Andalán Pues sí, la palabra que proponíamos en la presentación de esta serie es Andalán, el nombre de nuestro centro, que se tomó de la revista aragonesa homónima. Esta revista inició su andadura bajo la dirección de Eloy Fernández Clemente en 1972 y, tras desaparecer en 1987, vuelve a editarse en formato virtual en 2010. En su primer número se daba razón del nombre. En un destacado aparecía la definición que da el Nuevo Diccionario Etimológico aragonés que J. Pardo Asso publicó en Zaragoza en 1938: Andalán. M. (de andanada). Zanja abierta para plantar árboles en vez de hacer un hoyo para cada uno. Dicen <
>.
Andalán es un aragonesismo, como, entre otros, caramullo (colmo, porción que sobresale) de origen desconocido para unos, pero que Federico Corriente lo deriva del árabe andalusí qurqumul y este del sintagma latino cum cumulo <>, la misma raíz, pues que colmo, acúmulo, acumular, etc. Andalán de alguna manera, se opone a alcorque, que es tanto un hoyo que se hace alrededor de un árbol para retener el agua, como un zapato con suela de corcho. Ambas acepciones, según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), vienen del árabe hispánico alqúrq. Corominas-Pascual (COROMINAS), por contra, no lo creen así: para la segunda acepción dan la etimología de alqúrq, término del árabe magrebí, que viene del latín cortex, corticis <>, <>, y que, por cierto, del español pasó al inglés cork con el mismo significado de <> (1391), que en inglés moderno derivó con la misma forma al significado actual de <>. Para la acepción de alcorque como <> Federico Corriente lo relaciona con el árabe andalusí alxárq, y este del árabe clásico xarq, que significa agujero o grieta para drenar agua, aunque también podría proceder del árabe andalusí hárq, relacionado con el verbo <>. "Para educar a un niño hace falta la tribu entera", reza el proverbio africano. Esta es la idea que se quiso transmitir con la palabra que da nombre a nuestro centro: educar al andalán, es decir en, por y para la comunidad, aunando la pluralidad de intereses sin desatender la individualidad de cada alumno. En fin, andalán, se dice, viene de andanada y esta de andana. Aquella, entre otras acepciones, es una descarga cerrada de una andana o batería de un buque, y, derivada de esta, reprensión fuerte, también graderío cubierto en las plazas de toros. Andana, por su parte, es una serie de cosas puestas en línea. En el DRAE también hay una segunda acepción de andana, que procede de altana, del latín altus <> y de ahí la expresión <>, que quiere decir <>. Estos vocablos están relacionados con el verbo andar, que viene del latino ambulare, cuyo primer
elemento amb-, que procede de ambi-, significa <> y que también se puede escribir separado (<>, lo encontramos en ambos y en ambiguo, que procede del adjetivo latino ambiguus y este del verbo ambigo <> (amb-ago <>). Derivados del verbo latino amb-io <> tenemos en español ambiente (lo que va alrededor de algo), ambición (en latín ambitio es el <>). Esta es, pues, la razón por la que, en puridad, ningún candidato, político o no, puede no ser ambicioso. Ambidextro o ambidiestro, y ambivalencia (estado con sentimientos contrapuestos) también comparten el prefijo. Pero también tienen el mismo prefijo amputar (cortar por ambos lados o alrededor, de amb- y putare <>). Putare originariamente en latín significaba <>, <>, que en nuestra lengua dio el verbo podar, y derivado de este es <>, de ahí, entre otros, putativo y reputación en español. El segundo componente de ambulare, está relacionado con los términos griegos ale <> y alüo <>, <>, el mismo que encontramos en exilio, del latín exul / exsul; y lo que, posiblemente es más curioso, en alucinar, que nada tiene que ver con la luz, sino que procede del latín alucinor, aproximadamente con el mismo significado que en español. El mismo término lo encontramos en funámbulo, andar sobre una cuerda (de funis <>); noctámbulo, que es quien anda de noche (de nox, noctis <>); sonámbulo, que anda o habla mientras duerme o en sueños (de somnus <> y en preámbulo, con la preposición latina prae <>. Podíamos también nombrar, aunque sin querer ser exhaustivos andadador, andadadura, andas, andamio, ambulancia, ambulatorio, deambulatorio, etc., pero no andorra (mujer entrometida y perezosa), que, aunque en el Tesoro de la Lengua castellana o española de Covarrubias (en adelante COV.) lo relaciona, el DRAE lo hace derivar del árabe gandura <>, de donde viene gandul y gandula. Tampoco, contra lo que pudiera parecer, tiene relación con el verbo ambulare el sustantivo español andén, que procede del latín indago <>. En otras lenguas lo encontramos, con el mismo significado, en el portugués andar, catalán anar, italiano andare, francés aller e inglés to amble <>. Ambula cum doctis (<>), se lee en una de las primeras entradas de los Dísticos de Catón, una colección de preceptos morales que en la Edad Media servía como manual para el aprendizaje de Latín al mismo que tiempo que para la formación ética de los jóvenes, algo que todavía ahora nos parece novedoso y algunos discuten. Así lo comenta Gonzalo García de Santa María, un famoso jurisconsulto zaragozano del siglo XV, recientemente editado por Juan Francisco Sánchez López, profesor, por cierto, del otro instituto del barrio de la Almozara, el IES Luis Buñuel: Yo te ruego, fijo, que tú te acompañes con buenos, honrados e hombres de pro.
Y así cerramos hoy el círculo por esta vez. La próxima entrega será una palabra de ocho letras en intimidad con la que se abría esta de Andalán que ha sido el origen de nuestro deambular (con prefijo de- que indica lugar de donde). Podríamos definirla como una moza de origen árabe que vive en el llano a las afueras de la ciudad, pero que ni fue ni es moza ni mozo, ni física, sino industriosa y que ya pocos recuerdan su primitiva figura. Zaragoza, 27-02-2016