Esta traducción fue hecha sin fines de lucro. Es una traducción de fans para fans. Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro. También puedes apoyar al escritor con una reseña, siguiéndolo en redes Sociales y ayudándolo a promocionar su libro.

Página

2

¡Disfruta de la lectura!

Staff

Página

3

Ankmar Eni Jessy

Michelle♡ Snow Q Zöe..

Snow Q Ankmar ♥...Luisa...♥ Michelle♡ Zöe.. Jessy Diana CoralDone Eni ElyCasdel

CrisCras Issel anita0990 Florbarbero Aileen Björk Valentine Fitzgerald yure8 Nani Dawson Cath

BeaG aa.tesares Gaz W. Finley lililamour Jasiel Alighieri NnancyC nicolevulturi Anelynn Juli *~ Vero ~*

Gabihhbelieber Cris_Eire becky_abc2 Adriana Tate Alexa Colton Nikky MelMarkham Vanessa VR Nikki

Melii LIZZY' Key Cami G. Val_17 ElyCasdel mariaesperanza .nino

Cotesyta Amélie. CarolHerondale itxi Vanessa Farrow Niki Sofía Belikov Zöe..

Alaska Young Daniela Karool Shaw AlessaMasllent yle Elena Verlac Mel Markham Arianyss G

Paltonika SammyD JasielOdair AimetzVolkov Meliizza Dannygonzal Gabihhbelieber Moni

Snow Q Michelle♡ Ankmar

Francatemartu

Índice Sinopsis

Capítulo 15

Dedicatoria

Capítulo 16

Prólogo

Capítulo 17

Capítulo 1

Capítulo 18

Capítulo 2

Capítulo 19

Capítulo 3

Capítulo 20

Capítulo 4

Capítulo 21

Capítulo 5

Capítulo 22

Capítulo 6

Capítulo 23

Capítulo 7

Capítulo 24

Capítulo 8

Capítulo 25

Capítulo 9

Capítulo 26

Capítulo 10

Capítulo 27

Capítulo 11

Epílogo

Capítulo 12

Agradecimientos

Capítulo 13

Sobre el Autor

Página

4

Capítulo 14

Sinopsis Mia Monroe está huyendo. Huyendo de una persona que no quiere que la encuentre jamás. Huyendo de un pasado que no quiere que nadie nunca sepa. Desesperada por encontrar un futuro, que ayer, sólo podría soñar con tener. A Jordan Matthews le gusta lo fácil. Mujeres fáciles. La vida fácil. Entonces conoce a Mia. Ella está dañada, preocupada y tiene más equipaje del que cualquier persona puede llevar. Pero cuanto más Jordan llega a conocer a Mia, por primera vez en su vida, él se encuentra con ganas de esforzarse por algo... por alguien... por ella. Y entonces la vida ya no es tan fácil. Jordan es todo lo que Mia no debería querer. Un montón de sucio atractivo, tatuado, chico malo engreído, que hizo su fortuna en las mesas de póker y escogía a sus mujeres en los bares. Sin embargo, Mia se encuentra a sí misma enamorándose de él. Entonces el pasado del que Mia estaba huyendo, rápidamente comienza a ponerse al día con ella. Porque ese es el problema cuando estas huyendo... tienes que parar en algún momento.

Página

5

Y cuando te detienes, te atrapan.

Para aquellos cuyo dolor pasó desapercibido…

Página

6

Nunca estuvieron solos.

Prólogo Traducido por Snow Q Corregido por Melii

Mia —Lo siento tanto, Mia. No sobrevivió. Mis labios se sienten adormecidos mientras digo las palabras—: ¿Está muerto? El Dr. Solomon toca mi brazo, su expresión seria. —Sí, lo siento muchísimo. Los músculos de mi rostro están congelados, rígidos. Lo que es probablemente algo bueno porque no quiero que vea lo que en realidad estoy sintiendo. Entusiasmo. Alivio. Completo y absoluto alivio. Oliver está muerto. Quiero reír. —Mia, ¿te encuentras bien? Tal vez deberías sentarte. Siento la mano del Dr. Solomon en mi brazo, guiándome para que tome asiento en una de las sillas de plástico en la sala de espera. No puedo creer que Oliver esté muerto. Puedo sentir el alivio burbujeando dentro de mí.

Página

7

—¿Puede darme un poco de agua?—le pregunto al Dr. Solomon. —Por supuesto. Deja habitación, y estoy agradecida por el momento a solas. Oliver está muerto. Soy libre. Libre. Envuelvo mis brazos a mí alrededor, abrazándome con fuerza.

¿Con regocijo? ¿Por consuelo? Tal vez ambos. Supongo que debería sentir alguna clase de dolor porque mi padre está muerto. Pero honestamente no lo hago. Realmente y verdaderamente no. Y estoy contenta por ello. Feliz. Luego siento algo formarse en mis labios. Algo que no me ha sucedido en un tiempo realmente largo; no de verdad de cualquier forma. Una sonrisa. Llevo un dedo a mis labios. Ahí está: una sonrisa completamente honesta. Oigo movimiento cerca de la puerta, es el Dr. Solomon. Obligo a la sonrisa a desaparecer y relajo mis facciones a neutras. El Dr. Solomon toma el asiento a mi lado y me entrega un vaso de plástico lleno con agua helada. El frío contra mis dedos me hace temblar. Pone su mano en mi hombro y lo aprieta como consuelo. Probablemente cree que estoy temblando por la conmoción. Quiero alejar su mano. Odio que la gente me toque. Odio que las manos de los hombres me toquen. —¿Hay alguien a quien puede llamar? —pregunta. Me hace la pregunta, pero sabe que no hay nadie. Oliver era mi única familia. Niego con la cabeza. —¿Vas a estar bien? —pregunta, liberando mi hombro de su mano, y la lleva de nuevo en su regazo.

Página

8

Levanto la mirada y asiento. No puedo hablar porque si lo hago, probablemente le diré que voy a estar más que bien. No es realmente lo que debería decir minutos después de descubrir que mi padre acaba de morir, pero es la verdad. Por primera vez en mi vida, puedo decir con honestidad que realmente y verdaderamente voy a estar bien.

1 Ocho meses después… Traducido por Zöe..&Ankmar Corregido por LIZZY’

Mia Desplazo hacia atrás un mechón de pelo con mi mano. Dejo el rollo de cinta a un lado y examino las cajas apiladas a mí alrededor. Durante el último par de días, he estado empaquetando las cosas de Oliver para donarlas a caridad. Han pasados ocho meses desde que murió de un ataque cardíaco, pero créanme, no me aferraba a ellas por ningún tipo de sentimentalismo. Sólo postergaba el tener que acercarme a cualquiera de sus cosas, pero ya logré vender la casa, después de estar en el mercado por seis meses, así que todo tiene que irse. No siento tristeza. Nada. Sólo alivio de que él se haya ido, y luego un gran hueco negro de vacío. Me he sentido de esta manera desde que me enteré de que había muerto. ¿Qué tan irónico es que muriera de un ataque al corazón? El gran Oliver Monroe, respetado y venerado cardiocirujano, muere de un ataque cardíaco. Me gusta pensar en ello como un castigo divino.

Página

9

El único que podría haberlo salvado era él mismo. Tal vez el castigo, tarde o temprano, llega a aquellos que lo merecen. Necesito creer eso porque es lo único que me mantiene a flote. ¿Conocen el dicho “de mal en peor”? Bueno, mi situación es algo así, pero más como “de peor, a una versión atenuada de peor, pero todavía una mierda”. Me mudé de mi hogar —para mí es un chiste llamarlo así. Un hogar es un lugar donde te sientes seguro, pero ni por un momento me había sentido a salvo en esta casa. Me desperté una noche, llena de pánico y aterrorizada por una pesadilla. Pensé que Oliver venía a buscarme, pero entonces, de repente me di cuenta de

que ya no estaba atrapada, de que podía dejar éste lugar que albergaba mis pesadillas. Así que, al día siguiente, puse la casa en venta y compré un apartamento cerca de la universidad y de mi novio Forbes. Comenzamos a salir un mes después de que Oliver muriera. En el segundo en el que me di cuenta de que era libre de mi padre, me puse un poco salvaje. Bueno, salvaje para mí. Salí a beber a bares, algo que nunca se me había permitido hacer en el pasado. Realmente no sabía qué estaba buscando, o qué esperaba encontrar… pero fue ahí cuando encontré a Forbes. O, tal vez, él me encontró a mí. Nos conocimos en un bar. Se me acercó, y se ofreció a comprarme un trago. Él era encantador. Me sentí halagada. Nadie me había prestado atención como Forbes lo hizo esa noche. Como si todo lo que yo dijera importara. Caí hacia él como si fuera una tina de chocolate derretido, pero entonces descubrí que Forbes es más como arenas movedizas. Tener citas pronto se transformó en Forbes convirtiéndose en mi novio. Mi primer novio. Mi primer todo. Me encontraba feliz. Llena de vida. Eso cambió rápidamente. Hace cuatro meses descubrí que me había metido en una relación con un hombre exactamente igual a mi padre, cuando Forbes me abofeteó durante una discusión. En realidad, debí haberlo visto venir. Forbes es el epítome de Oliver, excepto que en vez de ser doctor, Forbes está en camino a convertirse en un exitoso abogado.

Página

10

Todos lo aman. Es estúpidamente guapo. Inteligente. Encantador. Ya conocen su tipo. Debería haber sabido que, a puertas cerradas, la similitud con mi padre sería la misma. Sin compasión. Física y emocionalmente abusivo. ¿Por qué me quedo? Porque es todo lo que conozco. Todo lo que jamás he conocido.

Como una abeja atraída hacia la miel, fui atraída hacia un hombre como Forbes, porque la vida que ofrece es a la que estoy acostumbrada. Es fácil no tener valor para nadie, pero importarle a alguien... bueno, creo que eso sería más difícil. No estoy pidiendo compasión aquí. Mi vida es lo que es. La vivo. Hay gente allí afuera que está mucho peor que yo. Niños viviendo con hambre y solos, y muriendo cada día sin razón ni causa. Así que sí, puedo hacerle frente a los golpes ocasionales. Creo que todo el mundo sufre por algo y que cada uno tiene una capacidad diferente para afrontarlo, y si quieres auto compadecerte por la mano que te dio la vida, entonces ese es tu derecho dado por Dios, no voy a juzgarte por eso. Pasé mucho tiempo llorando desconsolada por la vida que tenía. Entonces las lágrimas se secaron, y me levanté y seguí adelante. Vivo por lo que valgo. Eso es lo que Oliver me enseñó. Y hay buenos momentos. Pequeños rayos de sol en un día sombrío y nublado en los que Forbes brilla, recordándome por qué me preocupo por él. Hasta la próxima vez que me parte el labio o fractura mis costillas. No amo a Forbes. Se lo digo porque es lo que quiere escuchar, pero realmente no lo amo. Al principio, pensaba que lo hacía, pero ¿qué sabía yo del amor? Nunca se me había demostrado para saber lo que era. Me tomó un tiempo darme cuenta de que lo que sentía por Forbes, no era nada más que mis propios sentimientos siendo reflejados a través de mi absoluta desesperación de ser amada por alguien. Forbes me demostró afecto al comienzo, así que, obviamente, me aferré a él como la persona necesitada que soy.

Página

11

La única lección que he aprendido, es que si alguna vez tengo la bendición de enamorarme en el futuro, seré capaz de decirlo por deseo propio y ver el amor verdadero. No es que vea el amor sucediendo en el futuro. Estaré con Forbes hasta el día que muera. Lo que podría ser más temprano que tarde. Un mal golpe es todo lo que se necesita. Entonces, estaré con mi madre. Nunca conocí a mi madre. Murió cuando yo era un bebé. Oliver nunca me habló de ella. Nunca he visto ni siquiera una foto suya —se deshizo de todo rastro de ella cuando murió. Todo lo que sé es que se llamaba Ana, y que murió en un accidente de auto cuatro meses después de que nací.

A menudo me pregunto si esa es la razón por la que Oliver me odiaba tanto. Porque yo estaba aquí, pero ella no, y yo le recordaba a ella. La tengo pintada en mi mente como un ángel. Es una de las cosas que me ayudó a atravesar los difíciles años con Oliver. Solía imaginar cómo habría sido la vida si ella todavía estuviera aquí. ¿Él hubiera actuado de la misma forma? Y si así fuera, sé que me hubiera llevado lejos con ella. Lo sé, porque es lo que yo hubiera hecho, y tengo que haber sacado eso de ella. Oliver no tenía una pizca de bondad en su interior, así que tiene que haber venido de mi mamá. Sedienta, bajo las escaleras en dirección a la cocina. El sonido de mis pies descalzos golpeando contra las baldosas me persigue. Escalofríos recorren mi piel, atrayendo pesadillas a la superficie. Respirando profundamente, cierro los ojos y me tranquilizo antes de seguir caminando, en silencio, esta vez. Antes de ir al refrigerador, enciendo el televisor para llenar el espacio con ruido. Saco una botella de agua de la heladera, desenrosco la tapa y me inclino contra el mostrador. Mi celular comienza a vibrar contra mi trasero. Lo saco de mi bolsillo. No tengo que mirar la pantalla para saber quién será, Forbes. No tengo ningún amigo de verdad, al menos ninguno que me llame. Al crecer, me mantuve alejada de los otros niños. Había querido amigos, desesperadamente, pero no podía dejar que nadie se acercara debido a la forma de ser de Olivar. No era un riesgo que pudiera tomar. Después de un tiempo, me convertí en la chica rara. La solitaria. Podría haber cambiado eso cuando Oliver murió, pero realmente no veía el punto, y menos aun cuando conocí a Forbes. No le agrada mucho la idea de que tenga amigas. Le gusta el control, y soy más fácil como un proyecto en solitario. —Hola —contesto.

Página

12

—Oye nena, ¿cuánto más vas a tardar? Está de buen humor. Gracias a Dios. —No mucho más. Sólo tengo que terminar con el ático, y luego me voy a casa. Eso sólo deja la oficina de Oliver para terminar mañana. —¿Debería ir ésta noche? No. —Por supuesto. —Obligo a mi voz a ser brillante y burbujeante. —Te he echado de menos estos días —dice en voz baja por el teléfono.

—También te he echado de menos. —Ni una sola vez. —Lo vamos a compensar esta noche. Oh Dios. —No puedo esperar. —Genial, llegaré a las ocho. —Prepararé la cena. —Te amo, Mia. —Lo sé. También te amo. —Te odio. Oh, un suspiro. Cuelgo el teléfono, lo vuelvo a meter en mi bolsillo y me dirijo escaleras arriba para comenzar con el ático.

—Hola. —Forbes me envuelve en un abrazo de colonia cara y algodón costoso. Forbes es muy guapo. Cabello rubio, un metro ochenta, con hombros anchos. Es el típico chico americano, y físicamente, encajamos. Soy rubia y delgada, aunque Forbes a menudo me dice que tengo sobrepeso. Y soy baja. Un metro sesenta y dos para ser exacta. Me pone en grave desventaja cuando las cosas se ponen difíciles con Forbes. No es como si me defendiera. Defenderse sólo empeora las cosas. Aprendí esa lección hace un tiempo. Se inclina y me besa firmemente. Instantáneamente siento el alcohol en su aliento. Ha estado bebiendo. Mi estómago se hunde.

Página

13

Al principio, solía amar los besos de Forbes. Especialmente los que no contenían alcohol. Recuerdo cómo no podía esperar para sentir sus labios sobre los míos. Ahora es lo último que quiero. No me malinterpreten, Forbes no necesita alcohol para molestarse. Sólo estalla más rápido cuando bebe. Forbes me sigue a la cocina, y continúa sosteniendo mi mano, lo que es inusual en él. Por lo general no es táctil en privado. Sólo en público, o cuando quiere sexo. Retuerzo los dedos libres de su agarre para agarrar el mango de la sartén y poder mezclar la salsa que burbujea en la estufa. Frunce el ceño, luego se aleja, moviéndose hacia la heladera.

Saca una cerveza, pero no me ofrece una. Forbes no cree que las mujeres deban tomar cerveza, especialmente de la botella. Dice que es impropio de una dama hacerlo, pero la bebo cuando él no está. El cree que la tengo en la nevera para él, y le dejo creer eso. Se acerca y se inclina con la espalda contra el mostrador junto a mí. Bajo la llama para que la salsa se cocine a fuego lento. Estoy preparando Pasta Norma. Sencilla pero deliciosa. Nuestra vieja cocinera, la Sra. Kennedy, me enseñó a prepararla. Solía enseñarme a cocinar cuando Oliver no estaba cerca. La extrañé mucho cuando se fue. Oliver la dejó marcharse cuando la escuchó interrogarme sobre los moretones en mis brazos. —Estaba pensando que debería mudarme aquí. —Las palabras de Forbes flotan en el aire como el aceite en el agua. Mi mano se congela alrededor del mango de la sartén. No. No. No. —¿Qué piensas? Aquí tengo que ir con cuidado. Manteniendo el rostro neutral, me giro hacia él. —Pensé que disfrutabas vivir con los chicos. Forbes vive en una enorme casa alquilada a dos cuadras de aquí con cuatro de sus compañeros de fraternidad. —Lo hago, pero es ruidoso. Siempre están de fiesta, y necesito tranquilidad para trabajar. Ya sabes cómo es. Por eso vives sola, para poder tener tranquilidad para estudiar. De hecho no. Vivo sola porque no tengo amigas con las que compartir la casa, y nunca, nunca querría vivir con un hombre otra vez. Especialmente no contigo. Tomando la cuchara, comienzo a mezclar la salsa de nuevo.

Página

14

Incapaz de detener mis próximas palabras, trato de decirlas con el mayor cuidado posible. —¿No crees que es un poco apresurado? Quiero decir, sólo hemos estado juntos por siete meses. La duración de la pausa sólo me dice el nivel de enojo que hemos alcanzado. Y no es bueno. No es para nada bueno. —¿No quieres vivir conmigo? —Su voz no suena herida. Sólo enojada. Estúpida, Mia. Estúpida. Estúpida. Estúpida.

—Por supuesto que sí, sólo estoy pensando en ti. No quiero que te sientas atado demasiado rápido. —Hablo rápidamente, pero es inútil. Sé esto. —Mierda. —Retira la sartén del fuego, y agarra un puñado de mi pelo largo, enredando sus dedos en él. Se mueve detrás de mí y lentamente jala mi cabeza hacia él—. ¿Tú te sentirías atada si me mudo, Mia? —Forbes, por favor —le digo, tragando con fuerza. —¡Respóndeme! —No, por supuesto que no lo haría. —¿Existe alguien más con el que quieras vivir, Mia? ¿Otro tipo? ¿Estás jodiendo a alguien más? —Su mano se tensa en mi pelo, tirando de las raíces. Mis ojos se vuelven acuosos por el dolor. —No, por supuesto que no. Sólo quiero estar contigo. Te amo. Te odio. —¡No te creo! ¿Has estado follando con alguien más, o no? Me da la vuelta y me golpea contra la nevera. El dolor hormiguea en mi espalda. —No, no lo he hecho. Te lo juro. —Estoy sin aliento, y mi boca está seca. Una lágrima corre por mi mejilla porque sé lo que vendrá después, y no hay nada que pueda decir o hacer para evitar que suceda. —Si no has hecho nada malo, entonces ¿por qué coño estás llorando? — Su cara está en la mía. Puedo decir por sus ojos que él se ha ido. El agradable Forbes que llegó se ha quedado en la puerta. Me da un tirón hacia adelante y luego me golpea con fuerza de nuevo contra la nevera. Mis dientes castañean mientras mi cabeza recibe el impacto. —Estoy llo-llorando po-porqueno quiero que me lastimes. —Las palabras se tambalean de mis labios temblorosos.

Página

15

No quiero que él me haga daño, eso es lo que digo. Es una estupidez decirlo, porque es todo lo que siempre hace, y no va a cambiar repentinamente porque yo diga las palabras. —Llo-llorando —me imita, dejando escapar una risa afilada. Entonces su rostro se oscurece y sé exactamente lo que está por venir, así que cierro mis ojos, preparándome. Siento el fuerte ardor familiar de su mano golpeando mi cara. Un penetrante olor a sangre fluye dentro de mi boca. Feliz. Piensa en cosas felices, Mia.

La sensación del sol en mi cara. El aroma de las flores que conservo en el cajón de la ventana. Bajar el techo de mi coche en un día caluroso, amando la manera en que el viento se siente soplando a través de mi cabello. Soy un pájaro. Un pájaro que vuela libremente en el cielo... Música. Piensa en una canción, Mia. Canta en tu cabeza mientras vuelas lejos... —Sería una pena desperdiciar esas lágrimas tuyas. —Forbes me da una bofetada en la cara de nuevo—. Sigue llorando, Mia. Y voy a seguir dándote una razón para llorar. No lloro más, pero eso no lo detiene. Nada lo detiene. Forbes termina cuando él lo decida. Así que vuelo a un lugar seguro. Uno lleno de felicidad.

Vuelvo en sí, insegura de cuánto tiempo ha pasado. Estoy sola en el piso de la cocina. Levantándome, me pongo de rodillas. Los azulejos son duros e implacables contra mis espinillas. Mi cabeza palpita, y el dolor se extiende por mi costado. Sostengo mi mano en mis costillas. No rotas, sólo magulladas. He tenido costillas rotas antes, así que sé lo mal que se sienten. Envuelvo mi mano alrededor de mis costillas en un intento de contener el dolor mientras me pongo de pie. Al ver el fuego todavía encendido en la estufa, me muevo en silencio para apagarlo. El clic del botón hace un fuerte eco en el silencio. Me congelo. Hacerme invisible es lo que cuenta ahora. No quiero llamar la atención de Forbes. Girando la cabeza, lo veo en la sala de estar, a través de la rendija de la puerta. Está sentado en el sofá, cerveza en la mano, la mirada fija en ella.

Página

16

Sé lo que vendrá después. Jugamos este papel regularmente. Poniéndome de pie con suavidad, abro la puerta con cuidado y me deslizo por el pasillo, dirigiéndome directamente al baño. Cerrando la puerta tras de mí, saco el botiquín de primeros auxilios del armario, a continuación chequeo mi cara en el espejo. No hay moretones. Forbes por lo general no me golpea lo bastante fuerte en la cara para dejar un moretón, al igual que Oliver. Las personas preguntan por los moretones en la cara.

Reviso mi labio. Tiene un corte en el interior. Golpeado contra mis dientes. Me tomo un par de analgésicos para aliviar el dolor en las costillas, luego agarro un poco de limpiador antiséptico y empapo un palito de algodón con él. Tirando de mi labio hacia adelante, doy un toquecito de antiséptico contra el corte. —Mierda —susurro. Una lágrima de dolor se escapa de mi ojo. La seco con mi antebrazo. Cuando termino, arrojo el hisopo de algodón en el bote de la basura, cierro el botiquín de primeros auxilios, y lo guardo. Con cuidado, levanto mi camisa para poder examinar mis costillas. Mi piel está enrojecida e hinchada. Un hematoma aparecerá en pocas horas. Uno malo. Un movimiento en la puerta llama mi atención. Forbes. Me congelo. Mi camisa cae de mis manos, cubriéndome. Cubriendo lo que él me hizo. —Yo te hice eso. —El arrepentimiento está en su voz. Lágrimas en sus ojos. Te odio. —Dios, lo siento mucho, Mia. —Se apresura hacia mí, agarrándome, atrayéndome hacia él. No le importa que me estremezca del dolor en las costillas. Todo lo que le importa en este momento es sí mismo. Todo lo que siempre le ha importado es él. Hacer que Forbes se sienta mejor, no importa que costo tenga para mí. —Lo siento mucho, Mia. Lo siento mucho. —Presiona besos sobre mi rostro, acompañando sus insuficientes palabras.

Página

17

Sus lágrimas humedecen mi piel. Me hacen sentir enojada. Usada. Débil. Consumida. —Estoy bien —le susurro. Un guion. Mi vida es un maldito gran guion. —Nunca va a suceder otra vez. Te lo prometo. Te amo tan jodidamente tanto, Mia. Es sólo que me pongo tan celoso ante la idea de ti con otro hombre, y he estado bajo mucha presión últimamente, con mi padre y… Me desconecto de sus excusas y disculpas vacías, y solo me aseguro de hablar en todos los momentos correctos.

—Está bien, Forbes. Todo va a estar bien. —Te amo —suspira—. No puedo perderte. No sé lo que haría sin ti. Siento su cambio de humor, y sé que es lo que viene. Siempre sucede luego de golpearme. Su mano se mueve hacia mis vaqueros y empieza a abrir la cremallera, deslizando su mano adentro, y en mi ropa interior. —Te amo tanto, Mia. Permíteme compensártelo. Por favor. Cierro los ojos y asiento. No peleo con él en esto. No peleo con él en cualquier cosa. Así que cierro los ojos y permito que Forbes me quite la ropa. Lo dejo tener sexo conmigo contra la pared porque es todo lo que conozco. Y tan malo como suena, una parte de mí lo anhela para sentirme bien. Para sentirme amada. Incluso si es falso... pero en este momento, aquí, escuchando a Forbes decirme cuánto me necesita, que no hay nadie como yo, cómo él no podría amar a ninguna otra —puedo cerrar los ojos y pretender que es real; que estoy siendo amada de la manera en que sólo puedo soñar. Cuando Forbes termina, me lleva hasta mi dormitorio. Levantando el cobertor, me acuesta y se sube por detrás de mí, tirando fuertemente de mí hacia él. Enjaulándome en sus brazos. —Te amo —susurra—. Nunca te haré daño de nuevo. Nunca. Cierro los ojos, y fuerzo las palabras a salir. —Yo también te amo. Después de un tiempo, siento la respiración de Forbes ralentizarse, así que me deslizo de debajo de su agarre. Entro en la cocina oscura, sin molestarme en encender la luz y abro la puerta del refrigerador. La luz se desplaza por la habitación. Miro fijamente el contenido, mientras que el dolor y el odio a mí misma me apuñalan como agujas la piel. Sólo quiero escapar. Quiero ser libre.

18

Me sentía como un gigante ese día. Como si pudiera hacer o lograr cualquier cosa.

Página

Libre de nuevo, como lo fui el día que Oliver murió.

Pero todo lo que he logrado hacer es sustituir a Oliver con Forbes. ¿Qué dice eso acerca de mí? Dice que estoy jodida. Dañada. Cosas que ya sé.

Y no puedo escapar de Forbes. No es como si sólo pudiera romper con él. Las mujeres como yo no llegan a romper con hombres como Forbes. Sólo soy libre cuando él lo diga. Y no lo hará. Lo sé, porque soy ideal para la vida que él quiere. Soy maleable. Controlable. Visualmente, parezco apropiada para la situación. Vengo del dinero, y tengo una buena crianza como escuché a su padre decirle una vez. Estoy preparándome para ser médico, una cirujana al igual que Oliver. No era la profesión que elegí, pero Oliver me dijo que iba a ser una cirujana, así que voy a ser una cirujana. Todos estos atributos funcionan perfectamente para Forbes. Los hombres como él escogen una mujer como un empleador elige candidatos para puestos de trabajo—fríos y metódicos. El amor no tiene nada que ver con eso, a pesar de que Forbes, probablemente, se hace creer que el amor es una parte de esto. Entonces un día, en un futuro no muy lejano, me convertiré en la Señora Forbes Chandler. Vamos a tener hijos, y Forbes seguirá golpeándome regularmente como una salida a su rabia y fracasos. En el exterior, vamos a tener un matrimonio perfecto. Y, a puertas cerradas, seremos todo lo que podría estar mal en un matrimonio. Día tras día me pondré la fachada. Seré la esposa perfecta para Forbes, al igual que era la hija perfecta que Oliver exhibía. Para luego degradar y golpear sin sentido al instante que las puertas de nuestra casa se cerraban. Forbes nunca ha preguntado por mi pasado. Nunca cuestionó las cicatrices que desfiguran las partes secretas de mi cuerpo.

Página

19

Recuerdo que estaba tan asustada la primera vez que hicimos el amor. Temía que me preguntara por ellas, pero nunca lo hizo. Una parte de mí se sintió aliviada pero decepcionada. Me animé a creer que él no había preguntado porque no quería hacerme sentir incómoda, o triste por resaltarlas. La verdad es, que él no preguntó porque no le importaba. Mis cicatrices probablemente validaron que era exactamente la chica adecuada para él. Tal vez lo vio en mí en el segundo que nuestros ojos se encontraron en el bar esa noche. Entre iguales se reconocen, ¿no es cierto? Metiendo la mano en la nevera, empiezo a sacar comida, poniéndola sobre el mostrador.

Dejando la puerta abierta por la luz, me dirijo al gabinete para conseguir más comida. Cuando estoy segura de que tengo lo suficiente para saciarme, arranco el papel de aluminio del pollo guardado de ayer. Y empiezo a comer.

Me encuentro sentada en el suelo, el sudor moja mi piel, mis manos están pegajosas por la comida. Mi estómago lleno y doliendo, la espalda pegada a la puerta. Rodeándome, hay envases de alimentos vacíos y envoltorios. Sabiendo que no puedo sentarme aquí toda la noche, me pongo de pie. Mi estómago duele por la presión de la gravedad. Estoy incómoda. Me siento enferma. Me deleita la sensación. Ordeno el desorden. Contenedores en el lavavajillas. Envolturas en el fondo de la papelera, para que Forbes no pueda verlos. No es que él lo cuestione, pero es mejor estar segura. Nunca trato de dejar una razón para establecer su ira fuera. Me lavo las manos. Luego, voy al baño y cierro la puerta. Dejo la luz apagada. No quiero correr el riesgo de ver un atisbo de mí misma en el espejo en este momento. De rodillas ante el inodoro, levanto el asiento.

Página

20

Dedos listos en mis labios, los empujo hacia atrás, y hago que todo el dolor desaparezca.

2 Traducido por ♥…Luisa…♥ & Michelle♡ Corregido por Key

Mia Me encuentro de nuevo en casa de Oliver para terminar de empacar. Mi último día aquí. Después de hoy, nunca más tendré que regresar a esta casa. Saberlo es como aire limpio en mis pulmones. Todo lo que queda por vaciar es su oficina. Dejé esta habitación para el final porque la detesto. Oliver siempre me golpeaba en su oficina, como si pensara, que si lo hacía solo en una habitación, podría marcharse y dejarlo atrás cuando cerrara la puerta. Ese nunca ha sido mi caso, pero estar aquí resucita lo que sucedió a toda velocidad. Los malos recuerdos empiezan a gritar en el silencio. Me siento en el suelo y saco mi iPhone. Ajusto la música para que se reproduzca, y lo coloco encima del escritorio de Oliver. Él amaba este escritorio. Perteneció a su abuelo. Debería quemarlo. Justo como debí haber quemado el cuerpo de Oliver. Incinerarlo hasta las cenizas. Debí asegurarme de que se había ido para siempre.

Página

21

Por desgracia para mí, Oliver tenía establecido en su testamento que deseaba ser enterrado. Ya había comprado una parcela. También descubrí que había comprado una para mí también. La parcela a su lado. Prefiero arder en el infierno que pasar una eternidad atrapada junto a él. Ya cumplí mi tiempo. He terminado. Al alcanzar la última caja del paquete plano, me estiro demasiado, y me duelen las costillas. Llevo un buen moretón negro en ellas, cortesía del arrebato de anoche de Forbes.

Reviso mi bolsa por un analgésico y recuerdo que tomé el último a primera hora de la mañana. Sabiendo que todo está empacado, comienzo a rebuscar en los cajones de Oliver con la esperanza de que pueda haber algo aquí. Tiro del último cajón, pero está cerrado con llave. Busco en los otros cajones por una llave, pero no encuentro nada. A continuación, un pensamiento cruza mi mente. Las llaves de Oliver, las que me dieron con sus cosas en el hospital, hay unas cuantas a las que no le había encontrado uso. Las recupero de mi bolso, y empiezo a probar las tres llaves. La segunda encaja, así que la giro, y la cerradura se abre con un clic. Abro el cajón, y no hay nada en él, salvo por una carpeta de manila. La saco del cajón y me siento en la silla, colocando la carpeta en el escritorio. En la esquina superior derecha, tiene una palabra: Anna. El ver el nombre de mi madre ahí, hace que abra la carpeta. Hay dos trozos de papel en el interior. Ambos están titulados: “Sawyer, Davis y Smith. Abogados de Familia" Fechado: 12 de octubre de 1990. Nací en 1990. El 10 de enero es mi cumpleaños. La primera carta está dirigida a Oliver. Comienzo a leer. No. Esto... esto no puede estar bien. La sangre comienza a latir con fuerza en mis oídos. Con dedos temblorosos, me dirijo a la segunda hoja de papel y leo rápidamente por encima de la jerga de leyes. Y comprendo lo básico en cuanto al contenido de la carta.

Página

22

No es una carta. Es un contrato. Yo, Anna Monroe, decreto cesar todos los derechos maternos sobre mi hija, Mia Monroe, dando la custodia exclusiva a su padre, el Dr. Oliver Monroe. No leo más. No necesito hacerlo. Mi madre no murió en un accidente de coche. Ella me cedió a Oliver. Me dejó con él. Me entregó a él. Todo comienza a fracturarse a mí alrededor. Mis ojos se empañan, y mi corazón comienza a doler en el pecho.

Las cartas revolotean lejos de mis manos, cayendo a la mesa. Agarro la carpeta, buscando, luchando para encontrar cualquier otra cosa. Encuentro un trozo de papel en la parte inferior. Tiene el nombre de mi madre en él, y la dirección de un lugar que se llama Durango en Colorado. Agarrando los documentos y la dirección, los meto en mi bolsa. Tengo que salir de aquí. Necesito hablar con alguien. Así que me dirijo a la única persona que tengo en este mundo, Forbes.

Cuando llego a su casa, no me molesto en golpear porque sé que va a estar sin seguro. Siempre hay alguien aquí. La necesidad de hablar con él sobre lo que descubrí, se incrementó mientras conducía hasta aquí. Sólo tengo que ventilar esto. Averiguarlo. Él será capaz de ayudarme a hacer eso. Sí, Forbes es un imbécil, pero es inteligente. Es casi un abogado. Él sabrá lo que significan estos papeles. Él sabrá qué hacer. Mientras camino por el vestíbulo, veo que la sala de estar está desierta. Si no está, voy a esperar en su habitación hasta que llegue a casa. Corro por las escaleras hasta el primer piso. El cuarto de Forbes se encuentra al final del pasillo. Camino rápidamente, apretujando mi bolso a mi lado. Los papeles en su interior se sienten como si estuvieran ardiendo a través del cuero y en mi piel.

Página

23

Llegando a la puerta de Forbes, tomo la manija y empujo hacia abajo, abriéndola. Y soy recibida por la visión de Forbes en la cama, teniendo sexo con una chica, que no soy yo, obviamente. Realmente no puedo decir lo que siento en este momento. Hay una infinidad de emociones que fluyen por mi cuerpo, pero sí sé que la única emoción que siento con absoluta certeza es alivio. ¿En qué contexto? no estoy segura. Divertido. Oliver muere, me siento aliviada. Forbes me engaña, me siento aliviada.

No es realmente el sentimiento natural que debería tener en este tipo de situaciones. ¿Significa esto que soy libre de Forbes? Las palabras están ahí en la punta de mi lengua. De todas las cosas que podría decirle en este momento en el tiempo, es la única cosa que más quiero preguntarle. Le toma a Forbes un momento notarme de pie en su puerta, mientras él está demasiado ocupado follando. La sorpresa es evidente en su rostro, pero de inmediato se transforma en la expresión fría y vacía, con la que estoy familiarizada. La chica está de espaldas a mí. Todo lo que puedo ver es una masa de pelo castaño cubriendo su rostro mientras está sobre manos y rodillas, siendo follada por mi novio desde detrás. No tiene ni idea de que estoy aquí, observando, y sintiéndome totalmente carente de emociones por todo el asunto. Y Forbes no dice nada. Sólo me sostiene la mirada mientras sigue teniendo sexo con ella. —¡Sí, Dios! ¡Forbes! —grita ella, haciéndome saltar. Forbes en realidad sonríe. —¡Más fuerte! ¡Fóllame más fuerte! La chica realmente parece estar disfrutándolo. Más de lo que alguna vez yo he disfrutado con él. Tal vez por eso me golpea. Tal vez no soy buena en la cama. Él fue mi primero. Ha sido mi único. —¡Sí! ¡Justo ahí! —continúa gritando. Podrías pensar que se detendría e intentaría algunas pobres excusas de “No es lo que piensas, Mia”. Pero no dice nada.

Página

24

Por otra parte, pensarías que yo diría algo, cualquier chica normal lo haría si encontrara a su novio engañándola. Probablemente ella sería la que estuviese gritando ahora mismo. Pero al fin y al cabo, Forbes y yo no somos exactamente normales. Él tiene todo el poder, y yo solo me arrastro a su lado. Continúa teniendo relaciones sexuales con esta chica, y mantiene sus ojos en mí, su sonrisa se convierte en una de satisfacción. Entonces se enciende un fuego en sus ojos. Es nuevo. Nunca antes había visto esa mirada en su rostro, pero de nuevo, nunca antes lo vi tener relaciones con otra persona.

Pero hay algo en la forma en que me mira en este momento que me aterroriza. Luce poderoso, como si por fin me tiene exactamente donde me quiere. Escalofríos se arrastran por mi espalda como arañas. —¡Oh, Dios, estoy llegando! ¡Me corro! —grita la chica, totalmente inconsciente de lo que está ocurriendo en estos momentos entre Forbes y yo. Vete Mia, ahora. ¡Vete! Alejo mi mirada de la suya. Doy un paso hacia atrás. Dos. Y entonces me voy, huyendo por las escaleras y saliendo de allí. Lanzo mi bolsa al lugar en donde se ponen los pies y estoy de vuelta en mi coche, conduciendo lejos de allí. Con la visión borrosa, me limpio los ojos y me doy cuenta de que estoy llorando. ¿Por qué? No estoy del todo segura.

Conduzco a una tienda, aparco mi coche en la parte de atrás, entro y compro tanta comida como pueda llevar en mis brazos. Papas fritas, dulces, galletas, helados —cualquier cosa que pueda poner sobre mis manos. Vuelvo a mi coche, abro la comida y empiezo a comer como siempre lo hago. Comer es probablemente una palabra demasiado agradable para lo que estoy haciendo, estoy tragando.

Página

25

Cuando termino, con la sensación de mi estómago apretado y a reventar, el alivio me llena momentáneamente. Entonces miro los envoltorios y contenedores vacíos y el sentimiento enfermo y sucio de culpa me inunda. Meto los envoltorios en la bolsa y le echo un vistazo al estacionamiento. No hay nadie alrededor, así que camino hacia el cubo de la basura y desecho la bolsa. Entonces huyo rápidamente al grupo de árboles a la orilla de la tienda y me escondo de la vista mientras pongo mi mano contra uno de ellos. Empujo mis dedos en mi garganta, vaciando mi estómago. Vuelvo a mi coche, limpio mis manos en un trapo, y pongo una pastilla de menta en mi boca. Finalmente me siento en control de mis emociones, enciendo mi coche y me dirijo a casa. No sé si Forbes está ahí esperando porque su coche no está aparcado al frente de mi casa, tal vez ese era el punto, siempre le gusta tener la sartén por

el mango. Cuando lo veo bajo el hueco de mi puerta, trato de correr, pero me agarra del brazo, arrastrándome de vuelta. —Oh no, no lo harás. Puedo oler el perfume sobre él. Y el sexo. El sexo que tuvo y acabo de ver. Ni siquiera se duchó. Terminó de tirarse a su amiguita y vino aquí. O tal vez yo soy su amiguita. Tal vez ella es su novia. Forbes me arranca las llaves de un tirón y abre la puerta. Me empuja dentro del apartamento. Me tropiezo, pero rápidamente corrijo mis pasos. Por alguna razón, en este momento, es importante para mí no caer frente a él. Retrocediendo, me presiono contra el respaldo del sofá y agarro la parte superior del mismo con las manos. No estoy realmente segura de lo que espero de él en este momento, pero tengo que prepararme para lo peor. Deja las llaves en la mesa junto a la puerta y se apoya en ella, cruzando los brazos sobre el pecho. Observo sus músculos flexionarse. Al comienzo de nuestra relación, me encantaba lo fuerte que se veían sus brazos. Lo segura que me hacían sentir. Ahora todo lo que veo es el poder detrás del dolor. El miedo que me hacen sentir. El mismo miedo que crecí sintiendo, debido a otro hombre exactamente igual a él. No quiero más esto. No quiero sentirme así. No ahora. Nunca más.

Página

26

Es como una revelación. Como si mi luz finalmente se hubiera encendido. ¿Por qué ahora? No estoy segura. Pero lo ha hecho, y es como quitar un peso de mis hombros. Nunca voy a volver a como era mi vida. No importa lo que tenga que hacer, se detiene ahora. Ese conocimiento empuja mi espina dorsal hacia arriba. Me paro un poco más erguida. Los ojos de Forbes se fijan en mí. —¿Ella es tu novia? —pregunto, asegurándome de mantener la voz clara y firme, a pesar de que mi corazón late tan fuerte en mi pecho que es casi doloroso.

Él se ve sorprendido. De todas las cosas que podría haber dicho, no creo que esperase eso. Me pregunto que esperaba que le dijera. —No. Ese privilegio es todo tuyo —responde con los labios apretados. —¿Te la tiras a menudo? Sus ojos se estrechan. —Cuida tu boca, Mia. —Lo siento. —Sonrío dulcemente... relaciones sexuales regularmente con ella?

antagónicamente—.

¿Tienes

—No, es nueva. ¿Nueva? —¿Han habido otras? —Sí. —Él sonríe con suficiencia. Duele más de lo que esperaba. Las lágrimas se contraen en mis ojos. No a causa de la traición o los golpes, sino porque estoy enojada conmigo misma. Enojada por ser tan malditamente débil. —¿Usas preservativos con ellas? —No lo hace conmigo. —Sí. Gracias a Dios. Aun así voy a hacerme pruebas. Puedo ver la ira creciente en él. Lo dice la oscuridad de sus ojos. La piel tensa sobre sus pómulos. El apretar los puños a los costados. Mi cuestionamiento lo molesta. Realmente tiene la audacia de estar molesto por la situación. Pero entonces, ¿puedo esperar realmente algo más de él? Normalmente, cuando Forbes es así, hago algo para apaciguarlo. Cualquier cosa para calmarlo. Pero en este momento mi único objetivo es hacerlo enojar más.

Página

27

No sé por qué, ni lo que quiero de esto aparte de él dejando mi vida para siempre, pero voy a hacer todo lo necesario ahora para que eso suceda. Inclino mi cabeza hacia un lado, evaluándolo mientras le hago esta pregunta. Estoy realmente interesada en saber la respuesta, porque, sinceramente, no tiene sentido para mí. —Forbes, querías vivir aquí conmigo. ¿No habría obstaculizado ligeramente tu capacidad de acostarte con otras mujeres? —No. —Él es presumido en su declaración. Y eso me hace sentir menos que inútil. Cruza los brazos sobre el pecho—. Es simplemente momento para nosotros de pasar a la siguiente etapa de nuestra relación. Pero mis actividades extra curriculares seguirán siendo las mismas.

Dios, sabía que era un bastardo sin corazón, pero ahora estoy viendo todo un nuevo tipo de bastardo. Supongo que hay más lados de Forbes Chandler de los que me había dado cuenta. Envuelvo mis brazos a mí alrededor. Necesitando sentir alguna forma de calor. —Así que tienes a estas chicas y a mí. ¿Por qué? Él sonríe. —Porque puedo. Y no hay forma de separarnos ahora, Mia. Serás parte de esto también. Mi expresión cae. —¿Qué? —Las palabras se tambalean de mis labios. Estoy bastante segura de saber a dónde se dirige —no que yo sepa mucho sobre sexo, pero no soy tonta. Es sólo que no quiero creerlo. Nunca antes estuvo interesado en nada de eso. Siempre hemos tenido simple sexo vainilla. Ni siquiera me toma desde atrás como a esa chica. —Vas. A. Ser. Parte. De. Eso. —Se dirige a mí como si hablara con un niño—. Me vas a dejar follarlas aquí en nuestro apartamento cuando quiera. Te sentarás aquí y me escucharas follarlas. Y algunas veces... —Da un paso más cerca—. Vas a participar. No. No. No. ¡No! ¡Por supuesto que no! —No lo creo. —¿Soy yo la que habla? Sus rasgos se tensan. Da un paso hacia adelante. Puedo ver sus manos crisparse a cada lado de su cuerpo. Rodeo el sofá. —Harás lo que te digo, Mia. Eres mía para hacer lo que quiera. El cinturón se quebró en toda mi espalda. —¿Quién tiene el control aquí, Mia? —Tú, papi.

Página

28

Levanto mis ojos a su cara. Forbes podría ser guapo, pero nunca se ha visto más feo que ahora. —¿Golpeas a esas chicas como a mí? Veo sorpresa pasar por su rostro. A pesar de que los dos somos muy claros en el hecho de que Forbes me golpea... nunca antes dije de verdad las palabras en voz alta. Se siente extraño decirlas, pero también me dan poder. —No —responde, con voz fría. Y la fortaleza que sostuve se disipa brevemente y me dan ganas de llorar. El tipo feo de llorar.

Él me golpea porque puede. Porque yo lo permito. Porque soy débil. —¿Por qué yo? —pregunto. Sé por qué, pero la parte sádica de mi quiere que él lo confirme. Se acerca hasta que está justo en frente de mí. No me muevo en esta ocasión. Me quedo en mi sitio, a pesar de que me tiemblan las piernas hasta el punto que me sorprende estar de pie todavía. Si mi acto de fuerza le sorprende, no lo deja ver. Se inclina, cerniéndose sobre mi rostro. Su aliento caliente me quema la piel. Todavía puedo oler a esa chica en él. Quiero vomitar. —Porque tú eres mía, Mia. —Su voz suena como un siseo—. Tú me perteneces. Eres mi otra mitad. Mi pequeña… fácilmente controlable… y jodida otra mitad. Tendría que haber sabido esto ya, pero eso no impide que me haga daño. Escondo el estremecimiento ardiente de dolor que siento porque no quiero que tenga el placer de saberlo. Levanta la mano. Me estremezco. Eso le agrada. Tocando mi mejilla con el más simple de los toques, pasea sus dedos por mi piel y mete mi largo cabello detrás de mí oreja.

Página

29

—Eres realmente hermosa —murmura. Rozando sus dedos por mi cabello y mi espalda, después agarra bruscamente un puñado de mi pelo, tirando de mi cabeza hacia atrás. Mis ojos se humedecen por el dolor. —Tú y yo somos lo mismo, ya sabes. —Su voz es baja y vengativa—. Linda por fuera, pero toda hecha mierda por dentro. Te quería, Mia, por la misma razón que tú me querías a mí. Porque nos reconocemos. El abusado se convierte en abusador. O en tu caso, el abusado solo sigue siendo abusado. Un velo se levanta de mis ojos. ¿Cómo no lo vi antes? Patrón estereotípico. Forbes ha vivido mi infancia. ¿Hasta qué punto? creo que jamás lo sabré. Pero él ha vivido a través del dolor. ¿Su padre también lo golpeaba?

De repente me siento inundada de tristeza por él. Un dolor por el niño que fue. Por la niñez que le fue robada como la mía. Entonces miro al hombre delante de mí, y al instante el dolor se convierte en rabia. Blanca rabia caliente. Él sabe lo que se siente, sin embargo, me lo hace a mí. Él podría haber detenido el ciclo. Solo amándome. Le habría amado de vuelta. Sin dudarlo. Yo le habría entregado todo de mí. Mi corazón. Juntos, podríamos habernos sanado. Pero en cambio, todo lo que me dio fue una co-dependencia, un odio alimentado, una relación abusiva. Y ahora sólo me queda un abismo vacío, alineado con ese odio y resentimiento amargo. Abro mi boca para decírselo… entonces me golpea. Podría haberme alejado... tal vez no caminando, sino corriendo. Debí haber corrido. La simple verdad es que tomé lo único que conocía... Seguí siendo la vieja yo. La que creó Oliver, en lugar de tratar de encontrar una nueva Mia. La verdadera Mia. Porque tenía miedo de intentarlo. La ira de mis propios defectos estalló en mi pecho... agrandándose... comprimiéndome desde adentro hacia afuera. Me siento como si estuviera a punto de estallar bajo la presión. De alguna manera me las arreglo para encontrar mi voz. —Quiero que te vayas. Él estalla en crueles carcajadas. —¿Estas rompiendo conmigo, Mia?

Página

30

Toma todo en mí, pero me obligo a mirarlo a los ojos. —Yo diría que tengo buenas razones para hacerlo, ¿no es cierto? Agarra mi cara, pellizcando mis mejillas con fuerza, y luego empuja mi cabeza hacia atrás. Envuelve su mano alrededor de mi brazo, tirándome directamente de nuevo hacia él. Choco duro con su pecho. —Así que déjame ver si lo entiendo, puedo pegarte cada vez que me da la gana, pero al momento en que me atrapas con mi polla en una puta barata, ¿al parecer haz terminado? Me estremezco por la presión de sus dedos clavados en mi brazo, pero hablo a través del dolor. —No tiene nada que ver contigo teniendo sexo con esa chica. Esta soy yo, finalmente despertando. Algo que debí haber hecho hace mucho tiempo. No voy a seguir siendo tú saco de boxeo, Forbes. Y definitivamente no voy a ser tu puta.

Se ríe en mi cara. Su fría voz, dice—: Tú has sido mi puta desde el momento en que te conocí. —¿Qué pasa cuando te vistes como una puta, Mia? Me muerdo el labio debido a los latigazos, incapaz de hablar a través del dolor. —¡Contéstame! Mi cuerpo salta por la fuerza de su voz. El sudor corre por un lado de mi cara, como las lágrimas que quería arrojar. —Me-me tratan como u-una, ppapi. —Correcto. Finalmente estás empezando a aprender. Algo en mí despierta. Me quedo mirando fijamente a los ojos de Forbes. —¡No soy la puta de nadie! ¡Ahora lárgate de mi apartamento! ¡Ya he terminado contigo! Sus rasgos se llenan de rabia, haciéndolo apenas reconocible. En todo este tiempo, nunca lo he visto tan enojado, esto ha ido tan lejos. Debería estar aterrorizada. No lo estoy. —¿Terminado conmigo? —escupe en mi rostro—. ¿Crees que es jodidamente fácil? ¡No voy a ninguna parte! ¡Y tú tampoco! Azota sus labios contra los míos, al mismo tiempo que inmoviliza mis manos a mi costado. Lo siguiente que sé, mi espalda se presiona contra la pared, su cuerpo duro en el mío, enjaulándome. Estoy atrapada. Siento su erección rápida cavar en mi cadera y mis sentidos al instante me dicen a dónde va esto. Mi corazón se desploma. Oh, Dios, no. No esto. Cualquier cosa menos esto. He sido degradada, humillada y golpeada. Pero nunca violada.

Página

31

No me va a hacer esto. Tengo que luchar. Lo ridículo es que no sé cómo defenderme. El miedo burbujea en mi sangre, la adrenalina agudiza mis sentidos, así que hago lo único que puedo pensar. Muerdo su labio hasta que pruebo la sangre. —¡Tú, maldita puta! Me abofetea con fuerza. Me lo esperaba, pero no el golpe que le sigue.

Mi cabeza rebota en la pared. El dolor explota en todas partes. La luz se distorsiona en mi visión. Forbes me agarra y me pone de pie, luego me golpea contra la pared. Sollozo por el dolor que se desplaza a toda velocidad por mis costillas ya magulladas. Subiéndome la falda, su mano baja mis bragas mientras la otra se clava en mi garganta, apretando fuerte. Sus dedos presionan dolorosamente en mi carne. Una violándome y la otra robándome el aliento. Sin embargo, todo lo que puedo pensar es: ¿Por qué me puse una falda esta mañana? ¿Por qué no escogí unos pantalones? Si yo hubiese elegido pantalones, le hubiera hecho esto más difícil. Tal vez me diera una salida. Algo tan pequeño puede definir cómo va la situación. Probablemente nunca más usaría una falda. Algo pequeño. Insignificante. Pero a mí me importa. Puedo sentir como me apago. Cierro los ojos con fuerza. Calidez. Música. El volar libremente en el cielo azul... Segura. Estoy segura. —Yo voy a follarte algo de sentido—susurra en mi oído—. Necesitas aprender una lección. —Ven a mi oficina, Mia. Es momento de una lección. Los dedos de Forbes áspera y dolorosamente salen de mí, arrastrándome al presente. Por una estúpida fracción de segundo, creo que ha cambiado de opinión, que tal vez no va a hacer esto.

Página

32

Entonces él alcanza la cremallera de sus pantalones. En este momento, es difícil decir lo que siento. Realización, principalmente. Esto de verdad va a pasarme. Va a quitarme la última pizca de dignidad que tengo. Sólo si yo lo permito. ¡Detén esto, Mia! ¡Deja de ser débil y defiéndete! Detén esto y no habrá ningún dolor. No más daño. Nunca más. Forbes está luchando con la cremallera. Sale de mí, sólo una fracción, pero saco el máximo provecho de esa fracción. Usando el coraje que no sabía que tenía hasta ahora, llevo mi rodilla tan fuerte como puedo y lo golpeo en sus bolas.

Emite un sonido de ininteligible agonía. Su mano cae de mi garganta, liberándome ya que ambas manos van a su entrepierna, sosteniendo el dolor que acabo de crear. Ahora ya sabes lo que se siente desgraciado. Me deslizo por desesperadamente.

la

pared,

jadeando

por

el

aire

que

necesito

Forbes se tambalea un poco hacia un lado, la cara llena de dolor, luego se pone de rodillas. Ahora, Mia. ¡Vete! Me muevo. Corriendo por el apartamento. Agarro mis llaves de la mesa, y estoy fuera de la puerta, volando por las escaleras. No me detengo a mirar atrás. La calle es tranquila. Nadie alrededor. Abro mi coche en la carrera hacia él. Cerrando la puerta, mi mano tiembla mientras trato de introducir la llave en el encendido. ¡Mierda! No logro que entre. Por el rabillo de mi ojo, veo que Forbes viene tropezando fuera del edificio, sin apartar las manos de su entrepierna, y no sé si es pura suerte en este momento, pero la llave de repente entra de golpe. Giro la ignición, cambio la marcha, y hundo el pie con fuerza, sacándome de allí. Llego al final de la calle en cuestión de segundos, giro a la izquierda y me apresuro calle abajo. Siento humedad en mis manos cuando alejo el cabello de mi cara. Echándola hacia atrás, la encuentro manchada de sangre. Doy un rápido vistazo en el espejo retrovisor. Mi ceja está abierta y la sangre de la herida corre por mi cara, goteando sobre mi ropa.

Página

33

—Mierda. —Hago una mueca de dolor, al instante sintiendo el dolor del conocimiento. Tengo que limpiarlo, pero no puedo parar. No ahora. No puedo arriesgarme a que Forbes me alcance. Porque lo hará, sin duda, vendrá por mí. Presiono mi manga contra el corte para absorber la sangre y presiono con más fuerza el acelerador, poniéndome en marcha hacia adelante. Antes de darme cuenta, estoy en la I-90 sin la menor idea de a dónde voy.

No tengo a dónde ir. No hay amigos a los que acudir. Ningún familiar. Solo yo.

Conduzco por la I-90 por un tiempo indeterminado. Solo miro hacia adelante, con el pie en el acelerador, poniendo tanta distancia entre mí y Forbes como pueda. Empieza a llover, así que la visibilidad es mala, y mi ojo comienza a cerrarse. No es fácil conducir como estoy, pero con la lluvia a cántaros, voy a tener que detenerme. El pensamiento de parar me aterroriza, pero por el momento, no tengo otra opción. Unos minutos más tarde, veo un cartel de una estación de servicio a un kilómetro y medio. Cuando la salida aparece, la tomo y sigo la carretera. Aparco mi coche en el estacionamiento justo fuera del motel de servicio. Apagando el motor, verifico que mis puertas sigan cerradas, luego, examino mi ojo en el espejo retrovisor. Se ve mal. Meto la mano en la guantera y saco las toallitas húmedas que guardo allí. Es entonces cuando veo mi bolso apoyado en el reposapiés donde lo dejé más temprano. El alivio me llena. Tengo dinero. No hay manera de que pueda regresar a mi apartamento. Cuando Forbes se aburra de buscarme, ese es el primer lugar en el que va a esperarme. Parece que este motel va a ser mi cama por la noche. Dejo mi bolsa en el asiento del pasajero. Los documentos sobre mi madre todavía están allí. Los toco suavemente con mis dedos.

Página

34

Mi celular empieza a sonar, haciéndome saltar. Forbes. Con dedos temblorosos, cancelo la llamada y apago mi celular. Limpio mi cara con las toallitas para las manos. Examinándolo más de cerca, veo que el corte es muy profundo. Voy a necesitar gasa adhesiva. Lo que realmente necesito son puntos de sutura, pero no me siento bien como para coserme en este momento, e ir a la sala de emergencias está fuera de discusión. Puedo vivir con la cicatriz. No es la primera.

Debe haber un poco de cinta en el botiquín de primeros auxilios en el maletero del coche. Siempre preparada. Esa soy yo. No me vendría mal una bolsa de hielo. Voy a ver lo que tiene el motel. Tomo las excesivamente grandes gafas de sol de mi bolsa y me las pongo para cubrir el ojo. No me importa que esté lloviendo. Me cuelgo el bolso en el hombro, abro la puerta y me adentro en la lluvia torrencial. Abro el maletero, consigo el botiquín de primeros auxilios y lo meto en el bolso antes de ir a la recepción del motel. La mujer, una empleada de mediana edad apenas me mira cuando me admite, lo cual es bueno, porque debo parecer fuera de sí, con gafas de sol, empapada hasta mis bragas y sangre en la ropa. Me entrega una tarjeta llave con apenas una palabra, le doy las gracias y me dirijo directamente a la habitación. Deteniéndome en el camino, tomo una lata de refresco de la máquina. Funcionará como una bolsa de hielo improvisada. Abro la puerta y me recibe el hedor de ambientador de aire añejo. Al entrar en la habitación, cierro la puerta a mi espalda, bloqueándola. Me quito las gafas de sol y las pongo en mi bolsa, que dejo caer en la cama cuando me siento. El colchón es duro e incómodo. Descanso la lata de refresco frío contra mi ojo con una sola mano. Con la otra, hundo mis dedos alrededor del borde de la cama y agarro el edredón. Luego, solo lo dejo ir. Lloro las lágrimas que he necesitado llorar toda la noche. No tengo ni idea de cuánto tiempo me siento aquí, llorando, pero cuando agoto mis lágrimas, voy al baño y me quito la ropa. La necesidad de comer y de vomitar es abrumadora en este momento, pero el miedo de salir me mantiene en la habitación.

Página

35

El miedo maneja cada una de mis decisiones en estos momentos. Lavo la camisa manchada de sangre en el lavabo y la cuelgo a escurrir sobre el toallero. Giro el agua caliente y me sumerjo en el torrente. Sólo tengo que conseguir que el olor y el tacto de Forbes salgan de mí, entonces voy a estar bien. Voy a estar bien. Las lágrimas pican mis ojos al recordar lo que me acaba de pasar. Un nudo se aloja en mi garganta, pegado allí como madera seca. Tomo un profundo aliento para detener las lágrimas que comienzan otra vez cuando recojo el jabón del hotel para lavarme con él. Cuando me siento tan cerca de estar limpia como puedo, tomo una toalla y envuelvo mi cabello. Luego mi cuerpo. Odio que no pueda lavarme los dientes. Voy a tener que comprar un cepillo de dientes y pasta en la mañana.

Vuelvo a la habitación y saco el kit de primeros auxilios de mi bolsa. Limpio el corte usando una toallita antiséptica, entonces lo cubro con la cinta. Agarro un par de analgésicos del kit y los trago. Para ser honesta, no quiero ponerme la ropa que llevaba, pero es todo lo que tengo para ponerme. Dejo mis bragas a un lado y solo me pongo el sujetador, envolviendo la toalla alrededor de mi cintura. Subiendo de nuevo en la cama, meto mis piernas debajo de mí mientras miro hacia mi bolso. El contrato “Regalar a Mia” y la dirección de mi madre están todavía ahí. No puedo creer que esté viva. Más aún, que me abandonara con una firma. Sólo así. Presionando un bolígrafo sobre papel, ya no era mi madre. ¿Cómo si quiera funciona? La mezcla de emociones que siento es confusa. Estoy enojada. No, estoy furiosa. Estuvo ahí todo el tiempo, mientras que yo tuve que soportar crecer con Oliver. Me abandonó. Me dejó con él. ¿Sabía la clase de hombre que era en realidad? ¿La verdadera persona con la que estaba dejando a su hija? ¿Voluntariamente sólo se alejó, dejándome allí con ese monstruo de hombre? Tengo que creer que no lo sabía, porque la idea de que lo supiera es muy dolorosa a considerar. No puedo pensar en eso ahora. No quiero pensar en ello. Me han ocurrido demasiadas cosas hoy. Apenas puedo procesarlo. Necesito dormir.

Página

36

Alejando todos los pensamientos de mi mente, estiro una pierna, y usando los dedos de los pies, empujo mi bolsa por el borde de la cama. Apago la luz y trepo bajo las sabanas. Cerrando los ojos, escucho el sonido del tráfico lejano en la interestatal, tratando de concentrarme en eso. Me pregunto si Forbes me está buscando. ¿Qué pasa si me encuentra aquí? Con ese pensamiento, me levanto de la cama, agarro la pesada silla de la mesa, y la arrastro hacia la puerta, apoyándola debajo de la manija de la puerta. Debería haber ocultado mi coche detrás del motel en vez de dejarlo adelante, pero no voy a salir ahora para moverlo.

Por otra parte, estoy muy lejos de Boston. Forbes no creerá que habré llegado tan lejos. Nunca dejo Boston. El pensamiento me pone triste. Nunca he dejado Boston. Ni una sola vez. La vida que tuve existió dentro de los límites de la ciudad. Mientras mi madre vivió toda otra vida, sin mí. Trepando de nuevo en la cama, enciendo el televisor con el control remoto y me enfoco en la pantalla en lugar de centrarme en lo que está pasando en mi propia mente.

Página

37

Dentro de mi cabeza no es un lugar donde quiero estar ahora.

3 Traducido por Snow Q Corregido por Cami G.

Mia Me despierto sintiéndome desorientada. Mi cabeza late, y puedo escuchar un televisor encendido. Me doy cuenta de que estoy en la habitación de motel en la que dormí anoche. Los acontecimientos de ayer me inundan. Forbes trató de violarme. Me agredió sexualmente. Mi madre… está viva. Renunció a sus derechos sobre mí. Me dejó con Oliver. Mi corazón y mi estómago comienzan a arder, dolorosamente. Luego cometo el error de frotar mis ojos. —¡Mierda! Presiono mi cabeza de nuevo contra la almohada y me sobrepongo a la ola de dolor y pena, hasta que todo se asienta en un ardor leve en mi pecho. No me muevo de nuevo hasta que mi vejiga llena me obliga a salir de la cama. Cuando termino de usar el baño, reviso mi ojo en el espejo. Jesús, está mal. Hinchado y negro, mi ojo está inyectado de sangre hasta el infierno. Ni el mejor corrector ocultará eso.

Página

38

Supongo que voy a usar mis lentes de sol por la próxima semana. Tomo un par de analgésicos para aliviar el dolor y regreso de nuevo a la cama. Descansando mi espalda contra el cabezal, comienzo a cambiar los canales. Trato de concentrarme en la televisión e ignorar el ruido y las preguntas en mi mente, pero no funciona. Sé que necesito decidir qué demonios haré. No puedo solo quedarme dentro de una habitación de motel, fuera de la I-90, en Dios sabe dónde. Pero no puedo regresar a mi apartamento, tampoco. O a Boston, si vamos al caso. Forbes estará esperándome. Así que, ¿qué puedo hacer? Podría ir hasta Colorado y encontrar a mi madre.

De ninguna manera. Ella me abandonó. Me dejó con Oliver. Pero no conoces sus razones. Sabes cómo era Oliver. Cuán aterrador era. ¿Qué tal si no tuvo más elección que dejarte? Golpeo mi cabeza contra el reposadero. —¡Maldita sea! ¡No! —murmuro en el silencio. Esto continúa por un tiempo. Pero no importa de qué manera discuta en mi cabeza, no descansaré o seré capaz de seguir hacia adelante hasta que sepa por qué me abandonó. Me comerá viva. Tal vez encontrar a mi madre finalmente me ayude a descubrir quién soy. Darme un cierre o alguna cosa. Y tengo el tiempo libre, la escuela está cerrada por las vacaciones de verano. El tiempo podría ayudarme a descubrir qué hacer con mi vida, y hallarla podría ayudar a encontrarme a mí misma. Desde que Oliver falleció, solo he continuado con la vida que él fijó para mí. Esta es mi oportunidad para ser libre y cambiar las cosas. Ni siquiera tengo que regresar a Boston si no quiero. Sí, tengo mi apartamento ahí, pero no irá a ningún lado, y podría venderlo eventualmente… ¡Mierda! La caridad vendrá hoy para recoger las cosas de Oliver. Busco mi bolso y agarro mi celular. Lo enciendo e ignoro las notificaciones de mensajes y correos de voz de Forbes. Hago una llamada al abogado que está manejando la venta de la casa. Correo de voz. Demasiado temprano para que alguien esté en la oficina. Dejo un mensaje, explicando que he tenido que dejar la ciudad por unos días, y preguntando si pueden organizar que alguien esté allí para permitirle a la caridad entrar a la casa. Cuelgo y apago mi teléfono. La última cosa que quiero hacer es escuchar alguna de las crueles palabras de Forbes. Con un plan en mente, me visto rápidamente, encogiéndome porque tengo que vestir las cosas de ayer. Necesito realizar una parada y conseguir algo de ropa nueva y ropa interior.

Página

39

Ato mi cabello en una cola de caballo, me coloco los lentes de sol, y registro mi salida del motel. En mi coche, escribo “Durango, Colorado” en el GPS. Guau. De acuerdo, así que este será un viaje largo como el infierno. Considero por un momento volar hasta Colorado, pero entonces decido que no quiero dejar rastros para que Forbes me siga. No que crea que los aeropuertos den ese tipo de información, pero Forbes puede ser persuasivo cuando quiere, y simplemente no quiero correr el riesgo dejándole una manera de encontrarme.

Sé que me buscará. Forbes no es la clase de chico que se rinde tan fácilmente en lo que piensa que le pertenece. Y definitivamente cree que soy de él. Regreso a la carretera y conduzco por un par de horas antes de que necesite detenerme por combustible. Mientras, en la estación, le pregunto al dependiente si hay algún centro comercial cerca. Ningún centro comercial, pero me dice que hay un Walmart a un par de kilómetros de distancia. Perfecto. Sigo sus instrucciones hasta Walmart. Me abastezco de vaqueros, camisas, camisetas, pijamas, ropa interior, artículos de tocador y más remedios contra el dolor. También agarro un par de bailarinas. Y una bolsa de gimnasio para guardar todas mis cosas nuevas. Dirigiéndome hasta la caja, pago mis artículos, haciendo una conversación trivial con el cajero. Acabo de abandonar la tienda, bolsas en mano, cuando me doy cuenta que no he conseguido un secador de pelo. Mi cabello es una pesadilla, áspero y absorbe agua como una esponja. Todavía estaba húmedo en la mañana de lavármelo la noche anterior. Estoy a punto de regresar a dentro, cuando el salón de belleza al lado llama mi atención. Antes de siquiera tener la oportunidad de pensarlo, camino hacia él, y entonces estoy sentada frente a un espejo mientras una mujer llamada Shirley me pregunta qué quiero hacer con mi cabello el día de hoy. Parpadeo. —Oh, uh… Mis ojos se deslizan por las muchas fotografías de modelos de cabello en la pared. Entonces me doy cuenta de lo que quiero. Quiero lucir diferente. —Quiero que lo cortes todo. ¿Acabo de decir eso?

Página

40

—¿Todo? —Me mira como si pensara que he perdido la cabeza. Probablemente. Tengo un gran cabello. Es rubio, grueso y bastante largo, pero ahora solo quiero que se vaya. Quiero lucir diferente. Quiero comenzar mi nuevo futuro, con una nueva yo. —Sí. Quiero ese estilo. —Señalo una fotografía de una mujer con cabello corto. Es un estilo de chico. Luce tan hermosa… Tan feliz… Quiero lucir así.

Shriley ladea la cabeza, evaluándome en el espejo. —Bueno, definitivamente tienes la estructura ósea para llevarlo. —Sonríe—. Bien, vamos a lavar tu cabello. Darte tiempo para cambiar de parecer. —No lo haré. Tomo asiento en el sillón y recuesto mi cabeza hacia atrás hasta el lavamanos. —¿Estás de acuerdo en quitarte los lentes de sol, cariño? —pregunta Shirley. Me congelo. Me toma un momento reunir el coraje para elevar mi mano y lentamente retirarlos. Escucho su jadeo, y estoy agradecida de no poder ver la expresión en su rostro. —Échate hacia adelante, cariño. Olvidé colocar una toalla alrededor de tus hombros. Lo hago mientras lo pide. Shirley desliza una toalla alrededor de mis hombros, entonces siento su mano apretar suavemente mi hombro. Se siente como apoyo. Como solidaridad. Trae un nudo a mi garganta. Tal vez ella sabe lo que se siente tener un ojo negro. No es el dolor en el exterior lo que provoca el daño; es el efecto que el moretón tiene en el interior lo que provoca la peor clase de dolor. El ojo negro sana. El dolor nunca lo hace.

Página

41

—Bien, recuéstate hacia atrás —dice Shirley—. Vamos a hacer de ti una nueva mujer.

Una hora después, me encuentro de nuevo en mi coche. Mis compras en el asiento trasero. La nueva yo, adelante. Muevo el espejo para mirar mi nuevo corte de cabello. Mis flequillos caen, colgando en mis ojos un poco, y es solo lo suficiente largo para fijarlo detrás de mí oído, pero es corto. Luzco completamente diferente, justo lo que quería.

Repentinamente, una carcajada burbujea y escapa de mí. Estoy riendo, y no tengo idea de por qué. Entonces, sin advertencia, estallo en lágrimas. Estoy riendo y llorando. ¿Qué demonios está mal conmigo? Tal vez tengo alguna clase de colapso nervioso. Una mujer camina más allá de mi coche, dándome una mirada extraña, y me doy cuenta de que debo lucir como una persona demente, sentada aquí riéndome a carcajadas con lágrimas corriendo por mi rostro.

Página

42

Seco mi cara con mis manos, enciendo mi coche, y comienzo mi largo viaje a Colorado.

4 Traducido por Zöe..&Jessy. Corregido por Val_17

Mia Está atardeciendo. Dos largos días y medio desde que salí del aparcamiento de Walmart, pero finalmente aquí estoy, conduciendo por los límites de la ciudad y entrando a Durango. Estoy entumecida, cansada, hambrienta y más allá del mal humor. Además de las dos noches que pasé en horribles habitaciones de hotel, todo lo que he hecho es conducir. Todo lo que puedo hacer es agradecerle a Dios por la radio. He pasado demasiado tiempo en mi auto, más de lo que cualquier persona jamás debería. Es mi culpa. Podría haberme tomado un poco más de tiempo para llegar aquí, pero abordé la misión de poner tanta distancia entre Forbes y yo como fuera posible. Solo necesito algo de comer, luego quiero recostarme en una cómoda cama y dormir por lo menos por una semana, entonces me pondré mis bragas de chica grande e iré a esta dirección que tengo de Ana Monroe y descubriré si mi madre aún vive allí. Después de eso… No tengo idea.

Página

43

Voy a dejarle eso al destino. Apegándome a la carretera principal, la sigo hasta el centro de la ciudad. Me inclino hacia adelante, lo que estira mi espalda agradablemente, y miro a través del parabrisas para echarle un vistazo al lugar. Es un lugar muy bonito. Pintoresco, con un ambiente hogareño. Puedo ver por qué alguien querría vivir aquí. Por qué mi madre querría vivir aquí. Levantando mis ojos al cielo, veo las montañas al fondo.

Guau. Impresionante. Reclinándome en el asiento, veo un restaurante. Se ve agradable y limpio. Me detendré rápidamente para comer allí, luego encontraré un hotel. Verifico que la carretera esté libre, cruzo y estaciono delante del restaurante. Vuelvo a ponerme los lentes de sol antes de salir del auto. Mi ojo negro todavía se ve notablemente mal. Cierro el coche y estiro mi dolorido cuerpo, luego me dirijo hacia el restaurante. Abro la puerta y entro. Dándole un vistazo, noto que muchas de las mesas están ocupadas, así que rezo por conseguir una mesa rápido. Me saltaría la comida esta noche si pudiera, pero no he comido mucho estos últimos días, y puedo sentir los estragos que esto está causándole a mi cuerpo. Una chica se acerca para recibirme. Es aproximadamente de mi edad, pero quince centímetros más alta, con pelo largo y liso de color castaño. —Hola, bienvenida a Jo’s. Soy Beth, seré tu mesera. ¿Mesa para uno? — pregunta mirando detrás de mí. —Sí. Solo yo. —Sonrío torpemente. Odio el malestar que produce comer sola. Beth toma un menú del recibidor, y la sigo hacia una mesa vacía en el fondo del restaurante. Coloca el menú en la mesa delante de mí cuando me deslizo en el asiento. —¿Qué puedo traerte para beber? —Su lápiz está suspendido sobre su bloc de notas. —Una Coca-Cola Light, por favor —respondo mientras mis ojos escanean de inmediato el menú. Solo quiero ordenar para poder comer rápido y conducir al hotel más cercano—. Me gustaría ordenar la comida ahora, ¿está bien?

Página

44

—Por supuesto. —Sonríe—. ¿Qué te gustaría? —Una hamburguesa con queso y papas fritas. —Nunca se me permitía comer esta clase de comida al crecer. Oliver no lo permitiría, y, por supuesto, Forbes tiene un problema con eso. Dice que ver a una mujer comiendo una hamburguesa grasienta es repugnante. O tal vez sólo verme a mí comiendo una es lo que le disgusta. Esta es la clase de comida que como en privado. Y ahora estoy por hacerlo en público. Locamente emocionante. Trágico, lo sé, pero no menos cierto. —Seguro. —Toma el menú—. Tu comida estará lista en diez minutos. Ya regreso con tu soda.

—Gracias. Um, me preguntaba… si pudieras ayudarme… Me da una mirada curiosa. Me retuerzo un poco en mi asiento para mirarla. —Literalmente, acabo de llegar a la ciudad, necesito un lugar para quedarme, así que me preguntaba si podrías recomendarme un hotel decente. Sus ojos me evalúan, observando desde las gafas en mi rostro hasta las zapatillas en mis pies. Me hace sentir incómoda y tensa. Pego una sonrisa en mi rostro mientras meto los pies debajo de la mesa. —Golden Oaks —dice, colocando el menú debajo de su brazo—. Es el mejor hotel en Durango, por mucho. Está justo en las montañas. Un poco más lejos que la mayoría, pero vale la pena el viaje. —¿Cuánto dura el viaje? —Lo último que quiero hacer es pasar más tiempo del necesario en mi auto. La noto observar mi boca, y me doy cuenta de que estoy tironeando mi labio con mi dedo y el pulgar. Lo hago cuando estoy incómoda, o nerviosa. Lo que ocurre seguido. Dejo mi mano en la mesa. —Son sólo quince minutos, diez si conduces rápido. —Sonríe, y ladea la cabeza. Dejo escapar una pequeña carcajada. —¿Tienes la dirección o el nombre de la calle?, para mí GPS —explico. —Seguro. —Escribe en el bloc de notas en su mano, luego rompe un pedazo y me lo entrega. —Gracias.

Página

45

—De nada. —Sonríe brillantemente—. Ya regreso con esa bebida.

Acabo de comer posiblemente la mejor hamburguesa de mi vida, y ahora estoy de regreso en mi auto, siguiendo las direcciones de mi GPS. Me siento bastante orgullosa de mí misma. Hubo un punto, al cenar, cuando sentí el impulso de comer en exceso una vez que comencé la hamburguesa—el estrés poniéndose al día conmigo y tratando de tomar el control—, pero me contuve y lo resistí. Comí lo que estaba en mi plato, pagué mi cuenta y me fui. Ese fue un gran logro para mí. Nunca he comido así, sin tener que vomitar al instante.

Inclinándome hacia adelante, examino el lugar a través del parabrisas. ¿Dónde diablos estoy? Todo lo que veo no es más que carretera. Y árboles. Y más carretera. Montones y montones de carretera con curvas, subiendo y subiendo, adentrándome más en las montañas. Miro mi GPS comprobando la ruta. Sip, definitivamente voy por el camino correcto, y de acuerdo con esto, debería estar allí en un par de minutos. Sólo que sigo sin ver nada, y ya pasé otros dos hoteles de camino hacia aquí arriba. Realmente comienzo a arrepentirme de no haberme detenido en uno de ellos. Estoy harta de manejar, no quiero quedarme en el medio de la nada, pero Beth, del restaurante, dijo que era el mejor hotel aquí, así que continúo. Un par de minutos después, veo una señal de Golden Oaks. ¡Aleluya! De hecho, elevo un poco mi puño en el aire, estoy así de aliviada. Echo un vistazo al hotel desde la carretera principal. Se ve bonito, y las montañas al fondo hacen que se vea incluso más bonito. Probablemente lo apreciaría mucho más si no estuviera tan exhausta. Giro según las direcciones, y entro en un largo camino de entrada. Con los neumáticos crujiendo sobre la grava, conduzco hasta que el follaje desaparece y el hotel se abre frente a mí. Es más pequeño de cerca. Bonito. Y absolutamente perfecto. Observo el lugar en busca de un aparcamiento señalizado, pero no hay ninguno, así que estaciono junto al ostentoso Mustang rojo, aparcado en el césped junto a la calzada. Se ve como el tipo de auto que uno de los imbéciles amigos de Forbes conduciría.

Página

46

Forbes. Un estremecimiento me atraviesa ante el mero pensamiento de él. Me he asegurado de no pensar en él ni una vez en los últimos días. Mantener el celular apagado realmente me ayudó a lograrlo. Tomando mi cartera del asiento del pasajero, salgo del auto, y me estiro de nuevo. Mi cuerpo se siente entumecido. Sólo necesito recostarme en un colchón suave por un muy largo tiempo. Realmente espero que las camas aquí sean cómodas, porque las dos últimas camas de los moteles fueron horrendas. Rodeando el coche, abro la cajuela y saco mi bolso. La primera cosa que noto acerca de este lugar es lo tranquilo que parece. Nada salvo el sonido de pájaros cantando en el fondo. Pacífico.

Y perfecto. Este lugar comienza a sentirse muy cerca al paraíso en éste momento. Mientras camino más allá del Mustang, bajo la mirada y veo que tiene llamas pintadas por los costados. Oh por Dios. Si alguna vez he visto uno, este auto es un reforzador de penes. Suelto una carcajada y cubro mi boca con la mano. Deteniéndome en el pasillo que conduce a la recepción, le doy un vistazo al lugar. El hotel es una gran cabaña de madera estilo hotel, ubicada sobre andamios que se extienden por un costado donde la colina rueda hacia abajo hasta lo que parecen ser enormes jardines. Mientras miro hacia abajo, noto que el edificio también se extiende hasta donde los andamios lo rodean. Tal vez, es donde viven los dueños. Grandes ventanales reflejan una terraza que da vuelta a la construcción. Faroles iluminan el frente, dándole un brillo cálido, y hay un bonito jardín al fondo por el sendero de entrada hacia el hotel. A medida que me acerco, la fragancia de la amplia mezcla de plantas invade mis sentidos. Me detengo e inhalo profundamente, dejando salir un suspiro contenido. Subo los escalones y el porche hacia la recepción para poder registrarme en este lugar. Una campana suena cuando abro la puerta. Entro y encuentro el lugar desierto. Es tan bonito aquí dentro como lo es por fuera. Un oscuro escritorio de roble está situado justo en frente de mí. A mi izquierda hay una sala de estar abierta complementada con una chimenea apagada, y hay tres sofás de felpa colocados alrededor de la habitación. Se ve tan acogedor. Tengo un buen presentimiento sobre éste lugar. —¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —llamo.

Página

47

No oigo nada por un momento, pero entonces escucho, lo que suena como un elefante saltando por las escaleras. Entonces, casi literalmente, el epítome de todo lo que una chica como yo debería mantenerse alejada atraviesa la puerta ubicada detrás del escritorio de recepción. Delgado. Alto. Tatuado —uno de los tatuajes cubre por completo su brazo. Oscuro cabello castaño, largo, pero no tan largo como para una cola de caballo, largo como el cabello de un surfista y cuelga de sus ojos. Observándome, acomoda su cabello hacia atrás revelando ojos del color del jarabe de arce. Tengo el impulso repentino de comer panqueques. Este tipo es hermoso.

Masculino… De mandíbula fuerte… Todo en él grita hombre. Se ve como el pecado. Como sexo caliente, sucio e increíble. ¡Jesucristo! ¿De dónde vino eso? Nunca pienso en hombres y sexo—o sexo con hombres—de esa manera. Me doy cuenta que lo estoy observando, así que abro la boca y hablo. —Hola. —Humedezco mis labios secos con mi lengua. El Adonis Tatuado no dice nada. Me mira como si fuera un alíen que acaba de aterrizar en su planeta, como si no estuviera seguro de qué hacer conmigo, o por qué estoy aquí. Tal vez cometí un error al venir aquí. Tal vez están cerrados por la temporada, y Beth no lo sabía. Estoy lista para retroceder e irme, cuando él habla. Su voz es tan profunda y masculina como esperaba que fuera. Envía escalofríos por mi piel. —¿En qué puedo ayudarte? —pregunta. ¿En qué puedo ayudarte? Esto es un hotel, ¿verdad? Estoy tentada a salir y revisar el letrero una vez más. —Yo, uh, necesito una habitación. —Me muevo más cerca del mostrador—. ¿Beth, la chica de la cafetería en el pueblo? Me envió aquí. Dijo que tendrías una habitación disponible. Me observa por un largo momento. Comienzo a preguntarme si tengo algo en el rostro, cuando veo que en realidad está mirando mis lentes. Probablemente se pregunta por qué los llevo de noche. Bueno, mejor esto que tenerlo observando mi ojo negro.

Página

48

Baja la mirada hacia el escritorio que tiene adelante. —La tenemos. ¿Por cuánto tiempo quieres quedarte? Casi suspiro de alivio porque estén disponibles. Lo último que quiero hacer es regresar a mi auto. ¿Por cuánto tiempo quiero quedarme? —Um… —Es mi turno de bajar la mirada. Muevo mis pies, pensando. Necesito darme tiempo para encontrar a mi madre. Y si la encuentro, entonces necesitaré tiempo con ella. Eso si ella quiere verme.

Me pregunto por cuánto tiempo rentan habitaciones. Levantando la mirada, digo—: No estoy segura… ¿dos semanas? —¿Me estás preguntando o diciendo? Guau. De acuerdo. Tal vez sea apuesto, pero no es muy amable. En todo caso, ¿qué puedo esperar? Forbes es apuesto—de una forma más clásica que este tipo de aquí—y es el imbécil más grande de todos. Tirando de mi labio inferior con el dedo, trago, luego cruzo los brazos sobre mi pecho, y endurezco mi voz. —Quiero quedarme por dos semanas, y te estoy preguntando si tienes una habitación disponible por ese tiempo. Baja la mirada hacia la hoja de reservas, luego me mira. Sus ojos parpadean más allá de mí antes de volver a mi rostro. —La tenemos. Son ciento setenta y cinco la noche. Sin duda es mucho más caro que los últimos dos moteles en los que me quedé, pero es mucho más agradable, y no es como si no pudiera permitírmelo, cortesía del dinero sucio de Oliver. Y honestamente, ahora mismo pagaría cualquier cantidad de dinero para poder dormir en una cama cómoda. —Eso está bien —digo. Me mira con los ojos entornados, luego traza una línea a lo largo del libro en frente de él. Mete la mano a un cajón, regresándola con una hoja de papel que desliza por la mesa y pone una pluma a su lado. —Llena esto con tu nombre y dirección. Cojo el lápiz. ¿Debería poner una dirección incorrecta como hice en los últimos dos lugares en los que me quedé? No quiero dejar un rastro atrás, en caso de que Forbes me esté buscando. Y combinado con mi nombre, él sabría que fui yo la que estuvo aquí.

Página

49

Por otra parte, no me voy a quedar solo una noche como en esos otros lugares. Y se vería sospechoso si mintiera acerca de donde vivo, y este chico lo averigua. Decido ir con la verdad y escribo mi domicilio real y mi teléfono celular. Forbes no me buscará aquí. Estoy al otro lado del país. A dos mil kilómetros de casa. Cuando termino, le entrego de nuevo el formulario. Mis dedos tocan accidentalmente los suyos. Cálidos, dedos ásperos. Pero suaves. Se sienten bien. Engañosas. Porque las manos de los hombres causan dolor. Dan duras e intensas bofetadas. Ponen ojos negros. Agarran, aprietan, dolor innumerable…

Alejo mi mano rápidamente y la entrelazo con la otra. Con la cara hormigueando, miro la estancia, imaginando la luz de la chimenea. Casi puedo sentir el calor en mi rostro si solo cierro los ojos. —Solo necesito los datos de tu tarjeta y terminamos. No se te cobrará hasta que dejes la habitación. —La voz del Adonis Tatuado me hace volver repentinamente al presente. —Está bien. Saco la tarjeta de mi bolso. Se la extiendo para que la tome, pero me ignora y en su lugar comienza a quejarse con uno de esos dispositivos de tarjetas. Luego me lo entrega sin dirigirme una mirada. —Pon tu tarjeta en… Hago lo que me pide. —Y ahora tu PIN. Cuando acabo, agarra el dispositivo de nuevo, todavía con los ojos en otro lugar. Lo observo con interés mientras él se queda mirando al pequeño aparato electrónico. Es realmente hermoso. Cuando más lo miro, más guapo se vuelve. Nunca he visto a nadie que fuera tan físicamente atractivo como este chico. Apuesto que tiene a las mujeres trepando sobre sí mismas para estar con él. Y creo que sabe exactamente lo apuesto que es. Puedo verlo en la confiada inclinación de su postura, y el aire de indiferencia que emana. Quita mi tarjeta de la máquina, y me la regresa. La deslizo en mi bolsillo trasero. Lo veo tomar una llave de un gancho en la pared. Sale detrás del mostrador. —Por acá.

Página

50

Me agacho para recoger mis cosas, y con mucho esfuerzo, las elevo a mi hombro. Se sienten más pesadas que hace cinco minutos. Debe ser el saber que estoy un paso más cerca de la cama…un paso más cerca de dormir, que ha encendido de verdad la fatiga. —Vamos, déjame llevar esas por ti —dice el Adonis Tatuado, su mano se extiende hacia mí. ¿Está siendo amable conmigo? ¿Por qué? No fue agradable hace unos minutos, y apenas me ha dado una mirada. Y en mi experiencia, los hombres solo son amables cuando quieren algo. No tengo nada que darle a este chico.

Retirando la mano, se rasca la cabeza y me frunce el ceño. —Es mi trabajo llevar tus maletas. No somos el tipo de establecimiento que tiene un botones —dice, entonces sonríe. Una sonrisa del tipo juvenil. Oh, cierto. Estúpida Mia. Levanto los bolsos de mi hombro y se los entrego. Mi cuerpo suspira de alivio. —Gracias. —Sonrío. Una mirada extraña atraviesa su rostro, y entonces frunce el ceño otra vez. Colgándose las maletas al hombro, avanza a grandes zancadas por el pasillo. De acuerdo, ¿cambia mucho de humor? Amable un minuto, de mal humor al siguiente. Al fin y al cabo, ¿no son todos los hombres así? Algunos más que otros. Prácticamente troto para alcanzarlo, entonces el Adonis Tatuado se detiene abruptamente delante de una puerta al medio del pasillo. Tengo que contenerme para no chocar con su espalda. Abre la puerta y entra a la habitación, encendiendo la luz, y colocando mis maletas en la cama. Intento caminar dentro de la habitación, pero no puedo. Mis músculos están congelados. Estar allí afuera, sola en la recepción con él estaba bien, porque era un lugar público. Pero esto… no puedo entrar a esta habitación sola con él. Podría atraparme. La cerradura hace clic. Me doy la vuelta. Oliver balancea la llave en su mano. Con su cinturón en la otra. —Hora de una lección, Mia.

Página

51

Mis ojos inspeccionan los vaqueros del Adonis Tatuado. No lleva un cinturón. ¿Qué diferencia hay? No necesitaría un cinturón para hacerme daño. Hay otras maneras de hacerle daño a alguien. Muchas otras maneras. ¿Por qué entró a la habitación? Para poner tus maletas en tu habitación. Para hacer su trabajo. Este chico no es Oliver o Forbes. Tan solo es un chico que trabaja en un hotel. No va a hacerme daño. No todos los hombres son crueles. Estoy a salvo aquí. Es un hotel. Hay otras personas quedándose aquí.

De hecho, ahora que lo pienso, no he visto otra alma desde que llegué. Solo a él. Y había solo otro auto estacionado afuera. El Mustang —el potenciador de pene—, que podría ser su auto. Oh Dios, ¿ese es su auto? ¿Estoy sola en este hotel con él? Ese es su auto, y estoy sola en este hotel con él. Escalofríos recorren mi espalda. Trato de inhalar profundo, pero mis pulmones no lo permiten. El pánico comienza a tensar mi pecho como una tenaza. Está bien, Mia. Cálmate. Podría haber gente en las otras habitaciones. Es tarde. Podrían estar instalados para la noche. O afuera y regresarán más tarde. Solo porque no haya otro auto estacionado afuera, no quiere decir nada. El Adonis Tatuado se da la vuelta. Ladea la cabeza, dándome una mirada inquisitiva. No puedo culparlo. Me encuentro de pie en el pasillo, actuando por completo como un bicho raro, al borde de un ataque de pánico. Sus ojos recorren mi cuerpo. ¿Por qué me está mirando así? Todos mis sentidos se ponen en alerta máxima. Cruzo los brazos sobre mi pecho y enderezo la espalda, intentando parecer más alta y más confiada de lo que podría tener la esperanza de ser. Puedo cuidar de mi misma ahora. Soy más fuerte de lo que solía ser. Le di un rodillazo a Forbes en las bolas y escapé, ¿no? El Adonis Tatuado camina hacia mí. Mi deseo de salir corriendo se vuelve irresistible. No soy débil. No soy débil. Soy una mujer fuerte.

Página

52

Me obligo a mantenerme estable, y doy un paso atrás para darle espacio para pasar. El Adonis Tatuado se cierne sobre mí. Sabía que era mucho más alto que yo—no es que sea algo difícil, ya que soy de tamaño bolsillo—, pero es mucho más evidente ahora que está más cerca de mí, y sorprendentemente, su cercanía no me enloquece tanto como debería. —Tus llaves —ofrece. Las tomo. —El desayuno se sirve entre las siete y las ocho y media —dice antes de alejarse. Se detiene, y añade—: Y no preparamos la cena, pero hay un montón de restaurantes en la zona. Tengo que preguntar. — ¿Hay otros huéspedes alojándose aquí?

Se detiene y se da la vuelta. —No. No hasta la próxima semana. Hasta entonces, solo somos tú y yo. Estoy bastante segura de que mi corazón acaba de morir en mi pecho. Yo. Sola. Aquí. Con él. No. No. No. No puedo hacer esto. Soy más fuerte de lo que era, pero eso es presionarme demasiado lejos y demasiado pronto. —No te preocupes es totalmente seguro aquí —dice. Supongo que la expresión de absoluto pánico en mi rostro provocó esto—. Tenemos un gran sistema de alarma, y tengo una escopeta. Ya sabes, por si acaso. Un arma. Dios, no. ¿Qué pasaría si aprieto el gatillo, Mia? Cerré mis ojos con fuerza mientras sentía el frío metal presionado contra mi frente. Podía sentir mi cuerpo empezando a sudar. Pero mantuve la calma. Asegurándome de no llorar. Si lo hacía, solamente lo enfurecería. —Moriría, Oliver. El arma se presionó más fuerte contra mi cabeza. —¡Oliver! —gritó—. ¡Sabes que tienes que dirigirte a mí solo como señor o papi! ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? ¿Cuántas lecciones tomará? Mierda. Mierda. Mierda. Soy tan estúpida. El arma se retiró.

Página

53

—Lo s-siento, s-señor, p-papi. —Mi voz temblaba tan fuerte como mi cuerpo, porque sabía lo que vendría después. Y mi miedo fue confirmado cuando oí el familiar chasquido de su cinturón. —Solo bromeo. No tengo un arma aquí. —El sonido de la voz del Adonis Tatuado me trae de vuelta al presente. Necesito estar enferma. El miedo y los malos recuerdos se arrastran por mi piel, poniendo todos los pelos de punta.

Trato de mantener la calma. Permanecer normal. No quiero enloquecer en frente de este tipo, pero se hace cada vez más difícil. Él levanta sus manos en un gesto amable. —Sin armas. Lo prometo. No hay necesidad de ellas, como dije, es un lugar seguro. Respirando por la nariz, tiro de mi labio y meto mi cabello corto detrás de mí oreja. —¿Estás bien? —pregunta, dando un paso hacia adelante. No. Se fuerte. Quédate aquí. Puedes hacer esto, Mia. —Sí. Estoy bien. Su fija mirada en mí es curiosa. No lo puedo culpar. Actúo como una chiflada. —Está bien, bueno si necesitas algo, solo presiona recepción en el teléfono de tu habitación y te conducirá directamente a mí. —Se da la vuelta para irse—. Buenas noches, Mia. —¿Cómo sabes mi nombre? Mira hacia atrás y levanta su ceja. —Lo obtuve de tus datos cuando llenaste el formulario de reserva. Sonríe. En una sonrisa muy bonita. Cálida. Amigable. Me alivia un poco. —Oh, cierto. Sí. —Me rio, sintiéndome un poco estúpida—. ¿Cómo debería llamarte? Sonríe otra vez. —Jordan. Me giro hacia él. —¿Este es tu hotel, Jordan? Se ríe. Es un profundo y masculino sonido que hace que mi estómago de volteretas. —No. Es de mi papá. Está afuera cuidando a mi abuelo en este momento, así que estoy a cargo.

Página

54

—Oh, nada serio espero. —No, solo una cirugía menor, pero está en reposo durante unas cuantas semanas, por lo que papá se ha ido a cuidarlo. Asiento. —Bueno, gracias. Otra vez. —Le sonrío mientras retrocedo y rápidamente me retiro a mi habitación. Cierro la puerta a mis espaldas y caigo contra ella. Respiraciones profundas, Mia. Todo va a estar bien. Y dejando de lado de su brusquedad anterior, Jordan parece un buen tipo.

Sí, pero también lo parecía Forbes. Agarro la silla que está en el tocador, la arrastro hacia la puerta, y la empujo hacia arriba bajo la manilla. No hace daño estar segura. Dando la vuelta, asimilo la habitación por primera vez. Muy bonita. Una cama con dosel decorada con ropa de cama de color beige apoyada contra la pared de fondo. Una gran ventana se sitúa a un lado, y en la pared opuesta hay puertas dobles de cristal. Me acerco a las puertas y abro las cortinas para observar. No puedo ver mucho; solo la entrada y la luz de la luna derramándose sobre los árboles. Le daré un vistazo en la mañana. Vuelvo a comprobar que las puertas estén cerradas, luego cierro las cortinas, incluyendo las que están en las ventanas. Me paro al medio de la habitación. El silencio me congela, y mi mente comienza a trabajar otra vez. El miedo se cuaja en mi interior y me envenena.

Página

55

Y no puedo evitar caminar en línea recta hacia el baño, arrodillarme en frente del inodoro, levantar la tapa, y vomitar.

5 Unas horas antes... Traducido por Diana &CoralDone Corregido por ElyCasdel

Jordan Salgo de la cama. Quitando el condón, ato un nudo en el extremo y lo tiro al bote de basura. Agarro los vaqueros del suelo y empiezo a ponérmelos. —Quédate en la cama conmigo. —La mano de Shawna se cuela por debajo de la sábana y agarra mi mano, tirando de ella. Suelto su mano. —No puedo. Tengo trabajo que hacer. Y necesito hacer la cama. Eso es una mentira. No hay mucho que hacer aquí en este momento. Necesitamos huéspedes para crear trabajo, y actualmente no hay ninguno, por lo que el mundo no se acabará si la cama se queda sin hacer por un poco más de tiempo. Es solo que no quiero quedarme en la cama con ella y abrazarnos. Porque eso es lo que me está pidiendo. No tiene que decir las palabras exactas. Solo sé cuándo se llega a este punto con una mujer. Y ahí es cuando he terminado. No soy del tipo que se acurruca.

Página

56

Yo follo. Fin. Lo sabe. Le dije como sería antes de empezar a tener relaciones sexuales. Como se lo digo a todas. Es una pena que no se molesten en escuchar, sin importar lo mucho que resalto el hecho. Supongo que es hora de ponerle fin a esta pequeña cosa que compartimos. Qué lástima. Era bastante buena en la cama. Me estoy poniendo la camiseta cuando sale de la cama.

La veo caminar hacia mí. Podría estar a punto de terminar con ella, pero eso no significa que no pueda apreciar su hermoso cuerpo, piernas que se extienden para siempre, y pechos que, definitivamente, no son reales. Aun así, no me quejé cuando los tenía en mi boca hace diez minutos. Se presiona contra mí. Sus brazos serpentean alrededor de mi cintura, comienza a besar mi cuello. —Quiero follar otra vez —murmura contra mi piel. Por muy tentador que suene, el hecho de saber lo que sucede dentro de su cabeza —las palabras “Jordan” y “novio”— mantiene a mi chico tranquilo. Podrías pensar que soy un bastardo por tener solo sexo y luego botarla, y de verdad, esa no era mi intención cuando me metí en la cama con ella hace una hora. Pensaba que sucedería un par de veces más. Hasta que quiso ponerse cariñosa conmigo. Por lo general, termino estas cosas de una manera mucho más agradable, pero confía en mí, es más cruel que la dejara salir de aquí pensando que la voy a llamar cuando no lo haré. Siempre soy honesto, por lo menos. Buscando detrás de mí, agarro sus manos. Las desenredo de mi cintura, aprieto sus manos, y luego las dejo ir. Doy un paso hacia atrás, alejándome. —Mira, Shawna, ha sido genial y todo... pero yo diría que hemos terminado aquí. Hace una pausa. Frunce el ceño. Entonces pone esa mirada enloquecida en sus ojos que algunas chicas tienen cuando se dan cuenta de que estás terminando con ellas. La etapa cinco, mirada desesperada. —¿Terminado? —Su voz sale en un chillido. Joder. Realmente no la tenía etiquetada como material de la obsesiva etapa cinco cuando la conocí. Supongo que entendí eso jodidamente mal.

Página

57

De verdad, sería genial no tener a una chica loca en este momento. Aquí vamos... —Shawna... —Froto mi frente, y llevo mis dedos a mi cabello, echándolo hacia atrás—. Los dos sabíamos cómo sería desde el principio. Fui claro en eso. Nunca iba a durar más de unas pocas semanas, y ya estamos mucho más allá de eso. —Ha pasado una semana, Jordan. Joder, ¿eso es todo? se siente como mucho más tiempo. Definitivamente es el momento para deshacerme de ella.

—Mira... —Pongo mi mejor voz de “sensible, pero todavía voy a abandonar tu culo”—. Ha sido divertido, Shawna. Eres divertida. Pero es hora de seguir adelante. Con una mirada directamente desde el diablo, agarra su ropa del suelo y comienza a ponérsela. —¿Divertido? ¡DIVERTIDO! —Su chirrido está perjudicando realmente a mis oídos—. ¡Creí que teníamos algo realmente genial aquí! ¡Pensé que de verdad te gustaba! ¿Ves lo que digo? Nunca. Malditamente. Escuchan. —¿Cuándo he dicho eso? Oh sí, nunca. Pensé que eras caliente, y definitivamente quería acostarme contigo, varias veces. Pero los sentimientos nunca fueron parte de esto. Ni una sola vez. Y de ninguna maldita manera quiero una relación. Ouch. Eso probablemente fue un poco duro. Se acerca y me clava su uña en el pecho. Joder, eso duele. Sus uñas son afiladas. Se sintieron bien cuando rastrillaban mi espalda, pero ahora, no tanto. —¡Eres un maldito hijo de puta! —me grita a la cara—. ¡Y vas a pasar toda tu vida solo y miserable! Vaya, que original, como si nunca hubiera oído eso antes. ¿Por qué todas las mujeres dicen exactamente lo mismo cuando terminas con ellas? Confía en mí, no soy miserable. En absoluto. Viendo lo que mi padre tuvo que pasar...amar a mamá, y luego tener que verla morir... viendo cómo es mi padre ahora... una cáscara vacía del hombre que era...

Página

58

Eso es ser miserable. Nunca voy a hacerme atravesar eso.Me quedo como estoy, gracias. Cuando se trata de mujeres, pongo mi polla dentro y dejo mi corazón afuera. Es la manera más fácil. Me inclino, cerniéndome sobre su rostro. —Shawna, sabías desde el principio que no era nada más que un polvo, así que no actúes toda consternada y de manera injusta ahora. Sabías exactamente con quién te metiste en la cama.

¿Por qué todas las mujeres creen que pueden cambiarme? Soy inmutable. ¿Cuándo van a entenderlo? —¡Jódete! —grita. En realidad me grita. Jesucristo, no soporto las mujeres dramáticas. Nada me enfría más rápido... bueno, aparte de ponerse cariñoso. —¿No es ese el punto? —Sonrío, retrocediendo—. Quieres follar, y yo no. —Estiro mi brazo en dirección a la puerta—. No dejes que la puerta te golpee en el trasero al salir, cariño. Normalmente no soy tan imbécil, pero honestamente, me está haciendo perder la maldita paciencia. Shawna parece como si estuviera dispuesta a golpearme hasta la muerte. Inclinándose, agarra sus tacones, mete sus pies en ellos, y agarra su bolso de la mesa de noche. —Te vas a arrepentir de esto —sisea. —No lo creo. —¡Idiota! —Pasa caminando a mi costado, y pisa fuerte fuera de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Oigo sus tacones sonando por el pasillo, y luego la puerta principal se cierra. Un minuto más tarde, el motor de su auto ruge alto, y los neumáticos giran contra la grava. Bueno, eso salió bien. Paso mis manos por mi pelo, luego camino y agarro algunas sábanas limpias del armario. Deshago la cama y la vuelvo a hacer en dos minutos exactos. ¿Se puede decir que este no es mi primer rodeo?

Página

59

Tengo sexo en las habitaciones del hotel porque no me gusta compartir mi cama. No quiero ir a dormir con el aroma persistente de sexo de la última chica con la que me enganché. Y por alguna razón, las chicas con las que me lío parecen pensar que es romántico tener sexo en una habitación de hotel. No podría ser menos mi opinión. Pero ellas piensan eso, por lo que está bien para mí. Aquí es cuando vivir en un hotel viene muy bien. Envuelvo las sábanas sucias en mis brazos para llevarlas a la lavandería. Supongo que es momento de encontrar una nueva compañera para follar. Sin embargo, primero es lo primero. Ducharme, luego la comida. Estoy hambriento.

Me encuentro masticando un sándwich cuando suena el teléfono. Poniéndolo de nuevo en el plato, agarro el teléfono de la pared, mastico rápidamente y trago mi bocado. Dios, está bueno. Hago un genial puto sándwich. —Golden Oaks —digo, limpiando el sándwich de mis dientes con la lengua. —Jordan, es Beth. Me siento de nuevo en la silla. —Beth, sé que eres tú. Te he conocido toda mi vida, así que puedo decir con seguridad que reconozco tu voz en el teléfono. Se ríe. —Me parece justo. De todos modos, llamo para decirte que he enviado un turista. —Ah, muchas gracias. Eres buena para mí. —Sé que lo soy. Demasiado buena. Y Jordan, el turista es una chica. Y es bonita, muy bonita. Así que trata de mantenerlo en tus pantalones, ¿de acuerdo? Tu padre necesita el negocio, y follando a los huéspedes, y luego follándolas otra vez, no predice nada bueno. —!Jesús, Beth! Una vez. ¡Pasó una maldita vez! Y nunca me dijo que era casada. —¡Una! —dice riendo—. Deja al marido enojado a un lado, y puedo contar sin pensarlo en al menos diez mujeres con las que estuviste en lo que va de año, y estamos apenas en julio. —¿Diez? Vamos eso es un poco exagerado. Se ríe, una vez. —Trababa de ser amable con esa cifra. Hago cálculos rápidos en mi cabeza.

Página

60

Bueno, tal vez tiene razón. —Lo que sea —murmuro—. En realidad me siento un poco insultado si crees que las mujeres salen de aquí, sin nada bueno que decir después de un viaje con Jordan Matthews. —No hables de ti mismo en tercera persona, me enloquece que hagas eso. Y sí, una vez que metes la polla en una mujer, no termina en una canción de felicidad. Eres impresionante cortejando. Simplemente no al final. —Yo no cortejo. No estamos en el siglo diecinueve. Yo follo. Y lo hago maravillosamente. De ahí por qué las mujeres siguen viniendo por más. ¿Y

puedes dejar de hablar de mi polla? En realidad estás empezando a excitarme, y eso me está volviendo loco. —¡Ugh, Dios! Está bien, vamos a terminar la conversación aquí. Solo deja a la linda turista en paz. —Pareces demasiado exigente con esta. ¿Me estás advirtiendo por otra razón? ¿Tal vez porque la quieres para ti? —¡Jordan Matthews! —me regaña, haciéndome reír. —Uno, no está interesada en las mujeres. Me di cuenta. Y dos, es demasiado bonita si sabes a lo que refiero. —No. En realidad no —digo inexpresivo—. No hay tal cosa como demasiado bonita. —Sí, lo hay. Es el tipo de bonita que viene con una etiqueta de advertencia. Esta chica es problemas. Mira, me tengo que ir. La cafetería está llena, y mamá me está disparando dagas con la mirada. Sé bueno, por mí. Y si no es por mí, por tu papá. El realmente podría apañárselas sin el lío después de todo lo que ha sucedido. Mi espalda se pone rígida. Su crudo recordatorio es como una fuerte bofetada en la cara. Probablemente una que necesitaba. —No dices nada... ¿sobrepasé la línea? —dice en voz baja. —No —suspiro—. Dijiste lo que necesitaba oír. Me portaré bien, lo prometo. —Solo te cuido porque te quiero, lo sabes. —Lo sé. Y tú eres la única mujer que puede decirme eso sin hacerme huir. —Eso es porque no he dormido contigo. —Y eso es porque tú, Beth Turner, eres una chica inteligente. —Sí. Eso, y el hecho de que soy lesbiana.

Página

61

Me río. —Bueno, sí. Eso también.

Quince minutos después, escucho que llega un auto. Será la turista ardiente. Voy a mostrarle a Beth que soy completamente capaz de mantenerme a raya en torno a una chica bonita.

Mi polla no me gobierna. Y de todos modos, el hecho de que Beth piensa que es bonita, no significa que yo lo haré. Podría ser jodidamente fea. O por lo menos, su cara. Nah. ¿A quién estoy engañando? Si Beth cree que es bonita, entonces definitivamente yo también. Tenemos el mismo gusto por las mujeres. Unos minutos más tarde, escucho el timbre en la puerta principal. Tiempo del espectáculo. Saco mi culo de la silla y comienzo a subir las escaleras. Cuando voy de camino, oigo su voz llamado. —¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —Por Dios, dame un minuto —murmuro. Tomo el resto de las escaleras de dos en dos, moviéndome rápidamente por la oficina, salgo a la recepción, y... No me jodas. Maldición. Joder. Joder. La chica mássexy que he visto en mi vida está de pie delante de mí. La. Más caliente. Jamás. Beth llamándola bonita era un eufemismo. Un gran eufemismo. Es impresionante. Y estoy tan completamente jodido.

Página

62

Es extraño, porque suelo ir por las chicas altas. Me gustan las piernas largas, pero esta chica es muy pequeña. Yo le daría un metro sesenta como máximo. Con un metro ochenta y ocho, soy casi treinta centímetros más alto que ella. Y sus pechos son más pequeños de los que generalmente me gustan. Su cabello es rubio y corto. Con un corte estilo chico. Se parece un poco a Campanita. Normalmente prefiero el pelo largo en las chicas, algo en lo que envolver mi mano mientras las follo. Pero esta chica, que es más o menos lo contrario de todo lo que a menudo busco, logró que mi polla se ponga dura como una piedra con solo mirarla. Nunca. Sucedió. Antes. Por lo general, necesito que estén desnudas, o por lo menos tener un poco de trabajo manual primero.

Es como el mejor trabajo manual que puedo ver. En serio, creo que si solo pone un dedo sobre mí voy a correrme en mis pantalones, y eso no ha sucedido desde el séptimo grado cuando estaba con Katie Harris en el armario de deportes. Dos tirones y había terminado. No es uno de mis mejores momentos, pero en mi defensa, Katie fue la primera chica en tocar mi polla. Solo agradezco mi buena suerte en este momento, porque el escritorio de la recepción es lo bastante alto para ocultar la masiva erección que tengo ahora. —Hola —dice. Su lengua se mueve rápidamente para humedecer sus labios. Jesús, tiene la boca más dulce. El tipo de labios rojo cereza que quieres chupar. El tipo de labios que quiero ver chupándomela. Ojalá pudiera ver sus ojos. Los ojos son mi otra cosa aparte de las piernas. Me gustan grandes, pero lleva enormes gafas de sol. Odio cuando las mujeres hacen eso. Si esta soleado, te pones las gafas de sol. No a las ocho de la maldita noche. Dándome cuenta de que no he dicho ni una palabra en respuesta y no he hecho nada más que quedarme mirando a esta chica por una cantidad increíble de tiempo encuentro mi voz y pregunto—: ¿En qué puedo ayudarte? Hay varias formas en la que puede contestar esa pregunta. Una la involucra diciéndome que la doble sobre el escritorio de la recepción y… —Yo, uh, necesito una habitación. Jesús, su voz es tan dulce como melaza ligera. Mi pene se retuerce, pulsando fuerte contra mis, ahora, increíblemente ajustados vaqueros. Necesito que esta erección desaparezca. Puedo hacer esto, mi pene no me controla. Yo tengo el control aquí.

Página

63

Piensa en ser el novio de una chica, Matthews. La etapa cinco desesperada de antes… Y ahí vas. Chico abajo. Chica caliente se para cerca del mostrador y pone sus bolsas en el suelo. Huele bien. Como una mezcla de vainilla y perfume caro. Quiero acercarme e inhalar. Y posiblemente, lamerla.

Humedece sus labios otra vez antes de hablar. Es realmente distractor. —¿Beth, la chica de la cafetería en el pueblo? Me envió aquí. Dijo que tendrías una habitación disponible. Despego mis ojos de sus labios y me quedo mirando esos horribles lentes de sol. Todo lo que consigo ver es mi propio reflejo. Lo que no es algo malo, solo que en serio quiero verla sin ellos puestos. Me pregunto si se ofendería si alargo la mano y se los quito. Aclarando mi cabeza y mi garganta le digo—: La tenemos. ¿Por cuánto tiempo quieres quedarte? —Um. —Agacha la cabeza y cambia el peso en sus pies—. No estoy segura… ¿dos semanas? Dos semanas. Es justo la clase de dinero que necesitamos en estos momentos. Si puedo mantener mis manos lejos de ella, claro está. —¿Me estás preguntando o diciendo? Vaya, soné como un completo idiota. Se ve incómoda. Y yo me siento como la mierda. ¿Qué diablos está mal conmigo? Levanta su mano y empieza a tirar de su labio inferior, en realidad es un poco caliente mirarla tirar de ese labio. Definitivamente me enciende de nuevo. Bien, de nuevo es probablemente la palabra incorrecta ya que no he estado “apagado” desde que le puse los ojos encima. Liberando su labio, el que desde luego quiero chupar, cruza los brazos. — Quiero quedarme por dos semanas, y te estoy preguntando si tienes una habitación disponible por ese tiempo.

Página

64

Alejando mis ojos, bajo la mirada hacia la hoja de reserva. Como si tuviera que revisarla. Por supuesto que hay una habitación libre por dos semanas. No tenemos ninguna reserva hasta el próximo mes, y eso son los Perry, quienes se quedan todos los años por su aniversario. Solo necesitaba un respiro antes de hacer algo estúpido, como ligar con ella. Dios, quiero acercármele tanto. Aclara tu cabeza, Matthews. No ligues con la turista caliente. Puedes hacer esto. Muy bien. La voy a poner en Vista al Lago. Es la habitación más cara que tenemos. Y la mejor. El tipo de habitación en la que una chica como esa debería quedarse.

Y a juzgar por el llamativo Mercedes que puedo ver parqueado afuera, supongo que puede más que permitírsela. También es la única habitación en la que no he tenido sexo. No es como que importe en lo que respecta a ella, pero mamá y papá pasaron su primera noche de casados en Vista al Lago. Es por eso que me mantengo alejado de ahí. —La tenemos —le digo—. Son ciento setenta y cinco la noche. —Eso está bien —responde. Ni siquiera parpadea. Como pensé. Forrada. Me pregunto si es el dinero de papá, o tal vez tiene un esposo. No parece lo suficientemente mayor para estar casada, pero quien sabe la edad de las mujeres en estos días. A principio de este año, me follé a una chica que lucía de veinte, pero tenía treinta. Las maravillas de la cirugía plástica. Echo un vistazo rápido a su dedo anular. Vacío. Recogiendo una pluma, marco la semana. Saco un formulario de la gaveta para que lo llene con sus datos, y se lo deslizo a través del escritorio, poniendo la pluma que acabo de usar a un lado. —Llena esto con tu nombre y dirección. Recoge la pluma. Me doy cuenta de que su mano está temblando. Raro. ¿Está nerviosa o tiene miedo? No hay una maldita razón por la que habría estado asustada, así que apuesto a que está nerviosa. Ahora, ¿por qué una chica caliente como ella estaría nerviosa a mí alrededor? Solo una razón. Quiere un pedazo. Siempre lo hacen. Oye, no soy un bastardo arrogante. Solo estoy consciente de cómo me veo. Y a la mayoría de mujeres les gusta cómo me veo. De acuerdo, a todas las mujeres les gusta como veo. Es el cabello y los tatuajes. Les gustan los chicos malos, y yo soy malo. ¿Qué puedo decir?

Página

65

Pero esta chica no es de mundo. Lo puedo decir. No tiene experiencia, por lo tanto los nervios. Tal vez es virgen. Nah, no puede ser virgen viéndose así. Termina de llenar el formulario y me regresa el papel. Sus dedos rozan los míos en el intercambio. Arranca su mano hacia atrás como si tocarme a mí es un gran no-no. Raro. Las mujeres usualmente no pueden esperar para poner sus manos sobre mí. Bajo la mirada hacia su nombre en el papel en mi mano.

Mia Monroe. Eh. Como Marilyn Monroe, pero no. No acabo de decir eso en voz alta, ¿no? Le arrojo una mirada. Está contemplando la sala de estar. No, creo que no lo hice. Gracias a la mierda por eso. —Solo necesito los datos de tu tarjeta y terminamos. No se te cobrará hasta que dejes la habitación. —Está bien. —Se inclina por su bolso. Aprovecho la oportunidad para inclinarme sobre el mostrador y mirar su trasero. Bonito. Muy bonito. No debería haber mirado, porque me estoy poniendo duro otra vez. Se endereza con su tarjeta en la mano. Tecleo la cantidad y le paso el dispositivo de la tarjeta. —Pon tu tarjeta en… y ahora tu PIN. Tomo el dispositivo de vuelta y espero hasta que suena. Cuando está hecho, saco su tarjeta de la máquina y se la entrego. Me doy cuenta de que se asegura de no tocarme esta vez. Mete la tarjeta en el bolsillo trasero de sus vaqueros. Por un momento, desearía ser esa tarjeta. Agarro la llave de Vista al Lago y salgo de atrás del mostrador. —Por aquí. Se agacha para tomar su equipaje y lentamente lo lleva hasta su hombro. Ahí es cuando me doy cuenta de lo cansada que luce.

Página

66

Aquí estoy, echándole un ojo como un gran idiota, y la chica está exhausta. Me siento como un completo imbécil. Mi mamá me crió mejor que eso. —Vamos, déjame llevar esas por ti. —Estiro la mano para tomar su equipaje. Duda. Sus dedos se curvan alrededor de las correas, sujetándolas con fuerza. ¿Qué cree que voy a hacer? ¿Huir con sus cosas? Retirando mi mano, me rasco la cabeza. —Es mi trabajo llevar tus maletas. No somos el tipo de establecimiento que tiene un botones. —Sonrío, para no parecer tan idiota. Es un huésped que está pagando, después de todo. —Gracias —dice, en esa dulce voz.

No habla mucho, pero cuando lo hace… es efectivo. Luego sonríe. La llamé impresionante antes. Me retracto. Con esa sonrisa, no es nada menos que hermosa. No creo que me haya referido a una mujer como hermosa antes. Ahora, esa es una primera vez. Si puede lucir así de hermosa con esas enormes gafas horribles que cubren lo que imagino es la mejor parte de su rostro, entonces solo puedo imaginarme como se ve sin ellos. Y como se vería debajo de mí. Desnuda. Deslizo sus bolsos sobre mi hombro y me alejo a grandes zancadas en dirección a Vista al Lago. No puedes tener sexo con ella, Matthews. Mi polla, por supuesto, no está de acuerdo. Sí, mi pene está totalmente seguro de que puedo follar a esta chica por dos semanas seguidas y no aburrirme ni una vez. ¿A quién estoy engañando? Me aburriría después de una semana. Duré ese tiempo con Shawna y tiene unas enormes tetas y piernas larguísimas. Pero incluso con esos atractivos, se encontraba lejos de ser tan caliente como Mia Monroe. Caliente o no. No tengo el poder de permanencia. Y ahora mismo, el dinero es más importante. Y probarle un punto a Beth, por supuesto. Llego y me detengo afuera de Vista al Lago. Desbloqueo la puerta, enciendo las luces y entro, dejando su equipaje en la cama. Cuando me doy la vuelta, veo que todavía está de pie en el pasillo.

Página

67

Todo acerca de su lenguaje corporal grita tensión. Mis ojos parpadean a sus manos. Están temblando de nuevo. ¿Qué está mal con esta chica? Pensé que era porque se sentía caliente por mí, pero no, no es eso. Es algo más. Envuelve sus brazos alrededor de su pecho y endereza la espalda. Con cuidado, me acerco. Da un paso hacia atrás para dejarme pasar. —Tus llaves. —La sostengo para ella, dejando una distancia entre nosotros. Liberando una mano, me la quita.

Y ahora soy yo el que se asegura de no tocarla en este intercambio. A pesar de que quiero, algo me dice que en este momento no debería. —El desayuno se sirve entre las siete y las ocho y media, y no preparamos la cena, pero hay un montón de restaurantes en la zona —agrego, recordando el resto de mi discurso. —¿Hay otros huéspedes alojándose aquí? —Su voz suena pequeña. Me vuelvo hacia ella. —No. No hasta la próxima semana. Hasta entonces, somos solo tú y yo. La expresión de su rostro me asombra. Se ve aterrada. ¿Qué demonios? Por Dios, no es como que somos el Hotel Overlook1. —No te preocupes es totalmente seguro aquí. —Me siento obligado a decir—. Tenemos un gran sistema de alarma y tengo una escopeta. Ya sabes, por si acaso. —Le guiño mientras me rio. A la mención de una escopeta, su cuerpo se pone rígido y se ve como si estuviera a punto salir corriendo. O vomitar. De acuerdo, supongo que eso no fue lo que debí decirle. —Solo bromeo, no tengo un arma aquí. Eso es una pequeña mentira. Si tenemos armas. Mi papá solía ser policía, por lo tanto, él todavía tiene escopetas y rifles de caza. Soy bastante bueno. Papá me enseñó cuando era un niño, pero creo que es mejor si no lo sabe. Levanto mis manos vacías, las palmas abiertas, tranquilizándola. —Sin armas. Lo prometo. No hay necesidad de ellas, como dije, es un lugar seguro. Tira de su labio de nuevo. Luego pasa sus dedos alrededor de su oreja, metiendo su cabello corto detrás de ella. Veo que su mano está temblando de nuevo. —¿Estás bien? —Doy un pequeño paso adelante.

68

No suena como si lo estuviera, pero no presiono. No es de mi incumbencia.

Página

—Sí. Estoy bien.

—Está bien, bueno si necesitas algo, solo presiona recepción en el teléfono de tu habitación y te conducirá directo a mí. Buenas noches, Mia. — Doy un paso hacia atrás, listo para irme. Frunce el ceño. —¿Cómo sabes mi nombre? 1

Hotel embrujado, perteneciente a la película El Resplandor.

Maldita sea, debí haberla llamado señorita Monroe, pero algo acerca de ella se siente familiar como si siempre debería de llamarla Mia. Y ahora sueno como un desesperado. Genial. —Lo obtuve de tus datos cuando llenaste el formulario de reserva. — Sonrío —Oh, cierto. Sí. —Se ríe un poco, y me golpea directamente en el pecho dejando una plenitud hormigueando ahí. ¿Qué demonios? —¿Cómo debería llamarte? —pregunta. Hay un millón de maneras diferentes en las que podría responder a esto, ninguna de ellas inocentes. Apoyo mi hombro contra la pared y meto mi mano en mi bolsillo. — Jordan. Se voltea y me imita, envolviéndose con sus brazos. —¿Este es tu hotel, Jordan? —Mi nombre suena increíble en sus labios. Dejo salir una carcajada. —No. Es de mi papá. Está fuera cuidando a mi abuelo en este momento, así que estoy a cargo. —Oh, nada serio espero. —No, solo una cirugía menor, pero está en reposo durante unas cuantas semanas, por lo que papá se ha ido a cuidarlo. Asiente con su hermosa cabeza. —Bueno, gracias. Otra vez. —Sonríe una vez más antes de desaparecer en la habitación. La puerta se cierra. Oigo el clic del seguro. Me apoyo contra la pared.

Página

69

Así que tengo a una chica muy caliente, nerviosa en un minuto, amistosa al siguiente, en mis manos con la que no puedo tener sexo bajo ninguna circunstancia. Debería ser interesante. Sintiéndome insatisfecho…pero satisfecho de que mi único huésped que paga está lista por la noche, me despego de la pared y me dirijo escaleras abajo para alimentar a mi otro huésped. Es más en realidad un residente que un huésped. Los huéspedes suelen irse, pero ahora, ha sido un elemento permanente aquí por más de un año. Funciona como un gran sistema de alarma, pero es baboso y peludo y es el único al que he dejado dormir en mi cama. Es una boca que podríamos no

alimentar, pero cuando apareció en nuestra puerta como un cachorro hambriento hace poco más de un año, no pude echarlo. Así que lo conservamos y ahora tenemos un perro. Un maldito perro gigante. Voy a la cocina y saco su plato limpio del escurridor. Agarro una lata de su comida favorita de la despensa y la vacío en el recipiente. Jesús, esta cosa apesta. La mezclo con sus galletas como le gusta y lo llamo. —Dozer, la cena esta lista. Escucho sus enormes patas golpeando contra el suelo mientras hace su camino desde nuestro salón privado en el pasillo. Viene disparado a través de la puerta de la cocina abierta directamente a mis piernas, casi tirándome. —¡Jesucristo, Dozer! —gruño, estabilizándome en el mostrador. —Bulldozer2. —Me rio, sacudiendo mi cabeza. Recojo su cuenco y cruzo la cocina. En el camino, agarro una cerveza del refrigerador. Enciendo las luces de afuera y abro la puerta trasera, dejando que Dozer salga. Pongo su cuenco sobre el escalón y su nariz va directamente hacia él. Me siento en el escalón a su lado y tomo un trago de mi cerveza. —Tenemos un huésped, Dozer, y es caliente, muy caliente, pero frívola, así que no olfatees a su alrededor, no queremos asustarla. Y tu horrible hocico sin duda la asustaría. Dozer levanta su cabeza y me da una mirada sucia y gruñidos. —¿Qué? —Rio. Luego se tira pedos. —¡Maldito infierno, Dozer! —Entierro mi nariz en mi brazo—. ¡Eres un cabrón apestoso! Apuesto que has hecho eso a propósito. No hay ninguna manera de que vayas a dormir en mi cama esta noche después de eso.

Página

70

Trato de no reírme porque reírse significa inhalar, y los pedos de ese perro son asesinos. En serio. Dozer me empuja con fuerza con la cabeza, golpeándome un costado. Empieza a subir en mí, empujando mi cabeza con su hocico húmedo. —¡Déjame, maldito perro loco! —Estoy sin aliento, riendo, lo que significa inhalando, y ahora tengo arcadas—. Jesús, Dozer, apestas. De acuerdo, está bien, me retracto, puedes dormir en mi cama. Ahora déjame en paz. —Lo empujo. 2

También llamada excavadora. Especie de tractor de gran tamaño que se usa principalmente para mover masas de tierra.

Satisfecho porque ha ganado, se baja de mí y vuelve a su comida. Sentándome, tomo mi cerveza. —Perro loco —murmuro, riendo entre dientes. Tomo otro trago de mi cerveza y me inclino hacia atrás. Estiro las piernas y miro hacia el cielo nocturno. Esta noche va a ser una larga noche, sabiendo que tengo a la diosa del sexo escaleras arriba, en una de mis camas y no hay una sola cosa que pueda hacer al respecto. Y la única persona con la que estaré compartiendo mi cama es Dozer y sus pedos, maravilloso. Apuesto a que Mia duerme en esos sexys camisones. Los transparentes. Sin ningún tipo de ropa interior. ¡Maldita sea el infierno! Van a ser dos malditas largas semanas. Voy a tener que encontrar a alguien más para mantenerme ocupado por el tiempo que Mia esté aquí para asegurarme de mantener mis manos fuera de ella. Alguien sencillo y fácil. No será difícil de encontrar. Siempre hay un montón de chicas aquí de vacaciones con su familia aburridas y con necesidad de entretenimiento. El tipo de entretenimiento que soy perfecto en proporcionar. Iré hasta Mountain Resort mañana y encontraré una nueva compañera de follada.

Página

71

Con ese pensamiento en mente, entro para tomar una ducha fría y conseguir pasar el resto de la noche.

6 Traducido por Eni Corregido por mariaesperanza.nino

Mia Ruido. Alguien está gritando. —Shhh —gruño, enterrando la cabeza en la almohada. Aún escucho los gritos. —¿Qué demonios…? —Me doy la vuelta, parpadeando para abrir los ojos ante la tenue luz que entra por las cortinas. ¿Quién está gritando? Viene de afuera. Mi corazón se detiene. Forbes. ¿Me encontró? Mi pulso comienza a retumbar, poniendo mi cuerpo en alerta máxima. Me siento erguida en la cama, y escucho. Definitivamente es la voz de un chico…pero no, no es Forbes. Reconocería su voz en cualquier lugar. Respiro aliviada, acostándome de nuevo. Me imagino que debe ser Jordan. Me pregunto por qué estará gritando.

Página

72

Le echo un vistazo al reloj, veo que son las diez de la mañana. Alcanzo el vaso de agua de la mesa de noche y tomo un sorbo. Mi garganta está irritada. Fui dura conmigo anoche. Miro mi mano derecha, la mano que me ayuda a purgar todo el dolor y el enojo hacía mi misma. Está irritada y tengo picazón. Froto mis dedos sobre los callos de mis nudillos, tratando de aliviar la picazón. Son causados por el agarre de mis dientes en la piel; años y años de provocarme el vómito ha causado esa marca. Estoy pensando en conseguir alguna crema de mi bolso para aliviar la comezón cuando oigo a Jordan gritar otra vez.

La curiosidad es más fuerte que yo, así que me bajo de la cama y camino hacia las puertas corredizas, agarrando mis gafas de sol en el camino, y poniéndomelas, ruedo las cortinas, le pongo el seguro a la puerta, y salgo al porche. La primera cosa que veo es el lago. Supongo que por eso la habitación se llama Vista al Lago. La vista es hermosa. Jordan grita otra vez, tan inesperadamente y tan fuerte que casi salto fuera de mi piel. Él está mucho más cerca de lo que creía. Con el corazón acelerado, me acerco a la barandilla y me inclino para descubrir que está gritando. Mis ojos encuentran a Jordan a unos veinte metros de donde estoy. Me está dando la espalda. Lleva unas botas de trabajo negras, vaqueros azul oscuro, y una camiseta de manga corta que muestra perfectamente los contornos definidos de sus hombros y brazos. Lleva una mano hacia su cabello. Los músculos de su brazo se flexionan bajo sus tatuajes mientras pasa sus dedos a través de sus mechones negros. Su cabello se ve tan suave… Una imagen de mí pasando mis dedos a través de su cabello destella por mi mente. Parpadeo para liberarme. Se gira un poco en mi dirección, llevando las manos a su boca, las pone alrededor y grita, lo que creo que dice es—: ¡Dozer! —¿Está todo bien? —grito. —¡Joder, Jesucristo! —Se voltea con las maños empuñadas en sus costados—.¡Me diste un susto de muerte! —Lo siento. —Doy un paso atrás desde la barandilla, pero continúo sosteniéndola. Mis ojos apuntan a sus puños cerrados—. Yo solo, eh, te escuché gritando. Quería asegurarme de que todo estuviera bien. —Mi boca está seca por los nervios, así que humedezco mis labios con mi lengua.

Página

73

Sus ojos parpadean hacia abajo a sus manos, luego de regreso a mí. Veo que sus manos se relajan, y flexiona sus dedos. —Lo siento, sí, eh… —Mira sobre su hombro, luego de nuevo a mí—. No puedo encontrar a mi perro. ¿Tiene un perro? Amo a los perros. Nunca tuve uno, y siempre lo quise. —Lo dejé salir temprano, y ahora no está. Nunca ha desaparecido de esta manera. Nunca se aleja del hotel. Suena realmente preocupado.

—¿Necesitas que te ayude a buscarlo? —Las palabras salen de mi boca antes que pueda tener la oportunidad de considerarlas. Jordan mete las manos en sus bolsillos traseros y baja la mirada a sus botas. Parece estar contemplando mi oferta. Yo también. ¿Qué diablos me poseyó para decir eso? Jesús, ¿estoy así de dañada que el pensamiento de pasar un poco de tiempo con este chico aparentemente bueno para ayudarle a encontrar a su perro es tan difícil de comprender? Sí. Sí. Absolutamente lo estoy. Liberando una mano, Jordan retira el cabello de su rostro, inclina la cabeza hacia atrás y me mira. —Seguro. —Asiente—. Si no te importa. No es como si ahora pudiera retractar mi oferta. —Claro que no me importa. —Sonrío, ignorando la punzada de nervios en mi estómago—. Solo dame un minuto para cambiarme y estaré abajo. Me retiro de nuevo a mi habitación, cerrando la puerta corrediza detrás de mí. Me quedo inmóvil por un momento, cierro mis ojos y tomo un respiro profundo, tranquilizando mi respiración. Puedo hacer esto. Luego abro los ojos y me cambio rápidamente, me pongo unos vaqueros y una camiseta. Cepillos mis dientes, y deslizo mis pies en mis zapatillas de deporte, paso los dedos por mi cabello para arreglarlo, la belleza del cabello corto, y me pongo mis gafas de sol. Camino rápidamente a través de la recepción y salgo por la puerta principal. Camino alrededor del hotel y encuentro a Jordan un poco más adelante. Corro hacia él. —¿Aún no has tenido suerte? —No. —Empuja su cabello hacia atrás, dejando al descubierto sus ojos.

Página

74

Jarabe de arce. Impresionantes. —Nunca desaparece así —reitera. —No te preocupes, lo encontraremos. ¿Cómo se llama? —Dozer. Un nombre interesante. —¿Dónde quieres que busque?

Señala el bosque que está delante de nosotros. —He buscado en todas partes. Normalmente él no iría allí solo, no es realmente valiente en el bosque, pero tal vez estaba cazando un conejo o algo… —Su voz se desvanece. ¿Quiere que vaya allí? Con él. La ansiedad se apodera de mi pecho como un vicio. Hay algo acerca de la combinación de la soledad entre el bosque y Jordan que no se siente bien. Deja de ser una cobarde. —Está bien. —Trago con fuerza—. El bosque será. Caminamos en silencio al lado del otro en dirección a los árboles. —¿Qué raza de perro es? —pregunto, tratando de mantener ocupado a mi cerebro hiperactivo. —Un mastín, ¡Dozer! —grita, cuando pasamos a través de los árboles. Imitándolo, pongo las manos alrededor de mi boca y grito—: ¡Dozer! Mi voz hace eco a través de los árboles, persiguiendo el eco de Jordan. Ambos escuchamos por un sonido en respuesta en forma de ladrido, pero no se escucha nada. Caminamos un poco más lejos mientras Jordan y yo continuamos tomando turnos para llamar a Dozer. Después de unos pocos minutos de caminar y no tener señal del perro, escucho el sonido del tráfico. —¿Estamos cerca de una carretera? —pregunto. La mirada en su rostro, comprensión, luego pánico completo. Me hace entrar en pánico.

Página

75

Jordan sale corriendo a toda velocidad. Corro detrás de él, tratando de mantener el ritmo, pero sus piernas son más largas que las mías y corre muchísimo más rápido. Finalmente lo alcanzo cerca de un claro. Está mirando alrededor, frenéticamente llamando a Dozer. Estoy, en serio, sin aliento y tengo una punzada. No estoy en buena forma. Inclinándome, pongo las manos en mis muslos mientras trato de recuperar el aliento. El sonido del tráfico es un poco más alto desde aquí, lo que significa que estamos muy cerca de la carretera.

Contengo mis rápidos respiros, poniéndome derecha, y trato de enfocar mi audición en algún sonido que pueda estar relacionado con un perro. Nada. —¿Qué tal si vas por ese camino? —sugiero, señalando hacia la derecha de Jordan—. Y yo iré por este. —Inclino mi cabeza hacia la izquierda. —Bien. —Da un paso hacia atrás—. Solo grita si lo encuentras. Te escucharé. —Lo haré… y estoy segura de que está bien, Jordan. Asiente de nuevo, luego se voltea, alejándose rápidamente. Me giro, y comienzo a caminar. —¡Dozer! —grito. Otro carro pasa zumbando. Camino un poco más adelante en el silencio, mirando alrededor por alguna señal. Luego grito su nombre. Ahí es cuando oigo un gemido. Es lento, pero definitivamente oí algo. Mi corazón comienza a latir más fuerte. —¡Dozer! —grito de nuevo. Un quejido. Sigo el sonido, acercándome al claro…. y entonces lo veo, un enorme mastín color beige, acostado al pie de un árbol. Corro hacia él, gritándole a Jordan con todos mis pulmones, con la esperanza de que pueda oírme. Me dejo caer de rodillas al lado de Dozer. Está jadeando, su pecho sube y baja, su cuerpo está temblando. —Oh Dios mío, pobre chico. Vas a estar bien, Dozer. —Cierno mis manos sobre él, sin saber si tocarlo o no. Supongo que fue atropellado por un carro y se arrastró hasta aquí.

Página

76

—Soy Mia. He estado ayudando a Jordan a buscarte. Está realmente preocupado. Dozer levanta un poco su cabeza. Sus grandes ojos marrones me miran fijamente. Debo revisarlo para ver si hay lesiones. —Bien, Dozer, no soy veterinaria pero voy por buen camino para convertirme en doctora, y mi padre era un doctor, así que sé lo que hago. Voy a revisarte, ver que pasa contigo. ¿De acuerdo? No es que me puedas responder… Genial, ahora estoy divagando con un perro.

Dozer baja la cabeza y cierra los ojos, así que tomo eso como un sí. Pongo las gafas de sol encima de mi cabeza para poder ver claramente y comenzar a evaluar sus lesiones. No sé nada sobre perros, pero supongo que no funcionan de manera muy diferente a las personas. Con cuidado, pongo mi mano en el cuerpo tembloroso de Dozer, y ahí es cuando Jordan cae de rodillas a mi lado. —¡Mierda, Dozer! ¿Estás bien, amigo? Dozer refunfuña un sonido. —Creo que un auto lo golpeó —digo. Me mira por un largo momento. La incredulidad, la ira y algunas otras emociones que no puedo entender pasan por su rostro. —¡Hijo de puta! —Niega con la cabeza bruscamente—. Cuando encuentre a quien hizo esto… ¡Joder! Trato de no encogerme ante su ira. No se dirige a ti. Tiene derecho a estar enojado. Alguien lastimó a su perro. —Tenemos que llevarlo a un veterinario —dice Jordan con urgencia. Pero en todo lo que puedo enfocarme es en la ira de su voz, y la tensión física que vibra fuera de él. Requiere todo de mí no salir corriendo. Necesito mantener la calma. Así que cambio a mi modo entrenado, apago todas las emociones. Es la única manera de que pueda enfrentar esto. —Déjame revisarlo primero. Ver si es seguro moverlo. —Mi voz suena robótica. Odio cuando suena de esa manera. Ignoro la mirada inquisitiva de Jordan, paso mis manos sobre Dozer, buscando las contusiones, posibles fracturas, y hemorragias internas.

Página

77

Dozer aúlla cuando mi mano toca su pata delantera derecha. Me inclino más cerca, para poder ver mejor su pata. Hay una dislocación en el hueso. Fractura segura. Posiblemente más de una. No hay sangre o señales de protuberancia, lo que es bueno. Significa que el hueso no ha roto la piel. No he encontrado ninguna indicación de hemorragia interna, así que diría que esta pata rota es la peor parte. —Su pata está rota —digo, apoyándome en cuclillas—. Hay un poco de hinchazón alrededor de la caja torácica sin fracturas por lo que puedo ver. Sólo va a tener un gran moretón allí. Creo que el carro debió haberlo cortado. —Miro a Jordan. Sus ojos están enfocados en mi cara, escudriñándome.

Ignoro su mirada, y miro a Dozer. —Podemos moverlo, pero llevarlo de vuelta al hotel y a tu auto no es una opción. Es muy grande para cargarlo tan lejos. —Puedo hacerlo —afirma Jordan. —Tal vez así sea, pero sería muy doloroso para él si lo haces. ¿Puedes ir por tu coche y conducir hasta la carretera justo adelante? Puedes moverlo desde aquí y será mucho menos doloroso. Jordan mira entre el perro y yo, con el ceño fruncido. —¿Te quedarías aquí con él? —Por supuesto. —Regresaré en cinco minutos. —Jordan se pone de pie de un solo salto, y regresa corriendo por el camino por donde vinimos. —Ya falta poco, chico. —Acaricio la oreja de Dozer—. Jordan traerá su auto, y te llevaremos al veterinario. Te sentirás mejor en poco tiempo. Me inclino hacia delante, dándole otro vistazo a su pata. Realmente debería atarla; para que sea menos doloroso cuando lo movamos. Miro alrededor, en busca de una rama adecuada. Veo un palo de una longitud recta, me arrastro un poco más y lo agarro. Usando mis dientes, muerdo y rompo el dobladillo de mi camiseta. Me las arreglo para conseguir un pequeño desgarre, gracias al material barato, luego usando mis dientes y manos, jalo la tela, rasgando hacia arriba. Me detengo a unos cuantos centímetros por debajo de mis pechos. Aseguro la tela a mi pecho colocando el brazo debajo de mis pechos. Sostengo la camiseta en su lugar, y empiezo a rasgar. Cuando termino, tengo suficiente camiseta para cubrir mis pechos, y suficiente material para atar la pata de Dozer. —Bien, Dozer. Voy a atarte la pierna hacia arriba con este palo, y lo que era mi camiseta. Los ojos marrones de Dozer me miran con tristeza.

Página

78

—No voy a mentirte, va a doler, pero será realmente rápido, lo prometo. Dozer cierra los ojos y resopla dejando escapar un suspiro. No creo que vaya a morderme mientras tenga tanto dolor, pero me echo un poco hacia un lado por precaución, porque es un perro condenadamente enorme. Podría quitarme la mano. Cuidadosamente, tomo posesión de su pierna. Gruñe enseñando los dientes. Me detengo, con su pata en mi mano. —Te estoy ayudando, Dozer. Recuerda eso antes de decidir hundir tus dientes en mí, ¿de acuerdo?

No hace ningún sonido. Sólo resopla y sus labios se aflojan, cubriendo sus dientes. Respiro profundo y vuelvo a intentarlo. —Voy a tener que enderezar tu pata un poco… ¿estás listo? Hecho. —Gruñe de nuevo, y me doy cuenta que no es a mí, sino al dolor. —Bien hecho. —Exhalo. Mi corazón late con fuerza sólida contra mis costillas. Recojo la férula y la pongo contra la parte posterior de su pierna. Agarro el material, y empiezo a envolverlo alrededor de la férula improvisada, lo suficientemente apretado para sujetar la pata. Cuando termino, rasgo el final de la tela con mis dientes de nuevo, anudándolo. Envuelvo un lado alrededor, luego lo fijo con el otro nudo. Acomodo su pata hacia abajo, dejando salir un respiro. —Bien hecho, Dozer. —Lo acaricio. Un minuto después, oigo el rugido de un motor. Asumiendo que es Jordan, me levanto, sacudiéndome la suciedad y las ramitas de mis rodillas. —Volveré en un segundo —digo. Doy un paso hacia el claro y veo la carretera. El Mustang rojo del hotel viene hacia mí. Jordan se detiene con rapidez a mi lado. Salta del carro. —¿Cómo va? —Tiene dolor, pero lo está haciendo bien. —Lo sigo desde atrás. Jordan se agacha al lado de Dozer. —Oye, chico. Ahora vamos a llevarte al veterinario. Desliza las manos cuidadosamente por debajo de Dozer, luego con un solo movimiento, y con el más mínimo esfuerzo, Jordan levanta a Dozer, y está de pie con él en sus brazos. Guau.

Página

79

Ese es un perro enorme. Debe pesar al menos sesenta kilos. Jordan es un poco más fuerte de lo que parece. No es que parezca un debilucho porque no es así. No. En absoluto. De hecho, es lo todo lo contrario, Definitivamente es todo un hombre. No es musculoso en el sentido fisicoculturista. Más bien atlético, definido, tonificado en cierto modo. Bien, por lo que puedo ver por su ropa, de cualquier manera. Jordan luce exactamente de la manera que un chico deber lucir… según yo y mi conocimiento muy inexperto en hombres. El único cuerpo masculino que he visto es el de Forbes, y está formado como el de un jugador de futbol americano. Completamente opuesto a Jordan.

Pero prefiero el físico de Jordan. Es simplemente…perfecto. Mientras lo miro fijamente, mi mente se desvía a una fantasía… Jordan me levanta en sus brazos. Mis piernas envueltas alrededor de su cintura. Él presionándome contra el árbol, aplastando sus labios contra los míos. Su mano moviéndose más abajo, entre mis piernas, tocándome en el lugar preciso… —¿Vienes? ¿Vienes? —¿Qué? Levanto la vista a su rostro. Me está mirando. Las cejas fruncidas. Dozer todavía en sus brazos. Perro. Golpeado. Por. Auto. De camino al veterinario. —Oh, eh, sí. Sí, me voy. Contigo. Oh Dios. Así se hace, Mia. Excitándote al ver un chico caliente cargando a su perro herido. Esta no soy yo en absoluto. Pero alrededor de Jordan, mi estado normal ya no parece existir. Tal vez no sea algo malo. Con la vergüenza inundando mis mejillas, corro por delante del auto. Llego primero, abro la puerta del pasajero, y tiro del asiento hacia delante, dándole acceso a Jordan al asiento trasero. Es un coche de dos puertas, por lo que podría tener problemas pero se las arregla con un mínimo esfuerzo. —Voy a sentarme atrás con él —digo, con una mano en el techo del carro y un pie en la puerta, lista para subir.

Página

80

Veo los ojos de Jordan echar un rápido vistazo a mi camisa desgarrada. Luego se instalan en mi rostro. Frunce el ceño. Mi ojo negro. Mierda. Deslizo mis gafas de sol hacia abajo cubriendo mi vergüenza. —Arreglaste su pierna. —Sus ojos están todavía en mi cara. —Lo hice. —Gracias. Agacho la cabeza, subo al asiento trasero y me siento en el pequeño espacio que Dozer no está ocupando.

Jordan pone el asiento en su lugar, luego cierra la puerta detrás de mí y se dirige al asiento del conductor. Pongo mi cinturón de seguridad, luego cuidadosamente levanto la cabeza de Dozer y la acomodo en mi muslo. —Vas a estar bien, Dozer. Presiono mi mano contra su pecho y comienzo a cronometrar sus latidos. Quiero asegurarme de que este bien, pero también lo hago porque quiero mantenerme ocupada. Necesito algo en que enfocarme en este momento.

Página

81

Jordan hace girar el coche. Siento la aceleración rápida empujándome hacia atrás en el asiento cuando acelera en dirección a la veterinaria.

7 Traducido por ElyCasdel&CrisCras Corregido por Cotesyta

Jordan ¿Quién diablos es esta chica? Revisando a Dozer… sonando habla…arreglándole la pierna…

como

si

supiera

de

lo

que

Y ese ojo negro. Nunca me he sentido tan furioso como me sentí cuando lo vi. Y créeme, un hijo de puta acaba de atropellar a mi perro, así que míralo como que estoy jodidamente enojado por su ojo negro. Esa es la razón por la que ha utilizado lentes de sol desde que llegó. Y por la forma en que lo cubrió cuando finalmente se dio cuenta de que lo noté… esa contusión no fue un accidente. Alguien le hizo eso. Es probablemente el por qué se encontraba tan nerviosa cerca de mí anoche. Es tan pequeña, tan dulce y amable. El cómo alguien puede lastimarla me sobrepasa. La manera en que se hizo cargo de Dozer… la forma en que sigue cuidando de él… Jesús, mi pobre jodido perro. Cuando encuentre al bastardo que le hizo eso, va a necesita tubos para comer, al igual que el chico que le puso el ojo así a Mia.

Página

82

Dozer tal vez come mucho, y ocupa todo el espacio de mi cama, pero es familia. Ya no tengo mucho de eso en estos días. No puedo perderlo también. —¿Cómo sigue? —pregunto sobre mi hombro. —Su respiración es un poco superficial. Miro rápidamente hacia atrás. —¿Qué significa eso? —Significa que conduzcas más rápido. Aplasto el pedal contra el metal. Unos pocos minutos después, estoy derrapando en una señal de alto afuera del veterinario.

Saltando del auto, tiro del asiento y me inclino hacia atrás. Mia se hace hacia adelante y mueve a Dozer con ella, acercándomelo. Lo levanto en mis brazos. Maldito infierno. Mi cuerpo gime ante su peso. Parece pesar dos veces lo que pesaba cuando lo levanté entre los árboles. Muevo a Dozer contra mi pecho, su peso aumenta, y me muevo tan rápido como puedo hacia la veterinaria. Mia está justo detrás de mí. Ella se adelanta y abre la puerta. Aprovecho la oportunidad. Encontrando a la recepcionista, me apresuro a ella. —Mi perro ha sido golpeado por un auto, necesita ayuda. La recepcionista rodea su escritorio. —Sígame. La sigo rápidamente, por el pasillo hasta una habitación. Un tipo de mediana edad con una bata blanca está sentado en un escritorio trabajando en su computadora. —Dr. Callie, tenemos un perro que ha sido golpeado por un auto. El veterinario nos mira, y luego se pone inmediatamente de pie. — Póngalo aquí. —Señala la mesa de revisión. Dozer se queja cuando lo dejo en la mesa. —Lo siento, amigo —susurro. —¿Cuál es su nombre? —pregunta el doctor Callie, metiéndose un estetoscopio en las orejas. Lo presiona contra el pecho de Dozer. —Dozer. —Mi voz suena áspera, así que me aclaro la garganta. —Estuve revisando su ritmo cardiaco de camino aquí. Giro ante el sonido de la voz de Mia. Ni siquiera noté que seguía detrás de mí.

Página

83

Sigue concentrada en el doctor Callie, mientras habla—: Se ha mantenido estable en sesenta latidos por minuto. Hace casi cinco minutos, su respiración se puso pesada. Tiene una contusión en el pecho, no es grave por lo que puedo decir sin revisarlo. Y su pata frontal derecha está rota, posiblemente con una leve fractura. La mantuve inmóvil lo mejor que pude con lo que tenía. Y lo diré de nuevo, ¿quién demonios es esta chica? Suena confiada, un poco mecánica, al igual que en los árboles cuando estaba revisando a Dozer. Nada como la callada, dulce y nerviosa chica que entró al hotel anoche. El doctor Callie levanta la mirada, quitando el estetoscopio del pecho de Dozer. Se lo quita de los oídos y se lo cuelga alrededor del cuello. —¿Veterinaria o médico? —le pregunta a Mia. Espero, repentinamente muy interesado en escuchar su respuesta.

—Estudiante de medicina —responde despacio—. Segundo año. Y justo cuando pensé que no podía ser más sexy… Doctora Mia Monroe. Sip, solo acaba de subir un millón de escalones en el contador de lo sexy. Tengo algunos escenarios sexuales, doctora (Mia), paciente (yo), corriendo a toda velocidad por mi mente en estos momentos. Todos asombrosos. El doctor Callie se gira y camina hacia carretilla de metal. Toma una jeringa. Me estremezco. Maldita sea, odio las agujas. Mi mamá estaba constantemente siendo succionada por agujas mientras la trataban. El tratamiento no la salvó. El doctor Callie camina de regreso a Dozer, con la jeringa en mano. — Buen trabajo con la pierna —dirige sus palabras a Mia, luego nos mira a ambos—. Voy a necesitar que los dos esperen afuera ahora. —¿Va a pinchar con eso a Dozer? —Asiento a la inyección en su mano. —No te preocupes, es solo para sedar a Dozer. No lo lastimará. Mentiroso. Las malditas inyecciones duelen. Me acerco un paso. —Mire, solo necesito saber… ¿va a estar bien? —Mi voz de pronto suena tan pequeña. Me recuerda a cómo sonaba en el hospital cuando descubrimos que el tratamiento no había funcionado. Que mamá iba a morir. Un nudo se forma en mi garganta. Y mis ojos se comienzan a humedecer. Un perro, me estoy poniendo emocional por un maldito perro. Me aclaro la garganta. —Va a estar bien. —El doctor Callie sonríe amablemente.

84

—Si quieren esperar frente al área de recepción, iré y les haré saber cómo sigue Dozer tan pronto como pueda —dice Penny.

Página

La recepcionista mantiene la puerta abierta para nosotros. Por primera vez, me doy cuenta del nombre bordado en su uniforme, Penny.

Sigo a Mia a la puerta. Deteniéndome, me dirijo hacia el doctor Callie. — Cuídelo bien. Él asiente. Penny cierra la puerta detrás de nosotros, quedándose en la habitación. Miro la puerta. Mis ojos comienzan a humedecerse de nuevo.

Deja de actuar como un marica, Matthews. —¿Deberíamos sentarnos? —dice Mia detrás de mí. Tomando una respiración profunda, parpadeo para aclarar mi vista y me giro. La primera cosa con la que mis ojos hacen contacto es con el estómago desnudo de Mia. Lisa, y suave piel crema que ruega ser lamida. Levanto los ojos, y por supuesto, tengo que mirar sus tetas. Si solo levantara sus manos sobre su cabeza, totalmente tendría una vista… Jesucristo. ¿Qué coño está mal conmigo? Se rasgó la camisa para ayudar a Dozer, quién está siendo atendido en estos momentos por el veterinario porque fue golpeado por un auto, y aquí estoy yo, mirándola como un idiota loco del sexo. —Te debo una camisa. —Señalo la piel desnuda que estaba mirando. Baja la mirada. Sus mejillas se tornan rojas, y envuelve sus manos alrededor de su torso, cubriéndose. —No te preocupes. Era solo una camisa barata de Walmart. ¿Conduce un Mercedes y usa Walmart? Esta chica no tiene sentido. —¿Segura? —Segura. Con un ligero asentimiento, me doy la vuelta y camino pasándola hacia el área de recepción. Sé que está detrás de mí, así que cuando llego a los asientos me hago a un lado y la dejo sentarse primero antes de sentarme a su lado.

Página

85

Ves, no soy un completo idiota. Puedo ser un caballero. Me inclino hacia adelante, descansando mis brazos en mis muslos. Aún me duelen por cargar a Dozer. Este movimiento me pone realmente cerca de Mia. Huele justo como anoche, a vainilla. Nadie debería de oler así de bien. Eso hace que funcionar sea difícil. O no funcionar, si sabes a lo que me refiero. No puedo recordar alguna vez antes estar tan caliente por una chica. Maldita mi suerte que no puedo tocarla. —Gracias… por lo que hiciste por Dozer —digo. No la miro. Si quiero mantener mi mente despejada, entonces es una buena idea evitar tanto como pueda el contacto visual.

—No hay problema. Su voz es suave, justo como imagino que se siente su piel. Suave y tibia, y apuesto que es realmente apretada… —Me gustan los perros —añade—. Todos los animales, de hecho. Son mucho más lindos que las personas. Hay una repentina tristeza en su voz, y no puedo dejar de mirarla. Su sonrisa desparece, y me doy cuenta de que sigue llevando esos horribles lentes de sol. —Puedes quitarte los lentes, ya sabes. Solo estamos nosotros aquí, y ya vi lo que escondes tras ellos. Todo su cuerpo se tensa. Hay una larga pausa donde no hace absolutamente nada. No estoy realmente seguro de que siga respirando. Me pregunto si dije algo malo. ¿Si abordé esto de manera incorrecta? No quiero molestarla. ¿Por qué? No estoy seguro, realmente. No es como si a menudo me preocupara por cómo se siente una mujer emocionalmente. Pero con ella, algo es solo… diferente. Levanta su mano hacia su cara y lentamente se quita los lentes. Miro sus dedos delgados temblando mientras cierra sus lentes y los pone en su regazo, con sus manos cubriéndolos. Luego me doy cuenta de que tiene dolorosos callos en los nudillos de su mano derecha. Los noto porque lucen fuera de lugar con el resto de su suave, y perfecta piel. Debe tener un eczema3 o algo. Miro su rostro.

Página

86

Sus ojos están cerrados. El moretón es muy evidente. El enojo pulsa dentro de mí otra vez, me siento tan jodidamente furioso que podría hacer un hoyo en la pared y aun así no sentirme bien. Aprieto mis manos en mi regazo. —¿El idiota que te hizo eso…? Se muerde el labio y mira hacia otro lado. El cavernícola dentro de mí comienza a golpear su pecho, listo para golpear hasta morir al idiota que le hizo eso. Ninguna mujer debería pasar por eso, nunca. Especialmente ella. Definitivamente no ella.

3

Enfermedad de la piel.

—Puedo lastimarlo, Mia. Solo di la palabra y está hecho. La escucho inhalar duro. Y enormes ojos azules encuentran los míos. Jesús, es asombrosa. Aún con el ojo negro. Sus ojos son tan maravillosos como imaginé. Son del color del agua de una caldera. Después de la preparatoria, fui a viajar con algunos amigos, eso fue antes de que mi madre se enfermara, y tuviera que regresar a casa. Estuvimos en Lombok, una isla en Indonesia, e hicimos una caminata hacia el monte Rinjani. Había una caldera allí. El agua era caliente permanentemente, debido a la actividad volcánica, era puramente azul. Todas las sombras se filtran y ondean juntas para hacer el más increíble tono de azul que alguna vez verás. Los ojos de Mia son exactamente como el tono de aquella agua. Rompiendo nuestro contacto visual, comienza a examinar los lentes en su mano, con sus ojos y dedos como si su vida dependiera de ello. No creo que vaya a decirme nada, y no tengo idea de qué más decir. —Nadie me hizo esto. Fue un accidente. Sus palabras son suaves, pero siento como si me hubiesen golpeado en el pecho. Niego con la cabeza. —La gente no esconde los accidentes como tú escondes ese ojo negro. Y el hecho de que dijeras que fue un accidente solo confirma que alguien te hizo eso. Sus ojos vuelan a los míos. Hay un fuego inesperado en ellos. Me gusta. Significa que hay algo de lucha en ella. —Así que si alguien me lastima, ¿cómo eso es de tu incumbencia? Guau, eso dolió. ¿Por qué dolió? Aprieto los dientes y me recargo en mi asiento. —Tienes razón. No es de mi incumbencia.

Página

87

Su enojo desaparece instantáneamente. Tan rápido, que me sorprende. —Dios, lo siento. Eso sonó, yo no... —Se remueve en su asiento, sus dedos tirando de su grueso labio inferior—. No quería ser una perra. De verdad aprecio tu oferta pero lastimarlo... no es necesario. Giro mi cabeza y la miro directo a los ojos. —Luce necesario desde donde estoy sentado. Su mano regresa a su regazo. —La violencia nunca resuelve la violencia. Ese pendejo le da un ojo negro, y ella todavía piensa de esa manera. O es un jodido ángel o realmente estúpida. Por lo que he visto, me quedo con lo de ángel. Espero que no me demuestre que estoy equivocado.

—Tal vez no. —Me doy cuenta de que sus ojos están en mi boca, así que me paso la lengua por el labio inferior—. Pero confía en mí, es el único idioma que la escoria, como el bastardo que te hizo eso, entiende. Y me haría sentir mucho mejor saber que, después de que le enseñe algunos modales, él mantendrá sus jodidas manos lejos de ti. En serio, una vez que hubiera terminado con él, ni siquiera respiraría en su dirección otra vez. Deseo hacer daño a ese imbécil desesperadamente. Casi tan desesperadamente como quiero estar situado entre sus muslos. ¿Por qué? Apenas conozco a esta chica. Es porque deseo follarla más de lo que he deseado follar a nadie nunca antes. No, no es eso. Entonces, ¿qué demonios es? La miro, y veo que sus ojos están llenos de lágrimas. Mierda, no llores. No manejo bien a las chicas que lloran. —Mira —empiezo a hablar rápidamente para evitar sus lágrimas—, sólo digo que si quieres que le haga daño, lo haré. Llámalo mi forma de pagarte por cuidar de Dozer. Si no quieres, no quieres. No es la gran cosa. Mordiéndose el labio, asiente. Una lágrima cae de sus largas pestañas, estrellándose en sus vaqueros. Mi pecho empieza a sentirse apretado. ¿Qué demonios es esto? Aparto la mirada, dándole privacidad mientras se pasa los dedos por debajo de sus ojos para secarlos. Y también para poder borrar este jodido dolor de mi pecho. —Mia, sólo quiero que sepas que no todos los hombres somos idiotas. ¿Qué. Demonios?

Página

88

“¿No todos los hombres somos idiotas?” Jesucristo, Matthews. Sí, lo somos. Sólo que hay diversos grados de idiotez masculina. Yo soy un idiota. Uno que nunca le levantaría la mano a una mujer, y jodidamente aborrezco a los hombres que hacen eso. Pero no tengo ningún problema en absoluto en follarme a una chica y luego alejarme al segundo en que mi polla está fuera de ella. Como por ejemplo, la como se llame de ayer. Ven, ni siquiera puedo recordar su nombre. Así de cabrón soy. Lo extraño es… no quiero que Mia piense que soy un idiota. Quiero gustarle. Es todo el asunto de la damisela en apuros. Tiene que ser. Y la forma en que cuidó de Dozer antes, fue tan gentil con él. Jodidamente increíble. Está haciendo jodidas las cosas para mí.

Me arriesgo a mirar sus grandes y brillantes ojos azules, que me devuelven la mirada parpadeando. Largas pestañas se agitan contra sus pómulos. Jesús, es hermosa. Se lame los labios y los aprieta. Mis ojos caen en ellos. Quiero besarlos. A ella. En todas partes. Pasar mi lengua por cada centímetro de su sedosa y suave piel. Apuesto a que sabe a vainilla. A que sabe exactamente como huele. Quiero extender sus piernas y enterrar mi cabeza entre sus muslos. Lamerla hasta que grite mi nombre. Luego empujar mi polla profundamente dentro de ella y follarla hasta que ambos perdamos la cabeza de placer. Puede que tal vez no haya estado con ella todavía, pero simplemente sé que el sexo con Mia Monroe sería así de bueno. Tengo un sentido para estas cosas. Sí, sé que es totalmente inapropiado que desee esto en este momento exacto, pero la gente busca consuelo en las situaciones difíciles, ¿verdad? Y Dozer lo entendería. Ese perro es tan cachondo como yo. Se ha follado en seco cada pieza de mobiliario que poseemos. Una vez lo atrapé haciéndolo con la mesa de madera del jardín. El pobre bastardo estaba tan desesperado por correrse que se arriesgó a clavarse alguna astilla. En verdad debería conseguirle un polvo. Mierda. Dozer es virgen.

Página

89

Ahora, eso simplemente no está bien. Juro a Dios aquí y ahora: que si Dozer logra superar esto, prometo que lo primero que haré es conseguirle un polvo con la perra más caliente que pueda encontrar. No es que yo sepa nada sobre perros calientes4… sí, capté eso, soy tan divertido como guapo. Pero creo que una perra elegante, como un caniche o algo así, funcionaría para Dozer. —Entonces, Jordan… —De verdad disfruto de la forma en que dice mi nombre—. Dozer es un nombre poco usual para un perro. ¿De dónde viene? ¿Duerme mucho5? —Sus labios siguen trabajando en una sonrisa, y mi polla late en respuesta.

4

Juego de palabras, con las palabras Hot-Dog. puede hacer referencia a una persona que pasa mucho tiempo dormitando.

5Dozer

Busca un cambio de tema, y puedo ir con eso. Dejo salir una carcajada y aparto la mirada antes de hacer algo estúpido como imitar a Dozer y tratar de follar su pierna en seco. —Sí, duerme mucho, pero no es de ahí de donde viene. Dozer estaba perdido. Lo encontramos delante de nuestra puerta una noche cuando era un cachorro. Estaba hambriento, así que lo llevamos adentro y lo alimentamos. Pusimos carteles, pero nadie lo reclamó, así que nos lo quedamos. En la primera semana que se quedó con nosotros, rompió un montón de cosas: adornos, platos, vasos, incluso una ventana. Me río otra vez, recordando lo enfadado que estaba mi padre cuando Dozer saltó de cabeza contra la ventana de la sala de estar, tratando de atrapar a un pájaro que había en el porche. Destrozando la ventana. —Básicamente, Dozer rompía todo lo que tocaba, y mi padre dijo que era como un trascabo derribando todo a su paso, y simplemente se quedó así. Terminó siendo acortado a Dozer porque puede ser un poquito dormilón a veces. —Sonrío, luego miro en dirección al pasillo—. Siempre he pensado en él como si fuera invencible, sabes. —Va a estar bien, Jordan. Es sólo una pata rota, bueno, no sólo una pata rota, porque las piernas rotas son increíblemente dolorosas, sólo quiero decir… Su cara se ha puesto roja. Está sonrojada. Adorable. —Sé lo que quieres decir. —Sonrío. Una pequeña sonrisa toca sus labios. —Aparte de la pata rota, en verdad no creo que haya nada más por lo que preocuparse. —Toca mi brazo con sus dedos. Es un toque gentil, casi imperceptible. Pero incluso así, mi sangre se convierte en jodida lava ante el contacto. Retira la mano. Una mirada de sorpresa en su rostro. ¿Estás sorprendida, cariño? Bueno, no eres la única. Con la lava caliente fluyendo hacia el hombre principal, hablo para distraerme de mi inminente erección. —Así que eres doctora —digo, recordándolo. ¿Cómo demonios olvidé eso?

Página

90

Infiernos, es un sueño húmedo vivo y que respira. —De camino a serlo —dice en voz baja. —¿Dónde? Me lanza una mirada de soslayo. —Harvard. Harvard. Es hermosa e increíblemente lista. No hay nada menos que perfecto respecto a ella. Excepto por el ex idiota. —La Ivy League, genial. —Asiento, impresionado.

Ella se encoge de hombros en respuesta y mira al suelo, juntando sus zapatillas. Así que es de Boston. Interesante. No recuerdo ver eso en el formulario que rellenó anoche, aunque bien, estaba demasiado ocupado follándola con los ojos como para notar de dónde era. ¿Qué está haciendo aquí, entonces? Diría que está de vacaciones, pero las mujeres raramente van de vacaciones solas, y siempre planean los viajes con antelación. Aparecer en Golden Oaks de esa forma… este no era un viaje planeado. Y supongo que tiene algo que ver con el imbécil que estropeó su perfecto rostro. —Entonces, ¿eres originaria de Boston? La veo dudar. Todo su cuerpo se ha puesto rígido de nuevo. —Sí —dice en un suspiro—. He vivido allí toda mi vida. —¿Qué estás haciendo aquí en Colorado? Se remueve en su asiento, inclinando su cuerpo para alejarlo de mí. — Estoy tratando de, um… —Se aclara la garganta—. Trato de encontrar a mi madre. No me esperaba eso. —¿Eres adoptada? ¿Mencioné que no tengo filtro? Niega con la cabeza. —No, mi padre… vivía con mi padre. Mi madre se marchó cuando yo era un bebé. —Mierda —digo—. Así que tu padre… ¿él está bien con que estés aquí sola buscando a tu madre? —¿Y por qué no le ha pateado el culo al cabrón que la hirió? —Mi padre está muerto.

Página

91

Mierda. Supongo que eso responde a mis preguntas. Pero lo que me sorprende es la ausencia de emoción en su voz cuando dice que su padre está muerto. Perder a mi madre fue horrendo, más allá de horrendo. Adoraba a mi madre. Si perdiera a mi padre… bueno, mi mundo colapsaría. —Siento oír eso. —Es una cosa de mierda para decirle, pero en realidad, ¿qué más se puede decir? —Gracias. —Sin emoción otra vez. Extraño. Me giro en mi asiento hacia ella. —¿Así que tu madre vive aquí?

Se aparta su pelo dorado de los ojos. —Aparentemente sí. Tengo una dirección, pero es de hace unos veinte años. Si ella todavía vive aquí o no, no estoy segura. Asiento en acuerdo. —¿Cuál es el nombre de tu madre? He vivido aquí toda mi vida. Si todavía está aquí, podría conocerla. Si no, mi padre lo hará. Él solía ser policía. Conoce a todo el mundo. Ella absorbe su labio dentro de su boca. Una imagen de mí haciendo exactamente lo mismo aparece en mi cabeza. —Anna Monroe. Bueno, ese era su nombre de casada. No sé su nombre de soltera. Hurgo a través de mi cerebro en busca de una Anna. La única persona en la que puedo pensar es en Annie Parker, y es sólo unos pocos años mayor que yo. Tiene una boca como una aspiradora. Buenos recuerdos. —Lo siento. —Niego con la cabeza. —Está bien. —Su sonrisa es triste. —Oye, ¿qué te parece si miramos la dirección en mi teléfono móvil? ¿Ver si todavía vive aquí? —¿Lo harías? Nunca pensé en hacer eso. Gracias. —Alcanza su bolso y saca un trozo andrajoso de papel, luego me lo entrega. Saco el teléfono de mi bolsillo y escribo la dirección y el nombre de Anna Monroe en el motor de búsqueda. Lo que aparece hace que mi corazón se hunda por Mia. Casi no quiero decírselo. —¿Algo? —Dios, suena tan esperanzada. Alzo la mirada hacia ella. —La dirección que tienes de tu madre es ahora una tienda de comestibles. —Oh.

Página

92

Jesús, literalmente puedo sentir su decepción como la mía propia. Mi pecho se siente comprimido otra vez. En serio, ¿qué demonios es eso? Me froto el esternón con los dedos. —Las casas deben de haber sido derribadas para construir la tienda — digo—. Lo siento. —No lo sientas. No es culpa tuya. —Me quita el trozo de papel y lo sostiene en su mano. Sonríe, pero es forzado. Parece tan perdida. Tan triste. Es doloroso verla.

—Puedo ayudarte a encontrar a tu madre, si quieres. ¡Qué mierda! ¿He perdido la cabeza? No paso tiempo con chicas fuera del dormitorio. A parte de Beth, y eso es solamente porque jugamos para el mismo equipo. Si paso tiempo con Mia, sé lo que sucederá. Y no puedo acostarme con ella. Sí, podría haber pasado los últimos cinco minutos imaginándola tumbada de espaldas, conmigo envistiéndola como un martillo neumático, pero no soy un completo bastardo. Puede que no sepa la historia completa, pero está claro que esta chica ha pasado a través de un infierno con el gilipollas que le puso el ojo negro, y ahora está buscando a su madre. La madre que la abandonó cuando era un bebé. Mia puede ser la chica más caliente que he visto jamás… está bien, es la chica más caliente que he visto en mi vida, y la más dulce. Y estoy tan cachondo por ella que mi polla en verdad duele. Jodidamente duele. Pero la chica tiene suficiente con lo que lidiar. Y yo pasando una invariable cantidad de tiempo alrededor de una chica caliente dentro de la cual no puedo poner mi pene… es simplemente imposible. También podría estar en la cárcel. O en el infierno. Eso es, estoy en el infierno. Esta es la venganza por la chica a la que me follé y era casada. Está bien, antes mentí. Sabía totalmente que estaba casada cuando me la tiré. —¿Lo harías? —Suena esperanzada—. Quiero decir, yo no sabría ni por dónde empezar, y tú conoces a la gente de esta ciudad, así que sabrías con quién hablar.

Página

93

—Claro que lo haré. —Eso es. Sigue hablando, idiota. Sigue cavando ese agujero más profundo—. Como dije, te lo debo por lo que hiciste por Dozer. —No me debes nada, Jordan. Quería ayudarte. Dijo mi nombre otra vez. Estoy acabado. —Y yo quiero ayudarte. Y yo quiero ayudarte. Jesús, soy un marica tan lamentable. Es oficial. He perdido la jodida cabeza. Entonces sonríe. Su sonrisa es amplia, luminosa y deslumbrante, y como un puñetazo en el pecho. Y en el escroto.

Mi vida acaba de ponerse dura.

Página

94

Algo así como el estado permanente de mi polla mientras estoy cerca de Mia Monroe.

8 Traducido por Issel&anita0990 Corregido por Amélie.

Mia No puedo creer lo que acaba de suceder. Le acabo de admitir a Jordan —un chico que apenas conozco—, que Forbes me golpeó. Y también le conté de mi madre. La madre que me abandonó. La madre por la que conduje a través de siete estados para tratar de encontrarla y que ya ni siquiera vive en la dirección que tengo. Soy tan estúpida. ¿Por qué no comprobé eso antes de conducir por el país en un pobre intento por encontrarla? ¿Pero que se supone que hiciera? ¿Regresar a mi apartamento y hacer un trío con Forbes? No lo creo. Jordan debe pensar que soy un verdadero desastre. Y una idiota. Estaría en lo correcto en ambos casos. Creo que es mejor si sólo salgo de aquí. Regresaré al hotel, recogeré mis cosas y me iré... ¿A dónde?

Página

95

Tan solo voy a encontrar otro hotel, y luego podré decidir cuál será mi siguiente movimiento. Sólo espero que no le diga a nadie lo que ya sabe sobre Forbes golpeándome. ¿Por qué lo haría? No parece precisamente del tipo chismoso. Pero también dijo que su papá solía ser policía. ¿Que sí...? No, tendría que reportarlo yo misma, y realmente no creo que la policía local vaya a preocuparse por una extraña en el pueblo que resulta tener un ojo negro. Pero necesito irme. Ahora.

Estoy a punto de ponerme en pie, excusarme y correr fuera de aquí, cuando dice—: Puedo ayudarte a encontrar a tu madre, si quieres. ¿Qué? ¿Quiere ayudarme a encontrar a mi mamá? Unos minutos antes, se ofreció a sacarle la mierda a Forbes, lo que prácticamente me abrumó, y me puso llorosa. Nadie jamás se ha ofrecido a ayudarme. Y que la ayuda venga de un hombre lo hace ser más asombroso y conmovedor. Y ahora esto... Ayudarme a encontrar a mi mamá... Es más allá de noble. Sacrificaría su tiempo para ayudarme. ¿Por qué haría eso? A lo mejor porque el de verdad es un buen chico, Mia. Puedo sentir que un nudo comienza a formarse en mi garganta por su amabilidad, por lo que mantengo mi voz tan firme como puedo. —¿Lo harías? — No puedo evitar la esperanza en mi voz—.Quiero decir, yo no sabría ni por dónde empezar, y tú conoces a la gente de esta ciudad, así que sabrías con quién hablar. Y ahora estoy balbuceando. Genial. —Claro que lo haré —dice—.Como dije, te lo debo por lo que hiciste por Dozer. Me va a ayudar porque yo lo ayudé. Incluso así, ¿es algo tan malo? No lo convierte en un mal chico. —No me debes nada, Jordan. Quería ayudarte. —Y yo quiero ayudarte —dice. Su voz suena tan cálida y maravillosa que no puedo evitar la sonrisa tonta que se extiende por mi cara. —Entonces gracias. Me encantaría aceptar tu oferta de ayudarme. —Bien. —Sonríe.

Página

96

Es tan adorable. Y tan apuesto. De repente tengo la urgencia de alcanzarlo y tocar su cara. Aprieto mis dedos, dirigiendo mi mano hacia mi regazo. Estamos en silencio por un momento antes de que Jordan hable de nuevo. —Me pregunto por cuánto tiempo más van a estar con Dozer.

Doy una mirada al reloj como si eso fuese a ayudar. —Estoy segura que no les tomará mucho más. Probablemente le están haciendo rayos x a su pata por la fractura, e imagino que también a su pecho para asegurarse de que ninguna de sus costillas esté rotas. Me sonríe. —¿Qué? —digo, un poco cohibida. —Nada. —Sacude la cabeza—. Sólo que suenas muy diferente cuando estás hablando sobre cosas médicas. Suenas como... —¿Una doctora? —sonrío. —Sí. —Se ríe—. Una doctora. —Bueno, no estoy ahí todavía... Si es que alguna vez lo estoy —agrego en silencio. —¿Y eso por qué? Miro más allá de él, insegura de que decir, y por qué siquiera dije lo que acabo de decir. Entonces Jordan levanta la mirada, echando un vistazo por encima de mi cabeza. Luego rápidamente vuelven hacia mí, y bajan a mis lentes de sol. Escucho pasos dirigiéndose hacia nosotros, por lo que levanto mis lentes y me los pongo articulando un “gracias” silencioso hacia Jordan. Asiente vagamente, se pone de pie, y lo acompaño. —¿Cómo está? —le pregunta Jordan al doctor Callie. —Está bastante bien. Aún se encuentra bajo los efectos de la anestesia, pero estará de vuelta pronto. Su pierna está rota, como diagnosticaste. —Me mira y luego regresa a Jordan—. El problema era que el hueso estaba fracturado en dos lugares, por lo que tuve que fijarlo con clavos para ayudar a que la fractura sane bien. —Pero, ¿está bien? —pregunta Jordan, con preocupación en su voz. Eso provoca un vuelco a mi corazón.

Página

97

El doctor Callie sonríe. —Está bien. Le enyesé la pierna. Necesitará descanso y debe volver en seis semanas para remover los clavos. Pero volverá a ser el mismo en poco tiempo. —¿Cuándo puedo llevarlo a casa? —Está en recuperación por el momento. Quiero mantenerlo aquí por el resto del día solo para vigilarlo. Pueden regresar más tarde para recogerlo. —¿A qué hora? El doctor Callie mira su reloj. —Digamos, cuatro y media, estará listo para irse.

Penny viene hacia nosotros. —Si pudieras venir conmigo, sólo necesito que me des unos detalles —se dirige a Jordan. —Seguro —dice él. Estoy a punto de seguir a Jordan a la recepción, cuando el doctor Callie me detiene. —Buen acierto el que hiciste más temprano. El vendaje en su pierna era bastante bueno. Vas a ser una muy buena doctora. —Su sonrisa es genuina. Qué lástima que yo no quiera. No quiero convertirme en una buena doctora. No quiero ser lo que Oliver creó. Bajo la mirada. —Gracias. —Bueno... la mejor de las suertes con el resto de la escuela de medicina. —Gracias. —Asiento. —Bien. Mejor regreso a trabajar. Veo su espalda mientras se retira, giro hacia Jordan y me acerco. Acaba de terminar. —¿Lista? —pregunta —Sí. Lo sigo hacia su auto. —¿Tienes hambre? —pregunta una vez en el auto. Coloco la mano en mi estómago vacío. —Un poco. —Es de esperarse. Te saltaste el desayuno. —Lo siento por eso. Por lo general no duermo hasta tan tarde, pero estaba verdaderamente cansada. Espero que no te metieras en problemas. —No. —Niega con la cabeza—. Vamos por algo de almorzar.

Página

98

Sale de la veterinaria, hacia la calle, y empieza a juguetear con la radio. Me quito los lentes de sol y examino el coche, admirándolo en detalle. Antes de hoy, nunca había estado en un Mustang. Es un muy buen coche. Espectacular. Sé que ayer dije que era un potenciador de penes, pero conociendo a Jordan ahora, realmente no pienso que necesite ningún tipo de ayuda en el departamento de potenciación. No es que haya visto nada para saberlo, es solo que es tan seguro y este coche se parece a él en eso. Refleja su encanto y seguridad. —Es un muy buen coche —comento. Decidiéndose por una estación, coloca su mano de vuelta en el volante. — Gracias, lo gané. —¿Lo ganaste? Como en una lotería de coches o ¿algo así? —le tomo el pelo.

Jordan se ríe. —No, en las cartas. Lo gané en una mano de Póquer. —Guau. Ha tenido que ser una excelente mano —digo impresionada. Apartando su mano derecha del volante, flexiona sus dedos entre nosotros. Una sonrisa pícara aparece en sus labios. —Oh, no tienes idea, nena. ¿Nena? Santa mierda. ¿Está el…? ¿Acaba de coquetear conmigo? No. De ninguna manera. Aun así, mis mejillas arden. Finiendo que sus palabras no me afectan, aclaro mi garganta. —¿Te gusta jugar cartas? —Solía gustarme. —Hay algo apagado en su tono. Eso instantáneamente despierta mi curiosidad. Generalmente no soy curiosa. No le pregunto cosas a la gente porque no quiero que ellos me pregunten. Pero ya sabe de Forbes, y algo acerca de Jordan me hace querer saber más de él. Me siento como si pudiera sentarme y escucharlo hablar por horas, y no aburrirme ni por un momento. —¿Solía? —pregunto. Veo sus dedos dando golpecitos sin descanso sobre el volante. —Solía apostar un poco. Me gustaba jugar a las cartas. Después de que mi mamá muriera, uh… se puso un poco peor. —Tu mamá murió. —Presiono mi mano contra mi pecho—. Dios, lo siento mucho, Jordan. El niega con la cabeza. —Ambos perdimos un padre. Creo que tenemos eso en común. —Algo que apesta tener en común —digo. Bueno, no es como si pudiera decirle que el día en que Oliver murió fue el mejor día de mi vida.

Página

99

Nunca entendería. —Sí, lo es —dice calladamente. —¿Cómo murió? Si no te importa que pregunte. Sacude la cabeza, y enfoca sus ojos hacia adelante. —Cáncer de pulmón. En cuarta etapa. Nunca fumó un día de su vida. Me encontraba lejos, viajando con unos amigos por el sudeste de Asia, cuando recibí la llamada de papá diciéndome que estaba enferma. Regresé inmediatamente. Tuvo una cirugía… la quimio… no funcionó.

Sus hombros se elevan en un suspiro profundo. —Luego de que murió yo, uh… bueno, la vida se complicó un poco. Es loco, ¿sabes? Me da una mirada. Percibo la tristeza en sus ojos antes de que regrese su mirada a la carretera. —Luego tuve una llamada de atención, y organicé mi vida. Y aquí ves, el nuevo, casi responsable yo. —Se señala de arriba abajo con una mano sonriendo, puedo decir que es forzada. Y ahí es cuando veo su lado roto. No roto al igual que yo, pero definitivamente hay algo. Luce como si estuviera cargando un peso de culpa por su mamá. Me doy la vuelta en mi asiento, para poder mirarlo. —Bueno, no conocí el Jordan de antes, pero este Jordan es increíblemente amable. Se ríe, pero es más como mofarse. Autocrítico. —Sí, amable. Ese soy yo. —Pienso que lo eres. Y bueno, uh, eso cuenta. Para mí. —Tiro de mis labios, tomando una respiración profunda. Él me mira de nuevo, y nuestros ojos más que encontrarse. Se conectan. Mi piel arde. Mi boca se seca. Los latidos de mi corazón son irregulares. Tengo el repentino impulso de inclinarme y besarlo. Rompiendo nuestro contacto, giro mi cabeza al frente y comienzo a recoger una pelusa imaginaria de mis vaqueros. No hablamos de nuevo hasta que llegamos afuera del restaurante. Me pongo las gafas de sol y bajo del auto. —Comí aquí anoche —comento sobre mi hombro. —Lo sé.

Página

100

Me giro rápidamente y mis músculos se cierran con la tensión. —¿Cómo sabes eso? —Sé que mi voz es fuerte, pero no puedo evitarlo. Frunce el ceño un poco. Descansando su mano en el techo del auto, dice—: Beth, la mesera que te sirvió anoche, es una buena amiga mía. Me llamó con antelación para hacerme saber que ibas para el hotel. —Oh, de acuerdo. —Vaya forma de reaccionar, Mia. Pasando la mano por mi cabello, río, pero suena apagado. —Tiene sentido porque ella me recomendó tu hotel, siendo tu amiga y todo eso. Por supuesto que lo haría. No es que sea un hotel de mala calidad ni nada parecido, porque no lo es. Es bueno. El mejor en el que me he hospedado. Jesucristo. Para de hablar. Ahora. Realmente necesito amordazarme mientras esté a su lado.

Jordan se ríe. Rodea el coche hasta mí, con lo que parece ser una camisa a cuadros en la mano. —Pensé que podrías querer usar esto. —Asiente hacia mi estómago desnudo. Dios, no puedo creer que olvidé haber desgarrado mi camiseta. Esta no soy yo en absoluto. Normalmente soy muy consciente de mi forma de vestir. Tenía que serlo por mi padre. Y Forbes. Inmediatamente cubro mi vientre con mis brazos. Entonces libero uno para tomar la camisa que Jordan me entrega. —Gracias —le digo, poniéndome la camisa. Huele a hombre. Silvestre. Huele a él. No creo querer quitarme esta camisa nunca. Acercándose un paso, junta la camisa y comienza a abotonar los botones. —No quiero que la gente piense que te he abusado de ti —dice despacio, con una sonrisa. La siento en cada parte de mí. No me puedo mover. Solo lo observo, veo sus ojos siguiendo cada botón a medida que los abrocha, mientras me recuerdo que debo respirar. Hábilmente, pronto llega a la cima. Encuentra mi mirada. Trato de no notar que su respiración se ha acelerado un poco, como la mía. O que su mano está aún sobre la camisa, cerca de mi pecho, aunque todos los botones ya están abotonados. Trago saliva. —Gracias —susurro con voz entrecortada. Con un asentimiento, retrocede. —Vamos, vamos a alimentarte.

Página

101

Con mi pulso galopante, sigo a Jordan al restaurante. No espera a que le indiquen donde sentarse, simplemente pasa por la estación vacía de la encargada, así que lo sigo, todavía sintiéndome fuera de balance por toda la cosa de los botones. Me hace un gesto para que me siente primero, por lo que me deslizo dentro de la cabina. Jordan se desliza delante de mí. Veo a Beth caminar hacia nosotros. Nos observa a Jordan y a mí. Un ceño fruncido en su cara bonita. No parece feliz de verlo aquí conmigo, y empiezo a preguntarme si son algo más que amigos. Tampoco me gusta la forma en que el pensamiento de ellos juntos me hace sentir. Celosa. Inquieta.

Celosa. —¡Eh, tú! —Le revuelve cabello. —¡Cuidado con el cabello! —Él golpea su mano, riendo. Ella le empuja el hombro. —No te preocupes, todavía te ves bonito. —Sus ojos se mueven hacia mí, luego de nuevo a él. —Beth, cuántas veces tengo que decirte que los hombres no son bonitos. Somos calientes. Maravillosos. Malditamente asombrosos. Pero no bonitos. Mirándome, ella pone los ojos en blanco. No puedo evitar reír. Jordan me sonríe. Y siento su sonrisa. Sobre todo en mi región sur. —Beth, ya conociste a Mia. —Hace un gesto hacia mí. —Sí. —Sonríe. Parece real, lo que ayuda un poco con mi preocupación. —Gracias de nuevo por la recomendación del hotel —digo. Mira a Jordan de nuevo, pero él me está mirando. Sus ojos se vuelven a mí. Y me doy cuenta de la curiosidad y, posiblemente, un poco de humor en ellos. Me hace sentir curiosa. —No hay problema. —Sonríe de nuevo—. No esperaba verte por aquí hoy —le dice a Jordan. Su rostro cambia a una expresión hosca. —Un idiota golpeó a Dozer con su coche. —¡Oh, Dios mío! —Ella cubre su boca con su mano. Deslizándose al lado de Jordan en la cabina, lo obliga a mirarla—. ¿Está bien? Jordan asiente en mí dirección. —Gracias a Mia, sí.

Página

102

Puedo sentir mis mejillas calentándose. —No hice nada, no realmente. —Sí, lo hiciste. —Me mira, antes de voltearse a Beth—. Lo examinó para evaluar las lesiones y vio que su pierna estaba rota, así que rompió su camisa y la ató a su pierna. Mia está estudiando para ser médico —le informa. —Guau —dice Beth, mirándome. Me remuevo incómoda en mi asiento. No estoy muy a gusto con esta conversación o con la atención. No me gusta ser el centro de atención. —Supongo que eso explica por qué llevas una camisa de Jordan —añade con una sonrisa. Mi cara se ruboriza al instante. —Oh, sí. —Bajo la mirada a la camisa, jugueteando con los botones y tratando de ocultar mi cara.

—¿Podemos conseguir algo de comida? Mia no ha comido nada desde ayer en la noche —dice Jordan, cambiando de tema. Supongo que puede sentir mi malestar en toda la conversación de la camisa—. Se perdió el desayuno por ayudar con Dozer, por lo que la traigo a almorzar mientras espero para ir a recogerlo. Ella asiente. —Por su puesto. ¿Así que Dozer va a estar bien? —Sí, estará bien. —Bien. —Le acaricia el hombro y se pone de pie—. Déjenme traerles algo de comer. Suena como que lo necesitan. ¿Lo de siempre, Jordan? —Sí. —Mia, ¿qué te puedo traer? —Me mira. Agarro el menú de la mesa y al instante lo escaneo. —Quiero un sándwich de ensalada de pollo y un refresco dietético, por favor. Sonríe. —Genial. No tardará mucho. La miro caminar hasta la cocina. Jordan se mueve en el banco, por lo que está de vuelta frente a mí, introduciéndose directamente en mi línea de visión. Apoya sus manos sobre la mesa, inclina la cabeza y me mira fijamente. Es entonces cuando me doy cuenta de que estoy tirando de mi labio otra vez. Pongo las manos en mi regazo. —Lo haces cuando estás nerviosa. —No es una pregunta. Asiento. —Estás nerviosa ahora. ¿Por qué? Me encojo de hombros, mirando a cualquier lugar menos a él. —No estoy muy segura. Se inclina hacia delante, juntando las manos. —No tienes que estar nerviosa conmigo, Mia.

Página

103

Me encuentro con su cálida mirada. —Lo sé. —Asiento. —Bien. —Sonríe y relaja la espalda—. He estado pensando en la búsqueda de tu madre, y la manera de hacerlo. —Toma un paquete de azúcar del soporte y comienza a jugar con él—. Pensé que deberíamos comenzar con lo básico, como Google, las páginas blancas, registros públicos, ese tipo de cosas. —Suena como un buen plan. Por supuesto que sí. Cualquier plan sonaría bien para mí porque no tengo ni idea de cómo buscar a mi madre ausente. Dejando de lado el azúcar, saca su móvil del bolsillo. —Bueno, vamos a comenzar.

—¿Ahora? —mi mirada atrapa la suya. —No hay tiempo como el presente... ¿a menos que prefieras esperar? —No. Ahora está bien. —Fuerzo una sonrisa, sabiendo lo poco natural que sonó mi voz. —Si estás segura. —Estoy segura. —Sé que mi voz suena más dura de lo que pretendía. Solo tengo miedo. Quiero encontrar a mi madre, pero el miedo a lo desconocido repentinamente me inunda. Jordan me mira con confusa simpatía en su rostro. Lo miro hasta que ya no puedo soportarlo. Odio la lástima. Girando el rostro, miro por la ventana. —Está bien. —Exhala—. Voy a empezar con los registros públicos. —De acuerdo —murmuro. Mis manos se sienten inquietas, así que las envuelvo alrededor de mi estómago, que está dando vueltas. Puedo sentir como me vengo abajo. —¿Cuál era el nombre de tu madre, otra vez? —Anna Monroe. Más tecleo de él. Más miedo y pánico para mí. No pienso que esté lista para esto. Mis piernas pican por sacarme de aquí. Necesito irme. Necesito comida. Necesito estar sola.

Página

104

Jordan exhala con fuerza, llamando mi atención, su frente está toda arrugada de pensar. Se ve adorable. Y de repente todo lo que puedo pensar es en él. —Revisé el nombre de tu madre entre Colorado y Nuevo México, con nosotros tan cerca pienso que vale la pena intentarlo, y obtuve diez Anna Monroe. Ninguna en Durango. Pero tres están en pueblos vecinos. Una en Montrose. Una en Gunnington. Y la otra en Farmington, Nuevo México, que está a solo una hora de distancia. Así que supongo que son lo mejor con lo que podemos comenzar. Deja su móvil encima de la mesa y pasa sus manos por su cabello, encontrándose con mis ojos, que están fijos en él. Viendo la calidez de sus ojos miel mi corazón comienza a latir como un tambor. —Podemos descargar los informes completos sobre ellas; direcciones y similares. Lo haré cuando lleguemos al hotel.

Me gusta la forma cómo piensa en cosas que yo no haría. Nunca habría pensado en probar en Nuevo México. Dejando el miedo de lado, estoy muy feliz de que él me esté ayudando. Pienso que la voy a encontrar mucho más rápido con su ayuda. —Gracias por hacer esto por mí. —En serio, deja de agradecerme. Solo hago las cosas porque quiero. Y quiero ayudarte, ¿de acuerdo? Nadie me ha hablado o tratado como él. Como si le importara. Como si yo valiera algo. Hace que mi corazón se sienta cálido y vivo de una manera que nunca se sintió antes. He conocido a Jordan por poco tiempo, pero ese tiempo se siente irrelevante cuando estoy sentada aquí con él. Es aterrador. Pero de una buena manera. Me gusta. Me gusta él.

Página

105

—De acuerdo —sonrió.

9 Traducido por florbarbero&AileenBjörk Corregido por CarolHerondale

Jordan Le dije a Mia que reformé a la persona que solía ser. Que soy responsable ahora. Sí, claro. Ya no juego más, pero... Si supiera la razón por la que dejé de jugar, podría que pensar que soy lo más bajo del mundo. Trato de ser responsable, trato de mantenerme fuera de problemas, pero parece que me siguen a todas partes. O tal vez sólo los atraigo No es tal vez. Es absolutamente así. Incluso después de todo lo que ha sucedido, todavía llevo mierda a la puerta de mi papá. Conecté con una mujer casada, pensando únicamente con mi pene, y luego el marido cabreado apareció en el hotel. Estaba más que aliviado porque papá no se encontraba ahí cuando apareció. Aunque se enteró de ello más tarde, me alegró que se mantuviera al margen. No quiero meterlo en más mierda por mi culpa. Él ya ha perdido mucho en mis manos.

Página

106

No es que alguna vez me lo haya dicho. Nunca me echaría la culpa un día de su vida. Papá nunca me hace sentir como si fuera una decepción, pero sé que lo soy. Afortunadamente, el fiasco del marido enojado no culminó en una pelea, y eso fue gracias a Beth y su capacidad de calmar a los hombres enojados. Pero no puedo seguir haciendo cosas como esas. El problema es que no sé cómo ser bueno. Apostar está fuera de discusión, así que uso a las mujeres. Tengo que mantener mi mente ocupada cuando tengo la urgencia de ir a las mesas de juego, lo que es bastante a menudo. Follar ayuda con eso. Así que follo a menudo.

Sólo tengo que ser cuidadoso con las mujeres que elijo para follar, ya que no quiero que nada regrese a mi papá. Así que, definitivamente no mujeres casadas. Y tampoco huéspedes del hotel, es decir, no Mia Monroe. Mi lista de razones para mantenerme alejado sólo sigue creciendo. Ella es un huésped del hotel. Tiene más equipaje que el aeropuerto JFK. Pero sobre todo, porque es demasiado buena para alguien como yo. Nada bueno puede resultar con Mia a mi lado. Bueno, algo bueno podría venir —con toda la intensión—, pero después de disfrutar físicamente, la realidad me traería de vuelta a la tierra. Se merece algo mejor de lo que jamás podría darle. Y lo estoy haciendo bien, creo. He estado con ella por un buen rato. Sí, ya sé lo que estás pensando, he pasado menos de un día en su compañía. Pero confía en mí, esto es una especie de jodido record en no intentar seducirla. Mi único desliz fue en el coche, cuando coqueteé con ella. Pero eso no fue nada comparado con la forma en que normalmente me manejo. Simplemente no pude resistirme. Y la expresión de su cara… era tan malditamente linda. Sus mejillas se sonrojaron, y se veía sorprendida y avergonzada. Uno pensaría que nadie había coqueteado con ella antes, pero por como luce, me parece muy difícil de creer. Estamos de vuelta en el hotel, y estoy en la cocina haciendo un poco de café. Después de que terminamos el almuerzo en el restaurante, nos quedaba una hora para matar antes de tener que recoger a Dozer, así que traje a Mia de vuelta al hotel y descargué la información que encontré. Imprimí la información mientras Mia iba a cambiarse su camiseta desgarrada. Me dio mi camisa antes de irse a cambiar. No me avergüenzo de decir que la olí una vez que se alejó.

Página

107

Olía increíble. Totalmente material para masturbarse. En serio, si Mia Monroe fuera un aroma de un perfume, la rociaría sobre mis almohadas. Y mi ropa. Diablos, me rociaría a mí mismo. Cuando regresó de cambiarse, estaba recién duchada, y su cabello todavía estaba un poco húmedo, y un aroma a vainilla flotaba a su alrededor. Llevaba una camiseta sin mangas de color rosa pálido y unos vaqueros que abrazaban su trasero, y mi polla casi saltó de mis vaqueros. Lucía malditamente hermosa. Me tomó unos cuantos minutos para que mi cabeza funcionara correctamente antes de que pudiera sentarme con ella y empezar a buscar entre los datos. Parecía tranquila mientras le hablaba sobre lo que había

impreso, así que la dejé sentada en el porche, pensando que tal vez lo necesitaba. De ahí la razón por la que estoy aquí haciendo café. Me imagino que apenas está procesando las cosas. No puedo empezar a imaginar cómo se debe sentir saber que tu madre te abandonó. Nunca me han abandonado, pero me ha tocado que mis madres mueran. Mi madre real, Abbi, murió en el parto. Tenía un problema cardíaco sobre el que no sabían, y el estrés de darme a luz la mató. No estaba casada con papá. Eran jóvenes, en una relación estable, pero a papá se le olvidó cubrírselo, por lo que nueve meses más tarde hubo un “Hola, Jordan”. Después de que Abbi murió, papá me crió solo con la ayuda de mi abuelo. Cuando tenía dos años, Belle, mi madrastra, a la que siempre me refiero como mamá, ya que es la única que he conocido, volvió a la ciudad, y regresó con papá. Papá y mamá eran novios de la infancia. Mamá salió de la ciudad para ir a la universidad, pero mi padre se quedó aquí y fue a la academia de policías. Antes de irse se separaron, y fue entonces cuando conoció a Abbi y me tuvo. Mamá murió hace cuatro años, y no ha mirado a otra mujer desde entonces. Papá ha pasado por momentos difíciles en su vida. Perdió a las dos mujeres que amaba. Creo que la pérdida de ambas ha matado su fe en el amor. Totalmente comprensible. Y por eso es que estoy soltero. Solo me preocupo por una mujer cuando necesito echar un polvo. El teléfono comienza a sonar. —Golden Oaks. —Oye hijo, ¿cómo estás? —Hola papá, estoy bien. ¿Cómo está el abuelo? ¿Ya está volviéndote loco? Él se ríe. —Por supuesto. Conoces a tu abuelo. ¿Cómo van las cosas en el

Página

108

hotel? —Sí, bien. Tenemos un cliente alojado en este momento. Ella estará aquí dos semanas. —¿Ella? —Silencio—. ¿Hay una mujer quedándose allí en este momento? —Sí, papá. —Suspiro. —¿Está sola? —Sí. —¿Cuántos años tiene?

—No lo sé, alrededor de mi edad, tal vez un par de años más joven. —¿Tiene novio? —Jesús, papá. —Suspiro de nuevo—. No conozco su situación sentimental. —Mentira—.Porque no lo necesito. No voy a tocarla, ¿de acuerdo? No es mi tipo. Esa es una pequeña mentira. Mia no es mi tipo habitual. Es mucho mejor. —Cada chica es tu tipo, Jordan. —¡No todas las chicas! —me burlo—. Nunca me acostaría con una chica fea. Por Dios, dame un poco de puto crédito, papá. —Jesús, Jordan, ¿tienes que maldecir tanto? —Sí, jodidamente tengo que hacerlo. ¿Cómo los padres tienen la capacidad de convertirte de un jodido hombre adulto a un adolescente en cuestión de segundos? —Por lo tanto, ¿es fea, entonces? —dice, comenzando de nuevo. —¿Quién? —Juego con él. Deja escapar un fuerte suspiro. —La chica a la que no tienes ninguna intención de llevar a la cama. —Bueno... no, no es lo que yo llamaría fea... Él se ríe. En voz alta. Realmente me molesta.

Página

109

—Mira, sé que piensas que estoy jodido, y sé que es mi culpa, pero soy totalmente capaz de mantener las manos quietas. Voy a permanecer lejos de esta chica. Es un huésped. Fin de la conversación. —Guau, tranquilízate, hijo. En primer lugar, no creo que estés jodido. ¿Me escuchas? Sólo me preocupo por ti. Privilegio de los padres. Sólo quiero que seas feliz, pero siempre pareces buscar la felicidad en los lugares equivocados. Incluso más recientemente. Esto se está poniendo un poco más profundo de lo que me gusta. No hablo profundo. Y menos con mi papá. Inclino mi brazo contra la pared y descanso la frente en ella. Dejo escapar un suspiro. —Estoy bien, papá. Soy feliz. Mira, me tengo que ir. Saluda al abuelo por mí, ¿quieres? —Por supuesto. —Suena resignado, y me alegro. No quiero que esta conversación continúe por más tiempo del necesario—. Ten cuidado, hijo. Hablaré contigo pronto.

Cuelgo el teléfono y luego me doy cuenta de que olvidé decirle sobre el accidente de Dozer. Como sea. No estoy de humor para llamarlo ahora mismo. Se lo diré después. Tomo nuestros cafés y salgo afuera. Mia se encuentra sentada en la mesa. Se ha quitado sus gafas de sol, y está reclinada en la silla, con la cabeza inclinada, mirando hacia el cielo. La observo por más tiempo del que debería. Vuelve su cabeza repentinamente, y me pilla mirándola. Actuando como si no hubiera nada extraño acerca de eso, sonrío y me acerco, poniendo su café sobre la mesa delante de ella. —Gracias. —Me sonríe, y se siente como si acabara de recibir un puñetazo en el pecho. Esto seriamente está empezando a volverme loco. No las sonrisas... no, esas son impresionantes. Es mi reacción a ellas lo que comienza a molestarme. Mi reacción a ella. Tomo la silla frente a ella. Recostándome, tomo un sorbo de mi café y lo dejo. —¿Alguna idea de dónde quieres empezar? —Asiento hacia los papeles que tiene delante. Mia toma un sorbo de café, con sus ojos fijos en los míos por encima del borde de la taza. —Pensé que tal vez me gustaría empezar con la Anna que vive en Farmington. Esa es la ciudad más grande, ¿no? Porque pensé que si yo fuera ella y me estuviera escapando, ahí es a donde me gustaría ir. O quizá iría a otro estado, así sería difícil de encontrar. Sus labios descienden. Siento una punzada de... no sé. Todo lo que realmente sé es que no me gusta verla triste. —Piensa en positivo, Mia. Comencemos con lo que tenemos, ya avanzaremos desde allí.

Página

110

Levanta la mirada. —Tienes razón. Voy a viajar hasta allí mañana. —Viajaremos —subrayo. Realmente podría no ir a Farmington. He evitado ese lugar como la peste, desde lo que pasó con papá. Pero no puedo dejar que vaya sola. Y la probabilidad de ver a alguien que no quiero ver, durante el día, es prácticamente nula. La gente como yo sólo sale a jugar durante la noche. Mia coloca su taza encima de la mesa. —No tienes que venir conmigo. Ya me ayudaste mucho, y tienes que vigilar el hotel.

Echándome hacia atrás, cruzo una pierna sobre la otra y descanso mi tobillo en el muslo. —Si no lo has notado, no estamos exactamente ocupados. Eres mi único cliente, por lo que podríamos llamar a esto el paquete con todo incluido. —Sonrío de manera que no resulte espeluznante. Ella se ríe. Es una buena señal. Su ceja se levanta, y comienza a tirar de ese maldito labio de nuevo. — Así que... ¿Qué implica este paquete con todo incluido? Hmm. Está coqueteando conmigo. Interesante. Muy. Jodidamente. Interesante. —Nada en concreto. Se trata más de probar y ver cómo van las cosas. —Bien. —No me quita los ojos de encima. Me gusta la dirección en la que va esto. No debería, pero no puedo evitarlo. Me interesa Mia, y no voy a dejarla ir hasta que no sepa lo que significa. Mi respiración se acelera, por lo que tomo un sorbo de café para cubrirlo, pero no quito mis ojos de ella. —Pero no es porque sea parte de ese paquete que voy mañana contigo. Realmente no creo que sea seguro para ti conducir por ahí sola. Un pequeño ceño fruncido se forma entre sus cejas, y sus ojos se iluminan como fuego. Es sexy, pero sé que la hice enojar. Todo iba en una buena dirección, pero tuve que abrir mi bocota y arruinarlo. Se cruza los brazos por debajo del pecho. Eso empuja sus perfectas tetas hacia arriba; esas tetas que hago todo mi esfuerzo por no mirar.

Página

111

—Jordan, conduje a través de siete estados sola para llegar aquí. Puedo manejar un viaje fuera de la ciudad. —Suena enojada, y su labio sobresale. No puedo evitar reírme. Es tan malditamente adorable. Estoy tentado a tirar toda precaución al aire, tomar su rostro entre mis manos y besar esos hermosos labios. —Lo entiendo —le digo, reprimiendo una sonrisa—. Puedes cuidar de ti misma. Pero entiéndeme. Recuerda, crecí siendo el hijo de un policía, conozco el lado malo de que las mujeres conduzcan solas largas distancias. Cielos, solo el hecho de saber que tuviste que hacerlo para llegar hasta aquí, me hace sentir como si tuviera urticaria. Y eso no sería lindo. No quieres ser responsable de hacer que me vea feo, ¿verdad? Como el tipo de feo que asusta a los niños pequeños. —Hago una mueca, y ella sonríe.

Estoy jugando, porque no quiero derribar la autoestima e independencia que necesita tan claramente; la confianza que ese bastardo le arrebató el instante en que le puso un dedo encima. Pero tampoco puedo dejar que vaya sola. Baja la mirada a la mesa y mueve su dedo por la ranura. Ya logré familiarizarme con la expresión que coloca cuando piensa en algo y lleva esa mirada en estos momentos. Levanta la cabeza, mirándome fijamente. —No quiero ser la responsable de echar a perder esa bonita cara que tienes, así que... de acuerdo, puedes venir. —¿Crees que tengo una cara bonita? —Inclino mi cabeza hacia un lado, sonriendo. Por supuesto, atrapé eso. Y por supuesto, quiero saber la respuesta. Mia es la única mujer que me hace preguntarme si me encuentra atractivo o no. Es tan difícil de leer que es imposible saber lo que piensa la mayoría del tiempo. Está jodiendo mi cabeza, como mínimo. Su rostro se puso tan rojo como esperaba. Nunca he conocido a una chica tan tímida como ella. Nunca he conocido a una chica como ella, y punto. Es tan diferente. Sin pretensiones de nada, sobre todo acerca de sí misma. No tiene idea de qué tan jodidamente increíble es en realidad, pero quiero que lo sepa. Sólo deseo saber cómo decírselo. —Eh, eh, bueno… —Se pasa los dedos por el pelo, y mantiene sus ojos fijos en el café que tiene delante—. Tienes una cara bonita. Tú sabes cómo es tu cara.

Página

112

—Lo tomaré como un cumplido. —Sonrío. Pero lo que realmente me apetece hacer es romper en un maldito baile—. Tienes una cara bonita también, Mia. Muy bonita. Oigo su rápida bocanada de aire, y noto el rubor en su pecho. Se ve alterada por mí. ¡Dios bendiga América! —Gracias —dice en voz baja, formando una sonrisa. —Tienes un serio problema con eso. —¿Qué? —Sus ojos giran hacia mí, la calidez muere instantáneamente. Contengo el ceño fruncido que siento al saber por qué reacciona de esa forma; sospecha de lo que digo y hago. Pero eso no significa que tenga que gustarme. Lo que ese imbécil le hizo, cómo destrozó su confianza... y no conozco

ni la mitad de ello. Solo rezo porque el ojo negro fuera solamente eso y nada más. —Decir gracias. Lo dices que todo el tiempo —le digo. —Oh. Los modales...los llevo dentro de mí. —La despreocupación de su voz no coincide con la expresión de sus ojos. Si no hubiera estado observándola de cerca, me habría perdido cómo se apagaron sus ojos, pero no lo hice, y ahora una sensación de incomodidad se asentó en mi estómago. Hay más, más que solo el ojo negro que le dio su ex idiota. Y ahora me siento furioso. Quiero saber el resto... necesito saberlo para poder ayudarla. Pero no puedo preguntarle directamente, no quiero molestarla como hace un minuto, así que voy a tener que esperar hasta que esté lista para contarme. Si es que alguna vez lo hace. —No tienes que utilizar buenos modales conmigo. —Aligero mi voz, tratando de traerla de vuelta desde el lugar al que se fue—. Si no lo has notado, no tengo ninguno. Me da una media sonrisa. —No lo sé, pareces tener muy bueno modales conmigo. Levanto la ceja. —Yo maldigo. Jodidamente mucho. Se ríe. El sonido se desliza a través de mí. —Maldices mucho, pero resulta refrescante.

Página

113

—¿Mis maldiciones son refrescantes? Eso es nuevo. Vas a tener que decírselo a mi padre porque estoy bastante seguro de que estaría en desacuerdo. Al parecer, maldecir delante de los huéspedes es un gran no-no — le digo, con una mueca de confusión, levantando los hombros para encogerlos de nuevo. No sé qué es lo que ella lo encuentra gracioso, pero echa la cabeza hacia atrás y comienza a reír. Una verdadera y honesta risa nacida del vientre. Y es sólo un sonido tan impresionante y hermoso que no puedo dejar de reír también. Agarrando su estómago con la mano, intenta recuperar el aliento. Y barre su flequillo hacia atrás. Sus ojos azules brillan. Se parecen a la poesía. Al igual que el cielo en un día caluroso de verano. Al igual que el as en la mano que tengo para ganar. Bueno, supongo que te lo imaginas.

Luce hermosa. —Eres gracioso. —Sonríe—. Me haces reír. Detente. Aclaración necesaria. No me importa ser el payaso de la clase, pero no el maldito idiota del pueblo. —¿Divertido ja-ja, o gracioso peculiar? Se inclina hacia delante, los codos sobre la mesa, y la barbilla encima de sus manos mientras frunce los labios. Me siento como si estuvieran evaluándome. No puedo decir que una mujer me haya mirado así antes. O me dejó esperando una pregunta. Me siento un poco sacudido, para ser honesto. —Divertido ja-ja —dice finalmente. Bueno, gracias a la mierda por eso. —Eres rápido, directo, y no molestas. Es refrescante. —Ahora, si no te conociera mejor, creería que me estás llamando común... —bromeo. Arrastra su labio de nuevo con sus dientes y sus ojos me echan un vistazo. Eso en serio es caliente. —Eres todo menos común. —Voy a tomar eso como otro cumplido. —Tenía la intensión de serlo. —Noto que su voz ha disminuido un par de octavas. Su respiración se acelera un poco y el rubor está de vuelta, cubriendo la parte superior de esos increíbles pechos suyos. Hay un calor tangible moviéndose entre nosotros. Se necesita todo de mí en este momento, contenerme y no hacer un movimiento con ella. Joder, quiero hacer un movimiento, y por el modo en que me mira... Ella me quiere.

Página

114

Confía en mí, sé bien una cosa, y sé cuándo una mujer me quiere. Y Mia me quiere. Encuentro sus ojos de nuevo, y rápidamente me viene a la memoria el moretón en su rostro. Colisión. Es demasiado frágil. Ha pasado por mucho. No soy el tipo de persona que necesita. Echando la silla hacia atrás, me pongo de pie. Los ojos de Mia me siguen. Estoy bastante seguro de que veo un destello de decepción en ellos. Por igual; sacude y agria mi estado de ánimo.

Jodido, ¿no? —Es tiempo de recoger a Dozer. —Echo un vistazo a mi reloj, como para confirmárselo. —¿Te importaría si yo voy también? Realmente me gustaría ver cómo lo está llevando —pregunta, con esa dulce voz. Invade mi cabeza como una presencia física. Quiero decirle que no porque ese tiempo me serviría para aclarar mi mente de ella, y lo que quiero hacer con ella... y a ella. Incluso abro la boca para decir no. Pero, por supuesto, le digo que sí. Una mirada a esos impresionantes ojos azules y todo mi sentido vuela por la ventana. Entonces sonríe, y yo estoy jodidamente acabado. Ni siquiera puedo culpar a mi polla porque ni siquiera ha aparecido en la fiesta.

El viaje al veterinario es silencioso. Principalmente porque no puedo pensar en una maldita cosa para decirle. Este es un concepto extraño para mí. Nunca estoy sin algo que decirle a una mujer, pero ahora mismo, sacudo el interior de mi cabeza tratando de entender lo que está pasando aquí. ¿Por qué Mia me afecta tanto? Tal vez es porque lo desconocido me está llamando. Dejando el sexo de lado, sí, acabo de decir eso, increíble, ¿verdad? Ves, esto es lo que me hace. La cosa es que en realidad me gusta hablar con ella. Es inteligente. Y divertida. Estoy caliente por ella, y quiero pasar tiempo a su lado. Nunca. Sucedió. Antes.

Página

115

Y no me gusta. Esta chica va a hacer que lentamente me vuelva loco, puedo sentirlo. Tal vez debería acostarme con ella y acabar con esto de una vez, y esperar las consecuencias. Definitivamente está caliente por mí, me di cuenta antes. Tal vez si yo sólo... —¿No era esa la calle para ir al veterinario? —¿Qué? —Vuelvo en sí por el sonido de la voz de Mia. —Creo que acabas de perder el cruce al veterinario. —Señala por encima de su hombro.

Doy un rápido vistazo a mi espalda, y veo que, efectivamente, he perdido la calle por estar pensando en ella. —Mierda, sí —murmuro. Reviso el camino, está vacío y le doy vuelta al coche, regresando de la manera en que acabo de llegar. Tomo un giro y estaciono fuera de la veterinaria. No hay nadie detrás del mostrador cuando entramos en el edificio, así que toco la campana sobre la mesa. Penny aparece detrás de una puerta. —Hola de nuevo. —Sonríe alegremente—. Dozer está listo para usted. Si desean tomar asiento, lo traeré enseguida. Me siento al lado de Mia, pero estoy inquieto. No sé bien exactamente que me pone nervioso. Tal vez es porque ando desenfrenado por la tensión sexual. —¿Estás bien? —pregunta Mia. Mantengo la mirada en mi pie dando golpecitos. —Oh, sí, estoy bien. —¿Te preocupa Dozer? —Sonríe suavemente y me toca el brazo con la mano. Mi cuerpo se electrifica por su toque. Apenas puedo pensar con claridad por el calor que arde sobre mi piel. En serio, ¿qué mierda es eso? —¿Quién? —murmuro. Ella se ve confundida. Abro la boca, pero la cierro cuando Penny sale con Dozer. —Aquí está.

Página

116

Dozer cojea hacia mí. Su pierna está en una escayola y tiene una mirada enojada en su rostro. Lleva uno de esos enormes conos alrededor de su cabeza. Tengo que reprimir una sonrisa. Pobre bastardo. Realmente ha sufrido. —Oye, amigo. —Me acerco a él y me agacho—. ¿Cómo estás? Gruñe y golpea el cono contra mi hombro. —¿Cuánto tiempo tiene que llevar eso? —digo de pie, tomando la correa que me ofrece Penny. —Veremos cómo lo lleva. El doctor Callie sólo se lo puso porque masticaba el molde. —¿Ves, Dozer?, deja tu pierna tranquila y el cono se va.

Me da una mirada sucia, entonces da un tirón a su correa de mi mano y cojea hacia Mia. Los miro, la forma en que lo acoge otra vez, sin miedo. Dozer es un perro grande, y la gente es a menudo cuidadosa con él, pero no Mia. Ni siquiera cuando deja caer su enorme cabeza en su regazo, torpemente revolviéndose un poco con el cono, babeando sobre sus vaqueros. A ella no le importa, sólo le da la atención que él quiere. Dozer nunca es así de agradable con gente que no conoce. Por lo general, les da una amplia mirada. Siempre ha sido así, culpo al momento en que lo abandonaron en el umbral de nuestra puerta dejándolo a la suerte. Pero Mia cuidó de él después de su accidente, le mostró una amabilidad que la mayoría de la gente no tiene en ellos. Eso lo habrá preparado con ella, y Mia es difícil de no gustar. Sé eso malditamente bien. La veo rascándole la oreja, arrullándolo, y se está volviendo loco por la atención. Bastardo con suerte. Lo que yo daría por tener sus manos en mí en este momento. En serio, me gustaría que me rasque la oreja si eso significa que va a tocarme. Una pierna rota empieza a sonar muy atractiva en este momento. Mia de repente levanta la mirada desde Dozer hacia mí, como si pudiera oír mis pensamientos, y me atrapa mirándola. Sus ojos azules se asoman con curiosidad en los míos. Sé que debería mirar hacia otro lado, pero no lo sé… No puedo. Una sonrisa se eleva lentamente en sus labios. La luz que entra por la ventana, detrás de ella, la enmarca a la perfección. Luce como un ángel. La cosa más hermosa que he visto nunca. Golpe. Hacía .El. Pecho.

Página

117

Siento que no puedo respirar. —Si usted pudiera firmar estos formularios para mí, y pagar la cuenta — dice Penny, apartando mi atención de Mia. —Claro —le digo, frotando en mi esternón. Si esto sigue así, voy a tener algún de ataque al corazón antes de tiempo. Con un movimiento de cabeza, la sigo hacia el escritorio de recepción. Le entrego a Penny mi tarjeta de crédito, tratando de no pensar en cómo diablos voy a pagar después estas cuentas del veterinario, y firmo las dos formas que pone en mis manos. Echo un vistazo por encima del hombro, y atrapo a Mia mirándome. Definitivamente me está echando un ojo. A mi trasero, para ser exactos.

Mira hacia otro lado cuando se da cuenta que le he pillado. No puedo evitar sentirme malditamente feliz. Estoy sonriendo como un desnudista en una fiesta de fraternidad. Después de que termino de firmar las formas, y el gasto de dinero que no tengo, Penny me da una pequeña bolsa que contiene el medicamento de Dozer. —Estos son para el dolor. Dele una en cada comida del día, y tendremos que verlo de nuevo aquí en el plazo de un mes para revisar la sanación de su pierna. Sólo dele una cena suave esta noche, su estómago todavía está bajo el efecto de la anestesia. Puede llevarse el collar y la correa a casa. Simplemente devuélvalo cuando tenga tiempo. —Gracias, lo traeré mañana. Hago la cita para cuatro semanas, y deslizo la tarjeta de citas en mi billetera junto con mi tarjeta de crédito. Guardo la medicación en mi bolsillo mientras camino de regreso a Mia. Dozer sigue haciéndole ojos de corderito. Incluso mi perro está loco por ella. No es que yo esté loco por ella. De ninguna manera. Por supuesto que no. Nunca. Jamás. —¿Listo? —Alcanzo la correa de Dozer. Al volver la cabeza, toca mi mano con ese enorme cono que lleva puesto y se pone la correa en la boca, sujetándola para que Mia lo tome. Bien, Dozer. Recházame por una chica. Creo que se le olvidó quién le da de comer. Tomando la correa de su boca, le frota la cabeza.

Página

118

Me mira, con una sonrisa elevando la comisura de su boca. —¿Está bien si lo llevo al coche? —No parece que tengas muchas opciones. —Sonrío en dirección a la cola que se mueve de Dozer—. Creo que tienes un admirador. Se ríe. Es uno de los sonidos más sexy que he oído nunca. —Bueno, Dozer no sería un mal admirador, pero creo que soy más como una nueva cara para conseguir un poco de atención. No que piense que alguna vez hayas luchado por atención —le dice a Dozer—. Qué guapo chico eres... ¿No es así…? Sí, lo eres. —Acuna su rostro entre las manos, y en realidad me encuentro celoso de mi perro Estoy celoso de mi perro.

Realmente tengo que echar un polvo. —Vamos. —Meto mis manos en los bolsillos, luego voy dirección a la puerta y hacia el coche. Ayudo a Dozer en el asiento trasero. Volviéndome, Mia se cierne detrás de mí cuando Dozer se instala a sí mismo en el asiento. —¿Debo sentarme en la parte de atrás con él de nuevo? —pregunta, mordiéndose el labio inferior. Jesús, quiero morderle el labio. Lamerlo. Chuparlo. Follarlo. Veo que Dozer eleva la cabeza, y sus orejas se levantan. —No, él estará bien. Vas a tener más espacio en la parte delantera, a mi lado, que aquí. —Está bien... si estás seguro. Veo la cabeza de Dozer caer con un gruñido. La sonrisa regresa a mi rostro cuando veo a Mia rodear el coche y subirse en el asiento del pasajero. Pero en lo que estoy por subir al coche, no me resisto a darle Dozer una sonrisa satisfecha. Honestamente, la mirada que me da en este momento... creo que si pudiera enseñarme el dedo medio, lo haría. Sí, tú perdiste esta ronda, Dozer. Girando el arranque, me siento bastante satisfecho de mí mismo porque tengo a Mia sentada delante conmigo... Entonces me doy cuenta. Acabo de tener un concurso de meadas con mi perro. No hay palabras. Ninguna. Maldita. Palabra. Pongo en marcha el coche, rumbo a casa.

Página

119

De hecho, comienzo a pensar que Mia tiene algún tipo de poder mágico, y eso es lo que me hace actuar fuera de carácter. Algo como vudú o algo así. Tiene que ser eso. No hay otra explicación lógica para la gran marica en que me estoy convirtiendo. Todo lo que necesito hacer es alejarme de Mia por unas horas, meter mi polla dentro de una chica, y volveré a ser yo en cualquier momento. Excepto que no puedo esta noche con Dozer herido. Mañana. Definitivamente mañana.

Escogeré a la chica más caliente que pueda encontrar, y la follaré, varias veces. Voy a sacar a Mia Monroe de mi cabeza con una follada. Me siento bastante feliz conmigo y sonrío, cuando esa molesta canción de Taylor Swift, I Knew You Were Trouble, empieza a sonar en la radio. Estoy a punto de apagarlo, cuando Mia comienza a cantar en voz baja, por lo que la dejo reproducirse. Jesús, su voz es uno de los sonidos más dulces que he oído nunca. Escucho toda la canción. Mi piel prácticamente vibra para cuando termina. ¿Quién sabía que la canción podía sonar tan bien? Me acerco y le bajo volumen a la radio. —¿Te gusta Taylor Swift? —¿Qué? —Se ruboriza—. Oh, sí, ella está bien. Pero realmente me gusta esa canción. Probablemente no es tu tipo de música, ¿no? —En realidad, no. —Sonrío. Quiero tocarla tan jodidamente mucho en este momento. —Lo siento —dice en voz baja. Rápido, le doy un vistazo. —¿Por qué te disculpas? —Por cantar. Lo hago a veces sin darme cuenta. Sé que tengo la peor voz, y debo de haber hecho mucho daño a tus tímpanos escuchándome. —Se ríe, pero suena poco natural, forzado. No como ese sonido increíble que escuché antes. Le arrojo otra mirada rápida. Me doy cuenta de que su lenguaje corporal está apagado. Sus manos se envuelven alrededor de sí misma, casi como protegiéndose.

Página

120

La tensión me pica como si fuera cuchillos. —¿Quién te dijo eso? —El ex idiota le dijo. Tengo muchas ganas de perforarle la cara. En repetidas ocasiones. Baja la mirada a sus pantalones y empieza a quitarle pelusas imaginarias. Puedo sentir como comienza a encerrarse en sí misma y se aleja de mí. No me gusta esa sensación ni un maldito poco. —Oh, nadie me lo dijo. Sólo tengo oídos, ¿sabes? —dice con un encogimiento de hombros, y otra falsa risa. —Pues tus oídos están apagados. Creo que tienes una gran voz, Mia. Realmente impresionante. Disfruté escuchándote cantar.

Puedo sentir sus ojos en mí, así que encuentro su mirada. Me quedo idiotizado y antes de darme cuenta estoy hablando. —¿Cuáles son tus planes para esta noche? ¿Qué demonios estoy haciendo? Sorpresa destella en esos magníficos ojos azules. Entonces levanta sus delgados hombros y ladea la cabeza. —Oh, eh, sólo iba a cenar, y después, supongo que leer hasta dormirme. —¿Quieres cenar conmigo? ¿Por qué no puedo dejar de hablar? La ceja de Mia se levanta, y la forma en que sonó finalmente resuena dentro de mi cabeza. Jesús, sonó como si estuviera pidiéndole una cita. Yo no tengo citas. Nunca. ¿Qué estoy haciendo? Invitarla a comer conmigo cuando hace un minuto estaba planeando una estrategia para "follar y sacar a Mia de mi cabeza". ¡Corrígelo! ¡Corrígelo! Trago, con fuerza. Mis ojos ahora miran firmemente el camino delante, y estúpidamente logro balbucear—: Yo, eh, sólo quería decir que voy a cocinar algo de cenar para mí, así que puedo hacer más por ti, ¿si quieres? O no. Lo que sea. Delicado, Matthews. Malditamente delicado. Hay una de sus largas pausas antes de hablar. —Eso sería genial, Jordan. Gracias. —Su voz es tan poco natural y tranquila que ni siquiera me arriesgo a darle una mirada para ver la expresión de su cara. Alguien máteme ahora. Por favor.

Página

121

Oigo a Dozer bufar en la parte posterior. Estoy medio tentado a darme la vuelta y decirle que se vaya a la mierda, pero supongo Mia ya piensa que soy un idiota, así que lo olvido. En cambio, me acerco y vuelvo a subir el volumen de la radio para llenar el momento raro. Y cabe decir que el camino de regreso al hotel es tan silencioso como la salida.

10 Traducido por Valentine Fitzgerald Corregido por Itxi

Mia ¿Por qué me siento tan decepcionada? No quería que Jordan me pidiera salir a cenar, pero cuando corrigió su oferta, todo lo que sentí fue decepción. Es estúpido. Soy estúpida. Por supuesto que iba a ofrecerme la cena. Es un buen chico. Sé que dijo que el hotel no prepara cenas, y probablemente solo es amable porque soy la única huésped, pero no puedo permitirle alimentarme gratis. Tengo que asegurarme de que agregue el costo de la comida a mi cuenta. Estoy segura que lo hará de todas formas, pero tendré que cerciorarme. Mírame, fantaseando con el primer chico que es agradable conmigo. Es ridículo, incluso para mí. Sólo necesito concentrarme en por qué estoy aquí: encontrar a mi madre, obtener algunas respuestas, y seguir con mi vida. Un nuevo comienzo. Ahora estamos de vuelta en el hotel. Estoy de pie junto al pasaje abovedado observando a Jordan acomodar a Dozer en el sofá. Incluso enciende la televisión para él.

Página

122

Tengo que suprimir la sonrisa que siento. Y el golpe de atracción que me sacude. De verdad quiere mucho a Dozer. Es un perro afortunado. Menos por el golpe del coche, eso sí. Sigo a Jordan a la cocina del hotel después que termina de establecer a Dozer. Tomo asiento en un taburete junto a la encimera. —No soy el mejor chef… —dice sobre su hombro, y se acerca al refrigerador. —Suena prometedor —bromeo.

Estoy sorprendida por mi atrevimiento. No es algo normal, y no es cómo hablo con los hombres. Siempre soy precavida, pensando las palabras antes de decirlas. Tenía que serlo. Un desliz podría costarme muy caro. Pero con Jordan es fácil meter la pata porque todo respecto a él se siente natural. Se voltea un poco, luciendo indignado. —¡Oye! No soy tan malo. Hago un Chile Verde genial. Conseguiré los ingredientes y te lo prepararé otra noche, pero ahora, sólo nombra lo que quieras con los ingredientes que tengo — sonríe—, y lo prepararé. Sintiéndome aliviada por sus bromas, me encojo de hombros. —Soy fácil. Lo que sea que quieras está bien conmigo. Levanta sus cejas. Se da la vuelta por completo para observarme. Fácil. No es la mejor elección de palabras, Mia. Ves lo que sucede cuando no pienso mis palabras. Diarrea verbal. —N-no ése soy f-fácil. Sólo respecto a la comida, sabes —comienzo a tartamudear—. S-solo no ese mismo, fácil de complacer. Sus cejas se elevan más, y sonríe. Deseo que la tierra me trague. Ahora. Por favor. —Fácil de complacer. Entendido. —Lleva su atención de vuelta al refrigerador. Soy una idiota. Francamente no debería estar alrededor de la gente. Jordan comienza a sacar la comida y la deja en la encimera. Huevos, tomates… —Así que, “Fácil de complacer”, ¿una tortilla española estará bien?

Página

123

No puedo evitar la risa que se escapa de mí. —Una tortilla española será perfecta. Me sonríe antes de voltearse. —¿Necesitas ayuda? —Nah, lo tengo. ¿Quieres algo de beber? Hay cerveza en el refrigerador, ¿o vino si lo prefieres? —La cerveza está bien. —Me bajo del taburete y me dirijo al refrigerador—. ¿Quieres una? —Claro. Tomo dos botellas.

—El destapador está en el cajón. —Jordan apunta el cajón con el cuchillo que está usando para cortar el tomate. Vacilo en mis pasos, mi pecho apretándose y las piernas debilitándose. Mis ojos se nublan. Mierda. Oliver arrastró el cuchillo por mi clavícula y sobre mi hombro. —¿Dónde conseguiste esto, Mia? —Sostuvo en alto la camiseta que me compré el día anterior. Una hermosa camiseta, de corte bajo y de tirantes, que había escondido en el fondo de mi closet. Esperaba usarla cuando Oliver estuviera en el hospital. La compré por los colores. Me hacía pensar en el verano. Me sentí cálida y feliz cuando me la probé. Quería mantener esa sensación, entonces la compré, incluso conociendo el riesgo. —L-la compré, señor. —¿Te di permiso para comprar esto? Bajé la cabeza. —No. Se acercó más a mí. —¡Es una camiseta de puta! ¡Creada para tener la atención de los chicos! ¿Es eso lo que quieres, Mia? ¿Quieres la atención de los chicos? —No, papi. Sostuvo la camiseta delante de mí mientras la rasgaba con el cuchillo. Quería llorar. No tanto por la camiseta, sino por la sensación que la camiseta me hizo sentir. Por ese momento fugaz, me había sentido feliz, y él me lo arrebató. Como siempre. —Quítate el suéter, Mia. Mis ojos se elevaron a los suyos. —¿P-por qué? —¡No me preguntes! —rugió—. ¡Haz lo que te digo!

Página

124

Con mi cuerpo temblando, me quité el suéter. Dejándome en sostén, sostuve mi suéter, apretándolo fuertemente contra mi estómago. El miedo me invadía por dentro. Oliver caminó detrás de mí. Apreté fuerte mis ojos. Le escuché dejar el cuchillo en su escritorio, luego el chasquido del cinturón de Oliver abrirse mientras lo sacaba de su pantalón. Mi estómago cayó. No importaba cuántas veces pasara, el miedo era siempre el mismo.

—Has desobedecido mis reglas, Mia. Has sido una chica mala. ¿Qué les pasa a las chicas malas? Tragué el miedo que secaba mi boca y me dominaba por dentro. —Son castigadas, señor. Me preparé, apretando los dientes. Sentí el azote del primer golpe en mi espalda. Reprimiendo los gritos, mordí mi labio inferior hasta que probé algo de sangre. —¡Jesús, Mia! ¿Estás bien? Un preocupado Jordan está de pie delante de mí. Siento algo bajar por mi barbilla. Paso mi mano contra mi boca. Sangre. Un poco aún queda en mi boca. —Dios, uh, yo, uh… fue un accidente. ¿Un accidente? Claro, porque la gente normal muerde sus labios y sangran todo el tiempo, Mia. Perfectamente normal. No pensará nada fuera de lo normal. Sin decir nada, me quita las botellas de cerveza de mi mano y las deja en la encimera. Ahí es cuando me doy cuenta que mis manos están temblando. —Siéntate aquí. —Trae un taburete. Me siento, mis piernas de repente sintiéndose como gelatina. Abre un cajón, luego vuelve con un botiquín de primeros auxilios. Dios, soy un desastre. Estoy a la deriva y muerdo mi propio labio abierto. Maravilloso, Mia. Así se hace.

Página

125

—Lo siento —murmuro cuando comienza a limpiar la sangre con una toallita. Antiséptico. Arde un poco, pero estoy acostumbrada al ardor; años de usar cosas que provocan eso—. Soy tan torpe. Intento no concentrarme en la cercanía de Jordan, o cómo mi piel cosquillea cuando me toca. O cuán increíblemente huele. O lo mucho que quiero que me bese. Ahora mismo. Más que nada. Sí, eso es lo que estoy pensando en este desastroso momento. Normal es algo que nunca seré. Lo descubrí hace un largo tiempo. —Deja de disculparte —dice suavemente, encontrándose con mis ojos—. Sólo dime qué pasó ahí. Mantengo la mirada fija. —No pasó nada.

—¿No pasó nada? Estabas en otra parte completamente. ¿Dónde fuiste? Alejo mi mirada, concentrándome en la pared detrás de él. —A ningún lugar en especial. Lo siento. Suspira. Su cálido respirar sopla mi cabello. Su fogosidad debería molestarme, pero en todo lo que puedo concentrarme es en lo que su cercanía me hace sentir ahora. Viva. No recuerdo sentirme así de viva antes. —En serio, deja de decir que lo sientes. No tienes nada que lamentar. Sólo estoy preocupado por ti. —Presiona la toallita contra mi labio—. ¿Pensabas en lo que te hizo tu ex? ¿Cómo te dejó el ojo negro? Sé que los sucesos traumáticos pueden revivirse a veces por las cosas más pequeñas, provocando apagones y ese tipo de cosas. Mi cuerpo se congela. Mis músculos se tensan. Sacudo la cabeza. Es la verdad porque el verdadero desastre me pasó mucho antes de que Forbes entrara en mi vida. Forbes era solo la lluvia después del tornado. —Estoy bien —digo, posiblemente un poco brusca. No tenía la intención de ser de esta manera, pero no puedo hablar de esto. No con él. No con nadie. Alejando la toallita, retrocede un paso y pasa una mano por su cabello. Puedo afirmar que está frustrado, y soy la que lo está frustrando. Todo lo que parezco hacer es frustrar y enojar a los hombres, pero eso es todo lo que sé. La amabilidad me confunde. Me deja con la guardia baja. Un hombre enojado y frustrado tiene más sentido para mí.

Página

126

—Sé que no me conoces bien, pero puedes confiar en mí. Puedes hablar conmigo y decirme cualquier cosa. No juzgaré… honestamente, no soy nadie para juzgar. —Su mirada va al suelo, luego regresa a la mía. Sus ojos son honestos y claros—. Puede que sea capaz de ayudarte. Incluso cuando está frustrado, es amable. No sé qué hacer con eso. Pero quiero su ayuda. Más que nada, quiero confiar en alguien. Quiero confiar en él. Abro mi boca para dejar salir las palabras. Pero no puedo. Lo roto en mí no puede ser arreglado. —No pueden ayudarme desde hace un largo tiempo. —Niego, odiando dejar salir eso—. Lo aprecio, tú… todo lo que has hecho por mí. Pero en serio, no hay nada de qué hablar. —Me bajo del taburete.

—Gracias por ayudarme, pero creo que omitiré la cena. Me siento cansada. —Mia…

Página

127

Ignorando el ruego en su voz, salgo de la cocina y corro a mi habitación.

11 Traducido por Yure8 Corregido por Vanessa VR

Jordan Levanto la mano para llamar a la puerta, luego la retraigo y doy un paso atrás. Estoy de pie fuera de la habitación de Mia, preguntándome si debería llamar a su puerta o no. Es un acto bastante simple. Levanto la mano. Hace contacto con la madera. Llamo. Ella abre la puerta. Simple, ¿no? Así que ¿por qué estoy pensándolo? Porque después de anoche, las cosas ya no se sienten tan simples cuando se trata de Mia. No es que todo hubiera ido sobre ruedas desde el momento en que la conocí, pero esto estaba fuera de mi territorio. No tengo ni idea de qué decirle. Y siempre sabía qué decir a las mujeres. Supongo que simplemente podía actuar como si nunca hubiera pasado. Sí, porque eso no sería algo totalmente jodido para hacer.

Página

128

Tal vez simplemente puedo dejarle saber que si alguna vez necesita hablar conmigo sobre cualquier cosa, estoy aquí. Eso es todo. Haré eso. Voy a llamar a la puerta, decirle que el desayuno está listo, preguntarle a qué hora quiere irse a Farmington, y sutilmente mencionar que estoy aquí para ella. Fácil. Levanto la mano a la puerta, y de pronto veo un destello de la cara de Mia anoche. La mirada en su rostro. Estaba completamente fuera de sí. En algún otro lugar. Y la forma en que mordía su labio… honestamente nunca he visto nada igual.

No temo admitir que verla así me asustó demasiado. ¿Qué podría haberla hecho ponerse así? Supongo que las cosas están mucho peor para ella de lo que pensé en un principio. Más que solo el ex idiota poniéndole ese ojo negro. Lo entendí cuando dijo que estaba más allá de la ayuda y corrió fuera de la cocina como si sus pies estuvieran en llamas. En ese momento, quise ir tras ella. Ayudarla. Casi lo hice. Pero me contuve. ¿Por qué? Porque sabía que si lo hacía, estaría cruzando la línea hacia algo más. Conseguiría profundizar con ella. No puedo profundizar. No puedo hacerlo. ¿Follar? Sí. ¿Profundizar? Gran no-no. Retrocedo, me apoyo contra la pared y me paso las manos por el pelo. Estoy agotado. Casi no dormí anoche. Tuve a Dozer y su pierna rota en la cama conmigo, dejándome con unos centímetros de colchón para dormir. Mi falta de sueño no tenía absolutamente nada que ver con la locura de Mia anoche. Podría haber pensado en ello un par de veces. Pero no mucho. Sólo trataba de averiguar lo que el idiota de su ex podría haberla hecho pasar. Y pensar en todo, lo que hizo fue sacarme de quicio. Así que, tuve pensamientos felices sobre Mia. Pensé acerca de tener sexo con ella de muchas maneras diferentes. Y me imaginaba lo que se sentiría el besar esos dulces labios. Cómo sabría. Cómo sabría todo de ella...

Página

129

Su piel… Su apretado, coño caliente... Bien. Pasé toda la noche ya sea preocupándome por Mia, o pensando en todas las formas que quiero hacerlo con ella. Mia estuvo en mi mente toda la maldita noche. ¿Feliz? Porque jodidamente no lo estoy. Al carajo esta mierda.

Me despego de la pared, levanto el brazo con el fin de golpear la puerta, cuando Mia de repente abre. —¡Mierda! —¡Jesús! Mi brazo todavía está en el aire, y mi corazón late con fuerza como un hijo de puta. Los ojos de Mia están en mi brazo levantado, su respiración se acelera, y respira agitadamente. Joder, sus tetas se ven muy bien en ese top. Y miro fijamente. Aparto los ojos. Bajo el brazo a mi lado. —Lo siento —digo, al mismo tiempo que ella. Levanto mis ojos a los de ella y sonrío. Sus ojos me sonríen. —Yo sólo… —Yo estaba… Se ríe. El sonido es tan jodidamente sexy. La deseo. Honestamente puedo decir que nunca he deseado nada más en mi vida que a ella. Mi polla está palpitando. Es una cosa de placer/dolor. Placer al verla. Dolor al no poder entrar en ella. Creo que se está muriendo de sed. Él necesita bañarse en la fuente de Mia.

Página

130

¿Estoy experimentando frustración sexual? Mierda... creo que podría ser. Así que esto es lo que se siente. Es bastante tortuoso. ¿Cómo diablos sobreviven los monjes? Sé que es un hecho que no voy a durar mucho más tiempo sin echar un polvo. —Adelante. —Hace un gesto. ¿Qué? Ah, sí, estábamos hablando. Más o menos. Empujo las manos en mis bolsillos y cambio mi peso en mis pies. —Sólo he venido para hacerte saber que el desayuno está listo, y también para ver a qué hora querías salir a Farmington. —¿Todavía quieres ir conmigo? —Parece sorprendida. —Por supuesto. ¿Por qué no?

Sus ojos caen a sus pies. Sigo su mirada hacia abajo, con el deseo de que sus piernas no estuvieran cubiertas por los vaqueros en este momento. Veo que lleva un par de sandalias y que sus uñas están pintadas de color rosa. ¿Es extraño que la vista de sus pies me encienda? Sí, bueno, si lo es, no me importa. Quiero presionar su espalda sobre la cama, arrancarle las sandalias, luego los vaqueros, y lamer mi camino hacia abajo a su sexy empeine, y luego todo el camino subiendo por esas hermosas piernas hasta llegar a casa. —Porque... bueno, eh...—Su voz suave le regresa mi atención—. Debido a la noche anterior. Frunzo el ceño. No puedo evitarlo. —Nada ha cambiado. —Todo ha cambiado—. Anoche... es tu asunto. Si quieres hablar de ello, estoy aquí. Si no... —Levanto mis hombros—. Todavía sigo aquí. Jesús, ¿podría sonar más como una mujer? Va a crecerme una vagina si sigo esta mierda. Una sonrisa toca la comisura de sus labios. Nuestros ojos se encuentran, y casi me estremezco por la punzada que destella a través de mi pecho. Esta mierda está poniendo mis nervios de punta. Sólo sé que es cuando estoy con Mia. ¿Quizás es…? No. De ninguna. Jodida. Manera. —¿Ya estás lista para comer? —dejo escapar. Se ve un poco desilusionada ante mi brusquedad. —Sí.

Página

131

—Está bien. Bueno. —Me doy vuelta y camino por el pasillo. Fui brusco. No pretendía serlo, y sé que tengo cambios de humor, como un adolescente hormonal, pero me parece que no puedo controlar mis emociones a su alrededor. Mi cabeza está malditamente en todas partes. Oigo la puerta hacer clic detrás de mí, y luego el suave sonido de sus sandalias golpeando contra sus pies. El sonido es como un latido dentro de mi pecho. Salgo a la terraza antes que ella. Es una mañana cálida, así que pensé que podría gustarle comer fuera.

Ya tengo lista la mesa. Llamé a Paula anoche y le dije que no viniera hoy. No hay mucho que hacer, nada que no pueda hacer yo mismo. No tiene absolutamente nada que ver con el hecho de que me gusta estar aquí con Mia. Solos. Nada en absoluto. —¿Te importa si como contigo? —La miro mientras toma un asiento. Sigue siendo un huésped aquí, y tengo que recordármelo. Incluso si comienzo a permitir sentirme un poco entrelazado en su vida. Su sonrisa es una expresión confusa. —No, por supuesto que no. —Genial —Empiezo a retroceder hacia la puerta—. ¿Qué te gustaría beber? —Café estaría bien. Me dirijo a la cocina. Tengo la comida lista en una bandeja, así que sólo añado la cafetera, la crema y el azúcar. —Hice algunas cosas —le digo, y vuelvo al exterior—. No estaba seguro de lo que te gustaría, pero anoche dijiste que eras fácil de complacer... —Sonrío mientras pongo la bandeja de gofres, panqueques, tocino y pan tostado en el centro de la mesa. —Hiciste todo esto… ¿para mí? —Traga saliva. Sus ojos están brillantes. Una sensación da un tirón en mi pecho como el que tira de las cuerdas de la marioneta. Cambio incómodamente. —Sí, bueno, eres un huésped. —Me encojo de hombros. Su cara cae. —Sí, por supuesto. —Sus palabras son silenciosas, pero me han afectado más que si me las hubiera gritado. Soy un maldito idiota.

Página

132

—Mierda, eso sonó... —Tomo el asiento frente a ella—. No hago desayunos así para todos. En realidad, nunca he hecho un desayuno como este para nadie antes en mi vida, ahora que lo pienso. No hago el desayuno para los huéspedes. Paula o papá lo hacen. Y si lo hiciera, tendrían la suerte de conseguir un tazón de cereal. —¿No? —Su ceja levanta con incredulidad. —Nop. Palabra de Chico Explorador. —Golpeo dos dedos en mi sien. —¿Fuiste un Chico Explorador? —Duré un día. —Sonrío—. Pero es cierto lo de la comida. Acabo de romper mi virginidad de desayuno contigo.

Sus mejillas se vuelven rosa intenso. ¿Es demasiado? Como si me importara. La deseo. Tanto. A la mierda todo lo que he dicho en los últimos días acerca de mantenerme alejado. No puedo. No voy a contenerme con ella. Hay algo aquí con Mia, y tengo que saber lo que es. Nuestra mirada se mantiene por un segundo... dos... Mira la comida. —Los gofres se ven realmente deliciosos. Bueno, todo se ve delicioso. Y los panqueques se ven... deliciosos, y la tostada es... —Comienza a balbucear. Es lindo verlo. —Tostada —termino por ella con una risita. Como si fuera una señal, sus mejillas se enrojecen otra vez. Empieza a morder el interior de su labio. Verla hacer eso hace que mi polla palpite y mi corazón se acelere. —Deberías comer. Te perdiste la cena anoche. —Deslizo la bandeja hacia ella. Aprieta su labio inferior entre el pulgar y el índice. —Estoy bastante hambrienta. —Tentativamente, extiende su mano y coge un gofre, poniéndolo sobre su plato. Me siento y observo como vierte el jarabe de arce sobre el gofre, luego lo levanta a su boca y le da un mordisco. Sus ojos se cierran sobre la comida, y el pequeño gemido que se le escapa pone a mi chico firme. Jódeme. Suena exactamente igual a los gemidos que pasé la mayor parte de la noche anterior imaginándola hacerlos. Me muevo en mi asiento, ladeando mi cuerpo de su campo de visión, luego, cruzo mi pierna sobre la otra para ocultar la erección que tengo ahora.

Página

133

Me zambullo en los panqueques y empiezo a amontonarlos en mi plato. Dozer se acerca trotando y se tumba junto a mi silla, poniéndome ojos de corderito. Tomo un panqueque de mi plato y se lo doy. Cuando levanto la vista, Mia me mira con una sonrisa. Mi pecho comienza a doler de nuevo. —Este es un buen gofre —dice, cortando otro trozo y poniéndolo en su boca—. ¿Está bien si le doy un poco a Dozer? —Hace gestos a mi perro codicioso que se ha tragado todo el panqueque que le di y ahora mira la comida en la mano de Mia. —Claro. —Sonrío.

—Aquí, Dozer. —Palmea su pierna tendiéndole el resto de su gofre. Dozer está allí rápido. Tomando el gofre, se lo traga todo, entonces pone su cabeza sobre su rodilla, mirando fijamente por más. Y así es como transcurre el resto del desayuno. Dozer tiene toda la atención de Mia, mientras ella lo alimenta con su desayuno, y se alimenta a sí misma. Y yo aquí sentado, observando. Como el jodido tercero en discordia. En serio, esto se nos está yendo de las manos. Mi perro está frustrando a mi pene. Dozer y yo vamos a tener una seria charla de hombre a hombre. Me siento muy aliviado por el hecho de que estaremos fuera de aquí pronto, y tendré un poco de tiempo a solas con ella. Sí, soy completamente consciente de lo patético que suena. No tienes que decírmelo. —Gracias por el desayuno —dice Mia, limpiándose la boca con una servilleta—. Estaba delicioso. —Se levanta de la silla, entregándome el plato. Lo pongo en la bandeja. —¿Estás segura de que has comido suficiente? Dozer comió la mayor parte de tu comida. —Asiento hacia él, desmayado en el suelo, satisfecho con toda la comida que obtuvo de ella. —Estoy bien. —Presiona su estómago con la mano indicándome que está llena. No sé cómo puede estarlo después de la pequeña cantidad que comió, pero por otra parte, es una cosita pequeña. —¿Quieres que te eche una mano limpiando? —ofrece. —Nah, estoy bien. Solo los pondré en la cocina y los lavaré más tarde. ¿Estás lista para salir para Farmington ahora?

Página

134

Se detiene junto a la silla, sus dedos agarrando el borde de la misma. — Por supuesto. —Sonríe. Es una de sus risas forzadas. Me he acostumbrado bastante a reconocerlas en los últimos días. Levanto la bandeja, equilibrándola en mi antebrazo. —¿Podemos ir más tarde si quieres? Contempla esto por un momento, luego sacude la cabeza. —No. Tenemos que ir ahora. —Sus ojos se encuentran con los míos—. Si no lo hago, me acobardaré.

12 Traducido por florbarbero, Nani Dawson &Cath Corregido por Niki

Mia —¿Mi auto o el tuyo? —pregunta Jordan. Miro entre su Mustang y mi Mercedes. El Mercedes que Oliver me compró hace dos años. Un día después de romper mi brazo. Al parecer, no tenía intención de hacerlo. Fue un accidente. No se sintió como un accidente. El coche se supone que era una disculpa. Todo lo que hizo, todo lo que hace, es recordarme mis debilidades. Me recuerda mi vida hasta ahora. A todos y cada uno de los golpes que me dieron antes y después de él. Me recuerda a él…a ellos. —En el tuyo —contesto—. ¿Si te parece bien?

Página

135

—Está más que bien. —Sonriendo, Jordan saca las llaves del bolsillo de sus vaqueros. —Voy a pagar por la gasolina —le digo mientras camino hacia su coche. No quiero que Jordan piense que me estoy aprovechando de su naturaleza amable. Se detiene bajo el capó, su sonrisa cambiando rápidamente a un ceño fruncido. —De ninguna manera. —Sacude la cabeza. —Por supuesto que voy a pagar por la gasolina que estás utilizando para hacerme un favor. —Abro la puerta y me deslizo sobre el asiento de cuero. El coche se mueve cuando Jordan ingresa su alto y delgado cuerpo en el coche. —De ninguna manera. No voy a aceptar tu dinero por la gasolina. Fin de la conversación. —Su tono es contundente.

Instintivamente, mis hombros se desploman. El sentimiento de derrota cae sobre mí. Entonces de la nada, algo me pincha. La adrenalina inunda mi torrente sanguíneo, reviviendo mis sentidos. Sé que es una cosa pequeña, y sé que Jordan solo trata de ser amable a su manera… pero estoy muy cansada de los hombres que me dicen qué hacer y cómo van a ser las cosas. Y estoy aún más cansada de permitirlo. Bueno, ya no más. Abro la puerta del coche, salgo, cierro la puerta detrás de mí, un poco demasiado duro, y me dirijo hacia mi coche. Sé que parece que estoy exagerando, pero me he pasado toda mi vida sin reaccionar. Tengo que empezar a comportarme como la mujer que quiero ser, y este es mi comienzo. Tal vez no es la forma correcta, pero soy nueva en esto, y mis palabras no parecen funcionar con Jordan, por lo que intento con acciones. Oigo que su puerta se abre, y el sonido de su voz confundida me sigue. — Mia, ¿estás bien? —No —arrojo la palabra por encima de mi hombro. Mi cuerpo está temblando por los nervios, pero me mantengo firme. —¿Qué está mal? —Suena preocupado. Oigo su puerta cerrarse con un chasquido. Me giro hacia él mientras camino. —Tú. No me gusta que me digan qué hacer. Vaya. ¡No puedo creer que haya dicho eso! ¡Fue increíble! Miro hacia adelante, continuando hacia mi auto. —Está bien… —Suena confundido—. ¿Y a dónde vas?

Página

136

—A Farmington. Sola. Oigo su gruñido de frustración, seguido por el sonido de pisadas sobre la grava dirigiéndose en mi camino. Estaría mintiendo si dijera que mi corazón no está en mi estómago. O que mi pulso no late tan fuerte como para que pueda oírlo. Acabo de abrir la puerta del auto cuando su mano llega desde atrás y la cierra. Me erizo. Él está tan cerca. Yo diría que solo hay milímetros de distancia. Mi cuerpo reacciona con miedo… y lujuria.

Absolutamente con abundante lujuria, de hecho. Sé que encuentro a Jordan atractivo, está bien, estoy seriamente caliente por él, pero el nivel de deseo que siento ahora mismo está por las nubes. Nunca he sentido nada igual. Está viniendo a mí en oleadas. Soy todo rodillas débiles y bragas mojadas. Nunca me sentí así de encendida antes. En un minuto me estoy poniendo mis bragas de niña grande, y al próximo estoy más que dispuesta a dejarlas caer por él. Decir que estoy confundida es decir poco. Volviendo a mi misión, empujo todos mis confusos sentimientos lujuriosos a un lado, tomo una respiración profunda, cuadro los hombros, y me giro. Y… está sonriendo. No, está haciendo una mueca de una sonrisa. Hay algo más en sus ojos. Creo que sé lo que es porque es más que probable que refleje mis propios ojos en este momento, pero puedo estar equivocada. No soy precisamente la más experimentada cuando se trata de hombres. ¿Jordan y yo, ahora? No es una buena idea. No importa qué tan dulce, divertido, y hermoso sea. Sí, es el epítome del sexo. Tan malditamente caliente. Apuesto que es increíble en la cama. Sólo puedo imaginar cómo luce debajo de esas ropas y su… Escucho una risa baja, y despierto de mis fantasías. Me doy cuenta de que estuve comiéndome su cuerpo con los ojos como una pervertida. Grandioso. Realmente genial. Mi cara se torna de color rojo brillante. —¿Hay algo gracioso? —digo automáticamente.

Página

137

—Nop. —Negando con la cabeza, me lanza un destello de sus blancos dientes. Inclino mi cabeza hacia un lado, con las manos en las caderas. — Entonces, ¿por qué exactamente te estás riendo de mí? Sus ojos examinan mi cuerpo a continuación, comprobándome una vez más. Siento, como si estuviera recorriendo todo mi cuerpo con sus manos. —Para ser una cosa pequeña, puedes ser una luchadora. La parte de “pequeña” es discutible, porque soy bajita. ¿Pero una "cosa"? Hmm… No lo creo. Cruzo los brazos por encima de mi pecho y enderezo la espalda. —No soy una cosa.

Me mira por un largo momento. Su cara de repente es un lienzo en blanco. Luego se inclina y me dice al oído—: Mala elección de palabras. Tienes razón. Definitivamente no eres una cosa. Tú, Mia… eres definitivamente una mujer. Mi estómago se sacude, y no puedo evitar que se me escape un jadeo. Presiono mis muslos con fuerza. A juzgar por la risa y la mirada arrogante en su rostro, sabe por completo el efecto que tiene en mí. Me molesta. Y me excita. En partes iguales. Sonriendo, se pasa la mano por el pelo. —Está bien. Lo haremos a tu manera. Puedes pagar por la gasolina. ¿Qué? ¿De qué estábamos hablando? Oh, sí. Pagar por la gasolina. Guau. Bueno… eso fue fácil. Nunca en mi vida he ganado una discusión. Y eso al instante me hace sospechar. Lo miro con los ojos entornados. —¿Por qué cedes tan fácil? —¿Por qué me preguntas eso? —Porque… eh… porque… —Porque así no es la vida como la conozco—. Debido a que los hombres que conozco no retroceden tan fácilmente. —No retroceden nunca. La tristeza parpadea brevemente en sus ojos. No me gusta la forma en que me hace sentir.

Página

138

Expuesta y vulnerable. Dos cosas que realmente no quiero sentir en este momento. —Los hombres que conociste, Mia —dice—. No yo. Y, sorprendentemente, puedo ceder. No todo el tiempo, así que no te acostumbres.—Sonríe—. Es sólo que no quiero pasar un mucho tiempo debatiendo contigo por esto, cuando sé que voy a terminar cediendo de todos modos. —¿Por qué? Retrocediendo, cruza sus brazos sobre su ancho pecho. —Porque eres una chica a la que es difícil decirle que no.

Oh. Está bien, entonces. Repentinamente me siento mareada. Y feliz. —¿Así que vas a tomar esta victoria y volver al auto? —Señala con una mano en la dirección al Mustang—. ¿O vas a quedarte aquí todo el día siendo terca? Muerdo la sonrisa que amenaza con formarse en mis labios. —Bueno, no soy el tipo de persona que presume. —Le lanzo una sonrisa satisfecha mientras camino por delante, hacia el Mustang. Está en silencio detrás de mí. Sólo sé que me sigue por el crujido de la grava bajo sus pies. —¿Sabías que sacudes tu trasero cuando caminas? ¿Qué? Me detengo, sorprendida de que acabara de decir eso de mi trasero. Y también un poco encendida por escucharlo hablar sobre él. Me giro. Una vez más. Jesús. En realidad no sé si sacudo mi trasero cuando camino, pero eso no viene al caso. Le frunzo el ceño por encima de mi hombro. —¿Y tú punto es? —No tiene un punto. Es sólo es una observación. —Levanta las manos en señal de rendición, y sus ojos se arrugan por la sonrisa en su rostro—. Es un poco lindo, eso es todo. —¿Lindo? —Frunzo el ceño, ignorando la atracción que siente por él mi mitad inferior—. No soy linda. —Nunca dije que tú fueras linda. Dije que tu trasero sacudiéndose es lindo. —Me da una sonrisa maliciosa.

Página

139

Mi cara se pone roja como una remolacha. Avergonzada, empiezo a caminar de nuevo, ignorando su suave risa detrás de mí. En el momento en que he llegado a su coche, me siento fuera de mí. Vulnerable, nerviosa… Caliente. Totalmente no esperaba sentirme así esta mañana. Jordan simplemente parece tener la habilidad de dejarme descentrada sin siquiera avisarme. Nunca he conocido a nadie como él. Y hoy, las cosas entre nosotros cambiaron. No estoy muy segura de cómo, o qué está pasando, pero algo es definitivamente diferente entre nosotros.

Nos acomodamos en el coche al mismo tiempo. Me abrocho el cinturón mientras Jordan gira el encendido. El motor hace ruido, listo para partir, pero no se mueve. Miro hacia él. Su cabeza se inclina hacia mí, con sus profundos ojos mirándome, y tiene una expresión en el rostro que no puedo descifrar. —¿Qué? —pregunto, sintiéndome cohibida. Llevo mis cabellos cortos detrás de mi oreja, sintiéndome entrar en calor bajo su mirada. Sacude la cabeza, parpadeando. —Nada. Es solo que estoy cavando en ese lado firme de ti. —Sonríe. Luego mira detrás y pone el coche en reversa. Me quedo desconcertada. Le gusto a Jordan. Le gusto6. Y solo así, el bloque frío de hielo que llevo en mi pecho se derrite

Jordan hace la mayor parte de la conversación en lo que maneja hacia Farmington. Creo habla para mantener mi mente ocupada y lejos de la razón por la que voy a Farmington. Estuve bien hasta que nos encontrábamos a unos diez minutos de Farmington. Estallé en un sudor frío, y cuando cruzamos los límites de la ciudad hace un par de minutos, mi corazón iba a toda marcha. Estoy bastante segura de que un ataque de pánico está en el horizonte. Me toma un momento darme cuenta de que el coche se detuvo.

Página

140

—¿Llegamos? —Mis ojos están muy abiertos y alertas como los de un conejo. —A una cuadra de distancia. Pensé que podría ser que desees tomarte un momento antes de que vayamos a su casa. —Podría no ser ella. Lo miro. Sé que hay un filo de desesperación en mis ojos y voz. —Tal vez no —dice lentamente—. Pero, ¿y si lo es? Me encojo de hombros, forzando una indiferencia que no siento. — Entonces he encontrado a mi madre. 6

Juego de palabra. Digen inglés puede significar tanto cavar como gustar.

Ambos miramos hacia adelante, sentados en silencio. —¿Estás lista? —pregunta. —Sí. Jordan pone en marcha el motor y retrocede hacia la calle. Unos minutos más tarde, se detiene delante de una casa de ladrillos rojos. Me dirijo a él. —¿Quieres venir conmigo? Sonríe. —Claro. Tomando una respiración profunda, me coloco las gafas negras y salgo del coche. Vacilo al caminar. Jordan toma mi mano y tira hacia adelante. Al llegar a la puerta, Jordan no suelta mi mano y cerniéndose sobre mí, toca el timbre. El aroma de su loción de afeitar me tranquiliza por un momento. —¿Qué le digo? —susurro. —Sólo hay que preguntar si Anna Monroe vive aquí, y partiremos desde allí. Encontrando sus ojos, asiento. Entonces oigo pasos en el pasillo. Una figura se acerca a la puerta. Mi cuerpo se congela. Jordan le da a mi mano un apretón tranquilizador. —Está bien. Estoy aquí —susurra en voz baja. La puerta se abre, revelando a una señora china. Nop. No es ella. ¿Es extraño que me sienta aliviada ante la idea? Definitivamente no hay un rastro chino en mi pálida piel, pelo rubio y ojos azules. A menos que ella no sea Anna Monroe. Sólo necesito confirmarlo, y luego me iré de aquí.

Página

141

—¿Puedo ayudarte? —pregunta ella, sus ojos moviéndose entre nosotros. —Yo estaba, um… —Me aclaro la garganta—. Yo, um…—¿Por qué no puedo hacer funcionar a mi voz? —¿Vive aquí Anna Monroe? —La voz de Jordan surge a mi lado. Ella parpadea de mí a Jordan. —Sí —responde lentamente. —¿Sería posible hablar con ella? —¿Y tú eres…? —Lo siento. Mi nombre es Jordan, y ella es Mia. Se mueve, cruzando los brazos sobre su pecho. —Soy Anna Monroe.

Exhalo el aliento que no había notado estaba conteniendo, y entonces me alejo. Girándome, y soltando la mano de Jordan, corro lejos de ambos. Sé que no debí abandonar a Jordan, pero no puedo evitar que mis piernas se muevan. Mi corazón late con fuerza. La sangre ruge en mis oídos. Y todo lo que quiero hacer es comer. Y vomitar. Realmente tengo que vomitar. Subiendo de regreso a la seguridad del Mustang de Jordan, me arranco las gafas de sol, y me apoyo en mis manos, tratando de estabilizar mi corazón y calmar la guerra furiosa dentro de mí. Jordan entra al auto un par de minutos más tarde. Se vuelve hacia mí. —Así que… ella no es tu madre. —¿Cómo lo descubriste? Estoy en un callejón sin salida en este momento. No sé si reír o llorar. Realmente no quiero llorar delante de Jordan, por lo que empiezo a reír. Estallo en carcajadas. Sé que probablemente parezco un poco loca, pero parece que no puedo parar, ni me preocupo por hacerlo. Cuando por fin recupero el control de mí cuerpo, me limpio los ojos secándolos con mis manos, encuentro a Jordan mirándome con una expresión en su rostro que nunca he visto antes. Nadie jamás me ha mirado como él lo hace en este momento. Como si se preocupara. Como si realmente le importara. Su mirada se relaja, con una sonrisa maliciosa corriendo por sus labios. —Pareces estar tomando bien la decepción. Su sonrisa me hace reír de nuevo.

Página

142

—Lo siento, te abandoné allí. —Hago un gesto, todavía sin aliento por mi loca risa. —No hay problema. Vamos. —Arranca el coche—. Vamos a almorzar. Alimentos. No es una buena idea para mí en este momento. —No tengo hambre. —Me coloco el cinturón de seguridad. —Bueno, yo sí. Puedes verme comer. —Me muestra su blanca sonrisa, y me deja demasiado deslumbrada como para negarme.

Terminamos en una cafetería que Jordan parece conocer bien. Aparentemente, este lugar hace la mejor tarta de limón del mundo. Voy a tener que tomar su palabra porque comer en este momento no es una buena idea, no mientras esté con Jordan. Tengo miedo de que si lo hago, no podré detenerme, y voy a terminar mostrándole una parte de mí que no quiero que nadie nunca vea, especialmente no él. —Supongo fue una pérdida de tiempo venir hasta aquí. —Suspiro. —Depende de cómo se mire. Descanso mi codo sobre la mesa y sostengo mi barbilla en las manos. — ¿Y de qué manera lo miras entonces? Se inclina hacia atrás en su asiento. —Que hay una Anna Monroe menos en la lista. Redujimos nuestras opciones. Nos deja con dos. Así que esa es una probabilidad del cincuenta/cincuenta de que la siguiente que escojamos sea tu madre. O de que ninguna lo sea. —Y estoy por comer una tarta que amo. Yo diría que es algo de perder/ganar. —¿Lo ves todo de esta manera? Sus ojos se oscurecen. —No todo. —Sus labios se levantan con una inclinación coqueta mientras se inclina más cerca, por encima de la mesa. Baja la voz—. Sólo las cosas de las que estoy seguro. Y cuando realmente quiero algo… lo consigo. Trago. El calor se infunde en mi piel, disparando mi pulso. La camarera interrumpe nuestro momento, llegando con nuestro café y el pastel de Jordan. Me siento aliviada. Y decepcionada.

Página

143

Él absolutamente, definitivamente coqueteaba conmigo. No me quejo. Es bueno tener a alguien tan guapo como Jordan coqueteando conmigo. Supongo que lo que me molesta es que no sé lo que significa para él. O peor aún, lo que quiero que signifique para mí. —¿Cómo está la tarta? —le pregunto, viéndolo comerla como si estuviera hecha por Dios. —Es tan buena —murmura con la boca llena. El sonido es tan delicioso como parece—. ¿Quieres probar? —Me acerca un tenedor lleno de tarta. Niego con la cabeza.

—Te estás perdiendo la mejor tarta que jamás hayas probado. —Mueve el tenedor delante de mi cara. Riendo, sacudo la cabeza de nuevo. Sonríe y mete el tenedor a su boca, dejando salir un exagerado gemido de placer. Por una fracción de segundo, realmente deseo ser ese tenedor. Tengo serios problemas. Sirvo algo de azúcar a mi café. —Gracias por venir conmigo hoy. En serio significa mucho. —Somos amigos. Los amigos se ayudan entre sí. —¿Somos amigos? —me burlo, incapaz de evitar la sonrisa que se forma en mi rostro. Arquea una ceja oscura. —¿No habíamos establecido ya eso? Llevo la taza a mis labios y le soplo al café caliente. —No creo que haya sido confirmado, no. —Bueno, considéralo confirmado. —Hunde su tenedor en la tarta, sus ojos sonriendo—. Somos amigos. ¿Con beneficios? Maldición, no puedo creer que haya pensado eso. —Bueno, bueno…Jordan Matthews. No esperaba verte jamás aquí de nuevo. Giro la cabeza y veo a un chico de la altura y complexión de Jordan, cabeza rapada, brazos llenos de tatuajes, dirigiéndose hacia nosotros. Mis ojos se mueven más allá de él, y veo otros dos chicos detrás, ambos altos y delgados.

Página

144

Por el rabillo del ojo, puedo ver como la actitud de Jordan cambia por completo. Su cuerpo esta rígido, tenso. El aire instantáneamente cosquillea con incomodidad, y el sonido del tenedor de Jordan retumbando contra el plato me hace saltar. —Date la jodida vuelta y márchate, Donnie —sisea Jordan, el nivel de enojo en su voz me sorprende. Donnie deja salir una carcajada. Agarra una silla de la mesa vacía junto a nosotros y se sienta, con el pecho apoyado en el respaldo. En una inspección más cercana, diviso un tatuaje en el cuello de Donnie. Dice Jódete. Lindo.

—Esa no es manera de saludar a un viejo amigo —dice. Jordan se ríe de manera vacía. —Esa es la última palabra que usaría para referirme a ti. —Estas rompiendo mi corazón aquí, Matthews. —Donnie golpea una mano sobre su pecho antes de girarse a verme—. ¿Y a quien tenemos aquí? La manera en la que me mira pone a sonar campanas de alarma en mi cabeza. Conozco esa mirada. La he visto antes en Forbes. Enrollo mis dedos sobre mi regazo. —No contestes eso. —Mis ojos se disparan hacia los de Jordan. Me observa por un largo segundo, tratando de expresar algo con sus ojos que no puedo captar. Voltea su rostro hacia Donnie. —No vuelvas a jodidamente hablarle o voy a… —¿Vas a qué? —Donnie ladea su cabeza—. ¿Qué vas a hacer, Jordan? ¿Poner a tu papi contra mí? La mandíbula de Jordan se pone rígida. —Tu problema es conmigo — rechina—. Así que di lo que malditamente necesites decir, luego vete jodidamente de vuelta a tu cueva, tu lastimoso pedazo de mierda. Sólo déjala fuera de esto. Donnie deja salir otra carcajada. —¡Por Dios! Tranquilo. Debe gustarte en serio esta chica. Nunca pensé que vería este día. ¿No era tu lema Cógelas despacio, déjalas rápido? Aunque debo decir, no puedo culparte con esta…es jodidamente caliente. —Al igual que tu novia —ladra Jordan. El rostro de Donnie se vuelve duro como el granito, y por un momento pienso que va a golpear a Jordan.

Página

145

En su lugar, sus ojos se deslizan de nuevo a mí. Le da a mi cuerpo un perverso escrutinio. Hace que se me revuelva el estómago. —Perra, cuando él termine contigo ven a visitarme y haré que pases un buen rato. Jordan se levanta de un tirón de su silla, causando que golpee el suelo, y llevando mis ojos y los de todos en el lugar, hacia él. —¡Dije que la dejaras jodidamente fuera de esto! —Jordan está furioso. Donnie se levanta lentamente, moviendo la silla a un lado. Una mirada a sus amigos me dice que lo van a ayudar. La situación se está volviendo peligrosa. Mis entrañas estremecen con la posibilidad de lo que está por pasar. —Vámonos —se dirige a mí, la voz dura de Jordan, mientras me entrega su mano para que la tome.

Miro a Donnie quien mira a Jordan con dureza. Deslizo mi mano en la de Jordan, permitiéndole ponerme de pie. El instante en que mi piel hace contacto con la suya, siento el verdadero nivel de enojo de Jordan. Brota de él en ondas y se filtra en mi cuerpo. Sorpresivamente, no siento miedo. No me preocupa lo que pasará cuando nos vayamos de aquí, y esté sola con él. Lo que en realidad siento ahora es algo que no había sentido antes. Me siento a salvo en sus manos. Sé, sin ninguna duda, que Jordan no me inequívocamente que Jordan no dejará que me pase nada.

lastimará.

Y

se

Tira de mi mano, guiándome a través de la cafetería, lejos de Donnie y hacia la salida. —¿Cómo está tu padre en estos días? —grita Donnie. Jordan para abruptamente. Choco contra su espalda. Su mano se aprieta contra la mía, agarrándola hasta casi el punto de dolor. —Escuché que perdió su placa. Una verdadera pena eso, era un cerdo de calidad. Jordan se da vuelta, dejándome a su espalda. Donnie y sus amigos se encuentra en medio de la cafetería, ahora. Sólo unas cuantas mesas los separan de nosotros. Puedo decir por su postura y su lenguaje corporal que tienen ganas de pelea. Y por la manera en que Jordan irradia furia a mi lado, parece que les va a dar una. —Apuesto a que quieres golpearme justo ahora, ¿verdad? —Donnie sonríe—. Como te suena esto, te dejare tener el primer golpe. Sólo tú y yo, uno a uno. ¿Qué dices? El ganador se queda con la chica. Donnie inclina su cabeza hacia mí, la mirada en sus ojos es repulsiva.

Página

146

Piensa que puede afectarme. Está equivocado. Fui criada por peores. Pero él está afectando a Jordan. Puedo sentir la intensidad de su dolor. Jordan empuja su mano en el bolsillo de sus pantalones, luego presiona lo que parecen llaves de auto en mi palma. Lo miro, confundida. —Ve a mi auto —dice en voz baja—. Entra y cierra con llave todas las puertas. Si no salgo en cinco minutos, conduce directo hacia Durango. No vayas al hotel. Ve al restaurante, con Beth. Encorvo mi mano alrededor de las llaves. —¿Y luego qué? —Y luego… —Sacude su cabeza lentamente.

Mi instinto de supervivencia me dice que le obedezca y deje la cafetería, pero nunca he sido muy buena escuchando a mi instinto. —No me voy a ir de aquí sin ti. —Elevo mi barbilla y pongo mi mano en su brazo. Estoy a propósito e intencionalmente tocando a un hombre lleno de enojo. Eso es algo muy grande para mí. Enorme, de hecho. Los ojos de Jordan destellan, pero eso no me desalienta. —No le des lo que quiere. No tienes que pelear con este sujeto. Sus ojos se cierran como si estuviera sufriendo. —Tú no lo entiendes. —¿Vas a dejar de susurrarle cosas dulces a ese pedazo de culo caliente, y dejarnos terminar con esto? —Donnie truena sus nudillos. Los ojos de Jordan me dejan, y van directo a Donnie, solidificándose en él. Veo a los otros clientes dirigiéndose a la puerta trasera. —¡Váyanse ahora o llamaré a la policía! —una voz temblorosa, asumo la mesera, dice detrás de nosotros. —Haz eso, mejillas dulces. —Se ríe Donnie—. Terminaré con él antes de que lleguen. Ignorando a todos los demás, me centro en Jordan. —Jordan. —Voltea a verme de nuevo—. Puede que no entienda, pero no tengo que hacerlo, porque sé que la violencia nunca resuelve nada. No resolverá lo que sea que esto sea. Me mira detenidamente. Puedo ver una intensa guerra en su interior. Después de lo que se siente como una eternidad, exhala. —Está bien. Casi gimo de alivio cuando toma mi mano y mueve las llaves del auto a su mano. —Hoy no, Donnie. —Se voltea, alejándose, llevándome con él.

Página

147

—¿Qué? ¡Te vas! ¡Eres un maldito marica, Matthews! ¡Un jodido marica! Mi corazón late con fuerza, temiendo que Donnie no dejará que Jordan simplemente se aleje de esto y que vendrá por él. Jordan saca unos billetes de su bolsillo y los deja en la barra mientras pasamos a una mesera con los ojos muy abiertos. —Lamento mucho los problemas, señora. Luego estamos fuera de ahí. Miro sobre mi hombro para ver si Donnie nos sigue. No lo hace. Jordan aprieta mi mano, atrapando mi atención. —No nos seguirá. A pesar de su fanfarronería, es un maldito marica. Me desafió ahí dentro porque

quería una audiencia. Quiere que lo golpee primero para que él pueda tener lo que piensa es venganza. No pregunto qué significa esa venganza. Jordan me dirá si quiere. Estamos de regreso en el Mustang en tiempo record. Abre el auto, dejándome entrar. Acabo de abrochar mi cinturón de seguridad, cuando escucho el sonido de Jordan gritando. Desabrocho el cinturón y vuelvo a salir del coche justo a tiempo para ver el puño de Jordan conectar con la cerca de madera junto a nuestro lugar de aparcamiento. —¡MIERDA! ¡Maldita mierda! Normalmente, en una situación como esta, estaría paralizada del miedo, pero no con él. Mis pies me llevan a Jordan sin pensarlo dos veces. Está parado con la frente pegada a la cerca que acababa de golpear y su mano se aferra a su pecho. —¿Estás bien? —pregunto suavemente. —Estoy bien. —No pareces estarlo. —Bueno, lo estoy. —¿Puedo echarle un vistazo a tu mano? —¿Por qué? —Porque acabas de golpear una cerca y la estudiante de medicina en mi quiere asegurarse de que está bien. Ladea su cabeza en mi dirección. La mirada en su rostro es dura. Sus ojos fríos. El calor al que estoy acostumbrada no está. —No necesito que tú me arregles, Mia.

Página

148

Siento mi rostro arder bajo sus duras y punzantes palabras. Aclarando mi repentinamente apretada garganta, digo—: No intento repararte. Solo quiero asegurarme de que no te has roto ningún hueso. Nada más. Sus ojos se cierran en un largo parpadeo. Alejándose de la cerca, se mueve y me muestra su mano herida. La tomo entre las mías, ignorando la ráfaga de sensaciones que me inunda, y comienzo a revisar su mano, asegurándome de que no tiene algo roto. —Todo bien. —Lo miro un par de minutos después—. Sólo va a estar hinchada y con moretones por unos días. Puede mejorar con algo de hielo y tenemos que limpiar eso. —Paso mi dedo sobre el pequeño rasguño en su nudillo.

Lo miro de nuevo, encontrándolo ya mirándome con ojos oscuros. El aire instantáneamente cambia. Mi pulso se acelera. Luciérnagas vuelan en mi estómago, haciendo que mis adentros quemen. ¿Y qué es lo que hago? Suelto su mano y retrocedo, poniendo algo de distancia entre nosotros. Puede que no le tenga miedo a Jordan, pero sé lo que la ira y el sexo pueden significar para un hombre. No que Jordan y yo vayamos a tener sexo. Sólo no quiero confundir una situación ya confusa. Él flexiona sus dedos. —Todo lo que pareces hacer es arreglarnos a los hombres Matthews. —Noto como su voz suena áspera. —No me importa. —Me encojo de hombros. —Mia… —Pasa su mano buena por su cabello, exhalando duramente—. Lamento haber perdido el control ahí dentro. Hay una gran y fea historia entre Donnie y yo. No es excusa, pero era la cerca o su rostro. Y es mejor la cerca, ¿cierto? —Cierto. —Sonrío—. Pero no creo que la cerca concuerde contigo. —Toco el agujero que su enojo hizo con mi dedo índice. El cuerpo de Jordan empieza a sacudirse con una risa silenciosa. Sus ojos me sonríen Dejo salir una pequeña risa. —¿Quieres hablar de ello? Su humor se disipa rápidamente. Observa el suelo por un largo tiempo. —No —dice, alzando su cabeza—. Ahora mismo, solo quiero emborracharme. Es muy temprano para estar tomando… pero que rayos. Puedo terminar el día ebria como parte de la nueva yo. —Eso sería genial. —Sonrío. —Esa es mi chica. —Sonríe.

Página

149

¿Su chica? Su chica.

Conducimos de regreso a Durango y vamos directo hacia la ciudad donde se encuentran los bares. Jordan dice que dejará su auto ahí y lo recogerá en la mañana, así que tomaremos un taxi de regreso al hotel cuando terminemos.

Nunca antes he hecho algo como esto, entrar a un bar en la tarde con la intención de emborracharme. Me siento algo emocionada. Está bien, estoy eufórica. Me siento como una rebelde. Triste, pero cierto. Jordan me trajo a un bar acertadamente llamado El Bar. Estoy sentada en una mesa al fondo. Jordan ha ido a traernos bebidas. Esta ronda es suya. La siguiente es definitivamente mía. Regresa con cuatro chupitos en sus manos, y dos botellas de cerveza bajo sus brazos. Creo que vamos a empezar a lo grande. —Tequila —dice, poniendo dos de los chupitos delante de mí. Nunca he probado el tequila, pero, qué demonios. Esta es la nueva Mia. La nueva Mia podría ser una bebedora de tequila. Tomo uno de los vasos de chupitos, pero su voz me detiene. —Sal, primero. Ocupando el asiento de enfrente, Jordan recoge el salero de la mesa. —Mano —dice. Le entrego mi mano derecha. Cuando la toma, mi cuerpo inmediatamente enciende todos los cilindros, y la tracción se dirige hacia las partes correctas de mi anatomía. Sirve una línea de sal en el costado de mi mano y dice—: Lame. Jesucristo. Eso sonó caliente. Podría acostumbrarme a esto de beber tequila. Especialmente si escucho a Jordan hablarme así. Haciendo lo que me dijo, inclino mi cabeza hacia mi mano y lamo la sal.

150

Puedo o no puedo hacer lo mejor del momento, tomándome mi tiempo, lamiendo la sal de mi mano.

Página

Los ojos de Jordan no me abandonan. Veo la llama en el momento que mi lengua toca la sal.

Cuando la sal está asegurada en mi boca, disolviéndose con lentitud, en una muy áspera voz, Jordan dice—: Ahora tómate el chupito.

Me gusta el efecto que tiene en él.

Tomo uno de los vasos de chupito. Llevo el vaso a mis labios y el tequila hacia abajo.

—¡Santa mierda! —Estoy respirando fuego. Pongo el respaldo de mano contra mis labios mojados, mis ojos se humedecen por el ardor. Jordan se ríe. —Cálmalo con la cerveza, se llevará el sabor. Olvidé traer el limón. Tomo un gran trago de cerveza. Mis ojos aún están acuosos, así que paso mis dedos por debajo de ellos, limpiando lo que se escapó. —¿No eres una tomadora de tequila? —Sonríe. Sacudo mi cabeza. —Esta es la primera vez que lo pruebo. —¿Y qué piensas? —Sabe a mierda. —Sonrió—. Pero hace el trabajo. ¿Voy a tomar sola? — Asiento en dirección a sus bebidas sin tocar. Sacude la cabeza, luego hace un trabajo rápido lamiendo la sal. Bebe su trago con una mayor facilidad que yo. Vaso abajo, sus ojos me sonríen brillantemente. Me reclino en la silla, trayendo mi botella de cerveza conmigo, y comienzo a quitar la etiqueta. —Pareces un profesional en eso. —¿El tequila? —Hmmm. —Asiento. —Soy un hombre de bebidas fuertes. Que puedo decir. —Sonríe y toma el salero—. ¿Quieres otro golpe? Me estremezco. Él lo nota. —Me refería a la sal, Mia. ¿Quieres otro golpe de sal para tu siguiente chupito?

Página

151

Me muevo, avergonzada. Mi cara arde de vergüenza. —Uh, sí. — Mordiendo mi labio, le entrego mi mano. En lugar de echar la sal, Jordan enjaula mi mano en la suya. Normalmente me sentiría intimidada por esto, pero con Jordan, no. Su agarre es seguro, suave… gentil. Por primera vez en la vida, estoy con un hombre que me tiene literalmente en sus manos y no siento miedo. En su lugar, me encuentro sintiéndome conectada a otro ser humano de una manera que nunca imaginé posible. Soltando su agarre un poco, voltea mi mano y pasa su pulgar sobre mi palma. Deja un delicioso camino de sensaciones a su paso. Mis emocionas comienzan a inclinarse en su eje, y directo hacía él.

Levantando la mirada, los ojos de Jordan instantáneamente capturan los míos. Sin dejar de mirarme, mueve sus dedos por mi muñeca, guiando mi mano a un lado. Desliza su mano de regreso a la mía. Palma con palma. Sus dedos descansan gentilmente en el punto de mi pulso. Solo puedo esperar que no logre sentir que la sangre prácticamente sale palpitando de mi cuerpo. Inclinando el salero sobre nuestras manos unidas, pone dos líneas de sal. Una en la mía. Otra en la suya. —¿Te importa si…? —Ladea la cabeza en dirección de nuestras manos unidas. Insegura de la pregunta, alzo una ceja interrogativa. —¿La sal? Aun pérdida, asiento, no queriendo parecer estúpida. Con la esperanza de que al aceptar, no termine viéndome estúpida. Luego Jordan hace algo que recordaré por siempre como el momento más terriblemente íntimo de mi vida. Y su pregunta tiene perfecto sentido cuando se inclina y lame la sal de mi mano. Lentamente. Santa. Mierda. Con la cabeza todavía baja, me mira a través de sus largas pestañas oscuras con una mirada que me convierte en papilla. —Tu turno. ¿Qué? ¿Él quiere que yo lama la sal de su mano? Santo Jesús.

Página

152

Esto es una cosa muy sexy que hacer. No soy sexy. No tengo ni idea de cómo hacerlo sexy. No, vamos, puedo hacerlo. Nueva Mia aquí. Puedo lamer la sal de la mano de Jordan. No es gran cosa. Tomando un respiro, me inclino hacia delante y sacando la punta de mi lengua, lamo la línea de sal con mi lengua. Todo lo que puedo probar es él. La sal ni siquiera se registra. Y ahora detesto tener que beber el tequila y remover su sabor de mi boca. —Bebe —dice, su voz suena ronca. El vaso va s mis labios, bebo el trago exactamente al mismo tiempo que él.

Su mano deja la mía. Me deja con la sensación de ser despojada sin su toque, mareada por el alcohol, y preguntándome si eso de verdad acaba de suceder. Mis manos comienzan a inquietarse por su propia voluntad. Busco mi cerveza. —¿La segunda vez es más fácil? —pregunta, sonando completamente normal como si no acabáramos de lamer la sal de la mano del otro. O tal vez esto es lo que hace la gente normal. ¿Qué sé yo? Aclarando mi garganta, fuerzo la informalidad que no siento. —Mucho más fácil. Sonríe. Empiezo a rasgar la etiqueta de mi cerveza de nuevo. —Así que… —dice. —Así que… —Creo que debería explicar lo de antes, lo que sucedió en la cafetería. —Sólo si quieres. Me da una sonrisa con los labios apretados. —¿Recuerdas que te dije que solía apostar? Asiento. Baja la mirada. —Después de que mi madre muriera, perdí el control. Siempre me ha gustado jugar a las cartas… pero esto fue más allá. Estaba jugando, apostando mucho más de lo nunca había apostado. Estuve ganando por un tiempo, entonces la mala racha me golpeó. Seguí tratando de hacer de nuevo lo que había perdido, pero antes de que me diera cuenta, tenía que pagar una deuda enorme que no podía permitirme.

Página

153

—¿Le debes el dinero a Donnie? Se ríe con sonido sin humor. —No, Donnie es sólo el mono contratado. Le debía dinero al chico para el que trabaja, Max. Solía ir a algunos lugares regulares en Farmington para jugar, entonces me involucré en un aro de póquer que Max dirigía. No hay mucho por aquí para el tipo de jugadores que son como soy. Como era—corrige—. Pero en Farmington… hay mucho para un jugador experimentado. —Se acerca, los codos sobre la mesa mientras se frota el rostro con las manos. Cruza los brazos sobre la mesa, con la mirada gacha. —Lamento mucho haberte arrastrado a eso, Mia. Es por eso que no quería que yo le dijera a Donnie mi nombre. No quería que esas personas horribles supieran quién soy. Solo trataba de protegerme.

Algo acerca de eso me conmueve. —No importa. Me alegro de que estés bien ahora. —Bajo la cerveza—. ¿Todavía debes el dinero? ¿Es por eso que él trataba de iniciar una pelea contigo? Si lo debe, voy a pagar su deuda. No es como si no pudiera permitírmelo. Ha sido tan bueno conmigo, ayudándome con las cosas de Anna, y finalmente puedo hacer algo bueno con el dinero de Oliver. Ayudar a Jordan contaría como algo bueno para mí. —No, mi deuda fue pagada. —Frota su rostro con sus manos de nuevo—. Mi papá. Él utilizó el dinero del seguro de vida de mi madre. Oh. Bien. Ahora sé de donde viene la culpa. Trato de evocar algo digno que decir, algo para que se sienta mejor, pero no se me ocurre nada. Por eso digo que lo único que puedo. —Lo siento mucho, Jordan. Toma un largo trago de su cerveza. Seca su boca con el dorso de la mano, y sacude la cabeza. —No te sientas mal por mí. No merezco tu bondad. —Sus ojos se cierran en un parpadeo largo—. ¿Recuerdas que te dije que mi papá solía ser un policía? Asiento y tomo un trago de cerveza. —Antes de que pagara la deuda, antes de que mi padre supiera algo de eso, el juego y lo profundo que me encontraba involucrado, pasaba una noche en la ciudad. No en este bar—añade, como si eso tuviera algo que ver con su historia—. Estaba bebiendo con algunos amigos míos, y más tarde esa noche yo estaba… uh, dejando el bar con… una chica. —Se rasca la mejilla, pareciendo incómodo.

Página

154

Ignoro el giro desagradable en el estómago, provocado por el conocimiento de Jordan saliendo de un bar con una chica con la que más que probablemente quería tener sexo. —Íbamos a tomar un taxi, cuando de la nada salieron Donnie y un par de sus hombres. Se suponía que era una paliza de advertencia porque no había pagado, pero cometí el error de luchar, en lugar de limitarme a solo tomarla, no soy del tipo que simplemente recibe una paliza. —Se encoge de hombros—. Y yo… a media pelea, para provocarlo… como que le dije a Donnie que había tenido sexo con su novia. —¿Lo hiciste? —Sí. Vuelco de estómago. —Oh.

—Fue una cosa de una sola vez. Un error. —Suspira—. Pero después de decirle… bueno, ahí fue cuando Donnie sacó un bate de béisbol. —Querido Dios. —Me estremezco, cerrando los ojos, sintiendo su dolor como si fuera el mío. Sé lo malo que los golpes pueden ser. Especialmente cuando un arma está involucrada. —De todos modos. —Arrastra su mano por su pelo—. La chica regresó corriendo al bar mientras sucedía, consiguió a mis amigos para que me ayudaran, llamó a la policía… Veo el resto en sus ojos. —¿Tu papá? —Sí. Perdió su cabeza cuando vio el estado en que me habían dejado. Los bastardos se marcharon al segundo en que oyeron sirenas, pero mi padre no lo dejó pasar. Finalmente encontró a Donniea un par de cuadras más adelante, y… —Deja escapar un largo suspiro—.Golpeó a Donnie hasta dejarlo como mierda, quien estaba desarmado a ese punto. Había dejado caer el bate mientras huía. Mi padre le hizo daño. Realmente le hizo daño. Lo dejó en mal estado. Los ojos de Jordan buscan hacia los míos. »Tienes que entender, Mia… mi papá… él no es violento por naturaleza. Ese no es quien es. Es un gran tipo, realmente genial. El mejor. Y merece un chico mejor que yo. Fue solo… bueno, no había pasado mucho tiempo desde lo de mamá, y yo soy su único hijo. Supongo que sólo perdió el control cuando me vio. Asiento, haciéndole saber que entiendo. Ojalá hubiera tenido un padre tan cariñoso y protector como el de Jordan. »Papá fue suspendido y permaneció con una investigación pendiente. — Se recuesta en la silla y frota sus ojos—. Después de la investigación, fue declarado culpable y despojado de su placa y pistola. Ya ni siquiera puede trabajar en cumplimiento de la ley de nuevo. Cortesía de mi cagada. —Levanta la botella como en una supuesta ovación, después la presiona en sus labios y la bebe hasta el fondo.

Página

155

—¿No le pasó nada a Donnie por lo que te hizo? Jordan deja escapar una risa hueca. —Él recibió una sentencia de doce meses que fue suspendida. —¿Y aun así tuviste que pagar la deuda que le debías? —Sip. El hecho de que Donnie y sus muchachos patearon mi culo, no hizo que la deuda con Max desapareciera. Así que papá perdió de nuevo. Me rescató con "intereses". Comencé a asistir a Jugadores Anónimos y me recuperé. Todavía asisto a las reuniones de ahora. —Sus ojos buscan los míos como si realmente le importara que yo sepa esto—. Y ahora estamos en la ruina, tratando de mantener un hotel que se cae a pedazos, y Donnieaun persigue mi

pellejo por lo que mi papá le hizo. Y porque follé con su ahora ex-novia. —Me da una sonrisa débil mientras baja su botella. Haciendo caso omiso de la tercera onda de dolor que siento en las palabras burdas de Jordan sobre su actividad sexual del pasado, me inclino hacia delante, apoyando los brazos sobre la mesa. —Realmente lamento que esto te haya sucedido. —No me sucedió a mí. Todo lo que pasó fue culpa mía. Jodí mi vida y arrastré a mi papá conmigo. —Tu vida no es una mierda, y definitivamente no arrastraste a tu padre contigo. —Lo es. Y lo hice. No soy una buena persona, Mia. —Sacude la cabeza, echándose hacia atrás en su asiento. Puedo sentirlo encerrándose. No me gusta la forma en que se siente. —Has sido bueno conmigo —prosigo. Él deja escapar una risa hueca. —Probablemente eres la única persona en este planeta que puede decir eso. —Sus ojos me fijan con una mirada—. Y realmente no he hecho mucho por ti, Mia. En realidad, no. —Mira más allá de mí—. No hay nada bueno acerca de mí, créeme. —Creo que hay una enorme cantidad de bondad en ti—presiono. Mucho. Demasiado. Sus ojos se vuelven a mí. Oscuros y enojados. —¿No escuchaste lo que dije antes? Jodí todo por completo. Cagué la vida de mi padre. —No. Todo lo que tu padre hizo fue su elección. —Como resultado de mis acciones. —Puedo ver su ira en aumento. Este suele ser el punto en el que me apago, cedo, y concuerdo, no es que alguna vez hubiera discutido hasta aquí. Pero con Jordan sé que puedo, y no voy a dar marcha atrás. No esta vez.

Página

156

—Cada uno es responsable de sus propias acciones. —Follo mujeres al azar todo el tiempo. Los utilizo para tener sexo, y luego desecharlas como basura. Mi respiración se atasca en mi garganta, y los celos que no debería sentir me dan un golpe duro. Jordan toma su cerveza y toma un largo trago. Sus ojos no dejan los míos por un momento, casi como si me desafiara a que mirara hacia otro lado, pero no…no puedo. Su confesión no encaja con el Jordan que he llegado a conocer. Pero por otro lado, ¿llegas a conocer a alguien verdaderamente alguna vez?

Yo, mejor que nadie, sé eso. Pero lo que me molesta más es la pequeña voz estúpida en repetición en mi cabeza. La voz que se pregunta por qué, si Jordan hace lo que dice que hace, ¿no ha ligado conmigo? Odio pensar esto. No debería querer que él ligara conmigo, pero lo hacía… lo hago. Puedo sentir mi piel picando. Golpeando mis dedos sobre la mesa, me trago mis sentimientos. —¿Y tú punto es? Mi respuesta le sorprende. Lo veo en la forma en que sus ojos se amplían. Tratando de ocultar su sorpresa, endereza la espalda como si estuviera preparándose para la segunda ronda. —Mi punto es…que soy responsable de esas acciones. No son las acciones de una buena persona. Él quiere desagradarme. ¿Por qué? Me encojo de hombros, forzando informalidad que no siento. Luego, utilizando sus palabras anteriores en contra de él, simplemente digo—: Depende de cómo se mire. Sus cejas se levantan. Tengo su atención ahora. Se inclina cerca, brazos apoyados en la mesa. —¿Y cómo lo estás mirando, Mia? Dios, totalmente me encanta como dice mi nombre.

Página

157

—Bueno… la forma en que lo veo, eres un perder/ganar. He conocido a hombres que hacen cosas mucho peores que simplemente dormir por ahí con un montón de mujeres diferentes. Bueno, Forbes también lo hizo, pero eso no va a ayudar a establecer mi punto, así que voy a eclipsar ese hecho. Su ceño se frunce. —¿Tu ex? Tomo una respiración profunda. —El ojo negro no fue la primera vez que me golpeó. —Me froto los instantáneos escalofríos de mis brazos. Veo la mandíbula de Jordan apretarse. —¿Con qué frecuencia?—Sus palabras salen con garra. —Um… —Levanto los hombros repentinamente pesados, mi confianza se resbala. Recuerdos golpean en mi mente. Una falta de definición de los recuerdos, mezclado con dos caras.

Oliver… Forbes… Estrellada contra la pared. Lanzada al piso. Fijada a una cama. Arrojada por la escalera. Golpeada. Abofeteada. Pateada. Maltratada. Vencida. Costillas rotas, muñecas, dedos… Corazón roto —irreparable. Sin valor. Con dolor. Todo el tiempo. Nunca paró. Nadie vino salvarme. —Mia. —Siento que Jordan le da un apretón a mi mano. Parpadeo para aclarar mi visión. —Jesús, ¿estás bien? —Su voz es suave, pero su mandíbula está apretada. —Sí, yo… eh. —Toco una mano en mi cara, queriendo cubrir cualquier emoción que muestra mi expresión.

Página

158

—Te perdí de nuevo. ¿A dónde fuiste? —pregunta con cuidado. Cerrando mis ojos en un parpadeo largo, sacudo la cabeza y libero mi mano de la suya. Oigo el chirrido de sus dientes mientras habla—: ¿Con qué frecuencia te hacía daño? Tragando mi vergüenza, en voz baja, respondo—: Más a menudo que no. Su rostro se congela. Se ve adolorido. —¿Por qué te quedaste? —Suena más como una súplica que una pregunta. —Es una larga historia.

—Tengo toda la noche… semanas… años. —No vale la pena ir ahí. Pasa su mano por su cabello. —Pero te marchaste. Viniste aquí. ¿Qué te impulsó a hacerlo? —Intentó violarme. Veo que mis palabras lo agreden como un golpe físico. Retrocede, sus nudillos blancos alrededor del borde de la mesa. Hay una pausa terriblemente tensa entre nosotros. Me siento mareada. Mi cuerpo se ha roto en un sudor frío. Temblores corren por todos lados, acomodándose en mi estómago, en un pozo de miedo y odio hacia mí misma. Necesito comida. Y privacidad. Ahora. Entierro mis uñas en la palma de mi mano, tratando de controlar mis ganas de saltar de la silla y correr a la tienda más cercana. Los ojos de Jordan no abandonan mi rostro. Una gran cantidad de emociones atraviesan sus ojos. No quiero mirarlo en este momento, pero me parece que no puedo decidirme a apartar la mirada. —¿Él hizo qué? —No sé si él realmente dice las palabras, o mueve la boca porque mis oídos resuenan con la verdad. Tiro de mi labio superior en mi boca, mordiéndolo. Parpadeo una vez. Dos veces. —Él trató de… violarme. —Jesús, maldito Cristo —susurra airadamente. Los codos sobre la mesa, deja caer su cabeza entre sus manos. No debería haberle dicho. ¿Por qué le conté?

Página

159

Me encojo de nuevo en mi asiento, deseando ser invisible. Queriendo retroceder el tiempo. El ambiente es horrible. El silencio doloroso. Cuando llego al punto en que no puedo más, que no es mucho, empujo mi silla. La cabeza de Jordan se levanta ante el sonido de la silla raspando la madera. —¿A dónde vas? —Yo, uh… —Echo un vistazo en dirección a la salida. Sus ojos siguen los míos, entonces parpadean de nuevo. —No te vayas. — Deja escapar un suspiro y se presiona las sienes con los dedos—. Lo siento, no

estoy manejando esto bien… yo solo. —Sacude la cabeza, acercándose a mí—. Jesús, Mia, yo simplemente no puedo manejar la idea de que alguien te haga daño, no así, no en absoluto. Sus palabras hacen que sea difícil respirar. Ellas me importan más de lo que quisiera admitir en estos momentos. Cuando sus ojos se centran en mi rostro, se ablandan. —¿Qué puedo hacer…para ayudarte? Y aquellas exprimen mi corazón. —Nada. —Trago más allá del enorme nudo en la garganta—. Estoy bien. —No lo creo. Lo puedo ver en tus ojos que estás lejos de estar bien. — Una tormenta se desencadena en sus facciones—. Dime dónde vive. —¿Q-qué? ¿Por qué? —¿Por qué crees? Me tenso. —Jordan, no te lo dije para que vayas a darle una paliza. — ¿Por qué le conté?—. Te lo dije porque… —Niego con la cabeza—. No quiero que le des una paliza a Forbes. Frunce el ceño. —¿Ese es su nombre, Forbes? Me doy cuenta de que es la primera vez que pronuncio su nombre en casi una semana. Y me pregunto si que Jordan conozca su nombre es un error de mi parte. No digo nada. Aparta la mirada y apoya los codos sobre la mesa, poniendo su cabeza en sus manos otra vez. La tensión se derrama fuera de él en oleadas. Inclina la cabeza hacia atrás, con los ojos a nivel de los míos. Hay una vulnerabilidad en ellos que me sorprende. —Tengo que hacer algo, Mia.

Página

160

—¿Por qué? —Mis palabras son tranquilas. —Porque… sólo tengo que hacerlo. —Las suyas son suaves. —Estás haciendo algo. Eres mi amigo. Eso cuenta mucho. —Tengo que hacer más. —No. —Niego con la cabeza, levantándome del asiento—. No necesito más. No debería haberte dicho. Fue un error. La piel alrededor de sus ojos se tensa. —Te equivocas. El único error que cometiste fue no decirme antes. —Él se acerca y agarra mi mano, me impide salir.

Trato de ignorar la forma en que su toque me hace sentir. El ardor en mi pecho por algo que nunca supe que quería hasta ahora. —Desearía que me lo hubieras dicho antes—añade en voz baja. Frota su pulgar suavemente sobre la palma de mi mano. Es un movimiento inconsciente de su parte, pero significa mucho para mí. Los hombres no me tocan suavemente. No de esta manera. Nunca. Y lo ha hecho dos veces en cuestión de minutos. —¿Le has dicho a alguien, aparte de mí, lo que él te hizo? Mis ojos se abrieron con horror ante la idea. Todavía estoy conmocionada por lo que le dije y tratando de averiguar lo que eso significa, ni mucho menos decirle a nadie más. —Voy a tomar eso como un no. —Sacude la cabeza con tristeza—. Hay que informar de esto a la policía. No puede salirse con lo que te hizo. —¿Qué? No. —El pánico me aprieta el estómago como un vicio. —Mia… —¡No! —Mi voz es más dura de lo que yo sabía que tenía en mí. Me deslizo hacia atrás, llevando mi mano conmigo. Lo que Jordan ve en mi rostro lo aplaca. —Está bien. Nada de la policía. —Pone sus manos sobre la mesa, entre nosotros—. ¿Sólo haz algo por mí…? — Cuando no respondo, continúa—: No guardes nada encerrado dentro. Necesitas a alguien con quien hablar, alguien en quien confiar, esa persona soy yo. Jamás te juzgaré. Nunca voy a hacerte daño. Y no voy a defraudarte. Podría haber hecho algunas cosas de mierda en mi pasado, podría haber tratado mal a la gente… gente que no se lo merece, pero no voy a hacer eso contigo, nunca. Lo prometo. Sus palabras son apasionadas, con el rostro serio.—Tienes mi palabra. No voy a romperla. —Su boca se levanta en una sonrisa suave.

Página

161

Quiero creerle. Lo hago. Pero es sólo que no soy capaz de confiar. No estoy dotada de esa capacidad. No sé qué decir. Así que hago lo que mejor se hacer, lo evito. Sonriendo, asiento, y le pregunto—: ¿Y ahora qué? Los ojos oscuros de Jordan son curiosos sobre mi cara. Por un momento, me pregunto si va a seguir presionándome. No lo hace. —Ahora… —dice, levantándose de su asiento—. Bebemos más tequila.

13 Traducido por Gabihhbelieber Corregido por Sofía Belikov

Jordan Nunca pensé que me gustaría estar cerca de una mujer como Mia. Pero me gusta. Sólo que no estoy totalmente seguro del por qué. E incluso aunque estoy cerca de ella, posiblemente más cerca de lo que alguien alguna vez ha tenido el privilegio de estar, quiero más. Quiero todo de ella. En todas las formas posibles. La mañana después de que el tequila se hubiera agotado, estaba preocupado porque las cosas fueran raras entre nosotros. No por lo que Mia me dijo que había pasado… diablos, no. Eso no cambió nada la forma en que la veo, la manera en que la quiero. La única cosa que ha cambiado es lo mucho que quiero golpear a ese cabrón. Pensé que me sentía molesto cuando supe que él la había golpeado. Pero sabiendo lo que sé ahora, mi ira ha superado tanto los límites que no hay ni siquiera una palabra para ello. Todo lo que sé es que quiero matar a un hombre que nunca he conocido, y que lo haría con absoluto placer.

Página

162

La mirada en el rostro de Mia cuando me contó lo que hizo y cómo la lastimó… era vergüenza. Como si algo de lo que ocurrió fuese culpa suya. Me hizo sentir mal por ella… por mí. Es difícil distinguir entre los dos ahora. Su dolor se ha entrelazado de alguna manera con el mío. Pero es Mia. No es una persona a la que conoces, y de la que luego simplemente te alejas. Se mete en tu piel sin siquiera proponérselo, de una forma en la que lo único que puedes hacer es sentirla. Eso es lo que ha hecho conmigo. Y estoy tan jodidamente feliz por ello.

Cuando estoy cerca de ella, realmente me siento vivo, de una manera en que no me sentía hace mucho tiempo. Y voy a pasar cada momento que tengo con ella, haciéndole ver que nada de lo que le pasó fue culpa suya. Voy a hacer que se vea a sí misma como yo la veo. Increíble. Fuerte. Hermosa. Tan jodidamente hermosa. Duele quererla de la forma en que lo hago y no ser capaz de tenerla. Después de que mi cerebro se conectara con lo que le había dicho en aquel bar, me sentía horriblemente preocupado al pensar en que podría haberla perdido. No podía estar más equivocado. A Mia no le importa nada de eso —no le importa los errores que he cometido. No me mira diferente. No me juzga. Ve más en mí. Ve al verdadero yo. El Jordan que me había olvidado que existía. El yo antes de los juegos de azar, y las mujeres… antes de los épicos errores. Había pasado tanto tiempo creyendo que era una mala persona. Y no podía ver más allá de eso, hasta ella. A veces eso es todo lo que toma. Sólo una persona que pone todo de cabeza. Quien te recuerda la persona que eras. Mia me hace querer ser la persona que era antes de toda esta mierda. Sé que sueno como un marica, pero no me importa. Sólo quiero estar con Mia, y continuar sintiéndome de la forma en que lo hago cuando estoy con ella.

Página

163

Y me encuentro queriendo estar a su lado más a menudo que no. Ayer, Mia y yo fuimos al centro comercial de la ciudad para que pudiera conseguir algunas cosas que necesitaba. Lo que era nuevo para mí. Nunca he comprado con una chica. Ni siquiera con Beth. Podría sonar como nada para ti, pero confía en mí, ir de compras con una chica era un gran paso para mí —enorme, de hecho. Cuando compró todo, almorzamos en el restaurante de nuevo. Pude ver la ceja levantada de Beth y lo curiosa que lucía todo el tiempo que estuvimos allí, pero no le di la oportunidad de interrogarme. Simplemente no estoy dispuesto a discutir esto… sea lo que esto sea. Nuestro día juntos fue bueno, teniendo en cuenta las grandes revelaciones de la noche anterior. Nos divertimos mucho, y el tema de nuestro

pasado nunca salió a colación. Mia no mencionó nada sobre querer ir a ver a otra madre potencial de la lista, y no iba a presionarla. Estaba feliz de tenerla conmigo. Le conté un par de chistes. Se rió mucho. Y sí, podría haber estado tratando de conquistarla con mi personalidad chispeante. Sé que mi cara y cuerpo no serían suficientes para ganar su afecto. Mia va a necesitar más de mí, y quiero darle eso. Darle todo de mí. Cuando regresamos al hotel, tenía deberes que hacer, pero Mia insistió en ayudarme. Trabajábamos juntos fácilmente. Le cociné la cena. Reconozco que eran sólo macarrones con queso, pero dijo que era el mejor que había probado. Después de la cena, vimos una película en la sala de estar con Dozer posicionado como un chaperón entre nosotros. Fue difícil estar tan cerca de ella en la oscuridad y no poder hacer nada. Quería besarla tanto, pero nunca parecía ser el momento adecuado para hacer un movimiento. Siempre me encuentro buscando pistas en sus palabras y acciones, pero al instante que tengo una pista se ha ido, y me quedo pensando si sólo estoy buscando tanto que me hago ver cosas que realmente no existen. Sé que actúo como una chica, analizando mierda como esa —me estoy convirtiendo en un puto maricón. Y sí, soy plenamente consciente de lo jodidamente molesto que suena, pero esto es lo que me hace. Ella me ha atado con todo tipo de nudos. Mia no es como cualquier chica que conozco y sabiendo por todo lo que ha pasado hace que el perseguirla sea aún más difícil. Lo que me dejó con sólo una opción —si estamos destinados a estar juntos, lo estaremos. Dejaré que la naturaleza siga su curso. No tomaría al toro por los cuernos.

Página

164

Sólo espero que la naturaleza se apresure de una puta vez, porque puedo sentir el tic tac del reloj con Mia. Por supuesto, todavía coqueteo con ella. No he dejado de hacerlo. Soy yo del que estamos hablando. No podría parar incluso si lo intentara. Sería como pedirle a Dozer que no olfateara el trasero de otro perro. Coquetear es parte de mi naturaleza, como oler traseros es parte de la de Dozer. Y a Mia no parece molestarle, mi coqueteo, quiero decir. Me gusta la reacción que recibo de ella cuando lo hago. El rubor en sus mejillas me da esperanza para más. Dios, quiero más. Y en este momento, intento desesperadamente no mirar sus piernas. Es la primera vez que las miro.

Gracias, sol, es todo lo que puedo decir. Está tendida sobre una manta en el sendero junto al lago leyendo un libro. Dozer está, por supuesto, con ella. El perro está totalmente enamorado. Lleva un par de pantalones cortos con el dobladillo rasgado, que compró ayer. Le quedan un par de centímetros por encima de la rodilla. Las chicas que conozco suelen usar pantalones tan cortos que puedes ver su trasero, pero no Mia. Los sigue tirando hacia abajo, como si sintiera incómoda al estar mostrando tanta piel. Pero ya sabes, encuentro la forma en que tira de sus pantalones hacia abajo más sexy que lo otro. Dejan más a la imaginación, y sé que el día que vea debajo de ellos, habrá valido totalmente la pena esperar, porque lo poco que veo ya está encendiéndome. Tiene un par de piernas malditamente geniales. Mi polla se contrae, así que alejo los ojos de Mia y me centro en dirigir el tractor cortacésped así puedo cortar la maldita hierba. Mi celular empieza a vibrar en el bolsillo. —Beth —respondo, metiendo el teléfono entre mi oreja y hombro. —Hola… Está bien, tengo una cita esta noche. —Suena como si estuviera en pánico. —¿Lo que es algo bueno o algo malo? —Las dos cosas. —¿Por qué? —Debido a que mi cita es con Toni Stryder. —Oh, de acuerdo.

Página

165

Toni es una chica, y Beth tiene una cosa enorme por ella. Es una chica que trabaja como DJ. Muy caliente. Y, por desgracia para todos los hombres, es lesbiana, al igual que mi mejor amiga. Soy muy consciente de lo caliente que es Beth —no estoy jodidamente ciego— pero incluso si Beth no bateara para el otro equipo, no haría una diferencia. Es mi mejor amiga y lo más parecido a una hermana que tengo. —Me la encontré en el supermercado —dice Beth, sonando ansiosa—. Tiene un concierto esta noche en Grand Junction, de nuevo, y me pidió que fuera. —¿Estás segura de que en realidad te invitó a salir en una cita, y no sólo te pedía que fueras a su concierto? —Beth interpretó mal las señales en el pasado. La han herido antes, bastante mal. No voy a dejar que suceda de nuevo.

—Sí, papá. No soy una completa estúpida. Sé que cuando una chica me pide una cita. Ya sabes, cuando ella dice: “Oye, Beth, me preguntaba si después de mi set, ¿quieres pasar el rato?” Por lo que pregunto: “¿Qué, quieres decir, como una cita?” Y ella dice: “Sí, como en una cita”. —Está bien, lo entiendo. Es una cita. —Me río—. Estoy absolutamente feliz por ti. —Bien, porque necesito que vengas. —¿Qué? Ay, vamos, Beth. Sabes que me gustaría un trío con dos chicas calientes tanto como a cualquier chico, pero en serio, no voy a tener un trío contigo. —¡En tus malditos sueños, Matthews! —grita en la línea. Riendo, alejo mi celular inmediatamente para prevenir un sangrado de oído. Beth puede gritar bastante fuerte, pero no puedo dejar de molestarla. Es demasiado fácil. Pongo el teléfono en mi oreja. —Hablando en serio, chillona, ¿para qué me necesitas allí? —Porque el set de Toni dura una hora y media, y no quiero estar en el club por mi cuenta. —Sólo ve después de que su set termine. —No puedo. Dije que la vería tocar. Por favor, Jordan. Estoy muy nerviosa por ello. Toni es la chica más caliente que he conocido. Y es genial. Yo no soy genial. —Eres genial, Beth. Hace un sonido burlón.

Página

166

—En serio, tenemos que trabajar en tu confianza. —Muy bien, trabajemos en ella esta noche. Puedes darme consejos sobre cómo actuar en torno a Toni. Es en lo que eres impresionante: hablas con chicas calientes y actúas genial. Puedes hacerme impresionante también. Y si empiezo a actuar como… bueno… yo, puedes darme un codazo… y sé que habrá un montón de chicas calientes con las que podrías salir después de haber terminado de ayudarme. Cree que me está engatusando al agregar eso, pero ya no quiero ser así. No quiero estar en un club recogiendo chicas. Quiero estar con Mia. Presionando los frenos, me detengo y la miro. Se ha perdido en su libro. Se ve tan jodidamente hermosa. Se ve como todo lo que nunca supe que quería. Apago el motor, tomando el teléfono en mi mano. —¿Tu silencio significa que lo estás considerando? —pregunta, sonando esperanzada.

No quiero dejar a Beth. Y si salgo, no significa que tenga que terminar la noche con una chica en mi cama. Podría ir, y luego volver cuando Beth se sienta cómoda alrededor de Toni. Exhalo. —Estoy considerándolo. Sigue hablando. —Está bien… es con entrada gratuita, cortesía de Toni. Y compraré tus bebidas toda la noche. Además, es una fiesta de pintura, algo diferente. —¿Qué mierda es una fiesta de pintura? —Por lo que dijo Toni, la pintura se rocía en todas las personas en el club. —Suena increíble. —No uses sarcasmo conmigo. Así que, ¿vas a venir? Por favor. Mis ojos se pierden en Mia de nuevo, y un pensamiento comienza a formarse… podría pedirle a Mia que venga conmigo. Mia y yo juntos en un club… bailando… calientes y sudorosos… nuestros cuerpos muy juntos… Lo que podría hacer que cosas sucedan. O por lo menos, hacer que avancen un poco. —Está bien, iré. Pero voy a llevar a alguien. —¡Genial! ¡Jordan, eres el mejor amigo del mundo! —Lo sé —digo secamente—. Entonces, ¿a qué hora es esta cosa? Ignorándome, pregunta—: Entonces, ¿a quién vas a traer? ¿Alguien que conozca? —¿A qué hora, Beth? Suspira ante mi falta de respuesta. —El set de Toni comienza a las nueve. Otra cosa… ¿puedes conducir? Mi coche está en el taller.

Página

167

—¡Diablos! ¿Qué con las bebidas que planeabas comprarme toda la noche…? —Soda. No puedo dejar de reír ante su audacia. —Te la debo. —Sí. Y una grande. —¿Qué vas a hacer que haga? ¿Tu colada o algo igual de grave? —No lo sé. —Cambio el teléfono a mi otra oreja—. Pero estoy seguro de que puedo pensar en algo bueno.

—Sea lo que sea, valdrá la pena por una cita con Toni —dice con voz soñadora—. Así que vamos, dime ¿a quién vas a traer esta noche? No es como que fueras tímido. ¿Me estoy perdiendo algo aquí? —Te recogeré a las ocho. —Y justo antes de que cuelgue, agrego—: Y voy a llevar a Mia conmigo. Riéndome, pongo el celular en mi bolsillo y me bajo de un salto del cortacésped. Eso le dará algo para pensar a Beth en vez de preocuparse por su inminente cita. Las orejas de Dozer se levantan cuando me acerco. Se pone de pie y cojea hacia mí. Me agacho para acariciarlo. Mia levanta la mirada del libro hacia mí. —Oye. —Sonríe, sentándose. De repente, me siento nervioso. Y un poco mareado. —¿Tu libro es bueno? Parecías perdida en la lectura. Al girar el libro, se queda mirando la cubierta. Sonrío cuando veo que se trata de una imagen de un hombre medio desnudo inclinado sobre una chica media desnuda. Un libro porno. Bien, Mia. Al darse cuenta de su error al mostrarme la cubierta, su rostro resplandece. Rápidamente cierra el libro y lo deja en el suelo. Lo gira, dejando la pareja desnuda hacia abajo. Lástima. —Sí, está bien. —Mira hacia el lago. Inclinándose, arrastra los dedos por el agua—. Quería preguntarte… ¿está bien nadar en el agua? —Sí —le respondo, moviéndome para sentarme frente a ella—. Nado aquí todo el tiempo. ¿Quieres bañarte ahora? Una imagen de Mia llevando un bikini destella en mi mente. Es una gran imagen, joder.

168

Y eso es todo. Mis pensamientos se van al infierno. Me toma un buen minuto recordar por qué vine en realidad.

Página

—Oh, no ahora. —Muerde su labio inferior con los dientes.

—Así que, eh.... —Saco el cabello de mis ojos—. Vine porque acabo de hablar por teléfono con Beth. Tiene una cita esta noche, y me convenció de ir con ella.

Beth. Cita. Club.

Su ceja se levanta. —¿No se supone que las citas son sólo una cosa de dos personas?

—Por lo general. Pero es un gran problema para ella, y la cita será en un club, por lo que va a estar sola durante la primera hora más o menos. Me necesita para hacerle compañía. Y es imposible decirle a Beth que no cuando quiere algo, así que dije que iría y… estaba… eh, preguntándome si querías venir… conmigo. Sus ojos se abren de par en par. No estoy seguro de si es por la conmoción ante tal cambio, o por la sorpresa. —¿Te refieres a una cita? —Cierra los ojos instantáneamente con un gemido—. ¿Dije eso en voz alta? Dije eso en voz alta. Oh, Dios. No puedo contener la sonrisa en mi rostro, o la felicidad en mi voz. —Sí, lo dijiste en voz alta. —Oh, Dios —gime de nuevo, tapándose la cara con las manos. Mi confianza se ve reforzada al instante, por lo que me acerco y quito una mano de su rostro. Abre un ojo. —¿Quieres que te pida una cita? Lentamente, quita la otra mano de su rostro. Mi corazón late dolorosamente en mi pecho mientras espero que me saque de mi miseria. —Sí —susurra.

Página

169

Entrelazo mis dedos con los suyos. —Entonces te estoy invitando a salir en una cita.

14 Traducido por BeaG&aa.tesares Corregido por Zöe..

Mia Oh Dios. Oh Dios. Oh Dios. Acepté ir a una cita con Jordan. ¿En qué pensaba? No pensaba. Ese es el punto. Estaba mirando sus asombrosos ojos y diciendo que sí antes de saber qué iba a aceptar. Fue mi culpa, porque tuvimos toda esa charla sobre la cita de Beth… y me confundí al pensar que me estaba invitando a salir… y yo, siendo yo, solté lo que había en mi cabeza, algo que parecía hacer cada vez que me encontraba con él, y antes de saberlo, me preguntó y yo solo le dije que sí. Debería retractarme. No quiero, pero debería. No tengo el mejor historial cuando se trata de hombres. No escojo ganadores. Pero este es Jordan.

Página

170

Estoy casi un ochenta y cinco por ciento segura de que puedo confiar en él. No me ha dado razones para no hacerlo. Y sí, sé que Forbes parecía confiable al principio, pero en ese momento era ingenua y tonta. Ya no soy esa persona. Sé que señales debo buscar, y no he visto ninguna en Jordan. No hay amabilidad sobreactuada, esa que está allí al principio para esconder el monstruo esperando para salir. No hay control en su personalidad. Él solo es quien es. En todo caso, Jordan ha sido realmente abierto y honesto en cuanto a su pasado. Si todo lo que le importara fuera engañarme y tenerme en donde quisiera —en su cama y bajo su control— esa no sería la manera. Y los hombres así no son honestos. No al principio, de todas maneras.

Jordan es divertido. Me hace reír. Me hace sentir feliz de una forma que no había conocido antes. Me encanta estar a su alrededor, y creo que merezco algo de diversión, algo de felicidad y risa en mi vida. Y en realidad, sólo es una cita. No es como si me estuviera casando con el chico. Debería simplemente salir con él esta noche y ver como sale todo. No tengo absolutamente nada que perder, y no estaré sola. Beth estará ahí con su cita también. Estará bien. Respirando profundamente, me examino en el espejo. No estaba segura de qué usar. Jordan dijo que no debería usar algo a lo que esté demasiado aferrada porque, aparentemente, esta noche es una fiesta de pintura. Nunca he escuchado sobre eso antes, pero suena divertido, aunque un poco desastroso. Pero estoy a favor de probar cosas nuevas por el momento. Realmente no bailo mucho, y no estoy apegada a ninguna de mis prendas, así que no es muy difícil decidir qué usar. Es una noche bastante cálida, así que he decidido ponerme una camiseta blanca sin mangas y pantalones color caqui. Lo combiné con un lindo collar de cuentas blancas y negras y un brazalete que combina, que escogí ayer mientras estaba de compras con Jordan. Quiero verme lo más linda posible, pero no tengo mucho con lo que trabajar aquí. No se puede hacer mucho con mi cabello corto, pero el estilo realmente me gusta y se ve genial. Me puse solo un poco de maquillaje —rímel, rubor y brillo de labios. También usé un poco de base ya que todavía hay una mancha amarilla alrededor de mi ojo. No cubro el corte en mí ceja, pero está sanando bien. Estoy atando las agujetas de mis zapatillas cuando hay un golpe en la puerta.

Página

171

Mi cita está aquí. Un enjambre de luciérnagas toma vuelo en mi estómago. Termino rápidamente de atar mis agujetas y me levanto, tomando respiraciones profundas mientras me acerco a la puerta. Le abro a un Jordan que luce más guapo de lo normal. Solo lleva una camiseta blanca y unos vaqueros desgastados. Zapatillas blancas. Simple, pero oh tan efectivo. Jordan hace que todo se vea bien. Puedo ver que se afeitó, ya que su barba de temprano no se encuentra. Su cabello oscuro está en su estilo característico. Mis dedos pican por recorrer sus sedosos mechones.

Puedo oler su colonia. Limpia y fresca. Huele tan bien como se ve; exactamente como un hombre debería oler. Tengo que resistir el impulso de inclinarme hacia adelante e inhalar. Pasa una mano a través de su brillante cabello. —Luces bien… —Sacude la cabeza—. Quiero decir, linda. Te ves realmente linda, Mia. Enrosco los dedos por las cuentas, sosteniéndolas como un salvavidas. — Gracias, tú también. No lindo, guapo. Quiero decir que te ves guapo. —Dios, mátame ahora. Jordan se ríe y apoya el hombro contra el marco de la puerta. —¿Estás lista para irnos? Le dije a Beth que la recogeríamos a las ocho, así que tenemos que irnos pronto. —Seguro. Sólo déjame ir por mis cosas. Decido no ir con una cartera, por lo que pongo mi llave, dinero y brillo labial en mi bolsillo mientras Jordan espera en el pasillo. Dejo la puerta cerrada tras de mí, luego lo sigo afuera del hotel a su auto. Abre la puerta del pasajero para mí. Nunca nadie ha hecho eso antes, y no puedo evitar sonreír ante su gesto. Me deslizo en el asiento y veo como Jordan rodea el capó. La manera en que su cuerpo se mueve con tanta confianza… es tan atractiva en él. Desearía estar tan confiada en mi propia piel. Él se sube a mi lado. Hay un silencio intranquilo entre nosotros. Sé que es mi culpa, por mis nervios al estar en una cita con él, pero realmente extraño la comodidad que normalmente hay entre nosotros. Sí, quiero estar en una cita con Jordan, sólo que no me gusta la presión que eso significa... o la presión que pongo sobre mí misma. Enciende el auto y la radio llena el silencio de fondo, pero el silencio entre nosotros aún es palpable.

Página

172

—¿Estás bien? —Sus suaves palabras me hacen encararlo. Retuerzo las manos en mi regazo. —Sólo un poco nerviosa, supongo. —¿Por qué? —Por estar en una cita. —Retuerzo las cuentas alrededor de mi dedo—. Sólo que… no he… —Sacudo la cabeza, luchando por encontrar las palabras correctas para explicar mis sentimientos. —Oye. —Gentilmente toca mi barbilla con su dedo. Me encanta la forma en que se siente su toque. Nunca pensé que sería posible, y nunca me cansaré de que me toque, pero simplemente desearía saber cómo decírselo. Cómo expresar lo que me hace sentir… cómo me siento por él.

Sé que no soy a lo que él está acostumbrado, y sé que no seré capaz de ser como esas mujeres. Tengo miedo de ser una decepción para él. —…no hay nada por lo que debas estar nerviosa. Solo estamos saliendo para divertirnos un poco, bailar y que nos rocíen con pintura. —Sonríe. Es imposible no devolverle la sonrisa. —Eso es. —Toca la esquina de mi sonrisa con su pulgar. Y esas malditas luciérnagas alzan vuelo en mi estómago nuevamente, planeando y dando un salto mortal—. Esta noche no sucederá nada que no quieras. ¿De acuerdo? —Su mirada es cálida sobre mi piel. Respiro profundamente. —De acuerdo.

Beth parece estar nerviosa por su cita. No ha hecho más que hablar de ello desde que la recogimos. Es como una bola de energía nerviosa, pero honestamente, me gusta. Ella me agrada. Y los nervios de Beth me hacen sentir un poco más normal por los míos. Me encanta la dinámica entre Beth y Jordan. La manera en la que él nunca parece cansarse o irritarse por su incesante cháchara acerca de su cita con Toni. Forbes nunca me hubiera dejado hablar de esa manera, pero por otra parte, supongo que Beth es amiga de Jordan, no su novia.

Página

173

Me preguntaba por qué no son algo más que amigos ya que Beth es realmente linda y ellos se llevan tan bien, pero mi pregunta fue respondida luego de que Beth estuvo cinco minutos en el coche, cuando hablaba de Toni en sentido femenino. Resulta que a Beth le gustan las chicas. Una chica que iba a mi escuela era lesbiana. Era molestada por eso sin parar. Solía sentirme terrible por ella, pero no era como si yo pudiera hacer algo para ayudarla. Desearía haber podido, pero ni siquiera podía lidiar con mis propios problemas, así que no tenía oportunidad de ayudar a nadie más. Me pregunto si a Beth la han molestado por su orientación sexual. Si así ha sido, entonces estoy contenta de que Jordan esté a su lado porque puedo imaginarlo pateando el trasero de cualquiera que la molestara. Jordan se estaciona a un par de manzanas del club y comenzamos la corta caminata. La acera es estrecha, así que Beth va al frente, Jordan y yo detrás. Como estamos tan cerca, nuestras manos siguen rozándose mientras caminamos. Cada vez que se tocan, una sacudida de calor sube por mi brazo. Estoy desesperada por tomar su mano. Nos hemos tomado de las manos antes, siempre Jordan sosteniendo la mía, pero fue antes de esto, cuando sólo éramos

amigos. Ahora las cosas han cambiado, y hace que sostenernos las manos sea algo mucho más grande. —Al diablo. —Lo escucho murmurar, y lo próximo que sé es que sostiene mi mano. Mi corazón toma vuelo, zumbando alrededor de mi pecho. Se inclina hacia mi oído. —¿Esto está bien? —susurra su cálido aliento sobre mi piel. Estremeciéndome, giro la cabeza, descansando la barbilla sobre mi hombro, miro hacia sus ojos. —Más que bien. Él levanta mi mano, acercándome a su lado, y frota un beso sobre mis nudillos. Difícilmente puedo quitar mis ojos de él. Para mí se vuelve más hermoso y más precioso con cada segundo que pasa, y eso me aterra. Él es demasiado bueno para alguien como yo. Forbes tenía razón cuando decía que yo no era nada. No estoy hecha para alguien tan bueno como Jordan. La felicidad que comenzaba a sentir desaparece. Mi estómago cae. Miro hacia adelante y encuentro a Beth mirándonos sobre su hombro, sonriendo. Luego ella mira mis ojos, y su sonrisa desaparece. Rápidamente miro aparto la mirada, y pongo una sonrisa falsa, aliviada cuando el club salta a la vista. Seguimos a Beth hasta el portero, y gracias a Toni que nos puso en la lista de invitados, no tenemos que esperar en la enorme fila. Solo he estado en un club una vez antes. Fue con Forbes y sus imbéciles amigos ricos. Ese club era un poco más lindo que este lugar, pero, en realidad, prefería este. Lucía como un club debería lucir. Todo oscuro y sucio. Con el suelo pegajoso por las bebidas derramadas.

Página

174

Se siente real. El bajo está sonando fuerte, vibrando a través de mis pies, y siento un temblor de emoción por estar aquí; haciendo algo fuera de lo que usualmente hago. El club está lleno; un mar de gente. Noto que la mayoría de las chicas están vestidas con menos ropas que yo, usando shorts y camisetas. Desearía poder usar shorts tan cortos como esos, pero las cicatrices en la parte posterior de mis muslos me cohíben de hacerlo así como mi falta de confianza. Mi buen humor desaparece instantáneamente, haciéndome sentir desaliñada y fuera de lugar, y preguntándome cómo demonios Jordan está aquí conmigo. Me empuja un repentino impulso de irme para poder esconderme y comer hasta enfermarme.

Tuerzo los dedos en mi mano, presionando mis dedos en mi piel, tratando de expulsar el impulso. Como si escuchara mi dolor, Jordan aprieta mi mano. Miro hacia él. — Oye, ¿Estás bien? —dice sobre la música. Con una sonrisa falsa, asiento. Me mira por demasiado tiempo, con la sospecha curvando su boca. Se siente como si estuviera tratando de ver dentro de mí, y eso me inquieta, así que aparto la mirada. Él se mueve más cerca. Sé que me va a preguntar más. Siento su cuerpo presionándose contra mi costado, y mi cuerpo entra en una guerra con mi mente. Lo quiero cerca, aun así, quiero que se aleje. Soy salvada por Beth, cuando viene saltando hacia nosotros. —Toni saldrá en diez, así que consigamos una bebida primero, luego podemos ir a verla —grita sobre la música. Jordan da un paso hacia atrás dándome espacio. Casi exhalo de alivio. Puedo sentir sus ojos quemando a través de mí, pero no puedo obligarme a devolverle la mirada. Sonriendo a Beth, digo—: Seguro. Eso suena bien. Beth lidera el camino hacia el bar. Jordan está cerca detrás de mí. Cuando llegamos a la barra, me paro junto a Beth. Jordan viene detrás, sus manos en cada lado mío, poniéndolas sobre la barra y encerrándome. Mi cuerpo está completamente consciente de lo cerca que él está y lo quiere más cerca. Mis manos pican por alcanzarlo y jalarlo hacia mí. —Las bebidas corren por mi cuenta, así que ¿qué quieren? —dice Beth. —Yo pagaré por las bebidas. —La voz de Jordan suena a través de nosotras.

Página

175

Los ojos de Beth parpadean hacia él. —¡De ninguna manera! El trato era que yo compraría sus bebidas por venir conmigo esta noche. —El trato está roto. Ahora díganme, ¿qué quieren? —Hay un aire de autoridad en su voz, que sorprendentemente me gusta. Tiene mi piel hormigueando, y otras partes de mi cuerpo. Beth, aparentemente inafectada por él, dice—: Está bien. No voy a discutir contigo. Me ahorras unos cuantos dólares. Tomaré un whisky con soda, que sea una bola de fuego. —Mia... ¿qué quieres? —habla en mi oído, su voz profunda y entrecortada. Hace que mis dedos se tuerzan. Siento como si no estuviera preguntándome que bebida tomar en estos momentos. Y sé exactamente lo que quiero, aél.

Giro la cabeza, sólo para encontrar mi boca ahora peligrosamente cerca de la suya. Y por peligrosamente, quiero decir peligrosamente debido a mi insistente necesidad de besarlo en este momento. Si eso va a suceder esta noche, entonces aquí en la barra definitivamente no es el lugar. Mis ojos se encuentran con los suyos, justo a tiempo para verlos oscurecerse. Él también lo siente... quiere esto… a mí. Mi cuerpo va a toda marcha. Rápidamente recomponiéndome, digo—: Cerveza. Embotellada. favor. —Y miro haciendo adelante.

Por

Mirando de reojo, veo a Beth sonriendo felizmente hacia nosotros. Como que estoy teniendo la sensación de que le gusto con Jordan. Las manos de Jordan me rodean. Se mueve a un lado y se inclina contra la barra para que nos sirvan. Siento un toque en mi hombro, y me giro hacia una sonriente Beth. Vuelve a alejarse un poco de Jordan, así que la sigo. —¿Y qué tal Durango? —pregunta. Sonrío, pensando en Jordan, la única cosa que realmente me gusta de esta ciudad. —Me gusta. —Sí, no es tan malo. Pero cuando has vivido aquí toda tu vida, como yo, se vuelve un poco aburrido. La entiendo, al saber cómo se sintió estar atrapada en Boston durante toda mi vida. —¿Nunca has estado en otro lugar? —pregunto. —Claro, he estado fuera de vacaciones, pero en ningún lugar emocionante. Me encantaría viajar. —Deberías. —Jordan ha estado viajando.

Página

176

—Sí, me dijo. El sudeste de Asia, ¿verdad? Beth se ve un poco sorprendida de que yo lo supiera, lo que se transforma rápidamente en una sonrisa. Antes tener la oportunidad de considerar su reacción, una aguda voz femenina me llama la atención. Principalmente, porque está chillando el nombre de Jordan. Me giro para ver una muy bonita camarera con oscuro cabello largo y piernas aún más largas. Aparentemente conoce a Jordan muy bien si la expresión de su rostro es algo por lo que guiarse, mientras se inclina sobre la barra y lanza sus brazos alrededor de su cuello.

Mi estómago se aprieta en un nudo de ira celosa. Estúpido, lo sé, pero, sin embargo, está allí. Él torpemente palmea su espalda, luego rápidamente retira los brazos de ella de su alrededor. Ella agarra su antebrazo, manteniéndolo con ella, pero lo veo quitar su mano. Ella se inclina y dice algo. Él sacude la cabeza, a ella claramente no le gusta, la mirada enojada en su rostro es un indicio. Lo mira fijamente durante un largo rato, y luego sin decir nada más se aleja y comienza a hacer nuestras bebidas. Jordan se gira en nuestra dirección. Rápidamente miro hacia otro lado para que no vea que estoy mirando. —Yo no me preocuparía por eso —dice Beth cerca de mi oído—. Todas las mujeres se comportan de esa manera a su alrededor. —Sí, pero más aún con las que ya se ha acostado. —Las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerlas. Aprieto mi boca cerrada. No puedo creer que acabo de decir eso. Beth estará, sin duda, al tanto del pasado de Jordan cuando se trata de mujeres, pero no es mi lugar para hacer comentarios. Ella levanta su ceja. —Él ha estado hablando contigo. Me alegro, pero me sorprende que te dijera eso. Aún así, lo tomo como una buena señal teniendo en cuenta que estás aquí en una cita con él. Realmente debe gustarte. —Entonces ella sonríe ampliamente—. Y realmente debes gustarle. No puedo decir que sus palabras no me afectan porque lo hacen. Quiero gustarle a Jordan. —¿Qué te hace pensar eso? —pregunto.

Página

177

—Debido a que nunca ha sido tan honesto con una chica antes. Demonios, nunca antes ha estado en una cita real. Y si él te dice toda su mierda desde el principio, entonces realmente debes significar algo para él. Debe pensar mucho de ti. Quiere que sepas la verdad, y eso es un gran paso para él. Sinceramente, no sé qué decir, así que no digo nada. —Mira, no sé por cuánto tiempo estés aquí, Mia, y sé que Jordan puede lucir como un chico malo, pero no lo es. En realidad no. Cuando él se preocupa por alguien, él se preocupa por ellos con todo. Y él toma, perder a alguien que le importa, mal. —¿Su mamá? —¡Santa mierda! ¿Él te habló de su madre? Mierda, le gustas. —Ella sonríe y envuelve un brazo alrededor de mi cintura. El contacto me sorprende y bloquea todos los músculos de mi cuerpo. Lo hace cada vez que una nueva

persona me toca—. Sólo no rompas su corazón, ahora que por fin lo tiene trabajando, por favor. —Se ríe ligeramente. Mi interior se tuerce. —No creo que tenga el poder de hacer eso. —Oh, te sorprenderías —dice, bajando la voz. Levanto los ojos para ver un sonriente, pero curioso Jordan caminando hacia nosotras, con las manos cargadas de nuestras bebidas. Me da mi cerveza. —Gracias. —Sonrío. Sus ojos sostienen los míos por un momento antes de trasladarse a Beth. —¿Quieres ir a ver a Toni ahora? —Le entrega Beth la bebida. —¿Sabes qué? —Sus ojos se mueven a mí, luego de regreso a Jordan, con una sonrisa deslizándose por su cara—. Estoy bien. Tengo esto con Toni controlado. La frente de Jordan se arruga en confusión. —¿Estás segura? —Estoy segura —dice, caminando hacia atrás y lejos de nosotros en la multitud—. Diviértanse. —Antes de alejarse, ella me da un guiño conspirador. ¿Muy sutil? Tengo que contener la risa. —Si me necesitas, llama a mi celular —dice Jordan detrás de ella. Beth ondea una mano en reconocimiento antes de desaparecer en la multitud. Jordan se vuelve hacia mí. —Así que... somos sólo tú y yo. Escalofríos y un montón de nervios me envuelven. —Sí. —¿Quieres tratar de encontrar un sitio para sentarnos? —Seguro.

Página

178

Sigo a Jordan escaleras arriba donde dice que va a estar más tranquilo y nos será más probable encontrar un asiento. Tiene razón. Encontramos un sofá vacío con vistas a la pista de baile de abajo. Me siento primero. Jordan se sienta a mi lado. Mis nervios se han incrementado un par de miles de muescas ahora, porque somos sólo él y yo. Sin Beth como un separador. No puedo pensar en una sola cosa que decirle, así que lo cubro bebiendo continuamente mi bebida y fingiendo estar fascinada por todas las personas en el club. —Todavía estás nerviosa. —Su mano se levanta, tirando de la mía de mi boca. Estaba jugando con mi labio sin siquiera darme cuenta. Jordan desliza sus dedos entre los míos, sosteniendo mi mano. estómago se dispersa.

Mi

Vuelvo mi rostro hacia él, sin darme cuenta de lo cerca que está, llevándome casi nariz con nariz con él. Mis mejillas se calientan. Me arrastro por el sofá, poniéndome contra el respaldo, y no niego mis nervios. No tiene sentido. No cuando puede leerme tan bien. —¿Soy yo quién te está poniendo nerviosa? ¿Algo que estoy haciendo, o simplemente toda esta cosa de estar en una cita conmigo? Giro mi cuerpo hacia él. Mis rodillas tocan su muslo. —No eres tú. Es simplemente estar en una cita. Sólo he salido con un chico antes, y no funcionó tan bien para mí. —Sin pensarlo toco el corte curándose en mi frente. Sus ojos siguen mi mano, y se quedan fijos en el remanente de mi relación con Forbes, mucho después de que alejé la mano. Su rostro está impasible, pero sé que su mente está trabajando. Puedo verlo en sus ojos. Me pregunto si todo lo que he hecho es recordarle el desastre del que vengo... el desastre que soy... lo que Forbes hizo... que llevo demasiado equipaje. ¿Lo he alejado de mí? —Voy a cancelar nuestra cita —dice. ¿Qué? Pánico empieza a subir por mi garganta. —Jordan, mira, lo siento si... —No lo sientas. Y tú realmente dijiste demasiado. Tenemos que trabajar en eso.

Página

179

Agarro las perlas alrededor de mi cuello, necesitando algo a qué aferrarme. —¿Quieres que me vaya? Sus ojos se amplían con el descontento. —¿Qué? De ninguna jodida manera quiero que te vayas. Lo que yo quiero es que te relajes y disfrutes conmigo esta noche, así que todo lo que estoy haciendo al cancelar nuestra cita es sacarla fuera de la ecuación. Si llega a convertirse en una cita luego, entonces genial. Si no lo hace, entonces podría estar un poco decepcionado... — Sonríe para hacerme saber que él me está tomando el pelo—. No hay ninguna presión aquí. Me gustas, mucho. Creo que eso es bastante obvio. Pero quiero que quieras estar aquí conmigo de la misma forma que yo. Si todavía no llegaste allí, entonces está bien. Voy a esperar hasta que llegues. Tanto como sea necesario. ¿Él es real? Casi lo quiero pellizcar para asegurarme. Le gusto. Mucho. Estoy inundada con la sensación más increíble, nunca he sentido nada igual. Mi corazón empieza a latir más rápido de lo que creía posible sin causar un ataque al corazón.

Sé que lo estoy mirando, pero no puedo parar. Todo lo que puedo ver es a él, y me olvido por qué estaba nerviosa en el primer lugar. Por qué compliqué toda esta cita en mi mente. La música se tranquiliza a un latido sordo. El mundo quedándose fuera, atenuándose a sólo nosotros... Él. Entonces todo pensamiento se pierde, y sólo tengo que seguir lo que mi cuerpo me está diciendo que haga. Aprieto mi mano a un lado de la cara de Jordan, absorbiendo el calor y la fuerza de él. Me inclino para presionar mis labios en su mejilla. Se mueve al igual que yo, y mis labios rozan la esquina de su boca. El calor me atraviesa, marcándome suya. Me retiro, sorprendida pero con ganas de más. Humedezco mis labios repentinamente secos. Una lamida que me deja con el sabor adictivo de él. Su loción, el refresco que está bebiendo... simplemente todo lo que lo encarna a él. Los ojos de Jordan se encienden con algo que estoy segura. Estoy segura, porque también lo estoy sintiendo. Lujuria. Deseo. Necesidad. Y algo más. Algo más profundo. Desliza sus dedos en mi pelo, ahuecando la parte posterior de mi cabeza, descansa su frente contra la mía. —Me siento igual que tú —digo, con mi boca tan cerca de la suya que si me moviera un centímetro estaríamos besándonos—. Quiero estar aquí contigo... más que nada. Suelta un suspiro contenido de satisfacción. Me tranquiliza. —¿Debo tomar eso como que nuestra cita está en marcha de nuevo? —Su voz suena deliciosamente ronca e increíblemente sexy, enviando escalofríos que caen a través de mí.

Página

180

—Nunca se detuvo. —Sonrío.

15 Traducido por GazHolt Corregido por Alaska Young

Jordan —¿Quieres bailar? Levantando los hombros levemente, Mia me da una mirada de duda, luego vuelve a mirar la pista de baile. Después de haberme besado ha estado un poco más relajada. Si hubiera sabido que eso pasaría le habría dicho que lo hiciera antes. Tal vez romper el hielo era lo que necesitaba. El problema es que ahora no puedo dejar de mirar su boca... sus suaves labios carnosos... queriendo sentirlos contra los míos... totalmente... Se sintió increíble. Y huele tan jodidamente bien.

Página

181

Me sentiría contento por sentarme con la nariz enterrada en su cuello inhalando su dulce aroma durante el resto de la noche, al tiempo que besara esa hermosa boca suya, por supuesto. Cuando se inclinó para besarme la mejilla, lo crean o no, no fue a propósito, sólo una reacción natural en ella. No me arrepiento ni por un segundo, porque cuando sus labios tocaron la esquina de los míos... joder... si así es un breve contacto de sus labios con los míos, entonces apenas puedo imaginar lo increíble que se sentiría besarla como se debe. Y ahora, obviamente, todo en lo que puedo pensar es en besarla. Toma un verdadero esfuerzo por mi parte no hacer algún movimiento, pero no quiero apresurarla y arruinar las cosas. Es por eso que le sugiero bailar, algo para mantener mi mente ocupada. Aunque ver su hermoso cuerpo moverse en una pista de baile probablemente enviará mis pensamientos hacia el sur.

Me inclino cerca de su espalda, mirando sobre su hombro. —Creo que pronto comenzarán a lanzar la pintura. Pienso que podría ser divertido, y podemos pasar por aquí y ver cómo Beth se lleva con Toni. Ella me mira con sus labios curvándose ligeramente. —Está bien. Nos levantamos. Me muevo a un lado para dejar a Mia primero. Me pasa, y el roce de su cuerpo contra el mío me hace contener un gemido. Acabamos de empezar a caminar cuando siento la diminuta mano de Mia en la mía. La miro sorprendido. Pero feliz. Jodidamente feliz. Sus mejillas se ruborizan. Esta es la primera vez que ha sostenido mi mano. He sido siempre yo agarrando la suya. Le daba excusas para justificar tocarla aunque sólo sea por un segundo, y ahora esta noche, después de una política de no tocar por su parte —lo cual entiendo, sabiendo lo que ha pasado— me besó y sostiene mi mano. Sé que estas son grandes cosas para ella, lo que las hace grandes para mí. Me muestran su confianza. Le toco suavemente la mejilla rosada con los dedos. Sonríe. Caminamos al bajar las escaleras, tomados de la mano, en nuestra propia burbuja, y porque el maldito mundo me odia... nos topamos directamente con Shawna al instante en que mi pie toca el último escalón. —Jordan... hola. —Shawna me da una sonrisa. Mierda.

Página

182

Hay un brillo inconfundible en sus ojos. Lo he visto antes. Es decir, cuando ella estaba desnuda y debajo de mí. —Hola. —Mi voz es firme. Pongo a Mia a mi lado, situando mi brazo alrededor de sus hombros, por lo que no hay duda de quién es ella para mí—. Shawna, conoce a Mia. Mia, Shawna. —Hago lo cortés y las presento, pero, la verdad, es la última cosa que quiero hacer. ¿Presentarle a la chica por la que estoy loco a la última chica con la que lo hice? Jodido, súper. —Hola. —Mia levanta la mano haciendo una señal de saludo. Es tan malditamente adorable—. Es un placer conocerte, Shawna. Los ojos de Shawna le lanzan dardos. Vacila un poco, teniendo una rápida recuperación. Su mirada se vuelve hacia mí y me quema como un láser. —Bueno, ciertamente no mentías. Seguro que no pierdes el tiempo para pasar y encontrar una nueva compañera para follar.

Siento a Mia tensarse bajo mi brazo. —Shawna... —Hay una advertencia en mi voz. —Sin embargo, parece que has bajado el listón, por mucho. Pero lo cierto es que no puedes conseguir algo mejor que yo. —Sus ojos cortan a Mia—. Lamento tener que decirte esto, pero no es nada más que basura en exceso. Él te follará, después te botará antes incluso de que tengas la oportunidad de ponerte tus bragas. ¡Qué carajo! Muy bien, no se alejó mucho de la marca con la parte de botar, pero aun así, ¿qué le ocurre? Háblame mal, perfecto, me lo merezco. Pero no a Mia. No dejaré que le hablen de esta manera. Abro la boca, listo para decirle a Shawna que jodidamente se vaya por donde vino cuando escucho la dulce voz de Mia decir—: Bueno, por otra parte, parece que viniste sola con tu personalidad aquí, Shawna; yo diría que Jordan subió el listón tan alto como un rascacielos conmigo. Y como resulta que estoy en esto por el sexo, parece que nos encontramos en perfecta combinación. Ah, y tampoco me pongo bragas, por lo que no tenemos preocupaciones sobre esa parte. Mi boca se abre. Shawna luce como si Mia acabara de abofetearla. —Está bien. Correcto. Bueno, diría que fue un placer hablar contigo, pero no lo fue, así que... adiós. —Mia sale de debajo de mi brazo, dejándolo caer a mi lado. Con la cabeza bien alta, se aleja y se abre paso entre la multitud. Y mis ojos se pegaron a su ardiente culo, pavoneándose al irse.

Página

183

Santa puta mierda. ¿Alguna vez has visto esa escena de la película Vaselina, justo al final, cuando Sandy aparece luciendo y actuando completamente diferente, ataviada con pantalones negros ajustados? Y Danny la ve, y él se… sorprende, con una incredulidad de la mejor clase. Tipo “Carajo, ¿cómo no noté lo caliente que mi chica podría ser en realidad?”, entonces más o menos la persigue como un perro con la lengua afuera. ¿Sí? Genial, entonces sabes de lo que hablo, porque en este momento, ese soy yo. Persigo a Mia como si fuera la última gota de agua en la tierra y estuviera en serio jodidamente sediento. Estoy listo para estallar en canciones y una serenata con la canción You're the one that I want solo para llamar su atención.

Porque Mia enojada es jodidamente caliente. Como por las nubes de caliente. Por supuesto, ya sabía que era caliente. Pero esto... guau. Jodidamente guau. Nunca he estado tan encendido como ahora. Mi polla está tan dura que podría golpear clavos. Gracias a Dios que está oscuro y lleno de gente aquí para que nadie pueda ver mi erección. Finalmente me le acerco en la pista de baile. Agarrándole la camiseta, le hago girarse en mi dirección. Se da vuelta. Sus ojos son grandes y hay fuego todavía en ellos. Su pecho se agita subiendo y bajando, y estoy literalmente sin palabras. Tengo un centenar de pensamientos a través de mi mente —ninguno de ellos puros—, y me parece que no puedo encontrar una maldita palabra para iniciar una frase coherente. Y también intento muy duro no mirarle fijamente las tetas. Veo la tenue ira en sus ojos, y la Mia que conozco volvió. —Oh, Dios, Jordan, lo siento mucho. Lo que acabo de decir allí... —Se tapa la cara con las manos—. Dios, no sé qué me pasó. Es que... no me gustó la forma en que hablaba de ti. Es que... me enojó tanto. Y yo no me enojo, nunca. Me acerco más. Quitándole las manos de la cara, las mantengo a sus costados. Esos enormes azules suyos parpadean hacia mí con total inocencia. —Lo que hiciste fue bueno. Te levantaste por ti misma. Shawna fue una perra, y se merecía lo que le dijiste. Sólo lamento que te dijera esas cosas por mi culpa.

Página

184

Niega con la cabeza. —Está bien. —No, no lo está. —Acerco más mi cabeza a la suya—. No me siento contento con la forma en que te acaba de tratar Shawna, pero me alegro de que te hayas enojado. Debes enojarte con más frecuencia. —Dios, debería. En serio debería—. Pero sobre todo me alegro de que te enojaras por mí. —Porque me dice que te preocupas, probablemente más de lo que me merezco. —¡Oh, no... oh, Dios! Le dije que no llevo ropa interior —dice, como si no hubiera oído ni una palabra de lo que dije. Una expresión de terror le pasa por la cara—. En medio del club, le dije “No me pongo bragas”. —Busca mis ojos—. Las llevo. Todo el tiempo. Incluso para la cama. —Cierra los ojos con un gemido—. Deja de hablar, Mia. Me río. —No he pensado ni por un segundo que no usaras ropa interior. —Sólo deseado, esperado, rogado...

Sus ojos se abren, y la mirada en ellos es sorprendentemente alerta. — Jordan, sé que no es asunto mío, pero... ¿en serio... saliste con esa chica? Sólo pregunto porque... bueno... —Se muerde el labio—. No es una persona muy agradable. No esperaba que dijera eso. Pienso mi respuesta cuidadosamente antes de hablar. No le mentiré, pero voy a malditamente asegurarme de que lo digo de la manera correcta. —Nunca salí con Shawna, nunca llegó tan lejos. —Oh. Ahh. —Entendimiento pasa por sus ojos—. Sólo dormías con ella. —En realidad nunca he dormido con nadie. Pero... teníamos sexo, sí. Ella da un paso atrás, alejándose de mí, obligándome a dejarla ir. —Sé que me dijiste acerca de lo que solías hacer… con las mujeres. Y está bien, no te juzgo. En absoluto. Y sé que esta es sólo nuestra primera cita, y no tengo mucha experiencia en el campo de las citas... bueno, cuando se trata de los hombres en general, pero sí sé una cosa… cuando estoy con un chico, estoy sólo con él. Y quiero que sea lo mismo conmigo. Entiendo que eso es diferente para ti, pero si quieres estar con otras mujeres mientras salimos, entonces lo siento, no soy la chica adecuada para ti. ¿Eh? No sé muy bien de dónde viene esto. Pensé que fui muy claro acerca de lo que siento por ella, pero obviamente no es así, por lo que necesita saberlo. Y ahora. —Mia, nunca he estado con nadie para definir parámetros... nunca he tenido una relación. Nunca he salido con nadie. Eres la primera persona con la que he tenido una cita real. No dice nada, luce pálida, y de repente me duele el pecho. Siento que la estoy perdiendo antes de haberla tenido.

Página

185

—Cuando te dije acerca de mí, cómo era, cómo me comporté... el tipo del que acabas de conseguir una visión por Shawna, eso es lo que yo era. No lo que soy ahora. Ella envuelve sus brazos a su alrededor en forma de protección. No me gusta que sienta que tiene que protegerse de mí. —¿Qué ha cambiado? —Su voz es tranquila, vacilante. —Tú. —Aprovecho la oportunidad y me acerco a ella otra vez, cerrando mis manos alrededor de sus brazos. No se aparta. Me da esperanza— . Tú cambiaste las cosas para mí. Mira a otro lado. —Tú también has cambiado las cosas... para mí. —¿Lo he hecho?

Asiente, tirando de su labio inferior con el pulgar y el índice. —Te veo a ti, Mia. Sólo a ti. —Mi mirada va a sus labios. Ella deja de tirar de ellos y la mano cae a su lado. This is Love del cantante Will.i.am empieza a filtrarse al fondo. La mezcla de piano viaja a través de la multitud hacia nosotros. Los ojos de Mia se alzan a los míos. Mi corazón comienza a golpear en mi pecho. Y estalla la canción, como el calor entre nosotros, hasta que hay una hoguera de la miseria que quema todo. Su respiración se tambalea, es rápida, sus ojos se cierran en una de esas respiraciones dulces, cortas... sus labios se separan ligeramente... Y lo sé. Esto es todo. El momento que he estado esperando desde que entró en el hotel. Me apoyo en ella, ahuecando su mejilla en la mano, más que listo para presionar mi boca en esos dulces labios suyos... y en ese segundo el nivel de ruido que nos rodea aumenta exponencialmente hasta que mis oídos están casi sangrando por los chillidos y gritos de risa. Y siento la razón de esos gritos felices cuando la pintura salpica todo mi cuerpo. Los ojos de Mia se abren con un parpadeo, con la boca en una O. La jodida fiesta de pintura. ¡No podían haber esperado como cinco malditos minutos más antes de echar a volar esa mierda! Me paso la mano por el cabello y me miro la palma. Está manchada de amarillo, azul y rosado por la pintura de neón. La mano de Mia va a su cara. Está tan cubierta de pintura como me imagino que yo lo estoy. Pasándose los dedos sobre la mejilla, luego la frente, los surca de colores, mezclándolos.

Página

186

Se ve aún más hermosa, si es posible. Incandescente. Exótica. E increíblemente peligrosa para mi corazón. Alza la vista para ver la continua lluvia de color, protegiéndose los ojos con la mano y riendo. Y no puedo esperar un maldito segundo más. Tomo su rostro entre mis manos, y la beso. Duro.

Hay un temblor en su cuerpo. La siento tensarse por sólo una fracción de segundo, y luego se relaja contra mí y abre los labios en un suave gemido. Lo siento por todo el camino hasta mi polla. Y digamos que se encuentra jodidamente feliz por eso. Deslizando los dedos en su cabello, le agarro la nuca. —¿Está bien? — susurro sobre sus labios. Ella asiente. Es la única respuesta que necesito. La beso profundo, deslizándole la lengua en la boca, necesitando más de ella. Las manos de Mia se deslizan por mis brazos. Puedo sentir la mancha de pintura entre mi piel y la de ella, y hace la sensación de su tacto aún más intensa. Bien, tal vez tienen razón con esta cosa de la pintura. Ella se pone de puntillas, pasando sus brazos alrededor de mi cuello, agarrando mi cabello con los dedos, manteniéndome cerca. No es que lo necesite, porque no tengo intención de ir a ningún lado ahora mismo. Pero me gusta que me quiera cerca. Que no quiera dejarme ir. Ciño mis brazos alrededor de su diminuta cintura, envolviéndola, levantando su pequeño cuerpo contra el mío. Es tan pequeña, tan frágil y, aun así, tan inquebrantable. Es jodidamente increíble. Todo lo que no sabía que buscaba. Sé que estoy arruinado. Me tiene ahora. Si alguna vez hubo una posibilidad de que me alejara después de haberla probado, se ha ido.

Página

187

Me he ido por ella. Sé que deberá marcharse en poco más de una semana, pero no puedo dejar que eso pase. Tendré que encontrar una manera de mantenerla en mi vida para siempre. Una manera para que ella quiera quedarse conmigo.

16 Traducido por Lililamour & Jasiel Alighieri Corregido por Daniela Agrafojo

Mia Si pudiera retener un momento por siempre en el tiempo, mantenerlo ahí para revivirlo y valorarlo, entonces el mío sería la noche pasada. Podría encerrar el recuerdo, envolverlo con un lazo, y mantenerlo a salvo por siempre. Mantenerlo ahí para abrirlo cada vez que necesitara recordar un momento maravilloso. Sé que para la mayoría de las chicas, ir a una cita con un chico, ser llevada a un club nocturno y ser rociada con pintura de neón, podría no ser su idea de una noche para apreciar. Pero para mí, lo es. Porque era mí noche. Jordan hizo que todo se tratara de mí. Se centró en mí. Se preocupó de que estuviera feliz, y de si lo estaba pasando bien. Yo. Fue como una total libertad mientras me encontraba con otra persona. Podía bailar como quisiera bailar. Hablar con quien quisiera. Besar a quién quisiera besar… A Jordan.

Página

188

No había miedo. No había control. No había ira. Sólo felicidad. Nunca había experimentado algo como eso, pero quiero hacerlo de nuevo... Y otra vez... Y otra vez... Era como la mejor rebanada de pastel de libertad, coronado con crema batida y chispas. Y Jordan era las chispas.

Nos quedamos en el club, envueltos en los brazos del otro. Cuando la noche terminó y fue hora de irse, Jordan y yo regresamos al hotel juntos en su auto, y Beth tomó un aventón a casa con Toni. Él era perfecto. Fue perfecto. Y cuando me acompañó a mi puerta, me dio un beso de buenas noches, el beso más dulce de todos. Luego se fue a su cuarto. Eliminé la pintura de mi cuerpo en la ducha lo mejor que pude, y caí en la cama entre una nube de satisfacción. Ahora, estoy recostada en la cama, completamente despierta ante la llegada del amanecer, incapaz de dormir. Estoy contando los segundos hasta que pueda ver a Jordan de nuevo mientras recuento todos los momentos de anoche, excepto el encuentro con una de las conquistas anteriores de Jordan. Me estremezco cuando pienso en lo que ella dijo, y me estremezco aún peor cuando pienso en lo que yo le dije. Cuando escucho un golpe en mi puerta, casi salto de la cama por mi entusiasmo, sin recordar hasta que la estoy abriendo, que todavía estoy en mi pijama. Probablemente parezco una completa lunática. Nunca he estado preocupada por cómo me veo, hasta él. Sólo me vestía y me veía bien porque era lo que Oliver y Forbes esperaban de mí. —Buenos días. —Su voz es baja y ronca—. ¿No te he despertado, o sí? Dios, se ve hermoso, incluso a esta hora temprana. —No. He estado despierta desde hace tiempo. No podía dormir. —Yo tampoco. He tenido a esta chica en mi mente toda la noche. —¿Alguien que conozco? —Contengo una sonrisa. Dozer se asoma a un lado de Jordan, los ojos del cachorro están en mí. Empujando a Jordan a un lado, viene hacia mí. —Hola, amigo. —Me arrodillo para acariciarlo.

Página

189

—Es posible que la conozcas —dice Jordan, respondiendo mi pregunta—. Cabello rubio, ojos azules... hermosa. Da la casualidad de que salimos en una cita anoche. Acaba de llamarme hermosa. Hermosa. Recomponiéndome, levanto la vista hacia Jordan. —¿En serio? —digo, jugando con él—. Entonces, ¿cómo estuvo la cita? —Bueno, esa es la cosa... —Se agacha, acariciando a Dozer, que está posicionado entre nosotros. Sus dedos tocan los míos. Calor sube por mi brazo a toda velocidad directamente hacia mi corazón—. La cita estuvo increíble, y no he podido dejar de pensar en ella... o en su hermosa boca desde entonces. —Se

inclina sobre Dozer. Cerca de mí. Contengo la respiración—. Y la cosa es, que realmente necesito besarla de nuevo. ¡Baboom! El sonido de mi corazón... es tan fuerte que estoy segura de que debe escucharlo. —Creo que ella también necesita que la beses —exhalo. —¿Tú crees? —Recorre su labio inferior con su lengua. Mis entrañas se enroscan. —Hmm —murmuro. Cierro mis ojos mientras trae su boca a la mía, más que lista para saborearlo y sentir la explosión que su beso crea dentro de mí. Es sólo cuando rozo mis labios contra los suyos que recuerdo que no me he cepillado los dientes. —Espera —digo contra su boca, presionando mi mano en su pecho—. No me he lavado los dientes. —Shh. —Su mano va a mi nuca… sosteniéndome... besándome más profundamente. Al parecer, no tiene ningún problema con mi aliento matutino. Yo debería, pero realmente no quiero dejar de besarlo en este momento. Todo pensamiento se pierde cuando pasa su lengua por mi labio inferior, luego la desliza dentro de mi boca. Enrosco mis dedos en su camisa. Sus besos son una droga. Podría vivir una vida feliz de estar tan elevada como una cometa durante todo el día. Se me acerca tanto como puede con cincuenta y tres kilos de perro recostado en el suelo entre nosotros, y toma mi cara con ambas manos, tomando completo control del beso. Es en este punto exacto que siento que las cosas cambian entre nosotros. Se profundizan.

Página

190

No me preguntes por qué o cómo, sólo pasa, y sé que él también lo siente por la expresión de su rostro cuando separa su boca de la mía con un jadeo, sus ojos viendo profundamente los míos. Sé, en este momento, que hay una conexión inquebrantable entre nosotros. Algo nos ata juntos, irrevocablemente, y no importa qué, nunca estaré sin él. —Hola —susurro. —Hola. —Sonríe. Dozer levanta su cabeza entre nosotros, separando un poco a Jordan con un empujón. Me río, y lo acaricio, dándole la atención que quiere.

—Entonces, ¿dónde estaba antes de que me distrajeras? —Sonríe, sin dejar de lucir tan aturdido como yo me siento. —Me contabas de la increíble cita que tuviste anoche. —Cierto, sí. Bueno, fue tan increíble que esperaba que ella saliera en otra cita conmigo hoy. —Siempre podrías preguntarle. —¿Qué crees que diría? —Hmm... —Presiono mis labios como pensando—. Estoy pensando que sin duda diría que sí. Sonríe ampliamente. —Bien, porque tengo un increíble día planeado para ella. —Se inclina y me da otro beso rápido, alejándose demasiado rápido, dejándome queriendo más. —Vas a querer lavarte el pelo otra vez. —Enreda un mechón de mi cabello en su dedo. —¿Qué? ¿Por qué? —toco mi cabello donde está su mano y siento el crujir de las hebras. Maldita pintura. —Azul, y un poco de rosa. —Se inclina, examinando—. Se ve bien en ti. —Me quedaré con mi color natural, gracias. Riéndose, se pone de pie. Lo sigo. —Baño. Luego ten tu lindo culo vestido tan pronto como sea posible para que podamos salir. A donde vamos necesitamos empezar temprano. —¿A dónde vamos? —pregunto. —Ya verás cuando lleguemos ahí. Vamos, Dozer. Deja que Mia se aliste. Tengo algunas salchichas con tu nombre en ellas.

Página

191

Las orejas de Dozer se levantan ante la mención de salchichas. Para ser un perro con un yeso en la pierna, seguro que se mueve rápidamente. —Echada a un lado por unas salchichas —canturreo—. Y yo pensaba que teníamos algo especial, Dozer. —Sólo para que lo sepas... —Jordan apoya su hombro contra el marco de la puerta—. Yo nunca te echaré a un lado por ninguna salchicha. —El brillo en sus ojos es inconfundible. Me pongo rojo brillante hasta la punta de los pies. Sonriendo, se da la vuelta y empieza a caminar por el pasillo. —Ah, y asegúrate de llevar zapatos cómodos. Y trae algo calentito, sólo por si acaso —grita de lejos.

—Lo haré. —Cierro la puerta detrás de mí, recuperándome de mi felicidad y envolviendo mis brazos apretadamente alrededor de ella. Una cosa de la que estoy empezando a darme cuenta con Jordan es que los momentos maravillosos no son una rareza. Parece que podría tener más de sólo un gran recuerdo con él para guardar, y estoy pensando que mis brazos y corazón estarán llenos de ellos.

Vestida con jeans, camiseta y tenis, y llevando una sudadera con capucha conmigo por si acaso, estoy en el auto de Jordan, dirigiéndome a la ciudad con él. Todavía no me dirá a dónde vamos, pero tengo una idea bastante clara de lo que estaremos haciendo cuando se detiene afuera de White Rock Jeep Tours. —¿Me llevarás a una excursión en jeep? —Nunca había hecho algo así antes. —Sí. ¿Está bien? —Más que bien. —Paso mis dedos por la parte posterior de su sedoso cabello. —Hago excursiones para Wade, el propietario, sobre todo en temporada alta —me dice—. Aunque, no tanto este verano con papá estando lejos. Estás a salvo conmigo. Soy un guía de turismo oficial. —Sonríe—. Pensé que tenía que llevarte al La Plata Canyon. Es increíble allí, y uno de mis lugares favoritos para ir. Aparte del cañón en sí, hay algunos lagos, ríos y cascadas increíbles. Toneladas de vida salvaje... y recuerdo que dijiste cuánto te gustan los animales. Yo solía pensar que los animales eran mucho más amables que la gente. Hasta que conocí a Jordan, hasta ahí.

Página

192

—¿Qué clase de animales? —Tengo un escalofrío de emoción ante la idea. Se apodera de mi mano, apartándola de su cabello, y besa mis nudillos. —Venados, alces, marmotas, juncos. Generalmente puedes ver algunos halcones y águilas. Y si tenemos mucha suerte, incluso podríamos ver un león de montaña o un oso. Mis ojos se abren de par en par. —Leones y osos. Suena genial. —Muerdo mi labio inferior—. Pero si se acercan demasiado, nos alejaremos de ellos tan rápido como sea posible, ¿cierto? Se ríe y pone su mano en mi muslo, apretando suavemente. —Cierto.

Él no parece notar cómo mi cuerpo entero se congela, lo cual es una buena cosa. La congelación es una mezcla de sorpresa, miedo, pero sobre todo deseo. Deseo las manos de Jordan sobre mí. —Vamos, pongámonos en marcha. Salgo del auto y lo sigo a la tienda, atando mi sudadera alrededor de mi cintura mientras camino. Jordan abre la puerta, y una campana anuncia nuestra llegada. Me deja pasar primero. Un hombre grande con el pelo gris está detrás del mostrador, leyendo un periódico. Levanta la vista. —Jordan, mi muchacho, ¿cómo estás? —Bien —dice Jordan, dirección hacia él. Hacen esa cosa del apretón de manos varonil que hacen los hombres. —Wade, esta es mi amiga Mia. —Me presenta. Los sonrientes ojos de Wade se mueven hacia mí. Sé que nota el remanente de mi ojo negro y la frente cortada. —Hola, Mia, encantado de conocerte. ¿Has estado en alguna pelea, señorita? —Hace alusión a mi cara. Instantáneamente me congelo, luego me relajo con una negación, la cara impasible, y la mentira fluyendo fácilmente de mis labios. —Tuve una interesante conversación con un tramo de escaleras después de demasiadas cervezas. Wade se ríe. —Sí, he tenido algunas de esas también. Sólo permítanme conseguirles las llaves de su jeep. —Palmea el brazo de Jordan y desaparece en la parte posterior.

Página

193

Puedo sentir los ojos de Jordan sobre mí. Sé lo que está pensando. Se pregunta cómo puedo mentir con tanta eficacia, con tanta facilidad, y sin pensarlo dos veces. Viene de años de práctica. Finalmente, arriesgo una mirada hacia él. El aspecto que tiene es más de confusión, tomando en cuenta su frente arrugada, y la tristeza en sus ojos. —Siento mucho la pregunta de Wade... ya sabes —dice en voz baja—. No pretendía causar daño. Simplemente es una especie de tipo directo. —Está bien. —Sonrío, encogiéndome de hombros. Es fácil de hacer porque el bloqueo en mis emociones sigue todavía en su lugar.

Inclinándose más cerca, Jordan trae su cara a la mía. —Finge ante el resto del mundo, Mia. Entiendo que necesitas hacer eso. —Levantado su mano, pasa su pulgar por mis labios—. Pero no finjas conmigo. Estoy conmocionada hasta la médula por él. Todo lo que puedo hacer es asentir. Acuna mi mejilla y presiona sus labios en mi frente, jalándome más cerca a su pecho, diciendo el resto sin palabras. Cada parte de mí está en sintonía con él en este momento. Escucho a Wade aclararse la garganta. Jordan y yo nos separamos rápidamente. Wade se ríe. —Aquí tienes. —Le entrega las llaves Jordan—. Te voy a prestar el mío, no pensé que te gustaría uno de ocho puestos sólo para ustedes dos. —¿Estás seguro? —verifica Jordan. Wade asiente. —Tómala, diviértete. Está aparcada detrás. Cuando termines, sólo déjala ahí de nuevo. Si no estoy aquí, coloca las llaves en el buzón. —Lo haré. Y gracias de nuevo por esto, Wade, te lo agradezco mucho. — Jordan se acerca y le da la mano. —En cualquier momento, hijo. Pasa un buen rato. Saluda a tu padre de mi parte. ¿Cómo está? No lo he visto por aquí últimamente. —Está bien, lejos en este momento. Mi abuelo tuvo una operación, así que está cuidando de él por algunas semanas. —Hazle saber que pregunté por él —dice Wade. —Lo haré, gracias. —Adiós —le digo, siguiendo a Jordan hacia la puerta—. Fue un placer conocerte, Wade.

Página

194

—A ti también, señorita. Al instante en que estamos fuera de la tienda, le pregunto a Jordan—: ¿Cómo lo lleva tu abuelo? Jordan me mira con calidez en sus ojos. —Está volviendo a su viejo yo. Llamé a papá ayer y hablé con el abuelo por teléfono. Me causó pena, molestándome, así que sé que está mejorando. —Sonríe con cariño. —Lo siento, no te pregunté antes. Mi cabeza sólo se pone un poco llena a veces. —Lo entiendo. —Me toca el hombro—. Ahora espera aquí, sólo tengo que tomar algo del auto.

Lo veo trotar hacia su coche, luego abrir el maletero y sacar una nevera portátil. —La comida para más tarde —aclara cuando me alcanza. —¿Hiciste un picnic, Jordan Matthews? Por primera vez en la historia, veo un rubor en sus mejillas. —Pude haberlo hecho —murmura y se pone en marcha. Sonriendo y sintiéndome un poco... burbujeante de felicidad, camino junto a él y enrosco mi brazo con el suyo. —Gracias. Nunca he tenido un picnic antes. Su mirada es una de sorpresa. —¿Nunca como en… nunca? —Nunca —afirmo. Presiona un beso en la cima de mi cabeza. —Bueno, estoy muy contento de estar tomando tu virginidad en picnics porque hago un maldito excelente picnic. Me río, feliz de que no pueda ver mi cara en este momento, ya que se ha ido a alguna parte cerca de rojo quemado por el sol. —¿Ah sí? —Trato de sonar casual, pero no funciona—. Bueno, yo no tengo nada con que compararlo, así que voy a tener que tomar tu palabra. —Oh, toma mi palabra. Soy el mejor. Jordan realmente está dotado con el arte de ligar. Sus insinuaciones me hacen sonrojar como una adolescente, y a mi cuerpo encenderse como una estrella porno. Caminamos alrededor de la tienda hacia la parte de atrás, donde veo un gran jeep rojo esperándonos. Está cubierto de suciedad, pero se ve totalmente genial. Mi emoción sube un par de miles de muescas.

Página

195

Jordan me abre la puerta, luego me ayuda a entrar ya que está muy lejos del suelo y soy bajita. Mi cintura y caderas todavía están ardiendo por el tacto de sus manos mientras sube en el asiento del conductor. Pone la nevera en el asiento trasero. —El cinturón de seguridad, nena. Estoy a punto de llevarte al viaje de tu vida. —Sonriendo, arranca el motor, y acelera fuertemente. Nena. Me llamó nena. Sé que es totalmente estúpido pero no puedo evitar la sonrisa en mi cara con su expresión de cariño.

Recuperándome antes de que se diera cuenta que estoy actuando como una completa niña, me río. —Eres un completo cerebrito, ¿sabías? Simula estar ofendido. —¡Oye! Soy genial, y lo sabes. Ruedo los ojos, sacudiendo la cabeza. —Vamos dilo... sabes que quieres. Simplemente deja las palabras salir... Oh, Jordan. Eres tan genial e impresionante. No hay necesidad de avergonzarse por decir la verdad, nena. —Me da una sonrisa arrogante. Suelto una carcajada. —Me gusta cómo vas añadiéndolo. Te daré eso, suenas genial y conduces un auto impresionante, pero en el fondo eres un cerebrito tratando de salir a la superficie. Echando la cabeza hacia atrás, ríe en voz alta. Su risa es profunda y varonil. Y maravillosa. —Estoy herido aquí. —Aprieta dramáticamente su mano sobre su corazón—. Aquí estaba yo, pensando que habías aprendido mis impresionantes maneras. Supongo que voy a tener que sorprenderte con mis increíbles habilidades de guía turístico. —Dicho como un verdadero cerebrito. —Sonrío.

Charlamos con facilidad, mientras Jordan nos lleva al La Plata Canyon. Cuando llegamos al cañón, estoy impresionada. Nunca he visto nada como esto antes. No tenemos este tipo de lugares en Boston, y calienta mi corazón hacia Colorado. Puedo ver por qué mi madre regresó a vivir aquí.

Página

196

Mi madre. No he pensado en ella en días. No porque la haya olvidado, sino porque Jordan se ha convertido en el foco de mis pensamientos. Cuando pienso en mi madre, y cómo me abandonó, me duele. No quiero más dolor. Sólo quiero sentir todas las cosas maravillosas que siento cuando estoy con él. Sé que no puedo evitarlo para siempre. Encontrar a mi madre es lo que me trajo aquí. Pero por hoy, elijo no pensar en ello. —Este que estamos atravesando es el Lago Creek —dice Jordan mientras nos conduce a través de un puente de madera. Me asomo por la ventana para mirar el agua debajo. Lindo. —Y ese es el Pico La Plata. —Jordan apunta hacia la montaña cubierta con nieve dispersa—. Es un gran lugar para ir de excursión.

—Se ve hermoso —murmuro. —Podemos caminar hasta allí un día si te gusta. Te llevaría hoy, pero no tengo el equipo adecuado con nosotros. ¿Una promesa de más tiempo con Jordan? Um, ¡sí, por favor! —Me gusta eso. —Sonrío. El paseo a través del cañón es impresionante. Jordan se detiene a menudo para señalarme ciertas cosas. Conoce tan bien este lugar, y suena muy emocionado cuando me cuenta acerca de la historia de los cañones. Nos detenemos y bajamos del jeep para ir a ver el lago favorito de Jordan. Está profundo en el cañón y los picos que lo rodean están cubiertos de nieve. El agua es del más azul de los azules que he visto en mi vida, y justo en el medio del lago hay una elevada formación rocosa. Cierro los ojos y me imagino lo que sería sentarse allí en esa roca, con el agua a mí alrededor. Completa soledad. Libertad. Paz. Sólo paz. Me pregunto si el dolor en mi corazón y la obsesión en mi cabeza van a desaparecer algún día, y finalmente seré libre de todo. Jordan se acerca por detrás y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura. Su calor me rodea. Me siento segura en sus brazos. —Hábleme de tus viajes —murmuro, satisfecha. —¿Qué quieres saber? —Dónde has estado. Entierra su cara en el hueco de mi cuello. —He estado en las Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur, Vietnam, Camboya y Tailandia.

Página

197

—Guau. Son un montón de lugares. —Hmm. Mis amigos y yo queríamos ver el mundo, así que pensamos que podríamos empezar con Asia Sudoriental. Mochileros, trabajando a medida que avanzábamos, entrando a todo lo que podíamos, estuvimos en un montón de problemas. —Se ríe—. Pero no me importaba, sólo quería ver el mundo. —Deja escapar un suspiro. Es caliente en mi piel, fluye a través de mí, alborotando mi estómago—. Estábamos a punto de ir a la India... cuando recibí la noticia de mi mamá. —Lo siento mucho, Jordan. —Envuelvo mis brazos alrededor de él, abrazándolo—. ¿Alguna vez piensas viajar de nuevo? —No. —¿Por qué no?

Mueve la nariz por mi cuello, inhalando. Eso le hace cosas locas a mi cuerpo. —Hueles tan jodidamente bien. Como vainilla. Sé que está evadiéndolo, pero es difícil enfocarme en este momento. Hormigueos corren hacia el sur, y puedo sentir mis bragas humedecerse. —Uso vainilla en el gel de baño. —Mi voz suena entrecortada. No me gusta en absoluto. Me respira de nuevo. —Huele increíble. —Libera su mano, pasando su palma por mi estómago plano, y engancha un dedo en mi cinturón, tirando de mí contra él. Puedo sentirlo contra mi espalda y mi cuerpo comienza a reaccionar, encendiéndose al instante... queriendo sentir más de él... sentir más de esto. —Me encanta este lago —dice cerca de mi oído, su aliento haciendo cosquillas y excitándome—. Me recuerda a la caldera que vi en el Monte Rinjani. —¿Dónde está eso? —pregunto, totalmente ajena. —Indonesia. —Colocando una mano sobre mi mejilla, voltea mi cara hacia él—. Tienes exactamente el mismo color de ojos que el agua de allí. Mi boca se seca. —¿En serio? —Hmm. —Su mirada se mueve hacia mi boca. Mi lengua sale humedeciendo mis labios repentinamente secos. Sus ojos llamean. —¿Tienes hambre? —pregunta. No estoy segura de que estemos hablando de comida en estos momentos. —Tengo hambre —le digo con una voz que no suena como la mía. Es toda entrecortada y sexy.

Página

198

Sin decir una palabra, Jordan aplasta su boca contra la mía, su lengua al instante en mi boca. Doy vuelta en sus brazos. Me aprieta más fuerte contra él. Me gusta la forma en que me hace sentir. Protegida. Querida. Me hace sentir sexy y deseable. Todo lo que nunca he sentido antes. Nuestro beso rápidamente se torna caliente y desesperado. Enrollo mis dedos en su pelo, tirando de él, manteniéndolo conmigo. Debe gustarle porque el sonido que hace en mi boca es más que alentador. Aprieta mi trasero y me levanta sobre mis pies. Instintivamente, envuelvo mis piernas alrededor de su cintura. Ni siquiera me doy cuenta de que nos hemos movido hasta que siento mi espalda presionada contra el jeep. Su beso es urgente, reflejando el mío. Estoy sorprendida por mi reacción hacia él... lo mucho que lo quiero, pero estoy confundida, confundida por la

lujuria que insta mi cuerpo para acercarlo más, pero el miedo me dice que lo aleje. ¿Se detendría si lo hiciera? ¿Quiero que se detenga? No. Todavía no. —Dios, Mia —dice contra mi boca. Su mano se mueve hacia arriba, ahuecando mi pecho por encima de mi camiseta. En el instante que me toca, mi pezón se endurece. Gimo en su boca. Su mano se está moviendo debajo de mi camiseta, levantándola, y sus dedos están corriendo dentro de la copa de mi sujetador, estoy pensando: sí... Dios, ¡sí! Tira hacia abajo el sujetador, tomando mi pecho desnudo en su cálida, áspera mano, pasando su pulgar sobre el pico endurecido... Lo quiero tanto... Entonces lo siento endurecerse contra mí. Su erección presionando contra mis partes femeninas... Y un destello de Forbes, sujetándome contra la pared, tratando de violarme, se lleva todo lo demás. Voy a follar algo de sentido en ti. Necesitas que te enseñe una lección. La mano de Jordan de repente se convierte en la de Forbes. Y no hay placer. Sólo temor. Miedo puro. Y pánico. Estoy entrando en pánico. Mis músculos se bloquean con el miedo controlándome. Voy a enfermarme. —Para. Por favor, para. —Estoy sin aliento, empujando su mano.

Página

199

Lo necesito fuera de mí, ahora. Jordan quita su mano de mi camiseta al instante, poniéndola en el camión por encima de mi cabeza. —Jesús, lo siento. Mia, ¿estás bien? —Busca mi rostro—. Dime, ¿estás bien? Mierda, me moví demasiado rápido. No estaba pensando. Lo siento mucho. —Sacude su cabeza. —Está bien, yo sólo... yo quería... —Apenas puedo recuperar el aliento—. Creo que... es sólo... no puedo. No en este momento. Lo siento mucho. —Mia, no... —Apoya su frente contra la mía—. No tienes que explicar. Nunca tienes que explicarme. Y nunca lo lamentes. Soy yo el que lo siente. Sólo me perdí en ti por un momento, pero no va a volver a pasar. —Su tono es

vehemente, lleno de promesas—. De ahora en adelante, yo sigo tu guía. Iremos tan lento o tan rápido como quieras. El sonido de su voz, sus palabras, me calman como nada que he conocido. —De acuerdo —respiro. Me toma un momento recobrarme, pero cuando lo hago, tomo su rostro entre mis manos. —Eres la mejor persona que he conocido, Jordan.

Página

200

Me mira fijamente por largo rato. —Tú también, nena. Tú también.

17 Traducido por NnancyC& Nicole Vulturi Corregido por Karool Shaw

Jordan He arruinado completamente las cosas con Mia. No es sorprendente ya que este soy yo del que estamos hablando. Comencé a pensar con mi polla en lugar de mi cerebro cuando la había presionado contra el jeep de Wade. Se sentía tan jodidamente asombrosa contra mí y la quería con tantas ganas, pero luego comenzó a entrar a pánico, su miedo era palpable. Y me sentí como el imbécil más grande del mundo. Aún me sentía como un imbécil. Sé lo que ella ha estado pasando, pero sólo me tiré de cabeza. Debería haberle preguntado si sentía bien con tocarla; debería haber comprobado que cada movimiento que hice se encontraba bien. Sólo pensé desde la forma que estaba siendo conmigo, que estaba bien y que también lo quería.

Página

201

¿Cuán jodidamente equivocado estaba? Se quedó callada después de eso, no era sorprendente. Nos traje hasta esta montaña, la cual está cubierta con flores silvestres y tiene una buena vista del cañón. Pensé que le gustaría subir aquí y tenía razón. Parecía levantarle el ánimo ligeramente, y volvió a ser ella misma prontamente, pero no por completo a como había sido originalmente conmigo. Su franqueza y el sentido de intimidad que me daba se habían ido. Se había cerrado por completo. Comimos, hicimos algunas visitas turísticas más, y me aseguré de no tocarle todo el tiempo. Era difícil, pero dije que la dejaría guiarme y hablaba en serio. No hizo ningún movimiento para tocarme. Eso fue hace tres días. No nos hemos besado, tocado o sostenido de las manos desde entonces.

Hemos ido a ver películas, a cenar, a pasar el rato en el hotel, pero es como si estuviéramos de vuelta a la forma que éramos antes. Sólo amigos. Ayer, tuvimos otro viaje sin éxito para encontrar a su madre. Únicamente quedaban dos Anna y Mia no podía elegir a cual ir, por lo tanto me hizo escoger. No fue fácil de hacer, por consiguiente sólo cerré los ojos y clavé mi dedo en el papel. Así fue cómo había escogido nuestra siguiente Anna para visitar. Únicamente deseo que hubiera escogido la otra porque esta era igual a la última. No era la Anna de Mia. Al principio, había pensado que era ella. Rubia y pequeña, al igual que Mia. Una mujer realmente agradable. Cuando le había dicho porque estábamos allí, nos llevó adentro, nos hizo sentar en la sala de estar y nos sirvió té. Luego procedió a contarnos, en una forma muy amable, por qué no había manera de que fuera la madre de Mia. No podía tener hijos. Decir que me había sentido como una completa mierda era quedarse corto. Platicamos un rato, pero sentí que Mia poco a poco se deslizaba más lejos. Odiaba la sensación más de lo que podía comenzar a expresar. Anna nos ofreció más té, así que por cortesía le había dicho que sí. Mientras que Anna se puso de pie para salir de la cocina, se había detenido y se giró hacia Mia. ―Sí hubiera sido bendecida con una niña, entonces habría querido una tan encantadora como tú. Había sido un cumplido, pero había herido a Mia. Podía verlo escrito todo sobre su rostro… ―¿Estás bien? ―le pregunté en voz baja.

Página

202

―Sí. No me sentía seguro si me había escuchado o no. Estaba paralizada, mirando a Anna Monroe con curiosidad. Y con anhelo. Podía verlo con claridad en su rostro. Sabía que Mia deseaba que ella fuera su madre. Me hizo doler por ella. Y me preocupó que venir aquí había sido un error. Comenzaba a pensar que esta búsqueda por su madre le causaba más mal que bien, cuando Mia se paró abruptamente. ―¿Estás bien? ―pregunté nuevamente, poniéndome de pie y moviéndome hacia ella. Sus ojos azules vinieron a mí, pero no estaba allí. Estaba ya pérdida en algún lugar, y enterrada profundamente en aquellos hermosos ojos azules se veía el pánico. Pensó que estaba ocultándolo, pero lo vi.

Porque la veo. ―Me tengo que ir ―pronunció, sus ojos revoloteando a la puerta principal. Sé que cuando Mia necesita irse, no hay un pequeña charla, no hay comentarios. Sólo tiene que irse, lo había descubierto en la visita a la primera Anna Monroe. Asintiendo, tomé su mano fría. ―Seguro, nena. Vamos. Y la saqué de ahí. Mia no me había hablado durante todo el viaje a casa, y al instante que llegamos, sólo salió del coche y fue directo a su cuarto. La había dejado ser. No la vi la noche entera. Sabía que necesitaba espacio, así que se lo di. Cuando salió de su cuarto esta mañana, lucía cansada y demacrada, no como ella misma en absoluto. Me dijo que iba a salir y yo me sentía decepcionado. La extraño. Sé que suena loco porque la veo todo el tiempo, pero extraño ser capaz de tocarla. Extraño estar con ella. Ha estado afuera todo el día. Estoy comenzando a pensar que podría estar evitándome. Honestamente, no sé qué pensar. Y pensar es todo lo que he hecho y está jodiendo mi cabeza. Odio no saber qué relación tenemos ahora. ¿Somos de vuelta sólo amigos? ¿Lo he arruinado completamente con ella? ¿Ha cambiado de opinión sobre mí… sobre nosotros?

Página

203

No puedo salir y preguntarle. Estoy preocupado de que si lo hiciera, escucharía algo que no quiero. Me levanto, sintiéndome irritado y frustrado, y furioso conmigo mismo. Es un día jodidamente caliente y no ha refrescado con el sol ocultándose. Dozer levanta la cabeza y me da un suspiro triste. Él también la está extrañando. Que se joda esto. Necesito enfriarme. Saco mi camiseta y pantalones cortos, dejando mis bóxers cortos puestos. Corro hacia el lago, por el paseo marítimo entarimado y me tiro de cabeza. El agua fría me golpea, haciéndome sentir al instante más fresco. Nado bajo el agua hasta que mis pulmones comienzan a arder, obligándome a salir a la superficie. Refriego mis manos sobre el rostro, sacando el agua, y empujo mi

cabello hacia atrás. Parpadeando el agua fuera de mis pestañas, inclino la cabeza hacia atrás y floto en el agua mientras miro el cielo. No tengo idea de cuánto tiempo permanezco así, pero cuando decido nadar de regreso, meto las piernas abajo y levanto la cabeza para ver Mia parada en el borde del camino entarimado mirándome. Luce como un ángel formado por el brillo del cielo temprano nocturno. Tomando una profunda respiración, nado hasta ella, alcanzando a unos metros del paseo cuando me detengo en seco. Sus dedos agarrando el dobladillo de su camiseta, la tira sobre su cabeza, arrojándola al piso. El aire es eliminado de mí y puedo sólo mirar a la hermosa vista de ella. Los pantalones cortos vaqueros y un sostén blanco de encaje contribuyen a una imagen sexy. Luce como un jodido ángel. Un ángel jodidamente sexy. Luego desabotona sus pantalones y los desliza abajo por sus piernas, saliendo de ellos. Está usando bragas de encaje a juego. Le agradezco a dios. Estoy paralizado. Nunca he visto nada tan hermoso como ella. Sentándose en el borde del paseo, balancea las piernas en el agua. Las manos en los lados, se desliza abajo, sumergiéndose a sí misma. Se acerca nadando hacia mí. ―Hola ―dice en voz baja. ―Hola. ―Lamento no haber estado cerca. Yo simplemente… Sacudo la cabeza. ―Mia, no tienes que explicar nada…

Página

204

―Sí, tengo que hacerlo. Y lo haré. Pero no ahora mismo. Justo ahora, todo lo que quiero es que me beses… y me hagas el amor. Jó. De. Me. Inhalo bruscamente. La quiero. En verdad la quiero. Hace media hora, habría vendido mi Mustang si significara que podría estar con ella. Pero ahora… no sé qué significa esto. Se ha ido todo el día, y ahora aparece, se desnuda y me dice que quiere que le haga el amor.

Mi polla está diciéndole a mi cerebro que se calle la puta boca y lo hace, pero mi cabeza está preocupada de que si lo hiciera, terminaré apartándola más lejos. ―Te necesito, Jordan… por favor. ―susurra. Escucharla suplicar así… estoy acabado. Agrega eso al hecho que no he tenido sexo por semanas y ella es la mujer más hermosa que he tenido el privilegio de conocer, y mi fuerza de voluntad es disparada al maldito infierno. Mi mano va a la parte posterior de su cabeza y llevo mi boca estrellándola a la de ella. Gime, sus brazos de inmediato van alrededor de mi cuello, sus piernas se envuelven alrededor de mi cintura. Joder, Jesucristo. Envuelvo ambos brazos alrededor de su diminuta cintura, besándola como si no hubiera quedado aliento en mi cuerpo. Como si fuera mi salvavidas. Con nuestras bocas fusionadas, lamo el interior de su boca. Sabe cómo a una mezcla de caramelos y enjuague bucal. Sus manos se deslizan abajo por mis brazos, en el agua y luego a través de mi espalda. Sus dedos se mueven sigilosamente en el elástico de mis bóxers. ―Te deseo ―respira en mi boca. Luego mi maldito cerebro se pone en marcha de vuelta. En verdad a veces odio jodidamente a mi cerebro. ―Espera. ―Me echo atrás, respirando duro. La decepción se muestra con claridad en sus ojos. Tomo su rostro en mis manos.

Página

205

―No tenemos que hacer esto ahora. Esperaré, el tiempo que sea que necesites. Sólo quiero estar contigo. Eso es todo lo que importa. El sexo puede venir después. Su agarre en mis bóxers aumenta y puedo sentir sus uñas clavándose en mi piel. ―No quiero esperar. Te quiero ahora. Quiero sentirme normal, completa, entera, y sentir todas aquellas cosas cuando estoy contigo. Mi corazón se hunde. Sacudo mi cabeza, con seriedad. ―Nena, tener sexo conmigo no va a cambiar cómo te sientes sobre ti misma. Aquellas cosas todavía estarán allí después. ¿Quién demonios soy actualmente? ¿El Dr. Jodido Phil? ―Pero se irán por un tiempo.

Niego con la cabeza otra vez porque no sé qué más hacer. Para ser honesto, estoy sintiéndome muy jodidamente abatido en este momento. Su mirada baja. ―No me quieres ―susurra, comenzando a apartarse. El tono en su voz casi me mata. Esperando, fuerzo a sus ojos a mirar los míos. —Te quiero, cariño. Créeme, te quiero como nunca he querido a nada antes en mi vida. No puedo pensar en nada más que en ti. Como se sentiría estar dentro de ti. Te quiero porque me fui por ti. —dejo escapar un ligero suspiro, mi mirada en ella—. Pero quiero que tengas sexo conmigo porque lo quieres por las mismas razones que yo —y no por otra razón. Se inclina y absorbe mi labio inferior en su boca. —Te quiero porque, desde el día que te conocí, no he pensado en nada más que en cómo se sentiría tenerte dentro de mí. Y con eso, mi cerebro se ha ido. La beso con todo lo que tengo. La beso como si no supiese cuanto tiempo me queda con ella. Y quizás sea porque no lo sé. Se frota contra mi polla dolorida, y la necesidad de estar dentro de ella se vuelve urgente. —Joder, Mia —gimo. Agarrándola, voy por el agua y subo al banco, no queriendo dejarla ir ni un segundo, con un único destino en mente —mi cama. Las manos de Mia están agarrando mis hombros, sus uñas clavadas en mi húmeda piel. Sus húmedas tetas están presionadas contra mi pecho, rogándome tocarlas. Deslizando mi mano sobre el encaje de su sujetador, froto su ya duro pezón a través de él. Después subo mi mano, alrededor de su nuca, llevando mis dedos a su pelo, tomo su boca otra vez en un profundo y duro beso.

Página

206

Gime un sonido tan jodidamente erótico que casi lo pierdo aquí. Cuando finalmente llego a mi habitación, le doy una patada a la puerta para cerrarla, y luego la tumbo en mi cama. Mi habitación está a oscuras, la única luz que entra es por la ventana. Realmente quiero verla, así que me estiro hacia la lámpara, pero me detiene. —Déjala apagada. ¿Qué? ¿Por qué? Quiero ver cada hermoso centímetro suyo, pero debido a ella, y que se que tiene sus razones, lo dejo pasar y lentamente retiro la mano.

Podemos renunciar a la luz, pero luego de esta noche, tendré cada luz en esta maldita habitación encendida para así poder ver cada precioso centímetro de ella. La miro, dejando que mis ojos se adapten a la oscuridad. Veo la cremosa y delgada silueta de Mia en mi cama, y eso me excita de una manera que no creía posible. Nunca he tenido una mujer en mi cama antes. Este siempre ha sido mi espacio, pero quiero compartirlo con ella. La quiero aquí. La quiero en todos los aspectos de mi vida. Subiéndome a la cama, me arrodillo entre sus piernas abiertas. Me inclino sobre ella, presionando las manos en el colchón a los lados de su cabeza. Bajo mi boca y la beso una vez más. Después paso mi mano con movimientos ligeros como plumas por su cara, bajando por su cuello hasta que alcanzó la cima de sus pechos donde su aún mojada piel me espera. —¿Esto está bien? —compruebo antes de dejarme llevar. —Sí. —Suena sin aliento y sexy. Malditamente caliente. Levantando su mano a mi cabeza, desliza sus dedos en mi húmedo cabello. Libero un tirante de su hombro, dejándolo caer mientras muevo la copa, liberando su pecho. Su pezón está tenso, y muy listo para mí. Hundo mi cabeza y lo tome en mi boca, absorbiendo fuerte. Gime, su cadera sacudiéndose hacia arriba, presionando su coño con fuerza contra mi polla. Casi disparo mi carga.

Página

207

—Joder —gimo. Agarro su cadera con mi mano, manteniéndola quieta. Tengo la intención de hacer durar esto durante el mayor tiempo posible. Vuelvo mi atención a su pezón, lamiéndolo con mi lengua, a continuación empiezo a lamer y a chupar cada parte de su teta. Descontento por el limitado acceso, meto mi mano detrás de ella, buscando el cierre del sujetador. Se inclina, permitiéndome desabrocharlo, y lo deslizo por sus brazos, lanzándolo al suelo. Se tumba, sus manos en mis hombros. Me quedo mirando fijamente sus tetas desnudas, incapaz de apartar la mirada. —Joder… Mia, eres preciosa. Su mano va a su cara, cubriéndola. Sé que es tímida. Aparto su mano de su cara. —Eres hermosa —repito y presiono un suave beso en sus labios.

Me muevo por su cuerpo, facilitándome el acceso a su descuidada teta. La tomo en mi boca, dándole la misma atención, absorbiendo y chupando durante pellizco su otro pulgar con mis dedos. Ella se queja. Presionándose contra mí, jadeando—: Jordan, por favor. Te necesito. —Joder. Eres jodidamente caliente. —Dejo caer mi cabeza contra su pecho—. Quería que esto durase, pero no sé si pueda. Arrodillándome, engancho los dedos en la parte superior de sus húmedas bragas. Me detengo, dándole tiempo para que me haga saber si esto es demasiado. Asiente ligeramente. —Por favor —dice. Tiro de sus bragas hacia abajo por sus piernas. Dobla la pierna, permitiéndome sacarlas de una pierna, luego la otra. Las lanzo al suelo y miro su coño. Está afeitado y limpio. Apuesto a que sabe tan dulce como huele. Mi polla se endurece aún más. La agarro a través de mis mojados bóxers, deslizándola hacia arriba y hacia abajo, todo sin dejar de mirar su coño. —Necesito probarte. —Estoy preguntando, pero no espero por su respuesta porque estoy al final de la cama, con las rodillas en el suelo, extendiendo sus muslos. Presiono mi boca en su coño, absorbiendo en su clítoris. Jesús, sabe increíblemente. Ella grita, haciendo un sonido de maullido, clavando sus talones en la cama. Sonrío, amando su reacción mientras paso mi nariz entre sus labios, oliéndola. —Jodidamente bueno —murmuro, sabiendo que la vibración de mi voz se burlará de ella más aún.

Página

208

—Por favor, Jordan… —gime—. Necesito… Paso mi lengua hacia abajo, empujándola dentro de ella, tomando más de su dulzura en mi boca. —Shh… está bien. Te tengo, cariño. —Presiono mi lengua contra su clítoris y deslizo un dedo dentro de ella. Después otro. Luego bombeo mis dedos dentro y fuera, chupándola y lamiéndola. Y no me paro hasta que ella está explotando bajo mi boca. Mientras está terminando con su orgasmo, me quito los bóxers en el tiempo más rápido conocido por el hombre, y trepo sobre su jadeante y tembloroso cuerpo, tan listo a estar dentro de ella que ni siquiera es gracioso. La beso, pasando mi lengua por sus labios, dejándola saborearse en mí. Ella mete mi lengua en su boca. Sus dedos clavados en mi cadera, acercándome. —Te quiero —dice.

Jesús. Ella es jodidamente sexy. Me acerco a mi cajón, y saco una caja sin abrir de condones que había comprado cuando Mia y yo empezamos a salir. Llámalo planificación anticipada. Soy un hombre optimista. Y eso era optimista, no oportunista. Resulta que tenía razón en comprarlos y guardarlos aquí. Solía guardar los condones en mi coche o en la cartera. Pero Mia no es una de esas chicas como con las que frecuentaba salir, y sabia que cuando tuviese sexo con ella, sería aquí, sucediendo exactamente como lo está. Rasgo la caja, abro el papel de aluminio de uno, y me pongo el condón. Posicionándome entre sus piernas, presiono la cabeza de mi polla en su entrada. Me detengo para besarla —no duro y apasionado, sino dulce y tierno. Quiero que sepa lo que significa para mí. Cómo me siento por ella. Cuánto quiero esto con ella. Sus manos agarran mi culo, urgiéndome a continuar. Tomándola como guía, me deslizo lentamente en ella. —Mia… —gimo su nombre como una oración. Sus caderas se mueven bajo mí. —Jordan —dice ella. Besándola de nuevo, me salgo y me deslizo dentro nuevamente. —Te sientes jodidamente bien. Nunca he querido a nadie como te quiero a ti. —Oh dios —gime, clavando sus uñas en mi espalda, arañando mi piel. Sentir sus uñas… Estar dentro de ella… Lo pierdo. La empiezo a follar como si nunca hubiese follado a nadie antes.

Página

209

—No pares, Jordan. Nunca pares. —Las piernas de Mia se levantan, envolviéndose en mi cintura mientras continúo empujándome en ella. Es demasiado. Ella es demasiado. Todas estas emociones, sensaciones y sentimientos… Todo por ella… Por ella… Y no tengo ni idea que hacer con ellos. Pongo sus manos sobre su cabeza, agarrándolas a la cama. Mezclo mis dedos con los suyos, empujando mi polla dentro y fuera, viendo su cara, viendo su placer, absorbiendo cada gemido y susurro de mi nombre que ella hace.

No pasa mucho tiempo antes de que la sienta apretarse alrededor de mi polla, y sé que está casi ahí. —Eso es, cariño —jadeo sobre su boca—. Vente para mí. En el instante que la siento viniéndose a mí alrededor, exploto dentro de ella, viniéndome tan duro como nunca antes. Atrapando nuestras respiraciones, me quedo dentro de ella, reacio a dejarla justo ahora. Dejo un suave beso en sus labios. —Guau—murmura ella. —Yo diría que eso casi se acerca. Se ríe. Es el sonido más dulce. Descanso mi frente contra la suya, oliéndola. —Estoy loco por ti, Mia. — Necesito que sepa cómo me siento. Cuánto significa para mí. Necesito que sepa todo lo que aún no estoy seguro de cómo decir. Sus dedos tocan mi cara. El toque más elemental, pero siento como si estuviese golpeando mi alma. —Siento lo mismo —susurra. Mi corazón se expande, sólo ahora dándome cuenta de cuánto necesitaba oír esas palabras de ella. —Dame un segundo para limpiar. —saliendo de ella, voy al baño, me quito el condón y me lavo rápidamente. Cuando he terminado, saco las sabanas de debajo de ella, y me subo a la cama, cubriéndonos a ambos. Atrayéndola hacia mí, curvo mi cuerpo a su alrededor, manteniéndola contra mí, y abrazándola con fuerza. Estoy acurrucado. Después del sexo.

Página

210

Y no quiero correr. No quiero estar en otro lugar que no sea aquí con Mia en mis brazos. Una sensación de paz como nunca he sentido se desplaza sobre mí. Me estoy ahogando en ella. Y quiero hasta la última gota de Mia en mis pulmones, hasta que todo lo que esté respirando sea ella. Acaricia mi brazo con sus dedos. —Estoy feliz —susurra. Sonrío contra su suave piel. —Igualmente, cariño. Se gira para mirarme, con una sonrisa en su hermosa boca. —¿Qué? —pregunto. Pasa su dedo por mi pecho. —¿Podemos, um… hacerlo otra vez?

—¿Ahora? —Levanto una ceja. —Mmhm. —Él podría necesitar un minuto para volver a la vida —digo señalando a mi polla. Baja la mano, envolviendo sus pequeños dedos a mí alrededor, y mi polla vuelve a la vida por su toque.

Página

211

—De acuerdo, quizás un minuto sea exagerar —digo, sonriendo mientras la empujo sobre su espalda. Poniéndome sobre ella, amando la risa que se escapa de sus labios, la cual tomo dentro de mí mientras pongo mi boca sobre la suya.

18 Traducido por Anelynn* &Juli Corregido por AlessaMasllentyle

Mia Puedo sentir la calidez en mi espalda. Dedos rozando ligeramente mi piel. No puedo recordar sentirme tan alegre alguna vez cuando me despierto. Entonces recuerdo donde estoy, y quién está tocando mi espalda. Jordan. Estoy en su cama. Anoche regresa a mí abrumándome. Un vívido y hermoso recuerdo del sexo que Jordan y yo tuvimos. Entonces el horror me golpea cuando me doy cuenta que estoy desnuda. Completamente desnuda. Tumbada sobre mi estómago. Mi cuerpo no está cubierto. Y Jordan está despierto. Ha visto mis cicatrices. Probablemente las está mirando justo ahora. Me siento enferma.

Página

212

Hubiera querido despertarme antes que él y vestirme. No estaba lista para que las viera. No estaba lista para que me preguntara sobre ellas. Esta es toda mi estúpida culpa. Después de ver a Anna Monroe número dos ayer… y lo linda que fue conmigo, y la decepción que sentí al saber que no era mi madre… a la par con el hecho de que la última Anna me dejó en la lista de la que podría en realidad ser mi madre… Provocó otro episodio el cual me envió corriendo hacia una tienda de abarrotes, después a un motel donde me quedé esperando por un día y me atraqué de comida hasta enfermarme. —Hola —dijo Jordan suavemente mientras caminaba atravesando el Lobby.

Sabía que estaba detrás del escritorio de la recepción, sólo que no pude mirarlo, sabiendo lo que iba a hacer. Estaba asustada de que lo viera escrito en todo mi rostro. No había hablado con él desde ayer. Había sido tan dulce conmigo con todo lo de Anna, pero estaba perdida en algún lugar profundo dentro de mi cabeza… todavía lo estaba. —Voy a salir —dije. Y eso fue todo. Cuando estaba fuera de la puerta y en mi coche, manejando hacia la tienda de abarrotes a las afueras de la ciudad y comprando lo que necesitaba para hacerme sentir mejor en la única forma que conocía. Me estacioné en un lugar silencioso y comencé a rasgar las bolsas de comida, entonces la comprensión me golpeó, rápida seguida por el pánico. ¿Qué si alguien me vio aquí afuera?, ¿qué si Jordan me siguió y sabía lo que estaba haciendo? Era irracional, sabía eso, pero mi cabeza era un desastre. Los “qué sí” estaban ahí, y no se iban a ir pronto. ¿Cómo le explicaría?, ¿cómo lo haría entender? Si no lo hacía. Lo perdería. Ahí fue cuando vi un letrero de un motel justo calle abajo. Empujando la comida de vuelta en la bolsa, puse en marcha mi coche y manejé hacia el motel. Parecía austero y en mal estado, pero eso no me importó. Sólo necesitaba estar sola, así que conseguí una habitación. Una vez adentro, me senté en la cama y rasgué la bolsa de la comida. Mientras la comida golpeaba mi paladar, una paz insatisfecha se deslizó a través de mí, esa que había necesitado sentir desde que dejé la casa de Anna Monroe.

Página

213

Pisé fondo. Y después de que había terminado, todo lo que quería era a Jordan. Era como un pánico urgente… una necesidad desesperada de estar con él. Es la única persona quien alguna vez me hizo sentir bien y completa. Lo quería para que me diera esos sentimientos otra vez, así que me limpié, entonces cuando estuve fuera de ese hotel y en mi coche, manejando de vuelta aquí con él… quitándome la ropa… pidiéndole que me hiciera el amor… No había pensado en nada más allá de eso. La posibilidad de él viéndome. Mirando mis cicatrices. Necesitaba salir de aquí. Moviéndome rápidamente, me deslizo fuera de la cama, tomando la sábana conmigo para envolverme en ella.

—Buenos días —dice. Puedo escuchar el cuidado en su voz. No puedo encontrarme con sus ojos. —Buenos días —digo—. Sólo… necesito usar el baño. Estoy ahí un segundo después, cerrando la puerta con pestillo detrás de mí. Moviéndome hacia el lavabo, me miro en el espejo que está encima. Me siento en el inodoro, tratando de controlar mis emociones, las ansias que tengo en este momento. Necesito vestirme y salir de aquí, pero no puedo porque dejé mi ropa afuera cuando me estaba desnudando enfrente de Jordan. ¿Qué estaba pensando? Yo no me comporto de esa manera. No soy yo. Pero él me hace querer ser así. Me hace querer ser algo… alguien, mejor. Y ahora ha visto las horribles cicatrices que escondo, y va a ser mucho para él. Lo voy a perder, justo ahora que lo tengo. Un suave golpeteo en la puerta. —¿Mia?, ¿estás bien ahí adentro? —Sí. —Mi voz se rompe—. Ya salgo. Envolviendo la sábana alrededor de mi cuerpo, lentamente abro la puerta del baño. Jordan está sentado en el borde de la cama usando bóxers negros. Nada más. Si no estuviera en mi actual estado de desastre, me tomaría mi tiempo y verdaderamente apreciaría su buen cuerpo el cual estoy viendo por primera vez a la luz del día. Decir que está tonificado es dejarlo a medias. Podría felizmente pasar mi dedo meñique a lo largo de las líneas de su paquete de seis por horas. Sus ojos se levantan hacia los míos. —Hola —dice con voz suave. Poniéndose de pie, viene hacia mí.

Página

214

Deseando tanto que me toque, aunque temerosa de lo que me hará si lo hace, lo esquivo. —Gracias… por lo de anoche. —¿Gracias, no podía pensar en algo mejor para decirle?—. Voy a irme a mi habitación… —Espera. —Su voz viene detrás de mí—. No te vayas. Habla conmigo. Suspiro y me vuelvo. —¿De qué quieres hablar? —Esto… tú y yo. —Nos señala con una mano—. La forma en que actúas, dejándome fuera. Pensé que después de anoche… —Restriega su mano sobre su cabello despeinado—. Mira, creo que ya sé por qué actúas de esta manera… por qué no me dejarías encender la luz anoche… las cicatrices en tu trasero y piernas….

Me encojo visiblemente. —No sabes de qué estás hablando. —Puedo sentir mis ojos traidores llenarse de lágrimas. —Entonces dime. —Da un paso hacia mí, estirando su mano. —No puedo. —Sí, puedes. Me dijiste las otras cosas que el bastardo te hizo. Puedes decirme esto. No te juzgo, y no voy a comenzar ahora. Nena, estoy aquí… Sacudo mi cabeza. Una lágrima cae de mis pestañas. —Forbes no me hizo esto. Su cara se congela. Veo sus dedos curvarse en su palma. —¿Quién? — Sus palabras salen lentamente. El miedo me atraviesa. Me siento expuesta. Envuelvo mis brazos a mí alrededor, deseando tanto estar vestida en este momento. —¿Quién, Mia? —Puedo escuchar la ira alzándose en su voz. Sé que no está enojado conmigo, está enojado con quien me lastimó. Otra lágrima golpea mi mejilla. La quito con el dorso de mi mano y tomo un trago de aire. —Oliver. Mi padre. —¿Tu papá te hizo esto? —La incredulidad en su voz me lastima. —Sí, bueno no todos tenemos la suerte de tener un papá genial como el tuyo, Jordan. —No quiero sonar amargada, pero no puedo detenerme—. Mi padre no era del tipo de hombre cariñoso quien ama a su hijo como lo es el tuyo. El mío era un enfermo y cruel bastardo quien solía golpearme cuando se le antojaba, generalmente con su cinturón. Las cicatrices son de eso.

Página

215

Arranco la sábana de mi cuerpo, exponiéndome. Le doy la espalda. Estoy sintiendo unos locos niveles de dolor, y no tengo absolutamente ninguna sensación de nada en este momento. No sé que estoy haciendo o dónde está mi mente. Sólo estoy haciendo… —Sí, había sido particularmente mala, como él decía, lo cual es algo muy grande… sólo por dejar abierta la leche. O crímenes especialmente malos que podía cometer… llegar un minuto tarde cuando volvía a casa de la escuela, entonces él usaba la hebilla de metal de la punta de su cinturón. Tú sabes, para causar más dolor y daño. Ayudado para hacer su punto. Calientes lágrimas se derraman en mi rostro. Las dejo quemar mi piel así puedo sentir algo. Porque necesito sentir algo. Cualquier cosa. —Se burlaba de mí con cuchillos y pistolas. Todo parte de sus juegos enfermos, dejándome claro dónde estaba parada en la cadena alimenticia. He perdido la cuenta del número de veces que tuve las costillas y huesos rotos. Dedos rotos que reacomodé yo misma. Hombros dislocados. Rodillas hinchadas

de sus botas azotándose contra ellas. —Inhalé una dura y dolorosa respiración—. Entonces esa fue mi vida, y ahora lo sabes todo, así que ya me voy. Agarro la sábana, cubriéndome a mí misma, mi propia amargura poseyéndome como una enfermedad. Todo lo que quiero es salir de aquí, pero Jordan es rápido. Sus brazos se envuelven a mí alrededor desde atrás, enjaulándome hacia él. No lucho para irme porque parte de mí no quiere irse. Quiero sus cuidados, más que nada. Ya no quiero estar sola. Siento el estremecimiento en su cuerpo. Presiona su mejilla en la mía. Mis ojos se cierran y el dolor que me está quemando va desde adentro hacia afuera. —No, Mia —susurra—. No. La sensación de sus brazos, sus manos… sus manos seguras que sé que nunca me lastimarían… Me rompo. Como un cristal destrozándose, me voy. Mis piernas me fallan, pero Jordan está ahí, sosteniéndome. Levantándome en sus brazos, me lleva a la cama. Lo abrazo, enterrando mi rostro en su pecho mientras me aferro a él y lloro años y años de dolor profundamente enterrado.

Página

216

—Estoy aquí… te tengo… siempre. Nunca dejaré que nadie te lastime otra vez, Mia. Lo juro.

En algún momento, me quedo dormida. El cansancio puro de llorar, y revivir mi dolor del pasado con Jordan me pasó factura. Cuando despierto, mis ojos están hinchados, mi cabeza está dolorida y pesada. Levanto mi cabeza del pecho de Jordan, parpadeando mis ojos empañados tratando de enfocar. Los suyos están cerrados, sus brazos inmediatamente se aprietan alrededor de mí. —No te vayas. —Abre sus ojos. —No iba a hacerlo —susurro, mi voz ronca. Su mano frota círculos en mi espalda. —¿Cómo te sientes?

Frotando mis ojos, apoyo mi barbilla en su pecho. —Me siento peor. Asiente comprendiendo. —Gracias… por estar aquí, por escuchar. —Siempre estoy aquí para ti. —Toca mi cara—. ¿Quieres hablar un poco más, ahora que te sientes un poco más despejada? Sacudo mi cabeza. —Me siento bien en este momento. Quiero seguir sintiéndome bien. —Reclino mi cabeza hacia atrás en su pecho y escucho el suave golpeteo de su corazón. Mis ojos pasan sobre sus tatuajes, el cual cubre su pectoral derecho, sube sobre su hombro, y baja en su brazo, terminando en su cintura. Es tribal, con citas entretejidas a través de él. Paso mis dedos por su brazo, leyendo las citas que no había visto antes, pero ahora poniendo atención… No todos los que vagan están perdidos. Eso está en su bíceps. —Me hice este tatuaje en tres partes —explica—. Ese fue terminado mientras estaba de viaje. Me lo hicieron en Indonesia. Mis dedos se mueven hacia abajo por su antebrazo… Si no puedes vivir más tiempo, vívelo con intensidad. —Me hice ese después de que mi mamá murió. Le doy una sonrisa triste, entonces presiono mis labios en las palabras, besándolas. Me siento, moviendo mi cuerpo de tal manera que estoy a horcajadas en su cintura. Sus manos están en mis muslos. —¿Ya terminaste de echarme un vistazo? —Sonríe. —Estoy echándole un vistazo a tu tatuaje, y no, no he terminado. — Sonrío, entonces me inclino cerca para leer las palabras en su pecho…

Página

217

No voy en busca de problemas. Los problemas normalmente me encuentran. Suelto una risotada. Es algo tan de Jordan para decir. Pero de donde conozco esa frase… —Harry Potter. —Pincho mi dedo en el tatuaje. —¡Ow! —Se queja, frotando su pecho. —Lo siento. —Sonrío avergonzada—. Esa es una cita de Harry Potter, ¿verdad? Me lanza una mirada recelosa. —Sí, así es. ¿Por qué?

Me encojo de hombros. —Por nada… geek. —Toso, cubriendo mi boca con mi mano. Sus ojos se entrecierran, entonces se mueve como un rayo, tacleándome hacia atrás y sujetándome en la cama con su cuerpo. —¡Arrggghh! —Dejo salir un lloriqueo de la risa. —¿Me acabas de llamar geek? —Baja su cara hacia la mía. Su cara está seria, pero puedo ver la risa en sus ojos. —Nop. —Aprieto mis labios sonrientes. —¿No? Estoy bastante seguro de que acabas de llamarme friki. —Noooo. —Doy un jadeo de sorpresa—. Quiero decir, como si tatuarte una cita de Harry Potter en el pecho me haría, de alguna manera, pensar que eres un friki. Diría que es la cosa más genial. —Listilla —bromea—. Y en serio, cariño, Harry Potter es jodidamente genial. ¡El chico es un mago por el amor de Dios! Me echo a reír. Me encanta ver este lado de él. El que creo que nadie más ve, la versión simplificada de él. El verdadero él. El que se esconde, en el fondo. Se echa a reír conmigo, entonces pasa la mano por el costado de mi cara, presionando el pulgar contra mis labios, enviando un fuego por mi cuerpo. La risa se va rápidamente, sus labios reemplazan su pulgar. —Me encanta verte reír —dice contra mi boca. Mis manos se deslizan por su espalda. —Me encanta que me hagas reír. Sonriendo contra mi boca, me da un último beso, y luego pone su cabeza en mi pecho. Empiezo a jugar con su pelo. Hace un sonido de satisfacción, así que me imagino que debe gustarle. —Soy un friki —murmura después de un tiempo.

Página

218

Dejo de jugar con su pelo. —Sí, lo eres. —Sonrío—. Pero ¿sabes qué? Hace que me gustes aún más. Me aprieta la cadera, presionando un beso en el pico de mi pecho. Empiezo a jugar con su pelo de nuevo. —Así que... ¿ahora qué? —Hago la pregunta que ha estado rondando en mi mente desde que nos acostamos. Sé que hemos tenido dos citas, una en la que enloquecí cuando las cosas se pusieron pesadas entre nosotros, y ahora hemos tenido sexo, seguido de un colapso emocional de mi parte. A decir verdad, no sé lo que está sucediendo entre nosotros.

Sé lo que quiero, pero el problema es, que no sé lo que Jordan quiere de mí. Su pecho se levanta cuando toma una respiración, mientras su mano acaricia la piel de mi hombro. —Bueno, pensaba que podría dejarte en la cama, levantarme y alimentar a Dozer porque va a querer su desayuno, y necesita sus medicinas. Luego haría panqueques para mi mujer, y se los llevaría a la cama. Después, una vez que esté felizmente alimentada, pensé que podríamos pasar el resto del día en la cama... sólo si ella quiere, por supuesto. Su mujer. Voy a tomar eso como algo bueno. Levanta la cabeza, apoyando la barbilla en mi pecho. Sus cálidos ojos me miran fijamente, llenos de sentimientos, sentimientos que siente por mí. Levanto la cabeza, colocando los brazos detrás para apoyarme, y acerco mi rostro al suyo. —Ella quiere —murmuro. Sus pupilas se dilatan y sus ojos se oscurecen por la lujuria. —En realidad, Dozer puede esperar un poco más para ser alimentado. — Su mano se mueve hacia abajo por mi cuerpo. Levantándose levemente, la pone entre nosotros, deslizando su dedo dentro de mí. —Oh, Dios mío. —Respiro. Lo siento crecer con fuerza contra mi muslo. —Cariño, tan mojada… ya —se queja. —Eres tú… es lo que me haces. —Y planeo hacerte mucho más —promete antes de sellar su boca sobre la mía.

Página

219

Después de hacer el amor conmigo, Jordan finalmente cede y se va a alimentar a Dozer. Recupero mi ropa interior y me pongo una de las camisetas de Jordan que agarre de su armario. Me queda enorme, casi llegando a las rodillas. Estoy vagando por su dormitorio, mirando un mapa del mundo que ha pegado en la pared. Hay prendedores en él con una línea trazada debajo de ellos, que marca la ruta de todos los lugares a los que ha viajado. El último prendedor se encuentra en Tailandia, pero la línea trazada va a la India, a través de Nepal, a continuación, cruza China hacia Hong Kong, hasta Shanghái, terminando finalmente en Japón. Supongo que ahí es donde habría ido si su viaje no hubiese terminado antes de tiempo. Miro las fotos puestas alrededor de los mapas, imágenes de un Jordan ligeramente más joven en diferentes lugares con sus amigos.

Se ve feliz, con los ojos brillantes. Mirar estas fotografías, ver la diversión y la aventura en su cara cuando no sabía lo que estaba por venir, hace que me duela el corazón. Debajo del mapa está su escritorio. Hay algunas fotos enmarcadas en la parte superior del mismo. Una de ellas es de una mujer de cabello oscuro, sonriendo feliz a la cámara. Debe ser la madre de Jordan. La recojo, examinándola. Se ve muy joven en la foto, tal vez de mi edad, y es muy bonita. Tiene el mismo color de ojos que Jordan. Poniéndola abajo, tomo la siguiente imagen. Es de un Jordan joven, tal vez cuatro o cinco años, tomado en los brazos de un hombre que supongo es su papá ya que se ve exactamente como Jordan en la actualidad. Al lado de su padre, metida en su costado, hay una señora rubia y bajita. Es muy hermosa. Ah, claro, debe ser la madre de Jordan. Tal vez la otra mujer es una tía o algo así. Acabo de poner la foto abajo, cuando Jordan entra con una bandeja que contiene panqueques y dos tazas de café. ¿Podría ser más perfecto? Sigo esperando despertar y saber que todo esto es un sueño y todavía estoy en esa cama de motel cerca de Boston. Pone la bandeja sobre la mesa, y sus brazos envuelven mi cintura por detrás, apoyando la barbilla en la cima de mi cabeza. —Esa es mi mamá y mi papá. —Apunta a la foto que estaba mirando. —Tu madre era hermosa, Jordan. —Sí, lo era. Me recuerdas un poco a ella, sabes. —¿Sí? —Sonrío. —Sí, siempre solía hablar sin pensar como tú. —¡Oye! —exclamo, pellizcándolo en su costado.

Página

220

—¡Oye!, ¡ya basta! —Se ríe, retorciéndose detrás de mí—. ¡Soy jodidamente cosquilloso! Inclino mi cabeza hacia atrás, mirándolo. —Umm… no lo sabía. Me mira, estrechando la mirada. —Sí, y no te lo dije por lo que está pasando por esa hermosa cabecita tuya. Así que no se te ocurra la idea de hacerme cosquillas otra vez. —Como si yo fuera capaz. —Sonrío dulcemente. Niega con la cabeza, y me da un beso rápido en los labios. Recojo la foto de nuevo y la examino. —Te ves exactamente igual que tu padre.

—Bueno, sí, él era jodidamente guapo cuando era más joven. Sacudiendo la cabeza, me río cuando pongo la imagen hacia abajo. —¿Quién es esta? —Señalo a la imagen de la mujer de cabello oscuro. Jordan afloja su brazo a mí alrededor y recoge el marco. —Abbi… es mi verdadera madre. Me doy vuelta, sorprendida. Encuentra mi mirada. —Murió al darme a luz. Tenía una enfermedad cardiaca no diagnosticada, y el corazón le falló durante el parto. Murió poco después de mi nacimiento. Mis ojos se llenan de lágrimas. Dios, ha tenido tantas pérdidas. Ha perdido dos madres. Estiro la mano y toco su cara. —Lo siento mucho. Pone su foto abajo. —Está bien. Nunca la conocí. Eso hace que sea difícil sufrir por su pérdida, si sabes lo que quiero decir. Pero mi padre me ha contado todo sobre su vida, y tengo fotografías. —Por lo tanto, ¿la mujer que llamas mamá…? —Belle. Era la novia de la infancia de mi padre. Se separaron cuando ella se fue a la universidad. Fue entonces cuando conoció a Abbi, y me tuvieron. Después de que Abbi murió, papá me criaba solo, con la ayuda de mi abuelo mientras papá en ese punto ya estaba en la fuerza. Entonces Belle se mudó de vuelta a casa cuando yo tenía unos tres o cuatro años. Volvieron a estar juntos, y ella me crió como si fuera suyo. —¿Nunca quisieron niños juntos? —pregunto. Una mirada extraña cruza en su rostro, como si nunca lo hubiera considerado. Empuja hacia fuera su labio. —No, creo que no. Ya tenían la perfección en mí, así que, ¿qué más podían pedir?

Página

221

Pongo los ojos y me río. —Así es. Riéndose, se mueve por detrás de mí y me da un manotazo en el culo. — Vamos, vamos a comer antes de que mi trabajo duro se enfríe. Nos sentamos en el mostrador. Jordan me da la silla y él se sienta sobre un taburete. Meto mis piernas debajo de mí. Es un movimiento inconsciente de mi parte. Aún cubro mis cicatrices, aunque sabe que están ahí y exactamente cómo las conseguí. Decirle a Jordan todo sobre Oliver fue como abrir la puerta a un cuarto oscuro y dejar que la luz entre. No arregla las cosas ni cambia mis recuerdos, pero saber que puedo hablar con él hace que sea más fácil.

Recogiendo un panqueque, arranco un pedazo y lo pongo en mi boca. Veo los ojos de Jordan en mí, sobre todo en la parte de mi pierna que puede ver. Parece que está recordando lo que hicimos hace media hora. Le doy una mirada. —¿Qué? —dice, los ojos muy abiertos con inocencia—. No es mi culpa que te veas caliente en mi camiseta. Y tienes unas piernas jodidamente muy hermosas. Un rubor brilla por mi cuerpo. Siento que mi necesidad por su toque aumenta. Me pregunto si siempre voy a sentirme así por él. Tomo otro bocado del panqueque. Tragando, siento un dolor inesperado en el estómago. Llevo mi mano a mi estómago. Sé de donde viene esto. Ayer fui un poco dura conmigo misma, y esta es la primera vez que estoy comiendo desde entonces. Jordan lo nota. —Oye, ¿estás bien? —Su frente se arruga con preocupación. —Sí, estoy bien. —Estoy un poco sin aliento mientras aguanto el dolor. Pongo el panqueque abajo—. Sólo cosas de mujeres. —¿Tengo que sacar todo el provecho de ti mientras pueda? Sonrío, el dolor está calmando. —Estamos bien por unos días más, así que siéntete libre de tomar ventaja siempre que tengas ganas. —Oh, tengo la intención de hacerlo. —Pone su panqueque abajo y acaricia su regazo. —¿Ahora? —Me muerdo el labio. —Umm. —Asiente, con ese brillo sexual en sus ojos. El que me dice que está a punto de hacer que mi cuerpo se sienta increíble.

Página

222

Bajando de la silla, me siento a horcajadas sobre él, apoyando los brazos sobre sus hombros y uniendo las manos detrás de su cabeza. Lo puedo sentir ya con fuerza contra mí. —Eres insaciable. —Sólo por ti, nena. —Sus manos van a mi espalda y sus dedos trazan una línea suave sobre mis cicatrices. Mi cuerpo se tensa y mis músculos se bloquean. —Relájate —arrulla—. Soy yo. Asiento, y trato de relajarme. Se pone de pie conmigo y me lleva a la cama, acostándome. —Eres hermosa. —Deja caer un beso en la base de mi cuello—. Cada parte de ti. —Se mueve por mi cuerpo, acostado en la cama a mi lado, y me

gira, de espaldas a él—. Nada acerca de ti está arruinado… —Su mano se mueve suavemente sobre mi trasero, hasta mi muslo—. Ni roto ni estropeado… —Se mueve hacia abajo, dándome un beso en el trasero—. Simplemente precioso, nena. Jordan gira mi cuerpo, enroscando el suyo alrededor del mío con el pecho a mi espalda, abrazándome a él. —Pero no hay nada en el exterior que se compare con lo que hay aquí. — Su voz llega a mi oído, mientras su mano se desliza debajo de mi camiseta. Aprieta su mano grande entre mis pechos, cubriéndome el corazón—. Esto es por lo que estoy loco, lo que hay aquí. Mi corazón se siente lleno de él, a punto de estallar. Necesitando estar más cerca, me giro en sus brazos y entierro mi cara en su cuello, respirándolo. Nunca he conocido a nadie como Jordan. Es un milagro para mí. Mi milagro. Él es como respirar aire fresco por primera vez. Me doy cuenta de que no empecé a respirar hasta él. No empecé a vivir hasta él. —Te respiro, Jordan —susurro contra su piel.

Página

223

Inclina la cabeza hacia atrás, con los ojos mirando hacia abajo a los míos. —Yo también te respiro, cariño.

19 Traducido por *~ Vero ~* Corregido por Elena Verlac

Jordan Corriendo de nuevo para contestar el teléfono, agarro el receptor de la pared. —Golden Oaks —respondo. —Oye hijo, sólo estoy chequeando, ¿Cómo te está yendo? —Hola, papá. Todo bien aquí. —Me siento en el mostrador de la cocina. Puedo ver a Mia por la ventana con Dozer. Ella lo está alimentando con trozos de carne. Pobre perro de mierda, va a salir de su mente con ese elenco, así que hemos estado pasando tiempo con él. En el medio, haciendo que sea. —¿Cómo van las cosas? —Lo mismo —digo, encogiéndome de hombros, agarrando una nuez de la bolsa que abrí antes, y la lanzándola en mi boca. —¿No hay otros huéspedes aparte de la actual? —No —Mastico—. Los Perry se van hoy más tarde, sin embargo —Elevo mi voz con optimismo, en la esperanza de pasarle un poco a él. —Cristo, ¿es esa época del año ya?

Página

224

—Sip. Conseguí su habitación lista para ellos, así que estamos bien. Mia insistió en ayudarme a preparar la habitación. Me tomó un poco más de lo normal, mientras acabamos teniendo un poco de diversión, que comenzó con Mia arrodillándose y tomando mi pene en su boca, y terminó con sus piernas envueltas alrededor de mi cintura, espalda presionada contra la pared, mientras la follaba hasta el orgasmo. —Eres un buen hijo —dice papá. Niego con la cabeza. No, papá. No lo soy, pero estoy intentando serlo con todas mis fuerzas. Y con Mia a mi lado, creo que puedo lograrlo.

Deja escapar un suspiro. —¿Así que definitivamente no tenemos ningún tipo de reservas?— comprueba de nuevo, como si yo fuese a conjurar un par. —No… lo siento, papá. —No es tu culpa. Los negocios se restablecerán pronto, estoy seguro de ello. Siempre el optimista, mi papá, pero espero por el bien de ambos que ese negocio se restablezca. —¿Cómo está Dozer? —pregunta—. ¿Su pierna está sanando bien? —Sí, está sanando bien, pero muere de aburrimiento al no poder salir a correr, por lo que Mia lo mantiene entretenido. —Miro por la ventana de nuevo. Mia yaciendo sobre la hierba con Dozer sobre ella, sujetándola mientras le lame la cara. Ella está riendo, tratando de empujarlo. La visión de ellos me hace sonreír. —Mia, como la Mia huésped de nuestro hotel, ¿está manteniendo entretenido a tu perro? —dice papá, borrando la sonrisa de mi cara. Mierda. No debería haber dicho eso. Él va a saber que algo está pasando entre Mia y yo ahora, pero de cualquier modo lo habría sabido tan pronto llegásemos a casa. Voy en serio con ella, por lo que decirle ahora no debería joder nada. —Sí, Mia como la huésped de nuestro hotel. —¿Hay algo que deba saber? —Me interrumpe antes de poder contarle sobre Mia y yo. El tono papá en su voz me irrita, por lo que mi lado inmaduro decide jugar a molestarlo. —¿Cómo qué? —pregunto con voz despreocupada. —¿Como que si estás teniendo sexo con esa chica?

Página

225

Bueno. Directo al grano. —Sí… —Exhalo—. Me acuesto con ella… pero antes de que comiences a patearme, quiero que sepas que esto es diferente. Ella es diferente. Permanece en silencio por un momento. —Nunca antes me has dicho que una chica es diferente. ¿Debería tomar esto como una buena señal? —Seh —Sonrío—. Deberías. —Así que realmente te gusta esta chica, ¿eh? Gustar, es el eufemismo del siglo, pero no voy a decirle a mi padre que me he enamorado de Mia. Sí, me has oído. Jodidamente la amo.

Nunca he tenido sentimientos por una chica antes, pero la primera vez que lo hago, estoy cayendo enamorado, y duro. Supongo que esto es lo que sucede con nosotros, los hombres que no aman fácilmente. Amamos más rápido y más duro. Ahora, sólo tengo que encontrar el valor para decirle a Mia que, después de sólo poco más de una semana de conocerla, estoy locamente enamorado de ella. Espero que cuando lo haga, no cause que corra hacia las colinas. Ella puede ser impredecible en ocasiones. —Sí, me gusta mucho, papá —contesto, pasándome una mano por el pelo—. No tenía la intención de empezar nada con Mia. Quise decir lo que dije esa vez por teléfono… pero nos volvimos cercanos. —Sonrío al pensar lo bien que se siente estar cerca de ella—. Ella vino aquí en busca de su madre, y después de que me ayudó con Dozer, me pidió que la ayudara a tratar de encontrar a su mamá, y terminamos pasando más y más tiempo juntos. Llegué a conocerla muy bien, y es jodidamente increíble, papá. —Parece que lo tienes mal, muchacho —Se ríe—. Estoy deseando conocer a esta chica que logró girar las cabezas de mis hijos calenturientos. —¡Ja! Lindo, papá. Muy bonito. —Me río—. Te gustará, sin embargo. Ella es inteligente, hermosa y real. Me recuerda un poco a mamá, pequeña, rubia y con la tendencia a hablar sin pensar. En realidad, eso me ha hecho recordar algo que he querido preguntarte, ¿alguna vez has escuchado hablar de una mujer que vivía por aquí, llamada Anna Monroe? La ciudad en que vivimos es bastante grande, por lo que lo más probable es que no lo haya hecho, pero en su larga línea de trabajo, tiende a conocer mucha gente. No consigo una respuesta. —¿Papá? ¿Sigues ahí? —Sí, estoy aquí. —Es un poco corto, y su voz suena distinto… ronca,

Página

226

tensa. —¿Escuchaste lo que dije? Te pregunté si has oído hablar de una mujer llamada Anna Monroe. —Estoy presionando ahora porque sé que hay algo allí. Sabe algo sobre la madre de Mia. —Jesucristo… —Suspira—. Jordan, necesito que hagas algo por mí. ¿Tienes una foto de Mia que puedas enviar a mi celular? Una mano se aferra alrededor de mi garganta. —¿Por qué? —¡Sólo hazlo! —grita. Papá nunca me alza la voz, nunca. Ni siquiera cuando metí la pata en el juego le hizo elevar su voz. Es justo el tipo de padre que es, un razonador, no un gritón.

—¡Jesús! ¿Qué diablos está pasando, papá? —digo, igualmente furioso. Exhala. —Mira, lamento gritar. Sólo… ¿tienes una foto de Mia o no? —No, no tengo. Pero dame un minuto, puedo conseguir una. Saco el móvil de mi bolsillo y pongo la cámara. Lo sostengo contra la ventana, y le hago zoom en el rostro de Mia. Ella está sonriendo. Feliz. Y no tiene idea de que estoy a punto de tomarle una foto para enviársela a mi padre, por una razón que sólo puedo suponer que no es buena. La mano alrededor de mi garganta se aprieta. Tomo la foto. —Te estoy enviando la foto a tu móvil ahora. —Miro la pequeña barra de envío y luego me avisa que ha sido enviada. Escucho el pitido del tono de mensaje de papá en el fondo, y entonces espero, conteniendo la respiración. —Jesucristo. —Le oigo murmurar—. Es ella. Y este es el momento en que sé que es malo, muy malo, y que esto va a cambiarlo todo de alguna manera irrevocable. —Papá, realmente necesitas decirme qué demonios está pasando. Él deja escapar un suspiro de resignación. —Lo sé, es sólo que no sé por dónde comenzar. —El principio funciona bien para mí. —Me estoy cabreando un poco, y mi corazón está latiendo como un hijo de puta. —Mira, esta no es técnicamente mi historia para contar, así que ve despacio conmigo, hijo. Suspiro de impaciencia.

Página

227

Escucho el crujido del teléfono, como si estuviese en movimiento, y luego él comienza a hablar—: Sabes que Belle vivía lejos de Durango. —Sí, ella fue a la universidad. Fue por eso que ustedes rompieron después de la secundaria. Luego se mudó de vuelta a casa, y volvieron a estar juntos. —Cierto. Bueno, la historia en el medio es un poco diferente a la que conoces. Y Jordan, escucha, sólo me enteré del tiempo de tu mamá en Boston unos días antes de que muriera… Boston. Oh, no. Maldita sea, no.

Annabelle, ese es el nombre completo de mi mamá. Siempre la he conocido como Belle, pero su nombre es Annabelle. Anna. ¿Por qué no hice clic antes de ahora? ¡Soy tan jodidamente estúpido! Belle es Anna. Ella es la madre de Mia. Lo siento en mis entrañas. —Belle es la madre de Mia. —Casi me ahogo con las palabras. Papá suspira, con un sonido cansado. Y está confirmado. Mi corazón se siente como si acabase de ser arrancado de mi pecho. —Sí, me temo que lo es. Mi mamá. La mujer que me crió… es la madre de Mia. La madre que la abandonó cuando ella era un bebé. La dejó sola con esa mierda de padre, es la mujer que me tomó como suyo y me crió. Esto es una bola de demolición. Y va a destruir todo a su paso. Mia… nosotros. Mi cabeza cae en mis manos. —Mierda. Mierda. ¡Mierda! —Lo siento, hijo. Ella me contó sobre Mia días antes de morir. No lo sabía. Te lo prometo. Todo lo que sabía era que mientras estaba en su último año en la universidad, conoció a este doctor. Él la arrastró a sus pies, se casaron poco después, pero él no era el chico que ella pensaba que era. En el instante en que se casaron, se volvió violento. La lastimó mal. Ella terminó en el hospital un par de veces a causa de él. Con el tiempo, se fue. Se divorció de él. Nunca me dijo que tuvo un bebé con él. Me siento enfermo. Me deslizo de la encimera. Mis pies golpean las baldosas y se sienten inestables, por lo que me siento en el suelo.

Página

228

Rodillas dobladas, pongo mi cabeza sobre ellas y respiro profundamente. —Cuando Belle supo que estaba muriendo —continúa papá—, me dijo todo, todo sobre Mia. Ella dijo que mirando hacia atrás, pensaba que estaba sufriendo de depresión Post-parto. Y tenía miedo, Jordan. Su ex marido era un bastardo de hombre. Las cicatrices que le dejó… Me estremezco al oír sus palabras, una imagen de las cicatrices de Mia, intermitentes a través de mi mente. —Cuando las vi por primera vez… Quería ir allí y matarlo, pero Belle no me dejó. Obviamente no quería que fuera para que no me enterase sobre Mia— suspira.

—¿Por qué la dejó allí, papá? No entiendo. —Mi voz se quiebra en las palabras, conociendo la vida que Mia tenía con su padre. Entonces me imagino un pasado diferente para ella. Una donde Belle trajo a Mia de vuelta aquí con ella. Hubiera sido mi hermana. Nunca la habría amado en la manera en que lo hago ahora, pero en su lugar, obtuvo la vida que tenía. Su vida con nosotros hubiera sido buena. Habría crecido feliz. Habría tenido la vida que merecía. No una llena de crueldad y dolor. Un dolor inimaginable. Me siento enfermo. Ira, de resentimiento hacia la mujer que me crió. La mujer que remendó mis rodillas reventadas cuando me caí de mi bicicleta una y otra vez. La mujer que me dio de comer. Me bañó. Me amó. Jesús. Cristo. Me levanto del suelo y empiezo a pasearme. —El ex marido de Belle era un poderoso hombre rico, Jordan. Era médico, un cardiólogo. La gente lo respetaba. No la dejaría llevarse a Mia. Le dijo que si ella lo intentaba, la arrestaría por secuestro. Tirando de una silla en la mesa, me siento. —Pero podría haber llamado a la policía, decirles lo que estaba sucediendo. Tenía evidencia, las cicatrices, estar en el hospital a causa de sus golpizas.

Página

229

—Tienes razón en que podría haberlo hecho. Pero ya sabes cómo son estas cosas. Tendría que probarlo, y estaba en contra de una familia rica que se movía en altos círculos. Su padre era un buen amigo del jefe de la policía. Poder y dinero pueden hacer que las cosas desaparezcan, hijo. Pero por todo lo que le hizo a Belle, ella sabía que no le haría daño a su propia hija, por lo que fue capaz de dejar a Mia con él. Golpeo mi puño contra la mesa, con fuerza. —¡Estás jodidamente bromeando! ¡No puedo creer que esté escuchando esta mierda! Él no le haría daño. Papá, he visto sus cicatrices. —He sentido su dolor—. Él la golpeó hasta el día en que murió. ¡Hizo su vida una maldita miseria! Y gracias a él, la violencia era todo lo que conocía, ¡Por lo que terminó en una relación con un imbécil exactamente igual al que la crió! ¿Por qué crees que se fue de Boston, papá? El hijo de puta con el que estaba la golpeó, trató de violarla. —No. —Su voz está llena de sorpresa e incredulidad. Suena exactamente en el modo que me sentí cuando ella me lo dijo—. No —repite—. La encontré, a Mia. Esa fue una de las razones por las que Belle me habló de ella. Quería conocer a Mia, hacer su paz antes de morir, pero para el momento en que encontré a Mia, ya era demasiado tarde y Belle había muerto. Pero todavía fui a Boston. ¿Recuerdas cuando te dije que tenía esa conferencia de policía? Fui entonces. La observé durante unos días, no de una manera espeluznante, pero

no podía decidir si decirle sobre Belle o no. Al final, decidí no hacerlo. No pensé que valiera la pena decirle a Mia que la madre que la abandonó cuando era un bebé acababa de morir. Pero quería saber que estaba bien, feliz. Parecía estarlo. Estaba en la escuela, tenía una solicitud para Harvard. Vivía en un gran lugar y conducía un coche bonito. Y la vi con él, su padre, Oliver. Parecían llevarse bien. —Sí, bueno, Mia puede usar una gran máscara, papá. Es una maldita especialista en pretender ser algo que no es. —Jordan, si lo hubiera sabido, habría hecho algo. Sabes eso. Exhalo pesadamente. —Sí, lo sé. Yo sólo… Dios. No sé qué hacer. Cómo decírselo. ¿Cómo voy a decirle a la chica de la que estoy enamorado que su madre —quien la dejó para ser criada por un monstruo de hombre—, me crió en lugar de ella? Va a culparme. Y voy a perderla. Me siento mal físicamente ante la idea. —Sólo dile la verdad. Exactamente como te la he dicho. Froto mi mano sobre mi cara. —No va a ser capaz de superar esto. Me culpará. Y la perderé. —No, no lo harás —afirma con vehemencia. —Belle la dejó con él y decidió criarme en su lugar. Sé que si fuera yo, me mataría. —Jordan, esto no es tu culpa. Iré a casa. Se lo explicaré… —No. —Tomo una respiración profunda—. Tiene que escuchar esto de mí. —¿Estás seguro?

Página

230

No. —Sí. Se lo diré. —Está bien. Conoces mejor a Mia. Llámame cuando hayas hablado con ella. Déjame saber cómo le va. —Sí, lo haré. —¿Jordan? —¿Si? —Va a estar bien, hijo. Lo prometo. Me trago la quemazón en mi garganta, deseando poder estar tan confiado como él lo está.

—Te llamaré más tarde. —Cuelgo el teléfono, y lo dejo caer sobre la mesa con un sonido estrépito, mientras mi cabeza lo sigue. Un minuto después, escucho la puerta trasera abrirse. —Oye, ¿estás bien? —La suave y dulce voz de Mia llega a través de la habitación y me golpea en pura agonía. Levanto la cabeza, volviéndome hacia ella. La cálida sonrisa en su rostro desaparece al instante, convirtiéndose en preocupación ante mi expresión. —Jordan, ¿está todo bien? —Se mueve rápidamente hacia mí. —Yo… —Las palabras se pegan a mi garganta, y comienzan a hundirse rápido… tan velozmente como rocas en el agua. —¿Jordan? Oh, Dios. No puedo decirle. No puedo. Me pongo de pie, y tomo su hermoso rostro entre mis manos, forzando una sonrisa en mi mentirosa boca. —Todo está bien, cariño.

Página

231

Luego presiono mis traicioneros labios a su suave, cálida y honesta boca, odiando mi débil y cobarde ser, más y más con cada segundo que pasa.

20 Traducido por gabihhbelieber Corregido por Mel Markham

Mia Hay algo atormentando a Jordan. Cree que no lo sé, pero puedo verlo en sus ojos, y en la forma en que su expresión se desploma cada vez que piensa que no lo estoy mirando. Ha estado actuando extraño desde la llamada telefónica que recibió de su padre el otro día. Al principio, pensé que tal vez habían tenido una discusión, pero ahora sé que es algo más. Y la parte paranoica y sádica de mí, está empezando a pensar que tiene algo que ver conmigo —que tal vez, ha cambiado de opinión acerca de nosotros. Una parte de mí desea que él solo me lo dijera, y así podría saber lo que está ocurriendo. Puedo preguntarle, pero tengo miedo de lo significará su respuesta. Entonces, como la masoquista que soy, estoy tomando todo lo que lanza a mi camino. Por supuesto, está lanzando un montón, pero todavía hay algo. Sólo desearía tener más fuerza de la que tengo. Ojalá pudiera simplemente levantarme e irme, y dejar de ser tan jodidamente patética por un hombre, que estoy bastante segura de que no me quiere más.

Página

232

Y lo peor es que me he dado cuenta de que estoy enamorada de él. Lo sé, ¿verdad? Crees que ya habría aprendido la lección. Y no es como si le puedo decir lo que siento, o que no tiene sentido. No mientras él mismo se mantiene alejado de mí. Sólo deseo que no supiera mucho de mí. Me hace sentir vulnerable. Sé lo que tengo que hacer —empacar mis cosas y salir de aquí, quedarme en otro sitio. Es solo que se siente un poco más fácil decirlo que hacerlo en este momento.

También necesito tener fuerzas y hacer una visita a la última Anna Monroe en mi lista. Se siente un millón de veces más difícil ahora que no tengo a Jordan para sostener mi mano. Supongo que en realidad es lo que me dijo en un principio —no puede comprometerse con una chica. Y no importa lo mucho que deseara haber sido la que lo cambiara, las señales me dicen lo contrario. Sí, él dice que me quiere. Pero cada vez que dice eso, está ya sea dentro de mí, o bien en camino a estarlo. Y sé mejor que nadie que un hombre dirá cosas que no son ciertas, mientras que está teniendo sexo contigo. Ayer por la noche no fue diferente. Me había despertado en las primeras horas de la mañana para encontrar a Jordan fuera de su cama, y en el espacio a mi lado, donde se había quedado dormido, estaba un Dozer durmiendo, tendido y roncando. Al final, mi curiosidad y la frustración ganaron. Busqué en el hotel y no tuve éxito, y entonces, finalmente lo encontré sentado en el paseo marítimo sobre el lago, bebiendo una cerveza... Me acerqué y me puse entre sus piernas abiertas, la mirada fija en él. Las manos de Jordan fueron por la parte trasera de mis muslos, sus dedos agarrándome. Su cabeza descansaba sobre ellos, como si fuera difícil para él mirarme. Deslicé mis dedos en su pelo, en silencio rogándole que hablara conmigo... pero deseando por las únicas cosas que me gustaría oír. Su mano se deslizó por mi pierna y me agarró de la mano. Tiró de mí para que me sentara entre sus piernas. Apoyé la espalda contra su pecho, y envolvió su brazo alrededor de mi cintura mientras tomaba un trago de su cerveza. —¿Qué haces aquí tan tarde? —le pregunté, mis palabras vagando hacia el lago, desapareciendo en la noche.

Página

233

Acarició mi cuello, inhalando. —No podía dormir. Tomé la cerveza de su mano, tomé un trago, luego se la devolví. —¿Qué te mantiene despierto? Colocó la botella a su lado y dejó escapar un largo suspiro. —Nada. ¡Nada! Enojada, cansada y completamente comunicación, me puse de pie.

cabreada

con

su

falta

de

—¡Si ya no me quieres, Jordan, en lo que sea que tengamos, entonces sólo dilo! ¡Sólo... por favor, para... esto!

Giré sobre mis talones y corrí de regreso al hotel. Me alcanzó en el porche junto a la puerta principal. Su mano cerró la puerta que estaba abriendo. Vino detrás de mí, presionando su pecho con mi espalda. —Te quiero —dijo, áspero, contra mi oído—. No pienses nunca, ni un maldito segundo que no lo hago. Te quiero más de lo que nunca he querido a nadie. —Así que, ¿por qué todo esto? —Respiraba confundida, mi corazón latiendo fuerte en mi pecho.

fuerte,

sintiéndome

—¿Todo qué? Me giré, curvando mis manos alrededor de la manija de la puerta mientras me apoyaba contra ella. —Tú, siendo diferente... distante conmigo... sé que hay algo que me estás ocultando. Cerró los ojos como si le doliera. —No es nada de lo que debas preocuparte. Alcancé su mano, curvando mis dedos alrededor de él. —Sólo quiero que me hables. —Tiré de su mano, tratando de animarlo a conversar. Sus ojos se abrieron, mirando nuestras manos entrelazadas. Un largo suspiro. —Yo... —Negó con la cabeza—. Pero no ahora... ahora no. —Se sintió como si él ni siquiera hablara conmigo en este punto. Luego, sus manos fueron a la puerta, a cada lado de mi cabeza, y sus labios bajaron duros en los míos, sin dudarlo. Quería empujarlo, decirle que hablara conmigo ahora, no después. Besándome no resolvería lo que le atormentaba. Pero no lo hice. Porque no quería que dejara de besarme, nunca. Rompió el beso para sacarme el pijama por encima de la cabeza. Bajando la boca, tomó mi pezón.

Página

234

Mi cabeza cayó hacia atrás contra la puerta con un golpe seco. Llegué a él, desabrochando sus pantalones. Deslicé mi mano dentro de sus calzoncillos, agarrando su caliente polla dura. —Mierda, Mia —gimió, empujándose en mi mano. Luego las cosas se calentaron, urgentes y rápidas. Mis pantalones del pijama y las bragas estuvieron afuera, y antes de darme cuenta, me quedé desnuda en el porche del hotel, y Jordan —todavía completamente vestido, me levantaba y embestía su polla dentro de mí.

Grité por la invasión rápida y el placer instantáneo. Envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, clavé mis uñas con fuerza en sus hombros. Esto sólo lo provocó más. Me embestía con golpes duros, seguros, sus vaqueros rozándose dolorosamente contra mí, pero no me importaba. Todo lo que me preocupaba era él estando en mi interior. Nada más importaba en ese momento. Estábamos afuera, teniendo loco y furioso sexo de reconciliación en la madrugada... todas esas cosas haciéndolo un centenar de veces más caliente... mil veces más intenso. —Eres mía, Mia —gruñó mientras sus caderas se clavaron en las mías en la puerta, haciéndome el amor con una intensidad feroz—. Nunca voy a perderte. Nunca. —No me vas a perder —jadeé, confundida y encendida como nunca antes—. Nunca. Eso fue hace un par de horas. Y ahora me desperté de nuevo para encontrarme sola en la cama de Jordan. Dejo escapar un suspiro, balanceo mis piernas por el borde de la cama, y me dirijo hacia el cuarto de baño. Me pongo la ropa que llevaba puesta la noche anterior de nuevo, ya que no había traído ninguna limpia de mi habitación. Ni siquiera lista para hablar con Jordan por el momento, decido volver a mi habitación, así puedo ducharme, lavarme los dientes y ponerme ropa limpia. Agarro mi llave de la habitación de su escritorio y me dirijo a través de la casa del hotel. Cuando mi pie está sobre el primer escalón para subir las escaleras del hotel, oigo dos voces masculinas. Una es de Jordan. La otra no la reconozco. Están arriba en la oficina.

Página

235

Debato qué hacer. No quiero ir a irrumpir en la oficina si está hablando con alguien importante. Voy a salir por la puerta trasera, caminar alrededor del hotel y entrar por el vestíbulo para llegar a mi habitación. Doy un paso, pero paro cuando escucho que dicen mi nombre. No es Jordan, quien dice mi nombre. Es el otro hombre. La curiosidad me gana, subo las escaleras en silencio, las voces cada vez más claras. —...no puedo creer esto, Jordan. Lo escucho suspirar. —Lo sé, papá. Lo he jodido.

¿Su padre está en casa? Sonrío ante la idea de conocer a su padre, pero cuando Jordan sigue hablando, sus palabras borran la sonrisa de mi cara. —Iba a decírselo, pero... no me atrevía a hacerlo. No podía encontrar las palabras para empezar. —La verdad, Jordan. Se comienza con la verdad. Sabía que debería haber regresado a casa el día que te dije. Es por eso que vine a casa hoy, porque has estado evitando mis llamadas. Sabía que había algo. —Un suspiro—. Pensé que tal vez tú y Mia, habían discutido por eso... Sólo no quería creer que no le habías dicho, porque así no es como te crié. Sé que realmente te preocupas por Mia, pero no puedes seguir con ella, sin decirle al mismo tiempo la verdad. No está bien. ¿Cómo crees que se va a sentir cuando se entere de que has sabido la verdad sobre su madre por días y no le dijiste? Mi corazón se para en seco en mi pecho, el estómago apretándose en nudos, provocando nauseas dolorosas. Hundo mis dedos en mi mano, clavando las uñas en la piel suave. —Mierda... —dice Jordan, sonando como si tuviera dolor—. Lo jodí bastante. Pensé que no me lo perdonaría antes... nunca me perdonará ahora. Ella sabía… sabía que algo pasaba, y yo seguía diciéndole que todo estaba bien. —¿Quieres que esté contigo cuando le digas? —No. —Jordan suspira—. Se lo diré solo. No quiero acorralarla con los dos. Iré a hablar con ella ahora. —La determinación en su voz, y sus pasos pesados por el piso, hacen que corra escaleras abajo. Sé que no tengo oportunidad de lograrlo, pero aun así lo intento. Oigo la puerta abrirse y Jordan dice—: Mia. —En un tono que sólo puede ser descrito como temeroso. No tengo más remedio que dar la vuelta. El miedo en su voz coincide con el miedo en su rostro, pero la expresión de sus ojos, es lo peor. Parece desesperado. Como si estuviera a punto de perder todo. O tal vez soy yo la que está a punto de perder todo.

Página

236

Y las náuseas que sentía empeoran.

21 Traducido por Niki Corregido por AriannysG

Jordan Cuando tenía catorce años, Maisy Richards me dio una patada en las bolas en la fiesta de cumpleaños de Ben Castle, porque me había hecho una paja en el armario del pasillo, y luego me pilló besándome con Sophie Jenkins una hora más tarde. Se siente, literalmente, como que tus testículos explotan y los escombros que vuelan están arrasando tu interior como una bomba sucia, haciendo que sientas un dolor de la clase inimaginable. Hasta hace exactamente treinta segundos, creía que era la cosa más dolorosa que alguna vez sentiría. Me equivoqué. Debido a que estando aquí, al ver la mirada de devastación en la cara de Mia después de decirle que su madre —la madre que la abandonó y la dejó al cuidado de un padre que en repetidas ocasiones la golpeaba— es, de hecho, la mujer que me crió. —N-No lo entiendo... —Tropieza de nuevo, su rodilla haciendo contacto con el escritorio de la oficina con un ruido sordo. Me acerco, pero ni siquiera parece haber registrado el dolor, que sólo ayuda a resaltar cuán malo es esto.

Página

237

Lo mucho que he metido la pata. —Lo siento mucho. —Niego con la cabeza, desconsolado. —Ella es... mi... tu madre... muerta. —Su mano se aferra a su estómago como si su dolor fuera real. —Mia... —Doy un paso hacia ella, necesitando estar cerca. Su mano se alza, deteniéndome. —Mia —dice mi papá en su suave voz de "policía"—. Deberías sentarte. Es una noticia terrible la que acabas de recibir... siéntate. Deja que te traiga un vaso de agua.

Observa a mi padre con una mirada confusa en su rostro. Luego sus ojos me miran de nuevo, y la forma en que me mira... a través de mí. Sus ojos son como el hielo. El dolor se desliza por mí tan fácilmente como un cuchillo caliente en la mantequilla. Luego sus ojos atraviesan la habitación hacia la pared, y sé lo que está mirando sin siquiera tener que girar. Observa la foto enmarcada con papá, mamá y yo. Fue la última foto que nos tomamos juntos antes de que ella muriera. El día que me fui de viaje. Su rostro se desmorona, y las lágrimas caen de sus ojos. Se cubre la cara con las manos. La oigo sollozar, tan doloroso que rompe mi corazón, dejando nada más que polvo en su lugar. No puedo mantenerme lejos. Cruzo la habitación con pasos rápidos, y envuelvo mis brazos a su alrededor. Transcurre sólo un segundo antes de que comience a empujarme con una fuerza que no sabía que tenía. —No me toques... no vuelvas a tocarme jamás. —Se seca la cara con la manga, se da vuelta y sale corriendo por la oficina. Miro a mi padre en busca de consejos, porque, literalmente, no sé qué diablos hacer. —Ve tras ella —me insta. Estoy fuera de la puerta un segundo después. Veo a Mia desaparecer en su habitación. Corro por el pasillo, esperando que la puerta esté cerrada, pero no lo está. Está abierta de par en par. No entro a su habitación por respeto a su espacio. Así que me quedo en la puerta, agarrando el marco para evitar ir hasta ella. Está empujando sus pies en las zapatillas de deporte y agarrando su

Página

238

bolso. —¿Mia? Me ignora, tirando de su chaqueta. —Mia, por favor. Háblame. Coge las llaves del auto, se cuelga el bolso del hombro, sin una palabra empuja más allá de mí y camina rápidamente por el pasillo. Estoy siguiéndola sobre sus talones, tratando de hablar con ella. —No te vayas por favor... sólo espera... Sé lo difícil que debe ser para ti... lo mucho que estás sufriendo ahora... pero si me dejas que te explique...

Se detiene en el porche —el porche donde le hice el amor hace apenas unas horas, cuando le mentí de nuevo— y poco a poco se da la vuelta. El frío en sus ojos, y la mirada sin vida en su rostro, me dicen lo que ya temo. La he perdido. No hay forma de superar esto. Le mentí. La defraudé. Los hombres han estado defraudando a Mia a lo largo de toda su vida, y ahora acabo de agregar mi nombre a esa lista. —¿Explicarme? ¿Quieres explicarme ahora? ¡Has tenido DÍAS PARA EXPLICARME! —grita ella—. DÍAS PARA DECIRME LA VERDAD, PERO ME MENTISTE... me mentiste. —Su voz se reduce a un susurro—. Ella te amaba... no a mí, a ti. Me dejó con él. Dios, debe haberme odiado... —No, Mia. No. Tienes que escucharlo todo, necesitas dejar que te explique. —¡NO QUIERO SABER NADA MÁS! —grita ella. Las lágrimas corren por su rostro, y su mano se aferra a su estómago de nuevo. Mis ojos escosen por su dolor. Me los froto toscamente con la mano. —Me tengo que ir —dice con una voz inquietantemente pequeña, sus ojos mirando a su auto—. Tengo que salir de aquí. Un puño de absoluta agonía retuerce en mi pecho. Corre hacia su auto, desbloqueándolo en lo que se acerca. Me apresuro detrás de ella, agarrando su brazo, tratando de mantenerla conmigo. —No te vayas —ruego—. No de esta manera. Por favor, Mia. Quédate, habla conmigo. Puedo arreglar esto. Voy a arreglar esto. Levanta su vacía mirada a la mía.

Página

239

—Esto no se puede arreglar... no soy arreglable. Estaba rota más allá de la reparación desde hace mucho tiempo. Tira de su brazo fuera de mi mano, sube en su auto, y se aleja, dejándome en una nube de polvo y agonía. No me doy cuenta de que estoy sentado en la grava hasta que siento la mano de mi padre en mi hombro. —Lo siento mucho, Jordan. Lamento que estés pagando por los errores que Belle cometió hace mucho tiempo. Me froto la cara con las manos, y luego me pongo de pie. —No... es que... no puedo perderla. Tengo que hacer esto bien. Voy a ir tras ella…

—No. —Pone una mano firme sobre mi hombro, que me mantiene en mi lugar—. No es una buena idea. Si vas tras ella ahora, sólo podría empeorar las cosas. Dale tiempo para enfriarse, procesar su dolor. —Pero ¿y si no vuelve? —El dolor en mi pecho son transforma en pura y maldita agonía. Froto mi dolor, sintiéndome sin aliento. —Sus cosas están aquí, Jordan. Tiene que volver por ellas. —No. —Niego, sabiendo que dejó todo lo que tenía atrás en Boston cuando huyó—. Las cosas materiales no son importantes para ella. Dejó todo en Boston, así que un poco de ropa olvidada no la hará volver aquí. Una mirada de preocupación contrae momento. Luego me da una palmada en el hombro.

su

expresión

por

un

—Ella se preocupa por ti, y mucho. Volverá. Si no lo hace, entonces la encontraremos. —¿Cómo? Pone su brazo alrededor de mis hombros, y empieza a llevarme al interior. —¿Has olvidado que tu padre solía ser un policía? Encontrar a las personas es para lo que soy bueno. —Sonríe, tratando de ser útil, positivo, alentador. Asiento, no realmente sintiéndolo porque no tengo miedo de no encontrarla. La buscaré por toda la tierra hasta el día en que lo haga.

Página

240

No, tengo miedo de lo que me estará esperando cuando la vea otra vez.

22 Traducido por DissHerzig Corregido por Paltonika

Mia No hay nada. No hay pensamientos en mi mente. No hay dolor en mi cuerpo. No hay ardor en mi corazón. Sólo concentración. Un objetivo. Piso el freno en el estacionamiento de la tienda de comestibles. Deslizo mis gafas de sol, tomo mi bolso y entro. Consigo un carro. Luego invado los pasillos. No hay necesidad.

un pensamiento consciente.

Solo necesidad.

Solamente

El carrito se llena rápidamente. Ya estoy comiendo. Abro una bolsa de papas fritas y se ha ido. Un paquete de caramelos a medio comer. Si la gente está mirando, no me importa. El cajero intenta iniciar una charla trivial. No respondo.

Página

241

Empaco mi comida, pago y salgo. Entonces, conduzco mi coche al motel en el borde de la ciudad, al que llegué el otro día. La mayoría de la gente viene a moteles durante el día para tener aventuras. Yo vengo a comer. Para ocultar mi vergüenza. Sin embargo, en este momento no se siente tan vergonzoso. Sólo es necesario. Un medio para un fin... un fin que no puedo ver. Me registro en el mostrador. Una noche. No necesito nada más que eso.

Sólo tengo que sacar esto de mi sistema. Entonces me iré de la ciudad. Una vez que tengo la llave de la habitación, regreso a mi coche y busco mis bolsas de comida. Me dirijo a la habitación y vuelco las bolsas en la cama. No es la habitación en la que estuve el otro día, pero se ve exactamente igual. La misma habitación sucia, rancia y excesivamente barata. Se siente bien estar aquí. Eso es lo que soy. Barata, rancia y usada en exceso. Tontamente me permití pensar lo contrario. Vamos, creí que valía algo... que significaba algo para alguien... él. Jordan. Me duele pensar en su nombre. Golpeo mis manos contra mi frente, echándolo, pero no se va. Así que me acerco a la vieja televisión y la enciendo. Quiero ahogar el dolor ocioso en mi cabeza, pero el conocimiento todavía se arrastra y me hiere. La música de la televisión flota en la habitación, llenando cada rincón vacío con Diamonds de Rihanna. El dolor me apuñala. Contengo un sollozo con el puño en mi boca mientras me acuesto en el piso. ¿Cómo pudo él...? ¿Cómo pudo ella...? Detente, Mia. Detente ahora. Sabes cómo aliviar el dolor. Me arrastro hasta la cama y desgarro la primera cosa que pongo mi mano.

Página

242

Empujándola en mi boca, mastico rápidamente, tragando saliva. No hay sabor. Sólo alivio. El alivio que siempre viene con esto. Arrastro una bolsa debajo de la cama, vaciando su contenido en el suelo. Abro otro paquete, de galletas. Las meto en mi boca, mastico, tratando de comer tanto como pueda, lo más rápido posible. Pero la comida se hace pegajosa, al igual que mi cuerpo, ya está listo para rechazarla. Trago saliva, forzándola hacia abajo, y agarro la botella de refresco que compré, empujando algunas, lubricando mi garganta seca. Entonces, empiezo a comer más fuerte que nunca.

Estoy tirada en el sucio piso de la habitación, mirando hacia el techo agrietado. Casi toda la comida se ha ido, mi cuerpo está empapado en sudor, y me duele el estómago como nunca antes. He comido más que nunca. Pero la sensación es reconfortante, porque es mejor sentir el dolor de los alimentos en el estómago, que sentir la agonía paralizante amenazando con destrozar mi corazón en pedazos. Mi madre me abandonó para criarlo. Jordan. El hombre del que estoy enamorada. Realmente no valgo nada. Lucho por levantarme. Voy a vomitar. Pero me contengo. Necesito el alivio de hacerlo por mi cuenta. Luchando por llegar al baño, me arrodillo en el inodoro. Apretando los dedos, empujo hacia atrás en mi garganta, y me libero de aquel dolor que trata de consumirme.

Todavía está aquí. No funcionó. No.

Página

243

También me quitaron eso. Mi habilidad para dejar de sentir. Para evitar que el dolor me lleve otra vez. Y ahora está aquí, y mis costillas se sienten como si se fueran a romperse de la agonía absoluta que me está desgarrando por dentro. ¡No. No. No. No! Lo odio. La odio. Me alegro de que esté muerta. Gateo para salir del baño, me esfuerzo por levantarme. Mis piernas se sienten adormecidas y mi cabeza, mareada.

Me tambaleo hacia la cama. Rebusco en el desorden de las bolsas vacías, envoltorios y envases que ensucian la cama y el piso, buscando un poco de comida. Encuentro una bolsa de palomitas de maíz y algunas tazas de mantequilla de maní. ¡No! Necesito más que esto. Reviso la cama por más comida, pero nada. Desgarrando las palomitas de maíz, las meto en mi boca, por puñados a la vez, dándome arcadas mientras trago, pero no me importa, las presiono igual. Entonces, cambio a las tazas de mantequilla de maní. Cuando se han ido, me pongo de manos y las rodillas, hurgando en la basura del suelo. Me parece que un frasco de crema de chocolate rodó debajo de la cama. Lo atrapo y empiezo a sacarlo con la mano, echando una gran cantidad en mi boca. Entonces, la comida se ha ido, y estoy lejos de sentirme satisfecha, pero tendrá que ser suficiente. Tropiezo de nuevo al cuarto de baño, me cierno sobre el lavamanos, y obligo a los alimentos a regresar. Abriendo el agua, trato de lavarme las náuseas, pero el tapón está bloqueado. Hay chocolate en mis manos y brazos. Vomito en el lavabo. Levanto la cabeza y me veo en el espejo. Repugnante. La comida mancha mi boca, mi cara...mi cabello. Hay vómito sobre mí. Soy un asco. No los odio, a Jordan. A Anna. Me odio a mí. La ira que nunca me he permitido sentir me desgarra. Golpeo el puño en el espejo. Se rompe, pequeños fragmentos caen en el fregadero.

Página

244

La sangre gotea de mi mano aterrizando en los azulejos blancos bajo mis pies. Pero, no siento el dolor en mi mano, sólo el dolor en mi corazón. Cierro los ojos ante la riada. El odio a mí misma. El disgusto. La pérdida. El desamparo. Las puertas se abren, y todo viene con fuerza, feroz, como la fuerza de un tsunami. Agarro el fregadero, luego abro los ojos, pero no puedo ver por las lágrimas ardientes y calientes.

Tengo que salir de aquí. Necesito más... algo, cualquier cosa. Moviéndose con rapidez, las sombras bailan frente a mis ojos, me ciegan, burlándose de mí. Tropiezo alrededor del cuarto de baño, en busca de la puerta. Estoy exhausta. Voy a desmayarme. Mierda.

Página

245

Estiro mi mano para buscar apoyo, pero no lo encuentro, y es demasiado tarde, me desplomo… con fuerza.

23 Traducido por Cris_Eire & becky_abc2 Corregido por SammyD

Jordan —No puedo soportar esto por más tiempo —digo, cogiendo las llaves de mi coche de la mesa. He esperado todo el día, pero no ha habido ninguna señal de Mia. Y ahora se está haciendo tarde. Y estoy más que jodidamente preocupado. Intenté llamar a su móvil hace un par de horas. Obtuve su número de libreta de registro. Cuanto apestaba eso, no sabía ni su número de teléfono. Por otra parte, nunca había necesitado llamarla, y nunca la había visto ni una vez con un teléfono en todo el tiempo que pasé con ella. Aun así, tenía que intentarlo. Era un callejón sin salida. Estaba apagado, y no podía ni siquiera dejar un maldito mensaje de voz porque su buzón de mensajes estaba lleno. Estoy frustrado, y me siento malditamente impotente, por lo que ahora voy a hacer lo único que está a mi alcance. Iré a buscarla. —Iré contigo. —Papá se pone de pie.

Página

246

—No, quédate aquí en caso que vuelva. Si lo hace, llámame inmediatamente. —¿Dónde vas a buscar? —pregunta mientras empujo la puerta para abrirla. Hago una pausa. No tengo ni una jodida pista. Solo iba a conducir por Durango hasta que tuviese una idea. Volviéndome hacia él, le pregunto—: ¿Dónde buscarías? Él pasa su mano sobre su corto cabello gris. —Si fuese Mia y estuviese en un pueblo que no es el mío ni me resulta familiar, y tras lo que acaba de descubrir... si fuese yo, buscaría alcohol y un bar...pero no creo que sea ese tipo de chica—añade mientras niego con mi cabeza. —No lo es.

—Entonces querría algún sitio tranquilo. Algún sitio donde pudiera estar a solas. —¿Cuál es un sitio tranquilo? —Aquí —dice él. —¿Otro hotel? —Eso diría yo. —Gracias, papá. Corro hacia el Mustang y arranco a toda velocidad, acelerando fuera de allí.

He revisado los estacionamientos de diez hoteles hasta el momento, buscando su coche, y nada. No sé si estoy perdiendo mi tiempo. Ella podría haberse ido del pueblo, pero tengo que seguir buscando. Me detengo en la señal de alto de un cruce. Sintiéndome perdido, sin saber a qué lado girar, apoyo mi frente sobre el volante del coche. Un segundo después, un bocinazo se escucha desde detrás, asustándome como el infierno. Mis ojos se dirigen al espejo retrovisor y ven un coche. —¡Está bien! ¡Me estoy moviendo! —grito. Tomo velocidad y giro a la derecha.

Página

247

No es hasta que estoy a mitad de la calle, que me doy cuenta que estoy dirigiéndome a los límites de la ciudad. Quizá se ha ido, y este es mi subconsciente diciéndomelo. Sintiéndome destrozado, y como un completo fracaso, empiezo a dar una vuelta en U, dando un rápido vistazo alrededor para ver que todo esté libre, y ahí es cuando veo su coche. Está estacionado afuera de un motel con aspecto sórdido. Mi corazón se paraliza. Entonces vuelve con un galope estruendoso. Tragándome mis nervios, doy la vuelta y conduzco estacionamiento del motel, aparcando cerca de la recepción.

hasta

el

El tipo detrás de la mesa parece un completo perdedor. Ni siquiera aparta los ojos de la TV cuando entro.

Odio que Mia se sintiera como si no tuviera ningún lugar dónde quedarse más que aquí. Ella no pertenece a un sitio como este. Pertenece a mi lado. —Oye, hombre. —Dejo mis manos sobre el mostrador—. Me preguntaba si podrías hacerme un favor. Mi novia y yo discutimos... —Novia. Es la primera vez que llamo a Mia, mi novia. Gracioso, cuando no estoy seguro de lo que somos ahora—, y fue grande. Realmente necesito hablar con ella, pero no contesta su teléfono. —Entonces supongo que no querrá hablar contigo —dice sin emoción, sin apartar sus ojos de la televisión. Curvo mis manos en puños. Ignorándole, digo en un tono cortante. —Mira, su coche está aparcado al frente. Sólo necesito saber en qué habitación se está quedando. Técnicamente no puede, lo sé. Pero este no es un establecimiento con la mejor reputación. Por lo que o bien me lo dirá, o será un completo idiota. Por la mirada en su rostro, estoy pensando que lo último. Sus labios se curvan en una sonrisa. —¿Estás hablando de la rubia ardiente con el culo lindo, que conduce un coche tan caliente como ella? Estuvo aquí el otro día también, quedándose solo por el día. ¿Se quedó aquí el otro día? Todos mis músculos se tensan, apretándose rígidamente. —Imagino que para follar —continúa cara-de-idiota—. Y por la expresión en tu rostro, definitivamente no era contigo.—Se ríe—. Sí, hombre. No obtendrás nada de mí. Me asomo al mostrador y agarro su camiseta, tirándole de su silla. —Tú me dirás en qué habitación está, jodidamente ahora mismo—siseo en su cara— ,o voy a darte una paliza ,tras lo que golpearé cada jodida puerta de tu asqueroso motel, sacando a todos tus clientes regulares, los que no quieren ser interrumpidos porque cobran por horas, hasta que la encuentre.

Página

248

Él abre su boca, pero le paro antes de que comience a hablar. —Y antes de que llores sobre llamar a la policía, mi padre es la policía. —Vale, eso era una mentira. Pero estoy jugándome todo lo que tengo aquí—. Así que no pierdas tu jodido tiempo porque no van a venir por tu barato agujero de alquiler, o por una mierda como tú. ¡Ahora dime en qué jodida habitación está! Él agarra su camiseta, sacándola de mi mano, y se libera. —¡Está bien!— jadea, respirando pesadamente—. ¡Lo que sea! ¡Como si me importara una mierda! Está en la habitación 106. —¿Ves, eso no fue tan difícil, verdad? Doy un portazo, y bajo por el corredor hacia su habitación.

Uno-cero-seis. Golpeo la puerta y espero. Nada. Miro a través del hueco entre las cortinas. La habitación está a oscuras excepto por el parpadeo de la TV, pero no hay señal de Mia. Llamo otra vez, más fuerte, diciendo su nombre a través de la puerta. Escucho, esperando por un movimiento. Aún nada. —¡Mia!—Golpeo otra vez—. Sé que estás ahí. Tu coche está en la entrada. Sólo necesito saber que estás bien. Presiono mi oreja sobre la puerta, escuchando por algún ruido. Entonces la escucho…débilmente. —¡Mia!—la llamo otra vez, mi corazón latiendo rápidamente. —Jordan. Sin pensarlo dos veces, me echo hacia atrás y golpeo con mi pie la cerradura. Basta con una patada. Hago pedazos la puerta y entro en la habitación, y veo desorden por todas partes. Envoltorios de comida, latas…solo basura, por todas partes. La escucho gemir. El baño. Ella está en el suelo. Mi estómago se agita. Mis ojos asimilan todo en menos de un segundo. Sangre seca en su frente y en su pelo. Lo que parece chocolate, manchando su cara. Entonces el olor me golpea, y ahí es cuando veo el vómito en el fregadero… y el espejo roto encima. Me tiro sobre mis rodillas a su lado. —Mia. Soy yo, estoy aquí. Jesús, bebé, ¿qué ha pasado?—Tomo su mano. Sus nudillos están rasgados, con sangre seca. El espejo.

Página

249

Joder. ¿Qué te hiciste, cariño? Lágrimas pican en mis ojos. —Jordan…—dice gimiendo, abre los ojos, mirando pero sin enfocarse. —Estoy aquí. —Presiono mi mano en su mejilla—. Voy a conseguir ayuda. —No…—murmura—, estaré bien. Solo dame... min-uto…—Sus ojos se cierran. —Mia, nena. Quédate conmigo. Mantente despierta.—Le golpeo la mejilla gentilmente. —Cansada...

—Mia.—La golpeo un poco más fuerte, pero no responde, y entonces estoy llamando al 9-1-1, diciéndoles que necesito una ambulancia inmediatamente.

—¿Cómo lo lleva? Me levanto cuando papá se acerca. Me encuentro en la sala de espera, dónde he estado durante la pasada media hora desde que llegamos, dónde me dejaron, y se llevaron a Mia inmediatamente a dentro. —No me dicen nada, porque aparentemente no soy familiar.—Tiro mis brazos al aire, lanzando miradas furiosas a la recepcionista. Papá pone sus manos sobre mis hombros, desviando mi atención a él. — Técnicamente, somos familia.—Me da una mirada firme antes de girarse y andar hacia la mesa de recepción. Lo último que quiero hacer es referirme a Mia como mi hermanastra, pero si eso me obtendrá cualquier noticia sobre ella, les diré cualquier mierda que necesiten oír. Me paseo en el lugar mientras veo cómo mi padre habla con la recepcionista. Él asiente algunas veces. Dice algunas cosas. Otro asentimiento. Entonces vuelve andando hacia mí. —¿Qué dijo? —Solo que a Mia la están haciendo ahora algunos exámenes, y están extremadamente ocupados esta noche, por lo que podríamos esperar por horas antes de saber algo.

Página

250

—Jesús.—Presiono el puente de mi nariz con los mi dedos, cerrando mis ojos, intento asentar mis emociones—. Sólo necesito verla. Saber que está bien. —Ella va a estar bien, hijo.—Su mano aprieta mi hombro—. Parece que vamos a estar aquí por un largo tiempo, así que voy a buscar un poco de café. Asiento, y me apoyo en la pared, mis ojos aún cerrados.

Unas horas más tarde… —¿Sr. Matthews?

Mi cabeza se sacude hacia arriba. Una mujer de treinta y tantos años, con el pelo recogido en un moño y una bata blanca, se para delante de mí. —Soy la doctora Packard ¿Eres familiar de Mia Monroe? ¿Vienes con ella? Me pongo de pie. —Sí, soy su… su… —Soy su padrastro —me corta papá, poniéndose de pie junto a mí—. ¿Cómo está? La Dra. Packard vuelve su atención a papá. Y le doy una mirada de agradecimiento. —Mia sufrió una pequeña contusión en la cabeza por la caída, nada demasiado serio, pero lo que es motivo de preocupación para mí después de examinar a Mia, es que mostraba signos de deshidratación severa, y su presión sanguínea era peligrosamente baja... —¿Deshidratación severa? —le digo confundido—. ¿Qué podría causar que este deshidratada? —No soy médico, pero sé que la deshidratación severa no es algo que llegue de momento. Me da una mirada incómoda. Entonces se gira hacía mi papá. —Señor Matthews… —Jim, por favor. —Jim, ¿Mia ha tenido algún problema en el pasado? Cualquier problema con la comida... ¿O de cualquier tipo? —¿Qué quiere decir con problemas con la comida? —pregunto. Sus ojos se mueven de nuevo hacia a mí. —¿Mia es tú...? —Hermanastra. —Casi me ahogo con las palabras porque no puedo estar más lejos de la verdad—. Jordan. Soy Jordan.

Página

251

Se aclara la garganta, volviéndose hacia mí. —Jordan, tras el examen de tu hermanastra, hay un par de cosas que descubrí que me preocupan. —¿Qué cosas? —Mi corazón salta de mi pecho y comienza a correr por el pasillo. —No estoy en libertad de discutirlo, no sin antes hablar con Mia. —¿No pidió una razón?¿Cuál es? Cree que Mia tiene un problema con la comida, así que vamos a hablar de ello.—Estoy siendo un idiota, lo sé, pero algo acerca de esto me molesta hasta la mierda—. ¿Qué tipo de problema? ¿Alergias? ¿Intolerancia a los alimentos? ¿Un desorden ali…? —Las palabras salen de mi boca incluso antes de darme cuenta de lo que estoy diciendo. Y entonces me doy cuenta.

Y mis ojos se cierran bajo la bola de demolición de esa realidad. La forma en que la encontré en esa habitación de motel hace que mi mente se congele en varios acontecimientos. La excesiva cantidad de envoltorios de comida vacíos. La manera en que había manchas de chocolate en su rostro, como si hubiera comido muchos de ellos. Y había estado vomitando. Ella había estado vomitando. Comer en exceso. Vomitar. Piensa Jordan. Piensa... Bulimia. Mierda, no. Abro mis ojos. —¿Cree que Mia es bulímica? La Dra. Packard empuja sus manos a los bolsillos, y respira lentamente. —Hay muchos signos que apuntan a esa posibilidad, sí, pero como he dicho, no puedo estar segura de nada hasta que haya hablado con Mia. Y mi corazón se sale del edificio. —Entonces hable con ella ahora. —Hago un gesto señalando el pasillo—. Voy a ir con usted. Niega con la cabeza. —Eso no es posible por el momento, Mia está sedada, y yo… —¿Sedada? —Frunzo el ceño—. ¿Por qué? —Jordan, cuando Mia llegó, estaba muy alterada. Y en medio de la tensión de la situación, algunos otros problemas surgieron. —Deja de hablar cuando alguien pasa por ahí.

Página

252

—¿Qué otros problemas? —prosigo, envolviendo mis brazos alrededor de mi pecho, tratando de mantenerlos unidos, porque estoy a dos segundos de correr a toda velocidad por este pasillo y buscar en cada jodida habitación hasta encontrarla. La Dra. Packard junta sus manos delante de ella. —Mia se alteró demasiado durante la prueba, y debido a la tensión a la que ya estaba sometida, y la combinación con la deshidratación, sufrió convulsiones. —Convulsiones. Jesús, maldita sea, Cristo.—Cierro los ojos con una respiración dolorosa, mis manos cubren mi cara. Siento las manos de mi padre en mi espalda para apoyarme. —Una vez que tuvimos el problema bajo control, sentí que era mejor sedar a Mia. Permitiendo que su cuerpo tenga tiempo para descansar, y nos dio tiempo para conseguir que se re hidratara por vía intravenosa, debido a que

Mia rechazaba continuamente nuestros esfuerzos para ayudarla mientras estaba despierta. ¿Rechazando la ayuda? ¿No quería mejorar? Su teléfono suena en su bolsillo. —Disculpen. —Saca el teléfono, y lo mira—. Lo siento, pero me tengo que ir. —La doctora comienza a retroceder. —Cuando Mia despierte… —Vendré a decirles de inmediato. —Luego desaparece. Me desplomo en la silla más cercana. Con las manos en mi cabeza. Papá se sienta a mi lado. —Ella va a estar bien, hijo. Nosotros le ayudaremos. Lo que sea que necesite. Levanto la cabeza un poco y lo miro. —Pero ¿y si no quiere mi ayuda? Me da una sonrisa triste. —Nos las arreglaremos. No te preocupes.

Papá y yo pasamos la noche aquí en la sala de espera del hospital. No escuchamos nada más, no importa cuántas veces me acerco a la recepcionista, la respuesta es siempre la misma “sin cambios aún”. Mia sigue durmiendo. Así que me paso la mayor parte del tiempo reviviendo todo una y otra vez en mi mente. Tratando de averiguar cómo no me di cuenta. ¿Había alguna señal? Pero no se me ocurre ninguna. Al final, todavía no lo tengo claro del todo, así que me duermo, extendiéndome a lo largo de tres asientos, dejando que papá ocupe el banco. Cierro los ojos y estoy fuera.

Página

253

Cuando los abro de nuevo, la luz del día se derrama por los grandes ventanales, una mirada al reloj me dice que son las siete y media. Papá ya está despierto, viendo las noticias en la TV en la pared, bebiendo más de esa mierda de café de la máquina. —¿Cuánto tiempo llevas despierto? —pregunto sentándome. Estiro mi espalda, y todos los huesos truenan. —No mucho. —¿Alguna novedad? —No. Te traje un café. Puede estar un poco frío ahora. —Me lo entrega.

—Funcionará. Gracias. —Me tomo dos grandes tragos de café caliente y lo pongo sobre la mesa. —Hablé con Paula, está de camino al hotel ahora, va a ocuparse de Dozer. Afortunadamente, los Perrysse se fueron el otro día, así que sólo Dozer necesita cuidados. Me levanto para estirar las piernas. —Gracias. Las puertas principales se abren, lanzando una ráfaga de aire frío que recorre la habitación. En realidad, me ayuda a despertar. Veo que entra por las puertas un chico de mi edad. Lo noto porque él claramente tiene dinero. Camina con ese aire de arrogancia que sólo posees cuando tienes dinero. Pasa hacia el escritorio de recepción. —Voy a ir al baño —le digo a papá. Camino por la recepción, en dirección al baño, cuando escucho a ese tipo con dinero hablar con la recepcionista. —… me llamo Forbes Chandler. Recibí una llamada anoche diciéndome que mi novia Mia Monroe había sido traída aquí. Quiero saber cómo está, y cuando la puedo ver. La sangre corre directamente a mi cabeza. Me detengo y vuelvo, lentamente. —Sí, por supuesto. —Sonríe la recepcionista—. Sólo déjame comprobarlo. Comienza a escribir, haciendo clic en el teclado. Él mira su reloj. Ese es él. Este rubio, hijo de puta, trasero remilgado, es el que lastima a Mia.

Página

254

¿Por qué está aquí? ¿Quién lo llamó? ¿Mia pregunto por él, pidió que lo llamaran? El dolor se extiende por mi cuerpo, transformándose rápidamente en rabia, desesperación y frustración. Forbes vuelve la cabeza en mi dirección. Él me está mirando. Mis puños se aprietan a mis costados. Me da una mirada extraña, y luego mira hacia otro lado, pero sabe que todavía estoy mirándolo, así que me mira de nuevo. —¿Puedo ayudarle? —pregunta con una mirada presumida en su maldita cara fea de mierda. Doy un paso hacia él. —¿Eres Forbes?

—Sí, lo soy. ¿Quién pregun…? Nunca termina la frase. Porque le doy un puñetazo en la cara. Fuerte. Se cae por el golpe. Marica. Pero no voy a parar ahí. Estoy sobre él, en el suelo, golpeándolo repetidamente una y otra vez, y no puedo parar, joder. Porque todo lo que puedo ver es el ojo negro de Mia. Él intentando violarla. Ella obligándose vomitar. Desmayándose en el piso del baño. A mí amándola, queriéndola. Sólo dolor. Dolor de mierda. Es interminable e incesante. Y sigo pegando mi puño en su cara, tratando de librarme de ello. No sé si alguna vez me detendré o si lo golpearé hasta matarlo, pero no tengo la oportunidad de descubrirlo porque me alejan de él, entre mi papá y el personal de seguridad del hospital. Se necesitan tres de ellos para apartarme de él. Así de fuera de sí, estoy. —¡Qué mierda! —balbucea a través de la sangre en su boca—. ¿Estás loco? Me has roto la nariz. —Esa es la menor de tus preocupaciones —gruño—. Te vuelves a acercar a Mia alguna vez y te mataré. Se queda inmóvil. Sólo un momento. Sus manos cubren su nariz sangrando, sus ojos se encuentran con los míos. Algo en ellos cambia. No sé lo que es, pero seguro como el infierno que no me gusta.

Página

255

Entonces su mano cae. Y él sonríe. —Mia te ha hecho creer que es una santa —deja escapar, riendo sangrientamente—. Es buena en eso... haciéndose la víctima. Y por la mirada en tu cara, has estado follándotela. Siento decirte esto, pero no eres el primero, ni serás el último. —¡Eres un mentiroso de mierda! —Me lanzo contra él otra vez, pero mi papá y los fornidos guardias todavía me retienen, así que no voy a ninguna parte. —Déjenme. Ir. Maldita. Sea —grito tratando de luchar contra ellos. —Cálmate, demonios —sisea papá en mi oído—. Sigue así, y van a llamar a la policía si no es que ya lo han hecho. Entonces van a lanzar tu culo a la cárcel, y no serás capaz de ayudar a Mia desde ahí. Al instante en que sus palabras me golpean, el oír su nombre en ese contexto, empiezo a tranquilizarme.—Está bien. —Respiro con dificultad—.

Está bien... puedes dejarme ir. No lo voy a golpear de nuevo. —Le clavo la vista—. Todavía no, de todos modos. —Jordan —me regaña Papá. —¿Qué demonios está pasando aquí?—giro la cabeza para ver a la Dra. Packard caminando hacia nosotros. Sus ojos van a Forbes, luego de nuevo a mí. No se ve feliz. —Dra. Packard, este hombre sólo ataco al caballero sin razón. —Eso viene de la recepcionista, que sigue pareciendo un poco sorprendida por todo el asunto. —¡Sin una buena razón de mi culo! —grito—. ¡Este hijo de puta es la razón de que Mia esté aquí! —No he visto a Mia en dos semanas… —Sí, ¿y por qué es eso? —Doy un paso hacia él. El brazo de papá se pone frente a mí, deteniéndome. —Jordan —dice la doctora Packard—. ¿Agrediste a este señor? Me burlo de término. —Sí, y me gustaría hacerlo de nuevo, con mucho gusto. Se vuelve a Forbes. —¿Señor...? —Chandler. —La sangre sigue corriendo por su feo rostro y en su cara camisa de cien dólares. —Sr. Chandler, conseguiré una enfermera para que le limpie ¿Quiere que le llamemos a la policía para informar de este ataque? Sus ojos se desvían hacia mí. —Hazlo. —Doy un paso hacia delante, empujándome contra el brazo de papá que todavía está clavado en mi pecho—. Con mucho gusto les haré una extensión. Y mientras estoy con la policía, les diré exactamente lo que le hiciste a Mia.

Página

256

Sus ojos parpadean con miedo. Sí, ya sé lo que hiciste, hijo de puta. —No. —Se aclara la garganta, limpiándose la boca con la manga—. No quiero presentar cargos. No necesito esa molestia. Solo mantengan a este loco lejos de mí. —Enfermera Callaghan, puede atender al Sr. Chandler, por favor — llama la Dra. Packard a una enfermera. —Por supuesto. —La enfermera se acerca y lo conduce por el pasillo. Mantengo mis ojos clavado en su espalda todo el camino.

La Dra. Packard se pone delante de mí, bloqueando mi vista. —No sé de qué se trataba eso —dice en voz baja—,pero si alguna vez se comporta de esa manera en mi hospital de nuevo, voy a llamar a la policía yo misma, y nunca va a pasar por esa puerta otra vez. ¿Entendido? Exhalo. —Sí, lo entiendo. —Bien. Porque Mia está despierta, y está pidiendo verte. Mi cabeza se lanza hacía arriba. —¿De verdad? —Sí, así que lo mejor es que vengas conmigo ahora —comienza a alejarse. Miro a papá. —Voy a esperar aquí —dice. Con los labios le digo gracias. Me da una sonrisa alentadora. Me pongo al día con la Dra. Packard. —¿Cómo está? Mira sobre mi hombro. —Mejor. Ha estado hablando. Meto las manos en los bolsillos. —Eso es bueno. —Sí, lo es. Lo curioso, sin embargo, es que cuando le dije a Mia que su hermanastro estaba esperando para verla, me dijo que no tenía un hermanastro. Que no tiene familia, en realidad. —Desliza una mirada en mí dirección. Sonrío tímidamente. —Es complicado. —Me encojo de hombros. —La vida siempre lo es. —Se detiene cerca de una puerta—. Mia está aquí. Ahora Jordan, he hablado mucho con Mia con respecto a las preocupaciones que tengo sobre su problema, y siento que es mejor no mencionar nada.

Página

257

—Quiere decir que no le diga que sé lo de la bulimia. —Exactamente. Deja que ella te lo diga, estoy segura de que lo hará. Es muy consciente de su problema, pero también sufrió un gran impacto al darse cuenta de eso. Es un tema molesto para ella. No quiero que este más incómoda de lo que ya está. Asiento con la cabeza. —La he escuchado, doc. Voy a hacer lo que sea para ayudarla. Sonríe. —Sí, puedo verlo. Me dirijo a la puerta. —Jordan. Miro por encima de mi hombro.

—Es posible que desees limpiar la sangre de tus manos antes de entrar. Miro hacia abajo a mis manos. Tengo la sangre de ese hijo de puta por toda la mano. —Mierda, sí. Saca un pañuelo de su bolsillo, luego camina hacia el dispensador de agua un poco más lejos por el pasillo. Lo presiona en el grifo, moja el pañuelo por debajo, luego lo trae de nuevo para mí. —Gracias. —Lo tomo y me froto la sangre de los nudillos, luego se lo regreso. —Estoy bien. —Hace un gesto con su mano, sonriendo—. Consérvalo.

Página

258

Dejo escapar una pequeña carcajada. —Gracias. —Meto el pañuelo en el bolsillo. Luego de tomar una respiración profunda, empujo la puerta para abrir la habitación de Mia.

24 Traducido por Adriana Tate & Alexa Colton Corregido por Jasiel Alighieri

Mia Un vistazo a Jordan y lo sé. Ya no puedo estar más con él. No porque no lo ame, lo hago, pero todo lo que veo cuando lo miro es la traición de mi madre. Ella eligió criarlo a él, no a mí. Duele estar cerca de él. No quiero terminar resentida con Jordan por todo lo que tuvo, por todo lo que debería haber sido mío. No es su culpa, lo que mi supuesta madre hizo no fue su culpa. Mi lado racional lo sabe, pero no cambia lo que siento. Ella lo quiso a él. No a mí. Puedo entender por qué. Es una persona tan hermosa e increíble. Brilla tan estupendamente. Es mucho más que yo. Y merece algo mejor de lo que le puedo dar. Merece algo mejor que yo. Estoy rota. Dañada. La doctora Packard piensa que tengo reparación. No estoy muy segura de eso. Mírame, dónde estoy ahora mismo. Lo que me hice.

Página

259

He tocado fondo. Ahora, necesito averiguar si alguna vez puedo regresar a la cima, pero tengo que hacerlo sin Jordan. —Hola. —Cierra la puerta detrás de él. —Hola. A penas me atrevo a mirarlo. Duele, saber que esta será la última vez que lo veré. Lo he conocido por poco tiempo, pero el tiempo se siente irrelevante. Es como si lo hubiera conocido desde siempre. Y no volver a verlo será la cosa más difícil que alguna vez haré. Más difícil que vivir con Oliver. Más difícil que alejarme de Forbes. Más difícil que combatir mi enfermedad.

Jordan toma asiento junto a mi cama. El asiento que la doctora Packard recientemente desocupó, después de pasar una buena hora hablándome sobre mi enfermedad. No profundicé mi problema con la comida, pero fue difícil de evitar la conversación sobre la bulimia con una profesional, ella sabía. Traté de negarlo al principio, pero las señales estaban todas allí para que las leyera. Después de confesárselo —la primera persona a la que le he dicho— ,cuánto tiempo he estado comiendo y vomitando —diez años—, pasó a decirme todo lo que ya sabía, sobre el daño que le estoy haciendo a mi cuerpo, los riesgos de la salud, del hígado o la insuficiencia renal…posiblemente la muerte. Pensarías que ya sabiendo estas cosas me habría detenido hace mucho tiempo, pero no quería pensar en esas cosas. Simplemente quería que el dolor se detuviera y un buen tiempo me ayudó. Y quizás, en el fondo, me quería morir. Pero después de estar aquí, de hablar con la doctora Packard… pero principalmente de conocer a Jordan y mi tiempo con él, me di cuenta que quiero vivir y ser feliz. Y para hacer eso, necesito ayuda. La doctora Packard me habló de una clínica especializada que me puede ayudar y que me referiría a ellos, pero para que el tratamiento funcione, tengo que desearlo, tengo que querer mejorarme. Y lo quiero. Estoy lista para mejorarme. Necesito mejorarme. La doctora está llamando a la clínica en este instante para ver si tienen un lugar para mí, así que todo lo que me queda por hacer es decirle a Jordan que me voy. —¿Cómo estás? —pregunta con voz suave. —Estoy bien. —Lo miro. Sus ojos están en mi rostro, profundos y oscuros, examinándome.

260

Bajando la mirada, mis dedos trazan el estampado del edredón. — Jordan…necesito disculparme por la forma en que me encontraste en esa habitación.

Página

Duele tanto mirarlo. Cada vez que lo hago, estoy confundida por el amor que siento por él y el pasado que representa. El pasado que debería haber sido mío.

—Te voy a detener ahí mismo. No tienes nada de que disculparte. Sólo estoy aliviado de que te encontré y que estás bien. —Frota sus dedos por su pecho—. Soy el que tiene todo por lo que disculparse, nena. No habrías ido allí…no habrías estado sola si no fuera por mí ocultándote… —Pasa sus manos por su cabello oscuro, dejando salir un suspiro—. Dios, estoy tan malditamente arrepentido porque no te dije lo de mi madre… —Se detiene en seco.

Su madre. Tiene razón, ella era su madre. Sus ojos se disparan hacia los míos. Están llenos de disculpas y dolor. Él siente pena por mí. Lástima. Odio la lástima. —Yo sólo… —Exhala—. Debí haberte dicho en el momento en que descubrí que Belle era Anna…tu madre. —Resalta esto, con su voz profunda y baja, con acepción. Volteo mi cabeza y miro por la ventana. —Ya no importa. —Sí, sí importa. Y quiero que sepas que lo siento…por todo. Sé que no parece así, pero nunca haría nada para lastimarte. Simplemente tenía miedo de contártelo. Que si lo hacía, te perdería. —Desliza sus dedos sobre mi mano. —No. —Tiro de mi mano lejos. Tengo que proteger a mi corazón de la expresión de dolor en su rostro. El silencio entre nosotros es abrasador. Él pasa sus manos por su cara. —¿Te he perdido? —Sus palabras son tan calmadas, pero duelen con la intensidad de un grito. Cierro mis ojos con lágrimas ardiendo en ellos. —Lo siento, Jordan. —Jesús… —Sacude su cabeza—. Sólo dime una cosa, ¿Es porque te lo oculté o es por Belle? —No es por ti, es por mí… —¡No me vengas con la mierda de “no eres tú, soy yo”! —Se pone de pie, alejándose de la cama. Está enojado. Con la ira puedo trabajar. La ira la puedo entender.

Página

261

—Sólo dime la verdad, Mia. Puede que pienses que no me la merezco, pero es todo lo que te estoy pidiendo. Mis ojos se fijan en él. —De acuerdo. —Me siento sobre mis caderas—. ¿Quieres la verdad? La verdad es que cada vez que te miro a la cara, veo todo lo que nunca tuve, lo que ella debió haberme dado, pero en cambio eligió dártelo a ti. ¿Te culpo por eso? No. Pero no cambia el hecho que la mujer que me trajo al mundo, la que se suponía que fuera mi madre, decidió ser la tuya. ¡Ella me dejó con él! —Estoy alzando la voz y mis manos están temblando, pero no puedo parar—. Y odio la manera que me hace sentir, sabiendo que ella te eligió a ti, ¡por encima de mí! —¡Ella no me eligió! —Golpea su mano contra su pecho—. Yo no tuve nada que ver con su decisión, necesitas escucharme, para que puedas entender…

—¡No! —Presiono mis manos en mi cabeza—. ¡Ya no puedo escuchar más! —Sé que lo que siento es irracional, pero no puedo pensar claramente en este momento. Todo lo que puedo hacer es sentir y me siento irracional. —¡Odio esto! ¡Odio todo! ¡Me odio! —Estoy llorando ahora. Jordan cruza la habitación en unos cuantos pasos y me coloca en sus brazos. La sensación de él… Su calor y fuerza… Hundo mis dedos en su camisa. —Todo es un desastre. Yo soy un desastre. —Sollozo, alejándome, incapaz de estar tan cerca de él sabiendo que me voy. Sin estar dispuesto a dejarme ir, toma mi cara entre sus manos. —No eres un desastre. —Pasa sus pulgares por mis mejillas, secando mis lágrimas—. Habla conmigo, nena. Déjame ayudarte. Una sensación devastadora en mi pecho me quita el aliento. —Después de todo lo que te acabo de decir…todavía quieres ayudarme. ¿Por qué? Su agarre en mi cara se incrementa. Sus ojos oscureciéndose. —Porque te amo maldita sea, Mia. —Sus ojos se cierran, casi como si le doliera. Me ama. Jordan apoya su frente contra la mía, su mano deslizándose para ahuecar mi nuca.

Página

262

—Eso no salió exactamente como lo había planeado, pero es la verdad. Estoy enamorado de ti. —Su respiración abanica mi piel, sus palabras destrozan mi corazón—. Sé que probablemente es demasiado pronto y sé que tienes un montón de cosas con las que lidiar en estos momentos y que soy la causa de algunas de ellas, pero sólo quiero que sepas el alcance de mis sentimientos por ti antes de que nos tires por la borda. Te amo, Mia. Cada parte de ti. La mejor y la peor. La rota, la perfecta. La mala, la buena. Eres eso para mí, nena. Eres la única para mí. Me ama. Jordan está enamorado de mí. De mí. Lo amo también. Tanto. Pero no funcionará. Estoy demasiado rota. Demasiado herida. Demasiado resentida. Y no puedo ver ninguna de esas alejándose en un futuro cercano.

Él se merece mucho más de lo que le puedo dar. Y decirle que lo amo sería erróneo y egoísta de mi parte. Abro mis ojos. —Me voy de Durango. Se aleja de mí, su mano todavía ahuecada alrededor de mi nuca. —¿Vas a regresar a Boston? Frunzo el ceño. —No. Ese es el último lugar al que iría. ¿Por qué pensarías eso? Él sacude la cabeza. Bajando la mirada. Esto es todo. Tengo que decirle sobre mi enfermedad. —Jordan, hay algo que no sabes acerca de mí… —Me detengo, soltando un suspiro—. Cuando me encontraste en la habitación del motel… ¿no sé si viste todas las envolturas de comida vacías? —Las vi. —Bueno…tengo este problema. —Hundo mis uñas en la palma de mi mano—. Cuando estoy estresada o molesta, yo, eh…como…un montón comida, luego yo, eh…me provoco el vómito. Él no reacciona. No se mueve. Sólo me devuelve la mirada con la misma emoción que estaba allí hace instantes. —Tengo una enfermedad llamada bulimia, Jordan. No sé si has escuchado de ella antes. —Sí, he escuchado. —De acuerdo. Bueno, no sé trata… para mí, por lo menos, de estar delgada —le aclaro—. Es sobre los problemas aquí arriba. —Toco con los dedos mi cabeza—. Cuando las cosas en mi vida son muy dolorosas o fuera de mi control o simplemente demasiado para mí con lo que lidiar, alejo el dolor usando la comodidad de la comida. Luego para tener el control de nuevo, supongo que se podría decir, me provoco el vómito. —¿Desde hace cuánto tiempo ha estado ocurriendo? —pregunta en voz

Página

263

baja. Tomo una respiración profunda. —Diez años, va y viene. Ha empeorado en los últimos años. —¿Cómo podemos arreglar esto? Me encuentro con sus determinantes ojos. —Nosotros no. Yo tengo que hacerlo. —Dejando salir un suspiro, le digo—: Hay un centro especializado en Denver para personas que sufren de desórdenes alimenticios como el mío. Voy a ir ahí para tratar de mejorarme. —¿Por cuánto tiempo estarás ahí? Levanto mis hombros. —No lo sé…el tiempo que haga falta, supongo.

Levanta sus ojos. Veo un destello de esperanza en ellos. —Denver no está tan lejos, Mia. Como unas seis horas manejando, máximo, conduciré cada fin de semana para visitar… —No —le digo, aplastando su esperanza. —No —repite. —Tengo que hacer esto sola. —Tiro de mi labio inferior—. No quiero que vayas a visitarme. —Está bien… —Frota el puente de su nariz con su dedo—. Qué hay de cuando estés mejor…¿Puedo verte entonces? Aparto la mirada de él. No hace ninguna diferencia porque puedo sentir sus ojos en mí. Duele. Demasiado. Niego lentamente. —Ah…de acuerdo. Está bien…así que realmente lo decías en serio antes cuando dijiste que te había perdido. —Suena afligido, dolido y es horrible. Pero estoy haciendo lo correcto, sé que lo hago. El resentimiento que siento no se irá a ninguna parte. Y finalmente me comerá... a nosotros, y al final, no sería nada sino odio y dolor. Ya he tenido suficiente dolor para toda la vida. Es mejor terminar las cosas ahora, que más adelante. Siento la cama moverse mientras él se pone de pie. —¿Harías una cosa por mí? Levanto mis ojos hacia él, pero no estoy preparada para el dolor que me atraviesa cuando veo la mirada cruda en su cara.

Página

264

—No te cierres a la próxima persona que trate de acercarse a ti. Dile todo. No te preocupes porque no te vayan a amar, porque lo harán. Es imposible no amarte, Mia. —Él deja escapar un suspiro de resignación—. Lo sé mejor que nadie. Deslizo mi mano sobre mi pecho, agarrando el lugar donde mi corazón está adolorido. Y en éste momento, me derrumbo, cambiando de parecer, lista para decirle que lo amo. Que voy a encontrar una manera de pasar por esto que siento. Pero antes de que tenga la oportunidad de abrir mis labios secos, se ha ido, la puerta resuena cerrándose detrás. El pánico araña mi pecho. Quiero correr tras él. Decirle que me equivoqué. Pero mis piernas no se mueven. Y sé por qué.

Porque en el fondo sé que dejarlo ir es lo correcto. Me deslizo hacia abajo, girando hacia un costado mientras empujo mis rodillas contra mi pecho, abrazándolas. Estoy limpiando mis lágrimas cuando escucho que la puerta se abre. Jordan. Mi corazón salta. Me doy la vuelta. Forbes. Oh Dios, no. No. Puedo sentir como mi cuerpo se retuerce. Al igual que un caracol, refugiándose en su caparazón. ¿Qué hace él aquí? ¿Cómo sabía que estaba aquí? ¿Qué le pasó a su cara? Su nariz tiene adhesivo. Su cara tiene un corte sangriento. Él cierra la puerta detrás de sí, y mi sangre se vuelve fría. Mis ojos comienzan a escanear la habitación en busca de un escape, pero mi único escape actual es la puerta frente a la que está parado. Siempre podría hacer una carrera hacia el baño y encerrarme. —F-Forbes —digo finalmente. —¿Cómo te sientes? —pregunta perfectamente normal, como si la última vez que lo vi no lo involucrara a él golpeándome y tratando de violarme. —¿C-cómo sabías que estaba aquí?

Página

265

Él sonríe y hace que se me hiele la sangre. —Yo soy tu contacto de emergencia en tu seguro médico, ¿recuerdas? En el momento en que te trajeron, recibí una llamada. Vine de inmediato. Estaba preocupado por ti, nena. He estado preocupado por ti desde hace dos semanas. Sin saber dónde estabas... ha sido una tortura. —Da un paso más cerca de mí. Me alejo sobre la cama, cubriendo mis piernas con la bata de hospital que estoy usando. Es mi reacción natural. Y odio que así sea. Él mantiene sus manos para sí de una forma conciliadora. —No voy a hacerte daño, Mia. No es por eso que estoy aquí. No le creo. He oído eso de él tantas veces antes. Deslizo mi mano detrás de mi espalda, buscando el timbre de emergencia.

—Sólo quiero hablar contigo. —Él se sienta en la silla junto a la cama. Dejo de mover mi mano, cambiando mi cuerpo un poco para ocultar lo que busco. —¿Q-qué quieres? —Trato de mantener mi voz firme. —Quiero que vuelvas a casa. Puedo sentir como mi cabeza se sacude antes de que tenga la oportunidad de pensar en lo que estoy haciendo. Sé que es algo equivocado, y más aún cuando veo el destello de ira en sus ojos. Trago el nudo en mi garganta, mientras arrastro mis dedos hacia afuera, tratando de encontrar el timbre. —Mia —suspira frotándose la sien, sacudiendo la cabeza—. Esa no es la respuesta que quiero escuchar. —¿Qué te pasó en la cara? —pregunto. Una táctica de distracción hasta que pueda encontrar la manera de escapar de esta. Su rostro se oscurece. —Es irrelevante. Pongo mis manos juntas. —Mia, vine hasta aquí, y no me iré sin ti. Y realmente, ¿qué es lo que tienes aquí? Nada. Estás sola. Me necesitas. No puedes sobrevivir sin mí. Envuelvo mis manos alrededor de mi cuerpo frío. Él tiene razón. Estoy sola, pero sola es mejor que con él. Forbes se endereza. —¿Dónde están tus cosas? —No tengo nada aquí conmigo. —Bien. Eso hace que sea más fácil. —Recoge mi ropa sucia que está doblada a un costado—. ¿Qué mierda es esto? —Mi ropa. La mirada de disgusto en su rostro es tan familiar para mí.

Página

266

Él es tan familiar para mí. —Te compraremos algo de ropa en el aeropuerto, pero por ahora, ve a vestirte. —Él lanza la ropa en la cama delante de mí. —¿Por qué? Me mira. La ira lo está dominando ahora. —Debido a que dejaremos este maldito intento de ciudad y volveremos a casa. ¡Así que ve a vestir tu jodido trasero! —sisea. Éste es el Forbes que conozco tan bien.

El miedo me controla, y sin saber qué más hacer, obedientemente salgo de la cama y recojo la ropa para cambiarme en el baño. —¿A dónde diablos vas? —presiona. —A cambiarme —le respondo en voz baja. —Cámbiate aquí —se mueve por la habitación hacia mí, cazándome en cada paso. Mi corazón se detiene. Me congelo en mi lugar, el miedo aún controlándome como una enfermedad. Desliza su dedo por mi brazo desnudo, se inclina cerca de mi boca. —Te he echado de menos, cariño... Quiero verte. Su toque enciende dolorosos recuerdos de todas las veces que me abofeteó, me dio una patada, me golpeó... me violó. Su mano se siente como una enfermedad de la peor clase. Una enfermedad, una horrible enfermedad de la que quiero alejarme, y huir lejos. Ahora. Mi corazón golpetea, y comienza a bombear duro en mi pecho. No voy a irme de aquí con él. No puedo. Sostengo la ropa contra mi pecho, levanto mi barbilla. —No voy a volver a Boston contigo. No hay vacilación. Él me agarra por la garganta. Me empuja hacia abajo sobre la cama. —¡Harás lo que malditamente te diga! Te vestirás. Entonces saldrás de éste hospital, y te subirás a ese avión a casa conmigo. —No —gruño.

Página

267

Su mano toma mi bata, levantándola. Él agarra la tela de mis bragas y lágrimas salen de mí. Su rodilla se interpone entre mis muslos. Aprieto mis piernas juntas, tratando de mantenerlo fuera, pero él es demasiado fuerte, y él presiona apartándolas. Con su rodilla presiona dolorosamente contra mi parte más íntima, él se inclina a mi cara. —¿Tengo que enseñarte una lección, Mia? El miedo y los recuerdos empiezan a tomar fuerza. Y los detengo tan pronto como comienzan. No me controlaran. No él. Nadie. Nunca más. Odio a Forbes más en éste momento de lo que nunca lo he hecho. Y eso me da fuerza. La fuerza que necesito.

Lentamente, sacudo la cabeza. Él sonríe, una sonrisa de ganador. —Buena chica. —Entonces tira a un lado la bata dejando al descubierto mi pecho desnudo—. Tan jodidamente hermosa —dice él, presionando su mano contra mi pecho, moviendo sus dedos desagradables sobre mi pezón. Aprieta. Cierro los ojos en dolor. Lágrimas presionan en las esquinas de mis ojos. Jordan. Es un grito silencioso en mi mente. Una súplica para que él regrese. Para que cumpla su promesa de que nunca dejaría que nadie me hiciera daño, nunca más. Pero Jordan no vendrá porque yo lo mandé lejos. Esto debo hacerlo yo. Y puedo hacerlo. Lentamente, levanto mi mano a la cara de Forbes. Sus ojos se encienden con el triunfo, y sé que lo tengo. Inclinando mi barbilla, le ofrezco mi boca. Sus ojos estallan. —Dime que me quieres, Mia. Di: "Fóllame, Forbes. Por favor". Quiero escucharte rogar, bebé. Me trago todas las palabras que quiero decir y hago lo que él dice—: Fóllame, Forbes. Por favor —le digo con voz firme. —Ahí está mi chica. —Él sonríe, bajando su cara a la mía. En el instante en que sus labios tocan los míos, gimo, sabiendo que eso lo encenderá y profundizará el beso. Y es en ese preciso momento en que vuelvo a la táctica que utilicé la primera vez, y muerdo su labio inferior. Pero esta vez, lo muerdo en serio. Su sangre inunda mi boca, junto con su grito de dolor. —¡Tú maldita puta! —me golpea duro.

Página

268

Dolor explota en mi cabeza. Su agarre en mi garganta se aprieta. Respirar, rápidamente se vuelve difícil. Tengo que salir de esto, pero no puedo mover mi cuerpo, así que mis manos lo abofetean, arañan, empujan, solo tratando cualquier cosa para quitármelo de encima, pero está inmóvil. Es cuando está retrocediendo para pegarme otra vez, con el puño cerrado, que vuelvo la cabeza hacia otro lado. Y es ahí cuando veo mi escape, en la mesa junto a la cama. Sin pensarlo más, agarro la jarra de agua de cristal y usando toda la fuerza que tengo, lo golpeo con ella. Hago contacto con un costado de su cabeza. Siento y escucho el ruido sordo del cristal atacando su cráneo.

El agua se derrama, empapando mi cara y cabello. Forbes se ve aturdido. Como si no pudiese creer que yo realmente acabe de golpearlo con eso. Se tambalea, pero sigue estando de pie y necesito que caiga. Así que retrocedo y lo golpeo de nuevo. Más fuerte esta vez. Y es entonces cuando él se cae, cayendo justo encima de mí. El jarrón cae de mi mano y golpea ruidosamente el suelo haciéndose añicos. Comienzo a entrar en pánico, toda su sangre se mezcla con la mía, solo necesito quitarlo de mí. Aterrorizada de que despierte y entonces se termine el juego para mí. Con una fuerza desconocida, me las arreglo para luchar por salir debajo de él. Deslizándome de la cama, con los ojos fijos en su cuerpo inmóvil, mis pies descalzos tocan el suelo. Fragmentos de vidrio se clavan directamente en las plantas de mis pies, me muerdo el labio en lugar de gritar de dolor que es lo que quiero hacer. Sin apartar mis ojos de Forbes, agarro el timbre de emergencia junto a la cama, y lo presiono varias veces. Entonces lo más silenciosamente que puedo, me muevo por el suelo, ahogando mis impulsos de gritar cuando el cristal sigue cortando despiadadamente, mis pies. Estoy a pocos pasos de la puerta, cuando escucho pasos corriendo por el pasillo. Entonces la puerta se abre. Es la Dra. Packard con un guardia de seguridad flanqueándola. Gracias a Dios. —Mia, ¿qué demonios ha pasado? ¿Estás bien? Escuchamos el cristal romperse, ¡y tu timbre estaba frenético! —Sus ojos barren la habitación deteniéndose en mi estado y en Forbes en la cama—. Oh, Dios mío, ¿estás bien? Doy unos pasos hacia ella tropezando, me derrumbo, el alivio me hace

Página

269

caer. La doctora Packard me atrapa, sosteniéndome en sus brazos. —Está bien, Mia —me calma, manteniéndome cerca—. Vas a estar bien. Pero en este momento, sus palabras no son tan fáciles de creer. Y todo en lo que puedo pensar es en lo mucho que me gustaría que fuesen las manos de Jordan las que estuvieran rodeándome en estos momentos. Pero nunca lo estarán otra vez. Y sólo yo tengo la culpa de eso.

25 Traducido por Nikky Corregido por Aimetz

Jordan Día dos: después de Mia… —Jordan. Papá llama a mi puerta. Lo ignoro. No estoy de humor para hablar con nadie en este momento. El único del que quiero compañía es del que entiende mejor mi dolor… Dozer. Él extraña a Mia tanto como yo. Escucho abrirse la puerta. —Vete —murmuro en mi almohada. Dozer levanta su cabeza, mirando hacia arriba, entonces la baja de nuevo. —Tú realmente necesitas abrir la ventana, dejar que entre un poco de aire, apesta aquí —dice papá ignorándome. —Me gusta el olor.

270

—Realmente necesitas salir de este cuarto, Jordan. —Se sienta en el borde de mi cama—. Ya han pasado dos días. Esto no es saludable. Ve al cine o algo así.

Página

La verdad es, no quiero abrir la ventana en caso de que el aire fresco se lleve el aroma de Mia de mis sabanas, y que desaparezca al igual que ella de mi vida.

Inclino mi cabeza, moviendo mi boca de la almohada. —No estoy de humor. —Bueno, ¿puedes al menos considerar tomar una ducha? Porque el hedor en esta habitación no es de Dozer, eres tú. —Voy a ducharme cuando esté listo. —Presiono mi cara en la almohada.

—Mira, hijo. Sé que estás sufriendo en este momento, pero eso va a mejorar. Resoplo. Entonces consigo otro pulmón lleno de Mia. Hace que mi pecho queme. —He pasado por esto yo mismo... cuando era más joven. Con Belle... Mis músculos se anudan. Levanto la cabeza. —No quiero hablar de ella en este momento. —Sé que estás enojado con tu mamá... Me pongo de espaldas. —Enojado no se le acerca...yo sólo...no la entiendo. Por qué hizo lo que hizo. Suspira. —Yo tampoco. Pero no nos corresponde juzgarla. No estábamos allí. No sabemos dónde estaba su mente, o cuan limitadas eran sus opciones. —Sólo deseo... —suspiro—. Sólo deseo que Mia pueda ver el panorama completo. Deseo que ella... ¡no sé qué mierda deseo! —Pongo mis manos en el aire, sintiéndome impotente. Lo que quiero es no sentirme de esta manera. Como estoy malditamente muriendo... lentamente. Me vuelvo otra vez, poniéndome de espaldas a él. —Tú deseas que ella viera más allá y volviera. Lágrimas pican mis ojos. —Es demasiado tarde ahora. Se ha ido. —Nunca es demasiado tarde. Sabes cómo Belle rompió conmigo después de la secundaria, cuando me dejó por la universidad. Estaba más o menos como tú estás ahora. Estaba deprimido y no quería hablar con nadie. Supongo que estaba enfermo de amor. Sólo quería llegar a ella...así que le escribí una carta y le hice una mezcla en casete. Dejo escapar una pequeña risa. La primera en días. —Eso es bastante patético, papá.

Página

271

—Sí, lo fue. —Se pasa la mano por el pelo, sonriendo levemente. —¿Oíste de ella después de que enviaste la carta y la cinta? Niega con la cabeza. —No. No oí de ella hasta que regresó después de que te tuve. Me incorporo, la espalda contra la cabecera. —Así que estás diciendo que debería escribir una carta a Mia y hacerle una pobre y ridícula mezcla en casete cuando ni siquiera funciono para ti. Mamá se casó con alguien más y no volvió de nuevo a ti por años. —No, no funcionó para mí... no inmediatamente. Eso no significa que no te funcionará a ti. Pero te digo esto porque aunque funcione en un día, o años

después...funcionó. Ella nunca se deshizo de esa carta y de la cinta, Jordan. Los mantuvo durante todos esos años. Nunca me dejó ir, no totalmente. Y cuando necesitaba ayuda...me necesitaba más, así es como ella sabía que podría volver. Esa carta y el casete le recordaron que ella podía. Le recordaba lo que alguna vez tuvimos. Que siempre estaría ahí para ella, no importa qué. Se pone de pie y le da una palmada a la pierna de Dozer. —Vamos, chico, es hora de comer. Dozer se baja de la cama, de pie junto a las piernas de papá. —Sólo piensa en ello. No tienes nada que perder intentando llegar a ella. Escribe y dile todo lo que ella no piensa que quiere oír, pero necesita. Dile cómo te sientes. —Básicamente, hacer el ridículo. —En general los hombres son tontos en el amor. —Sí, bueno sin duda pareceré un tonto si le envió un casete de mezcla muy patético. —Sé que estoy cruzando el límite y que no se lo merece, pero me siento amargado y enojado, y no quiero estar solo en mi dolor. —Bueno, creo que sería una mezcla en CD para ti, hijo, o incluso un iPod si te sientes ostentoso ya que no hacen más casetes. Le doy una mirada y un guiño. Sí, me he convertido de nuevo en un adolescente hecho y derecho. —Mira, hijo, todo lo que estoy diciendo es que la música puede provocar recuerdos y sentimientos. Eso puede resaltar aquellas palabras que le escribas a ella. Es el hecho de saber los recuerdos que quieres desencadenar, qué palabras quieres que ella escuche, y que canción hará que funcione.

Página

272

Sale de mi habitación con Dozer, sus palabras persisten mucho tiempo después de que se haya ido.

Día tres: después de Mia… —¡Jesús...! estas escuchando a Damien Rice. Esto es peor de lo que pensaba. —Beth cae a mi lado en mi cama. —¿No pueden las personas solo dejarme malditamente solo? —Pongo mi cobertor por encima de mi cabeza. Beth lo quita y olfatea el aire. —Huele mal aquí, ¿lo sabías? —Eso me han dicho. —No creo que sea Dozer. —Se inclina y me huele—. ¡Jesucristo! eres tú... ¡tú apestoso bastado! ¿Cuándo fue la última vez que te duchaste o cepillaste tus dientes? —A las tres, vete a la mierda, en punto. —Divertido. —Me empuja por la espalda—. Entonces, ¿hasta qué punto voy a tener que molestarte para sacarte de la cama y ponerte en la ducha? O, ¿al menos conseguir que visites un cepillo de dientes? —Ya estas molestándome y no se ve como si me estuviera moviendo, ¿no? —Vamos, aliento apestoso. —Me hace cosquillas a un lado. Alejo su mano. —Beth, en serio, ya basta. No estoy de humor. Su silencio me hace sentirme culpable—. Mira... no soy buena compañía ahora mismo. —Pero he traído tu pastel favorito... pastel de limón. —Puedo prácticamente ver su puchero desde aquí—. Y algunas películas con toneladas de acción, matando chicos malos, todo ese tipo de mierda sangrienta que te gusta. Incluso creo que en una de ellas una chica explota, o al menos le patean el trasero. Giro mi cuello para mirarla. —¿Ver que le patean el trasero a una chica? ¿Eso es cómo tienes la intención de animarme?

Página

273

—Oye, no soy una experta. Sólo estoy haciendo lo que mi mejor amigo hizo por mí hace unos años, cuando mi corazón quedó partido en dos. Ruedo sobre mi espalda y la miro, recordando cómo me senté en el cuarto de Beth con ella por un día y medio inmediatamente después de que esa perra Monica Teller había roto su corazón. Beth estaba loca por ella... un poco cómo estoy por Mia. Y esa perra de Monica le dijo a Beth que sentía lo mismo, que quería estar con ella, pero cuando todo se vino abajo, fue demasiado jodidamente cobarde para decirle a sus viejos religiosos que era lesbiana, así que dejó a Beth y se casó con el fanfarrón que ellos querían que se casara. Beth lloró durante una semana seguida luego de que Monica se casó.

Y ahora está aquí, tratando de ayudarme como yo lo hice por ella. Siento una punzada en mi pecho por mi mejor amiga. Sentándome, tomo su rostro entre mis manos y beso su frente. —Gracias, Beth. —¡Qué asco! Por lo menos usa enjuague bucal o algo antes de besarme. ¡Podría coger piojos de ese viejo aliento! Suelto una risita, saliendo de la cama para apagar mi iPod, silenciando a Damien Rice. —Prepara la maldita película patea traseros, mientras tomo una ducha. —Al llegar a la puerta del baño, saco mi camiseta tirándola en el cesto de la ropa. —¿Beth? —Mmm. —Sabes lo mucho que significas para mí, ¿cierto?¿Que no eres sólo mí mejor amiga, que eres como mi hermana? Me mira sonriendo. —¿Estás poniéndote todo emocional conmigo, Matthews? Me encojo de hombros. —Quizás. Un poco. Sólo quería que supieras que te quiero es todo. —Cierro la puerta con su expresión de sorpresa. Beth sabe que la amo, sólo que nunca se lo dije antes de ahora. Se siente bien decirlo, y bastante impresionante ver lo feliz que pone su rostro. Hago una nota mental para decírselo más a menudo a partir de aquí en adelante.

Página

274

Supongo que tengo que dar las gracias a Mia por abrir esto en mí. Me hizo sentir otra vez.... tal vez más que nunca antes.

—¿Pensé que no había romance en esta película? —me quejo, lamiendo el pastel de mis dedos. Maldición, ese era un pedazo de buen pastel. Beth agarra la caja, para leer la parte trasera. —Decía que no había. Sólo, y cito: "un montón de mucha acción patea traseros". —Bueno lo único patea traseros hasta esto momento son sus tacones de aguja, clavados en su culo mientras él se la folla. —Creo que tal vez el sexo no está clasificado como romance en la actualidad. —Beth arroja la caja al suelo inclinando la cabeza en un ángulo,

mirando como los dos consiguen algo de acción, en la pantalla—. En serio, nunca voy a entender a una mujer que le guste la polla. Suelto una carcajada. —Eso es porque nunca la has probado. Me mira sonriendo. —Y tengo la intención de mantenerlo de esa forma, muchas gracias. —No me estaba ofreciendo. Me golpea en el brazo. —Golpeas como una chica. —Soy una chica. —Se cruza de brazos. Vuelvo a mirar al televisor. Por fin han terminado de follar, pero ahora estamos en la dicha post coital donde están abrazados en la cama. Jodidamente excelente. Justo lo que quería ver. Una pareja feliz. Aprieto los dientes, pensando en Mia en mis brazos. Cuan suave y caliente su cuerpo se sentía contra el mío. La extraño. Jesús. Cierro los ojos con el dolor en mi pecho. —Esta película es una mierda —digo mecánicamente. —La película apesta, tienes razón, pero no es la película lo que te molesta. Dejo escapar un suspiro de resignación. —La extraño. —Abro mis ojos y vuelvo mi cabeza para mirar a Beth—. ¿Es retorcido que la extrañe mucho después de conocerla por tan poco tiempo? —No. Quién va a determinar lo que está bien o mal. Sientes lo que sientes. El tiempo es irrelevante en mi opinión. Y siempre tengo razón, antes de que tengas una respuesta ingeniosa.

Página

275

No puedo reunir la energía para encontrar una respuesta ingeniosa. Y, honestamente, creo que tiene razón. Aunque nunca le diría eso. Echo un vistazo de vuelta al televisor, tamborileando mis dedos sobre mi muslo. —Papá piensa que debería escribirle una carta a Mia —digo en voz baja. Beth se sienta, poniéndose en mi línea de visión, bloqueando mi vista del televisor. —Creo que es una muy buena idea. —Y él también dijo que le debería enviar un CD de mezclas.

Una sonrisa pasa por su rostro. —Está bien, así que tal vez deja el CD de mezclas fuera de esto. ¿Qué le dirías en la carta? Desplazándome abajo de la cama, por lo que ahora estoy sobre mi espalda, descanso mi brazo sobre mis ojos. —No sé... —Me encojo de hombros— . Supongo que me gustaría decirle que la extraño. Que se hace más difícil y difícil respirar sin ella. Por cada día que se ha ido... cada día que no llego a ver su rostro o escuchar su voz, me lleva un paso más cerca de la locura. —Escucho mi voz quebrajándose por lo que dejo de hablar. Trago a través del dolor. Beth se acuesta a mi lado apoyando su cabeza en mi hombro. —Creo que deberías escribirle una carta diciendo exactamente eso — esnifa. —¿Estas llorando? —¡Por supuesto que estoy jodidamente llorando! Soy una chica, ¿verdad? Confió en Beth para encontrar la manera de hacerme sonreír a pesar del

Página

276

dolor.

Día siete: después de Mia… Sello el sobre. El sobre que contiene la carta que me ha tomado cuatro putos días para escribir. Si viste la carta, estarías confundido en cuanto a por qué me tomó cuatro días para escribir. Básicamente, la carta es una mierda. Porque no puedo escribir una mierda. Y esa es la razón por la que el CD está dentro de este sobre. Sí, me he convertido en ese chico. El tipo de persona que hace un CD con una canción sobre él para decirle a la chica que ama cómo se siente. He llegado a un acuerdo con el hecho de que he perdido mis bolas hace mucho tiempo. Lo descubrí cuando no podía salir de la cama por tres días seguidos después de que Mia me dejó. Así que ahora yo y mis pelotas inexistentes, tenemos la esperanza de que esa canción le dirá todo lo que estoy fallando por decirle. En el peor de los casos, ella pensará que soy un patético y se reirá a carcajadas, y nunca escucharé de ella de nuevo. Pero una cosa sé con seguridad; cuando sea que escuche esta canción, siempre va a pensar en mí, porque hay un puñado de canciones que ahora no puedo escuchar sin pensar en ella. La primera vez que la escuché cantando en mi auto esa canción de Taylor Swift que odio, pero ahora la escucho todo el tiempo... y la canción de Will.i.am que estaba soñando la primera vez que la besé. Papá tenía razón cuando me dijo que la música evoca recuerdos. Esta canción puede no evocar su memoria, pero va a decirle donde estoy en este momento, y espero traerla de nuevo a mí. Y esa esperanza es todo lo que me queda.

Página

277

Tomo una respiración profunda y dejo caer el sobre en el buzón.

26 Dos meses y medio después… Traducido por MelMarkham Corregido por Meliizza

Mia —¿Aún no has abierto eso? Miro sobre mi hombro para ver a Danni de pie en la puerta. Danni, es una paciente de la clínica, como yo. Excepto que Danni sufre anorexia. Es su segunda vez. No aquí. Estaba en un centro de ayuda diferente hace unos años, se puso mejor. Pero recayó recientemente. Nos conocimos en mi primer día. Es una gran amiga ya que entiende por lo que estoy pasando. Nunca antes tuve una amiga mujer, y ha sido increíble tener una que me entiende tan bien como lo hace Danni. Le conté todo sobre mí. Las palabras de Jordan me persiguieron cuando dijo que debería abrirme a la siguiente persona que intente acercarse a mí, así que tomé esa oportunidad con Danni, y me alegro de haberlo hecho. Me ayudó tanto. Nos ayudamos mutuamente.

Página

278

Después de lo que ocurrió en el hospital, después del ataque de Forbes, la Dr. Packard me animó a presentar cargos, así que lo hice. Tener a Danni sosteniendo mi mano realmente ayudó. Afortunadamente no tuve que ir a la corte mientras estuviera aquí en la clínica. Forbes no fue encarcelado por atacarme en el hospital. Y no estoy triste por eso, ya que nunca pensé que lo harían. Obtuvo una sentencia de doce meses de suspensión, y fue forzado a asistir a clases de manejo de la ira. También pedí una orden de restricción. No que eso fuera a hacer algún bien. Si Forbes quería llegar a mí, lo haría. Pero honestamente, no creo que lo haga. Creo que finalmente hemos terminado. —No, todavía no lo he abierto —suspiré.

Entra y se sienta en mi cama. —Pasaste mucho tiempo mirando esa cosa, me sorprende que no le hayas hecho un agujero con los ojos. Por qué no nos sacas de nuestra miseria y solo lo abres, porque el suspenso está matándome. Danni sabe todo sobre Jordan. Como me sentí… como me sigo sintiendo por él. Creerías que mis sentimiento por él disminuirían, pero no lo han hecho. Y ahora que estoy cerca de mejorar, encuentro que el arrepentimiento es un trago amargo. Lo extraño mucho. Mis dedos temblorosos corren por la línea del sello, del cual por mi extenso examen imaginé que es la caja de un CD. ¿Por qué me enviaría un CD? Se estira hacia mí, sus delgados dedos tocan mi brazo. —Ábrelo. Ve lo que hay dentro puede ser un DVD suyo diciéndote cuán desesperado está por verte. —Sus manos se aferran a su pecho de forma dramática. Danni es una romántica. Incluso aunque la lastimaron en el pasado, todavía cree en el amor. —No lo sé. —Sacudo la cabeza—. Lo que sea que sea… lo envió hace dos meses atrás. Mucho puede cambiar en ese tiempo. Debe haber seguido adelante, estoy segura. Sacude la cabeza. —De ninguna manera. El amor no desaparece tan rápido, especialmente no el tipo de amor épico que ustedes se tenían. Levanto una ceja. —¿Crees que nuestro amor es épico por lo que te dije acerca de Jordan y yo? Me da una mirada torcida. —Lo qué te dijo en el hospital, sobre cómo está enamorado de ti… los chicos no dicen ese tipo de cosas fácilmente, Mia, no los chicos como él. Épico, te lo digo.

Página

279

Con el corazón encogido, bajo la mirada hacia el sobre acolchado en mis manos. —¿Qué tienes que perder? Tu tratamiento casi termina. Te queda una semana. Lo que sea que haya ahí puede determinar a dónde irás cuando te vayas de aquí. Asintiendo, trago mi miedo, deslizo mis dedos debajo del sello y lo rasgo. Casi puedo sentir a Danni conteniendo el aliento mientras pongo mi mano debajo del sobre. Mi corazón late a mil por hora.

Saco una pieza de papel doblado por la mitad, una caja de CD transparente con un disco en su interior. En el frente del disco está escrito con negro “Mia”. Levanto la mirada hacia Danni. —Léela —me anima. Mi temblorosa mano abre la carta. Mia: Intenté por cuatro malditos días escribirte una carta… intentando decirte cómo me siento por ti, cuánto jodidamente te extraño. Pero todo lo que escribo suena inadecuado. Todo lo que sé es que, estar lejos de ti… hace que me sea difícil respirar. Te extraño mucho. Por lo que te envío esta canción. Dice todo lo que quiero decir y no puedo. Y si te sientes de forma diferente hacia mí… nosotros, después de leer esto, entonces sabes dónde estaré. Siempre estaré esperando por ti. Jordan. Limpio las lágrimas de mi cara. —¡Dios, me estás matando! ¿Qué dice? —Danni luce como si fuese a explotar, así que le alcanzo la carta. Observo sus ojos escanear la carta. Llega al final y levanta la mirada hacia mí. Lágrimas brillan en sus ojos. —Santo infierno… eso fue… —Presiona la mano en su pecho—. Tienes que oír la canción. —Empuja la caja hacia mí. —No tengo un reproductor de CD… solo un iPod —digo en derrota.

Página

280

Sus ojos escanean mi habitación. —¡Televisión! —exclama—. Tiene un reproductor de DVD… lo puedes oír en eso. Mi corazón se emociona. Salto sobre mis pies, llevándome el disco conmigo. Enciendo la televisión, y espero a que vuelva a la vida. Mi cuerpo entero tiembla. —Eres una genio —le digo a Danni mientras viene a pararse a mi lado. —Es un don. —Se encoje de hombros. Saco el disco de la caja y lo inserto en el reproductor. Esperar a que cargue se siente como una eternidad.

Luego la canción que Jordan me envió comienza a sonar, y la suave introducción de guitarra para Man Who Can’t Be Moved de The Scripts llena la habitación. Mi corazón sigue el ritmo, y mis ojos se cierran con la letra. Las absorbo. Oyendo exactamente lo que Jordan intenta decirme. “Siempre estaré esperando por ti”. Me está esperando. Danni toma mi mano a mi lado. Le echo un vistazo.

Página

281

—No esperes una semana. Ve con él. Ahora.

27 Traducido por Vanessa VR Corregido por Dannygonzal

Jordan Ya han pasado tres meses desde que se fue. Dos meses y medio desde que le envié la carta y la canción. No he sabido nada de ella. La canción no funcionó. Era iluso y estúpido de mi parte pensar que lo haría. Después de esperar unas semanas para saber de ella, acepté que no iba a volver... Y luego me enojé. Supongo que era una de las etapas por las que tenía que pasar. Ya había pasado por la depresión. Era el momento para el enojo, así que surgió y quedé destrozado. Y me lié con una chica desconocida.

Página

282

No fue mi mejor momento. Pero sólo alcanzó a meter su mano a mis pantalones, sacándome de un tirón antes de detenerla, porque en ese momento me di cuenta de que podría dormir con esa chica, pero sólo me sentiría igual, probablemente hecho más mierda cuando me despertaras la mañana siguiente. Todavía estaría en el mismo lugar. Mia aún no estaría aquí conmigo. Todavía la extrañaría jodidamente. Aún tendría este enorme agujero en mi pecho que sólo ella puede llenar. Echar un polvo con una chica desconocida no iba a arreglar eso. No me iba a arreglar. Así que quité su mano de mis pantalones, le dije que lo sentía, y me fui. Desde entonces, la única acción que mi polla ha visto es la de mi mano. Pienso en Mia. Y no me refiero a cuando me estoy masturbando. Pero mientras el tema esté aquí, por supuesto que pienso en ella mientras tengo una cita con mi mano.

Es en lo único que pienso. Me imagino que en algún momento en el futuro, no pensaré tanto en ella. Que finalmente llegaré a ese punto. Sólo que tal vez no en este momento. Así que me mantengo ocupado. He estado haciendo más tours para Wade. La primera vez que regresé a La Plata Canyon después de estar allí con Mia fue difícil, pero tragué saliva y lo pasé, y ahora se vuelve un poco más fácil cada vez que hago un recorrido por allí. El hotel sigue estando relativamente tranquilo, pero vamos evolucionando y ahora trabajo en un sitio web para el hotel, entro en sitios de agencias de viaje y turismo, y coloco nuestro nombre en ellos. Mi misión es tener el hotel más ocupado de lo que alguna vez estuvo para el próximo verano. Dozer se acerca y planta su cara en mis piernas. —Oye, amigo, ¿qué estás haciendo ahí? —le digo, apartando mis ojos del computador para mirarlo. Sus puntos se cerraron hace un tiempo, y volvió a ser él mismo por completo. Excepto que sigue extrañando a Mia. A veces, siento que es el único que me entiende. Empuja mi pierna con su cabeza, y levanta su pata, tocándome con ella. —¿Qué? ¿Tienes hambre? —Me estiro sobre la mesa y agarro una de las galletas que estaba comiendo. Se la doy, y la toma, tumbándose para comerla. Me froto los ojos cansados, y veo de nuevo la hoja de cálculo en la que estoy trabajando. Cuentas. Tiempo de diversión. Sé que es malo cuando es viernes por la noche y hasta mi papá está fuera en una cita, y yo estoy aquí sentado con mi perro, trabajando en las cuentas. Realmente necesito conseguir una jodida vida. El teléfono del hotel suena.

Página

283

—Golden Oaks —digo, recostándome en la silla. —¿Estás en casa un viernes por la noche? De verdad te estás convirtiendo en un caso triste. —Gracias, Beth. Tú de verdad sabes cómo levantar la confianza de un hombre. Se ríe. —La confianza es algo que nunca te faltará, Jordan. —Sí, sí, lo que sea. De todos modos, me estás dando pena, no es como si tú estuvieras fuera, disfrutando de la ciudad. —Um, chica trabajando aquí.

—Tu mamá no te paga lo suficiente en el restaurante, así que tienes que recurrir a ser prostituta. Suena como la producción de una película de Lifetime. —Ja. Idiota inteligente. Llamé porque pensé en comunicarte que te voy a enviar un turista. Creo que debería cambiar de opinión, decirle que vaya a otro lugar... —Está bien. Me retracto. Siempre y cuando esta turista no sea como la última que me enviaste. Me rompieron un poco el corazón la última vez que hiciste eso. —Trato de que salga como una broma ligera, pero no funciona. Se queda en silencio en la línea. —No, ésta es diferente a la última... Estoy segura de eso. Y ella no es tan atractiva. No irías tras ella. Suelto una carcajada. —Está bien. Es bueno saberlo. ¿Debo tomarlo cómo que es más el tipo de chica de la habitación Pino? —Pino es nuestra habitación más económica. —No, esta es sin duda un tipo de chica de Vista del Lago. Puede que sea desafortunada en apariencia, pero definitivamente tiene buen gusto. Trago. Nadie se ha quedado allí desde Mia. No he sido capaz de obligarme a dejar que alguien duerma allí todavía. Estúpido, lo sé. —Está bien. Genial. ¿Está en camino ahora? Tendré la habitación lista. —Saldrá dentro de poco. —Gracias, Beth. Y lo digo en serio. —Ya lo sé. Y agradéceme después. Cuelgo y me levanto de la silla. Cojo las llaves de Vista del Lago, y me dirijo al pasillo.

Página

284

Enciendo la luz, evitando mirar a cualquier lugar que podría recordarme las veces que estuve aquí con Mia. Prendo la calefacción para calentarle la habitación a nuestra nueva huésped, tiendo la cama, y pongo toallas limpias en el baño. Apago la luz, cierro la puerta, y vuelvo a la oficina. Veinte minutos después oigo un coche deteniéndose en la grava. Dozer salta a sus pies, levanta las orejas, olfatea el aire, y sale de la oficina. Supongo que olió algo que le gusta. Lo sigo para traerlo de vuelta a la oficina antes de que asuste hasta la muerte a nuestra nueva huésped, pero tardo mucho, la puerta se abre y suena. Levanto la mirada y mi corazón se detiene. De hecho, el maldito se detiene. —Mia.

No estoy seguro de si digo la palabra, o simplemente la respiro a través de mis pulmones adoloridos. —Hola —dice. Su voz dulce y suave... y dolorosa. Siento una sorprendente sacudida de ira hacia ella. Nada por tres putos meses, y sólo aparece aquí inesperadamente. Me molesta el hecho de que aunque he estado soñando con esto durante tres meses, aún estoy jodidamente cabreado. Estoy más que enojado. Doy vuelta y me alejo, ubicándome detrás del mostrador de recepción. Necesito una barrera entre nosotros para no hacer algo estúpido. Como arrodillarme y rogarle que vuelva conmigo. Ella se queda junto a la puerta, su mirada insegura sobre mí. Parece tan pequeña y frágil. Me dan ganas de ir hacia ella... Abrazarla. Me sostengo agarrándome de la mesa para no perder el equilibrio. Dozer está sobre ella, empujando su cabeza hacia su pierna, desesperado por su atención. —Hola amigo. —Sus ojos me dejan, y se agacha para acariciarlo—. Mira tú pierna, toda curada. Sí, bien, han sido ¡Tres malditos meses! Envuelve sus brazos alrededor de su cuello, abrazándolo. —Te extrañé — le susurra. ¡Lo extrañó! ¿Qué mierda hay de mí? Froto las manos sobre mi cara, exhalando a través de mis sentimientos. —¿Por qué estás aquí, Mia? Me mira, levantándose poco a poco hasta ponerse de pie. La mirada decaída en su rostro es como un cuchillo en mi pecho.

Página

285

Sus manos están temblando. Se envuelve con sus brazos. —Leí tu carta, y la canción... Escuché la canción. Durante todo el camino aquí, de hecho —añade en voz baja. Cruzo los brazos sobre mi pecho. —¿Te refieres a la carta que envié hace dos meses y medio? Se muerde el labio. —Apenas la leí esta mañana. Tenía miedo... Miedo de que tuviera algo en ella que me trajera de regreso. Y no podía volver en ese momento. Tuve que buscar una forma de superar todo lo que sentía, completar mi tratamiento. En retrospectiva, me hubiera gustado haberla leído inmediatamente. Pero en el momento en que lo hice... En el momento en que escuché esa canción...salí y conduje directamente hasta aquí. —¿Por qué?

Da un paso más cerca. —Porque... Tenía la esperanza de que todavía estuvieras esperando. Tenso mis brazos, y mi postura. Cada músculo de mi cuerpo se bloquea. —¿Por qué? Cierra los ojos. —Así podía decirte la única cosa que no dije cuando estábamos en el hospital. La miro expectante. —Que te amo... Estoy enamorada de ti, Jordan. ¿Me ama? No puedo hablar. O pensar. O moverme. Sabes cuando has estado esperando escucharla única cosa de la única persona que más importa, y luego la dice y te congelas en ese punto con miedo. Sí, estoy por ahí en estos momentos. El silencio entre nosotros es abrasador, con dolor, confusión y deseo. Entonces encuentro mi voz. —¿Así que, has venido a decirme que me amas? La veo limpiar una lágrima con su mano. Asiente, tirando de su labio inferior, retorciéndolo nerviosamente. —Sí. Necesitaba que supieras eso. Y... También... Para ver si, ¿tienes una habitación...para mí? Y ahí está. Debí haberlo adivinado, joder. —Tú eres la turista... ¿Fuiste a ver a Beth primero? —No sé por qué, pero saber eso realmente me molesta. Sus ojos se desvían de mí. —Llegué aquí y tuve miedo. Pensé que tal vez podrías haber cambiado de idea... Que tus sentimientos por mí podrían haber cambiado después de tanto tiempo, tal vez... Había alguien más... —Sus ojos regresan a mí—. Supongo que me asusté, así que fui al restaurante con la esperanza de que Beth estuviera allí y poder preguntarle a ella.

Página

286

—¿Y qué te dijo? Ella pasa las manos nerviosamente por su ropa. —Que tú... Tú no has seguido adelante. —Sí. Bueno, Beth se equivocó. Seguí adelante. Seguí adelante considerablemente, de hecho. Y lo siento, pero no puedes quedarte aquí. No quiero decir eso. Pero estoy herido y no pienso con claridad. Y soy un imbécil. El dolor en su rostro me traspasa directamente. Sus hombros se encorvanmientras envuelve sus brazos alrededor de su estómago. —Oh. Bien.

Está bien. Lo siento... —Una lágrima corre por su mejilla. La limpia con un dedo—. ...No debería haber venido. —Entonces sale, por la puerta. Dozerme gruñe, dándome una mirada de “eres un maldito idiota”, luego comienza a patear y golpear la puerta con la cabeza, tratando de llegar a nuestra chica. —¡Lo sé, soy un maldito idiota! —Agarro mi pelo, enojado conmigo mismo—. ¡Mierda! ¡Hijo de puta, mierda! —Pateo la mesa. Luego, sin otro pensamiento, salgo corriendo del hotel, persiguiéndola—. ¡Mia! ¡Espera! Se detiene en su coche, dándome la espalda, pero no me detengo. Camino a zancadas y me paro delante de ella, tomo su rostro lleno de lágrimas en mis manos. Me duele mucho saber que puse esas lágrimas allí. —Lo siento. No quise decir eso... Estaba enojado, llevo como tres putos meses enojado. Pero no quiero que te vayas... ¡Maldita sea!... Mia, yo sólo... Sólo te quiero a ti. Sus ojos parpadean con sorpresa. —¿Me quieres? —Siempre te querré. Entonces la beso. La beso con tres meses llenos de sufrimiento, dolor, deseo y necesidad. —Te amo. —Respira sobre mi boca. Eso me hace más difícil besarla. Mis sentimientos por ella me consumen. —Te amo... —le digo, sosteniéndola contra mí—. Malditamente demasiado. Se pone de puntillas, envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, y entierra su cara en mi hombro. La abrazo fuertemente. Con miedo de dejarla ir. Con miedo de dejarla ir alguna vez de nuevo. —¿Esto significa que tienes una habitación para mí? —susurra.

Página

287

Inclino la cabeza hacia atrás mirándola los ojos. —Creo que podría hacer un espacio para ti. —¿Por cuánto tiempo? Me encojo de hombros. —¿Cómo suena para siempre? Pone su mano en mi rostro, su sonrisa real, pero vacilante. —Suena demasiado bueno para ser verdad —susurra. —Oh, es real, nena. —Le aprieto el trasero, levantándola en vilo, amando la sensación de sus piernas alrededor de mi cintura. Doy vuelta, caminando de regreso al hotel con ella—. Y va a ser tan bueno como estoy a punto de hacerte sentir, y es de mí de quién estamos hablando aquí —Levanto una ceja.

Su risa me llena. Su beso me tranquiliza.

Página

288

Y siento una paz que no había sentido en meses.

Epílogo Traducido por Michelle♡ Corregido por gabihhbelieber

Mia —Entonces, ¿qué pasó con que íbamos a cenar? —Trazo patrones sobre el pecho desnudo de Jordan. —Tú pasaste. Yo estaba inocentemente saliendo del baño después de mi ducha, todo limpio y listo para vestirme, y allí estabas parada junto a nuestra cama, vistiendo tu nueva ropa interior sexy, luciendo ardiente, y por supuesto me puse duro porque... bueno, eras tú. En ropa interior. Luego tuvimos un poco de en serio jodido sexo impresionante, nena, y ahora estoy en la dicha post coital con mi chica y moverme no es una opción. Riéndome, inclino mi cabeza hacia él, ofreciéndole mi boca. La captura en un delicioso beso que envía escalofríos hasta los dedos de mis pies. —Ves, y es por eso que moverse no es una opción porque tengo la intención de hacer esto contigo por el resto de la noche. —Funciona para mí. —Sonrío, estirando los brazos hacia arriba.

Página

289

Jordan desliza sus dedos alrededor de mi cuello, jugando con el medallón. El relicario era de Anna. Jordan me lo dio hace unos meses. Después que volví, Jordan de reencontrarnos uno al otro.

y

yo

pasamos

tiempo

tratando

Luego nos pasamos un montón de tiempo hablando para solucionar problemas que permanecían entre nosotros. Ya no me encontraba en el lugar en el que veía la traición de mi madre cuando lo miraba. Pero el hecho era que seguía allí.

Me había dejado atrás y lo crió. Cuando Jordan me dijo todo de su situación con Oliver, no hizo las cosas mejor, pero me dio una poco de entendimiento. Me ha tomado mucho tiempo procesar mis sentimientos en cuanto a mi madre, pero estoy casi allí. El dolor del pasado nunca se va, acabas encontrando una manera de lidiar con él. Y el futuro... toda la promesa que contiene... eso es lo que te mantiene en movimiento hacia adelante, y fuera de la oscuridad. Jordan. Es mi futuro. Mi promesa. Mi luz. Me mantiene cuerda. Me mantiene a salvo. Cuando me cuesta respirar, me da el aire que necesito. Algunos días son difíciles. Algunos días, cuando mi mente se oscurece y todo lo que quiero hacer es esconderme y comer y vomitar. Él está ahí conmigo. Siempre estaré recuperándome de la bulimia. Pero ahora esos días en que siento la necesidad de control y la necesidad de hacer daño a mi cuerpo son pocos y distantes entre sí. Ni siquiera puedo recordar la última vez que me sentí así. Todavía estoy viendo a un terapeuta. Cuando salí del centro, mi doctor allí me refirió a un terapeuta aquí en Durango, la Dra. Peterson. Ella ha sido estupenda y me ha ayudado a trabajar en todos mis asuntos. Todavía tengo un largo camino por recorrer cuando se trata de lidiar con la vida que viví con Oliver y Forbes, y las cicatrices mentales que me dejó, pero lo estoy logrando.

Página

290

Y todavía tengo a Danni. Hablamos regularmente por teléfono, y vino a visitarme hace unos meses. Se quedó durante una semana, que fue increíble. Fue genial el tener un poco de tiempo con ella ya que realmente la había echado de menos. Jordan nos llevó en un tour en jeep hasta el cañón. Beth y Toni vinieron también. Fue un gran día. Beth y Toni siguen saliendo. Se está poniendo bastante serio por lo que dice Beth, y me dijo el otro día que Toni y ella han estado discutiendo irse a vivir juntas. Estoy tan feliz por ella. Beth es increíble, y nos hemos hecho cercanas. Es muy bueno tener una amiga aquí, especialmente una tan divertida y fresca como Beth. Me lleva de compras y al salón de belleza. Todas las cosas que las amigas hacen, pero que nunca me permitieron. Es innovador para mí, incluso ahora. No creo que pueda llegar a ser capaz de dar estas cosas por sentando. Nunca me voy a tomar mi libertad por sentado.

Y estar en el buen lugar que estoy ahora, instalada en mi nueva vida... Creo que esa fue la razón por la que Jordan sintió que estaba lista para tener el medallón de mi madre. Estaba seguro de que no me iba a hacer retroceder un paso. Sentía mi paz. Y tenía razón. No puedo decir que fue fácil ver el relicario de Annabelle que Jim conservaba. Había escondido en su interior, una diminuta imagen de mí de bebé. A pesar de que me dolía verla, también me dio una sensación de paz, de alguna manera el saber que a su manera ella siempre había estado pensando en mí. ¿Podría hacer lo que hizo? No. Pero es más fácil juzgar cuando estás en el extremo receptor del dolor. Y sé muy bien lo que se siente al estar con un hombre controlador, abusivo. Sé lo que fue vivir con Oliver. Vendí mi apartamento en Boston y todos los muebles en el mismo. Nunca volví. Jordan manejó todo por mí. Y me mudé al hotel con Jordan y Jim, y por supuesto Dozer. Demasiado pronto, probablemente, pero pasé mucho tiempo viviendo con tristeza. Jordan es mi feliz, así que lo tomé con ambas manos. Invertí parte del dinero de Oliver en el hotel. Tanto Jim y Jordan protestaron, Jordan más fuerte. No entendía nada al principio, pero también era el hotel de mi madre, y ahora mi casa. Quiero que tenga éxito.

Página

291

Así que después de un par de seducciones bien coordinadas, me salí con la mía. A Jordan le resulta difícil decirme no. El hotel marcha sorprendentemente bien. Jordan realmente tiene el negocio en movimiento. El sitio web y enlaces que hizo han ayudado inmensamente. Asimismo, se estableció un acuerdo de negocios con Wade, y adjuntó los tours de jeeps al hotel. La gente puede quedarse en el hotel e ir a los tours desde aquí. Usando una parte del dinero que puse, Jordan hizo que construyeran un garaje para guardas los jeeps. Eso realmente ayudó mucho. Estoy tan orgullosa de él. Estoy orgullosa de mí, también. Dejé Harvard, pero no he dejado completamente detrás la medicina. Sólo me estoy moviendo en una dirección diferente. Me matriculé en la escuela veterinaria para iniciar este periodo. Espero que Dozer me deje practicar mis habilidades de examinar y vendar sobre él. Estoy segura de que lo hará; es bastante blando conmigo como lo soy con él, lo que enfurece a Jordan.

Pero la escuela está un poco lejos de comenzar, ya que son las vacaciones de verano, y el día de hoy, hace un año desde el día en que Jordan y yo nos conocimos. Se suponía que íbamos a ir a cenar, pero eso está fuera del menú actual. Tengo un regalo para él que no puedo esperar más para dárselo. Empiezo a salir de la cama, pero Jordan me atrapa la mano. —¿A dónde vas, bebé? —Creí que como ya no íbamos a salir a cenar... ¿es posible que quieras tu regalo? Sus ojos se iluminan. —Bueno, si me vas a dar el mío, entonces creo que es justo que tengas el tuyo. Mi corazón hace un salto mortal en mi pecho. ¡Me trajo un regalo! No es que yo pensara que no lo haría. Es solo que nunca he recibido un regalo en este contexto antes, ninguno en donde no hay dolor antes de él. Yendo a mi armario, tomo el sobre que contiene el regalo de Jordan. Dediqué un montón de pensamiento y esfuerzo en su regalo. Creo que le va a gustar... creo... no estoy segura. Mierda, ¡estoy tan nerviosa! Nunca le he dado a nadie un regalo como este antes. Me encuentro con él en la cama. Nos sentamos uno frente al otro. Me quedo con el sobre que contiene el regalo de Jordan a mis espaldas. —¿Quién va primero? —pregunta él, luciendo emocionado, como un niño en su cumpleaños. Estoy emocionada también. Temblando por ello. —Podríamos abrirlos juntos. O tú primero. O yo —digo Levanta la ceja.

Página

292

—¿Qué? ¡Solo estoy emocionada! —No juntos—dice—, porque quiero ver la expresión de tu cara cuando abras el mío. —Está bien, tú primero. —¿Estás segura? —Estoy segura. Mi nerviosa y temblorosa mano trae el sobre para dárselo. Sus ojos encuentran los míos, una mirada de asombro en ellos. Entonces él me lo quita, y rasga el sobre abriéndolo. Mano dentro, saca los papeles.

Miro sus ojos leyendo el sobre, luego se amplían mientras que él toma los detalles. Sus ojos se levantan a los míos. Asombro y amor ellos. Se me retuerce el corazón. —¿De verdad hiciste esto? Asiento. —No por mi cuenta, sin embargo, el agente me ayudó... ¿es demasiado? Sus ojos bajan a los papeles, luego los levanta de nuevo a los míos. Ahora están brillando, y puedo sentir los míos humedeciéndose. —No... es solo... jodidamente increíble, bebé... No puedo creer que hayas hecho esto. Tiro de mi labio. —Estaba pensando en qué regalarte, y me acordé de cómo sonaste aquel día que dijiste que nunca vas a viajar de nuevo. La tristeza en tu voz. No quería que ese fuera el caso. Sé lo mucho que te gusta viajar... ver el mundo, así que pensé que iba a acabar con el viaje que empezaste con tus amigos. El regalo que le compré a Jordan fue el resto del viaje que nunca llegó a terminar cuando Ana se enfermó. Compré tres semanas de vacaciones, saliendo en una semana, llevándonos a la India, después Nepal, en Hong Kong, después Shanghái y terminando en Japón. Es un regalo para mí, ya que nunca he viajado antes. Y, ¿quién mejor para romper esa virginidad que con Jordan? Su rostro se rompe en una sonrisa. —Parece que estamos en la misma página con nuestros regalos. —¿Qué quieres decir? Saca un sobre, similar al mío de detrás de su espalda. —Ábrelo. — Sonríe, entregándomelo. Arranco el sobre abriéndolo, y saco el contenido. ¡Santa mierda!

Página

293

—¡Un viaje a París en Navidad! —grito, después cubro mi boca con mi mano. Ríe entre dientes. —Sabía que nunca habías dejado el país antes, y yo nunca he estado en Europa, así que pensé que podríamos ir para Navidad. Parece que vamos a acumular varias millas aéreas este año. —Sonríe. Me lanzo sobre él, besándolo profundamente. Nos lleva a la cama, rodándome por debajo de él. Su mano se desliza por mi muslo, ahuecando mi trasero, cubre mis cicatrices, sosteniéndome. —Te amo, bebé.

—También te amo. Vine aquí a Colorado, en busca de mi madre, escapar de mi pasado.

intentando con fuerza

Tratando de encontrar un propósito, una razón para vivir. Puede que no haya encontrado a mi madre en la forma en la que al principio había esperado, pero en su lugar me encontré mucho más. Encontré algo que nunca antes tuve, que nunca soñé que tendría… una verdadera familia. Jordan, Jim, Beth y Dozer. Pero lo mejor de todo... Tengo amor. No el amor bajo el temor o condición. No el amor que viene con un precio. Tengo verdadero y sincero amor de Dios en todas sus formas más puras. Amor de familia. Amor de amigos. Amor incondicional. Y el mejor amor de todos… Jordan. Él me dio la única cosa que nunca le ha dado a nadie antes. Me dio su corazón y su confianza. Y a cambio, le di lo mismo de vuelta.

Página

294

Fin

Agradecimientos A mi hermosa familia, gracias por su interminable apoyo. Vivo mi sueño, cada día con ustedes tres. Estoy bendecida por tener su amor, y sepan que los amo igual, inmensamente. Un enorme gracias a Sali Benbow-Powers, tú fuiste esa milla extra para mía, me convenciste de llegar al límite, me animaste a empujas mis límites… me ayudaste a salir de mi zona de confort en este, y por eso te estaré eternamente agradecida. Jenny Aspinall, gracias por el empuje en la dirección correcta. Realmente eres una susurradora de libros. Mis chicas, Trish Brinkley, Reachel Maybury y Rachel Fisci —¡tengo la mejor diversion con ustedes chicas! Las amo a last res, mucho. Jennifer Roberts-Hall, es un sueño trabajar contigo. Gracias por mover tu varita mágica y expandir tu polvo de hadas. A cada blogger que lee, comparte y habla de mis libros, no les puedo agradecer lo suficiente.

Página

295

Y a ti, el lector, un sin fin de gracias y todavía no sería suficiente para expresar la gratitud que siento.

Sobre el autor Samantha Towle comenzó su primer novella en el 2008, aún con licencia de maternidad. Completó el manuscrito cinco meses después y no dejo de escribir desde entonces. Es la autora de The Mighty Storm y Wall Street Journal Bestseller Wethering The Stoym. También escribe romances paranormales, The Bringer y la Serie Alexandra Jones, todo escrito con melodías de The Killers, Kings of Leon, Adele, The Doors, Oasis, Fleetwood Mac, y más de sus músicos favoritos. Nacida en Hull y graduada en la Universidad de Salford, vive con su esposo, Craig, en el Este de Yorkshire su hijo e hija. Para más información de Samantha visita: www.samanthatowle.co.ulk

Página

296

También la puedes en contrar en Facebook: Books by Samantha Towle y en Twitter: samtowlewrites

Trouble- Samantha Towle .pdf

Dannygonzal. Gabihhbelieber. Moni. Snow Q. Michelle♡. Ankmar. Francatemartu. Page 3 of 296. Trouble- Samantha Towle .pdf. Trouble- Samantha Towle .pdf.

2MB Sizes 5 Downloads 243 Views

Recommend Documents

Trouble- Samantha Towle .pdf
Page 1 of 3. w. ®. Vol. CHI. No. 39LSiC-.l IMIII \I)H PHIA. Thursday. April 2. 1987 © 1M7Tt»MH'l. Palmer,Trump, Regan named in scheme. to divert Wharton funds to Contras. By JAY BEGUN. and RANDALL LANE. Eighteen months ago the Wharton Executive Ed

Towle, Kevin John.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Towle, Kevin ...

Samantha Bryant_PK.pdf
places, including rural Alaska, Kansas, Kentucky, Vermont, England and Spain. She is. fierce at heart, though she doesn't look it. She's a fan of Charlotte Brontë, William Shakespeare, Emily Dickinson, Neil Gaiman,. Nicole Perlman, and Joss Whedon,

foster samantha ryan.pdf
Page 1 of 4. foster samantha ryan. Chloe foster gets some fucking tips fromsamantha ryan reality. Momsbaneens samantha ryan, chloe foster more love torrent.

Book List - Samantha Holt.pdf
Page 1 of 1. Title Series Genre. Sinful Confessions Cynfell Brothers #1 Victorian Romance. Sinful Deeds Cynfell Brothers #2 Victorian Romance. Sinful Liaisons ...

Amanda Tate and Samantha Rone
... the opinion ofthe owner- to see howimportant hethinks good communication is in a. business. ... half oftheir daily requirements ofmany essential vitaminsand minerals (Author Amanda ... Download] Database Systems With Case Studies PDF.

samantha bentley is she twisted.pdf
Loading… Page 1. Whoops! There was a problem loading more pages. samantha bentley is she twisted.pdf. samantha bentley is she twisted.pdf. Open. Extract.

trouble ticket manager - GitHub
Department of Computer Science and Information Technology ... Different software tools have been developed and are in use in order to handle and ..... Since this application filters trouble tickets and automate based on the contents .... or e-busines

2,5 Samantha Young, Castle Hill.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. 2,5 Samantha ...

Calle Dublin - Samantha Young.pdf
Calle Dublin - Samantha Young.pdf. Calle Dublin - Samantha Young.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu. Displaying Calle Dublin - Samantha ...

Coupon Turkey Trouble
Turkey Trouble - Turkey is in trouble. Bad trouble. The kind of trouble where it's almost Thanksgiving . . . and you're the main course. But Turkey has an ...

reality kings samantha saint.pdf
Samanthasaintabigailmacchristmas fun free porn videos. Page 2 of 2. reality kings samantha saint.pdf. reality kings samantha saint.pdf. Open. Extract. Open with.

Samantha Young-London Road.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Samantha Young-London Road.pdf. Samantha Young-London Road.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu

[PDF] Here Comes Trouble
... the technology If you are a teacher searching for educational material please ... Love Latest trending topics being covered on ZDNet including Reviews Tech ...

Trouble-Free-Drilling.pdf
Whoops! There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Trouble-Free-Drilling.pdf. Trouble-Free-Drilling.pdf. Open.

Calle Dublin - Samantha Young.pdf
Calle Dublin - Samantha Young.pdf. Calle Dublin - Samantha Young.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu. Displaying Calle Dublin - Samantha ...

Reckless - Devon Hartford (The Story of Samantha Smith #2).pdf ...
Jun 15, 2016 - Page 3 of 5. Bombay High Court. cria93.03. 3. some time victim was treated well. In April 2001. victim came to the place of her father,. complainant PW1 Changdeo at Walthan Tanda. She. told her father that her husband is required to go