no había hecho en los últimos años. Como no podía cambiar el hecho de que su brazo había desaparecido. A veces recordaba los momentos previos a que la bomba explotara. Había sido el más lejano de ella, y, en consecuencia, tenía menos lesiones. No fue así para sus compañeros. Su ira no solo estaba por la lesión que sufrió, sino porque no estaba más agradecido de estar vivo cuando comparaba su pérdida con la muerte de sus amigos, y las peores lesiones de los otros dos. Uno terminó tan podrido por la bomba, que su cerebro apenas podía funcionar normalmente. Tony se había escapado de eso. A menudo se visualizaba en los momentos justo antes de la explosión que le arrancó todo. Deseó haber intuido algo, cualquier cosa, que pudiera haber presagiado lo que estaba por venir. No había pensado mucho en cómo actuó al volver a casa. No hasta hace poco, cuando el Dr. Hart le señaló algunas cosas, cosas que el propio Tony decía sin darse cuenta que las estaba diciendo. No era grande en disculparse y cerrar y todo eso, pero tal vez era lo menos que podía hacer para expiar sus acciones pasadas. Cuando se metió en el auto de Gretchen, ella sonrió y le preguntó cómo le había ido. ―Podría ser la primera cosa decente que he hecho en un rato, aparte de estar contigo. Así que fue bastante bien.

Helen pronto estuvo postrada en cama, y Gretchen contrató cuidados de enfermería de veinticuatro horas para ella. No le importaba el costo, ya que permitía a Helen permanecer en casa con Olivia, reteniendo de ese modo algo parecido a su antigua rutina. Gretchen se imaginaba que Olivia necesitaba tanta estabilidad como le pudiera ser proporcionada para sobrevivir a esto. Era lo menos que Gretchen podía hacer por la solitaria mujer que intentaba tan duro mantenerse fuerte para Olivia. Gretchen no sabía qué era más desgarrador: atestiguar la lenta disminución de fuerza de Helen, o la lastimada, confundida niña quien se mantenía tratando de no molestar a su enferma abuela. Gretchen llevaba a Olivia a casa de Helen cada noche, y llevaba cena con ella, aunque Helen raramente comía ahora. Gretchen comía con Olivia, y le ayudaba con su tarea y lectura antes de meterla a la cama. Gretchen dejaba su apartamento más tarde, cerca de las ocho. Era un horario agotador, no solo por las largas horas, sino por el trauma diario de ver morir a alguien. Era horrible y algo que Gretchen nunca antes había experimentado, no a largo plazo, todos los días, y con todos los arduos detalles. El incesante dolor. El extremo de la existencia de una persona. Estaba observando los últimos días de la vida de una mujer, de una mujer que no tenía ni siquiera sesenta años, y que se veía de noventa, pero que no tenía que morir. Tony encontraba a Gretchen en la casa de Helen algunos de los días en que tenía a Olivia. Era un poco extraño con Leila ahora involucrada, para ella llevaba a Tony y a Olivia al apartamento de Helen. Leila lentamente empezaba a ir al interior, y, finalmente, se convirtió en otra cuidadora, tanto para Olivia como para Helen. Ella y Helen, que tenían la misma edad, entablaron una rápida relación. Por supuesto, Leila era madre y genuinamente amable, servicial y decente con todo el mundo que conocía, salvo con Gretchen. La diversión se filtraba de la vida de Gretchen. No había recaptura, no cuando se enfrentaban con encuentros diarios de la muerte, la miseria, el dolor, y el dolor de una niña. Había incontables lágrimas y Gretchen sostenía a Olivia, tranquilizándola

a través de los frecuentes combates. Algunos eran provocados por Helen teniendo un mal día, mientras otros eran sin provocación y salían de la nada. Gretchen fue llamada a la escuela más de una vez para recoger a una muy angustiada Olivia. Su familia ayudó mucho. Tracy se llevaba a veces a Olivia y sus padres se la llevaban otras. Todos comenzaron a tratar a Olivia como a una de las suyas. Si esta experiencia se las arreglaba para hacer cualquier cosa positiva, era solidificarlos como una familia emergente. Gretchen ahora había tomado todo el cuidado real y la maternidad para Olivia, ya que Helen no podría ya proporcionarle nada de eso.

* * *

Tony solía sentarse con Helen, y la parte extraña era: que no le molestaba. Su rostro estaba demacrado, las arrugas profundamente grabadas en lo que quedaba de su carne. Se hundía en su una vez una figura robusta. La única cosa que Tony aprendía del sufrimiento a través de la torpe simpatía de la gente que lo veía era cómo tener incómoda simpatía. Podía sentarse al lado de Helen en silencio durante dos horas y sólo permitirse mirar simplemente en silencio a la pared frente a ella. Por lo general le preguntaba si quería que se fuera, pero siempre, ella decía que no. A veces, ella trataba de sostener su mano. Se sentía sola, asustada, y en muy grave dolor. Mucho más allá del dolor que alguna vez él había tenido que soportar. ―¿Qué vas a hacer? Tony se volvió cuando la voz susurrada de Helen interrumpió su sombrío estado de ánimo. Una radio sonaba suavemente en el fondo, y las sombras se habían retirado, por lo que era aún más sombrío en la suave iluminación. Se inclinó. ―¿Hacer? ¿Acerca de qué, Helen? ―¿De Gretchen? Sabes lo que viene. Su corazón se hundió en su estómago. ―Sí, lo sé. Ella sonrió con un estiramiento ligero de sus delgados labios. ―Me gusta que simplemente lo sepas y lo dejes pasar tranquilamente. Él se encogió de hombros. ―Solía pensar que tenía la esquina sobre el dolor y la realidad antes de que conocerte a ti y a Olivia. Después de ver cómo una niña de ocho años, puede

enfrentarlo mejor que yo, me di cuenta de que la hora había llegado para mí, al menos, para funcionar como una persona de nuevo. ―Mi Olivia, es una chica fuerte. Es igual que su padre. Lo extraño. Ese fue el verdadero dolor de mi vida. Esta… mi propia muerte ahora, es dura y triste. Pero puedo aceptarla más fácilmente porque creo en el final de la misma, y porque lo veré de nuevo. Tony se inclinó hacia delante. Su voz era tan baja y un susurro, que casi no podía oírla. ―Tu hijo, ¿qué significa eso? ―Sí. Perderlo fue más de lo que nadie debería tener que soportar en una vida. Mi muerte no significa nada ahora. La suya, sin embargo, me arruinó. Incluso Olivia no pudo compensarme por ello. Estoy en paz, Tony. Con esto. Ayúdame a encontrarlo, así que, Gretchen y Olivia podrás estar allí también. ¿Está bien? Él negó mientras ella continuaba: ―La pérdida de tu brazo no es como estar muriendo. Cuando te conocí, pensabas que más o menos lo era. Quería hacerte a un lado y explicarte que realmente no lo era. Pero siento que por fin ves eso ahora. Él dejó caer la cabeza hacia abajo mientras las lágrimas llenaban sus ojos. ―Sí, ya lo veo. ―¿Te preguntas por qué tu madre y yo somos tan cercanas? ¿Tan rápido? Porque ella vive con el temor de perder a su hijo. Yo conozco la realidad. Ella también entiende lo que es, pero la mayoría de la gente no. Así que perdona su comportamiento con Gretchen. Ella está preocupada por ti, y porque no puede soportar la idea de que algo malo te suceda otra vez. Su cabeza se sacudió. ―¿Gretchen? ¿Por qué debo perdonarle su comportamiento con Gretchen? Helen se lamió los delgados, agrietados, labios secos. ―¿No lo sabes? Gretchen realmente es una maldita santa. Leila es espantosamente horrible con ella. Solía odiar a Leila por ser así. Gretchen me habló de ella cuando me sentí mejor. No lo hace más sin embargo, probablemente, no quiere molestarme, ya que estoy tan enferma. Tú eres el único que sabe que no quiero pensar en morir a cada momento que me queda. Las cosas de la vida real son de lo que quiero disfrutar todavía. De todos modos, después de que llegué a conocer a Leila, me di cuenta de por qué estaba actuando de esa manera. No puedes imaginar el miedo de una madre o el dolor por su hijo. Simplemente no puedes.

Él miró la puerta abierta del dormitorio. Gretchen se movía alrededor de la sala de estar, ayudando a Olivia a empacar sus cosas para la escuela mañana. Se inclinó hacia abajo, metiendo su cabello detrás de una oreja mientras hojeaba la carpeta de trabajo de Olivia. Le sonrió a Olivia y dijo algo antes de guardar la carpeta en la mochila de color púrpura. Él no tenía ni idea de que su madre estaba actuando tan mal con Gretchen. Ella no le había dicho ni una palabra. Nada. En los cuatro meses de estar juntos Gretchen no le mencionó que su madre era nada menos que de la forma en que la veía. ¿Por qué? ¿Por qué no se lo dijo? Su corazón sonó en algo cerca de… ¿qué? ¿Respeto? ¿Compasión? ¿Amor? Cristo, ¿amor por ella? Rozó la mano por su cara. Sí, como si no supiera que estaba enamorado de Gretchen. Sólo durante los últimos veinte años. Como si cualquier idiota no imaginara que después de estar con ella una vez, ya tenía su chispa, por lo que la fantasía era mucho mejor que la realidad; o que la realidad sería mucho mejor de lo que podría haber imaginado. Y, por supuesto, estaba lo último. Así que, el tonto, sí, estaba enamorado de ella. La amaba en formas que nunca amó a Audrey. Eso clara y crudamente tenía sentido ahora. Sentía su continua presencia, y su esencia en algún lugar profundo de sus entrañas. En su corazón. En su cabeza. La amaba tanto como amaba al aire que respiraba. Pero… en realidad no estaba buscando eso. Ella estaba tratando de sobrevivir a la muerte de una mujer que le estaba dando una hija de ocho años, para criarla. Era el conjunto más extraño de circunstancias que podría imaginar. Bueno, quizá no tan raras como adaptarse a tener un solo brazo, pero eso iba en segundo lugar. Y, sin embargo, Gretchen no podía siquiera ser una perra con él acerca de la conducta de su madre. Sabía por qué. La amputación. Todavía añadía una dimensión diferente a la forma en que lo trataba. La gente todavía se comportaba con precaución con él. Más amable. Con más tacto. Y era algo por lo que Gretchen no tenía que empezar a preocuparse de nuevo con todo lo que tenía que asumir. Él sólo era otra carga. ―¿Tony? ―dijo Helen en voz baja. Él movió su oreja hacia ella por lo que sabía que estaba escuchando―. Tú y yo sabemos que no estás listo para esto: una mujer como ella, y una chica tan traumatizada como Olivia será pronto. Eres un buen hombre; pero no hay vergüenza en admitir que no estás listo para esto. Él se echó hacia atrás en estado de shock. ¿Cómo podía la dulce Helen decirle tal cosa? Ella levantó suavemente un dedo para tocar el suyo, pero apenas tenía fuerzas para hacerlo ahora. ―Te deseo lo mejor. Pero mi primera preocupación es Olivia, y por lo tanto, Gretchen. Necesitarán mucho más de ti de lo que estás dispuesto a darles. Tienes tú propio material con el cual tratar. No estoy convencida de que desees tomar

cualquier cosa extra. Si no puedes, Tony, por favor vete ahora. Antes de que todo se vuelva aún más difícil. Haz lo correcto, Tony. Sus palabras se hicieron eco a través de su cabeza. Haz lo correcto. ¿Cuándo fue la última vez que hizo lo correcto para alguna persona además de él? ¿Y cómo podría Helen saber qué era lo correcto? ¿Cómo podría? No estaba tratando de herir a Gretchen. Pero tampoco sabía si estaba realmente dispuesto a aceptar toda la responsabilidad y equipaje que la acompañaban. Helen de pronto comenzó a silbar y a toser. Cerrando sus ojos, esperó a que el silencio de la opresión de la inminente muerte regresara.

* * *

El golpe en la puerta principal sobresaltó a Gretchen de su bruma. Estaba tratando de ponerse al día en los archivos de los pacientes en el trabajo, al haberlos descuidado en el último tiempo entre las prolongadas tardes con Helen y el cuidado de Olivia. Veía a Tony cada vez menos, a pesar de que seguía llevándose a Olivia después de la escuela más a menudo. Su ayuda y sencilla presencia eran un salvavidas, pero aún no podía conseguir todo su trabajo hecho. La parte mala era: que no le importaba mucho. Todo en lo que podía pensar era en Helen y Olivia. Cuando abrió la puerta, casi se cayó. Lindsey le sonrió, dando un paso adelante para apoyar a Gretchen antes de que casi se viniera abajo de cansancio en los brazos de la otra mujer. Por suerte, Lindsey era sólo unos pocos centímetros más baja que ella, y tenía la fuerza para sostenerla erguida. Después de que se separaron, Lindsey sonrió mientras apretaba el brazo de Gretchen. ―Así que, supongo que estás un poco abrumada estos días. Ella sonrió agradecida, mientras se separaba antes de dar un paso atrás. ―Es un eufemismo. Yo… bueno, incluso no tengo palabras para describir lo que soy. ¿Qué estás haciendo aquí? ―Me di cuenta por tu voz en el teléfono que esto se estaba volviendo demasiado. Decidí que me necesitabas para un cambio. Tú me salvaste no hace mucho tiempo, y ha llegado la hora de que te pague eso. ―¿Quieres decir…? ―Si no te importa, me quedaré por un tiempo, y te ayudaré con Olivia, Helen, Tony… lo que necesites. ―Gracias, no puedo creer que hagas eso por mí.

―¿Por qué? Eres la mejor amiga de todos, y la mía, literalmente. ¿Por qué te sorprendes de encontrar a todos en torno a ti cuando finalmente necesitas ayuda? No es frecuente, Gretchen, que lo necesites. Ella sonrió con aprecio. ―No es la primera vez que oigo eso. Y ha impulsado a más de un hombre lejos. ―¿Qué hay de nuestro héroe de un solo brazo? ¿Se intimida? Ella inclinó la cabeza, reflexionando lo que Lindsey tomaba de su personalidad. ―No. Sorprendentemente, no creo que lo haga. Y probablemente deberías simplemente llamarlo Tony. Ella sonrió con picardía. ―No puedo esperar a conocer a este hombre. ―Sí, bueno, ¿cómo está el tuyo? ¿Está de acuerdo en que lo dejes para cuidarme? Su sonrisa fue tenue. ―Ya sabes que nunca tendría un problema sobre todo si es para hacer algo por ti. Es decir, si quieres mi ayuda. No me tengo que quedar. Ella dio un paso hacia atrás para que Lindsey pudiera pasar, arrastrando su maleta detrás de ella. ―No puedo decir lo mucho que puedo utilizar la ayuda. ―Además, me encanta Olivia. Será un placer. ―Lindsey conoció a Olivia en una de las ocasiones en que la visitó. ―Es una niña diferente ahora ―le advirtió Gretchen en voz baja. Lindsey asintió. ―Es demasiado joven para haber cambiado ya. ―Lo sé. Lindsey le tocó el codo. ―Es algo bueno, lo que estás haciendo. ―Nunca esperé ser tan mala en manejarlo. ―No está mal para estar abrumada por una enfermedad trágica mientras te conviertes en madre adoptiva al mismo tiempo. Eres humana, Gretchen, no una santa. Pienso que necesitas recordar eso a veces.

La ayuda de Lindsey excedió de lejos las expectativas de Gretchen, y no estaba segura de cómo darle las gracias. Ella ayudaba con todas las tareas que Gretchen nunca podía hacer. Tomó el hilo de las cosas y comenzó a llevar a Olivia, liberando así a Gretchen para hacer más de su trabajo. Cuando Lindsey regresó a su casa después de unas semanas, Gretchen comenzó a tambalearse de nuevo sin su ayuda. Incluso con Tony, Leila y Tracy ayudando en todo lo que podían, casi no era suficiente para compensar lo que Olivia estaba perdiendo, y por lo tanto, lo que Gretchen no le estaba proporcionando. También golpeó a Gretchen con sorprendente claridad, miedo, que no estaba segura de poder manejar todos los cuidados de Olivia por su cuenta. ¿Y si no podía hacerse cargo de Olivia? No por su cuenta. ¿Cómo podía haber firmado que podía hacer esto? Su dolor de estómago era una cosa constante ahora que nunca se iba.

* * *

―Cambiarán a Helen a un hospicio. Tony se congeló ante su computadora cuando Gretchen se le acercó por detrás. Su madre debió haberla dejado entrar. Volviéndose, inmediatamente se levantó y trató de consolarla. Su cara se arrugó mientras cayó en él. La abrazó contra su pecho, frotando su espalda. Ella acarició su rostro en su lugar favorito, justo en la base de su cuello y hombro. Agarrando su camisa, ella balbuceó: ―Va a morir pronto. Necesito ir allí y ayudar a Helen, y tomar a Olivia. Ella… no va a durar mucho más tiempo. ―¿Cómo está Olivia? ―No está bien. Está tan perdida y confundida. Mira a su abuela con clara confusión y dolor en sus ojos. Sabe lo que está técnicamente mal, pero realmente no lo entiende. O que no va a ver a su abuela más. Y muy pronto, se habrá ido para siempre. Realmente no lo entiende. ―Se inclinó hacia atrás para mirar hacia sus ojos―. No pasará mucho tiempo ahora. Las cosas… pronto van a cambiar. El corazón de Tony se apretó. No quería que nada cambiara. Especialmente, no entre Gretchen y él. Le gustaba estar con ella. Le gustaba levantarse por la mañana por primera vez desde que perdió su brazo. Esperaba cosas, cuando no lo había hecho durante tanto tiempo. Ahora, ella iba a ser la cuidadora principal de una pequeña niña que estaba a punto de estar devastada por el dolor. La diversión, el sexo y salir serían ahora disfrutes que no encajarían en esa imagen.

Que no encajaban en esa imagen. Pero Gretchen nunca parecía captarlo, que era una de las razones, suponía, por las que respondía de manera tan diferente de nadie más. Esperaba cosas de él, a pesar de su brazo perdido, donde otras personas simplemente lo excusaban. La cosa era: que no podía ser un novio cojo y sin un trabajo, o sin auto, o sin casa de su propiedad, ni mucho menos, las perspectivas de alguno de esos. A ella no le importaba; pero finalmente, lo hacía. ―¿Puedo hacer algo? ―Abrázame ―dijo en voz baja, su aliento caliente llegó a su cuello. Su cabeza estaba volteada y se apoyaba en su hombro. Deseó que pudiera quedarse allí por el resto de su vida tan fácilmente como lo estaba ahora.

* * *

La oferta llegó a través de una llamada en un teléfono pasado de moda. Después de que Tony colgó, se sentó allí como en shock una vez más. No se movió durante diez minutos, mirando fijamente la pantalla cambiar al protector que se movía perezosamente alrededor del monitor. Le habían ofrecido un maldito trabajo. No sabía qué diablos hacer ahora. Un puesto de trabajo. Para él. A Tony Lindstrom. Hacía mucho tiempo que no tenía nada real. Nunca podría tener éxito en el mundo civil. ¿O sí? A veces, se sentía tan lejos de la persona típica, normal, media, que no sabía si alguna vez podría ser lo que debía ser de nuevo. Fue del ex jefe de la Fuerza Aérea, John Raymond, quien ahora dirigía la Fundación ¡Héroe!, que tenía su base en Washington D.C., recaudaba dinero, que luego se distribuía a través de una plétora de organizaciones benéficas de veteranos meritorios y de organizaciones. Hacían algo de colocación de veteranos en la fuerza de trabajo, investigaban para la prótesis, ayudando a los veteranos con trastorno de estrés postraumático, e incluso recaudando fondos para los servicios de salud mental libres más unilaterales para todos los veteranos. No había nada a lo que la Fundación ¡Héroe! le diría que no si consideraba que era una buena causa, y una que podría mejorar o enriquecer las vidas de los veteranos. Eran reconocidos por el departamento de asuntos de los veteranos como una de las organizaciones con mayores ingresos de caridad, y eran ampliamente buscados por otras. El nombre era un poco cursi para el gusto de Tony, pero su reputación era la mejor en el negocio. Querían que Tony fuera su nuevo “rostro”. Él estaría en su

página web frontal: el feliz, manco, empleado veterano. Sería asignado para hablar en público y manejar las relaciones públicas para la organización. Él era, John Raymond le dijo, el mejor hombre para representar al ejército en años. Así que, naturalmente, quería que viniera a las oficinas de su empresa y trabajara. En Washington DC. Había considerado recientemente mudarse a un apartamento a un kilómetro o así lejos de sus padres en Calliston. Estaba reuniendo el maldito sentido común de hacerlo. Obtener una licencia… y conducir un auto… y tal vez, aumentar sus discursos, que a la gente parecía gustarles tanto. Más de una vez consideró hacer todo eso, pero aún no había hecho nada con ello. ¿Debía mudarse a través del país a una ciudad que nunca siquiera había visitado? Eh. No. Wow. ¿De dónde había salido eso? ¿Cómo iba a lograr atraer la atención atravesando todo el país? ¿Todo derivado de un discurso en una pequeña escuela primaria, cocinado-en-el-momento, que dio? Simplemente no había calculado en su mente que podía realmente conducirlo a mucho más. Una oferta de trabajo. Y una buena oferta de trabajo, una impresionante e importante oferta de trabajo, sin siquiera haberla solicitado. Parecía una locura imaginarlo. ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Cómo podía rechazarlo? Después de todo lo que dejó de hacer por los últimos años, y todas las oportunidades que perdió, y a las bondadosas personas que lesionó sin hacer nada y contra quien tomó su ira, ¿cómo podía contemplar no hacerlo? ¿Hacer algo de valor y que en realidad significara que explotaría su lesión de una manera que era positiva, y para el mejoramiento de los demás? Otros que habían sufrido mucho más que él. Finalmente, llegaría a un lugar donde podría recordar que estaba vivo, y que tenía otro brazo y dos piernas, que funcionaban perfectamente. Finalmente, comenzaría a recordar lo afortunado que era, también. Eso lo solucionaba todo. Se iría. Se vería obligado a volver a entrar en el mundo y a salir de su escondite. Tendría que vivir realmente en el mundo regular y con un brazo. Finalmente tendría que hacer una vida real, una que incluiría la aceptación de su discapacidad, pero ya no sentirse impotente e incapaz de hacer algo. Y se alejaría de Gretchen. Lo único que sabía, absolutamente sabía hasta la médula de sus huesos, era que no estaba listo para la clase de vida que Gretchen vivía. No estaba preparado para ser el padre imaginario de una niña traumatizada. No estaba listo para ser apoyado por una mujer que se enfrentaba a la maternidad por primera vez. Literalmente apenas habían pasado meses de siquiera salir de su cama para hacer algo. Sólo… no podía hacer todas aquellas cosas. Ahora no, y tal vez nunca. Pero finalmente tenía algo decente para hacer todos los días, algo que importaba un comino. No había demasiadas personas o cosas que todavía le

importaran: Gretchen, Olivia, sus padres y Donny. Tal vez, el hijo de Donny. Pero el descanso, los autos de lujo y las casas grandes, y la búsqueda del sueño americano… ahora eran cosas con la que no podía relacionarse más. No lo entendía. Ni siquiera le gustaba. No estaba seguro de que incluso quería el sueño americano. Sin embargo, el concepto de tratar de ayudar a los demás, los que veían y soñaban y sufrían como él, y seguían así, no había terminado aún. Eso era lo que mucha gente no captaba. Simplemente porque estaba en casa, y fuera de las fuerzas armadas, todo lo que veía y sufría y experimentaba, eran las mismas cosas que componían su personalidad ahora. No simplemente terminaban y acababan precisamente porque ya no llevaba el uniforme. Pero en cierto modo, esto podría darle una apariencia de eso. Suspiró profundamente y se sentó para explorar más la organización que finalmente podría hacer para él una palanca fuera del maldito sótano de sus padres, y también lejos de Gretchen.

Gretchen descansaba enredada con Tony, con su cabello desplegado sobre su pecho. Movió un dedo arriba y abajo de su estómago. Todavía lo hacía sonreír cuando mencionaba lo bien tonificado que estaba su pecho. Que pudiera mirarlo sin ver la extremidad recortada como su punto focal lo dejaba perplejo. Le gustaba estudiar mucho los músculos de su estómago mientras hacía caso omiso de su amputación. Era una rara, tranquila mañana de domingo. Olivia estaba con Helen y la enfermera. Gretchen no las dejaba solas por mucho tiempo a menudo. Olivia estaba haciendo imposible alejarla de Helen, y las consecuencias que eso tenía en Gretchen la estaban afectando físicamente. Había perdido peso y tenía los ojos con medias lunas debajo de color púrpura. Tampoco sonreía tanto. No tenía muchas ganas de tener sexo, así que Tony no la presionaba. Lo entendía. Aunque nunca podría haberlo hecho si el dolor no le hubiera hecho la misma maldita cosa a él. Finalmente, se dio cuenta de que su falta de interés en el sexo no era porque era un bicho raro y que estaba avergonzado sobre su brazo perdido. No, era porque todavía se afligía por su antigua persona, y por quien era antes, la imagen perdida del hombre que una vez había encarnado. El crujiente, viejo, tipo brillante, del Dr. Hart podría haber sido útil para llevarlo a esa comprensión. Así que no presionaba a Gretchen, sino simplemente dejaba que le mostrara lo que quería de él. Hoy, era su presencia física, y el silencio. Yacía contra él, prácticamente aferrándose para salvar su vida. Levantando la barbilla, ella deslizó su cabeza sobre su pecho hasta que hizo contacto visual con él. ―Esto es mucho más difícil de lo nunca soñé que sería. ―Nadie podría prepararse para eso. ―Eso es cierto. Tal vez sabía que sería así. Intenté resistirme a Helen cuando se acercó a mí; pero después, no podría realmente negarme. ―¿Querías hacerlo? Con toda honestidad, ¿es lo que realmente quieres hacer? Ella contuvo el aliento antes de que una pequeña sonrisa curvara sus labios.

―Dejarte nunca estar en las cosas insípidas. Sí, quiero hacer esto. Realmente quiero tener a Olivia si Helen no puede. Sólo que no sabía que sería tal esfuerzo agotador. Nunca he estado tan agotada en toda mi vida. Incluso Vickie dejó de pedir ayuda y empezó a preguntarme cómo lo estoy llevando. Él tosió discretamente. ―Ella cambió por Donny. ―¿Él dijo eso? ―Mencionó que cada vez es más difícil. Él trata de echarle la culpa al embarazo, pero bueno, todos podemos ver que eso no es. Ella deslizó su cara de regreso hacia abajo para que él no pudiera ver su expresión y la sintió tragar. Esperó un largo momento antes de preguntarle: ―¿Qué sucede? Estás ocultándome algo. Lo he sentido por un tiempo. ¿Qué es lo que quieres decirme, pero que no crees que pueda manejar? Él cerró los ojos y exhaló lentamente. Todo lo que siempre quiso fue que ella se acostara a través de su cuerpo, deseándolo, necesitándolo, y él iba a… ¿qué? ¿A arriesgar todo? ¿A poner en riesgo perderla? ¿O a cambiar lo que tenían? No tenía ningún maldito sentido. Pero entonces… lo hizo. ―Me ofrecieron un trabajo. Con una organización que recauda fondos para causas y organizaciones de los veterano. Probablemente has oído hablar de ella. La Fundación ¡Héroe! Ella se irguió, tirando de sus piernas. Su rostro floreció con tal orgullo y alegría por su revelación, que parecía como si hubiera hecho algo verdaderamente milagroso, por lo que se dio la vuelta, sintiéndose un poco avergonzado. Ella agarró su mano y la sostuvo entre las suyas. Él las miró. Tenía manos perfectas: dedos largos, perfectamente cuidados, y uñas delicadas pintadas hoy en púrpura con pequeñas medias lunas. Tenía venas suaves que brillaban azules a través de su piel transparente y manos capaces. Su mano se sentía áspera y peluda dentro de la de ella. Su única mano. Simplemente no podía creer que a ella realmente le importara un bledo el asunto. ―Está en Washington, D.C. Su rostro se arrugó. ―¿En D.C.? ¿De verdad lo estás considerando? ―Sí, lo hago. Gretchen, sabes que…

Ella bajó la frente hasta donde sus manos se unieron, y reposó en sus nudillos. Las lágrimas cayeron sobre su piel. ―Lo sé. No quieres una familia que ya está formada. ―Es más que una familia ya hecha, Gretchen. Estás adoptando a una niña de ocho años, con muchos problemas. ―Una que te gusta. ¡La ayudaste más que casi todo el mundo! No tienes que moverte por todo el país. ―¿Por qué no? Porque debería vivir aquí y… ¿qué? ¿Ocuparme de ella mientras tú estás en el trabajo todo el día? Ella levantó lentamente la cara y sus lágrimas comenzaron a secarse mientras su mirada se estrechaba sobre él. ―Bueno… ¿por qué no? ¿Por qué no puedes? ¿Por qué no podrías hacer eso? Su boca se abrió en asombro. Nunca esperó esa respuesta de ella. Su boca de repente se aplanó. ―Lo digo en serio. Las mujeres atienden a los niños todo el tiempo, mientras los hombres trabajan, ¿entonces por qué no podrías? Es un trabajo valioso. Es más valioso que cualquier otra cosa por ahí. Entonces, ¿por qué no podrías hacer eso? ¿Por qué no te quedas aquí? ¿Y estás conmigo? ¿Con nosotras? De repente, ella se bajó de la cama y se puso de pie, moviéndose mientras hablaba. Él quitó las sábanas y se levantó para mirarse a través de la cama el uno al otro. ―No puedo. ―¿Qué es lo que no puedes hacer? ¿Estar conmigo? Ya estás conmigo. Y has estado haciéndolo bien. ―No puedo rechazar este trabajo. No volver a ser como era incluso hace unos pocos meses. Quiero ser diferente. Y me ha llevado mucho tiempo tedioso querer eso. Ella cruzó los brazos sobre su pecho. ―¡Es grandioso! Te hice sentir mucho mejor, vas a librarte de mí. Él sonrió lentamente y movió la cabeza. ―No es como lo explicaría. ―Entonces, ¿cómo lo explicarías? ¿Eh? ¿Por qué no acabas y me lo dices? Cómo no puedes estar conmigo porque el pobre de ti tiene un solo brazo. ¿Qué tiene que ver eso con la situación? ¿O estar en una relación conmigo? A pesar de Olivia o

debido a Olivia. ¿Por qué ella viviendo conmigo de repente nos hace romper? ¿O soy yo la que cree que no hay un nosotros? ―Definitivamente hay un nosotros. ―Y somos fantásticos juntos. ―Te lo dije desde el principio, no estoy en esto para convertirme en una figura paterna. ―Entonces no lo hagas. ¿Quién te pidió que lo fueras? ―Olivia. Cada vez que está conmigo. Gretchen puso los ojos en blanco. ―Entonces, ¿ser necesario y querido por una niña te asusta? ¿Por qué no dejas de esconderte de cada maldita cosa que intenta entrar en tu vida? ¿Por qué no reúnes algo del coraje que tuviste mientras fuiste soldado y lo utilizas aquí? ¿Ahora? ¿Conmigo? Me merezco eso de ti. Nos merecemos eso. Olivia y yo, mi trasero, ¡ni siquiera estarías haciendo esto! Cuando te dije eso el día de Navidad, podrías haber retrocedido entonces. Debería haberlo borrado. No deberías haber empezado a ayudarme a cuidar de Olivia, ni te hubieras sentado con Helen, ni ser, oh, no sé, ¡cómo la figura del maldito padre en la situación! Tirando de la colcha con frustración, ella la levantó y la tiró al suelo antes de mover sus manos a su lado. ―Eres completamente imposible. No puedo decirte cuánto. Primero, te ocultas en el sótano de tus padres durante dos años después de un compromiso fallido. Luego no conduces. No trabajas. No hablas con tus amigos. Incluso no eres agradable con las personas que están tratando de ayudarte. Finalmente, después de que dejaste de hacer todo eso, y empiezas a dar pequeñitos, minúsculos pasos hacia adelante, haces esto. Decides unilateralmente no estar conmigo. >>Después de tres meses de estar enojado conmigo porque no te noté durante veinte malditos años que querías estar conmigo. ¡Veinte! Esa es una realidad de dos décadas de mucho tiempo. ¿Quién hace eso? ¿Quién obtiene exactamente lo que quiere, a la mujer que afirma que siempre quiso malditamente demasiado, y entonces… mea todo lejos porque tiene un poco de miedo? ¿Quién hace eso? Su respiración sonaba entrecortada y su voz era casi un grito al final. ―Lo que es más… yo te arreglé. Te hice más amable y a valorar y a apreciar lo que todavía tenías. Te motivé a hacer algo con tu miserable trasero. Querías impresionarme, así que no te atrevas a estar allí ahora y negarlo. Yo soy la razón de este nuevo Tony, de que la organización de veteranos te quiera tanto, incluso que existas. Nunca habrías perseguido nada sin mi presencia en tu vida. O mi influencia.

Ni se te ocurra tratar de negarlo… querías acostarte conmigo sólo para no sentirte como un miserable y maldito fracaso. Así que mi influencia es lo que indirectamente te tiene con esta oferta. ¿Y ahora me vas a dejar por eso? Él no podía recordar la última vez que alguien lo había pisado tanto, ni siquiera podía encontrar las palabras para contestarle. ¿Gretchen? Era realmente la mujer que tan amablemente atendía a Olivia, y a él, y a todos los demás, mientras nunca admitía si le molestaba o no. ¿Era la tranquila, responsable, respetuosa Gretchen, la misma mujer con la que había estado saliendo ahora por bastantes meses que debería haber sabido que era propensa a dramáticas, diatribas irracionales? Nunca, ni incluso en la elección de Vickie de la fecha para la boda, se había visto tan enardecida. O eso era emocional. O estaba loca. ―Sí, sí, fue a causa de ti. Tienes razón en todo eso. La cosa es: que una vez que empecé a sanar, todo lo demás mejoró también. ―Bueno, ¡qué inteligente! Involucras a las personas y eres amable, y caramba… ¡mira eso! La gente podría querer estar más cerca de ti. Tener los comentarios de otras personas y retroalimentación acerca de tu heroísmo con un solo brazo parece mucho mejor que esconderse de todo solo en tu sótano. ¡Vaya! Gran noticia. Encontraste la razón misteriosa por la que la mayoría de los adultos tienen trabajo, novias… y, ya sabes, viven. Cosas que nunca solías hacer. Hasta mí, eso es. Se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta, pero él fue más rápido. Golpeando la puerta, se paró frente a ella y ella casi gritó con furia. ―¡Muévete! Ya terminé. Contigo. Con esto. Con el pobre Tony y su brazo. ¿Sabes qué? No importa. Nunca importó. Te amé con él, o a pesar de él, o tal vez a causa de él, como quieras llamarlo. Te amé incondicionalmente y ahora, tienes la intención de dejarme a causa de él. Las lágrimas comenzaron a correr por su cara. Levantó las manos y enterró su rostro en ellas. Sacudió la cabeza cuando la agarró y la atrajo hacia él. Su cuerpo se convulsionó. Luchó contra él, empujándola contra su pecho. Apenas podía retenerla allí. ―Shh… ―le murmuró suavemente mientras por fin cesaba la lucha contra él. Con sus manos alrededor de su cuello, se quedó allí junto a él mientras su cuerpo se sacudía por las lágrimas. Él inclinó la cabeza hacia abajo hasta que sus labios estaban en su cabello. Ella finalmente sorbió. ―¿No se supone que dices “va a estar bien”? ―No me gusta que me digan eso. Dudo que desees escucharlo, así que no, no voy a decir eso.

Ella finalmente se limpió la nariz con el borde de su camisón. ―¿Supongo que quieres hablar de eso ahora? ¿Cómo adultos? Él negó. ―No, quiero hacer el amor contigo e impresionarte con estar manco… ¿cómo me llamaste? Ah, sí… mostrarte que no soy un miserable y maldito fracaso. Ella dejó caer la cabeza, sacudiéndola contra su pecho, y ocultando su expresión de él. ―Podría haberme salido un poco de contexto. ―Nah. No lo hiciste. Era un miserable fracaso. Era miserable compañía y una persona miserable con la cual vivir. No hacía nada, y lo prefería así. Tú cambiaste todo para mí. Ella levantó la cabeza y él fue tomado por el verde esmeralda de sus ojos ahora pasando por alto las lágrimas. Pasó la yema de su dedo pulgar por un ojo, y luego por el otro. Ella los cerró mientras tomaba una respiración profunda. ―¿Te das cuenta de lo que acabo de decir? ―Sí, me doy cuenta de lo que acabas de decir. ―¿Y? ―Y no creo que debería ser como un shock saber que yo también te amo. Siempre te he amado. Ella se aferró a su cuello y tomó un suspiro tembloroso. ―Tienes una extraña manera de demostrarlo. Él no contestó, pero movió las puntas de sus dedos sobre su cara, barbilla, y cuello. Le tocó la clavícula y empujó hacia abajo los tirantes de su camisón. Primero por uno de sus hombros, después por el otro. El vestido cayó al suelo en un charco de tela. Ella sólo llevaba sus simples bragas blancas de encaje. Allí, de pie con los ojos cerrados, le permitió mirarla. Él tocó su pezón, lo que le encantó. A él le gustaba hacer que se sintiera bien. Sus piernas temblaron ligeramente mientras sus dedos jugaban con ella, tirando y alargándolo. Su aliento se atoró. Bajó la cabeza, y puso su boca sobre ella mientras su brazo rodeaba su cintura. Siempre se sentía casi sin huesos cuando él hacía eso. Él estaba listo para apoyar casi todo el peso del cuerpo mientras ella se aferraba a él. Ella apoyó su cabeza hacia atrás, y su cabello acarició su brazo. Su larga, blanca garganta quedó expuesta a su mirada mientras la chupaba y la besaba y la lamía tal y como a ella le gustaba. Y a él le gustaba.

Dio un paso adelante, empujándola hacia atrás, y todavía chupándola. Ella torpemente, pero de alguna manera, los guió al borde de su cama, donde él se acostó. Ella no estaba a menudo en la parte inferior, por cuestiones obvias de rendimiento. Él no podía soportar fácilmente estar encima de ella. Ella, sin embargo, jugaba a cualquier otra cosa que pudieran lograr físicamente. Él se agachó y le deslizó las bragas por las piernas mientras ella bajaba los pies al suelo. Deslizó la mano hacia arriba de su muslo, momentáneamente deseó tener dos manos para sentir sus dos piernas. Ella nunca se quejaba de que no lo hiciera. Sus piernas temblaron ante su contacto, en ansiosa anticipación. Arqueó la espalda y se inclinó más cerca de él. Él empujó sus muslos, lo que indicaba que quería que los abriera. Ella obedeció. Sus ojos se cerraron, y su respiración se atoró. Él la miró, tan abierta y receptiva y lista para él. No era tímida. Ni estaba avergonzada. Y nunca trató de detenerlo de hacer nada. Tocó con sus labios su rodilla derecha primero y ella suspiró. Luego besó la longitud de su muslo en un largo y lento ritual. Todo su cuerpo se arqueó y se levantó hacia sus labios mientras él se acercaba. Se retorció y gimió con anticipación, siempre totalmente abierta con lo que quería y lo mucho que lo quería. Se dejó caer de rodillas ante la cama y se acercó más, besándola en su apertura. Ella estuvo a punto de ser catapultada fuera de la cama. Entonces se retorció. Cuando pasó su lengua por ella, y dentro de ella, lamiendo cada parte de ella, ella casi gritó en respuesta. Todo su cuerpo reaccionaba a él como si pidiera más. Ahora. Estaba hinchada y resbaladiza por la humedad. Sus manos se retorcieron y tiró de las mantas. Ella abrió más las piernas. Sus gritos eran incesantemente eróticos, llamándolo por su nombre, junto con un montón de ohs y gemidos que casi lo hicieron venirse con sólo escucharla. Su lengua giraba y se retorcía en su interior. Le pasó la lengua igual que hizo con sus pechos hasta que se vino de la única manera en que Gretchen podía. Finalmente apartando su boca de ella, la miró por encima. Le encantaba la forma en que nunca se cubría. No era modesta con él. Se permitía sucumbir a él completamente y sus siguientes reacciones eran nada menos que calientes. Se arrastró hacia su cabeza, y se detuvo para lamer sus pechos hasta que estuvo de vuelta en su boca. Ella la abrió y gimió cuando se probó a sí misma en sus labios. Su lengua tocó sus labios, y se enredó con su lengua. Colocando las manos sobre su pecho, empujó su camiseta y la tiró sobre su cabeza. Él se echó hacia atrás, finalmente, separándose el tiempo suficiente para descartarla. Había, hace tiempo dejado de preocuparse porque lo viera desnudo. O sin camisa. O con un solo brazo. A veces ella le daba un beso allí, o lo acariciaba distraídamente con los dedos.

No era algo que él jamás evitara, o que se obsesionara con que terminara. A menudo tomaba las sábanas donde el brazo debía haber estado para un mejor agarre cuando estaban haciendo el amor. Al principio, él casi se aturdió, pero ella era tan malditamente abierta al respecto. No esperaba estar tan cómodo con ninguna mujer. O permitirle a cualquier mujer estar tan cómoda con él. Pero hace mucho tiempo, Gretchen había logrado hacer que dejara de sentirse raro acerca de su amputación. Ella cambió a control con anticonceptivos orales después de unas semanas de estar con Tony, así que cuando él cambiaba de puesto y ella se subía encima, fácilmente podía hundirse directo en ella. El gemido de éxtasis que salió de sus labios fue el más genuino de su vida. No podía conseguir suficiente de ella. Se deslizó en ella, como siempre… perfectamente. La observó cada vez. Él observaba cada contracción en su cara y ojos cuando se cerraban con felicidad o lo miraban intensamente con sus emociones casi flagrantes. A veces, se limitaba a observar el vaivén o balanceo de sus senos, o cómo volteaba su cabeza hacia atrás y exponía la larga columna de su garganta. Siempre parecía tan libre, abandonando todas las preocupaciones y cuidados, cuando estaba con él. O cuando la tocaba, o hacía el amor con ella. Y no era algo que nunca hubiera esperado encontrar en su vida. Gretchen Hendricks. Él la calentó, satisfaciéndola, dejándola deseándolo, y casi rebosando con deseo genuino a pesar de su roto, amputado, cuerpo incompleto. Todavía no calculaba de qué se trataba realmente lo que le estaba sucediendo. Ella se estremeció y gimió antes de inclinarse y poner las palmas en su pecho para un mejor agarre. Levantando más sus caderas, se empaló sobre él, engulléndolo completamente en ella, y poniéndolo más duro, y más excitado. Cerrando sus ojos, él finalmente saboreó todas las sensaciones que casi compensaban… todo lo demás. Estar con Gretchen casi compensaba todo lo demás que había perdido en su vida. Prácticamente estaba lleno de nuevo, y era un hombre completo, cuando se enterró dentro de ella. Roca dura y rígida, su humedad, y resbaladizo calor casi acabó con él cuando ella llegó a su clímax. Sintiendo su cuerpo caliente sobre él y alrededor de él, felizmente sucumbió a ella.

Gretchen estaba tirada en la parte superior de Tony con su cara enterrada de nuevo en su pecho. Su respiración era más tranquila ahora mientras el sudor de su cuerpo se enfriaba sobre él. Todavía desnuda, finalmente se movió al lado levantándose sobre las piernas de él. Ella gimió en alto. ―¿Qué fue eso? ¿Un último acostón? ¿Un adiós? Bueno, apesta. No es suficiente. ―No, no es suficiente ―estuvo de acuerdo en voz baja. Usando el tono profundo, reservado que le recordaba sus discursos, preguntó―: ¿Terminaste de gritarme? Ella se mordió el labio en un esfuerzo por abstenerse de llorar. Las lágrimas llenaron sus párpados cerrados. No podía hacer más esto. No podía sentarse allí y hablar de su partida. Ahora no. No justo en ese mismo momento, mientras veía a una mujer morir, y soportaba el dolor de verlo, junto con la niña más afectada por ello. ¿Terminado de gritar? No. No estaba ni siquiera cerca de terminar con él. ―Es sólo que no sé cómo puedes hacer esto. Debería haber dejado que te cocinaras en el sótano. Su mano perezosamente hizo círculos en su espalda desnuda. ―Probablemente deberías haberlo hecho. Pero por alguna razón, la cual sigue siendo desconocida para mí, no lo hiciste. Tengo que tomar el trabajo. Es importante, y una oportunidad para que mi vida y mi trabajo, signifiquen algo de nuevo. ―¿Cómo cuando eras soldado? ―Sí, me siento seguro de que me importaba entonces. Sabía lo que estaba haciendo y por qué. Luché por los que estuvieron a mi lado y los que fueron antes de mí, así como por los más jóvenes que vendrían después de mí. Creía en lo que estaba haciendo. No he creído en nada desde entonces. Nada me importaba. No estar de vuelta aquí. No estar vivo. Estaba hueco. Hasta que apareciste. Me importas. Pero eso no es… ―¿Suficiente? ¿Por qué? ¿Por qué no puede ser suficiente?

Él le apretó el brazo. ―Por supuesto que eres suficiente para mí. No lo hagas sonar tan simple. Pero no es suficiente para mí sentarme alrededor y no hacer nada. ―Fue suficiente por dos años. ¿Por qué cambiar ahora? ―Ya no. No es suficiente más. ―Está bien, entonces de nuevo, puedes mudarte aquí. Habría un montón que podrías hacer. Oh, espera, ya veo… solo las mujeres son contratadas para quedarse en casa y cuidar de Olivia. Sólo tendría sentido si yo dejara mi trabajo e hiciera eso. Pero, un gran, soldado macho, por supuesto, no es suficiente. Su pecho se movió debajo de ella. Se sorprendió, estaba confundida por su reacción y levantó la mirada para encontrarlo riendo. ¿Se estaba riendo de ella? ¿Mientras la abandonaba? Acerca de… bueno, ¡infiernos! ¿Cómo podía reírse ahora, de toda las veces en el mundo? ―¿Puedes dejarme terminar con mi rollo antes de despedirme? Es por eso que no saqué el tema antes. Estaba tratando de entender todo esto primero. No te estoy abandonando. Quise preguntarte si considerarías estar a larga distancia conmigo. Mis tres relaciones adultas con mujeres fueran a larga distancia, ya que estaba por lo general de viaje y en servicio. Aunque no me encanta, es algo a lo que me acostumbré. Sé que es pedir mucho de ti. Probablemente demasiado. Y no es justo. Tienes mucho pasando ya. Pero fue la única solución que se me ocurrió. Ella se enderezó. ―¿Por qué demonios no fuiste a eso? ¿O me callaste? Deberías haberme abordado y tranquilizado. Te dije horribles, imperdonables cosas… ¿por qué me dejaste continuar de esa manera? ―Creo que es porque necesitaba oírlo de ti. Necesitaba saber que realmente te sentías apasionada sobre mí. Debido a que la habitual Gretchen contiene sus emociones. Sus emociones reales, eso es. Siempre mantienes un férreo control sobre ellas. No sabía que reaccionarías así, pero con toda honestidad, me estoy volviendo loco y feliz de haberlo hecho. Necesitaba escucharlo. ―¿Necesitabas escuchar que te dijera cosas? ―Cerró sus ojos con horror ante él. ―No, pero necesitaba oírte decir que tienes sentimientos fuertes sobre mí. Tenía que saber que me necesitabas lo suficiente para pedirte que hicieras esto. ―¿Cómo puedes no saber para ahora que te necesito?

―No lo sé. Cosas como no decirme que mi madre siempre es grosera contigo. Helen tuvo que decirme eso. Me preocupa que todavía me manejes con guantes de seda, porque no confías en que cuide de las cosas. Ella se burló. ―Espero que me estés tomando el pelo. No te dije lo de Leila porque no quiero que te enojes pensando que no estaba siendo suficientemente agradable con ella. No tuvo nada que ver con si pensaba que podías manejarlo o no. No quería que empezara a hablar en tu oído acerca de mí y tuviera alguna influencia. Me imaginé que ignorarla sería mejor. ―Bueno, ese es el tipo de cosas que sigo tratando de averiguar. ―¿Y? ¿Te diste cuenta de que te amo lo suficiente, y que esto no es falso? Esto, nosotros, es tan real como es. Él le apartó el cabello de la cara mientras miraba fijamente sus ojos. ―Sí, entiendo que es tan real como es. ―Y… ―Y yo también te amo. Ella dejó escapar un suspiro. ―¿Eso fue difícil de decir? También en este caso, la próxima vez, trata de guiarme, con el “te amo y te deseo”, no con el “me voy a mudar y a dejarte”. ―Voy a hablar con mi madre antes de irme. Siento que haga esto más duro para ti. Realmente no lo sabía. No he hecho la vida más fácil para ella. Mucho de lo que estás experimentando probablemente está dirigido a mí. ―Ella simplemente no va a permitirse a sí misma ponerse tan enojada como realmente está. Todavía te trata como si estuvieras lesionado, y por lo tanto, fueras especial debido a eso. Yo deduzco eso, Tony. Y es la mitad de la razón por la que lo dejé pasar. Pero siempre te trato como si fueras cualquier otro hombre. Te juro en estos momentos, que no voy a ser amable contigo a causa de tu amputación. Finalmente, él dejó que una pequeña sonrisa iluminara su rostro. ―Me lo prometes, ¿eh? ―Sí. Solemnemente. Él negó. ―Tú, de alguna manera, siempre haces que sea más fácil para mí. Apoyó la cabeza en él. ―Tú haces que sea más fácil para mí también. No olvides esa parte clave.

―Sé lo difícil que fue con Will cuando se fue. Nunca pensé o soñé pedírtelo, pero aquí estamos. Ella cerró los ojos. Lo odiaba. La idea de que Tony se fuera. Que no estuviera ahí. No en la ciudad. El tiempo, la distancia, y todas las cosas que podrían salir tan mal. Podían conocer a otras personas. La soledad podría hacer que uno o ambos renunciaran a lo que tenían, o que hicieran algo estúpido con alguien más. Ambos podrían estar hartos de la frustración y empezar a dejar de preocuparse por el otro. Tantas cosas podrían suceder. No habían salido el tiempo suficiente para este tipo de prueba. Pero lo amaba. Inhaló bruscamente. Más que todo lo demás, y todas las razones porque no, eso era. Lo amaba. Y tenía que hacerlo. Tomar una elección: o aceptarlo o estar sola. ―Todavía voto porque te mudes aquí conmigo. Él se rió bajo. ―Podría hacerlo algún día. Espero que las cosas vayan… bien. Pero no en este momento. Necesito este trabajo. Lo quiero. Por favor, entiende eso. He perdido toda la ambición de hacer algo. A mí, literalmente, no me importaba si vivía o moría. No me importaba qué día u hora fuera. Dejó de avergonzarme cómo vivía y qué no podía hacer. Tienes razón al decir que me motivaba todo esto. De repente, me importó. Tú me sacaste de la depresión que casi me debilitó. No podía sentir nada más que ira. Y ahora no la siento. Ahora quiero levantarme y hacer algo. Supongo, que también quiero ver si todavía puedo hacerlo. Nunca he sido tan bueno en nada, Gretchen. No como tú y Will. Ustedes siempre fueron superestrellas de lo que elegían hacer. Yo era mediocre, las tuercas y los tornillos, siempre el seguidor y nunca el líder. Este trabajo, me pide que represente a una organización de la que podría estar orgulloso, que representa una de las causas por las que perdí mi maldito brazo, no es algo que esperaba. Deseo el respeto. Quiero ayudar. Es más que una sorpresa para mí que tal vez para cualquier otra persona. Pero ahí está. Su corazón se agobió en su pecho. ¿Cómo no iba a querer eso para él? Suspiró y se metió en su regazo, apoyando su cabeza contra su pecho y envolviendo los brazos alrededor de su cintura. ―Bien. Él tiró de su voz. ―¿Bien? Como en… ―Todo lo que tienes que hacer. Me quedaré contigo si me quieres. ―Te deseo.

―Entonces lo resolveremos juntos. Él la apretó más. ―Siento que sea ahora. Ya sabes, con Olivia, y todo. ―Nunca sería un buen momento. Nunca fue fácil contigo. ¿Por qué empezar hoy?

―… Entonces, ¿vendrás a ayudarme a mudar? Will hizo una pausa en su extremo de la línea telefónica, pero Tony lo oyó respirando fuertemente. ―¿Eres tú de verdad? ¿En realidad estás invitándome a ir allí? ¿A ayudarte? ―Tony acababa de pasar los últimos diez minutos explicándole su oferta de trabajo. ―Sí, si no es demasiado problema. Gretchen no puede irse ahora. No con todas las cosas que están pasando y la niña que está adoptando. Y Donny tiene las manos llenas con Vickie embarazada. Ella no va a dejar que vaya incluso a la vuelta de la esquina. Will se echó a reír. ―Que Dios ayude al hombre. ¿Por qué? ¿Por qué la tomó a ella? ―¿Mi mejor conjetura? Que la dejó embarazada antes de conocer algo mejor. ―Bueno, definitivamente no es demasiado problema. Iré. ―Gracias. Ojalá no necesitara la ayuda, pero… ―Pero ya está hecho. Estaré ahí ―dijo. Se fue un segundo antes de regresar a la línea―. Jessie quiere, sin duda, ir conmigo para estar con Gretchen. Después de que él dejara a Gretchen. Le dolía físicamente el pensamiento de su separación. ―Eso sería bueno. Nunca habría soñado… ―¿Qué mi esposa tendría que consolar a tu novia? ―preguntó Will con un tono irónico claro como el cristal. Finalmente, rió―. La vida está llena de sorpresas. Él dejó escapar un largo y profundo suspiro. ―Sí. Lo es. Hey, gracias, Will… es decir, por todo. ―¿Estás gastando demasiado tiempo de terapia con Gretchen? No te vuelvas todo tierno y lindo conmigo ahora, imbécil. No te reconocería. Él se echó a reír y se sintió muy bien estar riendo y bromeando con el amigo que lo había sido desde que tenía cinco años.

―Sí, bueno tal vez soy lo suficientemente hombre para finalmente llegar a serlo. ―Estaré allí. ―Esta vez, Will no estaba bromeando. Una semana no era lo suficientemente larga, pero era demasiado tiempo para pasarla temiendo. No era suficiente para cuando Helen muriera, pero tal vez era mejor que Tony se fuera antes de que eso pasara, en lugar de después. Ahora, sólo tenía que decírselo a su madre.

* * *

―Mamá ―dijo él bajo para obtener su atención. Ella se apartó de donde estaba hojeando el anuncio de comestibles locales por cupones y ventas especiales. Su corazón se retorció mientras inocentemente estaba sentada allí, recortando y levantó la vista momentáneamente, pero era evidente que estaba distraída por sus anuncios y ofertas. Él sabía mejor que nadie cuán grave y ardua era su lesión y el consiguiente viaje que fue para ella. La había puesto a través un infierno emocional y físico durante los últimos años. Ella trató de ayudarlo en los primeros meses con el fantasma del dolor que casi le cuesta la cordura. Lo había aconsejado, se había afligido por él, preocupado por él, y hecho todo por él. En realidad lo habilitó, pero también le dio toda la libertad que necesitaba para aceptar lo que había ocurrido y le dio todo su tiempo, que él tomó. Lo dejó absorber todo su tiempo libre sin una queja, simplemente debido a su gratitud y alivio de todavía estar vivo. Constantemente le permitió la libertad de hacer y decir cualquier cosa. La hora había llegado para que Tony dejara de arruinar su vida, así como la suya. Sacando una silla de la cocina, se sentó al lado de ella. Ella lo miró de nuevo y sus ojos recorrieron su cara, tomando la expresión seria y adusta. Empujó sus recortes a un lado y tomó su mano. ―¿Qué sucede? ¿Gretchen? ¿Ella… te hizo algo? Él le apretó la mano. ―No. No lo hizo. Aparte de decidir no decirme que no te gusta. La expresión de Leila se agrió. ―Bueno, es obvio que lo hizo. ―No, Helen fue la que lo hizo.

Leila tuvo la decencia de sonrojarse. ―Bueno. Bien. Tal vez fui poco receptiva a que salieras con ella. ―¿Un poco? ―Está bien, más que un poco. Pero ella viene aquí y hace todas estas exigencias de ti, y de repente cambia todo, como si supiera lo que es mejor, cuando ni siquiera estuvo aquí en lo peor. Ella no lo vio, ni lo experimentó, ni se preocupó si… Las lágrimas de Leila corrían por su rostro y Tony la jaló contra él. ―No. Nadie se preocupó porque me estaba matando a mí mismo, excepto tú y papá. A nadie le importó ni me dejaron acostarme por ahí, día tras día, durante casi dos años. Nadie me hizo levantarme de la cama, cuando no quería hacerlo nunca más. Sólo tú. Eso nunca va a cambiar. Todo lo que hiciste por mí. La participación de Gretchen nunca les quitará importancia a lo que papá y tú hicieron por mí. Ella se apretó contra él. ―No necesito ningún maldito reconocimiento. No lo hice por el crédito. Lo hice porque te quiero. No necesito nada más que una garantía de que vas a estar bien. ―Y la cosa es: por fin estoy llegando allí, a ese lugar seguro. Gracias a ti. Y también gracias a Gretchen. Ella hizo cosas por mí que nadie más podría; pero, de nuevo, tú también. No creas que no me doy cuenta de eso. O del valor de lo que hiciste o de ti. Fuiste la única que se preocupó durante mucho tiempo. Me salvaste la vida, mamá. Si nunca te lo dije hasta ahora, lo siento. Pero lo hiciste. ―Entonces, ¿debería dejar de ser tan mala con tu novia? ¿Es ese el punto de esta conversación? ―¿Escuchaste lo que dije? Ella asintió. ―Ya te oí. Sólo que no necesito oírlo. Eres mi hijo. Estás vivo. Eso es todo lo que necesito saber de nuevo. ―¿Qué tal si tu hijo no es más un bastardo? Ella se encogió de hombros y una sonrisa se cernió sobre sus labios. ―Bueno, eso podría ser más agradable, pero no lo necesito. ―Te agradecería si fueras más amable con Gretchen. Ella es buena, mamá. ―Pensé que se cansaría y te dejaría como Audrey. ―Audrey no hizo eso. Yo lo hice. Ya te lo dije antes. ―Nadie debe dejar a un hombre al que le acaban de amputar el brazo.

―Mamá… Ella agitó su mano alrededor. ―Bueno, bueno, seré más amable con Gretchen. Siempre me gustó, sólo no me gustó que te llevara lejos de mí. ―Ella no es la que me está llevando lejos de ti ahora. ―Leila se congeló, y sus cejas se levantaron con perplejidad. Y añadió―: Me ofrecieron trabajo y decidí tomarlo. La cosa es que está en Washington D. C., así que tendré que mudarme allí… Ella lo interrumpió lanzando sus brazos alrededor de él. Lágrimas reales pasaron por sus mejillas y se le hizo un nudo en la garganta. ―Estás real y verdaderamente mejor ahora, ¿no es así? Él estaba asombrado por su reacción y le dio unas palmaditas en la espalda torpemente. Finalmente, ella se echó hacia atrás y tomó su barbilla. ―Nunca soñé que fueras capaz, o que estuvieras listo, o incluso dispuesto a alguna vez trabajar de nuevo. Esto significa que todo lo que soportamos finalmente funcionó. ―¿Oíste hablar de la parte de mudarme? ―¿No era esa la razón por la que su madre se arrojara a sus brazos llorando de infelicidad? ―Sí. Por supuesto, voy a echarte de menos. Pero recuerda, Tony, me pasé una década contigo por todo el país y el mundo, y la mitad de ese tiempo, estuviste en peligro extremo también. Así que no es como si fuera algo a lo que no estoy acostumbrada ya. Sólo que nunca soñé que alguna vez te fueras lo suficiente como para que te pudiera echar de menos. Y, ¿ves lo que esto significa? Él se rascó la cabeza. ―Eh, no. Gretchen, y el sitio web, y toda mi plática en público, y cuando en realidad dejé la casa… ¿Nada de eso te dio la impresión de que estaba progresando? ¿Y esto sí? Ella asintió vigorosamente. ―Sí. Esto lo hace. ¿Qué pasará con Gretchen? ―Vamos a intentarlo a larga distancia. Leila se sentó con un bufido. ―Bueno, supongo que puedo darle una oportunidad entonces. Él sonrió lentamente. ― Sí, eso sería más apreciado. ―¿Cuándo? ¿Cuándo harás esto?

―En una semana. Leila asintió. ―Bien, debe haber un montón de cosas que tendremos que hacer. Vamos a comenzar. Oh, y dile a tu papá y a Donny. Vamos a tener que planificar una fiesta de despedida. Oh, déjame tomar lápiz y papel… Él se quedó con la boca abierta, y en shock cuando ella empezó a enlistar todas las cosas que tenían que ocurrir antes del final de la semana.

* * *

―Sé que esto es difícil de entender. ―Tony estaba terminando su cojo discurso con Olivia. Estaban sentados en un banco del parque en un caluroso día de abril envuelto en una explosión de flores que estaba por todas partes. El sol era balsámico y las nuevas flores suavizaban el borde áspero del jardín. Ella estaba comiendo un cono de helado que Tony había comprado para ella, sobre todo por la culpa, antes de que incluso comenzara a explicarle que estaría dejándola en una semana. ―¿Me dejarás también? ―le preguntó finalmente, después de haber estado en silencio durante unos minutos, su cono de helado ahora estaba olvidado en su mano. Goteaba, y las gotas corrían por su muñeca y manga. Se inclinó y tomó el derretido cono de ella antes de tirarlo a la basura detrás de ella. Se levantó, moviéndose a su lado, por lo que su brazo estaba a su lado y poder abrazarla junto a él. ―No es como tu abuela desapareciendo. Estaré bien, y regresaré. Ella se puso rígida. Su pequeño, flaco cuerpo se movió y se apartó de él. ―Pero no será lo mismo. No estarás aquí. No vas a estar ahí después de la escuela entonces, ¿verdad? ¿A dónde se supone que iré? ¿Qué hay de mí? ―Volverás a la oficina de Gretchen, como antes. ―Antes de ti, quieres decir. Estaba bien entonces. No conocía nada mejor. Pero ahora, no quiero sentarme a esperar que ella hablé con niños tristes. Quiero venir aquí y estar contigo. Él cerró los ojos por el intenso dolor que sus sencillas palabras metieron en su pecho. Quiero estar contigo. Tan simple y tan inocente. Parecía mucho tiempo desde que alguien quería simplemente estar con él. Pero por otra parte, eso sonaba muy parecido a lo que le había dicho Gretchen. La presión se alojó en su pecho, y un nudo de ansiedad subió a su garganta. No esperaba encontrar tanto de cualquiera. Ni en

Olivia. Ni en Gretchen. Ni en Helen. No quería ser su salvador ni la respuesta a nada ni a nadie. Apenas estaba listo para salir de la casa de sus padres. Ese era un maldito momento lejos de llorar por ser un padre de relleno para esta necesitada niña de ocho años. Tal vez, era algo a lo que eventualmente podría acostumbrarse. Pero no todavía. Los grandes ojos azules de Olivia, estaban empapados y tristes mientras miraba fijamente sus ojos. Casi se sentía como si le hubiera robado su juguete favorito o destruido su fe en Santa. ―Olivia, cariño, volveré. Vendré a visitarlas a ti y a Gretchen. Será diferente, pero te lo prometo, estaré de vuelta. De repente, ella se puso de pie. ―¡No te creo! Creo que estás mintiendo. Creo que nos dejarás y nunca volverás. Creo que tienes demasiado miedo para decirme eso. Te odio ahora. ¡Ojalá nunca, nunca te hubiera conocido! Se dio la vuelta y echó a correr hacia el área de juegos. Él saltó sobre sus pies y corrió tras ella. ―¡Olivia! ―gritó con voz aguda con molestia y ansiedad. No le gustaba que se fuera corriendo y estuviera sin vigilancia en el parque. No le gustaba ver lo enojada que estaba. No le gustaba saber cuánto le estaba haciendo daño―. ¡Olivia, espera! Ahora. ¡Alto! ―le ordenó, y su voz no tuvo ningún rastro de amabilidad. Gritó como si lo hiciera a un soldado antes de correr incluso más rápido tras ella. Ella se agachó detrás de algunos árboles que separaban a Gretchen del complejo de apartamentos del parque. Él se detuvo en seco cuando llegó alrededor de los árboles. Allí, ella estaba sentada con las piernas contra su pequeño pecho, con ambos brazos agarrándolas mientras enterraba su cabeza en la parte superior de ellos. Sollozos convulsivos hacían que sus hombros se sacudieran arriba y abajo. Su corazón se colapsó. Corrió hacia adelante y se dejó caer de rodillas a su lado, tirando de su pequeña forma sollozante, contra él. Lágrimas grandes cayeron de su rostro y mocos pegajosos corrieron libremente hacia su boca antes de que ella lo limpiara todo en su camisa. Él le dio unas palmaditas en la espalda y frotó sus hombros. ―Oye, oye, vamos. Está bien. Todo va a estar bien, cariño. Estoy aquí. Todo está bien.

Él hizo una pausa de darle palmaditas mientras su repetitivo canto de repente se registró. Estaba prometiendo los mismos tópicos banales que él mismo odiaba escuchar. ¿Cómo podía sentarse allí ahora y murmurarlos en su oreja? Por supuesto, sabía la respuesta. Lo dijo porque se sentía impotente al ver el dolor insoportable de esta niña. Dolor que iba mucho más allá de él. Era tan profundo como el suyo propio había sido. Ahora se daba cuenta, mientras sostenía a Olivia, que su dolor ya no era como el de ella. El suyo era… de ajuste, y él finalmente, estaba marginalmente mejor. Pero eso era debido enteramente a Gretchen y a esta pequeña chica, ahora llorando delante de él. No podía soportar ver sus lágrimas. Desgarraban su corazón y desmenuzaban hasta lo último de su reservada calma. No podía sentarse allí sin tratar de consolarla, y calmarla y hacerle creer que estaría mejor… aunque sólo fuera por un momento. La quería demasiado como para no intentarlo. Inclinándose más cerca, metió un trozo de su desordenado cabello oscuro detrás de su oreja mientras palmeaba su cabeza y le limpiaba el rostro húmedo. Esta niña que ni una sola vez lo miró con extrañeza, o cuidado, o incluso se dio cuenta de que le faltaba un brazo. Ella compartía fácilmente sus venidas diarias, así como su vida con él como si fuera su mejor amiga. De alguna manera, tener su amistad totalmente inocente ayudaba a sanar algo en Tony, que tal vez nadie jamás podría haber tocado. ―Estará bien. ―Su tono fue autoritario. Mantuvo su atención cuando lo dijo. Sus lágrimas se retiraron y ella sorbió antes de finalmente detenerlas, aunque sus labios aún temblaban, y el ocasional hipo-sollozo salió con un globo de su boca como una réplica. ―¿Me lo prometes? ―preguntó con su pequeña y alta voz lo suficiente para perforar a través de su armadura de acero. La agarró más cerca de su corazón. ―Lo prometo. ―No había simplemente nada más que hacer, excepto mantener su promesa con ella. No importaba lo que tuviera que hacer, o cuánto tiempo tomaría. ―Mi abuela se está muriendo ―susurró en su camisa. ―Sí, Liv, me temo que lo hace. Lo siento tanto. ―No quiero que me dejes también. ―La simplicidad de su declaración al instante le hizo sentirse tan impotente cómo la mañana que se despertó y se dio cuenta de que su brazo izquierdo había sido amputado. Nunca pensó que nada podría hacerle sentirse tan impotente de nuevo. Resulta que estaba equivocado. Esta niña se las arregló para hacerle precisamente eso.

Ella levantó la cara para mirarlo con sus ojos azules casi fluidos en sentimientos. ―¿Me prometes que regresaras? ―Te prometo que voy a volver. ¿Te acuerdas de lo que dije sobre mis promesas? Los ojos azules de Olivia se abrieron como platos y asintió con seriedad. ―Dijiste que siempre las mantenías. Él asintió. ―Sí, siempre las mantengo. Puedes contar con eso.

* * *

Gretchen los recibió en su puerta del frente cuando llegaron. Jaló a Olivia hacia ella firmemente después de rápidamente buscar en su cara. Era obvio que Olivia había estado llorando. Miró los ojos de Tony sobre Olivia. Él negó, pero su expresión serie le dijo lo que ya se esperaba. Más angustia. Más lágrimas. Más devastación. Casi cayó al suelo de rodillas. Era demasiada carga. Olivia. Tony. Helen. Muerte. Que se fueran. No hace más de un año, había estado viviendo relativamente aislada, pero estable, y su vida era bastante predecible. Era un poco dura tal vez, pero nunca nada como esto. No se sentía tan rota. La maldita patada era: que lo eligió todo. Eligió adoptar a Olivia. Casi decidió enamorarse de Tony después de la primera noche con él, que era mejor que cualquier cosa que hubiera sentido en una década. Eligió la angustia que siguió porque la profundidad y la alegría y el amor que habían traído a su vida merecían la pena. Incluso ahora, mientras con cansancio se preguntaba si podría seguir haciéndolo. ―¿Pintamos tu habitación hoy? Compré el tono púrpura que querías. Pensé que tal vez podríamos hacer algunas huellas de manos multicolores en las paredes después de pintar. ¿No sería genial? Olivia asintió arriba y abajo en el pecho de Gretchen, y el corazón de Gretchen se hinchó. Olivia siempre trataba de responder a sus sugerencias alegremente. Como si Olivia siquiera se preocupara por su “nueva” habitación. No era tan divertido decorar una habitación nueva cuando significaba que tu querida abuela había muerto. Pero las distracciones eran todo lo que Gretchen podía pensar para hacerla atravesar eso.

Tony entró y agarró la mano de Olivia. ―Bueno, ¿por qué no me muestras el tono de púrpura que elegiste? Sólo puedo hacer una sola huella de manos sin embargo. Olivia finalmente le dio su primera sonrisa. ―Está bien. Me gusta tenerte que a alguien con las dos. El corazón de Gretchen brincó y le dolió. ¿Cómo podría una niña de ocho años, capturar fácilmente el amor y el alma de Gretchen con una simple frase?

Tony no tenía una gran cantidad de cosas para empacar, sólo ropa y algunos artículos personales. Comprobó todo lo que necesitaba después de su llegada, y lo alistó. La organización estaba buscando un apartamento ya. La casa Lindstrom permaneció llena toda la semana. Esta vez, sin embargo, Will y su familia se quedaron con Leila y Lewis. Donny y Vickie pasaban tanto como el tiempo se los permitía. Gretchen, por supuesto, estuvo allí cuando no estaba con Helen y Olivia. Era una sensación muy diferente ahora de los nueve meses anteriores. Tony sonrió y charló y se unió a todas las conversaciones. No estaba separado. No era un problema. Era sólo uno más de ellos de nuevo. Miró a Jessie mientras estaba rotulando una caja para él. Sería enviada a expensas de la Fundación ¡Héroe! Después de una hora de trabajar juntos, en silencio, con muy pocos comentarios, Tony se aclaró la garganta, causando que Jessie mirara hacia arriba. ―Entonces, estaba preguntándome… eh, ya sabes, esas cosas en México… Ella se quedó inmóvil y su rostro cambió. ―¿Sí? ―preguntó cuando él no habló. ―¿Tú, quiero decir, alguna vez lo superaste? Ella se echó hacia atrás sobre sus talones y sonrió lentamente. ―Sí. No. Ambos. Mejoré. Pero no soy como otras mujeres cuando se trata de ciertas cosas. Solía cortarme con el fin de lidiar con ello. Estoy mejor ahora, pero de vez en cuando, todavía… sucede. ―¿Qué haces entonces? Ella se encogió de hombros. ―Igual que tú, me levanto y vuelvo a empezar al día siguiente. Perdí algo de partes invisibles de mí misma, y nada puede compensar eso totalmente. Sólo trato de vivir con lo que tengo y amo ahora. Pero no es un proceso perfecto, por ningún medio. Él asintió.

―Eso es algo a lo que quiero llegar. Quiero decir, no es que se trate de algo parecido a lo que te pasó. Ella sonrió suavemente. ―El dolor es el dolor, Tony. Puede venir de diferentes fuentes, y someterte a diferentes mecanismos al enfrentarlo, pero eso no cambia lo que hay dentro de ti. ―Gracias por permitirle a Will ir conmigo. Ella terminó de rotular la caja. ―La recuperación es lo que es. A menudo lastimas a las personas, pero los que te aman siempre se quedarán. ―Tú consigues todo eso. ―Lo vivo todos los días. Voy a seguir viviendo con eso hasta el día que me muera. Del mismo modo que harás tú con tu único brazo, Tony. Él sonrió. ―No es de extrañar que tú y Gretchen se lleven tan bien. Ninguna de ustedes nunca se va por las ramas. Te lo agradezco. Supongo que eso es lo que estaba pidiendo. A veces pienso, no importa lo mejor que esté, hay momentos en que las cosas se vuelven demasiado difíciles para que lidie con ellas. ¿No debería estar más acostumbrado a eso para ahora? ¿O sobre ello? Jessie sonrió y asintió con entendimiento. ―No. Solía pensar eso también antes de que realmente aprendiera a vivir con lo que me pasó, todo ello, es una terrible experiencia para toda la vida. A veces, es como una sentencia de prisión para mí. Otras veces, prevalezco sobre ella. A veces, sin embargo, me las arreglo para olvidarlo por completo y vivir justo el aquí y el ahora, y casi sentirme común. ―No lo sabía. Ella negó. ―Sí, lo hacías. Estás haciendo lo mismo que yo. Es como ir a través de todas las etapas de pena… El logro de la aceptación no significa que no haya días en que tengas razón al volver a estar enojado, triste, en negación, o en nadar en la autocompasión total. Sólo recuerda, eso es sólo un día y no dejes que descarte tu vida. Levántate al día siguiente y opta por tener un tipo diferente de día. Ese es el único poder que tienes sobre eso, o cuánto dejas que te controle. Él la estudió por un largo momento. ―De alguna manera, tengo la sensación de que no fue una lección fácil de vida para aprender.

―No, igual que la tuya no lo ha sido. ―Me preocupa que Gretchen se canse de lidiar con ello. Como en los días cuando no estoy totalmente en “aceptación”. Jessie negó vigorosamente. ―No. Igual que Will, ella se quedará. Algunas personas son lo suficientemente sanas, y lo suficientemente fuertes, y lo suficientemente controladas, para no necesitar que seamos perfectos. Pueden enfrentar los días malos. ―Desearía… ―Sí, yo también. Pero desear no te permitirá vivir tu vida. Él sonrió lentamente. ―Ese podría ser el mejor consejo que he recibido. Ella sonrió de vuelta. ―Esa soy yo. Un bastión de luz y esperanza para los heridos. Él dejó escapar un suspiro. ―Odio ser uno de los heridos. ―Yo también, Tony. Lo detesto. Pero hay que reconocerlo y vivir con ello; simplemente no lo hagas tu vida. ¿Tiene sentido? ―Sí. ¿Equilibrar lo es con lo que me gustaría que fuera? ―Sí. ―Gracias, Jessie. Ella se encogió de hombros. ―Gracias a Gretchen, ella fue la primera que me enseñó eso. Él suspiró. ―Me enseñó eso también.

* * *

Tony se fue un miércoles. Gretchen lo llevó al pequeño aeropuerto a unas pocas horas de distancia, donde tomaría un vuelo local hacia San Francisco y después iría a su destino final. Will y Jessie estaban conduciendo detrás de ellos en un coche de alquiler. Tony se despidió de todos, incluso de sus padres, en la casa.

Todo el tiempo, Gretchen estuvo junto a él estoicamente mientras se abrazaban y compartían comentarios amorosos. Gretchen condujo porque Tony todavía no conducía. Era imposible imaginar cómo iba a aprender a navegar en una nueva ciudad por sí mismo, sin coche, cuando nunca había vivido solo con un solo brazo. La ansiedad comenzaba a crecer en su pecho. El deseo de simplemente darse la vuelta y correr escaleras abajo, de nuevo al sótano, era fuerte, que fue por lo que enroló a Will. De ninguna manera iba a actuar así bajo la observación de Will. La presencia de Will lo obligaría a seguir. Gretchen, sin embargo, tenía el efecto contrario. El viaje fue tranquilo con sólo algunos comentarios ociosos, y menos sonrisas. El ambiente estaba tenso con expectativas insatisfechas. Y dolor. Y cosas que se deberían haber dicho. Pero, ¿cómo le hacía uno para decir todo eso? Will y Jessie se quedaron atrás después de registrar sus boletos. Ellos estibarían el equipaje que Tony no podía cargar. Finalmente, llegó el momento para que pasara a través de seguridad. Se volvió hacia Gretchen y ella parpadeó para contener las lágrimas calientes de sus ojos verdes cristalinos. Se los secó con el dorso de sus manos. ―Juré que no volvería a hacer esto. Él dejó caer sus bolsas, dando un paso para tirar de ella contra él. ―Lo siento. Ella sacudió la cabeza y se inclinó para volver a poner las manos en alto y pasarlas por el cuello de su camisa. Mantuvo la mirada con firmeza ahí. ―No. No lo hagas. Estoy tan orgullosa de ti. Por conseguir este trabajo. Por todo. Sólo es que voy a echarte de menos tan malditamente tanto. ―Voy a volver cuando las cosas con Helen… Ella se apoyó en él. ―Sí, sé que lo harás. Él soltó un profundo y estremecedor aliento. Su voz sonaba extraña. Era débil y cansada y tan diferente a Gretchen. Por una vez, él era el fuerte en el vínculo entre ellos. No se sentía bien con eso, sin embargo. Dejarla era tan fuerte como había temido. Quería que todo terminara. Sin embargo, no podía soportar dejarla ir. Quería cambiar de opinión. Y volver a casa. La besó y finalmente deslizó su mano de su cintura. ―Te llamaré, y todo eso, cuando aterricemos. Ella no registró sus palabras conciliadoras. Las lágrimas rodaban por su rostro.

―Te amo ―susurró. Él se inclinó y le susurró de nuevo y habría jurado que pudo sentirla agarrándose de su bíceps como si se sostuviera a sí misma. Finalmente, lo dejó ir y se apartó de él. Jessie se movió hacia adelante y la abrazó mientras hacía señas a Tony para que se fuera. Ahora. Él captó el mensaje. Sintió ganas de vomitar mientras miraba hacia atrás una vez más y Gretchen lentamente iba por el pasillo con Jessie guiándola. Will se quedó callado por un largo rato. Después de que estuvieron en su puerta, sentados allí, observando las maniobras del avión, Will se inclinó hacia delante. ―Es difícil. Pero será más fácil. Tony miró por la ventana. ―Nunca fue tan difícil dejar a Audrey. Will sonrió tristemente. ―Nunca fue tan difícil para mí dejar a Gretchen. Tony frunció el ceño y miró a Will bruscamente. ―Es mi novia ahora, sabes. Él asintió. ―Sí, pero era tan difícil para mí dejar a Jessie. Mi punto es que los sentimientos de este tipo pueden sobrevivir separaciones temporales. Años incluso. Los míos lo hicieron. Y los tuyos podrán hacerlo. Él sacudió la cabeza y frunció el ceño, viéndose perplejo. ―Eso es extrañamente… reconfortante. Incluso si eres un total tarado con Gretchen. Will asintió. ―Así es. Pero es lo que es. Él se quedó callado por unos momentos antes de admitir: ―Echaba de menos ser tu amigo. Le dio una palmada en el hombro. ―¿Sí? Bueno, las amistades como la nuestra han logrado sobrevivir a todas las separaciones también ahora, ¿no? Él asintió y finalmente sonrió. ―Sí, seguro como la mierda que lo hizo.

Mientras abordaba el avión, se le hizo un nudo en el estómago por la indecisión. ¿Realmente estaba haciendo esto? ¿Dejando el maldito estado? ¿Y a Gretchen? Pero las palabras de Jessie sonaron ciertas en su cabeza. Gretchen le mostró cómo vivir con su desventaja, y ahora era el momento de demostrar que podía hacerlo. En cierto modo, ella estaba exactamente en lo correcto; había sido el catalizador para que él finalmente se sintiera mejor, y ahora, se iba a causa de ella.

―¿Helen? ―Gretchen levantó la cabeza y aferró la mano de Helen. Se sentía extraña. Puso frenéticamente las yemas de los dedos alrededor de su muñeca en busca de pulso. Nada. Gritó llamando a la enfermera, quien entró y rápidamente evaluó a Helen. Finalmente, sacudió la cabeza, confirmando lo que los calambres de estómago ya sabían, que Helen estaba muerta. Murió mientras dormía en un lúgubre lunes de mayo por la tarde. La enfermera llamó a Gretchen al trabajo y ella llegó a Helen justo a tiempo. Llevaba sin estar consciente varios días. Bajó la cabeza mientras las lágrimas fluían sin control por sus mejillas. Sollozó contra el cuerpo sin vida, liberando aquellas lágrimas restringidas por tanto tiempo. La enfermera salió de la habitación, dándole un poco de intimidad. No estaba Tony. Ni Olivia. Y nadie la vería. Así que lloró y lloró, preparándose para encarar las lágrimas de Olivia. Su tristeza, sus necesidades. Olivia. Gretchen lloró durante media hora por la vida pérdida de Helen y la niña que estaba a punto de ganar. Olivia estaba en la escuela, sin embargo, no la sacó. La recogió como de costumbre y la llevó a su condominio. Entonces, igual que hizo Tony con ella el mes anterior, la sentó y destruyó su inocencia. Olivia cayó como un yunque sobre Gretchen y las lágrimas de agonía pronto la tuvieron convulsionando tanto que temió tener que sedarla. No había forma de consolarla. O de convencerla de que iba a atravesar esto y finalmente, encontraría la paz. Nada había podido hacer para aliviar su angustia. Y ahora, tenía que averiguar cómo ayudar a Olivia a decirle adiós a la única madre que había conocido. La llovizna caía alrededor de ellas. La parcela en el cementerio tenía una cubierta portátil de veinte por veinte por encima del ataúd, protegiéndolo así como a unas pocas filas de sillas que estaban más cerca. Gretchen estaba agarrando la mano de Olivia mientras se encontraban cerca de lo que habrían sido los pies de Helen. Olivia no se sentó, sin importar cuántas veces se lo sugiriera, o tratara de insistir en ello. Simplemente se negaba a dejar el ataúd

de su abuela. El agujero recién excavado estaba a sólo metros de distancia de sus diminutos zapatos de charol negro. La tierra manchaba sus medias blancas. Miraba hacia abajo al agujero abierto. Gretchen se preguntó lo que estaría pensando y lo que estaría pasando por su cabeza. ¿Entendería lo que pasó? El ministro fue elocuente, hablando en suaves tonos que agregaron dignidad a los pasajes que leía y a las oraciones que decía. Al poco tiempo, uno de los asistentes del funeral trajo un cubo de rosas para que todos las arrojaran sobre el ataúd de Helen. Gretchen rozó otra vez sus nudillos sobre sus ojos húmedos. Ni siquiera estaba usando maquillaje. No tenía ningún sentido. Las lágrimas lo habrían corrido o se lo habrían quitado. Cambió su peso, y sus zapatos de tacón alto se deslizaron y hundieron en la hierba. Apretó el pañuelo en su mano para contener un sollozo que se tragó con la garganta. La vida era tan injusta. Toda una multitud de personas se presentó. Compañeros de trabajo de Helen, varios vecinos, e incluso algunos del personal del hospital. Ella fue una dama educada hasta el final, luchando tan duro para sobrevivir en nombre de su nieta. Era difícil no sentir amor por ella si la conocías. Desafortunadamente, Tony había tenido un discurso contratado anteriormente y no había podido dejarlo. Tenía la intención de venir mañana. Eso era demasiado tarde. Gretchen inmediatamente desterró el pensamiento, y se dijo que estaba siendo mezquina e injusta. Su simpatía y sinceridad eran sinceros, incluso por el teléfono. Él habló con Gretchen durante más de una hora, así como con Olivia. Pero todavía no era suficiente. No había nadie que pudiera ayudarla. O consolarla. Él era sólo una voz sin cuerpo. Olivia repente se dejó caer de rodillas, justo al lado del borde del ataúd. Una cuerda de terciopelo, como las utilizadas en las salas de cine, estaba encadenada a su alrededor como un tipo de barandilla provisional para mantener a la gente a distancia, pero se arrastró debajo de ella sobre sus manos y rodillas. Gretchen se quedó sin aliento. ―¡Olivia! ¡Cariño, detente! Todo el funeral se detuvo mientras los ojos de la multitud veían a Olivia. Se arrastró hacia el ataúd, al parecer, con la intención de cruzar la loma cubierta de hierba e ir directamente al ataúd de su abuela. Gretchen se dejó caer de rodillas, y sus medias de nylon fueron inmediatamente empapadas por la hierba fangosa y mojada. Se estiró hacia Olivia quien todavía se le escapaba arrastrándose. Gretchen comenzó a luchar de nuevo, pero su falda obstaculizaba sus movimientos. El corazón le latía en la garganta. ¡Olivia! ¿Y si en realidad iba a la

parte superior del ataúd? ¿O caía en la apertura? Sería espantoso de contemplar. Ella se asustaría. Y le dejaría cicatrices. Y sería una terrible, trágica pérdida mucho peor. De la nada, una mano agarró su bíceps casi levantándola hacia arriba. Ella volvió la cabeza y su aliento salió de sus pulmones. Las lágrimas corrieron por su rostro. Tony. Él estaba allí. Su fenomenal, agarre con una sola mano, extraño literalmente, la levantó del suelo mojado a donde cayó en búsqueda de Olivia. Llevaba traje oscuro, y su cabello estaba peinado. ―Iré por ella. Se dio la vuelta sin decir nada más, y pasó por debajo de la cuerda antes de sentarse directo en la hierba al lado de donde Olivia estaba arrodillada, con sus pies colgando el lado de la tumba. Casi parecía como si estuviera a punto de sumergir sus pies en el agua debajo sin que le importara la atención del mundo. La multitud observaba, en shock. Gretchen se acercó más, por lo que pudo oírlos. Tony simplemente se sentó allí durante unos largos momentos. Su lado izquierdo estaba hacia Olivia por lo que no podía tocarla fácilmente. Ella pareció darse cuenta de eso y poco a poco, con los hombros relajados se dio cuenta de que él no iba a agarrarla. ―Es difícil, ¿eh? ¿Dejar que se vaya? Olivia esperó un momento antes de finalmente, mover la cabeza arriba y abajo. Tony estuvo en silencio por un minuto más o dos. Finalmente, Olivia susurró: ―No quería que me dejara. No quería que se fuera allí donde no pudiera verla de nuevo. Tony asintió. ―Sé que parece de esa manera. Pero ella no está allí ya. No está en ese ataúd. Eso es sólo su cansado cuerpo, que ya no puede servirle. Quien es para ti, y su amor se ha trasladado directamente a tu corazón, Olivia. Guárdalos allí y mantenlos seguros. Ella echó un vistazo a su pequeño pecho y todo se congeló en el cuerpo de Gretchen. ¿Tony? El dulce, sentimiento inocente era tan diferente de lo que ella esperaba. Era como recibir su discurso escrito. ―¿En serio? ¿Es eso realmente lo que pasó? ―preguntó Olivia finalmente. ―Claro. No tienes que preocuparte acerca de que el ataúd esté en el agujero. Ese es sólo un lugar para mantener a Helen segura para siempre. Y para que sepas dónde está. Pero su esencia, amor, alma y todo lo que ella hizo, lo que fue para ti, ahora están enterrados con seguridad en tu corazón.

―¿Este lugar va a mantenerla a salvo? ―Sí, para que nunca la pierdas. El rostro de Olivia se arrugó, pero finalmente, asintió. ―Supongo que está bien… saber dónde está. ―Sí, es mucho mejor saberlo. ¿Puedo sacarte de aquí ahora, Olivia? ¿Dejarás que te recoja? Ella asintió hacia su cuerpo. ―¿Cómo? Tu brazo se fue. Él sonrió lentamente y todo el cuerpo de Gretchen se congeló y sacudió con la tierna sonrisa amorosa que le dio a Olivia. ―No necesito dos brazos para cuidar de ti. Él se levantó, su trasero estaba manchado y húmedo de la hierba. Se agachó, recogiéndola sin esfuerzo hasta su pecho y más alto, hasta que su cuerpo abrazó su tronco. Olivia comenzó a llorar otra vez mientras envolvía sus brazos alrededor de su cuello y sus piernas alrededor de su cintura. Hundió la cabeza en su cuello y los sollozos que salieron de su cuerpo parecían de un atrapado, animal herido. Tony sacudió la cabeza ante Gretchen cuando trató de llegar a Olivia. Él simplemente se quedó allí y dejó que la niña sollozara sobre su camisa. El ministro finalmente bajó la cabeza y dijo una oración de esperanza antes de que todo el mundo se levantara lentamente y dejara caer una rosa en la tumba de Helen. Había una solemnidad añadido en la atmósfera, sin embargo, después de la trágica explosión de Olivia. La familia de Gretchen se acercó a ella y la envolvió con sus abrazos. Comenzó a llorar cuando su propio padre la tomó en sus brazos para brindarle comodidad. ¿Cómo iba a manejar esto? La carga de criar a Olivia pronto cayó sobre Gretchen como una bolsa de concreto en sus entrañas. Ahora era totalmente responsable de asegurarse de que su vida de no fuera arruinada por la pérdida de su principal cuidadora, y esencialmente, por la única madre que había conocido nunca. Era demasiado. No podía hacerlo. Arruinaría a Olivia, así como a ella misma. No era suficiente para Olivia. ―Gretchen. ―La voz fue suave y amable, pero severa detrás de ella. Ella lentamente retiró los brazos de su padre. Él era tan calmante para ella, igual que Tony era con Olivia. El rostro de Olivia finalmente se levantó. Estaba calmada, sus sollozos habían terminado, y sus lágrimas llegaban intermitentemente con pequeñas toses. Todavía se aferraba fuertemente a Tony. El padre de Gretchen dio un paso para tomar a

Olivia de Tony. Su brazo tenía que matarlo ya que no había alivio de su peso en él. La niña dejó que la tomara. Tony dio un paso más cerca de Gretchen y la sostuvo contra él. ―Siento llegar un poco tarde ―susurró mientras la besaba justo por encima de la oreja, dejando sus labios en su cabello. Ella se aferró a sus hombros, y sus uñas casi se clavaron en su piel. Lo necesitaba tanto. Sus huesos se sentían correosos y tambaleantes, como si no pudieran soportar el peso de su cuerpo. No podía hacer esto. Era todo lo que sabía. Crudamente. No podía cuidar de esta pequeña, necesitada, niña herida. De esta niña cuya vida entera estaba ahora en la ruina. No podría haberle hablado para apartarla del ataúd. No como Tony acababa de hacer. No como debería haber sabido qué hacer. Santo Cristo. Estaba tan fuera de su reino. Profesionalmente, a menudo manejaba el tipo de dolor y emociones que Olivia estaba experimentando. Sin embargo, cuando más importaba; cuando era la niña que amaba, parecía no poder aprovechar su entrenamiento o capacidades para manejar correctamente y con eficacia a Olivia. La ironía no pasó desapercibida para Gretchen. Era una terapeuta infantil que no parecía saber cómo aconsejar a su nueva pupila. ―No puedo hacer esto. ―Apenas sopló en el oído de Tony. Los músculos de su bícep se apretaron alrededor de ella en reacción a sus palabras. ―Podrás hacerlo. Eres la mujer más fuerte que conozco. ―No para esto. ―Enterró su cabeza tanto como Olivia hizo en su pecho―. ¿Por qué estás aquí? Pensé que… ―Me necesitas. Asintió. ―Te necesito. Su cuerpo empezó a temblar del frío, así como sus desiguales emociones. Suavemente, ella le susurró: ―Te amo. Te necesito aquí. No puedo hacer esto. Nada de esto. No puedo criar a Olivia correctamente. No puedo vivir contigo tan lejos. Necesito que vuelvas a casa ahora. Necesito que regreses a mí. A la mierda la caridad. A la mierda con ser mejor. A la mierda con todo. Vuelve, por favor, quédate aquí conmigo. Eso es todo lo que importa. Sólo te necesito a ti, Tony. No al Tony mejor. No al trabajador a tiempo completo ni al Tony productivo. Sólo necesito al viejo Tony. Por favor, por favor, sólo regresa a mí. ―Comenzó a llorar de nuevo y él la agarró con más fuerza alrededor de su cuello.

Él se quedó completamente inmóvil antes de que todo su cuerpo se pusiera rígido, y pareciera crecer dos centímetros. ―Gretchen… no quieres decir eso. No estás más que teniendo un momento muy difícil. Ella se echó hacia atrás y lo clavó con su vista. ―Quise eso. No soy una damisela en apuros. Sé exactamente lo que quiero decir. No estoy confundida. Además, ¿no me deseaste como por dos décadas? ¿Por qué no quieres que te diga esto? ―Porque hace dos décadas, podía hacer cualquier cosa y todo lo que quisiera. Ahora no puedo. Sabes todo eso. Tengo opciones limitadas. Y ahora, finalmente he encontrado una decente que funciona para mí. ―Bueno… no está funcionando para mí. Había gente ahora alrededor y tenían que hablarse en voz baja, silenciosos para que nadie pudiera oírlos. Ahora, no era el momento… pero no podía evitarlo. ―No necesito que hagas nada y todo. Sólo necesito que hagas lo que acabas de hacer. Ayudaste a Olivia, nos salvaste a las dos. Él negó, sus ojos eran feroces. ―No vamos a hacer esto ahora. Mamá dijo que la recepción será en su casa. Nos encontraremos allí, ¿de acuerdo? Ella asintió y sus hombros se desplomaron. Él tenía razón, por supuesto. Tony se volvió y le dijo algo en voz baja a Olivia antes de que Gretchen la agarrara de la mano y siguiera a sus padres hacia el coche. Ellos la llevaron allí mientras estaba demasiado angustiada. Vio a Tony caminar por el cementerio. Él se detuvo ante un sedán de color oscuro y su mandíbula cayó abierta. Se metió en el lado del conductor. Lo miró con incredulidad. ¿Tony estaba conduciendo?

* * *

Rápidamente averiguó que Tony, efectivamente, ahora conducía un coche. También había aprendido cómo preparar comidas y lavar su propia ropa. Le habló de los aparatos que compró para hacer las cosas más fáciles. Ella estuvo a punto de señalar que era más el que tratara de hacer las cosas, que los aparatos que había adquirido lo que hacían al nuevo, mejorado, Tony posible. Pero se mordió la lengua para contener su desagradable sarcasmo.

Él le habló de su trabajo. De lo que hacía. De cuánto tiempo trabajaba. Y pronto se hizo evidente que estaba apasionado al respecto. Aún emocionado por ello. Estaba orgulloso de sí mismo y del hombre que este trabajo le permitía ser. Ella se dio cuenta de eso simplemente por la forma en que se movía en la casa de sus padres. Era completamente diferente de lo que había sido cuando se encontró con él en la tienda de comestibles. Incluso parecía más alto. Mantenía su ropa ordenada como un soldado de nuevo. Su traje oscuro le quedaba pegado, y su cabello era demasiado largo, pero ahora estaba atado limpiamente en una coleta. ¿Se lo habría cortado también? ¿Ahora que parecía haber vuelto al constante, trabajador, viejo Tony? Apretó los dientes mientras lo observaba desde la silla en la esquina de la sala de estar en la que estaba. No tenía la fuerza para socializar, recibir o dar el pésame, ni para discutir con Olivia. Los hijos de Tracy la llevaron a la planta baja en el antiguo lugar de Tony para jugar. Leila había puesto recientemente una mesa de ping-pong allá abajo, tan convencida estaba de que Tony nunca iba a volver. ―¿Gretch? ¿Cómo lo llevas? Levantó la vista cuando Tracy puso una mano en su hombro y comenzó a sentarse. Le entregó un vaso de vino a Gretchen. Esta se inclinó hacia delante y se frotó las manos, ignorando el vino. ―No muy bien. ¿Por qué? Siempre lo llevo bien. Siempre he sido la contenida. La calmada. La que hace y dice lo que tiene que decir. ¿Por qué no puedo llegar ahí esta vez? Tracy juntó las manos. ―Porque esta vez, es demasiado personal. Y tuviste demasiado durante un mes. Con Tony yéndose. Con Olivia volviéndose tuya… Date un descanso. Las lágrimas comenzaron a fluir de nuevo. Gretchen empujó sus ojos demasiado duro. Estaba cansada de llorar. Le dolía. Sus ojos le dolían. Sus mejillas estaban hinchadas y su garganta estaba en carne viva. ―Estoy triste por la muerte de Helen. Me golpeó más duro de lo que pensé que haría. Pensé que estaba preparada completamente. Ella era mi amiga. ―Lo sé. Nadie jamás plenamente se prepara para la muerte. Debes saber eso. Ella se burló y señaló con la cabeza a Tony, quien tenía su mano en la parte de atrás de traje cuando se acercó a escuchar a su padre. Se estiró hacia atrás, sonriendo un poco, sacudió la cabeza y comenzó a hablar. ―Míralo. Él está bien. Está enloquecedoramente bien. La boca de Tracy se levantó. ―¿No es eso lo que querías para él?

―No quería que estuviera tan bien que pudiera prosperar estando lejos de mí. Maneja ahora. ¿Viste eso? No me lo dijo porque quería sorprenderme. ―Bueno, sí. Puedo ver por qué lo haría. ―No quiero que me sorprenda. Quiero que regrese para estar aquí. Que lo haga aquí. O no. Lo que sea. Bastardo egoísta. ―Gretchen, cariño… ―Lo sé. Lo sé. Estoy siendo egoísta, irracional y horrible ahora. Tracy medio rió, medio tosió. ―Bueno, al menos eres lo suficientemente consciente para saberlo. Gretchen finalmente sonrió. ―Sé eso, de acuerdo. Simplemente no creía que sería tan duro. Todo. Tracy le tocó el hombro. ―Iré a quedarme contigo por un tiempo cuando Tony se vaya. Sólo hasta que tengas tus piernas debajo de ti. Los hombros de Gretchen se hundieron. ―Nunca he estado tan enfadada. Ni me había sentido tan incapaz antes. ―Es cuestión de tiempo. ―¿Qué pasa con Micah? ¿Con las niñas? La comisura de su boca se levantó. ―No los dejaré, iré a ayudarte. Ellos estarán bien. Asintió y respondió finalmente. ―Bien. Tracy vaciló. ―Sé que parece malo ahora, pero las cosas se pondrán más fáciles. Te acostumbrarás a tener a Olivia y no todo va a parecer tan grande o tan crudo, ni tan intenso. Se volverá más normal, una parte más común de lo que eres y de lo que haces todos los días. La cosa era, que Gretchen no podía hacer nada. Vagó por la recepción, totalmente inútil. Apenas incluso recibió comentarios y condolencias. Estaba demasiado angustiada y egoísta. Estaba demasiado preocupada por Olivia. Tanto que, a veces, temía que fuera a vomitar. ¿Podría hacerlo? ¿Estar allí para ella? ¿Ser una buena madre? La gravedad de la situación y su responsabilidad por Olivia de repente se sintieron agobiantes.

Tony apareció inesperadamente cerca de ella. Envolvió su brazo alrededor de su cintura y ella se volteó a su cuerpo. ―Tracy mencionó que podrías necesitarme. ―Tracy está en lo correcto. ―¿Por qué no nos llevamos a Olivia a casa ahora? Creo que tuvimos suficiente por un día, ¿eh? No es que no se levantará mañana y tenga que enfrentarlo todo de nuevo. Gretchen asintió mientras aturdida seguía a Tony. Él era muy hábil en tomar el control. Encontró a Olivia y consiguió su abrigo y zapatos antes de tomar las prendas de vestir que había arrojado fuera en favor de su pijama en algún momento. Fue alrededor de toda la habitación y estrechó las manos de todo el mundo, diciendo adiós. ―Lo siento, Gretchen. Sé que esto es difícil para ti ―dijo Leila. Ella se volvió hacia Leila. ―Estoy sorprendida de que te importe que sea difícil para mí. El rostro de Leila se retorció. ―Merezco eso. Sólo pensé que lo ibas a dejar. O que lo destruirías. Que lo regresarías a la forma en que era post-Audrey. Gretchen asintió hacia a Tony quien estaba inclinado, ayudando a Olivia a ponerse los zapatos. Cuando se puso de pie, levantó a Olivia y la mantuvo contra él antes de volverse para decirle adiós a Micah con una sonrisa y un asentimiento. ―Sí, él se ve mucho peor ahora. Vestido con traje. Conduciendo. Trabajando. Viviendo no sólo solo y fuera de tu sótano, sino por todo el país lejos de ti, en un bien remunerado, altamente respetado trabajo, altamente visible. Y sonriendo. Tony sigue sonriendo. Quiero decir, ¿cuándo empezó Tony a sonreír? ¿Alguna vez? Yo sólo lo arruiné, ¿no, Leila? La boca de Leila se abrió mientras escuchaba a Gretchen, quien no podía encontrar su reserva o cortesía habitual. Los ojos de Leila se llenaron de lágrimas. ―Lo siento completamente. Creí que ibas a lastimarlo, no él a ti. Ahora lo veo… Lo siento mucho. Su partida de aquí fue, para mí, la primera señal de que se estaba curando; pero para ti, fue que te dejara atrás. Gretchen no esperó, sino que impotente comenzó a llorar de nuevo. Leila tiró de ella más cerca en un fuerte abrazo. ―Por favor, perdóname. Me equivoqué. Tú lo salvaste. Realmente lo hiciste. Los dos lo extrañamos, Gretchen. ¿Tal vez podrías traer a Olivia durante la próxima

semana para cenar? Todavía me gustaría estar involucrada con ella… y me importas tú. Me vendría bien la compañía. Y a ti también. Incluso me gustaría tenerla unos pocos días de la semana después de la escuela. Quiero decir, Gretchen, trabajas a tiempo completo. Necesitarás la ayuda, así que por favor, deja que te ayude. Gretchen asintió contra el hombro de Leila. ―Está bien ―susurró. A Tony se le ocurrió llegar en ese momento con Olivia envuelta alrededor de él. Se inclinó hacia abajo para que Leila pudiera besar su mejilla. ―Cuida bien de ellas esta noche. Tony miró de Leila a Gretchen y la vio limpiándose frescas lágrimas. ―Lo haré. Él inclinó la cabeza hacia la puerta, indicándole a Gretchen que fuera primero. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios. ―Te ofrecería la mano, pero… Ella finalmente sonrió. ―Pero la tuya está ya ocupada. Te lo dije antes, no necesito tu mano. Necesito todo de ti. ―Ya tienes eso ―dijo él en voz baja, su tono de voz sonó serio y profundo y completamente seguro. Su corazón se detuvo antes de hincharse en su pecho. Leila sonrió detrás de ellos. Gretchen podría haberlo tenido, pero lo necesitaba más allí, en lugar de que la amara desde tan lejos. Tony durmió en la cama de Gretchen y le habló en voz baja y con frecuencia a Olivia. Se sentó con ella en el sofá, viendo comedias sin sentido; y cuando el dolor inesperadamente se apoderaba de ella, la sostenía firmemente mientras lloraba. Hizo lo mismo con Gretchen, quien no tenía idea del tipo de persona en que se estaba convirtiendo. Nunca se había sentido tan incompetente antes. No podía centrarse en ser madre. No podía pensar en nada qué decir o hacer con Olivia. Estuvo fuera para trabajar por lo menos durante una semana, y Olivia estuvo en la escuela; pero lo único que podían hacer era sentarse alrededor de la casa y llorar juntas. Y entonces, Tony se fue. Gretchen consiguió cocinar para Olivia algunas comidas y lavar un montón de ropa. Trató de mantenerla y llegar a ella. Pero Olivia no era la misma que cuando estaba con Tony. Bastante loca, Olivia se enojó con ella cuando Tony se fue, no con Tony. Gretchen se encontraba, sin embargo, furiosa con Tony.

¿Cómo se atrevía a hacerle esto? La convirtió en una débil, necesitada, mujer incompetente. Se había transformado en algo que nunca había sido. ¿Cuánto tiempo podría seguir de esa manera? Olivia era miserable. Ella era miserable. Tracy llegó para cuidar de ellas durante dos semanas porque Gretchen no pudo encontrar el coraje o la voluntad para hacerlo. Por lo menos dos veces, Olivia reaccionó con ataques de gritos hacia ella por cosas estúpidas, menores que eran un indicativo de las más profundas, turbulentas emociones dentro de ella. Y Gretchen quería hacer exactamente lo mismo con Tony cada vez que la llamaba.

El trabajo de Gretchen comenzó a sufrir. Estaba mentalmente ausente en sus sesiones. Físicamente, se encontraba allí, pero no conectaba con sus pacientes como solía hacerlo, como lo necesitaba. Tenía la cabeza demasiado repleta de Tony. De Olivia. De Helen. Los mismos tres nombres y las personas que se habían mantenido girando alrededor en su cabeza durante tantos meses. Pero no había pasado incluso un año desde que tenía a Tony en su vida. ¿Cómo podría afectarla su ausencia tan profundamente? Era como si ya no pudiera funcionar a diario. Él, por otro lado, estaba simplemente bien. Al menos, así era como siempre se describía a sí mismo en sus comunicaciones a larga distancia. Odiaba la correspondencia de larga distancia. Lo había odiado con Will y lo detestaba aún más ahora. La escuela se encontraba en los meses de vacaciones de verano, Tracy tuvo la amabilidad de dejar a Olivia comenzar a pasar el rato allí cada día para jugar con sus dos hijas, Alissa y Kylie, que tenían diez y nueve años. Leila también la veía dos días a la semana y un sorprendente vínculo se comenzó a desarrollar entre las dos. Gretchen sospechaba que Leila debía haber recordarle a Olivia a su abuela más que nada. Cada noche, Gretchen la recogía. A veces compraban comida para llevar, mientras que en otras, cocinaba. Aunque a ella lo le interesara hacerlo. Olivia levantó su cuchara una noche y la salsa goteó de ella. ―¿Qué es esto? ―Salsa de queso. ―¿No es eso lo que comimos anoche? ―No, esa fue salsa Alfredo. ―Se ve exactamente igual. Gretchen sonrió. El silencio descendió entre ellas y la totalidad del condominio pareció mudo. Los débiles gritos de niños jugando en el parque debajo llegaron a ellas. ―Lo extraño.

Se volvió rápidamente al escuchar la queda declaración de Olivia. Olivia bajó la cuchara, Gretchen dejó el plato de fideos. Se deslizó de su asiento y se dejó caer sobre una rodilla al lado de Olivia. Comenzó a abrazarla, pero Olivia la empujó hacia atrás. ―¿Por qué no sólo nos vamos a vivir con él? Gretchen casi se cayó. ―¿Qué? ―La conmoción y la sorpresa hicieron a su tono salir demasiado alto. La mirada de Olivia se afiló y asintió. ―Creo que deberíamos ir a vivir con él. Si tiene que hacer este trabajo tan apestosamente mal, ¿por qué no nos vamos y vivimos con él allí? Gretchen se sentó sobre sus talones y su boca permaneció abierta en shock. Ni siquiera sabía qué decir. No era lo que esperaba que saliera de Olivia. ―Bueno, pues, yo trabajo aquí. Y tú tienes la escuela aquí, nuestra vida se encuentra aquí. La niña se encogió de hombros sobre el asunto con total naturalidad. ―Entonces, puedes conseguir un trabajo allí. Las escuelas están en todas partes, yo prefiero estar allí, con él, que aquí con todos los demás. ―Eh… bueno, ¡mierda! Olivia. No puedes simplemente decir cosas como esas. No entiendes la gran cosa que sería. Tendríamos que cambiar todo. Mi trabajo no es fácilmente transferible, tengo pacientes, una participación en la práctica. No puedo simplemente dejar todo… Olivia bajó la mirada y miró la cena durante un largo rato. Finalmente, murmuró: ―Parece un mayor asunto tener que vivir sin él. La boca de Gretchen se abrió y se cerró dos veces antes de que sus hombros cayeran hacia adelante y negara con derrota. ―Así es. Parece más importante que vivir sin él. ―Entonces… vamos a él. ―No podemos limitarnos a aparecer por allí. Él podría ni siquiera querernos. ―¿No podemos ir a verlo? Después regresaremos y haremos todas esas cosas que dijiste. Pero, ¿no podemos ir a verlo? ―Tenemos que hablar con él sobre esto primero. Hacer algunos planes. Quiero decir, tal vez dentro de unos meses… ―No quiero esperar tanto. Lo echo de menos ahora.

―Yo también ―susurró Gretchen. Nunca en su vida había necesitado a un hombre. Ni siquiera a Will. Nunca necesitó a nadie para atravesar el día. Ahora, toda crecida y exitosa, sonaba como Olivia en su anhelo por el hombre al que de repente necesitaba la mayoría del tiempo. ―¿No podemos ir a verlo? Era completamente irresponsable, algo que no debía hacer. No te aparecías en la puerta de un hombre, a miles de kilómetros de distancia, con una niña a cuestas y le pedías que… ¿qué? ¿Poderte quedar allí y vivir con él? Significaría renunciar a todo por lo que trabajó tan duro, muchos años de diligente construcción de carrera. Cambiaría todo, aunque ya parecía que había cambiado irrevocablemente para ella. Eso significaba que tendría que ponerse en la línea, y entregar su corazón y alma. Por la única persona con la que alguna vez había hecho algo así era con Will, y él reaccionó rechazándola y negándose a estar allí de la forma en que lo necesitaba. También era malo darle esperanzas a una niña. O incluso hacer a Olivia una parte de ello. Pero… simplemente no podía evitarlo. Era, por una vez, lo que sentía, y dominaba su vida ahora. Estaba completamente fuera de su control y estaba arruinando todo lo demás. ―¿Y si… y si él no siente lo mismo? Nos puede lastimar mucho. Quizás deberías quedarte tú aquí Los ojos de Olivia se abrieron. ―¿Quedarme aquí? Eso significaría que irías a verlo. ¡Yo quiero ir también! ¡Fue mi idea! Gretchen se inclinó hacia delante y Olivia se arrastró desde su silla a su regazo, mientras ambas se reían por primera vez desde que Helen murió y Tony se fue. Abrazadas y riendo en el piso del condominio, el terrible silencio finalmente fue roto, el que prácticamente las devoró durante los dos meses desde que Tony se fue.

Tony estaba hablando ante una audiencia de quinientos hoy. Era un almuerzo de recaudación de fondos que se centraba en la investigación para las prótesis y otras partes del cuerpo. Desde las guerras en Irak y Afganistán, avances significativos se habían producido en sus tecnologías: todo, desde extremidades impulsadas-por-elpropio-cuerpo/u operadas por cables a dispositivos cosméticos. Todo era caro, sin embargo, entre la financiación de la investigación y el diseño de las partes, se les proporcionaban a los que las querían y necesitaban. Irónicamente, aunque Tony era casi el portavoz de la financiación de prótesis, sin embargo, todavía se negaba a utilizarlas. No tenía ningún interés en ellas para sí mismo, pero eso no quería decir que no quisiera que nadie más estuviera sin ellas. Él, por supuesto, era una maldita cartelera para la causa. A veces, parecía demasiado sacar a relucir el ser un veterano con un solo brazo, pero el escuchar todos los aplausos, y ver las lágrimas rodando por las caras de las mujeres le decían lo contrario. Lo que hacía diferente a esta recaudación de fondos en particular de las habituales era la asistencia del presidente de Estados Unidos. Casi ponía nervioso e inquieto a Tony, a pesar de que nunca estaba ansioso en la mayor parte de estos compromisos. Después de una cantidad ridícula de seguridad, fue cacheado y revisado a fondo como si estuviera solicitando trabajar en la CIA. Sin embargo, debido a la presencia del comandante en jefe, los ingresos de hoy romperían los récords de Fundación. ¡Héroe! Mientras estaba hablando, Tony vio una cabeza de cabello rubia que inmediatamente le llamó la atención. ¿Gretchen? ¿Gretchen y Olivia? La primera sostenía la mano de la niña, mientras estaban en la parte trasera, quietas contra las puertas de entrada a su espalda y bastante cerca de los agentes del servicio secreto flanqueando cada lado de ellas. Estaba tan sorprendido, que tropezó con más de una oración y tuvo que detenerse, olvidando temporalmente qué decir a continuación. Se aclaró la garganta, con los ojos pegados a la multitud, de repente viéndose indefenso. Gretchen sonrió finalmente e inclinó la cabeza como si dijera: “Tony, acaba tu discurso”. Juró que podía oírla decirlo en voz alta en su oído. Por fin, después de permanecer erguido, encontró su línea de pensamiento y prosiguió con su discurso.

Sus palabras podrían haber sido galimatías, porque no podía recordar nada, de lo que había dicho. Esperaba que no fuera ofensivo o confuso; y el fuerte rugido de aplausos, que rápidamente se convirtió en una ovación de pie, lo decía todo. De alguna manera, se las arregló para terminarlo, pero su excitado cerebro sólo podía seguir haciendo hincapié en, ¿cómo podrían estar allí, y cómo diablos habían entrado? ¿Y por qué habían llegado de forma tan inesperada? Debía haber sido una visita sorpresa. Rápidamente salió del podio tan pronto como pudo, e inmediatamente se abrió camino a través de la multitud de donantes y simpatizantes. Se encontró detenido con el fin de ser escoltado a una reunión con el presidente. Casi gimió en alto su molestia. No quería conocer al presidente en absoluto. Quería ver a su novia y a Olivia. Sus ojos estaban en ellas y ella sonrió y le hizo un gesto con la mano, pareciendo darse cuenta de lo que se esperaba de él. Tras saludar rápidamente al presidente y aceptar un apretón de manos, junto con su sincera empatía y felicitaciones, Tony apenas pudo soportarlo durante cinco minutos. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente se despidió, y bordeó a los innumerables guardaespaldas, evitando cualquier otra distracción. Se detuvo a un metro de Gretchen. ―¿Cómo llegaron aquí? ―Le pedí a John que nos metiera. Para sorprenderte. ¡Sorpresa! ―Ella se encogió de hombros y sonrió débilmente mientras le respondía. Dando un paso adelante, la tomó y la besó, apoyándola hacia atrás tanto, que casi hizo un salto mortal hacia atrás sobre su brazo. Con una risa, sus brazos rodearon su cuello. Olivia rió junto a él, y sólo liberó a Gretchen para poder abrazarla. La abrazó con tanto abrazo de oso como pudo. Olivia se envolvió a sí misma alrededor de su cintura y sonrió hasta encontrar su mirada. ―¿Acabas de conocer al presidente? ―¿Qué? Ah, sí, ese tipo de cosas suceden a veces. Toda la cosa del “Guerrero Herido” realmente tira de los corazones del pueblo y ata las bolsas. Gretchen lo miró, colocando la mano sobre su brazo mientras Olivia se aferraba a sus piernas. Finalmente él se inclinó y la levantó. ―No puedo creer que estés aquí. ―Yo tampoco. ―Su voz sonaba rara. Olivia volvió la cabeza e intercambiaron una mirada extraña. ―¿Qué? ¿Qué sucede? Olivia se echó hacia atrás y tomó su cara con las manos.

―¿Podemos quedarnos, Tony? ¿Para siempre? ¿Podemos estar contigo? ―¡Olivia! No. Te dije que me dejaras soltar eso ―la regañó Gretchen. Tony casi dejó caer a la niña y miró a Gretchen, quien al instante se ruborizó. ―¿Quedarse aquí? Como en… ¿qué? ¿Qué quieres decir? ―¡Gretchen dejó su trabajo! Cerrando sus ojos, ella negó mientras Tony la miraba con perplejidad. ―Bueno, iba a hacerlo, ya sabes, hacer eso un poco más suave. Pero bueno, ella tiene razón. Renuncié a mi trabajo. Todavía tengo acciones en la práctica, pero se pueden vender con el tiempo. Y el condominio puede ser alquilado o vendido, o lo que sea, pero, bueno, supongo… que la manera de Olivia de decírtelo es sólo tan buena como la mía… Nos queremos quedar aquí, Tony. Preferimos estar aquí más cerca de ti, que en Calliston y sin ti. Él estuvo a punto de dejar caer a Olivia mientras Gretchen se apresuró a decir: ―No tenemos que vivir contigo ni nada. Conseguiremos nuestro propio lugar y podemos salir, como hicimos en Calliston. Sé que no puedes manejar una familia ya hecha. O ser padre sin embargo… pero podríamos… Olivia la interrumpió. ―¿Cuál es el gran problema acerca de estar con nosotras? Sé que no eres mi padre. Pero Gretchen cuida de mí ahora. La quiero. Y te quiero a ti. ¿Cuál es el problema? Somos sólo nosotras, Tony. ¿Por qué no podemos vivir todos juntos? Él se empujó hacia atrás, mientras la gente seguía pululando alrededor. ¿Sólo nosotros? Su corazón latía tan rápido, que temía que un paro cardíaco pudiera arruinar su momento de alegría. Gretchen de repente se acercó y tomó Olivia de él. ―Te interrumpimos. Lo siento. Todo esto salió completamente mal. Llamé a la oficina y John respondió; cuando le expliqué que quería darte una sorpresa, insistió en que viniéramos a verte aquí. Y tenía razón, estuviste increíble. Estoy muy orgullosa de ti. Pero… esperaremos por ti en tu apartamento. Podremos hablar entonces. Ella tomó la mano de Olivia y comenzó a correr lejos de él. El rosa de su rostro era brillante y revelador. Sólo somos nosotros, Tony. La pequeña voz de Olivia se hizo eco en su cabeza. Sólo nosotros. Pero no había un sólo nosotros cuando se trataba de Gretchen y Olivia. Ellas eran… todo. Eran las únicas con las que estaba tratando de probarse a sí mismo y para las que quería hacer una nueva vida. Eran las que lo motivaban e inspiraban y ahora estaban aquí. Por él. De repente, empujó a un lado el traje frente a él.

―¡Esperen! ―gritó tras ellas. La multitud entre ellas se volvió y lo miró fijamente. Gretchen giró también. Él se detuvo justo en frente de ella y le acarició la mejilla donde frescas lágrimas comenzaban a caer. Ella le sonrió, y su corazón estaba en sus ojos. Junto con esperanza y alegría. Todo estaba puesto sobre él. ¿Cómo se las arregló para lograr que Gretchen lo amara? ―Te encanta tu trabajo. Ella se encogió de hombros y meneó la cabeza en negación. ―Me gusta mi trabajo. Pero te amo a ti. ―¿Quieres dejarlo todo para estar aquí conmigo? ―Sí ―dijo simplemente. ―Trabajaste muy duro. No puedes renunciar a todo por mí. ―Puedo trabajar igual de duro aquí. Hay niños que necesitan ayuda en todas partes. Pero sólo hay un tú. ―Sólo pasaron un par de meses. ―Bueno, no puedo soportarlo más. No soy tan fuerte como antes. Él negó. ―¿Qué pasa con Olivia? ¿Y la escuela? ―Fue idea suya. Desde que Helen murió, no le importa tanto Calliston. Se preocupa más por estar contigo. Y escuelas hay en todas partes. ¿El resto? Sólo son pequeños detalles que podemos hacer funcionar. Había una pequeña multitud que les rodeó mientras entraron en el vestíbulo de la sala de banquetes. ―Nunca pensé que renunciarías a nada. ―No voy a renunciar a ello. Sólo lo cambiaré. Y te ganaré… a ti. Todo. Estoy ganando todo lo que siempre quise al tenerte y a Olivia. Olivia se quedó en silencio sosteniendo la mano de Gretchen. Él se agachó y la levantó, mientras Gretchen se apoyaba en él. No tenía otro brazo para abrazarla también, el quid de la mitad de sus temas. Ella le sonrió, su mirada en silencio le dijo, que sabía lo que estaba pensando. Envolvió su brazo alrededor de su cintura y pareció decir: Está bien, no pasa nada. No necesito tu otro brazo. Necesitaba todo de él. Finalmente, había conseguido eso. ―Tony, Gretchen y Olivia ―dijo él en voz baja. Probando dijo―: Mi apartamento es muy pequeño.

―Podemos conseguir uno más grande. Esos son detalles menores. Ella le sostuvo la mirada con las cejas arqueadas, esperando. Finalmente, él asintió. ―Entonces, vamos a casa. Suena como que tenemos un montón de pequeños detalles que repasar. Olivia y Gretchen lo miraron. Él sonrió lentamente. Fue una revelación para él. Lo querían. Era el único hombre al que tanto admiraban y con el que contaban, al que querían… y por el que no les importó esperar. Y más extraño aún, él no sentía ganas de negarlo. Ni de correr lejos de eso. Ni de tratar de cambiarlo. Era de ellas y ellas eran suyas. ¿El resto? Gretchen tenía razón, sólo eran detalles menores para ser resueltos.

―¿Cómo están Donny y tu hermana, Gretchen? Gretchen se volvió hacia Lindsey. ―Bien. Tienen un viaje en familia planeado para Lake Tahoe, pero regresarán la próxima semana para la graduación de Olivia. ―No lo puedo creer… ―Ni que lo digas. Aún no ha decidido a qué universidad ir. Estoy temiendo que vaya a escoger la que está más alejada. Lindsey le apretó la mano. ―Si lo hace, estará bien. Ella es… tú. Es tú, sólo reencarnada. Es una maravillosa, preciosa, muchacha lista para asumir el mundo. ―Yo lo fui hasta que me enamoré. Lindsey se rió entre dientes. ―¿No lo fuimos todas? ―preguntó, mirando a Noah. ―¿Alguna vez te vas a casar con él? ―preguntó, algo que hacía una vez al año. La sonrisa de Lindsey se atenuó. ―Gretchen, estamos casados y juntos como cualquier otra persona en esta habitación. Él entiende que no puedo ser una esposa. Pero que lo soy en todos los demás sentidos de la palabra… ¿sabes lo que quiero decir? Apretó la mano de Lindsey. ―Sé lo que quieres decir. Lindsey y Noah nunca tuvieron hijos. Vivían felices juntos en Ellensburg con Noah en su clínica veterinaria y Lindsey utilizando el dinero de Elliot para hacer muchas cosas diferentes. Financiaba la educación de Jessie, y proveía los fondos para la educación universitaria de los tres niños de esta, de quienes se consideraba una

segunda madre. También pasaba una cantidad considerable de tiempo y dinero renovando el refugio local y estaba creando uno nuevo para mujeres maltratadas. Años más tarde, se postuló para alcalde de la ciudad y ganó, lo que le dio más tiempo para abordar y mejorar las políticas relativas a la violencia nacional, que estaba copiando e implementado en muchas otras ciudades de alrededor. Gretchen y Lindsey se giraron cuando Noah dio un paso adelante. Estaban en la gran casa en Ellensburg, Washington, de Lindsey y Noah, para celebrar la graduación de Jessie de la facultad de veterinaria. Había sido un largo viaje para ella, logrado alrededor de sus tres hijos y su trabajo, mientras que criaba a su familia. La escuela de veterinaria había exprimido cualquier tiempo que pudo encontrar. Finalmente, después de mudarse a Pullman en los últimos años a fin de que Jessie pudiera acabar, habían tomado la agonizante decisión de desarraigar a su familia. Will tomó un empleo temporal mientras ella terminaba sus clases y conseguía su título. Ahora, estaban de regreso en su propia casa con sus animales y Jessie había comprado la mitad de la veterinaria de Noah, así como de su práctica. Noah se aclaró la garganta. ―No puedo darles suficientes gracias a todos por venir hoy ―dijo, mirando a su familia, junto con los muchos amigos de toda la comunidad. Tony se acercó y tomó la mano de Gretchen con una sonrisa que hizo que su pulso brincara como una adolescente enamorada―. Me siento muy honrado de recibir a Jessie Hendricks como mi socia en mi práctica veterinaria. Ella ha sido un factor integral en el éxito continuo, y esperé mucho tiempo para este momento. Bienvenida a bordo, Dra. Hendricks. Jessie dio un paso adelante, con la cara toda de color rosa por la vergüenza y sonrió tímidamente mientras estrechaba la mano de Noah. Él se aclaró la garganta. ―También espero que, como mi socia, me cubras por un tiempo… Toda la sala se quedó en silencio. Gretchen miró a Lindsey quien estaba sonriendo y atrapada en una mirada con Noah. Él tomo una respiración. ―Vamos a mudarnos pronto. La boca de Gretchen se abrió y se volvió hacia Lindsey. ―¿A dónde? ¿Qué? Noah continuó: ―Lindsey fue postulada por su partido para ser candidata para gobernadora del estado. Así que no creo que sea prematuro decir que nos mudaremos muy

pronto, y cuando lo hagamos, esperaba, que tú Jessie, pudieras hacerte cargo de mi negocio por un poco de tiempo. El profundo orgullo de Jessie por la solicitud de Noah se mostró en su rostro. Ella asintió lentamente a medida que Will se adelantaba y estrechaba la mano de Noah, deslizando su otro brazo alrededor de Jessie. Lindsey miró a Gretchen con una pequeña sonrisa radiante en su rostro, ―¿Qué piensas? ¿Tiene una soltera, ex militar, ex víctima, una oportunidad de ganar la oficina de gobernación? Gretchen le echó los brazos a Lindsey. ―Finalmente estás tomando mis consejos. Lindsey le dio unas palmaditas en la espalda. ―¿Quieres decir al gastar el dinero de Elliot? Sí, lo hice. Podría perder, así que no puedo estar tan segura. Gretchen negó y se retiró sonriéndole a Lindsey. ―Siempre dije que eras una fuerza a tener en cuenta. No vas a perder. Los ojos de Lindsey se llenaron de lágrimas de felicidad y se volvió hacia Tony. ―¿Quieres escribir mis discursos? Sé que estás ocupado, pero eres el mejor en el negocio… y con nepotismo y todo… Tony sonrió mientras también la abrazaba. ―Lo haré. Feliz. Tony pasó cinco años con la Fundación ¡Héroe! Cuando terminó la guerra, siguió abogando por fondos para ayudar a los veteranos del país en una multitud de niveles y de necesidades. Mantuvo su página web y blog en marcha, que pronto se convirtieron en una conocida plataforma para sus mordaces editoriales y artículos de opinión. No trabajaba para nadie más que para sí mismo. Escribió discursos para personas influyentes, pero a todos los escogió, y no lo hizo para nadie en quien no creyera. Hace años, escribió un libro sobre sus experiencias, y siguió con varios más que fueron todos relacionados con la situación de los veteranos en la sociedad moderna. Su éxito liberó a Tony económicamente de tener que trabajar de nuevo, aunque tanto él como Gretchen lo hacían. Tony no se impresionó ni lo más mínimo sabiendo que podrían poseer tres casas separadas, claro, si lo eligieran. Se quedaron en D.C., hasta que él terminó con la Fundación ¡Héroe! Mudaron de nuevo a Olivia a Calliston cuando iba a entrar a la secundaria. Nunca tuvieron un hijo propio; aunque lo contemplaron, pero nunca funcionó. Olivia no podía haber

sido más su hija si realmente la hubieran hecho biológicamente. Había sido adoptada formalmente por ambos y ahora, a los dieciocho años, era Olivia Lindstrom. Olivia estaba decidiendo sí irse o no el año próximo y comenzar la universidad, así que Gretchen temía un nido vacío en su estela. Ella ya había comenzado la búsqueda de un nuevo hobby y se mantenía tratando de convencer a Tony de que necesitaban irse a una segunda luna de miel. Quería algún lugar tropical y cálido, pero él no era mucho de playa. Todavía se sentía incómodo a causa de su brazo. Pero ella era perseverante y estaba decidida a ganar ese argumento. Jessie se acercó a ellos después del sinuoso camino a través de las felicitaciones de la multitud. Lindsey la atrajo contra su costado. ―Te quiero. Espero que sepas que estoy muy orgullosa de ti. Qué orgullosa estaría mamá. Jessie sonrió suavemente. ―Hace mucho, mucho tiempo, Will me dijo que debería convertirme en veterinaria, no sólo quedarme como asistente. Me burlé de él y nunca creí poder hacerlo. Pero, lo hice. No creo haberlo comprendido del todo todavía. Gretchen asintió mientras los ojos de Lindsey se llenaban de lágrimas de felicidad. ―Sí, aquí estamos, juntas, siendo hermanas y amigas, e incluso mejor… nada finalizó o terminó. Hemos sobrevivido y todavía tenemos todo por delante para hacerlo; todavía podemos hacer o ser lo que queramos… ―¿Nuestra vida está empezando? ¿Ya notaste la edad que tenemos? ―Gretchen hizo una mueca. Lindsey entrelazó su brazo con el de ella. ―Bien, ¿por qué diablos no? Jessie tiene una nueva carrera, yo en realidad podría finalmente tener una también, y tú y Tony pronto tendrán todo el tiempo para explorar el mundo. ¿Por qué no sólo podemos empezar a vivir?

Los cinco años antes de que Jessie y Will vuelvan a estar juntos y cuando tienen a su hija son años inolvidables en que viajan de un lado del país a otro, y enfrentan los problemas que durante tanto tiempo los mantuvieron separados. Su viaje para estar juntos no ha sido nada fácil, pero ahora por fin tienen el tiempo y la libertad de construir una vida plena y completa juntos. La forma en que comenzó, la vida que llevan mientras tanto, y la vida con la que terminan, es un viaje que pone a prueba el amor que encontraron, y define el amor que están destinados a compartir para siempre.

Donny Lindstrom se casó con Vickie Moore sólo meses después de conocerla. Ahora sabe acerca de lo que los otros estaban tratando de advertirle: su mujer se pone cada vez más difícil al lidiar con su joven hija. Los únicos que realmente se dan cuenta de cuán mal está su matrimonio se han convertido en sus concuños: Tracy y Micah McKinley. Tracy considera tener un matrimonio feliz durante años, hasta el día en que su marido llega a casa y destruye todo lo que pensó que era cierto con su última revelación. De pronto, no puede seguir casada en absoluto, y no hay nadie en quien confíe salvo en Donny. Tracy y Donny son buenos amigos, quienes comparten sobrinas, barbacoas los sábados por la tarde, las fiestas y los juegos de deportes de los niños. Nunca se han considerado uno al otro ―ni lo harán― algo más que parientes amistosos. Donny es el hermano al que sueles llamar si necesitas ayuda con algo, y Tracy la tía buena en quien confías que cuide a tu pequeña hija. La repentina traición escandalosa lleva a Micah a rogarle a Donny que cuide de su mujer y de sus hijos después de que se vaya. Donny está de acuerdo, pero nunca, ni siquiera por un segundo, cree que la solicitud volverá su vida ya tumultuosa al revés. Sin embargo, todo cambia cuando Donny pronto comienza a ver a una mujer diferente en Tracy de la que ha conocido, y se pregunta si realmente se casó no sólo con la mujer equivocada, sino también con la hermana equivocada.

Con dieciocho años, Olivia Lindstrom está al borde de poner en marcha el resto de su vida en un mundo que ve como nada más que muy abierto para realizar sus sueños sin límites. Como una talentosa música no quiere nada más que estudiar y mejorar sus habilidades, y que eso se traduzca en una dedicada carrera. Sus mayores preocupaciones sobre irse a la universidad es extrañar a sus padres y preocuparse por mantener sus calificaciones altas. Es decir, hasta que conoce a Derek Salazar, y pronto se introduce en un mundo que nunca ha concebido antes. La vida de Derek Salazar ha sido lo contrario de la de Olivia en todos sentidos. Se encuentra atraído y absorbido por su inocencia ingenua y su bondad innata. Cuando ella asume que él también es un nuevo estudiante en la universidad, no la corrige, sino que decide ver si puede tomar ventaja de esta extraña, hermosa chica. Pero pronto descubre que ella es como nadie que haya conocido jamás. A través de su confianza total en él, ella empieza a hacerle cambiar la forma corrupta en que vive su vida. Pero la vida de Derek esconde oscuros secretos de los que se da cuenta, demasiado tarde, que podrían lastimar a Olivia. Lo que comenzó con una descuidada mentira puede llegar a convertirse en el más grande amor de su vida; es decir, si puede detener las fuerzas que amenazan con destruirlo todo.

El romance lo puedes hacer tú. Yo escribo ficción total… eso podría suceder. Vivo en la zona lluviosa del Oeste de Washington y paso todo el tiempo que puedo escapando de la lluvia al viajar a destinos en todo el estado, donde mi familia y yo acampamos un montón, hacemos canotaje, pesca, equitación y natación. Muchos de los lugares se convierten en el campamento base para mis libros. Me encanta hacer los ajustes de ficción que se basen en los lugares que amo, lo que significa que la mayoría de mis ajustes son de algún lugar en el estado de Washington. Me titulé en negocios en la universidad de Western Washington. Trabajé durante varios años en el campo de gestión de la construcción antes de dedicarme a escribir y estar en casa con mis hijos. Vivo con mi esposo, dos hijos, y Willie nuestra cachorra Springer Spanial.

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