1

2

El siguiente documento fue hecho sin fines de lucro, siendo así su finalidad incentivar la lectura a esos países en el cual es imposible conseguir sus publicaciones al español. Ninguna traductora, correctora o diseñadora de este foro recibe dinero por participar en el actual documento. Es una traducción no-oficial, realizada con afecto y dedicación hacia esas personas seguidoras de la lectura, y autor. Demuestra tu apoyo hacia la autora, comprando sus libros, si estos llegan a tu zona o ciudad.

¡Disfruta!

Staff MODERADORA Carol Stratford

3

TRADUCTORAS Meeny

Alysse Volkov

Annie D

Lolabayona

Carol Stratford

MaryLuna

Dafne

CORRECCIÓN & LECTURA FINAL Carol Stratford & Alysse Volkov

DISEÑO Carol Stratford

Índice Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Próxima Parte Sobre la Autora

4

Sinopsis está sufriendo una seria Resaca de hombre cuando su mejor amiga Mia se abalanza y fuerza su apartamento para una buena noche de división de amigas como en los viejos tiempos. Esto parece que es solo el boleto para ayudarla a seguir adelante y seguir con su plan para una perspectiva sobre la vida y los hombres… hasta que todo va realmente bien y entonces como va rápidamente a realmente mal. le encantaría enfocarse en su trabajo excluyéndose de todo lo demás, pero su molesta asistente y persistente calendario tienen otras ideas. Cuando los dos se encuentran por su padre (el jefe) y la amenaza con de dar rienda suelta de su hermano (el problemático) tiene más remedio que obedecer sus órdenes y asistir a un evento que solo podría enlazarlos con algunos nuevos clientes. O, quizás, algo que ninguno de ellos estaban negociando.

5

6 Traducido por Meeny & Carol Stratford Corregido por Carol Stratford

Q

uiero morir. Quiero marchitarme y morir mil muertes, porque solo una no sería suficiente para deshacerme de todo el arrepentimiento que estoy sintiendo en estos momentos. Mia tenía razón. Colocar ese anuncio fue la idea más estúpida que he tenido. Una semana entera ha pasado y aún sufro las consecuencias. Salir corriendo del hotel con un zapato puesto y mi cabello enmarañado fue el menor de mis problemas. Es el estúpido corazón roto con el que vivo ahora lo que está haciendo difícil respirar. ¿Por qué dejé que esto pasara? ¿Cuándo mi corazón decidió involucrarse? Creo que fue en alguna parte entre la visita a la tienda de vestidos y el impresionante orgasmo, pero no estoy segura. Miro al celular que acabo de romper en cientos de pequeñas piezas. Estaba soñando sin parar con la nueva llegada del fin de semana, con hombres llamándome desde todas partes para aprovechar mi fabulosa oferta de compañía por una sola noche. Ugh. ¿Por qué pensé siquiera que sería una buena idea? Mia estaba total y completamente en lo cierto. No soy material de una sola noche. Supongo que conservé el teléfono y esperé todo este tiempo porque tenía la esperanza más allá de todo de que William podría llamar nuevamente. Sin embargo, por supuesto, no lo ha hecho. Nuestra noche juntos fue un acuerdo de una sola vez. Puedo difícilmente culpar al chico por seguir las reglas, ¿no es así? Soy yo quien está intentando cambiar el juego cuando ya se ha acabado. Estúpida, tonta, triste yo. Escucho a alguien en la puerta principal y luego la llave en la cerradura. No puedo lograr sentirme preocupada o molesta al respecto, estoy demasiado ocupada ahogando mis penas en jugo de naranja para

que me importe. Solo hay una persona que pueda ser, de cualquier forma, y ella es en su mayoría inofensiva. Mia se mete a mi apartamento y camina hacia la cocina. Se detiene en la entrada y permanece mirando los restos de lo que solía ser mi celular. —¿Qué demonios le pasó a ese pobre teléfono? —Tira sus llaves y bolso a la mesa con un estrépito y un ruido sordo. —Lo maté. —Tomo otro trago de mi jugo y eructo el aire que bajó con este. William Stratford se ha ido para siempre. Sí, sé su nombre completo gracias a Claudia, la modista, y ya lo he buscado en Google alrededor de mil veces. Pero eso no significa que apareceré en el umbral de su puerta rogando por otra cita y terminar como esa mujer que se acercó a nosotros en la pista de baile. Santa alerta de acosadora. Soy lamentable, pero no una ruina gracias a Dios. No una ruina total, de todas formas. Mia se sienta al otro lado, frente a mí, y empuja su bolso fuera del camino, observando a mi otro teléfono celular que permanece intacto y descansa en mi mano. —¿Tienes dos teléfonos? —Se inclina y ensancha los ojos—. ¿Por qué? Suspiro, bajando lentamente mi cabeza hacia la mesa, murmurando en la madera falsa—: No preguntes. —Oh, estoy preguntando. Mejor cree que pregunto. La única vez que tomas vitamina C en exceso es cuando tienes una resaca de hombre. Dime qué pasó. No puedo hallar la energía para levantar mi cabeza y mirarla así que sigo hablando en la formica—: Soy una persona terrible. Una ramera del más alto orden. Sólo déjame morir sola y soltera. —Oye, soy soltera. La soltería no tiene que apestar. —Se inclina hacia adelante y me sacude por los hombros. No tengo comentarios para ello. Quiero creer que es cierto, pero no se siente como si lo fuera. Sin embargo, levanto mi cabeza y la miro con desgana. Mi cabello cae flojo alrededor de mi cara. He tomado libre los últimos tres días para trabajar desde casa, pero de hecho no he logrado realizar nada. No me he bañado, no me he cambiado mi ajada bata, ni siquiera me he lavado los dientes hoy todavía, y son casi las seis en punto, hora de cenar. —Por favor dime —dice Mia, sonando más apresurada que preocupada—. Tengo que ir a este asunto del trabajo y necesito que vayas conmigo. Venga, apúrate. Arreglemos esta cosa y sigamos adelante.

7

—No iré a ninguna parte, y no hay nada que arreglar. Me quedaré aquí hasta que mi hígado deje de funcionar, y luego me deslizaré hacia una bendita, pacífica y tranquila muerte. Mia se pone de pie y viene hacia mi silla, tirando de mí por las axilas. —Eeeegghhh… Mujer, pesas. —Se detiene una vez que estoy en mis pies para exagerar su falta de aliento, porque aparentemente no me siento lo suficientemente cutre ya. Ahora puedo volverme incluso más molestosa en preocuparme sobre cuánto peso me las he arreglado para ganar en seis días. —No puedes matarte con jugo de naranja, rara —dice—. Ve y métete al baño. Hueles horrible. —Le doy una palmada en la mano débilmente. —Déjame. —Me pongo de pie erguida, engañándola para que crea que haré lo que dice. Sólo busco mi ventana de escape. —Estaré aquí esperando. Veinte minutos y nos vamos. Resoplo. Sí, claro. Como no. Voy por el corto pasillo y giro a la derecha hacia mi habitación, hurgando bajo las sábanas y tirándolas sobre mi cabeza. Tal vez si yazco realmente quieta, Mia no me verá y se irá. Me hundo en la maravillosa oscuridad, el silencio, el abismo que es mi vida amorosa. Ugh. Mia tiene razón. Huelo horrible. La cama se mueve un minuto después cuando ella se sienta en el borde. —Me preguntaba por qué no escuchaba el agua corriendo. —Tira las sábanas hacia atrás y se mete debajo de ellas conmigo, poniéndolas en su lugar una vez que está acomodada. Puedo sentir y oler su aliento en mi rostro. —Ughh. Demasiado cerca, Mia. Ella me ignora. —Dime lo que pasó. ¿Fue Hank? —No, no fue Hank. —Mi garganta se cierra. De hecho consideré llamarlo anoche, lo que me pone físicamente enferma. ¿Cuán bajo tengo que hundirme antes de estar en ese lugar? Muy bajo. Esa soy yo. La patética—. Soy yo, ¿vale? —digo, intentado hacer que lo deje—. No es más nadie que yo. —¿Qué significa eso siquiera? —Significa que soy una idiota y me odio. —Eso es una mentira. De hecho, dos mentiras. Hora de mi confesión. Realmente no me gusta admitir esto—: No te hice caso.

8

—Vale, tal vez sea sólo una mentira. Te concederé lo de idiota. ¿Qué hiciste? —No quiero decirte. Suspira, soplando el olor a Cheetos por toda mi cara. Contengo el aliento para evitar vomitar. —Hiciste aquella cuestión del anuncio, ¿verdad? —pregunta. No lloraré… No lloraré… —Tal vez –digo, como una total debilucha. —Maldita sea, Jennifer. ¿En qué pensabas? La ira se eleva y me hace lanzar las sábanas hacia atrás… la ira y su aliento. —¡Estaba pensando que sólo quería divertirme un poco! —¿Tú y Cyndi Lauper1? La voy a abofetear, pero es demasiado rápida para mí. Ha logrado poner en marcha su bofetada—automática y rápidamente pierdo terreno. Agarrar las sábanas y sofocarnos a ambas es mi única esperanza de sobrevivir. Nuevamente está oscuro y huele a Cheetos. Ambas nos adaptamos y contenemos el aliento. —Así que, ¿qué pasó con el anuncio? ¿Fuiste violada en el trasero por un motociclista tatuado de Dakota del Sur llamado Brutus? Me rio, de manera algo amarga. —No. Para nada. —Oh. —Se detiene a para considerar mi respuesta—. ¿Te dejaron plantada? Porque no debes dejar que eso te deprima. Puedes intimidar a los tipos a veces, lo sabes. Es todo ese Hooterismo2, creo. Tal vez te vio a ti y a tu pechonalidad y se fue asustado, fuera de sí. —No, me dejaron plantada, ¿vale? ¿Y podrías no hablar de mis pechos ahora mismo? —Eso me hace pensar en cuánto a William parecieron gustarle, y la tristeza se hace más profunda. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida? Se suponía que sería solo por una noche. Lo sabía cuando me metí en ello. ¿Por qué sigo pensando en él? Tengo miedo de ser una de esas perdedoras con cero confianza. Creo que necesito terapia. Ella extiende su mano y me acaricia la cara, probablemente intentando tranquilizarme. —Dime lo que pasó, dulzura. Puedo hacerte sentir mejor, lo prometo.

Cyndi Lauper es una cantante y actriz estadounidense conocida por uno de sus temas llamado Girls Just Want To Have Fun (Las chicas sólo quieren divertirse). 2 Hooterage, en el original. Hace referencia al físico que suelen tener las chicas contratadas para trabajar en la cadena de restaurantes Hooters. 1

9

—Mia, cuando dices eso y estamos juntas en la cama, es un poco asqueroso. —No puedo evitar reírme sólo un poquito. Ella me mete los dedos en la nariz, creo que accidentalmente. — Cállate, sabes que no buceo en vello púbico. Arranco las sábanas de nuestras caras otra vez así puedo respirar. — Dios mío, tu aliento está rancio. ¿Estuviste comiendo Cheetos otra vez? —Sabes que no puedo resistirme a esa bendición de queso color naranja fluorescente. No me odies. Odia la adicción. —Se sienta y aparta su puntiagudo flequillo de sus ojos. Sus ojos color gris—verdoso se clavan en los míos—. En serio. Hora de hablar. Dime lo que pasó mientras estás en la ducha y llegaremos a un plan de ataque mientras conducimos. —Ahora estás intentando hacerme desnudar. ¿Estás segura que no eres lesbiana? Arroja completamente las sábanas fuera de la cama. —Sí, soy lesbi. Me has descubierto. Quiero verte desvestir en este momento. —Cambia a un lloriqueo—. Aaaaanda, leváaaantate. En seeeerio, necesito que me eches una maaano. —Bien —digo, arrastrando mis pies mientras me dirijo a la ducha. Ya no puedo estar con bromas. Pretender estar feliz cuando no lo estoy me toma demasiada energía. Cierro la puerta detrás de mí, dejo caer mi ropa al suelo haciendo el menor esfuerzo posible. Mis brazos y piernas están casi dormidos—. Me bañaré, pero no iré a ningún lugar. —No puede obligarme. No lo haré. Tan pronto la cortina del baño se desliza en su lugar, Mia entra al cuarto de baño y se sienta en el váter. —Estoy sacándote la tarjeta de mejores amigas. No puedes rehusarte. Estoy desesperada. Saco la cabeza de la afortunadamente ya humeante ducha para juzgar su expresión. —Sabes que esa tarjeta sólo puede ser utilizada en emergencias extremas, ¿cierto? —Sí, lo sé, ¿bueno? —Se muerde las cutículas, sin mirarme—. Lo digo en serio. Vuelvo bajo el agua caliente cuando estoy segura que ella no está bromeando. Al menos eso nos da algo mejor de lo que hablar, que de mi lamentable y molestosa vida amorosa. —Así que, ¿de qué se trata? ¿Qué es tan importante que tienes que usar la tarjeta de mejores amigas? Ella suspira, lo cual me hace dejar de ponerme el champú. Mia no es del tipo que se preocupa por las cosas. Es decidida y audaz, y, como se puede ver, nunca acepta un no por respuesta. Un suspiro significa mucho

10

viniendo de ella. Espero a que se explique. Esa canción de Cyndi Lauper comienza a zumbar en mi cerebro. Girls just wanna have fu-huuunn. —No canturrees —dice, molesta—. ¿Por qué estás canturreando? Sonrío. El día ya se está volviendo más brillante. —Sólo esperando a que derrames tus tripas. —Sabes que no conseguirás una confesión, ni nada —dice, pasando de enfurruñada a realmente enfadada. —Lo que sea —digo—. Dime por qué estás volviéndote loca y a dónde vas. —A dónde vamos, no sólo yo. No hay forma de que te desentiendas de mí. —No puedo desentenderme de algo a lo que no me comprometí. —¡Te comprometiste al aceptar ser miembro portadora de una carta del club de mejores amigas de Mia! —¡Maldición! —El champú me quema los ojos y enjuagármelos con agua sólo lo hace peor. —No es tan malo como un concierto, ¿o sí? —¡Champú! ¡Quema! ¡Dios! —Ah. Bueno. —Suspira—. Eso tiene muuuucho más sentido. De todas formas, tengo que ir a esta cuestión, y necesito que también vayas a esta cuestión. Conmigo. Así como, mi compañía. —¿Volvemos al asunto lésbico? —le pregunto. —No. Estamos en el asunto necesitas—salvarme—el—trasero. Hacerme compañía, hablar con algunas personas junto conmigo, asegurarte de que no haga algo estúpido… Tiro algo de la cortina para lograr verla. —¿En qué cosas estúpidas piensas hacer? No me mira, por lo que salpico un poco de agua hacia ella. —Detente —dice, cerrando la cortina—. Estropearás mi maquillaje. —Dime o te arrastraré aquí adentro. —No lo digo en serio. Estoy demasiado ocupada afeitándome las piernas para luchar. Imagino las manos de William aquí, sobre mi piel, deslizándose por mis costillas, entre mis piernas… y dejo caer la afeitadora en la parte superior de mi pie, cortando la piel ligeramente—. ¡Maldición! —Bien, te diré, cielo santo, atenta. Recupero la afeitadora y continúo con el trabajo. —Escucho.

11

—Bien, ¿conoces a mi jefe, verdad? —¿Malcolm Charles Wainwright —palo—en—el—culo—tercero? — Ruedo mis ojos. El tipo es un real imbécil. Sé porqué Mia sigue trabajando para él, viendo como su negocio la ayuda a conocer a las personas adecuadas para su perfecto futuro trabajo. Pero aun así... el trabajo viene con él. ¿Se puede decir que es ruin? —Sí. De todos modos, puso esta cosa de cena tipo velada juntos y él quiere que esté ahí. —¿Y? Lo hace todo el tiempo. ¿Cuál es el gran problema? —El gran problema es que él quiere que le chupe su retorcida polla y no voy a hacerlo. No lo haré. Me rehúso. Dejo caer mi navaja nuevamente y tengo que salir corriendo para no permitir que más sangre caiga. —¿Qué? —Tiro la cortina una vez más—, ¡Pero él es casado! —¿Exactamente? —Sus ojos se ampliaron hacia mí y deja caer su mandíbula un poco ladeada, esperando mi respuesta. —Eso es... eso es... eso es una grosería. —Vuelvo a la ducha y el afeitado—. Debería saberlo mejor que ello. No eres el tipo de roba hombre. —Eso es lo que dije. Sólo que por supuesto he usado un lenguaje más descriptivo, y no le dije directamente. Me limité a sonreír largamente y le dije que estaría allí, pero que traería a alguien. —Entonces él sabe que harás eso con él, ¿cierto? —Me dijo: ―Espero que no sea una cita‖ o alguna mierda por el estilo. —No puede decir que no puedes llevar una cita para un evento empresarial, Mia. Eso es acoso sexual, estoy bastante segura. —Bueno, puede despedirme, pero en realidad necesito este trabajo, así que ideé un plan. —Esto será probablemente bueno. —Ruedo mis ojos nuevamente. Sus planes son casi tan malos como los míos. —Cállate. Bien, así que este el trato. Tú y yo yendo a esta cena. Lanzas toda tu sensualidad, lanzaré toda mi sensualidad y tan pronto como termine, diremos que debemos irnos porque tenemos otros planes. Y te quedas pegada a mí como goma para que no tenga la oportunidad de hacer algo inapropiado. —En serio, no me interesa pretender ser tu amante, ¿de acuerdo? — Niego con la cabeza.

12

—Algo está seriamente mal contigo si esto es lo mejor que pudieras traer. Estoy bastante segura que pretendiendo ser homosexual solo cuando es conveniente es rudo. Golpea la cortina de la ducha, y salto a un lado para evitar el plástico resbaladizo. —¡No estoy diciendo eso, explicando el plan maestro, ¿sí?

idiota!

Escúchame

cuando

estoy

—Pensé que lo estaba. —Enjuago el acondicionador de mi cabello mientras espero que su explicación tenga más sentido. —Diremos que tenemos citas esperándonos. Hombres. Como esos chicos que quieren sexo con nosotras y esas cosas luego de la cena. —¿Y él no esperará a que te quedes luego de la cena para el postre o algo así? —Lo que sea. Nosotros sólo nos saltamos la cena para ir a la parte de sexo y BJ3 —¿Es una fiesta de intercambio de parejas o algo parecido? —En serio te asfixiaré dentro de la ducha con esta cortina si no te detienes. Me río, por primera vez en una semana sintiéndome feliz otra vez. — Bueno, de acuerdo. Me comportaré. Creo que me vendría bien una cena decente. He estado comiendo cosas congeladas y saliendo toda la semana. —Lo sé. Los tobillos están totalmente reteniendo agua por todo ese sodio. —Mia deja el baño antes de que pueda ir tras ella por lo que dijo. Bien hecho, Mia, bien hecho. Una vez que se fue, miro prolongadamente a mis tobillos, preguntándome cuánto hay de verdad en su declaración. —Nah —me digo a mí misma—, mis tobillos siguen mostrando sus huesudas protuberancias. Eso es bueno, ¿verdad? —¡Estoy espeeráandote! —Llama desde la cocina. Treinta minutos más tarde, estoy vestida con una sudadera y mi cabello está seco y amontonado alrededor de mi cabeza. Mia mira en mi dirección desde su revista de chismes. —Los años ochenta llaman. Ellos quieren los rulos calientes de vuelta. —Le daré el aspecto ondulado, ¿sí? A algunas personas les gusta. — Destellos de las miradas apreciativas de William recorren a través de mi 3

Quiere decir Blowjob, que significa ―mamada‖.

13

mente. Tal vez si salgo esta noche conoceré a otro impresionante inglés aficionado a los pechos. Y tal vez los monos salen volando de lugares oscuros, también. Estoy triste al instante nuevamente. —No te pongas toda bebé quejumbrosa conmigo. —Dice Mia, pasando una página a su revista y arrastrando su dedo por la columna mientras lee—. Lucirás hermosa como siempre. —Se levanta de pronto, con el ceño fruncido—. Pero no puedes ir en eso. —Hace un gesto a mis sudadoras—. Esta cena es en el Club Sixx. Piensa en algo sexy y discreto. —No estás vestida discretamente sexy —le digo, mirando fijamente a sus zapatillas Converse. Ella ondea su revista hacia la puerta principal. Hay un vestido y sandalias de tacón alto enganchado en una de mis perchas. —Cuando estés lista, estaré lista. Salto encima de sus piernas y me siento a su lado con mi bolso de maquillaje y un espejo. —Entonces, ¿quién más estará en esta pequeña aventura? —pregunto, poniendo un ligero brillo de base sobre mi piel. Mi piel esta tan manchada de sentir lástima de mi misma por ir sin ella esta noche. —Malcolm Charles Wainwright tercero, algunos de sus sicofantes, algunas chicas con las cuales trabajo, que sin duda estarán lamiendo sus talones, y dos personas geniales. —Esas seríamos nosotras, ¿verdad? —Como si tuvieras que preguntar. —¿Cómo es que todavía estás sola? —pregunto, sólo en parte bromeando. Mia no sólo es súper linda, es afilada como un cuchillo ginsu. Fácilmente podría estar recorriendo lo vintage y coleccionable para Malcolm Charles Wainwright III si sólo él pudiera quitar los ojos de su culo durante cinco segundos y prestar atención. —En primer lugar, tengo sólo treinta y tres años, por lo que tengo bastante tiempo para ello. Y en segundo lugar, como sabes, estuve en lo del matrimonio una vez y no funcionó, así que no estoy interesada en estos momentos. Tomaré la monogamia y citas indefinidamente en su lugar, muchas gracias. Hasta que el Señor Mia llegue, eso es. —Ella mueve su pelo que es demasiado corto para girar rápidamente—. Sólo espero a mi príncipe azul aparecer y entonces estaré lista otra vez. Resoplo. —El Príncipe azul no existe, confía en mí en eso. —Eso me recuerda a... —dice, sonando toda astuta—. ¿Qué pasó con ese anuncio qué hiciste? Me detuve a medio levantar mi rímel. —Pensé que dejaríamos eso.

14

—En todos estos años que me has conocido, desde el momento en que tiraste tu champagne en mi escote en la fiesta, ¿nunca me has visto dejado caer una historia tan jugosa como esta? Sonrío al recordar esa noche que nos conocimos hace más de diez años. —No. Nunca. –En el baile de caridad con William no fue la primera vez que he tenido una reacción extraña con cierta bebida. —Así que proveíste las golosinas. Me vestiré mientras tú confiesas. — Mia se levanta y toma su Chanel negro de la suspensión, sin perder tiempo en despojarse sus bragas de encaje. Su ex esposo fue súper millonario y todavía adquiere algunos vestidos de su viejo armario para ocasiones especiales. Estoy segura de que tiene otras cosas de esa relación, como un corazón roto y ligeramente torcido, pero no hablamos de ello. Mia no deja discutir sobre El Incidente, también conocido como su matrimonio. Procuro actuar normal en lo que completo mi maquillaje, con la esperanza de que si juego como si fuera nada del otro mundo, tanto Mia y mi corazón comenzarán a creerlo. —Puse un anuncio en ese sitio web que te hablé. —¿Qué decía el anuncio? Me encojo de hombros. —No demasiado. Sólo que una atractiva mujer de negocios busca una noche o algo así. —Guau. Eso es sexy. —Esto se supone iba a ser serio. —Misión cumplida. —Gracias —le digo, orgullosa por un momento—. Creo. —Su sonrisa torcida me hace dudar de mí misma—. De todos modos, tuve un montón de llamadas, pero ninguna de ellas pasó la prueba psicológica. —¿Y en qué consistía la prueba? Me encojo de hombros. —Preguntas. Sólo dije que no a quien me hizo sentir nerviosa. —¿Alguien pasó la prueba? —Sí. Uno. Un tipo muy especial. Argh. ¡No, no, no, no, no! ¡Él no era especial! Era sólo un hombre. Sólo un viejo regular, común y corriente como cualquier otro tipo. —Dime, dime. —Hace una mueca mientras se dobla en tres diferentes direcciones intentando alcanzar la cremallera. —Su nombre es William. Él es inglés. Hace una pausa. —¿Inglés—con—un—acento, Inglés?

15

—Sí. Sonríe maliciosamente. —Santas vaginas calientes. —Lo sé. Así es como fue. Completamente. —No puedo parar la sonrisa come—mierda que se propague a través de mi cara. Tanto para convencerme a mi misma de que él era común y corriente. Su expresión astuta desaparece y la única cosa que queda es lástima. —No lo hiciste. Me siento más recta y actúo de manera fría. —¿No hice qué? —Mi bolsa de maquillaje necesita una organización seriamente ahora. Empiezo a jugar con todas las brochas, polvos compactos y basura, cambiando aquí y allá, actuando como si realmente importa. —Enamorarte de él. No, no lo hiciste, ¿verdad? Frunzo el ceño. —No seas ridícula. Por supuesto que no. —Brochas para el Blush a la derecha, brocha para la base a la izquierda, rímel en el medio—. Es una cosa de una sola noche. Nosotros lo arreglamos de esta manera. Hace un gesto hacia fuera a la sala y luego a la mesa del comedor. —¿Saliste toda la semana? ¿Trabajando en casa? ¿Muriendo por Vitamina C? —Levanto la vista a tiempo para verla negando con la cabeza—. ¿Cuántas veces tengo que decirte...? Levanto ambas manos para detenerla. —Lo sé, ¿de acuerdo? ¡Lo sé! Se aproxima y se sienta en frente de mí, tirando de mis manos en su regazo. —¿Saliendo toda la semana? Asiento mientras las lágrimas brotan y caen por mis mejillas. ¿Mencioné que nadie puede hacerme llorar en un santiamén como Mia cuando está preocupada? Sí. Ella tiene el poder de enloquecer mis emociones a veces. Es como una madre. —Él era verdaderamente increíble. —Me tiembla la barbilla. Ya está. Lo dije en voz alta. Tal vez esto ayude a exorcizar los recuerdos, a reconocer la realidad en lugar de luchar contra ella. —¿Hiciste eso? ¿Jalando de un tirón su daño y eso es todo? Asiento. No me atrevo a decirle lo increíble que fue. He estado tratando de olvidarlo toda la semana. —¿Y no te ha llamado? Niego con la cabeza. —Nos pusimos de acuerdo. Sólo una noche. Ese fue el acuerdo. Coloca su mano en mi mejilla. —Pero puedes romper las reglas. Llámalo. Tal vez él sienta lo mismo.

16

Niego con la cabeza y bajo mi mirada a mi regazo. Mia es un buena amiga. Pero no entiende. No soy valiente como ella. Ese anuncio fue el límite de mi coraje y mira a donde me llevó. De ninguna manera puedo tener una oportunidad así nuevamente. —Se acabó —digo esto en voz alta como si fuera un dolor físico. Mi corazón se siente como si se encogiera al tamaño de una pasa en un costal—, se acabo antes de que siquiera empezara. Eso era lo que ambos acordamos. Deja caer mis manos y se levanta. —Bueno, eso es una estupidez. Pero si quieren revolcarse por un rato, dejaré que se revuelquen. Sé lo que se necesita para sacarlo de tu sistema. Además, esta noche, nos divertiremos. Decidido. Levanto mi mirada, limpiando las tontas lágrimas de mi rostro. —Oh, lo tienes, ¿eh? —Intento sacar una risa sin mucho éxito. —Sí. Lo hago. Después de esta cena mediocre, estamos saliendo a bailar. —Mueve su cadera de izquierda a derecha, chasqueando sus dedos cerca de su cabeza—. Yeah nena, lo hacemos, lo hacemos. —No lo creo. Ella abandona su baile twerky y me pone de pie. —Lo sé —me besa en ambas mejillas—. Ahora arregla tu maquillaje y vístete. La cena es a las siete y treinta y nos vamos a la parte alta de la ciudad, nena.

17

Traducido por Meeny Corregido por Carol Strafford

N

inguno de estos reportes es el que solicité. Revuelvo una pila de papeles que contienen datos de los proyectos venideros pero no el de P&L4. Esa mentecata descerebrada está en esto de nuevo. ¿Su misión? Hacerme tan chiflado que saltaré del puente más cercano solo para escapar de su incompetencia. Y aunque admitiré haberlo considerado al menos dos veces desde el lunes, no le daré en lo pronto la satisfacción, más de lo que renunciaría a las tartas de melaza. Simplemente no pasará. —Señorita Meechum, ¿podría por favor reportarse a mi oficina? — Espero por su respuesta. Cuando esta llega, parece estar viniendo de una gran distancia, su voz es muy débil. —¡Sólo un segundo, Señor Stratford! Sólo estoy… ¡aaaah! El sonido que transmite después de su desafortunado grito solo puede significar una caída. O tal vez está luchando contra un troll. Es difícil decir desde donde estoy sentado, pero suena como a un desastre. Casi que no quiero preguntar, pero la voz de mi difunta madre en mi cabeza me fuerza a por lo menos preguntar por su bienestar—: ¿Está bien, señorita Meechum? No responde. Dejo de revolver los papeles. —Señorita Meechum, si tengo que levantarme de este escritorio para rescatarla y usted no está en necesidad de ser rescatada, estaré muy enfadado con usted. —¡No! ¡Estoy bien! Sólo… maldición… deme un segundo, ¿podría?

Profit and Loss Statement (P&L): registro que proporcionan información que muestra la capacidad de una empresa para generar ganancias mediante el aumento de los ingresos y reducción de costos. 4

18

Presiono el botón de desconectar, cortando la conexión. Usualmente mi asistente es más tratable y perspicaz que esto. Tal vez está en una emergencia. Levantándome de mi silla, me esfuerzo por ser tan silencioso como un ratón de iglesia. No puedo tenerla pensando en que soy algún tipo de caballero en brillante armadura al cual llamar cuando su plomería se descomponga o su panel eléctrico explote, ¿o sí? Supervisaré en secreto sólo en caso de que esté sangrando por una arteria. Un vistazo fuera de mi puerta es todo lo que necesito para llegar a la conclusión de que esta mujer quien se supone está gestionando mi vida empresarial tiene que ser la persona más catastróficamente descoordinada en toda la ciudad olvidada por Dios. ¿En qué estaba pensando mi padre cuando la contrató? Conociéndolo, probablemente estaba pensando en su juego de golf. Es posible que Rachel Meechum fuera una Caddy pasable, pero como asistente, tiene carencias. Serias carencias. Su cabello color cobre está atrapado en una pila de bandejas de papel en equilibrio sobre el escritorio de un colega, y ella está ocupada tratando de desenredarse a sí misma, murmurando cosas que solo he oído en películas estadounidenses, procedentes de la boca de golfillos de la calle. No hay sangrado arterial, pero hay una gran cantidad de pelo involucrado. Sé que probablemente debería ayudarla, pero mi semana ha sido terriblemente aburrida. Me apoyo en el marco de la puerta mientras continúo mirando a hurtadillas. Este es el mejor entretenimiento que he tenido desde... No. Para. No pensaré en eso ahora. El fantasma de aquella noche me ha estado persiguiendo regularmente durante casi seis días. ¡Seis días! Mirar hacia mi reloj lo confirma. Conocí a la indomable Jennifer Sin-apellido hace exactamente cinco días, once horas y veintitantos minutos impares. Ni siquiera unas veinte horas completas con la mujer, y mi vida se puso de cabeza. Se ha vuelto dolorosamente claro durante los pasados últimos días que necesito, como dice la señorita Meechum, tener una vida. Esta parece ser la única forma en que conseguiré sacar a Jennifer de la trampa de acero que es mi cerebro. Empezaré con el programa de conseguir una vida la próxima semana. Después de que haya llegado al fondo de los asuntos del P&L. Observo con admiración no disimulada como mi trabajadora asistente se inclina de puntillas sobre un cubículo, toma un par de tijeras de una mesa cercana, y procede a cortar el trozo culpable de cabello que la ha mantenido atada. Por qué se toma el tiempo para recuperar el pedazo cortado de cabello rojo encrespado cuando es libre de dejarlo, me

19

supera. ¿Usará pegamento para pegárselo nuevamente? No lo dudaría de ella. Puede ser bastante laboriosa cuando la golpea el estado de ánimo. Me retiro a mi oficina antes de que me atrape embobado, me esfuerzo para apresurarme hacia mi escritorio. Mi cara es una máscara de civilidad enlazada con un dejo de impaciencia cuando ella entra en mi oficina. Hay un gran espacio en el lado izquierdo de su cabeza, sin rizos. Sin cabello. Sólo un espacio. Le presenta un serio desafío a mis intentos de mantener mi personalidad sobria inglesa. Ella sonríe, hace gestos con las manos frenéticamente. —Lamento que me haya tomado tanto tiempo. ¡Ufff! Esta oficina es grande. Como que acabo de caminar dos millas para llegar aquí. Supongo que vamos a pretender que ella no acaba de luchar contra una bandeja de papel y perder. Levanto las cejas. El demonio en mí se niega a seguir el juego con tanta facilidad. —¿Desde su escritorio? — Me detengo, para dar énfasis—. ¿Justo afuera de mi puerta? —No, desde la sala del café. —Ah. Unos diez metros exactos de distancia. Espero que no haya sufrido un tirón muscular. —Empujo la pila de papeles que me dio más temprano hacia ella—. ¿Lo puso en su lugar? —pregunto. Mira hacia los reportes. —¿Poner qué cosa en su lugar? —La cafetera… o lo que fuese que la estaba irritando tanto. —¿Qué? —Una luz se enciende en su cabeza, sin duda una tenue—. Ah, eso. Ja, ja. No… Es decir, sí. Me hice cargo de ello. —Golpea el aire para dar énfasis—. Es seguro que le dije a esa cafetera quién manda en este lugar. —¿Y quién sería? —Estoy bastante seguro que la cafetera ganaría si fuera una competencia basada solo en CI5. —Usted, por supuesto. —Intenta alisar el desbarajuste que es su peinado. —Muy bien, entonces. Gracias por ver a esa degenerada cafetera. No podemos dejarla sobrepasar sus límites ¿o sí? —¿Señor? —Inclina su cabeza—. ¿Está bromeando conmigo nuevamente? ¿Debería llamar a su doctor y ver si tiene tiempo para verlo antes del fin de semana? —Estoy perfectamente saludable. —Demasiado saludable. Si hubiese estado enfermo con la peste bubónica el pasado fin de semana, todo habría salido mucho mejor que nunca—. Necesito el P&L del trimestre 5

Coeficiente intelectual.

20

anterior que muestra nuestra facturación, para incluir los activos en el extranjero. ¿No leyó mi correo electrónico? —Sí, señor, por supuesto. Leo todos sus correos. —Su rostro se vuelve de color rojo brillante y ella tartamudea—. Es decir, no todos sus correos electrónicos por supuesto. Sólo los que llegan a mi bandeja de entrada provenientes de usted. Nunca invadiría su privacidad de esa forma hackeando sus cuentas. —Su rostro está repentinamente blanco. Mis ojos se estrechan por sí solos y hago una nota mental para revisar el historial registrado en su computadora. Espiarme es una ofensa terriblemente condenable por el que me deleitaré en despedirla. — Muéstrame —digo, sosteniendo los papeles hacia ella. —¿Que le muestre? —La forma en que inclina su cabeza me recuerda a un canino. Tan confundido. Tan perdido. Suspiro profundamente y hablo despacio—: ¿El P&L? Ella sonríe por lo que parece alivio y se apresura hacia mi escritorio. —Están justo aquí, Señor Stratford. —Se mueve a través de los papeles como una repartidora en una mesa de blackjack en Monte Carlo. Me duele que sea mejor en esto que yo. Ella es quien lucha contra cestos de papel y pierde, por el amor de Dios. ¿En dónde me pone eso? ¿Debajo de la cafetera en la jerarquía de la oficina? Ahora, hay un pensamiento. —Juuuusto aquí. —Sosteniendo tres papeles del medio de los aproximadamente cincuenta que yo tenía antes, está de pie frente a mí triunfante. Y yo estoy merecidamente puesto en mi lugar cuando les doy un vistazo y me doy cuenta que son exactamente lo que dije que no tenía. ¿Quién es el canino ahora? Sí. Ese soy yo. Guuau6, de hecho. —Gracias. Puede irse ahora. —La ignoro en favor de los documentos que sostengo en mi mano. Algo no está completamente bien con nuestros proyectos en Escocia, y que me condenen si me voy esta noche antes de determinar cuál podría ser el problema, exactamente. —Pero… ¿señor? —¿Sí? —Ehh…, tiene que irse. Utilizo la mayor paciencia y fuerza de voluntad para colocar los reportes en el escritorio frente a mí con apenas un sonido como de un suspiro. —¿Me está echando de mi propia oficina? —Sí. No. Algo así. Tiene una reunión. —Señala a la pantalla de mi computadora. Su dedo tiembla por el esfuerzo. 6

Onomatopeya para expresar el ladrido de un perro.

21

Frunzo el ceño, girando en mi silla para mirar mi calendario. Observándome está un convite que olvidé completamente. Culparé de mi humor distraído a Jennifer Sin-apellido. Ella es completamente culpable por mi falta de concentración. Ella, la señorita Meechum, y la despreciable cafetera que se burla de mí desde el área de la cocina. —Mande a Edward —digo, volviendo a mis reportes. Mi hermano necesita ganarse su sustento. Déjalo pasar la noche pretendiendo que le gustan esos repugnantes playboys y sus vergonzosamente ansiosos parásitos. —Ya él va. Su padre dijo que ambos tenían que estar allí. Habrá al menos dos inversionistas potenciales asistiendo, a quien dijo que tienen que subir a bordo antes de que finalice el trimestre. La detengo con una seña. —Detente. Estás balbuceando. Es vergonzoso. —Señor, lo digo en serio. —Levanto la mirada ante eso. Una mujer con ese cabello simplemente no puede ser seria nunca. Es una imposibilidad científica. Estresada, creo, es como llaman a una persona que se ve como ella en este momento—. Es realmente importante —se queja—. No quiero que su padre piense que no estoy haciendo mi trabajo. —¿Y si encuentro su desempeño laborar realmente irritante, más allá de cualquier medida? —No sea tonto. Me ama totalmente. Mi cara cae. ¿Acaba de decir ama? Santo cielos. Otra de la manada para sacrificar, débil, culpable de confundir negocios con placer. Esta es una de esas veces en que deseo haber nacido tan feo como una roca. Podría conseguir hacer mucho más con un rostro que sólo una madre podría amar. —¡Cielos! ¡Totalmente no quise decir eso de la forma en que sonó! — Retrocede hacia la puerta con sus manos levantadas en señal de rendición. O tal vez está dirigiendo el tráfico mientras sale—. Sin ofender, señor, pero usted no es mi tipo. Es muy… ya sabe… rígido. Oh, mierda. Oh, ¡maldita sea! ¡No quise decirlo de esa manera! ¡Ayuda! ¡Aggh! ¡Tengo que irme! —Sale de mi oficina en una maraña de cabello y extremidades, y el sonido de choque viene desde el marco de la puerta—. ¡Por favor, no me despida! ¡Me iré antes de decir algo que lamentaré! —Esto, como si no se hubiese ido ya. El sonido del tictac del reloj en mi escritorio se vuelve más notable cuando la cacofonía de la señorita Meechum al retirarse rápidamente del edificio disminuye. Estimo que por lo menos cinco empleados vendrán a trabajar el lunes y se preguntarán qué pasó con sus escritorios puesto que

22

su enorme trasero ha sin duda derribado ambos, papeles tan ligeros como una pluma y grapadoras de casi dos libras con la misma medida y eficiencia. Yo les podría enviar un mensaje personal instantáneo con una sola palabra: Meechum, y resolver el misterio de inmediato. Pero no lo haré. Dejaré que ella explique sus desventajas por su cuenta. Tengo trabajo que hacer. Mi teléfono suena cuando llevo sólo cinco minutos de análisis. Rechino los dientes de frustración. ¿Esto no acabará nunca? ¿Por qué está todo el mundo conspirando siempre para apartarme de mi trabajo? —Stratford —digo, apenas prestándole atención a quien llama, todavía enfocado en los números frente a mí. —¡William! Soy tu padre. Está utilizando su voz jovial. Estoy instantáneamente en guardia. —Hola, padre. Me deleita escuchar de ti. —¡Tonteras! ¿Vas de camino a tu convite? Miro a mi calendario. El horrible evento se burla de mí: ¿Quieres analizar tu P&L? Cuánto lo siento, pero has sido convocado a las profundidades del infierno en el que debes pretender ser encantador y estar emocionado de estar en presencia de idiotas. —De hecho, estaba en medio de algo. —Esto es inútil. Mis necesidades son siempre pisoteadas a favor de las de mi padre. —Nada que no pueda esperar, estoy seguro. —La jovialidad se está deslizando. Ahora estamos moviéndonos en aguas más oscuras. El puede pasar sus días jugando al golf, pero eso no significa que no es todavía la encarnación del mal cuando quiere conseguir algo con su negocio. Difícilmente puedo quejarme; él me ha puesto a cargo del imperio y la posición viene con un piso y un Aston Martin. Stratford. William Stratford. Suspiro derrotado. No tengo la energía para pelear con el patriarca esta tarde. Tal vez en otra ocasión cuando las apuestas sean más altas. Revisar el calendario confirma que tengo el fin de semana para averiguar los problemas que asolan el proyecto Edimburgo. —Estaré allí en treinta minutos —concedo. —Mejor apúrate. Te perderás los cocteles. —Y qué crimen sería ese —murmuro. —Un crimen, de hecho. ¡Su colección es insuperable! Dile a Malcolm que envío saludos. Dile tú mismo. —Por supuesto, sí, señor, lo haré. Puedes contar conmigo.

23

—Buen tipo. ¿Te veré en el almuerzayuno el domingo? —¿Debemos? —Mi padre ha elegido el más molestoso de los pasatiempos americanos para disfrutar ahora que se ha jubilado. —Deja de ser tan anticuado. —¿Anticuado? ¿Anticuado? ¿Quién es el anticuado del cual hablas? Ciertamente no yo. Soy el más guapo de la cena. Un pirata a capa y espada de alta mar en busca de aventura a cada paso. El hombre que pronto vestirá la sombra de la lámpara en la fiesta. Mi padre ríe con satisfacción, sus risotadas amenazan con desalojarle un pulmón. —Ese es mi chico. Hasta el domingo. Siéntete libre de traer una cita, por cierto. —Absolutamente —le digo lo más alegremente que puedo—. Tan pronto el infierno se congele, tendré derecho a eso. Mi padre probable aún sigue riendo cuando me levanto, desconecto la llamada, y recojo mi chaqueta. Mi reloj de muñeca me dice que voy a llegar una hora tarde a la cena, y sabiendo que mi hermano no me envía hacia la puerta a toda prisa. Quién sabe qué tipo de problemas él preparará con clientes potenciales antes de que lo pueda detener.

24

Traducido por Dafne Corregido por Carol Strafford

E

l Club Sixx es un restaurante lujoso que también funciona como un íntimo club después de las once. Nunca he comido aquí antes pero es solo otro día de trabajo para Mia. Ella se mueve como si el lugar le perteneciera. —Muéstreme los cócteles —le dice ella al maître. —¿Y en qué grupo estás? —No juegues, Pierre. Sabes con quién estoy. Y yo soy la fiesta, por cierto. —Ella me guiña el ojo. Estoy a punto de entrar en pánico y huir fuera de allí cuando él sonríe y desvanece mi miedo con una sola oración—: Mia, ¿dónde has estado toda mi viviendo? —Es toda mi vida, Pierre. Toda mi vida. ¿Es que no te enseñé nada? —Por supuesto, Madame. ¿Dónde has estado toda mi vida? —Justo aquí esperando, pastelito. —Abandona su azucarada y dulce sonrisa—. En serio. ¿Dónde está Malcom y su pandilla? —Están en la habitación trasera esperándote. Permíteme mostrarte el camino. —Haz eso —dice, mirando su trasero mientras camina delante de nosotros. Él es lo suficientemente mayor como para ser su padre, pero ella nunca ha sido de los que discriminan por la edad. La golpeo en el brazo, inclinándome para que nadie me escuche—: Eres terrible. —No, no lo soy. Le estoy enseñando a hablar bien el inglés. Es una buena acción. —Le estás enseñando líneas de coqueteo cursis.

25

—Pero son encantadoras cuando él las usa. —Deja de hablar cuando llegamos a una cortina de terciopelo color rojo oscuro que Pierre levanta para nosotras. —Encontrarán a sus compañeros de cena adentro. —Gracias, Pierre —dice Mia, besándolo en ambas mejillas—. Bisous. —Je vous en prie —de nada, Madame. La fiesta es como novecientos y noventa y nueve —dice él. Doy un paso detrás de Mia para acceder a la sala mientras ella corrige a su alumno. —Diecinueve noventa y nueve7, Pierre. La fiesta como 1999. Tienes que haber oído esa canción, sé que sí. Esos números siempre te traban, ¿no? —Sí, Madame. Los números son difíciles, es verdad. Mis ojos examinan la habitación. Está recubierta de madera de caoba oscura. Hay una larga mesa llena de platos, plata, cristal y lino. Velas brillan y brotan burbujas del champán de una bandeja cercana que está en manos de un camarero vestido de blanco y negro. Un hombre lleva una copa a sus labios y el corazón me da un vuelco. —¿Cuál es el problema? —pregunta en mi oído, sobresaltándome. —Oh… nada. —Dejo escapar el aliento que estaba conteniendo en un gran silbido de aire—. Pensé que había visto un fantasma o algo así. — No es William. Es un chico muy lindo, pero no es William. Su pelo es más oscuro, su cara menos angular y su cuerpo más rechoncho. Uff. Eso estuvo cerca. —No mires, pero acabo de ser elegida como un objetivo. —Su expresión cambia de molesta a encantadora mientras el predador se aproxima. Pierre se desvanece hacia la parte principal del restaurante, dejándonos para entrar en la habitación detrás de la cortina. —¡Mia! Pensé que no lo lograrías. —No me lo perdería por nada del mundo —dice, besando a su jefe en una mejilla, mientras se dan la mano brevemente. Sonrío torpemente, tratando de no imaginarlo como un hombre casado golpeando a mi BFF8. En lugar de pisotearle el pie como quiero, le sacudo la mano cuando se separan. —Soy Jennifer. Encantada de conocerte. —Jennifer, que agradable conocerte. —Estoy bastante segura de que quiso decir, “Hola, sirenas de Jennifer, encantado de conocerlas. 7 8

(en inglés, las fechas como 1999 se dicen 19 y 99, y Pierre se equivocó y dijo 900 99) Mejor Amiga por Siempre.

26

¿Puedo acariciarlas más tarde? ¿O ahora?” Odio a los hombres como éste, del tipo que hablan con tus tetas y nunca te miran a los ojos. Sólo le he visto una vez antes y eso fue suficiente. Esta noche sólo solidifica mi impresión de que él es un sátiro y no se merece a mi amiga. —Entonces, ¿quién está aquí esta noche y que estamos tratando de conseguir? —pregunta Mia. Creo que intenta muy duro de no frotar sus manos juntas. Ella puede ser bastante dura negociando cuando está en el estado de ánimo. Yo veo gente, ella ve oportunidades de negocio. Ese es probablemente el por qué se mezcla con los grandes jugadores y yo no. Malcolm se inclina y agarra dos copas de champán de la bandeja que pasa, entregándome una a mí y la otra a Mia. Miro el cristal, como las burbujas suben hasta la parte superior. Se me ocurre que podría tomar un sorbo e iniciar el proceso de una reacción alérgica; eso conseguiría sacarme de aquí a toda prisa. También puedo lanzar mi bebida sobre el vestido de Mia y sacarla de aquí conmigo. Muerdo mi labio mientras contemplo mis otras opciones. Malcolm asiente hacia el hombre que me dio un ataque al corazón cuando entré. —Ese caballero de allí con el cabello oscuro es nuevo para mí. Él es el privilegiado de Gloria Goodman. Creo que es nuevo en la zona. Y en la esquina de allá con el bigote tenemos a Victor Villanova. Te agradecería si te presentaras a los dos y estuvieras disponible en caso de que tengan alguna pregunta. Iremos por la venta suave esta noche. Todos los demás son sólo... decoración. Puedes hacer caso omiso de ellos. —Se frota la mano sobre su brazo cuando dice "venta suave " y Mia espera dos segundos antes de moverse, chocando contra mí. —Oh, lo siento —dice, nerviosa. Ver a Mia nerviosa es suficiente como para agitarme. Modo pánico, ¡activado! —¡Oye! ¡Queso! —digo probablemente muy alto, agarrándola por el codo y llevándola hacia el pequeño buffet de aperitivos al final de la larga habitación. Dejamos a Malcom atrás. —¿Queso? ¿Qué estás haciendo? —pregunta, procurando parecer elegante en lo que la arrastro a través del cuarto. Algunas de esas parejas decorativas están en nuestro camino, pero soy buena en hacernos paso. —Cállate, te estoy salvando. —Nos detenemos junto a los cubos de queso y nos miramos la una a la otra. —Gracias —dice, tomando un largo trago de champán—. Eso estuvo cerca. —Solo mantente lejos de él. Te dijo que hablaras con esos tipos, así que esa es la excusa que necesitas. Cada vez que lo veas, ve a congraciarte con uno de ellos. Como un partido de tenis. Bap, bap, bap.

27

—Está bien, entiendo. Buen plan. —Mia toma otro trago de su copa de champán, actuando más como si fuera una botella de cerveza que algo proveniente de Francia. —¿Podría interesarle un pastelito de hojaldre? —dice una voz británica detrás de mí. Mi corazón cae al suelo y toda la sangre desaparece de mi cara mientras un sudor frío empieza a salir de mí. Así que así es como un el paro cardíaco se siente Mia sonríe. —Bueno, hola ahí, Inglés. No me importaría hacerlo. —Ella agarra un pastel de detrás del hombre tras mío y lo mete en su boca—. Mmm, delicioso —dice luego de tragarlo. Me quedo mirando fijamente una miga de pastel en el labio de Mia. No puedo respirar. No puedo moverme. Estoy congelada, imaginando todas las cosas que le diré a William cuando me dé la vuelta. ¿Puedo ser genial? ¿Puedo actuar como si no él no hubiese entrado en mi universo hace exactamente una semana y me dejase echa un lío? —Así que… ¿cuánto tiempo ha estado en la ciudad? —pregunta Mia. Está tratando de ser encantadora, pero creo que la distraigo. Constantemente me echa miradas divertidas. —El tiempo suficiente, al parecer. Estoy confundida por esto. ¿Él está coqueteando con mi amiga mientras yo estoy parada aquí? Sé que él me vio a través del cuarto. Qué grosero. Al parecer, no significaba nada para él. ¿Cómo es eso posible? ¿Cómo puede una persona estar tan patas arriba mientras que el otro permanece completamente intacto? ¿Cómo es eso justo? Fuerzo mi boca a cerrase para no decir algo que me arrepentiré. Conseguir que despidan a Mia definitivamente conseguiría que mi tarjeta de BFF fuera devuelta, y que ella no me impediría cometer suicidio hoy con vitamina C. Lentamente me volteo, pegando una arrogante expresión de perra en mi cara. Si él puede hacerlo, yo también. Puedo simplemente mirarlo a los ojos y pretender como si nada hubiera… Zzzip… Zzzaap… ¡Ziiing! Mi cerebro entra en cortocircuito cuando veo su cara. —Tú no eres… —Lo señalo y frunzo el ceño. La voz de William o algo muy cercano a su voz sale de la boca equivocada. —Yo no soy… ¿qué? —Él sonríe, mostrando unos dientes retorcidos como los de William. O parecidos a los de William. Mi corazón da un vuelco al recuerda esa boca acercándose a la mía, tocándome,

28

haciéndome el amor. ¿Me sentiré de esta manera cada vez que veo un inglés? Si ese es el caso, tengo que mudarme a un sitio mucho más lejos. Las palabras salen fuera de mí antes de que pueda detenerlas. —¿Es que todos en Inglaterra tiene los dientes así torcidos? —Whoa —exclama Mia—, ¡Ese fue suficiente champán para ti! —me saca el vaso de mi mano y lo entrega sin miramientos hacia el guapo impostor de William. Él lo toma sin decir una palabra—. Disculpe mientras nos retocamos el maquillaje —dice, mientras me aleja del buffet y me lleva hacia la cortina de terciopelo. —¿A dónde vamos? —pregunto, mitad alegre por el hecho de que estoy siendo llevada lejos y mitad con ganas de mirar por encima de mi hombro. Estoy empezando a pensar que lo que acaba de ocurrir fue una especie de alucinación. Realmente no debería haber bebido ese último litro de jugo de naranja. ¿Realmente acabo de decir eso? —¿Estás completamente loca? —me susurra —gruñe ella—. ¿Quieres que pierda mi trabajo? Él es un inversionista potencial, Jennifer. Intento actuar como si no hubiese sido tan horrible. —Solo le hice una inocente pregunta. Me mete en el baño de damas. —¡No le dices a la gente que acabas de conocer que sus dientes están todos jodidos! —¡No dije eso! —Me paro frente a los lavabos y espejos, enfrentando a mi amiga—. Me gustan así. Solo me preguntaba… —Seh. Te oí la primera vez. Te estabas preguntando si todos en Inglaterra tenías los dientes así de jodidos. —Sacude su cabeza hacia mí disgustada—. Jesús, ¿Cuánto OJ bebiste antes de que me encontrara contigo? Miro al suelo. —No tanto. —En serio, Jennifer, no puedes sabotear mi noche hoy. Esto es importante. —Se aleja de mí dándome su discurso para inclinarse sobre el lavabo y mirarse a la cara—. Grandes cosas están a punto de pasarme. Puedo sentirlo. —Lo sé. No quise ser rara. Es solo que sus dientes me recordaron a alguien. Ella hace una pausa y se gira para mirarme. —No me digas… déjame adivinar… ¿el chico de una noche? Asiento.

29

Rueda sus ojos y vuelve a frotarse marcas invisibles de la mejilla. — Dale un descanso. Se acabó, tal como dijiste. Ya sabías de qué iba el acuerdo. No llores por él ahora. —Me dijiste que debería llamarlo hace menos de una hora. —Soy estúpida. No me escuches. —¿Puedes darme eso pro escrito? —En serio, Jen. Mantente lejos de ese teléfono y ese chico. Él te dejó en completo mal estado y sólo fue una noche. ¿Te imaginas lo que pasaría si realmente estuviesen juntos? —sacude su cabeza—. Santa Pesadilla en Elm street. —No es tan malo. —No estoy segura de si siquiera lo creo, pero se siente como si al menos una protesta simbólica se hubiese hecho. —Necesitas permanecer alejada de los hombres por un tiempo. Vuelve a calibrar tus ―partes femeninas‖ y tu cerebro. Tal vez podrías hacer un poco de yoga o algo así. —Se endereza y entra en un cubículo a hacer pis. Me sigue hablando por sobre el sonido de la corriente—. Haz como un centenar de posturas y llámame por la mañana. —¿Eso significa que ya puedo irme a cada? —No. Tienes que quedarte para la cena y luego ir al club conmigo. —¿Este club? —No. El Club Monster. —No quiero. No puedo bailar. —Memorias de un cierto vals vienen a introducirse en mi cabeza. —No tienes que bailar. Sólo tienes que girar un poco. Mantenerte en el lugar. Me apoyo en los lavabos. —Supongo que puedo girar. —Ahí tienes. —Sale del cubículo y se lava las manos—. ¿Estás lista para regresar? —¿No? —La miro con mi expresión más patética, con la esperanza de que sienta la suficiente pena por mí para que me deje irme. —Tetas duras. Vamos. —Engancha su brazo con el mío y me saca del santuario que es el baño—. Basta de champán, ¿de acuerdo? Solo toma vino. —Sí, ma’am. Nos acercamos a la roja cortina de terciopelo. —¿Me escuchaste? —pregunta.

30

—Sí, solo vino, te oí. —Murmullo bajo mi aliento—. Un hombre sordo pudo oírte. —Oí eso. —Mia abre la cortina a un lado, y me quedo muy quieta, con los ojos cerrados, mientras me recupero del golpe en la cara del material. —Oops, lo siento. —Tira de mí fuertemente y doy un paso al frente, con los ojos todavía cerrados—. Oh, mi —dice, cambiando su tono a uno de admiración—. Nuestro amigo Inglés tiene compañía. Y mi, oh mi, oh mi él es a un pedazo de hombre. Levanto mis párpados y casi sufro un accidente cerebro vascular cuando me encuentro a mí misma mirando a través de la sala a los ojos de William.

31

Traducido por MaryLuna Corregido por Carol Stratford

I

nclino la cabeza para escuchar algo que Edward está diciendo, pero se detiene en mitad de la frase. —Ahí está ella —dice—. La perfecta Dama y su amiga torpe.

Levanto mis ojos para ver el objeto de sus afectos más recientes. Al parecer, la Bella Durmiente misma está en medio de nosotros y ella no es la mujer con la que él vino. Sorpresa, sorpresa. Mi mirada se centra en la belleza que ahora me miraba desde el otro lado de la habitación, y siento mi pecho entumecido completamente. Soy demasiado joven para tener un ataque al corazón. Quizás es acidez estomacal. Voy a echarle la culpa al queso. —¿La ves? —pregunta. —¿Mmmm? —Tomo un sorbo de mi vino. Está mohoso y roblizo, un sabor con el que estoy muy familiarizado después de haber asistido a muchos eventos como este en el pasado. Ojalá pudiera ahogarme en todo un tonel de eso ahora mismo. Cualquier cosa menos estar aquí para enfrentarme a mis sueños y mis pesadillas, todo en uno. Me da un codazo en las costillas. —La bellosura pasó a la habitación de allá. Ella es una maravilla, ¿eh? —Es algo atractiva. —¿Algo atractiva? Eso es una sangrienta tontería es lo que es. ¿Te has vuelto gay, entonces? ¿Convirtiéndote en una marica? ¿Perdiste tu vista? ¿Incapaz de ver más lejos que la punta de su nariz? Te dije que todo ese trabajo atrofiaría tu crecimiento. Ahora mira ya. —Resopla con disgusto mientras mira hacia abajo a mi cintura—. Tu caracol de todo arrugado en tus pantalones. Ni siquiera sabes ya cuando una chica se mira bien. —Papá estaría muy orgulloso —digo, en referencia a su charla grosera. Siempre hacía favorecer los aspectos más coloridos de nuestro

32

lenguaje. Estoy tratando en no pensar sobre Jennifer sin apellido recorriendo este camino en compañía de otra mujer. Todavía no estoy seguro de cuál de las dos mujeres él se refiere. —Oh, no dejas de hablar de la vieja lanzador, ¿verdad? Estoy tratando de pasar un buen rato esta noche. —Bien, no me dejes que me ponga en tu camino a eso. Él me ignora en favor de mirar a las chicas. —Sí, está en forma, lo está. Puedo decir por su tono que ya sueña con sacarla de sus bragas. Estoy positivamente asqueado pensando que mi hermano podría estar lujurioso por la chica que no ha sido capaz de salir de mi mente durante una semana entera. No muchas mujeres pueden resistirse a sus encantos. Es cierto que estuve de acuerdo en sólo una noche y después de su conclusión de que sería el fin de las cosas entre nosotros, pero no estoy seguro de que pueda soportar la idea de mi hermano disfrutando del mismo acuerdo con ella. Con Jennifer. Jennifer está casi aquí y sin embargo mira hacia el techo. Lanzo mi mirada hacia el cielo para ver si me he perdido algo importante, pero todo lo que veo son molduras y una lámpara de araña. Tal vez está interesada en cristal tallado. Recuerdo su vestido que eligió teniendo varias cosas parpadeantes cosidas a él. —Pon tu cara feliz, hermano, y ayúdame a atrapar a este pez. —Ella no es un pez —digo, instantáneamente molesto con mi hermano en humor adolescente. Le encanta hacer esto con el único propósito de conseguirse bajo mi piel. —Susceptible, delicado —dice, justo antes de levantar su copa y sosteniéndola a las damas que se acercaban—. Buenas noches. Nos encontramos de nuevo. —Sus ojos van primero a la rubia y luego en Jennifer. Me muevo a un lado y piso su pie. —Ouch, cuidado, delicado —dice él, frunciéndome el ceño. Luego ha vuelto a sonreír—. ¿Te apetece una copa de las cosas brillantes? —le pregunta a ambas. Atrapo a Jennifer negando con la cabeza por el rabillo de mi ojo. Ese candelabro es bastante bonito. —Mi amiga sólo está bebiendo vino —dice la segunda chica—. Ella es alérgica al champán. —¿Alérgica? —pregunto, antes de que pueda detenerme. Me quedo mirando a la rubia, centrándome en ella, así no podré ser pescado atónico frente a la mujer que nunca tenía que volver a ver.

33

—Loco, ¿no? Ella y yo nos conocimos cuando arrojó su bebida justo en mi vestido hace unos diez años. —Uno pensaría que aprendería —dice Jennifer, riendo con un tono un poco estridente. —Sí, claro. Así que, hermosa dama, ¿apetece una vuelta por la habitación? — pregunta Edward, extendiendo su codo. Todo el mundo se congela menos él, mirándolo. No está claro que quiere decir que con lo que llevara en su oferta. Por favor, no tomes su brazo, Jennifer. No lo hagas. —Bueno, no todo el mundo salte a la vez —dice, decaído—. Yo no soy un leproso, lo prometo. —Cuida de ella por mí. —me dice Mia, metiendo su brazo con el codo que le ofrecía Edward—. Y asegúrese de que no beba cualquier champán. —Se ha ido con Edward a cuestas antes de que pueda parpadear. Un silencio incómodo se produce. —Bonito chandalier —digo, afectado con un acento francés en la última palabra. Si pudiera darme una palmada a mí mismo sin parecer lunático, lo haría. Por alguna razón me deslizo en francés cuando estoy en los límites exteriores de nerviosismo. —¿Qué? —pregunta, así como debería. Estoy listo para el manicomio con sólo una frase entre nosotros. —El gran accesorio de iluminación por encima de nuestras cabezas. Magnifico, ¿no es así? —El sonrojo de mejillas no es una sensación con la que estoy bien familiarizado. Tal vez me estoy viniendo abajo con una fiebre. —Sí. Es agradable. Y grande. Un vistazo rápido aligeramiento en su cara me dice que lamenta la elección de las palabras tanto como me gustaría que fueran intencionales. —Oh, a la mierda —digo en voz baja, mirando a los cubos de queso. Contener mis nervios lleva un monumental esfuerzo. Quiero besar a esta mujer. Que no debería, pero lo hago. Ya está. Lo he dicho a mí mismo. Ahora sólo tengo que decirlo en voz alta. Un camarero coloca un vaso de vino tinto en sus manos mientras pasa. —¿Disculpa? —pregunta. —¿Lo siento? —Finalmente la miro. Realmente mirarla. Ella es simplemente impresionante. Mi memoria no hizo justicia la semana pasada.

34

John Thomas ha cobrado vida en mis pantalones haciéndome querer la chaqueta se me ha quedado con la chica del guardarropa. —¿Por qué te disculpas? ¿Eso es un indicio de una sonrisa que veo? —¿Perdón? —Oh, así que te estoy perdonando ahora. —Ella inclina la cabeza—. ¿Lo que sea has hecho para necesitar un perdón oficial? Gracias a la Madre Reina y todos sus príncipes benditos, ella está bromeando conmigo. Tal vez esto no es un desastre, después de todo. —Muchas, muchas cosas —digo—, pero ninguno de ellos admitiré. Se queda mirando el suelo, dejando que el silencio venga sobre nosotros una vez más. —Yo digo... —Mi boca se ha puesto una vez más a cargo de la noche—. ¿No has visto a una chica caminando con un solo zapato de tu talla? Levanta la vista, su expresión demasiado confusa para que la interprete. —¿Por qué lo preguntas? Casi la alcanzo para tocarla, pero en el último minuto, alzo mi mano y empujo mi cabello de mi cara en su lugar. —Podría ser que tengo un zapato en la necesidad de un pie. —¿Cómo sabes que es mi talla? —pregunta. Sí, lo hizo, de hecho esa pregunta. Y ahora John Thomas está en alerta máxima, listo para ir, alto y alegre hacia donde nos dirigiremos. Si tan sólo me da una señal. —Tengo un buen ojo para estas cosas. Creo que sería un ajuste perfecto. —¿No es demasiado grande? —pregunta, un brillo en sus ojos. ¡Un brillo! Un brillo honesto de Dios y, posiblemente, un destello también. Estoy seguro de ello. —Oh, yo no lo creo, —digo, sintiendo cada centímetro del hombre. Creo que ella está practicando el arte de la adulación del pene y estoy siempre dispuesto para un poco de eso. —¿No es demasiado pequeño? —pregunta, mordiéndose el labio mientras habla. Estoy a punto de deshacerme en ese pequeño movimiento, pero lo tomo tan fresco como un pepino en un día de primavera frío. —Por supuesto que no, no seas absurda. Pequeño nunca sería un adjetivo para aplicar en mi presencia. —Mi indignación fingida está siendo recogido por

35

las otras personas alrededor del buffet, así que calmo mis rasgos y hablo en un tono más suave. —Tenga cuidado, chica. —¿Tener cuidado? ¿De qué? —Ella pasa su dedo alrededor del borde exterior de la copa justo antes de inclinar la cabeza hacia abajo para lamer una gota de vino de su dedo. Sus ojos nunca dejan los míos. Un escalofrío se mueve hacia abajo mi caña y se instala en mis testículos. Esta noche será un infierno de una tortura, pero extrañamente, me encuentro deseando que llegue. —Ten cuidado de morder más de lo que puedes masticar —digo, inclinándome al frente a nuestro anfitrión, que se acerca. —¿Morder más de lo que pueda masticar? —dice por lo que sólo yo escucho—. No puedo ni imaginar de lo que podrías estar hablando.

36

37 Traducido por Carol Stratford & Alysse Volkov Corregido por Alysse Volkov

H

e estado poseída por una perra demonio. Esa es la única explicación para las palabras que salen de mi boca y la autentica, pura confianza que siento cursando a través de mis venas. ¡Soy ellaaaa, escúchame rugir! Dejo a William con mi despedida y enfrento a Malcolm. Él parece sólo un poco de mal humor, por alguna razón, su tono de voz que sale cortante. —¿Te gustaría tomar tu asiento? La cena será servida en un momento. —Jennifer. —Escucho en un casi susurro detrás de mí mientras Malcolm se aleja para hablar con sus otros invitados. Miro por encima de mi hombro al hombre que ha estado persiguiendo mis sueños durante una semana. No puedo creer que esté realmente mirándolo a la cara y no una foto de él en Google. —¿Sí? —Mis disculpas si esto... es incómodo para ti. Pierdo un poco de mi fuego. Sus palabras me hacen sentir tonta así como sin tener problemas siendo coqueto con ellas. Me encojo de hombros. —Está bien. Estoy perfectamente bien. —Le sonrío, como si no tuviera dos galones de jugo de naranja agitándose en mi estómago—. Bon Appetite. Él asiente hacia mí y se mueve alrededor de la mesa, y me deja de pie en frente de un asiento que tiene Mia + Uno escrito en él. Mia está repentinamente junto a mi lado y susurrando en voz alta en mi oído—: ¡No te sientes allí! —Pero esto dice —apunto la tarjeta de comensal pero la tira en la mesa antes de que pueda terminar mi oración—. Te estás sentando aquí —

dice, rápidamente mezclando la pequeña carpa de tarjetas alrededor antes de que alguien más se aproxime. Mia + Uno está colocada en la posición original, justo a un costado de Malcolm. —Pero... —¡Sólo hazlo! —dice, y entonces sonríe como loca mientras me empuja lejos de ella un poco—. Malcolm, ¡hola! —Mia. —La toma de la mano y frunce el ceño—. Venía a enseñarte su asiento. —No es necesario, ya estoy aquí. —Sonríe aún más mientras señala a la tarjeta torcida que tiene su nombre en él, colocado en mi antiguo plato. Me preocupa que espontáneamente y de forma permanente se retuerza con el esfuerzo de fingir su extrema felicidad. Tomo a Malcolm por el codo. —Muéstrame dónde sentarme, Galahad. Estoy completa y totalmente perdida sin ti. —Ahora es mi turno de sonreír como una loca. ¿Podría ser alguien más tonto? No, no lo creo. No hay distancia a la que no vaya con el fin de salvar a un amigo... Estoy totalmente consiguiendo un almuerzo de este acuerdo. Al menos un almuerzo y, posiblemente, un día de spa. Malcolm me complace con una sonrisa ahogada. —Me atrevería a decir que estás sentada junto a mí esta noche. —Vio fijamente a Mia una vez más antes de dirigirse lejos Doy un suspiro de alivio cuando me acomoda en una silla a su izquierda y desaparece de nuevo, pero mi sensación de triunfo sólo dura unos dos segundos. Ese es el tiempo que le toma a William sentarse junto a mí del otro lado. Saca mi silla sin decir una palabra. Me percato en silencio, colocando la servilleta en el regazo de modo que puedo ocuparme de hacer algo aparte de tener un ataque al corazón. —Así que... —se aclara la garganta—. ¿Durante cuánto tiempo has sido amiga de Malcolm? —Nosotros no somos amigos —le digo, encogiéndose de lo rápido que sale. Sueno desesperadamente asustada. —¿Me estás vigilando? —pregunta. Me dirijo a él, indignada ante la idea. Es entonces cuando lo atrapo sonriendo y puedo alejar algo de la vergüenza. —No. Estoy demasiado ocupada para acechar a los hombres.

38

Su expresión se oscurece y vacila un momento antes de responder—: ¿Teniendo citas de una sola noche? Levanto la barbilla. —Sí. Ocupada haciendo eso. —Ya veo. —Pone la servilleta en su regazo y reconoce a la persona sentada a su lado del otro extremo. Miro hacia el frente, viendo como Mia se envuelve en una animada conversación con el hombre que sólo puedo asumir que es el hermano de William. Se ve un poco irritada. Cruzo los dedos debajo de la mesa, esperando que lo ponga furioso y se vaya enojado. Estaré justo en ella cuando lo haga, también. Hablando sobre extraño. No estaba hecha para coquetear o haciendo este... juego o lo que sea que esto es. Estoy completamente fuera de mi liga. Los camareros llegan cuando la gente está sentada y cestas de rollos se colocan sobre la mesa. —¿Serías tan amable de pasarme el pan? —pregunta William, muy cerca de mi oído. Estuve a punto de sufrir un accidente cerebro vascular cuando siento su mano en mi pierna. ¿Me estoy imaginando eso? No, no lo estoy. Sus dedos son largos y ardientes. Puedo sentirlos a través de mi vestido. La respiración se vuelve difícil. —Por supuesto —digo, levantando mi mano y tomando la canasta, dejándolo caer en su plato con un estruendo muy desagradable. Todo el mundo deja de hablar y me mira. —Ups. Se me cayó —digo, arrastrando. William se ríe y lo fulmino con la mirada, fingiendo jugar con mi servilleta para que pueda sacar su mano de mi muslo. —Basta, pervertido —le susurro—. Estoy aquí para cenar. Toma un rollo y lo aprieta para abrirlo. —Deseo que estuviera allí para comerte —dice en una voz baja, nunca mirándome ni una sola vez. Mi corazón se me sube a la garganta. —¿Qué acabas de decir? — La gente está tomando sus asientos a nuestro alrededor y separando sus rollos de la cena, mientras que William sigue actuando como si estamos teniendo una conversación totalmente normal de la cena. —No tuve la oportunidad de hacer eso, ¿verdad? Supongo que fue porque nuestra noche terminó antes de tiempo. Eso me hace sentir de mal humor. —No, no lo hice, realmente. Esto fue exactamente según lo acordado.

39

—Técnicamente hablando, no lo hiciste. —Extiende un poco de mantequilla en un lado de su pan—. Sólo una noche, es una noche completa, y no sólo un par de horas. —Así que, ¿qué estás diciendo? —Cojo mi rollo y trato de abrirlo todo estilo-sexy pero fallo miserablemente cuando el rollo es demasiado duro. Migas de este se fracturan y aterrizan alrededor de mi plato. —Supongo que estoy diciendo que no he conseguido el valor de mi dinero. Mi mandíbula cae abierta mientras sus palabras se hunden en mí. Estoy cerca de gruñirle. —¿Me estás llamando prostituta? Porque no te pedí que pagaras por ese vestido, por si lo has olvidado. Su mano cae por debajo de la mesa y me aprieta el muslo nuevamente. —No estoy diciendo eso. —Su mano se desliza hacia arriba más cerca del borde de mis bragas. Mi vestido va con su mano—. En realidad trato de coquetear contigo, pero al parecer lo he arruinado. Trato de masticar mi rollo en una manera que no le dice al mundo entero que estoy sintiendo durante la porción del aperitivo de nuestra comida. —No, lo estás haciendo muy bien. —Puedo sentir mi cara tornándose roja con furia. —Tal vez es por eso que me dejaste tan temprano último fin de semana. —¿Qué es lo que quieres decir? —Miro hacia Mia quien está sonriéndole a Edward. Malcolm está fingiendo como si no le importara, pero no está haciendo un muy buen trabajo. Sin embargo, me importa un comino nada de ello en este momento. La única cosa que puedo pensar es preguntarme en dónde irá su mano después. No es como si pudiera ir a cualquier lugar con todas estas personas aquí, pero eso no impide que mi mente enloquezca. —Bueno, al parecer mi técnica deja mucho que desear —dice. ¿De verdad cree eso? Me siento horrible. Dejo caer mi rollo en la mesa ante mi apuro por tranquilizarlo. —No, no, para nada. —cuando me doy cuenta de que hablo demasiado alto, tomo un momento para calmarme y ajustar el volumen más bajo por cuatro niveles—. Tu... técnica era perfecta. Genial. Quiero decir, realmente buena. —Entonces, ¿Cómo era esta? ¿Perfecto? ¿Genial? ¿O realmente buena? No puedo evitar sonreír. Cualquier persona que mire su expresión asumiría que estábamos hablando sobre el tiempo y no lo bien que lo hace la cosa salvaje. —Fue perfecto.

40

—No te creo. El sexo perfecto te hubiera animado a una segunda vez. No estoy segura de qué decir sobre ello. Sabía ya entonces que una segunda vez habría sido mi perdición. Me hubiera gritado cosas estúpidas en los jadeos de éxtasis sexual y rogaría por volverle a ver. Eso habría sido horrible. Nos ahorré tanto esa noche al dejarlo tan temprano. Su mano deja mi pierna y se acerca a la mesa. —No te preocupes. No te presionaré para que compenses la diferencia. Sólo toma mi bulto y muévete. Probablemente debería dejarlo pasar, pero no puedo. No quiero. — ¿Hace esto la diferencia? Me mira, la sombra de una sonrisa en los labios. —Termina lo que empezaste. Levanto una ceja en desafío. —Te reto —dice. Mi corazón da un vuelco. —¿Estás desafiándome? Él se detiene y levanta la mirada, como si estuviera considerando sus acciones. —Porque sí, creo que lo estoy. La palabra DESAFÍO es probablemente obvia, sin embargo. No puedo parar de sonreír. Estoy tratando realmente duro de no hacerlo, porque estando relajada en este momento sería la mejor manera de manejar las cosas, pero no estoy solo relajada. He intentado toda mi vida ser buena y siempre he fracasado. Además... él básicamente me dice que quiere tener sexo de nuevo, ¿y no puedo colocar un anuncio para tener más sexo? Eso es algo para que sonreír. Acaba de darme lo que quiero, lo que necesito. No es como si me esté prometiendo rosas o una segunda cita. Esto es sólo el final de la cita que acordamos. Nunca tuvimos un verdadero final. Necesito ver esta cosa sin embargo todo el camino hasta el final. Además, quizás la segunda vez con él apeste y seré capaz de moverme sin sentirme tan despojada. Quiero decir, ¿cuáles son las posibilidades de que sea realmente tan increíble como parecía en la primera cita? Probablemente cero. Nada de nada. —Podría ser que tomé ese desafío —digo, toda tranquila. —¿Podría ser? —Depende. —Que sea él en decir primero lo que quiere decir. No asumiré nada. —Ahora esto se está poniendo interesante.

41

Coloca su mano debajo de la mesa, pero no lo siento en cualquier lugar de mí. Me hace respirar más rápido, mientras espero su siguiente movimiento. Me encojo de hombros. —Si tú lo dices. —Seeh, eso es correcto. Estoy totalmente relajada. ¡Estoy sacando esto adelante! Mia estaría muy orgullosa. Levanto mi mirada hacia ella para ver si está admirando mi genialidad, pero le encuentro muy ocupada bebiendo vino y mirando por encima de su vaso a Edward como para hacerme caso. Entonces su mano está en mi rodilla, sus dedos trabajando su camino bajo el borde de mi vestido. Poco a poco, lentamente acercándose pulgada a pulgada. —¿Le apetece algo caliente o frío? —dice la voz en mi oído. Salto casi un kilómetro cuando me doy cuenta de que hay un camarero y me está ofreciendo comida. —Algo... ¿caliente? —le digo, un poco nerviosa. William no ha movido su mano; de hecho, todavía la mueve hacia arriba. Gracias a Dios el mantel es demasiado largo para que nadie lo vea. Me eriza la piel de gallina mientras el suave material de mi vestido se desliza por mi piel caliente. Tres aperitivos pequeños se posicionan en el plato del camarero con pinzas. Después de que William vaya por su comida, se inclina hacia mí. — ¿Me pasas la sal? —Sus dedos han llegado a mis bragas y el dedo meñique se desliza en el borde de ellos, levantando el material para dar acceso a sus otros dedos. Él me acaricia suavemente con un dedo medio cuando alcanzo el salero, y empiezo a pulsar con necesidad. Eso es todo lo que toma es un pequeño toque y soy un desastre. Ugh, me odio a mí misma. Le entrego la sal, intentando actuar como si no sudara con deseo. — Aquí tienes. Sal por su comida. Sal. —La dejo caer antes de que llegue a la mesa, pero lo atrapa en el aire. —Gracias —dice, sonriendo tímidamente y bajándolo gentilmente. —No, gracias —le digo en voz baja. Su dedo se introduce y luego vuelve a salir para moverse por mis pliegues húmedos. Aprieto mi tenedor fuertemente para no gemir en voz alta. Esto es una locura. ¡Esto es una locura! —¿Cómo está tu cena hasta ahora? —pregunta Malcolm. Me mira directamente. —¿Bueno? —La mano de William deja de moverse.

42

—Luces un poquito... indispuesta. ¿Estás segura que todo está bien? William saca sus dedos y su mano desaparece de mi regazo. ¡Maldito seas, Malcolm! Te odio doblemente ahora, aguafiestas. —Sí, estoy bien. Sólo um... necesito añadir un poco más de sal. —Agarro el salero y lo tiro en grandes cantidades sobre mis aperitivos. Mia me mira fijamente con dagas en sus ojos. Bajo el salero y tomo un bocado de mi comida. Es tan salada que siento como si estuviera tragando agua de mar. Doy a Malcolm un pulgar hacia arriba mientras que él espera por mi reacción. Doy a Malcolm un pulgar hacia arriba mientras que él espera por mi reacción. —Genial movimiento —le digo, sonriendo a través del dolor. Se vuelve a la persona a su otro lado y habla bajo, así que no puedo oírlo. —Aquí. Prueba esto —dice William, poniendo una porción de su comida en mi plato—. No es necesario añadirle sal. —Eso fue tu culpa, ya sabes —digo en un gruñido. —Asumo toda la responsabilidad. Aquí. Tienes otro. —Deposita más comida en mi plato. Es difícil estar de mal humor con un hombre quien me mete los dedos durante el primer curso y luego me da su parte cuando haya terminado. — Gracias. —¿Cuáles son las condiciones? —pregunta, poniendo un bocado de comida en su boca. —¿Condiciones? —Tomo mi vaso de vino y lo esconde detrás de ella—. ¿Condiciones para qué? Limpia su boca con la servilleta. —Para el resto de la noche. La que se perdió la semana pasada. —No sé. —Mi capacidad para jugar bien se ha ido. Bragas mojadas equivale a cerebro frito—. ¿Cuándo crees que debería ser? —Estoy libre de después de la cena de esta noche. Fue y dijo eso. Justo cuando pensé que al menos tendría algo de tiempo para resolver las cosas, él dijo eso. —Voy a un club con mi amiga Mia después. Ella escucha su nombre y levanta su mirada, sonriendo. —¿Estás hablando de mí? —Estaba diciendo que tú y yo iremos a un club más tarde.

43

Malcolm deja de hablarle a la chica a su otro lado. —¿Un club? ¿Qué club? Mia quiere matarme, lo sé, pero es muy buena en actuar como si todos fuéramos buenos. —Todavía no hemos decidido. Estamos esperando una llamada. Desde nuestras citas. Asiento. —Sip. Esperamos una llamada de nuestras citas. Eso es lo que hacemos. —Me inclino por el hombro de William y susurro—: Eso es mentira. —Quizás seguiremos tus pasos —dice Malcolm—. No he bailado en un largo tiempo. Varias cabezas alrededor de la mesa se mueven hacia arriba y hacia abajo. Genial. Ahora todo está arruinado. Mia me matará y no tendré sexo. Doble penalti. —Te haré saber a dónde vamos tan pronto lo sepa —le asegura Mia. Luego ella vuelve a hablar con Edward mientras me tira una dura mirada de vez en cuando. —¿Tienes una cita más tarde? —me pregunta William. —No. yo suponía conseguir alejar a Mia de su jefe después de la cena. Eso es todo. —Mmm... Eso podría presentar un problema en lo que respecta a mi plan. —¿Tu plan? —Sí. Mi plan para raptarte esta noche. No puedo dejar de reír. —¿Raptarme? ¿Estamos en una novela de Jane Austen ahora? —Oh, Juegos de rol. Brillante. Estoy dentro si tú lo estás. Lo empujo con mi codo. —Detente —Mi cara está de regreso al rosa ahora. No sé lo que me pasa. Remueve todos los sentidos de sofisticación de mi persona cuando esta alrededor. —¿Hasta qué hora sueles quedarte fuera con tu amiga? —Depende. Si está teniendo un buen momento, podemos estar afuera hasta las tres de la mañana. Si está cansada o no se divierte, podríamos estar terminando antes de la medianoche. —Entonces supongo que tendré que crear algún tipo de desastre para que ella se rinda temprano y dejarte sus propios recursos.

44

Le doy un vistazo a mi amiga. —De hecho, podrías decirle a Edward que salga con ella y resolvería todos nuestros problemas. —Puedo decir que está en él por su lenguaje corporal. Está ignorando completamente a Malcolm y ajena a su molestia sobre él. —No le haría eso a una amiga tuya —dice William, su expresión se oscurece. —¿Por qué dices eso? Es tu hermano. —Solo por la gracia de la biología y algo de podrida suerte. Él es incorregible. Puedes preguntarle a quien sea. —Mia parece incorregible. —¿Te gustaría tener su corazón partido en dos? Debido a que mi hermano tiene una cadena de corazones rotos detrás de él. Créeme cuando te digo que ella no es su tipo. Mia me mira fijamente y luego movimientos que está enviando mensajes de texto algo. Meto la mano en mi bolso y saco mi teléfono para leer el mensaje que me espera. Lo muestro a William. ¿Doble cita de baile, al estilo inglés? —¿Qué significa eso? —pregunta. —Ella quiere ir al club con ustedes, chicos. William se toma su tiempo para responder, terminando su comida y limpiándose los labios con la servilleta. Sé que estoy mirando lo que hace, pero aún recuerdo la sensación de su boca en la mía, en mi cuerpo, en mis pechos. Quiero sentir eso otra vez. —Iré con una condición. Tengo mi teléfono en mi regazo mientras espero oírlo. No he escrito mi respuesta todavía. —Que adviertas a tu amiga de mi hermano primero. No puedo tener su miseria en mi conciencia. —Está bien. Hecho. —Me abalanzo lejos antes de que ninguno de nosotros pueda cambiar de idea. Me mira y sonríe una vez antes de regresar su atención a la comida. —No eres muy buena negociadora. Le sonrío de vuelta y presiono Enviar. —Quizás soy una excelente negociadora. —¿Cómo es eso posible? Me diste exactamente lo que quería sin pelear.

45

Miro hacia arriba cuando pongo mi teléfono en mi bolso. —No tiene sentido luchar cuando estoy consiguiendo lo que quiero igualmente, ¿no?

46

47 Traducido por Alysse Volkov Corregido por Alysse Volkov

E

lla es una zorra astuta, esta Jennifer Sin-Apellido. Un minuto se está ruborizando como una inocente princesa y al siguiente está quitando una pinza con sus promesas escondidas y negociación especializada, haciéndome pensar que es la única que ejecuta el programa. Me parece que me gusta la dicotomía. Es sexy. Todo lo que necesito hacer es conseguir ir a través de esta cena y vamos a poner fin a la aventura que realmente solo acaba de empezar. Si, es solo por el resto de una noche, pero que debería ser lo suficientemente bueno. Seguimos sin tener compromisos, sin ataduras a enredarse entre nosotros, y sin complicaciones, mientras al mismo tiempo tenemos otros pocos momentos para disfrutar de nuestra compañía. Una simple continuación de una noche de libertinaje en buena medida y luego a través de ella. Hecho. Final del camino y todo eso. Ese es el plan de todos modos. Tengo este pequeño pensamiento cosquilleando en el fondo de mi mente, diciéndome que esto es una idea muy tonta, pero he elegido ignorar las molestias que presenta mi conciencia. No es como si estoy aprovechándome de ella. Es una mujer adulta; sabe en lo que se está metiendo. Y sé en lo que me estoy metiendo. Ella. Su encantador, caliente, sudoroso cuerpo que no he sido capaz de olvidar, haga lo que haga, no importa cuánto lo intente. Sigo mirando fijamente sus manos. No es solo la pálida, sedosa suavidad que veo y recuerdo que llama mi atención. Es la imagen que mi cerebro ha conjurado de esos mismos encantadores, delicados dedos alrededor de mi polla. Me encantaría ver eso con su boca en la punta, mi polla moviéndose dentro y fuera mientras mis bolas se contraen en éxtasis.

Sí, es cierto. Tengo miedo de admitirlo, pero cada hombre fantasea con el sexo oral, incluso cuando la chica que esta imaginando con ello es el tipo que puede negarse a hacerlo y nunca escuchar una palabra sobre eso, e incluso cuando el hombre que está haciendo la fantasía debería estar por encima de esas cosas. —¿Hola? ¿Hay alguien allí? Me ha atrapado perdido en la tierra del sexo oral. Una rápida recuperación es mi única esperanza. Afortunadamente, unas cuantas palabras de su conversación se han filtrado en mi cerebro. —Correcto. Estabas diciendo que te gusta bailar. Se ríe. —No, no lo hacía. Estaba diciendo que cuando vamos al club, no esperes que baile. —¿Ni siquiera un baile? —Hago mi mejor imitación de un puchero. Mi hermano me atrapa y frunce el ceño en confusión, así que inmediatamente dejo esa ridiculez. No sé lo que me paso. —No están exactamente bailando el vals en el club de Monster o como se llame. —Mi repertorio no se limita al vals, te haré saber. Puedo cortar una alfombra9 con el mejor de ellos. —¿Cortar una alfombra? Ahora me estás asustando. Descanso mi tenedor contra mi plato y giro para enfrentarla. —¿Te guié mal la última vez que bailamos? Le toma un momento para responder y estoy obligado a levantar una ceja. Su sonrisa es triste. —No. Tú no me guiaste mal. Quiero levantar mi mano y tocar su barbilla, decirle que no hay razón para lucir tan perdida. Pero no porque estamos en cena y hay demasiada gente alrededor que no entendería que simplemente estoy siendo amable. —Bien entonces, puedes poner tu confianza en mí. —Confío en ti. Hasta ahora has hecho un excelente trabajo con tus acuerdos. —¿Y por qué tengo la sensación de que solo me has insultado? — Algo está pasando aquí, pero no estoy seguro de lo que es. —No, para nada. Eres honesto y directo al grano. No juegas. —No tengo tiempo para jugar. En inglés original Cut a Rug: Es un viejo dicho Americano que se utiliza cuando alguien baila muy bien. 9

48

—Yo tampoco. —Entonces tú y yo de traje. —Sonrío—. ¿Estás lista para cenar? —Miro sobre mi hombre al camarero de pie detrás de ella. Se mueve hacia un lado así el puede acceder a su plato y reemplazarlo con otra que tiene una comida completa en él. —¿Qué es esto? —pregunta. —Salmon con salsa cremosa de champagne —responde el camarero. Me mira al mismo tiempo que la miro a ella. —¿Debería preocuparme por alguna reacción alérgica y un viaje de emergencia a la tintorería? —pregunto, sonriendo mientras el recuerdo de su desastre con el champagne viene a mi mente. —Espero que no. —Levanta su tenedor y lo lleva a su plato. Pierdo su primer bocado mientras me atrae en una conversación sobre las inversiones en vino por Malcolm. Puedo sentir la pierna de Jennifer contra la mía, lo cual me hace pensar que abrió las piernas para mí, en un esfuerzo por sentirme y tal vez incluso sueña con que yo esté en su interior. Las palabras de nuestro anfitrión está diciendo van de un oído y salen directamente del otro. Creo que estoy asintiendo en todos los lugares correctos, pero es todo lo que puedo hacer para coordinar mi mano y boca para comer. No estoy probando una sola cosa en mi plato, aunque estoy consumiéndolo todo. —¿Así que podrá venir y ver nuestra última colección? —pregunta Malcolm. —Sí, lo haremos —dice Edward—. Sólo dime la fecha y hora. Me aclaro la garganta para tratar de enfocar mis energías. Edward nos está comprometiendo a algo que suena como una mala idea. —En realidad, sería mejor si se contacta con mi asistente y coordina con mi calendario. Edward sacude la cabeza. —Nunca falla. No estoy interesado en airear los trapos sucios en esta mesa de extraños, así que lo ignoro y a la sonrisa que viene a través de la cara del amigo de Jennifer. Espero que ella vaya a tomar en serio mi advertencia y evite a mi hermano como a la peste. Jennifer toma la servilleta y la coloca sobre la mesa. Me detengo de comer para ver a su ascenso desde su asiento. —Solo estoy saliendo para ir al baño.

49

—Oh, voy contigo —dice su amiga, poniéndose de pie y tomando su pequeño bolso de la parte posterior de su silla. —Adviértele —digo con calma mientras me limpio la boca con la servilleta—. Acerca de Edward. Me lo prometiste. Jennifer sonríe. —Lo haré. Pero probablemente debería hacer lo mismo con tu hermano. Miro a su amiga-duendecillo venir alrededor de la mesa. —Casi no creo que sea necesario. —No dejes que las apariencias engañen. Es mucho más de lo que es la negociación, te puedo prometer eso. No puedo detener las palabras que demandan venir. —¿Dios los cría y el diablo los junta? Frunce el ceño confundido, pero no tiene tiempo para pedir una explicación antes de que su amiga la esté alejando.

50

51 Traducido por Carol Strafford Corregido por Alysse Volkov

—É

l dice que debería advertirte.

—¿Qué? ¿Advertirme sobre qué? ¿Edward? —Mia se aplica brillo de labios, admirando la forma en que sus labios parezcan más llenos. Espero que no esté usando esa cosa que tiene una serpiente venenosa en ella. Lo hizo una vez y le daba un aspecto de boxeador profesional. —Sí, sobre Edward. Su hermano. Al parecer tiene malas noticias. —Mmm, delicioso. Soy irresistible para algunos chicos malos. —Le dije que debería advertirle a su hermano, no lo contrario. Mia levanta una mano sin perder el ritmo. —Palabra, hermana. Nosotras chocamos los cinco. —Así que, supongo que consigues hacer una segunda noche con tu hombre Inglés, ¿eh? —pregunta. Mi corazón da saltos un par de veces. Pero luego me doy cuenta de que no sabe como es mi acuerdo con él y me encojo de hombros procurando parecer relajada. Si ella atrapa la esencia de algo, todo estará arruinado. —No, es sólo un poco de baile, eso es todo. No es gran cosa. Se detiene de sus cuidados y me mira fijamente. —Por favor. Eras un desastre con este tipo hace tan solo unas horas. No creas que no sé lo que está pasando aquí. Y ¿puedes creer que él esté aquí? Quiero decir, ¿qué tan mala suerte es eso? Corazón da un salto. Una vez más. —No hay nada que hacer aquí, ¿de acuerdo? Soy una chica grande. Puedo manejarlo.

Me toma por los brazos y me mira a los ojos. —Sé que puedes. Si tú decides que no deseas a este tipo, estará enojado. Noticias de ayer. Entonces no tomes las decisiones que lo puedan mantener en tu vida, porque entonces esto será una cuidad de angustia. Tiro mis manos de su agarre. —¿Qué se supone que significa eso? Se encoge de hombros mientras deja caer el brillo de labios en su bolso. —Sólo eso... él es el tipo de persona que no quiere nada a largo plazo, ¿no? Quiero decir, respondió tu anuncio. Mi corazón cae en picada a mis pies. Tiene toda la razón. —Sí, eso es verdad. Y está bien. Completamente bien. —Sonrío duramente para que vea que lo digo en serio—. Esto es sólo una aventura muy corta, muy divertida, y eso es todo. Conseguí lo que quería de este trato y esta noche en el club es solo un bono. No le diré nada a ella sobre cualquier acción detrás-del-club. Todo lo que conseguiré es advertencias, y no necesito saber nada más de esas de parte de ella desde que las estoy reproduciendo como un disco rayado una y otra vez en mi cabeza. —Y después de ello seguirás con tu vida, ¿verdad? Asiento. —Sí. Absolutamente. —Y no vas a deprimirte, llorar o ahogar tus penas en el jugo de naranja, ¿cierto? —Nop. Estaré al trabajo, haré mis cosas, programaré citas y tendré un buen rato. Así como tú. Mia se detiene mientras camina hacia la puerta. —No estoy segura de como eso vaya a hacerte feliz. Suspiro pesadamente. —¿Estás tratando de desanimarme? porque estás haciendo un buen trabajo. Niega con la cabeza y me da una palmadita en el hombro. — Ignórame. Sólo estoy siendo una cabeza de chorlito. —Gracias por admitir eso. —Abro la puerta—. Vamos. Tenemos un postre que terminar. —Y algún baile sucio por delante de nosotras. —Sonríe como una tonta loca ahora. —No me avergüences en el club, eso es todo lo que te pido. —¿Quién, yo? —Abre las cortinas de terciopelo—. Yo nunca haría eso. —Famosas últimas palabras —digo, tomando asiento junto a William.

52

53 Traducido por Carol Stratford & Alysse Volkov Corregido por Carol Stratford

L

a música en la discoteca es tan potente. Puedo sentirlo en mis huesos. Estoy encantado por encontrar que el club está también ridículamente atestado. Jennifer no tiene oportunidad sino de presionar su cuerpo contra el mío en la pista de baile como resultado. —¿Lista para tirar unos pasos? —le grita Edward a Mia. Él esta de una manera tan feliz y totalmente tan ruidoso. Desearía que se apurara y no esté borracho con el whisky escoses que esta bebiendo así puedo parar de preocuparme por la pobre chica. —¿Tirar unos pasos? —le grita de vuelta—. ¿Siquiera quiero saber qué es lo que significa? La agarra por la cintura y tira de ella hacia la pista de baile. —Baile, bebé, significa bailar. ¡Ven a bailar conmigo! Ella deja escapar un grito mientras que desaparecen entre la multitud. —Se están divirtiendo —dice Jennifer. —Le advertiste, ¿cierto? —Mis días de mirar por mi hermano mientras educa a Cain nunca terminarán. Las manos de Jennifer se deslizan hasta mi pecho mientras sus caderas comienzan a moverse con el ritmo. —Sí, lo hice. Te prometí que lo haría, ¿no? —Levanta la mirada hacia mí con esos ojos inocentes suyos y bate sus pestañas. Quiero ver su cara girar hacia los lados mientras cierra sus ojos, perdida en la pasión entre nosotros. Quiero ver que se deje ir mientras estoy empujando dentro de ella. No puedo dejar de pensar en todas las maneras que me hizo quererla y me hizo reír también. Probablemente debería enviar a Malcolm una nota de agradecimiento por haberme invitado a esa estúpida fiesta. Sin él, ¿dónde estaría hoy? En

mi oficina con las P&Ls. Una noche terriblemente aburrido comparado con éste, de hecho. Pongo mis manos sobre sus caderas y las deslizo por detrás de su trasero. Es tan bonita como lo recordaba, suave en partes y firme en otros, más que un solo puño. Quiero enterrarme en ella en estos momentos. ¿Cuánto tiempo debe un hombre pretender disfrutar de un club antes de que pueda recibir algo, de todos modos? Me resisto a la urgencia de comprobar mi reloj. —Sí, me prometiste advertirle —digo, de regreso al presente. Tomo una respiración profunda y luego suelto, intentando controlar mi lívido fuera de control. A este paso estaré dejando el suelo con una mancha en mis pantalones, y nunca haría eso. —¿Te estás divirtiendo? —me pregunta, presionando sus pechos contra mi pecho. No puedo dejar de mirar hacia abajo a su escote, imaginando exactamente cómo se sentiría empujar mi polla entre ellos. Oh, sería tan apretado, al igual que lo fue entre sus piernas... —Sí, amor, lo estoy. — Murmuro. ¿Estoy borracho? Me siento igual como si lo estuviera. Sus movimientos se detienen por un momento y luego comienzan nuevamente. —Estás mirando mis pechos otra vez, William. Parpadeo fuertemente y miro a sus ojos. —Oh. Efectivamente. Cuan asqueroso de mi parte. Mis disculpas. —Se ríe. Me encanta la forma en cómo se ilumina su rostro, incluso en este oscuro lugar. —Eres malo. No te perdonaré, sin embargo. —¿Por qué no? —Porque, eso significaría que no me gustas cuando eres malo. Si esto no es una invitación abierta, no sé lo que es. Y no necesito esto para ser grabado cuando un simple coqueteo lo hace. Deslizando mis manos por su espalda, me aseguro de llevar mis pulgares alrededor de la parte delante de su caja torácica para poder frotar sobre sus hermosos pechos. —¿Te gusta esto cuando hago cosas que no debería? —pregunto. Se presiona contra mí, moviendo sus caderas de lado a lado. —Me gusta cuando haces cosas que deberías. Como lo que estás haciendo ahora. —Se voltea lentamente al ritmo de la música para estar de espaldas a mí, nuestros cuerpos nunca pierden el contacto mientras se voltea. Su culo está presionado contra mi polla y se balancea en mi contra de manera circular, pulsante ritmo que coincide con la música y los latidos

54

de mi pulso. Cruza por mi mente que sería una cosa muy simple desabrochar mis pantalones, levantar su falda, y sumergirme profundamente en su mojado resbaladizo coño. Estoy en muy serios problemas. Sus brazos se elevan y llegan a la parte posterior de mi cuello en lo que arquea su espalda ligeramente. Sus pechos empujan hacia arriba y sobre su parte superior, rogando ser tocados, lamidos, y otros tipos de cosas. Si estamos totalmente rodeados por extraños pero, ¿eso me detiene? no, absolutamente no. levanto la mano y acuno sus pechos lentamente y pellizco sus pezones. Ella se voltea y me agarra por la parte delantera de mi camisa. – ¡Oye! —Su cara está sonrojada y fije fruncir el ceño. Mis manos se detienen en su cintura e intento parecer molesto. —¿Es demasiado? —Me inclino y beso su cuello—. Lo siento. Me dejo llevar contigo a veces. No es mi culpa. Se presiona en contra de mí, y se siente como si su cuerpo se mezclara con el mío. —Creo que necesito un trago —dice en mi oído. Quizás eso es un código para otra cosa, pero la preocupación por su bienestar me tiene tomando el significado literal. —Sígueme —le digo, dejando la pista de baile y al bar más cercano. Puedo ver las luces púrpuras que marcan su ubicación, pero hay varios lugares oscuros y una multitud de cuerpos retorciéndose para atravesar antes de llegar a nuestro destino. —¡Por aquí! —Grita, alejándome del camino que había creado en mi mente. Asumiendo que conoce este lugar mejor que yo, la sigo. Nuestros dedos se entrelazan, los suyos más pequeños que los míos. Admiro el vaivén de sus caderas mientras me lleva delante de ella través de la multitud. Su figura de reloj de arena es el sueño de todo hombre. Ciertamente es el mío. No puedo esperar a verla en toda su gloria desnuda nuevamente, y oro para que nuestro plan tenga sus frutos esta noche. Si Edward jode esto para mí habrá una pelea en marcha. Nos adentramos en un oscuro pasillo que está decididamente vacío comparado con la habitación llena justo al otro lado de la pared. Veo área viniendo desde nuestra derecha, y no puedo dejar de tomar ventaja de ello. Espero que no esté demasiado sedienta para ser molestada con un desvió menor. Agarrando a Jennifer por alrededor de su cintura, la conduzco a la pequeña alcoba conmigo. —¿Qué demon...?

55

—Necesito tocarte —le digo. Simple sinceridad. Ese es mi gran plan. Por suerte para mí, el deseo en sus ojos es inconfundible. Ella pone sus brazos alrededor de mi cuello y me jala hacia abajo, sus labios listos para mí y su lengua sale a saludar a la mía. Es como si nunca nos hubiéramos separado, como si el último fin de semana es este fin de semana y que de alguna manera se saltó en el tiempo para estar aquí en este club y no en nuestra habitación de hotel. La idea de volver a casa se escabulle por mi mente cuando encontramos nuestro ritmo y profundizamos el beso. Mi pulso crece más rápido a cada segundo y mi polla se vuelve dura como el acero. Se presiona contra mí y gimo. —Ten cuidado, cielo, o me olvidaré de cómo ser un caballero. —La beso y succiono su cuello, dejando una marca. Dejo de besarla fuertemente al sentir que su cuerpo responde. —Olvídalo —dice en un susurro contra mis labios—. Olvídate de todo eso. Doy un paso hacia adelante, forzándola hacia la pared. Su movimiento hacia atrás se detiene cuando se estrella con la superficie rígida. Mi duro cuerpo la presiona en su más suave, y se deleitan con la forma en que mi varilla se hunde en su hendidura suave. Es como si nos construimos uno por el otro, la mano en el guante. —Fóllame aquí —dice, con la voz más fuerte que antes. Sus manos están apoderando de mí en la desesperación, tirando de mi camisa fuera del pantalón, sus uñas urgentes a través de la tela para marcar ligeramente mi piel. —¿Aquí? —Le pregunto, asegurándome haber entendido correctamente. Mi corazón late con fuerza como un taladro. No necesito más que una mera sugerencia de olvidar por completo mis modales y el hecho de que estoy en un lugar público—. Mierda. Aquí mismo, ¿en el club? —Sí. Aquí. Ahora. —Su pierna se acerca para montarme las caderas. Eso es todo. El Fin. Está todo acabado. Así como sospeché antes, no se necesita mucho para deshacerme de mis pantalones y levantar su falda. El problema de menor importancia son sus bragas que están en el camino y se resuelve cuando las arranco de su cuerpo. —Oh, Dios mío —susurra con voz ronca cuando el material cae. —Así es, Jennifer —digo, mis palabras salen como un gruñido—. Ora.

56

Ella es tan húmeda, que no hay necesidad de ningún esfuerzo. Mi polla se desliza hasta el fondo y rujo como un león patéticamente hambriento de sexo mientras que las sensaciones me abruman.

57

58 Traducido por Carol Stratford Corregido por Carol Stratford

H

e perdido totalmente la cabeza. Estoy teniendo relaciones sexuales con un desconocido cerca en la trastienda de un club nocturno. La gente podría venir caminando en cualquier momento, y lo estoy haciendo. No. Cuidado. Nunca he estado tan excitada en toda mi vida. Aferrarme a su camisa es lo único me evita caerme al suelo. Puedo oler su colonia, su champú, su piel. Es embriagador. Con cada envestida que me da, me lo encuentro con uno de las mías. Su polla está hinchada y pesada. Estoy siendo violada en la mejor manera. No puedo tener suficiente. Nunca será suficiente. Termínalo otra vez, me acomodo para la caída. Pero sólo sigo adelante y caigo y me preocupo por las consecuencias después. —Más duro. —le ruego. Y hace exactamente lo que quiero. Él me clava a la pared, gruñendo todo el tiempo. Probablemente tendré moretones en la espalda, pero los llevaré con orgullo. Duele taaaan bien, bebé. —¿Eso es lo que quieres? —me pregunta mientras me enviste una y otra vez. —Sí... eso es... exactamente... lo que... yo... quiero... —apenas puedo respirar. Estoy tan cerca. Cuando me habla y suena tan enojado sólo me hace estar más húmeda, más cálida y más cerca del final. Es una tortura saber que debe terminar y lo quiero, pero que yo tampoco lo hago. Me gustaría que este sentimiento pudiera continuar para siempre, con la promesa de un placer extremo a la vuelta de la esquina, listo para consumirme y hacerme olvidar todo menos esto.

—Estás tan caliente... eres tan jodidamente caliente —dice contra mi cuello—: Estoy por venirme. Joder, me estoy viniendo y no tengo un condón puesto. —Sácalo. —Le digo sin mucho volumen. No me gusta que él tenga que hacer eso, pero la realidad es lo que es. No estoy lista para ser madre soltera. La acaricio junto a él y lo veo correrse en su mano. Tal vez debería ser asqueroso, y sin embargo no lo es. Es caliente. Hice que eso sucediera con sólo unas pocas palabras y mi cuerpo. Me hace sentir increíblemente sexy y poderosa que pueda tener a un hombre así de rodillas. William no es del tipo que pueda tener sexo en un pasillo de discoteca, estoy segura de ello. Estoy hormigueando con pasión sin utilizar y el conocimiento de lo que solo hicimos esto en el club, mientras que cientos de personas están bailando a menos de veinte metros de distancia. Probablemente nunca lo volveré a hacer, pero me alegro de haberlo hecho esta vez. Ahora sólo tengo que pensar en lo que nos dice la facilidad a través del momento incómodo que siento venir. —Tu turno —dice, limpiándose por encima de su mano con un pañuelo que sacó del bolsillo. —¿Qué? —Levanto mi mirada hacia su expresión oscura. Él me da la mirada más perversa que jamás haya visto en un hombre, y luego se pone de rodillas.

59

60 Traducido por Carol Stratford Corregido por Carol Stratford

N

adie que me haya conocido o incluso conoció creería esta historia si ellos la oyeran. No creo en mi mismo, como en realidad esté sucediendo. Llámame loco, llámame enamorado con pasión, pero no me llames estúpido. Enterrar mi cara en su coño en medio de ese club fue la mejor decisión que he tomado en toda la noche. Ella chilla en lo que suena como una combinación de sorpresa, miedo y alegría cuando levanto su falda y pongo mi boca sobre ella. —¡William! ¿Qué estás haciendo? En lugar de responder con palabras, dejo que mi lengua haga el trabajo de responder. Suavemente separo sus pliegues con mis pulgares para darme un mejor acceso. Está hinchada por la necesidad y gotea con salada dulzura. Su protuberancia se destaca lista para mis atenciones. Lamo, beso y lo chupo, haciendo todo lo posible para acelerar su satisfacción. Vamos a ser atrapados si no nos podemos a trabajar de inmediato. Voy a asegurarme de adorar sus partes femeninas para otro momento, espero que sea más tarde esta noche. —Oh mi Dios... William... ¡¡está pasando!! —agarra dos puños llenos de mi cabello y aprieta, guiándome directo al punto donde más me necesita. Sus caderas se sacuden con su emoción, moliendo su montículo en mi cara. No puedo tener suficiente. Nunca he estado con una mujer tan apasionada, lujuriosa. Centro toda mi atención en su protuberancia mientras muevo primero uno y luego dos dedos en su entrada. Su humedad hace que sea muy fácil de deslizarse dentro y fuera con el ritmo lento que sé que la vuelve loca. Mi mano libre sostiene su falda fuera del camino, lista para

caer de nuevo en el caso de que tengamos visitantes. Ruego que no los tengamos antes de que haya terminado. En cuestión de segundos, una pulsación de sus paredes se apodera de mis dedos, y un calor líquido se desliza fuera y en mi mano. Sigo lamiendo y chupando, moviendo mis dedos dentro y fuera. Ella se sacude y tiembla contra la pared mientras su agarre en mi cabello disminuye y supera su orgasmo. Sus piernas tiemblan y su respiración viene en jadeos. Le envío otra breve oración, esta vez para el Dios de la mierda, que nadie venga a estropear nuestra diversión. —Oh Dios mío... ¡Oh Dios mío!... ¡Oh, Dios mío!... —Ella está casi llorando y lo tomo como una buena señal. Le acaricio suavemente con la lengua un par de veces más por si acaso, deleitándome en el poder que tengo sobre su cuerpo. No puede quedarse quieta o dejar de gemir mientras lamo a lo largo de todas las evidencias de su orgasmo. Cuando sus temblores se convierten en convulsiones de placer mezclado con dolor, me alejo, dejando caer su vestido a donde pertenece, y volviendo a levantarme. Su esencia está en todas partes, y sé que voy a extrañar esto cuando se haya ido. El sudor ha causado que su cabello se pegue a la cara en algunos lugares. Cuando me limpio la boca y las manos húmedas en mi pañuelo, me detengo a usar el otro para mover su cabello de la mejilla. —¿Feliz? — pregunto. Es una interrogante realmente tonta, pero me siento como si debería decir algo que va a terminar nuestro momento con una nota positiva. —Bastante —dice, adormilada. Una carcajada, risa borracha viene por el pasillo en dirección a nosotros y tiene el efecto de despertar a Jennifer casi instantáneamente. Ella empuja y tira de su vestido en su lugar y luego hace un par de movimientos en su cabello y cara. —¡Ups! ¡Lo siento! —dice una mujer ebria en tacones muy altos. Ella se tambalea por delante de nosotros en el brazo de un hombre semiconsciente un pie más pequeño que ella—. Creo que los pillamos follando. Bajo la mirada hacia Jennifer y observo su desorden post orgásmico. —Está en lo correcto sabes. Solo nos atrapo follando. Jennifer sonríe, aunque sé que preferiría estar indignada. —Eres tan malo. Levanto una ceja. —Yo más bien pensé que me encontraste bueno.

61

Mueve su mano hasta que descansa contra la parte delantera de mis pantalones. Unos cuantos golpes y ella tiene a John Thomas listo considerando otra vez. —Te encuentro bastante bueno. Demasiado asombroso, en realidad. —Este no es el resto de nuestra cita, te lo haré saber. —Me preocupa que juegue a la Cenicienta nuevamente y desaparezca con un solo zapato. Aún no estoy listo para ello. Lo estaré más tarde. —Lo sé. Sólo tenía que conseguir una bebida, ya sabes. No tienes que ser todo Cavernícola conmigo. Me inclino hacia abajo y le doy un casto beso. —No soy Cavernícola. Solo soy un caballero Inglés disfrutando de un momento apasionado con una chica-americana amante de la diversión. —Me da lo que parece ser una sonrisa triste—. Venga. Vamos a tomar una copa.

62

63 Traducido por lolabayona Corregido por Carol Stratford

N

o sé por qué, pero cada vez que William dice algo a colación el hecho de que este es un momento temporal, estalla mi feliz burbuja. Solo estoy recuperándome del sexo caliente contra la pared y me recuerda nuevamente como todo habrá terminado en cuestión de horas. En serio necesito conseguir mi bebida. Mis emociones son demasiado crudas y están fuera como para ser seguras. Necesito amortiguar los sentimientos que aumentan y me ahogan. Llegamos a la barra y batallamos con una multitud en el borde de la misma para conseguir la atención del camero. Se pone de pie enfrente de nosotros y levanta un dedo para decirnos que no hablara. Su dedo se va a su odio y el ladea la cabeza, como si escuchara a alguien. Cuando su mano se mueve hacia atrás lejos, veo un audífono allí. Él está sonriendo a nosotros como un pervertido total. Me dan ganas de dejar este lugar y no volver nunca más. Me froto los brazos intentando hacer que la sensación desaparezca y agito mi cabeza ante mi respuesta irracional a una mala sonrisa. Creo que ya estoy en proceso de experimentar mi próxima resaca de William. —¿Puedo obtener algo de beber? —Le grita, inclinándose sobre la barra un poco. El está mirando mis tetas por supuesto. —Sí —miro hacia William—. ¿Qué deseas? —Voy a tomar un Martini-Vodka en las rocas con un twist. El camarero me está esperando. Muerdo mi labio mientras trato de decir si ir por una cerveza o algo más propio de una dama. —¿Que tal un destornillador contra la pared? —dice el camarero. Con una cara seria. Solo así. El me ofrece hacer una bebida mezclada que describe exactamente lo que acabo de hacer a la vuelta

de la esquina de su estación de trabajo. De acuerdo, no fue lento, pero fue un destornillador contra mi pared. Dios mío. —Uhhh… ¿Qué? —Si eso es, hacerme la tonta, intento y trato de usar esto el tiempo necesario para averiguar si es solo una coincidencia. —Pensé que parecías del tipo que te podría gustar —se encoge de hombros y sonríe de nuevo. O tal vez es más una mueca que una sonrisa. Me crispa los nervios. —Y sabes, si yo no lo supiera mejor, pensaría tienes cierta información que quiere compartir —le dice William, me mueve a un lado un poco y se pone al frente del camarero. —Compartir? ¿Yo? Nah, pero si usted es el tipo de compartir, bueno, seguramente. —Se encoje de hombros—. Yo tal vez tomaría eso —me mira de nuevo o debería decir, mira a mi pecho. Sucede tan rápido que nunca vi venir la mano de William a través del bar agarrando la camisa del camarero. Él le da un tirón duro y jala hacia nosotros haciendo que el chico bote el vaso que estaba sosteniendo como si fuera la estrella del bar. —¿Qué cara...? —El camarero está en shock, y tan sorprendido como yo. —Dame la maldita cosa —gruñe William, tirando el auricular de la oreja del chico. —¡Oye, idiota! ¡Qué demonios! —el camarero lucha contra el agarre de William con poco éxito. Retrocedo para evitar ser golpeada. William está furioso. Mi encantador, y sexy inglés se ha convertido en un toro furioso. Saca el camarero completamente sobre la barra y lo tira al suelo a sus pies. —¿Dónde están las cámaras? —Le grita en la cara del tipo, manteniéndolo presionado con dos puños ahora sobre su camisa. —Vete a la mierda hombre, este es un club privado, ¡no tienes ningún derecho aquí! Un gorila aparece y agarra a William por el hombro, tirando de él hacia arriba y lejos del camarero por debajo de él. —Tiene que salir señor. No intente nada estúpido... El camarero cae a sus pies y trata de enderezar su camisa. William se zafa del agarre del gorila, parado de pie con la espalda recta y arreglando su cabello. —Quiero hablar con el gerente, creo que él sabrá que pasa.

64

El gorila pone los ojos en blanco, suspirando como si estuviese cansado. —Ella está arriba —señala a un espacio oscuro en el extremo de un conjunto de escaleras—. Tendré que acompañarlo —se pone la mano en la oreja y habla—: Voy con este tipo —Señala a William, asiente con la cabeza una vez, y luego hace gestos a través de la habitación—. Vamos, después de ti... Me quedo aturdida y confundida ¿Qué ha pasado aquí? ¿Por qué está tan enojado William con un completo extraño? ¿Y el comentario de la cámara? ¿Alguien tomó una foto de nosotros? Oh Dios míooo, eso sería tan embarazoso. Mía aparece a mi lado. —¿Qué está pasando? ¿Se metieron en una pelea? —William sí, creo. Edward se acerca a su hermano y le pone una mano en el hombro, mirando a él y hablándole en voz baja. Todo el mundo alrededor se queda mirándolos, y al paso de los segundos, empiezan a llenarse los espacios alrededor de nosotros. —Vamos —dice el portero—. No tengo toda la noche —Espera aquí —me dice William. Está distraído, en realidad no me mira. Quiero responder, pero nada se me ocurre saldría bien, así que cierro mi boca. Mía no está sufriendo el mismo dilema. —¿Que mierda hombre, Edward a dónde vas? —Solo enfría tu jet, amor. Volveré en un instante. Ella arruga su rostro. —No me digas que enfrié mi jet, ¿Quién te crees que eres? Haz lo que quieras entonces, a ver si me importa... Y entonces él se ha ido, siguiendo a su hermano a través de la multitud que se abre para dejarlos pasar y subir por las escaleras más allá. Mía se gira y enfoca su rabia en mí. —¿Qué demonios ha pasado aquí? Mi mandíbula cae abierta, muevo mis manos al aire. —¿Cómo es esto mi culpa? Te advertí acerca del él, ¿no? Mía me agarra del brazo y empieza a arrastrarme fuera de la barra. —Venga, nos vamos. Tiro hacia atrás y la detengo. —No, no me quiero ir. —¡Oh, de acuerdo! ¿Así que escoges esa canasta de frutas por encima de mí? —lanza sus manos y dejan que abofeteen sus piernas. —Él no es una canasta de frutas. El es... agradable —Eso sonó tonto incluso para mis propios oídos, pero era mucho mejor que decir que

65

simplemente fuimos abajo y teníamos planes para continuar mas de las cosas sexys después. —Sí, es agradable. Pero el terminó contigo luego de esta noche, ¿recuerdas? y es media noche y estoy mal humor, y no quiero estar aquí cuando ese imbécil de Edward salga... Ignoro la parte más dura de su gran declaración y me concentro en sus sentimientos de dolor en su lugar. —¿Por qué no?, parecía que te gustaba. —¿Él? De ninguna manera. Es un idiota arrogante, que evidentemente se enamoró de sí mismo a una edad muy joven. Solo lo estaban usándolo para alejarme de Malcolm y ayudarte a tener tiempo con tu sexy canasta de frutas. Venga. Lo odio enserio, vámonos. Echo otro vistazo por las escaleras, deseando que William apareciera para salvar el día. Me odio por imaginarlo como un caballero de brillante armadura, no tenía mi corazón roto por otras personas suficientes veces para hacérmelo otra vez —Es una aventura de una noche Jennifer, ríndete, no está interesado en una relación. Quiero decirle que no sabe, que ella no lo sabe, pero sería perder el tiempo. Tiene razón, no es el caramelo cubriéndolo, pero eso no significa que no es la verdad, el respondió a mi anuncio porque es ese tipo de persona. Si, somos sexualmente compatibles y tenemos buenos ratos hablando, pero eso no significa que lo convertiré en un hombre que no es… del tipo que se casa. La realidad es lo que es, y yo no soy alguien que pueda cambiar eso. Nadie puede. —Está bien, ya voy. —Dejarlo por mi misma es lo mejor que ser un una bebe quejona y que llora cada vez que William conduce al atardecer. Hago un esfuerzo para escurrirme a través de la masa de gente que rápidamente vuelve a su lugar tan pronto como la emoción de la pelea de William muere. Niego a mirar por encima al barman porque sé que sonríe con satisfacción, no hago contacto visual con nadie. No hay manera de que pueda ocultar el hecho de que estoy total y complemente decepcionada de cómo mi vida se está marchando, y la idea de ver compasión es sus ojos es demasiado insoportable en un lugar como este. Me pregunto si la tienda de comestibles que tienen el jugo de naranja con pulpa está abierta en estos momentos.

66

67 Traducido por Annie D Corregido por Carol Stratford

T

omo las escaleras de dos a la vez, lívido con ira no sólo ante la grave violación de mi privacidad sino también de mí mismo. Debería haber revisado por cámaras. Si fuera dueño de este lugar, este pasillo oscuro es exactamente donde pondría una. O tres. El portero se mueve a mí alrededor cuando llegamos a la parte superior de las escaleras y presiona la combinación en un teclado de bloqueo. —Después de ti —dice mientras se abre la puerta. Al final de la sala pintada de negro se encuentra una puerta verde. —Ella está en el dentro. Estaré aquí cuando hayas terminado. Entonces tendrás que irte. —Su voz sería un precioso barítono si no estuviera tan enojado. Ahora lo describiría como tener una sonrisa de calidad de la parca. Estoy bastante seguro que la forma lenta y constante en que se mueve no es nada para juzgarlo. No enojaré a este hombre esta noche. He luchado contra Edward y sus enemigos la mayoría de mi vida, pero eso no significa que tenga un deseo de muerte. Sólo un poco de un complejo Galahad, tal vez. Edward se ofende en mi nombre, riendo con ironía. —Mira a este tipo, Will, diciéndonos que nos larguemos después de que hemos terminado aquí. —Gira hacia el portero—. ¡Por supuesto! ¿Como si quisiéramos permanecer en este sitio? Piensa de nuevo, basurero. Piensa de-nuevo. —Empuja el pecho del tipo dos veces para dar énfasis. Abro la puerta antes de que mi hermano nos pueda meter en más problemas de los que ya he conseguido. Me hallo en la entrada de una gran oficina abierta con un escritorio en el lado lejano. Hay una mujer sentada en ese escritorio en una silla de cuero de respaldo alto y no estoy seguro si sentirme enfermo o eufórico por el hecho de que conozco su rostro.

—Bueno, bueno, bueno, ¿mirarías a quienes tenemos aquí? —dice ella. Su sonrisa del gato de Cheshire me dice que me tiene exactamente donde me quiere. Estoy nervioso pero no acobardado, preocupado pero aún no desesperado. —¿Quién es, entonces? —pregunta Edward, abandonando su acoso al portero en favor de obtener los detalles sobre mi vida privada—. ¿Ustedes dos se conocen? —No tan bien como pensaba que lo hacíamos —dice. Su sonrisa se vuelve realmente malvada. Está disfrutando esto demasiado para mi comodidad. Suspiro pesadamente y enfrento a mi hermano. —Edward, esta es Ingrid. Ella trabaja como abogada en mi edificio. —En realidad es mi edificio —dice, todo rastro de humor ido—. Tu hermano trabaja en mi edificio. Y aparentemente también viene a mi club en su tiempo libre. —Tienes tus manos en un montón de ollas, ¿es eso? —Edward le dice, encendiendo el encanto—. Emocionante, ¿no es cierto, Will? Me encanta una mujer con poder. —Se inclina más cerca de mí y murmura en mi oído—: ¿Crees que tiene una mazmorra de tortura por debajo del club? Ella lo ignora en favor de tirarme el rayo láser con sus ojos serpentinos. Tengo miedo de confirmar si sus pupilas son longitudinales en lugar de redondas. —¿Pediste verme? —dice ella, jugando al inocente. Miro al montón de pantallas de los ordenadores a su izquierda. Como sospeché, están proyectando imágenes de las cosas que suceden alrededor del club. Varias de las imágenes muestran pasillos oscuros. —Quiero todas las copias de la cinta que hiciste del incidente en el pasillo. —¿Incidente? —Me levanta una ceja y tiene las pelotas para sonreír al respecto—, ¿Incidente? ¿Qué incidente? ¿Te refieres a la pelea? Eso sucedió en el bar, no en el pasillo. —No, no la pelea. Edwards me da un codazo. —¿De que esta graznando el pájaro? —Deja mi oficina —le dice a Edward, toda su alegría inocente ida. —¿Quién, yo? —Señala a su pecho. Él en realidad suena genuinamente sorprendido. No es a menudo que es expulsado de alguna parte.

68

—Sí, tú. Sal. —Levanta su mano y hace un gesto a la puerta. El portero entra y la mantiene abierta para Edward. —¿Estás bien? —Me pregunta. Suena un poco como el hermano menor que recuerdo de nuestra infancia. Un poco nervioso, un poco desconfiado. Como si me necesitara. Mis instintos protectores se levantan como un maremoto. Asiento, no feliz en lo absoluto acerca de a donde esto se dirige. — Estaré bien. Espera por mí fuera. Una vez que la puerta está cerrada, Ingrid se levanta. Alisa su falda apretada y sube la mirada para ver si estoy viendo. No admiro su belleza angular como probablemente cree que estoy; busco mi salida. Tengo que tomar posesión de cualquier grabación que Ingrid hizo de mi cita con Jennifer, y necesito obtenerla de ella sin amenazas. Especialmente ahora que sé que es la dueña de mi padre. Buen Dios en el cielo, ¿cómo me metí en estas cosas? Normalmente es lo que hace Edward, pero esta vez debo tomar toda la culpa en mí mismo. Bueno, no toda. Pondré casi toda en mí mismo. El resto lo pondré sobre los pechos de Jennifer. Ellos no están libres de culpa en todo esto, seamos honestos. —Entonces aquí estamos —dice, viniendo por el lado de su escritorio. —Quiero la grabación borrada. —¿Cual grabación? —pregunta cuando está parándose en frente de mí. —Sabes cuál grabación. O tal vez no haya una. Tal vez fanfarroneas. Ella levanta su mano y señala un pequeño control remoto por encima del hombro. —Oh, que tonta. ¿Te refieres a esta grabación? Una imagen borrosa de mí mismo en mis rodillas adorando a Lady Jennifer aparece en la pantalla. Ouch, esto no es bueno. Mi padre va a tener una absoluta vaca y una cabra. La reputación de la firma estará hecha desastre. ¿Cómo puede un descerebrado irresponsable como yo ser confiado con una enorme cantidad de responsabilidad y fondos de los inversores? Esto no es bueno. No es bueno en lo absoluto. —Sí, esa grabación. Bórrala. —Aprieto mis dientes para evitar decir lo equivocado. Esta mujer es horrible. Está disfrutando de esto. Me pregunto si su mandíbula se disloca y si debería mantener más espacio entre nosotros, solo por si acaso. —No sé... —Está burlándose de mi—. Me gustan las cosas eróticas. Podría guardarlo para mi colección personal. —Da un paso más cerca—. ¿Qué piensas de eso?

69

Doy un paso hacia atrás. —Creo que sería una decisión muy imprudente de tu parte. Ella se encoge de hombros. —¿Cómo es eso? La manera en que lo veo... no solo tengo unas pocas escenas calientes para ayudarme a desahogar un poco de vapor, pero también me da algún tipo de seguro al mismo tiempo. —Sonríe y suavemente golpea el control remoto contra su mejilla. Ignoro la referencia de masturbación en favor de la otra cuestión; la que está golpeando de miedo en mi corazón. —¿Seguro? ¿Para qué? —Cualquier cosa que quiera. —Apoya la parte superior del control remoto bajo su barbilla—. Un seguro que me da todo lo que quiero. — Apunta a mi pecho con el control remoto, pero no dice nada más. El extremo duro del plástico empuja en mi piel. —No estoy seguro de que entiendo lo que quieres decir —En realidad, estoy bastante seguro que lo hago, pero la idea de pasar otro momento de tiempo con esta víbora es desagradable en extremo. No puedo decirlo en voz alta. —Es muy simple, William. ¿O debería llamarte Will? —William estaría muy bien. O el señor Stratford. Eso podría ser mejor. Mantenerlo en un nivel profesional. —Bien, Will. Es muy simple. Lo que quiero... es a ti. Lo he sospechado por un tiempo, pero este video lo confirmó en mi mente. —Sonríe con picardía—. Me gusta tu estilo. Creo que podríamos llevarnos bien juntos. Ambos somos inteligentes, ambiciosos, centrados, profesionales y apasionados. Tengo varias opciones aquí. No quiero ser demasiado precipitado, así que paso a través de ellas en mi mente lo más rápido posible. Uno: Puedo correr de la habitación gritando. Eso bajaría todo el peso de la locura de esta mujer fuera de mis hombros y los de mi familia. Lo suficientemente bueno para mí, no tan bueno para todos los demás que me importan. Dos: Podría reír, unas grandes carcajadas que revientan el intestino de placer, esperando que ella tomara la indirecta, se volviera terriblemente avergonzada, y convirtiera esto en una gran broma de la que podemos reírnos después. Encuentro la probabilidad de ese escenario terminando en la forma en que estoy soñando ser bastante nula. O, tres: Podría aceptar su oferta y proteger el nombre de la familia y el imperio que mi padre ha trabajado toda su vida para construir simplemente vendiendo mi alma al diablo. Es un pequeño precio a pagar,

70

algunos dirían. He escuchado a mis empleados especulando que yo ni siquiera tengo una para vender. Técnicamente hablando, tiene razón en todo lo que dijo. Ambos somos inteligentes, centrados, y ambiciosos. Voy a tener que tomar su palabra en la parte apasionada porque no tengo ninguna intención de descubrirlo de primera mano, y podría argumentar el aspecto profesional ya que creo que está en medio de chantajearme —algo a lo que creo que Bar frunce el ceño— pero no estoy aquí para ponerla contra mí. Debo hacer lo que pueda para salvar la situación. Y el hecho es, que Jennifer se ha ido una vez más. Ella puede estar todavía físicamente presente en mi vida durante unas horas, pero después de eso no la veré de nuevo. Nunca fue mía, y nunca fue destinada a ser mía. Ha sido clara sobre eso desde el momento en que hablamos por teléfono y se negó a encontrarse conmigo para tomar un café. Suspiro pesadamente y dejo a mis brazos caer a mis costados. — ¿Cuáles serían exactamente tus términos, entonces?

71

Próximo Libro 72

La idea de Jennifer es relajarse en un día de spa con su mejor amiga, pero incluso cuando está con una mascarilla de aguacate y rodajas de pepino, no hay escapatoria al hecho de que no puede conseguir olvidar a cierto tipo y cierta noche (o dos) de su cabeza. Cuando su ex aparece de la nada para lanzar un obstáculo en sus planes, tiene que decidir de una vez por todas lo lejos que está dispuesta a ir para ser la exitosa empresaria que quiere ser. William está dispuesto a hacer casi cualquier cosa para librarse de los albatros alrededor de su cuello, incluso si eso significa tener que aprender mucho más acerca de su asistente de lo que siempre quiso saber. Cuando recibe una llamada telefónica sorpresa con una oferta de una propuesta, apenas puede decir que no... Aunque eso signifique que está invitando complicaciones que ha dedicado toda su vida evitar. Léelo próximamente en...

Sobre el Autor ELLE CASEY 73

Elle Casey es una prolífica escritora estadounidense que vive en el sur de Francia con su esposo, tres hijos, y varios amigos peludos. Ella escribe en varios géneros y publica un promedio de una novela larga por mes. Una nota personal de Elle... Si te ha gustado este libro, por favor toma un momento para dejar un comentario en el sitio donde lo adquiriste, Goodreads, o cualquier blog de libros que participas, y dile a tus amigos! Me encanta interactuar con mis lectores, por lo que si sientes que tienes que hablar con alguien o hablar de libros o tu familia o mascotas, por favor visitarme. Me puedes encontrar en... www.ElleCasey.com www.Facebook.com/ellecaseytheauthor www.Twitter.com/ellecasey

Traducido, Corregido & Diseñado por... 74

¡Visítanos! http://www.paradisebooks.forum.nom.es/

2 Saga Just One Night - Elle Casey.pdf

IST. DIMODIFIKASI: Kamar mandi khusus dipersiapkan oleh pengelola Masjid Istiqlal untuk Raja Salman bin. “ BACA: Pesan Kamar Abdulaziz. ..., hal 7. Page 1. Whoops! There was a problem loading this page. Retrying... Whoops! There was a problem loading this page. Retrying... 2 Saga Just One Night - Elle Casey.pdf.

1MB Sizes 1 Downloads 159 Views

Recommend Documents

2 Saga Just One Night - Elle Casey.pdf
Meeny Alysse Volkov Annie D. Lolabayona Carol Stratford MaryLuna. Dafne. CORRECCIÓN & LECTURA. FINAL. Carol Stratford & Alysse Volkov. DISEÑO.

(Just One Night #1) - Elle Casey.pdf
Page 2 of 77. 2. El siguiente documento fue hecho sin fines de lucro, siendo así su finalidad incentivar la. lectura a esos países en el cual es imposible conseguir sus publicaciones al español. Ninguna traductora, correctora o diseñadora de este

(Just One Night #1) - Elle Casey.pdf
Just One Night, Part 1 (Just One Night #1) - Elle Casey.pdf. Just One Night, Part 1 (Just One Night #1) - Elle Casey.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In.

one night novel
One night at the call centre novel free pdf ebooks 4 bank. ssc. One night the call center chetan bhagat. Whoops! There was a problem loading this page.