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Este documento es una traducción oficial delos forosEyes Of Angels y Libros Perdidos, por y para fans. Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas regiones en las que no es posible su publicación ya sea por motivos relacionados con alguna editorial u otros ajenos. Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte de los staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores que están adentrándose y que ya están dentro del mundo de la lectura. Recuerda apoyar al autor/a de este libro comprando el libro en cuanto llegue a tu localidad

Índice Staff Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Epílogo Sobre La Autora

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Staff Moderadoras de Traducción VicHerondale

Traducción: Katiliz94 Drys VicHerondale Larteaga1 Nanami27

Sandra289 Ana Lucia Alisson* Clajace

Moderadora de Corrección: Pily

Corrección: AriannysG Katiliz94 Nanami27 Key

Revisión: Pily

Diseño: Dayi Cullen

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Sinopsis J

ax se ha enamorado de Nikki, la complicada ex desnudista con un pasado trágico. Pero no le ha contado todo, y con el tic tac del reloj sólo tiene treinta días para convencerla de que él es todo lo que necesita.

¿Será que Nikki aceptará a Jax por quien realmente es, y dejará todo atrás con el fin de reunirse con su manada? Hay una fuerza siniestra en el trabajo, un asesino suelto, y una pareja enamorándose a pesar de todo lo que está en contra de ellos. ¿Pueden hacerlo a través de la oscuridad por delante? Wild Obsession #2

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Capítulo 1 Traducido por katiliz94 &Drys Corregido por Nanami27

Jax

T

odavía estaba ahí. Él le había dicho que era un hombre lobo y tan cerca como ella había llegado a enloquecer, aún se quedó.

Nikki estaba acurrucada en la cama, su cabeza descansando sobre su regazo, la manta puesta sobre su cuerpo. Acarició su cabello suavemente, maravillándose de que una chica pudiese escuchar que el hombre que la amaba era algo más que un humano y se quedase con él. Aquello le arrebató la respiración. —Nikki… —Ella había estado en silencio durante mucho rato y él quería ser paciente, dejarle pensar en lo que había dicho, pero no estaba teniendo éxito. ¿Qué estaba pensando y sintiendo ella? Quería saber todo lo que estaba pasándole por la mente. Se giró, mirándolo. —¿Sí? —Tienes preguntas, lo sabes, puedes preguntar. Sé que es mucho, pero quiero que… quiero decir que deseo que estés cómoda con esto, pero no estoy

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seguro de que eso sea posible en este momento. Imagino que solo quiero que me hables. —Sí. Lo sé. Es en su mayoría como una gran masa en mi cabeza justo ahora. —Rodó sobre su espalda, su cabeza aún en su regazo. —¿Duele? Cuando cambias, quiero decir. ¿Es esa la palabra correcta? Él asintió. —Lo es. Sí, lo hace. Pero solo durante un segundo o dos. —¿Te gusta ser un… hombre lobo? —La palabra salió con lentitud de sus labios y un breve ceño se arrugó en su frente. —Sí. Es lo que estoy destinado a ser. Esta forma humana es… de alguna forma temporal, imagino. Pero por una noche al mes, cambio. Y es cuando siento más libertad. Su ceño se profundizó. —¿Matas personas? La franqueza de su pregunta lo sorprendió durante un minuto, pero así era Nikki, y realmente no debería haber estado sorprendido. —Lo he hecho, pero hace mucho, mucho tiempo. No es algo que disfrutase, pero en ese caso era necesario. —¿Por qué? —Era un cazador de lobos, alguien para matarme. —Jax no quería entrar en detalles sobre sus matanzas ahora, pero no retendría las respuestas a

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sus preguntas. Sería más fácil si ella no hiciese ese tipo de preguntas, al menos no ahora. —¿Entonces vives para siempre? ¿O morirás como el resto de nosotros? —No soy inmortal, pero tenemos la habilidad de sanar con rapidez, en cualquier forma. Bec, mi hermano, fue mordido esa noche en el callejón. Él era el otro lobo, el amarillo. Lo conociste aquí… cuando vino a mi habitación después de esa primera noche juntos. Sus heridas ya han curado, una leve cicatriz es todo lo que ha quedado. Y eso pronto desaparecerá. Ella se rió, un breve sonido duro. —Sí, lo recuerdo. Aunque tuve la sensación de que no le agradaba mucho. Jax suspiró. —Es complicado… es más como que no le agradó el momento. Eres… periférica. Para él, no para mí. La miró. —Eres el centro de mi vida en este momento, Nikki. Nada puede cambiar eso. Nikki se sentó y se arrodilló cerca de él, la manta deslizándose de sus hombros y arremolinándose alrededor de sus piernas. —También eres importante para mí, Jax. Más de lo que nunca le he permitido ser a nadie. —¿Pero? Yo siento algo más.

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—Solo se paciente conmigo, ¿de acuerdo? Quiero intentar que esto funcione, pero… sin promesas por ahora. Sus ojos buscaron los de él. Extendió la mano hasta ella, tirándola contra sí. —Está bien. Todavía estás aquí y creo que eso es bastante increíble. Jax se deslizó en la cama, bajando a Nikki con él, acunándola contra su cuerpo. —Nada más ha cambiado, Nikki. Nada. Todavía creo que eres la mujer más preciosa que jamás he visto. Todavía te amo… antes o después. Todo eso permanece igual. Nikki asintió, sus ojos solemnes. —Sé que lo haces. —Extendió el brazo hacia él, besándolo lentamente pero con urgencia. Se alejó brevemente. —Dilo de nuevo, Jax… dime que me amas. Es a lo único que puedo aferrarme ahora que tenga sentido. —Te amo, nena. Y te lo diré tantas veces como lo necesites. —La besó con fuerza, reclamando sus labios con los suyos. Ella devolvió su beso con tanta pasión, con tanta intensidad. Después de un largo momento él levantó la cabeza. —Y te lo mostraré tantas veces como pueda, tantas veces como se necesite.

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Nikki envolvió los brazos alrededor de su cuello y lo tiró hacia abajo de nuevo. En la suave luz de la habitación, se veía tan vulnerable y tal vez incluso con un poco de miedo, y su corazón dolía con deseo por hacer esto más fácil para ella. Pero todo lo que ahora podía hacer era sostenerla, no presionarla.

Ser paciente… solo necesito ser paciente. Ella estaba moviéndose en la cama, levantándose de manera que su cuerpo estuvo debajo de él. En silencio siguió su ritmo, situándose encima, sus piernas entre las de ella. Sus caderas se movieron, sus piernas deslizándose a lo largo de sus muslos y por encima de su torso. —Jax, hazme el amor… por favor. La tomó lentamente al principio y ella estaba lánguida y lenta, pero no pasó mucho antes de que comenzase a retorcerse debajo de él, sus movimientos volviéndose rudos y agresivos. Él se contuvo sobre sus manos, mirándola, su rostro torcido en una mueca. —¿Nikki? ¿Qué pasa? —Más fuerte, Jax. No quiero pensar en nada durante un rato, solo quiero sentir. —No quiero hacerte daño. —No lo harás. Hazme olvidar, solo durante un minuto. Se apartó de ella abruptamente, girándola sobre su estómago después de un breve enredo de piernas. Intentó levantarse sobre sus manos y rodillas, para extender las piernas. Pero Jax la puso en llano, sus manos en sus caderas, levantándola. Sostuvo su trasero frente a él, sus piernas esparcidas, manteniendo las piernas de ella juntas con sus rodillas.

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Lo miró sobre el hombro, la respiración sonando áspera en su garganta. —Sí, oh Dios… sí, Jax. La tomó con rapidez, el peso de su cuerpo dándole impulso, sus embistes duros y rápidos. Ella gritó y él agarró un puñado de su cabello, girando su cabeza hacia atrás. Nikki extendió los brazos, agarrando las sábanas, sus manos apretadas en puños. Cada embestida le llevaba más cerca, le conducía más dentro de su calor y humedad. Apretó los dientes, conteniéndose, esperando por algún tipo de señal de que Nikki estaba cerca. No quería depravarla de nuevo, y sintió que ella necesitaba esto, necesitaba la fuerza de sus embestidas para devolverle todos sus pensamientos concisos. Cuando ella se vino, fue duro y rápido. Su cuerpo convulsionó desde su centro, sus caderas impulsándose hacia adelante, llevándole abajo con ella. Apoyó sus propias rodillas en la cama, aun embistiendo mientras ella gritaba bajo él. Las contracciones de su cuerpo alrededor de su pene se volvían más fuertes y cada célula en su cuerpo gritaba por la liberación. Su respiración se rasgó desde la garganta, el fuego en sus pulmones encajando con el calor en sus bolas, abrumando la punta de su pene, inevitable y constante, y completamente más allá de su control. Entonces no hubo contención para Jax. Todo salió de su control y embistió fuerte en una jadeante Nikki, golpes afilados mientras su cuerpo tomaba el mando, sus caderas encontrando un ritmo errático por sí mismas. Los gritos de ella desaparecieron mientras sus gruñidos incrementaban, entonces inclinó su cabeza hacia atrás y gritó su éxtasis. Cuando no hubo más que quedara en él, colapsó sobre ella, su engominado pecho sudoroso presionado contra su espalda, su pene deslizándose

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fuera de su calor y humedad. Se apretó contra la suave carne entregada de su cadera, las caderas de él todavía flexionándose hacia adelante, su cuerpo aun no listo para relajarse. Su brazo estaba alrededor del hombro de Nikki y lentamente ella comenzó a sacudirse debajo de él. Se movió a su lado, poniendo su espalda contra su pecho. Lo miró, las lágrimas corrían por sus mejillas. —Nikki. ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño? —Su pecho se tensó ante la idea, y sus ojos viajaron sobre su cuerpo, sin estar seguro de lo que estaba buscando. Ella sacudió la cabeza. —Yo... estoy bien. Tú no hiciste... —Otro sollozo la sacudió—. Creo que solo necesito un buen llanto. Se acurrucó contra su pecho, sus sollozos profundizándose. La sostuvo, frotando su espalda y acariciando su cabello, ante la falta de qué decir. No había nada que pudiese hacer más que esperar a que la tormenta pasase. Los sollozos de Nikki se apagaron hasta ser ocasionales respiraciones hipando y luego, en algún momento después, estuvo quieta. Su respiración profundizada y Jax se dio cuenta de que estaba dormida. Con cuidado, intentando no despertarla, tiró de la manta sobre sus cuerpos. Se agitó brevemente contra él, mirándolo con ojos somnolientos. —Shhh, vuelve a dormir. —Gracias, Jax. Realmente te amo. —Sus ojos se cerraron de nuevo antes de que él pudiese preguntarle por qué le estaba agradeciendo.

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Nikki

N

ikki vio dormir a Jax por un tiempo, su rostro relajado, con un brazo alrededor de su cintura y se deslizó cuidadosamente debajo

de él, sentándose contra la cabecera de la cama. El sol brillaba a través de la ventana y el cabello de Jax fue captado por la luz, tan negro que parecía casi azul. Él se movió y abrió un ojo, mirándola. —Hola. Buenos días. —Se estiró, la sábana cayendo lejos de su pecho y sus brazos, revelando la suave piel sobre sus tensos músculos. Era difícil para ella imaginarle como algo más que el Jax que conocía, incluso aunque lo había visto como un lobo. —¿Estás bien? —Le tomó la mano, la besó y luego se sentó a su lado. Él pasó un brazo alrededor suyo y ella apoyó la cabeza en su hombro. —Sí. Creo que sí. Anoche fue... raro. Difícil de entender. Abrumador. Él la abrazó brevemente. —Lo sé. Y lo siento. No hay una manera fácil de explicar todo lo que soy, pero mereces saber la verdad. Te quiero en mi vida, pero no podía mantener lo que soy como un secreto y tenerte también. —Lo sé. Y me alegro de que me lo dijeras... de verdad. Es más de lo que recibo de la mayoría de los chicos, y cuando son honestos, por lo general es para decirme que están casados. —Se rió en voz baja—. Esto fue, con mucho, la cosa más extraña que me ha dicho algún hombre.

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—Estoy seguro de que lo fue. ¿Estás bien... con lo otro? ¿Te he hecho daño... la última vez? Podía oír la preocupación en su voz y negó con la cabeza. —No. Estoy bien. Las lágrimas... no tengo idea de qué fue eso. Pero se sintió bien, en ese momento. Hay una palabra... no soy buena con las palabras grandes... algo que es sobre limpiar todo dentro de tu cabeza. —Catarsis. —Sí. Gran palabra. No una que una desertora de la escuela use. Se

quedaron

en

silencio

durante

unos

minutos,

Jax

jugando

distraídamente con un mechón de su cabello. —¿Desertaste cuando tus padres murieron? —Sí. Fue justo al final de mi último año. Traté de seguir adelante, pero fue demasiado duro. Bueno, no fue duro. No había nadie para mantener un ojo en mí. Éramos salvajes, Lori y yo. Ella terminó la escuela, a duras penas. Estuve en su casa todo el tiempo y luego prácticamente vivía allí después de que el propietario me mostró un aviso de desalojo en mi apartamento. Después de graduarse, nos encontró trabajo en el club. Conseguí mi propio lugar y el resto es historia. Jax estaba en silencio a su lado. Ella tomó una respiración profunda y luego dudó. Quería seguir adelante, continuar con su historia, pero no estaba segura de cómo iba a reaccionar ante todo. Pero al infierno, él acababa de decirle que era un hombre lobo. Nada de lo que podía decirle sería peor. Por lo menos era una cosa normal, en comparación. Jax se acercó y le tomó la mano, uniendo sus dedos a los de ella.

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—¿Recuerdas lo que dije antes? Puedes decirme cualquier cosa, en cualquier momento. Ningún juicio por mi parte. Nada cambiará lo que siento por ti, ¿de acuerdo? Ella asintió, apretando su mano. —Sí. Lo sé. Es solo que... es difícil. Nunca hablé de estas cosas, trato muy duro de no pensar en ello siquiera. —Inclinó la cabeza, mirando hacia él—. Pero quiero decírtelo, a pesar de que no es un cuadro bonito. Se recostó contra su pecho, mirando hacia abajo, a su gran mano que sostenía la suya. Era casi un alivio hablar con él... no del todo fácil, pero aflojó algo dentro suyo, dejó ir una tensión que nunca realmente había notado hasta ahora que ya no estaba. —He estado haciéndolo bien por mi cuenta. Mejor que algunas... mejor que Lori a veces. Ella tiene la cabeza bien ahora, pero se involucró con un montón de mierda después de la secundaria. Algunas drogas pesadas, chicos realmente malos... todo el cliché que esperarías de una stripper. Me las arreglé para evitar todo eso, al menos, las drogas. Los chicos... no tanto. Jax aún sostenía su mano, frotando el pulgar sobre sus nudillos. Se sintió aliviada que no dijera nada, solo la dejó divagar. Ella suspiró y siguió hablando. —Si bailas para los hombres por dinero, los acechadores son más o menos un riesgo laboral. Mucho de los tipos que vienen al club están casados, en busca de algo en un lado. Nunca me mezclé con esos tipos, no quería ser parte de joder a más familias. Y nunca fue sobre sexo, en el club, quiero decir. Solo una manera de ganarse la vida. Pero... Sin embargo, me las arreglé para encontrar mis propios chicos malos. Incluso si hubo algunos de ellos que me amaron, me encontraron diferente... al final.

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—¿Así que rompiste tus propias reglas en mi caso? —Oyó la sonrisa en su voz, aún sin mirarlo. Ella sabía exactamente cómo se vería, un lado de la boca hacia arriba, el brillo de sus ojos. Sonrió, deslizándose hacia abajo en la cama junto a él, y él se volvió hacia ella. Estaba en lo cierto, la sonrisa estaba ahí. Un poco más sutil de lo que había imaginado, lo que le convenía en ese momento. Compartir tanto sobre su vida era difícil, más difícil de lo que pensaba. El resto podría esperar. —Tú

rompiste

las

reglas

primero,

¿recuerdas?

Me

tocaste,

distrayéndome. Debería haber hecho que Mack sacara tu trasero a la acera. Jax estaba a su lado ahora, apoyado en un codo. Su mano descansaba sobre su estómago, deslizándose lentamente hacia arriba, a lo largo de la curva de sus pechos. —Nunca he sido de los que siguen las reglas. —Su voz era baja y suave... y ella se estremeció. —Lo capto. —Sus dedos la acariciaron ahora, trabajando lentamente su camino a través de su piel. Ella miró hacia abajo, viendo como le rozó el pezón con el dorso de su mano, jadeando mientras se ponía duro y al instante sensible. Todo lo que Jax le hizo después se mezcló en una sola experiencia de sensaciones alimentada por mucho tiempo. Sus manos y su boca parecían estar en todas partes, encendiendo un fuego dentro de ella, avivando las llamas con sus besos, su lengua contra la de ella, sus labios deslizándose por su piel. Todo llegó al punto máximo, las olas de excitación estrellándose a través de ella, Jax gimiendo contra su cuello, su cuerpo dando tanto como tomó de ella, alguna ecuación complicada que se equilibraba a la perfección. Lo sostuvo

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contra sí, sus cuerpos llenos de sudor, respirando fuerte y rápido, hasta que ambos se tranquilizaron. La habitación iluminada por el sol retrocedió gradualmente. La única cosa de la que ella era consciente era del peso de Jax y su calidez junto a ella, su aliento en su oído, y de hundirse en la cama. Y entonces eso retrocedió también. Nikki despertó con un sobresalto. Se habían arrastrado de nuevo al sueño y ella no tenía idea de la hora que era. Luchando para incorporarse, echó hacia atrás la sábana. El reloj de la mesita de noche decía que era bien pasado del mediodía. —Mierda. —Balanceó las piernas por un lado de la cama—. Joder. Jax se sentó mientras ella buscaba en el suelo por su ropa. —¿Qué pasa? —Llego tarde a lo de Ryan y necesito ir a casa y cambiarme. —Estaba sobre sus manos y rodillas, buscando su zapato debajo de la cama de Jax. Se sentó cuando él se inclinó sobre el borde. —Llamaré a un taxi. —Desapareció de su vista mientras ella se lanzaba de nuevo debajo de la cama. —¿Por qué demonios no tienes un auto? —Se levantó del suelo y se sentó en el borde de la cama, fijando su sujetador y tirando de la camisa sobre su cabeza. —Nunca he tenido necesidad de uno, supongo. Simplemente camino adonde tengo que ir —Tenía su teléfono móvil abierto y habló brevemente. Le oyó decir la dirección y luego cerró el teléfono.

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—¿Caminas a todas partes? —Se puso de pie y movió sus caderas, tirando de su falda. —Sí, más o menos. —Jax se puso unos pantalones de chándal descoloridos, llegando a permanecer descalzo delante de ella—. ¿Quieres algo de comer, o tomar antes de irte? ¿Tostada, café? Frunció el ceño mientras subía la cremallera de su falda. —O... ambos. Café primero. ¿Hay tiempo para uno? —Siempre hay tiempo para un café. —Jax ya estaba fuera de la puerta y por el pasillo, y ella siguiéndolo, saltando en un pie mientras se ponía el otro zapato.

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Capítulo 2 Traducido por Drys y SOS VicHerondale Corregido por katiliz94

Jax

J

ax había enviado a Nikki fuera de la cabina, con una taza de café y una tostada. Se reprendió por haberse quedado dormido, sabiendo

que tenía un trabajo al que ir. Pero habían estado despiertos hasta la madrugada y Nikki debía haber estado agotada, después de su montaña rusa emocional de la noche anterior. Si llegaba tarde, tal vez Ryan la despediría y ella no estaría trabajando en esa pequeña tienda de mala muerte. Sacudiendo la cabeza ante el pensamiento errante, se sirvió una taza de café. Necesitaba el trabajo y tanto como él la quería a su lado, creía que ella estaba dispuesta a comprometerse a vivir con él. Finn y su compañera, Angela, todavía estaban en la cocina cuando él volvió a entrar. Habían estado desayunando cuando Nikki bajó. Habían sido cautelosos pero complacientes con Nikki, quien había observado a Angela con abierta curiosidad. La conversación fue breve, sin mención de asesinatos o asesinos y nada en absoluto de lo que dijeron Finn o Angela hubiera dado lugar a entender que ninguno de ellos eran hombres lobo. Podrían haber sospechado que Nikki sabía lo de Jax, pero hasta que él les hubiera dicho otra cosa, ella no era más que otro ser humano que no necesitaba saber lo que eran.

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Ahora, el tazón de Finn de cereal se acabó, ambos sentados con una taza de café. Jax llenó su taza y se sentó en la mesa. —Jax, unos pocos de la manada de Bec regresaron anoche. Están en sus antiguas habitaciones. Querían que te lo hiciera saber, tantear la recepción, supongo. —Como he dicho, son bienvenidos, sin preguntas. Pueden venir a encontrarme, si quieren, o los encontraré. Finn asintió. —No hay nuevos asesinatos desde el último. Bec... —Finn vaciló. —Adelante. —Jax tomó un sorbo de café. —Bec va a tomar el resto de su manada para un viaje de investigación esta noche, de vuelta a los escenarios de los otros asesinatos, para ver si pueden encontrar alguna pista. —Apartó el tazón de cereales. Jax sacudió la cabeza. —¿En qué demonios está pensando? O no pensar. Esa cosa no es algo para lo que meterse, y en su forma mortal, es un suicidio. —Se apartó de la mesa, dejando su taza en el fregadero. —¿Alguna idea de dónde está Bec ahora? Finn negó con la cabeza. —No. No está de vuelta en su casa y nadie lo ha visto aquí tampoco. —Genial. Un lobo-cosa renegado y un hermano renegado. No podría pedir un mejor comienzo para mi día.

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Jax tomó las dos escaleras a la vez. Bec estaba fuera de control y encontrarlo... y detenerlo... era lo que tenía que hacer. Lo último que se había imaginado haciendo como macho alfa era rastrear a su propio hermano y traerlo de vuelta. Si la cosa-lobo fuera un licántropo, la única manera de acabar con él sería cortarle la cabeza de la columna vertebral. Los métodos tradicionales de matar a los hombres lobo, disparándoles con una bala de plata o apuñalándoles con un cuchillo de plata, no tendrían efecto sobre los licántropos. A pesar de que se parecían a los hombres lobo, los licántropos eran diferentes. Además de ser más potentes y más grandes, tenían la capacidad de cambiar a voluntad. No estaban vinculados con el ciclo de la luna y, a veces se hacían más peligrosos, si estaban salvajes y fuera de control. Y lo cual por lo general, ocurría cuando habían comido carne humana y crecían a su gusto. Jax arrastró sus pensamientos de nuevo al presente, a lo que estaba matando la gente en su ciudad, lo que había atacado a Nikki. Y a su hermano. Las cosas se estaban poniendo demasiado fuera de control y Jax necesitaba obtener el control de su hermano, y su manada, antes de que todo se saliera de control. Había estado demasiado pasivo como líder, demasiado pasivo en el trato con Bec. Tal vez había sido demasiado pasivo al dejar a sus miembros desertores volver sin luchar. Ya era hora de ponerlo más difícil, dejar de tratar de complacer a todos. Y empezar con la búsqueda de Bec y encontrar una manera de matar al licántropo. Salió de su cuarto, subiendo las escaleras pasado el tercer piso y yendo a las escaleras traseras estrechas que daban al espacio del ático. Había todo tipo de basura en el ático. Ya sea que la cosa era un licántropo o alguna otra cosa, podía haber algo útil en algún lugar en los confines desordenados de la cuarta planta.

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El olor lo golpeó casi inmediatamente después de abrir la puerta, el fétido ahora era familiar, olor enfermizo de la calle. Era más fuerte en la esquina trasera, cerca de las cajas que contenían las pertenencias de su padre. Algunas de las cajas estaban rotas y abiertas, sus contenidos esparcidos por el suelo. No reconoció ninguno de los elementos esparcidos y rápidamente pasó por encima de ellos como si fueran tóxicos. El ático estaba tapado, motas de polvo se arremolinaban a su alrededor mientras se movía a través del espacio lleno. Arrugó la nariz, disgustado por el hedor. Finalmente encontró la caja que estaba buscando, la empujó contra la pared del fondo y la sacó y le quitó la tapa. Debajo de un montón de papeles encontró el libro, oscuro y pesado, la cubierta de cuero se realzaba pesadamente. Su padre había mantenido una especie de diario, un diario, de los acontecimientos importantes y esto era todo. El libro olía igual que su padre y cerró los ojos, ante los recuerdos, justo antes de obligarse a abrir el libro. Había nacimientos y muertes, añadiendo nombres de compañeros y de miembros. A veces había entradas sobre acontecimientos significativos. Jax recordaba estar sentado en el suelo mientras su padre hacía anotaciones en el libro encuadernado en cuero, pero realmente nunca había prestado mucha atención. En ese momento, le había parecido incómodo y anticuado, una pérdida de tiempo. Pero tal vez lo que su padre había dejado atrás ahora podría llegar a serle muy útil. La vista de la escritura angular de su padre trajo una oleada de recuerdos, de sentarse a su lado, viéndolo escribir a luz de la lámpara en el estudio de la planta baja. Trató de entender lo que significaba ser un macho alfa, escuchar a otros miembros de la manada ir y venir, contándole sus

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problemas y escuchando a su padre dar consejos, la lógica y, sobre todo, hacer cumplir las normas y la disciplina. Eso es lo que le faltaba. Jax sacudió la cabeza. No tenía idea de cómo disciplinar a nadie, incluyendo a su propio hermano. Podía dar consejos, resolver problemas, pero aún tenía que aprender a lidiar con el conflicto. Y ahora Bec corría salvaje, fuera de control, y por culpa de Jax. El libro estaba lleno de polvo, las páginas quebradizas. Hojeó, escaneando las entradas fechadas. La mayoría eran registros consecutivos de miembros de la manada, pero también había varias entradas más largas que se ocupaban de eventos específicos. Mientras bajaba la mirada a la página, una entrada, en particular, destacó. La redacción cuidadosa de su padre se deterioró hasta formar garabatos a través de la página. Jax leyó rápidamente, entrecerrando los ojos en la penumbra de la descuidada caligrafía. Cuando finalmente dejó el libro a un lado, tenía su respuesta. La cosalobo no era un licántropo, era otra cosa. Bec tenía razón en eso. Pero por ser diferente, era potencialmente más peligroso. Debido a que el lobo era familiar.

Nikki

H

abía pensado en pedir al taxi que esperar en el apartamento de Lori, pero Nikki no creía que tuviera suficiente dinero en efectivo

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para ser tan extravagante. Además, necesitaba una ducha y cambiarse de ropa, y Lori estaría allí y probablemente querría que le contara sobre su noche con Jax. Así que de mala gana dejó el taxi. Efectivamente, Lori estaba esperando y por el conjunto de sus hombros y la delgada línea de su boca, algo andaba mal. A Nikki le dio la impresión de Jax no iba a ser el tema de conversación. —¿Dónde has estado? —Lori estaba sentada en la pequeña mesa de la cocina desordenada, un cigarrillo tambaleándose al borde del cenicero. —Te dejé una nota... estaba con Jax—Nikki se dirigió por el pasillo hasta el cuarto de baño, quitándose los zapatos y tirando de su camisa, tirando de la cremallera de su falda mientras caminaba. Se le ocurrió que podría haber dejado la casa de Jax envuelta en una sábana. —Sí, entiendo esa parte. Pero se supone que tienes que estar en Ryan’s, como ahora —Lori la siguió por el pasillo y se apoyó contra la puerta del baño. Nikki se volvió, frunciendo el ceño, tirando de su pelo hacia atrás en la parte superior de su cabeza. No había tiempo para lavarse y secarse ahora. —Lo sé. Y estoy tratando de prepararme, así que... si no te importa — Lori dio un paso atrás en el pasillo, su ceño se profundizó a medida que Nikki cerraba la puerta. Nikki abrió los grifos, en espera de lo que pareciera el agua calentándose antes de que finalmente renunciara. Bailó brevemente a través de la corriente tibia, tratando de no conseguir que su pelo se mojara y estuvo de nuevo fuera de la ducha, envolviéndose en una toalla, en cuestión de minutos. Cuando abrió la puerta del baño, Lori seguía allí de pie, cigarrillo en mano.

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—Así que, ¿por qué llegas tarde? —Lori siguió a Nikki por el pasillo hasta el dormitorio. —¿Por qué estás tan interesada en mi vida, de repente? —Nikki hurgó en uno de los cajones que había rellenado con su ropa, sacando bragas y un sujetador. Lori se sentó en el borde de la cama, mirándola. —¿Y te importa? Estoy tratando de vestirme —Levantó su ropa—. ¿Puedes esperar? Lori puso los ojos en blanco, pero se quedó donde estaba, solo girando la cabeza. Nikki frunció el ceño, soltando un suspiro de frustración. No tenía tiempo para cualquier cosa que hubiera cabreado a Lori. Dejó caer la toalla y se puso las bragas y el sujetador, agarrando sus pantalones vaqueros y una camiseta. —Está bien. Estoy vestida. ¿Qué te tiene tan enfadada conmigo? Lori se dio la vuelta, soplando una bocanada de humo. —Solo que yo te conseguí este trabajo, es lo que realmente necesitas, y tú estás soplando fuera por un tipo. —¿Así que todavía estás molesta porque tengo una cosa seria con Jax y tú tienes una puerta giratoria en tu dormitorio? Ya no estamos en la escuela secundaria, Lori. Creo que estamos más allá de eso, ¿no es así? —Nikki arrancó la banda de su cabello y comenzó a cepillarlo furiosamente. —Estoy lejos de importarme si tienes un compañero de mierda. Con quien salgas es asunto tuyo. Nikki hizo una mueca. Lori era una perra a veces, pero esto había cruzado una línea en alguna parte y no tenía idea de cómo hacer volver esta

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cosa. —¿Qué es lo que te está molestando? Escúpelo, porque yo si tengo un trabajo al que ir. —Sí, ahora el trabajo es una gran cosa. Como te he dicho, te conseguí este trabajo, me puse en la línea por ti... Nikki dejó de cepillarse el pelo, mirando a Lori de cerca. Lori apagó el cigarrillo y se sentó en la cama, con los brazos cruzados sobre el pecho. Reconoció la mirada en sus ojos; estaba ocultando algo. —¿Ponerte en la línea cómo? Dijiste que Ryan estaba buscando a alguien. Nunca dijiste que tenía que ver contigo, además de pasar tu tarjeta de visita para mí. —Es complicado. Digamos que le debía un favor y tú eras el descuento del pago —Lori se levantó de la cama, caminando hacia la puerta—. No quiero hacerte llegar tarde... más de lo que ya estás. —Salió y Nikki oyó el golpe de la puerta del apartamento. Su cara se sentía entumecida y sus manos temblaban. Discutir con Lori era algo que tenía que evitar a toda costa. Le dio una sensación cruda e inestable, como si lo único que la sostenía en brazos de repente hubiese sido picado con un hacha. Estaba por llegar tarde. Los únicos zapatos que encontró eran un par de zapatillas viejas y deslizó sus pies en ellos, los cordones desatados, amenazando con disparar mientras se apresuraba por el pasillo. Metió los cordones dentro de los zapatos, encontró su bolso, las llaves y se fue. Abrió la puerta de la tienda de Ryan, sin aliento, prácticamente corriendo todo el camino desde el apartamento de Lori. Era tan tranquilo que

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estaba segura de que él se había ido, pero cuando la condenada campana sobre la puerta sonó, él estaba detrás de la cortina de cuentas. Nikki se deslizó detrás de la mesa que servía de escritorio, dejando caer su bolso en la parte superior. —Ya era hora de que trajeras tu culo aquí. ¿Sabes qué hora es? —Su voz era áspera y chillona, Nikki se quedó helada en el interior, con las manos agarrando su bolso. Él estaba prácticamente vibrando, las manos temblorosas, ya sea de ira o alguna otra cosa, Nikki no lo sabía. —Lo siento, Ryan. Yo... me quede dormida, —Sonó lamentable, incluso a sus propios oídos. Pero era la verdad. —No me importa una mierda. Cómprate un reloj despertador. Pero no llegues tarde otra vez. —Estaba de vuelta detrás de la cortina, las perlas balanceándose violentamente, antes de que pudiera responder. Todavía temblando, se sentó en la silla de la cocina detrás de la mesa. Tomó unos cuantos respiros profundos, esperando a que su acelerado corazón se calmara. Él tenía razón, había llegado tarde. Tenía todo el derecho de estar molesto. Pero el tono de su voz, su postura, todo lo relacionado con las pocas frases que le ladró traía un aluvión de imágenes de la cena con sus padres, las acusaciones, gritos e insultos. Pero esta no era la cena con sus padres, se trataba de su trabajo y Ryan era su empleador. Incluso si él era un drogota. Todavía tenía su sueldo, ella todavía tenía que llegar a tiempo y hacer su trabajo. Cogió el libro de citas sobre la mesa, volteando la página sobre ese día. No había un nombre escrito hasta alrededor de una hora a partir de ahora. Leyó el nombre, trató de recordar que al menos podía fingir saludar al chico. Pero sabía que probablemente ni siquiera le daría más de un guiño y un gesto, antes de regresar a través de las cuentas de cualquier negocio que tuviera

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Ryan. Pensó que el negocio del tatuaje no era una muy buena cobertura, si Ryan anotaba los nombres reales de las personas que venían a comprar drogas. El libro era viejo y andrajoso, las páginas eran desde hacía casi un año. Hojeó distraídamente el libro, ahogando un bostezo. Podría haber dormido durante más horas, acurrucada contra Jax, su cálido cuerpo sólido siendo un refugio seguro. Había sido una noche extraña en verdad, el sexo increíble seguido de confesiones seguidas de sexo más increíble. Y la verdad más grande de todas. Jax era un hombre lobo. En la loca carrera a su apartamento y luego al de Lori, no había tenido tiempo para pensar en Jax. Pero ahora, sin nada delante de ella, más que horas aquí, podría tomarse su tiempo y trabajar a través de lo que había dicho, todo lo que significaba para él decirle a ella todo lo que eso significa para su relación. Había estado en el callejón, él había sido el lobo que había tocado. Si no lo hubiera visto con sus propios ojos, si no hubiera tocado su piel sedosa con su propia mano, nada de esto habría sido creíble. Todavía lo vería a través de una neblina ligeramente ebria. Pero el lobo era real, y Jax era ese lobo. Pensó en lo que sería verlo cambiar. Había dicho que dolía, pero solo por un segundo. ¿Estaba desnudo cuando sucedía? Era difícil imaginar que su cuerpo se convirtiera en un lobo de cuatro patas. Las únicas cosas que parecían ser él eran la piel de color negro azabache y los ojos plateados. Y sí, ahora que lo pensaba, esos eran los ojos de Jax, un resplandeciente plateado en la luz de la luna. Nikki saltó cuando Ryan se abrió paso a través de las cuentas, encogiéndose ligeramente cuando se encontró con la habitación. —Oye, siento haberte gritado, pero ya sabes, esto es tu trabajo.—Su voz tenía un tono distante generalmente suave, el recuerdo hippie de él.

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—Lo sé. Lo siento. No va a suceder de nuevo. —Sí. No lo hagas. Lori dijo que eras buena para esto y confío en ella. Ella y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo y no me gustaría echarlo a perder por lo que pasa aquí. Nikki asintió, todo lo que Ryan dijo la confundió por completo. Lori nunca había dicho que conocía a Ryan bien o por tanto tiempo. Algo no estaba bien aquí, pero Ryan era la última persona a la que quería preguntarle acerca de ello y Lori probablemente no iba a volver hablar con ella de nuevo. —Muy bien, genial. Tengo una, eh... clienta... en unos pocos minutos. Tengo que ir a buscar unos cigarrillos al lado. Pídeles que esperen en la parte de atrás, ¿de acuerdo? Nikki asintió, pero Ryan ya estaba fuera de la puerta. Tan pronto como pudiese, empezaría a buscar algo más, algún otro trabajo como bailarina. Por mucho que lo odiara a veces, el baile era por lo menos algo en lo que era buena. No necesitaba pensar en ello, solo se movía con la música, lo que le gustaba hacer de todos modos. Los chicos, bueno, había tratado con chicos malos más de lo que podía recordar. Y en el club, por lo general había alguien para cuidar de ella, el gorila, Mack o alguien vendría corriendo si pedía ayuda. Aquí, estaba sola con Ryan. Se volvió hacia el libro, pasando las páginas, leyendo los nombres. Había algunos nombres repetidos una y otra vez, más o menos en un patrón. Tenía sentido, si él estaba vendiendo. Y entonces vio el nombre de Lori. Lori no tenía ningún tatuaje. Nikki fue más atrás. El nombre de Lori estaba allí, cada semana, durante semanas.

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Eso era muy claro. Ryan había sido el distribuidor de Lori por un tiempo. Lo que hubo entre ellos, probablemente tuvo que ver con las drogas o un acuerdo que salió mal. Y Lori le debía algo. Había estado limpia durante un largo tiempo por lo que la deuda debió de haber sido bastante vieja. La campana sobre la puerta sonó y Nikki rápidamente cerró el libro de citas y lo apartó. Había un tipo bajo parado en la sala, mirándola a través de unas gruesas gafas manchadas de huellas dactilares. Era increíble que pudiera ver a Nikki para hablar con ella. Pero lo hizo. —Así que tú eres la chica nueva de Ryan. Dijo que tenía un pedazo caliente detrás de la mesa y seguro que no estaba mintiendo. Así que, ¿eres una stripper? Sí, ¿Y estás, como que en el negocio ahora, con Ryan, verdad? —El hombre se acercó a la mesa, inclinándose hacia adelante, mirándola de cerca.

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—Sí, muy caliente. Creo que deberíamos tener una charla pronto... Su sentencia fue misericordiosamente interrumpida por el sonido de la campana de nuevo. Nikki miró más allá de la persona, casi aliviada al ver a Ryan en la puerta. —Oye, amigo. Lo siento, me estaba comprando cigarros de al lado. Voy atrás.—Ryan estaba en la puerta de la habitación de atrás, moviendo

las

perlas a un lado. El hombre bajito le dio a Nikki otra mirada lasciva, lamiéndose los labios, se asemejó a nada más que una lagartija miope. —Tú y yo.—Se señaló con el dedo índice en el pecho y luego lo agitó entre ellos—. Más tarde, ¿de acuerdo, preciosa? —Y entonces le guiñó un ojo. La garganta de Nikki convulsionó mientras tragaba, e hizo un sonido de arcadas. Quería otra ducha para lavar los efectos persistentes de los ojos del

chico que se arrastran sobre su cuerpo, dejando tras de sí casi un recubrimiento palpable de la baba del pervertido. En lo que se refería a Nikki, no pudo llegar lo suficientemente pronto.

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Capítulo 3 Traducido por Larteaga1 ySOS por VicHerondale Corregido por AriannysG

Jax

J

ax estaba vestido, abajo, en la sala de estar, los miembros de su manada juntos. Tenía el diario en sus manos y las armas que

encontró en el piso de arriba sobre la mesa de café. Los chicos se arremolinaban alrededor y él pacientemente esperó un momento para que se asentaran. Pero estaban inquietos y luego toda pretensión de paciencia se fue por la ventana. —Siéntense. —Su voz era más fuerte de lo que había previsto, pero era fuerte y profunda. Los miembros de la manada instantáneamente se tranquilizaron, cayendo en las sillas y los grandes sofás. —He hecho un descubrimiento acerca de lo que ha estado matando a la gente en la ciudad. Encontré el diario de mi padre... Luca. —Levantó el libro—. Y estoy bastante seguro de que sé quién... y qué está haciendo la matanza. Finn comenzó a hablar, pero Jax levantó la mano. —No hasta que haya terminado. —Finn se recostó, frunciendo el ceño, pero permaneció en silencio.

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—Hay algo aquí sobre mi padre, y su hermano, Arden. En eso, mi padre describe una pelea que Arden tuvo con un licántropo. Una pelea en la que resultó herido. La lucha... y la lesión sucedió justo al amanecer, en el momento que Arden cambiaba, así que terminó con una lesión mortal en forma humana, más o menos. De acuerdo con el diario, su garganta estaba siendo casi completamente arrancada, dejando una enorme herida y una pérdida masiva de sangre. Jax notó brevemente que el grupo se encontraba en completo silencio, todos los ojos fijos en él. Bueno. Ya era hora de que prestaran atención a lo que tenía que decir. —Mi padre trató de cuidar de la herida de su hermano, pero Arden fue capturado a mediados del cambio, entre hombre lobo y mortal, y al parecer la mordedura de licántropo mantuvo a Arden de volver a su forma mortal, o volver a un hombre lobo. También mantuvo a mi padre lejos de curarlo de alguna manera. —Trajeron a Arden a la casa y en algún momento durante las próximas horas, desapareció sin dejar rastro. Sospechaban que gateó hasta morir, pero no había ninguna prueba. Nunca encontraron un cuerpo. Lo único que encontraron fue un enmarañado cabello gris en la repisa de una ventana rota y un —Jax abrió el diario—… “podrido hedor que impregnaba la habitación y la ropa de cama”. Al parecer, ellos empacaron las pertenencias de Arden en una caja y la metieron en el ático, donde encontré esto. —Movió el diario por el lomo. —El ático huele al hedor del callejón, como el lobo que nos encontramos. Las pertenencias de Arden están por todo el suelo. —Jax hizo una pausa, todos los ojos de la habitación fijos en él.

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—Creo que es Arden. Creo que ha vuelto de donde ha estado durante todos estos años, y por alguna razón, está atacando. Y creo que él se encontraba aquí, en esta casa, en busca de algo suyo. Hubo un silencio de asombro en la sala seguido de un murmullo nervioso. Finn levantó con cautela su mano. Jax asintió con la mirada. —¿Y crees que Arden es un licántropo? ¿Eso es en lo que se convirtió? —No sé si se convirtió en un licántropo, o alguna cruz aberrante entre eso y un hombre lobo. Está claro en el diario que él nunca cambió de nuevo a su forma humana, lo que puede explicar la apariencia deforme. Pero no está claro en qué forma se encontraba cuando desapareció. La última vez que lo vieron, estaba muriendo en una habitación del segundo piso, medio hombre lobo, medio humano. Jax se dio cuenta de las muecas en la cara de muchos de la manada. Ser capturado a mediados del cambio era un horrible pensamiento. Soportar ese tipo de dolor, no ser capaz de cambiar de nuevo a humano o lobo, era casi inimaginable. Solo el dolor sería suficiente para llevar a alguien a la locura. Combinado con estar atrapado en un cuerpo que no era ni humano ni hombre lobo mientras estás gravemente herido y al borde de la muerte, sería empujar a alguien... por el borde del abismo. —Entonces, ¿cómo lo... matamos? —la voz provenía de la parte posterior, de uno de los miembros que seguía teniendo contacto con la manada de Bec, quien estaba al acecho en las sombras. —Depende de lo que sea. Si es un Licántropo, cortarlo desde la cabeza hasta la columna vertebral. Si es hombre lobo, perforarlo con balas de plata o

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cuchillos de plata... todas las cosas que evitamos. Tengo las armas necesarias. —Hizo una pausa, señalando a la mesa frente a él—. Si se trata de algo más, improvisamos. Pero lo más importante, no tomamos esto en nosotros mismos. —Pero Bec dijo... Jax levantó la mano, con los ojos fijos en el feroz hombre que hablaba. —Bec no es el líder de esta manada. Yo lo soy. Y si estás en mi casa, estás en mi manada. Si no estás de acuerdo con lo que digo, eres libre de irte. Se encontró con los ojos de cada miembro de la manada en la habitación, hombres y mujeres por igual. Todos mantuvieron su mirada por un momento antes de bajar sus ojos en respeto y obediencia. —Así que, este es el plan. Vamos a explorar en grupos de no menos de tres. No vamos a hacer esto por sí solos. Vamos a ir en la noche. Y aquellos que todavía están en contacto con la manada de Bec, le diremos esto. Si van tras él solo, a matarlo, están pidiendo morir. Necesitan a la manada con ellos. Así de simple. Sé lo que vi y sé lo que esa cosa es capaz de hacer. Este no es el momento de heroísmo. —Y si lo encuentran, me buscan. Si es mi familia, quiero hacerlo yo mismo. El grupo permaneció por un tiempo más haciendo preguntas, Jax haciendo todo lo posible para responderlas, antes de que se dividieran en grupos más pequeños. Al final salieron de la sala de estar, dirigiéndose al piso de arriba o hacia afuera. El estado de ánimo era hundido y había tensión residual en el aire. Nunca fue fácil cazar a uno de los suyos, por cualquier razón. Y si era de su familia, si se trataba de Arden, se le hacía mucho más difícil a Jax.

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El estudio había sido donde el padre de Jax escribió en su diario. Fue allí, tomando asiento en el escritorio de su padre. Evitó esta sala desde que su padre fue asesinado. Sostuvo demasiados recuerdos y recordó que él no era tan fuerte como su padre, y que no estaba liderando esta manada como su padre hubiera querido que lo hiciera. Pero se sentó a la mesa y abrió el diario, leyendo más atrás en los escritos que su padre había hecho de Arden y él. Fue muchas horas más tarde, cuando levantó la cabeza, frotándose los ojos con agotamiento. Lo que su padre describió entre él y su hermano menor Arden, era tan similar a la relación de Jax con Bec. El francotirador constante, los desafíos, una superioridad de su hermano menor, siempre para demostrar que era capaz de ser macho alfa, capaz de liderar la manada. Y luego más atrás encontró algo más. Una descripción de un incidente entre Arden y Luca, algo que ocurrió poco después de que Luca se convirtiera en macho alfa. No es una pelea física, sino por una mujer, una chica que Arden trajo a la manada con la intención de hacerla su compañera. Pero algo salió mal, muy mal, cuando trató de cambiar acabó muriendo. El escrito de Luca explicó que nadie entendía lo que sucedió, pero de alguna manera Arden culpó a Luca por su muerte, por no ser capaz de salvarla. Su nombre era Nichole, y fue el amor de la vida de Arden. Jax cerró el libro, se pasó una mano por el rostro. El diario explicaba mucho. Pero dejó casi tantas preguntas como respuestas. Pero si las muertes eran cosa de Arden, y sospechaba fuertemente que lo era, encontrarlo iba a ser un reto. E iba a tomarle más a su manada y a él. Iba a necesitar su hermano.

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Explicarle a Bec podría llegar a ser casi tan difícil como matar a Arden, pero Jax esperaba que tuviera el suficiente sentido común para escucharlo. Tendría que realizar un seguimiento de su hermano y hacer que lo escuche. Obligarlo, si es necesario. Solo esperaba que no fuera el caso.

Nikki

E

l cliente de Ryan finalmente salió, mirándola de reojo cuando salía. Nikki se estremeció involuntariamente, esperaba que el tipo fuera

un cliente de una sola vez y no uno regular. El resto del día se prolongó, no pasó nada, nadie vino a ver a Ryan. Era tarde en el momento que Nikki se aventuró a echar un vistazo detrás de la cortina. Esperaba encontrar a Ryan... haciendo algo. Pero se encontraba acostado en la mesa de tatuaje, con la boca abierta y roncando suavemente, profundamente dormido. —A la mierda esto —murmuró entre dientes. Nunca sabría si ella se había ido. Se puso su bolso y se fue, caminando con pasos suaves en el crepúsculo. No podía recordar la última vez que se fue de un trabajo, aparte de dejar el club. Pero eso era diferente; Mack la empujó a una situación sin salida. Ella no abandonaba la tienda de Ryan, no por ahora al menos. Pero faltaba solo un par de horas para que la tienda cerrara y Ryan podía hacerlo sin ella. El crepúsculo era suave, el cielo silenciado en tonos rosas y azules suaves, atisbos de nubes blancas eran visibles entre los edificios de alrededor. En realidad, era una noche agradable para dar un paseo y aminoró el ritmo,

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respirando el aire. Incluso con los humos del gas y de los autos, el humo del cigarrillo del chico que pasó y la basura en latas en frente de las casas en fila, el aire olía a fresco y ligeramente verde. Nunca se le ocurrió pensar en cosas como: cómo olía el aire o las fases de la luna, por lo menos no antes de que conociera a Jax. Negó. Tal vez iba lento, perdiendo su ventaja, el borde que ella pensaba que tenía. Lori era la pregunta difícil, capaz de cuidar de sí misma, a veces cuidando de Nikki. Imágenes del callejón volvieron de repente, de Lori cubriéndola con su propio cuerpo, protegiéndola de lo que sea que era esa cosa que quería separarlos. Solo Lori trataría de matar a un lobo y salir ganando al final. La cosa en el callejón. Jax y ella todavía no habían tenido la oportunidad de hablar de lo que era esa cosa. ¿Era un hombre lobo, como Jax y Bec? No se veía como ellos y si eso es lo que olía tan mal en el callejón, no olía como ellos tampoco. Tendría que acordarse de preguntarle al respecto, si sabía quién o qué era. No lo vio hasta que estaba casi encima de ella y se quedó sin aliento, la mano en la boca, con el corazón saltando en su garganta. —¡Jax! ¿Qué demonios? Me asustaste. Él la tenía en sus brazos y en su pecho en un santiamén. —Lo siento, Nikki. En serio. Pensé que me viste, pero al parecer estabas a kilómetros de distancia. —La sostuvo un minuto antes de besarla, enviando un estremecimiento que le recorrió la espalda.

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—Lo estaba. —Siguieron con el paseo, Jax sostenía su mano mientras caminaban. Se encontraban casi en el apartamento de Lori en el momento que ella lo sacó de la calle y fue por las escaleras hasta el apartamento. —¿Cómo sabías que salí del trabajo? —Subieron las escaleras y ella buscó a tientas sus llaves en su bolso. —No lo hice. Iba a pasar por ahí, besarte sin sentido e invitarte de nuevo a mi casa más tarde. Pero allí estabas tú, caminando por la acera. Es mi día de suerte. Ella se volvió, sonriéndole mientras abría la puerta. —Lori ya se ha ido a trabajar. Tenemos el lugar para nosotros, hasta jodidamente más tarde. Tenía la espalda en sus brazos antes de que ella terminara la frase, sus labios sobre los de ella, suaves y seguros, el envío todo tipo de hormigueos por todo su cuerpo. Se movió contra él, enrollando sus brazos alrededor de su cuello. —Estás de un buen estado de ánimo —dijo él. Le acarició el cuello, su respiración profunda, como siempre lo hacía. —¿Te gusta mi cabello porque es mío o por algún tipo de cosa fetiche de piel de lobos? —¿”Cosa fetiche de piel de lobos”? —Su voz fue ahogada en su cabello y levantó la cabeza—. No sé lo que quieres decir. —Estás enamorado de mi cabello, siempre lo hueles y me dices que no es suficiente. —Nikki levantó la mirada hacia él, amando los contornos de su cara, la curva de su boca, el cabello negro recogido en una cola de caballo lisa.

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—Ah bueno, Me gusta como huele, supongo y el color... —Sus ojos juguetearon por todo su cabello, sus dedos tomando un delgado mechón. —Es como... ron especiado y fuego, pero huele como a clavo de olor y rosas. Rico y misterioso y... —¿Y? —La miró con esos ojos grises y una pequeña llama se prendió abajo en su vientre. —Y me hace sentir cosas que nunca antes había sentido. —Llevó su cabello hacia su nariz y cerró sus ojos, inhalando lentamente—. El olfato es uno de los más primitivos sentidos. Está bien sujeto a nuestro cerebro con memorias y emociones. Y para mí, es el más susceptible. Cuando huelo tu cabello, o a ti, me da una gran oleada de sentimientos/sensaciones. Me prende, me hace amarte más, me hace desearte. Y me hace feliz. Deslizó su mano hacia sus caderas, empujándola rápidamente contra él, sus caderas rozando las suyas. —Me hace querer hacerte cosas que nunca le había hecho a ninguna otra mujer antes. —¿Otra mujer? ¿Cuántas otras mujeres? —Ella mordió su labio. ¿Respondería? Ellos nunca habían hablado sobre alguna otra mujer en su vida. —Otra mujer no es importante en este momento. Tú eres... simplemente tú. Solo tú. —La besó duro, la llama dentro de ella creciendo fuerte a medida que sus labios se movían en los de ella. Que jodan a la otra mujer; nada de eso realmente importaba de todas formas. La única cosa que importaba para ella era Jax, aquí con ella. —Muéstrame, Jax. Muéstrame eso que me quieres hacer.

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La sostuvo solo un momento y luego su boca descendió sobre la suya, devorándola en un beso que tomó su aliento lentamente. Su lengua patinaba sobre labio inferior, provocándola y jugando con ella.Abrió su boca, su lengua bailando con la de él, escalofríos de placer corriendo por su cuerpo. Sus manos estaban en la cintura de su pantalón, trabajando en la cremallera ya antes de que pudiera reaccionar, sus manos se deslizaban por su piel, sus dedos rozando su trasero, toqueteando sus curvas. Sus propias manos estaban trabajando en la cremallera de los pantalones vaqueros de Jax, el bulto de su erección hacía las cosas un poco difícil. Finalmente tuvo suficiente espacio para deslizar sus dedos debajo de la tela, para encontrar su pene, caliente y duro. Lo acarició lentamente, sosteniéndolo contra su cuerpo, él gimió contra su lengua, flexionando sus caderas hacia adelante, contra su mano. —Hazlo de nuevo... Tócame de nuevo. —Él se separó, su voz ronca mientras bajaba la mirada, a su mano en su pene. Lo liberó de sus pantalones vaqueros, y lo miró mientras lo acariciaba, sus dedos envueltos alrededor de su pene. Él estaba respirando duro, el saqueo de su trasero y boca olvidados. Después de un largo momento habló: —Dios. Te amo, Nikki. —Tomó su cara en sus manos, su boca en la suya de nuevo. Esta vez la giró, dejándola contra la mesa de la cocina. Algo cayó. Vidrios rompiéndose. Nikki preparó sus manos el borde de la mesa. Jax la tenía por las caderas de nuevo y la alzó con facilidad, poniendo su trasero en la pequeña cima de formica de la mesa. Ella se inclinó, sus manos en la mesa y él agarró sus pantalones, poniéndolos sobre su pierna —¿Cuánto te gusta esta camisa? —Se puso de pie entre sus rodillas, sus ojos casi brillando en el apartamento oscurecido. Ella miró su cabeza.

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—En lo absoluto. Creo que es de Lori… Él agarró el frente de la camisa y en un solo movimiento la rasgó, cuidadosamente rebelando su sujetador. Lo alcanzó y ella se cubrió con sus manos. —No el sujetador. Ese es mío y estos no son fuertes. Sonrió y deslizó sus manos detrás de ella, hábilmente deshaciendo el broche de su sujetador mientras su boca mordisqueaba el lóbulo de su oreja. Trabajó su forma de quitarse la desgarrada camisa y el sujetador mientras Jax la miraba, su ojos lentamente moviéndose por todo su cuerpo desnudo. —Dios, te deseo. —Encontró sus ojos y ella jadeó. Sus ojos brillaron, casi fundidos en deseo. —Te deseo también... mucho. —Lo buscó, su mano en el dorso de su cuello, bajándolo hacia ella. Él fue voluntariamente, su boca sobre la suya, sus manos en sus caderas. Luego estaba jalándola al extremo de la mesa, sus dedos en sus caderas. Ella extendió sus piernas, Abriéndose para él, deseándolo mucho en su boca en anticipación. Su pene rozó contra el interior de su muslo, caliente, duro y sedoso, todo al mismo tiempo y eso impulsó su lado salvaje. Jax la miró, su frente descansando brevemente sobre la suya, su aliento ya áspero de su garganta.Antes de tomarla, deslizó una mano entre sus piernas, sus dedos moviéndose despacio sobre ella, explorando sus pliegues húmedos. Ella cerró los ojos, inclinó la cabeza hacia atrás, la sensación de sus dedos moviéndose dentro de ella, provocándola, llevándola más allá del borde. Sus jadeos y gemidos solo avivaban el fuego que él ya había encendido.

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Gimió mientras él jalaba su mano y ella abría sus ojos, él bajó la mirada y observó mientras deslizaba su pene dentro de su cuerpo. Hizo un sonido entre un gemido y un suspiro y ella se le unió, un suave graznido escapaba de sus labios separados mientras él se deslizaba en ella. —Esto se siente increíble. —Él levantó la mirada, encontrando sus ojos mientras hablaba. —Sí... Tú lo haces. —Él se inclinó hacia adelante, una mano detrás de su cuello y la besó cuidadosamente. Comenzó a moverse lentamente, poco a poco jalándola hacia adelante con su otra mano, hasta que su trasero descansaba sobre el borde de la mesa. Sin perder el ritmo, deslizó un brazo detrás de su pierna, moviéndola hasta que su pantorrilla estaba sobre su hombro. Ella levantó la otra pierna colocándola en la mesa. Jax se movió de nuevo, acunando su cuerpo con sus brazos y manos, y ella se relajó, dejándolo sostener su peso, colgando mientras él entraba en ella. Se veía tan fácil, sin tanto esfuerzo. Estaba agarrada, segura, ingrávida, sintiendo cada caricia y embestida que él hacía. No había nada que ella necesitara hacer sino relajarse y dejar que Jax la montara sobre este paseo. Y pasó de un ritmo gentil y lento a algo más, algo salvaje, fiero y primario. Jax embistió duro a Nikki, su aliento ronco de su garganta, acariciando su cuello, sus uñas excavando en la tensa piel de sus hombros. En el momento, Nikki deseo poder verlos, mirar cómo ellos lucían moviéndose juntos. Ver a Jax mientras la embestía, ver sus piernas flexionadas y sus músculos tensos, cargando su peso y el suyo, a que se parecían sus hombros con sus piernas sobre ellos. Nunca había estado entre esos chicos que se filmaban teniendo sexo, pero ahora mismo tenía el deseo fugaz de tener una cámara grabando en alguna parte.

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Luego todo fue expulsado de su mente mientras su cuerpo se hizo cargo, El calor dentro de ella la derramaba en un clímax que se llevó su aliento lentamente. Golpeó su espalda, mordió su hombro y lo azotó. Pero él la sostuvo, conteniendo el fuego intenso que trataba de consumirla. Y luego se unió a ella, su cuerpo al máximo, dándose contra ella una y otra vez, llenándola con un calor que correspondía al suyo pero era muy diferente. Todo era un ruido apresurado y las cosas se caían al piso, la mesa rebotando contra la pared. Ella fue vagamente consiente de un ruido de contesta detrás de esta. Vagamente se dio cuenta que eran los vecinos, pero no le importó. Jax estaba empapado en sudor, su cabeza seguía en su hombro, su cara contra su cuello. Estaba respirando fuerte, su aliento moviendo el cabello de su oreja. Lo sostuvo fuerte contra su cuerpo, sintiendo el latido de su corazón contra su pecho, y ella torció su cabeza, su aliento mezclándose con el de ella, su boca sobre la suya. Finalmente, con cuidado, se alejó de ella, lentamente, relajantemente. Una pierna fue liberada y ella la estiró, luego la otra, la tensión de ser sostenida se iba yendo en un delicioso fluir de extremidades flojas. Se habría deslizado de la mesa si él no hubiera tenido un brazo enredado alrededor de su cintura —¿Estás bien? —Su voz era agradable, y profundamente ronca, susurrado en su oreja. Ella tomó un respiro profundo que se puso en marcha en algún lugar alrededor de sus dedos —Sí. Más que bien. Más allá de bien. —Lo miró, sus ojos con los parpados pesados, seguían calientes, seguían llevando un gran cargamento de pasión.

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—Bien. —Esa palabra alcanzó lo profundo, una pequeña ola de felicidad expandiéndose de su centro. —¿A la cama? —La levantó y ella se dio cuenta que seguían en la cocina del apartamento de Lori, en la mesa. Había tenido sexo sobre superficies incomodas, mesas entre ellos, pero esto había sido tan consumidor que perdió la pista sobre donde estaban. —Sí. Hasta que Lori venga a casa. O nosotros podríamos volver a tu sitio. —Creo que preferiría cautivarte en mi propia cama, al menos una vez más esta noche. Y luego otra vez mañana. Como mucho, podría ser aburrido siempre estar ahí, al menos yo sé que nadie nos despertará queriéndonos sacar de nuestra propia cama. —Pero no más dormir tarde, no más tarde para trabajar, ¿de acuerdo? Nikki estaba buscando debajo de la mesa su ropa, tardíamente recordó que no había ropa interior involucrada esta vez. —Mira necesito algo de ropa... como una camisa. Ya vuelvo. Sírvete tú mismo de la casa por un minuto. —Dejó a Jax en la cocina y se dirigió del vestíbulo al dormitorio. Desenterró una camisa suya y agarró un par limpio de pantis y se dirigió de regreso a la sala. Embutió los pantis en su bolso. —Bueno, si estás listo, podemos llamar un taxi, desde que te conozco no manejo. —Ya está hecho. Deberían estar aquí en un minuto.

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Jax miró el alrededor del apartamento. —¿Estás planeando quedarte aquí o vas a tu apartamento? Nikki se encogió de hombros. —No sé. Después de lo que pasó con el SeñorFeldman, no estoy realmente interesada en ser yo, todavía. Esto... —Ondeó su mano alrededor hacia el pequeño abarrotado apartamento—. No es donde quiero estar para siempre, pero por ahora está bien. —Tomó un respiro profundo, encontrándose con sus ojos. —No quiero estar sola. Jax estaba buscando su mano y ella no estaba segura de su expresión. Pero luego la mirada pasó y él estaba dirigiéndola a la puerta. —Me recordaste. Hay algunas cosas en mi apartamento que quiero. Pero no quiero ir sola. ¿Querrías venir conmigo? —Sí, seguro. Podemos ir ahora para allá, si quieres. Ella asintió, dando un suspiro de alivio. —Sí quiero. Gracias. Es solo que... es muy espeluznante pensar sobre el SeñorFeldman, y mi apartamento... y todo eso. Una estridente bocina de carro interrumpió a Nikki. Jax tenía su mano en su espalda y la guió hacia la puerta.Ella la bloqueó y fueron hacia la calle. —Jax, tengo una pregunta.

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—Cualquier cosa. Pregunta. —Él abrió la puerta del taxi, esperando por ella para entrar. Ella dudó en la acera, mirándolo. —Esa cosa... en el callejón qué era. ¿Tienes idea de lo que eso era? Jax se detuvo mirándola —Creo que sí, pero esa es una conversación para otro momento. Hablaremos de eso más tarde. Ella entró en el taxi, preguntándose qué quería decir exactamente.

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Capítulo 4 Traducido por Nanami27, Sandra 289 & Ana Lucia Corregido por Key

Jax

E

l viaje en taxi donde Nikki fue breve. El cuerpo de Jax todavía se estremecía por estar con Nikki, por tomarla allí en la mesa de la

cocina. Ella era tan increíble, tan increíblemente excitante. Ninguna otra mujer alguna vez le hizo sentir de esta manera. Estaba claro para Jax, demasiado claro, que era la mujer adecuada para él, como una compañera, y como la pareja que quería para el resto de su vida. Además del sexo asesino, ella tocaba una parte de él que nadie más hacía, lo abría, hacía que le importara, lo hacía querer protegerla y cuidarla. Tomó su mano en el taxi, casi abrumado por el amor que sentía por ella. Ella sostuvo su mano, confiada y honesta. Su garganta se apretó por un momento, el picor de las lágrimas en sus ojos. Pero él las apartó. Este no era el momento ni el lugar para ello; no, habría tiempo suficiente para decirle lo que sentía, para demostrarle lo mucho que la amaba. Tenía el taxi a la espera. Mientras subían las escaleras hasta el apartamento de Nikki, Jax podía sentir su miedo creciente cuanto más se acercaban a la puerta. Había un sobre blanco brillante pegado a la madera descolorida y llena de marcas, y lo arrancó, metiéndoselo en el bolsillo,

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mientras que Nikki manipulaba la cerradura. Cuando ella dejó caer las llaves, él se inclinó y las recogió, abriendo la puerta para ella. —Aún con llave. Justo como lo dejaste. —Jax giró el pomo, Nikki de pie detrás de él. Empujó la puerta y ésta se abrió, haciendo un ruido sordo contra la pared interior. El desvanecido miasma de la cosa de lobos se apoderó de él. A pesar de que no era exactamente un aroma fresco, puntas todavía se levantaron en la parte posterior de su cuello, los vellos enrizándose en sus brazos. —Nikki, déjame entrar primero. —Con mucho gusto. Te dejaré sacar mis cosas, también, si quieres. Jax dio unos pasos cautelosos al interior del apartamento. Pasó la mano por la pared, encendiendo la luz del techo. El apartamento era pequeño, así que con un poco de suerte, nada muy grande encontraría un escondite. —¿Qué necesitas? ¿Dónde estaría? —Dormitorio, tal vez algunas cosas de baño. —Ella salió de detrás de él, caminando primero a la cocina. Abrió la nevera, se inclinó hacia adelante, luego dio un paso atrás, haciendo una mueca antes de cerrarla de un portazo—. Aquí no hay nada, eso es seguro. Todo está podrido. Revisó un pequeño estante encima de la mesa, recogiendo un pequeño objeto redondo que metió en su bolso. —¿Sigue el dormitorio? —Jax ladeó la cabeza y ella asintió. Caminó por el corto pasillo, encendiendo la luz en esa habitación, deteniéndose en la puerta, con el brazo extendido impidiendo que ella entrara—. Parece que alguien destrozó esta habitación, Nikki. Debes esperar...

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Pero ella pasó junto a él. —No, así es como lo dejé. —Se puso de pie en el centro de la pequeña habitación, mirando el caos a su alrededor. Las sábanas estaban arrancadas de la cama, una almohada se encontraba en el suelo, y ropa se arrastraba por toda la alfombra. —Oh... está bien. —Captó la mirada que ella le dio y se encogió de hombros—. Es un poco difícil de decir. —No esperaba compañía la última vez que estuve aquí y lo hice peor cuando regresé. —Ella tenía la mano en la puerta del armario, lo abrió, y se volvió para mirar a Jax cuando habló—. Hay solo un par de cosas... —De repente, se tambaleó hacia atrás desde el armario, el rostro ceniciento. El hedor lo golpeó de inmediato, enfermizo, picante y muy fresco. —Nikki, retrocede. Ahora. Él dio un paso adelante rápidamente, chocando brevemente con Nikki mientras se alejaba del armario. La tomó por los hombros, apartándola y empujándola hacia la puerta. El armario estaba vacío. Podía verlo inmediatamente. Era demasiado pequeño para esconder algo. Pero lo que vio en el suelo envió un escalofrío por su columna. Jax solo podía llamarlo un nido. Varios artículos de la ropa de Nikki habían sido reunidos en un círculo áspero, envueltos, y obviamente usados para dormir. Jax se arrodilló, sintiendo la ropa. Estaba fría, así que al menos lo que había estado viviendo aquí... y Jax estaba bastante seguro de que sabía lo que era eso... ya no estaba alrededor. Revolvió a través de la ropa y luego cogió algo que se cayó de la tela hecha jirones.

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Se volvió, sosteniéndolo ante Nikki. Estaba sentada en la cama, masticando una uña. Ella retrocedió, encogiéndose, visiblemente perturbada por lo que sostenía. —¿Qué demonios es eso? —Es piel enmarañada... enmarañada con sangre, por cómo luce... —Jax se lo acercó a la nariz, inhalando—. Y por el olor. No está fresco… es sangre vieja. —Se parece a esa... cosa desde el callejón. ¿Verdad? ¿Era eso lo que estaba viviendo en mi armario? —Sus ojos se agrandaron y su rostro palideció. Jax frunció el ceño. —Sí. Creo que... era eso... no sé por cuánto tiempo. Pero diría que ha estado aquí el tiempo suficiente para sentirse como en casa. —Pero cómo... la puerta ha estado cerrada... oh, mierda. Antes de que pudiera responder, ella se deslizó fuera de la cama, en dirección al cuarto de baño. Oyó otro amortiguado "oh, mierda" y él cruzó la habitación en unos cuantos pasos largos, casi chocando con ella cuando regresó del baño. —La ventana a la escalera de incendios de allá... y la ventana está rota. Hay más de... eso... —Señaló a la masa fibrosa de piel en su mano. —...en el cristal roto. Y un poco de sangre. Se estremeció y pasó junto a él hacia su dormitorio. —Ya no creo que haya algo que quiera del clóset... solo...

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Jax miró mientras ella jaló el cajón de la mesilla de noche, vertiéndolo en la cama, añadiéndolo al caos. Revolvió a través de los papeles, finalmente dando con un sobre que metió en su bolso. —Eso es todo. Nada de ropa, de ninguna manera. Puedo comprar lo que necesite... prefiero gastar dinero que intentar lidiar con eso. —Asintió con la cabeza al piso del clóset—. No hay nada allí que me interesa en lo más mínimo, ya que algo ha estado viviendo dentro. —Su rostro se contrajo de nuevo en una mueca. —Bueno. Aquí. Esta era de la puerta principal. —Le entregó el sobre. Miró el exterior, sacó un fajo de papeles y resopló. —Estoy siendo desalojada. Por no pagar el alquiler y porque los vecinos se quejaron del olor. —Leyó unas cuantas páginas más y luego suspiró, metiendo a todos en su bolso. —Supongo que eso es todo entonces. No hay punto en quedarse por aquí, en caso de que eso decida volver. Y si ha decidido vivir aquí, puede pagar el alquiler. —Nikki cogió su bolso y pasó junto a Jax al pasillo. Él la siguió afuera, a través de la sala de estar y cerró la puerta, regresándole sus llaves. —¿Vas a quedarte donde Lori, entonces? Ellos estuvieron en la acera antes de que contestara. —No lo sé. Nosotras... tuvimos una pelea. Una mala. Hay algo entre ella y Ryan, y creo que me puse en el medio de ello. —Se encogió de hombros. Abrió la puerta del taxi y se metió dentro. —Creo que siempre que no nos veamos o nos metamos con el cabello de la otra, estaremos bien. Y siempre que pueda pagar todo por mi cuenta.

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La miró, las líneas de expresión entre sus ojos profundizándose. —¿Es eso un problema? —Ryan no está tan interesado en pagar, por lo que puedo decir. Me dijo que sería pagada al final de cada día, pero me está tonteando ahora cada día. —Lo tomó de la mano—. Y no, antes de que lo digas, puedo manejar esto… y a él. Ya estaba oscuro y no podía ver su rostro, pero él sintió una sonrisa al acecho detrás de sus palabras. —¿Soy tan predecible? —Él sacudió la cabeza. —Sí, cuando se trata de cosas como esta, conmigo, lo eres. Estarías de pie ante él, exigiendo mi sueldo. Pero esa no es tu lucha, Jax. Es la mía para lidiar. Yo me ocuparé. Y no… no puedes prestarme algo de dinero tampoco. Se echó a reír. —Está bien. Tú tienes tus medios. Pero estoy aquí si me necesitas. La casa estaba iluminada con luces cuando el taxi se detuvo. Nikki salió mientras Jax pagaba al conductor. Estaba mirando la casa cuando él salió. —¿Estás teniendo una fiesta o algo así? —Su voz tenía un borde de ansiedad y él se dio cuenta de que ella nunca había conocido realmente a alguien de su manada, además de Finn y su compañera, y el desafortunado incidente con Bec irrumpiendo en su habitación. —No. Esto es bastante normal. Siempre has estado aquí cuando todo el mundo está fuera o dormido, supongo. Así más o menos son la mayoría de las

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noches. Es una casa grande, con un montón de chicos que viven aquí. Y sus compañeras. Ella dudó en las escaleras y él puso su mano en la parte baja de su espalda. —Está bien. Ninguno muerde. Al menos no esta noche. Oyó su risa nerviosa. —Lo entiendo. Humor de hombre lobo. Divertido. Caminaron por el pasillo frente a la cocina. —¿Tienes hambre? Puedo prepararte un sándwich o algo. —Sí, solo un poco de algo. Esa... cosa en mi clóset como que arruinó mi apetito. Nikki se sentó a la mesa mientras Jax rebuscaba en el refrigerador. Sacó carne asada, una cebolla Vidalia y levantó un frasco de rábano picante. Ella asintió, y añadió una barra oscura de pan integral de centeno a los elementos de la barra. —Así que, la cosa en mi clóset. ¿Crees que es la misma del callejón? Jax extendió una capa de rábano picante en el pan, añadiendo un corte fino de carne de vacuno en la parte superior. Cogió un cuchillo, cortando finamente la cebolla. —Sí. Lo creo. —Añadió la cebolla y otra capa de carne de vacuno. Dejó el bocadillo terminado delante de Nikki—. ¿Cerveza? —Sostuvo la puerta de la nevera abierta, dejando su mirada interior.

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—Cualquier cosa menos eso que tuve la última vez. Un poco demasiado consistente para mí gusto. Me gusta ser capaz de ver a través de mi cerveza. Jax sonrió, agarrando una botella y abriéndola para ella. —Una

Guinness no es para todos. Te gustará esta mejor. Se sentó frente a ella, mirándola mientras mordía su sándwich y luego riendo cuando las lágrimas brotaron de sus ojos. —Mierda, Jax. ¿Qué diablos es esto? —Se secó los ojos con el dorso de la mano. —Rábano picante... un muy buen rábano picante. ¿Te gusta? —Mordió su bocadillo, la punzada aguando sus propios ojos. —Sí. Creo. Cuando me recupere, te lo haré saber. —Tomó un largo trago de cerveza, dejando la cerveza sobre la mesa con un golpe seco. —¿Qué? —Ella captó su mirada y se rio. —Me gusta una chica que disfruta de su comida. Una comedora con dos manos. —Tomó un trago de su cerveza, el fresco líquido deslizándose por su garganta. Comieron durante un minuto antes de que Nikki rompiera el silencio. —Así que... esa cosa. ¿Qué es? —Creo que es un licántropo. —Captó la mirada perpleja de Nikki y continuó—: No es un hombre lobo, aunque a primera vista, creo que tienen el mismo aspecto. —Pero era diferente... más grande, y olía. —Apartó el plato vacío.

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—Hay algo de malo en ello... y creo que sé por qué. He encontrado una revista que mi padre guardaba, cuando él era el macho alfa. Hay una entrada sobre su hermano, Arden, que fue mordido por un licántropo. Al parecer al poco sucedió que Arden estaba cambiando de nuevo a su forma humana. Algo sucedió, salió mal, y él no era capaz de cambiar de nuevo. Nikki hizo una mueca. —Oh, Dios mío. Eso es horrible. ¿Qué pasó con él? —Ella tomó un sorbo de cerveza. —Lo trajeron aquí y mi padre trató de hacer algo para ayudar, pero Arden estaba atascado entre lobo y humano, y nada parecía funcionar. Por lo que puedo decirte, estando entre medias lo dejaba débil, casi sin poderes regenerativos. En el momento en que cambiamos, estamos completamente vulnerables. Por lo general es solo un segundo. Pero Arden estaba atrapado en ese estado. Nikki se quedó en silencio, mirándolo con los ojos grandes. —Y entonces... ¿no murió? Jax sacudió la cabeza. —No. Ellos iban a verlo, tratar de averiguar alguna forma de ayudarlo, pero él desapareció. Escalando por una ventana. Encontraron pelo y sangre en un vaso roto. —¿Como en mi casa? —Sí. Igual. Los ojos de Nikki se desviaron.

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—Pero espera. ¿Cómo puede ser un lobo cuando no hay luna llena? Eso no tiene sentido. Jax asintió. —Los licántropos pueden cambiar a voluntad. No están sujetos a los ciclos de la luna. Si él de alguna manera se convirtió en licántropo, debe tener la capacidad de cambiar a voluntad. O él no es capaz de cambiar en absoluto y siempre está en algún tipo de forma de lobo. Nikki se estremeció y Jax deseó que hubiera otra manera de que pudiera aprender todo esto, sin tener que arrojárselo a ella, sobre todo tan pronto después de saber lo que era Jax. Él la miró de cerca, todavía esperando que vomitara en sus manos y saliera corriendo de la habitación. No conocía muchos humanos que fueran capaces de oír todo esto y no creer que estaba loco... o que estaban perdiendo el control sobre su propia cordura. —Pero ¿por qué en mi casa? ¿Cuál es la atracción? —La ansiedad en su voz era palpable y deseaba que hubiera alguna otra respuesta que pudiera darle. Jax se quedó en silencio, tratando de encontrar la manera más fácil de responder a la pregunta de Nikki. Pero solo había una por el momento, una corazonada, basada en algo que había leído en la revista. Era una idea que le heló hasta los huesos, si tenía razón. La ponía justo en el medio de todo este asunto. —Creo que está vengándose por algo que sucedió entre él y mi padre, hace mucho tiempo. —¿La venganza? ¿Para qué? —Cogió un trozo de corteza de pan a la izquierda de su plato, con los dedos nerviosamente triturando el pan de color marrón oscuro a migas.

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—Por una chica... por algo que le pasó a la compañera de Arden, o la mujer que había elegido para ser su compañera. —Pero ¿por qué yo? No tengo nada que ver con él, o con la manada. Y no soy su compañera, o su...yo no soy la compañera de nadie. —No. Nosotros sabemos eso. Pero, ahora mismo, él no. Tú estás aquí, has sido vista conmigo, la mayor parte del tiempo. Creo que él asume que eres mi compañera. Que eres la hembra alfa de lo que fue su manada. —¿Así que quiere matarme porque está vengándose? Estoy confundida. —Apartó el plato. Jax se encogió de hombros. —No estoy seguro de si él está fuera para matarte o si él está obsesionado contigo. O, si está usándote para atraernos a la intemperie, para matarnos. Ambas ideas enviaban una ola de ansiedad a través de Jax. En cualquier caso, Nikki estaba en grave peligro. Jax sabía que podía cuidar de sí mismo. —¿Cuál es la historia con la chica, la pareja potencial? ¿Qué pasó con ella? —El cuerpo de Nikki estaba en tensión. Se había recogido sus rodillas, con los brazos alrededor de las piernas. En el modo de presa clásico, ella inconscientemente se había hecho a sí misma tan pequeña de un objetivo como fuera posible. Y estaba sentada en la cocina de Jax, donde debería sentirse más segura. —Arden tenía una chica a la que quería como su compañera, una humana. De alguna manera había una lucha entre manadas rivales, mi padre y Arden incluidos, y ella fue asesinada, antes de que hubiera podido ser bautizada con sangre en la manada. De acuerdo con la revista, Arden creía que

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mi padre la mató. Pero mi padre escribió que fue un accidente, que fue asesinada por la manada rival. —¿Qué significa bautizo de sangre? —La cerveza estaba ahora olvidada, sus ojos fijos en Jax. —Si un hombre lobo escoge a un compañero que es humano, y esa persona quiere convertirse en hombre lobo, necesitan ser bautizados con sangre, o cambiados. Consistía en ser mordido, por lo general cuando estamos en forma de hombre lobo. Pero he escuchado que es posible convertir a alguien mordiéndolos mientras que el lobo está en forma humana. —¿Así que los hombres lobo fueron humanos una vez? Jax sacudió la cabeza —No. Bueno, probablemente una copia al principio. Pero ahora, si dos lobos se aparean, el niño va a ser un hombre lobo. Si uno de los padres es un lobo, y uno un ser humano, hay un cincuenta por ciento de que el niño será un hombre lobo. Un ruido en la puerta de la cocina hizo a Jax mirar hacia arriba. Finn entró en la cocina con Angela. —Finn, te acuerdas de Nikki. Nikki, este es Finn, el de esta mañana, y Angela, su compañera. Las cosas fueron un poco deprisa antes. Nikki les asintió y Finn tomó dos botellas de cerveza de la nevera. Estaba reservado, no con su forma locuaz de siempre, con ojos precavidos. —¿Pasa algo, Finn? ¿Algo nuevo ha sucedido?

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Finn miró a Nikki y luego de vuelta a Jax. Angela se quedó atrás, sin hablar. —Nikki lo sabe, Finn. Sobre nosotros, sobre todo. Está bien. Ella es a la que trataron de atacar, en el callejón. Acabamos de salir de su viejo apartamento. Lo que sea que es, está viviendo allí. Los ojos de Finn se desviaron. —No me digas. Mierda. Oh, lo siento. —Inclinó su cerveza en la dirección de Nikki. Ella sonrió, sacudiendo la cabeza. —Está bien. —Nikki agitó la mano—. He oído cosas peores... probablemente dije cosas peores. Finn sacó una silla y se sentó. Angela estaba detrás de él, con las manos sobre sus hombros. Jax miró a Nikki, cogiendo la expresión de su cara. Ella estaba observando a Angela y Finn, estudiando cada movimiento entre ellos. Estaba preguntándose cómo era, siendo la compañera de un hombre lobo. Estaría bien hablar con Angela en algún momento. Pero Finn interrumpió sus pensamientos. —¿Eso quiere decir que podemos empezar la caza ahí? ¿En el apartamento? —Probablemente. Parece el lugar más lógico, el último agujero de escapada conocida que tenía. Ha estado subiendo la escalera de incendios en la parte posterior, a través de una ventana rota. Duerme en el armario en el dormitorio. Podríamos asustarlo volviendo, pero quizás no. —¿Lo sabe Bec? —No. Acabamos de regresar de allí. Todavía no le he seguido la pista.

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—Lo tengo. Así que nos aguantamos... ¿sin cazarlo esta noche? —Finn tomó un trago de cerveza. El agarre de Angela se aprieta en el hombro de Finn y él desliza una mano hacia arriba, cubriéndola. —No, todavía no. Puedes explorar si lo planean, pero no caza a tierra. Pero tendremos que movernos pronto. El apartamento no va a estar vacante por mucho tiempo. Si un mortal tropieza con esa cosa mientras que está ahí, podría ser un desastre. Finn se levantó, deslizando un brazo alrededor de la cintura de Angela. —Bueno. Avísame cuando quieres que esté listo. Y voy a enviar el plan a las filas. Y dejarle saber a Bec... —La pregunta no formulada colgaba en el aire. —Sí. Bec. Es mi responsabilidad. Lo encontraré. Finn y Angela salieron de la habitación, los ojos de Nikki siguiéndolos, viendo como Finn empujaba a Angela a través de la puerta, tirando de ella contra él. Su clara risa flotó de nuevo a ellos en la cocina antes de que desaparecieran en la sala de estar. Nikki ahogó un bostezo detrás de su mano. —Debes estar agotada. Este ha sido mal día para ti, después de una noche bastante dura. —Es... mucho para asimilar. Tú eres un hombre lobo, hay un verdadero monstruo viviente viviendo en mi armario que puede que quiera verme muerta. Estoy siendo desalojada y mi mejor amiga está enojada conmigo. Ah, y mi jefe no me paga. Sí, más o menos describe mi vida en este momento. —Ella le dio una sonrisa triste—. Pero voy a sobrevivir porque te tengo a ti.

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—Seguro que lo haces. —Jax se rió entre dientes—. ¿Quieres ir arriba? —Le tendió la mano—. Te lo prometo, no más secretos. Le tomó la mano y se levantó, dejando que tirara de ella fuera de la silla. —Sí, ya me has contado que eres el lobo feroz. No estoy segura de que haya mucho más que puedas decirme que me sorprenda ahora. La atrajo hacia sí y la besó en la frente. Ella apoyó la cabeza sobre su pecho y estuvieron de pie un minuto, los sonidos de la casa rodeándolos. Ella dio un profundo suspiro, alejándose a mirarlo, todavía en el círculo de sus brazos. —Los sonidos de la cama son un buen lugar para estar. La condujo tranquilamente por las escaleras alfombradas y por el pasillo hacia su habitación, los sonidos de la casa desvaneciéndose mientras cerraba la puerta. Nikki se sentó en su cama, quitándose los zapatos. —Así que, ¿cuántas personas en realidad viven aquí? Jax sacó la silla del escritorio, pateando las botas. —Por lo general entre diez y quince chicos y compañeras, más o menos. Con Bec... —Jax se pasó una mano por la cara—. Ha sido menos, desde que Bec se fue. Se llevó a algunos miembros con él, pero algunos han regresado. Nikki se acurrucó contra la cabecera y palmeó la cama junto a ella. —Ven y siéntate. Se levantó, subiendo en la cama, arregló las almohadas detrás de ellos y luego se sentó junto a ella, un brazo alrededor de sus hombros.

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—Esta cosa con Bec, es difícil para ti, ¿no? Lori era casi como una hermana para mí y cuando peleamos, las lágrimas salieron de dentro. Debe ser peor cuando es la familia. —Lo es. Él es... creo que está teniendo dificultades con que yo sea el macho alfa y él sigue siendo mi hermano pequeño. Quiere que yo sea ambas cosas, supongo. —Jax apoyó la cabeza contra la pared, frotando distraídamente el brazo de Nikki. —¿Quiere que lo trates de manera diferente? ¿Hacerle favores o cortarlo con poca holgura solo porque estas a cargo? Jax frunció el ceño al techo. —No lo creo. Simplemente no puedo actuar como lo hice antes, no seré amartillado. Con esta cosa de Arden, habríamos estado en esto juntos, hombro con hombro, haciendo lo que nuestro padre dijo pero no compitiendo para ver quién lo haría mejor, como un juego. Pero conmigo dando las órdenes... no es tan fácil para él aceptarlas, supongo. No puede hacerlo mejor que yo... porque no voy a jugar al juego nunca más. Nikki se quedó callada por un minuto. Tomó su mano, serpenteando sus dedos a través de él. —Jax, nunca me has dicho cómo murió tu padre. Jax respiró hondo. Todavía dolía pensar sobre ello y la sola idea de discutirlo hacía un nudo en su estomago. Pero allí estaba Nikki y ella había compartido mucho de su vida con él. Se lo debía, intentarlo al menos. —Ellos fueron… mis padres fueron… asesinados por una manada rival. Fue hace mucho tiempo… sin embargo parece como si recién hubiese sucedido.

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La manada, todos excepto Bec, parecían haberse adaptado. Pero para él fue más duro. —¿Cómo fue para ti? —Ella le apretó la mano y él frotó sus dedos a través de la parte posterior de su mano. —Duro. Muy duro. Yo era cercano a mi padre…y a mi madre. Todos sabían que sería el alfa algún día, pero sucedió muy rápido, tan abruptamente…tan brutalmente… Ninguno estaba preparado. — ¿Cuántas manadas rivales hay? —El choque en su voz era evidente—. Hasta ayer… ¿fue ayer? No tenía idea de que tu especie existiera y ahora hay manadas rivales. —No hay muchos, tal vez solo un puñado ahora…Habían más, pero a lo largo de los años hemos dejado de ser rivales y nos hemos unido…trabajando juntos. Esa era una de las cosas que mi padre realmente había comenzado, la cooperación entre rivales y menos peleas. No hay muchos de nosotros como solía haber y las peleas solo lo hicieron peor. —Entonces ¿Dónde están las otras manadas? —Esparcidas alrededor. Sobre todo aquí, en los suburbios…Lo que solía ser considerado como afuera de la ciudad. Hay unos cuantos en los centros de las ciudades, nuestros primos urbanos. Algunos más lejos en el campo. — ¿Y tú eres el alfa porque eres el mayor? Jax asintió. —Se transmite a través de la familia. Bec pudo desafiarme si quería. Pero realmente no quería y yo no… la manada tampoco quería. Ahora mismo eso solamente dividiría la manada. Bec la dejó, no hace mucho tiempo, con unos

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cuantos chicos para iniciar su propia manada. Pero muchos de ellos han regresado. Él obtuvo lo que quería, ser el macho alfa, pero aún no está preparado. Algún día tal vez lo esté, pero no ahora mismo. Nikki levantó la cabeza, mirando a Jax. Sus ojos eran suaves en la luz tenue. —Estás bajo mucho estrés aquí. ¿Por qué añadirme a la mezcla? ¿Por qué ahora? No puedo ser la cosa más fácil en el mundo para añadir a tu vida. Jax colocó sus dedos bajo su mejilla, levantando su rostro hacia él. —Tú eres la única cosa que me mantiene cuerdo en estos días, Nikki. Realmente. Sin ti aquí…No estaría seguro de ser capaz de sostenerlo todo junto. La besó suavemente y luego ella se acurrucó junto él, su cabeza en ese, ahora familiar, lugar en su hombro. Se sentía bien tenerla allí, su cuerpo caliente contra el suyo, todo lo demás olvidado por un momento, en la burbuja de felicidad que los rodeaba. —¿Por qué yo? ¿Y porque tan rápido sin tan siquiera conocerme del todo? ¿No eres un romántico en secreto, debajo de toda esa piel de lobo, creyendo en el amor a primera vista? ¿Lo eres? El pudo oír la sonrisa en su voz. —Confió en mi instinto. Si llamas a eso amor a primera vista, creo que es lo que era. Cuando te vi por primera vez en el club, fue como si algo me golpeara fuerte, sacando el aire dentro de mí. Ninguna otra mujer había hecho eso.

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—¿Ha habido otra mujer? —Ella le estaba tomando el pelo, a pesar de que la pregunta iba en serio. —Me has preguntado eso antes. Si unas cuantas a través de los años. Soy un hombre lobo no un ermitaño. Soy como cualquier otro chico, tú sabes. Me gustan las mujeres, estar con ellas. Pero nada era serio, al menos antes de que mi padre… antes de que me volviera el macho alfa. —¿Pero que es diferente ahora? —En cualquier otra mujer, necesitar estar tan segura, habría cruzado mas allá de la necesidad; pero conociendo de donde veniaNikki, a él no le importaba. —El riesgo es un poco alto, creo. Un alfa necesita a un compañero, una hembra alfa. Así que he estado mirando a las mujeres de un modo diferente, un poco más a largo plazo, creo. Nikki se quedo inmóvil en sus brazos, una tensión poco sutil creciendo en su cuerpo. Casi podía leer su mente. Nunca había mencionado querer algo serio con ella. Contuvo el aliento, esperando. Tal vez había sido demasiado pronto, asustándola. Pero las palabras ya habían salido de su boca y no podía regresarlas. —Entonces, ¿estás diciendo que para ti yo soy a largo plazo? —Su voz era baja, sus palabras moderadas, como si estuviera probando cada una de ellas mientras las decía. —Durante el tiempo que tú quieras tenerme, Nikki. —Estas poniendo una gran cantidad de confianza en alguien que básicamente acabas de conocer ¿sabes? Podría estar contigo simplemente por tu dinero… Jax no tuvo más opción que reírse.

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—Puedes tenerlo todo, Nikki, si eso te hace feliz. Pero no tengo tanto. —Hablando en serio… Tú quieres ¿Pasar el resto de tu vida conmigo? — La incredulidad en su voz era palpable y su corazón se encogió. —Sí, lo haría. Pudo sentir su corazón latiendo contra él, mas rápido de lo que había sentido. Esperó, su propio corazón saltándose un latido, casi aguantando el aliento. Y aún así, no podía esperar más. —¿Lo harías, Nikki? ¿Pasarías el resto de tu vida conmigo? —¿Cómo tu pareja? —Su voz era apenas audible en la habitación —Si, como mi pareja —Jax cerró los ojos, tratando de mantener su respiración bajo control, de repente era superficial y rápida y se encontraba mareado. Nikki se movió en sus brazos y él abrió sus ojos, medio esperando que ella se deslizara fuera de la cama y fuera de la habitación. Ella se movió alrededor, hasta quedar arrodillada a su lado, al nivel de sus ojos. —Te ves como me siento. —Ella estaba sonriendo, lo cual era una buena señal. Y no estaba bajando fuera de la cama, todavía. —¿Cómo te sientes? —Su garganta estaba de repente seca y las palabras salieron sonando ásperas. —Un poco enferma del estómago, un poco mareada. —Su sonrisa creció—. Y realmente feliz. Él aclaró su garganta

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—¿La felicidad te hace sentir mareada? —Hiperventilar me marea y el hombre al que amo me acaba de preguntar si quiero ser su compañera, eso me hace hiperventilar. Así que si, felicidad es igual a estar mareada. —Entonces, ¿la respuesta es sí? —Sí, la respuesta es sí. Le sostuvo la mirada por un momento más y luego se inclinó hacia él, sus labios rozándose suavemente al principio y luego con una fuerza que lo sorprendió. Él se inclinó hacia adelante, sus manos moviéndose hasta sus hombros, guiándola hacia la cama. Se separó de su beso, mirándola. —Te amo, Nikki, siempre lo haré. Ella sostuvo su rostro entre sus manos, mirándolo a los ojos. —Y te amo, Jax, durante el tiempo que pueda, lo haré. Y seré tu compañera. Acababa de reclamar su boca de nuevo, su lengua deslizándose a lo largo de su labio inferior, cuando ella hizo un ruido de sorpresa y lo empujó lejos de ella. —¿Qué pasa? ¿Hay algo mal? Lo estaba mirando, una mirada con un poco de pánico en sus ojos. —Cuando dices compañera, ¿exactamente a que te refieres? ¿En qué forma?

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Jax se apoyó sobre su codo, su mano descansando sobre el estómago de Nikki. —Cualquiera…La que tú quieras. No te estoy pidiendo que seas como yo…ahora mismo. —¿Pero en algún momento querrás que lo sea? —Una arruga leve apareció entre sus ojos. —Si tú quisieras. Me gustaría que lo hicieras, pero no puedo obligarte. —¿Pero tengo que ser como tú, una mujer alfa, cierto? Jax rodó sobre su espalda y colocó sus manos detrás de su cabeza. Nikki se sentó, su mano se encontraba en su pecho, observando su rostro. —Sí, para liderar una manada, tienes que ser como yo, un hombre lobo. Y para tener niños que podrían ser como yo, sí, tendrías que ser un hombre lobo. —Oh. —La línea de su ceño se profundizó. —Pero no tienes que decidir nada ahora. No te voy a presionar para que cambies. En la manada tenemos miembros con compañeros humanos. Finn, por ejemplo. Angela no es un hombre lobo. Ella es humana, como tú. Ella acepta quien y que es Finn y no está lista para cambiar. Pienso que lo hará, cuando estén preparados para tener una familia. Pero ellos no están listos para eso todavía. —¿Y tú quieres hijos? ¿Cómo cachorros? ¿Cómo tu? La arruga había dejado la frente de Nikki, pero ella no estaba sonriendo.

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—Sí, quisiera. Me gustaría un hijo, alguien que se convirtiera en un macho alfa algún día. Jax se sentó, encontrando la mirada de Nikki, puso su mano en su mejilla. —Pero ahora mismo te quiero a ti. Quiero hacer el amor contigo y con suerte hacerte feliz. —Me haces feliz. Y muy, muy confundida. —Se rió acostada en la cama—. Hay mucho sobre que pensar, para decidir. Jax se inclinó y la besó suavemente. —No hay nada que decidir esta noche. El solo hecho de que estés aquí ahora mismo, es todo lo que quiero. Y Jax hizo lo mejor para hacer feliz a Nikki, tomándose su tiempo en todo lo que hacía, en cada caricia, en cada beso. Perdió la noción de tiempo, mientras la habitación se oscurecía mientras hacía el amor con ella. Ella finalmente gritó, retorciéndose debajo de él, su cuerpo tratando de encontrar su libertad, mientras que él tomaba la suya. Se quedó dormida, después de eso, acurrucada a su lado, su suave respiración calmando a Jax, arrullándolo hasta que él también cayó dormido en un sueño profundo. Un suave golpe despertó a Jax. Se deslizó fuera de la cama, tirando de sus pantalones vaqueros y caminó silenciosamente por el piso y abrió la puerta en silencio. Finn estaba en el recibidor, la preocupación creciendo en su rostro, la tensión en su cuerpo fornido.

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—Bec salió con un grupo de exploradores esta noche y alguien vino y le dijo que había encontrado la cosa. Quiere matarla. Creo que debías saberlo. —Gracias.

Estaré

abajo

en

un

minuto.

—Cerró

la

puerta

silenciosamente. Cuando regresó, Nikki estaba sentada en la cama en una piscina de luz amarilla, proveniente de la lámpara al lado de la cama. — ¿Algo sobre Bec? Escuché su nombre. —Sí. —Jax tiró una camiseta sobre su cabeza—. Encontró la cosa lobo y va a tratar de tomarla por sí mismo. Debo ir a buscarlo, cuidar su espalda, si va a seguir adelante con esto. Se sentó al borde de la cama, poniéndose sus botas. —¿Estarás bien aquí, verdad? Vuelve a dormirte. Regresaré antes de amanecer. Quédate. Por favor. Nikki asintió. —Estaré aquí cuando regreses. —Se inclinó hacia ella y la besó suavemente. Luego salió de la habitación.

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Capítulo 5 Traducido por Alisson* &clajace Corregido por Nanami27

Nikki

A

pagó la luz de la mesita, escuchando sus pasos alejándose por el pasillo. Era muy tarde y la casa estaba silenciosa, pero había

movimiento, como si la casa estuviera inquieta e incapaz de volver a dormir. La almohada junto a ella olía a Jax y la tomó, cambiándola por aquella en la que había estado durmiendo. Su rico aroma masculino estaba ahí e inhaló profundamente. ¿Cómo sería vivir aquí, siendo su compañera? ¿Querría ser un hombre lobo, como Jax? Sabía cómo lucía para él, ¿pero cómo se sentiría ser realmente un lobo, perder el control de ti mismo una noche cada mes? ¿Dolería? O, ¿sería liberador de alguna manera? Lo amaba, lo sabía hasta en sus huesos, en su corazón. Al principio tuvo miedo, al oírle decir la palabra, pedirle que fuera suya. Él había estado casi tan asustado como ella. Su corazón se había acelerado, su respiración era tan rápida como la suya propia. Debe haber pensado que diría que no, o que saldría corriendo de su habitación. Pero eso era mucho menos que la conmoción de enterarse de que él era un hombre lobo en primer lugar. Eso había sido bastante abrumador. Tanto

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que solo lo había querido a él entonces, fuerte y rápido, un casi doloroso sexo duro para borrar sus pensamientos. Realmente no había quitado todo de sus pensamientos, solo la distrajo por un momento. Lo suficiente como para orientarse, y estar despejada. Nikki bostezó, tirando de las mantas por encima de sus hombros. Irónicamente, Jax era probablemente el más chico más normal que había conocido en mucho tiempo. Él la amaba y ella lo amaba. Y eso parecía una simple cosa, ahora que ella por fin estaba poniendo de su parte. Estar enamorada no parecía ser tan complicado, una vez que había llegado más allá de dejarlo entrar en su corazón.

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Jax

J

ax había regresado a la casa con Finn y los otros, justo antes del amanecer,

dejando

a

Bec

enojado

con

él

por

rastrearlo...

controlándolo, habían sido las palabras exactas de Bec. Había encontrado a su hermano en el viejo apartamento de Nikki, haciendo sigilosamente su camino hasta la escalera de incendios, a punto de trepar por la ventana rota. Había tratado de detener a Bec, pero luego él lo había seguido y los demás miembros de la manada, por lo que avanzaron con cautela el pequeño cuarto de baño, hacia el dormitorio. Pero el armario estaba vacío, la ropa todavía estaba esparcida por el piso donde Jax la había dejado. Nada más había sido perturbado y el olor se desvanecía, nada reciente. Finalmente, habían logrado ponerse de acuerdo después de un intercambio de palabras concisas, sin hacer alguna otra cosa esa noche. Y Bec,

a regañadientes, accedió a reunirse en la casa más tarde para al menos hablar sobre algún tipo de estrategia, algún tipo de plan, para que pudieran trabajar juntos en lugar de estar persiguiendo la garganta del otro. Nikki seguía durmiendo cuando entró en su habitación. El sol comenzaba a salir en el cielo, convirtiendo el gris a un color rosa oscuro, la promesa de lluvia pesaba en el aire. Se había despojado de su ropa y trepado a su lado, acariciando su cuello. Ella había rodado inmediatamente a sus brazos, somnolienta y despertándose lentamente. Pero él la había besado suavemente, gentilmente, en un primer momento, su cuerpo sensual y débil debajo del suyo, los dos moviéndose a un ritmo que los llevó lentamente, cada movimiento y cada embestida intencionada era exquisitamente erótico. Jax perdió la noción del tiempo, de todo lo que le rodeaba, excepto del aumento de calor en su cuerpo y el calor que Nikki emitía por él. Había llegado a parar debajo suyo, arqueándose en un éxtasis silencioso, su cuerpo se tensó y se estremeció por un prolongado momento antes de que sintiera una oleada de calor envolverlo y luego se le unió, sosteniéndose a sí mismo enterrado dentro de ella, ola tras ola de placer guiándolo a través mientras se venía. Finalmente exhaló contra ella, los últimos estremecimientos de su orgasmo se abrían camino a través de su cuerpo mientras la abrazaba con fuerza contra sí. Él rodó sobre su costado, dejando un ligero espacio entre ellos, con la mano apoyada ligeramente en la curva llena de su cadera. Su piel estaba cálida y suave bajo sus dedos y volvió a pensar en lo que sería como una loba, todas sus curvas transformadas en forma lupina, elegantes y potentes. Si ella decidía que eso era lo que quería hacer. Pero en este momento, esa no era una conversación que quería tener con ella. Era demasiado pronto,

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demasiado nuevo para Nikki. Solo quería estar aquí, saciado y relajado, respirando el rico almizcle de hacer el amor y viendo a Nikki irse a la deriva hacia el sueño. Se aseguró de no caer dormido otra vez y la despertó suavemente, con palabras gentiles y los más suave besos. Ella se duchó, se vistió y se fue, porque no quería una repetición de la mañana anterior. La besó, de pie en el porche delantero, sus labios demorándose en los de ella y entonces se había ido. Demasiado les había pasado en tan poco tiempo, y Jax todavía estaba asombrado por todo esto, y por Nikki.

Nikki

N

ikki llegó temprano, atravesó la puerta de la tienda unos buenos quince minutos antes de lo que necesitaba estar allí. Ni una razón

que le diera a Ryan la oportunidad de que le dijera algo hoy. Estaba sentada en la mesa, con el libro de citas abierto en el día actual, cuando él entró por la puerta de la parte posterior. —Hey, Nikki. Me alegro de verte aquí, a tiempo, arreglada y lista. Veo que estás tomando lo que te dije ayer en serio. Me gusta eso. —Se apoyó en la mesa y una oleada de mal olor picó en sus ojos. Él llevaba la misma ropa que había usado ayer y se preguntó si acababa de despertarse cuando la oyó entrar. Parpadeó, tratando duro de ahogar un jadeo y empezó a respirar por la boca. Levantó la vista y vio sus pupilas dilatadas, su comportamiento nervioso y supo que probablemente estaba drogado. No lo conocía lo suficiente para saber cómo actuaria y se tensó, esperando lo peor.

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—Sí, así que... ya sabes... quiero hablar acerca de tu trabajo aquí. — Ryan puso una silla plegable sobre la mesa, apoyando los codos en la parte superior, una línea de ceño fruncido apareció entre sus ojos. —Como he dicho, Ryan. Lo siento... —Sí, ya dijiste eso. —La interrumpió y ella se quedó completamente inmóvil, observándolo de cerca. —Entonces, como que te debo dinero. Sé que te dije que te pagaría al final de cada día, de esa manera estaremos al corriente. Pero, el negocio ha sido lento. Ya sabes cómo es. —Desplegó las manos, con las uñas mordidas y sucias, sobre la mesa. —Sí, lo entiendo. Me puedes deber hasta que... —Nikki se recostó en su silla, con los brazos cruzados sobre el pecho. Algo sobre Ryan cambió. De repente se veía como un tipo amable, con una sonrisa expandida en el rostro, e hizo que se le pusieran los pelos de punta. —Bueno, tengo una idea. Si quieres... —Ryan se puso de pie, moviéndose detrás de la mesa. Se sentó en el borde, tan cerca que Nikki podía oler la ropa y el cabello sin lavar y. Se esforzó por reprimir una mueca, lográndolo parcialmente con éxito—. Podemos llevar a cabo un intercambio. —Extendió la mano, trazando los dedos a lo largo de su mejilla. —¿Un intercambio? ¿Cómo? No quiero un tatuaje. —Pero ella sabía lo que quería decir... lo que quería. Era tan claro por el bulto que se formó en el vértice de sus muslos cuando él pensó que no se notaría. Sacudió la cabeza. Ryan hizo un guiño, distorsionando su rostro por un segundo. —Intercambia lo que tienes por lo que te debo. Haznos un favor el uno al otro.

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Ryan se deslizó más cerca en la mesa, inmovilizándola en la esquina detrás de la mesa. —No debería ser un gran problema, para alguien como tú. —Su voz era baja y se imaginó que él pensaba que sonaba seductora. Pero los músculos de Nikki se contrajeron y apretó la mandíbula con tanta fuerza que pensó que sus dientes se romperían. —¿Alguien como yo? ¿Qué demonios se supone que significa eso? Su risa envió una ola de indignación a través de ella, poniendo su piel de gallina. —Eres una stripper, Nikki. Una barata, por cierto. Todas ustedes se venden... todo el tiempo. Bailas para los hombres, por dinero. ¿A qué demonios crees que me refiero? —Creo que te equivocas, Ryan. No sé lo que Lori te dijo, o lo que crees que soy, pero no me vendo por dinero. Nunca lo he hecho. —¿Esperas que me lo crea? —Extendió la mano, agarrando su pecho. Ella dio una palmada a su mano y luego le dio una bofetada con fuerza en la cara. Él se estremeció, su cabeza se sacudió hacia un lado, pero su mano todavía estaba en su pecho, los dedos clavándose en su carne. —Tú, perra. —La agarró por los hombros, tirando de ella fuera de la silla—. No sabes en qué diablos te estás metiendo. La saliva se le escapó de la boca, su rostro contraído en una mueca de furia. Nikki se retorció en sus manos, pero eran como el acero, estaban clavadas en sus hombros.

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—Estás jugando con fuego. Podría rasgarte miembro a miembro si yo quisiera, rasgar tu garganta. ¿Quieres ver? Él abrió la boca y Nikki vio con horror, su corazón latiéndole en los oídos, mientras sus dientes se extendían hasta ser colmillos. Hubo un dolor repentino donde la sujetaba y ella miró hacia abajo a sus manos, y vio que sus uñas mordidas de repente se convirtieron en garras. El grito construyéndose en su garganta fue cortado cuando él la agarró por el cuello, inmovilizándola contra la pared, levantándola con facilidad hasta que sus pies ya no tocaron el suelo. —¿Sabes lo que soy, Nikki? —Su voz era un gruñido profundo, manchas de saliva salpicaban su mejilla—. ¿Sabes lo que puedo hacer contigo? Ella luchó débilmente contra su agarre. Entonces, de repente la soltó y ella cayó en la silla, respiraciones jadeantes salían de su garganta. Ryan se puso de pie frente a ella, bloqueando su salida. Pedazos dispersos de piel aparecieron en sus brazos y mientras observaba, poco a poco se retiraron. Arrastró los ojos hasta su rostro, esperando ver la cara de un lobo, pero se puso de pie con los ojos cerrados, la mandíbula apretada, respirando profundamente. Abrió los ojos, mirándola. —Casi me hiciste transformarme completamente, perra. Y ahora sabes demasiado, sabes lo que soy. Ella sacudió su cabeza. —No, quiero decir… no lo voy a contar. Lo que eres… no es algo que puedas controlar. Está bien… quiero decir… no lo voy a contar. —Las palabras se derramaron de ella y

se escuchó hablar sin sentido, sabía que estaba

divagando. Pero sea lo que él fuera, Ryan regresó a estar bajo control, más o menos.

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Y eso no tenía sentido. No era luna llena; ellos acababan de tener una y Jax había cambiado. Le había dicho que los hombres lobos estaban obligados por los ciclos de la luna ¿Entonces, qué demonios era Ryan si él podía cambiar… y luego detenerse y cambiar de vuelta? —No estás sorprendida por esto… tú sabes algo, ¿no es cierto? Lori ya te lo contó, ¿no? Perra. —Ryan golpeó la mesa con su mano—. Ella me lo prometió que, sin importar qué, no lo diría. Ni si quiera a ti. —Ella no me contó nada, lo juro. Mira, solo… vamos a considerar esto a mano. Me voy, no diré nada, y tú no me debes ningún dinero. ¿Trato? El corazón de Nikki hizo un ruido sordo en su pecho, su respiración superficial. Ryan la miró, un terrible destello predador en sus normalmente desenfocados ojos. Aquello la puso completamente nerviosa, enviando un estremecimiento de miedo a lo largo de su columna. Quería correr, pero el miedo la hizo permanecer inmóvil, esperando. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, él retrocedió. —Di algo, y estás muerta. ¿Entendido? Nikki sacudió la cabeza. Tomó su cartera y se deslizó por delante de él, salió corriendo por la puerta y bajó las escaleras frontales, tropezando y trastabillando por la acera en la lluvia torrencial.

Jax

J

ax caminó a través de la habitación, un silencio cayendo sobre los miembros de la manada. Todos estaban en el living, incluso Bec, de

pie y malhumorado en el fondo de la habitación, brazos cruzados bajo su pecho.

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Jaxcapturó sus ojos y Bec miró hacia otro lado. Ellos no habían tenido casi ninguna conversación desde la noche anterior. —Como la mayoría de ustedes saben, la cosa ha sido rastreada hasta un apartamento, donde aparentemente ha estado viviendo, al menos por los últimos días. Anoche no estaba ahí… pero eso no significa que no volverá. Creo que lo que quiere es a la chica que vive ahí, o bien asesinarla o tiene una fijación en ella, como alguna clase de obsesión. No hay forma de saberlo. Hubo un murmullo a través de la manada y luego Bec dio un paso al frente. —¿La chica con la que te has estado acostando? ¿Esa chica? Jax apretó la mandíbula, ambas cejas juntándose en un ceño fruncido, encontrando la mirada de desaprobación de Bec. —Sí, Bec. El apartamento de Nikki. Tú sabes eso, estabas ahí. —Jax miró por la habitación al resto de la manada. Finn y Angela eran los únicos miembros que no lo miraban fijamente con la boca abierta. —Así no era dónde o cómo quería anunciar esto, pero he escogido una compañera. Algunos de ustedes la han conocido. Los murmullos se hicieron más fuertes, unos cuantos miembros estaban sonriéndole alrededor de la habitación. Finn asintió desde su asiento y Angela sonrío ampliamente, mostrándole un pulgar arriba. Pero el humor rápidamente regresó al asunto cuando Jax habló. —Y Bec, esta es mi manada y mi reunión. Si no puedes mantenerte callado, entonces eres libre de irte.

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Jax miró a Bec, sus ojos el uno sobre el otro por lo que pareció una eternidad. Pero Jax no estaba dispuesto a dar marcha atrás otra vez. Su hermano menor estaba fuera de línea y Jax había tenido suficiente. Fue Bec quien finalmente apartó la vista, girando la cabeza y dejando caer su mirada. —Bien. Entonces, esto es lo que vamos a hacer. Esta noche un grupo de nosotros regresa al apartamento, hace una búsqueda meticulosa por cualquier rastro de la cosa. Y luego rastreamos adónde fue desde ahí. El olor no es reciente, pero es tan inconfundible que deberíamos ser capaces de descubrir adónde fue. Los miembros se pusieron animados con la promesa de una cacería y una directiva clara. Es lo que ellos querían, lo que ansiaban y lo que él había sido carente en darles. Especialmente ahora, con esta criatura ahí afuera. Jax contestó preguntas, manteniendo un ojo en Bec. Él permaneció silencioso, de pie en el fondo de la habitación. Jax no quería sentir pena por Bec, pero era difícil. Todavía era su hermano menor, sin importar qué, todavía quería cuidarlo, protegerlo. Pero eso no le iba a hacer bien a ninguno de los dos. Tenía otra idea. La manada estaba comenzando a filtrarse fuera de la habitación, los chicos salían para hacer lo que sea que necesitaban hacer para estar listos. Saldrían justo después anochecer, en menos de una hora. Jax caminó a través de la manada, encontrando a Bec. —Quiero que vengas conmigo esta noche. —¿Controlándome otra vez? ¿Manteniéndome bajo tu vigilante ojo? —La voz de Bec goteó desprecio.

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—Lejos de eso. Quiero al mejor conmigo. Tú cazas como ningún otro. Si vamos a rastrear a esta cosa y acorralarla, te quiero conmigo. Bec había sido fácil de manipular algunas veces, pero otras él veía a través de la treta. Esta noche, aceptó con entusiasmo el elogio. Era verdad, sin duda. Bec era un excelente rastreador. Pero Bec también tenía razón; Jax quería mantenerlo bajo una cercana supervisión. —Encuéntrame aquí en una hora, ¿está bien? Tengo un trámite que hacer. Y entonces nos iremos. —Jax golpeó la espalda de Bec y caminó con pasos largos a través de la habitación. Jax quería encontrar a Nikki, asegurarse de que estuviera de vuelta en la casa antes que ellos fueran a cazar. Debía asegurarse de que la manada la mantenía a salvo. Habría compañeras dejadas atrás y Jax no tenía duda de que eran capaces, al igual que los chicos, de cuidar a Nikki. Y con algo de suerte, ellos encontrarían su presa y esta pesadilla terminaría, de una vez por todas.

Nikki

N

ikki quería estar con Jax, más que nada, pero el apartamento de Lori estaba mucho más cerca. Y quizá podría pedirle a Lori para la

tarifa del taxi y llegar a la casa de Jax, si Lori no estaba todavía enojada con ella por la discusión del otro día. Corrió por la lluvia, sus zapatos empapados, resbalando en la mojada acera, salpicando los charcos mientras cruzaba la calle. Subió corriendo las

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escaleras del edificio de Lori, la respiración áspera en su garganta, el corazón golpeteando en su pecho. Cuando finalmente logró abrir la puerta, corrió adentro a toda velocidad, trabando la puerta y hurgando la cadena de seguridad para ponerla en su lugar. —¿Qué demonios? —Lori salió de la cocina, con las manos en las caderas—. ¿Alguien te está persiguiendo? Nikki trastabilló hasta el living y se derrumbó en el sofá. Pasó un minuto más o menos, antes de que recuperara el aliento, antes de que pudiera hablar. —Ryan… él es… hay algo realmente mal con él. Lori se dejó caer en la silla junto al sofá, encendiendo un cigarrillo. —Sí. Él es un poco ruin. —Sopló una oleada de humo, con sus ojos en Nikki—. ¿Se ofreció a darte un tatuaje gratis? Espero que te hayas negado a esa mierda. Nikki sacudió la cabeza. —No, no eso. Es mucho más que eso. Y tú sabes lo que es él, dijo que lo sabías. Lori se recostó en el respaldar, cruzando sus piernas. —Oh. —Exhaló un frustrado suspiro–. Bastardo. No puede mantener un secreto, no se puede controlar a sí mismo. Tomó una larga aspirada del cigarrillo. —Así que, ¿te lastimó o solo te asustó? —La voz de Lori estaba demasiado calmada por esto y aquello hizo que los dientes de Nikki se apretaran con fuerza.

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—¿Qué maldita diferencia hace eso? Me enviaste a él… a esta… criatura de hombre. Un enfermo y retorcido hombre que… quería ponerme a su disposición para recibir el pago antes de convertirse en una bestia... ¡justo delante de mis ojos! Y tú lo sabías, Lori. Sabías todo sobre él. Lori miró hacia otro lado, golpeando su cigarrillo en el cenicero. —Sí. Sabía algo de eso… no todo. —¿Qué quieres decir con no todo? Empecemos con qué no sabías sobre Ryan y hagamos nuestro camino hacia atrás. —No sabía que trataría de ponerte a su disposición antes de pagarte. Eso es muy bajo, incluso para Ryan. —Lori estuvo callada por un minuto, con el ceño fruncido—. Él nunca se interesó en el sexo, hasta donde yo sabía. Siempre estaba más interesado en drogarse. Debió haber expandido sus horizontes últimamente. O, está obsesionado contigo. —Lori lo consideró por un minuto—. Apuesto a que eres tú… él dijo que eras la mejor bailarina del club, la que siempre recordaría. Quizás pensó que tenía alguna atracción contigo o algo así. —¿Pero sabías sobre el resto? ¿Que él es un… licántropo? Lori vaciló un momento, sus ojos trabados en Nikki. —¿Cómo es que siquiera sabes lo que es eso? —Se inclinó hacia adelante. La sospecha y desconfianza en la voz de Lori, su postura, la mirada que le dio a Nikki, la cortaron hasta el hueso. —¿Jax te contó los detalles? O… mierda. —Y entonces los ojos de Lori se ampliaron, su rosto palideció. —¿Le contaste a Jax sobre Ryan? Santa mierda, si lo hiciste… —La voz de Lori era histérica y Nikki pudo ver el pulso latiendo en la base de su

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garganta. Estaba asustada, aterrorizada o bien de Ryan o de Jax. Nikki sospechó que de Ryan; no pensaba que Jax fuera una gran amenaza para Lori. Un enojado licántropo tendría que ser más peligroso que solo un tipo con el que Nikki estaba durmiendo. Nikki sacudió la cabeza, frunciendo el ceño. —¿Eh? No. De ningunamanera. —¿Así que… tu lobo te contó sobre los licántropos? Fue el turno de Nikki para ampliar los ojos, para que su corazón se saltara un latido… se saltara varios latidos y su estómago cayera. —¿Cómo demonios supiste sobre Jax? —Su voz apenas un susurro. —El aroma a lobo está todo sobre él. Podría oler su aroma desde una milla de distancia. Poderoso… muy, muy poderoso. Lo supe desde la primera vez que lo vi, en el club. —Lori se encogió sus hombros—. Pensé que él sería malo para ti en todo sentido, solo un lobo con ropas de hombre. Quizá estaba equivocada. Al menos es mejor que algunos de tus novios. —¿Su aroma? Tú dijiste, en aquel entonces, que olía divino. Lori resopló. —Sí. Bueno, lo haré ya que estamos discutiendo secretos y mentiras, déjame compartir uno de los míos. —Se inclinó hacia adelante, resguardando su cigarrillo, mirando fijamente a Nikki a través de la niebla del humo del cigarrillo. Sostuvo la mirada de Nikki por un momento y luego sonrió. Nikki

retrocedió,

arrastrando

las

piernas

por

debajo

de

ella,

empujándose rápidamente hasta la esquina del sofá. Lori tenía colmillos,

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afilados dientes caninos, en la parte superior e inferior, extendiéndose desde el resto de sus dientes. Largos, blancos y muy lobunos. Sostuvo las manos arriba, sus uñas curvadas en afiladas garras. —Lori… yo… ¿por qué? ¿Por cuánto tiempo? El corazón de Nikki reanudó sus latidos, muy rápido, el sonido de la sangre corriendo en sus orejas tan alto que estaba segura de que Lori podía oírlo. Y juzgando por la evidencia frente a ella, Nikki estaba bastante segura de que Lori podía oír a distancia su corazón martillando en su pecho. Lori se echó para atrás, las uñas y dientes lentamente retirándose. —Parece que fuera desde siempre, pero en algún momento después de la preparatoria, después de que te mudaste y obtuviste tu propio lugar. —¿Quién te hizo esto? Nikki trató de respirar, trató de sacar algo de la tensión fuera de su cuerpo. Pero su mente estaba corriendo en millones de direcciones, sus pensamientos destrozados como cristal. Esta era alguien que había conocido desde que eran pequeñas. Alguien en quien ella había confiado, quien la conocía. Y resulta que, era una completa extraña para sí misma. Demonios, Jax contándole que él era un hombre lobo era nada en comparación a oír de su mejor amiga que era un licántropo. —Ryan lo hizo. —Lori se encogió de hombros—. Fue mi distribuidor, por mucho tiempo. Y luego un día, casi tuve una sobredosis. Estaba a unos segundos de la muerte, la luz blanca y brillante, toda la cosa. Y él cambió justo ahí y me mordió… para salvarme, supongo. Así que aquí estoy. Cada emoción que pensó que podía existir, recorrió a través de Nikki. Sintió lastima por Lori, enojo con Ryan, tristeza de que ella nunca haya

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conocido esto, arrepentimiento por no estar ahí para su amiga. Pero sobre todo solo estaba confundida. —¿Te salvó…? Pero tú nunca has… nunca te vi cambiar. —Por lo general no lo hago. Y nunca frente a alguien. A veces me pongo inquieta y salgo a la noche, pero no muy a menudo. No tengo la necesidad, ya no. Pero cuando me estaba acostumbrando, fue muy difícil. No podía controlarme… —Ladeó la cabeza, hacia Nikki—. Recuerdas. Tú solías llamarme demonio, decirme que era una bala perdida. Nikki asintió. En los peores tiempos cuando se estaba acostumbrando, Lori había desaparecido, a veces por un par de días más o menos, pero a veces por más tiempo. Nunca le había dicho a Nikki adónde se había ido o con quién había estado. Nikki asumió que se había escondido en alguna parte con su distribuidor o algunos de sus amigos drogadictos, y pasado el tiempo drogada. Rompió su corazón imaginar a Lori, como una loba, afuera en la calle, haciendo lo que sea que los lobos hacían. —Terminé con las drogas por esto… es casi imposible controlar esta cosa si las estás usando. Ryan ha jodido todo ahora, en más de una forma. Probablemente estaba drogado hoy, si empezó a cambiar frente a ti. Nikki asintió, la imagen de Ryan regresando. —Pienso que lo estaba. Estaba hablando sobre el sexo por pago y… luego solo explotó, agarrándome, maltratándome… y le di una bofetada. Lori hizo un gesto de dolor. —Sí, eso lo habrá predispuesto. Se levantó, caminando hasta la cocina.

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—¿Quieres una cerveza? Creo que te serviría una. —Sí. Supongo. Así que… —Lori regresó y le entregó una botella fría, sentándose en el sofá. Nikki tomó un trago mirando a Lori—. Así que, Ryan es un licántropo. Te mordió, tú eres como él. —Um-hum. —Lori bebió de su cerveza—. Conciso y seco. Sin muchos detalles complejos. Te muerden, y eres uno de ellos. —¿Y sabías que Jax era un hombre lobo todo este tiempo? —Nikki negó con la cabeza—. No puedo creer que mantuvieras ese secreto, que no me lo hayas contado. —No era mi lugar decírtelo. No quería que te enamoraras de él… nunca quise eso. Pero ya sabes, no puedo decidir esas cosas por ti. —Dijiste que era un buen chico. —Nikki frunció el ceño—. ¿Pero no te agrada? —Pensé que era un buen chico, todavía lo hago. Pero sigue siendo un hombre lobo y por una noche al mes, él es algo totalmente diferente a lo que conoces ahora. No hay marcha atrás de eso. Nikki estuvo callada por un largo momento. Ya no podía mantener más secretos. No quería dar marcha atrás ahora que todo lo demás estaba sobre la mesa. —Me pidió ser su compañera. Lori casi se atragantó con su cerveza. —¿Estás bromeando? ¿En serio? Jesús… ¿le dijiste que no, verdad? Dime que lo dejaste, que te largaste.

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Nikki no contestó, no necesitó hacerlo. Leyó todo en el rostro de Lori, observó sus estrechos ojos, vio la decepción en sus profundidades azules. —No puedes convertirte en hombre lobo, Nikki. Eso no es bueno para ti. Confía en mí en esto. —Pero lo amo. ¿Por qué Lori no podía ver lo mucho que esto significaba para ella? ¿Por qué era su mejor amiga la que ponía obstáculos a su felicidad? —Y será la cosa más difícil que hayas hecho, si te quedas con él. Tú no quieres eso. —Lori negó con la cabeza. Nikki frunció el ceño hacia Lori. —No sabes lo que quiero. No creo que siquiera me conozcas más… y yo… —hizo una pausa brevemente, considerando si decirlo antes de seguir adelante— ciertamente no te conozco en absoluto. Nikki colocó su cerveza en la mesa de café y se puso de pie. —Vendré por mis cosas más tarde. Solo ponlas en la lona, déjalas en el corredor si quieres. —¿Adónde vas? ¿De vuelta con Jax? —Lori se puso de pie, sosteniendo su botella de cerveza. —Sí, así es. De vuelta con Jax… la mejor cosa que me ha pasado. Nikki caminó por el pasillo hasta la puerta del apartamento. Se detuvo con la mano en la perilla y volteó. Lori estaba recargada contra la pared, los brazos cruzados sobre su pecho, su rostro en duras líneas.

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—Me preocupo por ti Nikki. Pero estás cometiendo un error. Uno serio. Solo estoy cuidándote, como siempre lo he hecho. —Sí, bueno, no necesito que cuides de mí. Ya no… nunca más. Nikki giró la perilla de la puerta y caminó al corredor, cerrando la puerta suavemente detrás de ella. El choque de la botella golpeando la puerta y el destrozar del vidrio la hicieron saltar, pero no tanto como pensó que lo haría. Lori tenía un mal lanzamiento y Nikki lo supo justo ahora, un rastro de cerveza estaba corriendo debajo desde el otro lado de la puerta, un charco entre los fragmentos rotos de vidrio en el suelo. Suspiró, se dirigió abajo por las escaleras y dobló hacia la esquina. No tenía dinero, y si recodaba correctamente, la parada de autobús que quería, el autobús que la llevaría con Jax, estaba dos calles más allá. Al menos la lluvia había parado. Debía considerarse afortunada

Jax

J

ax probó la puerta de la tienda de Ryan, pero estaba cerrada. Miró a través del cristal rayado por la lluvia en la puerta, pero el lugar

estaba oscuro. Su golpear no atrajo a nadie. Se volvió, caminando de vuelta en la húmeda acera, cerrando de golpe su celular con frustración. Nikki no contestaba su celular; no estaba donde Ryan. El único lugar que quedaba era el apartamento de Lori. Lori no era la primera en su lista de personas para ver ahora mismo, pero cortó a través del callejón detrás de su edificio, trepando el pequeño muro

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que separaba un patio lleno de basura de la calle. Tomó los escalones frontales, dos a la vez. Los chicos con botellas que parecían ser un elemento permanente, no estaban hoy. Probablemente habían sido empujados adentro por la lluvia. Golpeó la puerta de Lori. Hubo un “maldición” amortiguado desde adentro y luego el sonido de las trabas abriéndose. La puerta se abrió solo un poco y Lori asomó la cabeza, acompañada por el fuerte olor a cerveza. —¿Dónde está Nikki? —Ella no está aquí. Se fue… para volver contigo. Jax miró de cerca aLori. Sus ojos estaban enrojecidos. Fue difícil para él imaginar que había estado llorando, pero esa fue la impresión que tuvo. —No contesta su celular. ¿Cuándo se fue? —Espera. —La puerta se cerró, el sonido amortiguado de las cadenas siendo retiradas y luego Lori abrió la puerta—. Cuidado con el vidrio. Jax miró hacia abajo, caminando alrededor de un charco de cerveza y fragmentos de una botella, quedándose cerca de la puerta. Lori lo llamó sobre su hombro mientras caminaba por el pasillo. Él frunció el ceño. Estaba descalza y había una huella de su pie ensangrentado en el pasillo. —Aquí. —Ella estaba caminando hacia él, sosteniendo algo en la mano. —Lori, te cortaste el pie. Deberías ser más… —¿Cuidadosa? —Hizo un sonido desagradable que quizás podría haber sido una risa—. Aquí. Toma esto. Es el celular de Nikki. Se le debe haber caído del bolso cuando estuvo aquí. Él tomo el teléfono, metiéndolo en su bolsillo.

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—¿Estás bien? Ella agitó la mano. —Sí. Jodidamente genial. Como siempre. Deberías irte… encuentra a Nikki. Ella tuvo un mal día. —¿Mal día, como? —Todo el comportamiento de Lori lo molestó. Recordó que Nikki le había contado que ella y Lori habían tenido una pelea ¿Era esto la consecuencia de aquello? —El tipo para el que trabaja, él es como nosotros, una de las criaturas de la noche. El estómago de Jax cayó. Nada de lo que Lori dijo podría haber estado más lejos de lo que estaba pensando. Y lo que ella le dijo era impensable. —¿Ryan es un hombre lobo? —No, no del todo. Licántropo. Ya sabes, los que pueden cambiar a voluntad. Esos que están haciendo tu vida difícil por el momento. Sin embargo, él no es tu tipo… nunca lo ha sido. Puedo garantizar eso. Jax abrió su boca, una de cientos de preguntas en la punta de su lengua. Pero Lori lo interrumpió. —Es suficiente verdad por una noche ¿No tienes un lugar más importante donde estar, sabiendo todo esto? —Avanzó hacia él, sus ojos demasiado brillantes, ya sea por lágrimas o ira hacia él. No estaba seguro y no quería averiguarlo. No con Nikki en posible peligro. Regresó por el corto pasillo, sus botas crujiendo a través del vidrio. Lori se inclinó sobre la puerta abierta, con expresión dura.

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—Uno de nosotros tiene que cuidarla. Ella te eligió a ti, así que ve. Ve a cuidarla. Jax se dio la vuelta cuando ella azotó la puerta en su cara. Escuchó el cerrojo resonar, luego la cadena y un “maldición” amortiguado. Y después estuvo silencioso. Se volvió y bajó las escaleras hasta la acera, rumbo a casa.

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Capítulo 6 Traducido por katiliz94 Corregido por Key

Nikki

L

a parada de autobús estaba abajo del bloque de la casa de Jax. Estaba oscuro, la calle tenuemente iluminada y se apresuró hacia la

gran casa y al bienvenido porche iluminado. La puerta delantera estaba desbloqueada y la empujó para abrirla, dudando solo en el interior. La casa estaba extrañamente en silencio, sin bulliciosos chicos viendo la televisión, solo unas pocas voces en la cocina. Pensó que reconoció la voz de Finn y se dirigió hacia la parte trasera de la casa, pasando a través de la gran sala de estar. —¿Hola? —Su voz pareció pequeña en la gran habitación. Hubo un ruido detrás de ella y brincó. —Nikki. ¿Qué estás haciendo aquí? —Era Bec, permaneciendo de pie en la ventana, la farola repartiendo una leve iluminación sobre su forma. —Estaba… buscando a Jax. ¿Está aquí? —No. Está… fuera. Pero debería regresar pronto. —Dio unos pasos hacia ella, saliendo de las sombras. Todo en él era muy similar a Jax, excepto el pelo rubio. Y la mirada en sus ojos. Eran fríos, tan diferentes a los plateados ojos de Jax. Los ojos de Bec eran de un azul hielo, su mirada tan intensa que ella retrocedió involuntariamente.

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—Toma asiento. Ponte cómoda y puedes esperarle. —Hizo un gesto hacia una silla atiborrada—. ¿Algo con lo que pueda ayudar? —Se sentó en el sofá de cuero, aún observándola. —Iba a… quería hablar con él. Algo ocurrió. —Puedes decírmelo. Le veré más tarde. O, tal vez pueda ayudar. —Se recostó contra el sofá y Nikki decidió que podía confiar en él con esto. Era importante y alguien debería saber lo que había averiguado sobre Ryan, que era un licántropo y la había atacado. Jax le dijo que ella era el objetivo. —Creo que sé quién es el licántropo. El que ha estado atacando a las personas. Jax pensó que estaba obsesionado conmigo, y, bueno, algo ocurrió hoy. Bec se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en Nikki. —¿Quién es? ¿Dónde está? —Es el chico para el que trabajo, Ryan. Tiene una tienda de tatuajes cerrada cerca de donde vivo. Hoy cambió… frente a mí. Es un líder, probablemente alto, y… bueno, lo golpeé. Y me atacó. —Sus palabras eran apresuradas, un furioso respiro de aire escapando de sus labios que cuanto más rápido le contaba mejor se sentía. El cambio en Bec fue inmediato. Cada musculo en su cuerpo se tensó, sus ojos casi brillando. Se sentó y Nikki se recostó en su silla. Estaba intimidando y ella tuvo un destello de él como el lobo en el callejón con Jax. Se había quedado de pie en su terreno con la cosa, poniéndola entre eso, y ella y Lori. —¿Puedes llevarme ahí? ¿Mostrarme dónde está? Nikki asintió.

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—Sí, puedo.

Jax

J

ax brincó por las escaleras. La casa estaba en silencio, casi demasiado silenciosa. Encontró a Finn en la cocina con Angela,

sentándose en la mesa. Ambos parecían tensos, el rostro de Angela ojeroso. Finn sentado encorvado, brazos descansando en la mesa. Miró arriba cuando Jax entró. —¿Dónde está Bec, el resto de la manada? —La mayor parte están arriba, esperando. Bec estaba aquí, pero se fue con Nikki hace unos minutos. —¿Se fue con Nikki? ¿Dónde? ¿Por qué se fueron? —¿Por qué diablos Nikki se marcharía con Bec? —No lo sé, algo sobre su lugar de trabajo. —La voz de Finn era baja. Jax deslizó la mano por su rostro, perdido en sus pensamientos. Dejó la casa rápidamente sin más palabras para Finn, dirigiéndose hacia donde acababa de venir, teniendo la esperanza por el infierno de llegar ahí antes que Nikki y Bec. Nikki estaba equivocada, pero Bec no sabía eso.

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Nikki

—A

hí. Esa pequeña casa en el medio. Nikki y Bec estaban en la otra calle a la de Ryan. La tienda estaba oscura, el cartel de enfrente dado la vuelta.

Algo estaba apagado, pero antes de que pudiese decir algo, Bec estaba llevándola por la calle. —¿Dónde vive? ¿Sobre la tienda? —En realidad no lo sé. Creo que hay una escalera en la habitación trasera que sube arriba. En realidad no he estado en otro lugar más que en la habitación de enfrente. —¿Salida de incendio? ¿Algo así? —Bec estaba mirando la parte frontal del edificio, avaluando las ventanas del primer piso. —No lo sé. Como dije, nunca he pasado de la entrada. Pero creo… Se detuvo, el sonido de vidrio rompiéndose cortando sus palabras. Bec había atascado su hombro en el cristal de la puerta de enfrente. Esperó un momento y cuando ningún sonido vino del interior, o algo de las casas vecinas, con cuidado extendió el brazo por la entrada y agarró el pomo, abriendo la puerta. —Vamos. Nikki miró sobre su hombro mientras Bec la empujaba dentro de la estrecha habitación delantera. Estaba igual que como lo estuvo cuando se hubo marchado, una de las sillas vuelta de espaldas sobre el suelo. Bec estaba

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merodeando por el pequeño espacio, moviéndose detrás de las cortinas con cuentas. —¿Esto? ¿Qué es esto? —Su voz apenas era audible y se enderezó cuando lo escuchó. —Donde él… hace sus negocios. Tatuajes, si los hacía. Vender drogas. — Se retrasó detrás de Bec mientras él se movía por la habitación. —Esa es la puerta del piso de arriba. —Bec señaló y Nikki vio la puerta abierta, los primeros escalones visibles, el resto desapareciendo en la oscuridad. Bec se giró hacia ella, algo brillante en su mano. Ella retrocedió, tropezando con una caja sobre el suelo. —Aquí, coge esto. —Empujó algo en su mano. Ella miró abajo; era un cuchillo, largo, brillante y muy pesado. —¿Qué diablos es esto? —Miró al cuchillo, las intrincadas tallas en el mango, la pesada hoja atrapando la luz. —Es plata. Funciona en los hombres lobo, no tanto en los licántropos. Podría ralentizarle, si eres atacada. —Pero no voy a subir ahí… de ninguna forma. Ni visualicé eso, simplemente traerte aquí. Tu eres el cazador, yo solo soy… no voy a subir ahí. Nikki salió de la habitación, los ojos de Bec fijos en los suyos. La ira en su mirada era casi palpable y de repente estaba casi tan asustada de él como lo había estado de Ryan. No creía que le haría daño, pero de repente nada de esto parecía una buena idea. Se dio la vuelta, queriendo regresar a la calle. Pero antes de que fuese a través de esa maldita cortina de cuentas, un brazo se envolvió entorno a su

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cuello, tirándola hacia atrás. Reconoció al instante el olor del cuerpo sin lavar y el pelo sucio. Era Ryan, en forma humana... más o menos. Las luces de la diminuta habitación se encendieron repentinamente, cegándola por un momento. Hubo un grito, la voz de Bec alta en su oreja y después otra voz, una mujer. Era Lori. Contra su cuello podía sentir a Ryan cambiando, pelo reemplazando a la piel, garras clavándose en su cuello. Su pecho jadeaba y se retorcía debajo de su espalda y de pronto fue levantada del suelo, sus pies colgando. Quería gritar, pero el agarre que él tenía sobre ella, y el miedo que sentía le impidió hacer algún sonido. —Déjala ir. No es a quien realmente quieres. —La voz de Lori era fría, sus palabras cortadas. Ryan giró, los pies de Nikki balanceándose como los de un títere, cuando dio la vuelta para mirarla. —Tú... perra. Me vendiste a éste, ¿verdad? Arruinaste todo. Su aliento caliente raspó contra su mejilla y por un momento, Nikki pensó que vomitaría por el hedor de su aliento. Él siguió hablando, pero sus palabras se volvieron ilegibles, transformadas en gruñidos, ladridos y luego después rugidos. Sus dientes estaban peligrosamente cerca de su mejilla y ella intentó apartarse. Pero su agarre era como el acero y no había nada que pudiese hacer. De repente algo caliente se esparció por la cara de Nikki y se encontró a sí misma sobre el astillado suelo de madera, jadeando por respirar. Se pasó una mano por la cara, horrorizada cuando salió rojo con sangre. El bramido le dijo que era la sangre de Ryan. Se alejó a cuatro patas, dirigiéndose hacia Lori. Finalmente se sentó, mirando sobre su hombro.

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Bec se abalanzó sobre Ryan con un cuchillo de plata grande, mucho más grande del que le había dado a Nikki. Con practicada facilidad abrió el cuello de Ryan. Pero Ryan levantó una miembro plateado, desviando la hoja, golpeando el cuchillo de la mano de Bec. —Mierda... —Bec escupió la palabra, agachándose mientras Ryan avanzaba, extendiendo las largas patas delanteras filtradas con muy afiladas garras hacia Bec. Él perdió el equilibrio, cayendo atrás sobre sus manos, retrocediendo como un cangrejo del furioso Ryan. Nikki miró a Lori, agazapada en su propia postura salvaje. Y tomó una decisión. —¡Lori, aquí! —Nikki lanzó el cuchillo a Lori. Lori miró abajo durante un segundo, entonces agarró el cuchillo, saltando hacia Ryan. Ahora Bec estaba de espaldas en el suelo, con los brazos arriba, esperando para atacar a Ryan. Lori hundió la hoja entre los hombros de Ryan, la hoja entrando hasta la empuñadura. Bec instantáneamente estuvo de pie, buscando su cuchillo. —¡Sácala de aquí! —Lori estaba retorciendo el cuchillo cuando Ryan arrojó los brazos detrás de él, desesperadamente intentando mover el cuchillo. Pero Lori se sostuvo la hoja, dientes apretados, sin ceder una pulgada—. Dije que la sacases... Hubo un choque en la habitación exterior y Jax estaba allí, sacando a Nikki de la habitación. Lo último que vio fue a Lori, cubierta en lo que Nikki esperaba fuese la sangre de Ryan, ambas manos entrelazadas alrededor del mango del cuchillo.

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Ella encontró los ojos de Nikki por un momento, le sostuvo la mirada y por un instante Nikki supo que todo estaba bien entre ellas. Hubo un indicio de sonrisa en el rostro de Lori. Entonces Ryan empujó su cabeza hacia atrás, golpeando a Lori en la frente. Ella se tambaleó, el cuchillo soltándose. En ese instante, Jax sacó a Nikki de la habitación. Prácticamente la arrojó por las escaleras del frente, empujándola hacia la acera. —¿Estás herida? ¿Es esta tu sangre? —Estaba mirándola en la tenue luz de la solitaria farola en el mismo bloque. Nikki sacudió la cabeza. —No, creo que todo es por Ryan. Jax... Lori está ahí. Ayúdala. Jax miró hacia atrás a las escaleras. —Bec también está allí. Quédate aquí. No te muevas. —La besó rápidamente y luego se fue, subió las escaleras de la tienda y desapareció de la vista. Nikki se puso de pie en la acera, inquietándose, moviéndose de un pie al otro. Había empezado a llover de nuevo y pronto estuvo mojada hasta los huesos. Sus dientes comenzaron a castañear y saltó de arriba a abajo, tratando en vano de calentarse. El sonido detrás de ella hizo que su sangre corriese fría, helándola incluso más de lo que ya estaba. Cuando el olor se apoderó de ella, se congeló. El corazón le dio un vuelco dolorosamente en el pecho y sin girar supo exactamente lo que estaba detrás de

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ella. Estaba paralizada, queriendo correr, queriendo gritar por Jax o Lori o Bec. Pero su garganta hizo clic, su boca de repente seca. El clic de una garra en la acera le envió en movimiento. Giró a la izquierda, casi corriendo hacia la criatura. Se deslizó hacia un lado y finalmente encontró su voz, un grito desgarrador saliendo de sus labios. Jax estaba en la tienda y ella lo quería, pero la cosa-lobo estaba entre ella y Jax. No creía que pudiese escapar de esto mucho más tiempo, en todo caso. Pero el único otro lugar en el que podía pensar era en el apartamento de Lori. Nikki dio la vuelta, la adrenalina inundando su cuerpo. Corrió más rápido de lo que nunca lo había hecho en su vida, esquivando el callejón que había junto al apartamento de Lori. Estaba demasiado asustada para mirar detrás de sí, toda su concentración en no resbalar en la pavimentación mojada. La oscura abertura del callejón apareció y se metió en ella, golpeando sobre un cubo de basura. El sonido resonando envió a su corazón a lo alto y su pecho se sentía como si fuera a explotar. Y entonces lo vio. La pared en el otro extremo del callejón. Había imaginado que se atravesaría recto, hacia la calle. Pero algún idiota había construido un muro. Estaba atrapada en un patio lleno de basura a un tiro de piedra del apartamento de Lori. Nikki saltó por la pared, pero era demasiado alta para que consiguiese un asidero. Buscó a su alrededor frenéticamente algo para mantenerse de pie, arrastrando de una caja. Pero la madera podrida cedió tan pronto como la pisó, enviándola a desparramarse sobre el húmedo cemento sucio.

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Escuchó el baboso gruñido húmedo de la criatura antes de que la viese. Yaciendo en la acera, mirando hacia arriba, era horrible, colmillos amarillos; el cuello cubierto de pelo enmarañado y sangre seca. Podía ver lo que parecían heridas abiertas, antiguas y bruscas, pero la sangre aún rezumando. Era Arden, todavía atrapado entre la vida y la muerte. Y ahora parecía que tenía intención de terminar la de ella. Se abalanzó y rodó, aterrizando sobre su costado, sus colmillos mordiendo el aire donde ella había estado. Mientras ella yacía en la acera, él se puso de pie sobre sus patas traseras, levantando el hocico deformado hacia el cielo. El sonido que hizo de lejos era diferente de cualquier cosa Nikki hubiese escuchado nunca. Con la velocidad del rayo él movió el brazo hacia adelante atrapándola por debajo de la cintura con el brazo, su largas garras cortando fácilmente a través de la chaqueta y la camisa, el dolor abrasándole la piel. Ella gritó y luego estuvo volando por el aire. El golpe le dejó sin aliento, la polvorienta acera debajo de su cara. Tomó un respiro, pero no pasó nada. Lo intentó de nuevo, sus pulmones negándose a funcionar. El mundo se desvaneció a gris y luego incluso eso desapareció. Lo último que escuchó fue el sonido de la cosa, un sonido como una risa. Pero eso no podía ser cierto. La risa era el sonido equivocado. Pero incluso eso se fue.

Jax —¡V

e! ¡Encuéntrala! —Lori estaba gritando a Jax. El grito de

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Nikki todavía resonaba en su cabeza. Ryan aún estaba luchando con Bec y Lori, ambos cubiertos de la sangre de Ryan. Bec finalmente había conseguido su cuchillo, conduciéndolo en varias ocasiones a la garganta de Ryan. Pero Ryan todavía era increíblemente fuerte. —Ve... nos encargamos de esto. —Bec estaba despachándolo, retorciendo el cuchillo. Jax dio un último vistazo y luego convertido, se zambulló por las escaleras y salió a la calle. Nikki se fue y su corazón se detuvo. Entonces escuchó los leves sonidos de una pelea, un cuerpo golpeando el suelo y un sonido que le congeló la sangre. El sonido de la risa. Sabía exactamente dónde estaba ella y salió a la carrera. El callejón estaba allí antes de que se diese cuenta de ello y se deslizase por la estrecha abertura. Nikki estaba en el suelo, la criatura de pie junto a ella. No se movía, pero Jax no tenía tiempo para hacer otra cosa que golpear a la criatura con toda su fuerza. Se derribaron ambos, Jax rodando con la criatura, su hedor impregnándose en él. No había nada que pudiera hacer por Nikki excepto matar a esta cosa. Con más fuerza de la que creía posible lanzó la cosa sobre de él, saltando en cuclillas. Al instante estuvo en su cuello, clavando los dedos en el pelaje enmarañado, encontrando la herida infligida hace tantos años. Clavó los dedos en el cuello de la criatura, retorciendo, sintiendo el chorro de sangre fresca de la vena yugular rota. La cosa hizo un horrible ruido de gorgoteo, retorciéndose débilmente debajo de él, olas de sangre corriendo por el suelo, cubriendo todo en un brillo escarlata.

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Se terminó, más rápidamente de lo que había creído posible. Se sentó, mirando a la criatura arruinada debajo de él. El pelaje enmarañado estaba mojado, con lluvia y sangre. Su pecho sacó un último respiro superficial y luego se quedó inmóvil. Jax se puso de pie, echando un último vistazo a la cosa. Y luego corrió hacia Nikki. Ella estaba respirando, pero apenas. Suavemente la puso de espaldas, aliviando su posición vertical. Ella abrió los ojos y lo miró. —Jax... —Su voz era apenas un susurro—. Sabía que me encontrarías. —Shhh... No hables. Necesitamos llevarte a un hospital. —Intentó cogerla, pero ella se estremeció en sus brazos, sus ojos rodando hacia atrás en su cabeza. —¡No! Nikki... —Él la sacudió suavemente—. Vuelve a mí... vamos, Nikki. Abre los ojos. Sus párpados revolotearon, pero permanecieron cerrados. De repente escuchó la voz de Bec en el callejón y luego su hermano estaba junto a él. —No va a hacerlo Jax. Tienes que sangrarla, ahora. No tienes elección, hermano. Jax miró a Bec, agachado junto a él, empapado en la sangre de Ryan. —Yo... no puedo. Miró a Nikki. Sus ojos estaban abiertos y ella estaba mirándole, sus ojos vidriosos, su cuerpo debilitándose. —Jax. Estoy lista. Tómame... por favor. Jax asintió, acariciándole la mejilla.

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—Bec… hermano, ayúdame. Mantenla firme. Bec la sostuvo contra él y Jax abrió su chaqueta y camisa. Nunca había contemplado morder a alguien antes. Los cazadores a los que había matado solo lo habían desbaratado. Esto era diferente. Muy diferente. Suavemente ladeó su cabeza, exponiendo su cuello. Se inclinó hacia ella, sus dientes picoteando su suave y delicada piel. Con tanto cuidado como podía, mordió en su carne caliente. El cobrizo sabor de su sangre le llenó la boca y se sostuvo contra ella un momento, suavemente lamiendo la herida. Se sentó, limpiándose la boca con el dorso de la mano. Bec lo miró, cejas fruncidas juntas. —Debería comenzar a sanar. Jax sacó su chaqueta envolviendo a Nikki en ella. Ella estaba fría en su toque, la lluvia golpeándole la cara. La meció suavemente, esperando algún tipo de señal; algo que le dijera que morderla funcionó. Después de lo que pareció una eternidad ella se revolvió en sus brazos, sus ojos abriéndose. —Nikki… —Jax deslizó una suave mano por su mejilla. —Jax… ¿voy a estar bien? —Sí, nena, vas a estar bien. ¿Cómo te sientes? —Apartó una hebra de pelo de su cara. —Mejor. Débil… pero mejor. —Cerró los ojos por un momento, entonces habló sin abrirlos—. ¿Jax?

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Él sonrió. —¿Sí? —¿Puedes llevarme a casa ahora? —¿A casa? —A casa… contigo. Donde pertenezco.

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Epílogo Luna Llena Traducido por VicHerondale Corregido por katiliz94

Jax

L

a luna llena estaba todavía a varios minutos. Nikki había estado caminando con ansiedad durante la última hora, quejándose de que

sus huesos heridos, su piel no cabían más... todos los signos clásicos de la luna estaban ejerciendo su atracción hacia ella, a partir del cambio en su cuerpo. —Lo sé, Nikki. Lo sé. No hay nada que puedas hacer. Pero si te relajas, será más fácil. Jax deseaba eliminar el dolor, hacer esta una transición más fácil, pero sabía que eso no era posible. Cada ser humano que era sangrado pasaba por esto, su primera vez. Él todavía iba pasaba por esto, cada luna llena, pero se había acostumbrado a ese momento de dolor, cuando su cuerpo cambiaba en ese breve segundo entre el ser humano y lobo. —Quiero sacarme la ropa —ella estaba tirando de su camiseta, casi frenética por arrancársela del cuerpo. Tomó el dobladillo, tirando de ella por

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encima de su cabeza. Él le había explicado que necesitaría estar desnuda y fue sorprendido por su repentina modestia. Ella había insistido en permanecer vestida, diciéndole que había traído ropa extra para... después. Tiró de sus pantalones vaqueros por sus piernas, a patadas con la frustración. Jax se quitó la camisa y los pantalones, el tira y afloja de la luna era más fuerte ahora, la emoción del inminente cambio corriendo por sus venas. —Oh, mierda, Jax. Esto está sucediendo ahora. Yo no... no estoy segura... no me dejes —ella estaba de pie frente a él, con todos los músculos tensos, los ojos muy abiertos. Él extendió la mano, agarrando sus manos. —Estoy aquí, Nikki. Mírame, solo sigue mirándome. Escúchame. ¿Bien? Todo va a estar bien. Y entonces empezó. Observó con asombro cómo su cuerpo comenzó a cambiar, su propio cuerpo imitando el de ella, los huesos alargándose, los músculos estirándose. Vio sus colmillos extendiéndose al sentir el dolor de su propio lagrimeo a través de sus encías. Sus manos estaban cambiando, sus dedos alargándose, las palmas de las manos cada vez más grandes contra las suyas, su piel suave convirtiéndose en patas de lobo. Sus uñas arañaron en su contra, rastrillando sobre su propia pata. Todavía estaba mirándolo, sus ojos todavía de Nikki, la última parte humana de ella. Levantó la cabeza, abrió la boca y un sonido se abrió paso entre sus labios. Era entre un grito y un aullido, y luego, cuando el grito se transformó en un aullido puro, ella se puso de rodillas. Su propio dolor se intensificó y Jax tiró la cabeza hacia atrás, liberando su propio aullido. Se dejó caer a cuatro patas y levantó la cabeza.

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Frente a él, de pie sobre la alfombra estaba la loba más hermosa que había visto en su vida, el pelaje como un sable con fuego, ámbar y rubí destacando en la suave luz.

Nikki

E

l dolor era insoportable y ella pensó que iba a desmayarse. Quería gritar, gritar, hacer algo, pero nada funcionó. Los huesos de sus

brazos y piernas, la espalda, todo tiraba, cambiando, convirtiéndose en algo más. El sonido de la tierra en su cabeza se hizo más fuerte, el bloqueo de las palabras de Jax, bloqueando sus propios pensamientos. Lo único que registró fue el dolor, intenso y consumiéndose. Echó la cabeza hacia atrás, con la garganta trabajando convulsivamente. Oyó ruidos, sonidos, gritos, ladridos y luego un aullido. Se hizo más fuerte y era vagamente consciente de que venía de su propia boca. El dolor era demasiado y se cayó, cayendo a la alfombra, esperando... Se había ido. El ruido, el dolor... el dolor insoportable. Se fue. Se sentía... increíble. No había otra palabra para ello. Hubo un breve instante en el que se preguntó si había muerto, pero se sentía demasiado viva para eso. Estaba mirando la habitación de Jax desde una perspectiva sesgada, de forma reconocible, pero diferente, de alguna manera. Las cosas eran grises, pero claras y nítidas, más claras de lo que habían sido. Nikki tomó aire y parpadeó sorprendida. Todo olía, el aire incluso tenía un olor. Arrugó la boca, tratando de tomar todo dentro.

110

Se oyó un ruido a su lado y se dio la vuelta. Jax. Lo reconoció al instante, el abrigo negro sedoso y esos hermosos ojos de plata. Ella quería decirle cómo se sentía, pero el único ruido que oyó fueron sus propios gemidos y lloriqueos. Sacudió la cabeza de nuevo. Pero luego él se frotó contra ella, su cuerpo cálido, elegante y potente. La condujo por las escaleras, a través de la oscurecida casa y al exterior. Y luego, en la luz de la luna, todo era perfecto. Eran solo ellos, los dos. Y bajo de la luna, corrieron.

111

Sobre el Autor Adriana Hunter

112

A

driana Hunter escribe novelas de romance erótico y muchas de ellas con heroínas con curvas. Le encanta escribir historias que involucran a poderosos y dominantes machos alfa, multimillonarios románticos y a veces incluso romances eróticos paranormales.

Traducido, corregido y diseñado en:

113

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