Letras de Corazón

Karaoke at The Tumbleweed

C arol Lynne Letras de Corazón

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Argumento Cuando la propietaria de un pequeño negocio en la ciudad, Nicole Ashford, ganó el concurso de karaoke local, no tenía idea de lo mucho que su vida cambiaría. Después de años de soportar el engaño de su novio, Nicole finalmente pensó que su vida ya estaba en caminada. No esperaba ser arrastrada a los pies del camarero de la taberna Tumbleweed. Brian "Tag" Taggert llegó a la pequeña ciudad de Ulrich, a echar un vistazo a una casa que había heredado de su padre. El trabajo de camarero en The Tumbleweed se ajustaba a sus necesidades a corto plazo. Cuando en la barra se organizó una noche de karaoke, el corazón del Tag sucumbió a la voz de un ángel. Nicole era más honesta y directa que cualquier mujer que hubiera conocido. Nicole podía ser pequeña pero era la mujer que había estado buscando toda su vida

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ÍNDICE Capítulo 1……………………………..6 Capítulo 2……………………………20 Capítulo 3……………………………39 Capítulo 4…………..……….………61 Capítulo 5…….….………….………78 Capítulo 6…….….………….………90 Capítulo 7…….….………….………106

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Capítulo 1

D

e pie en el escenario mirando a la audiencia, Nicole Ashford se secó las palmas sudorosas en sus tejanos. Era el momento de convertirse en algo. Había llegado, la actuación que había estado ensayando día tras día. Cuando la música empezó, Nicole inspiró profundamente y empezó la conmovedora balada country con la que había peleado durante semanas. Una vez empezó a cantar, la multitud se desvaneció y ella se sintió inmersa en la canción. * * * * * * * * * * Tag estaba de pie, hipnotizado, escuchando la voz angelical que envolvía a la multitud. Sus ojos se enfocaron en el escenario mientras dejaba que la música le llenara el corazón. No estaba seguro del nombre del ángel pero sabía que nunca había conocido a una mujer más hermosa. Las luces del escenario se reflejaban en su pelo caoba, que llevaba largo hasta la cintura, creando un efecto de halo rojizo

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alrededor del cuerpo más sexy del país. Los estrechos tejanos descoloridos, como una segunda piel, y el estilo del oeste de su media camiseta con flecos se veían maravillosos en ella. Tag, sin embargo, estaba más interesado en imaginarla desnuda y debajo de él. Se dio cuenta del pequeño aro dorado en su ombligo y su lengua palpitó con la necesidad de probarla. Estaba tan perdido en la canción que Wendy Jean tuvo que sacudirlo literalmente para obtener su atención. Él miró a la mujer rubia con el ceño fruncido e irritado. — ¿Qué? ¿No ves que estoy escuchando la canción? Haciendo rodar los ojos, Wendy Jean apretó sus encías y puso sus manos en la cadera. — Escucha todo lo que quieras, cariño, pero ponme tres jarras y un pedido de nachos mientras lo haces. Apartándose del bar, Tag llenó tres jarras heladas con cerveza y las puso en la bandeja de Wendy Jean. Metió la mano en la enorme caja de nachos rancios y sacó dos puñados grandes que depositó en dos cestitos de papel encerado. Aún escuchando al ángel en el escenario, Tag rellenó un pequeño recipiente con salsa de queso enlatada de color naranja brillante y la puso en el cestito. Luego puso el cestito en la bandeja de Wendy Jean y devolvió su atención a la canción. Siendo nuevo en el pueblo, no conocía a mucha gente y eso le iba bien. Algunos decían que ocupaba un empleo equivocado, para alguien tan cerrado en banda del resto de la humanidad pero eso era lo que prefería Tag. Había servido al

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gobierno por catorce años antes de que una pieza de metralla se incrustara en su muslo. Ese fue el primer mes de libertad que tuvo Tag desde que tenía dieciocho años y había entrado en la oficina de reclutamiento de los marines. Mientras se perdía una vez más en la canción, Tag supo que necesitaba conocer a la mujer que poseía esa voz. Nunca había estado tan seguro de algo en su vida. Ella sólo había estado en el escenario unos tres minutos y a él los tejanos le apretaban en la entrepierna. Una mujer que podía hacerle sentir deseo después de un periodo de cuatro años sin mostrar ningún interés, era una mujer especial sin duda. La canción terminó y Tag supo que por fin iba a saber el nombre del ángel. Esperó que Bobby Jim lo anunciara con el aliento contenido. — Eso fue Amanecer en el Delta por nuestra propia conciudadana de Ulrich, Skeeter1 Ashford, muchachos La belleza del escenario se giró y se puso las manos en las caderas. — Maldición, Bobby Jim. Sabes que odio ese nombre. — Lo siento. Ummm… Nicole Ashford, muchachos. Vamos a darle una ronda de aplausos a Nicole. Aplaudiendo, Tag sonrió a la pequeña diablesa. Podía parecer y cantar como un ángel pero tenía un poco de sangre demoníaca en sus venas. Justo el tipo de mujer que más le 1

Skeeter: mosquito pequeño

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gustaba. La vio bajar del escenario y caminar hasta reunirse con un grupo de hombres y mujeres cerca del tablero de dardos. Haciéndole un gesto a Wendy Jean, Tag finalmente se ganó su atención. Ella se encaminó hacia el bar apretando las encías como era usual. — ¿Qué necesitas, cariño? — ¿Qué está tomando Nicole Ashford? Me gustaría pagarle una bebida. Levantando una ceja, Wendy Jean bajó su bandeja. Se inclinó ligeramente hacia adelante en la barra y miró a Tag a los ojos. — Skeeter bebe whisky solo. Pero no te reportará nada que la invites. Probablemente te la devolverá directamente. No le da ningún uso a los hombres desde que Lonnie Banks dejó la ciudad hace tres años. — Se inclinó aún más cerca. — He oído que se marchó apresuradamente en circunstancias misteriosas. Skeeter ni siquiera menciona su nombre y si alguien lo hace, ella abandona rápidamente la habitación. Guiñándole un ojo a la camarera, Tag llenó un vaso con un doble de whisky. — ¿Te importa intentarlo? Dile que es de un hombre que aprecia como canta. Resoplando, Wendy Jean hizo rodar los ojos y cogió el vaso.

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— Es tu dinero, cariño. Tag siguió a Wendy Jean con los ojos mientras se desplazaba entre la muchedumbre hacia un rincón del bar. Miró como le entregaba el vaso a Nicole y hacía un gesto hacia él. Tag sonrió y le hizo un gesto con la mano. Nicole le miró por lo que le pareció una eternidad, y devolvió el vaso. — Maldición — se dijo a sí mismo Tag. Cuando Wendy Jean volvió a la barra con un “Te lo dije” Tag le cogió el vaso. — Dijo que gracias pero que no iba a beber más esta noche. Mirando al reloj, Tag vió que era casi la hora de su corto descanso de diez minutos. — Hazme un favor y dile a Bobby Jim que me sustituya. Ya es la hora de mi descanso. Tag no esperó a que Wendy Jean contestara. Cogió el vaso de whisky y se dirigió hacia su ángel. * * * * * * * * * * Nicole nerviosamente ojeó al atractivo camarero que se dirigía hacia ella. Antes se había fijado en él cuando había llegado esa noche. No era todos los días que la ciudad de Ulrich ganaba un nuevo ciudadano. Había oído hablar del nuevo macho del Tumbleweed la semana anterior pero el hacer prácticas y llevar su tienda la habían tenido ocupada. Si, él era todo lo que su amiga Twila le había dicho que era. Cabello

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negro medianoche rozando sus hombros y el cuerpo de un dios griego. Maldición, ¿Por qué tenía que haberse fijado en ella? Ella había permanecido célibe desde que Lonnie se largó así que porqué tenía su cuerpo que fijarse en un hombre entonces. ¿Y por qué ese hombre? Él parecía peligroso mientras se abría paso a través de la ruda muchedumbre. Ella supo que estaba metida en problemas el mismo momento en que distinguió sus bíceps tatuados. Nicole tenía debilidad por los tatuajes. Aunque era extraño. Muchos de los hombres de Ulrich tenían tatuajes y no le habían afectado en lo más mínimo. Pero ese hombre de algún modo era diferente. Su coño empezó a palpitar cuando finalmente él estuvo lo suficientemente cerca como para que ella oliera su loción para después del afeitado. Old Spice. Maldita si no tenía debilidad por eso también. No muchos hombres la usaban en esos días. Muchos hombres preferían las colonias caras que se compraban en las secciones modernas de grandes almacenes en la ciudad, pero no Nicole. Ni hablar. Ella prefería el aroma de Old Spice. Mirando al forastero a los ojos, se sintió como si la hubieran pateado el trasero. Los ojos más azules, azulísimos, que había visto se quedaron fijos en los suyos verdes. Repentinamente toda la humedad abandonó su boca y se fue directa a su coño. El forastero le medio sonrió mientras le mostraba el vaso de whisky.

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— Me llamo Brian Taggert pero todo el mundo me llama Tag. Wendy Jean me dijo que no ibas a beber esta noche pero he pensado ofrecerte una segunda oportunidad. Si estás preocupada por tener que conducir hasta tu casa, no lo estés. Me aseguraré de que llegas a tu hogar segura. Lamiéndose los labios, Nicole no pudo evitar devolverle la sonrisa. Los hoyuelos en su morena y cincelada cara le rogaban que sonriera. — Gracias, Tag, pero me tengo que levantar temprano para abrir mi tienda, y no sirvo de mucho tras una noche bebiendo whisky. Acercándose más, el cuerpo recio de Tag rozó el de Nicole. — ¿Por qué no me dejas que sea el juez en este tema? Le tomó un minuto a Nicole imaginarse qué había querido decir él con eso, pero luego le subió el rubor a la cara. — Por cierto, soy Nicole. Puedes llamarme Nicole o Nic pero si quieres que seamos amigos no me llames Skeeter. Dejando el vaso de whisky en la mesa, Tag le pasó los dedos por el cabello a Nicole. — Hay un descanso en la competición. ¿Te apetece bailar conmigo antes de que tenga que volver al trabajo? Sin contestar, Nicole lo dejó guiarla hacia la pista de baile. Cuando él la estrechó entre sus brazos, pensó que el

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corazón le saltaría fuera del pecho. Le miró a la cara mientras su cuerpo se amoldaba al de él. Aunque ella era bastantes centímetros más baja que Tag, su cuerpo parecía ajustarse perfectamente al de él. Nicole no se reconocía como la mujer que era una vez Tag la hubo envuelto en sus brazos. Ella inhaló profundamente y gimió al sentir la prominente erección que se frotaba contra ella. Tag debió tomarlo como una buena señal ya que casi inmediatamente uno de sus musculosos muslos se insinuó entre los de ella. Él frotó su clítoris a través del tejano contra su pierna mientras se inclinaba para besarla. El primer contacto con sus seductores labios abrumó sus sentidos. Cuando él le deslizó la lengua por la abertura, Nicole automáticamente abrió los labios para él. Su lengua se empujó en su boca y empezó un baile lento por su cuenta. Entre su lengua inquisidora y su muslo frotándose contra su clítoris, Nicole estaba perdida. Deseaba a ese hombre. No, necesitaba a ese hombre. Cuando la canción terminó, Tag la apartó lo justo para susurrarle contra los labios. — Te deseo. Quiero hundir mi polla tan hondo en ti que no vayas a olvidar jamás mi nombre. Nicole se pasó la lengua por sus labios enrojecidos, saboreando a Tag mientras lo hacía.

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— Dios me ayude, pero yo también te deseo. Arrastrándola a otro entrelazadas, Tag gimió.

beso

profundo

de

lenguas

— No acabo de trabajar hasta la una. ¿Me esperarás? — Él le pasó las manos por la espalda hasta que le agarró el trasero. Moliendo su endurecida polla contra ella le suplicó. — Por favor dime que esperarás. Sintiéndose a dos segundos del mejor orgasmo de su vida, rechazarlo no era una opción para ella. — Te esperaré. Igualmente tengo que estar aquí hasta el final del concurso de karaoke para ver si he ganado. — Oh, ángel. Con una voz como la tuya mejor que ganes o voy a destrozar el local. — Empezó a acompañar a Nicole fuera de la pista de baile. — Ven a sentarte en la barra junto a mí. Mirando hacia sus amigos que estaban abiertamente mirándolos a Tag y a ella, Nicole asintió con la cabeza. Lo último que deseaba era jugar a las veinte preguntas con ellos. No quería pensar en nada en ese momento excepto la sensación del pene de Tag presionándose contra ella. Guiándola hasta un taburete junto a la pared, Tag le dio un último beso. — ¿Puedo traerte algo de beber?

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— Una Coca Light. Tengo que estar en mi tienda a las cuatro. Bobby Jim empezó a gritarle a Tag que volviera con su culo al trabajo. — Quédate aquí mismo. — Rápidamente dio la vuelta a la barra y empezó a servir un par de pedidos de bebidas. Una vez lo tuvo listo, Tag tomó una Coca Light y se la llevó a Nicole. Dejándole el vaso frente a ella, se inclinó sobre la barra y la besó de nuevo. — Eres tan caliente, mujer. No he estado tan agitado desde que estaba en la secundaria en el instituto y Rita Palsey me hizo acalorar e incomodar al máximo. Coloreándose, Nicole se mordió el labio mientras lo miraba a sus ojos azul cobalto. — Yo no he estado jamás tan agitada. — Admitió. Limpiando la barra por delante de ella, Tag intentó aparentar que estaba trabajando. — Así pues, ¿qué tipo de tienda tiene una persona que abrir a las cuatro de la mañana? — Mi tienda — dijo Nicole orgullosamente. — Soy propietaria de una tienda que vende donuts y cebos casi a las afueras del pueblo. Arrugando el entrecejo, Tag se apoyó en la barra. — ¿Una tienda de cebos y donuts? Nunca he oído nada parecido antes.

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Echándose el pelo por la espalda, Nicole sonrió. — Tiene mucho sentido si lo piensas. Los pescadores vienen a primera hora de la mañana para comprar sus cebos. Mientras están ahí, cogen una docena de donuts para llevárselos al lago con ellos. También hago pasteles de boda y cosas parecidas para el pueblo. En una comunidad del tamaño de Ulrich tienes que hacer dinero donde puedes. Mi papá era el propietario de la tienda de cebos desde que yo era una cosilla pequeña. Cuando murió construí la nueva adición con el dinero del seguro y he estado haciendo y vendiendo donuts desde entonces. Tomando la mano de Nicole, Tag le besó la palma. — Me apuesto cualquier cosa que haces los mejores donuts del estado de Kentucky. Cuadrando sus hombros, Nicole levantó la barbilla. — Me gusta pensar eso. — Viendo a Wendy Jean golpeando con su larga uña postiza al otro extremo de la barra, Nicole se la señaló a Tag. — Humm… creo que te necesitan. — Maldición. De acuerdo. Volveré. — Tag fue a servir nuevos pedidos de bebidas que Wendy Jean tenía para él. * * * * * * * * * * Cuanto más se acercaba el momento en que Bobby Jean tenía que anunciar el ganador del concurso, más nerviosa se ponía Nicole. Sabía que mucha gente pensaba que todo el

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tema del concurso era una idiotez, pero ella siempre había soñado con ver una carrera del circuito Nascar en directo. Era su gran oportunidad para realizar ese sueño. Si ganaba esa noche, iría a la final de Louisville. Cielos, sólo había estado en Louisville dos veces en toda su vida. Una en las únicas vacaciones que su papá se tomó en la vida y una cuando se graduó en el instituto. Cuando el último cantante dejó el escenario después de una versión horrible de Amigos en Tierras Bajas, Nicole se mordió las uñas mientras observaba la mesa de los jueces. Podía decir por la cara que ponía la Sra. Humphries que era una elección difícil. Nicole ni siquiera estaba prestando atención cuando una mano le recorrió el pecho. Le dio un golpe por costumbre y miró hacia el poseedor de la mano con fuego en los ojos. Tag estaba al lado de ella y lejos del bar. Él rió al ver la fiera mirada en los ojos de ella. — Lo siento, estaban sobresaliendo tan hermosos que no me he podido contener. — Tag se acercó un poco más y se insinuó entre los muslos de Nicole. Inclinándose hacia adelante, la tomó por la nuca con una mano mientras pasaba la otra por todo su cuello, por encima de su pecho y hacia abajo hasta frotar su coño enfundado en tejanos. El gemido de Nicole fue ahogado por la boca de él devorándole la suya. Cuando oyó su nombre a través del micrófono, Nicole interrumpió el beso y miró hacia el escenario. Todo el maldito bar estaba mirándolos fijamente. — ¿Qué? ¿Me llamaste, Bobby Jim?

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Tag se metió el dedo en el oído y se apartó. Ella parpadeó, sabiendo que a veces era un poco chillona. Se giró y miró a Bobby Jim. — ¿Bueno? Bobby Jim empezó a reír ruidosamente que Nicole pensó que se le desprendería la barriga cervecera que le acompañaba. — Dije que habías ganado, Skeeter. Eres la ganadora del Concurso de Karaoke del Tumbleweeds. Ven aquí chica y llévate el trofeo antes de que se lo dé a Bubba Ray. Nicole gritó y saltó del taburete. Se paró lo suficiente como para darle un beso rápido a Tag antes de dirigirse al escenario. Bobby Jim le dio el trofeo y le pasó el micrófono. — Oh, vaya. N-no puedo creerme que he ganado. Gracias a todos por venir aquí esta noche. Espero veros en Louisville el próximo fin de semana. Lo haré lo mejor que sepa y espero que estéis orgullosos. — Ella sopló un beso hacia la multitud y se volvió hacia Tag que estaba aplaudiendo. Cuando dejó el trofeo en la barra, Tag la cogió en volandas. — Yuhuuu, estoy orgulloso de ti. Es una maldita buena cosa que hayas ganado porque me gusta este trabajo. Habría sido una pena tener que quemar el local. — La besó duramente por un lago rato. — Pero lo habría hecho por ti. — Gracias.

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— Aún tengo que estar en mi puesto una hora más para la limpieza y todo lo demás. ¿Has venido conduciendo? — Tag la dejó en el suelo. — No, vine con Darlene. Es la rubia alta que está jugando a dardos. — Nicole señaló a una mujer con cabello teñido y pantalones de lycra. Inclinándose para darle otro beso, Tag le pasó los nudillos por la mejilla. — ¿Vas a dejarme que te lleve a casa? — Ya lo sabes. — Ella le dio una mirada que habría hecho enrojecer al mismísimo diablo.

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Capítulo 2

C

uando Nicole siguió a Tag al parking, se quedó sorprendida al ver que se paraba al lado de una gran Harley Davidson negra.

— ¿Es tuya? Oh, Dios mío. Siempre he querido montarme en una moto. Por aquí si no tiene una parte trasera, no se considera un modo de transporte. Riendo, Tag deslizó su pierna por encima de la moto y la miró. — Súbete y te llevo al paseo de tu vida. El calor en los ojos de Tag le dijo a Nicole que estaba a punto de hacer eso y más. Ella le soltó una sonrisa y se montó detrás de él. Alcanzándola, Tag la empujó más cerca de su espalda. — Agárrate.

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Nicole se apoyó en la espalda de Tag y sus manos se deslizaron con naturalidad hacia su plano y musculado estómago. Cuando Tag encendió el motor, las vibraciones recorrieron el asiento y fueron directas al coño de Nicole. — Vaya. Riendo, Tag le cogió las manos y se las metió debajo de su camiseta mientras le gritaba por encima del hombro. — ¿Se siente bien, verdad? — Demonios, sí. Puede que necesite una de estas aparcadas en mi habitación. Mejor que un vibrador cualquiera. Ella movió las manos por encima de su ondulado estómago hasta sus pezones. Esta Harley era mejor que un afrodisíaco, pensó mientras Tag la conducía rugiendo fuera del área de parking. Su cabello se revolvía en el temprano viento mañanero mientras iban hacia la tienda. Nicole envolvió los pezones de Tag con sus dedos mientras se arrimaba aún más. Alcanzándola, Tag tomo una de las manos de Nicole y se la puso encima de su dura polla. Siendo alguien que no estaba dispuesta a desperdiciar una oportunidad, Nicole le paso la mano arriba y abajo de la espléndida longitud escondida detrás de los tejanos descoloridos. Maldito fuera, como estaba hecho ese hombre. Su coño empezó a dolerle mientras le apartaba la mano del otro pezón y señalaba a la Tienda Cebos & Donuts en el linde del pueblo.

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Nicole siguió señalando y Tag se encaminó a la parte trasera de la tienda. Él se metió en una pequeña casita de listones blanca que había medio escondida detrás de la tienda. Apagando el motor y poniendo el caballete, Tag cogió a Nicole y le dio la vuelta para colocarla atravesada en su regazo. Tomó su boca en un seductor y lento beso que pareció durar horas. Cuanto más se besaban, más ropa parecía que perdían y cuando el beso al final se interrumpió, Nicole estaba desnuda de cintura para arriba. Mirándole los pechos desnudos, Tag movió la cabeza. — Perfectos. Le dibujó los pezones con las puntas de los dedos y Nicole los sintió florecer. Gruñendo, Tag se reajustó el pene y se inclinó hacia adelante. Tomando uno de los pezones rosa pálido en su boca, Tag lo succionó mientras su mano empezaba a trabajar en los pantalones de ella. Arqueándose, Nicole se dejó llevar a un mundo que nunca había conocido antes. ¿De dónde salía esa pasión? Lonnie le había dicho siempre que era tan apasionada como una monja. Bueno que le follen, pensó. Oh, no, espera, mejor que me follen a mí. Levantándose, dejó que Tag le sacara los pantalones y la ropa interior especial del sábado. Al menos esperaba haberse puesto las bragas que ponían “sábado”. Tag podía pensárselo dos veces si Tag veía que ella llevaba unas bragas que indicaban “martes”. A Tag no pareció importarle por lo

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que Nicole pensó que sí, que debía haber cogido las correctas del cajón. Nicole olvidó cualquier pensamiento cuando Tag pasó la pierna por encima de la moto y se puso en pie. Rápidamente se sacó su ajustada camiseta y se arrancó los tejanos. La vista de su perfectamente esculpido pecho, sembrado de tatuajes, hizo que se le hiciera la boca agua. Pero eso no era nada comparado con la visión de él de cintura para abajo. — Demonios, estás estupendo. Siguiendo la delgada línea de pelo negro que iba desde su ombligo en dirección sur, Nicole vio el pene más grueso que jamás había visto. Manteniéndose erecto y orgulloso y soltando pre-semen, la polla de Tag era una obra de arte. Ella trasladó la mirada de la polla de vuelta a su cara. — Oh, por favor, dime que tienes una goma en tu cartera. Sonriendo, Tag cogió sus tejanos descartados y sacó la billetera. Extrajo dos condones de dentro, volvió a meter la cartera en el bolsillo del tejano y los volvió a dejar caer en el polvoriento suelo. Volviendo a la moto, Pasó otra vez la pierna por encima y se sentó en el asiendo dándole la cara a ella. Alargándole uno de los condones, rompió el envoltorio del otro con sus dientes. La boca de Nicole se hizo agua mientras veía cómo se lo ponía. El condón completamente extendido sólo alcanzaba a cubrirle aproximadamente la mitad de su verga.

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— ¿No va a caerse eso, verdad? Riendo, Tag meneó la cabeza. — Estas segura, ángel. — Se dio unos golpecitos al regazo. — Ven aquí y siéntate en el regazo de papá oso. — Tag acabó la frase sujetando su polla por la base y dándole toques al estómago de Nicole con ella. Rechazando darle la oportunidad de echarse atrás, Nicole se lanzó sobre él. Tag cayó de espaldas y casi se resbaló del asiento de la moto. Riendo, meneó la cabeza. — Eres una fierecilla ¿no? Sentándose más cuidadosamente en su regazo, Nicole no le contestó al momento. Cuando tuvo su coño colocado encima de la cabeza de su polla, ella sonrió. — Estate preparado para la cabalgata de tu vida. — Nicole se sentó y se empaló ella misma en la larga y gruesa longitud de Tag. — Oh, Jesús, María y José. Se sentía como si la hubieran partido en dos. Cerró los ojos y se removió en el regazo de Tag por unos minutos sintiendo cómo se iba estirando y ajustando. — Lo siento, papá oso. Ha sido mucho tiempo para mí. Nicole puso los pies en los pedales de la moto, y empezó lentamente a levantarse y deslizarse por su pene. Tag gimió y la tomó del trasero con sus grandes manos. La ayudó a deslizarse arriba y abajo de su longitud en un ritmo creciente. Gimiendo, Nicole jadeó en el oído de Tag.

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— Te sientes mejor que unas piernas recién depiladas contra unas medias de nylon. * * * * * * * * * * Tag no podía estar suficientemente cerca y cambió de posición, balanceando el culo de Nicole en el asiento de la moto mientras continuaba pistoneando dentro y fuera de ella. — Me halagas — gruñó él mientras le pellizcaba ligeramente el clítoris. Nicole echó la cabeza hacia atrás hasta que se deslizó del asiento y grito su nombre mientras Tag continuaba cabalgándola como un hombre poseído. Él sintió un hilillo de sudor deslizándose por su espalda en el fresco aire de la noche. Maldición, esa mujer era algo más. Sin inhibiciones de cualquier tipo, levantaba sus piernas más alto mientras seguía gritando su nombre. — Oh, Tag, chico, sí — aulló ella mientras él se empujaba en ella tan duramente que casi caen ambos al suelo. Nicole tomó un puñado de pelo de Tag mientras se movía con él. Su coño estaba hecho para esa polla. Nunca se había sentido tan bien empujándose dentro y fuera de una mujer. El pensamiento lo sacudió momentáneamente mientras Nicole soltaba otra ronda de gritos. Sonriendo, él le cogió más alto de los muslos y le dio todo lo que le quedaba. La tranquila noche estaba rasgada por los gritos de éxtasis de Nicole corriéndose. Tag bramaba mientras

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hundía lo más profundo que podía y vaciaba su semilla en el condón. Su cuerpo continuaba retorciéndose mientras el esperma era literalmente exprimido de su cuerpo por el avaricioso coño de Nicole. Se aparto mientras los espasmos aún sacudían sus cuerpos y se despojó rápidamente del condón. — Lo siento, temía que se reventara. Creo que no me he corrido tan brutalmente en toda mi vida. Arropando a Nicole contra su pecho sudoroso, movió las manos por su espalda. — Maldición. — Mmm-hmm. ¿Vienes dentro? — preguntó Nicole, esperando que él no fuera a dejarla y largarse en la oscuridad. Él asintió y bajó de la moto. Cogiendo sus ropas del sucio suelo, Tag encontró el condón usado y lo recogió también. — Muéstrame el camino — dijo él mientras se movían hacia la casa. Nicole encontró su bolso en el suelo y sacó sus llaves. Aún desnuda, caminó hasta la puerta principal con Tag siguiéndola de cerca. — Dios, ése es un culo precioso. Ajustando la llave a la cerradura, Nicole lo miró por encima del hombro y sonrió. Abrió la puerta pero antes de que pudiera abrir la luz, las manos de Tag cubrieron las suyas. — Déjalo así. Asintiendo, Nicole tiró el bolso cerca de la puerta. Se giró para encararlo.

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— ¿Quieres algo de beber? — Si, déjame usar el baño y me reuniré contigo. Nicole señaló el lavabo y se agachó para recoger a su perro. — Este es Tink, mi bebé. Puede que sea el perro más feo del mundo, pero es mi mejor amigo. Tag la miró mientras ella ponía el esmirriado terrier fuera, antes de girarse y encaminarse al baño para lavarse. Ella estaba escarbando en el refrigerador cuando él entro en la zona iluminada brillantemente. Limpia aunque pequeña, la cocina lucía lo que parecía ser una capa reciente de pintura amarilla. — Es bonita — dijo tomando asiento en la mesa de la cocina. A ninguno de los dos parecía importarle que ambos estuvieran aún desnudos. Apoyándose en la puerta de la nevera, Nicole curvó su cadera y miró alrededor de la habitación. — Gracias. He vivido aquí toda mi vida. Acabo de pintarlo hace sólo un par de meses. Antes de eso, tenía un papel pintado con pequeñas frutas. Mi papá decía que mi mamá fue la que lo puso y yo no tuve corazón para pedirle que lo cambiara. Murió cuando nací yo. — Lo lamento — Tag miró a Nicole a los ojos. Ella sólo meneó la cabeza. — Bueno, nunca la conocí por eso… hey, ¿te gustarían unos creps con salchichas?

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— Seguro, suena delicioso. En breve los creps y las salchichas estaban preparados. Nicole mezcló una melaza casera para echar goteándola por encima de los creps. Cuando llevó los platos a la mesa, Tag pensó que nunca había olido nada tan rico. — Demonios. Puedes cocinar, además. Creo que me voy a quedar contigo. Nicole le lanzó una mirada que Tag no pudo descifrar completamente. No sabía si la idea la aterrorizaba o emocionaba. Comieron en silencio, él saboreando cada delicioso mordisco. Cuando acabaron, Nicole se levantó y recogió el plato de él. Estirándose, Tag la tomó por la muñeca. — Yo me ocuparé de los platos. Ella le sonrió. — Ahora soy yo la que está pensando en quedarse contigo. Por esta zona, los hombres ni muertos ayudarían a una mujer en las tareas domésticas. Tag se puso en pie y la apoyó contra la encimera. — Espero que no me veas como a la mayoría de los hombres. — Levantándola por la cintura, la colocó encima del mostrador y apretó su boca contra la de ella. Cuando Nicole abrió los labios, Tag se empujó dentro. Él sabía a café,

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melaza y a Nicole. Sí, definitivamente podía acostumbrarse a

eso. Envolviendo las piernas alrededor de la cintura de Tag, Nicole le impulsó aún más cerca. — ¿Imagino que no te queda ninguno de esos condones? Interrumpiendo el beso, Tag miró hacia otro lado y sacudió la cabeza. — Hay otro por ahí fuera entre la porquería del suelo. ¿Quieres que vaya a buscarlo? Cuando empezó a apartarse, Nicole lo sujetó más fuerte y le pasó la mano por la longitud de su pene. — Tal vez puedas correrte fuera. Confío en ti. Esas simples tres palabras, significaban muchísimo para él. Cerró los ojos y cuando Nicole le puso la punta de la polla contra su coño, empujó hondo. — Cielos — gimió mientras iba metiéndose y apartándose de ella. Sus pelotas golpeaban el mostrador con cada impulso pero valía la pena, sólo para hundirse lo más profundo posible dentro de esa increíble mujer. Se inclinó ligeramente y tomó un pezón entre los dientes, mordiéndolo gentilmente. — Oh, Dios. — Aulló Nicole. Echó la cabeza atrás y se dio un topetazo contra los armarios superiores.

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Parándose en medio de sus movimientos, Tag le puso la mano en la parte trasera de la cabeza. — ¿Estás bien, ángel? — Estoy bien — Ella se sonrojó. — Si estás cerca de mí por algún tiempo te acostumbrarás a que soy un pato. Es como mi sello personal en el pueblo. Ella se encogió de hombros como si no le importara. Tag pensó que no era así. Se inclinó y le dio un suave beso antes de continuar con sus empujones. — Me gusta que como eres. — Tag volvió al ritmo de sus caderas, moviendo su polla dentro y fuera de ella. — Y amo este coño. Apuntalándose, Nicole se apoyó con cuidado y se entregó a Tag. Nunca se había sentido de esa manera. El sexo había sido siempre lo que hacías para mantener a tu hombre feliz. Esta maravillosamente erótica experiencia era cualquier cosa menos un deber. Nunca iba a conformarse con menos que esa sensación eufórica recorriéndole el cuerpo. Gimiendo, miró como la gruesa verga de Tag desaparecía dentro suyo. — Oh, demonios, eres tan ardiente — gruño Tag. — No voy a aguantar mucho. — Puso una mana entre los dos y le frotó el clítoris. La ligera presión fue suficiente para enviarla a ella al más intenso orgasmo de su vida. Gritó el nombre de Tag tan fuerte que creyó oír a Tink aullar.

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Saliéndose, Tag envolvió su mano alrededor de su polla y se frotó a sí mismo hasta que llegó a correrse. — Mierda! — Estuvo mirando a Nicole todo el tiempo y ella supo en ese momento que no iba a encontrar otro hombre como él jamás. Cayendo encima de ella, Tag arrastró la lengua desde un lado de su cuello hasta los labios. Los besos de Tag eran suficiente razón para intentar mantenerlo cerca. El hombre besaba como nadie que hubiera conocido. A él le gustaba mordisquear los labios entre empujones de su lengua. Era más ardiente que el demonio para una chica que había pedido a sus citas anteriores que escupieran antes de besarla. Aguantándose erecto, Tag envolvió sus brazos alrededor de ella e intentó levantarla de la encimera. — ¡0ww!. Tag se quedó helado y la miró interrogadoramente. Nicole hizo rodar los ojos y se apartó los mechones de la cara. — ¿Recuerdas que hice mezcla de melaza para los creps? — ¿Sí? Era deliciosa, por cierto. ¿Me olvidé de agradecértelo? — El pobre Tag parecía tan confundido. — No, me lo agradeciste correctamente. El problema es que hice la mezcla exactamente donde está ahora mi trasero. — De acuerdo — dijo Tag, todavía confundido. Suspirando, Nicole miró hacia el suelo.

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— Deben haber quedado restos de melaza en el mostrador porque ahora creo que tengo el culo pegado ahí. — Se mordió el labio inferior hinchado por sus besos y miró la cara sonriente de Tag. — Eh… No es divertido. — Bueno, realmente, sí que lo es — Tag se apartó y fue hacia su lado. Inclinándose, estrechó los ojos mirando a su culo en el pegajoso mostrador. — ¿Y si uso algo de agua caliente? ¿Se soltará lo suficiente? — Si — Nicole dijo en una vocecita. Tomando un vaso del escurridor, Tag abrió el grifo y esperó a que el agua saliera caliente. Llenado el vaso, ella observó mientras él lentamente iba vertiendo el agua donde estaba su culo pegado en el mostrador. — Te juro que estas cosas sólo me pasan a mí. Trabajándole las mejillas de su trasero con los dedos, Tag sonrió. — La vida nunca será aburrida contigo, eso es seguro. — Siguió trabajando con los dedos. — Inténtalo ahora. Moviéndose de lado a lado, Nicole pudo liberarse. — Gracias. ¿Podrías bajarme, por favor? Creo que debo pasar por la ducha antes de irme al almacén. Tag entendía que Nicole se sintiera avergonzada y quería tranquilizarla.

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— ¿Te importa que te acompañe? Nicole le dirigió una mirada sorprendida. — Creí que te largarías corriendo tras este último fiasco — Tag movió la cabeza y la tomó para un beso. Cuando se separaron para respirar, Nicole le sonrió. — Me gustaría mucho verte mojado. Simplemente con eso, Tag notó que su polla se removía. Ninguna mujer había tenido ese efecto en él. No sabía si nunca tendría suficiente de ella. Tomando a Nicole entre sus brazos, Tag se dirigió al cuarto de baño. Bajándola otra vez, encendió temperatura subiera. Nicole sacó armarito y las puso en el borde del toallas decoradas con flores y luego

la ducha y esperó que la unas toallas del pequeño lavamanos. Tag miró a las de nuevo a Nicole.

— Bonitas toallas. Él estaba seguro que su cumplido le había gustado, aunque sólo sonrió y se encogió de hombres. Era una mujer a la que le gustaban las cosas bonitas, incluso aunque no quisiera admitirlo. Tag usualmente sabía interpretar a la gente bien y sus entrañas le decían que Nicole había creado una coraza protectora alrededor de ella. No sólo estaba intentando mantener seguro a su corazón, si no también mantener sus inseguridades controladas.

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Apartando la cortina de ducha, Tag esperó que Nicole se metiera en la bañera. Siguiéndola, inmediatamente la tomó en brazos bloqueando el chorro de agua caliente con su espalda. — Gírate para mí. Dirigiéndole una mirada interrogadora, Nicole se giró lentamente. Tag se arrodillo detrás de ella y pasó su lengua por encima las firmes y pegajosas mejillas de su trasero. Haciendo ruido con sus labios, rió. — Vaya, creo que es el más dulce culito que jamás he probado. Eso obtuvo una risilla de ella. — Si, me juego cualquier cosa, a que nunca has estado con una mujer con el culo pegado a un mostrador. Lamiendo otra sección pegajosa de una mejilla, Tag se apartó lo suficiente para contestar. — Si hubiera encontrado una mujer así en el pasado, puedo garantizarte que aún estaría con ella. — Temeroso de haber dicho demasiado sobre los sentimientos que rápidamente estaba desarrollando, Tag se puso en pie y recolocó a Nicola bajo la ducha. Cogiendo la botella de champú Suave con aroma a lavanda, Tag lo apretó y sacó un chorro. Luego se estiró y puso la alcachofa de la ducha para que el agua cayera hacia la pared. Poniendo sus manos en el largo pelo castaño de Nicole, gentilmente empezó a frotar.

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— Realmente me gustas. Me gustaría verte otra vez esta noche. Con los ojos cerrados, Nicole intentó coger ciegamente el jabón. — A mí también me gustaría pero voy a necesitar dormir un poco. — Ella hizo espuma con las manos y abrió los ojos mientras empezaba a pasarlas por encima del pecho de él. Se paró a dibujar círculos en los pezones y también el tatuaje que tenía en la parte baja del estómago. — Me imagino que podría dormir después de cerrar la tienda hoy. No tengo ningún pedido externo de pastelería para preparar. — Se mordió el labio inferior y dejó escapar un suspiro mientras acariciaba su pene que iba endureciéndose. — Estaré en el bar a las once. Tag volvió a mover la alcachofa y le enjuagó el pelo antes de ponerle suavizante. — Pues seguro que te llevo. Me gusta sentir tu coño pegado a mi trasero en la moto. Con su pelo enjuagado, Nicole empezó a ponerse de rodillas ante él. Cogiéndola, Tag la hizo levantar. — No. Esto es por ti. Además, no tengo otro condón a mano y si envuelves estos labios de puchero en mi verga, seguro que me descontrolo. Envolviéndole los brazos alrededor de su cuello, Nicole hizo bajar su cabeza para darle un beso.

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— ¿Estás sano? — Sí. Me hago pruebas regularmente y hace ya bastante tiempo que no he estado con nadie pero tú no lo sabes y aún no me conoces lo suficiente para confiar en mí. Hay otras cosas que podemos hacer antes de que vayamos a la farmacia por más gomas. — Tag se humedeció las manos y empezó a limpiar el dulce y firme culo de Nicole. — Es extraño, pero creo que estoy empezando a confiar en ti más que en ninguna otra persona que haya conocido desde que murió mi papá. No sé por qué, pero no voy a analizar demasiado esta sensación. Podemos seguir usando gomas si te hace sentir mejor, pero yo también estoy sana y además tomo la píldora. — Nicole acabó la frase con un gemido cuando Tag deslizó un dedo resbaladizo por la roseta de su culo. — ¿Se siente bien, ángel? — Tag aplicó un poco más de presión al fruncido agujero. — ¿Te han follado por el culo alguna vez? — No. Nunca he hecho eso con nadie; sólo yo misma — Ella miró hacia el pecho de él, rechazando el contacto visual. Tag la besó en la frente y le levantó la cara con los dedos. — Háblame. ¿Me dices que usas juguetes para cumplir tus deseos?

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— Psi. Nunca me he sentido suficientemente bien con alguien para sacar el tema de mis fantasías. Mirándola a los ojos pero manteniendo la presión sobre su agujero, Tag gimió. — Cuéntame tus fantasías. Haré todo lo posible para que se conviertan en realidad. Por cómo estaba mordiéndose el labio, Tag sabía que estaba aún nerviosa como para contarle sus necesidades. — Sólo lo que estás haciendo. Y alguna otra cosa. Aprovechando la ocasión, Tag empujó su dedo dentro del prieto agujero hasta el primer nudillo. La espalda de Nicole se inclinó mientras ella empujaba su culo contra la mano de él. El movimiento hundió el dedo completamente dentro de ella. Gimiendo, Nicole se revolvió en su mano. — Oh Dios. Es increíble. Lentamente, Tag empezó a mover su dedo dentro y fuera del agujero. — Comprar condones está decididamente en lo más alto de las tareas pendientes de hoy. Quiero meterme en ese culo tuyo. — Sí. La otra mano de Tag le pellizcó los pezones antes de bajar hasta su coño.

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— Envuelve tus manos en mi polla. Mientras él trabajaba entrando y saliendo del cuerpo de ella con ambas manos. Nicole acariciaba y jugaba con su polla. Parecía saber exactamente cuanta presión aplicar a ambos sitios: su verga y sus pelotas. — Maldición, esto se siente bien. — Tag tomó la boca de ella en un beso hambriento. Cuando notó que el cuerpo de ella se tensaba alrededor de sus dedos, sonrió, interrumpiendo el beso. — Córrete. Córrete para papá oso. — Nicole se inclinó y le mordió en el pecho mientras su cuerpo se convulsionaba alrededor de los dedos de él. La dulce presión en sus dedos y polla le envió también más allá, y le hizo salpicar su semilla entre ellos. — ¡Oh Cristo! Follar esta mujer era increíble. Estaba metido en lo más hondo de la mierda en ese pequeño pueblo de Ulrich.

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Capítulo 3

A

las diez y media esa noche, Darlene llamó a la puerta delantera de Nicole.

— Pasa — dijo Nicole mientras terminaba de prepararse. Se miró otra vez en el espejo. Las palabras que Tag le había dirigido antes seguían repitiéndose en su cabeza. “Eres tan increíblemente bonita así, natural”. Por supuesto él se refería al hecho de que no llevaba maquillaje. Al mirarse en ese momento, Nicole esperaba que le gustara la forma en que iba esa noche. Había usado maquillaje desde que tenía quince años, como todas las chicas del pueblo. Era mucho pedirle que saliera de casa sin ponerse al menos algo en la cara. Por eso, había optado por el delineador, aunque en un sutil tono marrón en lugar de su negro usual, rímel y un toque de colorete.

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Nicole ajusto sus grandes pechos en el escueto top de escote recto de paño rojo estampado, antes de meterse en las botas rojas de cowboy. Sabía que su falda corta tejana no era una vestimenta adecuada para ir montada detrás, en una motocicleta pero el pensamiento de su coño desnudo frotándose con la espalda de Tag al volver a casa, la tenía ya húmeda. Al entrar en la sala, Nicole vio a Darlene que estaba sacando una cerveza del frigorífico. — Hey, amiguita, ya estoy lista. — Dijo Nicole mientras cogía su bolso. Darlene abrió la lata de Old Milwaukee y miró a Nicole. — ¿No dijiste que estabas lista? — Darlene levantó un ojo sombreado de turquesa. Mordiéndose el labio, Nicole se miró y contestó. — Lo estoy. Yendo hacia ella, Darlene la miró a la cara de cerca. — Has olvidado el resto de tu cara. Sonriendo, Nicole tocó sus ojos, nariz y boca. — Ni hablar. Tengo todas las piezas necesarias. — Culo liso. Sabes de qué estoy hablando. ¿Por qué esta imagen tan saludable esta noche? — Darlene tomó un trago de cerveza. Encogiéndose de hombros, Nicole fue hacia la puerta.

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— Tag me dijo que estaba linda esta mañana. Y no llevaba ni gota de maquillaje. Pensé que iba a probarlo. — ¿Así que ya estás cambiando por ese barman? Oh Nicole. No es una idea tan buena. No sabes nada de ese tío. Podría estar usándote y luego dejar la ciudad llevándose tu corazón con él. Apartando con un gesto a Tink de delante de la puerta, Nicole echó el cerrojo a su casa. — Confío en él. No me preguntes pero lo hago. Y tú también tienes mucho de qué hablar. Me parece que alguien que se cita con un hombre como Mule2 no tiene mucho qué decir al respecto. — Mule es un buen tipo. Recuerda cómo era en el instituto y dale un respiro. — El apodo del tipo es Mule. ¿No debería eso decirte algo? — Nicole se montó en el Chevy Chevette que Darlene había tenido desde el instituto. — Sabes que tiene el apodo porque tiene el pene grande. — Darlene arrancó el coche tras colocarse la cerveza entre las piernas. — Tú y yo sabemos que no se ganó ese nombre por su gran pene. — Nicole hizo rodar los ojos mirando a su amiga.

2

Mule = mula

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— De acuerdo. Tal vez al principio fue por una estúpida apuesta en una noche de borrachera en el instituto, pero sí tiene un impresionante aparato. — Darlene sonrió y le guiñó el ojo a Nicole. — Simplemente es que no quiero verte herida como la última vez. — Por favor no saques el tema de Lonnie. Dale una oportunidad a Tag ¿vale? Realmente me gusta el muchacho. Es diferente de otros hombres con los que he estado. Me mira como si fuera lo mejor que ha conocido. — Nicole se encogió de hombros y miró por la ventana. — Es guay. Darlene entró en la zona de parking del Tumbleweed y apagó el motor que sin embargo siguió tosiendo y chisporroteando por un par de segundos. — De acuerdo. Le daré una oportunidad a tu nuevo chico. Pero si te hiere, voy a mandar a Mule por él. Saliendo del coche, Nicole se estiró la corta falda. — Trato hecho — dijo ella mientras se enlazaba en el brazo de su mejor amiga yendo hacia la puerta. — Probablemente me pasaré un rato de la noche en la barra haciéndole compañía a Tag pero me gustaría jugar uno o dos billares contigo. Dándole un toque con las caderas, Darlene abrió la puerta. — Puedo manejar eso. * * * * * * * * * *

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Tag vislumbró a Nicole en cuanto entró por la puerta. El ambiente del lugar era rudo esa noche y se recordó que tenía que vigilar a su nueva dama. Mientras se acercaba a la barra, Tag observó la imagen que ofrecía y decidió que tal vez tendría las manos completamente ocupadas con ella. Vigiló como sus firmes pechos se balanceaban mientras se dirigía tranquilamente hacia él. Lamiéndose los labios, Tag sintió que su polla se endurecía en un instante. Llegando a la barra, Nicole le dirigió una sonrisa asesina. — Hola, tu. — Maldición, mujer. Estás tan buena que te comería. — Se inclinó sobre el mostrador y le dio un beso, acariciando con sus dedos un pezón erecto mientras hundía su lengua en la boca de ella. Rompió el beso y miró a Nicole a los ojos. — Eres absolutamente hermosa. — Wendy Jean escogió ese momento para gritar su nombre. Él miró por encima de ella y asintió. — ¿Qué te pongo de beber?. — Simplemente una jarra de cerveza. ¿Te sabe mal si te dejo por unos minutos y voy a jugar con Darlene una partida de billar? — Nicole se inclinó sobre la barra, mostrándole a Tag una vista generosa de sus pechos. Gimiendo, Tag no pudo evitar deslizar un dedo entre esos dos gloriosos montículos cremosos.

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— No pasa nada. Sólo hazme un favor y guárdame un baile. Tendré un descanso en una hora. — Wendy Jean le gritó de nuevo y él rápidamente llenó un vaso de cerveza helada para Nicole antes de ir al otro extremo del bar para mezclar bebidas. Vio como Nicole tomaba la cerveza e iba hacia la mesa de billar. Ella puso sus monedas en la hilera de cola, para que le guardaran turno, mientras iba en busca de su amiga. — Realmente, Tag, si vas a babear, al menos hazlo mientras trabajas. Tag levantó la vista para encontrar a Wendy Jean sonriéndole. — No te preocupes. Me gusta Skeeter. Casi tanto como que me den una buena propina. Ahora apresúrate con mi pedido. — Ella acabó la frase con un guiño y Tag asintió. — No puedo evitarlo. Es tan malditamente bonita. ¿Qué está mal con los hombres de este pueblo? Incluso aunque ella me hubiera rechazado después que la abordara, habría seguido insistiendo hasta que ella cediera. Colocando sus bebidas de forma segura en la bandeja, Wendy Jean ladeó la cabeza. — Creo que esto es porque pareces interesado en algo más que un poco del culo de ella. Los chicos de por aquí usualmente sólo quieren una cosa cuando vienen al bar, pegarse un revolcón y luego volver con sus esposas o novias. Skeeter ha conocido a estos muchachos toda su vida. Conoce

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a sus mujeres y novias y por eso ni siquiera les daría la hora. — Estupendo. Me encanta oír eso. No planeo compartirla con nadie. Ella es mía. — Tag asintió una vez y se fue a atender la barra. * * * * * * * * * * Cuando finalmente fue su turno para el billar, Nicole le hizo una seña a Darlene y se encaminó a escoger un palo. Una mano le acarició el trasero, e hizo que Nicole sonriera. Al girarse, esperaba ver a Tag, pero lo que vio fue la peor pesadilla de su vida. — ¿Lonnie? ¿Qué estás haciendo de vuelta en el pueblo? El guapo rubio se acercó incluso más a Nicole. — He vuelto para ver si me perdonas. ¿Skeeter? Dando varios pasos hacia atrás, Nicole adelantó una mano para mantenerlo alejado. — No me llamo Skeeter, sabes lo mucho que odio este apodo. ¿Estás seguro que has vuelto por mi o por unos cuantos ahorros míos? — Nicole le dio la espalda y se acercó a la mesa. Miró por encima del hombro como Lonnie se quedaba con la boca abierta. — Déjalo estar, Lonnie. No obtendrás nada más de mí. Tienes suerte de que no llame al Sheriff Bufford para que vaya tras tu trasero.

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Haciendo todo lo posible por ignorarlo, Nicole dejó que Darlene empezara. Acabó con las lisas, que eran sus favoritas. Levantando la vista, vio a Tag vigilándola. Se preguntó si había visto su altercado con Lonnie. — Tu tiro, muñeca — dijo Darlene mientras parecía vigilar con un ojo a Nicole y con el otro a Lonnie. — Lo siento — dijo Nicole mientras estudiaba la mesa. Finalmente decidió su tiro, en parte porque estaba al otro lado de la mesa donde estaba Lonnie. Después de ver la bola caer en el agujero, Nicole dio otra vuelta a la mesa. Esta vez, ella miró como Darlene se interponía entre Nicole y Lonnie. Bendita fuera su mejor amiga. El juego fue continuando, con Darlene haciendo todo lo posible para interferir entre ellos. Ella no quería empezar una pelea, pero no le gustaba la forma en que Lonnie seguía mirándola. Evidentemente no era la única porque justo después de perder la partida frente a Darlene, unos fuertes brazos la envolvieron. Por el olor del aftershave Old Spice, evidentemente era Tag y ella se apoyó en él. Besando el cuello de Nicole, Tag mantuvo sus ojo en el hombre del rincón. — ¿Bailas? Girando en sus brazos, Nicole lo miró y sonrió. — Me encantaría bailar. ¿Sabes cómo llevar el dospasos?

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— Cariño, nací haciéndolo. Tú sólo trata de mantener el ritmo de este viejo. — Tag le sonrió y le dio un beso rápido antes de guiarla a la pista de baile. Empezaron a una distancia respetable, pero mientras se movían y giraban en la pista, él la atrajo hacia sí. Había bailado en un millón de bares en rincones de todo el mundo y su forma de moverse lo mostraba. Amaba los fogosos bailes latinos y frecuentemente le gustaba incorporarse a los movimientos de caderas y otros movimientos sugestivos en todos sus pasos. Mientras bailaba con Nicole por la pista, notó los ojos que le observaban. Apretando más fuerte el trasero de Nicole con su mano, la acercó aún más y se inclinó para hablar en su oído. — ¿Quién es él? Notó como Nicole se ponía rígida en sus brazos. Pasándole la lengua por el lóbulo de su oreja, Tag notó que se relajaba de nuevo. — Ése es Lonnie, un ex novio mío y un gran error. Él aún podía notar los ojos de Lonnie encima, pero no se molestó en mirar en esa dirección. En lugar de eso empujó a Nicole más cerca de su cuerpo, amando la forma en que sus curvas se pegaban a él. — Pensé que no estaba en el pueblo. — Yo también lo pensaba. Debe haber vuelto recientemente o estoy segura que todo el mundo me hubiera

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estado anunciando su retorno. — Besó el cuello de Tag. — No tienes de que preocuparte, papa oso. Dándole un beso verdadero, Tag hundió la lengua posesivamente dentro de sus húmedas profundidades. — Bien. Eres mía. — Sí. Lo soy. * * * * * * * * * * Después de su baile, Tag guió a Nicole hasta un sitio en el que pudiera protegerla. Encontrando un taburete vacío en una de las mesas altas, Tag lo puso al final de la barra donde podía llegar rápidamente si era necesario. Era también un buen lugar para un buen magreo y besuqueo cuando estuvieran entre clientes. Después de un buen rato de preparar bebidas y otros pedidos, le llevó a Nicole una Diet Rite y una ración de nachos. Ella sonrió cuando le puso el cestito de comida y la cerveza delante. — ¿Intentas emborracharme o engordarme? — Ninguna de las dos cosas, pero si te emborrachas, felizmente me ocuparé de ti. Y si ganas peso, me imagino que simplemente habrá más de ti para sujetar. — Fue al otro lado del mostrador y se intercaló entre las piernas desnudas de Nicole. Ella miró alrededor e intentó cerrar las piernas.

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— Ummm… mi falda es demasiado corta para esta posición. Tag miró hacia abajo y se lamió los labios por la imagen que ella ofrecía. Aunque su culo estaba todavía tapado por la falda, el coño de Nicole estaba claramente expuesto. Gimiendo Tag hundió dos dedos en lo más hondo de sus húmedas profundidades. La cabeza de Nicole se inclinó hacia atrás y ella gimió mientras lo miraba a los ojos. Inclinándose ligeramente para susurrar en su oído, Tag continuó con su ritmo dentro y fuera de ella. — Eres una chica mala, ángel. Tengo la loca ilusión de echarte encima del mostrador y golpear ese bonito trasero tuyo. Girando la cabeza, Nicole pasó la lengua por un lado de su cara. — Reconozco que deberías hacerlo. Por supuesto todo el mundo en este bar estaría mirándome el trasero. Tag gruñó y aparto sus dedos. Deslizando los goteantes dedos en su boca, saboreó el gusto de Nicole. — Mía — gruñó. — Asegúrate de quedarte donde estás. Puede que necesite saborearte otra vez antes de la hora del cierre. — Le sonrió y le guiñó un ojo a Nicole, y volvió al trabajo. * * * * * * * * * *

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Nicole estuvo sentada durante la siguiente hora viendo como Tag trabajaba. Demonios, él la ponía cachonda. Era lo más sexy que jamás había visto, y él la deseaba. Pero más que eso, Tag la trataba como ella pensaba que merecía ser tratada. Era amable pero enérgico, la combinación perfecta para ella. Lo miró mientras mezclaba un par de bebidas, atenta especialmente a sus antebrazos. Maldición, estaba perdida ante unos antebrazos musculosos y venosos de hombre. Nicole dejó que sus ojos repasaran el cuerpo de él y no pudo por menos que removerse un poco en su taburete. Aún tenía que esperar otra media hora antes de que él terminara y ella tenía la intención de que se marcharan juntos tan pronto como fuera posible. Removiéndose de nuevo, Nicole se inclinó hacia adelante y frotó sus doloridos pezones en el borde de la barra. Cerrando los ojos, casi no pudo contener su gemido. Cuando los abrió de nuevo, fue para encontrar a Tag mirando fijamente sus pechos. Dándole una sonrisa traviesa, ella se encogió de hombros. Tag terminó el pedido y entonces dio la vuelta a la barra para ponerse a su lado. Inclinándose, le retorció un pezón mientras tomaba su boca en un beso posesivo. — Harás que me corra en mis propios tejanos. Se buena por otros… — Tag miró el reloj del bar — quince minutos y vas a ganarte una recompensa.

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Decidida a torturarlo un poquito más, Nicole lo miró a los ojos. — Pero estoy tan mojada. Necesito tu gran polla dentro de mí ahora. Necesito tus labios enroscados en mi pezón mientras te cabalgo. Yendo detrás de ella, Tag le dio al trasero de Nicole un golpecito saludable. — Compórtate. Si haces que me corra ahora, no habrá nada para ti en el viaje a casa. — Arruinó su severa expresión elevando un rincón de su boca. El resultado era una sonrisa más sexy que el pecado. Nicole supo en ese instante que estaba enamorándose de Tag. Asintiendo, ella cruzó los brazos e hizo un mohín. — Vale. * * * * * * * * * * Después de que ocuparse de sus deberes laborales, Tag rápidamente se excusó y se encaminó hacia el lavabo de hombres. Nicole saltó del taburete y cogió el bolso que Tag consideradamente le había escondido tras el mostrador. Ajustando su pequeño top para exponerse al máximo, sonrió para sí misma y esperó al lado de la puerta. Tag reapareció y le dio las buenas noches a Bobby Jim. Nicole notaba como su corazón bombeaba fuertemente mientras que ese “bombón sexual” iba hacia ella. Él continuó andando hasta que ella estuvo aprisionada contra la puerta.

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— ¿Estás lista para dejarte llevar3 ahora? — Eso creo — contestó ella justo antes de que los labios de él se cerraran sobre los suyos. Interrumpiendo el beso, Tag la miró. — Vámonos de aquí antes de que me despidan por follarte contra una puerta. Nicole felizmente abrió la puerta. Mientras iban hacia la Harley de Tag en el parking, Tag le metió la mano bajo la falda y le pellizcó su desnudo trasero. Él la ayudó a subir en la moto y le tocó su húmedo canal con los dedos antes de ponerse delante de ella. Antes de encender el motor, se giró a mirarla por encima del hombro. — ¿Te gustaría una escapada hasta el campo? Tengo una cabaña pequeña junto con algo de tierra. Es realmente bonito a la luz de la luna. — Llévame donde quieras. — Ella dio un ligero gañido mientras él metía mano por su espalda y recorría su raja con el dedo una vez más. — Levántame la camisa hacia arriba. Quiero sentir tu bonito coño vibrando contra mi espalda mientras conduzco. — Tag arrancó la ruidosa motocicleta mientras ella tiraba de su ajustada camiseta fuera de sus tejanos bajos de cintura. Mientras se arrimaba cerca, ella se entristeció al ver que su coño no llegaba a la piel de él. Cuando él arranco, sin En el original usa “ride” que puede ser tanto ir en moto, que es lo que en realidad van a hacer, como tener relaciones sexuales. 3

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embargo, ella sintió la tela del tejano contra su erecto clítoris y sonrió. Sí, esto funciona. Mientras Tag salía de la ciudad, sacó una de las manos del manillar y se desabrochó el tejano. Nicole rápidamente le sustituyó deslizando la cremallera hacia abajo, liberando su dura verga. Recorriendo con su mano arriba y abajo su gruesa erección, Nicole hundió su cara en la espalda de él y soltó una risilla. Tag debía haber ido al baño en el bar para ponerse un condón. Nunca había oído nada parecido pero, aún así, tampoco había conocido nunca a nadie como Tag. Levantando la cabeza para gritar por encima del rugido del motor, preguntó. — ¿Falta mucho? Su contestación fue agarrarla y empujarla aún más pegada a él. Después de diez minutos, Tag llevó la moto hacia un camino secundario bastante sucio. Nicole miró alrededor intentando imaginar dónde estaba. Había crecido ahí, pero ¿por qué ese camino no le resultaba familiar? A través de un grupo de árboles, detectó una pequeña casa de troncos. Mientras se acercaban, Tag señaló, — Ahí es donde vivo. No se paró, sino que continuó por el sucio camino hasta que llegaron a un estanque grande. Apagando el motor, Tag puso el caballete y en un mismo movimiento fluido, puso a Nicole atravesada en su regazo.

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Mirando a su izquierda, Nicole miró el agua iluminada por la luna. — Tenías razón, es bonito. Tag le tomó de la mejilla y acarició con sus labios los de ella. — ¿Qué me estás haciendo? — Le cubrió los labios con los propios mientras se empujaba dentro de ella. Apoyándose en los pedales, Nicole se elevó por encima de su erección antes de hundirse de vuelta. Su pasión era sin igual y Nicole lo cabalgó hasta que ambos se corrieron. Echando la cabeza atrás, Tag gritó su nombre cuando lo hacía. Frotando la espalda desnuda de ella, Tag jugó con los lazos de su top. — ¿Vendrás a casa conmigo? ¿Me dejarás que te tenga en brazos? Asintiendo, ella empezó a levantarse de él, pero él la volvió a empujar hacia abajo. — Siéntate aquí ajustada, puedo llegar a la casa contigo aquí colocada. — Encendió la motocicleta y la empujó por el agreste camino. Cada roca y agujero hacía que el pene semierecto de él se moviera dentro de su coño. Cuando se paró enfrente del porche de la vieja cabaña, Nicole odió separarse de él. Aún pegado a su pecho, ella dejó ir un gritito cuando Tag consiguió

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cogerla y bajarse de la moto sin sacarla a ella. Mientras andaba hacia los escalones del porche, ella sonrió. — Eres muy talentoso, papa oso. Abriendo la puerta, él guiñó un ojo. — Aún no has visto nada. Una vez entraron dentro de la cabaña, Nicole miró alrededor. Era básicamente una habitación con cocina, salita y cama en una pequeña alcoba. Ella asumió que la puerta llevaba al lavabo. Tag debió haberla visto mirando, porque se aclaró la garganta. — No es mucho, pero estoy yo sólo. — La llevó a través de la habitación hasta la alcoba y la depositó en la cama estirándose encima sin romper contacto. Nicole lo miró a los ojos. — No eres como ningún hombre que haya conocido. — Estupendo — dijo él — dejémoslo así. — Tomando su boca en un beso apasionado, empezó a moverse dentro de ella. Cuando pilló el ritmo, rompió el beso. — Mierda, aguanta, tengo que cambiarme el condón por otro. — Tag la besó en la nariz y se apartó. Sentándose en la cama, cogió una caja de la mesilla de noche y se libró del condón usado antes de ponerse uno nuevo. Instalándose entre las piernas extendidas de ella, se empujó hondo.

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— Oh, sí, de vuelta donde pertenezco. Esperemos no tener que interrumpirnos otra vez. — Dios, creo que no voy a querer que pares nunca. — Ella arqueó la espalda mientras Tag le tomaba un pezón en la boca. Tan bien como se sentía, ella quería sus labios en su piel. — Desátame — gimió ella. Apartando las manos de sus caderas, él las deslizó hasta el primer lazo. Rápidamente, deshaciendo el nudo se trasladó al siguiente tras su cuello. En muy poco tiempo, el top estaba apartado a un lado de la cama. Tag se pegó a su pezón mientras sus manos volvían a las caderas de ella. Moviendo las piernas y pasándolas por encima de sus hombros, Nicole empezó a frotarse el clítoris. — Sí. Oh, Dios. — Ella notó que Tag le hacía un chupetón en el pecho. El pensamiento de que él estaba marcándola de alguna manera la excitó. Moviendo una de las manos para agarrarle el trasero, Tag gruñó mientras estiraba el dedo susurrando por encima de su agujero. — Pronto, este culo será mío. Mientras sentía que el orgasmo empezaba a arrastrarla, ella susurró.

era

inminente

y

— Este culo ya es tuyo.

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Un segundo después de decir esas palabras, Tag hundió el dedo dentro. Con un grito, Nicole se fue a un abismo de placer. Oyó a Tag gruñir mientras se empujaba hondamente. Abrió los ojos y vio los trabajados músculos de su estómago ondularse. — Guau — dijo pasándole el dedo por encima del danzante torso. Apartando la mano, Nicole saco las rodillas de los hombros de él y lo empujó encima de ella. Con su cara enterrada en el pelo de ella, Tag empezó a lamerle el sudor del cuello. Cuando ella notó que se adormecía, meneó la cabeza. — No me dejes dormir. Tengo que estar en la tienda en un par de horas. Después de librarse del condón, Tag le colocó la cabeza encima del pecho de él. — Descansa. Te aseguro que estarás en casa a tiempo. * * * * * * * * * * Tag notó respiración se completamente espalda hasta Tag suspiró.

como el cuerpo de Nicole se aflojaba y su hacía más regular. En cinco minutos, estaba dormida en sus brazos. Acariciándole la llegar a los suaves montículos de su trasero,

— Maldición, estoy en problemas.

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Su llegada a ese pueblo se suponía que era sólo una parada estratégica. No tenía intenciones de permanecer más que un par de meses pero con el ángel que tenía en brazos, no sabía si iba a ser capaz de apartarse con el corazón intacto. Era un sentimiento nuevo para él. Nunca había estado enamorado, y había empezado a pensar que estaba bien de esa forma. Tag recordaba a otros hombres de su unidad hablar de sus esposas o novias en casa. Siempre había pensado que eran plomos o simples coños. Nunca pensó que él echaría algo así de menos; pero en ese momento, Tag sabía que habría estado echando de menos a Nicole. ¿Qué pasaba con ella? El sexo era jodidamente fantástico, pero había tenido sexo abundante en su vida. No, era algo más, algo profundo. Ahora mismo, con ella acurrucada en su pecho, se sentía en paz por primera vez en la vida. Nicole era como el beisbol o el pastel de manzana para él. Era por lo que había luchado, incluso cuando no la conocía aún. Deseaba haberlo sabido. Tal vez si hubiera tenido un agarre casero, no se habría puesto en peligro en tantas ocasiones. No fue hasta que lo mandaron en una operación de inteligencia encubierta, que sintió que había aguantado lo suficiente. Ver a su mejor amigo volar a pedazos delante de sus ojos tendía a hacer eso a un hombre. Cuando le acabó el reemplazo, Tag supo que había tenido suficiente muerte. Volvió a los Estados Unidos y se pasó un mes en el hospital mental recuperándose. Ahí fue donde el abogado de su padre lo localizó.

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Mirando el reloj, vio que eran casi las tres y media. No se había dado cuenta que había pasado tanto tiempo desde que Nicole se había dormido. Sabiendo que tenía que estar en el almacén sobre las cuatro para preparar los donuts matutinos, Tag finalmente empezó a acariciarla. Deslizó sus manos por su espalda. Maldición su piel era tan suave. — ¿Ángel? — Dibujó círculos en su espalda y entre sus omoplatos. — Hora de levantarse. Nicole movió la cabeza y frotó su cara contra su pecho. — Sueño — murmuró ella. Tag no deseaba otra cosa que seguir abrazándola lo que quedaba de la noche, pero sabía que estaría preocupada si no iba a trabajar. Él rodó lo suficiente para que ella aterrizara en la cama, a su lado. Besándole el cuello y cara, Tag sonrió mientras ella gemía. — Necesito llevarte a casa, si vas a hacer esos donuts. — Odio los donuts por la mañana — murmuró soñolienta. — ¿No libras ningún día? — Tag preguntó mientras le acariciaba con ligereza el pecho. — Cierro esta tarde y no abro los lunes. ¿Y tú? — No trabajo ni domingos ni lunes. ¿Ves? Somos perfectos el uno para el otro, bueno excepto porque globalmente hay eso de que yo trabajo de noche y tú de día.

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Tag le pasó la lengua por el pezón. — ¿Te gustaría hacer un picnic en el lago esta tarde? — ¿Me dejarás echar una siesta? Dos noches sin dormir y parece que no voy a ser capaz de funcionar más… — Dime que te quedarás a pasar la noche conmigo, después del picnic, y te levantarte tarde al día siguiente. — Trato hecho.

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Capítulo 4

M

ientras Nicole dormía en sus brazos la siguiente tarde, Tag miró hacia la gran casa en la distancia; su casa. Bueno, al menos era lo que decían los abogados. Él ni siquiera había oído hablar de su padre desde que tenía más o menos cuatro años. Nadie sabía que su padre se convertiría en uno de los hombres más ricos del condado. Ahora todo eso era suyo, pero él rehusaba vivir en la blanca y cuatricolumnada casa, prefiriendo la cabaña de caza en un rincón de la propiedad. Tag miró a Nicole. Ella se vería linda en esa casa. Podía imaginársela en el porche delantero, sorbiendo té dulce mientras él segaba el césped. Sacudió la cabeza, haciendo desaparecer ese sueño a plena luz. Era demasiado pronto para eso. Besó la parte superior de la cabeza de Nicole. Su concurso era en menos de una semana y él ya le había pedido

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a Bobby Jim que lo dejara faltar al pudiera llevarla a Louisville. Su jefe solicitud de lleno, diciendo que él tenía ayudar como representante del bar competición.

trabajo para que había rechazado que ir a Louisville Tumbleweed en

él la y la

No sabiendo cómo decirle a ella que no podría ir, Tag había evitado el tema durante ese día. Se sentía como una mierda. El concurso significaba tanto para ella, que él no podía soportar no estar ahí por ella, pero si iba sabía que se quedaría sin trabajo. En un pueblo del tamaño de Ulrich, los trabajos no eran fáciles de encontrar. Claro que podía vivir del dinero de su padre durante el resto de su vida, pero no era su estilo. Sintiendo unos labios en su pecho desnudo, sonrió. Demonios, encontraría trabajo en algún otro sitio. Nicole levantó la cabeza y le sonrió. — ¿Cuánto rato he estado durmiendo? — Un par de horas, calculo. — ¿Dormiste tú? — Preguntó ella, moviéndose para espolvorear de besos su barbilla. Tag movió la cabeza hacia un lado, dejándole más espacio para que continuara. — No, estaba estupendamente aquí mirándote. — Inhalando, él decidió contarle la decisión que había tomado

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mientras ella dormía. — Voy a ir contigo el viernes por la noche. Nicole dejó de besarlo y lo miró a los ojos. — ¿Bobby Jim te dio la noche libre? — Ella sonreía tan hermosamente que él supo que había tomado la decisión correcta. — Bueno, no exactamente. Él me dijo que tenía que elegir. Te elegí a ti. — Él se sorprendió al ver las lágrimas arremolinarse en sus ojos verde profundo. — ¿Qué? ¿Vas a arriesgarte a perder el empleo por ir conmigo al concurso de karaoke? No puedo dejar que lo hagas. No me lo perdonaría en la vida, especialmente si pierdo. Tag secó las lágrimas que corrían por sus mejillas. — Hacer de barman en el Tumbleweed no significa nada comparado con lo que siento por ti. Quiero apoyarte en todo lo que hagas. Creo que a estas alturas ya tendrías que haberte dado cuenta que estoy en esto para largo. — ¿Pero qué harás para ganarte la vida? — Oh, ya encontraré algo — Él le pasó el brazo por encima y cogió un condón. Tomando el paquete de su mano, Nicole lo abrió y deslizó el fino látex por su granítica erección. Posicionándose encima

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de su pene, Nicole se empaló a sí misma hasta que su trasero acarició sus pelotas. — He oído que hay una tienda de cebos en el pueblo, buscando a un hombretón fuerte para ayudar a llevarla. — ¿De veras? ¿Y cuáles serían mis obligaciones? — preguntó, empujando sus caderas. — Ocuparse de los lagartos nocturnos y de la chica que hace los donuts. — Mmmm… creo que podría llegar a gustarme un trabajo así. * * * * * * * * * * Sirviendo una de sus cenas favoritas en la mesa, Nicole sonrió. — Espero que te guste el guiso de Doritos. Tag miró la burbujeante masa de queso. — No puedo decir que lo haya probado antes. Nicole cogió el cucharón y le puso una generosa ración en el plato. — Es realmente sencillo de hacer. Empiezas con una capa de tus Doritos sabor a Taco favoritos, añades carne, judías picantes y una capa de queso. Y continuas añadiendo capas hasta que la bandeja está completa. Lo cubres con papel de plata y lo metes en el horno durante unos cuarenta y

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cinco minutos. Justo antes de que esté completamente, le añado una capa final de queso rallado encima. Lo vuelves a meter en el horno hasta que se funda y ¡aquí está! La maravillosa Cazuela de Doritos. Tragándose su primer bocado, Tag gimió. — Oh, ángel, es fantástica. — Gracias. Es aún mejor con nata agria por encima, pero olvidé comprar en la tienda. — La próxima vez — dijo Tag mientras se metía otra cucharada bien llena en la boca. — Así pues, ¿Qué otras especialidades tienes escondidas en la manga? Puede que tenga que rogar que me des de cenar cada noche. Nicole tragó un bocado del guiso y se limpió la boca. — Bueno, a mi papá le gustaba lo que él llamaba cena de vagabundo. Coges una lámina de aluminio y le pones una hamburguesa en medio. Entonces pones cebolla a láminas, patas y zanahorias. Añades una pizca de sal y pimienta y envuelves el aluminio como un paquetito. Lo asas en el horno o entre brasas. Cuando está hecho lo abres y añades un poco de queso. Cierras otra vez y dejas que el calor funda el queso antes de servir. Nicole le sonrió ampliamente a Tag. — Como probablemente imaginas, a mi papá le gustaba mucho el queso.

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— Bueno, si tu papá inventó estas recetas, es que era un conocedor del queso. — Tag se inclinó y le plantó un beso en la mejilla a Nicole. — Gracias por prepararme la cena. — Me ha encantado. Aunque la próxima vez, puede que sea más fácil cocinar en mi casa. Tag se hizo el ofendido. — ¿Me estás diciendo que eres demasiado buena para mi cocina? Nicole meneó la cabeza. — Estoy diciendo que dos bandejas en un mini horno no son indicativas de mi talento culinario. Ambos rieron y terminaron de cenar en silenciosa armonía. Nicole no podía evitar mirar a Tag mientras comía dos platazos más. Era muy satisfactorio ver a un hombre que disfrutaba de la comida. Lonnie siempre se había quejado de sus platos. Él pensaba que ella tenía que prepararle un filete cada noche. Hubiera estado encantada de asarle filetes si él hubiera tenido un maldito trabajo que los pagara. Apartando los pensamientos sobre Lonnie, Nicole acabó su comida. — No te llenes demasiado — dijo ella. — También he preparado un pastel Frescor Rápido. — ¿Pastel Frescor Rápido? — preguntó Tag.

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— Si, lo adoro. de leche condensada y Lo pones en un molde hecho de cereza, pero el que tengas un sobre

Mezclas falsa nata montada, una lata un sobre de polvos de extracto frutal4. hecho con galletas machacadas. Lo he puedes hacerlo de cualquier sabor para de polvos.

Cuando terminaron, Nicole se levantó para recoger la mesa pero Tag la atrajo hacia él. — Deja que la comida se nos aposente en el estómago. — Tiró la silla para atrás y dio unos golpecitos a su pierna. Nicole miró el regazo de Tag y le soltó una gran sonrisa. — Sabes que si me siento ahí, nos olvidaremos de los platos sucios en un instante. — Si, sería una pena sin duda… Dándole un beso en la frente, Nicole recogió su bandeja. — Primero la obligación, luego la diversión. — Negrera — refunfuñó Tag. Puso la tapa al bote de salsa y se dirigió al pequeño frigorífico. Nicole estaba llenando el fregadero de agua caliente cuando Tag la envolvió con sus brazos desde atrás. Ella se apoyó en él y continuó trabajando. — ¿Vas a secar?

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La autora cita varias marcas americanas, se ha traducido en base a los productos que

son, para que se entendiera el texto.

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— Ya lo sabes. — Tag depositó un beso en un lado de su cuello antes de coger un trapo de secar. — ¿Te molesta si te pregunto qué pasó entre tú y tu ex? Él notó como se envaraba y rápidamente echó atrás. — Lo siento, olvida que te he preguntado. — No, está bien. — Ella le pasó una bandeja limpia y empezó con otra. — Éramos novios desde el instituto. Él dejó Ulrich después de su último año y fue a la universidad. Papá necesitaba mi ayuda en el almacén y yo me quedé. No sé exactamente qué sucedió pero Lonnie volvió dos años más tarde. Dijo que se había cansado de la universidad pero más tarde me contaron que lo habían echado porque lo habían pillado copiando. — Nicole se encogió de hombros y le pasó otra bandeja a Tag. Retirando los vasos de la mesa, continuó con su historia. — Volvimos a salir juntos y entonces al cabo de poco de que papá muriese, Lonnie se mudó a vivir conmigo. Pensaba que éramos ambos felices. Lonnie no trabajaba pero él siempre me decía que estaba buscando empleo. Un día cerré la tienda pronto porque era su cumpleaños y quería darle una sorpresa. Y tanto que se la dí. Encontré al cerdo bastardo en la cama con Peggy Johnson, la puta más grande de todo Ulrich. Tag le cogió el vaso y meneó la cabeza. — Vaya puerco imbécil. No sólo por follarse a otra mujer contigo al otro lado de la calle, si no por follarse a

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cualquier en primer lugar. ¿No tenía ni idea de lo que tenía? — Tag meneó otra vez la cabeza. — Bueno, su falta de cerebro ha sido en mi beneficio. Lo único que lamento es que te hiriera en el proceso. — Oh, fue peor que eso — dijo Nicole — Le di la patada y dejó el pueblo. Evidentemente de camino, decidió parar en el banco y vaciar nuestra cuenta común. Salió del pueblo con más de tres mil dólares de mi dinero. — Ella estaba tan molesta que metió la mano dentro de uno de los vasos con demasiada fuerza. El vaso se rompió por ello y le cortó el pulgar y el índice de su mano. Dejando caer el vaso roto dentro del agua, Nicole gritó de dolor. Tag inmediatamente envolvió su trapo alrededor de la mano sangrante. — Necesitamos llevarte al hospital — dijo él. Nicole sonrió al oír lo frenético de su tono. Ella meneó la cabeza. — Creo que no pasa nada. El hospital más cercano que está abierto a esta hora de la noche está casi a ochenta kilómetros. Simplemente voy a esperar que pare el sangrado y ponerme un esparadrapo. — Una porra vas a hacer eso. — Ambos miraron mientras la toalla se iba poniendo roja. Tomándola en brazos, Tag la llevó fuera y la subió a su moto.

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— No hay forma de que conduzca ochenta kilómetros en la Harley contigo sangrando de esa manera. — Tag la sentó en la parte trasera de la moto, y se rascó la cabeza. — Sé dónde conseguir un coche. — Sí, en mi casa. Tag meneó la cabeza y corrió hasta la cabaña. Salió con una anilla grande llena de llaves en la mano. — Tu casa está demasiado apartada. — Subió a la moto. — Sujétate. Tag tomó el camino polvoriento. Pasó el lago y se dirigió a una gran casa blanca algo distante, según pudo ver Nicole. Cuando pararon al lado del garaje, ella miró a Tag. — Esta es la casa del viejo Barret. ¿Qué hacemos aquí? — Dame unos minutos y te lo explicaré de camino. — Tag apagó el motor de su Harley y desapareció por la puerta lateral del garaje. Unos momentos más tarde, la puerta del garaje se abrió y él sacó un Cadillac de veinte años de antigüedad fuera de una de las plazas de aparcamiento. Nicole tuvo un sentimiento negativo cuando se subió al coche y se ató el cinturón. Todo el mundo en el pueblo sabía que Charles Barret tuvo un solo heredero. El hijo que había perdido muchos años antes, el hijo que había sido secuestrado por su ex-esposa.

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Mientras Tag salía por el camino a alta velocidad, Nicole estudió su perfil. ¿Cómo no lo había notado antes? — Eres Charles Barret hijo. — No — dijo Tag con una sacudida rápida de su cabeza. — Mi mamá cambió mi nombre cuando él nos dejó. Dijo que no merecía que yo llevara su nombre. Nicole soltó la toalla ensangrentaba que sujetaba el tiempo suficiente para ponerle la mano en el muslo. — Lo siento, pero no creo que fuera así como sucedió. Recuerdo a mi papá hablando del Sr. Barret. Dijo que después de que su mujer lo dejó y se llevó a su hijo, el Sr. Barret nunca volvió a ser el mismo. Papá dijo que el Sr. Barret había gastado una fortuna buscando a su hijo, pero que nunca lo pudo encontrar. Ella notó como el muslo de Tag se tensaba y apartó la mano. Después de ajustar de nuevo la toalla, continuó. — Recuerdo al Sr. Barret conduciendo este mismo coche arriba y abajo las calles del pueblo. Papá dijo que se había desquiciado un poco y que buscaba a su hijo. Durante años condujo por las mismas calles esperando encontrarte de vuelta en ellas. — Basta — gritó Tag. Ni siquiera la miró. — Es una mentira que contó para acallar que él nunca nos quiso ni a mí ni a mi madre.

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Nicole no dijo nada más. Sabía que no conseguiría nada estando él a la defensiva. Pensó en la única vez que había estado dentro de la casa de los Barret. Apostaría un centenar de dólares que Tag no había estado aún dentro de la casa. Si hubiera estado, Tag hubiera creído lo que ella estaba contándole. Casi se lo dijo pero sujetó su lengua. Habría un mejor momento. Girándose para mirar por la ventana del copiloto, intentó imaginar lo que tenía que ser crecer pensando que tu propio progenitor no te quería. Nicole imaginó que ese tipo de herida permanecía en una persona. Se preguntó qué había sucedido con su madre. ¿Seguía viva? — Lo siento — dijo Tag finalmente. Puso una mano en la nuca de Nicole y le dio un ligero apretón. — No me gusta hablar de mi familia. — No quería que te disgustaras — Nicole miró a la toalla que envolvía su mano. Parecía igual que un rato antes. Evidentemente el corte había dejado de sangrar. Pasándole el pulgar por la oreja, él suspiró. — ¿Podemos olvidarlo por el momento? — Claro. — Por el momento. Nicole dormía con su cabeza en el regazo de Tag al volver a su casa. Le habían puesto doce puntos y le dieron instrucciones de estar unos días sin trabajar. Tag la miró sonriendo al recordar la pataleta que había montado.

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Al final, él había acordado con ella que la ayudaría a llevar la tienda de cebos y donuts. Lo que le había hecho esa mujer. Hubo en tiempo en que se habría largado sin pensárselo dos veces. Ahora no sólo estaría cogiendo pececillos, también llevaría un delantal y hornearía. Al menos pensaba que los donuts se horneaban. Demonios, tenía que aprender un montón de cosas en poco tiempo. La cabeza de Nicole se empezó a mover, hundiéndose más en su falda. Él apretó los dientes cuando entró en contacto directo con su ya dura polla. Por favor, Señor,

déjame resistir la tentación de parar a un lado de la carretera y follarme a esta mujer casi hasta la muerte. Amén. Para distraer su mente, Tag pensó sobre la discusión que habían tenido antes. Bueno, no era realmente una discusión pero era lo más cerca que habían estado ellos dos de algo parecido. Tag se preguntó por qué la gente del pueble había pensado que su padre era un buen hombre. Desearía que su madre estuviera viva para poderle preguntar, pero había sucumbido a un cáncer mientras él estaba de servicio. Pensando en su vida pasada, Tag recordó cómo le había preguntado a ella porqué tenían que mudarse tan frecuentemente. Parecía que cuando hacía amigos y estaban echando raíces, tenían que marcharse y asentarse en otro lugar diferente. Había sido una vida dura, pero su mamá le había dicho que ella tenía que trasladarse donde encontraba trabajo. La verdad es que nunca la había cuestionado. Acababa de caer en cuenta de que para una mujer de su

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aspecto y habilidades no tenía que haber sido difícil encontrar un empleo. ¿Así pues porqué siempre tenían que irse trasladando? Como no le gustaba dónde lo llevaba esta forma de pensar, Tag acarició con su mano la suave cadera de Nicole. Le gustaba que Nicole no fuera delgada como una modelo. Tenía un buen trasero y unas bien formadas curvas, justo como a él le gustaban. Deslizando su mano entre la tela tejana de su cintura y su suave piel, él movió sus dedos por su trasero. La cabeza de Nicole se movió mientras él le pasaba un dedo por la ranura entre las mejillas de su culo. Hizo suficiente pausa en su arrugado agujero para luego ir hacia su centro. Él sonrió al oír su adormilado gemido cuando él hundió un dedo en su coño. Fue recompensado con un chorro de crema. — ¿Estás despierta? — ¿Qué crees? — gimió ella y apretó los labios contra la erección envuelta en tejano de él. Ella empezó a acariciar con la boca su polla a través de la gruesa tela mientras Tag continuaba su asalto a su coño goteante. — Estamos llegando a tu casa. ¿Crees que puedo hacer que te corras antes de llegar? — Tengo fe en tus habilidades, pero creo que yo puedo hacer que te corras antes. — Dijo ella mientras le bajaba la cremallera.

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Decidiendo darle toda la ayuda necesitar, Tag separó los muslos.

que

ella

pudiera

— Oh, así pues ¿es una carrera para ver quien llega antes a la meta? Perfecto, empecemos. — Tag gruñó profundamente en su garganta cuando Nicole liberó su verga sin perder tiempo. Sin preámbulo empezó a lamerle los huevos, metiéndolos uno a uno en su boca. Él casi estaba bizco cuando recordó que se suponía estaban haciendo una carrera. Hundió el pulgar en el coño, y se le humedeció completamente antes de sacarlo. Ella soltó un gruñido de protesta mientras seguía trabajándole la polla. Tag movió su cremoso pulgar hasta su fruncido agujero y aplicó presión hasta que el dedo atravesó el anillo de músculos exterior. Nicole gimió alrededor de su polla mientras seguía chupando todo lo que podía tomar de él en su ardiente boca. Sabiendo que debía apresurarse antes de liberarse, Tag hundió los dos dedos del medio en el coño de ella. Nicole soltó un gritito y se le salió la polla de la boca. — ¿Pero qué soy yo, una bola de bolera? — preguntó antes de volver a tragarse su longitud. Tag empezó a reír. Demonios, incluso rozando el clímax, esa mujer podía hacerlo reír. Empujando hacia arriba, Tag le dio a Nicole aún más de su verga mientras ella se columpiaba contra su mano.

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Pilló un movimiento borroso por el rabillo del ojo y casi que no se dio cuenta del ciervo. Apretando de golpe el freno, el coche se encaminó hacia la cuneta mientras él luchaba para extraer su mano del tejano de Nicole. Podría jurar que su vida sexual completa pasó ante sus ojos mientras luchaba por controlar el coche. Patinando hasta parar, enterró la cara entre sus manos. Nicole se desenredó por sí sola, y se sentó mirando por el cristal delantero. — ¿Qué ha pasado? — Un ciervo — murmuró. Se llevó la mano entre las piernas y se agarró el pene. — ¿Has visto alguna vez la película El mundo según Garp? Evidentemente ella la había visto porque sus ojos se redondearon. Tag tomó aire. — Recuerdo que cuando vi la película pensé cual podía ser la peor cosa que le pasara a un hombre. — Tag recordaba la escena perfectamente. La esposa de Garp tenía un lío y le estaba haciendo una mamada en la autopista a su amante cuando Garp y sus hijos les dieron por detrás accidentalmente. El pobre amante resultó con el pene arrancado. Tag se estremeció visiblemente al pensarlo. Miró a Nicole y tuvo que morderse la mejilla para no reír. Esa loca y sexi mujer tenía un pelo tan revolucionado que era increíble. Había estado tan metida en su ardor que seguro que ahora le iba a

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llevar horas deshacer los nudos que se habían hecho en el costado izquierdo de su melena. — ¿Qué? — Preguntó ella — Nada, ángel. — Dijo él. Supo en ese instante que estaba profundamente enamorado. Incluso con un pelo que asustaría a un chiquillo, Tag encontraba que era hermosa. — Vayamos a casa. Nicole le sonrió y se abrochó el cinturón. — Creo que es una gran idea. — Ella soltó una risilla, e intentó taparse la boca. — Pensar que este coche se ha mantenido en estupendas condiciones durante veinte años, yo consigo un paseo y casi causo un accidente. — Ella le guiñó un ojo a Tag. — ¿Estás seguro sobre seguir saliendo conmigo? Puede ser peligroso para tu salud. — Me arriesgaré.

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Capítulo 5

T

ag pasó el día siguiente cuidando a Nicole. Afortunadamente los lunes cerraba la tienda. Mientras ella lo observaba preparar la sopa no dejaba de sonreír. La única persona que realmente había cuidado de ella había sido su padre, pero ahora Tag se ocupaba de eso. Ella insistía en decirle que no era ninguna inválida, claro, él se reusó a escucharla. Hasta ahora, él le había dado un baño y lavado el pelo para después pasar una hora tratando de desenredarlo como resultado de la alocada noche. Aún no podía creer en su apariencia cuando ella despertó esta mañana. Y más avergonzada cuando Tag había admitido que así lucia la noche anterior. Y sin embargo, él todavía estaba aquí. Esa era la parte más asombrosa. Él colocó el plato caliente de sopa de tomate frente a ella cuando su teléfono sonó.

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— ¿Quieres que contesté? — preguntó Tag. — Por favor — contestó Nicole, tomando una cucharada de la sopa caliente. Tag atendió el teléfono. Ella se sorprendió cuando él no dijo nada de inmediato, pero por el tic en su fuerte mandíbula, seguramente alguien al otro lado de la línea ya estaba hablando. Cuando finalmente habló, lo hizo con una voz que nunca había oído antes. — Yo no soy tu bebé, y si alguna vez llama a Nicole otra vez me aseguraré de que sea la última vez. — Colgó el teléfono y se volvió hacia el fregadero para lavar la olla de sopa. — Era tu ex. Nicole tragó. — Está bien. Minutos más tarde sonó el teléfono otra vez. Nicole comenzó a levantarse, pero Tag la detuvo con un gesto. — Me ocuparé esta vez. — Descolgó. — Escucha hijo de puta madre, ¿es sordo o sólo tiene el deseo de morir? Nicole tuvo que cubrir su sonrisa. Nunca había oído a nadie hablarle de esa forma a Lonnie. Descubrió que lo disfrutaba. — Oh, lo siento, Bobby Jim. Pensé que eras otra persona. ¿Cómo sabes dónde encontrarme? — Tag parecía escuchar y asentir. — Ese inútil, vamos a dejar que su boca lo meta en problemas.

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Nicole se preguntaba el ¿por qué Bobby Jim llamaría en su día libre? — De acuerdo, pero con una condición, dame el viernes libre. Para ver a Nicole cantar. Nop, tómalo o déjalo. — Él miró a Nicole y le guiñó un ojo. — Está bien, voy a estar allí en una hora. Colgó y se acercó a la mesa. — Lo siento, pero Harley llamo de nuevo. Bobby Jim me necesita en el trabajo. — ¿Te dará el viernes libre? — Sólo dijo que lo pensaría, pero tengo la sensación de que cuando se dé cuenta de que soy lo mejor que tiene, no le gustará perderme. — Me estás diciendo que no te gustaría tener un negocio en el futuro — murmuró y volvió a comer su sopa. Maldita sea, ella mentalmente se reprendió. Actualmente, había estado buscando un trabajo donde estuviera con Tag. Eso era lo que siempre obtenía por soñar con algo. — Hey, hey, hey — dijo Tag arrodillándose a un lado de ella. — Solo por el hecho de que mantenga mi trabajo no significa que no me gustaría la oportunidad de jugar con tus pececillos. Levantó su cabeza. — ¿Qué? ¿Todavía quieres trabajar en la tienda?

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Tag le dio un lento y profundo beso. — No podré hacerlo a tiempo completo, pero cada momento libre prefiero pasarlo contigo. — ¿Para qué quieres trabajar en dos empleos cuando no necesitas el dinero? Envolvió sus brazos alrededor de su cintura, la atrajo hacia su regazo. — ¿Te asustaría si te dijera que me estoy enamorando locamente de ti? — ¿En serio? — Síp. No sé cómo sucedió tan rápido, o cómo fue que tuve la suerte de encontrar a la mujer perfecta para mí, pero no pienso averiguarlo. — Te amo, yo también. — Nicole levantó la cabeza para darle un beso y le golpeó la mandíbula en su lugar. Oyó el chasquido fuerte de los dientes. — Mierda, lo siento. — Ella le frotó la barbilla. — Soy tan torpe — dijo ella con un mohín. Parecía que no podía tener un momento romántico sin arruinarlo. Tag abrió y cerró la boca varias veces. — Tal vez, deba de tener más seguros, pero valdrá la pena. * * * * * * * * * * Tan pronto como Tag se fue a The Tumbleweed, Nicole llamó a Darlene. — Nunca adivinarías lo que me ha pasado.

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— Te cortaste la mano — respondió Darlene. Nicole se miró la mano vendada. — ¿Cómo lo sabes? — Hola, vivo en Ulrich. Tag entró en la farmacia esta mañana a comprar gasa y cinta adhesiva. Betty dijo que no veía nada en él para que pidiera eso. Eh. Nicole giro sus ojos. — Está bien, ya sabes que me corté la mano. Pero me refiero a otra cosa. Tag me dijo que estaba enamorado de mí — gritó ella como una colegiala. — Pues que me jodan. Yo no creía que el caballero de la Harley podría. Felicidades, muñeca. — Gracias. ¿Qué te parece si vamos a The Weed? Para darle una sorpresa a Tag. — Claro, seguro, voy a necesitar como una hora y media para estar lista. No pienso dejarte hasta que nos tomemos una ronda de cerveza y un recorrido a la piscina. — Gracias, Darlene. * * * * * * * * * * Limpiando la barra, Tag miró el reloj por quinta vez en la última hora. Maldita sea, quería estar con Nicole. — ¿Puedo obtener una cerveza de color rojo, primor? Tag miró hacia sobre la barra para ver la típica coqueta a mediana edad. Asintiendo con la cabeza, tomó una lata pequeña de jugo de tomate de la nevera y la vació a la mitad

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de ella en una taza grande. El resto de la copa lo llenó de cerveza para después entregarla a la mujer. — Eres un gran zorro — dijo la mujer y sostuvo la mano de Tag. — Gracias — dijo, tratando de escapar. No era por lo general alguien que juzgara a otros por su apariencia, pero podría decir que esta mujer era un problema. Estaba tratando de alejarse cuando Nicole dio un paso por detrás de la mujer. — Oh no, no lo harás — dijo Nicole, cogiendo un puñado de pelo de la mujer hasta que ella soltó a Tag. La mujer trató de soltarse y tratando de rasguñar la cara de Nicole, evidentemente eran uñas falsas. — Suéltame, Skeeter Ashford. No puedo hacer nada si no sabes cómo complacer a un hombre. Tag negó con la cabeza. ¿Podría ser esta mujer con quien Lonnie se había acostado? Tag miró el pelo teñido de rubio con raíces gris y negro, claro no lo podía creer. ¡Qué asco! qué jodido idiota era Lonnie. Pero el comentario sobre Nicole de que no podía complacer a un hombre le llamó la atención. Saltó por encima de la barra y se acercó a la cara de Peggy. — Para su información, esta dama me complace en la cama, sobre la moto y en cada maldita habitación de la casa.

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Ella tiene más clase en su dedo meñique que tú fachada falsa y su rehecho cuerpo. — Tag tomó la Nicole. — Déjala ir, ángel. No tienes nada preocuparte. Jamás te cambiaría, sobre todo, cambiarte por una basura como esta.

con esa mano de de qué no para

— Nicole le soltó el cabello. Se inclinó sobre el hombro de Peggy y le habló al oído, pero Tag podía escucharla. — Si en alguna ocasión pones las manos en lo que es mío, te las romperé. Tag alejó a Nicole antes de que la otra mujer contestara. La llevó a un espacio cerca de los baños. Envolvió en sus brazos y la beso. — No dudes de mi lealtad. — No pongo en duda tu lealtad si no el poder del coño de Peggy que según parece tener. — No, ángel. No soy Lonnie y skank no es mi estilo. Necesitas poner un alto a su pasado y seguir adelante. — Mira quién habla — ella dijo. Nicole se cruzó de brazos y lo estudió. — ¿Has estado dentro de esa gran casa que has heredado? O ¿Tienes miedo? Tag dio un paso atrás. ¿Cuál era el punto? — ¿Por qué mencionas la casa? Nicole suavizó la expresión. — Porque sé cómo lidiar con eso, siempre habrá la posibilidad de que me vayas a dejar.

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— No te dejaré, ángel. — Intentó todo lo posible para calmar sus temores. — Demuéstralo. Lidia con tu pasado. Si descubres que quieres echar raíces aquí en Ulrich sabrás dónde encontrarme. — Ella se puso de puntillas y le dio un beso profundo. — Te amo, Brian Taggert, pero necesitó saber que no vas a andar por ahí recogiéndome para después botarme. Tag sintió que su corazón se hundía al ver a Nicole alejarse. Ella se veía tan triste, le tomó toda su fuerza de voluntad para no alcanzarla y abrazarla. Lo único que lo detuvo fue su pasado que él no había enfrentado. Simplemente no estaba seguro si estaba preparado. Alguien estaba mintiendo, y no estaba tan seguro de que las mentiras pudieran lastimar. * * * * * * * * * * Después de que Nicole convenciera a Darlene de que estaba bien, se quedó finalmente sola meditando. Todavía no podía creer que le había dado un ultimátum a Tag. ¿Cómo podría vivir sin él, si él dejaba la ciudad? Lo más estúpido era que seguramente ella lo seguiría a donde fuera. Sólo tenía un pequeño negocio, que era su mundo, pero con Tag era diferente. Yendo de una habitación a otra, Nicole finalmente se sentó en el sofá con Tink en su regazo. Acarició al feo perro y miró su cara.

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— No me dejarás, ¿verdad? — Tink lamió la mano de Nicole en respuesta. — Sabes, nunca me había preocupado de hacer más dinero del que necesitó para vivir. Esa no es la razón por la que quiero que Tag reconozca quién es. Casi muero cuando papá murió. Fue lo único estable en mi vida, además de la tienda. — Pensó en Lonnie y se dio cuenta que nunca había sido o pudiera estar estable. — Bueno, yo no lo quería de todos modos. Nicole se cubrió la cara con una almohada. — Quiero a Tag — se lamentó, presionando el brazo del sofá. Un golpe en la puerta sacó a Nicole de su rabieta. Se secó los ojos y trató de apartar el pelo de la cara mientras se levantaba del sofá. Al mirar a través de la mirilla, Nicole suspiró y puso los ojos en blanco. Sabía que era Lonnie, tenía que hablar con él, tarde o temprano, seguramente él no dejaría las cosas pasar porque sí. Desengancho la cadena y abrió la puerta. — ¿Qué quieres? Lonnie sonrió y levantó las manos. — Oye, nena, no descargues tu enojo en mí. Pensé en visitarte, para ver cómo estabas. He oído que pillaste a tu cantinero poniéndole atención a Peggy. Mira, yo te dije que era todo culpa de esa mujer.

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— Sí lo hiciste, y creo decirte, que era físicamente imposible que tu pene pudiera entrar a ese coño a menos que fuera intencional. Lonnie hizo una mueca de asco. — Caray, Skeeter, ¿por qué hablas de esa manera? — Qué puedo decir, haces que salga lo mejor de mí. Ahora, ¿qué quieres? — Nicole puso sus brazos en jarras y esperó. De ninguna manera iba a invitarlo a pasar. — Te extraño, cariño. Esa es la razón por la que regrese a esta ciudad. No tenía idea de que te habías acostado con alguien más. — Seguramente lo que más extrañabas en mi era la cuenta bancaria, y no me estoy acostando con nadie. Lonnie se dejó caer de rodillas en el pequeño porche delantero. — Por favor, dame otra oportunidad. Sé que jugar un poco no era la mejor manera de lidiar con mi libido hiperactivo. Voy a tratar de hacerlo mejor esta vez. Estudió al hombre guapo delante de ella, algo se le ocurrió. — ¿Sabes qué? Nunca había pensado así acerca de otro ser humano en mi vida, pero maldita sea, soy demasiado buena para ti, Lonnie. Cuando te fuiste, la primera vez que dejaste la escuela, traté de convencerme que no era porque yo aún no era una mujer adulta para retenerte. Luego, cuando

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volviste y me engañaste, estaba convencida de que no era mujer para ti. Pero Tag me ha abierto los ojos. Soy lo suficientemente buena, estoy muy bien. Tú eres el que nunca fue lo suficientemente bueno. Lonnie agarró su pecho. — Eso fue cruel, nena. Bueno, ahora que has conseguido sacarlo de tu sistema, digamos que me darás otra oportunidad. Nicole negó con la oído después de saltar que te mereces a una alguien como yo. Ahora entrada y no vuelvas.

cabeza. — ¿Te fuiste y perdiste tu a la ciudad? Creo que acabo de decir mujer como Peggy, muy diferente de llévate a tu lamentable culo lejos de mi

— Te arrepentirás de esta decisión cuando tu nuevo novio vea más allá de esa cara bonita. Después vendrás arrastrándose a mí de rodillas, zorra estúpida. — Seguramente, tendría que estar de rodillas para bajar a tu nivel. — Nicole inmediatamente cerró con llave la puerta y se hundió en el suelo. Lonnie no tenía idea de lo cerca que había estado de su mayor temor. — ¿Qué pasa si él tiene razón y Tag ve a través de mí y decide que no le gusta lo que ve? * * * * * * * * * * Finalmente salió del trabajo, Tag montó su Harley para ir a la casa de Nicole. Redujo la velocidad al pasar, viendo la

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luz apagada. Su pecho se apretó al recordar la conversación anterior. Tomó todas sus fuerzas para seguir en el camino. Estacionó la moto en su pequeña cabaña, apagó el motor y se quedó sentado ahí. Miró hacia la casa de su padre. A pesar de que no podía ver la gran cabaña, siempre fue consciente de su presencia. Nicole había estado en lo cierto. Tenía que lidiar con su pasado. Gracias al abogado de Carlos, sabía, que la casa había sido bien cuidada desde su muerte. Encendió su moto y esperaba que la electricidad ya estuviera conectada. Rugió al acelerar por el camino de tierra hacia las respuestas a sus preguntas de toda la vida.

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Capítulo 6

D

espués de tres días de no saber de Tag, Nicole comenzó a preocuparse. Había recibido numerosas llamadas de Jim Bobby preguntando si ya había hablado con él. Por lo que ella sabía, nadie en el pueblo había visto o escuchado de Tag desde que había salido de trabajar en la noche del lunes. Una vez que había terminado de lavar el último sartén, Nicole cerró la tienda y se metió en su coche. — Por favor, enciende — Lloró en voz alta mientras giraba la llave en el encendido. Después de varios intentos y después de un largo intento, el viejo cacharro arrancó. Tomado la oportunidad, Nicole condujo hacia la vieja casa de Barrett. Si Tag todavía estaba en la ciudad y nadie lo podía encontrar en la cabaña, seguramente se encontraba ahí. Por lo menos era el último lugar donde él estaría. El sólo

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pensamiento de que hubiera dejado la ciudad sin decirle adiós era demasiado para sus nervios. Aparcando en frente del garaje, Nicole se acercó a la puerta principal y tocó el timbre. Después de varios intentos, se fue hacia el lado de la casa. — ¿Tag? — Llamó mientras caminaba alrededor del lugar. Ella estaba a punto de irse cuando se dio cuenta de que la puerta del patio trasero no estaba cerrada. Trató de ver a través del cristal pero no vio nada. — ¿Tag? — Llamó de nuevo al entrar en la silenciosa casa. Caminando por las extrañas habitaciones vacías. Era evidente que Tag había estado aquí. La gran pregunta era si él todavía estaba en la casa y por qué no había contestado a sus llamadas. — ¿Tag? Nicole subió la escalera hacia el piso superior. La casa seguía siendo tan hermosa como cuando ella había sido una niña, aunque, casi sentía la soledad. Una casa tan grande debería de ser llenado con niños. Buscando en las habitaciones, Nicole abrió la puerta al final del pasillo. — ¿Tag? Tag estaba acurrucado en la cama profundamente dormido. Nicole miró a su alrededor. Maldición. Pensó. Tag estaba acurrucado en la cama, desmayado con una botella de Wild Turkey.

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— Oh, Tag — suspiró Nicole mientras recogía la botella vacía. Fue al baño por una toalla húmeda, de regreso en la habitación, se sentó en el borde de la cama de tamaño pequeño, y empezó a limpiar la suciedad del rostro varonil. Pensándolo mejor, necesitaba una limpieza completa y comenzó a desnudarlo. Tag ni siquiera despertó con la limpieza de su cuerpo con la toalla y el recipiente con agua caliente. Incluso dormido, podía ver la angustia reflejada en su rostro. — ¿Qué te ha pasado esta semana? — Susurró. Después de afeitarle, lo cobijo y bajó las escaleras para buscar algo para comer. Como era de esperar, los armarios estaban vacios lo que significaba que Tag no había comido nada en los últimos tres días. Ella escribió una nota rápidamente y salió de la casa. * * * * * * * * * * Al abrir los ojos, Tag degustó pasta de dientes. — Que infiernos — refunfuñó. El sonido de su propia voz casi destrozó sus tímpanos. Su cabeza le latía con fuerza y pensó por un segundo que moriría. El rodo sobre su estómago, recordando sus actividades de los últimos días. Tenía que orinar, hasta casi le dolía, pero la idea de levantar la cabeza de la almohada fue suficiente para mantenerlo quietó. Buscó con su mirada algo

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que pudiera usar para hacer pis sin tener que salir de la cama. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba desnudo y dentro de las sábanas. Tenía las dos manos sobre su cabeza, cuando se obligó a sentarse y estirar las piernas sobre la cama pequeña. El sonido de alguien subiendo las escaleras, lo hizo tapar su ingle con la colcha de niño, no, no de niño, suya. Esta había sido su habitación cuando era un niño. La puerta se abrió y miró hacia la entrada. — ¿Ángel? La sonrisa brillante de Nicole le dio a Tag la fuerza que necesitaba. — Tengo que hacer pis. Riéndose, Nicole le ayudó a levantarse. — Incluso con resaca todavía eres un dulce hablador. Le dio más que una sonrisa, pasó su brazo encima de sus hombros para apoyarse, sin preguntar, Nicole le ayudó a llegar al baño, cuando él debió de liberarla, sólo la mantuvo cerca hasta llegar al retrete. — ¿Quieres que te ayude con eso? — Sólo si quieres — respondió. Tag se inclinó con la mano libre y se liberó con un suspiro de placer. Muy pocas

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cosas eran tan buenas como la primera orina de la mañana. — ¿Qué hora es? — Casi las cuatro. ¿Cuatro? — ¿Qué día es hoy? — Jueves. Ella le ayudó a llegar al fregadero donde se lavó las manos, y se dio cuenta de que su rostro estaba bien afeitado. — ¿También lavaste mis dientes? — No — se rió. — Sólo unte un poco de pasta de dientes. Pasa que estaba trabajando tan cerca que tu respiración, empezaba a emborracharme. Regresaron a la cama. — ¿Por qué no descansas? Voy a bajar para traerte un poco de sopa. La mención de alimento hizo que su estómago hiciera flipflop. — No creo que pueda retener nada. — Es una lástima. Por lo menos lo vas a intentar. Voy a traer un balde por si vomitas, pero si no consumes algo. Te enfermarás del estómago por una razón diferente. Wild Turkey — se burló ella. — Podrías haber bebido algo más decente. — Oh, Dios — Tag cubrió su boca. — Por favor, no lo menciones.

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Asintió con la cabeza, Nicole le ayudó a entrar a la cama. Incluso con resaca, su cercanía causaba estragos en su miembro. Ella se rió de nuevo y negó con la cabeza. — Descansa. Vuelvo en seguida. Tag observó su caminar mientras ella salía de la habitación. Jueves, así que al menos no se había perdido de su competencia. Pensó en los últimos días y en el torbellino de emociones que había sentido. Lo único que había permanecido fiel de todo eso era su amor por su ángel. Nicole regresó en poco tiempo con una bandeja de comida. — También te preparé pan tostado. — Puso la comida en la mesa de noche y levantó el plato de sopa. Sentada a un lado en la cama, lentamente Nicole le daba de comer la primera cucharada. Le sorprendió, la facilidad con que el tragó el líquido caliente. — Esta bueno — él dijo. — Gracias. Esta es mi especial. Mi papá me enseñó a hacerlo cuando aún era una niña. Te enseñaré cuando te sientas mejor. Después de terminar el plato, Tag puso la mano en el muslo de Nicole. — ¿Te quedarás conmigo? — Depende. Si tú vas a ¿estar o hacer?

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— Desnúdate y acompáñame aquí abajo en las sábanas y te digo — respondió. Retiró las mantas, dejando al descubierto su estado de excitación. Con un rubor en sus mejillas, Nicole se desnudó rápidamente. — ¿Me habías dicho que hoy es jueves? — Sí. — Entonces, ¿por qué llevas bragas del sábado? Nicole miró hacia abajo y se tapó la boca. — Te juró que voy a deshacerme de esta ropa interior. Normalmente sólo tomó un par del cajón y no me fijo. Es en estos momentos cuando me preguntó qué panty elegí. — Tíralos todos. Es mucho mejor verte con el culo al aire de todos modos. — Tag la sujetó y la colocó encima de él. — Ere exquisita. — ¿Lo soy? — Traviesamente empezó a frotar su suave coño contra su polla — Háblame — dijo sentando cabeza. Tag la acomodó de lado moldeando el cuerpo de ella al suyo. — ¿Qué quieres saber primero? — ¿Qué te hizo encerrarte en esta casa durante tres días?

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— Recuerdos. Fotos. — Tag recordó los cientos de fotos de él en toda la casa. Era casi como si padre hubiera creado un santuario dedicado a su hijo perdido. — ¿Me crees? ¿Acerca de que el Sr. Barrett te estuvo buscando? — Nicole circulo su pezón con la punta de su dedo. — Vi los archivos — admitió Tag. — Pilas y pilas de informes. Mi padre se gastó miles de dólares y los abogados no fueron capaces de localizarme hasta después de su muerte. Murió solo, en esta casa. — Tag miró alrededor de la habitación. — He pasado los últimos días tratando de averiguar el porqué. Nicole recorrió con sus dedos el pelo, pero estaba tan sucio y enredado, que ella mejor ahuecó su mejilla en su lugar. — Nunca sabrás la respuesta a esa pregunta. Creo que lo principal es que perdones a tus padres y a ti. Eras un niño y has tenido que creer en los adultos en tu vida. En tu situación, tu madre hizo lo que necesitaba hacer. — A menos que mi padre fuera una especie de monstruo, ¿por qué mi madre trató de mantenerme lejos de él? — Tal vez tenía miedo de que te alejara de ella. Mira esta casa, Tag. Tu padre era un hombre muy rico. Tal vez tu mamá te amó tanto que incluso la idea de estar separado de ti la llevó a la clandestinidad.

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— Nunca lo había pensado de esa forma — admitió Tag. Miró a los ojos verdes de Nicole. — Eres una mujer muy sabia. ¿Cómo es que soy tan afortunado? — La suerte no tuvo nada que ver, fue la Harley — bromeó. Tag se acomodó insinuándose entre los muslos de Nicole y la besó. Ella le dio un ligero empujón a sus hombros y rompió el beso. — Te amo — ella dijo. — Más de lo que nunca lo sabrás, pero hay que levantarse y lavarse los dientes. Tag comenzó a reír. — Aquí estoy tratando de hacer el amor con mi chica y ella me dice que mi aliento apesta. — Una buena higiene es una parte importante de una relación exitosa — dijo con una sonrisa. * * * * * * * * * * Al día siguiente, Nicole cerró temprano la tienda. Era su gran día y quería comenzarlo. Su primera parada era ir gateando de nuevo a la cama con Tag. Habían optado por regresar a su casa la noche anterior para que pudiera levantarse temprano y abrir la tienda. Bueno, eso y el hecho de que no había condones en la casa de Barrett. Deslizándose bajo las sábanas, sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo bellamente esculpido de Tag. Él era sin duda el hombre de sus sueños en todos los sentidos. Ahuecó su saco pesado y sonrió cuando Tag soltó un gemido.

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— Por la mañana, ángel — murmuró. — ¿Por la mañana? Vaya, son casi las nueve. ¿Siempre estabas en la cama todo el día? Tag abrió un ojo y la miró. — Depende de quién esté en la cama conmigo. — Espero que te refieras a mí — dijo Nicole, presionando los testículos un poco más de lo necesario. — Sólo tú. — Lo soltó y al mismo tiempo Tag suspiro de alivio. —¿A qué hora tenemos que estar en Louisville? Nicole se colocó a horcajadas sobre su regazo y mostró la caja de condones. — Alrededor de las dos, pero necesitó practicar durante una hora más o menos antes de irnos. — Saco un paquete de papel de aluminio y lo abrió. — ¿Vamos a hacerlo hasta entonces? — Tengo un par de ideas — dijo, apretando los dientes cuando Nicole colocó el condón en su pene. Antes de que ella pudiera empalarse, Tag invirtió sus posiciones, él negó con la cabeza. — Quiero probarte primero. — Estoy segura de que será igual como lo hice anoche, pero si realmente necesitas un refrigerio quién soy yo para negarlo. — Nicole se abrió y dejo que la boca de Tag se

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acercará a su piel. Él lamió sus senos con movimientos lentos y deliberados, tomándose el tiempo para rendir homenaje a sus pezones antes de pasar por su torso. Cuando Tag la amaba de esa manera, todos sus complejos acerca de su cuerpo desaparecían. Descendiendo, Tag aplicó presión a su interior de los muslos en una súplica silenciosa. Felizmente abriéndose para él, Nicole gimió con la felicidad más pura dándole la bienvenida a aquella lengua. — Oh — suspiraba mientras él chupa su clítoris. Un dedo se introdujo lentamente en su coño entrando profundamente en su interior. Nicole se levantó contra la cara de Tag cuando liberó su clítoris. Enterró sus manos en el pelo largo, que sostenía la cabeza contra su coño. — Por favor — le rogó. Tarareando, Tag encontró el camino nuevamente con su lengua entrando en su profundidad, degustando los juegos de su amante que su amor había producido. Podía sentir el roce de su áspera barba mientras él la saboreaba. Nicole deslizó sus dedos por su pelo. Dios amaba su pelo. Poco a poco, se abrió camino de regreso a su cuerpo y la besó. — ¿Estás lista para mí, ángel? — Siempre — susurró, degustándose con la lengua de su compañero con cada lento movimiento, Tag fue bajando

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hasta el cuello. Nicole envolvió sus piernas alrededor de él y empezó a friccionarse contra su pelvis. — Nunca va ser suficiente. Ella gritó su nombre cuando comenzó a entrar y salir de ella. Nicole no estaba segura de que esta increíble relación los llevaría, pero ella sería feliz mientras estuvieran juntos. Aferrándose a la espalda de Tag, Nicole sintió la tensión en los músculos bajo sus manos, cuando él se movía en un frenesí salvaje. — No es suficiente — jadeó y colocó las piernas sobre los hombros. La nueva posición la abrió más cuando el entró en lo más profundo con más velocidad. La cabeza de Nicole se iba acercando a la pared con cada estocada. Era tan bueno sentir a Tag, que ella quería que esto se prolongara aún más. — En mi culo — Gimió. Ella esperaba que no sonara como una puta, pero la idea de ser tomada por detrás la excitó aún más. Nicole abrió los ojos para ver a Tag mirando hacia ella. — ¿Estás segura? — Dios sí.

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Tag se retiró y uso sus jugos para lubricar su agujero. Sus movimientos eran lentos, para prepararla para que pudiera recibirlo. — ¿Lubricante? — le preguntó. Nicole mordió sus labios para no gritar mientras su dedo índice trabajaba durante un tiempo su camino dentro de su cuerpo. Ella negó con la cabeza y señaló hacia la bandeja de televisión junto a su cama. — ¿Vaselina? Con su mano libre, Tag agarró el envase que ella utilizaba para frotar sus pies casi todas las noches. Nicole sonrió para sus adentros, bueno, también estaba allí para dar cabida a su juguete favorito debajo del colchón. Tomando la vaselina, Nicole se abrió y la sostuvo en alto. Después de obtener una gran cantidad en sus dedos, Tag continúo estirando su agujero. Ella no tuvo valor para decirle que no era necesario tanta lubricación o estiramiento. Desde que usaba el consolador en el culo por lo menos tres o cuatro veces por semana. Tag se sentó sobre sus talones, y dio unas palmaditas en el culo. — Gírate, ángel. Con una sonrisa pícara, Nicole bajo sus piernas de sus hombros y rápidamente quedo sobre sus manos y rodillas. Ella nunca lo había hecho en esta posición. Sus auto-gratificantes

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sesiones de sexo siempre las hacía acostada boca arriba. Claro, tenía curiosidad de la nueva posición. Apartó sus dedos para colocar su pene en el lugar. — Dime si te lastimo — gruñó. Nicole se dio cuenta del control autoimpuesto de Tag cuando lentamente la penetraba. El grosor de su pene traspaso más allá el anillo externo de los músculos dejándola sin respiración. Oh, mierda, Tag era un infierno mucho más grueso que su consolador. Meciéndose hacia adelante y hacia atrás, Tag la penetraba entrando centímetro a centímetro más profundo, deteniéndose de vez en cuando para asegurarse de que ella estaba bien. Nicole sintió la formación del placer recorrer su camino hasta la columna vertebral mientras él la penetraba. Podría haber jurado que dejó de respirar en un punto, pero el dolor fue reemplazado por el increíble placer cuando Tag comenzó a moverse. — Esta tan apretada — dijo sosteniendo sus caderas. El empezó a acelerar, dentro y fuera de ella, sosteniéndola en el lugar. Nicole estaba segura que tendría hematomas más tarde, pero no le importó. Ellos establecieron un ritmo con su empuje y en su penetración. Sus acciones no eran románticas, pero si salvajes. Los dos se perdieron en las sensaciones. Tag la liberó y con su mano libre acaricio su clítoris. Ambas sensaciones la hicieron alcanzar su orgasmo, el más

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intenso de su vida. Su visión empezó a nublarse por la abrumadora ola de placer. — ¡Ángel! — Aulló mientras empujaba una vez más. La rigidez y temblor del cuerpo de Tag le dijo a Nicole que estaba llegando a su orgasmo. Fácilmente se quedaron sobre el colchón, Tag se mantuvo dentro de ella. Nicole sabía que no duraría y él se saldría de ella, pero le encantaba la sensación de estar llena. Cuando su respiración estuvo bajo control, miró por encima del hombro. Tag parecía que había perdido el conocimiento. — Eso fue mucho mejor que un consolador. Un gruñido de Tag fue todo lo que obtuvo como respuesta. Riendo, movió su culo contra la polla. Una gran mano comenzó a acariciar sus pezones y suaves labios besaban su cuello. Finalmente quedó libre, Tag se quitó el condón y lo envolvió en un pañuelo. Nicole se volvió hacia él y le besó rabiosamente. — Te amo. Eso fue increíble… — Nunca lo dudé un segundo — dijo Nicole.

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Capítulo 7

A

currucada a un costado de Tag, Nicole observaba el paisaje. Habían decidido viajar en el Cadillac a Louisville en lugar de la Harley. Nicole sonrió cuando recordó a Tag silbar cuando salió del baño vestida con su ropa nueva. Un corto vestido blanco elástico amoldaba su cuerpo, el cual estaba acostumbrada a usar, pero el corto chaleco rojo de estilo occidental ayudó a disimular un poco sus tetas. Con un sombrero de vaquero y botas de color rojo, se sentía como una cantante de música country. Los ojos de Tag habían estado exorbitados prácticamente fuera de su cabeza mientras levantaba la falda para mostrarle que ella no llevaba ropa interior. Él había ordenado en ese instante que se llevarían el Cadillac. — Nadie espera que llegues en un clásico si no en una Harley — Él había dicho.

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Ahora, a medida que se acercaban a Louisville, Nicole suspiró feliz. Tenía todo lo que había querido. El concurso ni siquiera tenía tanta importancia como antes. Tener a Tag a su lado era mucho mejor que ir a la carrera NASCAR. — ¿Todo bien? — Preguntó Tag, acercándola más a su lado. — ¿Esta nerviosa? — No, estoy muy bien. Espero que la gente que me escuche se dé cuenta de lo enamorada que estoy. — Se estiró y le dio un beso en la mandíbula. — Gracias — susurró. La mano de Tag bajo por el brazo, para tomar un pecho. — No me des las gracias. Eres la mujer más perfecta que he conocido. Soy un afortunado. Inhalando, Nicole golpeó su muslo. — Sí, perfecta. ¿No significa que soy la más torpe que jamás hayas conocido? — Te amo — le susurró al oído. Con torpeza y todo. — También te amo. Y voy a tratar de ser más cuidadosa. — No cambies nunca. Te amo tal como eres. Por otro lado, ¿cómo puedo atraparte si no tropiezas de vez en cuando? — Dices cosas tan agradables. Te doy las gracias en nombre de todos los torpes en el mundo.

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* * * * * * * * * * Cuando llegaron a J Smokin, el aparcamiento ya estaba lleno. Tag se había desorientado, y por supuesto se negó a detenerse y preguntar cómo llegar. Él estaba en modo de pánico, pero Nicole no. — Lo siento mucho ángel llegamos tarde. Pensé que conocía el camino. — Encontró un lugar para estacionar el auto y apago el motor. Dios, se sentía fatal. Sabía que Nicole quería relajarse y practicar la canción un par de veces antes de que empezará la competencia. Pero afortunadamente no había sido descalificada. — No te preocupes. Por alguna razón… — le guiño un ojo — no significa tanto como antes. Podría ser que eres el responsable, pero no quiero decirlo porque te daría que pensar. — Demasiado tarde — le guiñó un ojo de vuelta y miró a su regazo. Nicole pasó la mano por el gran bulto. — Será mejor que nos detengamos antes de llegar a casa. — Hay algo mejor que eso. Hice una reservación en un hotel. Ahí pasaremos la noche. — ¿Qué pasa con la tienda?

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— Todavía estará allí cuando lleguemos a casa. Pero esta es tu noche. Te mereces un descanso. — Tag miró su reloj. — Tenemos que irnos, ángel. En lugar de salir del coche, Nicole saltó a sus brazos y lo beso por toda la cara dejándole marcas con el labial de color rojo. — Eres demasiado bueno para mí. — No, pero planeo consentirte por un largo tiempo. — De mala gana abrió la puerta y tiró de ella hacia fuera y en sus brazos. — Vamos a mostrarle a esta gente como suena como un ángel. * * * * * * * * * * En el gran salón con la gente, Tag se apoyaba contra la pared. Nicole estaba apoyada frente de él y su polla estaba literalmente palpitando de necesidad por ella. Pequeña zorra, ni enterada seguía moviendo su culo al ritmo de las canciones. Había gente de cuatro regiones diferentes, todos compitiendo por el paquete de fin de semana de NASCAR y la oportunidad de demostrar que eran los mejores. Ya habían hecho una pausa, y por eso, Nicole era la última en cantar. Para Tag, ser la última era la mejor posición de todos modos. Él estaba entreteniéndose con los pechos de Nicole y escuchaba la otra versión de la canción Reba McIntire cuando Lonnie paso enfrente de Nicole. Sin pensarlo, Tag colocó a Nicole detrás de él y observó al hombre que la había ofendido. Ella le había contado todo a Tag en el auto, que Lonnie había

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ido a su casa. Nicole no le había dado más detalles, pero el presentía que Lonnie la había lastimado de algún modo otra vez. — Puta — dijo Lonnie en señal de saludo. Tag gruñó una advertencia. El locutor escogió ese momento para llamar a Nicole al escenario. Tag sintió su mano en su espalda silenciosamente preguntando qué hacer. — Ve y cantar con todo el corazón, ángel. Voy a sacar la basura y estaré de vuelta antes de que empieces. La mierda estúpida delante de él tuvo el descaro de reírse. Tag sólo le devolvió la sonrisa. No había pasado en vano la mayor parte de su vida adulta en el ejército para no saber cómo se tratar a un enemigo. Nicole se trasladó a regañadientes por detrás de Tag. Ella dio un respingo cuando Lonnie se acercó a agarrarla, pero Tag lo bloqueo. Sosteniéndolo entre el cuello y el hombro, Lonnie estuvo de rodillas en poco tiempo. — Rómpete una pierna. Yo me ocuparé de él. Después de besarlo en la mejilla, Nicole rápidamente se dirigió al escenario. Tag se agachó y agarró la mano de Lonnie, inclinándose hacia atrás. — Levántate — le ordenó. Todavía temblando, Lonnie logró ponerse de pie.

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— Fresco hombre. Si deseas una puta así, puedes tenerla. — No es una respuesta aceptable — dijo Tag cuando dirigió a Lonnie hacia la puerta. * * * * * * * * * * Nicole escuchó la introducción de su canción, mientras observaba a Tag prácticamente arrastrando a Lonnie hacia fuera del escenario. Tomando una respiración profunda, por un momento cerró los ojos y pensó en Tag. Ella trató de canalizar todo su amor, risas y el estupendo sexo que habían compartido. Con las primeras palabras de Juice Newton The Sweetest Thing fue silenciando a la multitud que murmuraba, todos guardaron silencio. Nicole abrió los ojos y Tag estaba allí, de rodillas enfrente del escenario con una cámara en la mano. Cantando la canción para él fue más fácil que cantar en la barra del bar. Nicole miró a los profundos ojos azules de Tag y expuso su amor en la canción para que todos fueran testigos. Incluso mientras cantaba, sabía que nunca había sido tan sentimental con las letras en toda su vida. Cada frase, cada nota era perfecta. Tan perfecta que incluso se sorprendió. Hasta que termino de cantar, no fue la única en la multitud con lágrimas en los ojos. Sin pensarlo corrió hacia Tag con la intención de saltar a sus brazos, cuando se tropezó con

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el cable del micrófono. Nicole vio la habitación en cámara lenta mientras caía pero en los grandes y fuertes brazos del hombre que amaba. Tag limpió las lágrimas de sus ojos cuando se echó a reír. Nicole entorno los ojos y trató de acomodar su vestido a algo decente. — Nunca un momento aburrido, ángel — se rió entre dientes. — Siempre me tienes en alerta, eso es seguro. Él la levantó y caminó hacia el fondo de la sala, con la cabeza de Nicole descansando sobre su pecho. La multitud proporcionaba un ruidoso aplauso. Cuando Nicole se dio cuenta de los aplausos eran para ella, se sonrojó. — Te aman — dijo Tag, mirando alrededor de la habitación con Nicole todavía en sus brazos. — La gente ama el amor. Creo que fueron las emociones que se derramaron en el canto en sí, por lo que están aplaudiendo. — No te subestime, Nicole. De verdad que podrías llegar lejos con esa voz. La sala se calmó cuando los jueces deliberaron. Nicole volvió su atención a Tag. — No quiero ir a ninguna parte. Me gusta cantar mientras hago rosquillas. No quiero ser famosa. Me gusta mi vida tal como es. Soy un panadero cantador de Ulrich, eso es suficiente.

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— ¿Por qué no consideras cambiar tu vida aunque sea un poco? — Preguntó Tag. — Que te parece el título de esposa y madre en cambio. Los ojos de Nicole se exorbitaron cuando vio el significado de las palabras. — ¿Quieres casarte conmigo y tener hijos? — Mejor que hacer donas. — Oh, no lo sé, yo hago las mejores — bromeó. — Pero aún, es mejor hacer bebés — él le guiñó un ojo. — Por favor, ¿Di que te casarás conmigo? Una voz salió por los altavoces, gritando su nombre. Nicole pasó su mirada del hombre que amaba al locutor. — Suba aquí, hermosa y obtenga su gran premio. Había ganado. Oh, Dios mío. Había ganado en realidad. Tag no perdió tiempo y la llevo de regreso al escenario, ella acepto su premio. — Felicitaciones, ángel. Nicole se levantó y aceptó el pequeño trofeo y un sobre con los detalles de su fin de semana con el gran premio de NASCAR. Ella se inclinó ante la multitud, pero nunca aparto sus los ojos de Tag. — Di algo — dijo el locutor a su oído.

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Tomando el micrófono, Nicole trató de recuperar el aliento. — Gracias a todos por haber venido. Yo no soy mucho de hablar en público, pero quiero dedicar este resultado y triunfo a mi novio, Brian Taggert. Entregó el micrófono al locutor, Nicole se lanzó fuera del escenario y de regreso a los brazos de su amado. Esta vez la caída fue planeada y aterrizó suavemente en sus brazos. — Las gracias de un ángel — rió entre dientes etiqueta.

Fin

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Acerca de la Autora Una ávida lectora desde hace años, un día Carol Lynne decidió escribir su propia serie de romance erótico. Carol hace malabarismos entre ser madre y escritora a tiempo completo. En estos días, por lo general la encuentras limpiando jalea de la alfombra o en su silla favorita escribiendo escenas candentes de amor.

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lσвα ¢σяαzση ∂є ∂яαgση lσвα ¢σяαzση ∂є ∂яαgση. Joselin. Wickedsher. Page 3 of 115. Carol Lynne - Karaoke at the tumbleweed.pdf. Carol Lynne - Karaoke ...

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