Moderadora de Traducción Emi_93

Moderadora de Corrección Mew Rincone

Staff

Staff

Xiime~

Mew Rincone

Armonia&paz

Evarg7

Morin

Emi_93

Oscense

Eni

Mariis

3lik@

Yanii

Pili

Alee Foster

Floresadri

Mew Rincone

Krispipe Vale

Lectura final y revisión Mew Rincone

Diseño Jane

Agradecimientos

Capítulo 18

Sinopsis

Capítulo 19

Prólogo

Capítulo 20

Capítulo 1

Capítulo 21

Capítulo 2

Capítulo 22

Capítulo 3

Capítulo 23

Capítulo 4

Capítulo 24

Capítulo 5

Capítulo 25

Capítulo 6

Capítulo 26

Capítulo 7

Capítulo 27

Capítulo 8

Capítulo 28

Capítulo 9

Capítulo 29

Capítulo 10

Capítulo 30

Capítulo 11

Capítulo 31

Capítulo 12

Capítulo 32

Capítulo 13

Capítulo 33

Capítulo 14

Próximo libro

Capítulo 15

Sobre la autora

Capítulo 16

Info. R&R

Capítulo 17

Créditos

Entra a un mundo envuelto de una batalla centenaria

Este romance paranormal contado desde la perspectiva de la heroína se construye con intensidad e intriga hacia un final que no vendrás venir. Acción rítmica mezclada con cálida amistad y un romance descorazonador te dejará sin aliento y rogando por más

Traducido por Emi_93 Corregido por Xiime~

Es sabido que dentro del más inocente de los seres duerme una bestia. Esta bestia, con la persuasión apropiada, puede ser liberada. Pero, ¿puede ser controlada? "El príncipe oscuro, Destructor de Reyes" Laurent podía sentirla, recientemente despertada por un recuerdo. Sufría por arrebatarle ese recuerdo. Muchos lo habían llamado por nombres que harían que una niña como ella le temiese, pero ella no tenía razón para hacerlo. En tanto cooperara, le permitiría vivir al menos nueve años más; sin embargo, su paciencia se estaba acabando, y sabía que era más que capaz de descargarse en ella una vez que se la llevaran. Necesitaría trabajar en eso. Podías atrapar más moscas con miel que con vinagre, le había dicho su padre una vez. Nunca en su larga existencia había sentido la necesidad de controlarse tanto, pero había aprendido de sus errores pasados. Sí, había aprendido que ella podía evadirlo sin siquiera intentarlo conscientemente. Su única habilidad era ver eventos pasados; aún así, a través de fuerzas que él aún tenía que descubrir, ella siempre parecía eludirlo. Por supuesto, siempre la encontró a tiempo, pero tenía razones para preocuparse. En la edad moderna, las chicas no eran tan entusiastas sobre permanecer castas, y ella solo le sería útil con su pureza. La última vez, él la había usado exactamente por un año antes de que ese chico de lengua de plata se inmiscuyera en su vida, robándole tanto la pureza como la visión. Sin embargo, por un fugaz instante antes de su muerte, él se preguntó si el chico tenía razón, si ella mentía con respecto a haber perdido su habilidad para salvarse a ella misma y a otros de él. Si era así, ¿había sido un error haber cambiado al chico? ¿Debió haberlo matado en aquel momento y lugar? ¿Era la vida eterna como un parásito enfermo demasiado indulgente? Laurent sentía que el Arco sería más poderosa que antes; tal vez pudiera incluso convertirse en una adivina. Sería la primera; y por la fortaleza que había percibido en ella, era una transformación plausible. Ver eventos pasados era una capacidad valiosa, pero ver el futuro le daría una omnipresencia que pocos, si es que alguno, podrían rivalizar. La sentía volverse poderosa, y usaría eso como un faro para encontrarla; su propia sangre corría por sus venas. Incluso aunque esta sangre estaba debilitada por las generaciones que los separaban, él sabía que, cuanto más recordara ella, más fuerte se volvería su vínculo.

Cada retazo de emoción fuerte activaban ese faro, y él estaba cerca de su rastro. Los hombres a su mando dedicaban cada segundo del día en seguir la conexión a cualquier parte en que señalara su presencia. Una y otra vez le habían probado su valía, pero ahora se habían retrasado un año en traerla. No podía pensar en otra razón para esto además de que el Consejo de Inmortales, liderado por su rival Aleixandre, estuviera matando a sus hombres a medida que se acercaban a ella. A pesar de que esto lo enfadaba, sus hombres podían ser reemplazados… El Arco no. Mataría a quien sea y haría todo lo necesario para encontrarla; esperaba que el Consejo fuera capaz de hacer lo mismo. Él lo había hecho antes, fácilmente, y apreciaba que en el mundo moderno, donde la muerte era aceptada como un pecado, no tendría problemas en eliminar a nadie en su camino. El único problema era que si este Arco era en algo parecida a Hélène, tendría que aproximarse a ella de forma diferente. El corazón de Hélène había sido puro como el oro, y las cosas que él quería de ella eran oscuras como el pecado. Tendría que convencer al nuevo Arco de su inocencia en eventos pasados, y usaría la muerte para atraerla a su lado: ya que, después de todo, la muerte transforma incluso al más inocente de los corazones con el tiempo. Laurent, de entre todos, lo sabía; si lo admitía o no, era algo completamente diferente. Miró a su alrededor, disgustado por lo que veía; clásico estilo francés, lo había llamado la mujer en el escritorio del frente. Los llamativos colores del cuarto no podían replicar el verdadero estilo Barroco francés. Espeluznantes y baratos drapeados de satén de oro falso adornaban las ventanas que miraban hacia afuera, hacia la nieve penetrantemente fría que infestaba el suelo. Listones de tela de cálido color rojo, marrón, y oro decoraban la cama de cuatro postes, como lo hacía la enroscada y enrevesada talla; los patrones creaban una visión particularmente cautivante, pero lucían como si hubieran sido hechas en un tablero de prensado en un taller. Aún encontraba calma en las cosas familiares, pero América estaba lejos de ser familiar; el Arco tendría que ser encontrada pronto. Sus alrededores no hacían nada para mejorar su paciencia, y en esta búsqueda en lo que todo lo que se le pedía era paciencia, el Príncipe Oscuro se preguntó quién pagaría el precio por hacerlo esperar tan jodidamente tanto.

Traducido por Evarg7 Corregido por Mew Rincone

Las noches cálidas de verano eran una cosa de mi pasado; dejar atrás la calidez veraniega era, en mi mente, un CRIMEN, pero, a través del frío invernal, vino el cambio y la muerte llevó a cabo un nuevo principio.

Ella Monroe Thaxinburg, Virginia Ciudad Cedar Grove Esa cama, esa habitación, o incluso esa casa, no se sentían como un hogar, aunque había estado allí muchas veces antes, durante los pasados veranos y fines de semana largos con mis padres. El pensar en ellos dejó un mal sabor en mi lengua. Tragué varias veces, pero el sabor amargo persistió, fortaleciéndose. Aparté el recuerdo y lo almacené en el fondo de mi mente, el lugar donde encierro todas las cosas que no puedo manejar y las cosas que me niego a recordar. Ahí es donde su recuerdo debería quedarse. No podía seguir pensando en ellos porque entonces la voz empezaría, y con la voz vendrían las visiones y el mal. Me senté en la cama y miré alrededor por lo que parecía la centésima vez. Sabía que era tarde porque fuera estaba totalmente oscuro, pero no miré al reloj. No había dormido cinco horas enteras en semanas, y no tenía ningún lugar en el que estar por la mañana, así que el tiempo parecía irrelevante. Me quedé en este estado raro de evasión donde era consciente de todo lo que estaba a mí alrededor, e incluso más consciente de que nada de eso importaba ya. Flotaba a través de los días con el piloto automático, esperando una situación donde se esperara una reacción mía, y recordando la forma “normal” de reaccionar. Fingir era una tarea que no estaba segura de poder manejar mucho más tiempo. La habitación era muy familiar. La conocía como la palma de mi mano. ¿Por qué parecía estar a millones de kilómetros de distancia? ¿O como en un sueño? Alex y yo habíamos estado bastante tiempo pasando el rato y creciendo juntos, descubriendo quiénes éramos y a dónde queríamos ir cuando creciéramos. Para nosotros, eso significaba cuando cumpliéramos los dieciocho. Y ahora que yo había “crecido”, la decepción de la que era mi vida era más inquietante que cualquier otra cosa. La comprensión de dónde estaba contra dónde debería haber estado era un dolor de cabeza incesante que no podía remediar. ¿Por qué esta habitación parecía tan fría y sola? Una escapada

veraniega se convirtió en una prisión, y un constante recordatorio de un pasado al que nunca podría volver. Normalmente, mi padre estaría pasillo abajo roncando, y mi madre estaría en la cocina con la Sra. Carlton riéndose por lo bajo con martinis de vodka. Alex y yo estaríamos mirando viejas reposiciones de Miami Vice. El recuerdo de mis padres subió por mi espalda y entró en mi corazón, causándole espasmos de dolor. Mis pulmones se sentían como si estuvieran llenos de agua. Jadeé en busca de aire, tratando de recobrar el aliento, preguntándome si siempre sentiría dolor físico con el recuerdo de mi madre y mi padre, preguntándome si el dolor sería todo lo que me quedaría de ellos en los años venideros. En mis ojos, los recuerdos equivalían a dolor. Me puse de pie y me incliné, poniendo mi cara en mis pantalones de gimnasia e intenté respirar profundo. Eso siempre había funcionado cuando entraba en pánico en el campamento de verano porque estaba nostálgica, sintiéndome fuera de lugar entre los niños que no entendían por qué no quería ir a nadar al lago ni montar a caballo, por qué quería irme a casa en lugar de eso. Mi estómago se revolvió. Me arrepentí de haberme saltado la cena. Nada era peor que tener arcadas cuando mi cuerpo intentaba purgarse a sí mismo. Estaba segura de que no podía vomitar recuerdos. Incluso si pudiera, no creía que importase; todavía estaría llena de ellos. De repente, me di cuenta de lo que estaba pasando. Sabía que no había nada que pudiera hacer para detenerlo, pero no quería vivir con el miedo de que alguien me encontrase desmayada en la mañana. La usual ola de náuseas que vino con mis alucinaciones reptó dentro de mi barriga. Mi cabeza se sentía como si estuviera en llamas, lo que causó que mi visión fuera borrosa y se oscureciera. Todos pensaban que estaba mejor, que estaba curada o cerca de estarlo. Corrí al baño y me salpiqué agua fría en la cara, con la esperanza de que eso sacudiese a mi cuerpo y se normalizara libre de visiones y voces. Pero no sirvió de nada. —Ven a mí —susurró la voz, tan cerca de mi oreja que me di la vuelta, pensando que alguien estaba en mi habitación conmigo. La voz. Luché contra el ansia de hacer lo que ella ordenaba: seguirla a la oscuridad. Mis lágrimas amenazaban con explotar, pero las contuve. Me rehusaba a derrumbarme en casa de los Carlton. Ellos no me volverían a enviar al hospital. La voz y las alucinaciones no eran mi culpa; no podía controlarlas. Mi dolor de cabeza todavía se propagaba y, por experiencia, sabía que todavía no había llegado a su crescendo. Me aferré al lavabo de porcelana y apreté con fuerza mis ojos, rezando para que el dolor cesara. Mi madre una vez dijo que el dolor era un don. Te recordaba que todavía estabas con vida, y sobrevivir al dolor sólo te hacía más fuerte. ¿Se sintió así cuando estaba muriendo en las ruinas esa noche? Pensar en el sufrimiento de mis padres no ayudaba. Sabía que si tenía un

ataque total, sería arrastrada dentro de una alucinación y ellos me encontrarían en la mañana, inconsciente sobre el suelo. Eso me ganaría un viaje directo al Dr. Lithe y la Enfermera Laura, con sus agujas y sus pastillas que no te hacían sentir nada y dormir durante días. Mis manos empezaron a doler por el fuerte agarre que tenía sobre el lavabo. Cuando las saqué, se sentían tensas y frías. La voz no había vuelto a hablar, pero podía oír lo que sonaba como alguien arañando la puerta del baño. Me congelé. Pensé en gritar y preguntar quién estaba ahí, pero un intruso no se anunciaría a sí mismo. ¿Sería tan malo si alguien me mataba? Yo era una tarada. Me había vuelto loca en el colegio cuando había tenido una visión, la de mi muerte. Me enviaron al Ocean Trace para hablarle a un loquero y, como una idiota, había confesado mi visión al doctor. La voz de un hombre que me ordenaba que volviera a él. Mi propia muerte. Ese día me había convertido en la chica frágil que todos temían tener alrededor, temerosos de desencadenar otro esuelodio. Al final, se decidió que iría a una instalación de cuidados hospitalarios durante setenta y dos horas, lo que se convirtió en tres semanas. Eso era lo que pasaba cuando te abrías a la gente, cuando les contabas la verdad. Fue mi culpa, y me di cuenta luego que mantener mi boca cerrada y mantener a la gente a una distancia segura era lo mejor. Negué con la cabeza y roté mis hombros, intentando salirme de la niebla de dolor que dejé atrás. Actuando más valiente de lo que verdaderamente me sentía, decidí que si la persona a la que pertenecía la voz en mi cráneo estaba fuera de esa puerta esperando para matarme, entonces que así sea. Ya no podía vivir así. Agarré el pomo, apreté mi agarre y abrí la puerta, esperando ver a un hombre con un pasamontañas negro puesto, con un cuchillo o un revólver, pero, en lugar de eso, fui saludada por Max, la mascota husky de los Carlton. Sus grandes ojos estaban delineados con lo que parecía ser preocupación, o quizá sólo necesitaba hacer pis. Como mi dolor de cabeza estaba cediendo y mi estómago ya no estaba dando brincos, decidí que un poco de aire frío y fresco le haría bien a mis nervios. Los Carlton vivían en la Virginia del Norte, junto a Elmwood, un bosque casi muerto. Las montañas allí eran bastas. En Virginia Beach, de donde me fui, las “montañas” no eran más que unas colinas ondulantes. Las montañas en Cedar Grove eran hermosas, pero no tenía interés en explorarlas como había hecho durante los descansos de verano e invierno en el pasado. Nada era lo mismo. Todo parecía más pequeño. Los senderos montañosos y los riachuelos de agua fresca no guardaban la maravilla que una vez tuvieron. Era octubre y ya hacía mucho frío. Me puse mi abrigo y las nuevas bota de nieve que los Carlton me habían comprado antes de que llegase. Bajé con las puntas de los pies las escaleras tan silenciosamente como pude, con Max siguiéndome de cerca. Me dirigí hacia fuera por la puerta principal, casi tropezándome cuando Max saltó hacia fuera y corrió

directo hacia la caseta abandonada a la izquierda de la casa. Tan pronto como salí, el frío viento de Virginia del Norte me abofeteó, haciendo justo lo que esperaba que hiciera: despertarme completamente. Miré hacia delante y vi que Max se había abierto camino hacia la parte posterior de la caseta. Recé para que hiciera sus asuntos rápidamente para que no me congelase hasta la muerte. La luz del porche no llegaba más allá del frente de la caseta, y Max había desaparecido detrás de ella. La nieve cubría la mitad de mis botas, y no había pensado en ponerme guantes. Pronto me arrepentí de salir fuera con sólo botas y un abrigo. No estaba en Virginia Beach, donde teníamos un centímetro o dos de nieve cada diez años más o menos. En el poco tiempo que había estado en Virginia del Norte, más de diez centímetros de nieve habían caído. Esperé, y cuando Max no volvió, me abrí paso para estar más cerca de la caseta, gritando su nombre tan calladamente como pude, pero, con el frío y mi creciente molestia, se hacía más difícil que me importase si despertaba a alguien en la casa. No tenía que preocuparme por los vecinos. Los más cercanos estaban a unos 6 km. de distancia. —¡Max! —susurré con ferocidad contra el viento helado. Tenía la esperanza de que, incluso siendo un perro, pudiera oír el disgusto en mi voz y obedecer. El viento gimió silenciosamente, haciendo chirriar las frágiles ramas congeladas de los árboles al alrededor de mí. Mis botas de nieve sonaban como si estuvieran rompiendo vidrio debajo de ellas. Genial, él me oirá antes de que lo alcance y huirá. Yo sólo había querido un poco de aire fresco, no mudarme al patio delantero. Caminé más rápido, dejando que mi ira apacigüe el miedo que sentía subiéndome por la piel cuando me acercaba a la caseta. Estaba más oscuro aquí porque la luz del porche no llegaba tan lejos. El contraste creó un objeto oscuro frente a mí. Mi visión parecía hacerse borrosa otra vez, y la caseta lucía como un punto gigante de tinta, oscura y ominosa. Normalmente, me hubiera dado la vuelta para irme por otro lado cuando mis nervios se escabullían y se salían de quicio, pero ya no me importaba. Mientras me acercaba al punto de tinta borroneado, casi deseé que un zorro o un lobo estuviera ahí para comerme y sacarme de mi miseria. Aplasté ese pensamiento; el doctor los llamaba “pensamientos autodestructivos”. Me había reído de él cuando lo dijo, pero me preguntaba por qué había estado teniendo tantos recientemente. El pensar en que había algo peligroso ahí detrás envió un estremecimiento por mi espalda y temblé. Seguí caminando. Se sentía bien, como si estuviera destinada a estar allí. Estaba atraída a estar más y más cerca hacia algo familiar, un sentimiento que no podía entender. Oí a Max gruñir antes de dar la vuelta la esquina, pero ni siquiera eso me hizo dejar de ir hacia delante. Yo entendía que algo no estaba bien, quizá incluso fuera peligroso, pero mis piernas no obedecían a la súplica del miedo, no se giraban y se iban. Mi estómago hizo unos saltos nerviosos, y mi corazón se aceleró, dejándome mareada y aturdida, pero seguí caminando. Puse una mano en el costado de la

caseta para equilibrarme. Sentía como si estuviera siendo tragada por la turbia oscuridad, que nunca encontraría mi camino de salida otra vez. Mis manos y piernas se estaban entumeciendo y endureciéndose por el gran frío, pero ignoré el dolor y continué. Daba la impresión de que nunca llegaría a mi destino hasta que, dando la vuelta a la esquina, Oí lo que sonó como mi nombre siendo llamado detrás de mí. Mi cerebro quería obedecer y darse la vuelta para ver quién era; sin embargo, mis pies tenían otros planes. Max volvió a gruñir. Mi corazón amenazaba con saltarme hasta la garganta y salir de mi cuerpo. Me aferré a la caseta con dedos congelados, intentando no colapsar en la nieve. Mis piernas y pies se habían entumecido, y mi cabeza era un globo flotando lentamente encima de mí. Volví a oír mi nombre, pero más cerca. Max volvió finalmente de detrás de la caseta y se dirigió hacia la voz de detrás de mí. Mientras me deslizaba lentamente hacia el suelo congelado, vi que él tenía una mancha roja en su hocico gris-negro. Max se desdibujó y mi visión parpadeó, luego se ennegreció. Ni siquiera sentí la nieve cuando caí en ella con la cara.

Traducido por Evarg7 Corregido por Mew Rincone

¿Cuánto tiempo puedo fingir que encajo? La fachada se romperá y, con el tiempo, la gente verá a través de las roturas. Verán la verdad, quién soy realmente, pero lo que me asusta es QUE la persona que verán será un extraño un fantasma.

Cuando me desperté, estaba en mi habitación done los Carltons. Mis pies y manos estaban doloridos y rígidos, y cuando intenté moverlos, grité por el dolor. Una sombra pasó sobre mí, seguida por esencia de lavanda y menta. Mis ojos se sentían como con una capa y secos, así que no pude divisar mucho. —Ella, cálmate. Todo está bien —arrulló la Sra. Carlton desde algún lugar de la habitación. Moví mi cabeza hacia los alrededores para localizarla por el sonido de su voz, y la encontré de pie sobre el lavabo del baño. Miré por la ventana y casi fui cegada por las cálidas trazas de luz que entraban por los ojales en las cortinas amarillo pálido. Me aclaré la garganta y tragué. Tenía la esperanza de que eso facilitara el hablar. —¿Qué hora es? Aunque mi voz sonó más como un graznido que como palabras, la Sra. Carlton vino y se sentó suavemente en la cama, junto a mí. Puso una toalla templada sobre cada una de mis manos. Sarah me miró de la misma manera en la que todos lo habían hecho, como si pensara que yo fuera algo que pudiera romperse con sólo respirar cerca de mí. —Es mediodía —su voz fue suave y bajita, y supe que estaba fingiendo estar más tranquila de lo que se sentía. Sarah, la mejor amiga de mi madre desde la escuela elemental hasta su muerte hace seis meces, ajustó el trapo refrescante sobre mis manos—. Ella, ¿qué estabas haciendo fuera a las dos de la mañana? —me miró, luego volvió a mirar a mis manos y ajustó los trapos templados. Sus ojos estaban rojos e hinchados. Asumí que había estado llorando, quizá por la pérdida de su mejor amiga, quizá por otra cosa.

Mi represor de recuerdos debe haber estado escacharrado, porque mis padres entraron en mi cabeza. Intenté sentarme, pero hice una mueca de dolor por mis manos rojas e hinchadas. El dolor era bienvenido. Me ayudaba a mantener mi mente fuera del pasado. Sarah me miró, sus ojos me instaban silenciosamente a que me abriera, a que hablase con ella. No sabía cómo responder a la silenciosa petición. ¿Debería decirle que oía voces y que pensé que el aire fresco me ayudaría? No estaba segura de que eso importase. Ella ya se había convencido de que yo no lo estaba superando tan bien como ella y el doctor habían esperado. —Está bien —Sarah palmeó mi hombro y se puso de pie—. Te traeré algo caliente para beber. Quizá si sujetas la taza caliente, algo de la sensibilidad volverá a tus manos —Sarah se dirigió hacia la puerta. Me preocupaba lo que había pasado la noche anterior, y lo que ella pensaba que había pasado. No quería que ninguna de mis acciones le pesara a Sarah, así que sabía que tenía que aliviar su mente. —Sarah. Sus ojos estaban miserables y vacíos cuando se giró para mirarme. No había pensado mucho en sus sentimientos, lo triste que debe ser para ella ver rota y deprimida a la hija de su mejor amiga, en la vieja habitación de su hijo. Ha de haberse sentido inútil, sabiendo que no había nada que pudiera hacer para arreglarme. Sus ojos llorosos tuvieron sentido de repente; era por mí por quien se preocupaba. Supongo que todo el fingimiento y la falsedad que he estado haciendo no habían sido suficientes. Tenía dos opciones: intentarlo con más ahínco o irme. —No estaba tratando de, ya sabes, hacerme daño a mí misma o algo asó. Sólo estaba dejando salir a Max. Estaba rascando mi puerta, y yo no podía dormir, así que lo dejé salir —recé para que me creyera; nunca nadie me creía no desde “el colapso nervioso”. Ella sonrió, una sonrisa pequeña y triste, una que había visto demasiadas veces desde el funeral. Era la sonrisa que decía: “Siento que estés tan rota y que no pueda ayudar”. Sarah se apoyó en la puerta, cruzando sus brazos sobre su pecho. —De acuerdo, pero ¿por qué estuviste ahí fuera por tanto tiempo? ¿Tanto tiempo? No había parecido mucho tiempo. Aunque el frío me había llegado a los huesos, aturdiendo mis manos y piernas completamente, no pudieron haber pasado más de veinte minutos. Incluso eso era tirar por lo alto. Me senté, haciendo una mueca por el dolor intenso que vibró por mis piernas. —¿Qué? Sólo estuve ahí fuera por diez minutos o algo así —intenté recordar exactamente lo que había pasado, pero la memoria era borrosa, y parecía como si

ciertas piezas no estuvieran allí—. Llamé a Max, y él no vino, así que fui a por él — intenté ver a través de la niebla de la noche anterior. Sarah me miraba fijamente, y vi un flash de decepción en su cara, pero se recuperó rápidamente. Mi ira sobrepasó a mi confusión. Quería algunas respuestas si no de mi memoria, entonces de Sarah. —¿Qué, Sarah? ¿Cuánto tiempo crees que he estado ahí fuera? —la pregunta salió más iracunda de lo que fue mi intención. Ella se encogió, y me arrepentí de mi explosión inmediatamente. Sarah empezó a hablar, eligiendo sus palabras con cautela, como para no molestarme más. No quería que se sintiera como si necesitase temerme o tratarme como a una bebé, así que decidí escuchar calmadamente. —Lea vino a mi habitación para decirme que ella oyó la puerta principal abrirse. Tú no estabas en tu habitación, y pensé que sólo necesitabas aire fresco. Volví a la cama y le dije a Lea que no se preocupara y que me dijera cuando volvieras a entrar en casa —Lea era la hija de diez años de los Carlton. Era la única persona que no me miraba como si fuera una pieza frágil de porcelana china, pero eso era sólo porque no sabía todo lo que me había pasado. Sarah tiró de su camisa, un hábito nervioso que hacía a menudo—. Pasó más de una hora y Lea no había vuelto, así que me levanté para revisar tu habitación y todavía no estabas allí. —¡Una hora! —jadeé—. ¡No hay manera de que estuviera ahí fuera por tanto tiempo! Sarah me calló y me dijo que no me preocupara. Se fue para hacerme té caliente. Quizá mi condición estaba empeorando. No había estado tomando la medicina que el doctor había prescrito. Sabía que había perdido el conocimiento junto a la caseta, y que había oído a alguien gritando mi nombre justo antes de que me cayera en la nieve. También recordaba que Max tenía manchar rojas en su hocico. Las manchas rojas en el hocico de Max eran la última de mis preocupaciones, pero no estaba ansiando librarme de una ardilla ensangrentada y congelada. Dejé salir una ráfaga de aire y me resigné a recostarme en la cama hasta que pudiera levantarme y hacer un plan. Quedarme con los Carlton no estaba funcionando. Yo había añadido considerablemente más estrés a sus vidas, y sólo había estado allí una semana. Sarah, Eric y Lea eran una familia genial, y apreciaba su ayuda, pero nos sentíamos como extraños, incluso cuando nos habíamos conocido todas nuestras vidas. Sarah enseñaba historia en el Instituto de Tecnología de Virginia y se había tomado dos semanas libres para quedarse conmigo y ayudarme a adaptarme. Había planeado enviarme al Instituto de Tecnología de Virginia una vez que estuviera “mejor”, y eso estaba bien. Quería

volver al colegio, pero no iba a volver a mi viejo colegio, donde el incidente había tenido lugar. Estaba demasiado avergonzada. El colegio estaba lo suficientemente estresante; la carga adicional garantizaba traer de vuelta a la voz y las visiones. Sarah volvió con una humeante taza de té. La esencia de manzana troceada me llegó antes de que pusiera la taza en mi mano. Después de la última noche, me preocupaba que Sarah se sintiera en la necesidad de tomarse más tiempo libre del trabajo. Esperaba que no. Disfrutaba su compañía, pero estaba harta de que la gente caminase sobre cáscaras de huevo alrededor de mí. Ella volvería al trabajo pronto, y mis días estarían libres de sonrisas tristes y suspiros deseosos. Cinco horas, cuatro tazas de té y una siesta más tarde, Lea y yo nos sentamos a la mesa de la cena mientras Sarah servía puré de patatas con ajo. Mis manos y pies todavía estaban adoloridos, pero mejor, y mi estómago estaba hablando más fuerte que el fuego crepitando en el Inframundo. Lea me miró desde el otro lado de la mesa como si viera a un fantasma. Temí que la única persona que me trataba de forma normal empezara a tratarme como todos los demás lo hacían. Mientras Sarah servía la comida, me pregunté si alguna vez volvería a sentirme normal. —¿Eric llegará a casa esta noche? —pregunté. Eric también trabajaba en el Instituto de Tecnología de Virginia. Enseñaba Literatura Mundial y Escritura creativa. Sarah miró al reloj y frunció el ceño. —Estoy segura de que estará aquí pronto. Quería agradecerle a Eric por traerme dentro la noche anterior. Había sabido la historia entera por Lea sobre cómo Eric me vio besando el suelo en la nieve y me llevó dentro de la casa. Ella también me contó que yo había estado mirando fijo al establo como si pudiera ver a través de él. Yo no recordaba ninguno de esos detalles y tenía la esperanza de que no estuviera empezando a tener desmayos. El ánimo sombrío de la habitación era deprimente, y decidí hablar del tema que haría feliz a Sarah y a Lea: Álex. Era finales de octubre, y él volvería pronto a casa por el Día de Acción de Gracias. El hijo mayor de los Carlton, Álex, se había ido a la universidad en New York. Mi familia y los Carlton solían ir de vacaciones juntos cada invierno. Álex y yo intercambiábamos secretos junto a la chimenea cuando todos los demás estaban durmiendo o fuera, esquiando. —¿Cuándo vendrá a casas Álex? —la sonrisa que ilumino la cara de Lea fue prueba de que había movido a la conversación en la dirección correcta. No pude evitar sonreír yo también. Echaba de manos a Álex tanto como ellas. Habíamos planeado ir a la misma universidad, pero esos planes cambiaron cuando le ofrecieron una beca en la Universidad de Nueva york. Lea se sentó más alto en su silla; sus grandes ojos avellana se encendieron cuando mencioné a su hermano mayor. Aparté los celos que reptaban por mi estómago. Mi familia se había ido,

pero ella todavía tenía la suya y tenía todas las razones para estar emocionada por ver a Álex. —Él volverá para las vacaciones de Acción de Gracias —dijo Lea y luego añadió—: Álex dijo que me llevaría a la cabaña cuando llegue a casa. Sarah sonrió y negó con la cabeza. Empujé la comida en mi boca y bebí agua. Cuando me había sentado, estaba hambrienta, pero estaba llena después de un par de bocados. Sentí una repentina presión en mi cabeza y vi un destello del establo, lo que me recordó que todavía necesitaba ir ahí fuera. Apenas podía oír la conversación, así que intenté concentrarme con más ahínco. —Quizás, Lee-Lee. No estoy segura de si podamos de ir este año —dijo Sarah. Me dedicó una mirada a escondidas y, a través de la niebla en mi cabeza, me di cuenta de que yo era la razón de que esos planes se arruinasen. Mi cara se sonrojó y rápidamente intenté esconderlo, junto con la incomodidad creciente que entraba a hurtadillas en mi cuerpo. El grito de Lea causó que un dolor agudo radiase desde mi cráneo hacia la punta de mi espalda. —Vamos, mamá. ¿Por favor? Realmente quiero ir —Lea se inclinó hacia delante en su silla y se enfurruñó. Sarah la miró con descontento y continuó comiendo en silencio. Lea lucía como si alguien hubiera pateado a su perro, y ese alguien era yo. Inclinó su cabeza, oscureciendo su cara con las ondas doradas de su pelo. Quería decirle a Sarah que ellos deberían hacer todo lo que hubieran hecho si yo no estuviera aquí y que no me tratase como a una inválida que no puede ser dejada sola. Volví a traer a mi mente a la conversación, disponiendo a mi cerebro para que trabaje apropiadamente. —Creo que es una buena idea. A ustedes les vendría bien las vacaciones — dije, usando todo ese falso entusiasmo que había repartido durante el resto de la noche, sonreí y tuve la esperanza de que fuera suficiente. Sarah levantó la mirada y sonrió, pero pude ver el escepticismo en su cara. Me pregunté si estaba preocupada por mí o preocupada por los recuerdos de la cabaña pudieran traer de vuelta. —Quizás —susurró. De haber sabido que traer a colación a Álex pondría a todos de peor humor, hubiera mantenido mi boca cerrada. Terminamos de cenar en silencio, y me dirigí escaleras arriba, hacia mi habitación. Me recosté en la cama y me pregunté cuánto tiempo les llevaría a ellos empezar a odiarme a mí y a todo mi equipaje. Yo era una

intrusa en su casa y ya no quería quedarme y perturbar sus vidas. Eric estaba pasando muchísimo tiempo fuera de casa para no tener que verme. Yo era el recordatorio constante del mejor amigo que él había perdido. Eric y mi padre se habían conocido por las dos mujeres con las que se habían casado, pero se hicieron amigos ellos también porque tenían intereses comunes. El golf era un evento de todos los fines de semana para ellos dos cuando todos vivíamos en Virginia Beach. Mi madre y Sarah solían jugar al golf los fines de semana como una excusa para tiempo de chicas. Los recuerdos seguían derramándose de la cámara acorazada de mi cerebro que había pasando mucho tiempo intentando mantener cerrada a cal y canto. Tenía que haber una forma de dejar de recordar. Una hora más tarde, oí el todoterreno de Eric entrar en el garaje. Mentalmente, seguí su rutina nocturna mientras se movía por la casa, haciendo ciertos ruidos en cada habitación por la que pasaba. Era lo mismo cada noche: la puerta principal cerrándose, los pasos subiendo por las escaleras hacia el baño, luego otra vez para abajo hacia la cocina para recalentar las sobras. Sarah se unía a él usualmente en su oficina si no estaba ayudando a Lea con su tarea o poniéndola en la cama. Me senté en mi habitación, deseando que el pasado no existiera. Max arañó a puerta de la habitación, y me levanté para dejarlo entrar. Él tenía la misma mirada en su cara que tenía la noche anterior. Por más que quisiera ir fuera para ver qué había matado, decidí que sería mejor si Sarah lo dejaba salir. Abajo, Sarah y Lea estaban posadas juntas en el sofá, mirando una serie de televisión en el canal de Disney. La amarilla masa amorfa animada en la pantalla le estaba gritando a un amigo por sus pantalones rotos. Lea y Sarah estaban medio riéndose cuando las interrumpí. —Sarah, creo que Max necesita salir —fui hacia el otro sofá y me senté. Max me pisaba los talones, poniéndose frente a mí. Levanté mis pies y los puse debajo de mí en busca de calidez extra. Sarah me miró a mí y luego a Max. Yo podía ver el recelo pegando en su cara. Estaba dividida entre pedirme que sacara a Max o hacerlo ella misma e interrumpir su tiempo madre-hija. Puede que estuviera preocupada por tener que hacer venir a Eric y encontrar mi cuerpo congelado por la nieve. —Puedo hacerlo si quieres —dije. Me levanté para ir arriba y vestirme con ropa de nieve. Cuando Sarah empezó a levantarse del sofá, la ahuyente con la mano y le dije que volvería en unos minutos. Sarah se volvió a sentar y siguió mirando la tele con Lea, que no había prestado atención a nuestra conversación y todavía se estaba riendo por el programa de televisión.

Me apresuré a subir las escaleras y me vestí tan rápido como pude. Me preocupaba que, si me tomase mucho tiempo, Sarah sacase al perro ella misma. Si yo iba a sacar adelante esta rutina de chica “normal”, tendría que hacerlo mejor. Una vez que Max y yo estábamos fuera, me abrí camino hacia la caseta. La nieve crujió bajo mis pies, y el ruido hizo eco en mis oídos y dominó cualquier otro sonido. Max ya estaba junto a la caseta, así que apresuré mi paso para detenerlo antes de que entrase lo que sea que haya matado la noche anterior. Una vez que rodeé la esquina, estaba mucho más oscuro, y mis ojos lo pasaron mal para ajustarse. Pero mis orejas funcionaban lo suficientemente bien como para oír el ruido que venía desde dentro de la caseta. Suprimí el estremecimiento de miedo y me giré hacia el sonido. En el otro lado de la caseta, podía ver la casa en plena vista. Las luces todavía estaban encendidas en la sala de estar, donde Sarah y Lea miraban la tele. Tenía que ser rápida o ella enviaría a Eric fuera para hacerme entrar. Me moví más hacia atrás de la caseta y me puse de puntillas para mirar dentro, por una de las dos ventanas que delineaban la parte de atrás de la caseta. Yo medía 1,67 metros de altura, pero no podía ver dentro. No ayudaba que la escarcha, la tierra y la nieve bloqueasen mi vista. Busqué a mí alrededor algo sobre lo que ponerme y oí otra vez el sonido. Me puse tensa y contuve el aliento para que estuviera completamente en silencio al alrededor de mí. Ssst, ssst. Volví a oír el sonido. Sonaba como si algo estuviera corriendo rápidamente por el suelo de la caseta. Pensé en correr hacia la casa y decirle a Eric que había alguna clase de criatura en su caseta. Pero recordé la sangre en el hocico de Max, y temí que la pobre criatura estuviera probablemente dentro, herida y congelándose hasta la muerte. Miré alrededor, preguntándome dónde estaba Max. Todavía no podía ver muy bien detrás de la caseta porque la luz del porche delantero no llegaba tan lejos. Oí el ligero sonido de nieve crujiendo bajo lo que esperaba que fueran los pies de Max detrás de las ramas congeladas por el invierno a mi derecha. Cuando levanté la mirada, la cola de Max estaba moviéndose con ansiedad mientras olisqueaba detrás de los arbustos yermos. Le devolví mi atención a la caseta y presioné mi oreja sobre el costado congelado. No podía entrar por la puerta porque estaba cerrada con llave. Las ventanas estaban demasiado altas y eran demasiado grandes para que yo las abriera sola, pero una estaba lo suficientemente abierta para que pudiera meter mis dedos por debajo y hacer palanca para abrirla. —¿Qué estás haciendo? —preguntó Eric. Me di la vuelta y casi me trastabillé. La oscura mirada de Eric y los pálidos ojos de Max me miraban con preocupación.

—Pensé que quizás me necesitabas para recogerte otra vez. Me alegra que no. Eso fue aterrador. Luché para recobrar el aliento después del shock de la aparición de Eric. Me pregunté si iba a decirme que había estado aquí fuera durante una hora otra vez. —¿Qué estás buscando ahí dentro? —él pasó junto a mí hacia la ventana de la caseta. Cuando echó un vistazo por el vidrio escarchado, me hice a un lado para darle espacio. Me pregunté si debería contarle que la última vez que estaba fuera con Max, yo había sentido un tirón raro hacia la caseta. No, ni siquiera quería admitirme eso a mí misma, tampoco quería ser escudriñada bajo la fija mirada hipnótica de Eric. Opté por una versión suavizada. —Anoche, cuando dejé salir a Max, pensé que había herido a algo, como a un conejo o una ardilla —apunté a la caseta—. Creo que entró ahí. Eric me observó de cerca. Podía decir que estaba sopesando sus opciones, pensando en lo que yo había dicho. Intenté suprimir otro estremecimiento cuando una briza helada me golpeó en la cara y revolvió mi pelo. Nos quedamos ahí en silencio durante muchos y largos momentos. No me miró como si yo estuviera rota. Me clavó la mirada. Se sentía extraña al tenerlo mirándome y sin ser capaz de decir lo que él estaba pensando. Eso me alteraba, y me sentía expuesta bajo su mirada fija. ¿Eric veía a la verdadera extraña en que me había convertido? ¿Veía que no había forma de arreglarme? —Vamos dentro, Ella. Es tarde y hace muchísimo frío aquí fuera —caminó hacia la casa. Lo seguí, pero no demasiado cerca. Si silencio hablaba a gritos, y me pregunté si finalmente se había dado cuenta de que había sido un error invitarme a vivir con su familia.

Traducido por Eni Corregido por Mew Rincone

“La ausencia disminuye las pasiones mediocres y acrecienta las grandes, como el viento apaga las candelas y enardece el fuego"—Francois de la Rochefoucauld

La tierra es húmeda y suave debajo de mí. Me acepta en su abrazo acogedor. El único consuelo que voy a encontrar está aquí en esta tierra mojada. Los gritos y las oraciones silenciosas hormiguean, quemando mis oídos, y sé que estoy siendo vigilada. Puedo sentir la mirada del vampiro enfermo. Me estremezco, no del miedo, sino de la repugnancia y la vergüenza. Ahora soy valiente, más valiente de lo que había sido en los pocos días que él me ha mantenido aquí en esta prisión. El conocimiento de mi muerte esta noche, me alivia y me asegura que él nunca podrá usarme de nuevo. Aldeas han sido quemadas hasta los cimientos por mi culpa, países destrozados, hombres capturados y torturados. Mujeres y niños fueron dejados sin sus esposos y sus padres debido a mí y a mi vista o mi don como él lo llama. Me ha quitado todo: mi hogar, mi familia, incluso mi habilidad para imaginar una vida sin dolor y sufrimiento. Las ratas ya no residen aquí. El dulce olor nauseabundo de la muerte y el dolor es más de lo que pueden soportar. El olor se instala en mi nariz, tomando posición en la parte trasera de mi garganta. No tengo arcadas y ni siquiera intento escapar. Merezco permanecer aquí y esperar mi muerte como otros lo han hecho, todo por mi culpa. Mi verdadero lamento es que no pude salvar a Kale; ellos lo mataron. Lo sé. Puedo sentirlo. ¿Por qué lo iban a dejar vivir? No había ningún lugar para correr donde no pudieran encontrarnos. No tenía conocimiento de cómo podían encontrarnos, pero lo hacían. Había supuestamente un vínculo que nos mantenía a Laurent y a mi unidos, pero no podía sentir una conexión con otra persona que no fuera Kale. Trato de imaginarme su rostro, su suave piel bronceada, sus rasgos afilados y sus suaves labios, pero todo lo que puedo ver es la manera en que lo golpearon dejándolo sangrando e hinchado. Causé tanto dolor en la vida de otros, pero no me atrevía a poner fin a la mía. Era una cobarde, pero de eso se encargarían en mí lugar muy pronto. En cierto modo, había tomado mi propia vida fingiendo que ya no tenía la clarividencia, que mi habilidad se había ido porque ya no era pura. Sabía que eso resultaría en mi muerte.

Los gritos y las oraciones susurradas se detienen y sé que es porque él está aquí. El Príncipe Oscuro, Laurent, ha venido para llevarme. Oigo sus botas mientras se mueve hacia mi celda y el arrastre inconfundible de su pie izquierdo, herido en batalla mucho antes de que se le concediera la inmortalidad. El olor a ceniza y muerte le siguen, una huella digital que solamente yo puedo descifrar. —Hija, sabes más que nada que esto es por tu propio bien —Su voz suena como el silbido de una serpiente. Una vez encontré su acento encantador, pero ahora me recuerda a la niña ingenua que fui al haber creído una palabra de su boca. Me alegro de estar en una celda porque eso le impide tocarme y poner mi piel helada. Él me repugna, y mi cuerpo nunca me permitirá olvidarlo. —No has cumplido tu propósito, y has permitido que ese muchacho campesino te deshonre, tomando de ti el don. Espero que sepa que él es la razón de tu muerte esta noche. —Camina de un lado a otro en frente de mi celda. Permanezco acostada en la suciedad y finjo que sus palabras sobre mi amor no duelen, pero me cortan como el frío glacial de los vientos de invierno. Toma toda la energía que me queda seguir en el suelo en silencio y no recordarle las promesas que no ha cumplido. Laurent habla de traición como si él fuera inocente de ella. Habla de que no serví a su propósito como si todo lo que me pidió fueran simples favores. Laurent sabe lo que Kale significa para mí y para él no significa nada usar eso en mi contra esta noche, pero sus palabras me asustan. Habla de Kale como si todavía estuviera vivo, pero eso no puede ser posible, ¿verdad? No dejo que me vea. Me asusta que vea mi alivio ante la posibilidad de que Kale aún viva. —Nunca quise que esto pasara, mon amour1. Simplemente no me dejas otra opción. Su falso arrepentimiento hace que se me revuelva el estómago, y deseo más que nada que se vaya. Para mi alivio y consternación, oigo el sonido distante de unas botas golpeando el pasillo de mortero. Por los gritos y las súplicas de los otros prisioneros, sé que el Portador de Muerte está viniendo a mi celda. A menudo me preguntaba que le había ofrecido el Príncipe Oscuro al Portador de Muerte para forzarlo a cumplir sus órdenes. Los Portadores de la Muerte eran poderosos y no podían casi nunca ser controlados. No podían ser sobornados o hacer ningún trueque. Ellos querían más que nada la fuerza vital. Laurent suelta los barrotes y se aleja de mi celda. Limpia sus manos en la camisa del guardia vampiro junto a él y le indica al Portador de Muerte que entre.

1

Mi amor.

—Llévatela. —Su voz carece del remordimiento forzado que una vez tuvo y ahora está llena de odio y repulsión. Las barras oxidadas de mi celda rechinan cuando el Portador de Muerte las abre y su triste canción se reproduce cuando soy puesta de pie y sacada de mi jaula. Caminamos por el pasillo de piedra y mantengo mi cabeza hacia abajo, sabiendo que no conseguiría ninguna piedad de las almas perdidas en estas jaulas. Era la razón por la que todos ellos estaban aquí. Mi visión, este “don”, los puso aquí para esperar su muerte. —Rápido, quiero terminar con esto para poder comenzar la búsqueda del siguiente Arco —dice Laurent. Mi don me ofrecía la capacidad de conocer cuando y donde nacería el próximo Arco. No quería someterla al mismo destino que el mío, pero tenía que decirle algo a Laurent. Hizo un llamado a mi memoria, y fui incapaz de hacer algo. Me arrastré en una visión en la que una chica nació en una familia que había perdido la esperanza de tener hijos. Mi miedo por su seguridad fue creciendo desde entonces, pero todo lo que podía hacer era rezar para que ella fuera más fuerte que yo y pudiera resistirse a las mentiras y al encanto de Laurent. Caminamos por lo que parecen ser horas. Mis piernas queman por la inclinación constante y la capacidad del Portador de Muerte de caminar sin descanso. La hierba está congelada por debajo de mis pies desnudos, me quema y me salen ampollas. Al entrar por la entrada lateral del castillo, Laurent le dice a los guardias que me venden los ojos y me aten. No me atrevo a luchar o a protestar. De todas las cosas que me han pasado hoy, esta será la menos dolorosa. Mis manos están atadas con tanta fuerza que mis dedos se insensibilizan y mis ojos están cubiertos por un trapo viejo que huele a vómito y a muerte. Reprimo las ganas de vomitar. No tengo ni idea en que parte del castillo estamos. Viví aquí sólo por unos pocos meses antes de que fuera capaz de escaparme con Kale, y estar con los ojos vendados no ayudaba. Finalmente nos detenemos y puedo oler el aroma costoso de los aceites para el cuerpo que solamente los ricos pueden permitirse, y sé que hay un público aquí. Laurent no es otra cosa que teatral. Quiere que sus seguidores sean testigos ya que de este modo van a temerle. ¿Quién no le temería a un hombre que sacrificaría a su propia hija a sangre fría? Pero una persona en la audiencia nunca seguirá a Laurent; él luchará contra los hombres de Laurent con una sed que rivalizará con mi propia necesidad de salvar a otros, a pesar de que eso significará mi muerte. Su voz me pone de rodillas. Hace un momento, era insensible a todo mí alrededor. Estaba lista para morir porque sabía que mi muerte salvaría a otros de un destino mucho peor que el mío, pero tan pronto oigo su voz, mi corazón se derrite y mi estómago se desploma.

—¡No hagas esto! No le he puesto una mano encima. ¡Te lo juro! —ruge Kale. Empiezo a sollozar. Sabía que esto pasaría. ¿Por qué trate de huir? Podía hacer frente a mi propia muerte, pero no a la suya. No podía detener esto con simplemente decir la verdad. Kale y yo no tuvimos conocimiento carnal el uno del otro, y aún tengo el don que Laurent quiere explotar. Así que muchas personas han muerto y lo continuarán haciendo debido a mí, pero puedo hacer que detenga, al menos por un tiempo. Me costaría la vida, pero ruego para que no le cueste nada a Kale. —Bien, bueno, parece que tengo tu atención —dijo Laurent, su voz más suave que la seda, pero con un familiar, timbre mortal. El roce de su ropa y el arrastre de sus botas eran la única evidencia de que él estaba cerca de mí. Su voz era baja y sus palabras solamente las podía oír yo. —Has aceptado tu destino, pero, ¿qué pasa con el suyo? Los escalofríos atacan mi columna, pero permanezco en silencio. Hice mi elección. —Levántala y quítale la venda para que este frente a él. La venda de mis ojos es arrancada de mi rostro. Grito más por la conmoción y el poderoso toque que por el dolor de su brusquedad. Pequeños destellos de luz inundan mi visión, siguen brillando hasta que desaparecen. Uno de los espectadores suelta una risita. La habitación está iluminada con velas, y no me puedo ajustar a la luz. Estuve en la oscuridad del sótano por tanto tiempo, esperando este día. Cuando mis ojos se aclaran y mi visión produce formas que no están deformadas por las sombras, lo veo. El hombre que pensaba que él podía rescatarme, que nunca me pidió que recordara, mi amor. —¿Puedes ver? —pregunta Laurent, sus labios a escasos centímetros de mi mejilla—. ¿Puedes ver lo que le he hecho? —La satisfacción gotea de su boca y llena mis oídos, atacando mi mente. ¿Qué le había hecho a Kale? sus ojos ya no están hinchados y su rostro ya no sangra. Se ve pálido y delgado, pero esta completo y no un lío destrozado de piel humana apenas colgando en vida. Su piel brilla bajo las sombras iluminadas en la habitación. Sus ojos son tan oscuros que no puedo ver más que hoyos negros aceitosos. Trago varias veces, en busca de mi voz. —¿Kale? —susurro, aterrada de que mi voz falle. Kale mira hacia otro lado.

La ira hace temblar mi cuerpo mientras que el odio vuelve mi visión carmesí. El miedo me abandona, y todo lo que queda es la devastación y la rabia. La audiencia a mí alrededor se ríe con deleite, pero Kale sigue mirando hacia el suelo. —¿Qué has hecho, bastardo? —grito y me contesta de inmediato con una bofetada. A medida que mi visión se torna borrosa, mi entorno parece cambiar y ya no estoy atada de pie en una habitación con el Príncipe Oscuro. Nado en la oscuridad, flotando libremente por encima de la escena, y mi corazón se hunde más profundo hasta que todo lo que siento es frío. No es posible. Kale no puede haber sido cambiado en un peón enfermo del Príncipe Oscuro.

Traducido por 3lik@ Corregido por Armonía&paz

—¡Estoy mareada por la fiebre, papá! —Hélène —No, mi princesa, está en tu mente. Te invito a recordar. Ahora dile a papá lo que viste. —Papá Estaba empapada en sudor. Mi ropa de dormir estaba agrupada alrededor de mis piernas. Mi cuerpo se sacudía violentamente mientras trataba de ponerme de pie. La visión permaneció en mi cabeza mientras me acercaba al suelo del baño y puse mi cabeza en el inodoro. Vomité en seco, pero nada cayó en la taza de porcelana. La cabeza me latía con fuerza, y me estremecí incontrolablemente. Caliente y lista para desmayarme, me esforcé por permanecer consciente. Normalmente, mis visiones no eran tan largas. Desde el momento en que puse mi cabeza en la almohada después de la cena hasta el desvelo, he estado inmersa en las imágenes y sonidos de la visión. He estado esperando mi muerte. La chica de la visión no sonaba como yo, pero parecía como si fuéramos la misma persona. Permanecí pegada al suelo del baño por un momento más antes de sentirme lo suficientemente fuerte como para levantarme y cambiarme de ropa. Han pasado semanas desde que planté mi rostro en la nieve. Todas las noches desde entonces, fui despertada por los ruidos fuera de mi ventana o el rascado de vez en cuando a mi puerta por Max con ganas de salir a la calle. Tal vez los ruidos de afuera eran ardillas. Max parecía realmente querer atrapar una. Estuve trabajando duro por parecer lo más normal posible, y parecía que todos estaban volviendo de nuevo a la misma rutina que seguían antes de que oscureciera su puerta—dramático, tal vez, pero también la verdad. Eric llegó a casa más temprano y Sarah sonrió más genuinamente. No a mí, por supuesto, pero aún los veía de vez en cuando. Max también se estaba trazando en una rutina. Cada mañana, exactamente a las dos y media de la mañana, rascaba mi puerta y se quejaba. No quería dejarlo salir tarde de nuevo y que terminara congelado en el patio trasero, pero sonaba tan lamentable lloriqueando detrás de la puerta. Me senté en la cama y pensé en cómo darle la noticia a Sarah y Eric de que quería irme. Sabía que a Eric no le importaría. Él estaba bien con que me quedara en la casa, pero mantenía su distancia. Prefería eso. Pero Sarah probablemente lloraría. Pienso que ella cree que cuidar de mí se lo debe a mis padres. Mi madre fue su mejor amiga, y yo era todo lo que quedaba de ella. Sarah piensa que puede arreglarme, o por lo menos

devolverme a la chica que una vez conoció. La cosa es que, una vez que conoces la muerte, no hay vuelta atrás. Eso te cambia. Es diferente para todos. Algunos creen que la muerte es parte de la vida y la aceptan. La lloran y siguen adelante. Ellos son, a mis ojos, más listos que el resto de nosotros por no admitir verse afectados. Esas personas no se miran con lástima de la misma manera en que una hija llorando lo hace. Ellos no están marcados. El temblor y las sacudidas se calmaron. Me alegré de que fuera lunes porque eso significaba que todos en la casa se habrían ido antes de tiempo. El tiempo con Sarah se había terminado, y Lea iría a casa de su tía Shelia después de la escuela. Me había ofrecido verla, pero Sarah decidió que sería mejor para mí tener algo de tiempo para mí sola. El reloj marcaba las tres de la mañana. Me sentí mucho mejor, pero aún estaba caliente, así que decidí sacar a Max después de todo. Su lloriqueo se detuvo, pero si realmente tenía que ir, eso sería una especie de crueldad hacerle esperar hasta que Sarah o Eric lo dejaran Salir. Me vestí con mi ropa de invierno y bajé las escaleras, asegurándome de ser lo más extra silenciosa al pasar por el cuarto de Lea. Oí ruidos en la puerta principal. Me quedé inmóvil, y mi corazón galopaba en mi pecho. Las fuertes pisadas sonaban como si alguien estuviera corriendo. Lo que sea que haya hecho el ruido debe haber estado lejos de la casa, porque el ruido se desvaneció. Quería volver a mi habitación y mirar fuera—tenía la mejor vista de la parte frontal y lateral del patio—pero no quería despertar a Lea. Abrí la puerta y asomé la cabeza. Max no estaba en mis pies como de costumbre, y no iba a buscarlo por la casa. Para el momento en que encuentre a Max, quienquiera o lo que sea haya hecho el ruido se habrá ido. Cerré la puerta y me dirigí hacia el cobertizo. Mi corazón se aceleró y amenazaba con explotar si no me dirigía de nuevo a la seguridad de la casa. Continué, tragando el nudo de aprensión que se alzaba en mi garganta. Un ruido sordo me detuvo en seco. Empecé a dar media vuelta y correr de regreso a la casa cuando dos figuras oscuras cayeron de detrás del cobertizo. Parecían estar peleando y no me prestaban ninguna atención. Debería temerles a las grandes figuras oscuras, enredadas dándose golpes, pero estaba sorprendida por la destreza y el sigilo de los luchadores. Se movían con una velocidad imposible y sin hacer ningún ruido. No estaba segura de si me habían visto, así que corrí a un arbusto para esconderme. Los vi muy de cerca por si acaso llamaba a la policía y tuviera que dar una descripción de los dos hombres. El más alto de los dos tenía el cabello oscuro que volaba libremente mientras se movía hacia atrás y adelante, fuera de su alcance cada vez que, el pálido, rubio más bajo le alcanzara. La piel pálida del tipo más alto brillaba bajo la luz de la luna, iluminando sus facciones afiladas mientras se movía dentro y fuera del resplandor de la luna. Bailaban y saltaban alrededor uno del otro, evadiendo y bordeando

golpe tras golpe. Retrocedí aun más en el monte y arrastrando mi cuerpo en la tierra, me sentí increíblemente estúpida por salir fuera en medio de la noche para investigar ruidos extraños. La figura de cabello oscuro lanzó un puñetazo que conectó con el rubio haciendo un crujido horrible. Me tomó mucho no enfermarme a causa del sonido. A medida que continuaron luchando, las dos figuras se movían más y más cerca de la puerta principal. Parecía como si el luchador de cabello oscuro trataba de mantener la lucha en las sombra, más cerca del cobertizo, pero el rubio seguía haciendo su camino hacia la casa. Los miré luchar, rezando, era como si el frío estuviera filtrándose en mis huesos e invadiendo mis articulaciones. La posición en la que estaba era para dejarme tiesa, y mis músculos rogaban y suplicaban que me estirara. Pero no me moví. Temía que los combatientes escucharan el crujido de la nieve debajo de mí. Era el turno del rubio de contraatacar y le dio un golpe al extraño de cabello oscuro deslizándolo por la nieve helada. Estaban muy parejos y la lucha con toda probabilidad continuaría hasta la madrugada. Ellos parecieron darse cuenta de eso y se estaban alejando. Estaban más cerca del porche delantero, y pude ver mejor sus rostros. ¿Podrían verme bajo los arbustos muertos? El rubio estaba sangrando de la boca, donde su mandíbula antes había sido agrietada, pero no afectó su capacidad de hacer muecas y gruñir al asaltante de cabello oscuro. Su voz era profunda y llena de animosidad mientras hablaba con el hombre de cabello oscuro. —Esto no ha terminado, Nosferat2 —Su acento era tan espeso que apenas pude entender la última palabra. ¿Nosferat? Esperaba que mi cerebro reconociera la palabra, pero no fue así. Él embistió. El desenfoque de movimiento me sacudió, y parecía como si ambos hubieran desaparecido. El hombre de cabello negro estaba tosiendo y retorciéndose en el suelo. El rubio lo había arrollado, y él no se levantaba. ¿Qué diablos ha pasado? Debí haber corrido cuando tuve la oportunidad cuando él estaba acabado y sufriendo. Mientras yacía en la nieve y lamentaba mis opciones, su voz llegó a mí como si estuviera de pie a mi lado. No era la voz que había escuchado llamarme en los últimos meses, pero el acento era similar, y su voz me incitaba a recordar, pero no podía. El frío comenzaba a afectar mi forma de pensar, y no estaba segura de haberlo escuchado hablar hasta que habló de nuevo, más fuerte, y supe que su comentario era para mí.

2Nosferat:

la palabra tiene origen rumano y es sinónimo de vampiro. Sin embargo, parece ser una creación literaria y sus orígenes en el folklore rumano son inciertos.

—¿Te vas a quedar ahí escondida en las sombras?, —preguntó con claridad. Pude escuchar que tenía dolor. Lo vi tratar de levantarse. Falló miserablemente, y por un momento, parecía que se había dado por vencido. Apoyó la cabeza en la nieve, acunando su lado. Curiosamente, mi miedo empezó a desintegrarse, y me preguntaba por qué me sentía obligada a ayudar. Una extraña sensación se deslizó por mi columna vertebral y un hormigueo en todo mi cuerpo. Antes de que supiera lo que estaba haciendo, estaba de pie sobre él, ofreciéndole mi mano. Pude ver que él era sólo un año o dos mayor que yo. Era hermoso. Sus ojos oscuros mantenían su mirada, y me di cuenta de un destello de reconocimiento brillaba allí. En lugar de tomar mi mano, me miró, con el rostro impasible. Me sentí expuesta bajo su mirada, así que retiré mi mano y la puse en mi bolsillo. —Así que, ¿tengo que llamar a una ambulancia, la policía o algo así? — pregunté para llenar el silencio. Me sentí tonta por no preguntar antes. Él no respondió de inmediato, y vi la sombra de una sonrisa socarrona aparecer en sus labios mientras me seguía mirando desde el suelo. Quería ver su herida, pero no me atrevía a agacharme y levantarle la camisa. Después de una larga pausa, levantó la cabeza y miró hacia el cobertizo. —No hay necesidad de llamar a nadie —Su voz era suave, pero aún reflejaba rastros de dolor. Me preguntaba cómo iba a irse si no podía levantarse por sí mismo. —Está bien, bueno... —le dije. Él necesitaba a alguien que le ayudara. Era evidente que no podía salir de allí y llegar a algún lugar cálido sin ayuda. —Llévame a ese cobertizo, y me encargaré desde allí. Te estás congelando. Mírate. Estás temblando —dijo mientras trataba de levantarse. Saqué mis manos de mis bolsillos y las sostuve en frente de mí. Estaba temblando y ni siquiera me había dado cuenta. —¿Quieres ir al cobertizo? —le pregunté. Junté mis manos y traté de soplar aire caliente en ellas, pero mi aliento no generaba suficiente calor como para reducir el efecto del intenso frío que había en ellas—¿Por qué? —Estaba realmente confundida y me preguntaba qué explicación me daría. —No te preocupes por eso. Sólo ayúdame entrar allá y vete a tu casa antes de que mueras congelada, y entonces todo esto haya sido en vano —dijo, haciendo un gesto hacia su herida. Estaba confundida por lo que quería decir sobre la herida. Apenas puso algo de su peso sobre mí cuando lo ayudé a ponerse de pie. Eché un vistazo al cobertizo y me di cuenta que la puerta estaba entreabierta y el candado estaba en la nieve, parecía que había sido aplastado. Una vez adentro, contuve las preguntas que tenía

acerca de dónde iba a ir y cómo iba a llegar allí. Su rostro y postura, me dijeron que estaba esperando a que me fuera. Me sentí indignada. ¿Cómo podía sentarse allí y mirarme como si yo fuera el problema cuando él era el que sangraba en el suelo? A pesar de que mis dedos estaban helados y mis muslos quemados por el frío, no me iba a ir sin una respuesta. Traté de no perder el equilibrio. Mi temblor había aumentado y me impidió mostrarme como la chica ruda que quería que él pensara que era. —¿Cuál es tu n-n-nombre? —Tartamudeé, me castañeteaban los dientes. Me abracé a mi misma atrapando el calor y me pregunté cuánto tiempo había estado fuera. Él se sentó en el frio suelo de cemento. Lo único que llevaba eran unos jeans y una chaqueta delgada, pero el frío no parecía afectarle mucho. Su irritación era evidente al hablar— No importa. Tú no me volverás a ver después de esta noche. ¡Ahora ve adentro antes de que yo te lleve! Molesta, quise argumentar que fui yo quien lo trajo al cobertizo, pero mis labios estaban agrietados, y mi rostro dolía. —Lo que sea. Será mejor que no estés aquí por la mañana, o llamaré a la policía —le dije cuando me di vuelta y corrí hacia la casa. Mi enojo crecía con cada paso que daba. La puerta principal estaba sin llave, y me tomó quince minutos pasar en silencio por las escaleras hasta mi habitación sin despertar a nadie. Mis manos y mis pies se estaban descongelando lentamente. Había estado fuera por una hora. Me había llevado mis guantes, botas y sombrero, pero me las arreglé para terminar tirada en la nieve. Al menos no había plantado mi rostro otra vez. . Después de que me cambié y calenté mis manos, me acerqué a la pequeña ventana en mi habitación. El pequeño rincón tenía un escritorio y un lindo pequeño asiento en la ventana con una colchoneta de color amarillo. Al estar en esta parte de la habitación me recordaba que aún no había desempacado mi portátil y los libros. Me senté en el asiento de la ventana y miré hacia afuera al cobertizo. Tenía una vista perfecta de la parte frontal del mismo, pero no pude ver la parte de atrás o si había alguien allí. La puerta parecía estar cerrada, y no habían movimientos afuera que yo pudiera ver. Después de mirar fijamente al cobertizo por unos cuantos minutos, me sentía cansada y decidí que por la mañana, después de que todos se hubieran ido a trabajar, le echaría un vistazo para asegurarme de que realmente se había ido, o llamaría a la policía—bueno, tal vez. Me metí en la cama y pensé de nuevo en sus ojos oscuros y su piel cremosa; sus rasgos eran agudos y sexis, su piel sin defectos, y su cuerpo delgado. Suspiré por lo hermoso que era, y me pregunté por qué había sido tan grosero conmigo. Aquello debería haber sido un desencanto, pero no fue

así. Cuando él me miró por primera vez, parecía como si me hubiera reconocido, pero yo sabría si él y yo nos hubiéramos conocido antes. Alguien tan hermoso se habría convertido en un tatuaje en mi cerebro, dominando efectivamente mis pensamientos hasta que lo viera de nuevo. A pesar de que me había tratado como la mierda, me quedé dormida pensando en cómo su labio inferior era ligeramente más grueso que el superior—perfecto para besar—y cómo esos ojos negros brillaron cuando él me miró por primera vez. Sabía que no iba a estar allí en la mañana, pero aún estaba esperanzada de volver a verlo de nuevo.

Traducido por MewHiine Corregido por Armonia&paz

No insistas en el pasado, no sueñes el futuro, concentra la mente en el momento presente. —Buddha Me desperté con el olor de tocino y huevos. La puerta del dormitorio estaba abierta, aunque la había cerrado anoche. Mis ojos estaban secos y ásperos, y mis manos y pies habían visto días mejores. Hice mi camino al baño y me duché con agua hirviendo. Sólo había dormido dos horas. Mi cuerpo se sentía como si hubiera tenido una alucinación y estaba recuperándose de ella, pero los dolores y somnolencia eran sólo por la falta de sueño. Fuera de la ducha, me peiné el cabello húmedo. Había utilizado acondicionador, pero las negras ondas rebeldes se negaban a ser domadas. Raíces marrones oscuras brotaban de mi cuero cabelludo blanco. Tenía que comprar tinte para el cabello y depiladoras. No me había puesto maquillaje desde antes de mi estancia en el hospital, y mis antiguamente brillantes ojos verdes parecían opacos y sin vida. Añadí rímel a mi lista de compras. Me puse unos vaqueros, una camiseta y un suéter de lana negro y bajé las escaleras. El reloj en el pasillo marcaba las siete y media. Todo el mundo se iría pronto, y podría comprobar el cobertizo. Tenía la esperanza de que el misterioso chico todavía estuviera allí. No era probable, pero no podía superar mi deseo de volver a verlo. —Hey, me alegro de que estés despierta. Quiero hablar contigo antes de irme a trabajar —dijo Sarah, mientras preparaba un plato de comida para mí. Me serví un vaso de jugo de naranja. Lea se sentó a la mesa, sonriéndome entre bocado y bocado de huevos revueltos. Sarah no empezó a hablar de nuevo hasta después de que me había terminado un vaso lleno de jugo y un trozo de tocino. Me preocupaba que ella supiera que yo había estado afuera sola, así que me senté y esperé la reprimenda. —Lea se va a la casa de mi hermana después de la escuela hoy. Eric o yo iremos a recogerla cuando salgamos del trabajo. —Está bien —dije y me comí mis huevos. Habíamos hablado de los planes de Lea después de la escuela hace una semana.

—Si necesitas algo, nuestros números están en la nevera. Vamos a estar en clase todo el día, y después de eso tengo una reunión con uno de mis alumnos, por lo que Eric probablemente estará en casa antes que yo. —Sarah metió sus papeles y un teléfono celular en su maletín, lo que me hizo pensar en mi portátil y teléfono. —Sarah, ¿sabes en qué caja se guardaron mi móvil y ordenador portátil? — Aparte de algo de ropa, no había desempacado nada en las semanas que me había estado alojando con los Carltons. Sarah me miró y sonrió mientras ponía el plato de Lea en el lavavajillas—Lea, ve a buscar tu abrigo y el sombrero para que nos podamos ir. Esperó a que Lea saliera de la cocina y se dirigió a mí— Estaba pensando que tal vez podrías desempacar todas tus cosas ahora. No te vamos a enviar de vuelta, ¿sabes? Creo que empiezas a ajustarte, y pronto podrás inscribirte en alguna clase de universidad online. Yo estaba preocupada de que me enviaran de vuelta a Ocean Trace. No le había dicho a Sarah que la voz y visiones habían regresado y estaban empeorando. Ellos me enviarían de regreso a las instalaciones si lo hiciera. Asentí con la cabeza, sin confiar en mi voz. —¡Bien! —Sus ojos se iluminaron y me agarró estrechamente en un abrazo. Me alegré de que no hubiéramos hablado de mis padres. No quería compartir mi dolor con ella. Sarah me soltó una vez que Lea entró en la habitación. Lea anunció que estaba lista para ir a la escuela. Me preguntaba cuánto tiempo podría ocultar las visiones de los Carltons, y cuánto tiempo podría tener sin desembalar. No tenía planes de quedarme, pero no tenía a donde ir todavía. Tenía la edad suficiente para conseguir mi propio lugar y el dinero no era un gran problema. Mis padres me habían dejado un poco de dinero y también habían tenido un seguro. Cuando finalmente me vestí en mi traje para nieve y me dirigí hacia la puerta, eran las ocho y media. El sol era cegadoramente blanco ya que se reflejaba en la nieve. Me dirigí hacia el cobertizo llena de esperanza y aprensión. Yo quería que él estuviera allí, pero si lo estaba, probablemente habría perdido los dedos por el frio. Aunque yo no le viera ahora, se me ocurrió que en una ciudad pequeña como Cedar, probablemente daría con él en el centro de la ciudad si alguna vez me iba de casa. Mi corazón se aceleró ante la idea de verlo en otro lugar que en el cobertizo. Tal vez él no sería tan grosero conmigo si me lo encontraba en alguna parte en la que él no estuviera invadiendo o luchando. La puerta del cobertizo estaba bien cerrada y la cerradura estaba todavía en ruinas en el suelo helado. Mi corazón se saltó varios latidos cuando fui a abrir la puerta. Abrí la puerta, y mi corazón se desplomó en mi estómago. Contuve un grito. En el suelo había dos sangrientas ardillas pequeñas destrozadas, y el chico de la noche anterior estaba pálido y quieto como un cadáver. Se había quedado en un

rincón oscuro donde la luz no le alcanzaba y cuando abrí la puerta más para conseguir que la luz entrara más en la habitación, sus ojos se abrieron de golpe. —¡No lo hagas! ¡No abras más la puerta! Salté hacia atrás, sorprendida. —¿Qué demonios está pasando aquí? Traté de mantener la calma, pero mis nervios estaban recibiendo lo mejor de mí. Debería haber llamado a una ambulancia anoche. Él sólo estaba allí mirándome, y lo único que podía ver era su piel pálida y las vetas de plata brillando en sus ojos. —En serio, en serio, ¿qué debo hacer? —pregunté, entrando en pánico. Sangre manchaba su cara, y yo hice todo lo que pude para no tirar mi desayuno. Podía sentir mi cara calentándose y mis manos comenzando a temblar. —¿Qué debo hacer? ¿Estás herido? —Estaba tan nerviosa que estaba parloteando y no le di tiempo para responder—. No tengo móvil. Voy a tener que volver a casa para llamar a una ambulancia. —¡Espera! No. Su voz fue tan feroz que dejé de temblar. —¿Estás loco? Estás sangrando también por la boca. No vi eso anoche cuando vi tus labios. —Quería llegar a la casa y pedir ayuda. No quería hablar más. Sólo quería actuar. —No es mi sangre. Cálmate. Estoy bien. No dejes que la luz llegue aquí. — Trató de deslizarse más adentro en el oscuro rincón. Su actitud me sorprendió en mi neblina inducida por el pánico. Todavía estaba preocupada acerca de cómo había pasado toda la noche en el cobertizo en medio del frío, sangrando. Podría hacer una carrera de estar confundida. —¿No es tu sangre? ¿Qué quieres decir con que no es tu sangre? —Sentí como si me hubiera perdido algo. La sangre en su cara no había estado allí cuando lo dejé anoche, así que ¿De dónde había venido? Una ira a fuego lento quemó dentro de mí, reprimiendo aún más mi conmoción y miedo. Me apoyé contra la puerta y lo miré a los ojos. Esos cautivadores ojos oscuros amenazaron con hipnotizarme. —¿Qué está pasando? —Exigí. El pánico se calmó, la ira y confusión tomaron su lugar. Me miró, nada más que con molestia en su rostro—. Sólo estoy tratando de ayudarte y tú estás actuando como si hubiera sido yo quien te pateó el culo anoche. —Me crucé de brazos y devolví su mirada furiosa. Mi pataleta no hizo nada para que me sintiera mejor, pero pareció tener un pequeño efecto sobre él. —Bien.

—¿Bien? —interrogué, sorprendida por su repentina rendición. —Sí, bien. Si quieres ayudarme, entra en tu casa y consigue la mayor manta que puedas encontrar. Entonces, vístete para una caminata a través de nieve que llegará más allá de tus tobillos y nos vemos aquí de nuevo. Su voz fue profunda y cálida a pesar de su comportamiento frío. Su acento sonaba a francés y algo familiar. Me quedé allí por un momento, aliviada y sorprendida de que él quisiera mi ayuda y todavía nerviosa al mismo tiempo. ¿A dónde íbamos? Descrucé mis brazos, desconfiada de su abrupta capitulación. —Está bien. Me di la vuelta para marcharme, pero su voz me detuvo. —Ah, y Ella —dijo—No llames a nadie. ¿Cómo sabía mi nombre? Llevaba una mirada arrogante de satisfacción. Debí haberle temido, pero no lo hice. Mis pensamientos eran un revoltijo. Regresé a casa y cogí una vieja colcha del armario de la ropa en el pasillo. Fui a mi habitación y me vestí con mis pantalones para la nieve. El nerviosismo tiraba de mi vientre, junto con una extraña sensación de excitación. Eso no parecía correcto. Me iba con un chico al que no conocía. Esa era la parte de la película en que los incautos protagonistas sin cerebro cometían un estúpido error que iniciaba una serie de acciones que cambiarían sus vidas para siempre. Me reí a carcajadas ante la idea. Mi vida había cambiado y había cambiado para peor. ¿Qué más podría pasar? Volví al cobertizo y entré, tratando de no dejar que ninguna de la luz se colará. Él se encontraba en el mismo lugar donde lo había dejado. Al entrar en el cobertizo, coloqué la colcha en el alféizar de la ventana y me senté con las piernas cruzadas en el suelo a pocos metros delante de él. Debería haber tenido miedo o sospechar, alguna de esas habría tenido sentido, pero no sentí ninguno de esos sentimientos. Las emociones y la lógica estaban en guerra dentro de mí, con un alto al fuego a ningún lado a la vista. Quería hacerle un millón de preguntas, pero me mordí la lengua. Me pregunté varias veces por qué estaba allí. ¿En qué estaba pensando? No tenía respuestas para esas preguntas, pero eso no parecía molestarme. Finalmente, se movió y se asomó por la ventana, donde las nubes se habían movido delante del sol. La luz del interior era tenue y motas de polvo flotaban a nuestro alrededor. Se sentó allí y lo observé. Se apartó de la ventana, mirándome con recelo. —¿Quieres ayudar? —preguntó.

Empecé, tan absorta en mis pensamientos que me había dividido en zonas por un minuto. Se acercó a mí. La herida en su costado, evidentemente, todavía le molestaba, pero se movía un poco mejor de lo que lo había hecho ayer. Él se fijó en mí inspeccionando su herida y se alejó—. No te preocupes por eso. Se curará tan pronto como recupere mis fuerzas. Te he hecho una pregunta ¿vas a responder? Había oído su pregunta pero no estaba segura de que quisiera ayudar. La curiosidad y una torsión extraña en mi estómago tomaron la decisión por mí. —Voy a ayudar, pero tienes que mantener tu actitud para ti mismo. —No podía soportar la forma en que me trataba y no sabía por qué sentía la necesidad de ayudarlo. En lugar de estar enojada, estaba intrigada. Él era un total desconocido pero sentí una especie de tirón emocional hacia él. —Bien —dijo—. Ayúdame a llegar al cementerio de Elmwood. —Se levantó, un poco vacilante sobre sus pies. Me puse de pie, sosteniendo hacia afuera mis manos. ¿Podría realmente atraparlo si se caía, o nos caeríamos ambos al suelo? Se alejó como si mi contacto le quemara, y no pude ocultar mi vergüenza lo suficientemente rápido. Parecía cada vez más un error con cada minuto que estaba allí con él, pero algo dentro de mí todavía no lo dejaría ir solo. —¿Por qué a Elmwood? —El bosque de Elmwood rodeaba Thaxinburg y recorría a través del Condado de Cedar Grove y Elmwood City, actuando como frontera entre las ciudades vecinas. Elmwood estaba a unos cuarenta minutos de distancia en coche y no quería ni pensar en lo lejos que estaba a pie. No llegaríamos antes de que me quedara helada o desmayara. —No sé cómo llegar allí —admití—. Creo que si tomamos el camino principal hasta llegar a Elmwood City, pueda encontrarlo, pero eso probablemente lleve una hora. —No puedo estar en el sol por una hora. Además, el cementerio de Elmwood no se encuentra en Elmwood City. Está a unos quince minutos de Elmwoods. —Está bien, pero ¿cómo voy a encontrar mi camino a casa? No conozco muy bien esos bosques. —El pensamiento de estar perdida en el bosque me hizo temblar. Estaba segura de que vi una mirada de lástima en sus ojos, pero se había ido en un instante. —Pásame esa colcha —exigió—. Esto sería más fácil si tuvieras un transporte.

Rodé los ojos cuando él declaró lo obvio y volví a sentarme con una rabieta. El polvo flotaba en una nube pequeña y en la luz del sol. Estornudé y soné como el chillido de un ratón en miniatura, haciendo añicos la imagen de chica dura que había intentado, sin éxito, cultivar. —Levántate. Tenemos que salir —ordenó. No me moví. Él me necesita más de lo que yo lo necesitaba a él. Haría bien en recordarlo— Quiero ayudar, pero no quiero perderme en el bosque. Tenemos que encontrar la manera de que yo pueda llegar a casa o no iré a ninguna parte. —Me senté e hice pucheros como un niño de tres años que no se sale con la suya. Él se arrodilló junto a mí, así que estábamos frente a frente. Sus oscuros ojos brillaron, y su aliento olía como el aire después de la primera nevada de invierno. Mi piel se estremeció ante su proximidad, y me detuve a mí misma de inclinarme más cerca de él. —Vas a estar bien. Hay un camino que te llevará de vuelta a casa en quince minutos. No vamos a Elmwood City, sólo a un lugar en Elmwoods. —Su voz era más suave de lo que había sido—. Ahora, vamos. —Está bien. —Pásame esa colcha. Había esperado que la envolviera alrededor de sí mismo para mantener el calor, pero ni una vez se quejó de tener frío, a pesar de haber dormido en el helado cobertizo toda la noche. Lo miré con recelo mientras recogía la manta y comenzaba a cubrir todo su cuerpo en ella, ocultando su cara y piel expuesta. Antes de que yo pudiera decir nada, él descubrió su rostro. —No hagas preguntas sobre cualquier cosa. Ese es el trato. Si quieres ayudarme, lo harás en silencio, ¿Estás de acuerdo? —No esperó mi respuesta mientras me entregaba un pedazo de colcha y me decía que lo guiará hacia la punta de los bosques. Quería hacerle un millón de preguntas. Decidí esperar hasta que estuviéramos en el camino correcto para que no pudiera cambiar de opinión en cuanto a permitir que le ayudara y estaría a merced de mis preguntas. —¿Y ahora? —le pregunté. Pasamos por encima de la maleza y vadeamos a través de la nieve. No vi ningún camino, y me estaba poniendo nerviosa. —Mira a tu izquierda. ¿Ves ese árbol que está dividido en dos? Recorrí la zona y encontré el árbol. Empecé a ir en esa dirección, pero me detuve en seco cuando él no se movió—¿Qué? —le pregunté, preguntándome por

qué no se movía—. El árbol está justo ahí. —Señalé a él antes de recordar que no podía ver. —Sé que está ahí. Te pregunté si podías verlo —suspiró y se acercó a mí. Mi corazón se aceleró cuando registré su proximidad. —Ahí es donde saldrás cuando vuelvas por el bosque. El sendero se divide y te llevará a ese árbol. Estoy seguro de que podrás encontrar tu camino de regreso a casa desde ahí. —Está bien. —Sigue recto y, través de esos árboles muertos es donde comienza el sendero. El camino será difícil de ver debido a la nevada, pero no imposible. Caminamos hacia el sendero y de inmediato comprendí lo que quería decir sobre la nevada y el camino, pero las huellas recientes hicieron más fácil la navegación. Caminamos rápidamente y en silencio durante la mayor parte del camino, y pensé en qué preguntas hacer una vez que estuviéramos más cerca del cementerio de Elmwood. ¿Por qué estamos yendo al cementerio? ¿Por qué estás cubierto de pies a cabeza en una colcha? Mantuve mis preguntas para mí misma por temor a que lo hicieran enojar y se cerrara aún más. Aunque yo tropecé y choqué, él caminó como si pudiera ver exactamente a dónde íbamos. Abrí la boca para comentarlo, pero fui cortada inmediatamente. —Espera —Se dio la vuelta bajo el edredón, y miró a su alrededor. Me pregunté qué era lo que hacía porque sabía que él no podía ver nada. —¿Qué es? —pregunté. —No es nada. Vamos. Podía escuchar la mentira en su voz. Algo lo había alarmado. Esperaba que no fuera un animal lo suficientemente grande como para causarnos algún problema real. Decidí mantener los ojos y los oídos abiertos el resto del camino. Su ritmo parecía acelerarse, así que aceleré para ir a su paso. Fue un trabajoso entrenamiento caminar por la nieve profunda. Mis músculos protestaron, pero les insté a seguir. De vez en cuando se detenía y me decía que me callara. Mis nervios no podían tomar mucho más de eso. —¿Por qué estamos caminando tan rápido? —Resoplé, tratando de mantener el equilibrio en la nieve y recuperar el aliento.

Hizo caso omiso de mi pregunta y siguió caminando a nuestro nuevo ritmo. De repente, él estaba delante y yo en la parte trasera, maravillada por cómo sabía hacia dónde iba con la cabeza cubierta. —Una vez que lleguemos al cementerio de Elmwood, voy a irme de tu lado. Quiero que vayas al mausoleo en la parte de atrás más allá de las lápidas con cruz blancas —instruyó. Me puse más nerviosa acerca de nuestro pequeño paseo, y me preguntaba si había sido un error. Nos detuvimos y él parecía como si estuviera escuchando el bosque. Yo no podía oír nada, pero él parecía escuchar un montón de cosas y estaba más tenso por momentos. Si había algo que nos seguía, ¿me dejaría y correría o pelearía? No parecía del tipo que corre de una pelea, pero yo no parecía gustarle mucho. Tenía miedo de hablar, y tomó toda mi fuerza mantenerme a su ritmo y no tropezar con los obstáculos escondidos en la nieve. —Hey, me estoy preocupando un poco. ¿Qué está pasando? —le pregunté cuando dimos con el cementerio. Estábamos en la parte de atrás y no había ningún otro tipo de entrada que un agujero en la valla. El cementerio estaba hermoso, cubierto por una pura e intacta nieve. Parecía olvidado, y me preguntaba si todavía se hacían entierros allí. La mayoría de las lápidas que estaban frente a nosotros estaban gastadas y desvanecidas. Personas olvidadas enterradas en un cementerio ignorado en un inadvertido pueblo pequeño. El pensamiento me entristeció y me pregunté si alguna vez sería capaz de llorar a mis padres con el extraño muchacho de pie bajo la colcha, quieto y en silencio. Supuse que estaba escuchando algo que yo no podía oír— ¿Qué es? ¿Qué oyes? El miedo se entrelazó en mi piel como un velo delgado, y quise aferrarme a algo más que al edredón su mano, su brazo, su cuerpo sólido. Tuve la tentación de coger su mano debajo de la colcha pero el sentido común me detuvo. Me trataba como a una leprosa, y estaba segura de que tomar su mano estaba en contra de una de sus muchas reglas. Si lográbamos salir del cementerio, tendría que pedir una lista de sus reglas. —Nos están siguiendo. Necesito llevarte a un lugar seguro —dijo, confirmando mis temores. Nos movimos hacia la valla, pero se detuvo antes de traspasarla—. Escúchame con atención. Estoy demasiado débil para luchar contra él ahora, y tengo que esconderte. —Parecía que era del tipo que me protegería, después de todo. Aunque sus palabras hicieron poco para calmar los espasmos de miedo corriendo por mi cuerpo. —¿Quién nos está siguiendo y por qué?

Empecé a sentir pánico cuando cambió de lugar la colcha, dejando al descubierto su rostro. Hizo una mueca cuando la luz lo golpeó, pero mantuvo sus ojos en mí. —Vas a estar bien si haces lo que te digo. Pasando ésas lápidas de cruz blanca, hay un mausoleo. Empuja la puerta con fuerza y entra. —Su voz era callada y entrecortada. Quienquiera que nos estuviera siguiendo estaba lo suficientemente cerca para oírnos. —¿A dónde irás tú? —El nudo en mi garganta empujó el susurro en el aire más fuerte de lo que esperaba. Él sonrió y me empujó hacia el agujero en la valla. Una vez que estuve al otro lado, me puse a buscar la fila de cruces blancas y corrí en esa dirección. Traté de estar tranquila, pero la nieve crujía ruidosamente con cada pisada. Antes de llegar al mausoleo, oí una extraña voz de hombre. No podía entender lo que decían, pero pude oír el descontento cuando mi compañero habló. Las puertas del mausoleo estaban hechas de piedra y fuertemente cerradas. Empujé tan duro como pude, pero fue en vano. El trozo de piedra estaba frío en mis dedos a pesar de mis guantes cuando con la poca fuerza que me quedaba, traté de abrir las puertas. Por suerte yo estaba vestida para el papel de un excursionista de nieve, y la única parte de mi cuerpo que estaba fría eran mis mejillas. Empujé de nuevo, pero aún así no pude abrirlo. Estaba a la intemperie y si el que nos había seguido pudiera verme, podría estar en problemas. Caminé alrededor de la gran estructura y me senté en la nieve. No era capaz de ver la valla por donde había entrado, así que supuse que quien nos haya seguido no podía verme, tampoco. Estaba a salvo por un tiempo. Sentarme allí sola no hizo nada para aliviar mi mente acerca de la extraña situación en la que me había metido. Cuanto más tiempo me sentaba allí, más me preocupaba. Cualquier persona normal habría cuestionado un infierno al desconocido que le pidiera que le llevara a un cementerio mientras éste se estaba cubriendo con una manta para que el sol no le tocara. Me reí cuando me senté allí y pensé de nuevo en los comentarios del buen doctor acerca de cómo yo no reaccionaba normalmente a las situaciones. Había sido por eso que me mantuvieron durante tres semanas en vez de las setenta y dos horas previstas originalmente. Tal vez él tenía razón. Tal vez yo era una chiflada y me lo estaba imaginando todo para así no tener que lidiar con el accidente de mis padres, pero ese remedio era demasiado fácil. Esto tenía que ser real. Mis mejillas ardían por el frío, mis manos temblaban con anticipación, y mi estómago giraba con miedo de todo lo que parecía flotar por encima de mi cabeza. Luché por contener las lágrimas durante tanto tiempo como no lo oí mientras se acercaba a mí. Salté cuando me di cuenta de que era el tipo que no me quería dar su nombre.

Traducido por Emi_93 Corregido por Armonía&paz

—Sueño despierta, Papá —Hélène —Sí, cariño, ¿y qué te muestran esos sueños? —Papá. —¿Eres real? —pregunté soñadoramente. Me había sentado allí por lo que pareció una eternidad y no notaba nada a mí alrededor. Él parecía confundido, su ceño fruncido y sus pálidos labios cayeron en un pequeño fruncimiento; sus labios parecían rosas. Él se estiró como para tocarme, luego retiró la mano antes de haber tocado mi mejilla, haciendo que yo también frunciera el ceño. —Has estado en el frío por mucho tiempo. Vamos a llevarte a casa. Él se levantó, dejándome el lugar para que también me levantara. Mientras mi cuerpo crujía al incorporarse, una oleada de mareo me golpeó, haciendo que me balanceara. —Tal vez deberías descansar por un rato antes de que regresemos; no estás firme en tus pies —Él hizo un gesto para que lo siguiera. Una vez dentro del mausoleo, de pronto caí en la cuenta de que el edredón ya no estaba actuando como una manta para él. —La manta se ha ido —susurré. ¿Por qué él la había necesitado entonces, pero no ahora? Él ladeó la cabeza en mi dirección. Su pelo negro azabache caía descuidadamente sobre sus ojos, y una fresca brisa envió su esencia fresca e invernal en mi dirección. Había un ataúd y un espacio vacío para otro en el medio del suelo de piedra. Las paredes eran marrones y polvorientas, y olían mucho mejor de lo que esperaba. Supongo que cuando la gente se convierte en ceniza ya no hay más olor. En una esquina, su refrigerador y la mochila estaban colocados pulcramente contra la pared de piedra. Era raro que no hubiera allí nada más para él, como una manta o un lugar para cocinar comida. —Siéntate ahí—dijo, y señaló a donde había colocado la manta.

Me dejé caer en el piso, aún aturdida, mis piernas aún tambaleantes y débiles. Quería tocarlo para probarme que era real, pero estaba demasiado nerviosa. Él estaba de pie al otro lado de la pequeña habitación y me miraba como si quisiera decir algo importante. Le di un par de segundos más para que lo dejara salir, pero cuando no dijo nada, yo hablé en su lugar. —¿Por qué no me tocaste? —Quedé instantáneamente mortificada por lo necesitadas que habían sonado mis palabras y por la mirada de asombro en su rostro. Cerré los ojos e inhalé profundamente, luego lo intenté de nuevo. —¿Por qué me tratas como si tuviera una enfermedad? —Bueno, eso sonaba mucho mejor. Así se hace, Ella. Vamos a ver si puedes hacer esta situación más incómoda de lo que ya es. Abrí los ojos, resignada a sentirme como una niña negligente. Él me miró con lo que parecía remordimiento. Eso me sorprendió porque no había sido nada más que monstruoso y retador, pero estaba allí parado luciendo culpable y avergonzado. —No creo que tengas una enfermedad. Eras tú quien pensaba que yo estaba enfermo —susurró tan quedamente que no estuve segura de haberlo oído correctamente. No lo conocía de nada, ¿así que por qué pensaba él que yo creía que estaba enfermo? Su rostro se descompuso aún más ante mi silencio, quise ir y reconfortarlo, pero temía el rechazo que enfrentaría. —¿Qué? Nunca dije eso —Rogaba porque me creyera. Nos quedamos en silencio por algunos minutos más antes de que finalmente decidiera que iba a tener más respuestas de él mientas estaba de un humor tan predispuesto—. ¿Puedo preguntarte algo? Me estudió a través de espesas pestañas negras y esbozó la primera sonrisa real desde que nos conocíamos. Era hermosa. Dientes blancos brillaron en la luz— un perfecto contraste para sus oscuros ojos marrones. Le devolví la sonrisa. Mi corazón parecía ligero en mi pecho, y tuve que contener el aliento. —¿Pensé que teníamos un acuerdo? —preguntó, bromeando. Él se acercó. Intenté mentirme y decir que no era emocionante tenerlo tan cerca para que así mi rostro me traicionara. —Lo teníamos, pero estoy comenzando a pensar que todo está en mi cabeza —La mirada de confusión en su rostro no tenía precio. Por una vez, parecía interesado en sacarme información. —¿Qué quieres decir con todo en tu cabeza? —Se movió incluso más cerca.

Mi corazón galopó, y mi rostro se sintió caliente. Mis manos temblaron, pero no a causa del frío. Lo necesitaba más cerca. No lo conocía bien, pero todo dentro de mí me decía que había algo familiar entre nosotros. —Oh, es verdad. Tú no lo sabes. Estoy loca —dije despreocupadamente mientras retrocedía cerca de la pared y me ponía cómoda—. Todo esto podría estar en mi cabeza. Tú podrías ser un fragmento de mi imaginación, un método para afrontar las cosas. Sus ojos aún estaban fijos en mí, pero no podía saber si me estaba tomando en serio, así que seguí hablando, las palabras cayendo incontrolablemente de mi boca. —Supongo que soy afortunada. Pero me pregunto si los dos últimos días no fueron algún sueño inducido por las drogas —Me encogí de hombros. —¿Te pinchas con una aguja? —preguntó. —Sí, una aguja en el brazo para cuando los pacientes se tornan muy descontrolados. Creo que era algún tipo de droga anti-psicótica lo que usaban. No lo sé. Nunca tuve que usarlas. Supongo que mis alucinaciones no eran tan malas entonces. —Me sentía libre para confesar mis secretos, incluso a pesar de que él no había hecho ni dicho nada para sugerir que debía hacerlo. Solo supe que podía hacerlo. No estaba preocupada por miradas confusas, o por los suaves sonidos de un bolígrafo rascando una libreta de notas. Tal vez era porque él no podía enviarme de vuelta al Ocean Trace, o tal vez realmente creía que él sólo estaba en mi mente. —Recuerdos —dijo calmadamente mientras se movía para sentarse a mi lado. Su cuerpo no despedía calor, pero sentí el empuje del aire mientras se arrastraba un poco más cerca. —No, estas son alucinaciones, y me enferman, real y figuradamente —Me estremecí ante el pensamiento de las alucinaciones. Había sido llamada loca a causa de ellas, y en ciertos momentos, quería creer que estaba loca, así al menos podría dar un paso en la dirección de ponerme mejor—. Comencé a tenerlas después de que murieron mis padres. No creo que sean solo un método para afrontar las cosas, como dijo el doctor, porque me pongo enferma físicamente cuando las tengo. A veces me he preguntado a mí misma si son algo más, pero si estoy loca, ¿serviría en algo mi respuesta? Él me observó por un momento, luego los pequeños pliegues alrededor de sus ojos se suavizaron.

—Soy real, y tú no estás loca. Tampoco creo que estés enferma —Colocó su mano en la mía. Era helada, pero sentí una familiar oleada de calidez extenderse por mi cuerpo. —¿Por qué has sido tan horrible conmigo? Mirándome, supe con seguridad que él veía más que una persona quebrada. Había más para él de lo que mostraría nunca. Sería un viaje emocionante el llegar a conocerlo; los vuelcos y giros que eran su vida me excitaban. —Lo siento —Sus palabras parecieron más una evasión que una disculpa—. Deberíamos llevarte a casa. ¿No crees? —Se puso de pie y fue hacia la puerta. Se quedé sentada. Solo porque él no estaba ya siendo rudo, no significaba que yo hubiera parado las respuestas. Parecía que la montaña rusa estaba floja en mantenimiento. No habría hombre del mantenimiento, pero yo haría que el viaje fuera funcional y obtendría respuestas. Él suspiró. Su mirada decía "No hagas esto, no ahora". —¿Y ahora qué? —preguntó, no falto de gentileza. —Aún tengo preguntas. Sé que tenemos un acuerdo, pero tú sabes mucho sobre mí, y yo no sé nada sobre ti. ¿Responderías algunas de mis preguntas? Su rostro era ilegible. Su postura era rígida y ansiosa, y pude ver que él hubiera deseado estar en cualquier parte que no fuese allí. Si cualquiera me hubiese tratado de la forma en que él lo había hecho, no me hubiera preocupado por ellos en lo absoluto, pero el misterioso chico de cabello de cuervo era diferente. El nudo en mi tripa me rogaba conocerlo, y mientras seguía, el dolor en mi interior no era tan intenso como para soportarlo. —Responderé lo que pueda, pero tengo que entender, solo porque tú estés tan predispuesta con tu pasado no significa que yo lo vaya a estar. Hay cosas que no entenderás, y cosas que yo no puedo decirte —Él se sentó en la otra punta del cuarto—tan lejos de mí como le era posible—. Tu rostro está quemado por el viento y tus labios están agrietados. Sé que no estás cómoda aquí. Me sonrojé cuando mencionó a mis labios. Esperaba que no lo hubiese notado. —Eso está bien. Solo un par de preguntas. —Enrosqué la manta a mí alrededor. Tendría que ser disimulada si quería conseguir mis respuestas.

Traducido por MewHiine Corregido por Armonía&paz

A través de medios promedios, uno encontrará la paz en la muerte. —¿Cómo te llamas? —Quería hacer preguntas más intensas, pero pensé que sería mejor tomar las cosas con calma. Mejor empezar con preguntas que sabía que iba a responder con sinceridad. —Kale. Era un nombre extraño, pero también lo era el mío. Mi madre me había llamado así por la madre de mi padre, que falleció poco antes de que yo naciera. Mis padres me dijeron que les gustaba la sensación de vitalidad en del nombre de Eloise, pero yo siempre lo había odiado, así que lo acorté a Ella. Después de su accidente, comprendí la elección de mis padres. Si yo tuviera una hija, me gustaría llamarla Layne, como mi madre. Pensé que Kale podría mentir, así que miré su respiración y lenguaje corporal, pero él todavía estaba como una estatua y mantuvo un constante contacto visual. —Bonito nombre. ¿Cuántos años tienes? Tuvo que pensar en su respuesta, así que supe en ese instante que iba a mentir. Señalé mi dedo y lo sacudí—¡Di la verdad! —Me senté y lo miré con desaprobación. ¿Por qué mentiría sobre su edad? No podía ser tan viejo. —Veintiuno. Estudié su rostro y esperé a ver si iba a romperse y decirme la verdad, pero él sólo me miró. Tuve que pensar cuidadosamente. Tal vez si yo le hacia preguntas sencillas, estas me ayudarían a llegar a las más grandes, y él no podría molestarse y callarse. —¿De dónde eres? Cruzó las piernas y apoyó la cabeza contra la pared, como si ya se hubiera cansado de mis preguntas—Nací en Londres. Ahora, ¿quieres dejar de hacer preguntas mundanas y preguntar lo que realmente quieres saber? —Está bien. ¿Por qué estabas peleando con ese tipo en mi jardín anoche?

Mantuvo su cara en blanco y sus ojos no me dijeron nada. Se quedó en silencio por un momento, y me preocupé de que no fuera a responder. Parecía como si estuviera buscando una mentira o una manera fácil de explicar la situación—Estuvo tratando de entrar en tu casa. —¡¿Qué? ¿Por qué no me dijiste para que pudiera llamar a la policía? —Me horroricé ante su actitud indiferente. Alguien había tratado de entrar en mi casa mientras todos dormían. Eso me aterró más que una explicación. —¿Por qué llamar a la policía? Lo detuve de intentar entrar, y voy a manejarlo si vuelve. Aunque su actitud sobre el aspirante a intruso me sorprendió, todavía tenía que saber más acerca de él— ¿Por qué necesitas una colcha para salir? —Soy sensible al sol cuando estoy débil. ¿Hemos terminado? —Su tono fue firme, pero no hizo ademán de irse. —No. ¿Qué quiere decir con “cuando estás débil”? —Yo estaba herido por la pelea, y estaba débil. Me he curado un poco, por lo que el sol no me molesta tanto. ¿Hemos terminado ahora? —Se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. —No. ¿Por qué te estás quedando aquí, en este mausoleo y no en un hotel o algo así? ¿Esto eso todo lo que tienes? ¿Un refrigerador y una mochila? ¿No tienes hogar? —Me sorprendió que no lo hubiera adivinado antes, cuando él me pidió que lo llevara a un cementerio en lugar de a su casa. ¿La gente sin hogar hacía un hábito de ponerse en cuclillas en los cementerios? Su rostro era una máscara, pero el aire que expulsaba me advirtió que había probado su paciencia. —No es de tu incumbencia. —Está bien. ¿Quién era ese que nos siguió antes? —Nadie de quien tengas que preocuparte. Exageré cuando te dije que te ocultaras. —Empujó las puertas del mausoleo para abrirlas. Me puse de pie, y por suerte el mareo había pasado, pero había empezado a hacer frío y yo todavía tenía una caminata de un cuarto de hora por la nieve hasta llegar a casa. —Está bien, sólo una cosa más. —Aparté la vista en caso de que su respuesta no fuera la que yo esperaba oír. —¿Te veré de nuevo? —Tal vez... no estoy seguro. —Salió, y yo le seguí.

Caminamos por el bosque cargado de invierno en completo silencio. Me preocupaba lo del posible intruso. Yo al menos, necesitaba saber como se veía el chico, en caso de que lo viera acechando alrededor de la casa. Aunque Kale había dicho que iba a manejar la situación, él no era un policía o diputado o lo que fuera en esta pequeña ciudad que tuviera control policial. Era un extraño en un país extranjero. Tal vez de dónde él era, los ciudadanos tenían que manejar sus propios asuntos penales. Cuando llegamos al árbol roto, me volví hacia Kale para decirle adiós. Me sorprendió que hubiera caminado todo el camino a mi casa. Me preguntaba cómo sería ser darle un beso. Un pensamiento ridículo, por supuesto, porque estaba segura de que nunca iba a pasar, pero aún así... —Sé que tienes más preguntas, y la mayoría de mis respuestas no fueron suficientes para ti, pero tienes que aceptarlo. —Hizo una pausa—. No debemos vernos de nuevo. No es seguro para ti. —Se dio la vuelta para irse. Quería decirle algo. Yo quería que mirara hacia mí y dijera que estaba equivocado, y que iba a volver mañana y volveríamos a su escondite y hablaríamos más, pero sabía que no lo haría. Corrí tras él y me puse directamente en su camino. Su rostro se contrajo en una máscara de lo que pareció ser tristeza. Extendí la mano para tocarle la mejilla, y por una vez, no se inmutó ni alejo. Él se giró hacia mi tacto, y me di cuenta que estaba en guerra con sus sentimientos, al igual que yo con los míos. Debí haber sabido desde el día en que miré sus ojos que había algo más en él. Seríamos una pieza perfecta, y mi corazón se agitó con la creencia de la misma. Toqué su rostro. Su piel era suave y fría al tacto. Cerró los ojos, y yo esperaba que solo mi toque pudiera hacerlo cambiar de opinión. —No podemos. —Me tomó la mano y la puso de nuevo a mi lado, y mi corazón se derrumbó. ¿Cómo tenía este efecto sobre mí? Apenas lo conocía, pero se sentía como si mi corazón lo hiciera. —Está bien. —Me fui con el corazón encogido. Por un lado, se había abierto para mí, pero por otro, había dicho que era la última vez que nos veríamos. Él había dicho: “Tal vez”. Tenía eso por lo menos. Me aferré a ello a medida que él se alejaba. Lo estuve mirando hasta que no pude verlo más. No miró hacia atrás, ni siquiera una vez.

Cuando entré, me obligué a subir las escaleras y al cuarto de baño para una ducha de agua caliente al vapor.

Después de eso, me envolví en unos pantalones deportivos y mi sudadera favorita, y luego miré el reloj para ver cuánto tiempo tenía hasta que Eric llegara a casa un montón. Busqué a través de cajas mi portátil y teléfono celular. Por suerte, el que empaquetó mis cosas había etiquetado las cajas. Puse mi portátil en la alcoba, lo enchufé y encendí. Pensé en revisar mi correo electrónico, pero decidí no hacerlo. Mi bandeja de entrada probablemente estaría llena de gente de Virginia que enviaban sus condolencias así ellos no tendrían que hablar conmigo personalmente, y no les culpaba. Odiaba dar el pésame; no había nada que alguien pudiera decir para disminuir el dolor. Kale no parecía del tipo que poseyera un ordenador portátil, por lo que comunicarme con él estaba fuera. Cogí mi teléfono y me quedé mirándolo. No revisé mi correo de voz, porque estaba segura de que algunos de los mensajes eran de mis padres cuando aún estaban vivos. Me senté en la silla y pensé en cómo ese día había ido tan lejos y el misteriosamente atractivo Kale. Me sonrojé, a pesar de que no había nadie más allí. Debería haber estado nerviosa por él, un hombre con secretos que podría ser peligroso. Había dicho que no debíamos vernos de nuevo, pero yo sentí las emociones veladas que él había tratado de no transmitir. Me había mirado como si me reconociera, y yo ansiaba su reconocimiento. Había hablado con él acerca de mis padres y había tenido una crisis o una visión, lo que fue un milagro. Era mi culpa que todavía estuviera experimentando alucinaciones. Me negaba a tomar las pastillas ya que los efectos secundarios eran tan malos como las alucinaciones. No me había tomado las pastillas durante las últimas semanas de mi estancia en el Ocean Trace, y aunque el médico me había recetado una dosis más baja antes de que me fuera, todavía no estaba interesada en tomarlas. Me producían los mismos síntomas que tenían antes de una visión, y a veces desmayos. Simplemente no creía que valieran la pena.

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Cinco semanas antes El reloj marca los minutos de nuestra sesión. Me siento en el duro sofá de color azul pálido. Las desnudas paredes blancas se sienten más como una habitación de hospital que una oficina. Supongo que la habitación y los muebles de color claro están destinados a ser calmantes, pero hacen poco para alejar a la fuerza las alucinaciones que nadan en mi cabeza. Por lo general, siempre hay alguien aquí conmigo el buen doc o la enfermera Laura, con pastillas o, a veces, una aguja. Aún no he tenido que soportar la aguja. Estoy mejorando en fingir que ya no veo cosas o escucho voces. Demasiado a menudo, una persona aparentemente sana entra en esta sala y sale en estado de coma a causa de Laura y su aguja. Me niego a ser una de esas personas. Normalmente estoy tranquila y sigo las reglas por temor a que mi período de tres semanas aquí se amplíe de nuevo. Mi estancia es impuesta judicialmente, pero originalmente sólo eran setenta y dos horas, y luego se suponía que debía ir a quedarme con los mejores amigos de mis padres en Virginia. Pero el doctor dijo que estaba “aún usando los delirios y las voces en mi cabeza como un método para hacerle frente a la muerte de mis padres”. Eso no es cierto. Pero ¿qué puedo decirle a un hombre que pasó diez años en la universidad aprendiendo que cualquier cosa que un “enfermo mental”, dice es un “método de hacerle frente”, y que una píldora o una aguja en el brazo es la mejor manera de arreglarlo? Él no ve lo que yo veo, y no puede sentir lo que yo siento durante las alucinaciones. Veo la muerte de otros, incluida la mía. Incluso me veo morir una vez en un incendio y otra a manos de un hombre del tamaño de un defensa3. Me quedo sentada y repito todo lo que el médico quiere que diga. ―Sí, todo estaba en mi cabeza. Sí, verme morir en una alucinación era como le hacía frente al hecho de que mis padres ya no estaban y que yo sigo viva. ―Esta es la única forma de salir de aquí, pero una vez que esté fuera, ¿seré capaz de soportarlo? ¿O terminaré de nuevo lamentándome en esta silla azul en esta triste sala blanca? El Dr. Lithe toca suavemente la puerta antes de entrar a la oficina. Me resulta altamente molesto que siquiera golpee. Esta es su oficina, después de todo. Mantengo mi rostro como una máscara y trago el temor que este hombre calvo de cincuenta años de edad infunde en mí. Se sienta en su silla frente a mí y sonríe. La silla rechina en protesta contra su peso. Sus sonrisas no significaban nada con respecto a la decepción o a la aprobación: lo 3Posición

de fútbol americano

aprendí de la manera difícil. Supongo que no es una persona demasiado horrible. Las alucinaciones son las que me mantienen aquí, no un elaborado plan del doctor. No puedo culparlo por hacer lo que piensa que es mejor. Me ha visto en mis peores momentos, y su decisión de mantenerme aquí por más tiempo está justificada. Parece que realmente se preocupa por mi transición desde la institución a la casa de los Carltons, o tal vez quiere pensar que me ha curado, haya mejorado o no. Nos sentamos en silencio y espero las malas noticias. El Dr. Lithe aclara su garganta y revuelve sus papeles. ―Bueno, Ella ―comienza, y casi salto de mi asiento. Me fascina su habilidad de hacer que me sienta incómoda incluso cuando está en silencio―. No hay necesidad de eso, jovencita. Cálmate. Sé que estás nerviosa por mi evaluación, pero te aseguro que te irás el próximo martes. No estoy segura de cómo sentirme. Quiero salir, desesperadamente, pero me preocupa cómo me adaptaré. Él sigue hablando, pero lo ignoro. No escucho nada más después de su promesa de libertad para el próximo martes. Esto es lo que quiero, salir de este lugar, pero aún estoy nerviosa porquedarme con los mejores amigos de mi madre y mi padre en el norte de Virginia. Después de la muerte de mis padres, y mi crisis en la escuela, los Carltons se ofrecieron a dejarme vivir con ellos hasta que estuviera lista para volver a la universidad o vivir por mi cuenta. ―Sólo tenemos que repasar un par de cosas antes que te vayas. Quiero asegurarme de que entiendes que esto es una especie de prueba. ―El Dr. Lithe me mira por encima del borde de sus gafas. Espera que me ponga molesta para así poder entrar en su gran discurso sobre cómo la recuperación lleva tiempo, y cómo tengo que estar alrededor de la gente que me quiere, pero también tiene un régimen que lo incluye a él. Básicamente, quiere que soporte llamadas semanales, visitas mensuales, y que siga tomando esa medicina horrible que he estado tomando aquí. No tenía intención de hacer nada de eso, pero la palabra “prueba” se pegabaa mí. Tal vez lo soportaría un poco si eso significa dejar Ocean Trace y nunca regresar. ―Si los episodios vuelven, tendré que recomendar al juez que regreses. Estoy segura de que piensa que me curó, pero si recaigo, me hará volver aquí en un minuto. Me juro a mí misma que sin importar qué, no volveré aquí no importa qué.

Traducido por Emi_93 Corregido por Xiime~

Abrí los ojos, sorprendida de haberlos cerrado. Parpadeando rápidamente, mi visión se aclaró y me puse de pie para estirar las piernas, coloqué mi celular a cargar y luego fui a la cocina para hacer el almuerzo. Me gruñó el estómago embarazosamente alto, y me alegré de estar sola. Hice un queso grillado y saqué la carne molida para la cena. Mordisqueé mi comida y me pregunté que estarían haciendo mis pocos amigos de Virginia Beach. Lo más probable es que se estuviesen preparando para las vacaciones de Acción de Gracias con sus familias o amigos. Subí de nuevo las escaleras para comprobar mis e-mails. Solo había siete mensajes no leídos en mi bandeja de entrada. El resto eran, o basura, o cupones. El primer e-mail era de una de las oficinas de la escuela declarando que mis clases en línea habían sido canceladas, y que tenía que ponerme en contacto con los Servicios Financieros para mi reembolso. El segundo era de mi abogado familiar estatal, el Sr. Spruill. Decía que había hablado con mis nuevos "guardianes" sobre el estado de mi familia. Dejaba su número y sus horas de oficina, y me pedía que me pusiera en contacto con él. Cuatro eran de amigos que decían que me echaban de menos y que necesitaba encender mi celular. El mensaje final venía de un remitente desconocido. Normalmente, no leería mensajes en los que el remitente fuese alguien que no conocía, pero el mensaje tenía mi nombre completo Eloise Ivy Monroe en el asunto. Clickeé y leí el mensaje.

"No Recuerdes Por Nadie".

No podía pensar en quién me habría mandado tan extraño mensaje, y no reconocí la dirección de quien lo enviaba: [email protected]. Lo dejé pasar como una broma o alguna clase de basura dado que el usuario usaba mi nombre completo, algo que nadie cercano a mí haría. Necesitaba hacer andar mi celular. Lo levanté y miré la pantalla por primera vez en meses: once llamadas perdidas y veintidós mensajes de texto. Ni siquiera me acercaba al estado de ánimo necesario para lidiar con ellos, así que lo dejé a un lado una vez más y me prometí que lo manejaría más tarde.

El sonido de un coche en el camino de entrada me sorprendió. Era temprano, y no estaba segura de quién podría ser. Mi corazón se saltó un latido mientras pensaba de nuevo en Kale y su historia de un intruso. Agarré mi celular y bajé las escaleras corriendo para espiar por entre las cortinas. Un alargado coche gris se encontraba en el camino de entrada, y un hombre emergió del vehículo. Afortunadamente, no era el rubio alto de la noche pasada, sino un hombre bajo y calvo, con el rostro rojo por el frío. Esperé a que tocara a la puerta antes de abrirla.

Supermercado Knope’s

¿Srta. Monroe?

Traducido por Evarg7 Corregido por Oscense

La voz extraña era alta y nasal.

Abrí la puerta lo suficiente para entrever, sujetando con fuerza mi teléfono móvil en mi otra mano, en caso de necesitarlo. El hombre levantó sus manos como diciendo que no quería hacer daño —Oh, lo siento. ¿Sarah no te ha llamado todavía? No, no lo ha hecho. ¿Estás aquí para verla a ella o a mí? Él sonrió, una sonrisa genuina, no como a las que estaba acostumbrada, y mi frío carácter se entibió un poco. Estoy aquí para verte a ti. Sarah me dijo que deberías estar aquí, y quería que tuvieras algo con lo que llenar tus días se estremeció . Uh, Srta. Monroe, hace muchísimo frío aquí fuera. ¿Cree que puedo entrar? Me hice a un lado y abrí la puerta más para que pudiera entrar. Él entró a la sala de estar y se sentó. Parecía cómodo, como si hubiera estado en la casa muchas veces. Estoy en la necesidad de una persona encargada del stock y una cajera para mi tienda. Una de mis chicas sólo dejó de aparecer. Asentí, aunque no tenía idea de qué tienda en el pueblito era la suya. Sólo había ocho, y por su apariencia, podía eliminar todas menos dos. Soy el Sr. Knope continuó, estirando su mano para estrechar la mía. Sus manos estaban frías, y me sentí mal por no pedírselo antes . Sarah mencionó que tú podrías querer tener algo que hacer en esta casa durante el día, así que me ofrecí a contratarte. Si estás interesada, claro está se estiró la camisa y se frotó las manos. Yo sabía que Sarah había arreglado esto porque se sentía culpable por dejarme en casa sola todo el día. Realmente no quería hacerlo, pero imaginé que sería mejor que estar sentada sin hacer nada todo el día.

Tendrías los fines de semana libres, y sólo trabajarías tres días a la semana durante cuatro o cinco horas. Te pagaré ocho pavos la hora. Es casi un dólar más de lo que consiguen mis trabajadores regulares dijo con entusiasmo. Los bonus que él añadía eran buenos, pero ya había decidido aceptar el trabajo. No tenía nada mejor que hacer durante el día. No había nada más que hacer a lo largo del día. De acuerdo, suena bien

dije, tratando de añadir alegría a mi voz.

Genial. ¿Puedes empezar la siguiente semana? No debí esconder mi sorpresa lo suficientemente rápido porque preguntó :¿Es demasiado pronto? él parecía genuinamente preocupado por si cambiaba de opinión. Sonreí de forma aseguradora y mentí a través de mis dientes. No, está bien. ¿Qué tienda y qué día empiezo? Sonrió. Es el supermercado Knope’s. Ven el lunes al mediodía. Oh, y viste de caqui. Te daré una camisa de color azul marino el lunes, y Mia estará ahí para explicarte las cosas. Volvimos a estrechar las manos, y me agradeció por mi ayuda en su camino afuera. Me pregunto por qué la última chica se había largado. El trabajo no podía ser así de malo, y salir de la casa me haría bien. *** Más tarde esa noche, cuando me alistaba para dormir, Sarah entró en mi habitación para hablar de mi nuevo trabajo. Mi cabeza dolía, y mi estómago se sentía con náuseas. Estaba a punto de tener otra visión, y esperaba que fuese rápida la conversación. Ella, está a sólo diez minutos de caminata hasta el centro de la ciudad. Cedar era un pueblo pequeño, y todo estaba a una distancia a pie. No tenía mi coche, pero planeamos recogerlo después de las vacaciones. Sarah pensaba que sería una buena idea si caminaba al trabajo y conseguir que el Sr. Knope me trajera a casa. Y te compramos esa nueva rueda dentada para nieve, así que creo que estará bien por ahora añadió con confianza. No me importaba mientras trajéramos mi coche pronto. Unas semanas de caminata me harían bien. Había ganado unos kilos en los últimos meses por sentarme por ahí y no hacer nada en todo el día. Okey, eso suena bien, supongo.

Sarah se fue, y yo paseé, esperando que respirar profundo ayudase. Negué con la cabeza para sacarme de encima la niebla que subía por mi visión, pero eso no ayudó tampoco. Lo último que recordaba era caminar a la cama para que no me abriera el cráneo con el suelo de madera. Abro mis ojos en una pequeña sala con una cama improvisada y una silla en la esquina. Camino a la cama y tomo asiento. La cama es suave, y de vez en cuando, una pluma se sale y flota sin cuidado en el aire. Sobre la almohada, un trozo de papel de pergamino amarillo sin brillo llama mi atención, y lo levanto. Hélène Je renverrai sous peu Mon amour. J'apporterai l'eau et plus d'approvisionnements, bientôt nous serons libres du prince foncé I la jurons à vous! Votre coeur et âme Kale Sólo tomé un año de francés en el colegio, pero todavía puedo traducir la nota de Kale. Él irá a por más suministros y volverá pronto. Mi corazón revolotea. Mi cuerpo se calienta al pensar en su tacto. Sé que él es el Kale que conocí la última noche, pero en esta alucinación, él es alguien a quien amo y que me ama. Él escribe que es mi corazón y amor, y leer esas palabras hace que mi corazón se derrita y fluya por mi cuerpo (rápido y con fuerza), como la sangre en mis venas. ¿Cuándo llegará? ¿Tendría el mismo tono helado con esta Hélène como lo tiene conmigo? Tengo que averiguar quién es esta mujer Hélène, y por qué estoy leyendo su carta. Mi confusión causa conflicto con las olas de alegría que siento de Hélène cuando bailamos por la pequeña sala, soñando con Kale. Acepto que ésta es una alucinación de Hélène, y que ella y yo somos la misma persona aquí. Mi afán por Kale crece mientras giramos y giramos, llenas de felicidad y anticipación. Puedo sentir el suave algodón que abraza apretadamente la figura de Hélène. El suelo frío de tierra se acurruca entre los dedos de mis pies cuando los hundo en la tierra para equilibrarme, y puedo oler el cálido olor de pan horneado en la sala de arriba. Normalmente, lucho contra la visión, porque cuanto más tardan, más permanecen las secuelas y la enfermedad. Ahora, peleo para quedarme en la visión porque quiero ver a Kale. En mi corazón, sé que saludará a Hélène con un beso, y quiero sentir sus fríos labios contra los míos. Cuando Hélène y yo nos sentamos, ella se abre camino hasta un cubo contra la pared. Ella limpia su cara, manos y pies, y me pregunto en qué año tiene lugar esta visión. No hay ni agua corriente, ni una cocina apropiada en la que cocinar. Decido instalarme en la mente de Hélène y espero a que Kale regrese, pero soy balanceada con repentino temor, y es el miedo de Hélène, no el mío. Es lo suficientemente poderoso para demandar toda mi atención. El sonido de varios pasos pisoteando

sobre nuestra cabeza, y Hélène se mueve hacia la puerta increíblemente rápido para revisar las cerraduras. Ella corre de vuelta a la habitación, y puedo sentir crecer su miedo como si estuviera estrangulándome. Hago todo lo que puedo para aferrarme a la visión. Palabras amortiguadas y voces temerosas retumban por encima de nuestras cabezas. Hélène sabe lo que está pasando: los hombres del Príncipe Oscuro han venido a por ella. Hélène mira alrededor de la sala buscando un arma, pero no encuentra nada. ¿Là où est elle? Demanda una voz fuerte. Él quiere saber dónde está Hélène, y ella sabe bien que la persona en cuestión obedecerá para salvar su propia vida. Oímos la respuesta amortiguada seguida de los sonidos de pies con botas acercándosenos. Siento su terror cambiar a pena cuando las puertas se abren de par en par, dejando nada salvo astillas en su camino. Siento una sensación de calma fluir por Hélène, no completamente curando su miedo, pero dándole un poco de paz. Me pregunto por qué no corre ni grita en busca de ayuda cuando entran en la sala. Ella está allí de pie y llora, y sé que no está llorando por su captura y muerte inminente, sino por el hombre que sabe que no volverá a ella.

*** Cuando me desperté, mi cabeza estaba martilleando y mi cara estaba mojada con lágrimas. El sentimiento de pena no me había dejado completamente, pero fui capaz de recomponerme lo suficiente para llegar al baño. Miré el espejo y casi me desplomo del shock. Mis ojos verdes parecían nadar en un río de sangre, y estaba más pálida que nunca. Eché un vistazo afuera del baño y traté de escuchar movimiento escaleras abajo. Podía oír a Lea y a Sarah moviéndose en la cocina, y esperé que Sarah no se sintiera en la necesidad de venir a mi habitación. Volví al baño y me salpiqué agua caliente en la cara en un intento de traer un poco de color a mis mejillas. Lucía como un fantasma, un fantasma enfermo sobre sus piernas. La visión había tomado mucho de mí, y la única razón en la que podía pensar era que me había aferrado a ella en lugar de dejarla ir mientras la sentía alejarse. No había visto a Kale en la visión, pero tenía el presentimiento de que algo terrible le había pasado a él y que era mi culpa. La culpa tiró de mis entrañas y destrozó mi estómago, haciendo que vomitara en el inodoro. Mi cabeza se sentía como si fuera a explotar por la presión que se construyó detrás de mis ojos, y caí al suelo. Sarah gritó que ella y Lea se marchaban. La puerta frontal se cerró, y oí su coche bajando por la carretera. Con suerte, Eric ya se habrá ido sino no tendría la fuerza para explicarme si me encontrase en el suelo. Hacía calor en la sala, pero mi cuerpo temblaba con violencia, y no podía controlarlo. Mis lágrimas se derramaban cuando yacía ahí, intentando ganar alguna clase de control el tiempo suficiente para conseguir mis pastillas del botiquín. Yo había jurado que nunca las tomaría a

menos que se me forzase, pero en ese momento, no quería más que tragarme la botella entera y dormir hasta que el dolor se fuera. Oí un ruido fuerte que pareció sacudir toda la casa. No podía decir de dónde venía, y no me importaba. Los pies golpearon los escalones y supe por el sonido que sólo una persona estaba viniendo. La persona entró en la sala debajo del recibidor. Debí haber estado asustada, pero cuando el sonido se acercaba, el dolor en mi cabeza era como si me estuviera haciendo pedazos. En silencio supliqué para levantarme y conseguir las pastillas, pero era demasiado tarde. Cuando estuvo sobre mí, intenté alejarlo, pero mi espalda golpeó la bañera. Con ese movimiento repentino, había usado toda la energía que me quedaba. Mis manos cayeron flácidas hasta el suelo. Mis pastillas susurré. Ya no podía oírme hablar a mí misma, ni podía ver al intruso, pero sentí sus manos cuando me levantaba. Mi último pensamiento consciente era que Eric me había encontrado, y que volvía a estar en Ocean Trace. Luego, una esencia familiar de escarcha invernal y jabón Dove envió olas de calma a través de mí.

Traducido por Eni Corregido por Oscense

«Me entristece ver en lo que te has convertido. Tu poder es alimentado por tu rabia y tu odio. Has llegado a ser como aquellos mismos de los que alguna vez pensaste protegernos, y ahora ellos vienen por nosotros. Qué Dios nos proteja» — Illiana Laurent.

La nieve era profunda, y el aire tan frío que se sentía los dientes afilados del viento perforar su piel. En la distancia, alguien estaba quemando madera. El aroma era tan fuerte y familiar. Le recordó a su hogar hace tanto tiempo con Illiana y Agnes. No podía permitirse el lujo de ser interrumpido por sus recuerdos. En un momento dado, sus acciones habían sido por su supervivencia. La necesidad por el derramamiento de sangre y la venganza fueron una vez un gran peso en su mente. No había tenido la intención de convertirse en el monstruo que ellos aseguraban que era, pero ahora se enorgullecía de los nombres por los que era llamado. Personalmente, su favorito era el Príncipe Oscuro. No era de la realeza, pero su nombre nunca sería olvidado, ni olvidaría la razón por la que se había convertido en el hombre que era hoy. Sus hombres, a través de su conexión con el Arco, la habían rastreado en un estado de la costa este. Su vínculo se había hecho más fuerte debido a sus visiones, las cuales habían comenzado a ser más largas y más violentas. Lo complacía y emocionaba saber lo cerca que estaban de encontrar su ubicación exacta. No tomaría mucho tiempo. El Consejo estaba pisándole los talones. Él y sus hombres habían reducido sus números, pero seguían bastaste molestos. Nunca entendió porque su líder no crearía más inmortales, como él había hecho. Su tipo de inmortales era muy diferente a él mismo y al Consejo. Había encontrado un buen uso en los vampiros mestizos, o Chorý, a pesar de que no eran tan poderosos como los de sangre pura. Aún seguían siendo un reto físico para los jóvenes Eternos. Los Antiguos Eternos como él y el líder del Consejo podían aplastar a un mestizo sin esforzarse. Debido a que ellos no eran aceptados por su propia clase y eran incapaces de informar a los humanos de su existencia, los mestizos eran muy fáciles de controlar, sobre todo cuando eran recompensados con aceptación. El Príncipe Oscuro regresó a su habitación y cerró la puerta de su balcón. Darke, el primero al mando en su arsenal de Chorý, esperaba por él en la oficina. El Príncipe Oscuro se quitó su abrigo y lo puso suavemente en la silla en frente de

Darke. No invitaría al hombre a sentarse. No le proveería siquiera de esa pequeña comodidad hasta que completara su trabajo. — ¿Noticias? —exigió. Darke inclinó la cabeza y puso los brazos a sus costados. —Señor, la hemos rastreado hasta una ciudad llamada Virginia Beach, pero ya no está allí. La buscamos en su casa, y aunque todavía esta amueblada, parece abandonada. Es debido a la muerte de sus padres que creemos que su conexión ha comenzado con usted. El Príncipe Oscuro ya sabía la causa de su conexión inicial, y usaría eso como ventaja una vez que la encontrara, pero su curiosidad no le permitió permanecer en silencio. — ¿Qué ha sido de la chica? —Fue enviada a un centro para enfermos mentales, señor. — ¿Qué? —bramó el Príncipe Oscuro. Sorprendido ante su propio exabrupto, se calmó y se sentó. El Príncipe Oscuro había elegido a Darke para liderar a sus hombres debido a su valentía y a sus despiadadas tácticas de batalla. La incomodidad de Darke no pasó desapercibida por Laurent. Darke cambió de postura y se aclaró la garganta antes de continuar. —Señor, ¿si me lo permite? Esto podría ser bueno para usted. Tal vez ella se sienta sola en un momento como este y sólo necesite a alguien que la acepte. Había momentos en los que el mestizo era más útil para él de lo que le gustaría admitir. La chica sería una marginada entre su propia especie. Explotaría esa inseguridad como lo había hecho con muchos otros, sería perfecto. Una vez Illiana lo había llamado “diablo amable” debido a su habilidad de conducir a un oponente a la muerte mientras pretendía amortiguar la caída. De repente, el aire a su alrededor estaba cargado con el aroma de rosas y sándalo. Era su aroma. Cada Arco tenía un aroma único. La esencia de la nueva Arco era deliciosa. El aroma de rosas era luz e inocencia mientras que el sándalo era tan fuerte y feroz como su poder. — ¡Vete! —ordenó Laurent. Podía sentirla ahora mientras ella revivía un recuerdo—. Te informaré de los resultados de esta actual conexión y te daré nuevas órdenes. Darke hizo una reverencia y salió de la habitación.

La conexión se hacía más fuerte mientras ella se movía más profundamente en el recuerdo. Se alimentaría de eso y lo usaría para ubicarla. Su cuerpo vibraba con tanta electricidad que tuvo que ponerse de pie. No había dolor en la conexión en su extremo, sólo pura energía. La emoción que sentía de ella alimentó su necesidad de poder. En el pasado, había aprendido que ella no podía sentir la conexión como él lo hacía. Ella estaría demasiado inmersa en el recuerdo, y en su malestar posterior, para darse cuenta de lo cerca que había estado de su mente. Era un riesgo de su parte todo el tiempo, pero ella no tenía conocimiento de él y por lo tanto estaba indefensa contra él.

Traducido por 3lik@ Corregido por Mariis

Tanto las expectativas como los recuerdos son más que simples imágenes basadas en las experiencias previas. Samuel Alexander

Mi compañera de cuarto, Clara, llama al doctor después de que colapsé durante una visión, a pesar de mis ruegos de mis dientes apretados para que no lo hiciera. No puedo culparla. Ella pensaba que estaba muriendo, y era la primera vez que sucedía que yo creía lo mismo. Yo sé que va a pasar y que tengo que soportarlo. Mientras yacía en el suelo en mi propio vómito, sé que no estaba muriendo, pero los efectos posteriores de las alucinaciones están empeorando. Alejando ese pensamiento, me digo a mí misma que las cosas van a mejorar. El doctor se sienta a mi lado y me da palmaditas en la cabeza como si yo fuera un perro enfermo que él está con la incómoda tarea de sacrificar. Mi cuerpo se siente como si se estuviera desgarrado por dentro, y mis ojos arden como el fuego. La enfermera Laura está de pie por encima de mí, con una aguja larga en su fuerte mano. Ella no se ve muy contenta de estar en mi habitación a las tres de la mañana. ―¿Ella? ―El doctor habla tan cerca de mi oído que me estremezco. Me acuesto en posición fetal, frente a la puerta. El doctor está a mi espalda, de rodillas. Él teme que este sea un caso más grave de lo que supuso. Creo que al principio, él pensó que yo hacía todo lo esto para llamar la atención―. Ella, me gustaría moverte ahora. Llamaré a Anthony y diré que traiga una camilla ahora que sabemos que tu caída no causó ningún perjuicio. Sé dónde me llevará, y no quiero ir. La sala de observación es donde vas cuando necesitas ser vigilada, incluso durante el tiempo de inactividad. Me muevo para levantarme, pero el Dr. Lithe utiliza su otra mano para empujarme hacia abajo. ―Está bien, Ella, está bien. Esperaremos a Anthony. Cuando el doctor le indica a la enfermera Laura que llame a Anthony, me acuesto en el suelo, mirando como los locos de verdad salen de sus habitaciones para mirarme. Me miran con confusión en sus ojos, y algunos de ellos aplauden. No tengo ni idea de por qué aplauden, como si estar acostada en mi propio vómito fuera una protesta a nuestro tratamiento, pero continuaban aplaudiendo y silbando. Puedo sentir los ojos del doctor en mí, y sé que ellos están llenos de desilusión. Él pensó que

yo era un caso fácil de setenta y dos horas de entrada y salida, pero le estoy demostrando que estaba equivocado. Cuando mi fuerza regresa y soy capaz de moverme sin sentir que vomitaré de nuevo. Giro la cabeza para enfrentar el doctor―¿Puedo levantarme? ―Estas son mis primeras palabras desde que la enfermera Laura y el doctor entraron en la habitación. Estoy empezando a estar más conscientes de los vómitos, y está haciendo que me enferme―. Estoy bien ahora. Lo juro. El doctor al parecer no le importa mis palabras y las rechaza. En este momento, sé que me quedaré aquí más de setenta y dos horas. Y me lo murmuré para mí misma, sé que nada más lo que diga desde ahora llevará la misma importancia cuando hable lo siguiente― Creo que me voy a morir. Esto va a matarme. Puedo ver en los ojos del doctor que escucha mis palabras, pero el destello de reconocimiento está ahí y se ha ido en un segundo.

***

Me desperté en la cama, con el sol de media tarde brillando a través de las cortinas. Me ardían los ojos. Mi cuerpo se sentía magullado y roto, pero mucho mejor que cuando estaba tirada en el suelo. Mi garganta estaba seca, y quería agua, pero no confiaba que mis piernas funcionaran correctamente, así que me quedé allí preguntándome lo que Eric iría a decir cuando regresara. Esta sería la segunda vez que me encuentra desmayada en el suelo. Estaba segura de que habría algún tipo de consecuencia. Después de unos minutos, decidí a probar mis piernas y con cautela empujé un pie de la cama al suelo. Me dolían las piernas de la tensión y el relajamiento de mis músculos de antes, pero era capaz de ponerme de pie y de luchar contra lo último del desvanecimiento. Antes de que pudiera dar un paso hacia el baño, Kale entró en la habitación y se paró frente a mí. Sus ojos estaban oscuros y vacíos mientras me miraba. No podía decir si iba a quedarse o irse. Luché contra la urgencia de correr a sus brazos y gritar. Aún sentía algunos de los efectos inquietantes de las emociones de Hélène por él. ¿O eran las mías? Él tenía el aspecto del mismo Kale de la alucinación, y me di una patada a mí misma por no haberlo notado antes, pero eso era imposible ¿verdad? Hice un ruido que me enervó un grito ahogado que se alojó en mi garganta. Una vida normal no debe ser tan difícil de obtener. Él no mostraba

ninguna expresión, pero sabía que él sabía más de lo que me había dicho durante los últimos dos días sobre mí y mis―recuerdos―como él los llamaba. Kale sostenía una taza en la mano, y el líquido me llamaba, pero no me moví para tomar la taza. En su lugar, caí sobre la cama. Kale confundió esto con desmayos y se movió a mi lado en un borrón de velocidad. Normalmente, habría cuestionado su capacidad de moverse tan rápido, pero mi cerebro estaba todavía un poco borroso o simplemente no me importaba. Cuando por fin habló, cerré mis ojos y dejé que su voz me envolviera tan profunda y masculina, pero también cálida y cautivadora. Tomé una respiración profunda. El olor de Kale era tan abrumador que recubría la parte seca de mi garganta. Tuvo que repetirse a sí mismo, porque yo no estaba escuchando las palabras, sólo los tonos melódicos que se escapaban de su boca. ―¿Estás bien? Abrí los ojos para verlo de pie directamente sobre mí, sin soltar la taza. Cuando la miré, él me la dio y me hizo señas para que me sentara mientras bebía. Tomó mi codo para ayudarme. Su apretón era firme, pero lo suficiente suave para no lastimar mi piel, y yo pude sentir su poder encubierto. Su sola presencia le daba un aire de poder, sin embargo, había momentos en que él parecía desgastado. Dio un paso atrás y miró a su alrededor. Quería estar avergonzada por las paredes amarillo pastel, cortinas de encaje, y el edredón floreado, pero de alguna manera sabía que Kale no pensaba que era mi estilo. Sarah había redecorado la habitación cuando se enteró de que me quedaría con ellos. Sentí su familiaridad conmigo aunque él no lo demostró. Tragué el agua y casi me ahogo. ―Despacio. ―Kale tomó el vaso de mí―. Iré por más ―Él desapareció de la habitación antes de que pudiera expresar mi preocupación por Eric, pero cuando miré el reloj, me di cuenta de que todo el mundo se había ido por mucho tiempo. Debo haber estado fuera durante al menos tres horas. Kale estaba de vuelta en cuestión de segundos con más agua. Él me miró con suspicacia desde el otro lado de la habitación, y mi corazón dolía por la distancia que mantenía de mí. Volví a pensar en Hélène y la carta que él le había dejado, y sentí el aguijón de las lágrimas. ¿Quién era ella para Kale? ―¿Quién es Hélène?― le pregunté, sorprendida de que pudiera encontrar mi voz, y mucho menos el valor para hacerle tal pregunta. Él no pareció sorprendido. Se sentó en la silla junto a mi escritorio, y su chaqueta de cuero hizo suave ruidos contra el respaldo de la silla mientras se hundía en ella. Él se sentía a un millón de millas de distancia. Vestía de negro, y su piel pálida brillaba contra la rígida tela negra. Sus ojos oscuros brillaban bajo los rayos de luz que salían a través de la ventana panorámica. Él era hermoso, con

rasgos afilados que le encajaban a la perfección, y sus labios se moldearían sin esfuerzo con los míos― Era. ―Él hizo una pausa como si se atascara en un recuerdo. Sus ojos eran distantes, y me preocupaba que no fuera a continuar. Kale expulsó una bocanada y se pasó la mano por su cabello oscuro. Un gesto normal, pero increíblemente sexy―. Ella murió hace mucho tiempo. Yo sabía que ella no podría haber estado viva. No estaba ni segura de que el recuerdo que tuve fuera incluso de este siglo―Muerta ―le susurré. Dejé que sus palabras tuvieran sentido. Él los había llamado recuerdos. Él no respondió. Sus ojos se nublaron con dolor y tal vez culpa o incluso ira no podía decirlo. ―¿Por qué la veo? ¿Por qué siento lo que ella siente?― Podía sentir mi ira crecer―. ¿Por qué ella está matándome?―La amargura superó mi voz. Su expresión era burlona. Pensé que había dicho algo malo, pero yo sólo declaré la verdad. Cada recuerdo, se sentía como si una parte de mí muriera pronto no quedaría nada. ―¿Matarte? ―Kale se levantó y de repente dejó de hablar. Estaba sorprendida por su arrebato, pero ¿cómo podía él tener una opinión? Él no sabía lo que las visiones me ocasionaban. Kale parecía ordenar sus pensamientos―Ella no puede matarte, Ella. Ella está muerta y de eso ya hace un tiempo. ―Kale parecía nervioso, y me di cuenta de que se arrepentía de sus palabras. Él se dirigió hacia la puerta―. Mira, ¿estás bien ahora? Me tengo que ir. Yo no estaba segura de lo que había pasado entre Kale y yo en esa frase. Me sentí mejor de las secuelas de la visión o ¿era un recuerdo? Y la pregunta que debí haberle hecho en el segundo que le vi entró en mi cabeza. ―Espera, ¿por qué estás aquí?―No quería parecer desagradecida mejor Kale que Eric para encontrarme pero me preguntaba cómo supo cuando venir. Kale parecía culpable, y decidí no disculparme por sonar desagradecida. Él había irrumpido en mi casa ―. ¿Cómo sabías cuando venir aquí? ―Yo sabía que me necesitabas. Me di cuenta de que había algo más, y me preguntaba si yo sería capaz de obtener la verdad de él. La rutina de chico misterioso mantenía un aire de sensualidad, pero empezaba a ponerme de nerviosa. Mi pequeño avance provocó más preguntas, preguntas que debería haber hecho antes.

―¿Eh? Y, ¿Cómo sabes de Hélène? Ella estaba en mi alucinación, pero no tú estabas ―Tenía la esperanza de que pudiera escuchar la sospecha en mi voz. Kale se paró en la puerta, con los brazos cruzados, y permaneció en silencio. Rodé los ojos ¡hombres!―Oh, ¿así que ahora no quieres hablar? ―le pregunté sarcásticamente. ―Ella ―su voz sonaba triste, pero con un pequeño atisbo de esperanza. Esperanza para qué, no lo sabía, pero yo pensaba averiguarlo―. Si vamos por este camino, no hay vuelta atrás ―Él me sostuvo en una mirada escalofriante. Me pregunté si mi creencia de que Kale no era un peligro para mí era tan fiable como yo deseaba creer. Yo quería saber más acerca de él, pero más que eso, quería saber lo él que sabía de mí y eso estaba plagado de pensamientos de muerte y la pérdida del amor. A veces las emociones me golpean tan fuerte que podría llorar por días, de luto por la pérdida de alguien a quien había amado excepto que nunca he estado enamorada. El dolor parecía estar sembrado tan profundo dentro de mí que tenía que haber estado allí mucho antes de que murieran mis padres. ―Dime. Por favor. No puedo seguir haciendo esto ―le supliqué―. Al verla morir, creo que me estoy volviendo loca, pero se siente tan real y tu...―Lo miré y, por primera vez, vi el anhelo en sus ojos―. Yo te conozco, pero de nuevo, no. Sé lo que se siente al besarte, pero siempre pareces estar al menos a tres pies de distancia de mí. Sé lo que se siente al perderte, pero nunca has sido mío. ―Dejé caer mis lágrimas libremente. Mi corazón estaba rasgándose en anhelo y miedo miedo de que todo esto estuviera en mi cabeza, que los últimos días no fueran reales incluyendo a Kale. Él se acercó a mí, buscando secarme las lágrimas. Me estremecí cuando su piel fría hizo contacto con la mía, y mi cuerpo respondió a sus caricias como si hubiera esperado mil años por ellas. Solté un suspiro del que no era consciente que aguantara y mis pulmones se relajaron, permitiendo que mi corazón se desacelerara. Kale suspiró y apartó su mano, el dolor grabado tan profundamente en su rostro que parecía que podía llevarlo para siempre un tatuaje de sufrimiento y añoranza. ―Estoy tratando de protegerte, Ella. Él no te ha encontrado aún, y creo que puedo evitar que te busque, pero yo no puedo hacer esto contigo ahora. Simplemente no puedo. No entendía cómo alguien que había conocido por sólo dos días podía poseer mi corazón, pero él lo había logrado― Protégeme ―le dije.

Kale se sentó en la cama junto a mí. No podía pensar en nada que decir. Yo estaba contenta, aunque sabía que sería por poco tiempo. Yo estaba desahogándome, y Kale no me había mirado como si yo fuera un caso perdido. Quería sentarme allí más tiempo, pero el calor estaba trabajando horas extras, y empecé a sudar. Además de eso, mi estómago hizo un gruñido sordo, y me acordé que no había comido nada desde ayer. Me levanté y me dirigí a la puerta. Miré por encima de mi hombro y le indiqué a Kale que me siguiera. En la cocina, le ofrecí a Kale de todo lo que teníamos para comer y beber, pero se negó. Su negativa a comer o beber me hizo cuestionar mi suposición de que no tenía hogar, sobre todo porque él estaba bien vestido y olía increíble. Me hice un poco de sopa y comí mientras él caminaba alrededor de la cocina, mirando las fotos y premios que Sarah y Eric habían colocado en las paredes y la chimenea. Le eche unas miradas por encima de mi plato de sopa. Él se movía sin problemas, haciendo una pausa en las fotos de las vacaciones en la cabaña y las comidas al aire libre los fines de semana. Eran fotografías sentimentales y quise preguntarse sobre su familia, pero no lo hice. Podría estar en la misma situación que yo, con padres fallecidos y recuerdos que no quisiera volver a vivir. Cuando él me atrapó observándolo, sonrió y se acercó a mí. ―¿Qué?―Su pelo negro caía en sus ojos mientras se apoyaba en la mesa del comedor. Atrevidamente, extendí mi mano y retiré los rizos de cabello. Él no se inmutó ni se apartó. ―¿Por qué tengo estos recuerdos, como tú los llamas? Después de que mis padres murieron y tuve el primero, pensé que se trataba de una casualidad nada serio. Pero en algún lugar en el fondo de mi mente, sabía que no habían terminado. Él se sentó en la silla y escuchó. Me sentí bien al hablar libremente sobre lo que había pasado y sin tener que preocuparme de que él fuera a encerrarme en una habitación hasta que consiguiera «mejorar.» ―En la última visión que tuve, yo era una chica llamada Hélène. Estaba esperando que volvieras, pero cuatro hombres con armadura vinieron por ella en su lugar. Kale se miraba las manos y suspiró. Sentía su dolor envolverme como una sábana y toqué su mano para consolarlo―. Así que si eras tú el que ella estaba esperando. ¿Cómo es eso posible? Parecía como si hubiera pasado en otro siglo.

―Puedo ayudarte a entender ―frunció el ceño―. Hay algunas cosas que no puedo decirte. No sé cómo a protegerte de Laurent. El Consejo ha disminuido tanto que me preocupa que no sean capaces de detener a Laurent, tampoco. Confundida, empujé lejos el tazón y lo enfrenté― ¿De qué estás hablando? No logro entender. ―Sé que no ―dijo con una sonrisa triste― Tal vez si te dijera algunas cosas... Tomé su mano y la apreté. El Consejo protegiéndome, y Laurent, todo parecía familiar, pero no lo suficientemente familiar como para no necesitar que me explicara más. ¿Qué tenía que ver todo eso con las visiones que he estado teniendo? Kale los había llamado recuerdos, y desde que parecía que algo de lo que estaba diciendo Kale era familiar, yo estaba interesada en aprender más. Quería seguir esta historia sin interrupción, por lo que decidí llevar a Kale arriba, en caso de Sarah o Eric llegaran a casa―Vamos arriba. — Salté de mi silla y lo llevé de vuelta a mi habitación. Cerré la puerta, me acomodé en la cama y di unas palmaditas en el espacio junto a mí. Kale se sentó y puso su mano sobre la mía. Giró mi mano, dejando al descubierto mi palma, y trazó sus líneas. Su toque envió chispas de electricidad a través de mi mano y mi brazo, haciéndome temblar. ―Sé que esto te parecerá irreal. Era una época diferente cuando Hélène y yo nos conocimos, y ella ya tenía sus poderes y los entendía. No había mucho que hiciera para convencerla. Simplemente me preocupa lo que la verdad te hará ahora. Mi corazón se aceleró. Yo no tenía ningún poder. ¿De qué estaba hablando? Continuó acariciando mi palma. Su toque me tranquilizaba, y me senté en silencio. ―En la Edad Media, existían Wallachia, Moldavia y Transilvania. De ellas salieron tres hombres que querían más que casa con suelos de tierra que ellos llamaran hogar ―explicó―. Ellos habían escuchado hablar de algunas personas que conocían el secreto de la vida eterna y que habían vivido desde el principio de los tiempos, y quisieron unirse a este grupo nómada. Ellos creían que podían infiltrarse y aprender su secreto, o al menos el trueque o negocio. Los hombres viajaron en busca de los nómadas, pero en el camino, uno de los hombres murió. Los otros dos comenzaron a buscar a los nómadas con mayor urgencia. Con la muerte del hombre, su mortalidad era aún más una realidad.―Kale continuó tocando mi mano, pero la magia que una vez había trabajado desapareció lentamente con la charla de la gente que vivía para siempre. ―La gente no puede vivir para siempre, Kale ―no me podría creer que Hélène y yo estuviéramos de alguna manera relacionadas, y tal vez mis alucinaciones

fueran partes de su vida, pero yo no sabía cuán involucrado Kale estaba o quién era él en realidad. Tal vez era un descendiente del Kale de mi visión―. Todos mueren ―Me acordé de las luces azules y rojas que se filtraron en mis ventanas meses atrás, la policía en mi puerta, un funeral, y la salida de la universidad. Nadie vive para siempre al menos no en mi mundo. Kale sonrió sin humor. Besó la palma de mi mano y la puso en mi regazo. ―Escucha y luego decide si lo crees o no. Sé que has pasado por esto antes. ―Sus palabras se quedaron en el aire. Sabía que nunca lo había visto antes de hace un par de días, pero se sentía tan familiar estar con él. Desde nuestro primer encuentro, había algo entre nosotros, y parecía que él trataba de negarlo alejándome. Me senté en silencio en el resto de la historia. No había manera de que estuviera comiéndome mis palabras acerca de la inmortalidad. Las personas no viven para siempre. ―En la búsqueda de los nómadas, los hombres se encontraron con un francés que estaba dispuesto a financiar su viaje, siempre y cuando los hombres compartieran el secreto de la vida eterna. Quería cuestionar la cordura de Kale vida eterna parecía bastante fuera de lugar pero no lo hice porque en un punto había necesitado que el doctor creyera que mis alucinaciones no eran un producto de mi imaginación, así que le di una oportunidad a Kale. Escuché e imaginé a estos hombres y su esfuerzo sin fin. ―Los hombres, cansados y con la sensación derrota, aceptaron su oferta y continuaron su búsqueda de muchos años más hasta que llegaron a un lugar llamado Fantione. Los hombres pensaron que era un espejismo y que el desierto les jugaba un truco pero no lo era. El líder de los Eternos surgió y le dijo a los hombres que él había escuchado que estaban en busca de la vida eterna. Él les ofreció a los hombres un trato; que le entregasen un ser humano “inocente”. Este inocente debía ser puro en todos los sentidos de la palabra y…―Kale detuvo su historia bruscamente y se levantó. Su velocidad era increíble, y su olor se apoderó de mí cuando se situó en la ventana―. Tienes compañía. Su voz no me dio ninguna razón para sentirme alarmada, así que me reuní con él en la ventana para ver a Eric estacionar su camioneta. El cielo se oscurecía y las nubes se juntaban, oscuras y enojadas―Sí, es Eric. ¿Irá a llover o nevar? Kale se apartó de la ventana―Parece que podría hacerlo―Él se movió más lejos en la alcoba y se sentó en la silla―. Creo que debería irme. No estuve de acuerdo. Eric no había puesto un pie en mi habitación desde que llegué aquí, y yo quería mantener a Kale cerca―No, puedes quedarte y terminar la historia.

Kale se paró rápidamente, y una ola de ira nubló su rostro―No es una historia, Ella. Es de verdad, y es el tipo historia que no está escrita en un libro de venta en algunos campos universitarios. ―La puerta se abrió, y Kale se acercó a la ventana. Yo no quería que se fuera y no había sido mi intención insultarlo―No, espera. Lo siento. ―Agarré su brazo, tratando de tirar de él, pero era como tratar de mover una gran piedra. Él no se movió. Podía escuchar a Eric ir a tientas en la planta baja. Kale se giró y me miró, con los ojos llenos de comprensión―Está bien, Ella. Sabía que te sería difícil creerlo. Quería entender. Kale aún no había dicho algo demasiado increíble. Al crecer, yo había escuchado historias sobre cosas que parecían irreales. Yo sólo las llamé leyendas urbanas―Quiero que me cuentes. Puedes quedarte, si quieres. ―Moví mi mano por su brazo y entrelacé mis dedos con los suyos. Kale me apretó la mano, y sentí una oleada de esperanza. ―Puedo volver. ―¿Esta noche a las doce? ―Esta noche a las doce. ―Él se acercó a la ventana. ―Todos estarán dormidos para entonces. ― Me pregunté qué planeaba hacer dado que Eric estaba en su oficina. Kale podría utilizar fácilmente la puerta principal sin ser visto―¿Por qué te vas por la ventana? Su sonrisa era traviesa y sexy cuando abrió la ventana y saltó. Chillé de sorpresa, corrí hacia la ventana y miró hacia afuera, justo a tiempo para ver a Kale un borrón correr hacía el bosque. ―¿Qué demonios?―susurré, sorprendida y seducida por su velocidad. Mi estómago se estremeció ante la idea de lo poderoso que realmente era, pero la emoción se alejó. Mi mano aún se estremecía por su toque, y yo no podía esperar para verlo de nuevo.

Traducido por Emi_93 Corregido por Mariis

«Ella, las cosas nunca volverán a ser igual. Debemos aceptar las cosas como son y seguir adelante de la mejor forma que sepamos» ―Eric.

Me vestí con un par de vaqueros y mi sudadera favorita de la universidad, luego enfilé escaleras abajo para hablar con Eric. Debíamos hablar de mi coche y la casa de mis padres en Virginia Beach. El agente estatal me había dicho que mi papá había dejado asentado un plan de seguros así que lo que quedaba de la hipoteca sería pagada y el resto me llegaría, así que tenía la opción de vender o vivir allí. Era triste que no pudiera regresar al único lugar en el que me sentía a salvo. Los recuerdos eran demasiado como para poder soportarlo, y ese lugar nunca se sentiría como un hogar de nuevo. Golpeé suavemente en la puerta de la oficina y no podía asegurar de que me hubiera oído. Mientras alzaba la mano para golpear de nuevo, la puerta se abrió de golpe. Eric estaba de pie mirándome con grandes y soñolientos ojos. Metí las manos en mis bolsillos y me moví de lado a lado. Esto ya parecía ser un error. ―Um... ¿estás ocupado? ―pregunté. Parecía cansado, y me pregunté bajo cuánto estrés estaba. Había oscuros círculos bajo sus ojos, y su rostro parecía hundido y vacío. Estaba segura de que él tenía más preocupaciones apremiantes que las cosas que yo había dejado en Virginia Beach. ―¿Qué puedo hacer por ti, Ella? ―preguntó él vacuamente. El sonido de su voz cansada me hizo sentir aún peor. ―Me estaba preguntando sobre la casa en Virginia Beach. ¿Vamos a encargarnos de eso cuando vayamos a recoger mi coche? ―Intenté sonar como si fuera a aceptar una rápida respuesta y seguir mi camino. No quería molestarlo, pero necesitaba pensar qué pensaban él y Sarah sobre mi vieja casa y las cosas de mis padres. Eric parecía sorprendido. Él me hizo un gesto para que entrara en la oficina, y yo lo seguí dentro, cerrando la puerta detrás de nosotros. Seguí a Eric al escritorio. Él dio la vuelta alrededor del gran escritorio de madera y yo tomé asiento. Me senté en la silla del otro lado de él. Me mordí el labio, sin saber por dónde empezar. ―¿Estás bien? ―No te preocupes por mí, Ella. Tienes que centrarte en ti y ponerte mejor.

Solía molestarme cuando la gente me decía cosas así, pero solo lo acepté. Había aprendido que enojarse sobre eso solo les hacía tratarme como si necesitara que me cuidaran aún más. Sonreí y asentí. Eric inhaló y se sentó de nuevo en su asiento. ―¿Así que te estás preguntando sobre la casa de tus padres y el resto de tus cosas? Podía ver que él no estaba seguro de que este fuera un tema que estuviera lista para discutir. Yo tampoco estaba muy segura, pero quería acabar con ello, y con ese fin, quería ver dónde estaba parada financieramente dado que regresar a la escuela y conseguirme mi propio lugar dependía de ello. ―Sí. ―Sarah y yo estamos manejando eso por ahora. Establecimos una cuenta para ti, y en cuanto el médico nos diga que estás lista para vivir por tu cuenta, puedes usarla para mudarte si quieres. Pero quiero que sepas que eres bienvenida a quedarte aquí tanto como quieras. ¿Está bien? Quiero que por ahora estés cerca de gente que conozcas y en la que confíes, y creo que tal vez te haga más fácil regresar a la escuela. Su voz era suave y amable y sus ojos―a pesar de que podía ver el dolor detrás de ellos―estaban llenos de simpatía. Eric y mi padre se habían conocido desde hacía tanto tiempo que decían ser hermanos, incluso a pesar de que no se parecían en nada, y mi padre había nacido en Italia mientras que Eric había nacido en Virginia. Recordaba fines de semana de verano cuando todos jugábamos fútbol en el campo detrás de nuestra vieja casa. Como Eric siempre superaba a mi padre durante el juego, pero sus pullas y bromas juguetonas siempre terminaban en risa. Eric había creado el régimen de entrenamiento de mi padre cuando él tuvo un derrame cerebral leve, y mi papá le enseñó a nadar a Eric cuando tenía casi treinta. Su amistad me enseñó mucho, y lamentaba que Eric hubiera perdido ese compañerismo. ―Lo sé. Es solo que necesito que las cosas sean normales de nuevo. ―Ella, Ella, las cosas nunca volverán a ser igual ―dijo él compasivamente―. Debemos aceptar las cosas como son ahora y seguir adelante de la mejor forma que sepamos. Quiero que te quedes aquí tanto como quieras, y Sarah y yo queremos que consideres regresar a la universidad. Sé que eso parece como una tarea imposible, pero es posible, y estamos aquí para ti. Sé que hemos estado distantes, pero como tú, todos tenemos que pasa el luto. Podía ver las lágrimas en sus ojos, y esperaba que no llorara. No sabría qué hacer para consolarlo. Quería decir lo que fuera que necesitara oír para sanar, pero no estaba segura de poder de hecho, sabía que no podía.

―Gracias, Eric. Aprecio todo lo que Sarah y tú han hecho. Estaba pensando en regresar a la universidad, pero solo un par de clases online para empezar. No quiero estresarme mucho en este momento, pero creo que será bueno que siga adelante. ―Eso tiene mucho sentido, Ella. Tómate tu tiempo, Ella. Tienes tanto como necesites, ¿está bien? La conversación no había ido tan mal como pensé que lo haría, pero aún no estaba segura de qué hacer con la casa de mis padres. Eric preguntó si había algo más de lo que quisiese hablar, pero quería salir de allí antes de que habláramos más de mis padres. Estaba segura de que él se iba a poner sentimental, y eso era algo que yo no podía manejar. Estaba intentando no deprimirme porque, si lo hacía, estaba segura de que él iba a seguirme. Las emociones fuertes eran lo que usualmente traían mis alucinaciones―o recuerdos, como los había llamado Kale. Después de mi conversación con Eric, fui a mi cuarto a pensar. Me preocupaba que Sarah y Eric estuvieran poniendo demasiado estrés sobre ellos mismos al preocuparse por mí, y quería encontrar una forma de aliviar ese estrés. La muerte de mis padres pesaba en sus mentes, y su preocupación mayor era por mi salud mental y mi educación. No los culpaba por preocuparse porque yo tenía las mismas preocupaciones. Había sido enrolada en una universidad en Virginia estudiando Artes Liberales y Ciencias. La mayoría de la gente pensaba que era otro término para "indecisa", pero tomó mucho tiempo y estudio tomar esa decisión. La mayoría de la gente trabajaba hacia una sola cosa en su vida académica, pero yo quería más que solo un grado que decía que yo manejaba una cosa. Pensaba que podía tomar un par de clases online, junto con mi trabajo medio tiempo en el Almacén de Knope, y todo parecía bien ―sin estrés, sin visiones. Pensé de nuevo en las visiones que tenía desde que estaba donde los Carltons, y me pregunté si sería fácil fingir ser normal. Al menos cerca de Kale no tenía que fingir, y podía hablarle libremente sobre las visiones. No le había dicho sobre la voz que oía, pero no la había oído desde hacía un tiempo. Lo sacaría a colación la próxima vez que habláramos, lo que debía de ser pronto. Miré el reloj y me sentí ansiosa y emocionada a la misma vez. Quería acelerar el tiempo, pero eso era imposible, así que bajé para cenar. Después de la cena y una extensa discusión con Sarah y Eric sobre la escuela y el trabajo, me metí en la web para buscar fechas de inscripción y horarios de clases en el Instituto Tecnológico de Virginia. Necesitaba retomar algunas de las clases que no había terminado en la Universidad Antiguo Dominio, así que saqué mi antiguo horario de clases. La idea de ir a una nueva escuela donde la gente no sabía nada sobre mí y mi pasado era emocionante. Aún me preocupaba que pudiera tener otra visión en mi nueva escuela, y entonces estaría jodida. No habría otro lugar donde ir más que de nuevo a Ocean Trace, y probablemente me

convertiría en un residente permanente. Decidí que la mejor opción eran las clases online. Tal vez esto fuera lo mejor para mí. Hubo un golpe en la puerta, y cuando respondí, Lea estaba de pie, sonriente, en su pijama. Su sonrisa era tan dulce que forzó a que yo también sonriera. Le hice un gesto para que entrara, y ella se acomodó a sí misma en la cama. ―Alex viene a casa pronto ―dijo ella felizmente. Fui hacia la cama y me senté a su lado. Estaba tan emocionada con que Alex regresara a casa para Acción de Gracias como ella, incluso a pesar de que no había pensado mucho en ello. Me moví en la cama y me removí contra la pared. ―Sí, estoy segura de que estás muy emocionada. ―Lo estoy. Tiene que compartir un cuarto conmigo porque tú estás en el suyo, pero está bien. Como que eso me alegra, ¿sabes? Apesta no tenerlo más cerca. Es tan jodidamente aburrido solo conmigo, mi mamá y mi papá. ―Lea evitó mi mirada. Estaba preocupada de que ella hubiera empezado a pensar en mí de la forma rara en que lo hacían todos los demás. Ella se agitó un poco, luego comenzó a jugar con el cobertor multi-floreado en mi cama, tirando de las puntas y alisando las arrugas. Quería preguntarle cómo estaba, pero no estaba segura de si quería abrir esa lata de gusanos tan pronto después de haber hablado con Eric. Si ella me preguntaba qué había pasado mientras estuve fuera por una hora, o por qué yo tenía que vivir con su familia en lugar de regresar a la universidad, no estaba segura de qué iba a decirle. No sabía si sus padres le habían contado algo sobre mi situación, pero yo no tenía planes de hacerlo ―no esta noche, de todas formas. ―Estaba esperando que, una vez tú te mudaras, tendría a alguien con quien hablar ―admitió ella quedamente. Entonces comprendí por qué ella estaba actuando tan diferente. Lea y yo estábamos separadas en edad tan así que cuando yo solía visitarlos ella y yo no pasábamos mucho tiempo juntas. A Alex y a mí apenas nos separaban unos meses, y teníamos mucho más en común que Lea y yo. Lea estaba sola, y yo entendía eso. Yo había tomado la mayor parte del tiempo de su madre, Alex estaba lejos en la universidad, y Eric no era el mismo hombre que solía ser. ―¿Y qué hay de esa niña con la que salías siempre que veníamos de visita? ¿Cuál era su nombre? ¿Cami o Camile? ―Tiré de mis piernas hacia mi pecho y descansé la cabeza contra la pared. No quería creer que estaba arruinando la vida normal de Lea, pero no tenía mucho sentido negarlo. ―Ka'Mila, pero yo la llamaba Mila. Se mudó el año pasado. Todos se están mudando. Este estado realmente apesta. No es más que un montón de montañas y

árboles. Tengo que salir de aquí. Me hubiera reído, pero sabía que hablaba en serio. Lo gracioso era que esa era exactamente la misma excusa que Alex había usado cuando le dijo a su papá que no iba a ir al Instituto Tecnológico de Virginia como una vez habían dicho que haría. ―Lo siento, Lea. ―Me moví más cerca de ella y le palmeé el hombro. Lea no era muy extrovertida, y hasta donde yo sabía, ella y Ka'Mila eran las únicas amigas la una de la otra. ―La mayoría de los amigos de Alex se mudaron también. Solían salir conmigo cuando Alex estaba aquí. ―Ella se sentó más lejos en la cama. ―Oh, ya veo. Bueno, ahora que estoy aquí, podemos salir, si quieres. ―Yo sonreí. Incluso a pesar de que ella solo tenía diez, sería agradable tener alguien con quien hablar. No tenía ningún compinche, y todos mis primos eran mayores que yo, o vivían bastante lejos. Hubiera sido lindo tener a alguien con quien compartir cosas cuando estaba creciendo. ―Cuando Alex llegue a casa, tal vez podamos ir todos a la hostelería. Creo que a mamá y a papá no les importara. ―Al menos esperaba que no. ―No lo sé. Han estado actuando de forma rara últimamente. Creo que es porque... ―Lea se detuvo, luego elevó la mirada hacia mí. Sabía que ella iba a decir que sus padres estaban afectados por la muerte de mis padres, pero estaba preocupada por cómo iba a reaccionar yo por su mención. ―Lea ―Quería que ella estuviera cómoda hablando conmigo sin importar de qué, y yo pensaba que no quería hablar de ciertas cosas como mis padres aun así no podía alejarla cuando no tenía a nadie más―. Solo dales un poco de tiempo, y las cosas volverán a la normalidad. Lo prometo. ―Esperaba no estar mintiendo. Para algunas personas, la muerte era un bache en el camino. Un día se despertarían, y ya no dolería tanto. Otros solo guardaban el dolor hasta que estaban aislados de todo lo que los rodeaba. El después era mi meta, pero estaba fallando miserablemente. ―Gracias. Lea pareció entender lo que estaba tratando de decirle, o al menos esperaba que lo hubiera hecho. Me alivié cuando ella terminó esa conversación y enfiló hacia mi portátil. ―Wow, tienes una MacBook Air. Intenté que papá consiguiera una para el cuarto de la computadora. Dijo que una PC normal era más que suficiente para nuestras necesidades. ―Ella presionó las teclas e inició el servidor.

Yo miré el reloj y noté que era bien pasada su hora de dormir. Pero aún tenía algo de tiempo hasta cuando se suponía que debía llegar Kale, así que decidí hacer bien mi promesa de salir más con ella. Jugamos AngryBirds y buscamos en internet por un rato hasta que Lea comenzó a bostezar. ―Me voy a la cama. Fue lindo hablar contigo, Ella. ―me sonrió mientras iba hacia la puerta. ―Buenas noches, Lea. Ella estaba de mejor humor cuando se fue, y eso era bueno. Estaba comenzando a ver cómo la muerte de mis padres estaba afectando a Lea, y eso era difícil de manejar. Yo aún sentía como si el dolor fuese solo mío para soportarlo. Los Carlton aún se tenían el uno al otro. Yo era la única que estaba realmente sola. Después de que Lea se fue, me senté mirando a la pantalla del portátil. Esperaba que cuando Kale regresara, pudiéramos hablar más de lo que estaba ocurriendo entre nosotros. Sabía que los sentimientos que estaba teniendo por él eran raros y que él sabía por qué me estaba sintiendo de esta forma por él. Me pregunté si él se sentía de la misma forma hacia mí, o si esto era algo enteramente diferente para él. Necesita saber quién era Hélène y cómo estaba conectada a mí. Me volví hacia el portátil, entré "vidas pasadas" en Google, y leí sobre los resultados. El primer sitio web era sobre lecturas de regresiones de vidas pasadas, y rápidamente deseché ese. Si las cosas que Kale me había contado eran ciertas, entonces mis visiones eran recuerdos de mi vida pasada, y no necesitaba que nadie me ayudara a "regresar". Podía hacer eso por mí misma. El segundo era un sitio web de una banda, y el tercero era tan inservible como los primeros dos. Revisé el segundo y me intrigué. El sitio web explicaba como se creía que todos tenían una vida pasada y cómo saber sobre tu vida pasada podía ayudarte a meterte más en tu vida presente. Si hubiera leído este sitio web antes de conocer a Kale, hubiera creído que el escritor estaba loco y que las lecturas de vidas pasadas eran una tontería. Pero no podía negar que las cosas que había visto en mis recuerdos y cómo se sentían realmente. A pesar de que yo no tenía uso para una lectura de vida pasada, aún estaba interesada en la otra gente con el talento. Yo anoté la información del escritor. Tal vez Kale tenía razón. Tal vez no era un caso perdido, y tenía talento. Oí la primera roca golpear la ventana a medianoche, y fui hacia allí para abrirla para Kale. No tenía idea de cómo se había subido al costado de la casa, pero no lo cuestioné. Tenía más curiosidad por el colgante que me mostró. Lo había visto antes en una visión. Una piedra azul colgaba delicadamente de una empañada cadena plateada. Kale colocó el colgante en mi mano, y pensé que era liviano, podía sentir el peso de su pasado. La fría piedra descansaba en el hueco de mi mano

como si hubiera llegado al lugar que pertenecía. Sabía que me había pertenecido, incluso a pesar de que la primera vez que lo había visto fue hacía meses en la visión que me envió al Dr. Lithe. ―¿Lo reconoces? ―preguntó Kale quedamente mientras se sentaba en la silla en el hueco del cuarto. Sus ojos eran oscuros contra su pálida piel y sus labios formaron una luna creciente, mostrando solo un poco de sus perlados dientes blancos―. Creo que lo haces. Yo sonreí y levanté el colgante, dejando que la piedra zafiro se balanceara entre nosotros. ―¿De dónde sacaste esto? Es hermoso ―Era el mismo colgante de mi visión, lo cual hizo más fuerte mi creencia de que podía ver mis vidas pasadas. ―Esconderte la verdad puede ser tan peligroso como contarte todo y dejar tu mente abierta a Laurent. ―Su sonrisa se desvaneció. Sabía que él estaba listo para decirme todo, a pesar de que había estado ansioso por hacerlo. Kale era parte de mi pasado de alguna forma, pero no sabía qué parte había ocupado. Coloqué el colgante en mi mesilla de noche y me senté en la cama. Le hice un gesto a Kale para que se sentara a mi lado, pero no lo hizo. Él esperó a que yo hablara. Parecía como si diéramos dos pasos atrás por cada uno que avanzábamos, y quería que eso se terminara. ―Quiero decirte algo ―dije suavemente. Kale se puso de pie y fue hacia la cama, pero no se sentó. Quería estirarme y reconfortarlo, pero no estaba segura de si debía hacerlo. ¿Qué era la barrera entre nosotros? ¿Kale tenía la misma habilidad de ver vidas pasadas, y si era así, se avergonzaba de ello? No estaba segura de eso, pero estaba segura de mis sentimientos por Kale. Las cosas habían ido tan rápido en el corto tiempo que hacía que nos conocíamos, el tiempo parecía irrelevante porque estaba lista para admitir mis sentimientos por él. El rechazo era la cosa más alejada de mi mente porque había cosas importantes que debían ser dichas. Me estiré y tomé su fría mano en la mía. La apreté gentilmente, esperando poder enviarle algo de mi fuerza. ―Siéntate, por favor. Mientras se sentaba a mi lado, sostuve sus manos y temblé por la sensación que su piel enviaba a través de mí. Reuní mis nervios, tomé una inhalación profunda, y hablé. ―Quiero contarte las cosas que he estado sintiendo ―Lo miré a los ojos mientras hablaba. No estaba muy segura de por qué, pero me dieron la fortaleza de

continuar―. Tengo esta sensación de que nos hemos conocido antes, y que también nos hemos visto separados. Te conozco. Sé que en algún momento en el tiempo te he amado porque creo que puedo verlo en mi vida pasada. Kale apretó mis dedos con suavidad, y esperé que la calidez de mis dedos entibiara los suyos. Él me miró sin ningún asomo de sorpresa, y supe que estaba en el camino correcto. Sujeté el colgante con más fuerza en la mano y recordé cuando Hélène usó el colgante. Antes de que pudiera detenerlas, las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, y me vi sobrepasada por la tristeza. ―Hélène usó esto el día que murió, ¿no es así? Kale se removió incómodamente a mi lado, pero no soltó mi mano. ―Sí. No pude protegerla. Me pareció horrible que Kale quisiera tomar responsabilidad por algo que había ocurrido en el pasado. Algo que él no estaba allí para detenerlo. ―Eso fue en el pasado, Kale, no podrías haberlo detenido. ―Tiré de la mano de Kale a mi regazo y acaricié su rostro―. Está bien, no es tu culpa. ―Vi que no me creía. Kale frunció el ceño y negó con la cabeza―Ella, tú no entiendes. No era una versión de una vida pasada de mí en tus visiones. ―Kale se puso de pie y comenzó a pasearse. ―Por favor ayúdame a entender, Kale―La confusión era algo que sentido más seguido, pero no iba a aceptarla. Kale dejó de pasearse y se volvió hacia mí―Ella, tú ves vidas pasadas por lo que eres. Por tu esencia de Arco. ―Sus ojos parecieron buscar a los míos por cualquier reconocimiento de la palabra. Pero no tenía idea de lo que significaba la palabra. No la había visto antes en el sitio web. ―¿Un qué? Kale se pasó la mano por el cabello oscuro y se sentó de nuevo en la cama. ―Un Arco es alguien que es clarividente. Ella puede ver el pasado, y se cree que habrá una que podrá ver el futuro. Es un don pasado por una línea de sangre unida a Laurent. Dejé que sus palabras penetraran. No quería creer que yo fuera tan diferente de que hubiera una clase de gente como yo ahí fuera separada del resto del mundo. La mujer que había escrito el artículo vivía en Nueva York, así que debería haber más allá afuera, no solo yo. ―Así que hay gente que...

―Solo tú, Ella ―dijo él, cortándome a media frase. ―¿Solo yo? ¿Qué hace un Arco? ―Recordar el pasado. Me reí. No era una risa de "estás loco". Era una de esas risas para evitar gritar. Yo creía que la gente podía ver vidas pasadas, pero no creía que fuese posible que fuese yo la única persona que podía hacerlo. Kale no pareció ofendido por mi risa. Creo que él sabía que iba a ser difícil de explicar. ―¿Cómo me veo a mí misma morir? Quiero decir a Hélène, ¿por qué la veo morir? Ella y yo somos la misma persona o estamos relacionadas o algo, ¿verdad? ―Es una vida pasada. Intentaba entender lo que me había dicho Kale, pero era demasiado. La mirada intensa de Kale sostuvo la mía por lo que pareció una eternidad. Vi una pintura con la que estaba muy familiarizada. La pérdida de mis padres aún estaba fresca. Incluso a pesar que yo ignoraba ese dolor y alejaba ese recuerdo, siempre era consciente del dolor en mi corazón que nunca parecía disiparse. Yo apreté su mano de nuevo, agradecida de que él no la hubiese soltado, y esperé que una pequeña fuerza emocional que yo había dejado fuese suficiente para los dos. Creo que siempre supe que la chica en la visión era yo, pero que él estuviera de acuerdo lo hacía mucho más intenso. ―Ella, esto es difícil de explicar. Tú y Hélène son la misma persona en el sentido que comparten la misma alma, pero con dos mentes y cuerpos diferentes. Hélène y tú están conectadas por sangre, y por eso, hay alguien que te quiere. Él se llama Laurent el Padre de todos los Arcos. Mi estómago se apretó y me dolió la cabeza. Finalmente tenía las respuestas que quería, pero no me sentía nada mejor. Yo era un Arco el único que existía. Había muchas cosas que podía creer, pero nunca creí que creería una historia como esta. Tenía la habilidad de ver el pasado, y por eso había sido asesinada en mis vidas pasadas. ―Estaba intentando proteger a Hélène de él. Pero él la encontró, y ella se sacrificó por mí y los otros a los que habría hecho daño bajo el mando de Laurent. Las cosas se estaban reagrupando lentamente, y las emociones que sentía a través de Hélène tenían sentido. ―Así que por eso Hélène sintió alivio cuando supo que iba a ser asesinada. Kale asintió. Tomé una profunda inspiración. Estaba aliviada de que todo tuviera más sentido, pero aún me sentía frágil y estresada. ¿Qué significaba esto

para mi futuro, para el futuro que yo quería tener con Kale? ¿Podríamos tener uno, o eso sería demasiado para que pudiéramos manejarlo?

Traducido por Emi_93 Corregido por Yanii

«Si la ignorancia es dicha, ¿entonces quién se atreverá a vivir fuera de su velo?» —Abuelo Grey.

—Déjame explicarte lo que eres, así comprenderás mejor —dijo Kale. Se me acercó más y me tomó la mano, besándola tiernamente. Su sonrisa era triste, pero su beso envió escalofríos a través de mí. —¿Recuerdas que te dije que había tres hombres que buscaban la vida eterna? —Sí. —Mi voz era apenas audible. —Bueno, encontraron al grupo nómada y el líder les dijo que... —Le llevasen a alguien puro de corazón y lleno de amor —acabé yo, recordando esa parte de la historia, en su mayor parte porque me había perturbado. Me pregunté por qué necesitarían una persona que era pura de corazón y llena de amor. ¿Qué podría hacer esa persona por ellos, y por qué no podrían los nómadas encontrar a una persona así ellos mismos? —Sí, y en recompensa por la mujer, él les daría vida eterna. Mientras viajaban de vuelta en busca de la chica, ambos hombres se dieron cuenta de que no estaban completamente seguros de lo que había querido decir el líder cuando dijo puro de corazón, así que regresaron con el francés y le pidieron su consejo una vez más. El francés era un hombre de negocios, y les dijo que encontraría a esta persona en tanto le prometieran su servicio por los primeros cincuenta años de sus vidas eternas. Los hombres accedieron rápidamente porque supusieron que cincuenta años no eran nada comparados con la vida eterna. —Cincuenta años es un largo tiempo para ser un esclavo, no importa cuánto vivas —dije, como si fuera por experiencia. Kale me miró, y pareció que estaba de acuerdo. —Una vez que el trato estuvo sellado, los dos hombres regresaron al líder nómada y presentaron a la hija de dieciocho años del francés.

—¿Qué diablos? —grité, sorprendiéndolos a ambos. Preocupada por haber molestado a Lea, Sarah y Eric, fui hacia mi puerta y escuché para ver si podía escuchar a alguien moviéndose, pero todo estaba en silencio. Antes de regresar a la cama con Kale, trabé la puerta. —No puedo creerlo. ¿Por qué le daría a su propia hija? ¿Por qué ella fue siquiera? —Ella estaba llena de amor y era pura de corazón, Ella. Confiaba en su padre más allá de toda duda razonable. —Oh. ¿Se le dijo dónde iba y ella fue de todas maneras? —Tenía problemas para creer que alguien podía ser tan inocente. Entonces de nuevo, yo había seguido a Kale lejos dentro del bosque, y solo lo conocía desde hace un día. —Sí. Su padre dijo que tenía que ir con los hombres para conocer a los Eternos. —¿Los Eternos? ¿Así se llamaban los nómadas? ¿Cómo sabía el francés cómo se llamaban? —Los dos hombres nunca supieron que el francés sabía más acerca de los Eternos de lo que dejaba entrever. El francés sabía porque los nómadas buscaban a alguien como su hija. Sabía el poder que ellos le darían, y una vez que él la recuperara de los nómadas y consiguiera la vida eterna, tendría un poder que nadie más poseería. —¿Poder para hacer qué? —Cuando los hombres presentaron a la chica al líder de los Eternos, él llevó a cabo un ritual que le permitía a ella ver el pasado. —¿Ella fue la primera? —pregunté yo. —No, tú eres la primera. Todas comparten la misma alma, y es por eso que tú sientes emociones que ella una vez sintió. Al comienzo había creído que éramos solo Hélène y yo, pero ahora sabía la verdad. Yo era la primer Arco y todas las que la habían seguido—misma chica, diferente cuerpo. —El líder de los Eternos le explicó al hombre que el poder de la chica debía ser utilizado sabiamente. Podía salvar o destruir a los humanos. Sabiendo esto, el hombre pensó en llevarla de nuevo sus hogares para utilizarla para salvar a sus hogares de... —Kale no terminó. Creía haber visto en sus ojos el mismo dolor de antes, pero en un segundo vistazo, pude ver que era mucho más.

—¿Qué ocurre? —pregunté simpáticamente, pero no respondió, y no me miraba a los ojos. No podía entender por qué había parado. ¿Quiénes eran los viajeros de los que intentaban proteger sus hogares? —¿Qué querían hacer los hombres con el Arco? —pregunté, temerosa de la respuesta. Finalmente habló. —Nosophoros. La palabra agitó emociones de miedo, tristeza, y una inequívoca perdida en mí. No conocía la palabra, pero había oído una que era similar. —Nosferatu —susurré. El rostro de Kale cayó, y me dio la espalda. —Creo que me he tomado bastante bien todo lo que he aprendido hasta ahora, ¿entonces por qué temes por esto? —Intenté no parecer demasiado enfadada por su evasión. De pronto, recordé la primera noche que conocí a Kale y su pelea con el hombre rubio en mi patio del frente. Él le había escupido la palabra a Kale mientras peleaban. —Ese hombre con el cabello rubio te llamó Nosferatu —Apenas pude ocultar la acusación en mi voz—. ¿Por qué? —La palabra era familiar, pero no solo por la pelea con el rubio. —Jace. —¿Ese es su nombre? ¿Así que se conocen? —Estaba comenzando a cansarme de hacer preguntas. Quería que soltara sus entrañas, deteniéndose solo para respirar. —Sí, lo conozco. Es parte del Consejo de Inmortales. Se supone que él debía de ser tu Guardián, pero yo lo envié lejos. —Kale se sentó y se pasó las manos por el cabello. —¿Tengo un Guardián? Me contaste sobre el Consejo, pero no sobre un Guardián. ¿No dijiste que él estaba intentando entrar en mi casa? ¿Una persona que se supone que debe ser un guardián intentaría entrar en la casa de la persona que se supone que debe estar guardando? —pregunté. Kale se tensó ante mi tono acusador. Yo me puse de pie y lo encaré, preguntándome qué más me estaba ocultando—. De verdad, me dijiste que me estabas protegiendo mientras que él estuvo todo este tiempo intentando protegerme de Nosferat... o sea tú —dije, finalmente colocando juntas más de las piezas.

Kale no dijo nada para negar la acusación, y yo me senté allí silenciosamente, los brazos cruzados. Se inclinó más cerca de mí. Sus ojos eran oscuros y llenos de tristeza, pero no lo dejé escaparse de mi helado comportamiento. Estaba enojada, y quería que él lo supiera. No había sido más que honesta con él sobre mí, y quería lo mismo de él sin importar qué. —No te dije porque no sabía cómo, Ella, no porque estuviera tratando de ser un mentiroso. —Él suspiró. Tomó mi mano y la apretó suavemente. La calidez me rodeó. Quería estar enojada, pero se hizo más difícil porque podía oír la verdad en su voz, y podía sentirla en su toque. Me rodeó con los brazos y colocó una mano en mi cuello, enviando estremecimientos por mi espina. Él se inclinó hacia mí, permitiendo que sus labios tocaran mi oído antes de que hablara. —Soy Nosferat, Ella. Fui hecho por el Príncipe Oscuro en 1884, en el mismo momento que Hélène murió. Él me hizo así porque sabía que lo que quedara del Consejo no me permitiría estar cerca de ella en el futuro. Fue mi castigo por amarte. —Su esencia era familiar, como lo era su toque, suave y dubitativo. Sus labios se movieron suavemente contra mi oído. Luché contra la urgencia de volver la cabeza para sentirlos en los míos. Había pasado mucho tiempo desde que saboreara su aliento, y mi corazón me rogaba que lo besara—. Él me trajo a ti y te mostró lo que me hizo, y tú me llamaste Nosophoros. Significa portador de enfermedad. Me miraste como ti estuvieras avergonzada de mí. Kale movió sus manos a mi rostro así que me quedé mirándolo directamente. Su mirada me atrapaba, y las lágrimas en mi rostro eran más frías que su aliento. Aguardó por mi respuesta, pero no había nada que pudiera decir. No podía encontrar las palabras para expresar lo que sentía por él, y no creía que alguna vez pudiera hacerlo. Me paré en las puntas de los pies y me apoyé contra Kale, sin dejar que su mirada abandonara la mía nunca. Podía sentir su pecho apretado calurosamente contra el mío. Me estiré y pasé los dedos a través de los suaves cabellos en la base de su cuello. Su suave gemido me rogaba que continuara, y yo era incapaz de detenerme. Él se apoyó contra mí, sus suaves labios acariciando mi mejilla. —Kale —susurré. Sabía que no estaba preparada para ir más lejos que un beso, pero parecía que tendría que convencer a mi cuerpo de eso. Él parecía cuidadoso e inseguro, pero mientras yo me apretaba más cerca, sus labios se amoldaron a los míos. Movió su mano de mi cara a mi espalda, empujándome incluso más cerca. Su sabor era tan cálido y familiar que era difícil ocultar mi decepción y mi vergüenza mientras se alejaba. Kale me miró, al parecer juzgando mi reacción. Un par de emociones se extendieron por su rostro mientras estábamos de pie cerca e

intentaba recuperar el aliento. Yo intenté apartar la mirada, pero colocó su mano en mi barbilla. —No apartes la mirada. —Lo siento. Es solo que... —Enterré la cabeza en su pecho. Inhalé su esencia. Me hizo sentir incluso más cercana a él, a pesar de que no había espacio entre nosotros. —Está bien. Solo necesito decirte el resto. —Besó la parte superior de mi cabeza—. El nombre por el que me llamaste tiene un significado especial. —¿Era eso a lo que te referías cuando dijiste que yo era la que pensó que tenías una enfermedad? —Sí. La palabra fue hecha para gente mala. —Kale me alejó—. Fue hecho para vampiros, Ella. —Kale me miró para calibrar mi reacción. No pude apartar la mirada, a pesar de que quería hacerlo. No me moví. Esperaba que estuviera bromeando. —Espera, ¿estás diciendo que eres u-u-u... —Intenté terminar, pero mi garganta se cerró por la incredulidad, y yo me aparté de él. Podía ver el dolor en sus ojos mientras yo me alejaba, pero no pude detener a mi cuerpo. Él se quedó de allí con las manos aún donde me habían sujetado. —Vampiro —terminó por mí. La visión de él acurrucado en el suelo del cobertizo con sangre seca en su rostro pasó por mi mente, y yo me agarré el estómago. Había algunas cosas que podía creer y otras que sencillamente no. Kale se acercó, y levanté las manos para detenerlo. —No lo hagas. —Le di la espalda. No le temía, ni a lo que me había contado, pero no podía enroscar mi mente en torno a lo que había dicho. Vampiro era demasiado pedir para mí. Necesitaba tiempo para pensar—. Creo que deberías irte, Kale. Necesito pensar o algo así. —Cuando no replicó, me volví para ver que la ventana estaba abierta, y él se había ido. El alivio y la tristeza me recorrieron, y yo fui cerca de la ventana. Me estremecí, pero por el súbito sentimiento de soledad. Me senté en la silla enfrente de mi portátil para pensar. Si yo iba a creerle a Kale, debería comenzar a creer que todo comenzó en la Edad Media, cuando Laurent había vendido a su hija para ganar la vida eterna y la habilidad de usarme para ver el pasado. También debería creer que el hombre no solo tuvo éxito, sino que se convirtió en tal problema que el Consejo de Inmortales fue creado para detenerlo de usar mis habilidades. Sin mencionar que tendría que

creer que Kale era un vampiro. No podía enroscar mi mente en torno a todo. La parte lógica de mí decía que nunca debería verlo de nuevo, y debería llamar al Doctor Lithe para que la Enfermera Laura viniera con su aguja y me llevara de vuelta a Ocean Trace. No quería pensar en nada más que en nuestro beso, pero lo bueno de la noche era aplastado por todo lo demás. La parte lógica de mi mente ganó. Fui al gabinete del baño para agarrar las píldoras que había jurado que no tomaría. Esperaba que pudiera alejar el recuerdo de aquel beso porque venía con pensamientos de Kale creciéndole los colmillos y bebiendo sangre. Quería ser normal, no un Arco con un enamoramiento por un vampiro. Me tragué las píldoras y me acosté en la cama, cerrando los ojos. Me centré en el viento mientras gemía fuera de mi ventana y en las ramas mientras chocaban contra el costado de la casa. Imágenes de colmillos y sangre plagaron mi mente mientras intentaba caer dormida. No podía ver a Kale de nuevo, no si quería ponerme bien. No creía en vampiros. Tal vez no debería haber creído en nada de lo que había dicho, sin importar lo realista que pareciera. Me desperté a las ocho y media de la mañana del lunes para mi primer día de trabajo. Solo a un par de días de Acción de Gracias y el regreso a casa de Alex. Aún estaba un poco grogui, pero eso era de esperarse después de tomar la medicina que el Dr. Lithe me había recetado. Después de que me duché y gasté un poco de tiempo extra en mi cabello -que necesitaba seriamente un corte- bajé las escaleras por algo de cereal y las noticias de la mañana. Problemas en Libia y el nuevo matrimonio de Britney Spears eran las únicas cosas que se anunciaban, y no estaba interesada en ninguno de los temas. En su lugar opté por ver a Bob Esponja Pantalones Cuadrados. El estrés del mundo era algo que no quería que afectara mi vida aún. Había caído en una rutina linda y básica: desayuno, una pequeña pastilla amarilla, clases online, estudio, almuerzo, cena, estudio, una pequeña pastilla amarilla, y luego la cama. Hoy era mi primer día trabajando. Era ir de nuevo a lo básico para mí, y lo amaba. Solo tuve dos alucinaciones. Ya no las llamaba recuerdos. Las alucinaciones eran crípticas, así que las ignoré y esperé que se fueran. Nadie murió en ellas, pero aún no tenía idea de sobre qué eran. Kale y Hélène no estaban en las alucinaciones, pero el pálido hombre rubio que peleó con Kale hacía una aparición. Incluso llamé al Dr. Lithe y acordé una cita de seguimiento que atendería cuando fuéramos a recoger mi coche a Virginia Beach. *** Fui escaleras arriba a mi gabinete de medicinas para tomar mi píldora amarilla, luego revisé mi correo electrónico. Había un mensaje de mi amiga Diyan de ODU recordándome que la visitara cuando regresara a Virginia Beach. Estaba

pensando que me quedaría por la noche y empacaría el resto de mis cosas, pero no estaba segura de si quería quedarme en la vieja casa en la que el Dr. Lithe decía que me haría bien quedarme, empacar y enfrentar mis temores. Se supone que me haría dar un cierre, pero no estaba segura de estar lista. Quería olvidarlo todo, incluyendo a Kale, y me lo hizo más fácil al evaporarse en el aire. Tal vez lo había imaginado todo el tiempo. Estaba tentada de ir a ver si aún estaba durmiendo en el mausoleo en el Cementerio Elmwood, pero me decidí rápidamente en contra. Si iba y Kale no estaba allí, no probaría nada. Su desaparición podría significar que lo había imaginado o solo que se había ido. Como fuera, tenía cosas más importantes de las que preocuparme. Me fijé en el tiempo y tenía el tiempo justo para ver si mi profesor había posteado la primera lectura necesaria para mi clase de Literatura Americana. Había tres libros en la lista. La clase constaba de treinta estudiantes, y una vez que diez estudiantes escogieran uno de los libros, automáticamente sería sacado de la lista. Yo era una de las primeras estudiantes en ver la asignación. La lista de entradas mostraba que cuatro ya se habían ingresado y dos de ellos ya habían escogido su lectura. La clase iba a ser pesada. Los requerimientos incluían una examinación final, un trabajo de cuatro páginas dos días antes del medio del curso, un trabajo de siete páginas el día del final, escribiendo reflexiones de las lecturas, y dos exámenes entre el comienzo y el final del semestre. Anoté los tres libros: La Cabaña del Tío Tom, por Harriet Beecher Stowe, Moby Dick, por Herman Melvin, y Narrativa de la Vida de Frederick Douglas, por Frederick Douglas. Escogí Moby Dick para mi primer trabajo. Era una elección vaga porque ya lo había leído. Debería ser fácil escribir un trabajo de cuatro páginas sobre un libro que había leído hacía dos años. Eric estaba emocionado por mi elección de clases: Literatura Americana y Escritura Creativa. Literatura Americana fuera tal vez mi clase más pesada, y la otra sería fácil de pasar porque era una clase relajada para mí dado que la había estado tomando en mi vieja escuela antes del incidente. Ordené Moby Dick en línea en Amazon con envío rápido porque quería empezar mi lectura antes de las vacaciones de Acción de Gracias. Un tintineo de mi teléfono captó mi atención. Saqué el teléfono de mi bolsillo para leer el texto, que era de Alex. Hey, debería estar allí para el miércoles por la mañana, alrededor de las ocho treinta. Mis clases terminan más temprano de lo que esperaba. No puedo esperar para verte. Ha pasado demasiado tiempo. Estaba emocionada por verlo. Algunos de mis mejores recuerdos eran de salir con él cuando fuera que mis padres y yo veníamos de visita, y a ellos no les importaba, lo que era definitivamente un extra. Le escribí un mensaje en respuesta diciendo cuánto había disfrutado nuestras pequeñas charlas durante la pasada semana. Lea me había dado su nuevo número y estuvo agradablemente sorprendido cuando recibió mi primer mensaje. Él me llamó en mitad de la

escritura del segundo, y se tornó en una conversación de media hora sobre el pasado, el presente, y el futuro. No puedo esperar. Echo de menos nuestras charlas de medianoche y las siestas de tarde, respondí yo. Yo también te echo de menos. Si necesitas hablar cuando llegue allí, sabes que estoy aquí para ti. Gracias, eso significa mucho para mí. Así era, pero no iba a aceptar esa oferta. Solo quería olvidar mis problemas por un rato y disfrutar mi tiempo con él. Lo que sea por ti. GGT Hora de clases. Debí irme para Knope's a las diez y media porque el Sr. Knope había llamado la noche pasada y me pidió que fuera una hora antes. Era hora de irse, así que metí el teléfono en los caquis que ordené de Old Navy y bajé las escaleras. Me vestí con mi ropa de nieve, y salí por la puerta. Miré al viejo cobertizo y pensé en encontrar a Kale derrotado y cerca de la congelación. Mi corazón se aceleró ante el pensamiento de sus labios contra los míos, sus manos en lo más bajo de mi espalda acercándome, su aliento en mi rostro. Entonces pensé en la noche en que él había admitido que bebía sangre para sobrevivir. Yo no había dicho la palabra con V, ni siquiera esa noche cuando él había terminado la frase por mí. Yo sacudí la cabeza para alejar los recuerdos. Solo había tomado la píldora hacía treinta minutos, así que no estaba segura de si ya había comenzado a hacer efecto. Me relajaron normalmente para que pudiera pasar el día sin pensar demasiado. Estaría soñolienta, pero aún funcionaría adecuadamente. Enfilé por la calle principal hacia el Centro. La pequeña tormenta de nieve que había estallado la pasada semana había dejado caer dos pulgadas más de nieve, pero en tanto me mantuviera en el camino principal donde la habían apartado, estaría bien. El sol era brillante y reflejaba la nieve. Decidí detenerme en una de las pequeñas tiendas de envío en el camino a casa y recoger un par de gafas de sol. El Centro consistía en tres construcciones conectadas por un edificio hacia el sur con la espalda hacia Elmwood. Había estado viniendo a Cedar Grove por los últimos diez años, pero solo había visitado el Centro cinco veces con mis padres. La mayor parte del tiempo quería salir con Alex y sus amigos. El Centro tenía callejones estrechos, y pequeños adoquines se alineaban en el suelo. Se veía tan pintoresco y hogareño comparado con el Centro de Virginia Beach, de replicado estilo neoyorquino, pero no era mi hogar -al menos, no se sentía de esa forma aún. La Tienda de Knope estaba en la Tercera Calle con la parte trasera enfrentando los árboles. El Sr. Knope había dicho que la mayoría del tiempo el camión de reparto podía pasar por el pequeño callejón detrás de la tienda así que él podría aceptar envíos, pero cuando llegué y ojeé por allí, lucía como si tuviera que caminar al final de la calle y de vuelta para descargar y cargar cajas. Pero necesitaba el ejercicio. Los caquis talla seis que había ordenado quedaban un poco apretados, pero normalmente calzaban

perfectamente. Era una caminata enérgica de quince minutos por los árboles muertos que alineaban las calles. No había casas a la vista. Si caminaba por quince minutos en Virginia Beach, hubiera pasado cuarenta casas, el centro comercial, dos tiendas de comestibles, y una escuela. Los serenos alrededores eran probablemente lo que necesitaba, pero no podía evitar echar de menos mi pueblo natal. Cuando entré a la Tienda, no había nadie dentro más que la cajera rubia con su cabello echado hacia atrás en una cola de cabello drásticamente tirante que hacía que sus cejas parecieran antinaturalmente altas. Sus grandes ojos azules grisáceos estaban delineados con rímel oscuro. Su tirante camisa de polo apenas le cubría el estómago y mostraba la punta de un anillo de diamante para la barriga. Su sonrisa no era para nada amistosa, y me pregunté si iba a ser un problema. Rezaba para que no lo fuera. Fui hacia ella con una sonrisa en su rostro, esperando que eso aliviaría algo de la tensión que sentía creciendo entre nosotros. Su rostro caía con cada paso que yo daba hacia ella, y reuní algo de entusiasmo antes de saludarla. —Hola —dije, levantando la mano para estrechar la suya, pero ella se quedó mirando mi mano como si fuera a quemarla. —Deberías estar usando una camiseta de polo —declaró detrás del mostrador. Nunca hubiera adivinado que alguien que luciera como una de las Chicas Malas tuviera una voz tan suave y dulce. —Lo sé. El Sr. Knope dijo que tendría una para mí cuando llegara hoy. ¿Está aquí? —Había dicho que sería entrenada por una chica llamada Mia, y supuse que esa rubia era la chica de la que había hablado. —Sí, así que tú eres la chica nueva. —Salió de detrás del mostrador para sacarme la talla. Sus caquis eran tan ajustados como los míos, pero estaba segura de que no era por la misma razón. El suyo ensanchaba cada curva en su reducido cuerpo mientras que los míos creaban una parte superior de panecillo en mi cintura y se agrupaba incómodamente en lugares que no debería. Ella comenzó a caminar a la parte trasera de la tienda, luego se volvió y me hizo un gesto para que la siguiera. Yo fui sin prisa, pasando filas de vegetales enlatados, arroz y azúcar. Parecía raro que el azúcar y los vegetales enlatados estuvieran en la misma zona. La tienda tenía un buen tamaño. No tan grande como para que mis responsabilidades de repositora me mantuvieran aquí muy tarde, pero no tan pequeña como para terminar muy pronto. Ella me llevó a través de un almacenaje y a la oficina del Sr. Knope, donde él estaba sentado detrás de un escritorio con el teléfono presionado contra la oreja. Mia entró haciendo chasquidos en el cuarto y comenzó a rebuscar

en una caja de camisetas polo con la Tienda de Knope aplicado en el frente con letras rojas. —¿Qué eres, un mediano o un pequeño? —Mia levantó la mirada aprehensivamente a través de sus ojos delineados. Podía ver que ella era muy linda incluso a pesar de todo ese maquillaje. Sus ojos azules destellaban en la luz fluorescente, lo que era raro, porque normalmente esa clase de luz opacaba todo. —Un pequeño debería calzar bien —dije, a pesar de los caquis que parecían apretarme la vida. Me pregunté si debería haber dicho un mediano. Pero no importaba porque solo quedaba una talla. —Grande —dijo ella, pasándome el gran atajo de ropa. No había forma de que esa camisa me fuera a quedar bien, pero debería hacer que calzara. El Sr. Knope terminó su conversación y frunció el ceño mientras Mia me pasaba a la tienda. —Chicas, si ambas están aquí, entonces no hay nadie en el piso ayudando a los compradores. —Él nos hizo un gesto para que saliéramos de la oficina y de nuevo al suelo. Caminé detrás de Mia, buscando un baño para cambiarme. Señaló hacia las puertas en el lado derecho más lejano de la tienda, y yo enfilé en esa dirección. —¡Hey! —Mia me llamó antes de que estuviera en el baño. Me volví para verla encaramada de nuevo detrás de la encimera como un gato muy peludo en su pequeña cama rosa—. El siguiente envío viene al mediodía. El Sr. Knope dirigirá el registro mientras yo te muestro como almacenamos y hacemos inventario al mismo tiempo —dijo ella y saludaba al primer comprador que había visto desde que llegara. Entré al baño y cerré la puerta. La camisa era demasiado grande, pero caía sobre mi cintura y cubría los caquis que ensanchaban mis caderas de forma incómoda. Decidí dejarme puesta la camiseta blanca de mangas largas que usé esta mañana, así, si me agachaba, no dejaría que nadie echara un vistazo. Dejé el baño y noté que varios compradores más habían entrado a la tienda y Mia estaba en acción en una de las dos cajas registradoras. Insegura de qué hacer, me quedé allí incómodamente esperando dirección. —Charlie quiere verte en la parte trasera —dijo Mia mientras pasaba la leche y los pañales de mujer morena. Yo la miré un poco confundida, hasta que caí en la cuenta de que estaba hablando del Sr. Knope. —Oh, está bien. —Regresé a la parte trasera de la tienda a través de las puertas dobles y dentro de la oficina, donde lo encontré sentado en su escritorio leyendo algunos papeles. Él levantó la mirada y me sonrió brillantemente. Bajó los papeles.

—La caminata no fue muy mala, espero. —No, estuvo bien. Sarah dijo que Sam barre después de cada tormenta de nieve, así que fue fácil llegar. —Eso es bueno. Hoy tenemos un pequeño cargamento llegando. Son solo algunas de nuestras cosas refrigeradas: leche, huevos, y esas cosas. —El Sr. Knope miró al reloj—. Debería estar aquí en unos quince minutos. Yo estaré en el piso y que Mia y tú retiren el cargamento. Una vez que estés apropiadamente entrenada en cómo funciona, haré que Mia te entrene en cómo usar la caja registradora. — Sacó un pedazo de papel que parecía estar escrito en todos lados—. Tu agenda será el lunes, el martes, y el viernes. Mantendré mi promesa de que tendrás libres los fines de semana. —Él sonrió y me pasó el papel. No tenía nada que hacer en los fines de semana, pero estaba feliz de no tener que trabajar. El Sr. Knope me enseñó las reglas y todo lo demás que pensó que debería saber hasta que llegó el camión de repartos. Él me guió a la puerta trasera y me mostró cómo abrirla. Estaba cerrada del interior, y había una llave oculta debajo de la puerta. Esperé a Mia mientras que él la enviaba atrás y se hacía cargo del piso. Cuando Mia finalmente llegó, el tipo del envío ya estaba descargando el camión y yo había comenzado a abrir las cajas cuando Mia me detuvo. —Espera, primero registramos las cajas en esta planilla. —Ella se estiró por una tablilla que colgaba en una pared a mi lado. Se movió más cerca para mostrarme la planilla de papel que parecía casi llena. El perfume de Mia era una fuerte esencia floral que hizo que mis ojos se aguaran cuanto más se acercaba. El perfume olía como rosas y miel -parecía una rara elección para la temporada. —Pones la fecha aquí —explicó ella, señalando a línea que decía fecha—. Luego escribes el nombre del repartidor aquí, y luego revisas la caja para asegurarte de que el equipamiento está completo. Ella comenzó a revisar las cajas rápidamente mientras Mike, el tipo repartidor, las sacaba del camión. —Quieres hacer esto tan rápido como puedas, para que el repartidor pueda irse justo después de haber terminado. Se enojan si los haces esperar. —dijo ella chistosamente, dedicándole a Mike una tímida mirada la que él respondió con una risotada. —¿Qué hago si algo está mal o falta? —Yo miré a Mike, esperando no haberlo ofendido por preocuparme sobre su habilidad para hacer su trabajo correctamente. Ella caminó hacia un cajón y sacó una pieza amarilla de papel.

—Si arruinamos nuestra orden, entonces llenas este papel y le das una copia a él y guardas otra para el Sr. Knope. Es fácil. Solo escribe lo que falta y el número de orden y terminas. No pasa seguido, pero los chicos en el almacén han sido conocidos por joderla antes. —Ella continuó fijándose elementos de la lista. Mike acabó mucho antes que Mia. Dije: —Lo siento, es mi primer día. —Como si no lo supiera ya por mi inhabilidad de hacer nada sin que me dijeran cómo. Mike me sonrió, y tuve que admitirlo, para un tipo mayor, su sonrisa sería suficiente para calentar incluso al corazón más frío. Su sonrisa destacaba contra sus rasgos comunes y su comportamiento tranquilo. Él lucía como el tipo de hombre que podría sorprenderte si se tomara el tiempo para preocuparse de cómo lucía. Pero lo que me interesaba más era la forma en que él y Mia interactuaban. Ella parecía más o menos de mi edad, y Mike probablemente estaba en sus tempranos cuarenta, pero actuaban como si tuvieran un secreto que quisieran contar, pero no pudieran. Pretendí no notar sus miradas el uno para el otro mientras trabajaban y la forma no tan casual en que se rozaban al pasar por el lado del otro. No era de mi incumbencia, y quería mantenerlo así. Cuando Mia acabó, ella y Mike salieron para cerrar el camión. Mike lucía como si no necesitara ninguna ayuda con la puerta del camión, pero yo lo dejé correr y me senté en un cajón de leche y esperé a que regresara. Mia regresó diez minutos después y enfiló directo hacia las cajas para comenzar a descargarlas. Después de que abrió tres o cuatro, ella notó que yo aún estaba allí sentada y finalmente me dio algunas directrices. Caimos en un ritmo de abrir y descargar cajas juntas hasta que mi estómago protestó por ser ignorado. Dado que estaba trabajando cuatro horas, solo tenía quince minutos de descanso. Solo era lo suficientemente largo como para que agarrara una botella de agua y una manzana, pagara por ellas, y comiera en la parte trasera mientras Mia continuaba trabajando. Yo la miré mientras extendía el abridor de cajas como una experta, sacando cosas y colocándolas en los estantes que llevaban al refrigerador en el frente de la tienda. Había esperado comer en silencio, pero Mia tenía otros planes. —Así que, ¿tú solo trabajas aquí medio tiempo y no tienes que trabajar los fines de semana? —preguntó mientras abría más cajas. Temía que la dulce Mia hubiera desaparecido ahora que se había ido Mike. —Sí. —Deseaba que esa fuera a ser la extensión de nuestra conversación. —Hmmm... Debes ser muy especial para tener esas horas y los fines de semana libres —dijo ella con un filo cortante en la voz. Tal vez pensaba que yo era desagradable como ella, y que el Sr. Knope y yo teníamos algo, como ella lo tenía

con Mike. Ugh. No quería que ella supiera que tenía un desequilibrio nervioso y que todos pensaban que estaba mejor si me tomaba las cosas "con calma" por el momento. Intenté pensar en una rápida mentira, algo lo suficientemente aburrido como para que no quisiera que lo desarrollara, pero también algo creíble. —En la escuela, estoy en la escuela, y tengo que trabajar la menor cantidad de horas posibles. —Podía manejar trabajar los fines de semana, pero si no tenía que hacerlo, no lo haría. Mia sopesó mi respuesta mentalmente. —Escuela, ¿huh? Pensé que tu ibas a reemplazar a Anna, pero supongo que no, porque ella trabajaba tiempo completo y siempre en los fines de semana. Esa chica siempre estaba rota. Supongo que Brett y yo vamos a tener que rotar en los fines de semana de nuevo. Podía ver que eso le molestaba, pero era como cualquier otro fin de semana. Ella sobreviviría. Mia señaló al reloj y me miró. —Tu descanso ha terminado.

Traducido por Evarg7 & Emi_93 Corregido por Morin

Miedo (sustantivo): angustiante sentimiento provocado por peligro inminente, maldad, dolor, etc., sin importar si la amenaza es real o imaginaria; el sentimiento o condición de estar asustado. Mia y yo seguimos trabajando en silencio hasta que su teléfono vibró. Casi habíamos terminado, y mi día de trabajo se terminaría en una hora. Mia susurraba con fiereza al teléfono, y no pude evitar preguntarme a quién le estaba hablando. ¿Qué? ¡Oh, Dios mío!

gritó Mia, dándome un susto de muerte.

La mirada en su cara era de shock completo y total. Estaba a punto de preguntar qué estaba pasando cuando ella salió corriendo de la trastienda llamando al Sr. Knope. Terminé de hacer el inventario del último envío y empecé a limpiar las cajas para llevarlas al contenedor de reciclaje cuando el Sr. Knope entró a la habitación con Mia. Los ojos de ella estaban rojos y sus mejillas estaban manchadas de negro por su delineador. Mi expresión debió haber revelado mi confusión porque Mia le dijo al Sr. Knope a través de las lágrimas y sorbidos que ella no me había dicho nada. El Sr. Knope palmeó la espalda de Mia y le dijo que debería ir a agarrar su abrigo y preparase para irse. Volví a lipiar porque no tenía idea de lo que había pasado. Está bien, Ella. No te preocupes por eso. Cerraremos pronto hoy con el ceño fruncido.

dijo él

Todavía confundida, miré a Mia, luego al Sr. Knope. ¿Qué está pasando? El ceño fruncido de Mia se convirtió en una mueca de dolor. ¡Anna está muerta! ¡Eso es lo que pasa! ¡Encontraron su cuerpo en Elmwoods! Entendía su ira, especialmente si ella y Anna habían sido muy amigas, pero no podía imaginarla siendo tan amiga con ninguna otra chica. El shock de las noticias me dejó sin palabras, y me quedé allí, mirando al Sr. Knope en busca de consejo para darle confort.

Él volvió a palmear la espalda de Mia antes de que ella saliera corriendo de su oficina, golpeando con fuerza la puerta. Siento que actuase así, Ella. Ni siquiera sabía que ella y Anna fueran tan buenas amigas. No sé los detalles, pero la amiga de Mia le envió un mensaje diciendo que el cuerpo de Anna había sido encontrado. Llamé a mi esposa para confirmarlo justo cuando ella estaba a punto de llamarme él suspiró y levantó uno de los cartones de leche que Mia y yo habíamos acabado de vaciar y se sentó. Hice lo mismo y esperé a que hablase. No sabía qué decir. Siempre que alguien trataba de hacerme sentir mejor sobre mis padres diciéndome algo lindo, eso sólo me cabreaba. La gente sólo dice cosas como: “Están en un lugar mejor” o “Las cosas mejorarán pronto”. Todo eso era una montaña de mierda. El pensar en mis padres trajo la picazón muy familiar de lágrimas frescas a mis ojos. El Sr. Knope malinterpretó las lágrimas por tristeza por las noticias y se aclaró la garganta nerviosamente. Umm… Ella, sé que es difícil para ti, y si ya no quieres trabajar aquí, lo entenderé. No, está bien. Quiero trabajar aquí. Como cerraremos pronto, ¿cree que puede llevarme a casa ahora? quería salir de la tienda antes de que Mia volviera o antes de que el Sr. Knope se sintiera en la necesidad de palmear mi espalda otra vez. Déjame ver si Mia puede hacerlo gimió cuando se levantó del bajo cajón de la leche . Todavía tengo cosas que hacer aquí, y ella debería estar bien para conducir caminó hacia la puerta de la oficina y entró. Podía oírlo preguntarle a Mia que me llevase a casa, y pude oír su exasperado “lo que sea”. Ella salió volando por la puerta mirando sobre su hombro. Bueno, agarra tu abrigo. No tengo todo el día puertas dobles para ir a la planta baja.

espetó ella, abriendo las

El Sr. Knope se encogió de hombros y desapareció en la oficina, cerrando la puerta. Agarré mi abrigo, me lo puse y salí fuera. El estacionamiento estaba vacío, salvo por un pequeño escarabajo blanco y dos camionetas verdes. Supongo que todos habían oído las noticias y habían cerrado las tiendas. La alta bocina de Mia me sacó de mi trance y me acerqué a su coche arrastrando los pies y entré en el asiento del copiloto. Dentro olía a flores y caramelos. Si no hiciera tanto frío fuera, hubiera bajado la ventanilla para poder respirar aire que no estuviera artificialmente endulzado. Le di a Mia la dirección y ella entró en la carretera principal como alma que lleva el diablo. Sacó su teléfono y empezó a marcar. Una vez que notó que conducir y marcar necesitaba más habilidad de la que ella poseía, redujo la velocidad y puso la llamada en altavoz, y me dio el teléfono.

Necesito que sujetes esto para que pueda conducir empezó a sonar antes de que pudiera protestar y, al segundo tono, una voz de hombro contestó. Hey años mayor.

dijo una voz profunda y ronca. Él sonaba de mi edad, o quizá unos

¿Qué demonios, Brett?

gritó Mia.

Casi puse mis manos sobre mis orejas para no quedarme sorda. Brett no estaba molesto por su chillido agudo, aparentemente. Mi papá acaba de llegar a casa de la oficina y me dijo que encontraron el cuerpo de una adolescente en Elmwood, detrás del cementerio dijo él. Mi cerebro empezó a hacer girar los engranajes tan pronto como él dijo cementerio Elmwood. Me pregunté si Kale estaba todavía de okupa en el mausoleo. Estaba más allá de pensar que él no era real, pero todavía creía que él estaba un poco chiflado. ¿Podía tener algo que ver con la muerte de Anna? O mi silencio a las noticias o la mirada en mi cara, hicieron que Mia llamase mi atención, cortando a Brett antes de que él empezase una nueva frase. Luces tan blanca como un fantasma, chica. ¿Estás bien? sus ojos gris azulados todavía estaban rojos, y el delineador color carbón había manchado más abajo su cara mientras me miraba con preocupación. Estaba segura de que su compasión no era un montaje. Quizá no era tan perra después de todo. Whoa, whoa, ¿tienes otra chica en el coche contigo? preguntó Brett, sonando extrañamente entusiasmado . ¿Está buena? añadió arrastrando las palabras de forma sexy. Mia puso los ojos en blanco. Puede que sea un poco tonta, pero no creo que sea tan tarada para dejarse engañar por tu encanto falso, Romeo ella me miró de forma apreciativa y luego volvió a mirar a la carretera. Estaba tan nerviosa que se me hizo difícil sujetar el teléfono, así que lo puse sobre el centro del compartimento y lo sujeté ahí con mi mano. Brett, impertérrito por el insulto de Mia, volvió a ahondar en la información que había recibido de su padre. ¡Él dijo que estaba mal! Dijo que parecía que un animal salvaje la había hecho pedazos.

Entramos en mi vacía entrada a casa y nos detuvimos. Mia no hizo movimiento para tomar el teléfono. Continuó con la conversación mientras yo me senté ahí, preocupada por la posibilidad de haber dejado entrar a un asesino a mi dormitorio. ¡Eso es asqueroso, Brett! Me pregunto si van a interrogar a Cam dijo ella con su voz volviéndose un poco pensativa a la mención del nombre de Cam. Por favor, él ha estado fuera de la ciudad por una semana. Él y su familia se fueron a Pittsburgh. Hey, ¿dónde estás tú y esa nueva buenorra? ¿Quieren venir a casa? él sonó entusiasmado con la perspectiva de compañía. Todavía estaba pensando en Kale cuando Mia me miró y sonrió. ¿Quieres? preguntó ella. Esta chica no había sido muy amable conmigo y ¿ahora quería salir por ahí? Miré a la casa vacía y decidí que sería mejor salir con Mia y este chico Brett que estar en casa sola. Déjame cambiarme primero su paciencia no era algo que tenía ganas de probar, pero necesitaba cambiarme mi ropa de trabajo. Le eché un vistazo a la caseta y me pregunté si Kale estaba allí . ¿Quieres entrar? le pregunté. Mia miró a la casa y frunció el ceño. No creía que su casa fuera tan modesta como la casa colonial de los Carlton. La mayoría de las casas en esta parte particular de Cedar eran como la de los Carlton: fachadas simétricas, formas rectangulares, revestimiento de ladrillo o madera y detalles simples, pero clásicos. Era cuando llegabas a Elmwood City cuando veías dónde estaba el dinero. Claro, supongo. Parece pintoresca por fuera. Het, Brett, estaremos allí entre treinta ella colgó, pero no antes de que Brett gritase: “¡Genial!”. Salimos del coche y llegamos a la puerta al mismo tiempo. Me sentía tonta por temer a Kale. Sabía que él no había matado a esa chica, pero la proximidad de su cuerpo a su escondite me hizo poner tensa. ¿Por qué había ella estado ahí fuera? ¿Estaba sola? ¿Kale vio lo que pasó? ¿Estaba él involucrado de alguna manera? Cuando entramos a la casa, Max pasó disparado junto a nosotras, ganándose una molesta mirada fulminante por parte de Mia. Se puso cómoda en el sofá de la sala de estar. Ese perro mejor que no esté fuera mucho tiempo. Tenemos que irnos pronto. Date prisa. Brett vive en Elmwood City, que está a treinta minutos en coche ella encontró el control remoto y encendió la tele. La tele estaba en el canal MSNBC, aunque recordaba haberla dejado en Disney Channel antes de irme esta mañana. Corrí escaleras arriba y miré por mi closet; todo lo que tenía eran jeans, sudaderas y camisetas de universidad. Me puse

una camiseta de manga larga y color azul marino de la ODU y me puse mis caquis apretados y jeans. Después de rehacer mi cola de caballo, me puse un poco de rimel y fui escaleras abajo, donde estaba Mia hablando por teléfono, engatusando a alguna alma desafortunada. ¿Estás lista?

pregunté.

Ella terminó su conversación rápidamente y caminó a la puerta. Jesús, cálmate. Sólo es un camino de treinta minutos habló sobre su hombro . ¡No olvides al chucho!

ella fue afuera y

Era probablemente un error salir con Mia y su actitud bipolar molesta, pero un repentino movimiento en las hojas me recordaron por qué me iba con ella. Llamé a Max, quien asombrosamente vino corriendo, y lo insté a entrar. Antes de irme, puse una nota en el mostrador diciéndoles a Eric y a Sarah que estaba fuera con una compañera de trabajo y que tenía mi teléfono conmigo si necesitaban algo. Con Mia conduciendo, Elmwood estaba a sólo veinte minutos de distancia, pero nunca quería volver a estar en un coche con ella. Elmwood era más grande que Cedar Grove. Tenía un centro comercial en el que había estado un par de veces anteriormente. Cuando mi familia y yo solíamos visitarlo, íbamos a Tevisburg, a un pueblo universitario a 45 minutos al sur de Cedar Grove. Había muchas cosas que hacer allí, y era más grande, pero Elmwood estaba más cerca. Elmwood era un pueblo de buen tamaño que había sido construido por leñadores. La mayoría de las familias se ganaba la vida haciendo papel y construcciones de madera en los trituradores y fábricas del pueblo. O eras propietario de una fábrica y tenías mucho dinero, o trabajabas en una y tenías algo de dinero. Por la apariencia del coche de Mia y sus caquis de diseño, yo diría que su padre probablemente tenía una pequeña fábrica. Pasamos el centro comercial y uno de los tres cines en Elmwood y fuimos a uno de los vecindarios más pequeños. Mia patinó hasta detenerse delante de una casa de ladrillo de dos plantas. Era más pequeña que al casa de los Carlton y tenía muchas menos yardas de espacio. El vecino más próximo estaba a diez pasos de distancia, y la modesta casa me recordaba a mi viejo barrio en Virginia Beach. Nuestra casa estilo rancho no destacaba porque en mi vecindario sólo había tres estilos diferentes: rancho, colonial y colonial modificado. Vamos

dijo Mia, no cruelmente.

La seguí por los escalones y esperé a que ella golpease la puerta, pero entró directamente. Mia saludó a una mujer alta de pelo oscuro que vestía un delantal y un vestido blanco mientras salía de la cocina.

Hey, Sra. Dauwde, esta es Ella. Ella, ella es la madre de Brett, Sharin ella subió las escaleras, sin mirar atrás para ver si yo la seguía. Estaba enfadada con ella por dejarme sola después de entrar en la casa de alguien sin llamar a la puerta. Parecía que no tenía ni una onza de capacidades hogareñas. La Sra. Dauwde me sonrió. No le hagas caso, cariño. Aprenderás a acostumbrarte a su descaro ella con la voz más suave que había escuchado en mi vida.

dijo

De alguna manera, lo dudo. Supongo que no todos tienen las capacidades hogareñas apropiadas estiré mi mano para estrechar la suya. Ella estrechó rápidamente y con firmeza la mía y volvió a sonreírme con sus dientes brillantes, casi cegándome. Ella era el epítome de un ama de casa, con el delantal, la dulce sonrisa maternal, figura redonda y con la esencia de galletas horneadas recientemente flotando por la casa. Me pregunté si ella era una mamá ama de casa, o si trabajaba por la noche en una de las fábricas. Creo que ya me agradas, cariño. Mia me gritó escaleras abajo. ¿Vienes o qué? demandó ella con levemente menos dureza de lo que estaba acostumbrada a oír de ella. La Sra. Dauwade sonrió y me hizo un guiño. Creo que le agradas. Ella se movió conmigo hacia los escalones. Mia había desaparecido de nuevo, enfadándome de nuevo. ¡Mia Shea Atelier! susurró ferozmente la Sra. Dauwade . Si despiertas a ese bebé de su siesta, te enviaré a casa con una marca roja, ¿me oyes? Es la última puerta a la izquierda, cariño. Ve arriba y envía a Brett abajo para que te lleve algo de comer o beber si quieres. Cuando alcancé el cuarto y entré, olía a chico y colonia una extraña esencia dulce que estaba segura de que era de Brett arreglando antes de que llegáramos a su casa. Brett me miró desde su portátil mientras Mia se sentaba el sillón reclinable en la esquina enfrente de la puerta, un ceño fruncido en su rostro. Al menos sabía que su actitud desagradable no estaba reservada a mí. Era una mocosa con todos. Estábamos esperándote para que Brett pudiera terminar de decirnos qué dijo su padre dijo Mia, poniendo los ojos en blanco y enfrentando a Brett. Ella movió la mano, indicándole a Brett que continuara. Pude ver que Brett era alto incluso a pesar de que estaba sentado. Sus piernas parecían incómodamente dobladas debajo de la mesa de su portátil. Su cabello era marrón avellana con trazas de dorado, y cuando se volvió, sus ojos eran

esmeraldas que brillaban en su suave y bronceado rostro. Hubiera sido muy guapo si su boca no se hubiera abierto cuando me vio, escupiendo rareza. ¡Caliente! Brett siempre atrae a las guapas. Sonaba como un idiota grande y torpe refiriéndose a sí mismo en tercera persona. Yo sonreí y tomé asiento en el borde de la cama, esperando más información. El padre de Brett trabajaba en la oficina del Sheriff, así que asumí que él sabía más que el resto de las personas sobre el asesinato de Anna, como si tenían un sospechoso de piel pálida, ojos oscuros, y cabello negro. Mia suspiró, pareciendo molesta con la incapacidad de Brett para dejar de actuar como un idiota por más de dos minutos. Cuando sea que estés listo de decirnos qué más aprendiste, Brett.— Esperaba que la información que obtuviéramos de Brett probara que Kale no tenía nada que ver con el asesinato de Anna, o en cambio probara que había una posibilidad de que había dejado entrar a un asesino en mi casa. Está bien. Maldición, cálmate, chica. Mi papá dijo que ellos no saben por qué estaba allí fuera sola. No encontraron ningún otro rastro además del de ella. La cosa rara es, mi papá dijo que allí no había suficiente sangre donde encontraron el cuerpo, así que piensa que el crimen fue cometido en otra parte. Estábamos ambas en el borde de nuestros asientos acerándonos a Brett. A pesar de que Mia intentaba ocultarlo, podía ver el miedo en su rostro. Estaba segura de que podían verlo en mi rostro, pero nuestros miedos eran completamente diferentes porque yo me sentía conectada a este asesinato... ¿Cómo es eso raro? preguntó Mia . Eso pasa todo el tiempo. Ella terminó sentándose de nuevo en la silla, sujetándose el estómago como si estuviera por ponerse enferma. No me dejaste terminar. No tenía nada de sangre y su garganta estaba herida. El rostro de Brett estaba blanco como una sábana. Yo no dije una palabra, e incluso la bocona Mia estaba callada. Demasiado nerviosa y extrañada como para hacer una charla, nos sentamos allí hasta que el golpe de la puerta nos hizo saltar de nuestra piel. ¡Mierda!

exclamó Brett.

Su madre entró con un plato y tres sodas. Ella vio nuestros rostros y frunció el ceño mientras ella colocaba la comida y la bebida en el vestidor. La Sra. Dauwde colocó sus manos en las caderas.

Brett, sé que no estás aquí contándoles a las chicas sobre Anna. Esas aterradoras noticias no son algo con lo que tengas que preocuparlas. lo retó, provocando que él se callara como un muerto. Mia suspiró, se pasó las manos a través de su cola de cabello rubio, luego las colocó en su regazo. Sra. D, ¿tenemos un asesino en la mira? Porque si ese es el caso, ¡me volveré seriamente loca! El nerviosismo pareció reemplazar su anterior ira. La madre de Brett frunció el ceño y se volvió hacia mí mientras le respondía a Mia. Creo que todo estará bien, pero ustedes chicas deben ser extremadamente cuidadosas no hablar con extraños, y no ir al bosque solas por nada del mundo. Sentí una oleada de culpa porque yo había hecho todas las cosas que ella nos advertía no hacer. Yo podría haber sido el cuerpo en el bosque. La batalla entre mi corazón y mi cabeza se desataba. Especialmente tú, Ella

continuó Sharin.

Yo levanté la mirada hacia ella, sorprendida y asustada. ¿Yo? vacilé yo, preocupada de que ella pudiera usar sus poderes de madre para ver cuándo había hecho algo malo y/o estúpido como mi madre solía hacer. Elmwood City es un pueblo tan pequeño que ningún rostro nuevo pasa desapercibido. Agradecidamente, tienes a Mia y a Brett que han crecido aquí, así que pueden ayudarte. Ella regresó a la puerta para irse . Las invitaría a cenar, pero creo que es mejor que vuelvan a casa antes de que oscurezca. Estoy segura de que sus familias se preocuparán de que salgan después de que oscurezca. dijo ella antes de desaparecer por la puerta. Brett suspiró y se sentó de nuevo en la silla de su portátil, frunciendo el ceño. Esto es una locura de mierda. Probablemente van a imponer un toque de queda para todos los adolescentes y niños en el pueblo. Él frunció el ceño, mirando a Mia y a mí . ¿También vives en Elmwood? Cedar Grove

respondí yo.

Brett se rascó la cabeza. Sí, tal vez tú tengas aún un toque de queda porque Cedar Grove corre junto a Elmwoods. Sonaba decepcionado. Cierto, pero no lo han hecho aún, así que creo que estamos todos bien... por ahora dijo Mia, luego se levantó y agarró una galleta y una soda de las que había traído la Sra. Dauwde.

Miré a mi celular para ver la hora y por si tenía algún mensaje perdido, pero no había ninguno. Eran casi las seis, y el sol ya estaba cayendo. No creía que Mia fuese a seguir la advertencia de la Sra. Dauwde sobre irse antes de que oscureciera. Creo que deberíamos llamar a Cam murmuró Mia, y Brett pareció consternado por la idea . ¿Qué? Sólo para ver si está bien, por Dios. Brett se volvió hacia mí. Cam y Anna están saliendo, o algo así, y Cam es el ex de Mia Él se volvió hacia Mia . No vamos a llamarlo porque tal vez no lo sepa aún, y no vamos a tirarle ese tipo de noticias, Mia. No estaría bien, y además, mi papá probablemente ya ha llamado a sus padres. Mia pareció entender y ceder, pero no podía estar segura de si llamaría tan pronto como llegara a casa. Bett volvió sus ojos verdes hacia mí y sonrió. ¿Así que vas al Tecnológico de Virginia? Él se transformó de una conversación seria a un tono de flirteo. Probablemente conocía a todos en Cedar Grove y Elmwood y se preguntaba de dónde venía yo. No me he anotado aún, pero voy a hacerlo. ¿Y tú? Sí, pero no este semestre. Como que me estoy tomando un descanso. Él sonrió pícaramente, mostrando un hoyuelo en su mejilla. Él era seriamente lindo incluso a pesar de que tenía esa estúpida actitud de chico de la fraternidad. Mia bufó. ¡Más bien suspendido! El perdedor pensó que sería bueno para él y sus compañeros de Alfa y Omega rociar pintura en el coche del decano. dijo ella, incapaz de contener la risa . El problema es que los idiotas dejaron todas las pruebas en la casa Alfa y Omega. Cuando fueron buscadas, fueron atrapados y suspendidos por un semestre. No pude evitar reírme con una broma tan estúpida y los tontos que la habían hecho. Brett no estaba en lo más mínimo avergonzado o molesto por su metedura de pata, pero en su lugar parecía orgulloso y se rió con nosotras. Nuestra broma fue interrumpida por un fuerte zumbido de mi teléfono. El texto de Alex fue una placentera sorpresa. Estoy llegando temprano. Mamá y papá están en el aeropuerto conmigo ahora así que estaré en casa esta noche. Te veo más o menos a las siete. ¿Tú estás bien? Ahora que estás de vuelta por un poco, sí, eso creo, te veo a las siete. — Coloqué el teléfono de nuevo en mi bolsillo y dejé una sonrisa sensiblera colocada en mis labios. Cuando elevé la mirada, Mia estaba sonriendo y Brett estaba frunciendo el ceño. Mi tonta sonrisa debía de haber atrapado su atención.

¿Qué?

pregunté yo.

¿Ese era tu novio? preguntó Mia, cruzando las piernas y sonriéndome brillantemente . ¿Es sexy? Por supuesto que lo es, ¿cierto? ¿Cuándo puedo conocerlo? La idea de ella conociendo a Alex—incluso a pesar de que no estábamos saliendo me hacía sentir incómoda. Me levanté y agarré una soda y una galleta, dando un mordisco para retrasar mi respuesta. No estés celoso, Brett; es un rasgo poco atractivo en un hombre

bromeó

Mia. Lo mismo para ti, Mia replicó él, ganándose un ceño fruncido y una mirada malvada, lo que me hizo reír. Me reacomodé en la cama, sintiéndome un poco incómoda explicándole cualquier cosa sobre Alex a Mia. Incluso a pesar de que ella se sobrepasaba con el maquillaje, podías ver obviamente que era hermosa. Su delgada figura era fluido con piernas kilométricas, una delgada cintura, y un pecho perfecto. Su cabello era largo y recto con brillos de trazas color fresa y un flequillo recto corto cortado justo sobre sus ojos. Me dolía decir que no era mi novio porque eso le abría una puerta a Mia para que fuera directamente y le echara el ojo. No es mi novio, pero lo conozco desde que éramos chicos. Solo ha regresado al pueblo para Acción de Gracias. Eso me recuerda, él estará en casa a las siete. Quiero llegar allí antes de entonces, si está bien. Eso está bien. Sharin probablemente está contando los minutos hasta que me vaya dijo ella. Mia terminó su soda luego se volvió hacia Brett para ver a la pantalla del portátil . Hey, regresaré. No me importa lo que dice Sharin. Sabes que a mis padres no podría importarles menos si estoy fuera después de que oscurezca incluso si hay un asesino allí afuera. Ella salió a lo que asumí que era el baño. Brett se encogió de hombros y se volvió de nuevo hacia el portátil. Yo miré más allá de sus anchos hombros para ver que lo mantenía tan interesado, pero pude ver que eran cosas de fútbol y lo que parecía ser un blog sobre los Pieles Rojas de Washington. Miré alrededor del cuarto en busca de libros o cualquier cosa que pudiera darme una piste sobre la especialización de Brett, pero no vi nada más que porquerías de chicos y comida a medio comer . Brett, ¿cuál es tu especialización? Brett se volvió en su silla y me miró como si estuviera loca. No sabía si ya debía de saberlo por algo que él había dicho o hecho. Brett sonrió y señaló al jersey colgando en la esquina de la cama. Él se levantó y lo agarró, extendiéndolo así el número cincuenta y cinco y el nombre Dauwde quedaban a plena vista. Así que

jugaba al fútbol. Eso no me decía su especialización. Cuando me dio la espalda, pude ver a los músculos apretándose contra su camiseta. Me pregunté por qué la mayoría de los chicos sexys que conocía eran holgazanes, deportistas de fraternidad, o tipos que vivían en cementerios. Yo no era una snob o nada, pero había ciertos rasgos que buscaba en un chico y los de fraternidad raramente contenían esas cualidades. Mi número de la suerte. Que bueno dije yo, sin impresionarme, pero al menos estaba feliz. Mia regresó al cuarto y me preguntó si estaba lista para irnos, así que saludé con la mano a Brett y abracé a su madre. Era una persona dulce, y esperaba que Brett la apreciara. No pude evitar preguntarme si el hecho de que yo ya no tuviera una madre era la razón por la que sintiera tal conexión con Sharin.

Traducido por 3lik@ Corregido por Morin

La Posada del Alce En el coche en el camino de regreso a mi casa, Mia me dijo que su padre era dueño de uno de los aserraderos más pequeños de la ciudad de Elmwood y el Home Depot unas cuantas ciudades. Él la hizo buscar un trabajo porque ella quería tomarse un año sabático antes de ir a la universidad. Ella parecía bastante enojada por haber sido obligada a trabajar y era bastante franca al respecto, pero ella se calmó cuando su teléfono sonó. Ella no respondió, por suerte. La chica no conduciría ni para salvar su vida, y si no tuviera que hacerlo, nunca me subiría en un coche con ella detrás del volante de nuevo. Una vez que estuvimos en la entrada de mi casa, Mia y yo intercambiamos números e hicimos planes para vernos después de las vacaciones. Yo no estaba lista para entrar sola en la casa, y Mia quería volver a la casa de Brett. La calzada estaba vacía, y mis nervios aparecieron cuando ya no podía mantener a Mia allí sin lucir paranoica, así que nos despedimos. Me dirigí dentro y cerré la puerta. Revisé para asegurarme de que todas las puertas y ventanas estaban cerradas con llave. Secretamente esperaba que Kale estuviera en algún lugar ahí fuera, cuidándome. En el fondo sabía que no me haría daño, pero yo aún estaba asustada por todo lo que me había revelado hace una semana. O tal vez tenía miedo, porque como que le creí. Cuando dieron las siete, estaba pegada a la ventana panorámica en el frente de la casa, esperando a Alex y sus padres que llegaran. Cada sonido fuera de la ventana me hacía saltar. Me preguntaba dónde estaba Kale, entonces me maldije por preocuparme, era una batalla interna en mi mente. Me preguntaba si un asesino estaba afuera esperándome y yo reprendí por ser tan descuidada últimamente. Una guerra librada dentro de mí. Una parte de mí me decía que lo conocía y que nunca me haría daño, pero la otra me regañaba por ser tan tonta como para creer que nada de lo que había sucedido entre nosotros no era una locura. Yo no podía decidir si estaba de lado irracional de mi corazón o de mi cerebro racional. A medida que continuaba mi batalla interna, no escuché que los coches se estacionaron. No sabía que todo el mundo había llegado hasta que escuché las llaves tintineando en la puerta. Sarah fue la primera en cruzar la puerta con una gran sonrisa en su rostro. Yo no había visto esa sonrisa en mucho tiempo, y hcía que su rostro en forma de corazón fuera aún más hermoso. Ella se movió dentro y le dio cabida a Eric y a Lea.

Me saludaron, pero todo lo que quería ver era la gran sonrisa de Alex, sus ojos azules, y su estructura larguirucha. Sarah me preguntó cómo estuvo mi primer día de trabajo. Yo no quería arruinar el momento, así que le dije que estuvo bien y que salimos temprano. Cuando Alex cruzó la puerta, contuve el aliento. No podía creer que lo veía. Era el mismo chico que siempre había conocido, pero tenía el cuerpo y el rostro de un jovencito mejillas cinceladas como su padre y la barba de un día. Él estaba más bronceado de lo que recordaba, y su cabello era corto y teñido por el sol, mostrando sus perezosos ojos azules. Él sonrió, y me acordé de respirar. Lo eché de menos, y el sentimiento familiar en mi estómago cuando lo vi era más de lo que podía manejar. Corrí hacia él y le di el abrazo fuerte más del que le he dado a alguien desde la muerte de mis padres. Sus fuertes brazos me agarraron con fuerza contra su pecho. En ese momento, pensé que iba a fundirme con él. Olía a desodorante y a ajetreo de un aeropuerto, y lo inhalé, sintiéndome más normal por un segundo. Cuando nos separamos, él me dio un puñetazo en el brazo y sonrió. —Cuánto tiempo sin verte, Els. ¿Cómo estás? —Él usó el apodo que me había dado hace años. —Estoy bien —le dije una vez que me quedé sin aliento. Todos nos retiramos a la sala de estar. Lea saltó sobre las piernas de Alex, tan pronto como él se sentó, y Sarah fue a la cocina para preparar la cena. Eric tenía un aspecto diferente más saludable y más feliz con su hijo en casa. Yo estaba feliz por ellos y emocionada por ser capaz de compartirlo con ellos. —Hey, Els, escuché que estás de vuelta en la escuela y que tienes un trabajo. Suena como que estás tratando de hacerme quedar mal. Cuando vivía aquí, nunca trabajé dijo Alex con una sonrisa. Eric se rió y estuvo de acuerdo, con un guiño juguetón en mi dirección. —Sí, ella está llevando Literatura Americana, una de mis clases favoritas en la universidad. —Los ojos de Eric parecían descansados y brillantes en lugar del opaco gris que habían sido. Con la mención de mi clase, me acordé de la tarea que había estado investigando esta mañana. Que necesitaba para empezar. —Sí, mi primera tarea es un trabajo sobre Moby Dick. Estoy segura de que soy experta en eso. Lo leí una vez, pero realmente quiero volver a leerlo y analizarlo un poco. —Buena elección —dijo Eric, y luego dirigió su atención a Alex—. Hijo, ¿qué es lo que has planeado para estas vacaciones, aparte de salir con la familia?

Lea se quedó en el regazo de su hermano, sonriéndole dulcemente. Ella había estado muy callada el último par de minutos y me di cuenta de por qué con la respuesta de Alex. —Bueno, yo tenía la esperanza de llevar a mi hermanita y El a la posada para esquiar. Él sonrió y le guiñó un ojo a Lea. Él y Lea probablemente habían jugado antes esta carta con sus padres. La emoción de la llegada de Alex triunfó la razón que sea que Sarah haya tenido para no ir a la posada. Sarah salió de la cocina con la nota que había dejado para ella en una mano y un paño de cocina en la otra. —Alex, no he hablado de eso con tu padre aún, pero si él está de acuerdo con esto, todos podemos ir desde el viernes hasta el domingo. Miré a Eric y pude ver en su rostro que la respuesta era sí. —Suena bien para mí, pero voy a tener que revisar si hay habitaciones disponibles —Alex abucheó y Lea chilló, pero Eric no les hizo caso y siguió hablando—. Vamos a necesitar dos habitaciones mamá, Lea y yo en una doble, y Ella y Alex en otra doble. —Eric parecía confundido y sorprendido por sus palabras, pero se recuperó rápidamente—. En realidad, vamos a necesitar tres. Sarah y yo, Alex y Lea, y Ella puede tener una habitación para ella sola. No estoy seguro de que sea adecuado que tu y Alex compartan una habitación. Sarah levantó la vista, y su rostro decía que ella estaba de acuerdo, pero se quedó estupefacta de que Eric no se hubiera dado cuenta de eso desde el principio. Alex chasqueó los labios y se encogió de hombros, mirando hacia mí con una sonrisa pícara en su rostro. —Sí, papá, tienes razón. No quiero que Ella me vea en mis calzoncillos ajustados. Me sentí de la misma manera. Me preguntaba si sería diferente dormir en la misma habitación con él porque había crecido y se había vuelto sexy. Mi cara se puso roja mientras me preguntaba si yo roncaba o se me caía la baba. Me alegré por mi propio dormitorio. —Es cierto. Creo que será bueno, si no te importa tu propia habitación, Ella, o podrías hacer literas con Lea y Alex puede tener su propia habitación. Dejaré que ustedes dos lo decidan. Eric, ¿puedes llamar y ver si hay algo disponible? Esperemos que haya algunas cancelaciones. Sarah sostenía la nota que le había dejado antes.

— Oye, ¿qué es esto? ¿Estás haciendo nuevos amigos en el trabajo y ya sales con ellos después? Odiaba estallar su burbuja diciéndole que realmente no podía soportar a Mia, y la razón por la que había estado con ella era porque tenía miedo de estar sola en la casa. —Uh, sí, sobre eso...— Yo esperaba que no volviera a arruinar el estado de ánimo con mis noticias. —¿Qué?— Dijo Eric, asimilando mi repentino cambio en el tono. —Un cadáver fue encontrado hoy en el Elmwoods, es por eso que el Sr. Knope nos dejó salir temprano. —Me sentí como una idiota por arruinar el estado de ánimo. Eric se sentó y puso su mano sobre su cabeza. Alex maldijo, lo que le valió una severa mirada de su madre, que tuvo que sentarse por la noticia. Lea era la única que no reaccionó. Supongo que los niños de once años no se ven afectados por la muerte de la forma en que los adultos lo eran. Sarah colocó la nota y la toalla nota en su regazo. —Dios, ¿no se sabe quién es, Ella? Ella se llevó su mano a la boca. Le expliqué toda la historia acerca de cómo se encontró el cuerpo, que su nombre era Anna, y que ella solía trabajar en Knope’s. Eric estaba sorprendido de que el Sr. Knope no lo hubiera llamado, pero yo sólo expliqué lo que sabía por Brett Dauwde. Eric conocía a su padre, el sheriff de la ciudad Elmwood. Después de que Eric y Sarah discutieron algunos cambios que harían por razones de seguridad, llamó a la Posada junto al lago y logró reservar tres habitaciones. Tenían cuatro habitaciones disponibles, y la última fue reservada cuando Eric estaba al teléfono para hacer nuestra reservación. Sara, Lea, y yo preparamos la cena, lo cual fue extraño porque nunca habíamos hecho eso antes, pero lo dimos tiempo a Eric y a Alex para ponerse al día. Un par de veces, escuché a Alex comparando la Universidad Tecnológica con una universidad en Nueva York que él había elegido y cómo se preguntaba si había tomado la decisión correcta. No sabía que Alex estaba teniendo segundos pensamientos sobre la universidad en Nueva York. El año pasado, cuando me habló de su decisión, él estaba súper emocionado y pensaba que alejarse para estar por su cuenta era una buena idea. Incluso quería ir a la escuela de posgrado en California y permanecer allí después de graduarse. Pensaba que era una gran idea aunque eso significara no estaríamos viéndonos por meses y tal vez incluso un par de años. Dado que Alex no había venido a mí con su preocupación acerca de la escuela, decidí que no volvería a tocar el tema. Yo sólo esperaría hasta que estuviera listo para hablar conmigo al respecto. Lea y Sarah estaban hablando de esquiar y eso me recordó que yo no estaba preparada para nuestro viaje.

—Yo no tengo ningún equipo de esquí aquí —recordé en voz alta, mientras cortaba los pepinos de la ensalada. Lea y yo estábamos a cargo de la ensalada y las papas, mientras que Sarah se encargaba de las cosas grandes como el pastel de carne y los macarrones al horno. Ella levantó la mirada de la estufa, perpleja por mi revelación, pero pronto se dio cuenta de que era verdad. Además de eso, yo no esperaba que fuéramos a la casa de campo, por lo que tendría que posponer comenzar mi trabajo. Yo no estaba muy molesta por eso, pero aún estaba preocupada por quedarme en la fecha prevista en el programa acelerado. Sarah puso la comida en el horno, luego se giró para examinarme— Tienes razón. Es una pena que estés tan flaca, o tú podrías usar alguno de los míos. Ella era probablemente más pequeña que yo desde mi tamaño normal parecía estar bien ajustada en estos días, por lo que podía probablemente encajar en sus cosas. —Yo podría comprar algo por allí —le dije. Mi cuenta bancaria no estaba insuficiente, así que no era problema comprar un nuevo equipo de esquí. —Podrías hacer eso, pero pruébate las mías primero por si acaso. Yo no quiero que gastes tu dinero si no tienes por qué. Nos sentamos a cenar alrededor de las ocho y media, eso era muy tarde para nosotros. Gritó mi pobre estómago en una larga espera. No era exactamente igual que en los viejos tiempos, pero se asemejaba y estaba dispuesta a tomarla. Era una lástima que Alex estuviera aquí sólo por una semana. Volví a pensar en el funeral de mis padres y me aplaudí por no enloquecer. Pero sabía que no era sólo mi fuerza la que me ayudaba, era Alex y su conocimiento de lo que necesitaba para estar bien en ese momento. Nunca pensé en él como algo más que un mejor amigo. Yo no tenía muchas de esas personas de vuelta en casa, pero cada vez que estaba en Cedar Grove, Alex, Bo y Lorie eran personas con la que sentía que podía ser yo mismo. Los viejos amigos de Alex de la secundaria me aceptaron en su grupo. Todos ellos dejaron la escuela, así que estaba sola. Eso era bueno, en cierto modo. Tenía que conseguir mis cosas juntas, y eso significaba que Brett y Mia tendrían que pasar el rato sin mí. Después de la cena, Alex y yo llevamos a Max fuera. No sabía si él había escuchado hablar sobre mi rostro plantado en la nieve cuando yo llegue aquí por primera, y yo no iba a echar a perder nuestro tiempo hablándole de una historia tan embarazosa. Sin embargo, esperaba que fuera a hablar conmigo sobre sus preocupaciones acerca de la universidad. Evitando el cobertizo por completo, me dirigí hacia el otro lado de la casa, limpié la silla y me senté. Alex siguió, riéndose mientras me resbalaba y me deslizaba sobre el hielo. No había nevado en cuatro años, y la nieve caía con frecuencia convirtiéndose en paquetes de hielo. Él siempre

dijo que yo no sabía nada sobre la nieve, como caminar en ella o de qué estaba hecha. Su pequeña broma tonta no podría haber estado más cerca de la verdad. Virginia Beach, probablemente había tenido diez pulgadas de nieve durante todo el tiempo que había vivido allí. —Así que has hecho algunos nuevos amigos, ¿eh?— Dijo mientras pateaba un hielo congelado—. Son de Elmwood City, ¿no? Él me miró. Su sonrisa era tímida y dulce y me preguntaba si estaba siendo tímido o si estaba jugando conmigo. Él se sentó a mi lado, haciendo caso omiso de la nieve en el asiento. —Sí, Mia y Brett. Mia es una mocosa, y Brett es un atleta —le dije, como si eso lo explicara todo—. Ellos sabían que la chica Anna era la que habían asesinado. Su sonrisa desapareció y fue reemplazada por algo más serio— ¿Estás segura de que es genial que salgas con ellos? Quiero decir, ¿con todo lo que está pasando? Su preocupación por mi seguridad me calentaba el corazón, pero no estaba preocupada que dejando entrar a Mia y Brett en mi vida fuera herirme. Era Kale y sus secretos que me preocupaban. El pensamiento de él llevó mis ojos al cobertizo, y me acordé de él sangrando en el suelo y tratándome mal. —No, no estoy preocupada por ellos. Quiero decir, Mia tiene una mala actitud, y Brett habla en tercera persona, pero en cuanto a ellos que sean asesinos o mala gente, lo dudo mucho. —Me incliné para conseguir una vista más cercana del cobertizo. Estaba oscuro y amenazante, y me sorprendió que haya tenido el coraje de acercarme allí. Alex siguió mi mirada y aunque no pude ver su rostro, sentí que su cuerpo se tenso. —Papá me contó lo que pasó allí—. Él se giró hacia mí y me estrechó el hombro con ternura. Era como si estuviera tratando de tirar de mí fuera del mundo que había creado para mí misma, y cuando él hablaba, me di cuenta de lo mucho que había evitado a todo el mundo. —No tienes que pasar por esto sola. Sé que eran tus padres, pero todos los amábamos y todos los perdimos —Alex suspiró. Me senté en silencio y esperé, con la esperanza de que las lágrimas que queman mis ojos me obedecieran y no cayeran. Alex se movió de nuevo y continuó hablando—Supongo que lo que estoy tratando de decir es que, si sientes que las cosas se ponen demasiado difíciles de manejar, llámame. —Me tomó la mano y tiró de él para conseguir mi atención—. No sé lo es perder a los padres, pero sé escuchar.

Podía sentir su calor a través de los guantes, y yo estaba agradecida por ello. Soltó mi mano y se puso de pie. La parte de atrás de sus pantalones estaban mojados por estar sentado en la nieve que yo no había despejado. La vista nos dejó escapar de nuestra intensa unidireccional conversación y en un pequeño ataque de risa. Había pasado aquí los veranos y los fines de semana años antes, y la única cosa que siempre podía contar era con la habilidad de Alex en escucharme y hacerme reír cuando más lo necesitaba. Iba a ser difícil cuando regrese a Nueva York, pero yo sería capaz de manejarlo. ¿Qué otra cosa podía hacer? De regreso al camino, Alex me dijo que me llevaría al lugar de trabajo y que él probablemente pasaría el día allí conmigo desde que él y el Sr. Knope eran cercanos. Eso era una sorpresa agradable, aunque me preguntaba si Mia actuaría de la misma manera que lo hizo en torno a Mike, el conductor de la entrega, o de la forma en que lo hizo en torno a Brett. Estaría entrenando en la caja registradora, por lo que le dije a Alex que mientras tanto el estaría colgado hasta que consiga agarrarle el hilo. No me gustaba estar distraída en torno al dinero, especialmente cuando se trataba del de alguien más. Arriba, en mi cuarto de baño, me tragué una píldora amarilla, maldiciéndome por quedarme hasta tan tarde para estudiar después de hablar con Alex. Eran casi las dos de la mañana y le había prometido a Alex que iría con él al garaje de Stan en la mañana para recoger su coche. Después de la ducha, me trencé mi cabello, con la esperanza de que mis hebras negro azabache sin vida normalmente se conviertan en ondas o algo distinto de lo que eran. Al dormir esté llegó rápido y profundo en la forma de un sueño. Era extraño cuán intensos mis sueños se habían convertido. En realidad se sentían más como recuerdos. *** Una versión mucho más joven de mi madre, con el rostro sin arrugas y sin problemas, se sentó en una silla de madera conmigo en sus rodillas, jugando con una muñeca. La muñeca me parecía familiar con su ardiente cabello rojo y pecas. El nombre de Becky vino a la mente. Me preguntaba si ese era el nombre que le había dado a la muñeca cuando niña. Mi madre se movía incómoda en su silla cuando el hombre frente a ella se aclaró la garganta. La habitación era grande, bien iluminada, y detrás del hombre habían placas y certificaciones abarrotados en la pared, probablemente dando a entender un sentimiento de confianza en su intelecto. —Sra. Monroe, creo que tenemos un pequeño problema con Ella —dijo con voz preocupada. Frunció el ceño, haciendo que sus cejas se vean como una oruga grande y negra en la parte superior de su cara—. Ella ha estado diciendo algunas cosas muy inquietantes a los otros estudiantes, y creo que tenemos que abordar esto ahora antes de que vaya más lejos. —Él miró a mi madre para medir la reacción de ella con cuidado.

—¿Qué quiere decir? —Mi madre me miró alarmada, con el rostro suave lleno de preocupación, la envejeció por lo menos diez años. Ella puso una mano en la coronilla de mi cabeza, y me miraba. Sus ojos estaban tristes, e incluso para un niño, sabía que algo andaba mal. Sentí que fruncía el seño. Extendí la mano hacia ella para tocar y consolarla. Mi madre me sonrió y volvió a mirar al doctor— ¿Que está pasando con Ella?— Ella parecía más tranquila, como resultado de mi tacto. El doctor se movió en su silla, incómodo. Le informó a mi madre que le dije a otro estudiante que su padre iba a morir. Los ojos de mi madre se abrieron en dos grandes esferas con un brillo verdeazulado. Ella tomó mi mano y la apretó ligeramente, pero esta vez no levantó la mirada. —Mire, señora Monroe, Ella no sólo predijo eso madre.

él se vio interrumpido por mi

Ella se acercó más al borde de la silla como si pudiera cambiar las palabras que hablaba por acercarse a él. Podía sentir la preocupación y el miedo rodar de ella en ondas que calientan el aire. Me senté en silencio, mirando fijamente la muñeca de cabeza roja, deseando poder escapar. —¿Predijo? ¿A qué se refiere con predijo, Sr. Davidson?— Mi madre parecía despertar con el miedo y un toque de ira. El Sr. Davidson sonrió con inquietud, con la esperanza de disminuir el impacto y calmar a mi madre un poco—. Bueno, señora Monroe, no sólo ella predijo que el padre de la señorita Mellon moriría, ella también predijo el día y la hora —Él vio la confusión en el rostro de mi madre—. Estamos seguros de que no es más que una coincidencia, pero aún así tiene algún personal afectado, y por supuesto a los Mellons que desean que la situación sea atendida. —Su grasiento, redondo rostro estaba cubierto por una fina capa de sudor nervioso. Él mantuvo sus manos ocupadas torciendo el anillo de bodas de su dedo. Mi madre se sentó en su silla, derrotada. Ella dejó escapar un suspiro agravado. —¿Qué sugiere que hagamos, Sr. Davidson? —Ella me miró. Cuando miré sus ojos verde-azulados, pude ver el miedo y derrota que revelaban. En ese momento, decidí que nunca le diría a nadie acerca de los sueños que había tenido, sin importar cuán importantes parecieran. ***

—Te ves como el infierno —bromeó Alex, capturando mi rostro hinchado y los ojos. Yo estaba segura de que los círculos oscuros alrededor de los ojos lo decía todo acerca de mi falta de sueño, y tal vez Alex me deje en paz y me deje dormir pero no lo hizo. —Pero tu cabello se ve bien —Él me miró en el mostrador, sonriendo como un bandido de mandíbula cuadrada. Por supuesto, me sonrojé. Me sentí tonta y no podía pensar en nada que decir. —Así que, nos dirigiremos a Stan’s, y luego que esté listo, iremos a Knope’s. Mi papá nos dejará en el garaje, así que tenemos que salir en diez minutos. —Se metió una cucharada de cereal en la boca. Me tragué mi actitud mañanera no-he-dormido-lo-suficiente y le sonreí a Alex mientras le untaba mantequilla a un panecillo. Incluso si hubiera dormido lo suficiente la noche anterior, aun así, no habría querido levantarme tan temprano. El garaje de Stan estaba en la ciudad Elmwood. Eric quería salir temprano porque sus cuarenta y cinco minutos de viaje al trabajo se extendieron a una hora y quince minutos. Alex me dijo Cedar Grove que una vez tuvo un mecánico, pero que se trasladó, en la Tienda de Autos de Jerry, así que el lugar para reparar coches más cerca era el de Stan. —¿Por qué dejaste tu coche allí en vez de en la casa?— Parecía extraño para él haber dejado a treinta minutos en vez de en el cobertizo. —Tenía una fuga de aceite en todas partes. Mi mamá me dijo que me deshiciera de él, pero no pude, tú sabes, es mi primer coche y todo. —Alex llevó su tazón al fregadero y se dirigió de nuevo a mí. —Gracias por dejarme usarlo, Alex —dije con gratitud—. Quiero decir, no es un paseo largo a Knope’s, pero es genial. —Mordí mi magdalena de arándanos. Estaba caliente y crujiente, y me alegré de que no haber elegido el tazón de material granulado que Alex me ofrecía. —Sí, no hay problema. Sé que la chica fue encontrada en el Elmwoods, pero aún no te quiero caminando por ahí por ti misma —Agarró su cartera del mostrador y se la metió en el bolsillo trasero. Antes de que pudiera decir algo, Eric caminó alrededor de la esquina, totalmente trajeado y listo para salir—Ella fue encontrada en el Elmwoods, pero no están seguros de donde fue asesinada —dijo.

Yo sabía eso por Brett, pero yo no le había dicho a Eric. —Llamé a Charlie anoche para ver si sabía algo, y me enteré de algunas cosas. Alex, quiero que te quedes cerca de Ella hoy. Nadie sabe quién es esta persona o cuál era su motivo para haber asesinado a Anna, así que presta atención —dijo Eric mientras se abría camino hacia la cafetera—. Mejor aún, quiero que todo esté empacado y listo para partir hacia Stony Brigde a las seis de la mañana del viernes. Tomará una hora para llegar a la casa de campo. Estaba tan ocupada pensando en la situación de Anna, que no me di cuenta de que Eric y Alex ya estaban dirigiéndose a la puerta mientras yo estaba en el lavabo, soñando despierta. —¡Ella! — Alex llamó—. Vamos—Él desapareció por la puerta. Cogí mi abrigo, bufanda y guantes, y me dirigí hacia la puerta tras ellos, siguiéndolos lo mejor que pude. Éramos los únicos en Stan’s, así que pensamos que íbamos a salir rápido, pero por supuesto que me equivoqué. Para el momento en que nos fuimos, yo sólo tenía una hora antes de que la que se suponía debía llegar al trabajo. Alex aceleró por la carretera, tratando de ponerse cómodo en el asiento del conductor. Al pequeño Acura Integra pareció no gustarle que hubiera crecido desde la última vez que lo había manejado. Las ruedas patinaban y se deslizaron a través de la carretera, mientras que Alex sonreía y movía con la música, y yo me aferraba a la vida. Los árboles pasaban zumbando por nosotros tan rápido que pensé que iba a enfermarme, pero justo cuando estaba a punto de darme la vuelta, vi un destello de movimiento negro junto a nosotros a lo lejos en el bosque. Parpadeé y miré de nuevo, viendo nada más que un poco de color verde y un montón de blanco. —¿Viste eso? —Le pregunté, levantando la voz sobre la música. Tenía la esperanza de que Alex hubiera visto la figura mantenerse al par del coche, pero al mismo tiempo, rezaba por que mantuviera sus ojos en la carretera ya que íbamos cien kilómetros por hora. Alex me ignoró o no me escuchó porque él simplemente bailaba y se balanceaba con la música. —¡Alex, creo que deberías reducir la velocidad!— Grité. La música era tan fuerte que aún no me escuchaba, así que me acerqué y la apagué. Alex me miró, sorprendido y perplejo. Su rostro casi me hizo reír, pero mi miedo era poderoso—. Amigo, reduce la velocidad. —Bien, pero es probable que llegues tarde al trabajo. —Él pisó el freno. —Al menos llegaré allí con vida —bromeé. El Acura de Alex era mecánico, y yo iba a tener problemas para conducirlo. Mi padre intentó enseñarme una vez, sin embargo el desastre le acabó costando casi dos mil dólares en daños y perjuicios.

Tenía la esperanza de que Alex y yo no tuviéramos el mismo problema ya que he estado conduciendo desde que tenía dieciséis años. —No te preocupes por mis habilidades de conducción, niña —él bromeó—. Sólo pon atención para que puedas conducir esta cosa cuando me haya ido. Odiaba cuando me llamaba niña, él ni siquiera era un año mayor que yo. Me asomé por la ventana para ver si me daba cuenta de algo inusual— ¿Cuándo te vas?— Traté de no parecer demasiado molesta. La realidad de Alex yéndose pronto alejaba la preocupación de la figura oscura de mi mente. Además, era probablemente sólo un ciervo. —El martes por la noche —Me miró con ojos inquisitivos— ¿Por qué estás pensando en mí yéndome? Acabo de llegar —dijo con fingida tristeza. —Echo de menos los viejos tiempos, ¿sabes? Quiero que las cosas sean así de nuevo. —Las noches de verano calientes con mis padres y todos los demás eran recuerdos que me hubieran gustado que se volvieran realidad. —Las cosas nunca serán lo mismo, Ella. Simplemente son así. Yo quería estar molesta y decirle que no podía entender mi necesidad de lo imposible, pero yo no podía. Él y Eric tenían razón. Las cosas nunca serían iguales y seguir adelante era mejor, pero era más fácil decirlo que hacerlo.

Traducido por Emi_93 Corregido por Morin

«Está dicho que él y sus hombres olerán a fuego y ceniza; han vendido sus almas al diablo por la vida eterna y no dejarán nada más que destrucción a su paso» —Abuelo Grey.

Antes de que pudiera replicarle a Alex, mi teléfono móvil sonó y lo saqué de mi bolsillo para revisarlo. Había perdido una llamada y un mensaje de texto. La llamada perdida era de Sarah, y el mensaje de texto era de Mia. El Sheriff está aquí para interrogar a todos.

Le dije a Alex que el sheriff estaría en la tienda interrogando a todos. Me pregunté si él querría hablar conmigo a pesar de que yo había comenzado a trabajar allí. Le pregunté qué querían conmigo dado que yo solo había estado allí un par de horas el día anterior. Nada, ¡Duh!. Sus padres realmente necesitaban enseñarle unos malditos modales. Le pregunté a Alex si la conocía, y me dijo que no. La única persona de Elmwood City que él conocía bien era Jaime, y ella se mudó a California con su papá años atrás. Le escribí que solo estaba preguntando y que no hacía falta ponerse desagradable. Estaba sintiéndome un poco rara con todo lo que estaba pasando, y me pregunté si la policía me preguntaría sobre Kale o si ellos sabían siquiera sobre él. Estoy segura de que buscaron en el cementerio, ¿pero encontraron algo? ¿Había él dejado algo atrás que pudiera llevarlos hasta mí? Como sea. Charlie está tomando tus horas por hoy. ¿Por qué? El Día de Acción de Gracias es el miércoles.

No estaba muy molesta por esto, pero me pregunté qué estaba pasando. Necesitaba hacer algo de lectura, y quería salir con Alex después del trabajo hoy, de todas formas. No hay problema. La gente está nerviosa por el asesinato, incluso aquí en Cedar, pero aún así necesito que vengas dos horas para entrenarte con la registradora. Está bien. Alex viene también. ¿Es sexy o no?

Ignoré su último texto. Era su actitud lo que me molestaba, no el hecho de que ella era realmente sexy y Alex probablemente le caería encima. —¿Has terminado de escribir? —preguntó él, sonando un poco molesto. —Sí, mis horas han sido cortadas por hoy, así que solo tenemos que quedarnos por dos horas. —¿Horas cortadas? No puedo creerlo. ¿Solo faltan dos días para Acción de Gracias y nadie está comprando? Knope debe estar teniendo un golpe financiero. —dijo Alex mientras cruzábamos el camino a un paso más seguro. —No pensé en eso —Esperaba que el Sr. Knope no estuviera teniendo muchos problemas. Cuando llegamos a la tienda, Alex me dijo que necesitaba guantes nuevos y que me encontraría en la tienda en un minuto. Yo estaba bien hasta que vi el coche del sheriff afuera de la tienda. No le mencioné mi aprehensión a Alex porque no esperaba que la entendiera. Él no sabía sobre Kale y el mausoleo. A pesar del aire cálido en la tienda, me sentía fría y sola, una sensación que era muy familiar. Mia estaba en la registradora leyendo una Cosmo cuando fui hacia ella para decirle hola. —¡Jezz! Me asustaste. ¡Haz algún maldito ruido al caminar, Ella! Yo encerré mi ira cuando vi la mirada de miedo y sorpresa en su rostro. Supuse que este asesinato podía asustar incluso a la Bruja Mala del Oeste. —Lo siento. ¿Están en la parte trasera? —Doblé el cuello par haber si podía ver a través de la ventana en las puertas dobles que llevaban atrás. Mia se sentó de nuevo y comenzó a hojear su revista de nuevo antes de responderme. El aire era espeso y olía raro. Yo olí, intentando identificar el olor. —Sí, han estado aquí por treinta minutos. —murmuro algo por lo bajo acerca de brillo labial mientras yo iba atrás a dejar mis cosas. La parte trasera se sentía diferente, más fría, y noté que la esencia que no pude identificar era más fuerte atrás. Me sentía como un perro mientras comenzaba a oler por el cuarto en busca del olor. Me recordaba a papel quemado. Lo dejé pasar como que alguien estaba quemando hojas. Me aseguré de que mi móvil estaba en mi bolsillo antes de regresar al piso, entonces recordé la llamada perdida de Sarah. Debería esperar hasta que mi turno hubiera acabado. Había dejado un mensaje, y si era importante, llamaría de nuevo. De nuevo en el piso de ventas, Alex aún no había llegado y Mia aún estaba leyendo su revista, sin prestarme nada de atención, a mí o a mi charla insustancial. Sin compradores en la tienda, no era capaz de entrenarme en la registradora, así que decidí caminar por la tienda y saber dónde estaría guardando todos los

productos. Diez minutos después, Alex entró en la tienda, y me sentí aliviada y molesta. Mia lo notó antes que yo y se aseguró de saludarlo con la más grande, rosa, halagüeña, alegre y molesta sonrisa que yo haya visto jamás. Fue hacia él y rió. La chica de hecho, soltó una risita. —Hey, tú debes de ser Alex dijo estirándose para estrechar su mano. Alex, el gran tonto e increíble chico que era, se sonrojó mientras tomaba su mano y la sacudía ligeramente, pero cuando comenzó a alejarse, Mia lo agarró con más fuerza, moviendo su mano hacia su rostro para inspeccionar su anillo de clase. —Lindo, la preparatoria de Cedar Grove. Alex había ido a la única preparatoria en Cedar para mejorar sus oportunidades en la universidad y había funcionado. Era realmente inteligente, pero parecía que iba a caer en la rutina de chica sexy de Mia. Caminé hacia donde los dos estaban tomados de las manos. Alex levantó la mirada hacia mí, culpable y un poco avergonzado, pero se recuperó rápidamente. OT

—Hey, mi mamá quiere que la llames. Dice que tiene algunas noticias sobre dijo.

Sabía que OT significaba Ocean Trace, y sentía curiosidad por lo que podía deberse la llamada. Estaba feliz de que usara nuestra palabra clave para Ocean Trace. No quería que Mia supiera que había pasado tiempo en un hospital psiquiátrico. —Está bien, la llamaré ahora, ya que no hay nadie en la tienda. Mia apretó los labios. Eso, combinado con el hecho de que aún tenía las manos de uñas rosadas enroscadas alrededor de la mano de Alex, me hizo poner los ojos en blanco. —¿Qué, Mia?

No intenté mucho ocultar mi molestia.

—No puedes usar tu teléfono aquí. Usualmente voy al baño, donde no me molestarán Ella volvió su atención de nuevo a Alex—. Así que, ¿por qué no te he visto por aquí? Me apresuré al baño para llamar a Sarah. Sabía que estaba en casa porque sus vacaciones de Acción de Gracias comenzaban hoy, así que llamé a la línea de casa; respondió al segundo tono. —Hey, no respondiste tu teléfono

dijo, sonando un poco molesta.

—Lo siento —No estaba segura de por qué me estaba disculpando. Sarah sonaba un poco asustada, y me tenía preocupada.

—Bueno, llamé para decirte que el Dr. Lithe llamó para reprogramar tu cita para el primero. Me pregunté por qué la había reprogramado. Quiero decir, no le había dicho a nadie sobre las visiones que tenía, y había actuado lo más normal posible en mi situación. ¿Por qué estaba ella preocupada de que perdiera una cita? —Eso está bien. Podemos ir en otro momento dije yo, intentando no ahogarme por el olor del papel quemado y ceniza que de pronto llenaba el cuarto. No podía decir de dónde venía, pero podía olerlo como si estuviera justo bajo mi nariz. Justo como cuando estaba en el cuarto trasero. —Lo sé. Eso no es un problema. dijo suavemente, adelantándose al tema principal—. Hubo un incendio en el cuarto de expedientes de Ocean Trace. Podía ver por qué estaba molesta. El cuarto de expedientes estaba cerca de algunos de los cuartos de los pacientes. El hedor de humo y ceniza era ahora sobrecogedor y me tomó todo lo que tenía no tener arcadas. Una voz poco familiar resonó desde el otro lado de la puerta, y yo me apoyé contra ella en busca de balance y privacidad. Podía oír a Sarah hablando, pero no podía entender qué estaba diciendo. Mis rodillas comenzaron a temblar, y me sentí como si me fuera a desmayar. Lo último que quería era que Mia o Alex me encontraran en el piso del baño. La voz en el otro lado de la puerta cedió y desapareció, y el olor a quemado pareció irse con ella. Poco a poco, me levanté de la posición agachada en la que me había deslizado y me aclaré la garganta. Sarah estaba hablando, y no creí que ella supiera que no había oído una sola palabra. —… todo, Ella, dijeron que todo —terminó. —¿Qué? —Dije que todos los documentos fueron destruidos. ¿Puedes creerlo? Quiero decir que no queda nada de los expedientes de los pacientes o los empleados. Al menos nadie salió herido. Intenté recuperar el aliento quedamente, y me aclaré la garganta un par de veces para tener buena voz. —Eso es bueno —carraspeé —. Me refiero a que nadie salió herido. —Sonaba como si hubiera tragado ácido, y pude saborear la ceniza quemada en la parte posterior de mi garganta. Sarah preguntó si estaba encubando algo, y le dije que estaba bien. Cuando salí del baño, Mia, Alex y el Sr. Knope estaban todos hablando en la registradora. El coche del sheriff se había ido. Yo miré alrededor, esperando encontrar la fuente del

olor a ceniza quemada. Tal vez alguien estaba prendiendo un fuego y se había salido de control. —Hey, ¿qué estás buscando? —miró Alex hacia afuera y frunció el ceño ante el clima—. Creo que va a nevar pronto. —Sonó extrañamente derrotado. Yo seguí su mirada al cielo y lo noté oscureciéndose mientras las nubes se cerraban. —Sí, tal vez —replicó Mia, caminando hacia las puertas para ver el cielo oscuro con nosotros. Su expresión cambió de su habitual mirada de chica mala a algo de sorpresa mientras miraba al cielo—. Wow, está oscureciendo rápido. Probablemente está viniendo una tormenta. ¿Eso quiere decir que el almuerzo se cancela? preguntó a Alex. Yo me volví, sorprendida por los planes que habían dicho mientras yo estaba en el baño por cinco minutos. Alex me miró y sonrió nerviosamente, y luego agregó una risa; eso me molestó, y supe que mi rostro lo mostraba por el súbito cambio en su rostro. —Me invité yo sola, El. Espero que no te molestes —dijo Mia, sin sacar sus ojos de Alex. —Seguro, ¿por qué no? —pregunté a través de los dientes apretados, enojada porque estuviera usando el sobrenombre que Alex me había dado. Me volví hacia la puerta, pero no antes de ver la mirada compungida que resbaló del rostro de Alex y dentro de mi corazón. Él era demasiado dulce y tonto para su propio bien. —Está bien, damas, de vuelta al trabajo. Dado que nadie está aquí hoy, puedes irte en una hora, Ella. Tú también, Mia. Helen viene, y ella y yo cuidaremos de la tienda —dijo el Sr. Knope mientras caminaba a la parte de atrás, rumiando algo sobre el sheriff y su raro compañero. —¿De qué habla? —pregunté. Mia y yo fuimos hacia la registradora. Ella sacó su gaveta y tipeó un código que imprimía el papel necesario para cobrar. — «El oficial de policía» que estaba aquí usaba un traje. Los oficiales de policía de Cedar Grove no usan trajes, y no se llaman a sí mismos oficiales de policía, pero el que se acaba de ir lo hacía —dijo ella, contando el cambio. —Eso es verdad. Tenemos una sola estación de sheriff, y hay cuatro diputados; los conozco a todos —dijo Alex orgullosamente, echándole una mirada a Mia. Me pregunté si impresionaba a Mia, pero cuando miré, vi que las palabras habían caído en oídos sordos porque estaba contando su paga. Yo miré a Alex y

puse los ojos en blanco. Si él conocía a todos los diputados en Cedar Grove, solo era porque vivió aquí diecinueve años. —¿Así que reconociste al que iba en el traje? —pregunté, molesta por su flirteo—. ¿Desde cuándo conoces a todos los diputados? Alex bufó y cruzó los brazos sobre su pecho, luego se apoyó contra la encimera. No, no lo conozco. Creo que era un detective de Elmwood. Mia levantó la mirada de su paga con un puñado de billetes atrapados en su puño—Puedo preguntarle a Brett —devolvió los billetes a la gaveta de la caja registradora y asaltó la calculadora con sus uñas pintadas al tipo francés—. Su padre es el sheriff aquí. — Sacó su móvil del bolsillo y marcó. —¿Brett? —preguntó Alex, sus ojos buscando en los míos una respuesta. —¿A quién le importa quién es Brett? Él pareció lo que yo supuse que era avergonzado, lo que solo me hizo sentir mal. No sabía por qué estaba actuando como una amante despechada cuando él y yo solo éramos amigos. No quería que Mia echara sus garras sobre él, pero eso no debería haberme importado. Ella tal vez fuera una chica molesta, pero solo la conocía desde hacía un par de días, y eso no me era suficiente para que me formara una opinión permanente sobre ella. —Brett es su amigo. Ambos viven en Elmwood City. —Yo lo seguí a las sodas. Alex sacó dos sodas y me pasó una—Tal vez él sepa quién era el otro tipo con el sheriff —terminé yo. Fuimos de vuelta hacia Mia. Su espalda estaba volteada mientras hablaba con Brett— Bien, sal ahora y encuéntrate con nosotros allí. Deberíamos acabar tan pronto como Helen llegue aquí. —Se volvió, mirándonos con el ceño fruncido—. Acabo de hacer caja —dijo, señalando a los refrescos en nuestras manos. Alex sonrió y la miró con sus brillantes ojos azules que podrían doblar a su voluntad a una bestia de corazón helado— Por favor, Mia. Eso fue todo lo que necesito para que ella pusiera la paga de nuevo en la registradora y cobrara los refrescos. Él me había dado el refresco de naranja. Dejó el sabor de los celos, naranjas falsas, y azúcar artificial en mi lengua, pero no borró del todo el sabor a ceniza. *** Después de que Brett y Helen llegaran a la tienda y fueron presentados a Alex, nos fuimos y enfilamos hacia uno de los pocos restaurantes en Cedar Grove. El Comedor de Joe lucía acogedor, como si hubiera sido sacado directamente de un

lugar vacacional en la montaña. A pesar de que Cedar Grove y Elmwood City estaban al filo de la montaña, donde Joe era el primer lugar en el que había estado que seguía la temática. Las sillas estaban hechas de madera color chocolate oscuro y con las mesas a juego, dándole al comedor una sensación linda y acogedora. Nos sentamos en la parte trasera, lejos de los pocos comensales que ya estaban comiendo. En el camino al comedor, Brett nos había contado noticias sobre el asesinato de Anna Drewski, pero no quería discutirlo en público. Llegó nuestra camarera y tomó nuestra orden de bebidas y las anotó rápidamente para recogerlas. Brett estaba inusualmente silencioso, y eso me preocupaba. Nuestra camarera era una linda chica con cabello de color champaña y ojos ámbar. Parecía de nuestra edad, pero Brett parecía no haberla notado siquiera. Sólo mantuvo la cabeza abajo, una mirada extraña en su rostro. Después de que fuera ordenada nuestra comida y de que la camarera se hubo ido, Mia pinchó a Brett y lo alentó a empezar a hablar. —Ouch, maldición, estaba esperando a que nos quedáramos solos, antes de empezar a hablar —se quejó Brett mientras se frotaba el brazo. Mia se había sentado junto a Brett, y Alex y yo compartíamos el otro lado de la mesa. —Comienza a hablar, Brett. Lo hiciste parecer como que tenías algunas noticias —dijo Mia. Yo tomé un sorbo de agua, esperando que cualquier cosa que Brett dijera no involucrara las palabras Kale y sospechoso. Para mi sorpresa, su historia no tenía nada que ver con quién asesinó a Anna. Otro cuerpo había sido encontrado en Elmwoods. —¿Qué diablos está pasando aquí? —preguntó Mia con genuina confusión y miedo—. ¿Por qué siempre es una mujer, hay algún tipo específico de mujer que el asesino esté buscando? —¿Cómo lucía Anna? —preguntó Alex, mirando de Brett a Mia—. Quiero decir, si lucía en algo como la segunda chica, entonces creo que podríamos establecer un patrón en cuanto al tipo de chicas que le gustan. Todos en la mesa nos quedamos callados. No sabía por qué se habían quedado sin palabras, pero mi razón era una profunda incredulidad. No podía haber un asesino serial en el próximo pueblo. Si lo había, ¿quién iba a ser tomada la próxima vez? —Bueno, Anna tenía cabello negro, ojos marrones, delgada, y era bastante bronceada —dijo Brett—. Creo que se acababa de mudar de Florida o algo así. Mi

papá dijo que Janice, la otra víctima, era alta y bronceada, pero no dijo nada sobre su cabello o sus ojos, solo que fue encontrada de la misma forma que Anna y que estaba profundamente en el bosque, más allá del cementerio. Nuestras comidas llegaron. Todos nos callamos como si estuviéramos hablando de bombardear un pueblo pequeño o algo así, y nuestra mesera nos miró como si estuviéramos locos. Después de escuchar la historia de la nueva chica perdida, mi pavo en maíz lucía menos apetecible. Podía ver que Mia se sentía de la misma forma con su ensalada de pollo. Los chicos, por el otro lado, comenzaron con sus hamburguesas como si todo fuese normal. Esperaba que el sheriff hubiese pedido algo de ayuda de afuera porque con dos chicas asesinadas de la misma manera, y tan cercanas. Parecía como si fuera demasiado fácil para esta persona salirse con la suya con los crímenes. Había solo cinco diputados en Cedar Grove y probablemente diez en Elmwood. Viniendo de Virginia Beach, había un crucero de la policía cada diez coche en la carretera, esto no me hacía sentir nada mejor. Los policías estaban en todos lados en Virginia Beach. Para la mayoría de la gente eran molestos, pero para mí, esa cantidad era reconfortante. —Ella, cuando me vaya, no quiero que corras por ahí después de que oscurezca —dijo Alex, sacándome de mis pensamientos. Mia y Brett me miraron, causando que me sonrojara—¿Qué? —De verdad. Esa chica Anna era nueva aquí, y Brett dijo que Janice tal vez, era nueva también. Sé que ambas vivían en Elmwood, pero no importa. Parecía que él estuviera escogiendo chicas que no eran de aquí —hablaba con una voz de adulto que nunca le había oído antes—. Además, tienes cabello oscuro, eres delgada, y no estamos seguros de que solo fueran chicas de ojos marrones dado que no sabemos de qué color eran los ojos de Janice. Delgada no era, pero sí tenía cabello oscuro, y era bronceada antes de llegar a Cedar Grove, pero creo que eso no importaba. —La mayoría de la gente aquí conocen a todos, o al menos se han visto, así que reconocen a un extraño cuando lo ven —dijo Brett, luego metió algunas papas fritas en su boca—. Tú, por el otro lado, no sabrías si alguien es de aquí o solo está de paso. Yo estaba molesta, pero entendía su preocupación. Solo me recordaba a cómo me trataban algunas personas a causa de mis padres. Alex, debió entender a dónde me estaban llevando mis pensamientos y sentimientos porque saltó a calmarme. —No es que estemos diciendo que eres algún tipo de inválida o algo así. Es sólo que, creo que el tipo está tomando ventaja del hecho de que estas chicas no saben si pueden confiar en él. ¿Sabes como conozco a casi todos en Cedar Grove, y yo haría casi cualquier cosa por ellos porque los he conocido toda mi vida? Bueno,

habiendo dicho eso, la gente en este pueblo son mayormente confiables y lindos, así que, si no eres de aquí, y no sabes que este tipo es alguien del pueblo en quien puedes confiar, él puede usar eso para llegar hasta ti. —Sus ojos estaban llenos de preocupación. No podía enfadarme con él. No por demasiado tiempo, de todos modos. Sabía que tenía razón, y desde que dejé a Kale—un extraño—en mi cuarto, y lo seguí dentro de Elmwoods, sabía de dónde venían. —No tienes que preocuparte por Ella —intervino Mia—. Estamos pegadas. Asumí que la muerte de dos chicas tan cerca de casa era la razón de que ella hubiera dejado el acto de Paris Hilton de soy-mejor-que-tú y de pronto adoptara esta nueva actitud. —Gracias a todos por su preocupación —dije, intentando no sonar molesta o sarcástica—. Pero me cuidaré la espalda. No tengo a dónde ir que me pusiera en la posición de estar en peligro de asesinato excepto de ida y vuelta a Knope. Ahora que Alex está dejándome su coche, debería estar bien. —Tomé un bocado de mi emparedado y Mia me imitó, dejando que el hambre superara su miedo. —Sí, pero ese coche es viejo. Podría averiarse o algo así. ¿Cuándo irán mi padre y tú a la playa a conseguir tu coche? —preguntó Alex entre tragos de refresco. Había olvidado la llamada de Sarah sobre mi cita re-agendada con el doctor. Asumí que eso significaba que íbamos a ir a buscar mi coche la semana siguiente. No quería hablar de por qué no iba a la playa enfrente de Brett y Mia, así que solo le dije a Alex de que no estaba segura y que lo hablaría con Eric más tarde. —¿Tienes un coche nuevo? —preguntó Mia, mirándome suspicazmente—. Quiero decir, ¿tú tienes un coche nuevo? No estaba segura de por qué le importaba, pero estaba segura de que no me iba a gustar lo que iba a venir de sus preguntas por la mirada en su rostro. —Sí, lo tuvo de regalo de graduación —respondió Alex por mí. Brett y Mia se miraron el uno al otro y sonrieron ampliamente. Estaban conspirando juntos, y podía ver que, lo que fuera que quisieran, me incluía a mí y a mi coche. Automáticamente comencé a pensar en excusas para decir que no. —Bien entonces, ¿qué harán para Año Nuevo? —preguntó inocentemente mientras mezclaba su té con su pajita. Brett tenía una mirada de pura emoción en su rostro. Alex intervino para explicar— Quieren usar tu coche en la fiesta de caza de

Año Nuevo. Recordaba algo de estas fiestas de caza. Tenías que descifrar pistas con el fin de descubrir la locación, pero no estaba segura de por qué necesitaban mi coche para hacerlo. —¿Por qué necesitan mi coche? —Esperaba que no fuera nada que me enloqueciera. —Necesitan un coche nuevo para que la gente no tenga la ventaja de saber a quién pertenece. De esa forma de verdad tienen que cazar por la pista. La mayoría de la gente aquí no te conoce, así que no están seguros de qué coche tienes, y eso significa que sí tienen que buscar la pista de tu coche, tendrán que preguntar por ahí y buscarte —dijo Alex. Yo miré a mí alrededor, mientras todos tenían grandes sonrisas en sus rostros, asumiendo que iban a involucrarme en su tradición de Año Nuevo. Incluso Alex parecía emocionado por la idea de la fiesta, pero mientras tanto, iba a estar pensando en cómo podía salirme de aquello.

Traducido por Evarg7 Corregido por Morin «Escúchame a mí, a la razón, y más que nada, a tu corazón.» —Kale Los siguientes dos días pasaron más rápido de lo que pensé. Eso fue probablemente porque Mia y Brett nos mantuvieron ocupados a Alex y a mí. Pasamos el rato en la casa de Brett mirando la tele mientras su madre se ocupaba del catering. Brett nos mantuvo al tanto sobre los asesinatos con información que había reunido de las conversaciones de su madre y su padre. Estaba encantada cuando todos dijimos “Adiós” a la noche de Día de Acción de Gracias. Mia y su familia iban a su retiro familiar en la montaña. Brett y su familia acogían a su familia de otro pueblo. Los Carlton y yo nos preparamos para ir a la cabaña. Finalmente tenía a Alex para mí sola, libre del ridículo coqueteo y miradas de adoración de Mia y la insistencia de Brett de que cada reunión era una cita doble. Me desperté pronto en la mañana el día después de Día de Acción de Gracias, y estaba completamente descansada y lista para irme. Alex y yo habíamos empacado todas nuestras cosas la noche anterior y pasamos el Día de Acción de Gracias metidos en mi habitación mirando reposiciones hasta que nos dormimos… él en el suelo, yo en la cama. En mi camino al baño, dice lo que no había hecho desde que Alex y yo habíamos estado en casa: miré por la ventana a la caseta. Como todas las historias que Brett nos había contado me llevaban a creer que la persona que mataba a las chicas en Elmwood no era Kale y, como no lo había visto, pensé que se había ido hace mucho. Parte de mí miró a la caseta con la esperanza de verlo, la otra parte de mí estaría cagada en las patas si estaba ahí fuera mirándome fijamente. Me acerqué a la ventana cuando vi un pequeño movimiento detrás de la caseta, y mi corazón se aceleró. Puse mis manos contra el frío vidrio, entrecerré los ojos y revisé la caseta y la zona circundante, buscando movimiento. Una vez que captó otra vez mi atención, no podía decir qué era, sólo que se estaba moviendo alrededor de la parte trasera de la caseta. La caseta estaba girada en un ángulo, y su posición hacía que ver detrás sea difícil desde este lado de la casa. Tragué unas veces, intentando librarme del sabor amargo de la ansiedad y el miedo que se formó en la parte de atrás de mi lengua. Me di cuenta de que el movimiento podría ser cualquiera, incluyendo al asesino. Las luces estaban apagadas en mi habitación, así que estaba bastante segura de que lo que sea o quien sea que estuviera ahí fuera no podía verme mirándolo desde detrás de mi cortina floral. Un movimiento

volvió a llamarme la atención, y me congelé. No podía ver qué había ahí fuera, y me sentí tonta. También podría haber sido una ardilla. Presioné mi frente contra el panel de la ventana congelada para equilibrarme y, con suerte, calmar mis nervios. Sabía que, con todo lo que estaba pasando en Elmwood, sería estúpido salir ahí y explorar los movimientos yo sola, pero no quería despertar a nadie y arriesgarme a que llamen al sheriff si eso era Kale. Una mano cálida en mi hombro me sobresaltó, y apenas fui capaz de tragar un grito que parecía lanzarme a sí mismo en mi garganta. La mirada de Alex cambió de arrepentimiento a preocupación. —¿Estás bien? —preguntó, mirando más allá de mí, por la ventana. Seguí su mirada. Lo que sea que estuviera ahí antes, se había ido. La decepción me inundó, y me giré hacia Alex para ver la preocupación allí había sido repuesta por su normal sonrisa adormilada. —Sí, estoy bien. Sólo pensé que vi algo —dije, retrocediendo hasta Alex. Su pecho era caliente y robusto. Parecía raro que las dos cosas que quería más que nada en mi vida (calidez y alguna clase de estabilidad) eran cosas que Alex poseía como rasgos físicos. Me quedé quieta, ansiosa por estar cerca de su calidez. Cuando Alex puso su brazo alrededor de mi cintura y puso su barbilla sobre la parte superior de mi cabeza, empecé a respirar otra vez. No me había dado cuenta de que estaba conteniendo el aliento. La respiración caliente de Alex en mi cabeza envió estremecimientos por mi columna. Sujeté su brazo alrededor de mi cintura, agradecida por su calidez, incluso cuando sabía que se iba en unos días. Estaba contenta de que hubiera al menos una persona en mi vida que me entendía, e incluso más contenta de que fuera Alex. —Es mejor que vayamos alistándonos —dijo Alex, suavemente alejándose de mí. Todavía podía sentir su calidez, pero me sentí culpable por el beso que había compartido con Kale. Confiaba que este largo fin de semana lejos con Alex, sería el paso final que necesitaba tomar para olvidar a Kale de una vez por todas. No era que creyera que algo pasaría entre Alex y yo, pero la distracción finalmente podría distancia entre Kale y yo. Después de que todos hubiéramos aparecido y desayunado, Eric y Alex cargaron el todoterreno de Eric mientras Lea, Sarah y yo limpiábamos la cocina y nos reíamos por los casi desastres y huesos casi rotos en nuestras previas visitas a la cabaña. Ignoramos algunos recuerdos que incluían a mis padres, y eso estaba bien para mí. No quería que mi pasado arruinase su alegría. La hora de camino

pareció rápida porque dormí todo el camino. Incluso dormí durante la parada en boxes que hicimos. Cuando llegamos a la cabaña, lucía considerablemente diferente a nuestras visitas previas. La pintura era de un marrón cálido con molduras color café alrededor de las ventanas y las puertas, creando un efecto invitante. Los cambios no eran notables dentro, pero estaban ahí si mirabas de cerca. La misma alfombra color rojizo estaba allí, y los muebles de madera de cerezo todavía estaban alrededor de la gran chimenea de ladrillo. Los propietarios habían alfombrado las escaleras que iban a las habitaciones, y había fotos de caras felices adornando las paredes en todo el camino hacia arriba. Aunque las paredes habían sido despojadas del viejo papel pintado, estaban pintadas del mismo tono de café con leche. El lugar gritaba “consigue un buen libro y quédate frente al fuego”, y yo estaba lista para hacer eso exactamente. Eric y Sarah se hicieron cargo de la instalación mientras Lea, Alex y yo nos asegurábamos de que el equipaje era separado. Después de que nos instalamos y recibimos las llaves de nuestras habitaciones, Eric y Sarah nos hicieron saber que teníamos libre acceso al lugar. No nos sujetaban con el itinerario que normalmente hacían. Lea, Alex y yo dejamos nuestras cosas en nuestras habitaciones y fuimos al carrito de los postres del restaurante. —Claramente no voy a esquiar este año —dije—. No tengo nada de mi equipo de esquí —mordí una tarta caliente de manzana que había comprado. Alex me miró y sonrió con suficiencia. Sus grandes ojos tenían un secreto que estaba muriendo por contarme, y estaba segura de que tenía que ver con el esquí. Siempre se las arreglaba para meterme en eso y luego me asustaba tantísimo que yo juraba que nunca volvería a hacerlo. Me juré a mí misma que eso no iba a pasar mientras lo miraba fijamente. —¿Sin equipo de esquí? —Preguntó con fingida sorpresa—. ¿Por qué no voy y veo qué es lo que puedo hacer con eso? Lea se rió por lo bajo y se metió pastel de queso en la boca. Yo le había dicho a la cabaña que no tenía ningún equipo y que nuestro viaje sólo iba a ser una escapada relajante para mí: unos días de lectura y de empaparme con el calor de la chimenea. —¿Qué tal si no lo haces? —dije mientras empujaba el plato de manzana empalagosa lejos de mí. No estaba feliz por comprar nuevo equipo porque había ganado un poco de dinero. Preferiría sólo quedarme adentro y lejos de la nieve. Además, eso me daría la oportunidad de releer Moby Dick para la tarea de mi clase.

—Lea y yo amos la colina, ¿cierto, Lee Lee? —preguntó Alex, golpeándola en el costado y haciéndola carcajearse. Lea sonrió y le dio unos pulgares arriba, pero supe que ella no iba a ningún lugar cerca de esa colina con Alex. —Sólo si mamá me deja —ella continuó devorando su pastel de queso. Después de terminar nuestros dulces, Lea y Alex se encontraron con Eric mientras subían a su habitación para vestirse para la colina. Él me recordó que debería salir ahí y esquiar, y que el aire fresco y frío me haría bien antes de escarbar en Moby Dick. Decliné con gracia, pero acordé pensar en ir más tarde. Una vez que estaba en mi habitación, hubo un golpe en la puerta. Alex no esperó a que respondiera antes de entrar con equipamiento de nieve en sus brazos y una gran sonrisa bobalicona extendida en su cara. Lo miré, levantando mi ceja de forma inquisidora. Sabía lo que él quería, pero no iba a rendirme fácilmente como lo había hecho todas las otras veces. —¿Qué? —Preguntó él, como si no supiera por qué lo estaba mirando como si estuviera loco—. No dije que teníamos que ir a la colina juntos a esquiar. Sólo te estaba trayendo esto para que intentes ponértelo —se sentó junto a mí en la cama, lanzando el traje de esquí detrás de nosotros. El colchón se hundió debajo de él cuando se ajustó para contener su peso. Se había hecho un hombre, pero el chico que recordaba todavía estaba allí, mirándome a través de esos ojos azul cristalino. Sonreí al recuerdo. Esperaba que el rencor de todos los cambios (la barba incipiente en su cara, la forma en que su esbelta figura había cultivado músculos bien definidos) el dulce chico tonto, divertido y amable siempre permanecería. No estaba segura de si sabía lo hermoso que verdaderamente era. Yo sabía que saber eso podría cambiar incluso al chico más amable y convertirlo en algo bastante horrible. —Lo que sea —dije, sacándome a mí misma de la niebla en el que él me había puesto—. No iré a la colina. No me importa cuántas veces me lo pidas —esperaba convencerme a mí también. Había dicho lo mismo antes, pero él siempre se las arreglaba para hacerme ir, y siempre se las arreglaba para ponerme tan nerviosa que casi gritaba. —Claro, lo que tú digas —replicó—. ¿Y qué quieres hacer primero? —Se reclinó y puso su cabeza en su mano, usando su brazo y codo para mantenerla hacia arriba. Suprimió un bostezo y me miró, esperando mi respuesta. —Estaba pensando en un poco de chocolate caliente en esa pequeña cafetería que vi cuando entramos y luego en un libro frente a la chimenea de ahí fuera — sabía que mi respuesta lo aburriría.

Alex levantó un labio con disgusto a la idea de leer un libro. Estallé en un ataque de risa. —¿Qué? Realmente necesito hincarle el diente a este libro. Esa sesión dinámica está de verdad pateándome el trasero —en realidad no lo estaba pasando tan mal con la carga de trabajo todavía, pero sabía que probablemente iba a ser difícil. Empecé una semana después que todos los demás, y le juré a mi profesor que no tendría problemas al ponerme al tanto y seguir el ritmo. —Y tus clases son las segundas ocho semanas, ¿no? —él parecía genuinamente interesado en mi aburrido horario de clase. —Sí, el semestre de las segundas ocho semanas, y estoy atrasada porque empecé tarde. Es una clase dinámica, y eso significa que estoy incluso más atrás que todos los demás. Ésta es sólo la primera sección de la clase. Tomaré la siguiente en el segundo semestre con el mismo profesor —no entré en detalles sobre cómo tuve que suplicarle al decano para que me dejara entrar en la clase. Yo había sido una estudiante de “10” hasta mi incidente, e incluso luego mis notas no cayeron más abajo del 3,84. Alex me miró, asombrado, y sonrió. Tomó mi mano, otro gesto que hacía que mi piel hormiguease, y la puso sobre su pierna. —Eres una chica asombrosa, ¿sabes eso? —sus ojos eran brillantes y estaban llenos de preocupación mientras me miraba. Alex se acercó y hociqueó mi pelo—. Sencillamente no tomes más de lo que puedas soportar, ¿de acuerdo? —se alejó y besó dulcemente mi frente, de forma más fraternal que romántica. En ese momento, quería decirle todo lo que estaba pasando: las voces que oía, las visiones, Kale y su historia sobre qué era… pero incluso cuando podía confiar en Alex, eso sería demasiado para él, así que decidí limitar lo que le contaba. Quizá si sacaba algo de mi pecho, la carga ya no se sentiría tan pesada. —Lo sé; sólo quiero que todo vuelva a ser normal —me acerqué más a Alex y permití que su calidez me confortara mientras medio derramaba mis entrañas—. Conocí a este tipo hace dos semanas en el patio delantero, y es raro porque cuando estoy alrededor de él, me siento normal. Como si pudiera contarle todo. Alex se tensó. Podría haber jurado que vi un destello de celos en sus ojos, así que me detuve.

4

La nota máxima es 4.

—No, sigue —me persuadió con voz baja y tranquila, inclinándose más cerca de mí para oír cada palabra. Me miraba fijamente con ojos azules con una intensidad que nunca había mostrado conmigo antes. Sabía que podía confiar en él, y por eso sabía que no podía contarle todo. Iría a sus padres y contárselo, pensando que estaba protegiéndome. Respiré y continué, dejando fuera cualquier cosa que podría preocuparlo. Él estaba discutiendo con algún tipo en nuestro patio delantero, y le dijo que quería protegerme y… no estaba segura de qué más decirle. No quería parecer una loca. ¿Cómo podía decirle que Kale pensaba que yo tenía la habilidad de ver el pasado y quizá el futuro, y que pensaba que yo estaba siendo cazada por alguien que quería usar mis habilidades para su propio beneficio, o que él me amó en una vida pasada? Alex tomó mi breve parálisis vocal como un escollo emocional por un tipo que no merecía mi tiempo y no tuve problemas en vocalizar su versión de qué había pasado. —Déjame adivinar. Te dijo que tú eras única y que nunca se sintió por otra persona de la forma en que se siente por ti, ¿cierto? Era compasivo, pero podía oír la sospecha en su voz. Me reí por lo absurdo de su comentario, pero, en el fondo, deseaba que ése fuera mi problema con Kale: las hormonas adolescentes hubieran sido un gran indulto a la gravedad real de la situación. Alex parecía confundido por mi risa, pero todavía se las arregló para sonreír, a pesar de su confusión y solemnidad. —¿Qué? —Tiró de mi mano como si con eso me sacase la verdad—. No caerías por eso, ¿cierto? —Preguntó enfadado, y su repentino cambio me sorprendió. Podía ver a la ira evolucionar en sus ojos ahora cerúleos. Su ira era la de un hermano mayor listo para golpear en la cara al ex-novio perdedor de su hermana. Quería volver a reírme, pero temía que pensara que no estaba hablando en serio sobre necesitar a alguien con quien hablar. Alex se sentó, la incomodidad escrita por toda su cara. —Dime que ustedes dos no… bueno, ya sabes —su comentario detuvo el pensamiento de la risa. Sabía qué estaba preguntando. Mi cara estaba roja por la vergüenza, y el hecho de que todavía fuera virgen me mortificaba aún más. Por la apariencia de su cara, podía decir que se había arrepentido de preguntar de forma instantánea, pero

se dio cuenta de que no podía retirarlo. Ya había salido, flotando a nuestro alrededor como una nube oscura lista para dejar caer gotas de incomodidad líquida sobre nosotros. —¡No, no es eso! —Tartamudeé, sacando mi mano de la suya. Me moví más arriba en la cama y me senté con las piernas cruzadas, forzando a mi cara a volver al tono pálido normal. Nos sentamos ahí en silencio por lo que parecieron horas, aunque fueron sólo unos minutos. Reproduje la conversación entera en mi cabeza antes de que la voz de Alex diciendo mi nombre me sacara de mis pensamientos. Su cara ya no estaba roja de la vergüenza, pero sus ojos estaban llenos de una pregunta no dicha y de emoción. Lo miré inquisitivamente, pero permaneció en silencio. —Lo siento, no es mi asunto para meterme —dijo suavemente—. Supongo que salir con todos los chicos de la universidad me ha cambiado un poco… No lo dejé terminar. —Está bien. Sólo estás cuidándome, y lo aprecio, pero eso no es lo que pasó entre Kale y yo. Alex estaba escuchando con intensidad, aunque todavía no me miraba directamente. Eso estaba bien porque yo todavía estaba recobrándome de su pregunta previa. —Él, bueno, es complicado porque pensé que al principio lo había imaginado. Nunca pensé que le diría a alguien mis “problemas” y que no me mirasen como si estuviera loca, y eso es lo que era estar con él… estar a salvo —sentí que finalmente le había explicado cómo Kale me había hecho sentir. Temía decirle que Kale parecía tan familiar que verdaderamente quería creer que nos habíamos conocido antes, y que quizá, incluso nos habíamos amado, pero eso era imposible. Alex finalmente me miró. Podía ver que, incluso si no me había creído de verdad lo que estaba tratando de decirle, entendía mi necesidad de ser quien era antes de que todo en mi vida se fuera al demonio. —Tú quieres que la gente vea que no eres sólo la chica que perdió todo y se vino abajo por ello. Pero tú eres la razón de que te vean así, Ella —sus ojos parecieron cambiar de color otra vez mientras me miraba con sus gemas azules—. Estás en tu propio mundo, y actúas como si todos a tu alrededor fueran normales y que tú eres la única marginada en el mundo. Lo que no sabes es que la gente a tu alrededor tiene su propio dolor e inseguridades y también quieren ser normales, y están felices de tratarte como si fueras cristal porque si no hay nadie por ahí por el que sentir lástima, les da más tiempo para pensar en qué está mal en sus propias vidas.

Me miraba como si estuviera esperando a que le gritase o le dijera que se fuera, pero no podía. Me enfadaba que dijera que yo era la razón por la que la gente me trataba como cristal. Recordé cuando las noticias sobre lo que les había pasado a mis padres habían viajado por todo el campus, me había alejado de mis amigos, de mi compañera de piso y de mis profesores, temiendo su lástima y condolencias, sin permitir que nadie me consolara ni que me hablen sobre lo que pasó. Había decidido que prefería ignorarlos a que sintieran lástima de mí, ¿entonces cómo que era mi culpa que me tratasen como al cristal? Contuve mi respuesta insolente y me senté mirándome las manos como si tuviesen algún secreto que cambiaría mi vida. No levanté la mirada cuando el colchón se balanceó y se asentó mientras se recobraba del peso de Alex. Ni siquiera levanté la mirada cuando lo oí retirarse por la puerta, ni cuando dijo que volvería más tarde para ver si estaba bien. No se disculpó por lo que me había dicho, y supe que no lo haría. No era típico de Alex disculparse por lo que sentía que era verdad. *** Pasé el resto del día ignorando mensajes de texto de Mia, releyendo y volviendo a releer el mismo capítulo de Moby Dick, y deseando no haber confiado en Alex. Era infantil, pero no estaba lista para oír eso de Alex, de todas las personas. Había pasado muchísimo tiempo tratando de ser normal y de encajar sin realmente ser vista. ¿Y qué si no quería dejar a nadie entrar a mi mundo, y qué si quería que el dolor por las muertes de mis padres sea una barrera entre todos los demás y yo? No necesitaba ser mimada ni tratada de forma distinta a los demás. Después de unas horas, no podía concentrarme en nada y mi estómago estaba gruñendo. A las 6:30, decidí ordenar la cena a la cuenta que Eric había puesto para nosotros una vez que nos habíamos registrado. Mientras esperaba, me tomé mi tiempo para mirar lo que me rodeaba. Aunque había estado aquí antes, nunca había tenido una habitación para mí sola. Estaba agradecida de que Alex y yo decidimos que debíamos tener habitación individual. La alfombra era todavía la misma verde cazador y los mismos paneles de madera, aunque había tenido días mejores, todavía era tranquilizador y cálido. La cama era tamaño reina, y estaba entusiasmada por tener más habitación que la que tenía en la de camas gemelas en lo de los Carlton. Decidí hacer una aparición con todos en la mañana, para el desayuno, pero el resto de la noche sería pasado aquí, en mi habitación, enfurruñada. Un llamado a la puerta me sobresaltó, y mi estómago gruñó con anticipación por la comida, aunque parecía demasiado pronto para que la comida estuviera lista. La puerta de madera de cerezo se sacudió por los golpes intensos, y apresuré mi paso para abrirla. Cuando abrí la puerta, no había nadie allí. Pensé que quizá me había perdido la entrega, pero antes de que cerrase la puerta, noté un trozo de papel a mis pies, y lo llevé adentro. El papel era grueso y olía a especias y aire

invernal. Abriéndolo, asumí que era una disculpa de Alex, pero instantáneamente reconocí la letra manuscrita de alguien más. Ella, Entiendo que ya no quieras verme y respetaré eso lo mejor que pueda. Tienes que saber a lo que te enfrentas sin mí. Entiendo que todo esto es difícil de creer, pero lo que te dije es verdad; todo ello, incluso lo que soy. Por favor, debes al menos darme la oportunidad de explicarme más. Escúchame a mí, a la razón y, más que nada, a tu corazón; puede que yo ya no esté allí, pero la verdad está. Entiendo que no confíes en mí y quizá incluso me temas, pero hay algo que puedo mostrarte que te probará quién eres y que puedes confiar en mí. Por favor, reúnete conmigo a solas en Stone Brook, la casita de campo en la parte trasera en una hora y permíteme demostrarte la verdad. Si todavía no me crees, te dejaré a merced de cualquiera que sea el destino que venga. Atentamente, Kale. Sujeté la nota en mi mano, entusiasmada y preocupada a la vez. Era tonto por mi parte tratar de fingir que le temía a Kale o creyera en lo que me había dicho hace dos semanas era todo menos la verdad. Pero si quería una vida normal, Kale no sería capaz de ser parte de ella. Era estremecedor que él supiera que estaba aquí cuando no le había dicho adónde iría. Dijo que podía probarme que todo lo que había dicho era verdad, y me preguntaba si en realidad necesitaba que lo hiciera. Aunque la historia era improbable, mi corazón dolía con su ausencia. Me puse un térmico púrpura oscuro y un jean oscuro, me abrigué, y dejé una nota mía en la mesita de noche diciendo que salí a caminar y que volvería más tarde, luego llamé y cancelé mi orden de comida. Saqué la lista de teléfonos del cajón superior y llamé a un servicio de taxi para llevarme a Stony Brook Drive. El operador me dijo que le tomaría menos de diez minutos al conductor llegar a la cabaña porque estaban localizados justo bajando la carretera. Tenía que averiguar cómo llegar al lobby principal sin ser vista por Alex, y sólo tenía diez minutos para hacerlo. Agarré mi billetera y guantes y salí por la puerta.

Traducido por Emi_93 Corregido por Yanii

«Te dije que lamentarías desobedecerme. Nunca nadie ha sobrevivido, niña. ¿Crees que eres diferente de aquellos con los que te pudres en prisión?»—El Príncipe Oscuro. Estábamos en el segundo de tres pisos. El lugar era pequeño y lujoso, así que sería difícil no correr hacia él si estuviera en el pasillo o en el recibidor. Fuera en mi puerta, el pasillo estaba vacío y tranquilo. Podía oír la TV en el cuarto de en frente, y usé eso como un fondo. La cerré lo más quedamente posible y avancé hacia las escaleras. El pasillo estaba lleno de aromas de cena de la pequeña cocina, y mi estómago se quejó en protesta mientras abandonaba los hongos salvajes y pollo salteado en salsa de ajo que lo habría llenado pronto. En las escaleras, pasé a una pareja mayor que estaba demasiado ocupados en besarse como para notarme y entré en el recibidor. Me bloqueaban parcialmente la vista, pero si alguien iba a venir por las puertas frontales, me verían ocultándome detrás de Sr. y Sra. Besadores, así que tenía que ser rápida. No vi a Alex ni a nadie con los que había llegado, pero era hora de la cena, y sabía que estarían escaleras abajo, o enfrente del fuego, o en el pequeño comedor cerca de la cocina. La decoración del salón hacía posible escabullirse sin ser visto. Había estado en el mismo punto por un par de minutos cuando el hombre rubio que no parecía estar besando lo suficiente a su compañera pelirroja me miró a través de cejas arrugadas. Tomé eso como mi señal para irme, y corrí abajo y salí por la puerta. Probablemente le parecí una psicótica a la pareja, pero no me importó. Si iban a ser tan rudos como para chuparse las caras en público, entonces yo no iba a ser cordial y dulce con ellos tampoco. Mi molestia disminuyó mientras el coche amarillo y blanco entraba en el bordillo. Una vez dentro, el chofer sonrió en el retrovisor y condujo en la noche. Sólo entonces me preocupé sobre mi decisión de ver a Kale. Había dejado el hospedaje sin decirle a nadie dónde iba, o con quién iba a encontrarme. A pesar de que me había ido antes, nunca lo había dejado de noche sola. No tenía idea dónde estaba Stony Brook Drive, o dónde estaba la pequeña cabaña que Kale había descrito. Esperaba no estar cometiendo un error. El chofer estaba callado y yo también. No tenía nada de que hablar. Él tampoco debía de tenerlo, porque todas las veces que llamé un taxi en Virgini

Beach, los choferes eran más que habladores. El viaje duró diez minutos. Finalmente habló, su voz ronca por fumar o por la edad, no pude saberlo. —¿Quieres que la deje en la puerta delantera o en el buzón, señorita? Miré por la ventana y vi que habíamos llegado a un largo camino con un buzón que decía 5435 Decanis. Me pregunté si era el hogar de Kale y su apellido era Decanis, pero fui sacada del pensamiento por el chofer. —Hooola, ¿buzón o puerta principal? —Puerta principal. —No estaba segura de por qué alguien querría ser dejado al final de una entrada para coches tan larga y tener que caminar todo el camino en el frío. Noté la puerta mientras entrábamos en el camino de entrada. Había un llamador eléctrico en una barra más allá del buzón. Él debió de haber pensado que yo sabía el código dado que le había pedido que me dejara en la puerta. Saqué la carta que me había dejado Kale y la releí, pero no había código en ella. —¿Puedes alcanzarlo? —Preguntó el chofer. Él se aceró lo suficiente a la puerta como para que yo pudiera estirarme y tipearlo, y yo no quería tener que trepar por la puerta y caminar toda la entrada de coches hasta la puerta, pero parecía que era mi única opción. —No sé el código —le informé. Miré alrededor por otra entrada, pero todo lo que podía ver era la puerta cerrada. El taxi era cálido y seguro y el pensamiento que hubiera podido tener que salir y caminar era molesto. —Entonces puedo dejarla aquí. —Él sonaba un poco molesto por mi falta de conocimiento. No parecía mínimamente preocupado por dejarme en el frío y la oscuridad. Le pagué y salí reticentemente. El taxi salió por la entrada de coches mientras mi teléfono vibraba con un mensaje de texto. No lo miré porque pensaba que era Alex preguntándome dónde estaba, pero en lugar de dejarle preocuparle, decidí responder al mensaje. Miré mi teléfono y no reconocí el número. El texto sólo consistía en números. Yo temblé en el frío al tiempo que caía en la cuenta de que era el código de la puerta, pero me pregunté quién me lo había enviado. Por supuesto, tenía que ser Kale, pero nunca le había dado mi número. Eso estaba más allá del punto porque él sabía que estaba en el hospedaje, y no le había dicho que estaba allí tampoco. Miré más allá a la cabaña en la que iba a encontrarme con él; era de tamaño moderado y lucía muy cara, lo que me hizo preguntarme de nuevo la situación de vida de Kale. Era de mi edad y no podía creer que era dueño de esto, así que tenía que ser de un amigo o un miembro de la familia. Pero si conocía a quien era dueño de esta casa, ¿por qué estaba durmiendo en un mausoleo? El césped tapizado de nieve parecía pulcramente cortado y los arbustos y

árboles estaban podados bellamente. El resto de la entrada de coches más allá de la puerta había sido librada recientemente de nieve. Había una pequeña caminata hasta allí, pero afortunadamente no sería a través de nieve hasta la rodilla. Tipeé el código de seis dígitos en el panel de control y aguardé a que se abriera. Después de que oí un suave click, empujé para abrir la puerta y entré en los terrenos. La puerta se cerró. Estaba ansiosa de entrar cuando estaba segura de que era cálido, pero nerviosa de las respuestas que me aguardaban. Caminé hasta las puertas y caí en la cuenta de que no temía a quién iba a encontrarme, sino de lo que él me mostraría. Yo pasé una estatua congelada de un querubín y dije un pequeño rezo, esperando que lo que Kale hiciera esta noche no me asustara demasiado. Estaba muy tranquilo. Mis botas no hacían ruido contra el camino empedrado. No había ruido de tráfico detrás de mí, y no podía ver ni oír nada de la cabaña. Me detuve y miré por las ventanas oscurecidas; parecía que no había nadie. Tal vez tenía la dirección equivocada. Casi miré a la nota de nuevo cuando recordé el código que había funcionado en la puerta, así que esta tenía que ser la casa correcta. ¿Pero por qué estaba tan oscuro dentro? Di un paso atrás, dejando que mi miedo me guiara. Mi corazón se aceleró, y mi respiración se volvió más rápida y entrecortada. Cuando mi móvil vibró de nuevo, recé que fuese Alex, para que así pudiera decirle dónde estaba y que estaba sola y a punto de enloquecer. Cuando miré el teléfono, era el mismo número que me había enviado el primer mensaje de texto. Al principio estaba demasiado nerviosa como para leerlo. Temía que dijese algo así como "ahora te tengo" o "bienvenida a la jungla". Me reí de mí misma por ser tan idiota. Había llegado tan lejos, y quería las respuestas de las que había estado huyendo desde hacía dos semanas. Miré el mensaje y seguí sus instrucciones. Entra. Está frío allí afuera.

La puerta estaba destrabada cuando la alcancé. Dentro la casa estaba cálida, y podía ver un fuego ardiendo en el cuarto enfrente de mí, así que enfilé en esa dirección. Kale estaba sentado en el alféizar de la ventana enfrentándome cuando entre en la sala de estar. Su rostro estaba iluminado por el fuego, y sus ojos fríos y oscuros encontraron los míos y me robó el aliento. Se veía igual que la última vez que lo había visto: pálido, guapo, y misterioso. Usaba todo negro, agregando eso al aspecto misterioso que llevaba tan bien. Su pálida piel brillaba a la luz del hogar, enviando escalofríos de anticipación por mi columna. Anticipación por qué, no sabía, pero podía sentir en mis huesos que estaba donde pertenecía-cerca de él. Lucía nervioso, y me pregunté por qué. Quiero decir, él sabía todo, y yo nada. Tal vez estaba así por mi reacción a la verdad, o tal vez estaba nervioso por estar cerca de mí después de que lo rechazara. Su espalda descansaba sobre el frío vidrio de la ventana. Los brazos cruzados ante el pecho, me miró con cautela. A pesar de que no estaba nervioso, podía ver que no estaba tan tranquilo como lo había estado en

todas las veces anteriores en que nos habíamos encontrado. Me sentía incómoda bajo su mirada, y me encontré removiéndome. —No estaba seguro de si ibas a venir —dijo Kale en una voz baja y ronca. No pude encontrar mi voz para hablar, así que me quedé ahí. No estaba segura de lo que sentía, y mi boca no podía cooperar conmigo de todas formas. Él se apartó de la ventana hacia el fuego. —¿Está lo suficientemente cálido? —Avivó el fuego, causando que flameara. El cuarto se estaba tornando más cálido, y estaba segura de que no era por el fuego, pero asentí. Me quité el abrigo y el gorro y los coloqué en la parte trasera del sofá. Kale aún me daba la espalda, y caí en la cuenta de que estaba buscando evasivas. El fuego estaba bien para caldear el cuarto, y él aún lo estaba mirando. Me figuré que debía decir algo para hacerlo empezar. —¿Así que… qué estás haciendo aquí? —pregunté mientras miraba alrededor. El cuarto estaba pintado de un color gris y brumoso con ladrillo blanco expuesto. No parecía del gusto de Kale, así que asumí que la decoración pertenecía a alguien más. Había una vista de un lago congelado en el patio trasero y un pequeño jardín rodeado por una pequeña valla de piedra que lucía hermoso enterrada en hielo y nieve. La visión de la cocina era también increíble. Podía ver a través de la barra con forma de rectángulo que mostraba todas las aplicaciones impolutas de acero y una hermosa pared posterior de macadamia. —¿De quién es este hogar? —Pregunté, sorprendida de lo hermoso que era por dentro, a pesar de que debería haberlo esperado por la forma en que el dueño mantenía los terrenos. Me moví más dentro del cuarto y froté la mano por un sofá color crema, sintiendo el frío y suave tejido antes de encaramarme a mí misma en el, esperando ponerme cómoda en nuestra incómoda situación. —Está bien que estemos aquí, si eso es lo que te estás preguntando. —Él finalmente me enfrentó. Caminó hacia el sofá enfrentado al que yo estaba. Lucía diferente. Normalmente, era este tipo extremadamente confiado que parecía no dejar que nada lo marcara, pero esta noche parecía nervioso o inseguro, lo que me hacía ponerme un poco nerviosa. —¿Qué quiere decir con que está bien que estemos aquí? —No sabía qué había planeado, pero lo que fuera, no quería que los dueños llegaran a casa y fueran sorprendidos por los ocupantes de su casa y sus acciones. Su sonrisa desapareció, y el rostro inescrutable al que me había

acostumbrado regresó. Una vez, su rostro vacío de emoción me hizo enojar, pero ahora me enfadaba porque significaba que se había replegado de nuevo. —¿Temes que me haya metido aquí? No había querido dejar implicar eso, pero no podía ser dueño de este lugar, ¿no es así? Yo elevé la barbilla valientemente. —Bueno, no, pero ahora que sacas el tema, ¿por qué estamos aquí esta noche, pero tu duermes en un mausoleo en el bosque? —Pregunté yo. Una súbita oleada de lucidez me barrió mientras recordaba a las chicas que habían sido asesinadas en el bosque. Luché para agarrar el aliento, avergonzada de mi súbita incapacidad de respirar y cómo Kale me miraba como si estuviese loca. Él se puso de pie y fue hacia mí para palmearme la espalda, pero elevé la mano para detenerlo, ignorando el dolor y la confusión que pasaron por su rostro. ¿Por qué no había recordado a las chicas? Cuando recibí su carta, todo lo que pude pensar fue en que podría tener las respuestas a las visiones y las voces que había estado experimentando. Lo miré, mi rostro lleno de confusión y miedo. Me puse de pie tan rápido que tuve que agarrarme al costado del sofá. —¿Qué le pasó a Anna? —dije con aspereza mientras mi garganta se soltaba, dejando que el aire escapara. Me miró, enviando miedo a través de mí. Quería confiar en él, pero era difícil. Mi cabeza no paraba de intentar convencerme de que algo andaba mal aquí. Se movió más cerca, lentamente, como si quisiera demostrar que no representaba ningún peligro. Mi corazón corría, y el cuarto se calentó aún más. Me pregunté si me desmayaría y me avergonzaría a mí misma una vez más, pero afortunadamente no lo hice. —No tengo nada que ver con la muerte de Anna, o de la otra chica que murió. —Su voz era cálida y reconfortante, incluso aunque sus palabras no lo eran—. Los hombres que las asesinaron pensaron que tenían a alguien más, y una vez que se dieron cuenta de que tenían a la equivocada, las mataron. —Se movió más allá de mí hacia el hogar y cerró la ventila para sofocar el fuego, y sentí inmediato alivio del calor. —¿Qué quieres decir? ¿Cómo sabes detrás de quién está el asesino? — Pregunté, confundida por su conocimiento de la situación. Se quedó allí callado por tanto tiempo que me preocupó que no fuera a responder, o que era algo que no quería escuchar. Estaba tentada de preguntarle de nuevo, pero antes de que pudiera hacerlo, abruptamente entró en la cocina. Cuando regresó, me pasó un vaso de agua y se sentó.

—Vas a necesitar esto. Mi garganta estaba aún un poco rasposa, y estaba agradecida por el agua. Tomé un sorbo y lo coloqué en uno de los posa vasos en la mesa de mármol blanco enfrente de nosotros y me senté de nuevo. —¿Qué…? —Me interrumpió mi móvil vibrando y sonando en mi bolsillo. Estuve tentada de ignorarlo hasta que recordé que dejé el hospedaje sin decirle a nadie. Dejé una nota, pero no estaba segura de que nadie la hubiese encontrado. Cuando miré a la pantalla, vi el número de Alex parpadeando y estuve tentada otra vez de no responderla. —¿Quién es? —Preguntó Kale—. ¿Es ese chico? Fruncí el ceño y lo miré. —¿Chico? —Su tono protector me molestó—. Tiene diecinueve. —Me molestó aún más haberlo dejado morderme. Me senté de nuevo en el sofá, cruzando mis brazos sobre mi pecho. Mi respuesta tal vez fuese infantil, pero su comentario realmente me enfadó. Kale se movió más cerca del borde del sofá, sus ojos ahora suaves y compungidos. El teléfono dejó de sonar y yo lo metí de nuevo en mi bolsillo, esperando que Alex no se preocupara por mí y que encontrara la nota que le dejé. —Lo siento. ¿Quieres llamarlo? Pude ver que Kale estaba tratando de ser indiferente, pero que aún estaba infeliz con respecto a Alex y el móvil. —No. Quiero que me digas por qué estoy aquí, y luego quiero que me digas cómo sabes de Alex. Y quiero saber sobre los asesinatos de Anna y Janice. —El cuarto se enfrió considerablemente y yo me envolví en mis brazos para calentarme. Aguardé mientras Kale se ponía en orden para explicar qué estaba ocurriendo. Me sentía liviana con la preocupación. Una vez que la verdad saliese, sería algo que no podría encerrar y olvidar. —Cuando era más joven, mi abuelo me contó la historia que te conté sobre los Eternos. Recordé la historia sobre los nómadas que sabían el secreto de la vida eterna y los hombres que fueron en busca de eso. Me senté en el sofá, esperando que la calidez de las brasas aún ardientes me alcanzara porque un escalofrío comenzó a repicar en mi piel. Kale percibió mi incomodidad y se movió a donde estaba sentada y me tomó

la mano. Su fría piel me acarició con una sensación familiar. Su mano era fuerte y suave, y él me agarraba con fuerza, demandando mi atención. —Encontraron el secreto de la vida eterna, y para hacerlo, sacrificaron a la hija del francés. Los Eternos les dijeron a los hombres que sus acciones serían su final, o les daría la habilidad de cambiar el mundo para bien. Les dieron direcciones para encontrar a la chica una vez que hubiese reencarnado y les dijeron a los hombres lo importante que era que la protegieran. Me senté a su lado y absorbí sus palabras. Cerré los ojos, intentando producir una imagen de los dos hombres y su búsqueda. Imaginé a los hombres mientras viajaban a través del desierto, cansados y deteriorados por el clima, con la esperanza de que sobrevivirían lo suficiente para encontrar las respuestas a lo que buscaban. De pronto, me golpeó una oleada de miedo. Mi estómago se apretó, y temí desmayarme. Las usuales manchas de una visión crepitaron bajo mi piel. Sentí la fría mano de Kale frotar mi mejilla, calmándome. Abrí los ojos, sorprendida de que el tacto de él me afectara con tal intensidad. —¿Por qué el francés confió en que los hombres la traerían de regreso? Kale frunció el ceño. —Por lo que entiendo, lo hicieron porque debían. Estaba dentro de los cincuenta años de servicio al francés. —Oh. ¿Así que hacían lo que fuera que el francés les dijera? —Me incliné para desatarme mis zapatos y me los saqué. Me alegré de tener puestos mis medias negras en lugar de los arco iris a rayas. —Sí, y por eso es que el Consejo de Inmortales fue formado. Los hombres aprendieron de los planes que él tenía para su hija y de cada Arco después de ella. Después de los cincuenta años terminaron, formaron un grupo de hombres para proteger al siguiente Arco que naciera. —Sus ojos oscuros buscaron los míos por cualquier clase de reconocimiento a su historia. Pero todo eso parecía tan lejano. Me sentía loca por creerlo. Había estado en Ocean Trace con gente que estaba realmente loca, y por las acciones de Kale, estaba claro que no estaba loco. —Así que, ¿qué pasó con la chica? Quiero decir, ¿qué pasó con ella que hizo que los hombres formaran el Consejo para protegerla? —Sabía que lo que fuera que me dijera sería molesto. Necesitaba saber. Él se me acercó, y pude sentir su aliento en mi mejilla y su muslo mientras frotaba el mío. Kale colocó su mano en mi hombro y me empujó ligeramente así

que me quedé acostada en el sofá. Se movió al suelo y se arrodilló a mi lado. Podía sentir sus labios en mi oreja. —Recuerda —susurró. Mi pulso se aceleró y mi cuerpo se calentó. Una oleada de mareo me recorrió, y agradecí no estar sentada derecha. Sabía que el mareo era el resultado de una próxima visión. Había tenido demasiadas visiones para equivocar los síntomas por algo más. Kale estaba más cerca y deseé que me besara, pero pude ver que mi cuerpo se estaba preparando para una gran visión. Intenté apartarme de él, pero me agarró el brazo y la muñeca para mantenerme en el lugar. —¿Qué estás haciendo? —chillé yo—. ¡Dejame ir, tengo que irme! Su agarre era fuerte, y no pude apartarme de él. Intenté luchar, pero mis músculos se tensaron y bloquearon. Grité, pero incluso aunque me hubiese soltado, no hubiera sido capaz de alejarme. El pánico se extendió a través de mí. Recé para no desmayarme frente a él. ¿Sabría él qué hacer? Sabía sobre mis visiones, pero nunca había visto una. Probablemente llamaría a una ambulancia, lo que quería decir que tendría que explicarle a Eric y Sarah dónde había estado y por qué. Se sentía como si sus manos me estuvieran rompiendo, pero ya no tenía fuerza para apartarlo. El mareo tomó el control. Mi visión se movió frente a mí como olas de formas y colores que no pude descifrar. Kale susurró palabras tranquilizadoras en mi oído mientras yo comenzaba a llorar, superada por el miedo y el dolor. Mi cabeza se sentía como si se fuera a dividir en dos. ¿Cómo podía hacerme esto? Yo confiaba en él. Yo creía que no me haría daño aunque mi cabeza me rogara que no lo creyera. —Escúchame, Ella. Quiero que me muestres, y de esa forma sabrás por qué fue creado el Consejo y por qué estás ahora en peligro. —Su voz era suave y susurrante. Mi estómago se apretó y reprimió el deseo de vomitar. Ya no me preocupaba que me avergonzara a mí misma, sólo quería que esto terminara. No había forma en que pudiera explicar por qué arruiné las vacaciones familiares de los Carlton, y estaba segura de que terminaría de nuevo en Ocean Trace. Normalmente la visión ya me habría tomado para entonces, y yo estaría enferma o inconsciente, pero no era así. Aún podía escuchar a Kale mientras hablaba. —Necesito que recuerdes el 18 de Enero, 1884, en Francia. —Él me acarició el cabello. Podía sentir sus labios desplazarse a mis mejillas por un beso dulce y ligero, luego de nuevo a mi oreja. Su toque era cálido y suave; su voz me empujó más profundamente dentro de la visión, y dejé de luchar. Esto era para lo que había

venido. Sólo lo encontraría hundiéndome en lo más profundo de mi mente. —Quiero que recuerdes las acciones del Príncipe Oscuro y qué le pasó a Hélène —susurró Kale, mientras la oscuridad de obsidiana me rodeaba.

Traducido por Evarg7 Corregido por Alee Foster

Francia 1884, Castillo Laurent.

No tenía que adivinar dónde estaba. El lugar se sentía familiar. Recordaba el susurro de Kale en mi oído, la forma en que mi cuerpo respondía a su tacto y su petición a que yo recuerde. De alguna manera, él me había transportado aquí. Me arrodillé con las manos atadas detrás de mí, mis ojos quemaban y mi garganta herida por gritar. Era donde Hélène había sido representada a Kale: al nuevo Kale. Sentí su miedo, disgusto y amor por él, todo enrollado en una emoción que ella no podía entender. Amaba a Kale más que a nada y había estado dispuesta a sacrificar su vida por la de él, pero su plan había fallado. Kale estaba de pie frente a ella con sus ojos negros y piel pálida: una criatura sin alma que ella ya no conocía. El hombre que le había prometido un «para siempre», viviría, ciertamente, para siempre, mientras que ella perecería aquí esta noche. Todo era lo mismo, pero diferente: la forma en que él la miraba con tanta intensidad, la forma en que su ceño se arrugaba cuando ella había hecho algo que a él no le gustaba, o cómo ella podía sentir su deseo cayendo en cascada como una ola densa y arrolladora que chocaba con ella y enviaba a su corazón en un frenesí de palpitaciones y anhelos. Hélène y yo éramos la misma persona y ya no podía llamar a esto una «visión». Mientras me hundía más profundamente en el recuerdo, Hélène y yo nos convertíamos en una persona y sus experiencias eran mías, igual que su dolor. Los brillantes ojos verdes de Kale eran oscuros hoyos de petróleo que miraban sin ver, tragados por su necesidad infatigable que extendía su enfermedad. Su piel, una vez del color de la miel, estaba pálida y carente de la calidez que la vida una vez le había dado. Su boca, una vez capaz de enviar temblores por mi cuerpo, podía despedazar mis piel y robar mi calidez y vida, aunque eso nunca se lo traería a él. No importa cuántas respiraciones robase Kale, él nunca volvería a respirar. Laurent nos mantuvo de frente el uno al otro mientras nos rodeaba, tomando placer de nuestra derrota y dolor. Yo no había ganado nuestra guerra, ni había ganado ninguna de nuestras batallas. Había jugado mi mano mal y entré justo en la suya, lo que llevó a mi amor hacia su muerte y renacimiento. Ésa era la peor parte, saber que yo renacería y que Kale permanecería como una cáscara vacía y fría de sí mismo, necesitando tomar vidas de otros para continuar existiendo. Yo había oído de

un grupo de hombres que tenían la intención de proteger a la gente de Laurent, pero fui forzada a divulgar sus nombres y localizaciones a él. Unos fueran asesinados o enviados a prisión y, aunque algunos no me culpaban, sabía que sólo yo era la responsable de su dolor y que era la única que podía arreglarlo. La voz de Laurent se abrió camino en mi cabeza mientras miraba fijamente a lo que una vez fue el amor de mi vida. ¿Ahora ves lo que me has hecho hacer? Su sonrisa era cruel, aunque entusiasmada . Todo lo que tenías que hacer era lo que yo pedía, y él hubiera vivido para siempre libre de mí. Yo sabía que era una mentira. El padrino de Kale, el Abuelo Grey, me había dicho que perdería mi clarividencia a los 27. Sería asesinada para que la siguiente Arco reencarnase y fuera traída a Laurent para ser criada por sus sirvientes y guardias hasta la edad de 17, cuando ella pudiera ser usada por su ‘clarividencia’ de la misma forma que yo. Sabía que esto era verdad porque Kale me ayudó a recordar el día en que fui arrancada de los brazos de mi madre y fui llevada. Afortunadamente, me dijeron esta historia antes de que revelase la fecha de mi nacimiento y el nombre del Arco que tomaría mi lugar. Su nombre era raro, aunque bonito, su nacimiento era el mismo que el mío. Yo sabía que él lo averiguaría, pero sólo Kale y yo sabíamos dónde nacería. Miré hacia atrás, hacia Kale, entristecida por lo que había hecho. Ya no podía sentir su piel cálida contra la mía, ni podía sentir su respiración contra mi mejilla cuando me susurraba. Nos habíamos enamorado rápido, y su abuelo temía que fuera sólo la presión de la situación que nos hacía creer en nuestros sentimientos intensificados por el otro. Sabía que se equivocaba. Estábamos destinados. Aunque sólo había visto una vez el futuro, vi a Kale protegiendo con fiereza a una chica con ojos verdes mis ojos verdes y eso hizo que mi sufrimiento valiera la pena. Sólo esperaba que Kale pudiera perdonarme y, en mi siguiente vida, pudiera mirarlo sin ver al monstruo en que Laurent lo había convertido.

Traducido por Pili Corregido por Alee Foster

¡Despierta!

Cuando abrí los ojos, Kale estaba mirándome. Sentí el brillo de sudor goteando y enfriando mi piel. Kale se quitó su abrigo y lo colocó encima de mí cuando temblé —¿Quieres reactivar el fuego? —preguntó. Empezó a moverse hacia la chimenea, pero lo alcancé. No quería que se fuera de mi lado. Los escalofríos aún no habían amainado, y no estaba segura de que tuviera la fuerza para resistirlo. Kale había limpiado mis mejillas mojadas. Aunque las lágrimas habían cesado, mi cerebro todavía trataba de entender todas las visiones mostradas. El Príncipe Oscuro no se detendría ante nada para encontrarme, y eso colocaba a los Carltons y a todos los demás que yo conocía en inminente peligro. Si esto no fuera suficiente, la visión que Kale me había pedido que recordara podía ser la forma en que Laurent me encontraría. Era lo más probable, por eso Kale había sido tan reacio a decirme o mostrarme algo. Finalmente encontré la fuerza para hablar, y Kale se inclinó más cerca para escuchar. Cerré mis ojos. La habitación era todavía demasiado brillante y mi cerebro se sentía hinchado— No sé qué hacer, Kale. No puedo detenerlo—nadie puede. ― Traté de tragar el bulto que se había instalado mi garganta—. La única opción que veo es morir una y otra vez, y eso no es una solución práctica. —Morir no había funcionado para Hélène. Sí, salvó algunas vidas en su vida y Laurent había estado buscando al siguiente Arco desde entonces, pero eso no impidió las muertes de personas inocentes atrapadas en el fuego cruzado como Anna y Janice. Estaba segura de que había otros. Además, ¿cuántos Arcos tendrían que morir de esta manera antes de que todo terminara? Hubo un tiempo en que yo hubiera deseado mi propia muerte después de una visión, pero sabía que no era la solución. Kale incómodamente se desplazo a mi lado—Sé lo que quieres oír, pero no puedo decirte eso, Ella. — ¿Por qué no? ¿Por qué no puedes decir que todo está en mi mente y que las cosas van a mejorar? —Le había suplicado que me mintiera después de exigir la verdad todo este tiempo. Era absurdo, lo sabía.

—Ella, estaría mintiéndote, y no puedo hacer eso. No puedo. Eres un Arco, y tienes la capacidad de recordar el pasado y tal vez incluso ver el futuro. Por eso hay gente por ahí afuera, para protegerte y otros que quieren usarte para su propio beneficio personal. ―Él cogió mis manos. Quería alejarme, pero no lo hice. Su contacto me tranquilizaba y me confinaba. La horrible sensación de que había burlado mi estómago y enmascarado y estaba agradecida, aunque fuera sólo por un rato― No quiero esto ―susurré. Kale se agachó y besó mi mejilla. Me volví y le enfrenté. Mi corazón sufría por su contacto, como le había pasado a Hélène la noche que descubrió que él la había convertido. Le temía, pero más que eso, ella quería besarlo una última vez. Ella podía sentirlo en cada nervio de su cuerpo. La fuerza arrastrándola hacia él era tan grande que tuvo que luchar hasta el final. La cara de Kale tan próxima a la mía, su aliento cálido y dulce, y yo quería más que nada, sentir su boca modelada contra la mía. —Haré todo lo que pueda para protegerte, Ella. Me acerque a Kale, y él acunó mi cabeza en su mano. No había tiempo para ser tímida. Mi corazón tomó el control, llegué por detrás de su cabeza y tire de Kale hacia mis labios. Los labios de Kale se sintieron exactamente cómo sabía que se sentirían. Suave, pero exigente, Kale separó suavemente mis labios con su lengua y me sentí indefensa a obedecer. Todo mi cuerpo se sentía vivo con chispas de electricidad, y cada lugar que Kale tocaba quemaba deliciosamente. Traté de controlar mi respiración, pero parecía imposible cuando el beso creció con más pasión. Empujé a Kale más cerca y arqueé mi cuerpo hacia él, él me acepto completamente con un gemido de satisfacción. Los brazos de Kale se cerraron entorno a nosotros y luchó por mantenerse elevado sobre mí. Mientras el beso se intensificaba, Kale presionó su cuerpo más cerca del mío, robándome el último aliento. Esto era más fácil para él; no necesitaba respirar. Coloque mis manos en su pecho y empujé suavemente hacia delante. Kale se apoyo en su codo, lo que permitió que tomara el aliento que necesitaba desesperadamente. Él acarició mi nariz mientras cogía aliento― Lo siento. ―Empezó a alejarse. Él no había hecho nada malo, y para demostrárselo, usé toda mi fuerza para traerlo de nuevo hacia mí. Kale perdió el equilibrio, pero se volteo justo a tiempo y medio cayó sobre mí, en el sofá de su casa .Sonreí y baje su cabeza hacia mí por un beso que él me devolvió con urgencia. Moví mis dedos a través del suave pelo de Kale y me puse más excitada con cada gemido y gemido de satisfacción que vibraba a través de nosotros. El cuerpo de Kale era más cálido de lo que alguna vez había sentido.

Normalmente sus manos estaban heladas, pero mientras él acariciaba el dobladillo de mi camiseta, su pulgar rozo mi piel enviando chispas de calor de arriba abajo de mi columna. Nunca me había sentido de este modo—tan viva que cada centímetro de mi cuerpo estaba tan sensible con la mera idea del contacto de Kale que me excitaba. Mi necesidad de Kale era tan urgente que me atravesó como un tren de mercancías. El desconocido sentimiento me asusto sacándome de mi pasión inducida por la neblina. ¿Cómo de lejos iba a llegar esto? Yo no estaba lista, y con todos los otros dilemas en mi vida, ir demasiado lejos sería una mala y peligrosa decisión. Afloje la marcha del beso, luego pare completamente. Kale bajó la mirada. Sus ojos estaban medio enmascarados y sombríos. Desenrede mis manos de su pelo y los coloque a mi lado. ―Lo siento ―dije. No quise llevarlo. Me dejé llevar por la necesidad de besarlo. Sabía por experiencia que un hombre podría molestarse cuando todo lo que querías dar era un beso, pero Kale no era así. La frente de Kale se arrugó por la confusión― ¿Perdón por qué? ―Él se quito de encima mí y se ofreció a ayudarme. Estaba decepcionada y aliviada que el mejor beso de mi vida hubiera terminado. ―Yo soy quien debe disculparse contigo. Debería haberlolo hecho mucho mejor que beneficiarme de ti después de pedirte que recordar un acontecimiento como este. ―Kale se movió al otro lado de la habitación. ¿Cómo era posible que él se sintiera como si se hubiese aprovechado de mí cuando fui yo quien lo besó? El comportamiento de Kale me molestó y amenazó con arruinar un momento casi perfecto. Teníamos suficientes retos que enfrentar, y yo no quería que uno fuera su duda de mis propios deseos. ―No te aprovechaste de mí, Kale. ¿Por qué dices eso? ―Tenía que explicarle a Kale―. Sólo me puse nerviosa, por eso me detuve. Yo nunca he... ―Sacudí mi cabeza y froté mis ojos. No sólo el momento se había arruinado sino que me había mortificado a mí misma. Kale miro el reloj. Si él me enviaba a casa después de lo que había sucedido, alucinaría. Empezó a caminar― Aún así, yo no debería haberte dejado ir tan lejos. Pero me has hecho algo que no puedo explicar. ―Kale pasó sus manos a través de su pelo―. Yo sé más que nadie lo importante que es mantenerte a salvo, y eso significa mantener mis manos y mis labios lejos de ti—no importa como de difícil sea. Kale en realidad parecía nervioso. Yo estaba molesta nuevamente, pero encontré su nuevo aspecto aniñado, extraordinariamente lindo.

Yo estaba convencida de que si Kale pudiera sonrojarse, él estaría rojo como un tomate. Las emociones que flotaban entre nosotros iban a ser difíciles de ignorar incluso si fuese lo mejor. Kale señaló al reloj— Tú amigo probablemente enviará un equipo de rescate por ti pronto. Me imaginé que Alex probablemente creía que yo estaba enfadada con él y no habría empezado a preocuparse por mí todavía, pero no quería tentar mi suerte.

*** Una vez que regresé a la cabaña, tenía frío y estaba lista para caer dormida en la cama, las sabanas cubriendo mi cabeza, y saboreando el recuerdo de nuestro beso. Casi todos los huéspedes habían regresado a sus habitaciones y fue de agradecer que yo no tuviera que evitar las miradas curiosas. Sabía que mi cara estaba hinchada y roja por las lágrimas y el frío. Me sentí como si alguien me encendiera el piloto automático mientras subía las escaleras y me dirigía a mi cuarto. Mientras trataba de procesar la información que había recibido, casi choco contra Alex apoyado en mi puerta. Me di cuenta que había dejado la nota en mi habitación, que estaba cerrada, y que yo tenía la única llave. La mandíbula de Alex se endureció, sus ojos azules llameando, y sus labios estaban bien apretados, una pálida línea recta extendiéndose por su rostro. No había visto a Alex furioso en años, y entonces yo no había sido el motivo de su ira. — ¿Dónde diablos estabas, Ella? ¡Te llamé a tu teléfono y te envié mensajes, y no has contestado! Sabía que había estado preocupado por mí, pero en ese momento no podía hacerme volver en sí. Había aprendido que era responsable de la disminución del Consejo y que sus muertes estaban en mis manos, y que había muerto a manos del Príncipe Oscuro, y yo era la razón por la que Kale era un vampiro. El peso de todo esto finalmente se había estrellado contra mí. Me sentí mal al pensar en la palabra vampiro, y yo sólo era vagamente consciente de que Alex aun estaba hablando conmigo. — ¡Dios Bendito, Ella! ¡Podrías haberte perdido o algo mucho peor!— Él se separo de la pared y se acercó a mí. Su voz sonaba dolida y estresada. Yo no podía reunir la fuerza para sentir algo salvo disgusto conmigo misma por ser la razón por la que tanta gente había muerto y por la que Kale había sido convertido. Sabía que no debía compadecerme de mi misma, pero no sabía que

otra cosa sentir. En el taxi de vuelta, me pregunté si Kale me había perdonado alguna vez. No estaba segura de que yo mereciera su perdón. Alex me llamo por mi nombre, sacándome del trance. — ¿Estás bien? Parece como si te fueras a enfermar. ¿Dónde está tu llave? — Su voz tomaba un tono más suave. Me llevo a la fuerza en sus brazos a la habitación. Tenía aún frío incluso después de que él me soltara, y temblé con tanta fuerza que mis dientes rechinaron. Alex me llevó a la cama y me deposito sobre ella, luego se arrodilló delante de mí para quitarme los zapatos. Los colocó debajo de la cama y tiro de las sabanas hacia atrás mientras quitaba las almohadas supletorias de la cama. Sentada en silencio y reflexionando. Había muerto para proteger a las personas, pero la mentira de que mi vida había terminado también había terminado con la de Kale. Parecía que mi existencia no era más que una carga para la gente comprometida a protegerme. Los Eternos habían dicho que podía librar al mundo del Príncipe Oscuro y de sus seguidores, pero sólo lo había hecho más fuerte y mermado la cantidad de tipos buenos lo suficientemente fuertes para luchar con él. Alex aclaró su garganta. Me miró con ojos cálidos y yo me derretí. Tenía la suerte de tenerlo en mi vida. Quería contarle todo, pero no podía, no aun, y tal vez nunca. — ¿Quieres que me vaya mientras te cambias para ir la cama? — Se dirigió hacia la puerta. No quería estar sola, y podría cambiarme en el baño. Quería normalidad esta noche después de todo lo que había aprendido, y eso significaba mirar mala televisión a altas horas de la noche con Alex hasta el amanecer y dormir hasta el mediodía. Me moví de la cama hasta la cómoda. —Quédate. Voy a cambiarme con rapidez y podemos ver una peli o algo. Hizo su camino hasta la tele y buscó algo que ver. En el baño, decidí tomar una ducha con la esperanza de relajarme un poco. Mis hombros estaban doloridos y tensos, y sentí como si hubiera hecho un esfuerzo excesivo con mis músculos. El agua caliente libero cierta tensión en mis hombros y devolvió un poco de color a mi cara, así que cuando me mire en el espejo no me veía como un fantasma. Pase un cepillo por mi pelo y me vestí con mi chándal de la Universidad Dominical de Ohio y mi vieja camiseta de Chicago de mi padre. En el dormitorio, Alex sentado en la cama en pantalones de chándal y una camiseta NYU ojeando los canales. — Oye. Me fui a cambiar cuando oí la ducha abierta. —Él explicó.

Me senté en la cama a su lado, empujando una almohada sobre mis pies, y mire a la TV. No le había contado a él porque estaba molesta, pero sabía que él había notado que lo estaba. Él siguió zapeando por los canales y se detuvo en un capitulo de My So-Called Life. Me queje ante la ironía del título de la comedia. Alex se relajó contra la cabecera y me echo una mirada. Yo sabía que él esperaba que yo le explicara mi actitud solemne, pero en su lugar, le pregunté algo que me había estado molestando por un rato. — ¿Por qué no me lo dijiste? —Vi confusión en su rostro—. ¿Por qué no me dijiste que lamentaste elegir la Universidad de Nueva York? Yo no estaba demasiado enfadada de que él no lo hubiera compartido conmigo porque había muchas cosas que yo no había compartido con él, pero estaba confundida. Yo no había compartido porque mi secreto era lo suficientemente duro para acostumbrarme yo misma a ello. No quería el estrés adicional de tratar de convencer a los demás. Alex simplemente estaba inseguro de su elección de Universidad, y esto no parecía algo que tenía que guardar en secreto. El rostro de Alex se arrugo cuando registro mi comentario. Yo no estaba segura de si él estaba molesto porque lo sabía o si era algo más. —Realmente no lamento mi elección —dijo, pasando su mano sobre una cicatriz que había conseguido cuando era un niño. Era un tic nervioso que había desarrollado cuando tenía dieciséis. Me preguntaba qué estaba pasando en Nueva York para hacerle considerar dejarlo. Sabía que sus notas eran excelentes aun porque me había escrito desde Nueva York, así que estaba segura de que eso no podía haber sido el problema. Alex se volvió de vuelta a la TV y suspiro, su piel bronceada brillaba delicadamente en la luz débil de la lámpara del escritorio. Pude ver su chula barba incipiente tratando de salir por su barbilla. —Creo que sólo quiero venir a casa. Estoy reconsiderando mi especialidad y Tech es una gran escuela de ingeniería, así que he estado pensando acerca de transferirme. Me gustó la idea de la transferencia de Alex, pero parecía haber más. Sabía que mi opinión no era objetiva y debería haberme quedado callada, pero claro no lo hice. —Guau. Me parece genial. Quiero decir, Tech es una gran Universidad. — Sería genial tenerlo de vuelta, pero no estaba segura de que era lo que quería—. ¿Qué pasa? —Esperaba que me dijera la verdad y no la versión diluida de lo que le estaba molestando. Quería ayudarlo. Aunque todavía estaba un poco adolorida de nuestra conversación anterior, quería centrarme en sus problemas. Podría preocuparme de mi misma más tarde.

—Mi padre está preocupado de que yo esté cometiendo un error y haya otra razón por la que quiera regresar a casa. —Cambio los canales de la TV. Noté que deliberadamente trató de no mirarme cuando me contestó, y sabía que eso significaba que había algo más que no me había dicho. Quería pedirle que se explicara pero si quería sinceridad por parte de Alex, tendría que darle lo mismo a él. Cuando llegara mi turno de porque yo estaba molesta, y no sería capaz de responder francamente. Por segunda vez en toda nuestra amistad, tendría un importante secreto que ocultar a Alex. ¿En qué clase de amiga me convertía eso? Dolía saber que no podía confiar en él, pero dolía aun más que él sintiera que no podía confiar en mí. Decidí cambiar de tema. —Entonces, ¿qué vas a hacer mañana? —pregunté. Alex se encogió de hombros— Descansar un poco y lanzarme a las pistas un par de veces. ¿Qué hay de ti? —Alex finalmente decidió dejar el canal en un infocomercial que vendía parrillas de George Foreman. Había tenido un plan cuando llegué por primera vez al albergue, pero mi lección de historia con Kale me había arrojado sobre mí un lazo, y no estaba segura de que hacía de un segundo al siguiente. Hasta que me pidió recordar había pensado que las cosas que me había dicho eran una locura, y que yo sencillamente estaba tan loca para creer que ellas eran verdad. Alex se acomodó en la cama para sentirse más cómodo, sacándome de mis pensamientos y de vuelta a la posibilidad de que él podría regresar a Cedar Grove para siempre. Mi corazón repiqueteando en mi pecho ante la idea de ver a Alex casi todos los días. El entusiasmo fue un cambio agradable del estrés de la noche, y me sentí lentamente cayendo en un sueño hasta que todo lo que había quedado era el recuerdo de Kale y nuestro beso. Por lo menos disfrutaría de ese recuerdo.

Traducido por Floresadri Corregido por Alee Foster

«Ellos propagan la enfermedad por una mordedura, igual que serpientes venenosas. Viles criaturas que son»―Hélène

Me levanté y noté que Alex me había dejado en algún momento de la noche. La memoria del beso con Kale me dejó confundida acerca de nosotros. Decidí averiguar si había alguna manera de controlar las memorias. Kale me dijo que lo que me pasa es normal para un Arco, pero era peligroso. Mi mente despertaba mis habilidades y eso hacía mucho más fácil para Laurent encontrarme. Laurent quiere usar mis recuerdos para encontrar y destruir a todo el Concejo. Entonces él se convertiría en el pez gordo. Me acosté en la cama caliente y pensé en lo que yo podía ser para el Consejo contra lo que podía ser para Laurent. Los quería odiar por lo de los seres Eternos, pero no estaba en mí odiarlos. Cerré mis ojos y recordé la suplica de Kale para ayudarme. Sus oscuros ojos brillantes de emoción que intentó, pero falló ocultar. Su pálida piel en contraste con sus oscuras ropas, y sus sutiles sonrisas por comentarios que yo hacía. Una sensación caliente fluyó por mi cuerpo, haciéndome estremecer de alegría. Me ruboricé a pesar de no haber nadie más en la habitación. Me giré para ver el reloj, las nueve de la mañana. A regañadientes me levanté de la cama y me dirigí al baño para cepillarme los dientes y lavar mi cara. Mi cuerpo estaba todavía un poco adolorido por la visión que había tenido en mi sueño, pero no tan mal como pudo haber sido ya que no estaba despierta para luchar. Me miré en el espejo, viendo a mis ojos verdes flotar sobre mi nariz. Mi piel estaba más pálida de lo usual, pero no había nada que pudiera hacer por ello. Mi teléfono sonó. Kale había programado su número en mi teléfono como K y le había puesto un tono especial para que supiera que era el. ¿Puedo verte luego?

Ningún «buenos días» o «¿Estas bien después de recibir esas choqueantes noticias anoche?» casi le respondo «y buenos días a ti también» pero no quería perder más tiempo. Quería verle. Necesitaba su ayuda. No estaba segura de querer ver ciertas partes de mi pasado pero sabía que tenía que hacerlo. Tenía que saber que había pasado con mis padres y porque la policía nunca encontró a la persona

que conducía el vehículo que los mato. Lo tenía en mi mente por tanto tiempo, tratando de pretender que no quería saber porque ya estaban muertos, pero eso era una mentira. Yo tenía el poder de encontrar la verdad, y quería ver a la persona que lo hizo, quería ver a la persona que puso fin a sus vidas, y quería hacerlo pagar. Si. Necesito un favor.

Alguien tocó la puerta. Puse mi celular en la mesa y corrí a responder. Alex estaba en la puerta con dos tazas de café en sus manos, vestido para las pistas. Frunzo en ceño en respuesta a su sonrisa y su traje de esquí. ―No ―dije mientras me alejaba de la puerta.

Fui a recoger algo de ropa y Alex se sentó en la cama, sonriendo. Estaba usando un jersey verde oscuro que resaltaba cada musculo de su cuerpo. Escuché el sonido de mi teléfono en el baño, pero era el tono de Mia, así que lo ignoré. No sería capaz de soportar que me hablara de otro cuerpo. Alex me ofreció uno de los cafés después de que me hube decidido por un jersey de color azul marino y un par de pantalones de pana color caqui. El café estaba amargo y caliente, justo como le gustaba a él y traté de no escupirlo. ― ¿Donde está la crema y el azúcar? ―pregunté.

Me pasó un puñado de paquetes de azúcar y crema. Rodé los ojos y los use para crear mi perfecta taza de Joe. ― ¿Entonces, que haremos hoy? ―preguntó.

Tomé un trago de mi café. Kale no me respondió. No estaba segura de en qué momento no encontraríamos, pero estaba bastante segura de que sería en la noche. ―No lo sé. ¿Qué has planeado hacer? ―Ir a esquiar un poco. Nada raro, solo tú y yo esquiando. Entonces podemos ir a comer en el pequeño café de la esquina —sugirió y estuve de acuerdo.

Mi teléfono por fin suena con el tono de Kale. Tomé mi ropa y caminé al baño, diciéndole a Alex que saliese por un momento. Esperé hasta oír el clic de la puerta cerrándose. Sentí una puñada de culpa por los secretos que le estaba ocultando a Alex, pero Kale dijo que era por el bien de los demás guardármelos para mí, y yo lo aceptaba de mala gana. Su mensaje fue corto. Nos veremos. Mismo lugar, misma hora.

Estuve de acuerdo. Me preocupaba que Kale no me quisiera ayudar a recordar la noche que mis padres murieron, pero no estaba segura si era una cosa mala. ¿Qué tan preparada estaba para saber la verdad?

Me encontré con Alex, Lea y Sarah en las pistas. Me las arregle para pasar un buen rato, pero estuve preocupada por lo que Kale me tuviera que decir. *** Un fuego arde brillante y cálido en mi corazón mientras Kale me sirve una taza de chocolate caliente. Es tan raro verlo hacer algo tan domestico. Él es casi ciento cincuenta años mayor que yo y se paraba frente a mí con una humeante taza de chocolate caliente. Me senté en el taburete y lo tomé con cuidado. Antes de venir, pensé en unas cuantas preguntas que quería hacerle sobre su vida antes de ser vampiro y ahora que estamos cara a cara, me acobardé. ― ¿Esta bueno? ―preguntó.

Asentí con la cabeza. Un incomodo silencio comenzó a establecerse, pero antes decidí comenzar con las preguntas. ―¿En qué año naciste? ―Fue una de las primeras preguntas que pensé.

Kale me miró como si supiera a lo que yo estaba jugando, pero me respondió igualmente. ―1862.

Busqué en mi mente cualquier cosa significante en ese año― La Batalla de Puebla —dije, más para mí misma que para él. Kale asiente en aprobación― ¿Y? —Miró interesado en lo que yo iba a decir a continuación. Sonrío― El ejército mexicano derroto a los franceses ―Me pregunté si él me estaba ayudando a recordar o si mi memoria de la clase de historia era tan buena. Me di cuenta que sabia más sobre esa batalla―. Luego los francés enviaron más soldados y tomaron Puebla el 17 de mayo, luego la ciudad de México el 7 de junio ―dije sorprendida de mi misma―. ¿Cómo es que sé eso? La cara de Kale estaba sin emociones, pero sus ojos tenían algo que no pude descifrar. ― No lo sé. Tal vez lo aprendiste en la escuela. Sé que él estaba guardando información de mí. Me pregunté si debería mencionarlo, pero decidí que no. Había cosas más importantes que quería saber. Kale tenía un extraño odio a sí mismo, y tenía que ser cuidadosa sobre cuánto le preguntaba acerca de su vida como vampiro― ¿Porque puedes salir durante el día? ―No podía ver su cara, pero podía decir que estaba incomodo con la pregunta―. Digo, pensaba que los vampiros no sobreviven a la luz solar o algo así, pero cuando nos conocimos dijiste que el sol solo te debilitaba. ¿Qué quiere decir

eso? ―Me detuve brevemente―. ¿Y de verdades bebes sangre? ―solté. Inmediatamente me arrepentí de la forma ruda en que lo pregunté. Tal vez era tan personal como el preguntarle a una mujer sobre sus asuntos femeninos. Kale se apoyo en el taburete al lado mío y pasó una mano por su oscuro cabello― Me estas preguntando si bebo sangre ―se dijo a sí mismo, luego me miró a los ojos, que brillaban como piscinas liquidas de aceite. Me quedé quieta, mirándolo con curiosidad. Kale se avergonzaba de lo que era, y eso me entristeció porque era por mí que lo hacía. Bueno, no por mí, por Hélène. Pero cuando él me dijo por primera vez lo que era, le di la espalda. ―Sí, supongo que lo hago ―solté. No todos los días una persona se enteraba

de vampiros, y él se veía tan diferente a los que aparecían en películas y libros. Empecé a comparar vampiros de películas y de libros con Kale―. Puedes estar bajo el sol, y no estás luchando constantemente por el impulso de morder mi cuello ―Miré a Kale con los ojos muy abiertos; tal vez él si luchaba por eso―. Quiero decir, tú no luchas contra la necesidad, ¿verdad? ―puse mi mano sobre mi garganta y sentí como mi cara se tornaba roja en un rubor nervioso. Kale continuó mirándome, sus labios formando una pequeña sonrisa. Parecía fastidiado conmigo y mi balbuceo. ―. Puedes ver en la oscuridad, moverte increíblemente rápido, no puedes… ― ¿Estas enumerando características de vampiros de ficción? —preguntó,

todavía con la sonrisa en su rostro. Casi me siento avergonzada, pero ¿por qué debería? no conocía sobre las características de un vampiro, y hacía unas semanas, ni siquiera de su existencia. Sostuve mi cabeza en alto, desafiante― Si, hasta hace poco, Kale, no sabía que tu especie existía ―dije con tanta actitud como pude. Estuvo de acuerdo y suspiró. Si estaba ofendido por lo de «tu especie» no lo demostró. Kale se levantó y se acerco a mí― Te diré de mis habilidades y como fui creado ―Su expresión cambio a algo más solemne―. Pero decirte de tomar sangre es algo que no haré. Antes de que pudiera protestar, el continuó― Puedo oír los latidos de tu corazón ―Se aparto del taburete y se dirigió hacia mí―. Puedo decirte que tienes un pequeño murmullo. Es muy débil y tu doctor probablemente no lo encuentre hasta que seas mayor, si es que lo encuentra. Mi corazón se aceleró mientras él se acercaba más a mí, lo único entre nosotros eran las rodillas. La mirada en sus ojos mientras miraba a mi cuello me asustó realmente. ¿Era una tonta al confiar en los vampiros?

El sonríe como si pudiera leer mis pensamientos―. Puedo sentir tu miedo como una bola radiante de tu cuerpo, y debo admitir que eso me excita. Los ojos de Kale cambiaron a medida que nos miramos, pasaban de plata a negros de nuevo. Mi corazón palpitó doblemente rápido y mi respiración se acortó, como apresurados arranques. ¿El tenía este efecto en mí o era algo completamente diferente? Lo miré fijamente, sin parpadear, mientras se movía más cerca. Puso un poco de su peso en mis rodillas. Antes de que pudiera detenerme a mi misma, las aparté de él, lo que permitió cerrar la distancia entre nosotros. Mi cuerpo fluyó en caliente y el frio de su piel me hizo estremecer mientras ponía una mano sobre mi muslo. ―Puedo sentir lo que estas sintiendo y lo que quieres, y puedo usar mi voluntad para controlarlo ―Él acercó su cabeza hacia la mía. Sus labios están

ligeramente separados. No podía sentir su respiración en mi piel, pero aun sentía su mano en mi muslo. Me ahogué un gemido que normalmente sería vergonzoso. ¿Que estaba mal conmigo? No era por esto que yo había venido. Necesitaba limpiar mi mente, cuando más miraba a sus ojos, mi cuerpo más estaba fuera de mi control. ¡El está haciendo esto! No era simplemente que había querido sentir sus labios contra loa míos desde la primera vez que lo había visto. Él estaba amplificando la necesidad de algún modo, incluso una mente racional daría lo que él quisiera―Detente ―susurre. ― ¿Detener el qué? ― preguntó, con una voz tan agradable que casi olvidé lo

que había preguntado. ―Por favor ―susurré. Mi mente estaba confundida. Tenía la esperanza que él

viera que esto iba más allá de lo que yo quería, y que mi confianza en él empezaba a flaquear. ―Tú querías saber. Ahora puedes ver desde primera final lo que soy capaz y

el porque me evitaste años atrás. Pude sentir que estaba enojado y triste, pero no podía hacer nada por eso. Estaba todavía cautivada por su mirada. Cautivada. La palabra vino a mi cabeza, haciendo su camino hacia mis labios. ―Cautivada.

La palabra causo que la mirada de Kale vacilara. Se sentía como si una pesada cortina fuera sacada de mi cabeza. Respiré profundo y trate de calmar toda la rabia que tenia dentro.

―¿Qué dijiste? ―Kale retrocedió aun más, como si estar cerca de mí lo

enfermara. Su rostro se contrajo en una mueca, y continúo hablando, como lo hacía yo cuando trataba de estar en control―. Justo ahora, ¿qué dijiste? Una vez que gané algo de compostura, salté del taburete y lo miré acusadoramente. ―¡Tu dime, Kale! ¡El poderoso vampiro que puede controlar los sentimientos de una chica por él y convertirlos en algo para lo que ella no esta lista! ―Ignoré la

mirada de disculpa en su rostro. Se pasó una mano por su pelo y suspiró, ― ¿Porque lo hiciste? ―demandé― ¿Que es lo que ibas a hacer conmigo?... ¿Morderme?— Me sorprendí a mi misma con la revelación de cómo conseguía a sus presas. Retrocedí rápidamente, golpeando el taburete. Por reflejo, puse mi mano en mi cuello mientras su mirada de disculpa se profundizaba y giraba para lamentarse. ―No, Ella. No uso un hechizo para beber de nadie. Te lo prometo. ―Se acercó

más. Alzó sus manos en el aire en señal de que no me lastimaría. No pensé que estuviera mintiendo, pero no podía olvidar la mirada en sus ojos, como se había colocado entre mis muslos, escuchando los latidos de mi corazón. Me sonrojé ante el recuerdo. Bajó sus manos y se acomodo en el taburete, su rostro volviéndose una máscara que no podía leer. ―Has estado aquí mucho tiempo, tus amigos deben de estar preocupados porque no regresas ―dijo, mientras caminaba pasándome hacia la puerta.

Lo seguí cuando hube quitado mi mano del cuello, avergonzada por haberla puesto allí en primer lugar. Incluso si él estaba arrepentido por usar sus poderes así, yo me sentí mal por la forma en que reaccioné― Lo siento. Es solo que no tenía el control de lo que estaba sucediendo y me asusté. ¿Está bien? Kale me miró, y tomó todo de mí no estremecerme. Sabía cuánto poder tenía su mirada, y yo no quería encontrarme con ella de nuevo. ― ¿Qué te asusta? ¿El hecho de que yo tenga el poder de intensificar tus

sentimientos por mí, o que tengas sentimientos por un Nosferat? Un portador de enfermedad. ―Se oía mucha vergüenza en su voz. Me dolió en corazón al oírlo. Dejé mi abrigo y puse mi mano sobre la suya. Mis sentimientos estaban por todos lados, y no estaba segura de si mi corazón

pertenecía al pasado con Kale o a nuestro futuro, pero había algo de lo que estaba segura. ―No sé lo que siento sobre nosotros, Kale. Esto es nuevo para mí, incluso si

ya lo he vivido antes, pero sé que no te odio por lo que eres. Es mi culpa. Yo tomé tu vida. Estoy muy arrepentida por eso. Creo que la verdadera pregunta es, ¿podrás perdonarme? ―La mentira que le había dicho a Laurent provocó que convirtiera a Kale en un vampiro. Tendría que dolerle mucho que yo le diese la espalda dos veces por lo que él era, pero antes de ir más lejos y antes de dejar que me protegiera, necesitaba su perdón. ―Tú no hiciste nada mal. Pero si te hace sentir mejor, entonces te perdono

por lo que sea que sientas que hayas hecho. ―Kale recogió mi abrigo y me lo entregó ―. Hélène vivió en un momento en que los vampiros no podían controlarse, yo por el contrario, lo hice, y no soy un vampiro completo por como fui cambiado. Me encogí de hombros y esperé a que Kale continuara. ―Mi sangre no fue completamente remplazada, fui infectado por una

pequeña cantidad de sangre, significa que algo de mi sangre humana aun permanece en mí. Es por eso que yo no sufro las mismas dolencias de un vampiro, pero aun poseo alguna de sus cualidades― Kale envolvió mi bufanda alrededor de mi cuello―. Hay muy pocos vampiros verdaderos, y ellos son nómadas por naturaleza. Nunca se quedan en el mismo lugar, y se cuidan ellos mismos. ―Oh, no sabía que habían diferentes tipos de vampiros.

Kale se encogió de hombros― Solo hay vampiros y mestizos llamados Chorý. La palabra no era conocida para mí― ¿Choree? ―repito, haciendo lo mejor para pronunciarlo bien. ―Algo así. Significa enfermo o enferma―explicó Kale

Faros iluminan el vestíbulo, lo que significa la llegada de mi taxi. ―No me gusta que la palabra signifique enfermedad. Es una tontería.

Kale sonríe y se encoge de hombros― Bueno, es una perfecta explicación para lo que me ocurre, Ella. Laurent quería estar seguro que nunca te acercases más. Él no sabía que con el pasar del tiempo, el mundo iba a empezar a idealizar a los vampiros—personajes ficticios o no. Las personas podían amar a los vampiros ficticios, pero si supieran la verdad, no creo que lo aceptasen tan bien.

El viaje de regreso fue callado y rápido. Todavía quería preguntarle a Kale para que me ayudase a recordar el asesinato de mis padres, pero ya no estaba segura si podría manejarlo por el momento. Todavía se lo pediría, pero solo tenía que esperar hasta a estar lista.

Traducido por krispipe Corregido por Yanii

«Puedo mostrarte la verdad» —Kale «¿Y qué verdad es esa, hijo de granjero?» —Hélène

—Así que, ¿cuáles son tus planes para la universidad, Alex?—pregunté, mientras empacaba mis cosas para el viaje de regreso a Cedar Grove. El resto del viaje había ido muy bien, excepto por la llamada del Dr. Lithe solicitando que viniera para un chequeo. Quería saber cómo estaba y si los medicamentos que me había recetado tenían algún efecto secundario que necesitara saber. Yo estaba realmente feliz de planear un viaje de regreso a Virgina Beach porque quería conseguir mi coche y el resto de mis pertenencias. La idea de conducir el coche con la palanca de cambios de Alex hizo que mi estómago doliera. Además, si él llegaba a casa, iba a necesitar su propio vehículo. Kale y yo habíamos llegado a un acuerdo mutuo de que él no iba a luchar más contra los guardianes una vez que llegáramos, y me ayudaría a estar atento por mí porque las muertes podrían estar vinculadas a los hombres de Laurent. Aparentemente, él estaba enviando Rastreadores para encontrarme, y de acuerdo a Kale, era sólo cuestión de tiempo antes de que lo hiciera. No habíamos hablado de lo que iba a pasar cuando Laurent me encontrara. Sabía que quería que me fuera del pueblo sin ningún tipo de aviso, pero no podía hacerle eso a Eric y Sarah. Alex continuó cambiando a través de los canales. Continuamente me entrenaba cada vez que regresaban mis conversaciones con Kale, y era difícil no confiar en él. Parecía creer que necesitaba un poco de tiempo a solas para pensar y leer mi asignación. —Mi papá todavía no cree que estoy haciendo esta decisión por la razón correcta —dijo, mientras me daba un vistazo. Me preguntaba por qué su padre pensaba que quería volver, pero no se lo había preguntado todavía. Estaba tomando pasos de bebé con la esperanza de que me lo contara por su cuenta. —Lo bueno es que no necesito su permiso para cambiar de opinión. Sacudí la cabeza.

—Cierto, pero su opinión debería por lo menos importarte, Alex. Él solo quiere lo mejor para ti. Si cuestiona tus razones para mudarte de vuelta, entonces tal vez deberías hablarle sobre esto antes de hacer tu elección. —Estaba tratando de sonar racional. Él me miró, y su expresión me dijo que había tomado una decisión y no la cambiaría. —¿Así que?—Pinché de nuevo. —Me estoy trasladando y vuelvo a casa. Tomó todo en mí para no saltar de alegría. Alex permaneciendo en Cedar sería añadir más a mi plato, pero no pude evitar sentirme emocionada. —Sólo tengo que encontrar la mejor manera de hacerlo, ¿sabes? He estado pensando en ello durante un tiempo. —Bajó de la cama y se acercó a donde yo estaba. Mi maleta estaba llena y lista, y él la levantó por encima de su hombro y se dirigió hacia la puerta. Miré a mí alrededor por última vez y luego fui al baño para comprobar algunos artículos de tocador varados. Me encontré con Alex y Eric en el pasillo, y todos bajamos las escaleras. El silencio era extraño. Dos días antes, Alex y su padre habían estado saliendo como en los viejos tiempos, y ahora parecía que ni siquiera se hablaban. Esta era la razón por la que pensaba que debería hablar con su él de nuevo—para evitar una situación incómoda. Levanté la vista hacia el rostro de Eric y noté las líneas de tensión que parecieron una vez estar desapareciendo haciendo una reaparición. Su postura era diferente, y sabía que él estaba preocupado por su hijo y su decisión de traslado. Yo no entendía por qué Alex dejando la NYU para estudiar en Virginia Tech era un gran problema. Ambas eran grandes universidades. Necesitaba averiguar por qué Eric estaba tan preocupado por Alex volviendo a casa. No era como si fuera alguna chica balanceando su decisión, o al menos no creía que lo fuera. Alex me lo habría dicho si hubiera una chica aquí en Cedar en la que estuviera interesado. En el exterior, Sarah y Lea tenían la SUV preparada para el viaje, y me acomodé en el asiento trasero. Kale y yo decidimos buscar a Jace juntos. Esa conversación había consistido en mí amenazando con seguir a Kale a Elmwood a menos que me llevara también, así que no tenía otra opción sino estar de acuerdo. *** El lunes por la noche de vuelta en Cedar Grove fue interesante. Después de la cena, Brett y Mia se acercaron. Mia estaba vestida para impresionar, y, por supuesto, Alex lo notó. No había nuevas noticias sobre los asesinatos, y la policía no

tenía ninguna pista. Los residentes de Elmwood se debatían entre solicitar que el sheriff pidiera ayuda al FBI, y dejarlos que se encarguen ellos mismos para mantener su pequeña ciudad fiasco en secreto. —Mi papá piensa que él y sus hombres pueden resolver esto por su cuenta, —dijo Brett. Todos estábamos sentados en mi habitación: Alex y yo en la cama, Brett en el suelo, y Mia apoyada en mi escritorio, de brazos cruzados acariciando las teclas de mi ordenador portátil. —Mira, esta es otra razón más para que vuelvas a casa —dijo Alex. Él no le había contado a nadie más que a su familia y a mí sobre su decisión de regresar a casa desde la universidad en Nueva York. Mia rápidamente reaccionó. —¿Por qué? ¿Piensas venir a casa para protegernos a las chicas pequeñitas del gran lobo malo? A través de un descarado rubor rojo, Alex asintió. —Bueno, no sé si podría hacer algo más que la policía, pero parece que este chico consigue a la chica cuando ésta está sola. Brett no puede estar en dos lugares a la vez, así él puede estar con vosotras en Elmwood mientras yo estoy aquí con Ella en Cedar. La reacción de Mia a Alex asignando a Brett para vigilarla no fue bonita, pero consiguió controlarse. Los chicos eran ajenos a su decepción. Por primera vez, el regreso a casa de Alex me preocupaba. ¿Cómo se supone que iba a pasar más tiempo con Kale buscando a Jace en Elmwoods si ellos tenían la intención de mantenerme fuera de esto? Alex confundió la preocupación en mi cara con miedo y me dio unas palmaditas en la espalda para calmarme. —Es cierto, colega. Quiero decir, incluso si las chicas se mantienen fuera de Elmwood, esto no significa que el asesino no las agarrará en otro lugar y las traerá aquí —dijo Brett. —¿Tal vez con Mia pueden compartir coche hasta que Ella consiga su coche?—Preguntó Alex, mirando a Mia. Ella no respondió. —Mi amigo Kale puede caminar conmigo al trabajo y de vuelta. Sólo hasta que consiga mi coche y le ponga unos neumáticos de nieve. —Esperaba que Alex no llevara esto al camino equivocado. Aventuré un vistazo hacia él y noté la absoluta expresión de fastidio. Eso era lo que yo esperaba evitar, pero no quería

estar pegada a ella y su actitud por más tiempo del necesario. Antes de que pudiera añadir nada más,Mia tomó la palabra. —Suena bien para mí. Además, ella y yo no siempre tenemos el mismo horario, y yo no soy un servicio de taxi. —Entonces está decidido —dijo Brett y volvió a mirar a través de la vieja colección de cómics de Alex. Alex no dijo nada sobre Kale, pero sabía que iba a sacar el tema más tarde, cuando todo el mundo se hubiera ido. Él se iba a Nueva York la noche del martes y regresaría después de haber embalado y abandonado oficialmente sus clases. Era el semestre de primavera y tenía hasta marzo para retirarse sin sanción académica, entonces planeaba inscribirse en la segunda sesión de primavera de ocho semanas de Tech en marzo. La velada terminó con nosotros cuatro haciendo planes para vernos después de que Alex se mudara a casa. Después de caminar con Mia y Brett al coche, esperé arriba en mi habitación mientras Alex terminaba de discutir sus planes con su padre. Revisé mi teléfono por mensajes. Cuando no vi ninguno, me senté en la alcoba. Dándome cuenta de que el descanso de Acción de Gracias terminaba en un día, y no había leído tanto como había planeado, abrí un nuevo documento de Word y abrí mi copia de Moby Dick. Dos horas y tres páginas en el informe, miré el reloj. Eran más de las diez, y Alex todavía no había vuelto de la oficina de Eric. No estaba segura si eso era algo bueno o malo, así que decidí darle otra media hora antes de ir a ver lo que estaba sucediendo. Envié un mensaje a Kale y le pedí que caminara conmigo ida y vuelta desde Knope y esperé su respuesta. Estuvo de acuerdo y dijo que deberíamos iniciar la búsqueda de Jace inmediatamente. Quería a alguien en la tienda y en la casa cuando yo no estuviera allí, por si acaso. Pensé que era buena idea. Los Carltons estaban en riesgo debido a mí, y se sentía como una pesada piedra sobre mi pecho. Tenía que encontrar la manera de poder ocultarme y dejarlos fuera de cualquier peligro innecesario sin perturbarlos. Una vez que Alex se mudara de vuelta, dejarlo sería casi imposible para mí. Él entró en la habitación y bruscamente se plantó en la cama. Se echó hacia atrás y puso su brazo sobre los ojos, liberando un suspiro de frustración. —Así que, a mi entender la charla no fue tan bien. —Guardé mi teléfono y me acerqué a la cama—. Wow, debe haber sido muy malo. —Me senté en el borde junto a él. Cuando todavía no hizo un movimiento para decir o hacer algo, empecé a levantarme. —Espera. —Sus ojos todavía estaban cerrados y estaba inmóvil—. Creo que mi padre podría estar en lo cierto.

Me senté de nuevo, no segura de qué decir. No me había dicho por qué su padre pensaba que quería transferirse, así que no podía dar una opinión sobre el asunto sin más conocimiento. Esperé a que continuara, pero se quedó en silencio. —Alex, por alguna razón, no me vas a decir por qué tu papá piensa que deseas volver a casa de de repente, así que, ¿cómo puedo ayudarte si no me cuentas todo? No es como si tú guardaras cosas de mí. Él se burló. —No eres la más indicada para hablar de guardar secretos, Ella. —Se levantó para pasearse por la habitación. Quería defenderme, pero tenía razón. Yo había estado guardando secretos, pero los míos eran diferentes—eran peligrosos. —¿Qué quieres decir?—Pregunté, hurgando por más que una acusación. —No sé, Ella, dime. Su ira me sorprendió y preocupó. Parecía como si la ira residual de la conversación que tuvo con su padre estuviera empañando a su manera la nuestra. —¿Qué hay contigo y ese tipo? Su pregunta me tomó por sorpresa. Sólo se lo mencioné una vez. ¿Por qué pensaría que hay algo entre nosotros? —¿Es por eso que estás enojado? —Le pregunté—. ¿No es por la conversación con tu padre, sino por mí?—Me puse de pie y me enfrenté a él. —No he dicho que estuviera enojado contigo, sólo hice una pregunta. Esta es otra: ¿por qué debería quedarme si ya tienes alguien que te proteja? Lo miré por un momento antes de responder. —¿Estás diciendo que la razón por la que vas a quedarte en casa soy yo? Su expresión se tornó de una de ira a una de esperanza. Me moví de nuevo, sosteniendo mi cabeza en mis manos. Debería haberlo visto venir. Alex siempre había tratado de protegerme cuando estábamos creciendo. Siempre podría depender de su fiera necesidad de ayudarme cuando más lo necesitaba, pero esto era diferente. Esto estaba causando una grieta en la relación con su padre y estaba dejando una escuela a la que siempre había querido asistir. Me miró con ojos esperanzados, y supe lo que él quería. —¡Oh Dios, Alex, no puedo pedirte que hagas esto por mí! El asesino no va detrás de mí —mentí.

Sacudió la cabeza y se sentó. —Esto no se trata solo de un asesino, Ella, y si no lo ves, entonces mi padre tenía razón; estoy cometiendo un error—uno grande. —Salió disparado a través de la puerta y por las escaleras. Él había decidió quedarse por mí. Bueno, se iba a quedar por mí, y yo acababa de arruinarlo. No estaba segura de si sentirme aliviada o triste. Sí, me había preguntado sobre las cosas entre Alex y yo, así que, ¿qué me estaba deteniendo de decirle que se quede? Como para responder a mi pregunta, mi teléfono reprodujo el tono de llamada de Kale. —¿Hola?—Mi mente estaba todavía brumosa por la confesión de Alex, y él lo notó de inmediato. —¿Estás bien?—Preguntó, con un filo en su voz que me decía que algo no estaba bien. Sacudí la cabeza para despejarme. —Sí, supongo que sí. Sólo tengo mucho en mi plato ahora mismo. ¿Qué está pasando?—Me acerqué a la ventana para ver si él estaba fuera, pero no vi nada más que oscuridad y nieve. Se aclaró la voz. —He localizado a Jace, y lo tengo aquí. —Su voz era tensa mientras luchaba por sonar casual. —¿En serio? —Me senté en la alcoba—. Pensé que habíamos acordado buscarlo juntos. —Pude oír una conmoción en el fondo, seguido por las maldiciones de alguien. La voz apagada de Kale le dijo a alguien que se callara. —¿Kale? Cuando dices que tienes a Jace, ¿qué es exactamente lo que quieres decir con eso?—Ya sabía lo que quería decir, pero realmente esperaba lo contrario. —Nos vemos en el límite del bosque en una hora. Atónita por el hecho de que estaría tan cerca de donde se habían encontrado los cuerpos de esas chicas, no contesté. Kale se aclaró la garganta. —Ella, yo te protegeré. Lo juro, y no te haría venir aquí si fuera una amenaza. ¿Entiendes?

Le creía, pero eso no quería decir que no estaba todavía preocupada por las cosas que salían de golpe en la noche en los Elmwoods.

Traducido por Krispipe Corregido por Mew Rincone

Pequeñas mentiras bajo una luna azul pálido

Una hora más tarde, me vestí con mis ropas más cálidas y bajé las escaleras para encontrarme con Kale en el borde de los bosques. Pensé que iba a ser difícil escabullirme de Alex; no lo fue. Ni siquiera estaba en casa, y su coche no estaba en el camino de entrada. ¿A dónde habría ido esta tarde? Bajé las escaleras del porche. Sabía que él se preguntaría lo mismo sobre mí si regresaba a casa antes que yo. Él se iba al día siguiente, a las cinco, y tenía que hablar con él antes de que se fuera. No había tenido suficiente tiempo para pensar en nuestra conversación debido a la llamada telefónica de Kale. Estaba segura de que él había contenido a Jace en el mausoleo. Estaba enojada de que en lugar de esperarme, así podía convencer a Jace para que nos ayudara, él se hubiera ido por su cuenta y lo encontrara, lo que haría más difícil, si no imposible, que Jace confiara en nosotros. Kale estaba en la entrada de los bosques. Brillaba a la luz de la luna y me miraba con tal intensidad que me estremecí. Era difícil estar enojada con él cuando se veía de esa manera. Su oscura mirada se quedó conmigo hasta que estuve a pocos metros delante de él. Sus labios se separaron. Mis pies se movieron más cerca de él hasta que me paré justo debajo de su mirada. Respiró mi nombre, y sus ojos se posaron en mi boca, haciendo que me lamiera involuntariamente. Kale visiblemente tragó un gemido y me tendió la mano. Me llevó más dentro del bosque, fuera de la vista de la calzada y la casa. En la oscuridad, todavía podía ver el contorno de su cara. Las suaves líneas y el flexible labio superior que harían que cualquier chica cayera de rodillas para tener la oportunidad de besarlo. —Voy a llevarte allí. Llegaremos en unos minutos —Retrocedió para medir mi reacción. La primera vez que hicimos este viaje juntos, él estaba herido y era de día, así que no era lo suficientemente fuerte para llevarme. La ida de estar en sus brazos hizo que mi corazón se acelerase, y Kale echó un vistazo a mi pecho— No te preocupes, será rápido.

—Está bien. Puso un brazo alrededor de mi espalda, entonces usó el otro para levantarme contra su pecho. Murmuró en mi oído para que metiera mi cabeza hacia abajo mientras viajábamos, así ponía mi cabeza en su pecho y usaba su chaqueta para cubrir mi cara. Su olor se apoderó de mí, igual que el aire helado. Hojas quemadas y aire picante llenó mi nariz. Más pronto de lo que creía posible, Kale estaba poniéndome delante de las puertas del mausoleo. Miré alrededor y di un grito ahogado. Habíamos llegado en menos de un minuto. A pesar de que estaba un poco mareada, quería hacerlo de nuevo, pero esta vez con los ojos abiertos. En el interior, Jace estaba sentado en la esquina con las manos atadas en su espalda, los pies atados y amordazado. Su ira era una fuerza palpable rodeándonos y parecía espesar el aire. Su lucha se intensificó una vez que me vio, y sus ojos azules como el hielo se ensancharon cuando Kale puso su mano en mi espalda y me movió más rápido a la habitación. Todo dentro era lo mismo que antes; la mochila y el refrigerador de Kale estaban en la esquina a pocos metros de su cautivo, y la manta que le había prestado estaba doblada y colocada en la parte superior del solitario ataúd en la parte derecha de la sala. Mi shock se convirtió en ira cuando miré a Kale. Sus ojos buscaron los míos, y me di cuenta de que sabía lo que estaba pensando. —No puedo crees que hicieras esto —dije. Nuestro plan me había dado tiempo con Kale, pero tenía que mentir a Alex para alejarme de la casa de campo, y ahora parecía que todo había sido para nada—. Me dijiste que lo buscaríamos juntos. ¿Cómo va a confiar en nosotros ahora que has hecho esto? —Me acerqué a Jace, lista para liberarlo de las cuerdas, sólo para ser detenida por Kale. Su rostro estaba sereno mientras me retiraba de Jace para enfrentarlo. —Yo no lo encontré. Él me encontró. Jace siguió luchando contra sus ataduras, y sentí el tirón de ira desvanecerse, transformándose en confusión. —Fue a tu casa mientras estabas en la casa de campo. Una vez que vio que te habías ido, regresó aquí y esperó por mí. Me acordé de cuando Kale y yo habíamos caminado al mausoleo. Kale sabía que alguien nos estaba siguiendo, y me despachó antes de que pudiera ver quién era. Debe haber sido Jace. —Está bien, así que estoy aquí ahora, y su trabajo es protegerme, ¿verdad?— Miré de nuevo a Kale.

Sus ojos se nublaron con ira. Cuanto más tiempo pasaba con Kale, más fácil era para mí comprenderle. Pronto su talento para ocultar sus emociones sería un código fácil de descifrar para mí. —Sé que quieres protegerme, y he estado de acuerdo con eso, pero si ese es su trabajo también, entonces creo que por lo menos podemos quitarle la mordaza y hablar con él —dije, intentando corregir la situación. —Él cree que yo quiero hacerte daño. Si lo desatas, tendré que luchar contra él con el fin de impedir que te entregue al Consejo. Jace se había calmado para escucharnos a Kale y a mí hablar. Sus ojos buscaron los míos. Cuando no vio respuesta a alguna pregunta desconocida, comenzó a luchar de nuevo para liberarse. Kale lo miró con odio y murmuró algo en un idioma que yo no conocía, causando que Jace se moviera incluso más fuerte. Sin pensarlo, me moví hacia Jace, saqué la mordaza de su boca, y tranquilamente me senté con las piernas cruzadas frente a él. Esperé a que dejara de luchar. —Déjame ir—ahora —rechinó Jace en un fuerte acento hacia Kale mientras seguía luchando contra las cuerdas. Pude ver donde Kale lo había atado a la base del ataúd. Kale gruñó algo de vuelta a Jace lo que le llevó a luchar aún más duro y molestarme aún más. —¡Paren! —Les grité a ambos— ¡Simplemente paren ahora! Tenemos que trabajar juntos. Si no pueden hacer eso, entonces quiero que me dejen en paz y me protegeré yo misma —No sabía lo suficiente sobre lo que estaba pasando para protegerme, mucho menos para hacer que los Carltons estuvieran a salvo, pero no me importaba. Kale arrastró los pies detrás de mí. Me volví para ver el ceño fruncido en su rostro, pero no dejé que me detuviera. Jace estaba mirándome fijamente. —Jace, ¿puedes ayudarnos? —Ignoré la mirada de disgusto que dirigió a Kale. —. Por favor —Sabía que no iban a confiar el uno en el otro, pero tal vez esto podría ser un paso para conducir a eso. Jace siguió mirando como Kale paseaba por la habitación. Ni una sola vez quitó los ojos de Jace. Ambos hombres parecían en un punto muerto; ambos querían atacar al otro, pero yo era la única razón de que no lo harían. Si las cosas fueran diferentes, me tomaría el tiempo para disfrutar de ese poder, pero si mi plan para unirnos como equipo no funcionaba, todos estábamos en problemas. —Como quieras —susurró Jace. Dejó de luchar y se sentó con la espalda contra la pared, la cara hacia delante, esperando mi siguiente comando.

Miré de nuevo a Kale, sorprendida por el cumplimiento inmediato de Jace. Kale se encogió de hombros y murmuró algo entre dientes causando que Jace rodara los ojos. —Quiero desatarte, pero no quiero lamentar hacerlo. ¿Estamos de acuerdo en que todo el mundo se comportará?—Miré a Kale, pero lo único que recibí fue un encogimiento de hombros y otro gruñido. Los ojos azules de Jace estaban pegados a Kale. —Ella, cuando esté desatado, haré lo que pueda para llevarte de vuelta al Consejo. No voy a tener a esta criatura infectándote. Kale se enderezó y se acercó a nosotros— Sobre mi cadáver. La lenta, escalofriante sonrisa de Jace reveló sus dientes blancos. Aunque era hermosa, me asustó. —Entonces debería ser fácil, Nosferat, en vista que tú corazón ya no late. — Jace miró a Kale como si fuera a atacar a la primera oportunidad que tuviera. A este ritmo, nunca sería capaz de conseguir que Kale y Jace trabajaran juntos. Quizá Kale tenía razón. Deberíamos estar mejor valiéndonos por nosotros mismos contra Laurent. —Tú confundes el hecho de todavía estás vivo para con una debilidad de mi parte, pero te advierto que en cuanto ella vea que no eres un factor necesario para su supervivencia, voy a terminar lo que empezamos hace años, Vesco —escupió Kale, con tal malicia que a mitad de camino de sus palabras me giré para enfrentarlo, en absoluto gustándome lo que veía. Su rostro ahora estaba plagado de líneas duras, y sus ojos, aunque siempre eran oscuros, estaban oscurecidos con odio. Casi no lo reconocí. No quería creer que Kale verdaderamente mataría a Jace o a cualquier otra persona. —Para, Kale, no lo harías —susurré. Busqué en su rostro al Kale que conocía. Comprendí que el Consejo y los vampiros eran enemigos, pero no podía ver a Kale matando a Jace. Probablemente era mi ingenuidad lo que empujó la idea de que Kale era inofensivo. —Sí, él lo haría, Ella —dijo Jace, tirando mi atención a sus Islandeses ojos azules—. Eso es lo que es—un asesino formado sólo para robar lo que los humanos no pueden vivir sin y para difundir su enfermedad. Fue creado por el Príncipe Oscuro. No importa el tiempo que trate de negar su naturaleza bebiendo de ratas y ardillas, siempre será una amenaza para ti y todos los demás. Incluso más, ya que puede caminar en la luz.

Mi plan para unirlos para ayudarme salió directo por la ventana. Mi cuerpo se puso frío, y me senté allí preguntándome por qué lo había siquiera intentado en primer lugar. La ira comenzó a hervir dentro de mí, y me rendí a ella. —¡Mentira! —grité—. ¡Eso es pura y absoluta mentira! —Me puse de pie tan rápido que casi perdí el equilibrio. Kale se acercó a mí, cogiendo mi brazo y enderezándome rápidamente. Arranqué mi brazo de él e ignoré sus ojos interrogantes. Me volví hacia Jace. Le miré directamente a los ojos para conseguir su plena atención. — ¡Los dos dicen que quieren protegerme, y eso está bien. A pesar de que no tengo ni idea de lo que está pasando en el esquema total de las cosas, estoy dispuesta a dejar que me protejan, pero entiendan esto. Si no pueden encontrar la manera de llevarse lo suficientemente bien para que hagamos un plan—otro aparte de llevarme al Consejo—¡haré esto sin ninguno de vosotros! —grité, mientras mi ira llegaba a un crescendo—. Además, quiero saber todo, no sólo lo que ustedes dos creen que yo debería saber —Le di una mirada mordaz a Kale. Él me miró con ojos inexpresivos. Odiaba cuando bloqueaba sus sentimientos de mí. Yo le daba los míos tan libremente. Eso alimentó más mi ira, pero la voz calmada de Jace lentamente la derribó. —¿Qué es lo que propones que hagamos? —preguntó Jace—. Sólo puedo suponer por tu diatriba que él te ha contado unas pocas cosas de tu pasado. El hecho de que sólo estás molesta por esto también me dice que no te ha contado por qué el Príncipe Oscuro aún tiene que encontrarte. Los dos miramos a Kale esperando a que hablara. —Tu silencio, Nosferat, confirma que no le has contado que el incendio en las instalaciones del Ocean Trace fue obra tuya. Miré a Kale, confundida. Le había contado sobre mi tiempo en un centro, pero no le había dicho dónde era. —Te dije que estaba aquí para protegerte, Ella. Simplemente nunca te dije cuándo comenzó esa protección —explicó Kale y extendió su mano hacia mí. Tuve la tentación de tomar su mano, ya que no era frecuente que ofreciera su toque, pero lo ignoré. —Espera, ¿estás diciendo que me conocías antes de la primera noche que nos conocimos? —Sí, te conocí en tu última vida pasada. Jace se burló— Eso no es lo que quería decir, vampiro.

No podía entender por qué Kale estaba bailando alrededor de mi pregunta. —Vamos afuera —dijo Kale, volviéndose hacia la puerta antes de que pudiera responder. —Ella se congelará ahí fuera. Estoy seguro de que ya está fría, sobre todo viendo cómo la fría tristeza de mentiras y traiciones la ha encontrado aquí esta noche. Aunque la observación inteligente de Jace no pareció afectar a Kale, a mí me picó. Las palabras mentiras y traiciones abofetearon mi cara, despertándome del estúpido estado de sueño en el que me había permitido caer. —Ella, te he vigilado durante tanto tiempo como el Consejo ha creído que eras el próximo Arco—antes de la muerte de tus padres hasta ahora —dijo Kale tristemente, mientras la confianza que habíamos desarrollado entre nosotros comenzaba a desvanecerse. Yo no había sido nada más que sincera con él. Me había escabullido para verlo, lo que puso presión sobre la fe de Alex en mí. Pero no podía realmente culpar a Kale. Confiar a un extraño mis secretos cuando me había prometido a mí misma que nunca haría eso de nuevo era mi culpa. Con esto en mente, me acerqué a Jace y desaté sus nudos. —No hagas que me arrepienta de esto. Tengo suficiente de eso; no necesito más —dije, mirando a ambos. Teníamos que crear un plan de acción, pero no podíamos hacerlo hasta que me contaran todo.

Traducido por krispipe Corregido por Mew Rincone Kale me tendió la mano, y sus ojos casi exigieron que saliera con él. Miré de nuevo a Jace, sin saber qué hacer. Jace enarcó las cejas, diciéndome que la elección era mía. Me volví hacia Kale y su mano extendida, sintiéndome estresada bajo su ávida mirada. —¿Qué más no me has contado, Kale?—Pregunté. Jace murmuró algo en un idioma extranjero. Me volví hacia él, confusión grabada en mi frente—¿Qué? —Me moví a la esquina así no rompía mi cuello mirando entre ambos. Kale se movió y dejó caer la mano a su lado una vez que se dio cuenta de que no la iba a tomar. —Sólo estaba diciendo que hay muchas cosas que podría enseñarte sobre quién eres y dónde podría llevarte el Consejo —Jace estaba de pie. No pude dejar de notar los músculos que se tensaban contra su piel bronceada mientras resistía el impulso de hacer un movimiento hacia la puerta. —Sí la tocas, me aseguraré de que te arrepientas —gruñó Kale. Jace rió y se acercó a mí. Me di cuenta que desatar a Jace iba a ser probablemente otro de mis pesares. Me acerqué más a Kale, esperando que la noche terminara sin derramamiento de sangre. —No recibo órdenes de ti, Nosferat —dijo Jace, lleno de odio y malicia. Kale se tensó y se preparó para la acción tomando una postura que lo colocó al nivel del ojo con Jace. Con su postura ensanchada ofreciéndole más estabilidad, Kale puso su mano en mi hombro y le atrajo ligeramente hacia él, entonces cambió su agarre, así estaba a ras contra la pared, ya no entre ellos. Esto se dirigía por un camino que no sería capaz de remediar, pero me quedé en silencio, mi cerebro enviándome pedazos de información mientras trataba de pensar en algo que hacer o decir para arreglar esto. —Ella vendrá conmigo, y tú lo permitirás —dijo Jace imperiosamente.

Me cuadré con una sacudida. ¿Quién se creía que era?— Jace, no cometas el error de pensar que tienes algún control sobre el lugar a donde voy o no voy. Kale no había cesado de su postura guerrera y Jace, aunque parecía a gusto, mostraba signos de moderación. ¿Por qué no estaba atacando a Kale? Lo miré con recelo— ¡Simplemente cálmate!—Demandé, mirando atrás hacia Kale, silenciosamente suplicándole que hiciera lo mismo. Ninguno de los dos mostraron señales de relajarse, y yo estaba volviéndome más impaciente por segundo. Los helados ojos azules de Jace perforaron agujeros a través de Kale y luego me miró— Él te ha mentido, te ha mantenido aislada y fuera del alcance del Consejo, ¿sin embargo aún lo defiendes? No puedes ser tan ciega —añadió, echando sal en la herida. Rodé los ojos y di un paso hacia delante, empujando suavemente más allá de Kale. Su piel estaba fría, y no pareció registrar mi toque. Su pesar lanzó una niebla a nuestro alrededor, y yo pretendía acabar con él. —Escucha, podemos arreglar esto. En primer lugar, quiero saber todo: lo bueno, lo malo y feo sobre mi pasado y Laurent, y luego encontraremos un plan para protegerme. —Miré a Kale, y por primera vez desde que Jace y él amenazaron con enfrentarse cara a cara, me saludó con una inclinación de cabeza. —¿Qué es lo que nos estás pidiendo que hagamos, Ella? Pensé que estaba muy claro lo que quería. Cuando empecé a explicar, Kale me cortó— ¿Nos estás pidiendo que te entreguemos a Laurent y así alimentar tus recuerdos? El estrés de todo lo que aprendas puede forzar más recuerdos a la superficie y llevarlo directamente a ti y la gente con la que resides ahora. —Ella sólo tiene que preocuparse si la gente a su alrededor no pueden protegerla —dijo Jace. —¿Qué significa eso?—Pregunté. Jace sonrió— Con el Consejo, puedes vivir sin la carga crónica de miedo que Laurent invoca en el vampiro. Suspiré y de repente me sentí muy cansada. Había demasiadas cosas en mi vida en este momento: Jace y Kale me estaban tirando en dos direcciones diferentes, Alex me necesitaba, y estaba emocionalmente tocada. Por no mencionar el hecho de que yo era un Arco siendo cazada por un hombre dispuesto a sacrificar a su hija a inmortales nómadas. La cabeza me empezó a doler y mi visión vaciló.

Sentí la mano de Kale en mi hombro. Poco después, su voz flotaba por el aire, cálida y preocupada. Me ayudó a sentarme en el suelo. —Es por esto que me he estado tomando las cosas con calma con ella —le explicó Kale a Jace. Jace gruñó en respuesta, pero me preocupaba que hubiera aceptado la idea de mantenerme en la oscuridad. Abrí los ojos para ver el rosto de Kale empañado por preocupación, y traté de alejarlo. No quería ser mimada, y más que nada, no quería que me mintieran. —Estoy bien —dije, y Kale a regañadientes me dejó ir y se alejó—. Creo que sólo necesito un poco de aire. Jace se dirigió a la puerta, ganándose una mirada sospechosa de Kale antes de moverse hacia mí y ayudarme a levantarme. Quería moverme por mi cuenta, pero sabía que no debía alejar a Kale. Mis piernas temblaban, y aunque mi visión era más clara, todavía no estaba al cien por cien. Nos movimos afuera, y el aire helado me atacó desde todos los frentes, limpiando mi cabeza y quemando mi piel. Jace se acercó al perímetro del cementerio mientras Kale y yo nos quedamos en silencio esperando su regreso. Quería confrontar a Kale sobre sus mentiras, y quería que se disculpara, pero no creía que lo fuera hacer. La gente no suele pedir disculpas cuando piensan que el fin justifica los medios. Kale pensaba que sus acciones me protegerían, pero me preguntaba si alguna vez habría pensado en lo que mentirme haría a la confianza que habíamos construido. Miré a todas partes menos a él. Miré el hielo transparente que había formado lanzas en miniatura en el borde del mausoleo y las ramas mientras se balanceaban con el antipático viento congelado que irritaba mi cara y amenazaba con romper mis labios. Toqué mis labios recordando el suave toque de los de Kale, y la traición quemó más profundo. ¿Cómo podía guardar tantos secretos de mí? ¿Qué más me estaba ocultando? Tragué y me volví para enfrentarlo. Pude ver el remordimiento plasmado en su rostro, pero no obtendría la absolución de mí—al menos no esta noche. Abrí la boca para hablar, pero me di cuenta que en mi prisa por gritarle, no había pensado exactamente en qué decirle. Kale lanzó un suspiro y esperó a que el bombardeo de palabras fuera liberado. Permanecí en silencio. Pasé los dedos por mi pelo, destruyendo completamente la cola de caballo que había perfeccionado antes. Tiré de la banda elástica y permití que mi cabello cayera en capas por mi espalda y alrededor de mi cara. El cuerpo de Kale se puso rígido, y sus ojos se transformaron en pulidas piscinas negras de líquido. Los músculos de su mandíbula se apretaron y se liberaron mientras olfateó el aire. Él literalmente olfateó el aire. Miré alrededor, pero sabía que estábamos solos excepto por Jace, y él estaba haciendo una verificación del perímetro. ¿Me olió o había algo más ahí fuera? Kale flotó más cerca de mí. Su rostro estaba bañando por la luz de la luna reflejada en la nieve. Líneas duras manchaban su

rostro mientras lo veía luchar contra la urgencia de cerrar el espacio entre nosotros. Usando mi mejor juicio por una vez en mi vida, calmadamente empecé a retroceder, ganándome una sonrisa socarrona de Kale. —Um, ¿está todo bien? —tartamudeé, tratando de aplacar mi preocupación. Kale nunca me había mirado de esa manera, ni siquiera cuando nos besamos, y eso me asustó. Su rostro era hermoso, pero cuando la luna lanzó un brillo en su piel, vi que Kale estaba interesado en más que un simple beso. Otra brisa helada flotó por delante de nosotros, erizando mi pelo y enviando un escalofrío por mi columna vertebral cuando me di cuenta que Kale podía oler mi pelo. El viento soplaba mi fragancia para él, marcando sus sentidos con mi olor. Rápidamente, cogí la banda elástica de mi muñeca y fui a controlar mis mechones liberados. Kale gruó bajo en su garganta, deteniéndose a mitad de camino a través de la acción. —Ah, pero hueles tan…—Volvió a respirar hondo y me miró con sus ojos de obsidiana. Rápidamente me recogí el pelo en una coleta desordenada y me puse mi sombrero. Esperaba que fuera suficiente, pero parecía que todo lo que tomó fue una fragancia para liberar el depredador en Kale. Era extraño; Kale nunca antes se había preocupado por mi olor. ¿Qué era tan diferente esta noche? —Mira, todo mejor. ¿Verdad?—Pregunté, con todavía un rastro de miedo. No había detenido su marcha perezosa hacia mí, pero me detuve cuando mi espalda chocó contra un árbol. —Kale, ¿estás bien? Nunca te he visto así. Kale sonrió más ampliamente, revelando lo que había pasado tanto tiempo escondiendo de mí. Sus dientes eran cautivadoramente blancos, y sus colmillos estaban al descubierto. Se asomaban, asustándome con la promesa de dolor. La sonrisa de Kale brilló más y me dieron ganas de caminar hacia él, pero no lo hice. Era más sensata. Kale ladeó la cabeza hacia un lado y preguntó: —¿Nunca me has visto cómo?— Su voz era como música para mis oídos, haciendo que mi corazón se acelerase. Podía sentir cada latido de mi corazón mientras bombeaba la sangre por todo mi cuerpo. —Como si quisieras comértela para cenar —dijo Jace, de la nada, en respuesta a la pregunta de Kale para mí. Inmediatamente la visión de Kale se despejó, y sacudió la cabeza. Me miró, confundido. Jace apareció en mi línea de visión justo detrás de Kale con un palo de

plata en la mano. A primera vista el palo parecía inofensivo, pero a medida que mi visión se centró, me di cuenta de lo que Jace estaba sosteniendo. —¡Jesús, no! —Corrí entre Kale y Jace—. ¿Qué estás haciendo, y qué es eso?— Pregunté, incapaz de apartar mis ojos de ese maldito palo brillante. —Él quiere matarme con él —Cuando Kale finalmente habló, su voz ya no era como la llamada de una sirena, sino normal, su timbre cálido. Suspiré de alivio y le lancé una mirada, examinando sus ojos. Todavía estaban oscuros, pero nada como antes. Jace se movió hacia adelante, y sus pasos en la nieve fresca eran inquietamente tranquilos. Vi sus pies mientras avanzaban hacia mí, finalmente encontrando su destino. Se detuvo y me miró. —Quiero protegerte —dijo Jace, dándome una dura y evaluadora mirada—. ¿Cuándo fue la última vez que te alimentaste, enfermo?—Ni una sola vez me liberé de su helada mirada azul. Me estremecí al oír las palabras que salían de la boca de Jace. A pesar de que Kale me había asustado, no iba a dejar a Jace usar eso contra él. —Kale, su nombre es Kale —dije. Jace inclinó la cabeza, reconociendo mi corrección, pero no modificó sus palabras. Esperó a que Kale le respondiera. Me volví hacia Kale, desgarrada entre el deseo de saber la respuesta y esperando para respetar sus privacidad. Kale permaneció inmóvil como una estatua de bronce, manteniendo su cuerpo tenso y sus ojos fijos en el palo de plata. —No es de tu incumbencia —respondió Kale. Aparté mi decepción. Pensé que al menos merecía la respuesta porque yo era la que consiguió la mirada de «ojos hambrientos»—Aleja la estaca —mandé tranquilamente a Jace—. Todo está bien ahora. Jace puso la estaba en su cinturón bajo su abrigo sin protestar. Mi preocupación se disipó ligeramente. Supuse que si Jace pensara que Kale era una amenaza, no habría alejado su arma tan fácilmente. —Así que, Princezná, ¿cuál es el plan? Kale parecía enojado y distante, y me pregunté si estaba hambriento o algo. —¿Quieres saber finalmente algunas verdades, o te van a ser suficientes las mentiras de Kale hasta mañana?—Preguntó Jace. Kale se burló.

No estaba segura de lo que quería oír esta noche. Estaba cansada y me cerebro se sentía como papilla. Probablemente no podría manejar mucho más, y no iba a estar en el frío con Kale y Jace y escucharlos pelearse—Esta noche no, Jace. Creo que sólo quiero ir a casa y dormir. —Me dirigí hacia el camino que me llevaría allí—. ¿Podéis hacerme el favor de quedaros atrás? Necesito un poco de tiempo a solas. —No —dijeron Jace y Kale en tándem. Los miré con los ojos muy abiertos, pero estaba demasiado cansada para luchar. Sacudí la cabeza y me volví hacia el camino que destacaba mi deseo de estar sola. No oí pasos de Kale o Jace detrás de mí, pero no era tan ingenua como para pensar que uno de ellos o ambos no me seguían. Como si leyeran mi mente, Jace llamó detrás de mí— Tú no me verás, pero voy a seguirte a tu casa para asegurarme que llegas allí sin incidentes. No tenía que mirar hacia atrás para decir que no sólo se estaba refiriendo a los hombres de Laurent, sino también a Kale. No me detuve para defender a Kale como normalmente habría hecho, y él se quedó en silencio. Ya no me importaba lo que cualquiera de ellos hiciera. Ya me estaba cansando de que dijeran lo que iba a pasar. Sólo quería hundirme en la cálida cama donde los Carlton y olvidarme de todo, aunque sólo fuera por unas horas. De vuelta en la casa, el lugar de estacionamiento de Alex seguía vacío. Tenía la esperanza de que al menos llegara a casa antes de desmayarme por la noche. Arriba, me quité la chaqueta y me senté en la silla de la computadora, colocando mi teléfono delante de mí sobre la mesa. No creía que Alex fuera a llamarme si no lo había hecho ya, y no había llamadas perdidas en el registro de llamadas. Me retiré al cuarto de baño y me di una buena ducha caliente. Usé globos de acondicionador de menta romero en el pelo, con la esperanza de que ayudara a enmascarar cualquier olor que hubiera enviado a Kale al pequeño frenesí en el que se había metido. Todavía estaba muy enfadada con él por haberme mentido. Mi corazón dio un apretón en mi pecho, y me recordé diciéndole a Alex que me sentía como si pudiera contarle todo a Kale. Sabía que Kale creía que tenía una buena razón para mentirme, pero aún así dolía. Una vez que estaba fuera de la ducha, revisé mi teléfono y la hora. Ninguna llamada perdida de Alex, y ya era tarde. Llamé a su teléfono, y después de tres tonos, salió el buzón de voz. Trencé mi cabello y me dirigí a la cama. Los acontecimientos del día me habían alcanzado mucho antes de que ni siquiera hubiera llegado a casa, y cuando me acosté y cerré los ojos, dejé de luchar y dejé que el cansancio se estableciera. Mientras caía dormida, me pregunté si había alguien en mi vida en quién podía confiar completamente. La lista era breve y decepcionante, porque todo el mundo estaba muerto.

Traducido por Floresadri Corregido por Mew Rincone

«Somos mejores haciéndole frente solos a Laurent, Helene. Tienes que tener fe en mí y solo en mí. No te fallaré.» ― Kale ―Como sabes, soy miembro del concejo que fue creado ―Comenzó Jace Aprendí más en dos días con Jace sobre mi pasado, que en todo mi tiempo con Kale Kale dijo que era por mi protección. Creo que el creyó que la ignorancia realmente me protegería, pero seguía enojada con él por mantenerme en la oscuridad. ―Olvídate de tu pasado porque no significa nada. Si, el es el hombre que ofreció a su hija a los inmortales a cambio de la vida eterna, pero eso ya no importa. Todo lo que importa es que recuerdes esconderte de él hasta que se detenga. El consejo es rápido en el trabajo de buscar maneras de hacer esto, y porque estamos cerca, es importante que no te descubran sus secuaces― Jace y yo nos sentamos cerca del fuego que él había creado. Habían pasado dos días desde que descubrí el secreto que Kale me guardaba. Nunca me dijo que me había seguido hasta la escuela el día que tuve mi crisis, entonces Ocean Trace, o que fue quien prendió fuego a la sala de registros para que nadie supiera que yo había estado allí, arriesgando la vida de los pacientes. Nunca me dijo que me había estado siguiendo en silencio por un año y medio. Me emocionó y asustó al mismo tiempo, y me pregunté que mas me había pasado, mientras él había estado en el fondo observando. ―Cuando el príncipe oscuro te encontró la última vez, te uso para encontrar y destruir el consejo. Puesto que el consejo tiene más humanos que inmortales, casi los aniquiló. Eso no tuvo sentido para mi, ¿Por qué no podrían hacer mas inmortales? Puse mi mano cerca del fuego. La madera grujió y envió suaves, negras columnas de humo en el oscuro aire. Era la una de la madrugada y estaba helando afuera, pero la historia de Jace me mantuvo pegada a mi improvisada silla, un cómodo y caliente tronco de árbol. El fuego estaba disminuyendo, y Kale se fue a buscar más leña, pero se había ido por más tiempo del que debería tardarse en recoger algunos

palos. Las cosas eran diferentes entre nosotros, me di cuenta de que ya no robaba miradas hacia mí. Ni entablaba ninguna conversación con Jace o conmigo. El solo permanecía a nuestro alrededor, estoico, vigilante y distante. No habíamos hablado acerca de su incidente―sed de sangre―pero Jace me lo ha explicado. El dijo que a veces los humanos desprenden un olor que lleva a los vampiros y Chorý a la locura. Por lo que entendí, aquello robaba la razón a los vampiros. ―Espera, ¿por qué no convierten a más personas? ―pregunté, saliendo de mis pensamientos y volviendo a la conversación. Si se habían reducido sus números, ¿Que los detenía de crear más? ―No podemos porque hemos hecho un voto de no convertir a nadie más. De los tres hombres que ponían todo eso en movimiento, solo queda uno, y él no va a condenar a otra alma. Jace debió de haber visto la confusión en mi cara. Buscó una mejor manera de explicarme la situación, pero todavía se me hacía extraño que el consejo se dejara morir antes de crear otros inmortales. Jace continuó hablando, mientras reflexionaba su explicación. ―Ella, debes entender. Para algunos, la vida eterna no es nada más que una prisión eterna. No es lo que piensas. Mientras más vivas, mas dejas de conectar con los de alrededor, estas congelado en tu estado actual. Miré a Jace. Vi un joven de veinte tres años en lugar de un señor de doscientos cincuenta años que es lo que realmente tenía. Debía de ser difícil ser considerado como un joven adulto por personas que solo tenían una fracción de tu verdadera edad. ―Tus prioridades cambian, y ves la vida de un modo diferente. Las cosas por las que una vez viviste significan menos y menos mientras tu humanidad se convierte en una distracción. Solo hay unas pocas personas en el mundo que vivirán cuando el sol no queme más. Confía en mí, los inmortales ven la vida eterna como un castigo, no un regalo. Yo no podía ayudar pero sentí lastima por Jace. Él se había pasado su vida entera haciendo sacrificios para reparar los errores que yo había cometido con mi poder. Unos sonidos de pies me hicieron pasar mi atención de Jace a la oscura figura parada en el bosque. Kale con ramas gruesas en sus brazos se acercaba y las puso en el fuego. ―Hélène se sacrifico para que el Consejo tuviera suficiente tiempo para reunirse, ella no reveló a los Oscuros donde iba a nacer la próxima Arco, y eso nos dio tiempo. Mientras él estaba en tú búsqueda, nosotros doblamos nuestro número y buscamos maneras de matarlo a él y a sus seguidores.

Después de que hubo descargado la madera, Kale se paró a unos metros de distancia del fuego y escaneó constantemente la zona. Habíamos encontrado a las dos chicas que habían sido asesinadas pensados que podría ser yo. Al final resultó que los hombres de Laurent habían capturado a las chicas equivocadas. Jace se había calmado un poco desde su última interacción con Kale, pero aún así parecía en el borde de otra. Me aparté del fuego y miré mi reloj. Necesitaba estar de regreso pronto porque tenía trabajo, y se estaba haciendo tarde. Decidí quedarme una hora más y aprender más sobre mi pasado. Era el turno de Kale de cuidarme esta noche, entonces podíamos regresar caminando a casa y hablar. Sabía que el único que tenía las respuestas para mi era Jace, así que fui con él. ―Bien, entonces entiendo que puedo ver el pasado, pero ¿en que mas soy buena? Jace me había dicho que yo podría recordar acontecimientos secretos como los del Consejo reuniéndose y conspirando contra Laurent, que es como yo lo había llamado, porque el Príncipe Oscuro daba mucho miedo. ―Bueno, todos los Arcos tienen la habilidad de ver el nacimiento del próximo Arco con una precisión asombrosa. Tú sabrás la fecha, hora, lugar y el nombre de la próxima Arco. Se dice que habrá una Arco que podrá ver el futuro, y este Arco será capaz de ver la caída de los Oscuros. Y ese es el problema. Siento que el Oscuro va a querer matarte porque eres la verdadera amenaza para él. ―Tú no sabes si puedo ver el futuro. ―Estuve cerca de rogarle a Jace para que retirase sus palabras, pero por su mirada, pude ver que era difícil para él también. El hecho de que estuviera poniendo a las personas que me importaban en peligro me asustó tanto que temblé de miedo y frío. Jace repentinamente se quedó quieto cuando Kale puso su brazo alrededor de mí, acercándome a él y el agudo olor de invierno era tan familiar para mí. Su agarre era tan fuerte que me quedé quieta, no permitiendo a los escalofríos apoderarse de mí. ―Te llevamos a casa. Se está haciendo tarde, y estas helada ―murmulló Kale. Él me giró para caminar, ignorando completamente a Jace. Miré sobre mi hombro y le dije adiós a Jace. Lo volvería a ver la próxima semana cuando fuera su turno de ser mi guardia. Mientras caminábamos, el agarre de Kale se fue aflojando. Estaba feliz cuando estábamos tan cerca pero aún me sentía traicionada, y todavía no sabía cómo tratar con él. Mientras con una mano me mantenía en la oscuridad manteniendo las visiones a raya, otra me ponía en peligro.

―Odio que él te diga cosas. Esta preocupándote sin necesidad, y estoy seguro que tienes suficiente en tu mente por ahora ―Kale miró hacía adelante. Todavía abrazándome. Creí que Kale me estaba hablando de la escuela. Pero no iba mal en ninguna asignatura, mis notas estaban bien. Sé que no estaba hablando de mis problemas con Alex porque yo no le había contado. ―Estoy bien, creo. Quiero decir, no hemos visto a los hombres de Laurent a pesar de que han estado por aquí, y los tengo a ti y Jace, así que… ―No, quiero decir a como están las cosas entre nosotros ahora por culpa de mis acciones. Realmente lo siento por haberte ocultado cosas, pero me siento como si fuera yo quien tuviera que preocuparse de Laurent por ti. Quiero protegerte de la oscuridad y nunca revelarme ante ti, para que puedas tener una vida normal después de capturar a Laurent, pero parece que eso nunca pasara. ―Oh ―No estaba tan molesta como lo había estado antes porque supe que tenía las mejores intensiones para mi corazón. ―Lo entiendo ahora, pero por un tiempo, veía como que no podía confiar en ti. Eso era difícil porque mi corazón me decía que podía, pero tú probaste que no podía ―dije con sinceridad. ―Realmente lo siento. Sé que es difícil para ti. Se lo que se espera de todo esto, y sé lo incómodo que esto se puede sentir, la incertidumbre de todo esto, así que creo que deberíamos hablar. Estábamos en el árbol de atrás de donde los Carltons, y me estremecí de frio. Quería aprender más acerca de la sed de sangre y lo que podía hacer para ayudar a detener su aparición de nuevo. ―¿Quieres entrar? ―Le pregunte vacilante Kale no había estado en mi habitación desde la casa de campo, y no había hecho nada para estar allí. Cuando era su turno de hacer guardia por mí, él se quedaba afuera cerca del cobertizo o del bosque. Todas las noches me tenía que forzar a mí misma a dormir. Sabiendo lo cerca que él estaba, incapaz de verlo o tocarlo, era insoportable. Kale miró mi casa y cambió su peso. Parecía estar haciendo tiempo para pensar si aceptar la invitación. Me sentiría avergonzada si no fuera por la mirada de sorpresa en su rostro. ―Es tarde y tú tienes que trabajar mañana ―respondió.

Yo no había ido a trabajar en los últimos dos días, y mi primer día de regreso aseguraba ser un infierno. Había estado ignorando las llamadas de Mia. Era cerca de las dos de la madrugada y necesitaba estar a las once en Knope´s. ―Si, tienes razón. Supongo que puedo esperar ―Me di la vuelta para caminar a casa, pero me detuvo la mano de Kale. Alargo la mano hacia mí y me llevo de vuelta a él. Su respiración era caliente en mi oído, enviando escalofríos en mi espina dorsal. En ese momento me di cuenta de lo mucho que lo extrañaba a él y a su calidez y frías manos. ―Mañana en la noche, lo prometo ―dijo soltando mi mano. Me preocupaba que Kale no confiase en sí mismo conmigo alrededor. Yo había estado manteniendo mi pelo en un apretado moño y usando mi chaqueta forrada. Parecía estar haciendo efecto, pero Kale todavía parecía nervioso cuando estábamos solos, y eso me preocupaba. ¿Cómo me protegería de los hombres de Laurent si estaba constantemente tratando de protegerme de él mismo? *** Mientras me arreglaba para el trabajo, suenó mi teléfono. Era Mía, y por supuesto recibí la reprimenda que había estado esperando por días. Me la merecía, supongo. ―Entonces, ¿Supongo que ahora no sabes cómo responder tu teléfono? Estaba enojada, pero también podía escuchar un poco de alivio en su voz, y asumí que era porque finalmente contesté el teléfono. ―¿Y bien? ―He estado ocupada, Mia ―he estado ocupada aprendiendo de Jace y tratando de entender cosas con Kale, sin mencionar los problemas entre Alex y yo. No estaba seguro si se quería transferir después de nuestra última conversación, y Eric usó su incapacidad de elegir como prueba de que él no se había pensado qué decisión tomar, así que Alex regresaría a New York para terminar el semestre. Fue difícil dejarlo ir, pero pienso que fue para mejor. No quería que él se quedara por mi porque yo no estaba segura de que había pasado con esas chicas perdidas, y todavía no se cómo me sentía hacía él. Estaba confundida y asustada. El hombre de mi pasado y el hombre de mi presente estaban en una pelea en mi cabeza, pero siempre era un drama. Me preocupaba por los dos, pero todavía seguía confundida sobre qué hacer. ―Así que, ¿no es porque Alex y yo hemos estado hablando?

Sentí una punzada de celos, pero la aparté rápidamente. No era justo que me sintiera así porque yo le había dicho que Alex y yo no éramos una pareja. Pero saber que él tenía sentimientos por mí y que había estado hablando con ella mientras apenas me pronunciaba la palabra, dolió. De repente el panecillo de arándano que estaba comiendo no supo tan bien, y pensé que ignorar a Mia por los dos últimos días había sido estúpido. Si hubiera hablado con ella, hubiera sabido que ella y Alex habían estado manteniendo contacto. ―¿Hola? ―gritó Mia, sacándome de mis pensamientos ―Estoy aquí. Como dije, estaba ocupada. No estaba ignorándote. ―Bueno, solo digo que tienes que atender el teléfono por mí, y Alex esta con los labios cerrados sobre lo que está pasando con ustedes y porque él no está seguro de transferirse. ¿Dónde diablos estás? Se suponía que estarías aquí en diez minutos Miré mi reloj. Eran las diez y cincuenta a.m. y Kale no aparecía todavía. Corrí hacia la puerta y miré afuera para ver a un vehículo negro elegante ronronear en el camino de la calle. ―Te llamo después —colgué antes de que pudiera decir algo. Estaba nerviosa porque nunca había visto ese auto. El polarizado del carro no dejaba ver nada del interior. No tenía placa de licencia en la parte delantera, así que no pude ver si era alguien de Virginia o de otro estado. Antes de que pudiera llamar a Kale, mi teléfono sonó con un tono especial. Respondí lo más rápido posible, esperando que fuera alguien cercano. ―Hey, me alegra que hayas llamado ―dije, antes de que su voz me cortara. ―¿Vas a mirarme desde la ventana o vas a entrar en el auto para que no llegues tarde al trabajo? Mi sorpresa desaparece rápidamente y se convirtió en confusión. ¿De dónde había sacado el coche? y ¿Cómo podía pagarlo? Yo ya había decidido que mi suposición de que era un vagabundo era incorrecta, pero por alguna razón me era difícil imaginarlo en una casa con cosas normales en lugar de un mausoleo. Me las arregle para decir un― Bien ―mientras salía de la casa y entraba al coche. En el interior olía a nuevo junto a un susurro de la picante esencia de Kale. Quería preguntarle sobre eso, pero no pude reunir el coraje suficiente, así que le pregunte la primera cosa estúpida que se me vino a la mente. ―¿Puedes manejar? ―Resistí la urgencia de golpearme la frente. ―Eso espero ―dijo, con un toque de diversión

Salimos del camino y nos dirigimos a Knope´s. quería quedarme en el coche y hablar con Kale, pero llegaba tarde. Todo lo que pude hacer fue agradecerle y recordarle que iba a salir a las cuatro del trabajo. Corrí dentro de la tienda pasando a una deslumbrada Mia y en la parte de atrás puse mis cosas. En la prisa de hacer eso se me olvido inventar una explicación para Kale a Mia, para que sí hablaba con Alex, él no se molestara. Me dirigí a la caja registradora para ver a Mia deslumbrada por el carro de Kale. Estaba en el mismo lugar en el que lo había dejado. Confundida, me acerqué a ella y esperé a que Kale se fuera. Cuando él no lo hizo, Mia se volvió hacia mí con una mirada molesta ―Entonces, ¿este es el tipo del que hablabas sobre dar paseos? ―preguntó, en un tono más calmado del que esperaba―. Bonito auto. Un 2011 Lexus GS 450h. Él tendría que haber ido con el LS 600h, supongo que tendré que preguntarle porque no lo hizo. ―Ella salió por las dobles puertas hacia el vehículo. Corrí detrás de ella, ignorando el penetrante frio, sin importarme si la tienda estaba sola. No sabía cómo llamar a un cliente, y no había visto a nadie en la tienda cuando entré, ni siquiera al señor Knope. Mia se deslizo hacia el auto, como una princesa de patinaje sobre hielo, mientras yo me tropecé sobre el hielo y la nieve. Cuando llegó al coche, le dio unos golpecitos a la ventana. Yo fui al lado de pasajero para entrar. Kale ignoró a Mia y quitó el seguro de la puerta, dejándome entrar. Antes de girar la cabeza hacia Mia, él me miro frunciendo el ceño. ―¿Dónde está tu abrigo? ―Antes de que pudiera responder, encendió el auto y prendió la calefacción. Finalmente, bajó la ventanilla a una fastidiada Mia, su rostro desconfigurado por el enojo. ―Yo no estoy de pie…― se fue deteniendo mientras miraba cada centímetro de Kale. Estoy segura que vio las mismas cosas que yo cuando lo vio: esos negros ojos que decían que era misterioso, e incluso peligroso, su pelo, brillando por la luz del sol, pidiendo ser tocado; sus sexys labios que parecían haber sido creados especialmente para mí, la parte inferior solo un poco mas grande que la superior, y los suaves planos de su pálida cara que le daban la increíble apariencia de una estrella de cine mientras reflejaba a nadie que ella hubiera antes. De pronto los celos que había sentido por las conversaciones de Mia y Alex parecían menos importantes. Pude sentir mi cara sonrojarse con la rabia que brotaba de mi boca. ―Mia, ¿Cuánto planeas mirarlo? ¿No tenías una pregunta acerca del auto?

Soné mas irritada de lo que planeé, lo que causó una sonrisa de jugador en los labios de Kale y despertó a Mia de cualquier sueño en el que había caído. Mia sacudió físicamente su cabeza como desalojando las telarañas que se habían formado―Oh, si ―ella había olvidado la razón por la que había salido. Mia se recupero rápido, pero no tomó en cuenta el tema del auto y paso a otro. ―Así que, ¿tú eres el que está tomando el lugar de Alex mientras él regresa a casa? ―preguntó ella con interés. Kale me miró interrogante, y supe lo que estaba pensando ―Decidimos que desde que es peligroso que una chica ande sola, seriamos sombras los unos de los otros; Alex y yo juntos y Brett y Mia juntos —dije rápidamente. Me di cuenta que se encogía con la palabra juntos, pero sabía que él entendía lo que significa, así que no hice nada para seguir adelante con mi explicación. Mia estaba pálida y temblando. ―Deberías entrar en la tienda. Te ves como una paleta helada. Te vas a enfermar ―le dije a Mia y para mí sorpresa funcionó—no porque yo se lo hubiera dicho, sino porque sus labios se volvieron azules. Una vez que Mia estuvo adentro, Kale se giró hacía mí. Me miró un rato antes de hablar. ―Estuvimos de acuerdo en que Jace y yo te protegeríamos, el chico mortal no te puede mantener protegida de ellos, Ella. ―Lo sé y estoy de acuerdo, pero ellos no saben la verdad, así que piensan que cualquier chica es la siguiente. Alex y Brett están preocupados por nosotras, y quieren cuidar de nosotras. Desearía poder decirles la verdad, pero eso solo los pondría en peligro, y podrían nunca creerme. Kale se inclinó y puso su mano en mi mejilla, un toque calmante que hizo exactamente eso. ―Confía en mí. Sé que esto es difícil para ti, pero Jace y yo te protegeremos tanto tiempo como tengamos que hacerlo. Cuando me metí de nuevo en la tienda, Mia estaba en el mostrador. Ella había tomado su abrigo de la parte trasera. Se frotaba sus manos juntas, calentándolas. ―Así que ¿Él va a quedarse sentado ahí fuera durante todo tu turno?— Preguntó. Miré hacia fuera para ver que el auto de Kale no se ha movido. Estaba agradecida que se quedase porque sabía lo peligroso de estar sola en cualquier lugar. Yo todavía no había visto nada de los hombres de Laurent, pero Jace y Kale me aseguraron que él pronto sabría donde estaba yo y los mandaría a por mí. Una

vez que eso pasara, Jace querría que yo fuera con él al consejo por protección y Kale no podría estar cerca de mí una vez estuviera allí. Ahí era cuando la guerra real comenzaría, así que he estado rebanándome el cerebro para descubrir una solución. Hasta el momento no tenía nada. ―Supongo ―Me moví de la puerta al mostrador para estar detrás de ella. Hoy supuestamente iba a aprender a usar la registradora. Traté de ignorar sus miradas. No quería hablar de Alex o Kale. La situación se había convertido en otro estrés en mi vida para la que no tenía tiempo. Pensé en ser clara con Alex, Mia y Brett sobre todo lo que había aprendo de Kale y Jace pero era una idea estúpida. Si no fuera por mi estadía en el psiquiátrico Ocean Trace, sería una persona mas creíble para hablar sobre vampiros e inmortales. En realidad creo que una persona sana seria considerada loca si viniera con tremenda historia pero una persona con un historial psicológico como el mío probablemente terminaría bajo custodia ―¿Vas a hacer que pregunte? ―cuestionó Mia. ―Pregunta ―dije, sabiendo que no podía detenerla. Ella preguntaría lo que quería, pero yo no tenía que decirle nada. Mia me miró, sus azules ojos en blanco. Sabía lo que ella quería saber, y sabía que sus sentimientos hacia mi probablemente cambiarían basados en la respuesta que le iba a dar. ―¿Quién es él en realidad? Quiero saber si él es la razón por la que Alex no va a volver. ―Ella puso sus manos en sus caderas y me miró como un halcón. Era gracioso como ella trataba de intimidarme, como si una rubia de ciento diez libras pudiera hacer algo más que un puchero. No le debía una respuesta, y estaba segura como el infierno que no iba a dejar que ella pensara que esa estúpida pose iba asustarme. ―Mia, ese es un asunto personal entre Alex, Kale y yo, así que me gustaría mucho no hablar de ello ―Me reuní con ella en la caja registradora. Mia rompió su pose y sonrió― Kale, ¿eh? Él definitivamente es más sexy que Alex, pero no tan musculoso, y me gusta mi hombre con músculos. ―Como sea. ¿Quieres enseñarme como usar esta cosa o qué? ―apunté a la registradora, ignorando el dolor en mi pecho por su último comentario. No importa, pensé. Había cosas más importantes de las que preocuparse. Quería que Alex fuera feliz, pero no estaba segura quería que lo fuera con Mia. Después de unas horas en la registradora, lo tenía dominado. Era más fácil de lo que esperé, porque el señor Knope no había actualizado su equipo desde 1980. Mia hacía un buen trabajo ocupándose de su negocio pero vi que mandaba mensajes más de lo usual, y esperé a que no estuviera hablando con Alex sobre Kale.

―¿Qué piensas de ir mañana al centro comercial conmigo?― preguntó Mia. La tienda estaba muerta, y no habían más autos en el parking más que el de Kale y el de Mia. ―¿Qué vas a comprar? ―me senté detrás de la registradora y llené los papeles y bolsas de plástico mientras Mia bailaba alrededor de la tienda. Mia se encogió de hombros― No lo sé. Mi papa me dio su tarjeta de crédito, y planeo quemar algo de plástico. ¿Juegas? Puedes traer a Kale, si quieres. ―Su estado de ánimo había cambiado de molesto con el mundo a algo de lo que no estaba segura verla nunca—feliz. ―Claro, supongo ―Bien. Quiero llevarte a hacerte el pelo. No estoy segura de que intentaste hacer, y no es por ser mala, pero tus raíces están fuera de control, cariño. ―Um, gracias, pero no gracias. Usualmente solo compro un tinte en la tienda y lo hago en casa ―No había necesidad de pagarle a alguien cien dólares por hacer algo que puedo hacer por siete. Mia arqueó una ceja y sonrió― Bien, en mi casa mañana al mediodía. Yo llevaré el tinte. Tú solo tráete a ti. ― Mia agarró su teléfono y se fue al baño, donde permaneció la mayor parte de mi turno.

Traducido por MewHiine Corregido por Yanii

«Tu toque me tranquilizó aún cuando sentí que todo estaba perdido. Nunca te diste por vencido. Creíste en mí. Luchaste por mí, y moriste por mí. Si eso no es amor, entonces ¿qué lo es?» —Hélène

El camino a casa en el coche comenzó con tal silencio sereno que casi me quedé dormida. El ronroneo del motor se mezclaba con el murmullo monótono del viento, y me relajé en el suave y caliente asiento de cuero. Justo cuando cerré los ojos, Kale preguntó—: ¿Qué le vas a decir? Abrí los ojos para ver que nos dirigíamos en dirección opuesta de casa. El aire en el coche de repente estaba helado. Estiré la mano y apreté uno de los botones que pensé que controlaba el calor, pero en realidad puso la radio a todo volumen. No sorprendiéndose por el fuerte ruido, Kale se estiró y la apagó, luego encendió el calor. —Entiendo que te preocupes por él, pero tienes que entender que si el Consejo se sale con la suya, tu vida la vida que tienes con esas personas va a terminar, y eso podría ser desagradable. —Redujo la velocidad para tomar una esquina que conducía a Elmwood City. Quería preguntarle hacia donde nos dirigíamos, y casi lo hice hasta que registré lo que había dicho. —Los Carltons —corregí. Odiaba cuando él los llamaba “esas personas.” Quería dejar Cedar, pero tenía que haber una manera mejor que simplemente desaparecer—. Y sí, tienes razón, pero no vas a dejar que ellos me lleven, ¿verdad? —Me ajusté en mi asiento para poder mirarlo con más claridad. Kale estaba diciendo que cosas normales ya no tenían un lugar en mi vida, siendo Alex y su familia algunas de esas cosas. Me miró el tiempo suficiente para registrar el cambio que sus palabras habían traído, entonces volvió su atención a la carretera antes de hablar.

—Ella, haría cualquier cosa para protegerte —su voz era tensa y tenía una capa adicionada de lo que parecía ser miedo—. No puedo esconderte de todos una vez estés ahí, y sé que llegará el momento que Jace haga todo lo que sea para ganarse tu confianza para que vayas con él al Consejo. —¿Qué estás diciendo? —pregunté, rompiendo el breve silencio que le había dado. —Que pronto vas a tener que tomar la decisión de si deseas que Jace o yo te proteja, de si vas a dejar la casa de los Carltons por elección o por lo fuerza, y de si yo... —Espera, ¿por la fuerza? —Sabía que mi cara mostraba algo más que simple cuestionamiento, también miedo. Confiaba en Kale. Nos había tomado algún tiempo llegar ahí, con un bache muy grande en el camino, pero sabía que estaba dispuesto a correr el riesgo de confiar otra vez si creía que lo estaba haciendo para protegerme, y eso me preocupaba. —¿Quién va a forzarme? ¿Jace o tú? —Sí se trata de eso, él lo hará. Sabía la respuesta en caso de Jace, pero me preocupaba lo que Kale me obligaría a hacer si pensaba que era por mi seguridad. Yo no había tenido control de gran parte de mi vida en el último año y medio. Parecía ser un patrón del que no podía escapar. En esta situación, sabía lo que tenía que hacer para protegerme a mi misma y proteger a la gente que amaba, pero, ¿Yo qué era capaz de arriesgar para mantener a todos a salvo? —Entiendo que tengo que dejar Cedar Grove, pero no voy a hacerlo de la forma en que Jace quiere que lo haga. No quiero fingir mi muerte. No puedo hacer pasar a los Carltons por eso. —Tenía que haber otra forma de detener a Jace de llevarme al Consejo—. ¿Por qué no puedo simplemente decirle a los Carltons que me voy por un tiempo o a transferirme a una universidad diferente? —Me moví en mi asiento, no porque me sintiera incomoda, sino debido a que necesitaba irme, estar fuera del coche—. Por cierto, ¿A dónde me llevas? —pregunté, un poco más molesta de lo que quise. —A cenar en Elmwood City. —Oh, por un momento pensé que ibas a secuestrarme y llevarme de nuevo a esa casa de campo —reí nerviosamente. Kale sonrió. —Haría un montón de cosas para protegerte, pero confío en que nunca vayas a hacerme tener que hacerlo.

A pesar de que su sonrisa seguía presente, yo sabía que había querido decir cada palabra. —He pensado en llevarte a la casa de campo hasta que el Consejo haga lo que está destinado a hacer y mate a Laurent. Yo solo tengo que encontrar una manera de mantener a Jace apartado de ti, y tú no estás haciendo eso demasiado fácil. —Lo sé, pero eso realmente funcionaría teniéndote alrededor. Quiero decir, no he estado sola ni una vez, y siempre hay alguien en casa de los Carltons. Ese es el arreglo perfecto. —Parecía estar de acuerdo, pero no estaba segura de que respaldara la idea hasta el final. —Seguimos teniendo un problema, los hombres de Laurent. Ellos saben el área general en la que estás. Yo destruí el rastro en papel, pero Laurent todavía está siguiendo tus recuerdos. Mientras él reflexionaba sobre sus pensamientos, mi estómago gruñó. Aunque debería haberme avergonzado, yo estaba lejos de estarlo y bien podía estar de camino a morir de hambre. La risa de Kale me sorprendió. Nunca había oído su risa tan cálida y acogedora. Me quedé mirándolo, deseando que nunca se detuviera. —¿Qué? —Su sonrisa seguía estando ahí, y su piel hacía señas para que la tocasen, pero me resistí a la tentación de hacerlo. Aparté la mirada, avergonzada por mis sentimientos. Teníamos un pasado romántico, pero esos recuerdos estaban involuntariamente bloqueados en el fondo de mi mente. Kale los recordaba perfectamente, pero no estaban disponibles para mí. ¿O lo estaban? Tomamos otro giro brusco y bajamos por una carretera cubierta de hielo en total silencio hasta que mi curiosidad pudo más que yo. Quería saber sobre nuestro pasado y hacía donde nos dirigíamos antes de que hubiéramos sido asesinados. El problema era que cuanto más recordara, más fácil sería para Laurent localizarme. Así fue como supo que estaba en Virginia cuando no había forma de saberlo. Me mordí el labio —¿Vas a decirme algo sobre nuestro pasado juntos en Francia? —Lo miré mientras se concentraba en la carretera. —Supongo que no escuchaste ni una palabra sobre que Laurent está siguiendo tus recuerdos. —Kale suspiró, luego giró y frunció el seño. Entramos en el Centro Comercial Este de Elmwood que albergaba la mayoría de las tiendas familiares y cajeros automáticos. Debido a que Elmwood City era más grande que las ciudades de los alrededores, más turistas viajaban allí. Eso

significaba más tráfico en el centro, donde los alquileres eran más altos, lo que empujaba los lugares como Molly’s, Jack’s, y The Soup Bowl más cerca de los bosques donde sólo lo frecuentaban los lugareños. Kale se detuvo delante de Molly’s y dejó el motor en marcha. —Aquí estamos. El pequeño restaurante era conocido por su chocolate caliente y las hamburguesas monstruos de las que Eric y Alex a menudo hablaban. Nos bajamos del coche. El aire frío olía a humo y a madera, era seco y crujía mientras caminábamos hacia el pequeño restaurante. Kale y yo nos sentamos en la parte trasera junto a una chimenea tapada con ladrillos. El lugar no estaba lleno, pero aún así había un buen número de personas. —¿No se va a ver raro si no comes? —pregunté a Kale. Una maliciosa sonrisa se extendió por su rostro, pero antes de que pudiera responder, una camarera llegó a la mesa. —Hola, mi nombre es Sherry. ¿Qué les pongo? —Puso unas servilletas y el menú delante de nosotros. Kale me sorprendió cuando lo tomó y le echó un vistazo con un entusiasmo que nunca había visto en él. Suspiró, con clara indecisión en sus ojos. Estuve a punto de estallar en un ataque de risa. —¿Cuál es la especialidad de la casa hoy, Sherry? —preguntó con un toque entusiasta y yo me reí en voz alta. La camarera me miró como si me hubieran crecido dos cabezas, entonces enumeró los especiales del día. Me senté frente a Kale, luchando contra las risitas pensando en su nueva actitud animada. Estaba segura de que la camarera pensó que me había vuelto loca, pero no sabía ni la mitad. —La elección del cocinero hoy es hamburguesa jalapeña con queso, lechuga, tomate acompañado de patatas sazonadas, y la sopa del día es sopa de patata dulce. —La camarera puso su boli sobre la hoja del papel. Él se llevó la mano a la barbilla y miró pensativamente el menú. Yo puse la mano sobre mi boca para evitar reírme. Toda la comida sonaba muy bien, ¿pero cómo iba a pretender comérsela? —Creo que voy a pedir la sopa y una coca-cola. ¿Qué vas a pedir tu, Ella? — me miró y sonrió. —La hamburguesa también suena bien. Si la pides, quiero un mordisco. La camarera, sin pillar la broma, estuvo de acuerdo.

—Es lo suficientemente grande como para compartirla. Si quieren, puedo traer la hamburguesa y la sopa juntas. —Me parece bien —respondió Kale. Sherry tomó nuestros pedidos y se fue. Tan pronto como se había ido, me giré hacia Kale y le arroje una servilleta. —¡No tiene gracia, sabes! —susurré—. No puedes comer, ¿entonces para que pides comida? Se encogió de hombros y se enderezó en la mesa. —Nunca dije que no pudiera comer, Ella. Tal vez haya dicho que no como. Eso era cierto. Kale y yo nunca habíamos discutidos completamente cómo o qué comía. Pensé en cómo había ido nuestra última conversación sobre sus hábitos alimenticios. Aparté la vista de él. No quería ir por ese camino de nuevo. Se inclinó sobre la mesa y me cogió de la mano. Lo miré de nuevo. Su toque me dibujó una sonrisa tentativa y aligeró mi humor. Sabía hacia donde habían ido mis pensamientos. —Ella, puedo comer debido a que no soy un vampiro completo. —Kale miró a su alrededor y se calló cuando Sherry trajo nuestras bebidas. Una vez se hubo ido, antes dándome una mirada extraña, continuó—. Si yo fuera un vampiro completo, sólo podría sobrevivir de la sangre —dijo “sangre” vacilante. Ese era un tema delicado con él, y el incidente en la cabaña cuando pensé que me había mordido lo hizo peor. A pesar de que nunca le había visto comer, cuando nos conocimos había tenido sangre en la boca, y Jace le había una vez reprendido por beber sangre de ratas y ardillas. Me preguntaba cómo Kale había sobrevivido a su transición de humano a vampiro. ¿Tomó sangre de seres humanos o su vergüenza le había mantenido de perforar carne humana? —No puedo ingerir comida regular, pero con el tiempo el sabor ha cambiado. Puedo sobrevivir sin ella porque la comida ya no me sostiene. —Miró hacia otro lado. Obviamente no quería hablar de sus hábitos alimenticios. —Ser un Chorý es diferente, Ella. Es... —Nada de que avergonzarse, Kale —terminé por él. No estaba segura de lo que alguna vez podría convencer a Kale de eso, pero yo nunca dejaría de intentarlo. Había vivido en una época completamente diferente, donde los vampiros no iban contra su apetito por la sangre humana, y eran considerados monstruos. Pero él no era un vampiro completo y eso tenía que contar para algo—. Esa es la razón por la que puedes protegerme mejor que nadie, y es la razón por la que estás aquí mil

ciento cincuenta años más tarde conmigo —Expliqué—. No eres un problema para mí. Deseo que pudieras entender eso. Kale retiró su mano de la mía con una expresión de derrota en su rostro. No había oído ni una palabra de lo que le había dicho. —Ella, eso no un problema ahora, y eso es sólo porque lo usamos para nuestro beneficio. ¿Qué pasará cuando lo de Laurent esté resuelto? No entendía. Ese era el objetivo, lo que estábamos trabajando para conseguir un final feliz. Me encogí de hombros. —Ese es el resultado final que queremos, Kale. ¿Quieres decir que pasará después de eso? —pregunté, en desesperada necesidad de una explicación. Sacudió la cabeza, y pude ver que esa no era la conversación por la que él me había llevado a comer, pero era algo que tenía que ser discutido. —¿Qué va a pasar entre tú y yo, Ella? Tú todavía deseas la vida normal por la que has luchado, y yo seré un accesorio sin edad al que superarás pronto. —Su ira se hizo más evidente con cada palabra que decía. Yo sabía que la ira no iba dirigida hacia mí, sino a la situación en la que nos encontrábamos metidos. Y no había una solución a la vista. Kale seguiría siendo inmortal mientras yo envejecería y finalmente moriría. Era deprimente, pero era nuestra realidad. Yo había perdido las palabras. Él tenía razón en un aspecto no tenía edad pero yo nunca lo superaría. Nuestros pasados estaban tan entrelazados que no creo que pudiera olvidarlo aunque quisiera. Me salvé de tener que responder cuando la camarera trajo nuestra comida, pero yo ya no tenía hambre. Kale notó mi repentina pérdida de apetito. —No fue mi intención molestarte, Ella. Vamos a hablar de esto en otro momento, ¿de acuerdo? Tal vez él tenía un botón de encendido y apagado para la conversación, pero yo no. Iba a continuar la búsqueda de una solución. —Claro, ¿todavía quieres un mordisco? Kale cogió la hamburguesa y tomó un bocado de considerable tamaño. Masticó y tragó, entonces me miró con los ojos abiertos y alarmados. —¡Oh Dios mío! ¿Estás bien? —le pregunté, mi voz un decibelio más bajo completamente aterrorizada. Negó con la cabeza y tomó de su vaso de coca-cola. Bebió un gran sorbo y para mi alivio, sonrió y se aclaró la voz.

—Jalapeña —explicó y exhaló. Justo en ese momento Sherry decidió venir. —Así qué, ¿Cómo está todo? —preguntó, sonando un poco más alegre que antes. —Picante —respondimos simultáneamente. *** De regreso a casa, llamé a Mia para planificar nuestro viaje al centro comercial o a su casa, lo que ella decidiera hacer. Traté de decirme a mis misma que pasaba tiempo con Mía porque era algo que yo quería hacer, no porque quería saber sobre lo que se habían convertido ella y Alex. Él y yo no habíamos hablado en un par de días, y Eric parecía un poco más distante de lo habitual, si eso era posible. Aunque Alex había dejado su coche, no había tenido el tiempo para enseñarme a conducir, así que no me importaba tener a Kale dejándome o tener a Mia recogiéndome. Mia contestó al segundo timbrazo. — Hola. —Su voz sonaba un poco tensa, y me pregunté si habría tenido una discusión recientemente. —Hey, soy Ella. —Sí, lo sé. ¿Qué pasa? —Su actitud habitual parecía estar en un segundo plano y yo estuve tentada de preguntar por qué, pero me mordí la lengua. —Quería saber lo de mañana, ¿Quieres venir y recogerme? Mia suspiró. —Pensé que Alex te había dejado su coche, Ella. —No puedo conducirlo. Tiene caja de cambios. —Quería preguntarle qué tal lo estaba haciendo Alex, pero no lo hice. Si Alex quería que yo supiera algo, él me llamaría. —Brett te puede enseñar. Su coche es de marchas. Eso era muy fino y elegante, pero no respondía mi pregunta. —Eso está bien, tal vez este fin de semana, pero ¿y mañana? —podía oír voces en el fondo, y me pregunté si ya tenía compañía. —Odio este lugar. No estaba segura de si estaba hablando conmigo, así que no dije nada.

—Quiero decir, ¿por qué casarte con alguien a quien odias? ¿Qué importa cuánto dinero tenga? Si lo odias, simplemente busca a algún otro patán rico para casarte. Deduje que las elevadas voces eran de sus padres, y me pareció muy extraño que gritaran delante de ella. Mis padres raramente habían discutido, pero cuando lo hicieron, se aseguraron de que yo no hubiera estado a la vista. Mia siempre parecía tan abrasiva y dura, era difícil imaginar que sus padres pudieran causar tanto estrés en su vida. Tal vez por eso Mia era quien era, viviendo en una casa tan volátil haría que cualquier persona levantara muros y sintiera la necesidad de estar siempre a la defensiva. —¿Estás bien? —Me aventuré. —Estoy bien. Mi padre está siendo increíblemente estúpido, y sí él se va, mi madre va a dejarlo seco. No estaba segura de si decirlo sería una imprudencia, pero me sentía mal por Mia. Yo sabía lo que era que las cosas de tu vida cambiaran y se desintegraran delante de ti. No importa lo dura que fuera una persona, ver aquello podía hacer mucho daño. —Iré a recogerte mañana después de que mi papá se vaya a trabajar, alrededor de las diez. Estate levantada y lista. Nos despedimos y colgamos. Fui a mi portátil para comprobar que no hubieran deberes que pudiera haber publicado el profesor. Me había ganado una ‘A’ en mi trabajo de Moby Dick, y estaba excitado por empezar el siguiente proyecto. Aunque las cosas en mi vida no eran normales, eran soportables. Tenía que arreglar la situación de Alex antes de que llegara a casa por las vacaciones de invierno, pero no estaba segura de cómo hacerlo. También tenía que morderme la lengua y llamar al Dr. Lithe y hablar con él antes de que yo volviera a la vieja casa a por el resto de mis pertenencias. Oí una roca golpear mi ventana y decidí que el Dr. Lithe podía esperar. Me acerqué a la ventana, sorprendida de ver a Jace en la parte inferior del enrejado en lugar de a Kale. Era la noche de Jace de quedarse fuera y velar, pero él nunca había hecho acto de presencia. —¿Sí? —pregunté, sin saber de si sería apropiado invitarlo a mi habitación. Sarah y Lea estaban en casa, pero ocupadas, y Eric seguía en el trabajo. preocupación real era lo que pensaría Kale. Jace miró a su alrededor antes empezar a subir el inestable enrejado y me preocupé de que se cayera y rompiera algo. El podía ser inmortal, pero no pensé que eso significara que

Mi de se no

podía romperse un hueso o dos. Maniobró sigilosamente hasta la artesanía de madera y entró en mi habitación con un silbido silencioso de aire frío. Cerré la ventana detrás de él y me alejé de esta. Él tentativamente miró alrededor de la habitación y luego a mí. Estaba inquieta porque estuviera aquí, pero no hizo ademán de irse. —Tenemos que quitar ese enrejado —dijo Jace—. Hace que sea muy fácil para cualquier indeseable subir y entrar. Envolví mis brazos alrededor de mi cuerpo, nerviosa por lo fácil que era para alguien subir a mi habitación. Miré de nuevo a la ventana. —Oh, nunca lo había pensando. No estoy segura de cómo quitarlo sin que Eric se dé cuenta y lo vuelva a poner. Jace se movió hasta mi ordenador portátil. —¿Recibiste el mensaje que te envié? —Hizo caso omiso de mis preocupaciones acerca de Eric y el enrejado. Estaba feliz de saber finalmente de donde había venido ese críptico mensaje, a pesar de que no había pensado en eso desde que lo leí por primera vez. —Sí, pero no sabía que me lo habías enviado tú. Jace asintió y se sentó en el escritorio del ordenador. Abrió el navegador y entró a mi cuenta de correo electrónico. —¿Cuál es la contraseña? Me quedé en silencio. No había manera de que fuera a darle la contraseña de mi cuenta. Sacudí la cabeza y moví el ordenador hasta que la pantalla estuvo fuera de su vista, entonces metí mi contraseña. Cuando lo giré de nuevo hacia él, buscó y encontró el mail que había enviado. Jace giró el ordenador hacia mí y señaló a la pantalla. Miré hacia ella, insegura de que era lo que él quería. —[email protected] —leí en voz alta, y entonces me di cuenta. Kale había llamado a Jace “Vesco”. Pensé que había sido un término despectivo, pero era su apellido. Jace Vesco era [email protected] —Este es mi correo electrónico del Consejo. Te envié esto antes de venir aquí, con la esperanza de que lo entendieras. Veo que no lo hiciste —dijo con desaprobación, haciendo referencia al recuerdo que Kale me ayudó a recordar en la cabaña.

Al instante me arrepentí de haberle contado a Jace al respecto. Su tono era grave, y nerviosamente me pregunté qué era de lo que realmente tenía ganas de hablar —¿Esto es todo lo que quieres enseñarme? —De ninguna manera él estaba en mi habitación cuando debería estar afuera patrullando sólo para mostrarme un mail. Jace se puso de pie y se dirigió a la ventana, mirando hacia la oscuridad. Negó con la cabeza. —Quería decirte porque fui el asignado para llevarte. Él no se giró para mirarme, y yo empecé a ponerme un poco nerviosa. No iba a llevarme al consejo en contra de mi voluntad, ¿verdad? Kale parecía pensar que lo haría, y aunque yo a menudo lo había regañado por su actitud sobre Jace, tal vez debería haberle escuchado. Miré a mí alrededor en busca de mi teléfono. ¿Dónde lo había colocado después de colgarle a Mia? Jace se movió un poco para mirarme. —Cálmate, Ella. No estoy aquí esta noche para llevarte, sólo para explicarte porque es importante que reconsideres esa necesidad que tienes por quedarte aquí con tu familia. Solté un suspiro, pero mis nervios seguían hormigueando. Quería llamar a Kale y hacerle saber que lo necesitaba, pero ¿qué le diría? “Um, hey Kale. Jace está en mi habitación, a altas horas de la noche, mirando espeluznantemente por mi ventana, y quiere hablar sobre porqué debería dejar Cedar, pero no te preocupes; él no me va a secuestrar ni nada de eso.” Sabía como podría ir eso, y no quería correr el riesgo de una pelea en mi habitación. Exhalé nuevamente. La única manera de conseguir que Jace se fuera sería escuchándolo. —Soy toda oídos —dije, dejándome caer sobre la cama. Jace sonrió y se movió de la ventana. Hizo girar la silla del ordenador y se sentó a horcajadas. Levanté una ceja mientras él se ponía cómodo y me pregunté que podría decir para hacerme cambiar de opinión acerca de dejar a los Carltons sin siquiera un adiós.

Traducido por Eni Corregido por Yanii

«Toda traición contiene un momento perfecto, una moneda estampada con cara y cruz con la salvación en el otro lado.» —Barbara Kingsolver Fue más fácil de lo que había pensado encontrar al miembro del Consejo que quería una reunión con él, pero tenía que preguntarse sobre el entusiasmo del muchacho. Era humano, no tenía más de veinticinco años, su inexperiencia era evidente por la falta de preparación para la reunión. No trajo ningún respaldo y no había manera de que exigiera alguno. Los bloqueadores de señal se establecieron en el lugar de la reunión. Laurent había estado planeando esa reunión por una semana. Cinco de sus mejores mestizos, estaban posicionados en el lugar de la reunión y no habían detectado ningún movimiento antes de la reunión. Laurent se paseaba por el pasillo, su paciencia ya estaba desgastada. Darke estaba retrasado. Laurent comprendía todo lo que se necesitaba, pero la ira aún hervía dentro de él. —Señor —dijo Darke, cuando entró a la habitación con el vial rojo en la mano. El vial rojo era la recompensa del traidor, la vida eterna en forma de enfermedad. El mismo Laurent prefería morir en batalla que vivir por siempre como un Chorý—. La criatura no había sido sometida antes de que llegara. Tuve que tomar la sangre mientras era golpeado. Laurent contempló la reluciente sangre contaminada. No le importaba el por qué había llegado tarde. Sus órdenes debían ser seguidas sin falta. —Darke, confío en que entiendes lo que significa llegar tarde. Darke inclinó la cabeza. Su disposición para asumir las acciones de otros le dio a Laurent una pausa. La lealtad a alguien que no fuera él era traición ante sus ojos. Él no sería traicionado. —El mestizo asignado para someter a la criatura, ¿cuál es su nombre? Darke se puso rígido, pero sólo por un momento. Laurent sabía que el mestizo a cargo de su criatura tenía algún parentesco con él. —¿Su nombre? —repitió Laurent. Darke, uno de los hombres más despiadados de Laurent, aún tenía una lealtad persistente por la familia y las líneas de sangre. Una vez reclutados para la cría del Señor Oscuro, no había nadie que estuviera antes que él, ni siquiera él mismo. Lo había visto una vez mientras estaban en una batalla con el Consejo.

Darke arriesgó su cabeza con el fin de salvar la de su hermano. Con sus habilidades de batalla, había sobrevivido, pero él nunca debió haber arriesgado su cabeza por alguien que no fuera su Señor, como lo había prometido. —Locke, señor —admitió Darke—. Me encargaré… —No vas a hacer otra cosa que la que yo te ordeno. Debo decir que me pregunto por quién es más profunda tu lealtad: tu hermano o tu señor. —Laurent lo miró con su mirada oscura y maliciosa. Para su crédito, él no vaciló. —Usted es la razón por la que vivo, señor, y se lo recompensaré por toda la eternidad —respondió. El castigo para Locke tendría que esperar, pero habría uno, y sería severo. —Este miembro del Consejo con quien me voy a reunir, confío en que al menos te hayas encargado de eso adecuadamente. —Se paró en frente de la puerta del patio donde estaba siendo retenido el miembro del Consejo. Darke inclinó su cabeza. —Sí, señor. Está retenido como usted lo quiso. —Bien, porque parece que últimamente mis hombres están dispuestos a probar mi paciencia, y odiaría tener que darles un escarmiento con su comandante. Laurent encontraba increíble que su temperamento fuera tan manso últimamente. Sólo podía atribuírselo al miembro del Consejo que los había contactado para llegar a un acuerdo. Al parecer el líder del Consejo ya no crearía inmortales. Debido a que se rehusaba a usar el contenido del vial rojo como Laurent lo hacía, parecía que no necesitaría usar su Arco para destruirlos. Ellos se extinguirían pronto debido a su incapacidad para tomar decisiones difíciles que eran necesarias para sobrevivir. Laurent no tenía tales reservas, la vida de los otros no significaban nada para él. Sería bueno que todos recordaran eso.

Traducido por Evarg7 Corregido por Morin

Uróboros: un símbolo circular de una serpiente devorando su cola, situación de infinidad o plenitud.

—Hay una jerarquía en el Consejo, y todos los humanos tienen una habilidad que los aparta de los demás. Así es cómo se los elige para que se unan. La mayoría de los miembros son humanos, pero algunos son inmortales. Los humanos son nuestros buscadores y rastreadores. Los rastreadores y buscadores localizan al Arc y, una vez que ella es encontrada, un retriever es usado para traerla a la seguridad —explicó Jace—. Hay tres retriever: Tamsin, Servitto y yo. Me crucé de piernas en la cama y puse mi almohada en mi regazo. —Así que tú eres mi retriever. ¿Quién era el de Hélène? —Ése era Servitto, pero fue interceptado por Kale —Jace parecía decepcionado—. Kale estaba en tu vida antes que Servitto, y él te tomó de Castle Laurent. —Kale era humano en ese entonces, así que ¿por qué estás tan molesto porque él hubiera encontrado a Hélène? Sí hizo lo que el Consejo quería hacer. Eso tiene que contar para algo, ¿cierto? —¿Cómo se atrevía Jace a actuar como si lo que Kale había hecho estuviera mal? Quizás Kale tenía razón en que Jace estaba cegado por el hecho de que Kale era un Chorý. Kale se culpaba a sí mismo por todo lo que había pasado con Hélène, y parecía que el Consejo creía exactamente lo mismo. —¡Podrías haber trabajado con Kale para mantener a Hélène a salvo! Jace, sorprendido por mi arrebato, se levantó de la silla y vino hacia mí. —Ella —empezó él. Pero yo no había terminado. —No he hecho más que defenderte frente a Kale, y estoy empezando a pensar que estaba equivocada. Kale sacrificó su vida para salvar la mía, y todo lo que tú y el Consejo pueden ver es que él no es humano. Si piensas que voy a ir ahí contigo, con esas personas, estás loco. —Para cuando había terminado, estaba fuera de la

cama y de pie directamente frente a Jace. No sabía de dónde venía la ira, pero fue liberada con un rugido. Retrocedí cuando la cara de Jace cambió de la sorpresa hacia la confusión. ¿Cómo no podía entender por qué defendía a Kale y a las elecciones de Hélène? Jace sonrió y negó con la cabeza. —Ella —empezó él, con su voz cálida y paciente—. Venir conmigo a la oficina central del Consejo es lo mejor para todos los involucrados. Es la única forma de asegurarse de que el pasado no se repita. —Jace caminó hacia la ventana y la abrió, luego se giró para enfrentarme—. Sólo imagina dónde Hélène y Kale estarían ahora si nos hubieran dejado hacer nuestro trabajo. —Saltó por la ventana, dejándome sin palabras. Parecía que todas las elecciones que Hélène y Kale habían hecho, de alguna manera, hubieran resultado contraproducentes. Quizá no sería tan mala idea pedir ayuda. Quizá Kale no había sido cambiado, y él y Hélène podrían haber vivido una vida semi-normal, protegidos por el Consejo. Tomé mi medicina antes de ir a la cama. Pensé en el comentario de Jace y me pregunté si tenía alguna relevancia en mi situación con Kale. Quizá las cosas hubieran sido diferentes si él y Hélène hubieran pedido ayuda, pero no podía recordar lo que había pasado antes de la muerte de Hélène y el renacimiento de Kale. Ni Jace ni Kale harían nada para desencadenar mis recuerdos, así que no podía recordar si el Consejo se acercó alguna vez a Kale y a Hélène con una oferta para ayudarlos. Me dormí esperando que mi día con Mia me ayudase a limpiar mi mente de las elecciones que Hélène y Kale hicieron, pero también esperaba que Kale y yo no cometiéramos los mismos errores.

Tenía otra razón para ansiar ver a Mia esa mañana. Cuando me había mirado en el espejo, mi cabello me había gritado. Había crecido más allá de mis hombros y las raíces eran claramente visibles. Mi pelo era sable y me encantaba. Esa tonalidad negro azulado solía brillar con el sol de Virginia, pero con el tiempo y por la carencia de mantenimiento, el sol lo había aclarado un poco. Necesitaba cortarlo desesperadamente y teñirlo, pero había estado demasiado ocupada para preocuparme de ello. Comí una magdalena de arándano en el desayuno y le dije adiós a Lea y a Sarah. Kale llegó poco después de que ellas se fueran. Sabía que era importante que o Kale o Jace estuvieran conmigo todo el tiempo, pero no quería a Kale cerca de Mia: él era mi tema sensible. Jace tampoco podría ir. No habría forma de explicárselo. Mia probablemente llamaría a Alex y se lo contaría en el segundo en

que nos viera a Jace y a mí juntos. Kale fue al sofá y se sentó. Su camiseta gris oscura se aferró a sus músculos cuando se reclinó y se estiró en los cojines. Su perfume flotaba en la sala e inhalé profundamente, permitiendo que eso me tranquilizara. Miré al reloj. Teníamos una hora antes de que Mia me recogiera. —¿Algún lugar al que ir? —preguntó Kale, mirando también al reloj. Sabía que Kale no estaría de acuerdo con mi viaje al centro comercial con Mia, pero al menos tenía que tratar de convencerlo. —Mia estará aquí para recogerme en una hora para que podamos ir al centro comercial y luego a su casa —Miré a Kale, notando correctamente e ignorando su mirada rígida—. Sé lo que vas a decir, Kale, pero no puedes ir. —No, ni hablar. No sé por qué pensarías que estaría de acuerdo con que vayas a Elmwood City, y menos sin mí —Kale se puso de pie y fue hacia la puerta— . Vamos, te daré un paseo, pero estaré ahí contigo —hizo señas hacia la puerta. Me planté en mi lugar y me crucé de brazos, luego lo pensé mejor. Decidí cambiar mi estrategia. Probablemente llegaría más lejos usando mi cara bonita de chica con mohín. Kale se tensó, así que redoblé mi esfuerzo sacando mi labio inferior un poco más y batiendo las pestañas. Kale se rió y vino hacia mí hasta que estuvimos a pocos centímetros de distancia. Kale suspiró. Su respiración desbarató mi flequillo y le hizo cosquillas a mis labios. —Ella, es peligroso. Yo sabía que lo era, pero sería agradable tener un día donde no tenía un guardaespaldas ni tenía que pensar en las elecciones difíciles que vendrían. Sería agradable tener un tiempo lejos de quién era yo, incluso si sólo fuera por unas horas. —Y es en Elmwood City —dijo él. Sus ojos estaban oscuros y tenían un rastro de calidez y un poco de preocupación. Odiaba hacer que se preocupara, pero en verdad no pensaba que fuera tan malo pasar una hora en el centro comercial. —No he visto nada fuera de lo normal, y no ha habido otro asesinato — todavía me preocupaba ir al centro comercial sola, pero no quería lidiar con el Q&A de Mia sobre Kale o Jace. —Cierto, pero aún así no creo que sea seguro —Kale tomó un mechón de pelo que había caído de mi floja cola de caballo y la puso detrás de mi oreja—. ¿Qué si yo sólo fuera la sombre tuya y de Mia? De esa forma mantendría un ojo en ti, y tú

podrías tener un día normal en el centro comercial, comprando lo que sea que las chicas compren en estos días. No veía razón para objetar. Pero normal no era cómo yo lo llamaría. —No hables así. —Me incliné un poco más cerca, asimilando los rasgos de Kale. Elegante y feroz, su piel pálida era suave y echaba de menos vela brillar a la luz de la luna. —Así, ¿cómo? —preguntó con una sonrisa. —¡Como un tipo viejo que no está en contacto con la juventud de hoy en día! —Golpeé suavemente su hombro. Se rió. —Pero sí que soy un tipo viejo que no está en contacto con la juventud de hoy en día. Temblé cuando su labio rozó mi oreja. —Yo podría enseñarte. —¿Podrías? —su voz tenía un tono sugerente. Su sonrisa prometía más que sus palabras, y sentí el sonrojo subir por mi cara. Kale puso su mano en mi hombro, rompiendo nuestra mirada. —¿Cuándo te vas? Dejé a un lado mi decepción y miré al reloj en la pared. —Pronto. Kale movió su mano y se alejó. Me senté en el sofá donde Kale se había sentado cuando había llegado. Mia llegó a las 10:30, minutos después de que Kale se fuera. Fuimos al centro comercial Westwind, en Elmwood City. Kale había dicho que sería nuestra sombra, pero no lo vi cuando le eché un vistazo al espejo retrovisor. —¿A qué color te lo cambiarás? —preguntó Mia. —Negro —No estaba planeando hacer nada loco. Sólo quería mi color de pelo normal. Mia parecía decepcionada. —Sólo pensé que podrías hacer algo diferente. Ya sabes, como el asesino parece estar matando gente que se parecen a ti.

Puse mis ojos en blanco. Estaba segura de que no era por eso que quería que me tiñera mi pelo, pero nunca lo admitiría. —No me haré rubia —dije, sabiendo que ahí iba ella. —No lo rechaces hasta que lo hayas intentado. ¿Qué te parecen unos toques de cobre? No podía tener su ímpetu. No estaba segura de estar dispuesta a jugármela con Mia poniendo químicos en ningún lugar cerca de mi cuerpo. —No lo sé, Mia. Eso suena complicado. Sólo quiero hacer algo con mis raíces y cortarlo un poco, eso es todo. Mia resopló y siguió explicando por qué sería más fácil si estuviera de acuerdo con ella y terminásemos con esto. En realidad empecé a considerarlo cuando explicó que algunos tintes vienen en espuma fácil de usar que tomaban de diez a veinte minutos preparar. Al final, accedí a los toques de color cobre y un corte. El pelo de Mia era hermoso y tomar sus sugerencias no me haría daño. El centro comercial estaba más atiborrado que de normal. La temporada de Navidades ya estaba a pleno y las tiendas tenían sus luces y decoraciones navideñas. Ni siquiera había sido capaz de prepararme mentalmente para la temporada de bienvenida, y el centro comercial Westwind me lo lanzó a la cara en la forma de luces verdes y rojas, oropel y Papá Noel y renos de peluche. Ésta sería mi primera Navidad sin mis padres así que no estaba en un humor muy alegre. Mia, por otro lado, no podía parar de hablar sobre lo que quería de sus “gruñones” padres para Navidad. —Preferiría un coche nuevo, pero creo que el holgazán de mi papá está planeando ir a lo fácil y darme un montón de dinero. No estaba segura de a quién estaba tratando de impresionar, porque las cosas así no me importaban. Miré alrededor para ver si podía ver a Kale en la multitud, pero estaba haciendo un gran trabajo al mantenerse fuera de la vista. —No he empezado las compras de Navidad —declaré. En realidad, planeaba comprar toda mi lista de regalos en Amazon: era rápido y requería poco esfuerzo por mi parte. Mia y yo bajamos por las escaleras mecánicas y entramos en una peluquería donde fuimos saludadas por un hombre con fauxhawk. Mia fue directa a la parte trasera y agarró un tinte llamado Colisión Cobre. —Uh, Colisión Cobre suena bastante distinguible. Pensé que dijiste que el cambio sería sutil —le dije a Mia cuando le dio al empleado su tarjeta de crédito.

—No dije que una persona no sería capaz de notar que has cambiado tu pelo, Ella. Encuentro sobrevalorado lo sencillo. Además, no tendrás el pelo rubio, sólo algunos reflejos —tomó la mochila del empleado y fue hacia la puerta. Había tenido un mal presentimiento al permitirle a Mia que tiñera mi pelo desde el principio, y ese presentimiento se asentó en mi estómago como una peso pesado. No estaba segura de si era el miedo a lo que Mia iba a hacer con mi pelo, o si era algo completamente distinto. Mis nervios empezaron a bailar bajo mi piel, y tuve la rara sensación de que algo raro estaba pasando. No podía ser por teñirme el pelo, ¿no? Mia se paseó frente a mí con la gracias y la fluidez que me hacía cuestionar cómo lucía yo junto a ella. —Tengo que hacer una parada más —Me dijo, e hizo un rápido giro hacia Sephora—. Estoy casi vacía del rímel Midnight Run. —Mia y yo entramos a la tienda brillantemente iluminada justo cuando el sabor de ceniza asaltó mi lengua, y su esencia pronto le siguió. Era el mismo sabor y esencia de antes en la tienda de comestibles de Knope, pero ¿por qué lo olía aquí, en el centro comercial? Miré a Mia, quien estaba enterrada hasta los codos en un bote con sombras de ojos. Asumí que ella no sentía ni olía nada porque no dijo ni una palabra sobre ello, pero no estaba segura de cómo era eso posible; estaba muy mal. Miré alrededor y nadie más parecía estar molesto por eso. —Hey —llamé a Mia. Ella levantó la mirada, pero estaba tan enamorada del stand de ventas que apenas me reconoció—. Iré a ver si puedo encontrar un carrito de comida cerca para comprar una bebida. Mi garganta está rara. —Sí, de acuerdo —dijo Mia, volviendo rápidamente a sus compras. Salí de la tienda y miré alrededor en busca de un carrito cercano. Todavía no podía ver por ahí a Kale, pero eso no importaba. Estaba segura de que estaba en algún lugar, respetando mis deseos y manteniéndose fuera de mi vista. El olor parecía hacerse más fuerte y tomó todo mi autocontrol para no tener arcadas. Fui en la dirección de la que habíamos venido en busca del carrito de café que había visto metido en una esquina. Quería estar fuera de la vista en caso de que tuviera un ataque de tos porque no había nada más vergonzoso que expectorar un pulmón en público. El centro comercial estaba con más bullicio y ajetreo en el piso de abajo. El carrito de la comida estaba en el nivel de arriba, y todos estaban en el piso de abajo comprando. Caminé por entre la multitud hasta que estaba en las afueras. El olor de ceniza no había disminuido, pero tampoco se había hecho más fuerte. Parecía que estaba siguiéndome, y era raro que nadie a mí alrededor lo encontrase molesto. Mi cabeza empezó a doler, y mi garganta empezó a quemar. No podía recordar dónde había visto ese carrito de café, pero sabía que tenía que estar cerca.

Estaba contando con él porque, de repente, el olor a ceniza era tan grande que me detuve para ponerme la camiseta sobre mi cara. Había pasado dos tiendas de ropa, y todavía no había visto el carrito. Estaba empezando a pensar que lo había imaginado. Me apoyé contra una pared junto a una salida de emergencia para recobrar el aliento. Hasta ahora, había sido capaz de actuar como si nada me estuviera molestando, pero noté que la gente me mirada cuando me deslicé hasta el suelo lentamente. El dolor de cabeza y el mareo se había hecho insoportable. Noté a un hombre cuando venía hacia mí. Debí haber estado contenta de que alguien haya decidido ayudar, pero este hombre me preocupaba. Empujó la multitud sin considerar a quién golpeaba o desequilibraba. Vestía un atuendo formal con una camisa color rojo sangre abotonada hasta la mitad, su pecho revelaba un tatuaje de un dragón comiendo su propia cola, pero cuando el hombre se acercaba, el olor se hizo lo suficientemente fuerte para tener arcadas. Un clamor junto a mí le quitó mi atención al hombre tatuado y la llevó a la puerta junto a mí, de donde emergió Kale. Su cara era feroz y estaba pálida, y estaba aliviada por verlo. Supe que no era una visión porque el olor y sabor de ceniza nunca había sido un síntoma antes, pero algo estaba definitivamente mal. Kale me agarró del brazo y me jaló con brusquedad hacia la puerta, empujándome contra la pared. Estaba confundida y con un dolor que radiaba de mi espalda. —¿Lo viste? —preguntó Kale mientras cerraba la puerta detrás de nosotros—. Sabía que no debí haberte dejado venir aquí sola. ¡Los hombres de Laurent te han encontrado! Agarró mi brazo y bajamos por el pasillo tan rápido que me trastabillé y caí al suelo. Kale se detuvo, me levantó y me puso sobre su hombro. No tuve tiempo para quejarme porque, mientras abría mi boca, vi el pie del hombre tatuado conectar con la espalda de Kale con una patada feroz. Fui sacada de su hombro y ambos caímos al suelo. Aterricé sobre mi espalda con una fuerza que me dejó sin respiración y causó que estrellas explotasen detrás de mis ojos. Me giré para ver que Kale se había recuperado de la caída mucho más rápido que yo. Me fui a la pared de atrás. Una luz fluorescente parpadeaba sobre mi cabeza e intenté recobrar el aliento mientras Kale estaba entre el hombre tatuado y yo. —Entonces él tenía razón. De verdad hay un mestizo protegiéndola —dijo el hombre con asombro. ¿Quién se lo había dicho y por qué? Retrocedí hasta la pared hasta que pude sentir el frío cemento a través de mi ropa. El sabor a ceniza evitaba que hablase y tuviera arcadas, esperando no atraer la atención hacia mí. Kale retrocedió para quedar más cerca de mí. No podía ver su reacción a lo que el hombre tatuado había dicho, pero Kale se encogió con las palabras del hombre, y podía decir que lo habían sorprendido. Tenía la esperanza de que la sed de sangre de Kale hiciera

aparición y nos ayudase a escapar, pero él permaneció lúcido e iracundo como el demonio. —¿Quién te lo dijo? —demandó Kale, cuando el hombre tatuado empezó a retroceder. Pensé que iba a haber una pelea, pero el hombre tatuado tenía otros planes. Su sonrisa era helada cuando miró alrededor de Kale y me apuntó. Rotó su mano y la sostuvo como si fuera a ayudarme a levantarme. Kale gruñó y se movió hacia delante, una advertencia a la que el hombre tatuado hizo caso. Se fue más allá en el pasillo. —Oh, volveré, hermano —Le dijo a Kale con una afilada sonrisa blanca—. Y a ti—me miró—te veré pronto, preciosa —El hombre tatuado se rió maníacamente cuando finalmente desapareció. Kale se puso de pies en silencio, de cara a la dirección en que el hombre había salido. Cuando finalmente me enfrentó, su cara estaba diferente. Nunca había visto tal cantidad de miedo y pánico en su cara. Me senté en el suelo, luchando contra el ataque de tos que había empezado a sosegarse. Kale se arrodilló junto a mí y me puso de pie. —Tenemos que irnos, y tenemos que llevarnos a Mia. Puede que te haya visto con ella, y puede también estar en peligro. ¿Recuerdas dónde estaba cuando la dejaste? Le dije dónde estaba, dejamos el pasillo atrás y volvimos a entrar en el centro comercial. Afortunadamente, el hombre tatuado se había ido en silencio y los clientes habituales del centro comercial habían continuado comprando. Llevé a Kale al Sephora para ver que Mia estaba todavía ahí, con las manos llenas de brillo de labios, sombras de ojos y rímel. Cuando levantó la mirada hacia nosotros, pareció sorprendida y molesta. —¿Dónde has estado, Ella? Hola, Kale —Dejó caer sus cosas sobre el cercano mostrador. Puso sus manos sobre sus caderas y le sonrió a Kale—. Largo tiempo sin verte. ¿En qué has estado metido? —Mia miró más allá de Kale, a mí y frunció el ceño—. Jesús, chica, ¿qué te pasó? Estás hecha un desastre, ¿a dónde fuiste? Mia puso sus mano en mi frente, un gesto materno que nunca había esperado de ella. Me encogí cuando su mano me rozó. Mientras, Kale estaba vigilante. —Estoy bien —dije. Mi visión se había aclarado finalmente y mi cabeza ya no estaba confusa. Miré a Kale, preguntándome qué historia nos inventaríamos, pero él estaba en silencio—. Sólo me siento un poco mal, eso es todo —lo que era cierto en parte. Incluso cuando me sentía mejor, era probablemente una buena idea irnos del centro comercial.

—Vámonos —dijo Kale, asintiendo hacia la salida de la tienda. —¿Perdona? —Mia se cruzó de brazos—. Nosotras —dijo señalándome a mí y luego a ella misma—, estamos comprando aquí. Nos iremos cuando hayamos terminado. Mia me miró expectante. —Yo terminé —dije rápidamente. Kale agarró mi mano y tiró de mí hacia la puerta. Mia nos siguió, salió y fue hasta el coche, quejándose en voz baja a cada paso del camino. —¿Qué les pasa a ustedes dos? Escapamos de allí como si estuviéramos siendo perseguidos o algo —Se quejó Mia. Kale estuvo en silencio todo el tiempo que nos tomó entrar en el coche de Mia, no parecía que fuera a decir algo. Mia nos miró a los dos y sus sospechas crecieron. No podía estar segura si el hombre tatuado la había visto a ella y a mí juntas. No quería correr el riesgo si lo había hecho. Ella podría ser un objetivo, así que Jace tendrá estar alerta por ella. Mientras Mia nos miraba fija y expectantemente, consideré decirle la verdad, pero Kale habló primero. Kale se disculpó por interrumpir sus compras, pero yo podía decir que Mia sabía que algo más estaba pasando. Él siguió tratan do de calmar sus dudas. —Me preocupaba Ella. Ella me llamó y dijo que estaba en el centro comercial, pero que no se estaba sintiendo bien. Pensé que estaba sola aquí porque no le di tiempo para decirme que estaba contigo antes de que colgase —Kale era un mentiroso brillante—. Con las dos chicas que desaparecieron, pensé que sería mejor llegar aquí enseguida. Los hombros de Mia se relajaron y sus cejas bajaron. Me miró y sonrió. —Bueno, es lindo saber que tienes a tu caballero de brillante armadura aquí para protegerte —Ella destrabó su coche—. Supongo que eso significa que acabamos el día porque no te sientes bien. Asentí. —Sí, supongo que sí. Perdona por terminarlo tan pronto. —Puse mi mano en mi costado. Me estaba sintiendo mejor, pero algunos dolores de ser sacada del hombro de Kale estaban todavía ahí. Mia arqueó una ceja y abrió la puerta de su coche.

—Okey. Tienes bastante suerte de que Kale fuera capaz de llegar aquí tan rápido desde Cedar. Me di cuenta de que ella todavía no compraba la historia de Kale. Respiré y sonreí. Estaba cansada y adolorida y sólo quería ir a casa, a Virginia Beach, pero sabía que eso no iba a pasar. —Sí, lo soy. Así que, ¿te veré el viernes en el trabajo? Mia se protegió los ojos del sol y asintió. —Sí, entonces podemos debatir qué haremos cuando Alex vuelva en dos semanas —dijo Mia, dejándome helada. Kale se tensó y Mia sonrió. —Parece que Alex puede salir conmigo, ya que tú tienes a Kale —dijo inocentemente. Yo sabía que quería una reacción, pero no iba a tener una. Me aclaré la garganta, esperando que mi voz no me traicionase. —¿Volver? Sólo vendrá a casa para el descanso de invierno —La corregí. —Oh, mierda, no te lo ha dicho todavía —Mia parecía sorprendida. No estaba segura de si verdaderamente ella no sabía que Alex no me había dicho que volvería, o si estaba fanfarroneando de que ella y Alex podrían emparejarse. —Pensé que al menos te había dicho que había abandonado todas sus clases menos una. Lo siento. Estoy segura de que te llamará esta noche y te lo dirá —Mia lanzó su bolsa en el coche y entró. Estaba tentada de decirle algo, cualquier cosa, pero ¿qué tenía para decirle? La saludé con la mano y Kale y yo caminamos hacia su coche. Entré y puse mis manos sobre mis ojos. El dolor de cabeza parecía estar volviendo, pero por una razón diferente. ¿Cómo podía Alex decirle a Mia que volvía a casa antes de decírmelo a mí? Él sabía que nosotras trabajábamos juntas. Quizá sabía que ella sacaría el tema. Kale entró en el coche y lo encendió. Se sentó en silencio junto a mí antes de que pusiera la marcha y arrancase. —No puedo creer que no me lo dijera —dije en voz baja. De verdad que eso estaba destinado a ser un pensamiento. Miré a Kale, pero él estaba mirando fijamente hacia delante, con su mente sin duda todavía en el ataque en el centro comercial. Ahí es dónde mi mente debería estar, pero no podía superar lo de Alex.

—Quizá Jace debería estar cerca de la casa de Mia —dije, finalmente desencadenando una reacción en Kale. —Mierda. —¿Qué? —miré detrás de nosotros, esperando que no estuviéramos siendo perseguidos, pero no podía ver nada fuera de lo normal. Kale miró al espejo y negó con la cabeza. —Nadie nos está siguiendo. Es Jace. Cuando sepa que los hombres de Laurent te han encontrado, no se tomará bien que te quedes en Cedar. Puse mis ojos en blanco, consciente de lo obvio. —Aún así, Mia necesita ser cuidada —le recordé. —Hasta que Alex llegue a casa —añadió él. Lo miré, pero él miraba fijamente hacia delante. Kale tuvo que haber sabido que ese comentario me cortó un poco, pero no dije nada. No estaba preparada para abrir esa caja de Pandora con él.

Traducido SOS por Emi_93 Corregido por Morin

La verdad duele.

En la casa, Kale y yo debatimos sobre si contarle o no a Jace sobre el Chorý tatuado. Yo estaba a favor de contarle a Jace, pero Kale estaba en contra, incluso aunque eso pondría a Mia en peligro. Él intentó convencerme de que Jace me cuidase mientras él iba a cuidar a Mia. Supe que eso no iba a funcionar porque Jace era más listo de lo que Kale quería darle crédito; él sabría que algo ocurriría. Le dije a Kale que un guardián no podría hacer apropiadamente si no estaba completamente informado de la severidad de la situación, y él fácil, pero infelizmente, accedió. También pensé que era tiempo de meter a Alex en lo que estaba pasando. Kale estaba convencido de que era una mala idea, pero yo no estaba tan segura. No tenía que decirle a Alex de mis habilidades, pero podía decirle que estaba en peligro y que Kale y yo nos iríamos pronto para protegerlos a todos. No estaba segura de si él lo aceptaría, pero al menos yo no tenía que desaparecer en el aire. Tendría la oportunidad de decir adiós. Nadie estaba en casa cuando llegué, así que hice el almuerzo mientras Kale paseaba afuera buscando cualquier señal de que el hombre tatuado hubiera estado en la casa. Yo me comí mi sopa y mi emparedado, luego fui escaleras arriba para esperar a Kale. Él había revisado meticulosamente la casa entera mientras yo estaba encerrada en el coche en el camino antes de que se me permitiera entrar. Yo miré mi teléfono y noté una llamada perdida de Ocean Trace, pero la ignoré. Yo no estaba segura de qué le iba a decir al Dr. Lithe aún. Kale entró al cuarto trayendo el aroma de hojas quemadas y fresco aire de invierno. Había añorado su aroma mientras estaba con el Consejo. —Todo luce bien allá afuera —Él se sentó junto a mí en la cama—. ¿Has pensado en lo que quieres hacer con Alex? Yo negué con la cabeza y me apoyé contra su hombro para "descansar los ojos", como lo había llamado mi padre. Kale colocó una mano en mi rodilla y nos sentamos en silencio hasta que me dormí.

Desperté con los sonidos de alguien rebuscando abajo. Yo busqué a Kale, pero no estaba a la vista. Salté de la cama y busqué en el cuarto por un arma y me levanté con el viejo palo de hockey de Alex. Me fui en las puntas de los pies hacia la puerta y coloqué mi oreja contra ella y me esforcé en oír lo que estaba pasando. Pude oír arañazos y lo que sonaba como Max subiendo las escaleras, pero también pude oír a alguien mientras pasaban en puntas de pie ante mi puerta. ¿Dónde se había ido Kale? Él no me hubiera dejado simplemente allí sabiendo que el hombre tatuado podía encontrarme. De pronto, un golpe en la puerta me sobresaltó y yo retrocedí, tropezando y golpeando el piso con un doloroso oomph. Sarah entró como un vendaval por la puerta. Su rostro estaba contraído con la preocupación, que cambió rápidamente a confusión cuando me vio en el piso agarrando el palo de hockey con todas mis fuerzas. —Dios, Ella, ¡me asustaste! —Ella estiró una mano para ayudarme a levantarme. Yo la tomé y me levanté, sintiendo el golpe en mi costado de un palpitar anterior. Lo froté mientras me levantaba y Sarah lo notó. —¿Estás bien? ¿Qué estabas haciendo, y por qué estabas sosteniendo eso como si estuvieras lista para golpear a alguien? —Ella me miró extrañada. Coloqué el palo en la esquina antes de responder. —Me dormí, y cuando desperté, oí ruidos abajo y me puse nerviosa. Sarah me miró de lado. —¿Y no pensaste que fuese Max? Quiero decir, se estaba rascando el trasero como loco cuando llegué. Él necesita que lo saquen durante el día, Ella. Intenta no olvidarlo, ¿está bien? Sarah se volvió para irse, pero antes de que saliera por la puerta, se detuvo. Ella miró para calibrar mi reacción. No estaba segura de qué es lo que vio, pero ella sonrió y enfiló escaleras abajo. Yo miré al reloj. Había dormido por un par de horas. Sarah y Lea estaban escaleras abajo, y pude oler que Sarah había empezado la cena. Mis pastillas me estaban haciendo más fácil dormir incluso cuando sólo quería tomar una siesta de treinta minutos. Tomé una ducha y me sequé el cabello antes de ir escaleras abajo. Asumí que Kale se había ido cuando llegaron Sarah y Lea, y planeé llamarlo más tarde para que pudiéramos hablarle a Jace. Sarah había hecho estofado de pollo para cenar, y

Eric llegó a casa lo suficientemente temprano como para sentarse y comer con nosotras. Nadie dijo nada sobre el regreso de Alex, así que yo tampoco lo mencioné. Más tarde esa noche, llamé a Kale para que pudiéramos discutir que Jace cuidara a Mia. Sentí que habíamos esperado demasiado, así que le envié un mensaje primero para asegurarme de que estaba bien. Después de que Mia me respondió el mensaje, esperé a Kale. Él trepó el enrejado, llenando mis sentidos de nuevo con su picante esencia a invierno. —¿A dónde fuiste? —Le pregunté, mientras él se sentaba en la silla de la computadora. —Le eché un ojo a Mia. —¿Y? —Todo bien por ahora, pero quiero que hagas que Jace mantenga un ojo sobre ella. Kale sacó su teléfono de su bolsillo y llamó a Jace. Kale le dijo que se encontrara con nosotros en el borde del bosque frente a mi casa, y Jace accedió. Parecía más frío esa noche, como si la temperatura hubiera caído rápidamente, y parecía como si fuera a seguir cayendo. Los Carlton estaban todos dormidos en la casa cuando me escabullí. Me pregunté cómo se tomarían que Alex regresara a casa temprano. No había hablado con Sarah y Eric sobre ello, y no estaba segura de ir a hacerlo en lo absoluto. No creía que fuese un tema que Eric quisiese discutir, y Sarah había estado ocupada con trabajo y preparándose para las vacaciones de invierno. Kale estaba parado a un lado del cobertizo mirando a la luna. Las cosas habían cambiado completamente. Me iba a ir más pronto que tarde, pero no estaba segura de cómo planeaba hacerlo. Sabía que el Consejo no era fanático de Kale, pero parecían una opción viable de protección. Si podía convencer a Jace de que le permitiera venir a Kale y pudiera encontrar una forma de contarle las noticias a los Carlton sin despertar sospechas, iría con Jace. Caminé hacia Kale y coloqué mi mano en su hombro. Él se volvió hacia mí justo cuando Jace emergía del bosque, y caminamos hacia él juntos, de la mano. —¿Qué ocurrió? —preguntó Jace. Él miró nuestros dedos entrelazados. Kale tomó una profunda bocanada y negó con la cabeza. —Ellos la encontraron hoy en el centro comercial. Jace sostuvo mi mirada y maldijo. Se pasó los dedos por el cabello y los cerró en puños.

—Ella —comenzó él, luego se detuvo. Kale apretó sus dedos y me tiró frente a él, colocando sus brazos alrededor de mí. —Laurent también sabe que estoy con ella —agregó Kale. Jace levantó las manos en el aire y se volvió hacia mí. —¿Cuándo demonios supieron eso? —gruñó Jace. Yo lo callé. Todos miramos a la casa para ver si había despertado a alguien. Ninguna luz se había encendido, y parecía que todos seguían dormidos. Kale nos hizo un gesto para que nos moviéramos hacia el bosque, pero Jace no se movió. —Ella, ¿has pensado en lo que hablamos la noche pasada? —inquirió Jace. Me volví para ver la confusión de Kale en su rostro. Aún no había tenido ocasión de hablarle de la conversación, y no quería hacerlo frente a Jace. Yo negué con la cabeza y enfilé de nuevo hacia el bosque, esperando que me siguieran, pero esta vez Kale se quedó parado. —¿De qué está hablando, Ella? —preguntó Kale mientras soltaba mi mano. Yo miré más allá de él, temerosa de decirle de lo que habíamos hablado Jace y yo, e incluso más temerosa de decirle que había decidido ir con Jace para que el Consejo pudiese ayudarnos. —Ella, dile —engatusó Jace—. Sé que estás de acuerdo conmigo. No quieres poner a más de tus seres queridos en peligro. Él estaba en lo cierto, pero aún no estaba segura de qué iba a hacer con ello. Kale no había apartado los ojos de mí y podía sentir el peso de su mirada. —Kale —No sabía por dónde empezar, y no sabía dónde terminaríamos después de esto—. Creo... creo que tal vez el Consejo puede ayudar. Jace se movió más cerca y levantó la mano. —Podemos irnos esta noche, si quieres. Kale se movió para encararlo. —No —Él se volvió de nuevo hacia mí—. ¿No tienes fe en mí? No sabía qué decir. Si Hélène y él le hubieran pedido ayuda al Consejo, su historia tal vez hubiera terminado diferente, pero no podía decir eso. Hubiera sido una bofetada en el rostro a todo lo que ellos habían sacrificado.

—Sí tengo fe en ti, Kale, pero esta vez es diferente. Tengo que preocuparme por la seguridad de una familia que no tiene nada que ver con esto y no han sido más que increíbles conmigo. Tiene que haber una forma de protegerlos —dije yo, y mi voz se quebró. Kale lucía traicionado, y me sentí culpable. Hélène se había enfrentado con una decisión similar y decidió manejar la situación ella misma. Yo no iba a cometer el mismo error, pero parecía que iba a costarme. Kale asintió y dio un paso atrás. —¿Así que estás diciendo que quieres irte con él esta noche? ¿Es eso lo que me estás diciendo? Jace se movió más allá de Kale y se paró frente a mí. —Hélène también tuvo que tomar duras decisiones, Ella. Es parte de ser una Arco. Kale embistió a Jace, sacándolo de balance, y yo tuve que moverme para que no me tumbara también. Jace se estabilizó antes de caer, luego se volvió hacia Kale y sonrió. —¿Una vez más planeas convencerla para evitar que le pida ayuda al Consejo? ¿Cuántas veces quieres verla morir? Kale se quedó en blanco. Fue un golpe bajo, e incluso yo lo sentí en mis entrañas. Kale se desinfló. Su ira y todo lo demás lo había dejado, y sus ojos se quedaron en blanco. Su rostro estaba desprovisto de toda emoción, y yo no estuve segura de si iba a estallar o a desinflarse completamente. Yo me quedé dura como un tablón, esperando lo que vendría a continuación. Sabía que su reacción sería desastrosa, pero jamás podría haber predicho lo que sería—ni en un millón de años. Había pocas cosas en mi vida en las que fuese positiva, pero era positiva con que si Kale y yo podíamos quedarnos juntos, seríamos capaces de superar este obstáculo, incluso aunque él y Hélène no habían podido. Entonces entendí que las cosas no iban a ir de la forma en que yo quería. Incluso aunque Kale era un Chorý y era capaz de protegerme mejor que un humano, aún estábamos en desventaja. Laurent sabía mucho más de lo que debería, y nos quedábamos sin tiempo. Era mi culpa por no haber tomado la opción correcta para empezar. Jace tenía razón. Hélène y Kale habían puesto su amor primero, y es por eso que Laurent pudo encontrarlos. Los sentimientos que yo tenía por Kale eran más que remanentes del pasado. Era posible que ellos se pusieran en el camino de tomar una decisión correcta de nuevo. Tan difícil como era admitir la verdad, era más difícil oírla cuando la dijo Kale.

—Bien —susurró Kale—. Llévatela —Él enfiló hacia el bosque y se detuvo a mitad de camino. Corrí hacia él, esperando que hubiera cambiado de opinión. Sabía que era el mejor plan para nosotros, pero yo no quería seguir adelante con eso. Yo intenté tomar su mano, pero él me rechazó duramente. El no me miró, y eso dolió. Quería tocarlo, pero no me atreví. —Kale, no te vayas así —No quería que él pensara que no tenía fe en él, pero no podía poner a nadie más en riesgo. El hombre tatuado era una amenaza real. Él no sabía dónde vivía yo, pero sí sabía cómo lucía, y no pasaría mucho antes de que me encontrara a mí y a los Carlton—. No me dejes así. Necesito que creas en mí de la misma forma en que necesitas que yo crea en ti. Kale se rió duramente. Sonaba profunda y cruel. Él me miró, pero no con sus usuales ojos adoradores. —Pero no confías en mí. Confías en Vesco. Sin embargo, está bien. Hélène y yo tal vez no hayamos sido capaces de huir del Príncipe Oscuro, pero al menos sabía dónde se encontraba ella. Yo retrocedí de él con sorpresa. Jace se movió a mi lado. —Ella, necesitamos planear cómo nos iremos —Él ignoró la conversación con Kale. Kale tosió y continuó hacia el bosque. No creí ni por un segundo que lo vería de nuevo—y pronto—así que lo dejé ir. Él necesitaba calmarse, y yo necesitaba pensar. No quería que él dijese algo que lamentaríamos los dos. Quería estar con él, nosotros solos, creando una vida juntos. Incluso tenía un plan para resolver mis problemas de mortalidad, y el primer paso era irse con Jace. No podía decirle a Kale lo que tenía planeado, porque él no estaría de acuerdo. Pero era nuestra única esperanza. Vería a Kale de nuevo, y entonces se lo explicaría. Jace y yo enfilamos hacia la casa. Yo me volví hacia él y lo hice detenerse. —No me iré esta noche —Necesitaba más tiempo para decidir cómo irme—. Primero, debo llamar a Alex y hacerle saber que me voy. Luego tengo que asegurarme de que Kale se quede aquí solo en caso de que los hombres de Laurent descubran que viví aquí e intenten usar eso en mi contra. Jace acordó conmigo en ese aspecto, pero él tenía una mejor idea. —El Consejo enviará gente aquí por esa razón. Se quedarán hasta que Laurent no sea una amenaza —Me gustaba la idea, también quería a Kale. Confiaba en él, y no quería que pensara que ya no era necesario—. Diseñamos un sistema donde son vigilados alrededor del reloj. Tenemos técnicos que armarán un plan de vigilancia dentro de los cuarteles del Consejo, así que puedes fijarte cómo están. Te calmará y hará tu decisión más fácil de manejar.

Esperaba que Jace tuviera razón porque iba a dejar Cedar pronto. —¿El sistema de vigilancia será armado por mí? —Para ti y el Consejo. Yo asentí sin decir adiós y enfilé hacia la puerta. Una vez que estuve en mi cuarto, llamé a Alex. Era tarde, y sabía que él estaría durmiendo, pero quería hacer esto antes de que Kale o Jace intentaran convencerme de que no lo hiciera. Además, una vez que llegara a la ayuda del Consejo, no habría forma de saber cuándo podría llamarlo. Alex atendió en el segundo tono. —¿Ella? —dijo Alex de forma grogui—. ¿Qué ocurre? —Nada. Bueno, tengo que hablarte de algo —Oí el ruido de mantas mientras Alex probablemente se sentaba en la cama—. Ocurre algo, y necesito tu ayuda. No vas a querer hacerlo, pero si... —Quise decir si te preocupas por mí, pero eso sería un golpe bajo. Él había estado dispuesto a dejar su universidad de elección por mí, y eso era prueba suficiente de que le importaba. No sabía qué decir, así que dije la verdad. —Está esta gente y me están buscando. Quieren hacerme daño, y creo que harán daño a tu familia para llegar hasta mí. Alex estuvo callado en el otro lado, y supe que estaba calibrando sus opciones. Él podía llamar a su madre y decirle que yo deliraba, o podía creerme. En este punto, pensé que había cometido un error. Aún no había encontrado una forma de irme, y Alex podía avisarle a Sarah y al Dr. Lithe, resultando en mi regreso a Ocean Trace. Alex inhaló profundamente antes de hablar. —Ella, si esto es por mi regreso a casa, por favor para. No me quedaré en la casa. Brett y yo vamos a rentar un apartamento en Talvs. Mia me contó sobre tu novio, y no voy a regresar para ponerme en el camino. —¿Novio? —repetí yo—. No tengo novio. Kale y yo somos... no sé lo que somos, pero no estamos juntos. —No quería sacar ese tema—. Escucha, Alex, esto es serio. He pasado por mucho el último año, y por eso, la gente piensa que no las tengo todas conmigo. Pero juro sobre nuestra amistad de que lo que te estoy contando es verdad. ¡Por favor, créeme! —Habíamos pasado por lo suficiente juntos para saber que al menos trataría de entenderme. Era difícil creerle a alguien llamado bipolar. Alex se quedó en silencio una vez más, y yo lo oí susurrando, probablemente a su compañero de cuarto.

—Ella, volveré en dos semanas. Podemos hablar de esto entonces, ¿está bien? —No, no estaré aquí. Por eso te estoy llamando. Necesito asegurarme de que tus padres no vendrán en mi busca —Sentí que la conversación se salía de control, pero no estaba segura de cómo arreglarlo. Debería haber esperado a que Kale o Jace me ayudaran. —Ella, mira—comenzó Alex. La conversación no iba de la forma en que había planeado, y yo caí en la cuenta de lo tensa que era nuestra amistad. —Dios, Alex, me iré de aquí pronto. Supongo que en realidad llamé para decir adiós —Eso era lo que era nuestra conversación, pero no podía colgar hasta que él entendiera. —Dios, chica, serás la muerte para mí —dijo Alex con un suspiro—. Esto no es un adiós. No voy a decir que te creo completamente, pero tampoco estoy diciendo que no lo haga. Yo me moví a la ventana y miré afuera. Jace no estaba a la vista, pero sabía que estaba allí, mirándome y esperando. —Solo espera dos semanas. Estaré allí, y podemos solucionar toda esta situación. —¡No, Alex! No estaré aquí, y esto es serio. Significas mucho para mí, y sólo quiero que sepas que me voy y no estoy segura de si regresaré —Estaba agravada por Alex y su incapacidad de creerme, pero sabía lo bizarra que sonaba mi historia. Solo había una cosa que podía hacer—. Te lo probaré —Insegura de cómo hacerlo, pero más que dispuesta a intentarlo, continué—: Ven a casa pronto. Te esperaré y te lo probaré. —¿Qué? ¿De qué hablas? No pudo irme ahora. Necesito terminar aquí. Incluso si pudiera, Ella, no creo que eso... No lo dejé terminar. —Tienes dos días para llegar aquí antes de que me vaya, y no puedo decirte cuándo me verás de nuevo. Si eso no es serio para ti, entonces no sé qué lo sea. —Bien. Pude oír la derrota en la voz de Alex, pero no dejé que eso me molestara. Necesitaba a mi mejor amigo porque irme sin verlo y explicarle las cosas me mataría. Después de que hablé con Alex, llamé a Kale. Se terminó darle tiempo para calmarse. Él no respondió, así que dejé un mensaje de voz. Era positiva con que Kale respondería la llamada por lo que había pasado en el centro comercial.

Probablemente estaría preocupado si seguía llamando, y no había necesidad de preocuparlo innecesariamente—al menos, eso fue lo que me dije a mí misma. No quería creer que ignoró mi llamada a propósito. Me cambié para la cama y me acosté en ella. Mi mente aún zumbaba por los eventos del día, y caer dormida no iba a pasar pronto. Enfilé hacia el baño y decidí tomar una ducha caliente. Yo lavé y acondicioné profundamente mi cabello. Me quedé en la ducha hasta que el agua caliente comenzó a tornarse fría, luego me paré enfrente del espejo y noté mi rostro no estaba tan pálido como lo había estado, y mis ojos parecían un poco más brillantes. El agua caliente parecía ser la cura para mi complexión fantasmal. Incluso aunque me sentía más relajada, aún no estaba lista para la cama. Me senté enfrente de mi portátil, abrí el buscador, y tipeé la palabra profético. El primero vínculo daba la definición. Pro•fe•ti•co/profético/Adjetivo: Describiendo acertadamente o prediciendo lo que pasará en el futuro. De, relacionado con, o características de un profeta o profecía. Sinónimos: oracular—fatídico—predictivo—profético. El siguiente vínculo tenía la palabra adivino, la cual leí en un libro. Su definición: Una persona que profesa eventos futuros. Yo no había tenido una visión en un tiempo, pero recordaba que Kale había dicho que habría un Arco que podría ver el futuro. No podía recordar haber visto el futuro alguna vez. Tipeé la palabra Arco, pero nada de relevancia apareció. Seguí buscando cualquier entendimiento o forma de explicarle a Alex con lo que estaba lidiando yo. Ya sabía sobre vidas pasadas, pero necesitaba entender eso de adivino. Trabajé durante la noche, reprimiendo bostezos y casi plantando la cara en la mesa de la computadora. Aún necesitaría la ayuda de Kale y Jace cuando se tratara de explicarle a Alex lo que yo era, e iba a necesitar que uno de ellos me hiciera recordar un recuerdo así Alex tendría su prueba. El único problema era que solo tenía dos días para convencer a Kale y a Jace de que ayudaran.

Traducido SOS por Evarg7 y por Emi_93 Corregido por Dayi Cullen

Te veo. Te huelo. Tú eres ceniza y humo, un fragmento de mi imaginación.

El viernes fue mi último día en la tienda de Knope y aunque el Sr. Knope estaba triste al verme marchar, no hizo ninguna pregunta. Supuso que porque volvía a estar en el colegio necesitaba renunciar, y no corregí su suposición. Mia, por otro lado, no se lo tragaba, y pasó la mayoría de la tarde del viernes haciéndome preguntas. No ayudaba que tuviera que llevarme al trabajo ya que Kale estaba ausente. Todavía estoy confundida dijo Mia mientras abastecía algunas patatas fritas y salsa . Dijiste que no estabas lista para ir a la universidad a tiempo completo y que sólo tomarías dos clases. ¿Cómo puede ser que el trabajo sea un obstáculo para dos clases online? Genial. Ella y alguien—probablemente Alex—habían estado hablando de mí. Era irritante que no tuviera nada mejor que hacer que hablar de mí cuando yo no estaba presente. Conté algunas bolsas más con la registradora para comprarme un poco de tiempo. Mi escusa por renunciar era que supuestamente iba a trasladarme a una universidad distinta, pero me había olvidado de que le había dicho a Mia algo completamente diferente hace menos de dos semanas. Mia, es complicado y personal, ¿de acuerdo?

No tenía que explicarle

nada. ¿Tiene algo que ver con el buenorro desaparecido en combate? de contar en la estantería y me miró.

Mia dejó

Negué con la cabeza y seguí trabajando. Quizá ignorarla funcionase. Hmm, tomaré tu silencio como un sí Siguió trabajando hasta que el Sr. Knope emergió de la parte trasera y le pidió que se quede una hora extra. ¡Charlie, sabes que tengo cosas que hacer hoy! ¿Dónde está Helen?

le gritó Mia . ¿Por qué?

El Sr. Knope se frotó la cabeza donde las gotas de transpiración se habían juntado. Llegará un poquito tarde, eso es todo. De mala gana, Mia estuvo de acuerdo en quedarse. Eso significaba que, o bien yo podría quedarme también e ir a casa con ella, o irme pronto y hacer que Jace me acompañase al mausoleo para ver si Kale estaba bien. Como no me había respondido la llamada, elegí la última opción y fui al baño para enviarle un mensaje a Jace, pero el Sr. Knope le llamó y me tendió un sobre. Toma, Ella. Sé que no estarás aquí en Navidad, pero quería que tuvieras esto. Miré dentro del sobre para ver doscientos dólares junto con mi paga. Parecía que me estaba dando mi bonificación navideña, pero no había estado aquí tanto tiempo para merecer tanto. Oh, Sr. Knope, no tenía que hacer esto. Lo aprecio, sí, pero… Entonces sólo acéptalo. Has hecho un buen trabajo aquí, y lo aprecio. Volvió a su oficina. Mia dejó las patatas fritas y vino hacia mí. Me sacó el sobre de mi mano y lo abrió. Guau, conseguiste la bonificación de Navidad antes. Me devolvió el sobre . Escucha, sé que algo te está pasando. Sé que algo te asustó en el centro comercial. Lo que no sé es qué te asustó tanto que estás renunciando en la tienda de Knope. Y ahora Kale no está a la vista. Mia puso su mano en su cadera y ladeó la cabeza. Podía ver las ideas y las suposiciones corretear por su cabeza, y no era una vista bonita. Escucha, creo que ya no hace falta decir que nada de esto es de tu incumbencia manifesté. Mia puso los ojos en blanco y suspiró. Hay cosas que no puedo explicar, y no tengo que hacerlo. Como tú y Alex son tan íntimos, quizá él te lo contará como te cuenta todo lo demás. No quería ser maleducada, pero sencillamente Mia necesitaba entender que no todo lo de Ella era asunto suyo. La postura de Mia se desinfló y se puso frente a mí, tranquilamente jugando con mi sensación de culpa.

Lo que sea. Iba a llamarte anoche y preguntarte si estabas asustada por un mirón, pero no lo hice porque estabas muy reservada con Kale. Imaginé que intentaría sonsacártelo hoy, pero como estás siendo una gran zor… ¿Un qué? le pregunté, interrumpiendo su pequeña diatriba . ¿Un mirón? Me pregunté si era Jace o Kale estando pendiente de ella . ¿Cómo lucía él? Mia cerró los ojos y recordó al misterioso voyeur, pero no era Kale ni Jace. Tenía traje; era negro con una camisa de seda verde por debajo. Era guapo y me pregunté qué hacía un buenorro como él espiando por las ventanas. ¡Oh! Y tenía un gran tatuaje en su pecho de un círculo o algo. Mia no parecía demasiado alarmada por alguien mirando fijamente por su ventana. Incluso cuando no sabía que era un loco, aún así debió haber estado alarmada. Todavía había un asesino suelto del que tendría que estar preocupada. Mierda susurré . ¿Te dijo algo? No la había herido porque estaba de pie ante mí sin un arañazo, pero podría haberla seguido o algo. Mia frunció el ceño. Eso es lo raro. Me miró y me guiñó un ojo, luego, caray, desapareció. Quiero decir, yo estaba en la segunda planta, y él sencillamente desapareció. Pensé que se había caído, pero no fui a revisar. Debiste haber llamado a la policía. De haberme pasado a mí, hubiera llamado a cualquier agencia gubernamental que hubiera escuchado . ¿Lo has visto desde anoche otra vez? Mia negó con la cabeza, y caminé hasta la puerta principal para ver si había algún coche en el estacionamiento que no reconociera. Mia me siguió y miró por ahí. —¿Qué buscas? ¿Reconoces todos esos coches del estacionamiento? le pregunté. No había ninguno en la tienda –como siempre-, pero sí bastantes autos estacionados fuera. Mia miró a todos los coches, echándoles un vistazo concienzudamente, luego señaló a un Sedán gris. No reconozco la mayoría de los autos porque no vivo en Cedar, pero ése parece raro. Seguí su dedo hasta el coche gris.

¿Por qué? Mia quería decir.

le pregunté. Volví a mirar al coche y me di cuenta de lo que

Es un coche de 70.000 dólares sin placa de identificación y con las ventanillas polarizadas. ¿Qué tan seguido ves eso en Cedar? Rápidamente saqué mi teléfono y marqué el número de Kale, que fue directo al contestador. Era ridículo que ni siquiera contestase su teléfono por mí. Si necesitaba a Kale, se suponía que tenía que estar ahí –no escondiéndose-. Marqué el número de Jace y lo contestó al segundo tono. Sí, ¿Ella?

Su voz era suave y tranquila.

Creo que hay alguien observándonos en la tienda

dije, un poco en pánico.

Mia estaba junto a mí, pálida y todavía mirando al coche fijamente. ¿Dónde estás? Ella, cálmate están mirando.

Mis nervios me estaban traicionando. urgió Jace

. Estoy justo fuera. De hecho, tú y tu amiga me

Miré al coche durante otro momento y me giré hacia Mia, aliviada por la revelación. Está bien, es Jace. Él es un amigo de Kale. Jace no estuvo de acuerdo, pero ignoré su gruñido molesto. Podía decir que Mia estaba aliviada, y también lo estaba yo. Me pregunté por qué Jace no me había contado sobre el coche. Le dije a Jace lo que Mia dijo que había pasado. Él estaba convencido de que era hora de que nos marcháramos, pero teníamos que esperar a que el vuelo de Alex llegase más tarde esa noche. Temía que Alex no se tomase bien las noticias. Y también estaba Mia. Ella, ¿qué está pasando? sentenció . ¿Quién está en el coche, dónde está Kale, y quién era el hombre afuera de mi ventana? Probablemente iba a tener que contarle a Mia más que las mentiras que había estado usando. Estaba más allá de pensar que esto no era de su incumbencia porque su seguridad estaba en riesgo. Le dije a Jace que me recogiera a las cuatro y que Mia estaría con nosotros. Me miró, con los ojos muy abiertos. Quiero decirte lo que está pasando, Mia. Ella y yo fuimos a la zona de la registradora. Mia no podía dejar de mirar al coche de Jace. Podía ver el escepticismo en su cara por meterse en el auto más tarde, pero sabía que era seguro. Convencerla de lo mismo fue difícil, pero lo hice. Le conté a Mia que Kale sabía quién era el hombre tatuado y que él era peligroso.

También le conté que Alex había reservado un vuelo a casa y que nos encontraríamos con él más tarde. No creí que Brett tuviera que saber algo. Él y yo no habíamos sido vistos juntos, así que no creía que estuviera en peligro. Al menos, esperaba que ése fuera el caso. *** Lo había pasado fatal para convencer a Jace de que necesitaba saber la verdad sobre mí misma y sobre a dónde estaba yendo, pero estaba mejorando en convencer a la gente. Si sólo hubiera funcionado con Kale. Para mí, dos días eran más que suficientes para calmarse, pero Kale parecía necesitar más tiempo. Eso era lo único que yo no tenía. No respondía a su teléfono, y no estaba en el mausoleo cuando Jace, Mia y yo fuimos a verlo. Ambos, él y yo, evitamos responder las preguntas de Mia con la promesa de una completa explicación una vez que volviéramos a casa. Había empezado a preocuparme, pero Jace explicó que Kale estaba tratando de atar cabos sueltos porque yo me iría y él no tenía razón para quedarse en la zona. No estaba segura de qué cabos sueltos tenía, pero esperaba que pudiera tener la oportunidad de decir «Hasta que nos volvamos a ver» porque nunca le iba a decir «adiós» a él. Era mejor que nos separásemos hasta que nos hayamos ocupado de Laurent. Yo tenía otra razón para ir con Jace al Consejo. Tenía un favor que pedir. A cambio, me quedaría con ellos hasta que Laurent fuera asesinado. El vuelo de Alex llegaría a medianoche y luego había treinta minutos en coche hasta la casa, y tenía un momento para explicarle todo a Mia. Jace y yo habíamos discutido un plan para conseguir la cooperación de Alex para ayudarme a desaparecer. Odiaba decirlo así, pero era así. Era el trabajo de Alex asegurarse de que su familia supiera que estaba agradecida por todo lo que habían hecho, pero necesitaba irme. De camino a la casa de Mia desde el cementerio, Mia era sorprendentemente fácil para hablar. Su única petición era estar ahí cuando Alex llegase. Le había contado que Kale creía que el hombre tatuado estaba relacionado de alguna forma con el asesino y, como sus padres no estaban en casa, no debía quedarse ahí. Jace y yo la llevamos a su casa para que recogiera algunas cosas. —No puedo creer esto, Ella. Quiero decir, simplemente no puedo —dijo Mia por centésima vez—. ¿Por qué alguien querría secuestrarte? —Ella habló sin una pizca de sarcasmo. Estaba realmente confundida. —Mia, es una larga historia que solo quiero contar una vez, así que puedes quedarte conmigo esta noche. Cuando Alex llegue, les contaré todo a ambos. —Bien, pero ¿quién es este tipo? —Ella señaló a Jace. Él sonrió en el espejo retrovisor mientras conducíamos dentro de Elmwood City y volvió a presentarse.

—Soy Jace Vesco. Mia soltó una risilla y comenzó a flirtear. —Hermoso acento. ¿De dónde eres? Esa era una buena pregunta. De hecho, cualquier pregunta personal era buena porque yo nunca le había preguntado más que sobre el Consejo. —Soy de Belarus, pero he vivido en tantos lugares que creo que mi acento ha evolucionado —bromeó Jace, y Mia soltó una risilla de nuevo. Podía ver por qué ella se sentía atraída hacia Jace. Con sus ojos azules y sorprendente cabello rubio blanco, era increíblemente guapo. Sus rasgos eran exóticos y fuertes, pero no sostenía un halo de misterio como Kale. Al menos no para mí. —Mi familia es en parte italiana —dijo Mia. Ojeé en el espejo retrovisor, captando el cabello rubio de Mia y su pálida piel, y estuve tentada de preguntarle sobre ello. Pero el cabello teñido y el maquillaje podían cambiar drásticamente el aspecto de cualquiera. En lugar de interrumpir su broma, le envié un mensaje de texto a Kale, pero él no respondió. Mientras tanto, Jace y Mia continuaron flirteando de atrás a adelante, y yo intentaba no dejar que mi horrible humor los interrumpiera. —Sería genial visitar mis raíces en Italia. —Oí que decía Mia—. Odio vivir en un pueblo pequeño. Apesta y la mayoría de las mujeres nunca escapan de eso. Si no están embarazadas, están haciendo de camareras sin ningún lugar a dónde ir — murmuró ella. Sorprendida una vez más, miré en el espejo retrovisor. El rostro de Mia estaba oculto mientras miraba por la ventana. Me sentí mal por ella, parecía sentirse atrapada también, pero el único problema era que no estaba haciendo nada al respecto. —Al contrario —corrigió Jace—. En 1654, Minsk fue conquistada por las tropas de Tsar Alexei de Rusia. Los rusos gobernaron la ciudad por treinta años y cuando fue reclamada por Jan Kasimir al final de la guerra rusa-polaca, Minsk tenía alrededor de solo 2.000 residentes —nos informó Jace. —¿Minsk? —repitió Mia. —La ciudad más grande de Belarus —dijo Jace. —También la capital —interrumpí yo, y ambos se volvieron para mirarme.

—Correcto, Ella. Minsk es la capital de Belarus, y en un punto fue un pueblo pequeño como éste y mi madre... —Jace se contuvo porque estuvo a punto de decir su verdadera edad, lo que me sorprendió, porque podría haber jurado que solo tenía ciento cincuenta. Lo miré, pero él no me devolvió la mirada. Tenía que preguntarle sobre eso más tarde—. Mis ancestros ayudaron a reconstruir y modernizar la ciudad y luego usaron esas mismas habilidades para migrar a otro lado. —Está bien, pero ¿qué tiene eso que ver con Elmwood City y Cedar? — preguntó Mia, sin comprender para nada el punto. —Quiere decir que ningún pueblo pequeño se queda siendo pequeño y que, como la familia de Jace, puedes irte de aquí e ir a donde quieras. Sólo tienes que desearlo lo suficiente y trabajar por ello —dije. Si ella realmente quería irse, debería ir a la escuela a tener más educación y así podría tener más opciones. Quejarse no iba a sacarla de Elmwood City. Mia se quedó en silencio el resto del camino hasta su casa por su ropa. Supuse que estaba pensando sobre el consejo que le había dado. Era tarde cuando llegamos a mi casa, y Mia y yo nos escapamos a mi cuarto para esperar a que llegara Alex. Le envié mensajes y llamé a Kale continuamente mientras Mia dormía en la cama que había hecho para ella en el suelo. Kale finalmente respondió mis textos. Quería ser mala, pero solo me sentí aliviada de que me estuviera hablando de nuevo. Ella: ¿Estás bien? Kale: ¿Sí, tú? Ella: Estoy bien solo preocupada de cómo resultaron las cosas :[ Te necesito aquí conmigo. Kale: Tú tomaste esta elección. Ella: Lo sé, pero tienes que confiar en mí. Sé lo que estoy haciendo. Tengo un PLAN. Kale: ¿Un plan? ¿Qué es? Ella: No ahora. Confía en mí ¿está bien? Kale: ¡NO HAGAS NADA QUE TE PONGA EN PELIGRO! Ella: Ya estoy en peligro Kale: ¡Ella, hablo en serio! Ella: Lo sé. ¿Vendrás a verme antes de que me vaya? Kale: No puedo, Ella. No puedo verte alejarte. Ella: Entiendo

Kale: ¿Lo haces? Ella: No Kale: Necesito decirte algo. Ella: OK Kale: No así. Ella: ¿Llámame? Kale: Tampoco así. Ella: ??? Kale: ¿Cuándo te vas? Ella: Después de hablar con Alex. En unas horas. Kale: Estaré allí antes de que te vayas. Jace te sacará de Cedar a Petersburg donde tendrán un vuelo privado esperando. Ella: Esta bien Kale: Te encontraré antes de que te vayas en Elmwood. Mantén a Jace contigo. Ella: Está bien esperaré Kale: Te veo entonces. Ella: Estaré allí.

Estaba emocionada y nerviosa porque no quería irme sin ver a Kale. Me pregunté qué quería decirme. Esperaba que no fuese la misma demanda de no irme. Me iba a ir sin importar qué, e iba a solicitar ser hecha inmortal igual que Jace. Ese era mi plan, y si funcionaba y Laurent era asesinado, no tendría nada de que preocuparme sobre que Kale y yo pudiéramos estar juntos para siempre.

Traducido por Eni Corregido por Mew Rincone

«Aquí estamos, en el final de un camino que pensé que nunca existiría» — Ella Monroe.

La noticia de la ubicación del Arco lo enojó y emocionó. Ella había estado justo debajo de las narices de Leif y la había pasado por alto. Laurent no había sido capaz de localizarla a través de sus recuerdos, sino a través de la promesa de la vida eterna, cuan fácil era manipular a los humanos. Judas se llamaría el traidor una vez se uniera a sus hombres. Laurent le daba a cada hombre un nombre por la forma en que se habían unido a sus filas. Darke, Leif, y Erinae estaban entre sus favoritos porque habían sido obligados a unirse, y el control que tenía sobre ellos era increíble. Laurent se dirigió hacia el auto que lo llevaría al avión hacia Virginia y a su destino. Kale sería un problema, estaba seguro de ello. El vínculo que se forjó hace años no desaparecería simplemente a causa del tiempo, ni tampoco desaparecería realmente. Hélène había muerto por ese vínculo, y no pensaba que Ella fuera diferente. Darke y Hassame cargaron el auto cuando Laurent entró. Estaban fuera en cuestión de minutos cuando su teléfono sonó. —¿Qué? —Señor, tengo más noticias —informó Leif—.Un miembro del Consejo está con la chica. Laurent sintió la ira bullir dentro de él. —¿Eso es algo de lo que crees que no tengo conocimiento? Leif se aclaró la voz y continuó—: No, señor. Hay más. Él pidió un avión privado para estar aquí mañana y su destino está clasificado. Incluso Judas desconoce el lugar a donde la llevan. Judas era un espía humano que estaba al tanto de las idas y venidas del Consejo, pero al parecer no tenía todo el acceso que había pensado.

—Averigua donde va a estar ese avión y planta a Judas allí. Y en cuanto a ti, te sugiero que continúes siguiéndolos, si se te escapan entre los dedos de nuevo, vas a tener que soportar el peso de mi ira contra ti, tú y solamente tú. ¿Entendido? —Sí, mi señor. —Bien. Averigua a donde se dirige el avión. Estaremos en Virginia en tres horas. —Laurent colgó. Darke estaba en silencio en la parte de atrás, esperando instrucciones. —¿Dónde estaban las Sedes del Consejo la última vez que los encontramos? —preguntó Laurent—. Bielorrusia, Egipto, y España —dijo respondiendo su propia pregunta. —La Isla de Sable —añadió Darke—. Podríamos permitir que la chica aborde el avión. Nos llevaría al Consejo sin saberlo. Parecía un buen plan, pero Laurent estaba seguro que el Consejo lo esperaría. A pesar de que, no eran lo suficientemente inteligentes para crear más inmortales, habían reclutado algunas de las mejores mentes más brillantes del mundo. —No, ella no puede subir a ese avión. Una vez que este allí tendremos que reiniciar nuestra búsqueda. Por alguna razón ya no tengo acceso a los recuerdos de Ella. —Podría ser que ya no los está teniendo —sugirió Darke—. ¿Podría el Consejo haberle enseñado a reprimirlos? Laurent pensó en esa posibilidad. Ya se había encontrado con un Arco con la habilidad de hacer eso, pero eso no significaba nada. Hélène había aprendido a acceder a ellos sin su ayuda. Ella era diferente. Era la que podía destruir todo en lo que él se había convertido, o fortalecerlo. Era la que estaba buscando. Había matado a muchos Arcos antes de ella para traerla a la superficie. —No, pero puede tener una habilidad natural para hacerlo por su cuenta. En el pasado, sin saberlo, había sido capaz de evitarme, y me maravilló su habilidad de hacerlo. Creo que los Arcos han incrementado su poder desde los últimos años, y ésta será la más poderosa de todos ellos.

Traducido por Pili Corregido por Mew Rincone

«Con el fin de aprender las lecciones importantes de la vida, uno debe cada día superar el miedo. » —Ralph Waldo Emerson.

Mia roncaba ligeramente en la esquina mientras yo estaba acostada en la cama, esperando que todo fuera bien esta noche. Estaba nerviosa. Cerré mis ojos e imagine lo qué diría el Consejo a mi petición de vida eterna. Ellos harían bien en concedérmela, así no habría más Arcos que buscar ya que yo nunca envejecería o moriría. Yo tampoco tendría una vida normal, pero podía vivir con eso si Kale estaba a mi lado. Mi teléfono sonó y lo busque en mi bolsillo. Leí el mensaje de Alex de que había llegado al aeropuerto. Una oleada de calma me invadió. Aunque estaba nerviosa por lo que estaba por venir, también estaba aliviada de que estaba a punto de terminarse. Me sorprendió la capacidad de mis pastillas para mantener a raya mis recuerdos, y me preguntaba cómo conseguiría más una vez que estuviera en Alaska. Era mucho después de las dos de la mañana cuando desperté a Mia. Parecía completamente diferente sin el maquillaje. Su cara era dulce e inocente. El ceño fruncido que a menudo sostenía había desaparecido y mientras ella frotaba sus ojos, recordé por qué estaba haciendo esto. ―¿Qué hora es? ―preguntó soñolienta. ―Es hora de levantarse. Alex está en camino. ―Aunque el aeropuerto estaba a una hora de distancia, quería estar preparada para cuando llegase Alex. Mia bostezó y se estiro. Se levantó y se dirigió a mi cuarto de baño, cerrando la puerta tras ella. Llamé a Jace y para decirle que el coche de Alex estaría fuera en aproximadamente un ahora, y me recosté. Una sinfonía de emociones se movía dentro de mí, y me sentí como si la habitación estuviera girando. Cerré mis ojos y regule mi respiración usando una técnica qu el Dr. Lithe me había enseñado a hacer cuando sentía que un ataque de pánico se aproximaba. Conté hasta diez luego hacia atrás hasta cero, lo cual distrajo a mi cabeza de los mareos, y tomé cortas respiraciones por mi boca. ―Parece que estés dando a luz ―dijo Mia. Ella había salido del baño y se estaba inclinando sobre mí cuando abrí los ojos. ―¿Estás bien? ―Ella sonaba realmente preocupada.

Me senté, teniendo en cuenta que mi estómago y mi cabeza estaban mejor, pero aún quedaba un persistente dolor en el costado. La cara del hombre tatuado brilló en mi cabeza―Sí, solo estoy un poco estresada ―Le dije. Sacudí mi cabeza. No quería tener que pasar por eso dos veces―. Realmente quiero esperar a Alex y explicarlo a los dos al mismo tiempo. Mia meneó la cabeza―Debe ser muy serio si lograste que Alex viniera a casa dos semanas antes de lo que tenía que hacerlo. ―Lo es. Mia y yo nos sentamos allí por otros veinte minutos hasta que su estómago gruñó vergonzosamente alto. Le di una de mis barras de cereales y una botella de agua que tenía guardada en mi habitación. ―Así que, te vas ―dijo entre bocados. Miré hacia ella, confundida. ¿Cómo lo sabía? Mia señaló al bolso que había embalado―. También noté que tu cepillo de dientes y todas esas cosas de limpieza están fuera del baño y que tu portátil esta desaparecido. ¿Estas huyendo? ―Huir no es la palabra que estamos usando. ―Entonces ¿como quieres llamarlo? ―Los de diecinueve años no se escapan. Se pueden ir siempre que quieran― Expliqué, molesta por su elección de palabras. No estaba huyendo. ―Humm, ¿Lo hacen por lo general en medio de la noche cuando todo el mundo esta durmiendo? ―Pensé que íbamos a esperar hasta que llegara Alex. ―Lo hacemos. Pero cuando él llegue aquí vas a necesitar informarnos de todo, Ella. No sólo lo que crees que necesitamos saber ―Sonaba como lo había hecho yo cuando había hablado con Jace y Kale de la misma cosa. Tenía pensado hacerlo de todos modos, pero Mia tenía razón. Aunque el Consejo enviaría gente aquí para proteger a mis amigos, era todavía importante que Alex y Mia supieran lo que estaba pasando. ―Créeme cuando digo que conozco demasiado lo de ‘no-te-digo-por-tubien’― Recordé cuando Kale no me había contado las cosas insistiendo que era por mi seguridad.

―Bien ―Mia bostezó otra vez―. Por lo tanto, ya no podemos hablar de que te vas, de Tom el Mirón5 o de Kale, ¿qué debemos hacer? ―Miró alrededor de mi habitación por algo para despertara su interés. Por desgracia, no había nada, y todo lo que podíamos hacer era sentarnos allí y mirarnos la una a la otra. De repente, pensé acerca de lo que podríamos abordar. Aunque estuviera a la lista de asuntos-no-discutibles, necesitaba un poco de ayuda. ―. Déjame preguntarle algo. ―Dispara ―Ella parecía interesada. Me mordí el labio, nerviosa de por donde iba la conversación. ―¿Has...?―comencé. Sacudí mi cabeza y volví a intentarlo―. ¿Cómo sabes cuando tú...? Mia entrecerró los ojos y arrugó su cara, tratando de seguir por donde iba. ―Mira, sólo aclárate tu misma y luego me preguntas porque no entiendo las sandeces, y eso es lo que estoy escuchando. ―¿Alguna vez has tenido que dejar a alguien atrás sin la cual no crees que puedas vivir porque ya has perdido demasiado? ―Oí como mi voz se quebraba y eso me enfureció. Era el momento de ser fuerte. Mia me miró con los ojos muy abiertos, sorprendida por la seriedad de la pregunta. Claramente no esperaba una pregunta así. Ella continuó mirándome, silenciosamente con nuevo interés―No ―respondió después de un momento. Aparte mi mirada de la de ella, decepcionada por su respuesta. No había esperado mucho, pero había creído que conseguiría más que un simple no. ―No creo que haya tenido alguna vez a alguien así en mi vida. ―Añadió―. A alguien a quien no podría dejar ir. Sé que me hace parecer como la mayor mocosa malcriada, pero así es como es. Le hice la pregunta obvia―¿Que hay de tus padres? ―Por favor, Ella. ¿Qué pasa con mis padres? Les conté acerca de lo de Anna y Janice en la Elmwoods, ¿y quieres saber lo que me dijeron? Ellos dijeron que cualquier muchacha que se adentra en el bosque solo consigue lo que se merece, y entonces mi padre se volvió hacia mí y me dijo: »Que les sirva de lección para las cosas estúpidas que tu y tus amigos hacen.»

5

Peeping Tom = Tom el Mirón: un personaje de la leyenda de Lady Godiva que no pudo resistir la tentación de mirar a la mujer por un agujero.

―Sí ―dijo en respuesta a mi sorpresiva reacción―. ¿Qué habrían dicho tus padres? ―Eso definitivamente no ―murmuró, pero entiendo su punto―. ¿Y qué hay de Brett? Mia se encogió de hombros y se quedo en blanco, buscando algo inteligente que decir pero no encontrando nada― Brett es genial, pero puedo dejarlo aquí si surge la oportunidad. Estoy atrapada en la ciudad de Elmwood por ahora― Se levantó y se sentó en la cama junto a mí―. Vete con tu instinto. Es el mejor consejo que puedo darte. ―Mia dio una palmada en mi espalda. La hora estaba finalizando, y todo lo que quedaba era esperar el coche que Jace había alquilado para Alex. Mande un mensaje a Kale y le informe acerca del juego de espera en el cual nos encontrábamos. Mia caminaba por la habitación yo comía una barrita y daba sorbos a mi agua hasta que vi las luces en mi ventana. Respire hondo y miré fuera para ver a Jace corroborando que era Alex. Mia y yo nos pusimos nuestros abrigos y nos dirigimos escaleras abajo. Me sorprendió lo fácil que se había vuelto ir y venir tan tarde. Eric y Sarah no estaba tan preocupados por mí desde que había hecho amigos y comenzado el instituto. Tal vez pensaron que las tensiones de mi vida habían comenzado finalmente a calmarse. En el exterior, Alex y Jace estaba parado uno al lado del otro—Jace siempre vigilante, Alex solemne y confundido. El segundo en el que vi a Alex mi corazón se derritió y sentí mi sangre calentarse. No importaba por qué estuviera allí o si ni siquiera me creería después de que me hubiera ido, había algo en él que parecía cálido y familiar. Alex sonrió y dio un corto y vacilante saludo. Sus nervios habían cogido lo mejor de él. Lo podía ver en sus ojos. Cuando Mia y yo caminamos más cerca de ellos podía ver que Alex parecía fatigado. Solo había sido un viaje de dos horas. A pesar de que había tomado un vuelo tardío, aun así debería haber conseguido dormir algo. Yo odiaba pensar que era un estrés en su vida, que le podía impedir dormir. ―Hola ―susurré. Una pequeña sonrisa surgió en sus labios. Mia estaba extrañamente tranquila cuando levante la mirada hacia ella cubierta con su abrigo. Ella parecía como una muñeca pálida que caminaba hacia su muerte, y me pregunté por qué no me di cuenta de lo difícil que sería para Mia y Alex. Quise la verdad cuando Kale y yo estuvimos juntos, y a veces el estrés me había impedido dormir, así que debería haberlo sabido. Mia y Alex intercambiaron saludos mientras Jace y yo discutimos cuánto tiempo teníamos hasta que nos tuviéramos que ir.

―¿Qué sientes ahora mismo? ―Jace preguntó. Miré a Mia y Alex susurrarse el uno al otro. Sin duda intercambiaban la información para ver lo que el otro sabía. ―Miedo ―dije con sinceridad. No temía a Laurent como debería hacerlo, pero temía las consecuencias de mis decisiones, si mi plan fallaba―. Temo que no esté tomando la elección correcta, la que Hélène y Kale no pudieron tomar—la que los habría separado para siempre. ―Sabía que la razón por la que Kale y Hélène no habían pedido ayuda al Consejo era porque habían sabido que lo más probable era que nunca se vieran de nuevo. Ni Kale ni Jace me habían mostrado ese recuerdo. Sólo parecía estar metido en mi mente como una verdad. Él y yo nunca podríamos vernos el uno al otro otra vez. ―Con el fin de aprender las lecciones importantes en la vida, uno debe cada día superar al miedo ―dijo Jace―. Ralph Waldo Emerson. ―¿Entonces que estás diciendo que estoy aprendiendo? ¿A sacrificar? ―pregunté, un poco molesta con su enigmática actitud. Jace sacudió su cabeza―No trato de ser lo que llamarías “un sabelotodo”, Ella. Sólo digo que enfrentar y superar tus miedos es algo que todo el mundo tiene que hacer. Algunos lo harán y prosperarán, mientras otros se ahogarán en todo lo que ofrece la vida. Yo todavía estaba confusa. Sacudí mi cabeza, finalizando con la conversación, y dirigiéndonos hacia Alex y Mia― ¿Están listos, chicos? ―Jace y yo habíamos decidido que los bosques eran el mejor lugar para llevar a Mia y Alex. Después los abandonaríamos y seguiríamos nuestro camino. Jace ladeo sus ceja y la movió en dirección al bosque, una invitación para que todos le siguiéramos. Mia se adelanto, pero Alex puso su brazo alrededor de ella, impidiéndola moverse. Mis entrañas se tensaron. Me preguntaba si Alex no confiaba en Jace o si no confiaba en mí. ―¿Qué pasa? ―pregunté. ―¿Quién es este tipo, y por qué nos dirigimos hacia el bosque donde fueron asesinadas dos mujeres no hace mucho tiempo? ―Sus ojos brillaban con lágrimas, bien del frío o porque sus emociones habían comenzado a purgar. Mia me observó cautelosamente, y sentí como si fuera a perder el control porque justo un poco antes había estado cerca de mí, dispuesta a aprender todos mis secretos.

―Puedes confiar en Jace. Él es con quién me voy. Alex sacudió la cabeza con incredulidad― No estabas bromeando, ¿no es así? ―preguntó asombrado. Pensé que el hecho que él había revelado era la prueba de que el creía que yo no me quedaría―. ¿Realmente te vas? ―Alex dejo a un lado a Mia y se acercó a mí. Mia permaneció a un lado como una invitada a una cena familiar convertida en una guerra familiar y respiré hondo antes de hablar. Luche contra la quemazón de lágrimas formándose detrás de mis ojos― Sí, lo tengo que hacer. ―Mi voz se rompió y me aclaré la garganta esperando sacar nervios de acero. Alex alcanzó mi mano y la apretó. Él había olvidado ponerse guantes o eligió no hacerlo, pero sus manos estaban cálidas y húmedas. Él me tiró más cerca de él hasta que estábamos uno en los brazos del otro. Su anorak olía a nuevo y desconocido, pero el abrazo de Alex fue toda la familiaridad que necesité. Me derretí en sus brazos, lo que permitió que la verdad fluyera fuera de mí―. Hay un hombre llamado Laurent ―comencé. Pude oír la nieve crujiendo cuando Mia y Jace se acercaron a nosotros, así que continué. La calidez de Alex me dio fuerzas para continuar―. El me ha estado buscando durante un tiempo y ahora me ha encontrado. Era la voz que había estado escuchando y la razón por la que estaba viendo las cosas. ―Ella ―Alex interrumpió― Creo que deberías llamar al Dr. Lithe y decirle que estás viendo y oyendo cosas otra vez. Trate de alejarlo de mí, para mirarle a los ojos y decirle que eso no era una idea buena, pero el me sujeto, no permitiéndome moverme. ―¿Viendo y oyendo cosas? ―Mia preguntó avanzando desde los laterales. ―. ¿Qué cosas oyes? Podía oír la preocupación en su voz. A pesar de que no podía verla, sabía que estaba preocupada acerca de en que se había metido. ―Ella escucha una voz y ve cosas que la asustan ―Alex explicó por mí, pero faltó a la verdad. ―Así, que estas diciendo que Ella no está del todo cuerda ― dijo Mia, tratando de entender lo que le decía Alex. Jace aclaró su garganta y dio un paso adelante. Entendiendo que la conversación se dirigía en sentido contrario, Jace intentó llevarla de vuelta a por qué estábamos todos allí― No, no está loca, Mia y todo lo que ella ha dicho es la verdad. Su vida está en peligro, y también la su familia, Alex, si no se va aquí. Mia,

el hombre que miraba desde fuera de tu ventana fue el hombre que la atacó a ella en el centro comercial. Mia jadeo y se cubrió la boca, su rostro pálido. Me preocupaba que ella estuviera enferma. ―¡Qué! ―Alex exclamó, tirando mi atención de vuelta hacia él―. ¿Qué diablos, Ella? ¿Por qué no me llamaste o al menos a la policía? ―Me aparto suavemente de él para mirarme―. Esto es mi culpa. Te aparte de manera que no pudieras hablar conmigo. ―Alex tocó mi rostro. Sus manos ya no tenian la calidez que tenían antes, y estaban temblando. ―No es tu culpa, Alex ―dije―. Si hubiera sido sincera contigo desde el principio, no hubiera llegado hasta aquí. Si hubiera sido honesta conmigo misma todo esto se habría evitado. Hélène y Kale necesitaban ayuda del Consejo entonces y nosotros la necesitamos ahora. ―Mire alrededor. Mia estaba parada de pie mas lejos, y podría decir que ella estaba recelosa de la situación. Jace estaba parado al lado de Alex y de mí, su rostro lleno de preocupación. Alex estaba parado delante de mí con expectación. Mi cabeza estaba llena y me dolía la barriga. Le debía mucho mas que una hora para explicarle y un rápido adiós. Alex me debería odiar por mi incapacidad para confiar en él, pero él estaba dispuesto a cargar con todas las culpas. Yo no estaba segura de si podría compensarlo. ―Ven conmigo ―espeté. Podría oír que Jace se movía detrás de mí antes de que hablara. Aire frío azotando a nuestro alrededor. Alex estaba en silencio, y Mia miraba sorprendida. ―¿Adónde vas? ―preguntó Mia―. Todavía no nos dijiste. ― Jace y ella empezaron a hablar, pero ignoré a ambos y espere a que Alex respondiera. ―No, no es así como funciona esto, Ella ―dijo Jace. Se traslado a mi línea de visión. Su rostro era duro e inflexible, pero no significó nada para mí. Mire hacia atrás a Alex y supe por la mirada en sus ojos que no estaba seguro de que lo que habíamos dicho fuera verdad, pero también se sentía culpable por empujarme lejos las últimas semanas. Pero no era el único culpable. ―Ven conmigo ―dije otra vez. No pensaba en nada más que tener a Alex conmigo cuando llegara al Consejo. No estaría sola, y no tendría que preguntarse si alguna vez me vería de nuevo.

Jace me separó de Alex― Ella, no es así como funciona esto. Tienes que dejar ir las cosas que quieres mantener a salvo. Hélène hizo las decisiones equivocadas, y pensé que ibas en la dirección correcta cuando decidiste soltar a Kale. Empujé mi mano fuera de la de Jace, molesta con él por recordarme lo que tenía que dejar ir. Si Kale no podía venir solo era porque él era un Chorý, ¿cuál era la razón por la que Alex no podía venir? ―Es mi decisión, Jace y te guste o no, yo presento la invitación a Alex. Si él elige ir entonces no me iré sin él. ―Mi intestino se revolvió con culpabilidad porque sabía que lo más probable era que Alex se sintiera obligado a ir conmigo, pero no podía evitar recurrir a él y preguntar nuevamente. Estaba preocupado por su familia, pero le dije que no sería para siempre, y el Consejo estaría aquí para protegerlos. Jace dijo que él podría hacer parecer como si Alex estaba todavía en Nueva York. Estaba completamente en contra de la idea, pero él haría lo que fuera para conseguir que yo fuera a Alaska con él. El último problema que resolver antes de salir era Mia. ―Esto es completamente loco. Ella ve y oye cosas, hay un hombre que la persigue, el cual sabe dónde vivo, y ambos me dejan aquí para lidiar con ello yo sola. ―No, el Consejo va a establecer a alguien para que cuide de ti también ―le dije. ―¿Quién es el Consejo, y por que debería confiar en ellos? ―ella disparó. La callé y mire a Jace por ayuda. Él sonrió y explicó a Mia por que podía confiar en el Consejo― Voy a estar aquí personalmente, Mia, y como Ella dijo, puedes confiar en mí. La actitud gélida de Mia se derritió un poco. Jace lentamente rompió el resto de la capa de hielo que Mia con las promesas hechas que yo rece para que él mantuviera. Sabía que una vez que Jace me entregara al Consejo su trabajo estaría hecho y el regresaría a Cedar, pero no sabía que el mantendría un ojo puesto en Mia. Alex y yo cargamos mis cosas y los pocos artículos que había traído de Nueva York en el coche de Jace mientras Mia hablaba con Jace sobre un caballero de armadura blanca. Saqué mi teléfono de mi bolsillo y llame a Kale. Oí el ring de su teléfono por entre la maleza, y cuando miré hacia arriba, él apareció. Fue una alegría verlo, alto y hermoso. Su cabello cubriendo parcialmente sus ojos, y la luz de la luna reflejada en la nieve, brillando directamente sobre él como un foco de luz. Me dirigí hacia él decidida a no llorar porque no era una despedida. Kale se

reunió conmigo a medio camino y me recibió con un abrazo. Su lado tierno fue inesperado y relajante, así que me empuje más cerca y lo estreche. ―¿Cómo estás? ―preguntó en mi cabello. Podía sentir su aliento en mi cabeza, cálido y relajante―Sola ―admití contra mi voluntad. No quería que Kale se preocupase por mí mientras yo no estaba, y no quería hacer esta noche más dura de lo que ya era. ―Necesito que corras, Ella. ―Me abrazó tan fuerte que no podía negar con la cabeza. No iba a correr hasta que averiguara lo que había pasado con Mia y Alex. Podía oír las burlas y abucheos de las voces que llegaban desde la dirección de Kale y de donde yo acababa de venir, pero no eran familiares. Kale me sacudió para conseguir que mi atención volviera a él. ―Ella ―la voz de Kale me sacudió, y yo sabía que era porque los hombres de Laurent nos habían encontrado. El estómago me dolía y mis manos temblaban mientras luchaba contra las ganas de vomitar―. ¡Tenemos que volver, Kale!― Lloré. Toda la fuerza que pensé que había tenido rápidamente desapareció. Kale negó con la cabeza y bruscamente me empujo hacia el interior del bosque. Más voces y gritos vinieron desde la distancia, pero no oí a Mia o Alex. ―Corre, Ella. Los sacaré del camino, pero los hombres te están buscando. ―Él siguió moviéndome hacia atrás. De repente mis pies ya no estaban en el suelo y el aire se sintió como dientes afilados mientras azotaba contra mi cara. Kale me había cogido y corrido conmigo hacia el medio del bosque, donde me bajo. Yo sabía que habíamos recorrido mucho porque apenas podía oír los gritos de los hombres que pensé que eran los Chorý que Laurent había enviado a por mí. Me alejé de Kale y traté de hacer mi camino de regreso a la casa, pero nos habíamos adentrado tanto en el bosque que no sabía que dirección me llevaría de vuelta. ―¿Kale, qué estamos haciendo? Llévame de regreso. Kale pasó sus manos a través de su cabello y se alejó de mí. No sabía lo que estaba haciendo, pero cuando cogió marcha comprendí que él me abandonaba allí. ―¡Espera! ―grité, pero ya era demasiado tarde.

Había desaparecido en el bosque. Me quedé ahí sola, rezando para que la gente que amaba estuviera a salvo a pesar de que sabía que eso estaba lejos de la verdad.

Traducido por Floresadri Corregido por Mew Rincone

Kale Ella se quedó de pie allí y me miró como si yo fuera un fantasma—algo imposible o irreconocible de que yo la hubiese dejado en medio del bosque sin ninguna protección o siquiera una explicación. Su cara estaba pálida y dulce y sus labios se tornan azules, así que supe que ella tenía poco tiempo. No iba ser capaz de protegerla y luchar contra ellos. Ellos eran mucho más fuertes que yo, y no había ningún caso en negarlo. Ella hizo una elección que lo cambiaba todo, y esta noche estaba siendo forzado a hacer lo mismo. Ella creyó que era lo mejor y yo me incliné a estar de acuerdo, pero por razones mucho más diferentes a las de ella. Ella creyó que nos encontraríamos otra vez, pero yo sé que ese no era el caso. Se cree que las cosas serán diferentes, pero yo se la verdad. Nuestra historia se repetirá. Sabía cual era su plan porque no era la primera vez que me encontraba con él. Hélène intento lo mismo, y no tuve problema para convencerla de su inutilidad. Ella confiaba en mí sin ninguna duda. Allí es donde Hélène y Ella se diferenciaban. No sería capaz de detener a Ella de sacrificar la vida que tan desesperadamente ella quería, pidiendo la vida eterna. Ella y Hélène habían sacrificado tanto, pero ¿Qué había sacrificado yo? Me dirgí de nuevo a la casa con una velocidad que cuestionó mi conocimiento por mis propias habilidades. Una vez que llegué a la casa, veo que los miembros del Concejo que habían permanecido ocultos en las sombras se han unido al enfrentamiento contra el Chory. Ellos solo me verán como una amenaza si me uno, así que escaneo la el área buscando a Mia y Alex. Hay una luz encendida en la casa. No se me he ido mucho tiempo, así que puedo asumir que solo tenemos unos pocos minutos antes de que la policía llegue y haya más humanos en situación de riesgo. Escaneé el área de nuevo, buscando una cara familiar, pero lo único que encontré es al Chory que atacó a Ella en el centro comercial. Espero tener una oportunidad de enseñarle como me siento acerca de sus acciones ese día. Todo lo que podía hacer ahora era encontrar a Jace y estar junto a él. Lo escuché antes de verlo. Sus gruñidos me dirigieron directamente a una pelea entre él y dos Chory, uno era más pequeño que él mientras que el otro era dos veces su altura. Sus ataques eran rápidos y precisos, pero la velocidad no era uno de sus principales poderes. Un Chory podía moverse más rápido que un joven inmortal, y eso era por lo que

cuando el segundo miembro vino por atrás con su espada, no fue una sorpresa que la cabeza del Chory cayera en el suelo. El trabajo en equipo del Consejo era lo que les había impedido ser erradicados completamente por los hombres de Laurent. Los hombres de Laurent podían ser combatientes expertos, pero aún tenía que verlos trabajar como un equipo. Las tácticas de defensa de ellos se pondrán a prueba esta noche. El Consejo había perfeccionado el arte de la lucha en parejas y su camaradería aún no se había rivalizado. Luché mi camino hacia Jace, esquivando un puño destinado a una mujer miembro del Consejo. Sus tatuajes cubrían al menos la mitad de su cuerpo, y sus brazos eran más grandes que ella misma. Luchaba con tal pasión que me recordó por qué me quedaba alejado de ellos. La dedicación y la sed por la sangre derramada de los Chory era la forma en que se criaban. Usé mi fuerza y velocidad para despejar el camino hacia Jace. Los miembros del Consejo no trataron de mantener sus golpes destinados solo a los hombres de Laurent, pero fui capaz de llegar a Jace sin incidentes. Él me miró alarmado de que estuviera allí y sin Ella dado que se había dado cuenta la hube agarrado y salido corriendo. Ella no lo vio venir, y dudo mucho que alguien más lo hiciera. —Tienes diez minutos —le dije, aunque me preocupaba que ella pudiera tener menos tiempo que eso. Ella no estaba vestida para la caminata en la nieve, y su enojo podía disminuiro su buen juicio. Miré a mí alrededor y vi que algo estaba mal. Para ser una batalla, estaba muy tranquilo, y sólo unos pocos hombres selectos de Laurent estaban luchando mientras los otros estaban frente a nosotros de espaldas a los bosques. Estaban a la espera de algo, pero ¿el qué? ¿Qué podría ser tan importante que mantener a los hombres de Laurent fuera de la contienda, vigilante y paciente?

Alex Agarro a Mia y corro hacia el final de mi patio. Después de dieciocho años de vivir aquí, me conozco todos los lugares desde donde no nos veremos en el patio. Hay chicos allí afuera luchando como si estuvieran en Afganistán, y mientras Mia y yo nos escondemos, miro buscando por Ella. Hay probablemente diez hombres allí, y por extraño que parezca parecen tratar de no llamar la atención hacia ellos. ¿Porque querrían ellos mantenerlo en secreto? Miro a mí alrededor, confundido y asombrado por el hecho de que Ella nos dijera la verdad. Si están son las personas que la siguen, ¿Qué tendrá ella que ellos quieran? Me siento avergonzado por no creerle. La conozco desde hace tanto, y no recuerdo ninguna mentira que saliera de su boca. —¿La ves? —susurra Mia con lagrimas corriendo de su rostro. Ella está sosteniendo su brazo y puedo ver la sangre goteando hacia la abertura de su abrigo. Acerco mas a Mia y lanzo una mirada de disculpa mientras se estremece por la sacudida de dolor que el movimiento envía a través de ella. Le subo la manga para ver como si algo caliente la hubiera atravesado. No he visto muchas heridas en mi tiempo, pero parece que alguien le ha disparado. Aunque no he oído una arma, estoy dispuesto a apostar que es lo que es. No puedo decirle a Mia esto porque me temo que va a tener un colapso si lo hago. Miro hacia el jardín de nuevo, pero no veo a Ella por ningún lugar. Jace está encima de un hombre que está fuera de combate, mientras que otro hombre se coloca por encima de él, con una gran espada en la mano. Parece como si la mierda se volviera real. Cubro la cara de Mia y muerdo mi labio. Tengo que mantener la calma y tratar de no vomitar. Sé que si colapso, la reacción de Mia será peor. Veo que el tipo que Ella estaba abrazando antes de todo esto pasara esta ahora peleando con Jace. Es sorprendente lo rápido que se mueve; no puede ser una persona normal. Debe de tener algún tipo de formación especial, pero se ve muy joven haber servido en el ejército el tiempo suficiente para ser tan hábil. —No, no la veo por ninguna parte —le digo a Mia. La pongo de nuevo sobre el cobertizo. Si viera lo que creo que acabo de ver, entonces definitivamente se asustaría. Las cabezas no se desprenden de sus cuerpos por ellas mismas. Ella y yo podríamos morir esta noche. Necesito encontrar una forma de meterla en la casa lejos de esto. Todavía no le he dicho Mia lo que vi, pero estoy seguro que puede verlo en mi cara. Se ve como si estuviera a punto de desmayarse. Aun cuando Ella está perdida y quiero encontrarla, no tengo más opción de quedarme hasta meter a Mia en la casa. Me volteo y veo la luz que viene del cuarto de Lea. Me paro para ver

si la puedo ver por la ventana. No puedo, y eso es bueno porque no quiero que ellos giren su mirada hacia mi casa y mi familia. Saco mi teléfono de mi bolsillo, cabreado por no haber pensado en eso antes, e intento llamar al alguacil pero no tengo señal. —Mia, dame tu teléfono —le digo que el mío no no funciona y ella admite que dejo el suyo en mi antigua habitación. Sus lagrimas y su aliento son tan calientes ahora que me preocupa que este enviando niebla en el aire que revele nuestra posición, así que la pongo más cerca y le susurro palabras tranquilizadoras en su oído. Le digo cosas y espero que sean realidad. Le digo que mis padres probablemente ya llamaron por ayuda y que estaremos bien. La verdad es que no estoy seguro si lo digo para ella o para mí. Cedar es un pueblo pequeño, pero nunca había tenido problemas con la señal del telefóno. Apuesto a que estos hombres han ido tan lejos como para usar bloqueadores de señales. Parece tan irreal. Los hombres se encuentran ahora en un punto muerto, mirandosen los unos a los otros. Creo que Jace ha hecho algo, pero no estoy seguro de querer saber lo que es. Su rostro está pálido y puedo sentir su preocupación en todo el camino hasta aquí; que debe tener algo que ver con Ella. Espero a que un momento a otro mi padre vaya a estallar por la puerta con la escopeta que su padre le dejo y nos lleve hacia la casa, pero mientas mas tiempo estamos Mia y yo en la nieve, más me doy cuenta de que eso no va a suceder. Ella está llorando tan fuerte ahora que todo su cuerpo temblando y ya no se siente caliente en mis brazos. Tengo que conseguir llevarla al interior. El hecho de que todavía no oiga sirenas me preocupa, pero no dejo que eso me impida elaborar un plan. Con todos esos tipos ahí fuera, no debería ser difícil para Mia y para mí correr hacia la puerta. El único problema es que si estos hombres tienen una emisión del movil, probablemente ya han cortado los cables de teléfono, y la única manera de obtener ayuda es llegar al coche y conducir hasta la casa del sheriff. El coche está detrás de todos los hombres, y mi única esperanza es conseguir llevar a Mia dentro, volver aquí y a continuación, obtener al coche. Por lo menos en el interior la escopeta de mi padre está cargada y lista. Sólo me pregunto qué está pasando dentro de casa.

Jace Cuento los segundo antes de verla. Su rostro en forma de corazón, cabello café, y unos ojos esmeralda tan inocente, y sin embargo tan importante para la destrucción del hombre al que voy a matar. Ella es quien nos salvara a todos. Hasta ahora, me había acercado con una gentileza que tenía que terminar. Ella no sabe contra que está luchando y es mi trabajo instruirla. Tendré que ser el chico malo, y ella se arrepentirá de confiar en mí. Le he mentido más de lo que ella sabe, y la verdad la romperá. Su confianza y fe en el Consejo va a irse, pero es un riesgo que tendré que correr. Algo no está bien. Los hombres de Laurent están muy calmados. He luchado con los Chorys muchas veces, y no son nada si no audaces y feroces como animales, pero ahora ellos están calmados. Están esperando por algo, y me doy cuenta que están tratando de ganar tiempo. Es posible que todos nos hayamos equivocado. Porque todos estamos aquí mientras Ella está en el bosque—sola.

Ella Ya no puedo correr, pero tampoco puedo permanecer inmóvil tampoco. Tengo que volver con Alex y Mia. Sus gritos se hacen eco en mi cerebro y me sacude hasta los huesos. La tierra tiembla bajo mis pies y me doy cuenta que los temblores están viniendo de mí. Mi cuerpo tiembla con escalofríos a lo largo de mí. Mis pulmones se queman con cada respiración que tomo, y me siento como si me hubiera tragado brasas brillantes que irradian a través de mi pecho. Pongo mi mano sobre mi corazón, dispuesta a calmarlo, pero golpea y late más salvaje y rápido. Estoy tentado a sentarme, pero no puedo porque no estoy segura de que tenga la fuerza para levantarme de nuevo. Miro a mí alrededor a los árboles blancos, un borrón acelerado de blanco, marrón y rojo. Aunque me he estado moviendo por un tiempo, veo el mismo árbol rojo donde Kale me dejó. Entorno los ojos y miro el árbol rojo de nuevo. ¿Cómo es posible ver el árbol de nuevo cuando pensaba que había hecho algún progreso hacia adelante? ¿Es posible que me esté moviendo en círculos? ¿Me he movido siquiera en absoluto? Respiro hondo y me trago la sensación de ardor y trato de pensar. Kale se había alejado y yo lo seguí. No, eso no es lo que pasó. Kale fue y yo me senté. ¿O me caí? No puedo recordar, y mi maldita cabeza no se despeja el tiempo suficiente para que me concentre. No sé dónde estoy ni cuánto tiempo he estado aquí. Parece como si Kale me hubiera dejado hace horas, pero sé que eso no puede ser cierto. No es posible porque yo no hubiera sobrevivido aquí por horas. La imagen de Kale flota en frente de mí, brillando, haciéndome burlas y bromas con una belleza imposible. Sus ojos son oscuros como la noche y peligrosamente delicioso, con la cara tan pálida y dientes tan afilados. ¿Cómo alguna vez pensé que era humano? Recuerdo nuestro beso y cómo mi cuerpo respondió a su toque. Nunca me he sentido así antes, y ansío volver a sentirlo. Mi cuerpo gravita hacia su imagen, esta imagen perfecta para mí y mi soledad. Doy un paso hacia él, pero él se aleja, luego se inclina contra un árbol, mirándome con una mirada embelesada. Está perdido en mí como yo estoy perdido en él. Mi corazón late tan rápido que siento sus vibraciones en todo el árbol y yo cierro los ojos. Me duele el pecho—no, se quema como fuego, y cada respiración es peor que la anterior, pero me las arreglo para continuar. Mi ropa está tan pesada que me abruma. Me empujo lejos de árboles con rodillas temblorosas que tratan de negarse a soportar mi peso, pero no me caigo. Llego a por él, por la fuerza, para la claridad y la estabilidad, pero él sólo me mira fijamente. Su sonrisa es fuerte y seductora. Él vacila, su cara se adelgaza y se convierte en columnas de humo y mientras está desapareciendo, me llama. Aunque su voz es diferente, es más pesada, mezclada con temor y expectación. Esta es la voz que estoy acostumbrada a oír en mi cabeza; el que me susurra. Reaparece en algún lugar detrás de mí, y aunque no lo veo, siento su calor, ya que emana sobre mí en una densa niebla. El olor a ceniza y a

hollín me abruma. Desde la urgencia en su voz a la picadura de su toque, sé que esto no es Kale. Él llama por mí, ruega por mí. Él me necesita. Esta es la voz que he llevado durante tanto tiempo y que le pertenece a él. Me ha encontrado aquí donde Kale me ha dejado, sola y desarmada. La promesa de protección no es nada ahora que me he quedado aquí en la nieve, con este hombre por encima de mí. Lo acepto porque ¿qué otra opción tengo? Es mi vida o la de ellos, ¿verdad?

Solo en Paradise Summerland.

La recopilación, redacción y realización completa de este documento es total y directamente sin ánimo de lucro. Con esto no se intenta agraviar los bienes o posibles beneficios de los autores ni causar inconvenientes a las partes legales con derecho de autoría. Por el contrario, intentamos divulgar su trabajo que de otra forma, a causa de la no publicación de los ejemplares en español, no podría llegar. También queremos esparcir y difundir la lectura a todas las personas que sea posible. La dedicación y entrega que hace posible cada trabajo es gracias a las aportaciones y ayuda de todas lectoras comprometidas con los proyectos sin ninguna otra intención que el amor por leer. Con esto, no ganamos dinero ni tampoco lo pretendemos. Pero si invitamos a nuestras lectoras a apoyar a las autor@s con la compra de ejemplares físicos siempre que les sea posible y así ayudar e incentivar futuras obras. Este trabajo es únicamente por diversión y aprecio a la literatura y sin intención de perjudicar a nadie, así que esperamos no causar inconvenientes a

ninguna de las partes

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