FRANCISCO SILES GUERRERO Licenciado en Historia. Universidad de Sevilla EL CONVENTO DE CAÑOS SANTOS: UNA FUNDACIÓN ENTRE LA LEYENDA Y LA HISTORIA (1543) RESUMEN: El convento de Nuestra Señora de Caños Santos estaba situado en Olvera (Cádiz). En su fundación se entremezcla la legendaria aparición de la imagen de Nuestra Señora de Caños Santos y la erección de este cenobio en desierto (eremus). En 1543 se estableció en el eremitorio una comunidad de frailes terceros. PALABRAS CLAVE: TOR, Olvera, Don Juan Téllez Girón EL CONVENTO DE CAÑOS SANTOS (TOR) : A FOUNDATION BETWEEN LEGEND AND HISTORY (1543) ABSTRACT: The convent of Nuestra Señora de Caños Santos was located in Olvera. Its foundation is a mixture of the legendary appearance of the image of Nuestra Señora de Caños Santos and the erection of this monastery in the desert. A community of friars of the Third Order settled there in 1543. KEYWORDS: TOR, Olvera, Don Juan Téllez Girón 1

La leyenda de la aparición de Nuestra Señora de Caños Santos La aparición de la Virgen de Caños Santos, como es común en este tipo de tradiciones, está envuelta en un halo de leyenda. Los primeros testimonios que nos hablan de la aparición de la imagen de Nuestra Señora se remontan al siglo XVII, cuando aún no habían pasado cien años desde la fundación del convento. Así, Juan de Arellano aporta ya en 1628 algunos de los elementos más importantes que conformarán el relato definitivo. De esta manera habla de la aparición de la Virgen y de la erección de una ermita en el mismo lugar: Allí está un convento de religiosos de Nuestra Señora de los Caños Santos. La cual fue aparecida en aquella sierra dentro de un cistero o caño de agua dulce y sabrosa, siendo instrumento para hallar esta imagen un buey que se había entrado a beber, y no pudiendo el buey para salir del cistero de agua, fue necesario su amo le buscase, y hallándole en aquel lugar se vio tanta claridad y resplandor, que avisando al Cabildo de la villa de Olvera, y acudiendo la gente de muchos lugares, fue con gran veneración puesta en una ermita que allí se le fabricó con limosnas que para ello le ofrecieron 2.

Con posterioridad, en un manuscrito conservado entre los papeles varios de la comunidad, redactado ad perpetuam rei memoriam por los mismos frailes terceros en un momento indeterminado del siglo XVII, se hallan las líneas generales de lo que será la definitiva redacción de la leyenda. Se remonta su compilador a la época de la conquista de la Península por los musulmanes, cuando se dice que los cristianos del lugar escondieron 1 Esta comunicación se integra dentro de un proyecto de investigación mucho más amplio que pretende historiar desde múltiples aspectos el convento de franciscanos terceros de Nuestra Señora de Caños Santos. 2 JUAN BAUTISTA DE ARELLANO, Antigüedades y excelencias de la villa de Carmona y compendio de historias, Sevilla, 1628, ff. 277v-278r.

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la imagen de la Virgen, que no se encontró hasta que se apareció a un vaquero tras la Reconquista 3: La antigüedad y origen deste Santuario de Nuestra Señora de los Caños Sanctos y fuente de Nuestra Señora de Caños Santos es tan grande que, según tradizión de los antiguos, tiene principio desde que los moros ocuparon a España, quando los Godos la perdieron. Porque esta Ymagen Santísima fue entonces escondida por los Christianos que moraban en una antiquísima poblazión, cuyas ruynas aquí se muestran y depositada en esta cueva, rompida en peña viva, hecha toda a mano, que entra quarenta o cinquenta passos adentro donde nace la fuente. En la qual, al cavo de tanto tiempo, tuvo por bien la Virgen Santíssima de manifestarse a un vaquero, con gran resplandor que le mostró entre las malezas desta breña en la boca de la cueva, que estaba cerrada con piedra y cal 4. Vemos, pues, que la leyenda se halla dotada ya de sus elementos principales, si bien, con posterioridad la narración se irá completando y adornando con otros datos que conformarán la versión definitiva. Así, narra cómo un vaquero descubrió la imagen escondida gracias a que, según cuenta dicha tradición, la Virgen decidió manifestársele mediante un gran resplandor que permitió a aquél descubrir entre la maleza la boca de la cueva que, sellada completamente, abría paso a una cavidad de de cuarenta a cincuenta pasos de profundidad. Sin embargo, la leyenda se fue reelaborando y su contenido nos detalla más en profundidad los distintos sucesos relatados en la misma. Así, la siguente versión data de mediados del siglo XVIII, aunque nosotros la conocemos gracias a la publicación de una novena dedicada a la Virgen de Caños Santos a principios del XIX 5. La Novena recoge, además del contenido meramente devocional, preciosos datos acerca de la leyenda sobre la aparición de Nuestra Señora de Caños Santos y de la historia del mismo convento. He aquí los datos referentes a la leyenda: De él consta ser tradición y fama muy antigua que en las montañas de Vallehermoso, y pertenecen hoy a la casa de los Excelentísimos duques de Osuna, había una grande población, llamada la Gran Cenosia, y que con la sucesión de los tiempos fue habitada de distintas naciones, entre ellas lo fue de griegos, troyanos y romanos, la que con la diversidad de tiempos y dominios, se fue deteriorando en términos que en tiempo de los godos, sus últimos poseedores, estaba reducida a una pequeña villa. En la dominación de éstos ocurrió la desgraciada pérdida de nuestras Españas e invasión de los árabes, y 3

AHN, CLERO, leg. 1684, s. f. Ibidem. 5 Novena que a María Santísima de Caños Santos, sita en su convento de RR. PP. Terceros Recoletos del Señor San Francisco en el Donadío de Valle-Hermoso consagra la villa de Cañete la real desde el domingo tercero de setiembre, año de 1814, Sevilla, 1855 (Reimp.), pp. IV-IX. 4

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en este tiempo en que tantas sagradas imágenes se ocultaron, para evitar las profanasen los infieles, fue en que los habitantes de Cenosia depositaron en una cueva de dicha montaña a la Santísima Virgen, hoy llamada de Caños Santos. Imitaron en esto aquellos primitivos fieles al Santo Profeta Jeremías, cuando ocultó el Arca Santa con el tabernáculo y el Altar en una cueva del monte Nebot, y cerrando sus puertas la libertó la profanasen los Asios. Es de creer que ésta sería una de las primeras imágenes que se ocultaron, pues, entrando los infieles por esta parte de Tarifa y Gibraltar, fue éste el primer suelo español que profanaron y, por consiguiente, siendo su descubrimiento a los principios del siglo diez y seis, fue una de las que más tiempo estuvo oculta a la veneración de los fieles, y que hace más prodigiosa su conservación, cuyo tiempo corrió desde que principió a correr el siglo octavo, hasta los años de 1512, en que milagrosamente se quiso esta Señora manifestar a los fieles, y fue en esta forma: Por lo apropósito del terreno se aposentaban en aquella breña de Vallehermoso en el referido año muchas manadas de vacas. Entre ellas había una, cuyo pastor, llamado Tello Pascual, hombre de buena vida, temeroso de Dios y devoto de la Santísima Virgen, observó que todos los días se le desaparecía una de las reses de su ganado y, siguiéndola uno de ellos por lo empinado y escabroso de aquella selva, llegó a un parage, donde halló un pequeño prado y en él echada la vaca, en cuyo seguimiento había venido. Registró el terreno con el fin de averiguar el origen de aquella agua y conoció nacía del cimiento de una pared, labrada con industria humana, que no sin admiración advirtió en aquel inculto parage. Acercóse a examinarla y como la antigüedad había en ella abierto algunas rajas, por entre ellas, percibió una maravillosa y estraordinaria luz. Y, echando mano del cuchillo que como ganadero traía en la cinta, hizo una suficiente entrada y vio aquel augusto (sic) y largo recinto convertido en un abreviado cielo y en lo más interior una hermosísima imagen de María Santísima rodeada de divinos resplandores. Atónito se hallaba Pascual en tan peregrino caso y con la turbación que era consiguiente adoró como pudo aquel celestial y prodigioso simulacro. Y, algo recobrado, entró a discurrir en la ulterior resolución que convenía tomar. Y, acordando pasar a la villa de Olvera, en cuyo término se hallaba, lo puso en ejecución y dio cuenta de cuánto acababa de ver y admirar. Aquel Venerable Clero e Ilustre Ayuntamiento, pasmado con tan inesperada nueva, a la referida montaña condugeron y colocaron en su iglesia parroquial a tan prodigiosa y milagrosa Imagen. El monumento antiguo que va citado asegura literalmente ser fama común que por tres veces llevaron a la expresada villa la santa Imagen, y que otras tantas se volvió esta divina Señora a la estancia o cueva de

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su descubrimiento, por lo que aquellos Cabildos conocieron era del agrado de la Santísima Virgen permanecer en aquel parage. Y, labrándole la misma villa en el propio sitio una ermita la colocaron en ella y entregaron al cuidado y celo de unos seglares ermitaños 6… En primer lugar, el narrador se detiene en decirnos que en la antigua ubicación del convento de Nuestra Señora de Caños Santos existía en la antigüedad más remota nada más y nada menos que una ciudad denominada Gran Cenosia, donde dice que habitaron sucesivamente griegos, troyanos y romanos (sic) 7, hasta que en tiempos de la invasión musulmana de la Península, los habitantes del lugar, ya cristianos, escondieron la imagen en una cueva. En esta versión se nos dice ya que la imagen fue descubierta en 1512 por un vaquero llamado Tello Pascual, que la halló gracias al comportamiento de varias de sus reses en un muro labrado del que manaba agua y una intensa y maravillosa luz entre sus grietas. Tras penetrar en el recinto, descubrió extasiado la imagen de Nuestra Señora. Una vez recuperado de la impresión, la llevó a Olvera y sus autoridades la depositaron en la iglesia parroquial de la villa. No obstante, cuenta la tradición que la Virgen la llevaron y volvió por tres veces a la cueva donde fue descubierta, por lo que se dedujo que Nuestra Señora deseaba permanecer en dicho lugar y le labraron una ermita. El autor del libro nos da la autoría del texto, que asegura corresponde a fr. Agustín de la Concepción, lector en el convento de Caños Santos, quien compuso una novena que fue aprobada en 1741 por el provincial fray Francisco Gallego, ex definidor y ministro del convento de Córdoba 8. La última y definitiva versión de la leyenda, la que ha llegado a nosotros, corresponde al libro de homenaje escrito en honor a Nuestra Señora de Caños Santos por el párroco de Cañete, don José Flores Sagrario 9. Si bien hasta el momento no conservábamos nada más que una versión de dicho texto, hemos encontrado en el transcurso de nuestra investigación un ejemplar original de dicho libro en el que hemos podido comprobar que la fuente utilizada hasta ahora está plagada de errores de transcripción debidos al copista 10: 6

Ibidem. Sobre esta cuestión v. FRANCISCO SILES GUERRERO, “Hippa, Ilipa, Ilípula Minor… La historiografía y la Olvera romana”, Revista de Feria de Olvera 1999, s. p. 8 Novena que a María Santísima…, pp. VII-VIII. 9 JOSÉ FLORES SAGRARIO, Homenaje de gratitud que el clero, autoridades y pueblo de Cañete la Real consagran a la preexcelsa patrona de dicho pueblo María Santísima de Caños Santos por haber hecho cesar la epidemia llamada grippe en la noche del 25 de noviembre del año 1918, Sevilla, El Correo de Andalucía, 1919, pp. 7-14. Hemos hallado en el archivo Archivo Diocesano de Málaga (ADM) un texto mecanografiado que comenta el de Flores Sagrario y copia literalmente algunas de sus partes: ADM, leg. 212, núm. 2. 10 Se ha publicado o se ha utilizado esta versión en ANTONIO MESA GIL, Ocurrió en Valle Hermoso “Caños Santos”, Málaga, Parroquia de San Sebastián de Cañete la Real, 1994; y JOSÉ MANUEL DORADO RUEDA, Caños Santos (1512-1996), Ronda, Autor-Ayuntamiento de Alcalá del Valle, 1996; por último en JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA y FRANCISCO SILES GUERRERO, “De todos o ninguno: la sucesión devocional de la Virgen de Caños Santos a la Virgen de los Remedios en la confluencia de las Sierras de Cádiz, Sevilla y Málaga”, en Actas de las III Jornadas de Religiosidad Popular en Almería, 27-30 abril 2001, al cuidado de JOSÉ RUIZ FERNÁNDEZ y VALERIANO SÁNCHEZ RAMOS, Almería, Instituto de Estudios Almerienses-Diputación de Almería, 2004, pp. 70-72. Desde aquí agradecemos a doña 7

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Fama común y tradición antigua es (según graves authores) que, en estas montañas aora desiertas i por nombre Valle Hermoso, ubo una población i populosa ciudad (su nombre la Gran Cenotia) i con razón la Grande, pues tenía tres leguas de cercuito. Abitáronla jentiles cuya era su fundación. Avía en ella grandes príncipes, cavalleros mui ricos i de grande autoridad i, como [en] ésta nuestra Andalucía, fue siempre apetecida por su grande abundancia y fecundidad de todas las naciones, fue con el tiempo passando a diversos géneros de gentes. Los primeros que la poseieron, como se a dicho, fueron los gentiles, de los gentiles pasó a los griegos, de los griegos a los troyanos, déstos a los romanos, y de los romanos a los godos. Con esta diversidad de tiempos i dominios fue minorándose esta población, de forma que en tiempo de los godos era una pequeña villa. Y como reinase el rei don Rodrigo, i los pecados de los hombres se aumentasen, permitió Dios, cuios juicios son in[e]scrutables, que toda España passase al dominio de los árabes, gente infiel, bárbara. Los quales, mediante el ausilio del conde don Julián, padre que fue de La Cava, i lo que más es, la permisión divina, en castigo de los pecados de aquel siglo, passaron de Las Arabias a España, por el sitio del Estrecho de Gibraltar i por Las Algeciras grandísimos exércitos i numerosas copias. Los quales se fueron apoderando de todas las ciudades, villas y lugares, sin que hubiera quien les hiciera resistencia. Y como a sido costumbre antigua i propiedad de los hombres, en todas edades, en sobreviniendo alguna calamidad i por ella aver de dexar (aunq[ue] por fuerza) sus casas i tierras, llevar consigo lo más precioso, unos sus dioses, otros sus riquezas; pues, con recelo y temor de que las santas imágines (sic) viniesen a poder de los infieles, que no les diesen la reverencia y culto devido, y llegase la fama de la crueldad con hombres y templos a esta población, imitando a Hieremias –que tomó el altar que avía hecho Moisés en el desierto, las Tablas de la Ley i el altar de oro de el Sancta Sanctorum i lo llevó al Monte Ruevo de los moavitas i todo lo entró en una cueva cer[r]ándola por defuera i dexando a la divina providencia su manifestación– assí, los aflixidos christianos tomaron la santa Imagen de la Concepción de la Virgen María Nuestra Señora como su maior tesoro, i por ser grande –es la imagen de cerca de dos varas– i no poderle dar mexor acogida, la entraron en una cueva o caño hecho a pico, la qual tiene de alto cerca de tres varas, i de ancho más de vara i media, i de largo más de quarenta varas. En la qual, allá dentro, cassi al fin hicieron, un nicho de dos varas y media de alto, y de ancho vara i media, donde colocaron dicha Santísima Imagen, cerrando la puerta con piedras y mescla, dexando a la Divina voluntad sus descubrimiento y aparición. Pastora Gil Bocanegra las facilidades para consultar y reproducir los ejemplares que posee de la Novena y del Homenaje de Flores Sagrario, libros que ha conservado con mimo y esmero durante toda su vida como prueba de la devoción que siempre ha profesado ella y su familia a Nuestra Señora de Caños Santos.

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En esta forma estubo la Santa Imagen oculta, todo el tiempo que a España la ocuparon los moros. El qual, por aver diversas opiniones de quánto fue, no refiero afirmativamente; lo que es cierto es [que] estuvo más tiempo de cietecientos años. Los quales passados y la Divina Magestad movida de su infinita misericordia, permitió fuese recuperada y buelta a esta tierra a poder de christianos. Y por aver passado el tiempo referido, avía criado diversas malezas de zarzas, espinos i árboles silvestres dicho sitio. A cuya causa todo era una breña, por fama de lo dicho, i sólo capaz de que en ella se apacentasen, como aora lo hacen en los campos de Tarifa, grandes revaños de vacas, entre los cuales se apacentava uno, en este hecho, cullo baquero era Tello Pascual, hombre de buena vida, muy temeroso de Dios, i devoto sumamente de [la] Virgen María Nuestra Señora, y a quien tubo por bien Su Magestad de manifestársele. El caso, como sucedió, fue en esta forma, como es fama común y se traslada de un libro mui antiguo que ai en este Convento: «Dicho sitio es una eminencia rodeada de dicha breña, i en aquel tiempo, assí por la altura como por salir copia de agua de el dicho caño, donde avía estado oculta Nuestra Señora, avía grande abundancia de zarzas, espinos, juncia y carrizos, todo originando assí de poco trato como de la referida fuente. Y entre las bacas que dicho Tello Pascual guardava, avía una que iva, llevada de la soledad del sitio o de la frescura, acostumbrada ocultarse desde un día hasta otro sin saver dónde. Hechándola [de] menos Tello Pascual i notando que lo hacía en aquella parte, tuvo cuydado y, biéndola subir la montaña, fuela siguiendo y desembarazando el camino ya de espinos ya de espesas zarzas que le defendían, llegó donde la vaca estava y donde halló un pradito incultamente aderezado. Comenzó a registrar dicho sitio, ya unas partes ya otras, quando, quiriendo averiguar el nacimiento de agua, reparó salía del cimiento de una pared labrada por humana industria. Esto le causó más curiosidad, conciderando que aquella fábrica, aunque pequeña no fue hecha acaso, llegó últimamente a dicha pared. Y andándola examinando, reparó que por su antigüedad, ya por algunas partes avía el tiempo hecho su oficio y der[r]ibado algunas pequeñas toscas, por cuios espacios, llegándose a mirar lo que avía, dentro vio alguna claridad, la qual le encendió el deseo de satisfacerse. Y para hacerlo, hechando mano al puñal, que como ganadero traía pendiente, fue poco a poco haciendo, lo que eran pequeños resquicios, entrada franca. Fue entrando y en el referido nicho halló, ¡o[h] alto Dios!, una imagen de Nuestra Señora, tan resplandeciente que bien daba a entender quién era su original. Hallola cercada de un resplandor casi como el que goza en el cielo. Falto se hallava de consejo el devoto agreste entre respeto y turbación, sin saverse determinar; mas últimamente resolvió ir a la villa de Olvera, en cuia jurisdicción está este convento, i dando

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quenta a el clero venerable y a todo el cavildo secular, la resolución que por último tomaron fue llevar la Santa Imagen a su villa y yglesia, y colocarla donde les pareció más decente». Fama común es que por tres veces llevaron y otras tantas se volvió la Santa Imagen a su antigua estancia, de cuia acción conocieron o se persuadieron los vecinos con el clero, gustava Su Magestad deste sitio. Y por [la] villa le labraron una pequeña hermita donde la colocaron i estuvo en poder de hermitaños seglares treinta años, más o menos, obrando muchos i portentosos milagros, de los quales se hará mención adelante, con los fieles que a la fama de imagen nuebamente aparecida visitaban su hermita 11. Esta versión es, como hemos dicho, la más completa y fiel al manuscrito que debió de haber en el convento de Caños Santos, pues la de la Novena parece ser únicamente un resumen. Don José Flores Sagrario dice al respecto que la antigüedad de la Virgen de Caños Santos: “Se deduce de la lectura de los párrafos que a continuación literalmente copiamos… De ello podemos formar juicio leyendo los siguientes párrafos que transcribimos con rigurosa exactitud 12”. Es pues, según hemos podido comprobar, la versión más completa y exacta acerca de la leyenda que cuenta la aparición de Nuestra Señora de Caños Santos. Si desglosamos el texto, podemos comprobar cómo el cuerpo principal está extraído de ese manuscrito que se menciona, y su autor confiesa, cuando narra la aparición de la Virgen a Tello Pascual, que “se traslada en un libro mui antiguo que ai en este convento 13”. Esta parte la entrecomillamos nosotros en nuestra transcripción para distinguirla de la otra, de época posterior. Como se puede ver, el núcleo principal de la leyenda, la aparición de la Virgen, es el más antiguo, y posteriormente se le fueron añadiendo elementos que la adornaron, como el apartado en el que se cuenta cómo la Virgen fue ocultada por los cristianos ante la invasión musulmana. Por último, como decíamos en otro lado “la leyenda fundacional del convento de Caños Santos es, desde la perspectiva etnológica, obviamente muy parecida a las de otros santuarios destacados 14”. En la narración confluyen una serie de elementos comunes con otras leyendas de hallazgos de imágenes de la misma época y de momentos posteriores 15, como el 11 JOSÉ FLORES SAGRARIO, Homenaje de gratitud…, pp. 7-10. Hemos adaptado la puntuación del texto y el uso de mayúsculas, como es costumbre en la transcripción de textos antiguos, para facilitar la comprensión del relato al lector moderno, sin alterar en modo alguno su ortografía ni su sentido. Así hemos hecho con todos los documentos que insertamos en el presente artículo. 12 Homenaje de gratitud…, p. 7. 13 Ibidem, p. 9 14 JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA y FRANCISCO SILES GUERRERO, “De todos o ninguno…”, p. 70. 15 Véase a este respecto los estudios de H. M. Velasco, “Leyendas y vinculaciones”, en La légende, Casa de Velázquez y Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1989; Ídem, “Las leyendas de hallazgos y de apariciones de imágenes”, en Álvarez Santaló, C., Buxó, M. J. y Rodríguez Becerra, S. (coords.), La religiosidad popular, Tomo II, Fundación Machado y Anthropos, Barcelona, 1989; Ídem, “La apropiación

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descubrimiento de la Virgen por un pastor a través de un animal domesticado –en nuestro caso una vaca– en un lugar agreste con abundancia de agua 16. Asimismo, hallamos la presencia de otros elementos frecuentes en las apariciones, como la aureola de la Virgen, que subraya lo milagroso de su aparición, el que el pastor recurra a las autoridades del lugar y la insistencia de la Virgen en permanecer en el sitio donde ha sido encontrada. No obstante, aparecen algunos menos frecuentes como los referentes a los rasgos legendarios de la conquista de la Península Ibérica por los musulmanes 17. En definitiva, vemos cómo la leyenda en torno a la aparición de la imagen Virgen de Caños Santos se comenzó a gestar en época muy temprana y se fue completando de los distintos elementos de la versión que ha llegado hasta nosotros. Además, presenta numerosas similitudes con otras leyendas, como hemos detallado más arriba. La ermita y la advocación de Nuestra Señora de Caños Santos Si tomamos como punto de partida la fecha de 1512, en la que los manuscritos del convento sitúan la aparición de la Virgen a Tello Pascual 18, la erección de la primitiva ermita debió efectuarse en ese mismo año. Así, cuenta la leyenda que la Virgen fue llevada por tres veces a la parroquia de la villa de Olvera y otras tantas veces volvió al lugar de los Caños Santos. Por ello, las autoridades civiles y eclesiásticas de Olvera dedujeron que “era del agrado de la Santísima Virgen permanecer en aquel parage” y construyeron allí una ermita en su honor, que pusieron al cuidado de ermitaños seglares. Las fuentes que nos proporcionan las distintas versiones de la leyenda coinciden en señalar que la ermita permaneció en manos de seglares hasta 1542, unos treinta años justos. Así nos lo dice la Novena: “En esta, pues, ermita, como por espacio de treinta años y hasta el de 1542, permaneció la Santísima Virgen 19…”; también don José Flores Sagrario nos comenta que “por [la] villa le labraron una pequeña hermita donde la colocaron y estuvo en poder de hermitaños seglares treinta años, más o menos 20…” La advocación tiene su origen en el lugar de su aparición, los Caños Santos, “una cueva o caño hecho a pico, la qual tiene de alto cerca de tres varas i de ancho más de vara i media, de largo más de quarenta varas 21”; “en la misma cueva donde sale el agua. Está, sin ésta, otra cueva junto a ella que va dando buelta sobre la mano derecha hacia de los símbolos sagrados. Historias y leyendas de imágenes y santuarios (siglos XV-XVIII)”, en Revista de Antropología Social, nº 5, 1996 (cit. por JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA y FRANCISCO SILES GUERRERO, “De todos o ninguno…”, p. 72). 16 JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA y FRANCISCO SILES GUERRERO, “De todos o ninguno…”, p. 72. En este trabajo tratamos en su día todo los aspectos etnológicos que confluyen en esta leyenda y en general la sucesión devocional entre las advocaciones de Nuestra Señora de Caños Santos y la de los Remedios. 17 Ibidem. 18 Novena que a María Santísima…, p. V. 19 Novena que a María Santísima…, p. VIII. 20 Homenaje de gratitud…, p. 10. Contamos asimismo con el testimonio mucho menos fidedigno de JOSÉ AUGUSTO SÁNCHEZ PÉREZ, El culto mariano en España, Madrid, 1943, p. 111, que sitúa la erección de la ermita tras la conquista de Olvera por Alfonso XI, en 1327, cuando la mandó construir el conde de Ureña (sic). 21 Homenaje de gratitud…, p. 8.

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el poniente rompida también a mano en la misma peña, que entra también como otros cinquenta passos, en la que se dice avía otra fuente 22…” Caños Santos, al situarse en los límites de términos entre Olvera y Tomillos y ser un cruce de caminos aparece con posterioridad en los deslindes de términos de dicha Dehesa, como en el que tuvo lugar en 1539, cuando Diego de Bernuy la compró al duque de Alba : “Sobre la pasada del arroyo que viene de la atalaya de Monina a la xunta de los arroios que vienen de los Caños Santos 23…”; “y desde allí partiendo con Balhermoso, tierra del señor conde de Ureña y siguiendo por la cordelera de los Caños Santos 24…”; “e siguiendo la dicha vía del dicho zerro grande a par del arroyo del camino que va a los Caños Sanctos 25…”; El nombre, pues, lo adquiere el lugar a partir de la aparición de la Virgen de Caños Santos a Tello Pascual, tomando el sitio desde ese momento un carácter sagrado que conserva hasta hoy día. Como hemos dicho supra, la ermita de los Caños Santos permaneció al cuidado de los ermitaños unos treinta años más o menos después de su fundación. Es entonces, en 1543, cuando tenemos noticia de que su administración había estado en manos del licenciado Carvajal, abad de la Iglesia Colegial de Osuna, que había usado indebidamente las numerosas limosnas que dejaban los fieles. Así, el conde de Ureña, don Juan Téllez Girón, como patrono de las iglesias y ermitas de su señorío de Olvera, tomó cartas en el asunto y quitó al abad la administración de la ermita, que había sido puesto en el cargo por su padre con el título de beneficiado. A oídos del Conde habían llegado noticias acerca de la mala gestión del susodicho, por lo que “se a recresçido que los pueblos de toda la comarca que solían tener devoçión a la dicha ermyta se an escandalizado y se resfuyan en sus limosnas y en la devoçión que a la dicha ermyta tenían y hazían 26”. Esto es, el santuario amenazaba con caer en el descrédito y desaparecer su fuente de financiación, las limosnas, y por ello el conde interviene mandando nombrar como ermitaño a fray Martín de la Cruz, religioso de la Orden Tercera de Penitencia, del que trataremos en el siguiente epígrafe. Mediante esta maniobra, el conde de Ureña intenta terminar con el problema de la gestión de la ermita nombrando como administrador a un religioso de una orden regular de probado prestigio tanto en su Orden como en el ámbito eclesiástico en general. La fundación del convento de terceros franciscanos en Vallehermoso: El fundador fray Martín de la Cruz Sobre el fundador, Fray Martín de la Cruz, poseemos escasas noticias. En primer lugar, su apelativo aparece de dos maneras, fray Martín de las Cruces y fray Martín de la Cruz. De la primera variante encontramos numerosos testimonios, si bien la única vez que aparece en singular consta en un documento notarial que se refiere al establecimiento del religioso en la ermita de Caños Santos: el documento por el que el conde de Ureña le da posesión de la misma en 1543, que es el que nosotros vamos a seguir por darnos

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AHN, CLERO, leg. 1684, exp. suelto, s. f. AHN, CONSEJOS, leg. 11.516, pieza 39, f. 23v. Ibíd., f. 24v. Ibíd., f. 25r-v. AHN, CLERO, Papeles, leg. 1684, s.f.

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más garantías de ser el verdadero apelativo de fray Martín, no sólo por ser un documento notarial, sino porque es coetáneo a la fundación de Caños Santos. Según refiere la Descripción de la Fundación, Antigüedad, ilustre y grandezas de la Muy Noble ciudad de Antequera 27, fray Martín de la Cruz se asentó en los alrededores de Antequera para llevar a cabo su ideal de vida eremítica, pidiendo licencia al convento de Córdoba, de donde era conventual. Se instaló en unas cuevas situadas en un lugar apartado, agreste y poblado de árboles y de matorral espeso, idoneo para el retiro y la vida contemplativa, donde posteriormente fundó el Colegio de Santa María de Jesús. Allí vivió su vida en desierto, bajando sólo a pedir limosna y asistir a los fieles en los días de fiesta, hasta que en 1519 se enteró de que unos labradores estaban construyendo una ermita en un sitio más apartado, conocido posteriormente como los Remedios Viejos; entonces, pidió permiso para retirarse a aquel lugar, más a propósito para llevar a cabo una vida eremítica. Los labradores donaron la ermita a la Orden, obligándose el religioso, y por ende los franciscanos terceros que habitasen allí en lo sucesivo, a decir misa en ella todos los días. La primera misa la dijo fray Martín el primero de noviembre de 1519 28. Un episodio relacionado con nuestro fundador es la leyenda por la que el religioso recibe la imagen de Nuestra Señora de los Remedios. Un pastor antequerano que se fue a trabajar a Córdoba hurtó una imagen de la Virgen del santuario de Nuestra Señora de Villaviciosa y se la trajo a su ciudad. Trabajando cerca del convento de los Remedios, el pastor tomó amistad con los frailes y le dio la imagen a fray Martín de la Cruz, que la colocó en el altar mayor. No obstante, la imagen la tuvieron que devolver a Córdoba tras reconocerla un vecino de dicha ciudad. Muy contrariado y apenado, fray Martín rogaba incesantemente a Dios que le ofreciera otra imagen de Nuestra Señora, hasta que se le apareció un caballero vestido de blanco sobre un caballo del mismo color que le dijo “había de ser el remedio suyo y de la ciudad de Antequera”; contentos y asombrados por el suceso, colocaron la imagen en el altar mayor e identificaron al misterioso caballero con un ángel o con el mismo Santiago 29. Este suceso nos lo relata en su elenco de venerables de la Tercera Orden Regular el P. Antonio Arbiol: A este gran siervo de Dios, estando en el Heremitorio, una legua distante de Antiquaria, o Antequera, se le apareció un hombre bellíssimo sobre un cavallo blanco, y le dio la sagrada imagen de la Virgen de los Remedios para que le consagrase un convento de la Tercera Orden. Y rogándole le dixesse quién era, le respondió: ‘Soy Jacobo Apóstol, Protector de las Españas’; y dichas estas palabras, desapareció 30. 27 FRANCISCO RAFAEL LUQUE GARCÍA, “Historia, historiografía y leyendas del convento de los Remedios de Antequera (Málaga)”, en El Franciscanismo en Andalucía, Conferencias del III Curso de Verano ‘San Francisco en la cultura y en la historia del Arte andaluz”, al cuidado de MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL, Priego de Córdoba, 1-10 agosto 1997. Córdoba, Cajasur, 1999, p. 155. 28 Ibidem, pp. 155-157. Seguimos en todo dicho autor, que hace un análisis exhaustivo del manuscrito conservado en Antequera, y que son casi las únicas noticias que poseemos de fray Martín. 29 Ibidem, p. 157. Aquí podemos encontrar el relato completo sacado del manuscrito de FRANCISCO DE CABRERA, Descripción de la Fundación, Antigüedad, ilustre y grandezas de la Muy Noble ciudad de Antequera, del año 1679. 30 ANTONIO ARBIOL, OFM, Los Terceros Hijos del Humano Serafín. La Venerable y esclarecida Orden Tercera de Nuestro Seráfico Patriarca San Francisco. Zaragoza, Luis de Cueto, 1740, p. 465, col. 2. Cita que sacó la información de manuscritos de Antequera: “ex ms. Antiquarensibus”.

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No tenemos más noticias de nuestro personaje hasta 1542, cuando interviene en la fundación del monasterio de Nuestra Señora de Caños Santos. El proceso fundacional El P. José Flores Sagrario nos habla profusamente de la fundación del convento de Caños Santos basándose tanto en documentación original como en reelaboraciones posteriores de lo sucedido 31. Según nos cuenta, fray Martín, de paso hacia su convento de Nuestra Señora del Valle de la ciudad de Sevilla, se entrevistó con el conde de Ureña en Morón, villa de su señorío, con quien, entre otras cosas, habló de la ermita de Caños Santos. Le comunicó el Conde cómo el santuario estaba en manos de malos administradores y tenía determinado quitarles la gestión de la misma; el venerable religioso se ofreció para que se dejase la ermita en manos de religiosos de su Orden, previa licencia del padre provincial: Y como éste era el cuidado que más instaba el católico pecho del Conde, le dixo: «Padre fray Martín, qué haré de un hermitaño o más para mi hermita de Caños Santos, porque ha de saver que tengo mui mal informe de los que lo son, i estoy determinado [a] quitársela». El dicho siervo de Dios fray Martín de las Cruces le dixo: «Señor, si Su Señoría gusta que se pruebe de religiosos de mi Orden, lo haré en esto cuanto pueda con mi padre provincial, que se halla en Sevilla, a quien iré a ver y daré noticia de la terminación de Vuestra Señoría 32». Fray Martín fue a pedir licencia del provincial, residente en Sevilla, que la concedió ipso facto y agradeció “el celo con que mirava las cosas del culto divino y aumento de Nuestra Señora”. Asimismo, encomendó a fray Martín la fundación de un convento de religiosos en la ermita de Caños Santos. El conde vio que había un profundo interés por parte del provincial y religiosos franciscanos terceros por erigir un convento de la Orden en los Caños Santos y dio a su vez una provisión por la que mandaba a las autoridades eclesiásticas de Olvera que diesen posesión de la ermita a fray Martín de la Cruz: Biendo pues Su Señoría la determinación del provincial y considerando ser cosa del agrado de Dios y disposición suia según las circunstancias, por averlo desseado mucho i no aver hallado forma para hacerlo y averle ofrecido Su Magestad esta ocasión sin buscarla i hablar al Padre fray Martín de las Cruces, quien dixo era más ángel en carne mortal que hombre humano, pues su conversación era toda del cielo y llena de desengaño, i assí gustoso entró en que se poblase la hermita de Nuestra Señora de Caños Santos de rreligiosos que cuidasen del aseo de la Santa Imagen y alabanzas divinas. A lo qual dio el Señor Conde su provisión i otra carta, uno i otro para el clero de su villa de Olvera i para su contador, Bernardo Luzón, para que él i Camacho,

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Homenaje de gratitud…, pp. 10-13. Ibíd., p. 10.

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que a la sazón era notario apostólico, diesen la posesión de dicha hermita al Padre fray Martín de las Cruces 33. Se trata de un testimonio que, al ser una elaboración muy posterior de la historia, nos presenta la fundación del convento de Caños Santos desde el mismo momento en el que fray Martín de la Cruz toma posesión. Sin embargo, la documentación original nos habla simplemente de que fray Martín tomó posesión de la ermita como ermitaño 34. En la primera escritura, el conde de Ureña informa a su contador mayor, Bernardino de Luzón, acerca del estado de la ermita de Caños Santos y la mala administración del licenciado Carvajal, lo que había provocado la desconfianza de los devotos comarcanos por el destino de las limosnas que depositaban allí para el culto a la Virgen. Por ello, expidió esta provisión y poder a su contador, con fecha de 28 de agosto de 1543, para que en su nombre diese la posesión de la ermita de Caños Santos al susodicho fray Martín de la Cruz y le entregase la casa y todos los efectos que hubiese en ella. Todo ello lo proveía “por virtud del patronazgo que tengo en las yglesias y ermytas de la dicha my villa, a cuyo cargo es proveer los benefiçios y curazgos e admynistraçión de las dichas yglesias y ermytas 35…” Asimismo, manda al vicario y curas de la parroquial de Olvera y al cabildo de la villa que obedeciesen todo lo contenido en dicha provisión. En el primer caso les requiere mediante una provisión especial, explicándoles los motivos por los que da la administración “por hermitaño de la dicha hermita” a fray Martín, al que habían de dar “el tratamiento que a tal persona relijiosa conviene” y entregar el inventario de la ermita 36. Al día siguiente, 29 de agosto de 1543, el P. fray Martín de la Cruz requirió al contador Bernardino de Luzón, que cumpliese todo lo que ordenaba el conde en su provisión. Para ello, se presentaron, acatando las órdenes de don Juan, conde de Ureña, los RR. PP. Hernán González Camacho, Diego Hernández y Alonso García, presidente y curas de la iglesia parroquial de Olvera. En compañía de todos ellos en el mismo día 29 de agosto y le dio posesión de la ermita como sigue: Por tanto, entró en la dicha hermita y echó fuera a los que dentro estaban, e le apoderava della e le dava las llabes della, e un libro e dos canpanillas questaban dentro. En la qual dicha posesión le envestió, en ella lo admitió y asymismo el dicho Fray Martyn de la Cruz dixo que por hazer autos de posesión çerrava las puertas de la dicha yglesia y tomava el dicho libro que estaba allí y las dichas canpanillas e las tañó. E que se le daba por apoderado de la dicha 33

Ibíd., p. 11. Dichos documentos, procedentes del archivo conventual, se conservan en el AHN, CLERO, leg. 1684, s. f. También se incluyen en el archivo ducal de Osuna: AHN, NOBLEZA, Osuna, leg. 94, núm. 1. Archivo del Estado de Osuna (AEOs), Bolsa 6, leg. 3, doc. 4 (cit. por JOSÉ MARÍA MIURA ANDRADES, “Las Órdenes Religiosas y su entorno hasta fines del siglo XVI”, en Osuna entre los tiempos medievales y modernos (siglos XIII-XIV), al cuidado de JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ y MANUEL GARCÍA FERNÁNDEZ (eds.), Sevilla, Ayuntamiento de Osuna-Fundación García Blanco, 1995, p. 342. También se incluye la provisión en: JOSÉ FLORES SAGRARIO, Pbro., Homenaje de gratitud…, p. 12. 35 AHN, CLERO, leg. 1684, s.f. 36 Ibidem. 34

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hermita e de la posesyón della e pedió al dicho señor contador lo mandase defender e anparar en ella, por quanto él, en nonbre de la Orden, la rreçebía e tomaba 37. Tras darle la posesión el contador Luzón, éste requirió a los curas de la villa a que la obedecieran, y también solicitó el acatamiento de todo ello al concejo de la villa, en la persona de los alcaldes ordinarios Rodrigo García de los Vaqueros y Francisco Gallego, y del regidor Juan Hernández de Constanza para que “ayan e tengan por hermitaño de la hermita de los Caños Santos al dicho fray Martín”. Como mandaba el conde en su provisión, se le entregó entonces a nuestro fundador un inventario completo y minucioso de los bienes que había en la ermita, que incluimos en el apéndice documental correspondiente. En líneas generales, podemos decir que la ermita contenía la “imagen de Nuestra Señora de bulto con una corona de cuero dorada con un Niño”, numeroso vestuario y adornos de la Virgen y el Niño, un crucifijo de bulto mediano, un retablo pequeño de madera donde estaba pintado un crucifijo, un lienzo pintado donde se representaba dos escenas de la vida de Jesús, la Santa Cena y el Prendimiento, de unas dimensiones de dos varas de alto aproximadamente (1,67 m), otra pared pintada de colores de dos varas y media cuadradas (2,09 m2), diversos objetos para la liturgia como dos calices de estaño, etc 38. Lo que queda claro a través de esta documentación, pues, es que el P. fr. Martín de las Cruces quedó como administrador de la ermita en calidad de ermitaño y no fundó el convento en ese mismo momento. El papel de don Juan Téllez-Girón, IV Conde de Ureña Hay que destacar asimismo el papel desempeñado por don Juan Téllez Girón, cuarto conde de Ureña, padre del primer duque de Osuna. Don Juan era el tercer hijo del segundo conde de Ureña, don Juan Téllez Girón, y se le destinó a la carrera eclesiástica, por lo que recibió una educación acorde al cometido que había de desempeñar. No obstante, esa labor educativa fracasó y se retiró a vivir de las rentas a una de las posesiones de la familia, la villa de Arahal, donde se rodeó de intelectuales y artistas. Al morir su hermano, don Pedro Téllez Girón, tomó posesión del mayorago de los condes de Ureña tras un intricado proceso de sucesión. Durante los años de gobierno de don Juan Téllez Girón, el flamante cuarto conde de Ureña desplegó una importante labor fundacional en su señorío, quizás influido profundamente por su educación religiosa 39. Concretamente, la cuarta fundación de las dieciséis en las que intervino fue la del convento de Caños Santos. Promovió fundaciones en numerosas órdenes religiosas, como los dominicos, terceros de San Francisco, 37

Ibidem. El inventario se encuentra en Ibidem. 39 Esta labor fundacional en el señorío de Osuna ha sido estudiada por JOSÉ MARÍA MIURA ANDRADES, “Las Órdenes Religiosas…”, pp. 337-362, y la evidencia ya GERÓNIMO GUDIEL, Compendio de algunas historias de España, donde se tratan muchas antigüedades dignas de memoria, y especialmente se da noticia de la antigua familia de los Girones, y de otros muchos linajes, Alcalá, Juan Íñiguez de Lequerica, 1577, f. 117r: “…y en su dehessa de Valhermoso un monesterio que llaman los Caños Santos, que es casa de gran devoción de la orden de los terceros…” Asimismo habla de ello ALONSO LÓPEZ DE HARO, Nobiliario genealógico de los reyes y títulos de España, Madrid, Luis Sánchez, 1622, p. 387. 38

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agustinos, franciscanos recoletos, franciscanos observantes, mínimos y carmelitas, en sus ramas masculina y femenina. En el ámbito de la Tercera Orden Regular de San Francisco intervino en las del convento de Caños Santos y el de Consolación de Osuna 40. Caños Santos: Convento de la Tercera Orden Regular de San Francisco Aunque la documentación referente al proceso fundacional de Caños Santos nos habla de que se entregó la ermita a fray Martín de la Cruz como ermitaño, es indudable que la intención de éste y del conde de Ureña, como patrono de las iglesias y ermitas de su señorío, fue la de que se estableciesen en él los franciscanos terceros permanentemente y erigiesen con el tiempo un convento de su Orden. Así pues, podemos considerar este año (1543) como el de la erección del convento de Caños Santos, porque ésta debió producirse, en nuestra opinión, poco después de que se entregase la ermita a los franciscanos terceros. Suponemos que, como ocurrió en otros muchos casos, el P. fray Martín de las Cruces se estableció allí con unos pocos religiosos de su Orden para vivir en comunidad en la soledad del desierto de Caños Santos desde el mismo instante en que se convirtió en ermitaño del santuario. ANEXO DOCUMENTAL Doc. nº 1 La fundación del convento de Caños Santos en un manuscrito de la comunidad 41 “La antigüedad y origen deste Santuario de Nuestra Señora de los Caños Sanctos y fuente de Nuestra Señora de Caños Santos es tan grande que, según tradizión de los antiguos, tiene principio desde que los moros ocuparon a España, quando los Godos la perdieron. Porque esta Ymagen Santísima fue entonces escondida por los Christianos que moraban en una antiquísima poblazión, cuyas ruynas aquí se muestran y depositada en esta cueva, rompida en peña viva, hecha toda a mano, que entra quarenta o cinquenta passos adentro donde nace la fuente. En la qual, al cavo de tanto tiempo, tuvo por bien la Virgen Santíssima de manifestarse a un vaquero, con gran resplandor que le mostró entre las malezas desta breña en la boca de la cueva, que estaba cerrada con piedra y cal. También estaba juntamente otra ymagen pequeña de Nuestra Señora en una tabla de piedra quadrada, esculpida a medio relieve, que oy está guardada devaxo de llave en la misma cueva donde sale el agua. Está sin ésta otra cueva junto a ella que va dando buelta sobre la mano derecha hacia el poniente, rompida también a mano en la misma peña, que entra también como otros cinquenta passos, en la que se dice avía otra fuente, la qual, según tradizión, se ha secado tanto tiempo ha, que aunque por esta tierra ay personas que pasan de cien años, que es Francisca Martín, vezina de Setenil, y un fulano Gamero el viejo, vezino de Olvera, que vivía en la calle Llana, el qual pasa de cien años, y otros, y ninguno se acuerda averla conocido con agua, sino que han oído a sus abuelos que se secó milagrosamente por el poco respeto que se tuvo de bañar en ella una perra sarnosa, pensando sanaría como su dueño, que haciéndolo assí avía quedado sana, caso notable en otros grandiosos milagros que la Virgen Santísima obra cada día en este su sanctuario y fuente, de donde se infiere con certeza quam antiguas son las maravillas deste santo lugar, pues tan largas edades no le alcanzan principio, más que por la tradizión de los antiguos”.

40 41

JOSÉ MARÍA MIURA ANDRADES, “Las Órdenes Religiosas…”, pp. 337-362. AHN, CLERO, leg. 1684, exp. suelto, s. f.

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Doc. nº 2 La leyenda fundacional según la novena que Cañete la Real hace en homenaje a la Virgen de Caños Santos (1814) 42 “En el referido convento se conserva un manuscrito antiguo de donde se tomará cuanto se diga concerniente a esta santa Imagen. De él consta ser tradición y fama muy antigua que en las montañas de Vallehermoso, y pertenecen hoy a la casa de los Excelentísimos duques de Osuna, había una grande población, llamada la Gran Cenosia, y que con la sucesión de los tiempos fue habitada de distintas naciones, entre ellas lo fue de griegos, troyanos y roma nos, la que con la diversidad de tiempos y dominios, se fue deteriorando en términos que en tiempo de los godos, sus últimos poseedores, estaba reducida a una pequeña villa. En la dominación de éstos ocurrió la desgraciada pérdida de nuestras Españas e invasión de los árabes, y en este tiempo en que tantas sagradas imágenes se ocultaron, para evitar las profanasen los infieles, fue en que los habitantes de Cenosia depositaron en una cueva de dicha montaña a la Santísima Virgen, hoy llamada de Caños Santos. Imitaron en esto aquellos primitivos fieles al Santo Profeta Jeremías, cuando ocultó el Arca Santa con el tabernáculo y el Altar en una cueva del monte Nebot, y cerrando sus puertas la libertó la profanasen los Asios. Es de creer que ésta sería una de las primeras imágenes que se ocultaron, pues, entrando los infieles por esta parte de Tarifa y Gibraltar, fue éste el primer suelo español que profanaron y, por consiguiente, siendo su descubrimiento a los principios del siglo diez y seis, fue una de las que más tiempo estuvo oculta a la veneración de los fieles, y que hace más prodigiosa su conservación, cuyo tiempo corrió desde que principió a correr el siglo octavo, hasta los años de 1512, en que milagrosamente se quiso esta Señora manifestar a los fieles, y fue en esta forma: Por lo apropósito del terreno se aposentaban en aquella breña de Vallehermoso en el referido año muchas manadas de vacas. Entre ellas había una, cuyo pastor, llamado Tello Pascual, hombre de buena vida, temeroso de Dios y devoto de la Santísima Virgen, observó que todos los días se le desaparecía una de las reses de su ganado y, siguiéndola uno de ellos por lo empinado y escabroso de aquella selva, llegó a un parage, donde halló un pequeño prado y en él echada la vaca, en cuyo seguimiento había venido. Registró el terreno con el fin de averiguar el origen de aquella agua y conoció nacía del cimiento de una pared, labrada con industria humana, que no sin admiración advirtió en aquel inculto parage. Acercóse a examinarla y como la antigüedad había en ella abierto algunas rajas, por entre ellas, percibió una maravillosa y estraordinaria luz. Y, echando mano del cuchillo que como ganadero traía en la cinta, hizo una suficiente entrada y vio aquel augusto (sic) y largo recinto convertido en un abreviado cielo y en lo más interior una hermosísima imagen de María Santísima rodeada de divinos resplandores. Atónito se hallaba Pascual en tan peregrino caso y con la turbación que era consiguiente adoró como pudo aquel celestial y prodigioso simulacro. Y, algo recobrado, entró a discurrir en la ulterior resolución que convenía tomar. Y, acordando pasar a la villa de Olvera, en cuyo término se hallaba, lo puso en ejecución y dio cuenta de cuánto acababa de ver y admirar. Aquel Venerable Clero e Ilustre Ayuntamiento, pasmado con tan inesperada nueva, a la referida montaña condugeron y colocaron en su iglesia parroquial a tan prodigiosa y milagrosa Imagen. El monumento antiguo que va citado asegura literalmente ser fama común que por tres veces llevaron a la expresada villa la santa Imagen, y que otras tantas se volvió esta divina Señora a la estancia o cueva de su descubrimiento, por lo que aquellos Cabildos conocieron era del agrado de la Santísima Virgen permanecer en aquel parage. Y, labrándole la misma villa en el propio sitio una ermita la colocaron en ella y entregaron al cuidado y celo de unos seglares ermitaños… Como todo lo asegura el Padre fray Francisco Gallego, lector, 42 Novena que a María Santísima de Caños Santos, sita en su convento de RR. PP. Terceros Recoletos del Señor San Francisco en el Donadío de Valle-Hermoso consagra la villa de Cañete la real desde el domingo tercero de setiembre, año de 1814, Sevilla, 1855 (Reimp.), pp. IV-IX.

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FRANCISCO SILES GUERRERO ex definidor y ministro de su convento de Córdoba en la aprobación que hizo en 1741 a la Novena que compuso fray Agustín de la Concepción, lector en su convento de Caños Santos… Todo esto es literal al citado lector Gallegos (sic) en el mismo lugar. Verdad es ésta tan constante y que hace más de setenta años que se escribió… En esta, pues, ermita, como por espacio de treinta años y hasta el de 1542, permaneció la Santísima Virgen, a quien ya se titulaba de Caños Santos, por el caño o nacimiento de aguas sobre el que existió por tantos siglos y sacrificó con su presencia. Las maravillas que obraba esta santa Imagen eran muchas, y atraídos los fieles de ellas, concurrían en romerías, ofreciendo cuantiosas limosnas. Pero, entendiendo el Señor conde de Ureña, don Juan Téllez de Girón (sic), ascendiente de la Excelentísima Casa de los duques de Osuna, como señor de la villa e iglesias de Olvera y su partido, que la ermita de María Santísima de Caños Santos no estaba con todo aquel cuidado que requería la milagrosa Imagen, a quien visitaban todos los pueblos de la comarca, deseando su mucha religiosidad proporcionarle más decente casa y mayor veneración y culto, se encomendaba a la Santísima Virgen le abriese camino y diese luz para proporcionar personas que le asistiesen y venerasen a medida de su piadoso deseo. Éstas eran sus súplicas cuando el Padre fray Martín de las Cruces, religioso tercero de San Francisco (fundador del convento de Padres Terceros de los Remedios de la ciudad de Antequera y a quien según consta de una pintura que se conserva en la iglesia de dicho convento, se le apareció el Apóstol Santiago trayéndole la Imagen de Nuestra Señora, sacerdote de mucha virtud y que murió con olor de santidad), pasaba éste desde su convento de Antequera al de Sevilla, y en el camino quiso visitar al Señor conde de Ureña en su villa de Morón, donde se hallaba, con cuyo motivo le significó éste su ardiente deseo de hacer crecer el culto de la Santísima Virgen en su ermita de Caños Santos. Y propuesto por el citado Venerable Padre la fundación en ella de un convento de su Orden, convenido el referido Señor Conde, se obtuvieron todas las licencias necesarias, y por su provisión dada en Morón en martes 28 de marzo de 1542, dirigida a los curas de su villa de Olvera, se le dio posesión al Venerable Padre fray Martín de las Cruces de la ermita e imagen de María Santísima de Caños Santos, y quedó desde este año fundado convento, reunido a la provincia de Padres Terceros, floreciendo desde entonces en religiosos eminentes en letras y santidad.”

Doc. nº 3 Leyenda sobre la aparición de la Virgen y noticias de la fundación del convento por el Pbro. José Flores Sagrario (1919) 43 “Parte primera: Donde se trata de las primeras noticias de la Virgen santísima de Caños Santos: Por lo que se deduce de la lectura de los párrafos que a continuación literalmente copiamos, la hermosa efigie de María Santísima de Caños Santos es antiquísima, sin que se pueda precisar con certeza la época de su construcción. De ello podemos formar juicio leyendo los siguientes párrafos que transcribimos con rigurosa exactitud. Dicen así: ‘Fama común y tradición antigua es (según graves authores) que, en estas montañas aora desiertas i por nombre Valle Hermoso, ubo una población i populosa ciudad (su nombre la Gran Cenotia) i con razón la Grande, pues tenía tres leguas de cercuito. Abitáronla jentiles cuya era su fundación. Avía en ella grandes príncipes, cavalleros mui ricos i de grande autoridad i, como [en] ésta nuestra Andalucía, fue siempre apetecida por su grande abundancia y fecundidad de todas las naciones, fue con el tiempo passando a diversos géneros de gentes. Los primeros que la poseieron, como se a dicho, fueron los gentiles, de los gentiles pasó a los griegos, de los griegos a los troyanos, déstos a los romanos, y de los romanos a los godos. Con esta diversidad de

43 JOSÉ FLORES SAGRARIO, Homenaje de gratitud que el clero, autoridades y pueblo de Cañete la Real consagran a la preexcelsa patrona de dicho pueblo María Santísima de Caños Santos por haber hecho cesar la epidemia llamada grippe en la noche del 25 de noviembre del año 1918, Sevilla, El Correo de Andalucía, 1919, pp. 9-14.

EL CONVENTO DE CAÑOS SANTOS: LEYENDA E HISTORIA tiempos i dominios fue minorándose esta población, de forma que en tiempo de los godos era una pequeña villa. Y como reinase el rei don Rodrigo, i los pecados de los hombres se aumentasen, permitió Dios, cuios juicios son in[e]scrutables, que toda España passase al dominio de los árabes, gente infiel, bárbara. Los quales, mediante el ausilio del conde don Julián, padre que fue de La Cava, i lo que más es, la permisión divina, en castigo de los pecados de aquel siglo, passaron de Las Arabias a España, por el sitio del Estrecho de Gibraltar i por Las Algeciras grandísimos exércitos i numerosas copias. Los quales se fueron apoderando de todas las ciudades, villas y lugares, sin que hubiera quien les hiciera resistencia. Y como a sido costumbre antigua i propiedad de los hombres, en todas edades, en sobreviniendo alguna calamidad i por ella aver de dexar (aunq[ue] por fuerza) sus casas i tierras, llevar consigo lo más precioso, unos sus dioses, otros sus riquezas; pues, con recelo y temor de que las santas imágines (sic) viniesen a poder de los infieles, que no les diesen la reverencia y culto devido, y llegase la fama de la crueldad con hombres y templos a esta población, imitando a Hieremias –que tomó el altar que avía hecho Moisés en el desierto, las Tablas de la Ley i el altar de oro de el Sancta Sanctorum i lo llevó al Monte Ruevo de los moavitas i todo lo entró en una cueva cer[r]ándola por defuera i dexando a la divina providencia su manifestación– assí, los aflixidos christianos tomaron la santa Imagen de la Concepción de la Virgen María Nuestra Señora como su maior tesoro, i por ser grande –es la imagen de cerca de dos varas– i no poderle dar mexor acogida, la entraron en una cueva o caño hecho a pico, la qual tiene de alto cerca de tres varas, i de ancho más de vara i media, i de largo más de quarenta varas. En la qual, allá dentro, cassi al fin hicieron, un nicho de dos varas y media de alto, y de ancho vara i media, donde colocaron dicha Santísima Imagen, cerrando la puerta con piedras y mescla, dexando a la Divina voluntad sus descubrimiento y aparición. En esta forma estubo la Santa Imagen oculta, todo el tiempo que a España la ocuparon los moros. El qual, por aver diversas opiniones de quánto fue, no refiero afirmativamente; lo que es cierto es [que] estuvo más tiempo de cietecientos años. Los quales passados y la Divina Magestad movida de su infinita misericordia, permitió fuese recuperada y buelta a esta tierra a poder de christianos. Y por aver passado el tiempo referido, avía criado diversas malezas de zarzas, espinos i árboles silvestres dicho sitio. A cuya causa todo era una breña, por fama de lo dicho, i sólo capaz de que en ella se apacentasen, como aora lo hacen en los campos de Tarifa, grandes revaños de vacas, entre los cuales se apacentava uno, en este hecho, cullo baquero era Tello Pascual, hombre de buena vida, muy temeroso de Dios, i devoto sumamente de [la] Virgen María Nuestra Señora, y a quien tubo por bien Su Magestad de manifestársele. El caso, como sucedió, fue en esta forma, como es fama común y se traslada de un libro mui antiguo que ai en este Convento: «Dicho sitio es una eminencia rodeada de dicha breña, i en aquel tiempo, assí por la altura como por salir copia de agua de el dicho caño, donde avía estado oculta Nuestra Señora, avía grande abundancia de zarzas, espinos, juncia y carrizos, todo originando assí de poco trato como de la referida fuente. Y entre las bacas que dicho Tello Pascual guardava, avía una que iva, llevada de la soledad del sitio o de la frescura, acostumbrada ocultarse desde un día hasta otro sin saver dónde. Hechándola [de] menos Tello Pascual i notando que lo hacía en aquella parte, tuvo cuydado y, biéndola subir la montaña, fuela siguiendo y desembarazando el camino ya de espinos ya de espesas zarzas que le defendían, llegó donde la vaca estava y donde halló un pradito incultamente aderezado. Comenzó a registrar dicho sitio, ya unas partes ya otras, quando, quiriendo averiguar el nacimiento de agua, reparó salía del cimiento de una pared labrada por humana industria. Esto le causó más curiosidad, conciderando que aquella fábrica, aunque pequeña no fue hecha acaso, llegó últimamente a dicha pared. Y andándola examinando, reparó que por su antigüedad, ya por algunas partes avía el tiempo hecho su oficio y der[r]ibado algunas pequeñas toscas, por cuios espacios, llegándose a mirar lo que avía, dentro vio alguna claridad, la qual le encendió el deseo de satisfacerse. Y para hacerlo, hechando mano al puñal, que como ganadero traía pendiente, fue poco a poco haciendo, lo que eran pequeños resquicios, entrada franca. Fue entrando y en el referido nicho halló, ¡o[h] alto Dios!,

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FRANCISCO SILES GUERRERO una imagen de Nuestra Señora, tan resplandeciente que bien daba a entender quién era su original. Hallola cercada de un resplandor casi como el que goza en el cielo. Falto se hallava de consejo el devoto agreste entre respeto y turbación, sin saverse determinar; mas últimamente resolvió ir a la villa de Olvera, en cuia jurisdicción está este convento, i dando quenta a el clero venerable y a todo el cavildo secular, la resolución que por último tomaron fue llevar la Santa Imagen a su villa y yglesia, y colocarla donde les pareció más decente». Fama común es que por tres veces llevaron y otras tantas se volvió la Santa Imagen a su antigua estancia, de cuia acción conocieron o se persuadieron los vecinos con el clero, gustava Su Magestad deste sitio. Y por [la] villa le labraron una pequeña hermita donde la colocaron i estuvo en poder de hermitaños seglares treinta años, más o menos, obrando muchos i portentosos milagros, de los quales se hará mención adelante, con los fieles que a la fama de imagen nuebamente aparecida visitaban su hermita. A cuia causa, las limosnas eran muy copiosas i el concurso mucho. Los hermitaños que en aquel tiempo asistían a la hermita y culto de Nuestra Señora usaban con superfluidad de la limosna i con descuido del aseo y veneración que devían. A cuia causa, la frequencia de los pueblos y devoción de la comarca iba descaeciendo de tal forma que se sustentava con mucha estrechez. Lo qual todo llegó a la noticia del señor conde de Ureña, don Juan Telles Girón. El qual, procurando que la hermita estuviese con la devida descencia i la santa Imagen con la reverencia y culto debido, hacía muchas diligencias, assí con personas de su devoción como pidiendo a Dios diesse a su Santíssima Madre personas que le asistiessen i reverenciasen en su hermita. Sucedió a la sazón que el padre fray Marín de las Cruzes, persona de vida aprovada, costumbres i virtud i que murió con opinión de santidad, fundador que havía sido de la cassa de Nuestra Señora de los Remedios de la ciudad de Antequera, aviendo concluido la dicha fundación en dicha ciudad pasava a Sevilla, donde avía sido conventual. Y iendo a visitar a el Señor Conde en su villa de Morón, entre otras cosas, hablaron de la hermita de Nuestra Señora de Caños Santos. Y como éste era el cuidado que más instaba el católico pecho del Conde, le dixo: «Padre fray Martín, qué haré de un hermitaño o más para mi hermita de Caños Santos, porque ha de saver que tengo mui mal informe de los que lo son, i estoy determinado [a] quitársela». El dicho siervo de Dios fray Martín de las Cruces le dixo: «Señor, si Su Señoría gusta que se pruebe de religiosos de mi Orden, lo haré en esto cuanto pueda con mi padre provincial, que se halla en Sevilla, a quien iré a ver y daré noticia de la terminación de Vuestra Señoría». Partiose dicho Padre a ver a su superior i hízole relación de lo referido, i gustoso dio a Su Paternidad Muy Reverenda su licencia, bendición y carta para el señor conde don Juan en que le agradecía el celo con que mirava las cosas del culto divino y aumento de Nuestra Señora, y enviaba al Padre Prior fray Martín de las Cruces para dar forma a la fundación de rreligiosos terceros. Biendo pues Su Señoría la determinación del provincial y considerando ser cosa del agrado de Dios y disposición suia según las circunstancias, por averlo desseado mucho i no aver hallado forma para hacerlo y averle ofrecido Su Magestad esta ocasión sin buscarla i hablar al Padre fray Martín de las Cruces, quien dixo era más ángel en carne mortal que hombre humano, pues su conversación era toda del cielo y llena de desengaño, i assí gustoso entró en que se poblase la hermita de Nuestra Señora de Caños Santos de rreligiosos que cuidasen del aseo de la Santa Imagen y alabanzas divinas. A lo qual dio el Señor Conde su provisión i otra carta, uno i otro para el clero de su villa de Olvera i para su contador, Bernardo Luzón, para que él i Camacho, que a la sazón era notario apostólico, diesen la posesión de dicha hermita al Padre fray Martín de las Cruces’. La provisión es como se sigue, sacada a la letra:

Provisión Reverendos Padres Hernán Gómez e Camacho y Alonso García i curas de la iglesia parroquial de la Encarnación de mi villa de Olvera. Saved cómo a mi noticia es venido que la hermita de Caños Santos, que es en el término i jurisdicción de essa dicha mi villa, a venido en gran díminución la devoción i crédito que della tenía toda

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la gente y comarca desta Andalucía, a causa de aver estado en ella personas que davan mal ejemplo con la forma i manera que tenían en gastar profanamente los bienes i limosnas a la dicha hermita y cassa de Nuestra Señora pertenecientes. Y io, como patrón que soi de la yglesia i hermitas de dichas mi villa, queriendo remediar lo susodicho, e acordado poner en la dicha hermita una persona rreligiosa o dos o más, para que mire lo que toca al culto divino e a la limpieza e decencia de la dicha hermita como a cassa de oración que es. Por tanto, yo nombro al padre fray Martín de las Cruces por hermitaño de dicha hermita. A el qual tened y aved por vuestro hermitaño e faced el tratamiento que a tal persona rreligiosa conviene; y le entregad por inventario las cosas de la dicha hermita, assí como cálices i vestimentos e libros e lo demás nessesario que la hermita tiene para celebrar e solemnizar el santo oficio de la missa. Lo qual cumplid assí como en esta mi provisión se contiene, que es fecha en mi villa de Morón, a veintiocho días de agosto de mil i quinientos i quarenta i dos años. El Conde. Por mandado del Conde mi Señor, Francisco de Alfaro. Y luego que el Padre fray Martín de las Cruces llegó con dicha provisión a la villa de Olvera i la presentó i hizo notoria a dicho Bernadino Luzón, contador de Su Señoría, Padre Hernán Gómez i a Camacho, notario apostólico, ellos, con todo rendimiento i sin contradicción suia ni de la villa, llevaron consigo al Padre fray Martín de las Cruces a la dicha hermita de Nuestra Señora, que dista de la villa de Olvera como legua i media poco más o menos. Y aviendo hecho todas la ceremonias acostumbradas por derecho para semejantes posesiones, como son entrar dentro, rezar i abrir las puertas, tocar la campanilla i las demás, dieron la posesión de dicha hermita quieta y pacífica a dicho Padre fray Martín de las Cruces. Y assimismo, le entregaron los demás vienes i ornamentos que en dicha ermita avía. Lo qual concluido, dicho Padre fray Martín de las Cruces, dejando religioso de satisfacción en dicha hermita, bolvió a ver a su superior, a dar quenta de lo dicho i que combenía enbiar religiosos que exemplificasen, predicasen i asistiesen a las divinas alabanzas. Su Paternidad Muy Reverenda lo hizó así i unió dicha casa de Nuestra Señora de Caños Santos a la Provincia, haciéndola una de ellas i, poniéndola clausura, se a conservado hasta estos tiempos con singular estimación de todos los pueblos comarcanos. I la devoción de Nuestra Señora, que estaba respiada por la indecencia de los que le asistian, se a recuperado tanto como constará de la descripción de este breve tratado; pues viendo los comarcanos pueblos la devoción, espíritu i fervoroso celo con que los primitivos religiosos cuydavan del aseo de la Santa Imagen, i con el continuo exercicio de la predicación y el cuidado de asistir al confesonario para el consuelo de las almas i de las alabanzas divinas, acudían fervorosos con sus limosnas viendo el buen empleo de su distribución. Labraron convento y casa, aunque pequeña, aiudando Nuestro Señor con su acostumbrada piedad, procurando en todo más la edificación i buen exemplo que la comodidad propia”.

Doc. nº 4 Escrituras sobre la fundación del convento conservadas en el Archivo Histórico Nacional 44 “Año de 1543. Donazión de la ermita de los Caños Santos al Muy Reverendo Padre fray Martín de las Cruzes. (Al Margen) Término de Olvera El Excelentísimo Señor duque de Osuna, por su provisión expedida en la villa de Morón en martes 28 de agosto de 1543, formada de su mano, mandó a Bernardino de Luçón, su contador, y le hizo saber havía llegado a su notisia que la ermita de Nuestra Señora de los Caños Santos, de su villa de Olvera, estava muy maltratada y la casa de devoción muy poco reverençiada, a causa de aver estado en poder del lizenciado Carvajal, avad que fue en la yglesia collegial de su villa de Osuna, usando yndevidamente de los vienes y limosnas della. Por tanto, le mandó que, luego que con 44

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FRANCISCO SILES GUERRERO la dicha provisión fuese requerido por el Reverendo Padre fray Martín de la Cruz, fraile de la Orden de la Tersera Regla del Señor San Francisco, morador de Nuestra Señora del Valle de la dicha Horden en la ciudad de Sevilla, fuese a la dicha hermita por virtud de la dicha provisión juntamente con el Reverendo Padre Hernán Gomes Camacho, clérigo vecino de la dicha villa de Olvera, notario apostólico, entrase en la dicha ermita y diese la posesión al dicho fray Martín y le entregase la dicha casa y llaves della y las otras cossas que avía en la dicha casa; y el dicho Hernán Gomes diese fee de los autos de posesión diziendo cómo el dicho fray Martín quedava en la posesión real, actual vel quasi de la dicha ermita, a cuio cargo era dicho contador. Y por otra provisión, espedida por Su Excelencia en dicha villa de Morón en el dicho día 28 de agosto de dicho año de 1542, firmada de su mano y rrefrendada de Francisco de Alfaro, su secretario, por la qual mandó a los Reverendos Padres Hernán Gomez Camacho y Diego Hernández y Alonso Gaínsa, presidente y cura de la iglesia parroquial de la Encarnasión de la villa de Olvera, y les notisió havía mandado poner en la ermita de Nuestra señora de los Caños Santos una persona relijiosa o dos o más para que mirasen en lo que tocan al culto divino por lo que avía nombrado al Padre fray Martín de la Crus por hermitaño de la dicha ermita, al qual tubiese por su ermitaño y le hiciesen el tratamiento que a tal persona relijiosa convenía y le entregasen por ynbentario las cosas de la dicha ermita, así como cálises, vestuarios e libros e lo demás necesario, lo qual así cunplieron. Y en su cumplimiento les entregaron la dicha ermita y le dieron la posesión de ella con todos los vienes que le pertenesían como todo consta en este número.

Versículo primero: contiene la donación que de la hermita de los Caños Santos hizo a la religión por mano del benerable padre fray Martín de las Cruzes, el Excmo. Sr. conde de Ureña, estando en su villa de Morón, martes 28 de agosto de 1543. Con dicho despacho requirió el Benerable Padre dentro del mismo día al contador maior de Olvera y a sus curas. Y en virtud de él, el día siguiente miércoles día 29, tomó la jurídica poçessión de dicha hermita, haciéndole inventario de sus bienes y de los de la santa Ymagen al Venerable Padre, como más largamente consta y se hallará en esta escriptura. Bernaldino de Luzón, my contador, sabed cómo a my notiçia es venydo que la ermyta de Nuestra Señora de los Caños Sanctos, de my vylla de Olvera está muy maltratada, y la casa de devoçión muy poco reverençiada a causa de aver estado en poder del licenciado Carvajal, abad que fue en la yglesia colegial de my villa de Osuna, que con falsa rrelaçión la pidió, al que my señor my padre, debaxo de nonbre de beneficiado. El qual dicho abad, usando yndevidamente de los bienes y limosnas della, se los llevó y gastó en oprobyo y ofensa de Dios Nuestro Señor, de lo qual se a recresçido que los pueblos de toda la comarca que solían tener devoçión a la dicha ermyta se an escandalizado y se resfusan en sus limosnas y en la devoçión que a la dicha ermyta tenían y hazían. Y porque my intinçión y voluntad y propósito es levantar la devoçión que a la dicha ermyta y casa de Nuestra Señora an tenydo y conservarla para que no se pierda, sacando la dicha casa y ermyta de poder de personas legas, ponyendo en ella un religioso o dos o tres o más, para que la dicha casa se aconpañe y sirva como tenplo y casa de oraçión. Por tanto, y os mando que luego que con esta my provisión fuerdes requerydo por el Reverendo Padre Fray Martín de la Cruz, frayle de la Orden de la Terçera Regla del Señor Sant Francisco, morador de la casa de Nuestra Señora del Valle de la dicha Orden en la çibdad de Sevilla, váys a la dicha ermyta por virtud desta my provysión e comyssión a vos dirygida y, juntamente con el Reverendo Padre Hernán Gómez Camacho, clérygo vezino de la dicha my villa de Olvera, notario apostólico, entréys en la dicha ermyta y déis la possessión al dicho Fray Martín; e le entreguéys la dicha casa e llaves della e las otras cosas que ay en la dicha casa. Y el dicho Fernán Gómez Camacho dé fee de los autos de possessión como notario apostólico, diziendo cómo el dicho fray Martyn de la Cruz queda en la possessión real, actual vel casi de la dicha casa y ermyta. Lo qual mando e proveo por virtud del patronazgo que tengo en las yglesias y ermytas de la dicha my villa, a cuyo cargo es

EL CONVENTO DE CAÑOS SANTOS: LEYENDA E HISTORIA proveer los benefiçios y curazgos e admynistraçión de las dichas yglesias y ermytas. E mando al vicario e curas, como patrón, obedezcan ésta my provysión en lo contenydo en ella. E asimysmo, mando al conçejo, justiçia y regimiento de la my villa guarden, obedezcan e cunplan lo que vos proveyerdes, hordenardes e mandardes en la dicha razón, so pena de çinco myl maravedís para my cámara, e más las penas en que vos los condenardes. Que para todo lo que fuere nesçesaryo vos doy my poder cunplydo, según que de derecho se requiere. Fecha en my villa de Morón, martes a XXVIII días del mes de agosto, año de myl y quinientos y cuarenta y tres años. El Conde. En la villa de Olvera, en veynte y nuebe días del mes de agosto de myll e quinientos e quarenta y tres años, en presençia de mí el escrivano público ques yusoescripto, pareçió el Padre fray Martyn de la Cruz y rrequirió al Señor Bernaldino de Luzón, contador mayor del Conde, mi Señor, con esta provisión de Su Señoría, que la cunpla commo en ella se contiene. Y lo pidió por testimonio y el dicho señor contador dixo que obedeçía la dicha provisión de Su Señoría con el devido acatamiento y está presto de la complir y complirá como Su Señoría es mandado. Testigos: Alonso Gallego y Bartolomé Díaz, vezinos desta billa. Pasó ante mí, Antón Berrugo, scrivano público. Reverendos Padres Hernán Gómez Camacho y Diego Hernández y Alonso Garçía, presidente y curas de la yglesia parrochial de la Encarnaçión de Nuestra Señora de Olvera. Sabed cómo a mi notiçia es venido que la hermita de los Caños Santos, ques en el término y jurisdiçión desa dicha mi villa, a venido en gran disminuçión la devoçión y crédito que della tenía toda la gente y comarca desta Andaluzía, a causa de aver estado en ella personas que davan mal enxenplo con la forma y manera que tenían en gastar profanamente los bienes y limosnas a la dicha hermita y casa de Nuestra Señora perteneçientes. E yo, como patrón que soy de la yglesia y hermitas desa dicha my villa, queriendo remediar lo susodicho, e acordado de poner en la dicha hermita una persona relijiosa o dos o más para que miren lo que tocare al culto divino e a la linpieza e deçençia de la dicha hermita como casa de oraçión ques. Por tanto, yo nonbro al Padre Fray Martín de la Cruz por hermitaño de la dicha hermita, al qual aved y tened por vuestro hermano e fazed el tratamiento que a tal persona relijiosa conviene y le entregad por inventario las cosas de la dicha hermita, así como cáliçes y bastimentos e libros e lo demás neçesario que la hermita tiene para çelebrar y selepnizar el sancto ofiçio de la missa, lo qual cunplid así como en esta mi provisión se contiene, ques fecha en mi villa de Morón en XXVIII días de agosto de mil e quinientos e quarenta y dos años. El Conde. Por mandado del Conde mi señor, Francisco de Alfaro. En la villa de Olvera, miércoles veynte y nueve días del mes de agosto de mil y quinientos y quarenta y tres años, éste dicho día, ante mí el escrivano y testigos yusoescritos, pareçieron los Reverendos Padres Hernán Gómez Camacho y Diego Hernández y Alonso García, presidente y curas de la yglesia parrochial de la Encarnaçión desta dicha villa. Y dixeron que están prestos y aparejados de obedeçer y cunplir lo que Su Señoría en la provisión destotraparte contenida les manda. Y que pedían a mí el ynfraescrito escrivano les diese por testimonio su respuesta, ques la sobredicha. Testigos: Alonso Gallego y Pedro Sánchez Aldama, veçinos desta dicha villa. Et yo Antón Berrugo, escrivano público desta dicha villa de Olvera, a petiçión del Ilustrísimo Señor el Conde de Urueña, mi señor, que les notifiqué la dicha provisión de Su Señoría a los dichos curas de pedimento del dicho Padre fray Martín, en ella contenido, y lo susodicho escreví e fiz así segund que ante mí pasó, en fee de lo qual fiz aquí esta mío signo. Antón Berrugo, escrivano público. En miércoles beynte y nuebe días del mes de agosto de mill e quinientos y quarenta y tres años, en la hermita de Nuestra Señora de los Caños Santos, ques en término de la villa de Olvera, ques del Ylustrísimo Señor el Conde de Urueña, mi señor, pareçió presente el señor Bernaldino de Luzón, contador mayor de Su Señoría por virtud de una comisyón de Su Señoría a él endreçada, e llamó a fray Martyn de la Cruz, frayle profeso que se dixo ser de la Orden de la Terçera Regla del Señor San Francisco, morador e conventual del monasterio de Nuestra Señora del Valle de la çibdad de Sevillla, de la dicha Orden. Y le dixo que bien sabe cómmo son allí venidos e juntados para quel dicho Padre frai Martín de la Cruz rreçiba la posesyón de la hermita que

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FRANCISCO SILES GUERRERO presente está, segund que más largamente en la provisión de Su Señoría a él dirigida se contiene. Por tanto, entró en la dicha hermita y echó fuera a los que dentro estaban, e le apoderava della e le dava las llabes della, e un libro e dos canpanillas questaban dentro. En la qual dicha posesión le envestió, en ella lo admitió y asymismo el dicho Fray Martyn de la Cruz dixo que por hazer autos de posesión çerrava las puertas de la dicha yglesia y tomava el dicho libro que estaba allí y las dichas canpanillas e las tañó. E que se le daba por apoderado de la dicha hermita e de la posesyón della e pedió al dicho señor contador lo mandase defender e anparar en ella, por quanto él, en nonbre de la Orden, la rreçebía e tomaba. Lo qual dixo que pedía a mí el notario apostólico se lo diese por testimonio. Testigos que fueron presentes, Guillén de Casaus, mayordomo de Su Señoría y Diego del Valle, tesorero, y Juan de Villalta, maestresala, e Juan de Layn, criados de Su Señoría. En este dicho día, mes y año susodicho, el dicho frai Martyn de la Cruz requirió a mí el dicho notario que requiriese a los Reberendos Señores Presidente, curas de la yglesia parrochial de la dicha villa de Olvera, que cunplan y guarden esta provisión que por Su Señoría me fue dada. Y yo, el dicho notario, respondo que la haré y notificaré lo dicho por el dicho fray Martyn, requerido y firmado de mi nonbre y signo, que son los sobredichos. E en este dicho día, mes y año susodicho yo, el notario yusoescripto, les requerí de los dichos Reverendos Curas desta villa lo pedido por el dicho Frai Martyn, los quales dixeron que lo obedeçían y están prestos de lo conplir como Su Señoría lo manda. Testigos: Diego Sánchez y Antón Berrugo, escrivano público. E yo, Hernán Gómez Camacho, clérigo cura y vicario en la iglesia desta villa y notario apostólico por la autoridad apostólica, a lo que dicho es presente fuy, y lo escrevy y fize escrevir en la manera susodicha según que ante mí pasó, en fee de lo qual fize aquí este mío signo. En testimonio de verdad: Fernán Gómez Camacho, notario apostólico. Et después de lo susodicho, en la dicha villa de Olbera, en miércoles beynte e nuebe días del mes de agosto del años del Señor de mill y quinientos y quarenta e tres años, el dicho señor contador Bernaldino de Luzón, en presençia de mí el escrivano público e testigos de yuso escritos, dixo que mandaba e mandó a Rodrigo García de los Vaqueros e Francisco Gallego, alcaldes hordinarios desta villa, e Juan Hernández de Constança Alonso, regidor de la dicha villa, questavan presentes, obedezcan y cunplan lo que Su Señoría por la dicha su provisión manda que les fuese leyda e notificada; e que ayan e tengan por hermitaño de la hermita de los Caños Santos al dicho fray Martín; e que leanparen e defiendan e sostengan en la dicha posesyón de la dicha ermita de los Caños Santos, ques término e jurisdiçión desta dicha villa de la dióçesi del obispado de Málaga. E que así se lo mandava e mandó en nonbre de Su Señoría. Testigos que fueron presentes: Diego Ximénez y Pedro Hernández Candil, bezinos desta dicha villa. E luego, los dichos señores alcaldes e regidor tomaron la provisión de Su Señoría Ylustrísima en sus manos e la besaron y pusieron ençima de sus cabeças con el acatamiento debido, y dixeron questán prestos de lo así cunplir sin exçeder en cosa dello ni de lo tocante a ello. Testigos los susodichos. E luego, el dicho señor contador Luzón lo pidió por testimonio e yo di el presente, que fue e pasó en el dicho día, mes e año sobredichos. E yo, Christóval de Castro, escrivano público y del cabildo de la villa de Olbera, por merçed del Ylustrísimo Señor el Conde de Urueña, etc., mi señor, que presente fuy a lo que dicho es, lo escreví y fize aquí este mío signo en tal testimonio de verdad. Christóval de castro, escrivano público y del cabildo”.

Doc. nº 5 Inventario de los enseres que había en la ermita de Caños Santos en 1542 45 “Memoria de las cosas questán en la hermita de Nuestra Señora de los Caños Sanctos, ques en término de la uilla de Oluera

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EL CONVENTO DE CAÑOS SANTOS: LEYENDA E HISTORIA Primeramente una imagen de Nuestra Señora de bulto con una corona de cuero dorada con un niño. Un crucifixo de bulto mediano que tiene un almajar 46 morisco encima. Un rretablo pequeño de madera en questá pintado un crucifixo. Una saia de terciopelo negro de Nuestra Señora. Otra saia de grana uieja ques media. Otra media saia leonada de paño traída. Un saio de damasco amarillo. Otra saia de chamelote 47 negra entera. Un saio de rraso acuchillado con unos rrebetes de terçiopelo negro. Otro saiuelo de damasco amarillo con rrebeta de terçiopelo negro. Un saíto del Niño Jhesús de terçiopelo encarnado guarneçido con una tirita de oro. Otro saíto del Niño Jhesús de damasco negro con una tira de terçiopelo colorado. Una camisa del Niño Jhesús con el cabeçón y puñetes de oro. Una camisita de lienço labrada. Otra de toquilla (…) Una gorrita de rraso carmesí con unas peçesitas de plata dorada. Un çeñidor de seda negra ancho con una guarniçión de unos botones de seda negra. Una camisa de olanda vieja labrada de seda negra y de mangas anchas. Otra camisa de lienço delgado labrada de seda negra con mangas anchas. Una gorg[u]era desilada con un cabeçón labrado de oro y de seda negra. Más otra gorguera que tiene debaxo. Una toca alcaidía guarneçida por delante con un cordón de oro. Otra toca con una cinta negra cosida en ella que se llama alcaidía con un torçal de oro y argentería por delante. Otra toca de la misma suerte con una cinta cosida y una franja de oro. Otra toca con otro torçal de oro de la mesma manera. Una cofia labrada de oro. Otra cofia de caniçú con unas estampas de plata doradas a manera de bellotas con su cruzadillo. Otra cofia de caniçú con estampas de plata dorada hechas a manera de flor de lis con su cruzadillo. Una casulla de rraso negro aforrada en lienço negro. Una casulla de chamelote verde aforrada en lienço verde. Un alba de lienço casero con unos faldones de lienço azul. Otra alva de lienço casero con faldones de lienço colorado. Una casulla de lienço casero con una açanefa de lienço colorado viejo. Una estola y manipulo de lienço colorado viejo aforrada en lienço blanco. Otra estola i manipulo de lienço azul aforrado en lienço blanco. Dos amitos de lienço casero con sus trançaderas, el uno de lienço azul y el otro de lienço colorado. Un frontal de guadamecil dorado i la frontalera colorada. Otro frontal de lienço casero labrado de seda de grana a manera de aretes (¿?). Otro frontal de lienço basto pintado una imagen de Nuestra señora en medio. Una çinta de çernir de algodón domorreata. Una palia de lienço casero delgado labrado en medio una cruz de grana con un JHS de un cabo y de otro. Otra palia de lienço delgado labrada con seda verde una jarra de un cabo a otro. Otra palia labrada de seda negra. Dos frontales blancos de lienço guarneçidos con unas tiras pintadas de negro. Otro frontal blanco labrado por baxo un aspunte de seda negra. Un velo blanco que llaman cortina questá sobre el altar.

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Manto de seda (DRAE). Tejido fuerte e impermeable, generalmente de lana (DRAE).

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FRANCISCO SILES GUERRERO Un lienço pintado donde está la çena y el prendimiento que será como de dos varas en alto. Otro paramento pintado de colores de dos baras y media en quadra. Un çeñidor de cuentas de hueso blancas. Dos cáliçes destaño con sus patenas y paños. Una (…) con su grada guarneçida en madera. Dos corporales consagrados. Una hijuela. Un misal nuevo. Un atril de madera. Dos ciriales pintados. Unos manteles del altar alimanescos viejos. Otros manteles alimanescos nuebos. Dos (…) destaño. Quatro candeleros de latón. Dos pedaços de cuero de guadameçil para debaxo. Honze anillos de plata. Un joiel de plata dorado. Dos manillas de plata. Una nómina de la plasión con unos cordones amarillos. Una baçina que sirbe de lámpara. Una (…) de latón. Una canpana grande y dos pequeñas. Un banco donde poner çera para arder. Un çepo con su llabe. Una pila bedriada para agua bendita. Un estadal. Un arca vieja donde están los hornamentos. Una (…) de hostias. Más tiene el dicho Jorge Páez seisçientas tejas que le dio un pastor. Tiene más una corona de cuero dorada; está en Rronda. Bernardino de Luzón, Jorje Páez. Más un misal sevillano. Más una palia de media (…) labrada de seda azul y colorada. Otra palia de lienço vieja labrada de seda negra. Un Niño Jhesús dorado con una camesita de seda rasa. Tienen más seisçientas tejas; pagó Mi Señora la condesa. Después de lo susodicho le dio mi señora la condesa a frai Martín de la Cruz un colchón de lienso lleno de lana y una freçada algo traída y una almohada de lienço llena de lana. En beinte y seis días del mes de agosto de 1543 se hizo este ynbentario en presençia de Jorje Páez, santero desta hermita y se constituyó por depositario destos bienes. Y se obligó de dar cuenta dellos en presençia de Guillermo de las Casas, mayordomo de Su Señoría y de Juan de Villalta, maestresala, y Juan de Layna y en mi presençia lo firmó de su nonbre. Bernardino de Luzón. Jorje Páez. Todos lo susodicho questá en este ynbentario rreçibió el Padre frai Martín de la Cruz de Jorje Páez, casero questaba en esta casa de los Caños Sanctos. Testigo: Diego del Valle, tesorero de Su Señoría i Diego Ximénez, vezino desta villa de Olvera y el Padre (…) i el dicho Padre frai Martín lo firmó de su nonbre ques fecho miércoles veinte y nueve días del mes de agosto de mill e quinientos e quarenta i tres años. Frai Martín de la Cruz e yo Fernando Gómez Chito, notario apostólico por la autoridad apostólica presente fuy con los dichos testigos y lo firmé de mi nonbre. Fernando Gómez, notario apostólico”.

EL FRANCISCANISMO EN ANDALUCÍA LA ORDEN TERCERA SEGLAR: HISTORIA Y ARTE

MANUEL PELAEZ DEL ROSAL DIRECCIÓN Y EDICIÓN

EL FRANCISCANISMO EN ANDALUCÍA LA ORDEN TERCERA SEGLAR: HISTORIA Y ARTE CONFERENCIAS DEL XI CURSO DE VERANO (Priego de Córdoba, 26 a 29 de julio de 2005)

CÓRDOBA 2006

A.H.E.F Sede de Priego de Córdoba MANUEL PELAEZ DEL ROSAL (Ed) “El Franciscanismo en Andalucía” XI Curso de Verano (2005) Primera Edición Julio 2006 Páginas: 640 págs; tamaño 17 x 24 cm; resolución: 200 - 240 ppp. Composición: María Isabel García de la Puerta Tipografía:

Texto realizado en tipo Times New Roman 10, notas y cabeceras en 8 pts. Papel: Estucado de 80 grs. Encuadernación: Rústica, cosido con hilo vegetal y cubierta plastificada Motivo de la cubierta: Refectorio del Antiguo Convento de San Francisco de Priego de Córdoba (Aula de Conferencias) Motivo de la contracubierta: Claustro del Antiguo Convento de San Francisco de Priego de Córdoba (2004) ISBN: 84-933-9-77-5-X Depósito Legal: CO-685-2006 © MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL © A.H.E.F. Impresión: Digital Asus, S.L. Sor Ángela de la Cruz, 3 14014 - Córdoba Teléfono 957 270 200 E-mail: [email protected] IMPRESO EN ESPAÑA - PRINTED IN SPAIN Queda prohibida la reproducción parcial de esta obra sin autorización expresa del editor * La edición de este libro ha contado con una ayuda económica de la Universidad de Córdoba (Vicerrectorado de Extensión Cultural) y CajaSur (Obra Social y Cultural), para el año 2005

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Recebemos, da Prefeitura Municipal de Alenquer – Setor de Licitações, nesta data, cópia do. Edital da Licitação acima identificada.