Víctor Grippo. 1936, Junín, argentina.- 2002, Buenos Aires, Argentina. 32ª Bienal de Arte San Pablo, Brasil.
Con el recrudecimiento de los regímenes militares en América Latina durante la segunda mitad de la década de 1960 y especialmente en los años 1970, ganaban notoriedad artistas que contribuían de modo significativo a la ruptura de los paradigmas modernos vigentes, viniendo a establecer un pensamiento programático de innovación intelectual y de resistencia a los gobiernos de excepción que estaban en vigor en esos parajes. En Argentina, Víctor Grippo fue un personaje principal en un ambiente de producción artística experimental, abarcando desde la renovación del lenguaje hasta la práctica sensible de la política. La compleja producción de Grippo es ahora una lectura clave para la construcción de nuevas formas de conciencia que reubican al hombre en paridad y en relación con la naturaleza, lo que no excluye el uso o usufructo de la tecnología y de las nuevas orientaciones socioeconómicas. Nada más sintomático que el uso de la mesa como obeto organizador y protagonista en su trabajo, su herramienta universal. Es en ella que simbólicamente se elabora, investiga y se normatiza; la mesa es un lugar posible para la conciliación entre arte y ciencia. En consonancia con el ajuste fino de la palabra, ahora poética, ahora sistemática y comunicativa, la práctica promueve lo que Guy Brett llamó la
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dialéctica de lo “invisible”, dejando patentes las acciones combinadas entre el científico, el alquimista y el artesano, conciliando los oficios.
En Naturalizar al hombre, humanizar a la naturaleza, o Energía Vegetal (1977), esa dialéctica se impone de manera concomitante en Analogía I, 2° versión (1977)- obra en la cual Grippo evocaba la idea de una “arte de sistemas”. En ambos trabajos, pone sobre una mesa acolchada, dispone cuatrocientos kilos de papas, elemento orgánico base de sus experiencias. En Energía vegetal, esos tubérculos son entremezclados con una docena de frascos de laboratorios, llenos con tintas diluidas en agua y tapados con algodón. En ellas, la transmutación alquímica gana protagonismo, abriendo camino para lo desconocido, o al mismo tiempo sugiriendo una perturbación del sistema de energía simétrico. Todavía, en Analogía I, Grippo se vale de procesos químicos y electroquímicos, sugiriendo intercambios de energía y transformaciones de carácter entrópico, demostrando por la propia conexión de las papas con electrodos y conectadas a un voltímetro. Sobre la implacabilidad del tiempo y lo efímero de la vida, el artista trabajador impone al arte la noción de degenerescencia dejándose contaminar por el entorno. Haciendo uso del conocimiento popular, Grippo también parte de proposiciones que interfieren en los circuitos sociales, posibilitando una autonomía política del público, en que, por ejemplo, estuvo demarcado en su reflexión textual “Algunos oficios” (1976). Para él la acción artística, es naturaleza ritualista o colectiva, puede desvirtuar el contexto habitual de un dispositivo de uso cotidiano, llevándolo para otro contexto y, en la 2
experiencia, provocar nuevas formas de intercambio y enfrentamiento en que el objeto y el público se implican, colaborando para generar un nuevo estadio de autoconsciencia y ciudadanía. En suma, la obra de Grippo funda una estructura conceptual y poética en la cual el conocimiento, resistencia y memoria fundamentan la supervivencia de hombre y definen otra cosmovisión. -
Diego matos.
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http://u-in-u.com/sesc-videobrasil/2017/curators/
Traducción y Fotografías: Rolo Juárez. Tucumán, Argentina. 2016.
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