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2 Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y para fans. Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas regiones en las que no es posible su publicación ya sea por motivos relacionados con alguna editorial u otros ajenos. Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte de los staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores que están adentrándose y que ya están dentro del mundo de la lectura. Recuerda apoyar al autor/a de este libro comprando el libro en cuanto llegue a tu localidad.

Índice Staff Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5

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Capítulo 6 Claiming the Alpha (Wild obsession #2) Sobre La Autora

Staffs ó VicHerondale

ó VicHerondale Agoss Nanami27 Katiliz94 Lectora

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ó Pily

Keyla Hernández

Katiliz94

Meghan Fray

Nanami27

Marta_rg24

ó

ó

Pily

ñ : Jane

Sinopsis Cuando eres el macho alfa, hay ciertas cosas que se esperan de ti, y encontrar una pareja adecuada está en la parte superior de la lista. Para Jax, un hombre lobo poderoso y peligroso, eso no es tan fácil, porque la única mujer por la que está profundamente atraído es una chica que nunca será aceptada por la manada. Una mujer que parece que no puede salir de su cabeza. Por primera vez para él. La hermosa y curvilínea Nikki Avery odia su trabajo en el club de striptease, pero está luchando solo para sobrevivir. Su sueño de encontrar alguna vez un tipo decente digno de su amor es destrozado noche tras noche en la que se pone de pie ante una multitud de

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hombres borrachos; sus abucheos y silbidos haciendo un agujero en su corazón. Para empeorar las cosas, hay un asesino suelto, acechando a las bailarinas, a la espera de atacar. Pero cuando un apuesto desconocido aparece en el club, y su peligrosa presencia feral demanda su atención, la carga sexual entre ellos es tan fuerte que apenas pueden respirar, Nikki se encuentra a sí misma entrando a un mundo que nunca soñó existiera. Un mundo en el que nada es lo que parece y una vez que entras, no hay vuelta atrás.

Capítulo 1 Traducido por VicHerondale Corregido por Nanami27

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l club estaba ocupado para un martes por la noche. Nikki Avery miró a la multitud desde el borde de la pista de baile y las sillas vacías eran pocas y distantes entre sí, el bar lleno

de entre dos a tres tipos. Un lugar lleno de gente significaba buenas propinas y eso significaba dinero para la renta. Nikki observó desde el borde del escenario mientras su amiga Lori... de nombre artístico Lorelei... terminaba su juego, sus giros atléticos

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finales sobre el escenario enviaron a los hombres en un frenesí total. Mack, el dueño del club había pedido... casi suplicado... tantas veces para que las dos hicieran una rutina juntas. Estaba convencido de que la combinación del entrenado cuerpo angular y el cabello rubio sedoso de Lori jugado contra las amplias curvas y el cabello castaño con ondas de Nikki pondría a todo el lugar inyectado —traducción: duro— más allá de toda distracción. Mack razonó que conseguir una habitación entera de hombres encendidos rápidamente, era mejor para los negocios. Pero ella y Lori se había negado hasta ahora. El hecho de que eran amigos, y que él las había visto compartir un beso ocasional y acurrucándose en el vestuario o el callejón no significaba que quisieran hacerlo en el escenario. Mack había dado marcha atrás por ahora, pero Nikki sabía que estaría tras ellas otra vez. La música de Lori terminó y mientras caminaba fuera del escenario pasando a Nikki, ella le dio un fuerte golpe en el trasero. —¡Hey! —Nikki se dio la vuelta, con la mano en el trasero.

—Para la buena suerte, cariño. Además, me encanta tu trasero... todo él. Y quería ser la primera de la noche en abofetearlo. —Lori siguió su camino a los vestuarios, balanceando las caderas, mientras batías sus pestañas hacia Nikki por encima del hombro. La música de Nikki empezó y dejó que los primeros compases de ''Welcome to the Jungle'' tocaran antes de que se pavoneara hacia el escenario. Gritos y silbidos la saludaron mientras bailaba su camino hacia la luz y la multitud. Las otras chicas se burlaban de ella por usar lo que llamaban “música de la vieja escuela”, pero no había nada como la voz gritando de Axel Rose para llegar a la multitud, liquidarlos, y hacer su propio corazón bombear. Y para aquellos que conocían la canción —aquellos suficientemente viejos para recordarla— habían de reconocer su traje,

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la falda corta y medias negras escarpadas, con la costura hasta la parte posterior, de la breve visión de la chica en las primeras escenas del video. Incluso si no lo captaban, no importaba; realmente no estaba vestida por mucho tiempo de todos modos. Ella disfrutó la canción lo suficiente, y comenzó a desnudarse lentamente, la blusa fue lo primero en irse, luego la falda, solo quedaban las medias y el liguero, el sujetador negro escarpado y sus tacones ridículamente altos. Los tacones “Fóllame”, como Lori los llamaba. Más materiales para romper tobillos. Pero hacían tus piernas mucho más largas. Se abrió camino hasta el escenario, su cuerpo moviéndose al ritmo, sintiéndose maravillosa, exuberante, sexy y erótica. Eso la dejaba liquidada, la ponía caliente a pesar de que no era el lugar donde quería estar. Pero era su trabajo y también podía disfrutar una parte de él.

A veces, sólo para hacer la noche soportable, escogía un hombre en la multitud y bailaba sólo para él, aun cuando él no podía ver que ella lo miraba. Ese chico era su enfoque y hacía bailar las imágenes de sus manos sobre su cuerpo, su boca sobre la de ella, inclinados sobre una mesa y tomándola con fuerza. Mientras bailaba, él era su hombre ideal. Pero cuando terminaba su baile, nunca buscaba a ese hombre, nunca. Hubiera arruinado cualquier fantasía que había creado mientras se movía y sacudía su camino a través de rutina. Deseaba que realmente hubiera solo un hombre para quien bailar, alguien que la quisiera por ser ella y no porque era una stripper barata en un club de mala muerte en medio de la interestatal. No un hombre casado en busca de un golpe rápido y diversión, un hombre que realmente la ame. Y que la llevara lejos de todo esto.

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A veces, después de que terminaba su rutina, estaba tan llena de energía sexual reprimida, y tensión, que trabajar su camino a través de la multitud era exactamente lo que quería. Las manos que la tocaban cuando no deberían hacerlo. El poder que sentía cuando sentaba algún tipo en una silla dentro de una habitación privada, sabiendo que estaba duro por ella, y luego llevándolo al borde, una y otra vez, nunca realmente tocándolo, haciéndolo todo con sólo movimientos de su cuerpo, sus ojos, sus palabras. Era una especie perversa de poder, pero aún poder. Y después tomaba su dinero. Algunas veces había estado a punto de un orgasmo, su cuerpo infundido con la excitación, palpitante y dolorido por alguna liberación. Pero no con cualquiera de estos hombres. Nunca. Era en noches como esa, cuando iba a encontrar a Lori. Y entonces todo sería mejor. Por mucho que le gustaban los hombres, Lori hacía cosas con ella, la conocía en una manera que nadie más hacía, la entendía como nadie. No era perfecto y a pensar de que se hacía cargo de una necesidad física, todavía le dejaba una sensación de vacío, doliendo por algo

más, una conexión más profunda. Pero empujaba a un lado esa necesidad. Nikki estaba sobre sus manos y rodillas ahora, la espalda arqueada, escabulléndose su camino al final de la estrecha franja del escenario que se extendía entre la multitud. Hubo algunos tipos que la agarraron, pero hábilmente los evitó. Siempre había algunos. Para el final de la canción, estaba al final del escenario, los ojos nivelados con los tipos sentados más cerca. Reconoció algunos, les dio esa sonrisa especial que reservaba sólo para ellos, y giró a través de los últimos compases de la canción. A medida que la música se detuvo se ponía de pie, mirando hacia arriba, con los ojos deslizándose sobre las mesas de los hombres

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ululantes, lo mismo de cada noche, todos encendidos por la fantasía que ella había creado. Las luces estaban calientes y la cegaban, pero a través de ellas lo vio. O pensó que lo hizo, esperaba que lo hubiera hecho. El corazón le dio un vuelco. Pelo negro, alto, mirándola directamente a los ojos. Una vez más. Había estado allí durante tres noches seguidas, y ella esperaba que estuviera de pie allí esta noche, mirándola. Nunca lo podía encontrar mientras bailaba y tampoco quería. Pero cuando terminaba, levantaba la mirada y allí estaba. Sus ojos se reunirían y por un breve momento todo el ruido, los olores y el caos del club se desvanecían. Nikki no tenía ni idea de quién era, o lo que le hacía a ella, pero él la dejaba sin aliento. Eso la molestaba, que no pudiera notarlo en absoluto, de manera que empezara a buscarlo. Los clientes no debían convertirse en otra cosa que dinero en el bolsillo. Unirse a uno significaba problemas. Había visto que sucedía a su alrededor y ella lo sabía bien.

Pero durante las últimos tres noches, para el momento en que se vistiera y volviera a salir al escenario, él se habría ido. Si bien siempre había habituales en el club, los chicos que sólo venían a verla, nunca los había echado de menos si no estaban allí y nunca los buscaba, anticipando verlos... queriendo verlos. Ella nunca dejaba que le preocupara. Preocuparse era demasiado peligroso. Lori estaba descansando en el vestuario, vestida con una bata pura, sus largas piernas cruzadas, encaramada en el borde de la camilla. Nikki hizo una línea recta hacia su casillero, sacando trozos tenues de ropa, arrojando la mayor parte de ella en el suelo en señal de frustración, buscando el traje perfecto. —¿Estás atrasada para algo, Nikki? —Lori se sentó, mirando fijamente a Nikki a través de una nube de humo de cigarrillo—. Oh,

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espera. Tu chico misterioso está por ahí, ¿verdad? Lo sabía. Lori se echó hacia atrás, balanceando ociosamente una pierna mientras

miraba

a

Nikki

tirar

de

un

par

de

medias

de

red

frenéticamente. —Sabes que Mack nos quiere mezcladas, sin favoritos. Incluso si el tipo es maravilloso para caerse muerta. Y... —Lori se levantó, apagando su cigarrillo, estirando sus brazos sobre su cabeza—. Incluso si él huele divino. Nikki se dio la vuelta. —¿Cómo sabes cómo huele? Lori se echó a reír. —Deberías de ver la expresión de tu rostro, amor. —Se acercó, extendiendo su mano, pellizcando la mejilla de Nikki—. No tengo ni idea

de cómo huele. Pero estás herida, gatita. Y eso no es sabio. Mezclar negocios con placer es una receta para el desastre y lo sabes. —¿No tienes un lugar donde estar, como el escenario? —Nikki estaba estirando un baby doll rosado sobre su cabeza, ajustando la parte superior para acomodar sus generosos pechos. Lori se apoyó contra la pared, mirando. —Sí, estoy yendo. Necesitaba un descanso. Mañana será una noche dura. —Sus ojos viajaron sobre el cuerpo de Nikki—. ¿Necesitas ayuda para vestirte? Yo estaría encantada de echarte una mano. Nikki apartó de un golpe la mano de Lori, riendo. —Soy perfectamente capaz de hacerlo yo misma, muñeca. —Ella le dio a la parte superior de su escaso conjunto otro tirón—. Solo hay un

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poco más de mí de lo que hay en este conjunto. —Puedo ver eso. —Lori se apartó de la pared—. Es tu línea de trabajo, menos es más, ya sabes. Menos ropa, eso es. No menos tú. — Ella dejó caer la bata al suelo, comprobando el reflejo de su cuerpo bronceado en el espejo—. Veo cómo los tipos te miran y luego piensan que debería perder un par de libras. —Pasó las manos por sus costados, sobre su vientre plano, girando de lado a lado. Nikki le frunció el ceño a su amiga. —¿Por qué demonios dirías eso? Eres hermosa, así como eres. —Sí. Lo sé... pero a veces. Veo cómo los tipos te miran. —Lori atrapó la mirada de Nikki en el espejo—. Todas esas exuberantes curvas, pechos grandes, caderas en las que pueden agarrarse. Deben imaginar que follarte es como sumergirse en una tina de crema batida... dulce, suave y delicioso.

No había nada que Nikki pudiera hacer, excepto reírse. Se inclinó, arrastrando un cepillo por su pelo, tratando de ponerlo voluminoso y sexy. Lo sacudió de vuelta, alisando la parte superior. —Supongo que eso es todo lo que puedo hacer. —Ella se empujó delante de Lori en el espejo—. Disculpa... algunas de nosotras tenemos que trabajar para ganarnos la vida. —Lori suspiró dramáticamente, poniendo los ojos para efecto dramático y caminó hacia su casillero. Nikki pasó un dedo por su lápiz de labios, limpiando una mancha andante, inspeccionando su delineador de ojos y rímel. Echó un vistazo a Lori, a medio vestir, todavía desnuda. Frunció el ceño, dando golpecitos con el pie. Lori agarró un tanga negra, tirando hacia arriba por sus estrechas

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caderas y luego comenzó a tirar de un corpiño de cuero negro que le quedaba como una segunda piel. Ella agitó la mano en la dirección general de Nikki. —Adelante. Vas a echarlo de menos si me esperas. —Le guiñó un ojo. Nikki dejó el vestidor con una extraña mezcla de expectación y temor estableciéndose en la boca de su estómago. La receta para el desastre

lo

decía

todo,

pero

la

emoción

sobrepasaba

todo

pensamiento de precaución. La multitud estaba frente al escenario, mirando a la siguiente bailarina, alguien nueva que Nikki no conocía. Ella pensaba que su nombre artístico era Neón, pero no estaba segura. Y ahora mismo, no le importaba realmente. Sus ojos recorrían el fondo de la habitación, en busca de un hombre alto, de pelo oscuro. Pero no había nadie que se le pareciera. El corazón de Nikki se hundió y exhaló un suspiro teñido de alivio. Se volvió hacia la barra por una bebida gratis, cuando sintió a alguien

en su hombro. —¿Buscando a alguien? La voz era rica y profunda, e hizo que un escalofrío le recorriera la espalda. Ella sabía que era él, incluso antes de que se diera la vuelta. Cerró brevemente los ojos, tomó aire y se dio la vuelta, con lo que esperaba fuera una sonrisa seductora en sus labios. —Podría ser... —sus palabras se desvanecieron mientras miraba al hombre que estaba frente a ella. Era él. Pero de cerca era aún más impresionante. Alto y delgado, pero musculoso, con pelo negro corto, dejando al descubierto una mandíbula cuadrada y un cincelado rostro, este era el tipo. Con camiseta y jeans negros. El aliento de Nikki se atascó en su garganta y

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sabía que lo estaba mirando fijamente, pero era incapaz de mirar hacia otro lado, y aparentemente, era igual de incapaz para hablar. Los labios de él se curvaron en una línea sensual, y todo lo que pudo hacer ella fue no extender la mano y correr sus dedos sobre ellos. Finalmente lo miró a los ojos y parpadeó. Eran grises, casi plateados, como la luz de luna en una noche de invierno. El temblor se sintió intensificado e impulsivamente se abrazó a sí misma. El hombre inclinó la cabeza, profundizando su sonrisa, claramente disfrutando de su reacción. —¿Te gustaría un trago? Nikki finalmente encontró su voz. —Sí... sí. Me gustaría. Gracias.

Con una gracia ágil el hombre se trasladó a la barra, dirigiendo a Nikki frente a él, con la mano en la parte baja de su espalda, irrumpiendo fácilmente a través de la multitud de hombres. Detrás de la barra, Sam la miró brevemente a los ojos antes de mirar al hombre. —Cualquiera que sea la habitual bebida de la señorita, y yo tendré un Campari con soda. Sam, el camarero, asintió bajando la barra. La mano del hombre todavía estaba en su espalda y su piel estaba en llamas, como si el contorno de su mano estuviera siendo grabado a fuego en su carne. —¿Tienes un nombre? —Él se había inclinado cerca de ella, su respiración agitando el cabello cerca de su oído. Se volvió hacia él y sus labios se rozaron ligeramente contra su

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mejilla. —Nikki. Soy Nikki. Sus labios casi se tocaban, sus ojos se encontraron con los de ella. Nikki se inclinó hacia adelante, anhelando el contacto, doliendo por su beso. —Nikki, las bebidas. —Ella oyó el ruido sordo de los vasos golpeando la barra, la voz de Sam fuerte en sus oídos. Un recordatorio no muy sutil: llevarlo a una habitación privada y hacerle pagar. Nada era gratis en el club de Mack. El hombre se enderezó, recuperando las bebidas, entregándole a Nikki la suya. Ella tomó un largo trago, sintiendo la calidez instantánea que se extendía a partir de su centro. —¿Y cuál es tu nombre? —Se inclinó hacia el hombre, con la mano en su brazo, tirando de él hacia las habitaciones privadas,

finalmente recordando que estaba en el trabajo y que este debería ser un cliente que pagase, nada más y nada menos. Pero había mucho más ahí que ella quería, más que darle a este tipo un baile erótico y enviarlo a casa con una erección y un recuerdo. No sabía por qué sucedía esto, pero este hombre se movía como una tormenta en su interior, que ninguna cantidad de sacudidas y bailes iba a sofocar. Necesitaba algo más de él y no era algo que iba a conseguir aquí, en el club. Por primera vez en su vida como bailarina, consideró seriamente la posibilidad de llevar este tipo a casa. —Mi nombre es Jax. —Él tomó un sorbo de su bebida, sus ojos nunca dejando el rostro de Nikki. —Has estado aquí antes. ¿Buscas algo en especial? —Acarició su brazo, sus dedos arrastrándose sobre su piel, sobre los músculos duros

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debajo. Él vio su mano y ella tuvo la sensación del predador viendo a su presa. Y eso envió otra emoción a través de su cuerpo. Dos podían jugar a ese juego. —Podría ser. —Los ojos de él se movieron sobre su cuerpo, deteniéndose en cada curva que tenía. —Vamos a tomar esto en algún lugar privado. —Nikki lo cogió de la mano, llevándolo a una de las muchas pequeñas habitaciones privadas que rodeaban el lado de la sala, poniendo tanta influencia en sus caderas como pudo. Desabrochó la cortina de la habitación, dejándola caer cerrada detrás de ellos. Era precioso, todo piernas largas, cintura estrecha y rasero tenso. La imagen de él con su ancho y musculoso pecho, y hombros cerniéndose centímetros por encima de ella, con la piel enrojecida por el calor mientras se levantaba desnudo y listo saltó en su mente y la intensidad de la visión la hizo jadear.

Ella estaba liquidada por bailar, en la zona, y la idea de tener a este hombre totalmente bajo su hechizo, a su merced, la dejó con el corazón acelerado. Tomó otro sorbo de su bebida antes de colocarla en la pequeña repisa que rodeaba la habitación. —Toma asiento. —Ella señaló con la cabeza hacia la única silla de la habitación y tomó la bebida de Jax, poniéndola junto a la suya. Con una sonrisa, quitó la cereza de su vaso, volviéndose a Jax, su lengua chasqueando al acariciar lentamente la roja cereza. Él estaba sentado en la silla, luciendo relajado y confiado, mirándola fijamente. —Reglas. Las tenemos y tienes que respetarlas, de lo contrario... estás fuera. —Hizo un puchero, inclinando la cabeza—. Y realmente no me gustaría que te vayas. No hasta que hayamos llegado a conocernos mejor. Así que el acuerdo es que yo puedo tocarte, pero tú debes

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mantener tus manos para ti, señor. Jax levantó la mirada, sus ojos encontrándose con los de ella. —Aquí dentro eres la jefa, señorita. Haré lo que digas. —Y luego sonrió, sus labios curvándose lentamente en las esquinas. Las rodillas de Nikki estaban un poco inestables y se preguntó si iba a poder bailar para este tipo sin caerse de sus tacones. Respiró hondo, torciendo el torso para que estuviera parcialmente de espaldas, su trasero estaba en dirección a él y ella lo sacudió. Jocosamente, envolvió sus labios alrededor de la cereza antes de tirar de la raíz con los dientes. Lo dejó caer al suelo. Nikki empezó a moverse, bailando lentamente hacia Jax. Se inclinó hacia delante, puso las manos sobre las rodillas, empujando suavemente sus piernas abiertas mientras le da una buena vista de la parte delantera de su conjunto, sacudiendo los hombros lo suficiente para que sus pechos se balancearan.

Él había puesto sus manos sobre los brazos de la silla y los mantuvo allí mientras ella se enderezaba, girando entre sus piernas antes de volverse de espaldas a él, flexionándose y torciéndose, dándole un buen espectáculo. Se volvió para enfrentarse a él, descansando las manos sobre los brazos de su silla. Cuando ella deslizó su cuerpo hacia arriba de él, sus pechos rozaron su pecho, ella sintió que sus manos se movían, cubriendo las suyas. Ella se tensó por un momento. Con cualquier otro cliente, habría detenido el baile y salido de la habitación, llamado a Frank, el gorila, para sacar al tipo fuera. Pero esto era diferente, muy diferente. Ella respiró fuerte, su baile tuvo una parada brusca. Sus ojos se clavaron en los de Jax, su corazón latiendo en su pecho. Diferente, y peligroso. Y era todo lo que ella

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quería. Sin pensarlo, Nikki se inclinó hacia delante, con los labios entreabiertos. Jax pasó lentamente las manos por sus brazos, sus dedos dejando atrás un rastro de piel de gallina en su piel. —Yo... —su voz era apenas un susurro, teñido de oscuro con lujuria. —Shhhh... —él se inclinó hacia delante; sus labios tan cerca de ella que podía sentir su aliento, oler su aroma masculino. Sus ojos la atrajeron más cerca, la mantuvo embelesada, cautiva. Cuando sus labios rozaron los de ella, envió una ola de calor a través de su cuerpo. Ella se estremeció cerrando los ojos, dejándolo reclamar sus labios con los suyos, gimiendo contra el tacto sensual de su boca contra la de ella. La punta de su lengua trazó a lo largo de su labio inferior, y se

entregó al beso, abriendo su boca, encontrando su lengua con la de ella. Acomodó su cuerpo contra el de él, arqueando la espalda mientras sus manos se movían desde sus brazos para deslizarse hasta su torso. Él la abrazó con facilidad, sus manos abarcando las curvas de su cuerpo, descansando justo debajo de sus pechos. Se sentía como si ella fuera ingrávida, suspendida contra él mientras se deslizaba más abajo en la silla, mientras el cuerpo de ella descansaba contra el suyo. Ella era consciente de su creciente erección presionando contra su estómago, dura y caliente, y se movió entre sus brazos, buscando más contacto. Jax flexionó sus caderas hacia arriba, presionándose contra ella, gimiendo contra su boca. El tiempo parecía haberse detenido, el beso se profundizó e

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intensificó, enviando estremecimientos de placer a través de su cuerpo. Podrían haber sido minutos u horas, pero cuando Jax finalmente se sentó, poniendo suavemente sus pies en el suelo, ella estaba débil y sin aliento. —Oh... bien. —Nikki abrió los ojos. Jax le sonreía, sus ojos casi brillando en la penumbra de la pequeña habitación. —Rompí tus reglas. —Su voz era baja y no había ningún indicio de culpabilidad, y sin duda, ninguna disculpa. —Lo hiciste. Él todavía estaba sonriéndole mientras sus manos se deslizaban por su torso, al tiempo que la empujaba suavemente lejos de él, antes de levantarse de la silla. Nikki lo miró, confundida. —Espera. ¿Estás...? ¿Hemos terminado? —Nunca un hombre se había ido antes de que ella hubiera terminado su baile. Pero, de nuevo,

nunca había dejado que uno fuera tan lejos con ella como había dejado a Jax. Su mente era un remolino de emociones confusas. Pero su cuerpo era un remolino de excitación y pasión, ninguna confusión ahí en absoluto. —Creo que debería irme. —Jax se inclinó hacia delante y la besó en la frente—. No estoy seguro de que sea bueno para ti... o tú buena para mí. —Pero... espera. ¿Volverás? —Ella estaba de pie frente a él ahora, con las manos en las caderas, bloqueándole la puerta. Nadie abandonaba a Nikki sin una buena razón. Y no, si ella no los había expulsado primero. Jax la miró, una sonrisa divertida jugando en sus labios.

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—¿Quieres que vuelva? Ni siquiera me conoces. Por lo que sabes, podría ser el lobo feroz. —Él se inclinó hacia adelante, apoyando las manos sobre sus hombros—. Podría hacerte todo tipo de cosas malas, Nikki. —Creo que yo debería ser la que decida, ¿no es así? —Dio un paso hacia adelante, pasando las manos por su pecho mientras los brazos de él se deslizaban por su cuerpo—. Podría ser buena para ti en todo sentido. Ella cogió el ritmo de la música del club, bailando contra Jax. —Además, me doy cuenta de que tengo algún tipo de efecto en ti. Nikki se frotó contra Jax, sus caderas meciéndose, sus pechos contra su pecho. Lo oyó gemir bajo, algo que casi sonó como un gruñido. Las manos de él se deslizaron más abajo, ahuecando su trasero

brevemente antes de encontrar su lugar de descanso sobre sus caderas. Nikki lo miró por debajo de sus espesas pestañas oscuras. —Así que... vas a volver, ¿no? —Inclinó su rostro hacia él de nuevo y sus labios tomaron los de ella, duro y primitivo. Sintió que él gruñó contra su boca y se desató en un profundo ruido sordo de excitación en su vientre. Ningún hombre había conseguido ponerla tan caliente y tan rápido, con sólo un beso. Jax finalmente se separó con un jadeo. —Me tengo que ir. Pero... —la tiró con fuerza contra él por un momento. Su erección presionada contra su estómago, sin duda— voy a volver. ¿Cómo puedo resistirme? —No puedes. —Él se apartó, agachándose a través de la cortina.

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Nikki lo siguió, haciendo un mohín. Observó a Jax caminar fuera del club antes de volver con la multitud de hombres, la música a todo volumen y olor de las promesa de sexo. Mack trataba de mantener a las chicas en la fila y Nikki sabía que había mucho más que sólo promesas vendiéndose en las habitaciones privadas. Ella suspiró, moviéndose de nuevo detrás de las cortinas para buscar sus bebidas, bebiendo la suya en un largo trago. El vaso de Jax estaba medio lleno y lo miró brevemente antes de beberlo. No dejando nada desperdiciarse, excepto la promesa de una noche con Jax.

Capítulo 2

J

Traducido por agoss y Nanami27 Corregido por Marta_rg24

ax salió del club, doblando a ciegas por la acera, fuera del resplandor de la luz de neón del cartel del club que brillaba incansablemente sobre su cabeza. La noche se cerró

alrededor de él mientras caminaba por la arenosa acera rota. No había muchos que salían a pasear por estas calles solas, pero desde luego, Jax no era cualquiera. Siendo un hombre lobo, incluso cuando la luna no estaba llena, le daba confianza y fuerza que ningún mortal jamás podría poseer. Pero no siempre le daba sentido común. Él había estado tan

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cerca de tomar a esa chica con él, llevarla a su casa, a su guarida. Llevándola a casi cualquier lugar en el que pudiera haber arrancado su ropa y tomarla. Su cuerpo aún le dolía, su erección desaparecía lentamente luego de su toque, su beso, su increíble aroma. Sin embargo, no lo hizo. Se detuvo en la esquina, apoyándose en un edificio abandonado con los ladrillos ásperos raspando contra su brazo, preguntándose con qué demonios estaba jugando. Ella no era esa, no podría ser esa, no la chica que quería para ser su compañera, y definitivamente no es el tipo de chica que un macho alfa quisiera traer de vuelta a la manada. Se pasó una mano por la cara, de repente cansado. Cansado de la búsqueda de una compañera, cansado de la inquietud de la manada, de su espera para que él tome el control. Y esa no era la actitud que un macho alfa debía tener. Y desde luego no demostrárselo a su manada. Faltaban dos noches para la luna llena y ya podía sentir su fuerza, su control sobre él.

La sensación de inquietud estaba allí, como si la piel de su cuerpo fuese demasiado pequeña para contener sus músculos y huesos, como si ya estuvieran cambiando a la criatura en que se convertía en cada luna llena. El deseo de aparearse era casi incontrolable. Mientras Nikki bailó y giró contra él, tomó todo su control para no echarla en el suelo y tomarla allí mismo. Se empujó furiosamente lejos del edificio, con las manos en los bolsillos, caminando por la calle oscura. Venir al club, en primer lugar, fue por una apuesta con Bec, lo había incitado a la búsqueda de una compañera en un lugar lleno de mujeres. Hubiera dicho que si no podía encontrar a una compañera allí, él nunca iba a encontrar una.

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Bec. Su rival, su mayor crítico, su hermano menor. Siempre a él, después de él, empujándolo, mordiendo los talones. Y ahora, que Jax es un macho alfa, se ha vuelto absolutamente implacable. —No estás listo, Jax. No estás emparejado. No tienes linaje... ni siquiera has hecho una matanza desde que te convertiste en alfa. No eres lo que necesita esta manada. No eres material de macho alfa. Había rodeado a su hermano, arremetiendo, rastrillando sus uñas en el rostro del menor. Estaban solos, y estaba haciendo lo que podía para no llevar a cabo el desgarramiento de su garganta. —Soy el macho alfa de esta manada. No hay nada que puedas hacer al respecto. Debes aceptarlo, o seguir adelante. Su hermano se había tocado con los dedos la cara, tirando de ellos hacia atrás, mirando su sangre sobre ellos, con un gruñido curvó sus labios.

—No creas que no lo haré, hermano. La sangre no es suficiente para mantenerme aquí. Hay otros, también, no creas que eres el único que nos puede liderar. Jax sabía que hablar así era peligroso. Cualquier miembro de la manada que hablara así contra el macho alfa... cualquier miembro de la manada que no fuera su hermano... se habría encontrado con la garganta recortada, sangrando en el suelo, dejándolo morir. Pero, como siempre, porque era su hermano menor, el único resto de la familia, Jax se había retenido. Porque sabía que tenía razón. Él necesitaba hacer una matanza como alfa. Y necesitaba una compañera. Desesperadamente. Y ahora aquí estaba, dando vueltas en un barrio de mala muerte

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en Filadelfia, el olor de una mujer sobre él, frotado en su ropa, en sus manos. Y por más que trató de decirse a sí mismo, haciéndose creer que ella no era la única para él, cada vez que daba un aliento, su cuerpo le decía lo contrario. Suspiró, girando por un callejón, rompiendo en un trote en dirección a casa.

2 Para Nikki, el resto de la noche transcurrió en un torbellino de música estruendo y hombres sudorosos. Y por primera vez desde que tenía uso de razón, ella estaba distraída, más que lista para terminar la noche. La mayoría de las noches se volvían tediosas al final de su turno, haciendo el mismo viejo chocar y sudar de

rutina, el mismo baile

erótico, solamente con un tipo diferente clavado en la silla. Pero esta noche se encontró vagando alrededor en un deslumbramiento,

tomando mecánicamente hombres desde y hacia las habitaciones privadas, encendiéndolos y tomando su dinero. No fue hasta el tiempo casi el cierre que tuvo la oportunidad de tomar un descanso en el cuarto de atrás. Lori se encontraba allí, vestida con ropa de calle, casuales, o lo que pasaba por la ropa de calle para ella. El escote de su top revelaba tanto como su traje de trabajo. La única pieza de ropa que era diferente eran los vaqueros y prácticamente estaban pintados sobre sus largas piernas, abrazando su firme culo. —¿Sales antes de tiempo? —Nikki se dejó caer en el sofá, permitiendo caer sus pies en una vieja silla de plástico, los cuales la estaban matando, siempre era así. No me jodas bombas eran geniales para el show, pero para una noche de estar en tus pies, eran demonios.

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—Sí. Mack dijo que podía. Tengo una cita, quizá podría conseguir algo al menos antes de que la barra cierre, tal vez ponerme un poco borracha con el dinero de otra persona. —La regla de Mack de una bebida gratis por turno era para poner un freno en el disfrute de Lori. Ella había reclamado que bailaba mejor borracha, pero él siguió firme con su regla. Dijo que estaba cansado de ir a recogerla del suelo a lo largo de la noche. —¿Alguien que conozco o alguien nuevo? — Nikki nunca estaba segura de a quien Lori estaba viendo en estos días. Ella parecía tener una serie de novios, ninguno de los cuales duró más de un par de semanas. —Dunno. ¿El nombre Mark hace sonar una campana? Su amiga frunció el ceño, apretando los labios. Nikki negó, echándose hacia atrás y cerrando los ojos.

—¿Viste a la chica nueva? Me perdí su baile. ¿Y Neón? ¿Qué pasa con el nombre? —¿Qué no viste su baile? realmente te pasó algo entonces. Ella tiene estos tatuajes de culo loco que únicamente aparecen bajo una luz negra. Mack puso la iluminación especial, sólo para ella. Una extraña manera de ver mierda, si me preguntas. —Me pregunto cuánto tiempo será antes de que ella salte del escenario a la oscuridad. —Rió en voz baja, para sí misma. —Hey, yo te vi con el hombre misterioso. Tenías que darle un show privado. ¿Cómo fue? ¿Se obtiene una buena propina? —Lori se sentó ante el espejo iluminado, a retocar su maquillaje. —Oh, mierda. ¡Él nunca me pagó! —Golpeó la cabeza contra la

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pared por la frustración. Lori se dio la vuelta para mirarla por un largo momento. —Guao. Debe haber sido un tipo, si se te olvidó pedir el dinero en efectivo. Eso es un verdadero error de novato, Nikki, no es algo que tu harías. Espero que hayas hecho lo suficiente en propinas para cumplir con Mack. —Sí, lo hice. —Nikki negó. Había sido estúpida, tan absorta en el tipo con el que estaba que se olvidó por completo que era un cliente que paga. Y ella ni siquiera llegó a terminar el baile. Pero lo que había sucedido con Jax aún estaba jugando en su mente. Todavía podía sentir sus labios debajo de ella... todavía podía sentir el sentido de la pasión apenas contenida, poder o lo que sea que estaba al acecho bajo esa calma exterior. Además de la excitación

sexual obvia que se desprendió de él en oleadas, había irradiado puro magnetismo animal. La risa de Lori interrumpió sus pensamientos. —Que lo tienes mal, ¿verdad? —Se había dado la vuelta, encendiendo un cigarrillo. Dejó escapar una bocanada de humo azul, agitando la colilla en un cenicero rebosante. —No te he visto así desde aquel tipo.... ¿Cómo se llamaba? ¿El chico de Francia o Alemania o de algún lugar? Tenía un acento y lo juro, el momento en que dijo tu nombre, te convertiste en un gran charco de papilla. Era un cretino. Y olía mal, a esos horribles pequeños cigarrillos negros que fumaba todo el tiempo. —Agitó su propio cigarrillo, repentinamente animada.

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—¡E incluso has dicho que el sexo fue horrible! ¿Te acuerdas? me dijiste que él era como... Nikki levantó la mano. —Sí... Lori, lo recuerdo. Yo estaba allí, fui la que tuvo relaciones sexuales con él. No necesito un recuento golpe por golpe de mi propia vida sexual. —Se empujó fuera del sofá. —Escucha, pasa un buen rato en tu cita. Y ten cuidado en el callejón. Edén contó que vio a un chico pasar el rato en el contenedor de basura, él dijo algunas cosas muy groseras hacia ella. —Sí. Lo sé. Es el drogado ex novio de China. La está acechando de nuevo o algo así. Tendré cuidado... como siempre. —Y entonces se había ido, dejando tras de sí una nube de humo.

2

Jax se dio la vuelta, con el brazo en la cara. El sol estaba alto y se mostró reacio a abandonar la cama. Había logrado colarse en la casa sin notar a Bec y quería evitar a su hermano por el mayor tiempo posible. La chica de ayer por la noche... Nikki. Lo perseguía. Tomó una ducha,

pero

su

olor

todavía

se

aferraba

a

él.

Había

algo

profundamente satisfactorio y muy excitante en él cuando se movió en la cama, su olor y la memoria que tenía un efecto físico definido en su cuerpo esta mañana. Pero no importa lo excitante, el olor y los recuerdos se unían a la chica equivocada. No había manera de que la manada, y sobre todo, Bec aceptarán a una stripper como hembra alfa. En estos momentos, el orgullo no le permitió llevarla a su casa, el orgullo de su manada, de su

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historia y patrimonio. Jax y Bec habían tenido ese patrimonio infundido en ellos durante todo el tiempo que pudiese recordar. Eran la primera manada del nuevo mundo, sus antepasados fueron polizones en barcos que cruzaban el Atlántico, con la colonia de Roanoke condenada en carolina del norte. Él sabía la verdad que los libros de historia no tenían. Los colonos no se murieron de hambre el primer invierno o buscando refugio con las tribus nativas. Fueron los primeros asesinatos realizados por sus antepasados, el primero en esta nueva tierra para ser la sangre en la manada. Desde allí, se habían extendido por todo el país, dividiendo, creando nuevas manadas mientras las antiguas crecían demasiado o en peleas, lo que llevaba a un grupo para actuar por su propia cuenta.

La manada de Jax y Bec había estado en el área de Filadelfia durante más de doscientos años, antes de que este país siquiera existiera. Estaban orgullosos de su patrimonio y, si la verdad fuera conocida, habiéndose vuelto algo elitista en los años en que decidieron añadir su manada. No estaba seguro de cómo había sucedido, pero el quid de la cuestión era que, en estos momentos, traer de regreso una stripper nunca sería aceptada por la manada, incluso si él la eligiera como su compañera. Los números de la manada estaban disminuyendo debido a esta actitud, combinada con una mayor conciencia de sus números por mortales. Siempre habían estado recluidos, pero ahora casi eran conducidos bajo tierra. Sabía que dependía de él romper con la tradición, pero también sabía que podría dividir a su familia, y

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posiblemente costarle la vida. —¿Todavía en la cama? ¿Una noche dura? —Bec estaba en la puerta de su habitación, sus brazos cruzados sobre el masivo pecho. Se deslizó fuera de la cama, plantando los pies firmemente en el suelo. —No estoy de humor para tus comentarios en este momento. Si no tienes nada bueno que decir, entonces cállate. —Así que, ¿la búsqueda de una compañera no fue tan bien? — Dio un paso dentro de la habitación, oliendo fuertemente. —La huelo... y ella huele a sexo. —Miró a su hermano—. ¿Estás tomándolas para una prueba de montar ahora? Jax se puso de pie al instante, con las manos en puños.

—Bec, fuera. Fuera de mi habitación. Y mientras estés en ello, fuera de la manada. Ya he tenido suficiente de tu insolencia. Si estás tan seguro de lo que se necesita para ser alfa, por todos los medios, vete a ser uno. Su hermano resopló. —¿Lo dices en serio esta vez? ¿O es más una postura? Dio un paso más cerca de Bec. —Con todo mi corazón. Lo digo en serio. Fuera. —Date cuenta de que estás dividiendo la manada. Llevaré conmigo a aquellos que quieran irse. Y hay más de los que piensas.

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—Pareces olvidar que estoy dividiendo la familia también. ¿O es que eso no cuenta en tus planes? —¿Realmente me dejarías ir? —En serio. Soy alfa ahora. Y entiendo que es difícil para ti, que crees que por algún medio deberías haber sido tú. Pero no lo eres. Puedes luchar conmigo por ello, y voy a ganar. Tú lo sabes, y yo lo sé. —¿Realmente lucharías contra tu propio hermano? —El ceño de Bec se volvió una mirada de incredulidad. —¿Qué quieres de mí? No estás feliz con que sea alfa. Has dejado que todos sepan cómo te sientes. Te doy la oportunidad de irte... infiernos, te digo que te vayas, pero te quedas. Te digo que voy a luchar, no me crees. ¿Qué demonios quieres de mí? Bec negó.

—Si no lo sabes, entonces creo que realmente es hora de irme. — Se dio la vuelta, deteniéndose en el umbral. Habló sin mirar atrás. —No vas a hacerlo sólo, Jax. Nos necesitas, como una manada. —No necesito a nadie. Cierra la puerta al salir. La puerta se cerró de golpe, el sonido haciendo eco en la habitación. Jax se sentó cansinamente en la cama, la cabeza entre las manos. Esto era mucho más duro que lo que su padre lo había hecho parecer. Pero su padre no había tenido un hermano pequeño siguiendo como perro todos sus movimientos. Se encontró perdido en un mar de recuerdos durante mucho tiempo, finalmente se levantó, se puso los jeans y una camiseta antes de que caminara a la planta baja, para ver exactamente con lo que se había quedado por manada, sabiendo que

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ahora no tenía familia.

Capítulo 3

N

Traducido por katiliz94 Corregido por Keyla Hernández.

ikki normalmente tenía los miércoles por la noche libre, pero pronto por la tarde se había encontrado o inquietamente deambulando por el apartamento o

incansablemente haciendo zapping por los canales de televisión. Estaba distraída e irritable, y enfadada consigo misma. Con un frustrado suspiro, lanzó abajo el mando, agarró el bolso y se dirigió al club. —Hey, pensé que estabas libre esta noche. —Lori estaba en su lugar habitual en el sofá, fumando el habitual cigarrillo. —Lo era, pero la última noche fue lenta… mucho, ya sabes… —

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Nikki esperaba que Lori retrocediera, pero no estaba contando con eso. Lori la conocía mejor que nadie, y veía a través de ella como una hoja de vidrio. —Entonces, ¿vas a hacer horas extra de turno porque la última noche fue lenta? Sí… estuvieron llenos como sardinas ahí fuera. Tú, sin embargo, estuviste en una habitación privada con tu nuevo hombre. Lori se inclinó hacia adelante, apagando el cigarrillo, soplando el humo hacia el techo. —Pero, sabes, también está bien. Esa polluela Neón no apareció esta noche y Mack está a punto de romperse las pelotas. Estará contento de que estés aquí. —Así que ¿la polluela tatuada de show de luces empaquetó después de una noche? —Nikki sacudió la cabeza. Las chicas iban y venían aquí todo el tiempo, pero ella sabía si Mack invertía dinero en

ella en alguna forma, él debía haber pensado que tenía algún tipo de longevidad, al menos para estar alrededor el tiempo suficiente para hacer que las luces valgan la pena en su inversión. —Sí, bueno, se va del juego. —Lori bajó del sofá, estirándose. Sus animados pechos empujaron contra su lechosa bata aunque Nikki sabía que ella estaba aquí por otras razones, ese pequeño destello de su amiga salía como un pequeño ruido sordo en el estómago de Nikki. Lori se acercó a la taquilla de Nikki, poniéndose detrás de ella, las manos sobre sus caderas, los dedos acariciándola suavemente, deslizándose debajo de su suéter. —Sé lo que significa la apariencia, princesa. —Levantó el abundante y negro pelo de Nikki, sus labios en su cuello y luego

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deslizándose arriba para mordisquearle la oreja. Antes de que Nikki pudiese pensar, se giró en el abrazo de Lori, sus labios encontrando un familiar beso. Había una cruda necesidad en Lori esta noche, una vulnerabilidad que Nikki sentía que era rara vez evidente. Dura como el acero Lori se dejó caer mientras su beso se profundizaba más. Nikki sintió la elevada sensación de excitación estando con Lori que siempre traía, pero en la parte trasera de su mente imágenes de Jax se levantaban de su firme cuerpo bajo el de ella en el breve baile privado, su boca caliente y dura contra la suya. Se perdió por un momento en los recuerdos, pensamientos de Jax compitiendo con el beso de Lori por la atención de Nikki, con el tiempo ganando. No fue mucho antes que Lori se apartara, sacudiendo la cabeza. —Estás a un millón de millas de distancia, chica. Y no voy a ir tan lejos esta noche. —Dio un paso atrás, la cabeza ladeada a un lado, sus ojos entrecerrados.

—Lori, yo… yo no… no eres tú. —Nikki titubeó por las palabras, pero sabía que no podía explicarlo. —Hey, no lo transpires. —Lori se acercó a su taquilla, dejó caer la bata y extendió la mano dentro por un oso de encaje, abrazándolo bruscamente sobre sus largas piernas, contoneándose en los retales de la tela. Nikki observó a su amiga, dolorida por extender el brazo pero insegura de que decir. Lori miró arriba, su cara ahora situada en una cuidadosa mascara de indiferencia, pero Nikki podía ver el dolor en sus ojos. —Oye, dije que lo dejases caer. Los chicos son chicos. Yo haría lo mismo si estuviese en tus zapatos. Es un chico caliente, incluso si es… lo que sea que es. —Cerró de un golpe la puerta de su taquilla, el sonido haciendo eco en la pequeña habitación. Nikki brincó. Odiaba pelear

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con Lori. Y sabía que Lori nunca la arrojaría por encima de un hombre—. Te veré ahí fuera. —Lori estaba a través de la puerta, sus tacones clicando en el arañado suelo de linóleo, aun abrazando los restos de su oso de peluche antes de que Nikki pudiese hablar. Nikki dejó salir un suspiro, sacando un camisón rojo y un conjunto de medias que había planeado vestir. Los sostuvo durante un momento, tocando el material satinado. ¿Era un chico que realmente valía la pena como para perder a su mejor amiga? Nikki sacudió la cabeza, enterrando la ropa en la parte trasera de la taquilla. —¡Hey! Estás aquí. Debes ser psíquica, esta noche estamos cortos. Eres la quinta. —Mack ya se fue para el momento que Nikki miró arriba, la protesta en sus labios muriendo sin decir. —Mierda. —Se arrancó de un ritón la sudadera, tirando de la camiseta sobre su cabeza, inalterable chispeando a través de su pelo.

Se quitó los pantalones, se puso las medias de satín rojo y los ridículamente altos tacones rojos que completaban el traje. El espejo iluminado lanza una cruda luz sobre su cara. La mayor parte de su maquillaje estaba en su lugar, hecho en casa, pero añadió otra capa de máscara y manchó el corte con un pintalabios rojo a través de la boca. El pelo no podía importarle menos en este momento. De todos modos sería un desastre enredado para el final de su actuación. Nikki miró a su reflejo, realmente no agradándole la chica que le estaba devolviendo la mirada. Ella raramente era dada a la profunda introspección, pero ahora se preguntaba qué diablos tenía en ella. Tomo un profundo respiro, lo sostuvo para la cuenta de tres y lo

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soltó bruscamente. De alguna forma se las había arreglado con Lori. Ahora necesitaba ir a hacer su actuación, trabajar para la multitud, e intentar al menos fingir que quería estar aquí. Lo último en su mente era Jax. Mack había puesto algo de música extraña para ella, no su habitual. Pero sus movimientos aún funcionaban y todavía estaba bajo todas las cuatro al final de la canción, muchísimo en el compás y con el ritmo. A los chicos no les importaba cuanto durase tanto como que terminase más o menos desnuda, girando y sacudiendo lo que tenía. Y ella podía hacer eso en sus sueños. La música terminó y se arrodilló para recuperar la camiseta, arrebatándosela a alguno de los chicos del frente que pensaban que se escabullirían con un regalo. Habría perdido muchos artículos si se vestía así. Sacudió el dedo hacia él, pasando lo que tenía la esperanza que sería una sonrisa coqueta.

Se

puso de pie

mientras

las luces

titilaban brevemente,

haciéndola parpadear. Se pusieron de pie, y lo vio. De pie en la parte trasera, tan tranquilo como una estatua, el único hombre en la habitación sin gritar borracho o intentando arrastrar a una chica a una habitación privada. A pesar de las luces en su rostro, sabía que él la estaba mirando a los ojos, probablemente el único chico en la habitación que no estaba mirando su cuerpo desnudo. Ella dudó brevemente, entonces se giró demasiado rápido, casi tropezando con los tacones deslizados sobre el escenario. La música de repente sonó con estridencia y Edén salió bailando al escenario, chocando con Nikki. —Fuera de mi camino, puta. Has tenido tu turno. —La golpeó al

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pasar y los abucheos y ulúlelos de los hombres aumentaron, el sonido sobrepasando a Nikki. Y entonces, ese fue el último lugar en el que ella quería estar. Huyó al cuarto de vestir. ¿Quién era ese tipo? ¿Era alguien para ella, alguien que en realidad quería ver ahora? Sus manos estaban temblando y se hundieron débilmente en el sofá. Él estaba aquí por ella. No había duda en su mente. Pero, ¿ella quería estar ahí para él? Desenroscado el traje, Nikki se puso una sudadera, abrazando los vaqueros sobre las medias de satín, su sudadera sobre su cabeza. Había sido un error venir aquí, buscar a Jax. Él era problemas, como dijo, todos los tipos de malos. Ella era tonta al intentar descifrar algo más de un chico que pensaba que era una buena bailarina, solo porque estaba más limpio que la habitual multitud.

El aire de la fría noche inundo a Nikki mientras abría la puerta del callejón. Odiaba el callejón más que nada, pero Mack no quería que salieran por el club en ropas de calle. Normalmente ella intentaba marcharse con otra chica o con Sam, si él se iba. Estar sola en el callejón le daba asco, sin duda. Se giró hacia la calle, agarrando el bolso contra su cuerpo. El sonido de una bocina de coche delante la hizo saltar y en ese instante una mano se extendió entre los abollados contenedores que se alineaban en el callejón, cerrándose alrededor de su muñeca. Se giró, a mitad de un grito forzado entre sus labios, mirando a la picada por la viruela cara de un hombre agachado en la oscuridad. —¡Déjame ir! —Nikki retorció la muñeca, pero el agarre era como

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el acero. Él la tiró hacia sí, los tacones patinando en el húmedo pavimento. —¿Dónde está ella? Está aquí, ¿verdad? —La voz del hombre chirriaba entre los sedientos labios. Los ojos de Nikki se ampliaron cuando vio el destello de una hoja de cuchillo en su otra mano. Él lo ondeó hacia ella, echando un vistazo a su garganta. Ella se sacudió hacia atrás con fuerza, los huesos en su muñeca chirriando juntos. —¿Quién? No sé

a qué

te refieres. —El

pánico estaba

burbujeando dentro de Nikki y tenía el surreal sentido de todo yendo a cámara lenta. La voz del hombre disminuyó con dificultad, confuso y tenue. Y entonces ella estaba cayendo hacia adelante, en movimiento lento, mientras la empujaba en la oscuridad entre los contenedores. Entonces el mundo se volvió más alto y las cosas estaban moviéndose demasiado rápido para su compresión. Estaba en el callejón, cabeza baja y tropezando hacia atrás, sintiéndose como si hubiese sido catapultada del espacio entre los contenedores. Hubo un

sollozo estrangulado, un alto sonido metálico mientras algo golpeaba en el contenedor y luego el silencio. Finalmente cayó de rodillas, mirando arriba al momento de ver a un hombre sobre sus manos y rodillas, el hombre que la había cogido, y otro hombre de pie a su lado. Los ojos de Nikki se ampliaron cuando se dio cuenta de que era Jax. Él agarró al hombre, lo arrastró hasta arriba y lo sostuvo por el cuello con una mano, como si el hombre no pesase nada en absoluto. Nikki notó que los pies del hombre no estaban tocando el suelo. —¡Jax! —Encontró su voz, mientras se arrodillaba hacia adelante, sus manos peleando contra el mugriento callejón, su muñeca palpitando. Jax se giró hacia ella, y en la leve luz del callejón, juró que vio que sus ojos estaban enrojeciéndose. Parpadeó pero entonces se había vuelto hacia el hombre en su agarre, su rostro se mantuvo muy

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cerca del hombre en aprietos. Hubo un ruido, como un leve gruñido, y entonces Jax dejó caer al hombre como un saco de basura. Jax se giró hacia Nikki, dando una zancada a través del callejón. Detrás de él, ella observó al delgado hombre escapar de entre los contenedores sobre todas las horas, revolviéndose para convencer a sus pies, finalmente irrumpiendo con rapidez en una carrera arrastrando los pies mientras giraba la esquina en la calle. Nikki estaba temblando cuando las manos de Jax se cerraron alrededor de sus brazos, levantándola del pavimento. —¿Estás bien? ¿Te hizo daño? —Jax estaba mirándola con intensidad, sus ojos deambulando rápidamente sobre su cara, bajando sobre su cuerpo. —No… solo mi brazo. —Levantó el brazo, un feo moretón comenzando a formarse alrededor de su muñeca.

Miró las marcas purpuras, y su temblor se convirtió en una sacudida violenta, sus dientes crujiendo juntos. —Estás conmocionada, Nikki. Déjame llevarte dentro. —Jax dio un paso atrás, hacia la puerta hasta el club, sus brazos alrededor de su hombro. Pero Nikki sacudió la cabeza, su voz apenas audible. —Llévame a casa… contigo.

2 Jax abrió la puerta de su habitación. La casa había estado silenciosa, Bec se fue y su habitación estaba vacía, con otros varios miembros al parecer habiéndose marchado también con él. Jax sabía que eran amigos de Bec, chicos con los que había crecido, y unos

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pocos de sus compañeros, algunos de ellos que él y Bec habían conocido siempre. Pero eso ahora no era importante. Llevó a Nikki a su dormitorio, dejándola en la cama, agarrando la manta y poniéndosela encima. Ella intentó sentarse, luchando con la manta pero él la empujó con cuidado abajo. —Quédate quieta. Estaré de regreso. —Se apartó de la cama y ella extendió el brazo, agarrando su mano. —No, no… por favor. —Lo miró, sus ojos amplios, casi demasiado grandes para su rostro. —Solo cogeré un vaso de agua, justo de ahí. Y algo para tus muñecas. —Señaló la puerta abierta del baño—. Serás capaz de verme, o escucharme, todo el tiempo. Su agarre se aligeró y él le golpeó la pierna, antes de caminar rápidamente al baño. Mientras hacía correr el agua fría sobre una

toallita, miró su reflejo en el espejo. ¿Qué diablos estaba pensando al traerla aquí? Incluso si ella lo hubiese pedido, no debería haberlo hecho. Podía haberla llevado con mucha facilidad dentro, o a su propio apartamento. Sacudió la cabeza mientras cogía un vaso, llenándolo con agua. ¿Qué diablos estaba pensando? Nikki estaba sentándose contra el cabecero de la cama, las piernas metidas debajo de sí, la manta envuelta alrededor de sus hombros. Aún estaba temblando y sus manos se sacudían levemente, y derramó el agua sobre la manta mientras tomaba un sorbo. —Aquí. —Jax situó el vaso en la mesilla de noche, sentándose al lado de ella, quitando las gotitas de agua. Él sostuvo la toallita fría

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contra su amoratada muñeca. Por un breve instante capto un olorcillo de una extraña esencia, una esencia animal, casi lobuna pero de alguna manera apagada. No pensó que fuera Nikki en sí, y brevemente se preguntó si el hombre que había atacado a Nikki era un hombre lobo. Levantó su muñeca más cerca de su rostro e inmediatamente inhalo. Tenía razón, no era Nikki; estaba en sus ropas. Jax sacudió la cabeza. Ahora no era importante, se preocuparía más tarde por eso. —Gracias. —Ella lo estaba mirando, sus ojos fijos en su rostro—. Me salvaste la vida. Gracias. —Estaba en el lugar adecuado en el momento adecuado. ¿Conoces al tipo? —Es un ex novio…

Jax retrocedió, frunciendo el ceño. Nikki extendió el brazo, su mano en su brazo. —No, no mío. De una de las chicas del club. Ha estado saliendo al callejón durante unos pocos días, imagino, molestando a las chicas cuando se iban, buscando a China… su novia… ex, imagino. Drogas o algo así. —Tomó un profundo respiro—. Estoy dispersa. Mis nervios están arruinados. Pero Jax no estaba escuchando las palabras de Nikki. Su toque, su mano en su brazo, en su piel desnuda, envió una carga eléctrica por su cuerpo. Más allá de su toque, la esencia estaba abrumándole, la complejidad y profundidad de ello asombraba. Aún podía oler el temor, agudo y punzante, permaneciendo en ella. Eso se desvanecería, lo sabía.

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Debajo de eso estaba la esencia de la propia Nikki, cálida y rica, dulce con un borde, como picante en una naranja cogida fresca del árbol, empapada en calor, lujuria y jugosidad. Y finalmente, la esencia de su núcleo, su ser, su sexualidad. Jax cerró los ojos, inhalando profundamente, tomando su cuota de ella, sin ser capaz de conseguir suficiente. Más allá de la descripción, su esencia comenzó una cadena de reacción de emociones y sentimientos en el cuerpo de él, todo haciendo espirales fuera de su control. Nunca había experimentado esto con ninguna mujer, y tanto como lo excitaba, lo asustaba. El control era todo para Jax y esta mujer rápidamente estaba derribando eso en tiras. Abrió los ojos, atrapó la mirada de Nikki y vio reflejado ahí todo lo que él estaba sintiendo, el temor del ataque de ella desapareciendo, reemplazado con lujuria y excitación. Ella comenzó a encogerse de hombros por lo que la sabana cayó de sus hombros y él se inclinó hacia

adelante,

alejándola

de

su

cuerpo. Incluso

en

una sudadera

descolorida y vaqueros, era seductora, excitante, cada curva todavía muy evidente. Nikki se levantó sobre sus rodillas, los ojos nivelados a los de Jax, sus dedos buscando tocar las mejillas de él, sus labios, las pupilas de ella se dilataron, sus ojos oscuros buscando los de él. —Hazme sentir a salvo, Jax. Hazme olvidar. Cualquier pensamiento de resistirse a ella, de no ceder a sus propios deseos, rápidamente lo abandono. Extendió la mano, su mano en el torso de ella, tirándola contra sí. Sus labios se encontraron, los suaves de ella contra los de él, tanta lujuria como el resto de ella. Él trazó su lengua brevemente a lo largo del

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labio inferior y ella abrió la boca para él al instante, su lengua encontrándose con la suya por completo, casi agresivamente. Él trabajó la mano debajo de la sudadera, momentáneamente sorprendido al encontrar algo satinado y delicado. Pero debajo de eso estaba la piel, deliciosa y caliente, irresistible. Sus dedos rozaron contra el peso de sus pechos y algo se rompió dentro de Jax, un temblor apresurándose por su cuerpo, su erección presionando contra los vaqueros repentinamente demasiado ajustados. Nikki se apartó del beso, agarrando el dobladillo de su camisa y quitándosela por la cabeza, dejándola en la camisola roja que había vestido en el club. Una vez liberada de la camisa, su pelo cayó alrededor de sus hombros en una ondulante masa, una mezcla de profundo castaño y cobre pulido. Jax llegó a una hebra, deslizándola entre sus dedos. Era más suave que cualquier cosa que hubiese sentido en mucho tiempo y una ola de anhelo y deseo lo inundó. Quería que

esa melena se esparciese por su almohada, quería deslizar los dedos a través de su pelo. Se dio cuenta de que ella estaba mirándolo, una pequeña sonrisa jugando en sus labios. —Hay más de mí que solo mi pelo, lo sabes. Sus dedos impacientemente estaban tirando de la camiseta de él sobre su cuerpo, y él levantó los brazos, mientras ella deslizaba abajo la tela, trabajando en levantar la camisa sobre su pecho, él dejándola sacarle la camisa sobre la cabeza. Sus manos estaban en la parte trasera de su cuerpo, supuestamente en todos los lados de su piel, dedos ansiosamente deslizándose sobre sus pezones, abajo por el plano llano de su estómago, sobre el bulto de frente, bajo el borde de sus

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pantalones. Un bajo gemido escapó de los labios de él mientras ella lo ahuecaba con la cálida mano. La primitiva urgencia por aparearse siempre era fuerte con Jax y nunca más tanta ante la cúspide de la luna llena. Pero más, solo al querer extasiar a Nikki, otra necesidad comenzaba a surgir, la necesidad de conectar con ella a un nivel más profundo, conectar con ella de una forma en la que nunca había querido con cualquier otra mujer antes. Ella había abierto una parte de él que no pensaba que existiese. Y le asustaba. Necesitar algo así gravemente, era permitirle controlarlo, y carecer de control era una debilidad. Pero cedió, la empujó fuerte contra él. Ella jadeó suavemente cuando sus cuerpos se unieron, las manos de ella ahora sobre su pecho, atrapadas entre ellos. Él reclamó de nuevo su boca, queriendo devorarla, sus manos sinuosamente a través de su pelo mientras la mantenía contra él.

Ella se contoneó en su abrazo, sus manos moviéndose por debajo para trabajar con el botón de los pantalones. Sus manos siguieron las curvas del cuerpo de ella, bajo el resplandor de sus caderas, hasta el cierre en los pantalones, fácilmente rompiéndolos. Jadeando contra la boca de él, ella se levantó suavemente mientras los dedos de él trabajaban debajo de la pretina, y luego ahuecaban su trasero. De repente frustrado por las ropas debajo de ellos, Jax rompió el beso, inclinando a Nikki sobre su espalda. Ella chilló de sorpresa, sus ojos bailando con deseo mientras él le agarraba los pantalones, tirándolos abajo sobre sus caderas, ambos y las medias de satén deslizándose de sus piernas. Jax los tiró al suelo y se puso de pie, impaciente por quitarse sus propios pantalones. Miró a Nikki, yaciendo en su cama, su pelo

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esparcido debajo de ella a través de la almohada, la lencería de satén rojo moldeándose dulcemente por su cuerpo. Su propio cuerpo estaba tamborileando con excitación, con la arrolladora obsesión de satisfacer las necesidades animales de su cuerpo con el de ella. Pero debajo de eso estaba el deseo de reclamarla como suya, hacerla desearle con locura al igual que él la necesitaba. Jax subió a la cama, Nikki ya buscándolo. Él estaba tan increíblemente duro y ella estaba muy lista, sus piernas apartándose, sus calientes muslos deslizándose arriba de las caderas de él, envolviéndose alrededor de su cintura, y tirándolo hacia abajo hasta su cuerpo. Apenas tuvo tiempo para preguntarse si esto era lo que debería estar haciendo antes de que estuviera deslizándose contra ella, y después empujando en ella, en el calor y habilidad que le ofrecía en sacrificio.

Sollozó debajo de él mientras entraba en ella, pero la encontró por completo, sus caderas enrollándose debajo de él, aceptando todo de él por completo. Sus suaves sollozos se convirtieron en más altos, más agudos, su agudo sentido auditivo recogiendo cada matiz en su voz mientras se empujaba en ella. El tiempo permaneció quieto para Jax. El movimiento de sus cuerpos juntos, la intensa sensación de ella rodeándolo, acercándolo más a fondo, casi poniéndolo fuera de control. Cada embestida, cada respuesta de ella debajo de él enloqueciéndolo, empujándolo más cerca del borde, haciéndole querer más de ella, incluso cuando la tomaba. Y ella exigía mucho mientras él lo tomaba de ella, sus movimientos encajando con los suyos, su pasión y excitación tan intensa como la

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que él sentía. Su cuerpo era una continua ola, golpeando sobre él, empujándolo más profundo dentro de ella, empujándolo más a fondo fuera de control. Se rindió, la permitió arrastrarlo adelante, finalmente dejando ir cualquier ilusión de control que pensó que aún tenía. Cuando ella se vino, le sorprendió, tanto la rapidez como la intensidad. Se arqueó bruscamente bajo él, su cabeza arrojándose atrás, sus uñas rastrillando a través de sus hombros, el breve dolor agudo que solo se añadió a su placer. La miró, observando su rostro en la agonía de su liberación, sintiéndola retorcerse debajo de él, las contracciones de su núcleo tan fuertes alrededor de él, latiendo olas que avivaban su propio deseo. Pronto estuvo uniéndose a ella, sus gruñidos mezclados con los de ella, casi antes de que se diese cuenta de que se estaba viniendo. El calor que se había construido dentro de él apresurándose a la superficie, y presionando a Nikki con fuerza en la cama al instante que

sus caderas se sacudían y flexionaban, cada musculo tensado, más allá incluso de su control, mientras se agotaba dentro de ella. Cuando las últimas olas de su orgasmo desaparecieron, y su cuerpo comenzó a relajarse, Jax colapsó al lado de Nikki. Cada sentido estaba agudizado, en armonía con ella. Escuchó su respiración, escuchó el latir de su corazón, encajando con el latido de su propio corazón. La rica fragancia de sexo elevándose alrededor de ellos y captó un profundo respiro. Pero debajo de eso aún estaba la intoxicante esencia de Nikki. Había cambiado, vuelto más fuerte, ahora no solo su esencia, sino mezclada con la de él. El sol besado de naranja aún permanecía ahí, pero clavaba con algo más agudo, más aromático, clavaba con su

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combinación masculina. Todo eso impreso en su mente, en cada célula, lo marcaba. Tiró de ella contra él, acariciando su cuello, perdiéndose en la suave masa enredada de su pelo. Ella se giró hacia él, curvando su cuerpo contra el de él y se movieron en una breve danza silenciosa, adecuando sus ángulos contra las curvas de ella. Y cuando aún estaban quietos, era una perfecta adecuación. Nikki estuvo dormida en minutos. Jax permaneció despierto, observando la luz de la luna brillar a través de la ventana, contorneando las curvas de Nikki, repartiendo profundas sombras a través de su piel. Mañana por la noche era luna llena, pero su cuerpo ya estaba sintiendo el insistente empuje de la luna, todos sus sentidos intensificados, su mente más despierta, el largo dolor familiar en sus músculos y huesos intensificándose. Sabía que a esta hora mañana por la noche, estaría en forma de lobo, se quedaría así hasta el

siguiente amanecer. Y sabía que Nikki no podría saber lo que era, aún no. No si él quería hacerla su compañera. Y yaciendo a la luz de la luna, Jax había decidido. Ella era la indicada para él, la compañera que había estado buscando. Y a la luz de la luna suspiró, conociendo todas las complicaciones que venían con esa decisión.

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Capítulo 4

N

Traducido SOS por VicHerondale y Nanami27 Corregido por katiliz94

ikki despertó sola en una cama extraña, brevemente desorientada. Se quedó inmóvil, con los ojos cerrados, hasta que los recuerdos de la noche anterior volvieron.

Se estremeció al recordar una imagen viva del hombre con el cuchillo, sosteniéndolo en su garganta, sus labios agrietados sostenían una sonrisa grotesca. Luego las imágenes borrosas de Jax, alejándola, llevándola a su casa con él. Y entonces sonrió y se desperezó. Más recuerdos volvieron, recuerdos muy claros, de Jax, de él... ellos... en esta cama. De las cosas que le había hecho a ella. Y lo que ella había hecho con él.

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Abrió los ojos, mirando alrededor de la habitación. Todo estaba sorprendentemente limpio y ordenado, y limpio, para un chico. En realidad, estaba más ordenado que su apartamento. La puerta del baño se abrió y Jax salió, mirándola con sorpresa, capturando su mirada. —Hey, Nikki. Lo siento si te desperté. Ella observó mientras caminaba por la habitación, todos los músculos duros y la piel lisa. Tenía el pelo corto militar, una espesa ola de color cuervo negro más profundo. La visión de eso contra su piel hizo que su corazón dejase de latir. Además, él estaba desnudo, con toda su gloria. Su corazón se recuperó, latiendo más rápido.

—Ven aquí —Ella extendió los brazos, moviendo los dedos—. No me despertaste, pero ahora que estoy despierta... —la sábana se deslizó por un hombro y la dejó caer, sabiendo exactamente qué parte de la curva de su pecho se revelaba, y qué porción pequeña permanecía oculta. Él vaciló, sus ojos bajando por una fracción de segundo y en ese momento vio la duda... reticencia... y la atravesó hasta la médula. No era lo que esperaba en absoluto. Sacó los brazos hacia atrás, tirando de la sábana mientras él cruzaba la habitación, deslizándose en la cama junto a ella. Puso el brazo alrededor de su cintura, atrayéndola hacia él. Ella lo dejó, pero había una distancia entre ellos esta mañana, algo que seguro que no había estado allí la noche anterior. —Debería irme...

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Jax estaba acariciando su cuello, su mano moviéndose sobre su pecho. En algún momento durante la noche, la camisola roja se había desprendido y ahora él se deslizaba hacia abajo en la cama, dejando un rastro de besos a lo largo de su cuello, por encima del hombro y hacia abajo de la curva completa de su pecho. —¿Deberías? ¿O quieres? —Su voz sonaba amortiguada contra su piel y no levantó la mirada mientras hablaba. Tal vez lo había leído mal, tal vez estaba apenas por debajo de la brillante luz del día. —Yo... no quiero. ¿Quieres que me quede? Él levantó la cabeza, con los ojos entrecerrados, la plata en ellos moteada por un gris suave por el sol. —Quiero... quiero que te quedes. —Sus labios encontraron su pecho de nuevo y ella se relajó contra la almohada, dándose a sí misma a Jax y las cosas maravillosas que él hacía con ella.

Estaban envueltos en los brazos del otro, la sábana era una maraña entre ellos cuando Nikki oyó la puerta abrirse. Se sentó alarmada, mirando por encima del hombro de Jax al hombre que llenó el umbral. Jax se incorporó bruscamente, alejándose de ella, y Nikki tiró tanto de la sábana sobre ella como pudo. —Bec, ¿qué demonios? ¿Has oído hablar de golpear? ¿O de la privacidad? El hombre en la puerta, Bec, cruzó los brazos sobre el pecho. A pesar de que era más bajo que Jax y que estaba construido como un muro de ladrillo, Nikki pudo ver el parecido. Era el rostro de Jax, debajo de una mata de pelo rubio, con ojos azules de hielo en lugar de plata. —No sabía que estabas entretenido... o audicionando, si ese es el

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caso. Nikki frunció el ceño, atrapada en medio de algo de lo que realmente no quería saber nada. Se deslizó hasta el borde de la cama, la sábana envuelta alrededor de ella, mientras los dos hombres se miraban. Se agachó y recogió su sudadera y jeans del suelo. Jax

se

había

bajado

de

la

cama,

aparentemente

despreocupado de que estuviese desnudo, de pie delante de Bec, con las manos en puños que descansaban en sus caderas. —Lo que yo hago, hermano, en la intimidad de mi habitación, es asunto mío. No tuyo. Además, pensé que te habías ido de casa... Bec resopló. Nikki levantó la vista, los ojos moviéndose entre los dos, mientras se subía la cremallera de los pantalones vaqueros. Había visto suficientes peleas de bar para saber que cuando la tensión tenía este grosor, ya era hora de irse.

Y no había ningún gorila aquí para romper esto. —Um, Jax... —Ella estaba saltando sobre un pie, tirando de su zapato, buscando en vano el otro. Él se dio la vuelta, la sorpresa en su rostro, como si hubiera olvidado que ella estaba allí. —Nikki... no necesitas... Pero ella había encontrado su otro zapato y recogió su bolso. —Sí, creo que sí. Nos vemos en el club, ¿no? Trabajo esta noche. —Se abrió paso entre los hombres, y luego salió por la puerta del dormitorio. La casa era enorme y no había prestado atención anoche. Parecía que había un sinfín de habitaciones y salones, pero no

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escaleras. Por último, se volvió al final de un pasillo y encontró las escaleras, casi corriendo por ellas, con el corazón latiendo rápido. Podía escuchar las voces de la habitación de Jax, voces airadas fuertes, y los sonidos la hicieron encogerse. En la calle, se detuvo para tomar un respiro, tratando de orientarse. Este era un buen barrio, muy bien, pero no tenía idea de dónde estaba. La calle era un gran vecindario tranquilo, situado detrás de la calle, pero a pocas cuadras vio tráfico y se dio la vuelta, dirigiéndose hacia algún lugar donde esperaba que pudiera encontrar un taxi.

2 —Pensé que te dije que te fueras —Jax estaba tirando de su sudadera, dividido entre ir tras Nikki y tratar con Bec. Podía oír los pasos de desvanecidos de Nikki, ya por las escaleras y luego el chasquido de

la puerta principal cuando la cerró. Hubiera sido fácil seguir su olor, no importa lo lejos que hubiera ido. Era indeleble ahora, grabado a fuego en sus sentidos. Pero Bec estaba delante de él y los deberes de Jax... sus malditos deberes... como macho alfa llegaron primero. —Lo hice... volví porque hay un poco de mierda de la que tengo que hablar contigo, —Bec entró en la habitación, tirando de la silla junto a la mesa y se sentó—. Pero supongo que has estado muy ocupado aquí... —dijo Bec con la cabeza hacia la cama, rodando los ojos. —¿Qué necesitas hablar conmigo, Bec? Dilo de una vez. —Jax se sentó en la cama deshecha, ignorando el comentario de Bec. El olor de Nikki se levantó a su alrededor y cerró los ojos un momento, deseando ir

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tras ella, sabiendo que no había manera de que pudiera explicar nada. Bec se inclinó hacia delante, apoyando los codos en las rodillas. —Ha habido un asesinato... tres en realidad. —¿Y qué pasa? Los asesinatos en Philly no son inusuales. —Jax intentó mantener la voz neutral, pero el pelo estaba levantado en la parte posterior de su cuello. Los asesinatos, especialmente alrededor de la luna llena, eran siempre una preocupación. —Estos son brutales, salvajes. Cuerpos casi destrozados. Un periódico llamó al asesino “El lobo de Philly.” —Bec frunció el ceño, mirando al suelo. Jax se pasó una mano por la cara. —Maldita sea. Bueno, tendremos que advertir a los demás inmediatamente. Todo el mundo... todos nosotros... hay que tener cuidado, más cuidado que de costumbre.

—Sí. Lo sé. Ya se lo he dicho a todo el mundo... bueno, se lo he dicho a mi manada. —Bec dijo las palabras lentamente, como si se tratara de una lengua extranjera. —¿Así que ahora eres un macho alfa? Permiten que elijas por ti mismo, ¿verdad? —Jax, vinieron conmigo. Es lo que quieren, y lo que yo quería. —Ya veo... bueno, tenemos que asegurarnos de que todo el clan sepa esto. Inmediatamente. Bec finalmente sonrió y Jax se relajó un poco. —Así que, ¿qué te parece? ¿Tenemos un asesino en serie humano, o un asesino hombre lobo, o alguien que trata de hacer que

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se vea como un hombre lobo? —No lo sé. Voy a visitar los sitios de asesinato esta noche, a ver si puedo oler algo... tal vez encontrar un sendero. —Bec se puso de pie, la sonrisa desapareció de su rostro, sustituida por una mirada de profunda preocupación. Jax miró a su hermano menor. —Es posible que desees tener cuidado, Jax. —¿Por qué es eso? —Por primera vez, Jax pensó que Bec en realidad parecía un macho alfa, no como el hermano pequeño centrado en sí mismo al que estaba acostumbrado. —Debido a que los asesinatos fueron en un club de striptease. — Bec hizo un gesto hacia la cama con la barbilla—. En el que trabaja tu nueva... amiga.

2

Nikki finalmente había llegado a casa, después de tomar un largo viaje en autobús y un corto viaje en un taxi. Su cartera estaba vacía y se dio cuenta de que no le habían pagado y sólo bailó la noche anterior. A Mack le gustaba conformarse cada noche. Pero después de ver a Jax, el dinero había sido la última cosa en su mente. Y Mack afirmaba que no siempre se acordaba de cuando había bailado quien. Todo el mundo sabía que los observaba como un halcón, pero su falta de memoria conveniente siempre le dejaba con más dinero en los bolsillos que el de ellos. Negó con la cabeza. En primer lugar el baile erótico y ahora la paga de una noche. Jax estaba costándole dinero. Algo tenía que ceder.

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Faltaban un par de horas antes de que debiese de estar en el club y el recuerdo de estar con Jax hizo subir sentimientos encontrados. Más que nada quería acurrucarse en su cama e ir hasta el último detalle, cada caricia, cada beso, todo lo que le había hecho a ella, revivir todo. Él la había llevado en un viaje salvaje, llevándola a lo alto con su cuerpo, su propio ser. Había pasado un largo tiempo desde que cualquier chico se hubiese girado hacia ella como él lo había hecho, la había tocado, no sólo físicamente, sino en otro lugar, en el fondo, donde vivían todas sus emociones. En el lugar en el que ningún hombre había estado jamás, el lugar que nunca dejaba que nadie viese. Parecían encajar tan bien, estar sincronizados desde el momento en que ambos supieron lo que querían. Pero esta mañana había sido apagada, diferente, sus bordes saliendo, no cumpliéndose. No sabía si... no sabía un montón de cosas. Y era obvio que no conocía a Jax en absoluto.

La cena fue una variedad de cosas congeladas, apenas descongelas, la mayor parte descartada a la basura, antes de salir hacia el club. Estaba distraída, preguntándose si Jax estaría allí, si Lori todavía estaba enfadada con ella. Le dolía el estómago, de una amenazante cena familiar que siempre se convertía en argumentos. Y enfadarse con Lori la dejó con una sensación de vacío en la boca y un malestar estomacal. El callejón estaba cortado con una cinta de escena del crimen y fue por la puerta delantera, preguntándose si había habido otro robo. El club parecía vacío, pero aún era temprano. Sam estaba detrás de la barra,

como

de

costumbre,

pero

estaba

enfrascado

en

una

conversación con Mack y ni miró mientras ella caminaba a través del club.

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No fue hasta que estuvo abriendo su taquilla que se dio cuenta de que había dejado atrás su camisola, en algún lugar de la habitación de Jax. Suspiró, gimiendo. Había perdido más ropa desde que había conseguido este trabajo. Se preguntó ociosamente si podría usar eso como una deducción de impuestos. Nikki estaba casi vestida, después de finalmente encontrar todas las piezas para su traje de estampado de leopardo, la parte inferior del bikini, soga-top y liguero. Estaba sentada en el espejo, terminando su maquillaje cuando Lori irrumpió en la habitación. —Oh, Dios mío, Nikki. ¿Puedes creerlo? Justo aquí... justo fuera de la puerta. Me sorprende que Mack haya abierto, pero es un bastardo codicioso.

Lori estaba tratando de encender un cigarrillo, luchando, le temblaban las manos. Finalmente tuvo éxito, atrayendo una profunda bocanada de humo, cayendo hacia abajo en el sofá. —Guao, más despacio. ¿De qué estás hablando? —Nikki se volvió en la silla, apoyándose en el respaldo. —¿Has estado bajo una roca durante todo el día? Hubo un asesinato... tres asesinatos... justo fuera en el callejón. —Para añadir énfasis, Lori señaló dramáticamente con el cigarrillo, dejando un rastro de cenizas en los cojines. Nikki sintió que la sangre se le fue de la cara. —¿En el callejón? ¿Cuándo? ¿Quién? —Sus manos empezaron a temblar y dejó caer el pincel de maquillaje que sostenía.

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—Ayer por la noche. Encontraron a Neón en un contenedor de basura y a China en el callejón, con su novio drogadicto. El estómago de Nikki se hizo un rollo enfermizo y cerró los ojos, atrayendo un respiro profundo. Lori pareció ajena a la reacción de Nikki y continuó, agitando el cigarrillo, su voz alzándose un tono mientras se metía en la carne de su historia. —Neón había sido asesinada primero, antes, se puso su cuerpo en el contenedor de basura. Es por eso que no se presentó a trabajar. Entonces, el novio acosador drogadicto debió haber estado esperando a China y la mató. Y entonces... Lori frunció el ceño, el cigarrillo de repente todavía en su mano. —Pero eso no tiene ningún sentido. ¿Quién mató al novio? Él no se suicidó. —Sacudió la cabeza, con el cigarrillo entre los labios de nuevo—. ¿Cómo murieron? —La voz de Nikki era apenas un susurro.

Cerró los ojos, deseando que Lori dijera que fue alguna otra cosa y no un cuchillo. Aún podía sentir el chasquido frío de la hoja que el hombre había mantenido en su garganta. —Neón fue estrangulada o algo así. Pero los otros dos... —Lori se inclinó hacia adelante, con los ojos anormalmente brillantes—. Fueron despedazados. Todos cortados, no con un cuchillo, pero sí con garras. Mordidos también, por lo que decían los papeles. Nikki saltó de la silla, llegando al baño justo a tiempo para perder su escasa cena en el inodoro. Lori entró en el baño y se agachó junto a Nikki, apartándole el pelo de la cara. —No sabía que esto te iba a golpear así de fuerte. No pensé que conocieras a China tan bien. Y nadie conocía a Neón.

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Nikki miró a Lori, al cigarrillo sujeto entre sus labios, entrecerrando los ojos contra la espiral de humo. Ella negó. —No, no lo hacía, pero... es... que él estaba allí. El novio, anoche. Cuando me fui. Él... él puso un cuchillo en mi garganta y luego... —La voz de Nikki se quebró y se sentó en el suelo de baldosas. Lori arrancó una toalla de papel del rollo en el fregadero, entregándoselo a Nikki. —¿Te marchaste? Maldita sea, Nikki, ¿en serio? ¿Fuiste a la policía? —No. —Sacudió la cabeza, limpiándose la boca, su respiración áspera, jadeante—. Yo... Jax... el tipo del club... —Hizo un gesto por encima del hombro, en la dirección de la silenciada música estruendosa. —Él estaba allí, asustó al tipo. Y se escapó. El tipo, quiero decir. — Miró a Lori—. Jax me salvó la vida.

—Sí. Supongo que sí. Héroe real. Entonces, ¿qué? —La voz de Lori era repentinamente fría y estaba observando a Nikki de cerca, la cabeza inclinada hacia un lado. Nikki conocía esa mirada, sabía que tendría que hacer su camino a través de esto o herir los sentimientos de Lori aún más de lo que ya lo había hecho. Nikki arrugó la nariz con disgusto. —Tenías razón, Lori. Él no es bueno. Me sacó del callejón, me arrastró a su casa y... bueno, no fue nada bueno. —Bajó los ojos, con la esperanza de que a Lori se le ocurriera que el elevado color en sus mejillas era de estar enferma. —Sí. Está bien. —Lori se puso de pie, mirando a Nikki—. Te lo dije. Los chicos son simplemente... mierda a veces. —Le tendió la mano—.

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Vamos. Te has levantado pronto. Escucho la música de Edén empezando. Estás en busca de eso, ¿verdad? Nikki tomó la mano extendida, dejando a Lori impulsarla sobre sus pies. —Sí. Voy a estar fuera. Necesito aclararme la boca. Lori cerró la puerta detrás de ella y Nikki miró su cara en el espejo manchado sobre el fregadero. Lucía como el infierno, su maquillaje manchado, el pelo pegado en mechones húmedos alrededor de la frente. Se echó agua fría en la cara, destruyendo aún más su maquillaje. La música a través de la pared se intensificó, unos gritos y silbidos llegaron a Nikki. Se sentó ante el gran espejo, volviendo a aplicar delineador y rímel, y un toque de lápiz de labios. A pesar de escuchar sobre los asesinatos, y tener que mentir a Lori, sintió un estremecimiento de anticipación corriéndole por las venas. Jax sabía que estaba

trabajando. Y a pesar de los sentimientos encontrados que tenía, toda la inseguridad, quería verlo. Desesperadamente.

2 Jax estaba en su habitación, a solas. Bec se había marchado para regresar con su manada. Era difícil imaginar a su hermanito con una manada propia, o como un alfa. Siempre había sido el cachorro mordiendo sus talones, metiéndose en su camino, por lo general haciendo un incordio de sí mismo. Incluso si Jax lo amaba, Bec todavía lo volvía loco. Pero no podía detenerse en ello en ese momento. La luna llena se acercaba, los minutos avanzando implacablemente. Jax sabía, como lo

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hacía cada lycan, el segundo exacto en que la luna se ponía llena. Se cableaba en sus propias células. Y esta noche, era sólo después de las once… once, doce y diecisiete segundos, para ser exactos. La preparación era la misma, bastante básica, nada complicada. Se quitó el reloj, antes de que se despojara de la camiseta sobre la cabeza y se quitara los pantalones, tirando la ropa en la cama. El proceso de cambio era violento y la ropa solo se interponía en el camino, y luego quedaba en ruinas. Soltó una breve carcajada. Bec había sido notorio, creciendo, para desgarrar la ropa, siempre esperando demasiado tiempo, utilizando la misma excusa de que había estado en medio de algo, y eso se convertía en una broma después de que hubieran encontrado otro juego de ropa hecha jirones aún en su habitación. Jax se paseaba nerviosamente hacia atrás y adelante. Todo parecía demasiado pequeño, agobiante, de las cuatro paredes que lo rodearon a su propia piel. Quedaban sólo unos pocos minutos antes de

que la luna se volviera completa y en los últimos momentos en este cuerpo humano, pensó en Nikki. Su olor todavía impregnaba su habitación, aferrado a las sábanas que se negaba a quitar de la cama. Ella era inevitable, en todas partes. Tomó un respiro profundo y entonces empezó. Los músculos se estiraron y crecieron, los huesos se alargaron y retorcieron, llevándolo de un hombre erguido a un lobo de cuatro patas, con una velocidad notable, pero no poca cantidad de dolor. Siempre había un breve instante donde estaba convencido de que su cuerpo iba a explotar, su piel arrancada de los huesos, en ese segundo final como hombre, antes de caer al suelo como un lobo. Entonces el dolor se iba y él era como debía ser, un lobo dominante y elegante. Se sacudió, erizando el pelo de su cuerpo,

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sintiendo el poder en sus extremidades, la fuerza que tenía en su forma humana multiplicada, intensificada. Le encantaba esa sensación, el poder ilimitado y la gracia en un paquete increíble. Dentro del cuerpo del lobo, Jax todavía conservaba su conciencia, la esencia de lo que todavía era accesible, pero subordinada al lobo en que se había convertido. Todos los sentidos se agudizaron, aún más que cuando era un ser humano, su sentido del olfato más sensible. El mundo era un caleidoscopio de olores y el más alto en todos ellos era Nikki. Levantó el hocico, inhalando profundamente. Incluso en esta forma, su aroma era embriagador. Era todo lo que podía hacer para no saltar en la cama y rodar en las sábanas. Negó con la cabeza, los ojos cerrados, gimiendo bajo en su garganta. Ahora no era el momento para esto.

Bec esperaba, podía escuchar el sonido de sus uñas rascando en la acera de la parte posterior de la casa. Jax caminó por las escaleras y hasta la parte trasera de la casa. Se le ocurrió que las comodidades de la vida moderna han funcionado bien para los hombres lobo. Había una puerta de perro grande construida en la puerta trasera de la cocina. La abrió con la nariz y encontró a Bec, junto con varios miembros de la manada de renegados de Bec, y el resto de la manada de Jax esperándolo. Se puso por delante, en dirección hacia el callejón de detrás de la casa. Bec trotaba al lado y como fuera costumbre de Jax le mordisqueó el hombro, recordándole que él era el macho alfa. Pero Bec permaneció hombro a hombro con Jax, gruñendo bajo en su garganta, dejando claro que se estaba dando su lugar a sí mismo como macho alfa de su propia manada.

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Sacudiendo la cabeza, se dio la vuelta, Bec apretado contra su hombro. El resto de los lobos se desplegaron a través del barrio, tomando diferentes rutas, con diferentes agendas, desapareciendo rápidamente. Bec y Jax se dirigieron hacia el club. Una vez que la boca del callejón apareció a la vista, Jax se puso por delante, Bec finalmente quedándose atrás. Él avanzó a su manera en el callejón oscuro, deslizándose por debajo de la cinta amarilla de la escena del crimen, ya agitándose en lugares, en andrajos sobre el suelo, retorciendo la nariz, escogiendo a través de los aromas. Captó el olor de Nikki y cerró los ojos por un breve momento. Bec estaba junto a él de nuevo, gimiendo suavemente y Jax se ahondó aún más en el callejón, permaneciendo en las sombras. Se detuvieron, hocicos levantados, ambos tamizando a través de los aromas complejos que se arremolinaban en torno a ellos. Jax podía oler su propio aroma, su esencia humana, en el contenedor de basura y

donde había abordado a Nikki. Sabía por el rodar de los ojos de Bec que también lo había captado. Ambos lobos se detuvieron, con el pelo erizado. El olor de la muerte era espeso aquí, aferrándose al basurero, y al otro lado del callejón, levantándose a su alrededor. Bec se quejaba en voz alta ahora, un sonido agudo y Jax se volvió, gruñendo bajo en su garganta. Bec se detuvo, pero siguió mirando inquieto, los ojos muy abiertos, un collar de pieles alrededor de su cuello. Entonces

golpeó

a

Jax.

Había

otro

aroma

aquí,

algo

extrañamente fuera de lugar, extrañamente familiar, pero con un trasfondo de peligro. Era casi nauseabundo en su intensidad. Se apartó, sacudiendo la cabeza, tratando de borrarlo de sus fosas nasales. Bec miró a Jax, confundido, pero entonces cogió un tufillo, retrocediendo

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tan rápido que sus cuartos traseros se deslizaron sobre el cemento húmedo. Se arrastró violentamente, ganando equilibrio y se desbocó del callejón. Jax se quedó un momento más, con el corazón acelerado, tratando de entender lo que estaba pasando, por qué este aroma en particular era tan familiar, sin embargo, tan alarmante. Finalmente se dio por vencido, sacudiendo la cabeza, volviendo a salir del callejón, para ir a buscar a Bec antes de hacer algo tonto. Pero entonces se detuvo. Desde el interior del club, a través de las paredes, en los silbidos de los hombres, sus sensibles oídos escucharon música. La música de Nikki, la canción que había bailado la primera noche que la había visto. Se detuvo y esperó.

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Capítulo 5 Traducido SOS por VicHerondale y Lectora Corregido por Meghan Fray

N

ikki estaba trabajando en su segunda rutina de la noche, finalizando hasta el final de la etapa. El público era escaso, pocos chicos que no estaban asustados por la

cinta de escena del crimen. O tal vez se sentían perversamente atraídos. No lo sabía muy bien ni le importaba. Su corazón no estaba en ello esta noche, mucho menos de lo habitual. Jax no estaba allí. Al final de su primer baile, se pondría de pie, tirando hacia atrás el

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pelo, con una gran sonrisa en su rostro. Miraría hacia la parte trasera del club y se quedaría inmóvil con una sonrisa y su corazón perdiendo el ritmo. Pero ella no lo vio. Agarró su ropa dispersa y salió del escenario. Se había cambiado, agradecida por una vez de que Lori estaba en otro lugar aparte del vestidor. Sólo Edén estaba allí, sentada en el sofá, con un teléfono celular atascado contra su oído. Nikki la miró, con una mueca a cambio y se volvió hacia su casillero, tirando de lo primero que encontró: un leotardo de color verde lima y pantalones cortos. Regresó de nuevo al escenario, con los ojos buscando en los rincones más alejados, pero él no estaba allí. El lugar estaba tan vacío que parecía haber más chicas que clientes. Vio a Lori observándola y Nikki dio un paso hacia ella, sonriendo, pero Lori se había vuelto al hombre a su lado, tirando de él hacia una de las habitaciones privadas. Nikki suspiró, tratando de mezclarse con el resto de los clientes, pero al final se encontró sola en el bar, bebiendo una bebida gratis.

Mack no estaba a la vista y Sam parecía distraído y distante. La bebida se terminó y ella estaba debatiendo acerca de irse cuando Mack se materializó a su lado. —Hey, genial, todavía estás aquí. Quédate. Edén se fue, surgió algún tipo de emergencia y Lori pidió irse a casa temprano de nuevo. Tú aún estás aquí. Has otro baile y entonces puedes irte. Mack le dio una palmadita en el culo y la dejó de pie con la boca abierta. Sam caminó hacia donde ella estaba, con una copa en la mano. —Toma, parece que podrías necesitarlo. La casa invita. —Gracias. Mack tiene una manera de arruinar mis noches más de

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lo usual. —Nikki tomó un sorbo de la bebida, saboreándola—. Por Dios, Sam. ¿Esto contiene soda, o sólo alcohol? Él sólo sonrió y se alejó hacia el otro extremo de la barra. Nikki sorbió la bebida por un tiempo, el alcohol está haciendo efecto en su cuerpo, primero calentándola y mareándola, y luego volviéndola un poco inestable. Terminó la bebida y volvió a vestirse para su siguiente baile. Se cambió de nuevo en su traje de leopardo y no le importaba si alguien ya había visto que lo llevaba esta noche. No le importaba si tenía el pelo desordenado o si el maquillaje se estaba desvaneciendo. En ese momento, ella estaba sintiendo lástima de sí misma y algo utilizada por los hombres, Mack estaba en la parte superior de su lista, Jax estaba en un cercano segundo lugar. No advirtió hasta que empezó su rutina que ella estaba mucho más borracha de lo que creía. Tropezó una vez, se apoyo en el poste y

luego volvió a tropezar. Y entonces decidió que estaría mejor en cuatro patas, finalizándolo hasta el final del baile. Y fue muy diferente esta vez. Había sólo un puñado de chicos a la izquierda, agrupados en torno a la barra, ni siquiera mirando el escenario. Nikki frunció el ceño, sus ojos derivando sobre el resto del club vacío, por costumbre en busca de Jax. Pero todavía no estaba allí. Tan pronto como la música terminó, estaba, tambaleándose ligeramente mientras recogía las piezas de su vestuario. Estaba enojada y herida, por Jax y Mack, y prácticamente por todos los hombres. Lori estaba todavía en el vestuario, con ropas de calle. Cerró su casillero cuando Nikki entró. —Hey, lo siento. No sabía que Mack iba a hacer quedarte.

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Nikki agitó la mano. —Está bien. Necesito el dinero. Además, ¿qué otra cosa puedo hacer? —Se dejó caer en el sofá, sosteniendo su traje en sus manos. Lori observó a Nikki por un minuto y luego abrió su armario y sacó una bata y se la extendió. —Toma, ponte esto. Eres una borracha patética y aún más patética cuando estás desnuda. Nikki captó el tono de broma y sonrió, deslizando la bata y tirando de ella a su cuerpo. —Sí, lo sé. Sólo estoy sintiendo lástima por mí. —Jugó con el cinturón de la bata, con sus ojos hacia abajo, el escozor repentino de las lágrimas de repente la tomaron por sorpresa. Ella nunca lloraba, no había llorado en años. Pero esta noche, todo parecía demasiado.

Lori se sentó en el borde de la mesa de maquillaje. —Él no estaba aquí, ¿verdad? Nikki levantó la mirada. La voz de Lori fue baja, con una pequeña sonrisa en sus labios. —No. —Nikki negó con la cabeza mientras una lágrima se deslizó por su mejilla. Rápidamente se la apartó. Lori cruzó el cuarto, sentándose junto a Nikki en el sofá. —Estás realmente enamorada de él, ¿no es así? Nikki sorbió, limpiándose la nariz con la manga. —Enamorada. Es una palabra muy sosa. —Respiró hondo—. Pero

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tenías razón. Es igual que todos los demás. Nosotros... él... fue bueno. Muy bueno. —Se volvió hacia Lori, las lágrimas corrían por su rostro—. Fue perfecto, todo lo que hizo y dijo fue lo correcto. Pero entonces, después... estuvo completamente diferente. Como si quisiera deshacer de mí, perdió todo el interés y no pudo deshacerse de mí lo suficientemente rápido. No sé... y luego su hermano estaba allí... —Vaya, espera. ¿Tuviste un trío? ¿Tú? —Lori sacudió la cabeza—. Nunca hubiera pensado en eso. —No, no lo hicimos. Estábamos... él volvería a la cama y nosotros... o yo pensaba que lo íbamos a hacer, tal vez él quería... de todos modos, su hermano simplemente entró. —¿Y luego qué? —Lori sacó un cigarrillo, encendiéndolo y recostándose en el sofá. —Nada. Quiero decir, ellos empezaron a discutir sobre algo, y yo sólo me vestí y me fui. No estaba interesada en quedarme allí y verlos

pelear. Fue completamente incómodo. —¿Entonces qué? ¿Él sólo quería una aventura de una noche? Nikki asintió. —Sí. Creo que sí. Creo que el sexo por la mañana era más como que él pensaba que tenía que hacerlo... no que lo quería. Como si me lo debía o algo así. —¿Dijo eso? —Lori exhaló una bocanada de humo hacia el techo. —No, por supuesto que no. Dijo que quería que yo... quería que me quedara. Pero al principio... él no se veía como si lo hiciera. Como que no era la primera cosa en su mente. —Nikki se puso de pie,

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caminando un poco—. Todo es confuso. Todo lo que sé es que no está aquí y me siento como de acostumbré. —Se quitó la túnica de Lori, tirando de sus pantalones vaqueros y camiseta. —Para lo que vale, lo siento, Nikki. Sé que te hablo mal de él, pero lo siento de todos modos. Nikki se volvió. —Pensé que tenías una cita o algo. Mack dijo... —Sí, bueno, no sucedió. El idiota acaba de llamar, dijo que no tenía ganas de salir. —¿Mark? —Nikki cogió el bolso, cerrando su casillero. —No, eh... fue Steve. Mark está... bueno, superado, supongo. —Se inclinó hacia delante, apagando su cigarrillo—. Escucha, vámonos de aquí. Ven a mi apartamento. No hemos tenido ningún momento de chicas. Podemos hacer palomitas de maíz y permanecer despiertas

toda la noche. Nikki sonrió. —La noche ya casi termina. Pero está bien, suena como una buena idea. Te echo de menos, Lori. Echo de menos pasar tiempo juntas. Lori se puso de pie, metiendo sus cigarrillos en el bolso. —¿Estás lista? Entonces vamos. Nikki abrió la puerta del callejón, Lori estaba justo detrás de ella. Tan pronto como vio la cinta amarilla, se detuvo, Lori tropezó con ella en la espalda. El último lugar donde quería estar era en el callejón.

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Su cuerpo se puso frío, la imagen del hombre con el cuchillo apareció en su mente, seguida de una de Neón y China. —Oh, mierda. No quiero ir por este camino. Vuelve dentro... —Las dos chicas se volvieron y llegaron a la manija de la puerta, al mismo tiempo, pero estaba bloqueada, aparentemente cerrada por dentro. —Mierda. Mack ya ha cerrado por la noche. Bastardo. —Lori golpeó su mano contra la puerta. —Está bien. Caminaremos con las cabezas gachas y saldremos del callejón. Aquí no hay nada que nos puede hacer daño, ¿verdad? Ningún asesino anda a la espera en un callejón dos noches seguidas. Eso sería estúpido. Nikki dio un paso hacia adelante, mirando hacia la oscuridad. —Lori, espera. Hay algo que se mueve por ese basurero. Una sombra se había separado, moviéndose por el callejón hacia

ellas. Nikki agarró con fuerza el brazo de Lori. Ésta se los puso contra la puerta. —¿Qué demonios? Y luego Nikki se rió, aflojando su agarre del brazo de Lori. —Es sólo un perro, Lori. Uno grande, pero sólo un perro. Al instante siguiente se desató el infierno.

2 Jax oyó la voz de Nikki en el otro lado de la puerta, con la que Nikki había hablado de la noche anterior. Se fundió en las sombras entre

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dos contenedores de basura, observando y esperando. Era la voz distinta de otra mujer, que no tenía importancia para Jax. Todo su ser se centró en Nikki, todos los sentidos en sintonía con ella. Hubo un movimiento a su lado y Bec estaba allí. Jax gruñó bajo y Bec se sentó sobre sus patas traseras, gimiendo suavemente. Lo que lo había asustado todavía le molestaba, pero había dominado suficiente su miedo para estar de pie por Jax. Al menos Jax esperaba que él lo hubiera hecho. Después de lo que pareció una espera interminable, la puerta del club se abrió y salió Nikki con una mujer alta y rubia detrás de ella. Vio cómo dudaron y luego trataron de volver al club. Pero la puerta se cerró, al parecer estaba trancada y se quedaron de pie en el oscuro callejón. Jax podía oler el miedo que salía de Nikki en oleadas. Ella debe haber sabido sobre los asesinatos, y combinado con lo que sucedió la noche anterior, sabía que ella estaba aterrorizada. Él se quejó en voz

baja, dolido por ella, sin poder hacer nada más que mirar. Otra cosa le llamó la atención. El olor de la noche anterior, el extraño olor que había estado en Nikki. El olor más pequeño llegó a su nariz y luego se había ido. Se agachó, esperando a que se movieran, dispuestas a abandonar el callejón, pero se quedaron junto a la puerta, hablando en voz baja, ahora temblando de miedo. Y luego, desde su derecha, una forma se separó de entre dos contenedores de basura, algo más grande que él o Bec, pero aún cerca del suelo, como en forma de lobo. Y con su movimiento llegó una ráfaga de su perfume, el mismo olor que cubría el callejón, pero más fuerte, más penetrante. Sea lo que sea se había camuflado con la

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inmensa confusión de olores, esencias de los asesinatos y de la multitud de personas que habían estado en el callejón. Y con su propio olor. Jax se dio cuenta de que debía de haber estado allí la noche anterior, después de que él y Nikki se hubieran ido. La criatura finalmente apareció a la vista debajo de la débil luz de la lámpara encima de la puerta del club y Jax consiguió un primer buen vistazo. La piel era gris, larga y enmarañada, empapada de sangre en el cuello y los hombros. A medida que avanzaba hacia las mujeres, Jax vio el largo cuerpo de un lobo, con la cola baja. Sus labios se retiraron, exponiendo unos dientes amarillentos. Pero había algo raro en las proporciones, algo desalineado en toda la criatura. Mientras observaba, la criatura se agachó, su lomo tensado, preparándose para lanzarse. Los pelos de los hombros de Jax se pusieron de punta, un gruñido resonó en su garganta. Dio un paso al callejón con las piernas rígidas, Bec posicionándose a su izquierda,

cerrando la entrada del callejón. La criatura se abalanzó sobre las mujeres y Jax estaba inmediatamente en marcha, con el objetivo de dar en el vientre. Vio una mancha de piel leonada cuando Bec saltó en frente de la criatura, su cuerpo interponiéndose entre las mujeres y gruñendo. Jax oyó el gruñido de Bec y luego un grito de dolor mientras los dos se encontraban, Bec cayó con un ruido sordo en el suelo, pero el impulso de la criatura fue desviada lejos de las mujeres. Jax lo golpeó con fuerza y luego golpearon contra el suelo. De inmediato se lanzó hacia la suave parte inferior, los dientes desgarrando la piel gruesa. El hedor le llenó la nariz y ahora el sabor rancio y fétido del animal estaba en su boca.

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Pero el lobo era increíblemente poderoso, retorciéndose debajo de Jax, pateándolo con sus patas traseras. Jax se soltó y saltó hacia atrás cuando la criatura rápidamente se puso sobre sus pies. Se volvió, gruñendo, sus ojos amarillos dirigiéndose entre Jax y Bec, que ahora estaban frente a las mujeres. Bec de pie con sus patas delanteras abiertas, desnudando sus dientes blancos, pero Jax podía ver la sangre manando de una herida en el hombro de Bec, una mancha difundiendo y oscureciendo la piel rubia. Jax miró a Nikki y a la otra mujer. Estaban apiñadas en la puerta, aparentemente ilesas, pero claramente aterrorizadas. Se encontró con los ojos de Nikki y deseó con fervor poder decirle quién era, que estaba aquí por ella. Que mataría por ella. Jax echó un vistazo al animal, observándolo con cuidado, mientras lentamente se movía en círculos, alejándose de Bec y de las mujeres, hacia los contenedores de basura a la derecha de Jax, y a una

posible fuga por el callejón a la calle. Jax avanzó, con la intención de cortarlo, llevarlo al suelo y arrancar su garganta. Pero en un destello de piel gris y dientes amarillos, la cosa-lobo saltó a la cima del más cercano contenedor de basura y de allí al bajo techo del edificio al otro lado de la entrada del club. La cabeza de Jax se movió bruscamente y vio con asombro como la criatura se volvió, los ojos amarillos brillando brevemente en la luz de luna. Dio a Jax una mirada asesina y luego desapareció sigilosamente en la noche. Bec gemía suavemente y Jax se volvió hacia el grupo. Nikki estaba sentada en el suelo temblando, Lori se agachó a su lado, con los brazos en los hombros de Nikki. Por un momento, Jax le impactó la postura protectora de la mujer rubia, la mueca feroz en su rostro mientras ella los observaba.

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Bec se había movido hacia un lado, jadeando, mirando nerviosamente por el callejón y luego a los contenedores de basura como anticipando otro ataque. Pero el enfoque de Jax sólo estaba en Nikki. Ella lo miraba fijamente, con los ojos muy abiertos. Él dio un paso tentativo hacia ella, sin romper el contacto visual. Ella se echó hacia atrás, la rubia casi gruñéndole. Hizo el esfuerzo consciente en bajar sus pelos de punta, relajó su cuerpo y levantó su cola. Dio un paso y luego otro, moviéndose hacia Nikki. —Nikki, tengo pimienta en mi bolso. Voy rociarlo en esta cosa si no retrocede... —Jax vio la mano de la mujer deslizándose en su bolso y él se detuvo, gimiendo suavemente. Nikki se incorporó, apartándose de la mujer. —No, espera. No... —Se inclinó hacia delante, dejando sus manos

delante de ella en la acera. Jax movió un poco la cola. —Nikki! Detente. ¿Estás loca? Eso es un lobo, por el amor de Dios. —Está bien, Lori. En serio... de alguna manera está bien. Nikki se arrastró hacia adelante, con los ojos fijos en los de Jax. Maldijo su incapacidad de hablar, deseaba decirle... algo, cualquier cosa. Pero lo único que podía hacer era gemir en voz baja. Poco a poco extendió su hocico y Nikki se estiró hacia él, sus dedos rozando la piel debajo de la barbilla. —Por el amor de Dios, Nikki, ¿quieres perder un brazo? —La mujer tenía la cabeza gacha, frenéticamente buscando en su bolso, su voz llena de pánico. Jax vio un movimiento por el rabillo del ojo. Bec estaba ahora de pie, moviéndose silenciosamente hacia la mujer. Con un

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rápido tirón, agarró su bolso en sus dientes, rompiendo la correa y retrocediendo con el bolso en su boca, su contenido cayendo sobre el pavimento. —Oh, mierda. Nikki... Se oyó un ruido detrás de ellos, en la puerta del club, eran voces y alguien estaba moviendo el pomo. Jax dio un paso atrás y Bec dejó caer el bolso, ambos girando y desapareciendo por el callejón. Cuando alcanzaron la calle, Jax se detuvo, mirando hacia atrás. Nikki estaba todavía en sus manos y rodillas, observándolo. Entonces la puerta del club se abrió y hubo gente entrando en el callejón. Jax se volvió, fundiéndose en las sombras, en dirección a su casa.

2 —¿Qué diablos estabas pensando? ¿Estás loca?

Lori se paseaba por la sala de su pequeño apartamento, fumando nerviosamente un

cigarrillo. Nikki se había refugiado en el

sofá, envuelta con un afgano deteriorado sobre sus hombros. —No estoy loca, Lori. —Entonces estás borracha. —Se detuvo frente a Nikki—. No se puedes acariciar algo que simplemente trató de matarte. —Era un lobo, creo. Y no trató de matarnos. Nos salvó. —Hablaba en voz baja, su mente todavía pensando, tratando de dar algún tipo de sentido a lo que acaba de suceder. —No conocerías a un lobo si te mordiera. Creciste en medio de Filadelfia. No hay lobos en Filadelfia. —Lori finalmente dejó de caminar, sentándose en el otro extremo del sofá.

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—Lo que sea... ese, el negro... no iba a hacernos daño. —Nikki miró su mano, con la que había tocado el lobo. La levantó hacia Lori—. ¿Ves? No hay marcas de dientes. Estoy bien. —Bueno, mi bolso está en ruinas. Ese maldito perro lo arrancó de mis manos. No puedes decirme que no es un ataque. Nikki suspiró. Le dolía la cabeza y estaba agotada. Lori le había dado un trago de whisky cuando habían llegado, para calmarla, y hacerla parar de temblar. Pero todo lo que había hecho era cansarla. Se deslizó en el sofá, tirando de la manta hasta los hombros. —Lori, lo que sea que sucedió... no quería matarnos. El lobo gris... animal... o cosa, ese fue la que nos atacó. Los otros, el negro y el amarillo, creo que estaban tratando de protegernos. Lori resopló.

—De verdad estás borracha, si piensas eso. ¿Te golpeaste la cabeza, quizás?

—Se inclinó, examinado la cabeza de Nikki. Ella le

golpeó la mano. —Ya basta. Estoy demasiado cansada para esto. —Cerró los ojos, deseando dormir, casi deseando volver a su propio apartamento. Lori estaba extremadamente tensa por la adrenalina o los nervios o lo que sea que tenía. —¿Quieres dormir en mi cama? Las sábanas están limpias, más o menos. Por lo menos, soy la única que durmió en ellas recientemente. Nikki abrió un ojo. —¿Eso significa que estás demasiado hiperactiva como para dormir?

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Lori asintió, encendiendo otro cigarrillo. —Sí. Normalmente lo estoy cuando llego a casa. Lo que sucedió lo empeoró. No es tan malo si tengo una cita. Sabes, si tengo a alguien con quien descargar toda esta energía. —Ella miró a Nikki. —Pero tengo la sensación de que no estás lista para eso ahora, ¿verdad? Nikki se quitó la manta, sacudiendo la cabeza. —No, lo siento. —Se inclinó, plantando un beso en la frente de Lori—. Sólo quiero dormir y tratar de olvidar lo que demonios acaba de pasar. En la habitación de Lori, Nikki se desvistió, subiendo a la cama. No le importaba demasiado si las sábanas estaban limpias o no. Estaba cansada y no estaba sola. De alguna manera sabiendo que Lori estaba

rondando en la sala próxima la calmó. Nikki apagó la luz de la mesilla, dejando que la habitación se iluminara por la luz de la luna llena. Rodó en la cama, mirando por la ventana. La luna era visible, colgando bajo en el cielo. Muy gracioso, nunca le había prestado atención antes. Siempre estaba allí. Se le ocurrió que ella no sabía por qué hacía lo que hacía ni cuándo. Supuso que si hubiera prestado más atención en la escuela, o en realidad terminado la escuela, probablemente sabría. Pero

sabía

que

las

cosas

habían

estado

muy

extrañas

últimamente. Bostezó, tirando de la manta por encima del hombro. Estaba a punto de dormir cuando se le ocurrió que las cosas se habían puesto muy extrañas justo cuando Jax había aparecido en su vida.

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La salida del sol no estaba muy lejos antes de que Nikki finalmente se quedara dormida. Y justo en el borde del sueño, tuvo la visión breve de los ojos de plata, brillando en la luz de la luna, observándola mientras dormía.

Capítulo 6

E

Traducido por agoss & SOS por VicHerondale Corregido por Pily

l sol estaba arriba desde hacía un par de horas y Bec estaba en la cocina de la casa de Jax, sentado en la mesa mientras Jax limpiaba la herida del brazo. La herida era

sangrienta y desigual, pero por suerte no muy profunda. Varios miembros de las dos manadas estaban allí, de pie de nuevo, observando en silencio. —Mierda, Jax. Tómatelo con calma, ¿de acuerdo? lo que sea que estés haciendo, me duele. —Bec estaba tratando de alejarse de Jax.

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—Deja de quejarte. —Jax limpió la herida de nuevo—. La hemorragia se detuvo por ahora. —Jax arrojó el paño en el fregadero—, debes tener puntos de sutura, pero estoy bastante seguro de que vas a vivir. —Sí, no a los puntos de sutura. Sólo envuélvelo. Debería sanar muy rápidamente de todos modos. Jax agarró un poco de gasa y vendas de un gabinete cercano. —Finn, ven aquí. Quiero que me ayudes con esto. Un hombre robusto y bajo dio un paso adelante, sosteniendo la gasa en su lugar sobre la herida mientras Jax envolvía el vendaje alrededor del brazo musculoso de Bec. —¿Qué demonios ha pasado, Jax? —Bec, Finn y los demás habían estado en la casa cuando Jax regresó, justo antes de la salida

del sol, y una vez que todos habían vuelto a su forma humana, las manadas se habían desplazado a la cocina. —No estoy seguro. Nos atacaron, pero no estoy realmente seguro de por qué. —Jax dio un paso atrás, mirando el vendaje—. Bec, ¿tienes alguna idea de lo que era esa cosa? Bec flexionó el brazo, con el ceño fruncido en el vendaje. —Ni idea. —¿Otra manada, tal vez? ¿Alguien nuevo que se trasladó a nuestro territorio? —Finn estaba de pie, con los brazos cruzados, al final de la tabla. Hubo murmullos de los otros miembros de la manada. Jax negó, sacando una silla, sentándose al lado de Bec. —No es

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de por aquí. Ninguna otra manada ha dicho nada acerca de esto, y estoy bastante seguro de que incluso nuestros rivales habrían dicho algo. —Hay algo raro en él. El olor, de una cosa. —Jax hizo una mueca ante el recuerdo. Había algo tirando en el borde de su mente, pero él no podía poner su dedo sobre lo que era. —¿Jax, el olor era familiar? —La frente de Bec se frunció—. No. Olía mal, terrible—. Agachó la cabeza y Jax lo dejó pasar. Era inútil dejar que la manada de Bec supiera que él había escondido la cola y corrido. —Había algo allí, algo familiar. Pero no sé lo que era. —Jax negó— Tal vez estoy loco, pero tengo la sensación de que sé lo que es esa cosa.

—Si supieras lo que es, ¿sabrías cómo acabar con él? — Jax miró hacia arriba. Finn lo miraba fijamente, como el resto de los miembros de la manada. —Sí, probablemente. Todo tiene un punto débil. Es sólo saber cuál que es. —Se pasó las manos por el pelo, tirándose de la cola de caballo—. Solo hay que tratar de averiguar lo que la maldita cosa es... y lo que quiere.

2 —Hey, despierta. Alguien la estaba sacudiendo y Nikki quería que se detuviera. Le dolía la cabeza abismalmente y su cuerpo estaba herido. Ella dio un

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manotazo con la mano al hombro y la mano le golpeó la espalda. Aturdida abrió un ojo. Lori estaba sentada en el borde de la cama, todavía vestida con su ropa de calle, sosteniendo el siempre-presente cigarro y un vaso de jugo. —Aquí. —Le tendió el jugo a Nikki. Nikki sonrió, bebiendo el jugo. —Gracias. ¿Qué hora es? —Pasadas las tres. Has estado fuera como una campeona durante horas. —¿Has siquiera dormido?

—Sí, creo. Quizás. Pero estabas murmurando y quejándote en tu sueño, así que, ya sabes, que me mantuve despierta. —Mentirosa. Nunca hablo en mis sueños —. Ella dejó el vaso sobre la mesita de noche, sentada contra la cabecera, tirando de la sábana sobre su pecho. —¿Y qué demonios realmente sucedió anoche? —Cariño, no tengo ni idea. Pensaba que te habías hecho nueva mejor amigo de un lobo y pensé que íbamos a ser destrozadas. Las palabras quedaron flotando en el aire, ambas chicas mirándose con los ojos abiertos entre si —Oh, mierda. China... y su novio. No crees que... ¿podría haber

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sido esa cosa? —Lori habló primero. —No quiero pensar en ello. —Nikki solemnemente negó con la cabeza—. De ninguna manera. No iré allí. Demasiadas cosas malas viven en mi cabeza ya. No voy a poner a un lobo en la mezcla. Nikki se incorporó. —Tengo que ir a casa. Muévete—. Ella empujó a Lori con el pie. Lori se puso de pie. —¿Quieres llamar a un taxi o caminar? —Taxi. No hay manera de que yo este caminando por cualquier lugar de esta ciudad de nuevo. Además, mi cabeza me está matando. —Voy a llamar a uno para ti mientras te vistes. —Lori salió de la habitación y Nikki se puso su ropa. Esta olía raro, como a comida podrida. Esto le provocó que se le revolviera el estómago y decidió que debía haber sido desde el callejón. Ella estaría en casa pronto y tomaría

una larga ducha caliente. Quizás incluso conseguiría una siesta antes del trabajo. —El taxi debería estar aquí en unos quince minutos más o menos. Quieres algo para comer... —Lori se detuvo riendo—. ¿Supongo que por el tono verde en el que te has convertido, eso es un no? —Sí, no. Y nunca dejaré que Sam te haga una copa en la casa. Creo que esa cosa era hacia arriba, sin mezclador. Fuerte. —Nikki se estremeció. —Eres un peso ligero, Nikki. Aquí... —le tendió la mano. En la palma había dos píldoras blancas. Nikki las miró con recelo.

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—Y son… —Aspirinas. ¿Qué crees que te estaba dando? Dijiste que tenías un dolor de cabeza. —Lori sacudió la cabeza mientras Nikki tomaba las pastillas. —Escucha, mis únicos vicios son ahora los cigarrillos y los hombres, a veces una copa, nada peor. Bueno, esos son bastante malos, pero eso es todo. —Ella levantó tres dedos. —Palabra de honor, Nikki. No por mucho, mucho tiempo. He sido buena. Nikki fue a la pequeña cocina y llenó un vaso en el fregadero, y se bebió las pastillas. Lori la siguió, apoyándose contra el marco de la puerta. —Me crees, ¿verdad? Nikki miró a su amiga. Finalmente asintió.

—Lo siento, Lori. Sí, lo hago. Esta ha sido una larga noche de mierda. Ven aquí. —Nikki tendió los brazos y Lori entró en su abrazo. El sonido de un claxon las hizo saltar a las dos. Se separaron, riendo. —¿Trabajas esta noche? —Nikki buscaba debajo del sofá por sus zapatos. —No, no tengo el turno de la noche. Planeo ponerme al día en mi sueño, ahora que no hay un cuerpo murmurando y roncando en la cama. Nikki negó con la cabeza, riendo, tirando de su segundo zapato. —Yo no ronco—. Alzó la mano, plantando un beso en la mejilla de Lori mientras abría la puerta del apartamento.

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—Te veré mañana, entonces, ¿no? cuídate y duerme un poco. El viaje en taxi fue breve y Nikki estaba en casa, de pie bajo el agua caliente golpeando en la ducha, dejando que el agua se vertiera sobre su pelo. Ella nunca había estado tan contenta de salir de su ropa, contemplando mientras las tiraba a la basura. Incluso el taxista le había dado un ceño sucio cuando se metió en el taxi. Lo que era divertido; nunca se había dado cuenta de que el callejón olía tan mal, incluso con todos los contenedores de basura. Pasó mucho tiempo mientras se secaba el pelo, sentada junto a la ventana de su dormitorio. La calle de abajo estaba vacía, pero sabía que en la próxima hora o así, estaría llena ya que la gente comenzaba a llegar a casa desde el trabajo. Se le ocurrió, y no por primera vez, la vida extraña que llevaba. Justo cuando la mayoría de la gente iba a casa del trabajo o la

escuela, y se sentaba con la familia para la cena, ella se disponía a quitarse la ropa para una habitación llena de hombres extraños. Negó con la cabeza, miró hacia el cuarto de baño. No había ninguna buena razón para pensar lo que podrían haber sido las cosas si hubieran sido diferentes. Había dejado años preguntándose qué diferente su vida hubiera sido si sus padres no hubieran sido sus padres, no habrían peleado todas las noches de su vida, no la habrían arrastrado hacia el centro de los argumentos, hacerla elegir lados. Y no hubieran muerto en un accidente de coche dos meses antes de que ella se graduara de la escuela secundaria. Pensando no cambiaba nada, sólo traía una gran cantidad de dolor. Dolor del que Nikki realmente podría prescindir.

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Pensó en la cena, hurgando en el refrigerador aún vacío. Escondido en la parte trasera había una tostada rancia y una tarrina de queso crema semi petrificado. Tostada y queso para untar, ella lo llamó cena. Era casi la hora de salir para el trabajo, pero el último lugar al que Nikki quería ir era el club. Pero se habían ido dos bailarinas y Lori estaba fuera. Nikki se encogió, sabiendo por qué estaban cortos. No era que quisiera estar allí, pero sabía que Mack iba a despedirla en un latido del corazón si ella no iba. Tendría una nueva chica contratada y usando su casillero

probablemente

antes

de

que

Nikki

incluso

tuviera

la

oportunidad de limpiar su cosas. Pero no había manera en el infierno que estuviera caminando por el callejón. Abrió la puerta principal del club, los sonidos y olores sobre ella. Era viernes y el lugar estaba casi lleno. Pues con la suerte que tenía, Mack estaba sentado en el extremo de la barra, junto a la puerta. Él le llamó la atención, frunciendo el ceño hacia ella.

—Lo sabes bien. Los bailarines usan la puerta del callejón. — Señaló con la cabeza hacia la puerta por la que acababa de entrar, indicando que debía volver a salir. Normalmente lo habría hecho. Pero no esta noche. Algo se rompió. Se acercó a Mack, con la mano en su brazo. —Mack, dame un respiro. Personas fueron asesinadas en ese callejón, justo el otro día. El novio de China puso un cuchillo en mi garganta. Ayer por la noche... —Se detuvo. No había manera de que pudiera explicar lo de anoche a Mack. Los ojos de Mack estaban fríos cuando se encontraron con los de ella. —Si. Y tengo reglas. Si no te gusta, ya sabes dónde está la puerta.

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—Sacudió la cabeza de nuevo en dirección a la puerta principal, con voz dura—. Mira, Nikki. Me gustas. En serio. Eres una gran bailarina, los clientes te quieren. Pero... ya sabes, eres terca. Y tienes que respetar las reglas de aquí. ¿De acuerdo? —Se puso de pie, abriendo la puerta para ella. Ella salió a la acera. —Tienes una elección. Sigue mis reglas, utilizas el callejón. O... La puerta se cerró detrás de ella cuando abandonó el club sin pensar acerca de cómo iba a ser capaz de pagar el alquiler del mes. Tenía bastante de Mack, la degradación, la que siempre sentiría, como si ella no tuviera ningún valor que no fuera lo buena que podía ser haciendo que los hombres se calentaran y rellenaban sus bragas con billetes de un dólar. Ya es suficiente. Caminado casi mecánicamente, se acercó a la esquina del edificio, la entrada del callejón se avecinaba por delante de ella.

Las nubes oscurecían cualquier luz de la luna que podrían haber penetrado en las profundidades del callejón y la bombilla tenue encima de la puerta del club no hacía mucho, además de emitir un círculo amarillo débil en la puerta. Nikki respiró hondo y se volvió, alejándose del club.

2 Jax abrió la puerta del club. Había cogido una bocanada de olor de Nikki, claro y rico, en el aire de la noche. Aspiró, cerrando los ojos, y luego entró en el tenue club. El lugar estaba lleno, pero él encontró un bajo nivel de inquietud en el aire, una sutil tensión. Jax se movió a lo largo de la pared del

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fondo, mirando a la multitud, en busca de Nikki, o por la mujer alta y rubia que había estado en el callejón con ella. Pero tampoco parecía estar en la multitud. Y entonces Jax notó que no parecía haber ninguna chica en la multitud, o bailando en el escenario. Ladeó la cabeza, escuchando con atención a las conversaciones a su alrededor, finalmente recogiendo la deriva de lo que estaban diciendo. No parecía haber ninguna chica trabajando, o muy pocas. Jax se abrió camino hacia la barra, finalmente logrando captar la atención del camarero. —¿Qué puedo hacer por ti? —El hombre... Sam, Jax se acordó de su nombre era Sam... parecía acosado, en el borde. —Soda y campari. ¿Aun no llega Nikki? Sam vaciló, mirando a Jax.

—Me acuerdo de ti. —Negó—. No. Y ella no va a estar arriba. — Sam se volvió, hablando por encima del hombro. —¿Está libre? —Jax frunció el ceño. Nikki solía trabajar los viernes. Una voz en su hombro habló. —Ella está fuera. Permanentemente. La perra se fue. Jax se volvió, frunciendo el ceño. Un corpulento hombre mayor estaba de pie junto a él. Le reconoció como el dueño del club. —¿Se fue? ¿Cuándo? —Esta noche, al comienzo de su turno. Quería entrar por la puerta principal. Ella sabe las reglas... las bailarinas utilizan el callejón o no lo

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hacen. Supongo que eligió no hacerlo. —El hombre de repente pareció darse cuenta de que estaba hablando con un cliente—. Pero, ya sabe, tenemos un montón de otras chicas... Edén está trabajando esta noche, debería subir de un momento a otro. Es hermosa. Si quiere, reservo una habitación privada para usted, para crear un baile... Jax apenas oyó el resto de lo que dijo el hombre. Cuando se abrió paso por delante de él, abriendo la puerta de entrada a la acera, oyó que el tipo lo estaba llamando, pero no se detuvo a escuchar. Una vez en la acera, se pasó una mano por el pelo, pánico creciendo en él, su corazón patinaba fuera de control en su pecho. La ironía de la situación lo golpeó; por fin había encontrado a la mujer perfecta, sólo para perderla por algo tan estúpido como esto, tan simple como no saber dónde encontrarla. No había otra manera para él para encontrar a Nikki que seguir su rastro a través de la ciudad. Había pensado obtener su número de celular o pedir su dirección, pero el tiempo nunca parecía correcto, o se

había deslizado de su mente. O... por más que quisiera, no podía culpar a Bec por esto, a pesar de que él irrumpió en su habitación, cuando estaba en la cama con Nikki. Negó. No había llegado el momento de preocuparse por lo que no había hecho. Había llegado el momento de encontrar a Nikki. Sus sentidos estaban todavía a toda marcha, el lobo seguía siendo fuerte en él. A pesar de que la luna no estaba completamente llena, todavía le afectaba profundamente. Cerró los ojos, abriendo los sentidos a los sonidos, y en particular a los olores a su alrededor. Ayer por la noche, él había seguido a Nikki y Lori al apartamento de Lori. Se había colgado en las sombras, el efecto fantasma detrás de las mujeres, sin hacerles saber que estaba allí. Una vez que habían

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entrado en el viejo edificio de ladrillo rojo, le tomó más tiempo encontrar el apartamento en el que habían entrado, había subido la escalera de incendios de metal destartalada, abriéndose camino lentamente alrededor del edificio. Finalmente había encontrado su olor y se había agachado fuera de la ventana de la habitación, mirando a su sueño cuando el amanecer se acercaba. Se arriesgó a ser atrapado fuera de la cueva, apenas entrando a su habitación antes de que cambiara de nuevo a su forma humana. Esta noche, las nubes y la lluvia inminente trabajaron a su favor. El aire era pesado, los olores como una esponja. Nikki estaba allí, tan claro como si ella estuviera justo en frente de él. No pasó mucho tiempo antes de que se diera cuenta de que se dirigían en la misma dirección, por las mismas calles que había desaparecido la noche anterior. Ella se dirigía de nuevo al apartamento de Lori.

Jax vaciló fuera del edificio. No había manera fácil de hacer esto, solo tenía que ir por ella. Si ella no quería irse con él... no quería pensar en eso ahora. Si es necesario, la llevaría fuera del apartamento. El apartamento estaba en un edificio antiguo, la puerta de la calle abierta, dos chicos sentados en los escalones compartiendo una botella. Jax caminó entre ellos, haciendo caso omiso de sus comentarios. Subió las escaleras hasta el tercer piso, contó las puertas en el pasillo, tratando de orientarse, imaginando lo que el edificio parecía desde su punto de vista sobre la escalera de incendios. Su olor era tan fuerte aquí, mezclado con docenas de otros olores penetrantes, era

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difícil saber exactamente dónde estaba. Tomando una respiración profunda, llamó a la puerta en la que esperaba que Nikki estuviera detrás. Había voces, y reconoció la de Nikki y luego la de Lori cuando ella desabrochó las múltiples cerraduras de la puerta. Finalmente se abrió un poco, la cadena de seguridad persistente y Jax alcanzó a ver el rostro de Lori. Ella lo miró por un momento, luego la puerta se cerró. Podía oír la cadena tirarse hacia atrás y luego la puerta se abrió de nuevo. —Entra. —Lori sostuvo la puerta para Jax. Su rostro era una máscara ilegible, con voz neutra, pero podía sentir la desaprobación en su postura, en la tensión en las esquinas de sus ojos. —¿Quién es? —Oyó la voz de Nikki desde algún lugar de las profundidades del pequeño apartamento.

—Es para ti... —Lori cerró la puerta detrás de Jax. Dejó que ella caminara delante de él por el corto pasillo, en una sala de estar sucia. Nikki estaba acurrucada en el sillón, con un vaso de lo que se olía a whisky puro en la mano. Cuando lo vio, sus ojos se abrieron con sorpresa. Pero su voz era fría. —Bueno, estoy jodida. Mira quién está aquí. —Dejó el vaso sobre la mesa de café, su mano temblando ligeramente—. ¿Cómo me encontraste? Su pregunta lo cogió con la guardia baja y no tenía respuesta preparada.

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—He venido a hablar contigo. —Dio un paso hacia ella. Lori se trasladó a su izquierda, un movimiento no tan sutil que la puso entre él y Nikki. Le llamó la atención una vez más por su carácter protector, la forma en que instintivamente parecía estar mirando hacia fuera para Nikki. Y entonces se dio cuenta. Aquel extraño olor que había olido en Nikki la noche anterior. Echó un vistazo a Lori, pero ella estaba mirando a otro lado. Él negó, centrándose en Nikki. —Fui al club, para verte. —Poco a poco se acercó más a medida que hablaba, tratando de frenar a su corazón, su respiración superficial—.Yo quería verte, Nikki. Ver si estabas... volver a verte. Quería cogerla y llevársela con todo su corazón. Pero intuía que todavía tenía mucho camino por recorrer para conquistarla. Ella frunció el ceño, claramente confundida.

—¿Querías verme? ¿Por qué? Lori se sentó en el brazo del sofá, con los brazos cruzados sobre el pecho. Jax la miró y luego volvió a mirar a Nikki. —¿Podemos ir a algún lugar, a hablar, tal vez? Nikki miró a Lori y Jax sintió caer su estómago, sabiendo que había perdido cualquier oportunidad que tenía. Pero para su sorpresa, Lori asintió. Nikki se quedo sorprendida por el asentimiento de Lori hacia él. —¿En serio? ¿Crees que debería ir con él? —Nikki, te siguió. Ningún otro hombre ha hecho eso. Dale una oportunidad al menos. —Se puso de pie, capturando los ojos de Jax mientras pasaba.

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—Además, quiero una noche tranquila y si ustedes dos van a estar hablando... o cualquier otra cosa... no voy a poder dormir. —La vio reprimir una pequeña sonrisa mientras salía de la habitación. —Vamos. —Jax le tendió la mano y Nikki la tomó. Se tambaleó un poco mientras se ponía los zapatos y se dio cuenta de que estaba un poco borracha. Pero ella agarró su chaqueta y el bolso, caminando delante de él por el pasillo. Nikki estuvo tranquila en el viaje en taxi a su casa. Jax le abrió la puerta, dejándola en el piso de abajo. Había voces en la cocina, de Bec y algunos otros miembros de la manada. Jax dirigió a Nikki por la ancha escalera y el pasillo hasta su habitación. Cerró la puerta detrás de ellos, cerrando la cerradura esta vez, teniendo ninguna posibilidad de ser interrumpido.

—Por lo que veo, esta es una casa muy grande. ¿Cuál es el problema? —Nikki arrojó su bolso sobre la cama, quitándose la chaqueta. —Ha estado en la familia durante mucho tiempo... un par de cientos de años más o menos. Una de los primeras construidas aquí, cuando esta tierra estaba todavía muy lejos de la ciudad. Jax tiró de la silla de la mesa. Se sentó, con los codos sobre las rodillas. Nikki estaba sentada frente a él en su cama y eso era lo único que podía hacer para no lanzarse a través de los pocos metros que los separaban y tomarla allí. Su aroma, su cuerpo, su propia esencia le gritaba. Pero respiró hondo, tratando de controlar los impulsos primarios crecientes a través de su cuerpo.

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—Nikki, de alguna manera las cosas se pusieron fuera de la pista con nosotros... y quiero arreglar las cosas. Ella se echó a reír, un sonido áspero. —¿Arreglar qué? ¿Arreglar que soy una stripper? Apuesto a que estaba muy feliz cuando te enteraste de que no trabajaré en el club nunca más, ¿eh? No podías esperar a encontrarme ahora que no voy a prostituirme en el escenario para ganarme la vida. —Ella miró alrededor de la habitación, los techos altos, las molduras ornamentadas. —No se puede traer a una stripper a una casa como esta. Simplemente no está bien. Nikki se levantó de la cama. Él se recostó en la silla, casi forzado hacia atrás cuando Nikki se acercó a él.

—¿Crees que porque soy una stripper soy algo barato?, ¿Sólo una chica que puedes utilizar? ¿Pagarme por lo que quieras y luego echarme? Nikki se inclinó hacia delante, con las manos sobre las rodillas de Jax, empujando las piernas separadas. Él se resistió y le empujó con más fuerza. —Déjame terminar el baile que empecé. Nunca recibiste el tratamiento completo. Rompiste las reglas y me tocaste. Pero no me toques ahora. Jax estaba respirando con dificultad, la cercanía de su cuerpo desencadenó una reacción en cadena de emociones y sensaciones, no todos ellas bajo su control. Tenerla tan cerca, cuando la deseaba

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tanto, era casi más de lo que podía soportar. Nikki se inclinó hacia delante, sus pechos se deslizaron hacia arriba a la parte frontal de su cuerpo. Él se puso rígido en respuesta y por la mirada en sus ojos, ella sabía exactamente lo que estaba haciendo con él. Le sonrió, una sonrisa que no alcanzó sus ojos. Una sonrisa seductora que utilizaba para crear una fantasía para los hombres con su cuerpo, con sus movimientos. —Te gusta esto, ¿verdad? Que puedo decir. Te estás volviendo todo caliente y excitado, estás duro. —Su cara estaba a centímetros de la de él, su aliento cálido en las mejillas. Se inclinó más hacia él, deslizando sus labios por su cuello, su lengua chasqueando hacia fuera, caliente y húmeda sobre su piel. Se volvió de pronto, arqueando la espalda, las caderas moliendo contra su erección. Él gimió, sus manos instintivamente en su cintura, sosteniéndola con fuerza. Del mismo modo que instintivamente sus

caderas se flexionaron hacia arriba. Nikki lo miró por encima del hombro. Tenía la cara enrojecida, los labios entreabiertos. —¿Ves? Todos caen, la rutina, la fantasía. Pero todo esto es sólo para hacer creer. Para mí... y para ti. Sólo soy una muñeca de papel, vestida, para que todos puedan usar, para jugar... para follar. Ella trató de levantarse, pero Jax la agarró por los brazos, sentándola de espaldas en su regazo. Su respiración era poco profunda, su corazón latiendo en su pecho. Tenerla tan cerca, su olor por todas partes, lo estaba volviendo loco. Que ella se viera afectada por sus acciones le estaba rompiendo el corazón. Le acarició el cuello, el pelo contra su mejilla, cálido y suave. Cerró los ojos, dejando que la sensación de tenerla tan cerca corriera

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sobre él, envolviendo sus brazos alrededor de su cuerpo, abrazándola fuertemente. —No, Nikki. Lo has entendido mal... todo mal. —Respiró las palabras contra su cuello, sus manos se deslizaron hasta sus pechos. Sintió una opresión en el pecho, un anhelo tan profundo y poderoso que le hizo casi llorar—. Demasiado mal. Jax se puso de pie, girando en torno a Nikki, tirando de ella en contra de la longitud de su cuerpo. Le acarició la cara con una mano, la otra extendida a lo ancho de su espalda. —Tú no eres mi fantasía, eres real. Eres lo que deseo, tal y como eres. —Sus ojos viajaron sobre su rostro, la confusión evidente en sus ojos, junto con el dolor. Su voz era ronca por la emoción cuando habló—. Tú eres más que una stripper, Nikki. Eres mucho más que eso para mí.

La cogió en brazos, llevándola a la cama, en donde la dejó gentilmente sobre las mantas. Ella lo miró, su cabello a través de la almohada, sus ojos muy abiertos. —¿Cómo puedo ser más ? Apenas me conoces. Jax se subió a la cama a su lado, sus dedos trazando sobre su mejilla. —Lo sé. Lo sé aquí... —Puso su mano en su pecho, sobre su corazón—. Lo siento, Nikki. En mis huesos, en mi alma. Se inclinó, rozando sus labios contra los de ella. Por un instante, ella no respondió, pero luego, poco a poco se relajó bajo su toque, sus labios abriéndose. Después de un momento en sus brazos se acercó y los envolvió alrededor de su cuello.

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El beso se profundizó y deslizó una mano por debajo de su cuerpo, tirando de ella contra él. Ella respondió, arqueando su espalda, sus pechos apretados contra su pecho, sus caderas contra las suyas. El beso continuó, chasqueando la lengua fuera, trazando los contornos de su labio inferior, antes de introducirse en su boca de nuevo. El toque envió un escalofrío que recorrió su cuerpo y él se estremeció, atrayéndola más cerca, su cuerpo moviéndose sobre el de ella. Quería su piel contra la suya, su ropa de repente era un enorme obstáculo. Sus manos tiraron de la cremallera de sus pantalones vaqueros, los dedos moviéndose sin descanso bajo la camisa. Ella respondió al instante, sus manos tirando de su camiseta hacia arriba, las palmas deslizándose sobre su pecho.

Entonces ella lo estaba presionando sobre su espalda, pasando a su lado. —¿Por qué me quieres? ¿Qué me hace tan especial? —Hablaba en voz baja y vacilante, llena de dudas. La miró, con los ojos en duda, con anhelo, esperanza y un sinfín de emociones de todo jugando en su cara. —Te quiero debido a que estás destinada para mí. Eres mi compañera, mi alma gemela... mi todo. —Le tomó la mano, besando sus dedos antes de tirar de ella hacia abajo de él. Ella se retorció en sus manos y vio una sonrisa jugando en sus labios—. Eres todo lo que siempre he querido, Nikki. No eres como ninguna otra chica que he conocido. Y te quiero como nunca he querido nada antes.

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Se sentó, tirando de su camisa sobre su cabeza. Alcanzando a Nikki, él deslizó su camisa sobre su cabeza, su pelo cayendo sobre sus hombros. Contuvo el aliento cuando una imagen de ella, como su compañera... en forma de loba... cruzó por su mente. La vio elegante y ágil, el color del sable teñido de fuego. Ella lo empujó sobre la cama, tratando de alcanzar la presión y la cremallera de sus vaqueros, su labio inferior atrapado entre los dientes en la concentración. Se quedó con los brazos detrás de la cabeza, mientras lentamente bajó la cremallera, tirando de sus pantalones abajo de sus caderas. Sus dedos estaban calientes cuando tomó su pene en la mano y gimió

suavemente.

Ella

lo

abrazó,

acariciándole

suavemente,

lentamente. Lo miró, sus ojos nunca abandonaron su cara, sus mejillas sonrojadas, los labios entreabiertos.

Cuando no pudo soportarlo más, se sentó, inclinando su espalda en la cama. Él tenía sus pantalones vaqueros abajo en un latido del corazón, mirando hacia abajo a su exuberante cuerpo extendido debajo de él. —Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida, Nikki. Eres una diosa. Nunca dejes que nadie te diga algo diferente. Nunca te digas a ti misma algo diferente. Lo miró con sus grandes ojos, lágrimas en ellos. Se inclinó hacia delante, con los pechos calientes contra su pecho, besándola suavemente. Cuando él se retiró, ella estaba llorando. —Nadie me lo ha dicho nunca que antes. Al menos nadie que en realidad lo quiera decir.

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—Deberían decírtelo todos los días. —¿Te estás ofreciendo? —Le sonrió, y él asintió con la cabeza. —Sí... lo estoy. Jax se acomodó sobre Nikki, apoyando sus codos al lado de sus hombros, sus piernas separadas, aceptándolo. Él quería llevarla, hacer el amor con ella, pero quería dejarla venir a él, dejó que le mostrara cuando estuviera lista. Ella le acarició la cara con dedos suaves, su cuerpo se movía debajo de él. Sus caderas se levantaban para cumplir con él, sus muslos cepillando contra sus caderas. Había cogido su labio entre sus dientes de nuevo, mirando hacia él, sus ojos ya no se llenaban de dolor. Pero la duda los ensombrecía. —Jax, ¿esto es algo más que una aventura para ti? ¿Hay algo más aquí?

Él asintió con la cabeza. —Mucho más. Me estoy enamorando de ti, Nikki. Como nunca me he enamorado de una mujer antes. Lo atrajo hacia ella, entonces lo besó caliente y duro, sus caderas enrolladas buscándose. Y se encontraron, moviendo sus caderas, el increíble calor alrededor de su pene mientras la penetraba. Quería hacer el amor con ella durante horas, pero algún tipo de barrera se desató entre ellos y en cuestión de minutos estaban peleando en una danza primitiva, sus cuerpos resbaladizos por el sudor, sus respiraciones roncas, fuertes y rápidas, sus corazones golpeando. Nikki gritó, su cuerpo arqueándose debajo de él cuando lo conoció, empujó por más. Jax estaba fuera de control, su cuerpo

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haciéndose cargo, el cuerpo de Nikki haciendo que cada célula de su cuerpo se sienta viva. Le dolía la liberación tanto que él quería prolongar ese sentimiento. Pero los impulsos animales de su cuerpo ganaron. Cuando llegó, lo hizo con una fuerza que los sacudió hasta la médula. Echó la cabeza hacia atrás, casi gritando al techo, empujando a sí mismo más en Nikki, con ganas de ser tragado por ella. Se retorció debajo de él, su pelo en una enmarañada masa que fluía a través de la almohada. Jax sintió el matiz de su cuerpo, cada músculo se apretaba y latía, se contraía y soltaba, el flujo y reflujo de ella cuando llegaron. Eran una masa despeinada y sudorosa de brazos y piernas, hojas retorcidas, almohadas lanzadas al suelo cuando todo hubo terminado. Jax nunca había estado tan relajado, tan contenido, sin embargo, estaba tan consciente de todo a su alrededor, especialmente todo lo

que se centraba en Nikki. Podía sentir los latidos de su corazón, la respiración, el flujo de sangre a través de sus venas. Todo era embriagador, una mezcla embriagadora que lo mareó. Después de mucho tiempo ella se acurrucó contra él, suspirando profundamente y se las arregló para tirar de la manta sobre ellos. Estaba tan tranquila, su respiración lenta y regular, que él pensó que estaba dormida. Cuando ella habló, lo sobresaltó. —¿Todavía es en serio lo que dijiste? ¿Acerca de enamorarte de mí? Por segunda vez en la noche, la pregunta lo tomó por sorpresa. Sin embargo, para esta pregunta tenía una respuesta. —Por supuesto que sí. —La besó en la frente, sus dedos a través de

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su cabello—. ¿Por qué crees que no lo haría? Se movió inquieta en sus brazos. —Debido a que ningún hombre me ha... me ha amado antes. Jax pensó que su corazón se rompería con la tristeza en su voz. La atrajo hacia él, acunando su cuerpo, besándola en la frente, en sus mejillas, y finalmente, apoyando la barbilla sobre su cabeza mientras la abrazaba. —Nikki, yo no soy uno de esos tipos. Cuando te doy todo de mí, es tuyo para mantenerlo durante el tiempo que me quieres. Nada va a cambiar eso. No conmigo. Sus hombros temblaron y se dio cuenta de que estaba llorando. La empujó suavemente hacia atrás, mirándola a la cara. —Lo siento, Nikki... No quise hacerte llorar.

Pero ella negaba con la cabeza, su sonrisa jugando en sus labios. —Está bien. Es sólo un lugar extraño para mí estar en... estos sentimientos que tengo. Nunca he sentido esto por nadie antes. Es... es aterrador. Ella olfateó, limpiándose los ojos con la sábana. —Yo sé que lo es. Pero puedes confiar en mí, Nikki. Te prometo... nunca voy a hacerte daño. Estaba mirando hacia él, con los ojos brillando en la tenue luz del pasillo. —¿Me crees, Nikki ?

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—Lo hago. Te creo, Jax. —Lágrimas se derramaron de sus ojos. Jax se elevó sobre ella, sosteniendo su cara entre sus manos, sus ojos se encontraron con los suyos. —Bien. Porque te amo, Nikki. No puedo pedirte que sientas lo mismo y eso está bien. Pero sé que en este momento, y durante el tiempo que yo viva, te voy a amar.

Claiming the Alpha (Wild obsession #2) Jax se ha enamorado de Nikki,

la

desnudista

complicada con

un

ex

pasado

trágico. Pero no le ha contado todo, y con el tic tac del reloj sólo tiene treinta días para convencerla de que él es todo lo que necesita.

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¿Será que Nikki aceptará a Jax por quien realmente es, y dejará todo atrás con el fin de reunirse con su manada? Hay una

fuerza

siniestra

en

el

trabajo, un asesino suelto, y una pareja enamorándose a pesar de todo lo que está en contra de ellos. ¿Pueden hacerlo a través de la oscuridad por delante con el fin de ver la luz al final del camino?

Sobre la Autora Adriana Hunter

101 Adriana Hunter escribe novelas de romance erótico y muchas de ellas con heroínas con curvas. Le encanta escribir historias que involucran a poderosos y dominantes machos alfa, multimillonarios románticos y a veces incluso romances eróticos paranormales.

Traducido, corregido y diseñado en:

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ii) Calculer h(π) et en déduire que g(0) = 0. c) En calculant g. 0. (0), g00(0) et g. 000(0), donner la formule de Taylor-Maclaurin de g à l'ordre 3. ✞. ✝. ☎. ✆.