ALICIA CARRILLO CALDERERO Departamento de Historia del Arte. Universidad de Córdoba. EL CONVENTO DE SANTA CLARA DE LA COLUMNA DE BELALCÁZAR (CÓRDOBA) EN LA CRÓNICA DEL PADRE GUADALUPE: LA PERVIVENCIA DE UNA FUNDACIÓN FRANCISCANA EN EL SIGLO XXI Resumen: Estudio del convento claretiano de Belalcazar desde su fundación en 1476. Palabras Clave: Belalcázar, Clarisas. Summary: Study of the claretian convent of Belalcazar since it was founded in 1476. Key words: Belalcazar, Clarisas.

Introducción: San Francisco de Asís y la Orden de Santa Clara en España Desde que se constituyó la orden franciscana en el año 1210 con la estricta observancia de humildad y pobreza entre sus miembros1, se puede constatar la existencia de tres ramas: los llamados frailes menores, las monjas de Santa Clara y los terciarios seglares. A partir de ese momento, numerosos conventos adscritos a la Orden de San Francisco de Asís pasaron a poblar Europa y prácticamente al mismo tiempo, se puede documentar su presencia en España. Precisamente, entre España y San Francisco de Asís existía un vínculo muy especial, como era el hecho de que el propio San Francisco peregrinó a Santiago de Compostela con el fin de encontrar su verdadera vocación 2. Este hecho unido a la conflictiva situación histórica de nuestro país, continente de un fragmentado territorio entre los reinos cristianos y la provincia islámica de al-Andalus, propiciaron la llegada de numerosos frailes franciscanos con la plena aceptación y casi se podría decir que ansiada acogida por parte de la Iglesia de Castilla. A partir de la década de los cuarenta del siglo XIII, aquellos frailes menores que se habían asentado en la Península Ibérica deciden llevar a cabo nuevas fundaciones conventuales. Amparados siempre por los obispos y por los permisos papales, comienzan a surgir monasterios generalmente establecidos a extramuros de la ciudad, con la constante presencia de mecenas o protectores que sufragaban los gastos de construcción de estas nuevas fundaciones. Una vez instalados en los recintos urbanos, las iglesias franciscanas van a contar con una gran devoción por parte de la población. Una devoción enfocada hacia dos direcciones, por un lado la gente veía en el fraile franciscano la figura de un fiel confesor y consejero, manifestándose constantemente su presencia junto a reyes y obispos, amén de la devoción popular por santos franciscanos como San Antonio, Santa Clara o Santa Inés. Por otro lado, la fundación de estas iglesias suponía nuevos 1 RAYA RAYA, M.A. El retablo barroco cordobés. Ed. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Córdoba, 1987. p. 341. 2 GARCÍA ORO, J. Francisco de Asís en la España medieval. Ed. Consejo Superior de Investigaciones Científicas Liceo Franciscano. Burgos, 1988. p. 45.

XII CURSO DE VER ANO “EL FR ANCISCANISMO EN ANDALUCÍA” PR IEGO DE CÓR DOBA, 2006

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espacios de enterramiento para los nobles y familias adineradas. Con el paso del tiempo, ya en los siglos XIV y XV la Orden franciscana está plenamente asentada en España, gozando de unas óptimas condiciones de estabilidad y fue precisamente, esta prosperidad e importancia de la Orden lo que permitió que en estos últimos siglos de la Edad Media aumentase no sólo el número de nuevas fundaciones sino también el número de frailes de cada una de las comunidades franciscanas. Por lo que se refiere a las fundaciones femeninas de la Orden, en España se puede constatar la presencia de monjas clarisas a partir del establecimiento de los llamados frailes menores. Diversos monasterios de las llamadas menoretas y descalzas3 pasaron a poblar la geografía española, al principio fundamentalmente en la ruta del camino de Santiago denominándose erróneamente a estas primeras religiosas franciscanas como “discípulas” de Santa Clara. De acuerdo con el hecho de que Santa Clara se ordenó como franciscana tras haber escuchado las enseñanzas de San Francisco de Asís que pregonaban la pobreza y la penitencia, decidió permanecer durante varios años en el Convento de San Damián de Asís junto con otras monjas. Sin embargo, estas llamadas “discípulas” de la Santa establecidas en España, no aparecen documentadas como compañeras suyas en el Convento de San Damián de Asís. Por ello, se plantea la posibilidad de que la llegada de esos frailes menores de la Orden franciscana a la península viniese acompañada de relatos acerca de la vida de Santa Clara de Asís y lo que estaba haciendo en el convento italiano de San Damián, lo que unido principalmente a las propias iniciativas del nuevo Papa Gregorio IX concentradas en la consecución de conventos femeninos adscritos a un programa canónico ejemplar, tuviese como consecuencia el interés por parte de los beaterios hispanos por acogerse a la regla franciscana de Santa Clara. En la misma línea, aquellos conventos que aceptaban ese nuevo proyecto papal, pasaban a convertirse en cenobios de clausura, a adscribirse a la Orden de los frailes menores y fundamentalmente, a estar protegidos por el Sumo Pontífice. Unos condicionantes que resultaron sin duda alguna, enormemente atractivos para las propias religiosas quienes no dudaron desde el año 1227 con las damas pamplonesas de María a la cabeza, en solicitar al Papa la sujeción de su convento a la Orden de Santa Clara4. Los conventos franciscanos españoles se van a circunscribir a provincias y custodias que regulaban con sus correspondientes ministros o custodios a la cabeza la organización de los conventos, nuevas fundaciones y cuestiones relacionadas con sus moradores, generalmente. En Andalucía y dado su particular contexto histórico medieval, la Orden franciscana gozó de gran aceptación popular, fundándose numerosos conventos a lo largo de toda su extensión, vinculados especialmente a la idea de repoblación e incluso, de evangelización de la zona. Con el tiempo, en Andalucía se crearán cuatro Provincias de Observantes a las que se circunscribieron no sólo los diferentes conventos dispersos por todo el área andaluza sino también otros situados en regiones que actualmente se corresponden con otras comunidades autónomas. Esas cuatro Provincias de Observantes fueron: la Provincia de la Bética, Provincia de Granada, Provincia de 3 Idem. p. 547. Hasta el pontificado de Urbano IV no recibieron la denominación canónica de Orden de Santa Clara pero no obstante, en España se las seguía conociendo como “menoretas” y “descalzas”. 4

Idem. p. 68 y 69.

EL CONVENTO DE SANTA CLARA DE LA COLUMNA DE BELALCÁZAR 67 Cartagena y la Provincia de los Ángeles5. Precisamente y de acuerdo con el trabajo que nos ocupa, a la Provincia de los Ángeles se adscribe el Convento de Santa Clara de la Columna de Belalcázar que permanece activo en la actualidad y para cuyo estudio resulta fundamental la crónica que el padre Fray Andrés de Guadalupe escribió en el año 1662, titulada Historia de la Santa provincia de los Ángeles dela regular observancia y orden de nuestro seráfico padre San Francisco. El Convento de Santa Clara de la Columna en Belalcázar: Las figuras de Fray Juan de la Puebla y de Doña Elvira de Zúñiga Sin duda, el Convento de Santa Clara de la Columna junto con el de San Francisco o de los Cinco Mártires de Marruecos y el Castillo de los Sotomayor, forma parte del rico patrimonio arquitectónico de la localidad de Belalcázar en la provincia de Córdoba. Para aproximarnos al estudio del cenobio de Santa Clara, es necesario que tengamos presente el nombre de una de las familias más influyentes en la segunda mitad del siglo XV y del siglo XVI como fue la formada por los Sotomayor-Zúñiga y fundamentalmente, de dos de sus miembros Fray Juan de la Puebla, fundador de la Provincia de los Ángeles y su madre Doña Elvira de Zúñiga, fundadora del primitivo Convento de San Francisco, posteriormente de Santa Clara. Fray Juan de la Puebla, llamado Gutierre antes de su ordenación, nació el 28 de Mayo de 1453 en la actual localidad extremeña de Puebla de Alcocer, provincia de Badajoz. Su nacimiento en el seno de una ilustre familia le repercutió cuantiosos títulos nobiliarios y concesiones como los títulos de III Señor de Gahete6, Hinojosa y la Puebla y I Conde de Belalcázar, títulos que pasaron a su hermano cuando decidió hacerse religioso. Sus padres fueron Don Alfonso I de Sotomayor, II Señor de Gahete, Hinojosa y la Puebla, hijo a su vez del Maestre de la Orden de Alcántara Don Gutierre de Sotomayor, I Señor de Gahete, Hinojosa, La Puebla, Fuenteobejuna, Bélmez, Milagro y Alconchel y de madre 5 CHACÓN CABELLO, E. El franciscanismo andaluz: extensión e irradiación, en AA.VV. I Curso de verano. El franciscanismo en Andalucía. Dirección: Manuel Pélaez del Rosal. Ed. Obra social y cultural. Caja Sur, Excma. Diputación provincial de Córdoba y Academia de cronistas de ciudades de Andalucía. Córdoba, 1997. p. 13. 6 RUBIO CAPILLA, M. Belalcázar. Historia, monumentos y personajes. Ed. Duque. Córdoba, 1999. p. XXIX: en el año 1466 se cambió el nombre de la localidad, pasando de Gahete a Belalcázar (belloalcázar), comenzando la historia del Condado de Belalcázar pues Doña Elvira solicitó al Rey para su primogénito Gutierre –posterior Fray Juan de la Puebla- la concesión del título de Conde a partir del año 1464 cuando murió su marido Alfonso I de Sotomayor, II Señor de Gahete. CABRERA MUÑOZ, E. El Condado de Belalcázar (1444-1518). Aportación al estudio del régimen señorial en la Baja Edad Media. Ed. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Córdoba, 1977. p. 207: en el año 1466 (...) doña Elvira de Stúñiga consiguió recuperar, no sabemos por qué procedimiento, las dehesas de Madroñiz, Hinojoso y Torrecatalina, perdidas pocos días antes de la muerte de su marido, y logró, al mismo tiempo, para su hijo, Gutierre II, el título de conde. La primera mención que ha llegado hasta nosotros del título condal de Belalcázar, así como del nuevo nombre que en adelante adoptó la antigua villa de Gahete, está contenida en una carta de poder fechada en Castro del Río el 6 de noviembre de 1466 por Beatriz, hija del veinticuatro de Córdoba Gómez de Aguayo, quien autorizaba mediante ella a su marido, Pedro Cabrera, para que pudiera vender en su nombre la parte que a ella correspondía en el Ochavo de los Tpriles y el de San Serván, en el término de Hinojosa. Constituye un problema, teniendo en cuenta la escasez de datos que poseemos sobre ese año, saber quién concedió ese título a Gutierre II de Sotomayor, aunque parece, en principio, que fue Enrique IV quien lo hizo.

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desconocida7. La madre de Fray Juan de la Puebla fue Doña Elvira de Zúñiga o Stúñiga8, hija de Don Álvaro de Zúñiga, descendiente de los Reyes de Navarra y de Doña Leonor9 Manrique, nieta del Rey Enrique II de Castilla, Duques de Plasencia10, Arévalo y Béjar. En el año 1474 ingresa como religioso y en 1480 se ordena como franciscano permaneciendo en el Convento de San Francisco Transtiberim en Roma poco tiempo pues en 1486 debe regresar a Belalcázar, ante el fallecimiento de su madre Doña Elvira y de su hermano el II Conde de Belalcázar, Don Gutierre de Sotomayor. A partir de su llegada a Belalcázar, Fray Juan de la Puebla decide fundar la Custodia de los Ángeles en honor del Monasterio de Santa María de los Ángeles de Porciúncula donde San Francisco fundó la regla franciscana, una Custodia que desde su fundación en 1490 y hasta el año 151711 perteneció a la Provincia de Castilla. La nueva Custodia se inaugura con la fundación del Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles de Hornachuelos en 1490 y a continuación, se sucedieron otras fundaciones como consecuencia no sólo de la devoción popular por la Orden de San Francisco sino también por la fama del propio Fray Juan de la Puebla y de sus compañeros. Precisamente fue su madre Doña Elvira de Zúñiga12 la que en 1476 decidió fundar un convento de franciscanos en Belalcázar que a partir de 1490 pasó a ser de monjas clarisas, destinándose para los frailes otra ubicación. Hacia el año 1493 ambos conventos pasaron a formar parte de la Custodia de los Ángeles, manteniéndose el de Santa Clara hasta la actualidad ya que del de San Francisco o de los Cinco Mártires de Marruecos solamente permanece en avanzado estado de ruina lo que fue su iglesia conventual. Fundación del cenobio Cuando todavía no se había fundado la Custodia de los Ángeles, Doña Elvira de Zúñiga, madre del V.P. Fray Juan de la Puebla, decide fundar un convento de frailes observantes con la advocación de San Francisco. Según se registra en la Crónica del Padre Guadalupe, Doña Elvira consiguió la Bula pontificia del Papa Sixto IV en el año

7 Idem. p. XXVIII: sin embargo, Manuel Rubio informa del nombre de la madre de Don Alfonso I de Sotomayor, Doña Leonor de Guzmán, hija de los Condes de Niebla. 8

CABRERA MUÑOZ. op. cit. p. 180.

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FRAY ANDRÉS DE GUADALUPE Historia de la Santa provincia de los Ángeles de la regular observancia y orden de nuestro seráfico padre San Francisco. Ed. En Madrid. Por Mateo Fernández. Impresor del Rey nuestro señor. Año de M.DC.LXII. LIBRO PRIMERO, CAPITULO II, p. 1: según el Padre Guadalupe la madre de Doña Elvira de Zúñiga se llamaba Isabel y no Leonor, como apunta el profesor Emilio Í. 10 CABRERA MUÑOZ. op. cit. p. 183: para el profesor Emilio Cabrera, Elvira de Stúñiga o de Zúñiga, era la hija más pequeña del Conde de Plasencia y no Duque como afirma el Padre Guadalupe. 11 Como pone de manifiesto el testimonio de Fray Cristóbal de Forlibio, Ministro General. GUADALUPE. A. de. op. cit. “Registro de las Bulas Apostolicas, y letras testimoniales, pertenecientes á las fundaciones de los conventos de la santa Provincia de los Angeles, y á sus privilegios”, p. 31 y 32. 12 CABRERA MUÑOZ. op. cit. p. 183: a propósito de Elvira de Zúñiga, el profesor Emilio Cabrera Muñoz realza la importancia de esta mujer que (...) consiguió mantener e incluso realzar un estado señorial nacido en circunstancias muy problemáticas. Los años que transcurren entre 1464 y 1483 están presididos totalmente por su figura. En la documentación que se nos ha conservado, doña Elvira aparece siempre como una mujer extraordinariamente digna, con un sentido de la justicia muy elevado, siempre solícita a atenderlos problemas de sus vasallos que resolvió de acuerdo con los dictados de una conciencia muy recta.

EL CONVENTO DE SANTA CLARA DE LA COLUMNA DE BELALCÁZAR 69 147413, participando en la fundación en el año 1476 el Prelado de la Provincia de Castilla, adscribiéndose el nuevo convento a la Custodia de Santoyo. En opinión del profesor Emilio Cabrera Muñoz, tras la fundación del cenobio por parte de Doña Elvira de Zúñiga se escondía la intención de erigir un lugar donde una comunidad de religiosos rezase y velase por el alma de su difunto esposo Don Alfonso, fundamentalmente dada la vida pendenciera y poco ética que vivió14. Según palabras del Padre Guadalupe, el convento se estableció: “(...) á la parte oriental, medio quarto de legua distante, junto á las quiebras de un arroyo, en un pequeño valle, desacomodado para la salud”15. Tras la fundación del cenobio, el 7 de Octubre de 1476, el custodio de la Custodia de Santoyo, Fray Rodrigo de Barcones, se estableció en él con veinticuatro religiosos observantes. Junto al convento, Doña Elvira de Zúñiga, viuda ya de Don Alfonso de Sotomayor había mandado construir unas casas en las que vivirían ella y sus hijas solteras, Leonor e Isabel, con el fin de poder asistir a los oficios religiosos celebrados por los frailes con toda facilidad. Tal era la devoción que Doña Elvira sentía por la Orden que no sólo quiso vivir junto al Convento sino que cuando falleció en el año 1483, fue enterrada en él: “(...) Enterróse en una capilla del convento, donde descansa en paz. En la mesme se enterraron su suegro el Maestre Don Gutierre, su marido, Don Alonso, y Don Gutierre de Sotomayor su hijo”16. Llegados a este punto, el interés de la familia Sotomayor-Zúñiga por la Orden queda plenamente manifestado por los acontecimientos hasta ahora relatados sin embargo, fue mucho más allá pues las hijas de Doña Elvira, Leonor e Isabel, ante la muerte de su madre decidieron ordenarse como monjas clarisas. Para ello, cedieron todos sus bienes a su hermano Don Gutierre con el fin de que éste terminase las obras de aquellas casas que su madre había mandado construir junto al convento de San Francisco y que estaban destinadas a acoger otro de Santa Clara. Así dice el Padre Guadalupe: (...) Muerta la Condesa, quedaron muy solas, aumentando su soledad la muerte de su hermano el Conde Don Gutierre, sucedida el año siguiente: avia este Cavallero concertado con sus hermanas, que les daria de renta cada un año cinquenta mil maravedis, para que puediessen vivir en retiro con sus criadas en las casas, que dexava fabricadas su madre Doña Elvira, contiguas al convento de San Francisco de la Coluna. Y porque el intento destas señoras era este por toda su vida, se obligó assimesmo su hermano el Conde á dar 13 GUADALUPE. A. de. op. cit. p. 1 del “Registro de las Bulas Apostolicas, y letras testimoniales, pertenecientes á las fundaciones de los conventos de la santa Provincia de los Angeles, y á sus privilegios”, Bula de Sixtus IV: Sincerae devotionis affectus sane pro parte tua nobis nuper exhibita petitio continebat, quod tu fervore devotionis, quam ad Ordinem Fratrum Minorum de Observantia nuncupatorum, geris, summopere desideras, unam domum prope Oppidum tuum de Belalcaçar Cordubensis Diocesis in loco ad hoc idoneo, pro usus, habitatione Fratrum dicti Ordinis, cum Eecclesia, dormitorio, campanili, campana, refectorio, caemeterio, hortis, hortalitis, aliis necessariis officinis, de novo aedificare (...) Datum Romae apud sanctum Petrum ann. Incarnationis Dominicae 1474.3. nonas Iulii, Pontificatus nostri anno tertio. 14 CABRERA MUÑOZ, E. El Condado de Belalcázar (1444-1518). Aportación al estudio del régimen señorial en la Baja Edad Media. Ed. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Córdoba, 1977. p. 205: (...) Pero la muerte violenta de don Alfonso debió de causar un tremendo impacto en aquella mujer dominada por un profundo sentido religioso impregnado del tono pesimista, sombrío y macabro que adoptó en la Baja Edad Media la idea de la muerte que, en el caso de don Alfonso podía aparecer muy claramente a los ojos de los contemporáneos como una expiación por su conducta terrena. 15

GUADALUPE. A. de. op. cit. p. 137.

16

Ibidem.

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el ultimo complemento á dichas casas, y cumplir el testamento de su madre la Condesa: para efectuarlo renunciaron sus hermanas todo lo restante, que les podia pertenecer de sus patrimonios 17. Sin embargo, la proximidad de ambos conventos, uno masculino y otro femenino, podía suscitar problemas por lo cual se decidió que el existente de San Francisco pasase a ser de Santa Clara, prometiendo a los frailes como es lógico, la construcción de uno nuevo en la misma localidad de Belalcázar: (...) Avia algunos años, que vivian retiradas de la villa en las casas referidas: quisieran no mudar de sitio, y que las sirviesse de convento; determinóse que se les diesse el convento de la Coluna, en que moravan los frayles, y que para ellos se fabricasse otro cerca de Belalcaçar 18 . El nuevo convento para los religiosos, fue fundado por Doña Teresa Enríquez con Bula de Inocencio VIII del año 148619, viuda de Don Gutierre de Sotomayor, hermano de Fray Juan de la Puebla, el 16 de Enero de 1488, el día de los Santos Mártires de Marruecos, a quienes se dedicó. En el año 1490 los frailes se trasladaron a su nuevo cenobio, igualmente sujeto a la Custodia de Santoyo, pasando el anterior a estar bajo la Orden de Santa Clara. Para el nuevo convento femenino, el 21 de Febrero de 1494 vinieron religiosas del Convento de Nuestra Señora de la Consolación en Calabazanos (Burgos) con un trozo de la columna en la que Jesucristo había sido azotado, denominándose desde entonces Santa Clara de la Columna. Entre estas religiosas fundadoras, se encontraban unas primas hermanas de Doña Elvira de Zúñiga, Doña Catalina y Doña Luisa Manrique, hijas del Maestre de Santiago Don Rodrigo Manrique que ostentaron los cargos de abadesa y de tornera del nuevo convento respectivamente20. Fray Juan de la Puebla defendía para los conventos fundados dentro de la Custodia de los Ángeles unos parámetros edilicios sencillos y humildes, acordes con la estricta observancia que hacía de la regla de San Francisco de Asís. Por este motivo, cuando sus hermanas, ahora monjas clarisas y su sobrino Don Alfonso, mostraron su interés por integrar los conventos de San Francisco y de Santa Clara de Belalcázar dentro de la Custodia de los Ángeles, Fray Juan de la Puebla se negó pues sus estructuras arquitectónicas se alejaban de la sencillez y humildad que él pregonaba: (...) por tiempo de tres años estuvieron las Religiosas á la obediencia de la Custodia de Santoyo, porque aunque el Conde Don Alonso, y sus tias deseavan las governasse la Custodia de los Angeles; no pudieron acabar con el venerable Padre Fray Iuan de la Puebla, su hermano, y tio recibiesse el convento en su Custodia; porque le parecia estava muy avecindado al lugar 21. Sin embargo y a pesar de la negativa del fundador de la Custodia, ambos cenobios quedaron sujetos a la Custodia de los Ángeles por Bula papal del año 149322. 17

Idem. p. 498.

18

Ibidem.

19

Idem. p. 2 del “Registro de las Bulas Apostolicas, y letras testimoniales, pertenecientes á las fundaciones de los conventos de la santa Provincia de los Angeles, y á sus privilegios”, Bula de Innocentius VIII: (...) Datum Romae apud sanctum Petrum anno Incarnat. Dominic. 1486. 18. Kalen. Septembris, Pontificatus nostri anno secundo. 20

Idem. p. 499.

21

Idem. p. 500.

22

Idem. p. 11 del “Registro de las Bulas Apostolicas, y letras testimoniales, pertenecientes á las fundaciones de los conventos de la santa Provincia de los Angeles, y á sus privilegios”, Bula de Alexander VI:

EL CONVENTO DE SANTA CLARA DE LA COLUMNA DE BELALCÁZAR 71 Entre las moradoras de Santa Clara, destacó sin duda alguna, Sor Felipa de la Cruz, nacida como Felipa de Villena y Sotomayor, hija de Don Alfonso de Sotomayor y Doña Felipa de Castro y Portugal, IV Condes de Belalcázar. Ingresó en el convento en el año 1524, a la edad de 15 años y fue nombrada enfermera menor del convento. Descripción del Convento de Santa Clara en la Crónica del Padre Guadalupe En la crónica del Padre Guadalupe, el Convento de Santa Clara de la Columna de Belalcázar aparece descrito en el Libro XI pero desafortunadamente y partiendo de lo interesante que sería conocer el aspecto del edificio en esa segunda mitad del siglo XVII cuando escribe su crónica, no aporta ningún dato relacionado con su arquitectura. La información sobre el cenobio se orienta principalmente al aporte de datos relacionados con las cuestiones fundacionales, reglamentos de la vida que habían de llevar las monjas en su interior y relatos sobre la vida y muerte de las principales moradoras del convento. Así, destaca por ejemplo como el Convento de Santa Clara de la Columna de Belalcázar fue el primero que se fundó en la Provincia de los Ángeles y una vez que quedó adscrito, primeramente, a la Custodia de los Ángeles, el V.P. Fray Juan de la Puebla, fundador de la misma, estableció las leyes y reglas monásticas que debían ordenar el Convento de Santa Clara: (...) para que en quanto les fuesse possible se ajustassen por imitacion las Monjas de santa Clara de la Coluna al modo, que la gloriosa madre santa Clara se huvo en la imitacion de nuestro Padre san Francisco, cuyas huellas siguió imitando su exemplar vida 23. No obstante, a propósito de su primitiva fundación como Convento de San Francisco, descrito en el Libro V, Capítulo II de su crónica, destaca del edificio las bóvedas de la iglesia y una breve visión del conjunto: (...) El edificio de este convento en aquellos tiempos fue sumptuoso, y de sobrada capacidad: la Iglesia de bobedas fuertes en tal forma, que fin grande alteracion de edificios no puede otra. Consta la casa de muchas pieças baxas; sus dormitorios, y claustros, al modo monastico, y de huerta capaz 24. Si bien el Padre Guadalupe no aporta ningún dato relativo a la arquitectura del cenobio, sí señala a propósito del relato que hace sobre el porqué del título de Santa Clara de la Columna, la existencia de una talla que mostraba a Jesús atado a la Columna en el Retablo mayor, hoy no conservada, al igual que el retablo mayor, y sustituida en la actualidad por otra de factura contemporánea: (...) en cuya memoria, para titular deste Monasterio se hizo una imagen de talla de Christo, atado a la coluna, colocado en lo principal del retablo del altar mayor; es hechura tierna y devotissima, que ha obrado muchos milagros, y en toda aquella comarca es venerado con singular devocion de los fieles25. Finalmente, otro de los datos que aporta el Padre Guadalupe acerca de lo que en él había en el siglo XVII es la relación de las reliquias custodiadas en su interior: (...) una parte de la coluna, en que fue açotado Christo N. Redenptor teñida con el tesoro de su preciosissima sangre, una cabeça de las once mil virgenes, un dedo entero de la gloriosa (...) Monasterium huiusmodi a cura, obedientia dictae Provinciae, authoritate Apostolica, excerta scientia, tenore praesentium perpetuo separamus, dimembramus, ac curae, obedientiae dictae Custodiae de Angelis subiicimus (...) Datum Romae apud sanctum Petrum, anno Incarnationis Domin. 1493. 18. Kalend. Octobris, Pontificatus nostri anno 2. 23

Idem. p. 500.

24

Idem. p. 137.

25

Idem. p. 499.

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Virgen, y Martir S. Catalina, una Cruz pequeña de Lignun Crucis, un cabello de la Madre de Dios nuestra Señora, y otros muchos de la bienaventurada santa Maria Magdalena 26. Unas reliquias que no se encuentran actualmente en el convento. Estudio histórico-artístico de Santa Clara en la actualidad El Convento de Santa Clara de la Columna de Belalcázar continúa funcionando como cenobio de estricta clausura hasta la actualidad y a pesar de las lógicas remodelaciones que este Convento ha sufrido a lo largo de los siglos, conserva buena parte de su estructura original. Las diferentes remodelaciones y transformaciones que ha sufrido el convento estuvieron motivadas a raíz de la Guerra Civil española cuando el conjunto monástico fue usado como establo. En los últimos años importantes campañas de restauración por parte del arquitecto Arturo Ramírez Laguna, intentan devolver al conjunto la estética medieval de su época fundacional. Igualmente, las circunstancias actuales han llevado a las religiosas a adaptarse a los nuevos tiempo de manera que los espacios de la Enfermería y del Salón de las Columnas han sido cedidos por un tiempo al Ayuntamiento de Belalcázar. La planta del convento sigue la habitual de la arquitectura monástica en la que sobresale el Claustro principal como núcleo organizador de todo el conjunto. En Santa Clara se encuentran en la parte baja del Claustro el refectorio, la antesacristía y sacristía, sala capitular, la llamada escalera ancha que conduce a la planta superior, cocinas y estancias de servicio como el pasaplatos. Junto a uno de los laterales del Claustro se ubica la iglesia conventual y el Panteón familiar de los Condes de Belalcázar. En el piso superior rodeando el claustro se encuentran las celdas de las religiosas, donde destaca la celda de Sor Felipa del Cruz, unas celdas que han sido construidas sobre las originales, concebidas para aquellos frailes menores y derribadas en el siglo XX27. El conjunto monástico se ve completado por el Humilladero, llamado también Lavadero o Fuente de la Samaritana para los recogimientos religiosos, la enfermería en el piso superior y una sala alargada denominada Salón de las Columnas, cuya finalidad no está muy clara. Cuando se decidió que el cenobio albergase a la Orden de Santa Clara, se construyó el llamado Claustro del Torno y el dormitorio común para las monjas encima del Salón de las Columnas pues a diferencia de los frailes, ellas utilizaban las celdas para retiro espiritual y no como dormitorio, el cual debía ser común28. Al cenobio se accede por el llamado Claustro del Torno, donde se encuentran la entrada al interior de la clausura que es donde está el torno y la puerta principal de la iglesia conventual. Fuertemente restaurada en la década de los noventa por el arquitecto Arturo Ramírez Laguna, se optó por dotar a la fachada de la iglesia del aspecto que debió tener en el momento de su fundación a finales del siglo XV a través de la reconstrucción de dos contrafuertes cilíndricos y de la crestería gótica en forma de flores de lis en su remate (Imagen I). De las diferentes espadañas que se fueron añadiendo en la parte superior de esta fachada, con las recientes campañas de restauración se ha mantenido solamente una. La portada de acceso abre en arco carpanel, coronado por un arco trilobulado que acoge 26

Idem. p. 505.

27

JORDANO BARBUDO, MªA. El mudéjar en Córdoba. Ed. Diutación de Córdoba. Córdoba, 2002. p. 289. 28

Ibidem.

EL CONVENTO DE SANTA CLARA DE LA COLUMNA DE BELALCÁZAR 73 en su interior un conjunto escultórico de tres imágenes realizado en piedra. La imagen central representa a Cristo Resucitado, bendiciendo a María Magdalena de rodillas que se encuentra a un lado y al otro lado, aparece la figura de Santa Clara29. Estas esculturas que en la actualidad se encuentran parcialmente mutiladas como consecuencia de la Guerra Civil, se atribuyen al escultor Pedro de Córdoba y se fechan en los primeros años del siglo XVI30. A ambos lados de la puerta aparecen los escudos en piedra de los Sotomayor y de los Zúñiga y finalmente, una moldura en forma de arco conopial con tracería gótica en su extradós, remata todo el conjunto de la portada. En el tercio superior de la fachada un óculo concede la entrada de luz al interior del templo. La iglesia que se adscribe al gótico tardío, se inició en vida de Doña Elvira de Zúñiga, fundadora del cenobio pero en su mayor parte, fue realizada bajo el patronazgo de Don Francisco I de Sotomayor y su mujer Doña Teresa de Zúñiga, cuyos escudos aparecen en el interior. Es de nave única dividida en tres tramos cubiertos con bóvedas de crucería en cuyas claves aparecen los escudos de la familia Sotomayor-Zúñiga cuya presencia se puede constatar en otras partes de la iglesia. Pinturas murales fechadas en el siglo XVII aproximadamente y que muestran ángeles músicos, ángeles pasionarios, una representación del Espíritu Santo y otra del Pelícano Eucarístico decoran la bóveda de estrellada que cubre la Capilla mayor, de planta cuadrada, con restauración de principios del siglo XX. El Retablo mayor no ha llegado hasta la actualidad ni la imagen de Cristo atado a la columna que contempló el Padre Guadalupe en la segunda mitad del siglo XVII; en su lugar se observan en la actualidad tres estructuras en forma de hornacinas en estilo neogótico, la central contiene precisamente una talla contemporánea que representa a Cristo atado a la columna quizá en recuerdo de aquella medieval tan venerada. A los pies se sitúa el coro y sobre él una tribuna desde la que los señores más destacados de la villa podían asistir a los oficios. En uno de sus laterales se erigió la Capilla funeraria de los Condes de Belalcázar, en la que se enterraron los cuerpos de Don Alfonso, esposo de Doña Elvira de Zúñiga, y de su padre el Maestre de Alcántara Don Gutierre que hasta entonces habían permanecido en la Iglesia de Santiago de La Puebla31. Cuando los frailes cambiaron de emplazamiento, los restos fueron igualmente trasladados. Este hecho motivó que las religiosas utilizasen la que había sido Capilla funeraria de los Sotomayor-Zúñiga como sacristía y también como Sagrario, de ahí que esta capilla reciba la denominación de Capilla del Santísimo32. El proyecto de un mausoleo o catafalco funerario para esta capilla que contuviese los restos mortales de la familia condal de Belalcázar, fue encargado al arquitecto cordobés Hernán Ruiz I aunque no llegó a realizarse. Don Francisco de Zúñiga y Guzmán Sotomayor, IV 29 RUBIO CAPILLA. op. cit. p. LV y LVI: este autor plantea la posibilidad de que las figuras de María Magdalena y de Santa Clara en realidad representen a los Condes de Belalcázar, basándose en una fotografía tomada con anterioridad a la Guerra Civil española que se guarda en el convento. En esta instantánea se pueden apreciar detalles de las vestimentas de las dos figuras que flanquean a Cristo que nada tienen que ver con el atuendo habitual de una religiosa. Una teoría, como bien apunta Rubio Capilla, apoyada por Ángel Aroca Lara y por Esteban Márquez Triguero. 30 AA. VV. Guía artística de la provincia de Córdoba (direcc. Alberto Villar Movellán). Ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba. Córdoba, 1995. p. 272. Para otros autores el autor al que se atribuye este grupo escultórico no es Pedro sino Juan de Córdoba, en RUBIO CAPILLA. op. cit. p. LVI. 31

CABRERA MUÑOZ. op. cit. p. 329.

32

JORDANO BARBUDO. op. cit. p. 289 y 290.

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Conde Belalcázar y II Duque de Béjar fue el que encargó este proyecto pues los restos mortales de la mayor parte de los miembros de la familia Sotomayor-Zúñiga se hallaban en bolsas de tela, como los de Doña Elvira de Zúñiga que se encontraban mezclados con los de Doña Leonor de Guzmán, la madre de su marido Don Alfonso. Sin embargo, el monumento no llegó a realizarse pues la muerte del Duque el 4 de Noviembre de 1544, tuvo como consecuencia para sus sucesores una ingente deuda amén de numerosos problemas33. En el año 1992 los restos mortales de la familia condal de Belalcázar fueron trasladados desde su ubicación en una celda hasta una pequeña capilla construida junto a la iglesia34. Por lo que respecta al resto del convento, entre el patrimonio artístico de Santa Clara sobresalen las techumbres de madera mudéjares que ofrecen un amplio y rico repertorio decorativo siendo además las más tempranas de la provincia de Córdoba –finales del siglo XV-. La presencia de techumbres mudéjares en el Convento de Santa Clara supone una muestra más de una de las manifestaciones artísticas más características del arte hispano, basadas en la herencia de ese arte musulmán que se desarrolló en lo que fue al-Andalus, a la vez que se mezclan con otros motivos propios del arte cristiano. Este tipo de trabajo en madera recibe la denominación de “carpintería de lo blanco” o de “armar en lo blanco” y en su desarrollo parte siempre de la geometría tanto para la parte constructiva como para la decorativa35. Las cubiertas mudéjares que se encuentran en Santa Clara responden todas al tipo de techumbre plana o adintelada, entre el que se distingue entre alfarjes y taujeles sobre cuya superficie se desarrolla todo un abanico de motivos decorativos. En opinión de la profesora Mª Ángeles Jordano, la presencia de estas cubiertas mudéjares en el Convento de Santa Clara de Belalcázar pone de manifiesto la intensa movilidad de alarifes, traídos en este caso desde Toledo probablemente por Doña Elvira de Zúñiga36. Estas techumbres mudéjares han sido totalmente restauradas recuperando en ellas la policromía, hasta entonces perdida, que las había iluminado en el momento de su construcción. Una de las piezas más destacadas del conjunto es el Claustro principal (Imagen II), realizado en gótico tardío y en mudéjar para las cubiertas, decorado con pinturas murales fechadas entre los siglos XVII y XVIII. Al Claustro se accede por medio de puertas en cuyas enjutas se observan aún los escudos policromados de los Sotomayor, Zúñiga, Guzmán y Fernández de Córdoba. El claustro se presenta como una construcción realizada en su mayor parte en granito, con dos plantas de arcos carpaneles en la inferior 33

CABRERA MUÑOZ. op. cit. p. 183 y 193.

34

RUBIO CAPILLA. op. cit. p. LXVI.

35 MARTÍNEZ CAVIRO, B. Carpintería de lo blanco, en Historia de las artes aplicadas e industriales en España (Antonio Bonet Correa, coord.). Ed. Cátedra. Madrid, 2002. p. 247 y 248. 36

JORDANO BARBUDO. op. cit. p. 295 y 296: (...) Qué duda cabe que durante el último tercio del s.XV hubo en Belalcázar, no sólo en el convento, sino en toda la población un movimiento de intensidad extraordinaria de alarifes y artesanos que debieron ser traídos probablemente de la zona toledana por Dª Elvira, ya que por entonces allí se estaba desplegando toda una artesanía de la madera, arraigada fuertemente desde hacía unos siglos. Como indica E. Cabrera, en los Pedroches, la influencia manchega o extremeña es innegable y en el caso de Belalcázar estaba más que justificada, puesto que el señorío de los condes abarcaba varias villas del reino toledano (Puebla de Alcocer, Herrera, Fuenlabrada, Helechosa, Villarta, Alía, Valdecaballeros, Castilblanco, Sevilleja y el lugar de Milagro). CABRERA MUÑOZ. op. cit. p. 101 y 102.

EL CONVENTO DE SANTA CLARA DE LA COLUMNA DE BELALCÁZAR 75 que apoyan sobre pilares redondeados sin capiteles. En la galería superior por el contrario, los vanos son adintelados y apoyan sobre pilares similares a la inferior que en este caso sí presentan capiteles y que sustentan un arquitrabe con zapatas de madera, elementos que tras la restauración han recibido la policromía que en origen debieron tener. Precisamente en esta galería superior, se tiene constancia de que los vanos estaban con anterioridad a la Guerra, cerrados abriéndose únicamente unas pequeñas ventanas a través de las cuales podía entrar la luz. La austeridad que marca la línea dominante del Claustro, se permite una licencia en la barandilla o antepecho de la galería superior, ornamentada por medio de una sencilla tracería gótica. Originalmente, el suelo era de ladrillo con esmalte pero debido al deterioro sufrido durante la Guerra Civil hubo de cambiarse por el que se observa en la actualidad37. La mayor riqueza decorativa del claustro de Santa Clara se encuentra sin duda alguna, en las techumbres que cubren las galerías de ambos pisos, realizadas en estilo mudéjar. El tipo de cubierta de la galería superior se engloba dentro de las techumbres mudéjares tipo alfarje, ciertamente escasas en la provincia de Córdoba aunque no en la capital38, cuya estructura consta de las jácenas o vigas maestras que en el caso de Santa Clara apoyan directamente en el estribo y de otras vigas secundarias denominadas jaldetas que dividen el alfarje en rectángulos39. Por lo que se refiere a su decoración, este alfarje muestra un motivo habitual de este tipo de cubiertas en los últimos años del siglo XV y principios del XVI, como es la representación de un eje o vástago central, envuelto por hojas de cardo u hojarasca40 (Imagen III). La cubierta del piso inferior es del tipo taujel, es decir, techo plano completamente cubierto por decoración de lazo que en este caso presenta una decoración en forma de estrella de ocho puntas (Imagen IV). En uno de los laterales del Claustro y en la planta baja se encuentra el Refectorio, de planta rectangular con banco corrido y una exquisita techumbre mudéjar. En una de las paredes, la que da al claustro, se conserva un pequeño púlpito gótico de piedra desde el cual se leían las Sagradas Escrituras y en lo que podríamos denominar como la cabecera de la estancia, había dos grandes cuadros relacionados con la Santa Cena que durante la Guerra fueron llevados a Valencia41. En la actualidad, diversas pinturas de caballete realizadas entre los siglos XVII y XVIII decoran sus muros, mostrando diversas escenas religiosas y retratos de santos. La cubierta es del tipo alfarje como las del claustro aunque en este caso en lugar de las jácenas se colocaron tableros decorados con lacería y con pinturas que muestran inscripciones bíblicas, la típica decoración de hojarasca envolviendo un mástil central como en el claustro, escudos de armas y anagramas de Jesús y de la Virgen. 37 RUBIO CAPILLA. op. cit. p. LX. En esta obra, gracias al testimonio de la religiosa sor Sagrado Corazón de Jesús, residente en el convento desde 1928 se extrae una visión del conjunto monástico con anterioridad a la Guerra Civil que permite una clara aproximación a las estructuras originales pertenecientes a la fundación medieval. 38 JORDANO BARBUDO. op. cit. p. 272. La profesora Jordano Barbudo señala como explicación al hecho de que las cubiertas tipo alfarje sean tan escasas en la provincia, el uso extensivo que se hacía de ellas en las casas-palacio, numerosas en la capital y sin embargo, muy reducidas en la provincia. Por tanto, en la provincia eran prácticamente desconocido este tipo de cubierta mudéjar. 39

MARTÍNEZ CAVIRO. op. cit. p. 248 y 249.

40

JORDANO BARBUDO. op. cit. p. 272.

41

RUBIO CAPILLA. op. cit. p. LXI.

ALICIA CARRILLO CALDERERO

76

Junto a la cabecera de la iglesia se localiza la Sacristía, a la que se puede acceder también desde el Claustro a través de la antesacristía cubierta por una techumbre sencilla de alfarje decorada con escudos de los Sotomayor y Zúñiga. En la sacristía sobresale un exquisito taujel con decoración de lazo que muestra estrellas de doce puntas, un taujel que apoya sobre un arrocabe con el cordón franciscano. Entre los motivos decorativos aparecen elementos vegetales y geométricos. La cubierta de la llamada escalera “ancha”, está cubierta también por un taujel con motivos en estrella de doce puntas y escudos de la familia condal de Belalcázar. A la Sala Capitular se accede por una portada en la que se observan los escudos de los Sotomayor y Zúñiga, situada junto a la Sacristía y localizada igualmente en la parte baja del Claustro principal, es de nave única y está cubierta por un taujel con estrellas de ocho puntas y con una decoración vegetal basada en la hoja de cardo, así como en motivos heráldicos que muestran los escudos de Doña Teresa, esposa de Don Francisco I (Imagen V). Subiendo por esa denominada escalera “ancha” se llega al piso superior, en el que sobresalen las celdas para las religiosas, destacando la celda de una de las religiosas más insignes de Santa Clara, Sor Felipa de la Cruz, cuya techumbre consiste en una armadura mudéjar de tipo par y nudillo decorada con escudos42. En la planta superior del convento, se encuentra también la enfermería, mandada construir al igual que el llamado Claustro de la Botica por Sor Felipa de la Cruz43, que consiste en una planta alargada de nave única cubierta por una techumbre de madera que recuerda la quilla de un barco invertida. Consiste en una armadura a dos aguas denominada de limas moamares, es decir, de cuatro paños o faldones en cuyas aristas o ángulos de encuentro se colocan dos vigas que dejan una calle en medio44. En este caso la armadura utiliza cinco paños en vez de cuatro debido a las enormes proporciones de la sala y se presenta sin decoración pictórica con la madera al natural mostrando estrellas de ocho puntas45. El llamado Salón de las Columnas se estructura en tres naves por dos hileras de columnas que soportan una techumbre lisa de madera46. La finalidad de este espacio no está muy clara, barajándose la posibilidad de que se concibiese como dormitorio, como granero e incluso como sala de sustentación para el dormitorio de las monjas47. Fuera de la arquitectura conventual se localiza el Lavadero, concebido como un pequeño edificio en el que hay una fuente, hoy conocido como Fuente de la Samaritana. Su estructura es la de un edificio cuadrangular con los muros exteriores articulados en tres de sus frentes por arcos ojivales y el cuarto liso. Una bóveda de crucería cubre el interior ornamentada en la clave con un escudo de los Zúñiga, destacando una pintura mural de época moderna que muestra a Jesús con la Samaritana. El Convento de Santa Clara de la Columna cuenta entre sus muros con un rico patrimonio mueble basado en piezas escultóricas, interesantes cuadros de caballete,

42

JORDANO BARBUDO. op. cit. p. 290.

43

Ibidem.

44

MARTÍNEZ CAVIRO. op. cit. p. 255.

45

JORDANO BARBUDO. op. cit. p. 276.

46

RUBIO CAPILLA. op. cit. p. LVIII. Este espacio pudo servir como bodega, establo o granero.

47

JORDANO BARBUDO. op. cit. p. 289.

EL CONVENTO DE SANTA CLARA DE LA COLUMNA DE BELALCÁZAR 77 frontales de altar y una Casulla realizados en terciopelo y ornados con exquisitos bordados, amén de piezas de platería. Conclusión A tenor de lo expuesto anteriormente, se extrae la importancia de un conjunto monástico como es el de Santa Clara de la Columna de Belalcázar, fundado a finales del siglo XV y que sigue manteniéndose en la actualidad. Sus moradoras, hermanas clarisas que viven en la más absoluta de las clausuras como estipula la orden a la que pertenecen, cuyo número se ha visto considerablemente reducido, continúan con tradiciones que arrancan desde la Edad Media como es la realización de dulces artesanos para su venta posterior. Estas religiosas mantienen entre los muros de Santa Clara la estricta observancia de la regla franciscana como lo hizo su fundadora, Santa Clara, en el Convento de San Damián de Asís. El edificio monástico a pesar de las diversas transformaciones y remodelaciones que ha sufrido, se mantiene, sin duda gracias a la profunda campaña de restauración llevada a cabo por el arquitecto Arturo Ramírez Laguna, fiel a su aspecto medieval. Fundado por una poderosa mujer de la época como fue Doña Elvira de Zúñiga, se erige como el primer convento femenino de Santa Clara adscrito a la Custodia y posterior Provincia de los Ángeles. Su arquitectura es sin duda poderosa pues su fundación y posterior terminación de las obras constructivas, se incluyen dentro del estilo del gótico tardío, amén de la presencia de esas cubiertas mudéjares que denotan no sólo la modernidad en el gusto de sus comitentes sino la presencia de artistas de gran relevancia artística que se trasladaron hasta Santa Clara en Belalcázar. La importancia del patrimonio mueble custodiado en el convento queda manifestada en los diversos catálogos e inventarios que hace la Diócesis de Córdoba y que celosamente guardan las religiosas entre los muros de su clausura.

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ALICIA CARRILLO CALDERERO

Fachada de la Iglesia del Convento de Santa Clara de la Columna en Belalcázar (Córdoba)

Claustro del Convento de Santa Clara de la Columna en Belalcázar (Córdoba) antes de su restauración

EL CONVENTO DE SANTA CLARA DE LA COLUMNA DE BELALCÁZAR 79

Alfarje galería superior del Claustro del Convento de Santa Clara de la Columna en Belalcázar (Córdoba) después de su restauración

Taujel galería inferior del Claustro del Convento de Santa Clara de la Columna en Belalcázar (Córdoba) Fotos: Mª Ángeles Raya Raya

Taujel Sala Capitular del Convento de Santa Clara de la Columna en Belalcázar (Córdoba) después de su restauración

EL FRANCISCANISMO EN ANDALUCÍA

MANUEL PELAEZ DEL ROSAL DIRECCIÓN Y EDICIÓN

EL FRANCISCANISMO EN ANDALUCÍA PASADO Y PRESENTE DE LAS COFRADÍAS Y HERMANDADES FRANCISCANAS ANDALUZAS CONFERENCIAS DEL XII CURSO DE VERANO (Priego de Córdoba, 25 a 28 de julio de 2006)

CÓRDOBA 2007

A.H.E.F Sede de Priego de Córdoba MANUEL PELAEZ DEL ROSAL (Ed) “El Franciscanismo en Andalucía” XII Curso de Verano (2006) Primera Edición Julio 2007 Páginas: 490 pags; tamaño 17 x 24 cm; resolución: 150 - 200 ppp. Composición: María Isabel García de la Puerta Tipografía:

Texto realizado en tipo Times New Roman 10, notas y cabeceras en 8 pts. Papel: Estucado de 80 grs. Encuadernación: Rústica, cosido con hilo vegetal y cubierta plastificada Motivo de la cubierta: Columna del claustro del antiguo convento de San Francisco de Priego de Córdoba (en proceso de rehabilitación) Motivo de la contracubierta: Estado de la cubierta este, en 1979. ISBN: 978-84-933977-7-6 Depósito Legal: CO-1088-2007 © MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL © A.H.E.F. Impresión: Digital Asus, S.L. Sor Ángela de la Cruz, 3 14014 - Córdoba Teléfono 957 270 200 E-mail: [email protected] IMPRESO EN ESPAÑA - PRINTED IN SPAIN

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