SECCIÓN EXPLORACIONES

Gota a gota, nº 7 (2015): 73-85

LA CUEVA DE LOS TOCINOS: ENTRE EL MITO Y EL ESTUDIO ESPELEOLÓGICO

Rafael Bermúdez Cano1 y Antonio Alcalá Ortiz2 Grupo Espeleológico G40 1 Email: [email protected] 2 Email: [email protected]

RESUMEN: En la Sierra de la Gallinera, una sierra emblemática y generadora de historias y leyendas donde las haya, el Grupo Espeleológico G40 ha catalogado y explorado hasta el momento un total de 41 cavidades, entre cuevas, simas y abrigos. Las más destacadas, tanto en el aspecto histórico como el espeleológico, son la Sima del Palanzuelo y la Cueva de los Tocinos; además son también yacimientos arqueológicos de relevancia. La tradición oral llega, incluso, a fundirlas afirmando que sus bocas son accesos a una única cavidad, uniéndose las laderas de la sierra, la de la umbría y la de la solana, de manera subterránea a través de ellas. El presente artículo recoge los aspectos más destacados de la Cueva de los Tocinos, haciendo un recorrido por el halo de leyenda que la cubre y por su historia, a la vez que se aportan los datos espeleológicos más interesantes que conciernen a la misma. PALABRAS CLAVE: Sierra de Gallinera, Cueva de los Tocinos, leyenda, historia, espeleología, Grupo Espeleológico G40. ABSTRACT: In the Sierra de la Gallinera, an iconic area, rich with histories and legends, the Grupo Espeleológico G40 has so far cataloged and explored 41 horizontal and vertical caves and rock shelters. The most outstanding ones, due to both their historic and speleological aspects, are the Sima del Palanzuelo and the Cueva de los Tocinos, that also happen to be important archaeological sites. Oral tradition leads us to think they both give access to a single connected cave that constitutes an underground link between the sunny and shaded slopes of the sierra. This article covers the most striking aspects of the Cueva de los Tocinos, reporting on its history and the legends that surround it, as well as on its most interesting speleological facts. KEY WORDS: Sierra de Gallinera, Tocinos cave, legend, history, speleology, Grupo Espeleológico G40.

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SITUACIÓN La Sierra de la Gallinera limita al este con la carretera de Carcabuey-Rute (kilómetros 28 al 33), al sur con el Moleón Grande y al norte y oeste con la carretera local que enlaza la anterior con el Nacimiento de Zambra. En su vertiente S.E., perteneciente al término de Priego de Córdoba, bajo el conocido como “Peñón de los Tocinos", se ubica la cueva homónima, a la que también se la ha venido identificando con los nombres de Majada de Calderón, Cueva de la Gallinera, o Cueva de la Tocinera. Accesos: Ruta Punto 1: 390169 4144457 DATUM ETRS89. Sin entrar a Carcabuey, desde la carretera A-3226, a la izquierda, nos incorporamos a la CO-220, en dirección a Rute. Ruta Punto 2: 387454 4144260 DATUM ETRS89. Por la CO-220, seguimos dirección a Rute hasta un cruce de un carril a la derecha con indicación de “La Solana” por el que nos desviamos. Ruta Punto 3: 384314 4138877 DATUM ETRS89. Por el carril que indica “La Solana” avanzamos hasta dejar el coche en una era, junto a un núcleo de casas. Desde ahí continuamos a pie con el GPS por la ladera S de la Sierra de la Gallinera. Ruta Punto 4: 384077 4138977 DATUM ETRS89.

EL MARCO GEOLÓGICO El Parque Natural de las Sierras Subbéticas, con una superficie total de 31.568 hectáreas, engloba a un conjunto de macizos calizos y alineaciones montañosas de mediana altitud que se alzan entre materiales margosos de carácter blando como los de Cabra, La Lastra, Horconera, Rute o Gallinera. Representan, todas ellas, una gran discontinuidad en el relieve, mostrando con más o menos intensidad, una típica karstificación bajo clima mediterráneo, manifestaciones periglaciares pasadas así como cierto modelado nival heredado. Siguiendo a Torres y Recio (2001), morfoestructuralmente las formas del relieve que perfilan el paisaje están en clara sintonía con la impronta geológica, diferenciándose por ello dos grandes conjuntos: el del macizo de Cabra, a base de dos escamas o mantos de corrimiento superpuestos que les confiere un aspecto masivo y abovedado; y otro más abrupto y quebrado, a base de pliegues muy vergentes y verticalizados a los que pertenece el aspecto serrano de La Gallinera. Todo ello dentro del dominio subbético de las cordilleras béticas y de las zonas externas, o sea, sin afloramiento alguno de materiales de edad paleozoica. Dentro de estas zonas externas, el subbético está caracterizado por una presencia importante de calizas jurásicas. Dentro de éste, el denominado subbético externo septentrional, vendría definido por la presencia de una importante sedimentación de calizas oolíticas en el dogger (sierra de Cabra por ejemplo), y el externo meridional, por una importante sedimentación de margocalizas (sierra de Gaena). El subbético medio vendrá caracterizado por un jurásico medio de caracter margoso, con presencia de radiolaritas y vulcanitas en los pisos superiores del dogger y malm (Sierra Horconera). No obstante, esta clasificación estratigráfica de los diferentes dominios es interpretada de diferente forma según los autores. La Sierra de La Gallinera pertenecería a estos últimos dominios, o sea, ausencia de caliza oolítica y presencia de margocalizas en el jurásico medio. En la base el trias parece con típicas manifestaciones ofíticas, el comienzo del jurásico con dolomías masivas, y el cretáceo es típicamente margoso. Como se ha comentado anteriormente, la disposición estructural, la tectónica y la naturaleza de los materiales son los causantes absolutos de todas las formas del relieve así como del diseño paisajísticoambiental de la zona que visitamos. Los suelos, la vegetación actual, la fauna silvestre y la acción antrópica a través del uso del territorio han debido de acondicionarse a estos mismos elementos naturales de primer orden.

LEYENDA E HISTORIA “Bocas tiene la Gallinera, por donde en los fríos días invernales, el vaho de la tierra espesa sus vapores con chorros de misteriosa niebla; agujeros por donde bueyes y cabras han desaparecido sin más rastro, tragados por el mundo de las tinieblas, cuevas cuyas galerías no tienen fin y cuyos pozos o abismos han puesto pavor en los pocos que se atrevieron a violar sus recintos. Pero no hay duda que viejas historias de moros hablan de la enterrada gallina de oro con sus huevos dorados y relucientes muchas veces buscados y jamás encontrados". BERNIER LUQUE, J. (1964). © G.E.V.

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No hay lugar en la provincia de Córdoba que atesore tantas historias, asombros, mitos y leyendas como Sierra Gallinera y su entorno. Algunas de ellas tienen su escenario en el mundo subterráneo. En sus inmediaciones (donde confluyen los términos municipales de Priego de Córdoba, Carcabuey y Rute), a lo largo de los siglos, se fue conformando un núcleo de cortijos diseminados. El lugar llegó a estar muy poblado, con el gran número de personas que los moraban y que explotaban los recursos naturales de la zona, reducidos casi por completo a la agricultura y a la ganadería. Pocos tenían la suerte de ser propietarios, viviendo en un estado pseudo feudal adaptado al caciquismo de la época. No estamos hablando de las típicas agrupaciones unifamiliares como las que conocemos hoy en día, formadas por los padres y uno o dos hijos, sino de grandes núcleos familiares en los cuales tenían cabida padres, abuelos y un número elevado de familiares que no habían constituido hogar propio. También solía ser habitual que dos o más familias emparentadas vivieran en el mismo cortijo compartiendo lugares comunes. Este ambiente rural, desconocedor de los avances tecnológicos actuales (televisión, ordenadores, etc), donde todo fluía en torno a la vida laboral con un muy escaso tiempo para dedicar al ocio, se convertía así en un excelente caldo de cultivo para la recreación de leyendas. Éstas eran avivadas por Miembro del Grupo Espeleológico Córdoba durante las la imponente mole caliza donde convergían todas las miradas, exploraciones en cavidades de Sierra Gallinera. Década la cantidad de cavidades, para la inmensa mayoría insondables, de los sesenta del siglo XX que la penetraban y el manto de oscuridad que cubría los campos subbéticos tras el ocaso solar. La escasa cultura académica que se recibía, ayudaba también a ello. Y así, las leyendas se han mantenido durante años en el acervo popular, en un radio de acción que se fue abriendo a medida que se producían las migraciones de las zonas rurales a las ciudades. Incluso existía la tradición mantenida por los lugareños de subir a la sierra en Viernes Santo, una actividad en familia donde se reunían con los vecinos, comían juntos y acostumbraban a pararse en las bocas de las cuevas y contar las leyendas que ya escucharan de sus ancestros. De esta manera podemos encontrar gentes que nos hablen de ellas en las localidades de Carcabuey, Rute y Priego de Córdoba. No tenemos pruebas documentales que nos indiquen desde qué fecha arrancan, pero todo apunta que podríamos retrotraernos a la expulsión morisca. Desde entonces, un tema recurrente transmitido por el imaginario popular ha sido la asociación de un "tesoro", un escondite secreto que en muchas ocasiones se corresponde con una "cueva", y el “moro” que allí lo abandona en su precipitada huida hacia el exilio ante el acoso de las huestes cristianas. Desde los primeros momentos de la conquista norteafricana de la Península Ibérica, el territorio que conforma las Sierras Subbéticas Cordobesas queda bajo el dominio musulmán. Éste no desaparecerá hasta sus últimos coletazos, ya que queda configurado como frontera de sus postreros reductos. Precisamente el macizo montañoso del que forma parte la sierra que nos ocupa, se mantuvo hasta el final como parte del último reducto nazarí. No es de extrañar por tanto, que la impronta dejada tras siglos de pervivencia sea amplia y patente aún en nuestros días: en los genes, en la forma de ser de sus actuales habitantes, en su carácter, en la gastronomía, en los aperos y usos agrícolas, en el vocabulario, en los topónimos... y en los mitos y leyendas, que al igual que en el resto del territorio andaluz, han perdurado a través de la tradición oral. Diversos testimonios orales nos cuentan como en tertulias realizadas con los moros (cuando llegaron a España como soldados a consecuencia de la Guerra Civil, o cuando los Espeleólogo observando los grafitis centenarios de la Cueva de los Tocinos españoles han de hacer el servicio militar en realizados sobre una colada

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Marruecos) éstos, al escuchar hablar de la Sierra Gallinera, indican que en ella existe un tesoro de sus antepasados e incluso que hay libros donde está escrita dicha afirmación. Sirva el siguiente trozo de entrevista como ejemplo: “Cuentan los antiguos que había una gallina de oro que estaban con unos pollos y que la habían escondido los moros o los antecedentes de los moros...”. La combinación de los tres elementos anteriormente citados (moro, tesoro y cueva) se da precisamente en la leyenda más divulgada e interesante. El mito de la gallina de oro y sus polluelos o huevos del mismo dorado metal, que se hallan ocultos en el subsuelo de la sierra. Hay quien ha fundamentado el mismo, y el nombre de la Sierra de la Gallinera y de la cercana Sierra de Interior de la Cueva de los Tocinos donde proliferan los espeleotemas de los Pollos o de Jaula, con el hallazgo en sus gran belleza laderas de mineral de fosforita o piedras fosfatadas, de forma ahuevada y color amarillo. Los polluelos o huevos cambian de número según el narrador. En las entrevistas que se han venido realizando a personas que han vivido en el entorno de la sierra se ha hablado desde tres polluelos hasta trece. Su escenario más utilizado nos lleva a la Sima del Palanzuelo, aunque según el narrador puede compartirse con la Cueva de los Tocinos, al conjuntarlas como bocas de la misma caverna, una en cada ladera de la sierra (en la solana y en la umbría), hecho que no se ajusta a la realidad. Independientemente de la localización de la cueva o del número de polluelos o huevos, todos coinciden en que en lo más escondido y recóndito de ella permanece una gallina llueca con sus polluelos de oro, no pudiendo, los muchos que la han buscado, apoderarse de los mismos. Volviendo al tema recurrente de los tesoros, en la memoria colectiva queda reflejada la realización de excavaciones en su búsqueda, realizadas en los términos municipales de los pueblos que circundan Gallinera. Significativos son los boquetes realizados en las torres atalayas islámicas de la comarca de Priego en busca de “tesoros de los moros”. Las entrevistas realizadas nos dan cuenta de la aparición de ciertos personajes que llegan al entorno de la Gallinera en busca de tesoros. Entre ellos, soldados marroquíes de las fuerzas de choque utilizadas por el bando nacional en el transcurso de la Guerra Civil Española. Todos estos individuos entran en contacto con los lugareños para recibir datos sobre los lugares donde supuestamente se ubican, haciendo éstos las veces de informadores o prácticos del terreno. Finalmente, nadie sabe el resultado de sus indagaciones y excavaciones, pero se deja la puerta abierta a que pudieron ser fructuosas, utilizando para ello elementos que así lo hacen pensar. A continuación exponemos varios testimonios de lo enunciado, que tienen su escenario en lugares del entorno de la sierra y en las propias cuevas de ésta: “Hace unos setenta u ochenta años vino un forastero al bar de la Ascensión buscando la Cueva de los Tocinos. Lo llevaron y él dijo que allí no había nada, así que se volvieron al cortijo. Cuando todos dormían el hombre salió y se dirigió a la cueva. Después lo buscaron allí y vieron que había cavado y ya no había rastro del hombre”. La segunda leyenda en importancia que se recrea en la cueva de los Tocinos, está directamente enlazada con la anterior al hacer referencia a la búsqueda del tesoro. De ella se cuenta que un cazador penetró en la cueva armado de una escopeta buscando el tesoro que contenía. Cuando quiso salir al exterior, su entramado laberíntico impidió que localizara la salida. Agotado hasta el punto de la extenuación, murió sentado apoyada la espalda sobre una roca, con la escopeta cogida por ambas manos y dejada caer sobre los muslos. Según algunos narran, los que han osado adentrarse en ella han hallado el cadáver en dicha postura, siendo encañonados por el difunto al toparse con él. Otros afirman que al hallar el cadáver y tocarlo éste se deshizo ante la atónita mirada del que lo encontró. Todas estas historias y la principal ya reseñada de la gallina de oro con sus polluelos, nos hacen plantearnos cuestiones sobre el topónimo de la sierra y nos hace preguntarnos si fue la leyenda la que dio nombre a la sierra o el nombre dado a la sierra el que originó la leyenda. Lo cierto es que nadie nos ha sabido contestar al dilema y que el hecho de que se haya perdido de la memoria colectiva es un indicador claro de su antigüedad. Lo cierto es que ya fueran mitos, leyendas o historias, todas ellas fueron creídas “a pie puntillas” por la mayoría de los que las escucharon. Caeríamos en un error al creer que la credulidad ante ellas fue el fruto de las mentalidades de otros tiempos. Aún hoy en día hay quien las cree o quiere creerlas.

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Las primeras referencias escritas sobre el mito de la Gallinera, no las encontramos hasta el año 1964. El historiador y poeta cordobés Juan Bernier Luque, con esa virtuosa pluma que le daba su faceta poética, tras escuchar las historias contadas por Gonzalo, el cabrero del Cortijo del Toscar y de su encargado de nombre Modesto, escribió unas líneas en la sección Tierra Nuestra del Diario Córdoba sobre su encuentro con la sierra. De ellas se ha extraído el texto que inicia este apartado del informe. Hasta aquí lo enunciado, entra en el espectro de lo misterioso, de la leyenda, de lo cuestionable. Aunque a veces se mezclen en ellas la verdad y la ficción. En adelante hablamos de historias verificadas y constatables, aunque sea tan sólo oralmente. En la amplia historiografía que hemos podido recuperar sobre las exploraciones en la Cueva de los Tocinos (que va desde el siglo XIX hasta nuestros días) las primeras de ellas tuvieron poco que ver con la espeleología y mucho con la búsqueda del “mítico tesoro de la Gallinera”. La primera exploración de la cavidad de la que tenemos constancia es la que se realiza hace más de 115 años. De ella, tan sólo conocemos lo que se desprende de los letreros que escribieron sobre sus paredes. Los Tocinos es una cueva laberíntica con constantes cambios de sentido, destrepes, gateras, caos de bloques... Ya desde la primera sala se observa una cruz pintada con lo que parece ser cal blanca (de factura similar nos siguen acompañando otras a lo largo de gran parte del recorrido). A excepción de una, cuyas aspas llegan a tener 60 centímetros, el resto va de los 20 a 30 centímetros con un grosor del trazo de 2 a 3,5 centímetros. Las cruces servirían de marcas topográficas para guiarse en el recorrido de vuelta, al igual que podemos encontrar flechas rojas y negras de época más reciente ligadas a otras pintadas. En una de las zonas más bellas de la cavidad donde aparecen abundantes formaciones, se ubica la última cruz y se leen las siguientes inscripciones realizadas con la citada cal: “PEDRO” (en dos ocasiones) y “PEDRO NAVA” (en una). La continuación es difícil de encontrar y se halla trepando de manera vertical por un caos de bloques, por lo que se desprende que el citado primer explorador creyera que aquél era el final y por ello dejara constancia de su nombre y apellido. La primera referencia oral que nos encontramos sobre exploraciones de cavidades en Sierra Gallinera viene dada por la búsqueda de los tesoros ya referidos. Los datos nos fueron facilitados por Manuel Rodríguez Caracuel, habiendo llegado hasta él por los propios protagonistas. Entre ellos los “hermanos Solano” (Paco y Amador) como instigadores, junto con José María Rodríguez Montes, tío de nuestro interlocutor. Todos vecinos de los Villares, pedanía prieguense ubicada al resguardo de la sierra en cuestión. Se produjo hará unos 115 años. Se dedicaron, con cierta vehemencia, a la citada labor ante la noticia dada por un cazador de haber visto en una cueva una gallina con tres huevos de oro. Nos comentaba igualmente que, antes del amanecer, se Interior de la Cueva de los Tocinos donde proliferan los espeleotemas desperdigaban por los puntos más altos de la de gran belleza divisoria de la sierra, porque según la leyenda, en el lugar donde dieran los primeros rayos de sol al despuntar el alba se encontraría el tesoro. Y así no sólo se adentraron en las cuevas, sino que hicieron muchos agujeros en la superficie buscándolo. Evidentemente, de manera infructuosa. Penetraban en las cavidades que conocían bien pertrechados de herramientas para cavar, como picos y azadas, con barras de hierro para levantar las piedras y con cuerdas. Incluso llegaron a bajar el primer pozo de la Sima del Palanzuelo. Los intrépidos buscadores de tesoros comentaban que en sus andanzas en la Cueva de los Tocinos, habían visto en sus paredes cruces de gran tamaño pintadas de blanco. Este hecho hace que tengamos que remontarnos al menos a más de 115 años atrás para hablar del autor/es de las pintadas, aunque teniendo en cuenta la grafía empleada, creemos que han de ser mucho más antiguas. Durante la primera mitad del pasado siglo Antonio Carbonell Trillo-Figueroa "el gran pateador de las sierras cordobesas…de quien pueda decirse que no habrá rincón que escapa a su curiosidad…”, como lo calificara en su día Juan Bernier Luque, incluye en su ingente labor científica, algunas referencias a cavidades de la provincia de Córdoba. Llega incluso a realizar los que se pudieran denominar como primeros catálogos de cavidades dedicados exclusivamente a ésta. El primero de ellos, junto con Galindo Alcedo, es publicado en 1917 en el diario semanal independiente "Córdoba" donde se dice: “Rute, Priego y Almedinilla están situadas en esta misma región y es muy probable que en sus términos se encuentren restos de la primitiva vivienda del hombre”. El segundo se quedará en el tintero en la “memoria explicativa de la hoja 989 de Lucena” que remitiera al Instituto Geológico y Minero de España. De esta inédita obra recuperamos los datos que © G.E.V.

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aportamos al presente artículo, recogidos en un capítulo dedicado íntegramente a la espeleología de la zona que abarca la memoria, bajo el nombre “Notas Espeleológicas”. En él se alude al lugar privilegiado del terreno que describe ésta, en cuanto a la abundancia de cuevas y abrigos con respecto al del resto de la provincia. Al tiempo, recoge una relación de cavidades con algunas escuetas indicaciones sobre las mismas, en la que se dice textualmente: “Cueva de la Gallinera, en la Sierra de la Gallinera, llamada también de la Majada de Calderón, muy grande”.. Carbonell, en su catálogo, insta a la exploración de las cavidades que él ha compendiado, pero no es hasta los años 60 del pasado siglo que Sierra Gallinera es visitada por los miembros del GEC (Grupo Espeleológico Córdoba) acompañados de la figura de Bernier, en representación del Seminario de Historia Antigua de Córdoba, del cual eran colaboradores. Éste entra en contacto con Sierra Gallinera y,por lo que revelan sus artículos, queda prendado de su entorno natural, de su potencial arqueológico, a la vez que estimula su vena poética: "...por los caminos de la tierra el agua escurre y se filtra en el cedazo de las simas. De vez en cuando, bocas negras se abren, con el hálito del respirar terráqueo. Densa atmósfera de pesado sueño subterráneo, que en Interior de la Cueva de los Tocinos donde proliferan los estas cuevas de la Gallinera, nos sumerge en el laberinto espeleotemas de gran belleza de los caminos del agua, que en la oscuridad es sólo música de Debussy, no hecha por los hombres sino fuente como pulso de las profundidades, armonía de inéditas grutas de Fingall, que escuchan los pasos de estos aventureros del mundo subterráneo, los pioneros espeleólogos, por los caminos del agua". BERNIER LUQUE, J. (1964-1). La primera referencia a una exploración meramente espeleológica de la cavidad, la encontramos en exploraciones realizadas en la Cueva de los Tocinos y de la Majá del Caldero en 1962 por parte del Grupo Espeleológico Córdoba (GEC). Éste recoge el reto lanzado por Carbonell y sigue sus pasos a través de la provincia cordobesa buscando las referencias de cavidades que él aportó años atrás. Entre sus archivos, encontramos el original de uno de sus catálogos y las cavidades citadas desgranadas en fichas: “El equipo de Arqueología de Campo bajo la dirección del señor Bernier Luque, en estrecha unión con el grupo espeleológico GEC y sus directivos y miembros señores Aguayo, Magariño, Barbudo y Salinas, tras fructuosos reconocimientos por el ámbito provincial pusieron a disposición de los estudiosos numerosos yacimientos que abarcan desde cien mil años antes de Jesucristo hasta la época romana. Investigaciones sobre el presunto musteriense de los Mármoles en la aldea de los judíos, yacimientos neolíticos de la Murcielaguina, eneolíticos del Castillo de Carcabuey, Cueva de los Tocinos, Cueva de la Majá del Caldero…”. DIARIO CÓRDOBA (1963).

Croquis topográfico de la Cueva de los Tocinos realizado por el Grupo Espeleológico Córdoba en la década de los sesenta del siglo XX. Archivos G.E.C.

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Los espeleólogos de la comarca también visitan la cavidad. No sabemos si lo hicieron con anterioridad a los del GEC o con posterioridad. El grupo de espeleología Alonso de Carmona (ligado a la OJE prieguense) nace a partir del Curso de Mandos celebrado en Priego de Córdoba durante la Semana Santa del año 1963. En un informe de las de actividades realizado por dicho grupo entre 1963 y 1966, entre 78 salidas, se habla de la exploración de la Cueva de la Gallinera (Cueva de los Tocinos). En la primera quincena de julio de 1964, aprovechando el periodo vacacional comienza la segunda campaña del año para el GEC (en la primera ya visitaron el término de Priego de Córdoba y más concretamente, la Cueva de los Mármoles). Aunque cuentan en esta fecha con 20 integrantes, tan sólo siete componen la partida. Ocho días en las sierras de Rute, Priego y Carcabuey. Ocho duros días de trabajo debido al calor estival que se mezcla con lo agreste del terreno y la gran altura a la que se encuentran las cuevas a las que han de acceder cargados de material. Pesadas escalas para penetrar en las simas, cascos fabricados de forma artesanal con doble instalación eléctrica y de carburo y equipo telefónico para contactar desde el exterior con el equipo de punta. Como solía ser habitual, en sus monos de combate les acompaña el letrero de GEG. El jefe del grupo era Juan de Dios Aguayo. Tras la cueva del castillete de Rute llegan a la finca del Toscar, ubicada en la ladera perteneciente a Carcabuey, propiedad del presidente de la Audiencia Provincial. La intendencia del campamento recibe el apoyo de Modesto, el encargado de la finca, que ofrece su casa de labor al equipo. Por otro lado con la ayuda de Gonzalo, pastor de la citada finca que, conocedor del terreno por sus múltiples andanzas como ganadero, les sirve de práctico del camino y les muestra las bocas de las cavidades. Este último llega incluso a ser nombrado "espeleólogo honorario" al penetrar con los miembros del GEC en las simas y cuevas de la zona. La principal cavidad a explorar es la Cueva de los Tocinos, la más conocida y nombrada por los lugareños junto con la Sima del Palanzuelo. El propio Bernier nos da algunas pinceladas de estos días de exploración en una entrevista que le realiza un corresponsal del Diario Córdoba: "...Suba usted amigo García Prieto, en el mes de julio, y a la una de la tarde, la seca cresta de la Gallinera en tierras de Priego. Gatee por senderos de cabras hasta cerca de mil metros y métase por una oscura boca que los campesinos llaman la Cueva del Tocino. ...Prepara cuerdas, escalas, luces y...en eso ni usted ni yo daríamos un adarme...agilidad y músculo. En fin, preparados no nosotros, sino los equipos de Grupo Espeleológico Córdoba, los vemos desaparecer en las entrañas de la tierra. Por teléfono en la umbría de la primera sala oímos términos tales como gateras, recodos, pozos, tajos y metros de descenso vertical. Nosotros sólo tenemos los labios el término paciencia. Una hora, dos, cuatro. Por fin la exploración está preparada y se establecen los turnos entre los equipos". DIARIO CÓRDOBA (1967). En los archivos del GEG nos encontramos con un croquis de la Cueva del Tocino. Es curioso ver en éste marcado los lugares donde habían sido hallados restos humanos con un signo "+" envuelto en un círculo, los utensilios con un signo "+" sin círculo, los gours con un círculo y los restos animales con una "A" envuelta en un círculo, también se pueden ver breves apuntes sobre su origen geológico o sobre su morfología y situación. Los hallazgos arqueológicos realizados durante la exploración, que consistieron en restos óseos, fragmentos de brazaletes líticos y trozos cerámicos, como solía ser habitual, fueron cedidos al Museo Arqueológico provincial y comunicado su hallazgo al cronista de la ciudad, Delegado de Excavaciones y presidente de la Real Academia señor Rafael Castejón y Martínez de Arizala. Finalmente, 9 simas exploradas (entre ellas la Sima del Palanzuelo, Sima del Bujero de los Cinchos y Majá de la sima) y tres cuevas (entre ellas la Cueva de la Majá del Caldero y la Cueva de los Tocinos). A caballo entre el mes de diciembre de 1966 y enero de 1967, el Grupo Espeleológico Córdoba vuelve a organizar otro campamento en Sierra Gallinera. Durante sus cuatro días de duración, efectúa investigaciones subterráneas en dos de sus cuevas pertenecientes al término municipal de Priego. Una de ellas es la que nos ocupa y la otra la de los Inocentes. El Grupo GULMONT, formado en el seno de la Universidad Laboral Onésimo Redondo de Córdoba, organizó un campamento en marzo de 1972 que fue bautizado como “Operación Gallinera”. Se celebró a primeros de marzo de 1972 a lo largo de tres días en la citada sierra. Su objetivo, según los propios protagonistas fue “…buscar posibles cavidades que fuesen interesantes para su estudio y exploración”. Por su estrecha relación con el Grupo Espeleológico Córdoba (GEC) eran conocedores de las exploraciones que ya estos realizaron en el lugar en 1965 y precisamente fueron visitadas dos cavidades que lo habían sido previamente por estos: la Sima del Palanzuelo y la Cueva de los Tocinos. De la segunda se dice textualmente: “...la cueva del Tocino tiene un emplazamiento difícil de hallar debido a la gran cantidad de matorrales que la rodean. Una vez localizada se comenzó su exploración. Es más antigua que la sima del Palanzuelo. Se encuentra en plena fase de formación, debido a los grandes derrumbamientos. Su entrada es difícil. Su gatera principal se encontraba obstruida por una gran piedra que logramos apartar y nos permitió seguir su exploración. Aparentemente parece tener varias direcciones, pero no lo pudimos © G.E.V.

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confirmar porque las diversas gateras que encontramos estaban derrumbadas y no se pudo llegar a un estudio total. El agua, es sin duda, el fenómeno erosivo más importante que ha provocado la nueva formación, la sedimentación y probablemente los frecuentes derrumbes. Está constituida por caliza y arcilla. Tienen bellas salas, aunque de pequeñas dimensiones, de estalactitas y estalagmitas, las cuales debido a las aguas y a la arcilla presentan brillantes y rojizos colores de singular impresión”. En 1978 el GES Priego organiza un campamento que tiene su base en el paraje conocido como Fuente de las Cañas, en los límites de Priego de Córdoba, Rute y Carcabuey. Se elige dicho lugar al estar equidistante de las zonas de trabajo elegidas (Sierra Gallinera y el Morrón Grande). Los que en ella estuvieron, recuerdan jornadas duras al no haber sido implantada aún la técnica alpina de progresión por cuerda y tener que transportar las pesadas escalas por una orografía tan inclinada y quebrada. Como ya ocurriera con las exploraciones del GEC, contaron con el apoyo del cabrero del Toscar. Se realizaron estudios en varias cavidades de Sierra Gallinera y en el Moleón Grande. Durante los mismos, se topografió parte de la que nos ocupa. La Cueva de los Tocinos fue incluida en el Catálogo de Cavidades de la Provincia de Córdoba, en continuo proceso de realización, por parte del Grupo Espeleológico G40 de Priego de Córdoba el día 11 de enero de 2003, con las siglas G40 GAL-09. Pero no es hasta el 2010 cuando se plantea un proyecto espeleológico de carácter integral que abarque toda la sierra, con el único objetivo del estudio de las diferentes cuevas y simas enclavadas en ella, además de completar los trabajos de prospección que se habían llevado a cabo anteriormente. El objetivo que se pretendía obtener tenía una doble vertiente. De un lado incidir de nuevo en la prospección de la sierra y por otro, hacer un estudio espeleológico de cada una de las cavidades por separado, mostrando más interés en la de mayores proporciones o en las más significativas. Tras el estudio de varias cavidades (El Rodaero, La Solana, Majá del Caldero e Inocentes) y un período de espera en el que se trabaja en otras cavidades, especialmente en la Cueva de los Murciélagos de Zuheros, se retoman los trabajos en enero del 2011 con la Cueva de los Tocinos. Éstos se combinaron con la prospección de la ladera donde está ubicada y la exploración de varias simas (Sima de la Majá, Sima del Agujero de los Cinchos) y cuevas de menor importancia, algunas de ellas casi nulas. Se iniciaron el día 2 de enero de 2011 y se concluyeron el 20 de febrero, concentrándose en un arco cronológico de dos meses, siete salidas en las que participaron la práctica totalidad de los miembros activos del club. La exploración necesitó de varias desobstrucciones, que no aportaron recorrido significativo al conocido. La que se realizó con mayor ahínco, fue el intento de unión con la cercana cueva de los Inocentes: tras la finalización de ambas topografías tan sólo las separaban 20 metros en lo que parecía ser la misma fractura.

DESCRIPCIÓN Nos encontramos ante una cavidad conformada en la roca caliza. Se trata de una cueva secundaria, cuya espeleogénesis viene derivada de procesos tectónicos de fracturación. Aunque su desnivel es escaso (-33,5 metros), su desarrollo total de 705 metros la convierte en una de las diaclasas más amplias de la Subbética cordobesa. El acceso a la misma se realiza a través de una boca en pared, de tendencia semicircular de unos 3 por 3 metros, que nos conduce a una pequeña sala formada por caos de bloques de pequeño y mediano tamaño. No vamos a proseguir con la detallada descripción de la misma, que ya se hiciera en su día para el informe de la cavidad elaborado por miembros del G40 tras su estudio, puesto que lo laberíntico e intrincado de su trazado la convertiría en tediosa y reiterativa; ello lo motivan tanto los continuos cambios morfológicos y estructurales como las sucesivas alternancias de pequeñas galerías, salas, destrepes, trepadas, caos de bloques, cambios de rumbo, laminadores, gateras y pasos estrechos. Todo ello pone a prueba la capacidad contorsionista y la dureza de las articulaciones de los espeleólogos, a la vez que complica los trabajos tendentes a su levantamiento planimétrico y eleva el número de las estaciones topográficas a tomar. Fuera de lo mencionado, la dificultad técnica a la hora de realizar el recorrido completo de la cavidad no es alta, no siendo necesaria la utilización de ningún elemento de progresión vertical, tan sólo utilizar en varios puntos concretos la técnica de oposición entre paredes. Antes de acceder al punto medio de su desarrollo, en una zona donde se abre una sala con planta terrosa, se aprecia un cambio en la fisonomía de la cueva, haciéndose más amplia y convirtiéndose el suelo en terroso. En la parte superior de la sala, a unos cinco metros, se abre una conexión con el exterior, pero resulta impracticable por su estrechez. Desde este punto se inicia el desarrollo de la parte más amplia de la fractura, además de localizarse en su recorrido las formaciones de mayor belleza de la cavidad. La importancia del proceso de reconstrucción litogénica desarrollado en su interior se nos muestra a través de la abundancia de espeleotemas, algunos de gran belleza como muestran las imágenes que aparecen en el presente artículo. Durante los trabajos realizados, pudimos observar un amplio elenco de © G.E.V.

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formaciones entre las que pudimos apreciar, casi por completo, el gran abanico de las susceptibles de originarse en las calizas del subbético. Entre ellas destacan banderas, gours, pisolitas, estalactitas, estalagmitas, isotubulares, columnas, coladas parietales, coladas pavimentarias, etc. Son mucho más abundantes en las zonas medias y bajas, en las que la actividad hidrológica es mayor y las formaciones se hayan por tanto hidratadas y activas.

ARQUEOLOGÍA Y PALEONTOLOGÍA Las especiales características del entorno de Sierra Gallinera, con su ubicación privilegiada, han hecho que a lo largo de los años se haya constituido como lugar de ocupación destacado en la comarca. Una concurrencia de factores así lo propiciaba: su proximidad a fuentes, ríos y arroyos (afluentes del río Anzur, fuentes del Francés, Barea, Alcubilla, Campanillas y Fuente de Castilla), una buena tierra para uso agrícola en sus vegas, buenos pastos para el ganado en sus laderas y corredores naturales bajo su falda en la agreste geografía de las Sierras Subbéticas Cordobesas. Así tenemos como más destacado el que conecta la Depresión Priego-Alcaudete con el valle Anzur y Genil. Los profusos y ricos vestigios encontrados en la Cueva de los Tocinos, Cueva de la Majá del Caldero, Cueva del Rodaero, Cueva de la Solana, Cueva de los Inocentes o Sima del Palanzuelo nos hablan de la riqueza e importancia de la prehistoria reciente, en particular del Neolítico. Aunque es más que probable que la utilización de dichas cavidades por el hombre arranquen de mucho antes, aunque hasta el momento no se haya verificado dicha afirmación. Como indicio de lo citado, valga decir que entre las piezas arqueológicas recogidas en los fondos del Museo Arqueológico de Córdoba a las que tuvimos acceso (depositadas por miembros del GEC en 1967) aparecen un par de fragmentos de brechas recogidas de la Cueva de los Tocinos, en las cuales ha quedado “atrapado” junto con un fragmento de hueso quemado una pieza de sílex. La cavidad se incluye dentro de la carta arqueológica prieguense, con lo que ello conlleva de grado de protección. En la base de datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía editada por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, nos encontramos con una ficha de la misma donde se la adscribe al Neolítico, Edad del Cobre y Edad Moderna. Al respecto se dice: “...En su interior aparecen cerámicas neolíticas y huesos. Cerámica (almagra, incisa, etc) y objetos de adorno (brazaletes). De la primera sala se conocen un buen número de fragmentos de cizalla numismática perteneciente a falsificaciones de maravedíes de Felipe IV”. En diversos momentos de la historia de la formación de la cavidad, han quedado integrados en la misma restos de materiales óseos (humanos y animales) en diferentes procesos. Por un lado, nos encontramos con brechas que, de lo apreciado hasta el momento, contienen huesos de fauna de gran tamaño. De otro lado, las coladas parietales o pavimentarias en su proceso de deposición, han soldado materiales óseos animales y humanos así como fragmentos cerámicos. Especial interés tuvo la localización de restos de un cráneo con arranque de cornamenta de cabra montés “capturado” en una brecha que se sitúan a media profundidad junto a lo que parece ser una pieza dentaria o los calcificados también de cabra ubicados en una de las zonas más bajas y recónditas de la cavidad: "...A quien se le diga que en una profunda sala (de la Cueva de los Tocinos) había una oveja tendida no lo creerá. Pero era una oveja de piedra, cuyo esqueleto fosilizado y pegado a la roca del suelo era el primero de los misterios. Porque fue llevada. Fue llevada allí miles de años antes de dejar su epitafio calizo en aquel panteón tenebroso, donde yace su figura esculpida e inmóvil". DIARIO Brecha en techo de la cavidad con “capturas” de macrofauna: restos óseos (arranque de cuerna y otros) y pieza dental CÓRDOBA (1967).

TOPOGRAFÍA 1.-Material y método Se empleó: · 2 Palm Tungsten TX con el programa de topografía espeleológica Auriga 1.29. · 2 DistoX, disto A3 de Leica con placa de expansión de Beat Heeb. · Programa de topografía espeleológica para PC VisualTopo 5.02.

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Auriga es un software de topografía de cavidades para los PDA bajo Palm OS. Auriga nació en 2002 con la iniciativa de Luc Le Blanc, de la Société québécoise de spéléologie (Canadá). Desde 2003, un conducto desarrollado por Christian Chénier permite el intercambio bidireccional de datos topo entre Auriga y varios software de topografía de cavidades bajo PC, entre ellos VisualTopo. El DistoX (del suizo Beat Heeb) consiste en un DISTO A3 de Leica y un kit de actualización que añade una brújula, un clinómetro y una conexión Bluetooth. El kit de actualización consta de un PCB, con componentes SMD. Se conecta a la pantalla del DISTO, lee la medida de distancias y ángulos de la muestra proporcionada por la brújula y clinómetro. El distoX fue presentado por primera vez junto con el programa PocketTopo en el 4º Congreso Europeo de Espeleología Vercors 2008 “Paperless Caving - An Electronic Cave Surveying System. La topo sans papier - un système électronique de topographie (Beat HEEB)” VisualTopo versión 5.02 de Eric David (Speleo Club de la Seine, France) es un software de topografía espeleológica para PC que, además de visualizar la topografía de la cavidad en 3D, permite la visualización en 3D y la exportación a archivos DXF. El método empleado en el levantamiento topográfico de la Cueva de los Tocinos es el de un levantamiento taquimétrico, operación resultante de utilizar conjuntamente los procedimientos planimétricos y altimétricos. El objetivo del método es poder determinar la posición de un punto por sus tres coordenadas cartesianas (x, y con la planimetría y z con la altimetría). Para ello se ha usado el método habitual en la topografía espeleológica que es el de itinerario o poligonal abierta sin control de cierre. La poligonación es uno de los procedimientos topográficos más comunes. Una poligonal es una sucesión de líneas quebradas, conectadas entre sí en los vértices. Para determinar la posición de los vértices de una poligonal en un sistema de coordenadas cartesianas, es necesario medir el ángulo horizontal y vertical en cada uno de los vértices y la distancia horizontal entre vértices consecutivos. Una poligonal abierta sin control de cierre significa que sólo se conocen las coordenadas del punto inicial. Para la medida de los ángulos horizontal y vertical entre los vértices, o estaciones topográficas, se ha usado el DistoX, prototipo del suizo Beat Heeb. Por las características especiales de la aparatología propia de la topografía espeleológica, la medida de los ángulos horizontales se realiza en los trabajos de campo con relación al Norte Magnético. Para la medida de las distancias se ha empleado, de igual forma que en la determinación Espeleólogos preparando el instrumental topográfico de los ángulos, el Disto X. Para la realización del levantamiento topográfico de la Cueva de los Tocinos se ha establecido el origen de coordenadas en una estación topográfica en la misma entrada de la Cueva (estación 1.00), punto escogido para facilitar el enlace con una estación de georreferencia cercana (GPS.0), ya ubicada fuera de la cavidad y obtenidas las coordenadas con un GPS (GPS de navegación). Se tomaron sus coordenadas UTM (DATUM ED50 Y ETRS89) y cota. Para la toma de datos en la cavidad se utilizaron 2 Palm Tungsten TX (PDA bajo Palm OS) con el programa de topografía espeleológica Auriga 2.0. Auriga es un software de topografía de cavidades que se ejecuta en equipos Palm OS. Auriga guarda las visuales topográficas como un conjunto de registros en una base de datos Palm OS y efectúa los cálculos requeridos para convertir estos datos en coordenadas cartesianas. Los resultados pueden presentarse de forma gráfica (topo) o en listas. De esta forma se ofrece al topógrafo una visión inmediata de la progresión topográfica de la cavidad, permitiendo la detección de errores de bulto, acelerando el proceso de exploración, la estadística de la cavidad, su orientación y posición, etc., conociéndolos en tiempo real, sin necesidad de esperar a estar en superficie. La versión en curso permite realizar el dibujo de la cavidad en la pantalla de la PDA y la exportación a archivos DXF. 2.-Resultados obtenidos Datos Técnicos de la Topografía Toma de datos en la cavidad: Grupo Espeleológico G40. Fecha: del 02-01-2011 al 20-02-2011. Método: Itinerario o poligonal. Desarrollo de la cavidad: 705.3 metros. Longitud horizontal: 575.2 metros. © G.E.V.

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Desnivel: 33.3 metros. Estaciones: 283. Visuales: 286. Manejo informático y dibujo Fº Ruiz-Ruano Cobo. Fº Bermúdez Jiménez Antonio Alcalá Ortiz. Programa auriga 1.29. ibujo CorelDraw X5. Fecha: 02/07/2011.

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Este trabajo ha sido publicado on-line con fecha 02/05/2015 Se citará como: BERMÚDEZ CANO, R. y ALCALÁ ORTIZ, A., 2015. La Cueva de los Tocinos: entre el mito y el estudio espeleológico. Gota a gota, nº 7: 73-85. Grupo de Espeleología de Villacarrillo, G.E.V. (ed.)

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