1

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro. Es una traducción de fans para fans. Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro. También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y ayudándolo a promocionar su libro. ¡Disfruta la lectura!

2

Staff MODERADORAS Luna West & Dey Kastély

TRADUCTORAS Dey Kastély Diana Niki Vani Julieyrr Nico

Cam Shaaw Nikky Val_17 Marie.Ang Miry GPE Valentine Rose

Karenmtzc Mary *~Vero~* Michelle Kellyco Jasiel Odair

Mire Anty Dannygonzal Mel Rowe

3

CORRECTORAS Miry GPE Val_17 Gabriela♡ Lizzy Avett' Key AriannysG Emmie

*Andreina F* -Valeriia<3 Meliizza Eli Mirced itxi GypsyPochi Anakaren

Aimetz Volkov Karool Shaw Julieyrr Niki Daniela Agrafojo Jasiel Odair SammyD

LECTURA FINAL Sofía Belikov Juli Luna West

Marie.Ang Mel Markham

DISEÑO Yessy

Victoria Dannygonzal Laurita PI Mire

Índice Sinopsis Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Libro 4: Four Years Later

4

Sinopsis Compromiso. Eso es lo que realmente quiero de Colin. Desde que mi hermano, Danny, murió en Iraq, Colin ha hecho mucho para ayudarme, incluso me dio un trabajo en su popular restaurante para así poder dejar mi jodido trabajo de camarera en aquel bar. Pero recostarme con él todas las noches para consolarlo de sus horribles pesadillas ya no es suficiente. Yo sé que se siente culpable por la muerte de Danny, por no ir a Irak, pero no puedo seguir viviendo esta doble vida. Le amo desesperadamente, pero tiene tantos demonios, y si no puedo liberarlo ahora, entonces nunca será la verdadera pareja que necesito que él sea. Le doy un mes, y ahora me voy. Si realmente me ama como dice, ya sabe dónde encontrarme. One Week Girlfriend, #3

5

Prólogo Traducido por Dey Kastély Corregido por Miry GPE

No quiero dejarla ir. Me dejará y no puedo soportar la idea. He estado pasado fácilmente por la vida, seguro con el hecho de que siempre está ahí. Trabajando conmigo, viviendo conmigo, hablando conmigo, riendo conmigo, y algunas veces, en esos raros momentos en los que nunca discutimos, tarde, tarde por la noche cuando estamos solos, llorando conmigo. Acostada en mi cama, envuelta a mí alrededor como una enredadera en un entramado. Sus manos en mi cabello y su aliento sobre mi cuello, haciéndome sentir tan vivo que quiero contarle cómo me siento. Decirle cómo me hace sentir. Pero nunca he tenido el coraje de admitirlo. Ahora, ella se va. Reclama que quiere su libertad. Como si yo hubiera estado oprimiéndola, frenándola. Estoy ofendido, cuando sé que no debería. No es desagradecida. Aprecia todo lo que he hecho por ella. Y he hecho bastante; probablemente demasiado. La culpa me carcome por dentro. Comencé a hacer todo por ella, para sacarme ese sentimiento de culpabilidad. A decir verdad, es mi culpa que dejara a su familia. Es culpa mía el que terminara completamente sola, por su cuenta, luchando para salir adelante, sometiéndose a cosas que ninguna mujer debería hacer. Hasta que me colé en su vida de nuevo como un tipo de Príncipe Encantador en mi poderoso corcel, salvándola de un mundo de mierda. Con el paso del tiempo, la culpa que sentía poco a poco se convirtió en otra cosa. Algo real. Tengo que ser honesto y decirle lo que siento. La necesito. Desesperadamente. Perderla sería como perder una parte de mí mismo.

6

No puedo arriesgarlo. Creo que… mierda, estoy bastante seguro de que estoy enamorado de ella. Pero soy el último chico con el que debería estar. Tengo esta manera de arruinar a aquellos con los que estoy más apegado. No hay forma en que podría hacerle eso a ella. Pero de ninguna manera puedo permitir que me deje.

7

1 Traducido por Diana Corregido por Val_17

JEN —Así que, ¿por qué una mariposa? Me inclino hacia adelante, mis pechos aplastados contra la parte trasera de la silla. He estado sentada aquí por lo que se sienten como horas, una aguja presionando incesantemente sobre la piel sensible de la parte posterior de mi cuello. El zumbido de la aguja llena mi cabeza, ahogando el ruido caótico que normalmente la ocupa. Prefiero ese incesante zumbido. Es más fácil de lidiar con él que con las interminables preguntas y preocupaciones que corren a través de mi cerebro. —Oye, tierra llamando a Jen. —Fable agita su mano frente a mi cara, y luego chasquea los dedos dos veces. ¡Mocosa! Ojalá pudiera golpearla, pero estoy demasiado ocupada agarrando fuertemente mis rodillas como una cobarde. —¿Qué? —Aprieto los dientes, haciendo una mueca cuando la aguja pasa sobre una parte particularmente sensible. Oh, ¿a quién estoy engañando? Todas las partes son sensibles. Es hora de enfrentar los hechos. Soy una completa niñita. Pensé que hacerme un tatuaje sería facilísimo. He tratado con mucho dolor emocional en mi vida, pero no mucho del físico. ¿Qué es aproximadamente una hora sentada en una silla bajo una aguja? Al parecer, es jodidamente fantástico, considerando cuánto duele, y cuánto tengo que armarme de valor para seguir adelante con todo esto. Armarme de valor, algo tonto que mi madre solía decir. Antes, cuando era feliz y despreocupada y nuestra familia estaba completa. Ahora estamos rotos y distantes. No hablo con mi padre. Mamá llama solamente cuando está llorando y borracha.

8

Apesta. Por eso tuve que alejarme de mi familia. Ahora tengo otras razones para querer escaparme de este lugar. —Quiero saber por qué elegiste una mariposa para tu tatuaje. ¿Cuál es el significado detrás de él? —pregunta Fable, sonando más allá de irritada conmigo, aunque sonríe, así sé que no lo está realmente. Vino conmigo al centro de la ciudad a Tattoo Voodoo, la pequeña tienda que nos recomendó para conseguir nuestros tatuajes. Ella también se hizo uno, pero ya está terminado, considerando que fue sólo una línea simple y elegantemente escrita. Un tatuaje sorpresa para su novio, prometido o como quieras llamarlo, aunque teniendo en cuenta que no pueden mantener sus manos alejadas el uno del otro por mucho tiempo, me imagino que descubrirá su “sorpresa” más temprano que tarde. Drew Callahan está tan locamente enamorado de ella que es un poco repugnante. Pero también es lindo. Súper, súper lindo, sobre todo porque es una frase de uno de los poemas que escribió para ella. Hacen desmayar a Fable, y nada hace que esta chica se desmaye. Es bastante fuerte. Ha tenido que serlo, con las cosas que la vida le ha dado. Podría tomar una o dos lecciones de ella. Soy demasiado débil. Dejo entrar a la gente en mi vida. Y luego me pisotean. O peor aún, me ignoran totalmente. —Libertad —le digo finalmente, exhalando ruidosamente cuando el zumbido se detiene y siento un paño rozar mi piel recién tatuada—. Estoy lista para liberarme de este sofocante capullo llamado mi vida y encontrar mi propio camino, en lugar de depender de alguien más. Una mariposa representa perfectamente eso, ¿no crees? Casi puedo saborearlo. Libertad. Siempre he confiado demasiado en los demás. Mis amigos. Mi familia. Especialmente mi hermano, no es que lo siga teniendo en cuenta porque se ha ido desde hace un tiempo. Pude haber escapado esa vez e intentado hacer mi propio camino, pero fallé. Espectacularmente. Sin embargo, no esta vez. He pensado bien las cosas. He ahorrado dinero. Esta vez, tengo un plan. Algo así. —¿Realmente crees que irte es lo mejor para ti? —pregunta Fable, su voz incrédula y su expresión… triste. Es mi mejor amiga, la primera amiga verdadera que he hecho desde que escapé de mi antigua vida. Pero

9

incluso ella no lo sabe todo. Nunca me miraría de la misma forma si lo supiera—. ¿Quieres marcharte por lo que pasó antes? Asintiendo, me estremezco cuando el tatuador —Dave— limpia el exceso de tinta de mi piel nuevamente. —Listo —dice, su voz aburrida. —Sí, no puedo negar que mi pasado tiene que ver. —Le conté a Fable la mayor parte de lo que pasó cuando trabajaba en Gold Diggers, ese club de striptease de mala calidad en las afueras de la ciudad. Mi familia no lo sabe, y le rogué a Colin que guardara el secreto. La historia pública es que era una camarera. La historia privada es que me desnudaba. El secreto, la historia que nadie-más-puede-saber es una en la que apenas puedo pensar, mucho menos admitir. —Todos tenemos un pasado —señala Fable. Ella tiene uno muy malo, no es que alguien hable de ello. Drew no lo permitiría. —Lo sé. Solo… no puedo quedarme aquí para siempre. A pesar de que tú lo quieras —murmuro, enviando una mirada suplicante en su dirección. No quiero la charla de nuevo, especialmente no frente a nuestro nuevo amigo Dave. No creo que pueda soportarlo. Sé que tiene buenas intenciones, pero las palabras que dice casi me convencen de quedarme cada vez que las escucho. —No soy la única que te quiere aquí —señala Fable, sus cejas levantadas y una mirada sabia en su rostro. Su declaración no necesita una respuesta. Sé a quién se refiere. Él quería que me quedara indefinidamente, pero aún no le he dicho que me voy. Se lo dejaré saber esta noche. Espero. Él me proporciona el lugar donde vivo, mi trabajo. Lo hace todo sin ningún compromiso, o al menos eso dice. Realmente, le creo. Una profunda y oscura parte secreta de mí desearía que hubiera ataduras. Un montón de ataduras que me ataran a él, uniéndonos hasta estar tan conectados que nos convertiríamos en una larga palabra. No sólo Jen. No sólo Colin. Jen y Colin. De ninguna manera va a pasar. Así que si no puedo tenerlo —y realmente, no debería de quererlo, o permitirme depender completamente de él durante demasiado tiempo— entonces voy a reclamar completamente mi libertad.

10

Es estúpido y arriesgado y totalmente aterrador, pero… tengo que hacerlo. Los recientes acontecimientos me han empujado a hacerlo. Mi pasado me ha encontrado en forma de un cliente en El Distrito hace sólo unas noches. Entró en el bar y pidió un trago. Afortunadamente, fui capaz de evitarlo y se fue sin incidentes. Sin embargo, esto podría volver a suceder. Tener al hombre allí fue un recordatorio de que nunca podré escapar de mi pasado. No quiero que Colin sepa lo que he hecho. Ya no le gustaría. Va a mirarme diferente. No creo que pudiera soportarlo. Necesitando desesperadamente cambiar de tema, pregunto—: ¿Qué te parece? Fable ladea la cabeza, examinando el tatuaje en la parte posterior de mi cuello. —Es hermoso. Pero realmente nunca lo verás. —Hay una cosa llamada espejos, sabes. —Tomo el que Dave me está entregando y me miro, viendo mi reflejo en el espejo que cubre la pared entera. Mi largo cabello se amontona sobre mi cabeza en un desordenado moño, revelando mi cuello, la piel enrojecida y la mariposa. Es un delicado dibujo en suaves tonos de azul y negro, luciendo como si de alguna manera pudiera agitar sus alas y volar fuera de mi piel. ¡Si me gusta tanto ahora, me imagino lo fantástico que se verá cuando mi piel haya sanado! —Me encanta. —Suspiro mientras le entrego el espejo a Dave, que lo pone en el mostrador a su lado. —Es bonito —agrega Fable con una sonrisa en su rostro—. Estoy orgullosa de ti, Jen. Sé que te daba miedo venir aquí. Más como terror, pero ahora también estoy orgullosa. Lo hice. Tengo un tatuaje y no lloré ni corrí fuera de la tienda antes de que el grande y corpulento Dave pusiera su aguja en mí, lo cual temía que pudiera suceder. Es algo estúpido, estar orgullosa de algo tan simple como esto. Si mamá lo ve alguna vez, enloquecerá. Mi padre va a pensar que soy una vagabunda de alcantarilla, sus palabras, no las mías. No pienso verlos pronto. No quiero volver, y ellos no me recibirían exactamente. Creo que estaban casi encantados de librarse de mí. Era una carga. Tengo el presentimiento de que a Colin tampoco le va a gustar mi tatuaje. Pero no me lo hice por nadie. Sólo por mí. Dave está colocando un vendaje sobre mi tatuaje fresco, recitando las instrucciones de cuidado en un tono monótono, como si hubiera dicho esto un millón de veces antes, y probablemente lo ha hecho. Me entrega

11

una hoja de papel con las instrucciones en ella y le echo un vistazo por encima, sin ver realmente las palabras. Mi cerebro está demasiado ocupado con esas personas en mi vida que quisiera complacer pero rara vez lo hago. Ellos me persiguen, pasan el rato en mi cabeza como fantasmas de los que no puedo deshacerme. Incluso Colin está allí, lo cual es una tontería considerando que vivo con el hombre. El teléfono de Fable suena y por la sonrisa que aparece en su rostro cuando lo mira, sé que es Drew. La veo alejarse para hablar en privado con él y los celos inundan mi corazón, hiriéndolo. Quiero eso, aunque nunca lo admitiría en voz alta y desde luego que no a Fable. El amor incondicional, un hombre que haría lo que sea —y me refiero a lo que sea— para asegurarse que estoy feliz. A salvo. Segura. Amada. Si soy honesta conmigo misma, me gustaría tener eso con Colin. Actúa como si quisiera algo más, pero luego se aleja. He compartido momentos más íntimos con él que con cualquier otra persona en toda mi vida. He dormido en su cama. Me ha abrazado. Me ha besado… pero nada más allá de la clase de beso que un hermano le da a su hermana en la mejilla o en la frente. Confirmación de que es la única forma que siempre pensará sobre mí. Crecimos juntos, Colin y yo. Bueno, Danny, Colin y yo. Mi hermano y Colin eran mejores amigos. Se suponía que se inscribirían a los Marines juntos, pero de alguna manera, Danny fue el único que terminó entrando en servicio. Luego se fue a Afganistán. Y nunca regresó. Él es el fantasma que más pasa en mi cabeza, aunque no me juzga o hace sentir mal. No necesariamente. Es más como que mi hermano mayor me recuerda que a veces, las decisiones que tomo no siempre son las mejores. Si él lo supiera todo, nunca me perdonaría. También me hace sentir culpable por tener ciertos… sentimientos por Colin. Siempre me pregunto si Danny lo habría aprobado. ¿Habría querido que estuviera con Colin? ¿O habría luchado para asegurarse que entre Colin y yo nunca pasara nada? No importa. Danny no está aquí, y entre Colin y yo nunca va a pasar nada. No importa cuanto lo quiera, él no lo hace. No realmente. Le gusta tenerme cerca. Le gusta contar conmigo para estar allí como una especie de muleta para cuando sus emociones y sus demonios se salen de control.

12

Pero no me quiere. No de la manera que más importa. No de la forma que yo lo quiero. Así que olvídalo. Olvida un nosotros. Esta noche, le voy a dar la noticia con un mes de adelanto. Tiempo más que suficiente para que encuentre una camarera de reemplazo. También es tiempo más que suficiente para que pueda encontrar un nuevo apartamento, un nuevo trabajo y una nueva vida en una nueva ciudad. Sé exactamente a dónde voy, no es como si estuviera siguiendo mis instintos y cambiando mi vida por un capricho. Bueno, algo así. Siempre he sido una persona impulsiva. Eso me ha metido en problemas en el pasado. Esperemos que no me meta en problemas ahora. Colin estará furioso porque me esté yendo, pero tal vez, sólo tal vez, el tatuaje me dará fuerza. Me recordará que lo que estoy haciendo es lo correcto. Me tengo que ir. Tengo que aprender a vivir mi vida por mi cuenta, no esa mierda infantil de escaparme y vivir en mi auto como lo hice la última vez. Ahora soy mayor. Más inteligente. Más prudente. Necesito volar y ser libre.

13

COLIN El restaurante está repleto. Estamos a fines de agosto, y los estudiantes están de regreso, lo que significa que El Distrito está de vuelta en acción. La barra está llena, mi personal está trabajando duro y la cocina es un pozo humeante de interminables aperitivos, los platos grandes siendo eliminados, ya que al parecer ninguno de los clientes quiere un menú completo esta noche. Todos quieren un trago. Celebrando el regreso a clases, o ahogando su miseria en alcohol porque están… de regreso en la universidad. No me importa cuál sea. Mientras sigan comprando bebidas y dejando grandes propinas para el personal, estoy satisfecho. —Oye, tú eres el dueño, ¿verdad? Levantando la mirada, veo a una bonita chica frente a mí, con una esperanzada sonrisa. Probablemente quiere un trabajo. Acabo de contratar a una nueva anfitriona la semana pasada, así que en este momento no estoy buscando, pero siempre doy solicitudes. Nunca se sabe cuándo vas a perder a alguien, y es difícil encontrar una buena ayudante. —Lo soy —contesto, devolviéndole la sonrisa, mi mirada recae en ella. Comprobándola. Es atractiva. No es hermosa del tipo hace-que-mi-corazón-sientaque-explota-en-mi-pecho, pero tampoco es del tipo ponle-una-bolsa-depapel-en-la-cara-mientras-la-follo. Me gusta la forma en que se ve. Así que le regreso la mirada. —Eso pensé. —Avanza, apoyando sus antebrazos contra el mostrador de la anfitriona, mostrando sus pechos, que amenazan con salirse de esa escasa camiseta. Tiene grandes pechos. Tengo una cosa por los pechos grandes pero mantengo mi mirada en su cara todo el tiempo, olvidando el horario impreso de la salida matutina en mi mano. Son casi las once y la cocina acaba de cerrar, lo que significa que puedo salir de aquí si quiero. Pero no lo hago. Jen tiene turno hasta la medianoche, así que voy a esperarla y la llevaré a casa. Como siempre. Lo que sea para pasar tanto tiempo con ella como sea posible. —¿Buscas trabajo? No tenemos ninguna vacante disponible por el momento. —Finalmente, me rindo y dejo caer mi mirada, mirando descaradamente su escote. Ha pasado un tiempo. Demonios, no puedo recordar la última vez que eché un polvo. Y en donde trabajo, la corriente

14

interminable de mujeres viene todos los días, no soy un imbécil cuando digo que podría tener sexo cuando yo quiera. No estoy siendo un idiota arrogante, sólo afirmo los hechos. Todavía no me ha contestado. —Déjame agarrar una solicitud. — Inclinándome, estoy alcanzando la pila de solicitudes en blanco en la plataforma cuando la chica se ríe y sacude la cabeza. —No estoy interesada en un trabajo. Estoy interesada en ti —dice sin rodeos. Parpadeando, me enderezo, estudiándola. La sonrisa que curva sus brillantes labios de color melocotón es tímida, su mirada caliente. Como si, definitivamente estuviera interesada en lo que ve. Las mujeres rara vez me dejan sin palabras, pero últimamente no he sido yo. A pesar de mis problemas, a pesar de no querer decepcionar a la única mujer que significa todo para mí, también me gusta lo que veo delante de mí. He follado a muchas mujeres, y esta se ve lista para ser tomada. Huele bien, se ve bien y el brillo en sus ojos me tienta. Me invita. No soy un santo. Algunos incluso podrían llamarme puto, aunque eso es más parte de mi pasado. ¿Qué puedo decir? Me gustan las mujeres y generalmente ellas también me desean. No soy estúpido. Mi cara bonita me ha metido en problemas. Tanto buenos como malos. Sólo una mujer está fuera de mis límites. Seré un imbécil, pero al menos tengo una pequeña cantidad de escrúpulos dentro de mí. Además, tiene que haber algo intocable y sagrado en mi mundo, ¿verdad? Ella lo es. La dulce niña que conozco desde que éramos niños. La hermosa adolescente que traté de no mirar por temor a que supiera que la deseaba. La mujer que me niego a tener. Somos amigos, y eso es todo lo que podemos ser. Me da miedo arruinar nuestra relación si la llevo a otro nivel. Necesito su amistad más de lo que deseo su cuerpo. Bueno. Apenas. Pensar en ella hace que mi corazón y mi libido se disipen, mi interés por esta mujer delante de mí se marchita y se aleja como una hoja muerta y seca. Eso es todo lo que toma. Pensar en Jen y estoy acabado. —Eh, me siento halagado, pero… —Paso una mano por mi pelo, preguntándome cómo voy a rechazarla delicadamente. Nunca tuve que hacer esto antes. Cuando una mujer está interesada, generalmente dejo

15

que pase. La dejo entrar. No del todo, sino lo suficiente para que ambos consigamos lo que queremos. Nunca dejo que nadie entre del todo. Jen es la única que ha conseguido acercarse. Sin embargo, todavía la tengo a un brazo de distancia, en su mayoría. Excepto por esos momentos tranquilos e íntimos en la oscuridad, cuando la desesperación amenaza con abrumarme y ella se escabulle en mi habitación para ofrecerme consuelo. Esos momentos que guardo para mí. Nunca hablamos sobre ellos. Son como nuestros pequeños y sucios secretos. —Así que, supongo que tienes novia. —La mujer se ríe, ladeando la cabeza. Tiene el cabello rubio oscuro, con rizos perfectos que caen más allá de sus hombros. Su maquillaje es suave y su atuendo tentador. Hace unos meses habría sido mi tipo. La habría desnudado y me habría enterrado profundamente dentro de ella a menos de una hora de conocerla, sino antes. Pero el sexo anónimo ya no me atrae. Y la mujer que realmente quiero, no puedo tenerla. Corrección: no me permito tenerla. Así que en vez de tenerla a ella desnuda y enterrarme profundamente en su interior como quiero con desesperación, sufro. Como un verdadero mártir. O más bien como un verdadero idiota. Aclaro mi garganta, y decido ser honesto. —Yo… —La tiene. —Jen aparece junto a mí como si la hubiera evocado con un hechizo mágico, hecho de humo y espejos y tanta belleza que duele mirarla. Pasa un delgado brazo a mí alrededor, colocando sus dedos en mis bíceps y mi piel quema donde me toca. Arrimándose más cerca, ese atractivo y delgado cuerpo se aplasta contra el mío, haciéndome sudar, haciendo que mi piel se tense. Lleva una misteriosa sonrisa y una mirada desafiante en sus oscuros ojos marrones que incluso apartaría a la mujer más agresiva en el planeta. Su mirada claramente dice: Aléjate, él es mío. Demonios, desearía serlo. —Lo siento. —La chica no suena como si lo lamentara en absoluto mientras sale del mostrador y se aleja, sacudiendo la cabeza—. No quise molestar a nadie. —Sigue caminando. No hay nada que ver aquí —grita Jen detrás de ella mientras la chica regresa al bar. Luego libera inmediatamente el agarre que tiene sobre mí, se aleja un poco y siento profundamente la pérdida—. Dios. ¿Nunca te cansas de eso?

16

—¿Cansarme de qué? ¿Mujeres coqueteando conmigo? —Una vez viví esa mierda cada noche. Coquetear, beber, estar rodeado de hermosas mujeres, todo eso me ayudó a olvidar lo que había hecho. Cómo decepcioné a una familia entera. Cómo abandoné a mi mejor amigo y terminó muerto. Cómo, sobre todo, dejé a esta chica frente a mí. Todo eso es mi culpa. —Sí. —Suena irritada, pero luce caliente. El sencillo vestido negro que lleva acentúa sus curvas, se detiene a mitad del muslo y exhibe sus interminables piernas. Las piernas que me gustaría tener desnudas. Me imagino agarrando sus delgados muslos y envolviéndolos alrededor de mis caderas—. Te ha estado rondando durante los últimos veinte minutos como si fuera un tiburón y tú fueras sangre en el agua. No lo había notado. ¿Soy un idiota por gustarme que Jen se diera cuenta? Este indicio de celos es nuevo. Me gustaría saber qué lo impulsó. —Me habría encargado de ella. —¿Cómo? ¿Invitándola a la casa? Echando un vistazo alrededor, agradezco que no quede nadie en el restaurante. Los clientes restantes pasaron a la barra. No necesito a nadie presenciando este intercambio, sobre todo mis empleados. Los rumores en El Distrito son bastante malos. Jen y yo no necesitamos agregar más leña al fuego. Ya hablan de nosotros. Preguntándose qué demonios hacemos, si estamos juntos, o no. La constante especulación es agotadora. —No haría eso. No cuando tú estás allí —digo finalmente, mi mirada reuniéndose con la suya una vez más—. De todos modos, ¿desde cuándo te importa? Digo la cosa equivocada. Ella parece a punto de explotar, sobre mí. —¿Así que la llevarías a casa si yo no estuviera allí? ¿Eso es lo que estás diciendo? Eres un idiota —murmura mientras se aleja. La sigo, mi mirada enfocándose en la parte posterior de su cabeza. Su largo y castaño cabello está suelto esta noche, pero cuando sacude la cabeza veo el borde de un vendaje blanco asomándose entre los gruesos y sedosos mechones. —¿Qué te pasó? Me mira por encima del hombro con una mirada fulminante. —¿De qué estás hablando? —El vendaje. —Agarro su brazo y la detengo en seco. Casi se tropieza con los tacones que está usando y la sostengo con más fuerza para mantenerla derecha—. ¿Te lastimaste?

17

Alcanza su cuello con su mano libre y frota la parte de atrás tímidamente, un pequeño ceño frunciendo sus cejas. —Yo, eh… no es nada. Cruzo los brazos frente a mi pecho, bloqueándola para que no se aleje. Conozco esa mirada. Está lista para escapar. Algo en lo que es muy buena. —Estás escondiéndome algo. —Realmente no quiero hacer esto aquí. —Suelta un áspero suspiro, y me pregunto de qué demonios está hablando—. ¿No podemos hablar de esto cuando lleguemos a casa? —¿Hablar sobre qué? —Estoy confundido. ¿A dónde va con esto? Jen se suelta de mi agarre y levanta los brazos en el aire, la frustración escrita por todo su hermoso rostro. —Bien. Vamos a hacer esto. Tengo que darte un anuncio, Colin. Voy a renunciar.

18

2 Traducido por Niki Corregido por Gabriela♡

COLIN —¿Renunciar? ¿De qué mierda estás hablando? —Estoy gritando. Me doy cuenta de su mueca de dolor y mantengo mi boca cerrada, sintiéndome como un idiota. Pero sus palabras me afectan, y estoy haciendo mi mejor esfuerzo para frenarme a mí mismo. Jen no puede renunciar. Ha trabajado aquí casi un año. Es una de mis mejores camareras. Este lugar, especialmente el bar, funciona mejor cuando ella está aquí. Pero no es por eso que no quiero que se vaya. —No puedo quedarme aquí. —Jen mira todo el restaurante vacío, sus dedos curvándose alrededor de la parte posterior de su cuello, jugando con el borde de su misterioso vendaje—. Considera esto como mi generoso aviso de cuatro semanas. Eso te dará tiempo de sobra para reemplazarme. ¿No sabe que es irremplazable? —¿Encontraste otro trabajo? —Es la única explicación. Y si ella odiaba tanto trabajar aquí, me gustaría que me lo hubiera dicho. Podría haber hecho algo para que fuera mejor para ella. ¿Pero qué? ¿Qué más puedo hacer? Poco a poco, sacude la cabeza. —Me voy. ¿Qué demonios? —¿Volverás a casa? —Me resulta difícil creerlo, pero tal vez finalmente está lista para ver a su madre y padre después de todo lo que ha pasado, después de escaparse. Nunca regresó y sé que la echan de menos. Su madre me ha llamado más de una vez preguntando por ella. Sé que hablaban, pero ocurre raramente, y es por culpa de Jen. Tal vez tuvo un cambio de corazón. Realmente no hay otra explicación para su partida. Al menos en mi mente.

19

—No —escupe la palabra como si fuera veneno, y deja caer la mano de su cuello, enderezando los hombros—. Me niego a volver a casa. Me voy a mudar a Sacramento. —¿Sacramento? ¿Me estás tomando el pelo? ¿Por qué? —Me siento perdido. No puedo entender sus motivos, por qué quiere irse, y qué demonios tiene Sacramento para ofrecerle que es mejor de lo que yo puedo darle, maldición. —Necesito un cambio, ¿de acuerdo? Estoy cansada de la cosa de pueblo pequeño. Me encuentro con la misma gente una y otra vez. A la mayoría de ellos no los quiero ver. —Empieza a caminar más allá de mí— . En serio no deberíamos estar teniendo esta conversación aquí. La agarro de nuevo, parando su progreso. Cerrando los dedos apretadamente alrededor de su brazo, tiro de ella hacia mí, invadiendo su espacio. Su perfume llena mi cabeza, como una flor exótica que se respira en el aire, fragante y pesada. Intoxicante. Mi mirada se reduce a su boca, y estoy momentáneamente paralizado mientras hunde sus dientes en su regordete labio inferior. Mierda. Esto es una verdadera tortura. Tenerla así de cerca. Discutir con ella donde cualquiera podría vernos. Actuando como amantes en medio de una acalorada discusión… Pretendemos que en realidad no nos importamos el uno al otro, pero es tiempo de ser honesto conmigo mismo. Está tan inmersa en mi mundo que no me puedo imaginar que salga de él. No me quiero imaginar que salga de él. —Entonces, ¿en dónde más sugieres que tengamos esta conversación? —le pregunto, manteniendo la voz baja y lo más uniforme posible. Mientras que en el fondo, quiero ceder ante mi rabia, y gritar y hacer un berrinche. Jen no puede dejarme. Lo que está diciendo, no puedo ni siquiera comenzar a comprenderlo. —¿Tu casa? —Pone los ojos en blanco y en realidad se ríe—. Sin embargo, no es como si realmente alguna vez habláramos allí, ¿verdad? En realidad, nunca hablamos en ningún lugar. Soltándola, doy un paso lejos de ella, necesitando la distancia. Tiene razón. Nuestra situación es… rara. Me ocupo de ella a causa de mi propio y retorcido sentido de culpa, y ella se queda conmigo porque, ¿a dónde más podría irse? Sé que aprecia todo lo que he hecho por ella. Mantenemos nuestro pasado vinculado en secreto del resto de los

20

empleados en el restaurante, con excepción de Fable. Jen le confesó nuestra larga conexión hace meses. Al principio, me enojó que Jen le dijera acerca de nuestra historia compartida. Luego lo superé. Me agrada Fable. Está llena de problemas — estaba extremadamente llena de problemas cuando la contraté por primera vez, pero ha salido de su caparazón, y ahora ella y Jen son mejores amigas. Incluso llegué a ser amigo de su novio. Infiernos, los cuatro hemos ido a cenar juntos una o dos veces, como si estuviéramos en una cita doble o algo así. Es estúpido poder mantener lo que hay entre Jen y yo tan casual, tan… fácil, pero no puedo convertirlo en algo real. Algo verdadero. Estoy tan jodidamente asustado de hacer un movimiento por miedo a arruinar las cosas. Teniendo en cuenta que arruiné un par de cosas en mi vida personal, es un temor legítimo. —¿De verdad quieres hablar cuando lleguemos a casa? Hablaremos —le sugiero por fin. Sus ojos se abren. —¿En serio? —Por supuesto. Lo que quieras, todo lo que tienes que hacer es preguntar. —Abro los brazos, y luego los dejo caer a mis costados. Me mira con esos oscuros ojos insondables, analizándome, haciendo que me den ganas de retorcerme. Es alta con sus tacones, casi al mismo nivel visual conmigo, y eso que mido un metro ochenta y cinco. —Todo lo que quiero, me lo das. —Es una afirmación, no una pregunta, y medito ese hecho. —Es tuyo —concuerdo—. ¿Cuándo te he negado algo? Se ríe, pero no hay humor en su risa. —Me niegas casi todos los días de tu vida. Me rasco la parte posterior de la cabeza, desconcertado. Quiere decir algo más, lo sé, pero no puedo imaginar qué. Además, estoy cansado y no estoy en el estado de ánimo para un montón de juegos, no es que a Jen le guste andarse con juegos. Pero está siendo evasiva. Misteriosa. Tratando de lanzarme una indirecta, estoy seguro. —Pídeme lo que quieras. Haré todo lo posible para complacerte. — Hago una mueca en el momento que las palabras salen. Sueno como un jefe, y lo soy. Una diminuta sonrisa cursa sus labios. —Muy bien, entonces. Déjame ir. Déjame hacer esto, Colin. No puedo depender de ti para siempre.

21

La comprensión me golpea, haciéndome sentir como un tonto. —¿Es ese el problema? ¿Te sientes mal porque te ayudo? Nunca fuiste una carga, Jen. Lo sabes. —No, no lo sé, pero ese no es el punto. —Suspirando, su sonrisa se vuelve triste—. Te agradezco por la ayuda. Más que nada, agradezco el que me sacaras de una mala situación antes de que se pusiera… mucho peor. Me salvaste. —Era lo menos que podía hacer. —Una gran subestimación. Si no pude salvar a su hermano, mi mejor amigo, entonces al menos podría salvar a su hermana pequeña. —Y estaré eternamente agradecida por ello. En serio. Pero tengo que admitir que estoy cansada de ser salvada por ti. De ser el problema que constantemente tratas de resolver. Quiero irme. Necesito mi libertad para probar algo nuevo y explorar otras opciones. Alojarme aquí en esta estúpida y pequeña ciudad haciendo lo mismo día tras día no va a resolver mis problemas. —¿Tienes problemas? —¿Por qué no me dijo sobre ellos? —¡Sí! Toneladas de ellos. Todo tipo de problemas, pero no te das cuenta porque estás demasiado envuelto con los tuyos. ¡Eso no es verdad! —No quiero darte tu libertad sólo porque me dejarás —murmuro, sintiéndose como un idiota egoísta. La expresión de su cara me dice que también piensa que soy un idiota por decirlo—. Pídeme cualquier otra cosa, Jen. Cualquier cosa. Yo… no quiero dejarte ir. Todavía no. La irritación llena su rostro, haciendo que sus labios se frunzan y que sus ojos se entrecierren. —¿Cualquier cosa? —Lo que sea. Voy a darte lo que sea. Sin preguntar. —Muy bien. —Toma una respiración profunda, como si necesitara coraje—. Te quiero a ti.

22

JEN Me mira como si hubiera perdido la cabeza, lo que probablemente es cierto. ¿Qué me poseyó para decir eso? Me va a rechazar. Lo siento en mis huesos. No lo culpo. Nosotros no funcionaríamos juntos. Lo sé. Él también. Estoy ocultándole algo que nunca podría dejarle saber. Eso de por sí nos impide tener cualquier tipo de relación. Pero no pude evitarlo. Tenía que decirlo. Creo que en secreto él también me desea. —No me quieres —dice finalmente, dejando caer la cabeza para mirar el suelo, una sonrisa de auto-desprecio escapándosele—. Confía en mí. Cada día que pasa, me rompe el corazón. La forma en que acaba de decir aquello, esas seis palabras infundidas con tanta tristeza, amenaza con hacer añicos mi corazón ya roto en millones de pedazos. —Dijiste que podría pedir cualquier cosa —le recuerdo, mi voz pequeña—. Sin preguntar. —Uso sus mismas palabras porque puedo. Inclina la cabeza hacia atrás y levanta la mirada hacia el techo, luciendo como si se hubiera quedado sin palabras, lo que es casi imposible. El hombre es un hablador. Un encantador. Tiene que serlo, por esa misma razón es tan exitoso a una edad tan joven. Sí, su padre extremadamente rico y negligente le dio dinero para iniciar el primer restaurante de su propiedad, pero todo lo demás que ha logrado fue sólo debido a lo que él hizo. También es hermoso. Y lo sabe. El cabello rubio oscuro, sus penetrantes ojos azul pálido, y su rostro… no hay palabras para describirlo. Es condenadamente hermoso. —Me estás matando —dice finalmente, sin dejar de mirar al techo. —Fue un día esclarecedor para ambos —le respondo, la irritación haciéndome insolente. Dejando caer la cabeza, me estudia. —Quiero fingir que no dijiste eso. La ira me llena. Por supuesto que quiere aparentar. Es la historia de su vida. La forma en que funciona siempre. Estoy tan harta de fingir. Evitar. Hacer una cosa y decir otra.

23

Mi vida con Colin se siente irreal. La odio. —Como quieras. Finge como lo haces usualmente. —Quiero correr pero me mantengo firme en mi terreno, mirándolo. Ignora mi comentario. —Tenemos que irnos. —Trabajo hasta medianoche. —Y no estoy lista para salir. Tenemos que terminar esta conversación. Además, ¿y si nos vamos a casa y él me ayuda a empacar mi maleta y me manda por mi camino, feliz? Esa es la última cosa que quiero que suceda. Todavía no estoy lista. Tendría que haberle dicho mi plan más… delicadamente. He manejado todo mal. Mal, mal, mal. —Han sobrevivido sin ti durante los últimos quince minutos que hemos estado hablando. Creo que te retires antes de tiempo no va a importar. Además, yo soy el que hizo tu horario. Puedes irte cuando lo diga. —Inclina la cabeza, luciendo arrogante—. Vámonos. Y como la niña obediente y tonta que soy, lo sigo. Condujimos a casa en silencio, el aire entre nosotros espeso con tensión. Me pasé todo el tiempo enviando mensajes de texto con Fable, diciéndole que me armé de valor y le di mi aviso a Colin. Pensé que iba a estar feliz por mí. Por lo menos, orgullosa de que por fin encontrara un poco de coraje y lo hiciera. En cambio, recibí una serie de textos quejicas en respuesta, rogándome que no me fuera. Quiero decir, ¿qué demonios? Incluso mi nueva mejor amiga está tratando de hacer que me quedara. Este pueblo es muy pequeño y todos se conocen. Después de lo que pasó la última vez, no quiero correr ese riesgo de nuevo. Prefiero irme y olvidar que este lugar alguna vez existió. Voy a extrañar a mis amigos. Voy a extrañar Colin. Pero lo mejor es que me vaya. Ni siquiera sé cómo acabé aquí. Crecí cerca de dos horas de distancia, en un pueblo pequeño, aparentemente idílico, pero realmente súper aburrido en las montañas. Donde todos se conocen y el aire es nítido y claro, lleno del aroma de pino. Donde prevalece el chisme y los secretos que no son tan secretos remontan de generación en generación. Colin también creció allí; su mamá vivía justo al lado. Su padre nunca fue parte de su vida. Vi a Conrad Wilder un par de veces, pero siempre brevemente, y no sé mucho sobre el hombre. Solo que es muy generoso con su dinero —y tiene un montón, una fortuna que había

24

heredado de su padre cuando murió— entregándoselo a Colin cada vez que podía en lugar de pasar tiempo de calidad juntos. No que Colin alguna vez se quejara. Mantiene la mayoría de sus emociones para sí mismo. Para el momento en que llegamos a su casa, me encerré en mi habitación. No me molesté diciendo buenas noches, vamos a hablar, vete a la mierda, te odio —nada. Simplemente me escapé de él, atravesando el pasillo como una cobarde. Di vuelta a la cerradura de la puerta de mi dormitorio, me despojé de mi ropa, y acurruqué en la cama. Apretando los ojos bien fuerte, con la esperanza de que el sueño me llevara rápidamente. No lo hizo. Horas más tarde, todavía estoy en la cama, frustrada y acalorada a pesar de que el ventilador en el techo gira perezosamente por encima de mí. Me quité las cubiertas, quedándome sólo con un par de bragas y una vieja camiseta, sintiéndome como si pudiera estallar; estoy tan inquieta. Y luego lo oigo. A él. La habitación de Colin está al lado de la mía y las paredes son muy finas. Gracias a Dios que nunca había traído a una mujer, al menos no cuando yo me encontraba alrededor. Oírle hacer… lo que podría hacer con otra mujer me enviaría directamente sobre el borde. Ya estoy allí, colgando de un fino hilo gracias a Colin. Siempre comienza de forma suave. Un quejido, o a veces un gruñido, aunque nunca es feroz. Dándome la vuelta sobre mi costado, me enfrento a la pared que compartimos, esperando con la respiración acelerada el próximo sonido. Su voz es gutural y profunda, aunque no acabo de entender lo que está diciendo. Por lo general no puedo. Cuando empieza a hablar, esa es mi señal para salir de la cama e ir a ver cómo está. Así que lo hago. El aire frío golpea mi cara cuando abro la puerta de su habitación. Dejó las ventanas abiertas y la noche se ha enfriado considerablemente, una señal de que el otoño está en camino. Entro de puntillas en su cuarto, deteniéndome a los pies de la cama, y viendo con impotencia cómo se revuelve, abrumado por los demonios que lo persiguen en sus sueños casi todas las noches. Está oscuro, pero puedo distinguir su forma a la luz de la luna, brillando a través de las ventanas abiertas. Está sin camisa, por supuesto. Un manojo de sábanas alrededor de sus caderas, y sus anchos

25

hombros y pecho brillan a la luz de la luna. Nunca lo había visto así a la luz del día —desnudo y jodidamente perfecto— pero quiero hacerlo. Su voz se eleva, y ahora puedo entender lo que está diciendo, las palabras rompiéndome el corazón. —Tengo que salvarlo. Tengo que encontrarlo. —Se sacude como si estuviera corriendo, buscando lo que perdió, y sin pensarlo, me deslizo en la cama con él, acurrucándome detrás de él para poder envolver mis brazos alrededor de su cintura. Sé a quién está buscando en sus sueños. También solía soñar con él. Justo después de que perdiéramos a mi hermano para siempre. Esta es nuestra pérdida compartida, la fuerte conexión que nos mantuvo juntos, lo que lo hizo buscarme cuando me fui. Colin me encontró. Colin me salvó. Es lo menos que puedo hacer: tratar de salvarlo. Sosteniéndolo cerca, descanso mi barbilla encima de su hombro, mi boca cerca de su oído. —Está bien —le susurro mientras paso las manos sobre su firme estómago, sintiéndome muy audaz esta noche. Estoy cansada de contenerme, sin dejar salir lo que siento. Quiero sentirlo, conocerlo en todos los sentidos íntimos posibles—. Todo está bien. Hiciste lo que estuvo en tus manos. Sus pesadillas lo persiguen. Son oscuras y desesperadas. Aunque nunca habla de ellas, no hace falta ser un genio para darse cuenta de lo horrible que son. La forma en que lo atormentan casi todas las noches. No sé cómo vive así. Actúa como si todo estuviera bien en la luz del día. Feliz y despreocupado, como si nada le molestara. Pero en la oscuridad, en sus sueños, su otro mundo se revela. Y no es bonito. —Jennifer —susurra mi nombre, volteando la cabeza así su boca está alineada casi perfectamente con la mía. Coloca sus manos sobre las mías, entrelazando nuestros dedos, y suspiro ante su toque. Es como si ni siquiera fuera consciente de lo que está haciendo. Me toca como si me quisiera poseer. Como si realmente estuviéramos juntos. Pero nunca llegamos más lejos que esto. No hay besos, nada sexual. A pesar de que la tensión y el calor que irradia de su gran cuerpo no es solo debido a sus pesadillas. Es por mí. Me desea. Su cuerpo siempre, siempre responde a mi tacto. Me gustaría que por una vez, pudiera admitirlo.

26

—Lo siento. —Suena tan perturbado, tan desconsolado. Lo odio. Inclinando la cabeza más cerca, sus labios rozan los míos cuando habla—. No me dejes. Y entonces, me besa.

27

3 Traducido por Vani Corregido por Lizzy Avett’

JEN Sus labios son cálidos y suaves, el beso es simple. Mis emociones no son nada más que un choque en mi interior, muriendo por salir. Caótica y fuera de control, me doy cuenta de que es la primera vez que nuestros labios se han tocado realmente. Nos hemos besado las mejillas y frentes, pero nunca los labios. He querido esto por mucho tiempo, pero creo… no, sé que está medio dormido. Probablemente ni siquiera se da cuenta de lo que hace… ¿cierto? Me llamó Jennifer y nunca, nunca me llama así. Soy simplemente Jen. La buena y “siempre puedo contar con ella” Jen. Colin libera su agarre en una de mis manos y me alcanza, ahuecando mi cara, su pulgar acariciándome la mejilla en tanto se vuelve más plenamente hacia mí. Su pecho se roza contra el mío, mis pezones endureciéndose casi dolorosamente, y paso las manos por su pecho, sobre sus pectorales, enrollándolas alrededor de su cuello para poder enterrarle los dedos en su suave cabello sedoso. Me encanta tocarlo. Odio cómo de reservado es siempre bajo el amparo de la oscuridad, la cubierta de las pesadillas, la desolación de la noche. Tengo mis propios secretos que esconder. Cosas feas y terribles que estoy desesperada por mantener encerradas en mi interior. Si alguna vez lo averiguara, sé que nunca me volvería a mirar de la misma manera. Sin embargo, esta vez entre nosotros es diferente. Nuestras bocas se aferran la una a la otra, nuestros labios separándose lentamente con cada pasada, pero me niego a ser la primera en profundizarlo. ¿Negarme? Es más como que me siento demasiado asustada de hacerlo. ¿Y si no lo quiere? No creo que pueda hacerle frente.

28

—Dios, ¿qué me hiciste? —murmura contra mis labios, su aliento caliente al tiempo que exhala con voz temblorosa. Su otra mano se encuentra en mi cadera, sosteniéndome cerca, y lo puedo sentir. Cada bendito centímetro de su barba sexy, piel firme y calzoncillos, al igual que el avance de su erección debajo de él. Un estremecimiento me deja cuando noto que está duro. Su mano se desliza por mi mejilla, mi cabello, hasta que sus dedos se posicionan en mi nuca, apretando alrededor de los largos mechones hasta que no tengo más remedio que inclinar la cabeza hacia atrás, mi nuevo tatuaje doliendo, el adhesivo de la venda tirando los pocos vellos capturados por debajo. Me duele, pero deleita. Porque significa que estoy viva y Colin me besa, me toca. Quiero más. Mucho más de lo que me dispongo a pedir. Se cambia de posición, escalándome, dominándome, y un delicioso escalofrío me recorre la piel y las venas, estableciéndose entre mis piernas. —Podría tomarte de esta manera. —Sus caderas se empujan contra las mías, tan lento y sensual que casi hace que mis ojos rueden. Hago lo posible para retener el gemido de placer que quiere escapar, pero es inútil—. ¿Te gustaría eso? —pregunta, sus perfectos labios carnosos inclinándose en las esquinas. Me mira directamente, sus párpados bajos, su mirada ardiente y casi prendiéndome fuego. No respondo. No puedo encontrar mi endemoniada voz; estoy tan excitada, por dentro y por fuera. Tratando de alzar la cabeza para volver a conectar con su boca, aprieta su agarre en mi cabello, enviándome una oleada de dolor al cuello. Mi piel recién tatuada duele, el vendaje no me ayuda, pero lo ignoro. En vez de eso, me concentro en Colin, en cómo me mantiene en mi lugar. Conservándome bajo su control. Le gusta el control. Lo he sabido durante años. No tenía idea de lo que eso trasmitía sexualmente, aunque no debería sorprenderme. —Sin embargo, no te follaré. No puedo tenerte —dice, la decepción resonando en su profunda voz. Dirige sus labios a lo largo de mi cuello, cubriéndome la piel sensible con pequeños besos calientes, y me lamento, deseando estar desnuda. Deseando que se encontrara dentro de mí. Llenándome, follándome como él sugirió. Golpeando profundamente en mi interior con tanta fuerza que no pudiera más que venirme en cuestión de minutos. Dios, en serio, lo quiero desesperadamente.

29

Mi gemido parece sacarlo de su estupor y levanta la cabeza, soltando su agarre en mí como si le quemara. Se lanza fuera del colchón tan rápido que todo pasa de forma frenética. Se para junto a la cama, pasándose las manos por el cabello y agarrándose la nuca mientras me mira con absoluta incredulidad. —¿Qué demonios acaba de suceder? Sentándome, me quito el cabello de la cara, haciendo una mueca cuando mis dedos rozan mi vendaje. —No finjas que no sabes lo que acaba de ocurrir. Baja la mirada, viendo su notable erección, y hace uno de aquellos sonidos masculinos frustrados en los cuales es tan bueno. —Dime que no hicimos… —No te preocupes. —Salgo de la cama, intentando lucir digna al pararme frente a él, sabiendo que fallo miserablemente teniendo en cuenta que uso una camiseta de tirantes trasparente y un par de reveladoras bragas. Debería avergonzarme, pero al diablo—. No lo hicimos. Como si no lo supieras. —Ni siquiera tuvimos un poco de acción de lengua en nuestro beso y en serio me siento desesperada por conocer su sabor. Por saber si somos tan compatibles como espero que seamos a la hora de besar. La decepción se instala sobre mí, mezclada con una buena dosis de irritación. La conversación que tendremos va a ir al sur, rápido. —¿Por qué estás en mi cama? —Su mirada cae, bebiéndome, sus fríos ojos azules calurosos con su inconfundible excitación. —¿Por qué estoy siempre en tu cama? ¿Por qué crees que vengo por lo menos cuatro veces a la semana a mitad de la noche y me deslizo debajo de las sábanas contigo? Si fingirás que no sabes lo que pasa aquí, lo juro por Dios, Colin, voy a patear tu trasero. Tiene el descaro de reírse, el idiota. —¿Sabías que eres muy caliente cuando te enojas? —Esto no es una broma. —Tomando una respiración profunda, me digo que debo mantener la calma. Hace lo habitual. Fingiendo que nada serio acaba de pasar, actuando como si no tuviera idea lo que en verdad pasó aquí. Es un mentiroso. Me pregunto si ha estado jugando conmigo todo este tiempo. —Sé que no lo es. —Sus palabras casi me desafían a explicar con exactitud lo que ocurre. Así que voy por ello.

30

—Nunca lo hablamos, ¿sabes? —Me acerco un paso, olvidando mi falta de ropa, demasiado concentrada en mi enojo—. Lo que sucede en la noche entre nosotros. Lo que ha estado construyéndose y creciendo desde que me mudé contigo. Retrocede, su expresión cautelosa. —¿Qué quieres decir? —No actúes como si no lo supieras. —Me acerco otro paso, el calor de su cuerpo me irradia, tentándome. A pesar de mi ira y frustración, aún lo quiero y es exasperante—. Tus pesadillas, yo en tu cama, abrazándote. Tratando de hacerte sentir mejor. ¿Qué es lo que sueñas, Colin? —No recuerdo —dice automáticamente, pero lo sabe. Al igual que yo. —Sueñas con mi hermano. —Un paso más, y esta vez lo agarro de la mano y se aferra a ella—. Han pasado casi dos años. Necesitas dejar ir a Danny. Sacude su mano de la mía. —No quiero hablar sobre eso. —Tenemos que hacerlo. Es como una enorme pared que se halla entre nosotros. Y cada vez que trato de escalarla, me empujas. —Empiezo a acercarme de nuevo, dispuesta a empujarlo, golpearlo, no sé qué, pero me agarra primero. Envuelve sus grandes manos cálidas en mi cintura y me aleja, como si no pudiera soportar acercarse demasiado a mí. —No haré esto, Jen. No ahora. —Lo cierto es que la expresión en su rostro dice nunca. Y eso rompe mi límite. Ya me cansé. —Por esa razón es que nunca me quedaré aquí. Este lugar, toda esta situación, no es saludable. Ah, ¿y nuestra supuesta relación? Totalmente insalubre. Me niego a mantenerme al margen y dejar que pretendas que no pasa nada cuando sí lo hace. No seré la única jugadora en este juego. —Girándome, me dirijo directo a la puerta, rogando que me siga, me agarre, me bese sin sentido. Por lo menos que me grite que me detenga, que me ruegue que oiga sus explicaciones. Quiero ese vistazo a su alma, su corazón. El muro que ha construido a su alrededor es de acero, absolutamente impenetrable, pero quiero ser la única que pueda romperlo. Sin embargo, no hace nada. Absolutamente nada. Sólo me deja ir, como siempre, sin decir una palabra. Cuando por fin llego a mi habitación, con la puerta firmemente cerrada, abro la ventana de golpe para dejar entrar un poco de ese aire nocturno deliciosamente frío, me derrumbo en mi cama y lloro. Pesados,

31

dolorosos sollozos se apoderan de mi cuerpo en tanto entierro mi cara en la almohada para que él no me escuche. Dejarlo es lo correcto, lo único que puedo hacer. Este carrusel en el que Colin y yo nos encontramos, es inútil. ¿El llorar por él? Tampoco tiene sentido. Cuando el último sollozo se me escapa, agradezco la brisa fresca que seca las lágrimas en mis mejillas. Agradecida aún más por el sueño que lentamente, pero con dulzura se apodera de mí.

32

COLIN Permití que saliera de mi habitación y no traté de detenerla. ¿Qué diablos me pasa? Tengo veinticuatro años y estoy actuando como un niño. Ella lo es todo para mí y sigo dejándola ir. Sigo fingiendo que lo que está sucediendo entre nosotros no es real. Todo por el bien de ella, me digo. No quiero hacerle daño. Mentira. Es más como que no quiero hacerme daño a mí mismo. Tomar riesgos con mi carrera nunca es un problema. ¿Tomar riesgos con mi vida personal? Olvídalo. Colapso en el borde de la cama, me inclino hacia adelante y dejo caer mi cabeza, apoyando los codos en las rodillas. Mi erección es cosa del pasado, reemplazada por una pila de pesar que se propaga hacia arriba, amenazando con ahogarme. Ella tiene razón. Mentí. Sabía exactamente lo que pasó entre nosotros. Lo bueno que se sentía, lo increíble que ella sabía. Cómo de receptiva había estado a segundos de que yo la tocara. Como un completo imbécil, la empujé, fingí que no sabía lo que estaba pasando, y me cerré por última vez. Salió de mi habitación sin mirar atrás una vez, caliente como la mierda en un par de bragas que colgaban de su trasero y mostraba sus firmes mejillas, una camiseta sin mangas que era trasparente, permitiéndome resaltar el color y el tamaño de sus pezones justo antes de que ella se alejara de mí. Eran profundamente rosas y pequeños. —Joder. —Paso las manos por mi cabello una y otra vez, desordenándolo y realmente no dando una mierda. El sueño no había sido tan malo esta noche. Danny me hacía señas para seguirlo a través de las maderas cuando éramos niños. Lo había perseguido, eventualmente perdiéndolo, como de costumbre. Y entré en pánico cuando me di cuenta de que él se había ido. Cuando me di cuenta que nunca iba a volver. He tenido variaciones de un mismo sueño desde hace años. Podríamos ser niños pequeños, en la escuela secundaria, o incluso la edad de la última vez que estuvimos juntos, pero siempre termina igual. Lo pierdo. No lo puedo encontrar. Y a medida que busco por todas partes, me imagino poco a poco que nunca va a volver. Danny está muerto.

33

Desde que Jen se mudó conmigo, ha estado allí para mí sin hacer preguntas, escondiéndose en mi cama, ofreciéndome comodidad, y siempre la acepto. Deleitándome con ella. Entonces finjo que nunca sucedió. Bueno, ya no más. Tengo que dejar de actuar como un cobarde y hablar con ella. Antes de perderla para siempre. Levantándome, salgo de mi habitación y camino con paso decidido hacia la habitación de Jen, consiente del hecho de que estoy en ropa interior y nada más. No es el mejor traje para una conversación seria, pero al diablo. Si tengo suerte, tal vez me invite a su cama y podamos continuar donde lo dejamos antes. Sí, claro. La puerta está cerrada y bloqueada, pero tengo una de esas diminutas llaves de reemplazo en la parte superior del marco de la puerta. La alcanzo, sintiendo el frío metal bajo mis dedos y la agarro, colocando la llave en la cerradura y girándola hasta que los resortes de bloqueo se abren. Entro en silencio, sin querer asustarla o peor aún, molestarla si está durmiendo. Diablos, espero que no esté durmiendo. Pero lo está, y la decepción me llena. Me acerco a la cama y veo que está girada hacia la ventana, las cubiertas envueltas alrededor de sus hombros, con los ojos cerrados y los labios fruncidos. Sin pensarlo, me acomodo en el borde de la cama lo más suavemente posible, buscando su calor. Extendiendo la mano, toco su cabello, dejando que las hebras de color marrón oscuro se deslicen a través de mis dedos. Ella es todo lo contrario de mí. Su pelo es oscuro mientras que el mío rubio, sus ojos son del color del chocolate y los míos azules pálidos, demasiado dulces para mi ser. No la merezco. La alejo porque sé que es verdad. ¿Pero que se sentiría sería ceder? ¿Sólo una vez? Y demostrarle lo mucho que la quiero… Jen se gira sobre su espalda, un suave suspiro escapando de ella, y dejo caer mi mano, conteniendo la respiración mientras espero que despierte. No lo hace. Siguiendo mis instintos, me estiro junto a ella en la parte superior de la colcha, deslizando un brazo alrededor de su cintura y atrayéndola cerca. Cierro los ojos y descanso mi mejilla en la parte superior de su cabeza, respirando su olor, absorbiendo su dulzura. El solo hecho de tenerla cerca calma mi acelerado corazón y agitados nervios. El sueño me puso al

34

borde. Su confrontación empujándome sobre él, hasta que todo lo que quería hacer pretender que nunca ocurrió. Pero ahora que estamos juntos y la abrazo, una sensación de paz se asienta sobre mí. Se acerca, su cabeza apoyada en mi hombro, su boca cerca de mi cuello. Su respiración se agita contra mi piel, enviando una sensación de hormigueo por todo mi cuerpo, y luego sus labios se mueven, húmedos y cálidos. —No serás capaz de negar que estamos en la cama juntos esta vez —dice en este pequeño y sexy susurro que va directo a mi polla. Mierda. Me aferro a ella con fuerza, moviendo su cuerpo así queda debajo de mí, y yo estoy a horcajadas sobre sus caderas, y estamos de vuelta al punto de partida. Justo donde nos encontrábamos antes de que todo se viniera abajo. Esta vez, no voy a dejar que eso suceda.

35

4 Traducido por Julieyrr Corregido por Key

JEN —… y eso fue todo. Le dije eso y él saltó sobre mí como si fuera, ya sabes, a hacérmelo o lo que sea. Por lo menos a besarme. Pero no lo hizo. Me miró como si me hubieran crecido tres cabezas y luego se bajó de mí. —No. —Sí. —Asiento, entrando en mi lamentable historia. Pero al menos es a Fable a quien se la estoy contando, ella entiende. Cualquier otra persona probablemente se reiría de mí—. Justo antes de irse, dijo… — Pausando, tomo una respiración, bajando la voz para poder imitar a Colin—. “Tienes razón. No puedo negarlo por más tiempo.” Luego se inclinó, besó la cima de mi cabeza y salió de la habitación. Fable me mira fijamente, sus ojos verdes muy abiertos y su boca colgando con incredulidad. Cualquier otro día, me darían ganas de reír. Probablemente algún día podríamos reírnos de esto juntas, porque, en realidad, la noche anterior había sido ridícula. Surrealista. Sin embargo, no me estoy riendo ahora. Y tampoco lo está Fable. Sabe lo importante que es Colin para mí. Cómo de cercana soy a él a pesar de no querer serlo. Ella lo entiende. Fue a través de su propia confusión con Drew y de alguna forma ellos salieron por el otro lado. El lado feliz. Tengo la sensación de que eso no nos sucederá a Colin y a mí. —Así que abandonó. Estaba encima de ti en una cama y no hizo nada —dice Fable finalmente—. ¿Y dijo que no puede negar eso? ¿Qué, eres un eso ahora? Encogiéndome, echo un vistazo a la mesa. Estamos en el apartamento de Fable y Drew, aunque Drew no está en casa. Está en la práctica de fútbol y su hermano, Owen, está en la práctica del equipo

36

universitario de su escuela secundaria. Siguiendo los pasos del novio de su hermana, lo que no puedo dejar de encontrar lindo. —Y lo dejaste ir. Sin decirle ni una palabra. Sólo dejaste que se fuera. —Fable suena completamente desconcertada. Puedo entenderlo ya que yo también estoy totalmente desconcertada. Y ofendida. Total y completamente fuera de forma. —¿Qué podía decirle? “Oye, ¿quieres quedarte así finalmente podemos hacerlo? No lo creo. —Todavía estoy viendo fijamente la mesa, que es pequeña, oscura y perfecta. Creo que la compraron, recuerdo a Fable diciéndome que iban a comprar muebles. No tiene una marca en ella, ni siquiera una mota de polvo. —Si yo fuera tú, le habría gritado algo como: “No creas que vas a volver a estar en mi cama, imbécil. No con ese tipo de problemas.” Quiero decir, el chico tiene que ser puesto en su lugar. No puede usarte y dejarte así. ¡Qué idiota! —Fable es toda bravuconería y admiro eso. Me gustaría poder gritarle a Colin y decirle lo que realmente me hace sentir. Cuánto daño me hizo el aparente rechazo de anoche. Cómo realmente no me usó. Cómo a veces deseo secretamente que me use. Me vuelvo a su cama de buena gana. Siempre voy a su cama de buena gana. No puedo soportar oír que sufra, oírle gritar. A veces dice el nombre de mi hermano. A veces, el mío. Su dolor me rompe el corazón. Es un dolor que ahoga la luz del día. Que él medio reconociera lo que tenemos enciende una chispa de esperanza dentro de mí. Que se alejara —de nuevo— apagó esa débil llama. Sin embargo, yo hago lo mismo. Estoy sofocando mi dolor, mi secreto. Es más fácil de esa manera. Aunque eso no significa que lo entiendo. —Le dije que renunciaba, que me iba, todo eso. Él no quiere que me vaya, pero en realidad tampoco dijo por qué, así que… no tiene sentido que me quede aquí. —Finalmente levanto la cabeza y me encuentro con la mirada de Fable. Parece decepcionada de mí, y no me gusta eso. He hecho eso muchas veces en mi vida —decepcionar a la gente. No es que quiera hacerlo. Simplemente sucede. —No quiero que te vayas. Tampoco Drew. —La voz de Fable es suave. Sé lo que está tratando de hacer—. Te extrañaremos y sabes que no le digo este tipo de cosas a cualquiera. Eres la primera amiga de verdad que he tenido. Drew bromea diciendo que tú me calmas y que pagaría mucho dinero para mantenerte alrededor.

37

Mi corazón duele por la confesión de Fable, por el humor que está tratando de traer a la conversación de otra forma seria. Ella también es mi primera amiga real. Siempre fui cercana a mi hermano y sí, también a Colin. Pero, ¿a otras chicas? En realidad no. Hasta que me mudé aquí y me encontré con Fable y de alguna manera conectamos. —Tú estás bien viviendo aquí porque es aquí donde creciste, y ahora Drew necesita terminar la universidad. Y por supuesto, está Owen —digo. Aunque me pregunto qué va a suceder una vez que Drew sea reclutado por la NFL, porque el tipo es sólo demasiado bueno como jugador para no ser reclutado. Sé que Fable no quiere irse por Owen, pero tendrá que tomar una decisión y pronto. No la envidio por eso. —No hay nada aquí para mí, ¿no puedes verlo? —le digo—. Ni raíces, ni ataduras. No es que tú no cuentes, pero… no puedo quedarme aquí para siempre. —Me trago el nudo en la garganta, enojada conmigo misma porque no pueda admitir que la verdadera razón por la que no me quedaré es porque tengo miedo de que mi pasado se ponga al día conmigo, y no sepa cómo explicarlo. Y que cierta persona nunca reconozca que podríamos tener algo, juntos. Algo real, hermoso y sorprendente si sólo abriera los ojos —y su cerrado corazón, hecho de acero— y se diera cuenta. —Los hombres apestan —dice Fable irritada, haciéndome reír. Ella sonríe de vuelta y sé que esa era su intención. —Lo hacen —estoy de acuerdo—. Con excepción del tuyo. —Oh, por favor. Definitivamente no es perfecto. En ocasiones, apesta un montón. Pero sí. Me lo quedo. —Sus mejillas se encienden con un tenue rosado y estoy llena de una cantidad insana de celos que odio reconocer, incluso a mí misma. Amo a mi amiga. Me encanta que haya encontrado un amor incondicional en un precioso y dulce chico que no quiere más que cuidarla. ¡Cómo me gustaría que Colin sintiera lo mismo! Él no tiene ningún problema conmigo cuidándolo, pero que el cielo no permita que lo necesite para nada más allá de un trabajo y un techo sobre mi cabeza. Ugh. Fable tiene razón. Los hombres apestan. —Tal vez sólo deberías insinuártele —sugiere Fable de repente, sacándome de mis pensamientos. —¿Hablas en serio? —No sé si tengo el coraje para sólo… insinuármele l. A pesar de lo mucho que quiero hacerlo. He conocido a Colin por lo que se siente como una eternidad. Aunque estoy dispuesta a

38

alejarme de él y su generosidad, no estoy dispuesta a presionar mi suerte y ponerme en la línea por él sexualmente. Hablando sobre hacerme sentir vulnerable. ¿Y si me rechaza? No sé si podría soportarlo. —Diablos, sí, hablo en serio. ¿Qué mejor manera de despedirse que… ser follada? —Fable se echa a reír, el sonido francamente sucio, y no puedo evitarlo. Me río con ella. Así es como su hermano pequeño, Owen, nos encuentra unos pocos minutos más tarde, las dos riendo a carcajadas en la mesa, mientras comerciamos insinuaciones sexuales, entre más cursi mejor. Acababa de hacer una referencia a las pelotas cuando Owen caminó hasta la mesa, una expresión confusa en su rostro. Las dos paramos de reír al mismo tiempo, mirándolo con horror. Haciendo una mueca, Owen sacude la cabeza. —Ni siquiera quiero saber. Fable y yo comenzamos a reírnos de nuevo mientras Owen camina a la cocina para buscarse algo de beber. Lo miro por el rabillo de mi ojo, sorprendida por cuán grande se ve. Sólo tiene catorce años y es un estudiante de primer año en la escuela secundaria, pero es alto y se está llenando rápidamente, con amplios hombros y pecho. Las chicas lo amarán. —Tu hermano va a ser un completo asesino de damas algún día —le digo. Fable suspira, la preocupación llenando su mirada mientras lo estudia rápidamente. —Ya lo es. Ahora que está en el equipo de la escuela secundaria, está atrayendo una gran cantidad de atención por parte de las chicas. No me gusta. Se ha puedo toda hermana mayor y me encanta. Es tan ferozmente protectora; nunca querría cruzarme con ella. —No digas nada malo —le advierto, pero sólo me da una mirada. —No hay nadie más que lo proteja de todas aquellas… demonizas. —Casi río, pero no me atrevo. La expresión en el rostro de Fable es francamente aterradora—. Lo digo en serio, Jen. Todas están olfateando a su alrededor como perras en celo. —He oído eso —dice Owen desde la pequeña cocina. —Quería que lo hicieras —responde Fable. Se inclina sobre la mesa y baja la voz—. Tuve sexo demasiado joven, ¿sabes? La idea de él haciendo

39

lo mismo… me asusta. Quiero que se quede niño por tanto tiempo como sea posible. ¿Cómo podría decirle que Owen ha estado lejos de ser un niño durante años? Creo que lo sabe; simplemente no quiere admitirlo. Hace sólo unos meses, ella se quejaba conmigo de encontrar otra bolsita de marihuana en el bolsillo de sus pantalones. Aunque no creo que se drogue de la forma en que solía hacerlo al estar en el equipo de fútbol y querer seguir los pasos de Drew. —Es tan alto —digo en tono poco convincente, pero con ganas de cambiar de tema. Realmente no quiero hablar sobre sexo y drogas en referencia a Owen. —Casi tan alto como Drew. —Fable rueda los ojos, pero su melancólica expresión la traiciona—. Soy una enana. Si esos dos se unieran, me matarían. —Ama las cosas que hacen juntos. Como una familia. Que los dos hombres más importantes de su vida tengan un estrecho vínculo la hace feliz. Más celos fluyen a través de mí y los reprimo, sonriéndole felizmente a Fable en su lugar. —Ustedes tres son como una pequeña y feliz familia. Sonríe brillantemente ante mi declaración. —Nunca he sido parte de una familia feliz antes —confiesa en voz baja. Yo sí. Y lo echo de menos. Un montón.

40

COLIN Jen tenía libre esta noche, y la extrañaba. Terriblemente. Sé que es lamentable, pero igualo mi horario al de ella lo mejor que puedo cada semana. Me digo que es porque así puedo llevarla al trabajo, y no tengo que preocuparme de que busque alguien que le dé un aventón a casa ya que no tiene coche. No es que sea mi responsabilidad ni nada. En serio, sólo quiero pasar tanto tiempo con ella como sea posible. Pero hoy no podía evitarlo. Necesitábamos más cobertura en el restaurante mañana por la noche debido a un evento especial, así que tuve que darle una noche libre diferente a la habitual. Esta noche he ajustado el calendario de las próximas dos semanas y me aseguro de que trabajemos cada noche juntos. Tengo que tomar lo que pueda conseguir, teniendo en cuenta que pronto va a dejarme. Para siempre. Está enojada conmigo y no puedo culparla. Soy el único que la tuvo exactamente donde quería anoche. Semidesnuda, cálida y suave, su cuerpo bajo el mío en su cama. Sus ojos, todo su rostro, abierto y lleno de tanta esperanza, tanta miseria. Viendo todo eso ante mí me abrumó completamente. Así que le di una excusa llena de mentiras y me fui. No es de extrañar que estuviera enojada conmigo. Si yo fuera ella, también estaría enojado conmigo. Salí del trabajo temprano porque no podía soportarlo más y, además, el negocio estaba vacío. Las noches de los miércoles son muy tranquilas. Los estudiantes universitarios parecen pretender que están estudiando esa única noche a la semana más que cualquier otra. Teniendo en cuenta que aún es temprano en el semestre, la mayoría de ellos probablemente lo están. Todos empiezan con buenas intenciones, pero estas desaparecen rápidamente. Además, hay tantos eventos semanales en el centro de la ciudad que atraen a los chicos en tropel. El conocido Jueves Sediento es el puntapié inicial para todo el fin de semana. Más vale que descanse, considerando los próximos días que vienen, como siempre. Entrando en la casa, veo que sólo hay una luz encendida en la cocina, el haz sobre el fregadero. La casa está en silencio, no hay televisión y miro alrededor sin sentido, sabiendo que Jen no está allí. Si lo estuviera, la percibiría. La olería. La sentiría.

41

Ella tiene un gran efecto sobre mí, aunque no estoy seguro de que esté consciente de ello. Todavía estoy dándole vueltas a todo lo que admitió anoche. Cómo dijo que me quería. ¿De verdad quería decir eso? Sé que hay algo entre nosotros, una química sexual innegable que se elabora cada vez que nos acercamos al otro. Siempre pensé que sólo yo lo sentía, ya que ella nunca dijo nada. Jamás. Hasta anoche. Reproduzco el beso en mi mente, el cual no había sido mucho, pero se había sentido como todo. Sé que quiero más. Quiero deslizar mi lengua contra la suya. Quiero saber los sonidos que hace cuando está excitada. Quiero verla desnuda, su suave piel dorada, esas largas y bonitas piernas enredadas con las sábanas. Quiero tragarme sus gemidos y llenar su cuerpo y marcarla como mía. Tragando con dificultad, voy a la nevera y cojo una botella de agua, arrancando la tapa y tomando un rápido trago antes de cerrar la puerta con tanta fuerza que las botellas en el interior traquetean una contra otra. Golpeo el interruptor de la pared mientras salgo de la cocina, apagando la luz antes de atravesar el pasillo hacia mi dormitorio. La frustración palpita por mis venas, poniéndome furioso —es el sentimiento más inútil en todo el mundo, aparte de los celos. ¿Por qué siempre me lo niego? Sí, no follaría a Jen. Sí, es demasiado buena para mí. Su hermano era mi mejor amigo y lo decepcioné de la peor manera — luego lo envié directo a su muerte cuando debería haber ido con él. Hacerle la promesa a Danny de que siempre cuidaría de Jen había sido fácil. Realmente cumplir esa promesa resultó mucho más difícil. Ella salió huyendo. La encontré hace casi un año viviendo en su coche, desvistiéndose en el club más sórdido de la zona, por el amor de Dios. Trabajaba casi toda la noche y dormía en su coche en el estacionamiento de Gold Diggers. La encontré así. Desesperada y hambrienta y lista para huir de mí, aunque no la hubiera dejado. La perseguí. La obligué a escucharme, la obligué a entrar en mi coche para poder llevarla a casa. Nunca olvidaré cómo se veía. Como un animal salvaje atrapado en una trampa. Buscando desesperadamente una forma de escapar. Siempre habíamos sido amigos. Al crecer, éramos cercanos. Danny nunca se burló de mi conexión con su hermana, lo que apreciaba, porque lo que Jen y yo habíamos compartido era especial. Sin embargo, ya no hablamos demasiado. Está ocultando algo de mí y no puedo imaginar qué. Descubrir que ella bailaba y se quitaba la ropa había sido bastante malo. ¿Qué más podía estar escondiendo?

42

¿Quién sabe? Nunca me lo diría. Aquí estoy ahora, finalmente haciendo algo bien. Finalmente sin sentirme como un gilipollas egoísta al darle a Jen las oportunidades que se merece. No puedo evitar que haga lo que quiere. No es justo. Si quiere salir y encontrar su anclaje en algún otro lugar, tengo que animarla. Dios sabe que sus padres no lo harán. Están demasiado envueltos en sus propios problemas para prestar atención a los de ella. Uno pensaría que ya habrían superado la muerte de su hijo y cómo les afectó, cómo estuvo cerca de arruinar su matrimonio. Sí, claro. Una vez que entro en mi habitación, me quito la ropa metódicamente, dejando un rastro tras de mí mientras camino hacia el baño principal. Enciendo la ducha y me pongo inmediatamente bajo el chorro helado, apretando los dientes para soportar la fría ráfaga. La temperatura del agua me despierta de mi estado de ánimo y estoy debajo de ella durante un rato, remojando mi cabeza. Remojando mis pensamientos. Finalmente subo el calor, pongo champú en mi pelo, jabón en mi cuerpo, y me enjuago. Agarro mi polla y me masturbo con pensamientos de ella, como un chico que alberga un enamoramiento no correspondido. Me imagino a Jen junto a mí en la ducha, su cuerpo con jabón y resbaladizo, su piel suave y brillante por el agua. Me tocaría por todos lados, sus manos vagando por toda mi piel mientras se arrodilla delante de mí. Sus labios susurrarían sobre la cabeza de mi dura polla justo antes de que me llevara profundamente dentro… Y mientras me desplomo en la resbaladiza pared, jadeando, mis músculos temblorosos por los efectos de mi orgasmo, cierro los ojos y presiono la mejilla contra las baldosas. Deseando que ella estuviera conmigo, desnuda y deseosa debajo del chorro, de rodillas como la imaginaba, lista para llevarme al interior de su boca. Justo antes de agarrarla por los hombros y llevarla en mis brazos, presionándola contra la pared y follándola hasta el olvido. Es lo que realmente quiero. Pero en cambio, estoy solo. Como siempre. —¡Danny! Maldita sea, ¿dónde estás? —Me muevo por el bosque gritando su nombre una y otra vez. Se está riendo. Puedo oírlo. Tal vez está en un árbol, colgando de una rama y observándome mientras lo busco por todos lados. Todo el tiempo riéndose de mi frustración. O tal vez se esconde más allá del

43

sendero, detrás de un arbusto. No puedo averiguar dónde está. Todo lo que sé es que puedo oírlo. —¡Danny! Te juro por Dios, voy a patear tú trasero si no vienes aquí — le grito, deteniéndome en medio de la pista. El sol recae implacable sobre mí, y corro una mano por mi cabello humedecido por el sudor. Su risa resuena a lo lejos, enfureciéndome y pateo una piedra, enojado de que siga haciéndome esto. Estoy harto de sus juegos. Todo lo que quiero es hablar con él. Verlo. Insultarlo. Reírme con él. Al igual que en los viejos tiempos. —Vete a la mierda, Wilder. ¡Ven y encuéntrame! Está desafiándome, como si estuviéramos jugando una especie de retorcido juego de escondidas. Lo busco, ignorando el calor, haciendo caso omiso de la forma en que la pista se estrecha y se vuelve más rocosa. Más traicionera. Tropiezo y oigo su burlona risa. —No desaceleres, sigue mi voz —anima Danny—. ¡No seas cobarde! Sus palabras me enojan e incremento mi ritmo, decidido a encontrarlo así puedo golpearlo. —Vete a la mierda, Cade —murmuro, y se ríe más fuerte. —No me puedes alcanzar. Siempre he sido el más fuerte. El mejor — se burla. No es cierto. —El más rápido —continúa—. En la escuela, lo hacía mejor en todos los deportes. Tenía a las chicas más guapas. Siempre has sido el segundón, Wilder. Demonios, tu viejo ya ni siquiera se molesta en venir a verte. Bueno, en realidad nunca lo hizo, ¿verdad? —¡Vete a la mierda! —Empiezo a correr a pesar del calor, de cuán cansado estoy, de cómo el sudor gotea literalmente sobre mis ojos. Me los limpio con la palma de la mano y veo a Danny en la distancia. Allí, de pie, con las manos en las caderas, una gran sonrisa en su rostro. Quiero borrar esa sonrisa con mi puño. Apretando las manos tan fuerte que mis dedos duelen, corro hacia él, dispuesto a extender la mano y agarrar su hombro, pero lo siguiente que sé es que está en el suelo. Acostado sobre su espalda, todo su cuerpo inmóvil, sus ojos color marrón oscuro amplios y vacíos. Mirándome sin ningún rastro de vida, completamente carentes de emoción.

44

—No. —Un sollozo escapa de mis labios mientras caigo de rodillas y lo recojo en mis brazos. Su cuerpo está frío. Tan malditamente frío y rígido. Lo acerco, su rostro apretado contra mi pecho, y mi rostro contra la parte superior de su cabeza—. No te mueras en mis brazos, idiota. No hay respuesta. Las lágrimas caen por mis mejillas y sacudo la cabeza. —No voy a dejar que mueras. —Lo aprieto tan fuerte que sé que no puede respirar y luego lo alejo, mirándolo fijamente, sintiendo un creciente horror mientras cae en el polvoriento suelo con un ruido sordo. Sus ojos se han ido, reemplazados por cuencas vacías, negras y frías. Ya no es Danny. Es un cadáver. Un esqueleto. Su cuerpo es frágil, su ropa, su maldita piel se han… ido. Joder. Un sonido irregular se me escapa y me pongo de pie, mirando a mí alrededor con pánico. Estoy perdido. Y si no encuentro mi camino de regreso, pronto estaré tan muerto como Danny. —Tengo que salir de aquí —murmuro para mis adentros mientras trato de volver sobre mis pasos. Pero no sirve de nada. Mientras sigo adelante, me pierdo más y más. Hasta que he regresado y allí está Danny de nuevo. Yaciendo en el centro del rocoso sendero, un esqueleto frío y sin vida. El maldito esqueleto se sienta, sus oscuros ojos en mí, su voz tranquila mientras levanta una mano. Señalándome, dice—: Es tu culpa que esté muerto. Espero que estés orgulloso. Otro sollozo se me escapa mientras caigo de rodillas de nuevo. Por supuesto que no, no estoy orgulloso. Si pudiera cambiar lugares, lo haría. Lo haría. Él no merecía morir. Todo el mundo quería a Danny, mientras que a mí nadie aparte de Danny me toleraba. Desearía ser el único muerto. —Colin. —Una suave y dulce voz me alcanza a través de la neblina y aprieto los labios, tratando de contener mis gritos—. Colin, despierta. Sólo es una pesadilla. No es sólo una pesadilla. Me enfrento a mi horrible realidad todos los días. Les fallé a todos en mi vida. A todos. —Por favor, Colin. —Mi cuerpo tiembla. Sus delgadas manos están sobre mí, tratando de ofrecerme su consuelo. Acarician mis hombros antes de darme otra sacudida, más firme. No tenía idea de que fuera tan fuerte.

45

Mentalmente, sí, la chica puede soportar cualquier cosa. La admiro por eso. También la amo por eso. ¿Amor? Tal vez estoy soñando… Parpadeando, la veo. La cara de Jen sobre la mía, sus delicadas cejas fruncidas y esos grandes ojos marrones llenos de preocupación. Una sonrisa de alivio curva sus labios y toca mi mejilla con dedos delicados. — Estás despierto. —Su voz es tan suave que casi no puedo oírla, y me pregunto si está hablando así para no sorprenderme o asustarme. Mirándola, absorbo sus bonitos y familiares rasgos. Con el suave brillo en sus ojos, y la forma en que me toca, me doy cuenta de que la necesito en mi vida. Necesito que se sincere conmigo de nuevo, que comparta conmigo sus sueños, esperanzas y problemas. Quiero ayudarla. Quiero que me ayude. Hay más que amistad entre nosotros, más que nuestra historia compartida. Ella lo es todo para mí. La comprensión me deja sin aliento. Cierro los ojos, y a continuación, los abro lentamente, tratando de enfocarla. Mis músculos se sienten apretados, todo mi cuerpo tenso, y pasa los dedos en mi cabello, su toque tan suave que envía hormigueos por mi piel. Mi muy expuesta piel, ya que estoy tan desnudo como el día en que nací.

46

5 Traducido por Nikky Corregido por AriannysG

JEN Está temblando, sus duros ojos azules eléctricos llenos de tanta miseria y dolor mientras miran los míos. Me guio por mis instintos y lo atraigo completamente a mis brazos, aferrándome a él tan fuerte que temo que nunca podré dejarlo ir. Sus sueños se están haciendo más frecuentes y estoy preocupada. Lo están consumiendo. El tiempo se supone que cura todas las heridas, no las empeora. Aunque el tiempo no ha cicatrizado todas mis heridas, así que, ¿por qué tengo que esperar que lo haga por Colin? Rodando sobre mi espalda, traigo a Colin conmigo, su cabeza apoyada en mi hombro, su cabello cosquilleando mi piel. Pone un brazo a mí alrededor, descansándolo en la parte superior de mi pecho, su gran mano ahuecando mi hombro. No me importa el peso de más. Se siente sólido, vivo, tan increíblemente bien acostado conmigo de esta manera. Sigue temblando, aunque su respiración está nivelándose, y hundo vacilantemente los dedos en su sedoso y suave cabello, con la esperanza de calmarlo. —¿Quieres contarme sobre ello? —Hago esta misma pregunta cada vez. Y cada vez, él la ignora. Aun así, tengo que intentarlo. Paso los dedos por su cabello una y otra vez, cerrando los ojos cuando se acurruca más cerca, nuestras piernas enredándose. Su piel está caliente, el vello en sus piernas acariciando las mías, y se siente tan increíblemente fuerte… Como que puedo sentir su erección porque está desnudo.

47

Mis ojos se abren y me quedo mirando el techo. He estado en esta cama en innumerables ocasiones, pero por lo menos siempre tiene ropa interior. Esta noche no es así. Puedo sentir cada bendito centímetro desnudo de él contra mí. El deseo me atraviesa, fluyendo por mis venas, instalándose entre mis piernas, y presiono mis labios. La tentación de volverme hacia él es tan abrumadora que tengo que recordarme a mí misma que no puedo hacerlo. Bueno. Podría. Pero no estoy a punto de jugar con fuego. —Perseguía a Danny —dice finalmente, su voz tan silenciosa que tengo que esforzarme para oírlo. Estoy sorprendida de que esté diciendo algo. Es la primera vez que lo hace—. Así es como siempre comienzan mis sueños. Lo espero en silencio. Tengo miedo de hablar por temor a que se calle. Pero también tengo miedo que al no decir nada se calle. —El escenario puede cambiar, pero estoy siempre, siempre persiguiéndolo. Buscándolo. La mayoría de las veces no lo encuentro, pero cuando lo hago… —Se estremece—. Esos sueños suelen ser los peores. —¿Lo ha… lo has encontrado en este? —quiero saber, aunque a la vez no. También solía soñar con Danny. Lo hacía todo el tiempo después de que muriera; al principio algunos de los sueños eran tristes, la mayoría de ellos felices, aunque siempre me despertaba con un dolor en mi corazón porque lo extrañaba demasiado. Esos sueños eran más como recuerdos de nuestro pasado, a diferencia de sus horribles pesadillas. —Sí. —Su profunda voz suena sombría, el sonido lentamente rompiendo mi corazón. Colin siempre está rompiendo mi corazón. Él puede sonreír y reír, bromear y coquetear en el trabajo, pero es todo una máscara. En casa, aquí en medio de la noche, este es el hombre real. El que puede lidiar con el dolor, el sufrimiento y tanta condenada culpa que debe ser paralizante. Deseo poder absorber una parte por él, pero tengo mi propio dolor con el que lidiar. Si no estuviera tan preocupada de que me odiara por siempre, le diría lo que hice. Cómo me vendí a hombres tan fácilmente. Mi remordimiento lo devastaría. Él cree que está tratando con una enorme carga de culpa… La mía casi me ahoga. No dice nada y yo tampoco. Yacemos allí en silencio durante tanto tiempo que su respiración se comienza a nivelar lentamente, y lo conozco lo suficiente como para saber que se ha vuelto a dormir.

48

Me gustaría poder dormir también, pero no puedo. No cuando estoy cautiva en sus fuertes brazos, su grande y caliente cuerpo presionado contra el mío. Mis pensamientos corren con lo que me dijo, las preguntas corriendo a través de mi mente. Sin embargo, he conocido a Colin por años y en muchos aspectos sigue siendo un completo misterio para mí. Mientras miro el techo, soy dolorosamente consciente de lo cerca que está, nuestros cuerpos prácticamente entrelazados. Después de nuestro beso de la noche anterior no puedo pensar en otra cosa que en volver a hacerlo otra vez. Hacer más. Llevar nuestros momentos íntimos más lejos. Besarlo, hacer cualquier otra cosa con Colin, me determinaría por completo el dejarlo. Aunque no soy estúpida, mi corazón podría serlo, y mi cuerpo definitivamente lo es. Sé que podría convertirme en una adicta a él. Ni siquiera estamos haciendo nada y literalmente lo ansío. Quiero saborearlo, tocarlo, pasar mis manos, boca y lengua por toda su piel. No me describiría como una persona demasiado sexual. No soy virgen, pero ningún chico ha sacudido realmente mi mundo y me ha dejado jadeando por más. Mientras crecía con un hermano sobreprotector y su igualmente sobreprotector mejor amigo, los chicos tendían a alejarse de mí en mi temprana adolescencia, y no podía culparlos. Sin embargo, a medida que maduraba, esos mismos chicos venían persiguiéndome una vez que Danny y Colin se graduaron de la escuela secundaria, y sí, salí con unos pocos. Tuve relaciones sexuales por primera vez con mi primer novio serio la noche de la graduación durante nuestro último año. Una espectacularmente mala experiencia para mí por lo menos. Doug Evans y yo rompimos poco después. Entonces se fue a la universidad a mitad del verano después de graduarnos, y nunca lo vi u oí más de él otra vez. Tuve otro novio de larga duración, pero nos separamos después de que Danny muriera. No podía tomar todo el luto y tristeza, no es que pudiera culparlo. Yo también habría roto conmigo. Aparte de eso, he tenido sexo con un puñado de chicos, pero nada demasiado serio, y lo que pasó cuando estuve en Gold Diggers no cuenta. Pero ningún hombre ha sacudido alguna vez mi mundo, a falta de un mejor término. El único tipo que me hace querer algo es el que está recostado aquí conmigo, durmiendo en mi hombro, aferrándose a mí como si pudiera ser su salvavidas. Él me abruma y ni siquiera lo sabe.

49

Esto es una absoluta y exquisita tortura. Necesito salir de su cama antes de hacer algo estúpido. Lentamente, intento soltarme de su agarre, pero se aferra con más fuerza, sus dedos cerrándose alrededor de mi hombro, su peso volviéndose más notable mientras descansa sobre mí. Pensé que estaba dormido, pero no, está actuando como si lo estuviera. —No te vayas —susurra contra mi cuello. Puedo sentir sus labios moverse, su calor húmedo sobre mi piel haciéndome temblar—. Quédate conmigo. Sus palabras, el tono de su voz, me dejan completamente inmóvil y me recuesto allí, inmovilizada. Quiero más, quiero hacer mucho más, pero temo que me vaya a rechazar como lo hizo la noche anterior. Se lo negué a Fable más temprano, diablos, me lo negué a mí misma, pero dolió, el cuán rápido se alejó. El cómo Colin nunca reconoce algo de lo que sucede entre nosotros. Es confuso. Devastador. —Colin… —Mi voz se desvanece cuando toca mi mandíbula, sus dedos ligeros mientras trazan mi barbilla, y luego se deslizan por mi garganta. Toda su mano se extiende por la parte frontal de mi cuello, ejerciendo la más mínima presión, y una ola de excitación me baña ante su posesivo toque. Desliza su mano hacia abajo, colocándola sobre mi pecho, su amplia palma presionando contra la parte superior de mis pechos, sus dedos trazando suavemente mi clavícula. Mi respiración se estanca en mi garganta, dejándome temblando con pequeños suspiros que no puedo controlar. —Quieres esto. Puedo sentir tu corazón latiendo. —Sus labios están en mi cuello, su aliento es una ráfaga caliente sobre mi piel—. Vienes a mi cada noche siempre queriendo ayudarme. Nunca pidiendo algo. ¿Por qué, Jen? —Eres mi amigo. —Un tembloroso suspiro se me escapa—. No me gustaría verte herido. Colin permanece en silencio, acariciándome con su nariz, inhalando profundamente, como si estuviera tratando de inhalarme. Me pongo completamente rígida. Sorprendida por la forma en que está actuando. Me gusta, no puedo mentir, pero también está asustándome. No quiero hacerme ilusiones. —¿Eso es todo? ¿Porque sólo soy tu amigo y no quieres verme herido? —Suena incrédulo, como debería. Después de lo que le dije la noche anterior, del cómo le dije que lo quería.

50

Sí. Sabe que estoy llena de mentiras. —No… No lo sé. —Dios, de ninguna manera puedo admitir cómo me siento de nuevo solo para que me lance las palabras en mi cara. Otra vez. Se mueve tan rápido que jadeo, sorprendida al encontrarlo por encima de mí, su cara cerca de la mía, su mano moviéndose para ahuecar el lado de mi cuello. Sus ojos están prácticamente brillando mientras vagan por mi cuerpo. —¿Qué diablos estamos haciendo? Su audaz pregunta me sorprende. No tengo ni idea de cómo responder, y cierro los ojos cuando presiona su frente contra la mía. No puedo mirarlo. Todo lo que estoy sintiendo en este preciso momento es mucho… demasiado. Colin Wilder es la personificación de demasiado. Se mueve más cerca para que nuestros labios prácticamente se toquen. —No tengo idea —susurro, mis labios moviéndose sobre los suyos mientras hablo. Su boca está sobre la mía y entonces está besándome. Suaves y embriagadores besos que me marean, mis labios festejando con cada roce suyo, y un gemido escapa cuando tira mi labio inferior entre los suyos y lo chupa. Se siente tan bien, y sabe aún mejor. Se mueve contra mí, su erección rozando mi centro. Estamos prácticamente alineados. Podría empujar a un lado mis bragas y estar dentro de mí en cuestión de segundos. Lo deseo. Lo deseo tanto que todo mi cuerpo se retuerce, sintiéndome como si en cualquier momento dado pudiera romperme en un millón de diminutos pedazos. Un timbre suena en la distancia y abro los ojos para encontrar a Colin mirando dentro de ellos, su mirada llena de preguntas. No hay manera de que quiera detener esto. Hemos hecho más que empezar. Puede responder su teléfono más tarde. Pero entonces me doy cuenta que el sonido está viniendo desde el celular en mi habitación. Podemos escucharlo a través de esa delgada pared que compartimos. La decepción se estrella contra mí al mismo tiempo que veo esa sombra en los hermosos ojos de Colin. ¡Mierda! Tengo a Colin tumbado encima de mí, desnudo, y mi maldito teléfono está sonando. Y es el tono especial que asigné a nadie

51

más que mi madre, quien nunca, nunca me llama. Especialmente en medio de la noche. Al menos en un largo tiempo. De repente, me lleno de una extraña sensación de dejà vu que me deja intranquila. —Te… tengo que contestar. —Empujo su voluptuosa montaña llamada pecho, pero no se mueve—. Es mi madre. Salta de mí como si lo hubiese quemado con la palabra y salgo de la cama, corriendo hacia mi habitación, pero es demasiado tarde. He perdido su llamada. Marco inmediatamente su número, mi corazón acelerándose, mi cabeza martilleando, un nudo de preocupación constante en mi estómago. —Ahí estas —responde mamá, su voz mal articulada. —Mamá, ¿qué sucede? —Aprieto el teléfono, presa del terror. No quiero saber lo que está mal. Tal vez algo le pasó a papá. La verdad es que ya no hay nadie más en nuestra familia por quien preocuparse. Y apenas hemos empezado a hablar de nuevo, mi madre y yo, aunque no ha sido fácil. Después de huir sin decir una palabra y el que Colin me encontrara, tuve un momento difícil hablando con ellos. Me sentí muy culpable por haberme ido. Todavía recuerdo la noche que me fui. Había planeado mi escapatoria por semanas. Ahorré un poco de dinero, vendí algunas cosas. No le dije a nadie que me iba, aunque realmente no tenía algún amigo al rededor a quien le habría importado. La noche era fría y mis padres se quedaron despiertos por lo que pareció una eternidad. Bebiendo, discutiendo y llorando, una vez más, por Danny. Puse las manos sobre mis oídos mientras yacía en la cama. Cerré los ojos tan fuertes como pude para ahogar sus penas. Escapar no fue fácil, pero fue lo correcto para mí en ese momento. Evité sus llamadas, y los mensajes de mi madre hasta que cambié mi número de celular. No les di ninguna manera de encontrarme, aunque de alguna manera, con el tiempo lo hicieron. Creo que uno de los amigos de Danny de la escuela secundaria me vio en el club. ¡Qué vergüenza! Ellos todavía están envueltos en duelo por Danny, y no es que les importe lo que tengo que decir sobre ello. Hay tantas cosas que podría decirles. Terribles y horribles cosas, pero sé que no me escucharían. O, pretenderían que escuchaban, pero mis palabras no les entrarían.

52

Además, mis padres realmente no hablan. Mi padre trabaja demasiado. Mi madre… no sé qué está haciendo, pero tengo mis sospechas. Está bebiendo demasiado. Ahogando sus penas. No sé cómo ayudarle. No quiero. Es increíblemente egoísta de mi parte pensar de esa manera, pero no puedo evitarlo. —Belinda Lambert me llamó —dijo—. Recuerdas a Parker Lambert, ¿verdad? Estaba justo entre Danny y tú, se graduó el año después de que tu hermano lo hizo. Con el ceño fruncido, intento identificarlo pero no puedo. A veces, todos esos niños con los que iba a la escuela se transformaban en una gran mancha. Y fui a la escuela con casi todos ellos desde el jardín de niños hasta el último año de la escuela secundaria. Es curioso cómo todos son solo una masa de rostros ahora, ninguno de ellos realmente diferente. —¿Por qué estas llamándome en medio de la noche para cotillear acerca de los chicos locales? Suelta un sonido irritado. Me pregunto si está borracha. No son precisamente las dos de la mañana. ¿Ha estado en un bar? En cierto modo no puedo imaginarlo, pero por otro lado sí que puedo. Ha hecho esto antes. Y, además, cosas más extrañas han sucedido en estos últimos años. —Me encontré con su madre en Buckhorn. Parker murió en Afganistán, igu… igual que tu hermano. Oh, Dios. Definitivamente está borracha, teniendo en cuenta que se encontraba en Buckhorn, el bar donde las personas pasan el rato en Shingletown, donde crecí. —¿Cuándo… cuándo ocurrió? —Hace unos pocos días. Belinda está devastada. Simplemente devastada. —Hipea y solloza al mismo tiempo, y me acomodo en el borde de la cama, inclinando la cabeza mientras la escucho continuar. Llorando por Danny, llorando por Parker. Llorando por sí misma. Solía llamarme de esta manera un montón, justo después de que Danny muriera. Había trabajado turnos nocturnos en uno de los restaurantes en el pueblo de al lado, una verdadera trampa para turistas donde me mantenía ocupada, trabajando un montón de horas, y hacía grandes propinas. Me llamaba en mi camino de treinta minutos a casa, un poco borracha por el vino que consumió en la cena y llorando. Siempre llorando por la pérdida de Danny y cuán injusta que era la vida.

53

Estoy harta de eso. Sí, echo de menos a mi hermano, pero han pasado casi dos años. ¿Por qué no puede cada uno solo… seguir adelante? Él se pondría furioso al ver a todos actuar de esta manera, especialmente Colin. Me fui de casa por esta misma razón, y aquí estoy de nuevo. Rodeada por la tristeza y la desesperación. Necesito un cambio de escenario. Tengo que encontrarme a mí misma sin el manto oscuro que la prematura muerte de mi hermano dejó sobre mí. Cuando finalmente cuelgo y me meto en la cama sin regresar con Colin, me doy cuenta ahora más que nunca que necesito mi libertad. El tatuaje de la mariposa en mi cuello se está volviendo más y más representativo de mi vida a medida que pasan los días.

54

6 Traducido por Nico Corregido por Emmie

COLIN Volvimos a la manera en que estábamos antes, Jen y yo. Esos pocos días después de que dio su noticia y confesó que me quería, y yo prácticamente la rechacé, esas dos noches en mi cama… Todo eso está olvidado. Regresamos a ella trabajando, yo trabajando y viviendo juntos pero sin hablar realmente. Ha pasado una semana. Me va a dejar en tres. Para averiguar qué es lo que pasa con su vida, he estado escuchando sus conversaciones con los demás en El Distrito como un perdedor desesperado por un atisbo de información. Todos están curiosos sobre el por qué se está yendo y por qué no reacciono. Piensan que tenemos algo secreto y en realidad nunca los hemos desmentido para que piensen otra cosa. Para ser exacto, yo nunca lo he desmentido. Sé lo sexy que es ella. Los hombres le estarían todos encima si supieran que tenían una pequeña oportunidad. Así que frunzo el ceño cada vez que algún chico se le acerca. Pongo todas las habilidades de mi pasado de “Soy un hermano mayor y protector, no la toquen” cuando ella era una adolescente y cada chico en la clase quería follarla. Todos la dejan en paz y ella nunca protesta. De alguna manera, sigo arruinando esto. Cuando la gente le pregunta sobre sus planes, siempre es evasiva, ofreciendo respuestas generales y con una sonrisa tan bonita que juro que mi corazón se agranda cuando la veo. Me sorprende no haber muerto de un masivo ataque al corazón antes de los veinticinco. Anoche fue una revelación. La quiero. Sólo mirarla me hace sentir gruñón y posesivo. Jen me pertenece. Pero todavía no lo sabe.

55

Sólo Fable sabe lo que sucede en la cabeza y vida de Jen, al menos sé que ella sabe todo, porque son unidas. Mientras que yo no sé nada, porque Jen y yo no lo somos para nada. Mis empleados del turno de noche están reunidos en el bar en este preciso momento, charlando antes de que la multitud se aparezca para cenar. No me molesto en reprimirlos, aunque debería. Rara vez dejo que se queden parados sin hacer nada mientras avanza el reloj. Pero el restaurante luce bien, todo está limpio y las mesas están puestas apropiadamente para los clientes. Me gusta que todo tenga un aspecto determinado, una estética limpia que nos da la reputación de ser una empresa con clase, como diría mi padre, contra un bar-restaurante para universitarios. Considerando que he entrenado a mis empleados tan bien que acomodan toda la mierda sin que tenga que recordárselos, no necesito gritar. Además, estoy tratando de obtener información de Jen, ya que no me habla. Todos la rodean porque la respetan. Se ha hecho cargo de todo más de una vez para ayudar a administrar el lugar. Hay algo convincente en ella; acorralar a mis empleados y conseguir que hagan lo que ella quiera le sale naturalmente. Algún día, sería una excelente mánager. Todavía no está lista, pero con el entrenamiento adecuado, sería genial. —¿Ya tienes trabajo? —Becca, una de mis camareras más recientes, es la más cercana a Jen en este momento. —Espero poder ir a Sacramento en mi próximo día para las entrevistas. —Jen se encoge de hombros y su lenguaje corporal es casual, pero puedo escuchar los nervios en su voz—. Tengo un par de cosas establecidas. —Eres tan valiente, al irte así, sin nada asegurado. —Becca suena como una idiota, admirando a Jen por irse sin un verdadero plan. Pensé que tenía uno. Siempre ha sido tan impulsiva—. Desearía tener las agallas para hacer algo así. —¿Agallas? Pienso que está loca. No hay nada valiente en dejar un trabajo sólido y confiable, en un lugar donde tienes grandes amigos que estarán para ti sin importar lo que necesites. ¿Por qué iba alguien a querer alejarse de eso? Me parece un plan ideal y sólo está… empacando. —Ah, que Fable le diga a Jen lo que está haciendo. Sé que ella es buena y está enojada con Jen.

56

—Fable. —Jen sacude la cabeza, claramente exasperada. Sólo puedo ver su nuca, pero estoy seguro de que le da una mirada de muerte—. ¿No hemos tenido ya esta conversación? —Quizás. —Fable se encoge de hombros—. ¿No puedo ser egoísta y desear que te quedes? No hay ninguna razón para que te vayas. —Hay billones de razones por las cuales me tengo que ir. Una de ellas está aquí, en este mismo momento. Un mal presentimiento desciende desde mis entrañas hasta los dedos de los pies. Habla de mí. Y no sólo eso, lo hace enfrente de un puñado de mis empleados. Los empleados que lo entienden y sospechan que hay algo entre nosotros. Y ahora van a sospechar que tengo mucho que ver con que se vaya. Malditamente genial. Alejándome en zancadas de mi posición de anfitrión, me dirijo a la barra, aplaudiendo y poniendo mi cara de jefe. —Muy bien, vamos a acabar con esta fiesta no oficial y ponernos a trabajar. Los clientes comenzarán a llegar en cualquier momento. Se mueven como cucarachas cuando las alumbra una luz, incluso Jen, que me lanza una mirada de preocupación mientras apresura sus pasos, directamente a la zona del comedor. Fable es la única que queda, manteniéndose firme y luciendo cada centímetro como la pequeña guerrera que es. —¿No tienes nada que hacer? —pregunto, sonando como un completo idiota y no muy atento. Estoy de mal humor. He estado molesto desde que Jen me aventó la bomba “Me voy de aquí”. Fable sacude la mano hacia mí y las luces de arriba atrapan su anillo de compromiso, lo que hace centellar brillantemente al diamante. —Está claro que sí, ya que nadie más hará algo al respecto. Antes de que pueda decir nada, se apresura hacia mí, con expresión tensa mientras me empuja el hombro con tanta fuerza que me hace dar un paso hacia atrás. —¡¿Por qué demonios fue eso?! —pregunto mientras froto mi hombro más que un poco molesto. Más que nada, estoy asombrado de que hiciera tal cosa. Tocarme de esa manera. Mirarme como si quisiera patearme el culo al siguiente planeta. —Por ser un estúpido que no vas a hacer nada para evitar que la chica que quieres se vaya de tu vida para siempre. —Sus ojos verdes se

57

encienden con furia y retrocedo otro paso, francamente aterrado de la ferocidad escrita en su rostro expresivo. —No sé de qué hablas. —Haciendo una mueca, me aparto cuando trata de golpearme de nuevo. —Tienes suerte de que fallé. Estás siendo un completo idiota. —Pone los puños en sus caderas, echando humo—. No me importa si eres mi jefe, también somos amigos, ¿verdad? —Sí. Pero por el momento, soy oficialmente tu jefe, considerando la hora y todo. —Al minuto en que salieron las palabras, supe que fue incorrecta. Sus labios se apretaron tanto que casi desaparecen completamente. —Oye mira, estás siendo un idiota otra vez. Tomando su brazo, la llevo afuera silenciosamente, al callejón detrás del restaurante donde todos los empleados pasan el rato en sus descansos. Algunos comen, otros fuman, pero todos chismean. Por suerte, sólo estamos Fable y yo. No podía llevarla a regañarme a donde cualquiera podía vernos y oírnos. Como si la fuera a dejar. Si quería ser un completo idiota, podía despedirla en el acto. Al menos, reportarla y suspenderla por unos días. Lo merece por los sermones que me está dando. ¡Hablando de insubordinación! Pero sé que merezco cualquier cosa que me vaya a decir, y lo voy a aceptar. Va a ser feo, pero tal vez pueda meter algo de sentido en mi cabeza. Dios sabe que lo necesito. —Si quieres gritarme, hazlo aquí —le digo una vez que la puerta está firmemente cerrada detrás de nosotros. Puedo escuchar la música viniendo del interior del bar y el nivel de ruido aumenta mientras el restaurante se llena lentamente con los clientes. Como un interruptor, fuimos de vacío a lleno, así como así. —¿Quieres que sea brutalmente sincera? Jesús, si no lo fue hasta este momento, ¿qué puedo esperar? —Por favor, sigue —digo con ironía, preparándome para el golpe. —Está enamorada de ti. Mierda. No esperaba eso. Me estremezco, como si las palabras de Fable me golpearan físicamente. —No digas ni una palabra, porque lo vas a arruinar. O hacerme enojar. Le advierto a Drew no decirme nada cuando le hablo así porque siempre lo empeora. Hombres. —Fable sacude la cabeza pero no luce tan enojada. Ama a Drew Callahan más que a su propia vida. Hijo de puta

58

suertudo—. ¿No ves la manera en que te mira? Guarda todos tus secretos, desvía la atención cuando todos y me refiero a todos, le dicen en plena cara que se está acostando con el jefe. Siempre te defiende. No digo nada porque, ¿qué hay que decir? Fable está tan inmersa en esto, que de todas formas no sería capaz de decir nada. —No entiendo qué pasa entre ustedes dos, así que, ¿quién soy yo para juzgar? Pero no estoy segura de si ella lo entiende bien. Todo lo que sé es que cree que no te sientes de la misma manera que ella. Y por eso es que se va a ir. No puede soportarlo. —¿No puede soportarlo? —pregunto, con la voz quebrada. Casi como si estuviera listo para romper a llorar. —Jen no puede soportar estar enamorada de ti cuando no sientes lo mismo. —Me mira con esos ojos que lo ven todo. No sé cómo Drew lo puede soportar a veces. Su amor incondicional no tiene límites para él, pero la mirada de Fable es malditamente penetrante y quiero retorcerme en mi lugar, como un niño pequeño sorprendido al hacer algo malo—. Así que, ¿sientes lo mismo? ¿O simplemente la estás usando? —Yo… —Si dices “no sé” juro por Dios que te patearé en las bolas. Tragando saliva, me doy cuenta de que mi voz desapareció. No tengo dudas de la amenaza de Fable ni un segundo. Mis bolas se sacuden de miedo en este momento, por el amor de Dios. —Sé que voy a cruzar la línea de jefe-empleado pero tienes que escuchar esto, Colin. Y creo que tú también lo crees. Es por eso que no dices nada y por qué no te enojas conmigo por ser una perra grosera que te desafía a sacar tu mierda. —Fable se acerca más, asustándome a morir, pero me quedo en mi lugar, preparándome para la siguiente ronda de golpes físicos. Pero en su lugar se desquita con palabras. —Si no quieres que Jen se vaya, entonces tienes que encontrar esas bolas que tanto temes que te destruya, hazte hombre y díselo. No dejes que se vaya. Dile cómo te sientes. Ah, lo hace parecer tan fácil cuando... no lo es. —Ya está buscando otro trabajo —protesto débilmente—. Quiere ir a buscar apartamentos esta semana. Buscar otro compañero de piso. —Excusas. —Sacude una mano, restándole importancia a mis palabras—. Pero bueno, si estás dispuesto a dejarla tan fácilmente, entonces por supuesto, ve por ello. Anímala. Ayúdala… haz que le resulte

59

más fácil irse de tu vida de una vez por todas. —Fable rueda los ojos y se ríe, aunque no hay humor detrás de ello—. ¿No te has preguntado alguna vez por qué no puedes dejarla ir? ¿No te das cuenta de que siempre la persigues sin importar lo que haga o dónde vaya? ¿Siempre estás tratando de atraparla en tu red? Si quieres darle toda esa libertad que está tan desesperada por encontrar, escóltala fuera de aquí. Antes de que pueda decir algo para defenderme, se aleja de mí, abriendo la puerta y cerrándola detrás con tanta fuerza que el sonido sacude el edificio y mis huesos. Me deja solo con mis pensamientos y sentimientos. Se arremolinan en mi interior, abrumándome y sé que no hay manera de que pueda estar parado aquí frente a toda esta mierda. Así que la sigo dentro y me escondo en mi oficina. Me escondo de Jen.

60

7 Traducido por CamShaaw & Nikky Corregido por *Andreina F*

JEN —¿No te conozco? Al levantar la vista, encuentro a un hombre, probablemente en sus cuarenta y tantos años, de pie delante de mí al otro lado del mostrador de la anfitriona, mirándome. Mucho. El restaurante está lleno. El personal ha luchado toda la noche. Debería estar en mi descanso, pero en cambio ayudo en la recepción, manejando los pagos, recibiendo a los clientes y comprobando mis mesas cuando la anfitriona está lejos de los demás asientos. Hago este tipo de cosas cada vez que se pone un poco loco, y no hay ninguna protesta. Sin embargo, esta noche está extra ocupado, una prueba de que Colin tiene que contratar a más personas y eso me hace sentir culpable por dejarlo. Ver a este hombre me recuerda por qué tengo que irme. No quiero conocerlo, pero lo hago. Es un mal recuerdo con el que no quiero lidiar, especialmente aquí. Sonrío débilmente en medio de los nervios repentinos, deseando poder decirle que se joda. No me gusta la forma en que me mira. Tiene las manos sobre su tarjeta de crédito y la factura de la cena y las tomo automáticamente. —¿Es cliente regular en El Distrito? —Tenemos un montón de ellos, aunque por lo general son menores a este tipo. Sé que no es regular. Aquí no. —De este lugar no. Mi esposa me convenció de traerla aquí esta noche para celebrar nuestro aniversario de boda. —Suena irritado y me pregunto cómo me quedo atascada sosteniendo su tarjeta de crédito y atendiéndolo. ¿No era cliente de Fable?

61

—Felicidades —ofrezco débilmente y la culpa me apacigua. Por supuesto que está casado. ¿No lo están todos?—. ¿Le ha gustado la cena? —Un poco caro —resopla, sonando irritado. Lo ignoro, tamborileando los dedos en la pantalla, a la espera de la aprobación de su tarjeta de crédito. No viene con la suficiente rapidez y cuando el recibo se imprime finalmente, lo rasgo y se lo entrego, prácticamente empujando un bolígrafo en su mano. —Sé que te he visto antes —dice, firmando su recibo y empujándolo junto con el bolígrafo al lado del mostrador, hacia mí. No me atrevo a mirarlo y parece saber que me estoy escondiendo de él. —Gracias por venir. Espero que tenga una buena tarde —digo mientras le doy una copia del recibo. Mirándolo por casualidad, veo la manera en que su mirada cae a mi pecho, pasando por mi cuerpo de una manera abiertamente intima. Un escalofrío recorre mi espina dorsal. Sí, este es sin dudas uno de los chicos que yo… —¿Alguna vez has trabajado en Gold Diggers? —Baja la voz, inclinándose hacia mí en el mostrador y doy un paso atrás, sacudiendo la cabeza con furia. —No sé de qué habla —empiezo, pero aprieto los labios cuando sonríe lascivamente, apuntándome con su dedo. —Sí. Me acuerdo de ti. —La sonrisa se ensancha y mi corazón se hunde a mis pies—. También creo que una noche podrías haberme ayudado durante unas horas. —Hace una pausa y sus ojos se demoran en mis labios—. Ningún hombre se olvida de una boca como la tuya. Mierda. No puedo creer que acabe de decir eso. El pánico corre a en mis venas y miro alrededor, en busca de una salida. —¿Listo para irnos? —Una mujer se acerca a su lado, curvando el brazo alrededor de él. Es evidente que es su esposa, y me pregunto qué haría si supiera que tomé el dinero de este hombre a cambio de una mamada. Porque así es como me conoció y la vergüenza que amenaza es tan abrumadora, que estoy tentada a huir. Soy inexpresiva a la mayoría de los hombres y nunca les presto demasiada atención a sus rostros o cuerpos. No quiero saber ningún detalle y trato de hacerlos parecer inhumanos. Es más fácil al fingir que no son reales. Pero este tipo es real y también lo es su esposa.

62

—Sí, cariño. —Me envía una mirada penetrante, como si yo acabara de chismear de dónde lo conocía o algo loco. No debe preocuparse. No quiero ningún problema—. Gracias —dice con voz ronca y asiento en respuesta, sorprendida por la forma en que la mujer me mira por encima del hombro antes de salir del restaurante. Exhalando en voz alta, me hundo contra el mostrador, frotándome la frente con la punta de mis dedos. Si lo que ha pasado no es una indicación de que tengo que salir de aquí, y rápido, no sé qué más lo es. Esta es la segunda vez en dos semanas que ha sucedido un encuentro como este. ¿Por qué ahora? ¿Por qué, de repente, me encuentran los cabrones que frecuentaban Gold Diggers? No lo entiendo. Es como si el universo estuviera tratando de decirme algo. —¿Estás bien? —Una cálida mano se posa sobre mi hombro y me voltea. Un grito se me escapa ante el toque demasiado íntimo. Pero es Colin. Cuando su mano se aparta de mí, veo preocupación y cariño en su mirada, pero trato de ignorarlo. —Estoy bien —digo, tragando saliva. —Estás pálida. —Da un paso hacia mí, tocando mi mejilla y me estremezco. Una vez más, su mano cae y como una idiota, echo de menos su tacto. —Cansada. —Le ofrezco una débil sonrisa, deseando que me deje sola. También deseando que me saque rápidamente de aquí, que me rescate para siempre. Tal vez podríamos huir juntos. Él no quiere hacerle frente a sus problemas y yo no quiero enfrentarme a los míos. Podríamos evitar todo. Juntos. Solos. Indefensos… Sí. Eso suena como mi sueño hecho realidad. —Ha sido una noche muy concurrida. Debes ir a tomar un descanso —sugiere, extendiendo la mano para tocarme. Una vez más. Lo dejo esta vez, presionando mis labios cuando mete un mechón rebelde de cabello detrás de la oreja. Es tan suave, tan dulce. ¿Sabe cómo de tortuoso es esto? ¿Lo mucho que lo quiero? Negamos el uno al otro lo que queremos. Empiezo a preguntarme si los dos estamos locos. —Todavía se necesita ayuda —le digo, tomando un respiro en mis pulmones cuando da un paso más cerca. Está invadiendo mi espacio personal, ayudando a que me olvide de lo que pasó con ese horrible cliente—. Voy a tomar mi descanso en treinta minutos. Debería ralentizarse para entonces.

63

—Cuídate. No me gusta verte tan agitada. —Su mirada cae a mis labios y los separo, deseando que me bese. Lo que es una locura, teniendo en cuenta que estamos en el medio de un restaurante muy público. —Estoy bien. En serio. —Le ofrezco una sonrisa más grande y me la devuelve, una visión de esa familiar y desgarradora sonrisa torcida que me hace querer lanzar los brazos alrededor de él y nunca soltarlo. —Echo de menos hablar contigo —confiesa con voz baja. Me sorprenden sus palabras. —También echo de menos hablarte — digo automáticamente. —Antes de que te marches, vamos a tratar de hacer eso, ¿está bien? —Cuando no digo nada, continúa—: ¿Vamos a tratar de hablar? ¿Ponernos al día con… todo? Siento como si ya no te conociera, Jen. No me conoce. Hay demasiadas cosas que no quiero que sepa. Es por eso que no hablamos. —Claro. Podemos ponernos al día. Suena muy bien. —Sueno frívola y veo dolor en sus ojos, pero lo ignoro. Siempre estamos lastimándonos en lugar de enfrentar la verdad. Es más fácil de esa manera. —Entonces, ¿vas a Sacramento en tu día libre? —pregunta Fable inocentemente, pero hay un motivo detrás de sus palabras. Quiere saber si de verdad voy a hacer esto. Y siempre espera que me retracte y diga que me quedo. Lástima que voy a decepcionarla. Después de lo que pasó antes, sé que mi partida es la elección correcta. Prefiero estar en el anonimato que tratar con ese tipo de enfrentamientos. Ofreciéndole un asentimiento firme, cuento sin parar mis propinas en efectivo. Es nuestro ritual nocturno, donde todos nos sentamos alrededor de unas pocas mesas y sumamos toda nuestra recaudación y luego cada uno pone lo suficiente para los ayudantes y las anfitrionas. —Ese es mi plan. —¿Cómo vas hasta allí? —Otra pregunta inocente, una que no tiene una respuesta fácil, ya que no tengo un auto. Sí. Necesito uno. Es lo primero en mi lista de lo que necesito cuando esté por mi cuenta. —Tenía la esperanza de que podía pedir prestado el auto de Colin. Fable se echa a reír, la muy descarada. —Sí, claro. No quiere que te vayas y ¿crees que va a permitir que conduzcas sola su muy elegante auto a Sacramento? Tienes que estar bromeando.

64

—Tengo mi licencia. Sé conducir un jodido auto —digo con malhumor, acumulando los billetes de un dólar. Esta noche fue buena, las propinas fueron abundantes y estoy agradecida por cada dólar que cuento. Los necesito, ya que voy a estar viviendo por mi cuenta y pagando todas las facturas que vienen con la vida independiente. —¿En la gran ciudad? Vamos, chica del pueblo. Probablemente te asustarás con todo el tráfico. ¿Y ese auto no es el precioso bebé de Colin? Para una persona que se esforzó por planificar este cambio a fondo, luzco como una completa idiota. —Bien, me puedes llevar tú. —Trabajo ese día. Ya he comprobado el horario. —Se encoge de hombros—. Y no tengo la camioneta, Drew sí. Sólo tenemos un vehículo y si no lo uso para llevar a Owen a practicar, Drew vuelve a su práctica o me deja en el trabajo o va a la escuela o… Lo que sea. Mierda. Me encantaría hacer esto sola. No quiero ser dependiente de otra persona. Ojalá pudiera alquilar un auto, pero no tengo una tarjeta de crédito y están estas reglas sobre el uso de tu tarjeta de crédito y tienes que tener una cierta cantidad en la cuenta bancaria. Es demasiado complicado y, como siempre, no tengo dinero extra en mi cuenta. Estoy ahorrando para salir de aquí, no para despilfarrar todo en un auto de alquiler. —Me pregunto si alguien más me llevaría… —¿En serio? Pensé que tenías todo planeado. —Fable vuelve a mirarme, con una expresión de incredulidad y de inmediato me siento de unos cinco centímetros de altura. —Nunca he pensado en un auto, y eso es un gasto tan grande… — Mi voz se desvanece y estoy abrumada por la vergüenza. Había estado viviendo en mi auto cuando me encontró Colin, pero parecería un basurero tras irme a vivir con él. Me ayudó a venderlo por partes e hice unos doscientos dólares. ¿En qué demonios pensaba, al darle a Colin mi noticia tan pronto? Quiero decir, sé lo que pensaba. Me había cabreado tanto que le espeté que quería irme, lo que había planeado hacer todo el tiempo, pero al menos con un poco más de sutileza… Dios, lo jodí mucho. Aparecerme ahora y decirle: “Oye, dame un par de meses más, necesito un plan mejor”, sería demasiado humillante. Pero, ¿cómo iba a hacer esto por mi cuenta?

65

—Diablos, sí, es un gasto enorme. Sin embargo, gastaste dinero en un tatuaje, ¿no pensaste en ahorrar dinero para un auto? No lo entiendo. — Sacude la cabeza y su desaprobación es clara. Alcanzo mi cuello, frotando mi tatuaje en su mayoría sano. Ella me hace sentir como un completo fracaso en la vida. Y todas sus críticas me enfurecen silenciosamente. ¿Desde cuándo Fable tiene derecho a juzgarme? —Tomamos nuestras propias decisiones, ¿sabes? No todos sabemos cómo ocuparnos de nosotros mismos a la perfección. —Como al parecer tú sí, quería decirle. Pero esas últimas cinco palabras están sin dudas implícitas. Por la mirada de asombro en el rostro de Fable, también lo sabe. —Nunca dije que sé hacer las cosas perfectamente —dice a la defensiva. —No tienes que hacerlo. —Lanzo mi dinero en el centro de la mesa para la anfitriona y para el ayudante de camarero, que se encontraban de labor esta noche y me pongo de pie, lista para salir pitando de allí. —Jen, espera —exclama Fable, pero la ignoro. Tiene su mierda en orden, tiene su perfecto y precioso novio/prometido, un trabajo decente y un hermano que está en el camino correcto. Sí, su mamá es una mierda y su papá es invisible. Sí, Drew tiene sus problemas, pero por favor. Es un jugador estrella de futbol americano, probablemente en su camino a la NFL, es adinerado, y está locamente enamorado de ella. Estoy sola, viviendo con un hombre que no quiere admitir que podría haber algo entre nosotros. O peor aún, siente absolutamente nada por mí, y que esto que creo que sucede es totalmente unilateral. Oh, me desea. Lo sé. Pero no hay nada más. Nada. Más. Ahora estoy atrapada teniendo que irme cuando no estoy ni cerca de estar preparada. ¿Y si no encuentro un trabajo? ¿Qué demonios estoy haciendo? ¿De quién es la culpa de todos modos, idiota? Así es, busca en un espejo y echa un vistazo a tu reflejo. Salgo del restaurante por la puerta trasera, terminando en el callejón. No hay nadie allí, así que me desplomo sobre una silla vieja, inclinando la cabeza hacia atrás con un suspiro lento así puedo ver el brillante cielo nocturno.

66

Colin me estará esperando, ya sea en su oficina o en el frente. Todo el mundo saldrá por la puerta principal. Puedo encontrar unos minutos de paz. O reflexionar sobre mis fracasos absolutos en la vida a la simple edad de veintidós años. ¿Podría ser más estúpida? Una cosa es bailar y desnudarse en un escenario para ganarse la vida. Dejando que los hombres metan billetes de un dólar en mi tanga, intentando llevarse una caricia; era horrible, pero lo hice por el dinero. Lo hacen muchas mujeres. En ese momento me sentía desesperada. Mudarme con una compañera de baile fue mi primer error. Se relacionaba con personas desagradables que robaron todo mi dinero. Lo siguiente que supe, fue que me encontraba con chicos en el asiento trasero de sus coches y tomaba efectivo por hacer que se vinieran con mi mano. O mi boca. Nunca lo llevé más lejos que eso. Sin embargo, pude, si hubiera durado más. No lo sé. Me sentía desesperada. Asustada. Colin llegó en el momento justo y me salvó. Le debo todo. Aun así lo voy a dejar sin una explicación. Ya es bastante malo que me viera desnudándome. Peor que me atrapara en un coche con un chico, aunque no hubiera pasado nada. Ese es un momento del que no hablamos. Dejando caer mi cabeza más hacia atrás, me desplomo en la silla, golpeando mi cráneo contra la madera una vez. Entonces lo hago de nuevo. Tal vez pueda meter algo de sentido en mi estúpido cerebro si sigo así. Tal vez podría reunir el valor para hablar con Colin de nuevo en lugar de evitar los problemas reales. —¿Tratas de hacerte daño? Genial. Cierro los ojos. Si no puedo verlo, entonces tal vez no está allí en realidad, ¿verdad? —Vete. Ignora mi demanda. —Te he estado buscando. —Por supuesto que sí. Siempre está buscándome. Luego, nunca hace nada una vez que me tiene. De repente soy la única valiente, lo que me saca de quicio. Su voz es el producto de los sueños. Profunda y melódica, llena de promesas, incluso cuando dice algo completamente benigno, como: “Ten un buen día”. Las chicas se desviven para oírle pronunciar esas palabras. Cualquier palabra. —Tal vez no quiero ser encontrada. —Por ejemplo, captar la pista de por qué estoy aquí cuando no hay nadie más. —Fable está preocupada de que estés enojada con ella.

67

Estoy tan tentada de abrir los ojos a ese comentario, pero los aprieto. —Tiene razón para preocuparse, ya que es así. Estoy totalmente enojada con ella. —¿Por qué? —Suena sorprendido. Después de todo, hemos sido grandes amigas casi desde el momento en que nos conocimos. Las personas piensan que somos lindas juntas, cómo en apariencia somos totalmente opuestas. Soy alta. Ella es baja. Es rubia. Mi cabello es castaño oscuro. Nos vemos en cierto modo divertidas juntas y todo el mundo lo disfruta, lo cual es una tontería. Esta no es una comedia. Esta es nuestra vida. Y justo ahora, mi vida y todos en ella están fastidiándome mucho. —No quiero hablar de eso —murmuro. Estoy segura de que es lo último que Colin quiere oír, pero que lástima. No estoy de humor para compartir todos mis secretos con él. Siempre es tan malditamente callado, así que le devuelvo el favor, ¿sabes? —Bueno, estoy a punto de cerrar. —Lo deja pasar, algo que aprecio. Y también me vuelve loca. Insistiría, intentando sacar más información de mí, si se preocupara de verdad. ¿Cierto?—. Se fueron todos. —Hace una pausa y me pregunto si se siente tan herido, tan inseguro, como yo—. ¿Estás lista para irte? Quiero decir que no, pero eso es tan estúpido. Él es mi aventón a casa. Vivimos juntos. ¿Cómo si no voy a llegar allí? ¿Caminar en el medio de la noche? Su barrio está bastante lejos del centro y tomaría una eternidad llegar allí. Además, ¿quién sabe qué tipo de asquerosos podría encontrar? En el medio de la noche, el centro de la ciudad está repleto de ellos. Sin molestarme con una respuesta, me paro y camino junto a Colin, pasando por la puerta trasera que sigue abierta. Me sigue sin decir una palabra, su silencio me pone nerviosa por lo que decido ofrecerle el mismo trato. Por lo general, soy la única que siente la necesidad de llenar el silencio. Prefiero hablar de cualquier cosa antes que soportar siquiera un minuto de incómodo silencio. Esta noche, estoy demasiado cansada incluso para eso.

68

COLIN Ella se sube en mi BMW, el coche con el que me di el gusto como mi recompensa por abrir El Distrito. Es un buen coche, pero rara vez lo utilizo además de conducir al trabajo y a casa. ¿Cuán malditamente aburrido soy? Su aroma llena el interior, dulce y sensual y tan únicamente de Jen, que todo mi cuerpo reacciona en el momento que está adentro. Su hombro roza el mío mientras se ajusta el cinturón de seguridad, su cabello me roza la camisa por un breve momento antes de que se acomode en su asiento. Es el mismo ritual cada día. Respiro profundo cuando estamos en nuestro camino al trabajo. Y respiro profundo cuando estamos en nuestro camino a casa. Tratando de calmar mis nervios, me digo que en realidad no la quiero. Más que nada, trato de inhalarla. Como si pudiera encerrar su aroma y nunca, nunca dejarlo —o dejarla— ir. Voy a extrañar esto. Extrañarla. Por una vez fui valiente, al pedirle que se abra a mí. Hubo un motivo detrás de mi petición. La vi antes. El cliente que dijo conocerla del Gold Diggers y el pánico puro que se apoderó de su hermosa cara. Me gustaría que me hubiera dicho sobre eso. Debería haber presionado más por la verdadera respuesta cuando le pregunté qué le pasaba. —¿Puedo hacerte una pregunta? —dice de la nada y su tono es extremadamente neutro. Demasiado neutro. —Eh, vamos, adelante —respondo, preguntándome adónde va con esto. —¿Alguna vez... me prestarías tu coche? —Hace su mejor esfuerzo para que suene como si no fuera importante. No me lo creo. —¿Por qué lo preguntas? —La miro por el rabillo de mi ojo. —No sé. Sólo preguntaba. —Se encoje de hombros, lo que significa que hay más motivos detrás de lo que dijo. —Creo recordar que eres una conductora de mierda. —Destrozó el coche de su hermano cuando le enseñó a conducir. Él había ahorrado por semanas, si no meses.

69

—Si hablas del estúpido Bronco de Danny, entonces bien, sí. Apesto. Soy una conductora terrible. —Hace una pausa por un momento—. Tenía sólo quince malditos años, ¿qué esperabas? Me río, sorprendido de que todavía puedo hacerlo. Reír. Ha sido tenso por aquí últimamente y lo odio. —Nunca te dejó superarlo. —Probablemente, todavía no. —Tuerce los labios, como si no quisiera decir otra cosa y me quedo callado, porque tampoco quiero hablar sobre Danny. Es malditamente doloroso. Todo quedó en vilo entre mi mejor amigo y yo. Habíamos discutido sobre no unirme a las fuerzas armadas. Le dije que era estúpido por hacerlo sin mí. Me enojé tanto porque perdió la oportunidad de venir conmigo y empezar un negocio juntos, ni siquiera me había molestado en despedirme cuando se fue. Sólo después tuve las bolas para enviarle un correo electrónico y decirle que lo sentía. Hablábamos, nos mandábamos e-mails, pero nunca fue lo mismo. En una de nuestras últimas conversaciones, me hizo jurar que vigilaría a su hermana si le ocurría algo. Prometí que lo haría. Poco después, él se había ido. —No me has contestado. —Deteniéndose, se muerde los labios. Me encantaría morder ese labio sexy con mis dientes. Mierda—. ¿Me dejarías tomar prestado tu coche? —Bueno, ¿es una emergencia? —Em... ¿algo así? —Ahora suena demasiado insegura como para creerle. —¿Una emergencia planeada? Porque no hay tal cosa. Reduzco la velocidad y giro a la derecha en la calle que conduce a mi barrio, mi mirada vaga sobre las filas de hermosas casas, los jardines perfectamente cuidados, los coches caros estacionados en la calle o estacionados en el frente de la acera. Me encanta este maldito barrio. Es uno de los mejores en la ciudad y nada como el lugar donde crecí. Este es el tipo de barrio que se ve en los comerciales, en la televisión, en las películas. Yo vivía en un camino de tierra cuando era niño, la casita de mi madre era nada más que una choza. El techo se hallaba lleno de goteras y el suelo era todo irregular, con suelos que crujen y linóleo rasgado, y el único baño no era más grande que un armario y tenía una ducha, no bañera. Sin un patio real, los malditos pollos debiluchos entre la suciedad y la maleza, cagaban donde quisieran. La definición exacta de rústico. La había odiado.

70

También me alejé completamente de eso. Nunca volví, para la gran irritación de mi mamá. La última vez que hablé con ella, me acusó de comportarme exactamente como mi padre. Sólo pude aceptar en silencio. Entonces inmediatamente me sentí culpable y le envié un cheque al día siguiente. La puse en una nueva casa hace unos años, una por la que se queja con frecuencia. Extrañaba la casa vieja, en la que creció, por lo que debe haber tenido un valor sentimental. Personalmente, quería arrasarla con un tractor gigante, pero ella no me dejó. Así que está vacía. Probablemente invadida por ratones, ardillas y mapaches a esta altura. —Bien. —Suspira, completamente irritada—. Necesito que me lleven a Sacramento. No es que te lo pida a ti porque eso sería más allá de mal gusto. Así que esperaba que pudiera tomar prestado tu coche por el día. Está demente. Como si fuera a dejarla manejar mi coche en una zona desconocida. Y que me pida prestado mi coche es de mal gusto. Sé a dónde quiere llegar, pero quiero escucharla explicarlo. —¿Por qué no puedes pedirme que te lleve allí? —Este, porque en esencia voy a abandonar el hogar y el trabajo que me has ofrecido tan generosamente por lo ¿gran salvaje y desconocido? —Se ríe, sonando casi... maniática. Claramente, está completamente estresada. Estoy listo para unirme a su club. —Sigo siendo tu amigo, Jen. Has hecho tanto por mí. Es lo menos que puedo hacer por ti —digo en voz baja mientras me dirijo hacia mi calle. Más risas provienen de ella, aunque hay muy poco humor en el sonido. —¿He hecho mucho por ti? ¿A quién quieres engañar? Sacrificas todo por mí. Siempre. Eres mi caballero de brillante armadura, corriendo para salvarme. ¿Qué he hecho yo por ti? Estás… ahí. Sosteniéndome en mi cama cuando me despierto temblando y llorando por mis pesadillas de mierda. Nunca me juzgas, nunca me haces demasiadas preguntas. Me gustaría poder decirte esto. Me gustaría ser lo suficientemente valiente para decirte cómo me siento. Más que nada, me gustaría poder decirte todos mis secretos. Sacudo las palabras de mi cabeza. No puedo decirlas ahora. No puedo decirlas... nunca.

71

—Te llevaré a Sacramento. —Golpeo el abre-puerta de la cochera mientras me estaciono en mi camino de entrada, entrando y apagando el motor como lo hago todas las noches. Pero esta noche, es diferente. Esta noche, Jen me mira como si me hubiera perdido mi maldita cordura, esos preciosos oscuros ojos me devoran. Probablemente preguntándose qué diablos está mal conmigo. Yo también me pregunto qué diablos está mal conmigo. —No deberías. Me volteo para mirarla directamente a la cara y mi mirada se encuentra con la suya. —¿Por qué? ¿Cuál es el problema? Se lame los labios, dejándolos brillantes y llevando mi atención a ellos. A la mierda todo, quiero besarla. Olvidar el pasado, olvidar el presente, olvidar el escalofriante futuro; sólo quiero inclinarme sobre la consola central y presionar mis labios con los suyos. Robar su aliento, robar sus pensamientos, robar su corazón. Como ella lo hizo conmigo. No hago nada de eso. Me siento allí con calma, las llaves del coche en la palma de mi mano, con mi cuerpo tenso y listo para huir. Ella dice lo equivocado y me voy de allí. Dice lo correcto y voy a saltar sobre ella en mi coche, en la cochera, como un adolescente tratando de anotar antes de que se acabe el toque de queda. —El problema es que la única razón por la que me voy a Sacramento es porque quiero escapar de ti —admite en voz baja—. Este lugar, todo lo que ha pasado aquí... los recuerdos no son buenos, Colin. No puedo quedarme. Me duele demasiado. Sus palabras cortan mi corazón en dos, no es que sean inesperadas. Después de ver la forma en que lucía cuando el hombre le preguntó si trabajó en Gold Diggers, creo que sé porque quiere salir de aquí. Alejarse de esta ciudad, alejarse de mí. Así que hago lo que predije. Me largo de allí, dejándola sola en el coche, en el cochera. Mientras me encierro en mi cuarto.

72

8 Traducido por Val_17 Corregido por -Valeriia♥

COLIN Puedo escuchar la música reproduciéndose desde el interior del gran y anodino edificio. Es fuerte, con un ritmo palpitante. Mientras me acerco más a la entrada, son difíciles de ignorar los gritos entusiastas viniendo de los hombres en el interior. Quien sea que esté en el escenario debe estar animando bastante el espectáculo. Entrando al edificio, pago para cubrir la cuota y entro, mientras mis ojos se adaptan a la oscuridad. La música se ha detenido y el escenario está oscuro, los hombres tranquilos entretanto esperan ansiosamente en sus mesas. Me siento en una, ordenando una cerveza cuando la camarera se acerca. Me lanza una sonrisa seductora y su pelo rubio cae en cascadas por su frente, aunque sin cubrir sus generosos pechos en exhibición. No me interesa. Estoy demasiado atrapado buscando a la chica a la que le perdí la pista. La chica a la que decepcioné. Un único foco brilla de repente en el escenario y las cortinas se separan, revelando a una mujer a horcajadas en la parte trasera de una silla, sus piernas largas y desnudas extendiéndose, sus pies cubiertos con sandalias de tacón. Su cabeza está inclinada hacia delante y el cabello oscuro cae sobre su rostro, ocultando su identidad. El reconocimiento se levanta dentro de mí, haciendo que hormiguee mi columna. Sé quién es ella. La música comienza, lenta y sensual, y ella agarra la silla, sacudiendo la cabeza y vuela su largo cabello oscuro. Se levanta, pateando la silla con una pierna sexy y los hombres comienzan a animar mientras se pavonea por la pasarela, con una sonrisa descarada curvando sus labios de color rojo rubí.

73

Los celos estallan y descanso los puños apretados sobre la mesa, abrumado por una oleada de posesividad. Es mi Jenny la que está sobre el escenario, vestida con una maldita tanga y la parte superior de un bikini que apenas cubre sus pechos. Nunca la había visto así. Moviéndose al ritmo como si hubiese nacido para bailar, balanceando sus caderas, los brazos por encima de su cabeza, los dedos pasando a través de su pelo. Es pura seducción y me siento como si me hubiesen dado un jodido puñetazo en el intestino. Los hombres que me rodean gritan y silban, coreando su nombre. La llaman Janey, y me llena de alivio que por lo menos ocultara su verdadera identidad de la multitud de hombres extraños que vienen a verla bailar en las noches. Sé quién es ella. Conozco a la verdadera Jennifer. O al menos… pensé que la conocía. La música termina rápidamente y me levanto, haciendo mi camino hacia la puerta que lleva a los bastidores. Un gorila me detiene. El tipo es enorme y ancho, sus brazos tan grandes como mi maldita cabeza y trato de pasarlo. Le digo que soy el hermano de Janey/Jenny. No me cree y me hace regresar. Me detengo. Busco. Hago preguntas. Pero no la veo. Nadie la conoce. Todos mienten, para protegerla pero no entiendo de qué. Frustrado, salgo al estacionamiento. Noto un auto solitario estacionado lejos de los otros, con las ventanas polarizadas, el vehículo se balancea ligeramente por quien sea que se esté moviendo en su interior. Como un hombre poseído corro hasta allí, abriendo la puerta del lado del conductor para encontrar a Jenny con un hombre. Un extraño tiene la mano sobre su pecho y la mano de ella está en su entrepierna. No sé qué mierda pasa, pero lo siguiente que sé es que la alcanzo y la tiro hacia fuera. La arrojo sobre mi hombro y la llevo a mi auto, ignorando sus protestas, haciendo una mueca por sus manos golpeando mi espalda. —¡Bájame! ¡Vete, Colin! No te necesito. ¡Nunca te he necesitado! Está enojada, pero no me importa. Estoy más enojado. Decepcionado. Tanto de ella como de mí mismo. ¿Qué hace? Ya es bastante malo que se desnude sobre un escenario cada noche. ¿Por qué demonios se encontraba en el auto de ese hombre, dejándolo tocarla de esa manera? No quiero saberlo. Estoy en jodida negación. Es más fácil de esa manera.

74

Me siento en la cama, con mi cuerpo cubierto de sudor, mi cabeza rugiendo, la sangre corriendo en mis oídos, ahogando todos los otros sonidos y pensamientos. Pasando la mano por mi pelo, agarro mi teléfono y compruebo la hora, veo que son un poco más de las tres de la mañana. Me recorre un escalofrío y colapso sobre el colchón, mirando el techo. Por primera vez, Jen no está en mi cama para ofrecerme consuelo, sosteniéndome en sus brazos después de mi pesadilla. Mierda. Eso había sido delirante. Rara vez sueño con Jen y me imagino que es porque ella es una parte de mi vida cotidiana, no necesito verla en mis sueños. Bueno, tengo un sueño ocasional de sexo sudoroso, donde me la imagino desnuda y yo empujando profundamente dentro de su acogedor cuerpo. Por desgracia, esa fantasía en particular es demasiado rara. Esta última pesadilla me asustó mucho. Encontrarla en el auto, con su mano sobre el tipo, él manoseándola… La forma en que me miró, las cosas que dijo… ¡Vete, Colin! No te necesito. ¡Nunca te he necesitado! Jesús. Respirando profundo, lanzo un brazo sobre mis ojos, haciendo mi mejor esfuerzo para bloquear las palabras. En su lugar me concentro en ralentizar mi ritmo cardíaco, dispuesto a volverme a dormir, pero no puedo. Todo en lo que puedo pensar es en el maldito sueño. Jen. Jennifer Cade bailando en un jodido escenario como una especie de diosa del sexo —para otros hombres. ¿Desde cuándo quería que fuera mi diosa del sexo personal? Más tiempo del que jamás te diste cuenta, idiota. Cierto. Me he convertido en un imbécil angustiado que no puede hacer nada más que lloriquear y alejar a una chica. El tipo de hombre que probablemente podría convertir su vida en algo bastante sorprendente, si sólo la dejara entrar. Si solamente pudiera dejar caer mis paredes. Las mujeres han entrado y salido de mi vida. Rostros sin nombre, cuerpos bonitos, chicas a las que he usado para la liberación física y nada más. Las relaciones son inexistentes. Nunca he querido una. Jamás pensé que una mujer querría una conmigo. Soy como mi padre. No puedo establecerme. Papá lo intentó pero se fue, manteniendo a mamá con una cadena. Una cadena a la que ella felizmente permite permanecer unida. No lo entiendo.

75

Pienso en Fable cabreada y me pregunto si su novio me daría algún consejo. Riendo, ruedo sobre mi lado y cierro los ojos. Sí, somos algo así como amigos y nos llevamos muy bien, pero por favor. Soy más viejo que el chico, aunque no por mucho. De hecho, he vivido mi vida, mientras que él ha sido transportado de una escuela a otra por el dinero de papá, sin tener que trabajar un día más allá de perfeccionar su lanzamiento y sumergirse por completo en el fútbol. Sí, también tengo dinero. Ahora. Papá siempre tuvo dinero ya que heredó una fortuna de mi abuelo un par de años después de que nací, pero en su mayor parte, el hijo de puta me hizo trabajar por el mío. Me había dado el restaurante al igual que su padre se lo entregó hace mucho tiempo cuando yo era un bebé, cuando dejó a mamá y después de una extensa capacitación, me dejó a mi suerte. Volvió una y otra vez a mi vida, queriendo que trabajáramos juntos, y acepté de mala gana. Somos tan constantemente.

parecidos,

es

difícil

trabajar

con

él.

Chocamos

Mi mamá tomó lo que le dio, siempre murmurándome cuan imbécil era él, aunque sé que no es verdad. No los entiendo, no comprendo cómo se enamoraron y decidieron casarse. Los dos —especialmente ahora— no tienen ningún sentido juntos. Siguen jodidamente casados, por el amor de Cristo. Creo que secretamente desea que él vuelva con ella. Creo que a él le gusta saber que ella está ahí, esperándolo. Su relación es enferma y retorcida. Un tira y afloja entre ambos. Las discusiones. No me extraña que no quiera una relación. Mira el ejemplo que me han dado. Sí. Mi vida es completamente diferente a la de Drew. Pero tal vez el chico podría ayudarme. No estaría mal tener una perspectiva diferente. Por lo menos, Drew podría ayudarme a tener algo de sentido ya que parece un tipo sensato. Tiene que serlo para lidiar con Fable en el día a día. Esa mujer está loca. Locamente hermosa, locamente protectora, locamente testaruda, loca en todo lo anterior y algo más, pero es la novia más fiel de la que he sido testigo. Sólo estás irritado con Fable porque te enfrentó. Cierto. Ella me hizo enfrentar cosas que no quería ver. Todavía no quiero. —Entonces, ¿de qué querías hablar? Tomo un trago de mi cerveza, mirando a Drew. —¿Qué te hace pensar que quiero hablar de algo específico? —Mi voz es falsamente

76

alegre, al igual que mi sonrisa. Estamos en un bar del centro, uno que ni siquiera está cerca de mi restaurante, un lugar donde los chicos universitarios no pasan el rato. Está más orientado hacia tipos mayores locales que salen del trabajo y buscan una copa o dos antes de tener que ir a casa y enfrentar la realidad. Elegí el lugar a propósito, no quería ninguna distracción. —Supongo que somos… amigos, pero no pasamos el rato. —Drew frunce el ceño—. No creo que alguna vez me hayas pedido encontrarte en un bar y tomar unas cervezas. Por lo general tenemos a las chicas con nosotros como amortiguador. Tiene razón. Siempre tenemos a Fable y Jen con nosotros. —Fable está enojada conmigo —digo, cambiando de tema. Un poco. Drew asiente, su expresión es sombría. —Lo sé. Lo superará. Le dije que no puede decirles a todos lo que deben hacer. Estoy sorprendido de que lo sepa, pero entonces, no tanto. Esos dos se cuentan todo. No hay secretos entre ellos por lo que puedo decir. — Creo que también está enojada con Jen. —Así es, pero lo arreglaron o lo que sea en la mañana, y ahora todo está bien. Bueno, diablos. No tenía idea. Por supuesto, no he visto o escuchado de Jen durante todo el día. Estoy seguro de que me está evitando. No puedo culparla, maldita sea. —¿Supongo que todo el enojo tiene que ver contigo y Jen? —Drew levanta una ceja, esperando mi respuesta, la cual ya sabe. Asiento, sintiéndome malhumorado. —Debería disculparme. —Ayudaría, estoy seguro —dice Drew irónicamente. Maldición. Así no es como me imaginé, comportándome como un idiota deprimido por una mujer. Soy el tipo de chico que toma las riendas. Veo algo que quiero y voy tras ello. Por lo general. Pero por alguna razón, me lo niego cuando se trata de Jen. Las mujeres son buenas sólo para un poco de alivio ocasional. No me preocupo por ellas o por sus sentimientos. No tengo tiempo para cultivar una relación. Lo que sea que una mujer quisiera de mí, yo sólo le daba lo físico. ¿Mis emociones, mis pensamientos? Siempre eran míos. Es tan fácil caer en la cama con una mujer. Tener sexo, darse placer mutuamente. Lo que me asusta es el después. Es por eso que no puedo intentarlo con Jen. Es mi amiga y ella jodidamente me importa. Sé que lo

77

arruinaría entre nosotros. Jen querría más de lo que podría darle. La decepcionaría y rompería conmigo. Para siempre. No puedo correr el riesgo. —Planeo llevar a Jen a Sacramento mañana para ayudarla a buscar un apartamento y a un par de entrevistas de trabajo que ha acordado — le digo, manteniendo mi mirada fija en la botella de cerveza frente de mí, viendo las gotas corriendo por la condensación. —¿Y por qué demonios harías eso? Trato de no reaccionar al nivel de tranquilidad en la voz de Drew, pero maldición, la forma en que habla me inquieta. Estar aquí, supuestamente pidiendo su consejo, me pone al borde. ¿Qué diablos hago? —Si no puedo tenerla aquí conmigo, bien podría llevarla a dónde quiere ir y ayudarla —digo en voz baja. El sudor frío cubre mi piel ante mi admisión. Una cosa es tener todos estos pensamientos reprimidos dentro de mí. Otra muy distinta es realmente escucharme decir las palabras en voz alta. —¡Bah! Nunca te imaginé como un completo marica. —Drew se encorva sobre el mostrador, agarrando la botella de cerveza casi vacía y haciéndola girar entre sus dedos. Girándome, lo miro con incredulidad. —¿Qué acabas de decir? Drew me mira, luego aparta la vista. —Ya me escuchaste. Pensé que tenías más pelotas que eso, hombre. Una cosa es que la dejes salir de tu vida. Y otra completamente diferente es ser el que está detrás del volante, alejándola de aquí. No me extraña que Fable esté enojada contigo. —No entiendo por qué a ustedes les importaría una mierda — murmuro y la irritación fluye por mis venas, encendiendo mi sangre. ¡Está insultando mi virilidad, por el amor de Dios! Me llamó marica y dijo que no tenía pelotas. A la mierda ese consejo. Me voy de aquí. —Soy la última persona que podría darte consejos —dice Drew justo cuando me deslizo del taburete de la barra. Sabe que estoy listo para irme, que no quiero escuchar lo que tiene que decir—. Después de todo, soy el idiota que se alejó de Fable cuando debí haber corrido hacia ella. Hago una pausa, escuchándolo a pesar de querer decirle que se vaya a la mierda. —Si pudiera hacerlo todo de nuevo, habría sido honesto desde el principio. Le habría dicho lo que significaba para mí. Nunca habría huido,

78

jamás la habría alejado. Me habría tirado en sus brazos y nunca, nunca la soltaría. Ladeando la cabeza, me mantengo de espaldas a él, absorbiendo sus palabras y el dolor detrás de ellas. Los dos sufrieron, sé cuánto. Al principio, cuando contraté a Fable, creía que Drew era una mala influencia para ella. Pensé que era un imbécil rico listo para meterse en su vida, ensuciar su cabeza y luego dejarla. Resulta que él fue lo mejor que le pasó a Fable. Son buenos para el otro. Se equilibran entre sí. Nunca diría esto en voz alta, pero… estoy celoso de su relación. Se aman ferozmente, son tan malditamente protectores entre ellos. Quiero eso. Lo más probable es que podría tenerlo. Con Jen. ¿Podrías? ¿De verdad podrías? ¿O ya lo arruinaste? —Soy un imbécil. —Lentamente, me giro para mirarlo, cruzando los brazos delante de mi pecho—. ¿Es eso lo que tratas de decirme? Porque tendría que estar de acuerdo. Drew sonríe. —Eso no es todo lo que quiero que entiendas de esto, pero sí. Deja de ser un imbécil. Y deja de negarte lo que sientes. Ve por ello. Quédate con ella. Quieres estar con ella, ¿verdad? Le ofrezco el más pequeño asentimiento en respuesta, pero no puedo hacer ningún sonido. Me ahoga sólo la idea de confirmarle a otra persona con palabras reales que quiero a Jen. Tener a Jen significa que tengo que abrirme a ella por completo. Es aterrador pensar en ello. ¿Y si no le gusta lo que ve? ¿Y si la decepciono? Podría pasar. Decepcioné a todos en mi vida. Mi mamá, mi papá, Danny. Es más fácil fingir que ella es sólo mi amiga en lugar de admitir que quiero más. La idea de su rechazo me asusta muchísimo. —Entonces díselo. O al menos, demuéstraselo. —Hace una pausa—. Se lo merece, después de lo que sufrió. Con la pérdida de Danny y… —Su voz se apaga y me pregunto de qué más habla. Probablemente yo, y todo lo que he hecho para decepcionarla. —La hice sentir mal. —Mi voz se quiebra y me aclaro la garganta—. Le hice mal a toda su familia. He roto las promesas que le hice a su familia una y otra vez a lo largo de los años. —¿Qué clase de promesas? —pregunta Drew, interrumpiéndome. Me detengo y lo miro. —¿Qué dijiste?

79

—¿Pregunté qué clase de promesas rompiste? Tengo curiosidad. — Levanta las manos frente a él cuando le envío una mirada atronadora—. Sé que no es de mi incumbencia. No tienes que decirme si no quieres. Juré que me quedaría con Danny sin importar qué. Y cuando no lo hice, le prometí a mi mejor amigo que cuidaría de su hermana. Les prometí a sus padres que cuidaría de ambos. Perdí a Danny y quería salvar a Jen — y así lo hice. Pero también rompí esa promesa. Juré que no le pasaría nada malo. Cosas terribles y espantosas le sucedieron a Jen cuando estuvo en Gold Diggers. Fallé en todos los sentidos. —Le prometí a Danny que nos uniríamos al ejército el mismo día y no lo hice. —Sólo decir las palabras en voz alta me llena de arrepentimiento. —¿Por qué no te uniste? —Mi papá me hizo una oferta que no pude rechazar. Me dio el restaurante para supervisarlo, mi propio negocio que sólo me pertenecería, con la posibilidad de más. —¿Qué chico no aprovecharía esa oportunidad? —¿Qué más? voluntariamente.

—insiste

Drew,

presionándome

y

lo

digo

—Le prometí a Danny que cuidaría de su hermana. También fallé en eso. —Gran momento—. Yo… no la merezco. —¿De verdad lo crees? —pregunta Drew en voz baja. Odio lo tranquilo que se ve, lo seguro de sí mismo que está en este momento, mientras mis emociones están por todo el maldito lugar. Soy el confiado. Soy el que nunca deja que nada lo moleste, quien puede hacerse cargo de cada situación y mejorarla otra vez. Con la excepción de toda la familia Cade. Lo arruiné con ellos una y otra vez. —Sí —respondo finalmente. —Entonces pruébate que te equivocas, hombre. —Drew sacude la cabeza—. Pruébate que estás equivocado.

80

9 Traducido por Marie.Ang Corregido por Meliizza

JEN —Levántate y brilla, cachetes dulces. Me acurruco más en la almohada, apretando con fuerza los ojos contra la luz del sol de la mañana derramándose en mi habitación. Sé que no dejé las cortinas abiertas antes de irme a la cama. Debo estar soñando. Y no hay forma de que Colin esté en mi habitación llamándome cachetes dulces. Quiero decir, ¿qué demonios? —Jennifer Lynn Cade. —Le da a mi hombro una sacudida y me encojo bajo su mano, totalmente consciente del calor de su tacto en mi piel—. Si queremos llegar a Sacramento a una hora decente, necesitas levantarte y arreglarte. De acuerdo. Algo definitivamente está mal en esta escena. Primero, Colin sin duda se encuentra en mi habitación. Usualmente, soy la que está en su habitación tratando de despertarlo de otra pesadilla que todavía tiende a enviarlo más profundo en este espiral de auto-odio. En segundo lugar, Colin suena francamente cariñoso. ¿Qué diablos? —Perezosa —murmura antes de golpear, sí, golpear, mi trasero—. Vamos, cachetes dulces. Vamos a hacer esto. Alejo mis cachetes dulces de dónde puedo sentirlo sentado en la cama. Abriendo los ojos, lo encuentro justo a mi lado, vistiendo vaqueros y una camiseta de color azul oscuro que se estrecha a través de sus hombros y pecho de la manera más deliciosa. El hombre es tan grande como una montaña y estoy lista para escalarlo. —¿Acabas de llamarme como creo? Sonríe y es como un millón de pequeñas dagas directas a mi corazón. Prácticamente puedo sentirlo agrietarse en mi pecho, es tan condenadamente hermoso. —Considerando que tu trasero está saliendo de esos pantaloncitos cortos que llevas en este momento, creo que puedo

81

decir con autoridad apropiada que tus cachetes son malditamente dulces. —Oh, por Dios. —Los cachetes en mi rostro están tan calientes que mi piel se siente como si fuera a incendiarse mientras tiro de un jalón las mantas sobre mí. No me di cuenta que me hallaba medio cubierta por el edredón y que él podía ver los pantaloncitos cortos que uso para dormir. Sin bragas. ¡Cuán malditamente mortificante! Su estado de humor no encaja. Últimamente, ha estado tan sombrío, hosco y depresivo, que me sorprende ver la sonrisa aún pegada en su rostro. No debería decir “pegada” porque luce genuina y tengo que admitirlo, me gusta verla. Me gusta verlo feliz y despreocupado. Me recuerda al pasado, antes de que pasara toda esta mierda pesada y terrible. —Como si no hubiera visto tu culo antes. —Se pone de pie y se estira, levantando los brazos sobre la cabeza, haciendo un sonido áspero en el fondo de su garganta que es innegablemente sexy. Su camisa se levanta con el movimiento, ofreciendo un vistazo de su estómago plano y tonificado, y me siento llena de ganas de lamerlo ahí. Dios bendiga a América, ¿qué está mal conmigo? Estoy sentada aquí boquiabierta ante él como una especie de víctima de guerra conmocionada. No puedo pensar en lamer los abdominales perfectos de Colin. Necesito concentrarme en salir urgentemente de aquí antes de hacer algo increíblemente estúpido. Como, ya sabes, intentar lamer los abdominales de Colin. —Tienes diez minutos para meter esos cachetes dulces en la ducha y estar lista. Entonces, emprenderemos el viaje —ordena mientras deja caer los brazos a los costados, su voz llena de esa autoridad agresiva que nunca admitiría que me despierta como nada más. A veces, de verdad la amo cuando me manda. —¿Emprender el viaje a dónde? —pregunto y mi mirada sigue su mano derecha. Va debajo de su camisa, rascándose la barriga perezosamente, levantando el dobladillo de modo que consigo otro vistazo de toda esa piel tentadora. Un sendero de oscuro cabello dorado bajo su ombligo, un camino que, sip, quiero seguir con la lengua. Ver a dónde me lleva. Mmm, sé exactamente a dónde me llevará y quiero ir allí.

82

Cerrando los ojos, me golpeo la nuca muy fuerte contra el cabecero, irritada con mi línea de pensamiento. ¿Estoy caliente? ¿Teniendo sueño sexual un increíble y realista o qué? Al tenerlo aquí en mi habitación, en mi cama, no puedo dejar de pensar en él. Lo que me gustaría hacerle. Desnudo. Con mi boca y lengua y mi… —Te llevaré a Sacramento, ¿recuerdas? Abro los ojos para encontrarlo observándome, una ceja elevada, con las manos en las caderas. Se ve… hermoso. Lo suficiente bueno para comer. También irritado conmigo, puedo verlo en sus lindos ojos azules cristalinos. Pero también hay diversión, así que no está tan enojado conmigo. Sólo algo así. —¿No tienes cosas planeadas para hoy? ¿En Sac? Ya sabes, ¿buscar un trabajo, un departamento, todas esas cosas importantes que una chica necesita para seguir adelante con su vida? —me insta. Ahora todo vuelve a mí. Dios, mi cerebro es un lío nebuloso, especialmente cuando aún no he tenido mi primera taza de café. —Tengo dos entrevistas de trabajo más tarde. Sin embargo, ambas no hasta la tarde. —Estoy seguro de que encontrarás un trabajo bastante rápido. —Me envía una mirada seria—. Si necesitas una referencia, no dudes en poner mi nombre en la postulación. No te sabotearé esto, Jen. Espero que lo sepas. —Por supuesto que no lo harías —digo automáticamente, pero, ¿de verdad? No estoy demasiado segura. Sospecho de su estado de ánimo. Ha estado protestando con el que yo quiera irme desde que hice el anuncio y, ¿ahora va a ser mi sexy escolta de primera clase en mi nueva vida? No lo entiendo. Más que nada, de plano no lo entiendo a él. —Me encantaría quedarme a charlar, pero estamos perdiendo el tiempo. Necesitas arreglarte. —Agarra el extremo del edredón y lo jala, haciéndome gritar. Maldición, no estoy en nada más que una delgada camiseta blanca de tirantes y sin sostén, además de los pantalones cortos que ya le dejaron mi culo al descubierto. Podría muy bien estar desnuda. Luchando por el edredón, intento agarrarlo, pero lo mantiene fuera de mi alcance. —Estoy prácticamente indecente —le digo, dándole una mirada significativa.

83

No coge la indirecta. —Te he visto en menos —dice arrastrando las palabras. Mis mejillas se calientan de la vergüenza. —Sí, cuando tenía ocho y me sorprendiste nadando desnuda en el arroyo. Eso no cuenta. —En realidad, tenías nueve. Y definitivamente cuenta. —Sonríe maliciosamente. Odio cuando sonríe así. Me hace pensar que se está convirtiendo en un viejo y gran imbécil, aunque en realidad, sé que no es así. Simplemente, a veces, es tan malditamente arrogante y me molesta, porque tiene razón para serlo. El hombre es casi perfecto—. Has venido a mi cama vistiendo exactamente lo mismo. ¿Cuál es el problema? —¿De verdad vas a ir allí? —Estoy sorprendida. Esto es lo último que quiero hacer, discutir sus terroríficos sueños y bajar nuestro humor. Me gusta mucho más el Colin feliz y despreocupado. No puedo recordar la última vez que lo vi así. —Hay un montón de lugares a los que me gustaría ir contigo, Jen. Es que todavía no te he dicho sobre ellos. —Con eso, da la vuelta y deja mi habitación, cerrando la puerta en silencio. Me desplomo contra la cabecera al segundo en que se ha ido, respirando con facilidad una vez más. ¿Qué quiso decir con eso? Me pone nerviosa. Toda el tipo de nervios de las mariposas en el estómago, no puedo comer, difícilmente puedo pensar o hablar porque ningún otro chico ha sido capaz de provocarme. Lo amo. Me encanta. También me asusta hasta la muerte. *** —Así que, ¿cómo ibas a llegar ahí? —pregunta Colin unas tres horas después mientras conducimos por Sacramento, buscando un lugar para comer cerca de mi primera entrevista. Ya hemos examinado el edificio, Colin está demasiado atento asegurándose de que era un barrio seguro y limpio. No quería que yo trabajara en una zona mala, ya me lo dijo en el camino. Me dio una charla de quince minutos sobre la seguridad y de cómo debo revisar mi entorno donde sea que estoy y bla, bla, bla. En cualquier otro momento, la charla me hubiera fastidiado. Ahora, como que lo apreciaba. Significa que se preocupa. Para un hombre que tiene dificultades demostrando sus sentimientos, apreciaba este pequeño vistazo. ¿Eso me hace estúpida? Tal vez, pero no me importa.

84

—¿A qué te refieres? —En realidad, no prestaba atención a lo que me decía, porque me encuentro tan concentrada en tratar de encontrar un restaurante decente antes de que mi estómago empiece a gruñir en voz alta. —Nunca me dijiste si organizaste un viaje con alguien más. —Me lanza una rápida mirada—. ¿Quién era? Oh. Sí. Arreglé que alguien me llevara, pero lo cancelé vía mensaje de texto después de que Colin dejara mi habitación. —Jason. —Me encojo de hombros. Es uno de los meseros en El Distrito. Gran tipo, va a la universidad, dulce e inteligente. Podría estar interesada si alguien no estuviera tan ocupado jodiendo mi cabeza. O mi corazón. —¿Jason, mi camarero? —La voz de Colin es tensa. Casi suena… celoso. Sí, claro. —No conozco a ningún otro Jason, así que es ese. —Mantengo la mirada deliberadamente alejada. No hay forma en que quiera mirarlo, ver toda la curiosidad y especulación. ¿Debería dejarlo pensar que potencialmente hay algo entre Jason y yo? Un poco de celos no hiere a nadie. Además, no necesito contarle que Jason ya tiene novia y que están locamente enamorados. Es un chico tranquilo que no habla mucho de su vida privada en el trabajo, pero cuando escuchó mi necesidad de ir a Sacramento por entrevistas de trabajo y no tener un aventón, se ofreció. Y acepté. Colin tampoco necesita saber que la novia de Jason, Kim, nos habría acompañado. —¿Se enojó contigo por rechazarlo en el último minuto? Finalmente, me atrevo a mirarlo. Mira hacia el frente, lo que es bueno considerando que va manejando. Su mandíbula está apretada y el agarre de sus manos en el volante es tan tenso que sus nudillos están blancos. Oh, sí, definitivamente está celoso. No puedo creerlo. —Fue genial. Se ofreció a llevarme por la bondad de su corazón, no porque ya tuviera planes de ir a Sacramento o algo por el estilo. Le ofrecí pagar la gasolina y el viaje habría consumido su día libre. Estoy segura de que está contento de que cancelara. —De esa manera, podía pasar el día con su novia haciendo lo que quisieran, en vez de ser mi chofer personal.

85

—Lo dudo —murmura, meneando la cabeza—. Seguro quería meterse en tus pantalones. Es un comentario idiota —y completamente injustificado. Sin embargo, creo que me encanta. Sus celos son otro vistazo de emoción de Colin. —Nop. —Cuando me mira una vez más, le ofrezco una brillante sonrisa—. Tiene novia. —Gran cosa. —No todo el mundo es un jugador. —Como tú, quiero decir, pero me abstengo—. Me contó que traería a Kim. Hemos sido honestos desde que me ofreció el viaje. Sólo somos amigos —recalco. No tengo ni idea por qué necesito explicarle algo. No es como si él fuera mi guardián. Sin embargo, seguro que se comporta como uno—. Tú eres el único que está actuando sospechoso. —¿Cómo demonios es eso? —Entra en concurrido de una cadena popular de restaurantes.

el

estacionamiento

Déjame que te cuente las formas. —Te digo que me voy y te vuelves loco. Intentas convencerme de que me quede. Discutimos. No nos hablamos por un par de días, lo cual es algo que nunca hacemos. Ahora, eres agradable y quieres ayudarme, sin hacer preguntas. Te comportas celoso cuando menciono el nombre de otro chico. —Me cruzo de brazos por delante de mi pecho, desplomándome en el asiento cuando se estaciona y apaga el motor—. Para mí, eso es todo un comportamiento sospechoso. Se gira para mirarme, inclinado hacia delante por lo que está peligrosamente cerca. Puedo olerlo, sentir su cuerpo irradiar calor hacia mí, y estoy tentada a meterme en él como una idiota. —Primero que todo, sé que Jason tiene novia. Así que, cuando mencionaste que era él quien iba a traerte aquí, sospeché. No puedo evitarlo. Es un buen tipo, pero oye, incluso los buenos tipos tienen malas intenciones. —No todo el mundo es un idiota. —Levanto las cejas. —¿Estás diciendo que soy un idiota? Su estado de ánimo alegre de antes y de nada malo ha pasado entre nosotros me pone nerviosa. Soy la única que debería sospechar aquí, él no. Y está tan malditamente cerca. Y tengo que pasar el resto del día viajando en su coche. Mirándolo. Oliéndolo. Dios. —No tienes la mejor reputación en lo que respecta a las mujeres —digo con cautela. —Entonces, me lo echas en cara. —Su mirada pasa al parabrisas y mira al restaurante, perdido en sus pensamientos.

86

También llego a perderme en los míos. Soy un desastre confuso de emociones cuando se trata de Colin. Enojada, triste, frustrada, excitada — experimento todo eso en este mismo momento. Es la cosa más loca. Toda mi ira se disipa mientras más lo miro. Estudiando su hermoso rostro, esa firme mandíbula que deseo trazar con mis labios, su perfecta boca que anhelo besar… —Quiero demostrarte que te equivocas. —Su voz profunda y determinada rompe mi cerebro nublado, sorprendiéndome—. No puedo alejarme de mi pasado. No puedo arreglar las cosas que te he hecho a ti y a tu familia. Frunciendo el ceño, sacudo la cabeza. —¿Las cosas que me hiciste a mí y a mi familia? ¿De qué hablas? —Les prometí que cuidaría de ti. Se lo prometí a tu hermano. — Haciendo una mueca, agita la mano, restando importancia a mi pregunta y su respuesta demasiado vaga—. Quieres empezar una nueva vida y no voy a detenerte. Mereces la felicidad, Jen. Y si estar donde te encuentras ahora no te hace feliz, entonces necesitas salir y encontrar esa felicidad. Te lo mereces. Aprieto los labios con fuerza, tontamente superada por lo que ha dicho. Estamos sentados en el estacionamiento de un restaurante estúpido teniendo esta conversación profunda y se siente irreal. Me hace preguntarme si estoy cometiendo un gran error, al dejarlo. Al dejar atrás todo lo que conozco, de modo que puedo crear un nuevo comienzo en la vida para… ¿qué? ¿Un cambio? ¿Un desafío? ¿Escapar de mi pasado? Mi pasado se acerca a mí y sangra en mi presente más y más. Eso es suficiente para hacerme querer correr y esconderme. Alcanzando detrás de mí, me froto la nuca, rozando con los dedos las costras sobre mi tatuaje de mariposa. El tocarlo me baja a tierra, me recuerda que estoy cambiando mi vida para mejor. He estado pensando en Danny últimamente. En cómo no querría verme. En cómo tampoco querría ver triste a Colin. Me hace preguntarme si pasar demasiado tiempo juntos es exactamente lo que nos hace sentir tan tristes… —Vamos a almorzar —digo con suavidad, desesperada por cambiar de tema antes de que diga algo estúpido—. Estoy hambrienta y mi entrevista es en poco más de una hora. Sin mirarme, alcanza la manilla de la puerta. Está a punto de abrir la puerta cuando lo toco y mis dedos se curvan alrededor de su antebrazo. —Gracias —murmuro.

87

Se gira para mirarme sobre su hombro. —¿Por qué? —Por alentarme. —No quiero soltarlo. Su brazo es puro músculo y nervio, y puedo sentir los vellos suaves haciendo cosquillas en mis dedos. Dejando caer la mirada, estudio su mano grande, aquellos dedos largos y capaces. —Haría cualquier cosa por ti, Jennifer. —Hace un gesto con la cabeza cuando me llama por mi nombre completo y mi mirada sorprendida encuentra la suya—. Algún día espero que te des cuenta de eso.

88

10 Traducido por Miry GPE Corregido por Eli Mirced

JEN —Así que actualmente eres camarera. —La mujer mira por encima de mi solicitud, su boca con un gesto de disgusto. Me siento frente a ella, nos separa una mesa estrecha. La entrevista es para asistente personal del vicepresidente de una agencia de publicidad. Estamos en una pequeña sala de reuniones de algún tipo y juro que su aire acondicionado no funciona. El aire en la a habitación es prácticamente asfixiante y estoy tentada a abanicar mi cara por algún tipo de alivio, pero me contengo. —Así es. Mira mi currículum, al cual le di muchas vueltas durante horas hace unos días, cuando preparé estas entrevistas. Fable me ayudó con eso. Incluso Owen hizo algunas contribuciones; el chico es sorprendentemente bueno en inglés y vio algunos errores. Pero ella apenas lo mira, levanta la cabeza para clavarme con una mirada evaluadora. —Casi la totalidad de su experiencia laboral es en la industria de comida. —Es lo que sé, sí, pero estoy más que dispuesta a aprender. —Me inclino sobre la mesa, lista para lanzar el discurso que practiqué en mi cabeza durante el trayecto hacia aquí, lista para dejar salir todas las palabras impresionantes que sin duda la empujarían a contratarme en el acto. Al menos, eso espero—. Soy nueva en la zona y busco prepararme en una posición con potencial para crecer. Soy de aprendizaje rápido y realmente necesito este tra… —¿Sabes utilizar Microsoft Office? —me interrumpe. Cierro mis labios, apretándolos y tragándome mi discurso. —Algo. — Es una exageración. Bueno, puedo usar Word, pero nada elaborado.

89

—¿Específicamente Excel? Constantemente necesito hojas de cálculo. —Sonríe, pero no es genuina. Sabe que me atrapó—. ¿Y PowerPoint? Aquí damos una gran cantidad de presentaciones. —Yo... puedo tomar clases —ofrezco débilmente, haciendo una mueca. Los colegios comunitarios locales ofrecen ese tipo de cursos todo el tiempo y muero por regresar a la escuela. Una vez que me lo pueda permitir... —Aprecio la oferta. —La sonrisa se vuelve condescendiente, como si nada. ¡Ay!—. Estaremos en contacto. ¿Eso es todo? La miro ponerse de pie y hago lo mismo, apartándome de la mesa y colocándome en mis pies como si estuviera en un sueño. Sacudo su mano y ella prácticamente me empuja fuera del edificio. Y pensé que la última entrevista había sido mala. Al menos ese hombre me dio diez minutos completos de su tiempo, enumerando las obligaciones del puesto de recepcionista para el que me entrevistaba y su mirada se desviaba a mis pechos cada pocos segundos, lo que me asustó un poco. Bueno, está bien, lo que me asustó mucho. No es como si estuviera vestida indecentemente ni nada. Falda negra recta y zapatos de tacón, una blusa blanca, sin mangas, con cuello de encaje delicado y botones de perlas bastante pequeños, que se abrochaban en la parte delantera. Mi cabello está recogido en una cola de caballo elegante y los pendientes de perlas que mi abuela me regaló para navidad cuando cumplí trece, resaltaban mis orejas. Respetuosa, con ropa seria para buscar trabajo y el chico aun así me miró lascivamente. No puedo ganar por intentarlo. Respirando profundo, camino a través del caluroso estacionamiento, el calor del sol parecía irradiar hacia arriba desde el asfalto en oleadas. Me dirijo hacia el auto de Colin y la determinación llena mis pasos. Me niego a molestarme, ni que hablar de desanimarme. Todas las entrevistas que tuve hoy, incluyendo la espontánea con la que me topé mientras esperaba para sentarme en un restaurante, terminó mal. Escuché al hombre en el restaurante diciendo que necesitaba un asistente de mercadotecnia y me metí directamente en su conversación, convirtiéndola en una cita para que pudiéramos hablar más a fondo después de terminar de comer. Tuve la entrevista no hace ni una hora con el caballero, quien dirigía una empresa de mercadotecnia y resultó un fracaso. Un completo y total fracaso, como yo.

90

—Eso fue rápido —dice Colin cuando me deslizo en el interior del coche. Doy un suspiro de alivio por el aire frío que llega hacia mí desde las rejillas de ventilación y me inclino hacia delante, dejando que el aire se esparza sobre mi piel caliente—. Dime que te contrataron. —No puedo, porque eso sería una mentira. —Inclinando la cabeza hacia atrás, cierro los ojos, un pequeño suspiro de alivio se me escapa. No tenía ni idea de lo caliente, sudorosa y agitada que estuve durante esa estúpida y pérdida de tiempo de entrevista. —¿Estás bromeando? —Suena incrédulo y como que lo amo por eso. Necesito a alguien a mi lado en este momento. Me siento como un fracaso total. —Nadie quiere contratar a alguien que no tiene experiencia en oficina, para trabajar en una oficina. —Me instalo en mi asiento, con los ojos todavía cerrados. Me pregunto si se ofendería si duermo una siesta todo el viaje a casa. —¿Cómo obtienes la experiencia en oficina, si nadie te contratará para trabajar en una? —Ese es mi punto exactamente. —Suspiro de nuevo, porque se siente bien. También se siente bien quitarme estos zapatos asesinos de tacón alto que uso, así que también hago eso. Juro que mis dedos suspiraron de felicidad al igual que yo mientras los estiraba—. La mujer era grosera. Condescendiente. Mirándome por encima del hombro y me preguntó si tenía conocimiento de Excel o PowerPoint. Por supuesto que no lo tengo y ella lo sabía. Y ni siquiera mencioné mi experiencia laboral en Gold Diggers. No es que lo haría. Eso no es asunto de nadie más que mío. —¿Quieres que vaya y le patee el trasero por ti? Lo haría totalmente. —Suena tan esperanzado que no puedo más que reír. —Sé que lo harías y lo agradezco, pero no. Llamaría a la policía y eso terminaría feo. —Sacudo la cabeza—. Este fue un viaje en vano. Vamos a casa. —Ni siquiera me sorprendo usando la palabra casa hasta que es demasiado tarde. La palabra ya había salido de mi boca. Pero Colin no lo evidencia, gracias a Dios. —Pensé que también querías mirar apartamentos. —¿De qué sirve si no puedo pagarlos? No tengo un trabajo aquí. Probablemente tendré que conformarme con un puesto de camarera en algún restaurante de mierda y hacer que funcione. —El pensamiento me deprime y cierro los ojos fuertemente de nuevo, tratando de bloquear las posibilidades lúgubres. He arruinado todo esto, pero no hay vuelta atrás—.

91

Me diré que es temporal, pero todos sabremos que eso es mentira. Seré una camarera toda mi vida. Oh, Dios mío, ¡eso es tan deprimente! —Oye. —Me toma la mano, dándole un apretón—. Resolverás esto. Sé que lo harás. Te has topado con un par de baches en el camino. Esta no será la primera vez, ni la última. Eres inteligente. Puedes hacer este trabajo. —Claro que puedo. Lo dice la chica que no tiene nada preparado, que te dio su aviso y no tiene a donde ir en cuestión de unas pocas semanas. —Sacudo la cabeza—. Soy una completa idiota. —No, no lo eres. Simplemente estás ansiosa por comenzar a vivir la vida que quieres vivir. Lo entiendo. Lo entiendo completamente. —Abro un poco mis ojos justo a tiempo para verlo llevar mi mano a su boca, rozando el beso más suave en mis nudillos. Mi piel se estremece por el contacto y envuelvo los dedos alrededor de los suyos, deseando que no tuviéramos todo este... pasado bloqueándonos. De alguna manera, él me puso en un pedestal y cree que lo de nosotros dos nunca puede salir bien. ¿No se moriría si supiera la verdad? ¡Hablando sobre caerse del pedestal! Es bastante malo que sepa que yo era una stripper. ¿Cómo se sentiría si supiera que básicamente era una prostituta, ofreciendo trabajos de mano y mamadas para conseguir dinero rápido en el estacionamiento de Gold Diggers? Dios, ¡eso suena sórdido y repugnante! —Llévame a casa, Colin —susurro, mi boca se seca cuando su mirada caliente se encuentra con la mía. Veo todo el calor y quiero hundirme en las profundidades muy azules de sus ojos, todo eso dirigido hacia mí, dejándome sin habla. Es tan ridículo lo que hacemos. ¿Por qué no podemos rendirnos a esto? Me voy a ir. Por lo que sé, nunca veré a Colin de nuevo. Entonces, ¿qué tiene de malo un poco de sexo entre amigos, hasta que me mude lejos de esa pequeña ciudad universitaria de mierda que sigo llamando casa, como si secretamente quiero que lo sea? Muy escalofriante, pero la única vez que me siento segura, la única vez que me siento como si estuviera en casa, es cuando estoy con Colin.

92

COLIN Me gusta cómo me dijo que la llevara a casa, aunque me costó mucho no evidenciar ese pequeño desliz. Me gusta mucho más la forma en que me mira de reojo mientras conduzco. Ella piensa que no me doy cuenta, pero lo hago. Todo lo que hace, lo noto. El consejo de Drew ha permanecido en mi cerebro durante todo el día, así que he intentado todo lo posible mantenerlo ligero y demostrarle que la quiero, pero en lugar de eso, la hizo sospechosa e inquisitiva. Supongo que no puedo culparla. Pero se sintió muy bien coquetear con ella esta mañana cuando la desperté. Dios, qué espectáculo fue... Todavía puedo ver la curva de su trasero asomarse por esos indecentemente diminutos pantalones cortos. Cómo lucía al dormir, su cabello largo extendido a través de la almohada, sus labios entreabiertos, sus ojos cerrados mientras yacía sobre un costado. Una pierna sobre la parte superior de la colcha, la cual fue empujada hasta su cintura. Revelando la camiseta que llevaba, la cual no hizo nada por ocultar como lucía cuando ella no la usaba. Me hizo querer sumergirme bajo esas cálidas mantas suaves con ella y tocarla. Recorrer con mis manos su piel y despertarla lentamente hasta que sea un lío gimiendo, retorciéndose y necesitado debajo de mí. Sí. No sucedió. Estamos en silencio durante el viaje de regreso a casa, pero no es un silencio incómodo. Antes de incluso dejar Sacramento, enciendo la radio por satélite al que soy adicto y me desplazo a través de los canales hasta que encuentro una estación decente. El viaje no es malo, sólo de aproximadamente noventa minutos y afortunadamente el tráfico no es demasiado de mierda. Jen se duerme relativamente rápido después de la mirada ocasional hacia mí, la dejo en paz y doy gracias porque no tenemos que hacer una pequeña charla sin sentido. Mi mente divaga como lo hace normalmente cuando conduzco y, por supuesto, pienso en Jen y lo que pasó hoy. ¿Soy malo al estar contento de que sus entrevistas no fueran tan bien como ella esperaba? No es porque no creo en ella. La chica puede hacer cualquier cosa que se proponga y es bastante lista. Pero no quiero que me deje. Dios, ¡soy un imbécil egoísta! Entonces pruébate que te equivocas, hombre. Pruébate que estás equivocado.

93

Las palabras de Drew suenan en mi cabeza, el idiota. Me pregunto si se da cuenta de lo mucho que me afectó nuestra conversación. Estoy huyendo, al igual que lo hizo él antes de comprender su error. O más bien, la estoy alejando. Haciendo mi mejor esfuerzo para que lo nuestro no suceda y ahora ella también está de acuerdo con ese pensamiento. Esto demuestra que soy un imbécil. Al momento en que llegamos a las afueras de la ciudad, subo el volumen de la radio, con la esperanza de despertarla. Ella despierta, murmurando algo ininteligible y la miro. Gran error. Jen está acurrucada en su asiento, sin sus zapatos, su blusa fuera de la falda y un par de botones en la parte superior sin abrochar, ofreciéndome un atisbo de piel cremosa y dorada. La parte superior de sus pechos, el encaje blanco de su sostén, me hace sudar sólo ver ese toque delicioso de su cuerpo. Me inclino y le subo al aire, desesperado por algo de alivio. —Me estoy congelando —murmura. Echo un vistazo en su dirección, observándola temblar mientras envuelve los brazos a su alrededor, una defensa débil contra la ráfaga de aire frío. Sí, está completamente despierta. —Cierra la rejilla de ventilación —le sugiero, sin estar dispuesto a bajarle al aire acondicionado. Necesito que se enfríen mis pensamientos demasiado calientes. Hace lo que le digo, luego se instala de nuevo en su asiento. —No puedo creer que haya dormido prácticamente todo el trayecto. —Estabas cansada. —Más bien estresada. —Se acurruca en su asiento, metiendo las piernas debajo de ella y estoy tentado a decirle que la posición no es muy segura, pero entonces simplemente sonaré como un quejumbroso hombre viejo, así que me contengo de nuevo—. No puedo creer que tenga que iniciar este proceso de nuevo. Me quedo en silencio durante unos minutos, conduciendo por el camino familiar a través de la ciudad hacia mi casa. El cielo crepuscular es de color purpura y negro, con estrellitas blancas empezando a brillar y todas las farolas encendidas, iluminando el camino mientras acelero hacia la subdivisión. —Sabes, yo podría ayudarte —digo, finalmente, con indiferencia, mientras giro en mi calle—. Planeo abrir la ubicación Redding pronto.

94

Necesitaré a alguien que me ayude y trabaje en la oficina, mientras que estoy fuera. —No. —Su respuesta es vehemente y francamente hostil. Sacude la cabeza—. De ninguna manera. ¿Qué mierda? —¿Por qué diablos no? —Me niego a tomar limosna de ti por más tiempo. —Se sienta con la espalda recta, desenrosca las piernas y empuja sus pies en los zapatos de tacón alto condenadamente sexys—. Hemos tenido esta discusión un millón de veces, Colin. No. —Y probablemente la tengamos un millón de veces más. —Ingreso en la cochera una vez que la puerta termina de abrirse y apago el motor, girándome hacia ella—. No sé por qué no quieres que te ayude por más tiempo. Quiero estar ahí para ti, Jen. Soy tu amigo. Déjame hacer esto por ti. —No soy tu caso de caridad, ¿de acuerdo? —Las palabras salen de ella, sorprendiéndome demasiado y me inclino alejándome, con mi espalda presionada contra la puerta del lado del conductor—. No tomaré tus trocitos de ayuda porque sientes una especie de retorcida culpa por lo que pasó con mi hermano. Danny ha estado muerto desde hace dos años. Dos malditos años. ¡Actúas como si fueras el que arrojó la bomba que lo mató y no lo entiendo! Abro la boca, listo para decir la misma vieja mierda en defensa, pero me interrumpe, gritándome sobre eso. —No quiero oírlo. Simplemente será lo mismo que dices siempre. Que no te importa. Que lo haces por mi familia, que lo haces por la culpa que sientes, lo cual es ridículo. Guárdalo para alguien que te lo crea. —Rompí promesas. A ti, a tus padres, a tu hermano. No quiero romper ninguna más —le digo, pero no me escucha. Jen abre la puerta y sale del coche sin decir nada más, dando un portazo tan fuerte que retumba en la cochera, haciendo sonar las puertas metálicas. Sin pensarlo, salgo del coche y la sigo dentro, mi cabeza pulsa, mi sangre ruge caliente y rápida por mis venas. Trato de ayudarla y ella arroja mi generosidad en mi rostro. Estoy harto de esto. Demonios, estoy harto de mí mismo. La encuentro en la cocina, sosteniendo el borde de la encimera de granito con las manos, de espaldas a mí mientras su cabeza cuelga. Se quitó esos sexys zapatos de tacón alto, pero sigue siendo alta. Puedo

95

escuchar su respiración, sentir la tensión que irradia en olas palpables y quiero tocarla. Consolarla. Envolverla en mis brazos y nunca soltarla. —Tú no eres mi caso de caridad —le digo en voz baja. Sus hombros se tensan ante mis palabras—. Yo... me preocupo por ti, Jen. Quiero protegerte. Me destroza por dentro cuando pienso en lo que te pasó, cuando nadie sabía dónde te encontrabas. No dice nada, sólo mantiene su espalda hacia mí. —Cuando estás herida, quiero hacer que te sientas mejor —admito— . Pero cada vez que abro la boca, parece que lo empeoro. Ella deja salir un suspiro tembloroso antes de girarse hacia mí, con una expresión indescifrable. —No eres sincero conmigo, es por eso por lo que lo empeoras. Te contienes. —Algunas veces pienso que tampoco eres sincera conmigo. —Cierro los labios fuertemente, incapaz de continuar. No puedo gritarle cuando también me escondo de ella. Si yo fuera honesto, le diría lo que siento. He hecho cosas de las que no estoy orgulloso. He hecho a un lado a aquellos que me importan para luchar por más en mi carrera. Temo que me he convertido en mi padre. Y a nadie le gusta mi padre. —Está bien. Tienes razón. No soy honesta. Tengo mis propios secretos. Es por eso por lo que me voy. Estoy huyendo de todo. No es una cosa muy responsable y adulta, pero es todo lo que tengo. —Se acerca lentamente a mí, con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas. La vista de ellos casi me deshace, pero enderezo mi columna, mi labio superior se puso rígido y pretendo que soy una maldita estatua—. No estoy segura de que tú puedas manejar mis secretos. Pero a pesar de ellos, te quiero, Colin. Todo de ti; tus defectos y virtudes, lo bueno y lo malo, no importa. Lo quiero todo. Sus palabras me recorren como un bálsamo calmante y siento aflojarse todo dentro de mí. Toda esa tensión firmemente enrollada: la ira, la frustración, todo lo que ha sido reprimido dentro de mí por lo que parece un siglo, simplemente se funde a la primera señal del brillo en sus ojos. Esas lágrimas son para mí. Su dolor, sus emociones, son todo para mí y como un completo idiota la he pisoteado totalmente en estos últimos meses. Demonios, los últimos años. Desde que la conozco, la verdad. He sido un protector fallido. Protegiéndola, cuidándola. Perdiéndola... Queriéndola. Sin permitirme tenerla. Apartándola, lastimándola. Cada maldita vez.

96

Ella se merece algo mejor. Un hombre que la habría rescatado de inmediato en lugar de dejarla seguir trabajando en un lugar que la arrastró al fondo un poco más, cada día que estuvo ahí. —No estaré aquí en un par de semanas. No hay vuelta atrás. — Levanta la barbilla, la determinación escrita en su rostro triste—. Mi partida sucederá te guste o no. Haré que suceda a pesar de todos estos recientes... obstáculos. Así que ¿por qué no me puedes dar un poco de ti? Eso es todo lo que quiero, Colin. Y luego me iré lejos de ti antes de que sea demasiado complicado. Es lo que quieres, ¿no? Sé que no te gusta lo complicado. No me gusta lo complicado porque vi lo que pasó entre mis padres, y ellos son la peor clase de complicación. Nadie los entiende y menos yo. Sin embargo, con Jen, ya era complicado antes de que incluso comenzara. Eso muestra cuanto la deseo. Una vez que la tenga, ¿seré capaz de alejarme? No lo sé. —Me rechazaras una vez más, ¿no es así? —pregunta cuándo no digo nada. La irritación en su voz suena clara mientras todo su cuerpo se tensa—. No puedo creerlo. Me ofrezco a ti sin ningún compromiso y estás tratando de encontrar la manera para decepcionarme tranquilamente. Dios, ¡soy tan idiota! Incapaz de contenerme, me lanzo hacia ella, enojado porque se insulta a sí misma. Presa del pánico de que realmente se aleje y perder mi oportunidad. Pensar demasiado apesta. Necesito dejar que suceda. Tomar esta oportunidad que me está presentando. Y dejarla ir cuando se termine nuestro tiempo. —No eres una idiota —murmuro, alcanzándola. Acuno su rostro entre mis manos y la posiciono de tal manera que no tiene más remedio que encontrarse con mi mirada. Froto ligeramente mis pulgares por sus mejillas y siento su estremecimiento ante mi toque—. Haces una oferta como esa y un hombre necesita procesarla primero. Las lágrimas sin derramar todavía brillan en sus ojos y una se escapa, dejando un rastro húmedo sobre su piel. Inclinándome, detengo su descenso con mis labios, saboreando la sal, escuchándola contener su aliento. —Hacemos esto y sabes que no va a ser una cosa a medias —le susurro. Cierra los ojos, las lágrimas atrapadas en sus pestañas largas y gruesas. —¿Qué será, entonces?

97

—Un descubrimiento. —Acaricio su nariz con la mía, respirando su aroma, su esencia misma. Dios, ¡podría devorarla! Toma todo lo que tengo el mantener la calma y no dejarme llevar por toda ella—. Una exploración. —Eso suena como... investigación. —Su aliento se atrapa en su garganta cuando dejo un beso tierno en la punta de su nariz. Riéndome, sacudo la cabeza. —Es lo más lejano a la investigación. —Voy a la deriva con mis labios en su mejilla, dejando un camino caliente sobre su piel suave como pétalo—. Tienes razón al decir que no me comprometo. Lo más cercano que he estado a un compromiso es... lo que quiero compartir contigo. Ella coloca tentativamente las manos en mis caderas y sus dedos se curvan en la cintura de mis pantalones. Tener sus manos sobre mí, envía pequeños dardos de fuego en mi interior, haciéndome endurecer en un instante. No tiene idea de qué tipo de efecto tiene en mí. Qué tanta resistencia uso en este mismo instante para no tirarla por encima de mi hombro como un hombre de las cavernas sobreexcitado y acarrearla hacia mi habitación. —Pero puede ser más que una amistad con… beneficios añadidos. —Levanto la cabeza, por lo que puedo ver en su mirada preocupada. A ella no le gusta lo que tengo que decir y no me gusta tampoco, pero tengo que ser honesto. Engañarla y hacerle creer que esto es algo más, es un error. Nunca funcionaría el estar juntos. Soy condenadamente demasiado egoísta. La decepcionaría. La contendría cuando ella necesitara su libertad. No soy digno de ella. Ella es toda dulzura y bondad en mi vida, donde hay poca dulzura y bondad restante. La he mantenido a ella —y a nuestra relación— lo más pura posible, incluso después de todos estos años. Con la comprensión de que me dejará, que nunca estaremos juntos de nuevo, necesito tomar mis oportunidades donde puedo. Jen muerde su labio y baja la mirada. —Puedo manejarlo. Su lenguaje corporal está más que diciéndome que en realidad no quiere manejar eso, pero no puedo preocuparme por eso ahora. La quiero malditamente demasiado.

98

11 Traducido por Valentine Rose & Vani Corregido por Itxi

JEN Lo que Colin está sugiriéndome es exactamente lo que le sugiere a cada mujer que revolotea fuera y dentro de su vida. Una aventura temporal, algo sin importancia y convenientemente desechable, ya que es todo lo que puede lidiar. Yo soy la que lo sugirió en primer lugar. No tengo a nadie a quien culpar más que a mí misma. Solo por una vez, tomaré lo que pueda obtener y no veré las consecuencias. Lo quiero a él, de cualquier forma que pueda tenerlo. La constante lucha, el tira y afloja entre nosotros, se ha vuelto cansado. Mi nuevo mantra se repite en mi mente una y otra vez. Se libre. Déjate llevar. Llevando mis manos a sus caderas, me pongo de puntillas y rozo mi boca contra la suya. El beso es suave, tan honesto como puede ser, y él se queda completamente quieto. Casi como si temiera que me aleje si hace un movimiento repentino. Pero eso es exactamente lo que quiero que haga. Hacer un movimiento. Demostrar que me desea, continuar lo que comenzó entre nosotros. He estado ansiándolo tanto tiempo que no estoy tan segura de cómo actuar. A veces, me pregunto si me aleja porque fui una stripper. Y eso no es lo peor de todo. Así que debo esforzarme mucho más para mantener el secreto oculto. Ni siquiera Fable sabe lo peor. Nadie lo sabrá nunca si tengo opción. Alejo todos los pensamientos negativos de mi reciente pasado y lo beso otra vez, mis labios moviéndose sobre los suyos en una gentil exploración. Son suaves, carnosos y húmedos, y sabe cómo a un absoluto paraíso. Agarra con fuerza mi cintura cuando me tambaleo hacia él,

99

nuestros pechos rozando, y escucho su rápida inhalación. Ese pequeño sonido, la manera que su cuerpo se tensa por completo bajo mi agarre, me llena con una avalancha de poder que es absolutamente embriagador. Reacciona a mí. Me desea. Tal vez tanto como yo lo deseo. Sin decir una palabra agarra mi cintura, y jadeo cuando me levanta y me deja en la encimera. Estoy por encima de él ahora, sin embargo no tanto considerando que es muy alto. Observo fijamente sus ojos, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, mis dedos deslizándose en su sedoso y suave cabello. Aquellos preciosos ojos azules me observan y me inclino, besándolo otra vez. Gruñe cuando su lengua pasa a lo largo de mi labio inferior, luego la muerde con el borde de sus dientes. Una sacudida me atraviesa ante el delicioso contacto sensual, e instantáneamente estoy hambrienta de más. Mucho más. Más de lo que alguna vez será capaz de darme. Pero puedo lidiar con eso. —Abre la boca, Jenny —susurra contra mi boca, su voz ronca y llena de promesas. Ya nadie me dice Jenny. Le puse un alto cuando estaba en octavo grado, pero escucharle decirlo envía un estremecimiento por mi columna—. Déjame entrar. Abro mis labios ante su orden y desliza su lengua contra la mía, el beso volviéndose ardiente al instante. Profundo. Me aferro a él cuando se acerca más a la encimera, mis rodillas a cada costado de sus caderas, sus brazos envolviendo mi cintura. Extiende sus grandes manos a través de mi espalda, sosteniéndome firmemente mientras su boca consume la mía. Así es exactamente como imaginé que sería entre nosotros. Caliente. Consumidor. Abrumante. Escucho gemidos amortiguados y me doy cuenta que soy yo quien los hace. Un dolor ha comenzado entre mis piernas mientras pasa sus manos por todo mi cuerpo, su boca fundida en la mía. Quiero más. Más toque, más besos, más piel con piel. Intentamos acercarnos, más y más cerca, y deslizo mis manos por su gran espalda, escurriendo mis dedos bajo su camisa de manera que puedo tocar su piel suave y desnuda. Aparta su boca para romper el beso, jadeando contra mi mejilla como si necesitara un descanso. Sé que yo lo necesito. Mis emociones, mi todo, son un revoltijo en mi cabeza, sin embargo, no lo hubiera tenido de otra manera. —Dime que me detenga ahora —dice, su voz severa. Está sin respiración, luciendo completamente alterado que no puedo evitar estar satisfecha, sabiendo que fui yo quien le hizo eso—, y me alejaré. Si se aleja, lo mataré…

100

Dios, mírenme. El hombre juega tanto con mis emociones que está orillándome a la violencia. —No quiero que te detengas —digo, sacudiendo la cabeza. Sus manos se mueven de manera que están frente a mí, sus dedos jugando con los pequeños botones de perla de mi camisa. —He esperado por este momento como una eternidad. Trago con dificultad, derrotada por su declaración. Dios, yo también, quiero decir, sin embargo me resulta mucho más difícil de confesar. Queríamos esto hace mucho tiempo, los dos, y es suficiente para querer preguntarle por qué gastamos tanto tiempo cuando pudimos haber estado juntos. Pero no lo hago. Porque sé que eso no es lo que realmente quiere. Estar conmigo en una forma permanente, en una relación. Eso es mucho para que soporte. —Por favor, no te detengas —susurro porque aún tengo miedo de que lo haga. Y no puedo tener eso. No otra vez. —Bien. Porque una vez que te tenga desnuda, besándote por todos lados… —se detiene, su boca presionada en mi oído—, no seré capaz de parar. —E-estoy bien con eso. —Me ha hecho tartamudear. Mi cerebro, mi cuerpo entero está sobrecargado por tenerlo tan cerca. Sus manos en mí, sus dedos desabrochando lentamente cada botón de mi camisa. Está desvistiéndome, sus dedos rozan contra mis estómago, sostén, la cima de mis pechos hasta que la camisa está completamente desbotonada y abierta. Alejándose un poco, empuja la camisa de mis hombros así ésta cae por mis brazos y aterrizando en la encimera detrás de mí. Me estudia descaradamente, sus ojos poniéndose oscuros de necesitada lujuria. —Eres tan jodidamente hermosa —dice, su voz ronca. Sus palabras provocan que mis mejillas enrojezcan con vergüenza, pero aun así, me siento derecha, mis pechos mostrándose con el movimiento. El sostén que estoy usando es de satén blanco con adornos de encaje. No tengo mucho pecho, y hay que tener en cuenta que el sujetador tiene algo de relleno, por lo que parecen más grandes de lo que realmente son. Los chicos como que odian eso. He tenido la mala suerte de descubrirlo hace un par de años con un verdadero imbécil que había estado saliendo que estuvo extremadamente decepcionado cuando quitó mi sujetador. Por lo que intento evitar usar este tipo de sujetador cuando estoy en una cita.

101

Demonios, ojalá hubiera usado algo más. —Preciosa. —Traza su dedo índice sobre la cima de mis pechos, cerca del delicado encaje, y tenso mis muslos, juntándolos, pero no tiene sentido. Siento su toque como si me acariciara lentamente entre mis piernas, encendiendo mi cuerpo completo con fuego—. Sin embargo, deberías sacarlo del camino, apuesto que eres incluso mucho más preciosa sin él puesto. Espero sin aliento cuando sus dedos van al centro de mi sujetador, deshaciendo el broche del centro con facilidad. Las copas del sujetador se apartan ligeramente, exponiéndome, y presiono mis labios, agobiada por la preocupación de que estará decepcionado. O peor, llamándome farsante. Las mujeres con las que lo he visto coquetear no son nada como yo. Son curvilíneas y rubias, con grandes pechos y pequeñas cinturas, mientras que yo soy alta y delgada, con escasas curvas y pechos pequeños. Soy lo contrario de toda chica que lo he visto mostrar un destello de interés, y no puedo evitar preguntarme por qué le atraigo. Pero entonces me toca, y me olvido de todas mis preocupaciones, mis inseguridades. Todo lo que puedo hacer es sentir. Colin desliza sus cálidas y grandes manos bajo las copas de mi sujetador, y las aparta; sus palmas rozando contra mis duros pezones. Siseo un suspiro ante el delicioso contacto, cerrando mis ojos cuando siento su pesada mirada directamente en mis pechos. Sus dedos tiran de las tiras de mi sujetador por mis brazos y los levanto, sintiendo el sujetador caer de mí. Estoy absolutamente desnuda para él. —Cristo, eres mi perdición. —Sin previo aviso, se inclina, presionando su boca en mis pechos, sus labios yendo sobre mis pezones mientras recorren mi piel—. Sabes tan bien —susurra, justo antes de dar vueltas con su lengua en un pezón, luego en el otro. Abro mis ojos para ver que sus manos están tan ocupadas como su lengua. Una de ellas acaricia mi rodilla, subiendo por mi muslo, moviéndose bajo mi falda. Las puntas de sus dedos rozan el frente de mi húmeda braga y dejo salir un fuerte suspiro, abriendo mis piernas lo más que puedo para acomodarlo frente a mí, pero mi falda está impidiéndolo. —Permíteme. —Levanta mi falda por mis muslos y me levanto para ayudar hasta que la tela está apilada alrededor de mi cintura y estoy completamente expuesta. Colin descansa sus manos en el interior de mis muslos, abriéndome más, su mirada centrada en mis bragas de algodón rosa pálido. Me recuesto, mis manos aferrándose en la férrea encimera, enfriando mi piel cálida.

102

Su ardiente mirada me hace sentir hermosa, deseable. Solo la forma en que me mira me deja casi vergonzosamente húmeda. Me retuerzo cuando acaricia con un solo dedo el centro de mis bragas, aguantando la respiración cuando empuja firmemente el lugar más sensible. Presiono mis labios para reprimir el gemido que quiero soltar, y de repente él está ahí, frente a mí. —No quiero que te reprimas —dice con voz firme—. He esperado esto por mucho tiempo; estoy muriendo por verte desmoronarte. Nunca aleja la mirada cuando escurre sus dedos debajo del frente de mis bragas, tocando la desnuda, cálida y húmeda piel. Muerdo mi labio inferior cuando gimo en lo bajo de mi garganta, cerrando mis ojos así puedo perderme en la sensación de sus confiados dedos tocándome en todos los lugares correctos. Como si supiera exactamente donde lo quiero, cuánta presión debería ejercer, cuan gentil debería ser. Está en perfecta armonía con mi cuerpo, y ya puedo sentir la ola cerniéndose del borde, lista para mojarme e inundarme. —Abre tus ojos —exige su profunda voz—. Mírame. Mis ojos se abren en cuestión de segundos, mi pecho jadeando cuando encuentro su mirada. Sin alejar su mirada de mí, tira de mis bragas de mis caderas, bajándola por mis piernas hasta que están enredadas en mis tobillos. Los pateo, dándome cuenta que él está completamente vestido mientras yo estoy desnuda salvo por la falda aun apilada en mi cintura. Me siento vulnerable, pero aun así, sexy; especialmente cuando su apreciada mirada me recorre de pies a cabeza. —Quiero que sepas quién está a punto de hacer que te corras — murmura, sus ojos caídos, sus brazos yendo alrededor de mi cintura así puede agarrar mi trasero y llevarme al borde de la encimera. Arrodillándose frente a mí, voltea su cabeza y presiona su boca en el interior de mi muslo, y gimo ante el cálido camino que sus labios dejan por mi piel. No puedo creer que acaba de decirme eso, como si no supiera que es él. Colin. Más que eso, no puedo creer que esté arrodillado frente a mí, a punto de llevar sus labios entre mis piernas, y probablemente enloquecerme en cuestión de segundos. —Estás tan caliente. Y húmeda. —Su boca se instala en mi centro, su lengua saliendo como un rayo por una rápida lamida. Me sacudo tanto que casi caigo de la encimera.

103

Pero me tiene agarrada. Esas largas manos están envueltas en mis caderas, sosteniéndome en mi lugar mientras continúa lamiéndome, su lengua recorriéndome, buscando, sus labios chupando. Mi vientre se tensa, mi cuerpo entero estremeciéndose y echo mi cabeza para atrás, levantando mis caderas así puedo acercarme más a aquella decadente y tortuosa boca mientras continúa haciendo su magia conmigo. —Mírame, Jenny —dice de nuevo, agregando mi nombre para obtener mi atención, y vuelvo a levantar mi cabeza, bajando la mirada para encontrarlo observarme cautelosamente—. Estás cerca, ¿verdad? Asintiendo frenéticamente, otro gimoteo escapándose. Estoy balanceándome directo al borde, lista para sumergirme en las profundidades de lo que parece ser un monstruoso orgasmo. Y él lo sabe. —Dime qué quieres. Dime qué hacer para que llegues ahí. —Su voz es profunda, su mirada intensa cuando trata de provocar que hable. No soy de las que habla sucio. Honestamente, no soy de esas que habla durante el sexo, pero este es Colin. Y él siempre ha sido muy persistente. —Um… —gimo cuando succiona duro mi clítoris entre sus labios, escurre un largo dedo en mi interior, lentamente deslizándolo en mi receptivo cuerpo, dentro y fuera, construyendo la tensión que se ha estado arrollando dentro de mí con unos pocos empujes de su dedo—. Oh, Dios, sí, eso. Haz eso. Todo eso —me atraganto, apenas capaz de formar palabras. Lo siento sonreír contra mi sensible carne, y un estremecimiento corre por mi columna. Comienza a golpetearme más profundo dentro de mí añadiendo otro dedo, creciendo su ritmo mientras continúa chupando y lamiendo mi centro, sus ojos nunca dejando los míos. Jamás. Es el más íntimo momento de mi vida. Nuestras miradas juntas, su boca en mí, su lengua, sus dedos dentro de mi cuerpo. Me siento conectada con él, más de lo que nunca me he sentido con otra persona, y cierro mis ojos, agobiada con la sensación. La emoción. Mucha emoción. Y así, el más grande e intenso orgasmo me envuelve completamente. Estoy temblando, jadeando su nombre, asustada de que voy a caerme de la encimera, y sus manos agarrando mi culo tan fuerte que creo que tendré moretones. No me importa. Quiero que me marque; me hace sentir como si le perteneciera. Y quiero pertenecerle, a pesar de mi actuación como si estuviera perfectamente bien con una aventura temporal.

104

Los espasmos aún me consumen, haciendo que mis extremidades tiemblen, y mi corazón se acelere. Mi orgasmo me deja mareada, sin respiración. No creo que alguna vez vuelva a correrme de esta manera en mi vida.

105

COLIN Esa fue una jodida hermosa vista, ver a Jen desmoronarse así. Sin hablar de nada romántico, acercarla contra mí, desnudarla casi completamente y lamerla en medio de mí cocina. Maldita sea, valió la pena cada minuto. Mis labios suaves contra su húmeda, temblorosa carne, dándole un último golpe lento antes de dar un paso atrás. Ella es un desastre sudoroso, tembloroso, sin aliento, y su cola de caballo una vez elegante ahora es un completo desastre con el pelo por todas partes. Sus labios están hinchados por mis besos, y su pecho y sus mejillas están rojas. Es hermosa. Y ahora voy a llevarla a mi gigante cama, desnudarla, y follarla en el colchón por el resto de la noche. Todo mi sueño hecho realidad. —¿Estás bien? —pregunto justo antes de besarla, largo y profundo. Jen ni siquiera se inmuta, aunque sé que se probó a sí misma en mis labios. Rompo el beso primero, fascinado por su hinchada, deliciosa boca. —Eso fue... intenso —murmura. —Lo fue. Hermosamente intenso. Y eres asombrosa. —La beso de nuevo, porque no puedo no besarla. Ella es tan linda y sexy recostada sobre mi mostrador. Su cuerpo es precioso, todas sus largas y esbeltas curvas. Sólo puedo imaginar esas piernas interminables envueltas alrededor de mí mientras la follo hasta dejarla sin aliento. Mi pene se pone más duro solo de pensarlo. Llegando hacia ella, la recojo, y ajusta automáticamente esas largas piernas alrededor de mí, anclándose a sí misma. Agarro su trasero, mis dedos hundiéndose en su carne mientras la arrastro hacia el pasillo que conduce a mi habitación. —¿A dónde me llevas? —pregunta, sus labios justo en mi oído, como si ella no lo supiera. Sus brazos se enrollan alrededor de mi cuello, sus dedos se enterraron en el pelo de la parte superior de mi cabeza. Comienza a besar y lamer el punto justo detrás de mí oreja, como si supiera lo mucho que me vuelve salvaje. —A mi habitación —digo con voz ronca—. Así puedo follarte correctamente en mi cama. Sus labios todavía están en mi cuello y se remueve para así poderme mirar. —Tienes una boca tan sucia.

106

—Creo que te gusta esta boca sucia, sobre todo cuando está en tu... —Jen coloca sus dedos en mis labios para que deje de hablar y no puedo dejar de reír. —Ningún chico me ha hablado así —admite, su voz suave mientras deja caer sus dedos lejos de mi boca. Aprieto los celos en mi pecho y me esfuerzo por ignorarlos. —¿Alguna vez? Lentamente sacude la cabeza. —Nunca. —Entonces, me alegro de ser el primero —Aumento mi ritmo, caminando a mi dormitorio y la deposito en la cama por lo que aterriza con un poco de rebote. Miro con fascinación cuando llega a su espalda y abre la cremallera de su falda, y luego baja por sus piernas, sacudiendo la tela arrugada en el suelo de modo que está finalmente maravillosamente desnuda. Tan hermoso y todo mío, al menos por esta noche. Por las próximas semanas, si mantenemos la promesa que acabamos de hacer. Quiero abrazarla. ¿Pero ella quiere? Orgasmos entre amigos rara vez funcionan a largo plazo. Si no estuviera tan dispuesto a desnudarme con ella, podría descubrir que el pensamiento es divertido. —¿Siempre hablas así? —pregunta. —¿Hablar cómo? —Me encojo de hombros mientras me quito la camisa y luego sigo con mis pantalones vaqueros. —Decir esas cosas sucias al tener sexo. —Sus ojos prácticamente salen de su cabeza cuando saco mis pantalones y mi ropa interior de un solo tirón, mi polla en descarada exhibición sólo para ella—. Uh... Sonriendo, voy hacia la cama y me uno a ella, acostado de lado situado cerca de su cuerpo cálido, dulce. Apoyo la mano en su estómago y corro hacia arriba, barriendo lentamente sobre el valle entre sus pechos. Me gusta dejarla sin palabras. —Lo que acabo de decir sobre ser positivamente suave —arrastro las palabras, haciéndolas más gruesas. Vuelve su cabeza hacia mí, rozando su cabello perfumado en mi cara. —No eres lo que esperaba. Aparto sus sedosos mechones lejos de mis ojos. —¿Y qué esperabas? —Inclinándome sobre ella, dejo caer pequeños besos a lo largo de su clavícula, sus pechos, esos pequeños pezones duros. No es lo que considero sobradamente dotados y por lo general me siento atraído por las mujeres con los pechos grandes.

107

Sin embargo, me encanta todo lo relacionado con el cuerpo de Jen. No cambiaría nada. —No lo sé —susurra mientras pone su mano en la parte posterior de mi cabeza. La sutil presión que ejerce me muestra que le gusta lo que estoy haciendo, así que meto su pezón profundamente en mi boca, saboreando el sabor de su piel—. Se siente tan bien. Pronto los dos nos estamos tocando, besando y lamiendo el cuerpo del otro, las piernas entrelazadas, con los dedos de Jen cerrados alrededor de mi polla. Estoy desesperado por hundirme profundamente en su cálido interior y acogedor cuerpo, buscar mi camino al orgasmo mientras me pierdo dentro de ella, pero estoy tomando las cosas con calma. Lo aminoro porque no merece nada menos que lo mejor que puedo darle. Sólo puedo esperar no decepcionarla. —Te quiero dentro de mí —susurra cuando llevamos minutos en esta angustiosa tortura. Se arrastra sobre mí, su rostro en el mío, sus dedos todavía agarrando mi erección. Suavizando mis manos por su espalda, acaricio la carne suave y regordeta de su culo. —Coge un condón del cajón. Mira hacia la mesita de noche y se extiende, abriendo el cajón y retirando la envoltura del condón. Alejándose, abre el condón, se arrodilla frente a mí mientras sostiene el anillo de goma preparado delante de mi polla. —¿Puedo? —Demonios, sí —murmuro, fascinado por la mirada en su rostro, el brillo en sus ojos. Se inclina sobre mi erección, su pelo cubriendo su cara porque le había quitado la banda y liberado su cola de caballo unos minutos antes. Sus dedos bailan a lo largo de mi longitud, localizando la punta antes de colocar el condón sobre la cabeza. Lo rueda lentamente, acariciándome, y mis ojos amenazan con retroceder en mi cabeza, se siente tan condenadamente bien. Estamos bromeando, atormentándonos como hemos hecho durante tantos años. En cambio, esta vez, estamos desnudos, abrazados el uno al otro y tratando de conducirnos a la locura. Hasta que no puedo soportarlo más y la ruedo así está por debajo de mí, sus piernas largas abiertas, mi cadera acurrucada entre sus muslos, mi polla empujando hacia el centro de ella. El sudor gotea mi frente mientras estudio a Jen, mis manos apoyadas a ambos lados de la cabeza. Su pelo oscuro se extiende a través de la almohada, sus aterciopelados ojos castaños soñolientos, su sexy boca hinchada por mis besos. Pasa la mano por el centro de mi pecho, mi

108

estómago, sus dedos arrastrándose por mi ombligo, a continuación, deriva al sur para trazar el rastro de pelo que lleva a mi dolorosa erección. —Dices que soy hermosa, pero tú también lo eres —susurra, con la mirada clavada en mi pecho, aparentemente en trance—. Podría tocarte así toda la noche. —Y sacarme de mi mente siempre amorosa —murmuro, ganándome una gran sonrisa. —Oh, no podemos permitir eso. —Desliza su mano alrededor de mi cadera, tirando de mí, y luego me estoy deslizando dentro de su cuerpo, mi polla envuelta por sus calientes, húmedas profundidades. Poco a poco me hundo profundo, más profundo, hasta que estoy totalmente integrado en ella. Nuestros cuerpos están perfectamente alineados, pechos apretados, caderas cerca. Cierro los ojos. Aprieto mi mandíbula. Toma todo de mí no dejarme llevar y entrar violentamente en este mismo momento, como una especie de adolescente sin experiencia que no puede perder la cabeza. Envuelve esas piernas largas como el infierno a mí alrededor, enviándome más profundo, y gimo, el hormigueo familiar partiendo ya de la base de mi espina dorsal. No. Me niego a venirme ahora. Tengo que hacer esta primera vez buena para ella. Para nosotros. Observando nuestros cuerpos conectados, me deslizo fuera de ella casi por completo antes de empujarme hacia su interior. Una y otra vez entro, manteniendo mi ritmo lento, embriagado por la visión de mi polla desapareciendo dentro de su cuerpo una y otra vez. Sus caderas se arquean mientras inclina su cabeza y arquea la espalda. Cierra los ojos mientras se mueve conmigo, sus caderas en círculos, diminutos gemidos suenan en el fondo de su garganta. Podría empujarme duro una vez, quizás dos veces, y volaría, no hay problema. Pero parece que ella todavía está trabajando en eso. De ninguna manera voy a dejarme ir antes de asegurarme que haya llegado de nuevo. —Tócate a ti misma —susurro. Se queda quieta, sus ojos abiertos, oscuros y profundos mientras frunce el ceño. —¿Qué? —Tócate a ti misma, Jenny. Hazte venir conmigo dentro de ti —La ánimo, con ganas de ver lo que hace. Mi piel se pone caliente y apretada sólo de pensar en ella tocándose con los dedos en su clítoris, haciéndose venir por toda mi polla.

109

Hundiendo sus dientes en su labio inferior regordete, alcanza entre nosotros, su dedo índice rozando contra su clítoris, la punta empujando contra mi polla. Me quejo y comienzo a bombear con más fuerza, notando que ella mantiene el mismo ritmo mientras desliza su dedo sobre su clítoris. Hasta que ambos nos estamos acercando hacia él, alcanzándolo... Un gemido agónico cae de mis labios con el sonido de su nombre mientras empujo una vez, duro como el infierno, enviándome tan profundo que temo que voy a romperla. Pero se aferra a mí, todo su cuerpo temblando, mi nombre siendo susurrado una y otra vez, así que me dejo ir. Lo suelto. Dejo que mi orgasmo se haga cargo de mí por completo. Ahora que estamos abrazados, sólo el sonido de nuestra respiración agitada llena la habitación. Mi piel está cubierta de sudor, como la suya, y empiezo a alejarme, pero aprieta sus brazos alrededor de mí, sus dedos clavándose en mi espalda como si no quisiera nunca dejarme ir. —Quédate un minuto —murmura contra mi pecho, sus labios cosquillando en mi piel, haciéndome temblar. —Voy a aplastarte —empiezo, pero me interrumpe. —Me gusta. Te sientes bien, aplastándome —admite, su voz suave y soñolienta. Mierda. No sé qué decir. Qué hacer. Por lo general soy el que está saltando de la cama, deshaciéndome del preservativo, y sacando mi trasero de ahí. Nunca llevo mujeres a casa. Cometí el error una vez hace mucho, mucho tiempo, cuando llevaba con éxito mi primer restaurante en el sur de California. La mujer echó un vistazo a mi apartamento decente cerca de la playa y decidió que estaba lista para instalarse y jugar a la casita de forma permanente. Tuve que cortarlo de raíz rápidamente. Ese momento aterrador me hizo jurar nunca llevar a una mujer a mi casa. Y ahora tengo a una viviendo conmigo. Una que quiere dejarme mientras estoy desesperado porque se quede. Todo es diferente con Jen. Tenemos una historia. Un pasado complicado que no quiero arruinar con una relación destinada a terminar. Se va y no voy a detenerla. No importa si el sexo entre nosotros es fenomenal. Ella quiere irse. Así que voy a dejarla ir. Por último, libera su agarre sobre mí y me dirijo al baño, tirando el condón en la basura, mirándome en el espejo. No me veo diferente,

110

aunque sin duda lo siento. Veo la misma vieja y linda cara devolviéndome la mirada, y como que lo odio, si soy honesto. Esta cara me mete en problemas. Es más fácil obtener lo que quieres, cuando quieres, si tienes una cara bonita, ¿verdad? Y no necesito ninguna ayuda para meterme en problemas. Puedo hacerlo por mi cuenta, muchas gracias. Sin embargo, soy curioso. ¿Qué ve Jen cuando me mira? ¿Alguien a quien le importa? ¿Alguien que puede olvidar fácilmente? Ambas opciones me asustan. Así que no lo sé. No estoy seguro si quiero saber lo que ella ve. Cómo se siente. Apagando la luz del baño, camino de vuelta a mi habitación y me deslizo en la cama, tirando las mantas sobre nosotros. Se escabulle más cerca de mí sin decir una palabra, de espaldas a mi frente, y envuelvo mi brazo alrededor de su cintura, sosteniéndola cerca. Se siente muy bien. Cómoda y cálida, y encajando perfectamente en mi contra. No quiero dejarla ir. Apartándome de ella ligeramente, aparto su cabello lejos de su cuello, mi mirada fija en su tatuaje. Las persianas están abiertas y el brillo opaco de la farola filtra luz en la habitación, ayudándome a ver las líneas delicadas y coloridas de la mariposa. La trazo, barriendo mi dedo a través de su piel, sintiendo el temblor debajo de mi tacto. Inclinándome, la beso allí, mis labios persistentes, y gime suavemente. —El significado detrás de esto, no está aquí. —Lanzo mi lengua hacia fuera, absorbiendo su sabor salado-dulce. No puedo tener suficiente de ella. —Me gustan las mariposas. —Suspira cuando la aprieto más cerca de mí—. Y sí. Tiene un significado. —¿Cuál? —Representa mi deseo de liberarme de mi pasado. —Su voz se entrecorta y frunzo el ceño, apretando la barbilla en su hombro—. He hecho cosas de las que no estoy orgullosa, Colin. —Lo sé. Me gustaría que lo dejes ir. Nadie está juzgándote. —Odio lo que ha hecho, pero no puedo sostener sus acciones en contra de ella. Había estado en una situación difícil. Confundida, sola y maldita sea, eso fue en parte culpa mía. —Tal... tal vez, algún día pueda aprender a dejarlo ir. —Hace una pausa—. Todavía no, pero estoy cerca.

111

Maldita sea. Mi vida ha cambiado por completo por ésta hermosa e increíble mujer que he conocido desde que éramos niños. Y no estoy seguro de qué hacer al respecto.

112

12 Traducido por CamShaaw & Valentine Rose Corregido por GypsyPochi

JEN —Estás radiante. Golpeo el brazo de Fable mientras camino por delante de ella. —No lo estoy. —Mierda, probablemente lo estoy, no es que alguna vez lo haya admitido, especialmente a ella. Pero eso es lo que ocurre cuando experimentas un increíble, escandaloso festival de sexo toda la noche con un hombre que parece que no puede mantener sus manos lejos de ti. O sus dedos, o sus labios, o su lengua… Un escalofrío se mueve a través de mí con el delicioso, prohibido recuerdo. —Lo estás. Eso solo puede significar una cosa. Me pongo rígida, el temor se desliza por mi espina dorsal. Sé que ella es mi mejor amiga y le he dicho todo lo que pasó entre Colin y yo hasta ahora. Pero no sabe nada de este nuevo capítulo de nuestras vidas, y realmente no quiero decirle. Nunca ha aprobado al cien por ciento a Colin como el único para mí, y no quiero oír sus advertencias. Piensa que es demasiado hábil, un mujeriego que realmente no quiere nada serio. Siempre he estado de acuerdo con ella. No puedo evitar preguntarme si estoy teniendo una pérdida momentánea del juicio. Además, lo que pasó entre Colin y yo, se siente demasiado nuevo, demasiado frágil, para compartir con nadie más que con nosotros. Todavía tengo que cuidarlo, procesarlo. Disfrutarlo. Sola. —Encontraste un trabajo, ¿verdad? —pregunta cuando no digo nada.

113

Alivio reemplaza el temor y sacudo la cabeza, tratando de ocultar mi sonrisa. No debería estar sonriendo. Debería estar muy deprimida, porque ¿cómo diablos voy a salir de este estúpido lugar lleno de recuerdos sucios que me persiguen? Me había olvidado de las jodidas entrevistas de ayer, toda mi noche en la cama de Colin aniquiló todos los pensamientos desagradables. Todos ellos vienen con una venganza ahora. —No, no lo hice —digo finalmente, mientras me pongo a pasear por el restaurante, encendiendo todas las velas que se colocan en el centro de las mesas—. Ninguno quería contratarme. —¿Es una broma? —Suena indignada, al igual que Colin lo estaba ayer. Una tibia, borrosa sensación empieza en mi estómago. Todo el mundo cree en mí, excepto yo. Tal vez debería empezar a prestar atención y creer en mí misma, para variar—. ¿Por qué no? Me encojo de hombros, metiendo el largo encendedor en el candelabro de cristal y haciendo clic en el botón de encender. —Estoy cansada de trabajar como camarera, así que estoy apuntando a un trabajo de oficina. El problema es que quieren a alguien con experiencia en oficinas y no tengo. —Pero tú eres… tú. Eres impresionante. Seguro has tenido una entrevista pateadora de traseros e los dejo impresionados. Eres inteligente. Mira la cualidad. ¿Quién no quiere que trabajes para ellos? —Fable se ve completamente perpleja y la amo por eso. —Supongo que no soy lo suficiente pateadora de traseros, teniendo en cuenta que no me ofrecen ningún trabajo. Nadie parecía incluso interesado. —Me muevo desde la mesa, Fable siguiéndome detrás, colocando el menú con los cubiertos. Las dos estamos a cargo de ordenar las mesas para la cena. Hemos estado trabajando juntas por mucho tiempo que establecimos un ritmo perfecto. —Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? —pregunta después de que terminamos con la última mesa. Muy buena pregunta. Uno, no tengo respuesta para eso. —Creo que es hora de volver al… plan A. —Lo que sea que el plan A es. —¿Y eso es…? —Su voz se desvanece mientras levanta una ceja. La chica puede hacer que cualquier persona sude con una ceja alzada, le daré eso. Pobre Drew. Y pobre Owen. Ninguno de los dos tiene una oportunidad en alguna pelea con Fable. —Um, de nuevo a la búsqueda de empleo. Y a la búsqueda de apartamento. Estoy comprobando las opciones de compañeros de piso en Craigslist.

114

—¿Irás a una habitación con alguien que no conoces? ¿Estás loca? —Niega con la cabeza—. ¿Y si son asesinos en serie en busca de su próxima víctima y tú te adaptas a su perfil? —Te preocupas demasiado. —Suspiro. No puedo estresarme acerca de esa mierda y, además, voy a encontrar a alguien, una chica que esté cerca de mi edad y tal vez un estudiante universitario. He estado escaneando la lista de los últimos días y encontré algunas buenas posibilidades con las que ya me puse en contacto. Sin embargo, todavía no he recibido noticias de ellos. Tal vez soy yo la que luce y suena como una asesina en serie… Ja, ja. Soy graciosa. —Pero, Jen… —Mira, Fable —La rodeo, deteniéndola en seco. No estoy enfadada, pero estoy cansada de que todo el mundo esté tratando de decirme qué hacer—, sé lo que estoy haciendo. Puede que parezca que me estoy arriesgando demasiado, pero no soy tan estúpida, confía en mí. Estoy tomando todas las medidas preventivas adecuadas. Fable arruga las cejas. —Nunca dije que fueras estúpida. Solo… —Estas preocupada por mí. Sí, lo entiendo perfectamente. Yo estaría preocupada por mí también. Pero voy a aterrizar en mis pies. Siempre aterrizo en mis pies. Soy como un gato. —Un gato que siempre eventualmente es capturado, y dejado en el suelo por alguien llamado Colin Wilder —murmura Fable. Separo mis labios, dispuesta a decir algo sarcástico en respuesta, cuando me doy cuenta de cuán cerca está él. Siento su presencia abrumadora. Está de pie detrás de mí. Puedo oler su embriagador aroma silvestre y limpio, sentir el calor de su cuerpo penetrando el mío, mientras él camina aún más cerca. Juro que su mano roza contra mi espalda en una discreta caricia, y una ola de deseo me atraviesa. —¿Alguien dice mi nombre? —Suena divertido. Su voz profunda provoca que un hormigueo se extienda sobre mi piel y presione mis labios juntos, casi con miedo de voltear y enfrentarme a él. Me temo que podría derretirme si veo ese brillo especial en sus ojos. Él que dice que sabe exactamente cómo me veo desnuda, y que no puede esperar a volver a estar dentro de mí nuevamente. —Hablando del diablo. —Fable esboza una sonrisa descarada—. Tu pequeña chica aquí esquelética me estaba diciendo que no encontró un trabajo ayer cuando ustedes dos se fueron a Sacramento.

115

¿De verdad solo me llama pequeña chica esquelética? Si alguien es una chica esquelética, es Fable. Ella es tan pequeña que es ridícula. —Desafortunadamente, las personas que la entrevistaron eran unos idiotas. —Colin se mueve, por lo que está a mi lado, con el brazo rozando el mío. Aprieto mis labios, así no jadeo ante el contacto, porque guau. Sentí ese simple roce hasta en los dedos de mis pies—. Ellos no vieron su potencial. Fable mira desde mí a Colin, y luego a mí otra vez, levantando ambas cejas ahora. Maldita sea. —¿Y estás diciendo que tú ves todo su potencial, jefe? Él ríe y niega con la cabeza. —Lo hago. Siempre he visto el potencial de Jen. —Sucede que ambos nos miramos al mismo tiempo. Gran error. ¿Es adoración lo que refleja en su mirada? Aparto la mirada antes de que Fable lea demasiado en ella, pero es demasiado tarde. Sus ojos se entrecierran y me está sonriéndome. Conozco la astuta mirada en cualquier lugar. Y es absolutamente la última cosa que quiero lidiar. —Es hora de ponerse a trabajar, chicas —dice él, extendiendo la mano para apretarme el brazo con suavidad antes de que se aleje—. Voy a abrir las puertas ahora. Lo observo irse, mi brazo todavía hormiguea donde él me tocó, mis ojos se centran en su perfecto culo encerrado en esos pantalones negros perfectos. Tenía mis manos por todo ese culo anoche. Es sólido, duro como una roca y me encantó la sensación al flexionarse mientras empujaba profundamente dentro de mí… —Lo follaste, ¿no? La suave voz de Fable me aparta de mis sucios pensamientos y me dirijo a ella, dispuesta a protestar, pero niega con la cabeza. —No te molestes en negarlo. Son tan obvios. Oh, Dios mío, no me extraña que estés radiante. —Da un paso más cerca de mí, bajando la voz—. Has tenido sexo. Con Colin. Santa. ¡Mierda! —Detente. —La tomo del brazo y la dirijo fuera de la habitación del comedor, que está llena con los empleados y los invitados a la cena rápida. La llevo a la entrada trasera que conduce al callejón—. No digas nada, ¿de acuerdo? No quiero huir y no quiero que Colin sepa que tú sabes, tampoco. —No voy a decirle a nadie. Puedes confiar en mí. Soy la mejor guardando secretos. Pregúntale a Drew. —Frunce los labios y niega con la

116

cabeza, una luz misteriosa llena sus ojos durante el segundo más breve. A veces no puedo comprenderla. Pero no puedo preocuparme por eso en este momento—. ¿Y por qué no quieres que Colin sepa que yo sé que ustedes dos están teniendo sexo? Susurra la última palabra y ruedo los ojos. No puedo creer que esté teniendo esta conversación. Estamos más cerca de lo que nunca he estado con otro amigo antes, pero definitivamente no soy de las que hablan de mis aventuras sexuales. Soy una persona muy privada, sobre todo cuando se trata de sexo. La buena y la mala clase. —Deja de decir así. —Deja de actuar como si fuera algo malo. —Su fácil aceptación me llena de alivio—. No puedo creer que los dos finalmente cedieron y lo hicieron. Ya era la maldita hora —Me da un codazo—. Así que. ¿Es bueno? Mis mejillas se calientan cuando recuerdo la forma en que enterró su cara entre mis piernas en la maldita cocina, y me hizo venir con tanta fuerza que grité su nombre, casi cayéndome de la encimera. —No te molestes en contestar. Tu cara lo dice todo. —Fable ríe—. Él es malditamente bueno. Él es increíble, pero no quiero admitirlo. No aún. Quizás nunca. Prefiero mantener todo el enorme asombro para mí misma.

117

COLIN Intento lo mejor que puedo para ignorarla, pero es jodidamente difícil. O más bien, estoy jodidamente duro, viendo a Jen mientras ella trabaja toda la noche en ese corto y ajustado vestido negro, que es el uniforme estándar para las camareras. De alguna manera, ella es la cosa más sexy en este lugar con ese vestido. Sus piernas lucen como una milla de largo, debido a esas sandalias de tacón aguja negras que lleva puestas. Se recogió el pelo en una coleta alta, mostrando la delicada y hermosa mariposa del tatuaje que adorna su nuca. El tatuaje que representa su necesidad de liberarse del pasado, la libertad para su futuro. El tatuaje que tanto me llena de resentimiento y me dan ganas de trazar cada línea frágil y colorida del mismo con el dedo. Y luego, con mi lengua. Jesús. Necesito calmarme. En repetidas ocasiones me encuentra mirándola y no me molestó en apartar la mirada. A veces, ella deja caer su mirada, sus mejillas volviéndose rosas, lo que es lindo como el infierno. Otras veces, descaradamente me devuelve la mirada, una sonrisa maliciosa curvando los labios exuberantes que estoy desesperado por besar. Más de una vez ella solo se rió y sacudió la cabeza, como si encontrara en mi mirada una incontrolable necesidad de seguirme el juego. Pero yo también le pillo mirándome. Mucho. Ella me desea tanto. Y después de esta noche, después de que terminemos con el trabajo, voy a enterrarme tan profundamente en su interior que va a ser una maravilla si alguna vez puedo volver a salir. Solo saber que tengo que esperar me deja tan duro como una maldita roca. Finalmente me encierro en lo lejos de mi oficina, por lo que renuncio a seguir mirándome como un lujurioso. No sé cómo se siente Jen acerca de esto, pero no quiero que nadie más de los que trabajan aquí sepan qué lo hemos hecho. Los chismes son bastante malos. Aunque nunca lo he negado, no quiero darles la confirmación de lo que en realidad pasó entre nosotros. Así que me lanzo a mi trabajo. Le echo un vistazo a los informes de la construcción de la localidad de Redding. Estoy pensando en ir allí los próximos días para poder verlo en persona. La construcción está saliendo muy bien, y todo parece de acuerdo a lo programado. El restaurante está programado para abrir en menos de ocho semanas, y estamos más o menos en el camino para hacer que eso suceda.

118

Jen no estará conmigo para ese entonces. Esa realidad se siente como un puñetazo en el estómago. Empujo los informes a un lado, me dirijo a mi computadora y empiezo a pasar por alto los próximos pedidos. Echo un vistazo a la página de Facebook de The District. Twitteo acerca de la hora feliz especial que tenemos todos los jueves. Estoy tan distraído que no escucho cuando abren la puerta de mi oficina hasta que se cierra silenciosamente, evanto le vista para encontrar a Jen de pie ahí, recostada contra la puerta, sonriendo tímidamente. —Hola —digo, recorriendo descaradamente su cuerpo con mi mirada. Otra vez. Está preciosa, luciendo un poco insegura y muy sexy. —Hola. —¿Estás en tu descanso? Asiente y se aleja de la puerta, acercándose lentamente. —¿Puedes permitirte tu descanso conmigo? Empujo mi silla del escritorio, recostándome en ella. —¿Qué tenías pensado? —Oh, no lo sé. —La tímida sonrisa se vuelve instantáneamente malvada—. ¿Qué te gustaría hacer? Puedo lograr todo en, ¿cuánto? ¿Diez minutos? Apuesto a que podría deslizar mis dedos entre sus piernas y que llegue al orgasmo en menos de cinco. Tal vez ella podría arrodillarse y hacerme una mamada. Sí. Podemos hacer mis cosas en diez minutos. —Estoy dispuesto a hacer lo que sea que tengas en mente. —Doblo mis brazos detrás de mi cabeza, mis dedos entrelazándose en mi nuca—. Dime qué quieres. —Esto. —Antes que incluso pueda pensar, menos decir una simple palabra, está sobre mí a horcajadas, su boca en la mía, y sus manos en mi cabello. Instantáneamente, el beso es ansioso, nuestras lenguas enredándose, profundizando el beso. Mucho más profundo. Aprieto su cintura, y subo mis manos por su cuerpo de manera que pueda sentir sus curvas. Ahuecando sus pechos, los aprieto firmemente, y ella gime sobre mi boca. —¿Buscas un rapidito? —pregunto con diversión cuando se separa, moviéndose para besarme el cuello. —Quizá —susurra contra mi garganta; su lengua dejando un acalorado camino a lo largo de mi piel.

119

Cierro mis ojos y bajo mis manos, jugando con el dobladillo de su falda. —Has estado enloqueciéndome toda la noche. —Lo mismo digo —suspira, levantando su cabeza así su mirada coincide con la mía—. Es como si no pudieras dejar de mirarme. —No puedo. —Sumerjo mis manos bajo su falda y paso mis dedos a lo largo de su suave piel de lo más alto de sus muslos, y subo más. Su culo está desnudo, está usando un tipo de lencería, y todo lo que quiero es arrancárselo—. Intentas enloquecerme completamente, ¿no? Su sonrisa se vuelve malvada otra vez, y la vista de aquello me deja sin respiración. Estoy acostumbrado a una Jen luchadora. A una Jen amistosa. He visto casi todos sus lados, cada pequeña faceta de su personalidad, o eso creí. Pero una Jen sexy es casi demasiado bueno para ser verdad. Lame sus labios, moviéndose encima de mí de manera que su pelvis frota contra mi polla erecta. Inclinándose, su boca se dirige a mi oído, su húmedo labio rozándolo cuando habla. —Quiero que me folles en esta silla. Una ráfaga de lujuria golpea directo a mi polla. Aprieto su culo, jalándola lo más cerca que puedo. —¿Ah, sí? —Sí. —Asiente, sus dientes mordisqueando mi lóbulo de la oreja—. He estado húmeda por ti desde que me interrumpiste a mí y a Fable hablando, siendo tan mandón y dominante. Dios, me calienta cuando actúas así. De acuerdo, en serio está jodiendo con mi mente. No tenía idea que ella pensará de esa manera, no es que le hubiera dado la oportunidad alguna vez de actuar así conmigo en el pasado, tampoco. —Bueno, déjame ver si tienes razón. —Deslizo mis dedos entre sus piernas desde atrás, y descubro que definitivamente está húmeda. Y caliente. Se mueve contra mis dedos, sus dientes mordiendo su labio inferior, párpados a medio camino, luciendo como la cosa más sexy, y todo lo que puedo hacer es observarla, demasiado cautivado para hacer algo más. —Oh, Dios, voy a correrme —murmura cuando deslizo dos dedos en su interior. Levanta sus caderas, montando mi mano, llevándose a sí misma al orgasmo con mis dedos, y luego se estremece, mi nombre abandonando sus labios; sus manos aprietan mis hombros mientras se aferra a mí como si pudiera caerse de mi regazo si no se aferra fuerte. Justo como imaginé, la hice correrse en… ¿cuánto? ¿Un minuto? ¿Tal vez dos? Jodidamente increíble.

120

—Eso fue lo más sexy que nunca he visto —susurro, besando suavemente sus labios, mis dedos aun moviéndose levemente y con veneración dentro de su cuerpo. Deja escapar un tembloroso suspiro, retirándose de mis manos y fuera de mi regazo. Estoy confundido por un momento hasta que se arrodilla frente a mí, sus manos descansando en mis rodillas. Claramente indicando sus planes sin decir ninguna palabra. Esto es como si cada fantasía se hiciera realidad. Hubiera preferido follarla en mi silla, ¿pero tener a Jen arrodillada frente a mí después de acabar de darle un orgasmo con sólo introducir mis dedos? Es increíble. Y sí, estoy dispuesto a una mamaba, ¿pero la puerta de mi oficina está bloqueada? Si alguien entrase, pasará cuando mi polla esté en la boca de Jen porque, vamos, ese es el tipo de suerte que tengo. Esa mierta sería un escándalo, y el cotilleo sería descontrolado. —¿La puerta está bloqueada? —pregunto, asintiendo hacia ella. Lo último que quiero es romper este mágico hechizo sexual que nos está envolviendo y levantarme para bloquear la puerta. Hablando de arruinar el momento. —La bloqueé cuando entré. —Alcanza el botón de mis pantalones, desabrochándolo con facilidad—. Así que no te preocupes, nadie puede interrumpirnos. Sólo somos tú y yo. Aguanto la respiración cuando sus dedos rozan contra mi estómago. Baja el cierre y luego desliza el pantalón, exponiendo mi polla luchando por salir contra el bóxer gris oscuro. Sus dedos se cierran a mí alrededor, apretando gentilmente; su mirada fija en mi bóxer. El conflicto me invade. Quiero que sea rápida y directa, sin embargo, también quiero que tome su dulce tiempo así puedo saborear este momento tan sexy entre nosotros. —Eres bien dotado —susurra, su mirada levantándose para encontrar la mía. Sonriendo, levanto mi mano y ahueco su mejilla, el placer pasando rápidamente por mi cuerpo cuando voltea su rostro y deja un beso en mi palma. —Todo hombre aprecia ese tipo de cumplido. Jen rueda sus ojos, y quito mi mano de su rostro. Agarra la pretina de mi bóxer en mis caderas. —Sin embargo, es la verdad. Definitivamente eres el mejor dotado que he visto. Apenas contengo mi ceño fruncido. Demonios, odio cuando habla de otros chicos, lo cual parece hacer seguido, y muy casualmente,

121

también. Sé que le tengo una fobia total al compromiso, pero estoy comenzando a darme cuenta que ella también lo tiene. No la recuerdo estando con nadie en una relación de larga duración. Ni siquiera en la secundaria. Estoy curioso de conocer su historia sexual, y a la vez no me interesa. Solo un masoquista le preguntaría algo así. Por lo que lo dejo pasar. —Mi descanso termina en menos de diez minutos —dice, una traviesa sonrisa apareciendo en sus labios, sus dedos jugando con mis abdominales—. Y mi jefe es difícil, así que no quiero hacerlo enojar. —¿Lo está siendo ahora? ¿Y qué te hará si llegas tarde de tu descanso? —Me siento derecho, levantando mis caderas cuando comienza a bajar mi ropa interior. Estoy sentado frente a ella en mi silla con mis pantalones y ropa interior apilados alrededor de mis tobillos, mi polla erecta apuntándola directamente. —No lo sé. ¿Despedirme? —Ríe mientras roza mi polla con la más ligera precisión, sus delicados dedos meneándose sobre mi piel sensible, mi vientre, el interior de mis muslos. La anticipación me invade, enloqueciéndome completamente con cada maldito paso de sus dedos, y finalmente, se inclina, rozando su boca a través de la cabeza de mi polla. Si pudiera, me la quedaría como mi esclava sexual. Porque, demonios, su toque, su boca, todo de ella se siente tan jodidamente bien… Me recuesto en mi silla, cerrando mis ojos ante la sensación de sus labios tomándome lentamente en su boca. Su lengua lame, su boca chupa, y de pronto está subiendo y bajando, sus manos agarrando mis muslos; sus labios tensos y cálidos trabajando en un frenesí en cuestión de segundos. Gime de placer alrededor de mi polla, y me sacudo en su agarre, listo para correrme, sin estar avergonzado en cuán rápido logró que sucediera. Ambos hemos estado en el borde toda la noche. Las pasadas horas en el restaurante han sido nada más que un tortuoso juego previo. Levantando sus parpados, su mirada encuentra la mía, caliente y oscura y completamente incapaz de leer. Quiero decir algo, lo que sea, preguntarle qué demonios está pensando, qué demonios está haciendo con mi cabeza, ya que no pienso de la manera que usualmente lo hago. Es un viaje. Juntos, somos un viaje y quiero que continúe. Entonces, ¿qué me está deteniendo?

122

Alejando todos los pensamientos negativos de mi mente, me concentro en Jen. Lo que está haciendo con sus hábiles labios y lengua, lo mucho que parecer darme placer. Lentamente, suelta mi polla de su boca, su lengua saliendo para lamer en la cima, haciendo círculos alrededor de mi ensanchada cabeza, sin perderse ningún lugar. Y su mirada nunca abandona la mía. Mierda. Esto es todo. No puedo aguantar. Me corro completamente sobre sus labios, su lengua. Lo bebe todo, su boca de nuevo en mí, ayudándome con mi orgasmo, y cuando finalmente termina me desplomo en mi silla, impresionado ante el cansancio que me invade. Mi cuerpo está lánguido y me siento somnoliento, completamente agotado. Limpiando su boca con el reverso de su mano, se pone de pie, sonriéndome. —¿Estuvo bien para ti? Bien es la sutileza del siglo. Apenas puedo formar las palabras, sin mencionar que apenas puedo levantarme de la jodida silla. —Uh… sí. Estuvo jodidamente increíble, Jen. —Me las arreglo para decir. Su sonrisa crece, y levanta su cabeza. —Entonces supongo que mi trabajo está hecho. —Diría que sí —murmuro mientras me inclino y agarro algunos pañuelos de la caja en mi escritorio. Me limpio, luego me levanto y comienzo a poner mi ropa. Riéndose, se aleja de mí, dirigiéndose hacia la puerta. —Necesito volver al trabajo antes que mi jefe me castigue por tomarme mucho tiempo en mi descanso. Ciertamente, sus palabras son intrigantes. —Toda esta charla de estar en problemas me hace preguntarme: ¿Quieres ser castigada? — pregunto. Se detiene en la puerta, su mano agarrando fuertemente el pomo. Sigue dándome la espalda. —¿De qué hablas? —¿Eres del tipo de cosas de “soy una chica mala, por favor castígame”? —Personalmente, yo no. Siempre he preferido ser el dominante en la habitación. Disfruto llevar el control. A veces seré incluso un poco rudo, sin embargo, nunca tan extremo. Jalar el cabello. Morder la rojiza y dulce piel, luego devorar toda la húmeda y caliente carne. Solo pensar en hacer todo eso y más a Jen me hace ponerme duro otra vez. Increíble.

123

—Nunca creí que lo fuera —admite, lentamente dándose la vuelta. Sonríe, sus ojos agrandándose con lujuria y algún tipo de emoción desconocida que no reconozco—. Pero podría serlo. Contigo. Bueno, mierda. Esa confesión acaba de llenar mi hiperactiva imaginación con todo tipo de ideas.

124

13 Traducido por karenmtzc Corregido por Anakaren

JEN Los grilletes de mi reciente pasado lentamente se han aflojado, permitiéndome ser libre con Colin. Casi me puedo olvidar todas las cosas vergonzosas que hice durante un tiempo tan desesperado y aterrador. Un tiempo que prefiero empujar lejos de mi mente, pero aún no puedo, no importa que tanto lo intente. Desnudarme para vivir me dio una especie de libertad que nunca antes experimenté. Me sentía poderosa, al menos al principio. Entregándome a hombres en la parte trasera de su auto por cincuenta dólares me había dejado una sensación de impotencia. La contradicción había sido… confusa. Pero nada me llenaba de tanto poder como cuando estaba con Colin. Tengo libido y tengo arrepentimientos después de lo que hago con él. Es liberador. Es gracioso como pensaba que dejar a Colin me traería el espacio y la libertad que necesitaba. Tal vez estaba equivocada. ¿Tener sexo con Colin, finalmente bajar la guardia y mostrarle todas cosas que quiero hacer con él? ¿Cómo me siento por él? Eso está más allá de liberador. No es que pueda decirle lo que siento por él con palabras, de ninguna manera. Eso sólo lo enloquecería, eso es la última cosa que quiero hacer. Pero le puedo mostrar. ¡Oh, cómo puedo mostrarle! Qué he hecho. En repetidas ocasiones. Me preocupaba que fuera raro entre Colin y yo después de la primera vez que tuvimos sexo, pero, um… No. Definitivamente no es incómodo. Caliente y sorprendente, sin duda. Somos insaciables el uno del otro. Estar con él en el restaurante la noche anterior, observándolo mientras él trabajaba, me excito tanto que casi no podía servir las mesas. Todo en lo que podía pensar era en él. Tener sus manos sobre mí. Tener mis manos

125

sobre él. Estaba tan excitada que tuve que colarme en su oficina en mi descanso y darle una mamada. Qué subidón fue esa experiencia, a pesar de que mi pasado momentáneamente empaño el momento. Recordándome lo que he hecho, que había tomado dinero por un acto que debe ser sagrado y entre dos personas que se preocupan uno por el otro. Pero fui capaz de superarlo con bastante rapidez. Es diferente entre nosotros. Me preocupo por él, más de lo que creía posible. Me encantó como lo hice perder el control, la rapidez con que se vino. Pude ver que tanto me deseaba, podía sentirlo en las garras de sus dedos cuando los clavó en mi cabello, tirando de él. El dolor agradable había corrido a través de mis venas, empujándome hacia mi segundo orgasmo en menos de diez minutos, lo cual es ciertamente… una locura. Colin Wilder me vuelve absolutamente loca. Se siente tan bien, sabiendo que invertimos lo mismo en esto. Que nos morimos por desnudarnos el uno al otro cada vez que nos encontramos en la misma habitación. Demonios, cuando respiramos el mismo aire. Me he sentido tan sola con todos estos sentimientos que tengo bastantes para Colin. Y ahora estamos juntos en esto. Sin embargo, en este preciso momento, estoy sola. Sentarse en el patio trasero de Colin junto a la pequeña piscina incorporada, colocada sobre un diván y disfrutando de la luz del sol de verano. Septiembre no es igual a otoño en el norte de California. Es todavía caliente como el infierno casi todos los días, éste no es la excepción. Una ola de calor se ha asentado sobre el área, el alta se predijo hoy para golpear cerca de los 37°C. El clima del final de la mañana todavía es lo suficientemente frío pero puedo sentir el calor que viene, el sol brilla directamente sobre mí. Estoy usando mi traje de baño favorito de dos piezas y deseando desesperadamente que Colin esté en casa para que pueda verme así. El bikini es escaso, de un color turquesa brillante, con lazos de cuerda en mis caderas y dos pequeñas telas de triángulo que cubren mis pechos. Puedo salirme con la mía con este tipo de traje de baño ya que soy pequeña del torso y algo delgada. Siempre había querido el pelo rubio y los pechos gigantes de los que a Colin suelen gustarle, pero me he vuelto muy cómoda con mi cuerpo en los últimos días. Cómodo en lo que respecta a cómo Colin me ve. Él piensa que soy hermosa. Sexy. Él me hace sentir confianza de mi propia piel, algo que nunca había experimentado antes. Me encanta el hecho de que está

126

tan agradecido por mis curvas, mis pechos, que no me hacen sentir barata. Cuando llegamos a casa ayer por la noche me desnudó sin darme la oportunidad de decir una palabra, no es que yo estuviera protestando. Me puso sobre la cama y procedió a trazar un mapa en cada centímetro de mi piel con su boca. Y cuando digo que me besó por todas partes, me refiero a todas. Incluso en lugares embarazosos donde ningún hombre antes había intentado besarme. Yo me vine tres veces anoche. Siento que me humedezco con sólo recordar lo que me hizo, hasta dónde me empujó fuera de mi zona de confort. Cuanto me gustó. Suspirando y con un pequeño retorcijón, trato de quitarme de la cabeza los pensamientos de Colin y concentrarme en la revista de moda en frente de mí. Le doy la vuelta a las páginas, aburrida con la ropa, los interminables anuncios llenos de hermosas y sonrientes mujeres que exudan confianza. Toda la revista está llena de artículos respecto a esos temas. Acerca de crear confianza en ti y la búsqueda de la carrera perfecta a la que estás destinada. Como tener el mejor sexo de tu vida —ya lo he descubierto, gracias— la mejor ropa, lo mejor de todo. Sé que leer estos artículos se supone que me inspiren. Pero en su lugar con cada uno que examino, me deprimo aún más. Y me lleno de dudas. ¿Irse es la decisión correcta? Ahora que tengo la atención constante de Colin, ¿debería limitarme a alejarme como lo había previsto inicialmente? Por supuesto, la razón por la que podría tener su atención es porque él sabe que es temporal. Es más fácil comprometerse a algo que no va a durar, que tiene una fecha límite. Un final finito. ¿Cierto? El hecho de que no tengo ningún plan real da miedo también. Encontré un posible compañero de habitación a través de un sitio de publicidad en línea con quien hablé por teléfono con anterioridad. Ella es solo un año menor que yo, una estudiante en la universidad y trabaja a tiempo parcial. Acaba de perder a su viejo compañero de cuarto y está tratando de hacer todo por su cuenta, fallando miserablemente. Ahogándose en las facturas sin fin que vienen con ser un adulto responsable, un compañero de piso aliviaría totalmente su carga financiera. Y la mía, por supuesto.

127

Sonaba ideal, por lo que me comprometí con ella y le envié el dinero del depósito a través de PayPal, no hace ni una hora. Entonces corrí al baño y vomité inmediatamente. Estoy tan asustada de si estoy haciendo lo correcto que me estoy enfermando por eso. Esto es, por mucho, la decisión más difícil que he hecho en mi vida. Lanzando la revista en la pequeña mesa junto a mí, vuelvo a ajustar el diván para que quede más o menos plano y acostarme, cerrando los ojos. No debería estar tomando el sol con el cáncer de piel tan frecuente y todo, pero yo me unte crema solar antes de salir. El calor se siente bien en mi piel desnuda y decidiendo ser atrevida, me desato la parte superior del bikini, dejando que las cadenas caigan, así no tendré líneas de bronceado a través de mi pecho. Un movimiento en falso y la parte superior cae, pero ¿quién va a ver? Estoy sola aquí. Las personas que viven a ambos lados de Colin trabajan, así que no hay madres que se quedan en casa por allí, ni niños pequeños corriendo en sus patios traseros. Podría sentarme aquí desnuda y nadar en la piscina. Nadie lo vería. Decidiendo hacerlo, me siento y desato la cadena que se extiende a través de mi espalda, lanzando la parte superior hasta el suelo. Suspiro con satisfacción cuando me instalo de nuevo sobre la tumbona, ajustando mis gafas de sol y cerrando los ojos al muy brillante sol. Sólo por unos minutos, me digo. Voy a yacer aquí por un rato y dejar que el sol caliente la piel que normalmente no expongo en absoluto. Se siente bien, casi… sexual. Bueno, en estos últimos días todo se ha sentido sexual en el constante estado de excitación en el que he vivido. He estado con otros hombres, demasiados probablemente, aunque mantengo los números para mí misma. Luego están los que nadie sabe, los que no cuentan. Los que me pagaban dinero por un buen tiempo rápido, dinero que había necesitado desesperadamente. Pero Colin nunca, nunca sabrá sobre esos hombres… Pero ni uno, y no me refiero a uno específicamente, me hizo sentir como Colin. Una sonrisa de él y quiero derretirme. Él me puede tocar en la más casual de las formas y mis rodillas amenazan con doblarse. Y cuando me besa, juro que cada vez pierdo unas pocas neuronas. La excitación se escurre a través de mí al pensar en su adictivos, deliciosos besos. Mis pezones endureciéndose casi dolorosamente y estoy tentada a tocarlos. Para aliviar el dolor que está construyéndose poco a poco dentro de mí… —Bueno, bueno, bueno. Esta es una agradable sorpresa.

128

Hormigueo recorre mi piel al oír la voz profunda y aterciopelada de Colin. Levanto la cabeza, abro los ojos para encontrarlo de pie al otro lado de la piscina, cerca de la puerta trasera que conduce a la casa. No puedo creer que no oí la puerta abrirse o cerrarse. Me pregunto si él piensa que estoy aquí así sólo para él. —No te esperaba en casa —digo rodando mis ojos detrás de mis gafas de sol oscuras. Una pena pero no parece importarle, no sé si la sonrisa en su cara es un indicio. —¿Te acuestas en el exterior medio desnuda todo el tiempo entonces? Debería quedarme con más frecuencia en casa por la mañana —Se dirige hacia mí, el epítome de lo tentadoramente delicioso, vistiendo pantalones vaqueros y una sencilla camiseta blanca. La forma en que su camisa se extiende por sus hombros y pecho me hacen querer arrancársela. Encogiéndome de hombros, lucho por la indiferencia, a pesar de que la anticipación crece en mi interior, quemándome… en todas partes. Se mueve con una gracia depredadora que hace que mi boca se seque, sin apartar la mirada de mí. De repente, miro nerviosa a mi alrededor buscando la parte superior de mi bikini, detectándolo en el concreto justo al lado de la tumbona y me agacho, agarrándolo, listo para atarlo de nuevo. O por lo menos, cubrirme. Me siento expuesta. Tonta por acostarme medio desnuda. —Oh, no, no lo harás —Está a mi lado en un instante, tirando del traje de baño de mis dedos y lo arroja lejos de mi alcance. Su sonrisa satisfecha es francamente perversa mientras se coloca en el borde de la tumbona, su cadera empujando mi costado, la mezclilla de los vaqueros áspera contra mi piel desnuda. Él dirige su mirada codiciosa sobre mí antes de aterrizar en mi pecho, y mis pezones, literalmente, duelen sus caricias—. ¿Disfrutando del sol? —Su voz ronca tuerce mi interior, dejándome sin aliento. Me humedezco los labios mientras me siento, así mi cara está cerca de la suya. —Sí —Inclinándome, rozo mi boca abierta contra la suya, persistiendo y degustando. Su lengua sale disparada, encontrándose con la mía con gestos suaves, y gimo suavemente. —Joder, ¿estás tratando de matarme, cierto? —Sus grandes manos rozan mis pechos, sus palmas rozando mis pezones tan a la ligera que casi puedo creer que sólo estoy imaginando su toque. Pero él es real. Sus manos sobre mí son reales. Caliente, buscando y sabiendo exactamente lo que necesito para llenarme de deseo incontrolable hacia él.

129

—Te juro que no tenía idea que vendrías a casa. Por lo general te vas por las mañanas —digo en mi defensa. Él va a su oficina cuando está todo tranquilo y consigue hacer el papeleo. Llamadas telefónicas, correos electrónicos, lo que sea de lo que se tiene que encargar. Él ha estado extraordinariamente ocupado últimamente con la nueva apertura próxima de la oficina—. Pensé que tenía una mañana para mí misma. —Dime —Me besa, un rápido, dulce beso aunque su boca persiste, apenas apartándose de la mía—. ¿Ibas a tocarte aquí fuera, Jenny? ¿Tener un poco de diversión mientras no estoy? —No —Sacudo mi cabeza, mordiendo la punta de su dedo cuando está trazando mi labio inferior, haciéndolo gritar suavemente. Aunque, el no quita su dedo de mi boca—. Pero estaba pensando en ti. —¿Acerca de que estabas pensando? —Su voz apretándose, un indicador seguro de que está excitado, sonrío. —Lo mucho que te extraño —Lo beso de nuevo y toma mi cara con una mano, sosteniéndome, su boca persuadiendo a la mía antes de apartarme—. Cuanto deseaba que estuvieras aquí. Tocándome. Su sonrisa crece. —Bueno, tu deseo está a punto de convertirse en realidad.

130

COLIN Mi deseo está a punto de hacerse realidad también. Infierno, ya está hecho. ¿Qué hombre no quiere encontrar a la mujer con la que está obsesionado acostada medio desnuda en su patio trasero a media mañana? Mirando todo mi sueño húmedo adolescente venir a la vida en un bikini escaso y sin la maldita parte superior, con los pechos desnudos y la piel reluciente bajo el sol. Su cabello está en una coleta alta, descuidada, grandes gafas de sol negras hacen sombra a sus ojos, y ella es…hermosa. Sexy. El solo hecho de verla de esta manera me pone dolorosamente excitado, y tomo una respiración profunda para calmarme y retrasar mi venida. Deslizando las gafas de sol de su cara, las pongo en la mesa junto a su silla antes de colocar mis manos sobre sus pechos, teniendo su peso suave en mis palmas y ahuecándolos. Sus pezones duros apuñalan las palmas de mis manos y yo les rodeo con el pulgar y el dedo índice, pellizcándolos levemente, haciéndola gritar. A ella le gusta un poco duro, al igual que a mí. Me la tiré anoche por la espalda, jalando su pelo, dándole uno de muchos orgasmos espectaculares. Ella es tan sensible, tan increíblemente involucrada en ello, en mí, y me siento de la misma manera. —¿Estas húmeda para mí? —pregunto roncamente. También le gusta cuando le hablo sucio. Hay tantas profundidades ocultas y secretos en esta mujer, ella es como un rompecabezas constante que estoy tratando de averiguar. Y una vez que creo que la he resuelto, algo nuevo aparece, por lo que me doy cuenta que podría ser siempre un misterio para mí. Y me gusta. —¿Por qué no lo compruebas? —Objeta, un toque de diversión en su voz. Suena bien para mí. —Acuéstate, Jen —Exijo, usando mi voz mandona que por cualquier razón parece excitarla también. Jesús, es ridículo cómo francamente podemos encendernos mutuamente. Ella hace lo que ordeno, tumbada en la mullida silla, sus piernas se extienden en lo más mínimo. Noto —noto todo lo relacionado con ella. El olor de su piel, su única fragancia dulce se mezcla con el aroma distintivo del protector solar. Algunos mechones caen sobre su rostro, la longitud elegante de su cuello, y la delicada cadena de oro que lleva puesta, un corazón flotante pequeño colgando de ella.

131

Inclinándome, deslizo mi dedo por debajo de la fina cadena, jugando con el pequeño corazón. —Te di esto —digo, sorprendido de ver que lo lleva. Asiente, tragando saliva. Veo el movimiento de su garganta. —Sí, lo hiciste. Fue por su graduación de la escuela secundaria y yo había estado tan condenadamente orgulloso de darle algo de valor en ese entonces, aunque fuera menos de doscientos dólares. Ella había estado tan emocionada cuando le presenté la caja envuelta, abrazándome fuerte después de ver lo que había dentro. Susurró: gracias cerca de mi oído, enviando una extraña sensación en espiral dentro de mí. La forma en que su cuerpo encajaba, ubicado muy cerca del mío, también me hizo tropezar. De ninguna manera podría olvidar esa noche. Fue uno de esos momentos que está grabado a fuego en mi memoria para siempre. La noche que me di cuenta que vi a la mejor amiga de mi hermana como algo más que una niña molesta arrastrándose tras nosotros. En el momento que me di cuenta que era una mujer atractiva y deseable. Es curioso, cómo inmediatamente la declaré fuera de los límites en mi cerebro. No podía joder con la mejor amiga de mi pequeña hermana. Y míranos ahora. Empujando el preocupante pensamiento fuera de mi mente, me remonto a su clavícula, mi mirada persistente en el collar. —Me gusta que lo lleves puesto. —Me gusta que me lo hayas dado —Llegando arriba, ella también toca el collar, nuestros dedos chocando. Antes de decir algo completamente fuera de control, me inclino y la beso, caliente, duro y castigando. Ella grita como siempre lo hace, su lengua rodeando la mía, sus brazos van alrededor de mi cuello, tirando de mí más cerca. Me trago sus suaves, y necesitados gemidos, tocándola por todo el cuerpo, tocando sus pechos, su vientre plano, rozando sus curvas, hasta que mis manos están descansando en sus caderas. Juego con las diminutas cuerdas que supuestamente mantienen la parte inferior del bikini sobre su cuerpo, tentado de darles un tirón. Apartándome de ella, me siento de nuevo, mirándola. Su respiración es poco profunda, su pecho subiendo y bajando, su piel brillando con un tenue sudor mezclado con protector solar y loción, y cualquier otra cosa que ella se haya puesto.

132

Maldita sea, ella es bonita. Quiero comérmela. Mantenerla encerrada en mi casa por horas, días, semanas. Perderme en ella una y otra vez hasta que no se me ocurra nada más. Sólo Jen. Jenny. Jennifer. Ella es todas esas tres mujeres para mí. Extendiendo la mano, rozo mi dedo sobre el hueso de su cadera, trazando suavemente hasta que estoy jugando con el arco con nudos que descansa allí. Poco a poco los deshago, observando a la cadena desentrañarse hasta que está totalmente desatada. Hago lo mismo con el otro lado, quitando lentamente la parte delantera de la parte inferior del bikini, revelándomela por completo. Hay sudor en mi frente y me lamo los labios. Podría comérmela, aquí mismo, ahora mismo. Ella extiende sus piernas un poco más, revelando bastante, carne rosa reluciente, y cuando levanto la mirada a su cara, la encuentro observándome. Sus ojos casi negros con deseo, con los labios entreabiertos como si ella podrían estar teniendo problemas para respirar. Sé que estoy seguro como el infierno que yo los tengo. —¿Te gusta que lo que ves? —pregunta con timidez. No respondo. Simplemente acuno mi mano sobre ella, mi palma rozando su escaso vello púbico, mis dedos deslizándose entre sus pliegues húmedos. Está empapada por mí, ella siempre se ha empapado para mí, y el pequeño gemido que se le escapa por mi tacto envía una corriente eléctrica directamente a mi polla. Estoy duro como piedra y no puedo hacer nada al respecto. Echo un vistazo alrededor, sabiendo que los vecinos de ambos lados de mi casa trabajan. No hay casa detrás de nosotros desde mis vallas hasta la calle. Sí, hay una casa de dos pisos con dos casas más de una señora con tres hijos que siempre está ahí, pero ella no presta ninguna atención a mi patio trasero, ¿cierto? Quizá. Pero es un riesgo que voy a tener que tomar. —Voy a hacer que te corras —susurro, mis dedos profundizándose, deslizándose dentro de su cuerpo—. Quiero verte. Un atisbo de sonrisa curva sus labios. —Siempre quieres verme. Es cierto. —Nunca te he visto venirte fuera. A la luz del sol. Su sonrisa crece, un suave sonido de placer pasa por sus labios cuando deslizo otro dedo dentro de ella. —¿Es tu meta personal ver que me corra en tantos lugares como sea posible?

133

—¿Cómo lo adivinaste? —La beso de nuevo antes de decir algo realmente estúpido. Como lo mucho que no quiero que me deje. Cuánto la echaré de menos cuando se haya ido. Como es innecesario que se vaya, porque poco a poco estoy empezando a creer que podemos hacer que esto funcione. Si solo me dejara entrar. Creo que estoy más que dispuesto a dejarla entrar.

134

14 Traducido por Mary Corregido por Aimetz Volkov

COLIN A los pocos minutos gemía, retorciéndose contra mi mano, sus dientes clavados tan profundos en su labio inferior que me temo que se vaya a extraer sangre. Está retorciéndose contra mis dedos, mi pulgar jugando con su clítoris, y luego cayendo completamente, su orgasmo dominándola totalmente. Estoy paralizado por su rubor, la manera en que sus pechos se levantan con sus trabajadas respiraciones, como las paredes internas de su sexo se contraen alrededor de mis dedos mientras el orgasmo la consume. Su placer me da placer. Con las otras mujeres en el pasado, siempre me sentía ansioso por terminar, demasiado ocupado persiguiendo mi propio orgasmo. Raramente preocupado si la mujer con la que estaba se venía o no. Demasiado egoísta, lo sé, pero nunca he negado que soy un tipo egoísta. Con Jen quiero asegurarme de que se está viniendo. Siempre. Y que soy el único que puede hacer que eso pase para ella. Quien la puede hacer sentir tan bien, que no querrá a nadie más. —Cada vez que pienso que no se puede volver mejor, lo supera — susurra, alcanzándome—. No creía que eso fuera posible. Tampoco lo creía. Siento lo mismo. Voy hacia ella, dejándola envolver su brazo alrededor de mi cuello y enjaularme tan cerca como sea posible. Me besa, su otra mano descansando en mi pecho. Desliza sus dedos abajo para tocar la piel alrededor de mi estómago, trazando peligrosamente cerca de mi dura polla. —Llévame dentro —dice, y lentamente sacudo mi cabeza, haciéndola fruncir el ceño—. ¿Por qué no? —Te voy a follar justo aquí. —La beso—. Justo ahora.

135

—No. —Es la única sacudiendo su cabeza ahora, todas sus hebras sueltas de su cabello rozando contra cuello—. De ninguna manera. No le daré un espectáculo a tus vecinos. —Odio decirte esto, pero ya lo hiciste, sin nadie observando. — Sonriendo, la beso cuando trata de esquivarme—. Nadie va a ver, Jen. Confía en mí. —Pero... —Su voz se apaga cuando su mirada encuentra con la mía—. No lo sé. —Tu… eres la única quien estaba tendida aquí afuera media desnuda en primer lugar. Tú empezaste —señalo, riendo cuando golpea mi hombro. —Ya te dije que no creía que ibas a venir a la casa. —Así que está bien para recostarte por aquí sin tu top pero no está bien para mí querer tener sexo contigo aquí afuera. —Y estoy follándola justo aquí. Puede tratar de seguir la protesta, pero no la dejaré. Ya estoy con ganas de arrojar todas mis ropas y dejar que esta fiesta comience. Sueno como un idiota cursi incluso en mi cabeza. Esto es a lo que ella me ha reducido. Suspira, un cálido pequeño sonido que va directo a mi polla. —Te quiero a ti. —Besa mis labios, mi mejilla, junto a mi barbilla, abajo por mi garganta, antes de moverse de vuelta a besarme justo detrás de mí oreja—. Quítate tu ropa, Colin. Joder. Excitación recorre a través de mí mientras me aparto de ella y me paro, derramando mi camiseta, pantalones, y ropa interior lo más rápido posible. No tengo un jodido condón, lo cual en serio jode con mi juego, y su conocedora mirada atrapa la mía, diciendo que sabe exactamente sobre lo que estoy pensando sin decirle una palabra. —Estoy limpia —murmura, bajando su mirada así puede estudiar sus manos—. Nunca he tenido sexo sin protección en mi vida. Y estoy tomando la píldora. Estoy impactado. Y agradecido. Quiero ser el primero para ella en al menos algún sentido. —¿En serio? Levanta su cabeza así nuestras miradas se pueden encontrar una vez más. —En serio. Bien. Tenemos esta única cosa en común. —Tampoco yo. —Quiero decir que nunca, jamás he tenido sexo sin un condón tampoco. Estoy demasiado jodidamente asustado que pueda convertirme en un padre alguna vez para tener siempre ese tipo de riesgo. Mira lo que les pasó a mis

136

padres. No suponía que tenían que casarse. No estaban ni siquiera en una relación seria cuando mi madre quedó embaraza de mí. Ella ató a mi padre, y luego quedaron atrapados entre sí. Con Jen, por cualquier loca-como-el-demonio razón, quiero decir joder y arrojar todas las preocupaciones al viento. Quiero saber lo que se siente estar dentro de ella sin absolutamente barreras. Piel contra piel. Un escalofrío se mueve a través de mí por ese pensamiento. Me mira, su mirada recorriendo la longitud de mi ahora desnudo cuerpo, toda esa deliciosa, piel magra colocada justo en frente de mí. Amo su cuerpo. Malditamente cerca de adorarlo, en serio. Tres días y ya estoy listo para caer de rodillas en frente de ella como algún imbécil mandilón. Por una vez en mi vida, realmente no me importa. —Siéntate. —Suena como si ella es la única quien comanda ahora y estoy dispuesto a dárselo, dejándola tomar las riendas por primera vez. Estoy curioso por ver lo que quiere. Como lo quiere. Sin importar que, sé que me gustará. Hago como dice, sentándome en la tumbona en el punto muerto, a horcajadas mientras la enfrento. Estoy desnudo y duro como el acero, mi polla ansiosa por ella para que se me una. Y luego está cabalgándome, sus rodillas a cada lado de mis caderas, sus manos agarrando mis hombros. La puedo sentir, mi polla está rozando su humedad, estoy desesperado por introducirme en su interior, conducirme profundamente. Se mueve sobre mí, burlándose de mí, sonriendo cuando gimo. —Shh —susurra mientras lentamente se baja a si misma sobre mi polla, tomándome, centímetro por insoportable centímetro hasta que estoy completamente inmerso en el interior de su cuerpo—. Oh, Dios, te sientes tan bien. Mis ojos amenazan con salirse cuando empieza a moverse. Lento y dudando al principio, agarro sus caderas, guiándola dentro de mí. Marcando el paso, manteniéndolo tranquilo al principio, deslizándola hacia arriba y abajo de la longitud de mi pene, yendo un poco más profundo con cada empuje hacia abajo. Hasta que no estamos cogiendo el paso, los dos perdidos en el ritmo de nuestros cuerpos. Es cómoda y húmeda y cálida, la sensación de su empuñe apretado alrededor de mi polla amenazando con enviarme directamente al olvido. —Me voy a-a-venir —tartamudea cuando empujo profundamente con un casi maniaco ritmo. Y luego se está viniendo, temblando a mi alrededor, empujándome directo a mi propio asombroso clímax.

137

Nos aferramos el uno al otro a medida que tratamos de calmar nuestros frenéticamente reaccionados cuerpos. Somos un estremecedor, tembloroso lío, nuestras respiraciones jadeantes fuerte, en el otro lado de la tarde mañana. Oigo un chirrido de aves, el sonido no muy lejano de un portazo de la puerta de un coche, y ese sonido es el único que la saca de su trance, recordándole que sí, efectivamente, somos parte de la tierra de los vivos y por un breve momento, decidimos cerrarnos del mundo circulando alrededor de nosotros y hacer lo que sea que en el demonio queríamos. Pero ahora la vida real se entromete y estoy disgustado como la mierda. —Deberíamos ir adentro —susurra cerca de mí oreja, su cálida, temblorosa respiración haciéndome endurecer toda otra vez. Lo siente también, lo puedo decir por la forma en que se mueve contra mí. Tratando de llevarme más profundo. —Toma una ducha conmigo. —La beso. No hemos hecho eso aun. Tomar una ducha juntos. Estoy de repente desesperado por correr mis manos sobre todo su jabonosa-cálida piel. —No lo sé... —Su voz se apaga y me inclino lejos de ella, viendo la pícara sonrisa curvar sus labios. Sin advertencia me bajo de la silla y la alzo en mis brazos, ignorando su grito, sus manos golpeando contra mi pecho demando que la baje. La llevo todo el camino al baño, donde la coloco en mi ducha enciendo el agua, deslizándome dentro de la caja de cristal así puedo unirme a ella. Donde procedo a lavar cada centímetro de su cuerpo.

138

JEN No debería haber tomado una ducha con Colin. Ahora estoy soñando con la cálida agua, su calidez, buscando sus manos, y mi tercer orgasmo del día. Es casi mediodía y el hombre es una especie de arma letal. No creo que jamás haya tenido tantos orgasmos en un corto período de tiempo. Estamos recostados en su gigante cama, nuestro limpios, desnudos cuerpos entrelazados alrededor del otro. Él está dormitando, y estoy bien despierta con mi cabeza descansando en su pecho, escuchando el tranquilo ritmo de su corazón. Me calma, me alivia, y desearía que pudiera acostarme aquí justo así con él por siempre. Pero no puedo. No he trabajado el nervio para decirle que ya encontré una compañera de cuarto. No quiero arruinar el ambiente. Mis noticias probablemente lo harán irritar y solo no estoy lista para lidiar con eso. Por lo que me acuesto aquí como una mentirosa, pretendiendo que todo está bien entre nosotros cuando no es así. Sabía que esto pasaría. Tener sexo con Colin es solo tan buen como sabía que lo sería. Quizás incluso mejor. Ya que compartimos un pasado, una conexión, y ahora que hemos empujado nuestra relación más lejos, la conexión ha ido incluso más profunda. Al menos para mí. ¿Para él? No estoy segura. Que increíble es que nunca me he sentido de esta manera por un hombre antes. Sexo siempre fue un medio para un fin. Es un acto que podía casi aburrirme si me encontraba con el tipo equivocado de chico. Y estaba con un montón de hombres equivocados. . . Descansando mi mano en su pecho, dejo mi mano recorrer abajo para explorar alrededor de la musculosas crestas de su estomago. Tenemos que ir a trabajar en un par de horas, pero preferiría no hacerlo. Amaría quedarme aquí en esta cama, desnuda con Colin, hablando y riendo y teniendo sexo por tanto tiempo como queramos. —¿Todo está bien? Su profunda voz rompe a través de mis pensamientos. Levanto mi cabeza para encontrarlo observándome, esos ojos azules clavados en mi cara, pensando y buscando. —Pensé que estabas dormido —digo.

139

—Lo estaba. Pero estás tensa. —Extendiéndose, toca el lado de mi cara, sus dedos trazando hacia mi mejilla, junto con mi mandíbula—. ¿Qué te está preocupando? Eso que sepa que algo me está molestando me muestra justo cuán bien me entiende. Me pregunto si siquiera se ha dado cuenta. —Tengo algunas noticias —digo, dispuesta a acabar de una vez. Ahora es él quien se pone tenso. —¿Qué es? Tomando una profunda respiración, decido solo dejarlo salir. — Encontré una compañera de cuarto. Su expresión no cambia un poco. Ni siquiera da un pestañazo. —¿En serio? Asiento, los nervios comiendo por dentro. —El apartamento luce lindo y está muy cerca a todo. Es en el área que quería vivir. Comprobé el sitio completo en línea. Es una universitaria, es un año mayor que yo, y trabaja medio tiempo en una tienda de ropa en un centro comercial cercano. —No la has conocido. —Bueno, he hablado con ella en el teléfono. Le envié mi deposito temprano esta mañana, también. Aun me está estudiando con esa misteriosa inmóvil expresión. No puedo decir si está feliz, triste, cabreado, irritado, lo que sea. —Así que es seguro. Es tu compañera de cuarto. Te estás mudando con ella. —Sí. —Y nunca la has conocido en persona. —Bueno, no. Por supuesto que no. —Lanzo mis manos al aire, irritada por su aparente falta de reacción—. No es como si pudiera pedirte que me llevaras de ida y vuelta a Sacramento todo el tiempo, ¿cierto? No tengo un carro y no tengo otra manera de llegar allí. Ignora lo que digo. —¿No crees que es un poco arriesgado? —¿Qué? ¿Manejar todo esto por teléfono e internet? —Tomo una profunda respiración. Esto se está volviendo una pelea, lo cual es la última cosa que quiero. ¿Pero cuando es algo fácil entre Colin y yo? El sexo de lejos sí que sido increíblemente fácil, pero esa es la clase de cosas que siempre vienen con un precio eventualmente—. No tengo elección. —¿Entonces aun te estás yendo? —Suena incrédulo ahora. Lo parece, también, lo cual solo me hace querer darle un puñetazo.

140

—Sí. Aun. Me. Estoy. Yendo. —digo cada palabra cuidadosamente, queriendo que reciba el mensaje. Estoy saliendo de aquí… pero lo puede cambiar con un par de simples palabras, puede no saber todo lo que pasó mientras estaba en Gold Diggers, pero sabe demasiado. Necesito oírlo decir que no importa. Que no me juzgará. Necesito oírlo decir que se preocupa por mí. Aguantando mi respiración, espero para que diga algo. Lo que sea. No lo quiero rogándome, sé que ese no es su estilo. Pero si solo dijera una palabra. Una simple palabra es todo lo que tomaría y no me iría. Quédate. —Te contrataré un camión de mudanza —dice, saliendo de la cama completamente desnudo y dirigiéndose hacia el baño. Mi mirada cae a su perfecto trasero como siempre. Justo ahora, realmente me gustaría patearlo.

141

15 Traducido por *~ Vero ~* Corregido por Karool Shaw

COLIN Había creado el plan perfecto y volví a casa en el medio del día para decirle a Jen, con la maldita esperanza de que fuera receptiva. ¿Por qué no lo sería? Anoche tuvimos el rapidito más asombroso de mi vida en mi oficina con un restaurante lleno al otro lado de la puerta. La forma en que fue quien me buscó, caliente para mí, acabando sobre mis dedos, luego dándome la mamada más entusiasta, será uno de mis recuerdos favoritos por siempre. Encontrarla casi desnuda en mi patio trasero más temprano hoy se sentía como toda una fantasía hecha realidad. Sexo fuera de la piscina, sexo en la ducha... sí. Todo entre nosotros es jodidamente increíble. Entonces, el momento mágico fue arruinado por su anuncio de que encontró un compañero de piso. Y como un idiota, no dije nada. Me ofrecí a alquilarle un camión de mudanza como un imbécil insensible. Esa fue mi respuesta. Así es como traté lo que era realmente una situación delicada. Soy un malparido sin esperanzas. No me ha hablado mucho desde entonces. No es que pueda culparla. ¿Por qué está tan empeñada en irse? Sé que anhela la independencia. Pero le ofrezco estabilidad. Tal vez demasiada estabilidad, pero aún así. No tiene que preocuparse por hallar un trabajo o pagar el alquiler o comprar un coche. Le ofrezco todo eso y más. Tal vez ese es el problema, imbécil. La cuidas por completo, casi como si fueras su viejo rico. Pasándome una mano por el pelo, dejo escapar un gruñido de frustración. Me gusta. Le gusto. Le estoy ofreciendo un trabajo mejor pagado que está en otra ciudad, pero lo suficientemente cerca que podemos vernos. Entonces, ¿cuál es el problema?

142

No te olvides de su necesidad de libertad. Libertad. Más como si estuviera huyendo. Meto la persistente voz en mi cabeza a la parte trasera de mi cerebro. No necesito centrarme en esa mierda esta noche. Quiero mantener a Jen en mi vida por lo menos algo más de tiempo. Un gran trabajo en un lugar diferente le daría una nueva oportunidad, una oportunidad para crecer, para llegar hacia esa libertad de la que siempre habla, pero aún mantenerla cerca. Lo suficientemente cerca para que podamos vernos regularmente. Como en una relación real. Por una vez, ese pensamiento no me asusta. Estoy ansioso por decirle. Pasar tiempo con ella. Acostarme en la cama por la noche y abrazarla, hablar con ella. Sólo estar con ella. ¿Quiere estar conmigo? ¿Me extraña como yo lo hice ayer por la noche? No hay visitas sorpresas en mi oficina hasta el momento esta noche, lo cual es una lástima. Planeaba inclinarla sobre mi escritorio y cogerla rápido y con furia hasta que tuviera que sujetar mi mano sobre su boca para ahogar sus gritos cuando la trajera al orgasmo. Jesús, jode con mi cabeza. Es peligrosa y ni siquiera lo sabe. El negocio ha sido intenso esta noche. cenas entraron, manteniendo a las chicas Afortunadamente, Jen se hizo cargo y impresionándome una vez más. Tiene mucho conseguiríamos hacer juntos con mi negocio. lejos...

Dos inesperadas grandes a prisa toda la noche. se encargó del piso, potencial. Las cosas que Cómo lograríamos ir más

El bar se encuentra todavía en pleno apogeo cuando finalmente voy a buscarla alrededor de la medianoche, listos para salir de allí. La localizo en una de las salas de fiestas privadas, donde ella y otra camarera limpian el desastre dejado por la cena de los comensales. —¿Casi lista para salir? —pregunto, manteniendo mi voz neutral, aunque es difícil cuando Jen está de pie allí, de espaldas a mí en lo que se inclina para recoger la mesa. Si Mandy no hubiera estado en la habitación, me empujaría contra ella. Pasaría mi mano sobre su culo. La arrastraría cerca y le dejaría sentir exactamente lo que me provoca. Vivir esa fantasía de inclinarla-sobre-el-escritorio que me ha mantenido seguir toda la noche. En lugar de ello me esfuerzo en parecer casual, con las manos metidas dentro de los bolsillos, así no haría algo estúpido como agarrarla y hacer un idiota de mí mismo delante de Mandy. —Casi —Jen me lanza una sonrisa por encima del hombro. El nudo que se formó más temprano alrededor de mi corazón se despliega

143

lentamente, facilitando toda esa tensión que he llevado conmigo toda la noche. Parece que no puede estar enojada conmigo por más tiempo. — ¿Danos un par de minutos y me reuniré contigo en el coche? ¿Fuera, en el aparcamiento? —Claro. Suena bien. —Dejo la habitación, asintiendo a Mandy al darme una sonrisa. El comedor está oscuro y tranquilo, pero el bar se encuentra todavía en pleno apogeo. Saludo con la mano y digo adiós al camarero, Steven, y posteriormente salgo del edificio. Me dirijo hacia mi coche, mi cabeza inclinada contra el viento repentino. Trae un toque de otoño en él, frío y afilado y haciéndome temblar. Una locura, teniendo en cuenta que ha estado caluroso como el infierno en estas últimas semanas. Me subo en el coche y espero, mi mirada clavada en la puerta principal del restaurante, me inclino hacia delante y enciendo la radio. Largos minutos pasaron y verifico mi correo electrónico en el teléfono, respondo a algunos textos que no me di cuenta que habían llegado. He estado tan malditamente ocupado durante semanas. Meses. Una vez que la nueva ubicación esté completa, voy a tomar unas putas vacaciones. Desconectarme de todo el mundo, dejando mi teléfono en casa si puedo salirme con la mía. Porque necesito un descanso. También quiero a Jen a mi lado cuando tome mi descanso. Tal vez podríamos ir juntos a Hawaii. O el Caribe. Algún lugar caliente y tropical donde pueda ver su cuerpo en la playa en ese pequeño bikini que llevaba antes, su dorada piel por el sol, toda esa piel dorada a la vista sólo para mí. Solo volverme loco... Un estridente grito rompe a través de mis pensamientos de vacaciones de ensueño y me siento derecho en el asiento, alcanzo la manija de la puerta, y salgo del coche para ver qué pasa. Quién necesita ayuda. Corro a través del estacionamiento, mirando a la izquierda, luego a la derecha, pero no veo nada. El pánico hace que mi corazón se acelere cuando me fijo de que han sido al menos quince minutos desde que dejé a Jen en el restaurante. De ninguna manera limpiar el comedor privado tomaría tanto tiempo. Veo a una mujer acurrucada en el suelo, su cabeza oscura inclinada mientras se balancea hacia atrás y hacia adelante. Aumento mi ritmo, corriendo a toda velocidad hacia la mujer sentada, y cuando me mira, el alivio se refleja en todo su familiar rostro surcado por las lágrimas, el miedo me agarra tan fuerte que mi visión se torna borrosa. Es Jen.

144

Jen Me quedé un poco demasiado tiempo charlando con todo el mundo que se mantenía trabajando, intentando no parecer lo bastante obvia de que quería salir de allí, aunque todavía me sentía un poco enojada con Colin por lo que me dijo. Ofreciendo un camión de mudanza, ¡qué malditamente generoso de su parte! Por tanto hablé, escuché chismes, y me reí sobre cosas tontas, mi mirada constantemente yendo al reloj en la pared por encima de la barra. Fable siguió enviándome miradas interrogantes y sé que también otros lo notaron. Tuvieron que. Me sentí como si todo el mundo me miraba. Me temo que todos son súper sospechosos de que juego con el jefe. Es una cosa cuando dicen que lo estás haciendo y realmente no lo estás. Tengo miedo de que se den cuenta, lo que significa probablemente que soy cada vez más evidente. Tan estúpida. Estoy nerviosa. No quiero ser descubierta. No quiero que todo el mundo me apunte con el dedo diciendo que me tiro al jefe. Sé que la gente lo piensa, pero hasta hace poco los rumores eran infundados. Fable ha estado genial en tratar de disiparlas de esa manera sin sentido de ella. Pero ahora es la verdad. Será difícil hacerles frente si se enteran de que ciertamente lo hago con el jefe. Quiero que mis compañeros de trabajo me respeten, que no piensen que soy fácil o que recibo un trato especial. Finalmente me separo de ellos, luego de rechazar lo que se siente como un sinfín de ofertas para quedarme y tomar un trago. Echo un vistazo a mi teléfono, sorprendida de ver que han pasado casi quince minutos, y espero que Colin no haya enojado de que lo dejé esperando. Sabiendo que he estado enojada con probablemente deje pasar esto.

él

toda la noche,

Deteniéndome en la puerta principal, frunzo el ceño, mirando por la ventana al estacionamiento a oscuras. No se enojará. Nunca está enojado. Indiferente, sí, pero no después de lo que ocurrió anoche. O sólo unas pocas horas antes. No debería estar enojada tampoco. Acaba de cumplir su palabra, ¿verdad? Una relación fácil sin compromisos es lo que tenemos. Me voy en menos de dos semanas. Me extrañará, lo sé, al igual que yo lo extrañaré. Pero tengo que recordar que lo que experimentamos ahora en este momento no es más que una aventura. Una aventura que se convertirá en recuerdos más adelante.

145

Sí. Realmente tengo que recordar eso. Olvidar que estoy ansiosa por verlo. Escaneo de la playa de estacionamiento y me pregunto dónde se encunetra el guardia de seguridad. Algunas de las farolas que iluminan el lote están apagadas, envolviendo ciertos espacios en la oscuridad total. Tendré que caminar a través de una de esas manchas oscuras para llegar hasta el coche de Colin. ¿Debería enviarle un texto y decirle que me localice en la puerta? Lo haría. Sé que lo haría... Nah. Pensará que soy una cobarde total si hago eso. Puedo correr a través del estacionamiento. No es gran cosa. Está justo ahí. En el momento en que camino fuera el viento me golpea, me enfría hasta los huesos. Agacho mi cabeza contra él, mis hombros encorvados en lo que me lanzo a través del estacionamiento. Al levantar la mirada, veo a Colin sentado en su coche, con la cabeza inclinada, el brillo de su teléfono celular ilumina su rostro. Sonrío, mi vientre llenándose de pequeñas mariposas revoloteando en la comprensión de que este hermoso y sexy hombre es mío, al menos temporalmente. De la nada una figura voluminosa viene a mí, tirándome al piso. Me caigo sobre el asfalto con un grito, golpeando el suelo tan fuertemente que el aire sale de mí. Me enrosco para protegerme, mi brazo sintiéndose como si estuviera siendo tirada fuera de su lugar. —¡Vamos! ¡Dame tu bolso, perra! —me dice el tipo. No logro distinguir su cara desde las sombras que se echan sobre ella, pero suena joven. Posiblemente incluso más joven que yo. No me di cuenta de que agarraba mi pequeño bolso con tanta fuerza. Al aflojar mi agarre, lo dejo tomarlo, y luego miro con incredulidad mientras lo mete bajo su brazo como un balón de fútbol y sale corriendo por el aparcamiento, rodeando la esquina y desapareciendo de mi vista. Estoy jadeando, tirada en el asfalto. Shock helado corre sobre mí mientras miro sobre la playa de estacionamiento. Mi garganta está seca, no puedo arreglármelas para formar una sola palabra y tragar saliva. Tratando de ponerme de pie, mis piernas se tambalean y tropiezan, cayendo de rodillas, haciendo una mueca por el dolor que se lanza a través de mí cuando hago contacto con el suelo. Bajo la mirada, veo que mis rodillas están rasguñadas y sangrientas, y es entonces cuando encuentro mi voz. Y grito a maldita sangre fría.

146

En cuestión de segundos Colin está ahí para mí primero, con algunas personas del restaurante rodeándome poco después. Alguien, no sé quién, llama al 911. Colin tiene su brazo alrededor de mis hombros, su cara en la mía, su voz tiene una mezcla de preocupación y fría ira calmada. —¿Qué pasó, nena? —Se inclina hacia mí y susurra esto en mi oído, su mano alisando mi pelo en un gesto reconfortante—. ¿Quién te hizo esto? Presiono la cabeza contra su fuerte y sólido hombro y cierro los ojos por un momento, negándome a llorar. No permitiré que esto me moleste. Ese imbécil que tomó mi bolso, y todas las propinas de esta noche con él, no vale la pena llorar. He soportado cosas peores. Mucho, mucho peores. Esto no es gran cosa. —Caminaba hacia tu coche y este chico vino a mí, empujándome al suelo. Él... él robó mi bolso. —Mi voz titubea y aspiro con fuerza, deseando que las lágrimas que amenazaban, desaparezcan. —Mierda. —Colin suena furioso mientras levanta la cabeza y mira a su alrededor. Su mandíbula está apretada, me doy cuenta de que el tic sólo aparece cuando está muy enojado, y sus ojos arden con enfadado fuego azul—. ¿Alguien lo vio? —Ninguno de nosotros estábamos aquí excepto tú —dice Steven en el tono más antagonista, uno que espero Colin ignorará, pero... No lo hace. Peor aún, cae en la provocación. —¿Estás diciendo que es mi culpa, Harper? —La voz de Colin es baja, llena de furia silenciosa, y la mirada en el rostro de Steven dice que definitivamente lo nota. Y por suerte retrocede. La policía aparece rápidamente y me interroga, pero no tengo mucho que decir. La mujer policía me informa de que ha habido una ola de robos como éste en el último par de meses y tuve suerte de que no me lesioné más. Una mujer que fue robada hace unas noches, caminando a través de la playa de estacionamiento de su apartamento fue golpeada en la cabeza con una pistola, y todavía se encontraba en el hospital a causa de sus heridas. Esa parte de información envía una onda fría de miedo por mi columna. Colin me pide que vaya a la sala de emergencias para que por lo menos me puedan comprobar y asegurarse de que estoy bien, no obstante me niego. Sólo quiero ir a casa, meterme en la cama, e irme a dormir. Olvidar de que esto me haya pasado. —Tienes que llamar a tu banco y cancelar todas tus tarjetas de crédito —sugiere Colin en el camino a casa. La policía finalmente nos

147

había dejado ir, la oficial femenina le dio a Colin un severo sermón sobre sustituir las luces quemadas en el estacionamiento y asegurarse de que el guardia de seguridad que por lo general tiene en deber esté en realidad... en su deber. Su sermón cabreó a Colin, no es que pudiera culparlo. Ya se siente lo suficientemente responsable. Siempre se siente responsable, sobre todo por mi bienestar. Me pregunto si está cansado de ello ya. —No tengo ninguna tarjeta de crédito —digo con cansancio, ganándome una mirada de sorpresa de Colin. —¿Una tarjeta bancaría por lo menos? —pregunta—. Supongo que el chico buscaba dinero en efectivo, pero nunca se sabe lo que podría intentar. El fraude de tarjetas de crédito es un problema tan grande en estos momentos. —Sí. Llamaré a mi banco en la mañana para informarles y conseguir que la sustituyan. —Cierro los ojos, mi mente repitiendo una y otra vez la forma en que el hombre embistió su enorme cuerpo en el mío, enviándome al suelo. ¿Qué habría hecho si hubiera utilizado realmente sus manos sobre mí, como le pasó a esa mujer hace unas noches? ¿Habría luchado? ¿O simplemente me habría acostado allí y dejado que me golpeara? —De verdad deberías llamar cuando lleguemos a casa —continúa Colin—, o podrías tomar prestado mi teléfono celular y hacer la llamada ahora. —Yo sólo... No puedo preocuparme por eso ahora, Colin —susurro, deseando que dejara de hablar. Lo último que necesito ahora es un sermoneo. Y siento que uno se aproxima, junto con un dolor de cabeza enorme—. Por favor solo déjame sentarme aquí y estar en silencio durante un rato. —Bien —escupe, sonando irritado, pero no me importa. No es quien acaba de ser robado. Sé que está preocupado por mí, pero me gustaría que solo... se quedara en silencio por un segundo. Sé que debería estar agradecida con él entrando en su modo protector de costumbre, pero por alguna razón, me siento más allá de irritada, harta de que siempre corra a mi rescate, siempre intentando decirme qué hacer. Probablemente estoy siendo completamente irracional, pero al verlo una vez más tratando de cuidar de mí, haciéndose cargo de mí verdaderamente, sólo demuestra lo mucho que tengo que alejarme de él.

148

A pesar de la conexión que tenemos, el sexo increíble... no durará. Él no se apega. Y yo tampoco. El resto del rápido trayecto a casa es tranquilo, y escapo a la casa desde la cochera tan pronto como apaga el motor del coche. No tengo ningún bolso, lo que significa que el idiota que lo tomó robó un montón de mi maquillaje, la llave de la casa de Colin, mi celular y mi billetera. Y nuevamente, no puedo dejar de recordar lo gorda que estaba con las propinas de mi noche. Sé que Colin tiene razón y que debería al menos llamar a mi banco, pero me siento demasiado cansada para siquiera quitar el maquillaje de mi cara, y mucho menos hacer una llamada de teléfono real. Apenas puedo pensar y actuar como un ser humano normal. Me encuentro en el modo zombi en toda regla mientras me muevo por la casa, mi cerebro en blanco, mi cuerpo me lleva donde tengo que ir como si estuviera en piloto automático. Entrando en mi habitación, enciendo las luces y me quedo mirando mi reflejo en el espejo que cuelga sobre la cómoda. Mis mejillas están manchadas de lágrimas de rímel corrido que ni siquiera recuerdo haber llorado. Mi cara está hinchada, mis ojos inyectados en sangre, y de muy mal aspecto. Genial. Bajando la mirada, veo que el dobladillo de mi vestido está desgarrado y mis rodillas todavía con sangre y raspadas. Con un suspiro, me dirijo al baño para limpiar las heridas, pero Colin ya está ahí, buscando en los cajones hasta que se levanta con crema antibiótica y curitas. Lo observo desde donde me encuentro de pie en la puerta, tanto odiando como apreciando su esfuerzo por cuidar de mí en todos los sentidos que pueda. Debería estar emocionada de que haría todo esto, como si fuera mi hermano mayor o algo así. Mi campeón, mi caballero de brillante armadura que viene a rescatarme en su poderoso corcel. —Deja que te ayude —dice en el momento que se da cuenta de que me encontraba allí mirándolo—. Ven aquí. Entro en el pequeño cuarto de baño y me siento en el inodoro, la falda se levanta y revela mis rodillas ensangrentadas. Encuentra un paño limpio en un cajón y lo empapa con agua fría bajo del grifo, luego lo presiona suavemente sobre mi rodilla izquierda.

149

Haciendo una mueca, siseo en una respiración, sorprendida por lo mucho que duele el raspón. Colin frota mi piel, con el ceño fruncido mientras estudia mi rodilla. —Hay trozos de roca en ésta —dice cuando extiende su otra mano y los quita cuidadosamente. —Sin embargo, no parece grave. —Duele —murmuro, odiando lo lamentable que sueno. —Lo siento. —Me lanza una forzada sonrisa simpática—. Tus rodillas se verán como el infierno por una semana con las vendas en ellas, pero bueno, tal vez podrías comenzar una nueva tendencia. —Está tratando de bromear, para aligerar el momento mientras frota la crema antibiótica en mi rodilla y luego pone una curita sobre la herida, pero no funciona. —¿Qué clase de tendencia sería eso? —pregunto una vez que comienza en mi otra rodilla—. ¿Asalto-a-mano-armada Chic? Me lanza una mirada, pero nunca descansa en sus cuidados de mi otra rodilla. Su tacto es tan suave, la expresión de su rostro igualmente así, y mirarlo me llena de placer y tristeza. No tiene ningún sentido, la confusión se arremolina en mi cerebro. ¿Por qué me molesta que Colin quiera cuidar de mí? Debería estar agradecida. Debería abrazarlo y darle las gracias por estar ahí para mí en mi momento de necesidad. En cambio, no digo nada. Porque parece que siempre tengo un momento de necesidad. Y él siempre parece estar ahí para mí. Salvándome. Empiezo a odiarlo. Esta rodilla no está tan mal como la otra y se encarga rápido de ella, vendándome y declarándome arreglada con la sonrisa más pequeña. No tengo el corazón para decirle que me siento más rota que nunca.

150

16 Traducido por Michelle♡ Corregido por Julieyrr

JEN —Voy a despedir a la empresa de seguridad —anuncia Colin al momento en que me arrastro en la cocina. Sin llegar, lo estudio con los ojos lagañosos, decidiendo que es un crimen que un hombre se despierte a primera hora luciendo tan jodidamente bien. Usando nada más que un par de pantalones de pijama de franela negro con gris que cuelgan indecentemente bajos en sus caderas, revelando toda esa piel suave y musculosa que me muero de ganas por tocar, está haciendo café y actuando muy eficiente. —¿Por qué vas a despedir a la empresa de seguridad? —pregunto mientras me siento en la pequeña mesa de la cocina, mis movimientos son cuidadosos. Mi cuerpo está adolorido y mis rodillas aún duelen. Mientras inhalo profundamente, el aroma del café rico y fragante despierta lentamente a mi cerebro brumoso. Él se mantiene de espaldas a mí, con los pantalones cayendo aún más bajo cuando mete su mano en el gabinete por encima de él y saca dos tazas de café. Veo una línea de bronceado y pienso inmediatamente en la forma que tenía mis manos en toda la zona sur de ésta tan sólo ayer por la mañana. Mis mejillas se ruborizan y calientan con una mezcla de vergüenza y excitación y mi cuerpo hormiguea en todos los lugares correctos. No hace falta decir que no pasó nada entre nosotros anoche. Me fui a dormir a mi cama, y él se fue a la suya. Me desperté en medio de la noche para oírle gritar algo ininteligible, pero no fui a él. Y el griterío se detuvo tan pronto como empezó, así que sólo puedo esperar que los sueños no fueran muy malos.

151

Me sentí como una idiota por no ir a él, pero tengo que romper por mí misma ese hábito. No puedo seguir tratando de rescatarlo. Al igual que él no puede seguir tratando de rescatarme. Dios, somos una pareja, ¿no es así? —Se suponía que iba a haber un guardia de servicio hasta las dos de la mañana, pero se fue antes de tiempo sin consultar a nadie. Esta tampoco es la primera vez. Quiero despedirlo. La compañía cometió una falta, así que voy a terminar nuestro contrato con ellos a primera hora, cuando me dirija a la oficina. —Tal vez tuvo algún tipo de emergencia —ofrezco débilmente. Mi cabeza comienza lentamente a palpitar. No me siento de humor para pelear o discutir lo que pasó anoche. Es muy temprano para este tipo de discusión. Sólo quiero olvidar. —Vamos. He enviado un mensaje de texto a Steven y a unos cuantos más en el restaurante. Dijeron que este chico se va antes de tiempo muchas veces y eso me molesta. E incluso si lo que dices es cierto, realmente no me importa. Debería hacerle saber al menos a alguien. Están incumpliendo el contrato. Hace que me sea muy fácil poner fin a esta relación. Aunque ahora tengo que encontrar inmediatamente otra empresa de seguridad. Preferiblemente esta noche. —Finalmente vierte a cada uno una taza de café, preparándolos antes de traer la mía con él a medida que camina hacia la mesa y cae en la silla frente a mí. Desliza la humeante taza hacia mí con un movimiento de cabeza—. Aquí tienes. Justo en la forma como te gusta. Sabe cómo me gusta mi café, pesado con crema. —Gracias —digo con gratitud, tomando la copa con las dos manos y llevándola a mis labios, respirando el rico y delicioso aroma antes de tomar un sorbo. —Así que, ¿has dormido bien? ¿Cómo están tus rodillas esta mañana? —pregunta, su voz profunda y llena de preocupación. Después de que las limpió, me acompañó a mi habitación anoche, metiéndome en la cama como si fuera una especie de niña. Estuve medio tentada a pedirle que se metiera en la cama conmigo y pasara la noche, pero me contuve. No quería parecer demasiado necesitada. Ya es bastante malo, cuán necesitada realmente estoy. Rompiendo los malos hábitos, ¿no? Tengo que recordar eso. —Dormí bien. —Había yacido en cama, completamente despierta durante al menos una hora, reproduciendo una y otra vez en mi cabeza lo que me pasó en el estacionamiento. Preguntándome cómo podría

152

haberlo evitado. Mantuve mi cabeza baja la mayor parte de la caminata, demasiado concentrada en llegar al coche de Colin, pensando en Colin. En ir directamente a casa para poder conseguirlo desnudo. Tan preocupada por mis malos pensamientos, ni una vez comprobé mi entorno. Fui una presa fácil para ese tipo; no es de extrañar que viniera por mí. Y no podía culpar a nadie más que a mí misma por eso. —¿Tienes algún tipo de dolor? —La suave preocupación atando su voz grave casi me hace querer llorar, lo que es tan estúpido. El pensar como una chica en estos momentos me hace querer abofetearme yo misma. —Me duele el cuerpo, sí. Golpeé el suelo muy duro cuando me caí. Pero mis rodillas están mejor. No duelen tanto. —Era una especie de verdad. Todavía arden, pero no tanto como anoche. El brillo asesino en sus ojos lo dice todo. Si el tipo que me hizo esto estuviera en la misma habitación con nosotros en este momento, Colin lo desgarraría, miembro por miembro. —Debería llamar a la policía para ver si agarraron al pequeño hijo de puta —murmura, buscando su celular. —No te molestes. Estoy segura de que nunca lo encontrarán. —Tomo otro trago, mi cerebro poco a poco despertándose, junto con todo mi amargo sarcasmo—. Soy de baja prioridad a sus ojos. Sólo quiero olvidar que anoche alguna vez pasó. —Un ladrón armado en serie no es de baja prioridad, sobre todo en una ciudad universitaria. Confía en mí, están buscando al idiota. Y si no lo están, voy a llamar y me aseguraré de que lo estén. —Deja caer su teléfono celular sobre la mesa con un fuerte ruido, haciéndome saltar en mi asiento. Se da cuenta, el remordimiento llena su mirada, y no me gusta verlo. No quiero su simpatía—. ¿Estás bien? —Por supuesto que estoy bien. —Me siento a la defensiva, como si sus ojos pudieran ver a través de mí. Ver todos mis defectos y resentimiento y la irritación durante todo este lío. No pedí que esto sucediera. Ser robada y jugar a la mujer indefensa no es un papel con el que me siento cómoda. Tuve una pesadilla sobre el tema. Cómo me tiró al suelo, arrancando el bolso de mi agarre, llamándome puta. Este tipo no sólo robó mi cartera y todo lo que contiene. Me temo que también ha robado mi fuerza y mi valor. —Sé que estás tratando de lidiar con esto a tu propio modo y es difícil. Pero has estado actuando casi como si estuvieras... enojada

153

conmigo. —Su boca se establece en una línea dura, aunque sus ojos están llenos de preocupación—. ¿Lo estás? ¿Enojada conmigo? De ninguna manera puedo ser honesta. Pensará que estoy loca si le digo que me encuentro completamente molesta, aunque yo no lo describiría de esa forma. Por supuesto, siento como que estoy loca, porque no tengo ninguna razón válida para estar enojada con él. ¿Qué hizo que fuera tan malo? ¿Ayudarme a salir? ¿Limpiar mis heridas? ¿Meterme a la cama y asegurarme que todo va a estar bien? Sí. Estoy siendo ridícula. No puedo evitarlo. —Lo que me pasó ayer por la noche sólo demuestra de una vez por todas que necesito salir de aquí. Odio este lugar. —Dreno mi taza de café, sintiendo su intensa mirada en mí. Uh-oh. —Dame un descanso. Como si no pudiera sucederte en otro lugar. Sacramento tiene una tasa de criminalidad más alta que aquí —señala. —Sí, y es una ciudad mucho más grande, también. Vivimos en Villa Insignificante. —Me encojo de hombros, levantándome y yendo a la cafetera para poder servirme otra taza. Me mantengo de espalda a él, porque no quiero tener esta conversación por más tiempo. Con miedo de lo que podría decir si él empuja mucho más. —¿Tiene esto algo que ver conmigo? ¿Estás molesta conmigo por alguna razón? Porque estás actuando como si lo hiciera. —Él empuja su silla y le oigo acercarse, siento su calor corporal cuando se acerca—. ¿Me estás echando la culpa de lo que pasó? Giro, sorprendida cuando me lo encuentro de pie mucho más cerca de lo que pensé originalmente. Estar frente a acres de desnuda carne masculina deja mi boca seca y lo como ávidamente con la mirada, maravillándome de toda esa magnífica bondad musculosa. Quitando mis ojos de su pecho, lo miro, encontrándolo mirándome con una expresión en su rostro que indica que puede leer todos mis pensamientos. ¡Qué maldita vergüenza! Se supone que debo estar enojada e indiferente, ¿verdad? No soy tan indiferente. Y él lo sabe. —Por supuesto que no te culpo —digo—. Soy la idiota que no miraba por dónde iba. —Debí haberte recogido en la puerta —lanza de nuevo a mí. —Debí haberte enviado un mensaje pidiéndote que me recogieras en la puerta —lanzo de vuelta.

154

Brevemente cerrando sus ojos, respira profundamente, como si necesitara buscar las palabras adecuadas para decir. —Soy el que debería haber visto hacia fuera por ti. Soy tu empleador. Tu amigo. Tu... — Su voz se apaga. Caminando hacia él, pongo mis dedos sobre su boca para hacerlo callar. No es que necesariamente fuera a decir nada más. Parece que está tan perdido para las palabras como yo. —Deja de hablar. No somos nada más allá de la palabra amigos, ¿verdad? Él asiente, con los ojos disparándome dagas. Pero no dice una palabra. —Los amigos están el uno para el otro. Y tú estabas allí para mí anoche. —Trazo sus labios con el dedo índice, el labio inferior lleno, el superior finamente curvado. Tiene una hermosa boca. Disfruto viendo cuando habla, cuando sonríe, cuando me besa. Estoy tentada a darle un beso en este momento. Sólo para poder olvidar al menos por un rato que me voy, que me robaron y que siente esta estúpida obligación por mí. Yo no soy su carga. Y eso es lo que parece—soy una obligación a atender en lugar de mi hermano mirando sobre mí. Al menos, así es como empezó. Se convirtió en mi héroe. Rescatándome cuando pensé que no quería ser rescatada. Salvándome de una vida de crimen, aunque él no se dio cuenta de esa parte. Nuestra relación sin duda ha ido más allá del tipo fraterno... —Jen. —Su voz es profunda y retumbante. Siento que reverbera a través de mí todo el camino hasta mis huesos. Me toca, pone su mano en mi cadera y me tira más hacia él, nuestros pechos rozándose. Así de sencillo, mi piel está ardiendo, mis pezones sin sujetador endureciéndose en contra de mi camiseta. Lo quiero. Dentro de mí, besándome, empujándome hacia ese espacio ajeno en blanco en el que puedo olvidarme de todo, al menos por un rato. Descanso mi otra mano en su pecho, justo en el centro, y puedo sentir su latido. Es un latido rítmico y rápido. Tranquilizador y fuerte. Incapaz de resistirme, me apoyo y rozo mis labios sobre su carne, justo encima de mis manos, y cierra los ojos, con una expresión angustiada. —Te quiero —susurra—. Pero estás lastimada por ese imbécil empujándote. Y no puedo presionarme en ti. No en este momento. —No me harás daño. Estaré bien. —Lo beso de nuevo, mis labios demorándose en su caliente, dura piel. Pongo mis manos en sus caderas, deslizo mis dedos justo debajo de la cintura de sus pantalones de pijama, y lo toco, mis manos encontrando nada más que piel desnuda, caliente.

155

Siento el impulso de su erección a través de la tela de su pijama, empujando contra mi vientre, y sé que me quiere. Probablemente más de lo que yo lo quiero a él. —No quiero que vayas a trabajar hoy bruscamente de tema.

—dice, cambiando

No puedo creer que esté hablando de trabajo en un momento como este. —Ya te lo dije, estoy bien. En serio. —Poniéndome de puntillas, beso su cuello, lamiendo, degustándolo, saboreando el sonido de su gemido. Quiero distraerlo, distraernos a los dos. Hablar tiende a llevarnos a problemas, sobre todo últimamente. Tener sexo nos lleva directamente al placer. Y eso es lo que quiero ahora mismo. Delicioso placer sin sentido con Colin. —No. —Se aleja de mí, su expresión y lenguaje corporal rotundamente torturado—. No voy a hacer esto. No cuando todavía te estás recuperando de lo que te pasó anoche. La frustración se propaga por mí, haciéndome enojar. —No soy una muñeca delicada que debe ser manejada con cuidado, Colin. Me caí y me raspé las rodillas anoche. Gran cosa. —Fuiste jodidamente atacada, Jen. Sufriste un shock tremendo. Creo que todavía podrías estar en shock. No hay otra explicación al por qué estás actuando de manera extraña. ¡Idiota! Estoy tan harta de él diagnosticándome todo el tiempo. — ¿Así que no vas a tener sexo conmigo por lo que pasó anoche? —Sí. —Estás siendo ridículo. —Así como tú —lanza de regreso. Nos miramos el uno al otro, todo tipo de tensión arremolinándose entre nosotros. Quiero saltar sobre él y golpearlo. Saltar sobre él... ¿O golpearlo?

156

COLIN Quiero tanto saltar sobre ella y golpearla, que es la cosa más loca de todas, porque nunca he tenido pensamientos violentos hacia una mujer en mi vida. Y demonios, acaba de ser asaltada, por el amor de Dios. La cosa en la que debería estar pensando es en lo mucho que quiero hacerla entrar en razón. Esos pocos momentos de debilidad cuando tocaba mi boca, mi pecho, cuando besaba mi cuello, estaba más que listo para ceder. Sólo ceder a ese impulso incontrolable que siento cada vez que está conmigo. Donde me encuentro desesperado por arrancarle la ropa y hacerla mía. Señalarla, marcarla, demandarle que diga mi nombre cuando hago que se venga. Así sabrá a quién pertenece. A mí. Y a nadie más. —No estás trabajando esta noche y eso es definitivo. —Finalmente gruño porque santa mierda, no tengo idea de qué más decir para romper esta tensión casi insoportable entre nosotros. —¿Quién eres tú, mi papá? —El sarcasmo en su voz es inconfundible. —No, soy tu jefe, joder. —Me alejo de ella y salgo de la cocina, necesitando escapar, ella camina tras de mí, murmurando en voz baja. ››¿Qué demonios acabas de decir? —Giro hacia ella, la ira corriendo por mis venas, lo que hace que me hierva la sangre. Se está metiendo debajo de mi piel y no en el buen sentido. —Dije eso exactamente. Tú eres mi jefe, joder. Igual que, eres mi jefe y estamos jodiendo. —Sonríe, real y jodidamente sonríe, y cruza los brazos delante de su pecho, como si me atreviera a negarlo. No tengo una respuesta para ella. Me está conduciendo fuera de mi siempre-amorosa mente y no tengo ni idea de por qué estamos actuando de esta manera hacia el otro. Como si los dos estuviéramos tan llenos de resentimiento hostil que estamos listos para dar rienda suelta sobre el otro en un momento dado. Me recuerda a una olla preparada para hervir y creo que hicimos precisamente eso. —¿Eso es todo lo que soy para ti? —pregunto, mi tono temerario para que se atreva a decir que sí.

157

Encoge un hombro, toda despreocupación irritada. —Así que nos conocemos desde hace mucho tiempo. ¿Entonces qué? No es que le debamos al otro ni nada. Mi cabeza da vueltas. ¿No se da cuenta de que le debo todo? Me preocupo por ella, más de lo que quisiera admitir. Cuanto más nos acercamos a su ida, menos quiero que se vaya. Tengo que decirle. Tengo que hacerle saber lo que significa para mí, pero... Es jodidamente duro. No soy nadie para dejar escapar mis sentimientos. Mis padres no son delicados con sus sentimientos y rara vez hablan de sus emociones. Me escondo detrás de una máscara la mayor parte del tiempo. Lo que la gente quiere ver, se los doy. Con la excepción de Jen. Ella es la única que ve mi verdadero yo. ››Además, yo no soy más que una carga, ¿no? ¿No te cansas de cuidar de mí todo el tiempo, asegurarte de que estoy a salvo y protegida y que nada malo me suceda? —Dejé que algo malo te sucediera anoche —digo, mi voz, mi ira apenas contenida. La culpa que siento renovada sobre lo que le pasó es casi demasiado para manejar. —Eso no fue culpa tuya. No puedes sentirte responsable de todo lo que me pasa. ¿Nunca te cansas de eso? —No, no lo hago. Quiero cuidar de ti. También Danny hubiera querido que yo cuidara de ti. —Es lo menos que puedo hacer. Ya he fallado numerosas veces. Puedo pensar en por lo menos tres. —¿Realmente crees que Danny nos hubiera querido juntos? ¿Follando? —pregunta Me estremezco. —No lo llames así. —¿No llamamos a lo que estamos haciendo por lo que es? Vamos, que no es necesario pasar de puntillas alrededor de la verdad. Estamos follándonos uno al otro hasta que me vaya. Esto no quiere decir nada. Estuvimos de acuerdo. No puedes dar marcha atrás ahora. —¿Por qué estás tratando de empezar una pelea conmigo? —No se siente tan bien cuando alguien te reta, ¿eh? Sé que no sucede muy a menudo —lanza hacia mí como una bomba gigante. Abro la boca para replicar algo extra sarcástico justo hacia ella, pero el timbre suena, interrumpiéndome. Nos miramos el uno al otro, con los ojos entrecerrados, y somos como dos pistoleros listos para un tiroteo en el lejano oeste.

158

Joder, creo que he estado viendo demasiados reality shows en el canal de historia. Empiezo a sonar como ellos. —¿Vas a atender eso? —pregunta—. Estoy segura de que quien sea que está al otro lado de esa puerta es mucho más importante que yo. Qué. Demonios. No la entiendo. Está desafiante, enojada y petulante. Es como si hubiera cambiado por completo en las últimas veinticuatro horas. —Esta conversación no ha terminado —le digo mientras me dirijo hacia la puerta. Pensando que podría ser la policía, no me molesto en comprobar. Destrabo la puerta y la abro. —Hola, hijo. Bueno, santa mierda. Es mi padre. Hablando sobre una visita inesperada. No lo he visto en casi tres años.

159

17 Traducido por Kellyco Corregido por Niki

COLIN —¿Vas a dejarme entrar? —El hombre parado en mi puerta podría ser mi yo futuro. Me parezco tanto mi padre que da miedo. El mismo peso, la misma forma, los mismos rasgos, el mismo cabello, aunque el suyo está lleno de gris ahora. Me sonríe, pareciendo un tiburón dejando al descubierto todos sus dientes, y apenas contengo una mueca. No hay duda de por qué no le gustaba mucho a mamá. La recuerdo con el hombre que la embarazó, se casó con ella, y luego la abandonó, todo en cuestión de dieciocho meses. Jalándose con un constante tira y afloja y aún hasta el día de hoy que soy un hombre adulto. No tienen nada por lo que pelear. Su comportamiento no tiene ningún sentido para mí. —Claro, entra. —Abro la puerta un poco más y Conrad Wilder da un paso dentro, deteniéndose cuando ve a Jen parada en el medio de la sala de estar, pareciendo insegura y un poco adorable. Mi enojo de más temprano se desvanece, así como así. Círculos oscuros están bajo sus grandes ojos café y ve de mí hacia mi padre, luego de regreso a mí. Conoció a mi padre antes, pero no lo ha visto desde hace un tiempo. Además es bastante obvio quien es él. —¿Quién es ella? —Mi padre se voltea hacia mí, ambas cejas levantadas. Es un mujeriego, siempre lo ha sido. Las mujeres van tras él y le encanta. A medida que se ha vuelto más viejo, le gustan las mujeres más jóvenes. Entre más jóvenes, mejor. Apuesto a que me está dando un choca esos cinco mental en este preciso momento. —Papá, esta es Jennifer Cade. —Me detengo mientras él se le acerca con una demasiado amistosa sonrisa y le estrecha la mano—. Es la hermana de Danny.

160

—Ohhh. —Deja salir la palabra, dándome un rápido vistazo sobre el hombro antes de volverse encantador con Jen—. Estoy seguro que nos hemos conocido antes, creo que fue hace algún tiempo. Conrad Wilder, pero puedes llamarme Con. Tan apropiado que quiere que las personas lo llamen Con. Definitivamente es uno de los más grandes artistas del engaño que conozco. Puede hablar con cualquiera de cualquier cosa, y es por eso que el hombre es más rico que Dios. —Encantada de conocerlo —dice Jen, brevemente estrechando su mano. Me lanza una mirada, una que dice que necesita salir de aquí, y no la culpo—. Voy a tomar una ducha. La veo salir de la habitación, mi mirada puesta en el movimiento de sus caderas, su lindo culo apenas cubierto con un pequeño pantalón de algodón. Sus piernas me vuelven malditamente loco. —Es una cosa linda, pero delgada. No es de tu tipo habitual —dice mi papá en el momento que escucha a Jen cerrar la puerta de su habitación. —No tengo un tipo. Papá se ríe. —Si lo tienes. Rubia, pequeña, con una cintura delgada y grandes senos, ese es tu tipo. Siempre lo ha sido. Así que, ¿qué tiene esta? ¿Tienen algo serio? —Somos viejos amigos. Eso es todo —admito a regañadientes. —Oh, bueno eso es peor. No coges con un amigo, hijo. ¿No te he enseñado nada? —Le da un golpe a mi espalda mientras ríe, actuando como si no fuéramos nada más que viejos amigos saliendo y catalogando mujeres. Ese es el mayor problema que he tenido con él casi toda mi vida. Me trata como un amigo, no como su hijo. Excepto cuando es necesario para él darme concejos y ser todo falsamente paternal, en su mayor parte quiere hablar de tetas y culos, emborracharse, y presumir sobre su fortuna. Cuando era más joven, creía que era genial. Tener al viejo hombre borracho, hablando con una chica caliente en su regazo, y la próxima cosa que sabía, era que estaba dándome un cheque por miles de dólares. Ahora, de hecho, eso apesta. Me estoy volviendo muy viejo para esta mierda. Y mi padre está más allá de ser demasiado viejo. Es demasiado evidente con su forma chico de fraternidad —y nunca fue un chico de fraternidad— es rotundamente embarazoso.

161

—No estoy cogiendo con ella —miento a través de mis dientes apretados. Odio como degrada mi relación con Jen. Más que eso, odio como Jen ahora también degrada nuestra relación. ¿Cuándo repentinamente me convertí en el único creyente en esta ecuación? —¿Entonces qué estás haciendo, hijo? ¿Teniendo una pequeña cosa como esa paseándose en tu casa en pantalones cortos que deberían ser ilegales, dónde cualquier hombre puede ver esas increíbles piernas? No es inteligente. —Dios, ¿puedes dejar de decir cosas así sobre ella? No es así entre nosotros. —Lo que apesta es que no sé cómo es realmente entre nosotros ya que soy un jodido lío confuso. —Considerando que eres malditamente sensible sobre ella, eso me dice que estas tomándolo seriamente. Como que tienes sentimientos por ella. Y eso no te dará nada más que problemas. —Se desploma en el sillón, su mirada astuta mientras me estudia—. La hermana de Danny Cade, ¿eh? Recuerdo haberla conocido un par de veces en los últimos años, por la forma en que Danny y tú eran tan malditamente cercanos y siempre juntos. Pero ha sido un tiempo desde la última vez que la vi. —Ha estado viviendo conmigo el último par de meses. La encontré trabajando en algún tipo de club nudista en las afueras de la ciudad. Tuvo una pelea con sus padres y me contactaron. Me dijeron lo que creían que estaba haciendo, donde se encontraba y cuando se dieron cuenta que me hallaba cerca del distrito, me pidieron que la encontrara. La saqué de toda esa junta de mierda y le dije que podría trabajar para mí —le explico, por dentro haciendo una mueca mientras miro la expresión en su cara cuando mencioné a Jen trabajando en un club de nudistas. Genial—. Los Cades saben que la ayude. Lo hice por Danny. —¿No está confundido.

muerto

Danny? —Papá

parecía

completamente

—Bueno, sí, pero él hubiera querido que cuidara a su hermana pequeña. Así que eso hago. —¿Ya se ha desvestido? —pregunta. Mirándome como si mi historia fuera una completa mentira. Y me niego a responderle—. Buen arreglo el que tienes aquí, hijo. Pero suena a distracción, además, te necesito en el juego. Tenía una propuesta para ti. Temor se instala en mi estómago, haciendo que se revuelva. Mis ganas de antes por el desayuno se evaporan en un instante. —¿De qué estás hablando? —pregunto cautelosamente mientras me siento en la silla frente a la de él.

162

Se inclina hacia delante, descansando los codos en sus muslos y mirándome fijamente. —He adquirido una fantástica propiedad en el centro de San Francisco. No tan lejos del muelle. Está en una esquina, cerca de oficinas de negocios y donde a los jóvenes a la moda les gusta pasar el rato. El edificio fue renovado recientemente, así que el costo de renovación no es tan malo, y el lugar tiene mucho tráfico día a día. Específicamente noche a noche, lo que es exactamente lo que queremos. —Junta las manos como un codicioso hombre de negocios, exactamente lo que es—. Es tiempo de movernos, hijo. Dale a alguien más esta locación en esta ciudad de mierda. Quiero que vengas conmigo a San Francisco. Podemos abrir un nuevo lugar juntos. Convertirlo en algo asombroso que eventualmente será una franquicia por toda la ciudad. ¿Qué dices? —¿Quieres que manejemos un restaurante juntos? —Maldición, ese es mi punto más grande. Trabajar directamente con mi padre es una pesadilla de grandes proporciones. Me había mudado hace unos años, así podría evitar trabajar directamente con él tanto como fuera posible. Eso siempre es duro, además, cuando el dinero empieza a hablar. Porque es ahí cuando normalmente empiezo a escuchar. —Bueno, para empezar. Ya sabes como soy. —Él siempre tuvo un espíritu aventurero y nunca se quedó en un mismo lugar mucho tiempo—. No voy a estar sobre ti. Este será tu proyecto, completamente. Voy a andar rondando, ayudar a supervisar, hacerme cargo de las cosas cuando tú no quieras lidiar con ellas, y luego cuando el negocio esté en su apogeo, me voy a largar. Listo para vender nuestra franquicia en las ciudades de la gran costa oeste primero. Los Angeles, Portland, Seattle. Luego vamos a movernos más lejos. Las Vegas, Phoenix… Suena muy bueno para ser cierto, así que se una cosa: aquí hay alguna trampa. —Acabo de recibir la aprobación del préstamo para el lugar y nos hemos movido rápidamente en el fideicomiso —continúa el viejo—. Soy rico en tierras. Rico como un hijo de puta, en verdad, pero soy pobre de dinero. Eso significa que necesitaré el préstamo de alguien para hacernos cargo de los gastos y esas cosas. Allí está la trampa. Ni siquiera había llegado a la carnada. Mierda. — ¿Necesitas un préstamo? —La idea me golpea. Mi padre nunca, jamás vino a mí por dinero. Nunca lo necesitó. Mi abuelo que murió hace tiempo le dejó toneladas de dinero y además de su alma de estafador, papá también es un estafador cómodamente rico. No puede permitirse tomar riesgos. Siempre es quien exhibe sus montones de dinero, exagerando sobre sus logros, aunque la mayoría de esas exageraciones se basaban en la verdad.

163

La última cosa que quiero hacer es dejar a mi papá pedir prestado mi dinero. ¿Pero qué puedo hacer? Es mi padre. Podría no haber estado allí para mí emocionalmente y definitivamente me hizo trabajar para él, pero con el tiempo siempre llegó cuando necesitaba ayuda financieramente. Se lo debo. Es la razón por la que me encuentro donde estoy hoy.

164

JEN Había olvidado cuan incomoda me hace sentir el papá de Colin, así que lo que acaba de suceder fue un recordatorio de su forma de ser. Es demasiado hábil, demasiado encantador, demasiado… todo. No confió en él. No se siente genuino. Tomo una ducha caliente para lavar los pensamientos horribles que aún permaneceían desde anoche. Y la manera en que Conrad Wilder habló, como me miró. Como entró en la casa de Colin como si le perteneciera, invadiendo nuestro espacio. Arruinando todo. Gracias a Dios sé que Colin no es como su padre. Sí, tiene una reputación como mujeriego y cuando llegué por primera vez a vivir con él, coqueteó con un montón de chicas. Incluso salió con unas cuantas. En El Distrito, siempre fue el encantador, hablando con mujeres, haciéndolas reír y sonreír y competir por su atención. Pero nunca parece como un farsante total. Últimamente no ha salido con ninguna de ellas. En los últimos meses ha coqueteado un poco con sus clientas, pero eso es todo. Soy a la única que realmente le pone atención. Cerrando mis ojos, presiono la frente contra el frío azulejo, dejando el agua caer sobre mí. Es tan confuso. Todo lo que hace, como actúa, no puedo comprenderlo. Un minuto pienso que realmente me quiere, luego al próximo me está tratando como una amiga o peor, una aventura temporal. Tú eres la que pidió una aventura temporal. Sí. Soy una tonta por pedir eso. No es de extrañar que estuviera de acuerdo. Un hombre como Colin es siempre de aventuras sin compromiso. Finalmente, apago el agua y salgo de la ducha. Envuelvo una toalla rápidamente, preparándome para el día. Mi cuerpo aún duele, pero el dolor probablemente no es algo que el ibuprofeno no pueda arreglar. Colin debe haber avisado que no iría a trabajar, pero lo haré. No hay manera de que me siente por aquí para hacer nada. Voy a estar escalando paredes en poco tiempo. Y después de que anoche me robaran mis propinas, necesito el dinero. Además, si el padre de Colin está quedándose por aquí esta noche cuando Colin esté trabajando, no hay manera en el infierno que me quede aquí sola con él.

165

Saliendo del baño que conecta a mi habitación, voy al armario y abro un cajón, saco un sujetador y unas bragas, luego un par de pantalones de yoga y un top azul pálido. Trato de tomar mi teléfono, lista para revisar mis mensajes de texto, y me doy cuenta que se ha ido. El imbécil que robó mi bolso, también tomó mi teléfono. Probablemente no está haciendo nada con él. Mi bolso barato está probablemente tirado en la basura, con todo lo que considero importante. Es más probable que haya tomado mi dinero y dejado todo lo demás en la basura. Cosas que me importan. Cosas que necesito. Aspiro, presionando los labios juntos para contener las lágrimas mientras caigo en mi cama. Estoy cansada. Irritada. Frustrada. Una enorme bola de confusas emociones se arremolina dentro de mí, y doy un vistazo a la mesita de noche y el teléfono de línea que se encuentra allí. Sip, Colin es uno de esos pocos extraños que aún tiene un teléfono real. Lo tomo y marco el número 800 de la compañía de mi teléfono, la cual se torna en una conversación de veinte minutos mientras cancelo mi teléfono robado y ordeno uno nuevo. Colin estaría orgulloso de mí. Realmente me siento como una adulta, haciéndome cargo de lo que necesito hacer. Al momento que cuelgo, el teléfono empieza a sonar. Lo respondo rápidamente, algo que casi nunca hago desde que cualquiera llama al teléfono de casa si es que lo hacen, usualmente es de Colin. —Oh Dios mío, me arriesgué a llamar a este número —dice Fable justo después de que dije hola. Suena aliviada—. ¿Todo está bien? Me imaginé que tu teléfono fue robado, ¿no es así? —Sí —suspiro, pasando una mano sobre mi cabello mojado mientras me desplomo contra la cabecera—. Estoy cansada, pero bien. Hablamos por un par de minutos, explicándole que me encuentro perfectamente bien y dejándole saber mi frustración con Colin. Cómo es que no quiere que vaya a trabajar esta noche. —Definitivamente debes tomarte la noche. Yo lo haría si fuera tú. Apuesto a que te pagó —dice. Dejo que Fable piense sobre el aspecto monetario del asunto. Que yo también lo hacía. Tenemos historias similares, desde que ambas crecimos relativamente pobres. —Ja. Con mi gran suerte probablemente no lo hará. Por eso es que iré —respondo.

166

Hay un breve golpe en la puerta antes de que se abra, me sobresalto. —Oye, me tengo que ir —le murmuro a Fable y cuelgo sin dejar que me responda. Colin entra a zancadas en mi habitación, cerrando de golpe la puerta tras él. Se detiene a los pies de mi cama, descansando las manos en sus caderas mientras me mira furioso. Y sigue usando esos malditos pantalones de piyama y nada más, mantengo la mirada pegada a su rostro. Ese pecho musculoso no me va a distraer. Me niego a dejarlo. —Solo porque seas dueño del lugar no significa que puedas irrumpir en mi habitación —digo, sintiéndome a la defensiva. En el borde. Me deslizo en la cama hasta que prácticamente estoy sentada entre una pila de almohadas, mi mirada nunca apartándose de la suya. Parece enojado mientras pasa una mano por su cabello, poniéndolo en un completo y sexi desorden. Un claro signo de que está frustrado. —Lo siento por lo de papá. No esperé que viniera. Usualmente llama antes de venir. —¿Cuan seguido pasa eso? —Muy poco. Por eso es que fue una sorpresa. —Rueda sus ojos, algo que no lo he visto hacer desde que era adolescente. Gracioso como es estar cerca de nuestros padres, nos hace regresar en el tiempo. —Está bien. No me importa que esté aquí. —Me encojo de hombros, tratando de actuar como si no me molestara incluso si sí lo hace. Me gusta tener este lugar seguro con Colin. Apenas viene alguien por aquí, así que es bastante solo él y yo. Fable me acusó hace tiempo de jugar a la casita con él. Creo que tiene razón. —Fue un asno contigo y odio eso. —No tienes que disculparte por él —digo, secretamente agradeciendo que lo hiciera. Al menos de esta manera sé que Colin está al tanto de la conducta de su padre. —Sí, creo que tengo que hacerlo. —Se sienta en la orilla de la cama y se vuelve hacia mí, esos hermosos ojos azules estudiándome, viendo todo y nada, todo a la vez—. ¿Necesito disculparme por lo que pasó en la sala de estar antes de que apareciera? La pelea y la… ¿otra cosa? Oírle decir que recuerda lo que pasó exactamente entre nosotros en la sala de estar, envía un pequeño temblor por mi espalda. Me deseaba. No existía absolutamente una razón para que se disculpara. —No —

167

respondo, queriendo decir otra cosa. ¿Por qué darle algo más? Mantengo mis labios cerrados. —Bien. —Asiente, frotando la parte de atrás de su cuello y viéndose sin duda incomodo queriendo cambiar el tema—. Llamé a la policía cuando estabas en la ducha. —¿Oh? —Trato de sonar casual pero mi voz se quiebra—. Um… ¿Qué te dijeron? ¿Alguna noticia? —No han encontrado al chico, no es una sorpresa. Hablé con el detective que supuestamente está a cargo de tu caso y no sabe una mierda. —Colin prácticamente escupe la última palabra, sus ojos centellando. Mirarlo tan molesto por mí me hace sentir tan bien, lo que es tonto pero no puedo evitarlo. Me encanta tenerlo defendiéndome. —Te dije que no se podrían hacer cargo —le recuerdo. —Sí, sí. —Me sonríe débilmente, la vista momentáneamente me deslumbra, y trato de concentrarme. Pero lo hace tan malditamente difícil cuando me ve de esa manera. —¿Ya has cancelado tu tarjeta de crédito? —pregunta cuando no digo nada. Hago una mueca, sintiéndome como una idiota. —No lo he hecho. —Maldición, Jen. —Enrolla esos largos dedos a través de su ya desordenado cabello una vez y otra vez, haciéndolo un desastre, y me inclino hacia él. Mis dedos literalmente muriéndose de ganas por recorrer ese desastroso cabello así puedo tirar de su cabeza, y sus labios, más cerca de mí. —Voy a llamar ahora. —Tomo el teléfono de nuevo pero me detiene, sus dedos alrededor de mi muñeca, trayéndome más cerca de él en su lugar. —Me pones nervioso —murmura, acercándose tanto que nuestras caras están a centímetros de distancia, nuestros labios perfectamente alineados—. Necesitas cuidarte mejor, especialmente si vas a hacer esto por tu cuenta. —Puedo manejarlo sola —replico, molesta porque supone que no puedo. —¿En serio puedes? Yo… estoy preocupado por ti. Realmente no has vivido por tu cuenta. Y la última vez que lo hiciste, más o menos… fue un desastre.

168

Eufemismo del año. No puedo creer que esté hablando de cuando hui y viví en mi estúpido carro de mierda. No puedo regresar esos recuerdos, especialmente con Colin frente a mí. —Hubieron circunstancias más allá de mi control —le recuerdo. Recordando, también. No me sentía preparada para hacerme cargo de ellas. —Ves, eso es lo que pasa con la vida. Siempre está poniendo circunstancias que están fuera de tu control. No veo cómo puedes posiblemente estar preparada para ellas ahora. Ve lo que pasó anoche. — Me envía una mirada mordaz cuando continúo mirándolo como una idiota. No puedo creer que sea tan hermoso que me distraiga—. Vas a mudarte por tu cuenta en estos días, Jen. ¿Cómo vas hacer esto? —Lo sé, ¿de acuerdo? No tienes por qué hacerme sentir tan idiota. He tenido… he tenido muchas cosas en la cabeza. —No intento hacerte sentir como una idiota —dice, su voz gentil, su expresión llena de tanta preocupación que me hace querer llorar—. Estoy preocupado por ti. No quiero pensar que estás fuera por tu cuenta. —No te necesito —murmuro, cerrando brevemente los ojos cuando veo el dolor atravesando su rostro. Soy una mentirosa. Lo necesito demasiado. Solo odio tener que hacerlo. —Ya lo sé. —Su voz más baja que un susurro—. A veces creo que soy yo quien más te necesita. Lágrimas amenazan con salir y respiro, tratando de alejarlas. Pero no sirve de nada. Empiezan a llenar mis ojos y mis labios tiemblan. Dios, esto es patético. Juro que no lloraba tanto desde que Danny murió. No quiero admitir que estoy llorando por Colin, así que lo dejo ir y culpo a la noche anterior, que en parte sigue siendo cierto. —Sigo pensando en él. Cuan fácil me tiró al suelo. —Mantengo mi cabeza agachada así no puedo ver sus ojos, su cara. Realmente no quiero ver su reacción—. Escuchando su voz cuando me llamo perra. Fue tan intensa. Tan escalofriante. —Demonios, ven aquí. —Levanto la mirada para ver a Colin abriendo sus brazos para mí y voy a él, cerrando los ojos cuando me acerca. Presiono mi cara contra su cuello, respirando su limpia y familiar esencia, y deslizo los brazos alrededor de su cuello, con ganas de acercarme a él. —Siento que tuvieras que lidiar con esto —dice contra mi cabello, su voz ahogada, sus brazos fuertes apretados alrededor de mi cadera y jalándome lo más cerca que puede—. La compañía de seguridad, todas

169

las luces apagadas en el estacionamiento, todo esto es mi culpa. Te atacó porque le di la oportunidad de hacerlo. Empujando sus hombros con toda mi fuerza, de un salto me paro, descansando las manos en mis caderas. —Deja de culparte. Lo que pasó, lo que está sucediendo ahora mismo, no tiene nada que ver con lo que has hecho. Frunce el ceño. —¿De qué demonios estás hablando? —Todo esto… la estúpida culpabilidad a la que te aferras, especialmente cuando se trata de mí. Es ridícula. No puedes seguir responsabilizándote por todo lo que me pasa. ¿Sabes? Hay mucho más entre nosotros, solo que no quieres reconocerlo. Colin ignora lo que acabo de decir. Típico. —No es… culpa. — Apenas puede decir la palabra—. Quiero cuidar de ti. —Como si fuera una obligación. Algún especie de deber con mi hermano y mi familia. —Pongo las manos en el aire, cansada de mi propia voz—. Todo lo que hacemos es hablar en círculos. Digo la misma cosa, dices la misma cosa, y entonces todo está bien. Pero realmente, no está bien. Solo volvemos a esto. Cada. Maldita. Vez. Se para, elevándose por encima de mí. —Odio esto. Odio cómo crees que es un tipo de obligación para mí. Odio que tengamos este mismo estúpido argumento una y otra vez. —Extendiendo la mano, me toma, tan fuerte que me hace jadear mientras me arrastra hacia él—. No sé qué más hacer para probarte que eres más que una obligación para mí. Mucho más. Finalmente. Necesitaba escuchar esas palabras. ¿Entonces, por qué no me pide que me quede? ¿Por qué no dice que se preocupa por mí y desea que me quede con él como su novia o cualquiera que sea la forma que quiera llamarme? No necesitamos definirlo. Solo quiero estar con él. Solo con él.

170

18 Traducido por Jasiel Odair Corregido por Daniela Agrafojo

COLIN —No más charla —le digo, mis manos en su cintura, mis dedos deslizándose por debajo de su camisa para así poder tocar su piel desnuda, caliente—. Todo lo que hago es joderlo cuando hablamos. — Recuerdo lo que me dijo Fable, cada vez que Drew abre la boca cuando discuten, de alguna manera lo empeora. Parece que soy como él. La más leve sonrisa curva sus labios y sacude la cabeza lentamente. —Tienes toda la razón. —Hace una pausa, la preocupación mezclada con el deseo llena su mirada—. Parece que estamos mejor juntos cuando no hablamos, ¿no te parece? —Bueno, parece que te gusta cuando te hablo un poco. —Ajusto mi boca sobre la de ella, manteniéndolo simple, a sabiendas de que no voy a durar así por mucho tiempo—. Cuando te susurro todas esas palabras sucias al oído. —La beso con avidez, ganándome un suave gemido cuando adentro mi lengua profundamente en su boca. Sabe a pasta de dientes, fresca y mentolada, y con un toque de su propio sabor único. Un sabor en el que podría ahogarme y vivir por el resto de mi vida. —No podemos resolver nuestros problemas con sexo —me dice cuando me separo de ella para sofocar su cuello con besos húmedos—. Aún estarán esperando después. Siempre lo harán. —Entonces trataremos con ellos más tarde. Me muero por perderme dentro de ti desde anoche —murmuro contra su garganta, mordisqueándola. Me encanta la sensación de su piel contra mis labios, su olor, el sabor ligeramente amargo. Ella tiembla, sus manos en mis hombros, intentando empujarme. Pensando que está tratando de poner fin a lo que estamos haciendo, retrocedo de mala gana, sólo para ver con incredulidad cómo se deshace

171

de su camiseta sin mangas, dejando al descubierto el bonito sujetador rosado que lleva puesto. —Quieres perderte dentro de mí, entonces hagámoslo —dice con entusiasmo, con la voz temblando mientras alcanza su espalda y desabrocha el sujetador—. Me voy pronto, Colin. No quiero perder más tiempo. Mi boca se seca cuando lanza el sujetador a un lado, luego sale de sus pantalones de yoga y su ropa interior en un movimiento suave. Está desnuda, mi cosa favorita en todo el maldito mundo, y sin pensarlo la empujo hacia la cama, sacándome rápidamente los pantalones de franela antes de encontrarme empujando dentro de ella sin ninguna advertencia. Sin juegos previos, nada más allá de los besos hambrientos que compartimos en este momento. Estoy así de desesperado por adentrarme en ella. Debe estar también muy desesperada. Está mojada y caliente, abierta a mí por completo, y me muevo dentro de ella fácilmente, meciéndome en su contra. Profundo. Más profundo. Perdiéndome en ella así como le dije que quería, cerrando los ojos y dejando que se haga cargo la sensación pura y deliciosa. —Joder, te sientes tan condenadamente bien. Apretada y caliente —le susurro al oído, abrazándola. Un pequeño gemido cae de sus labios al oír mis palabras—. Quiero quedarme aquí, en el interior de tu cuerpo y nunca irme. —Eso sería... incómodo cuando finalmente tengamos que ir a trabajar —murmura, su voz jadeando con cada empuje. Cristo, me encanta. Escuchar sus suaves jadeos, sus dulces gemidos, esos deliciosos pequeños sonidos que me trago con mi boca. Quiero follarla hasta el olvido. Demonios, quiero ser follado hasta el olvido, también. Sin pensar, sin hablar, sin pasado ni futuro, nada más que el aquí y ahora. Con Jen. —Nunca vamos a volver a trabajar. Nunca vamos a dejar esta cama —le digo, mi voz sincera, mi pensamiento serio también. Prefiero quedarme aquí con ella para siempre. Para siempre. —Jenny. —Susurro su nombre contra sus labios, luego la beso profundamente, abrumado por mis pensamientos, por la extraña emoción corriendo por mis venas, haciendo doler mi pecho. Me preocupo más por ella que por cualquier otra persona en mi vida, incluso Danny, incluso mis padres, aunque eso no es difícil.

172

La revelación es aterradora. Potente. Liberadora. Jesús. No puedo hacer esto ahora. No puedo sentir algo por ella ahora, cuando está empeñada en irse y nada parece detenerla. Hemos estado engañándonos todo este tiempo. Fingiendo ser indiferentes, actuando como si no nos importáramos el uno al otro más allá de la amistad. Al segundo en que se mudó, la química entre nosotros empezó a crecer. Hasta que llegó a ser demasiado abrumadora y no podía ignorarse por más tiempo. Nos hemos vuelto incluso más cercanos. Me estoy enamorando de ella. Completamente. Apartando todo pensamiento de mi cerebro, dejo que mis manos vaguen por todo su cuerpo mientras empiezo a actuar con rapidez. Más rápido. Hasta que estamos envueltos alrededor del otro, ambos gritando mientras nuestros orgasmos nos toman por completo y nos perdemos entre nosotros, como dijimos que queríamos. Pero ahora me doy cuenta de que quiero todavía más. Para el momento en que escapamos de mi habitación y empezamos a prepararnos para el trabajo, las horas habían pasado. Mi padre desapareció, dejándome un texto vago sobre que se encontraba fuera explorando la zona, lo que sea que eso significa. Jen y yo nos habíamos quedado dormidos, agotados después de todo lo que pasó anoche, nuestra pelea el día de hoy, y mi papá presentándose. Las últimas veinticuatro horas han sido una montaña rusa emocional. Aún estamos tratando de recuperarnos. No se dice nada con respecto a nuestra pelea anterior y agradezco que no toque el tema. Ella finalmente llamó al banco y canceló su tarjeta, y le formularán una nueva cuando entre a la sucursal mañana. Afortunadamente, el idiota que robó su bolso no había usado su tarjeta. Tiene suerte. Podría haber sido mucho peor. Podría haber limpiado su cuenta. O llevado su furia sobre ella cuando la tuvo allí tendida en el suelo. Sólo pensar en lo que podría haber sucedido me envía a una silenciosa e hirviente rabia. Así que es mejor no pensar en ello en absoluto. Dejo que trabaje su turno porque me alega que se encuentra perfectamente bien para ir y además, no quiere estar a solas con sus pensamientos. No del todo seguro de lo que quiere decir con eso, me rindo porque cuando se trata de Jen, siempre quiero ceder. No puedo evitarlo.

173

Estamos a mitad de la noche y voy sobre el papeleo para la nueva ubicación cuando me doy cuenta de que nunca hablé con ella sobre la idea de trabajo que se me ocurrió ayer. La que la mantendría cerca de mí. Ahora tiene aún más atractivo ya que me he dado cuenta de que quiero más. A pesar de mi persistente culpa, la quiero en mi vida. Quiero una relación con ella. Y creo que ella todavía quiere eso de mí también, si puedo convencerla de que lo digo en serio. Deseoso de verla, voy buscar a Jen al restaurante, encontrándola trabajando en el bar, y la llamo. Se acerca a mí con una expresión inquisitiva. Dejo que mi mirada la recorra como soy propenso a hacer, parando en sus rodillas vendadas con una sonrisa. La vista de ellas me recuerda a Jenny a los nueve años, siempre cayendo y raspándose las piernas y los brazos. Siempre tratando de mantenerse al día con Danny y conmigo. —¿Está todo bien? —pregunta, sus delicadas cejas fruncidas. —Quiero hablar contigo —le respondo, agarrándola por el hueco de su brazo y mirando alrededor de la habitación. Nadie nos presta atención—. ¿Puedes venir a mi oficina por unos minutos? —Um, está lento, así que está bien. —Se encoge de hombros, siguiéndome fuera de la barra y por el pasillo hacia mi oficina—. Si esta es tu manera discreta de tenerme sola otra vez, entonces fue un poco obvio. —Nadie nos miraba, lo he comprobado. —Riendo, sacudo la cabeza—. Y en serio quiero hablar contigo. Ven. Llevándola a mi oficina, señalo con la mano una silla, indicándole que se siente. Dejo la puerta abierta a propósito, sabiendo que eso evitará que salte sobre ella y que mis curiosos empleados piensen que estoy follando a Jen encima de mi escritorio. Realmente me encantaría follarla en mi escritorio, pero no ahora. —¿Qué pasa? —pregunta cuando me siento. Se ve agitada, nerviosa, su rodilla saltando arriba y abajo en una rápida sucesión rítmica. —Tengo una propuesta para ti. —Inclino mis antebrazos encima de mi escritorio y la estudio, pensando por millonésima vez lo malditamente hermosa que es—. Y espero que digas que sí. Levanta las cejas. —¿De qué clase de propuesta estás hablando? —Bueno, ya sabes que estoy abriendo el lugar en Redding, ¿verdad? —Está a solo noventa minutos al norte de aquí, una ciudad de alrededor

174

de cien mil habitantes que aman sus cadenas de restaurantes. Sé que El Distrito lo hará genial allí. —Así es. —Necesito a alguien que me ayude a llevarlo a cabo. Y me gustaría que esa persona seas tú. —Hago una pausa, dejando que mis palabras se asienten. Jen me mira fijamente, su boca abierta, sus ojos ampliándose. —¿Hablas en serio? —Absolutamente. Eso te mantendrá cerca. En realidad te deja más cerca de tus padres, aunque no estoy seguro de si te importa esa parte o no. Se queda en silencio por un momento, con la cabeza inclinada, como absorbiendo lo que le he pedido. Deja escapar un suspiro áspero y levanta la vista, reuniéndose con mi mirada. —Colin, te agradezco la oferta, pero... —No digas que no —le interrumpo, mi corazón acelerándose al darme cuenta que lo va a rechazar. La conozco. Puedo sentirlo en mis huesos—. Sé que antes rechazaste mi oferta de echar una mano aquí en la oficina y lo entiendo. Quieres alejarte de mí. Ella no confirma ni niega mi declaración, lo que me duele. Y me hace sentir como un marica. En vez de pensar en mis sentimientos, continúo. ››Eres perfecta para la posición, sólo necesitas un poco de entrenamiento, y puedo hacer eso. Has trabajado en la industria del restaurante durante años y te gusta hacerte cargo. Eres eficiente, organizada y todo el mundo te admira aquí como una especie de fuerza de paz. Manejas la planta sin siquiera pedírtelo y lo haces de manera natural. Sus ojos se abren con sorpresa. ¿No se da cuenta de todo lo que noto de ella? ¿Cuán fuerte es, el gran activo que es para mi negocio? No sólo me preocupo por esta mujer, la admiro como el infierno. ››Te necesito, Jen. Necesito que me ayudes a establecer ese lugar y no tiene nada que ver con nuestra relación personal. Te lo juro. Sacude lentamente la cabeza, la incredulidad escrita en toda su bonita cara. —No tengo ninguna experiencia manejando un restaurante entero. Sabes eso. La idea... me asusta como la mierda.

175

Agito la mano. —Todo lo que necesitas saber, te lo puedo enseñar. Aprendes rápidamente. Eres meticulosa y cuidadosa. Sé que no me vas a joder a o dejar que el lugar fracase. Eres leal, y eso es difícil de encontrar en un empleado. —Yo… yo no sé cómo manejar a la gente, Colin. —Está en negación. Es su mejor habilidad ahora mismo—. Sería una enorme responsabilidad... y siento que me lo estás ofreciendo solo para mantenerme cerca. —Su mirada se endurece, como si me hubiese descubierto y no le gustara lo que ve—. Y Redding está incluso más al norte, y más lejos de Sacramento. —Está cerca de aquí —señalo. —Cerca de ti —corrige—. Eso es todo, ¿cierto? ¿Estás tratando de mantenerme cerca? ¿Por qué? Esta es mi oportunidad. Puedo decirle lo que siento por ella. Me di cuenta después de que fue atacada anoche cuánto me preocupo por ella. Lo mucho que no quiero que se vaya. Este es el momento que puede cambiar mi vida para siempre. Nervios saltan en mis entrañas como un pequeño pez saltando en medio de un lago tranquilo, y abro la boca, listo para lanzar el discurso que he estado preparando desde finales de la noche pasada. —Jen, tengo que decirte… Un golpe rápido suena en la puerta abierta de mi oficina y levanto la vista para ver a mi padre pie en la puerta. —Hola —digo irritadamente, enojado porque nos haya interrumpido. —Oye, hijo, ¿tienes un minuto para hablar? —Entra a la habitación como si fuera el dueño, mostrando una leve sonrisa en dirección a Jen—. Lo entiendes, ¿verdad, cariño? —Claro. Por supuesto. —Ella se pone de pie, tirando del dobladillo de su vestido con timidez, su mirada sorprendida y ligeramente irritada encontrando la mía brevemente antes de apartarla. —Hablaremos de esto más tarde —le digo mientras se dirige hacia la puerta, pero no mira hacia atrás ni una vez. Sus hombros están rígidos, con la espalda erguida. Luce... enojada. Me pregunto qué diablos podría haber hecho para ofenderla. ¿Le hago una oferta increíble y está enojada? No lo entiendo. Mi padre se apresura a cerrar la puerta al segundo en que Jen sale de la habitación, girando la cerradura con un fuerte chasquido. Se vuelve a mirarme, con las manos en las caderas.

176

—¿Qué demonios estás haciendo? Me sorprende el tono hostil de su voz. —¿Qué quieres decir? —¿Le ofreces a esa pequeña camarera perra tuya un puesto de gerente? ¿Estás loco? ¿Qué edad tiene? ¿Diecinueve? —Tiene veintidós, no es que sea de tu incumbencia. Y me diste un puto restaurante cuando sólo tenía diecinueve años —señalo. Lo había hecho tan libre de culpa, y tal vez yo hacía lo mismo, pero maldita sea, sé de lo que Jen es capaz. Desearía que pudiera ver lo increíble que es. —Eso fue diferente. Eres mi hijo. —Se sienta en la misma silla que Jen acaba de desocupar, cruzando una pierna sobre la rodilla opuesta—. Ella es sólo una niña con la que juegas. No sabe nada acerca de llevar un restaurante. —No la llames así —respondo—. Ella significa mucho para mí. Sé que tú no entiendes ese tipo de cosas con tu falta de corazón y todo, pero me preocupo por ella. —¿Qué quieres decir con mi falta de corazón? Oh, lo entiendo. —Se ríe, moviendo la cabeza—. Estoy seguro de que tu madre habla sin cesar sobre lo bastardo sin corazón que soy, ¿verdad? Ignoro lo que dice. No se trata de mis padres. No quiero hablar de mi mamá. —¿Cómo diablos sabes acerca de Jen de todos modos? Nunca has pasado tiempo con ella, y mucho menos trabajado con ella. —Sé porque he hecho una pequeña investigación. —La sonrisa en su rostro es irritante como la mierda. Petulante y conocedora, todo a la vez—. Me enteré de que tu Jennifer Cade tiene un pequeño secreto. El temor se instala sobre mí, mis entrañas se hunden. —¿De qué estás hablando? —Te equivocaste, hijo. Ella no era sólo una nudista en ese pequeño club de mierda. Una realmente muy popular, también, no es que me sorprenda. —Sonríe, luciendo de nuevo como el tiburón que es—. También era una sucia pequeña puta.

177

19 Traducido por Mel Rowe Corregido por Jasiel Odair

JEN La cabeza me da vueltas. ¿Colin quiere que lleve su nuevo lugar? ¿Está loco? ¿Es una especie de limosna? Por supuesto que lo es. No soy capaz de hacer lo que él quiere que haga y lo sabe. No tengo experiencia en el manejo de un restaurante, un negocio, manejando todas las cosas diarias de oficina. El solo pensar en hacer malabares con toda esa responsabilidad me hace empezar a sudar. Es la oportunidad de mi vida, pero estoy pensando que es más una oferta de "Tengo que cuidar de ti porque eres mi responsabilidad". Como siempre. ¿Realmente cree tanto en mí? Afirma que lo hace. ¿O está haciendo la oferta porque quiere tenerme alrededor y cuidar de mí? ¡Dios, el hombre me hace sentir tan confundida! Como si no pudiera hacer nada por mi cuenta. Todo tiene que venir a mí como una limosna. Y cuando trato de hacer algo por mí misma, casi siempre fracaso. ¿Casi? Prueba con siempre, estúpida. O termino arrastrándome para hacer un poco de dinero y sobrevivir. —¿Estás bien? —Fable aparece frente a mí, arrugando el ceño con preocupación—. Te ves un poco sorprendida. —Colin me ofreció un trabajo —dejo escapar. Ella se ríe. —Um, no quiero señalar esto, ¿pero no es que ya trabajas para él? Oh, espera, déjame adivinar. Te pidió que fueras su esclava sexual personal. Apuesto a que paga bien —añade con un contoneo exagerado de las cejas. Le golpeo el brazo, tanto irritada como divertida por su comentario. —Cállate, lo digo en serio. —Bien, bien. ¿Qué tipo de trabajo te ofreció?

178

—Quiere que administre el nuevo lugar. Su sonrisa se desvanece. —¿Quieres decir el restaurante que va a abrir en Redding? Asiento. —Ese mismo. —Um... Pensé que ya tenía a alguien. —Y yo, pero, ¿tal vez no? No lo sé. Me ofreció el trabajo hace menos de dos minutos. —¿Qué dijiste? —pregunta Fable. —No tuve la oportunidad de responder. No me dejó, y entonces su padre entró justo cuando estaba a punto de decir algo y nos interrumpió. Idiota —escupo. —¿Su padre está aquí? ¿En serio? Guau. —Hace una mueca—. No te gusta, ¿eh? —No, en absoluto. —Me estremezco. El hombre me da una mala vibra. —Entonces, ¿qué vas a decirle a Colin? —Que no, por supuesto. No me encuentro preparada para manejar un trabajo como ese. Exceso de presión. —Me encojo de hombros, con una sensación de decepción y sin saber muy bien por qué. Me gustaría ser lo suficientemente buena como para aceptar el trabajo. Lo tomaría completamente. Pero no estoy segura de poder hacer lo correcto por él, llevando la nueva ubicación yo sola—. Además, es sólo una limosna. Sería su marioneta y él estaría tirando de todos los hilos. —Dios, Jen, te está haciendo una oferta increíble y todavía lo ves como caridad. ¿No piensas que quiere que tengas el puesto porque cree en ti? Sería un gran riesgo de otro modo. —Inclina la cabeza—. Eres muy buena ladrándonos. Todo el mundo te escucha. Tiendes a tomar el mando cuando Colin no está cerca. Ella tiene razón, lo hago. Pero es sólo porque me siento cómoda aquí. Colin nunca me desanimó de tomar el control, tampoco. Aprecio eso. ¿Pero dejarme por mi cuenta al cuidado de un restaurante y el personal como si supiera lo que estoy haciendo? La sola idea me aterra. —No sé qué pensar. No pudimos hablar mucho antes de que su padre irrumpiera y básicamente me dijera que me fuera —contesto finalmente.

179

—Suena como un gran tipo —dice Fable, con su normalmente dulce voz llena de sarcasmo. —Es un ganador. Gracias a Dios, Colin no es como él. —Nunca, en todos los años que he conocido a Colin, me ha dado una mala vibra. Su padre, en cambio, tenía una reputación terrible en Shingletown. No es que realmente viviera allí ni nada. Conoció a la madre de Colin en un capricho, en una especie de fin de semana de conciertos salvajes, o como fuera la historia. Oí a Colin contárselo a Danny una vez hace mucho, e intenté memorizar todos los detalles. Tuvieron un breve romance, la madre de Colin quedó embarazada de él, ella llamó a Conrad Wilder y le dijo que iba a ser padre. Él tenía una novia, que lo echó de la casa que compartían. Él vino a Shingletown, fue a vivir con la madre de Colin y se casó con ella, se suponía que debían vivir felices para siempre. Pero no lo hicieron. Vivían en una casa de mierda demasiado pequeña, ninguno tenía trabajo o ambiciones por algo más allá de la bebida (él) y causar discusiones (ella), lo que llevó a Conrad Wilder a dejar a su familia justo antes del primer cumpleaños de Colin. Más extraño aún, todavía están casados. No es extraño que Colin tenga una visión tan desordenada de las relaciones. Mira el ejemplo que sus padres le dieron. —Las familias son extrañas. Entiendo eso. Cuando conocí al padre de Drew, me descolocó. Ahora me doy cuenta de que sólo era miserable y tenía un matrimonio terrible. En realidad no es tan malo. —Fable me ofrece una sonrisa tranquilizadora—. Tal vez el padre de Colin está estresado o con exceso de trabajo. ¿Quién sabe? Sin embargo, te diré esto. Hazle a Colin más preguntas sobre este trabajo potencial que te está ofreciendo. No sólo te niegues por completo. —No importa. Me voy a Sacramento en poco más de una semana, Fable. Ya tengo una compañera de piso y todo —protesto, haciendo una mueca al ver la expresión abatida en la cara de Fable. —¿Encontraste una compañero de cuarto? —pregunta, con su voz suave. —Sí. Confirmamos todo hoy, como algo hecho. Ella parece realmente agradable. Le envié un depósito, así que… —No me gusta hablar de eso. La decepción es evidente en los ojos de Fable. —Eso es impresionante. Estoy muy feliz por ti. —La mandíbula de Fable está tensa, como si estuviera tratando de fingir que se encuentra

180

bien. La he visto dar esa mirada antes—. Pero hablo muy en serio. Habla con él. Mira lo que te está ofreciendo. —¿Cómo una limosna? —le digo, tratando de bromear, pero en secreto diciéndolo en serio. Todas sus limosnas tienen cuerdas. Unas que no me importaron, ya que siempre implicaban a Colin cuidándome. Rara vez me dejaba fuera de su vista. Pero empiezo a resentirme de su constante necesidad de cuidar de mí. Quiero más de él. —¿Vas a dejar de decir eso? Es como si no pensaras que eres digna de elogiar o algo así. Es realmente irritante —dice Fable, con su mirada pasando por encima de mi hombro. Se para derecha mientras sus ojos se agrandan—. Uh-oh, aquí viene. Y se ve enojado. —¿Quién? —Empiezo a girar, pero ella me sisea, por lo que me detengo. —¡No mires! Es Colin. Oh, Dios mío, se dirige hacia aquí. Me pregunto si su padre lo hizo enojar. —Fable termina de hablar justo cuando Colin se acerca. —¿Charlando en mi tiempo, señoras? —Él envía una mirada mordaz a Fable, que por una vez en su vida mantiene la boca cerrada. Es un milagro—. Sugiero que vuelvas a trabajar. Sin decir una palabra, ella se voltea y se va, dejándome a solas con un hombre que está muy, muy cabreado. Y creo que todo está dirigido a mí. —Acabo de hablar con mi padre —empieza con voz tensa, con los ojos entrecerrados—. Tenía algo de información interesante. —¿Sobre qué? —pregunto con cautela. —Sobre ti. —Hace una pausa, esperando a que mi sorpresa se afiance—. Y lo que hiciste cuando trabajabas en Gold Diggers. Mis rodillas amenazan con doblarse, y no en el buen sentido. —¿D-de qué estás hablando? —Sé exactamente de qué está hablando. Lo he mantenido este secreto durante meses. Casi un año. Nunca quise que supiera la verdad. Colin da un paso más cerca, mirando a su alrededor como si quisiera asegurarse de que estamos solos. —Sabes exactamente de lo que estoy hablando.

181

El pánico estalla y se me revuelve el cerebro. No quería que se enterara, especialmente así. Quiero negarlo. Quiero fingir que esto no está sucediendo, pero no puedo. Así que decido ser completamente honesta. Incluso si la verdad podría costarme todo. —Ya sabes que era una nudista allí —reconozco, con la voz baja—. Yo bailaba, pero sólo por un rato. Unos pocos meses. —Remordimiento me recorre, pero lo empujo a un lado. No puedo decir nada más. —Estás mintiendo, Jen. ¿Por qué mentirías? Pensé que era tu amigo. —Él está empezando a gritar y lo hago callar, porque no quiero llamar la atención. —No deberíamos hablar de eso aquí. —Le agarro del brazo para tratar de arrastrarlo de regreso a su oficina, pero se suelta de mi agarre, con su expresión llena de repugnancia y horror. Todo dirigido directamente a mí. —Has tenido muchas oportunidades para decirme la verdad. Necesito escucharte decirlo. —Escupe la última palabra—. Podría haberte ayudado. Lo sabes. Dios, Jenny, ¿por qué dejaste que te tocaran? El terror me consume y la cabeza me da vueltas. ¿Cómo lo sabe? No está diciendo qué sabe, pero lo sé. Se ve claramente horrorizado, y lo odio. Odio que esto sea una parte de mi pasado y que se haya enterado por otra persona. Tendría que haberle dicho. Debería haber sido honesta con él desde el principio. —Me niego a tener esta conversación aquí, donde cualquiera podría estar escuchando. —Extiendo la mano hacia él, pero da un paso atrás, es evidente que no quiere ser tocado. Por mí. Eso duele—. Vamos a tu oficina. Por favor —No —dice con vehemencia—. Dilo, Jen. Dime qué dejaste que lo hicieran. Suspirando, echo la cabeza hacia atrás, mirando el techo durante un largo minuto antes de finalmente mirarlo. —Fue sólo durante un par de meses. Me sentía desesperada. Empecé a trabajar allí como camarera, como te dije, pero las chicas que bailaban hacían mucho dinero, y estaba celosa. Todas me animaron a bailar y, después de un tiempo, finalmente me decidí, ¿por qué diablos no? Así que una noche me tomé unas cuantas copas de valor líquido, me puse de pie en el escenario, y me hice parecer una imbécil la primera vez que bailé. Recuerdo el embarazoso momento como si fuera ayer. Los hombres que me abucheaban y los que se reían abiertamente de mí. Mis habilidades de baile eran mediocres en el mejor de los casos, y estaba un

182

poco borracha y siendo descuidada con mis pies. Pero, después de un rato, me metí en ello y bailé con salvaje abandono. Echando un vistazo a Colin, veo que está mirándome, esperando que diga más. No quiero decir más. Pero lo hago. —El dinero que los hombres me tiraban mientras bailaba me hizo sentir poderosa. M-me hice adicta a las propinas. Necesitaba ese dinero. Me encontraba completamente sola. Pronto empecé a bailar seis noches a la semana, trabajando tanto como podía. Haciendo tanto dinero como podía. Después de haber adquirido cierta confianza, comencé a ofrecer bailes. —Alejo la mirada de Colin, incapaz de soportar ver su reacción. Me debe odiar tanto—. Mis propinas aumentaron. Ahorré y ahorré, lista para poner un depósito para un apartamento y poder escapar de mi horrible compañera de cuarto, cuando uno de sus novios espeluznantes se coló en mi habitación mientras ella se encontraba en el trabajo. Buscó en mis cosas y encontró el alijo secreto de dinero en efectivo que guardaba en una desgastada caja de zapatos vieja debajo de la cama. —Te robó el dinero. —La voz de Colin es plana, y me niego a mirarlo. —Se lo llevó todo. Mi compañera de cuarto se molestó cuando acusé a su novio de robarme. Me echó. Estaba devastada. Desesperada. Asustada. —¿Por qué no llamaste a tus padres? Te habrían dejado volver. —¡Apenas se dieron cuenta que me fui! —Lo miro ahora, veo que él se estremeció cuando le grité—. Me fui porque no parecía que les importara ya. A nadie le importaba. Volver a casa habría sido un paso atrás. —Así que viviste en tu coche en su lugar. —El sarcasmo en su voz es palpable. —¿Qué iba a hacer? No sentía como si tuviera otro sitio donde ir. Me daba vergüenza, Colin. Me hallaba al final de mi cuerda. Hice cosas de las que no me siento orgullosa. No estoy orgullosa de nada. —Cosas que nunca le dije a Fable, y ella es mi mejor amiga. Es la única que probablemente lo entendería. Colin me rescató dos semanas después del robo, algo de lo que nunca le hablé tampoco. No me gusta hablar de mis días en Gold Digger. Evidentemente, tampoco Colin.

183

—¿Por qué no me dijiste todo esto? Quiero decir, yo sabía lo que… hacías, pero te aseguro que no lo sabía todo. —Da un paso lejos de mí y se frota la nuca, parece confundido. Herido. Decepcionado. Totalmente devastado por mi confesión. Dios. Piensa que soy asquerosa por lo que he hecho. Y ni siquiera sabe la mitad. —¿Por qué te importa lo que haya hecho con mi vida? —Sé por qué, quiero que lo sepa. Es uno de mis amigos más cercanos. Y ahora me encuentro bastante segura de que estoy enamorada de él. —Soy tu amigo, Jen. Si los amigos no pueden ser honestos el uno con el otro... —Su voz se apaga, la implicación clara. No soy más que una mentirosa y una puta. ¿Cómo se atreve a saltar a conclusiones? ¿Cómo se atreve a juzgarme? Sí, no estoy orgullosa de las cosas que hice, pero no tenía elección. Estaba sola. No podía volver a casa; mis padres estaban demasiado envueltos en sus propios problemas para hacer frente a los míos. Me ignoraron durante años y, una vez que perdí a mi hermano, era como si no existiera. Mi hermano. El único de mi familia que realmente se fijó en mí. El único al que parecía importarle a medida que fui creciendo. Ahora se encontraba muerto. No tenía a nadie. Sólo yo. —Los amigos no se tratan entre sí como si fueran basura. Al menos, no los que yo conozco —digo, alejándome de él y saliendo de la sala. No me detengo mientras me dirijo hacia la sala de empleados y voy a la corta fila de casilleros. Abro el mío, cojo la cartera vieja que empecé a utilizar de nuevo después del robo y cierro la puerta de metal, saliendo de nuevo al restaurante. Paso a Colin como un huracán, con la cabeza en alto y la mirada en cualquier lugar menos él. —¿A dónde diablos te crees que vas? —ladra detrás de mí. Me vuelvo hacia él, con la cabeza alta. —Me voy. —Te vas ahora mismo y estás despedida —amenaza. Oh, Dios mío. Lo dice en serio, puedo ver la sombría determinación escrita en toda su cara. —Despídeme, entonces. —Dejo caer la mirada, negándome a mirarlo. Si lo hago, podría romper a llorar. —Jenny —susurra mi nombre y le lanzo una mirada—. Háblame. — Veo la vulnerabilidad en sus ojos, la confusión y la tristeza. Tal vez teñido de disgusto; no lo sé. Realmente no puedo decirlo. Todo lo que sé es que me está juzgando y haciendo que me sienta aún peor por mis errores de lo

184

que ya lo hago. Es mejor que corte por lo sano y corra. Justo como lo predije inicialmente. —No me hagas hacer esto —continúa, con la voz profunda y retumbante de agonía—. No hagas que te despida. —¿Hablas en serio ahora mismo? Adelante. —Levanto la barbilla hacia él—. Despídeme. Eso me dará la excusa para salir de este lugar antes.

185

20 Traducido por Mire Corregido por SammyD

COLIN Tomo la mano de Jen y la arrastro de nuevo a mi oficina, sin importarme una mierda si alguien nos ve discutiendo. No voy a dejarla irse así. No hasta que escuche todo lo que tiene que decirme. —Cuéntamelo todo —le digo cuando entramos a mi vacía oficina. Gracias a Dios, papá se ha ido. Todo mi cuerpo tiembla, todavía estoy tan malditamente enojado y agitado por mi confrontación con Jen. —No hay nada más que contar —dice, su voz tan baja que apenas puedo oírla. Miente. Hay más. Lo que mi papá me dijo... Quiero que todo sea una mentira. Pero tengo miedo de que sea verdad. Recuerdo encontrarla en ese maldito coche. Diablos, tengo pesadillas sobre encontrarla en el carro de ese tipo. Las palabras que papá dijo todavía nublan mi cerebro. Voy a tener pesadillas con ellas, también. Jodidamente lo sé. —Lo ocultas —le digo, desesperado de que sea honesta conmigo. Necesito su confianza. Me siento como si estuviera roto y no puedo soportarlo. Levanta la barbilla, desafío escrito por todos sus bonitos rasgos. — Sabes todo lo que necesitas saber. Siempre lo haces. No puedo creer que hagas una gran cosa de eso ahora. Las palabras amenazan con estallar fuera de mí. No puedo preguntarle si la historia que mi padre me dijo es verdad. Que fue a Gold Diggers y vio una foto de Jen en la pared. Que el barman le dijo que era una de sus mejores bailarinas y rumores decían que tuvo sexo por dinero en el aparcamiento cuando no bailaba.

186

Jesús. Necesito oírselo decir. Quiero que confíe en mí lo suficiente como para decirme todo. Pero no lo hará. No entiendo por qué. No voy a juzgarla. ¿Lo haré? Mierda, no lo sé. —Lo único que te pido es que seas honesta conmigo —le digo, mi tono suplicando. Sueno francamente desesperado. Y eso es porque estoy desesperado. —Ya lo he dicho. No hay nada más que necesites saber. —Se cruza de brazos frente a su pecho—. ¿Eso es todo? —No te vas a ir a ninguna parte —amenazo. —Y un infierno que no. ¡Maldita sea! No puedo creer que me esté empujando a esto. — Sales, y te despido. —Voy a salir. —Sus ojos parpadean. Veo la preocupación. El miedo. Eso no le impide decirme que se va. Endurezco mi mandíbula, mirándola. —Bien, estás despedida, con eficacia inmediata. Voy a tener tu cheque final más tarde esta noche. —Quédatelo. No quiero tu dinero —lanza contra mí mientras da la vuelta sobre sus talones para irse—. Se encuentra lleno de condiciones de todos modos. Todo lo que he hecho es cuidarla. Protegerla. —Si asegurarme de que estés protegida y segura son las supuestas condiciones, entonces nunca protestaste antes —le digo mientras se va. No se vuelve. No dice una palabra más. No la entiendo. Estoy bastante seguro de que no me entiende, tampoco. Nadie lo hace. Papá entra a mi oficina minutos después, sacudiendo lentamente la cabeza, con una expresión sombría. Sin duda se da cuenta de la mirada devastada en mi cara, porque apenas estoy manteniendo la compostura. —¿Te lo dijo? —pregunta. —No quiero hablar de ello. —Me pongo a buscar en los cajones, buscando... ¿qué? No lo sé. Si miro a mi padre mucho tiempo, podría romper a llorar como un bebé.

187

Suspira. —No es más que una puta, hijo. ¿Quieres realmente a una chica así en tu vida? Salto de la silla y arremeto contra él, embistiendo su gran cuerpo contra la pared con tanta rapidez, que la parte de atrás de su cabeza golpea la pared con fuerza. Mi cara en la suya, miro ferozmente a sus ojos, veo el miedo y confusión arremolinándose en ellos. —La vuelves a llamar puta de nuevo y voy a destrozarte. ¿Me entiendes? Libera una dura, entrecortada respiración. —¿De verdad te preocupas tanto por ella? ¿Incluso después de todo lo que te dije? —Yo no dirijo mis sentimientos prendiéndolos y apagándolos como un maldito interruptor de luz —le digo—. No soy como tú. Los ojos de papá se oscurecen con la ira. —Tú no me conoces. —Tienes toda la razón, no te conozco. Nunca estuviste mucho alrededor. Infiernos, han pasado dos años desde la última vez que te vi — grito, furioso con mi papá, con Jen, conmigo mismo. ¿Qué diablos está mal conmigo? ¿Con todo el mundo en mi vida? Todo es duro. Nada es fácil. Estoy cansado de eso. Quiero que mi vida sea simple. Quiero ser feliz. Quiero estar con Jen. Pero, de nuevo, no es tan fácil. —Nunca parecías quererme alrededor. Tu madre me disuadía de ser parte de tu vida cada vez que podía —me lanza de regreso. Aturdido por sus palabras, libero mi poder sobre él y me alejo. — ¿Qué dijiste? —¿Crees que no quería ser parte de tu vida? ¿Crees que permanecí alejado de ti porque quise? —Frota las manos por su parte delantera, enderezando la camisa que yo arrugué, luego las pasa por su cabello, suavizando los mechones rebeldes—. Tu madre hizo todo lo posible para mantenerme lejos de ti. —¿Por qué? —No le creo. Yo sé que lo odia, pero no le obligaría a permanecer lejos de mí... ¿O sí? Me escondí y lloré mucho cuando era un niño, deseando que mi padre se preocupara lo suficiente como para querer pasar tiempo conmigo. Sabía de eso después de encontrarme más de una vez. Había estado celoso de lo que Danny tuvo con su padre. Una sólida, amorosa relación padre/hijo. Salían al patio y se tiraban una pelota de béisbol o fútbol el uno al otro. Iban a pescar juntos. Me incluían todo el tiempo, siempre me hicieron sentir bienvenido, pero en el fondo, me sentía como un intruso. Un celoso intruso sin amor.

188

—Tenía miedo de que te llevara lejos, creo. No lo sé. Nuestras reuniones no eran más que un encuentro casual saliéndose completamente fuera de control. Cuando me dijo que estaba embarazada de ti, traté de hacer lo correcto y casarme con ella. Tenía ganas de ser padre. —Hace una pausa y respira profundamente, con los hombros apoyados contra la pared contra la que todavía se encuentra inclinando—. Pocos días después de irme a vivir con ella, sabía que tomamos una mala decisión. No nos llevábamos bien. Peleábamos todo el tiempo. Me odiaba, resentía que la hubiera embarazado y quitado su libertad. Ahí, esa maldita palabra. Libertad. Jen se esfuerza constantemente por ella y constantemente trata de sujetarla. Tal vez me parezco más a mi padre de lo que sé. —Siempre pensé que eras tú quien quería permanecer lejos —le digo, mi voz sorprendentemente calmada. Aunque mi cabeza da vueltas con todo lo que he descubierto—. Mamá dijo que odiabas Shingletown y que estabas desesperado por escapar. Se ríe, pero no hay mucho humor en el sonido. —Tu mamá tiene razón. Odiaba ese estúpido pequeño pueblo de montaña. No había nada que hacer, ni buenos empleos. Estaba en problemas. Mi padre me alejó, se moría y yo no tenía ni idea. Veintiocho años de edad y debería haber tenido la cabeza bien puesta, ¿sabes? Debería haber tenido todo resuelto para entonces. Pero no era más que un niño grande que quería ir de fiesta. No tenía responsabilidades reales. Hasta que llegaste tú. No tenía ni una maldita idea de que se sintió de esta manera. Que sufrió con todo esto. Por supuesto, nunca realmente se explicó, mientras que mi madre hablaba mal de él en cada oportunidad que tenía. Todavía lo hace. Podría llamarla en este mismo instante y llamaría a Conrad Wilder la escoria de la tierra u otro horrible nombre que se le pudiera ocurrir. —Entonces, ¿por qué no se divorciaron? —Esa es la única cosa que me ha perseguido toda mi vida. Si se odiaban tanto y no podían vivir juntos, ¿por qué no divorciarse y terminar con ello? —Suena estúpido, pero no la quiero fuera de mi vida. Una locura, ¿verdad? Tal vez sólo somos perezosos. No lo sé. —Suena como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo—. Siempre nos hemos mantenido en contacto, tu mamá y yo. Estoy sorprendido. —¿Hablas en serio? —Sí. —Su sonrisa se profundiza—. Luchamos la mayoría de las veces, cuando hablamos, así que...

189

Bien, ahora estoy completamente alucinando. —Pero... Pensé que se odiaban. —Lo hacemos. No lo hacemos. No lo sé. No cuestiones, hijo. Incluso yo no lo entiendo. —Alejándose de la pared con un profundo suspiro, se dirige a una silla y se deja caer en ella—. Podemos conducirnos el uno al otro a la locura, pero siempre hemos tenido una conexión. Ni siquiera quiero saber sobre esta conexión. —¿Ustedes dos se han visto desde tu… primera partida? Sonríe con tristeza. —Lo hemos hecho. Nunca por mucho tiempo, sin embargo, no podemos estar en la misma habitación por más de un día o dos antes de que comencemos a pelear. Suena familiar. Aunque Jen y yo discutimos más porque luchamos con nuestros sentimientos por el otro. Quiero más con ella, pero tengo que escuchar toda la verdad de sus labios. Tal vez lo que el barman del Gold Diggers le dijo a mi papá es una mentira. Espero que lo sea. Pero si no lo es... entonces puedo tratar. Tengo que tratar. Es la única mujer que quiero en mi vida. La amo.

190

JEN Encuentro un taxi estacionado a unas cuadras de El Distrito y salto en el asiento trasero, recitándole la dirección de Colin y exigiéndole al conductor que me lleve allí. —Estoy fuera de servicio, jovencita —refunfuña, poniendo en marcha el coche de todos modos y moviéndose en el estacionamiento—. Estoy tomando un descanso. —Por favor —le digo, no tratando de hacer una promesa de una buena propina. Probablemente pensará que quiero algo sexual, y eso es lo último con lo que quiero tratar. —Bien. —Sale a la calle, prendiendo la radio, y estoy agradecida por el sonido de la popular canción sin sentido que llena el interior de la cabina. Sin embargo, la canción no ahuyenta mis pensamientos depresivos. Debería estar aliviada porque Colin me confrontó, no es que realmente le dijera algo. Tengo que salir de aquí rápido. Y tengo que asegurarme de que nunca, nunca se entere de todo. No me gusta pensar en ello. Da miedo enfrentarse a lo que pudiste hacer cuando se está lo bastante desesperado. Odio que yo misma me dejara volverme tan débil. Pero he hecho todo lo posible para recuperar todo el dinero que he perdido. Bailando toda la noche, trabajando durante horas en el exclusivo salón de baile erótico, tocando a esos hombres en los lugares más íntimos con la esperanza de que dieran propinas extragrandes lo que hicieron... Cuando el primero me hizo proposiciones, lo rechacé. Rechacé varios de ellos. Pero después de todo lo que fue robado y de que necesitaba el dinero rápido, por fin, a regañadientes, acepté una noche. Al menos ese chico era guapo. Probablemente en sus primeros treinta y solitario después de un amargo divorcio, me contó todo acerca de sus problemas cuando nos reunimos después de salir del trabajo. Era amable, bueno y gentil, y muy, muy nervioso. Me pidió sexo en un primer momento, pero le dije que lo haría sólo oral, por lo que... lo hice. Y se sintió como lo peor de lo peor cuando puso el billete de cien dólares en mi palma después de haber terminado. ¿Qué hice? ¿En qué me convertí? Una prostituta. Una puta común.

191

No podía volver a casa. No podía enfrentarme a mis padres después de todo lo que hice. Estaba avergonzada. Disgustada conmigo misma porque no me detuve después de esa primera vez. Lo hice de nuevo. Y de nuevo. —Aquí estamos, jovencita —dice el taxista. Interrumpiendo mis pensamientos depresivos, gracias Dios. No quería ir allí y acabé haciéndolo de todos modos—. Eso sería veintidós dólares. Busco en mi bolso y le entrego un billete de veinte y de cinco mientras salgo del coche y cierro la puerta detrás de mí. Se va con un rugido, dejándome sola en la acera, la noche parecía acercarse a mí. Es fresco, el cielo es oscuro y sin luna, y la calle se encuentra tranquila. Es pasada las diez, y casi todo el mundo ha ido a la cama, ya que en su mayoría son familias las que viven en esta calle. Colin y yo somos la excepción. Definitivamente no somos familia. Ni siquiera cerca. Yendo hacia el camino de entrada, saco mi llave y abro la puerta. Tan pronto como entro a la casa, las luces de los carros de afuera iluminan el todavía oscuro interior y escucho la puerta de la cochera comenzar a abrirse. Mi estómago cae hasta los dedos del pie y mi boca se seca. Colin se encuentra en casa. Tragando saliva, trato de luchar contra la oleada de náuseas que me amenazan y me dirijo a la cocina, donde me sirvo un vaso de agua. Lo deslizo hacia abajo, me limpio la boca con el dorso de la mano, y me recuesto en la encimera de la cocina, mientras espero a que entre en la casa. Mejor enfrentarme que correr y esconderme en mi habitación. No es que me vaya a quedar mucho tiempo de todos modos. Sin duda me echará y terminaré yendo a Sacramento temprano. Apuesto a que Jason me ayudará si se lo pido. Tal vez podría desmoronarme y gastar el dinero para alquilar un camión. Llamaré a mi nueva compañera de cuarto a primera hora mañana y veré si puedo mudarme unos días antes. Tengo la sensación de que no le importará. De esta manera puedo acomodarme y encontrar un trabajo inmediatamente. Esperemos. Finalmente, Colin entra en la casa, deteniéndose cuando me ve apoyada en la encimera de la cocina. —¿Cómo has llegado hasta aquí? No hola, me preocupé, sólo un cómo has llegado hasta aquí, como si no me quisiera en su casa por más tiempo. ¡Oh, cuán rápidamente nuestras actitudes cambian! —Tomé un taxi.

192

—¿Un taxi? —pregunta con incredulidad—. ¿Cómo has encontrado un taxi en el centro? —Son por lo general bastante escasos, por lo que entiendo de su interrogatorio. —No lo sé. —Me encojo de hombros. ¿Por qué estamos aun teniendo esta loca conversación?—. Se encontraba a un par de manzanas abajo del restaurante y fuera de servicio. Me metí en su coche de todos modos y le pedí que me trajera aquí, así que lo hice. —Jesús. —Se pasa una mano por su pelo, claramente frustrado—. Lo juro por Dios, tu arriesgado comportamiento va a conseguir meterte en serios problemas algún día. Podría haberte lastimado. —Soy una chica grande. Además, ¿no he recibido ya mi cuota por esta semana a la hora de ser atacada por desconocidos espeluznantes? —Sueno como una pequeña perra presumida, pero no puedo ayudarme a mí misma. Cuando me siento acorralada, me pongo a la defensiva. Me mira como si me hubieran crecido dos cabezas. —Tenemos que hablar —dice lentamente. —¿Qué con eso? —Levanto la barbilla, yendo por el desafío, pero todo mi cuerpo empieza a temblar. Estoy tan cerca de desmoronarme. —Acerca de lo hiciste cuando trabajaste en Gold Diggers. —Mueve la cabeza hacia en dirección a la sala—. Vamos a sentarnos. Apoyo las manos en el borde de la encimera, pavor helado deslizándose por mi espalda. ¿Cómo se ha enterado? Sé que lo sabe, y apenas puedo soportarlo. —No quiero. Vamos a hablar aquí. —Bien. Lo que sea. —Apoyando las manos en su cadera, echa una mirada alrededor de la cocina a oscuras. La única luz prendida es la que se halla sobre el fregadero. Está frustrado, lo puedo decir. Lo conozco casi tan bien como me conozco a mí misma, aunque yo nunca hubiera imaginado que iba a reaccionar a mi secreto así. Tal vez fui tonta por creer que sería más comprensivo. Tal vez tenga algo que ver con la forma en que se enteró y no la información en sí. Yo debí ser la que le dijera y no lo hice. Alguien más se me adelantó. Estoy perdida, sin embargo, sin saber cómo explicarme a mí misma. —No sé lo que quieres que diga. Estoy segura de que no quieres escuchar todos los sucios detalles. —Un estremecimiento se mueve a través de mí, y sus ojos se entrecierran—. No es que haya muchos sucios detalles... —Mi voz se apaga. Estoy tratando de calmar la situación y no hago un muy buen trabajo.

193

—¿Te has acostado con hombres por dinero? —Hace la pregunta en voz tan baja, tan de repente, que me tengo que agarrar de la encimera más fuerte por miedo a deslizarme hasta el suelo. Mis rodillas se reducen a gelatina por sus palabras, por la expresión de su cara. Ojalá pudiera desaparecer y olvidar que todo esto alguna vez sucedió. —¿De qué hablas? —susurro, tratando de parar. Desesperada por parar. No puedo mentirle. Tengo que decirle la verdad o nunca me lo perdonaría. No me creerá si lo niego de todos modos. Ya hizo sus suposiciones y estoy a la altura de ellas. —Respóndeme. —Levanta la voz, el sonido enviándome a una piel de gallina esparciéndose sobre mis brazos, y separo los labios. No sale sonido alguno. No puedo negarlo porque es verdad. —¿Lo hiciste? —pregunta de nuevo, su es voz ronca, sus ojos llenos de agonía mientras arremete hacia mí. Me agarra por los brazos, su agarre firme mientras me da una pequeña sacudida—. ¡Dime, maldita sea! ¿Lo hiciste, Jen? Salto cuando me grita, haciendo una mueca ante la furia detrás de sus palabras. Las lágrimas llenan mis ojos, momentáneamente cegándome, y luego fluyen por mis mejillas, cayendo de mi cara al suelo. —Sí —sollozo, mi pecho amenazando con estallar—. Lo hice, ¿de acuerdo? ¿Es eso lo que quieres escuchar? ¿Qué follé con otros hombres y ellos me pagaron? Sus ojos se agrandan y juro que brillan con lágrimas. Malditas lágrimas reales, y yo nunca había visto a este hombre llorar más allá de los sollozos secos en sus sueños. ¿Pero esas son esas lágrimas por mí? ¿O el hecho de que me falló y rompió su promesa a mi hermano? ¿A mi familia? —Dios Jen, no lo puedo creer... ¿por qué? ¿Por qué demonios hiciste eso? ¿Qué pensarían tus padres? ¿O Danny? Saliendo fuera de su control, me alejo de él, sacudiendo la cabeza. —No pongas toda la culpa en mí. Lo hago bastante bien por mi cuenta, confía en mí. —Sabes que podrías haberlos llamado. Te hubieran ayudado. Eres su hija. —Insiste en la última palabra, y eso solo me molesta aún más. —¡Dame un respiro! Olvidaron todo sobre mí una vez que Danny murió. Tan envueltos en su pena, era todo de lo que podían hablar. Tú eres de la misma manera, con tus pesadillas sobre él. Siempre ronda en la mente de todos, y lo entiendo. Se encuentra en la mía, también. Pero se

194

ha ido. Nosotros tenemos que seguir viviendo —le grito, preguntándome cómo mi voz cambió de camino. —Así que viviendo, ¿eso significa que salir haciendo lo que te dé la gana y siendo pagada por ello? Sus palabras son como una bofetada en mi cara. Retrocedo, mis mejillas ardiendo de vergüenza. De inmediato se da cuenta de su error y se dirige hacia mí, pero yo sacudo la cabeza, mi cuerpo vibrando de cólera. —Jen, lo siento —comienza a decir, pero levanto la mano, silenciándolo. —Guárdatelo. Nunca entenderás. Nadie lo haría. No debería tener que defenderme. Me encontraba sola y nadie podría haberme salvado. No tenía nada. —Empiezo a salir de la cocina, lista para escapar a mi dormitorio donde puedo tener un buen llanto. Y después de llorar, voy a empezar a hacer las maletas. De ninguna manera puedo quedarme aquí más allá de una noche. Esta disposición ha terminado. —Siempre me tuviste. Siempre. Te salvé —me recuerda mientras salgo de la habitación. Hago una pausa y me mantengo de espaldas a él, esperando a que diga algo más, lo que hace—. Y habría ido y te hubiera salvado antes si me hubieras llamado. Haría cualquier cosa por ti, Jen. ¿Recuerdas? —¿Puedes olvidar lo que he hecho? —Me vuelvo lentamente para enfrentarlo, con miedo de lo que pudiera encontrar. Pero me enfrento a una máscara inexpresiva en blanco. Parpadea una vez. Dos veces. La única reacción física que puedo ver. —No lo sé —dice sinceramente. Quienquiera que dijo que la verdad duele tenía toda la razón. Pero es más allá de herir. Es como un millón de cuchillos clavándose en mi pecho, desgarrando mi corazón completamente en dos. No sé si alguna vez seré capaz de juntarlo de nuevo.

195

21 Traducido por Mary & Jasiel Odair Corregido por Victoria

COLIN Siento como que estoy siendo llevado a la horca, listo para encontrar a mi creador. Lo estoy enfrentando ahora, mi cabeza inclinada, mi cuerpo temblando. Se alza sobre mí en un pedestal, su rostro en las sombras. —Me decepcionaste —dice, su voz inquietamente familiar. Solo puedo ofrecer un pequeño asentimiento, demasiado asustado para hablar. Nunca he estado más asustado en toda mi vida. Una cosa es saber que no vivirás por siempre. Y otra es enfrentar tu mortalidad y saber que está terminada. —No has vivido tu vida como lo esperaba para ti. —Se detiene, sus respiraciones pesadas, el ambiente, la oscuridad que nos rodea, presintiendo—. Les fallaste a tantas personas. —Lo sé. —Mi voz se rompe y me aclaro la garganta. Siento como si tuviera siete años otra vez. Enfrentado los hechos que papá no se preocupa por mí y que mi madre está amargada y enojada toda el tiempo. Que no tengo nadie en mi vida quien sea puro y bueno, con la excepción de Danny y Jenny. Los amo como si son mi propia familia. Y les falle a ambos. Sé que este misterioso demonio se está refiriendo a eso. No necesito el recordatorio. —Mírame —comanda la voz y levanto la vista, la sorpresa reproduciéndose completamente aun cuando se quita su capucha y revela que es Danny quien está de pie ante mí—. Me dejaste caer. Luego dejaste caer a mi hermana. Estaba tan asustado, y todo el tiempo solo ha sido Danny parado allí. Tratando de intimidarme y hacerme sentir mal. Por primera en mi vida

196

desde que puedo recordar, estoy enojado. Furioso que esté tratando de culparme por todo. ¿Es realmente todo es mi culpa? He estado equivocado todo este tiempo, llevando la culpa como un grillete alrededor de mi cuello, ¿constantemente agobiándome? —No se suponía que te enlistaras para los Marines sin mí —señalo hacia él indignamente. Se suponía que lo haríamos juntos. Lo habíamos planeado todo, estableciendo un tiempo de encuentro y todo. Entonces mi papá apareció, ofreciéndome la oportunidad que sabía podía cambiar mi vida. Había estado tan emocionado por decirle a Danny, para incluirlo en mis buenas noticias. Podíamos llevar el restaurante en el sur de California juntos. Finalmente seriamos capaces de dejar esa ciudad de mierda, tener todas las mujeres que podríamos siquiera desear, y encontrar el éxito. En vez, descubrí que él se adelantó y se enlisto sin mí. No hay manera de que fuera ahora. Él estaba furioso conmigo. Decepcionado que no iría con él. Y entonces él se fue y termino muerto. —Hice lo que tenía que hacer —dice solemnemente, su expresión dura. Completamente ilegible. Sin embargo sus rasgos son los mismos, él luce como mi mejor amigo. El amigo que aun extraño terriblemente. —Deja de culparme por tu muerte —digo, mi voz alzándose. —Deja de culparte tú mismo —regresa. Suspirando pesadamente, su mirada estrechándose a medida que me estudia, sus ojos tan oscuros que parece negros—. No es tu culpa, lo que Jenny hizo. La llama Jenny. Siento como que fuéramos adolescentes otra vez, burlándonos de ella con el apodo que un día de la nada considerara infantil y tonto. Seguimos llamándola Jenny por un año entero solo para agravarla, hasta que su madre finalmente intervino y nos pidió que nos detuviéramos. Por lo que respetando sus deseos, lo hicimos. Sin embargo, siempre extrañé llamarla Jenny. Es un dulce nombre, para una dulce chica. Quien eventualmente creció a una dulce y sexy mujer. Una mujer que vende su cuerpo y lleva a cabo actos sexuales a cambio de dinero. Joder. No puedo superarlo. —Necesitas superarlo —dice Danny, como si pudiera entrar en mis pensamientos—. Algunas veces, somos puestos en situaciones que no

197

sabemos cómo salir. Ella no sabe cómo pedir por ayuda. Pensó que hacía lo que era necesario para sobrevivir. —No sé si puedo dejarlo ir —confieso, suspendiendo mi cabeza en las sombras. ¿Quién soy yo para juzgar? He hecho muchas cosas de las que estoy avergonzado. Y Jen nunca me ha juzgado por alguna de ellas. —¿La amas? —La voz de Danny es feroz, y levanto la vista para ver que su expresión es atronadora. Parece como si quiere alcanzarme y ahogarme. Doy un paso atrás, aturdido por su reacción, por sus palabras. —Yo... sí. Lo hago. —Joder. La admisión me asombra tanto que mis rodillas amenazan con doblarse. Extendiéndome, abrazo mi mano en la pared, respirando profundamente, tratando de calmar mi acelerado corazón. —Entonces lucha por ella. Dile cómo te sientes. —No puedo. —Caen de mis labios, rotas y tristes. Caigo a mis rodillas, incapaz de sostenerme más tiempo—. Quiero pero no puedo. Dije cosas que la hirieron. Podría no ser capaz de superar lo que ella hizo. —La desesperación me consume, me ciega—. Lo he arruinado entre nosotros. Danny patea mi pecho, forzándome a levantar la vista hacia él. Me siento pequeño. Impotente. Mientras que él es tan alto e imponente, de pie sobre mí, irradiando poder y fuerza. Pero él está muerto, me recuerdo. ¿Cómo puede ser más fuerte que yo cuando ha estado muerto por cerca de dos años? —Sigue actuando así y lo arruinarás —dice, su voz como un siseo—. Si no puedes dejar ir el pasado, dejar ir todo lo que has hecho y todo lo que ella ha hecho y enfocarte en el aquí y el ahora, entonces no puedo salvarte. Ella tampoco puede salvarte. Necesitas vivir por el presente. Tú y ella, juntos. —Temo que me odie. —Ella no te odia. Nunca podría odiarte. —Danny sonríe y sacude la cabeza—. Te ama. Te ha amado por años. Has estado cegado a eso todo este tiempo. La comprensión me golpea directo en el pecho. Jen me ama. La he ignorado, tratado como mierda, la he sofocado con demasiada atención, follado, gritado y llamado una zorra, y ella me ama. No la merezco. —No la merezco. —Lloro, repitiendo mis pensamientos—. No merezco nada del amor que siente por mí.

198

Danny me patea de nuevo, su sonrisa creciendo. —¿Realmente crees eso? Entonces bien, tienes razón. No la mereces. No mereces nada bueno en tu vida. Eres un inútil pedazo de mierda quien no llegará a nada. Abro mi boca, listo para protestar, ningún sonido sale. —Eso es cierto. No te preocupas en argumentar conmigo porque sabes que es verdad. —Se agacha, su cara en la mía. Sus oscuros ojos mirándome como si puede ver que no soy nada—. Inútil. Justo como tu padre. Justo como tu madre siempre decía. —¡No! —Inútil. —Está empezando a cantar, su voz aumentando mis nervios, y colocó las manos sobre mis oídos, tratando de desintonizando. Pero es como si su voz se ha insinuado en mi cerebro y es todo lo puedo oír—. Un estúpido bueno para nada, perdedor. ¿No solía tu madre decir eso sobre tu padre? —No soy como él —protesto. —Eres todo como él. Incluso luces como él. Estás condenado, Colin. Te estás volviendo como tu padre. —Danny me patea de nuevo, directo en el intestino está vez, y me desplomo, agarrando mis costillas—. Y no hay nada que puedas hacer sobre eso. Me despierto con un sobresalto, mis ojos destellando abiertos, viendo nada además de oscuridad. Mis pulmones doliendo con mi forzada respiración y todo mi cuerpo temblando. Joder. ¡Qué sueño! Como nada que alguna vez he tenido. —Sshh. —Una suave, dulcemente familiar voz rompe el silencio y entonces la siento. Sus manos deslizándose con dulzura sobre mi cuerpo, hacia mi pecho, presionándose contra mi corazón—. Estás bien. Era solo un sueño. Joder. Es Jen. Después de todo lo que le dije e hice, que aún viene a mi cama y tratara de confortarme... abrumador. No soy nada además de un imbécil egoísta, mientras que ella constantemente da, da y da. Y todo lo que hago es tomar. También le das, asno. Puede que no le dejes saber exactamente cómo te sientes sobre ella pero siempre estás ahí. Siempre quieres cuidar de ella. Sí, necesito trabajar en eso —si es que aún me lo permitirá. Deslizo los brazos alrededor de su cintura antes de que pueda hacer su escape. Nunca he estado más agradecido de encontrarla en mi cama.

199

Se siente malditamente bien, sus largas y desnudas piernas enredadas con las mías, su cabello cepillando contra mi barbilla. Respiro profundamente su esencia, sosteniéndola. Deseando poder mantenerla conmigo todo el tiempo. —¿Fue una mala? —pregunta mientras envuelve los brazos alrededor de mí y me encierra cerca—. Llamaste mi nombre. —¿Lo hice? —No recuerdo hacer eso en el sueño, pero infiernos. Todo ocurría tan rápido, las palabras de Danny viniendo a mí, perforándome y destruyéndome como armas letales. —Sí. —Suspira contra mi pecho desnudo, siento la ráfaga de aire caliente, y como un hijo de puta, mi cuerpo se aprieta en respuesta—. Sonabas enojado. Y triste. Definitivamente experimenté ambas emociones en mi sueño. Pero quiero olvidarlas, empujarlas a un lado y enfocarme en la mujer que tengo en mis brazos en este mismo momento. La mujer que amo. —Jen, necesito decirte algo. —Tomo una profunda respiración, listo a lanzarme en una disculpa, una súplica, para ofrecerle cualquier palabra que pueda para convencerla de quedarse y que nunca me deje de nuevo. —No. Por favor. —Se alza, sus dedos presionados contra mi boca para silenciarme—. No hay necesidad de decir nada. Sé cómo te sientes. El infierno que lo sabe. Desplegando mis labios con la intención de contraatacar plenamente, pero antes de dejar salir una palabra reemplaza los dedos con la boca y me besa. Justo así, estoy perdido. En el sabor de su suave, hambrienta boca, en el sentimiento de su cálido, esbelto cuerpo. Ruedo sobre mi espalda y ella me sigue, tendiéndose sobre mí, nuestras bocas y lenguas buscando. —Hazme el amor —susurra contra mis labios—. Una última vez, Colin. Por favor. ¿Una última vez? Si tenía algo que decir sobre eso, este era solo el comienzo. Quiero decirle eso. Necesito decirle como me siento pero me besa de nuevo, caliente, drogados besos que empujan todo pensamiento racional fuera de mi cerebro, y lo que estoy haciendo.

200

JEN Sé que no debería hacer esto, pero quiero solo una oportunidad más con él antes de irme. Eso es todo lo que estoy pidiendo. Sé que juntos, no vamos a funcionar. Él no puede lidiar con mi pasado y lo que he hecho. Yo puedo apenas manejarlo, ¿así que como puedo esperar aceptación de él? Había permanecido despierta por siempre, incapaz de dormir, mi cuerpo demasiado inquieto, mi cerebro demasiado ocupado con mis pensamientos, mis preocupaciones. Lo escuché gritar, sin embargo no podía entender lo que decía. Aunque sonaba enojado. Hasta que lo oí llamar mi nombre. Y luego solo sonaba triste. Lamentable. Incapaz de resistirme, había ido a él justo como todas las otras noches que me escabullía en su cuarto. Tendido en su cama vestido solo en su ropa interior, el edredón enredado alrededor de sus piernas, desnudándolo con mi mirada. Su dorado cabello en un absoluto desastre, lo que el inquietante y preocupante sueño le causaba, todo escrito sobre su hermoso rostro. Sin pensarlo me deslicé dentro de la cama con él, desenredando el edredón y poniéndolo sobre ambos. Se giró hacia mí en su sueño, como si supiera que me hallaba allí y me buscaba. Mi corazón se volcó en mi pecho y me acurruqué cerca de él, desesperada por ofrecerle el confort que necesitaba una última vez. —Te amo —susurré contra su pecho, sintiendo seguridad sabiendo que no estaba despierto—. Desearía que pudieras verlo y aceptarlo. Cuando finalmente despierta, parece tan agradecido de encontrarme en su cama que sé que vamos a tener sexo. Lo quiero, literalmente, anhelando sentir que se mueve dentro de mí. Sus besos me ponen en llamas. Sus manos están todas sobre mi cuerpo, tocándome con reverencia, como si fuera especial. Creo eso en sus ojos, su mente, soy especial, y el pensamiento me llena con tanta calidez, tanto amor, que casi quiero llorar. Me enfoco en él, en su lugar. En su hermoso cuerpo, la manera en que me mira cuando pongo la boca en la suya en un duro, caliente beso. Lo beso por todos lados, memorizando cada una de sus líneas y músculos con mis labios, reclamándolo como mío.

201

Porque es mío. Nos perteneceremos el uno al otro por siempre, incluso si no podemos estar juntos. Saco su ropa interior con los dedos temblorosos, tocándolo en cada lugar que puedo. Su estómago, sus piernas, su erección. Sus manos tiemblan cuando me alcanza y me ayuda a sacarme la ropa. En cuestión de minutos somos una maraña de brazos y piernas, nuestras bocas fusionándose, nuestros cuerpos conectados mientras empuja en mi interior. Tan profundo que grito con exquisito placer. Le pedí que me hiciera el amor, y Dios, lo hace, tan perfectamente. Esto no es una venida dura y rápida para ambos. Se toma su tiempo conmigo, como yo lo hago con él. Su toque, su boca, manos y dedos, son suaves, reverentes, buscando mientras rozan sobre mi cuerpo, prestando especial atención a todos los lugares correctos. Los lugares que él conoce me excitan, me da tanto placer me temo caer por él completamente, demasiado pronto. Me siento adorada, hermosa, amada. Amada. Tal vez estoy leyendo demasiado en él. Tal vez estoy proyectando mis propios sentimientos, pero me siento tan completamente conectada a él en este mismo momento. Como si me entiende y yo lo entiendo. Que somos capaces de dejar de lado todas las heridas y errores del pasado, y ambos estamos finalmente listos para centrarnos en el aquí y ahora. Ilusiones, supongo, ya que sé que no es verdad. Pero no puedo evitarlo. Y cuando se mueve dentro de mí tan profundo, más profundo, hasta que es una parte completa y total de mí, mi orgasmo me toma lentamente, lavando mi piel, a través de mis venas, palpitando en todos mis huesos. Se siente como un despertar. Una comprensión. Mi respiración se atora en mi garganta, mi vientre palpita, y mi corazón amenaza con saltar fuera de mi pecho. Nunca me he sentido absolutamente... confundida.

tan

perdida,

tan

encontrada,

tan

Tan apropiada. He estado confundida al tratarse de Colin desde el día en que lo conocí. —Odio tomar parte en esto —me susurra Fable cuando me encuentro con ella en la acera frente a la casa de Colin. Ella había conducido en la camioneta de Drew para recogerme. Le envié un mensaje hace horas, básicamente, rogándole que lo hiciera. Estuvo de acuerdo, sin hacer preguntas, pero ahora está poniendo trabas. ¿Puedo

202

culparla? Son las cinco de la mañana, el sol no ha salido aún, y me voy como una ladrona en la noche. Para siempre. —Bueno, realmente aprecio que tomes parte en esto porque no sé cómo saldría de aquí en caso contrario. —Lanzo mi bolso en el asiento trasero extendido de la camioneta de Drew y subo al asiento del copiloto, encontrando a una Fable expectante—. ¿Estás lista para irnos? Ella está sentada en el asiento del conductor, luciendo excepcionalmente pequeña en un vehículo tan grande, sus pequeñas manos agarrando el volante. Su largo cabello rubio se amontona en la parte superior de su cabeza en un moño descuidado y su cara adormilada está desprovista de maquillaje, pero todavía es hermosa. Lleva una vieja sudadera de la Marina y una camiseta, unas botas de piel falsa cubren sus pies. Estoy usando casi la misma maldita cosa con diferentes colores, aunque no me molesto en señalar que estamos prácticamente como hermanas gemelas. Ahora no es el momento de ese tipo de cosas cursi. Tengo que hacer mi escape. Y Fable ya está lo suficientemente incómoda con la situación. —Deberías decirle que te vas —espeta, sus ojos suplicando a los míos—. Es lo menos que puedes hacer. —Le dejé una nota. —Aparto la mirada de la de ella, mirando fijamente la casa oscura y silenciosa. Eso fue lo más difícil que he hecho nunca, alejarme de él. Dejando su cama mientras se encontraba allí durmiendo tranquilamente... Quería deslizarme de regreso por debajo de las mantas y sostenerlo cerca. Nunca dejarlo ir. Pero no lo hice. Tenía que irme. Era lo mejor para los dos. Al menos, eso es lo que me digo. —Una nota es una cosa realmente gallina que hacer —dice Fable en voz baja—. Confía en mí, no me gustan las notas. Es mucho mejor derramarle tus sentimientos a alguien en persona. —Amas los poemas de Drew —señalo—. Y él siempre ha derramado su corazón en ellos. —Un gran y entusiasta jugador de fútbol con un corazón romántico, el chico es francamente digno de desmayos. Mi sobreprotector, un-poco-exigente Colin es digno de desmayos también. Me niego a pensar en él de esa forma por más tiempo. Es demasiado difícil. Me duele el corazón porque ya lo extraño. Y ni siquiera lo he dejado todavía.

203

—Sí, amo sus poemas ahora. Pero la primera vez que se fue, dejó una nota que me rompió tanto el alma y me llenó de esperanza porque sabía que volvería a mí. —Ella sonríe, pero es triste—. No lo hizo. —¿Qué? —Estoy incrédula—. ¿De qué estás hablando? —Pensé que eran el uno para el otro. Que tenían la relación perfecta. Sí, yo sabía que tenían algunos problemas y las cosas fueron rocosas al principio, pero no tenía ni idea de que él la había dejado y no regresó. —¿Recuerdas la noche en que los chicos de la fraternidad tenían una fiesta y Drew se encontraba allí? ¿Y que él casi se metió en una pelea con ese imbécil? —Fable se estremece ante el recuerdo. —Sí, claro que me acuerdo. —Eso había sido una noche bastante llena de drama. También nos había hecho a Fable y a mí más cercanas. Me di cuenta entonces de que podía llegar a ser mi amiga. Y así lo hizo. Ella ahora es mi mejor amiga y la estoy dejando, también. —Esa fue la primera noche que lo vi después de más de dos meses —admite Fable. Y yo que pensaba que su relación era el ideal que todos deberíamos aspirar. —Fable, no tenía ni idea... Ella mueve una mano, rechazando mis palabras, claramente incómoda con mi simpatía. —Sí, sí. Fue un desastre, pero al final lo resolvimos todo y lo hicimos funcionar, así que míranos ahora. Nos vamos a casar. Los celos se clavaron en mi corazón, haciéndome desear poder tener así de fácil la aceptación por parte de Colin, pero sé que nunca va a suceder. Él siempre sostendrá lo que hice en el pasado en mi contra. No lo culpo. Lo sostengo en mi contra también. —Lo que él hizo —dice en voz baja, rompiendo a través de mis pensamientos—, lo que has hecho, nada de eso importa si se aman lo suficiente el uno al otro. Yo realmente odio cuando ella saca las cosas leyendo mentes. —Me gustaría poder creer eso —murmuro con resentimiento—. Lo haces sonar tan fácil. —Es fácil cuando se enfrentan a todos sus problemas juntos. Más fácil, diría yo. La lucha contra sus batallas por separado no va a funcionar. Confía en mí. Las batallas sólo se hacen más grandes y largas.

204

—Por favor no me des una conferencia y trates de mantenerme aquí —le susurro, mi voz es nada excepto un tono áspero desigual—. Tenemos que irnos, Fable. Ahora. Podría despertar y darse cuenta que me he ido. Sus labios desaparecen en una delgada línea, encendiendo la camioneta y separándola de la acera, conduciendo lentamente por el barrio en que he vivido un poco más de un año. Las lágrimas amenazan mientras observo las casas que pasamos, y no las detengo, dejo que fluyan libremente por mis mejillas. —¿Por qué, Jen? —La triste voz de Fable me hace voltearme y la miro—. ¿Por qué te vas cuando claramente no quieres? ¿Qué hay de malo en este lugar, ah? Me tienes a mí, tienes a Drew, a todos los que trabajan en El Distrito, y tienes a Colin. Todos te apoyamos y nos preocupamos por ti. Entonces ¿por qué no te quedas? Me froto la nuca, mis dedos trazando el estúpido y hermoso tatuaje. Colin se preocupa por mí. Tal vez incluso me ama. ¿Puede aceptar lo que pasó? ¿Lo que hice? No lo sé. Pudimos haber tenido relaciones sexuales y compartir un hermoso momento juntos, pero no hablamos de nada. Antes de entregarme —y a mi corazón— a Colin por completo, necesito asegurarme de que está listo. Y no creo que lo esté todavía. Así que lo mejor es acabarlo de una vez, ¿no? Dejarlo antes de que realmente pueda romper mi corazón... —Hay más cosas que ya sabes —admito a Fable, con mi voz temblorosa y mi estómago turbulento. Me siento enferma; casi no he comido nada desde el almuerzo de ayer, y creo que podría vomitar. Cierro los ojos un momento, trato de detener las lágrimas, en busca de algún tipo de fuerza interior—. He hecho cosas en mi pasado de las que no estoy orgullosa. —Pensé que él sabía que eras un stripper —pregunta suavemente. Asintiendo, enjuago las lágrimas corriendo por mis mejillas. —Hay otras cosas también. Cosas malas que no puedo decirte. —Tomo una respiración profunda y trémula—. Cosas realmente malas, Fable. Es posible que me odies por ello. Sé que él lo hace. Fable frena la camioneta y la estaciona, luego se gira para mirarme. —Todo lo que has hecho, no me importa. Nunca, nunca me molestó porque eres mi amiga y nunca voy a juzgarte. Puedes optar por contarme todo o mantenerlo en secreto. Voy a entender y respetar tu decisión. — Hace una pausa, su mirada suavizándose, tan llena de genuina preocupación que me dan ganas de llorar más fuerte. Sólo derrumbarme

205

en sus brazos y absorber parte de su fuerza por un momento—. Pero si quieres hablar de eso, estoy aquí para ti. Quiero que sepas eso. Asiento, casi sin poder hablar, también superada por su aceptación amable y fácil. —Yo... dejé que los hombres me pagaran por sexo —dejo escapar, necesitando decirle, necesitando sacar todo eso de pecho. Ella no parpadea, no reacciona en absoluto, aunque veo simpatía llenar su mirada. —Oh, Jen... —Lo sé, ¿verdad? No soy más que una puta. No es que me pagaran por tener relaciones sexuales, pero di mamadas por dinero en efectivo. — Sacudo la cabeza, disgustada con las palabras al darme cuenta de lo que he hecho. Me rebajé a mí misma. Vendí mi cuerpo como una puta común. Estoy tan avergonzada, me gustaría poder meterme dentro de un agujero y nunca, nunca salir. —Hiciste lo que tenías que hacer, estoy segura. —Fable me alcanza sobre la consola central y me giro hacia ella, dejando que me envuelva en un abrazo. Me sostiene, acariciándome la espalda, haciendo ruidos calmantes mientras me pongo a llorar más fuerte en su hombro. No puedo creer que me esté cayendo en pedazos así. Hablando de vergüenza. Pero también se siente bien. Liberador. Este secreto ha hervido dentro de mí durante tanto tiempo, pensé que podría estallar. Creía que podía olvidarme de ello. Basta con empujar los recuerdos sucios de mi mente y fingir que nunca sucedió. Sin embargo, sucedió. No puedo olvidarlo. Todo el mundo piensa que soy la buena, dulce y amable Jen, pero no lo soy. Soy un fraude. —No sé cómo Colin se enteró, pero sabía todo. Todo. —Mi voz se ahoga y sacudo la cabeza—. Dios, odié la forma en que me miró. Como si fuera la cosa más asquerosa en este planeta. —Lo dudo. He visto la forma en que te mira y es más como si tú fueras la mujer más hermosa y sexy en este planeta a sus ojos —dice Fable—. Él te ama, Jen. Tiene que hacerlo. Estoy segura de que puede mirar más allá de tus errores y perdonarte. —Sí, bueno, no lo creo—murmuro, deseando que lo que Fable dijo fuese verdad. Pero los deseos son para los tontos. Así que supongo que soy una de ellos.

206

22 Traducido por Anty Corregido por Dannygonzal

COLIN —Ella se ha ido, y creo que sabes a dónde fue —gruño en mi celular, sin importarme quien pudiera oírme—. Así que es mejor que jodidamente me lo digas. Estoy en el trabajo, el lugar es un hervidero, y me escondo en mi oficina, buscando privacidad, aunque mantengo la puerta abierta. Tal vez uno de mis empleados me escuche y ofrezca un poco de información acerca de Jen. Tengo mis sospechas. Supongo que huyó temprano a Sacramento, pero quiero una confirmación. Y luego, quiero ir a Sac y encontrarla, así puedo traerla de vuelta aquí. A su casa, donde pertenece. Conmigo. —No te atrevas a insultarme, Colin. Sé que eres mi jefe, pero eso no te da derecho a hablarme así. —Fable suspira, sonando completamente incómoda de que la esté llamando, pero realmente no me importa—. Escucha, es mi día libre y no tengo tiempo para lidiar contigo ahora mismo. Estoy exhausta. Tal vez mañana podamos hablar de esto. Está siendo tan grosera como yo. Me doy cuenta cuando trata de evitar algo, y definitivamente está tratando de evitarme. La pequeña enana. Ella lo sabe todo, puedo sentirlo en mis huesos. —¿La ayudaste a irse esta mañana? Encontrar que Jen se había ido, sus cosas empacadas y su habitación vacía, hizo que perdiera la compostura. Así que, lancé contra la pared una foto enmarcada de Danny y yo, el vidrio roto por todo el piso. Sentí solo un indicio de satisfacción al destruir algo antes de que el remordimiento hiciera efecto. Jesús, realmente sé cómo joder las cosas.

207

Fable permanece en silencio durante tanto tiempo que me temo que colgó el teléfono, hasta que finalmente dice una simple palabra. —Sí. Bueno. Ahora llegamos a alguna parte. —Dime a dónde la llevaste, Fable. Necesito saber. Tengo que encontrarla. —¿Por qué, para que puedas perseguirla y obligarla a volver a trabajar para ti después de que la despediste? ¿Pretender que todo es exactamente igual? Porque no es así y lo sabes. —Hace una pausa—. Sé lo que te dijo, Colin. Lo que hizo. Me admitió todo. Y tú estás siendo un completo idiota por no aceptarla a pesar de ello. No debería importar. Es todo parte de su pasado. Tienes que olvidarlo y centrarte en el presente. Maldita sea, suena igual que Danny en mi sueño. Sé que Fable tiene razón, pero no puedo evitarlo. Eso me rompe el corazón y me llena de rabia incontrolable, lo que Jen ha hecho. Como se abarató a sí misma cuando vale mucho más. —Lo sé. Tienes razón —murmuro—. Así que si voy a aceptar lo sucedido y luchar para traerla de regreso, necesito saber dónde está. Necesito que me digas. —La llevé a la estación de autobuses —admite Fable a regañadientes, su voz es suave—. Iba a Sacramento. Tenía todo arreglado con su nueva compañera de habitación y se iba a mudar antes. Justo lo que pensaba, pero necesito más. —¿Y dónde vive su nueva compañera de cuarto? ¿En qué parte de la ciudad? —De eso no estoy segura. Mencionó Citrus Heights, creo, pero no lo sé. Uno de esos barrios por ahí cerca de Sacramento. Eso es lo más lejos que llegó, sin embargo, es la información que tengo. —¿Y qué hay de su dirección? ¿La obtuviste? —Es una posibilidad remota, pero tengo que preguntar. —No. —Fable suspira—. Le dije que me enviara un mensaje cuando llegara allí y me dijo que lo haría, pero no lo ha hecho. A estas alturas, ya debería estar allí. La preocupación desgarra mi garganta. Jen compró un nuevo celular; que recogió ayer por la tarde antes del trabajo. Ya he intentado llamarla. Enviarle mensajes. Varias veces. Le dejé algunos correos de voz suplicantes y desesperados. No ha respondido ninguno de ellos. Y esa estúpida e inútil nota que dejó en mi almohada, por el amor de Dios, no había sido nada. Tan sólo recordarla me molesta. Gracias por todo lo que hiciste por mí. Significas más de lo que nunca sabrás. Te echaré de menos.

208

Cuídate, Jen. Firmó con un puto Cuídate. ¿Qué demonios? Ni siquiera me merezco un Con amor, Jen. Ni siquiera me reconoce por mi nombre. —¿Has hablado con ella? No ha respondido ninguna de mis llamadas o mensajes —digo, pasándome una mano por el pelo. —Lo he intentado. Tampoco ha contestado los míos. —Suena francamente exasperada. Genial. El sentimiento es mutuo—. También estoy preocupada, lo sabes. No quería llevarla a la estación de autobuses. Hice todo lo posible para convencerla de quedarse. Sé que Fable dice la verdad. Tampoco quería que Jen se fuera. — Hazme saber si escuchas de ella, ¿de acuerdo? Haré lo mismo por ti. —De acuerdo. Sí, eso suena bien —suspira—. Siento haberte gritado, Colin. Estoy preocupada por ella. —Yo también. —Cuelgo antes de decir algo realmente estúpido y lamentable, levantando la vista hacia mi puerta abierta encuentro a mi padre allí de pie, luciendo casi con miedo de entrar. Genial. Es absolutamente la última persona que quiero ver. —¿No te ibas a ver a mamá? —pregunto. Riéndose, entra en la habitación y se instala en una de las sillas que se encuentran al otro lado de mi escritorio. —Voy a salir más tarde hoy. Ella está trabajando. Levanto las cejas. Bueno. Eso es nuevo para mí. —¿Dónde? —En una cafetería en el pueblo de al lado. Ya sabes, ¿en la que tu Jennifer Cade solía trabajar? —Cómo demonios sabe esas cosas de Jen está más allá de mí. Es como si el tipo se mantuviera al día con los chismes del pequeño pueblo, incluso mucho tiempo después de haberse ido—. Por lo menos eso es lo que tu madre me dijo. Ah, bueno, eso tiene más sentido. A mamá siempre le gustó Jen. — Todavía estoy enojado contigo. —Decido ser sincero con él y no irme por las ramas. Una cosa nueva para mí, ya que por lo general trato de evitar la confrontación. Deja salir un áspero suspiro. —Necesitabas saber, hijo. Es mejor tener todos los hechos cuando se trata con una mujer. No quieres terminar como tu madre y yo. Esa es la maldita verdad. Lo curioso es que, aunque, incluso después de que me enteré de la verdad, me doy cuenta de que todavía quiero a

209

Jen. Que estoy enamorado de ella y haré lo que sea para tenerla de nuevo en mi vida. —¿Ella admitió todo? —pregunta cuando no hablo. Asiento. Realmente no quiero tener esta discusión con él, así que no entro en demasiados detalles. —Me enloquecí al principio. Asustado. Tuvimos una gran pelea y se fue de mi casa esta mañana incluso antes de que despertara. —Uh. Bueno, eso fue fácil, ¿no? Te liberaste de ella sin ningún problema, sin despeinarte. Aprieto los dientes, reprimiendo las palabras de enojo que quiero lanzarle. El hombre es completamente estúpido. No me extraña que vuelva con mi madre loca. —La quiero de vuelta. —¿Qué? —Sus ojos prácticamente se le salen de la cabeza—. Tienes que estar bromeando. —No lo estoy —digo rotundamente, aclarándome la garganta. Estoy a punto de admitir algo importante y no quiero su opinión—. Estoy enamorado de ella. Se ríe. Por supuesto que sí, el estúpido. —Estás loco. Loco, al igual que tu madre. Siempre buscando problemas y encontrándolos muy fácil. —Suena como tú también, ya sabes —gruño. —Sí. Sí, tienes razón. Me gusta darme un poco de problemas de vez en cuando. —Se sienta erguido, inexpresivo—. Hablando de eso, quería hablar contigo sobre esa ubicación de San Francisco y el préstamo que prometiste… No le prometí una mierda, pero yo no voy a presionar ese punto. — Olvídate de San Francisco, papá. No lo voy a hacer. Tengo mis manos llenas y estoy muy contento aquí. —Lo miro detenidamente—. No has firmado ningún documento, ¿verdad? —Por favor, dime que no lo hizo. —No, esperaba tu aprobación. —Suspira y se recuesta en su silla—. Sabía que ibas a rechazarme. Juntos podríamos haber hecho un montón de dinero. —Sí, bueno, tal vez algún día, pero no ahora. —Lo quiero fuera de mi oficina. Necesito estar a solas con mis pensamientos. Tengo que encontrar la manera en la que voy a llegar a Jen. —Uh, sin embargo, ¿qué hay de ese préstamo, hijo? Necesito un poco de dinero para vivir. Tengo unas cosas pendientes, pagos vencidos, y necesito un poco de ayuda. —Se ve decididamente incómodo, por lo que estoy agradecido. Si esto llega a ser demasiado fácil para él, me temo que

210

pronto estaría pidiéndome dinero constantemente. —Claro. Puedo hacerlo. —Me ayudó mucho desde el principio, a pesar de que siempre vino con condiciones. Y definitivamente no había sido fácil. Tratamos de trabajar juntos, pero somos como el agua y el aceite. Simplemente no nos mezclamos bien. Abriendo un cajón del escritorio, saco la chequera de la empresa, a continuación, agarro un bolígrafo. —¿Cuánto necesitas? —Cien mil dólares. El lapicero se desliza por del cheque que estoy a punto de escribir ante la asombrosa cantidad que acaba de salir de sus labios. Lo miro. — ¿Estás hablando jodidamente en serio? Asiente, con una expresión miserable. —Vas a pensar que soy un maldito idiota, pero tengo a algunos matones respirando en mi cuello. Una deuda de juego que tengo desde hace mucho. Tengo que pagarla antes del lunes, o voy a estar en muchos problemas. —Suena como que ya estás en muchos problemas —digo, bajando el bolígrafo y recostándome en la silla. Paso los dedos por mi pelo, agarrándolo con fuerza por un momento antes de liberarlo. ¿Cómo es que siempre termina en estas situaciones de riesgo? Creció consentido y se volvió imprudente a una temprana edad. Al hombre le gusta vivir al límite. Siempre lo ha hecho. Sin embargo, no tenía idea de que tenía un problema con el juego—. Caray, realmente no tengo esa cantidad de dinero de sobra. —Vamos, Colin. Yo lo haría por ti —declara. Ay, gracias por la culpa. Yo también te quiero, papá. Nunca le negué algo, pero demonios. Eso es un montón de dinero. —Sí, por un tiempo las cosas podrían ser un poco apretadas para ti, pero siempre te recuperas. Lo sé. Eres un Wilder. —Sonríe, sus dientes blanqueados parecían brillar—. Solo somos iguales. Sé que aquí estás teniendo éxito. Y tienes un nuevo restaurante que va a abrir pronto. Eso va a ser un gran éxito, no lo dudo ni un minuto. Mierda. Realmente tengo esa cantidad de dinero para darle, pero lo que está pidiendo no es un préstamo. Nunca conseguiré un centavo de regreso. —¿Qué tal cincuenta? —ofrezco. La decepción inconfundible grabada en su rostro no es fácil de ignorar. —Supongo que eso funcionará. Tomaré lo que pueda conseguir. Tal vez solo me romperán una de mis piernas en lugar de las dos. Le escribo un cheque por setenta y cinco, porque soy un tonto y él es

211

mi papá. Si realmente está involucrado con tipos que van a hacerle daño físicamente, nunca podría vivir conmigo mismo si realmente le quebraran la pierna. Arranco el cheque, se lo entrego, luego, veo cómo su cara pasa de la decepción al alivio en un instante. —Gracias, hijo. Lo devolveré tan pronto como me sea posible —dice. Claro que lo hará. —Sin embargo, tengo que pedirte un favor —digo mientras lo veo doblar el cheque y guardarlo en el bolsillo de su camisa de botones. —Cualquier cosa —dice con entusiasmo—. Para lo que sea que necesites, estoy aquí para ti. —Necesito que me ayudes a localizar a Jen. —Ignoro su atónita mirada—. Utiliza tus astutas maneras y síguele el rastro. Sé que puedes hacerlo. Puedes sacarle información a cualquier persona y a cualquier cosa. —Pero me voy en menos de una hora —se queja. Lo silencio con la mirada. —Me lo debes. Te daré los otros veinticinco si la encuentras. Ah, la codicia siempre habla cuando se trata de Con Wilder. Por lo general, también me habla, tan reacio como estoy de admitirlo. —Bueno, ahora que estás hablando. Apenas me contengo de rodar los ojos. —Encuéntrala en las próximas horas y esos veinticinco mil son tuyos. —No puedo creer que esté pagándole fundamentalmente para encontrar a Jen, pero un hombre desesperado cae en medidas desesperadas. Y estoy más allá de la desesperación por encontrar a Jen.

212

JEN El viaje en autobús tomó mucho más tiempo de lo que pensé que sería. Se sintió cuando nos detuvimos en cada pueblo a lo largo del camino, lo que realmente creo que hicimos. Estuve atrapada en ese, apestoso, maloliente y caliente autobús durante tanto tiempo, que la batería de mi teléfono murió. Entonces me di cuenta de que olvidé empacar mi cargador. Apuesto a que todavía está enchufado en el mostrador de la cocina en la casa de Colin. Habla acerca de un movimiento estúpido. Una vez más, no pienso las cosas. Cansada, frustrada, y con hambre, por fin llego a la estación de autobuses en Sacramento, agradecida con mi nueva compañera de cuarto, Angela, por ser lo suficientemente amable de venir a recogerme. Saco la maleta detrás de mí, colgada del brazo, mi bolsa gigante está llena de todo lo que no pude meter en mi equipaje, cuando creo que la diviso. El temor llena mis intestinos al momento en que veo su cara. Ella es todo lo contrario a mí. Cabello corto y con curvas, teñido de rubio brillante y un bronceado falso, viene corriendo hacia mí, una gran sonrisa curvaba sus recién pintados labios con brillo rosa. —¿Eres Jennifer? —pregunta, aplaudiendo como una foca. Mierda. Es demasiado entusiasta por su propio bien. —Soy yo. Debes ser Angela. —¡Es tan bueno conocerte al fin! —Me envuelve en un abrazo de oso, me sostiene tan apretada que me temo que podría asfixiarme. Me separo cuidadosamente de su agarre, ofreciéndole una apenas visible sonrisa respondiendo a su sonrisa gigante—. ¿Esas son todas tus cosas? Guau, empacas ligero. —Es todo lo que tengo —le digo, tratando de bromear, pero sintiéndome algo tonta. —¿No tienes una cama o algunos muebles? —Em… —Mi voz se apaga y aprieto aún más fuerte mi bolso a mi lado. Colin cumplió su promesa y la noche anterior me llevó a casa mi último cheque. Aunque le dije que no lo quería, de todos modos lo tomé. Gracias a Dios. Necesito cada dólar que pueda conseguir. Nunca lo lograrás por tu cuenta.

213

Ignoro la voz grosera en mi cabeza. —Oye, mañana te llevaré a Goodwill, Target o a Wal-Mart. Donde quieras ir, te encontraremos algo. Puedes dormir en el sofá esta noche. Me aseguraré y le advertiré a Roger que vas a estar allí. —Se ríe cuando salimos del estacionamiento de la estación de autobuses, el sol de la tarde menguante caliente sobre mi piel. —¿Quién es Roger? —pregunto. —Mi novio, tonta. Se queda mucho ahí. Espero que no te importe. — Deja caer su cabello sobre su hombro—. Es muy agradable. Estoy segura de que se llevarán muy bien. —No, por supuesto que no me importa. Apuesto a que es un gran tipo —digo, sin decirlo de verdad. Me importa como loca. No tenía idea de que tendría que lidiar con un novio viviendo cerca. Simplemente genial. —¡Así que bueno! Hoy trabajé temprano y mi jefe dijo que está buscando contratar a alguien a tiempo parcial en la tienda. —Su sonrisa nunca, nunca se desvanece. Me pregunto si sus mejillas duelen—. ¿Estarías interesada? —Absolutamente —digo, una pizca de emoción llenándome. No soy tan alegre como Angela, pero tal vez si salgo con ella un poco, mi estado de ánimo mejore. Quizá. —También pararemos por allí mañana, y puedes llenar una solicitud. —Se detiene en un escarabajo Volkswagen de color rojo manzana, aplaudiendo de nuevo. Recordándome a un niño demasiado entusiasta en su fiesta de cumpleaños cuando ve todos sus regalos—. ¡Este es mi coche! Vamos a subirlo todo. Oh. Dios. Mío. No sé si seré capaz de manejar a esta chica. Es detestable como el infierno y en este momento tengo cero tolerancia por cualquier cabeza. No es que ella sea una rubia tonta. No la conozco en absoluto, así que tengo que relajarme. Y tengo que recordar ser agradecida. Vino y me recogió en la estación de autobuses. Sé que fue un largo viaje en coche desde su apartamento. Incluso podría haberme encontrado un trabajo. Y quiere ayudarme a conseguir algunos muebles. Creo que esto tiene el potencial para funcionar. Tal vez pueda seguir adelante y realmente olvidar mí pasado de una vez por todas. Iniciar un nuevo futuro y, finalmente, encontrar la libertad que he estado buscando desesperadamente…

214

Horas más tarde, llegué a la conclusión de que nunca, nunca deja de hablar, mi nueva compañera de cuarto. Angela ordenó comida china para la cena, la suficiente para alimentar a una atiborrada familia de ocho, y luego apareció su novio, todo hosco y malhumorado. Con el típico cabello marrón de chico de banda quitándolo. Constantemente. De. Los. Ojos y brillantes ojos dorados. Él, por su parte, no habla mucho, pero no me gusta la forma en que me mira. Me da escalofrío. Decido ignorarlo, en cambio me concentro en Angela, que parlotea sin cesar, contándome fundamentalmente toda su historia de vida. Finjo que estoy escuchándola. Que no estoy cabeceando en medio de nuestra conversación, haciendo mi mejor esfuerzo para mantenerme despierta. Teniendo en cuenta que he estado despierta desde antes de las cinco de la mañana, estoy teniendo un momento infernal. —Estás cansada —dice Angela con una mirada comprensiva—. Vamos a conseguirte a una almohada y una manta y puedes caer redonda en el sofá. ¿Suena bien? —Sí. —Asiento con gratitud, ofreciéndole una pequeña sonrisa—. Suena estupendo. Apenas puedo mantener los ojos abiertos. —Te estoy aburriendo con mi charla interminable. —Le da una repentina mirada al espeluznante novio—. Rodge dice que hablo demasiado. Rodge está cien por ciento en lo correcto, pero no voy a validar nada que él diga. Me da una mala vibra y no sé qué pensar de él. —No me importa —digo, sin confirmar ni negar su declaración—. Eres tan dulce por ayudarme. No sabes lo mucho que esto significa para mí. —También me estás ayudando, ya sabes. He tenido un tiempo difícil para encontrar un compañero de habitación, y Rodge no quería mudarse aquí. Dice que trataré y le quitaré su independencia. —Ella le envía una mirada fulminante. Hay una inconfundible tensión entre estos dos y no de la buena—. Creo que vamos a hacer una pareja perfecta. No sé si iría tan lejos, pero estoy tan jodidamente agradecida por ella y todo lo que ya ha hecho por mí, que sólo puedo asentir. —Sí —digo débilmente, mirando a Roger cuando lo sorprendo mirándome fijamente. De nuevo—. Somos la pareja perfecta.

215

23 Traducido por Diana Corregido por Laurita PI

JEN —Necesito tu perdón —susurra en mi oído—. Te he lastimado y lo siento. Te quiero de vuelta en mi vida, Jenny. Te necesito. Mi corazón se expande, apretando tanto mi pecho que me temo que podría estallar. —Te perdono, Colin —digo, lanzando los brazos alrededor de su cuerpo cálido y familiar y abrazándolo fuertemente—. Gracias por venir a buscarme. —No puedo vivir sin ti. No podía dejar de venir a buscarte. —Me sostiene fuerte, su boca presionada contra mi mejilla en el más dulce de los besos—. Te amo, Jen. Tanto que apenas puedo soportarlo. Me reí. Sólo Colin haría que el amor sonará doloroso. Pero es un buen tipo de dolor. Uno se deleita, especialmente cuando se trata de él. — También te amo. Me sostiene con más fuerza, tiene los brazos como bandas a mi alrededor, mi rostro sofocado contra su pecho. Al principio es reconfortante y me relajo en su abrazo. Pero sus brazos me aprietan más fuerte y de repente siento que no puedo respirar. —Colin. —Trato de empujar su pecho, pero mis brazos están atrapados entre nuestros cuerpos—. Para. Por favor. Déjame ir. —Déjame abrazarte —susurra, su voz aguda. Extraña—. Eso es todo lo que quiero. Sólo abrazarte. Estoy luchando, tratando de pasar debajo de sus brazos, pero es inútil. No puedo liberarme. El pánico me llena, amenazas bullen por salir de mi garganta, y separo los labios, listos para gritar. Pega su mano sobre mi boca, silenciándome. No huele a Colin. El olor del sudor y el miedo llegan a mi nariz y hago una mueca bajo su suave y húmeda palma.

216

—Cállate —susurra, su voz me recuerda al tipo que robó mi cartera. Mi pánico crece y me revuelco en sus brazos restrictivos, cualquier cosa para salir de su agarre. Pero no puedo. —Basta —continúa, su caliente y pesado aliento en mi cara. Arrugo la nariz. Este… no es Colin. Se me eriza la piel cuando siento la mano del extraño deslizándose por mi espalda, ahuecando mi trasero y acercándome a su inconfundible erección. Oh, Dios. Este extraño, este hombre desconocido, va a violarme. —Sabes que quieres esto. Simplemente deja que suceda. Puede ser nuestro pequeño y sucio secreto. Sucios secretos. Tengo suficientes para toda la vida. Definitivamente, no necesito más. Abro los ojos para descubrir que mi pesadilla es una realidad. Y no es Colin quien me aprieta con sus fuertes brazos, su mano todavía sujeta contra mi boca. Es Roger. Se me escapa un grito ahogado, y empuja su rostro al mío, sus ojos dorados brillan con una furia inconfundible. —Cierra tu puta boca — murmura—. Sé que quieres esto. Me miraste toda la noche. Él era quien me miraba a mí, no es que pueda decirle eso. No puedo hablar, en absoluto, con su mano cubriendo mi boca. Mi corazón se acelera y juro por Dios que voy a tener un ataque de pánico si no me suelta. Lucho contra él, gritando una y otra vez las palabras por favor contra su mano. Sus cejas bajan mientras me mira fijamente. —¿Si quito mi mano, prometes no gritar? Asiento furiosamente, dispuesta a prometer cualquier cosa para poder volver a respirar. Mis músculos están tensos, mi cuerpo tan rígido que temo que podría romperse. Lentamente quita su mano de mi cara y tomo una respiración profunda y larga respiración, exhalando a través de labios fruncidos. Estoy temblando, haciendo mi mejor esfuerzo para actuar como si no fuera gran cosa que Roger está tumbado encima de mí en el sofá de su novia. Sus manos están en todas partes, su boca pegada a mi cuello, y aprieto mis labios, respirando por la nariz. Oh Dios, realmente va a violarme. Mientras que su novia está durmiendo a unos pocos metros de distancia.

217

—Gritas y le digo a Angie que tú lo pediste. Que viniste a mí. Me va a creer más que a ti. Siempre lo hace —amenaza, su mano agarrando mi pecho izquierdo tan duro que lágrimas salen de mis ojos. Voy a tener moretones por la dura manera en que me está tocando. Es asqueroso, y claramente ha hecho este tipo de cosas antes. ¡Pobre Angela! Tiene un imbécil total como novio. Un imbécil que va a forzarse a sí mismo en mí y no hay nada que pueda hacer al respecto. —Tus tetas son pequeñas. —Me aprieta otra vez, luego mete su mano debajo de mi camiseta para tocar mis pechos desnudos. Pellizca mis pezones y muerdo mi labio por el intenso dolor que provoca—. Sin embargo, apuesto a que eres un polvo decente. Y esos labios sensuales quedarían muy bien envueltos alrededor de mi polla. No puedo soportarlo. No puedo. Cerrando mis ojos contra sus palabras, pienso en mí no hace mucho tiempo atrás, de rodillas y con el pene de un extraño en mi boca. Cómo mi cerebro se bloquearía cada vez que lo hacía, cómo me había vuelto insensible a los gruñidos y gemidos de los hombres, a la manera que me tocaron, sus manos en mi cabello, sus voces animándome a chupar fuerte, a tomarlo más profundo. Recuerdo cuando me metí en oficina de Colin y le di una mamada. La primera que realmente disfruté. Cuán poderoso se sentía, cuánto placer me había dado ver la expresión entusiasta de su hermoso rostro, las dulce y sexy cosas que me dijo. Sus dedos adentrándose en mi pelo, levantándolo así podía mirar. —Déjame ir —le digo a Roger, mi voz firme—. Ahora, o voy a gritar lo suficientemente fuerte para despertar a todo el edificio. —Hazlo y estás jodida. —Se ríe, el sonido amargo—. Tanto en sentido figurado y real. No me importa. Tal vez esto ha sucedido bastantes veces que Angela me creerá más que a su novio. Tengo que intentarlo al menos. No puedo dejar que este cerdo siga tocándome. Separando mis labios, grito, el sonido fuerte y agudo al contrario de tranquilo. Una puerta se abre y Roger salta lejos de mí y del sofá justo cuando la luz se enciende. —¿Qué diablos está pasando? —Angela se encuentra parada en el medio de la sala, sus ojos se amplían mientras su mirada va de mí a Roger y de nuevo a mí.

218

Me siento, tirando de mi camisa de nuevo a su lugar, haciendo una mueca cuando la suave tela roza sobre mis doloridos pezones. Un escalofrío me atraviesa. ¡Dios, ese idiota es bruto! —Tu novio me atacó. —Nena, se me abalanzó. Vine por un vaso de agua y me atacó. — Va hacia Angela, agarrando sus brazos y dándole una pequeña sacudida—. Ha estado mirándome toda la noche como si quisiera comerme. ¿Recuerdas que te lo dije antes de que nos fuéramos a dormir? Lo mira con cautela antes de que su mirada se dirigiera a la mía. — ¿Llevas sólo tu ropa interior? Bajo la mirada. Llevo una camiseta gigante que una vez perteneció a Danny y me llega casi a las rodillas, es enorme. —¿Le estoy pidiendo que se me abalance debido a lo que llevo puesto? Sus ojos se estrechan mientras me siguen contemplando. —Sin sostén, eh. Cruzando los brazos sobre mi pecho, le doy un vistazo a Roger. Su expresión es engreída y confiada. ¡Imbécil! —Dormía, Angela. Me despierto y está encima de mí, ¡tratando de darme un beso! —Mentirosa —murmura Roger—. Rogabas por ello, tus manos por todo mi cuerpo. Dijiste que querías chupar mi... —¡Cállate! ¡Basta! —grita Angela, colocando sus manos sobre sus orejas, otra vez me recuerda a un niño pequeño—. Tienes que irte, Jen. No puedo tenerte viviendo aquí. —Espera… ¿qué? —¿Realmente dijo eso? Su expresión está llena de remordimiento cuando deja caer sus manos a los costados. —Lo tentarás. Roger... es un adicto sexual en recuperación. ¡En recuperación, mi culo! ¿Realmente le cree? —Angela, dijo que ha hecho a este tipo de cosas antes y que siempre le crees. —Ha ocurrido antes. Ahora está en terapia. —Lentamente sacude la cabeza—. Esperaba que hubiera sanado, pero creo que no. Eso no ayuda, cómo estás vestida. —¿Cómo estoy vestida indebidamente? —Me puse de pie de un salto, la manta cae lejos de mi cuerpo hacia el suelo—. Mírame. —Sí, mírate. —Lleva pantalones de pijama y una camiseta a juego, completamente cubierta de pies a cabeza. Puedo decir que lleva un sujetador y sus pies están cubiertos con calcetines. Raro.

219

—Puedo ver tus piernas… y tu pecho a través de la camisa. Es totalmente inapropiado. —Tiene el descaro de estremecerse—. Te tienes que ir. No puedo tenerte como compañera de cuarto. Roger no lo puede manejar, así que yo tampoco. Es curioso, cómo Roger se negó a hablar completamente—. Me iré mañana a primera hora —digo con firmeza, ignorando el pánico que me llena otra vez. ¿Adónde voy? ¿Dónde me hospedaré? No puedo seguir haciendo esto. —No. —Arrastra la voz, bajando la cabeza para que no mirarme—. Tienes que irte. Ahora mismo. —Pero... ¿adónde voy a ir? —Mi voz es baja. Parece lamentable. Me siento miserable. Echada una vez más. —Ese ya no es mi problema, ¿verdad? —Mira a Roger, que está de pie junto a ella—. Nos quedaremos en el dormitorio, así no te molestamos, pero voy a tener que pedirte que empaques tus cosas y te marches. —¿Qué pasa con mi depósito? —Mi cabeza está girando tan rápido que me siento mareada. Caigo pesadamente sobre el sillón, tratando de respirar a través de escalofríos incontrolables de mi cuerpo—. Necesito el dinero. —No es reembolsable. ¿No has leído la letra pequeña? —suspira, como si ella fuera a la que está botando a la calle—. Lo siento esto no funcionó, Jen. Tenía muchas esperanzas. No digo una palabra. Me temo que si abro la boca, los insultos comenzarán a salir y no seré capaz de detenerlos. Terminaré llamándola por cada horrible nombre que se me ocurra y podría echarme sin mis cosas. Eso sí sería terrible. Así que me quedo callada, levanto la mirada justo cuando veo a Roger caminar detrás de ella por el pasillo hacia su habitación. Se gira para mirarme después de que Angela se ha deslizado dentro de su habitación, sus ojos brillantes llenos de odio y lujuria. Me muestra su lengua en un gesto sucio y le muestro el dedo, haciéndolo reír justo antes de que cierre la puerta. Saltando por el sonido, me envuelvo mis brazos a mí para alejar a los escalofríos. Creo que Roger tenía razón en lo que dijo antes. Estoy completamente jodida.

220

COLIN De alguna manera y alguna forma, mi papá tiene el nombre y la dirección del nuevo compañero de Jen en pocas horas, justo como le pedí. No cuestiono cómo lo hizo. Sinceramente, no quiero saber. Mi padre siempre ha tenido una pequeña vena taimada y criminal atravesándolo. Conoce algunos tipos oscuros. Tipo gánster, las personas promedio no se atreverían a asociarse con ellos. Pero mi padre no es una persona promedio. No le importa una mierda. En realidad cree que "ese tipo de gente" —sus palabras, no las mías— a su disposición es una cosa buena. Da miedo. Con gusto le entregué el cheque de veinticinco mil dólares a él, alivio me inundó cuando me dio el nombre y la dirección en un pedazo de papel. Lo metí en el bolsillo de mis vaqueros y me fui para Sacramento; antes de irme, le hice saber a Fable que se dónde está Jen. Sin importarme que fuera tarde o cuantas horas me llevaría horas llegar allí. Tengo que llegar a Jen. Tengo que encontrarla. No hay manera de que vaya a dejar ese lugar sin ella. Debemos estar juntos. Y si tardo horas en convencerla de eso, entonces lo haré. Estoy decidido a hacerla mía. El viaje fue fácil ya que era en medio de la noche y había poco tráfico. Encuentro rápidamente el complejo de apartamentos, en la calle Angela Blackburn, gracias a Siri1 en mi teléfono. Estoy manejando lentamente, buscando la dirección y el nombre del complejo, cuando las luces de mis faros aterrizan en una figura alta y esbelta, caminando por la vereda, tirando de una gigante maleta negra detrás de ella. Mi corazón se tambalea en mi pecho y me detengo rápido, bajando la ventana del lado del pasajero mientras la sigo a su lado. Acelera sus pasos, aparta la cabeza, como si tuviera miedo de mirarme. Probablemente piensa que soy una especie de monstruo acechándola en medio de la noche, no es que pueda culparla. El miedo se apodera mi pecho y odio que esté tan asustada. ¿Qué demonios está haciendo aquí sola en la oscuridad con su bolso y su maleta?

1

Siri: aplicación con funciones de asistente personal para iOS.

221

—¡Jen! —la llamo, y se detiene. Golpeé los frenos justo a tiempo para verla inclinada y mirando por la ventana abierta del auto, su oscura mirada se amplía cuando ve que soy yo—. Entra al auto. —¿Qué…? ¿Qué estás haciendo aquí? —Su voz tiembla y se ve asustada. Me estoy conteniendo para no a salir del auto, agarrarla y lanzarla sobre mi hombro como una especie de hombre de las cavernas. —He venido por ti —digo simplemente, parando el coche. Salgo y me acerco, parándome justo delante de ella. Inclina la cabeza hacia atrás, mirándome con gran alivio y felicidad en su mirada, al observar eso mi corazón se hincha—. ¿Realmente crees que puedo alejarme de ti, Jenny? Sabes que, al final, siempre te encontraré. Sus ojos se llenan de lágrimas, y viéndolos casi me destroza. —¿Cómo supiste que te necesitaba? Me derrito ante sus palabras. Agarrándola, la acerco para un abrazo y la tensión que oprime mi pecho se alivia cuando me abraza y entierra su cara contra mi camisa. —Porque también te necesitaba. No puedo vivir sin ti —murmuro en su sedoso pelo. —Oh Dios. —Le impido decir otra palabra con mis labios, besándola, tragando sus sollozos, saboreándola con mi lengua. Se siente tan bien en mis brazos. No puedo creer que la encontré tan fácilmente, caminando por la maldita calle en medio de la noche, por amor de Dios. —¿Qué haces aquí afuera? —le pregunto al romper el beso, apartando el cabello de su frente. No puedo dejar de mirarla, de tocarla. No puedo creer que la tenga parada delante de mí. Se fue hace menos de veinticuatro horas y se sintió como una maldita vida. No quiero tenerla fuera de mi vista otra vez. —Mi nueva compañera me echó —dice, su voz temblando. Sangre ruge en mis oídos por sus palabras. —¡Qué mierda! ¿Por qué? Empieza a llorar de nuevo y suavemente la empujo lejos así puedo mirar su bonita y llorosa cara. Extendiendo la mano, remuevo las lágrimas de sus mejillas con mi pulgar—. Su no… novio intentó vio… violarme — tartamudea en sollozos. —¿Estás hablando en serio? —Mi sangre hierve mientras aprieto mi mano izquierda en un puño. Demonios, no acaba de decir eso—. Llévame hacia allá. Ahora mismo. Regreso por el auto pero me agarra y detiene mi progreso—. No, Colin. Por favor. No quiero que te metas en problemas. No valen la pena.

222

—Trató de malditamente violarte, Jen. Romper su cara con mi puño y escuchar el su crujido de huesos definitivamente vale la pena. —Estoy furioso, estoy tan alterado. Todo lo que veo es una neblina roja de enojo a través de mis ojos mientras tomo su maleta y abro la puerta, arrojándola en el asiento trasero. —Confía en mí. Él es un imbécil y ella una idiota. Si vas allí y pones una mano sobre él, podrán presentar cargos e irás a la cárcel. —Me agarra y sacude mis hombros, me obliga a concentrarme en ella—. No quiero que te arresten, Colin. Por favor. Te necesito aquí conmigo, no encerrado en una celda en la cárcel. Sus palabras se filtran en mi enfurecido cerebro y dejo escapar una áspera respiración cuando la realidad me choca. —Tienes razón. Sé que tienes razón —admito, mi voz y mi corazón comienzan a calmarse—. Pero ojalá pudiera. Lo haría pedazos por ti. Lo sabes, ¿no? —Lo sé. —Sonríe, la comprensión de eso me golpea, y se inclina de puntillas, rozando mi boca con la suya—. Te amo, Colin. Gracias por rescatarme. —Dios, también te amo. —La acerco a mí, besándola, robando sus labios, su respiración, su corazón, al igual que robó el mío. Dios, le pertenezco completamente; me ha tenido desde hace meses. Años. Y me pertenece. Es mía. Estamos juntos en esto. Nos pudo tomar mucho tiempo descubrirlo y hacerlo funcionar, pero gracias a Dios lo hicimos antes de que fuera demasiado tarde. —Estoy cansada de perder el tiempo —susurra contra mis labios cuando finalmente nos separamos—. Quiero volver. Quiero vivir contigo si me aceptas. Como si tuviera que preguntar. —Voy a tenerte siempre y cuando estés conmigo. Yo... lo siento por lo que dije antes. La forma en que te traté. —Por supuesto, estaré contigo. —Sonríe, sus ojos llenos de felicidad mezclada con su persistente tristeza—. Siento haber ocultado la verdad. Tenía miedo. —Nunca me tengas miedo. Tú eres todo para mí. —No puedo creer lo afortunado que soy, que esta mujer es una parte de mi mundo—. No me imagino la vida sin ti. —También eres mi todo —admite suavemente con la cabeza inclinada, sus dedos delgados tirando de mi camisa. Su toque inocente

223

calienta mi sangre, mi piel se prende en fuego. No quiero volver a estar alejado de ella. —¿Vendrás conmigo? —le pregunto, necesito escucharla decir que sí—. Sé parte de mi vida, Jenny. Te necesito. Te amo. —No sé si alguna vez podré dejar de decir que la amo. Lentamente levanta su cabeza, su mirada se encuentra con la mía una vez más. La tristeza se ha ido. Las lágrimas todavía llenan sus ojos y corren por sus mejillas, pero se ve feliz. —También te amo. Mucho. Apartándome de ella, agarro su mano y la llevo a mi auto, abriéndole la puerta de pasajeros. —Sube, nena. Necesito llevarte a casa.

224

24 Traducido por Dannygonzal Corregido por Mire

JEN —¡Mírate! —Fable silba bajo cuando me detengo frente a ella—. Arreglada, toda una cosa caliente y como gerente. —Detente. —Mis mejillas arden con vergüenza y le doy un empujón suave a su hombro antes de alisar mis manos sobre la elegante falda lápiz negra—. Solo es temporal, ¿lo recuerdas? —Por supuesto. —Rueda los ojos, la sonrisa gigante en su rostro revela que no se encuentra tan irritada como lo está simulando—. Colin no puede vivir sin ti y tú no puedes vivir sin él, bla, bla, bla. Todavía digo que deberías quedarte aquí y completamente estar a cargo de este lugar. Probablemente podrías hacerlo funcionar mejor que nadie más. —Sí, bien. —Ella podía exagerar, pero sus palabras me llenaron de calidez y orgullo. Que esté tan cerca de la verdad sobre Colin y yo era divertido. Solo que todavía no se lo hemos admitido a nadie. Cuando Colin me trajo a casa, bueno, después de que nos consintiéramos el uno al otro en su cama, me sentó y me dijo que iba a ser el gerente de la nueva ubicación de El Distrito en Redding. Protesté una y otra vez y terminamos discutiendo por horas, lo que fue absurdo, pero oye, así es como funcionamos. Finalmente vino el compromiso: haríamos funcionar temporalmente el restaurante de Redding mientras él buscaba un gerente permanente. No es que no quisiera este puesto o no creyera en mí misma. Preferí trabajar con él. Somos un equipo, Colin y yo. Así que cuando en cambio me propuso unirme a él y hacer funcionar la ubicación original mientras buscaba expandir la cadena de El Distrito, acepté inmediatamente. —Lo digo de verdad. —Fable agarra mi mano y me tira en un fuerte abrazo—. Estoy muy orgullosa de ti. Harás un gran trabajo aquí. Colin le habla de ti a todo el mundo, todo el tiempo. Parece tonto.

225

Las lágrimas amenazan y parpadeo para quitarlas, irritada conmigo misma. Últimamente he sido un desorden emocional. Culpo a las constantes idas y venidas, supervisando la apertura del restaurante. El estrés, la excitación y la anticipación, todo combinado para arruinarme completamente. Sin embargo, es una ruina feliz. La vida es buena. Tengo amigos que se preocupan por mí. He intentado contactarme con mis padres, y aunque hemos hablado brevemente, planeo regresar a casa y verlos alguno de estos días. Es un paso en la dirección correcta. Nuestra relación no está arruinada para siempre, pero definitivamente no es perfecta. Necesito arreglarla. Ellos también necesitan arreglarla, y espero que se den cuenta de cómo su abandono me afectó. Colin me prometió que regresará conmigo a Shingletown. Dice que también ya está listo para ver a su mamá. Y luego está Colin. Es tan comprensivo, tan esperanzador. Ya no veo su trato hacia mí como consintiendo o controlando. Es solo su manera, una manera que he comenzado a aceptar. Solo quiere cuidar de aquellos a quienes ama. Y él me ama. Apasionadamente. Con todo el corazón. Completamente. Los sueños prácticamente han parado. Por supuesto, cada noche estoy en la cama con él y pienso que eso ayuda. Pero también creo que ha encontrado paz con la muerte de Danny y se ha quitado de encima el peso de la culpa. Me confesó lo que pasó entre ellos el día que mi hermano se unió a las fuerzas armadas. Como si fuera en cierto modo un secreto oscuro y profundo. Había sospechado algo de eso, pero nunca tuve alguna confirmación. Danny parecía irritado con Colin antes de irse. Traté de preguntarle por qué, pero siempre me interrumpió, me dijo que no era mi maldito asunto. Así que solo lo dejé. Colin estaba demasiado aliviado después de hacer su confesión, me abrazó en la cama y se puso a llorar contra mi pecho. Quitándole las lágrimas, quitándole la culpa. Después, admitió que se sintió purificado y que se encontraba muy agradecido por mi fácil aceptación. Como si no tuviera idea de que su fácil aceptación me daba más posibilidad de tratar con lo que he hecho. Las decisiones que he tomado. Él no las sostiene contra mí. Solo… me sostiene. Y me dice que me ama.

226

Constantemente. —Termínalo, termínalo. —Colin se acerca, usando su severa voz de jefe, diciendo lo de siempre cuando nos encuentra a Fable y a mí juntas—. ¿Ustedes dos no tienen que volver a trabajar? —Estoy aquí como una invitada —dice Fable con suficiencia—. Así que esta noche no me mandas. —Y yo hago funcionar esto —digo provocativamente—. ¿O no has escuchado eso? —¿Quién es el loco que te puso en ese cargo? —Desliza su brazo alrededor de mis hombros y me besa, prolongándolo con sus labios suaves y cálidos. Me inclino en el beso, luego doy un paso atrás, lentamente sacudiendo la cabeza. —Oye, tengo que mantener cierta imagen aquí, ¿sabes? Sin besos en el trabajo. —Bueno, eso es una maldita pena —pronuncia lentamente, sonriéndome. La vista de esa sonrisa envía un torbellino de deseo demasiado fuerte que me atraviesa. Por poco me muevo hacia él. —Deténganse ustedes dos. Me están enfermando —dice Fable, arrugando su nariz. —No me digas. —Colin rueda lo ojos con un sonrisa—. ¿Dónde está tú amigo con privilegios? Sé que ustedes dos no pueden quitar sus manos del otro. —Está encontrando una mesa con Owen. —Fable se para más derecha, su expresión se vuelve seria—. Gracias por darme la noche libre y dejarnos venir para la apertura, Colin, y por contratar a Owen medio tiempo. Está muy emocionado por empezar a trabajar en el restaurante, apenas puede soportarlo. Colin contrató a Owen como ayudante de camarero. Comenzará después que la temporada de fútbol termine, justo cuando comienza la ocupada temporada de vacaciones. Aplicó por una licencia de trabajo y todo, tomando muy seriamente su primer trabajo de verdad. Fable está tan feliz que apenas puede soportarlo. Ella está tratando demasiado de mantener a su hermano por el buen camino, igual que Drew. Amo que Colin también quiera ayudarlos. Sin embargo, es cuidadoso, nunca querría ofender a Fable porque puede ser un poco irritable a la hora de las llamadas limosnas. No en vano somos buenas amigas.

227

A él le gusta mucho Owen y está seguro de que será un gran trabajador, y yo igual. Nosotros cinco pasamos tiempo juntos más de una vez. Colin y yo los hemos invitado a los tres a la cena. Drew y Colin parece que también se llevan bien, lo que pienso es increíble. Fable, Drew y Owen, se sienten como parte de mi familia. Igual pasa con Colin, pero a él siempre lo he sentido como mi familia. Ahora que nos lo estamos tomando mucho más en serio… Se ha convertido en mi todo. —Voy a poner a ese hermano tuyo a trabajar. —Colin le promete a Fable, bajando su brazo para deslizarlo alrededor de mi cintura. Me hala, así estoy acurrucada a su lado. Encajamos perfectamente y lo contemplo con adoración—. Sin embargo, sé que puede manejarlo. Fable asiente y sonríe, su mirada va de Colin a mí. —Ustedes se ven tan malditamente lindos juntos. Se tardaron lo suficiente. —Estoy muy segura que ya nos has dicho eso —le recuerdo irónicamente. —Y creo que necesita ser dicho algunas veces más. —Da un paso hacia nosotros y besa mi mejilla, luego la de Colin—. Voy a buscar a mi hombre. ¿Hablaré contigo después, Jen? —Sí, necesitaré que me rescates —digo mientras nos sacude su mano y se aleja. —Es una buena amiga —dice Colin cerca de mi oído. Asiento, sonriéndole. —La mejor, pero tú también. Me besa, como si no pudiera evitarlo. —Bueno, regresemos ya, nena. El calor me baña, su amor me agarra y me da el coraje que necesito para mantenerme arriba esta noche, una de las más importantes de mi carrera. —Tengo que ir a manejar la entrada —le digo, besando su mejilla—. ¿Me deseas suerte? —No. —Deja caer un beso en la punta de mi nariz mientras lo miro—. No la necesitas. Tienes esto y lo sabes. Amo su confianza en mí. La necesito desesperadamente, en especial en este momento. Soy una ruina. —Estoy nerviosa —susurro—. Así que gracias por eso. —Cuando quieras, nena. Sabes que cuido tu espalda. —Me abraza, su boca en mi oreja, mordisqueándola—. Te amo. Demasiado. —También te amo. —Mi corazón crece, y la náusea que me molestó la última hora se evaporó completamente.

228

Tener a este hombre a mi lado, me hace la chica más afortunada del mundo.

229

COLIN La veo moviéndose por el restaurante, manejando todo con eficiente calma, y olas de orgullo me atraviesan. Le da la bienvenida a todos los que entran por la puerta con una sonrisa cálida, presentándose a los miembros de la orquesta de cámara que invitamos para la gran apertura de El Distrito. El parqueadero está lleno, las personas seguían llegando. Una estación de radio local se instaló afuera, emitiendo en vivo y alentando a sus oyentes para que vinieran a echar un vistazo. Cada mesa está ocupada, el bar está en toda su capacidad, y el frente del vestíbulo tiene muchas personas esperando sentadas y desparramadas afuera, aguardando en banquillos, sus niños bailando las cuarenta canciones más importantes que la radio está tocando. Es un éxito impactante, todo gracias a Jen. Quería que se quedara aquí en Redding permanentemente, más que dispuesto a sacrificar y superar una relación de larga distancia, así ella podía hacerse cargo de la gerencia. Es tan malditamente buena en ello, que tengo miedo de que el chico que tengo para reemplazarla no le dará la talla. Por supuesto, nadie puede darle la talla a mi Jen. Sin embargo, lo rechazó. Simplemente me dijo que no podría soportar estar lejos de mí. Me ama tanto que no nos quería separados. ¿Cómo puedo negárselo? —Hola, hijo. Mi espina dorsal se pone rígida, y lentamente me volteo para encontrar a mi papá parado ante mí. —Hola —lo saludo débilmente, dándole un rápido abrazo—. ¿Cómo estás? —Estoy bien. Mírate, todo elegante. Como el restaurante que tienes aquí. Se ve bien. —Gracias. —Me vuelve loco, pero no puedo evitar estar orgulloso ante su insuficiente cumplido. Él tomó el restaurante de su padre y lo convirtió en algo más. Y yo he ido y hecho lo mismo, una y otra vez. Quiero que esté orgulloso de mí. A pesar de nuestro pasado enredado, todavía soy el niño que quiere que su papá lo apruebe. También estoy complacido de que apareciera. Le he enviado una invitación por cortesía, nunca creyendo que realmente vendría.

230

—Es una sorpresa que vinieras —digo, inmediatamente sintiéndome como un idiota por decirlo. —Bueno, me invitaste —me recordó—. Y nunca dejo pasar una comida gratis. Me río. Gracias a Dios alivia la tensión. —Vi a tu Jenny. —¿Si? —El calor me llena al llamarla mi Jenny. Ella es mía. Contento de que también se da cuenta de eso. —Se ve nerviosa. Le dije que no se preocupara. Que podía manejarlo. —Que incluso dijera eso, me conmociona como el infierno. Quizá lo está haciendo para hacerme feliz, no lo sé. Sin embargo, estoy contento por su apoyo hacia Jen. No quiero pelear. Estoy tan malditamente enfermo de pelear. —Entonces. ¿Cómo va el trabajo para ti? —pregunto enfáticamente. Me da una respuesta vaga pero la acepto. Después que le di dinero, tuvimos una larga conversación sobre su problema con el juego y cómo necesitaba controlarlo. Las maneras compulsivas de mi papá finalmente lo llevaron a un problema mayor, y era lo suficientemente afortunado de que fui capaz de salvarlo. Pero advirtiéndole que no lo haría de nuevo. Tuvo que buscar ayuda. Así que lo hizo, en forma de terapista, a quien ve una vez a la semana. Después de asegurarme que mi papá tiene una mesa para comer, fui hacia el frente del restaurante en busca de Jen. La encuentro parada junto al escritorio de la recepcionista, apoyándose contra él como si necesitara sostenerse. Sus hombros están desplomados y su cabeza está doblada, pero tiene una gran sonrisa en su rostro. Cansada pero feliz, así es cómo la interpreto. Al momento que me localiza voy hacia ella, sus ojos se iluminan y viene hacia mí para encontrarme en la mitad. —Hola —me saluda sin aliento—. No pensaba que te vería de nuevo. Riendo, la alcanzo y meto un mechón de su cabello detrás de su oreja. —¿Por qué dices eso? —¿Has visto cuán ocupado está este lugar? Es loco. —Su sonrisa se desvanece un poco aunque sus ojos aún están brillando—. Vi a tu papá. —Lo sé. Me dijo. —Fue bueno conmigo. —Sonríe.

231

—Estoy contento. —Bajo mi dedo índice a su suave mejilla, perdiéndome momentáneamente en sus ojos. Casi pude olvidar que estamos en el restaurante. Casi. —Dijo que está feliz de que estemos juntos. —Jen se inclina hacia mí, presionando la frente en mi barbilla, un gesto confiado y dulce—. Así como yo, le dije. Sí maldita sea, apoyaré eso. —Nena, tan pronto como podamos, saldremos de aquí. Quiero llevarte a casa. —Colin. —Rueda sus ojos, alejándose de mí—. Este es mi restaurante y estamos teniendo nuestra noche de apertura. No me puedo ir. —Oh, sí, puedes. Especialmente cuando el dueño del mencionado restaurante te lo dice. —Cruzo los brazos en mi pecho, dándole todo el significado de jefe—. Esta noche tu trabajo ha terminado. Vamos a casa. —Pero… —Sin peros —le dije—. Nos vamos. Ahora. Sonríe, sus ojos llenos de promesas. —De verdad me gusta cuando usas esa voz severa en mí. —Lo sé. ¿Por qué crees que la uso? —Riéndome, pongo la mano en la parte baja de su espalda y la dirijo hacia la multitud, atravesando el pequeño pasillo que lleva a la oficina del gerente. Cuando la tengo ahí, cierro y bloqueo la puerta, presionándola contra la pared con mi cuerpo, efectivamente atrapándola allí. Pone la mano en mis hombros, no para alejarme sino para acercarme más a ella. Nuestros labios se encuentran y se pegan. Deslizo la lengua contra la suya, llevando el beso más profundo, ella gime en mi boca antes de separar los labios de los míos. —No deberíamos estar aquí. —¿Por qué? Bautizaremos mi oficina. Haremos lo mismo con la tuya. Rueda los ojos pero sonríe, sus manos bajan lentamente al frente de mi pecho, sintiendo cada centímetro de mí. Me pongo duro, listo para tomarla justo aquí contra la pared, pero no quiero empujarla si ella no quiere. Esto es algo que hemos discutido extensamente. Su pasado, y cómo ciertas cosas aún desencadenan malos recuerdos. He llegado a entender lo que hizo, tratando lo mejor que puedo de no dejar que me moleste. Sin embargo, sería un mentiroso si dijera que no…

232

Pero lo que hizo no tiene nada que hacer con lo que somos ahora. Sé eso, y ella también. —¿Qué dirías si después de todo quiero tomarte aquí en una posición gerencial? —pregunta, su voz es casual aunque veo el recelo en sus ojos. Mi corazón se aprieta y mi primera respuesta es un automático demonios no, pero no era justo. —¿Eso es lo que de verdad quieres? Lentamente sacude su cabeza. —No. Solo quiero escuchar que dices que puedo hacer cualquier cosa que yo quiera. No debería probarte. —Suspirando, me acerca más, tan cerca que un pedazo de papel no podría caber entre nuestros cuerpos—. No puedo esperar para trabajar contigo, como tu compañera. —Tampoco puedo esperar —respondo—. Quizá algún día puedas ser mi compañera en todo el sentido de la palabra. Sus ojos se agrandan. —¿En serio? —Absolutamente. —Asiento, no me sorprende darme cuenta de que lo es—. Ahora que eres verdaderamente mía, quiero hacerlo real. —Ya es real —murmura. —Lo sé, pero quiero hacerlo permanente. Serás mía. —Me inclino, la beso. Una vez, dos veces, nuestros labios pegándose, nuestros cuerpos calentándose hasta que la alejo primero—. Seré tuyo. Podemos trabajar juntos. Comprometernos. Casarnos. —Oh Dios mío. —Suspira, esos oscuros ojos cafés todavía amplios y llenos de esperanza y emoción. —¿Eso funciona para ti? —pregunto, ella asiente. —¿De verdad quieres casarte conmigo? —Haría cualquier cosa por ti —le prometo solemnemente—. ¿Todavía no te has dado cuenta? —Sí. —Sonriendo, me besa, envolviendo los brazos alrededor de mi cuello y apretándome cerca—. Te amo demasiado, Colin Wilder. —También te amo, Jennifer Lynn Cade. —Subo la mano, curvando los dedos alrededor de su cuello, trazando ligeramente el tatuaje de mariposa que he tocado cientos de veces antes. Un escalofrío la atraviesa y sonrío. Su sonrisa crece. —¿Recuerdas cuando me despertaste y me llamaste mejillas dulces?

233

—Demonios sí. —Mi voz sale suave y mi cuerpo se pone duro mientras acaricio un lado de su rostro—. Tienes un par de mejillas muy dulces, lo sabes. —Tú también —susurra—. Quizá deberías colocar estas dulces mejillas tuyas sobre el escritorio así podemos perder el tiempo sobre él. Levanto las cejas. —¿Dices perder el prometedor.

tiempo? —Eso suena

Por supuesto, cada vez que puedo estar con ella, desnudos y solos, es prometedor. Cuanto más estamos juntos, mejor se pone. Algo que creía era imposible. Lentamente asiente. —Sí. Sin embargo, ehh. —Saliéndose de mí abrazo, se voltea y estudia el escritorio, se golpetea los labios fruncidos con el dedo índice. Dejo que mi codiciosa mirada vague por su cuerpo, disfrutando de su camisa blanca y la falda negra sexy como el infierno que le queda a la medida. Solo mirarla me hace estallar en sudor. —¿Estás pensando lo mismo que yo, mejillas dulces? —le pregunto, mi voz está ronca, mi cuerpo tenso. Me mira sobre su hombro, sus ojos sensuales y llenos de deseo. —Si estás pensando en doblarme sobre el escritorio y probar su fuerza, entonces sí. Definitivamente estoy pensando lo mismo que tú. Demonios. Es una lectora de mentes. —Entonces vamos a probarlo, nena. —Acunando su trasero con las dos manos, me presiono contra ella y la guío hacia el escritorio, donde la desnudo y la estiro como mi propio banquete personal. Haciéndola mía. Para siempre.

FIN

234

Four Years Later

235

La historia de Owen

Sobre el Autor Monica Murphy ama escribir libros sobre chicos y besos. También le gusta leer libros sobre chicos y besos. Cuando no está tan obsesionada por los chicos y los besos, sale con su esposo e hijos. Vive en California. Visita la página de Monica en: www.monicamurphyauthor.com Envía un mensaje a Monica: [email protected] Sigue a Monica en Twitter www.twitter.com/MsMonicaMurphy

236

three broken promises.pdf

Luna West. Marie.Ang. Mel Markham. DISEÑO. Yessy. Page 3 of 236. three broken promises.pdf. three broken promises.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In.

2MB Sizes 3 Downloads 172 Views

Recommend Documents

three broken promises.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. three broken promises.pdf. three broken promises.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu.

pdf-1819\broken-bodies-broken-dreams-violence-against-women ...
There was a problem loading more pages. Retrying... pdf-1819\broken-bodies-broken-dreams-violence-against-women-exposed-by-united-nations.pdf.

Broken-Heart-Tails-Broken-Heart-Oklahoma-Paranormal-Romance ...
Broken-Heart-Tails-Broken-Heart-Oklahoma-Paranormal-Romance.pdf. Broken-Heart-Tails-Broken-Heart-Oklahoma-Paranormal-Romance.pdf. Open. Extract.

Broken Wings
In that year, I saw the angels of heaven looking at me through the eyes of a beautiful woman. I also saw the devils of hell raging in the heart of an evil man. He who does not see the angels and devils in the beauty and malice of life will be far rem

Broken spokes.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Broken spokes.

Broken Arrow Flyer.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Broken Arrow ...

Broken IPv6 clients
The canonical behaviour for dual-stack applications is ... Host may prefer 6to4 address over IPv4 address. Not using ... using invisible element on web page.

the broken wings
bringing tears to my eyes; and my beloved, beautiful Selma, is dead and nothing ..... As the maid left, a man, dressed in oriental uniform and with big moustache ...

Three Men, Three Levels of Enlightenment.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Three Men ...

Three Stay.pdf
Page 1 of 1. Purpose: Refining Ideas or Staging Critique. Questions? Email [email protected]. Three Stay, One Stray: This strategy is also commonly referred to ...